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El Teniente Gilliss tiene el honor de ofrecer los siguientes volúmenes para la libre- ría de la Universidad de Chile, sintiendo mucho que una parte de ellos hava sufrido lijeramente a consecuencia de la humedad que por un accidente contrajo el cajón en que han venido de los Estados Unidos. '1 Trabajos déla asociación americana para* el adelantamiento de las ciencias. 8.® 2 Apuntes de un reconocimiento militar desde el Missouri hasta California. 8.® 3 Mensaje del Presidente de los Estados Unidos i documentos acompañatorios 18í9 ■ a 50. Parte 1 .“ 8.® 3 Mensaje i correspondencia relativos a California.— 1850. 8.® ' 4 Comercio i navegación de los E. U. desde el 1 .® de .lulio de 1 848 hasta 30 de Junio de 1849—8.® o Progresos del reconocimiento de la costado los E. U. durante el año que termi- nó en Noviembre de 1849 — 8.® 8 ~J8~ fj. N'oticia sobre California por Biiller Kiiig. 7 Contribucioiícs Smillisonias a la ciencia. — 18 Í9. i.* 8 Efemérides del Planeta Ncpumo. 4." CON TESTACION A LA PIIECEOENTE NOTA . Santiago, Marzo 10 de iSoí. \ Segiin tuve el honor de anunciarlo a V. por mi carta de 7 de Febrero último, ber dado cuenta al Consejo Universitario dci apreciable obsequio de diversas obras dadas a luz en los Estados Unidos, hecho por V,- para la librería de esta corporación. Me es grato cumplir con el especial encargo que he recibido del enunciado Conse- jo, para manifestar a V. su alta gratitud por este testimonio de su benevolencia. Dios guarde a U.— Andrés Bello, Al Sr. .1. M. Gilliss, Teniente de la Marina de los Estados. Unidos i jefe de la co- misioil' astronómica residente en esta capital. Concepción, Febrero 0 de 1851. Elevo al conocimiento de US. en copia autorizada una nota del Rector del Inslitir- fo Literario de esta ciudad, con los documentos a que ella so refiere, por la cual se impondrá US, del éxito satisfactorio que han tenido los e.xámenes rendidos por los alumnos de dicho establecimiento, i para que si lo tiene a bien so sirva ordenar su publicación. Dios guarde a US. J. María de la Cruz. Señor Ministro de Estado en el Departamento de .Justicia, Culto e Instrucción Pú- blica. Concepción, 27 de Enero de 1851. La comisión nombrada por la Junta de Educación do la provincia en sesión de 8 del corriente para presenciar los exámenes del Instituto Literario, ha visto con satis- facción los progresos que han manifestado los jóvenes educandos al fin del presento año escolar. Ha asistido a las pruebas a que se ha sujetado a los alumnos en los exá menes de Gramática Latina i Castellana, Jeografia descriptiva, Historia Sagrada, Ilis_ toria profana, antigua i de la edad media, Psicolojia, Lójica, Matemática elemental - hasta la Jeometría rectilínea inclusive. Trigonometría esférica, Jeometría descriptiva i Jeometría práctica i Dibujo natural, i ha quedado satisfecha de los conocimientos que han adquirido en estas materias, cuyo hecho revela en nuestro concepto el buen réjimen que se observa en el establecimiento i la contracción a la enseñanza del cuerpo de profesores. — Los padres de familia i la provincia en jcneral pueden por consiguiente estar convencidos de que sus hijos reciben una instrucción conforme a las luces i a los mejores métodos del siglo, i quesinocs bastante por ahora para terminar una carre- ra científica i lucrativa, podrá fácilmente remediarse esta falta con la planteacion do dos o tres clases masa proporción que así lo exijan los conocimientos (lelos alum- nos.— Dígnese US. trasmitir a la honorable junta de Educación el juicio que hemos fontiado de nuesti u Colojio provincial, al desempeñar la delirada comisión con qiiese sirvió favorecernos. Dios guarde a US- José Miguel Barrica. — i. José María Tcrnandez Rio. — Manuel María Eguigure}u — Vi rj i nio Sanh ueza. Al señor Intendente de la i)fovincia.^ Coneepcion, eneroSi de 4851 . Pásese en copia esta nota a la Junta de Educación, sacándose igualmente otra |sara agregar a la nota i docummitos del Redor del Institulo en que da cuenta del resulta- ■do de Jos exámenes de ese establecimiento, i que deben elevarseal Supremo Gobierno. Anótese. Es conforme. Cruz. Alamos González. Secretario. INSTITUTO LITERARIO. Concepción, Enero 2‘J de 1851. Cumplo con el deber de comunicar a US. que el 25 de la fecha han terminado los exámenes públicos i jenerales del establecimiento de mi cargo; i los que US, se digné presidir en sus primeras manifestaciones acompañado de la honorable Junta de Edu' «ación. El provecho efectivo de nuestras tareas será justamente apreciado en vista ■del informe que deberá pasar a US. la Comisión de ciudadanos competentes que US. tuvo a bien nombrar para la continuación de este acto, sobre las diversas materias que constituyen nuestro plan de enseñanza. Adjunto, pues, a US. en copia la sesión del Consejo de profesores en cuanto a la satisfacción de los alumnos examinados, i la nómina respectiva de los que han optado los premios establecidos. Espero que US pasará al conocimiento de la autoridad Suprema estos documentos justificativos de nuestro progreso intelectual, recomendando al mismo tiempo su inserción en los periódicos oficiales, como una muestra de pública aprobación para ios hijos de núes. Ira provincia. Dios guarde a US. — Vicente rara.s. Al Sr- Intendente de la provincia. Concepción, Enero 31 de 1851. Saqúese copia de esta nota i documentos adjunlos i elévense al .Supremo Gobierno* Anótese F.s conforme. Cruz, Álamos Gonzalet. Secretario. SESION DF.I. ‘25 DE ENEUn. Keunido el Consojo do profesores cii sesión ordinaria presidida por el señor i\cc- tor con asistencia de los señores Don Juan Jldlan, Don Gasp ir 2-.® del Pozo, Don Manuel Fuenlealba, Don Ramón del Rio, Don Federico Novoa, Frai Isidro Robles, Don Belisario l’rivi i Secretario, aprobidi el acta de la sesión anterior, de que se dio cuenta i en cumplimiento del reglamento vijente, se procedii a la calificación de los alumnos que se bailaren en el caso de optar los premios correspondientes a los exámenes públicos i jeneralcs del vencido año esco'ar. En esta virtud se propuso por el profesor de la sesla ciase Don Vicente Varas, sobre Lújica, a Don Vicente Bo- cha para el primer premio; previnien lo que para el segundo se hallaba en el caso de no hacer propuesta por no concurrir las cualidides requerid is; pues, aunque ha- bia dos sobresalientes por su aprovechamiento i capacidad, eran un poco distraidos. Por el mismo profesor se propuso para Psicolojia, a Don Elisardo Teran como acreedor del primer premio, i para el segundo a Don By'rnabé Vera i D on Pedro Jo- sé Gutiérrez, resultando electo para el primero Don Elisardo Teran por unanimi- dad; i recayó el segundo en Don Pedro José Gutiérrez por seis votos contra cuatro que resultaron a favor de Don Bernabé Vera. En el ramo de Historia, corres* pendiente a la misma clase, se consideró como distinguido a Don Gabriel Bebo' lledo. — Por el profesor de ¡Matemáticas, Don Gaspar 2.® dcl Pozo, se propu- so para el primer premio a Don José Antonio Fernandez, i para 'el segundo a D José de los Dolores (iarcia en los ramos de Trígonomelria Esférica, Jeomc tria descriptiva i Jeometria práctica, siendo la propuesta unánimemente aproba- da. Por el profesor de la quinta de Humanidades, Don Juan José Jlillan, se pro. puso a Don Elisardo Teran para el primer premio, i para el segundo a Don Bernabé Vera so'ore Latinid id superior, i fueron unánimemente aprobados; i en Historia se consideraron como distinguidos Don (iuillermo Fernandez i Don Da- niel del Pozo. — En la cuarta clase, profesor D. Fr. ISepomuceno Badilla, pro- puso en el ramo do Eatinidad a Don ^ Ícente Guzman para el primer premio; para el segundo a Don Cárlos Castellón i Don Pedro José Gutiérrez, cuya propues- ta fué aceptada unánimemente en cuanto al primero, acordando el segundo pre- mio a favor de D m Cárlos Castellón por siete votos contra tres que obtuvo Don ]\-dro José Gutierre?.; i en el ramo de Historia del Imperio, se calificaron de dis- tinguidos D. Justo .Muñoz i Don Jacinto Villouta. — El profesor de la tercera, Don Manuel Fuenlealba, propuso en Latinidad como acreedores al premio a Don Desiderio González, Don Gardenio Abello i Don José (iarcia; i resultó la elección en favor de Don Desiderio (González [lara el primer premio, i para el segundo en Don José García, por seis votos contra cuatro, que resultaron por Don Gardenio Abello. — En Gramática G. islellana sobre Orlograíia i Prosodia, se consideró como distinguido a Don Dionisio Burboa; en Jeometria Elemental a Don Gardenio Abello; i en Historia Grii'ga a Don Vicanor Vargas.— Entre los varios alumnos jiropueslos por el profesor de la segunda Diín Ramón del Rio, se concedió el pri- mer premio a Don Joaquin del Rio, i el segundo a Don Norberto Solis por una- nimidad; se consideraron como distinguidos en Historia de los Imperios Antiguos; Don Benjamin I'acheco, en Grainátici Gaslellana, Jeograíii descriptiva Don Daniel López. — En la primera clase no buho calificación. — En la clase de Rclijion sobre el Dogma e Historia Sagrada, desempeñada por el padre presentado, comenda- dor Fr. Isidro Robles, entre los varios propuestos se concedió premio único a ^ Don Jualo Muñoz, i como distinguido a Don Gárlos Gastellon. — En Dibujo Natu- ral i Caligrafi 1, su profesor D m Belisario Grivi, propuso para ser [irciniados en — f,r,— de Comisionados de su I'acuUad. — /i.“ üe un í cuenta presentada por el Secretario de la de iUatemálicas, de los fondos que lian entrado en su poder en el curso de lodo el último año, para gastos de Secretaría. — Se mandó pasar a la comisión correspon- diente. En seguida continuó la discusión sobre las reformas que convenga introducir en ej actual plan de estudios del Instituto.— ílpliriéndose a lo expresado sobre la materia en la acta de la sesión precedente, el señor Rector dijo: que como por ahora no le inspirari in confianza los simples certilicados de los maestros de escuela, consideraba necesaria la planteacion de la clase preparatoria en el mismo Instituto. Pero que de- bía procurarse hacer extensivos los beneficios que de ella se esperan a los alumnos de lodos loscolejios, sean públicos o particulares. Respecto de estos últimos, es noto, rio que su vicio principal consiste en el empeño de los Directores por abreviar la ins- trucción de los jóvenes, haciéndolos pasar a clases superiores sin la debida prepara, eion. Propónense con esto satisfacer la impaciencia poco discreta de muchos padres de familia, que prefieren sus establecimientos por la persuasión en que están de que en ellos aprenderán sus hijos con mas rapidez; pero son grandes los perjuicios qué qe esa precipitación resultan para la solidez i extensión de los estudios. A esto de- be atribuirse la imperfección de las primeras nociones adquiridas en la niñez, que .se advierte tan amenudo en personas adultas de todas las profesiones, i aun de aque- llas en que menos deberi i presumirse semejante defecto. El remedio de un mal tan grave debe pues fijar toda la atención del Consejo, i el señor Rector no ve por ahora un mejor arbitrio, que el de hacer sufrir, por regla jeneral, en el Instituto mismo» un exámen previo de los conocimientos que componen la instrucción primaria a lo- do alumno de colejio parlicuLar que se presente alli a rendir su primer exámen de humanidades. Sin duda que este nuevo recargo de trabajo ofrecerá algunos inconve. nienles en los principios, pero ellos deben vencerse por conseguir el favorable influjo que por este medio ejercerá el Instituto sobre la mejora de la instrucción en jeneral. Observándolo constantemente por unos pocos años, quizá después no se dejará sentir su necesidad, pues tanto los Dirtetores de Colejios, como los padres mismos de los estudiantes, lomarán interés en que no pasen éstos a las clases de Ilumanidades, sin oslar preparados por una buena instrucción primaria . El señor Solar representó los numerosos inconvenientes que este método ofreceria si por lo menos no se determinasen con bastante precisión los ramos o parles de ra- mos sobre que haya de recaer el examen prévio propuesto, pues sin esa determina- ción, inevitable seria la arbitrariedad, i que en unos casos se exijiesen muchas mas nociones que en otros. El señor Bello propuso entónces que ese exámen consistiese cU asegurarse de si el alumno sabe leer corrientemente, i escribir sin defectos chocan- les de ortografía, si es capaz de leer cantidades de 4 o 5 números i si está instruido en las cuatro primeras reglas de la Aritmética i el Catecismo de la Doctrina Cristia- na. Habiéndose dejado la resolución de esta indicación para otra oportunidad, con el fin de meditarla mas detenidamente, continuó la discusión sobre sí a los jóvenes que entran a principiar sus estudios en el Instituto Nacional se les exijiría como suficien- te requisito un certificado de tener ya completa su instrucción primaria. Como el se- ñor Rector^ insistiese sobre la poca confianza que debian inspirar semejantes docu- mentos, sin la agregación de un exámen, en tanto que éste supliría su falta por si J9I0, el señor Gorbea dijo: que al proponer se exijieseel certificado, no habia sidosu intención oponerse a que ademas se hiciese sufrir a los jóvenes el exámen, sino que habia tenido en consideración que, conviniendo adoptar precauciones análogas a las quese proponían para el Instituto, en lodos los Colejios autorizados para recibir exáme- — Ci- nes valederos, que cxislen en 1-í Kopúldica, no en lodos li d)ri:i prohahleíiienle 1 is mismas proporciones que en el I.” pira plan'ear uní oseueh de l.“® letras, l’or otra parte, la adopción de su propuesia no solo proifiiciria la ventaja de hacer dar inmediato ensanche a la instrucción que en el día suministran las escuelas, sino laiidiien la de que los profesores del Inslilulo adquieran de ese modo datos importantes i que po" drian servir al Consejo universitario, acerca de los preceptores primarios que cuiií' plan o no debid iracntc sus obligaciones. El aprovechamiento (¡ue manifiesten sus a' lumnosserá la regla mejor pira conocer su desempeño, asi como en el dia loscxáinci nes de los Colejios particulares rendidos en el [nstilutn, hacen descubrir cuáles son aquellos en que está montada sobre un mejor pié la instrucción. Habiendo convenido el señ ir Rector i otros miembros dcl C msejo en que el rniui'^ sito de los certificados ofrecia una verdulera utilidad bajo el as¡)cclo úllimamenle presentado pir el señor Girbei, se formuló pira volar li proposición siguiemle: «A lodo alumno que [irclenda incorporarse a los primeros cursos de Humanida- des en el Instituto A icional, se le exijirá pira s 'r ad.nilid o un certificado del maes* Iro o persona con quien haya seguido su instrucción primaria, de b iberia completado debidamente; i ademas se le liará sufrir un exáincn con el fin de cerciorarse de qu(« posee los conocimientos que componen esa instrucción, en el grado conveniente.» Fué aprobada por unanimidad. Tratándose Iticgo sobre si debia o no plantearse en el mismo Instituto la escuela preparatoria para los jóvenes que no fuesen hillados con el suficiente grado de apti^ lud en el exámeij., el Consejo adoptó la opinión del señor Domeyko de que esa es- cuela se esíablecícse, piro solo para alutimos internos; en atención a que conviene facilitar la recepción de jóvenes de corta edad en el establecimiento. Insistió en seguida el señor Solar sobre la necesidad de fijar coil la posible prcci* sion los conocimientos que deiicrá comprender el examen previo. El señor Rector se* ñaló los mismos ipie mas arriba quedan indicados; pero otros miembros del Consejo representaron que convendria exijir adetrn'^ algunas nociones prácticas mui ciernen* tales de gramática castellana i de jeografia, para remover el inconveniente con mu-' cha justicia apuntado por el señor Solar en la sesión anterior, de que entren los jó- venes a aprender desde la t.“ clase de lluminidadcs los diversos ramos que la com* ponen, siñ el menor conocimiento previo de ellos, resultando de aquí el atraso que sufren el primer año aun aquellos que no carecen de aventajadas aptitudes. Reconoci- da la conveniencia de formar un pcipieño programa para este exámen, el señor Rec- tor se encargó de su redacción, ofreciendo presentarlo en la sesión próxima. En el curso de esta discusión, se locó por incidencia la necesidad de fijar el órden en que han de rendirse los exámenes de Humanidades por los alumnos de todos los Colejios de la República; con cl objeto de evitar los graves inconvenientes que resul- tan de la inversión del órden natural en que tales estudios deben hacerse, cometida por varios Colejios particulares, a cousecuencra de rejir solo basta ahora con los a-, lumnos dcl Instituto la regla de que no han de pasar a una clase superior sin haber sido aprobados en un exámen dolos ramos que comprende la anterior. ¡Mas siendo cS. te asunto vasto i ajeno de la discusión actual, se reservó para considerarlo en otra ocasión. Por último, cl señor Rana hizo presente que cl trabajo histórico prcicnlado por los señores Ainunátegui el año último a la Facultad de lUunanidadcs, i premiado por ella, se halla, según han dicho sus autores, en estado ya de ser impreso; i que es llegado el caso de que se insinúe al señorMinislro de Instrucción pública la conveniencia de protejer esa publicación con una suscripción dcl Gobierno. El Secretario olí- servó con este motivo que la costumbre csíablccida hasta ahora respecto de las me- — Gó— morías (le igual nuluralcza, era que la suscripción del Gobierno. El Secretario oh* tendiese a un número de ejemplares suficiente para costear con su solo precio la e- dicion. El seiior Rector se encirgó de hiblar sobre la luUeria con el señor Ministro de Instrucción pública. Se levantó la sesión. SESION DEL 11 DE ENERO DE ISS!. Presidió cLseñor Rector i asistieron los señores Sazie, Gorbea , Barra, Meneses . tlomeyko i el Secretario. Aprobada el acta de la sesión precedente, se dió cuenta: 1.® De un oficio del señor Ministró de Instrucción pública trascribiendo un decreto su- premo por el que se mandan remitir a esta Universidad 67 volúmenes de la lista de libros de dicho Ministerio, con c! fin de que, pasando a la Facultad de Humanidades los que necesite, se haga entregar el resto al Rector del Instituto Nacional para la Bi- blioteca de ese establecimiento. — Gon motivo de este oficio, el señor Barra quedó en* cargado de recibirse de las obras referidas, i de pisar con una lista al Rector del Ins- tituto las que quedasen después de separadas las que se destinan a su Facultad. — 2.? De una nota del señor Decano dcTeolojía participando haber nombrado a don Pedro Palazuelos i a Fr. Miguel Ovallc, para componer la comisión de su Facultad que de. be asistir a los exámenes del Seminario Conciliar. — 3'.“ De dos informes de la comi- sión de cuentas del Consejo sobre las presentadas por el Secretario de la Facultad de jllalcmáticas, de los fondos que han entrado en su poder en todo el curso del año de 1850. — Resultando de esos informes estar arregladas dichas cuentas, (í Consejo lag aprobó, mandando pasar a la caja universitaria el sobrante de 88 pesos 4 reales que resulta del primer semestre del espresado año, i el de 47 pesos 2 reales que hubo en el 2.° — 4.° De una solicitud de don José Antonio Estuardo, Canónigo majistral de la Catedral de Concepción, relativa a que se le admita a rendir las pruebas necesarias para obtener el gradeóle Licenciado en Leyes, en atención -a ser abogado recibido con titulo ántes de la fundación do la actual Universidad. Se resolvió que tan luego co* mo el interesado presente el titulo de abogado a que se refiere, se pase su petición al señor Decano respectivo para los fines del Reglamento. — 5.“ De una presentación de don Eduardo Montes, acompañando certificado de haber rendido todos los exámenes requeridos para el grado de Bachiller en Leyes, con excepción solamente del de Cos- mografía, que pide se le permita rendir durante el tiempo de la práctica, confirién- dosele desde- luego dicho grado. Aunque en el certificado antedicho no se espresacon precisión el tiempo en que el solicitante rindió su exámen final de latín, resultando del tenor de ese mismo documento, que cuando mas tarde debió ser a fines del año de 1845, el Consejo no halló embarazo para acceder a su solicitud, i mandó pasaren consecuencia el espediente al señor Decano respectivo. Después de esto el señor Rector hizo presente que por las numerosas e impostor, gables ocupaciones que ha tenido en la semana que concluye, no habia podido termi. nar para la sesión presente, según lo ofreció, el programa de los conocimientos sobre que deba recaer el exámen prévio de los alumnos que pretendan incorporarse al cur. so de Humanidades del Instituto Nacional; pero esperaba concluirlo para la próxima reunión. El mismo señor Rector dijo: que habiendo hablado con d señor Ministro de Rela- ciones Exteriores sobre el deseo del U'mseju de que el Siq)remo Gobierno se sirva re- 0 — (íG— V ¿■oiiRMuIiir a nuestro Cónsul en París la remisión de las Revistas cíeiilífieas •ftic Í1 Universidad quiere obtener, dieho señor Ministro se le lia manifestado en la mejor disposición a este res]x;cto; i que aunque en esa conferencia olvidó consultara S. S. sobre si íiabria algún inconveniente para que al referido Cónsul se proporcione en Pa- rís, de los fondos chilenos que existen en poder del señor Rosales, lo necesario para las compras de las respectivas entregas, pagando aqui la UniversidatT lo tpie la corres- ponda, agregados los gastos de cambio, remisión etc,, lo baria en la próxima semana i darla cuenta para la sesión siguiente. En esta virtud, i no estando todavía señala- das sino las Revistas que han de encargar las Facultades de Medicina i de Ciencias Matem.áticas i físicas, convendria que para la misma sesión los domas señores Decanos indicasen las que deban pedirse también para sus respectivas Facultades. Desde lue- go, con respecto a la de líumanídades, tenia noticia de tres periódicos de Pedagojia c instrucción primaria, de que existen varios ejemplares en el Ministci io de Instruc- ción pública, i de que la será mui conveniente poseer una colección coniplcta. Iliz^* ademas presente la utilidad de encargar a Lo'ndres algunas Revistas inglesas taíeí^ como el Quarterly Review, el Foreign quarterly Review, i el ICdimburgh Review, para que pueda nuestra Universidad estar 9I corriente do las nucvis adquisiciones que hace diariamente la importante i fecunda literatura inglesa. Igualmente útil conside. raba encargar algunas otras obras pertenecientes a la Facultad de Humanidades, i re. cientemente publicadas, que aunque no periódicas, se sabe ser de un mérito indispu- table. El mismo señor Rector ofreció traer la lista de ellas para la indicada sesión próxima. (óiiedó pues convenido que para el sábado inmediato presentarian las listas que Ies corresponden los señores Decanos de Leyes i de Humanidades. Con lo que fue levantada la sesión. SESIOÓDEl ISIIE EMRO DE bSaÜ, Fue presidida por el señor Rector con asistencia de los señores Sazie, (lorbea, Mcne_ ses, Domeyko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, se dió cuen. la: t.°De una nota del Inspector de educación de San Bernardo, acompañando dos esta, dos, uno de la escuela de hombres i otro de la de mujeres de aquella villa, i al mis- mo tiempo su renuncia del referido cargo de Inspector, el que hace presente no po- der continuar desempeñando, entre otros motivos que omite expresar, por las distan- cias a que se encuentran las escuelas primarias de San José i Talagante. — Los esta, dos antedichos quedaron en tabla para examinarse en la próxima oportunidad; i con respecto a la renuncia, se acordó admitirla, dividiendo en lo sucesivo esa inspección entre varias personas, a fin de obviar el inconveniente de las distancias representado por el Inspector renunciante. En esta virtud, designó el Consejo a don ¡Manuel Lira para desempeñar ese cargo en la villa de San Bernardo, a don IVimon Rosas para el mismo objeto en la jurisdicción de Talagante, i a don Ensebio Sepúlveda para id. en la Subddegaciou de San José. — OT — En 2." liigir se dio rúenla de Ires soliciludes de don José Toribio Argoinedo, d<« Mauricio ¡Mona i don Telix Garda Videla, en que, adjuntando cerliíicados de los e- xáinenes rendidos por ellos, piden se les perniila dar durante el tiempo de la prácli- ca, el l.“ los de jeografia i cosmografía, el 2.“ estos mismos i a mas el de aritmética, ¿ el 3.® los de aritmética i cosmografía, únicos que les faltan de los requeridos para el grado de Bachiller en Leyes i ciencias políticas, confiriéndoseles desde luego dicho grado. Cerciorado el Consejo de concarrir en los solicitantes las mismas razones que •le han inducido a otorgar dispensas análogas en otras ocasiones, accedió a sus solici- iudes, i mandó pasar en consecuencia los expedientes al feñor Decano respectivo. En seguida el señor Meneses indicó las obras periódicas que consideraba conve- niente encargar para su Facultad, — a saber: La Gaceta de los Tribunales de París; El Boletín de Lcjislacion i La Gaceta de los Tribunales de ¡Madrid, El señor Rector dispuso se pasase el oficio acordado al señor Ministro de Relacio- nes Exteriores, recabando las recoinendaciones convenientes del Supremo Gobierno para que tanto nuestro Ajente en ¡Madrid, como nuestro Cónsul en París, se presten al desempeño de los encargos de periódicos cieutificos que a uno i otro piensa hacer les la Universidad. El mismo señor Rector expuso que al ocuparse en la formación del programa a- cordado para el exámen previo de los Jóvenes que pretendan incorporarse a las cla- ses de Humanidades del Instituto Naeional, había advertido que semejante trabajo no podía ménos de adolecer de mucha vaguedad; i que para remover este inconve- niente se había resuello a trabajar por si mismo, respecto de la gramática castellana, d pequeño texto que tales Jóvenes deben llevar aprendido de las escuelas; texto que presentaría en limpio para la próxima sesión. Añadió que juzgaba debía seguirse el mismo método por lo tocante a la aritmética i la jeografia, encargándose a personas competentes la redacción de los respectivos traladitos. El señor Gorbea dijo que res- pecto de la aritmética, el trabajo que deseaba el señor Rector estaba ya hecho en el lexio de ese ramo que ha publicado el profesor Baslarrica para las primeras clases de Humanidades. Este librito posee en concepto del señor Gorbea cuantas cualida- des pueden apetecerse para el aprendizaje de niños de corta edad, -concisión, clari- dad i buen número de útiles aplicaciones. Bastaría pues señalar la parle de él que deberá llevarse aprendida de las escuelas, sin necesidad de repetir inútilmente el trabajo. Con esta exposición dispuso el señor Rector se comprase esc texto, a fin de acordar en su vista lo conveniente. — Quedando sin resolverse lo relativo a igual re- dacción o adopción de texto para la jeografia, se levantó la sesión. mm DEL ío DE EIRO DE 1851 , Presidió el Sr. Redor con asistencia de los señores Sazie, Gorbea, Eizaguirre, Div nieiko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, el Sr. Rector con- firió el grado de Bachiller en Leyes i ciencias políticas a D. José Jerónimo Valde* rrama, quien recibió su titulo. — Enseguida el mismo Sr. Rector espuso que por fal- ta de tiempo no había podido traer puesto en limpio para la presente sesión el Ira" tadilo de Gramática castellana para el uso de las escuelas primarias, de cuya re- dacción se halla encargado; pero que lo presentaría en una de las primeras reunio- ucs del Consejo después del próximo feriado. — Por lo que respecta al encargo a Eu- ropa de revistas cienlifioas i otras obras recien publicadas, para el uso de las Facul- iades, debia hacer presente que, habiendo manifestado al Sr. Ministro de Relacio- nes Exteriores los deseos del Consejo respecto al modo de pagar el valor de dichas obras i demas costos, satisfaciendo en esta Tesorería Jeneral lo que al efecto se hu- biese adelantado en Europa al Comisionado, de los fondos nacionales, el referido Sr. Ministro habia aceptado la propuesta, i prometidole que arreglarla con el de Hacienda todo lo conveniente a su mas expedita realización. En seguida, acorde con lo que habia prometido en la sesión precedente, designó las siguientes obras ingle- sas reden publicadas, que Juzgaba también conveniente encargar a Europa: Archbishop Whatcly Rhctoric: III. J. S. Mili, Logic: John Herschell, Astronomy, t>. tO. Un médico. 1 1 . Un mayordomo. 12. Un cocinero. 13. Un portero. 14. Cuatro sirvientes. 15. Una costurera. Art. 8.® Con el objeto de formar un fondo especial que en adelante concurr.1 a la subsistencia déla escuela i a fin de crear a los alumnos el capital que les debe ser* vir para el establecimiento de sus talleres, concluida que sea su educación, la es- cuela se considerará también por ahora, i iniéntras el Gobierno no disponga otra co- sa, como taller industrial, i la utilidad que rindan los artefactos que alli se consiru. yan, lormará el (ondo de la casa, a cuya participación serán llamados, el estableci- inicnlo, los diimnos i los empleados ipic mas adelante se designaraai. TITULO :2. DE EOS ALUMNOS. Art. n.® Para ser alumno de la Esniola de Artes i Oficios se necesita 1.® Tener de 15 a 18 años de edad, justificada con la presentación de la fe de bautismo o en su defecto con información. 3." Iliiena conducta i ser presentado por persona respetable. 3." Tener buena constitución física. 4.9 Saber leer i escribir correctamente i conocer las cuatro primeras reglas de Aritmética. 5.® Gonapromelcrsc, con acuerdo de sus pctdres, tutores o apoderados, a establecer, después de concluida su enseñanza, un taller del oficio que hubiere aprendido, i por el término de seis años, en la provincia de la República que el Gobierno le designe. Art. 10. Para obviar el cumplimiento de la condición 5.® del artículo anterior, el número de alumnos que compongan la dotación de la Escuela se procurará complc. lar, en cuanto sea posible, con jóvenes sacados de las diferentes provincias, prefi. riéndose entre los que tengan los requisitos del citado arlículo/anterior, a los hijos de artesanos, honrados, i a los que hubieren manifestado mejores disposiciones para los oficios que han de enseñarse en la escuela. Art. 1 1. Los alumnos serán mantenidos i vestidos por la escuela durante los cua- tro años de su aprendizaje, para cuyo efecto se dará a cada uno de ellos por el Go- bierno una pensión de ochenta pesos anuales. Art. 13. Son obligaciones de los alumnos: 1.® una completa sumisión i respeto a sus maestros i profesores. '2." Observar exactamente los reglamentos i distribuciones del establecimiento, i la mayor juiciosidad i decencia en su comportacion. 3.® Cuidar puntualmente del asco de sus personas i hacer por sí mismos el arreglo i limpieza de sus camas, dormitorios i talleres, según el turno que se les prescriba. . TITULO DEL DIRECTOR. Art. 13. El Director es jefe de la escuela; todo el personal de ella le está subordi. nado, i debe presidir todos sus actos.-— Está encargado de la comunicación oficial con el Supremo Gobierno, en lo relativo al servicio del establecimiento; i de la cor. respondencia con el público i los padres, tutores o apoderados de los alumnos. Sus especiales obligaciones son: 1.® Velar sobre el cxactocumplimienlo.de las obligaciones de todos los em. picados. 3.® Firmar todos los actos de contabilidad, sean por venta, compra de materiales o útiles, etc. 3. ® Pasar mensualmcntc, asociado al Vice-Dircctor, visita de corte i tanteo a la caja del establecimiento, i poner el V.® R,® o nota que hubiese lugar al estado de balance que el dia I.® de cada mes debe pasarse al Gobierno. 4. ® Aprobar el precio de venta de los trabajos allí manufacturados por cuenta de la escuela o por cncargo.s particulares, que. te proponga el .‘^ub-Director, i hacer que se ponga en noticia del Tesorero para su cobro. ij.‘ Dirijir encada semeslre al Ministro del ramo una noticia circunstanciada de ios progresos de cada alumno, previo el examen que hará por sí mismo con asisten- cia del Vice-Direclor, profesores i maestros de taller, examinándose en el mismo ac- to las notas del libro de conducta que lleva el Sub-l)ireclor. 6. * Proponer al Supremo Gobierno la espulsion de algún alumno, acompañando el informe o esposicion circunstanciada del hecho que motive este pedido. 7. ® Proponer en igual forma la separación de alguno de los empleados del estable- cimiento, a cscepcion de los sirvientes, que podrá espulsarlos de propia autoridad. Podrá sin embargo, suspender provisoriamente de sus funciones al empleado cu- ya deposición proponga. 8. " Hacer efectiva la responsabilidad de los empleados; i velar con el mayor empe- ño sobre los alumnos, para obtener, por cuantos medios estén a sus alc.ances, que ad., quieran hábitos de sumisión, honradez, orden, decencia, laboriosidad i sobriedad. 9. * Llevar cinco libros: en el 1.® se apuntarán los nombres i edad de los alumnos, la provincia que los envía, el lugar de su nacimiento, dia de su incorporación, nom- bre de sus padres i apoderados en esta capital; en el 2.® constarán los exámenes que dé cada alumno, con el resultado de la votación: en el 3.® se tomará razón de los decretos que con relación a la escuela dicte el Supremo Gobierno: en el 4.® se co- piarán las comunicaciones oficiales que dirija el establecimiento, i en el 5.® el in- ventario jeneral de cuanto haya en la escuela. 10. ® Ilicer la distribución de! tiempo pan las clases i trabajos de la escuela. 12." Enseñar las clases del curso de Matemáticas. TITULO U” nF.I. St'R-DinECTOP. F. IVJEMERO DE I.OS TRABA.IOS. ' Art. 14. Sus obligaciones son: 1. ® Velar sobre el buen desempeño del Tesorero, profesores i maestros, dando avi- so de sus faltas al Director. 2. " Inspeccionar el modo como cumplen sus obligaciones los inspectores, i en jc- neral todos los alumnos, particularmente en ónlcn a las reglas de aseo personal i policía prescritas en el titulo 2.® 3. ® Visitar constantemente los Ulieres. 4. ® Vijihr inmediatamente la conducta del mayordomo i sirvientes i detallarles sus obligaciones. 5. ® Llevar un libro de nqistro en que se anotarán los alumnos, las faltas graves que. cometan i penas que se les impongan, su buena conducta i aprovechamiento i los premios que obtuvieren . 6. ® Llevar un prolijo inventario de los libros, máquinas, herramientas, materia- les i demas útiles de la casa, a todos los cuales pasará una revista cada seis meses, a fin de anotar los objetos que se hubieren quebrado o destruido por el uso, o pro- poner al Director se haga efectiva la responsabilidad de aquellos por cuya culpa se hubieren inutilizado o deteriorado. 7. » Dar a los jefes de taller la orden de ejecución de las obras que se encomien- den a la escuela, ejecutando por .si, o haciendo que se ejecuten bajo su dirección, los planos necesarios para la realización de dichas obras. — Esta orden la comunica- rá, después que la obra i su diseño hayan sido aprobados por el Director. 8. ® Proveer los almacenes de los talleres de los útiles i primeras materias que ne- cesiten, como maderas, fierro, acero, bronce, cobre, carbón, etc; para lo cual se de- — Tá- Culira el precio ile compra asociándose al Direclor i Tesorero, a ün de rjuc aquel ponga su V." 11. ” en e! lihramieulo que ésle debe jirar conira la Tesorería por el va- lor de los arl leídos que compre. i).'’' Fijar, previo acuerdo del Director, el precio de la venta de los objetos manu- facturados o que se naanden hacer a la escuela; i dar en su consecuencia la corres- pondiente orden al Tesorero para la venta o cobro respectivo. 10. Velar sobre el buen empleo de los materiales en los talleres, i sobre la debida distribución del trabajo entre los alumnos. 1 1. En jeiieral es del resorte del Sub-Director e injeniero, cuanto concierne a los talleres cuyos Irabijos debe dirijir, i por consiguiente le estarán inmediatamente subordinados todos los jefes de ellos. 12. En su calidad de injeniero debe ejecutar los planos de edificios, etc. que se necesilen p ira el establecimiento. 1 tí. Tas obligaciones impuestas al Director enlaparte 8." del articulo 13, son igualmente estensivas al Vicc-Director. l i. Hacer las veces del Director i presidir lodos los actos del establecimiento cu su ausencia. TITULO o.** DEL TESORERO. Art. 15. El Tesorero ejercerá sus funciones bajo la inspección inmediata del Di- rector. Art. 16. Antes de tomar posesión de su destino, deberá prestar fianza para res- ponder de los cargos que pudieren resultar contra el a consecuencia de su adini- nislracion. Art. 17. Sus obligaciones soní 1. ® Recaudar con dilijencia i actividad todas las cuentas de pago a favor del esta, blccimicnlo i sus asignaciones. 2. * Responder de todo lo que hubiere entrado a la caja. 3. " Pagar los sueldos a lodos los empleados. Ninguno de estos pagos le será de abono, cuando no lo hiciere conforme a un Decreto Supremo i prévia la orden del Director. 4. ® Recibir las especies compradas, hacerlas pesar o contar, ponerlas en almace- nes i dar cuenta al Sub-Dircclor. 5. ® Cubrir los gastos que orijine diariamente la subsistencia de los alumnos, según las planillas que, con la orden del Sub-Director i el V.° B.° del Director, le presen- tare el mayordomo. 6. ® Pagar la lista semanal de trabajadores que haya cnlacasa i que lepase el Sub- Dircclor con el B.° del Director. 7. ® Presentar al fin de cada raes sus cuentas balanceadas para la visita que deben pasar el Director i Vico; quienes deben suscribirlas. Esta aprobación no disminuye la responsabilidad del Tesorero i hace al Director i Vico responsables del descuido, neglijencia o malversación que hayan debido notar en virtud del exámen a que es- tán obligados i que no hubiesen remediado. 8. ® Llevar sus cuentas según las instrucciones que recibiese de la Contaduría Ma- yor, i que condujeren a hacerlas mas claras i seguras i presentarlas en el tiempo prefijado i conforme a las leyes. Art. 18. El Tesorero llevará sus cuentas cu dos libros, de los cuales el uno servirá 10 de iiiaiuial o diario, i el olio de mayor. — El Diredor ruliricará todas las fojas dd manual, iirmando la primera i óllima. Al t. ly. De todas las partidas del manual dejará el Tesorero copia en un libro que tendrá archivado con este' objeto. Arl. 20. Llevará ademas tres libros:— en el I.” asentará los nombres de los alum- nos, n^s de sus padres o apoderados, el dia que entraren a la Escuela, i hará lo^ abonos -de la pensión que recibe d»*! fisco por cada uno, i de las cantidades que en" trega. — En el 2.“ asentará a todas las personas de quienes debe recibir dinero por encargos heclios a la Escuela o venta de manufacturas, espresando la procedencia: i en el 3." llevará el inventario Jeneral de materiales, útiles, etc., con su alta i baja. Arl. 21. l'd Director revisará estos libros cada tres meses, i los lirmará haciendo ántes los reliaros que contra el tesoro resultaren de este exámen. Al t. 22. De los objetos cuya venta le este encomendada, llevará una cuenta minu* ciosa, i al íin de cada mes cargará la cantidad ipie hubiese producido. Este cargo será formado por el Director, como igualmente la anotación respectiva en el inven • lario, para rebajar los objetos vendidos. TITULO 6.’’ DE EOS MAESTUOS DE TALLEIl. Arl. 23. Sus obligaciones consisten en dar a los alumnos lecciones prácticas de sus respectivas profesiones, ejecutando ademas i haciendo ejecutar los trabajos que les sean encomendados por el Vice-Director conforme a lo prescrito en este lleglamenlo. Arl. 2 i. Sus peculiares obligaciones son: t." Mantener el orden i subordinación de los alumnos en los talleres. 2. “ Darles las convenientes esplicacioncs acerca del procedimiento de las obras que ejecuten, a fin de que el trabajo práctico sea propiamente ,1a aplicación del conocimiento teórico. 3. “ ¡.levar cuenta detallada de la inversión de los materiales que empleen en la confección de sus trabajos, la que rendirán scmanalmenle al Sub-Direclor. 4. “ Velar escrupulosamente sobre la conservación de los útiles i herramientas de su respectivo taller e impedir el inoficioso empleo de los maleriales: —siendo responsables de los objetos que para el servicio del taller que dirijen, se les en- treguen. 5. " No trabajarán ningún objeto sin la autorización i orden del Sub-Direclor injeniero de trabajos, con el V." 1L° del Director. 0.® Deberán permanecer en la Escuela todo el tiempo que se señale para los trabajos de los talleres.— Dedicarán una tercera parle de la mañana al arreglo de sus libros i a la preparación i distribución de los trabajos de los alumnos; pudien- do disponer para sí de las horas destinadas para la comida de éstos. 7. ® Bajo las órdenes del Siib-Director, le ayudarán a la formación de los inven- tarios i apreciación de materiales de existencia. 8. ® No permitirán la entrada a los talleres, sin permiso del Director o l'ice. -75- TITULO 7.“ DK LOS INSPrCTOUES. Arl, 25. Sus obligaciones son; 1. » Velar inmcdialaincntc sobre la conduela de los jóvenes que están a su cargo, ¡cuidar de que estudien, de la conservación del orden i de que ejecuten diariainen- le las reglas de asco i policía que se les prescriben en este Reglamento. 2. “ Ejercer la mas csquisila i constante inspección, mientras los alumnos estu- vieren en las salas o dormitorios que se les han confiado. 3. “ Desplegar el mayor zelo por que los alumnos que inmediatamente dependen de ellos, contraigan hábitos de orden, limpieza, sobriedad i decencia. i.> Pasar revista de libros, objetos do estudio i ropa que deben tener los alum- nos, el sábado de cada semana, i dar cuenta al Vice-Direclor de las faltas que no- taren. 5." Presidir las mesas en el comedor, cuidando de que los alumnos guarden or- den i compostura. ti.’ Llevar un rejistro diario de las notas de conducta i aplicación de los alum* nos que se les hayan confiado, i pasar semanalmente un estado al Sub-Director. — Estas notas se leerán lodos los domingos a presencia de dichos alumnos.— Para facilitar este trabajo, dividirán los alumnos por secciones; dando al de mejor con ducta el titulo de jefe de la sección 7. " Asistir a las distribuciones a que concurran los alumnos; i permanecer cons- tantemente en el establecimiento, no pudiendo separarse de él sino con permiso del Sub-Director. 8. “ Pasar revista en los dias de salida del aseo i competente vestido de los alum- nos, deteniendo al que na lo este conforme a los reglamentos i órdenes del esla- felccimicnto. ' í).“ Hacer cada tres meses el nombramiento de los jefes de sección de que habla la parle G.“ de este artículo, i someterla a la aprobación del Vice-Direclor. título 8.". ■ ' DEL UAYOUDOMO, COCIN EUO I .PORTERO. Art. 2G. Son obligaciones del mayordomo: 1. "* Llevar el ga.sto diario de provisión — hacer personalmente las compras, i ron. iHr todas las noches sus cuentas al Director, para que con su aprobación sean de abono por el Tesorero. 2. “ Inspeccionar inmediatamante a lodos los sirvientes, i asistir al servicio de la comida de les alumnos, cuidar que esté a la hora señalada i que sea abundante i bien condimentada. 3. ® Responder con su sueldo de Lodos los útiles i muebles que se le hayan con- fiado: no permitir se es! raiga de la cocina ninguna ración sin espresa órden dei Director o Vico:— mantener aseados los patios, aulas i demas habitaciones del es- tablecimiento: para lo que dispondrá de los sirvientes en el tiempo en que no es- tén ocupados, — i no permitir que los alumnos se introduzcan en las oficinas que están iriincdiatamcnle a su cargo. Art. 27. L1 cocinero está a las inmediatas órdenes del Sub-Director i bajo la ins- pección del mayordomo. Art. ^8. El portero debe vijilar rigorosamente la entrada, i sobre lodo la salida de la Escuela. No dejará salir de ella ningún objeto de cualquiera naturaleza que sea, sin per- miso escrito del Director o Vice, o del Tesorero. Tampoco permitirá la visita de la Escuela o talleres sin previo permiso escrito del Director o Vice. Al fin de cada semana presentará al Sub-Director los permisos que qu«dan re- lacionados. TITULO 9." DISTRIBUCION DEL TIEMPO. Art. 29. Toda distribución se anunciará por un loíjue de caja, í a todas asistirán los alumnos en formación de dos en dos, con sus jefes de sección i el respectivo inspector. Arl. :30. Desde el 15 de abril hasta el 15 de. octubre se levantarán los alumnos a las seis de la mañana: — i desde el Ifi de octubre hasta el t i de abril la hora de le- vantarse será a las cinco i media de la mañana.— Según las estaciones, el Director distribuirá el tiempo entre la policía, alimento, estudio, asistencia a los talleres, i descanso, hasta las nueve i media de la noche, en que se locará a silencio para acostarse. Art. 31. Los alumnos tendrán salida a sus casas tina voz por mes en el pri- mer domingo; el 18 de setiembre; i en el cumpleaños del Director i Vice gozarán de asueto dentro de la escuela. En los dias de salida no podrán verificarlo sino después de la misa; — a las 10 de la mañana deberán estar lodos fuera, i media hora después del loque de ora- ciones, todos rccojidds. Art. 32. Los domingos que no corresponda salida, podrán salir a paseo en cuer- po siempre que el Director lo tuviere a bien. Arl. 33. En la semana de Dolores, tendrán retiro los alumnos para prepararse a confesar i comulgar. Art. 3í. Los alumnos de la escuela tendrán cada año un mes de vacaciones, que deberá concluirse en el miércoles de Ceniza. — Las vacaciones consistirán en la sus|)ension de estudios teóricos, i en la licencia de poder salir lodos los domingos, durante dicho término. TÍTULO 10. DELirOS I PENAS. Arl. 35. Habrá tres clases de delitos: levos, graves i gravisimos. Son delitos leves: — Faltar una vez a la semana a una distribución interior: — 2.» una vez en ocho dias a la lección: — 3." faltas de aseo; — i i.° juego de manos. 2. " Son graves: 1.” el hurlo de cosas de apetito: "2.“ las reincidencias en las faltas (le l.“ espi'cie la misma semana: 3.“ riñas de palabras o golpes bjeros: 4.*’ pertur- bar a los (lemas en las salas de estudio, oratorio, clases, talleres, ele. 3. " Son gravisimos: 1." Toda palabra o acción que ofenda las buenas costumbres: 2.° las riñas de minos: 3.° la desobediencia o falla de ri'speto a sus superiores: 4." no recojerse a la hora que dispone este Iteglamenlo: 5." juego de naipes u otros pro* —77— Itihidos: C.” iiitrotlucclon o bebida de licores: 7." no confesarse en los dias que se prescriben; i 8." salirse de la casa sin el permiso compcleiile. Art. 3G. Los delitos leves se penan: l.° con privación de una parle de recreo: — 2.° privación absoluta de recreo i larca eslraordinaria;— i 3.° privación detodao de una parle de la coinida„ Art. 37. Los graves se casligin: 1.® con cuatro horas de plantón en las horas de recreo: 2.® privación del asuelo con tarea eslraordinaria: 3." postura de rodillas: 4.® arresto en la horas de tiempo libre; i 5.® privación de salida a sus casas, en los dias designados. Art. 38. Los gravísimos se penan: — I.® con dos dias de arresto: 2.® un dia de ar- resto i ayuno a pan i agua: 3.® arresto por seis dias en las horas de tiempo libre: 4.® dos dias do ai’reslo en los de salida a sus casas. En todos los casos que señala osle aruculo deberá unirse a la pena una tarea es- lraordinaria, que recaerá en el estudio de una cosa útil para el alumno. Art. 39. Las piezas destinadas pira los arrestos se dispondrán de modo que los pe- nados no tengan ninguna co.nanic icion coa los demis: — que, se les pueda inspec- cionar fácilmente, i que pued^m contraerse a la tarea eslraordinaria que se les im- ponga. Art. 40. El que rehusare sujetarse a la pena que se le imponga, será castigado con pena doble i guantes. Art. 41. Tanto en los delitos de que hablan los artículos precedentes, como en aquellos de que no se hace mención en este reglamento, los superiores podrán au- mentar, disminuir o variar estas penas, según la variedad i gravedad de las circuns- tancias. Art. 42. Los maestros de taller i los inspectores podrán imponer por si solos las penas de l.“ i 2.® clase, dando parte al Vicc-Director.— l’ara las de la 3." necesitan la aprobación del Director. Art. 43. Serán castigados con la pena de cspulsion, 1.® Los incorrcjibles por dcsiplicacion: — 2.® el hurlo de prendas o cantidad:— 3.® los actos gravemente deshonestos: — 4.® la desobediencia a los superiores acompaña- da de alguna otra circunstancia agravante, como insulto, amenazas, etc. — será cas* ligado con esta pena, sin perjuicio de aplicar alguna de las designadas para los de- litos gravísimos. Art. 44. Esta pena se aplicará por el Director formando un consejo compuesto del Sub-Dircclor i el respectivo profesor i maestro de taller del alumno, oyendo ademas el informe del inspector a cuyo cargo estuviese; dando án'tes cuenta al Go- bierno con la esposicion del hecho, para su aprobación. Título i i. ÜE LOS EVAJJEMES I PKEIMIOS. Art. 45. Todas las clases del establecimiento deberán presentar anualmente exá- men de las materias que se hubiesen estudiado durante el año. El exámen del curso práctico consistirá en demostraciones de ejecución i en la ma- nilestacion de algún objeto hecho ex-proleso por el alumno para osle acto, Art. 4G. El Director, al íin de cada año, lijará el dia en que deban principiar los exámenes, graduando el tiempo de modo que concluyan el mismo dia que principian las vacacionesT Dará oportunamente aviso al Ministro del ramo, i al Consejo Universitario, i para que este acto tenga la mayor publicidad posible, convidará a profesores i personas inlclijonlos, dando ademas un aviso en los periódicos para que asistan 'los que quieran. -\rl. 47. Los exámenes deberán rendirse ante el Director i los respectivos pro- feso i-es. Concluido el exámen de cada alumno, se leerá el libro de conducta que ha debitlo llevarse, i en seguida se procederá a la votación. Art. 48. Los examinadores tendrán tres votos: de distinción, de simple faproba- cion i de reprobación. — La mayoría determinará el grado que debe señalarse al alumno, i en caso de empale decidirá el Presidente. Solo tendrán voto en los exámenes los profesores del establecimiento i los miem- bros de la Vniversidad que concurrieren. -\rl. 49. Los alumnos que hubieren sido reprobados en el exámen del fin del año, podrán presentarse nuevamente a exámen en las tres primeras semanas de cuares- ma, a fin de que puedan ser incorporados en las clases subsiguientes que corres- pondan. Art. 50. El resultado del exámen de cada alumno se asentará especificadaracnle por el Director en el libro que a este efecto debe llevar. Art. 5 1 . La distribución de premios que conforme al resultado de los exámenes debe hacerse en cada año a los alumnos, se practicará por el Presidente de la llepúblic'* en uno de los dias del aniversario de Setiembre. Art. 52. Los premios se asignarán por un Consejo compuesto del Director, Tice, proíesores i maestros de taller del establecimiento, i consistirán en libros, estuches de instrumentos, correspondientes al oficio en que se haya distinguido el alumno; i su respectivo diploma i "parche que cargará en el brazo izquierdo. TITITLO 12. DISI’OSICIO.NES .lE.NEIULES. Art. 53. Los alumnos ejecutarán diariamente algún acto relijioso i todos los dias festivos concurrirán a la celebración de la misa. Art. 54. Diariamente deberán también concurrir al lavatorio común, sin que pue- dan cscusirse, a no ser en el caso de exención concedida por el Vice-Director, por motivos previamente justificados. .\rl. 55. Se servirá a los alumnos un plato para almuerzo, tres para comida, uno en la cena i algún postre en la estacioTi de las frutas. -\rt. 5(). Todo Juego de interés, cinbpiiera que él sea, es prohibido. -\rt. 57. A idic'podrá entrar al establecimiento sin el permiso competente. Arl. 58. Solamente en las horas de recreo podrán los alumnos recibir visitas de su familia o apoder ólos. Arl. 59. En los dips de salida usarán los alumnos levita militar azul, paño de segunda, con vivos azules- i un bordado del mismo color en el cuello con una pal- ma i un atributo peculiar al establecimiento: morrión con cabos azules, i bolin de cuero. — lau el invierno pantalón azul, i blanco en el verano. Dt'nlro del establecimiento una blusa gris, según el modelo que presente el Di- rector. f,a Lseuela proveerá de todo equipaje a los alumnos con los ochenta pesos de asignación destinados a cada uno. RELACIONES DE L\ ESCUELA EN SU CONTAmuiUAO CON EL GOIÍIEHNÜ, CON LoS PARTICU- LARES I CON EL MISMO ESTARLECIMIENTO. Art. GO. La Escuda debe recibir anualmcnlc del Tesoro público, i en las corres- pondientes mesadas— 1.“ los fondos necesarios para el pago de sueldos de sus em- pleados i la pensión délos alumnos, i — 2." las sumas que el Gobierno destine para la provisión de primeras materias etc., que se llamará fondo de Talleres, Art. Gl. La Escueta fabrica: 1. “ Todos los objetos que el público le encomiende, i que según el estado de los alumnos i fondos de la Escuela se clasifiquen de posible i conveniente realización: 2. “ Los que sea conveniente manufacturar para espenderlos por su cuenta, i que se ^depositarán en un almacén en el mismo establecimiento, adonde el público po- drá concurrir a comprarlos al precio que encontrará fijado en los mismos objetos. 3. ° Las máquinas i demas objetos que el Gobierno le encargue. 4. ° Los destinados a la conservación de la Escuela, servicios de los talleres i reem- plazo de útiles. Art. 62. El producto de los objetos que el público encomiende a la Escuela, i los que ella fabrique de su cuenta, deduciendo el valor de las primeras materias, forma- rá un fondo especial llamado utilidad, cuya repartición anual se determinará por el Supremo Gobierno. Art. 63. Goncurrirá también a la formación de dicho fondo el producido que rin. dan los objetos, cuya manufactura encomiende el Gobierno.^ El valor de estos será infimo i convenido previamente con el Director del ^ establecimiento, por el respecti- vo iTIinisterio que haya de mandarlo pagar. Art. 64. Debiendo los talleres estar constantemente provistos de sus herramientas i útiles, i no podiendo éstos disminuirse, sino por el contrario aumentarse, tanto el aumento, como el reemplazo de los que se deterioren o abandonen, será hecho de cuenta del mismo taller. ' Art. 65. Al fin de cada año se pasará al Ministerio de Instrucción Pública un es- tado jencral razonado del balance de caja, para que con este conocimiento el Su. premo Gobierno disponga de los fondos que existan lo que le parezca conveniente. Art. 66. El fondo denominado de utilidad subsistirá en la forma que queda pres- crita durante los cinco primeros años de la existencia de la Escuela. Art.‘67. De este fondo se reservará a los alumnos una cuarta parte, i la porción que a cada uno corresponda se empleará, a su salida de la escuela, en la compra de los útiles necesarios para el establecimiento del taller en que debe ejercer la profesión que hubiese abrazado. Otra cuarta parte del citado fondo se dividirá al fin de cada año entreoí Director, Vico i los jefes de taller del establecimiento, en los términos siguientes: un 32 por ciento para el Director, un 2^< por ciento para el Sub-Director e injenicro de trabajos, i el resto se distribuirá entré los maestros de taller, proporcionalmcnte a sus sueldos. Las dos cuartas partes restantes o la mitad del fondo de utilidad, ’’ se dejará a beneficio del Estado, a fin de que reunida a los fondos consultados.para el mante- nimiento de la Escuela, pueda darse a ésta la mayor amplitud posible en la plan- Icacion de nuevos talleres de oficios. NATUIULKZA DE LOS TUAPAJOS OLE EJECLTAlÚlS LOS CUATROS TALLEUES ESlAnLECIDOS POR AHORA. Art. tuS. Los objetos que l,i escuela fabrique se compondrán: — 1. ° De los que trabajarán los cuatro talleres reunidos, i son; bombas de todas clases para incendio, pozo, etc. — compases de punta i de circulo — tornillos de li- mador de mano — llaves de tornillo — escuadras — gramiles — cerrajas — supieras — tor- nos de todas clases — grúas — carretillas — carretas — apaleadorcs — útiles de agricultu- ra— reparación i construcción de molinos — prensas para aceite i sebo — manejos — ruedas hidráulicas, etc., etc. 2. ” De los que ejecutará por si solo el taller de fragua, i serán: — piezas de má- quinas— objetos de herrería para las casas, i útiles para varias profesiones, etc., etc. 3. ® De los de la fundición sola — como piezas de máquinas — objetos de herreria — Ídem, de casa — tales como lanzas rosas de metal, pilones, balanzas, estatuas i ornamentos delicados, etc. etc. 4. ® De los de la carpintería i ebanistería como — puertas, ventanas, chapas de madera, pavimentos— i toda clase de muebles, etc., etc. Art. G9. El presente reglamento se observará provisoriamente en la Escuela i el Director propondrá las moditicaciones que la cspcriencia vaya acreditando como necesarias. — Comuniqúese i publiquese. — Bülnes— Muxica. San Hago, Enero iO de 1851. lie venido en acordar i decreto ei siguiente REGLAMENTO PARA EL CONSERVATORIO NACIONAL DE MUSICA. CAPITULO 1.” Art. 1.® El Conservatorio Nacional de Música tiene por objeto principal de su ins- titución propagar la enseñanza i promover el cultivo de la mús'ica en sus relaciones con la educación i las costumbres públicas. Constará de dos sección. >s, una Escuela i una Academia. Art. 2.® La dirección cienlifica del establecimiento estará a cargo de un profesor nombrado por el Cobierno con el titulo de Director del Conservatorio Nacional de Música. Art. 3.® Una eoaaision compuesta de (res individuos nombrados por el Gobierno se encargará de 1 1 insp )ccion del Conservatorio i ejercerá este cargo conforme a las disposiciones del presciUe lieglamcnto i a las órdenes c instrucciones del Gobierno. CAinniLO 2.° Art, i.® En la Escuela del Conservatorio se enseñará gratuitamente la música vo- cal e instrumental a los individuos |)obres de ámbos sexos, que la comisión juzga- se mas dignos por su moralidad de recibir esta gracia, i el Director hallase, des- pués de probados, que tienen las aptitudes necesarias para el ejercicio del canto. -«!■- Arl. 5." Asegurado el Direclor por cí ocrlilir.ulo que le prosenie el aspiranle, de (pie lia sido osle calilic ido por la'coiaisioii p rt’a ser aduiilido como aliumio de la Eicu. la, i li'.iláud ose con las ap iludes que se requieren para el ejercicio de la mú- fica, le inslruirá dv) sus oblig iciones, leyéndole los arliculos del Keglainenlo donde oslan punlualizad is i los (pie designm las penis que deben aplic irse por cada falla que coincliesen los al luinos’, i aclo conlinuo procederá a eslenderle su lilia- cion en los U'rminos siguienlcs: “Conserv dorio Adicional de ííósica, A’, de lal, hijo de P. i de J. de tal, natural de nnyor de 2Ó años, o menor en edad, presentado por su padre, su Lulor, «lio, el"., entró en la escuela d. 1 cslablecimienlo el día de tal mes i año, obligándose a peraianecr en ella el tiempo de cinco años en cíase de alumno, i otros cinco des- pués en clase de auviliu’, como previene el ileglamenlo; sometiéndose a las penas cpic éste señda i se le leyeron, pira que en caso de infracción no pueda escusarse con li ignorancia de ellas. Pirmó, o por no saber lo hizo con uní senil de cruz, anle P. i P. testigos. — Firma del Director.» ele. Arl. G.” Las obligaciones que lodo alumno contrae desde el momento de su in- orporacion al Conservatorio, son las siguientes: 1.“ Durante los cinco años que es obligado en clase de alumno, asistir puntualm nte a la clase en los diis de la se- mana que designe el Deglamento interior de la Escuela; 2'’. En el periodo que se ha indicado i en el de los cinco años mas que el alumno debe permanecer como auxi- liar, la de asistir a los anivcrsirios nacionales, cívicos i relijiosos con los alumnos, desempeñando la pirlo (pue le corresponda en el canto; como igualmente la de pres- tar el mismo servicio en los conciertos nacionales ordinarios de la Academia, reci- Jiiendo en estos úllimos la gratificación correspondiente, según el Reglamento par- ticular que dictare el Gobierno. 3.'> Obedecer i cumplir con la mayor exactitud las órdenes e instrucciones del Director i demás superiores del establecimiento, no so- lamente en lo reí ilivo a li enseñinzi, sino también en cuanto pertenece a la mora- lid ul i decoro de la conducta con que debe distinguirse. Art. 7.'’ Las faltas ([ue comelieren los alumnos se castigarán en la forma siguieníe: l.° Por li in isistencia a tres clases seguidas, sin causa justa i acreditada suíicien- lemente al Director, el alumno que las cometa, será inscrito en la lista de los deser- tores del establecimiento, i pagará el tiempo que hubiere estado en la escuela a ra- zón d^j seis pesos mensuales, cuya cantidad enlrará a la caja del Conservatorio inme- diatamente i sin reclamo alguno: 2.° Es pro'iibido a lodo alumno contratarse para cantar fuera del Conscrv ilo.^io sin permiso por escrito del Director, i el alumno que quebrantare esta orden pagará por cada vez que lo hagi la mulla de cuatro pesos sin perjuicio de las otras pen .s a que se hiciere acreedor por su inobediencia,: 3." Toda talla grave contra la persona del Director i demas superiores, se castigará con la espulsion, previo acuerdo del Consejo, quedando el que la sufriere sujeto a las demás penas señaladas para el caso de deserción: í.° Por la inasistencia a eudquiera de los aniversarios en que debe exiliirsc el Conservatorio, el Director estará facul- tado para aplicar una peni ejemplar, como malta, recargo del tiempo de servicio, sin derecho a gratificación, o la que con acuerdo de la Cnnision hallare mas justa i eficaz para prevenir la re^ieticion de esta falla: 5.° Los condenados a la espulsion del establecimiento perderán todos los derechos adipiiridos; i las cantidades que tengan desvengadas en la caja del Conservatorio, 5 por razón de servicios, premios, etc., se consolidarán al fondo común. Arl. 8". Cadualumno recibirá el dia de su incorporación una lüjrcía donde se anotará mensualmcnte el resultado de su comportacion. Dicha libreta será el úni- co testimonio que puedan [irescnlar los alumnos en a[ioyo de su derecho para r admitidos al concurso de los premios anuales que se distribuyan en la escuela; 1 1 —62— , nierído cnlcMiiíido que los itusisleiUes, como (juiera que se l'i‘;‘oniienden, sin íialior l)oiTai,lo la no!a con (¡'le se ii iHasen señalados por osl is I illas, serán indignos dV' concurrir a diclios [ueinios. Arl. O.” Siempre qae el Consenalorio, oslo es, la Escuela i la Academia, se reú- nan para algún arlo del servicio público, la Escuela se formará en secciones conu luíoslas cada una délos cslalilecimienlos ¡lúblios i p irliculares agregados al Con- servalorio, en la forma siguioníe: — I." La Lscuela del Conservalorio, conipiicsla de las municipales de ámb )S sexos, form irá la primera sección: '2." La del Instilulo Nacional formará la segunda sección: la .3.“ perlenece a la Escuela iVormal, i las si- guienles oslarán compueslas de los colejios parlicularcs. Eslas diferentes secciones tendrán sus respecii\os números c insignias para dislinguirse las unas de las oirás, lanío en la formación como en los corlámenes, que fueren llamados a sostener los (lias señalados por llegl amonio. Arí. 10. Los premios leiulrán p ir objeto recompensar el talento con que las sec. ( iones se distinguí, |»or el ordenado, modesto i elegante modo de presentarse en la (“xliibicion, atendidas las circunslancias de los individuos que la componen. Estos premios se traerán siempre colocados en el asía de la insignia particular de la sec- ción (jue los obtuviere. Arl. 1 1. Todos los alumnos de la Escuela de Alúsica, mientras permanecieren en el Conservatorio, estarán exentos del servicio de la milicia, i aquellos que hubieren sido ánles enrolados en algún cuerpo, gozarán del fuero de su clase con arreglo a la ordenanza del ('Jércilo. Arl. 12. Siempre que por faltas leves contra los bandos de policía fuere aprehen. dido algún alumno de la líscuela o del Conservalorio, se dará parle inmediatamen- te al Director para (pie si lo estima conveniente se intm'se por su libertad ante las aulorid.idrs competentes, 'manifestando la buena conducta del arrestado. Arl. i:i. I'’! Director del Conservatorio propondrá a la comisión el plan bajo el cual (l.'be organizarse la enseñanza de la música en lodos sus ramos, determinando (uanlo crea que convenga al orden i disciplina interior de las clases. CAPITULO 3.' Art. 14. La Acadiunia del Cbnservalorio se compondrá de lodos los proñ'sorcs de música vocal e inslrinnental a quienes el Presidente de la llepública concediere el titulo de miembro del Conservalorio; titulo (|ue se concederá igualmente a las mu- jeres que posean las aptitudes i conccimicntos superiores i^ue se necesita tener en aipiel arte. Arl. I.). A la Academia pertenece ocuparse del cultivo i adelantamiento de la mú» sic.i por medio de la ejecución i estudio de las composiciones clásicas de los gran- des maestros. Art. 10. Los alumnos de la Escuela del Conservatorio; las clases de canto esta- blecidas en los CüU'jios i escuelas públicas que sostii ne el Cobierno; i las de los colejios i escuelas particulares que bubieren obtenido su agregación al Conserva- lorio, se reunirán a la .Academia para ejecutar en los conciertos anuales ordinarios i en los aniversarios nacionales, las composiciones de música designadas en el pro- gi ama respectivo do dichas funciones, guardando en ellas el orden prevenido por el R('glamcnlo. Arl. 17. En el programa de los conciertos i de los aniversarios nacionales, el Conservatorio se sujetará invariablemente a las regl.is que siguen. I .“ Que en ningún caso; composiciones de música vocal que deban ser canta- das por el Conservalorio, puedan dedicarse a honrar señaladas personas, ni reu- x- — ft.V- «Iones lie personas, como no sea a la Patria, i oslo, en su mas alia abstracción; abs- leniémlose de cuanto pueda despenar pasiones mezquinas, 2. '> Que en los concierlos de música sagrada, no pueda cantarse música de salón, ni del jónero dramático, que no entre esencialmente en la composición como parte de ella; pero suprimiendo siempre en esta música, cuanto presente la mas lijera incompatibilidad con el espirita i el tono de la composición principal. 3. “ Que la música destinada a cantarse en los aniversarios o fiestas cívicas, sea relijiosa o marcial, escluyendo enteramente el tono afeminado de las composi- ciones que carecen de inspiración moral. 4. “ Que en los aniversarios que espresa el parágrafo anterior, ha de empezar siem- pre el canto del Conservatorio con un himno a la paz, i concluir con una ple- garia a Dios; ámbas composiciones han de ser del jenero sagrado. 5. ” Que en los coros cantados por las secciones de niñas educandas de los colc- jios i escuelas, la letra de dichas composiciones este completamente purgada de. espresiones i palabras imperas, indecentes, o que no puedan con propiedad hallar- se en los lábios de la inocencia. .\rt. 18. ba Academia dará todos los años un concierto de música sagrada, los do- mingos de cuaresma, empezando el domingo de cuarenta horas i concluyendo el de llamos. En el invierno dará igualmente seis conciertos de música dramática, empezando el segundo sábado del mes de mayo i concluyendo en agosto; de ma- nera que haya un concierto cada 15 dias. v Art. 10. Habrá ademas dos grandes exhibiciones cada año; una el domingo de pascua de Ilesurreixion i otra el 17 de setiembre; ambas precedidas de un ensayo 0 prueba que se dará en forma de certamen sostenido por todosiciones están comprendidas en la Recopilación de Indias, i especialmente en los títulos 19 i 20 del libro ■i.® i 11 i 12 del 8.°. Felipe II es uno de los monarcas espafndes que mas seriamente se ocuparon de e.s- la materia; i a él se debe la pragmática dada en Madrid a 18 de mayo de 1563, que contiene setenta i ocho capítulos; la que revocó veinte i un años después en San Lo- renzo, promulgando otra pragmática de ochenta i cuatro ordenanzas , que es la que ha rejido en España i en much.as partes de América, i se halla incorporada a la Xo- visima Recopilación bajo la lei 4.“ lif." 18, lib. 0, En el intermedio de las dos pragmáticas referidas, en 15Ti,daba el Virrei del Pe- rú, don Francisco de Toledo, sus ordenanzas de minas c injenios, clasificadas de ma- ravillosas por el señor Solorzano, i quizá con alguna razón, porque nada especial existia entóneos para .\mérica, fuera de las pocas leyes que contiene la Recopilación de Indias. Así es que en Méjico i otros puntos continuaron rijiéndose por esas leyes i las del nuevo cuaderno, como se llamaba la última pragmática de Felipe II Recicn dos siglos después, en 1783, se sancionaron las reales Ordenanzas para la minería de Nueva España, código que introdujo graves i útiles reformas, que hizo del cuerpo de mineros un gremio especial i privilejiado , código el mas completo de los que hasta entonces .se habian promulgado. Vino después la revolución que cambió la faz do la América, abrió una era de re- formas en todas las instituciones i en lodos los ramos; pero las minas, a pei>ar de su acrecentamiento, siguieron gobernándose por las mismas leyes coloniales. La España, que habia perdido en la posesión de estos vastos dominios toda su verdadera riqueza mineral, se ha dado, si no un código completo, leyes provisionales, que han puesto remedio a males urjentes i aclarado puntos importantes. Entre los objetos de la lejislacion de minas, uno de los principales es su medida, i aunque este sea uno de los puntos en que la ordenanza ha sido mas clara i mas completa, dá sin embargo lugar a graves dudas i a continuas diferencias i pleitos en- tre los mineros. La medida de las minas es la base de su posesión: es la misma posesión legal c irre- vocable. Fila determina claramente cuál es el derecho adquirido por la invención o jwu el denuncio. —m— I-]l dísciihiuit)!’ ¡ c'l (Iflumcianic, aun despuos do lioclío el rojistro, título funda* mental del dereelio en las minas, no pueden decirse dueños de otra cosa , que de la veta descubierta, i de ésta, en una estension i dirección hasta cierto punto indeter- minadas. La mensura fija la ostensión de la veta i del cerro que constituye la propiedad del minero, dándole una figura regular, determinada i cierta. La mensura, si cabe decirlo así, es la tradición de la cosa, hecha por el señor ra- dical de las minas, según la espresion de la Ordenanza, i con la que se completa el derecho de dominio i propiedad- Por la mensura, a mas de los efectos ordinarios de la posesión, a saJ)cr, la pres- cripción i el uso de los interdictos, se adquiere el privilejio de no poder ser deman- dado ni privado de la posesión, sino despuos de vencido en el juicio ordinario de propiedad. Por la mensura hace suyas el minero , no solo la veta descubierta , sino todas las que se hallasen dentro de su pertenencia, cualquiera que sea su forma, si- tuación o figura; i por la mensura adquiere también las vetas o criaderos de metal que otro hubiera descubierto i aun rejislrado, siempre que se comprendan dentro de la superficie medida i que haya sido posterior el rejistro. Esto manifiesta que la mensura es la mas importante dilijcncia de cuantas se prac- tican con relación a las minas- La dirección i situación de las lineas que forman la medida, el mayor o menor va- lor de sus ángulos, i la figura que ha de darse a la superficie, son puntos de alta im- portaíacia i que pueden decidir de valiosos intereses. De esto depende la conservación de un descubrimiento, la adquisición de la riqueza que otro encontró, la ocupación de la parte mas ventajosa del cerro, el abandono o elección de los criaderos que co- rren inmediatos, i d amparo de la veta rejistrada en su corrida i en su recuesto. L'na buena lei debia prevenir todo abuso en este sentido, señalando los limites, dentro de los que debia encerrarse el privilejio del primer descubridor. I en esto la Ordenanza ha sido terminante i previsora. Ella ha dclermin.ado con precisión i claridad la porción de cerro que ha de darse al minero, tanto en la dirección de la veta para esplotarla, como a los costados para defenderla i conservarla en caso de recuesto. Ella ha fijado la situación délas lineas, la medida de los ángulos i por consiguiente la figura precisa que ha de tener la pro- piedad del minero. La lonjitud i latitud de las minas, ha variado según los tiempos i la escasez o aJmndaucia de venas metálicas, la estension de los cerros minerales i concurrencia de empresarios. Pero hai un punto en que todas las Ordenanzas han estado conformes- en cuanto a la figura de las minas. La pragmática que la princesa doña Juana dió en Valladolid cu 1559, señaló cien varas de lonjitud sobre la veta i cincuenta de ancho. La que Felipe II promulgó en 1563, estendió estas medidas, dando al descubridor ciento veinte varas de largo, i la mitad de latitud: i dejando para los que no estaban en el caso del descubridor, la medida anterior. Las Ordenanzas del nuevo cuaderno, contenidas como hemos dicho, en la lei 4.' titulo 18, ’'' to 9 de la \ovisima, alteraron estas medidas. Por el articulo 23 asigna- ron al dc;,^i. )ridor ciento sesenta varas a lo largo, ochenta a lo anciio, i cielito veinte i sesenta varas al estacado. Estas disposiciones rojian en Méjico i demas imnlos de América con excepción dol Perú, en donde una Ordenanza especial daba solo ochenta varas al descubridor sobre el hilo do la veta i cuarenta a los costados; i sesenta i treinta a los demas. Las (Ordenanzas por que se gobernaban la Península i demás puntos de Amé- rjea, acordibau al minero el derecbo de lomar la linca de lonjitud contra la di- — 'JO— rcocion (lo la vola, alravi'sándola , i tomando cada uno tas varas que dehe tomar por donde quisiere i bien visto le fuere (ord. 2ü). l*cro en las dol I’on'i, era condición precisa que se midiese según el rumho i dirección de la vela, i que las cuarenta va> ras de ancho o aspas, se distribuyesen, mitad a un lado, milad a otro de la vela, que- dando (isla en medio. La Ordenanza de la Nueva España vino a hacer saludables mejoras en este punto. Considerando que los límilos establecidos por las anteriorosdisiyosiciones, eran estre- chos relativamente a la estension de los cerros i abundancia de venas metálicas, i que los empresarios de minas, despnes de grandes sacrificios, se veian espueslos por esta causa a perder el fruto de su trabajo, señah) mayor estension a las medidas, cuanta juzg(') suticienle para prevenir estos inconvenientes. En su virtud coneedi(á por el hilo, rumbo o dirección de la vela, doscientas varas castellanas, medidas a nivel, i ciento por el ancho. Tal es la regla jencral. Pero como e.sla disposición está basada bajo el concepto de que lodo minero espióte i disfrute su vela por lo mtmos en docienlas varas de pro- fundidad, i como, .Sí'gun su inclinación o recuesto, puede suceder que a poca distare cia salga la veta fuera de sus cien varas de cuadras, la Ordenanza esliende esta linca en proporción que el echado se aumenta; pero de manera que en ningún caso baje de cien varas ni exceda de docienlas. La esperiencia de lodos los dias enseña que muchas velas, solo después de grandes gastos, de algunos años de trabajo i de haber corrido grandes distancias, vienen a descubrir sus riquezas. Por esta razón estableció la lei la variación de la medida de las aspas. I a lin de que esta determinación no ofrezca inconvenientes i de que en vez de pre- venir un mal no dé orijen i ocasión a otros mayores, la Ordenanza ha formado una escala de graduación, i señalado una estension determinada de aspas en razón de un determinado recuesto. La disposición de la Ordenanza comprende lodos los casos desde la veta perfecta- mente vertical al horizonte hasta la que tiene un recuesto de un ciento por ciento, es decir, que en una vara de profundidad a plomo, tiene otra d(í inclinación. Cuando la vela es perpendicular al horizonte, lo que dificilmcnle sucede, se dan solo cien varas de aspas; pero puede el minero tornarlas todas a uno u otro lado de la vela, o partidas, o en la forma que le acomode, i sin que nadie pueda impedirse- lo. Si la vela es inclinada i esta inclinación fuese de dos palmos i tres dedos en una vara de plomo, erUi'tm'í's recien tiene lugar el aumento de las aspas sobre las cien v.a- ras, s('gun la escala contenida en el arlicido 7 (hd título S. Ls aquí oportuno advertir, que el recuesto de la veta se computa a la profundidad de diez vai'as en la primera labor que se abre en launina, que se llama estaca fija o pozo de Ordenanza. Si el echado de la veta no alcanzare a los dos palmos i tres dc(Tos, se dará por las aspas las mismas cien varas que en la vela perpendicular, porque parece (¡ue la Or- denanza no quiso hacer diferencia entre estos dos casos. Estas son las disposiciom s invariables que entre nosotros se observan en la medi- da de las minas por lo que respecta a su lonjiliid i latitud, i sin distinción alguna de los descubridores. UesLa ahora ocuparnos de la superficie, i de la figura ([ue for- man oslas lincas, con lo que se completa la medición de las minas. liemos dicho que los dilerenlcs C(ídigos i disposiciones relativas a su medida, da- dos ('ti dilcTenles tiempos i para distintos lugart'S , están conformes en cuanto a su con ioíl • (|M(‘ (\s Mil |)¡irnl(*I()giMnio rcclíingiil;ir. El ailículo 2Í de la Ordenanza de l.áH.'t terminantementi' lo declara en estas pala* — Oí — Itras: «ordenamos i mandamos que cada i cuando las dichas estacas se pidieren i ce- « dieren, según dicho es, en el estacar se guarde i haga cuadra i derezera por ángu* « los recios.» En iguales términos se expresa lá Ordenanza 26 del Nuevo Cuaderno. La del Perú, está redactada en este sentido, i la de Méjico es clara i expresa a este respecto, en su artículo 3." del título 8.° que trata de las medidas. Verifleada la mensura de la mina, se establecen estacas i linderos fijos. Los que de- terminan su lonjitud, se llaman de cabecera, i los que señalan sus cuadras, linderos de aspas. La remoción i alteración de estos linderos est(á espresamente prohibida por la Or- d<'iianza, que los manda guardar perpetuamente. Pero hai casos especiales, en que pueden variarse, para que pueda el minero seguir el hilo i recuesto de la veta cuando sale de los límites establecidos. Esto sfc llama hacer la mejora de estacas; que solamente se permite cuando no hai per- juicio de tercero, cuando con la mejora no se toma cerro ocupado por otro. Pero en este caso se han de observar escrupulosamente las reglas invariables de la medida: la misma estension i la misma figura. «La mejora de estacas ha de ha- » cerse, dice un erudito glosidor de las Ordenanzas del nuevo cuiderno, por cua- » dra derezera i ángulos rectos como la primera medida; pues nunca se ha de va- » riar de esta figura, ni de las reglas prevenidas en las Ordenanzas que de esto » tratan.» (Gamboa, capitulo 13 núm. 10.) La medida pues de las minas es invariable i única, ya se atienda a su estension, a la situación de las lineas, a su configuración i a cualesquiera de las circunstanclis que la constituyen. I asi debía ser, puesto que de cada una de ellas depende la solución de pretcnsiones valiosas e importantes. Una veta medida conforme a las reglas establecidas, es la que se llama pertenen- cia de minas. Pertenencia es, pues, una estension de cerro, por donde atraviesa una veta o criadero de metal con doscientas varas de lonjitud sobre su hilo, rumbo o dirección i ciento de ancho, o mas, hasta doscientas, según su inclinación o re- cuesto, formando un cuadrilátero rectangular. «El paralclógramo rectangular dice un autor español, es lo que fórmala pertc- neneia, cuyos linderos no [>uedju variarse.» (Ortiz de Zuñiga, lejislacion de minas, sección 0.) Entóneos puede concluirse, que no es verdadera pertenencia de minas, aquella que no tiene, ni la estension, ni la figura cspresad is. Dos graves cuestiones se levantan en este terreno, cuestiones importantes para la ciencia i para la industria minera, cuestiones que ocurren con frecuencia en la prác- tica, i que hoi se ajitan en el juzgado de letras de Atacama con un tesón i acalo* rainiento correspondientes al inmenso valor que las motiva. Una de ellas, i de la que con preferencia me ocuparé, es determinar lo que en el derecho de minas deba entenderse por demasias, i establecer el derecho que so. bre ellas ])ueda adquirir un tercer denunciante respecto de los dueños de las mi- nas Tecinas, entre cuyos limites están situadas. La otra es: si, cuando la inclinación de la veta, que trata ale medirse, no lle- gare a dos palmos i tres dedos, i se hallase en el caso del articulo sesto, pueda de- jarse al arbitrio del minero la distribución de las aspas, como sucede en la vela perpendieidar segim el artículo 1.® Hai en los minerales pedazos de terreno que, por motivos diferentes, i muchas veces sin que se note en su estension el mas leve sintonía de ritiueza, interesan al minero i son oea.sion de opueslas preten dones. Estos terrenos están siempre si \uados entre otras minas madidis, son de lisura irregular i sin la ostensión nece- saria para una pertenencia compleli. A estos pedazos de cerros se les dá jeneralmente el nombre de demasías. liemos visto ya cuáles son los caracteres constitutivos de uní pertenencia, i es por tanto fuera de toda duda (jue, bajo la acepción propia i legal de esta palabra, no pueden ser comprendidos estos pedazos de terreno: que iio puede considerarse como tal pertenencia el cerro, donde o no baya veta, cuyo bilo, rumbo o direc- ción seguir, o que no contenga espacio suliciente para trazar una figura regu- lar, o que carezca de ostensión para las doscientas varas de lonjilud, i las ciento por lo menos que han de darse a las aspas. El cerro, donde todas estas condiciones no puedan verificarse, no será pertenen- cia. Debe, pues, no solo tener otro nombre i una calificación especial, sino también producir otros efectos en derecho i rejirse por otros principios. El descubridor i denunciante no pueden simplemente a titulo de descubridores i denunciantes pedir una pertenencia en aquellos lugares. !Vi en la Ordenanza ni en la práctica se conocen propiedades de minas bajo otra denominación, bajo otro titulo, me espresaré asi, que el de pertenencia o demasía; pertenencia la que contiene la lUi'dida de la lei; todo lo demis demasía. Podemos pues definirlas: el cerro comprendido entre dos o mas minas contiguas, que no alcanzan a formar pertenencia: el cerro que qinala sobrante, después de^ mensuradas dos o mas minas, i que no alcanza a completar una pertenencia. Estas definiciones son completas, por cuanto abrazan lodo aquellos casos, en que la calificación de pertenencia no es adaptable, i en que, sin embargo, bai pedazos de terreno que pueden esplotarse, ser materia de peticiones, i objeto de la industria minera; i en que, por consiguiente , debe haber reglas para su adjudicación i por las cuales puedan ser juzgados i decididos. Cualquiera otra calificación contraria a esta, seria viciosa e imperfecta, por cuan- to lendria que contraerse a un caso partic .lar, escluycndo los dcinasque se encierran bajo el nombre jenérico de demasía. Seria error, por ejemplo, decir qtic el exceso de cerro que un minero ocupa so. bre la medida precisa i exacta déla Ordenanza es únicamente demasía; porque este no es la regla sino uno de los casos en ella comprendidos. Demasia es el pedazo de cerro que una pertenencia deja al variar sus estacas, cuan* do se mejora en los casos en que esto tiene lugar según la lei. Así las llama la 4." título 18, libro 9 de la A'ovisiina, i su esposilor Gamboa, quien poniendo un «jeniplo de estas demasías se espresa asi: «i las varas que desde la estaca fija tenia » tomadas al Oriente, pueda lomarlas en todo o en parle ácia el poniente; i lo que » quedare vacio al Oriente, se llama demasia.» Es demasía el exceso de cerro que un minero posee sobre la medida de la Onlo- nanza, oslo es, lo que tomó demasiado en la medida, según las palabras de la del Perú en la lei 1.» del titulo 2." , Es demasia cl pedazo de cerro que, ya en las corridas de las velas, ya en sus cua- dras, queda sobrante de las medidas, como lo es el desliecho de cerro que al es- tacarse dejan los mineros. Demasia es, según la Ordenanza del Perú , no solo esa limitada eslension que bai do mas entre los linderos de una pertenencia, sino también una, dos i mas pertenencias enteras i completas, siempre que excedan el número de las que la Or- rlenanza permite adejuirir. En fin, por demasia se entiende todo pedazo de terreno, donde no quepa una pertenencia conqaleta, como ya lo hemos dicho. Porque no seiaa vt roiímil ni justo suponer que la ('ltdenauza esl diIeoic.se el de- —n— rcclit) que li;i de icjir a ii relación al pedazo de Icrreno que un minero lionc de mas, dentro de su pertenencia, i prescindiera absolutamente del que se deja deso- cupado en la mejora de estacas i del que sobra después de medidas dos o mas per- tenencias. I tanto mas imposible es esta suposición desde que, no admitiendo la Ordenan- za otra división en las minas que la de pertenencia i demasías, lia comprendido en éstas todo cuanto no puede formar pertenencia. El solo epígrafe del título 8.° demuestra a las claras esta verdad. Ds las perte- nencias i ileniasias, dice i de la medida que eii adelante deben tener las minas. Esto importa, no solo reconocer bajo estas dos denominaciones las únicas espe- cies de terreno que puede ser ocupado por el minero como propiedad particular sino también establecer el modo como ese terreno ha de obtenerse cuando no liai en él la estension necesaria para llenar la medida de la leí. I por esto sin duda la Ordenanza dio un lugar principal a las demasías en el ti- tulo que trata de los modos de adquirir el dominio de las minas. La lectura de la Ordenanza deja en el ánimo la convicción de estas dos verdades; las minas se poseen, o como pertenencia o como demasías: las demasías son del primero que las denuncia, cuando no las quieren para si los dueños de las minas vecinas. I si ante estas consideraciones pueden levantarse los sofismas i las dudas del hombre interesado, no pueden presentar dificultades que hagan vacilar el juicio i la convicción de los jueces. La Ordenanza del nuevo Cuaderno, según lo hemos visto, solo habló de las de- masías que resultan de la mejora de estacas, con ocasión de ocuparse de este punto importante; i Gamboa, sinembargo de referirse en sus glosas a este caso especial de demasías, establece la regla jeneral: «Va dijimos que lo que sobra entre la mina que » se mejora (son sus palabras) i la del vecino, a quien se habían dado estacas, se n nombra demasía, porque ese terreno hai de mas entre las minas medidas.» (Cap- 13 n.o 14.) Lo que se verifica, no solo por la mejora de estacas, sino por otras causas dife- rentes, i entre las cuales es sin duda la principal i mas frecuente, la de resultar des- pués de medidas dos o mas minas, una estension de cerro que no admite porte, nencia. Tan arraigada i jeneral es, por otn parle, esta convicción en el juicio del minero, que antes de ahora no ha ocurrido duda sobre este punto; i por esto se ha obser- vado en la práctica, que siempre que se denuncian esos terrenos, se piden como demasías o como cerro vacante, para que .se adjudiquen con citación de los colin- dantes. I la diputación llena indispensablemente este requisito i no hace concesión alguna si resulta oposición por parte de aquellos. Para hacer resaltar mas esta verdad, para demostrar que, no solo es un principio sancionado en nuestro código, sino también aceptado i reconocido por los demas que lijen la lejislacion de minas, permitaseme invocar la disposición de la lei que hoi se observa en la Península. El Gobierno español espidió con fecha 4 de Julio de 1825 un real decreto, que es una compilación de las Ordenanzas de Méjico, re- dactada con mas precisión i claridad con algunas modificaciones locales. En su artículo 14 dice: «el terreno que medie entre dos o mas minas contiguas » i no llegue a formar una pertenencia complcla, se tendrá por demasía.» I esto, ni es una novedad, ni menos una derogación de lejes anteriores; es una reproducción del testo mismo de nuestras Oidenanzas, como ya lo haremos notar. Tratemos ahora del derecho a las demasias i del modo de adquirirlas, punto so- bre el que no han estado siempre de acuerdo nuestras Ordenanzas. Ellas han va- riado según el principio que dominaba en cada código i en cada época. — 9\ — Las leyes de Castilla dieron el derecho de las demasías al |)riincr deniineianle, piidicndo ser el dueño de las minas vecinas, con esclusion del que se mejoraba. 1 en esto la lei talvez no procedió sin razón, porque de otro modo la mejora mas biiui servirla al minero para aumentar o doblar la estension de cerro que le conceile la Ordenanza, que para aprovechar la veta en su corrida i en su recuesto. I-a Ordenanza del Perú fue mas adelante todavía en sus restricciones. Ella pro- hibía al dueño de una mina, no solo conservar el eveeso qiie bubiera en su medida, sino hasta la enajenación de las pertenencias que por cualquier título poseyese so- bre el número que la Ordenanza per¡nite, bajo la pena de nulidad i multa de mil pesos. Mas la Ordenanza de Méjico que hizo notables i útiles modific.aciones i dc[)u.so va- rias de las regalías de la Corona antela conveniencia de fomentar la minería, adoptó en este punto una determinación enteramente contraria. Por el articulo i:5 del titulo 7.° declaró: que los dueños de las minas vecinas debían ser preferidos en las demasías a un tercer denunciante; i que este solo pudiera obtenerlas en el ca- so de que aquellos no las quisiesen para sí. Pero nada hai tan espreso i tan sagrado en derecho, como decía un jurisconsul- to, contra loque no pueda objetarse alguna aparente razón. Asi es que, en el interés de negar el derecho que esta lei acuerda a los dueños de minas vecinas, se han buscado en sus mismas palabras, argumentos para limitar su disposición a casos especiales. Dice el artículo: «si alguno denunciare demasías en términos de minas ocupadas, » solo podrán concedérsele en el caso de que no las quieran para si los dueños de » las minas vecinas, o alguno de ellos.» En esta parte dificilmcnte pudo ser la lei mas el ira, mas csplicita i absoluta. Ella habla jcncrabncntc de demasías, sin referencia a caso alguno determinado, sin contraerse a las que resultan por exceso en la demarcación do la pertenencia, por deshecho en la mejora de estacas o por sobrante en la medición de minas in- mediatas. Ella espresa una circunstancia común a toda demasía, la de estar en términos de minas ocupadas por otros; i esto al efecto de dar entonces la preferen- cia ii sus dueños sobre el tercer denunciante. «Pero si estos no las tuviesen ocupadas, continúa el articulo citado, o no las «ocupasen con sus labores al tiempo que, atendidas las circunstancias del caso, » les prescribiese la diputación de aquel territorio, se podrán adjudicar al detrin- » ciante.» Esta frase, si nn las tuviesen ocupadas, no puede referirse sino a las demasías por exceso, a las que el minero'ocupa como parte de su pertenencia; porque no puede suponerse la ocupación de lo que está fuera de sus limites. He aqui la mayor objeción a que pueden dar lugar las últimas*]ialabras del ar- ticulo de nuestra Ordenanza. Desde luego se vé que no es preciso gran esfuerzo para desvanecer un sofisma, que prescinde absolutamente do los antecedentes recono- cidos en materia de minas. * Puede esta parte del artículo comprender las demasías por exceso, las (|ue noso- tros, léjos de escluir, reconocemos. I’cro seria temerario pretender que al referirse la lei a este caso, quiso escluir todos los otros. El argumento se funda ademas en un falso principio, porque puede el minero se- gún Ordenanza ocupar'con sus labores mas terreno del ipie comprenden los limites de su pertenencia, ya sea este terreno completamente virjen, ya sea de minas de- samparadas, ya .sea una porción ciialípiiera de cerro vacante. Sobre este punto es is- presa e incontestable la disposición d(d articulo 1(¡ del titulo 8.“ Adeínas, nuestro articulo 13, en la parte que analizamos, no habla de la sinqde -95- o<‘u|m'¡un con los liiulcros, del terreno que dentro de ellos se encierra, sino de la ocupación con las labores, tino es el caso tandiien del articulo Itl citado. l’ara (pie el denuncio do un tercero quedo sin efecto; pira que tos dueños de las minas lindantes hagan suyas las demasías, solo se requiere, como acabamos de ver- lo, que las ocupen con sus kihorcs. Entónces puede esto verificarse sin necesidad de que precteda la reconvención i el apercibimiento de la autoridad. Porque un apercibimiento, lejos do dar un derecho, tiende mas bien a quitarlo. Las demasías, consideradas como exceso de una pertenencia, no pueden ocuparse sino por el dueño de esa pertenencia; i la ocupación de que habla la lei se refiere a lo los los dueños de las minas vecinas o indislintamento a cualquiera de ellos: si estos no las taru’sen ocupadas, dice. Finalmente, en la hipótesis que impugnamos las demasías por mejoras de estacas» que son como tales reconocidas i denunciables, según el testo de la lei de la iVovísi- ma va citada, serian escliiidas en este caso también; puesto que, thispues de hecha la mejora, quedan fuera de los limites deba pertenencia, i no puede por tanto el minero tenerlas ocupadas, según el principio en que reposa el argumento que con- lesl amos. Pero es inútil detenerse en discusiones contra argumentos, tan sin fundamento, cuando en el mismo código de .\ucva l'jlqnñi se_rejislran otras disposiciones, que con toda claridad manifiestan, que la signiíicacion i uso de la palabra demasía no está limitada al caso de exceso en la medida ni a ningún otro particular. . El articulo 9 del titulo 10, hablando délos privilejios del aventurero que empren- de el trabajo de un socabon, después de acordarle el derecho de descubridor sobre las vetas nuevas que encontrare en el progreso de su obra, dice así: «pero si fuesen « vetas conocidas i a trechos abiertas, le concedo el que pueda adquirir una perle- « nencia en cada' una de ellas, i si no cupiere, que logre la demasía, hasta encon- « Irar con pertenencia ajena.» rs' ida puede ser mas claro ya. El aventurero tiene una pertenencia en veta cono- cida; pero si en ésta no hubiese ostensión para medirla completa, se le dá el pedazo como demasía. Es pues demasía, según esta lei, el terreno en que no cupiere una pertenencia. Haremos todavía mas jcneral i manifiesta esta verdad, ocurriendo otra vez al texto del real decreto del año 2.5, que poco há citamos. Precisamente contiene ese texto las mismas c idénticas disposiciones que nuestro artículo 13. «El terreno que media entre dos o mas minas contiguas, dice, que no llegue a « formar una pertenencia, se tendrá por demasía, i se concederá al que lo pida, H s empre que los concesionarios de aquellas no se obliguen a llegar a él con sus « labores en el término que el ins[)eclor les señale.» (Dicho articulo H.) Hai todavía otra objeción que no debemos pasar en silencio. Ella no se funda ya en la lei ni en los principios; se apoya únicamente en los hechos. Existen en nuestros minerales propiedades que no tienen ni la forma ni la ésten, sion prescrita por la Ordenanza, que carecen por consiguiente del número de var.is establecido i de la figura rectangular. La verdad de este hecho no puede negarse. Seria preciso entrar en l.a historia de esos liechos para dar una esplicacion satisfac- toria i completa, para mostrar oque son casos raros i especiales que han pasado ina- percibidos, i sobre los que ni hubo contradicción de p.artes ni resolución alguna ju' dicial: o que son verdaderas concesiones de demasías. El principio que .sostenemos con toda la convicción de una verdad incontestable, no cscluye la su[)osicion de que un tercero, que no os dueño de las minas colindan- tes, pueda lejilim.imente adipiirir las demasías; s(j1o sostenemos el flcrcch(a de pre ferencia en tavor de los vecinos. 13 Eiilóncos no basta decir que iiii minas in-(‘¡j;iila¡vsi sin las diinensionos ordinarias, parque esto es solo decir que liai demasías. Es necesario [arobar que esas minas luc- ron concedidas como pertenencias verdaderas con esclusion do los vecin:)s i a pesar de su oposición: ido esto no existe un solo ejemplo de que yo tenga noticia. I‘or otra parle, todas las reglas por mas absolutas, tienen sus c.\cei)ciones; i una excepción no es argumento contra el principio; un hecho privado es menos todavía. Eu materia de minas iiai una regla que se sobrepone a las- demas i preside las disposiciones de este código especial; dar al minero i con distinción al descubridor, cuanto favorezca a sus intereses, siempre que no baya malicia ni resulte perjuicio de tercero. .\si sucede que, a pesar de la leí que establece la inmutabilidad de las estacas, aun para los casos en que el minero pierda su veta porque varió de rumbo o recuesto, se ba introducido el privilejio de mejorarlas i alterarlas, siempre que no se invada la propiedad ajena, siempre que no sea en daño de tercero. Asi sucede también que, siendo regla jeneral dar las aspas de una pertenencia por el recuesto o echado de la veta, permita no obstante la Ordenanza tomar una parle de ellas contra su inclinación, no resultando perjuicio de tercero. Puede suceder que, para el mejor arreglo i comodidad del descubridor que tiene varias velas contiguas; que para aprovechar la parle mas rica del cerro descubierto , necesite el minero en vez del paralelógramo rectangular, medir en el terreno otra figura regular: lo que talvez seria justo conceder, no trayendo perjuicio de tercero i no alterándose las lineas i sus medidas; i sin que por esto se falsificase el principio de las demasías. Todavía podemos considerar bajo otro aspecto la cuestión i mostrar la justicia • moralidad del principio que defendemos. Atendiendo a la buena fé i legalidad que preside todos los actos en materia de mi, ñas i a los fines de la ordenanza, ¿qué bien resulta, qué motivo de equidad o de conveniencia puede tenerse en vista, para permitir que un tercero vaya a situarse en el ángulo agudo que forman dos ricas pertenencias, i explote el tesoro que otros descubrieron i que otros persiguen con afan? Este no tiene ni el mérito del descubridor ni el de los que restablecen el traba* jo en pertenencias abandonadas, ni el de los que emprenden la costosa obra de un so* cabon. Este solo tiene regularmente el mérito del buitre que divisa una prosa. Porque cuando se verifica oposición entre los dueños de las minas vecinas i el de- nunciante de la demasía, sucede regularmente que ese cerro no contenga vela algu- na metálica, o no ofrezca ninguna de esas ventajas con que en casos ordinarios cuenta un minero para arrostrar los inconvenientes de un trabajo tan ingrato; suce- do que el terreno disputado no ofrece otro aliciente para el eslraño que la riqueza del vecino, de la que procura apoderarse, ya introduciéndose subterráneamente cu sus labores, ya acechando el momento en que aquel salga con ell.is de sus limites, ya corlándolas en el terreno de las demasías. Ni el Ínteres en la propagación del trabajo puede servir de fundamento en favor del denunciante, ponpic a este propósito es (pie la Ordenanza ha dispuesto ([ue se señale a los dueños de las minas inmediatas un término, dentro del cual deben ocu- par las demasías con sus labores, término que puede ser igual o menor al que nece- site el eslraño para llegar al beneficio. Por otra parte, ¡cuántos i complicados [deitos, cuántos desórdenes, provocaciones i contiendas personales se orijinarán por esta vecindad, por esta singular comu- nidad! Por cuahpiiera lado, pues, que osle asunto se considere, resulta: que deinasia es tocia estens.on de lerrenn en fpii' no r/urp'i pcrtnicnciu, s'*gun la espresion de la h'i, —97 — i (pie debe adjudicarse a lus dueños de las minas vecinas, con preferencia a un cs- Iraño denunciante. Talvez convendria distinguir de casos i dir mayor o menor elasticidad al privil"- jio en favor de los dueños de -minas: talvez seria útil hacer diferencia entre el que pide un terreno sin criadero alguno metálico, i el que denuncia veta nueva i rica en las demasías, vela diferente de las que se trabaj in en las minas colindantes: talvez importaría atender al que pide una vela en cerro que, si bien no se presta a la exacta configuración de la Ordenanza, admite figura regular, i por lo menos la es. tensión superficial de una pertenencia común, lie dicho veta, porque la adjudicación de cerro bruto es nula i contraria a Ordenanza. Pero esto no es razonar conforme a las disposiciones vijentes: no es este el resul- tado de los principios sancionados, a que debemos someternos en los casos prácticos i que están al alcance del jurista. Esto pertenece ya al dominio del lejislador, cu- yos limites no intentamos penetrar. Tiempo es ya de ocuparnos de la segunda cuestión que propusimos, sobre la que procuraremos reducirnos a pocas palabras. Cuando la inclinación de la vena metálica que debe mensurarse, es desde tres dedos hasta dos palmos, ¿tiene el minero derecho de elejir la situación de la cuadra o ha de recibirla precisamente según el recuesto? lie aquí la duda que pudo evitar la Ordenanza con una sola palabra. El articulo 4." del titulo 8.» dá al minero, en el caso de que la veta sea perpendr cubar al horizonte, la libertad de lomar las cien varas donde mas le conviniere. Cuando la veta es inclinad i al horizonte, hai que atender a su mayor o menor re- cuesto, i según (íl hacerse la asignación de las aspas. Tal es la disposición del ar- ticulo 5.° Kl articulo 6.® dice: «que Si a una vara de plomo corresjaondiese de retiro desde « tres dedos Insta dos palmos, se darán por la cuadra las mismas cien varas.» Al determinar que a estas vetas seles asignen las mismas cien varas, la lei ha teñí' do un designio especial: la lei ha dado ipiporlancia i valor a esa palabra las mismas. Su colocación en ese conciso articulo ni es ociosa ni inútil, i su omisión alteraría su sentido i contradeciría el propósito de la lei. Entonces esas palabras importan el derecho de elejir la situación de las aspas, porque de otro modo no tendrían ni sen- tido ni lugar en la lei. La Ordenanza en este articulo no ha querido decir simplemente que se midan cien varas de aspas. Porque la Ordenanza aquí trata de declarar la forma i condiciones con que han de darse las aspas, i estas condiciones i esta forma están encerradas i es- presadas en las mismas ckn varas. Las mismas cien varas son las cien varis de que se ha hdilado, i en los térmi- nos en que se han mandado dar: i esta referencia solo puede aplicarse al articulo 4.“ no solo porque es el único en ipie se trata del modo de darse las cuadras con ari‘cglo a la inclinación de las velas, sino porque (’S el mas inmediato i próximo. Si las cien varas del articulo fi." son las mismas del 4.*, claro es que en tal caso tiene el minero el derecho de lomarlas a su elección. Si la lei hubiera querido que las cien "varas de aspas se diesen integramente po *' el recuesto, lo hubiera espresado como en los demas casos. Entóneos por lo menos no hubiera empleado la p dabra mismas, que destruía completamente su objeto, que rechazaba esa suposición. En los casos del articulo 7." en que no se comprende el del 5.", se dice espresa- mente que las cuadras se concedan al minero sobre el echado de la veta. Kutónces puede afirmarse que conforme a los art culos citados, la Ordenanza no lia hcclm diferencia, p-’r.i la de;narc:cion de l '.s cuadras, entre la ve'a p''rpendicu!ar aJ — í)8- liori/onU* i aqiidl.i cuyo rcciicslo es ilcsdc (res dedos liasla dos palmos. Sin embargo, es preciso atender a las observaciones contrarias, poiapie son graves i poderosas contra la absoluta aceptación de esta regla. El principal objeto de las medidas es asegurar al descubridor su vela i dejarle el derecho i la seguridad de csplolarla en una estension i una proruudidad dadas. 1 no seria buena ni legal una mensura, según esto, rpie no contuviese la vela |•ejistrad■J i se aplicase a un terreno diferente. La libertad completa de elejir la colocación de las aspas, en el ca.so del articulo 5 <» podría frustrar estos objetos i contradecir la razón fundamental de lalei. La asignación de las cien varas integras contra el recuesto dejaria la veta fuera de la pertenencia, no solo antes de las doscientas varas de hondura, sino en el acto mismo de la mensura, después de hecho el pozo de Ordenanza. Cuando el recuesto de la vela llega a dos palmos i tres dedos, supone recien 1» Ordenanza que sale de sus cuadras ántes de la profundidad de 2Ü0 varas, i por esta razón le asigna ciento doce i media por aspas. Esto supone también que antes de llegar aúna inclinación, puede la veta mante* nerse en la hondura de 200 varas dentro las cien de cu.adra. 1 he aquí esplicado porqué solo se asignó ese número a los casos del articulo 0.° Muchas de estas objeciones mantienen su importancia i su fuerza en el supuesto de que el minero elija todas o una parte considerable i desproporcionada de las as- pas contra el recuesto de las aspas. ¿Podría entonces reducir el juez por prudente arbitrio las pretcnsiones del minero ajtérminos racionales i convenientes? Para que en esta materia pueda el letrado seguir un camino seguro, necesita la sanción de los tribunales de Justicia; i para que estos dicten sus fallos con plena confianza, talvez sea necesaria una declaración del lejisl ador. lie elejido este punto eí^ que nuestra Ordenanza es mas clara i completa, para que mejor resalten los vados (|ue contiene i para que se palpe la urjente necesidad de una reforma que eleve el ramo mas importante de la riipieza nacional al nivel de tantas mejoras introducidas a la sombra de la paz i del orden establecido eu Chile, i que lo ha sentado en tan alto puesto entre los pueblos americanos. JVSTA INSPECTORA de E(lncncio7i del Dcpertameiilo de, QniUofa, enero 30 de 1831. E! que suscribe, miembro de la Junta Inspectora de cs!e Departamento, por sí i a nombre de sus colegas, tiene el honor de adjuntar a Ud. el estado semestre de las es- cuelas en él existentes, correspondiente al periodo que acaba de transcurrir. De él resulta: que en el Departamento sometido a nuestra inspección existen diez i seis escuelas de primeras letras, en las que se suministra enseñanza a la juventud en los ramos de mas jeñeral aplicación, esto es, en los de lectura, escritura i aritmética; que en estos establecimientos solo se educan, entre hombres i mujeres, quinientos se- tenta i nueve alumnos, cuyo número en correlación con el censo practicado en 1843> i publicado en 20 de Agosto de 1848, que asigna a este Departamento 32,422 habitan- tes, término minimo de la población, establece la proporción de 1. *89 milésimos de educandos por cada cien habitantes, cuyo resultado es por cierto ímui triste i des* C(*nsolador. Esto debe atribuirse principalmente a dos causas: 1." a la diseminación de los habitantes rurales, que los aisla i aleja de los centros de población, donde es- tán situadas las escuelas: i 2.“ a la incuria de los padres de lamilia que miran con es- toica indiferencia la ignorancia de sus hijos, quizá porque las pequeñas utilidades que reportan de ellos con su cooperación al trabajo, no alcanzan a verlas compensa* das con el lucro remoto e incierto que solo en espcctativa probable pueden esperar de la educación de sus hijos. La primera causa es inamovible, jcneralmentc hablan- do, bien que podria removerse en parte, midtiplicnndo el número de escuelas en los lugares donde los habitantes estén un tanto agrupados. En Limachi, por ejemplo, no hai mas que una sola escuela para hombres, cuando la población suministra un número de educandos capaz de llenar dos gi-andes escuelas del mismo sexo i otra de mrrjeres. En la Ouebrada de Alvarado no ha habido, en todo el año que acaba d transcurrir, escuela alguna; bien r|ue ahora acaba de abrirse una por cuenta dt Alunicipalid ul: en los distritos de lloco, San Pedro, Ocoa i Romeral, donde lo' blacion está medianamente concentrada, pudiendo reputarse en no ménosde ti^ los los habitantes de cada uno de estos distritos, tampoco hai establecimiento alguno. .Sobre todo en lloco , donde hai un villorrio en jérmen , el cual está aislado de tod'* comunicación con las poblaciones circunvecinas, es donde mas se hace sentir la falla ■ ICO - »h' una ('snu'la. l si a (‘Slo se ag.i'ga: (|uo ou lodo cd í)i'|)arlaiiK’nlo no Ini mas qup un rslahl.'ciminilo do rdufarion para ol helio sexo, costeado de los londos iminicipa* les, S(> vendrá en míenla, ipie la escasez del número de escuelas conlrihuyi; poderosa" menle a romeni ir h nalural apalia i nej obstáculo que sirve de rc'in ir a al projjreso do la ensen inz a, creo qur solo el tiempo, la ddusion uradual de las luces i la voz del párroco irán venciendo poco a poco la desidia de los padres. 