ANALES m MUSEO de HISTORIA NATURAL MINISTERIO DE EDUCACION DIRECCION DE BIBLIOTECAS, ARCHIVOS Y MUSEOS VoL 11 1978 Valparaíso ¡ Chile | An. Mus. Hist. Nat. ANALES dei MUSEO de HISTORIA NATURAL de VALPARAISO MINISTERIO DE EDUCACION DIRECCION DE BIBLIOTECAS, ARCHIVOS Y MUSEOS An, Mus. Hist. Nat. | Yol. 11 | 1978 | Valparaíso | Chile 001/ÁjMa L>,Vi»b ' ■ r ; ct cr- .mr; ; E r IÍI J MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAISO Director de Bibliotecas, Archivos y Museos y Director de la Biblioteca Nacional: Sr. Enrique Campos Menéndez Conservador Museo de Historia Natural de Valparaíso: Sr. Jorge Eduardo Brousse Soto Director de Anales: Dr. Roberto Gajardo Tobar Comité Editor: Antropología Jorge Eduardo Brousse Soto Botánica Héctor Etcheverry Daza Ecología Francisco Sáiz Gutiérrez Zoología Francisco Silva González Secretaria: Ana Avalos Valenzuela Domicilio : Avenida Valparaíso 155 — Casilla 925 — Teléfono 85217 Viña del Mar (CHILE) ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAISO —Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso es la publicación oficial del Museo, —Se publicarán trabajos científicos originales e inéditos correspondientes a las áreas de Ciencias Naturales, Bio¬ lógicas y Antropológicas. —r-Los trabajos, previo a su publicación , serán sometidos a la revisión del Comité Editor, quien se hará asesorar por correctores ad-hoc. Se requerirá, al menos, la opi¬ nión de tres de ellos. —Anales incluye “normas para los autores —Las colaboraciones pueden corresponder a trabajos y no¬ tas científicas, según el tipo de información presentada. —Las opiniones vertidas por los autores son de su exclu¬ siva responsabilidad. ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL VALPARAISO - CHILE No/, 1780 m. (04969) Género CANDELARIELLA Müller, Argoviensis 27._ Candelariella vitellina (Ehrht.) Müll. Arg. s/roca. 400 m. (00371), 450 m. (04970), 1050 m. (04971) Familia Umbilicariaceae Género UMB1LICARIA Hoffmann 28. — Umbilicaria pkaea Tuck. s/roca. 1420 m. (05157), 1540 m. (05158), 1580 m. (05159), 1850 m. (05160), 1930 m. (05161) 29. — Umbilicaria polyphylla (L.) Baumg. s/roca. 1650 m. (05164), 1700 m. (05165) Familia Ramalinaceae Género RAM ALINA Acharius 30.— Ramalina ecJclonii (Spreng.) Mey. et Flot. s/Peumus boldus, 450 m. (05130), 650 m. (05135), s /Cryptocaria alba. 450 m. (05131), 860 m. (05139), 890 m. (05141), 1050 (05143) a/Lithraea caustica, 450 m. (05132), 1050 (05144) a/Schinus latifolius. 450 m. (05133) a/Maytenus boaria. 850 m. (05138) 31. — Ramalina cf. pollinaria (Westr.) Ach. s /Peumua boldus, 500 m. (02769), 700 m. (05145) Suborden Peltigerineae Familia Peltigeraceae Género MASSALONGIA Kórber 32. — Massalongia carnosa (Dicks.) K6rb. s/tierra. 460 m. (05046), 1350 m. (05047) Género NEPHROMA Acharius 33. — Nephroma gyelnikii (Ras.) Lamb s/tierra y musgos, en superficies rocosas. 450 m. (05049), 680 m. (06050), 1650 m. (05051) Género PELTIGERA Willdenow 34. — Peltigerapolydactyla (Neck.) Hoffm. s/tierra. 610 m. (05101) Familia Stictaceae J. Redón y A. Walkowiak LIQUENES DEL P.N. LA CAMPANA Género PSE UDOCYPHELLARIA Wainio 35. — Pseudocyphellaria crocata (L.) Wain. s/roca. 1650 m. (05107) 36. — Pseudocyphellaria hirsuta (Mont.) Wain. s/roca. 450 m. (05122), 1650 m. (05123) Suborden Teloschistineae Familia Teloschistaceae Género CALOPLACA Th. Fries 37. — Caloplaca pulverulenta (Müll. Arg.) Zahlbr. s/roca. 1900 m. (Dupl. Follín. 14489) Género TELOSCHISTES Norman 38. — Teloschistes chrysophthalmus (L.) Beltr. s fSchinus latifolius. 600 m. (00377), 1100 m. (05156) 39. — Teloschistes flavicans (Sw.) Ach. s/tronco seco. 400 m. (00868) Género XANTHOPELTIS Santesson 40. — Xanthopeltis rupicola Sant. s/roca. 1800 m. (00858) Género XANTHORIA (E. Fries) Th. Pries 41. — Xanthoria elegans (Link) Th. Fr. s/roca. 1650 m. (05189) 42. — Xanthoria fallax (Hepp.) Arn. s/Nothofagus ohliqua var. macrocarpa 1000 m. (05190), 1410 m. (05191), 1600 m. (00818) 43 . — Xanthoria parietina (L.) Th. Fr. s/ramas secas. 400 m. (00217), 430 m. (00548) s/roca. 500 m. (00831) 44. — Xanthoria substellaris Wain. s/roca. 1650 m. (05192). Orden Gyalectales Familia Gyalectaceae Género DIMERELLA Trevisan 45. — Dimerella lútea (Dicks.) Trev. s /Dasyphyllum diacanthoides. 550 m. (04997) s/tierra húmeda en superficie rocosa. 450 m. (04996), 610 m. (04998) Ascomycetes Imperfecti 34 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N9 11, 1978 Género LEPRARIA Acharius 46. — Lepraria aeruginosa (Wigg.) Sin. s/roea. 600 m. (05494) s/raíces expuestas de Nothofagus obliqua var. macrocarpa>. 1350 m. (05495) Familia de posición incierta. ' > Familia Chrysothrichaceae Género CHRYSOTHRIX Montagne 47. — Chrysothrix noli-tangere Mont. s/Peumus boldus, 400 m. (00808) 900 m. (05496) DISCUSION Los liqúenes de la Cordillera de la Costa de Chile Central, se encuen¬ tran aún insuficientemente conocidos. Follmann (1962) describió una asociación de liqúenes corticícolas de la Zona Central, caracterizada por Chrysothrix noli-tangere. Redon (1972) y Arellano (1977) proporcionaron algunas observaciones sistemáticas y ecológicas sobre los liqúenes de Cachagua y Zapallar, en la región costera central. De acuerdo con los conocimientos actuales sobre distribución de los liqúenes chilenos, los componentes de las comunidades encontradas en la Zona de Estudio, pueden considerarse como pertenecientes al Elemento Central Andino Submontano, caracterizado por especies endémicas de Chile Central y especies subtropicales oceánicas bihemisféricas (Redon, 1976). Este Elemento posee especies propias del bioma de montaña, que comprende los estratos basimontano, premontano, montano bajo y alto- montano (Mann, 1966). Esta estratificación altitudinal podría aplicarse a las comunidades liquénicas del cerro La Campana y al valle adyacente de Granizo. Las siguientes especies pueden ilustrar, a modo de ejemplo, la estratificación altitudinal en la Zona de Estudio: —Xanthoria parietina, especie cosmopolita, corticícola y saxícola, distri¬ buida entre 400 y 500 m. Estrato basimontano. —Omphalodium arboricolum , especie endémica, corticícola, distribuida en¬ tre 1300 y 1750 m. Estratos montano bajo y altomontano. Esta especie fue descrita por primera vez de Mendoza, Argentina, creciendo sobre ramas de BougainviUea spinosa, entre 1200 y 1500 m. (Rasanen, 1941). En el cerro La Campana crece solamente sobre ramas de Nothofagus obliqua v&t. macrocarpa. Ha sido colectada en el estrato premontano de la Cordillera de los Andes, en el sector de Santiago, sobre ramas de Acacia caven. XoMthopeltis rupicola, especie endémica, saxícola, distribuida entre 1800 m. y la cumbre. Estrato altomontano. La distribución y límites al- n 9931. Es una planta poco abundante. Porophyllum Vaillant es un género de la Tribu Helenieae. Se carac¬ teriza, junto con el género Tagetes, de los otros representantes de esta Tribu, por poseer glándulas oleíferas en el dorso de las brácteas involú¬ crales. Tagetes y Porophyllum se diferencian por los siguientes ca¬ racteres: Tagetes: papus formado por 5 — 8 pajitas desiguales, más cortas que el tubo corolar. Porophyllum: papus de 10 — 15 setas denticuladas, más largas que el tubo corolar. La planta coleccionada por T. Haenke y descrita por De Candolle (Gay V; 277.) no coincide con los siguientes caracteres del vegetal en¬ contrado por el autor: 1) Las partes vegetativas (tallo, pecíolo, lámina) pedúnculo y bráo- tea densamente cubiertos por pelos glandulosos. 