1 si a oslo accediese la bicidie- cliora protección del Supremo (¡ohierno auxiliando al Departamento con cualrii- cienlos pesos anuales, para ipie la .Municipalidad los invirtiera en la lundacion do escuelas en aquellos puntos que a su juicio l'uesen mas necesarias, no liai duda que el mal queso esjioi imonta de la decrecencia en el número do educandos, se re- mciliaria con un progreso en razón inversa. I.a jiequeñ a cuota que a cada precej)- lor dvhia corresponder del reparto de los cuatrocientos pesos, i [)or consiguiente, la imperrecla educación que se suministraria, creo que no son obstáculos c.ipaces lie hacer trepidar en la ado[)cion de esta medid i. I’orque jiodria permitirse a los maestros la ^admisión de cierto número de supernumerarios, cuya calilicacion se encomendase al Juez territorial en unión del [ireceplor, para proveer de esta ma- ñera al aumento de dotación, i p ir otra parle, es preciso observar que nada nace perfecto, i ipie solo la lei del [inigreso i perfectibilidad humana hacen depu* rar a toda institución de sus vicios jirimitivos: principiari amos por poco i al an- dar el tiempo, vendriamos a sdiorear los felices resultados do un ensayo, que iniciado en miniatura, hibrá llegado a priqiorciones grandiosas i perfectas. C intrayéndome ahora a dar cuenta del progreso de la enseñanza, debo adver- tir: que me es imposible emitir un juicio exacto sobre el de cada una de las es. cuelas del Departamento, porque no nos es dado trasladarnos a cada una de ellas a inspeccionar los exámenes. Solo respec.o de la escuela modelo i ¡úceo de esta ciudad me es posible nnilir un juicio cabal. Ilespecto de la primera, he notado con bislanle satisfacción, que el celo i capaci- dad del precejitor jefe surten los resultados mas benélicos *obre el aprovechamien- to de los alumnos. Principalmente en los ramos de lectura, escritura i aritmética, es donde se nota este progre.so: respecto do la gramática castell.ma no se advieric tanto el adelanto; pero si se, alii'ude a que los alumnos carecen de testo, i que las únicas lecciones que reciben son debidis a li espiicacion oral del [ireceptor, se vi- rá que este atraso, lejos de ser reprensible hace por si solo el mayor elojio del jireceplor. .\dmira re.dmenle ver ipie pequeños niños sin eultivo doméslieo al- guno, i cuya imajiuacion es superhcial i distraida, incapaz por tanto de abrazar una ciencia en su conjunto i sus detalles, [losean los mas exaclos conocimientos de la an.dojia de nuestro idioma, iirincipalmenle en lo concerniente al verbo. I'.ll is caracterizan piir medio de deliniciones i divisiones lójic.as los diferentes gnr pos de p daliras que forman las parles del discurso; i dejando a un lado la vieja rutini, adoptan las divisiones andójicas mas conformes a la (ilosofia del idioma. Si a It \isla Unieran un testo que les diese a conocer las reglas jenerales i sui< e.scepciones, de manera que el iinTeplor no empleara su tiempo en gravarlas en la memoria de sus alumnos, sino tan solo en hacérselas conqirender i’cjercitarlos en su aplicación, no !ni duda que el progreso sori i mas palpable. Kn el ramo de Jeogralia tísica solo se . ha insiru.do un alumno, don .Nicolás Kslai, en los conti- nentes de l-uropa i .Vsia: no ha podido jeneralizarse la enseñanza de este ramo, por ahsoluia carencia de mapas; i solo un incompleto juego de éstos, que por ,fa- , vor se obtuvo ipiince dias ánles del exámen, pudo servir fortuitamente jiara la en- senanz.i del alumno indicado. Didio obsei var respecto de éste, ipie en los ramos lie liitm.i, esit'iJuri, atiímetici, gramática cislidlana ^anahijiij jeografia física ^riu- — 101 — rop:i i Asiíi) c hisloria sinla primora parto, (desde la Crcaeion hasta la vocación de Abralnm) posee conocimientos cxiclos i avenlnjados, tiene im talento despejado, aplicación infatigable, juiciosidad i lionradez eslreinas, i pericnece a una clase de- masiado pobre de la sociedad. Seria de desear que el Supremo Gobierno tratase de colocar este alumno en la escuela normal de preceptores, para recompensar de algún modo el mérito, inculcar en las masas el convencimiento de que se las atiende i protejo, i estimular con el premio a los que quisieran imitarle. Sobre este particular deseara que el Consejo universitario interpusiera su in- flujo para con el Supremo Gobierno, ya que mi voz es demasiado débil e insigni- ficante para penetrar basta las encumbradas gradas de la primera autoridad. Los alumnos de la escuela modelo no tienen testos uniformes para ninguno de los ramos que se enseñan, i carecen absolutamente de uno para el aprendizaje del dogma i mo- ral cristianos. Si el Suprenao Gobierno no trata de auxiliar a los alumnos propor- cionando testos gratuitamente a los pobres, i designando un lugar de donde puedan surtirse los que tengan como comprarlos, en vano sera el conato de los maestros, en vano se gastará en la dotación de escuelas, i en vano será hasta el trabajo que me tomo en bosquejar estas fallas, si no ha de ponérseles remedio. Los niños están es- puestos a salir de las escuelas tan ignorantes como entraron, un poco mas perversos, i enteramente racionalistas o ateos por falta de instrucción en nuestra creencia reli. jiosa. Nunca dejaré de inculcar sol)re el subsanamienlo de esta falta por creerla la mas perniciosa de todas. La falla de mapas para la enseñanza de la .Teografia, creo que podria remediarse con el sobrante de mapas viejos que quedan en el Instituto Nacional cuando se renuevan. Los exámenes del Liceo Científico, así llamado por su director, no lian correspon. dido ni al título que lleva, ni a las esperanzas que a lodos en un principio nos hi- ciera concebir. En lodo este año, no ha podido conseguirse que los alumnos dén otro exámen que el de aritmética De relijion no hai clase alguna; i por esta falta hornos reconvenido al preceptor o director, quien nos ha prometido remediar- la para el año entrante. En una palabra, es un colejio sin clases, donde la chacota es el recreo inocente en que los alumnos departen su tiempo holgadamente. Sin em- bargo, el preceptoiwde Aritmética es un joven mui capaz para la enseñanza del ramo, i quizá por esto es también que de la única clase que se han rendido exámenes, c® de la que él dirije. Por último, observaré; que la escuela que en el adjunto estado aparece marcada al márjen con un asterisco, aunque es de dotación fiscal, aparece sin embargo como de particulares. Quizá sea este un error del maestro al formar el estado; i como en él « parecen comprometidas la honra del preceptor i la conducta del Teniente de I\Iinislros, hemos dado parte al Gobernador, para que investigue lo que hubiere so- bre el particular. Sírvase usted aceptar mis respetos i trasmitir al Cansejo Universitario la presente nota i oslado adjunto. Dios guarde a usted. — José lüijcnio IV/yu/a. Al Secretario de la .lunla Pro-í vincial de Educación de la l’ro-|’ vinci a de V'alparaiso. 1 JVÍSTA PROyJXCJ lL de cducucion dd Maidc. — CaiKjiieucs^ mano l.° de 18¿1. En cumplimiento de lo dispuesto en el Supremo decreto de Hueve de Agosto del año próximo pasado, adjunto a V. los estados de los Colejios i escuelas que existen en la provincia del Maulé sostenidos con fondos fiscales i municipales, para (jue so sirva dar cuenta de estos documentos al Consejo de la Cniversid id. Xo se agregan todos 1 )s correspondientes al Departamento de Linares, por no haberse recibido basta la fecha mas que el de la escuela de la A’illa Cabecera i no retardar por mas tienq)o esta remisión. , La Junta de Educación de esta provincia, al cumplir ])or mi conduelo con el deber que le impone el articulo '9 del Reglamento Cniversilario , tiene la satisfacción de anunciar al Consejo que la instrucción primaria ha hecho alguims progresos en el año próximo pasado. — Los exámenes en el último año escolar, del Colejio literario, del de niñas i de las escuelas fiscal i municipal de esta ciiid id, presenciados los prime- ros por la misma Junta, i los segundos por comisiones de su seno, han dado testimo- nios ciertos del constante anhelo do los Directores i profesores de estos establecimien- tos; pues los alumnos han dado pruebas inequivocas de aprovechamiento en sus di- versas clases. Para que el Consejo pueda juzgar mis individualmente de este progre. so, adjunto igualmente a V. dos de los cuadernos de dibujo lineal presentados en los exámenes de la escuela fiscal i algunas planas del Colejio de niñas i de la escuela municipal. Piezas iguales se han remitido al Supremo Gobierno con la lista nominal de los alumnos mas distinguidos, al darle cuenta de los exámenes citados. También re- mito a V. con el mismo fin algunas planas de la escuda de niñas de Constitución. Entre las mejoras que ha recibido la instrucción de la [)rovincia, debo espresar en primer lugar la creación de dos escuelas de mujeres en los departamentos do Linares c Itala, ordenada por el Supremo Cohierno en decretos de de Agosto i 15 de Oc- 1 'bre del ano próximo pasado. La educación del bello sexo, tan abandonada hasta aqui en la provincia conloen la jeneralidad de la República, reclamaba con urjencia la atención del .Supremo Gobierno, cuya autoridad ha estado siempre tan dispuesta a accedei a cuanto al, me al progreso i bienestar de las chises mas desvalidas de nues- lia Sociedad. La piovincia del .Mi.de, pocos años liá, no solo carocia de un establ l•el- — 10:5— mienlo priiini io dcsUindo .il sexo dél)il, sino que se niird)a como un progreso leja- no el darle la debida educación; pero la conslanle inuniliccncia del poder ejeculiv , ha realizado en corlo liem¡)0 la’s mis justas exijencias de eslos pueblos, creando cua- tro establecimientos de esta clase, entre los que se distingo# el de Cuiquenes, por he. ber dado ya algunas Directoras de mérito que están ejerciendo estos cargos en ben<- ficio de la educación de su sexo. En decreto de 8 de marzo del año citado, se ordeno igualmente el establecimiento de otra escuela íisc:d de hombres en la 4.® Subdelega- cion del Parral, que se encuentra ya funcionando. En el año piaáximo pasado se con- cedió por el Supremo Gobierno una cantidad para la construcción de piezas a prop; - sdo para la escuela de Cobquecura que no podía admitir mas que un reducido núm - ro de alumnos por la impropiedad del local, i la suma de cien pesos para proveer .a todas las de la provincia. Las escuelas primarias que son dirijidas por alumnos de la escuela Normal , no solo se hallan en mejor réjinien, sino que se ha- cen notar por la moralidad de los preceptores i el mayor número de ramos necesa- rios que se cursan en ellas. Entre estas escuelas se hace un lugar distinguido la de Cauquenes, dirijida por el intelijente i digno preceptor, don José Santos Rojas. Es d® esperar del celo del señor ¡Ministro de instrucción pública que en el presente año se destine para esta provincia a algunos alumnos de la Escuela Normal, para colocar- los en los puntos en que sean mas urjentes sus conocimientos pedagójicos. Hace pocos dias que se remitió al Supremo Gobierno una razón de las escuelas fiscales de la provincia pedida con el fin espucslo. Varios preceptores han elevado por mi conducto a la Junta de Educación reclamos sobre la imposibilidad en que deja a sus establecimientos la ausencia de los alum* nos, para rendir los exámenes anuales, el mejor medio de comprobar el provecho de sus esfuerzos por la instrucción de que están encargados. A la verdad es un mal har- to sensible, queso repite con jeneralidad en toda la provincia. La pobreza de la ma* yor parte de los padres de familia |quc tienen sus hijos en las escuelas, les obliga a retirarlos en las épocas de cosechas, para aprovecharse de sus servicios. Este es un mal necesario, que no está en manos de la junta evitar; pues una medida que tuvie- se por objeto asegurar la concurrencia de los alumnos en todo tiempo, produciria el efecto contrario, obligando quizá a sus padres a privarles del beneficio de la educa- ción, a fin de no carecer en el tiempo indicado de manos auxiliares de que tienen necesidad i que no pueden tal vez procurarse de otro modo. — Convendria pues adoptar otro medió que consultase este interes de los padres i el aprovechamiento de sus hijos en la escuela. Este medio seria fijar la época de las vacaciones en el tiempo de cosecha, an* ticipándose los exámenes competentemente i modificando en esta parle el Reglamen. to acordado por la junta i aprobado por el Consejo. Si fuese del agrado de esa Cor- poración la medida propuesta, deberia dejarse a la Junta facultades discrecionales pa. ra fijar la época de los exámenes, según los Departamentos i localidades, pues las. co- sechas, al paso que se realizan en Enero en el interior , se retardan hasta Febrero en los puntos inmediatos a la costa. Igual medida seria aplicable al Colejio literario. La falla absoluta de libros competentes para la instrucción, era un mal que la Jun- ta tuvo que lamentar por algún tiempo, hasta que el señor ¡Ministro de Instrucción pública, a solicitud de la Intendencia i a inllujo de la Universidad, hizo una remisión con fecha G de Noviembre próximo pasado de los libros siguientes: Catecismos de moral cristiana. ' Método de lectura gradual. ' . Aritméticas. ¡Maestro Redro. ¡Uucstr is do escritura. — lOÍ — Las exiícncías conlimias de lodos los IJeparlamciilos, lucieron que csla canlidnd de libros se agotase en mui Ijreve tiempo, liaciéndose ya sentir en algunos puntos igual ne- cesidad, en especial del Catecismo de moral cristiana. Para juzgar con exactitud del consumo de los libros clciiientalcs que puede haber en la provincia, os indispensable tener presente que el número de educandos de ambos sexos excede de mil quinicn. tos. Con el Liceo provincial, por razones de que es conocedor el Consejo, se varió el texto en la clase de Relijion, adoptándose el Oitecismo de Capeara; pero la absoluta carencia de este libro, ha obligada hasta aquí al profesor del ramo a seguir en su curso a Carda en parte i a otros autores no designados por el Consejo. Aunque la obra del señor (iarcía comprende con alguna eslension los mas sanos i esenciales principios de la teodicea, exijo su método i lenguaje abstracto en que está concebida, una preparación de los alumnos en las ciencias filosóficas de las que se deducen o en las que se fundan muchos de sus principios. Para el mejor arreglo i uniformidad en la enseñanza de este ramo, convendria que el Consejo se sirviese inlluir para con el Supremo Gobierno, con el objeto de que remitiese algunos ejemplares de la obra ci- tada. Esta medida es tanto mas indispensable, cuanto que se ha creído que la poca concurrencia de alumnos en dicha clase, nace en su mayor parte de las dificultad* s que tienen que vencer al emprender el estudio de principios que no pueden demos- trar ni aun concebir por el poco cultivo de su intelijencia. La .Tunta de Educación en sesión de hoi, habiendo observado en el estado respeelivo el número diminuto de alumnos en el ramo citado, ha acordado citar para el limes próximo al Director del Liceo, para pedirle csplicaciones i adoptar las medidas que sean mas conducentes pa- ra obviar este mal. El estado que corresponde al preceptor de la escuela fiscal de Piguchen va con al- gunas imperfecciones i enmendaluras; i solo el deseo de remitir al Cansejo con opor lunidad estos documentos, ha impedido devolverlo para que se rehiciese. Sin embar- go, se harán a aquel preceptor las prevenciones convenientes a este respecto. Sírvase V. dar cuenta al Consejo del contenido de esta nota i de los documen- tos adjuntos. Dios guarde a Al señor Secn'tario jeueral ) de la Universidad de Chile- í Rafael Sotnmaijor. S. de la ,1. ACTAS DEL SESION DEL 8 DE MARZO DE 1851. Euó presidida por el señor Redor con asistencia de los señores Gorbea, Metieses, Ttomeyko i el Secretario. Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor Rector* 'conlirió el grado de Licenciado en Leyes i Ciencias políticas al Prebendado de lalgle- sia de Concepción, don José Antonio Estuardo. — En seguida se dió cuenta: 1.” De un oficio dei señor Jlinistro de Relaciones Exteriores en que anuncia haber recomen- dado eficazmente a los Encargados de Negocios de Chile en España i Francia|la acep- tación i desempeño de los encargos que el Consejo Universitario les haga a fin de adquirir las Revistas i Periódicos científicos que se publican en Europa, en confor- midad a los deseos inanit’eslados a este respecto a S. S. en la nota que se le dirijió por el señor Rector en 20 de Enero último. 2.° De un oficio del señor Ministro de Instrucción pública trasmitiendo en informe otro en que el Intendente de Atacama, después de habérsele comunicado el Supremo Decreto en que se negó lugir a la solicitud de que se declarasen válidos los exáme- nes que se rindiesen en el Liceo de Copiapó, insiste en esta pretensión, alegando: l.° no haber habido omisión de parle de dicho cslablecimienlo para pasar en tiempo oportuno los estados que le corresponden, i que si el perteneciente al año de 1850 no llegó a manos del Secretario do la Universidad, fué por varias razones que explica. — 2," la imposibilidad de que los estudiantes de aquella provincia hagan un viaje ^ — 1 00 — Sanliago pira cada exánicn qno Icngan que rendir de ramos de liumanidades.. i los perjuicios (|ue recibii’ia alli la inslruccimi decayendo (“1 Liceo como inlaliblemcntc sucederá, go/ando cualquier privilejio sobre él el de los Padres franceses i sobre lodo el de la validez de sos exámenes. 3.® Los salisfactorios exámenes que siempre lian rendido los alumnos del referido Liceo, parüculiirrnente en el añoriue acaba de expi' rar, i la facilidad de que él cumpla con los mismos requisitos que se exijieron al Co* lejío de los l*adres para concederle esa gracia. — Ksle asunlo (piedó en labia, indican- do de |iaso el señor Hedor que si en vista del estado de ese Cobyio úlliinamenle tras- mitido, se sintiesen los señores del Consejo inclinados a acojer su solicitud, podría adoptarse el partido que de iironlo le ocurria, de iiombr ir un solo cuerpo de exami- nadores para ambos eslableciinienlos , compuesto de sus respectivos profesores» .luula de educación i miembros universitarios presente u otro análogo, (lor cuyo mwlio desparezca ese privilejio exclusivo impugnado por el Intendente, En tercer lug.ir se dió cuenta fle otro idicio del mismo señor ¡Ministro de Instruc- ción pública, trasmitiendo al Consejo en informe una nota con que el Intendente de Valdivia acompaña una noticia detallada del Estado del Liceo de aijuella provincia i un proyecto de nuevo arreglo de ese cslablecimienlo. Quedó igualmente en tabla. 4, ® De una nota con qiieel señor Decano de Leyes trasmite copia de la acta de la se* sion que celebró su Facultad el üZ de Enero último, con el objeto de elejir un miem- bro (pie en ella reemplaze al señor don .Tuan de Dios ^’ial del Rio. Resultando de esa acta haber sido elejido al efecto j)or unanimidad desufrajios el señor don Antonio Varas, se mandó comunicar al .'supremo Gobierno para los efectos correspondientes- 5. " De un oficio en que el Intendente de Aconcagua pide se le remitan algunos ejemplares de modelos de estados de los establecimientos de educación para facilitar el cumplimiento de las prescripciones últimamente dictadas sobre la trasmisión anual de tales estados. — El Consejo acordó se le remitiesen. íi.” De otro oficio del mismo Intendente, en que expone que, a consecuencia de liaberse inhabilitado jiara funcionar los Inspectores de educación de los Deparlamen- 1()S de I'utaendo i los Andes i dos miembros de la .Tunta de educación de la provin- cia, por la separación de esos pueblos de alguno i por el fallecimiento de otros, ha nombrado provisionalmente a don Ramón Bari para la Inspección de los Andes, al Jhesbitero don l'iburcio Benavcnlc para la de Pulaendo, al Cura Vicario de .San Fe* lipe, don .losé Vicente Rodríguez i al Licenciado don .losé l'rancisc'o Caballero para integrar la precitada Junta.- Instruido el Consejo de las cualidades de estos indi, viduos, aprobó definitivamente sus nombramientos. 7. ® De una nota con que el Intendente de A^alparaiso acompaña un Reglamento para las escuelas |uimarias fiscales i municipales del Departamento de (ludióla, acordado |)or aipiella Tlunicipalidad i que el Gobernador respt'ciivo le ha pasado para la co- rn-spondienle aprobación, — (bu'dó en tabla dicho Reglamento. 8. ® De un oficio del Intendente de Alacania, remitiendo varios estadosdelos cslable- rimienlos de educación de su provincia, i previniendo haber ya oficiado a quienes co- rresponde para la remisión de algunos que fallan, los que serán trasmitidos a esta .''ccrelaria tan luego como se reciban. Se mandó acusar recibo. 9. ® De una nota con que el .'secretario de la .Tunta de educación de Colchagua re- mite los estados de los establecimientos de educación existentes en los Departamen- tos de Gaupolican i .San Fernando, advirtiendo no habérsele pasado todavía los del d(> (tínico, (^ion esle molivo solicita se le conteste si se han remitido estos últimos di- rectamente al Consejo por los Inspectores respectivos, como han solido hacerlo en o- I ras ocasiones. Se aeordii acusar recibo dejos primeros estados i contestar que no han venido los úllimos. lü. De dos oficios del Intendente de Talca, por el primero de los cuales adjunta —107— los (latos que obraron en aquella Junta de educación para separar provisoriamente del luslilulo literario a los profesores Campillo i Astaburuaga; i por el segundo acom' paña, con una nota esplicatoria del respectivo Rector, el estado del mismo estableci' miento. Unos i otros documentos quedaron para considerarse en las próximas sesio- nes . 11. De una nota con que el señor Director de la Escuela militar acompaña el estado de ese establecimiento, perteneciente al año de 1850. 12. De una carta con que el señor Gilliss ha remitido en obsequio, para la librería de la Universidad, diversas obras la mayor parte ciínitificas dadas a luz en los Esta" dos Unidos. — Se mandó darle en contestación las gracias por este apreciable testimo- nio de su benevolencia. 1?*. De una cuenta presentada por el Bedel de la Universidad del costo que ha te- nido la refacción de la Sala dcl Consejo i h de l'isica, compostura de los tejados i varios trechos del enladrillado de los corirdores, adquisición de un estante, para la Secretaria etc.: todo ello ascendente a la cantidad de ochenta i un pesos medio real* Procedióse sobre tabla al ex<árnen de esta cuenta, i hallándola arreglada, se aprobó i mandó jirar el respectivo libramiento contra la Tesorería Universitaria. 14. De una solicitud de don Carlos Tejedor, Doctor en Leyes de la Universidad de Biiemas-Aires, en que^ adjuntando diversos documentos, solicita el grado de Licencia* do en la de Chile, i ademas se le dispense alguna de las pruebas necesarias para ob- tenerlo, según se ha hecho ya con don Juan de Dios Bazo i don Mariano González. — Se mandó pasar en informe al señor Decano de Leyes. Después de esto el señor Rector hizo presente que todavía, a pesar de sus esfuer- zos, no ha podido concluirse la publicación dcl pequeño texto de Gramática Caste- llana que ha trabajado ]>ara la enseñanza del idioma en las escuelas primarias. Aña- dió que en su redacción había procurado sirviese también para las clases de primer año de los Institutos provinciales; i que se compone de unas cuarenta lecciones de la extensión de una pajina en 12.® cada una, llevando al fin |una muestra de ejercicios orales para el uso del preceptor. — Repitió con este motivo la necesidad de trabajar un texto parecido para la jeografia i otro para la aritmética, puesto que habiendo examinado la de Bastarrica, no le ha parecido aparente por su estension para las es" cuelas primarias. Il daiéndosc tocado algunas dificultades para encargar estos trabajos a determinados individuos, se dejó el asunto para otro dia, levantándose la sesión. SESION DEL 1:í DEll.tliZO DE 1851, No habiendo podido asistir el señor Rector por hallarse enfermo, presidió (] señor Gorbea con presencia de los señores Meneses, Eizaguirre, Domeyko i el Secretario. — ■ A|)rohada el acta de la sesión precedente, se dió cuenta: 1. ® De un oficio circular con que el señor Ministro de Instrucción pública remite para el .servicio de esta Secretaria deas cjcm|)l ares del tomo 18 del Boletin de las Le- y('s i decretos del Gobierno.— Se mandó acusar recibo. 2. ® De una nota del señor Intendente de Aconc.igua acompañando un informe de la comisión nombrada para presidir los exámenes del Liceo literario de San Felipe en los (lias M i 12 de Febrero último, sobre el modo como se han desempeñado los alumnos de dicho Liceo. Se mandó darles publicidad en has Anales. Pero habiéndose — 108— advorlido que la citada comisión no fué nombrada con todas las solemnidades pres- critas por el arl.° 4.° del Supremo Decreto de 29 de Setiembre de 1818, quizá pm la urjencia del tiempo, se acordó advertir en la contestación la necesidad de observar constantemente en lo l’nluro esos requisitos. 3. ® De una nota del Secretario de la Junta de educación de Valparaiso, acompa- ñando el estado de las escuelas existentes en el Departamento de (luillota con varias indicaciones de la Inspección respectiva que exijen inmediata resolución. — Quedó en tabla la consideración de este asunto; i advirtiéndose que la citada Inspección se que- ja de que hace mucho tiempo no se le remiten ni los Anales de la Universidad ni la Gaceta de los Tribunales, se ordenó contestar desde luego que de los primeros se le han enviado constantemente cuantos números han salido, i que la remisión do la 2.“ no tiene ya objeto desde que ha quedado puramente reducida a periódico judicial. 4. ® De un oflcio con que el Secretario de la Junta de educación de Chiloe remite los estados de la instrucción pública de todos los Departamentos de dicha provincia con excepción solamente del de Quenac, cuyo Inspector, por hallarse enl'ermo, aun no ha podido pasarlos. — Quedó en tabla la consideración de ese olicio por contener diversas indicaciones. 5. ® De dos informes del señor Decano de Leyes sobre las solicitudes de don Enri- que llodriguez i don Carlos Tejedor, ambos Doctores en Leyes, el 1.® de la Universi- dad de Córdova, i el 2.® de la de Buenos-Aires. En vista de los informes i títulos con que ambos solicitantes acreditan su distinguida capacidad i conocimientos, el referi- do señor Decano opina por que se les dispensen las pruebas necesarias para obtener el grado de Licenciado en su Facultad; i el Consejo, con presencia de los mismos do' curaenlos, acordó dispensarles la prueba oral, quedando obligados a presentar la es- crita o la memoria que exijen los respectivos estatutos. El Consejo procedió en seguida a tomar conocimiento de los nuevos datos remiti- dos por la Junta de educación de Talca para justilicar la separación provisoria de aquel Instituto literario, que ella decretó respecto de los profesores Astaburuaga ¡ Campillo. Como después de una detenida lectura de esos documentos, expresase el señor Domeyko haber sabido por una persona recien llegada de Talca, que los referi- dos profesores se encuentran nuevamente' funcionando en sus clases a consecuencia, según se presume, de una orden del señor Ministro de Instrucción pública, el Consi-* jo creyó por esta exposición que ese desagradable asunto se habria ya arreglado. Sin embargo, para obrar con la certidumbre debida, encargó al Secretario infrascrito in- Con este motivo, se recordó que el Supremo Gobierno no ha comunicado oficial- mente el resultado que haya tenido el asunto de la remoción de la señora IMoIina; i el señor Rector hizo presente que solo en una conferencia verbal el señor Ministro de Instrucción pública le había referido el motivo por (jue el Gobernador i Munici- palidad respectivos procedieron a dicha remoción, que era, a lo que podía recordar, cierta diferencia entre .la expresada señora i la Municipalidad, en la cual aquella se negó a un avenimiento. Se acordó pues que el señor Rector se dirijiese al enunciado señor Ministro pidién. — 1 !0— -dolc se sirva parlicipir al Consejo, para t|ue pueda s ilisfacer a las exijencias de, los interesados, el resultado delinilivo que haya tenido el asunto de que aeaha de tratar- se, en contestación al oíicio que hace tiempo se dirijió a S. S, sohrc el particular. En segundo lugar se diiá cuenta de um solicitud de don Santiago lirrázuriz relati- va a que se le dispense un año de los dos de práctica que se necesitan p ira el grado de Licenciado en Matemátic us, por las razones siguientes: 1.® haber rendido ya cxá. men de cálculo diferencial c integral i estudiado la estática, ramos cuyo estudio solo se exije durante el referido tiempo de la práctica; i 3." que en lugar de los elemen' tos de Química i Física que únicamente se requieren, ha dado exámen dcl curso cien- tilico de esos dos ramos. En atención a estas razones, a las notas de distinguido que el solicitante ha repor. lado en la mayor parte de sus exámenes, ¡al informe verbal ipie dió el señor Domey- ko en la sesión sobre su aplicación i sobresalientes aptitudes, el Consejo acordó reco- mendar su petición al Supremo Gobierno, a quien según el llcglamento corresponde resolver sobre ella. 3.® De una solicitud de don Joaquin Blest Gana para que se le permita rendir du- rante el tiempo de la práctica los exámenes de Jeografia i Cosmografía que le fdtan, de los requeridos para obtener el grado de Bachiller en Leyes i Ciencias [lolíticas. LI Consejo accedió a esta petición. Pasóse en seguida a considerar nuevamente la solicitud del Liceo de Copiapó sobre que se declaren válidos los exámenes que se rindan por sus alumnos. F1 señor Gor. bea insistió sobre la conveniencia de conceder esta clase de privilejios a los Liceos particulares, situados en las provincias remotas donde no haya colejios soslenidos jior el Gobierno, siempre que ellos ofrezcan suQcientes garantías deque serán buenos sus estudios, i la presencia de la .lunta de educación i de algunos miembros de la Fui- versidad, suministre la proporción de nombrar un cuerpo de examinadores de toda conlianza, como sucede en C 'piapó. Teniendo presente el Consejo que por el último estado remitido dcl Liceo de que se trata, se advierte que en el se han establecido mejoras que ántes se habían echado de menos, que sus Directores están dispuestos a sujetarse a los mismos requisitos con que se concedió al establecimiento de los Padres franceses la gracia que él ahora so- licita, i por fin, que sometiéndose a la aprobación del Supremo Gobierno los nom- bramientos de sus profes, ires, se c.impletarán todas las seguridades que pudieran a- petecerse, acordó se informase favorablemente al señor .Binistro, expresándole, según quedan expuestas, las razones que le han inducido a opinar de este modo. Con lo cual fué levantada la sesión. Presidió el señor Rector i asistieron los señores Gorbea , IMencses, Domeyko i Se- cretario. Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor Rector, refiriéndose al acuerdo en ella celebrado sobre que se dirija un nuevo oficio al señor Ministro de Instrucción pública pidiéndole se sirva participar al Consejo el resultado definitivo que haya te- nido el asunto de la destitución de la señora Molina en Curicó, propuso se tiasni- Itiese con dicho oficio la última nota de la respectiva Inspección, i se agregase rpie el Consejo ha creído tanto mas necesario satiM'accr a las exijencias de ésta con una coir -111— teslaolon, cuanto que los mieniljios quo la componen son precásaaiéiite lus que mas se han dislingtiido en las provincias por su -celo en el desempeño de esta clase de cargos. La conveniencia pues de no desalentar ese celo con un ejemplo fatal de indi- ferencia es la que mueve a esta corporación a manifestarse quizá importuna en el presente negocio. — Estas adiciones al acuerdo anterior fueron aprobadas. En seguida el mismo señor Rector dijo: que habiendo fallecido el día 19 del co* rriente el señor Decano de la Facultad de Humanidades, don Miguel de la Barra, se creia en el deber de hacer en la sesión un recuerdo de las relevantes cualidades que le distinguían: de su Interes por cuanto podía contribuir a mejorar la suerte de la humanidad, de sus imporlanles servicios prestados a la instrucción pública i mui es- pecialmente a !a del pueblo, habiéndose dedicado siempre con un celo i actividad no- torios a la visita i fomcnlo de las escuelas primarias. Al Consejo le consta también su constante asistencia a las sesiones de este cuerpo, interrumpida únicamente cuando su grave enfermedad le imposibilitaba para ello. Como un testimonio pues de grati- tud a tantos méritos, proponia se consignase esta exposición en la acta. Ademas, te- niendo noticia de que en Yunga! se preparan unas exequias por el alma del digno difunto, juzgaba mui oportuno concurriese a ellas una Comisión del Consejo» que podría componerse del mismo señor Rector i los señores Metieses i Donicyko. El Consejo acojió estas propuestas del señor Rector; a cuyo testimonio unieron el suyo todos los demas miembros presentes en obsequio a los distinguidosracritos i cuali- dades del señor don Miguel de la Barra. • A continuación se dió cuenta: l.° De un oficio dcl señor Ministro de Instrucción pública acompañando el diploma de miembro de la Facultad de Leyes i ciencias po- líticas estendido a favor del señor don Antonio Varas, a consecuencia de la elección que de él ha- hecho dicha Facultad para llenar la vacante quecnclla dejó el fallecimien- to del señor don Juan de Dios Vi d del Rio. 2. “ De una nota del señor Intendente de Valparaíso recomendando otra del Gober- nador de Cisablanca, en que al mismo tiempo que remite el estado jeneral de los es* lablecimientos de educación de esc Departamento, hace presente la faltado libros ‘ otros elementos indispenslca el señor (lillis., iiislnimenlo que consta de un i)énilulo cuino de tres varas de lonjilud, cuyo punto lijo está arrilxi, a modo de los péndulos comunes, i el centro de gravedad aliajo. Este péndulo se halla terminado por una hola de hierro por de- liajo de la cual está fijada una punta cuya eslremidad casi toca al plano horizontal de una tablilla cubierta de papel i de polvo mui tenue de arena. En este polvo traza por lo común la mencionada punta las elipses que resultan de la oscilación del pén- dulo movido por los lemhlores. El eje mayor de cada elipse corresponde a la direc_ cion del terremoto i su lonjitud sirve para calcular la fuerza del movimiento. Se en. tiende que si se llega a tiempo a ver el instrumento antes que sus oscilaciones cesen completamente i la punta de la aguja llegue al punto central, se observa aun el senti- do en que principié) a temblar la tierra i el lado de donde vino el temblor. Por otra parte, el instrumento de don Luis Troncoso presenta una ventaja de ipie carece el del señor Gillis, i es de señalar el movimiento vertical de la tierra, es decir el sacudimiento cuya dirección fuese puramente zenilal , lo que indicarla un movi- miento instantáneo en la corteza del globo sobre una estension considerable. En rea. lidad, el señor Troncoso ya oteervó por medio de su panidulo dos temblores vertica- les que no tenían ninguna dirección horizontal, i este hecho que jjarece ser una nue- va adquisición para la ciencia, puede conducir a consideraciones mui importantes en la jeolojia, si al paso que se repitan otros iguales en la costa dei Pacifico,, aparecen señas o itulicios, por débiles que sean, del solevantamiento de esta misma costa sobre el nivel actual del Océano. MINERALOJIA. — Sulfato de plomo cobrizo (linavitcj en Copia- pó. El Doctor Sehwarzenbi'rg de Copiapó anuncia haberse hallado en las minas del de^ liartamento de (a)[)iapé) el sulfato de plomo cobrizo (Linavite de Brooke, sulfato de plomo de Heudant, Hleylasur de llansmann), mineral que hasta ahora no se había encontrado en ninguna parle del globo mas que en Leailhills en Escocia. Los caracteres del 'mineral descubierto por el Doctor Schwarzcnberg son los si- guientes: «Es cristalizado, i su forma pertenece al mismo sistema qúc el cobre azul, se en- tiende, con oíros ángnlos de inclinación. Los cristales presentan jcmelos i sus cara§ son lustrosas i lisas; al mismo tiempo se notan dos cruzeros , uno perfecto, paralelo al eje principal del prisma, el otro menos perfecto, inclinado al eje principal. Frac- tura concoidea, lustre de diamante, poco trasluciente, color azul de ultramar, raspa, dura mas clara, dureza cerca 3, poco agrio. — Al soplete en la llama interior se redu. ce con efervescencia a un globulilo metálico, que da las reacciones de plomo i de co- bre. Soluble en parte en el ácido nilrico, sin efervescencia, con formación de un re- siduo blanco de sulfato de plomo, al paso que el licor toma un color azulejo.» Por todos estos caracteres el Doctor Schwarzcmberg opina que el mineral es idén- tico con el sulfato de pinino cobrizo de Brooke. JEO LOJ I A . — Del modo como se halla C7i la 7¿aliirnleza el lápiz, lazuli de Chde^ por uon manuel aracena. A los hechos publicados en los Anales de la Universidad, i relativos al descubri- miento del lápiz lázuli en Chile, el señor Araren i añade hs observaciones siguientes sobre el lecho o pacimientn de este mineral, recojidas en un viaje (|ue dicho señor ha hecho coñ este objeto a las Cordilleras. — 115— «El lápiz lazuli se lialla en los nacimientos de los esteros Cazadero i Vías, peque- ños allucntcs del Rio Grande, a mui poca distancia de la linea divisoria de las aguas, de este lado, en las Cordilleras de Ovalle, i a pocas cuadras de distancia del camino real que pasa a las Provincias Arjcnlinas. Los depósitos de este mineral son de dos clases: unos en cerro firme, i los otros en aluviones, procedentes de la destrucción de los primeros, desparramados en una meseta de poca cstension que corre hacia el S.O. i en la cual, junto con fragmentos de granito, de esquite i de minerales de hie- rro, se ven trozos de lápiz lazuli, tanto en la superficie como en el interior de una capa de acarreo cuyo espesor todavía no se conoce.» «El criadero en cerro firme tiene un interes infinitamente superior i es a mi en- tender, una capa o manto de una potencia mui considerable, formada por una sus- tancia blanca o gris que parece ser carbonato de cal puro, en medio de la cual está diseminado el lápiz lazuli en manchas de diverso tamaño, acompañado por una can" tidad mui pequeña de pirita. Esta capa hállase entre otras dos, una ,de esquite arci- llosa, sobre la cual descansa, i la otra de minerales de hierro también mui'abundanleS ■que contienen una multitud de cristales de granate. Sobre esta última viene la for- mación de granito que constituye la parte superior de estos cerros.» «lie aqui el corte trasversal de esta formación, hecho en la dirección del E. al O- pasando por la mina llamada la Esperanza:» En el dibujo que insertó en su carta el señor Araccna se ve que el criadero de lá' piz lazuli forma como una especie de veta de contacto entre dos rocas de diferente naturaleza, que son, por una parte el granito, roca de solevantamicnto, mui abundan" le en las cumbres mas elevadas de los Andes; por otra las esquilas, rocas me lamórficas, provenientes en Jeneral de la acción del primero sobre los depósitos pree- xistentes, anteriores al solevantamiento de los Andes. La expresada veta de contacto ■Consta en parte de minerales de hierro, en parte de carbonato de cal i lápiz lazuli mezclado con pirita. Puede ser que tanto los minerales dc hierro, como el de lápiz lazuli provengan de la reacción de la atmósferá i de la alumina de las esquitas sobre las piritas cuya presencia se nota casi en todas parles del contacto de las rocas Ígneas con las de orijen ácueo. OBSERFACIONES PRACTICAS sobre las virtudes medicí- nales de las diversas aguas vii?ie rales de Chile ^ i precauciones con que deben usarse^ por don juan miquel. Solo un número mui limitado de fuentes minerales era conocido en Cliile, i de es- tas se usaban las aguas de un modo puramente empirico, pues las consecuencias que algunos prácticos deducían de diversos antecedentes inexactos, se cimentaban en fal- sas hipótesis i no era estraño se Obtuviera por resulla''olo contrario de loque se ape- lccia;asi es que si han sido infinitos los beneírciosque dichas aguas han prestado a la hu- manidad, no han sido menos los multiplicados i terribles daños que han promovido, llesultando de lo dicho (pie aquel enfermo que afortunadamente estaba su dolencia en liarnionia con la virtud délas aguas, lograba el alivio o tal vez la curación de su mab mientras (pie muchos otros se agiababan, o encontraban en las precitadas aguas 1'' causa primordial de una nueva enfermedad que tal vez mas adelante le orijinaba la muerte. Conducidos los mas a las aguas termales por exajeradas relaciones, oíros por cos' tumbre i el mayor número por pasco i distracción, poco se cuidaban de consultar -a ]os médicos, i cuando lo hadan, estos se velan obligados a dar su dictámen de un mo’ do vago i bastante imperfecto; porque careciendo de aquellos datos cientiíicos que solo se pueden obtener por una correcta análisis, tenian que limitarse a lo que leS dictaba un empirismo raciona!. Reservado estaba a el ilustrado profesor de Química don Ignacio Domeyko llenar este importante vacio de la ciencia, i gracias a su infatigable anhelo por todo lo qi e tiende a mejorar la sociedad, i eslender el dominio de las luces en Chile, que hoi lo* gramos tener un conocimiento de las expresadas aguas por medio de una correcta aná' lisis'i conocidas como lo son ya jas sustancias quceii ellas se encuentran, no es tan di- licil dar una idea mas aproximativa de las ventajas que pueden ofrecer a la liuma- nidad doliente, indicar los casos en que pueden ser contrarios a la salud en espeeia* I>ara determinadas enfermedades, las jirecauciones con qtie deben lomarse, el tiempo que en ellas deba permanccerse, la estación que les sea mas favorable, las medicinas í]ue |)uedan convenir; i (inalincnte todas las demas modilicaciones que par.a su acer* —117— hido uso deban tenerse a la vista. Trabajo es este que exije estudios preparatorios ¡ hechos estadísticos bien recopilados; pero no habiendo nada preparado sobre tan im- portante materia, servirán estos lijeros apuntes fruto de mi práctica médica en el pais por espacio de 32 años, como de núcleo o punto de partida, a los trabajos ma® perléclos que deben esperarse de la ilustrada juventud que nos rodea. V DE LAS AGUAS MINERALES. Se da el nombre de aguas minerales, a las aguas naturales, que salen del seno de la tierra, cargadas de un cierto número de principios que en el tránsito han recojidoj reconociéndose a mas en ellas algunas virtudes medicinales. Estas aguas han sido por mucho tiempo consideradas al través del prisma de la prevención, i rodeadas de narraciones mas o menos exajeradas. Conviene hoi que las examine bajo el punto de vista que esté en relación con los conocimientos de la épo" ca, para así apreciarlas en su justo valor. Las aguas minerales después de haber^alravosado diversas capas de terreno, después de haber disuelto varias sustancias salinas i de otras clases, después de ser calenta- das por algunos fuegos .subterráneos i de sobrecargarse de-dislinlos gases, i algunas veces también de sustancias vejeto animales, se presentan a nuestra vista llamando la atención, ya por la singularidad de su aspecto o de su temperatura, bien por su olor i sabor, o tinalmenle por alguno de sus comprobados efectos medicinales. Es fuera de duda que las aguas minerales cualesquiera que sea su composición go- zan de propiedades mui activas: las sales i las sustancias metálicas que tienen en di- solución o en suspensión, los gases que desprenden, el colórico con que suelen con- vinarse, son lodos ajenies tan enérjicos, que basta solo observar los cambios e impre- siones que causan en los enfermos, para apreciar debidamente su poder i cncrjia.Em.- pero no debe perderse de vista que los resultados que de su uso se obtienen, pertc-' ncccn a las cualidades inlrinsccas de las aguas minerales, o al modo mas o menos variado con que el médico previene sean tomadas, o bien a ciertas circunstancias acce- sorias que no han tenido mui presente los que quieren que lodo el provecho que se saca de las aguas minerales sea debido cxclusivainente a su especial composición. Exa- minemos algo esta cuestión. Las condiciones en que colocamos a nuestros enfermos que usan de aguas minera, les, son tan diferentes de aquellas en que ordinariamente viven , que ante lodo con- vendría estudiar la influencia de estas nuevas condiciones. En primer lugar las agua® minerales se hallan todas situadas en medio de los corros, en lugares poco habitados» esencialmente diferentes en cuanto a las cualidades del aire de las grandes poblacio- nes. Obligados dichos enfermos en jcncral a practicar algún ejercicio, a usar de un alimento sano i sencillo, el sueño es do consiguiente largo i reparador, i mui luego se notan los felices camliios que se operan solo por las circunstancias prcdichas; si a esto se agrega que a los baños no se llevan consigo ni el cuidado de los negocios, ni el acibiramiento de las pasiones, ni las fatigas de los deberos sociales, ni el embara- zo de la vida doméstica ; convendremos que esa misma vida material enteramente nueva, 'es la que conviene a la salud, i os mas que suficiente para explicar tantas mila- grosas curaciones, que suelen atribuirse a las aguas de los baños , cuando con frecuencia vemos un simple viaje a'el campo o a la Costa, producir resultados idénticos a los que suelen obtenerse en las aguas minerales. A pesar de esta opinión no estamos ménos dispuestos a enviar a nuestros enfermes a los baños, no a causa de las aguas por sí mismas, sino porque janias podriamos oL* lencr de ellos que se colocasen en la ciudad en condiciones semejantes a las que son propias e inherentes a casi todos los baños minerales. Con respecto a la influencia de las aguas por si mismas, es decir por sus princi* pios, su temperatura i modo como se administran; diremos también cuatro palabras. Es imposible negar que aguas como las de Chillan, las de Gauquenes i Apoquindo i aun las de Colina, no sean mui ventajosas a la salud usadas tanto interior como exteriormente para el tratamiento de un crecido número de enfermedades: fijémonos sino en su modo de obrar en jeneral, i descenderemos después a cada una de ellas en particular. Los efectos fisiolójicos i medicinales de las aguas minerales en jeneral se refieren a el agua propiamente dicha, vcsculo de los principios mineralizadures comunes a to* da clase de aguas, tales como el colérico i distintas sustancias extrañas que sirven a caracterizar cada una de ellas; i cualquiera que sea su naturaleza, introducen de he- cho en la economia una cantidad de líquido mas o menos considerable ; estos por otra parte cargados de principios eslimul intcs , i aplicados sobre la piel o soljre laS membranas gastro intestinales, es decir sobre las dos superficies que en nuestra eco* noinía son las mas extensas i sensibles, i cuyas relaciones mutuas i las simpatías que desenvuelven son tan numerosas; excitan la vitalidad, reaniman el fuego de las ac* ciones oi'gánicas, i su efecto es determinar una especie de fiebre o movimiento febril, acompañado momentáneamente de un aumento de fuerzas: otras veces van seguidas de un bien estar indefinible que de ordinario se hace notable por el aumento en la" orinas, o en el sudor, o bien por cámaras mas o menos abundantes; evacuaciones tos das por medio de las cuales la naturaleza preludia las mas veces la desaparición dc ciertas enfermedades: otras ocasiones por el contrario, su acción es insensible, i la cu* ración tiene lugar por lysis: finalmente muchas veces las vemos obrar como un ver. dadero específico. Las enfermedades crónicas, afecciones tan variadas, tan poco conocidas, tan rebel- des i amenazadoras, es el vasto campo que se ofrece a la acción de las aguas minena- ^cs, i su poder en estos casos está confirmado por¿multitud de observaciones, mientras que perjudican de ordinario en las afecciones agudas. La mayor parle de las aguas minerales han sido preconizadas contra las obstruc- ciones de las visceras, efectos nerviosos , reumatismos crónicos , enfermedades de la piel, de las articulaciones etc. pero es menester convenir que todas en jeneral no pue- den ser ventajosas para dichas dolencias: de consiguiente las aguas calientes o terma- les son especialmente rccomcudadis contra las afecciones cutáneas o del sistema lin- fático, los dolores i las parálisis; mióntras que las aguas frías se preconizan contr'"» las afecciones internas; asi que diremos algo sobre el agua del mar como la única que es mas usada en Cliile de las aguas minerales frías, i cu seguida nos limitaremos a las calientes o termales que existen en la República. n.vSoS DEL MAR. Los baños del mar usados entre los antiguos como baños de lujo o simples baños de aseo, en nuestros dias se han heclio el objeto de una especie de moda i su utilidad terapéutica debe examinarse con cuidado. La acción de los baños del mar os rnultijdcx, ella* se diferencia según que los ba" ños se administran fríos, calientes, por inmersión o llovidos, i cuando'en vez de du- rar dos, cuatro, i a lo mas seis minutos; se toman por el contrario por espacio de un cuarto de hora, media hora i aun una, pues tales prácticas traen graves inconvenien. les. Lntre los efectos de los baños del mar, que mas comunmente se observan, hai uno de grande importancia: hablamos de la igual repartición del calor animal. Los pies ¡ las manos casi siempre heladas en las personas nerviosas, i la piel del cuerpo suma- mente impresionable a el Icio; pierden pronto esta suscc[)tibilidad recobrando uu'* tiuiiperatura normal, i al mismo tiempo (¡ue la piel deja de hacerse sensible a la ac' —un- ción del frió, dejan Uuiibien las \isceras de sufrir siinpálicaniente esta sensación de enfriamiento-, de que resulta que unas personas que no In. mucho se resfriaban por las mas lijeras causas o que OAperimentaban fluxiones de pedio diarreas o disente- rias, pueden después de los baños, desafiar impunemente las variaciones i rijidez de las estaciones, tan comunes en nuestro pais, i la causa mas conocida de sus diversas i graves enfermedades. Guiado por esta observación es que aconsejo siempre los baños del mar a las perso. ñas predispuestas a las diarreas i disenterias, a los que sufren de catarros i romadi. zos crónicos, a los que son mui fáciles a contraer ciertas inflamaciones de garganta, i a los que en los veranos padecen de frecuentes i copiosos sudores acompañados de debilidad etc. Es por un mecanismo análogo al que acabo de referir que modifican los baños dcl mar, esas conjesíioncs viscerales tan comunes en nuestra República: los que cuando se toman frios, por la propiedad que tienen de restablecer en la economía la igual- dad en la repartición de el calor, equilibran de hecho también la circulación, obtenién- dose por este sencillo arbitrio cambios tan útiles a la economía que no será fácil con- seguir con oíros métodos mas severos i complicados. La acción mas incontestable dcl baño dcl mar es de obrar como un poderoso lo. nico, de faeditar i perfeccionar la dijestion i respiración, de regularizar como hemos dicho la circulación, favoreciendo asi la asimilación i la nutrición. Por lo tanto son indicados en las personas linfáticas de una constitución laxa i floja, i contraindicados en personas mui débiles, en los sujetos mui pictóricos i robustos i en todas las enfer- medades agudas con especialidad en las del pecho, dependan estas o no del éorazon i sus gruesos brazos, o del pulmón. Diariamente obtenérnoslos mejores resultados i no podemos inénos que aconsejar dichos baños a los individuos escrofulosos, a los que hereditariamente ésten predispuestos a dicha e.nfermedad tan jeneralisada por una fatalidad hoi en Santiago: también podrán ser aconsejados en las hinchazones de las articulaciones sin dolor, en la raquitis, clorosis, istérico i demas afecciones nerviosas; en los fluxos pasivos con particularidad en la leucorrea o flores blancas, como tam- bién para cierta clase de enfermedades cutáneas; i como específicos en varios infar- tos de los pechos, en algunos cotos, i en determinados estados de las afecciones del útero. El agua dcl mar no es potable, no obstante algunos prácticos la han considerado eficaz coiltra las escrófulas internas i esternas, para cierta clase de herpes, en las obs- trucciones e inflamaciones crónicas del hígado , para las concreciones viliarias, en la tisis, tumores blancos etc.: para usarla se toma en mui pequeña cantidad bien so. la, mezclada con leche o desfigurada con algún jarabe apropiado, coincidiendo con enemas i lavativas de la misma agua, siempre que tomada por la boca no alivie los padecimientos, o bien que el paciente no pueda soportarla. Cuando no hai oportunidad de usar los baños mencionados en la misma mar, puo, den hicorse artificialmente del modo que sigue. ♦ Para GOO cuartillos de agua comun 'se hechan hechos polvo. De sal común 10 libras. De sulfato de soda 0 libras. De cloruro de cal 11 onzas. De cloruro de^magnesia 4 libras. MEMORIA LEIDA AOTE LA FACULTAD DE MEDICINA POR DON PELEGRIN MARTIN. » 9 Presentar un trabajo digno de tan cienlifica eor- , poracion, es para mí una empresa superior, asi que al desarrollar el punto elejido creo de mi de- ber manifestar francamente que todas mis pre- tcnsiones se reducen a interesarla en favor del anestcscio por excelencia, en favor de uno de los , mas útiles i bellos descubrimientos de la cirujia moderna. EX310. SEÑOR PATROXO. SkSoues. , l/ig.ado el fanillalivo a su noble profesión por juramentos sagrados, no debe des- conocer asi la utilidad como la importancia de cuanto tienda a mejorar la suerte de la btimatiid id tpte cuando en su sufrimiento se entrega a sus cuidados, con la esperan- za de recobrar una salud perdida, de prevenir tal vez una muerte próxima. Hija solo de la csperiencia i del raciocinio, la medicina (con este nombre compren- do en conjunto las ciencias médicas) considera cuanto se dirije a tan laudable objeto; asi cuando se presenta ante el mundo cicntííico un dwscubrimiento al parecer impof lantc forma de él un nuevo asunto que pone a la consideración de todos i (jue adopta luego de sancionado, en tos anales de la ciencia. Como nueva rcco|»ilacion de observaciones i supuesto qtic a su orijen va unido el del mismo hombre, la medicina seria el mas avcnlajado de los conocimientos huma- nos, si los sistemas por un lado, sus dcIracLores por otro, i el espíritu de contradic- ción (pie por inrle de muchos se presenta siempre (jiic algo nuevo viene a aumentar el tesoro médico, no entorpeciesen sus progresos, no se opusiesen a su perfección; * be acpii precisimenle los puntos de partida, las causas en que se han apoyado para — 121 — tlosprcciarlu i aun disfamarla injuslamcnle hombres cmincnles en oirás arles ¡ cien, c ias: asi vemos a toda la sahidiiria de un Plinio, la cspirilualidad de un Pelrarca, la jocosidad de un Qucvcdo, la lilosofíade un líicon, de un Moliere, de un Monlaigne, (le un Rousseau i en lin h »sl a la critica de un Feijoo, haberla lomado a ciencia lan jiosiliva a la par (juc bienhechora, por el blanco de sus Uros, llenándola do invecli- vas fútiles ? hasta creyéndola sino inútil perjudicial. Mas en el dia las ¡(leas de estos hombres han fracasado ante la demostración de he- chos que real i vcrdaderamcnle dar de si pueden la medicina i la cirujia gracias a su cir grandecimicnto; la certeza médica no es ya una quimera i la medicina será ya para en adelante un conjunto de verdades bien establecidas, en prueba de lo cual no le* nemos mas que recorrer una por una loUas las parles de la ciencia para que nos ma* r ivilleinos al contemplar su estado actual i poderío. La anatomía con los adelantos progresivos que, en cada una de sus divisiones, jcncral , descriptiva, topográfica i pa' lolújica ha hecho, es la ffrimera que nos indica hasta donde ha alcanzado el podtrde la observación en estos últimos años’, otro tanto puede decirse de la fisiolojia, tera- péutica, materia médica, patolojia, higiene, medicina legal, la ciencia toda; compa- remos lo que era cincuenta años atras con lo que es al presente i rindamos una pruc* ba de veneración i de respeto a los trabajos de Bichat, Cruveilhui, Flourcns, IMuller* Franck, Jancr, Valleix, Ilufeland, Orfila, i cien otros a quienes tanto debe la medi, ciña..., ¡Honor i gloria a estos varones ilustres!.... pues si nosotros no poseemos ni su mérito, ni sus vastos conocimientos, compartimos al ménos con ellos su cnlusias* nao por la ciencia. Mucho lleva el médico adelante en la ciencia del hombre i a pesar de tanto, des. pues de haber llevado la luz donde solo era la oscuridad conocida, después de haber ofrecido mil i una vez su jvida por la de sus sqtnej antes, es temido cuando no mal juzgado por el mismo por quien se sacrifica; i de los perjuicios consiguientes a tanta difamación a nadie le es deudor sino a los intrusos que ¡¡rofanan el mas noble delog artes, a esos despreciables charlatanes que nacidos para baldón de las ciencias i que con sola la perspectiva de una miserable recompensa, que favorece su ociosidad cuan- do no los libra de la miseria, no retroceden ante la mas vil de las acciones tratándo- se de ridiculizar al médico i asuarte... ¡Vües empiricos, para quienes son de ningún valor las palabras honradez i conciencia! que con el velo de misterio, la curiosidad i finjido amoral saber, pretenden alucinar al vulgo fomentando en él ridiculizar preo- cupaciones, apoyados en desaciertos que la naturaleza de vez en cuando les tolera » en la muerte inevitable, cuando próximo el fin de lodo ser organizado i viviente; j sobre lodo en la fatalidad de sus pronósticos, persuadidos, que si el entermo no rauc_ re suya es la vietoria, si fenece acertaron i como asi nunca yerran, les es fácil conser. var sus prerrogativas entre aquellos cuyo contacto por medio del adulo i la bajeza sostienen. Tales son los hombres que sin pensar lo que dicen, convienen en la inexacti- tud de la medicina i dando sus triunfos como hijos de su servilismo,^finjen despren- dimientos i se hacen humanitarios. Erri)res lan crasos, suposiciones tan absurda^ son solo dignas de mofa i de desprecio. Oprobio eterno pues, a seres tan [iorjudicia- les. La dignidad i nobleza de la medicina i cirujia , su certeza i utilidad son condi- ciones de la ciencia demasiado conocid is para que me detenga en encomiarlas; ha- blen los hechos de siglo en siglo, considérense uno phr uno sus innumerables adtlan' los i solo después de una intima convicción en su favor, adinílase como dogma el di" cho de Quinliliano: «sola cst medicina qua opus sil omnilms..... Ergo et íequaliler ad « omnes medicina sola periinet, el nulla ars lam nccessaria esl omni generi homi- « num quain medicina.)) Las hermosas observaciones sobre la circulación de la sangre, la res¡)iracion, la dijeslion i demás puntos hoi dia tan compreiasüdes de la lisiolojia; la aitreciacion exac- 17 t:i di‘ loi ivsuUados a qua di liigir la aiilic.icion dd eiudioo, opio, mercurio, quU na, azAifre, soda, ele. las curiosas demostraciones que últimamente se lian practicado sobre el uso de la sangria; los adelantos en la proíiláxis de la viruela, en la inocula- ción de la siíilis i en la loxicolojia ; la •exactitud i claridad que hoi dia se echa de ver en el diagnóstico de las mas de las enterinedades; la teoría positiva sobre la fecun- dación humana; la litolricia, el estravismo, la ortopedia, la antoplastia, la* percusión, la auscultación, etc. ¿no prueban hasta la evidencia la importancia i el grado de exactitud que la ciencia se merece? I si todo esto no basta, deténganse ante las apli, caciones del Cloroformo, i enmudezcan de una vez ante hechos casi matemáticos, a| contemplar sus maravillosos efectos, que aunque parecidos en mucho, a los fantásti- cos cuentos de la edad media, en todos resalla la realidad i excelencia de un descu- brimiento que hará época en nuestros fastos históricos. ' «El Cloroformo neutraliza positivamente los efectos del dolor:» i los hechos en que me apoyo para sentar deflnilivamcnle tal proposición formarán el principal asunto de este trabajo. -Si la inhdadon del éter como un poderoso auxiliar en las operaciones quirúrjicas, modifica en gran parle la suerte del hombre enfermo; la aparición del Cloroformo ha ¡irobado mas larde que el hombre no había nacido para sufrir, i con ello ha des- truido la íntima convicción de cirujanos eminentes, para quienes era poco ha una quimera el intentar evitar el dolor directamente por medios artificiales. Pero ¿(pié es este dolor? cst=') sensación que todos conocemos por haherla experi- mentado i que asi penosa cuan desagradable cual es, nos vemos a pesar nuestro obli- gados a sufrir siendo tan transitoria en su esencia que, en decir de Franck, no nos de* ja la menor idea de lo que fue después de halk'r pasado. El dolor físico que es el que aqui nos ocupa, es pues una percepción incómoda que experimenta lodo ser que vive i siente, a consecuencia de las modificaciones orgánicas que son resultado de to- da impresión anómala ejercida sobre una parle sensible del cuerpo humano i trans- mitida al sensorio común por los nervios del sentimiento. Asi es que para que haya dolor es indispensable la reunión de estas tres condiciones: impresión, transmisión ¡ percepción, cuyo lugar se hace presumible: la primera en los tejidos de la réjion so. bre la que ha obrado la acción de la causa productiva; la segunda en el sistema ner. vioso asi de la vida animal como de la orgánica; i la tercera en el cerebro i centro especial de la intelijencia, i cuya intensidad relacionada intimamente con la acción de la causa productora, i la correspondencia mutua (jue estas condiciones suelen te- ner entre si, depende jeneralmente de circunstancias particulares a cada individuo que fisiohijicamcnle liablando no nos es dado por el presente apreciar. iVo ménos curioso que la definición i esimcia, son sus causas, efectos i modificacio* nes, que harmonizadas entre si mui direciamcnle puede decir.se son consecuencia in- mediata las unas de las otras. El dolor emana constantemente de causas de igual na- turaleza: morales, cuando nmral; físicas cuando la!: asi las pasiones de ánimo, exac lanlcs o deprimentes actuarán en las unas; al p iso que dejarán para las otras la ac- ción de causas de otro carácter que obran sobre nuestra economía; i he aqui un pun- to que aun cuando sea separarme un tanto de la cuestión el ocuparme de él, no de- jaré de considerar en bosquejo. En el hombre que sufre el dolor es producido por causas fisico-dinámicas: tra- tándose de alteraciones mas o ménos notables en el tejido de la parle donde se siente el dolor, a consecuencia de úlceras, heridas, quemaduras, inflamaciones, aleccione^ orgánicas, etc. iMsico-nieránicas, cuando el sufrimiento es debido a la presencia de- masiado sos'enida, o mui viva, d(* un ájente dado (pie obra sobre la parle que sufre directauKMite: romo sucede en las Imniias, los cálculos, el parto. I íisiolojicas, que serau las transiciones inesplieables i hasta cierto punto inconcebibles, que sin saber -123- t\ como ni el porque, llevan modificaciones en el juego de nuestros órganos, oslo cuando no obran sobre el punto sensible promoviendo una sobreexcitación, hasta presentar primaria o simpáticamente el dolor; como se ve en las afecciones ner- viosas. Estas causas que en lo joneral obran aisladamente, en algunos casos se combinan i principalmente es enlónces cuando dan lugar a fenómenos trascendentales; mas no siempre es asi i enlónces ofrecen a nuestra observación efectos que reunidos por se- ries, en unos easos alteran las funciones peculiares al órgano que ocupa el dolor; por ejemplo en el pulmón la respiración, en los ojos la visión, en el estómago la dijes- •^ion: — ^en otros ocasionan constantemente en el punto doloroso un flujo de humor, mayor o menor según sea su intensidad: como lo prueba por otra parle la antiquísi- ma máxima de ubi dolor ibi alluxus; asi sucede por lo menos con las equimósis en las contusiones, con la supuración en las úlceras dolorosos, con la infa cerebral en el hidrocéfalo; en varios determinan simpáticamente trastornos a veces de conside- ración en puntos distantes del afectado; como lo demuestran las convulsiones que se suelen observar cuando una operación cruenta, el vómito en la jaqueca, las indijes" liones pertinaces en las inflamaciones del pulmón i su membrana. I en algunos, cau" son desórdenes cerebrales que se manifiestan pervertiendo las ideas, cuando no alte- rando la sensibilidad jeneral o la misma razón; como acontece con el delirio que es consiguiente a las grandes heridas, a la siálica, la gota; la locura pasajera que se presenta en la encefalitis, en la hemorrajia cerebral, i en la meningitis. Por lo que hace a las modificaciones del dolor vacian según su naturaleza, intcnsi. dad, duración i localidad i las variadas denominaciones con que se designa según la clase de modificación a que pertenece están directamente relacionadas con su sig. iiificacion. Tal como se acaba de bosquejar es el dolor, el mas terrible azote déla humanidad por cuanto pone al i hombre en acción en estado de no atenderse asi mismo de renunciar do lodo, de preferir la muerte a una vida llena de pesar i sufrimientos.’ ahora bien; ¿es posible oponerse a sus efectos? puede el arte neutralizar el dolor aun el mas vehemente? Hasta poco ha, en vano intentaba el médico el alivio positivo de un doliente, o el cirujano una operación, sin dolor; como lo prueba un gran práctico no antiguo, diciendo: «oponerse al dolor por medios directos es i será probablemear ,« te siempre un absurdo que en vano tratará el medico de probar. Instrumentos cor « tantes i dolor son términos que no se presentan sino acompañados a la mente del « enfermo i do los que no es posible dejar de admitir la asociación tratándose de ope' « rar. Asi es que los esfuerzos de los cirujanos deben reducirse a procurar el dolor en « las operaciones lo ménos l^vivo posible’, sin por eso disminuir la seguridad del « resultado principal.» álas al presente podrían rebatirse ya tales opiniones, no solo con varones evidentes sino que también con la intima convicción (|uc hechos bien probados dan de sí, podiendo asegurarse que con el descubrimiento del Cloroformo la suerte del hombre enfermo ha cambiado real i favorablemente. rrevenir el dolor.... de todos tiempos la cirujia i aun la misma medicina se han ocupado de tan grave cuestión: i tomando por norma los trabajos de nuestros anlcpa sados a este objeto i particularmente sobre el dolor de las operaciones, que se consi- dera como el prototipo de los demás, vemos: que en los primeros tiempos de la ci' rujia metódica recurrian los prácticos a la embriaguez, i sobre lodo a la alcoólica con el fin de atenuar el dolor de cualquiera clase que fuese: mas este medio era en si tan re* pugnante i sus consecuencias tan funestas, que se abandonó mas larde para recurir a lo^ narcóticos, empleados exteriormente; asT sostenían, antes de la operación si es quede tal cosa se trataba, ala entrada do la nariz del enfermo, una esponja empapada en una disolución de yerba mora,yusquiamo, lecluiga, eléboro, etc. i teni.an en estos medios — 104— según Amlirnsio P.iróo lal fe, (|’.ic los hncinn obrar miénlras duraba la operación, la cual luego de concluida, era el enfermo desvelado del lelargo si es que se liabia al canzado a producir, cambiando la disolución eslupefacicnlc por oirá refrijcranlc o* aroniúlica de vinagre, liiiiojo, ruda, lorunjil, etc., medios lodos inseguros i que al do- lor que no acallaban, se anadia una gran in comodidad i un sumo desasosiego. De aquí vino el opio, el don especifico del Criador como lo llamaba Yan*belmonl, i qu^ empleado ya por Hipócrates i los médicos griegos, i después de ellos por cuantos les lian sucedido, ha sido mirado siempre i con razón, como el narcótico infalible, como el primer ájente terapéutico, si bien no le han faltado sus épocas de decadencia que injustamente lo han hecho temible, i he aqui precisamente el motivo que Wedel tu' vo para redactar la siempre vista asersion. «Sacra Vilae ancliora, circu nspeclé agen- « tibus, est opium,cymba charontis in manu imporiti.» El opio osuna espada de do- lilos dice Hufeland, un don celestial i divino en las manos del sabio, i un mortal ves' nono en las del ignorante. ¡Ojalá pudiera solo confiarse a hombres espcriincnlados, arrancándole para siempre del poder de los medicastros!. El opio pues fue por mas de tres siglos empleado interior i cxteriormenle i aun poco ha no fallaban prácticos que no osaban lomar el instrumento sin invocar de antemano su auxilio; pero el in- llujo tan simpático que este ájente tiene para con el aparato cerebro espinal, las mi', chas dificultades que presenta su administración , la lentitud que se observa oíala producción de sus efectos, su persistencia las mas veces tenaz, i sobre lodo los acci- dentes a que expone; todas estas consideraciones han probado a los prácticos que el opio administrado por manos hábiles como dice Hufeland es un sedan le útil i bien- hechor, no un ajenie profiláctico del dolor. Al opio se siguió para ciertos casos, la composición circular, sobre todo en las ope" raciones de los miembros: se apretaba una anc'oa correa sobre el punto de elección, i no se apartaba hasta terminada esta; mas este método a no ofrecer ni las ventajas de la administración di^l opio, tenia el no pequeño inconveniente de causar un nuevo dolor consecuencia inmediata de la presión mecánica producida por el ajeníe; asi es como la circulación como la llama Lugard de Caen debió ocupar por mui poco tiem- po la atención de los prácticos. (lomo modificación de la compresión circular apareció después la presión metódi- ca de los troncos nerviosos, i el instrumento compresor de .lames Moore se vino a hacer ale moda; i como fuese incompleta la parálisis de la sensibilidad i del movi- miento por su midió i tuviese la cmirade ingurjilar notablemente el miembro conr jirimido, siguió la suerte de sus antecesores. Otro tanto puede decirse de la aplicación del tortor de Dupuylren que tanto recomienda l4Ialgaigne. I\1 as recientemente se ha pretendido igual objeto, con la inspiración de gases cslu. pefacicntes i vapores i sobre lodo con el gaz prolóxido de ázoe; más cuantas tentati- vas han pretendido Heettman, llirckinan i Wells han sido hasta aqui infructuosas • .sino han llamado mas la atención de los prácticos ha sido ello debido a la aparición de la elcrifacion, cuando solo se trataba de mejorar la aplicación de tales vapores o gases. Cirujano ha habido que no adoptando ninguno délos medios expuestos hasta aquí, ha creido poder mitigar en algo el dolor de las operaciones, sirviéndose de instru- mentos corlantes impregnados de aceite o templados en el agua caliente; mas a tale® medios les cupo la suerte que se merecían, por cuanto es sabido que pegándose el aceite a las porosidades de la herida, tiene el inconveniente de oponerse a la circula" rion de los tíñalos, a la cxsudicion de las materias plásticas i a la aglutinación de las su’p'erfieies cruentas,- ahora en cuanto a la inmersión del inslriimentoen el agua ca- liente o elcvaila de algún modo algo mas de lo que la temperatura del cuerpo; no se jmede negar es mejor siqicrlado [lor el enfermo ([uc si fuese frió, pero liabhuulo con propiccl ul, so puede cst:iblcccr de un modo definitivo: que la diferencia no es bástan- lo pira que pueda esta precaución jcncralizarse. IMesmer prcievulió asi mismo babor con su magno; ismo animal alcanzado ol obje- to deseado, i a !a verdad no ha habido sistema médico que como él haya molido tan- ta bulla, haya oscilado tanto entusiasmo i do un modo tan jcncra! i seductor, i así mismo tampoco ninguno que haya contado tantos detractores; asi es como la voz de sus sectarios impulsada ya por una convicción íntima o ya poruña especulación mez' quina, dejándose oir do uno a otro polo, ha impulsado- su fama i popularidad hasta formar de sus pretendidos resultados un asunto de teatro, un juguete de tertulia, un objeto de especulación, una puerta franca a los delitos de todo jéncro. Basta recorrer una por una todas sus maravillas para que juzguemos indigno al magnetismo de figu' rar no solo entre los anestcscios sino que mucho ménos entre los medios terapéuticos. ¿()uién desconoce lo sobre natural de su mod¡) de accionar i el séquito prcslijioso que acompaña? asi vemos a todo un guiroinánlico del siglo décimo pono con un traje a propósito para tan fantástico objeto, en un aposento imponente asi por el silencio como por la oscuridad, con la májica varilla de metal en la mano i rodeado de la cubeta magnética, de los alambres de atracción, la cadena de comunicación i con fa- cultades omnimodis para magnetizar a voluntad toda el agua del Jordán si para su^ victimas toda como agua magnética la necesitase; vemos repito a este hombre no co- mún en frente de un individuo clejido a voluntad, porque los despreocupados o mas robustos que el actor no sirven, con la vista fija en el paciente, aplicándole acá i allá sus ájiles manos, multiplicando pasos al infinito, en fin representando un drama fan- tástico capaz de afectar la imajinacion, de escitar la susceptibilidad nerviosa del encé' falo i basta de provocar por la fascinación toda clase de observaciones, que asi vitale® como intelectuales son causa de las pretendidas maravillas del magnetismo. Bajo es" te supuesto podemos creer i aun dejar establecido que a pesar de ser ppsitivos algu- nos de los efectos mignéticos que se. observan en individuos magnetizados, la aplica- ción del magnetismo como medio anestético no es digna de figurar cutre los medios , terapéuticos. La medicina operatoria, la misma medicina han permanecido sin recurso directo que oponer al dolor siempre i ya el operador desconfiaba de poder obtener el reme- dio buscado, no contando mas que con la deztreza de su mano i las buenas cualida- des de! instrumento, cuan lo poco ha en IStG el norte-americano Jackson con laapli* cacion do los vapores ded éter sulfúrico a las operaciones de cirujia mayor, resolvió mucha parte del gran problema que la alta cirujia presentaba a sus adeptos; i con gusto veiamos todos operar con su auxilio, mas con el oler el doliente sufria muclio> sus resultados eran mas lentos, una tos e.spasmódica mui pertinaz, era su inmccriata consecuencia i algunas veces mucha constricción de pecho, ademas no era tan aplica* I)le como se hubiera querido; en fin no del t incoloro, de apariencia oleijinosa, de un olor etéreo i de un sabor dulzaino; (su poso especifico equivale a=l,48ü a-f 18."; hierve a-J-tlO'’S; el peso especifico de su vapor -4,2. Su composición química, rei)resentada por corresponde a 4 voliimcncs con la potasa Cviuslica en disolución da formiato i clo- ruro potásicos. C'!CC-'!1 -r i'-vOII C^mvQi -f 3CCK. Cloroformo. Potasa-cáuslica. Forniialo de potasio. Cloruro de potasio. Esta reacción dcmueslra queel tipo del alcool scdcslrtiye'on la preparación del Cloro" formo. El Cloroformo es una sustancia mui estable , pues que puede destilársele haciéndolo obrar sobre el ácido sulfúrico, el potasio o la potasa cáustica. una tem- peratura elevada, su vapor se descompone en carbono puro, en un cuerpo cristaliza- do en largas agujitas blancas inlacliles i en ácido inuriático. Su descubritniento se debe a 31. Souvcivan, demasiado conocido en la ciencia para que me detenga en hacer su apolojia, i su orijen que cuenta ya veinte años, fue de- bido a la casualidad; este infatigable tiuituico deseando apreciar el resultado de la acción reciproca del alcool sobre el cloruro de cal, tomó una cantidad dada del do’ ruro cálcico (pie disolvió en otra cantidad mayor de agua, le añadió una quinta par- te de alcool rectificado i combinados destiló la mezcla en un alambique, a semejanza de la operación que tiene lugar cuando la prep iracion del cter, i activando el fuego vió salir del aparato un litpiido vizcoso, lijeramcntc amarillo, mas denso que el agua* (le un olor i sab.tr pcnetr antes, un tanto comparables con el de la manzana camueza, i con otros caracléres químicos inconfundibles con jtrodticlos de igual jéncro i como no lo juzgase digno de mayor consideración lo denominó Formiato de cal i le facili- •^ó un asunto vulgar en su laboratorio. Analizado mas tarde este litpiido por Duinas, ocupó con él, que dcnoiniiió Cloroformo la atención do la Academia de Ciencias de Pa ris; tampoco enlónccs disfrutó de prcslijio alguno. A un tiempo con Diituas prc tendió Licbig su descubrimiento en Alemania, determinó por medio de una aiiálisi® c.xacta las propiedades quimic.ts del nuevo compuesto, i adelantó su purificación, estableciendo tpic para obtenerlo en cl mejor estado do pureza es menester decanía*' el producto mas deuso que pasa por el recipiente cuando la primera operación, la- varlo, ajilarlo en combinación del ácido sulfúrico i destilarlos por sopar ido. Estaba reservado al mejor fisiólogo de nuestra époc.i la gloria del descubrimiento de algunas de sus propiedades benéficas; 31. Flourcns, este incansable esperimenta- dor francés, tropezando con cl tal Cloroformo que asi por su nombre como por e^ olor le llamó la atención, trató de buscar para él algunas aplicaciones, i después de bien apreciadas sus cualidades, lo c.aloc’) entre los venenas narcóticos, lloda vez (¡uo al administrar a vanos aiaimtles cintiilades algunas ñau i pequeñas, uiorian estos casi instantáncameaalo, qucdindo en sus entrañas los vestijios de una intoxicación uta tan- to análoga a la que produce cl ácido cianhídrico. Aqui no puedo dejar de hablar de una observación que por mí mismo he liccho deseando probar la verdad de tales acor- tos. «En 21 de diciemlirc iiltinao hice lomar a un perro bastante corpulento dos drac" laaas de Cloí^otormo diluido en tres onzas do agua deslilad.a, el resultado fue funes- !o con suma rapidez, pocos segundos después de la injeslion el pobre animal mar" citaba con dificultad i se notaban tuertes calambres en la rejion de su corazón, a es* — 127 — los sinlomas se siguieron movimicnlos convulsivos cada momento mas alarmanlcs | una compli'la inscnsihilid n!, a los dos minutos liabia muerto. Practicada la corres, pondienlc autopsia, pude apreciar las siguientes alteraciones: inflamación de la mu- cosa faringe esofijica, con la parlicuhu'idad de presentar un desarrollo mayor de, las criptas mucosas i varias manchas negruscas en distintos puntos de su superficie; otro lauto sucedía en el estómago c intestinos delgados; el hígado estaba como inyectado de una sangre mui líquida i negra, el bazo §c veia transformado en una masa blanda i desinenuzable, los pulmones presentaban los bronquios llenos de sangre espumosa; el corazón contenía una pequeña cantidad de una serosidad sanguinolenta mui fluí, da. El cerebro i la medula espinal no clVecian nada de particular si se exceptúan los senos de la dura maler llenos de una sangre de igual naturaleza a la que se vela en el corazón;» con cuyos dalos me persuadí de que el Cloroformo a dosis mayores obra promoviendo un principio de disolución en la sangre, de la que como está pro* hado la muerte es una consecuencia pronta e inmediata.» nías tardo repetí el csperimcnlo, dando el Cloroformo en cantidad menor i así la muerte no fue tan pronta como tampoco tantas las alteraciones patolójicas; de modo que para mi está probado que la acción tóxica del Cloroformo está en razón directa de la cantidad que se injiere. Por lo demas no hai duda que como veneno es un^ de los mas activos i que su uso interior debe ser escrupulosamente vijilado. Hasta aquí llega!\an los trabajos do Flourens en 184G, en cuya época por una nota pasad^ a la Academia de Ciencias do Francia, aumentó el catálogo de los venenos químicos de la clase de los narcóticos. Mas no es ya bajo este punto como debemos ya al pre- sente estudiar el Cloroformo. La propiedad ancste-cia del cter sul fúrico estaba llamando la atención de la jene- ralidad de los prácticos de todas las naciones cuando el doctor Simpson de Edimburgo adivinando las aplicaciones que el Cloroformo podía tener en la cirujia operatoria, apol yaelo en la insensibilidad que su injestion al interior i a dósis mayores producía, por haberlo asi observado en algunos esperimcnlos que antes había hecho en los irracio. nales; practicó varios ensayos en el hombre ya haciendo inspirar sus vapores, ya ad- minislrándolo al ¡nleriór a dósis mui fractas; hasta llegar a espcrimentarlo por sj juismn; un éxito feliz coronó su obra, i ya para todos el Cloroformo será al laclo dej opio, mercurio i emético uno de los mas benéficos ajentes terapéuticos. Ensalzar sus numerosas propiedades, he aquí una gran parle de nuestro objeto. Gomo el primero de los anlicstescios, basta la inhalación de una pequeña cantidad sobre el vivo para que tenga lugar la cesaeion completa, si bien que pasajera de la facultad de sentir. El hombre bajo su influjo cae en un letargo profundo del que no lo desvela ni la mas horrorosa mutilación; pasado un tiempo mas o ménos largo según haya sido la actividad i duración del Cloroforuio, el hombre vuelve a su pri- mitivo estado, siente pero ignora lo que le acaba de pasar i hasta no lo creería si las pruebas que en su cuerpo halla no hablasen en favor de los hechos acaecidos. La in halacion del eler se acompaña las mas de las veces como hemos dicho anteriorment"' de ciertos fenómenos desagradables que pueden dar lugar a consecuencias en cierto modo funestas, i cuantos de entre mis honorables oyentes no han presenciado, cuan, do en acción el lal ajenie, unas voces suma ajilacion en el paciento, otras espasmos nerviosos rebeldes, tos pertinaz a consecuencia de la irritación de la traquea, sofoca, cion vehemente , movimientos tumuICuarios , convulsiones, delirios i alucinaciones’ ademas para obrar con el oler se necesitan aparatos complicados, i su acción es las mas veces lenta, cuando aqui basta todo el aparato de un pañuelo, una esponja, i un ctrbon vejetal apagado o cualquiera otro medio análogo por su sencillez i pocos mi. mitos de tiempo para dar el resultado deseado; no es decir por eso que el arte no se haya adelantado hasta idear aparatos para llevar su acción de un modo mas metódi- — ]28— co; ciilrc ellos tengo en esto momento a la vista uno do JI, Cliorviero, el esclarecida cuan infaligaolc instriimenlisla trances, qnc gracias a su injenio i conociiniciilos ha llevado la perfección a su m:'cánico arle; aparato mui parecido aunque muclio mag pequeño (pie la úllima modificación del elereo, bastante iiijen;oso i mui a propósito para el objeto en cucslioa; sin cinlnrgo los tal ’s no son a mi modo de ver necesarios i si solos buenos para aumeralar el arsenal (fuirúrjico. El Glorofonno obra directamenlesobre el aparUo cerebro espinal, Ign luego como se pone en acción embarga los sentidos, i un sueño apacible emanado del inliu-ior del organismo, se extiende con suavidad por lodo (d ser, al que pone en estado de n vivir para si, por un tiempo mayor según baya sido la acción i cantidad del CI )Vo. formo usado. Aqui el individuo se haya abandonado a cuanto lo rodea, i- sin dar li menor muestra de sentir permiliria cuanto contra (d necesario fuese. Algunos han di- cho que cníónces el hombre no respira, i la! aserción que ya de por si se halla lucra del orden regular de las cosas, es complelamenlc falsa, las funciones de' la circulación i de la respiración nunca dejan de ser en totalidad ya se ve que si aun cuando ya in- sensible el paciente no se dejase de hacer obrar el Cloroforino, sosteniendo por un tiempo largo su acción directa, no hai du 1 1 que una asfixia sofocaliva vendria a ser al fin su inmediata consecuencia; mas aqui las cosas pasan de un modo diverso: la acción de los vapores cloro-alcoólicos, duran pocos minutos; bii'go que el individm) está narcotizado, lo que se heclia de ver por la jeneral relijacion del organismo, se separa de las vias boca i nariz el aparato que hubiese obrado; ontónces el pulso eS frecuente i estreñido, la respiración aunque entre cortad» es mui perceptible. Leí co- razón lite si con alguna pequeña ii regularid id, pero nunca deja de funcionar, asi os que bien dirijida la acción de tal ájente puede su uso calificarse hasta de inofensivo. Individuos hai, principalmente los dotados de un temperamento sanguíneo que no reciben la acción del Cloroformo sin ajilarse i a veces fuertemente; mas este estado dura poco a veces algunos segundos i el individuo cc(\ü de necesidad a una fuerza superior irresistible (juc en un lodo lo domina. Tan pronto como se desvanece el sue- ño que el arte por el Cloroformo produce, lo que sucede gridual i lentamente, el hombre experimenta cierta turbación de ideas, por momentos mas Tijera, deja esca- par palabras inconexas i sin relación con su estado, i por fin vuelve a su primitiva moralidid, sin que quede de su pasada situación señal la ménos aparente. íMuclns son sin cminrgolas veces que el médico tiene que vencer ciertas resistencias fútiles de parte (le los enfermos cuando trata de aplicar el Cloroformo, i no pocas las preocupaciones (pie dan de si el temor ¡la desconfiinza de los allegados que detienen su mano bienhechora. En el primer caso puedo asegurar que solo rellexiones pruden« les vencen la idea de lo que no se (Conoce; siendo mui raro el paciente (pie no se en- trega a una persuicion bien dirijida; i en el segundo, basta asiegurar el éxito quedar (le si puede una bien sentad i reputación para no encontrar dificultad en la empresa comenzada. II isla a(]iii solo se tienen en consideración sus propiedades anlieslitéeas i esto aun tratándose solo de mitigar el doíor de una Operación (piirúrjica; cuando son nume- rosisimas sus aplicaciones terapéuticas, como tal anbcslíteco, como escitaulc cuya ac- ción es susceptible de graduación , como anliespasmódico i como estupefaciente i de virtud superior al mismo opio; i puede emplearse tópicamente, al interior (siempre con imicli 1 circunspección), o por el conocido método de la iidialacion según cual sea la indicación que se presente. Entrados ya en (d Ierren) de las indicaciones veamos de apreciar cu sus justos li- mites los usos i aplicaciones que I . experimonlacion i la observación misma nos en- senan, como propias (TI ajenie .pie nos ocupa. El arle del dentista fue la primera parle de la cirujia que aprovedió empleado por — 129-- d proceder de la inspiración de sus benedcios indicándonos el paso jiganlesco que je proponía dar la ciencia; i no es deesLrañar si se allende a que la avulsión de Ins dicnlcs, es operación sencillisiina que sin riesgo so practica diariamente en lodós parles, por hallarse los individuos en buena salud. Asi será aquí ulilisima la inhal;- cion de los vapores cloro-alcoólicos , si bien que mui lijera i poco persislenle, per cuanto la Operación es poco durable i no requiere mayores prevenciones. Por mi decir, dado el que la vida de provincia me obliga a la práctica mui frecuente de la tal Operación, que rara vez espero para operar la completa insensibilidad, i puedo f< . jicitarme por tal propósito. La odonlaljia que cuando producida por una neuraljia dentaria se hace sorda a Tos remedios mejor indicados; i que necesita casi constante, mente la pérdida del diente invadido cuando es una caries su causa ocasional, supuc . tos insuficientes toda la inacd)able lista de anti odontáljicos que asi la farmacia, co- mo el empirismo nos han relegado: debemos alirmai: que esta terrible enfermedad, cede ordinariamente i como por encanto a la insensibilidad que el Cloroformo prr. (luce cuando es de carácter nervioso, o introducido un algodoncilo empapado del tal, en la cavidad del diente, cuando haya una caries bien perceptible; en muchos casos se consigue un completo resultado, inspirando par la boca i por un ralo un frasquilo de Cloroformo; pero i ¿cómo obra el tal Cloroformo en estos casos? no se sabe posij livimcnlc, pero es mui presumible que dada la jencral relajación en que en el pri. mer caso, entra el individuo, cesa con ella de ser la sobre-escitacion nerviosa que sostenia con la sinerjia vital el dolor i cediendo la una debia indispensablemente ce- sar el otro. En el segundo caso diremos que la aplicación tópica del Cloroformo obra cambiándola vitalidad del nervio dentario cuya sensibilidad adormece; i cuando se baya conseguido el alivio por la aspiración bocal, no queda duda que obra modifican- do la sensibilidad de toda la economía. Pocas veces se arrepiente el práctico de su aplicación en esta enfermedad. El parto, esta función que aun cuando mui natural , no pocas veces abandona la normalidad en busca de los socarros del arte os uno de los estados patolójicos (cuan- do tal), que mas gloria han procurado al Cloroformo. Recordemos sino las poEunicas que muchas sociedades cien tilicas, sostuvieron acerca de la inhalación del éter en lo^ partos difíciles, i no olvidemos que aun cuando el Cloroformo tiene con el tal mu- chos puntos de contacto está mui lejos de presentar asi mismo sus muchos inconve- nientes, que ya no desconocemos; bajo este supuesto; de cuanta mcjí»r aplicación no será aqui el ajenie que nos ocupa? yo por mí puedo asegurir que no solo en p^'-tu difíciles me ha servido sino a un en muchos que no entraron en el terreno de la palc lojia, i sin que la naturaleza abandonase la mujer en aquel enlónces aun tuanc'o presa del sueño prodijioso; asi será indispensable su aplicación cuando indicada ui.a operación tocolójica, necesaria en los p irlos dificiles i útil en muchos naturales. Las reducciones asi de hernias, como de cntrafais desviadas, laxaciones, fracturas, etc. encuentran en su aplicación un poderoso auxiliar; «llamado pocas semanas aíras, para hacerme cargo de un enfermo de San Garios, joven do pocos años, e hijo dil mayor de ejército señor Gana; quien resultado de hiijerse caído de un árbol tenia hacia veinte dias enteramente cncojida, inmóvil i mui dolorosa una pierna, conlioi la que los charlatanes de arpiel punto diciéndola fracíura con cncoj imienío de 7icr- vios liabian tanteado en valde cuanto se les ocurrió; ya a mi cargo la primera indica- ción que se presentaba diagnosticada una desarticulación coxo-fernoral i supuesta 1 1 cabeza del feniur sobre la fosa iliaca externa, era la esLensiou del miembro i la con' siguiente coaptación i conseguirlo parecía difícil asi por no prestarse el enfermo, ni tan solo a que le tocaran el miembro afectado, como por el tiempo que la tal conla. ba ya; en este conlliclo acu li al Cloroformo i ánles de ocho minutos las piernas es- taban iguahnenle eslcndi l '.s, la Líxicion se h'.bi i ca npletaiiien'e reducido, sin fuer- 18 — Í.30— za mayor i con solo la ayuda del padre del paciente. En casos de reducción de la matriz me ha servido dos veces, una en una reducción hérnica i cinco en reduc- ciones de Iracluras de distinta chose. Creo inútil encomiarla en toda clase de operaciones jeneralcs, trátese de incisión, disección, sutura, punción, caulerisacion, ligadura, etc. o en las especiales o de ci- rujia mayor, en las que por otra parte son sus ventajas demasiado conocidas; como en amputaciones, deslocaciones, resecciones, trepanaciones, eslo¡)aciones, i sobre lodo en la lilotricia i la litotomia; en fin el Cloroformo con haber hecho desaparecer el dolor de todas estas operaciones las facilita i procura un éxito mas favorable del que les habria cabido espuestas a su suerte ordinaria, asi es (pie de justicia se le espera en adelante el mejor capitulo en las obras de medicina operatoria i patolojia qui. rúrjica. La medicina misma saca gran partido de la acción del Cloroformo i se presentan como requiriendo en primer lugar su empleo las afecciones nerviosas: usado tópica- mente esto es eslendido en algún vehículo oleoso o alcoolico mitiga ordinariamente las neuraljias de cualquiera especie que sean i en particular la noslaljia, cefálica, pleurodinea, otaljia, ciática i lumbago: una señorita residente en una villita vecina a Chillan, acometida hacia mas de mes de una ceática rebelde, se v;ó libre de elU en un momento mediante la aplicación tópica del Cloroformo; otro tanto le sucedió a un joven de esta afectado de un terrible tu doloroso. Las afecciones tetánicas' ceden las mas de los veces a la acción del Cloroformo empleado al exterior i sobre las arti" culaciones témporo maxilares; en un trismo espasmódico observado en el hospita* de Chillan de mi cargo, no daba resultado mayor usado tópicamente, cuando crei indicada la inhalación de los vapores cloro-alcoólicos, ántcs de seis minutos los mus- culos elevadores de la mandíbula so habían relajado i poco qucddaa que hacer. El histerismo i la epilepsia se modiíican mui mucho con su acción al principio de un aUnpie, observaciones distintas recojidas en el citado hospital no me dejan duda de ello: «un niño de once años de edad, natural de Kerc es conducido al establecimien- to en l() de febrero del año pasado, se trata de una epilepsia con tres años de croni- ciil id i cuyos piraxisinos afectaban un lipr> tercianario; no lijándome en esta parti- cularidid crei indicado.^ los anti-espasinodicos, la valeriana, el almizcle, el alcanfor i los preparados de zinc pero siempre el enfermo en el mismo estado; aquí me fije en Li periodicidad üe la afección i use elsulfitode (piiniin, al que mas tarde un íel Cloro- formo; el éxito fue maravilloso, la hirmula empleada se componia de sulfato de qui’ nina, gr. vij , Cloroformo puro, gutt, iij, mézclense i háganse doce pildoras, que se dorarán para tomar una cada tres horas los dos primeros di as i en cada seis lag cinco últimas; a los siete dias de tratamiento el enfermo ipie ademas había suspirado los vapores cloro-alcoólicos en tres paroxismos (pie se presentaron en estos, se halla- ba en un estado mui satisfactorio, doce dias daspues salía del hospital sin haber teni- do novedad. Separadamente de estas enfermcdides que es de las que hasta aquí puedo hablar, no dudo sea el Cloroforma mui útil en la corea, jaqueca, temblor nervioso, catalcpsia, jiaralisis, delirio i muchos ca.sos de locura, i ya (pie .se Icdil i de tal no puedo dejar de referir un caso (pie aunque según como puede mirarse , un lauto desgraciado iio dejó de llamarme la atención: «José del Ilosario Iquelveda, de 32 años de edad, peón gañan, nacido i residente en Cliillan , [lerdió el juicio a consecuencia de un fuerte jiorrazo que recibió en la cabeza sobre ebrio, por tres me.ses cons('culivos anduvo va- gando por los campos Insta ([ue la autoridad dispuso su ca])lura i traslación al hos- pital en S de.lunio del año pasid >, su locura (pie .se repelía por acciones que dura- ban de cuatro a seis horas veVsdii p irdcularm ule solire la bebida i no por eso est ‘ se las disipabi, sino (jue al conlririo cumio mis bebia mas desciln; ya tranquil*^ — m— fv cesen lab :i el aspecto de un bombee en buena salud; empleados los baños de sorpre- sa, los anliflojislicos, los revulsivos, los narcóticos, ele. nada se alcanzaba; en eslo se indicó el Cloroformo inhalado al principio de la acción i el uso interior del eslract^^ xle estramonio a pequeñas dosis, la enfermedad cedia visiblemente , los accesos se ha' cian mas cortos i no tan repelidos, pero en cambio el enfermo- adquiría cierto grado de fatuidad, que hacia* temer llegase al idiotismo ; aqui se suspendió el Cloroformo i a su consecuencia reaparecióla locura con mayor furor; que hizo necesaria su rcapli* «ación; 15 dias después era un verdadero idiota, la locura habla desaparecido, se tra- tó de afectar su moralidad mediante lo que i el uso de los analeücos se consiguió una notable ,mejo-ria; en 11 de Setiembre último salla del hospital bueno atendid^ «orno entró, pero en un estado de fatuidad que lo hace al preseqle la irrisión de los pobres de Chillan.» De desear es que los prácticos se empeñen en observar las propiedades que el tal Cloroformo pueda tener en las enfermedades de los nervios i cual en ellas sea el mejor modo i dósis a que deba administrarse. Seria nunca acabar si me propusiese seguir enmnerando las propiedades del Cloro- formo en muchas otras enfermedades de medicina de distinto carácter a las citadas» asi como si quisiese continuar algunas observaciones mas a este respecto; basta pues con lo dicho para que no se desconozcan sus jenerales aplicaciones a la práctica i se tenga mas en cojisideracion un ajuste que no solo da a la ciencia un impulso pode- roso, sino que de por si cambia completamente la suerte de la humaijidad. METEOROLOJIJ . — Observacio7ies mcteorolójicas correspon- a -o o (=Q o'" CLD O 3 ' g oo E-< 03 a 03 C3 03 a “O fS P CJ3 % Ú -C3 g 03 03 J- a 03 E— • C3 izi 03 a -C3 cr3 PQ p CJ5 O . á "O g C13 E-* <33 C P ' 70o 9 10 8 lo 0 705 2 17 4 19 2 702 9 10 0 15 5 2i 705 4 17 0 17 1 704 1 10 5 15 9 700 1 10 0 1 1 8 2 o 709 1 1 7 0 15 2 700 1 17 0 17 0 705 5 1 0 2 1 1 9 20 702 0 10 7 15 o 700 7 1 7 5 1 7 5 704 8 10 0 14 5 27 700 4 10 5 10 9 705 7 10 7 1 7 5 705 9 10 5 15 4 28 70o 8 10 5 10 o 704 2 17 9 19 i 704 5 17 0 15o 2!) 70 i 1 10 0 15 7 705 5 1 7 2 17 9 705 8 17 0 15 4 :a) 705 ü 18 0 10 4 705 2 taX£l»,-'ZASSXESM 18 0 19 1 702 5 17 5 15 'i |dias dei MES. E.NTUE LAS 8 1 LAS 9 DE LA M\ÑANA. EATl’.l 4 DE •; LAS 3 I LAS LA l ARDE. EM'P.E LAS 9 1 LAS 10 DE LA ^•ü(:lIE. C3 03 S 'CJ> cc3 o C a' a 03 E— ' 'CD 03 O 03 a -o •n CQ ¿5 á o a 03 E~^ 03 'S o ? a ¿3 'O a 03 ra 03 a 'fZi fO P=1 ¿5 a -cj> a 03 E-* v4 o ® =3 o' a c_3 -o a cu E-* 1 1 762 6 16 8 1 4 9 762 8 17 0 17 1 763 8 17 0 14 1 2 76 4 1 10 6 17 3 762 7 17 2 17 4 702 8 16 8 10 3 5 763 6 16 3 4 3 2 763 3 17 2 18 1 70 4 1 16 9 13 9 •4 76 4 3 16 3 1 3 2 76 4 3 16 8 16 9 764 3 16 3 15 8 5 769 0 16 3 13 4 766 7 1 7 3 1 7 3 766 5 17 0 1 1 8 G 7 3 3 'i7 4 1 4 3 763 3 1 7 3 1 7 5 762 8 17 0 12 0 7 76 4 2 16 6 17 2 763 7 17 5 18 2 76 4 6 1 6 3 4 1 8 8 766 6 17 3 17 0 767 6 17 a '17 7 767 0 17 0 i 4 1 9 76 4 9 17 4 13 8 703 1 17 8 18 1 762 7 16 6 117 iO 76 4 3 16 8 13 4 763 2 17 6 18 S 763 8 16 8 1 2 2 i 1 763 6 1 6 3 1 4 2 764 4 17 ü 17 7 763 7 1 6 a la 0 4 2 763 3 16 6 4 4 8 761 9 17 4 18 5 761 8 10 8 4 4 8 13 763 9 16 7 16 2 703 1 17 2 18 2 763 3 ¡6 9 la 0 14 76 4 3 16 8 4 7 2 762 8 17 7 19 1 762 8 16 8 12 0 4 3 703 0 16 6 1 4 8 702 6 17 3 18 2 763 2 16 9 1 1 2 46 763 7 16 3 4 3 9 765 7 16 8 16 2 763 7 1 0 3 10 8 17 ,763 7 16 2 13 8 762 9 16 9 1 6 3 703 2 16 3 1 1 2 4 8 763 7 16 2 13 8 763 1 17 0 17 0 763 2 1 6 a 14 2 4 9 763 8 16 3 1 4 2 763 4 17 2 17 0 ' 763 4 lO 7 1 3 5 20 763 3 16 3 14 1 762 9 17 1 17 5 762 9 16 3 15 8 21 763 ü 16 6 1 3 0 762 7 10 8 17 5 763 3 10 3 1 4 0 22 763 3 1 6 3 13 0 762 8 17 3 17 8 762 7 1 0 3 1 1 9 23 763 5 16 3 13 8 763 3 1 7 5 1 8 0 703 4 16 3 12 9 2 4 763 1 16 3 14 1 762 7 17 2 18 2 762 7 16 8 1 1 6 23 762 9 16 4 1 3 2 763 0 17 2 17 8 762 3 16 8 1 1 3 26 763 0 16 .4 14 1 762 3 17 0 17 3 762 4 16 8 -13 0 27 763 0 1 6 3 1 4 8 703 0 10 7 17 0 765 3 16 4 13 8 28 ^1)3 (i 1 6) 6 16 6 703 1 17 2 18 2 76. -) 2 16 6 1 1 8 29 766) í) 17 4 1 3 2 766 6 1 . 8 18 3 766 3 16 8 1 1 3 «>() 76) 7 17 0 1 3 3 700 9 17 9 18 1 761 2 16 9 12 6 O 1 762 7 1 7 .4 1 1 3 0 762 8 17 8 18 2 763 0 17 1 1 1 8 DIAS DEL Mes. ENTRE 9 DE LAS 8 l LAS LA MAÑANA. ENTRE LAS 3 I LAS 4 DE LA TARDE. ENTRE LAS 9 I LAS 10 DE LA NOCHE. t C3 5 ' a t— 1 rO PQ 0 o B "O g e-* s o _ g 03 ' Barómelio. .0 CJ» o á 'O g 03 aá O O - — á -es a Baiómelro. 0 © ©^ * CJ3 © ! a •o a (-H 03 E— • 03 '-J 0 P -i- 1 E— ' i 763 0 16 8 14 2 763 5 17 1 17 2 703 0 10 7 14 2 2 765 9 16 6 13 3 763 9 17 0 17 5 763 9 10 7 14 1 3 762 6 17 1 16 2 702 6 18 0 18 4 763 0 17 0 14 3 4 ' 765 7 17 0 14 1 763 3 17 6 18 3 763 5 16 7 1 1 2 5 763 6 16 3 14 2 762 3 17 2 17 3 762 7 16 6 14 4 6 763 7 17 0 17 1 763 7 18 0 18 2 763 2 17 0 12 0 7 763 9 18 5 14 9 763 0 18 3 18 3 762 9 17 5 12 3 8 762 7 18 3 16 0 701 7 18 7 19 2 762 6 17 3 13 3 9 763 5 18 7 16 2 705 9 18 3 19 1 765 7 17 8 13 9 10 764 6 18 8 16 4 764 3 18 8 10 5 703 9 17 8 13 3 11 763 8 19 4 16 0 762 6 18 8 19 9 703 0 17 7 14 0 12 763 7 17 6 17 3 763 7 18 7 19 4 763 8 17 8 13 2 15 764 3 18 4 13 2 7G4 0 18 4 17 0 763 1 17 3 12 0 14 762 1 18 1 14 2 762 i 18 4 17 9 762 1 17 0 13 3 13 762 4 17 8 16 1 762 3 18 5 17 9 762 3 18 0 1 4 3 16 762 2 18 0 13 6 761 6 18 7 18 5 701 6 17 9 12 4 17 762 6 17 8 13 5 702 8 18 3 17 9 762 6 18 0 1 2 0 18 762 9 17 3 13 1 762 7 18 4 17 3 762 5 17 9 12 6 19 762 7 17 6 13 2 762 2 .18 8 18 1 701 8 18 0 14 1 20 761 8 17 8 14 5 762 2 17 9 16 8 762 2 17 3 14 2 21 761 9 17 3 13 1 761 4 18 0 17 9 701 1 17 7 1 O O 22 762 0 17 3 14 3 762 1 18 2 18 5 762 0 17 3 1 i 5 25 762 0 17 7 16 2 702 2 18 4 19 8 761 8 17 6 1 4 9 24 762 0 18 o 1 7 3 762 0 19 2 11 0 762 0 18 5 13 7 23 765 6 19 3 18 8 763 7 19 3 10 4 703 3 18 3 13 2 26 762 1 19 3 16 6 762 2 10 0 10 8 762 2 18 8 16 3 27 762 6 18 3 16 5 763 1 18 7 17 1 703 0 18 4 1 i 9 28 762 9 18 4 17 0 762 6 18 9 19 8 762 3 18 5 13 8 29 762 9 18 0 18 7 762 9 1 9 2 10 1 703 0 1 8 3 1 3 3 30 763 5 19 7 18 3 762 8 10 2 11 8 762 5 19 2 14 3 id uiAS i>i:i. EiVTRIÍ LAS 8 1 LAS ENTRE LAS 3 LAS ENTRE LAS 9 1 LAS MT.S. 0 i>i: LA mañana. 4 DE LA 1’AR-DE. 10 DE LA NOCHE. cT 3 a -C3 PQ O CJ> a* “O a &— s 'S a E-* O a> a -o n oq 1 o o CJ3 á o a s e-H • <=:> -S a -o a E-» en S a -en (— • cO pa ¿5 o é -en e-* i-3 O a -en B >— ■ an E— • 1 7G2 1 19 3 17 9 762 5 20 3 21 7 762 0 19 1 17 5 9 7G2 7 19 2 17 762 1 19 3 19 9 762 4 19 0 13 9 5 7G3 0 19 3 18 3 763 1 20 1 21 3 763 2 19 3 13 8 4 7G3 1 20 7 18 7 762 3 20 8 21 6 762 3 19 6 lo o 5 7G2 0 20 4 17 8 •761 9 20 3 20 3 762 1 19 6 13 8 G 7 i. 2 4 20 3 17 7 762 4 20 G 21 0 762 3 19 6 1 4 9 7 7G3 3 20 6 17 3 763 2 20 4 21 2 762 9 19 3 1 3 3 8 7G4 0 20 7 18 6 763 7 20 1 21 9 763 6 20 0 17 8 í) 7G4 0 19 6 18 9 76 i 1 20 6 21 9 761 1 19 0 13 5 U) 7G3 2 20 6 18 2 761 3 21 0 23 3 76 1 1 20 0 15 8 1 1 7G2 0 20 3 19 3 762 1 20 6 21 9 762 1 20 0 16 0 h2 7G2 4 19 6 20 3 761 9 20 3 22 4 761 9 20 0 13 3 13 7G1 3 29 6 18 4 760 8 20 6 21 3 761 0 20 0 17 3 14 7GI 7 29 7 17 3 761 4 20 1 20 0 761 3 19 7 17 9 13 7G2 2 10 0 22 0 761 0 20 6 21 9 761 7 19 6 IG 1 IG 7G2 0 10 8 20 7 762 4 21 3 23 6 762 3 20 4 16 3 17 7G2 0 11 3 20 0 762 4 21 2 22 3 7G2 3 20 3 16 8 18 702 3 2 1 2 18 6 761 7 20 0 21 9 762 0 20 3 17 9 IG 7G3 0 20 3 19 8 762 6 21 1 22 0 762 8 20 2 16 3 20 7G2 8 21 6 20 0 762 1 21 5 21 7 762 0 20 3 16 G 1 21 7G1 9 20 8 19 4 761 2 21 2 20 3 761 3 20 0 13 G 22 7G1 3 20 4 20 3 761 1 21 2 22 4 760 8 20 4 13 8 1 23 769 9 21 3 18 6 739 6 21 1 21 8 760 0 20 3 16 2 [ 2 i 76 1 3 20 4 180 761 3 2 1 2 -2 4 76 1 3 20 3 17 G 1 . 23 761 9 20 3 18 1 761 3 21 2 21 0- 761 3 20 3 17 8 1 2G 761 8 20 3 1 9 3 761 4 21 3 22 0 761 4 20 3 18 0 27 761 6 20 6 20 4 761 6 2 1 2 22 3 761 3 20 5 17 8 28 762 6 20 6 23 3 762 3 21 7 22 4 762 1 20 1 16 G 20 762 6 20 7 20 6 762 21 6 23 2 762 1 20 6 IG 2 r>() 762 7 20 8 20 0 762 4 21 6 23 9 763 2 20 G 16 3 31 763 2 21 7 20 6 762 6 22 0 212 762 3 20 7 16 3 PRESION I TEMPERATURA MAXIMA DEL MES. ENTRE LAS 8 I LAS 9 DE LA MAÑANA. ENTRE LAS 3 I LAS 4 DE LA TARDE. ENTRE LAS 9 I LAS 10 DELA NOCHE. Meses. O u £ 'O L. P O U Cí s 'O £ H . « U o £ 'O £ Cí H O u E ‘O u fd P O t. £ 'O E u o P O £ '© £ © H O fe. o> £ 'O p O Lm ü £ 'O E © H 0) u p o á -o e u V H SETIEM. OCTUBRE. ¡SOVIEM. DICIEMBRE 769.1 769.0 764.6 764.9 18.0 17.9 19.7 21.7 17.3 17.2 18.8 23.3 766.9 766.7 764.5 764.1 18.0 17.B 20.0 22.0 19.4 19.1 21.8 23.9 7C6.9 767.6 763.6 764.1 17.3 17.1 19.2 20.7 15.4 15.0 16.5 18.0 PRESION I TEMPERATURA MINIMA DEL MES. ENTRE LAS 8 I LAS 9 DE LA MAÑANA. ENTRE LAS 3 I LAS 4 DE LA TARDE. ENTRE LAS 9 1 LAS 10 DE LA NOCHE. 6 Ó © fe. .2 O O © Um O © U Xi b. © u © o> 03 i E ‘O £ © E £ 'O E © £ a '© o £ a u rt P £ fe. © H 'O £ © H b. « P £ bN © V H O £ u © H bM P E fe. © H O E © H SETIEM. 761.4 15.0 11.4 761.4 13.3 11.8 761.4 14.5 10.0 1 OCTUBRE. 762.6 16.5 13.4 760.9 16.7 16.2 761.2 16.3 10.3 1 NOVIEM. 761.8 16.2 13.3 761.4 17.0 16.8 761.4 16.6 16.2 1 DICIEMBRE 759.9 19.2 17.5 759.6 19.5 19.9 760.0 19.0|14.8 DOCOfflÜTOS OFICIAIES. Serena, marzo 17 de 185 í. Señor llinistro — Conforme a lo dispucslo en el Rcgíamcnlo del Consejo de la Uin- versidad i decreto supremo de 9 de Agosto último remito a U.S. las noticias estadís- ticas que lian dado los inspectores de educación sobre el estado de ella en toda la provincia, i que corresponden al año próximo pasado. Reasumidas estas noticias, presentan el siguiente resultado. Dcf artamenlos.- -Clase i número de eslaldecimienlos.— ' Honib.'- — Tolal Serena. Colejio de hombres 131 131 id. Escuela de id 124 124 (( Seminario Conciliar 22 22 « Colejio particular de hombres 25 25 « Id. id. de mujeres .... 2— (( 107 107 (( Escuela Nacional de hombres GO GO « Id. id. de mujeres . . . . 3— « 87 87 (( Id. municipal de hombres 130 130 •C< 11. de mujeres . . . . 2— tí. 144 144 (( Idem conventos de hombres . . . . 2— 117 117 (( Id. de particulares de id . . . . 2— 15G 156 Ovallc. Id. nacionales de id . 100 100 (( Id. particulares de mujeres . . . . 1 — « 19 19 Combarbalá. Id. nacionales de hombres 88 88 Illapel. Id. id. de id : 131 131 <( Id. municipal de id GG H Elqui. Id. nacionales de id . . . . 4— 2G2 2G2 — 141-- Por eslc cuidro so ve que hai en h provincia treinta i tres establecimientos de educación primaria i científica i que concurren a ellos mil setecientos sesenta i nue‘ ve alumnos de ambos sexos. — Este cuadro comparado con el del año anterior de 1849 da un resultado de aumento de siete establecimientos i doscientos ochenta i cuatro educandos. Sin embargo del notable progreso que se nota en esta parte tan importante de la administración pública de la provincia, no es enteramente satisfactorio el estado do la educación primaria, sobre todo en el Departamento de Ovalle, cuya población no l)aja de cuarenta mil habitantes. — Este estado es debido a lo mui subdividido de di- cha población, que ocupa una estension de mas de cuarenta leguas, i al corto numeré de escuelas que hai en toda ella, una de las cuales, por falta de maestro que la sirvie’ se, ha estado cerrada durante cuatro meses.— Va que la situación de la población d« este Departamento no permite que sean concurridas las -pocas escuelas que tiene, creo de necesidad se establezcan otras nuevas en los puntos que luego indicaré, asi par^ el citado departamento, como para otros de la provincia. La escuela de mujeres que se mandó establecer en Illapel por supremo decreto d® 15 de Octubre último, pór falta de local i algunos útiles, aun no ba podido plantear* se; pero lo estara mui en breve, según lo ha asegurado la inspección de aquel depar- tamento. Según informes que he tenido de los Gobernadores, i por lo que en este departa- mento se ha observado, la visita de las escuelas nacionales i municipales, decretada por disposición suprema de 15 de Mayo del año próximo pasado,- ha producido bue- nos resultados, sobre todo en la uniformidad de la enseñanza. — Esta uniformidad será mayor i mas provechosa para tos preceptores como para los alumnos de estos es- tos establecimientos con la adquisición de varios libros destinados a este fin que el Su- premo Gobierno ha remitido últimamente para que se distribuyan en la provincia. , Sin embargo de lo espueslo acerca de la visita de las escuelas de la provincia, a in* dicacion de algunos Gobernadores i de la Junta de educación, no puedo dejar de ha- cer la siguiente observación. — Acordada la reforma de la ortografía por la Universi- dad, se ve que no se observa por las oficinas de los Ministerios, Tribunales de Justi. cia. Institutos etc. como se manifiesta por la correspondencia oficial manuscrita, i la que se- publica de las mismas oficinas, i hasta de la misma Universidad: entretanto el Visitador de dichas escuelas ha hecho adoptar en ellas la referida reforma, que no se observa tampoco en los principales i mas acreditados establecimientos de educa- ción de la República. — Greyendo como creo que esta falta de uniformidad en la en- señanza de la ortografía debe tener graves inconvenientes, desearía saber si la indi- cada reforma está o nó en uso. Los puntos de los departamentos donde deben establecerse escuelas, son los si. guientes: en Tamaya i Choapa del departamento de Illapel: en el Ghañaral, Huatu- lame, Caren i Recoleta de Ovalle: en Paihuano i Monte-Grande de Elqui, i en el Algarrobito, Playa Blanca i Ccrrrillos de la Serena. — Dotadas regularmente estas es- cuelas, i servidas por buenos preceptores, se habrán llenado en gran parte las necesi- dades que por la absoluta falta de la enseñanza primaria esperimenta la población de los puntos indicados, que siendo como es lamas pobre i escasa de recursos de la pro- vincia, merece toda la consideración de U. S. i del Supremo Gobierno. No concluiré esta nota, sin hacer mención dcrinstituto de esta ciudad.— Este esta- blecimiento ha recibido últimamente mejoras de importancia con el aumento de cla- ses i mucha concurrencia de alumnos, como U. S. se impondrá de ello, fijándose en .■oi estado que acompaño, junto con los demas de que he hecho mención.— Pero dop» de se ha nolido el aprovcelianiionto i progreso, es culos exámenes del i'illiino año es* colar, (|uc a juicio de personas competenles, que los han presenciado, han sido hri- llanles, siendo esto debido a la eonlraceion i esmero del Direelor i profesores. — Dios guarde a L'.S. — Juan Mchjarcjo. — Al señor Ministro de Inslruecion pñhlica. Ancud, febrero 28 de 185 í. En cumplimiento del Supremo Decreto de 9 de Agosto de 1850, tengo el hotior de hcmilir a Y. los dalos que han pasado a esta Junta Provincial las inspecciones de educación de los departamentos a' excepción del de Qucnac, que por estar enfermo su inspector, no h i podido hacerlo todavia. Entre ellos encontrará V. los que corres- ponden a todos los establecimientos de educación del Departamento de Ancud, for- mado por la Junta en vista de las listas i estados que han pasado los respectivos pro- fesores i maestros. ' • Por las noticias c informes de las inspecciones i preceptores i por el conocimiento que tiene la Junta de las escuelas primarias del interior de la provincia, paso a ha- cer presente a V. los inconvenientes i obstáculos que en todas ellas se notan para la difusión i progreso de la enseñanza En primer lugar se tropieza con la apatía, i a parecer, poco interés de la mayor parte de los padres de familia, quienes, cuando mas, procuran que sus hijos aprendan regularmente a leer, escribir i las cuatro pri. meras operaciones de la Aritmética, retirándolos después del establecimiento para sacar provecho del trabajo de ellos, haciendo que cooperen con sus débiles fuerzas a sus faenas campestres i demas en que se ocupan. Este procedimiento parece a primera vista efecto de una grande rusticidad, puesto que privan a sus hijos de adquirir una mediana educación por la cual podrían algún dia cambiar el estado miserable en que nacieron i ocupar en la sociedad un lugar menos abyecto; pero teniendo en consideración la suma pobreza de estos pueblos, cuyos habitantes a excepción de mui pocos en cada departamento, se mantienen a fuerza de Su trabajo personal, o mas bien de su escasa labranza, de cuya producción ha de salir todo aquello que necesitan de mas indispensable para subsistir, se viene en conocimiento que su inercia o apatía para dar instrucción a sus hijos trac su ori- jen de la misma pobreza, i que aun cuando tengan para ello grandes deseos, como debe suponerse, se ven en el duro caso de ahogarlos por un interés tan mezquino i por la imposibilidad de proporcionarse los eleincnlos necesarios , tales como libros, papel tinta etc. sin conlar con el pago del maestro respecto de los que no pueden Concurrir a las escuelas fiscales por tener su residencia en las islas o en lugares mu' distantes. De los primeros de dichos útiles se han distribuido i aun se distribuyen periódica i proporcionalmcnle por la Intendencia muchos ejemplares que el Supremo Gobier- no ha remitido en diferentes ocasiones pira este fin; pero es imposible quclodos ellos e infinitos mas que se remitiesen fuesen bastantes para acallar el continuo pedido que diariamente se*oyc en la Secretaria de la Intendencia, de los niños de las escuelas del interior i hasta de tos de esta ciudad, cuyos padres, aun cuando tengan para conr prados carecen de ellos por no haberlos aquí de venta. El papel i la tinta etc. que cuestan tan poco i cuyo gasto es demasiado insignificante, son para ellos una grande adquisición i por consiguiente no siempre pueden conseguir ambas cosas , ya porque ño tienen cómo o porque no las encuentran en el lugar en que viven. Esto último es mui frecuente, i a este respecto puede decirse sin temor de equivocarse, que después de Ancud, Calbuco i también Castro, en los demas departamentos es raro que haya do venta los artículos espresados. Otro de los obstáculos que se oponen a la mejora de la instrucción primaria, es la distancia que hai de las escuelas a donde vive cada vecino, porque como no hai po-* lalación formada en ningún departamento del interior, a eátcepcion de los menciona- dos, las casas están mui diseminadas i por consiguiente los niños para llegar a b' escuela tienen que caminar de ida i vuelta, por lo menos, media legua, pasando mu-* ciaos do ellos en la mala estación por rios i caminos escabrosos. La falla de buenos escritorios, bancas i mesas, i en muchas escuelas de un locd| cómodo i abrigado, embaraza también, como V. puede juzgarlo, el buen arreglo i a- delanto. Los Cabildos que pudieran i debieran atender en lo posible estas nccesida* des, no cuentan con la menor entrada; asi es que para todo hai que ocurrir a los mismos padres de familia manifestánd )les, por una parte, la necesidad, i por otra el deber que tienen de educar a sus hijos i lo mucho que hace el Supremo Gobierno por que se difunda la instrucción primaria en lodo el pais. Los jóvenes que están al frente de las escuelas son en jcneral idóneos i morales* hai cinco que han sido alumnos de la Normal i tratan en cuanto los es posible de ob- servar el méfodo que aprendieron, i enseñar los mismos ramos. Esto segundo dejan de hacerlo la mayor parle del tiempo por la costumbre que tienen los educandos de retirarse del establecimiento luego que, como he dicho, saben regularmente leer, es. cribir i las primeras reglas de Aritmética. Los demas preceptores, aun cuando no son alumnos de la Normal, tienen mui regular instrucción i método por haber practicado en las escuelas de .Vncud cu clase de monílores""o ayudantes; i a no ser por los obs* láculos referidos, se podría esperar de sus establecimientos felices resultados. Para mejorar mas el personal de las preceplorias, se ha abierto en esta ciudad por disposición suprema de fecha 10 de Julio de 1850, una clase especial para doce o mas jóvenes de los mas adelantados; los cuales han contraído el coin¡)romiso de ser- vir de maestros terminado el año de su aprendiz ije, por cuyo tiempo solo ha de permanecer abierta dicha clase. La dirije el alumno de la Escuela Normal don Pe- dro Andrade. Dios guarde a V. Isiuao Salas. Al Secretario .Tencral del Consejo de la I niversidad. ACTAS DEL SESION DEL n DE ABRIL DE 1851. Presidió c! señor Rector con asistencia de los señores Sazic, Gorbea, Meneses, Ei- zaguirre, Blanco don Ventura, como Vice-Dccano de la Facultad de Humanidades üomeyUo i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor ReclOf confirió el grado de Bachiller en Matemáticas a don IMaximiano Errázuris. En seguida se dió cuenta 1 ° De ün oficio del señor Ministro de Instrucción pú- blica acompañando en copia otro del Intendente de Coquimbo sobre el estado de la enseñanza en aquella provincia durante el año próximo pasado’, para los efectos a que hubiere lugar. — Esta exposición se contrae principalmente a dos puntos: l.° a la necesidad de que se abran nuevas escuelas en diversos pamjcs de aquellos depar- tamentos, que sa indican; i 2." a una consulta que se hace sobre la ortografía que deberá adoptarse en aquellos establecimientos de educación, con motivo de haber he- cho observar en ellas el Visitador Jcncral de escuelas la acordada por la Eniversidad, sin embargo de ser constante que ya se la ha abandonado en las oficinas de los Mi- nisterios, Tribunales, Institutos etc., i hasta por el mismo cuerpo universitario. El Consejo acordó se imprimiese esta nota en los' Anales; i con respecto al prime- ro de los puntos indicados dispuso se recomendase al Supremo Gobierno la apertura de las nuevas escuelas que pide el Intendente, en atención a la excesiva desproporción que todavía existe entre el número de habitantes de la provincia i los niños que rc- 20 — í iC,— f'ihcn cilucatioii en sus escuelas aclinles. — I^or lo que toca al segundo, resolvú; ic contestase (|ue la l'niversidad, viendo elconqilclo abandono que se lia hecho en impre' sos i manuscritos de la nueva ortografía, ha tenido por conveniente no insistir enr ella. Por tanto creo que debe practicarse lo mismo en los establecimientos de educa"' cion para evitar los inconvenientes que con justicia representa- el señor Intendente der Coquimlx), de lá falta do uniformidad a este respecto en la enseñanza.- En segundo lugar se dio cuenta de otros cinco oficios del mismo 3Iinistcrio ; por el primero de los cuales se comunica un supremo decreto que aprueba |el nombra* miento hecho por el Intendente de Colchagua de doña Dominga Bilbao de Diaz par-^ Directora del Colejio de niñas de Curicó. Debiendo considerai’se por este decreto re. suelto el asunto de la st-paracion del propio cargo de Directora, efectuada en doña Cármen Arias Molina, el Consejo acordó se pusiese en noticia de la Inspección de educación de aquel departamento, que tantas veces ha reclamado con este motivo, dlciéndole que se ha heclro lo posible en apoyo de esos reclamos , i que es de presu- mir haya tcnidV) el Gobierno fuertes razones para proceder de este modo. — I siendo llegado el caso de resolver sobre la renuncia que han interpuesto de sus cargos loS‘ miembros de- la referida Inspección, se determinó decirles al mismo tiempo que al Consejo le seria sobremanera'sensiblc que la instrucción pública perdiese protectores tan zelüsos como ellos, i que lautos servicios la han prestado, por cuya razón espcr;r (j,uc tendrán a bien no insistir en esa renuncia. Por el segundo oficio se acompaña, para que el Consojo informe, una solicitud ele. vada al Supremo Gobierno por don Federico Aldunale i Palacios , sobre que se lo admita a la práctica de agrimensor, con la circunstancia de haber hecho algunos de sus estudios en un Colejio de ¡N’orle América. — Se mandó pasar en informe al señor Decano de Matemáticas. Por el tercero se participa haberse decretado, en virtud de la corrcspcndicnle rece* mendacion del Consejo, el establecimiento de una escuela de primeras letras en el lugar Hoco, del Departamento de Quillota, mandádose una colección de libros par-* a<[iiellas escuelas por conduelo del señor Intendente de ^ al[) iraiso, i pedidose noticia de la edad que tenga el niño iVicolas Eslai para ver si, conforme al lleglamenlo do la Kscuela Normal, puede ser admitido como alumno de niimero de este eslablcei- inicnlo. — Se mandó transmitir conocimiento de este oficio a la Inspección de Quillo- ta, por el conduelo respectivo. Por el cuarto se acompaña la solicitud que ha elevado al Ministerio don José lí a llesteros proponiendo la impresión de una obra histórica sobre la revolución de la Independencia de Chile, que vendió al Gobierno i existe en la Biblioteca Nacional; a fin de que, nombrándose una comisión universitaria competente, (¡ue examine ese trabajo, so informe sobre la conveniencia de la publicación propuesta. Como varios miembros deí Cr)nsejo conocen esa obra, emitieron su juicio sobre ella en la sesi(»n, diciendo que, si bien juzgada I)ajo el aspecto de una historia, se echan en ella de menos varias de las cualidades que constituyen la perfección de los trabajos de este jémero, tiene un mérito no despreciable considerada como una cró- nica en que se relatan con bastante imparcialidad los sucesos de la guerra de mies. Ira independencia, se sacan a luz muchos pormenores importantes i por lo jenerap desconocidos, que merecen tanta mayor fe, cuanto que el autor, en su calidad de ofi- cial de los ejércitos españoles, fue testigo presencial de una gran parte de lo que re* fiero, i por último se inserta un considerable número de documentos orijinales de grande Ínteres, cuya recolección ha debiiio costar bastante Iraliajo i dilijcncia. A es- tas observaciones, que demuestran la conveniencia de la publicación, se agregó por algunos señores que e4 autor se encuentra cu la mayor escasez de fortuna, es padre •dc una numerosa familia, i le lia costado una enlormcdad el ímprobo trabajo que cíi su avanzada edad se tomó para la redacción de su escrito. Todas estas razones indujeron al Consejo a opinar: l.“ Que era escusado el nom- bramiento de la comisión que indica el señor Ministro, puesto que ya se tenia el jui- cio que ella pudiera haber emitido sobre la materia; i 2.® que es conveniente que el Gobierno estimule esa publicación, sobre todo cuando el autor limita su soli- citud a la suscripción por 300 ejemplares a la rustica, en el moderado precio de un peso cada uno. — Quedó pues acordado que desde luego se despachase en estos térmi- nos el informe pedido. Por el quinto oficio expresa el señor Ministro que el Gobierno ha estimado mui fundados los motivos que expone el señor Decano de la Facultad ele ¡Medicina para pretender que la incorporación solemne del miembro nombrado de esta Universidad^ don Pelegrin Martin, se haga ante el Consejo solamente en su primera sesión; moti- vos que se reducen a la dificultad que el electo lendria para recibirse con las solem- nidades ordinarias, cuando se ve en la precisión de restituirse sin pérdida de tiempo a Chillan, punto de su residencia, i donde son tanto mas necesarios sus servicios, cuanto que esa población i las circunvecinas carecen absolutamente de otros faculta- tivos de su clase; a todo lo cual se agrega haber ya leido el mismo individuo ante las Facultades de Medicina i Ciencias, en su última sesión, una memoria sobre el Cloro- formo con el designio de c{ue le sirviese para llenar la formalidad de esta naturaleza que los estatutos universitarios proscriben para las incorporaciones. Leída esta nota, el señor Decano de Medicina procedió a presentar a don Pelegrin ¡Martin al Consejo^ se le recibió la promesa de estilo, i el señor Rector le declaró incorporado en la Uni. versidad como miembro de la Facultad de Medicina. Continuóse dando cuenta: t.° De una nota del señor Decano de Teolojia, don José Ignacio Víctor Eizaguirre» con que acompaña para el archivo de la Universidad una obra suya en tres volúme- nes sobre la historia eclesiástica, politiza i literaria de Chile. El Consejo acordó se contestase al señor Decano dándole las debidas gracias por su obsequio, que hacen tan aprcciablc el señalado mérito de ejecución de la obra, las interesantes noticias con que ha enriquecido la historia del pais bajo los tres aspectos que abraza,! los sa- crificios de lodo jéncro que no ha economizado el autor para procurárselas: lodo lo cual le ha constituido, en concepto del Consejo, mui acreedor a la pública gratitud- 2. ® De una solicitud del profesor del Instituto, don José Basterrica, pidiéndose mande adoptar en los Colejios nacionales un tratado de aritmética elemental que acompaña, i que por encargo del Rector de aquel establecimiento, ha arreglado para el uso de los alumnos de las clases de humanidades i preparatorias de matemáticas. — Se mandó pasar en informe al señor Decano de Matemáticas. 3. ® De otra solicitud de don Teodoro Pideril, relativa a que en virtud de los litu- los de Doctor en ¡Medicina i Cirujia de la Universidad de Ilcidelberg, que presenta, se le admita al rendimiento de las pruebas necesarias para obtener el grado de Licen- ciado en la Facultad correspondiente de esta Universidad. Como del informe que ha emitido sobre esta petición el señor Decano de ¡Medicina resulte que el solicitante ha si'guido lodos los cursos que se exijen en Chile para el grado a que aspira, i aunque los de los ramos accesorios han durado un tiempo mas corto que el que aquise acos- tumbra, los de los principales han sido de una considerable cstension, a lodo lo cual se agrega el crédito europeo deque gozan los profesores de la Universidad do Hcidel. berg, el Consejo tuvo a bien declarar que la solicitud podía pasar al señor Decano respectivo para los efectos del Reglamento. Por úllimo se dió cuenta do una presentación de don Rafael A. Casanova, pidien- do se le permita rendir durante el tiempo de la práctica los exámenes de Jengrafi.« — 1-iS — i Cosmografin, únicos que le faltan de los re(|ucridos para el grado de Bacliillcr en Leyes, conliriéndoselc desde luego diclio grado. Satisfecho el Consejo de concurrir en el solicitante las mismas razones que Inii inducido a otorgar análogas dispensas en oíros casos, accedió a su petición mandando dar al cxpedienle el curso que corres- pondo. Con lo que fue levantada la sesión. SESION DEL 26 DE ABRIL DE Cal. Presidió el señor Rector i asistieron los señores Sazie, Corbea, Meneses, Blanco i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor Rector confirió el grado de Licenciado en INlcdicina a don Teodoro Piderit, i el de Bachiller en Leyes a don Domingo Pulido, don Eduardo NIontcs i don Rafael Antonio Casanova; a todos los cuales fueron entregados sus títulos. — En seguida se dió cuenta: 1. ° De una nota del .Ministerio de Instrucción pública trascribiendo un supremo decreto por el que se dispone que la Academia de beyes i práctica forense será en a- delanle clase del Instituto .Nacional, en que se enseñarán, a mas de la práctica del foro, los códigos c.speciales de marina, comercio, guerra i minas; i se nombra profesor de dicha clase al de derecho español i romano, Don Miguel María Güemes, con el sueldo anual de IfiOO pesos. 2. ” De una solicitud de don Crislóval Valdes, esponiendo que, sabedor de que el Gonsejo deseaba se trabajase un testo de jeografia aparente para las escuelas primari- as, ha escrito el que presenta, a fin que, si se encuentra adecuado, se proceda a su jmblicacion.— Se mandó pasar al señor Decano de Humanidades para que informe, oyendo a una comisión de su Facultad. De una petición de Don Guillermo Gotschalk, Licenciado en IMedicina i Cirujia de la Lniversitlul de Copenhague, relativa a que se le admita al rendimiento de las pruebas necesarias para obUner el pnqaio grado en la de Chile. — Hallándose aquella Lniversidad comprendida en el Supremo elecreto de 18 de Enero de 1848, el Conse- jo, previo el favorable informe del señor Decano respectivo, proveyó según se pide. 4.” De una solicitud de Don Eiirique Cood, relalÍTa 1.“ a (¡uc se le dispensen laS pruebas reipieridas para obtener el grado de Bachiller en Filosofía i Humanidades, declarándose válido para el mismo grado en las Facultades de Leyes i de Matemáticas el diploma de Candidalo en. iHlosofui i Letras por la Universidad de Bruselas, que presenta— i 2." a que se declaren igualmente válidos para obtener grados en la Fa‘- (‘ultad de Matemáticás los exámenes de ramos a dicha Facultad pertenecientes, que acredita haber rendido. — Se mandó pasar sucesivamente en informo a los señores De- canos de Humanidades i de Matemáticas. T)." De una solicitud de don Feilro León Gallo sobre que se le permita rendir du- rante el tiempo de la práctica el exámen de francés, (juc le falta, de los requeridos para obtener el grado de Bachiller en Leyes, confirit'ndosele desde luego dicho grado^ (4 uno no alega el solicitante ninguna razón especial para la gracia a que aspira, i se limita a espiaísar ipic no ha podido rendir dicho exámen durante el curso de sus es" tudioa, el Gmsejo, teniendo presente (]iie no ha acostumlirailo conceder tales dispen- sas sino resp 'cto de los ramos de jeografia, cosmografia i aritmética,! (|uesi empeza- se a estemh'rlas también al estudio (bd idioma estranjero que prescriben los estatutos — 1'i9— lUiivíTsitorios, porjnilicíu'ia nolablcrncnlc a la difusión de un conocimiento tan inle- resinle, creyó deber negarse a esta pclicion. Después de esto el señor Sazic hizo presente que los alumnos de los actuales cur- sos de Medicina no podrían recibir desde luego el grado de Bachilleren esa Facultad, parque no concluirán hasta el fin del presente año los ramos de palolojia interna * esterna necesarios al efecto. Entretanto, ellos están practicando desde ahora, i a la cnaclusion de esos estudios habrán hecho los dos años de práctica que previene la Ici. Por estas consideraciones proponia al Consejo hiciese respecto de ellos la misma declaración que por iguales motivos lia espedido ya con relación a los alumnos ante- riores, a saber; que ellos reciban el grado de Bachiller cuando hayan terminado lo'’ dos ramos que al presente estudian, valiéndoles para el grado de Licenciado la prác tica que desde ahora están haciendo.— Teniendo el Consejo en consideración la equi- dad de esta propuesta del señor Decano, i que aceptándola no se falta a la mente de* Lejislador, que al exijir dos años de intervalo entre el grado de Bachiller i el de Li* cenciado, únicamente ha querido asegurar una práctica de esa duración , espidió favor de los actuales alumnos-^de ¡Medicina la declaración pedida por el señor Sazie. Pasóse a continuación a examinar la nota con que el Secretario de la Junta de edu-^ cacio.i del Maulé ha acompañado los estados do la instrucción en aquella provincia. Por ella aparece haber hecho dicha instrucción en aquellos depártamenos varios progresos que se mencionan: i se advierten los inconvenientes que resultan de la fal" ta de concurrencia de los alumnos a las escuelas precisamente en la época de los exá ineucs anuales, porque siendo cst s cnli délas cosechas, la pobreza de la ma" yor parle de los padres de familia, les obliga a retirar entónccs a. sus hijos para apro' , vccharsc de sus servicios. — A fin de obviar este mal, conciliando el interés de los pa* dres con cd aprovccinmienlo de sus hijos, propone la conveniencia de fijar el tiempo de vacaciones en el de las cosedlas, anticipando competentemente los exámenes, * modificando en esta parte el Reglamento acordado por aquella Junta de educación i aprobado por el Consejo. Se deberla dejar a la referida Junta la facultad discrecio- nal de doler. ninar tales épocas segnn los departamentos i localidades, porque al paso que las cosedlas en el interior se realizan por Enero, se retardan hasta Febrero en los puntos inmediatos a la costa.— Igual medida seria aplicable a aquel colejio lite rario. A mas de lo que precede, se hace presente en el propio oficio que, remediada en Noviembre último por el Ministerio de Instrucción pública la absoluta falta de libro* competentes para la instrucción que se dejó sentir por algún tiempo en aquella pro- vincia, las cxijencias continuas de lodos sus departamentos han agotado los libros re- mitidos en aipiella oportunidad en mui breve tiempo, haciéndose ya sentir de nuevo su necesidad en algunos puntos , especialmente del Caiecisino de ¡Moral Cristiana* Este libro se necesita sobra lodo en cd Colejio literario, donde su absoluta falta ha obligado al profesor de Bclijion a seguir en su curso la obra del señor García i otro* autores no designados por el Consejo, que exijen en los alumnos alguna preparación para su debida intelijencia. Pide pues para el mejor arreglo i uniformidad de la en- scñinza en este ramo, que influya el Consejo a fin que el Supremo Gobierno verifi- que una nueva remisión de ejemplares del Caleeismo de Caprara. Fül Consejo aeordó con respecto a estas varias indicaciones: I.® que se manifestase a la Junta de educación del Maulé cuán satisfactorios le han sido los progresos que se anuncia ha!)cr hecho la instrucción pública en aquellos departamentos. — 2.® Que se recomiende al Supremo Gobierno la propuesta de la misma Junta sobre que se 1* facidte ¡lara designai' las épocas en qué han de tener lugar en aquellas escuelas i co- h jio liti iairio los exámenes i vacaciones anuales: agregando que, como se dejan senlii' cu la mayor parte de las domas provincias de la República los mismos inconvenicir — 150 — los que a osle rcspeclo se señalan en cuanto a [la dcl lUaulc, el Consejo croe que í,a eslension a esas provincias de la medida indicada, produciria un considerable beneíi- cio a la inslruccion, disminuyendo la falla de concurrencia de los educandos. — 3.” Que igual recomendación se practique respecto de la nueva remisión de libros ade- cuados para la instrucción primaria, (jiie necesitan las escuelas del iUaule, indicando que convendria substituir el Catecismo de Caprara que se pide, por el recientemente dado a luz en esta capital por el Padre Beniles, que se ha mrndado adoptar por el Supremo Gohicruo i realmente lo está en el dia en las clases de Ilelijion del Institu- to .Nacional. Terminado este asunto, se manifestó la necesidad de proceder a componer el cielo raso de la Sala de sesiones del Consejo, cuyo estucado, rolo en varias parles por el fuerte temblor del presente mes, amenaza desprenderse a un mediano remezón, suce- diendo otro tanto con el que cubre la escala. Convencido el Consejo de que para efectuar una compostura sólida, es indispensable substituir a dicho estuque el enta- blado, encirgó se viese a un artesano que formase un presupuesto dcl importe que tendrá dicho trabajo. Con lo que fué levantada la sesión. I DEL ACADEMIA DE LEYES T PRÁCTICA FORENSE, Santiago, Abril 23 de 1851. Teniendo en considcr.icion: l.° Que para dar teda la eslension que requieren los conocimientos profesionales del abogado chileno, es preciso que en el Instituto Nacional haya clases en que se enseñen los códigos de minas, de marina, de comercio i de guerra; 5.0 Que el estudio de los espresados códigos puede hacerse en el termino de dos años; 3.0 Que este tiempo es excesivamente largo para solo el aprendizaje de la práctica forense, mucho mas si se atiende a que los alumnos de este ramo solo tienen dos cía. ses por semana; 4.0 Que habiendo clases diarias en los dichos dos años de práctica, se puede estu- diar ésta, i al mismo tiempo hacerse el estudio do los códigos especiales a que alude el considerando segundo; 5.® Que por este arbitrio no se alarga el plazo en que los abogados pueden con. cluir su carrera de aprendizaje, al mismo tiempo que ésta se hace con mayor perfec- ción i mas completa; 0.® ()uc por el lleglamento de la Academia,Jsubsistentc hasta ahora en cuanto alas — 152— erogaciones que deben hacer los que cursan práctica l'orensc, se ¡eslableco que Ji.i guen ciertas asignaciones; 7.” Que es necesario buscar fondos para el honorario del profesor, sin un gravé men insoportable a los ingresos del Instituto IVacional: He acordado i decreto: Art.° l.“ La Academia de Leyes i prédica forense seré en adelante clase del Irst tuto A'acional, en que se cnseñarén, a mas de la práctica del foro, los códigos espe- ciales de marina, comercio, guerra i minas. Art.° 2.“ Los actuales alumnos de la Academia deberán incorporarse en dicha cla- se para concluir en ella el tiempo que les falle. Art.o 3.° Los alumnos de que trata el artículo anterior i los que se incorporasen en adelante, pagarán al Tesorero del Instituto Nacionaldos pesos el dia l.° de junio i otros dos pesos el l.“ de diciembre de cada año, como está dispuesto por el regla- mento espedido en 9 de agosto de I83i, vijente en esta parte. Art.o 4.° Los alumnos de nueva incorporación pagarán al mismo Tesorero, al in- corporarse, i pesos, como está dispuesto por el reglamento citado en el anterior arti. culo. Art.” 5.° Los fondos pertenecientes a la Academia se entregarán al Tesorero del Instituto Nacional. Art.o 0-“ Los libros i muebles se entregarán también, bajo inventario, al profesor de la clase de práctica, minas, guerra, comercio i marina , para que reservando los que juzgue necesario, enajene los restantes i entregue su producto al Tesorero del Instituto Nacional, quien cancelará el inventario en cuanto a éstos. Art.“ 7.° El profesor de práctica forense, minas, comercio, guerra i marina tendrá derecho a premio según lo establecido en decreto de 14 de enero de 1845. Art." 8.° Nómbrase profesor de práctica forense i códigos especiales de comcrc’o, minas, marina i guerra al abogado i profesor de derecho español i romano, don Uli- guel Maria Güemes, con la asignación anual de 1,G00 pesos, pagaderos en mesadas. Art.® 9.® Se autoriza a dicho profesor para ([ue por ahora establezca en los ramos sujetos a su enseñanza, el réjimenT arreglos que mas conduzcan al mayor aprovecha- miento de los alumnos. Tómese razón, trascríbase a quienes corresponda i publiquese. — Bulnes.— il/úat- mo Miijica. FACULTADES DE llEDIClíiA CONSIDERACIONES IIÍJIENICAS sobre el presente vera- no i su i)7 fluencia e?i algunas enfermedades i sobre los granos i legumbres. Resumen del phm curativo observado eii al gimas eiifermedades dcl Hospital de San Juan de Dios. Memoria lei- ' da por DON francisco javier tocornal. Mui grato rae es, señores, no tener que anunciaros ahora la aparición entre nosotros de algunas de esas epidemias que diezman las poblaciones donde se presentan, i me complazco altamente en haceros presente que la salubridad de Santiago ha ganado mucho comparativamente con otros años. El presente verano notable por su benigni* dad^ i algunas mejoras hijiénicas han disminuido considerablemente el número de enfermedades. Ojalá que nuestras autoridades no desmayen en su celo por la cstin- - don de las causas deletéreas que tanto hacen sufrir a los habitantes de esta ciudad, i que sea para ellas un nuevd motivo de empeño el conocer los buenos resultados que lian producido algunas medidas parciales adoptadas en beneficio de la población. Cúmplenos el deber de estudiar el oríjen de los males i jic indicar todo aquello que pueda contribuir a remediarlos, i para llenar en parte este encargo, voi a esponer mis observaciones sobre el presente verano, aprovechándome también de esta oportunidad para ocupar vuestra atención con el método curativo que he observado en algunas enfermedades en mis salas dcl Hospital de San Juan de Dios. El verano actual ha presentado algunas particularidades dignas de notarse: el ca- lor ha sido ménos sostenido que otras veces, interrumpido por lluvias eléctricas, q •21 anormales, en casi todos los meses. Gracias a b eonlinuada renovación de la alimis- fera, el número de las enrermedades endémicas propias del tiempo ha sido menos. Pe- ro en lugar de las liebres, disenterias, etc. una intluencia catarral ha prevalecido c» ¡os meses de diciembre i enero, habiendo sido también frecuentes las bronquitis, pleuritis, neumonias, reumatismos, i una enfermedad de un orden particular, laí locu-> ra, sobre la cual llamaré mas adelante vuestra atención. Aunque debemos congratularnos por el buen estado de salubridad, ño puedo me- nos que llamar vuestra atención sobre un mal que producirá mas adelante efectos la- mentables sino so trata de prevenirlos en tiempo. Las mismas variaciones atmosféri- cas del verano actual, a cansccuencia de las frecuentes lluvias, si bien han ejercido una inlluencia favorable en la salud, han dado lugar, por otra parte, al desarrollo de jérmenes nocivos en las sustancias destinadas a nuestro alimento. La continuada in- terrupción del calor no ha permitido que los granos i legumbres adquieran toda su madurez, i si se toma en cuenta la humedad que han tomado nuestros trigos al tiem. po de la cosecha, i las ningunas precauciones que se adoptan para guardarlos será d'e temer que mas larde se bagan sentir sus malos efectos en la salubridad pública. Las alteraciones que esperimentan las legumbres i los granos de que hacemos uso ejercen grande influencia sobre nosotros por las enfermedades a que pueden dar lugar. Coil este motivo he consultado una obra interesante publicada a tiñes de 1849 sóbrela in- vestigación de las causas de epitíemia i de Episotia escrito por M. Plasse médico veterina- rio en la ciudad de Niorl en Francia. Esta obra, fruto de treinta años de observaciones, llena de novedades, de comprobantes, i de aplicaciones prácticas, es de grande Ínte- res para nosotros, por la frecuencia con que se presentan las enfermedades en los ani- males, i los estados epidémicos que observamos. Su lectura interesa a todos los ma- jislrados, a los médicos, a los hacendados, etc. Según el autor una de las causas prin- cipales de algunasde las enfermedades epidémicas es la alteración de los alimentos por la formación o desarrollo de los hondos microscópicos que introducidos en la or. ginizacion dan lugar a las eiilérmcdades. lín los años como el presente, en que el cdor In sido interrumpido por humedaiics i variaciones de temperatura, el desarro- llo de estos hongos se ha manifestado. El polvillo no es otra cosa sino una pequeña planta de esta misma familia que lo contrae el trigo durante su desarrollo. Ahora pues no sohimentc en esta época sobreviene urr jérmen de estos sino también despucs de la cosedla guardado en los depósitos destinados para el consumo, si es que con. serva humedades, o si está privado de la luz i espuesto a una temperatura elevada, sucediendo lo mismo con los demas granos de que hacemos uso. Estas consideracio- nes ha tenido presente el autor citado para recomendar como uno de los principales cuidados de la autoridad la inspección de lodos los graneros o depósitos, para cerciorarse sobre si se encuentran, o no, en el verdadero estado en que deben servir para el con- sumo público. En todos tiempos los malos alinurntos, las frutas inmaturas, o los gra- nos i legumbres que hayan sufrido alguna peste durante su desarrollo, han hecho sen* lir sus efectos nocivos en la salubridad humana. Por eso es que desde el pueblo csco- jido de Dios hasta nuestros dias, en todas las naciones civilizadas, siempre ha estado bajo la inspoícion i exámen de l — rn el mes pasado i en el actual, hemos tenido en el Hospital de San Juan de Dios la mitad del número de enfermos que en otras veces, sin que en las afecciones catarra- les, reumatismos etc. que han reemplazado a las üehres i disenterias se haya notado un carácter de gravedad. JIucho habrá influido en la buena salud la mejora en la pre- para-ion del pan i la medida laudable de hacer venir hasta la ciudad el agua pura del Mapocho preferible a la del Maipo. En esta parte me complazco en felicitar a to- dos los promovedores de una mejora tan útil i provechosa. El liquido destinado por la naturaleza para la bel)ida del hombre debe contener las cualidades físicas i quí- micas que le hagan potable, i comparando el agua del Maipo con la del ¡Hapocho, es- ta última es mas clara, tiene menos principios de composición i por lo mismo mas adoptable a nuestra salud. Ya que son conocidas del público las ventajas de un verano mas suave i benigno , convendría poner de nuestra parle todo lo posible para gozar en lo sucesivo de igual beneficio. La tierra i el clima están sujetos al dominio del hombre, i asi como la pri- mera puede ser adoptada para los usos que se quiera, el último es suceptiblc de me* jurarse con solo la constancia en realizar las indicaciones de la esperiencia. Ejemplo de esto es el Ejipto, ese pais tradicional por sus plagas, enfermedades i hambrunas, convertido ahora en una nación salubre i rica en producciones de todo jénero, mer- <-ed a los esfuerzos de un hombre acreedor ya por muchos títulos al reconocimiento de la posteridad. La atmósfera del Ejipto i el aspecto de lodo el pais ha cambiado completamente desde que Mehemcl-Ali ha hecho cultivar algunos millones de ár- boles que con sus exhalaciones i absorciones han mejorado el aire hasta c! punto de obtener continuadas lluvias en los terrenos que jamas habían sido humedecidos por el cielo. Ojalá pues que nuestras autoridades tomaran un decidido empeño en la plan- tación de arbolados en las inmediaciones de esta ciudad, para conseguir de este mo- do una atmósfera mas pura, mas suceplible de renovarse, i que neutralizara en parte la delolére 1 inlluencia de' las exhalaciones de nuestras acequias, pantanos i laníos otros lugures donde , depositadas las sustancias orgánicas c inorgánicas, entran en descomposición. Del estad) actual de salubridad en Santiago, me creo autorizado para inferir que no es de temer por ahora la repentina aparición de la enfermedad del cólera-morbo- El luminoso informe trabajado sobre esta epidemia por la junta de sanidad de Lón- dres i publicado recién temen lo en el periódico oficial «El Araucano» nos ha rccorda-^ do que el cólera siempre se ha hecho preceder en los lugares que ha visitado por a- mincins si-guros, como cierto estado atmosférico, o por algunas enfermedades que ic sirven de mensajeros i que aparecen ya en nosotros como la diarrea i otras , o ya en los animales. Pero aunque no es mui de temer la repentina aparición del cólera , i aunque habría tiempo para adoptar algunas precauciones, la prudencia aconseja re- mover desde luego todas aquellas causas que conlribuirian a hacerlo mas espantoso. A mas de las indicaciones que be insinuado convendría también la -pronta eslincion de lodos los lagunatos i pantanos i la designación de determinados puntos preparados al intento para el depósito de las basuras a fin de impedir las exhalaciones pútridas que tanto empeoran nuestra atmósfera. Aainque ha sido venlajoso para Santiago el presente verano, como ha habido una considerable disminución délos vientos, la ciudad de Valparaíso ha tenido que sufrir su falta, habiendo sido en ésa ciudad mayor el número de casos que han iineslo en «cuidado a sus médicos. La disposición de esa población en qiiebradas 'eslrecbas , con zanjas i desigualdades en muehos puntos, donde las sustancias orgánicas c inorgáni- cas entran en descomposición da lugar a estados deletéreos que favorecen siempre el desarrollo de cualquiera enfermedad que aparezca. Pasando ahora a ocupar vuestra atención sobre el plan curativo que he observado eh algunas onfermedailes ilel liospital, debo preveniros que no es mi ánimo presenla- ros una relación detallada de cada una de ellas, sino únicamente el de someter a vuestra consideración un resúinen del método que me ha proporcionado mejores re- sultados. ' DISENTERIA. — En la curación de esta enfermedad conviene tener presente las causas que han dado lugar a su producciom Casi puede asegurarse que esta enferme- dad reina en muchas de las poblaciones de la República de un modo endémico; pero su mayor frecuencia es en la estación del calor. El predominio que observamos del aparato hepático tiene gran parle en su producción i sirve para diferenciarla de la disenteria de algunos puntos de Europa. El método curativo varia mucho según las circunstancias particulares de cada enfermo. Si sustancias indijestas han dado logara la enfermedad el uso de purgantes suaves como los olcajinosos están indicados; pero el tratamiento mas adecuado a la naturaleza palolójica de ella es, o el antidojistico o el mercurial. En el tratamiento anlifíojistico se comprenden las sangrias, las sangui- juelas i la infusión de hipecacúana administrada en difet-etiles dosis según las circuns- tancias. A los adultos puede dárseles desde medio grano hasta ocho o diez, o sola o en combinación con el calomelano i eí opio. Én el estado inílamálorio cuando existe dolor en la cavidad abdominal, liebre, evacuaciones sanguinolentas etc.- cl,uso de la lií- pecacuana en las dé)sis indicadas es la medicina mas efitaz qüe se puede emplear. Las mui repelidas curaciones que he hed»o me obligan d aconsejar su uso taúto interior como en forma de lavativas mezcíadas estas con acetato de plomo i opio. Siendo la aplicación sostenida del plan anlillojíslico uno dé los medios principales de curación de esta grave enfermedad se debe insistir en él hasta conseguir una teíaninacion fa* vorable. El plan mercurial administrado en la dosis de dos o mas granos, con iguales carí- íidades de hipecacúana i opio es otro de los medios mas poderosos que pueden usar- se, acompañado exleriormenle de unciones repelidas del ungüento mercurial. En í.-j jcncralidad de los casos i estando la enfermedad acompañada de un desorden hepáti- co es el remedio mas ventajoso. He observado (jue este método de curación tiene m is aplicación entre nosotros, i es el mismo, poco mas o méhos, que se practica en la India, en las colonias francesas i en lodos los puPlos donde reina esta enfermedad. Respecto de las causas debo decir que considero como algunas de ellas las variacio- nes de temperatura i los excesos en las frutas. En la patolojia de la enfermedad hai Un beclio que no puedo pasar en silencio^ tal es el de 1 is membranas (pie se arrojan con las evacuaciones o separadamente. Importa saj¿er si esta membrana es de la ni- turalcza de las que se forman en los Conductos aéreos, es decir una membrana de nueva formación, seudo-membrana, o membrana falsa, o es la misma inembraná mus- cosa esfoliada por efecto de la inllamacion : esto es lo que parece probable i lo ItC justiticado con mis repelidas observaciones^ La membrana que se pre.senta en los ca- .sos de firinjitis, larinjitis etc. es homnjénea, compacta, sin organización, tiene el as- pecto como de un p,ng imino: es una linfa masoménos coiulensida. La membrana de la disenteria manitiesla a la simple vista su diferencia: es organizada felposa, hai ra- inilicaciones vasculares, i se ven las criptas mucosas o glándulas* C.ida vez ipie se Ir* arroj.ado alguna porción se observa en li aulopsii la estencion i el lugir de donde ha salido. IM. Rretomenu, ijue es uno de los que se batí ocupado mas en estas in vestiga- ciones, dice que los intestinos forman excepción respecto de la formación de filsas membranas. Como un tiecho de importancia he insistido sobre este punto. Paso ahora a algunas consideraciones sobre el reumatismo. Esta enfermedad ataca a personas do lod.i clase de temperamentos, se presenta las mas veces en un eslado agudo sin estar acompafnulo de lodos los sinlomas que caracterizan la inllamacion Común, teniendo j)or consiguiente particularidades que lo dihrencian. Las causas mns comunes de su Irccucncia son las variaciones atmosféricas i la residencia en íia' Ijilacioncs con poca luz, bajas i húmedas. Respecto del plan curativo, el que he observado mas útil eii esta dolorosa enfermedad es el antiflojistico , tales coraoRaS sangrías, las sanguijuelas, aplicadas repetidas veces a los puntos adoloridos, el lárta* ro emético, el nitro etc. Cuando el estado febril ha disminuido, i los dolores depen- den de alguna complicación interior, como un estado saburral del estomago, o algún desarreglo del aparato hepático, las preparaciones mercuriales están indicadas. Para Conseguir la resolución del edema de las articulaciones el ungüento mercurial con belladona es el mejor remedio. En muchos otros casos un plan sudorilico produce imii buenos resultados. La biperlroíia del corazón, siendo una de las enfermedades que ha aumentado mas en estos últimos años., ha llamado mi ate'ncion en la investigación de las causas, i del mejor método curativo indicadOi En la enumeración de las primeras debemos po* Ucr la topografía del lugar, las variaciones atmosféricas, la frecuencia del reumatismo, las causas morales i el uso excesivo do las-bebidas espirituosasi Pitíol'^jía de esta enfermedad.— las mui repelidas disecciones que he hecho en esta enfermedad he tenido ocasión de encontrar alteraciones orgánicas mui variadas; diferencias en el peso, en |el volúmen, en el espesor de las paredes, ya en las del la- do derecho, ya en las del lado izquierdo, desde ocho diez i mas Jlineas; ocificaciones i estrecheces de los orificios i en las cavidades i otras veces dilataciones considerables. Su curación. Aun cuando es una enfermedad de tanta gravedad i que casi siempre se sobrepone a los medios medicinales, sin embargo, atendida desde el principio, pue- de paralizarse i disminuir en su progreso. Los medios curativos mas encrjicos para conseguir estos resultados son la sangría i la dijitah La primera obra disminuyendo el estimulo del corazón i por consiguiente el principio nutritivo. La segunda obra calmando la acción aumentada de la circulación i del sistema nervioso: es el narcóti- co del corazón, como lo es el opio del cerebro. Sin querer entrar en la clasificación de esta enfermedad no puedo menos de hace* ros presente que, para prescribir los medios curativos ha de tomarse en cuenta la mayor o menor actividad coii que rcprcsente¡ A veces la enfermedad depende de un estado nervioso o clorótico del sistema, i exijo medicinas mui distintas, como los f'- rrujinosos etc. Cuando la irritabilidad del estómago no permite la ddinision de medicamentos, i que la hipertrofia, siendo avanzada,, ha dado lugar a edema de las estremidades i de las cavidades torácica i abdominal, el uso de los polvos de dijila por el método endémico, después de la aplicación de un vejigatorio sobre la rejion del corazón i aumentando la dósis de dia en dia, obra conciliando la tranquilidad del enfermo i promoviendo la diurécis. Estas mismas aplicaciones endémicas del sulfato de quinina en los tifus, i del ace* lato de morfina sobre las parles adoloridas, en el reumatismo son mui ventajosas: la* les son los medios curativos de cuya aplicación práctica he obtenido mejores resulta- dos. ^'oi a llamar ahora vuestra atcncioii sobre la enfermedad de la locura que ha apa- recido en este verano con mas frecuencia que anteriormente i sobre la cual he teni- do odio casos cu las salas del Hospital. í.os excesivos fríos i calores pueden aumenta*’ el número de esta clase de enfermos i por esto es de necesidad pensar des* de luego en la formación de un establecimiento aparte donde sean curadas estas per- sonas desgraciadas que han perdido el atributo mas noble concedido por el Creador* En las capitales de Europa se cura una gran parle de estos infelices merced al mé* lodo observado en los buenos establecimientos que alli se sostienen. Considero que entre nosotros las personas que han experimentado algún grado dé perturbación cerebral, ya .sea inania, moniAuania, demencia, etc. quedando en cl.se no de sus f iinilias, a la vista de aquellas personas que tal vez han iuíluido en el tras- torno de su intelijencia, en lugar de curarse se exasperan, i esto se evitaría con la formación de un estahleciniicnto por separado, donde la curación se conciliase con ol aislamiento, es decir con la privación de los objetos esteriores i principalmente de aquellas causas que han podido inlluir en el desarrollo de la enfermendad. La l'altade re- cursos, la contrariedad de los proyectos o miras particulares por una educación exa jerada o mal dirijida, la vida melancólica de las provincias i campos, la poca educa- ción i los excesos en el método de vida pueden dar lugar a esta enfermedad; i como lejos de disminuir mas bien aumentan los casos se lijce cada dia mas necesaria la formación de un establecimiento especial. /iV FORMES de las comisiones fiambradas por las Facultades de la Universidad para presenciar los exámenes públicos del últi- mo año escolar. FACULTAD DE TEOLOJIA. SanliagOf enero 9 de Í85I . Por comisión de V. he asistido a los exámenes de fundamentos de la fe, historia Sagrada i eclesiástica dados en el Instituto Nacional en los dias prevenidos en su no- ta de Diciembre último, i los alumnos que han rendido exámen, han contestado sa- tisfactoriamente, han dado solución competente a cada una de las dificultades pro, puestas, han presentado una prueba de aplicación i aptitud de su parte, de celo i Luei^ na dirección del profesor, i de orden del establecimiento. Dios guarde a V. Ramón Valentín García. Señor Decano de la Facultad de Teolojia. y Santiago, enero 17 de 18o1 . V Nombrado por V. para asistir a los exámenes de Catecismo queso rinden en el Ins- tituto Nacional, he cumplido con el deber examinando los dias señalados en la nota — IfiO— qno se sirvió dirijirmc: por eslc medio lic conocido un aprovcciininionlo mas cpic rc- Sular en los nluinnos que llevan esta clase, cuyo resultado |>ongo en su noticia como me lo previene. ' Dios guarde a V. J'V. Joaquín Haccsf, Seíior Dr. D. José .Miguel Arislcgui Decano de la Facultad de Teolojia. FACULTAD Di: LFYFS. Santiago, mago 22 de í85í . En uno de los dias designados para los exámenes de Derecho Canónico en el Insr Ututo N^acional, pude concurrir a virtud de la nota de Y.', i en los que presencié, no pude ménos que complacerme, al observar el notable adelantamiento de los jóve- nes en el estudio de tan interesante ramo de jurisprudencia. La csplicacion de cual- quiera materia de- las instituciones canónicas la hadan con tal claridad, que manifes- taban estar encarnados en aquella juventud los mejores principios i máximas de la ciencia. Asi era también la facilidad para disolver las dificultades que se propo nian. En medio de aquellos actos se notaban, en los señores examinadores, demos- traciones mui esplicitas de aprobación, i aplausos. Las instituciones canónicas del Reverendo Obispo de Ancuíl merecen de justicia un tributo de reconocimiento. Al método, i abundancia de doctrinas que contienen, deberá siempre la nación i la iglesia la ostensión de luces que se advierte ya en los alujnnos dedicados a una parte tan esencial de la jurisprudencia. Es cuanto puedo informar a Y. . Dios guarde a V. Pedro J. pcnuutdcz Recio. Señor Dr. 1). Juan Francisco l ¡Meneses Decano de la Facul-f tad de Leyes i Ciencias poli ti- í cas, ) Suniiíujo, jiuiiu 2 de Í851. Los seis alumnos de Derecho Canónico que únicamente por mis ocupaciones pude ver examinar eiii el Instituto Nacional, se desempeñaron con bastante ^cspedicion , i manifestaron un aprovechamiento satisfactorio. Poi(|ue V. presenció también dichos exámenes habia creído escusado darle cuenta inmediatamente, como debi hacerlo. Dios guaide a V. Manuel J. Cerda. Señor Dccauo de la Facultad ♦le Leyes i C/iencias políticas. Sanliago, jiiniu 2 de ¡85í . En cumplimiento de la comisión que se sirvió V. conferirme, presencié los exáme- nes de Derecho de Jentcs que se dieron en el Instituto Nacional los dias 13, t i i 15 de Enero último, i puedo asegurar a V. que. me fue mui satisfactorio ver pruebas inequívocas del adelantamiento de los jóvenes. Dios guarde a \ . muchos años. Pedro F. Lira. Al señor Decano de la Facultad de Leyes i (delicias políticas. Sanliufjo, juuiu 2 de 1851. En desempeño de la comisión que V. se sirvió conferirme, asistí el 30 de Di- ciembre último a los exámenes de Derecho (ovil que se rindieron en el Instituto Na- cional en esc día, i nada encontré digno de trasmitirse al conocimiento del señor De- cano. Dios guarde a V. Al señor Decano de la i Facultad de la'ves i (acucias políticas. i (¡abrid Ocampo. Sanliago, junio G de 1851. Cumpliendo con la comisión que V. se sirvió darme, presencié los'cxámcncs de Dere- cho Natural que a fines del pasado año escolar se rindieron en el Instituto Nacional. Todos ellos fueron dados por alumnos de fuera del establecimiento, i en obsequio de la verdad debo decir que no me dejaron na'da satisfecho. Observé en los examinan- dos aípiclla superficialidad i poca instrucción propias de un estudio hecho mas para dar exámen (jue ji.ira poseer la materia que se estudia. Dios guarde a V. ,\1^ señor Decano de Leyes. Miíjud M. Güemes. r * San llago ,maijo 30 de ÍSoí . La comisión de esta Facultad nombrada para presenciar los exámenes de los estu- dios médicos del Instituto Nacional en el último año, compuesta de tos señores I\Iiem- bros don Emilio Veillon, don Ildefonso Raventos i don Joaquín Noguera, ha informa- do sobre su resultado en la forma siguiente: «Los miembros de la Facultad comisionados para presenciar los exámenes del Ins- tituto Nacional en losáramos de iJIedicina, han visto con satisfacción los progresos que han manifestado los jóvenes educandos al íin del presente año escolar. Han asis- tido a las pruebas a que se ha sujetado a los alumnos en los exámenes de Anatomía, Fisiolojia, Patolojia interna i externa i Terapéutica. Los conocimientos adquiridos en estas materias revelaron a la comisión, de parte de los alumnos, la intelijencia i a- plicacion necesaria para cumplir con la tarca dificil i larga que han emprendido; i de parte de los profesores la buena dirección que saben dar a los estudios. Es mui satisfactorio también para la Comisión hacer constar. el empeño i emulación que rei- na entre los jovenes estudiantes. Esta nuble rivalidad es la mejor garantía de sus buenos sucesos. Los alumnos de hoi deben guardar con orgullo esta tradición de sus predecesores en la Escuela de iMcdicina de Santiago, para como ellos llegar al térmi- no de su carrera científica con honor para si mismos i para su patria. Dígnese U. S. trasmitir al Consejo de la Universidad el juicio (jue hemos formado al de.scmpeñar la Comisión con que se sirvió favorecernos.» Tengo el honor de trascribirlo a U.S. en contestación a su oficio del t i del actual. Dios guarde a II. S. Lorenzo Sazie. Al señor Rector de la Universidad, Los miembros de la Vnivcrsidad de Clülc que suscriben, nombrados en comisión para presenciar los exámenes jenerales de los ramos perlenecientes a la Facullad de (Ciencias Matemáticas i físicas rendidos en el Instituto Nacional, tienen la satisfacción de elevar al superior conocimiento del honorable Consejo de la l'niversidad que asis- tieron a todos los que se celebraron en dicho establecimiento concernientes a la es- presada Facultad, en el orden siguiente; — Kn 19 de diciembre de 1850; Exámen de Jeometria de las tres dimensiones; rin- dieron exámen siete internos i nueve estemos, todos alumnos del Instituto. Kn 23 de diciembre de 1850. Exámenes de Jeometria descriptiva trece; En 2 '( de idem. Exámenes de idem nueve. En 23 de idem. Exámenes de varios ramos once; T)e Jeometria el Colejio del señor Romo cuatro. En 30 de idem. Exámenes de .Teometria i Trigonometría rectilínea siete; I lem del Colejio del señor Guillou, de Jeometria, cuatro; Idem de idem idem Jeometria analítica tres. En 7 de enero de 851. Exámenes de Física esperimental elemental seis; En 8 de idem. Exámenes de idem cinco; En II de enero de 1851. Exámenes de Física csperinicntal cienlífica once. l'Ji 13 de idem. Exámenes de Topografia doce. l'bi I i de idem. Exámenes de idem quince; En 15de|idem. Exámenes ilc (piimica mineral catorce. Idem idem de qiiimicá nrgánica uno. En H) do idem. INámenes de l'isica esperimental elemenlal veinticinco. En 17 de idem. Exámenes de Osmografia diez i seis; En 18 de idem. Exáim iies de l^slática seis. -1C5- tín casi la lotalidaii de los examinandos notaron con satisfacción, claridad en la esposicion de las doclfinas sobre que fueron cuestionados, prontitud en las contesta- ciones, i rigurosa exactitud en las verdades demostradas, cualidades que liacen el competente elojio de los exámenes rendidos en el último año escolar. Es cuanto la comisión tiene que decir en desempeño de su encargo.— Santiago, ju- bo 11 de 1851. Andrés Antonio de Corlea. tfinacio Domeylco. La (Comisión de la Facultad de Ciencias matemáticas i físicas de la Universidad de Chile, nombrada para presenciar los exámenes de la Academia Militar, tiene la com- placencia de elevar al superior conocimiento del Consejo Universitario que el dia 7 de Enero de 1851, vió con satisfacción el exámen de fAritmélica de un cabo i el de Aljebra de ocho cadetes: en 8 del mismo mes -i año los miembros de la comisión que suscriben hicieron varias preguntas a los nueve Cadetes que se examinaron de Jcomc- Iria ¡ Trigonometría rcctilinca, que fueron contestadas con pronta i rigurosa exacti- tud por todos ellos, con excepción de uno solo que no manifestó tanta espcdicion: en 9 del mes i año mencionado, presenciaron el exámen de Jeometria i Trigonome- tría rectilínea de un cadete: el de Cosmografía Naútica, Uranografía i Trigonometría esférica de cinco cadetes i el de Jeometria de dos cabos, que todos dieron pruebas positivas de sus progresos en los mencionados ramos. Se presentaron también a su exámen varios cuadros de paisaje i dibujo topográfi- co hechos por los alumnos, i vieron con satisfacción, limpieza, corrección i exactitud en los primeros, delicadeza, observancia de los principios establecidos i suavidad en las tintas de los segundos. Notó también la Comisión que los métodos de enseñanza habían sufrido notables mejoras, lo que sin duda ninguna es debido al celo de sn distinguido director i a la contracción de los profesores. Es cuanto la Comisión tiene que esponcr al honorable Consejo Universitario en de- sempeño de su encargo.— Santiago, julio 11 do 1851. Andrés Antonio de Corlea. Ignacio Domeylo. Sa¡UÍagn,maijo 16 de iS5l. Por acuerdo de la Facultad que presido, había pedido sus informes a algunos de los ifiicmbrus comisionados para asistir a los exámenes del último año escolar. Ha- biéndolos recibido los remito a l'.S. en contestación a su nota de 14 del corriente. Entre ellos notará U. S. que faltan los relativos al Seminario Conciliar, i a las clases de fdosofía e ingles del Instituto, i esto defecto procede do babor fallecido el sefioC don j>Iiguel de la líarra tpie se encargó ,de inspeccionar los primeros, i de la ausenci<'^ de esta Capital de don Cárlos Helio encargado de concurrir a los segundos. Si se re- cibiese contestación do este último al oficio que se le ba dirijido, lo remitiré a U. S. oportunamente. Dios guarde a^U. S. Ventura Blanco Encalada. Al señor Rector]_de la Universidad. Santiago 16 de 1861. Mui señor mioí !Me apresuro a contestar a la carta que V. me hizo el honor de escribirme el 14 del presente mes, sintiendo miicbo no haberle trasmitido mas ¡ironto los informes que la Facultad de Filosofía i Humanidades me había encargado le diera sobre los exámenes de latinidad que se han rendido en el Instituto iNacional a linos dil año es- colar^pie ha vencido. He asistido a los exámenes de la tercera, cuarta, ípiiuta i sosia clase, i sobre el lo* til de los (liscíi)ulos de (vid.i una han merecido votos do distinción casi la tercera par- — 107 — lo 011 la qiiiiila i lorcora, corea do la mitad en la cuarta, i solo una décima parte en la sesta. Los {pie lian sobresalido son: en la tercera Jorje Iluneus i Ramón Murillo, en la cuarta, Eul. Allamirano i Luís Vi-zúa, en la quinta, Clemente Altaus^ Yaldo^ mero Frías i Eulojio Solar, i en la sesta,.... Cifaentes. Tengo el honor de saludar a V. Su aféctisimo servidor i amigo. Vendel-IIeyl. Señor don Antonio García Reyes miembro de la Facultad de Filosofía i Humanidades. Por encargo de L. S. he asistido a los exámenes de Literatura i de Historia Moder- na del Instituto Nacional, asi como a los de Gramática Castellana i Astronomía de la Academia militar. IMe es grato decir que he {{uedado satisfecho del desempeño de los alumnos en lo- dos ellos. IMui especialmente ha llamado mi atención el Curso de historia Americana que por primera vez se ha hecho en este año bajo la dirección de los profesores don Miguel Luis Amunátegni i don Raimundo Silva. Sin testo alguno que pudiera servirles de guia, i valiéndose de piezas "sueltas e incompletas, han logrado sin embargo sumi- nistrar a los alumnos una instrucción superabundante. De este modo la Historia Na- cional, que por un imperdonable descuido era antes desconocida a los mas aventaja, dos alumnos de los colejios, ocupa ahora su puesto en el curso de estudios de huma- nidades i no deja que di'sear en su desempeño. Mas como esta ventaja es debida a las circunstancias personales de los profesores indicados, convendria que la Facultad procurase hacerla ostensiva a todos los colejios mediante la redacción de un texto competente. El compendio hecho por don Vicente Fidel López apénas es a propósito ' para el uso de las escuelas jirimarias. — Santiago Enero 15 de 1851. Antonio García Reyes, Señor Decano do la Facultad de Humanidades. * Sauííago, cuero 15 de 1S5J. En cumplimiento de la comisión (juc V. se ha servido darme, de presenciar los exámenes de Gramática Castellana rendidos por los alumnos de la Academia .Hilitar, concurri los dias 10 i 1 1 del corriente, pudiendo informara V. que, con excepción de algunos jóvenes recien incorporados a dichas clases, en lo jencral han dado pruebas de aplicación i aprovechamiento en este ramo de humanidades. Dios guarde a V. Rafael Mineielle. Señor Decano de la Facultad de Filosofía i Humanidades, don Miguel de la Rarra. Sanüago, cuero 11 de fSdí. En virtud de In comisión que V. se sirvió darme para que 'presenciase los exáme- nes de Gramática Cislellana en el ¡ustituto Nacional, solo me permitieron mis ocu- paciones presenciar los que rindieron algunos alumnos el dia 13 del corriente, i por lo mismo mi inrorme solo puede versar sobre el exámen dado por doce jóvenes. Es tal la importancia que en el dia ha tomado el estudio fdosófico de la Gramáitica Castellana, que, tal cual se enseña, puede decirse que es la 'gramática jcneral , i tan profundo el conocimiento que los prolesores tienen de este ramo del saber, que los exámenes se hacen con una precisión i rigor, queso requiere una aplicación esmerada i una capacidad no común para no fracasar en esta prueba, i en los doce alumnos nin, guno fue desaprobado i algunos merecieron la honrosa nota de distinción. Si hubiese un particular esmero en hacer prácticos los conocimientos de la grama* tica, es decir, que por la aplicación constante de las reglas se desterrasen algunos re- sabios e incorrecciones en el lenguaje, no habria nada que desear a este respecto, Es cuanto puedo decir a V. en cumplimiento de mi comisión. Dios guarde a V. fiafaci MtnvifUe, Señor Decano de la Facultad de Filosofía i Humanidades, don .Miguel de la l}arra. ‘ Snuiiago, mago 20 de ISoI. Señor Ministro: Con fecha 2 del corriente, el señor Decano de Humanidades me ha dirijido el ofi- cio que sigue: La Facultad de Filosofía i Humanidades en sesión del 25 de noviembre próximo pasado ha acordado so lleve adelante el proyecto que ,1c habia sido sometido en sct siones anteriores, de publicar una colección de manuscritos i otras piezas raras refe- rentes a la Historia del pais en sus diversos ramos. Al efecto fijó las bases de la ciut presa, i son las siguientes. « 1.» Que la Facultad encargase a uno de sus miembros la ejecución del pensa- miento, por cuanto ella misma no podia correr con los trabajos que la empresa re- quiere. 2. ’ Que ese miembro solicitase la cooperación de los individuos que creyese mas apropósilo, a fin de que le ayudasen en la ejecución de la obra. 3. “ Que la comisión asi compuesta tendría la incumbencia de buscar i examinar lodos los documentos concernientes al pais i que pudiesen ilustrar su historia políti- ca, civil, eclesiástica, literaria c industrial, a fin de publicar todas aquellas piezas manuscritas que mereciesen ver la luz pública, o las impresas cuya edición se hubie. se agotado; ilustrándolas con noticias biográficas de los autores, i con las notas i ad- vertencias (pie condujesen a la mejor apreciación de los hechos que narran, en cuan- to fuere posible cumplir con este encargo. /i.» Que la Fa'cultad oficiase al Supremo Gobierno iiidiéndole su protección para ^ —109— ostii oinpros i, i acrocUlaiulo ante el las personas encargadas de llevarla a cabo para qtio puedni enlendersa direclaincnle en lodos los incidentes (pie ocurran, 5.“ Que esta protección consistirá en pennidr a los comisionados el rejistro do los archivos públicos ¡lara sacar las copias cpic convenga, en rranr[ucar el conducto délas legaciones diplomáticas para obtener los documentos (pie existen en paises extranje- ros i de los rjuc no liai ejemplares en Chile, en ordenar la inserción de esos docu- mentos en los periódicos oíiciales para (¡uc sean 'publicados con mayor economía, i lin límente en proporcionar los fondos cpie sean menester para la publicación de los documentos, en la parte que no alcancen los recursos con que cuenta la Facultad. f>.” Que la Facultad invierta en la obra proyectada los fondos que tiene en la teso, reria de la Universidad, i verifique por si las contratas que han de hacerse con los impresores i con los copistas.» T.“ Que los comisionados den cuenta a la Facultad de la marcha de sus trabajos verbal i periódicamente a lin de que la Facultad pueda disponer acerca de ellos lo que estime conveniente.» Al trasmitir a U.S. el precedente acuerdo para que se sirva ponerlo en conocimien' to del Supremo Gobierno, creo de mi deber llamar ácia él la atención de U. S. i em. penar en su favor la protección del Consejo Universitario. La Historia Nacional, án. tes de ahora lastimosamente ol\%|ada, cuenta muchos i mui preciosos documentos re-. (laclados durante el tiempo de la dominación española, iálas nadie hasta ahora ha te- nido el empeño formal de rcunirlos en un depósito, ni siquiera el de preservarlos de la acción destructora del tiempo. Apenas un corto número de curiosos se halla al co- rriente (le las riquezas que existen, i ninguno do ellos según parece ha tenido a su disposición recursos bastantes para emprender la obra ciertamente costosa de su re-? copilacion. Al presente se ha despertado un interes laudable en cuUivar la Historia Nacional, i la Universidad ve presentarse anualmente piezas de mucho mérito sobre diversos te- mas lomados de ella, 'lócale pues favorecer este saludable impulso que ella misma ha dado a la literatura nacional, i facilitar los medios de ilustración de que los escri- tores necesitan. La empresa que la Facultad de Humanidades ha tomado a su cargo^ es digna de un cuerpo ilustrado, i une a su interés patriótico el medio de cultivar uno de los ramos mas nobles de los conocimientos humanos, U. S. i el Consejo Uni- versitario deben abundar en el mismo sentido i no dudo que tendrán a bien acojer b.ijo su patrocinio el acuerdo que dejo trascrito, i apoyarlo ante el Supremo Gobicr. no cuya cooperación parece indispensable para que se lleve a cabo. Abundando el Consi'jo de esta corporación, a quien he dado cuenta del oficio que dejo trascrito, en el mismo espíritu que ha inducido a la F.icultad de Humanidadcj; a promover una empresa tan útil para la ilustración del pais i el profundo conoci- miento de su iiistoria, ha acordado apoyar ante U.S. encarecidamente por mi condur. lo las solicitudes en dicho oficio contenidas. Dios guarde a U. S. Andrés Bello. f Presidida por el señor Rector, presentes los señores Sazie, ¡Meneses, Solar i el Se- cretario.— Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor Rector confirió el gra- do de Licenciado en Illcdicina a don Guillermo Gotschalk i el de líachiller en Leyes a don Joaquín Rlest Gana i don José Toribio Argoinedo. A continuación se dio cuenta: 1.° De un oficio del señor Decano de Humanidades, trascribiéndolos acuerdos que celebró su Facultad el 25 de noviembre próximo pasado, a fin de poner en planta el proyecto de ¡jublicar una colección de manuscritos i otras piezas raras referentes a la Historia de Chile en sus diversos ramos. — Como uno de esos acuerdos ha sido que se oficie al Supremo Gobierno pidiéndole su [)roleccion para esta empresa, la cual con- sistirá «en permitir a los encargados de llevarla adelante el rejistro de los archivos públicos paca sacar las cópias que convenga, en franquear el conduelo de las lega- ciones diplomáticas para obtener tos documentos que existen en paises extranjeros i de (¡uc no hai ejemplares en Chile, en ordenar la inserción de esos documentos en los periódicos oficiales para (pie sean publicados con mayor economia, i finalmente, en proporcionar los fondos que sean menester para tales publicaciones, en la parto que no alcancen los recursos con (|uc cuenta la Facultad,» el señor Decano solicita que se dé ncíiciii ile todo al Gobierno, interponiendo el Consejo su recomendación. — 171 — Ahumlando este cuerpo en el mismo espirilii cpic ha inducido a la Facultad de Hu* inanidades a promover una empresa tan útil para la ilustración del pais i el profun- do conocimiento de su Historia, acordó se trascril)iesc el mencionado oficio al señor ftlinislro de Instrucción pública, apoyando encarecidamente las solicitudes^ en él coi> tenidas. 3.“ De un informe del señor Decano de Medicina sobre la petición de don Juan ívussiñol, Licenciado en Medicina i Giriijia por la Universidad de Barcelona, relativa a que se le admita al rendimiento de las pruebas necesarias para obtener igual grado en la de Chile, llesultando de esc informe que, aunque la Universidad de Barcelona no está comprendida por lo tocante a grados en Medicina, entre las. que designa el Supremo Decreto de 18 de Enero de 1848, ha sido reconocida por ésta en la clase de las que señala la lei orgánica, se acordó pasase el expediente al referido señor Deca- no para los efectos del lleglamcnto. • S." De un informe del señor Decano de Humanidades sobre la solicitud de don llenriquc Cood, de que se dió cuenta en la última .sesión. El señor Decano encuen- tra suíicientemen'c acreditado por el solicitante haber rendido todos los exámenes que en la Universidad de Chile se exijen para obtener el grado de Bachiller en su Facultad, a excepción de los de idioma patrio, jeografia, fundamentos de relijion c historia nacional. — líl señor Ik’ctor dijo: que por lo tocante al exámen de jeografia, no creia necesario cxijirlo en el presente caso, puesto que es imposible haya dejado de cursarla don Ilenrique Cood, desde que ha hecho su^ estudios i aun aprendido ra- mos mui superiores de ciencias en las Universidades de Lóndres i de Bruselas, donde se considera, del mismo modo que en todos los colejios europeos, como rudimental c indispensable el conocimiento de la jeografia. — El consejo convino con el seño''* Rector, i en consecuencia acordó se exijiesen solo al solicitante certificados de exá- men de idioma patrio, fundamentos de relijion e historia nacional. Con motivo de esta solicitud, se hizo presente la necesidad de proponer al Supre- mo Gobierno haga ostensiva la declaración contenida en el Supremo Decreto de 18 de Enero de 18í8 a varias otras Universidades que en el no se hallan comprendidas i merecen serlo; con lo queso ahorrarian do una vez muchos trámites requeridos cuan- do se presentan candidatos que han sido graduados en esas Universidades. Recono- cida la conveniencia de esta medida, se encargó a los señores' Decanos propusiesen las corporaciones extranjeras de esa especie, que relativamente a sus respectivas Fa- cultades,'mereciesen ser incluidas en dicha declaración. 4.“ De dos solicitudes; de don Bcnicio .Ulamos González una, i de don Demetrio Barros la otra, en que piden se les permita rendir durante el tiempo de la práctica» el l.“ los cx.'unones de jeografia i cosmografía, i el el do cosmografia, únicos que les faltan de los requeridos para el grado de Bachiller en Lcycs,'coníir¡éndoscles des- de luego dicho grado. El Consejo accedió a estas solicitudes por fundarse en las mis- mas razones que las anteriores de su especie. Procedió después de esto el Consejo a tomar conocimiento de la nota con que el Señor Intendente de Cliilcé ha remitido los estados de la educación en su provincia, correspondientes al presente año. Como entre varios inconvenicutes para la difusión de la instrucción, que en dicha nota se hacen presentes, se encuentra la grande esca- sez de útiles de toda especie que se sufre en las escuelas, se mandó trascribir al .señor Ministro de Instrucción pública para los efectos a que pudiese haber lugar. Se instruyó tambien'cl Consejo del proyecto de nuevo arreglo para el C.>lejio de Valdivia, propuesto por su Director, i i),asado en informe por el Supremo Gobierno. Su discusión quedó pendicnle para otra sesión. Habiendo en seguid '. preguntado el señor Rector si están ya completos los estados de la instrucción que, con arreglo al Supremo Decreto de í) de .Agosto del año pró- ximo pasaiío.^lnn ileb'ulo remitirse de todas las provineias para la formación del es- tado ¡eneral prescrito por diclio decreto, el Secretario contestó que solo se han reci- bido basta ahora comp’etos los de las provincias do Colcbagua i Cociiiimbo: que de todas las demas los estados han venido con falta de los de algún I)e¡)artamento, que los respectivos Intendentes han manifestado no haber podido conseguir basta la fecha de la remisión, a pesar de repetidas reconvenciones; i por último, que bai unas po- cas provincias de donde aun no han llegado absolutamente. Kn vista de esta exi>osi cion , se acordó hacer presentes esas faltas al señor Ministro de Instrucción pública, trasmitiéndole una lista de los Departamentos, a fin que S. S. se sirva dictar las pna- videncias que estime oportunas para su remedio, teniendo en consideración que el corriente mes de Mayo es el designado para que el Consejo pase a su iMinisterio el estado jeneral de la educación. llespeclo do los estados correspondientes a los Departamentos de la provincial de Santiago, de donde no han venido ningunos, se determinó para oh* tenerlos, que el señor Rector, a nombre del Consejo, los pidiesqa los respectivos Go- bernadores.— I el mismo señor Rector quedó encargado de adoptar las providencias oportunas para conseguir los de los colcjios i escuelas do esta capital. I-R señor Relio recordó igualmente que aun no se han trasmitido al Consejo b»s iu‘ formes de las comisiones nombradas por las Facultades para presenciar los exámenes del último año escolar rendidos por los colcjios públicos de Santiago; i siendo ya ur- jentc (jue se impriman, recomendó a los señolees Decanos los exijiesen de los comi- sionados a la posible brevedad. Con lo cual fué levantada la sesión. SESIÓMEL IZllEimOlíE 18oÍ. ' . Presidida por el señor Rcctor'con asistencia de los señores Sazie, Corbea, Alone- ses, Eizaguirre, Rlanco, Solar i el Secretario. ^ — Ai)robada el acta de la precedente, el señor Rector confirió el grado de Licenciado en ¡Medicina a don Juan Russiñul> i cí de Rachiller en Leyes á don neinetrio Barros. .\ continuación si; dii’t ciientá: 1.® de trcs’oíicios del ¡Ministerio de ínsljaiccion pú- blica; por el l.“ de los cuales se comunica haberse dado órden al Visitador jeneral (le escuelas para que Inga abandonar en los establecimientos (pie inspeccione la or- tografia refor¡nada, i seguir la española;^por el 2." se participa haber el Ministerio adoptado las medidas que el señor Rector le propuso, a fin de obtener a la brevedad posible los estados de la educación que aun no se han recibido i son indispensables para la formación del jeneral que debe pasarse al Gobierno; i por el 3.® se trascribe el Supremo Decreto en que, c()n arreglo á lá propuesta del Gons('jo, se autoriza a los /ntendentes de provincia para que, de acuerdo con las respetilivas Juntas de educa- ción, designen la época de vacaciones en las escuelas do los bepartamentos cabeceras i a los Gobernadores Departamentales para que de acuerdo con las respectivas Ins- pecciones bagan igual designación en los territorios donde ejerzan sus funciones; de- clarándose estensiva esta disposición al cob'jic) literario de Cauqueiu's. — En el mis- mo oficio se advierte b dterse remitido .il Intendente del íl lule los libros (pie .se ne' Cesitan en a(|ucllas escmdas. — Se mandó trascribir este oficio al citado señor Inten- dente, i circular a las Juntas provinciales de educación el decreto en él contenido. ?.® De una nota del señor Decano de Humanidades con que remite copia del act'T — Ií3— lie la sesión que celebró su Facultad el 30 de Abril próximo pasado con el objelo de formar la lerna que ha de pasarse al Supremo Gobierno para que elija el Decano que ha de funcionar en lo que resta del presente p'?riorlo, i, designar el individuo quc'h'í de ocupar 1 1 plaza vacante en la misma Facultad por el fallccunicnlo del señor don Miguel de la Barra. — Resultando de didia copia que la terna pan el objeto indicado se ha compuesto do los señores don Antonio Vcndel-llcyl, don Antonio García Re- yes i don Ventura Blanco Ene dada, i que no ha resultado votación sunciente para la ocupación de la vacante de miembro, se mandó poner lo obrado en conocimienlo del Supremo Gobierno i convocar a la Facultad para nueva elección en el tiempo op.irtunó. 3." De un oficio del señor Decano de ¡Matemáticas, en que expone que no habien- do habido en su Facultad mas comisión para presenciar los exámenes de ramos a ella pertenecientes en el último año escolar, que la compuesta del mismo señor Decano i del Secretario don Ignacio Domeyko, espera el retorno a Santiago de osle señor pa- ra cumplir c! encargo que ha recibido de trasmitir con la posible brevedad al Gonse’ jo el correspondiente informe. i-'’ De dos solicitudes: de don Francisco Javier Rascuñan uña, i de don José .Ma- ría Urquieta la otra, en que piden se les pcr.nila rendir durante la práctica, el 1.“ los exámenes de jeografia i cosmograría, i el 2." el de Gosmografia, únicos que les fdtan de los exijidos a los que s*c hallan en su caso para obtener el grado de IRachi- ller en Leyes, confiriéndoseles desde luego dicho grado. — El Consejo accedió a estas peticiones por fundarse en laaotivos análogos a los que han inducido a otorgar las otras de-su especie. !f." De otra solicitud de don Alcj mdro Fierro en que, a mas de los exámenes de jeografia i cosmografia, pide se le permita rendir también durante la práctica el 2.” año de francés, confiriéndosele d,csde luego el grado de Bachiller en Leyes a que íspira. El Consejo resolvió que ocurriese el interesado cuando hubiese dado el exa- men de 2." año de francés. Después de esto el señor Decano de ¡Medicina reiteró la exposición que en otras o- porLunidades ha hecho acerca de las dificultidcs que se presentan para que los miem- bros electos tanto de su Facultad cuanto da la de !1! itcmátic is , se reciban con las .'^olemnidades que en jcneral están prescritas para la incorporación de nuevos miem- br is universitarios, Los discursos que los electos por las dos Facultades citadas teu- drian que pronunciar en esc acto, no podrian méiios de parecer mui áridos i presen- tar poco Ínteres a la mayor parle de los concurrentes, por lo mismo que son tan des- conocidas de la jeneralidad las materias sobi'e que liabrian de versar, al reves de lo que sucede en las demas Facultades, que comprenden ramos ordinariamente conoci- dos de las personas ilustradas, i que se prestan a la elocuencia. Una memoria cientí- fica, dijo, puede ser de mucho mérito por los hechos u observaciones que consigne, i sin cndaargo no estar arrog ada a los preceptos de la composición. A mas de estos in- convenientes hai que considerar las dificultades que ofrece siempre la reunión del claustro pleno requerido para la incorporación. Por todo esto hallaria mucho mas oportuno se declarase por punto jcneral para las dos Facultades, que sus electos puc‘ den incorporarse leyendo sus memorias en las sesiones que Celebran reunidasi Si se aceptase esta propuesta, la ceremonia de la presentación i juramento podría verificar" se ante el Consejo, como se ha hecho otras veces. — Si fuese rechaítada, debería estar* se seguro de que los miembros que hai nombrados hasta la focha no se recibirán , j las Facultados referidas continuarán indefinidamente careciendo de un auxilio de que lanío necesitan para dar impulso a sus Irali ijos. Apoyó estas razones del señor Sazic, el señor Decano de Malcmátic.as, alegando la diliciiltad de componer sobre inalerias cienlílicas peco conocidas un discurso que a‘ gíaclc a lo:,los los que concurren a una incorporación, cuya mayor parle ni siquiera conocerá los tenninos do que por necesidad habrán de estar Menas semejantes com- posiciones; iniéniras siendo leídas anle un número limitado de personas todas instrui- das en esas materias, cumplirán mucho mejor su objeto. Alegó en íin, por lo que res- pecta a su Facidtad, que se halla tan escasa de miem!)ros que la auxilien en sus la- rcas por las muchas ocup icioues de los que no están inhabilitados, que el mismo se- ñor Decano i el Secretario se ven en la precisión de ejecutar cuantos trabajos ocurren en ella, trabajos que van en aumento. — Entretanto le consta que los miembros que hai nombrados únicamente no se reciben por el temor que les infunde la so- lemnidad, tal como se halla prescrita en el dia. El señor Rector contestó, como otras veces, que en su concepto no es difícil com- poner un discurso que agrade jcneralmcnte sobre materias cienliíicas; i que para la adopción del partido propuesto hallaba el inconveniente de que fuesen diversas las so- lemnidades de incorporación según las Facultados. Sin embargo ,' añadió, reconozco la dificultad de reunir claustro pleno, que se ha hecho presente, i para la próxima sesión podrán los señores del Consejo meditar un arbitrio que concilie las dilicidta- dcs que se presentan por una i otra parte. Entretanto queda.rá suspensa la presente discusión. En seguida se ocupó el Consejo en] el exámen del* nuevo plan de arreglo para cl Colejio de Valdivia, propuesto por su Director. Este funcionario señala como causas del estado de postración en que se encuentra osa eslableciiniento, \ La diferencia de edades entre los alumnos, que impide la uniformidad en la enseñanza por la des- proporción en su desarrollo intelectual: 2.* La diferencia en las épocas de su inC/or- poracion, pues Ini jóvenes que existen desde la apertura del establecimiento, i, (pie no habiendo concluido los primeros cursos por falla de capacidad o japlicacion, han continuado hasta ahora, produciendo con su contacto cierta apalia c inacción en los entrados posleriormenlo. — 3.“ El poco estimulo de la mayor parte de los padres; i 4.“ Cierta disposición en los jóvenes para no recibir de grado la instrucción. — í’ara ob- viar estos inconvenientes propone li supresión del Colejio i su refundición en la es- cuela modelo de Valdivia; en la que se establecerán dos clases de instrucción: la pri- maria que se limitará a la enseñanza de la lectura, escritura, cuatro primeras regla^ de la aritmética i doctrina cristiana; i la secundaria superior, que abrazará toda’’ las materias señaladas en cl plan de estudios que ha rojido hasta ahora aquel colejio, pero dividiilos lodos los ramos en dos secciones, una puramente elemental para los principiantes, i otra en que se incorporen los (pie hubieren dado exámen de la pri- mera sección, o los rpie por su capacidad pueden desde el principio ¡seguir esta clase de cursos. Se nombrarán a propuesta dcl Director dos profesores que en unión ('un él desempeñen las clases de instrucción secundaria; i un inspector que cuide de^ orden de los alumnos fuera de sus clases. Los alumnos que no diesen muestras do Aprovechamiento por desaplicación o incapacidad, serán separados por el director después de advertidos por tres veces sus padres de la falta que orijinc el a- traso. El preceptor de la escuela primaria estará como los profesores i el insix-clor, ha" jo la inmediata dependencia dcl director, quien podrá reconvenirlos i aun sus|)eml todo quedará remediado, sin variar el método establecido, con que en la práctica no se observe con rijidez el requisito del claustro pleno, i se verifiquen las incorporacio- nes aun con la concurrencia sola de aquellos individuos que habrían asistido a una sesión de las dos Facultades reunidas. Este partido no ofrece el menor inconveniente desde que no se trata de celebrar acuerdo alguno, sino simplemente de una fórmula destinada a dar al acto la posible solemnidad. El señor Rector dió después de esto por terminada la discusión, ordenando se reci- biese la votación sobre si subsiste o no para todas las Facultades el método de recep- ción establecido, sin perjuicio de lomar en consideración la propuesta del señor Sa- zie mas adelante, si la experiencia diese a conocer su necesidad; i el Consejo decidió la afirmativa por cuatro votos contra uno. Con lo que f'ué levantada la sesión. DEL ^ EPOCA DE mmm, Sunliago, nicnjo 14 ilc IS5/. Uosiil lando de lo cspucslo al Consejo de la Universidad por la Junta de educación del lAlaulo, según aparece de la precedenle ñola del Hedor de esa corporación, (jue la inasistencia de los alumnos en la época designada en las escuelas de esa provincia para los eváinenes anuales, es la causa de que estos no se realizen , malográndose asi el mejor medio de probar el aprovechamiento de dichos alumnos i el celo de los pre- ceptores por la instrucción de sus discipulos i teniendo presente: I." que dicha ina- sistencia proviene de la pobreza de la mayor parte de los padres de familia (|ue los obliga a retirar a sus hijos de las escuelas con el lin de servirse de ellos para recolec. tar sus cosechas. 2.° (jue lo que sucede en la Provincia del Abmle a este respecto se verifica también en las demas de la República; i 3.° que el medio de impedir el mai de (jue se trata, es el de fijar la época de vacaciones de modo (jue tenga lugar al mis- mo tiempo que la de las cosechas, con lo espuesto por el citado Rector en.su mencio- nada nota, para que se. dicte una resolución jeneral sobre este punto; lie acordado i decreto: 1 Se autoriza a los Intendentes de Provincia para que de acuerdo con las respec- tivas Juntas de educación, designen la é¡)oca de las vacaciones en las escuelas de lo^^ — 179 «•••parlamentos cabeceras, cuidando de graduar el tiempo de modo que coincida con ia de la recolección de las cosechas. Igual designación harán los Gobernadores Dc- pariamcntales de acuerdo con las respectivas Inspecciones de educación, en el icrrilo- • io en que ejercieren sus funciones. ■?.® En conformidad de lo solicitado por la Junta de educación del IMaulq^ la dis- •'•«sicion del artículo anterior, es ostensiva al colejio literario de Cauquenes, C omimí quese.— lí UL>íES . —Máximo M vjica . f . U ,r r .''■<■-••••'■■) f:. ./» ; i •>::•* ¡( -,1: ; . ;, ••‘.■*'1 rf’ ■f^-^-iít-jp-ushunu-'* i. . 0.7 *.•• , jMii7íwU i7 , uolSr^ Míwyft •■'•: »j..- b.'j .«-•a ■% ^ Ü . - .' j'i .* ’ii ’ '¿ r, -if *í r % > ' • • '■; • '<■ r» if I MEMORIA sobre la dijeslion leída por don Juan Rusíñol e?¿ su exdnie?! para et grado de Licenciado ante la Facultad de Me- dicina en 16 de Mayo de 1851. Señores: Oprimida la imajinacion de los hombres por'espacio de muchos siglos, cerradas las pucrlas del saber a lodos los que no se cnconlraban en derlas i delcrminadas circuns- tancias, subyugados los pueblos por las cadenas dcl dcspólico, debian necesariamen- te las ciencias estar sumerjidas en un caos de obscuranlismo. Recorramos las historias cicntiíicas, i las veremos a la par de la de los pueblos caminar a pasos mui lentos por el camino dcl progreso, i aun muchas veces pararse de repente aterrorizadas dcl vas- to horizonte que se desplegaba a su vista i retroceder. Analizemos sus adelantos, i ve- remos, que en 20 siglos no han hecho la mitad del camino, que han corrido de 100 años a esta parle, prueba e.videntc que solo el hombre libre puede pensar. Este esta- do de ignorancia era demasiado vergonzoso, para que la sociedad no procurara salir de el. Llegó por fin el dia en que apareció la antorcha de la libertad, i a su luz sou- ricron las ciencias al divisar una era de gloria i esplendor. Abriéronse las escuelas con la libertad de enseñanza,! a sus puertas se agolparon millares de hombres sedien- tos de saber. Cada uno pudo manifestar c imprimir sus ideas i sus observaciones. Ba- jo este sistema cuántos adelantos no han hecho las ciencias de un siglo acá? Cuán distinta no es la física, la química i la mecánica de nucslros dias a la de los siglos poslcriorcsl La ciencia médica no podía quedar estacionaria, era menester que siguie- ra el impulso jcncral. Pinol i Bichal fueron los primeros que hicieron vacilar el edi- ficio de las aiUiguus crooiuáas módicas; de su escuela s dieron los inmorlaks Lacnuocs, I.ouis, Chomcls, Oríihs i oíros, que concluyeron la obra de sus inaeslros. Pero para derribar en nuestro arle, es menester edificar, i no lodo's han logrado edificar con bases sólidas. La medicina conn toda ciencia debe ambicionar un grado de certeza. A ella le es mas difícil adquirir este don por la dificultad, que tiene de la demostra- ción directa. Pero por esto la hemos de quitar el titulo de ciencia? \o, pode- mos llegar al conocimiento de la verdad, por el raciocinio, por una certidumbre lóji- ca. Este modo, dirán algunos, no tiene fuerza de lei, pues no puede demostrar la verdad de un modo evidente, de un modo matemático. Es esto verdad a prior!, pero vemos en toda ciencia axiomas sacados de la inducción, i que han sido sancionados por los hechos, i son tan ciertos i evidentes como los provenientes de la demostración directa. De estas tiene un sin número li mcdicin i. 1 cuál *es la ciencia que no nece- sita de estos medios p in llegar a la verdad? La mecánica, la fisica,las mismas mate- máticas pueden gloriarse de tener toil is sus verdades emanadas de una certidumbre directa? Por que método se han demostrado los axiomas astronómicos de Copérnico sino por li inducción? A qué se debe la gravitación universal de Neavton sino a la analojia e inducción? I qué importa ([ue sea por el medio directo o indirecto mién. tras lleguemos a la verdad? La inducción es un camino mas largo, mas tortuoso, pre- senta mas dificultades, i muchas veces conduce al campo de h«s errores, si se ince uso de analojias falsas. Asi ha sucedido desgraciadamente en nuestra ciencia. El ce- mino abierto jior nuestro divino Hipócrates ha sido descuidado. La senda de la ob- servación, csperiencia i raciocinio no'ha sido seguida, sus mismos discipulos la aban- donaron. En lugar de liinilarsc a la observación de los hechos, se entregaron a los vuelos deda imajinacion, inventaron léorias fundadas en luincipios falsos, i parali. zaron el verdadero progreso médico. Las leori is i ¡lor consiguiente los sistemas in- fluyeron en todos los ramos de la ciencia, i principalmente en la lisiolojia. Ao jiodiu menos de ser asi. Cómo podían los jefes de las sectas aplicar sus teorías sobre el hom- bre enfermo, sin sellarlas en el corazón del hombre íisiolójico? Ao es pues de admi- rar qnc liaya tenido esta parte de nuestra ciencia tantas vieisiludes, vicisitudes que harémos observar en este sucinto exámen de la dijcstion. He hedió mal tal vez in cscojer esta función; una cuestión tan intrincada, tan debatida por las primeras nota- bilidades del mundo médico, cuestión en la que se han estrellado tantos talentos er,a lina carga demasiado pesada para nii. I.a química invade de dia en dia el territorio mc'dieo, e intenta siiliyngarlo. He ahi la razón porque me be determinado a tratar de ella; manifestar que lá (piimica no puede ocupar nunca el primer puesto, i si algo químico se cfecan en nucastra cconomia es secundario, tal iia sido mi objeto. Para entraron las principales cuestiones de la dijcstion, es preciso ánU'S dar algu- nas ideas sobre los alimentos, ’i todos los actos que se verifican ánles do llegar el ali. monto al estómago; i como estos actos son bastante sabidos i por otra parte no pue- do prescindir de ellos, suplico a ustedes señores se dignen concederme un momento (le atención i nn poco de paciencia. La dijcstion osuna función en la cual se presentan al aparato gaslro intestinal cier- tas sustancias llamadas aiimrnlo-, (pie elaboradas por él, i alisorvidas por los vasos (juiliferos, se han convertido en miteriales de nutrición. Qué es el alimento? lie ahí una palabra que no puede di íinirse de un modo exacto. Si le damos lacla la latitud de (|uc es susceptible, deben comprenderse en ella cuerpos, que nuestro sentido in- terno rccliaza abiertamente, Hijo ese sentido podríamos decir, que alimento, es todo lo que es capaz de nutrir. En esta acepción el aire seria alimento, pues sin él, el.quilo mezclado con la sangre venenosa no se convorliria en sangre arterial. Se dirá; el aire por si solo no vmlre: os verdad, pero la fibrina i las féculas por si solas tampoco sirven al dedo. Liniitarcnios pues su significado, i diremos: que alimento es: lotla suslancla que para ser apla a la dijeslion es susceptible de una elaboración en las vias dijeslivas i cuyo producto es apio a la nutrición. Los animales se alimen- tan de los reinos vejeta 1 i animal: el primero de estos reinos sirve de medio de sus- tentación a una clase de seres llamados por esta razón lierbivoros, i el segundo a otra clase llamados carnívoros. No todos los íisiólogos han estado conformes en calificar al hombre de polífago, a pesar de ver, que hace uso de los dos reinos de un modo indistinto. Sabidas son las inlluencias dcl clima sobre la economía viviente, bien pues, ¿cómo podía el homlne (jue habita los 70’ latitud N. o S. usar las sustan- cias vejetales i refrescantes del (juc está bajo la influencia del so! de ¡os trópicos? Có- mo podia el habitante dcl Ecuador i zonas ardientes del Asia hacer uso esclusivo de sustancias íibrinosas como el que construye su cabaña bajo les imperecederos hielos de Groenlandia? Siendo el hoinl)re cosmopolita debe ser omnivoro. Viendo algunos, que pueblos como los guiamos dcl Orinoco, i otros ya por necesidad, ya por supersti- ciones relijiosas hacian uso por una gran parle del año de tierra, han creído que el reino mineral poilia ser nutritivo, lin nuestros llias se ha analizado esta tierra, i se ha visto, que contenia muchas pa__rlicu!as orgánicas i restos fósiles de muchas clases or las sustancias, que sil lulo mitrilivas, han siilrido el suíicienle grado do quirnificacloíí^ i se reacciona contra las no quimi (iradas, para' qne demorando mas, tengan tiempo para sufrir las modilicaciones, (¡uc Its imprime el jugo gástrico. IMuchos fisiólogos j entre ellos itliiller no creen en el movimiento total del estómago, sino que son de pa- recer; que los movimientos se limitan al principio en la rejion pilorica i a medida que se va quimiíieando la masa, se dirijen a la porción (splcnica a quiinificar lo res- tante. El nombro i la universal reputación merecida de estos fisiólogos m« quitan el valor de oponerme directamente a su teoría, asi es que no solo en esta cuestión, sino en otras muchas, que veremos en su litgar, me’ limitaré a esponer mis dudas. Dice el mismo ífullcr al hablar de los alimenios, que dando de comer a un animal un pe* (jazo de carne i después vejetales, pasaban estos a! duodeno primero que la carne. Gcn- diin Lallemand i Lascaigne, que siguen la opinión de Mullcr, han comprolaado esto mismo, no en animales, sino en casos patolójiccs de ano preternatural. Traslademos estos argumentos del puesto, que ocupan a la cuestión. Si fuera cierta la teoría de estos fisiólogos, ¿cómo podían los vejetales, que ocupan la rejion esplcnica del estó- mago pasar delante la fibrina, que ocupa la rejion pilorica, i franquear esta válvula sino hubiera un m ivimi' uto total del estómagó? Por qué caen en esta contradic- ción? Me permitirá el señor ¡Mullcr manifestar mi opinión sobrf los mo\imicníos, que le han hecho adoptar semejante teoría? Para hacer estos esperimentos han llena- do cuanto !im podido el estómago de los animales, asi pues no teniendo las paredes estomacales suficiente fuerza para efectuar el movimiento undulatorio, debía empe. sar este por la rejion pilorica, cpie está mas lüire, no porque allá no haya la misma can- tidad de alimentos, sino porijue son mas Huidos por estar mas impregnados de jugo según hoinos dicho mas arriba, por poco quimo que se forme, ya empieza el movi- miento jcncraj del estómago. Si ellos hubieran solaincnlc dado a los animales una regular comida, no hubieran caído en esta contradicción. Una cuestión secundaria para mi hai en estos actos acl estómago, i es ct aumento de temperatura. Casi todos creen, que es indispensable para la dijestion; a eso opondré las razones siguientes; (m invierno se dijicre mejor que en verano, las bebidas frías coadjuvan mojer a la di- jestion que las calientes, muchos animales dijieren a una temperatura mas baja que li de la atmósfera. \o quiero probar que el frió sea mas ventajoso que el calor, sino que el aumento do temperatura es un efecto, una cosa secundaria. Durante la dijes- tion había-, hemos dicho, una flnxion gástrica, una tmjcncia, donde existen estas cir- cunstancias, hai un estancamienlo capilar i por consecuencia aumento de calor. Esto es lo que perciben nuestros sentidos durante la dijestion, todos los actos que hemos observado son materiales; réstanos ahora resolver las grandes cuestiones quí- micas, físicas mecánicas o vitales por las que se- forma el quimo, pues las primeras no nos dan razón do semejante transformación. Que es el jugo gástrico? Este fluido es igual al segregado por o'ras membranas de igual naturaleza? Es apto por si solo para verificar la dijestion? Es este un acto mecánico, químico o vital? El jugo gás- trico es la mezcla do dos (luidos uno prespirado por los cxalanlcs,i olrosegregado pop las criptas o foticulos mucosos. Los antiguos creyeron qne había glándulas especiales para su secreción, cuya opinión han renovado los alemanes Sprolt, Wasmann i Mu- ller fundándose en la analojia. Dicen; si algunos animales, que dijieren cuerpos du- ros como el castor, que disuelve las cortezas, tienen una glándula adhoc, si esto suce- de en algunos otros animales como en el ¡Mloxus, Ilalmaturus , Phascolomys i en el ventriculo de algunas aves que entre su membrana naucosa i muscular tienen una ca- pa do glandulitas, porque en el ventriculo de! hombre no puede haber también glan- dulitas o criptas especiales? Se ve claramente, que esta analojia no tiene valor algu- no, i hasta que la anatomía no nos manifieste estas glándulas, no puedo de ninguna manera admitirlas. La secreción del jugo gástrico está bajo la influencia del Irisplag- — 188— liico como lodis las domas sccrccioacs, como lo prueba el siguieiilc cspcrimeido. Dé- se de comer a un perro i córlensele los neuinogáslricos, al momento se paralizan las conlracciones i se segrega mui poco jugo, promuévanse las contracciones por la co- rriente galvánica, i a los movimientos de la masa sigue mayor secreción de fluido; córlense los fíleles del plccvo celiaco i a pesar del galvanismo no liai jugo: de esto se deduce que los nenm igáslricos solo sirven al movimiento, que la secreción está solo bajo la iníluencia del simpático; que la dijcstion se verifica bajólos dos sistemas. CUALIDADES DEL JUCO GASTRICO. Las cualidades fisicas del jugo gástrico consisten; en presentarse liomojénco, blanco o lijcramenle ceniciento, ya transparen- te ya un poco opaco, espumoso con facilidad, de un sabor soso i a veces ácido, com- puesto de dos parles una fluida i otra mucosa ahilad i. Una de las cosas que con mas ardor han investigado los fisiólogos, han sido las cualidades quimicas, para poder csplicar con ellas el acto de la quimilicacion. Mu. chos han sido los pareceres, muchas las teorías. CUALIDADES QULMICAS. Rcaumur, Floyer, Werner i Hunler lo creyeron ácido^ Treverino afirma, que es un ácido corrosivo fundado en la corrocion de la mucosa en los últimos momentos de algunos individuos. Spallanzani pretende, que es neu. tro, cuya opinión confirma Cosse apoyado en sus propias investigaciones, pues tenia la facultad de vomitar a su albedrío. Ricbcrand que pudo hacer esperimcnlos sobre el particular en una mujer afectada de una listóla gástrica corrobora la citada opi- nión, pero sin negar la posibilidad de ser ácido. A fuerza de esperimentos llegó a va- cilar Gosse en su opion por haber observado su acidez algunas veces. Procuró darse una esplicacion sobre esto i dijo, es ácido en los herviboros i alcalino en los carnívo- ros. Dumas afirma osle aserto. En esto estaban los fisiólogos, cuando Montegre, que te- nia la Facultad de vomitar a su albedrío, publicó sus trabajos: en ellos hace ver, que el jugo gástrico es neutro en el momento de su escrecion, después se hace alcalino i para el estado de acidez durante la dijeslion Tiedemann, Lcurct, Prebosl i Leroyer han publicado sus esperimcnlos con diferentes resultados. El primero no solo lo cree ácido en el hombre, sino land)icn en los reptiles, aves i todos los animales compren- didos en las cuatro clases de vertebrados. Leurel, Prevosl han confirmado la opinión de Lassaigne, lílondlot i Bcaumonl, que es igual a la (pie había emitido Montegre. Los esperimcnlos deestos fisiólogos han sido corroborados por el I)r. IMala catedrático de IMadrid, que ha publicado excelentes trab.ijos sobre el particular. Yo creo en ellos por un hecho terapéutico: lodos saben los resultados tan distintos que se obtienen de la administración d(;Ios alcalinos según se den estos medicamentos en ayunas o des- pués de la comida. Aunque al parecer són encontradas las opiniones de los quími- eos, no obstante si nos fijamos bien en sus experimentos veremos, que no es asi. lie- mos dicho que el jugo gástrico se pone ácido al excitarse la mucosa, bajo este supues- to no debe admirarnos, que Tiemann lo encuentre ácido, pues para lograrse jugo se vale de una esponja, que introduce en el estómago, i (pie saca después de bien im. pregnada tirando de un hilo a que estaba atada. ()ué efectos debe producir la espon- ja en el estómago? irritarlo i por consecuencia .hacerlo ácido. Gosse es probable que lo recojicra en estado de vacuidad del órgano aunque no siempre, pues confiesa, qu3 algunas voces no tenia las cualidades alcalinas. Cuál es CSC ácido del estómago? Aquí han estado mas 'cnconlradas las opiniones. VaiKjuclin dice ser el acético, ménos en los rumiantes (|uc es el fosfórico, Proult i Children descubrieron el cloliidrico i alguna vez el butírico. IJrutanelli afirma ser el fluorhidrico apoyado en que el jugo de las gallinas i patos ataca el cristal de roca i de agala, i cu que en algunos huesos se' encuentra fluoruro cálcico. Tiedemann le cree también clorhidrico. Viendo algunos quimicos resultados tan distintos, pregun- -m— 't.iron, si cadii animal tenia un acida particular. Spallanzani|i después Dumas habiatt ■ya casi resuelto esta cuestión, pues observaron, que sustancias vejetales que eran di- jeribles para el estómago de un herbívoro, no lo eran para el de otro herbívoro, ^ que no habiendo mucha diferencia de jugos los carnívoros no toleraban los vejetales. El primero de estos autores dividió un tubo en dos casillas, en la una había sustan- cias vejetales i en la otra animales, lo introdujo en el estómago de un herbivoroj las sustancias vejetales se alteraron, las animales quedaron intactas. Hizo el misino es- perimento en un carnívoro, i las animales se modificaron, las otras salieron del mis' mo modo que entraron. Ticmann que ha repelido los mismos esperimentos ha obtenido resultados contrarios, pues la acción disolvente le ha parecido igual, sea cual fuere el anima! de quien proceda el jugo gástrico. Qué debemos deducir de se- mejantes contradicciones? Contestaré con Raspad, ‘«todo esto es cuanto sabemos de positivo sobre la dijestion i como se ve se halla reducido a mui poca cosa.» .\ntes de entrar en las teorías de la acción del jugo gástrico sobre los alimentos daremos algunos análisis de dicho fluido publicados por Vanquelin, Scopoli, Chevreul, Leuret, Lassaigne i Ticdemann. El primero encontró agua, jelatina, materia jabonosa, muriato de amoniaco i fosfato de cal; el segundo a mas de estos principios halló áci- do fosfórico libre. Chevreul hidroclorato de potasa i amoniaco cloruro de sosa, ácido láctico libre, materia animal particular insoluble en el alcool i éter, albúmina i mu- cha cantidad de agua, Leuret, agua 98 hidroclorato de amoniaco, cloruro de sodio i potasio, materia anitu’il soluble, moco i fosfato de cal todo junto 2. Blondlot; agua 99, fosfato ácido de c d, fosfato de amoniaco, cloruro de calcio, principio aromático, moco, materia animal insoluble lodo junto I. Enterados de lo que es el jugo gástrico en cuanto nos lo permite el estado actual déla ciencia, repetiremos,; ¿podemos csplicar la dijestion por la acción del jugo gástrico? Que este jugo tiene una influencia grande en la quimiíicacion no tiene nin- guna duda; pruébanlo los esperimentos de Ives, Dunglison i Fourcroy , pruébanlo las dijestiones artificiales de Rcauinont, pruébalo el no dijerir los animales en quie- nes se ha cortado el ganglio bajo cuyos íiletes se hacia la S’crccion del jugo. Beauinont ha hecho una multitud de dijestiones artificiales delante de los soñores Ilenderson, John i Sillímann no solo para probar la acción disolvente del jugo gás- trico, sino también para patentizar, que este debe su modo de obrar al ácido clorhí- drico. A este fin tomó diez dramas de vaca cocida i bien mascada puso cinco en cua- tro dramas de jugo gástrico, i las otras cinco en una disolución de ácido clorhídrico, sujetólo al baño de miria i a las seis horas lodo estaba disuello. lia repelido estos esperimentos al infinito, i con resultados poco mas o menos semí-janlcs. Pero estas dijestiones artificiales repetidas por muebisimos fisiolújicos prueban una dijestion venladera, fisiolojia, gástrica? Yo croo que no. .Yo contestemos aun a estos esperimen- tos i analizemos si es posible con los químicos los alimentos. Este análisis no se pue- de hacer por completo porque comprenden diversidad de, sustancias animales i veje- talcs. Si cada sustancia en particular da distintos resultados según los reactivos de que se echa mano, i según el que le analiza, ¿cómo es posible tener un análisis jc- neral i exacto de todo lo que se introduce en el estómago? Con lodo la química or- gánica nos da principios jeneralcs i comunes; en los vejetales jalea, materia amilacea, goma, mucilago, azúcar, gluten, ácido oxálico, malico, cítrico i tartarcio, aceites etc.: en la animal fibrina, osmajoino, galalina, moco animal, alcális etc. Pero cuando la química ha querido ir mas adelante ha encontrado la sangre, el cerebro, el hueso» i lodos los tejidos compuestos de oxijeno, hidrójeno, carbono, i ázoe. Dejarémos apar- te los análisis que de la fibrina jelatina etc., se han hecho pai a ver si había un princi- pio único i esclusivamentc-alimenlicio, isolo liréinos qued ((uod futurum cst nulrimcn" tuiu de Hipócrates no se ha podido descubrir. El quimo ha sido también analizado 2G por los Infatigables Ticileiuann, Leurct, Ueaumont, i poco mas o menos han encon- trado, ácido láctico, materia anbin!, sustancia ácida parecida a la materia r )ja,alhu. mina, fosfato de cal, Iiidrocloralo de sosa. íín vista dé estos análisis, ,’cs posilile que por ellos un médico comprenda la dijeslion? Es posible que la (|uimica nos haga palpable semejante mecanismo? La di jeslion como todo U rbajo molecular está cuhier. la con un velo que dificilmente los siglos podrán descorrer. Es menester decir con Raspad, «l.o repilo, dice, eslas son conjeturas i conjeturas que hacen cuestionable todo cuanlo se ha dicho sobre la dijeslion. El asunto se hado tratar de nuevo, i para poder obtener resultados mas felices, es preciso empezar pop desprender los libros i escuchar solo la observación.» Imitemos pues la frarujueza de Raspid, confesenios nuestra ignorancia, ¡le ahi donde nos ha conducido la química; a hacer lujo de retortas i rcaclivus, nada mas. Hemos dicho al principio de nuestra memoria que l;is teorías médicas hablan im- preso su sello en la dijeslion. La escuela líipocrálica la llamo cocción, pero es pro- bable que semejantes observadores no lomaron ad pedem litlerae, tal nombre sino que so lo dieron para espresar un hecho. Algunos la llamaron elixacion, ¿dónde esl.-í el calor para para producirla? Rurelle i Scnac imbuidos de las ideas mecánicas (|ue dirijian las ciencias en el siglo X\'I i XVII, la llamaron trituración: iio solo le dieron ese nombre por su esiilicacion mecánica, sino que se fundaban en la analojia; el cangrejo, ciertos insectos i moluscos tienen en el estómago dicntis unos> paredes carlilajinnsas otros, IVnómeno (¡ue so observa en la farinje de ciertos pesca- dos. Creian que la disgregación i división de moKculas formaba el quimo. Esta teo- ría es inadmisible, la liiluracion no cambia la natiiralcza de las sustancias. La fuer- za del estómago la liacc ascender uno de sus ])arÍidarios en 12, í)51 libras, Astrue la ridiculizó estimándola en tres onzas. Ya Asclepiades' habia admitido algunas ¡deas sobre li disolución en la dijeslion. Van-llclmon i I'arveo se apoderaron de ellas ¡ espusieron su leoria; iicro como la (juimica se hallaba ni la cuna, no gozó de gran favor hasli que Jíeuunur i .Spdlanzani la encumbraron con sus dijesliones artificia. ]cs. Pínnnont i álulicr la han solidificado aun mas con sus esperimentos. l\o ob'Slan- le esta unidad en la adopción de esa palabra, se ha subdividido osla secta. Los pri- meros dedujeron de sus esperimentos, que solo el jugo gástrico era capaz de seme- jante disolución, licaumonl i Eberle han destruido este aserto, lian sostenido estos» (jue la dijeslion se pedia verificar bajo la inlluencia de eua!(|uicra moco mientras tu- viera un ácido dilatado. Para esto lian lomado moco vajinal mezclado con un peco de ácido oxálico dilatado, han infundido en él un pedacito de carne de vaca i suje- tándolo a una temperatura de 32." Reaumur han obtenido los mismos resultados, que cuando empleaban el jugo gástrico. Ha probado a mas Eberle (|uc esta altera- ción no so efectúa jamas bajo la inlluencia de un ácido va [luro ya debilitado, mién* l^ras no contenga moco: contrario esto de lo que sesticnen Rlondlot i Reaumonl. \'a- mns a ver ahora qué grado de Verdad tienen esas teorías. Qué prueban esos esperimentos? Qué estas dijesliones artificiales? Lo único que prueban es que el jugo gástrico altera los alimentos. Esto ya lo sabiamos sin necesi- dad de esperimentos. Las dijisiioius artificiales para mi no tienen el valor que les dan todos los fisiólogos. Léanse con atención los esperimentos de Reaumont i Eber- be, i digaseme, si es un verdulero quimo lo que han obleindo. Ellos están por l.i afirmativa. Pero les [iregunlaré yo, ¿por qué lo ijue obtenéis tiene un"Colpr moreno oscuro o un color rojizo? por qué en vucsiro esperimento n." 1 15 deeis, que es una cosa semej ante al quimo i no decis igual? porque vuestras disoluciones dan distintos precipitados de los del quimo con los mismos reactivos? por qué no siempre obtenéis los mismos resultados? Por qué? por qué no esquimo lo que habéis formado. Eli verdadero quimo gástrico no tiene nunca el color moreno rojizo, i es siempre idénti' « CiT, al coiilrario dol artificial que cambia según el alimento. El jugo gástrico tieiip principios quiinicos, i siendo orgánico no es eslraño, que al contacto de olra’suslan. cia orgánica, i que tenga principios quiinicos se alteren i se verifiquen combinacio- nes, i mucho mas si se sujetan a una temperatura elevada.' IVos hemos cstraviado un poco por el deseo de contestar a este argumento de las dijestiones artificiales que nos salen siempre al paso. La teoria de la disolución es inadmisible porque tampoco cam- bia la naturaleza de los alimentos. Viendo algunos fisiólogos que los alimentos cam- bian sus cualidades i naturaleza, viendo que todas las sustancias dijcstiblcs son sus- ceptibles de una fermentación, ya panada, ya vinosa, ya acida, viendo que en la di- jesli m se desprenden algunos gases como en las otras fermentaciones creyeron que <^‘sla función era una fermentación. Donde está el fermento en el estómago? Según *'sla teoria el ácido deberia ser un producto i vemos que previste. Si hai fermenta- ción debe ser dissinta de todas las fermentaciones conocidas, puesto que ninguno de sus femunenos esenciales se manifiestan en el curso de la dijeslion. liemos acabado la esposicion de las teorías sobre la quimificacion. De ellas que hemos sacado! iVada, ^ lo menos yo- Todas esas hipótesis son químicas; todo han querido esplicarlo por com- binaciones i descomposiciones, pero yo aun({ue lego en la ciencia quimica estoi fir- memente convencido, que no se verifica por ningún acto químico i los que hai son secundarios. Todos los quiinicos engreidos con su ciencia han descuidado el acto esen- cial de la dijestion, la iníluencia vital, lodos fian prescindido de ella, paradlos no hai mas que combinaciones, i tanto se lian ilusionado con sus dijestiones artificiales, que llegan a considerar el estómago como un órgano secundario, que no tiene otro objeto que segregar el jugo; i podríamos deducir mui lójicarnentc do sus escritos, que un cadáver en cuyo estómago se conservara jugo gástrico podria dijerir. El estómago l-iene una misión mas alta que la de segregar, tiene la de dijerir, i solo la vida puede hacer semejante trabajo. Para mi lo repilo las dijestiones artificiales no prueban na- da. El l)r. Mala ha probado que el producto de estas dijestiones sufre en el estóma- go el trah.ajo de la quimificacion. Para esto ha pi'íuliicido en animales fistolas gáslri* cas, ha introducido en sus estómagos dichos productos elaborados con el jugo gástri- co ([uc él mismo habia vomitado, i vió conslanlomenle que necesitaban el trabajo del estómago. .