2) Los márgenes de las hojas poseen 4 — 8 dientes profundos a cada lado. 3) Las hojas tienen forma ovoide hasta lanceoladas. 4) Las brácteas son agudas, pero no mucronadas. 5) Cada capítulo posee sólo 5 flores. 6 ) Capítulos no solitarios, sino reunidos en panojas de 6 — 14 ca- 7) T*Haenke indica como lugar de colección “en las Cordilleras de Chile”, pero es sabido que las plantas de Haenke no poseen lo¬ calidad bien definida. AGRADECIMIENTOS Expreso mis agradecimientos al Sr. Prof. Hugo Gunkel, de Santia¬ go, por haberme proporcionado ciertos datos bibliográficos. BIBLIOGRAFIA CABRERA, A. L., 1953. Manual de la Flora de los alrededores de Buenos Aires: 513-514. CABRERA, A. L., 1963. Flora de la Provincia de Buenos Aires, 6: 254-255. DE CANDO LLE , 1936. Prodromus... 5: 640. GAY, C,, 1847. Historia Física y Política de Chile. 4: 276-277. PT TTT.TP PT, F., 1881. Catálogo de las plantas vasculares chilenas. REICHE, C,, 1905. Flora de Chile, 4: 127-128. 40 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N° 11, 1978 Imm* Compositae: Porophylliun tarapacanum. A, hábito de la planta; B, capítulo; C, flor; D, estambras; E, aouenlo. ECOLOGIA Coordinador; Francisco Sáiz Gutiérrez. Consultores; Patricio Domínguez T. Julia Etchegaray M. Carlos Meló U. Juan C. Ortiz Z. Italo Serey E. José Stuardo B. Leslie Yates Luis Zúñiga. Valparaíso» Chile 43 “EL EFECTO DEL FUEGO EN LA ESTRUCTURA DE LA VEGETACION DE CHILE CENTRAL” JUAN J. ARMESTO * y JULIO R. GUTIERREZ ** ABSTRACT: The mediterranean vegetations of Central Chile and California are characterized by analogous life-form compositions resulting from the evolution of dis- tinct ñoras under similar environmental pressures. However, the effect of fire on vege- tation structure seems to be different in both regions. Whereas Califomian species show adaptations that allow the rapid recovery of the original vegetation on bumed areas, Chilean species would have not envolved under a continous pressure of natural tires. This is shown by a more scarce post-fíre development of herbaceous species in Chile than in California. In order to prove that the desertiñcation observed in many areas of Central Chile is the outcome of fire perturbation, the vegetation structure of a xeric (north-facing) and a mesic (south-facing) slopes were i compared with a bumed slope. It was found that evergreen species were dominants on xeric and mesic slopes while on the bumed slope aphyllous and summer-deciduous species were the dominants. In addition, a succu- lent species was found on the bumed slope but not on the others. Furthermore, cove- rage of trees decreased from 60% on the mesic slope to 20% on the bumed slope. It was concluded that species characteristic of arid environments (deciduous, aphy¬ llous and succulents) replace evergreen vegetation on bumed areas of Central Chile. INTRODUCCION La vegetación de Chile Central ha evolucionado bajo la presión selectiva de un período de sequía variable en intensidad y extensión. Lias plantas poseen un número limitado de adaptaciones que les permiten so¬ brevivir en estas condiciones ambientales (Mooney y Dunn, 1970a). Tomando como base las adaptaciones fisiológicas y morfológicas que presentan las especies ante el “stress” hídrico, se han definido formas de vida (Armesto y Martínez, 1978). que se distribuyen en forma dife¬ rente a través de un gradiente ambiental de aridez creciente (Mooney y Dunn, 1970b). Estudios realizados por Armesto (1977) muestran que en las laderas expuestas al Sur, Este y Oeste hay un predominio total de las especies siempreverdes, en tanto que en las laderas de exposión Norte coexisten especies siempreverdes y deciduas de verano, con predominio de estas últimas. La dominancia de las especies siempreverdes en los habitats mésicos, ha sido atribuida a la exclusión competitiva de otras formas de vida (Armesto y Martínez, 1978). En habitats xéricos, el costo energé¬ tico que involucra la retención del follaje todo el año restringe el creci¬ miento de las siempreverdes (Mooney y Dunn, 1970b). La vegetación de California ha evolucionado bajo presiones ambien¬ tales similares a la de Chile Central, encontrándose grandes semejan¬ zas en sus respuestas adaptativas, a pesar que ambas vegetaciones están escasamente relacionadas florísticamente (Mooney et al, 1970). Sin em¬ bargo, el rol del fuego, como factor que influye en la estructura de la vegetación, parece haber sido muy diferente en ambas regiones (Cárter, * Sección Botánica, Depto. Biología, Facultad de Ciencias, Univ. de Chile, Casilla ** LábofatoriÍde Ecología, I.C.B., Univ. Católica de Chile, Casilla 114-D, Santiago. 44 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 11, 1978 1973). El fuego es un elemento natural común en la historia del Chapa¬ rral Californiano, pero sus efectos son transitorios y la mayoría de las áreas incendiadas vuelven a su estado original al cabo de 10 a 20 anos (Hanes y Jones, 1967; Hanes, 1971). En cambio, en Chile el fuego ha sido infrecuente en la región central, al menos desde la época de la Colonia y parece no haber relación entre este factor y el ciclo de desa¬ rrollo del matorral (Cárter, 1973). El objetivo de este estudio es demostrar que el fuego, al destruir el matorral siempreverde dominante, permite la invasión de especies de otras formas de vida, adaptadas a condiciones de mayor sequía (xerofi- ticas). La situación sería análoga a la que se observaría si aumentara \a aridez del ambiente. Para probar esta hipótesis se comparará la composi¬ ción de especies y formas de vida de un sitio incendiado con otros no afectados por esta perturbación. METODOS En septiembre de 1976 se muestreó la vegetación de tres sitios loca¬ lizados en el Fundo Santa Laura (33° lat. S. y 71° long. W), a 80 km. al NO de Santiago. El sitio 1 está ubicado en una ladera de exposición sur y el sitio 2 en una ladera de exposición norte. Estas laderas corres¬ ponden a los extremos mésico y xérico respectivamente del gradiente topográfico de humedad descrito por Parsons (1976) en la misma área. El sitio 3 se encuentra también en una ladera de exposición norte que fue afectada por un incendio en 1969 (Bahre, 1974). En cada sitio se estimó la cobertura de los árboles y arbustos pre¬ sentes en 4 transectos de 40 m de longitud y separados entre ellos por 10 m, dispuestos en el sentido de la pendiente. Se definieron 2 estratos en la vegetación: a) menor de 2 m (arbustos) y b) mayor de 2 m (árboles). Cada 1 m del transecto se registró la(s) especie(s) que in¬ terceptaba (n) con su follaje una vara vertical levantada en el punto para cada estrato definido. La cobertura fue estimada dividiendo el nú¬ mero de puntos en que el follaje de una especie fue registrado por el total de puntos del transecto. Estas estimaciones de cobertura por estra¬ tos fueron transformadas en un valor de cobertura relativo único para cada especie mediante el procedimiento descrito por Finol (1971). Además se analizaron los datos obtenidos por Cárter (1973) en el Fundo Santa Laura, sobre el efecto del fuego en especies herbáceas. RESULTADOS Del análisis de la Tabla 1 es evidente que la composición florística de los sitios estudiados es muy diferente. En el sitio 1 (habitat mésico) la especie dominante es Cryptocarya alba, un árbol siempreverde, cuyo valor de cobertura relativa disminuye considerablemente en los sitios 2 y 3. En el sitio 2 (habitat xérico) la especie dominante es Lithraea caustica, especie siempreverde que no muestra una variación marcada en sus valores de cobertura relativa en los otros sitios muestreados. Sin embargo, en el sitio 3 (afectado por el incendio) las especies dominan¬ tes son Colliguaya odorífera y Retanilla ephedra, especies que están es¬ casamente representadas en el sitio 1 y no aparecen en el sitio 2. J. Armesto y J. Gutiérrez EL EFECTO DEL FUEGO 45 TABLA 1. Porcentaje de cobertura relativa de las y arbustos en los sitios de estudio. especies de árboles Especies Quillaja saponaria Lithraea caustica Baccharis sp. Gutierrezia paniculata Happlopapus sp. Cryptocarya alba Schinus poligamus Eupatorium salvia Ribes punctatum Trevoa trinervis Satureja gilliesii Podanthus mitigue Mutisia sp. Colliguaya odorífera Retanilla ephedra CoUetia spinossisima Puya berteroniana Formas de vida * 1 SV 8.50 SV 20.71 SV 0.30 SV SV SV 35.71 SV 4.02 SV 10.32 SV 2.22 DV DV 7.19 DV DV SD 0.31 A 10.41 A 0.31 S Sitios 2 3 18.31 5.94 35.76 21.69 2.66 - 0,44 - 0.40 0.39 4.30 3.09 - 0.59 11.10 - 19.27 1.27 6.09 - 1.67 - - 30.41 - 31.46 - 3.00 - 2.16 * SV = siempreverdes; DV = deciduas de verano; A — áfilas: S = suculentas; SD — semideciduas. La apertura del dosel (constituido normalmente por especies siem¬ preverdes) en el sitio 3, es evidente al comparar la cobertura absoluta de las plantas en el estrato superior de 2 m en los tres sitios (Tabla 2). En relación a la cobertura de las distintas formas de vida (ver Ta¬ bla 3), observamos que las especies siempreverdes dominan en el sitio 1, decreciendo marcadamente en el sitio 3. Las especies deciduas de ve¬ rano presentan una tendencia inversa mostrando mayor cobertura en los sitios 2 y 3 que en el sitio 1. Las especies áfilas presentan un notable crecimiento en el sitio 3, apareciendo también una especie suculenta que no se desarrolla en los otros sitios de estudio. La diferente respuesta de la vegetación herbácea al fuego en Chile y California, es mostrada por los datos de Cárter (1973) en la Tabla 4. Chile tiene una mayor diversidad de especies antes del incendio, obser¬ vándose lo opuesto en California. Con posterioridad al fuego, en Cali¬ fornia hay un gran desarrollo de especies adaptadas a esta perturba¬ ción, especialmente hierbas anuales. 46 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N° 11, 1978 TABLA 2. Cobertura por estratos en los sitios de estudio. Sitios l 2 3 Estrato < 2 m (arbustos) 97.4% 88.3% 97.6% Estrato > 2 m (árboles) 56.9% 34.3% 20.7% TABLA 3. Cobertura relativa de las distintas formas de vida en los tres sitios comparados. Sitios Formas de vida l 2 3 Siempreverdes 71.4% 61.9% 31.8% Deciduas de verano 17.7% 38.1% 31.7% Afilas 10 .8% 34.4% Suculentas 2 .2% TABLA 4. Respuesta de las especiales herbáceas al fuego en áreas comparables de Chile y California (datos de Cárter, 1973). Chile * . i California 2 Número de especies Anuales Perennes Anuales Perennes Antes del incendio 6 19 4 3 Un año después del incendio 3 4 13 4 1 Fundo Santa Laura 2 Echo Dell J. Armesto y J. Gutiérrez EL EFECTO DEL FUEGO 47 DISCUSION La experiencia de Cárter (1973) muestra que las vegetaciones her¬ báceas ele Chile y California responden en forma muy diferente a la per¬ turbación por fuego. En California existe una alta germinación de especies anuales que responden específicamente a este tipo de alteración (Tabla 4). Como esto no ocurre en Chile, es posible inferir que esta vegetación no habría estado sujeta a selección por incendios naturales durante un tiempo prolongado. En consecuencia no se habrían generado mecanismos adaptativos (tales como germinación dependiente del fuego, rebrote rápido, etc.) que permitan a la vegetación original recolonizar las áreas incendiadas. Por otra parte, se observa también escasa germi¬ nación de plántulas de especies arbustivas en Chile después de incendios (Cárter, 1973) y el rebrote de algunos arbustos después del fuego en nuestro país puede ser considerado un carácter cuyo origen no está rela¬ cionado con este factor (Mooney, 1977). Si analizamos la influencia del fuego en la estructura de la vege¬ tación arbustiva vemos que, en el área estudiada, las especies siempre- verdes que son dominantes tanto en habitats xéricos como mésicos (si¬ tios 1 y 2), no lo son en el sitio incendiado (sitio 3). En esta última comunidad las especies dominantes son C. odorífera, una especie semi- decidua (Hoffmann y Hoffmann, 1972) que abunda principalmente en suelos sobrepastoreados y lugares incendiados (Schlegel, 1963) y R. ephedra, una especie áfila, adaptada a condiciones de intenso xerofitismo. En el sitio 1 (habitat mésico) la especie con mayor cobertura es C. alba , un árbol cuya distribución se extiende principalmente hacia el sur de Chile (Mooney y Schlegel, 1966). L. caustica , la especie dominante en el sitio 2 (habitat xérico) es un arbusto de gran plasticidad fenotípica que abunda en una amplia diversidad de habitats de Chile Central (Ar¬ mesto et al., datos no publicados) y por esta razón no es un indicador sensible de la mayor o menor aridez del ambiente. Por otro lado, parece ser una de las pocas especies siempreverdes que presenta rebrote des¬ pués de incendios (observación personal de los autores), lo que expli¬ caría su alto valor de cobertura en el sitio 3. En resumen, en el sitio incendiado se ha producido un reemplazo de las especies siempreverdes, por especies deciduas y áfilas características de ambiente áridos, es de¬ cir, se ha acentuado el xerofitismo de la comunidad. La vegetación de Chile Central parece haber sido originalmente un bosque cerrado, constituido principalmente por especies siempreverdes (Solbrig et al., 1977), lo que excluía la posibilidad de invasión de espe¬ cies deciduas o áfilas. La historia de degradación del matorral chileno por talajes o incedios, se remonta a la época de la Colonización (Bahre, 1974). Desde entonces estos factores de origen especialmente antropo- génico han permitido la intrusión de los elementos xerofíticos desde las zonas más desérticas del Norte, al abrir el matorral siempreverde. Puesto que el fuego no ha sido un factor selectivo significativo en la evolución de las especies en Chile Central, la recolonización por la vegetación original es improbable, pues carece de los mecanismos adaptativos que la capaciten para ello. Una situación similar ha sido denunciada por Gomez-Pompa et al., (1972) en relación con la destrucción por el hombre de los bosques tro¬ picales, los cuales serían reemplazados por una mezcla de la vegetación original degradada y especies xerofíticas. Estas últimas especies poseen semillas adaptadas a la mayor sequía ambiental de los habitats altera¬ dos y son capaces de sobrevivir largos períodos en el suelo hasta ger¬ minar. Las consecuencias, similares a.las que observamos en Chile, son la reducción de poblaciones de muchas especies a niveles que la acercan a la extinción y la “desertización” de areas antes forestadas. 