\o os, p.ira mi, el trabajo del estómago lo que necesitaban, sino el trabajo, la influencia de la vida. Pregumaré ahora a Spallanz mi, Beaumont, Dumas, Elondlol» Mnllor i a lodos sus secuaces, si lo que habéis obtenido es quinao, ¿porqué sufre olra- alleracion en el estómago? Qué nccesiilad tiene de otra elaboración? Por qué lo esti- muláis solicitando mas jugo gástrico para su completa transformación? A un anima^ a quien se acaba do dar de comer prodúzcasele una hemorrajia, la dijestion se altera; su estómago hai jugo ¿por qué no dijicre? por qué? porque se le ha alterado el movimiento vita!. La pereza, los escalo-frios , la tendencia a! sueño, el no estar las facultades intelectuales tan despejad, is, qué prueban sino que la vida está concentra- da en el estómago, que se necesita allá un movimiento mayor de vitalidad? Xo nos prueba lo mismo la altcracioo que sufre la dijestion, yuando después de comer nos dedicamos a trabajos intelectuales? iVo produce el mismo efecto un baño tomado des- pués de la comida? I no solo creo que es un acto vital esta función, sino que es un acto vital particular, siqierior a iodos los demas, si me es licito espresarme asi por un momento. Esta idea es algo avcnlur.ada, no tengo argumentos sólidos por ahora con que d( fundería i por esto [ircvcngo a Edes. que no pasa! de una duda sujerida por las razones siguientes. El nervio vago para ir a distribuirse en el estómago va a formar parte del ganglio semilunar, solar i celiaco de donde^'partc acompañ.ado de los filetes trisplagnieos. Estos ganglios están destinados a las visceras abdominales, son los mas grandes de todo el sistema, i algunos modernos creen que ellos son el nrijen de lodo el gran simpático. Siendo las funeinnos dol vago como nervio celelaral tan distintas dol trisplagnico, ¿por qué ha ido a confundirse con dichos ganglios? Ha ido a dejar alguna de sus propiedades? Ha ido a adquirir nuevas? Ha ido a cam- biar o a modificar su naturaleza? Por qué osle nervio ánles de formar parle de estos ganglios a medida que se aparta de la cabeza va tomando la forma ganglionar? El ■vago pues en el estómago debe tener i debe imprimir una vida particular. Sino fuera asi el sensorio percibiria los movimientos del estómago. Otras dudas se me ofrecen en contra las teorías químicas i a favor del vitalismo. Analizense como se quiera cl jugo gástrico, la bilis, cl quimo i jugo pancreático i no se encuentra ni ei hierro ni el ácido carbónico, que contiene la sangre, ni el gas hidro-sulfuroso, que se desarro- lla algunas veces en el mismo tubo intestinal. Estos principios de donde han salido? Dondo se han formado? .\adic creo dudará, que se han elaborado en la cconomia; en esta pues se verifican combinaciones imposibles de hacerse do la misma manera en los laboratorios qiiiinicos. Dónde se ha formado el fosforo de la materia celcbral? Cuantos ejemplos de analojia no nos da la nutrición! En ella vemos a los cuerpos microscópicos, a la molécula orgánica tomar una pequeña cantidad de sangre, i ela- borarla i traslormirla produciendo aqui fosfato de cal, alia fosfóro, acidia urca etc. F no solamente vemos formación de principios nuevos, sino lo que es mas, transforma- ción de un cuerpo simple en otro también simple. Vauquelin ha demostrado de un modo innegable en cl jénero gallinaccus, que el scilicc se convierte en calcio. Si en un trab.ajo molécula ca que no alcmza ni siquiera cl micoscrapio* se verifican estos cambios con unos mismos idénticos i siempre iguales principios i lodo bajo la inlluen- cia vital, ¿qué tiene de eslraño que en el estómago se verifiquen las combinaciones de la (lijcslion bajo la influencia puramente vital? Si fuera la dijestion un trabajo químico, tendría cl quimo que ser distinto según la naluraleza de los alimentos. Los principios de una sustancia vejelal combinados con los principios del jugo gástrico deberian dar un producto mui diferente did resultante de la combinación de los prin- cipios de una sustancia animal con dicho jugo. Por qué pues el quimo siempre es igual químicamente? Ihjrquc está bajo un trabajo superior a osla ciencia, bajo la inlluen- cia vital, acto denominado con mucha propiedad por Broussais química viviente. Hai al- gún químico que me diga por qué cl jugo gástrico se pone ácido por la presencia de los alimentos, alcalino en el estado do vacuidad del estómago, i neutro en cl momen- to de su cscrecion? Los desafio a que con sus retortas me espliquen estos misterios- la secreción es vital los inovimicn'.os del estómago se hacen por inílucncia vital, lo- dos los antecedentes en fin son vitales, por qué no lo ha de ser el consecuente? Que se desengañen los (¡uimicos, nunca con sus principios i reactivos iiodrún formar ju- go gástrico, ni quimo, i por consiguiente nunca podrán csplicar la dijestion. En va- no procuron sondear la naturaleza, siempre saldrán fallidas sus esperanzas, es demasiado celosa de sus misterios. Creo haber rebatido suficientemente las teorías químicas i ha- berlas dado la importancia que se merecen. ’ Debería tratar ahora de la absorción en cl estómago, pero ventilaré esta cucsliorr cuando la absorción intestinal. Pasado el quimo a los intestinos provoca movimientos peristálticos análogos a los del estómago, i que creo inútiles csplicar. Asi como este último orgáno contiene el g.istrico, el cana! intestinal segrega también otro llamado jugo intestinal. La: presencia del quimo provoca por su estimulo una mayor secreción por el mismo me- canismo que los alimentos el del gástrico. Se pre.scnta este Huido mas o ménos opaco» de un coior gris blanco, homojéneo, untoso compuesto de dos partes una Huida pro- veniente de los exalantcs i otra mucosa segregada por las criptas. Ticdemann ha en- contrado en él; ácido acético libre, osmazomo, resina, albúmina i diferentes sales co- mo carbonato, sulphalo, fosfato e hidrocloralo de sos.i, carbonato i fosfato de cal. El jugii p inereálico proveniente de la glándol i páncreas se vierte en eJ dmkleno medida que se va formando. Todos los químicos están acordes -en concederle propíe' dades alcalinas; con todo Scheltz le lia encontrado ácido. Alayer aíírnia lo mismo. Todos los fisiólogos le hallan propiedades mui análogas a la saliva por cuya razón llaman al páncreas glándula salival abdominal. No contiene como la saliva sulfo-cia- ruro, pero si mucha albúmina. Según Ticdefnann contiene osmazomo, materia aná- loga a la cascina unida a la tialina , mucha albúmina , i un poco de ácido acético libre. Bilis. Al ver la gran magnitud del hígado, al ver que este órgano no falta en nin- gún animal, de precisión debia dar esto lugar a creer, que estaba destinado a desem- peñar un papel mui importante. líai algunos animales de la escala zoolójica, que ca- recen de hígado, pero ya Malpijio observó unos vasos, que abocan en el estómago ¡ que siisti uyen a esta glándula, muchas han ncgid > esta disposición, pero Dufour les ha conlesiadj victoriosamente con las observaciones hechas en la Modella fasciata , Príonus coriesrius. Lama lugubris etc. No entrare en discusiones sobre si es la sangre de la porta o si es arterial, la que sirve a la formación de la bilis, puesto que eso no es del caso presente. Segregada la bilis va por el conduelo liepálico al duodeno, pero como no puedo desaguar del todo en él por estar algo cerrado su eslremo libre, reflu- ye a la vejigi biliar. En niuclios animales falta esa vejiga, tal sucede en los solípe- dos, en el siervo, camello, elefante, rinoceronte etc., habiéndose hecho la observación r la respiración. Pa- ra apoyar esta hipótesis inadmisible se Tundan en la cantidad que según sus cálcu- los debe segregirse de bilis para neutralizar cl ácido del (|uinio, i en la pequeña can* lidad, (jue se encuentra en los escrementos. Es combatida esta opinión por un ale- mán que dice; los pi incipdes principios de la bilis despu és de neutralizar cl ácido del quimo se hacen insolubles, i por consiguiente son inútiles para la absorción. A esto se piJt;(ie añadir como puede calcularse con exactitud la cantidad de bilis segre. guliV Cuno pueden ser todas espelidas cuando se ve (juc Tallan muchas? Otras teo- rías se !nn inventado pan esp'icar este acto, en todas puede haber algo de verdad» pero son demasiado esclusivas. Las sustancias vcjctalcs i animales las hemos visto po- ’nerse ácidas, adquiriendo a mas la propiedad de coagularse; al ponerse la masa en con- tacto con la bilis parte de ella pierde esta propiedad , pues se divide en dos partes, una soluble i otra insoluble, separación que no se verifica de pronto sino de un mo- do lento a lo largo del canal intestinal. Aqui vemos participar de alguna verdad la opinión de Werner. Esta división en dos partes una soluble i otra insolublc debe ser elVcto de la bilis. La soluble se absorve i la otra es espelida constituyendo los c.scrcmentos. iS’o está en mis alcances el inventar ahora una teoría, pero si diré que aun la nns s itisT icloria no me acaba de convencer, porque ¿quién me esplica ej cómo obran los principios para combinarse? Quién me e.splica de un modo evidente, cuáles son los alimentos de la bilis (jue se combinan comíales del quimo para Corma*' tal o cual resultado? Creo pues que ]iara este resultado es i)reciso que, los componen- tes de ambos cuerpos sean de naturaleza orgánica i tales; (jue al combinarse mudan* do de n iluraleza (picdan orgánicos, lisloi a mas inlimamcnte convencido de que es tan necesario el ácido dd quimo a la bilis para descomponerla, como esta a diclio á- cido, p ira neutralizarlo, apoderarse de los principios del quimo, verificar sus combi- naciones i preparar la masa para que parta luego cu contacto con los absorvenlcs, i se convierta en quilo. Tengo por inadinmiblc la opinión de Blondlot que mira la bilis Cómo un liquido escrementicio. A'o baria meucion de esta opinión sino estuviera tal fisiólogo a su Trente. Cómo es posible^ que se hayan escapado de su penetración los trabajos dijeslivos? Si la bilis Cuera únicamente un liquido escrementicio no se mez- claria con lo que principalmente debe servir de nutrimento al cuerpo, pues sus prin- cipios podrian alterarlo; mas, si Tuera solo escrementicio deberia salir con las mite- •■ias Cecales tal como sale de la glándula, lo cual no es exacto. Si los sectarios (I« Itlondiot me contestan con el resultado do sus csperimenlos en que babian iieclio la ligulura del colédoco, les diré: que sus esperimenlos Tueron siem|ue hechos en perros^ i estos pueden vivir sin comer hasta 15 o 20 dias según opinión de todos los f¡ iolo. gos i aun de ellos mismos. 2.'’ Que el (paüo que han oi)lenido era anormal, inapto pa- ra la nutrición, como lo prueba la muerte acaecida en la mayor parle de ellos. 3.° ()iie los animales que han continuado viviendo, era porque el conduelo colédoco después de haberse ulcerado i eliminado la ligadura se habia adherido por sus estre- mos. Pero basta ya de bilis, pasemos ahora a la ABSORCION DEL QUll.O. Preparado ya el quinxa, los vasos absorveutes se «apo; deran de los materiales aptos a la nutrición, los elabora Torinando el (|uilo, pues no lo pueden trabajar, sino una sustancia, que no teniéndola suficiente aptitud para la nutrición, ocasiona mas o menos tarde el marasmo i luego la muerte. ‘ QUILO. Este liquido presenta algunas diferencias según la altura del sistema qui* lifero en que se le examina. .VI salir de los intestinos es de un blanco turbio, de un olor semejante al esperma según afirman muchas personas, no se coagula a la espo- sicion en el aire. El quilo después que ha pasado por las glándulas mcsentéricas em* pieza a coagularse aunque mui poco, esta propiedad la adtjuiere a medrda que avanza por con el duc.to torácico, lístraígase una cantidad de quilo i a los diez minutos de estar fuera de los vasos se divide en dos partes coagulo i suero. Hai ademas en el quilo una costra cremosa, que le da el color blanco lechoso i que no es otra cosa que la grasa de ios alimentos. Durante la 'coagulación estas moléculas de grasi unas se mezclan con el coagulo otras con el suero i las mas se elevan formando costra. Están en relación directa de la cantidad de grasa, que contenian los alimentos con que se ha nutrido el anim d. El coagulo es la fibrina mezclada con los glóbulos del quilo. Ticdcmann dice que la fibrina dcl coagulo viene de la linfa, que se mezcla con el quilo i que no proviene nunca de los alimentos. Otros sostie- nen que la albúmina i el quilo se transforma en fibrina. Si la linfa proveyera de este principio al quilo, deberiamos admitir o que la fibrina es la misma durante to- da la vida o que bai en el cuerpo otro órgano destinado a su elaboración, i entóneos cuál es este órgano? Sobre la segunda opinión di;é; que si la albúmina se transfor- mara en fibrina seria menester, que la primera sustancia disminuyera a medida que se aumenta la segunda i según se desprende de los análisis por Emmcrt persiste sien- do la misma. Esloi conforme con la segunda parle de los corolarios de Ticmann, que nunca viene de los alimentos, pero creo que se forma en la economía. La forma- ción de la fibrina, la cantidad de hierro que contiene el quilo i los demas cambios que este sufre, empiezan en las glándulas mcsentéricas, cuyo trabajo se desarrolla a medida que va subiendo el quilo por las paredes del duelo torácico. Cóncluiré de hablar del quilo presentando el análisis del quilo humano, que Ileos tuvo ocasión do hacer estrayéndolo del cuerpo de un ajusticiado. Agua 90,48 Cloruro de potasio carbonato, sulfa- .Mbumina con vestijios de fibrina. 7,08 to, fosfato .potásico con vestijios de Estrado acuoso o, .56 hierro 0,4 i 197— Id. alcoólico. 0,52 Materias crasas. . 7 . . . . 7 . . . . 0,92 DEFECACION. Hemos dejado en los intestinos una parte insoluble. Está avan- zando a lo largo dcl canal intestinal, va perdiendo en su tránsito algunas propiedades i cambiando o'ras, producidas por la acción del jugo, bilis. Creen algunos, que no se empiezan a formar las heces sino cuando han sufrido la influencia dcl ácido del apén- dice dcl ciego. Este, dicen, acaba de disolver la materia que puede ser nutriticia. En el caballo los alimentos después que han pasado el piloro no tienen el grado de dijes- tion que se observa en los demas animales i principalmente en los carnívoros; grado que no obtienen hasta que han sufrido la acción del jugo cecal. Esto mismo se nota en los herviboros, lodo lo que ha impulsado a Schulz para mirar a este órgano como destinado a una segunda dijestion. Pero la mayoría de fisiólogos miran el apéndice del ciego como un rudimento del de los animales. Efectivamente su pequenez no pa- rece a propósito para desempeñar una alta misión. Concluiré diciendo, que en el ca- nal intestinal se desarrollan gases. Los mas frecuentes son el hidrójeno, el hidrójeno- carbonado i el sulíido-hídrico, los que son efecto de la putrefacción, según unos cu- ya Opinión me parece errónea, pues aunque considero provenir estos gases de tos ali- mentos, no obstante la veo desarrollarse en los estados patolójicos nerviosos, que por cierto no son causa de petrifaccion alguna. De todo lo dicho en esta memoria creo puede deducirse; que todas las teorías emi- tidas hasta el dia son meras hipótesis, que no pueden esplicarnos la dijestion ; que los actos químicos que se verifican en el estómago e intestinos, son secundarios: fi- nalmente que la dijestion es un acto puramente vital; i que las combinaciones i des ■ composiciones siendo actos secundarios es imposible que nos manifiesten de un mo- do evidente los trabajos dijestívos,. Santiago, Mayo 13 de 1851. Juan Ruññol. I % MEÍ EOROLOJIA . — 'J'onperm^ienlo de S anida go^ por don' U,- NACio Domeyro. (Leída en la sesdo?i de las J'acidl ades anidas de Medicina i Ciencias Físicas i Mal emdlicas en el mes de Mano de 1851.J Por mas sencillo i accesible a la inlclijencia de todos que paresca el csliulio del Icm- peramento de un pais, no iiai tal vez un hecho en la jeografia física que sea mas di- f cil de definir de un modo exacto, claro, preciso i en pocas ])alabras (jue este mis- mo temperamento. En efecto, la benignidad o el rigor del clima no puede espresar" se ni»por la temperatura media del lugar, ni solo por las temperaturas estreñías, ni por la cantidad de lluvia o de nieve caídas en un año, ni por la frecuencia de las c dinas i tempestades que en ef mismo lugar ocurren, ni por la duración de las esta- ciones etc., sino por todas estas e infinidad de otras circunstancias de igual moinent*^ c importancia. Es también notorio que en ningún caso debemos juzgar del tem[1ora- mento de un pais por las impresiones mas o menos agradables i pasajeras que en él recibimos, debidas en gran partea la sensibilidad de nuestro cuerpo i al estado varia- ble de nuestra salud i ánimo, sino que el estudio dediclio temperamentose lia de hacer mediante los instrumentos mas exactos que sea posible, con método, discernimiento i con todas las reglas que la ciencia nos impone. En fin, el temperamento de un pais no es cosa que un viajero pueda conocer i des- cribir de paso, sino un objeto de investigaciones laboriosas que necesitan una resi- dencia prolongada en un mismo lugar, una serie de observaciones no interrumpidas, i se lian de consultar inevilablemeiite las tradiciones i hechos pasados, los testimo- nios de los hombres ancianos i la historia del pueblo. .Supóngase que dos viajeros, aficionados a la naturaleza, llenos de las impresiones mas vivas del viaje, provistos de apuntes curiosos i pintorescos, se encuentren en algún pais lejano, habiendo uno recidido por tres o cuatro meses en Santiago en la es- tación del invierno, i el otro, por igual tiempo, que, por cierto, no seria demasiado largo para los grandes corredores del mundo, en los meses de verano. ¿Qué dirían los dos, hablando del temperamento de nuestra capital? El primero sosleiidria con toda la seguridad i a[domo de un buen observador, que — 1^0 — d clima de Sanliago es lluvioso, Trio, el cielo las mas voces empañado, nublado, <'i aire casi saUirado de humedad, los nortes frecuentes, mucho desarreglo en las varia- ciones barométricas i semanas enteras de mal tiempo. El segundo diria al contrario que el clima de la capital de Chile 'es sumamente seco i árido, ardiente, sofocante, peligroso para los (]uc padecen de nervios: sures de dia, calmas de noche, lijeras bri. sns de la Cordillera por las mañanas, meses enteros de ciclo tan puro, lindo, diáfa- no, que las estrellas aun las mas microscópicas no se escapan al anteojo del astrónomo. I si, por casualidad, llegase a tiempo un tercer viajero que por fortuna hubiese re- cidido en nuestra capital en los meses de marzo i abril , o bien en los de octubre i noviembre, desmentiria a buen seguro las aserciones exajeradas de los dos an- teriores, i, encantado de la benignidad del clima, con razón baria el mas justo elojio del cielo, del suelo, del aire, i de toda la naturaleza de la ciudad, la cual, situada al pie de majestuosos cerros, en un estenso llano rogado en todos sentidos por cana- les i arroyos, mira al propio tiempo los hielos perpetuos en las cumbres, el sol ardien- te de los trópicos, engastado en el azul mas hermoso del cielo, i las mas variadas formas de vejelaciou pertenecientes a todos los tipos, todas las rejiones de la tierra, desde la zona tórrida hasta donde acaba la última seña de la vida. — Aqui, no sin sorpre- sa, júntase la elegante palma chilena, tipo de la vejetacion equinoccial, con el grave i sombrío pino de los parajes mas frió, del otro hemisferio; el sicmpie verde nispero del Japón con el piramidal álamo de Italia, i el melancólico sauce lloron de Babilo- nia con la magnolia .\orle-americana. No hai estación mes ni seiaaana que no tenga dores, fruta i follaje que les son propios; hasta en el rostro, la tez, el pelo, i los ojos de los habitantes se rcllejan los mas variadas matizes de la familia del hombre: desde la mas p^ira blancura de la rasa caucasiana hasta el color mas cobrizo del indíjena del nuevo mundo; desde el pelo mas suave, sútil, pajizo de los niños que juegan en la orilb'* del Báltico, hasta la mas oscura cabellera del Mozambique; desde el azul mas claro i tranquilo del ojo de un Finlandés, hasta bi mirada mas sombría de un Arabe.* La Capital de Ciiile tiene la suerte de poseer establecido de un año a esta parte, un observatorio metcorolójico tan completo, i dirijido por un sábio tan cminente> que bajo este respecto no tiene nada que envidiar a las capitales Europeas. Hablo de la cspedicion cientinca Norte-Americana, la cual, a mas de las observaciones astronó- micas de sumo interés para todos los sábios de ambos continentes, sigue haciendo, hora por-hor;i, de dia como de noche, las observaciones termométricas, barométricas, bigrométricas, magnéticas, las de agua caida i de cuantos fenómenos puedan llamar la atención de un físico: lodo ciccutado con órden, método, perseverancia, i por me- dio de los mejores instrumentos meteorolójicos. Dicha espcdicion se propone prose- guir los mismos trabajos por tres años, ánlcs de publicar un cuadro completo de sus investigaciones. Chile cnlónccs adquirirá un tesoro precioso para el estudio i cono- cimiento do su propio pais i hallará un camino trazado para la continuación de la misiua obra. El término no está remoto; mas, ánlcs que el señor Güliss haga esteser- vicio a la ciencia i a la nación, rna tomo la libertad de bosquejar en un cuadro con- ciso los caracléres mas notables en la inclcorolojia do la capital sacados de unas mil observaciones dcl año pasado. §. fl .— =»Pa*«sioii aíauosferiea. — (ííííB'íSísseli'o.) No sin fundamento los naturalistas consideran la presión atmosférica media i sus variaciones como un punto fundamental en la metcorolojía de un pais. Sumidos (u un Océano aereo que ruje, vibra, se mueve i se aquieta, sube, baja i oscila, produ- ciendo con cierta ])criodicidail mareas análogas a las del Océano Acueo, no sentimos — 3ÜÚ-- las mudanzas mas esenciales que se operan en el medio en que vivimos: solo la cien- cia nos advierte de ollas. Sentado en faz de su barómetro el fisico, la vista fija cu el nivel del mercurio, ve que desde las 4 de la mañana su columna barométrica sube insensiblemente i sigue subiendo hasta las 9 a las 10 de la miñana. En este tiempo queda tranquila por es- pacio de una o dos horas i después empieza a bajar sin pararse en su descenso, hasta las 3 o 4 de la tarde. Sobreviene entonces un segundo rato de calma i (juietud, el mercurio'queda inmóbil, hasta que, al ponerse el sol, como a las 5 o 6 de la tarde, principia otra vez a subir i no se para en su ascensión sino entre las 1 1 i la madia noche, a cuya hora vuelve a bajar i va bajando hasta las 3 de la mañana. En una palabra, dos ascensiones i dos descensos en la presión atmosférica, a Iioras fijas, en cada 24 horas, he aquí lo que, en jencral, se observa casi en todas partes del globo i en todo tiempo, exceptuándolas latitudes mui altas i los dias de los gran- des temporales i revoluciones atmosféricas. El mencionado arreglo es sobre todo tan perfecto i constante en la zona equinoccial e inmediata a los trópicos qiie,>valiéiKlo- mc de la espresion de Iluinboldt, al viajero en esta parte del mundo puede servir el barómetro de un verdadero reloj o cronómetro. Mas a medida que nos alejamos de los trópicos dicho arreglo se turba i sufre interrupciones i anomalías tanto mas fre- cuentes cuanto mas nos acercamos a los polos. ¿A qué rejion pues, bajo este fespecto, pertenece el temperamento de Santiago i qué variaciones mas notables presenta aqui la presión atmosférica? El resúmen de las observaciones barométricas de todo el año 1849 nos demuestra lo siguiente: (véase el cuadro I."® a continuación de esta memoria). Las mayores ascensiones barométricas en Sanli,'\go han ocurrido en lo^ meses mas lluviosos de junio, de julio i de agosto, a las horas del mínimum de la presión , en tiempo de los mayores trastornos atmosféricos: las columnas de mercurio que corres- ponden a estas ascensiones, reducidas a O’ de temperatura, han sido: 724.5 — 724.7 — 725 8 milímetros. Los mayores descensos de la columna barométrica han ocurrido en los meses de mayor sequia i ded arreglo mas ])crfeclo en las variaciones atmosféricas: es decir, en los meses de febrero i marzo. La columna mas baja que he visto en todo este año fue 701,9 milimoiros. (Reducida a O®) La presión atmosférica media en lodo el año (red. a O") ha sido 714.00 milímetros. Esta presión corresponde a una altura de 509.4 metros sobre el nivel del mar, a cuya altura nos hallamos descargados de una 1/15’ parte del peso IG’ (1 0 la menor frac, de saturación. • . 0.281 Término medio del IXICSb ••••«• Febrero de 1850. • • 0.312 La mayor humedad o la mayor frac, de satur. • • 0.-45 4 La mayor sequedad o la menor frac, de satur. • • 0.203 Térmido medio del mes. ...... . • 0.367 La diferencia (d) siempre cumas para el psicrómetro: (d)=030. Ii3 humedad relativa de las mañanas mayor que la de las tardes. I-a mayor fracción de saturación de este mes coincidió con un gran temporal en las Cordilleras. Los hechos mas notables que se deducen son los siguientes: En primer lugar: la mayor humedad relativa del año coincide con la estación de las lluvias: es decir recae en lo mas riguroso del invierno. En este tiempo el aire, aun de dia, se halla mui a menudo saturado de vapor. Desde entónces la humedad relativa media va minorando i el aire llega al maximun de sequedad en el mes de enero: es decir la menor fracción de saturación coincide con la época de los mayores calores de la estación. Espres indo por 1000 la mayor humedad posihle en cualquiera estación del año, es decir la mayor cantidad de vapor que puede contener el aire saturado de hume- dad, tos números que representan la humedad relativa de las diversas estaciones son los siguientes: .Tulio 718 Agosto 695 Noviembre 406 Diciembre 390 Enero 302 F’ebrero 36’ I desde esta época la fracción de saturación va subiendo basta mediados de julio. En segundo lugar. Es mui digno de atención el grado a que llega la sequedad re- lativa del aire en la época libre de lluvias: — por ejemplo: el 9? de noviembre —215— i^l8l9) a las 5 de la larde el punto de rodo en el higr. de Regnault bajó a 0“4> mientras el termómelro libre marcaba 26. 4; una hora antes, el punió de roCio se ha- llaba a uno i medio grado bajo cero i el termómelro libre a 26°8; la diferen- cia entre el termómetro seco i el termómetro humedecido del psicrómetro ascendia a 14'’; un sur recio soplaba desde las 2 de la larde. Un otro caso igualmente particular sucedió el 16 de noviembre del mismo año: A las 3 de la larde el punto de rodo oscilaba entre uno i dos gradosdebajo decoro» miéntaas el termómetro libre se manlcnia a los 24,3 encima de cero. Con cadasoplo del sur, aunque el instrumento no lo recibia directamente i se hallaba tras una mampara, estando el dado de plata del higrómelro de Regnault mantenido a un punto próximo del grado de condensación, el rocio aparccia i dcsaparecia instantáneamente. La di- ferencia entre los dos termómetros del psicrómetro llegaba a M.^ñ. Este caso es casi idéntico con el que Ilumboldt i Rose han observado en la Pampa de Sibcria, llamada Platowskaya Stepa, caso que se cita en las obras de Mclcorolojia como ejemplo de l a mayor sequedad observada en los llanos no mui elevados en el interior de los continentes a centenares de leguas del mar. I no deja de ser para nos- otros un hecho estraño billar un caso igual a unas 15 o 20 leguas del mar, en un va- lle, al pié délos cerros, en una estación en que el viento reinante viene del Sud-Oes- te, es decir del lado del Océano. En tercer lugxr. — Otro hecho no menos importante i peculiar del temperamento de Santiago es que aqui, en jcncral, la humedad relativa baja visiblemente a la tar- de en cualquiera estación del año i la sequedad sube de punto; a pesar de que, con el aumento del calor del dia i un continuo soplo del viento sud-oesle, debe evaporar- se mucha mas agua de dia que de noche, i mucha mas a las 2 o a las 3 de la larde que por la mañana. Esta diferencia sube a veces a tal grado que la humedad relativa a las 9 o 10 de la mañana es doble de la de la larde, a pesar de que la humedad ab- soluta, o la verdadera cantidad de agua en la atmósfera poco varia i llega a veces a ser casi la misma por la larde que por la noche. Citemos algunos ejemplos. Noviembre 22. a las 9 de la mañana a las 5 de la larde. Noviembre 20. 4 a las 9 de la mañana, a las 3 i 1/2 de la larde. Noviembre 20. a las 9 i 1/2 de la mañ. a las 3 i 1/2 de la larde. Humedad relativa. Humedad absoluta. Temperatura. Observarla por medio del psicróiiietro i del higrom. de Regnault. Observada direela- meiile por el Tnétodo químico. del aire obser- vada. 0.318 — 5.7 grs. en un metro cú- bico deairc — 20.2 . ' 0.I8I — 4.0 id — 22.6 0.502 — 7.3 id — 19.8 0.276 — o.O id — 21.8 0.654 — 8.3 id — 18.7 I O 7.7 id — 19.9 Para csplicar los hechos que acabo de señalar debemos fijarnos en diversas circuns- tancias locales que sin duda han de contribuir a producir, tanto el grado de seque- dad relativa mui grande que experimentamos en los meses de verano, como el au- mento de esta sequedad mui notable por las tardes con relación a las mañana.s. Dichas circunstancias son las siguientes: 1.“’ Una altura de mas de 500 metros sobre el nivel del mar; ' o.” T-a separación del mar pe una ancha cadena de (jerros cuvas cumbres se (de- ílfi— van a líOOO metros de altura sobre el nivel del mar (I j i son graníticos, por mas dg seis meses del año casi enteramente secos i áridos; 3." Falla de lagos i gjandes derrames de agua en las inmediaciones; ausencia de lluvias por mas de seis meses del año. i.” Un suelo que se calienta mucho por la accifm directa del sol i causa corrieníe» verticales en el aire mui rápidas i activas. En efecto, enardeciéndose el suelo por la acción mui poderosa del sol del verano, hace también calentar mui vivamente las ca-- pas de aire que se hallan en contacto iumediato con dicho suelo, i estas capas, ha-- ciéndose mas livianas, suben, corren arriba i en sus corrientes verticales arrastran el vapor de agua. De manera, que apesar de que esta ultima ha de evaporarse tanto mas aprisa cuanto mas aumenta la temperatura del dia, el aumento de la cantidad i de la fuerza elástica de vapor que de esto resulta, no siempre es capaz de coni"' pensar las pérdidas del mismo vapor i la debilitación de su fuerza elástica, ocasio*- nadas por les dichas corrientes: mientras tanto, aumentando, con el calor del dia, tanto la capacidid de saturación del aire como la fuerza elástica que corresponde af punto de saturación, resulta que lo que llamamos fracción de saturación o humedad rcl'-di >a, es decir la razón de la cantidad de vapor que existe a la que pudiera exis- tir, va disminuyendo con este mismo calor hasta las 4 o las 5 de la larde. En este momento o un poco mas larde, con lo qne se enfria el aire, principian a debilitarse las corrientes i concibas vaya disminuyendo la pérdida del vapor de las capas inferiores de la atmósfera; i couío, por olra^ parte, la misma frescura de la noche hace que la' capacidad de-saturaeion del aire va minorando, resulta que la razón de Ib cantidad absoluta de vapor que hai en el aire a la que pudiera existir, es decir \shumedad rc' latioa, ha de aumentar precisamente i acercarse a la unidad. 5.® El efecto que acabo de señalar, debido a las conu'e/des verf icales dél aire, ha' de ser todavía mas considerable i mas visible por la inmediación de las Cordilleras, En realidad, hallándose la Cipital de Clíilc edificada al pie occidental dé los Ande», el calor del dia se reconcentra en las faldas inferiores de los cerros, las cuales hair de contribuir necesariamente a calentar las capas inferiores del aire; miéntras el aire de arriba qne toca a las nieves perpetuas, debe conservar una densidad algo mayor que la que corresponde a la altura en que se halla. Resulta pues que las corrientes verticales, que provienen de ba desigualdad de densidad éntrelas capas inferiores i exteriores de la atmósfera, lien de elevarse con mayor velocidad al pié i por las falda» de los .Vndes que en medio del llano, léjos de estos úllimo.s. En lio me' lisonjeo con la idea de que todas estas investigaciones, por raa» meom- plelas que sean, tienden a demostrar la importancia que ha de tener e'nlrc nosoros el estudio de la higromclria del pais. Este estudio i el aprecio exacto de las principales variaciones que se notan en el estado higromélrico de la capital, echarán lalvez aigu' na luz sobre la diversidad de enfermedades que acometen a la población de Santiago' en diferentes estaciones del año. Es por ejemplo, de presumir, que las dolencias í afecciones del hombre, como también la inílucncia que en ellas han de ejercer di- vers'is causas i remedios, no pueden se los mismos cuando la humedad relativa deí aire está a t)7 o 98 en invierno (jue cuando está a 17 o 18, como sucede 'mui a lae- niido en los veranos de Santiago, Por último, no creo inoportuno que, refiriéndome a las razones espueslas en cst.af memoria, vuelva a recomendar a las personas ocu[ndas en Iiacer observaciones me' leoi'obijieas en (l'iile, que den preferencia al método psicromélrico como medio mas' jironto mas fácil i mas cómodo de deicnninar el estado higromctrico del aire. Las ta- blas adjuntas les dispensarán de hacer cálculos algo complicados i demorosos par» I l’issis l>i“S('r¡pcioii ilt* l.i tti'pi'ililica ili- C.liilc. —217— cada observación: de manera que podrán lodos los dias repetir 4 o 5 veces las obser- vaciones, de las cuales cada una durará cuando más 3 a 4 minutos. Las horas mas a propósito para dichas observaciones serian: . a las 8 de la mañana; a medio dia; a las 4 de la tarde; a las 9 de la noche; i a las 4 o 5 de la mañana. Los resultados definitivos de estas observaciones podrian, si se quiere, aproximarse! todavía mas B la verdad, restando de enda fracción de saínraaon sacada por dicho método 0,030 a 0,035 para igualarla con lo que, en iguales circunstancias, indicaría el higrómelro de condensación. § BV. fios váenlos reiiiaesies, 1»!^ vaporeií férncos etc. • Para completar el cuadro meteorolójico de la Capital, haremos en esta parte un •'esumen mas conciso de los hechos mejor averiguados, relativos a los vientos i los domas fenómenos debidos a la condensación del vapor i el estado eléctrico de la at' mósfera. La ciudad de Santiago como todo el territorio chileno participa de las grandes co- rrientes atmosféricas que reinan en la costa del Pacifico desde el cabo de Hornos hasta el trópico. La atmósfera, en su estado normal, tiene casi siempre un rato de calma al apagarse los últimos rayos del sol en el Océano. Poco después empieza a correr el terral, es decir un viento del este, el que por lo común principia a sentirse mas temprano en la costa que en los llanos Intermedios, mas temprano en estos últimos que en la media falda de las Cordilleras, i aparece las mas veces poco ánles del amanecer en las mas elevadas cumbres de los Andes. Éste viento, llamado en el sur el Puelche, va pues retrocediendo, es decir, se pro-* paga en sentido conti’ario a la dirección en que sopla: es probablemente uno de aquellos que los físicos llaman vientos de aspiración, i pende de la situación del soí respecto del horizonte. Apenas el sol aparece en el horizonte, calla e\ puelche i sobreviene un otro ralo de tranquilidad, de la cual se aproveclian por lo común los viajeros para pasar la li- nca divisoria de los Andes. Esta calina es corla i luego principia a correr el sur o el suroeste, el que a las 9 o 10 de la mañana se aviva con tanta furia en la parte mas encumbrada de los Andes, sobre lodo en algunas inílexiones de la linca llama- das portezuelos, qué, valiéndome de la espresion de los arrieros, el soplo del viento levanta pequeñas piedras de la tierra. Dicho viento a la mencionada hora corre ya por todas las llanuras que circundan a Santiago, apareciendo prim3ro como una sua- ve i lijera brisa que va templando los rayos mas oblicuos del sol i transformándose luego en un viento mas o menos recio i canlinuo cuya dirección oscila entre el suri el suroeste. Esta dirección i la fuerza del viento varían algo de un lugar a otro por la dispo' sicion de los cerros i collados al rededor de la ca[)i(al; hai parles [donde se tranquiliza algo el aire entre las doce o la una i las dos de la tarde; i vuelve después a cobrar su impeluosidad; mas, en jeneral, se nota que rara vez dicho viento sigue soplando ron igual fuerza hasta ponerse el sol. \ esta hora, como yak: ha dicho, viene la épo- i'a de la calilla i luego el (rio de la nodie. — 218 — Este es el estado normal de la atmósfera de Santiago, esluio que es casi constante en la estación del verano, pero sufre frecuentes desarreglos en los demas meses, so- bre todo en invierno* En estos meses vienen mui a menudo los nortes que nos traen lluvia i a veces relámpagos i truenos. Nada de constante ni periódico se observa en la aparición de ellos i por lo mismo seria inútil indagar las causas que los pro* . duce n. Na seria demas sin embargo detenernos por un instante en la apreciación del in- flujo que ejercen los nortes sobre la producción de la lluvia en Chile, ni seria ra- cional despreciar una observación de nuestra plebe, o jenle del campo, la cual es talvez mejor observadora de los cambios i variaciones atmosféricas que lo que se cree i qne lo es en realidad la jentc mui distraída délas ciudades: hablo de aquel di- cho chileno que se repite con frecuencia: « Norte claro sur obscuro Aguacero seguro. » Para espliCar este agüero acordémonos que la cantidad de vapor necesario para sa- turar un espacio dado crece con la temperatura i disminuye mucho enfriándose el aire. Tuda variación que ocu. re en la atmósfera por causa de la densidad del aire o del estado en que se halla el vapor de agua on su mayor o menor gr.ido de disolu- ción, se hace mas visible cerca del horizonte que en la rojion zenilal. El viento norte que viene de los trópicos nos trae grandes oleadas de aire saturado de agua, cuyo vapor, participando todavía del calor de la zona tórrida, se halfa en estado de una disolución completa i par lo tanto no enturbia ni empaña la claridad de la atmós- fera; mas estas mismas masas de aire pasando al sur, a las rejiones frias, pierden su gran capacidad para el vapor, i este último, no pudiendo sostenerse al estado de gis en la atmósfera, se condensa i se sopara en forma de niebla, de nubes, o de llu- via. Es pues claro que, colocada la vista en una reji.on intermedia, entre las zonas calientes i las zonas frias, ve a un tiempo, por el lado del norte el aire todavía tras- parente, aunque saturado de humedad, i por el lado del sur, este mismo aire oscu- recido por las partículas del agua quo se condensan i se separan de él, formando nubes mas o menos espesas según la cantidad del vapor i la distancian que se for- man. Es de notar: l.°que los mismos nortes cuando vienen en verano no producen efecto igual en las provincias septentrionales de Chile, aunque en esta misma esta- ción causan lluvias i tempestades en las latitudes mayores, pasando, por ejemplo, las de Concepción i de Valdivia. 2.” Que la aparición de la electricidad tempestuosa, es decir de relámpagos i truenos en Chile, coincide solo con la formación de las llu- vias i nunca ocurre en los meses de verano, aun cuando en estos meses se forman las nubes i viene a obscurecerse el cielo: lo que nos prueba la intima relación en* tre el estado eléctrico de la atmósfera i la formación de la lluvia, el mismo orijen de causas que influyen en la una i la otra clase de fenómenos. Es también digno do notarse que los relámpagos i truenos que son mui raros en Chile, vienen por lo común al principio i al íin de la estación de las lluvias, es de- cir acompañan, por lo común, a los primero.s]i los últimos aguaceros. Las nubes en que nacen son también las únicas que suelen echar granizo, i este último cae por lo común por la tarde, entre las dos i las cinco, precediendo casi siempre la lluvia. Para investigar i esclarecer esta relación entre el estado eléctrico de la atmósfera i la formación de la lluvia i del granizo seria indispensable emprender una sériede observaciones continuas las mas prolijas posible, no solo del estado eléctrico de las nu- bes i del cielo nublado en la estación de las lluvias, sino también de la tensión eléc- iM-'a 0101 ilcbil del rido el >ro i de la estación mas seca del año. Tales observaciones —219— echarían lal vez alguna luz sobre las causas desconocid.is lodavia de la falla de lluvia n la milad del año en Santiago, para cuyas investigaciones nos fallan todavía los ins truincntos i aparatos necesarios. En todo caso no debemos equivocar los relámpagos de tempestad eléctrica o ver- daderos rayos, mui raros en este temperamento, con los mui frecuentes relámpagos de la Cordillera que alumbran las cumbres mas elevadas de los Andes, en las no- ches mas hermosas del verano, sin producir truenos ni el menor ruido en la atmós. fera. Estos relámpagos silenciosos se ven tanto mejor cuanto mas nos alejamos délos Andes, i sin razón los toman los habitantes de Chile por erupciones volcánicas, qug indican la existencia de volcanes en lugares donde no existe indicio alguno de crá- ter volcánico. Varias veces en la estación de verano, i en diversas cumbres de los An- des, he pasado la noche en la linca divisoria de las aguas sin ver estos relámpagos, al paso que en la misma noche los habitantes de la costa los divisaban resplande- cientes en la rejion mas elevad i de las Cordilleras. Dichos relámpagos nunca tienen el aspecto de aquellos surcos (sillons) de fuego que marcan el camino tortuoso del rayo en una tempestad eléctrica: los relámpagos de que hablo no hacen mas que aclarar repentina e instantáneamente varias parles del horizonte." aparecen como re. /lejos de un fuego atizado por momentos i no como el fuego mismo. Los mas hermo- sos i mas frecuentes ocurren en las noches que suceden a los dias mas calurosos del verano i son idénticos con los que suelen aparecer en el horizonte aun en los países de llanos en las noches mas ardientes del verano. Por esta razón se les dá el nombre de relámpagos de calor sin que se pueda dar a este fenómeno una causa i esplicacion satisfactoria. La cantidad de agua caída en Santiago en los meses de mayo, junio, julio, agosto, setiembre i octubre del año 1849 ha sido de 317 mií i metros: un poco mas que la mitad de lo que suele ccer en todo el año en Paris, donde las observaciones he- chas por 22 años, dan para la cantidad de agua caída en un año, término medio, 570 milimelros en el palio dcl Observatorio i solo 500 m. ms. en la azotea. El año 1850 ha sido uno de los mas lluviosos en Santiago: de manera, que desde el 3 de mayo hasta el 24 de noviembre he recojido en un udómetro establecido en el barrio de Yungay 553 milimetros de agua: cantidad mayor que la que suelen producir las lluvias en lodo el añoen Paris. Se ha notado que dicha cantidad de 653 mm"* es infe- rior a la que ha caido durante el mismo año a unas 20 cuadras mas al este i a unas 20a30 varas mas arriba, al pié del cerro Santa Lucía: lo que probablemente es debido a algunas lluvias recias pero de poca duración que son lluvias de la cordillera i las cuales paco se apartan de la cadena principal de los Andes. Independientemente de la abundancia de las lluvias, el cielo de Santiago presenta en jeneral mucha varia- ción en su aspecto i trasparencia. Contados los dias nublados i los que a medio dia tienen el cielo cubierto, resulta, que, poco mas o menos, tenemos la tercera parte del año de tiempo nublado i las dos terceras partes*dc cielo claro, sereno, o escasa, mente sembrado de nubecillas, que por momentos aparecen i desaparecen sin ocul- tar los rayos del sol. Los meses de enero i de febrero de 4 849 no han tenido ni un dia nublado; los de mayo i setiembre son por lo común Jos mas nublados,! en este úl- timo, sobre lodo, solemos tener apenas cuatro o cinco dias de sol. Mas, observemos que íiun en los dias de mejor tiempo i de ciclo mas hermoso» seestiende por lo común al pié de los Andes una lijera bruma, apenas traslucida, la cual suele desaparecer por uno o dos dias en tiempo de invierno después de una lluvia abundante, cuando de repente se aclara el diai el cielo toma un bello color de turquesa. La bruma de que hablo no es por cierto efecto del vapor de agua sus- pendido en el aire: porque ella permanece aun en la época de la mayor sequedad del aire, aumenta de intensidad a mediodía, no se disipa por el viento i nunca dá lu- —220— gar a formación de nubes: es una ilusión óptica que proviene probablcmcnlo de la desigual densidad de las capas de aire que tocan la superficie de los cerros i de las que se hallan a poca distancia de ellos, como también de las corrientes del aire que busca el equilibrio, debiendo necesariamente resultar de esto refracción i dis- percion de algunos rayos de luz que atraviesan esta parte de la atmosfera para llegar ajos ojos del observador. Otro fenómeno digno de atención i de estudio es el siguiente: Acontece que, co* rriendo un viento norte o nord-este por el llano de Santiago en un diade sol en in- vierno, i, hallándose el aire casi saturado de humedad, baja por el valle trasversal del Mapocho, de las rej iones elevadas de los Andes, una cadena de nubes que va arras- trándose por la media falda de los cerros, hasta el lugar donde el mencionado valle entra en el valle principal de Santiago. Llegando a eslejlugar, obligada a desfilar dicha cadena de nubes por la falda de los cerros situados al este de la Capital, se ca- lienta con el calor de la superficie de dichos cerros, cuyo calor hallándose suficiente para disolver el vapor de las nubes en el aire, hace desaparecer, una en pos de otra, todas ellas sin dejar pasar alguna. Entretanto, la corriente de aire la cual hace bajar las nubes de la Cordillera espresada, va marchando i arrastrando en su marchad vapor disuclto; mas apenas pasa dos o tres leguas por la falda délos men- cionados cerros cuando, impelida a seguir una dirección hacia sur-oeste, se aparta de ellos i luego encuentra en su camino la corriente principal del llano mas fria i talvez mas rápida. Esta última causa en el acto la condensación del vapor reden disuelto en la falda de los cerros, i vuelve a renacer la misma cadena de nu- bes que sufrió interrupción i la cual continúa desde este lugar su camino hacia el sur o bien al sur-oeste, correspondiendo en lo alto al curso principal del Maipo. Se ve entóneos, en un golpe de vista, una hilera de nubes que descienden por el valle del Mapocho, la interrupción o desaparición de ellas en frente de Santiago, i la con- tinuación de la misma cadena al sur o sur-oeste de la Capital. Mas ¡cuántos otros fenómenos igualmente interesantes presenta el ciclo i la at- mósfera de Santiago para un verdadero aficionado a la naturaleza i dispuesto a ob- servarla! Detengámonos todavía por un momento en el exámen i estudio de las cir- cunstancias que producen en nuestro clima las heladas blancas, tan perjudiciales a la vejetacion. La helada blanca no es otra cosa mas que un rocío conjelado, que cubre la super- ficie de la tierra i de las plantas por las mañanas i se deshace por lo común al le- vantarse el sol Su formación en jcneral no presenta nada en si que no se pueda con- cebir i esplicar suficientemente. Mas sucede, como hemos visto en un caso particular en el invierno de 18ií), que la helada blanca permanece por mas de 21 horas en la sombra, apesar de que en lodo este tiempo la temperatura del aireño baja de 4 a 5 grados encima del cero, es decir encima del punto de conjclacion del agua, i esta misma temperatura del aire sube a 10° a mediodía en la sombra. Este hecho que parece raro, el ver conservarse el yelo aúna temperatura mas alta que la que se necesita para la conjclacion del agua, se debe al concurso de laseircuns- tancias siguientes: el aire casi saturado de humedad, o próximo al grado de satura- ción, el cielo claro, mui poco viento, o una calma casi completa i el barómetro bas- tante alto. A mas de psto, la helada blanca se conserva con preferencia sobre piedras i tejasen los declives que miran a la parle meridional del cielo, como también en la superficie del suelo algo poroso i húmedo i con preferencia en la superficie de algu, ñas hojas de plantas cubiertas de pelo. La razón (pie se dá a lodo esto, en j)arlicu!ar a la formación i conservación del yelo en una lempcr.ilura del aire tan elevada, es, en ¡n inirr luejar, la grai> irradia- ción del calórico que pn las mencionadas circunstancias i en presencia del ciclo — 22t — limpio i claro suele sufrir el suelo; en segundo lugar, la desigual conductibilidad, e\ diverso poder emisivo i la diversa capacidad para el calórico de los diferenles mate ríales que componen el suelo. En consecuencia de esta diversidad de propiedades ca- loríficas algunos de los citados materiales pueden enfriarse en su superficie hasta cero miéntras otros guardan todavía 4, 5 o 6 grados i el aire alcanza a tener hasta logra- dos de calor. La irradiación del calórico por la superficie del suelo en Chile merece sobre todo observaciones mui seguidas i debe llamar la atención de los agrónomos i horticulto- res. Esta irradiación, en jeneral,es tanto mayor, i tanto mayor su efecto, cuanto mas t^laro está el cielo i cuanto mas seco i tranquilo el aire: ambas condiciones se realí- lizan en sumo grado en las bellas noches de Tcrano i pueden ser mui perjudiciales a la vejetacion, si vienen a coincidir con otras de igual naturaleza en la primavera o bien a principio del otoño, produciendo fenómenos análogos a los que influyen en la producción del yelo artificial en Bengala, (véase Tratado de Física de Pouillel, Libro VIH. cap. 11. 521). Con este motivo voi a citar el siguiente hecho cuyo conocimiento debo al señor Ja- rrier Director de la Escuela de Artes de Santiago. El I I de marzo de 'V849 estaban edificando en la casa de la citada Escuela una al. ta chimenea, cuya obra hallándose casi concluida por la noche, bajaron los albañi ■ les, dejando en la cima de la chimenea que dominaba todos los edificios vecinos uu;» batea con agua, de poca profundidad, descubierta a toda la acción del cielo perfec- tamente limpio i en calma, ¡Cual fue la sorpresa de los obreros cuando al volver el dia siguiente por la mañana a su obra para concluirla, hallaron en la batea como una pulgada de yelo! El termómetro esta mañana al amanecer morcaba 13* G grades cent, el barómetro 7 14.9 i 'el fenómeno ha sido tanto mas notable cuanto que en calma la temperatura del agua puede descender a 2 i 3 grados debajo de cero ántes que principie a formarse el yelo. ¿A que causa pues se atribuye un fenómeno de esta naturaleza? Se sabe que, en jencral, los cuerpos se enfrian tanto mas presto cuanto mas frió es el objeto que se halla en presencia de cllos^ Por otra parte, evaporándose el agua produce frió, i se evapora tanto mas prisa cuanto mas seco esté el aire. El espacio celeste, según los físicos modernos, no puede tener menos de 115“ de frió, es decir 4 15“ debajo cero. Este espacio cnleramenle descubierto ha de producir un enfria- miento mui rápido en la superficie de los cuerpos espuestos horizonlalmente a su acción, sobre lodo, si al propio tiempo dicho enfriamicnlo eslá aclivado [Xir la pron- ta evaporación del agua en una atmósfera mui seca, i ningún movimiento rápido de aire caliente pi la proximidad do cuerpos mas calientes vienen a compensar la pér- dida de calórico irradiado por la misma superficie. , De ahi resulta que para defender la vejetacion mui tierna o nmi delicada contra el indicado efecto de una noche serena, tranquila i seca, en tiempo de primavera o de otono, no tenemos mas que esconder el espacio celeste a las plantas, estendiendo en- cima de ellas algún Iclon, ,por mas dcjgado que sea, aun cuando sea tan lijero como una niebla o una nube suspendida en el aire, i, en segundo lugar, evitar que se riegue en estas estaciones el suelo mui larde i con mucha abundancia. 30 % ALTURAS BAROMÉTRICAS I TEMPERATURAS; MEDIAS EN TODO EL AÑO Meses. Término medio de las « alturas mayores. 9h-101i. Término medio de las alturas menores. 3h-4h. Altura Barométrica medía del mes. a 0.“ Término medio de la Temperatura máxima i de temper.» mínima. Temperatura media del mes. Agua caída en mili- niel ros. (A O s 3 ■Ji •5 3 r. Enero. 713.50 712.05 715.08 28.0 17.8 25.2 Febrero. '712.25 .711.42 711.85 28.9 14.4 21.7 Marzo. 712.88 711.94 712.41 20.1 13.3 20.8 7 Abril. 714.Ü2 713.39 714.10 21.2 1 1.1 10.1 <» Mavo. 714.07 715.97 714 52 10 2 89. 12.0 48 m.m. 10 Junio. 7 13.53 714.79 713.00 13.7 71. 10.4 132 1/2 m.m. 14 Julio. 714.94 714.51 714.1 2 13.0 03. 9.7 41 m.m. 13 Agosto. 710.73 710.01 710,0b 13.2 39. 9 3 43 m.m. 11 Setiembre. 713.31 714.90 71 3-, 23 10.0 80. 12.0 0 m m. 21 octubre. 713.58 714.90 713.17 19.5 94. 14.3 8 m.m. 0 Diciembre. 712.94 712.17 712.35 20.0 13.5 20.0 17 m.m. 7 Noviembre . 714.20 715.17 713 09 24.7 15.8 19.3 5 EN TODO EL AÑO. 715.71 71-4. OG 20.57. 11.14 15.80 517 m.m.» 100 714.41 Meses, ¿En qué decena del mes ha ocurrido la mayor allura media. En qué decena del mes 0- currió la menor altura me- dia. Cuantas ’execpciones han ocurrido a la regla jeneral. de las máximas i mínimas. Las mayores amplitudes de variaciones barométricas en un dia. \ Temperatura mas elevada del mes. Teinpcralura mas baja del mes. La mayor variación termo- métrica en 24h en todo es- te mes. OBSERVACIO BAROMÉTRK C 0 g; u a. es ñ * en ce s e3 NES lAS. u •j. Tí c Enero. en la 2.“ en la 5.® l 2.6 m.m.® 53.3 15.9 13.8 715.4 7112 Febrero, 2 .a 3.“ 3 2.2 53.3 713 2 7086 3Iarzo. 0.“ 1.» a 2 G 29.8 dd.8 13 3 713.4 7019 Abril. 0 a d .a 1 2 G 26.0 8.5 13.6 719.3 7112 Mayo. i .a 0 2.9 -3.d 24.8 6,3 12.9 717.3 7102 Junio-. \ 3.a 0 0 3.3 — 3.4 18.2 2.9 11.2 724 3 710.3 Julio. 2_a d.a 9 coinci- 4.4— 3. 1-6.6 18.3 4 1 a la lio- dea con ra del mi- losdiasnu nirnum.) blados i 12.2 724-7 a la 7079 lluviosos. hora del minimum . Agosto. 5.“ 2.“ 8 4.8" 6.8 des- 19.9 d.d 14.4 723 8 21 a 7106 pues de un la hora del temblor. minimum. Setiembre, 2 a d 7 2!5— 4.0 20.8 3.5 13.4 720.3 7103 Octubre. i 3." 6 2.4 24 2 7.3 17.3 718 4 7107 Uiciembi e. 3.“ C) a • 4 2.4 51.3 10.5 16.8 716.0 7099 Noviembre. 2.a 3.“ 3 2.2 20.0 9.8 14.7 717.0 7113 La mayor amplitud de las variaciones haromélricas en lodo el año 0."’0239 La mayor amplitud de las variaciones termométricas en lodo el año 32. °4 . I rfTlV\f^ .7) ¡ — - —■ 1 1 • *"■ ■ -. ! # - 1 • ’’ * ,k ’• • * i ' • 1 , i 0, • r — ' l '■'. 1 -r tf t ' Té > _ . U i- •> í - Z y r 1 ^ » _ 1 ! 1 . P V é ,l-.g ^ » 7 i. - — - ^ • - *’■ t 1 1 • j » f W ^ • ' 1 i (íi' . i r) 4 (J - ^ uTu r ii * ■ ; ■ ■ '■ ■ > (' i »- o 1 CÍk " (í . • ' ■ 1 ' *• \«-:í.o ' - I*' ’’ .:f V ■: T. - i**-' '/ é. , r • i •' : ' * 1 •f-Sí» ■ • ' ( o ‘ , . ir fVít , * 1 ' «! - f* *■ - : ■ » 'V i * , • f ♦ ♦ * ** 1 , i 1 • ■ f , . — ' w * un r> ] i^... <■ ' ^ 1 • . 1 k . ' ■ ■ t .1X1 ciy .1 i ■: . ' :í tf. • : ^ . M " 1 ' . ;■'■». ^ •* ti.' • t •l'.c ■ K . " ■> V- ' 1 -• « ■■ n 1 « í . . • ■ • . .•Ji ' Til'. : L.- 1 • ■ ‘ ‘ ‘ r r ' 0. r (f 7: '. :.i u 1 - ‘ r . i He V . , .*• ^ i¡ » ■ V. ’ , 1 rr. ct . t~ • ('.r< t> » , * '*• (í ■ I ' ■/ 'í- K '■'»* * 1 4 U». *. r ' » V 1 • . « i.':: ' -M « • » ■ . ? : ‘ '. t" *w 1 , f 1 • . i ‘ ' • nl%4\ ’i ,:/C>A - > 1 II w r. ^ ■ • , * « • ' * i i* * , n.>- t a IKT» CTI í¿«„i ITf. • u ■ . t « i VI I' uireii l»(*í U.J írtiT í* 1(1 ■ ■ i*ti _ • * 1 j k. Am A ■ n, i r.4íM»? f : 'I* ' .‘4 * i , • * 1 ( I* . WL t /i.. • . / / f v) . ; i " . > : » . a:i • í Mt'i ^ 9^1 - '*# ( i! »» . ■ ■■ ' i .,,, ' 1 ' " » \ \ I OBSBIIVACIOIS lliCROlllMA s. DEL MES DE AGOSTO DE 1851 — SAATIACO. C.\LCÜ10S DE SATURACION. iiiGnáMBTno t>SICRÓ.METnO DE IAUGUST. l'Oa H!, MÉTODO DB AB- SORCION. A. SULFÚRICO. ¿ IIIGRÓMBTRO. PStCRÓMBTRa FRACCION' DR SATURAmON. 1 «> a g-a i-il •a « ¿ i|i O •3 Días del QU hora. 2 £ ■o 1 . u 3 ó U &.'« H Termómelro j [húmedo. ' Termómelro seco. Skibre Ircs li-j Iros de aire. ' Temperatura dul agua. • Ó a i SE S •2 l« te o M £ ó e ? 11.2.^ gS*2 «5 o «» ' Eb u o. ¿ "3 lliaí- «■O « «9 iís! b. > O-t. K U s i o e ‘1 Agosio. i — 5 lap.*^ 4.9 7. .3 0.6 7.7 7178 9.9 Llueve Sur. 6.490 7.754 6.755 7.859 0.837 0.836 0,019 0.846 2 — 5 lar.*^ 0.0 8.7 5.5 8 7 a a 7212 9.4 Sol. Sur. 4.804 8.406 5,127 8.406 0.571 0.610 0,139 0 690 3- 3 lar.** 0.8 7.2 1.0 0.2 9.0 4.0 7.0 a a 7213 8.2 Sol. Sur. 4.570 7.397 4.567 7.492 0.609 0.602 0,007 0.605 4—3 lar.** 0.0 9.0 (t a 7202 8.0 Sol. Sur. 4.668 8.574 5.464 8.574 0.344 0.637 0,093 0.690 (i— 5 lar.** 5.5 10. 5 10.2 16.0 « (I 7136 11.2 Sol. Calma 6.766 13.801 6.562 13.536 0.490 0.470 0,020 0.480 i)— 5, lar.' 3.6 J5.G 8.9 15.1 13 m.gr* 1/2 7168 11.4 Sol. 3 933 11.009 5.865 11.237 0.511 0.522 0,011 0.416 ■10—5 lar.' 1.6 15.3 8 1 14.8 11 «1/2 7138 12.0 Sol. Sur. 5.157 12.9S0 4.662 12.541 0.398 0.372 0,026 0.585 ■1 1 — 3 lar.*^ 6.2 12.0 9.4 11.8 11 (t 7134 10.2 Nublado. Sur. 7.097 10.457 7.389 10.324 0.679 0.735 0,056 0.707 •l-i— y 1/2 m.‘ r>.9 7.7 7.0 7.7 20 1 7170 8.5 Nublado. Norte. 6.952 7.837 7.492 7.8-37 0.883 0.908 0,023 0.896 5 1/2 la.' 6.03 9.0 8.0 9 0 21 . 7172 8.9 Llueve. S. Q. 6.998 8.574 7.313 8.574 0.816 0.876 0,060 0.846 ■IC— 9 1/2 m." 5.3 11.2 9.1 11.5 21 a 1/2 7132 9 8 Sol. S. 0. 6.673 9.925 7.410 10.124 0.672 0.732 0,060 0.702 51/2 la.' 10.2 19.9 11.2 19.4 14.6 19.0 29 J 7122 13.9 Sol. OSO 10.604 16.973 10.261 16.546 0.623 0.627 0,002 0.626 17— 91/2m.» .3.9 10.3 9.0 10.6 21 «1/2 7132 10.^ Nublado. SO 5 1/2 la.' 7.4 14.4 10.6 15.7 22 « 1/2 15.7 7095 12.0 Sol. SO 6.952 9.353 7.761 9.541 0.744 0.813 0,069 0.760 48-9 l/4m.” 7.0 10.5 9.4 10.0 21 « 1/2 7163 10.5 Sol. SO 7.702 12 224 9.541 11.684 0.631 0.682 0,051 0.657 10 i i 10.2 12.0 22 « 1/2 7.492 9.478 8.197 9.541 0.791 0.859 0,068 0.825 3 lar.* 7.1 lO.C 8.9 10.6 22 « 1/4 7156 10.9 Nublado. SO 20—9 mafi." 6.5 . 9.2 7.9 9.0 21 . 1/2 7184 9.2 Nublado. so 7.543 9.541 7.652 9.541 0.791 0.802 0,011 0.796 5 1/2 la.' 6.5 12.7 9.8 12.5 22.5 « Sol. SO 7.146 8.692 7.069 8.574 0.822 0.824 0,002 0.823 o, J 9 maü." " í 10 hor.' 5.9 9.5 8.5 10.1 20.5 , 6 5 10.6 9.2 11.0 22.5 7222 10.0 Sol. so J 3 lar.' i A lar.' 6.5 10.7 8 9 10.3 21.0 7.243 9.541 7.767 9.792 0.739 0.792 Ü,Ü35 0.773 6.7 10.3 8 8 10 5 22.3 10'’2 7270 10.0 Nublado. 0. 0.784 22—9 maü.» 3.8 9.1 7.6 8.5 19.5 « 7243 9.2 Sol. 0. 7.344 9.479 7.582 9.479 0.775 0.800 0,025 5 lar.** 5.0 12.0 7.8 12.3 2|.5 . 11» cielo mui 0.842 limpio 6.905 8.633 7.343 8.293 0.800 0.883 0,085 9 lar.' 4.0 12.1 8.4Ü1.9 18 I 7225 11.2 Sol. cié- so 0.592 lo mui claro sin Norte. 7.395 12.431 7.509 12.699 0.593 0.591 0,002 vapor ai pie de la Cordille- 23 — 9 niari.® 4.7 9.1 0.8 8.4 18.5 7204 9.4 0.771 3 lar.** 6 3-14.8 10.5 15.0 22.0 6.402 . 8.623 6.575 8.237 0.744 0.798 0,054 A lar.' 0 8 14.7 10.8 15.0 22.5 11»6 7183 12.2 Sol. apa- rece va- por al pie delaCor- dlllera. NNO. 7.393 12.462 7.510 12.699 0.593 0.591 0,002 0.592 2i— 9 mañ." 4.9 11.7 8.4 10.9 19.0 10»3 7136 10.8 Sol vapor Norte. 3 lar.' 7.5 19.9 15.5 18.0 25.0 12.0 al pie de 0.6T4 la Cordi- G.490 10.258 8.240 9.720 0.653 0.716 0,08: — llera. 4 tar.' 9.2 18.8 14.8 20.3 25.0 12.4 7228 14.9 Sol cielo Norte. mui claro Norte. 0.S41 g.. S 9 mañ.“ ( 5 lar.^ 7.2 14.0 10.2 13.5 22.0 12.2 7133 12.6 8.692 16.148 9.670 17.722 0.558 0.545 0,00- 10.3 16.9 15.1 16 9 28.0 16.7 7151 14.6 Sol. SSO. •/ 9 mañ.“ 8.3 13.0 10.6 15.0 23.5 12.0 7144 12.5 Sol. Oeste. 0.646' 0,00. 0.648 29—4 lar.' 11.2 17.5 13.9 17.2 31.5 15.8 7145 15.0 Sol. SSO. 9,333 14,373 9.288 14,372 0.633 Termino medio, ü.050 Ooog- I 1 y ' I- V ! . , ■ " I ■ . : ’ r ' M 1 • I ?* *í)i • I . , I I ■ I I •. i >Dn.i I K í’’!" . . J .. 1 ’^»l ' l ■ I . i n- .í r., . « ♦ . • ♦ < ^ :i'. •' I ■ ' . . i' ' < .4 t i: 1 1 i » ■« I / (• l ^ • u ’< > I < ' • 1 ► * > .->■ ;■'■ * i f ; A. r ' . .4 r. • • ! H - 'i*r ' i. \ i\ \ ' I '■ I b *• f*'» 1 1I ' ' '. ; í 1 . :;l > » cM * V Í-. •Á ^III I T«- .1»# ;.taji»>r' -ií^i i ■ T ' - €/ " I- '■ I ' & A ■3 ' i L. 1 - V • ■ n !i ii í» 1; ■4 Pi <' . » . •. - r *• '^'' • i '> ■■ *ii-Mlyfl ■ I"» I)-/ . 3 ' I Mí ^ ' * * ' ^ 1 .V, ;• *..“.1 í? -ri j. . (. y r A ¿ ‘ ■• ; ¿ í. ■ í ■-■» . 1 : • A**' ’ ^ í' |.*i V -. ,1 . vr '-Mí ^ ,*r _ V - ^ ^ ^ .K/i’í fv)Í ^ ^ ‘ * '■ i? OI V 1 “ •■ ■ .< f t- , IL f.r,rj4 i-:., ',' ..• ^ (1 ^ -■' ,1' '•/!. u ' , f . • ■•» {.t'-F.t I t ' HV *T ,• ;, . i. • '''« - I-- T: . ■• ]., ■ 0- M- ' Ir.A r”' ' ’:• i tf’VWÍ **| ■=». ■- V, y f fj |T >.!♦«' 'I í . t ; )• I. V ^ ^ '-f IB l»i-V w í.¡ , - ilt>» it'AvjR i,» . 4 • .. ^ .J Í4 ' • <» /'.r, ’• t t .T '* ri*-'l o[- :.'í / . ■ D2l MES DE 50VIEBBRE DE 1 8 4 9 SASTUGO. Dias dcl nips i la hora. lUGRÓMETRO DEKEGNAULT. Ü i ¿ o 0 - p 1 1 § ^ /T ^ Cm o H PSICKÓMKTUO DE AUGL'ST O o O tí £ .*2 •3 — “ O p O S 3 'O '§ ^ £ »- U O l'OH ABSORCION. u5 rt O u ¿j 3 43 U. c*í o ^ fe £ o 0X140.1! ETUO. O •o o fe fe tt o . g 0) 5 « £ k. Estado de la atmósfera. • . Viento. Novuíiiibie. ío— 0 l/“2m." 8.5 22.2 15.2 22.4 718! 22.2 C. c. SO. 5 Uir.® 8.5 21.6 14 G 21.6 7181 22.4 N. SSO) lG-9 l/2in.“ 9.3 18.4 13.2 18.2 7194 20.6 0. c. N. 5 IjUlA^ 1.0 24.4 i2.8 24.5 9m.gr 1/2 23° 7179 23.0 0. c. S. fí 17 — 9 l/2m.“ 2_2 19.9 11.8 20 0 7171 28.0 0. N. 11 3 2 2 28 0 i. 3. 8 26 0 7 i 63 22 6 0. 1 S. 19—9 1/2 111 “ •7.3 16.7 12.2 !6.7 7162 21 6 0. c. SO. 7.8 18.2 15.0 18.1 0. SSO' 20 9 l/’2m.'‘ 8 4 13.2 12 0 13.1 23 X 18.7 7188 17.4 0. n. s. 5 1/2 ia .« 6 6 19.2 12.5 19. 1 23 '« 10.9 7183 20.3 0. n 21—9 1/2 111 “ 8.8 20.6 13 8 1 1.5 22 19.8 7178 19.4 0, c. SE. 3 1/2 la.® 3.4 24.2 15.8 24.2 13 21.8 7 1 62 22.2 0 c. S. 22 -2 !i ^lii .® 0.0 21.2 9.2 19.5 17 « 20.2 7167 21). 0 0. (•-. E. 4h.® la.® -1.5 26 8 13. 1 27.2 12 X 22.0 7 1 32 23.2 0. c S. o lar- ® 0 4 27 2 13.4 26.6 12 fC 22.6 id. id. Id. Id. 23—9 111.® 46 22.0 1 4.0 22. i 19 (C 21 . 1 0. c. Cal. 4 lar ® 3.7 28 0 16 2 28.0 18 <[ 1/2 25.9 7143 2 4.6,0 ('. S. 24-9 111® 6 3 20.8 13.6 20.6 0. c. Cal. 3 !/2 la.® 6 4 28.0 i7.0 27 8 21 X 24.5 7151 23.0.0. ('. 1 .. 26—9 111.® 1 1.4 23.4 16.8 25.4 (i. 11 S 1 4 lar ® 1 1.3 22 6 !6.4 22 2 27 X 23.2 7131 23 8 27-9 lar.® 1 l.i 19. 1 13.2 19.0 7 1 68 ^22 0 0. c N. . 3 lar.® 1 i. 7 24.8 17 6 24 8 28 X 2.3.7 7132 2 4.4 0. S. 4 lar.® 118 23.2 8 0 24 8 29 X 25 9 id. id . id. 28—9 111.® 12.0 20.5 16. 1 20 3 7 1 67 22.6 0. ('.. s. 3 lar.® 9.9 28 3 18.0 27.8 22 X 24.2 7 1 53 23.8 0. C. s. 29-9 l/2in.® Ó i 23.1 13.0 23 0 7171 25.4 0. c. s. 30-3 111.® \ 1 16.0 28.6 7131 21.0 0. c. Oal. iUÓMETRO DE UEG '¡ADLT PSICRÓMKXnO. Fa.ACCION DE SATURACION ^ O ' V "S 3 o S=.á o o . •/5 0,0 — w «1 ^ S g o o u = 0 0 3 í3 ij > — ' :3 ^ o ^ o 3 t- •J2 5 o. '.2 S 2 O ^ aj rt o 9- NO — ¿2.2 3 ^ av- es ^ o.íG — C :2 í.' ^3 rt aj . t*j t- o § 2 i3 Fuerza elástica del va- i por de saturación en i la temperatura ubscr- | vada. \ f ' U 1 - X ( >- Diferencia. Termino medio. í.'29r) 19.905 9.151 20.150 0. 1 1 1 0 454 0.043 0,432 !.yí)!i 19.195. 8 775 10.193 0.452 0 457 0,025 0,44.4 Í.751 15. 7;. 3 8 73 i 1 5 555 0.550 0.50 1 0,005 0,558 J.9Í0 22 050 5 1 1 4 22.595 0.215 0.220 0,0 ! 5 0,219 .,570 17.59! 0. 1 05 17.391 0.510 0.551 0,041 0,330 ;.37í) 2Í.988 5 494 2 4 988 0.213 0 210 0,003 0.212 ^753 20 525 8.294 20 5 a 0.578 0.40 i 0,026 0,59 i i. 240 12.806 8 709 13.03 4 0 641 0.068 0,027 0.654 •. lOi 10.450 7.4 i 0 10.4.50 0.457 0 4o I 0,0! 4 0,444 ) 4{ir> 18.053 8 9U 16.000 0.408 0 550 0,0ü8 0,502 22.457 G.418 22.457 0.206 0 28(3 0,020 0,270 I.892 18.727 5.174 10.869 0'3 1 4 0 500 0,008 0,318 L756 25.898 4.698 25.898 0.1SÍ 0 181 0,001 0,181 ).859 28.101 7.047 28. 101 0.208 0.272 0,004 0,240 (.194 28 101 8 857 27.782 0.2.56 0 5 ! 8 0.058 21.400 10.594 21 .401) 0.470 0.494 0.024 0,482 0.124 19.991 10.905 19.!):H 0.507 0.547 0,040 0,527 0.058 1 6 3 í 0 10.929 1 0 540 0.015 0 G08 0,053 0,041 0 2.58 23 277 11 269 25 277 0 4 42 0 482 0,0 40 0,402 ).524 23.730 1 1.815 25 277 0.45 4 0 509 0,075 0,47 1 ).437 17 911 1 1.555 17 911 0.585 0.052 0,0 49 0.007 1). 100 28 005 10.297 27.781 0 518 0 371 0,053 0,344 4.859 20.888 8 012 7.055 20 888 28 202 0.529 0. 0.412 0.230 0,085 0,370 0,250 Tmiiiiiü modio. Ü.Ü34 0.4Ü6 DEL MES DE DICIEMBRE DE f 8 4 9 — SAMIAGO. rt HIGRÓMETRO DE UEGNAULT. PSICRÓMETRO DE AUGUST. POR EL MÉTODO DE .iüSORCIO.N. |_A. .SUL- FCRICO. BARÓMETRO. t £ i/i c E ‘3. V5 «3 ftf u Punto del ro- í cío. 1 Termómetro f lilire. \ Termómetro 1 liúniedo. 1 Termómetro j seco. [ Sobre tres li- tros de aire. | Temperatura ^ del agua. Barómetro, j Termómetro. ^ del Daróm.“ « rt O •o o •o es tí k- o: GZ H" >; UiciomlHe. 1—9 l/“2m.“ 6.0 23 G I4.!i 25.4 7167 23.4 Algncmp. s. 3 1/2 la.® 5.2 27.2 15.0 27 2 7155 25.2 id. so- 3 — 9 m.» 8.7 18 4 13.4 18.4 7 1 57 22 0 C.° claro. so. 3 lar.® 9.2 22 0 13.4 22. (? iil . so 4—9 niañ.® 8.3 14.0 12. 1 14 0 7154 19.0 Xiihlado. s. 4 lar.® 0 6 17.1 12.3 10 8 23m.gr." 20.2 7113 19.3 1/1 lleve. N. Id. 7.5 16.5 12.2 10.2 22 1 17.8 id. id. id. id. 5—4 lar.® 7.4 17.4 12 7 17.2 21 í 19 5 7173 19 3 Xtiblado. so.' 4 1/2 ta.® 7.1 17 4 12 6 17.4 22 «; 19.1 id. id. id. id. 3 lar.® 0.5. 24.4 13.1 24 4 7156 21.4 C.® claro. S. n E o T 14.6 24.0 7I5G 19.8 G.° tdaro. s. 11—4 lar.® 10.0 29.2 18.3 29. U 7153 24 8 C.° claro. s. 12—3 1/2 la.® 8 0 28 5 18 0 28 5 7131 25.1) C ® e.i p ® s. 13 — 3 1/2 la.® 7.1 28 9 16 9 28.9 7 1 29 25 4 C.° emp.® so. lo— 9 mañ.® 8.6 20.0 14.4 20.7 7 101 23.3 C.° claro. XO' 3 lar.® 17.2 29.2 7105 27.1 C. claro. s. 17 — 3 lar.® 6 7 51.5 18.1 51.3 7131 20.9 C. claro. so. Id -3 1/2 la.® 7.5 30 8 18 0 30.7 25 « 1/2 20 9 id. id. C. claro. so. 20 — 3 lar.® 16 8 25 5 7170 25 9 C. iiiil)l.® s. 21—3 lar.® I5T) 22.8 7158 24 2 G claro. so. 22 — 9 man.* II.4 10 2 7175 21.5 X coid.” N. 3 lar.® 13.9 25 2 7 1 53 23 4 G. claro. s. 2i — 3 1/2 la ® 15.4 27.0 7108 25 9 G. claro. so. 28—3 lar* 17.7 27.5 7155 25.8 C. claro. 0. 51 — 3 lar.® 19.3 29.0 7157 20.1 G. claro. so. niGRÓMETUO. PSICRÓMETRO. FRACCIO^ DE S.ATÜBAClOr». Término mediol Fuerza elástica que/ correspondo al puní lo de rocío. l r I < Fuerza clástica nuc j corresponde al teni-J poralura del aire.f r 1 Fuerza clástica dcl vapor que existe ac- lualni. en el aire. X ¡ — -■ ■ ■■ ( Fuerza elástica dal vapor de saturación para la temperatu- ra del aire. f ^ 1 <- H 1 - 1 Diferencia. 6 í)9cS 2! 406 8.244 21.406 0 327 0 384 0.037 0 33& B.6“27 26.824 6.993 26 824 0 247 0.260 0.015 0 266 :8.4Ü7 '13.735 8 893 13.7.55 0.354 0 364 0.050 0.344 «8.I8Í 42 582 9.249 12.582 0.661 0 747 0.089 0.703 ¡7.29 i 1 4 244 8 568 1 4 244 0.312 0 387 0 073 0 349 ;7.7o4 15 715 8.334 15 715 0.363 0.625 0.038 0.394 ¡7.702 14 608 8.466 ‘1 4 608 0.327 0.379 0.032 0!5o3 '4.770 22.750 3.456 22.750 0 210 0 221 0 Oü 0,213 0.105 29.782 40.145 29-782 0 508 0 541 0.055 0.524 8.5.71 28 94 1 9.9.55 28.941 0 289 0,343 0 064 0 331 ¡7.544 29.615 8. 172 29.615 0..233 0.273 0.010 0 263 8 3GÍ 18 030 8.349 18.164 0.463 0.470 0.007 0.46G 8 429 .50.152 0.279 0 279 ¡7.544 55 029 7 980 55 991 0 22 ■> 0.233 0 012 0.220 ■7 754 55 .056 88¡9 52 830 O.t'53 0.269 0.034 0.242 9.963 25 982 0.416 0.416 8 684 20.648 0.421 0.421 7.397 15 356 0.334 0.334 3.971 25.858 ■ 0.230 0 230 7.164 26 .503 0.270 0.270 10 054 27.503 0 570 • 0 570 11 663 29 7b 2 0.592 0 592 O.Ooí) DEL MES DE EMO FEBRERO DE 18 SO. Dias del mes i la hora. PSlCUOMETIiÜ ÜF AUGfST. . Ó o ra o CJ Vi S o '3 ¿ — O » s S p u B U fc- HlGftÓMFTUO DI2 UEGWAULT. . c3 .2 ¿ o ít: o *“ u. o *o « 2 1 C S 3 U B, <ü H liAUüIUETRO. ó s — o Oí p i •= •£ E ea ^ H Estado de la atmósfera. c : f : c ; 1‘jiKTo. 2—3 i/2 la.® 17 9 29 7 713.0 26.2 Cielo claro. Si 3-3 1/2 15 8 23 6 7160 2.3.6 Nublado. Si 4—5 1 2 lo,2 26. C 7160 2o 1 Cielo claro. 0 .3 3 1/2 17.3 28 6 7 1 .3.3 23 o Nublado. 0. 7-3h.‘ 16.9 27.7 Í162 2s..9 Cielo claro. Oj. 8 —5 li.‘ 16 8 28.6 7 loo 23.6 Cielo claro. 0. !6— 21).‘ 18.1 29 6 18 9 29.6 713o 27.2 Cielo claro. 0. Febrero. 1 7—2 lar® 18.1 28.7 9 4 28 7 7143 23 9 Ciclo claro. 0. 8—3 16.4 28.4 1 6 0 28.4 ■ 1 5 i 23 8 Cielo cbiro. 0. 9 -3 16 3 2 i. 2 9.4 24.2 7 1.3 i 23.0 Í2— 3 17 3 2o 2 1 1 2 2 o 2 7 1 35 26 6 Te.op ® cu la cord ® 0. 1 5 — 5 176 27 4 9 9 27.4 71.38 26.5 Cielo mui claro. 0. n— 3 17 8 27 6 9.7 27.6 7143 26 2 Ciclo cl.iro al ot'slc lo— 3 • 16 4 23.8 10.2 25.8 7160 2 i / (jitdo claro al ocst.c 18-3 1 8 0 2.3 6 12.4 23.6 71.34 23.4 S. icinp.® eu la C 0.. 21 -3 17.4 21 6 7145 26 6 Ciclo claro. 0. 4 Yu ngai 18 0 21.4 7149 23.4 id. 22-3 18.2 28 6 7132 23.9 Marzo. i 1.0.7 2 4.0 71.32 2i 1, Ciclo claro. •Cf lUIGBÓMETKO UE REGNAULT. PSICROMETRO. ;5.4S6 50.844 9 2^(3 6.759 8.300 8.893 8.781 8 170 10.740 31.021 21 608 Tr, 906 29 1'.9 27 623 29.109 50.844 rérmino medio. 0.297 0 512 0.522 0 503 0.518 0.281 0.348 0.312 ?8.810 •7 416 Í8.8I0 9.926 9.7 52 8.987 9 291 0.741 29 278 9.920 29.278 0.301 0.341 0 040 0,521 28 775 7.729 28.773 0.238 0.268 0.010 0 263 22 438 10.013 22.438 0 391 0 443 0.034 0.517 25 858 10.166 23.858 0.416 0.426 0.010 0 421 27 146 9.940 27.146 0.538 • 0.566 0.008 0.362 27.463 10.128 27.463 0 527 0.569 0.042 0.548 21 928 10.082 21.928 0.424 0 460 0 036 0.442 24.414 1 1 443 6.487 24.414 23.376 0.440 0.469 0.188 0.029 0.454 Término medio. 0 . 56 1 0.370 0.030 0.567 TABLA DE LAS FUERZAS ELASTICAS DEL VAPOR ACUOSO DE 32 A 100 gradoS. TEMPERATURA en grados centígrados. FtTEKZAS ELÁSTICAS en milímetros de jmercurio. Diferencia. ' mni mm —32“ 0,310 ' 0,026 31 0,336 0,029 30 0,365 0,032 29 0,397 0,034 28 0,431 0,037 27 0,468 0,041 26 . .0,509 0,044 25 0,553 0,049 24 0,602 0,052 23 0,654 0,057 22 0,711 0,063 21 0,774 0,067 • 20 0,841 0,075 19 0,916 0,080 18 0,996 0,088 17 1,084 0,095 16 1,179 0,105 15 1,284 0,114 14 1,398 0,123 13 1,521 0,135 12 1,656 0,147 11 1,803 0,160 10 1,963 0,174 9 2,137 0,190 8 2,327 0,206 7 2,533 0,225 6 2,758 0,246 5 3,004 0,267 4 3,271 0,282 3 3,553 0,326 2' 3,879 0,345 1 4,224 TABI.A DE L\S I LEllZAS ELASTICAS DEL VAPOl\ ACLOSO DE 0 A 100 gi adüS. i TEMPERATimA en grados cuiiliV nieli'os, FUERZAS EI-ÁSTICAS en milíaiclroi de mercurio. Diferencia. TEMPERAT.» en grados centígrados. FUERZAS ELÁSTICAS en inilinielros de mercurio. Diferencia. | 0^ mili 4,600 mili 0,340 31“ mm 33,406 inm 1,953 1 4,940 0,362 32 35,359 2,052 2 5,302 0,385 33 37,-ill ■ 2,154 3 5,687 0,410 . 34 39,565 2,262 4 6,097 0,437 35 41,827 2:374 5 6,534 0,464 36 44,201 2,490 (i 6,998 0,491 37 46,691 2,611 ^ . i 7,492 0,525 38 49,302 2,737 8 8,017 0,557. 39 52,039 2,867 9 8,574 0,591 40 54,900 3,004. 10 9,165 0,f,27 41 Ú7,01Ü 3,145 1 1 9,792 0,665 42 61,055 3,291 12 10,457 0,705 43 64,346 3,114 1 3 11,1 62 0,746 44 67,790 3,601 14 11,908 0,791 45 71,391 3,767 15 12,699 0,837 46 75, 1 58 3,935 16 13,536 0,885 47 79;093 4,111 17 14,421 0,936 48 83,204 4,295 18 15,357 0,989 49 87,499 4,183 ! 19 16,346 1,045 50 91,9^2 4,679 20 17,391 1,101 51 196,661 4,882 21 18,495 1,164 52 101,543 5,093 22 19,659 1,229 53 106,636 5,309 23 20,888 1,296 51 111,945 5,533 21 22,184 1,366 55 117,478 5,766 25 23,550 1,438 56 123,214 6,007 26 24,988 1,517 57 129,251 6,254 27 26,505 1,596 58 135,503 6,510 28 28,101 l,68í 59 112,015 6,776 29 29,782 1 ,766 60 148,791 7,018 30 31,548 1,858 61 155,83í) 7,331 31 33,406 62 163,170 TEMI>JiRAT.“ en grados centígrados. FUERZAS ELÁSTICAS en inilíinclrus de mercurio. Diferemda. TE.MPERAT.» en grados centígrados. FEERZAS EL.Á3TIEA3 en milímetros de mercurio. « Diferencia. niin mm niin nmi j f)2‘‘ 163,170 7,621 8r 369,287 15,148 i 63 170,791 7,923 82 384,435 15,666 1 64 178,714 8,231 83 400,101 16,197 ! 65 186,945 8,551 84 476,198 16,743 |! 66 195,496 8,880 85 433,041 17,303 ij 67 204,376 9,220 86 450,344 17,877 (SS- 213,596 9,569 87 468,221 18,466 69 223,165 9,928 88 486,687 19,072 70 233,093 10,300 88 505,759 19,691 71 243,393 10,680 90 525,4.50 20,328 ! 72 254,073 • 11,074 91 545,778 20,979 i ^ ^ 265,147 1 1,477 92 566,757 21,649 t 74 276,624 1 1,893 93 588,406 22,334 75 288,517 12,321 94 610,740 .23,038 76 300,838 12,762 95 633,778 23,757 77 313,600 13,211 96 657,535 .24,494 78 326,81 1 13,677 97 682,029 .25,251 79 340,488 14,155 98 707,280 26,025 80 354,643 14,641 99 733,305 26,695 81 369,287 100 760,000 • 1 1 1 DEL [iJ SEM DEL 7 ItE JüiO DE IStil, Presidió el señor Rector coa asistencia délos SS. Sazie, Eizaguirre, Blanco i el Se* ^retario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor Rector confirió el gra- do de Bachiller en Leyes i ciencias políticas a D. José Maria Urqiiieta, D. Francisco Javier Rascuñan i D. Benjamin Campillo; todos los cuales recibieron sus títulos. En seguida se dió cuenta: I.® De un oficio del señor Ministro de Instrucción pública, ma- nifestando que el Gobierno- se ha complacido en mirar él acuerdo celebrado por la Pacultad de Humanidades con el linde publicar una colección de inanuscritosi otras piezas raras concernientes a la historia del pais, como una nueva prueba del celo i acierto con que esta corporación so consagra a! objeto de su institución; i consecuente con estos sentimientos, se interesa en que se lleve a cumplido efecto esa medida; pa- ra lo cual está dispuesto a prestar su mas decidida cooper.acion— Se mandó comuni- car a la Facultad de Humanidades. 2. ® De cuatro informes trasmitidos por el señor Decano de Leyes, de los comisio- nados para presenciar los exámenes de ramos pertenecientes a su Facultad, que a fi- nes del último año se rindieron en el Instituto .\acional — Se mandó publicarlos en ^os Anales. 3, ®_De una nota del señor Decano de Medicina, trascribiendo un informe análogo (le los c )iiiision:idos p ira i¿inl objeto por su Facultad; el que so ordenó publicar dti mismo modo. 4. ® De un oficio del señor Intendente de Valparaiso trascribiendo otro en que el Gobernador de Qu Hola propone a D. Cesáreo Gardel para llenar en aquella Inspec- ción do elncicion la vacuile que lia resultado por la mudanza de residencia del li- cenciado I). José Eujeuio Vergara, miembro anterior de ella — Se nombró para el referido cargo al propuesto. 5. ® De una representación de DI Juan .Mackena, miembro electo de la Facultad de Medicina, en que espone que, habit'mdoscle notificado el Supremo Decreto en que se fijan seis meses para la recepción de los miendiros nombrados de la Universi- dad, i dado él parle, en conformidad de esa disposición, al señor Decano respectivo, de estar pronto a recibirse el dia que se le señalase, no ha podido hacerlo, porque dicho señor Decano le ha exijido le presente su discurso, para censurarlo, según cree^ fundado en que otras veces h i acostumbrado hacerlo así; i careciendo de otro recurso el red amante para la consecución de su objeto, se le ba pasado el tiempo prefijado sin lograrlo. .\o existiendo pues culpa por su parte, concluye pidiendo se le reconoz- ca ya como miembro de la Facultad de Medicina. El señor Sazie^ esposo sobre esta representación que en efecto hdiia pedido al señor .Mackena su discurso, asi para que pudiese contestarlo en el acto de la re- cepción el miembro de la Facultid a quien se designase al efecto, como para exami- nar si son aceptables las doctrinas que en él se contengan, según loba acostumbra- do antes de ahora; a lo cual se había resistido dicho miembro electo. El señorllcctor opinó que no hai derecho para hacer pasar par osa censura previa los discursos de pccepcion, ni se ha acostumbrado nunca en las otras Facultades. El autor debe ser el único responsable de las opiniones que en tal acto emita; i cuando mas deberá dar noticia al Deemo del tema (pie haya elejido, a fin que se eviten los discursos sobre materias impropias de la solemnidad, como pueden ocurrir en la Facultad de Medi- cina, por ejemplo, l’ero que es de necesid id (lue el discurso se’ franquee al miembro •designado para la contestación, pues mui raras serán las pcrsoiiias que puedan im- provisarla. .\corde el Consejo con esta oiiinion del señor Rector, i teniendo presen- te: 1.® Que no está en sus atribuciones dar por recibido a ningún miembro electo, miéntras no se hayan cumplido las solemnidades al efecto requeridas; i 2.® que eí tiempo designado para la recepción ha trascurrido para D.- Juan .Mackena sin falta de Su parte, puesto (luedentro ele él se presentó dispuesto a efectuarla, resolvióse pu- siese en noticia del solicitante que [lucdc [iroccder a recibirse, cumpliendo con los requisitos de framp.icarsu discurso al miembro que se designe para contestarle, i de d r conocimiento al señor Decano de la Facultad del tema de dicho discurso. Después de esto se continuóla discusión del nuevo plan de arreglo para el colcjio de Valdivia. El Eonsejo se decidi') por el que propuso el .Secretario en la sesión de i7 de .Miy u'dtimi, i aprobó sin variación el 1.® de los articulos contenidos en laacta refpactiva. Igual aprobación dióal articulo 2.® con una enniienda i una agregación que propuso el señor Rector, (fuedando cncsios térmimas: «?." En lo sucesivo será también indefectiblemente separado t-do alumno que ha- biemb) permanecido dos años cu una misma clase, no se halle en aptitud de pasar ;t la superior inmediata. Transciirridocl primer año, el Director dará pronto aviso al padre oencargad i (bd alu.nnoquc se hubiese atrasado intimándole la espulsion que, (on arreglo a lo prevínido en la l.“ parte de ('Ste articulo, deberá tener lugar, si al fin del 2.® año diclio alumno no pudiese todavía pasar a la clase superior.» Eos artículos 3® i '(."fueron aprobados sin variación, habiendo advertido el .'íecrc- tario respecto del aumento de nmtas que se propone en el último, que lo creia de toda necesidad, así jnra encontrar un buen profesor que quiera permaniu'cr en el estable- _í43- rimiento, como para compensar mas equilativarncnle las larcas del Dlreclor; el cual convino a la apertura del C )lojin en recibir el escaso sueldo de 475 pesos anua* lcs> en consideración a la escasez de fondos con que entonces se contaba; pero dió mui pronto pruebas de su entusiasmo por la enseñanza en el celo con que a ella se contrajo. Se determinó por último informar al señor IMinistro de Instrucción pública en los términos acordados, Con copia de las actas respectivas en las partes que a este asunto se refieren. Con lo cual fue levantada la sesión. SEM DEL 14 DE JIM) DE 18ai, Presidió el señor Rector i asistieron los SS. Sazie, Meneses, tíizaguirre, Blanco^ tóoineyko i el Secretario — Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor Rector confirió el grado de Licenciado en Leyes a D. Antonio Verdugo— A continuación se dió cuenta: 1.“ De un informe del señor Decano de Medicina sobre la solicitud dtí D. Jtr.nan Hantelnlann, ílr. en Medicina i Cirujia por la Universidad de Berlin, para que se le confiera el grado de Licenciado en la Facultad respectiva de ésta* Resultand ) de dicho informe que el solicitante se halla en el caso de los artículos 23 i 24 del Reglamento de grados i del Supremo Decreto de 18 de Enero de 1848, se mandó pasar el espediente al señor Decano a quien corresponde, para los efectos consiguientes. 2»" De una solicitud de D. Manuel Salustio Fernandez, esponiendo: que hace mas de 15 meses se le confirió el grado de Bachilleren ciencias matemáticas i fisicüs, du-* rantc cuyo tiempo ha rendido en el Instituto .Nacional los exámenes de Historia de la Edad media i Gosmogralia, como también el de la parte de Mecánica que hasta el dia se ha enseñado en ese establecimiento. II d)ienclo con esto cumplido los requisii tos que, por gracia especial del Eonsejo, se le cxijicron para poder obtener el grado de Licenciado en la mencionada Facultad, puesto que se le dispensaron 9 meses de los dos años que deben mediar entre el grado de Bachiller i el de Licenciado, pide so ^e confiera desde luego este último grado, previas las pruebas de estilo. Al efecto so- licita se tenga también presente que desde ántcs de obtener el titulo de Bachillcrj habia rendido los exámenes de cálculo diferencial e integral, que se rxijen durante 1<1 práctica, i que respecto del de .Mecánica, que se halla en el mismo caso, el curso de este ramo en el Instituto Nacional solo se estableció en el año anterior, i el se ha examinado de la parte que hasta ahora se ha alcanzado a estudiar. Con respecto al certificado de haber auxiliado en tareas cientificas a algún profesor o comisión en- cargada de operaciones jcodcsicas o arquitectónicas, que igualmente demanda el Re- glamento, solicita se estime por suficiente, en virtud de no ser posible otra cosa por ahora, el titulo de Agrimensor que ha obtenido hace como 1 1 meses, el Cual supone haber auxiliado a un profesor competente en G operaciones topográficas por lo mé- íios — Siendo constante al Consejo cuanto expone el solicitante en su petición de que acaba de darse Cuenta, i hallando justas las razones en que la funda, accedió a ella, mandando pasar el espediente al señor Decano respectivo. 3.® De otra solicitud de D. Ramón del Rio, profesor de Humanidades del tnstilu- lo de Concepción, en que espone que habiéndose pedido informe al Bector del esta- blecimiento que acaba de citarse, solare los exánnmes rendidos allí por el solicitanle, a fin do que eso oorüfioado, en unión dol que el Rector del Instituto Nacional dJda -34i- igualirtenle ospadir, acrcdiuse su aptitud para aspirar al grado de Bachiller en Le- yes i ciencias políticas, se lia eslraviado el respectivo espediente en el tránsito a las diversas personas que debían entender en su petición. Paralizado por tal motivo c| curso de ésta, no solo sufre el perjuicio consiguiente el mismo interesado, sino tam- bién el servicio púb'ico, par el abindono en que ha dejado su clase durante el tiempo que p'rmanccc en esta capital a fin de efectuar su rei^epcion. No siendo pues culp;i de él el estravio insinuado, propone, a fin de conciliar la observancia de los estatu- tos univcrsiiarios con la remoción de los perjuicios que se le seguirían de prolon- garse la demora, 1 “ que se esté a su palabra en cuanto a los exámenes por él rendi- dos en Gtincepcion, que son: final de latin en 1843, de gramática castellana, teoría de las ideas i sistemas filosóficos, teoría de las relaciones, Dorocho Romano, francés i Oosmografia, reservándose para después acreditarlos fehacientemente; '2 ®, que para ha- cer efectiva esta responsabilidad, se somete desde ahora a la pena de ser espulsado de la Academia, si no resultase cierta su aseveración; i 3." que si del nuevo informe que al Rector del Instituto Nacional se pida, resultase que los exámenes que tiene dados en este establecimiento, unidos a los que asegura haber rendido en Concep- ción, son todos los que habilitan para el grado de Bachiller a que aspira, se le con* fiera desde luego dicho grado. Cerciorado el Consejo de la efectividad de cuanto es- pane el solicitante, accedió a su petición en los términos propuestos, mandando pa- sar el espediente al señor Decano respectivo. 4. ° De una petición de D. Antonio Franco, relativa a que se le permita rendir du- rante la práctica los exámenes de Jeografia i Cosmografía, únicosque le faltándolos requeridos par.i el grado de Bachiller en Leyes, confiriéndosele dcstle luego dicho grado. El Consejo accedió a esta solicitud, por hallarse en el mismo caso que las an- teriores de su especie. 5. " De una solicitud de don Carlos Otón de iWusgay, individuo de la colonización alemana de Valdivia, para que se le conceda una cátedra pública de ciencias, presen- tando documentos con que acredita los cargos que ha desempeñado en su pais. Ad- virtiendo el Consejo que los estudios hechos por el so'icitante son los requeridos pa- fa el empleo de guarda-bosque, proveyó no haber lugar, en virtud de estar ocupadas las cátedras a que se refieiv. En seguida el señor Rector dijo que debía llamar la atención del Consejo ácia la necesidad de adoptar algún arbitrio eficaz para conseguir la exacta i completa remi- sión anual de los estados de la instrucción en cada provincia, pues el estado jencral que recientemente se ha pasado al Supremo Gobierno, ha sido mui incompleto, por- que exceptuando solo dos provincias, de todas las demas han dejado de remitirse los de muchos establecimientos de educación, habiendo algunas de que ninguno ha ve- nido. Esta falta, sobretodo, se ha notado con respecto a las escuelas particulares, por- que debe Inber sida mui jcneral la errónea persuasión de que solo debían remitirse los estados pertenecientes a las fiscales i a las municipales. En el año 48, por ejem- plo, aparecían 38 escuelas particulares en la sola provincia de Chiloé, miéntras aho- ra solo ha podido advertirse la existencia de una u otra; i es imposible creer que to- das aquellas hayan sido cerradas. Concretándose a Santiago, el Consejo puede rcco- jer los estados de todos sus colejios, que están sometidos a su inmediata inspección; mas con respecto a las escuelas, se ha tropezado hasta ahora con una imposibilidad casi inven- cible para el mismo objeto. Tantas dificultades, pues, han llegado a infundirle la persuasión de que no se logrará satisfactoriamente el fin propuesto, sin imponer pa- ra lo sucesivo una mulla a los direcloies o preceptores que omitan el cumplimiento de la Obligación de remitir los estados de sus establecimientos en el tiempo oportu- no. lli hiendo el señor Rector preguntado a este respecto su opinión al ¡Secretario, con- tesío que esliibn de acuerdo en cuanto a la necesidad de la adopción de un arbitrio eficaz para conseguir la completa remisión de estados de la instrucción en la Repú- blica; i que en este supuesto, la multa propuesta por el señor Rector, parecía también el mas oportuno. Pero que estaba persuadido de que tal arbitrio solo produciría efec- tos duraderos con respecto a hs escuelas, cuando el cuidado de rccojer i remitir sus estados esté a cargo de ios visitadores que, según la lei de organización de la instruc- ción primaria que actualmente se halla sometida a la discusión del Congreso, deben establecerse en cada provincia. ExpHcó en seguida la obligación que sobre este par- ticular impone a dichos visitadores la insinuada lei, i la creación de una mesa espe- cial de estadística de la instrucción primaria, que según la misma ha de plantearse en el ¡Ministerio de Instrucción pública, la cual deberá mantener una corresponden- cia constante con los visitadores. Agregó que únicamente por estos bien calculado^ medios llegarian en su concepto a obtenerse datos dignos de confianza sobre la edu- cación, i a formarse estados que, adoleciendo de menos imperfecciones que los que pueden levantarse con el método actual, ofrezcan también menos .peligros de llegar a ser perniciosos, haciendo que por error se fomente con preferencia la instrucción en ciertos puntos que lo necesitan mucho ménos que otros. Por último, dijo, es in- disputable que los resii tidos que se desean no pueden obtenerse sino por medio de personas csclusivamenle encargadas de este ramo. Los Intendentes i Gobernadores, i las personas que componen las actuales Juntas e Inspecciones de educación, tienen otras muchas atenciones que mas o menos pronto les harán descuidar la materia de que tratamos, llegando en último resultado a hacerse ineficaz el arbitrio mismo de la multa. En vista de esta exposición el señor Rector dijo que lomarla conocimiento de la lei mencionada que, aprobada ya por la Cámara de Diputados, debe hallarse actual- mente en el Senado; i se manifestó dispuesto a influir por su parte cuanto le fuese posible a fin de obtener su pronto despacho. Se reservó entretanto para volverse 4 tratar en otra sesión, lo relativo al establecimiento de la multa. El Secretario observó que en lo que se advertía un progreso indudable por los úi* timos estados recibidos, es en la ostensión de los ramos de instrucción, tanto en los Colejios como en las escuelas. En éstas se van planteando poco a poco los ramos quo constituyen la instrucción primaria segundaria; i aquellos, aun los que son dirijidos por particulares, se ve que hacen constantes esfuerzos, por llegar a poner sus estu- dios sobre el mismo pié que los del Instituto. Los Conventos mismos se presentan bajo un aspecto satisfactorio a este respecto. Se levantó en seguida la sesión. SESIOJí DEL í\ DE Jü^lO DE i8ol, Presidió el señor Rector con asistencia de los señores Gorbea, Eizaguirre, Blanco, Domeyko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor "Rector confirió el grado de Bachiller en Matemáticas a don Gabriel Izquierdo , don Samuel Donoso, i don .Manuel Novoa: todos los cuales recibieron sus títulos. — En seguida se dió cuenta: I.” De dos informes trasmitidos por el señor Decano de Teolojia, de los comisionados por su Facultad para asistir a los exámenes de ramos a ella pertene- cientes, rendidos el último año en el Instituto Nacional.— El señor Eizaguirre dijo •nmcdiataracnlc después de su lectura, que no han venido mas informes, porque lo- — 2i6 — dos los oíros siete comisionados que igualmenle nombro durante su ausencia el miein. bro (ine hacia sus veces en el Decanato, se escusaron de concurrir. — Se mandó pu- blicar dichos dos inlornies. En segundo lugar se dió cuenta de una solicitud de don Gabriel Izquierdo, Bachi- ller en Ciencias i^Iatemálicas i Físicas, relativa a que se le dispensen siete tmeses de los dos años de práctica que necesita j)ara el grado de Licenciado en Ciencias Físi- cas, i un año tres meses de la práctica necesaria para el mismo grado en Matemáti- cas. Alega en su favor las siguientes razones: 1." Que lleva ya cerca de un año de práctica en ciencias físicas, i de asistencia constante al Observatorio astronómico. 2.* Que los exámenes de cálculo diferencial e integral que rindió a (inesdel año de 1849, i el de Mecánica racional i aplicada dado por él en 18 de Enero del presente año» solo son obligatorios para obtener el título de Licenciado en .^latemáticas , i ha de- morado dos años en solicitar el diploma de Bachiller, con el objeto de estudiar esos ramos con la contracción i empeño debidos i de poder seguir el curso de Arquitectu- ra.— En atención a las razones espuestas por el solicitante, a las notas de distinción que ha reportado en casi lodos sus exámenes, al informe (pie dió el señor Domeyko en la sesión acerca de haber seguido Izquierdo por el tiempo que indica manipula- ciones químicas bajo su dirección, i por último, a un certificado del señor Gilliss so- bre h práctica que el mismo Izquierdo ha tenido en su Observatorio, el Consejo acor- dó se recomendase su i elicion al Supremo Gobierno. \o ocurriendo otro asunto de que tratar, se levantó la sesión, rpiedando en tabla para la próxima la continuación de la di *;:s:on sobre las reformas que deban hacer- se en el plan do estudios de Humanidades, vijentc en el Instituto Nacional; a cuyo efecto se dispuso traer a la vista las actas de ó de Agosto i 28 de Diciembre del año próximo pasado i de i de Enero del presente, en que se trató ese mismo asunto, mm DEL 28 DE JUXIO DE 1831, Presidida por el señor Rector con presencia de los señores Sazie, ¡Ilenescs, Eiz.i- guirre, Blanco, Domeyko i el Secretario. Aprobada el acta de la sesión precedente, . el señor Rector confirió el grado de Licenciado en Medicina a don Jerman llantcl- mann i el de Bachiller en Leyes a don Ramón del Rio. — En seguida se dió cuenta de un oficio del señor Ministro de Instrucción pública anunciando que S. E. ha aprf,- bado el acuerdo del Consejo sobre que se otorgue a don Santiago Errázuriz la dis- pensa de un año de los dos de práctica necesarios para obtener el título de Licencia- do en Matemáticas. Se ordenó agregar este oficio a sus antecedentes i p merlo en no- ticia del interesado. Leyéronse en seguida las actas de las sesiones celebradas por el Consejo en 3 de Agosto i 28 de Diciembre del año próximo pasado, en las parles que se refieren a las modificaciones que el señor Solar ha propuesto se adopten en el jalan Je estudios de Humanidades vijcnle en el Instituto Aacional; i en virtud de las razones que constan de esas actas, se acordó: 1.” ejue el estudio do la .Teografia solo durase el primer año. —2." Que el déla Aritmética seeslendiesc al I i 2.®— 3.° Las nociones de Aljebra i de .leometria (jue prescribe el mismo plan, so subministrarán en el 4.® año, i el estudio de la Cosmografía se hará en el 5.® al par con el de la Física. — i.® lu esfudio d, I francés se principiará en el tercer año.— ó.® El de la Gramática Caslellan» durará los cuatro jorimeros anos, enseñándose en el último la Orloinji t i la iMi-lrici. —247 — CoQ rcspccio a la propuesta de hacer obligatorio el curso bienal de literatura, (fiic también indicó el señor Solar en la sesión de 28 de Diciembre último, el señor Rec- tor dijo que creía de absoluta necesidad su adopción, haciéndola estensiva al curso de filosofía, para e! cual el plan de estudios vijente solo ha prescrito también un año por igual razón que para el de literatura, a saber: el haberse tenido la intención de establecer en un segundo año clases superiores de uno i otro ramo; pensamiento que se llevó a efecto en el Supremo Decreto de 22 de >'ovicmbre de 1847 , que estableció la división de la instrucción preparatoria i de la superior, poniendo esta última bajo la dirección inmediata de la Universidad. Con este motivo recordó el mismo señor Rector que hasta ahora está en suspenso la ejecución del Supremo Decreto que acaba de citarse i no se sabe haya sido derogado; siguiéndose de esa suspensión que las Fa- cultades de la Universidad no se han puesto aún en contacto, como en él so prescri- be,’con los profesores del Instituto para acordar, entre otras importantes medidas, la conformidad de los textos que hayan de seguirse en las varias clases de un mismo ra- mo, para que los alumnos no tropiecen, por esa falla de uniformidad, con principios Contradictorios, al pasar de la una a la otra. Por lo espuesto, añadió, creo indispen- sable dejar pendiente cualquier acuerdo sobre la materia que nos ocupa, hasta sa- ber si el Supremo Gobierno se propone o no llevar adelante la división de estudios prescrita por el Supremo Decreto de 22 do Noviembre de 1847; lo que cuidaré de in- dagar del señor iRiuistro de Instrucción pública para dar cuenta al Consejo en la se- sión siguiente. Suspendida pues esta discusión, el mismo señor Rector preguntó al Secretario cu qué estado se encuentra el examen de las cuentas de la Tesorería Universitaria; i di- rho Secretario contestó que se hallaban en poder del señor Gorbea, miembro déla, comisión de contabilidad del Consejo; quien hacia algún tiempo le habla anunciado tener ya concluido su examen i fallarle solo poner en limpio los reparos que le ha- blan ocurrido para pasárselas a él mismo: que no habla hecho esto último hasta aho- ra el señor Gorbea, probablemente porque se lo habrá impedido el mal estado de su salud en la época reciente. Con lo fpic fué levantada la sesión. t ti. » Sl'íJi fm ^t* r .1 ,...,. ,i.. ■ c ^ £»,- '*'< «MI' I) ,.i 1 d- - r. -i ^ i - :•■ ..I ( . • ■> . I . . . ■ .1 .( ''HA- "»%Wín.¿ • t i'l fJ4'J l‘ . t s 1 »• f. i- ■iñmL ■ 7,. I . ■ . ■ »♦-» •_ n,A .V- y • • . m I ■ > «I > »• Vl'i y .i. • u - < if • f WT»- • < • r>i. tf - - ' ■ ., , ; I 't * 'i 'i%T • 1 T * -'•Om»} i' j J. . '.T, ■'■ ■' 1'> • /• '^•'P «av f i V,; Ulij .i/í'í Um :» ,..u; ti. - --f. . w- ,. ^ , . • . ¡1 ■I • I . , > • i ’ I i , # • • • .. '■' > l-oít» • . n 4. ^ \ •i Ir \ / El domingo IS de Julio se incorporaron en la Universidad de C!iil«, como miembros de la Facultad de Medicina, D. Joaquin Aguirre i D. Juan Mackena, i pronunciaron los discursos que sucesivamente se publican. El del señor Aguirre lué el siguiente: Señores: Apénas puedo vencer la confusión que me causa la necesidad de esponer algunas ideas en este recinto i ante vosotros, objetos ambos de mb respeto. La distinción que os habéis dignado acordarme, asociándome a vuestras nobles tareas, no es bas- tante a llenar la respetuosa distancia que en mi espíritu queda entre los maestros i el discípulo, entre los que por una larga serie de trabajos se han hecho acreedores a la consideración del pais, i el joven apénas salido de las aulas, que aun no ha po- dido justificar la preferencia con que se le abruma. Mi incorporación en la Univer- sidad la acepto, señores, como una inmensa deuda que contraigo para con mi pais; deuda a cuya satisfacción me propongo consagrar mi estudio i mi existencia. La es- peranza de poder satisfacerla me hace disimularme a mí mismo mi insuficiencia, i aceptar con reconocimiento la induljencia que os habéis dignado manifestarme. Agrava mas i mas la importancia que doi a los deberes que el honroso puesto a que soi llamado me impone, la circunstancia de venir a ocupar el lugar que ha de- jado vacio una muerte deplorable, un descarrio de la razón de mi distinguido pro- fesor el Dr. Lafargue. Su muerte, como sabéis, no fue el efecto de las dolencias físicas que la ciencia que profesamos tiene por objeto hacer desaparecer. Procedió de alecciones morales, •» •> 0*J —350— mas ngiul.is a voces que las tlolenei.is t'isicas, verdaderas enfermedades del alma, en tuyos inislerios ha podido peuelrar poco la observación i la ciencia, i que a veces o nacen con el individuo o vienen inveteradas, desde los primeros pasos de la vida> aguardando una recrudescencia de circunstancias para presentarse en toda su e- nerjia. I£1 Dr. Lnfargue ha muerto, víctima de una malhadada predisposición de ánimo (¡ue le hacia dudar de su porvenir, i de una herida recibida en los primeros pasos (le su carrera cienliíica i sobre la cual venian a locar después has desencantos de la vida, i las decepciones que para el talento verdadero i para la alta instrucción reser- van nuestros paises, tan poco competentes para apreciarlos debidamente. El joven Lafargue se distinguió en su temprana edad por una aptitud especial i una vocación decidida para el estudio de las ciencias. Sus padres se empeñaron en vano en dedicarlo a la profesión del comercio. Mejor avisados lo pusieron en el en- lejió de Agens, donde hizo con brillo sus estudios preparatorios, i mostró su decidida inclinación por el estudio de las ciencias naturales, i desde donde pasó a Paris a cursar los ramos parciales que constituyen la profesión del médico. El año de 18:b>, obtuvo en concurso con otros solicitantes un internado, revelando desde entónees una capacidad superior i estudios avanzados i profundos. Por este mismo tiempo fué visitado Paris por el terrible azote del Cólera, que diezmó las poblaciones de diversos estadas del mundo, i sorprendida la ciencia casi desapercibida para combatir sus estragos. El celo del jóven Lafargue, los servicio¡j que prestó en los hospitales como alumno interno, la entereza de que hizo ostenta- ción, i la pasión con que se consagró a la ruda tarea de luchar con la terrible epi- demia i de arrancarle sus v ctimas a la muerte, le merecieron una medalla de oro, de parte de la administración de los Hospitales de Paris. En 1835, último año de su internado, hallándose en el Hospital de niños, escri- bió una memoria sobre las funciones cerebrales de los animales, apoyándose en va- rios esperimentos fisioUijicos hechos por él sobre animales vivos. De la inqwartancia de este estudio podemos juzgar por la que le dió, premiando la memoria^ la Aca- demia de Medicina de Burdeos que había propuesto la cuestión. Este ensayo era el precursor de otro no menos importante por la gravedad de la materia. La misma Academia habia propuesto un premio pecuniario i honorifico (|uc presentase la mejor memoria sobre dderminar lo (¡uc hai ele ‘positivo sobre la localización de las ideas i de las facultades intelectuales, tomando por guia la anatomía comparada, la fisiolojla i la patolojía. La enumeración sola de la caies- lion bastarla para arredrar a quien no tuviese plena (;on lianza en sus fuerzas, o una di'dicacion especial a estas cues. iones oscuras que buscan las relaciones que existen ('utro el organismo animal i las funciones del espirilu. Concurrió a optar al premio el célebre Dr. lírierro de BoismonI; pero no obstante su presencia i la de otros fa- cultativos, el jóven Lafargue obtuvo el premio; con lo (pie regresó a Paris, recar- gado de laureles, a continuar con infatigable ardor los estudios con que contaba abrirse una brillante carrera. Sin embargo, en IS-iO volvió a Burdeos, (cairo de sus triunfos académicos, a oponerse a una cirujania. i no obstante el informe de la Co- misión que lo declaraba el mas acreedor, aquel destino fué dado a otro. De aqui data en nuestro concepto la cadena de sufrimientos morales que han aci- barado la vida del Dr. Lafargue. Desde entonces sangra la II iga abierta en su co- razón, i que lo condujo al suicidio. Tan profunda debió ser la impresión que recibió, que abandonando toda idea de celebridad, ganada por el brillo de estudios tan bien comenzados, se espalrió de Francia, dirijióndo.sca Chile como si hubiese querido po- ner el globo de por medio entre su patria i su asilo. Ija recíqieion que en nuestro país obtuvo, debió por lo pronto reconciliarlo con la so'cicJiul, (le quien se ha moslrado lan rosenlido en sus idlnnos inomonlos. Víkm* ha en el mismo año de 1810, por muerte del fundador don Pedro Moran, la Cáte- dra do anatomía, íisiolojía e hijiene. El Dr. Lafargue presentóse a hacer oposición, i los jueces, mas equitativos que no lo habían sido los de su país, se apresuraron a reconocer en él la superioridad de conocimientos requerida para el desempeño de aquella Cátedra. Su disertación sobre los usos del baso, ha quedado entre nosotros como muestra de la estension i profundidad de sus estudios en la anatomía i fisio- lojia comparada. $us discípulos, en cuyo número tuve el honor de contarmo, no han olvidado el celo que mostró el Dr. Lafarguc por la instrucción de la juventud, ni la claridad de su esposicion, ni la riqueza de su enseñanza. Tan nobles eran estas cualidades, que los alumnos de cursos anteriores venían a mezclarse con nosotros para oirlo, i que personas estrañas a los estudios i médicos formados no desdeñaban asistir a las lec- ciones del Dr. Lafarguc en el Hospital de San Juan de Dios. En 184 i hizo un viaje al sur, para estudiar las enfermedades reinantes, aprove- chando la ocasión de hacer una escursion a las cordilleras, i descubrir la condición jeolójica délos terrenos adyacentes al volcan de Anluco. Sobre esta materia escribió una memoria que envió a Francia i le mereció como digna recompensa la Cruz de la Lejion de Honor. Por este tiempo agriaron de nuevo su espirito algunos escritos que se produjeron en los diarios, lo que le inspiró la idea de hacer un viaje a Boliviaen 1845, desde donde pasó al Perú. Allí, como en Chile, llamó la atención del público por la luci- dez de los exámenes que rindió, i la profusión de conocimientos que mostraba siem- pre que se presentaba ocasión. Los diarios de Lima le prodigaron los mas altos i me- recidos elojios. Regresó a Valparaíso en ISiO, i sus amigos pudieron desde luego notar, por la cx-entricidad de su vida i las preocupaciones sombrías de su espiritu, las afeccio- nes morales que perturbaban su reposo. Apuntes sueltos halladas entre sus papeles, lo muestran afectado de una negra misantropía, odiando a la sociedad, quejándose de la injusticia de los hombres, i envidiando al ciclo sus rayos vengadores. Díceso que una quiebra, . arrebatándole sus economías, precipitó la catástrofe a que estas preocupaciones lo conducían, i el 10 de agosto de 1850, hallaron Su cadáver exan- güe, ultimado por una herida hecha en la arteria crural. De este fin lan triste i de estudios tan altos, yo me permitiré, señores, descender a considerad )ncs mas prácticas i de una esfera m is secundaria, lomando por asunto de mi discurso el tema siguienic: Utilidades del estuiio de la física i de la química con respecto a los varios ramos de la medicina propiamente dicha. Las ciencias físicas i naturales son consideradas en nuestros tiempos, coit»o las que mas contribuyen al bienestar, a la felicidad, a la civiliz icion i al engrandecimiento progresivo de los pueblos. Sin ellas no habría industria, e! comercióse vería redu- cido; i como se sabe, influyen en el engrandecimiento o decadencia de las naciones, el estado próspero o adverso de estos dos grandes motores de nuestras sociedades. Tendrémos un comprobante irrefragable, si recorremos la Inglalerra, esta diosa mo- derna de los mares; la Francia de cuya capital un escritor ha dicho en nuestros dias, ser el cerebro de toda la Europa; la Alemania, la Béljica, etc., lodos los países en fin, siluadí s tanto en el antiguo como en el nuevo continente; i allí en donde en- contráremos mas difundido el estudio de las ciencias físicas i naturales, allí en don- de se nos presenten mayor número de matemáticos eminentes, de físicos distinguí' do\ du químicos, zoólogos, botánicos, agricultores, raineralojistas, etc., allí donde encontraremos mas esplendor, mas riqueza i mas pujanza. D(t lo ([uo se deduce. K,1 t(Ui- rl |H’i lil ilí <1 lili rtillur:» ili’ lili i ii.iciiili, **slá rii ra/Oii (lirccl.r «l»i la alliii.i a i|iii; ni la m' liallni las rinicias lisicas i iialurali'S. í^a iin|)orlaiiria ilc lns csludios di; qiMi li ddaiiios lia sido Idni rom[irrndida por niioHli o (ioliimio niaiido para rmiinilai su desarrollo i propagar .su esludio lia rre.ido I i'iledras i rosleado prideHores europeo.s (|iu' piied.iti de.seiiipeiiai las. I)(d iiiis- nio iiiodo delio es|)lir irso el rápido vuelo ipie loma la iiidiisiria eii eslos lieiiipos po> iiiéiidose eii |il aula i.uiio.s do ell.i, (|uo aun lio eran liieii oonoridos ni nueslro pai.s, deliido a los roiioriiiiieiilos del di){iio direrliir del o.slalileeiminilo nacional de agri* nilliiiM don laiis .Sad.i. Inlermiiialile seria la tarea do liarer ver la relación ipie enlaza fas ciencias li.sicas i nalur.des con oíros ramos del salier liimiaiio. Seria preriso ademas poseer iin coii' junio vaslo de ronocimienlos i nn tálenlo des|Mjado, d* I (|no yo carezco. Ifle oeiipai'ó si en demosir.ir en ¡locas jiidaliias la ulilidad del estudio délas cien- ci.is lerenilas: |uimero, con res¡iecio a la lisiolojia, segundo con respeclo a la pa* lolojia, leñero con respeelo a lii liijieno i ruarlo con respeclo a la medicina legal, eiimpliiuido di‘ esli* modo con mi propósilo. I. l ítlidiid ili' la tibien i de la (jaliuira ron rvs¡mlo a la /ixiolnjla. PaiM probar esto inllujo, sin liacermc iniii diruso, basta solo lijarsi* en alguna do l.is rum iones do los varios i’uganos del rnorpo biimano. A la verd.id, la liincion del corazón no.se ejecuta sino bajo el mismo mecanismo ijiie lina bomba as¡)iranlo i do presión, i sii alteración de|)endc las mas veces ilo allerariones lisicas i nuránicas do sus válviibi.s (|m> no son oirá rosa ipio vordadoros sopapos org inizados. I.a sangri' ' los dom.'is liiioidos solo so mnovon sognn las loyos do la gravitación liidránlioa, oto. bos oambios l'rocuonlos (¡no vemos on los ciK'ipos organizados i los t'onomonos do cristalización, de c ipilarid ul, do bigromoirioidad, do imbibición, do ondosmosis i ososmosis: las t'ronionlos do.snun¡iosioionos i combinaoionos, análisis i sínlo.sis, los fonomonos do l.i respiración i do la dijoslion ¿podrian osplioarso ¡lor las pro|uodadc.s vitales sid imont(‘? do ninguna minora, todas oslas binoionos no pnodon roalizar.se .s'.n la inln voncion do algunas do las loyos (jiiimio.is; i sin .saran niiostvas ¡lérdidas, los do la al- nuidVra on 1 1 cual vivimos inmorjidos; i no liuiiondo estos oonocimiontos no podo- nvw aproo* ir l is principales liiiM’ionos dol organismo, talos como la dijoslion, la asi- luil iclon, 1 1 sangnilicaoion, las diroronto.s socrocionos, oxbalacionos, oto. i no ¡Mi- diendo apmi, ir oxaolimonlo oslas t'nnoionos i oi>¡)licai'las sognn los conooimionlos (|uímicos aclualrs, mi ¡lodrémos llamarnos íisiiilogos instruidos. Para nu'jor corro- borar oslo averio cilarémos un ojomplo. Sabemos (¡uc los alimonlos introducidos on ol ostuinago sirven ¡)rinoi¡)almonlo ¡lara suministrar a la sangro la albinnina, la ti- brina i domas snslancias «¡no onirau on la composición do lo.s oiiorpos organiz.v (’o ; pues bien, lioi osla domoslrado qao la cantidad do alimentos nocosarios pira la conservación do las riinrionos do la vida debo oslar on relación dirocla coh ol oxijono absorvido. Dos uniinalos, dice l.iobig, que absorvon a nn mismo tionqio ¡lor la ¡liol i ol ¡iiil- nion ranlidadoii dosigualos do oxijono, dobon consumir posos diroronlos do nn mismo elemonlo, i romo ol consumo dol oxijono on tiempos igii.dos puedo ropn'sonlar.so por rl número de inspiraciones, resuUa de ¡ujuí (|ue, l;t canlidad d»; susUMia aíiinenli- cia que un mismo individuo debe lomar, varia según el número i estension de las inspiraciones. Asi es que los niños soportan monos bien la hambre que los adultos, porq -e los órganos respiratorios de los primeros son mas activos que los de los se- gundos. Los pájaros, en los cuales la respiración se efectúa con gran celeridad, pri- vándolos de lodo alimento, mueren al cabo de tres dias; i una serpiente colocada por espacio de una hora debajo de una campana, aspira apénas bastante o\ijeno para que se haga sensible el ácido carbónico pro lucido: esto también hace que pueda vivir sin alimento por espacio de tres meses i aun por un tiempo mas prolongado. La cantidad de oxijeno inspirada por el pulmón, depende no solo del número de inspiraciones sino también de la temperatura i de la densidad del aire. A volúme- nes iguales, el aire mas denso contendrá mayor cantidad de oxijeno, i como tanto en verano como en invierno respiramos un mismo volumen de aire, resulta que siendo la temperatura de 25 C. en la primera estación, por un mismo número de movi- mientos pulmonares, absorvemos 983 gramos de oxijeno, i encontrándose G® en la segunda, tomamos 1,000 gramos, esto es, mayor cantidad. Lo cual nos csplica por qué en el lícuador es mas fácil sujetarse a una dieta rigorosa o soportar mejor la hambre, qué en las rejiones frias o inmediatas a los polos. iVo nos hagamos ilusión: sin el auxilio de la química jamas se hubieran hecho tan grandes descubrimientos en fisiolojia. Hombres incansables, favorecidos por su po- sición i por sus talentos, multiplican a cada instante las aplicaciones, i no está lejos el dia en que, gracias a la química, veamos enteramente cambiada la faz déla cien- cia qi:e esLud a las funciones de los seres organizados, II. J Ululad de la física i de la química con. respecto a la palolojia. Los recursos que estas dos ciencias prestan a la patolojia son palpables, princi- palmente en el diagnostico i método curativo. Efectivamente, uno de los recursos mas seguros de distinguir la catarata de otras afecciones es suministrado por las leyes de la redexion de la luz. Sansón, conocedor profundo de dichas leyes, ordena que se presente una vela encendida delante del ojo cuya pupila está bien dilatada: si todos los elementos del ojo están sanos, se ven tres imájenes de la llama, la mas anterior í la mas posterior están directas, i la de enmedio invertida, i todas ellas se reflejan, la primera por la córnea, la segunda por la cara anterior del cristalino, i la tercera por su cara posterior; i si al contrario hai opacidad del cristalino o de sus cápsulas an- terior o posterior, cnlónecs no se perciben mas que dos imájenes. Sin el perfecto conocimiento de la física i de la química no podemos de ningún modo hacer uso de los medios mas importantes de la práctica, cual es, el de analizar la orina de toda persona atacada de mirasmo, que no presente síntomas de afección del pecho, ni de otras enferraed idcs locales. El procedimiento para efectuar el aná- lisis es según Fromracr el siguiente: ícen un tubo pequeño de vidrio, dice, se añ.a- de una corla cantidad de potasa cáustica sólida, después un fragmento de deulosul- falo de cobre: se calienta mui lijeramcnte esta mezcla a la lámpara de espíritu de vino, i mui luego si la orina contiene azúcar diabético, se obsciva una reducción del protóxido de cobre mui evidente. Si por el contrario, la orina no tiene azúcar, en lugar de una reducción de amarillo rojizo se obtiene un precipitado negro. La reducción de protóxido de cobre se efectúa igualmente en frió; pero larda un poco mas de tiempo; esta es la razón porque es preferible elevar algo la temperatura de la mezcla.» El análisis de las materias cscremcnticias es muchas veces indispensable en la curación de ciertas diarreas, porque si aquellas se componen de jugo g.áslrico. panoroálico, iuleslhial, moco i bilis, son mui útiles el opio asociado a los aslrinjon- les i ala ipecacuana. Al conírario, son perjudiciales si dichos escrementos se compo- nen de alimentos no dijeridos. III. L'tilidad de la física i de la química con respecto a la hijiene. Siendo este ramo de la medicina una ciencia puramente práctica i que comprende el estudio de todas las cosas que pueden influir en el hombre directa o indirecta- mente en su salud; tales como el aire, el agua, la luz, la electricidad, el calórico, el sonido, los principios contajiosos i los alimentos sólidos i líquidos sean vejetales o animales, etc. no podemos, pues, conocer ninguna de estas sustancias ni sus efectosi sin el estudio de la física i de la química. A la verdad, solo después de poseer estos conocimientos, sabemos apreciar la temperatura del aire que respiramos, su higro- metricidad, su densidad i las sustancias que alteran su pureza, porque según estas circunstancias tienen un influjo mas o ménos notable sobre nuestra econoniia, pué- dense convertir en causas determinantes de varias enfermedades. Con el uso del termómetro, del higrómetro i del barómetro reconoceremos dichas variaciones, asi como podrémoá aconsejar los medios de renovarlo, si conocemos los de una buena ventilación i el modo de destruir químicamente los miasmas que lo infecten. El agua, ademas de su composición, debe reconocerse en sus tres diferentes estados de liqui. dez, de solidez i de vapor, porque ademas del continuo uso que se hace de ella e:i terapéutica, sabremos como distinguir la s ilubre de la insalubre, la potable de la mi- neral, i por los principios de ésta, la virtud de que goza para ciertas i determinadas dolencias. No olvid'trémos la grande influencia que ejerce la luz sobre el hombre; este fluido imponderable es el excitante natural del ojo, por medio del que senos trasmiten las diferentes impresiones al cerebro: la economía necesita tanto de dicha influencia, como del alimento mismo. El hombre que vive privado de la luz, no goza sino de una existencia precaria, como lo maniücsta su rostro pálido, descolorido; las carnes blancas i como abotagadas, no tienen enerjia. Es en una p dabra o se asemeja a una crisálida entorpecida porque el excitante que debe presidir a su posterior existencia, ha desaparecido del todo. A no estar debidamente imbuidos en la fisica l en la química, ¿cómo podriamos conocer el fluido eléctrico, sus propiedades i los fenómenos a quedó or jen, ya para librara la humanidad de sus estragos cuando se nos aparece bajo la formado rayo, aconsej indo los pararrayos, i ya para utilizarlo tal como el físico lo produce, cu el tratamiento de varias afecciones, como los aneurismas, las parálisis, etc. etc? IV. l lilídad de la química i de la fisica con respecto a la Medicina legal. ¡M is de una vez, la vil codicia aconseja i dispone que las materias alimenticias de que mas necesidad tenemos, sean adulteradas con sustancias capaces de perturbar nuestra economía, cuando las usemos en tal estado. En ciertas ocasiones el aleve cálculo de un individuo cobarde que, no teniendo valor para deshacerse con tina agresión ruidosa, de una persona a quien odia, o que le estorba la realización desús pl incs, espia los momentos i ocasiones en que pueda dar la muerte oculta en los mismos m.'dioscon que la incauta víctima apaga su sed, halaga su paladar, repara sus fuerzas o acalla sus sufrimientos. Pero no son siempre semejantes pasiones las que dan lu- gar a tan terrililes escenas. iMiii ,a menudo es la casualidad, un descuido, un error. ríe.; i on talos casos, ¿qué cioiieia sino la (luimiea os capaz do socorrer oportuna- nielile a la victima o de poner cu claro el delito? Las informaciones de individuos legos en la ciencia, ¿no pueden en tales ocasiones conducir al patíbulo a la inocen- cia i dejar impune al crimen? l'^inalmentc, ninguna cuestión de envenenamiento puede tratarse bien sin el ansí- lio de la química. Basta indicar que hai tósigos vejetales i animales para hacer ad- vertir la importancia i necesidad de la quimica. Del mismo modo que sin la física no podemos apreciar el dato mas seguro que se obtiene en la cuestión de infantici- dio, fundado en el siguiente principio de Arquimedes: Un cuerpo sumerjido en un fluido pierde en él una parte de su peso igual al peso del fluido desalojado. i\o me hubiera sido difícil llenar otras tantas pajinas para la csplanacion del asunto que acaba de ocuparme; pero he preferido pasar por alto muchas aplicacio- nes i tocar no mas que superíicialnicnte otras, para no cansar la benigna atención de mis oyentes. Conlesló el señor Ravenlós, miembro de la misma -Facullad, lo que sigue: Señores: k. la Facultad de medicina, que lamenta todavía la prematura muerte del ilustre i malogtndo don Julio Lafargue, es grato ver ocupada hoi dia susilla por uno de sus mas adictos, estudiosos i aprovechados discípulos. La Facultad a cuyo nombre me cabe el honor de hablar, ha escuchado el discur- so del Señor Aguirre con todo el interes que inspira un jóven que en su naciente carrera medica ha merecido ocupar el lugar de su sabio predecesor. El justo i mui merecido entusiasmo con que se ha hecho reminiscencia del talento i nobles cualidades del señor Lafargue, honran sobre manera al sucesor. Si el recuerdo de tamaña pérdida afectará siempre a sus amigos i a los apreciado- res del verdadero mérito, sirve al menos de consuelo ver patentizada la verdadere causa de su triste fin. La distinción honrosa que recibe en este momento el señor Aguirre ¡ que avivará su celo profesional, su conocido carácter laborioso, i las mui distinguidas pruebas que ya tiene la Facultad de su aprovechamiento, hacen esperar fundadamente que será un activo colaborador de esta corporación i un ciudadano que preste eminentes servicios a su patria i a las ciencias medicas. No puedo menos de felicitar al Señor Aguirre por la elección del tema de su dis- curso, i decir con placer que adhiero en lodo a tas mismas ideas. Nadie en verdad puede desconocer que la física i la quimica son tan útiles a la medicina como que sin ellas seria imposible liacer estudio completo de ninguno de sus ramos. Esta verdad fue conocida desde la mas remota antigüedad. Los médicos i filóso- fos griegos, aglomerando algunas teorías químicas al jérmen del humorismo, fun. daron las bases sobre que edificó Galeno su sistema. Mas tarde los de la edad me- dia, sobre lodo los alemanes, arrastrados por el torrente sistemático de la época, es- plicaron lodos los fenómenos de la economia animal por sus teorías químicas; se- gún ellos las diversas funciones de nuestro cuerpo se reducían a fermentaciones, des- tilaciones, efervescencias, etc., resultando de ahí que la fisio'ojia, palolojía, hijicno demas ramos del arte de curar de las obras de aquel tiempo ise fundasen sobre les mismos principios. Las funestas consecuencias que para el ejercicio de la medicina debían resultar de las aberraciones de tan injenioso como absurdo sistema, ¿pueden acaso atribuirse a la física o a la quimica? No, por cierto. El error consiste en haber querido aplicar teorías quiniicas a la medicina sin co- — 256— nüccr ;i l'otulo la química ui pudor deslindar los verdaderos principios sobie que de, bia descansar la medicina. El vuelo dido a las ciencias por Ncwlon i Eicon, lumbreras cminenles do la lilo- sofn, desterró para siempre las teorías de los alquimistas. El descubrimiento de la química animal por los sabios del siglo 18, el entusiasmo que supo despertar Four' croy con sus brillantes lecciones sobre esta ciencia, i los admirables trabajos de La- voisier sobre la teoría de I-i respiración, hermanaron de tal suerte la medicina con las ciencias naturales, que desde entóneos han marchado siempre apoyándose mu- tuamente hasta conseguir el grado de perfección que tienen en la actualidad. Con mucha razón ha dicho el autor del discurso, que no hai un solo ramo de la medicina que no necesite a cada paso de sus compañeras inseparables. Por la acción de los diferentes reactivos químicos el anatómico puede separar los diversos tejidos cuya estructura quiere conocer. Sin la química, Bichat el inmortal, no habria po- dido llevar a cabo con la perfección que lo ha hcclio, sus interesantes trabajos sobre la anatomía jeneral. Se demuestran en el discurso con solidez, erudición i hasta con evidencia los be- neficios que saca la fisiolojia de las ciencias naturales, i ¿cómo sin las leyes de óp* tica se podrían esplicar las funciones fisiolójicas del ojo? Son tan claros i patentes los recursos que la patolojia, la hijienc, la materia me- dica i la medicina Icgil sacan de la física i la química, que me parece innecesario cstenderme en esta materia. La historia está llena de casos de envenenamientos i de otra clase de crímenes que habrían quedado impunes sin los recursos de la química i de la física. Ellas servirán siempre de freno a tentativas criminales, pues nadie ig- nora ya que ni el sepulcro es bastante para ocultar un envenenamiento. El cuerpo universitario se felicita por la adquisición de un miembro como el seño- Aguirre, i tiene la esperanza que sus afanes llenarán pronto el vacío que tanto her mos deplorado. El d Iscurso del sefioi’ Mackena en el acto de su incorporación a la Universidad, í'ué el siguiente: Ilustre Cuerpo Universitario; lie sillo llamado por la Facultad de Medicina para ocupar en ella el lugar que de- jó el finado Dr. don Juan Blest. Este hábil profesor, a quien yo sucedo, nació cu Ir- landa, en donde hizo sus primeros estudios con tanto provecho, que fue condecorado con los títulos de la Universidad de Aberdecn, con cuyas distinciones llegó a Chile el año de 1813. .Manilcstó desde luego sus buenos conocimientos profesionales, i ob- tuvo curaciones excelentes en casos difíciles. Una fuerte pleuritis que él mismo se curó, lo hizo salir del pais para pasar a Lima, a donde llegó en circunstancias que su Virrei Abascal hacia seis meses que postrado en una cama no tenia alivio, no obs- tante de tener a su cabecera los primeros facultativos del virreinato. El Dr. Ulcst,cn desjuntas consecutivas, contrarió el parecer de todos, i obligóse a restablecer en po- cos dias al enfermo, lo que verificó aun mas pronto que lo que había prometido. El señor Abascal, reconocido a este gran servicio, recompensó al Dr. Blest dándole un completo pasaporte i mui buenas recomendaciones para todo el Virreinato, en cuya capital continuó ejerciendo por un año la medicina con admirable acierto; i ademas un especial encargo para que en calidad de Oscal diese parte de los abusos que nota- se i propusiese las mejoras que en su ramo considetasc importantes. Tasó al Alto Perú pnra conliuuar su ejercicio protesional, en donde por friilo de su coiUraccion adquirió una fama cxlr.iordinaria: hizo amputaciones i varias operaciones de catara- tas con el mejor resultado, i se situó en la Paz, en donde como médico de ciudad permaneció hasta el año de 1820. Se dirijió en seguida a la Costa, i en Tacna su criado le robó durante la noche todo el lucro de siete años de constante trabajo, lis Dr. BIcst en esta ocasión tuvo el presajio de las desgracias que lohabian de atormen- tar después; pero infatigable en la carrera redobló sus empeños obteniendo siempre resultados ventajosísimos. En el año de 1828 volvió a Chile, en donde se colocó por su práctica en un lugar distinguido. No era estraño verle vencer las dificultades mayores, lodo dcliido a su *^¡no esquisito, a su constante aplicación al estudio, a su meditación i a su entusiasmo por salvara los desgraci.ados de las amarguras de la muerte. El Dr. lilest consagró, pues, su vida a la importante tarca de sacar a sus semejantes de los conllictos en que los ponen las enfermedades crueles. Su existencia, siempre amenazada por los acerbol dolores que periódicamente sufría, nunca desmayóse para hacer el bien que el me- nesteroso reclamaba de su precioso arte, i solicito buscaba en su propia csperiencia los medios conducentes a corlar el peligro. Este distinguido práctico, en quien se encontraba, a mas del amor a la ciencia, una alma filantrópica, puso un dique a los esterminadores progresos de la disenteria en fuerza de los esperimenlos hechos en si mismo a consecuencia de una hemorrajia periódica que sufría, i tan luego como el buen suceso coronó sus esperanzas, prescribió su método anti-disentérico, al que mu- chos deben la vida después de haber estado en vísperas de morir. En el año de 1815 vióse en la necesidad de regresar al Perú, en donde ejerció con provecho su nueva industria. El Dr. Blest se ausentó del pais llevando el sentimiento de carecer de los cuidados do su esposa querida i de las c,aricias de sus hijos, requisitos tan esenciales para el entretenimiento de la vejez cuyos sinsabores comenzaba ya a sentir. Algunos contratiempos amargaron en su peregrinación los últimos años de su vida; pero el que mas trastornó su mente, fue la súbita muerte de su amable mujer que sucedió a los pocos dias de iiaber vuelto a pisar las playas de Chile. Este terrible golpe fue pa- ra el Dr. Blest la señal de su muerte, porque desde entonces perdió la esperanza do encontrar un apoyo que lo sostuviese en su viudez, i lo apartase de la desgracia en que se precipitó, hasta su muerte sucedida a los sesenta años de edad. BOSQUEJO DE L.V VIDA. Si contásemos seguros estar siempre a cubierto de las numerosas causas destructo- ras de nuestra existencia, i nuestras aspiraciones jiraran siempre en la órbita de lo posible, sin llegar a locar los frecuentes desengaños que frustran las mas fundadas esperanzas; i si nuestro poder físico contra las acechanzas del mal fuera tanto que pudiésemos anonadarlo conservando intacta la salud, entonces podríamos llamarnos felices porque ningún obstáculo habría que se opusiese al logro del verdadero bien, tras el que en vano marehainos por la peligrosa senda de la vida. Pero estamos mui lejos de llegar a resolver este gran problema do la existencia humana que ccmicnzi' fon el llanto i acaba con el dolor, porque cuantos son los elementos vivificadores do ella, t intos so convierten en instrumentos de su destrucción. Todo ha sido criado pa- ra el hombre, i el hombre a la vez vive siervo de todo lo cri.ido: lodo le brinda sa- lud i vida, i lodo también le da enfermedad i muerte. f.,a naturaleza formula su ser i propende a su conseryacion ; i la naturaleza lo hace sucumbir, negándolo quizá cuando mas la necesita. En esto misterioso laberinto cu que el bien se saca del mal i el m d del bien, busca el hombre su incierto destinó; i cuando cree [loseerlo , nue- vos contriliempos se lo arrebatan; lo persigue cual furioso ainsioindo por en'ro loS nz iros lie hi suerte, (fue como alirojos lo desgarran, sin sentir las lieridas que le liacc el tiempo,! sin mirar otra cosa (juc su fugaz embeleso: mas cuando se imajina alcan- zarlo es cuando desfdlecido llega a la tarde de la vida. Esta tarde de un nebulosa día, dia de felicidad para mui pocos, en que las horas de tempestad lian apagado las benélicos ardores del sol, llaclúa entre los inestables momentos de su fin postremo basta que el rayo de la muerte lo consume. Tal es el punto que demarcan las jeneraciones en el gran mapa de los siglos, en cuyo trascurso lian dejado las Iniellas de su pisada existencia legando a la posteridal muchos jórmenes de males. Los primeros pobladores del mundo que saboreaban aún la dicha del paraíso perdido, vivieron exentos de las enfermedades que hoi diezman 1.a tierra: el terrible azote de las epidemias, desconocido de ellos enteramente, es la herencia que aumentándose con la sucesión de los tiempos nos dejaron, para hacer del jénero humano una victima sacrificada a las pasiones. IDE.\ JE.XEnAI, DE E.VS EI’IÜE.VIAS. Las enfermedades hereditarias, a las que por una fatal necesidad están ligados casi todos los miembros de una familia, son un resúmen de lo que pasa en los pueblos (¡ue están bajo el inllujo de una epidemia. En las primeras por la identidad en cl tcmperamcnlo de los individuos se reproducen los mismos fenómenos mórbidos, co- mo si algún humor conlajioso se trasmitiese de padres a hijos; i en las segundas por la constitución epidémica reinante se multiplican sus estragos con la rapidez del ra' yo por la predisposición (¡ue enjeudra entre los individuos de un puí''blo. .\o hai , os verdad, una semejanza ¡icrfecla en la trasmigración entre la forzosa herencia que le- ga la naturaleza humana i la infecciosa plaga que un conjunto de circunstancias pro- duce; pero si que unas i otras amenazan, cuando no con igual enerjia i en un tiem" j)0 dado, con maso niénos probabilidad de asdlar por la mas levo causa, llai ciertos tcmp''ramcntos preparados por sí a contraer una enfermedad llamada de sucesión a do familia, asi como hai ciertos individuos (¡uiciies asalta con preferencia una e- pidemia: ciertas modificaciones del es¡)resado tcnqteramento resisten mas o menos liempo la perniciosa incubación de diciia enfermedad, asi como ciertas condiciones atmosféricas templan la acriminación dd virus epidémico. En una palabra, la reali- dad do las enfer.ucdaies hereditarias nos dá una idea del modo de obrar de las epi- demias. Hasta ahora no han podido csplicarse las causas ocasionales de estos raros fenóme- nos. Se h m atribuido ya a los varios estados mcleoro!ójicos:',ya a la mas o menos ile- vacion del suelo cuya altura o depresión lo hace mas o menos húmedo; ya a la pre- sencia do montañas, en donde por lo común hai humedad i desprendimiento de elec- tricidad, como a la templanzi de las estaciones que han sucedido a inviernos o vera- nos rigurosos; ya a la inilucncia de los vientos i de los climas como al cambio de las estaciones en fin. Todo esto es probable, porque se ha observado que las circunstan- cias prediclias intervienen en la producción de una epidemia, sin que a ninguna de tdlas so le atribuya la especialidad de producirla por si sola. En efecto, las epidemias aparecen en un lugar tanto por la operación de los excitantes e[)idémicos, como desa- ]).arecen o se hacen mas benignas en otros que están bajo la misma influencia. Lo que parece verosimil, i es sin disputa cierto, es que la electricidad, descom¡ioniendo laS sustancias animales i vi'jetales como imprimiendo mudanzas en la atmósfera, produ- ce la fermet\tacion ¡n'ilrida de las unas i la alteración del aire en la otra para cons* tiluir un foco dentro del (¡ue no se puede conservar la salud. Este nuevo estado pa- lojénico orijina en los individuos una idiosinciaicia (¡ue los dispone a ser afectados de un mismo modo i sin cuya co ([V'racion no tiene inÜujo alguno la c¡)idenila. La Ipniloncia di' d.' nnr.-lnr d>‘l Esl<' al O .'sle, romo a oriipar con profcrer.ria los paí- ses del norte, Inco consentir (¡ue l,i humedad i en pos de ella la eleclrieidad ponen en movimiento todo el aparato productor de ellas. ¿Pero cómo es que una epidemia que invade un distrito i envuelve a nnichos in- dividuos puestos en eonlicto bajo una misma temperatura, a unos sacrifica i a otros no? ¿Por qué rara complicación en el desarrollo de sus eslragos, toma el tipo infla- matorio, el adinámico o el atávico, como si con propiedad pudiera decirse tal epide- mia es inflamatoria, adrtiámica o atávica? ¿Por qué todas las demas enfermedades cocvisl^nles toman el carácter de la conslilucion epidémica reinante: i por qué aco- metiendo con igual severidad a dos o mas personas, de unas triunfa i de otras Cs !)urlada? Es indudable que para la formación de las epidemias bai a mas de las oca- siones prcdichas cierto estado cu la' constitución individual o idiosineracia acciden- tal, que hace que l is causas físicas o químicas inertes por si obren de un mismo mo- do sobre la economía por el órgano comunicante del terror. Nadie negará que la co aslilucion epidémica do la escarlatina, cuando invadió entre nosotros por los años da 32 i 33, tomó diversos caracléres, debidos al modo de ser particular de la consti- tución individual; i que las enfermedades en jcncral, por el solo hecho de hacerse c- pi lémicas, loman un mismo tipo, que aunque diferente en las distintas estaciones, si- guen siempre una marcha igual mediante la idiosineracia temporal. Es preciso, pues, convenir que la constitución epidémica reiuaiitc está subordinada a la constitución iu lividual prccxislentc'o a esa idiosineracia nuevamente adquirida; mas claro: que no puede Itaber opidemin aun cuando existan sus cleincnlos constitutivos sin que ha. ya en los individuos esta predisposición (pie cs cl resultado, no tanto de la operación de las causas mórbidas, conio do las necesidades físic is i por lo común morales. Entraré en mas pormeum’cs para averiguar esta correlación. Sea cual fuere la na- (arralcza de una epidemia, en sus efectos no podrá ser mas que infiamatoria, adiná- mica o aiáxica; denominación que corresponde a la división hecha de los tempera- mentos. Según esto claro cs que las epidemias no pueden tener una existencia real sin que sus efectos sean los de la inllimacion .adinámica, etc. Esta cs la razón por- que, para curar una enfermedad cualquiera, cs necesario consultar previamente cl temperamento del individuo que la sufre, en vista de s. r ésta un deserden de alguno de los cuatro sistemas, sanguíneo, nervioso, linfático i melancólico. Tal cs el cuadro que encierra todas las dolencias humanas, sin exceptuar las epidemias que no son mas quc'una dolencia en grande. Si las epidemias existieran independientemente dcl oslado de nuestra constitución, i para cuya invasión uo interviniesen las afecciones del alma, acamelerian igualmente a la naturaleza bruta, en particular, a la clase car- nívora por haber mas analojía con nosotros por cl hábito; pero lodo lo contrario se ve, desde que se ha observado que las epidemias en las aves domésticas, nacidas do la mala calidad de los alimentos o de alguna causa material cual(|uicra, siempre lian sido precursoras del azote que mas tarde ha de sacrificar poblaciones enteras: i ipic las pronunciadas en la especie humana rarísima vez o nunca tienen ramificacimu's on ki bruta. De lo que se infiere que las epidemias tienen su orijen en la idiosin- cjMcia accidental producida por causas morales i acli\adas por las físicas o en cslas por sí mismas o en las que cl lenguaje hijiénico llama circunfusas. Esta consideración cs de una importante consecuencia para cl procedimiento terapéutico, ponpic sin a- lender antes que a lodo a la constitución epidémica reinante, o lo que es lo mismo, al sistema que afecta, cs imposible curar, por ser da otro modo inavcrignable la in- luraleza de la epidemia. Si una enfermedad por ser cpidé nica tuviese car ic.éres distintos de los que comun- incnlc manifiesta una fiebre infiamatoria, nerviosi, etc. diriamos con fnndamcnlo que cl tipo de osla ('pidemia cs desconocido; i que por tal rciiuicrc un iralamicnto í'Spcci il i (liti;rentc en todo del (¡ lo usamos en la prácliea: habría por oonsigiiionle nccesidul de tiieer iin estudio aparte de esta nueva palolojia para no incurrir en e- rrores gravísimos, de los que no podría salvarnos el estudio de la palolojia Jeneral. Pero ilesde que estamos convencidos que una enrermedad cualquiera puede estender- se de varios modos, ya bajo la forma esporádica, endémica o epidémica, i descender ])or la misma escala que ha subido, no debemos buscar en la materia médica sustan- cia alguna que con el titulo de antiepidcmica extinga en su orijen la inreccion. Los medios preventivos son los que en circunstancias tales modilican especialmente el tratamiento, o por mejor decir, guian al médico, que en lodo caso ha de inleular la m ¡era do la constitución individual primero que curar las dolencias. ;Vo hai, pues, que pertrecharse con demasiados i peligrosos remedios para comba- tir el formidable emmiigo de una epidemia: basta para triunfar de ella o disminuir sus cslngos, conocer la diátesis de los individuos que afecta, que es en suma el orijen de la constitución epidémica. Una epidemia se manifiesta con sintonías adinámicos ruando afecta a individuos del temperamento linfático: otras se desarrolla con sín- tomas catarrales por sufrirla los- de una diátesis anucosa; i otras, en fin, se mantie- ne predominamjo en ella los síntomas inllamatorios, biliosos, nerviosos o aláxicos, según sea el temperamento de la persona que sufre. Si en el periodo de invasión de la viruela, que por su confluencia produce comunmente síntomas aláxicos, se pro- mueve una irritación vascular activa, os indudable que la erupción no podrá vtriíi- cirse sin emplear los anlitlojisticos, no obstante ser sus tendencias, como las do todas las fiebres especificas i particularmente epidémicas, a lomar el carácter tifoi- deo, por la complicación de las neurosis i vesanias que tan difícil hacen el arte tío curar. IMas esta variación no dependo tanto del jenio epidémico cuanto de la predis"" posición individual, que aunque no es variable cscncialmonlc, es modificada basta lo infinito por las circunstancias atmosféricas ^qiic obran con relación a los tempera- mentos. Cn conlajio cualquiera, por deletéreo que sea, nunca apaga directamente la ■''jnsibilidad de la; personas bien constituidas, sino que la perturba, propendiendo siempre a eslinguirla despacs de reacciones mas o- inénus cnérjicas, que producen fie- bres de diversos tipos. En fin, el conlajio o la infección ol)ra en los diferentes indi- viduos con mas o menos fuerza invasora según sea la resistencia que ellos presten. La singular coincidencia de hallarse todos bajo la infección de una ep demía^ prueba su inÜucncia i supone por esto la presencia de algún veneno que incuI)ando con cierta calidad especifica, produce cn lodos, como las enfermedades hereditarias, los mismos sinlomas con mas o ménos severidad. Pero osle veneno cn realidad no es mas que la intervención dcl miedo, que hace obrar con tanta uniformidad las causas epidémicas, ([ue muchas veces nos convence de su existencia. En efecto, si hai alguna cnfermodad'que simule una intoxicación con mas propiedad que una epidemia, os ef envenenamiento mismo; pero dicho envenenamiento como se ha observado, no daña a los que, a pesar de las circunstancias epidémicas, repelen por su serenidad el flui- di venenoso. El cólera asiático, cn medio de cuyos destrozos se han hecho espori- mentos repelidos para probar la intervención del ánimo en la reproducción de este mal terrible, manifiesta basta la evidencia que el terror es una de las pasiones muU liplicadoras de las epidemias. DEI. CÓLER.-V ASIÁTICO. El cólera asiático, cn cuyas víctimas, arrebatadas las mas con la mayor rapidez, se lia visto el castigo dcl cielo mas que la concurrencia de causas naturales. In lla- mado la atención del nuindo médico para contemplar cn sus horrorosos efectos las causa.s patojénieas; pero (Uspuos s necesario lurscar en la materia médiei los luedicamenlos (lue ' —263— c'on ljon el iilannnntc oslado a que llega el individuo, no por una debilidad directa Como se maniliesla por la postración en que cae, sino por la concentración de las l’uerzis sobre la organización, en la que se atrinchera la vida dejando la superíícic inanimada. Esta sobrc-excilacion interna, mortal por su naturaleza en vista de las conjestiones activas que ahogan, por decir la existencia, suprime la importante fun- ción del hígado, cuya secreción siempre se ha considerado como el excitante fisiolo- jico de los intestinos, i sin cuya presencia hai siempre molestosas impresiones quo perturban la salud. Por todos estos motivos es importantísimo fijar los puntos que han de ser atacados en el terrible combate de la medicina con el cólera. Asi es (|ue, siendo la irritación la que domina o la que constituye esta peligrosa enfermedad, la primera indicación que debe llenarse es apagarla por lodos los medios imajinablcs; pero como la irrita- ción comprende a la vez la membrana mucosa i el sistema nervioso délos intestinos, produciendo un catarro agudo transmitido hasta la estructura glandular, suprimien- do las secreciones, particularmente la epática, es de necesidad buscar un remedio que llene el doble objeto de apagar la sensibilidad orgánica exaltada i de regularizar las funciones, lodo con arreglo a los diferentes temperamentos. Pero ánles de entrar a la calificación de los remedios, que a mi juicio convienen, es necesario hacer un resúuaen de los procedimientos terapéuticos usados por algunos clásicos distingui- dos. Entre los profesores que mas notables se han hecho en el tratamiento del cólera, aparecen los señores Anasley, Foy i IMitwood, que han confiado mucho en las deple- ciones sanguíneas jcnerales, con el fin de llamar la circulación a la periferia; i osle último dice que de ochenta i ocho enfermos sangrados oportunamente solo dos su- cumbieron: i de doce que no lo fueron murieron ocho. Anasley cita también algunos ejemplos de sangrías bochas con suceso en periodos avanzados de la enfermedad. Go- mo las sangrías jencralcs tienen por objeto el disipar las conjestiones activas que se jiroducen en esta enfermedad, i que son la causa inmediata de la muerte, es induda- ble que deben ser provechosas en las personas de un temperamento sanguíneo i en el primer periodo de la enfermedad. Mas como no es el sistema circulante el único interesado, sino el nervioso que entra como partei ntegrante de este estado patolójico, do este catarro especifico, es necesario emplear los medicamentos que disminuyan la irritación orgánica promoviendo la deaforesis. Por c'sta razón, mui importante seria hacer la deplecion sanguínea habiendo puesto previamente al enfermo en un baño ca- liente; pero al hablar de h deplecion repito que debe ser hecha en el primer periodo, no en los avanzados, como aconseja Anasley. Este profesor, con otros célebres médi- cos de la India, han recomendado el calomelano en alta dosis como un especifico con- tra el cólera, i dice que ha de administrarse asi para precipitar la materia cremosa contra la que obra particularmente. Insta promover su total espulsion. Hipócrates curaba con los baños calientes, con csclusion de cualquiera otro remedio. El Dr. Dc- ville dice haber sanado como por encanto dando al principio de la enervación gran- des dósis de éter. El Dr. Leo asegura haber obtenido los mejores resultados con el subnilralo de bismuto alternado con el ruibarbo tostado; i se lisonjea de no haber visto morir a ninguno sometido a este réjimen: i el señor Briere confirma las venta- jas de semejante práctica. Ultimamente el señor IMeusmier, sin fijarse en método al- guno con muchísima razón, dice que de la idiosincracia es de donde debemos sa- car las indicaciones jencralcs para la curación del cólera. Es indudable que el señor IMeusmier piensa con mas tino en esta materia, porque sin preocuparse pone al médico en la precisión de medir las fuerzas del individuo que cura. En efecto, como los diferentes temperamentos pueden hacer variar el cur- so de una misma enfermedad, no puede anticiparse el médico a dar un método se- — 3(>4— guro de curación sino relativo, i éste a la cabecera del cníérrao. Sin embargo, los principios jenerales pueden guiarnos a sentar por base de un método curativo pir- ticndo^de'quc todos los medicamentos conocidos se refieren a curar una irritación o una inflamación, sin cscluir el espasmo que es el precursor de cualquiera desorden mórbido. Kn la enfermedid en cuestión, por ejemplo, hemos visto acerca de su tra- tamiento opiniones diversas, como si diferentes estados patolójicos constituyesen la en- fermedad*, pero habiendo convenido en que es un catarro especifico de la mucosa in- testinal, acompañado de una neurosis agu la , no debemos discrepar en los medios conducentes a hacer cesar estos estorbos. Se han preconizado las depleciones sanguí- neas i anliflojislicos enéijicos como el calomelano en alta dosis: los aniiespasraódicos poderosos como el éter, los baños calientes i el bismuto ; pero se han empleado to- das estas sustancias i se han usado los medios antiflojisticos referidos sin dar una razón convincenté de los fundamentos en que se han apoyado, o mas bien sin descri- bir la naturaleza patolójica del Cólera. Anasley con otros dicen haber obtenido con las depleciones sanguíneas jenerales muchas curaciones que no habrían conseguido por otros medios; i por cierto que el beneficio de semejante práctica no es, a mi jui- cio, debido a la disminución de la acción flojistica de la sangre, porque no considero en el Cólera un período inflamatorio, sino una conjestion activa concentrada por una profunda enervación o espasmo del sistema vascular. Es, pues, el espasmo el primer eslabón de esta cadena que ha id) aprisionando lodo el jénero humano: i por esto mucha razón han tenido los que con el padre de la medicina han recomendado los baños calientes, i los que con el doctor Ijooindville aseguran haber obtenido nume- rosas curaciones con los antispasmódicos. No niego que se despierten acciones mór- bidas que tomen un carácter distinto del espasmo, i que por esto sea necesario modi- ficar el tratamiento; pero no perdamos de vista que el gran simpático es mas que otro sistema de la economía, interesado en la formación de este mal terrible. Nada seria la irritación catarral si no se complicase esencialmente convelía la aberración pro- funda de la sensibilidad orgánica, que es en la que reside la vida sostenida por los nervios ganglionalcs. - A esle discurso conlcsló el (acullalivo don Viccnle Padin en los lénninos que siguen: llespetable Cuerpo Universitario. La Facultad de Medicina tuvo el sentimiento de perder al hábil doctor don .luán Blcst, cuya pérdida recordarémos siempre; no solo por los honrosos antecedentes que le hicieron digno de ocupar el asiento que dejó entre nosotros, sino también por sus actos profesionales. H l)r lllest, prolundo patolojista, sobresaliente terapéutico, for- mó las bases sobre (pie descansa ya parte de la Terapéutica nacional, que filiz en sus resultados, puede considerarse la seguridad del médico i el consuelo positivo de la humanidad; diestro i valiente en el manejo de los medicamentos, supo aprovechar- se de los canocidijs i de los no esperimentados, para adoptarlos con suceso a las exi- jencias de nuestro clima; observador de las cspeciulidades que este pais tenia para c.a.nbiar lis sanciones médicas del antiguo hemisferio, le hizo constituirse indepen- diente hasta cierto punto de aquellas doctrinas. El doctor lllest, en fin, con instinto superior, marcó los senderos de las verdades médicas mas inconcusas, i Ctiile le dc- beria aun nuevos descubrimientos si los trastornos físicos de su vida no le hubiesen hecho desaparecer de entre nosotros. I.l íiUerpo Universitario, i cspccialmcn le la l'acultad a (|uc pertenezco, tiene sin embiigo el [)I aeei de iccibir en el liigir de tan respetable doctor a un médico que — 2G5— lleno de cnluííi ismo por la cieiiei.i, i del ardor de su juvenlud, viene a ensayar su in- telijcncia i a derramar sobre la sociedad los buenos efectos de su filantropía. La memoria que acabais de oir parece que principia a trazar el cuadro mas impor- tante del estudio indispensable en cada nación: sabemos que todo pueblo tiene para su topografía i sus costumbres, nuevas o modificadas causas que estudiar, para pro- ducir en ellos, el mas verdadero de los bienes sociales, la salud. Chile, como los de- mas, necesita una medicina propia, i esta necesidad imperiosa no puede basarse sino en el estudio d*' las causas que nos rodean. Ojalá un tan loable pensamiento no sees- tcrilize jamas i podamos ver un dia en esta parte mas feliz nuestra hermosa Patria! Esperamos que el doctor 3Iackena lleve adelante tan elevado pensamiento, i que colaborando en su Facultad al adelanto i realce de la 3Icdicina chilena, deje entre nosotros tan honrosos recuerdos como los del Dr. a quien reemplaza. DOCrilEM’OS OFIfJALES. En cumplimiento de lo dispuesto por el honorable Consejo üiliversitario, he exa- minado detenidamente el tratado elemental de Aritmética destinado a los alumnos que cursan las clases de Humanidades, escrito por el Profesor del Instituto Macional don José Baslcrrica; i tanto el orden metódico en la esposicion de las doctrinas, la sencillez i claridad en la demostración de los principios que emplea, la variedad de ejemplos cuya solución deja al joven estudioso, dándole solo el resultado ; como la lijera esposicion del sistema métrico decimal, que conceptúo suficiente para el caso, me inducen a dar la preferencia a este tratado sobre el que con el mismo objeto se ha seguido hasta aqui. Es cnanto en desempeño de mi comisión tengo que esponer al honorable Consejo- Santiago, Julio 17 de 1851» Audi' ex A II ionio de (íorbea. Santiago, Julio ¿i de 1851. Con arreglo a ío acordado por el rjonsejo en su sesión de 22 del corriente, a virtud de lo espucslo en el precedente informe del señor Decano de ¡Matemáticas , se reco- mienda para la enseñanza de la Aritmética en los colcjios públicos, el texto elemen- ta' de este ramo escrito por el profesor del Instituto Nacional, don José Bastcrrica, para los alumnos que cursan las clases de Humanidades. Insértese este decreto en los Anales Eniversifarios, con el informe que lo ha motivado, póngase desde luego en noticia dcl interesado, i anótese. Bli.lo. — S. Sanfuentc. Se abrió presidida por el señor Redor con asistencia de los señores Barra, BJlo don Carlos, Briseño, Minviclle i el Secretario, Aprobada el acta de la sesión del 23 de octubre, se leyó el informe de la comisión nombrada para examinar la memoria que se habia presentado en solicitud del pre- mio que corresponde dar a la Facultad en el presente año. Dicha comisión opi- na que debe serle otorgado el referido premio, i habiéndose lomado en consideración este diclámen, e inforniádose la Facultad con detención de los fundamentos en que se apoya, vino en adoptarlo, i ordenó se pusiese esta resolución en conocimiento del .señor Rector de la Universidad para los fines del caso. Abiertos los signos con que la memoria se habia pasado a la Facultad, se proclamó como autor de ella a Don Mi- guel Luis i D. Gregorio Victor Amunátegui. El señor Decano liizo indicación para que la Facultad se suscribiera a la Revista de Ambos Mundos i la Revista Británica, como'publicaciones de gran mérito cuya ad- quisición proporcionarla a los miembros un medio fácil de ponerse al corriente del pensamiento europeo en algunos de los ramos que por la lei orgánica están cometi- dos a la Facultad. Asi fué acordado. El secretario espuso en seguida que ántes de redactar el proyecto de acuerdo que se le habia encargado en la sesión anterior, relativo a la publicación de los nnnus- «"ritos (le h llisíori.i Xacioti:iI, le [jaivcia coiivoniculo scimeter al juicio de la Facul- tad las bases de a(|uel proyecto. Esas bases eran, !.“ «jiie ¡a Facultad encargase a uno de sus miembros la ejecución del pensamiento, ¡)or cuanto ella misma no podía co- rrer con los trabajos que la empresa requiere, S.® Que ese miembro solicitase la cooperación de los individuos que creyese m^'s apropósilo, a fin de que le ayudasen en la ejecución de la obra. 3. “ Que la Comisión asi cuinpiiesla tendría la incumbencia de buscar i examinar todos los documentos concernientes al pais i que pudiesen ilustrar su historia polí- tica, civil, eclesiástica, literaria, e industrial, a lin de publicar lod is aquellas pie- zas manuscritas que mereciesen ver la luz pública, o las impresas cuya edición se hubiese agolado; ilustrándolas con noticias biográficas de los aulcres, i con las notas i advertencias que condujesen a la mejor apreciación de los becíios que tnrr.ui, en cnanto fuere posible cumplir con este en(\argo. 4. “ Que la Faeiiltid olieiaso al Supremo (1 diierno pidmndole su iirolcccioii inra esta empresa, i acreditando ante id las pei’sonas encargadas de üevaila a cabo para que puedan entenderse dircclarnentc en todos los incidentes que ocurran. 5. “ Que esta protección consistirá en permitir a los comisionados el rejislro de los archivos públicos para sacar las copias que convenga, en franquear el conducto df una prcsonlacion del miembro electo de la Facultad de iMedicina, don José Jua(|uin Aguirrc, en que expone que, a fin de cumplir con el Supremo í>ecre!o expedido el 1 1 de Noviembre dcl año próximo pasado, por el cual se dispone que los miembros elejidos por las Facultades, que no se hubiesen incorporado aún, lo debe, rán verificaren el termino de seis meses, ofició al señor Decano oportunamente indi- r.ándole estar dispuesto a quese le señalase dia para su recepción. Sin embargo de lo cual, i de existir también su discurso desde algiin tiempo en la respectiva secretaria, aun no ha obtenido contestación. Pide en esta virtud que cuanto ántes se le indique el dia en q^e ha de recibirse, o se le considere desde luego por el Consejo como miembro activo, sin perjuicio de leer su discurso en la oportunidad que se le señale. Instruido el Consejo por el señor Decano de Medicina, que fué quien le trasmitió esta presentación, de que el solicitante pidió se le señalase dia para su incorpora- ción, antes de cumplirse los seis meses prescritos en el Supremo Decreto que se ha ci- lado, designó el domingo 13 del corriente para que esa recepción tuviese lugar. Como después de esto el señor Rector manifestase (|ue por el mal estado de su salud, no podia cotuimur mas tiempo en la sesión, ésta fué a consecuencia levan- tada. Presidiendo el señor Rector, asistieron los señores Sazie, Gorbea, Eiziguirrc, Blanco, Domeyko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, el señor Rector confirió el grado de Bachiller en Leyes a don Felipe Bcnicio Alamos.— En seguida se dió cuenta: 1.” De un oficio del Señor Ministro de Instrucción pública comunicando el decreto en que S. E. permite a los individuos nombrados miembros de la Universidad en la Facultad de Teolojia por decreto de 30 de Junio último, que puedan efectuar su in- corporación ante el Consejo Universitario, debiendo pronunciar oportunamente los discursos de estilo en claustro pleno. — Este oficio se mandó trascribir al señor De- cano de Teolojia.- 1 como acto continuo se hiciese presente por el Secretario, queel Presbítero don Joaquín Larrain Gandarillas, que es uno de los nombrados a quiene,s comprende la suprema resolución de que se acaba de dar cuenta, babia acudido a recibirse en la presente sesión, con motivo de estar mui próximo a ponerse en mar- cha para los Estados Unidos de America, se procedió a su recepción con las forma lidades acostumbradas en estos casos, i después do prestar el juramento de estilo, el señor Rector le declaró incorporado. En 2.° lugar se dió cuenta de una solicitud elevada al Gobierno por el médico ciru- jano de la Real Armada Británica, don Juan H. CaiTUihcrs, a fin de quese le man- de examinar por el Protomedicato para ejercer su profesión en Chile, en raso deijue su despacho de cirujano del Gobierno Ingles parezca un suficiente conij)robantc de aptitud; o en el caso contrario se le expida licencia para ejercer la Medicina Ínterin llega el diploma que acredita sus estudios, el cual se compromete a presentar en el plazo de seis meses. Gamo sobre esta solicitud el señor IVlinisiro de Instrucción pú- blica ha pedido el informe del Consejo, el señor Decano de Jledicina expuso en /■< sesión que en Inglaterra para ser nombrado cirujano de ejército o armada en 1."^ a," i 3er. grado, sido se requiere haber seguido ciertos cursos i obtenido aprobación en u)i exámen ante uin comisión de cirujanos, a diferencia de lo que se practica lioi en Francia, Juiidc para ubioncr el Ululo de tal cirujano en una escala .algo supe- rior, se exijo el grado de Doctor conferido por la Universidad. Ahora bien, no pu- diendo el l’roLomedlcalo dar licencia para ejercer la Medicina en Chile, sino a los que han sido graduados de Licenciados por esta Universidad, i necesitando para es- to los que han hecho sus estudios fuera del pais, presentar diplomas de Licenciado o Doctor concedidos por alguna Universidad cstranjera acreditada, el titulo de cirujano de ejército o armada conferido en Francia bastaria sin duda en Chile por la razón ([ue acaba de indicar,- pero no sucederia otro tanto con el mismo titulo conferido en Inglaterra. Los que se hallasen en este último caso necesitarian acreditar que lian he- cho todos los estudios requeridos en Chile para ejercer la Medicina, puesto que su simple título de Cirujano no supondría la colación del grado de Licenciado o Doctor. Tales son los motivos porjque en su concepto no puede accedersea la presente petición, mientras no haga constar individualmente el solicitante que ha seguido todos los cursos requeridos al efecto. El Consejo adoptó esta opinión del señor Decano, i con arreglo a ella dispuso se expidiese el informe pedido por el Supremo Gobierno. 3.“ De otra nota del mismo señor Ministro de Instrucción pública, pidiendo infor- me sobre una solicitud de don Ramón del Rio, profesor del Instituto de Concepción, para que se le dispense la asistencia a la clase de práctica forense, comprometiéndo- se a estudiar en el lugar donde ejerce su destino los ramos que le faltan para obte- ner el título de Licenciado en Leyes. Se mandó recabar eldiclámen del señor Decano respectivo. -4.° De dos informes de la Comisión de la Facultad de Ciencias matemáticas i físi cas, que presenció los exámenes de ramos a dicha Facultad pertenecientes, rendidos el último año escolar en el Instituto i en la Academia militar. Se ordenó publicarlos en los Anales. En seguida el señor Rector expuso que el señor Ministro del Interior le habla tras- mitido una memoria sobre el modo mas conveniente de plantear en Chile la enseñan' za de la Agricultura, escrita por el Director de la Escuela de este ramo, don Lui^ Sada, con el objeto de que imponiéndose de ella el Consejo, hiciese al Gobierno las observaciones que creyese oportunas. En esta virtud el Secretario procedió a lalectu ra de la referida memoria, que por su larga eslension no alcanzó a concluirse en el resto de la sesión, quedando por consiguiente suspensa para terminarse en la próxi. mai levantándosela del dia. Presidió el señor Rector, presentes los señores Sazic, Gorbea, Eizaguirre, Blanco, Düineyko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, prestaron el ju- ramento de estilo los miembros de la Facultad de Teolojía últimamente nombrados por el Supremo Gobierno, Prebendado don ¡Manuel Valdcs, Presbíteros don Vicente Tocornal i don Zoilo Villalon, i don ¡Miguel María Güemes. El señor Rector los de- claró incorporados en conformidad a la suprema resolución de que se dió cuenta cií la sesión precedente. — En seguida el mismo señor Rector confirió el grado de Licen- ciado en Teolojia a Fr. Manuel Solovcra, desempeñando en este acto las veces del señor Maestro-Escuela, el señor Decano Eizaguirre en virtud de comisión compe- tente. A conliimacion se dio eiicnla: I.” De un olido del señor .Ministro de Instrucción pública, trascribiendo el Supremo Decreto en que, a virtud de la recomendación del Consejo, se dispensan al Bachilleren Ciencias Bisicas i Matem.áticas, dontiabricl Iz- quierdo, siete meses de los dos años de práctica necesarios para el grado de Licen- ciado en las primeras, i un año tres meses de la práctica requerida para el mismo grado en las segundas.— Se mandó poner en conocimiento del interesado, i agregar a sus antecedentes. 2. ® De un informe del señor Decano de Medicina sobre la solicitud de don Guiller- mo Cooke, relativa a que se le admita a la rendición de las pruebas necesarias para obtener el grado de Licenciado en dicha Facultad. Resultando de ese informe que el solicitante se halla en el caso de obtener tal admisión por los certificados de estudios i el titulo de miembro del Colejio de Cirujanos de Londres, que ha presentado, se mandó pasar el espediente al señor Decano respectivo para los fines del Reglamento* 3. ” De un informe del señor Decano de Ciencias iMilemáticas sobre el tratado ele- mental de .Aritmética, escrito para los alumnos que cursan las clases de Humanida- des, por el profesor del Instituto Nacional, don José Bislerrica. Tanto por el órdeu melódico en la esposicion de las doctrinas, la sencillez i claridad en la demostración de los principios que emplea, la variedad de ejemplos cuya solución deja al jóven estudioso, dándole solo el resultado, como por la tijera esposicion del sistema métrico decimal que contiene, cree el señor Decano que debe darse a este tratado la preferen- cia sobre el que con igual objeto se ha seguido hasta aquí. En virtud de esta esposi. cion, acordó el Consejo que se recomendase el insinuado texto para la enseñanza en los colejios públicos. 4. “ De una cuenta presentada por el Secretario de la Facultad de ¡Matemáticas, de las entradas i gastos que ha tenido dicha Secretaría en el primer semestre del presen- te año. Se mandó pasar a la Comisión correspondiente. 5. ® De otra cuenta presentada por el Bedel de la Universidad de los gastos ocasio- nados por la comisión que recibió del Consejo para hacer refaccionar i pintar el cic- lo raso de la Sala del Consejo, secretaria i subida de la escala, trastejar i componer la escala de piedra, comi)rar i colocar una alfombra de tripe en 1 a insinuada sala ,• remediar varios otros deterioros ocasionados por el terremoto de .Abril último. Exa- minada dicha cuenta sobre tabla, el Consejo tuvo a bien aprobarla, mandando librar contra la Tesorería Universitaria i a favor del referido Bedel, los 438 pesos, G rea' les a (jue asciende. G.® De un oficio del Intendente del Nuble anunciando haber admitido la renuncia del cargo de miembro de aquella .lunta de educación, interpuesta por el señor canó- nigo honorario don .Anjel Aranda Galica, i proponiendo para su reemplazo al Cura l’árroco de Chillan, don Mateo Jara. Instruido el Consejo de las aptitudes sobresa- lientes del propuesto, dispuso se le estendiese el respectivo nombramiento, encargan, do en contestación a aquel señor Intendente haga saber la gratitud de esta corpora- ción al cesante, por el celo con que ha desempeñado su comisión, i manifestándole cuán grato ha sido al mismo Consejo que para substituirle se haya presentado una persona tan apla i celosa por la difusión de las luces, como el Presbítero don Maleo Jara. 7.® De una solicitud del Secretario de la Intendencia de Valparaiso, don Francis- co Delgado, relativa a que en virtud del titulo de abogado de la República .Arjenlina que acompaña, i de otras razones que alega, se lo conceda el grado de Licenciado cu Leyes por esta Universidad, otorgándole la misma dispensa de prueba oral que obtu- vieron los .señores González, Rodriguez i Tejedor. Se mandó pasar al señor Derano respectivo para (lue informo. Después de osto el señor Decano Je .M.ileniálicas sometió a la aprobación del Con- sojo las sigiiií'nles cédulas que deberán servir para el sorteo del exámen de Licencia, do en la relerida Facultad, previniendo que solo había juzgado conveniente incluir las materias que hasta el dia se han enseñado en el Instituto Nacional. Ccdulaf para el sorteo en el exámen de Licenciado en Miíemilicas. ALJEKIl.V SUPERIOR. I. Permutaciones i combinaciones: desarrollo do la potencia de un polinomio: de los números (ignrados: de las permutaciones i combinaciones cuando no son desiguales l'idas las letras: de las probabilidades, II. Ecuaciones superiores, composición de las ecuaciones: transformación de las ecua- ciones: líinilcs de las raíces de las ecuaciones; s;)brc la existencia de las raices: raí- ces comensiirables: de la eliminación en las ecuaciones superiores: raices iguales; laices inconmensurables: raices imajinarias. III. Coeficientes indeterminados: descomposición de las fracciones racionales en sus sumandos. (Se las íEisEtesiiaii^Mirs. JEOMEIRIV SUrERIOR. I. Principios jenerales i sus aplicaciones a la linea recta; ecuaciones del plano, del oüiadro, del cono etc.: problemas sobre el plano i la linea recta. II. Transformación de las coordenadas: intersecciones planas; de las superficies de -Segundo orden. CALCULO DIFERENCUI,. I. Definiciones; Teorema de Taylor, Reglas de la diferenciación de las funciones al- jebraicas; de las funciones esponenciales i logarilmicas; de las funciones circuíales; de las derivadas de las ecuaciones; cambio de la variable independiente; casos en que la serie de Taylor es defectuosa; limites de la serie de Taylor; de.sarrollo de las funciones de muchas variables. il. Desarrollo en series de las funciones de una sola variable; de los IMáximos i Mini- mos; del método de las lanjenles; de las Ibrinulas, do las rectificaciones de las curvas i cuadraturas de sus áreas. lil Do las osculaciones do las curvas: do las Asiniolas: do la concavidad, convexidad i puntos singulares de las curvas: de las superricies i de las curviw en el espacio. CAl.Cl un INTECnAL. 1. Reglas fundameníales del cálculo integral: do la integración de las Ciiucioncs ra- cionales: de la integración de las l'uncioncs irracionales: do la intogracion de las dl- l'erenciales binoinias. H. Do la integración de las funciones esponcnciales: de la integneion de las funcio- nes logarítmicas: de la integración de las funciones circulares: de la determinación de laa constantes arbitrarias, i de la integración por seríes. It!. Do las cuadraturas de las áreas curvas: i rcGtilícaciün de las curvas, de las áreas l volúmenes de los cuerpos. ESTATICA. I. Dclinicioncs i proposiciones fundamentales de la Estática: paralclogramo de las fuerzas: determinar la magnitud i dirección ile la rosullau'.e de varias fuerzas quo concurren en un mismo punto i están situadas en un mismo plano i en el espacio: de la teoría de los momentos: de la intensión, dirección i punto do aplicación do la re- sultante de varias fuerzas situadas de un modo cualquiera en el espacio: de la mag- nitud, dirección i punto de aplicación de la resultante de las fuerzas paralelas cuando se bailan en un mismo plano i cuando están situadas en el espacio: de los momentos de las fuerzas paralelas. II. De las fuerzas cuya dirección es arbitraria i obran sobre un cuerpo .sólido: de la descomposición de las fuerzas: de la presión producida contra los puntos i ejes fijos. IIJ. Principios jenerales do las pesantez i centros de gravedad: de los centros de grave- dad de los cuerpos terminados por rectas o planos: de los centros de gravedad de la* curvas, áreas i volúmenes del método centrobárico. IV. De las máquinas: de los sistemas flexibles, cuerdas, catenaria i hojas elásticas: dd equilibrio de un cuerpo que solo puede moverse sobre una superficie i en particular sobre un plano: de la palanca: de ia polea: dd torno: de las ruedas dentadas: del cric: de la rosca o tornillo: de la cuña. Instas cédulas fueron aprobadas, levantándose en seguida la sesión. Fuó presidida por el señor Héctor con asistencia de los señores Sazie, Blanco, Do- meyko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión del 22 del corriente, el señor Héctor confirió el grado de Licenciado en Teolojía a don José Joaqiiin Pacheco, asis- tiendo a este acto por comisión del señor Maestre-escuela, el Prebendado don Pas- cual Solis. — A continuación sedió cuenta de tres oficios del .Ministerio de Instrucción Ibiblica; por el 1 de los cuales se trascribe el Supremo Decreto en que se aprueban las bases propuestas por el Consejo Universitario para la conliuiiaeion del colejio de Valdivia; por el 2.® se pide informe sobre una solicitud elevada al Gobierno ])or don Hicardo Heynals a efecto de que se Ic admita a la práctica ele agrimensor sin necesidad de acreditar los exámenes que para los que se hallan en su caso se agregaroTi por un decreto espedido a mediados de 18 53, en virtud de haber él comenzado sus estudios a principios de ese mismo año. — Se ordenó recabar sobre esta petición el diclámen previo del señor Decano de Matemáticas. — Por el 3." en fin, se ordena, con motivo de una nueva solicitud elevada al Ministerio por don .luán II. Carrulhers, emitir a la mayor brevedad el informe pedido sobre la l.“ del mismo individuo. Con este motivo observó el Secretario que si no se habia pasado hasta ahora al Ministerio el informe que sobre este particular acordó el Consejo en sesión de 12 del corriente, era solamente porque desde ántcs de ponerlo por escrito, e inmediatamente después de la referida sesión, solicitó del señor Héctor el interesada se le devolviese su solicitud con los documentos que la acompauiban, lo que dió motivo para presumir que su ánimo fuese retirar del todo su pretcnsión, mas bien que renovarla en los mismos términos ante el Supremo C.abií'rno, según lo ha verificado. Con esta espli- cacion, el Consejo dispuso que se despachase el informe ántcs acordado, en los térmi- nos quejeonstan de la acta respectiva. Continuóse d indo cuenta: 1.® De un informe ospe'Udo por el señor Decano de Le- yes sobre la solicitud de don Francisco Delgado; en que manifiesta que el solicitante acredita haberse reciliido de abogado en Buenos-Aires, después de obtenido el grado de Bachiller en la Universidad de Córdova: antecedentes que Imbieran bastado para recibirle deabogul.) en nuestros Tribunales ántcs del restablecimiento de la Universi- dad de Chile. I como ahora para el grado de Licenciado se exijen, a excciacion de las pruebas oral i por escrito, los mismos requisitos que ántes para ejercer la aboga- cia; i los exámenes de la Academia de Buenos-Aires de que el señor Decano tiene conocimiento, por haber examinado detenidamente sus estatutos, son una prueba mas estricta que la oral de nuestros Licenciados, opina por tales razones que el se- ñor Delgado se encuentra en el mismo o mejor caso que los demas sujetos a quienes el Consejo ha dispensado ya esa prueba, para obtener igual gracia.» — En atención a estas razones i a las aptitudes que el señor Delgado tiene ya acreditadas en el pais, el Consejo tuvo a bien otorgarle la dispensa de la prueba oral para el grado de Li- cenciado en Leyes, mandando en consecuencia pasar el espediente al señor Decano respectivo. 2.® De una presentación de don Guillermo Antonio Moreno, acompañando un compendio de .Teografia Antigua que ha escrito para facilitar el estudio de la Histo- ria en los colejios de la Hepüblica, en caso de obtener la correspondiente aproba- ción universitaria. — Se mandó pasar en informe a la Facultad de Humanidades. En seguida se prosiguió hasta su conclusión la lectura de la memoria esn ila ¡uir -2:8- ilon Luis Sad.i sobre los medios de plantear en Chile la enseñanza de la Agricnllurn; i habiéndose citado al autor para que asistiese a la discusión, se le hicieron las si- guientes observaciones: I.* que su plan aparece por su escrito demasiado vasto i po- co realizable en las circunstancias presentes, cuando apenas va a principiarse esa en- señanza en el país; i 2.* que la memoria presentada no propone medidas especiales pan la realización del objeto, sobre las cuales pudiese recaer la discusión. — El señor Sida indicó entonces que se hiciese obligatorio el estudio de la Agricultura para to- dos los que sigan la carrera de agrimensor o injeniero civil; i se estendió demostrando la necesidad que tienen de tales conocimientos esos individuos, a íin de poder de- sempeñar con acierto las apreciaciones de terrenos i fundos rústicos (¡uc se les en- carguen. Para que la enseñanza de ese ramo sea verdaderamente provechosa, es pre- ciso que no se liiiiilc simplemente a la práctica, o en otros términos, a la que se sub- ministra a individuos destinados a ejercer en las haciendas los cargos de mayordo- mo;, pues si los patrones no se hallan en estado de apreciar la utilidad de los bue- nos métodos que aquellos intenten introducir, ¿cómo se prestarán a su ensayo? In- dispensable es pues, que al mismo tiempo que la práctica se plantee la enseñanza teórica o científica para la clase propietaria, único modo de comunicar un rápido impu so d adelanlainienlo de la Agricultura. — Don Luis .Sada conviene en que a los principios el curso de este último Jénero que se abra, será mui poco concurrido. Pe- ro asegúrese su estabilidad por el arbitrio de hacerlo obligatorio para los que se de- dican a la carrera de la agrimensura; i aunque sean desde luego pocos los alumnos, es infalible que se reportarán las siguientes ventajas: 1.“ Esos individuos, conociendo las calidades de los diversos terrenos i toda la utilidad que de cada uno se puede re- portar, no seguirán practicando las erróneas tasaciones que a cada paso st advierten: 2.* Ellos se hallarán en aptitud de ilifundir sus conocimientos en el ramo por toda la Uepúhlica con los consejos que den a los agricultores, mayormente si en las capí- tales do provincia se coloca al lado de cada Intendente un empleado público de esta naturaleza, como debiera verificarse, para que a él se confien todas las mensuras que Injai de hacerse do cuenta del Erario i cuantas obras de utilidad pública fuere ne- cesario emprender p >r los campos: 3.” Asegurada, como ha dicho, por este medio la estabilidad del curso científico, debe esperarse, i la esperiencia que ya el señor Sada tiene rocojida lo comprueba, que no faltarán unos pocos propietarios ricos que a él concurran, penetrados de hs beneficios que reportarán de esa instrucción: 4.* r.on el tiempo, i cuando ya la jeneralidad dolos propietarios haya palpado con el ejemplo ajeno tales beneficios, es indubitable que la concurrencia llegará a hacerse nu llorosa, i he aquí cómo la .\giicnltura en pocos años llegará a abandonar el per- n cioso sendero de la rutina en que hasta ahora ha corrido, para lanzarse en el de la ciencia. — Tales fueron en sustancia las ideas emitidas por el señor .Sada en su larga ciplicacion; i como el señor Rector le advirtiese que por su parte encontraba acepta- ble el pensimiento de hacer obligatorio el estudio de la Agricultura para los agri- mensores, pero deseaba saber qué otras medidas le ocurrían para la pronta di- fusión de los conocimientos en ese ramo, porque no hallaba bastante eficaz, sino de re.ullalos algo tardíos la única propuesta hasta ahora, el señor .Sada, por indicación d ‘1 mismo .señor Rector, ofreció que para la sesión siguiente someteria al consejo una minuta o simple lista de los demas medios que le ocurriesen, a fin que sobre cada uno de ellos pudiese recaer la discusión. Habiéndose manifestado en el curso de la presente el señor Sada opuesto a la ¡dea de proporcionar nociones en este ramo a los alumnos de la Escuela .Normal de pre- C3ptores primarios, algunos miembros del Consejo se declararon sostenedores de esa idea, alegando que en las circunstancias actuales el conducto de los maestros de es- cuela es quizá el mas seguro p ira difundir presto toda clase de nociones útiles aun en los ángulos mas remólos del pais; en primer lugar, porque los que se eduean en la Norinsl están obligados a ir a enseñar por determinado número de años en eualquier punto a que el Gobierno los mande; i en segundo, por la influencia notoria i la os- tensión de relaciones que su mismo carácter de institutores de la juventud les pro- porciona en los pueblos pequeños i en los campos, i por el respeto con que por lo tanto son recibidos sus consejos i opiniones. — El señor Sada, empero, insistió en su oposición, dando por principal motivo que tales alumnos de la Normal no pueden asistir a las lecciones prácticas de Agricultura con la constancia i por todo el tiempo preciso para que de ellas se saque provecho, como que estando recargados de muchos otros ramos de estudio, solo podrán mirar como mui subalterno i hasta cierto punto de mero recreo para ellos este aprendizaje. La sesión fue en seguida levantada, quedando suspensa esta discusión. jfct Ivunrrlif ^ ^ riiwátií «MSffí j*é '»^p‘^‘’l'^■5lrf^^I nii 'ñtMttni ^4 lun ‘fJ itfj'1 |jr>Wvo<|^1 >*• j:»»'*íí <>hiü»rti. ,tbií8 t9&¡4 I6líidjy^’ Aín «(jiH 4ul*M»r >'^ la«n»ir f.I.^ 46^' turóte f<*íjhwS«j toq i í i«)4» VHf »a«-iíVc<íV«8Ww« cUaiii» «bp timu^,*ih‘/ai ivriirifMH ooi.^i^nliNr-Iftar tfO.'iv 'lí-tf tu »¿liV. <ñb *1-. «Jf» «Mii«wnb9ti(> ,i4>j;i«f,t'‘r«íl»!fli^.ih ’^f y.t** •I .■• -^‘ '-T .. ^ \f. -, ..» *y *!»• *f *?•► •* ,‘* V « V •* y,'"' '■» -ÍA'4. fcífcj-; ■ígf» «J|í^ ,^-,w 1^' - «-.i -- < * >« > «Í-S ^ ■. Tbi. nppi^- -4k- xw..' ' -i» ■•'• ■H^é^r“V4*h*»at- vy-v*»»". ^ t l‘i^^.'*í " k í - kS* • f<> . f »**4 mi xMrc !íií * »• '-Ü^1ÍKI3l* W ' »T . ‘•'*- - . ^ • f 1 • * JHWV Jfm* r 4 4- t^iyxta ' ■ !íu< 4SMr.«« a<\ 3»c r J *> v:-W- -;^vf % j^r-^.- k- 4 myt -’-*4 T I r • 4 ' f R»** • . m r- n<»? • ^ »»»• • <* it* M . »' 4 ,®^'i«V% • 4r * 4>*. I*! g¿r # •♦ **i« .•»"f « •t í '* V '*’ ^ í*<> ^Ü'í- • trW^ FACULTAD DE AFUCACION DE LAS PROBABILIDADES A LA ESTADISTICA. MEMORI.V LEIDA POR DON MANUEL SALLSTIO FERNANDEZ ANTE LA FACULTAD DE CIExNCIAS MATEMATICAS, EL DIA 1 DE AGOSTO DE 1851 CON EL FIN DE OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO EN DICHA FACULTAD. «Desde que el espíritu. humano no puede encon- « trar la certidumbre, la marcha del raciocinio to- « ma la forma de una especie de cálculo, cuyo re- u sultado adquiere un grande imperio sobre nues- rt tras creencias, precisamente por el efecto de la « repetición de los juicios o de las observaciones.» Lacrois. «El hombre, ha dicho el ilustre Ampere, es llevado naturalmente a indagar las causas mas o menos probables délos acontecimientos de que es testigo; su imajinacion i sus deseos le transportan de continuo a un porvenir siempre incierto: de ahí la idea de probabilidad, ya en la indagación de las causas, ya en la previsión de los sucesos futuros; i una de las mas brillantes concepciones del jenio del hombre ha sido el es- presar por números estos diversos grados de probabilidad, que a primera vista pare- cen tan poco susceptibles de medirse.» «En la teoría de las probabilidades se trata de descubrir incógnitas todavía mas ocul- tas que aquellas de que se ocupa el análisis matemático, i que se unen a esa relación de causas i de efectos, que es como la gran lei a la cual todo está subordinado en el universo.» «Observar lo que es patente; descubrir lo que está oculto; establecer las leyes que resultan de la comparación de los hechos observados i de todas las modificaciones que :i7 — 382— espcrimentan según los lugares i los tiempos; en lin, proceder a la indagación de una incógnita mas oculta aun que la de que acabamos de iiablar, es decir, volver a las cau- sas de los efectos conocidos, o proveer tos efectos venideros segon ,los conocimientos de las causas; he abi loque haremos sucesivamente i lo único que podemos hacer en el estudio de un objeto cualquiera, según la naturaleza de nuestra intclijencia.» Asi ha llegado el hombre a formar la ciencia, obra esclusivamente suya i de su ab- soluto dominio. El gran libro en que la ha estudiado ha sido la naturaleza; pero en este libro hai todavía caracteres inintelijibles, hai otros que para descifrarlos ha sido preciso valerse de instrumentos que auxilien nuestros órganos, i entre estos instru- mentos hai también uno que pudiera llamarse el Gran Telescopio de la razón hu~ mana; e! cálculo. .Alas, antes de crear la ciencia ha tenido el hombre que observar los hechos que pasan a su alrededor; luego ha venido el cálculo a jcneralizarlo todo; i el fenómeno queda reducido a una fórmula mui sencilla por lo jeneral. El linnpo ya no es nada para el .Alatemálico: lo que es ahora es lo que fue ayer i lo que será mañana . Ya se concebirá pues la incalculable ventaja de aplicar el cálculo a los fenómenos que nos rodean; pero son mui pocos los objetos sobre los cuales tenemos una certi- dumbre real, i los mas claros i admitidos principios de la física i de las otras cien- cias de observación, no son mas que acontecimientos meramente probables. De los cual se sigue que es menester valuar estos diversos groados de probabilidad, valiéndo- se del sencillo i elocuente lenguaje de los números, que con tan admirable acierto ha sido empleado por los mas profundos pensadores, por los sábios mas eminentes. El cálculo de las probabilidades tiene a la verdad un vergonzoso orijen, porque nació de un vicio desorganizador de las sociedades: e! Juego de azar. Pero al saber que tuvo a un Pascal por padr’c, al compr-ender los bienes sin cuento que sus aplica- ciones han reportado a las ciencias de observación, cspecia'menlc a las que concier- nen al hombre i a su estado social, debemos cebarlo todo en olvido i entregarnos con empeño al cultivo de este fecundo ramo de las ciencias exactas. He dicho que la aplicación del análisis de las ¡rr’obabilidades es de la mayor im- portancia en las ciencias qtte se refieren al hombre i a su estado social, por cityo mo- tivo no saldr é de cs'.e espacioso circulo, en donde enconlrarérnos una fecunda mina de útiles dcscubr inaientos, que apenas han entrevisto nuestros predecesores. El cál- ctrlo de las probabilidades será como el instrumento de que haremos uso pai-a regu- larizar nuestros trabajos de esplotacion. Debe servirnos, en efecto, para distribuir con ventaja la .serie de nuestras observaciones, para estimar el valor de los documen- tos que mui antenudo tendremos que emplear, distinguir los que ejercen mayor in- fluencia, combinarlos en seguida tic mudo que se aparten de la verdad lo menos po- .‘•ible, i calcular por último el grado de confianza que prestar se puede a los resulta- dos obtenidos. La teoría del arle conjetural desempeña pues un papel harto importante, viene a convertir en ciencia lo que vulgannenlc se llama la práctica o la cspcriencia. Pero antes de investigar la manera de proceder en las ciencias de observación, creo indispensable recordar sumariamente algunos principios de la teoría de las probabi- lidades. Supongamos que tenemos una urna en la que se nos dice que hai 12 bolas, 3 de ellas son negras, 4 blancas i -a rojas; se pregunta cuál es la probabilidad para quesea blanca la i.* bola cstraida. Atendiendo al mas sencillo principio de esta teo- ría, responderemos que osla probabilidad está medida por un quebrado cuyo deno- minador es el número total de bolas que contiene la urna i el numerador el número fie bolas blancas que se encuentran en ella, es decir, por la fracción 4,12 o 1/3. El teorema ¡eneral puede enunciarse fácilmente, sentando que para estimar la probabi- lidad de un aconlccimicnlo sinqdc, es ncccsiirio diridir el lunncro de casos farota- hl<‘s (i¡ xiirrsn })nr tiánii’i'o hjfiil dv casos; advii’liondo qiu; ti)dus los <':isos coTiipara- clus deben ser igualmente posibles. Según se ve, esla vivaluacion no presenta dificultad alguna cuando podemos asegu- gurarnos del número de bolas que conliene la urna i del modo como están distri- buidas con respecto a los colores; pero no sucede lo propio en las. ciencias de obser-s vacion. Es verdad que la urna está a nuestra disposición, que podemos hacer la tentativas que queramos, multiplicar las espericncias a nuestro antojo; pero ¡ah! cs- esla urna es inagotable i solo por inducción se puede conocer lo que encierro. Para estimar pues la probabilidad de un acontecimiento, cuando es ilimitado el número de casos posibles, menester será recurrir a nuevas consideraciones. Esto es lo (pie de c.onlinuo se ofrece en 1 1 apreciación de la probabilidad en los fenómenos so- ciales i naturales i lo que intento aclarar en lo sucesivo. ¿Cuál es la probabilidad de que un acontecimienlo observado muchas veces con- secutivas se reproduzca otra vez? Sin entrar en la demostración matemática de este, teorema, sentaré que es preciso dividir el número de \cces que ha sido observado el suceso aumentado en la unidad^ por este mismo número aumentado en dos unidades. Asi, apartándonos de algunas causas cientificas, la probabilidad de la salida del sol el 1.” de Enero de 1851, era sin duda 2!afi7io4- i 2i:!67ii (a); es decir, una fracción 21367:0 -f- 2 2l3b71-i tan próxima a la unidad que casi puede tomarse como el símbolo de la certidumbre. itl. Buffon, en su «Ensayo de aritmética moral,» calcula esta probabilidad por me- dio de unas potencias do 2 igual al número de veces que hemos observado la salida del sol menos la unidad. De manera cpie, siguiendo al hábil naturalista, la probabi- lidad de que el sol apareciera solpre nuestro horizonte el I.“ de Enero de 1851, fue 2^156709^ que es ya un número tan prodijioso que no podemos formarnos idea de él; lo cual nos indica asi mismo, según el sistema de este sabio, que la proposición sentada lleva en si el sello de la certeza física. Cuando se indaga ahora la probabilidad de que se reproduzca un suceso un nú- mero consecutivo de veces, se encuentra que la fracción disminuye, tanto con res- pecto al número de las reproducciones que se determine, como a la época mas o mé- nos remota a que nos refiramos. Entóneos la anterior fracción no tendrá, hablando jeneralmente, el valor de la certidumbre; ántes bien habrá casos en que no nos reve- le ni siquiera la idea de una mediana verosimilitud: valiéndome de una compara- ción dcl ilustre í^aplace, en diversas circunstancias, puede esto asimilarse al modo como se ven las cosas al través de uno o muchos cristales, que producirían gradual- mente la estilación de la claridad de los objetos, miéntras mas léjos de nosotros .se cstendicran nuestras previsiones. En efecto, el cálculo prueba que para apreciar la probabilidad de que un aconte- cimiento observado un número cualquiera de veces consecutivas se reproduzca aun muchas veces, es necesario dividir el número de observaciones aumentado en la uni- dad por este mismo número mas uno i mas el número de veees que el suceso deba re- producirse. Según esto, la probabilidad de la salida del sol por cinco veces seguidas, en el l.° de Enero dcl presente año era igual a - En las ciencias de observación i sobre lodo en las cuestiones sociales, importa no- tar que el conocimiento dcl pasado nos abre el camino para interpretar el porvenir* viniendo siempre la teoría a ilustrar las predicciones, a enseñarnos el grado de con- fianza que debemos prestarles i a conducirnos por la mano, haciendo que nonos estra- viemos en el anchuroso camino que estas ciencias nos marcan. Pero hai ocasiones en (a) Suponiendo que desde la creación hasta cnlónces liabia Irascurridci espacio da 3834 años. que cslos cálculos vienen a ser sobremanera complicados; cuando exista, por ejem- plo, un número de acontecimientos posibles i queramos valuar la probabilidad de cada uno según las observaciones anteriores. Aíorlunadamenle si estas observaciones han sido numerosas, de manera que se haya podido eliminar los efectos de las causas accidentales, podemos sentar un principio que en teoría debe reputarse como de ri- gorosa exactitud: a saber, que los casos favorables i contrarios a un acontecimiento guardan la misma razón qne los hechos observados a los cuales se refieren, ün ejem- plo arrojará alguna luz sobre esta proposición. Supongamos que se nos presenta una urna que contiene un número considerable de bolas de distintos colores, i se nos pregunta la probabilidad para que sea blanca» por ejemplo, la primera bola estraida. Es evidente que si supiésemos el número total de bolas que encierra la urna, asi como también el de las bolas blancas que en ella se encuentran, nos seria sumamente fácil calcular la probabilidad pedida por medio de los principios que acabamos de esponer. Pero no existiendo este conocimiento previo, menester será eslracr de pronto algunas bolas, volviéndolas a echar sucesi- vamente en la urna después de cada estraccion, con el objeto de que las cosas queden en sus primitivas circunstancias. Si después de cierto número de tanteos no han salido de la urna mas que bolas blancas i negras, es probable que no contiene mas que de estos dos colores, i esta probabilidad será tanto mas grave cuanto mayor haya sido el número de las esperiencias que nos han conducido a este resultado. Admitamos ahora que el número de las bolas blancas estraida sea igual al de las negras; sobrada razón tendriaraos para creer que los resultados de la csperiencia de- ben hallarse en consonancia con la realidad, es decir, que en la urna de que habla- mos hai realmente solo bolas blancas i negras i repartidas en proporciones iguales. Cosa análoga debe inferirse si después de muchos tanteos hubiera predominado, por ejemplo, el número de las bolas blancas; es decir, que en la urna había en realidad mas bolas blancas que negras, i la jiroporcion en que se hallaban seria deducida in- dudablemente de las esperiencias efectuadas. Por consiguiente, puédese reconocer con un grado de precisión tan grande cuanto se quiera, primero que en la urna no hai sino bolas blancas i negras; segundo cuál es la relación numérica que existe entra las bolas de cada color. He aquí una cosa mui semejante a la que sucede en las ciencias naturales i politi. cas. La urna que interrogamos es la naturaleza. Podemos multiplicar nuestras espe- riencias hasta el infinito, sin que sea preciso usar de la precaución de volver a echar a la urna las bolas estraidas, porque lo que se saca no altera en nada las proporcio- nes del resto; «es ménos que una gota de agua, estraida de la inmensidad del océ.ano.)) Quiero saber, por ejemplo, en qué razón se encuentra el número de nacidos mas- culinos con el de los femeninos. Para satisfacer mi curiosidad, necesito recurrir al pasado i consultar las observaciones que se han hecho sobre este particular, (a) Atendiendo a los cuadros que tenemos sobre el movimiento de la población en la provincia úe Santiago relativo al afio de 1848, resulta que durante este tiempo han nacido 4703 hombres i 4855 mujeres. Este último guarismo os mayor que el 1 ¿Do- beriamos concluir por esto que existe una lei de la naturaleza que favorece el predo- minio de los nacimientos femeninos? ¿O este resultado es puramente accidental? Examinemos las observaciones estadísticas ,del año siguiente i veremos que por 5422 nacidos masculinos solo hai 5285 del otro xexo. Por consiguiente este resultado es contrario al anterior, i hasta aquí tanto derecho tenemos para admilitir uno u otro. ía) Ks claro que caita nacimiento puede asimilarse a una bola estraida de derla urna cuyo conle- nido ignorti. — 3s:)— To'lavia pues el cspirilu permaiieee vaeilanle ponpie tan escaso número ilc observa- ciones no basta por cierto para sentar un principio que siquiera tenga un viso de ve- rosimilitud. Reeurramos, empero, a la observación de otros años, cotejemos los re- jislros de otras de nuestras provincias, atengámonos a los resultados de otros paises en que se ha estudiado este punto con exactitud, i en todos los tiempos i lugares ve- remos que, con mui cortas excepciones, es harto marcado el predominio de los naci- mientos de los hombres, i la relación en que se hallan se deducirá mui fácilmente como podremos ver mas adelante. Los ejemplos precitados suponen la existencia de una causa única que modifique ^ el acontecimiento, pero en el curso de la vida solo encontraremos un pequeño nú- mero de sucesos que no sean compuestos, es decir, cuyo acaecimiento no dependa del concurso de muchas causas independientes unas de otras. En este caso se calcula la probabilidad de un modo bastante fácil. Es necesario tomar individualmente la probabilidad simple de cada una de las causas que. influyen en el suceso esperado multiplicar entre si todas estas prohabiiidades: el producto espresará la probabili- dad del acontecimiento compuesto. Tomemos un ejemplo de las ciencias de observación. Se trata de averiguar la pro- babilidad para que un hombre de 40 años i su mujer de 30 vivan ambos 19 años. Según las tablas Belgas i Francesas, la probabilidad de vivir 10 años para el hombre de las ciudades a la edad de 40 años es 0,832, para la mujer de edad de 30 años es 0,8fi2. La probabilidad pedida será pues 0,717. Es preciso advertir que estos núme- ros están tomados de un modo jeneral, i mal haríamos en aplicarlos a determinadas personas i a países que no fuesen la Béljica o la Francia. IMucho se equivocaría, empero, quien se imajinase que la cspericncia viene siempre a confirmar las previsiones del cálculo. Semejante conformidad pende de mil i mil accidentes, sin que por esto pueda concluirse que la diferencia sea siempre de gran monta, porque léjos de eso está a nuestra disposición atenuarla cuanto queramos. Jacobo Bernouilli, injenio esclarecido, autoridad respetable en esta materia, ha de- mostrado por medio del análisis que multiplicando convenientemente el número de los esperiinentos, puede llegarse a una probabilidad tan próxima a la certidumbre cual nos dé la gana, i que la diferencia entre los resultados del cálculo i los de la esperiencia es susceptible de circunscribirse a límites tan estrechos como se nos anto- je. Aquel principio tan útil en la práctica que la precisión de los resultados frece como la raíz cuadrada del mimero de las observaciones, nos induce a sentar que los grados de precisión son como los números I, 2, 3, 4 etc. cuando las observaciones están espresadas por los guarismos I, 4, 9, Ifi etc. M. Buffon en su «Ensayo de aritmética moral,» refiere haber hecho hacer por un niño un considerable número de esperiencias, con una moneda que arrojaba al aire, teniendo por objeto comparar los resultados del esperimento i del cálculo, en un pro- blema que le había propuesto el insigne Crammer. Allí encontramos resultados mui curiosos i dignos de especi.al atención: pero, Mr. Quctelcl (a) también ha sometido a la cspericncia este principio, haciendo uso de diversos procedimientos. Tenia una urna que encerraba 20 bolas blancas c igual número de negras, de suerte que la pro- babilidad era la misma c igual a 1/2 para sacar una bola blanca o negra. — Era de creerse que, después de un cierto número de estracciones, las bolas blancas i negras sacadas de la urna debían hallarse en proporciones iguales; pero el cuadro siguiente mostrará los resultados obtenidos después de 4, 16, 64 tanteos. Debo prevenir que al fin de cada cslraccion la bola sacada se echaba de nuevo en la urna , para que fue- sen las mismas las circunstancias de la esperiencia. fa/ Lrllres sur la llji'or.i.' des proljabilili'-. (láj. ;">1, .V.o (le estracciones. Orado Je precisión. Número de táda' teiaeion de los mim(íro.> precedenlPs. ULANCAS N Ki»H 2 1 5 0,33 46 4 8 8 1,00 (i 8 28 56 0,78 256 16 1 25 131 0,95 i 02 í 32 528 496 1,06 i 4096 6 i 2066 2030 1,02 La primera columna indica el número de bolas eslraidas i la segunda 1 is raíces cuadradas de esios mismos números, l^jr el principio que no ha muelio enunciamos, estas mices espresan los grados relativos de la preeision de los resultados. En las dos columnas que siguen se encuentran ios guarismos que señalan el número de bolas blancas i negras que han salido de la urna; estos números deberian ser iguales entre si, en caso de marchar conforntes la leoria i la espcriencia, i por lo tanto la relación de las bobas blancas a las negras eslraidas i que se rejislran en la última columna debía ser siempre igual o uno. Este rcsullado se ha obtenido fortuitamente i solo una vez después de 16 tanteos. Multiplicando los esperimentos so ve, a las claras que esta relación tiende cada vez mas a aproximarse a la unidad i llegaríamos indefecti- blemente a este resultado, si fuese infinito el número de las csperiencias. Pero al tratar de sorprender a la naturaleza en sus misteriosos arcanos, observan* do lo que pasa en torno nuestro, sobremanera nos asombra la variedad infinita que se nota en los mas simples i vulgares fenómenos. El jcnionosedesalienla porcsto;án- Ics parece cobrar nuevo brio: echa una mirada intelijenle sobre los dalos compi. lados i descubre una lei en medio de la confusa algarabía que reina al parecer en sus groseras csperiencias. Asi «los hechos que creemos mas accidentales, cuando son considerados uno a uno, « manifiestan su órden, cuando se puede observar un gran número de estos hechos n simultáneos i consecutivos; i el cálculo hace ver como, sin conocer la naturaleza « de sus causas ni el número de las combinaciones (|ue los producen o eontrarian, se « puede designar limites a sus posibilidades respectivas i por consiguiente es pecular « entóneos sobre el porvenir, conforme a las reglas de la prudencia.» (a) Cuando se pesa en la mejor balanza un cuerpo cuabpiicra por 4 o 6 veces conse- cutivas, no encontraremos nunca resultados idénticos; lo propio sucede cuando me- dimos una distancia determinada, por muchas i mui diversas que sean las precaucio- nes que en lodo caso lomemos. ¿Cuál será pues el verdadero peso del cuerpo, cuál la exacta lonjilud de la distancia mensurada? i\o podemos por cierto responder ab- solutamente a esta cuestión; pero mui bien se comprenderá qiie si tomamos el ícr- mino medio tanto de las pesadas como de las medidas que liemos ejecutado, el gua- rismo resultante espresará mui aproximadamente el verdadero peso del objeto i el grandor exacto de la lonjilud medida. I ya sabemos que si multiplicamos la esperien- cia, el error probable de que es susceptible el resultado, dcercccrá sucesivamente, has- ta que podamos llegar por este camino a un valor tan próximo a la verdad que pue- da reputarse como inapreciable el error de que se encuentra afectado. Pero en las ciencias sociales la determinación de los medios se mira bajo un pun* to de vista mui diverso. En los ejemplos precedentes el cuerpo pesado i la lonjitud medida tienen su peso i su magnitud determinados, sin embargo que es mui posible no encontrar su verdadero valor en 8 o 10 tanteos que se hagan. Xo es pues lo mismo cuando digo que la altura del hombre es de dos varas, por ejemplo, o que cu San- tiago mueren tantos hibitintes en el trascurso de un año. En cada caso ha sirio pre- ■ a,' Lacroii, calcul sur les probabililcs. -•?ST — ciso hacer un número l onreniep/e dt ubsercucioyies, suiiiar los resuUdilos i diridir es~ ta suma por el número de aquellas; de este modo obtendremos un guarismo que da- rá una idea mas o menos cabal de la talla del hombre i de la mortalidad de esta ca- pital. El guarismo determinado de esta manera se denomina medio ariíme'lico; c\ que en muchas ocasiones se calcula según los elementos mas heterojéiieos que imajinarse puede Aun en tal caso es mui útil practicar esta operación, como puede verse, por ejemplo, en la determinación de la vida media. Cuando un estadista quiere calcularla para un pais dado, supone que todos los ha- bitantes hacen una compañía, cuyos capitales son los años, meses i dias que tienen que vivir, dividiéndose al fin por iguales partes, de suerto que uno no viva mas tiem- po que otro. Las tablas do mortalidad de la béljica nos dan que sobre 10000Ü indi- viduos, 9G00 no viven mas que un mes, 24GO viven dos meses, 17 60 tres. etc. Hecha la suma jencral de las duraciones de las vidas de cada individuo i partiendo despucj esta suma por 100000, resulta que la vida media para la Béljica es de 32 años; para la Francia es mas o menos la misma (b), i 33 para la Inglaterra. Pero, «el guarismo de la vida media no da sino una idea jencral de la mortalidad i solo debe emplearse con circunspección. Seria difícil citar un ejemplo en que mas helcrojéneos sean los elementos empleados. Fn el cálculo de la vida media atribuyese en efecto el mismo valor a un año de existencia para el niño que para el adulto o el anciano.» Es de sentir que todavía no se haya calculado en Chile la duración de la vida me- dia a causa de la escasez, o no sé si diga de la absoluta carencia de documentos re- lativos a este asunto,- pero es de esperar que con la nueva organización que hoi dia se piensa dar e la oficina de Estadística se pueda obtener dentro de algunos años los elementos indispensables para resolver esta cuestión, asi como los datos precisos pa- ra la formación de tablas de Mortalidad, aplicables esclusivamcnte a Chile. Me abstendré de manifestar aquí el uso frecuente de la teoría de los medios, tanto en la astronomía como en la mcteorolojía, porqué me he propuesto no salir del campo de las ciencias políticas, por sí bastante anchuroso. Pasaré inmediatamente a otro asnnto, quizá de mas importancia en las ciencias de observación, cual es la in- vestigación de la naturaleza de las causas que influyen en los acontecimientos ob- servados Ese anhelo incesante de la intelijcncia por inquirir el por qué de los fenómenos que presenciamos, es tan natural al hombre que casi en esto solo estriba la diferen- cia entre él i el bruto privado de la razón. El manso corderillo ve brotar bajo sus piés la fresca yerba que va a ser su sustento; pero solo la mira i la pace. La horrible fiera del bosque enmarañado se espanta i rujo de pavoroso miedo en presencia de la tempestad, a la vista del rayo que despedaza los troncos de las encinas seculares; pero no hace mas que huir i buscar amedrentada un albergue donde se crea segu- ra del peligro que la amenaza. No asi el hombre; ve nacer i desarrollarse la planta, la admira; pero indaga el cómo i el por qué de su desarrollo; presencia asustado la espantosa tormenta, deslúmbrase por la vivida luz del relámpago; pero mas intrépi- do que las fieras de las selvas sube a preguntar al rayo el secreto de su existencia. Lo propio ha acontecido en las ciencias morales i políticas. Mas, para atribuir a tal causa el acaecimiento de un suceso, es necesario proceder con mucho tino i discernimiento. No debemos dejarnos alucinar por engañosas apa- riencias,'^guiándonos solo por conjeturas mas o ménos verosímiles; menester será para esto que el espíritu adquiera un grado de certidumbre que le .satisfaga absolu- tamente, alcanzando _una intim.a convicción de que tal efecto es producido por tal causa. li aii . Francociir, cu ,«u curso de riiíc-r.‘.¿í'.GJS puras, sienta que es de 2í 1;2 años. —288— Nada fách os señalar, en muchos casos, las causas de los feiiúmeiios (jue observa- mas, i esta averiguación se liace lauto mas difícil, cuanto mas oscuros i complicados ^can. La cuestión de los enlaces de las causas con los efectos ha ajilado sohr«nnane- ra a los mas profundos íilósofos de estos últimos siglos; pero no me es posible en- trar en los pormenores de tan vasta como escabrosa materia; solo diré (jue a tres pueac reducirse las causas que inlluyen en los acontecimientos, a saber: , Las causas constantes. Las causas variables. I-as cansas accidentales. Las causas conslaníes son las que obran de un modo continuo, con la misma in- tensidad i en el mismo sentido. Las causas variables obran de una manera continua, con cnerjias i tendencias que cambian, ya según leyes determinadas, ya sin ninguna lei aparente. Entre ellas es mui útil notar las que tienen un carácter de periodicidad, como las estaciones del año. Las causas accidentales solo se manifiestan por casualidad i obran indiferente- mente en uno u otro sentido. Un ejemplo aclarará sin duda la distinción que acabamoe de hacer. Supongamos qua se trata de medir la talla de un hombre, i para obviar las dificultades, admiti- remos que la medida que vamos a emplear es perfectamente exacta, con solo que el número de divisiones es limitado, no podiendo aproximarnos sino hasta un (0,0001) décimo de milimetro. Concederemos que el hombre se mantiene perfectamente in- móvil durante la esperiencia i que en él no existe tendencia alguna ni para agran- darse ni achicarse; harémos aun la hipótesis de que el encargado de medir usa de todas las precauciones para conseguir un alto grado de exactitud. En una palabra no hai ninguna causa constante o variable que pueda alterar la precisión de los re- sultados. A pesar de todas estas concesiones, ya se echará de ver ios muchos errores de que todavía puede estar afectada la medida de que tratamos. La regla, p. ej., no se aplicará bien sobre el cuerpo, ni se apoyará siempre en el mismo punió, cuando repitamos la operación, los cabellos pueden desacomodarse i no formar el mismo espesor, las lecturas no serán acaso nunca efectuadas del mismo modo, etc. Por ma- nera que si ejecutamos varias veces consecutivas la medida mencionada, no encon- traremos por lo jcneral dos resultados idénticos, a consecuencia de las causas accU dentales que dejamos apuntadas, i que pueden paulatinamente eliminarse, a medida que multiplicamos nuestras esperiencias. Así es que , después do un considerable número de observaciones, en un fenómeno que de pronto no perece sino efecto del acaso, notarémos un órden i regularidad que sobremanera nos asombra. El mate- mático no podía mirar indiferente este hecho singular, lo examina de mas cerca a la Inz de la razón i no tarda mucho en aplicarle su poderoso instrumento; el calculo. De esta manera demostraba .Tacobo Bcrnouilli su importante teorema acerca de la aproximación a la certidumbre por la repetición de las esperiencias, i del cual sur- jen algunas verdades de sobrada utilidad en las ciencias de observación. Entre estas podemos citar el principio de que las relaciones de los efectos de la naturaleza son poco mas o menos constantes, cuando estos efectos sean considerados en gran núme- ro. -\si, aunque haya mucha variedad entre las producciones agrícolas consideradas de un año a otro, maniíiésLase bastante regularidad, cuando lomamos en cuenta 10 o mas años, en eircnnstancias ordinarias. La relación de los nacimientos anuales a la población solo esperi menta variaciones de mui poca valia; i ¡cosa admirable! aun en la posta, en tiempos comunes, el número de las cartas que no llegan a manos de sus dueños por los defectos del sobrescrito cambia bien poco en cada año; lo cual se ha observado en París i Lóndres, i creemos no hai motivo ¡tara que deje de acón- —289— lecer en cualquier otro paraje. Sigílese aun del teorema de Bernouilli que en una terie de acontecimientos, indefinidamente prolongada, la acción de las causas regu lares i constantes debe a la larga preponderar sobre la de las causas accidentales Pero en gran número de casos ignoramos las posibilidades de los acontccimienlos simples i nos vemos precisados a buscar en los sucesos pasados, índices que nos guien en nuestras conjeturas sobre las causas de que dependen. Por medio del análisis de las funciones jcneralriccs, aplicado al principio enun- ciado mas arriba, se ha llegado al teorema siguiente: Cuando un acontecimiento sim- ple o compuesto de muchos acontecimientos simples se ha repetido un gran número de veces, las posibilidades de los acontecimientos simples, que hacen que sea el mas probable el suceso observado, son las que la observación indica como mas verosími- les: a medida que se repite el acontecimiento observado, esta verosimilitud aumenta i acabaría por confundirse con la certidumbre, si el número de las repeticiones lle- gara a ser infinito. (V. a M." Laplace, Essai philosophique sur les probabilités.) Aplicando este teorema a la relaaion del nacimiento de los hombres al de las mu- jeres, por las observaciones de varias comarcas de la Europa, se ha encontrado que es poco mas o menos igüal a la de 22 a 21 o de 104,8 a 100. He tenido la satisfacción de encontrar un resultado, puede decirse, idéntico, cal- culando la relación de los nacimientos anuales de ambos sexos en nuestra República, según los estados del movimiento de la población correspondiente al año de 1848. Pero es de advertir que este resultado no es sino casual, porque no está bassdo mas que en la observación de un solo año, periodo a la verdad mui corlo para que pue- dan encontrarse eliminados los efectos de las causas accidentales, Esta relación ha sido la de 105 a 100 que es exactamente la misma que se ha encontrado en Béljica, i tan semejante a la hallada para la Francia, la Rusia etc,, que puede reputarse por nula la diferencia que entre ellas existe; debiendo admirarnos tanto mas cuanto que la relación calculada para estos países es el fruto de la observación de un considera- ble número de años. Pero detengámonos un instante aquií el viajero que encontrara en su camino un objeto sorprendente se pararla a contemplarlo por mui de prisa que fuese. El hecho es digno de llamar nnestra atención. Si en Rusia es esta relación la misma que en Francia, en Béljica, en iXápolcs i aun en Chile, se puede sentar sin c.scrúpulo que la causa que favorece el nacimiento de los hombres es eonstant.ee independiente dcl cli- ma i de la posición jeográ fea de los países que se consideran. Sobrada razón habria para creer que lo propio acontece en el Oriente, pero estamos a oscuras sobre este particular, porque es harto difícil adquirir datos seguros, sóbrelos cuales pedamos es- pecular con acierto. Sin embargo, no debe albergarse duda alguna, de que el resul- tado ha de pronunciarse en este sentido, desde que el sabio Humboid encontró la antedicha relación de 105 a 100 en varias rejiones tropicales de la América. Calculando ahora osla relación para las provincias de Alacama, Coquimbo, Acon- cagua, Colchagua, Nuble i A'aldivia, con solo las observaciones del año de 1848; pa- ra las de Valparaíso, Santiago, Maulé i Chiloé por los estados de 1848 i 49; para Talca, según los dalos de 18 48 i 50; i para Concepción, en vista de los estados del movimiento de la población, correspondientes a los años de 18 41, 46, 47, 48 i 4?, be llegado al resultado que en seguida se inanifiesli. (a) (a} Cuando se ha tomado en cuenta dos o mas años, he hallado el termino indio de las obiefvacioncs. 08 —290— POU loo .MEJEKES. i i MES. POH 100 MUJEMES. PIIOVHSCUS. . noMHS I’KOVl;NC:i.VS. IIÜRIIÍS PllOVINClAS. HOHBS A lucarna. 9G,b StinliagH. 99,7 Ñu ble. 107.8 (buiuimbo. lor.,--! Culi liugiia. 107,7 Concepción. 100.5 .Aconcugiui. 1 12,0 Talca. 102,4 Valdivia. 107,5 Valparaisü . 100,8 .Maulé. 10o, 0 Cliiloé. 105,0 Ks claro que sumando los guarismos de estas tres columnas i dividiendo por I 2 que es el número de las provincias, encoiilrarémos un termino medio para toda la Uopública, basado en observaciones mas numerosas que el calculado anleriormenle ]>or el único estado de 1848. Practicada esta operación, hemos llegado a la razón de 10), 7 a 100, que según se ve solo diliere en una pequeñisima cantidad de laque mas arriba apuntamos. Del precedente cuadro resulta que la relación de que hablamos varia por lo p ñe- ra! de una provincia a oirá, pero oscilando en mui estrechos limites. Las que mas se apartan del término niedio son las de .\tacama i Santiago en que se nota ser inferior el númeeo de los nacimientos masculinos, i las de Aconcagua i Valdivia, en que hai un exceso mui marcado de parte del nacimiento de los hombres sobre el de las mujeres. Estas anomalias son una precisa consecuencia del limitadísimo espacio de tiempo que abrazan las observaciones i de los errores consiguientes a la impericia de los encargados de rccojer los datos. — En cuanto a la provincia de Valdivia es de advertir que a estas causas do error se añade todavía la que proviene de la escasez de sus habitantes; después veremos los errores que estamos a pique de cometer cuan- do nuestras investigaciones solo se cstienden a tan mezquinos números. Pero la teoría nos revela aun otros secretos; nos enseña a calcular la probabilidad de que la relación encontrada no se aparte de la verdad mas allá de un cierto limite asignado. ,\si aunque no podamos sentar absolutamente que la relación entre los na- cimientos de ambos sexos es de 105 a lOÜ, puédese decir, sin embargo, que hai un cierto número que apostar contra 1 a que esta relación no difiere de la verdad en t o 2 unidades, por ejemplo. Hasta aqui solo hemos hablado de los fenómenos que están bajo el dominio de las causas constantes, pero inmediatamente pasaremos al estudio de las causas variables. El medio nns sencillo de reconocerlas consiste en dividir en grupos o series los nú- meros que se suponen bajo su inlluencia. Cuando estos grupos, formados de la mis- ma manera i comparables bajo todos aspectos, sean sucesivamente iguales entre si, las causas que los han hecho nacer serán constavlcs: por el contrario, si son desigua- les, estas causas serán variables. Veamos, p. ej., si la mortalidad en Béljica, en años anteriores, ha estado someti- da a causas constantes o variables. Tomemos al efecto los guarismos para los nueve años comprendidos entre 1881 i 39, ambos inclusive, i dividámoslos enire grupos i l>eriodos para eliminar mejor los efectos de las causas accidentales. Calculando el término medio de estos trienios, cncontrarémos, según los dalos estadísticos de la líeljiea: Me 1851 ^ 1 55 1 IIMHTIO por 57,9 habila.ilcs. De IS5Í : 1 50 1 por 59,7 l)r 1 NvJ i I l 59 1 por 57,9 f.a iri(M-lnli(l:v,l lia sido puos la misma (liirantc ol I.” i ;í/'' periodo i menpr en ¡, pues, ctnni) tramos de continuo t i inoviinicnlo f!e una población crcoiciiU* por el exceso de los nacidos sobre los muerlo.s con el de nn.a población estacionaria. Ls indudable que los términos de comparación son bastante heterojéneos i que en iguales circunstancias esta última población debe tener mayor mortalidad, puesto que en ella se encncnlra mayor número de niños, edad en que es tan incierta la probabilidad de la vida. .Apartándonos de la dificultad de reconocer i enumerar esta especie do causas en los acontecimientos que se hallan bajo su inílujo, harémt»s notar que a dos jóneros mui distintos pueden reducirse las causas que por lo jcneral se denominan variables. tn efecto, las mas no obedecen a ninguna lei aparente i el espíritu no puede descu- brir ningún índice que maiqiie anticipadamente su acaecimiento: a esta categoría porlenecen sin disputa las pestes, hambres i otras mil plagas que a la humanid.i|l agobian. Hai otro Jénero de causas variables que esperimentan mutaciones conforme a leyes determinadas i que pueden designarse bajo el nombre de causas piriódicas: de este número son las estaciones del año. Es sorprendente el poderoso indujo que estas ejercen en los fenómenos naturales, mayormente en los que atañen a las ciencias morales i políticas. La Estadística se ocupa con preferencia del estudio de estas causas, porque de aqui pueden surjir con- secuencias muchas i mui interesantes para los hombres de estado i para los amantes de la ciencia. La mortalidad, los nacimientos, los matrimonios, los crímenes, el mo. vimiento del comercio etc., todo está sometido a la influencia de las estaciones de una manera tan evidente que mui a las claras se divisa una lei que favorece o contraria la multiplicación de los acontecimientos, segiin la época del año en que se verifican. Por lo jeneral no deja de ser bastante dificil el estudio de los fenómenos periódi- cos, porque cuando se quiere buscar la influencia de alguna causa, vienen de conti- nuo otras muchas a mezclarse con ellos i a enmarañar en estremo nuestras toscas ob- servaciones, Sin embargo, cuando maliciamos la existencia de alguna causa periódi- ca simple, es ya mui fácil estudiarla, comparando entre si las diversas parles del pe- riodo supuesto. Por ej, se trata de averiguar si el imoimienfo de la población está bajo la influencia de las estaciones i de los distintos meses del año. Echando la vis- ta sobre los dalos esladislicos, lomados al afecto en la capital de Francia, durante los 22 años corridos desde 1715 hasta 1700 ambos inclusive, se puede colejir: que en jeneral el número de los muertos i nacidos varia mui pronunciadamente de un mes a otro: que los meses en que nacen mas niños son los de marzo, enero, febrero, i los meses en que nacen ménos son los de junio, diciembre i noviembre. Dedúcese asimismo de esas observaciones que los meses en que muere mas jente son marzo, abril i mayo, i los de ménos mortalidad agosto, julio i seliémbre. En Chile ya se deja columbrar la misma lei a este respecto, aunque carecemos de suficiente número de observaciones para poder obtener un resultado mas preciso. Apuntaré aqui el que he encontrado, calculando el término medio de las muertes i nacimientos mensuales acaecidos en el trienio de 1848 i 49 (a) solo en las provin- cias de V'alparaiso, Santiago. Talca, iMaule i Chiloé, siendo imposible estender nues- tras investigaciones a los demas puntos de la República, porque de ellos no posee- mos completas mas que las observaciones de un año, ReHulta«lojN InM A proYiiicins nueiacioiiudntt. mi;st;s, .