48 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 11, 1978 AGRADECIMIENTOS Agradecemos a Fabián Jaksic por la colaboración prestada en las labores de campo y al Dr. Ernst Hajek por sus valiosos comentarios so¬ bre el manuscrito. BIBLIOGRAFIA ARMESTO, J. 1977. Análisis de la vegetación en un gradiente ambiental de la zona mediterránea de Chile. Tesis. Facilitad de Ciencias. Universidad de Chile. ARMESTO, J. y J. MARTINEZ. 1978. Relations between vegetation structure and slope aspect in the mediterranean región of Chile. J. Ecol. 66: 881-889. BAHRE, C. 1974. Land use in the Santa Laura. Technical Report 74-19. En Origen & Structure of Ecosystems. CARTER, S. 1973. A comparison of pattem of herb and shrub growth in comparable sites in Chile and California. M. Se., Thesis, California State University, San Diego. FINOL, H. 1971. Nuevos parámetros a considerar en el análisis estructural de las selvas vírgenes tropicales. Rev. For. Venez., 21: 29-42. GOMEZ-POMPA, A;, C. VASQUEZ-YANEZ y S. GUEVARA. 1972. The tropical Rain Forest; A nonrenewable resource. Science, 177: 762-765. HANES, T. L. 1971. Succession after fire in the Chaparral of Southern California. EcoL Monog., 41: 27-52. HANES, T. L., y H. JONES. 1967. Post-fire Chaparral succession in Southern California. Ecology, 48: 257-264. HOFFMANN A. y A. E. HOFFMANN. 1976. Growth and seasonal behaviour of buds of Colliguaya odorífera, a shrub from the Chilean mediterranean vegetation. Can. J. Bot., 54: 1767-1774. MOONEY, H. A. 1977. Frost sensitivity and resproimting behaviour of analogous shrubs of California and Chile. Madroño, 24: 74-78. MOONEY, H. A. y F. SCHLEGEL. 1966. La vegetación del cabo “Los Molles” en la pro¬ vincia de Aconcagua. Bol. Univ. de Chile, 75: 27-32. MOONEY, H. A. y E. L. DUNN. 1970-a. Convergent evolution of mediterranean ever- green sclerophyll shrubs. Evolution, 24: 292-303. MOONEY, H. A. y E. L. DUNN. 1970-b. Photosynthetic systems of mediterranean climate shrubs and trees of California and Chile. Amer. Natur., 104: 447-453. MOONEY, H. A., E. L. DUNN, F. SHROPSHIRE y L. SONG. 1970. Vegetation compa- risons between the mediterranean climate of California and Chile Flora 159* 480-496. PARSONS, D. J. 1976. Vegetative structure in the mediterranean shrub communities of California and Chile. J. Ecol., 64: 435-447. SCHLEGEL, F. 1966. Estudio florístico y fitosociológico de la Quebrada de la Plata, Maipú. Tesis, Facultad de Agronomía, Universidad de Chile. SOLBRIG, O. T., M. L. CODY, E. R. FUENTES, W. GLANZ, J. H. HUNT y A. R. MOL¬ DEASE. 1977. The origin of the biota. En Convergent evolution in Chile and California. Ed. H. A. Mooney. Dowden, Hutchinson & Ross. Inc. Pennsylvania. Valparaíso, Chile 49 “UNA HIPOTESIS SOBRE LA DIVERSIDAD DE ESPECIES ARBUSTIVAS EN LA REGION MEDITERRANEA DE CHILE” JUAN J. ARMESTO * y JULIO R. GUTIERREZ ** ABSTRACT i It is proposed that changas in the number of shrub species between geographic areas in the mediterranean región of Chile would be associated with differences in habitat heterogeneity. A relation between the number of shrub species and habitat differences between north— and south—facing slopes is shown for three areas localized on the Cordillera de la Costa (From 32° 38'S to 33° 61'S). A high “beta” diversity corresponda with a greater difference in annual Potential Radiation (PR) and a lesser degree of similarity in floristic composition between the slopes. The lmutations and significance for the organisms (shrub species) of this measure of habitat heterogeneity (PR) are discussed and it is concmded that íts vaiidity should be restricted to climatic regions where water availability is a limitant factor. INTRODUCCION La búsqueda de una explicación a las variaciones observadas en el número de especies entre diferentes áreas geográficas ha sido el objetivo principal de numerosos trabajos en ecología (Hutchinson 1959; Mac Arthur 1965; Whittaker 1965; Pianka 1966; Mac Arthur y Wilson 1967; Cody y Diamond 1975). El número de especies encontrado en una cierta área ha sido considerado esencialmente como una función de: 1) la tasa de especiación “in situ” de los taxa involucrados, y 2) el número de es¬ pecies capaces de coexistir temporalmente en esa área. En este último aspecto del problema nos centraremos en este trabajo. Se ha planteado que el número de especies capaces de coexistir en un cierto tipo de ambiente estaría relacionado directamente con la compleji¬ dad estructural o heterogeneidad de ese ambiente en relación a los or¬ ganismos en consideración (Mac Arthur 1972; Janzen 1976). En un ambiente más heterogéneo las especies podrían minimizar la competen¬ cia explotando distintos “recursos” (i.e., sitios de nidación, tipo de ali¬ mento, lugares de alimentación, etc.). Así también, se ha mostrado que la acción de organismos predadores en la comunidad contribuye a incre¬ mentar el número de especies capaces de coexistir en un ambiente (Pai¬ ne 1966; Janzen 1970). Llama la atención que escasos análisis de este tipo se hayan hecho para explicar las variaciones en el número de especies de plantas en la naturaleza, aunque es indudable que mecanismos similares a los descritos más arriba debieran estar operando. Según Janzen (1970) las interac¬ ciones entre las plantas y sus parásitos o predadores contribuirían a la mayor diversidad de especies que presentan los bosques tropicales, con respecto a los bosques templados. Recientemente Ricklefs (1977) ha su¬ gerido que la mayor diversidad de especies de los bosques tropicales po¬ dría estar asociada a una mayor heterogeneidad local de los suelos en comparación con las zonas templadas. Por su parte, Harner y Harper (1976) han encontrado correlaciones positivas entre diversidad de es¬ pecies de plantas y heterogeneidad del ambiente, medida en función de un gran número de variables abióticas. * Sección Botánica, Depto. de Biología, Facultad de Ciencias, Univ. de Chile, •* Laboratorio de^EcSigia, Univ. Católica de Chile, Casilla 1X4-D, Santiago. 