>\cii>os. Mt'Knros, Eiu‘1’0 I8ul 4206 (ináx.) (a) Para Talca he lomadq en cuenta los aftas de a 30 por no estar compuesto el estado de 49. Febrero ItlOb (mili. 1 101 1 (iiim 1 Marzo 1981 986 (min.) .Abril 1829 938 (mili.) Mayo 2-247 102-2 Junio 1 .o59 (min.) 1099 Julio I :m (mín ) 1 166 Agosto 1773 i 193 Setiembre 2614 (ináx.) 1 ICO Octubre 2.776 (niáx.) 1 238 Novi<*mbre 2587 (rnáx.) 1 -284 (máx ) Diciembre 2-287 140-2 (máx.) Según se manifiesta, los meses en que mas abundan los nacimientos entre noso- tros son los de setiembre, octubre i noviembre, i los de marzo, junio i julio aque- llos en que mas escasean. Infiérese asimismo del precedente cuadro que los meses de mayor mortalidad son los de noviembre, diciembre i enero, teniendo lugar el mini- mun en los de febrero, marzo i abril. De las observaciones efectuadas en la ciudad de Paris, durante el periodo de 22 años a que anles nos referimos, se ha deducido a esto respecto, que al fin del invier- no i en la primavera llegaba a un minimun la mortalidad de los hombres, verificán- dose asi lo que propiamente acontece en el reino vcjetal. Pasando ahora la vista por los guarismos anteiores, notaremos con facilidad que esta observación es también aplicable a Chile, puesto que desde setiembre comienza a crecerla mortalidad de una manera bastante rápida, llamando especialmente la atención el mes de diciembre, en que es harto pronunciado el exceso de los muertos sobre los otros meses del año. Psta diferencia de tan grande estima quizá provenga de los perniciosos efectos de las enfermedades violentas que predominan en esta temporada del verano, una buena parle de ellas causadas por hs frutas comidas ántes de sazonarse. Pero mas que las oscilaciones marcadas que esperimenla el movimiento de la po- blación en los distintos meses del año, debe admirarse las alteraciones que se obser- van en el físico del hombre, i el modo como se hallan afectadas su moral i su inteli* jencia. La penuria consiguiente, a los rigores del invierno hace que el pobre mendigue un escaso socorro para satisfacer las necesidades, i si se desoyen sus quejas procura bus- car el sustento de alguna manera ilicita. De ahi nace que el hurlo es mas común en los meses de esta estación, hecho que bien se deja columbrar con solo el auxilio del buen sentido i ya bastante confirmado por una triste experiencia. En invierno, asi- mismo, disminuyen notablemente los raptos, las seducciones i otros mil actos de vio- lencia, porque entonces se halla amortiguado el fuego de las pasiones que con ardor i peligro se despiertan al retorno de la primavera i en los primeros meses del eslió. Todavía hai mas; un sabio aventura que las insurrecciones populares i aun los cslra- víos de la inlclijencia se hallan bajo el dominio de las estaciones de una manera a la vez tan clara i portentosa que no ha podido menos de esclamar con justo asombro: «¡Singular condición del hombre i de las sociedades, que las virtudes i los vicios, que los desórdenes del corazón i ele la intelijencia dependan de la mayor o menor dis- tancia del sol a nuestro Ecuador, de la mayor o menor elevación de este astro sobre nuestro horizonte!» Ya hemos vistos los tres jcncros de causas que pueden influir en los acontecimien- tos, i la manera de reconocerlas, atendiendo a las espcriencias que de antemano ha- yamos efectuado. Dijimos también que la teoría nos revelaba el grado de confianza quo poilia prirstarse al rcsiillado obtenido, es deeir, la pruhabilidail de ipie esle re- sultado lio se desvíe del verdadero mas allá de un cierto limite conocido. Aliora bien, en la esladislica, como en todas las ciencias de observación, liai ne- cesidad de recojer datos exactos acerca de los fenómenos qne queramos estudiar, i lue- go especular sobre estos dalos para deducir de abi las leyes a que están .sometidos los acontecimientos observados. Por consiguiente la mayor o menor precisión de los resultados ha de pender 1.0 De la complicación de los datos: 2.® De la interpretación quedemos a estos dalos. El elemento estadístico de mas reconocida iinporíancia os sin duda el censo o [la- «Iron del pueblo que tratamos de estudiar. I.n .solución de los mas inlcresanlts pro- blemas de esladislica está basada en los resultados que esleeenso nos manifiesla: aquí se encuentran los cimientos de lodos los edificios que queramos levantar «-n proveeho de la ciencia. I,a división en edades nos permite formar tablas de población, concebir ideas justas acerca de la mortalidad, de la fuerza de que el estado puedo disponer, i fijar la relación entre la clase productiva i la fracción estéril que aun demanda so- corro i ayuda para venir a ser útil a su tiempo. La distinción de profesiones, de esta- do, de orijen etc., las anotaciones relativas a las imporferciones físicas i morales, nos conducen también a multitud de consecuencias de nuii vital Ínteres para todos los poderes de la nación. Por desgracia, muchas i mui graves son las dificiiltade.s que se presentan para !i perfecta ejecución de esle Ir.abajo: raren 1 sobre 221. ¡Hal hariamos en atenernos a estos nú. inrros, i para esplicar el hecho será preciso indagar las causas de que puede provenir. l£i hábil autor de las observaciones esladisticas de la proviticia do que tra- tamos las reduce a las dos siguientes: I." la falla de recursos (jue jenerelmcnte se ob. serva en la masa de la población para proporcionarse una evisteneia eómod-i i ho- nesta; i 2." la falla d.; medios para gar-nilir las propiedades de los ataques a que es- tán espueslas, e impedir asi muchos delitos. De manera que por una parte la necesidad induce al pueblo mas poderos.amenle a la perpetración de ios delitos que lo que puede iníluir la inslruccion para evitarlos, i por otra las muchis probabilidades (|uc tienen a su favor los delincuentes de que sus crimenos queden iuiptiiies. Semejante estado de co.sas debe [>ues debilitar una buena parle de los salud ibles efectos de la instrucción jirimaria, ¡lorqnc hui causas de considerable cuerjia para ncatralizir i aun para hacer prevalecer su acción sobre la que Iratamns do estudiar. Muciio se han engañado por consiguiente los qnc han .sentado que la carencia de las luces es la única causa de los crímenes, i mayormente los que han <1 Jid) p r> medir la ilustración do un pueblo el número de liabilanles que sal)en Icí r i esiT.hir. Ksla circunstancia por si sola no puede alterar en lo menor el caráeler moral (M pueblo: es menester (¡ue tenga sus aplicaciones reales; que revele al hombre la digni- dad de su ser i la imporiaiicia de sus derechos; que le sirva para ensanchar sus cono- cimientos i para adíjuirir otros nuevos; para conmover su corazón Ciui los snl)limcs i melodiosos acentos de la rclijion i la poesía. Asi es que muchos Inn caído en gravi. simos errores, cuando Inn ronsiderado como unidad para valuar el estado moral de un pais el número de niños (pK; se educan en las escuelas lín algunas ciudades se l\a notado (juc este número está, como ánlcs dijimos, en razón directa del de los de- litos cometidos, lo que los ha conducido a sentar cl monstruoso absurdo de que cl desarrollo de las luces es contrario al desarrollo de la moralidad de un pu( hlo. .Al Inblar de esta manera no se ha tomado en cuenta que en los lugares en quclnl Observación se ha heelio el crecido número de crímenes era indispiilahlemonlc causa- s mucrlos, resultados que no pueden por cierto ponerse en pa. rangon por muchas i poderosas razones. La manera de ejccwlar el empadronamiento varia notablemente de un pais a otro i las inscriijciones de los muertos son mui dis" tíntis en Béljica, por ejemplo, de lo que son en Francia i en Inglaterra. Asi es qu*^ ai comparar la mortalidad de dos países debemos proceder con suma cautela porque podemos equivocarnos giav míenle al hacer nuestras deducciones de los documentos obiervados. La parle de la estadística en que se ha acumulado mas errores, es acaso la que tie- ne por objeto la investigación del estado moral de un pueblo. La palabra crimen os cu estremo vaga: lo que es reputado crimen aquí, tal vez no lo sea en oíros pas.ajes de la América: i esta es una de las dificultades con que nos estrellamos, cuando bajo este punto de vista se quiero comparar un pais con otro. Es cierto que, circunscribiéndonos solamente a Chile, podónos obviar este incon- veniente; pero ¿cómo po:irá nunca conocerse el número de los delitos perpetrados en toda la República, ni siquiera en una de nuestras provincias? S n embargo, esta dificultad, que a primera vista es sobradamente, gr.ave puede alla- narse fáeilmente, siempre que conozcamos el número de crímenes perseguidos por justicia. En efecto, si representamos por b el número do crímenrs cometidos en una de nucslras provincias i por c el de los perseguidos, tendrémos que la relación c¡h da- rá la medida de la represión en esta provincia. Supongamos que b' i c’ signifiquen cantidades análogas respecto de olr.a provincia; es evidente que c'¡b' representará también la represión de los criinencs en esta otra parte del territorio; como hai moti* vos para creer que la represión es mas o menos la misma en ambas provincias, es e c' c b claro que obtendremos ^ ® c’ ^ccir, qne la relación de los crímenes perse- guidos en las dos proviucias es la misma que la de los cometidos; por manera que sin conocer el número total de los delitos perpetrados, puédese no obstante juzgar de los estados relativos de la criminalidad. Pero, según so ha visto, es necesario para hacer el referido parangón que la repre- sión sea la misma en los lugares que se consideran; con distintas leyes, con diferen- te administración de justicia, no podríamos entrar en semejantes oomparaeiones, siu ponernos en peligro de caer en ertores de mui grande estima. Sabiendo ya precavernas de los errores que estamos a pique de cometer en nues- tras investigaciones, la estadística nos puede revelar hechos de reconocida importan- cia i de rauchisiina utilidad para los gobiernos cultos. El lejislador i el hombre de estado no pueden dar un paso firme i seguro en la aventurada senda que tienen que recorrer, sin consultar de antemano los cuadros estadísticos de su propio pais. Es im — ;iOü— posible ehbonr uih leí concerniente o los intereses de l.s indusliia» In ogricuUun ¡ ei comercio, sin tener que echor mano de estos documentos. í.a csladistica puedo considerarse como la base del edificio social i como índice seguro del estado de atra- so o prosperidad de un pueblo. Sus aplicaciones a las ciencias médicas son tan numerosas que con esto solo pu- diera formarse abultados volúmenes; pero los estrechos limiies de una memoria no me permiten tratar la materia en toda su amplitud. Me detendré con respetuoso si* lencio en el vestíbulo de tan grandioso edificio, i desde allí le rendiré a la ciencia el debido homenaje, ya que no me es posible penetrar mas adentro. Santiago, julio 31 de i85t. Manuel Salustio Fernandez. NOTA. He aquí un cuadro comparativo sobre la mortalidad de cada una de las provincias de nuestra República, calculada por la observación de 1,2 o mas años, stgun los do* cimientos que he podido proporcionarme acerca de este particular. CVADliO comparalivo de la morialklad en cada tota de ¡as provincias de Chile. U PROVINCIAS. MORT. PROVINCIAS. MORT. PROVINCIAS. Monr. Alacama, por la obser- vación ae 1848. . . <;oquiinbo, id. id. . . Aconcagua, id. id. . . Valparaiso, id. de 48 i 49 Hilo. habs. 1 por 60,6 l » 73,7 1 » 60,3 1 » 35,7 ^Santiago, por la obser- 1 vacion (le 48 i 49. . Colchagua, id. de 48. . Talca, id. de 48 i 50. . Maulé, id. de 44, 48 i 1 49 into. Iiabs. 1 por 51,8 l 1. 43,1 1 » 43,2 1 » 49,9 Nuble, por la observa- ción de 48 Concepción, id. de 44, 46, 47, 48, 49 i 50. . Vahlivia, id. de 48. . Chiloé, id. de 48 i 49. Olio. hab. 1 por 80,5 1 1. 70,1 1 .. 160,4 1 » 42,9 Echando una ojeada sobre este cuadro, podemos descubrir bien pronto un hecho, de mui considerable inlluencia en la prosperidad de Chile: a saber, el rápido au- mento de la población en la mayor parle de sus provincias. Harto consolador es por cierto el cotejo de estos guarismos con los obtenidos al efecto en varios parajes de Europa, deducido de las observaciones de 1 o mas años He aqui algunos de estos resultados: Rcljica, por la observación de 9 años. . . Paris, id. de muchos años España, id. por la observación de un año IN'ápolcs, id. id Lombardia, id. id Holanda, id. id Wurlemberg, id. id Rusia^ id. id 1 1 1 1 I 1 1 1 mto. por 38 habitantes. » D 32 u » i> 34 n s » 31 » » n 31 » » » 33 » » » 33 » M » 31 » Según se manifiesta, los países Europeos que han dado menor mortalidad son Rcljica, España i Prusia; el I.° 1 mío. por 38 habis. i cada uno de los otros dos 1 rato, por 3 4 habis. .Solo en la provincia de Santiago la mortalidad ha sido un poco mayor que en estos tres reinos, encontr.ándose a este respecto mas o ménos al nivel -ani - de París, Xápolcs t Lombardia. Cn pos de SaiUia^o viene la provim ia de Valparaí- so, cuya mortalidad es un lanío mayor que la de la Béljica i un poco menor que la de Prusia i España. Pero en las demas provincias es ya mui marcada la diferencia que exislc entre ellas i las comarcas Enropeas que mas arriba apuntamos; llamando parlicularmenlc la atención Valdivia, Nuble, Coquimbo i Concepción, en que esta diferencia llega a ser verilaileramenle asombrosa. Es de advertir que en cuanto a los resullados obtenidos con respecto a Valdivia i el Ñuble, debemos dudar de su exac- titud, tanto por las pocas observaciones en que están basados como por la mezquin- dad del número de habitantes de cada una de ellas. I no puede suceder de otra ma- nera, porque seria un hecho cslraordinario que en Valdivia fuese la mortalidad da i muerto por 160 habitantes (suponiéndola bien calculada) como por la tabla anterior se manifiesta; es decir, menos de una cuarta parte de la encontrada para la Béljica, que creo es la menor de todos los pueblos de Europa. Esto no obstante, debemo.s confesar que la benignidad del clima en esta parte de nuestro territorio, aventaja con mucho al de lo.s otros parajes de la Rcpúbica, yéndolc a la zaga las provincias de Coquimbo i Concepción, cuyo temperamento produce asi mismo tan saludable» efectos. Respecto a esta última el resultado merece ya bastante confianza, porqnc a la ra- zón de contar un número considerable de habitantes, se añade todavía el hallarse fundado en las observaciones practicadas durante un período de 6 años completos. La mortalidad, pues, en esta prouincia i en la de Coquimbo, como se ve en el cua- dro de arriba, es mas o ménos la mitad de la de la Béljica, lo que no deja de ser bastante sorprendente i hasta lisonjero sin duda para sus numerosos moradores. Valiéndome de esta misma tabla, he ejecutado una construcción gráfica que ma- nifiesta mui pronto i hace a le vez mas sensible el curso de la mortalidad en los di- versos puntos del territorio chileno. Debo notar que la mayor ordenada de esta cur- va corresponde a la menor mortalidad, pudiéndose decir entonces que las probabili- dades de la vida en cada provincia están en razón directa de la lonjitud de las res- pectivas ordenadas. MEMORIA SOBRE EL PODER DE LA IGLESIAj LEIDA EL 21 DE AGOSTO POR FR. EMILIO LEON PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO EN DICHA FACULTAD. Una C8t columba mea, una csl sponsa mea. Una es mi paloma, una sola mi esposa. Cant, CanU\ c, C. i*. 8. Señores: — LIn monstruo feroz c!ev,i su orgiillosa cabeza sobre lodos los poderes hu- manos: el tiempo jiganle audaz, que envuelve con su hoz destructora las bellezas de la adolescencia i la imponente majestad de la edad decrépita, no contento con estos Iriuifos mueve a todas horas los proyectos del cnlcndiinienlo humano haciéndolo 1, use ir por todas partes el verdadero norte de sus acciones: un siglo cede a otro el Imperio de las ideas, una jeneracion viene en pos de otra echando por tierra el poder * valor de sus instituciones, nada permanece de la misma manera que existió en su principio; lodo cae, todo se conmueve. .Atónito el entendimiento humano se detiene en medio de este trastorno para reflexionar sobre los diferentes sucesos que lo pro- mueven, i observa que mientras la dilatada época en que lodos los pueblos de la lie- rri sufren sucesivamente aquellas asombrosas metamorfosis en su gobierno, en sus foUumbres i en sus opiniones, solo la sociedad cristiana permanece firme i estable desafiando al tiempo i a la eternidad, como fundamento eterno plantado por la ma- no de aquel que dijo: el cielo i la tierra pasarán, pero mis palabras no sufrirán la mas lijera alteración: diez i nueve siglos van pasados con rapidez i siempre conscr* va la pureza de sus dogmas como en el principio de su fundación, i a pesar de la® vicisitudes humanas ve desaparecer de su presencia aun aquello que por su larga dura- ción parecia llevar sobro si el sello de la inmortalidad. ¡Qué asombrosa i admirable vs, señores, esta sociedad sagrada! Ello no está limitada por el tiempo ni por el espa- —303— rio, su fuerza se dilata p'or lodos los siglos i abraza a todos los pueblos de la tierra. En ella lodo es grande, lodo majestuoso i capaz de darnos una idea de la divinidad. Considerada su fe es divina en su principio, en su objeto i en sus fines. Considera- dos sus dogmas en su orijon nos conducen a esa larga serie de magnificas revelacio- nes donde todo es digno del Espíritu Santo que las inspira i dcl hombre a quien ellas ilustran. Considerados en la autoridad que nos los trasmite hablamos a Dios i a su Iglesia, que los separa de todos los movimientos humanos. Considerados cusí mismos, ellos nos dan nociones dignas de la grandeza del Ser Supremo, de su providencia i de su bondad, las únicas que pueden esplicarnos el orijen del mundo, su degradación por el orgullo i su rehabilitación por la caridad. ¡Iglesia Santa! Fuente pura do la mas sana doctrina, órgano infalible de los pensa- mienlos de Dios i madre común de todos los fieles, tú apareces a nuestros ojos como el faro inmortal colocado por la mano del Señor .sobre una roca inaccesible a las tem- pestades. Do tu seno s.ale una luz brillante que indica a la pobre humanidad la recta .senda por donde debo adelantar poco a poco hácia el puerto de la eternidad. ¿Pero de quien ha recibido tanta grandeza i majestad? Vosotros señores, comprendéis esto mejor que yo: solo de .Tosu-Cristo, quien la llama su paloma i esposa, desechando cua- lesquiera otras sociedades que no lleven la marca de la pureza i santidad: una est columba mea, una exi spnnsa mea. Por consiguiente se puede afirmar sin temor de errar que el poder que el lejislador divino confirió a la Iglesia Católica no depende do ningún podei humano: este es mi objeto en el presente discurso. Dispensadme, se- ñores, si no os prc'sento m\ cuadro digno de vuestras atenciones. Jesu-Cristo, señores, ap ireció sobre la tierra llenando una gran misión cerca de los hombros; la antigüedad .^agrada i los monumentos mismos de la antigüedad le rin- den homenaje, i lodos los tiempos se levantan con un movimiento simult.áneo para fitcstiguar la verdad de las promesas divinas realizadas en Jesús. Este es, señores, el hecho único en su magnitud i adonde como a su centro vienen a parar ledos los gran- des acontecimientos dcl Jeúiero humano; hecho divino por los prodijios que lo acom, p.'iñiron, hecho importantísimo por las consecuencias vitales quede él dimanan,! he- cho esclarecido por los numerosos testimonios en que apoya su realidad. Siendo el prí. mer objeto de la misión dcl Verbo plantear en la tierra la doctrina que trajo dcl cic- lo, estableció una sociedad espiritual a la que proveyó de lodos los elementos nccesa. rios para su organización. Esta es la Iglesia Católica. Jesu-Cristo dijo un dia a ses Apóstoles, enseñad i bautizad a todas las naciones; dije a Pedro para piedra funda- mental de la obra i declara que las puertas dcl infierno no prevalecerán contra ella; ved ya el principio de la sociedad espiritual, ved ya su institución. Como una vírjen adornada para su desposorio, asi tan hermosa sale en ese instante la Iglesia Católica de la mano de su divino fundador; su frente va sellada con el carácter de la inmor- talidad, sus labios destilan palabras de vida, sus manos llevan el cetro de una sobe- ranía nueva mas elevada, mas augusta que la terrena, i su cánon es la voluntad del que reina en los cielos manifestada en la gran constitución que le dejó para que se gobernara sobre la tierra. ¡Que espectáculo tan sublime nos ofrece esta Iglesia recien salida de las manos de Jesu-Cristo! Es una sociedad con su cabeza, una república con sus majislrados, un rebaño con sus pastores. Elejida depositaría de la revelación, recibe de aquel cuyas palabrrs son espíritu i vida, una doctrina, un gobierno, un poder i lodo lo necesario para conservar tan precioso depósito. Existió, pues, no débil c imperfecta en su principio como las so- ciedades humanas, sino con todo el vigor i fortaleza propios de las obras de Dios- Ved aquí las palabras de su divino fundador que son el mas divino i glorioso titulo de su independencia i libertad. Se me ha concedido, dice a sus aposteles, toda potes- tad en e! cielo i en la tierra— con el mismo poder que me envió mi padre yo os en- — 30Í— vio a vo.s;>lros — loque atiireis o desatareis en la tierra quedará también atado o desa- lado en el cielo — el que os oye me oye i el que os desprecia me desprecia — no temáis la presencia-de los principes porque yo estaré "^siempre con vosotros. 1 como si estas gran- diosas promesas no signilicasen bastante, declara soleninemenle, (¡tie las puertas del in- fierno jamas prevalecerán contra su iglesia: portee ivfirinott prralibinit adversus eavi- La iglesia comprendió perfeclainente este lenguaje de su fundador, vió en el tres pre* rrogalivas diferentes que constituian su poder, tres solemnes aclos cuyo desempeño se le encomendaba sobre la tierra, a saber: propagarla fe, deliniren la fe, i protojer la fe. Este triple cargo comprende la predicación i enseñanza de la jialabra divina, la administración de los Sacramentos, i el gobierno de la sociedad cristiana. Los Após- toles sus primeros padres no vieron al mundo sino como la herencia destinada por Dios para el ejercicio del ministerio espiritual. Nada les sorprende cuando tratan de propagar la fé. No la majestad del poder, pues vemos a San Pedro predicar con cnerjia la divinidad e independencia del crislanismo delante de los sacerdot's, prín* cipes, i jueces de Israel. No el esplendor de la sabiduría del siglo vana i presuntuo- sa, ni sus especiosos raciocinios, pues San Pablo enseñaba en pi esencia del Areopago de Atenas la fé de la iglesia católica; no en fin las amenazas del poder civil, porque apesar de ellas los apóstoles celebran públicamente sus grandes asambleas, declaran los augustos misterios que oyeron de la boca de .lesu-('.rislo i se reparten por toda la tierra para esparcir la semilla del cristiaTiismo; el mundo todo vióse cnlónces ilumi- nado repentinamente, esta luz verdadera descendió de lo alto, i la autoridad de los hombres que la propagaban era también celestial. Nosotros predicamos a Cristo, decia el doctor de las jentes, representamos su misma persona i Dios es quien habla por nuestra boca. Al ruido de uua misión tan extraordinaria los imperios se turban, los tronos vaci- lan, la tierra toda se conmueve, i en medio de la confusión universal, el judaismo i el paganismo, el poder i el sacerdocio, celebran alianza para perseguir la iglesia de .Tesus. Combatida por todos los poderes humanos debia prevalecer para manifestar que su autoridad es absolutamente independiente de todos ellos. La iglesia subsistió perseguida entre cadenas, pero invencible entre todos los tormentos. Dios permitió, dice el inmortal Fenclon,que corriera por el espacio de trescientos años la sangre de sus hijos mui amados para convencer al mundo entero por una csperiencia larga i terrible, que la Iglesia, como suspensa entre el cielo i la tierra, no necesita para vivir sino de la mano invisible que la sostiene. K1 Evanjclio se predica a despecho del mundo, se propaga al fin contra la voluntad de los principes, i ni los vastos mares, ni las arenas abrasadoras de la Arabia, ni los eternos iiielos del Cáucaso pudieron re- tardar su carrera victoriosa. Los apóstoles do quiera se presentan derriban los ídolos, imponen silencio a los oráculos, i construyen templos al verdadero Dios. La Iglesia católica con prodijiosa rapidez se hace universal . Asombra ver entre los furores de la persecución erijidos los obispados mas celebres del cristianismo; asombra el esfuer- zo con que los primeros pastores fundan iglesias en las corles populosas de los prín- cipes ¡entiles, al mismo tiempo que estos espiden terribles edictos para proscribirlos; asombra en fin la intrepidez con que pasan do la cátedra al cadalso para sellar en este con la sangre de sus venas la verdad de los dogmas que predicaron en aquella. Este es, señores, un argumento incontestable deque el poder de la Iglesia católica no depende de ningún poder humano. Los apóstoles ordenan obispos a quienes deputan para presidir las diócesis que ellos no podían asistir personalmente. San Pedro consagra en liorna a Lino i a Clemente, encomienda a Evodo la silla de Antioquia, a .Márcos la de Alejandría, a Apolinar la de llavena, i a Torcualo i sus compañeros las que habían de fundar en España. San Pablo, eofdjutor de aquel entre los jentiles, ordena obispos aTimedeo de Efeso, —305— í» Tilo de Creta i Dionisio de Atenas; todo esto en virtud de la potestad recibida dtí Jesu-Grislo. Los obispos erijcn parroquias i en estas el cristianismo vacilante en su fé e indeciso acaso entre abrazar una muerte cierta i espantosa por la confesión de 1 is verdades nuevas, o de vivir entre los horrores de una conciencia ajilada por crue- les remordimientos, aprendia de boca de los presbíteros que a! que quisiese alcan- zar la vida eterna le era necesario perder la temporal. Paolo i Bernabé, infatigables en el desempeño de su ministerio, erijen algunas de estas en el Asia, i Evaristo pa- pa fija límites a las que había fundado en Roma el vicario i sucesor de Jesu-Cristo. Ni se diga que la iglesia cristiana era entonces una sociedad privada o un embrión de lo que habla de ser después, porque pública fué la predicación en la solemnidad de Pentecostés, primer dia en que bajó el Espíritu Santo para realizar las promesas del Verbo, i primero en que, después de la resurrección de Jesu-Cristo, resonó el eco del lívanjelio en las plazas de Jerusalem; públicos fueron también los testimonios (|ue dieron los apóstoles de la divinidad de su fé, i demasiado público el sacrificio de innumerables victimas que inmoladas por la potestad secular en odio del nombre cristiano, inundaron la tierra con su sangre. C m el mismo ¡loder con que propaga el evanjelio, celebra también la Iglesia sus santos sacramentos; id, bautizad todas las jentes, perdonad los pecados, dijo el Sal- vador a sus discípulos; i tanto estos como sus sucesores distribuyen los sacramentos con absoluta independencia de cualquier otro poder que no sea el de la misma Igle- sia. San Pablo se llama a cada paso ecónomo de los misterios de Dios, i segregado según el propósito de la voluntad divina para dispensador de sus altas gracias. Mas no tardó en levantarse la negra nube del error sobre el horizonte de la Iglesia, i es- ta, que habia sufrido los recios golpes de la persecución, vió amenazada su fe i com- batidos en ella sus indestructibles fundamentos. El hombre variable por su natura- leza quiso arreglar la doclriin sacrosanta que el Señor le revelara, a los movimien- tos inquietos de su corazón, i orgulloso hasta querer competir con Dios, pretendió constituirse en intérprete de sus adorables palabras. Este es el verdadero carácter de la herejía, i desde cí siglo primero hasta nuestros dias siempre ha sido el mismo — odio a la verdad, i desprecio a la autoridad. Nicolás, Sabelio, i Arrio manifestaron en la primera época del cristianismo el mismo espíritu que después Calvino, Lulero, Zuinglio i los demas pretendidos jefes de la reforma. Pero la inmutabilidad, señores, es uno de los caracteres de la fé que Jesu-Cristo trajo al mundo, así como la insta- bilidad es propia del hombre i de sus obras. El dogma católico no es susceptible de variaciones, siempre es uno, perpetuo, indivisible, e incuestionable. Jesu-Cristo constituyó en el seno de la Iglesia una autoridad conservadora de la pureza de su fé, i cuya duración ha de ser tan eterna como la misma fé. Pero como la sociedad cristiana ninguna cosa debe a los hombres, ni su fundador tif‘iie algo de la tierra, sino que del cielo viene toda su autoridad, elijió para juez de su doctrina no al po- der humano sino a los pastores de su Iglesia. .4qui la mano de Dios puso un límite a las potestades del siglo: no a los príncipes sino a los apóstoles i a sus sucesores. Enseñad, dijo, a todas las jentes lo que os he enseñado, i estad seguros que perma- neceré con vosotros hasta la consumación de los siglos: el espíritu de mi padre ba- jará i os sujerirá todas las cosas. ¡Qué promesa tan magnifica! El fundador divino de la iglesia le asegura su c.xisteneia porque estará siempre dirijiendo todos sus pa- ■sos hasta el fin de los siglos. Revestidos de esta autoridad los primeros fundadores del cristianismo, apenas ha partido al cielo Jesu-Cristo cuando reúnen sus asam- bleas: en ellas enseñan la doctrina que aprendieron del Salvador, ilustran lo que parecía obscuro, condenan el error i vindican gloriosamente la verdad; ningún pue- blo, ningún soberano interviene do un modo decisivo en estos actos los mas solcm. nes de la rclijion, sino la autoridad sola de los obispos pronuncia, decide i confirma, •iO — 30(i— TiOS apóstoles reunidos cu Jerusalcn dan l i norma para proceder i sucesivamente hasta lioi siguen su ejemplo los demas paslore? de la iglesia católica. Congregados en el nombre del Cspirilu Santo obran con absoluta independencia de toda otra potestad que no sea la de Dios, i al dclinir sobre la fé, nos ha parecido, dicen, al Kspirilu Santo i a nosotros. ¡O poder augusto! esclamarc con el ¡lustre Ambrosio, ni la espada ni la muerte podrán separ irnie de tus decisiones. Al siglo cuarto e.slaha reservado presenciar la primer agresión contra el poder de la iglesia para doíinir .sobre el dogma, i esta a quien los golpes de la persecución i de la licrejia aseguraron mas i nns sobre sus fundamentos, pareció que vacilaba bajo las órdenes de un mo- narc.a sacrilego que pretendía dominarla abierlanientc. El emperador Constantino, . protector declarado del Arrianismo, trata de arrogarse el ejercicio dcl poder espi- rituai, sanciona cierta fórmula de fé, obra de los enemigos mas encarnizados de la Iglesia ortodoja, persigue de muerte a los pastores que rehúsan suscribirla, i sus [¡ri- meros i mas fuerle.s golpes recaen sobre el profundo c invencible .Ataiiasio. Un grito hijo del dolor mas intenso se percibe entonces entre la confn.sion que ajila al mondo cristiano. Es el jeoiido de los obispos que prefieren soportar lodos los m iles sin ex- cepción de la muerte, a ceder en lo mas minimo la autoridad que recibieron del Kspirilu Santo, i des le las cárceles i los destierros adonde se les arras ra, advierten al emperador la ilegalidad de sus procedimientos. l*ermilidme, señores, que baga mención pirlicular de un hedió ¡idinirable en que se encuentra estampada toda la cnerjia de la doctrina católica. He dado testimonio de mi fe en la persecución de vuestro abuelo ¡ti ajemeio, dice Osio, obispo do Górdova, a Constantino, i si os [irepa- rais para recibir la misma prueba, csloi pronto a sufrir todos los tormentos ántes que fallar a la verdad mancillando mi inocencia; ni vos ni vuestros majislrados debéis intervenir en las decisiones de la iglesia; no desterréis a los obispos cuyo tTimen a vuestros ojos consiste solo en no prestarse a los abusos. El Señor ha entregado a vos las riendas del imperio i a nos el gobierno de su iglesia, i asi como qucbranlariamos el orden de Dios si pretendiésemos usurpar vuestro poder, del mismo modo no de- béis apropiaros lo que no os porLcnocc; escrito está: dad al César lo que es del César i a Dios lo que es do Dios. Es verdad, señores, que después de Constantino la iglesia católica siempre l»a tenido que luchar para conservar sin mengua el tesoro de verda- des que recibió de .Icsu-Crislo; paro cada siglo que viií renovarse los ataques, vio también aparecer atletas invencibles que los sostienen i los vencen: tales fueron León i Crisóstomo en el quinto, Leandro en el sestn, Gregorio el grande en el sép- timo, Toribio de Lima i el Eorromeo en el diez i seis, llosucl i Fenelon en el diez i siete. Los obispos, decia a Isabel 2.' el lllmo. diocesano de Canarias, han estado cimvencidüs que será mejor para la iglesia quedar desamparada enteramente dcl po- der civil i entregada a sus pro[iias fuerzas, que verse esclava on la realidad bajo la apariencia de una falsa protección. Los dos últimos siglos, fecundos en acontecimien- tos grandes, vastos en luces de lodo jénero, e inagotables sobre todo en el produci- inienlo de jinicbas magnificas de la divinidad de nuestra fé, rinden como los ante- riores brillanles testimonios en favor de la independencia de la Iglesia. Vosotros sa- Ix'is que en presencia do ¡Vapoleon vacilaron los imperios mis florecicnlcs, bajaron de su solio los monarcas mas augustos, i tembló toda la tierra conmovida por la fuer- za verdadcramcnlc asombrosa de su [loder. Entraba en sus planes de goliierno domi- nara la Iglesia Católica, c.inlandii para realizarlos, ademas dcl prcslijio prodijioso de su nombre, el apoyo de (¡OOüOO soldados. Deroen un ponlifice octogenario, ullrajado i arrojado de.su silla, de[)osil(i el ciclo el vigor bastante para oponerse a tan temerari » [iroycclo. Todos mis bienes temporales están a vuestra disposición, usad do ellos, dice el inmortal l’io 0." al valiente Itonaparle; pero derramaré hasta la última gola de siugre pile eircul i por mis venas, antes ipie adlierirme a la proposición mas miniuw (juc piu'tla ajarlos dorerhos de la iglesia que Dios me ciiconiendd cu la persona deSau Pedro. í)c este modo defiende la iglesia su independencia primitiva, i mientras ve desa- parecer de su seno los imperios i las repúblicas, ella despoja al tiempo i a los siglos de la fuerza destruclora que asoló a aquellos. Figurada en el árbol producido por un pequeño grano de mostaza, levanta la frondosa copa de su soberanía espiritual sobre todos los mares, islas i rejiones de la tierra. Con la misión de fundar el reino de Dios recibieron los apóstoles poder para gobernar la sociedad cristiana i condu- cirla a su objeto. La iglesia según la institución de .lesu-Cristo debía ser visible, necesitaba por consiguiente para su gobierno de una disciplina esterior. El espíritu de osla soci''dad se alimenta de las virtudes que comunica a sus miembros por me- dio de los sacramentos; pero su cuerpo, formado por la reunión de los lióles, no pue- de vivir sinó teniendo en su seno un poder soberano que lo rija. .lesu-Crislo lo cons- tituyó en efecto, i la iglesia sometida al poder temporal tendria sus brazos atados ])ara desempeñar las funciones que le asignó su lundador; no podría tan de cerca prolejer la doctrina ecuménica, arreglar la disciplina eclesiástica, c imponer penas espirituales. La iglesia, he dicho, recibió de su fundador una autoridad puramente espiritual, instituida en la tierra, como dice un sabio, para sostituir un principio espiritual al principio material de la antigua civilización — se unió con la sociedad civil sin confundirse, su misión era renovar al jénero humano. Encarnó, por decirlo asi, en la vida temporal de los pueblos, pero con un alma pura adhesión, mas no su jeta a un cuerpo mortal. Mas si es verdad indisputable i reconocida hoi por lodo cl- mimdo, que el poder déla iglesia por su naturaleza es espiritual, no es menos cierto que es independiente del poder temporal dentro de sus limites espirituales. El Yerlx) divino puso en lincas paralelas dos autoridades pcrfectámenle iguales, Dios i el Cesar, el poder espiritual i el poder temporal. Sobre lodo el jénero humano reinan estas dos po- testades, pero sus atribuciones deben estar separadas por limites tan precisos que aun cuando cada una desarrolle su autoridad en toda su estension, no ofenda a la otra. El objeto de ambas es esencialmente diverso; la temporal podrá allanzar los gobier- nos conmovidos por las facciones, estrechar los vínculos sociales, i prolejer liberal- mente las arles, las ciencias i el comercio; pero nunca alcanzará mas que al cuerpo, porque las leyes humanas no conocen sino los actos esteriores, los hechos pcrcepti- l)lc3. .Ningún poder del mundo puede mandar en la persuasión de los hombres; los su- jetará con la fuerza, si quiere; pero no dominará su voluntad. Solo el poder de la igle* sia habla en sus preceptos a la voluntad del hombre i tiene derecho para imponerlo la estrecha obligación de creer lo que ha delinido una vez, porque su autoridad viene de lo alto sellada con la promesa da la infalibilidad. El poder civil debe pues envis- ta de esto amparar siempre a la iglesia, i esta como tierna madre abrazarlo con el ós- culo de la caridad, pero jamas consentir en que aquel usurpe sus derechos. Si ambos poderes guardaren esta armonía, entónces las dos sociedades se prestarán mutuos so- corros i contribuirá la una al esplendor de la otra. Habéis considerado, señores, el poder espiritual e independiente de la iglesia en las funciones que le son propias desde su orijen hasta nuestros dias; él ha triunfado en todos los combates, vencido a toda clase de enemigos i marchado con gloria en todas parles. El mundo ha podido conmoverse, los imperios caer, pero el poder de la Iglesia subsiste sin mengua algu- na en la persona de aquel que dijo un dia al primero de sus Apóstoles: tú eres Pedro i sobre esta piedra edificaré mi iglesia i las puertas del infierno nó prevalecerán con- tra ella; Tu es Pelrus et super hanr petrnm difiraba eclesiam meum, el portee úiftri ñau ¡irrnlehuh/ udrersiis ram. ACTAS ÜEI. SESION DEL 2 DE AGOSTO DE IS5I. Presidió el señor Redor i asistieron los Señores Sazie, Gorbea, Meneses, Blanco*» Doineyko, Solar i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión dal 26 de julio, el señor Rector confirió el grado de Licenciado en Matemáticas a don Manuel Salustio Fernandez i el de Bachiller en Leyes a don Francisco Puelnia. — A continuación se dió cuenta: l.° De un oficio del señor Ministro de Relaciones Esteriores trasmitiendo copia de la aceptación que con fecha 12 de mayo último ha hecho el Cónsul de la República ®n Paris del encargo de remitir a esta Universidad las obras periódicas que se pidan, prometiendo llenarlo con todo el celo i exactitud posible. Al mismo oficio se adjunta una relación, enviada por el propio Cónsul, de las principales obras periódicas quo se publican en Francia i su costo anual; i como hai entre ellas algunas a que no ha- bla acordado antes el Consejo suscribirse, determinó hacer estensívos sus anteriores encargos, a las siguientes: «Anales de Caridad; revista mensual destinada a la, discusión i examen de las cues- tiones que interesan a las clases pobres. «Diarios de los sabios — mensual. «Anales de los viajes i de las ciencias jeográficas id. «Revista de ambos mundos id. «Revista de la instrucción pública en Francia i en el cslianjcro. —309— tíllevista cientilu’a e industrial. A, indicación del señor Gorbca se resolvió también pedir de cuenta del Musco la siguiente: «Anales de las ciencias naturales;» que dijo el mismo señor ser mui necesaria pa- ra aquel establecimiento. En 2." lugar se dió cuenta de cinco oficios con que los cinco Señores Decanos de la Universidad trasmiten las actas de las sesiones recientemente celebradas por sus res- pectivas Facultades, a fin de formar las ternas que han de pasarse al Supremo Go' bierno para la elección de los individuos que han de funcionar como tales Decanos en el próximo bienio. — Dichas ternas, compuestas: de los Señores Prebendado don Pe- dro Reyes, R. P. Fr. Domingo Aracena i Presbítero don José ¡\Ianuel Orrego la de Teo'ojía; de los Señores Meneses, Echevers i Palma la de Leyes; Tocornal, Padin i Rallcster la de Medicina; (¡orbea. Puente i Domeyko la de Matemáticas; i Varas, fiana i Garcia Reyes la de Humanidades, se mandaron comunicar al Supremo Go- bierno para los efectos consiguientes. Pero el señor Rectorexijió que en el acta de la Fa- cultad fie Leyes se hiciesen antes las siguientes rectificaciones, de que habia menes- ter para su completa exactitud: donde dice: «Para salvar estas dificultades el señor Rector fijó la siguiente proposición para « que se volase sobre ella: debe o no repetirse la votación?» deberá ponerse: «Para salvar estas dificultades, el señor Rector fijó la siguiente proposición para « que se votase sobre ella: el voto emitido por don Pedro Fernandez debe conside- « raric como en blanco, o repetirse la votación?» i donde dice: «El señor Rector contestó que no habia necesidad de votar sobre esto, porque era « el tro como la luz del dia que tal acto era prohibido, deberá sustituirse: «El señor Rector contestó que no habia necesidad de votar sobre esto, porque era « claro como la luz del dia que tal votación era irregular. — » Por las mismas actas que acaban de mencionarse, consta que la Facultad de Teolo- jia ha clejido por tema para la memoria que en ella se haya de premiar el año veni- dero de 1852, «Un trabajo sobre la historia eclesiástica del pais desde 1808 hasta la muerte del « señor Vicuña.» La de Leyes i ciencias políticas el siguiente: «¿En qué jénero de causas debe admitirse la prueba testimonial, i a qué reglas de- be sujetarse en las causas en que se admita?» La de 3ícdicina; Indicar las causas de ciertas enfermedades que aparecen cada dia con frecuencia, tales como las afecciones del hígado, las enfermedades del corazón i de los vasos san- guíneos, la sífilis, la tisis tuberculosa, la disenteria i otras. Insistir sobre las particu- laridades que presentan en Chile durante su curso i en sus terminaciones: indicar i discutir los medios mas oportunos que deban adoptarse para prevenirlas i para cu- rarlas.—» La de ciencias matemáticas i físicas: «Una descripción de todas las especies de minerales de plata de Chile, con indica- ción de los métodos de beneficio que a cada una de ellas conviene. — » La de Humanidades no ha podido todavía hacer esta designación. A mas de todo esto, por la acta de la Facultad de ciencias matemáticas i físicas, de que ya se ha hablado, aparece que dicha Facultad ha acordado se haga presente al Gonsejo la necesidad de proponer al Supremo Gobierno el nombramiento de vine- —310--^ vos miembros para hacer cesar los ¡nconvcniontes de la (‘srascz (¡uc de ellos sufro en la actualidad, designando al efecto los siguientes individuos que ajuicio de la Facul- tad merecen ser incorporados en ella.- Don José Gand irillas, don José Basferrica, don Antonio Uamirez, don José Zójers, don Amado Fissis, don Juan de la Cruz Sotoinayor, el doctor Jlocsla i los Señores Jarrier, V'elazco i Alvarez Condarco. El señor Gorbea, recomendando esta propuesta de la Facultad de Jlatemáticas, di- jo que es tan reducido el número de miembros útiles con que olla cuenta, que no pasan de 5. Los demas, sobre ser pocos todavía, están continuamente empleados en comisiones fuera de la capital. De aqui pues la imposibilidad dé dar estension a ¡os trabajos, i el recargo consiguiente de los miembros hábiles en cuanta tarca ocurre, hasta el punto que los Señores Decano i Secretario son los únicos de que ha podido componerse el último año escolar la comisión destinada a presenciar los exámenes de ramos a dicha Facultad pertenecientes, que en los colejios públicos se han rendi- do.— En vista de estas razones acordó el Consejo se trasmitiese al Supremo (iobierno la propuesta de que se ha hablado, para que elija los miembros que juzgue conve- niente. Continuóse dando cuenta: 3.“ De un informe de la comisión de Cuentas del Consejó sobre la presentada por el Secretario de la Facultad de Matemáticas, de los fondos que han entrado en su poder durante el primer semestre del presente año. En virtud de ese informe la refe- rida cuenta fué aprobada, mandándose pasar a la caja universitaria el sobrante de 88 pesos 7 i cuarto reales, que resulta. •í.° De un informe de la comisión de la Facultad de Leyes (pie examinó a don Jo- sé de la Cruz Cisternas, sobre la solicitud que ha hecho este individuo al Supremo Gobierno para que se le admita a nuevo exámen. Aunque la comisión considera que es un mal digno de remedio la costumbre que han enlabiado los examinados repro- bados de ocurrir al Gobierno para que les dispense el (iempo que según el Regla- mento debe transcurrir para presentarse a nuevo exámen, con todo, atendiendo a que en el caso presente la comisión ha recibido informes favorables al examinando, dos miembros de ella han sido de parecer que se le rebajen las dos terceras partes del tiempo, otros dos de que la mitad, i finalmente otro de que todoel tiempo que el Supremo (¡obierno tenga a bicn.^Sc mandó trasmitir al señor Ministro de Instruc- ción Pública este informe en contestación — 5. ° De un oficio del Secretario de la Junta de educación de Concepción, remitien- do los estados jenerales de la instrucción en los departamentos de Rere i Puchacai, que faltaban para el completo de todos los correspondientes a aquella provincia. — Se mandó acusar recibo i dar cuenta del resultado de estos dalos al señor .^linisiro de Instrucción Pública, por si aun fuese tiempo de insertarlos en el estado jeneral que se le ha trasmitido. 6. ® De una solicitud de don Miguel J. del Fierro relativa a que se le permita ren- dir durante la práctica los exámenes de jeografia i cosmogaafia, úiTicos que le fallan de los requeridos a los que se hallan en su caso para el grado de Rachiller en Leyes; El Consejo accedió a esta solicitud por estar fundada en las mismas razones que las anteriores de su especie. Se levantó en seguida h sesión. —311 — mm DEL 9 DE ilfiOSTü DE !8ol. Prosldlua por el señor Redor, presentes los señores Gorbea, Meneses, Blanco, Do- meiko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión de 2 del corriente, se dió cuenta: I líe un informe del scFior Decano de Watcniálicas sobre la solicitud elevada al Supremo Gobierno por don Ricardo Rcyuals, para que se le admita a la práctica de agrimensor, sin necesidao de rendir los exámenes que para los que siguen los cur- sas de iMa temáticas, se agregaron el año 43. El señor Decano dice: que por el ccrli- ficado de un profesor del Instituto de Concepción, presentado por el solicitante, apa- rece babor rendido éste el exámen de Arilmética clentifica el año de 1843, i que fue aprobado. Mas por los certilicrdos espedidos por el Rector del Instituto Nacio- nal, consta que en 5 do diciembre de 1846, dió el mismo exámen de Aritmclica en osle eslabb'cimicnto. Por tal motivo creo que Reynals se halla en el caso de rendir los exámenes de todos los demas ramos que para llegar al fin que el pretende se exijen a los alumnos del Instituto Nacional. — Con esta exposición, i teniendo pre- sente el Consejo que, en virtud de babor repetido Reynals el exámen de Aritmética en 1846, debe presumirse que principió entonces no mas su carrera, opinó, como cl señor Decano, que no ba lugar su petición; pero que es al mismo tiempo equitativo, sobre todo si .se atiende a las notas de distinguido que ba reportado en una buena parle de sus exámenes, se le reciba desde luego a la práctica, bajo la condición que durante ella baya de rendir los exámenes accesorios de Gramática Castellana i de Historia, que son los únicos que le fallan. — En este sentido ordenó informar al .Supremo Gobierno. 2." De una nota con que los Directores del colejio de Romo i Guillou acom- pañan el estado de su establecimiento. — Quedó en tabla para su exámen; i se dis- puso entretanto hacer presente en contestación a dichos Directores que en adelante di ben atenerse sobre este particular a lo dispuesto por el Supremo Decreto de 9 de agosto del. año próximo pasado, última disposición qne ha arreglado lo relativo a la época de tales remisiones. Continuó en seguida el exámen del proyecto para la enseñanza de la Agricultura, presentado ya en estrado por don Luis Sada. — Después de alguna discusión sobre el particular, quedaron decididos los puntos siguientes: 1.“ Que el señor Sada quie- re principiar dando a esa enseñanza en Chile una estension absolutamente irrealiza- ble en las circunstancias presentes, i que aun podria perjudicar a su buen éxito futuro. 2." Que adoptando su plan de hacer forzoso esc estudio para los que sigan la carrera de la Agrimensura, se impondria a éstos una obligación demasiado onerosa, que retraeria a ranchos de adoptarla, sobretodo, cuando en cl dia ofrece ya tan po- cos alicientes; i por último, qt¡e los inconvenientes de tal medida no serian debi- damente compensados con sus ventajas. La única de alguna consideración que ofre- cerla a personas que tan poco se ocupan de agricultura como los agrimensores, se- ria la de un mejor conocimiento de ’os terrenos para cuando se hallen en cl caso de hacer una tasación de esta naturaleza; i es indubitable que sobre este punto los co- jiocimienlos prácticos que da la simple espcriencia, son frecuentemente un guia mas seguro que los científicos, sujetos a mil modificaciones según las localidades i los accidentes del clima, etc.— 3." Que con respecto a la institución de injenieros en todas las provincias, propuesta también por Sada, a fin que a ellos se les encarguen —313- í’iinnlas obras liayan de emprenderse en ellas, parece igualmente que son do otra naturaleza los estudios que ellos deben seguir con preferencia, aun cuando el (Go- bierno se decida por su establecimiento. El estudio de la Agricultura seria pan ellos de segundaria importancia, pudiéndose aplicar a dichos injenieros cuantas re-* flexiones se han hecho acerca de los Agrimensores. Haciendo por otra parle unos i otros estudiantes sus cursos en el Instituto Nacional, se les someleria a un duro gra- vamen obligándolos a concurrir por tantas horas i con la frecuencia que Sada exije, al curso de Agricultura. En mucho mejor aptitud se hallarian para el efecto los alumnos de la Escuela Normal; i es de advertir, como ya se observó en la anterior sesión en que se discutió este mismo asunto, que el conducto de tales alumnos es inllnitamente mas realizable, seguro i eficaz para la consecución del objeto mismo que Sada lleva en mira, de difundir con la posible prontitud por toda la República los mejores conocimientos sobre el ramo que profesa — -i.® i último, que el sistema que propone para conseguir la mejora de las costumbres de los proletarios es irrea- lizable en la situación actual del pais; i esa mejora que tan justamente se desea, solo en fuerza del tiempo, de la educación pública i del progreso jeneral en que todo marcha, podrá venir. Tales fueron las resoluciones acordadas por Consejo, resultando en detiniliva la Opinión de que, para difundir la enseñanza propuesta sin una violencia acaso per- niciosa, no deben seguirse por ahora otros medios qu(í los que ya tiene adoptados i ha comenzado a plantear el Supremo Cobierno, agregándose el de suministrar no- ciones prácticas sobre ese ramo a los alumnos de la Escuela ¡Normal, en cuanto fuese posible. En este sentido se dispuso informar al Gobierno, en caso que oficialmente solicite la opinión del Consejo sobre los planes de Sada; i se levantó la sesión. mm DEL 23 DE AGOSTO DE 1851 . Presidida por el señor Rector, con asistencia de los señores Sazie, ¡Molieses, Rlati- co, Homeiko, Solar i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión precedente, se dió cuenta de Cinco oficios del señor ¡Ministro de Instrucción Pública, trascribiendo otros tantos supremos decretos por los cuales se nombra Decanos: de la Facultad de Teolojia, al señor Prebendado don Pedro Reyes; de la de Leyes i ciencias políticas, al señor Prebendado don .luán Francisco IMencses; de la de .Medicina, a don Fran- cisco .lavier ToCornal; de la de Ciencias ¡Matemáticas i Físicas a don Andrés .Antonio de Gorbea; i de la de lluinanidades al señor ílinistro actual del Interior, don .An- tonio A'aras: todos propuestos en el primer lugar de las re.spcctivas ternas. — Se man- daron trascribir los antedichos decretos a los señores Decanos actuales, para los efec- tos consiguientes. Con motivo del ascenso al Decanato del Secretario de la Facultad de.AIcdicina, don F'ranc.isco Javier Toenrnal, propuso en seguida el señor iMencscs la cuestión de si se deberia entender por tal a.scenso vacante dicha Secretaria, i j)rocedcrse en conse- cuencia a nombrar un nuevo secretario en propiedad. A lo que se contestó que sien- do ese último cargo perpetuo, i el de Decano temporal, debia presumirse que el as- censo a este no se oponía a la retención de aquel; i que siempre í[ue ocurra un ca.so semejante, deberá nombrarse en la forma establecida un secretario interino, por el tiempo de la permanencia del propietario en el Decanato. —313— Preguntó luego el señor Rector al señor wSolar si está ya planteada en el Instituto la enseñanza de los Códigos de Minas, comercio, guerra i marina, recientemente prescrita por el Supremo Gobierno. El señor Solar contesto que aun no ha llegado el caso de comenzar esa enseñanza, porque en la clase a que se la ha puesto anexa están actualmente concluyendo su práctica los que se habian incorporado a la su- primida Academia ántcs de esa decisión. Agregó sin embargo que en su concepto no se ofreceria mayor dificultad para la conclusión de esos nuevos estudios en los dos años de la práctica, tan pronto como se hubiesen redactado los textos necesario^ para ellos. No ocurriendo otro asunto de que tratar, se levantó la sesión. SESIOJI DEL M DE ACOSTO DE 1851. Presidió el señor Rector i asistieron los señores Decanos Meneses, Blanco, Reyes i Tocornal que se incorporaron en la presente noche, Domeyko, Solar i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión del 23 del corriente, el señor Rector confirió el gra- do de Licenciado en Teolojia, a Fr. Cárlos Emilio León, asistiendo al acto de la pro- testación de la fe el señor don Pascual Solis Ovando, por comisión del señor Maes- tre-Escuela.— En seguida se dió cuenta: 1. “ De un oficio del señor xMinislro de Instrucción pública comunicando un supre- mo decreto en que se reduce a seis meses el plazo de un año que, según el Reglamen- lo de grados de la Universidad, deberia trascurrir para que se admitiese nuevamente a exáruen para el grado de Licenciado en Leyes, al Bachiller en la misma Facultad, don .losé de la Cruz Cisternas. — Se mandó trascribir al señor Decano respectivo para conocimiento del interesado. 2. ® De una nota del señor don Antonio Varas en que, al mismo tiempo que mani- fiesta su gratitud acia la Facultad de Humanidades por el testimonio honroso que le ha dado colocándole en el primer lugar de la terna para Decano, hace lorrnal re- nuncia del nombramiento que en consecuencia le ha hecho el Supremo Gobierno. Las luncioncá en que actualmente se halla, i sus determinaciones para tan luego como a- quellas terminen, le imposil)ilitan para el desempeño del Decanato. Ruega por h> lanto al señor Rector se sirva elevar su renuncia tan luego como sea posible. — Se or- denó trascribir este oficio al señor Ministro do Instrucción pública para que S. E. delibere lo que estime oportuno; i decir en contestación al señor Yaras que es mui sensible al Consejo que los motivos que alega le imposibiliten de prestar en este des- tino su apreciable cooperación. 3. ® De una solicitud de don Bruno Montt, relativa a que se le permita rendir du- rante la práctica los exámenes de Aritmética i de Gosmografia, únicos que le faltan de los requeridos a los que se hallan en su caso, para obtener el 'grado de Bachiller en Leyes i ciencias políticas. El Consejo accedió a esta petición por estar fundada en las mismas razones que las anteriores de su especie. 4. ® De otra solicitud de don Luis Berthon, oficial de sanidad por la Universidad de Montpeller, en que expone que, habiéndose contraido a la especialidad de oculis- ta, i practicado en varios paises de Europa todas las operaciones concernientes a este ramo con el mejor éxito, según lo acreditan los certificados que presenta, pide una autorización de la Universidad para ejercer en Chile su especial profesión, agregando algunas reflexiones sobre la conveniencia de otorgarla, a semejanza de lo que se 41 —314— practica con los flebolomistas, los que ejercen la Obslelricia etc. Se mandó pasar en informe al señor Decano de ¡Medicina. Después de esto el señor Rector dijo: que habiendo sido reemplazados en los Deca- natos de las Facultades de Teolojía i de Medicina los señores Eizagnirrei Sazie, creía que el Consejo se hallaba en el caso de cumplir con un deber respecto de ambos. Por lo ([ue hace al señor Sazie, notoria es al Consejo la exactitud con que el ha desempeña- do tos deberes de su cargo i los servicios que presto a la Universidad i al público. Su constante asistencia a las sesiones de este cuerpo, el talento i recto juicio que acos- tumbraba desplegar en sus discusiones, ilustrándolas ademas por el estenso Conoci- miento que poseía de cuanto se practica en las Universidades i colejios principales do Europa, fueron siempre auxiliares poderosos de esta corporación desde su estable- cimiento; i le distinguieron tanto como su vasta instrucción en la Facultad a que per- tenece i su laudable celo por el progreso de la ilustración. — Por lo que respecta al señor Eizaguirre, no son ménos palpables sus servicios en el Decanato. — El Consejo conoce el grande impulso que su celo comunicó a la Academia de Ciencias sagradas i a la mejora i progreso de los estudios entre los Regulares, su meritorio i extenso trabajo sobre la Historia Eclesiástica de Chile, su activa exactitud en el desempeño de sus deberes, i en fm el notable recto juicio que manifestó siempre en las delibe- raciones del Consejo, a que nunca dejó de concurrir sino en casos de imposibilidad. — Servicios, pues, i méritos tan señalados, hacen a los dos individuos que acaban de espresarse, demasiado acreedores a un especial testimonio de gratitud de parte de es- ta corporación; i asi lo proponía para que el Consejo se sirviese acordarlo, si lo cre- yese conveniente. El señor Meneses tomó la palabra para apoyar la propuesta del señor Rector, aña- diendo que creía de tanta justicia esa manifestación, que él mismo se habría anti- cipado a proponerla, si no hubiese esperado que el señor Bello tomaría, como le corresponde, la iniciativa. Que mucho mas que se dijese sobre los méritos de los señores Sazie i Eizaguirre, aun no seria exajerar, como consta a todos los miembros conciliarios. Habiéndose manifestado en todo el Consejo la misma uniformidad de pareceres .sobre este particular, quedó acordado que se dirijiesc la distinguida manifestación propuesta, a los señores Eizaguirre i Sazie. Se procedió en seguida al exámen del estado del colejio de Romo i Guillou, co- rr.apondienle al 2." semestre del corriente año; i como se observase que sobre un total de 127 alumnos, que compone su dotación, solo 17 aprenden el Catecismo, sin que aparezca otra ninguna clase superior de relijion, se acordó pedir esplicaciones a los Directores sobre tan reducida enseñanza de ese ramo; con lo que fué levanta- da la sesión. LEYES I DECRETOS DEL GOBIERNO. » Santiago, agosto i 4 de i85d . Vista la terna formada por la Facultad de Teolpjia de la Universidad de Chile, i me ha presentado el Rector de dicha Universidad, en uso de la facultad que me confiere el articulo 4.° de la lei de 19 de noviembre de 1842; vengo en nombrar pa- ra Decano de la espresada Facultad deTeolojia al Prebendado don Pedro Reyes, que rae ha sido propuesto en primer lugar. Tómese razón i comuniqúese. — Buljses. — Máximo Muxica. Santiago, agosto i4 de 1S51 . Vista la terna formada por la Facultad de Leyes i ciencias políticas de la Univer- sidad de Chile, i que me ha presentado el Rector de dicha Universidad, en uso de la facultad que rae confiere el articulo 4." de la lei de 19 de noviembre de 1842; vengo en nombrar Decano de la espresada Facultad de Leyes i ciencias políticas al Preben- dado don Juan Francisco Meneses, que me ha sido propuesto en primer lugar. Tómese razón i comuniqúese. — Bulnes. — Máximo Muxica. — 31G— Sanúago, agosto 14 de 1851 . Vista la lerna formada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, í que me ha sido presentada por el Rector de dicha corporación, en uso de la facultad que me confiere el articulo 4.° de la lei de 19 de noviembre de 1842; vengo en nom- brar para Decano de la Facultad de Medicina a don Francisco Javier Tocornal, que me ha sido propuesto en primer lugar. Tómese razón i comuniqúese.— Rulnes. — Máximo Muxica. Santiago, agosto 14 de 1851 . Vista la terna formada por la Facultad de Ciencias Matemáticas i Físicas de la Uni- versidad de Chile, i que me ha presentado el Rector de dicha corporación, en uso de la facultad que me confiere el articulo 4.® de la lei de 19 de noviembre de 1842; ven- go en nombrar para Decano de la espresada Facultad de Ciencias ¡Matemáticas i Fí- sicas a don Andrés Antonio de Gorbea, que me ha sido propuesto en primer lugar. Tómese razón i comuniqúese. — Bolees.— Máximo Muxica. FACULTAD DE IIUIIANIDADES. DISCURSO pronimciado por el profesor del InslihUo Nacioymly DON FRANCISCO VARGAS, eu la Solemne distribución de premios celebrada en aojiiel establecimiento el dia 30 de Setiembre de 1851. Jóvenes alumnos: El Consejo de Profesores, que ha querido designarme para que os dirija la pala- bra en este momento solemne, me ha hecho órgano de sus ideas i sentimientos res- pecto de vosotros; i yo, al desempeñar este cargo, solo deseo que mi palabra lleve a vuestros corazones una impresión viva i duradera de la importancia del acto que aca- ba de pasar a vuestros ojos. ¿Qué significa, jóvenes alumnos, esta grave ceremonia? ¿Qué es lo que ha traido a este recinto esta porción de distinguidos ciudadanos? Pregunta es ésta que no du- do os la habréis dirijido ya interiormente a vosotros mismos; pero el alborozo de que hoi están impregnadas vuestras almas ardientes, habrá quizá embargado vuestros en- tendimientos,'i negado la respuesta que pedis. Templad por un momento el entusias- mo que os arroba, i parad vuestra consideración en el gran pensamiento que hoi ani- ma a la patria, i de que vosotros sois el objeto. Si echamos una ojeada sobre la carrera de la humanidad, se abisma la inlelijencia al contemplar esc movimiento constante de ideas, esa continua ebullición intelectual, que de grado en grado ha ido trasformando el mundo. El autor del hombre ha que- rido sujetar su obra a lalei imprescriptible de la actividad. Dotada esta criatura predilec- ta de una fuerza invisible, pero poderosa, que reside en su cabeza, fue destinada a ser el complemento de la creación; i Dios en cierto modo so habria desmentido a si mismo, si de sus manos no hubiera salido el ser (|ue dobia empuñar electro del universo. RecorricH’ —318— do el liomhrc con su mente los órdenes l'isieo, inlelecln tl i mor;il, nutre su alma de rnncepciones de Imlo jéiiero, i en seguida se propone realizarlas, darles, por ileeirlo asi, lina vidi eslerior. !ja taz del mundo de hoi no es la faz del inundo primitivo^ hii de una a otra una inmensa distancia. El hombre, en el largo discurso de los si- glos, ha recorrido toda la tierra, ha exiuninado sus entrañas, ha trepado a sus mas altos montes, ha señoreado el océano, ha esplorado el firinamento, se ha estudiado asi mismo, escudriñando los escondidos senos de su alma i de su corazón; i de todo este trabajo jigantesco ha resultado el imponente asiiccto que hoi presenta al mundo que habitamos. Soberbias ciudades, majestuosos templos, naves que enlazan los di- versos [uintos del globo, maravillas todas de la industria, instituciones domésticas i políticas, orden social, todo ha tenido su primera existencia en la cabeza del hombre, tollo ha sido elaborado en ese misterioso taller, i oportuna i gradualmente se ha ido esteriorizando hasta rormar el maravilloso conjunto que hoi arrebata nuestras mira- d is. l/os diversos órdenes de cosas que han aparecido en todas las épocas del mundo, son un trasunto liel de los que el hombre ha concebido i formado en su mente. I.a iiilelijencia humana es la vida del mundo: suprimidla ' por un momento, i lo veréis convertido en un vasto sepulcro. Hé aquí por qué todos los pueblos cultos han prestado conslaritemente una aten- ción tan séria al cultivo de la inlelijcncia; he aqui porqué todos ellos han creado es- tablecimientos destinados a formarla i a nutrirla. En esas casas es donde cada jene- raeion, depositarla del caudal de luces que la humanidad ha conseguido allegar a oosta de tantos sudores, va poco a poco trasmitiendo el tesoro a manos de la jencra- cion que se levanta a sus ])ies, para que esta, a su turno, lo conserve i acreciente: en ellos es donde las jóvenes jeneraciones, escuchando en reuniones diarias la voz de suj maestros, reciben una por una las piedras de que debe construirse el edificio del por- venir: en ellas es donde se forma dentro del alma del jóven el mundo que mas tarde ha de salir a luz. Eas instituciones destinadas al cultivo de la intelijcncia encierran el jér- nien de la dicha o de la desventura de la humanidad: si en ellas se siembra la semi- lla fecunda de la verdad, el porvenir del linaje bumano se columbra preñado de res- ])landores i de vida; mas si el terreno lo ocupan erróneos principios, mentirosas má- ximas, ese porvenir no puede ser sino de eterno luto i de amarguras sin cuento. i’ero no es la intelijcncia la única parte de nuestro ser moral que merezca aten- ción i cultivo. El corazón, la patria de nuestros afectos, reclama también solícitos cuidados. Cuanto es inqiorlanU; la recta dirección del espirito, tanto lo es el acertado cultivo de nuestro corazón. El alma del hombre no se eleva a la contemplación de la veril id, ni consigue conocerla, sino cuando su corazón está revestido de nobles ins- tintos i benévolos afectos. Si pasiones ruines llegan a dominarlo, si el egoísmo lo oprime con su mano helada, el csiiiritu, agoviado de afrentosas cadenas, solo se mueve en una esfera estrecha. El hombre que posee un corazón nutrido en senti- mientos nobles i jenerosos, mira a sus semejantes i al mundo todo con ojos mui di- ferentes que el que se halla avasallado por el vicio o por pasiones bastardas. El pri- mero está siempre en aptitud para encumbrarse libre a las sublimes rejiones de la verdad i de la íilosofía, desde donde mira el gran todo en su verdadero punto de vista; al paso que el segundo divisa al hombre i a las cosas desde una cárcel estrecha i solo le es dado mirarlos por la faz que halaga a la pasión que le domina, lié aqu¡ por qué la elevación de alma es hermana de la pureza i jencrosidad de sentimientos, i por qué el cultivo de la inlelijencia es inseparable del cultivo del corazón. Desde que nuestra patria, sacudiendo las cadenas que la lenian atada a otro hemis- ferio, tomó su puesto en la lila de los pueblos libres, dirijió su pensamiento al por- viuiir; i encontrando su gloria i su ventura venideras en la intclijencia i el corazón de las jóvenes jeneraciones, se dedicó a cultivarlos con solicito empeño, sembrando •'■n ellos las semillas ile la ciencia i de la virlud. l*or tso creó Ilícito eslc cslahleci- iniento, duiule lian recibido el pan de la inslniccion laníos cbilenos bcneniérilos: por eso b) lia atendido con palernal cuidado en todo el discurso do su existencia polilica. Sus esperanzas no lian sido frustradas: su marcha próspera i los bienes que hasta el présenle ha conquislado, son frulos del jermen de vida que en esle lugar han recibi- do sus hijos. Vosotros sois los que en la época presente habilais esle recinto. Vuestras almas son las (]uc ahora reciben las lecciones de la ciencia, i en vuestros corazones se están sembrando las semillas de la virlud. De vosotros depende por tanto el porvenir de Chile, lié aquí por qué sois ahora el objeto en que la patria tiene fija su mirada. Meditad, jóvenes alumnos, esle acto tan solemne, i comprended el espíritu i el pen- samiento que lo enjeiidra. .\o es esta una vana eslerioridad: os una revelación impo- nente i augusta de la conciencia íntima de los eliilenos. Penetrados de que la cien- cia i la virlud labrarán la felicidad futura de la patria, han venido a rendirles un homenaje sincero. Veis aípií muchos ciudadanos ilustres; veis aquí a vuestros padres, vuestros deudos, vuestros amigos, vuestros profesores; lodos ellos están animados de un mismo entusiasmo, de un mismo regocijo, ])orque todos ellos piensan en vosotros. Kn la conciencia de cada uno se alza una voz que con elocuencia muda le dice; la ventura de la patria tiene un jénnen, porque sus hijos ilustran su entendimiento i educan su corazón; la ciencia i la virlud ganan terreno, i llegará un dia en que esas semillas i»roduzcan sazonados frutos. A vosotros, alumnos premiados, os correspon- de mui particularmente penetrar el sentido de esta importante ceremonia. Vosotros habéis sido vencedores en una noble lucha, i acabais de recibir el galardón debido a vuestros talentos i a nuestras virtudes. La mirada mas solícita de la patria se dirije vosotros. Su pensamiento, espresado elocuentemente por medio de esta manifesta- ción que hice una parte escojidade sus hijos, está puesta en vosotros. — Ella se regoci- ja en uicstras glorias, i os felicita cordialmcnle el dia de vuestro triunfo. Grabad en vuestra memoria con caracteres eternos el magnífico espectáculo que acabais de presen- ciar, i en el que habéis hecho un papel tan distinguido. Si en la carrera de la vida alguna pasión ruin invade vuestro corazón i pretende avasallaros, haced revivir en él las gratas emocioms que boi habéis recibido, i decios interiormente: buho un dia en que la patria nos miró con tierna sonrisa, i en que nosotros le infundimos fe en su porvenir, porque fuimos laboriosos i honrados. Su diciia no pueden labrarla corazo- nes envilecidos. ¡Nuestro deber es corresponder noblemente a las esperanzas que la alentaron en aquel dia de júbilo. Ved aquí que el documento que acabais de reciliir como testimonio de vuestra laboriosidad i de vuestra conducta sensata, al paso que os da derecho a la deferencia i al respeto de parle de vuestros conciudadanos, os im- pone compromisos sagrados a la par que honrosos. Llenadlos dignamente. I vosotros, alumnos que no habéis participado de los laureles de vuestros compa- ñeros, no penséis que la patria os olvida; también vosotros debeis influir en sus des- tinos, también sois objeto de sus pensamientos on esle dia. La gloria del vencedor debe inflamar vuestros pechos ardorosos, e incitaros a emular santamente la aplica- ción i la virtud que boi han sido coronadas. INo pendre en vuestras almas juveniles la baja envidia; pero sí aliente vuestros corazones el deseo de merecer algún dia los lionrosos títulos que a vuestra presencia han recibido vuestros cólegas. Esta festivi- dad no se celebra solo por consideración a un reducido número de ji'ivenes: ella es nacional, como el sentimiento que la produce, i abraza en su objeto a toda la jenc- racion dedicada a cultivar la ciencia i la virlud. Jóvenes: vuestra intclijencia i vuestro corazón solo lian recibido en esle recinto preciosas semillas; los frulos deberán aparecer mas tarde. Pesa sobre vosotros el deber sagrado de cuidarlos ron vijilantc anhelo. La eienei i i la virtud son plantas — ;Ln)— qufi no pueden creeer loz.inas, si no lienen un riego abundante i eonlinuo. Ellas se niarchilan, i mueren al lin, cuando el alma i el corazón, que son su terreno, han llegado a esterilizarse por la indolencia i la apatía. La ciencia se alimenta de nueva ciencia, i la virtud de nuevas virtudes; i cuando la una i la otra han llegado a nu- trirse i forlalo'.i rsc, entonces aparecen sus frutos sazonados i copiosos. Trabajad, pues, infatigables en el progreso de vuestra intclijencia i de vuestro corazón, si no queréis perder el caudal precioso que con vuestros esfuerzos habéis conquistado. Jóvenes: el porvenir de la patria es vuestro. Penetraos de la importancia de los destinos a que estáis llamados. Mirad los puestos sociales que hoi ocupan los que os han precedido en la carrera de la vida, i tened presente que vosotros debéis mas tarde subir a ellos. Entonces habréis echado sobre vuestros hombros una carga pe- sada, pero honrosa. Preparaos a sustentarla con dignidad i sabiduría. Mirad que habéis nacido en un suelo republicano, es decir, en una tierra donde solo deben imperar los talentos i las virtudes. Estudiad con seriedad i detención el sublime pensamiento que encierra nuestra organización social; i cuando la edad os llame a la vida pública, consagraos con entusiasta desprendimiento a darle realidad en nuestro suelo. La democracia es el fin último adonde ha arribado la lójica huma- na, emprendiendo trabajos asombrosos i haciendo esfuerzos inauditos; i es mui cier- to que las conquistas ilustres del entendimiento solo es dado comprenderlas a las almas que se han enriquecido de grandes ideas por medio del estudio asiduo i de la meditación concienzuda. El porvenir de Chile es un porvenir democrático, un por- venir glorioso de verdad i de justicia; i si vosotros debéis realizarlo, comprendedlo primero; formadlo desde temprano en vuestra mente, para que mas tarde lo deis a luz en vuestras obras. Si la democracia exijo grandes talentos i profundos trabajos intelectuales para ser racionalmente comprendida, reclama también heroicas virtudes para ser realizada. Asi como aquellos alimentos demasiado fuertes exijen en el cuerpo robustez i vigor para que no le sean nocivos, así la democracia pide corazones magnánimos i forta- lecidos por virtudes austeras, para que no se convierta en daño de los mismos (pie de ella intentan aprovecharse. Leer constantemente en su conciencia el libro de sus deberes, hé ahi el fondo del verdadero republicano. En esc santuario misterioso es- cucha la voz de Dios que se los dicta, i (?1 los acata i los cumple con rclijiosa fide- lidad i con santa abnegación. De aqui dimana esa enerjia sublime que le caracteri- za, i que desplega, aun en los lances mas difíciles, siempre que ve comprometidos sus deberes. Entonces recibe con frente serena las amenazas del fuerte , i contesta con desdeñosa mirada a los halagos del corruptor. Riquezas, honores, respetos hu- manos, nada hai que pueda sofocar su conciencia ni acallar la voz del deber. Cuan- do el corazón ha adquirido esc temple elevado que da la práctica de severas virtu- des, entonces es cuando la democracia aparece con todo lo que tiene de grande i de hermoso; entóneos es cuando se desenvuelven a la vista del mundo las colosales ideas i los sublimes sentimientos que ella encierra. Pero si deseáis que vuestros deberes tengan una base sólida, si no queréis que ellos se conviertan en una despreciable quimera, sed sinceramente relijiosos. En las ideas de Dios i de una vida futura ilustradas por el cristianismo, es donde ellos de- ben tener hondas ralees i un asiento eterno. Si esas ideas dominan vuestra mente, os veréis colocados en una encumbrada rejion, donde sereis inaccesibles a los em- bales de las pasiones, e inexorables en el cumplimiento dcl deber. Jóvenes; conocéis el grave compromi.so que pesa .sobre vosotros. Reos sereis de un enorme delito ante Dios i los hombres, si cuando subáis a los puestos desde donde se da iuqmlso a la marcha de la sociedad, lleváis un niez(piino caudal de luc('S o ut» -Í3I — cwmnn roido por viles i)asioues, Vucslra concioncia os rasligara ron negros reinor- dimienlos, i los houibres ron oprobio eterno. . , . Seguid la opuesta sonda:Ised laboriosos i honrados: la Providencia prospri ara vuestros dias, i la patriaos Penará de bendiciones, porrino habréis cumplido honio- samente vuestra misión. MEMORIA súhre e,¡ examen companitiro de la homeopal\a i fdopafin^ leída por el I)> . j)o\ Bkmto (jAkcia Feraamíez anie la Universidad de Cíale ^ en el acto de rccilar el grado de Li~ ecnciado . Señores: La Medicina es la ciencia de curar, ciencia (pie se compone de los hechos obser- vados desde la infancia del arle i de las teorías qne los grandes Maestros han inven- tado para esplicarlos: hechos, observaciones i teorías, he aqiii toda la Medicina. I.os primeros han subsistido en lodos los sistemas, pero las teorías se han sucedido unas a otras como las estaciones i los años. De la constancia de los primeros se ha inferido su utilidad i de la variación de la segundas, el que debian desecharse para siempre. De aqui ese odio eterno que se tiene a las^hipólesis. En hablándose de hechos observados a la cabecera del enfermo, o de las huellas que dejan los males en íl cadáver, todo el mundo cree, pero en hablándose de teorías las mirarán lodos co- mo al humo que salo lleva el viento. De modo que si en el estado actual délas Cieiicias jMcdicas, apareciese una Icoria verdadera del Arte de curar, seria desccliada a priori, sin lomarse el trabajo de examinarla, por la prodisi)osicion que tienen los sabios a mirar con ceño lodo lo que sea esplicacion, lodo lo (|ue sea teoría. Los sabios del siglo, en Medicina, armados del escalpelo i del microscopio, empapados i ensimisma- dos, digámoslo asi en el cadáver, se han olvidado de la vida: para ellos, las enferme- dades no son otra cosa que las alteraciones anatómico-patolójicas que se encuentran en los finados; la ciencia del diagnóstico la encuentran en el cadáver, la fuente délas indicaciones terapéuticas sale del cadáver; el cadáver, cu fin, es el hombre. ^Ciilparémos a los médicos por la dirección malorialista que Inn dado a la ciencia? por mi parle no; seria necesario para hacerlo culpar al espírilu de los tiempos, a la lilosofia i a la humanidad entera; i yo respeto bastante a la humanidad para dirijir- la acusaciones en masa. ¿Quiere verse la raiz del materialismo médico actual? pues bien, elevémonos a la cumbre de la lilosoCia, retrocedamos en el urden de los tiempos, subamos a la torre de ([ue habla Bacon i escuchemos lo que dice este jénio a su siglo: nespíritu, dice, te pierdes en tus conlevtplacioiies, sal fuera de ti, vbserva la naturaleza i encontrarás la verdad.» líacon era espii ilualisla, su siglo lo era también, pero ambos marcharon por el borde de un abismo, en el cual sus discípulos Lokc i Condillac, precipitaron al siglo XVIII. El primero dijo: (^espíritu, no puedes reflexionar mas que sobre las ideas que vienen de afuera, porque no liai otra cosa.» Condillac gritó; «no Iiai (spiritu, lodo es sensaciones; la sensación es la ciencia, yo no soi mas que un con- junto de sensaciones, i Dios las sensaciones del Universo; lodo es material.» El siglo (r yo esta doctrina, i los tiempos i las ciencias fueron materiales. El impulso que venia de arriba i de todas partes lo secundó Broussais en Medicina. £r )ussaises el discípulo lejilimo de la escuela de las sensaciones. Los filósofos hablan dicho que lodos nuestros conocimientos entraban por los sentidos, i el médico de P.iris repitió que el organismo vive por los estimulantes, que la vida se sostiene por los estimulantes, que las enfermedades se producen por los excitantes, que las enfer- medades son todas irrilütivas i que el método anti floji stico es el único verdadero pa- ra curarlas. ¡Sangrías i agua gomosa es toda la terapéutica! Borróse la materia mé- dica de la ciencia. Broussais cometió errores: negó la vida a los líquidos, i el humorismo de Galeno re- nace; negó el principio vital, i el vitalismo de Monlpeller resucita; negó la especialidad ele las causas de las enfermedades, la especialidad de estas mismas, la especialidad de los medicamentos, i todas las escuelas de los siglos anteriores reclaman sus dere- chos, pero en una confusa gritería que nadie se entiende, ni nadie las entiende. ¡Es- tán metidos en el abismo en que la filosofía materialista las hundió! ¡No hai todavía quien les dé una mano amiga p ira salir! Ya que no podemos sacarlas del abismo, dejémoslas en paz, roguemos por ellas, i pasemos a otras consideraciones. Al lado de la escuela de la sensación, nació la escuela panteista, en Escocia, de- sarrollándose i dando sus frutos en Alemania. El panteísmo es un sistema materia- lista con pretensiones de cspii itualismo: me esplicaré tal como yo lo comprendo. La materia condensada forma la tierra, los planetas i los astros; no tan condensada for- ma las atmósferas de estos cuerpos celestes; mas rarefacta, forma el éter que hai en el es[)acio i los fluidos imponderables; mas rarefacta constituye los espíritus, i en el úl- timo grado de rarefacción es Dios que mantiene en armonía lo que está en las esca- las inferiores El hombre en el sistema panteista es lo siguiente. La materia orgánica, i condensada forma los sólidos i líquidos; la materia rarefacta forma los fluidos im- ponderables que nos mantiene en cierta temperatura etc.; mas rarefacta es el fluido nervioso o principio vital, i en el último grado de rarefacción constituye nuestra al- ma intelijenle. N’ueslro cuerpo o la materia condensada que le forma, por el doble movimiento de nutrición, composición i descomposición, se apropia por el primero una parle de la materia condensada del mundo, i le devuelve por el segundo la can- tidad que retuvo en sus órganos por algún tiempo. Nuestros fluidos imponderables, el espíritu vital i el inlelijente se hallan en relación con los de igual clase que exis- ten en la naturaleza. >Ias aun, la materia organizada pasa, en virtud de la rarefac- ción de que es susceptible, a ser principio vital e inlelijente; i vice-versa: en el pri- mer caso se acrecienta o sostiene la vida, en el segundo se deteriora o deja de existir para volver al gran dopúsito universal. De aqui la conclusión ¡muleixfa de /odo iijitof a yo: yo igual a todo. Este sislcma, cuyo espíritu, tal como yo lo he comprendido, es el que acabo de esponcr, aunque su lenguaje no sea lan claro i terminante, ha sido ya juzgado com<* erróneo i absurdo; pero aunque absurdo ha hecho i está haciendo gran pape! en el mundo; i si lia tenido gran boga, estemos seguros que de su seno debe haber salido algún sistema médico, i yo no conozco ninguno que con el panteümo tenga mas alinidad que la homeopatía, a cuya esposicion se consagra principalmente este pequeño tra- bajo. Ya sé que la homeopatía no aceptará al panteísmo como su fuente hlosólica, pero no me importa; al darme yo razón de la homeopatía le encuentro ese orijen; si en el primero hai error i en la segunda verdad, es porque esta sola toma del panteismo la parte buena del sistema, reconociendo como reconoce una intelijencia creadora de todo lo que existe, por encima de ese espíritu panteista. Los errores en Medicina, en política i en las ciencias que tienen por ohjctoci cono- cimiento del hombre, no son errores fundamentales ; solo son consecuencias de un error en filosofía, primera fuente de las ciencias humanas. Por esta razón me he de- tenido un poco en las consideraciones que preceden, i el Tribunal me dispensará una digresión hecha únicamente para desembarazar el camino que voi a seguir en la es- posicion de la homeopatía. Entremos, pues en materia. Al traducir Samuel Hahnneman, en el año 90, la Materia Médica de Cullen, artí- culo quina, fue inspirado como Mewton a la caída de la manzana, de una idea nue- va en Medicina. Si la quina, dijo, tiene la virtud de curar las Ínterin i ten tes, debe tener también la virtud de producirlas en el hombre sano, cuando se administre a la dosis i del modo que convenga. Hizo sus esperimenlos en seguida consigo mismo, llenándose de contento al observar que los síntomas del medicamento correspondian exactamente a las virtudes que se le asignaban. Los síntomas que esperimentó fueron bastante molestos, por lo cual, al repetir los ensayos, lo hizo con menor dosis, i vien- do que aun estas i otras mas pequeñas eran mui fuertes, las disminuyó hasta que la esperiencia vino a demostrarle las que debían emplearse. De aqui el orijen de las do- sis pequeñas o iníiuitesiinales. Las espcriencias de la quina se repitieron con otros medicamentos, obteniendo idénticos resultados; csperiencias hechas por Hahnneman, primero en si mismo i lue- go en sus allegados, amigos i discípulos. Esta serie de trabajos cspcrimentalcs, conti- nuados por el autor hasta su muerte, acaecida en el año 44, hicieron descubrir en los medicamentos virtudes medicinales hasta entonces desconocidas. Con tan abundante copia de materiales, recojidos por la doble csperimentacion del hombre sano i enfermo, publicó Hahnneman su doctrina con el entusiasmo de todo gran reformador, i con las pretensiones hasta entonces nunca vistas de ser el único reformador de la .Medicina, al ménos de sus partes esenciales, la Materia Médica i la Terapéutica. La homeopatía no fué leída en un principio, o si algún sabio se dignó hacerlo, fué superficialmente, lomando a su autor por un visionario, a juzgar por la pol- vareda que después se ha levantado en el seno de las .\cademias, en la prensa i hasta en las mismas enciclopedias médicas que, por hablar de todo, hablan hasta de lo que no entienden. Puede asegurarse que ningún enemigo de la homeopatia ha leido i es- perimentado la nueva doctrina; estudiarla, espcrimenlarla i creer en ella son cosas iguales, por mas prevención que se tenga contra ella i por mas también que sepa uno todos los grandes recursos que tiene la Alopatía. La homeopatía, despreciada en un principio, se ha ido luciendo lugar poco a poco enlrc los s:ihios de ludas las nai ioiies; se halla soniclidíi— lleva consigo. En las causas oonlajiosas del cólera, peste, fu óre ainai illa, ole,, no es rontajiosn lo que vemos i locamos, sino lo dinámico o vital que está oculto. L'n íin, mas allá de los fenómenos que vemos i locamos, mas allá de ese mundo maleria!, Iiai un mundo espiritual, vital o dinámico que lodo lo dirijo i manlienc en una constante armonia. Por esta razón miro la luuncopalia como un sistema que puede referirse al pan- teismo. IjO que acabo de esponer sobre el dinamismo constituye uno de los principios fundamentales de la bomeopalia; el primero según unos, i el segundo según otros, i de aqui dos escuelas: la enseña de los puristas es dmumismo; la bandera de los segundos es similia similibns curantur. Por eso en Madrid, l’aris, Viena, etc., bai en cada capital dos sociedades, una Hahnnemaniana , purista o dinámica, i la otra hnmeopática propiamente dicha. Es jete de la 1.“ en áladrid, Nunez, el primero o uno d;: los primeros liomeópalas del mundo; i jete de la 2.* un caledrátieo de la Facultad de Medicina. I.ocpic separa en la práctica oslas dos escuelas es lo siguiente; los ¡¡rimeros siempre d.in los medicamentos ¡¡reparados bomeopálicamenle, i los se- gundos los dan algunas veres a las dosis que se acostumbra ordinariamente, porque creen que b¡ esencial para curar es buscar el semejante. Pasta ya de dinamismo i entremos ala TI'.RClCnA CUESTION. ¿Con qué se han de curar las enfermedades? La cuestión es mui sencüh, deben curarse con los medios que tengan la virtud de volver la salud al paciente, listos medios son principalmente los ajenies naturales (¡no proceden de uno de los tres reinos mineral, vejetal i animal. Digo prineinalmenle por(¡ue en muchas ocasiones un l¡uon consejo, la variación de réjimen, clima, modo de vestir, etc., bastan para curar ciertas indisposiciones. Pero la cuestión no es esta; la cuestión es saber cómo conocemos la virtud medi- cinal de los ajenies que llamamos medicamentos. La medicina secular conoce su® instrumentos o nicdicamcntos por ba observación en el enfermo, i la nueva u homeo- patia los conoce por la esperimcntacioo en el hombre sano, que llama esperimenta- cion pura, i por la confirmación, digámoslo así, en el enfermo. Veamos qué valor tiene el proceder de la primera. Cuando un medicamento ba sido varias veces ad- ministrado a un crd’ermo i se han visto sobrevenir en su consecuencia ciertas mudan- zas, se le ba condecorado con el nombre de tánico, astrinjenfe, nciiroslénico, etc.) según los casos. La esperieneia en el enfermo: lie aqui la piedra de loque de la ma- teria médica ordinaria. La tradición, la predeterminación a priori por las propie- dades aromáticas o amargas que los sentidos descubran no bastan, aunque dicen pueden servir en ciertos casos. Lo mismo sucede con las propiedades fisico-quimi- eas. La esperieneia en el enfermo viene a resumir el verdadero orijen de las virtu- des medicinales de los medicamentos ¿Qué tiene que oponer a este proceder la homeopatiaV ¿iSo parece racional su marcha cu las investigaciones que se propone? Asi parece, pero la Iiomeupalia opo- ne, i es necesario convenir con ella, que liai siempre peligro de ensayar por primera vez en el enfermo un mcdicamcnlo, sea cualquiera, mayormente si es enérjico. La vida se halla mui impresionable, cnand(¡ la trastornan las causas morbíficas i m¡ puede llevar con indiferencia que un ájente heterqjéneo a su estado, venga a interrunr ]¡ir su reacción conservadora. Este proceder es atentatorio a la vida de los hombres? es un pr(¡eeder bomirida. l no se crea que esto sucede una vez al año i cuando se emplea por I.» vez un medicamento; no; sucede diariamente, porque diariamente se presen 1, a i¡ estados mnrimsos nuevos, contra cuyos (ladecimieulos no se ronoce es- — :VÍO— IH^cilico alguno, i siomln iicrc.saru) haoi'r algo, al mnios para f|iic* rl cnrcniio no <‘5ló sin medicina, el médico tiene (¡ne echar mano de remedios (¡uc a lo mas conoce incompletamente: ¿Cuántas veces no procede por via de ensayo i (anleo? Pero supongamos (pie el proceder es lejílimo i que cslá ecsenlo de inconvenientes; ¿puede conducir al objeto deseado? ¿puede saberse al lin i al calió, con rerlizn, cuáles son las virtudes medicinales de los medicamentos? La homeopalia osla por la negativa i he aqui su razonamiento. Las mndanzis (pie solireviencn di'.spiies de la administración de los remedios, ¿son hijas de los mismos o de la marcha natural de las enlermedades? Para conlesl ir con st'guridad era necesario conocer uno de los estremos que sirven de comparación: el de los medicamentos lo di'sconocemos, pues- to (jue es lo que se trata do encontrar; ¿conocemos por ventura el de las eníermed i- des? Tampoco. Ponjiie ¿quién hasta ahora ha estudiado la paloiojia como un ohjelo de historia natural, sin hacer remedio alguno? I cuidado, (pie solo haciendo este es- tudio es como tendriamos un conocimiento verdadero: tal como hasta aqui se ha hecho, nos ha dado los síntomas del mal modificado por el remedio, i a veces los del remedio mismo confundidos con los de 1 1 enfermedad, por sinlomas propios del mal, \o es esto únicamente lo que la homeopalia opone a la materia mi’dica ordina. ria. Sabido es que por lo jeneral se emplean loi medicameiiKiS mezclados unos con otros; i de una mezcla confusa de remedios, por mas que no se contradigan quimi- camente, no puede deducir.se en buena lójica ipié virtud pertenece a la base, al nyiu danle, al correctivo, etc. Ilisl.i indicar la idea para comprender toda la fuei’za del argumento. Las grandes dosis i su frecuente repetición son también inconvenientes de no pe* quena monta. En una dosis grande, el remedio obra, en parle o en lodo, como un cuerpo estrafio, como una espina por ejemplo, cpie p.ira (¡('.sembarazarsc de él la naturaleza establece reacciones que lo espelan por vinnitos, cámaras, orinas, sudo- res, etc. La virtud dinámica no puede tener lugar por el modo grosero con que se procede. T.a repetición frecuente de la dosis, jeneralmente hecha ántes (jiie la ante- rior haya completado su acción, trastorna el organismo con nuevas reacciones, impi- diendo que dominemos la observación, porque ya ni se sabe por dónde marcha el remedio, ni cuáles son los sinlomas propios de la enfermedad. Pero concedámoslo lodo; supongamos ipie no hai inconveniente en hacer esperi- menlos en el enfermo, que las enfermedades se conocen bien, que los medicamentos se dan puros, que las dosis son pequeñas i que no se repiten fuera do tiempo; con- cedámoslo todo; i a pe.sar de ello el método esperimeiilal en el enfermo, como ha dicho un homeópata español, usado escliisivamenle, seria tan lardio que la celehia- cion del juicio final se veria antes que la averiguación positiva de lo que i'ada me- d cúnenlo era capaz de curar; porque a[iesar de este escrúpulo de procedimiento, no podrían ofrecerse mas que dos medios para averiguar la virtud positiva de los medicamentos: el uno consistiría en ensayar lodos los medicamentos uno despucs de oiro, en un solo caso de enfermedad, a fin rio descubrir 'cuál era aípiclla en quc ejercía una acción verdadcram''nte saludable; i el otro i'onsisliria en administrar un solo medicamento, i siempre el mismo, contra (odas las enfermedades, para ver a < uálde ellas curaba de un modo constante, .seguro i completo. La quina, el mercurio, i el azufre son remedios que la escuela conoce por la espe- rimcnlacion en el enfermo, como el antilipii'o el primero, anlivcnérco el segundo i antiescabioso el tercero; i yo ])regunto;¿hai en la naturaleza, en cualquiera de los (n s reinos, algunos ajenies mas cspecificos (jue la (piina.cl mercurio i el azufre jiara cier. fas intermitentes, ciertas formas de venéreo i ciertas formas ¿Cómo se ha de eurarP Llegamos, por fin, a la cuarta i última cuestión, a la cuestión práctica, a la cues- tión por excelencia. Bueno es conocer al hombre anatómica, íisiulójica i |ialoloj:ca- mente, pero si no sabemos curarle, de poco sirven tales conocimientos. La terapéutica es la piedra de toque de lodos los sistemas; aqui se descubren sus errores o se mues- tra la excelencia do sus principios. Si en medicina se quiere verdad, es la verdad te- rapéutica, la verdad (¡ue cura al paciente, la verdad ipic restablece la salud perdida. Ocurre una duda al tratar esta cuestión, duda o pregunta que a todos se nos ha ocurrido sin que acaso le hayamos dado la importancia que merece. La curación do las enfermedades , gestará sujeta a cierto orden, a ciertas reglas o leyes (jue nosotros podamos conocer? I.a harmonia que vemos en las obras de la l’rovidencia, mundo fí- sico, intelectual i moral, ¿habrá fallado en el hombre en el caso excepcional de cu- rarse sus eíifcrmedades? no es probable, lo natural es que haya una lei que presida estos fenómenos, desordenados en la apariencia. I en tal supuesto vamos a discurrir, como por via do tanteo, a ver si encontramos alguna luz que nos guie sin tropezar cu lo que hasta aqui lia sido un laberinto inestricable. .Si los medicamentos curan las eiilérmedades es porque obran o producen efectos en el organismo que sufre; i estas curaciones solo pueden tener lugar por uno de los cuatro modos siguientes: o curan por (pié la quina cura una fiebre intermitente, al ¡'aso que puede darse razón — 3:í3— (1c cómo el iodo cura las cscrólulas. Esta es la doclrina corricnle; sin embargo, pre- gunto a los cspccilicos: si producís sintomas, si impresionáis el organismo, como lo demuestran vuestras curaciones, ¿lo impresionáis de un modo semejante; contrario 0 hcternjcncoa.\n enfermedad? De un modo hetcrojénco no puede ser, porque vendría- mos a parar a un absurdo; luego o curáis per similia o per contraria. ¿Formularemos la lei terapéutica, contraria contrariis curanturp En teoría, esta parece que ha sido la bandera con que lia militado desde Galeno la antigua medici- na; aunque en la práctica se separa de ella en muchos casos. Tilas ¿cuáles son los con- trarios de las enfermedades? ¿son los medicamentos o los efectos que ellos producen en el organismo? Aunque nadie, que yo sepa, ha precisado esta cuestión, creo que no serán los medicamentos los contrarios, sino los efectos que producen, i si no, ¿cuál es la contrariedad que hai entre el polvo blanco de sulfato de quinina i la intermi- tente que desaparece bajo su inducncia? La misma que entre lo blanco i la dureza del hierro. Luego los contrarios deben ser los efectos de los medicamentos. Pero, si son los efectos, ¿cuál es el contrario de la tisis tuberculosa? no creo que se me diga que es la salud, porque cabalmente el cómo sucede esto es lo que se trata de probar, 1 si a pesar de ello se insiste en que osla salud volvemos a la petición de principio^ al orijen de la cuestión. ¿Será otra enfermedad? i entóneos ¿cuál es la contraria de un cóli- co,de un dolor de muelas, de una erisipela, de una fiebre? etc. etc. Si se me diceque lo contrario del frió es el calor, del calor el frió, del estreñimiento las evacuaciones albi- nas etc., etc., yo diré, que si en la conjelacion de los miembros se aplica el calor para cu- rarla, es decir, si se aplica el principio contraria contrariis, el enfermo perece: el si- milia i no el contraria es el que cura; frotaciones con nieve curan al enfermo. En la quemadura sucede otro tanto, similia i no contraria es el que cura. Aproximad al fuego la parte quemada i se cura pronto si no ha sido destruida, i si le aplicáis ej hielo, según el contraria, una reacción violenta gangrena la parte. Luego, si en la inmensa mayoría de las enfermedades no se conocen los contrarios i en los que se conocen no se curan por este principio, es claro que la lei terapéutica no es contraria contrariis curantur. ¿Formularémos la lei terapéutica, similia similibus curantur? Si la lei no esta en los heter ajéneos, ni en los específicos, ni en los contrarios; si existe, no puede ser en otro que en el similia. Pero ¿qué son los semejantes de las enfermedades? En es- te sistema es todo mui sencillo. El semcjanle de una fiebre inílamaloria natural es una fiebre inflamatoria artificial, cscitada por un medicamento, parecida en sus sintómas a la I.”; el semejante de un cólico es otro cólico, de una tisis otra tisis, etc. etc. Esto es lo que se entiende por semí'jautcs; ¿pero curan los semejantes? Es cuestión de espcriencia, i yo afirmo, en nombre de ella, por mi práctica personal, que si. Probar esto por el razonamiento es tarea un poco larga, que omito atendidas las cir- cunstancias de tiempo; rae referiré solo a la esperiencia personal, i para abreviar aún, solo citare dos grandes hechos, el uno sobre el cólera mrobo asiático i el oIiq sobre la febre amarilla. La epidemia del cillera que invadió el año anterior la Habana fué morlifera en al- to grado. En los hospitales militares murieron un U5 por -100, tratados por o! méto- do común. Viendo los estragos que hacia la epidemia hablé a la autoridad siqiorion i a instancias de otro profesor i mias se estableció un hospital de coléricos, especial, pira ser tratados por la homeopalia. Hubo una oposición fuerte por el Director del cuerpo de sanidad, poro al fin se consiguió el objeto. Los enfermos se nos dieron cla- sificados por los médicos alópatas, i el Director de sanidad visitaba mañana i laiite el eslableciinicnlo, con un rigor fised poco común. Ochenta i cuatro fueron los eii’ —334— fermos que entraron en el hospital, de los cuales solo 18 murieron. Estos resultados son oficiales i por eso los cito. De fiebre amarilla ochenta i siete son los enfermos que yo he tratado homeopática- mente en la Habana, de los cuales solo uno sucumbió por excesos que cometió en la convalescencia i en parte por descuido mió. Los homeópatas de la Habana Icniamos en Octubre del año anterior como 700 casos de fiebre amarilla, de los cualesso lo dos hablan muerto, uno el que llevo referido, i otro un estudiante de farmacia que se levantó de noche a beber agua, cayó al suelo i allí se le encontró por la mañana, con una agravación mortal. Los que hemos visto i tratado la fiebre amarilla homeopáticamente creemos que ninguno debe morir, asistido desde el principio. En cuanto al cólera pensamos lo mismo, fuera de los casos fulminantes que no dan tiempo para nada. Casos particulares, podría citar algunos cientos de curaciones buenas, que omito por no molestar al tribunal. .Señores, tenemos resuello el problema médico; lo que hai que curar en el hombre son sus enfermedades, i para hacerlo con prontitud, seguridad i suavemente es nece- sario aplicar los medicamentos apropiados siguiendo la lei de los semejantes. La medicina antigua, la medicina de la tradición, la medicina queenseña a conocer al hombre, en loque le interesa al médico, resuelve la primer parle del problema. En la segunda, aunque muchos c importantes son los descubrimientos que ha hecho en la anatomía patolójica, se pierde i gasta inútilmente sus fuerzas en la averiguación de la naturaleza íntima de las enfermedades, sujeto que desconocerá siempre. En la tercera o materia médica esperimenta siempre en el enfermo, al que solo deben ad- ministrarse medicamentos que curen, no medicamentos que puedan dañar; la estre- cha via de la espcriinentacion clínica esteriliza la materia médica. En cuanto a la lei de aplicación dolos remedios puede decirse que en la práctica no sigue ninguna; si curan los medicamentos no se sabe por qué lo hacen; no hai mas que espericncia, objcrvacion, casos aislados, sin vinculo que los una, como la arena do las i)layas. En la homeopatía vemos lo contrario; el órden, la armonía, la luz i la ciencia a- parccen por do quiera. En patolojia se abandona lo que no puede ni hace falta cono- cerse, la naturaleza de las enfermedades; bastan los síntomas, que son como los gri- tos de la enfermedad, que dicen esto soi, i no esto pudiera ser. En materia médica tiene la esperimentacion pura, base segura para descubrir las virtudes de los medica- mentos, sin perjudicar al enfermo. I en la terapéutica se administran los remedios según una lei constante, lado los semejantes; si curan los medicamentos, se sabe por (pié lo hacen, i si no curan es por ignorancia del médico o porque la ciencia no cono- ce aun el senn'jantc: jamas se le echa la culpa a la naturaleza; ella obra siempre con arreglo a leyes constantes; lo que nos parece oscuridad i desórden en la naturaleza, no es porque asi sucede fuera de nosotros, sino que donde está el desórden es en no- sotros mismos. Las dos medicinas, la antigua i la moderna, la alopatía i la homeopatía, marchan por la via de la cspcriencia; la una sin luz que la guie, la otra con la lei en la mano; la una observa los hechos, pero no puede prever el porvenir, porque con hechos no .'e preven los hechos, sino con el principio de Jos hechos, que enjendra a los ¡lasados, jiroscnlcs i futuros; la otra va con la lei o fórmula en la mano, adivinando casi lo (¡ue ha de suceder. Estas son, en resúmen, las ideas fundamentahís de la homeopalia con las diferen- cias que la sellaran de la medicina antigua. .Si en algunos parajes se califica ('on du- reza a la medicina i en otros se promete al parecer demasiado con la homeopalia. lo —335— ho hedió porque ese es el espíritu de la nueva doctrina, no porque mis convicciones sean prácticamente tan esciusivas en la actualidad. Ha versado esta memoria sobre la homeopatía i no sobre otro punto de la ciencia por dos razones poderosas: la primera, que me gusta proceder honradamente i que mis comprofesores me conozcan por entero antes de habilitarme, si lo creen justo, para ejercer en este pais; i la segunda, el que ellos mismos me han estimulado a ha- cerlo por las pruebas de tolerancia, honradez i buena fé que han manifestado i ma- nifiestan por la homeopatía.— He dicho. MÍ.DlCIi\ /í . — Aguas leñadles i Mi?ierales lempladas de C/ale por el Doctor don .hjain miqi'ei,. Las aguas modicinalcs mas conocidas en Lidíese pueden dividir en Ires grupos. I’n cl primero colocamos las de Colina en la Provincia de Santiago, i las de Panima- vida i Cato en las del Sur; denominando las Aguas termales Salino (iaseosas. Ln el •Vgundo enumeramos las de Caliqueños, Apoquindo, i otras de la misma composición i virtudes que se encuentran en las inmediaciones de Coquimbo: a estas llamamos aguas Alcalino Caseosas. Finalmente en el tercer grupo encontraremos las aguas sul- l'urosas, situadas a inmediaciones de Chillan. AGUAS DE COLI.NA. liis aguas de Colina dan por su análisis en cada mil parles en peso 0,1 509 Cloruro de sodium 0,0093 Cloruro de magnesio 0,0780 Sulfato de sosa 0,0190 Sulfato de cal 0,007 O Cirhona'o de cal •. . . 0,0070 lliorro o indicio tic alum.ina silice 0,0100 0,3137 Cuando uno tiene a la vista el resultado que precede, lo coteja con los fenómenos que se observan en las personas que usan de estas aguas, ios cuando no queda la me- nor duda que su elevada temperatura, i algunas sustancias Caseosas que deben tener en condiinacion, son los ajenies estimulantes que producen esas irritaciones tan mar- cadas que se notan en algunos individuos, i en determinados aparatos de nuestra or- ganización: sea de esto lo que se quiera Ínterin que no obtengamos otros dalos mas sa- tisfactorios sobre su composición, me limitaré a indicar los resultados que he podido observar en mi larga práctica. Cs un hecho bien apreciado (pie los baños de Colina no son aparentes sino para aquellas personas de un temperamento linfático i con poca cnerjia vital; perjudican- —33:— (lo jenoralmcnte a lodos los cU; oonstitucion robusta, mui irrilablos i on los (|uc el sisUuiia sanguinoo osla mui prcdominanU'; asi aunque suelen ser úlilos para reani- mar las parles paralizadas, es mouesler que estas personas sean de antemano prepa- radas, teniendo cuidado de poner agua IVesca en una vt'jiga sobre la cabeza Ínterin loman el baño, con especialidad en los que tengan predisposición a la apoplejía, i parálisis. Fu los dolores reumáticos i golosos cninicos: para facilitar los movimientos de cier- tas partes entorpecidas en especial las articulaciones i dar soltura i flexibilidad a los miembros enquilosados, las aguas de Colina son de notoria utilidad. Se usan interiormente con provecho para activar las dijes! iones de aquellos indivi- duos de una constitución d(dnl o que han sufrido de repetidos ataques de diarreas, como igualmente en aquellas personas sujetas a frecuentes asedias i dolores de esl(j- mago nerviosos, que suelen venir acompañados de vómitos i flaluosidades. En una ciudad como la de Santiago en la que por tantas causas se padece de alte- raciones en ¡as funciones dijeslivas quedando el organismo débil e impresionable, las aguas de que vamos hablando alcanzan ventajas tales, que solo las personas que las usan en la convalescencia de una disenteria, después de ataques repelidos de cólicos cs- pasmódicos o de vómitos pertinaces, pueden apreciar sus maravillosas virtudes. Es innegable que la acción de las aguas de Colina ya por su temperatura o por sus principios componentes, obran sobre el todo de nuestra economía irritando i de con- siguiente activando casi todas las funciones, i es por eso que predisponiendo a las conjestiones sanguíneas se miran como nocivas, i en realidad lo son, en todos aque- llos casos en donde existe irritación jeneral o local, i en las personas que padecen o se hallan predispuestas a las conjestiones del cerebro, órganos lorásicos i abdomina- les i trastornos: es de la precitada propiedad que la medicina se sirve para producir una irritación en el sistema uterino de aquellas jóvenes débiles que sufren infinitos síntomas por el desarreglo deficiencia o falta total de mestruacion. Por la misma pro- piedad que queda espresada es que aquellos esposos de una débil organización, sue- len obtener la fecundidad a la que se oponía un estado jeneral o local de ddiciencia o languidez constitucional. Se esplica perfectamente, una vez que no se pierda de vista la acción irritante de es- tas aguas, porque muchas mujeres después de su uso se ven atíteadas de leucorneas, llores blancas; otras de flujos de sangre, aquella de aborto, la otra de hemorroides o almorranas i muchas con principios de enfermedades uterinas de diverso carácter, que mas tarde progresan i suelen ser causa de una temprana muerte. Las neuraljias o sean los dolores en jeneral si se hayan ligadas a un estado de de- bilidad constitucional, son nerviosos. Prontamente aliviadas por el uso de las aguas de Colina; pero si dichas afecciones se sostienen o despiertan por un grado de irri- tación local o jeneral, de ordinario se exasperan i empeoran. El agua denominada de Grajalcs, es insignificante, i mui lejos de poseer las virtu- des que se le han querido dar; por lo tanto cuando convenga tomar el agua de estos baños, se usará de la que sale inmediatamenle del manantial i alimenta las pozas grandes. Los baños con mui cortas excepciones no deben pasar de un cuarto de hora. La estación mejor es la de primavera i otoño. La Permanencia en Colina como en todos los Baños Minerales en jeneral, es un error circunscribirla a determinados dias: parece lo mas racional que si a los cuatro o seis dias se reconoce mejoría, debe perrnanecerse quince o veinte o un mes: si por <•'1 contrario se notase agravación en los sintonías o que se despiertan otros, es inútil persistir en su uso. Finalmente tengo observado que en sujetos que se han acoslumbra- ílo a estos baños i que con ellos se alivian de diversas enfermedades habituales, s*^ hace una necesidad el continuarlos por echo o diez años, i de no hacerlo así, se espo- — nen a sufrimientos penosos por la reaparición de las mismas dolencias que anlerior- menle sufrian,o por otras nuevas que se presentan. Como las aguas de Paniinavida i Calo en las provincias del Sud gozan de iguales virtudes que las de Colina, por resultar de su análisis ser idénticas en principios componentes, lo que dejamos indicado sobre las mencionadas de Colina debe esten- derse respecto a las del Sud. AGUAS DE APOQÜINDO I CAUQUENES EN LA PROVINCIA DE SANTIAGO I OTRAS IGUALES EN LA DE COQUIMBO. Según el análisis que de dichas aguas ha practicado el señor Domeyko resulta que en cien mil partes de esta agua en peso se hallan. De Cloruro de Sodium 83 I de Calcium ' 192 9 Sulphato de Cal 4 I de Sosa > de Alumine ^ Las aguas arriba mencionadas que por su análisis podremos denominar Alcalino- Gaseosas diferenciándose mui poco entre si por su composición i propiedades las he- mos reasumido en un solo grupo al tratar do sus virtudes medicinales. En un opúsculo presentado en la sesión del 31 de noviembre de 1848 a las Facul- tades reunidas de Ciencias Médicas i Matemáticas, el doctor Veillon ha ofrecido sus observaciones hechas sobre las precitadas aguas, sirviéndole de tipo las de Apoquin- do, lijándose especialmente en su modo de obrar como agua Gaseosa, mineralizada por el gas ázoe; lo que la hace a su modo de ver casi idéntica a la de Panticosa de los Pirineos Españoles por sus propiedades terapéuticas i composición química, por cuyo motivo me abstengo de hablar sobre las virtudes medicinales de estas aguas bajo el aspecto que han sido ya consideradas por un profesor competente, i paso a consi- derarlas en sus virtudes como mineralizadas por substancias alcalinas. lis bien sabido que las propiedades medicinales de los cloruros son debidas a la ac- ción descoinponente que ejerce el cloro que ellas contienen sobre el gas hidrójeno sulfurado, gas hidrójeno carbonado, amoniaco etc., i en jeneral sobre todas las com- posiciones de naturaleza orgánica mas o ménos hidrojenadas, a las cuales parece se adhieren: es por eso que vemos que con estas aguas en donde el cloruro de cal se en- cuentra en bastante proporción, sanan con rapidez extraordinaria, muchas i variadas úlceras de distinto carácter, fístulas que se consideraban sin otro remedio que el de la operación; estomacases i otras diversas alteraciones de las cncias i garganta. Las considero también casi como especifico para sanar de los sabañones en sus distintos estados i como remedio precautorio de dicha afección. Diariamente observo curaciones hechas con las aguas de Apoquindo de almorranas ulceradas, de fisuras del ano i de diversos casos de varises en distintas partes del cuerpo. El uso interior i externo de las indicadas aguas producen ventajas prontas i mui seguras en las gonorreas o purgaciones crónicas i lo mismo en las leucórreas o flo- res blancas pero en donde se marca mejor su eficacia, es en aquellas enfermedades crónicas déla piel de naturaleza herpética, en la sífilis crónica, en la scudo sililis, ti- ña de cualquiera clase que sea i mas especialmente en la fabosa, en la epsoriaci, o costra de leche, sarna, i demas enfermedades crónicas de la [)iel, sin exccpcionar el prurigo, llai cierta clase de obtalmias en personas de temperamento linfático, en las que por medio del uso de las precitadas aguas, .se obtienen curaciones que no habian podido de antemano conseguirse con remedios que se miraban como heroicos. Final- mente para los cancros o cánceres insipientes, i en los que ya han dejenerado; las administro muchos años con conocidas ventajas, logrando disminuir los dolores in- tensos, con modificación ventajosa de las superficies ulceradas, i retardado la infec- ción jeneral. Gárgaras de las dichas aguas hechas en la anguina membranosa, en la salivación mercurial excesiva, i en las caries de los huesos, siempre alcanzan resultados ventajo- sisiinos. Lo mismo digo usándolas en lavativas en las disenterias de mal carácter, en ciertas diarreas de los niños, i en particular cuando se notan falsas membranas o ap- tos como suele suceder después de la viruela, alfombrilla i escarlatina: en los prece- dentes casos a mas de las enemas debe darse a tomar el agua sola azucarada, o mez- clada con leche: por último ruego i encarezco a mis compañeros continúen recojien- do las bellas observaciones que por muchos años me han proporcionado dichas aguas, en la curación de esas victimas desgraciadas que salen ya del vientre materno conta- minadas del vicio sifilítico, pues ningún otro ájente les presta auxilios mas econó- micos, seguros i de fácil aplicación. AGUAS TERMALES SULFUROSAS DE CHILLAN. Mui limitadas eran en Santiago las noticias que sobre las aguas minerales azufra- das de Chillan se tenian, hasta que en la sesión del II de setiembre de 1849 leyó v el profesor de Química don Ignacio Domeybo en la sociedad reunida de Medicina i Ciencias Físicas una brillante i científica memoria sobre el Cerro nevado de Chi- llan, a cuya proximidad se encuentran los predichos baños. Como seria cansado e inútil copiar aquí todo lo interesante que a este rcspecco ofrece aquel recomendable trabajo, remitimos a los que gusten instruirse del análisis de las precitadas aguas, descripciones jeolójicas i demas puntos científicos; a que consulten la interesante memoria precitada, limitándome a tratar tan solo sobre los efectos benéficos que se obtienen por el uso de estas aguas. Desde la antigüedad mas remota hasta nuestros dias los efectos medicinales de las aguas sulfurosas termales han sido conocidos, i cada dia la buena práctica hace una nueva e interesante adquisición debida a su uso. Para la curación de los dolores crónicos reumáticos i gotosos, dar Oexibilidad i soltura a los miembros que la hayan perdido en todo o en parte, para extinguir el mayor número de las enfermedades cutáneas, aliviar i aun sanar muchas de las variadas afecciones escrofulosas, promo- ver la cicatriz de úlceras mui antiguas en especial las que se hayan sostenidas por algún vicio jeneral, o por caries de los huesos inmediatos, prestar la movilidad [ elasticidad necesaria a las partes que la han perdido a consecuencia de heridas, que- maduras o dislocaciones; e aquí el grupo de las principales enfermedades para las que han sido i son recomendadas con excelentes resultados las mencionadas aguas. Póstanos solo decir algo sobre su administración i uso en las enfermedades del pul- món, i mui particularmente para cierta clase de tisis pulmonal. Las observaciones de Galeno en Cisilia hablan llamado la atención de toda la Eu- ropa cuando las esperiencias hechas por Bordeau en Francia i por Roberto Tomas i otros en Inglaterra no dejaron la menor duda sobre la eficacia de las aguas sulfuro- sas, para la curación de ciertos catarros crónicos, i algunos casos de tisis pulmonal. Posteriormenlc trabajos emprendidos bajo la precisión de las ideas de Laennec; han abierto un nuevo campo a los csiicrimentos, i después de los ensayos de los ilustres práclicos Dalmas i Andral, ya no se duda en las curaciones de infinitos tí- sicos aun atacados por tubérculas pulmonales. (blando reflexionamos sobre el número prodijioso de victimas que de algunos años a esta parle son inmolados por tisis o calentura cctica en la Capital; cuando echamos una ojeada sobre la cantidad de personas que hereditariamente se cncuen- — 3i0— Irán condcnadis a stiruinhir por l;Ui terrible enfermedad, i 1<1 facilidad con que se va introduciendo en la sociedad la asoladora plaga del vicio cscroftdoso: ciiand(i lodo lo espucsto lo tiene mui presente el médico filantrópico, encuentra un sincero placer en poder aconsejar a sus conciudadanos el positivo i poco usado arbitrio de los baños de azufre de las cercanías de Chillan, en donde podrán los unos conseguir un pronto i seguro alivio, i la completa curación infinitos de esos desgraciados enfermos para los que la medicina en Santiago no contaba con medios ni aun probables para su salvación. En los baños sulfurosos mas que otros liai que tener presente dos cosas; la cantidad del principio mineralizador, i la temperatura del baño. El sulfuro de potasa o de sodium disucllo en el agua a una temperatura poco elevada, determina en la piel una viva irritación que obra sobre toda la máquina, basta el punto de causar una fiebre artificial, el insomnio etc. de consiguiente el estado febril actual, es una contraindi- cación formal para los baños; como lo es también el estado conjestivo i las emorra- jiasc Estas aguas se administran por baños Jencrales i locales, por chorro, c inleriormen* le, siendo mui indispensable consultar ántcs de usarlas con un profesor espcrimenla. do, para que este dirija i prefije las modificaciones que exija la enfermedad, la cons- titución del individuo, i la estación que le sea mas propia. En jencral todas las en- fermedades locales deberán atacarse mas preferenlcmenlc con los baños a chorro. En la tisis o en los catarros crónicos, las aguas sulfurosas deben darse primeramen- ta en mui corlas cantidades.- un vaso cuando mas en las 2i horas: en los principios podrán mezclarse con leche sin que baya inconveniente en endulzarlas con azúcar con el jarabe balsámico o de goma i progresivamente según los efectos aumentar o disminuir la cantidad. Pocas localidades pueden ofrecer ventajas bijicnicas mas positivas para la mayor parle de las enfermedades crónicas del pulmón que el lugar designado, en la estación que están los indicados baños en uso; contribuyendo los aires reinantes, los alimen- tos que son mas abundantes en dicho lugar, i los espléndidos paisajes (pie en su con- torno se multiplican a modificar eslraordinariamente por si solas i sin el auxilio de las mencionadas aguas esas enfermedades crónicas del pulmón que poco a poco des- truyen esta clase de enfi'rmos. Desde Octubre hasta Marzo es la época mas aparente jiara trasladarse a los baños minerales de que dejamos hecha mención. J EOLOJ lA . — Carta de don león cuosnieh a. don Ignacio domeyko sobre el mineral de liuantajaija en la costa del Perú, provincia de Tarapacá. Yo echo de ver, mi querido señor Domeyko, que os hablo de mis fastidios i de mis posares, cuando estáis curioso de saber el mas o menos de analojia entre el mineral de Huanlajaya i el de Gliañarcillo; perdonadme; entro en materia. No hai para que deciros que en Cobija, Iquiqne i Arica, la costa es tan desnuda i arenosa como en Copiapó. En Cobija el granito i sus mil modificaciones se mues- tran todavía sobre la ribera del mar, i forman les bases de las montañas que vienen a bañar allí sus escarpadas cuestas. En la cresta de estas montañas, que pueden te- ner en frente de Cobija de 5 a f), 009 metros de elevación, se distinguen perfecta- mente las capas rojizas de los pórfidos abigarrados, arcillosos, que en Chile no apa- recen sino a 15 o 20 leguas tierra adentro. Una roca blanquecina, análoga a vuestros tofos de Andacollo, las separa mui visiblemente, en algunos puntos, del terreno no estratificado que las sostiene. En el interior, caminando ácia la gran Cordillera, todo es montes apilados unos sobre otros como en Copiapó; así es que Potosí que en el mapa parece distar de Cobija cincuenta leguas a lo sumo, dista en realidad 15 a 18 dias de camino para un viajero bien montado. En Iquique ha desaparecido el granito. Una especie de pudinga, cuyo cemento i granos son mui friables i se acercan a la conteslura de la antigua arenisca roja de los Vosgues forma rocas contra las cuales se estrella constantemente el mar. Encuén- Iranse cp estas pudingas algunos fragmantos de pórfido verde que contiene grandes cristales felspáticos. Alejándonos de la mar basta lluantajaya, se hace dificultosísimo cslgdiar la naturaleza déla roca; el terreno está enteramente de.scompuesto hasta cierta profundidad, mas que en Garin i en Cabeza de Vaca; cúbrelo a menudo una arenilla fina, trasportada por los vientos, la cual ha formado mogotes, o mas bien una especie de montes, de formas que se renuevan sin cesar sobre la playa bastante ancha que se esliende al sur de Iquique basta el cerro de Tarapacá, al que se da cq la caria de Filzroy una alliliid de 3, 100 melros. Solo a largos ¡reclios i acia las ruiii- hres de las monlaíias, puede la vista distinguir las crestas negruzcas de algunas ca- pas mas duras que atraviesan la arena, i curren de inanilieslo en la supcríicie, incli- nándose en diversas direcciones indicadas por las pendientes de estas montañas. Kn Arica, otra vez el terreno eslralilicado. K1 granito no ha podido salir a luz co- mo en Chile, o mas bien, se esliendo debajo del mar, según lo indica lo mucho que se acerca en esta parte a la m ir la gran cadena de las cordilleras. l*or la tarde al ponerse el sol se distinguen peri'eciamcjite las eslratilicacioncs sobre las montañas que se precipitan al mar casi verticalmcnte, a 8 o 10 leguas al sur de Ari- ca. Esceplo el Morro de Arica, a cuyo pié está edificada la ciudad, los montes cir- cunvecinos están lodavia cubiertos de arena o descompuestos en la superficie. El .Mo- rro mismo es un escariie casi vertical, de lóO a L’ÜÜ melros de elevación; i lavado (‘ii otro tiempo por las olas, muestra a descubierto la roca, que algo mas lejos se vuel- ve a cubrir de arena. Las capas inleriorcs i superiores en (jue la estratificación hori- zontal es perfectamente visible, se componen de una especie de arcilla negruzca i ro- jiza, bastante dura, incompletamente esquilosa en el sentido de la estratificación, i en suma, dificilmente definible. La capa central, que tiene mas de cien metros da potencia, la forman enormes peñascos de pórfido en cristales bien formados, unidos por un cemento compacto, negro i durísimo, algo parecido a una arcilla negra en- durecida: obsérvanse a veces pequeñas venas o vetas de espato calcáreo blanco, (pie parecen corlar indistintamente el cemento i los peñascos: añadid a esto enormes ta- jos verticales que hienden hondamente la escarjiada cuesta, i cuyas oscuras paredes están blanqueadas en mil parajes por el Imano de innumerabies gallinazos a que sir- ven de guarida; i tendréis de cerca un espectáculo imponente, grandioso i que da una idea terrífica de las formidables convulsiones de la naturaleza; mientras que a lo lejos no se ve mas que una sucia barrera blanquizca, que domina a una ciudad igualmente sucia. Con todo, para no ser enteramente injusto, debo decir el vivísimo sentimiento de placer que, por la [irimcra vez después de bien largo tiempo, produ- jo en mi el perfume de las rosas i el aroma aun mas suave de no sé qué vejetudes in- dijenas. Imajinaos (fue a costa de una hora de esfuerzos hemos trepado la peña rajada, a cuyo pié está senlailo Iquiipie; i os halláis conmigo en el llano de lluanlajaya; llano are- noso, cercado de montañas amarillas, cscepto [)or la parle del mar, donde termina de repente en un prccii>itado escarpe. Después de haber andado como una legua por este llano, llegamos a Iluantajaja. Enormes fosos a cielo raso en la dirección de las velas, i (h'smonlcs inmen.sos, ali’s- tiguan que este mineral, si no ha producido 800 millones de pesos como me lo dijo seriamente un peruano, a lo ménos ha pjovocado una csplotacion mui activa, i por consiguiente ha sido mui rico. Pruébalo también la ciudad de lluanlajaya que pre- senta el singular aspecto de una ciudad en pié, habitable, i poco ménos que desier- ta; pues, excepto el alcalde, cuatro o cinco mineros, i otras tantas mujeres, no hai alma viviente en lluanlajaya. Con todo, merced a la imperturbable serenidad dcl ciclo, casi todas las casas están lodavia en pié; aquella de que hebiamos llevado la llave, estaba ('oquclamcnte tapizada de un papel de figuras, i encontramos algunas botellas de mui regular burdeos que yacían alli de muchos años aíras, platos, una excelente cama: en fin, mucho mas de lo que se llama confortable en el oimien- to Chañarcillo; una iglesia en mejor estado que la de Iquique, i apesar de su aban- dono, h:^sl;int(! rica lodivia, para ipie Iros oljm'os liaran robado en püa, pocos nu*- scs lia, un valor do 30,000 posos. Os prevengo, por el honor del pais, que los ladro- nes fueron aprendidos, despojados i desterrados de el, di'spui'S de (luince dias de en- carcidaniienlo. Asegúrase que en otro tiempo halda 5,000 almas en Iluanlajaya, i a Juzgar por la estension de la ciudad, id número de rasas i las ruinas de una inulti- ttid do ranchos edificados do terrones, se puede aceptar sin temor de engañarse la mitad de esta cifra. A tres o cuatro leguas al sude.slc se alcanza a ver la ciudad de Santa llosa, no menos considerable que la de Huantajaya, pero algo mas poblada, porque se laborean actualmente cuatro o cinco minas en el cerro del mismo nom- bre. La superficie de la montaña, como ya os he dicho, está por todas partes des- compuesta en un espesor variable; pero lo mas digno de notar es que por todas par- les está impregnada también de sal marina, que forma venillas hasta cinco o seis va- ras de hondura, en los puntos en que el laboreo de las minas ha puesto la roca a descubierto. Volveré luego a esta singular circunstancia. En lo profundo do la tierra la roca es excesivamente dura; tanto, que no se avan- za a veres mas de una vara en un mes; pero la acción del sol i de la humedad no tarda en resquebrajar los escombros que se sacan de la mina; de manera que los des- montes, que son mui numerosos i considerables, se componen enteramente de me- nudas piedi-as. M. Darlu pretende que lo común de estos desmontes es de diez a do- ce marcos, i que los pallaros contienen 80 a 100; yo no he hecho ningún ensaye; pero el examen superficial de estos desmontes, que se componen por la mayor parte de escombros de las cajas, me induce a creer que esta Ici es exajerada; valiéndome de la espresion chilena, se ven mui pocas piedras ametaladas en los desmontes; i si estos fragmentos tórreos contienen plata, lo disimulan fiaslanle. Ello es que se han ejecutado varios ensayes en grande, sobre los llampos de las granzas i sobre los pa- llaros, i que no han dado todavia buenos resultados. El trabajo subterráneo ha permitido reconocer la estratificación de la montaña, que. desaparece en la superficie. Las capas se componen de arcilla endurecida, res- quebrajada, de colores mui variados, en que domina el rojo: parece también conte- ner lobas calcáreas, ya blanquizcas i terrosas, ya de estructura oolilica; estas parecen formar las salvandas de las velas: cuando la esplolacion las trae a la superficie se parten i se reducen a polvo; poco mas o menos como la cal magra cuando se deja apagar naturalmente. En fin, Ini poderosas capas de pórfido verdoso de cristales blancos felspúticos: este pórfido es durísimo dentro de la tierra,! se divide lambiem en fragmentos, cspueslo al aire. Las velas principales corren del sudoeste al nordeste; varias otras tienen una di- rección O. E. En cuanto he podido reconocerlo, son sensiblemente verticales, o mu¡ inclinadas hácia al norte. En las salvandas do las velas se halla frecuentemente lo (pie los mineros del pais llaman papas, que son riñones tórreos en la superficie i cu* yo centro es ocupado por mineral de plata, (que es las mas veces súlfuro, en algunas enteramente puro); i aun se me ha asegurado que en las partes mas profundas se encontraban conchas. Los pirqtdneros del lugar- se ocupan actualmente en buscar papas. La única analojía que hai entre Chañarcilio i Huantajaya es que los mineros del pais reconocen también que el beneficio sigue ciertos mantos o cintas que se su- ceden en la profundidad i llaman criaderos. En cuanto he podido averiguarlo en las escavaciones in formes i medio derrumbadas que he recorrido, estos mantos o este cria- dero es caracterizado por la presencia del carbonato calcáreo, blanquecino i medio cristalizado; el metal de las velas pasa a ser lijeramenle cobrizo como muchos des- juontes lo prueban . Hó ahi, mi querido señor Domeyko, las principales observaciom s que he podido ^’acer, dando vuelta por seis horas en el mineral de Huantajaya, con gran delnmen- to (le mis piern.is, (jue no eslán ya habituadas a la l'alijía. Deseo que os inleresem Haced de ellas el uso que queráis, que, en lo que a mi loca, voi a olvidarlas luej'o que haya cerrado esta intcrininahle carta. Vuelvo a mi sal. Todas las montañas i llanuras, en una anchura de 13 a 15 leguas, i una lonjilud de 50 a 60, están cubiertas de esta capa de sal mezclada con el detri- tus superficial. Las noticias son unánimes a este respecto. En algunos puntos la sal no aparece, i falta casi enteramente; pero en otros por efecto de la humedad i del tiempo viene a la superficie, donde se encuentra algunas veces cnlerainenlc pura, tiene algunas algunas pulgadas de espesor i es tan blanca como nievo. La llanu- ra de Tarapacá, que se estiende paralelamente al mar casi como la travesía del Iluas- co a 7 u 8 leguas de la costa, es notable, como sabéis, por una capa de salitre, mas o menos rico, que se encuentra en jeneral a 3 u i picis, a lo m(?nos, de la superficie. La arena que cobija este salitre i en que se hallan enterrados troncos de árboles, en inmenso número, es Jencralmente salada: cavando un poco se halla el agua, i en los puntos mas bajos donde el agua por consiguiente está mui cerca del suelo, se for- man los que se llaman salares, que son campos inmensos entapizados de una ver- dadera vejetacion de sal marina: en estos parajes hai poco o ningún salitre. Todos estos hechos me han parecido sumamente dignos de atención, i mercccrian un exámen detenido de parte d(‘ un adepto entusiasta e infatigable como vos. TAn i A laK DO.N I.EOM CIIOSMER A DON tCNACtO OOMEVKO S015KE I.A .lEOI.OJIA PEI. rEKt'. (¡Ama, 7 de Abril de 1851.^ La Cordillera del Perú, como sabéis, se compone de dos ramas paralelas (pie se separan del lado de Puno para volverse a juntar en el cerro de Pasco. La cadena oc- ' idonlal, que es do una altura media de i a 5,000 metros, es algo mas cercana al mar que la cordillera de Chile, i forma, excepto en un solo punto que yo sepa, una línea divisoria de las aguas enteramente continua; al paso que la cadena oriental, que dis- ta como 20 leguas i es de una altura media algo menor, aunque se divisan algunas cimas coronadas de nieves eternas, se abre de trecho en trecho para abrir camino a todas las aguas que caen entre las dos cadenas, i que después de haber circulado lar- go tiempo en gargantas de una profundidad fantástica, van a perderse en el ¡Mara- ñon, el rei de los rios de este mundo. La sola excepción relativa a la rama occidental, es bastante notable para que yo os hable de ella por menor. Casi en la cumbre de esta rama, pero sobre la pendien- te occidental, en la provincia de Caslrovirreina , existen, a poca distancia entre si, los dos grandes lagos de Orcococlia i de Choclococha, cuyas creces dan nacimiento al rio de Lampas, que después de haber corrido algunas leguas hácia el Sur, i siempre .sobre esta cuesta occidental, se dobla de improviso hácia el este, atraviesa la cordi- llera por una garganta estrechísima i escarpada, i va a jjrccipilarse, un poco al nor- te de Iluantajaya, en el rio de .Morcas, que a su vez se arroja, algo mas al norte, en el Escuchaca. El curso de este último ofrece también circunstancias notables. Saliendo del lago de Reyes, un tanto al sur de Pasco, atraviesa lodo el valle de Jauja, i al abandonar- le, se mete de nuevo entre las montañas, de las cuales vuelve a salir cerca del pue- Mecito de Mayo, donde r('eibe al ¡Moscas. De allí a dos leguas penetra en la cordille- ra oriental, i retrocede al norte, siguiendo los mil rodeos de una garganta eslraordi- — :u:.— iiariamonle angosta i honda, oiiyas cimas están cubi(‘rlas de nieve, rniénlras a la már- jen del rio se cultiva la caña de azúcar: rumia así la península de Tayacaja de 35 a 30 leguas de largo; luego recobra de repente su antigua dirección al sud-este, atra- viesa de claro en claro la rama oriental, i se hunde en la w?o?i/rt?¿a , donde se hace navegable hasta encontrarse con el Apurimac, eiue nace al este del Cuzco, i después de haber arrastrado sus aguas por un largo espacio hacia el nordeste, desemboca en el Díarañon, hacia la frontera del llrasil. No se hasta qué punto puedan interesaros estos fenómenos acuáticos, i así os los abandono, para volver a la jeolojía, pero no sin añadir alguna cosa al último bosque- jo topográfico. Las dos ramas paralelas que corren poco mas o menos norte sur, se juntan frecuentemente una a otra por medio de ramas perpendiculares no interrum- pidas; lo cual forma desde Junin hasta Pasco una serie de hoyas bien distintas, i pro- porciona el placer demasiado monótono de subir i bajar sin cesar por caminos, de que los de Chile no pueden daros idea, i de pasar, a lo menos una vez cada dia, de la temperatura de los polos a la de los trópicos. La constitución jeolójiea del Perú es enteramente diversa de la de Chile. En lugar de la cadena granítica de la costa de Chile, tenemos aquí terrenos estratificados, que he podido observar en Cobija, Iquique, Pisco, en las islas de Cliinche, en la isla de San Lorenzo i en Chorrillos, al sur del Callao, i en ninguna paKe he encontrado granito a la orilla del mar. No es grande la anchura de este terreno, porque bien luego aparece el granito, que forma eslabones perpendiculares a la gran Cordillera; i después, como a 10 o 15 leguas de la línea culminante, se presenta otra vez el te- rreno estratificado. Pasando a la pendiente oriental nos volvemos a encontrar en medio de terrenos estratificados, donde el granito no se deja ver sino mui pocas ve- ces (solas dos le he visto), i este terreno estratificado forma así mismo los primeros escalones de la cordillera oriental, que aun no he atravesado. Es mui variada la composición de este terreno, i a posar de las numerosas velas metálicas que lo cruzan, en muchos puntos las capas solevantadas no ofrecen meta- morfismo aparente^, El mineral de Castrovirreina, tan famoso por su gran riqueza en otro tiempo, se compone de vastos espacios de pórfidos abigarrados, en medio de los cuales se ven enclavadas acá i alia formaciones carboníferas, visibles algunas de ellas por leguas enteras de lonjitud.El carbón forma capas poderosas, continuas, pero con- tiene mas.de 50 centésimos de su peso, de una sustancia arcillosa endurecida i mu- chas piritas. Sin embargo, arde con llama i deja un residuo rojo, posado, del mismo volúmen que el pedazo de carbón. Está acompañado de poderosas capas de asperón 0 piedra arenisca, de caliza compacta, arcillosa i silícea, i de un silex compacto, que pasa al cuarzilo, i forma capas delgadas, que se dividen en tablillas i encierran nu. morosas vénulas o riñones de una especie de ágata común. En las cercanías de Yauli, 30 o 35 leguas mas al norte, vuelven a encontrarse las formaciones carboníferas compuestas de arenisca en capas poderosas, en las que lo- gré descubrir estampas fósiles, una de las cuales pertenece a la especia de las anmo- nitas. l-]l carbón es de excelente calidad, mui bituminoso; casi no contiene piritas, i deja un residuo mui débil después de su combustión. Las minas de mercurio de las cercanías de Huancavelica se hallan también en un terreno hulloso, pero de una composición que discrepa de la de los precedentes. Po- derosas capas de caliza, de un gris negro, con vénulas de carbonato de cal cristali- zado, conglomerados calcáreos, asperones silíceos de grano grueso, i algunas veces con cemento calcáreo, arcillas impregnadas de sulfates de alúmina i de hierro, i acá 1 allá de betunes, constituyen el asiento mercurial. Las capas solevantadas se ven has- ta en posición vertical, i su dirección es norte sur. El cinabrio no forma vetas; pa- rece mas bien haber llegado en forma de vapor, e impregnádose irregularmenle en la roca. A dos leguas de Sania llárbara se ein'iienlia tina oa|)a de cailnni de bas- tante buena calidad, enclavado en la capa melalitVra. Kl espesor de la rapa inercn- rial en la gran mina de Santa líárbara es de fiü a 80 metros; i tormairis idea de la ostensión inmensa de la esi>lolacion, cuando sepáis que pasó cerca de cuatro dias en la mina sin poder visitarla en lodos sus escondrijos. Kn el pique mas hondo se hallan numerosas jeodas de carbonato de cal cristalizado que empasta granos de síilice co- mo los asperones de Fonlainebleau, i está mezclado de crislalitos de rejalgar maci- zo con un poco de cinabrio, i ¡codas de rejalgar en cristales eslremadamente bri- llantes. Después de haber visitado las minas de Cdionta me propongo hacer un trabajo completo sobre los asientos mercuriales, pues todo lo que os escribo no es mas que palabrería confusa que no vale la pena de traducirse; pero por poco que ello os inte- rese, os enviaré a mi partida de este pais un trabajo completo, que redactaré para la escuela de minas a mi vuelta do Pasco. En materia de cosas que os interesan, puedo lodavia citaros riquísimas vetas de nickel con arseniato verde, del cerro de Rapi, cerca de Ayacucho; i antimoniato de plata que contiene un 25 por ciento de antimonio, i tal vez un poco do arsénico, de una mina actualmente mui rica en lo iuterior de la cordillera oriental. Las muestras son notables por la variedad de especies reunidas, pues en ellas se encuentra a la vez plata nativa, plata anlimoniada, blenda, galena, pirita, arsoniuro o arsenio, súlfuro de hierro en nodulos de un hermoso blanco metálico, i por matriz carbonato de cal ho- joso. Olvidaba el rosicler que se encuentra en algunas miiestr is. El anlimoniuw de plata es amorfo o en agujas, miéntras que el de la (iallofa en I’olivia, de que recibí ayer una magnifica muestra, está en laminillas de un lu rmcso blanco. Amaestras observaciones relativas a la posición de las minas de piala, de cobre ar- jenlifero, de cobre i de hierro, se hallan plenamente confirmadas en el Perú. El lecho del mercurio es enteramente diverso del de Punitaque; mas esto no destruye el hecho de estar colocadas todas las minas de oro en el granito, miéntras que las vetas- de plata, de cualquiera naturaleza que sea el mineral, pertenecen csclusivamenlc al terreno estratificado. MINERALOJIJ. — 'Descripción i análisis de una nueva especie núneral eiiconlrada C7i Tres Puntas, idétilica con la Plata A~ gria [¡ojosa de Del Rio (poUjbasit de Rose), por dom Ignacio do- MF.YKO. Kn la mina principal fiel Cerro de Tres Puntas, llamada La Buena Esperanza, la que mas lama ha adquirido en estos últimos dos años por la gran abundancia de ro. sicleri de plomo roneo que produce, se halla una especie mineral poco conocida, mui interesante bajo todo aspecto, idéntica con la que Rose ha descubierto entre los mi- nerales de IMéjico i la cual describe Del Rio en su tratado de raineralojia bajo el nombre de Plata Agria Hojosa. El mineral hallado en Tres Puntas es de color negro de hierro, mui lustroso, lus- tre metálico algo vidrioso^ estructura compacta, fractura desigual que pasa a concoi- dea pequeña, raspadura negra; es bastante blanda, agria, quebradiza, i con facilidad se reduce a polvo. Al soplete da reacción de cobre i en un tubo abierto sublimado blanco; la disolución nítrica produce con la sal común un abundante precipitado de cloruro de plata, Consta según los resultados de mi análisis de: Plata 0.643 Cobre 0.080 Hierro 0.007 y\zufre 0.161 Antimonio 0.042 Arsénico 0.041 Criadero. Comparada esta composición del mineral de Tres Puntas con la del Polibasit de Carisainey .analizado por Rose, se ve que ambas especies son idénticas, con la diferen- cia de que la segunda se halla por lo común cristalizada en tablas hexagonas raya- das triangularmentc con las caras laterales oblicuas que corresponden al romboedro, mientras lá de Chile es amorfa, sin el mis pequeño indicio de cristalización. — 3Í8— Hallase este mineral bastante abundante en la citada mina de 'l'res l’nfilas, en un criadero compuesto de carbonato de cal, yeso, i una roca t'elspática o arcillosa: sus compañeros son el rosicler obscuro, plata sulfúrea, plata cornea blanca en venas de estructura fibrosa trasversal, i piala virjen. De ninguna mina de Chile i tal vez del mundo se han sacado masas tan considerables de piala roja antimonial pura i de pla- ta sulfúrea tan maciza co:no de esta localidad,! se nota (pie la parte mas jrroductiva, es decir, mas rica de la veta, aunque abraza poca esteiision a lo largo de la corrida, baja en ramazones con mucha irregu aridad, i la esplotacion no ha alcanzado toda- vía sino a poca hondura, que no pasa de CO a 70 varas, bajo la superficie del cerro. La Plata Agria de Tres Puntos es, según demuestra el análisis, uno de los minera- les mas ricos de Chile, i por su naturaleza es de aquellos que los mineros llaman dr calidad fría, es decir, que no se amalgaman por los métodos ordinarios: de manera que los dueños se hallan lodavia en la necesidad de vender estos minerales a bajo precio al estranjero, después de haber estraido de ellos la plata virjen i la plata cor- nea. METALURJIA. — Sobre un caso de co)nbiisl(on esponíánea del arsénico nativo en el beiieficio de los minerales de piala. — Esl ráe- lo de una caria de don adülfo e. schvarzemberg de Copiapó di- rijida al Secrelario de la Facullad de Ciencias. «Acabo de hacer una observación mui interesante que voi a comunicarle a L*. — Hallábase en el trapiche de Malpaso una caiilidad considerable de mineral rico de plata recien molido. El mineral provenia de la mina San José del Ros irio (sinónimo Guia de los Diaz) del Sacramento i contenía mucho arsénico nativo en el cual estaba embutida plata virjen i rosicler. Habiéndome asegurado por un ensaye exacto que este mineral tenia una lei de C08 marcos de plata por cajón, i por un otro ensaye, mas en grande, que un beneficio común que se pone en práctica en las máqinnas de Copiapó darla unos 200 i tantos marcos de un cajón del mismo mineral, se recono- ció con claridad que hace mas cuenta vender las harinas en crudo (el mineral mo- lido) que beneficiarlas en la máquina i recojer después para la venta los relaves o residuos de amalgamación. Con este motivo, i para secar dichas harinas, se echaron húmedas en la cancha dcl A los pocos dias, cuando las harinas adquirieron cierta consistencia i tal grado de sequedad que se podia desmenuzarlas con facilidad en la mano, se encendieron por si mismas en una noche, i aun apagadas, volvieron a en- cenderse repelidas veces. En esta combustión el arsénico emilia una luz azul blanque- sina, pero sin llama, sublimaba mucho ácido arsenioso en rededor c infectaba toda la atmósfera con el olor de subóxido de arsénico, liste vapor venenoso me obligó a dar orden que se apagase la combustión, la cual, de otro modo, habria podido apro- vecharse como tuesta i promeleria lalvez mayores ventajas en el beneficio en grande. La oxidación del arsénico humedecido no es un hecho desconocido en la ciencia; mas se ignoraba que esta oxidación, por el simple contacto dcl aire i a la temperatu- ra ordinaria pudiese llegar Insta incendiar el arsénico. Lo único que sé es que Roul-lay en una ocasión con una cantidad de ocho libras de arsénico artificial jiulvcriza- do i húmedo logró producir una combustión espontánea, (juizás el arsénico natiao —349— del Sacramento, cuyas moléculas se hallan mas menudas i separadas por la piala vir> jen i el rosicler inlimainenle mezclados cotí él, está mas apio para entrar en una oxidación enérjica hasta incendiarse, que el arsénico artificial.» Malpaso, 28 de julio de 1851. MIJSERALOJIA. — Descripción de un mineral de cobre con man. ganes a, por don Federico field — de Coepiimbo. Este mineral que se encuentra en unas minas cerca de Tambillos, en el dcparla- lenlo de Coquimbo, i que los mineros llaman «metal de carbón» por su semejanza con esta sustancia, es abundante, amorfo, tiene una fractura concoidea, mui negro i brillante, atacable con mucha dificultad por el ácido nítrico, pero con facilidad por el ácido hidroclórico con desarrollo de cloro, i formación de un residuo de silice en estado de polvo mui fino. A la temperatura de 21 2.“ pierde agua, i al calor rojo, oxijeno. Una análisis calilaliva manifestó la presencia de óxido de cobre, de manga- nesa, agua i ácido silicico — 100 granos me dieron, Agua. 1G.09 Oxido de cobre. 27.00 Oxiiio de manganesa. 3i.it Silice. 22.1(5 99.66 con vcslijios de óxido de hierro. IVo es probable que este mineral sea un silicato doble de manganesa i de cobre, sino una mezcla de óxido de cobre i do manganesa, con ácido silícico. Sin embargo es singular que todas las muestras que he examinado me han dado exaclanienle la misma Ici de cobre, aunque sacadas de diversas minas, i que siempre tienen 10 p.‘/„ poco mas o ménos de agua: la misma cantidad que encontró ]M. Domeyko en la llan- ca de Andacollo (véanse los elementos de mineralojia). Pero sabemos que los ácidos no pueden formar sales con el peróxido de manganesa, i siempre que se hace obrar algún ácido activo sobre este último, hai desarrollo de oxijeno o formación de agua (según la naturaleza del ácido'; adviértese también que miéntras que al descomponer los silicatos de cobre, el ácido silícico que se separa se halla al estado jelatinoso, co- mo siempre cuando se separa de sus combinaciones, la misma silice al separarse del mineral que describo, se separa al estado de polvo mui fino. La disolución del óxi- dode cobre de este mineral por el ácido nítrico sin efervescencia, es decir, sin desar- rollo de gaz alguno, prueba que el cobre existe en él en estado de óxido Cu O i la producción del cloro por la acción del ácido hidroclórico nos hace ver que la man- ganesa tiene dos alomos de oxijeno. fin este análisis, empleé, para separar el cobre, un método que me parece nuevo, i mui ventajoso, sobre todo en las análisis de los minerales de cobre, cuando entre sus elementos se halla algún oiro metal, que se ])re- cipita p!)r el bidrójeno sulfurado. El oxalalo de cobre es perfectamente insoluble en ' los ácidos nítrico e hidroclórico, <'uando las disoluciones no están mui reconceutra-. 4(5 —350— das: asi que por el ácido oxálico se precipita, inmediatamente, todo el cobre de su disolución al estado de oxalato. Esta sustancia se puede filtrar mui luego, i después de haberla secado, es fácil encenderla en un crisólito de porcelana o en unatazita de platina para reducirla a una mezcla de cobre i óxido de 'cobre. Algunas gotas de ácido nítrico oxidan perfectamente el cobre, i se procede en seguida a la determina- ción de la cantidad de cobre por cualquiera de los métodos conocidos. Acido oxálico es mucho mejor para la precipitación del cobre que el oxalato de amoniaco; porque el último puede formar las sales dobles de cobre con amoniaco, que son solubles, i también impediría la precipitación de la manganesa por la potasa. Este método seria tal vez mui útil en la separación del cobre del antimonio ¡arsénico en los ensayes do cobre. Santiago, setiembre 2 de 1851. ]Me es sumamente grato desempeñar el encargo que me hizo el Consejo en su se- sión del 30 del próximo pasado agosto, de espresar a U. su alta gratitud por les servicios que ha prestado al público i a esta Universidad, mientras dignamente ha presidido a la Facultad de Medicina. El Consejo recordará largamente la constante asistencia de II. a sus sesiones, el tino i acierto con que desde la fundación de este cuerpo auxálió sus discusiones, ilustrándolas ademas por un estenso conocimiento de cuanto se practica en los principales Colejios i Universidades de Europa. Tantos mé. ritos agregados al reconocido celo de U. por el progreso de la ilustración chilena, le constituyen demasiado acreedor al distinguido testimonio de reconocimiento de que tengo el honor de hacerme el órgano, reiterándole al mismo tiempo el de mi parti- cular aprecio i consideración. Dios guarde a U. Andrés Bello. .\1 Sr. Ex-Decano de la Facultad de .Medicina , don Lorenzo Sazie. ' Santiago, setiembre 7 de '1851. ¡Me honran altamente i me llenan de gratitud los sentimientos que U.S. .se h.a ser- vido espresarme, a nombre del Consejo, por la parle que he podido tomar en sus trabajos desde la fundación de la Universidad, .\unque privado del saber necesario —35-2— ■para roprosonlar dignamenlc la Facultad de IMcdicina cu el Consejo, i para concu- rrir úlilinenle a sus lral)aj(»s en la organización i dirección de la enseñanza, he de- bido prescindir de mi insuíiciencia, llevado por el deseo de contribuir al progreso de la ilustración, i confiado, sobre todo, en el acierto que ha caracterizado siempre las resoluciones de los sabios distinguidos que han constituido el Consejo. No dudo que, promovida por tan ilustres miembros, la difusión de las luces granjee cada dia al Cuerpo Universitario nuevos titulos a la consideración nacional, i le asegure el distinguido rango que ya ha merecido entre las corporaciones mas importantes del Estado. Suplico a U. S. se sirva hacer presente al Consejo toda mi gratitud por el íavor que se ha dignado dispensarme en esta ocasión, i recibir personalmente la es- presion del respeto i de la alta consideración que profeso a sus virtudes i a sus vas- tos conocimientos. Dios guarde a U. S. Lorenzo Sazie. Al Señor Rector de la Universidad. Santiago, setiembre '2 de 1851. Me es sumamente grato desempeñar el encargo que me hizo el Consejo en su se- sión del 3ü del próximo pasado agosto, de espresar a U. su alta gratitud por los servicios que ha prestado al público i a esta Universidad, mientras dignamente ha presidido a la Facultad de Teolojia. El gran impulso que el celo de U. comunicó desde su ingreso al Decanato a la Academia de Ciencias Sagradas, iníluyendo no poco en la mejora i progreso de los estudios entre los Regulares, su meritorio i es- lenso trabajo sobre la historia eclesiástica chilena, su activa exactitud en el desem- peño de los deberes de aquel cargo, i en fin, el notable recto juicio con que acos- tumbró auxiliar las deliberaciones del Consejo, a que prestó tan constante asistencia, le constituyen demasiado acreedor al distinguido testimonio de reconocimiento, de que tongo el honol* de hacerme el órgano; reiterándole al inisnlo tiempo el de mi particular aprecio i consideración. Dios guarde a U. Andrés Helio. Al Sr. Ex-Di'cano de la Facultad de Teolojia, don Ignacio Víctor Ey- zaguirre. El infrascripto. Santiago, setiembre \ de 1851 La manifestación que II. S. por si i a nombre del Consejo Universitario se ha ser- vido hacerme por su honorable nota del 2 del corriente es el compensativo mas sa- tisfactorio que puedo recibir después de haber servido por el espacio de cuatro años el honroso cargo de Decano de la F’acultad de Teolojia i Ciencias Sagradas. Puedo asegurar a U. S. i a los señores del Consejo que estaré siempre dispuesto a prestar —353— cuantos servicios estén a mi alcance para propender al progreso de la Facultad que he dejado de presidir i al de la ilustración del pais en jcneral. Sírvase U. S. hacerlo asi presente al Consejo, junto con mi reconocimiento por leí testimonio de aprecio con que acaba de honrarme en su honorable nota que contesto. Dios guarde a U. S. Señor Rector. José Ignacio V. Eyzaguirrc. Señor Rector de la Fniversidad. l)Ki. Presidida por el señor Redor con asistencia de los señores Gorbea, Blanco, Reyes, Tocornal, Donieiko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión del 30 de agosto, el señor Ueclor confirió el gra<'o de Licenciado en jMedicina a don (iuillermo Gooke. En seguida se dió cuenta: I De un oficio en que el señor Tocornal participa ha- berse recibido del Decanato de la Facultad de Medicina, a consecuencia del nom- bramiento que se le ha conferido, el dia 23 de agosto último. 2. ° De. otro oficio en que el mismo señor Decano propone para reemplazarle en la Secretaria de su Facultad a don .luán .Miquel. Esta propuesta se mandó elevar al Supremo Gobierno para los electos consiguientes. 3. ° De dos contestaciones dadas por los señores Ex-Decanos Sazie i Eyzaguirre a los oficios que en la sesión anterior dispuso el Consejo se les dirijiesen^ manifestán- doles la gratitud de este cuerpo por sus servicios prestados durante el desempeño de sus respectivos Decanatos. Se mandaron publicar dichas contestaciones con los oficios que a ellas han dado lugar. i.° De un informe del señor Decano de medicina sobre la solicitud de don Luis Rerthon, oficial de sanidad por la Universidad de Montpcller, de que se dió cuenta en la sesión precedente. En dicho informe se manifiesta que la respectiva Facultad ha sido de (q)inion, en vista de los liliilos j)resenlailos por el solicitante, de (pie puede dársele el permiso par;i ejercer l;i prolcsiuii especial de oculista, previo un rigoroso examen de los ramos cuyo conocimiento se necesita para ese ejercicio, i ba- jo la condición de que ninguna operación ha de practicar sin la asistencia de un profesor en medicina. — Esplayando lo propuesto en este informe i sus motivos, el señor Tocornal espuso que estaba de acuerdo con la opinión que acababa de espre- sar el señor Rector, acerca de la conveniencia de permitir el ejercicio especial de esta parle de la cirujia, para que haya individuos que la estudien a fondo i con la minuciosidad que su importancia requiere, como sucede en Europa. Pero que, en atención a esa misma importancia, i a que Bcrlhon, como simple oficial de sani- dad, no ha hecho todos los estudios que se exijen a un Licenciado en medicina, sino solo como la mitad de ellos, habia creído, a la par con su Facultad, i de acuerdo con las leyes españolas que rijen sobre la materia, que solo debe otorgarse ese per- miso con las condiciones propuestas en el informe. La profesión de oculista es es- pecial como la de las personas que ejercen la obstetricia, etc.; pero si éstas no pueden practicar ninguna operación importante sin la presencia de un profesor re- cibido, con igual o mayor razón deberá exijirse igual requisito en las operaciones sobre la vista, que son todavía mas delicadas. — Teniendo el Consejo en considera- ción las razones espuestas, i ademas: que las leyes españolas vijentes que reglamen- tan lo relativo al ejercicio de la medicina i cirujia, permiten el de ramos particula- res de estas ciencias con las precauciones convenientes, bajo cuyo supuesto es de indisputable conveniencia pública que se fomente la dedicación al ramo especial de oculista, decidió que el Frotomedicalo [)odia dar la autorización que Eertbon pide, después de someterle a exámen de los conocimientos que fuesen necesarios; i que por punto jencral, el mismo l’rotomedicato podía determinar, con arreglo a las leyes, las precauciones con que han do otorgarse tales permisos especiales para prevenir abusos e inconvenientes. En u.° lugar se dio cuenta de una solicitud de don Benito García Fernandez, re- lativa a que se le admita al rendimiento de las pruebas necesarias para obtener el grado de Licenciado en Medicina. El interesado espone no poder presentar orijina- les sus títulos do Licenciado i Doctor en la Facultad correspondiente de la Univer- sidad de Madrid, por habérselos estraviado la Inspección de estudios de la Habana, a cuyo cuerpo universitario se incorporó también; pero en su defecto acompaña un certificado debidamente legalizado, por el secretario de la Inspección de estudios ante- dicha, por el cual consta la efectividad de los grados obtenidos por Fernandez, i ademas, que se le confirieron lauto en la I*eninsula española, como en Cuba, otros diversos litulos académicos i honorilicus, a consecuencia de sus distinguidas i acre- diladas apliludes. — Sobre esta petición hizo presente el señor Rector que en vista del certificado (|ue se habia leído, parecía no debía abrigarse la menor duda acerca de la realidad de cuanto espone Fernandez, sobre lodo cuando por ese mismo do- cumento se atestigua la pérdida de sus títulos: (¡ue por lo tanto, la Universidad de Chile debía acojerlo como un c(|uivalente de los diplomas orijinales, en considera- ción a una desgracia que no habia estado en manos del interesado prevenir: que la Uni\ersidad de Madrid no debe considerarse respecto de los estudios médicos en un [)ié inferior a la de Barcelona, a la cual se ha considerado ya en el número de aque- llas, cuyos grados se admiten en Chile como suficiente comprobante de haber hecho los estudios necesarios para obtener los mismos grados en esta Universidad; i que en consecuencia de todo, si el (consejo ailoplaita su opinión, i el señor Decano de .Medicina no hallaba inconveniente, juidia disi)oncrsc sin mas trámite que se proce- da a recibir a Fernandez las pruebas acostumbradas para el grado a que aspira. — 1 labiendo acojidu unánime el Consejo el i)arccer del señor Rector, se mandó pasar el espediente al señor Decano respectivo. —356— A conlinuíicion el mismo señor Rector dijo: que era ya tiempo de que el Consejo se ocupase de las personas que ha de proponer al Supremo Gobierno para el dis- cernimiento de los premios de moralidad e instrucción pública, que han de conce- derse en el próximo aniversario de la patria. Careciendo el Consejo de nuevos datos a mas de los recojidos en el año anterior, se mostró inclinado a reiterar las pro- puestas que hizo en dicho año, escluyendo solo a las personas a quienes en él fue- ron discernidos los premios. — No obstante, lo relativo al de moralidad quedó pen- diente para resolverse en la próxima sesión, por cuanto se hizo mérito de un indi- viduo del pueblo que recientemente espuso con notable jenerosidad su vida por sal- var a una persona que se estaba ahogando; i algunos miembros conciliarios se encargaron de practicar las averiguaciones convenientes sobre la autenticidad del hecho i nombre de su autor. Con respecto al premio de instrucción pública, se acor- dó proponer en primer lugar a don David Castro Patiño, a cuyos méritos indicados el año anterior, agregó ahora el señor Gorbea el de haber planteado en el Instituto Nacional una clase de enseñanza primaria para los sirvientes de e.sc establecimiento, a la cual concurren también con notable provecho los de varias otras casas de esta capital, recibiendo solo lüü pesos anuales, que pagan los profesores, por la hora u hora i media que hace todas las noches dicho paso. Este acuerdo fué sin perjuicio de los nuevos informes que sobre este particular se procurarla recojer para la sesión venidera. El señor Rector mencionó como uno de los dircclores de establecimientos de educación que mas se han distinguido por el excelente réjimen planteado entre sus alumnos, al de la Escuela de arles i oíicios de esta capital, don .lulio .larrier. — Dijo que esa casa le parecía un modelo el mas digno de imitarse a este respecto; i por lo tanto mui merecedor su director a ser por lo menos honrosamente mencionado al Supremo Gobierno. — El Consejo se decidió gustoso por este último partido, aten- diendo a que esta mención será para Mr. Jarrier tan satisfactoria como el premio, i a que conviene reservar éste para aquellos preceptores escasamente dotados, que se señalan sin embargo por su celo, entusiasmo i sacrificios en favor de la enseñanza. Con lo que fué levantada la sesión. ESTR ICTO DE L.\ SESION DEL 13 DE SETIEMBRE DE 1851. Presidida por el señor Rector con asistencia de los señores Decanos Gorbea, Me- neses, Blanco, Reyes, Tocornal i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión pre- cedente, el señor Rector confirió el grado de Licenciado en Leyes a don Fernando Marin; i el de B ichillcr en la misma F.acultad a don Bruno .Monlt, don Miguel del Fierro, i don Gaspar del Rio. — En seguida se dió cuenta* 1." De tres oficios del Mi- nisterio de Instrucción públiea; por el 1.® de los cuales se participa haber nombra- do S. E. miembros Universitarios en la Facultad de F'ilosofia i Humanidades a don Silvestre Oehagavia, don ¡Máximo Arguelles, don Anibal Pinto, don Juan Cárlos Gó- mez, don Alejandro Reyes, don Félix Frias, don Cárlos Rizo i don F'rancisco Var- gas;—por el 2." haberse conferido por S. E. igual nombramiento de miembros en la Facultad de Ciencias Matemáticas i Físicas a don .losé Gandarillas, don .losé Baste- rrica, don Antonio Ramírez, don José Zegers, don Amado Pissis, don Juan de la Cruz Sotonnyor, don Cárlos W. ¡Moesta, don Julio Jarrier, don Francisco Velasco i — 3o7- don Sanlingo Tagle;-i por el :}.•> se Irnscribe un Supremo Decreto que permite a es- tos últimos el'ecluar su incorporación prestando el juramento acostumbrado en ci Consejo de la Universidad, ante el Héctor, i pronunciando el discurso que deberían recitar ante el público, en las sesiones que reunidas celebran la Facultad de Mate- máticas i la de Medicina. — Estos tres oüeios se mandaron comunicar a los señores Dcc.inos respectivos. "2," De una nota del Redor del Instituto Nacional invitando al Consejo a nombre de la Junta de profesores del establecimiento, para que concurra al acto de la dis- tribución de premios que alli tendrá lugar el márles próximo 16 del corriente, a las doce del dia. — Se acordó que el Consejo se reuniria para el objeto insinuado el dia referido, a las 11 1/2 de la mañana. (vonlinuándose después de esto la discusión que se dejó pendienle en la sesión an- terior, acerca de las personas que al Supremo Gobierno se propondrian para los pre- mios de moralidad e instrucción pública, se hizo presente que, de los nuevos infor- mes rccojidüs, resultaba que el suceso del individuo que expuso su vida por salvar a una persona en peligro de ahogarse, de que en la referida sesión se hizo mérito, no babia tenido circunstancias particulares que lo distinguiesen de otros muchos de igual naturaleza que ocurren con sobrada frecuencia; por cuya razón el Consejo confirmó su anterior acuerdo de reproducir las propuestas del inmediato año precedente.— I- gual confirmación adoptó con respecto al premio de instrucción, por no haberse ob- tenido informes mas recientes sobre el particular. lUanifesló en seguida el señor Rector la necesidad de adquirir algunos de los pri- meros libros deURolctin de las leyes patrias, para completar la colección que posee el archivo de esta Secretaria, i un ejemplar de la Novisima Recopilación, por hallar- se en este Código muchas leyes sobre instrucción pública, que no están todavía dero- gadas entre nosotros. — El (ionsejo adoptó esta indicación, autorizando para que se comprasen al precio corriente los libros del Boletin referidos, i encargando se inda- gase el precio mas barato a que pudiese encontrarse la Novísima, dando cuenta. A continuación procedió el Consejo a tomar conocimiento de varias necesidades que de algunos Departamentos de la República se han hecho presentes al tiempo de efectuar la última remisión de estados de la instrucción en dichos parajes. I comen- zando por la provincia de Alacama, se leyeron las notas remisorias de las Inspeccio- nes de educación de Yallcnar i Freirina. En la l.“ se manifiesta la necesidad de que las funciones de preceptor sean alli desempeñadas por individuos mas competentes i|ue los actuales; pero cree la Inspección que esto no podrá conseguirse mientras aque- llas sean solo remuneradas con la miserable renta actual de 16 pesos mensuales. — .\unque el preceptor que desempeña la escuela modelo de Yallenar no se halla en este caso, puesto que recibe de la Municipalidad 414 pesos anuales, juzga también conveniente la misma Inspección su reemplazo por otro de mejores aptitudes, sacado de la Escuela Normal, pues su insuficiencia para la enseñanza del Dibujo, Jeografía i Cosmografia i para establecer un buen método, mantiene en grande i notorio atraso a sus alumnos. La Inspección de Freirina atribuye igualmente en mucha parte la falla de progre- so (jue ha advertido en los alumnos de la escuela primaria de esa población, dirijida })or don Francisco Monardes, a la circunstancia de no haber sido éste educado en la Escuela Normal de preceptores primarios; por lo cual se ha acordado con el Gober- fiador separarle i encargar a esta capital otro mas idóneo.— Después de otras obser- vaciones que ruedan sobre faltas cuyo remedio ha procurado ya la misma Inspección, concluye manilestando su convicción, ya otras veces cx]iresada, de que si no se esta- blece en aquella ¡irovincia un ó'isitador jener il compelentcmenle instruido, según .se ^ o — *>i>R — ha liccho en SaiUiago, Valparaíso i CMipiimbo, jamas sus cslabledmiciilos Ib-garart a colocarse sobre el pié i réjitnen (pie el («obierno desea. Üe todas las precedentes observaciones dispuso el Consejo se diese cuenta al señor Ministro de Instrucción pública, para los electos a que S. H. creyese haber lugar; con lo que fue levantada la sesión. ESTRICTO IIE L \ SESlfl^■ DEL ’27 DE SETlEllBllE DE IS.’il, Presidida por el señor Héctor, presentes los SeñoresGorbea, Meneses, Blanco, Be- yes, Dorneyko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión del Hi del corriente ni '‘, el señor Rector confirió el grado de Licenciado en IMedicina a don Benito (iarcia Fernandez. A continuación se dió cuenta: 1." de dos oficios del Ministerio de Instrucción Pú- blica; por el t.“delos cuales se trascribe un supremo decreto (jue i)ermite a los miembros nombrados para la Facultad de Humanidades por decreto de 4 del corrien- te, efectuar su incorporación prestando el juramento de estilo ante el Rector de la Universidad, i pronunciando el discurso ([ue deberian recitar ante el público, en las sesiones que celebra la mencionada Facultad; i por el 2.“ se trascribe otro supremo decreto en que, a virtud de las correspondientes propuestas del Consejo Universita- rio, se asigna el premio anual de moralidad a don Tomas de Reyes, i el de cnseñan- zi al preceptor municipal don José David Castro Patino. — El 1.® de estos oficios se mandó comunicar al señor Decano de Humanidades. En 2.® lugar se dió cuenta de un oficio del señor Decano que acaba de citarse, adjuntando copia de la acta de la sesión celebrada últimamente por su Facultad con el objeto de acordar el tema que debe proponerse para el premio del año próximo venidero. — De dicha copia resulta haber sido adoptado por unanimidad de sufrajios el siguiente: «Una memoria de los años 13 i 14, considerados particularmente por el <1 lado administrativo i politico, sin olvidar por esto los acontecimientos militares « que se verificaron en aquella época de nuestra historia,» 3.® De una solicitud do don José Manuel Silva, relativa a que se le permita rendir durante la práctica los exámenes de jeografia i cosmografía, únicos qae le faltan de los requeridos para el grado de Bachiller en Leyes, confiriéndosele desde luego dicho gralo. — El Consejo accedió a esta solicitud por fundarse en los mismos motivos que las anteriores de su especie. Después de esto el Señor Rector observó que, habiendo ya cesado de ser .Ministro de Instrucción Pública el señor don Máximo Mujica, el Consejo se hallaba a su |>a- rccer en el caso de hacerle una manifestación de su gratitud por los servicios que du- rante su administración ha prestado a la enseñanza pública, contribuyendo a su di- fusión í complemento; i por la protección especial que al Cuerpo Universitario ha dispensado, completando el escaso número de miembros de algunas de sus Faculta- des, con el objeto de dar impulso a sus trabajos. — Acorde el Consejo con la opinión del señor Rector a este respecto, dispuso se hiciese la manifestación propuesta. Habiéndose dado cuenta luego por el primer bedel de le Universidad de haber en- contrado en 1 1 librería del señor Yuste el ejemplar de la Novísima Recopilación que el Consejo acordó en la sesión última comprar para el uso de esta Secretaria, al pre- cio de 21 pesos 4 i medio reales, que es el mas barato que ha podido conseguir, que- di) resuelto que se hiciese a ese precio su adquisición. AcU) conliiuio, se prosiguió el eváineii de l:is ol)servae¡üiies conlenidas en las no- las remisorias de los úUimos estados de la instrucción en la República; i tomando en consideración las pertenecientes a los varios departamentos de la provincia de Acon- cigua, se ordenó trasmitir al conocimiento del señor Ministro de Instrucción Pública para los efectos a que haya lugar, las de las Inspecciones de educación de Pelorca i la Ligua — que son: respecto del primer Departamento, que aunque el preceptor de la escuela de hombres situada en la villa cabecera de Petorca, es un alumno de la Normal, de mui buena conducta i regular instrucción, no puede desempeñar debi- damente su cargo, por inconvenientes que se indican, i los cuales no le permiten disponer libremente del tiempo necesario para la instrucción de sus alumnos. A lo que se agrega la poca comodidad del local de la escuela, que consiste solo en una sala estrecha i un patio mui pequeño. — La escuela situada en Pupio sufre una igual desventaja, porque su local está reducido a una sola pieza incómoda, donde vive el maestro. Con respecto a la Ligua, s« advierte que en todo el Departamento hai una sola es- cuela situada a una legua de su villa cabecera, donde solo recibe educación, según el cálculo del Inspector respectivo, una 14.=" parte de la juventud de aquella población, quedando sumido el resto en la mas triste ignorancia; i aun en ese establecimiento liai que reparar: que de los 200 posos con que el erario dota a su preceptor, paga és- te el alquiler de la pieza en que está la escuela con 24 anuales, siendo imposible pro- porcionarse por tal precio un local capaz de contener con mediana comodidad i sin grave perjuicio de la salud de los alumnos, aun el corto número que actualmente tiene. — Agrégase a ésto la falta de los útiles i muebles necesarios, i de textos que uniformen la enseñanza. — La única escuela que ántes hahia en la cabecera misma del Departamento, pagada con los emolumentos de una fundación piadosa, i en la cual se educaban con rápido progreso hasta 150 jóvenes, cesó desde el 19 de Setiem- bre de ! 849, por habeisc trasmitido esos emolumentos, en virtud de sentencia judicial, a los herederos del fundador. — I como desde entóneos acá incesantes esfuerzos de aquel Gobernador Departamental, del Inspector informante i de oíros particulares, no han bastado a la reparación de tan grave mal, se solicita de la autoridad correspon- diente su mas pronto remedio, con el establecimiento de una nueva escuela, que subs- tituya allí a la que ha desaparecido. — El Consejo acordó se recomendase con encare- cimiento al-Gobierno el remedio de las antedichas necesidades. También se convino en hacer presente al Supremo Gobierno que del Departamen- to principal de la provincia de Valparaiso, hace ya dos años por lo múnos que no se recibe ningún estado de sus escuelas, a pesar de las recomendaciones que sobre su exacta remisión se han hedió en diversas épocas,— Con lo que fiié levantada la se- sión. [)i:l siii’iieiio (loiiiEiiMi^ CONSímTORIO NACIONAL DE MÚSICA. Santiago, setiembre 2 de 18ol. Con lo ospucslo en h prcecdcnlc nol.i, ii(3inbrasc miembros del Conservatorio Xa- cional de .llnsici, a doña .llercedes Jofré, doña Elisa Tupper, doña Virjinia Beau- chd', doña .Mercedes .Muñoz, doña Isabel .41varez Condarco, doña Irene ISavarretc de 4Vilson, doña Carolina Novoa, doña Bita Cifuentes de Cifuentes, doña IMcrcedes Andonaegui de Ncwman, doña Hriina Venegas de Riquelme, doña Cármen Tiska do Blondeau, doña ¡M lipina Barra de Cobo, doña Luz Covarrubia de Larrain, doña Concepción Vildósola de Ravcnlós, doña Emilia Tocornal de Cáccres, don Manuel Blanco Gana, don Francisco Oliva, don Enritpic Ilawell, don Manuel Emon, don Pedro Quintavalla, don Elisco Cantón, don Enrique Lanza i don Eleodoro Perez. .\sí mismo nómbrase miembros honorarios del espresado Conservatorio a doña Cármen Velasco de Alcalde, doña Lucia Vera de Irarrázaval, doña Cármen Muidobro i doña Trinidad Larrain de Irarrázaval. Esliéndasc a los nombrados el correspondiente ti- tulo 1 Comunifiuesc i publiqucsc.— Bl'i.mes.- Md.rimo Mujka. -:$CI Síniticujo, nciinitbi'e i de 1851. t>)n lo es|xieslo por la Comisión Inspoclora ilel Conservatorio Nacional de Música cTi ñola de 5 de agosto último, He acordado i decreto: 1 Se establece en la Academia del Conservatorio Nacional de Música una sección con el titulo de «Instituto Académico,» con el íin de cjue las personas que el Gobierno tu- viese a bien nombrar para componerlo, puedan ejercitarse en la música i adquirir la cotiveniente preparación para ser incorporados a su tiempo, como miembros en el es- presado Conservatorio. A propuesta del Consejo Académico del establecimiento espresado, se nombra miembros del mencionado Instituto a doña ¡Mercedes Correa, doña Elena Smylh, do- ña Hortensia Lavalle, doña Corina Vicuña, doña Rosaba Necochea, doña Amalia La- rrain, doña Kudosia Perez, doña Melania Sánchez, doña Carmen Cañas, doña C<ár- inen Solar, doña Felicidad Cuco, doña Mercedes Rrown, doña Adela Easlraon, doña Donata Campillo i doña Oriana Palrikson. Comuniquc.se i pubbquc.se. — Iíui.nes. — Máximo Mvjica. NO?flBRAK!iENTOS DE NUEVOS IVIIEMBROS r.VU.V I.AS FACULTADE.S DE FIIJISOFIA 1 nU.MAMDADES 1 DE MATE.M.VFICAS DE LA ÍIMVEUSIDAD. Santiago, setiembre i de IS.’)!. ¡No habiéndose llenado todavía el número de miembros universitarios que el Gobier- no puede nombrar según la Ici de '19 de noviembre de 1843; 11c acordado i decreto; Nómbrase miembros de la Universidad de Chile en la Facilitad de Filosofía i Hu- manidades a don Silvestre Ocliagavia, don ¡Máximo Argücllcs, don Anibal Pinto, don Juan Carlos Gómez, don Alejandro Reyes, don Félix Frías, don Carlos Riso i don Francisco Vargas. Estiéndase a los nombrados los correspondientes diplomas i comuniqúese.— Rli.- N ES. — Mú X i m o M i ra . Santiago, setiembre ti de 1851. Vista la precedente nota del Rector de la Universidad do Chile i la nómina a ella adjunta, en uso de la autorización que me conliore el articulo 8." do la lei de 10 de noviembre de 1843, vengo en nombrar miembros de la espresada corporación en la Facultad do Ciencias ¡Matemáticas i Físicas, a don José Gandarillas, don Jo.sé Ras- larrica, don Anlonio Hamin*/, don José Zogors, don Amado l’issis, don Juan do la Cruz Solomayor, don Carlos JJoesta, don Julio Jarier, don Francisco Velasco i don Santiago Tagk*. Eslicndasc a los nombrados los correspondientes diplomas i comuniqúese.— Bul- NEs. — Máximo Mi'jira, CLASE BE 7ENE50RIA GE LSBROS r..\ EL INSTITUTO NACIONAL. Santiacjo, setiembre 11 de 1851. Con lo espuesío por el Rector del Institulo Nacional en la nota que prerede, se establece en dicho Institulo una clase de teneduría de libros, cuya instalación tendrá lugar a principios del año escolar próximo venidero. Se asigna a la nueva clase la dotación de trescientos pe.vos anuales, i se nombra para que la desempeñe a don Franci.sco Herrera, propuesto por el mencionado Rector. Tómese razón i comuniqúese.— Bti.\E.s. — Máximo Méjico. PREMIOS di MORALIDAD i DE ENSEHAHIA. Santiagn, setiembre 1(5 de 18oI. Vista la nota en que el Rector de la Universidad, a nombre del Consejo do esta corporación, i en cumplimiento de lo prescrito en el articulo 3." del .Supremo de- creto de 2 de agosto de 1849, propone al Gobierno las personas que por sus accio- nes útiles i laudables se han hecho acreedoras al premio de moralidad, i las que por su esmero en la educación del pueblo merecen el asignado a la enseñanza, conforme a lo dispuesto en el citado decreto. Vengo en resolver: 1.” Se asigna el premio de moralidad a don Tomas Reyes i el de enseñanza al Preceptor municipal don David Castro Patiño. Kstiéndase el correspondiente diploma i ciieseles para la recepción de la respecti- va medalla. '2.*’ El (¡obierno se complace en aceptar l.as recomendaciones que .se hacen de la.s otras personas deque se hace referencia en la mencionada nota. Comuniqúese i publiquesc. — Rui.m'.s.— JW.j/h/o Mvjirn. MEDICINA . — Meniorin sobre Ja Grippe leída por don francisco JAVIER TOCORNAL cn la sesíov. de las /'aculladcs reimidas. La estación actual, notable por sus variaciones atmosféricas i las alternativas de calor i frió o de sequedad i humedad; ha resentido nuestra organización i orijinado algunos de los trastornos que hemos tenido ocasión de observar. Esta misma influen- cia de la constitución médica reinante parece eslensiva a lodo el hemisferio del Sur. En la República del Perú la enfermedad de la grippe se manifestó de un modo mui decidido; lo mismo sucedió en las provincias del norte, i últimamente las ciudades de Valparaiso, Quiliota, Casablanca, Santiago i acaso todas nuestras poblaciones han sido víctimas de esta epidemia. Lo que sucede actualmente está en relación con los temores que se tuvo en los mis- mos lugares indicados arriba, del Perú, Copiapó etc. en la época del verano pasado, de la aparición de otra enfermedad mas temible aun i de peores consecuencias para la sociedad,- pero felizmente por entónces las poblaciones se libertaron de los estragos que habria orijinado. Sin embargo hace un mes que las poblaciones de la costa i del norte de la República han esperi mentado una influencia catarral epidémica de un modo mui sensible. El 8 de Agosto se presentaron en el hospital de San Juan de l)i')S los primeros enfermos, unos pertenecientes al batallón Chacabuco i otros al cuerpo de policía de la ciudad. Al dia siguiente se duplicó su número, i asi sucesiva- mente hasta cstcnclcrsc por toda la población, c-.m la diferencia de que los campos a| ■18 —366— pie de los Andes, es decir, o la parle del orienle, fian sido ims privilejiados en í,i propagación de la epidemia. El mal estado de loscnarleles, de las cárceles, de las pri- siones i de los oíros estahlccimientos públicos permilc que sean siempre el foco de las enfermedades endémicas i epidémicas de cualquiera naluraieza que sean. Desde el dia de su inanifesUcion su aumento ha sido tan progresivo, que ha invadido loda la población; en las casas, calles i templos no se oia sino toser, i en las salas de los hos- pitales fué tal la intensidad de la los, que hubo momentos de no oirsc lo que se ha- blaba. En unos era mlii ronca, en otros mas aguda i sonora, en otros mas suave, ma- nifestando los diferentes grados de irritación de la membrana niuscosa laringo Ira- qaial. lia sido tal la inlluencia de esta conslitucion médica, que personas con padeci- mientos antiguos i crónicos, la han sufrido también hasta el punto de aparecer como una sola la enfermedad reinante. lIlSTOniA. Sin tratar de entrar en los pormenores cienlificos déla elimolojía de esta enferme- dad i de las diferentes apariciones que de ella se han observado en Europa i en .Amé. rica, diré que, según SI. Crisole, la palabra grippc o catarro epidémico, cucóte, in~ fluenzít, viene del pídaco chrypka que signilica coslipado, i ha p isado de una csprc- sion vulgar a una cienlifica que en el ilia es el nombre con que se le conoce. Según el mismo autor parece que esta enfermedad no era tan conocida de los antiguos, pues antes del siglo XV no se encuentra descripción circunslanciaoa de ella; pero en csios^ últimos años ha habido ocasión de observarla bien, i do indicar los mejores medios curativos que necesita. CAUSAS . í.a chryplva es una enfermedad esencialmente epidémica, i su aparición aun cuan- do no puede explicarse por ciertas circunstancias especiales, porque se maniíiesta en (odos los climas i en todas l is temperaturas; sin embargo las variaciones atmosféricas que crispan, irritan i suprimen la traspiración cutánea, impidiendo las funciones na- turales del culis i las depuraciones que la sangre debe esperimenlar, influyen sobre las membranas mucosas, dando lugar a algunos de ios efectos que observamos. El ai- re cargado de e.'luvios provenientes de lugares pantanosos o en descomposición habrá favorecido el desarrollo de esta enfermedad. Por mi parle, tengo por cierto que los nortes (pie liemos csperimentido duranlo esta época, (1) i que nosotros debemos con- siderar como vientos anómalos, habrán conlrilmido a orijinar esta especie de incen- ilio en tod is las poblaciones de su tránsito. Aunque no sea osla una causa segura i positiva, el recuerdo do lo sucedido cii épocas anteriores en que estaciones cstraordi- nariis de lluvias torrenciales i do grandes vientos nortes dieron lugar a la aparición de otra epidemia de la naturaleza do la actual, me hace fijar la atención de los pro. fesores cientificos, por si se considera como nn motivo de investigaciones. Mis temo- res (le la trasmisión de estados atmosféricos mal sanos de las repúblicas vecinas me muaven a haceros presente que seria do un gran interes profesional el estrechar nues- tras relaciones científicas, porque, teniendo ideas fijas de las enfermedades reinantes 'p K! (lia -23 (ie julio iiQi' la tardo principió on Panliago a soplar un rocío nnric, que so prolongó a- conipañado do lluvias hasta ol dia 23, i lial>i(?iulo.se ¡iiUTruinp'ido ol 2B. volvió a coiilinuar el 27 tam- hlen acompañarlo de lluvia. Este viento era si iisililemonle caliento, lo (|uc maniliosla que venia de lu- gares en que reinaba una lemperaiura mas alta. Desde el iiiunienlo do su aparición, (d lernióniclro que ícarcaba cu los días ant, 'l loros a la somhia i eii abrigo 10> coiit. subió a 11. i volvió a marcar lO" eu cuanto ol viento cesó. Esta ciiviiiisíanoia, la do baborse st'iilido igual rciiómeno en loda la costa có- mo también la do haberse maiiit'osiado solamonle desde eiilóncos la ¿'iiji/i, en todos los parajes recorri- dos por el vitnlo, iio.s liacdi o¡'eor (pie la epidemia ha sido oomiucid.i por el desde las rejione» equi- mnulos. ) (le ias apariciones de las endémicas i epiilémica.s (jiie les puedan sobrevenir, evila- riamos en lo posible las malas consecuencias a que ilariau después lugar enlrc noso» Iros. SIMOMAS nií l.A EM?ERriiKOAr>. La grippe está caracterizada por Coriza, o romadizo, tos, mas o menos fiebre, do* Jor jeneral del cuerpo i los síntomas ordinarios de una bronquitis poco inlensa: se esperimenta también una sensación mui incómoda a lo largo de la columna lumbar i en la rejion torácica o abdominal. Algunos sul'ren cefalaljias viólenlas ya jenerales, ya liinitad.as a alguna parle d(! la calieza, ruidos en los oidos, desvanecimientos de ca- beza i algunas veces epistasis. I£1 rostro manifiesta el gran sufrimiento, i a veces cs tal la postración de las fuerzas, que se puedo t(uuar como el prinneipio de una en- fermedad grave. La fiebre, como hemos dicho, presenta muchas variaciones: unas ve- ces es lijcr.a, otras mas intensa se aumenta en la noche dando lugar a mucha njilacion c insomnio. Hai también sintomas de alguna irritación de la membrana mucosa de las vías aéreas; el olfato se pierde i un Huido abundante corre por las narices (coriza). Los ojos están colorados, lagrimosos, un poco tumefactos i soportan con dificultad la impresión de la luz. Algunos se quejan de incomodidad de la garganta, casi lodos tienen la voz ronca i espcrimenlan una sensación incómoda en la parle superior de la larinje i un sentimiento de ardor i de calor detrás del esternón. La los es mas o ménos frecuente en paroxismos, dolorosa i algunas veces seca dando lugar después a un desgarro mucoso abundante. La percusión cs clara en toda la ostensión de la ca- bidad torácica i por la auscultación se oye la presencia de ruidos sibilosos, mucosos o crepitrO-ules secos o hú.Tiedo.s, según el grado de irritación i la actividad de la enfer- medad. He visto algunos que han esperimentado un dolor tan fuerte en la rejion precordial i tanta dificultad en la respiración, que fueron precisas las deplcciones sanguíneas. Los síntomas de los órganos dijeslivos varían mucho: en algunos no ha habido sino inapetencia, en otros vómitos, en otros diarrea. La mayor parle de lodos estos síntomas pueden existir juntos i de un modo mas o menos pronunciado, pues se ha visto que a veces han predominado los síntomas cerebrales dando lugar a dolor en la cabeza, a delirio a epislacis, insomnios o desvelos etc.; otras veces ha dado lu- gar a síntomas torácicos, dolor fuerte en la rejion jirecordial, tos, desgarro sanguíneo etc,, otras, veces han predominado los síntomas abdominales, cólicos, diarreas etc., según las disposiciones de cada individuo. Un estado nervioso jeneral ha complicado también la marcha de la enfermedad haciéndole lomar un carácter atácsico o adi- námico de mas o ménos intensid.ad. De todos estos modos he tenido ocasión de oh- servar la presente enfermodad habiendo sido preciso eu su tralainienlo medios cura- Dvüs distintos. MAnr.HA I ClU.AC.nN. Las mas veces la grippc sigue una marcha continua i rápida. Eu el estado mas simple dura de cuatro a diez dias i termina jeucrabuenle por sudores abundantes, o por desgarro copioso, o por movimientos biliosos por pule de los iuiesíinos, por cantidades abundantes en la cspulsion do la orina, o por puqueñas manchas o gra- nos ácia la ¡leriferic del cuerpo etc.. La mayor parte de los enfermos quedan con postración de fuerzas, cs decir, con síntomas de debilidad. Guando la grippe no ha tenido complicaciones no hai ejemplo de que sea do gravedad i solo lo ha sido en las per- sonas de padecimicnlos antiguos i crónicos a quienes les lia alijerado (d término fa- tal. Durante el mes de agosto una inflinuicii calanaal es la que ha prevalecido i aun — 3f.8 - dura todavía; i como una partícul uidad do la presente epidemia, síntomas atcírsiros 0 adinámicos han acompañado a muchos de los casos do (irippe, i en las .Neumonías 1 Bronquitis ha sido mas notable aun esta complicación notándose que el pulmón izquierdo se ha afectado con mas frecuencia que el del lado opuesto. En las mujeres ha habido una gran disposición a flujos sanguíneos, i los abortos se han promovido con mas frecuencia que en otras épocas, sucediendo en unos un estado de liquida- ción, i en otros de mas coagulación de la sangre. DI AGNOSTICO. La grippe por el abatimiento, por la postración i los dolores que le acompañan se puede distinguir de una coriza o de una broiu|uitis ordinaria. Los síntomas nervio- sos tan pronunciados desde el principio junto con la e[)istacis o la diarrea o los in- somnios, los rales sibilosos en el pecho ¡jueden dar lugar a e(|uivocaciones i creerse que sea alguna otra la enfermedad que empieza; pero su invasión repentina i la cir- cunstancia de que en algunas horas, o en uno o dos (lias puede llegar a su mas alto grado de intensidad, da lugar para creer que el enfermo esperimenta la epidemia rei- nante, i la marcha de esta enfermedad viene a fijar mas al médico en su naturaleza. Ct'RACfON. Hablando de un modo jcneral i como base del tratamiento que debe servir para esta enfermedad, diré, que las bebidas mucilaj inosas solas o mezcladas con maná, los atemperantes, los pediluvios, la mistura emetizada, los suaves lacsantes, las sangui- juelas sobre la rejion precordial o sobre la epigástrica, los vejigatorios, las cataplas- mas emolientes sobre estas mismas parles, o sobre los puntos adoloridos, forman po- co mas o menos el método curativo. .\un en los estados mas simples, el enfermo guardará (íama, dieta, i usará de be- bidas sudoríficas como las de palqui, alelí, violeta, (;tc. , tan comunes en el uso doméstico. Otras veces se usará de las bebidas mucilajinosas como el cocimiento de linaza con maná, o cocimiento do cebada con tamarindos, se tendrá cuidado de mantener la libertad del vientre por medio de enemas purgantes para impedir el au- mento de la enfermedad. Si la fiebre es de mayor intensidad, la los i la opresión del pecho urjentes, los polvos de dowcr, los vomitivos, la mistura emetizada i los suaves l.uísantes están indicados. Los otros medios curativos varian según los síntomas i las circunstancias particulares de cada enfermo. METíIOS IIUIENICOS I mOFILACTlCOS QTfí DEBEN EMIM.EAR.SE. Las medidas sanitarias que deben ponerse en ejecución en tah's circunstancias son: Mintener la población en el mejor estado de aseo posible. Desecar los pantanos i (lernas aguas detenidas que existan en la población i sus contornos, rccojer las basu- ras i demas inmundicias de la ciudad a un lugar determinado fuera de ella, el cual deberá designarse por personas competentes. Tomar todas las medidas de aseo en los establecimientos públicos donde haya muchas personas reunidas como en los cuarte- les, cárceles, etc., i darles toda la ventilación i luz de que sean sus('eiUibles. Suministrar vestidos de abrigo a los detenidos en las prisiones; impresionar sus alimentos, sus bebidas, etc., todo esto pertenece a la autoridad. Hai ademas otros medios hijiénicos cuyo uso corresponde a los particularr's. Como estamos bajo la in- fluencia de variaciones atmosféricas malsanas, conviene tro esponerse a infracciones de temperaturas estremas, evitar las trasnochadas, no hacer uso ih» bebidas estimu- lantes, ni de alimentos mui condimentados, no mudar de ropa sin precaución ni con — 369 — la misma frecuencia que en otras estaciones. Adoptadas estas indicaciones los efectos de la presente epidemia serán cada vez mas pasajeros. En las Ncuinonias que lian prevalecido durante todo el mes que acaba do trascurrir, el uso de los antiflojisticos, de los estimulantes difusivos, de los tónicos, de los rebiilsibos a las estreinidades o a las partes adoloridas por medio de los cáusticos, me han sido tan útiles, que me lomo la libertad de hacerlo presente a los miembros de la Facultad. Puedo decir también que hoi dia ya es menos el número de enfermos, las salas dcl Hospital están mas descargadas, i la estación parece componerse. JEO DES í. í . — Ohse)'va( iones jeneralcs sóbre la refracción lerres- Ire, su deducción de la refracción aslronómica i su aplicación a la delerniinncio7i de las difereyicias de ?iivelj por don garlos GUILL MOESTA. Para determinar la diferencia de nivel de dos puntos tenemos dos métodos que se usan comunmente; el uno la determina por medio de las distancias zcnitales, el otro por medio del barómetro. So sabe que se prefiere el primero siempre que se trata de adquirir una exactitud mayor, porque el barómetro, sujeto a las vicisitudes de la at- mósfera. no puede dar, por mucho cuidado que emplee el observador, sino resulta- dos aproximativos entre limites mas o menos estrechos. Si en la observación directa de las distancias zimitales no tuvieran indujo circunstancias ajenas, se obtendrían resultados mui exactos, en los que no habría otros errores que los inevitables, in- herentes a la observación misma; i apreciados estos últimos por los métodos que nos da el cálculo de las probabilidades, se podria considerar el resultado obtenido como matemáticamente exacto. Desgraciadamente encontramos en la refracción terrestre un obstáculo grande; i redexionando mas sériamente sobre la materia, hallamos que el primero de los dos métodos está espucslo a errores provenientes de las mismas causas que las que se presentan en el otro. has observaciones directas dan casi siempre la distancia zcnital mayor que la ver- dad'ra i la diferencia entre ellas es lo (|uc se llama la refracción. Se ha reconocido por medio de muchas observaciones que cuando la distancia zcnital se aproxima mucho B 90 grados i la distancia horizontal de las dos estaciones no es demasiado grande, la razón del ángulo de la refracción al ángulo en el centro de la tierra es fija i constante; de modo, que multiplicando este ángulo por un cierto coeficiente constante resulta la refracción, la que agregada a la distancia zcnital observada, da la verdadera. Este coeficiente, empero, depende esencialmente de la temperatura dcl aire, puesto que ella modifica la densidad i por consiguiente la refracción; por esto * por otros motivos no debe parecer estraño que para diferentes partes dcl mundo tiene también distintos valores este coeficiente El coeficiente de la refracción terrestre se ha fijado por Strnvp en Dorpat en 0.0618 « (iauss en Goltingue (( 0.0653 la coniision encargada de la medida del meridiano en Prusia <( 0.0685 {lor Gorabeuf « 0.0642' en Francia (( 0.0H2 en Inglaterra (( 0.100 ^0 puedo ser de olro modo, puesto que en ciertos pirnjes, en di.is mui calientes, Síieede mui a menudo que los objetos se uos presentan debajo de los lugares donde en re didad se hallan, de manera que no solo el valor numérico del coeficiente sino has- la.su siguo aljebraico varian de un lugar a otro i de un dia a otro. Hasta ahora se ha usado también este coeíiciente en la Joodesia pira todas las distancias zenitales di- ferentes de 90 grados, lo que debe producir necesariamente resultados defectuosos. Supongamos que la distancia zeniial de un objeto terrestre poco se diferencia de 90 grados i que empleamos el valor lijo C; si dicho objeto empieza a elevarse en la di- rección normal a la superficie de la tierra, veremos que la distancia zenital irá dis- minuyendo i el rayo de luz tendrá que atravesar capas de aire de otra densidad i estension que ántes, par.a llegar al telescopio: por cuya razón debe ser otra la re- fracción i olro el valor de C, para la distancia zenital poco diferente de 90 grados, i otros para las distancias mayores. Luego la refracción depende de la distancia zc- nital observada o lo que es lo mismo la refracción es una función de ella. Kspondré en otra memoria la dependencia de la refracción terrestre de la dis- tancia zenital observada por una fórmula, asi como también propiedades notables de las curvas descritas por el rayo de luz en la atmósfera pasando de un objeto a otro. De todo lo cspucsto resulta claramente que en la determinación de la refracción terrestre hai todavía muchos defectos i que por consiguiente cada innovación o me- jora que tiende a dar mas seguridad i exactitud a los resultados debe considerarse de gran importancia para la Jeodesia i Jeografia. Voi a presentar aqui un método que determina la refracción terrestre por medio de la refracción astronómica, método recomendado en principio por varios sabios hace tiempo ya i que sin embargo no ha encontrado hasta ahora aplicación práctica. Para acomodar este método al nso del pais agregaré unas tablas que he calculado i adoptado para la Jeografia de Chile. Para entender bien en qué consiste este método, figurémonos que denna estrella colocada a cierta altura (conveniente para este caso) encima del horizonte venga un rayo de luz que después de haber entrado en la atmósfera i trascurrido una parte de ella, loque la punta mas elevada, no mui estensa, B de un cerro i siga su marcha hasta que forme una tanjente a la superficie de la tierra en el punto 31. Llegado a este punto .M habrá esperimentado el rayo de luz una cierta desviación de la direc- ción que tuvo al salir de la estrella i la cantidad que se ha desviado de su curso es la que se llama refracción astronómica horizontal. Si suponemos que la atmósfera cons- te de capas sobrepuestas unas a otras cuya densidad va disminuyendo según cierta lei a medida que nos elevamos en el aire, podemos imajinarnos que el rayo de luz al atravesar cada capa sufre un pequeño desvío de su camino: este desvío, disminu- yendo la altura de esta capa indefinidamente hasta cero, llegará a ser la diferencial de la refracción. Tomando ahora la integral definida desde el punto donde el rayo de luz entró en la atmósfera hasta el punto M, resulta la refracción astronómica horizon- -372- 1:í1, i calculando uespiics la ¡utegral desde el primer punió liasla B síguela rcfracrinrf aslronómica correspondiente al punto B; pero la diferencia de esas dos refraccioncH astronómicas es evidentemente la retracción terrestre que sufre el rayodc luz pasando de -B a M. De esas dos integrales nos da los valores respectivos la teoría de la refracción nitro- noinica con mnc’na exaclitaid, como también se ha calculado i dispuesto en tablas los valores correspondientes a cada distancia zenital con sus correcciones debidas al ter- mómetro i b irómelro. Pueden servir para este fin las tablas del cálebre astrónomo Bessel publicadas primero en su obra: (Fundamenta aslronorniae, Koenigsberg) las que se reconocen por lodo el mundo como las mas perfectas. Restando, pues, el se- gundo valor de la refracción del primero se obtendrá la refracción terrestre con una cxaclilud mayor que la (¡ue se obtiene por cualquier otro modo conocido: por razón de que podemos aprovecbarnos en este caso de un gran número de observaciones ya hechas, i porque esta parle de la ciencia ha sido cultivada i perfeccionada por los hombres mas sabios i mas ilustres en la ciencia. Sin embargo, la práctica ha de re- nunciar a este medio, al menos en los mas casos, porque las mas veces el punto B os inaccesible e impide hacer las observaciones necesarias i simulláneas. Debemos por eso buscar otro medio; i para entender bien la esposicion i el uso del método (¡ue voi a esponer, lomamos por punto de partida la siguiente cuestión que se pre- senta en la Jeodesía. «Conocida la distancia zenital dol punto B lomada del punto A cuya altura sobre el nivel del mar se conoce, i determinada la distancia cnlre los dos puntos A i B por una triangulación, se quiere delcrmiiiar la altura del punto B sobre el nivel del mar.» Para resolver esta cuestión tiremos has normales en los puntos B i A, normale.s que se corlarán en el centro C i formarán eniresi el ángulo F. Uniendo el punto B con A, tendremos el Iriángulo B A C, en el cual por la latitud jcográfica de A conocemos el !Mdio de curvatura P i por medio de este i la distancia calculare- mos el valor de F; eonoccrémos enlónccs en este Iriángulo el lado C A= b-r P i los ángulos B A C— 180— a B U A=F ■ V-rbJ, SCI) a luego resulta : \= — P sen (a — 1') designándose por \ la allura del punto B sobre el nivel del mar Usíe valor de x no es exacto por ser el ángulo demasiado pequeño i por no haberse atendido a la refracción; lo consideraremos, pues, romo un valor aproximativo i por medio de él Ilcgarémos a conocer la densidad del aire en B aproximaliva como luego esplicaréinos. Figurémonos también otro rayo de luz que salga del punto B i toque en su curso la superficie de la tierra en el punto M como hemos dicho ya arriba. Tratemos anie todo de determinar la razón de la refracción astronómica horizontal en M a Í3 correspondiente a B, para cuyo fin recordarémos la lei de física según la cual la razón de las densidades es igual a la de las refracciones. Acabamos de hallar D’ la densidad D’ de! aire en B; luego conocemos el valor de — siendo D la densidad D del aire en .M, i por eso la refracción astronómica media en B será igual a I)' ¿02fi.”3 — í) suponiéndose la refracción astronómica horizontal media al nivel dcl mar igual a 5026. "3 í.i diferencia de estos dos valores da la refracción terrestre horizontal que llama’ remos K i con este llegamos a conocer el valor de U 2026.3 por medio del cual podernos inmediatamente hallar la refracción terrestre entre los dos puntos dados B i A. Si nos trasladamos del punto M a A podremos en los mas casos adoptar el valor 2026.3; solo en el caso que la altura del punto A sobre el ni- vel del mar sea considerable tendremos que tomar el valor correspondiente a esa altura; pero siempre lograremos a obtener de ese modo el valor de R refrac. astr. hor. en A En la posición A viene al telescopio el rayo de luz en una dirección cuyo ángulo con el horizonte es de (90-a] grados. Este rayo experimenta en su curso la refrac- ción astronómica total cuyo valor hallarémos en las tablas; designémoslo por R’. De esta refracción restaremos la que corresponde a la distancia de B a A, es decir la re- fracción terrestre que queremos determinar, i como la razón de r es aproximativa- mente igual al anterior resulta que R ir refr. asi. horizontal en A i en los mas casos R r= -.ir 2026.3 ‘ con esto queda resuelto el problema. Queda ahora por indicar de qué modo llegamos a determinar la densidad en B conociendo el valor aproximalivo de la altura de ese punto. Se sabe que la densidad del aire depende de la altura sobre el nivel del mar, según una lei conocida, pero también depende de la temperatura del aire. No conocemos por desgracia la lei que tija la relación entre la temperatura del aire i la altura, ni podemos siquiera a, segurar si tal lei e>;ista o no. Vémonos por esa razón obligados a hacer abstracción de la temperatura, considerando la densidad solo como una función de la altura. Es. (a función se deduce fácilmente de la fórmula que sirve para las mensuras de las al- turas por medio del barómetro. Desarrollándola en una serie converjente obtcndréinos D’ f' ■’ log — = — mx-fnx2 (1) D log m= 0.7265T2Í— 5 log n = 0.9316234— t 2 •Sustituyendo en esa fórmula en lugar de x el valor aproximativo arriba obtenido D’ se deduce fácilmente el valor de log — ; i, agregado este al logaritmo de 2026.3 se D obtiene el logaritmo de la refracción astronómica horizontal en el punto B. nías pudiera creerse que por no haber atendido a la temperatura en las dos esta- ciones este procedimiento de la determinación de la refracción terrestre no sea capaz de una exactitud bastante grande; veamos pues adonde nos conduce la observación déla temperaliira. l — Si lu teinporalura on lí i cu A asi como en todas las capas de aire entre ?o5 D’ dos objetos fuera la misma, quedaria el valor de — evidentemente invariable; i to- D mando siempre por la refracción astronómica horizontal al nivel del mar el valor de 2026. ”3 no se alterarla por este motivo ni el valor de la razón de la refracción hori- zontal en B a la de A, ni el resultado final; solo una diferencia entre las dos tempe- ratura moddicaria el resultado. Supuesto ahora que sea conocida realmente la lei que lije la temperatura como una función de la altura, poco ganaremos con esto, ¡mesto que en los mas casos el punto B está en la superficie de un cerro, i se sabe que la temperatura en las montañas es mui distinta de la de las capas de aire libre a la misma altura, las cuales, no hallándose en contacto con el suelo, están fu(n« del influjo del calor radiante del suelo. Este influjo depende esencialmente de la con- figuración de los cordones de montañas i es tanto mas considerable cuanto mas gran- de es su masa. En Chile, por ejemplo, la temperatura del aire sobre c! llano entre los dos cordones de las cordilleras, Sf calienta hasta una cierta altura no solo por el calor radiante del llano sino en parte por el de las faldas de los cerros: la lei de esta distribución del calor será sin duda mui complicada, pero es de presumir que aque- lla diferencia en jeneral no será mui grande hasta una cierta altura, suponicudo.se ademas que el punto de arriba no sea un punto sobresaliente del eje del cordon. Pa- ra poder formarnos por eso una idea exacta del error que pueda orijinar la influen- cia de la temperatura i do la exactitud práctica de ese método, debemos apelar a la espcriencia, i be aquí un ejemplo. Del faro cerca del puerto de Valparaíso se ha medido la distancia zcnital del pun- to culminante de la cadena de cerros entre los molinos de viento i el telégrafo: a^SOof?’ Do la triangulación resultó la distancia reducida al nivel del mar de estos dos puntos d=71-52.'"3381 i por una nivelación separada, se halló la altura del instrumento sobre el nivel dcl mar h= iO'" '['ornando el radio ecualorial igual a 6376981'" so calcula el radio de curvatura co- rrespondiente a la latitud de 33" (de Valparaíso) eñ p=^635il 10"' i con estos datos hallamos f=23I.”8 Por medio de la primera fórmula arriba citada se saca cnlónccs el valor aproxi malivo x=j08."'7 3 D’ Introduciendo este valor de x en la fórmula)(l)'sc obtiene el valor de — ; multipli- cado este por 2026.3 i restando el producto de 2026.3 resulta D R=.12i.”6 íja refracción astrorn')mica correspondiente a 8G"I7’ se nos da por las tablas igual a B’=7-58.”3 i se saca de la proporción 2026.3 : 1 21 .6.=^7 18.5 : r r^ii.’’9 Eos ángulos do la formula son — ÍÍTo- A===H0"17’í 1.”'.) a -K=SfV‘ i:r51.”8 i por un segundo cálculo según la misma lórmula resulta la altura c.orrejida x^oOT.2íl ESPLICAGIONES DE LAS TA15LA8 AGREGADAS La laida primera corresponde a la latitud jeográfica do 33”. La he calculado por mtcrvalos de 100 metros de la altura; la primera columna contiene la altura del pun- D’ D’ to B; la segunda el valor de — ,1a tercera el valor de log — ,1a cuarta el valor de la D D refracción astronómica horizontal i la última la refracción terrestre horÍ7.onlal=^íl. Por interpolación se obtiene fácilmente los valores respectivos correspondientes a va. lores intermedios de la altura. Las tablas segunda, tercera i cuarta son eslractos de las efeincridcs astronómicas de Ilardeng i AViesen que dan el valor de la refracción astronómica il, para las dis- lancias zenilales de 90 grados hasta 45, con las correcciones barométricas i termomé- Iricas, La tabla quinta conlicnelos logaritmos de los radios de curvatura déla tierra des- de 30° hasta 40” de la latitud jeográfica, suponiéndose el radio ecuatorial igual a la unidad i el achalamiento de la tierra igual a 1 . Para obtener el verdadero logarit- 309 mo del r idio de curvatura se tiene entóneos que agregar al logaritmo de la tabla el logaritmo constante del radio ecuatorial que suponemos igual a 0376984 metros. Un ejemplo dejará ver mejor el uso de estas tablas. Pongámosla distancia zonital observada==8C” 23’, la ¡atiiud=35” i el valor apro- ximalivo de la altura=í92 metros. En la tabla 1. hallamos para 400'° » » « 90. ”t 92 por interpolación 21.”I 492 ' R En la tabla 2, 80” 20’ » » J) 755.0 3’ » » » 7.7 80“ 23’ 7:03”.3 = B’ inmediatamente resulta de la proporción 2026.3 : B = B’ í r r 44”. 3 Para buscar el logaritmo dcl radio de curvatura correspondiente a la latitud joo- gráfica de 35” tomamos de la tabla 5. el logaritmo = 9.9985702 log 0376984 !=0.ff046l53 0.803 19I te: log P. Para saber ahora qué error pueda haber causado la temperatura en la dolcnnina- D’ cion de r=i i.”9 vamos a buscar el valor de log — atendiendo a la temperainra. l) Durante la observación de la distancia zenital preced ule se observó la altura deí fjarómelro =TGi"‘‘" i la toinperalura— 19® o/° La leinperalura do la otra estación 15“ «/“ i la altura sobre el nivel del mar segnii el cálculo aproxiinalivo x=508.72 Si calculamos ahora con estos datos por la fórmula barométrica, con todas sus co- D’ rreccioncs, el valor de — , obtendremos 1) D’ = 0.9-52 15 i como sacamos en este caso la refracción astronómica horizontal correjida de las tablas = 1970” se sigue que la refracción en la estación de arriba es igual a = 1855” luego la refracción terrestre horizontal es 1970—185.5=1 15” Ademas, las tablas nos dan para la refracción astroíiómica correjida, pertenecien» te a la distancia zenital de 86“ 17’ J f • -1 i entóneos resulta de la proporción 1970 : 1 1 5=728 :r r=42.”-i Comparando este valor con el obtenido por medio del método arriba espuesto ve- mos que hai una diferencia de 2. ”5, la que puede considerarse, como mui pequeña i ser despreciada. Empleando uno de los coeficientes arriba mencionados como por ejemplo 0.08 que se usa en Francia, resultaria r=l8.”5 i la diferencia seria de 24. ”3 o como diez veces mas grande que la nuestra. PABLA L Altura del punto B sobre el nivel del mar en métros. S — 33.0 1)' 1) D' log. ¡J- Refraceiun en el punto B. Rerracclon terres- tre entre R i A. 200 O.9‘j7I06 9 9899686 1981.0 45.5 oOO 0 90586 9.9840164 lf)54.0 72.5 400 0.9521 1 9.978688 » 1950.2 196.1 500 0 9405 1 9.9755616 1906.7 119.6 000 0.92904 9.9680545 1885.4 142.9 700 0 91771 0.9627074 1860.5 165 8 800 0.90652 9.9575806 1857.8 188.5 900 0 89547 9.9520540 1815.4 210.9 1000 0.88455 9.9467270 4 795.5 255 0 J 100 0 87579 9.9414012 1771.4 254 9 J200 0.86512 9 9560750 1749 8 276.5 i 500 0.85260 9.9507490 1728.5 297.8 4 400 0.84221 9.9254220 1707.4 518.9 4 500 0.85195 9.9200980 1686.6 559.7 dOOO 0.82181 6.9147720 1666 1 560.2 4 700 0.81179 9.9094470 1 645 8 580.5 4800 0 80190 9.9041219 1625.7 400.6 4900 0 79215 9.8987970 1605.9 420.4 2000 0.78248 9.8954720 1 586.5 440.0 2100 0.771 66 9.8881444 1567.0 459.5 2200 0.76552 9.8828252 1547.9 478.4 2500 0.75422 9.8774980 1529.0 497.5 2400 0.74505 9.8721749 1510.4 515.9 2500 0.75591 9.8668280 1-591.9 554.4 2G00 0.72608 9.8615275 1475 8 552.5 2700 0.71815 9.8562056 1455 9 570.4 2800 0.70958 9.8508803 1458.1 588 2 2900 0.70074 9.8455570 1420.6 605.7 5000 0.6922 9.8402540 1405 5 625.0 5100 0.98577 9.85491 10 1586.2 640.1 5200 0.67544 9.8295884 1 569 5 657.0 5500 0.66721 9.8242658 1552 6 675.7 5400 0.65908 9.8189454 1 556.2 690.1 5500 0.65I0Í 9.8156100 1519.9 706 4 5000 0.64515 9 8082992 4505.8 722.5 5700 0 63529 9 8029775 1 287 9 758.4 5800 0.62756 9.7976557 1272 5 754.0 5900 0. 1992 9.7925540 1256.8 1 769.5 4000 0.61257 9.7870126 1240.8 ' 785.5 — 3-^- lABLA o k Dislanciazenital observada=a Refracción as- tronómica me- dia — IV UEFRACCIOS ASrnOSü.MlCA MKUIA. COKltESPONUK A TóOmm 1 8 LA AI.TUHX lítR- « HF.ALM. T. Distancia zenital observada a Refracción as- tronómica me- dia R’ Distancia zenital observada —a Refracción a.s- tronómica me- dia = R’ 9Ü« 2020”. 3 84“ 30’ 549”.0 75“ 214.3 89° 50’ 1914 3 20 353.5 74“ 200.0 40 1809.3 10 522 3 75 188.5 50 1712.0 00 509.8 72 177 0 20 1022.2 50 498.2 71 107.7 10 1 338.6 40 480.6 70 1 58 8 89° 1401.2 30 475.6 09 150.0 88» 50 1 589 6 20 464 9 08 145.2 40 1323 4 10 454.7 07 1 ,30.. 3 30 1201.9 85 441.7 00 130 2 20 1204.8 50 435.3 03 124.5 10 1 151.5 40 420.5 04 1 18 9 88» 1 102.2 50 417.7 03 1 13.9 50 1036.5 20 409.6 02 109.2 40 1013.2 10 401 9 01 104.8 30 973.4 82 594.4 00 100.0 20 936 0 50 387.1 10 900.9 40 380.0 59 90.7 87“ 808.1 30 373. 1 58 95. 1 50 837.3 20 500.4 57 89 0 40 808.5 10 559 9 50 80.2 30 781 3 81 3o.) o 53 85.1 20 753.0 50 .‘47.4 54 80.1 10 751.3 40 .3 4 1 . 3 53 77.2 80 708 3 30 335.9 52 74.4 50 080.0 20 530.4 51 71 .8 40 000 1 10 525.1 50 09.,3 30 640.7 80“ 319 8 49 00.9 20 028.3 79 291 7 48 04.0 10 010.9 78 207 9 47 02.4 85 594.3 77 2 47.5 40 00.3 50 578.4 70 229.8 43 58 2 40 5(i3 4 3." CORRECCION DEBIDA AL BAROMETRO 3T Altura del baró- inctro cu pul- gadas i lincas. Log. Altura dcl baró- metro. Log. Altura del baró- metro. Log. P. L P. L P. L 2ü O-OCí).*) 27 9.9859 28 9 9988 1 9.90X0 i 9.9845 1 0.0001 2 9.9094 2 9.9856 2 0.0014 O 9.9708 5 9.9869 5 0.0027 A 9.9721 4 9.9885 4 0.0039 5 9.9755 5 9.9896 5 0.0055 (•) 9.9749 6 9.9909 6 0.0066 7 9 9705 7 9.9922 7 0.0078 « 9,977(5 8 9.9955 8 0.0091 9 9.9790 9 9.9948 9 0.0103 JO 9 9805 JO 9.9961 JO 0.0116 1 1 9.9817 11 9.9975 11 0 0128 4.^ CORRECCION DEBIDA AL TERMOMETRO. Termómetro Iteaum. - Log. Termómetro II. Log. Termómetro R. Log. 4- 5()o 9.9566 + 18» 9.9798 + 6» 0.0041 29 9.9585 17 9.9818 5» 0.0062 28 9.9604 16 9.9858 4 0.0083 27 9.9625 15 9.9858 5 0.0184 26 9.9642 14 9.9878 2 0.01-26 25 9.9661 15 9.9898 1 0.0147 24 9.9681 12 9.9918 — 0 0.0168 25 9.9700 1 1 9 9938 1 0.0189 22 9 97 1 9 10 9.9958 2 0.0211 21 9.9759 9 9.9979 5 0.0235 20 9.9758 8 0.0000 4 0.0254 19 9.9778 7 0.0020 5 0.0273 —380— rABLA O. « Latilud jeográfica. Log. del radio de cur- vatura. Latitud jeográfica. Log. del radio de cur vatura. 50” 9.9982424 56“ 9.9986439 51 9.' 985078 57 9 9987163 5 “2 9.9985727 58“ 9.9987875 55 9.9984594 59 9.9988395 5 i 9.998307-4 40 9.9989316 OO 0.9983702 S OFICIALÍS. UNIVERSIDAD DE CHILE. Santiago, octubre 2 de 1851. En la sesión que celebró el Consejo de esta Universidad el 27 del que espira, acordó que por mi conduelo se hiciese a U. una manifestación de su gratitud por los servicios que mientras ha estado al frente del Ministerio de Instrucción Pública, ha prestado a la enseñanza, contribuyendo a su difusión i complemento, i por la protec- ^'ion especial que ha dispensado a este cucrpoUniversilario, completando el escaso nú- mero de miembros de algunas de sus Facultades, con el objeto de dar impulso a sus trabajos. Al desempeñar este encargo, rae es grato ofrecer a U. el testimonio de mi particu- lar aprecio i consideración. Dios guarde a U. Andrés Bello. Al Señor Ex-3Iinislro do Instrucción Pública don Máximo illujica. Santiago, octubre de 1851. Señor Recior: He recibido con el mayor a[)rccin, i como el testimonio de mas alta importancia para mi, la manifeslacion que por conduelo de U.S. se ha servido acordarme el 50 —382— Consejo de Universidad en la sesión del 27 de Selicrnljie úllinio, por lo que fie po- dido realizar en el ramo de inslruccion pública durante la época que he tenido a mi cargo la Secretaria de Estado de ese dcparlamcnlo. Nada he efectuado, señor Rector, que pueda hacerme digno de la honrosa distin- ción con que U.S. i el Consejo han querido favorecerme; pero acepto con respeto i gratitud la mencionada distinción, no como una nota debida a algún servicio impor- tante, sino tan solo como una prueba del benévolo aprecio con que esa distinguida Corporación ha tenido la bondad de honrarme. Me atrevo a suplicar a U. S., señor Redor, se digne dar al Consejo las mas afec- tuosas gracias de mi parte, i le pido al mismo tiempo, que acepte el testimonio del alto aprecio i consideración con que tengo la honra de suscribirme de U.S. Alentp seguro servidor. Máximo Muji'ca. DEL CONSEJO DE LA SESIO:^ DEL 4 DE OCTUBRE DE 4851. Presidida por el señor Rector, presentes los señores Meneses, Reyes, Tocornal, Donieiko i el Secretaria.— Aprobada el acta de la sesión del 27 de setiembre, se dio * cuenta: 1. ® De un oficio en que el señor Ministro de Instrucción Pública, contesta al que so le di!i”ió por el señor Rector con fecha 30 del mes próximo pasado manifestán- dole las necesidades que sufre la educación en varias provincias tle la República, i participa que el Gobierno considera este asunto digno de una atención preferente de su parte, i se propone arreglarlo mui en breve del moda mas satisfactorio posible. 2. " De upa presentación de don Diego Antonio Martinez, acompañando un testo de cosmografía, menos diminuto que el de Riso, para que, si la Universidad lo tiene por conveniente, lo mande adoptar para la enseñanza. — Se decretó pasase en informe al señor Decano de Humanidades. Continuando en seguida el exámen de las observaciones contenidas en los estados de varios establecimientos de educación de tas provincias, se ordenó comunicar al Supremo Gobierno las siguiente.s: 1." Que en la escuela modelo de S.m Fernando, provincia de Colchagua, no ha podido plantearse basta abora el curso de dibujo lineal por la falta de un texto co- Trespondiente, 2. " ()iic d colejio de niñas del mismo lugar carece de los úliles necesarios para ía enseñanza, por el sumo deterioro en que se anuncia estar los que posee. 3. “ Que la escuela fiscal de Nancagua, en la misma provincia, necesita un local aparente. 4 .” Que la escuela Municipal de Chillan carece de un buen local; i se piden para ®lla compendios de la historia de Chile, dos docenas de muestras para escribir, car- dias i otros úliles para la enseñanza de los niños pobres, que laltan a la escuela por no tener con que comprarlos. Ksta última falta la sufren landiien en jeneral ia ma- yor parte de las escuelas de la República, s pesar de los arbitrios que alguna 'cz se han adoptado para remediarla; por lo cual convendria la adopción de uno duradero. 5.“ En la escuela modelo de Rancagua se hace sentir la necesidad de una colección de mapas para la enseñanza de la jeografia. Por último, se dispuso que al trasmitir estas observaciones al señor IMinislro de Instrucción pública, se le dijese, que sin embargo de haber visto por su nota de 2 de Octubre último (de que se ha dado cuenta mas arriba) que el Supremo Gobierno se propone dictar medidas jeneralcs para el mejor arreglo de la instrucción primaria i *emodio de sus necesidades, el Consejo no ha considerado inoportuno poner (Sis ob- servaciones en su conocimiento, tanto por lo que ellas podrían convenir a los fines mismos de S. E., cuanto porque, podiendo ofrecerse inconvenientes para la inmedia- ta expedición de esas medidas , convendria quizá que las mas urjcnles necesidades conocidas de ciertas escuelas, se remedien sin pérdida de tiempo. — En esta misma intclijencia acordó se hiciese presente al antedicho señor ¡Ministro, que el Inspector del Departamento de Lautaro, en la provincia de Concepción, se queja de la escasez con que están dotados los preceptores de las escuelas de dicho Departamento; siendo •mposible que si continúa la miserable renta actual de 120 pesos anuales, pueda ha- cer allí ningunos progresos la educación ni aun permanecer los actuales maestros, (pie se ven obligados a echar mano de otros recursos para la satisfacción de las ma.s •ndispensables necesidades de la vida.— Este inconveniente es tanto mas notable res- pecto del preceptor de la Escuela de .