50 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 9 11, 1978 En este trabajo enfocaremos desde este punto de vista los cambios observados en el número de especies arbustivas entre diferentes áreas de la Cordillera de la Costa en Chile Central (Armesto, Gutiérrez y Martínez 1978). Nosotros proponemos que estas variaciones en el número de es¬ pecies están asociadas a la mayor o menor heterogeneidad del medio; es decir, a la diferencia entre los tipos de habitat factibles de ser coloniza¬ dos por las plantas. La comprobación de esta hipótesis requiere: a) Cuan- tificar las diferencias entre dos tipos de habitat que sean significativas para la vegetación; y b) demostrar que estas diferencias entre los hábi¬ tats están directamente relacionadas con el número de especies vegeta¬ les presentes. Las laderas de exposición Norte (N) y Sur (S) son dos tipos de ha¬ bitat marcadamente distintos para la vegetación arbustiva de la zona me¬ diterránea (Armesto y Martínez 1978). Las diferencias de habitat para la vegetación entre las laderas de exposición N y S pueden ser cuantifi- cadas en base a los valores de Radiación Potencial (RP). Armesto et al. (1978) han usado esta variable como un índice indirecto de la disponibi¬ lidad hídrica en las laderas y han mostrado que está asociada a cambios significativos en la estructura y composición florística de la vegetación arbustiva dentro de la zona mediterránea de Chile. Nuestro objetivo es comprobar si las diferencias en RP entre las laderas pueden ser asocia¬ das con las variaciones en el número total de especies entre las áreas com¬ paradas. METODO Analizaremos los datos obtenidos en laderas con exposición N y S en tres sectores de la Cordillera de la Costa en la zona central de Chile. El primer sector se encuentra en el Fundo Rinconada de Chocalán (Lat. 33° 51'S; long. aprox. 71° W), 60 km. al SO de Santiago; el segundo en el Fundo Santa Laura (33°00'S; aprox. 71°W), 80 km. al NO de San¬ tiago; y el tercero en el Fundo Manantiales (32° 38'S; 71°18'W), 140 km. al NO de Santiago. Como la diferencia en latitud entre los tres sitios es de alrededor de I o , asumimos que recibían aproximadamente la mis¬ ma precipitación anual (Huber 1975). Las tres áreas se encuentran pro¬ tegidas de la intervención humana, al menos desde hace 10 años, y el único factor de alteración actual es el pastoreo ocasional por ganado do¬ méstico. En ningúno de los sitios escogidos para realizar los muéstreos observamos evidencias de talaje o incendios recientes. Por consiguiente, no tomamos en cuenta diferencias en estatus sucesional entre las comu¬ nidades vegetales comparadas. Los datos sobre el número de especies arbustivas presentes y su cobertura relativa en cada ladera provienen de Armesto et al. (1978) para los Fundos Manantiales y Santa Laura, y de datos no publicados de los autores obtenidos en el Fundo Rinconada de Chocalán. Los valores de Radiación Potencial anuales para las laderas compa¬ radas en este trabajo los calculamos teóricamente de acuerdo a Huber (1975), y se presentan en la Tabla 1. En el cálculo de la RP considera¬ mos las diferencias en latitud, exposición, altura s.n.m. y la pendiente de cada una de las laderas. J. Armesto y J. Gutiérrez DIVERSIDAD DE ESPECIES ARBUSTIVAS 51 TABLA 1 M ^ Ra ?£ ción Potencial Anual (RP) en laderas de exposición Norte (N) y Sur (S) en tres areas de la región mediterránea de Chile. RP en Exposición N Kcl/cm 2 Exposición S Rinconada de Chocalán 228.83 168.08 Santa Laura 226.43 157.42 Manantiales 207.60 109.90 RESULTADOS El número más alto de especies arbustivas diferentes se encontró en el Fundo Manantiales, doblando en cantidad a las encontradas en Rin¬ conada de Chocalán (Tabla 2). El número de especies en cada una de las laderas seguía una tendencia similar de incremento en el sentido Cho¬ calán, Santa Laura, Manantiales; mientras que entre las laderas no ha¬ bía diferencias tan marcadas en cuanto a número de especies. TABLA 2 Número de especies arbustivas en laderas de exposición N y S en tres áreas de la región mediterránea de Chile. Exposición N Exposición S Total Rinconada de Chocalán 8 11 12 Santa Laura 10 12 16 Manantiales 15 15 24 * Incluye sólo las especies diferentes. La diferencia entre los valores de RP calculados para las laderas de exposición N y S aparecen cuantificadas en la Tabla 3. En la misma Ta¬ bla se presenta también el porcentaje de similitud en la composición flo- rística de la vegetación entre las laderas. La mayor diferencia entre los valores de RP (diferencia de habitat entre las laderas) corresponde al Fundo Manantiales, en tanto que la menor corresponde al Fundo Rinco¬ nada de Chocalán. Estas áreas presentan el mayor y el menor número total de especies arbustivas respectivamente (Tabla 2)..Este resultado sugiere que ambas variables están positivamente correlacionadas. La Ta¬ bla 3 muestra además que la diferencia en RP entre las laderas está negativamente asociada con la semejanza florística entre ellas. 52 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N9 11, 1978 TABLA 3 Diferencia en RP anual (ARP) y porcentaje de semejanza florísti- ca (S) entre las laderas de exposición N y S en tres áreas de la región mediterránea de Chile. ARP* S** Rinconada de Chocalán 60.75 64.6% Santa Laura 69.01 46.2% Manantiales 99.70 7.8% * ¿\RP calculado a partir de la Tabla 1. ** S = 1 — 0.5 | — X tt | , donde Xj, es la cobertura relativa de la especie i en la ladera j (i.e,, exposición N), y X lk es la cobertura relativa de la especie i en la ladera k (i.e,, exposición S). • . r * f ■ *• _' La diferencia entre habitats dentro de un gradiente puede también expresarse en diferencias en la composición de formas de vida repre¬ sentadas en la vegetación (Whittaker y Niering 1965; Rundel y Mahu 1976). En general se ha encontrado que en la zona mediterránea las la¬ deras mésicas (exposición S) presentan menor diversidad de formas de vida que las laderas de exposición N ó xéricas (Armesto y Martínez 1978). En los primeros predominan las especies siempreverdes, en tanto que en los segundos coexisten especies siempreverdes con especies de otras formas de vida como áfilas, deciduas de verano, etc. Podría espe¬ rarse entonces que la diversidad de formas de vida difiera considerable¬ mente entre las laderas de exposición N y S cuando la diferencia en RP sea mayor. Los resultados que se muestran en la Tabla 4 indican que la diver¬ sidad de formas de vida sólo difiere significativamente entre las laderas del Fundo Manantiales, no siendo notable las diferencias entre las la¬ deras para las otras dos áreas. TABLA 4 Diversidad de formas de vida (DFV) representadas en la vegeta¬ ción arbustiva de laderas de exposición N y S en tres áreas de Chile central. DFV* Exposición N Exposición S Rinconada de Chocalán .662 .662 Santa Laura .665 .786 Manantiales 1,005 .178 DFV == —SiXj log e Xj , donde X¡ es la cobertura relativa de las especies que pertenecen a la forma de