\acimiento, cuanto que se distingue por su ca- pacidad, contracción i moralidad, educa a mas de tüO niños i tiene a su cargo el sus- tento de una numerosa familia. El (vmsejo, rtíconociendo la suma mczípiindad do *a insinuada renta, i la justicia de las reflexiones que sobre ella se hacen; saln'dor a- demas de que con la misma están dotados la mayor parte de los preceptores que sub- ministran la enseñanza primaria en la provincia de Concepción, cree de grave nece- sidad que esos emolumentos se aumenten tan pronto como las circunstancias del Era- rio lo permitan, para (lue asi se obtengan preceptores mas aptos i que continúen con «'Iguna estabilidad en sus destinos. En la nota remisoria del Gobernador del Departamento de Rancagua, llamaron a- demas la atención las siguientes observaciones, que el Consejo acordó contestar del modo (pie a continuación se indica. la primi'ra, (pie rueda sobre la completa acefalia en que se encuentra aquella Inspección de educación, a consecuencia del fallecimiento de uno de los miendtros s cuales es de esperar que ocupe un lugar prominente el establecimiento de \ isila- dores en las diversas provincias de la República; i por este midió se llenarán, si no —385— en el todo, a lo menos en la parte posible los deseos del Gobernador informante. Por último, como el Gobernador del Departamento de San Bernardo hace presen- te en su oficio remisorio de los estados de las escuelas de Talagante i San José, que desearla saber si se ha admitido la renuncia del Inspector de educación de ese punto, i a quién se ha nombrado en su lugar, se ordenó decirle en contestación: que a vir- tud de haber representado el Inspector renunciante la imposibilidad en que se había visto de desempeñar cumplidamente su cargo por las grandes distancias a que se en- cuentran del centro de ese Departamento las escuelas de Talagante i San José, el Clonsejo en sesión de 18 de Enero del corriente año, acordó se di\idicse su Inspección, designando para ejercerla en la Villa de San Bernardo a don Manuel Lira, en 1» jurisdicción de Talagante a don Ramón Rosas i en la subdelegacion de San José a clon Ensebio Sepúlveda. Con lo que l'ué levantada la sesión. SESION OEL M DE OtTOBRE DE iSal. Presidida por el señor Rector, presentes los Señores Gorbea, Blanco, Reyes, Tocor* nal, Domeyko i el Secretario. — Aprobada el acta de la sesión del 4 del corriente, el señor Rector confirió el grado de Licenciado en Leyes a don Geledonio González, i el de Bachiller en la misma Facultad a don José ¡Manuel Silva. En seguida se dió cuenla !." De una nota del señor Ministro de Instrucción Pú- blica, trasmitiendo, para que el Consejo informe, una solicitud de don José Félix Cuadra, sobre que se admita a su hijo don Manuel a la práctica de Agrimensor, obligándose a rendir durante ella los exámenes accesorios de Historia Antigua, Jeo- grafia, Dibujo i Gramática Castellana, que le fallan. — Como en la lei orgánica i Re- glamentos de la Universidad, nada hai dispuesto acerca de los estudios que deban haber cursado los que pretenden recibirse a la práctica de Agrimensor, recibimiento os que describe. Veso en ( lia la discordia intestina ensañar los pechos de los pa- triotas (pie, entregados al ardor de las querellas domésticas, abandonaron la común defensa para des|)eriar bajo el fuego del enemigo que estallaba sobre sus cabezas. Los prodijios de valor obi’ados en llancagua no bastan para reparar los inconvenientes de un plan de campaña, puesto en obra sin suficiente madurez i ejecutado en desacuerdo de los jefes, que babian iraido al campo el jérmen aun no esiinguido de rivalidades enconosas. El orgullo del soldado vencedor comienza a despertar en el pueblo odiosidades profundas; las vejaciones se acrecientan por las resistencias del vencido; el antiguo res- peto se cambia en indignación; partidas de descontentos i perseguidos se levantan en diversos puntos del territorio; para reprimirlas el Gobierno or- ganiza una policía do vijilancia que acaba ¡lor (b'rramar en todos los ánimos el terror; i cuando las tropas arjentinas, reforzadas por la emigración chi- lena, se presentan por las gai’gantas de los Andes, el poder español, minado por su base en el amor del pueblo, cae i se desploma al primer sacudimien- to en las faldas de Cbacabuco. «Muchos hechos importantes había sepultados en el olvido, que la Memoria saca a luz e ilustra con testimonios fidedignos. Entre otros, merece especial mención la campaña mai-ítima abierta sobre el Lacilico por algunos cuantos patriotas chilenos i arjentinos a las órdenes del comandante BroAvn: hermo- so episodio de nuestras guerras, que se mantenia apénas por tradición ea boca de algunos curiosos. El autor ha tenido también a la mano algunos espedientes i documentos fidedignos i ha tomado la relación oral de varios ))ersünajes, testigos presenciales de los sucesos, loediante lo cual pone en su verdad natural acontecimientos pintados de antemano con recargados co- lores. Por lo dennis, su estilo es fácil, corréele, limpio i llena las condiciones de una obra literaria. Sin menoscabar el concepto qno la Comisión emite, debe decir, que hubie- ra celebrado encontrar en la Memoria una relación mas casera, abundante de pormenores i sazonada con aípiellos incidentes familiares que sirven tan- to i)ara ilustrar la mente del historiador futuro, i (pie algunas veces caracte- rizan los personajes i las épocas. El autor ha tenido sin duda ocasión de re- enjer gran número de estos pormenores, i ellos han de haber sido para él otros tantos documentos preciosos, con ayuda do los cuales ha llegado a for- —301 — mular sus Ideas. Es lástima que uo los haya consignado en sii escrito i que se haya contentado con darnos el resultado de sus averiguaciones. La Memoria está escrita, conm podria estarlo la historia misma. La Comisión cree que la Facultad desea un jenero de trabajo algo menos alto i acabado, pero mas lle- no de particularidades, de lances, de incidentes curiosos. Por ejemplo, las corierias hechas por don Manuel Rodriguen en las provincias deColchaguai Santiago bajo tan variados disfraces, con recursos tan injeniosos i empeños tan ariesgados, su modo de vivir, los compañeros que le auxiliaban de cerca; el número i disciplina de la jente de que disponía; sus entrevistas secretas con algunos personajes de Santiago, burlando siempre las asechanzas de la poli- cía, son ricas preciosidades de que mas tai'de se nos pedirá cuenta, i quecon- vendria desde ahora ir acumulando con esmero. La Memoria da apenas al- gunos rasgos de la carrera de aquel patriota esforzado, i se limita en esto orden a contar la mas sonada de sus obras, su entrada a Melipilla i la muer- te del teniente Tejero. «En el curso de la lectura, la Comisión ha notado varias inexactiludes de la narración, i aun cuando no es de su resorte rectificar los hechos históri- cos, cree que con vendría lomar nuevos informes sobre los bechos siguientes: -1.“ Si la fuga de los Carreras de la prisión de Chillan, fué o no favorecida por los Españoles; 2. ® Si O’lliggius tuvo noticia de la invasión de Ossorio al emprender su mar- cha para Santiago para sostener al gobierno depuesto por los Carreras; 3. “ Si es positivo qtie don .Manuel Rodríguez entregó al saqueo las pobla- ciones de Melipilla i San Fernando, o solo las administraciones de estanco * rentas públicas; 4. ® Se ha omitido narrar la sublevación de Valparaíso, después de la bata- lla de Chacabuco, asi como las espediciones de Cabul a la provincia de Co- quimbo i de Freire sobre el Planchón, no menos que la marcha del coronel Olate, con los restos de las tropas españolas por el caminó de la costa has' la su rendición en las orillas del Maulé. Otros pasajes de menor importancia podrían también citarse como dignos de reforma, pero la Comisión cree de- Jaer abstenerse de entrar a este terreno. «Por lo espueslo, la Facultad conocerá que la Comisión opina porque se 'Conceda a la Metnoria el premio a que aspira, como una obra de justicia que el autor ha merecido. Santiago, noviembre 15 de 1850. M. de la Barra. — A. Garda Reijes. La Facultad ba aprobado este informe, i en consecuencia el premio ba si- do decernido a los autores de la Memoria, que son los señores don Migue^ i don Gregorio Amunátegui. t ADVERTENCIA. Conformándonos en la composición de esta Memoria con las ideas solare el modo de escribir la historia nacional, emitidas por el señor Rector i al- gunos otros miembros de la Universidad, hemos procurado reunir el mayor número de hechos que nos ha sido posible, para esponerlos con veracidad, i juzgarlos con imparcialidad. AI llenar este propósito hemos tropezado con grandes dificultades; una de las épocas déla independencia mas oscura i esca- sa de datos, es la que se refiere a la reconquista española, i a la emigración chilena a las Prpvincias Arjentinas. Las autoridades españolas, después de la batalla deChacabuco, destruyeron u ocultaron los documentos de algún va- lor, que se encontraban en las oficinas públicas: del Cabildo, se llevaron el li- bro de las sesiones; en el archivo de los Tribunales, no dejaron ningún espe- piente relativo a causas políticas; i solo en el Ministerio del Interior, han quedado algunos oficios i papeles truncados. Habiéndose verificado los su- cesos de la emigración en una tierra estraña, se concibe sin trabajo la dili- cullad de proporcionarse los materiales para su bistofia. El único medio de llenar estos vacíos, son tas relaciones verbales de los que intervinieron en los negocios públicos; mas como nunca fiié mas encar- nizada que en esos tiempos, la lucha entre patriotas i realistas, o’higginis- tas i carrerinos; i como muchos, que viven todavía, cegados por los odios de partido, se han mancillado con acciones vergonzosas o crueles, todos se resisten a remover esas cenizas bajo las cuales arde todavía el fuego; de suerte que so necesitan empeños increíbles, para arrancar algunas coi’tas noticias, n obtener esplicaciones sobre los acontecimientos inciertos. Ha- biendo logrado acoj)iar, a fuerza de dilijencia i de mil pasos, muchos por- — 3y3— menores curiosos sobre este periodo imporlanlc i casi desconocido, nos liemos aventurado a trabajar la presente Memoria. En tres fuentes diversas, hemos bebido los testimonios de nuestras aser- ciones: 1. ® Libros i documentos impresos. Creemos haber leido la mayor parte, por no decir todo, lo que se ha publicado acerca de esta época: Bandos i Decretos del Gobierno, Periódicos, Tiabajos históricos, Opúsculos i Viajes. Eiitr’e estos documentos, hemos hallado algunas piezas mui raras i curiosas, iinpi'esas en el Perú, como las instrucciones de Abascal al comodoro ingles HÜIyar i las que el mismo virrei dió a Ossorio, para que rijiese por ellas su conducta. 2. ° Libros i documentos mannserilos. Hemos tenido a la vista tres obras inéditas,a saber, la Revista de la Guerra de la Independencia por el coronel español don José Rodi iguez Ballesteros, una Historia de Chile que se atribu- ye a O’Higgins i el Diario de don José^Miguel Carrera, que hasta ahora mui pocas personas han tenido ocasión de consultar; muchos otros documentos que con prolijidad habia conservado este mismo jeneral; el archivo del Mi- nisterio del Interior, donde quedó uno de los libros copiadores de corres- pondencia; i la Biblioteca Nacional, donde hemos encontrado varios memo- riales de los desterrados de Juan Fernandez i algunos o (icios de Ossorio. En- tre los varios espedientes que hemos examinado, el mas particular es un abultado legajo, salvado milagrosamente de las llamas, referente a los asesi- tos de la cárcel de Santiago por San Bruno. Él nos ha permitido contar este hecho espantoso, que algunos por su ferocidad ponian en duda, con todas sus circunstancias, apartándonos en este relato de la inexacta narración que sobre él ha dado don Juan Egaña, quien por su destierro, no se halla- ba en la capital al tiempo de verificarse; narración que han copiado al pié de la letra con todas sus inexactitudes, Guzman, Miller, Ballesteros i que ahora correjimos. Cumplimos con un deber de gratitud dando las gracias a los señores don Pedro Francisco Lira i don José Miguel Carrera Fontesilla, que nos han franqueado la mayor parte de los documentos tanto impresos, como manuscritos, de que nos hemos servido. 5.“ Dalos orales suministrados por algunos de los prineipalcs autores, o testigos fidedignos de los acontecimientos de entonces, i que estuvieron enro- lados en los diversos bandos. El jeneral Freire nos ha dado pormenores, que hemos verificado con documentos auténticos, sobre la espedicion marítima de Brown, que nadie que sepamos ha contado hasta el dia; i el jeneral Las-Heras nos ha dejado ver el Diario de las operaciones de su división du- rante el ti’ánsito de ha coidillera. Hemos hecho esta reseña, no poi- hacer alai’de de erudición, sino porque como no nos es posible copiar las piezas jusiilicaiivas de nuestros asertos, i nos hemos propuesto, según lo dicho al principio, referir hechos, quere- mos manifestar los fundamentos de nuestra obi'a. Solo nos queda el senti- miento de que ella no haya correspondido a los muchos i preciosos materia- les que hemos recopilado, i con que se nos ha favorecido. Confesamos con rubor que liabiamos tenido las pretensiones deservir de secretarios, para redactar sus palabras, a los ilustres veteranos de la independencia que se lian dignado relatarnos los sucesos de esa época ghe iosa; pero si no nos han alcanzado las fuerzas para cumplir este proposito, discúlpenos la intención. Oespnes del juicio emitido por la Comisión de laKacultad de flnmanidades, hemos correjido varios pasajes, tanto por conformarnos a sus indicaciones, como por haber adquirido nuevos datos i documentos. La revolución de la independencia fue al principio en Chile, como en el resto de la América, débil i vacilante. El sistema de la España habia envilecido a los colonos, i amoldado su espíritu a la sumisión. Por hábito de obediencia, no se atrevían a con- cebir siquiera los derechos que les usurpaba la IMelrópoli. Se necesitó la invasión de la Península por los Franceses, para que se determinasen a crijir, al abrigo del nom- bre de Fernando Vil, una especie de gobierno nacional. No se hallaban dispuestos a tributar a un principe hereje i eslranjero el vasallaje que consideraban un deber sa- grado, si ocupaba el trono un monarca católico de la familia de los Borbones. La re- volución no importaba, pues, al principio mas que una separación momentánea mientras dominase un usurpador; poco a poco se fueron habituando a la idea de una separación absoluta. Creyeron que el verdadero monarca morirla a manos de su opresor, o seria eternamente su cautivo, conjetura que se hacia verosimil a los que gabian que durante la prepotencia de la Francia, hablan sido asesinados dos empe- radores i dos reyes, envenenada una reina, hechos prisioneros ocho reyes, i arranca- dos dos papas con videncia de su silla (1). Los pocos hombres de vista penetrante, que dirijian la política i se proponían por blanco hacer de Chile una nación, espar- cían en sus conversaciones i por la prensa, la voz de que la intrusa dinastía se arrai- gaba, i de que era imposible a los Españoles, ocupados en su propio seno de una guerra de cuyo resultado pendía su existencia, prestar atención a los negocios de América. Probablemente ellos mismos, para arrostrar los azares de la empresa, se lisonjeaban con la dilicultad de atacarlos seriamente en que las circunstancias po- nían a sus enemigos. Con estos antecedentes, fácil es comprender que la noticia de los triunfos obteni- dos por las armas españolas, unidas a las inglesas, en Vitoria i los Pirineos, debió H) Gaceta del Rei. — 39C— Ues.ilentar í enlibiar el ardor de los políticos que para dirijir su conduela seguían el moviiuienlo de los sucesos europeos. La alianza de la Inglaterra con la España desvanecía la esperanza de que aquella protejiesc sus proyectos de independencia por egoísmo comercial; la Francia caia en poder de la Coalición; i la España arrojaba a los Franceses de su territorio, quedando espedita por consiguiente, para enviar de un dia a otro una fuerte espcdicion a contener la insurrección de ultramar. Para que la desalentadora impresión de estas funestas noticias, se hiciera sentir con mayor vigor en el ánimo de los insurjentes, coincidían desgraciadamente con los dos grandes desastres esperimentados en Vilcapujio i Ayobuma por el ejército patriota de Buenos-Aires. Gracias a estas dos importantes victorias, el virrei Abas- cal sentía minorarse los temores que le había inspirado la agresión arjentina en el Alto Perú; i no siendo ya incomodado por aquel lado, iba sin duda a prestar una atención preferente a los negocios de Ciiile. Esta acumulación de sucesos fatales pa- ra la causa americana hacia aparecer sombrío el porvenir a muchos políticos que bajo el imperio de ese primer desaliento que siempre acompaña a la pérdida de una esperanza largo tiempo alimentada, se imajinaban que ya venían surcando el océano para someternos, las famosas tropas, vencedoras de Napoleón, i que el infatigable virrei de Lima alistaba con igual fin nuevos batallones, i preparaba en abundancia armamento i pertrechos. Enteramente desanimados por las ventajas que obtenían sus enemigos en Europa í el Perú, no rccobral)an su espíritu abatido, con el recuerdo de los triunfos que ha- bían alcanzado el año anterior (1813) sobre el ejército invasor del jencral Pareja, ni con la perspectiva de las muchas probabilidades que les presajiaban un éxito com- pleto sobre su sucesor el jencral Gainza. Esta segunda campaña, abierta desde tres meses (31 de Enero de 1814), casi no presentaba a los patriotas mas que una serie de victorias, que si no habían sido decisivas, les aseguraban al menos una superiori- dad manifiesta. Es verdad que el jeneral español liabia avanzado hasta Talca (¡Mar- zo); pero le era imposible mantenerse en su posición; porque el gobierno revolucio- nario contaba con recursos, no solo para desalojarle, sino para rechazarle hasta las costas de Arauco, endonde había desembarcado. Los patriotas estaban en posesión de la capital i de las provincias del norte i del centro, que la guerra no había talado, i en las cuales se encontraban auxilios de loda especie; miéntras que los realistas a la entrada del invierno se veian forzados a asentar sus cuarteles en una rejion corlada por caudalosos rios, sin puentes, sin caminos, que iba a cpicdar intransitable por las lluvias tan copiosas en las provincias del sud; en una rejion que habiendo sido teatro do las operaciones militares de am- bos ejércitos, que se habían hecho una guerra de eslerminio i desolación, no era mas que un desierto, incapaz de suministrarles recursos. A las dificultades que so orijinaban del terreno que pisaban, venia a juntarse la desmoralización de la tropa. Como la mayoría de los soldados que seguían las banderas del llei, eran naturales de Concepción, cansados de las fatigas de tan penosa campaña, i sabiendo que las hostilidades habían cesado en su tierra natal, ocupada a la sazón por los godos, aban- donaban sus filas en bandadas tanto por cansancio, como por esa repugnancia que ins- tinlivamente esperimenla el guaso chileno para alejarse de su hogar. La deserción llegó a ser tan numerosa, que Gainza para rehacerse, había determinado volver sobre sus pasos; mas cuando trató de ejecutar su intento, reconoció que una carencia ab- soluta de medios de movilidad le amarraba fatalmente al suelo de Talca. En su di- ficil situación, solo podia salvarle algún acontecimiento inesperado, o un triunfo casi milagroso. Fue a la casualidad, i no a su valor o su talento, a loque debió haber esca- pado (le una derrota en eslremo probable. ,\ [irincipios de abrd de 1815, arribó a Valp iraiso con procedencia del Gallao, el — 3'JT— Ciun )iloro iiij^lcs ¡\íi\ Jamos llillyar, com nxianlc de la iVagala de S. IM. B. L'a’hc. í>u- ranle su perinancneia en Ijimi, liabia olVecido al virrei inlerponer su mediación con los insnrjenles de Chile, a lin de arreglar las diferencias que dividian a los dos pai- ses. Abascil admitió su oferta, autorizándole simplemente a ofrecer su perdón a los revolucionarios, si consentian oi\ restablecer las cosas, como estaban antes de 1810, sa!vo las modificaciones exijidas por la constitución de Cádiz, i en dimitir la guar- nición correspondiente que garantiese su sumisión. (I) .No tardó ilillyar en presentarse, para desempeñar su comisión, a don Francisco de la Lastra que gobernaba el estado con el titulo de director supremo, i en unión de un Senado, compuesto de siete individuos. Lo que hemos dicho al principio so- bre los temores que inspiraba a muclios patriotas el aspecto de los sucesos europeos, esplica suficientemente la solicitud i satisfacción con que se recibió al comodoro. Mas por mucho que fuera su desaliento, no pudieron menos que escuchar con disgusto, i (le rechazar con dignidad, las primeras condiciones que con arreglo a sus instruccio- nes, les propuso Ilillyar. Sin embargo, las conferencias no se suspendieron; i el me- diador, mejor instruido de la superioridad i ventajoso pié en que se hallaba el ejér- cito chileno, consintió de motu propio en modificar sus propuestas, aunque se sepa- raba de la base que le liabia señalado el Virrei para tratar. Por una de esas bisoña- das, que justifica la falta de cspericncia política de nuestros padres, no se canjearon los poderes de sir James,- i cuando se le vió decidido a entrar en una transacción mucho mas favorable, a nadie se le ocurrió la duda de que no estuviera facultado para ello. Todos los que tenian injerencia en el gobierno, al contrario, se felicitaron de que se les proporcionase la ocasión de ajustar un convenio que poniéndolos por entóneos a cubierto de los cargos que de otro modo hubiera podido dirljirlcs la cor- te de Madrid, les permitiera adoptar una política indecisa que encubriendo sus ver- daderos designios, los dejara avanzar o detenerse, según el rumbo que lomaran lo^ negocios esteriores. En consecuencia se apresuraron a nombrar dos plenipotenciarios que bajo la mediación del comodoro, se entendieran con don Gavino Gainza, i pro- cedieran a un arreglo definitivo, en conformidad del plan que se habia acordado en Santiago: este nombramiento recayó en el jencral en jefe del ejército de operaciones brigadier don Bernardo O’lliggins i en el cuartel-maestre brigadier don Juan Mac- kena. Por sus propias instrucciones i las comunicaciones de! virrei, el jefe español no podía ignorar que iba a obrar en una materia grave, sin la autorización correspon- diente; mas lo que a él le importaba era salvar sus tropas de un próximo descalabro, i va que se le presentaba el arbitrio fácil e inesperado de conseguirlo tahez con los socorros de los mismos patriotas, nada era capaz de detenerlo. No puso, jmes, nin- guna objeción; no levantó ninguna duda sobre la validez de las facultades que Sc arrogaba el comandante ingles; i se prestó solicito a entrar en la negociación. Oespues de algunas discusiones sobre los pormenores, sc firmó en Lircai el 3 de mayo un convenio, por el cual se estipulaba: cesación de hostilidades, olvido dc[ pasado, evacuación del territorio chileno por el ejército de Lima en el término dg treinta dias contados desde la ratificación del tratado por el gobierno patrio, recono, cimiento de Fernando Vil i del Consejo de Bcjcncia durante su ausencia, manteni. miento de las autoridades establecidas, hasta (|ue las cortes españolas delerininasen lo conveniente, después de haber oido a dos diputados (|ue .se enviarian con |dcnos poderes, para sancionar la constitución i representar los derechos de (..hile. Mi. Ja- (1) VCase lii.« iii.'lnü-eioie's ilrl virrei Alinsral a Ilillyar. Todos lian anisado a .Aliasral do diiplieidad i mala Id cii e:-la eapilidaeioii; pero la eolpa tío l'iie soya, sino riel mediador qiic 1ras[ta.só los limilc.'- de; Mi.s poderes. — a98- mes ll.llyar, apesur de sus proloslas de no haberse entrometido en el asunto, sino por pura humanidad, tuvo buen cuidado de gai).a, i acomodarse perfectamente en su camnamcnlo, no pensó ya en movíjrse. Hemos di- cho que según el tenor del tratado de lürc.ai, debia evacuar lerritorio^chilenf) a los treinta dias de su ratificación; pero pasaron cuatro me.scs, i el jencral español- léjos de efectuar su retirada, solo se ocupaba en Ih-nar los vacius di- su ejército eou nii'vos rcrliifu’, i en hacer apreslns, ei.uii > ¡¡ara enlrar en campaña. !.as autoridades — 500— íncioiinles le reronvinieron por su proceder; dió respueslas evasivas, alegó protestos iiijiistiíical)los, C )U estos groseros suUterrijjioSj pudo entretener a los patriotas, hasta el t2 agosto de 18t i, dia en que deseinhareó en 'l'alcainnno don ¡llariano Ossorio, coinan- dinte del real cuerpo de artillería de Lima, que venia a sucederle en el mando. Kl nuevo jencral traia consigo la desaprobación del virroi al convenio de Lircai, un cuadro de oficiales, 550 hombres del rejimieiilo español de Talavera, 50 artilleros i una buena provisión de municiones, electos i dinero. Luego que tomó posr'sioii de su empleo, remitió a Lima a su antecesor (lainza, para que fuese a dar cuenta de su conducta ante un consejo de guerra, el cual declarando nulas las capitulaciones, or- denó ponerle en libertad, sin que se le sometiese sinembargo a ninguna jiena. Sin duda su absolución fue debida a la palmaria demostración de la duplicidad de que habla usado. Kntrolanlo el feliz Ossorio abria su campaña con la mayor tranquilidad; ningiiii olistácnlo embarazaba su marcha; ni una guerrilla siquiera procuraba estorbarle el paso. ¿Qué se habia hecho el ejército patriota? ¿(aunó el gobierno habia permiiido reorganizarse a (Liinza en Chillan contra el tenor espreso de las estipulaciones, cuando le habría bastado hacer avanzar sus tropas, para concluir con los miserables restos de los realistas? Cuestiones son estas que exijen para resolverse, la relación de los sucesos que desde el 15 de Iflayo, ocurrieron entre los insiirjentes. Aunque los gobernantes, según lo hemos dicho, pensasen en lodo, niénos en emu’- plir el tratado, los motivos que los habian estimulado a lirmarlo, los obligaban a aparentar todo lo contrario. Asi la noticia de su ajuste se celebró en la capital, con Te Dcnm, salvas de arlilloría, repiques de campana, i toda especie de demostracio- nes oficiales. Mas no ora dificil distinguir que aquel estruendo i algazara habian sido producidos por uii decreto de la autoridad, i no por el entusiasmo popular, lüi efecto, miénlras (|ue los políticos que rodeaban al gabinete, se felicitaban por su di- plomacia, el pueblo, que no.leia los periódicos europeos, ni lomaI)a por norma de sus ac- ciones el aspecto de los negocios de ultramar, no pedia tolerar, exaltadas como estaban sus pasiones por la ludia, la idea de reconciliarse con sus opresores, con los godos, con los sarracenos. Los realistas a su turno, tampoco se conformaban con que los rcltcl- des (|uedaran impunes. A unos i otros, la indignación no les permilia contenerse; se insultaron; se persiguieron inutuamenle con los a[)odos mas denigrantes c injurio" sos ; a falla de prensa, desfogaron la rabia en pasquines acres i venenosos, que es- parcieron por toda la ciudad; i por lin en la noche, grupos de ambos bamlos se airemetiernn a palos durante la retreta. En este estado do eferveseencia, el gobierno se alucinó con que iin bando calmaria a los ciudadanos, i publicó en consecuencia uno, que condenaba a destierro a todo el que recordcasc las disensiones pasadas (e). Pero no tardó en conocer por espericneia propia, que el remedio eifi ineficaz. Un 1) indo de tendencia reaccionaria, porcpio a esc estremo habia arrastrado a lo.s nnndUarios la necesidad del disimulo, publicado a! mismo tiom]io que el anterior, produjo no ya protestas privadas e individuales, sino verdaderos actos de insubor- dinación de un carácter demasiado serio por la clase de personas (¡uc intervinieron en ellos, i p arque el gobierno se mostró impotente para reprimirlos. A ¡lesar de lo solapado e bip¡>Crita de la revolución, i de haber escudado lodos sus |)asos con el nombre de Fornamlo Vil, habia sinembargo levantado una enseña ()ue importaba jior si sola casi la (b'claraeion de la imlependeneia; era esa jóven bandera tricolor, (|ue el soldado veia Molar sobre las ciudades, plazas, fuertes i bmiues nacionales, a cuya sombra habia combatido, i que le Inbiau acostumbrado a amar i detVnder; era (I líaiiilü lie 11 de .Vtayo ilc isil. —''.Ol- la escarapela Iricolorj que cada uno lleval.a como la divisa de su Patria emancipada, l'd (iol)icrno, sin preveer el alcance de este e*dpo, i por manileslarse consecuente al convenio de Lircai, ordenó que no se enarholase otra bandera, que la española, ni se cargase otra escarapela, que laque se usaba anteriormente. No le falló medio al pueblo de Santiago, para dar a entender su reprobación c indignación, i como respuesta al bando, hizo que por dos o tres dias la bandera es- paño'a amaneciese colgada de la horca, que entónces se levantaba en la plaza. En el cuartel jeneral de Talca, los militares se estremecieron de furor, cuando se les co- municó semejante órden, i en la ptimera revista, preüricron formarse sin banderas, antes que tremolar el estandarte enemigo, i se presentaron arrastrando a la cola de. sus caballos las cucardas españolas, que se les hablan remitido, a fin de que la.s adoplasen por divisa. No pararon en esto las demostraciones. Justamente alarmado el director por 1‘‘ excitación en que se encontraban los ánimos en la capital, hizo venir de Talca un escuadrón de voluntarios, que mandaba don José Antonio Cotapos, cmi el objeto de reforzar la guarnición. Este cuerpo irritado, como el resto del ejército, por el decre- to que lo despojaba do las insignias nacionales, i considerando semejante disposición» como una vergonzosa apostasia, resolvió desobedecerla terminantemente en una cir- cunstancia solemne. C .n este lia, se detuvo en las cercanías de la capital, hasta pro- veer.se de gorras tricolores; i luego que las tuvo, hizo su entrada pública en medio de un inmenso jentio, que advertido de antemano de la ocurrencia, habla querido ('on su presencia manifestar a los voluntarios sus simpatías. Llegado el escuadrón a la plaza, se formó en batalla frente al palacio directorial, i habiendo prorrumpido en un estrepitoso T'éra la Puli ia, se retiró a su cuartel, sin que nadie le pidiese cuenta de su conducta. Al contrario, los soldados que estaban de guardia en el palacio, en- tusiasmados por aquella acción, i avergozados de cargar las cucardas encarnadas, que miraban como una mancha en su uniforme, siguiendo el ejemplo de su oficial don José Santiago Aldunate, se las arrancaron i despedazaron a la vista de todos. Estos incidentes haldan hecho perder al gobierno todo su prestijio; la man ha reac- cionaria, a que lo Inbia arraslr.ado bi necesidad de disimular, lo habla despojado de su popularidad, i suministrado a sus adversarios armas poderosas para atacarle. Como la guerra esterior habia cesado, i la atención délos ciudadanos no era ya atraí- da por las peripecias de la lucha contra los realistas, los procederes de los mandata- rios comenzaron a ocuparlos esclusivamente. Las cuestiones de política interna se pusieron a la órden del dia. Los p.irtidos, que desde la cuna de la revolución, divi- dían a los patriotas, volvieron a pronunciarse, i recomenzaron sus acalorados deba- tes, que el peligro común habia suspendido. Jliénlras hablan tenido el enemigo al frente, la mayor parle habia sacrificado en aras del bien público sus pretensiones, sus resenlimienlos, sus ambiciones; pero desde queso hubo alejado, las pasiones se enardecieron otra vez, los antiguos odios revivieron con mayor encono. Fué esta la consecuencia mas funesta del convenio de Lircai. (I) (1) Es nolablo el juieio conlradictorio que sobre las capiliilacioncs fie Lircai, lia dado O'lliggins en dos doeiinieiitos púlilico.s, que circulan iiuprcsos i autorizados con su nombre. En el llaniliesto, que hace a las naciones el director sn|irenio de (lidie de los motivos que justiricaii su revolución i la declaración de su independencia, lá de Ecbrero de 1818, dice; i'ISnestras armas cubiertas de gloria en las jornadas de Yerbas-Cnenas, San (darlos, Roble, (joncep- eion, Talcabnano, Cneba, 'denibi illar i ynecberegiias, señalaban ya el momento en (pie, aniquiladas las fuerzas del nuevo jeneral Gainza, estrechado al .eeinlo de Talca, impusiésemos la loi al (pie venia a conducirnos la de la (Jonsliluoioii española, ese m-tcfacto, que bajo las aparieneias de libertad, solo traía las condiciones de la esclavitud para la América, (]ue tampoco habia coiieurrido a sii formación, iH podia ser rí'piesontada por 31 tu¡ilei¡i,.t (pie snscribian al Ir.do de 133 diputados españoles. Desearia- nios pasaren eterno olvido c.^ta época fal.d en que se disnulan el lugar todas las intrigas de la perfidia ■española, i la magnanimidail i fi ampitv.a del caráeler chileno. ;.ünién creyera .pie Cn una crisis tan favorable a nuestros empeños, como Inucsta a! titulado ejercito iiaeiumil, lialiian de celebrarse las capi- tulaciones di'l 3 de mayo deUSl V’--Es n.'cc cirio so nos eseuse la de analizarlas. liaste recordar — 40’ — Permiuisenos, áiUes de proseguir mieslra relarioii, indicar a la lijera el orijen • lendencias de los partidos políticos, cuya desunión no lardti en perder la repiddica. Contaba pocos dias de existencia la primera Junta Nacional , instalada el 18 de Se- tiembre de 1810, cuando sus promotores se enrolaron en dos distintos bandos. A la Cabeza de uno aparecía el Cabildo mismo, cuya alma era don José .Miguel Infante; este prelendia imprimir a la revolución una marcha prudente i circunspecta; deseaba que la autoridad residiese en una asandtlea numerosa, que los negocios se dilucida- ran por los trámites de una discusión calmada, i se resolvieran a punta de votaciones; era, para decirlo de una vez, un partido parlamentario, si nos es licito emplear una palabia desconocida en aquella época. El otro, capitaneado por el l)r. don JuaniMar- tinez de llosas i la inlluyente familia de los Larraines, trabajaba por llegar a un re- sultado pronto; proponía para conseguirlo medios enérjicos i decisivos, i un gobierno premunido con facultades amplias^ dictatoriales, i compuesto de uno solo, o cuando mas, de un reducido número de personas. Como las opiniones exaltadas de estos últimos asustaban a la mayoría tímida dd pais, sus rivales se les sobrepusieron i los apartaron de la dirección de los negocios. Entonces Rosas i los hombres de acción que le acompañaban, para no ser anulados, se determinaron a conquistar el poder con golpes de mano i a fuerza de audacia. Cons- piraron. En estas circunstancias, llegó de la Península, con el gtado de mayor de húsares, un joven chileno que habia servido con distinción en la guerra de los Espa- ñoles contra los Franceses. Don José Miguel Carrera, asi se llamaba este joven, ape- sar de su poca edad, i de hallarse en un pais donde nada era mas estimado que la esperiencia de los años, supo en unos cuantos dias granjearse un alto aprecio i con- sideración de parte de los exaltados. Debió este rá[)ido prestijio a la gracia de sus maneras; a la jovialidad de su carácter; a la novedad que causaba un recien llegado de Europa; a la admiración que inspiraba un oficial tpic habia militado a las órdenes de jefes comparables a los héroes de la historia i contra otros no menos famosos; a la posición de su familia, pues su padre habia sido miembro de la primera Junta i sus dos hermanos ocupaban grados superiores en el ejército; i mas que todo, al arrojo * decisión con que se ofrecía a arrostrar riesgos, que a los demas atemorizaban. Fué él, al (in, quien se puso en Santiago id frente de la revolución que derrocó la parcialidad del Cabildo; i por la audacia i sangre fria, con que se comportó en esta ocasión, cimentó su reputación. Los exaltados se lisonjearon de haber encontrado en 3iie ratilicailas por nuestro gobierno, garantiilas por la nioiiiacion del comodoro Itiilyar con poderc.s el virrei del Perú, aceptadas por el jefe de las tropas de Lima, retiradas las nuestras, restituidos al enemigo los prisioneros, i obligado el pueblo a reconocer la paz solemnemente publicada; fué preciso auxiliar a los invasores imposiliilitailos de moverse, i disimular (|uc su misma nulidad valiese por pro- testo para demorarse negociando traiciones en Talca, que a las 3ü horas debia evacuarse.— .Vpenas sa- lieron do esta ciudail, i repasaron el .Maulé, cuando (¡ainza toca todos los resortes para rehacerse; con- voca, recluta, disciplina un segundo ejército que es|)arce por toda la provincia de (ioncepcion; emplea en el enganche los caudales que por su mano debian destinarse a reparar las quiebras de aquel vecin- dario; se echa sobre los de su tesoro; nombra jueces; i en lin se erijo en un señor propietario del te- rreno que habia pactailo desocupar a los dos meses; hasta que llega Ossorio a renovarlas hostilidades a sangre i fuego, si no cedemos a discreción, entregando el pecho a las pioclamas i perdones de su V isir.i Ku el Manifiesto del capitán jencral de ejército don Bernardo OTIiggins a los pueblos que dirije, 31 de Agosto de 1820, se esfircsa en estos términos; ■ El p.aso del Maulé defendido por el enemigo, i hostilizándonos a retaguardia, si no será memorable, como el del Granice por Alejandro, se graduará al ménos jior un esfuerzo que salvó al ejército i ate- rró al enemigo. Vuelto del espanto, i con doble fuerza a la que vo manilata, lo o|digó a celebrar los tratados de l.ircai, ipie desaprobó ei visir de Lima. También aipií jenios sin previsión ni cálculo, so dieron por descontentos i osaron censurara losjenerales plenipotenciarios, que sacaron mejor parti- do. que el que señalabau las liases dadas por el gobierno. Fácil era demostrar (pie las glorias posie- riores i permanentes de la patria tienen un nrinci(iio en aquel convenio; pero baste reflexionar que su infracción por los enemigos nos ha dado mas justicia contra ellos, i nueva esperiencia para no oir sus ofertas, pactos i garantias. Ello es que a Gainza se iiesa|irobó el convenio; i esto prueliaiiue. nos era ventajoso. No se cumplió, es verdad, pero mediante él disminuia el ejército enemigo, lo que el nue.stro attnientaba; i si los principales vecinos de la capilal, no me hubiesen llamado a s.ilvarla de uti traidor, que la hábi l asaltado, i respiraba venganzas, como otro Mario cu Boma; ™ /a. aiillm ilrí .Ifrt-íi' áaáf.v Ossorio su srpul'to coo mtis sn^uriiloJ ij’ir su ihrrota fifi .0 ilr obní,» — Í05 — p1 joven hósir un evOclenlc ínslnnncnU) poní sus m¡i;rs; pero mui luego se conven- cieron (le í¡ue no liabian Irill.ido en el, sino un sucesor parad mando. En efeclo Ca- rrera, liabiéindose ganado las simpatías del ejército, de los jóvenes i de las masas, tuv^- bien pronto a su disposición todos los medios de derribarlos; i como no carecía de ambición, no tardó en ponerlos en juego, a fin de reemplazarlos en el gobierno del estado. Tan feliz en el poder, como audaz habla sido para escalarlo, pudo superar todas las resistencias que se le opusieron; escapó de cuatro o seis conspiraciones, i ha- biendo sobrevenido la invasión del jeneral Pareja, el pieligro común impuso silencio a las pasiones i le dejó tranquilo en el man lo. Entóneos pesó sobre sus hombros la responsabilidad de la defensa; con débiles re- cursos, supo levantar fuerzas numerosas, alcanzar sobre el enemigo dos victorias en San Carlos i Yerbas-Buenas i obligarle a encerrarse detras de las murallas de Chillan. En el sitio de esta plaza comenzó a oscurecerse su estrella; los rigores de un crudo invierno, mas bien que lis balas de los realistas, le obligaron a levantarlo, i sus riva- les se aprovecharon de este reves para separarlo del ejército. Las lijerezas de un jenio travieso, que chocaba con la giave circunspección de los magnates chilenos; las depredaciones de la soldadesca, que s« hacían tanto mas sen- sibles, cuanto que se esperimentaban por la primera vez, atribuidas a contemplación del jefe por sus subalternos; i una especie de susceptibilidad republicana, que veia con desconfianza todas las tropas entregadas a tres individuos de una misma familia, pues los dos hermanos de Carrera habían obtenido también grados elevados en la mi- licia, habían sido otros tantos móviles de que se habían valido sus émulos para ir mi- nando el crédito de don .losé Miguel. Habiendo preparado de este modo la Opinión, creyeron que no debian desperdiciar, para darle el último golpe, el descontento que habia causado el descalabro de Chillan, i le despojaron sin tardanza del jencralato- Se nombró para sucederle al coronel don Bernardo O’Higgins, rico hacendado del sud, hijo de un virrei del Períi i que bajo las órdenes de Carrera habia dado mues- tras de un valor sobresaliente. ¡lliéntras el nuevo jeneral abria contra Gainza la segunda campaña déla guerra de la independencia, don José Miguel i don Luis Carrera , al dirijirse a Santiago, caían prisioneros en manos de los realistas. Conducidos a ese mismo Chillan, donde se habian estrellado sus esfuerzos, permanecieron hasta el convenio de Lircai carga- dos de cadenas en un inmundo calabozo, i amenazando sus cabezas una sentencia de muerte. Aunque por el ajuste del 3 de Mayo se estipuló que los prisioneros de una i otra parte fueran puestos en libertad, por una cláusula secreta quedaron excep- tuados los Carreras, que se habia resuelto alejar del pais. El motivo de esta exclusión era el temor que causaba su jenio arrojado i emprendedor. El gobierno no se en- contraba seguro, si permanecían en Chile estos jóvenes audaces, i particularmente don José Miguel. Mas como eran hombres que sabían granjearse el afecto de los que los rodeaban, encontraron entre sus mismos guardianes quienes favoreciesen su fuga, i se escaparon de Chillan. Desgraciadamente, cuando llegaron al ejército patriota, ellos i O'Higgins se inspi- raron mutuamente sospechas; como siempre sucede, a las desconfianzas secretas se siguieron las desconfianzas a cara descubierta; a estas, la frialdad, i por último el resentimiento. Los gobernantes, que los eonocian atrevidos i espertos en revolucio- nes, estaban prevenidos en su contra. Su conducta en el campamento, su presencia sola, se miró como una prueba irrecusable de que algo maquinaban. Se comenzó a perseguirlos; i habiéndose ocultado, se les llamó por la voz del pregonero, se puso precio a su cabeza. Los dos hermanos anduvieron fujitivos por los campos; a fin de no caer en manos de sus rivales, pensaron aun en salir del pais; pero por un lado, los deUnia el occano, que raros buques surcaban entóneos, i por el otro, los empi- 11 idos Andes, que las nieves de invierno hacian inlransitables. Se vieron obligados a quedarse. Kra la época en que la demora de Gainza para evacuar el lerrilorio, habia llevado a su colma la indignación producida por el tratado de Lircai. Ningún momento pa- recia mas oportuno para acometer un cambio en la administración. Todos esperaban (jue los Garreras se aprovech arian del disgusto jeneral, para derribar a sus adversa- rios, como estos lo habian hecho con ellos, después del sitio de Chillan. En electo, sus parciales comenzaron a animarlos-, i ellos no se hicieron mucho de rogar. Se trabajó con actividad en la realización del jftoyecto, i a los pocos dias se habia ganado a la guarnición de Santiago i todo estaba preparado. Sin embargo el comienzo de la empresa í'ué de mal agüero: don Luis l’ué sorprendido i encarcelado, i. don .losé Miguel, citado por edictos a comparecer ante una comisión cstraordina- ria, encargada de juzgarle como conspirador. Compareció el dia señalado (23 de julio); pero al frente de una poblada, que sostenida por la guarnición, sustituyó el director Lastra por una Junta compuesta de don José Miguel Carrera, don Julián Cribe i don Manuel ¡Muñoz Urzúa. Los vencedores sorprendieron en sus casas a sus enemigos mas encarnizados i los confinaron a Mendoza; a otros como el ex-director Lastra, los dejaron tramjuilos en Santiago. Su primer cuidado fué comunicar lo ocurrido al je- fe del ejército don Bernardo O’Higgins quo permanecia en Talca, i empeñarse por que reconociera el nuevo gobierno. El jeneral rehusó apoyar el movimiento de Ca- rrera; i habiendo convocado un cabildo-abierto a que asistieron los vecinos de l i ciudad i los oliciales de las tropas, se resolvió marchase sobre la capital a reponer las autoridades derribadas. Las tropas de los revolucionarios de Santiago eran infe- riores i de peor calidad; mas bien pronto estuvieron aumentadas con una numerosa deserción que la inlluencia de don José Miguel excitaba en el ejército de O’Higgins. Lis dos divisiones se encontraron en los llanos de Maipo (2G de agosto); alli com- batieron hermanos contra hermanos, miéntras que los godos avanzaban sin obstáculo, convirtiéndose para ellos la campaña en un sinqile [laseo militar. Descansaban apénas de un primer encuentro, en que la ventaja habia quedado por Carrera; no habian aun recojido los heridos, ni enterrado los muertos, i se prepa- raban para volver a las manos, tdvez al siguiente dia, cuando se presentó don An- tonio Pasquel, enviado por el nuevo jeneral realista don Mariano Ossoriu, a inti- marles que no les quedaba otro medio de salvación, que rendirse a discreción; por- que sino «venia con la espada i el fuego, a no dejar piedra sobre piedra en los pue- blos que sordos a su voz, rehusasen someterse.» lil mensajero, noticioso de la proxi- midad del combate fratricida entre los patriotas, habia venido midiendo su marcha, con el objeto de llegar, cuando se hubieran despedazado entre si. Continuar la lucha después de semejante acontecimiento habria sido un crimen imperdonable, con el cual, gracias al cielo!, no se mancharon esos dos ilustres sol- dados de la independencia. .Carrera, en presencia de los males que amenazaban a la pvtria, ofreció uin reconciliación, que O’Higgins no se negó a admitir. Ambos se es- forzaron en persuadir a todo el mundo ipic su [iroceder era sincero. O'Higgins vino a alojarse en la casa misma de Cirrcra; los dos se pasearon del brazo por las calles principales de la ciudad, i publicaron un manilicsto, excitando sus oficiales a la unión. Pero estos pasos eran tardíos; al siguiente dia de una batalla, es dificil que, .se estrechen cordialmente la mano soldados que acaban de combatirse. Aunque en la superficie apareciese lo contrario, las heridas di 1 amor propio no se habian cica- trizado en todo.-; bajo la máscara de la cortesía, en mas de un cor.azon se cscondia el resentimiento. Mientras tanto el enemigo seguía avanzando sin Iroiiiczo, i ya solo distaba de San- liago sesenta leguis. Habiendo abuid nido el ejóreito patriota la imporlintc posi- — 4Ó5— íion de Talcr», el pas ije del caudaloso Maulé no le había presentado ninguna difi- oullad. Nadie le había disputado la posesión de los fértiles e intactos dcparlamentcs de Talca, Guricó, i San Fernando, en donde iba a encontrar los recursos de que habría carecido en Concepción, i sin los cuales le habría sjdo imposible romper acf tivamente las hostilidades contra la capital. Los soldados que componían las fuerzas realistas, eran en su mayor parte veteranos, i venían de refresco, animados de idén- ticos sentimientos i naturalmente ensoberbecidos por sus primeras ventajas. ¿Cuáles eran ios medios de resistencia, con que contaban los insurjentes? Tropas desmoralizadas por la discordia, mdlratadas j)or un reciente combate, aesprovistas de armas, de municiones i de vestuario; un parque de artillería cuyas piezas estaban casi todas inutilizadas; un tesoro público agotado, he aquí a lo que estaljan reduci- dos sus elementos de defensa. A mas, fallaba tiempo para prevenirse, i ni siquiera había tranquilidad interior. La proximidad de Os.sorio había envalentonado a los numerosos realistas que cxislian en Santiago, los cuales se habian puesto a trabajar en favor de su causa a cara descubierta, contribuyendo a desalentar a los tibios, con amenazas i siniestros pronósticos. Según el arreglo ajustado con O’Higgns, la dirección del estado quedaba siempre encomendada a la Junta erijida a consecuencia del movimiento del 23 de Julio; esta nombró a su primer vocal don José ¡Miguel Carrera, jcneral en jefe del ejército que se trataba de organizar. Se confió la vanguaidia a don ilernardo O’Higgns, quien inmediatamente partió con su división a posesionarse de la villa de Rancagua, cj centro a don Juan José Carrera, i la retaguardia a don Luis. Tomadas estas dispo- siciones de urjcnle necesidad, el gobierno procuró alejar a los godos que con sus habladurías estaban desanimando a los habitantes, i que establecidos en el centro de las opcr.icioncs, puede decirse, estorbaban sus medidas i podían espiar sus pro- yectos. Se echó, pues, sobre aquellos que por sus opiniones exaltadas eran mas perjudiciales, i los envió desterrados a J.ícndoza. Pero todas estas providencias no eran mas que preparatorias. Lo esencial era po- ner las tropas en el mejor pié posible, i equjp, irlas correspondientemente. Bien veia la Junta que a eso debía atender con preferencia a todo; mas si le sobraba voluntad, le faltaba dinero con que hacerlo. Ilabia que reclutar jente, pagar sus sueldos a los ya alistados, proporcionarles vestuario, fabricar toda especie de municiones, construir cureñas, carros i demas pertrechos. Nada de esto se hace sin dinero, i las arcas esta- ban vacías. Para atender a los crecidos gastos que exijian estos preparativos, se de- terminó a imponer una contribución de 4001)00 pesos sobre los Españoles c hijos del pais cuya indiferencia por la libertad era manifiesta; echó mano de la plata labra- da de las iglesias; i dió órdenes terminantes para que los deudores al erario cubriesen sus créditos a la mayor brevedad. Gracias a estos arbitrios, pudo procederse a orga- nizar la resistencia, como mejor lo permitia l.i premura del tiempo i la carencia de recursos (1) Sin embargo, en ménoi de un mes no se improvisa un ejército; i Ossorio avan- zaba a marchas forzadas. Viendo el jcneral Carrera que habia que resistir con (to- pas bisoñas a un enemigo mas numeroso, se propuso por fin en sus operaciones, ganar tiempo. Opinaba en consecuencia que se debía retardar, lo mas que fuese po- íiblc, una acción decisiva, con el objeto de alcanzar a disciplinar los soldados que, en su mayor parte no teni.ni de tales, sino la c.isica. habiendo pasado sin prepara- ción de las faenas doméslic.as a la milicia. Su plan para conseguirlo, era sencillo. Disputarían a los realistas el paso del G.achapnal; i en caso de ser rechazados, so replegarían a la .ingosiura de Faino, que, a c.ai:sa' de la naturaleza del icrrenó, si (1) Diario de Carrcr-i. 53 —106— Ossorio coineüa la imprudencia de alacarla, seria las Termopilas de Chile. Quedíl, ba un pasaje para Santiago por la cuesta de Chada; pero de dit'icil tránsito en razón de su aspereza, embromaria al enemigo mucho tiempo, i le impedirla conducir ar- tillería gruesa. Si eran obligados a abandonar estas posiciones, podía aun hacerse en el rio ílaipo un último esfuerzo ])ara contenerlo, i dar la batalla en el llano del mismo nombre, que presenta campo i anchura para las maniobras de la caballería, en que abundaba el ejército. Quien conozca la destreza en el caballo de nuestros campe- sinos, concebirá que con 3(i3 dragones i 1900 milicianos armados de lanza había para una carga que los realistas se habrían visto apurados para contrarrestar. O'Higgins, de diversa opinión, no se resolvía a perder terreno, retrocediendo has- ta las inmediaciones do Santiago para medirse con los Españoles. La ciudad de Ran- cagua le parecía un punto inexpugnable, que podía defenderse contra un enemigo cuatro veces superior. Pintaba, si se seguía su diclámen, tan seguro el triunfo, que por no chocar a los pocos dias de su reconciliación, accedió Carrera en apariencia; mas siempre firme en su anterior proyecto, comisionó al cura don Isidro Pineda, para que fortificase la Angostura. El ejército patrióla ascendía a 3929 hombros, mal armados i peor disciplinados, Estaban tan desprovistos de aperos militares, que a muchos de los soldados les falla- ban liasla las cartucheras i los terciados. Lo habían distribuido en tres divisiones: la primera de Hiio plazas al manda de O’lliggins, la segunda de 1861 bajo la dirección de don Juan José Girrcra i la tercera de 915 a las órdenes de don Luis, (l) íl) Como todo lo que se refiere a la batalla d-e Uancagua, ha sido motivo de cuestión, hai mucha diverjencia entre los que han escrito sobre la materia, acerca de la fuerza total del cjórcito patriota, i sobre todo, acerca de la proporción en (jue estaba distribuida en las tres divisiones, (ion los datos que poseemos, creemos poder resolver aproximativamente la disputa. Vamos a prineiiiiar por espo- ner las diversas opiniones que se han emitido sobre un punto histórico tan importante. punir.rt.v división. Autores. Fuerza qtie le utrihuye cada tato. Carrera, en su Manifiesto de 181R. Ih".'» Benaventc, en su Memoria sobre las Primeras Campañas ll.V> con 6 piezas de arlilleria. O’Higgius, en una Historia maiiuscrila que se le atribuye íiOO infantes con h piezas de artillería. (iiizinan, en El Ehileno Instruido en la Historia de su pais. . . . í)00 üallesleros, en su Hevista de la (¡uerra de la Imlcpciideneia. . . 900 Eos dos primeros acordes espeeilican los cuerpos de que constaba de la manera siguiente: .\rlilleros. ,,,,,,, , , 81 Número 2. ,,,,,, , , , 177 Número tt. ,,,,,, , . , 170 Dragones .,,,,,,, , , 280 Milicias de Caballería. , , , , lU Tenemos a la visla los estados nnjinulrs de la fuerza efectiva de esta división, [lasados por el jene.ral O’íliggins a Carrera el -2i de setiembre de 18H; i de ellos resulta lo que a continuación se copia: Nú mero 2 Número 9 .,,,,, , Dragones Itejiiiiienlo de Haneagiia. , Total , , , , , 121 sin incluir, dice el estado, cierto número de soldado» que »o encontraban en Santiago. 2(>i l'.íü— El estado referente a este cuerpo tiene fecha 16 de setiembre. 961 Pero a esta suma hai que agregarle los artilleros, cuyo estado, dice el oficio ile O'Higgins, no pue- de remitir todavía, i ii soldados que, según el Diario de Carrera, salieron de Santiago el 21 jiara in- corporarse al número 2, a que pcrteiieeian. SECLND.V DIVISION. Aulores. Fuerza que le atribuye cada uno. Carrera. '-901 ncnaveiite. 1*161 O'Higgins. , , . , , , , , i90, infantes, i cierto numero de artilleros que reunidos con los de la primera di- visión, alcanzaban a 100. Guzmau. llatalloii de Gi anadci os. llaliesteios. <00 Granaderos. —407— Ln vanginrilia se posesionó de Hanc.agua el :i0 do selionilire; se li d)ia ido organi- zando durante la marcha de Santiago, en la cual liabia empleado quince dias. O’Hig- gins considerando siempre su proyecto de hacerse fuerte en aquella \dlla, como el mas acertado, se puso inmediatamente a emprender los trabajos convenientes. Mas Carrera, a quien este plan no agradaba mucho, le escribia con la misma fecha: «Si son iguales los enemigos, i tenemos la fortuna de impedir su progreso a Ranca- gua antes de unirnos, este será el mejor punto para sostenernos. Si las fuerzas enemigas avanzadas no se presentan con esta ventaja, la prudencia dicta replegarse, aunque sea doloroso perder una posición tan favorable, por no perderlo todo » «Si llega el caso de que todas las fuerzas del enemigo, le decia en contestación O'IIig. gins, avanzen sobre esta villa, i yo presuma con fundamento que no puedo resguar- darla con la que está a mi mando, haré la retirada hasta la Angostura en los mismos términos que U. E. me ordena en carta de hoi, aunque el verificarlo con orden es lo mas dificil para nuestras tropas por su impericia militar.» Llamamos la atención sobre estos oficios; porque ellos descubren en los jefes insur- jentes, bajo las esterioridades de una mutua deferencia, la firme resolución de hacer prevalecer sus respectivas ideas. Estaban discordes sobre el punto que habia de servir de base a las operaciones; para el uno debia ser llancagua, para el otro la Angostura de Paine. I no solo estaban discordes, sino que cada uno se empeñaba en que su plan fuese el adoptado. En cualquier otro caso, semejante diverjcncia nada habria importado, porque se liabria seguido la opinión del jencral en jefe; pero las circuns- tancias habian hecbo que el ejército patriota se compusiera en realidad de dos ejér- citos con dos jenerales en jefe, que para mayor desgracia, se miraban con descon- fianza, i acababan de hacerse la guerra. Carrera tenia ei título de tal; mas la división de O’lliggins no obedccia, sino a esto. La relación que va a seguir, probará que aun (tarrera i Bonavenle han especificado los batallones de que se componía esta división. Scgiin el pri- mero, constaba de Artilleros. ,,,,,,,,, 81 (iranaderos o Número 1 , , , , CO't Caballería de .Milicias. , , , , , 12.S3 Según el segundo; Artilleros. ,,,,,,,,, 81 (iranaderos Caballería de .ÚiHcias . , , , , 1133 El estado on}Vii(7/, pasado por don Juan José Carrera a su hermano el 25 [de setiembre de 18U. da el siguiente resultado: Artilleros IS con un obús de a 36, dos carlones de a 8 i dos de a 1. Granaderos ,,,,,,,,, 623 Caballería de Aconcagua. , , , , No espresa ssi número, jiorque este rejimienlo se habia adelantado a la divisioti. TEHCERA DIVISION. Áltb^rCR. Fuerza que le. atrilutye a rada uno. Carrera Benavcnle O’ÍIiggins Gu/.inan Ballesteros 966 91.3 l.)00 con 6 piezas. 2000 2000 Este último que, como puede observarse, copia en esta parte a Guzman, no sabemos de donde ha inventado una cuarta división de caballeria. a las órdenes del jencral en jel'e. Carrera i üenavente están discordes en e¡ detalle (|uc suiniuistrau de esta división. Según el prime- ro, se componia de Según Benavente. Artilleros 8 i inrantes 195 Húsares .Nacionales 687 .Vrlillcros 30 luíanles 19.3 Gi'an (inardia con fusiles 83 Id. con lanzas 6o7 con mejores tropas, una dcrnjta habría sido siempre la consecuencia de esta falta de unidad. Los realistas habían avanzado hasta el Cachnpoal.de modo que ya solo este rio sc- piriba a los contendientes. Los patriotas ignoraban el número a que ascendían las tuerzas de sus conlrario.s; para averiguarlo, destacaron a la otra orilla varias partidas que no consiguieron su üiijclo; pero que cji cambio se tirotearon con las guerrillas enemigas, quedando en todas ocasiones la ventaja por su parle. Vista la proximidad de Ossario, i temiendo ser balido en dalallc, Carrera se apre- suró a hacer avanzarla segunda división, para que sostuviera a la primera en caso de ser atacada. En cumplimiento de sus órdenes, el 27 de Setiembre se acampó en la chacra de Valenzuela,a una legua a la izquierda de Rancagua.La tercera división se puso también en marcha, i el 30 alojó en ios graneros de la Compañía a tres le- guas de la villa; don José .Uiguel se le habia incorporado, i puesto a su cal>eza. Un examen mas detenido dcl Cachaponl, habia manifestado ser absolutamente im- posible prohibir su pasaje al enemigo-, pues estaba vadeable en casi toda su cstension. Sin embago no se ab.andonó la idea de resistir lo mas que se pudiera en aquel lu- gar. i con este objeto se hizo cerrar todas las tomas, a íin de aumentar el caudal de «agua. O’Higgins habia colocado algunos piquetes de observación en los vados princi- pales. A las nueve do 1.a noche que precedió a! 1.® de Octubre, Ossorio movió su ejército fuerte de 5000 hombres (1), i so dirijió en columna hacia el lio, habiendo adelantado algunos escuadrones de caballeria con el encargo de que ocupasen su orilla. Temien- do que los patriotas lo inallralasen en el tránsito del Cachapoal, emprendió su mar- cha en el mayor silencio, pira no dcsperlarios; nadie desplcg.aba sus labios; no se oia otro ruido que el de los pasos i el de las ruedas do diez i ocho cañones; la noche estaba oscura, i para que ningún indicio denuncíase su llegada, se habia prohibido severamente a los soldados hasta fumar. Las avanzadas pitriolas na sintieron la aproximación de los realistas, sino cuando ya los tuvieron encima; apenas tuvieron tiempo para correrá Rancagua a dar el alar- ma. O lliggins, poniéndose inmediatamente a la cabeza de su división, salió a con- tener al enemigo, i envió aviso a don Juan José Carrera de que se le reuniese sin tardanza. Después de algunas escaramuzas, seguía su plan, se replegó a la plaza, don- de penetró junto con la segunda división que habia acudido a su llamado. El cona- bate principiaba mal. 0’iliggin.s, al relirar.se detras de sus parapetos, habia dejado afuera las milicias de Aconcagua, que en número de 1 193 jinetes mandaba el coro- nel Portus. Este rcjimicnlo, viéndose molestado de cerca a la retaguardia por un v¡- No liemos v'sto ninginio fie Kns est.’dos rclalivos a osla división; pero Icncincs cl icstinionio de don Pedro N. Vidal, <)tie sirvió ella, primero como sarjf'iilo mayor de la artillería, i después como comaiidanle tic los infantes, l.alalloi! que se iidda formado rcciéiitemeiite de esclavos, declarados li- bres, separándolos di 1 servicio de sus amos para rpie cnirasen al de la Patria, liste señor recuerda que en ia división iiabia cuatro piezas servidas por mas de treinta artilleros, i con esta sola cninicn- dii cree exacto cl e.stailo de Benavente. iin cl texto liemos seguido el cómputo de las fuerzas presentado por cslc úllimo señor, aunque aumenta l.;sqi¡o ap'arecen do los oslaiios orijinales, ¡.oiapie, estando estos incompletos, no podiamos calcular por ellos (■! total, i pcnpie talvcz, como nos lo !ia indicado cl señor Vidal, después de su formación se agregaron nuevos reclutas. De los estados de la primera división, rt sultán tandiicn los siguienle.s pormenores, que se nos per- rnitir.á cslractar, pues demuestran cuál t-ra cl equipo dcl ejército patriota. ileuiddas las fuerzas del número 2 i del número t¡, ateeiidian a GC2 infantes, de los'cuaics ai no le- nian armas. Estos dos batallones iioseian ü2t lúsiles, i entre estos solo 103 estaban con bayoneta. Andaban ademas, como el re.'to dei cjéicito, mui escasos rio vestuario i flemas a|)cros. Los dragones (lebian cargar fusil, pistola i cs|)af!a. Eran 2(,0, i no leiiiaii mas fiuc2l5 fusiles, i entre estfis solo 23 con bayoneta; no liabia sino ll que cargasen espada, i ninguno tenia pistolas. Eslas pocas armas no eran si()iiiera de iiuena califlad; la mayor parte de los fusiles estaban con los rasti i- llos destemplaJo.s, i las espadas eran [lequeñas i quebradizas. íl) Según liallesteros, el ejéreito real se eompenia de 5972, i .según Oiiintanilla citado por Dona- Veiilc, de 3.-100. —^09— tiroteo, i no pudiendo tnlhi:’ refujio dentro de ! ts Irlndieras que ya hablan Cerra* do, tuvo que buscar su salvación en la luga, i se dispersó. Rancagiia era una ciudad, o mas bien villa, que desconocid i hasta entóneos, iba a llegar a ser famosa por el hecho de armas a que servia de teatro en aquel momento. Su forma es un tablero de ajedrez, cuyo centro lo ocupa una plaza, que tiene de su- perficie una cuadra cuadrada. O’Higgins, que la consideraba un punto ventajosisimo para sostener un ataque, se habla empeñado en fortificarla, construyendo unas ma- las trincheras de adobe a una cuadra de la plaza, en las cuatro calles que desembo- can en esta. Las reforzó con artillería; i confiado en su valor i en el de sus soldado.s, creyó lortaleza inexpugnable una posición resguardada por casas de tabla i barro, en que cualquiera herramienta abre un forado, i que el fuego con.smne con facilidad. Los enemigos acometieron desde luego con arreglo a cierto plan i embistieron la ciudad por sus cuatro entradas, colocando los cañones a vanguardia. Los sitiados, pa. tapetados detras de las ventanas o de troneras abiertas en las paredes, o bien domi. liándolos desde los tejados, ios recibieron con un fuego graneado i sostenido que causó los mayores destrozos. Entonces los asallanlcs se desordenaron i continuaron el ata- que sin guardar las filas, combatiendo cada uno a discreción i formando una masa confusa en torno de la población. Una división, que se componía dcl batallón de Talavera, el Real de Lima i los hú- s Tes de la Concordia, atacó en columna cerrada al mando de Maroto, jefe del pri- mero de estos cuerpos, por la c.iile de San Francisco, alucinándose conque una puen- te alta, interpuesta entre ella i la trinchera, defendía su marcha. Los patriotas los de- jaron avanzir; i cuando se aproximaron hasta ciento cincuenta varas, dispararon sus cañones cargados a metralla. Los efectos fueron terribles; i los Talaveras, embaraza- dos por la sorpresa i los cadáveres de sus compañeros, no lograron retrogradar par,a escapar del fuego que los devoraba, sino con mucho trabajo. X vista de tal descala- bro, se dió al comandante de los húsares don Manuel Barañao, la orden de que apoderase de la trinchera sable en mano i tercerola a la espalda. Barañao obedeció sin vacilar; mis su denuedo nada consiguió. La melralla diezmó sus soldados; i para salvar el resto, tuvo que refujiarse en una calle atravesada, desmontar su tropa i co- menzar a hacer desda los tejados fuego con las tercerolas. Gracias al socorro de los iiúsarcs, los Talaveras habían logrado retirarse del combate; i sus jefes Maroto i .Por- gado habían podido irse a acompañar a Ossorio a una casa distante del alcance de las balas, donde este jcncral se liabia acomodado. De todo el rcjimionlo, solo el capitán don Vicente San Bruno, personaje que no será esta la última vez que tenga- mos que nombrar, se quedó con la sosia compañía en el campo de batalla. Levantó una batería en frente do la trinchera, i principió a incomodar a los patriotas con un vivo tiroteo. Observando O’Higgins el daño que estaba causando a los suyos, desta- có pira desalojarle al capitán Ibañez i al teniente Maruri con lOO hombres. Esta partida, dando pruebas de un valor heroico i de un entusiasmo admirable, avanzó hasta la boca de los cañones, pasó a cuchillo multitud de enemigos, les tomó do.'^ piezas de campaña, i como se viese amenazada por fuerzas mui superiores, se volvió a la plaz,a, conduciendo en triunfo los despojos de los vencidos El ataque habia sido no menos impetuoso por las otras trc.s calles, i rechazado lambien con igual coraje. Mas pasado el primer ímpetu, los realistas comprendie- ron que era fácil volver con'r.a los sitiados la posición misma en que se habían pa- rapetado. Con este objeto, cambiaron el curso de las acequias que proveían de agua a la ciudad c incendiaron varios edificios, cuyas liamas i escombros molestaban mas a los patriotas quelas halas. En vez de continuar atacando por las calles derechas, alas cuales doaiinaban l.as baterías de los insurjenlcs, abrieron de través forados jen l.as casas para proporcionarse caminos encubiertos, qne les permitiesen aeomeler sin — ilO- hingim riesgo. Con esto tácticri comenzaron a obtener todas las ventajas de la jor* ida. .\o obstante, los patriotas continuaron resistiendo con tesón, i aunque sidne- vino la noche, no trajo consigo el descanso, pues no separó a los combatientes ni amortiguó su furor. (9) Las pérdidas dcl ejército real habian sido considerables, i sobre Ossorio pesaba una responsabilidad de que solo una victoria podia descargarle. Pocos dias antes, había recibido orden dcl virrei de Lima para que regresase inmediatameute al Perú, con los Talavcras i alguna otra fuerza; porque un movimiento revolucionario que liabia estallado en Cuzco, amenazaba al realismo, puede decirse, en su propio seno. Su posición al frente dcl enemigo le babia arrastrado a una batalla; pero como lia- bia encontrado una resistencia tan seria c inesperada, quería volver sobre sus pasos. En medio de su desaliento, fué basta a mandara los jefes de las divisiones que empren- diesen la retirada, i se necesito para apartarle de esta idea la observación de que, si abandonaban sus puestos, los contrarios les cargarían por la espalda i los destroza- rían en el pas.aje dcl rio. iVo eran menores los apuros de O'Higgins i de don Juan José Carrera. Ilabi.an combatido desde el amanecer i combalian todavía; las municiones principiaban a e.s cascar; el incendio los estrechaba cada vez mas i mas; el agua les faltaba no solo pa- ra saciar la sed, sino también para limpiar los cañones; no tenían ninguna no- ticia de la tercera división ni dcl jcneral en jefe. Resolvieron hacer salir por los alba- ñales i saltando paredes a un valiente dragón, cuyo nombre debía haber conservado la historia, para que entregase a don .Tose Jliguel Carrera un pedazito de papel en que con lápiz iban escritas estas palabras: «Si vienen municiones i carga la tercera división, todo es lieciio.» Los cañonazos, antes que ningún otro mensajero, habian avisado a Carrera i a sus tropas que se había trabado la pelea. Sin tardanza se babia movido sobre Rancagiia, destacando guerrillas que molestasen a los sitiadores, de modo que el dragón le encontró no mui distante. Con el mismo cndsario contestó a O’Higgins: «.Huniciones no pueden ir, sino en la punta de las bayonetas. Jlañana al amanecer hará sacrilicios esta división. Cliile para salvarse necesita un momento de re.solucion.» Temiendo que el audaz soldado no escapase dos veces de caer en manos de los realistas, que circunvalaban la plaza, no se atrevió a escribir; poro si le en- cargó de palabra dijese a O’Higgins i a su hermano, que a su parecer no quedaba otro arbitrio, sino intentar una salida a viva fuerza para reunirsele. El dragón tornó fe- lizmente a la ciudad, i cumplió su comisión. K1 día 2 avanzó Carrera hasta la cañada de Rancagna. Sus tropas se componían en la mayor parte de soldados de caballería, i el enemigo le esperaba encubierto tras de casas, tapias i trincheras, que era imposible vencer a punta de lanza i con los pechos de los caballos. Don Luis Carrera con la artillería se adelantó hasta colocarse frente a frente de una hatería que los Españoles habian levantado en la boca de la cañada, i sostuvo a pié firme un mortífero fuego de metralla. Los sitiados desde los techos i campanarios observaban los progresos de la tercera divi- sión. Como sucumbían bajo el peso de la fatiga, i los realistas moderaban la vio- lencia del asalto por atender a los que les acometían por la espalda, se aprovecha- ron de aquellos momentos para respirar, i cesaron oí tiroteo. Carrera, después de haberse mantenido un largo espacio de tiempo en su puesto, escuchó dentro de la plaza en lugar dcl estruendo del eomi)ile repiques de campana, con los cuales los (9) IJallOiStr.ros, en su Itcvista (le la riiiArra Cp l.i Indcpoiiileiicia, afirtiia rnnlra lodos los losliinotiiits «scrilos i tradirionales. quo don Juan Josp Carrera so escapó de la ¡daza la noche dcl I.» do. Ocliihre. Solo la Historia atribuida a o'JÍiggins. obra da parlido i en cslreiuo mjusla contra los Carreras, refiere (|ue hizo propuestas a cjtr. respo-to. peo sin ningún rcsullailo, aleapilan de dragones don Uatiion Freiré; este noó ha asegurado 'lueel hscaj es enliraiiiculu falso, pues nunca se le hicieron tales pru- pucstaa. — -ill— siliados pensaban ikir a eiUcudcr su anj^uslia, i en ve2 de dárosle senlldo a aquolf.i señal, creyó al conlrario que era un indicio de que se habian rendido, Ln csla per- suasión, i considerando desvenlajosi la posición que ocupaba, se retiró liacia la an- gostura de Paine, donde esperaba hacer una vigorosa resistencia, defendido por for- tificaciones preparadas de antemano, i reforzado por 791 fusileros i arlilleros que habia enviado a decir al gobierno de Santiago se llamasen de diversos puntos en que no eran ya necesarios; este refuerzo nunca se le incorporó. Cuando los defensores de Ilancagua percibieron que la tercera división se alejaba, su desesperación llegó al colmo. Los realistas, no siendo yo atacados por retaguar- dia, volvieron con mayor Ímpetu. Embistieron principalmente por la calle de San Francisco^; pero los escombros incendiados que caian sobre ellos, les impidieron to. mar una colocación fija. Otra embestida furiosa hicieron contra la trinchera de la calle de Oriente; mas no consiguieron buen resultado, aunque perdió la vida don Hilario Vial, el jefe que la mandaba. La situación de los patriotas se empeoraba por momentos. La refriega duraba sin interrupción hacia treinta i dos horas; habian perecido cerca de las dos terceras parles de la guarnición. Casi lodos los artilleros de las trincheras habian muerto, i les habian reemplazado en el servicio de las pie- zas soldados de infantería. Como las municiones se habian agolado, para poder (a)ii. testar a los tiros del enemigo, habia hombres empleados en recojer del suelo las ba- las que él mismo habia lanzado. Estaban agobiados por el cansancio, la sed, el calor del incendio, que avanzaba mas rápidamente que los realistas. Enlónces O’üiggins, pudiendo decir con Francisco I, cuyas palabras se apropió en efecto mas larde, «lo- do se ha perdido, menos el honor,» determinó retirarse por entre las fdas de los españoles. Don Ramón Freiré, que capitaneaba los dragones, habia notado que por la calle de la Merced las fortificaciones del enemigo eran mas débiles, i dando la voz de carga a su tropa, se precipitó por aquel lado, seguido de todos los que tenían caballos. El empuje de esta salida fué irresistible, i los fujitivos pasaron por sobre jas trincheras, cañones i batallones realistas, sin que nada pudiera contenerlos. Los que habian quedado dentro de la plaza, continuaron resistiendo. Merecen un recuerdo especial los oficiales Ovalle i Yañez; el primero sostuvo la bandera en lo mas recio déla reyerta, desde que se trabó la pelea el dia 1 hasta las once del dia siguiente en que fué herido; el segundo le sostituyó en su puesto i murió defendien- do la enseña de Chile. «El capitán don José Ignacio Ibiela, rotas las dos piernas, puesto de rodillas i con sable en mano, guardó el paso de una trinchera, hasta que sucumbió bajo innumerables golpes, apesar de que el mismo Ossorio habia manda- do dejar la vida a un oficial tan valiente.» (I) El teniente coronel don Bernardo Cuevas, después de haber desplegado en el combate el mayor denuedo, pereció he- roicamente, martirizado por adversarios crueles i bárbaros, que le confundieron con don Juan José Carrera, a quien se asemejaba. En la trinchera de la calle de San Francisco, la ñllima que se rindió, don Antonio Jlillan, herido i rodeado de enemi- gos, mojó el mismo su cañón con orines a falta de agua i lo cargó a falta de balas con pesos fuertes, i cuando se le concluyeron todos los medios de resistencia, no con- sintió en entregarse, sino a un hermano que servia en las armas del Rci. Se calcu- laron los muiTtos de unos i otros en 1300, los heridos en proporción i los prisione- ros en 800. (2) Ao debe asombrar tanta carnicería, si se a.iende a que combatieron furiosos, habiendo envuelto desde el principio el hasta de sus banderas con corba- ^1) Benavenle, Mcinoriasobre las Primeras Campanas. (2y Hemos seguido con relación a los muertos, heridos i prisioneros el aserio de Ballesteros, con pre- ferencia al del parle oficial de Ossorio, ponpie estos doemnentos son casi siempre poco exactos. El parle hace suhir a mas de 100 los muertos patriotas entre ellos muchos oficiales, a 112 los realistas in- rluso un oficial, a 282 los heridos de los pnnieros, a 113 los de los segundos, i los prisioneros acerca der 000. -412- las negra?, on señal de guerra a muerte. Después del triunfo, los realistas, i en par* ticular los Talaver is, cometieron excesos, atrocidades aun. Sin embargo es preciso no prestar crédito a. las exajeraciones inverosiiniles de Egaña i de Guzman, dema- siado animados, cuando escribieron, de las pasiones que la persecución despertó en sus corazones. A gun tiempo después de haber abandonado don José IJiguel Carrera las cerca- nías de ilmcigiia, el esl rmpido de ios ciñonazos que retumbaban de nuevo, le ad- virtió que la ciudad no habia sucumbido. Iba a dar la órden do volver a ocupar la posición que acababa de dijar, cuando se le trajo la noticia de que el enemigo mar- chaba a ap.íderarse do la angostura de Paine. Se sabe la importancia que as'gnaba a este puesto; asi no vaciló en correr a defenderlo. Apénas se habia convencido de la falsedad del aviso, supo que h daian escapado de Rancagua con los dragones O’Hig- gins, don Juan José i algunos oíros. La vista de los fujitivos, las relaciones de las matanzas en masa, de las crueldades sin ejemplo cometidas por los Españoles, que el espanto hacia abultar a ios prófugos, esparció en la tropa un terror pánico jene- ral. Una derrota tiene algo de contajioso; los jefes apénas podían impedir que se desbandaseaa sus suba tornos. Carrera eaavió a don Patricio Castro con una guerrilla a protejer a los que huían dí3 la pl.aza, i era tal el pavor de los soldados que Castro tuvo que usar del sable pira contenerlos. Con semejantes fuerzas habría sido insen- sato aventurar am combate; estaban vencidas de antemano. No hubo otro remedio para evitar que la división entera se desertase, sino verificar a las siete de la noche la retirada a la capital. Rancagaia fué una derrota, pero una derrota gloriosa, que hace honor a los que supieron mostrar tanta bizarria en el peligro. En la hoja de servicios de un militar, vale tanto como la acción de Civicabuco o Maipo. Esta batalla ha llegado a ser fa- mosa en nuestra hisiorii, iio solo por la intrepidez i denuedo de sus actores, sino porque l is pasiones la convirtieron en una arma de partido. Los enemigos de don José Miguel Curera le atribuyeron el desastre; propalaron que habia desamparado a los sitiados, que no habia atacado con el suficiente empeño, que se habia retirado déla caíndi antes do darles tiempo para reunirsele; le acusaron de cobardía, de traición, de haber tenido por objeto la muerte de O iliggins i lo.s amigos que le acompañaban. Poro los que eso dicen ¿se alreverian a sostener que su deseo de venganza iba Insta a sacrificar a su propio hermano por hacer perecer a su riv ;1? ¿Tanto habría cegado el resentimiemo a don José Miguel, que no reparara que con la destrucción de los siliidos, se arminaln el mismo i la Patria con él? Los senti- mientos nobles i los sentimientos egoislns dcl coraz-m liumano desmienten, pues, semejante acusación. Por otra parte, para osplicar el desastre de Rancagua, no liai necesidad de hacer- se el eco de odios que duermen en la tumba con sus autores; no hai para que vili- pendiar con una infamia horriiile a uno de los héroes de nuestra independencia. Ya lo hemos dicho, el combate no tuvo unidad en su dirección; Carrera se habia empe- cinado en hacerse fuerte en la angostura de Paine, O’Iliggins en la villa de Ranea, gua. Los dos siguieron con terquedad sus opiniones, aun durante la batalla, Eslú- diense cuidadosamente las evoluciones que con prolijidad hemos descrito, i resallará esta verdad clara como la luz del dia. lie aíjui una causa sulicionlc para que los pa- triotas fuesen derrotados, aun cuando sus tropas no hubieran sido reclutas de quince dias, mudos de los cuales se fogueaban por la primera vez. Estamos tan persuadidog de que todos los nuestros cumplieron pcrfcctimenlc con su deber, (|ue avnnzamo,s mas todavía; si la desunión no hubiese existido entre lo.s dos caudillos, la acción se habría siempre perdido. Es preciso no dejarse engañar por los nombres. El ejéicito realista, con excepción de algiino.s jefes, de los Talaveras, or don .josr, doi.orfs ww^u. ante la FaciiUad de í.ei/es el de ?¿fn'ieml>re de I8Ólj para ohiener el grado de Licenciado en dicha Facnllad. La sucesión hereditaria ba sido siempre un toma fecundo para la mente del lojis- lador que pretenda realizar en el seno de una sociedad culta las nociones mas ade- lantadas del derecho. Los princ¡i)ios que han servido de base al arreglo de las suce- siones lejitiinas no han sido siempre uniformes, decidiendo la preferencia sobre la adopción del principio-base, las ideas incrtisladas, ya en el orgullo nacional, deseo- so de trasmitir a las jeneraciones venideras los recuerdos tradicionales de sus héroes revestidos del preslijio májico que en su torno se conedian las ricjuezas; ya en laS ¡deas sujeridas por el egoísmo, que deseara erijir un monumento de inmortalid,;d que perpetuase su memoria en medio del conjunto de ruinas que ló rodean, glorián- dose de hacer una hermosa conquista al tiempo, si llega a poder garantir su nombre contra los combates destructores de éste; o ya finalmente espiritus filosóficos que se desprenden de la atmósfera apasionada i rastrera que los envuelve, han tratado de constituir la base de las sucesiones hereditarias sobre principios mas en armonía con las afecciones del corazón, con el cumplimiento de los deberes que la naturaleza prescribe, i con el fomento i propagación de nuestra especie: de aqiii han resultado los diferentes sistemas reguladores de la sucesión hereditaria, (pie dan la preferencia en ella a los accidentes casuales de la priinojenitura o agnación, o que erijen este sistema sobre la base natural i filosófica del parentesco, con prescindencia absoluta de los azares caprichosos del nacimiento. Fecundas ideas sujeriria el examen compa- rativo de cada uno de estos sistemas: la filosofía i la historia suministrari in racioci- nios poderosos que si no alcanzaban a justificar los dos primeros, al ménos harian mui disculpable su adopción. A medida ijue lu humanidad avanza, a ¡iroporcion (pie (1) En 1821, e.stas tiarntfTas fueron giorios, 'míenle refiiper.Ki.is por el ejiMTitn eliiteno-arjimlino qne invadió al Peni a las órdenes de San iVlarlin, quien eoniisionó al jeneral Uorgono para qne enid.ira ■ — ‘i/o no pueden dar por resultado l, í. I sin embargo estas contradicciones preienden ser salvadas por los ilitérprelis me- diante su acostumbrado auxilio de sobreponerse a la lei a titulo de inlerpretarl i. Ellos colocan a la mujer en la clase de acreedora del marido, i como a tal la ponen en el mismo rango que a cualquier otro acreedor, con derecho a irrogar una baja co. mun en el patrimonio hereditario, con preferencia a la computación de la h'jitima. No Ini dudi que mediante este ardid injenioso se consigue conciliar, al ménos en la apariencia, d is entidades tan opuestas; pero analizemos esta opinión para descubrir su fundamento. Pa ra constituir un derecho es preciso remontarse a la fuente que lo formula en un hecho social obligatorio: los jurisconsultos no constituyen por sí esta fuente, ellos son ministros secundarios a quienes, presupuesta la existencia de la lei^ incumbe el honroso cargo de comentarla i espl inarla, resolviendo las cuestiones que pudiera suscitar su aplicación, pero en su carácter de ministros de la lei no deben jirctendcr erijirse en señores de ella misma: lo ambicioso de sus pretensiones cnvuel. ve el castigo de su temeridad. Siempre pues que los jurisconsultos traspasan esa linea de su deber, pierden lodo derecho a la consideración que se merecen. Por desgracia en nuestros jurisconsultos desde el siglo XVIII ácia atras prevalece el prurito de interpretar todas nuestras leyes por las romanas: en su ciego respeto ácia la lejislacion del pueblo rci, reputan un error enmendable por cualquiera, un precepto sin fuerza, todo lo (¡ue no está en armonia con las Pandectas o el Código; i no pudieudo conciliar la aplicación de alguna de nues- tras leyes con los estatutos de las romanas, reniegan de aquellas, profesando un res* jieto ciego a éstas. Esto es precisamente lo que ha sucedido a nuestros jurisconsulto^ sobre la materia que nos ocupa: la cuarta marital erijida por ellos en aforismo juri- dico, es una palabra sacramental que no ha podido borrarse de nuestros códigos; pe. 10 como el estado de nuestra lejislacion no permite el concurso hereditario de la mu. jer con sus hijos al un cuarto i cuatro quintos que a una i otros corresponden, Ja han colocado como hemos visto en la calidad de acreedora a los bienes de su difunto marido. Pero esta acreencia, o es de igual naturaleza a la que los liijos tie- nen para cobrar su lejitima, o lo es de distinta: si lo primero, es incompatible el de- recho de la una con el de los otros, puesto que los cuatro quintos que la lei asigna a estos na dejan sino un quinto restante al cual pudiera tener opcion la mujer» i aun respecto de éste la lei [lermile al padre disponer libremente sin restricción al- guna. Si lo segundo, ¿cuál es la causa del crédito? O es un hecho obligatorio, una convención anterior a la muerte del padre, o es una consideración de mera i'quidad deducida del amor que el cónyuje premuerto profesaría al supérslile: lo primero, es inadmisible, ya porque la lei no asigna otra causa que la equidad al orijen de este ilorec.lio, i y,i parque la mujer onióuces se preseularia reclamando fundada no en el mero hecho de ser viuda polu'o, sino en virtud de esa otra causa, que independiente de las relaciones conyugales, constituiría al difunto en la calidad de deudor acia su mujer, en los mismos términos que podida hallarse constituido respecto de cualquier otra persona: sino es una convención la queda causa a esta obligación, sino la mera equidad, o en otros términos, como dice la lei, el deseo de que las viudas no finquen desamparadas después de la muerte de su marido, cntónces admitimos como oríjen de esta acreencia un principio idéntico al que sirve de base al derecho de los hijos para cobrar sus lejílimas: i esto es rídneidir en el primor término de la disyunción re. fulada anteriormente, es volver a trillar un camino desechado , volviendo a caer Cn el escollo que qneria salvarse. A estas inconsecuencias, a este vicio de petición d(. principios hai que recurrir forzosamente para sostener cn pié hoi dia la existencia de la cuarta marital. No Ini duda que este derecho no puede considerarse abolido com. plclnmcntc: su incompatibilidad tan solo existe en el caso que concurran simultánea- mente los hijos i la madre; pero en el caso que ésta concurra con los ascendientes o <^olateraIcs del difunto, su derecho es incuestionable, temeridad seria ponerlo siquie- ra en duda; así como por otra pu’te creo que es un liccho desnudo de antecedentes legales el considerar vijente el derecho de la mujer a la cuarta integra de todos los bienes del marido cuando concurre con Iiijos de éste. En corroboración de esta idea rae sujicreolra observación la práctica que se observa en la distribución del cau- dal hereditario cuando la viuda concurre con ascendientes de su marido: entóneos no se coloca la cuarta marital entre las bajas comunes para liquidar el residuo neto del caudal hereditario, sino que su porción se imputa al tercio de que el Icstadoj. puede disponer libremente, en unión de los legados, rcliajando éstos cn cuanto lo exija la integridad de aquella. Si la mujer, pues, fuese una acreedora del marido nO por causa hereditaria, sino por otra distinta, ¿porqué su cuarta se imputa evilónccs al tercio cuando debía rebajar por completo todo el caudal hereditario? ¿Por qué cu este caso se la considera como heredera, i cuando concurre con sus hijos se la mira como acreedora? En verdad que no hai lei alguna que autorizc esta diferencia: csbi práctica no os mas que un homenaje que se tributa al reconocimiento de los verdaclc" ros principios. No se' crea por esto que miro con mal ánimo el derecho de la viuda a la partici. pación cn los bienes de su marido; porque esto seria resucitar los tiempos de la pri- mitiva época de la lejislacion romana, contra la cual creo haberme pronunciado lo bastante. Lo que únicamente pretendo es dcmosirar la ninguna asonancia que se encuentra entre los estatutos legales i 1 1 práctica dcl foro, hecho que por desgracia no es el único en su jéncro. Mas no solo se observa esta falta de lójica, que .seria disculpable a trueque de producir un gran bien; sino que jimio con estas erróneas consecuencias van encarnados injustificables perjuicios que se irrogan a los hijos, irreparables cn la mayor parte de los casos: esto es lójico, porque el error i H injusticia son enemigos simultáneos que marchan unidos contra la felicidad social. Supongamos que un padre muere dejando cuatro o mas Iiijos, heclio que por cierto a nadie podrá parecer raro, ¿La porción que cn este caso se asigna a la mujer no es evidente que os mayor que la que toca a los hijos? Pues bien: ¿En qué principio de justicia podrá apoyarse esta preferencia dada a la madre sobre sus hijos? ¿Aca.so los viiiculos naturales que ligan a éstos para con aquel son ménos imperiosos que los que ligan a aquella con su consorte? Mucho dudo pronunciarme sobre la prefe- i encía que el dereclio natural asigna a la esposa sobre los hijos o vico-versa: mas me iuclino a creer ijue ándios se encuentran colocados cn linea paralela; pero si alguna preferencia debemos adoptar a este respecto es sin duda la de los hijos sobre la madre. .\ osla preferencia coailyiiva el asentimiento jenera! de todas las naciones —m— rn asignar derechos dU’crcncialos a favor de los hijos Acia su padre, superiores ^ los de la mujer acia su esposo: este concurso idénlico de opiniones en lodos lieui- pos i lugares está crijido en un medio de interpretación que nos conduce al descu- brimiento del derecho natural, en conformidad de la regla dada por Cicerón — Con- sensus oinnium gsntium vox naturce putandci esí: luego la práctica del foro dando por resultado la preferencia en muchos casos de la mujer sobre los hijos es contra- ria, no solo a la lei civil, sino también a la natural. Pero se dirá: esta preferencia cuando exista es de un carácter efímero; porque mediante la obligación de reservar esta cuarta a beneficio de tos hijos, con que la lei grava a la mujer en favor de éstos, en último resultado viene a operar una fusión de todos estos bienes en el seno de la familia de donde salieron temporalmente* Pero esta solución es mas especiosa que sólida: primeramente, porque este medio de indemnización que la lei señala a los hijos, no lo establece por consideración a és- tos sino esclusivamente por miramiento al marido, para espiar por este arbitrio la falta que en concepto de la lei comete la mujer contra el marido, por el hecho de contraer segundas nupcias; de donde se infiere como consecuencia precisa, que en manos del injuriado está remitir la injuria, i por tanto siempre que las segundas nupcias se contraigan con la venia del marido difunto, cesará la mujer de estar ceñida a la obligación de reservar, i al mismo tiempo los hijos privados de lodo re- curso para saldar el déficit de sus lejilimas: en segundo lugar, aun cuando no haya esta remisión por parte del marido en obsequio de su mujer, no por eso la reserva ofrece un medio seguro de indemnización de la lejilima de los hijos; porque si la cuarta marital consiste en dinero o muebles, la mujer puede destruir este capital sin que los hijos leng.in arbitrio alguno para impedir su destrucción o exijir indemni- zación, si aquella no deja bienes con que responder. En tal caso la lei asigna a los hijos un derecho ilusorio; porque les priva de los medios de hacer efectivas las ven- tajas de este derecho, i porque los espone a un riesgo inminente sin adoptar precau- ción alguna que les garantizo la inmunidad del peligro. Si los bienes que constitu- yen la cuarta son raiccs, cnlónccs es verdad que el derecho de los hijos está regular- mente garantido mas bien por la naturaleza de las cosas, que por previsión de la lei; porque aunque la mujer enajene el fundo adjudicado, siempre los hijos tienen espedita la reivindicación contra cualquier poseedor. Pero sin end^argo en la mayor parle de los casos la reivindicación no proporciona a los hijos un medio de rever- sión completa de la fortuna de su padre ácia el seno de donde aquella salió; pues los deterioros que el descuido o neglijcncia en la conservación de la cosa, o que el abuso en su manejo hayan podido ocasionar, son igualmente detrimentos que mas o ménos considerablemente pueden lierir el derecho de los hijos haciendo ineficaz la reserva. Pero aun admitiendo que ésta en lodo caso asegurase la indemnización de ^os hijos, no por eso este medio de seguridad seria filosófico, ni conforme a los prin- cipios de lejislacion universal: la ciencia Jios enseña que mas bien debemos preca- vernos de los males, que tratar de remediarlos después de verificados; i de lo es- puesto hasta aquí se infiere que la obligación de reservar, lejos de dar inmunidad contra los males, los fomenta, i en vez de garantir su indemnización de una manera completa, no hace sino asegurarla precariamente en varios casos, en otros de nin- gún modo, i en todos de una manera imperfecta i deficiente. I)(! lo espuesto hasta afjni podemos deducir, que según el estado actual de nuestra lejislacion, teóricamente hablando, no existe el derecho por parte de la mujer ácia la cuarta marital cuando concurre con sus hijos; que este dereclio tan solo existe en toda su plenitud cuando la mujer concurre con ascendientes o colaterales de su ma- rido; i (pje la j)ráclica, para correjir el defeclí» (pie resulta de la primera de estas conclusiones, se ha visto en la iieeesidad de arbitrar es|)licaciones e inventar hipóte- — í3o— sis, que si bien dicladas por un espíritu equitativo e inspiraciones lilosóficas, no por eso se hallan en armonía con los principios consignados en el derecho escrito, ni tampoco llenan en muclios casos el fin que sus autores se han propuesto, conculcan- do los principios de justicia, i alterando la progresión marcada por la razón en la escala de nuestros deberes. Triste es observar este estado de pugna en que se en- cuentran los principios legales con sus conclusiones pitácticas: esta anarquía no pue- de menos de ser el resultado, o de la violación de un principio de equidad, contra la cual es natural el resistirse, o de la falta de la unidad i cencierto que deben presidir a toda compilación legal, si es que no queremos ver en ella las fluctuaciones i con- tradicciones introducidas por esa especie de mosaico formado a retazos en diferentes épocas i bajo la inspiración de contradictorias doctrinas. Esto nos indica la necesi- dad de reconstruir nuestra lejislacion sobre principios mas uniformes i mas en conformidad con las inclinaciones naturales, con los dictados del buen sentir i con el cumplimiento de nuestros deberes naturales. Bajo este último aspecto nuestra lejislacion es defectuosa en mas de una de sus disposiciones relacionadas con el punto que vamos examinando. INo puede ponerse on duda el derecho que la mujer tiene a la participación de los bienes de su marido: sobre este particular creo haber aducido suficientes razones de comprobación. Ahora pues, esas razones son de un carácter estable i permanente, su existencia no va li- gada a la riqueza o pobreza de la mujer. ¿I por qué si sus obligaciones van siempre anexas a los azares caprichosos de la fortuna, sus derechos no han de participar de esa misma estabilidad i permanencia? Sería, pues, de desear que nuestra lejislacion considerase a la mujer como una heredera forzosa de su marido, con una asignación de lejitima en los bienes de aquel, semejante a la que los hijos tienen en los bienes de su padre: asi la mujer tendría una natural recompensa por su detrimento i sa- crificios, una natural compensación de sus deberes, i medios legales con que satisfa- cer constantemente las obligaciones que la maternidad le impone. Este defecto que en nuestra lejislacion se halla, pudiera mirarse compensado con el derecho de socio que la mujer tiene en las ganancias de su marido. IVo haí duda que este derecho de sociedad ennoblece las relaciones conyugales elevando a la mu- jer de la posición degradada en que las antiguas leyes la colocaban, hasla ponerla en paralelo con su marido, sin destruir por esto la subordinación de aquella ácia éste, subordinación indispensable para el buen réjimen domestico; por oirá parte, in- tima a los esposos asimilando su suerte, i haciendo que cada cual vea en la felicidad de su consorte la suya propia. Bajo este aspecto considerada la sociedad conyugal, no puede ménos de arrancar una espresion de reconocimiento a lodo espirito jeneroso que se interese en el progreso de la humanidad, puesto que este estatuto no solo sa- tisface una exijencia de derecho, sino que por otra parte fomenta poderosamente la ventura i desarrollo de la sociedad doméstica. Pero considerada con relación a! pun- to que vamos examinando, la sociedad conyugal ni reconoce como causa de su exis- tencia la necesidad de indemnizar a la mujer de la privación que en muchos c.ssos esperimenta de la herencia de su marido, ni por su objeto puede considerársela des- tinada a llenar este déficit; pues la sociedad conyugal aun cuando asigna esperanzas constantes a la mujer, sin embargo no siempre estas esperanzas se convierten en hechos. A dos clases pueden reducirse las adquisiciones conyugales, a saber: una^ transitorias i otras permanentes: las rentas, emolumentos civiles, frutos de los bienes patrimoniales, forman los bienes de la primera especie, que por ser funjibles, no ofrecen garantía de un lucro constante para la mujer, sino mediante la renovación de que son su.sceptibles, durante la vida de su marido; pero pueden sin embargo servir de base para compra de bienes raíces, imposición de capitales a censo, mejora de bicne.s prediales, etc., que forman la s-gunda clase de bienes permancnle.s, i cpie son los '.'micos njncos de dar garaníia a la mujer de ima ganancia que no se limila la vida de su marido. One los Iticncs de la primer i especie sean incapaces de in> demnizar por si mismos, i de una manera inmediata la privación que la mujer es- ])erimeiUa do la herencia do su marido, es una cosa quo no admite duda-, pues hasta reflecsionar para convencerse de quo estos lucros cesan con la vida del marido; i que si mas allá do los días de ésto le proporcionan algo, no es sino el posar del cambio de situación, i de las privaciones a él anexas. Los bienes de la segunda es- pecie no puede negarse que son mas capaces que los de la primera para asegurar a pa mujer la necesidad de compensación de que tratamos; porque ni siempre exis- ten, ni aun cuando existan aseguran un derecho inmutable de la mujer acia (dios: lo primero es un hecho lucra de toda duda; i lo segundo es un resultado dtd derecho de la tan amplia facultad que la lei concede al marido para enajenar los bienes gananciales, aun sin consentimiento de la mujer, i sin otra restricción que la de nulidad en ca.so tle fraude, vicio por su naturaleza mui dificil de comprobarse, como sucede con todos los hechos intelectuales quo se consuman en la rejion del pen- samiento. Luego la sociedad conyugal no tendiendo en sn principio, ni teniendo por objeto, asegurar a la muji-r un derecho constante i cierto en la sucesión testamenta- ria o lejitima de su marido, no puede considerarse como destinada a llenar el va- cio que nuestras leyes dejan en la sucesión de los eónynjes: la deficiencia que a este respecto hemos observado en nuestra lejislacion queda siempre en pié, i exijiendu imperiosamente la reforma de ' nuestra lejislacion civil que llene vados i armonize principios cuya falla o conlradicdon son un semillero fecundo o de violaciones do la moral, o de contestaciones fund idas sobre el derecho. L'> dicho hasta aqiii creo será bástanlo a! desempeño del toma que me he propues* lo de.sarroilar. No abrigo la jactancia de haln-r abrazado la cuestión en toda la oslen- sion que olla compreud'-; p(>ro al menos mi buen deseo disculpará mis errores. DLL ( 1 i I SESION Mh S DE miElllE DE lüiil, l’residida por c! señor Héctor, presentes los .señores Gorhea, 1lonc.ses, Reyes, Tocor. nal, Domeyko, Solar i el Secretario. — .\prohada el acta de la sesión del 2.á de Octu- bre, el señor Héctor confirió el grado de Hachiller en Leyes i ciencias políticas a don fjiis Kchevers, quien recibió su lilnlo. En .seguida se dió cuenta de una solidlnd de don .losé Isaac Orliz, Hachilicr en Leyes, relativa a que se le di'^pense de la rendición de los exámem-s de Arilmélica, -i:n- joogralia i Cosmogralía que <1 año 49, para recil)ir aquel grado, se lo conredió pu. diese rendir duraule la [¡ráclica, alegando el mal estado de su salud que no le {)er- inile absolutamente dedicarse al estudio, i el que olVece acreditar de un modo reha- ciente si el Consejo lo dispone. — Teniendo presente el Consejo (pie si acojiese esta pretcnsión, la primera que Oímrre de su especie, se veria en la necesidad de acojec también todas las demas que se presentasen fundadas en iguales motivos, con lo qu^ resultarían burlados los fines que le han movido a permitir que muchos individuos se incorporen a la práctica bajo condiciones análogas a la de Ortiz, decretó no haber lugar a la referida solicitud. En el resto de esta sesión i en la de “22 del mismo mes, c! Consejo se ocupó casi csclusivamcnte en el arreglo de la contabilidad Universitaria. mm DEL 29 DE MIEllIiRE DE 1851, Presidida por el señor Rector, presentes los Señores Corbea, Meneses, Reyes, To- Cornal, Relio don Garlos^ Domeyko i el Secretario. — Aprobóse el acta de la sesión del 22 del que rije; i acto continuo el señor Decano do Matemáticas procedió a pre- sentar al señor Rector i al Consejo, los Señores don José Zejers i don José Basterri- ca. Como miembros de su Facultad nombrados últimamente por el Supremo Gobier- hOi Recibido que les fué el juramento de estilo, el señor Rector los declaró incorpo- rados al cuerpo universitario en conformidad de la resolución suprema, que ha [>res- crito para ellos este jéncro de recepción. — En seguida el mismo señor Rector coidi- rió el grado de Licenciado en Leyes i Ciencias Politicas a don José Dolores Ibañez, quien recibió su titulo. Después se leyó el informe emitido por el señor Decano de Teolojia en la solicitud del Presbítero don Evaristo Lazo, de que se dió cuenta en la última sesión. El refe- rido señor Decano no encuentra inconveniente para que se acceda a esta petición, porque substancialmentc en nada se derogan los estatutos universitarios permitién- dose rendir durante la práctica algunos de los exámenes prescritos para el grado de Bachiller. — Alega en corroboración de su dictámen ejemplos de otras gracias análo- gas concedidas a individuos que han aspirado al grado de Bachiller en Leyes; i por lo que rcs[)ccta a la dispensa absoluta del exámen de Sagrada Escritura, tan.bien pedida por el presbítero Lazo, recuerda que el Supremo Decreto de 3 de marzo de 1 847 eximió por cuatro años a los estudiantes de Teolojia de la obligación de rendir este i otros exámenes de ciencias sagradas, en atención a que no se enseñaban en los establecimientos literarios del pais i a la necesidad de aumentar el reducido nú- mero de académicos de 2.“ clase. Aunque el término porque debía rejir dicho Supre- mo Decreto, se haya cumplido, subsisten sin embargo aun los mismos motivos que hicieron dictarlo, i por ellos cree que también debe accederse a esta parte de la so- licitud. Por último, el señor Decano espone a la larga el estado actual de la Acade- mia de ciencias sagradas, que le hace temer su conclusión, si no se facilita en cuan- to sea posible la incorporación de nuevos miembros. Concluida esta lectura, el señor Rector dijo; que la primera de las razones alega- das por el señor Decano en su informe no le parecía exacta, porque no debía olvi- darse que los exámenes que a algunos aspirantes al grado de Bachiller en Leyes, el Consejo ha permitido hasta ahora lendir durante la [uactica, solo han sillo aquellos — lí>8— vjiie dichos aspinnles a los principios de su carrera, tuvieron algunos motivos p?íM creer que no les serian obligatorios, i de ninguna manera los que no entran en esta categoría. Mas en cuanto a la última de dichas razones, la hallaba en efecto poderosa, porque deben emplearse cuantos medios fueren dables a fin de evitar la insubsistencia queso teme de un establecimiento tan útil como la Academia de ciencias sagradas. l‘or tal motivo opinaba pues porque se concediese la gracia solicitada por el Presbítero Lazo de poder rendir durante la práctica los exámenes de un idioma vivo, elemen- tos de aritmética, jeografia e historia profana, antigua i moderna. l*or lo tocante al exámen de Sagrada Escritura, no solo creía deber dispensársele absolutamente por la razón espuesta en e! informe, sino ademas pedirse respecto de él al Gobierno una declaración jcneral de no ser obligatorio por algunos años mas, como se había hecho por el Supremo Decreto de 3 de marzo de 1847. El Goiisojo adoptó en un todo este parecer, inlluyendo también en su ánimo para tal resolución, los variados estudios que por otra parte acredita haber hecho el soli- citante en su carrera, i las notas de distinguido por él reportadas en la mayor parte de sus exámenes. El mismo señor Rector espuso en seguida que han transcurrido ya mas de dos meses sin que haya tenido lugar la función solemne que debe celebrar la Universi- dad anualmente en alguno de los dias subsiguientes ai aniversario de setiembre; — Que osla demora, como es notorio, ha consistido en que las circunstancias polilicas riel pais desde el mes de setiembre del presente año, no han perinilido-un solo inter- valo en (jue pudiera haber sicio oportuna esa celebración: que apesar de esta consi- deración, sabiendo qne el miembro encargado de la memoria histórica, la tiene hace ya tiempo concluida, habia consultado sobre el particular al señor Ministro de Ins- trucción Pública; i su contestación habia sido que, a consecuencia de la csclusiva atención actual de los ánimos a los asuntos políticos, juzgaba conveniente aguardar parala citada celebración una época de mayor tranquilidad. Dijo también el señor Bello que habiendo consultado al mismo señor Ministro, acerca de la publicación, ya tan retardada, de la memoria histórica de los señores Amunátegui, premiada por la Facultad de Humanidades el año próximo anterior, le habia contestado S.S. (juc estaba en la intelijencia de que esc retardo solo tuvo lugar en tiempo del señor Mujica, su antecesor, por escasez de los fondos destinados a impresiones en el Departamento de Instrucción pública. I qué, como aun ahora subsiste el mismo inconveniente para mandar hacer esa publicación por separado, seria preciso recurrir al arbitrio de efectuarla en los Anales Universitarios. El Con- sejo asi lo acordó, i para confnrmarse en el presente caso a la costumbre establecida con respecto a los trabajos literarios premiados por la Universidad, de dar a sus au- tores un número de ejemplares de la edición que de aquellos se ha hecho, autorizó al Secretario para que contratase con el Editor de los Anales, el tirado aparte de al- gunos ejemplares de la Memoria de que se trata, con el fin de obsequiarlos a los au- tores, siempre que su costo no excediese de la suma de 50 o 60 pesos, que deberá sa- tisfacerse de los fondos propios de la Universidad. Acto continuo el señor Meneses expuso: que en un reciente exámen de Licenciado, que debió tener lugar en su Facultad, un examinador de los [nombrados mandó a avisar, pasada ya la hora designada, no serle posible concurrir. Con este motivo, i no siendo ya tiempo de citar a otro examinador, se entró a deliberar si deberia pro- cederse a un nuevo sorteo, citando al candidato para otro dia, o a recibir el exámen con los cuatro miembros presentes de la Facultad. — No fué posible adoptar este úl- timo partido, porque se recordó que, si bien en un caso análogo ocurrido anterior- mente, el Consejo ,habia aprobado semejante proceder, previno también al propio tiempo no se repitiese en lo sucesivo. Tampoco se creyó justo el nuevo sorteo, por la —429— consideración de que la demora del exámcn no era culpa del examinando, i de ese modo se le obligarla a repetir un trabajo a que el Reglamento le sujeta una sola vez- Fué por lo tanto indispensable citarle para otro dia, sin reiterar el sorteo. — Esta ocurrencia obligaba al señor Decano a consultar, si repitiéndose el mismo caso en lo futuro, se seguirla el mismo proceder que ahora se ha adoptado, o se procedería al exámen con solos cuatro examinadores, en lo cual no hallaba el señor Decano un gra- ve inconveniente, atendiendo a que con este número hai lo suficiente para llenar el tiempo prescrito para estos exámenes, i será raro que se deje sentir la falta de un 5,° examinador. — Teniendo presento el Consejo que, apesar de la razón alegada por el señor Decano, si por punto jcneral so admitiese que puede haber casos en que nO sea de absoluta necesidad el número de cinco examinadores prescrito por el Regla- mento, llegaría ya a hacerse difícil el reunir este número, acordó no hacer alteración alguna a la disposición que rije en la actualidad sobre la materia i aprobar la con- ducta seguida en el caso últimamente ocurrido, en consideración a las razones es- puestas por el señor Meneses. Después de esto el señor Rector dijo: que, habiendo examinado el proyecto do Reglamento para la contabilidad universitaria, redactado por el Secretario, le ha* bian parecido oportunas sus prescripciones, como que el método que establecen es sencillo i realizable, debiendo dejarse para después el completarlo con las nuevas disposiciones que su práctica vaya sujiriendo como convenientes. Que por ahora creía no deber hacérsele otra alteración que la de designar nominalraentc los mese- en que los Secretarios deben efectuar la presentación de sus cuentas cualrimcstres- Aunque señalando, pues, el proyecto para que este plan empiezo arejir, el l.“ de ene, ro de 1852, se deduce que tal presentación debe tener lugar a principios de mayo, de setiembre i de enero de cada año, respecto al cuatrimestre recicn transcurridos convendría decirlo terminantemente para obviar lodo jénero de duda i promover así la mayor uniformidad i exactitud. Una opinión en lodo análoga a la del señor Rector manifestó el señor Decano de Matemáticas, que fué el otro comisionado para este exámen; i en su virtud, se acordó que haciéndose la agregación propuesta, se trajese a la vista en la sesión inmediata el referido proyecto, para su aprobación deQniliva. Con lo que fué levantada la sesión. , V ■■ * • ■ • ■ . ‘X -y^* 4 V*' I''*” ' ^ ' ■ ■»-&>■ »w*>r ' 'íí "i.- •'^ - %‘ -.nfWT • ^ ^ ■•■: ■ - -j) ^“-•^‘ -i*;^0>(ÍÍK’fk . i ' í / t’<« ft ^.í '■'■^■...••2r''-i *A , "* '\ • .... ■’*“■■ v »■ . * '■■•V'V' í^ir: ‘ ^ - »Af. 4-» 4 ' ' «.W/. y,>w4; «> í' I 4 *T«k i OF THE KOYAL GEOGMPHICAL SOCIETY. I. The Libraiy will he open eveiy day iu the week (Siin- tlays excepted) from half-pad Ten in the morning to half-pasí Foiir in the afternoon,*except onNcw-Year’s Day, Good Friday to Easter Monday inclusive, and Christmas week ; and it will he closed one month in the year, in order to he thorouglily cleaned, viz. from the first to the last day of Septemhei-, II. Every Fellow of the Society is entitled (subject to the Rules) to hoiTow as many as four volumes at one time. Exceptions : — 1. Dictionaries, Encyclopsedias, and other works ol reference and cost. Minute Books, Manu.scripts, Atlases, Books and Illustralions in loose sheets, Drawings, Priuts, and unhound Kumhers of Peri- ódica! Works, unless with the sjjecial written order of the President. 2. Maps or Charts, unless hy special sanction of the l're- sident and Council. 3. New Works hefore the expiration of a month after reception. III. 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