vida i. J. Armesto y J. Gutiérrez DIVERSIDAD DE ESPECIES ARBUSTIVAS 53 DISCUSION La evidencia presentada aquí, en base a la escasa información cuan- tificada existente, sustenta la hipótesis propuesta. Es decir, existiría una relación positiva entre el número de especies arbustivas presentes en la vegetación de un área y la diferencia de habitat entre las laderas de ex¬ posición N y S. Cuando las laderas están más separadas en un gradiente de habitat, el número de especies arbustivas en el área es mayor. Por lo tanto, la variable RP estaría asociada a la diversidad de especies entre habitáis dentro de un gradiente o diversidad “beta” (sensu Whittaker 1965). Puesto que estos resultados son dependientes de la medida que uti¬ lizamos para estimar la diferencia entre los habitats, es importante dis¬ cutir sus limitaciones y significado para los organismos estudiados. Los valores de RP parecen ser buenos estimadores de las diferencias micro- climáticas entre las laderas de Exposición N y S para las plantas, pero su uso sería válido sólo dentro de un rango climático restringido. Aque¬ llas laderas que reciben anualmente una mayor RP serían habitats más xéricos para la vegetación, que aquellas que reciben una RP más baja. Esta aproximación sólo tiene sentido dentro de condiciones ambientales en que el agua sea un factor limitante para las plantas, como ocurre en la zona mediterránea de Chile (Mooney y Dunn 1970; Mooney y Kum- merow 1971). De acuerdo a Huber (1975) la diferencia en RP entre las laderas de exposición N y S aumenta con el incremento en latitud hacia el Sur por lo cual podría esperarse que la diversidad de especies siguiera la misma tendencia. Sin embargo, esta relación sería enmascarada por el aumento en las precipitaciones registrado en el mismo sentido. Mués¬ treos de vegetación en áreas localizadas a distintas latitudes en la Cor¬ dillera de la Costa ayudarían a clarificar el problema. En este análisis preliminar de nuestra hipótesis hemos comparado sólo dos tipos de habitat: laderas de exposición N y S. No obstante, cree¬ mos que es posible extender este razonamiento incluyendo el rango com¬ pleto de habitat definido por la variación en exposición de las laderas en una región. Podríamos inferir que a mayor diferencia entre los ex¬ tremos del gradiente (las laderas de exposición N y S) se ampliará el rango de tipos de ambiente correspondientes a las exposiciones interme¬ dias. En consecuencia, la diferencia entre las dos laderas comparadas en este trabajo sería una estimación del total de habitats distintos para la vegetación. Los datos de Armesto y Martínez (1978) muestran que la respuesta de la vegetación a las diferencias en exposición puede no ser lineal entre los extremos N y S. Este hecho merece mayor atención en futuras investigaciones. Por otra parte, la diferencia de habitat entre las laderas N y S, aun¬ que afecta la diversidad “beta”, no parece ser suficiente en todos los ca¬ sos para provocar diferencias en la composición de formas de vida de la vegetación. Sólo entre las laderas del Fundo Manantiales, donde ARP es mayor, éste aparece asociado a un contraste notorio en la diversidad de formas de vida. Este resultado sugiere que se requerirían diferencias suficientemente altas entre los valores de RP para que las formas de vida aparezcan distintamente representadas en la vegetación de las la¬ deras comparadas. Dentro de cierto margen, las diferencias entre los va¬ lores de RP no serían significativas en términos de la composición de formas de vida. Muéstreos que permitan ampliar el rango de diferencias en RP podrían permitir determinar las diferencias mínimas que gene¬ ran cambios en la diversidad de formas de vida. 54 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 11, 1978 AGRADECIMIENTOS Expresamos nuestro agradecimiento a Fabián Jaksic por leer y co¬ mentar una versión preliminar de este trabajo, y a Paulina Uslar por su participación en el procesamiento de datos. REFERENCIAS ARMESTO, J. y J. MARTINEZ. 1978. Relations between vegetation structure and slope aapect in the mediterranean región of Chile. J. Ecol, 66: 881-889. ARMESTO, J., J. GUTIERREZ y J. MARTINEZ. 1978. Las comunidades vegetales de la región mediterránea de Chile: Distribución de especies y foimas de vida en un gradiente de aridez. Medio Ambiente, 4: en prensa. CODY, M. L. y J. M. DIAMOND. (Eds.) 1975. Ecology and evolution of communitios. Harvard Univ. Press. HARNER, R, F. y K. T. HARPER. 1976. The role of area, heterogeneity and favo- rability in plant species diversity of Pinyon-Juniper ecosystems. Ecology, 57: 1254-1263. HUBER, A. 1976. Beitrag zur Klimatologie und Klimaokologie von Chile. Dissertation. Univ. München. HUTCHINSON, G. E. 1959. Homage to Sta. Rosalía or why are there so many kinds of animáis? Amer. Natur. 93: 145-159. JANZEN, D. H. 1970. Herbivores and the number of tree species in tropical forest. Amer. Natur. 104 : 501-528. JANZEN, D. H. 1976. Why are there so many species of insects? Proc. Int, Cong. Ent., Wash. 15: 83-94. MAC ARTHUR, R. H. 1965. Pattems of species diversity. Biol. Rev. 40 : 510-533. MAC ARTHUR, R. H. 1972. Geographical ecology. Harper & Row. N. York. MAC ARTHUR, R. H. y E. O. WILSON. 1967. The theory of island biogeography. Princeton Univ. Press. MOONEY, H. A. y E. L. DUNN. 1970. Convergent evolution of mediterranean cli- mate evergreen sclerophyll shrubs. Evolution, 24: 292-303. MOONEY, H. A. y J. KUMMEROW. 1971. 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GUERRERO *** ABSTRACT: Competition is detected for the sand dune geophyte Caland rinia are- nana Cham. Competition is supported for biomass reduction of plañís with a neighbour disminution distances. Contagious distribution is related with dispersión mechanisms of seeds. INTRODUCCION La vegetación de las dunas de Quintero ha sido estudiada por Kohler (1970), quien se ocupó de la composición florística y de la presencia de diferentes tipos de vegetación. Otros autores (Serey et al. 1976) rea¬ lizaron estudios de diversidad en algunas de las comunidades presentes. El área de estudio corresponde a dunas fijas que se encuentran ubi¬ cadas al Sur de la Bahía de Quintero, entre la carretera que une Valpa¬ raíso con la ciudad de Quintero y los barjanes de las dunas de Ritoque. La vegetación se encuentra alterada por la acción antrópica y el pastoreo. Las formas de vida más frecuentes son caméfitos, terófitos y geófi- tos. Entre estos últimos se encuentra Calandrinia arenaria, planta ca¬ racterizada por poseer una raíz carnosa, hojas suculentas y anchas, dispuestas en una roseta basal. Esta especie tiene una actividad anual que comienza con las primeras lluvias de otoño y termina en verano después de la fructificación. En ese momento pierde sus hojas y perma¬ nece en estado de reposo hasta la temporada de lluvias siguiente. En las dunas, un ambiente pobre en recursos hídricos y minerales, la competencia puede ser difícil de detectar. En ese tipo de ambiente, la flexibilidad de tamaños en las plantas permitiría la existencia de mu¬ chos individuos pequeños, compitiendo débilmente entre sí. Esto ha sido observado por Sukatschew (1929) y comprobado experimentalmente por Yoda et al. (1963). Por otra parte, cuando hay una alta densidad de individuos, según Pielou (1962) podría producirse una competencia dé¬ bil o intensa. Según el mismo autor, estas dos situaciones pueden ser explicadas a través de dos hipótesis: i) La distancia entre cualquier planta y su vecino más cercano_es- tará positivamente correlacionada con la suma de sus tamaños. ii) Una planta exitosa tendrá alrededor de sí su propio territorio dentro del cual ningún nuevo colonizador podrá establecerse. El objetivo de nuestro trabajo es verificar la hipótesis i), y determi¬ nar el modelo de distribución horizontal de los individuos pertenecientes a una población natural de Calandrinia arenaria, en un ambiente de dunas. * Este trabajo forma parte del proyecto “Investigaciones ecológicas en las zonas ári¬ das y semiáridas de Chile”, financiado por el Servicio de Desarrollo Científico y Creación Artística de la Universidad de Chile. ** Laboratorio de Ecología Vegetal, Depto. de Biología, U. de Chile, Valparaíso. •** Laboratorio de Estadística, Depto. de Matemáticas, U. de Chile, Valparaíso. 56 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N de huevos/N? de hembras. Se trabajó con un total de 2.353 individuos, correspondiendo el 52,7% a hembras. 2,—Desarrollo larvario.—Con el objeto de conocer más en detalle el desarrollo larvario mismo se intentó la crianza en: a) cápsulas de Petri dé vidrio y de plástico de diferentes tamaños, teniendo como sustrato ha- riná fina de semillas; b) pequeños tubos de plástico, cerrados en un ex¬ trañó, utilizando la parte más gruesa de la harina y c) frutos secos (los mismos en que se indujo la postura). En todos ellos se midió la duración del desarrollo larvario. I Este estudio fue realizado también bajo las condiciones microclimᬠticas expuestas en el Cuadró 1. • t , . RESULTADOS Y DISCUSION ** *'■ * , * , , t 1.—Características del huevo y de la postura.—Bajo las condiciones en que se trabajó, la postura ocurre, aproximadamente, 1 a 3 días después de la emergencia de los adultos. T - Tal . como Io expusiéramos en nuestra nota preliminar (Sáiz, Aven- daño y Sielfeld, 1977), el huevo tiene forma casi oblonga y un color blanco amarillento opaco y regular en el momento de la postura. Su longitud promedio es de 0,76 mm. (s= 0,03), con un ancho promedio de 0,18 mm. (s= 0,02) en el tercio más ancho. .. L 03 huevos son puestos regularmente en grupos, dispuestos en forma ligeramente imbricada, hecho comprobado tanto en terreno como en labo¬ ratorio. Bajo condiciones de déficit de sustrato para la postura se renite el esquema por capas. y De observaciones anexas al estudio mismo, más otras colaterales rea¬ lizadas en laboratorio, complementadas con algunas de terreno, se llega a la conclusión de que en la selección del sustrato interviene fundamental¬ mente la naturaleza de su superficie, siendo seleccionada regularmente una superficie rugosa (mejor fijación del huevo). En efecto, las prefe¬ rencias fueron por frutos secos y bolitas de piedra, y no por elementos V. Avendaño y F. Sáiz PSEUDOPACHYMERINA SPINIPES 83 de vidrio y de plástico, poniendo profusamente en éstos en ausencia de otra alternativa. Es más, cápsulas de plástico rayadas con el uso eran preferidas ante las nuevas. En terreno no se ha detectado postura en fru¬ tos verdes, pero sí en frutos secos y en cicatrices endurecidas de frutos verdes (rugosidad versus superficie lisa). Estas últimas observaciones se basan en el análisis de más de 3.000 frutos verdes de diferentes tamaños. Es lógico pensar también, que la suculencia del fruto verde complicaría bastante la penetración ocasional de larvas mediante la acción de roer. 2.—Tasa de fertilidad.—Los 2.853 brúquidos considerados, entrega¬ ron un total de 78.500 huevos, con los valores de tasa de fertilidad, por individuo y por hembra, expuestos en el Cuadro 2. CUADRO 2.—Tasa de fertilidad por individuo y por hembra. Sustrato Tasa de fertilidad por hembra por individuo Frutos 66,7 33,3 Bolitas de piedra 63,3 38,1 Total - ¿ 63,4 33,4 Con el objetivo de medir el efecto de la proporción de sexos en la tasa de fertilidad se disgregó la información en las categorías expuestas en el Cuadro 3, deduciéndose de él una disminución de la fertilidad, tanto por hembra como por individuo, cuando la proporción de hembras supera el rango 55-70%. La relativa constancia de dicha tasa por hembra a va¬ lores inferiores a dicho rango encontraría su explicación en que la canti¬ dad de machos existentes fecundaría la totalidad de las hembras. Ello implica asumir que las hembras no fecundadas no ponen o lo hacen en baja proporción. Por otra parte, los más bajos valores de la tasa de ferti¬ lidad por individuo se dan en los casos extremos de la proporción de hem¬ bras, lo que se debería a: bajo porcentaje de hembras, en el extremo inferior y a la baja en la tasa de fertilidad por hembra en el superior. CUADRO 3.—Tasa de fertilidad por individuo y por hembra a diferentes porcentajes de hembras. Tasa de fertilidad Porcentaje de hembras por individuo por hembra X C. V. X C. V. 20 - - 40 22,8 0,39 69,6 0,36 40 - - 55 34,0 0,20 69,2 0,20 55 - - 70 38,2 0,23 63,5 0,26 70 - - 90 29,0 0,50 48,8 0,34 84 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 9 11, 1978 La discusión anterior nos lleva a plantear la idea de la existencia de una correlación positiva entre la tasa de fertilidad y el porcentaje de hem¬ bras a valores inferiores a la proporción de sexos total observada (52,7 %.) y una correlación negativa a valores superiores a dicho porcentaje, ubi¬ cándose éste prácticamente en el límite de los intervalos con menor coefi¬ ciente de variación del Cuadro 3, lo que nos respaldaría la elección de dicho valor. Esta hipótesis es confirmada con los valores de correlación expuestos en el Cuadro 4. CUADRO 4.—Correlación entre tasa de fertilidad y porcentaje de hembras. (Indice de Pearson). Bajo 53% hembras Sobre 53% hembras Tasa de fertilidad individuo 0,5 — 0,6 Tasa de fertilidad hembra 0,2 — 0,6 3.—Duración del desarrollo embrionario y porcentaje de eclosión lar¬ varia.—Bajo las condiciones expuestas se ha observado que la duración promedio del período de desarrollo embrionario es de 25,4 días (s= 5,8), detectándose una eficiencia global de eclosión larvaria del orden del 75,2%, considerados ambos sustratos de postura. En trabajo preliminar (Sáiz, Avendaño y Sielfeld, 1977) se detectó una duración significativamente mayor (1% de significación) del período de desarrollo embrionario (35 días), el que se obtuvo bajo niveles térmi¬ cos inferiores a los utilizados en este trabajo (temperatura ambiente de laboratorio correspondiente a los meses de abril y mayo). Todo lo anterior nos hace pensar que en terreno la duración de este período adquiere valores iguales o superiores a los 35 días, considerando que, además de estar expuestos a niveles térmicos más bajos están some¬ tidos a fluctuaciones más acentuadas de la temperatura (Cuadro 5). CUADRO 5.—Condiciones microclimáticas naturales (Peñuelas 1975 - 1976) Diciembre a Febrero Marzo Abril a Julio T.mom.oC HB % T.mom,oC HR % T.mom.oC HR % X 19,39 64,77 17,54 76,98 11,35 81,37 0 3,84 16,98 4,17 12,12 4,33 13,37 c.v. 0,20 0,26 0,24 0,16 0,38 0,16 T. momento — promedio diario de valores obtenidos a las 10 y 16 hrs. Datos CONAF - Viña del Mar. V. Avendafio y F. Sáiz PSEUDOPACHYMERINA SPINIPES 85 la eclosión habitualmente se produce por la zona dorso posterior del huevo, es decir, aquella opuesta a la imbricación y que corresponde al ex¬ tremo mas ancho del mismo. Las dimensiones promedio de la larva recién emergida son: largo 0,6 mm (s= 0,07); ancho 0,17 mm (s= 0,04). Ocasionalmente, y bajo condiciones de muy alta densidad de huevos, se observó la penetración directa de la larva desde el interior del huevo a la semilla o al fruto seco. En terreno no hemos detectado nunca este tipo de eclosión y posterior penetración en frutos. 4.—Influencia del sustrato (habitat) en la supervivencia y desarro¬ llo larvario.—Con el fin de conocer más en detalle el proceso de desarro¬ llo larvario se intentó la crianza de larvas eclosionadas en cápsulas con harina fina de semillas. Más de 50.000 larvas tuvieron la oportunidad de desarrollarse en este habitat, no logrando ninguna de ellas un desarrollo que pudiera catalogarse de mediano. El máximo tiempo controlado de su- pervieneia individual fue de 5 días, sin demostrar crecimiento visible. Ante el fracaso de este ensayo se pensó en las causales siguientes: dificultad de roer por la naturaleza del habitat y ausencia de paredes que afirmen los trozos para ser roídos. Por ello se hizo un ensayo en pequeños tubos de plástico de 1,5 cm. de largo por 0,4 cm. de ancho, con harina gruesa. La gran capacidad de roer había sido anteriormente detectada, ya que se observó múltiples veces la penetración de larvas en frutos y semi¬ llas secas; además que las larvas, puestas en cápsulas de plástico con harina, hicieron surcos profundos, e incluso llegaron a perforar algunas de ellas. De un total de 300 larvas recién eclosionadas (10 por tubo) se cons¬ tató el desarrollo de 18, distribuidas en 14 tubos, con los siguientes ta¬ maños logrados hasta el momento de la muerte del individuo (Cuadro 6). CUADRO 6.—Estado de desarrollo final de las larvas sobrevivientes en tubos de plástico. Estado N 9 ejemplares por tubo largo (mm.) * ancho (mm.) * Larva 2 0,55 0,17 2 0,67 0,33 2 0,67 0,33 1 1,00 0,53 2 1.08 0,52 1 1,50 0,70 1 1,50 0,70 1 1,55 0,78 1 2,26 1,38 1 2,42 1,54 1 2,42 1,54 1 2,60 1,69 1 3,10 1,78 Pupa 1 3,92 2,04 * Mediciones hechas en material muerto. 86 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 11, 1978 Es interesante destacar que en un 46,6% de los tubos se obtuvo de¬ sarrollo larvario visible y que la presencia de dos larvas desarrolladas por tubo (máximo detectado) corresponden a tallas de los niveles inferiores, encontrándose siempre una sola larva a tamaños superiores. Paralelamente a los ensayos anteriores se controló la postura y de¬ sarrollo larvario en frutos secos, suponiendo que esta situación era la más natural para los individuos de la población y obviaba el problema de la dureza del sustrato. Esta fue la única situación, de las intentadas, en que se logró el desarrollo larvario completo, obteniendo finalmente individuos adultos (11,3% del total de larvas eclosionadas), con una duración pro¬ medio de 90 días (Cuadro 7). 5.—Análisis de la evolución de una generación en frutos.—El Cua¬ dro 7 nos muestra los resultados de la evolución de una generación bajo las condiciones de laboratorio expuestas. CUADRO 7.—Características de la evolución de una generación en frutos secos en el laboratorio. Estado N* Duración aproximada (días) %hembra Tasa de fertilidad Supervi¬ vencia en¬ tre es¬ tados Mortali¬ dad con respecto al total Hembra Individuo Adultos 63 57,1 2 — 3 66,7 38,1 Huevos 2.401 28 — 30 69,9 30,1 Larvas 1.679 90 — 95 11,3 92,1 Adultos 189 55,9 2 — 3 57,2 32,0 Huevos 6.044 De él queda claro que la generación, bajo las condiciones trabajadas, tiene una duración aproximada de cuatro meses, habiendo crecido con una velocidad media específica de 2,0 por individuo y una tasa neta de repro¬ ductividad (Ro) de 3,0 por individuo, y 2,94 por hembra. Aceptándose que en la naturaleza la tendencia de las poblaciones es a mantenerse constantes (Ro= 1), las tasas netas de reproductividad ob¬ servadas estarían indicando que las condiciones experimentales fueron más favorables que las naturales. Sin embargo, un planteamiento de este tipo merece ciertas consideraciones especiales, ya que en terreno, lo más probable es que las tasas analizadas fluctúen fuertemente alrededor de 1, como se deduciría de las variables características fenológicas del espino y de su producción de frutos año tras año. Ellas llevan implícitas cambios de las densidades poblacionales del brúquido por fluctuaciones de la can¬ tidad de sustrato trófico (op.cit.). V. Avendaño y F. Sáiz PSEUDOPACH YMERINA SPINIPES 87 Por lo tanto, valores como los observados podrían corresponder per¬ fectamente a años favorables de desarrollo de Pseudopachymerina spi- nipes . Es interesante destacar, respecto al ensayo anterior, que de 360 se¬ millas teóricamente disponibles para las 1.679 larvas, solamente fueron infestadas un 52,5% de ellas. De las 171 restantes sólo 77 lo fueron en la segunda generación (45%), controlándose doble infestación por semilla en 16 casos. El potencial infestante en este caso fue de 604 larvas, deri¬ vadas de 910 huevos puestos directamente en los frutos del ensayo. Por lo tanto, a pesar de la carga excesiva de larvas no se produce infestación en la totalidad de las semillas disponibles. Lo anterior tiende a confirmar los datos expuestos anteriormente (Sáiz et al., 1977) de una infestación a nivel de semillas, en terreno, del orden del 20 %, ya que la mortalidad larvaria debe ser mayor por el tipo de eclosión, que hace que la larva esté expuesta al viento y a las caídas al suelo, además de que los huevos son puestos en menor cantidad por fruto. CONCLUSIONES 1. —Dimensiones promedio del huevo: largo: 0,76 mm (s= 0,03) an¬ cho: 0,18 mm (s= 0,02). 2. _Postura: huevos en grupos, dispuestos en forma imbricada, re¬ gularmente sobre superficies rugosas (mejor fijación del hue¬ vo). Ello elimina en terreno la postura en superficies lisas de frutos verdes. 3. —Dimensiones promedio de la larva: largo: 0,60 mm (s=0,07), ancho: 0,17 mm (s= 0,04). 4. _La tasa de fertilidad promedio máxima por hembra se da para porcentajes de ellas inferiores al 55 %l. A nivel de individuo éste se da a proporciones de hembras entre 40 - 70% (Cuadro 3). 5 .._La tasa de fertilidad por hembra global fue de 63,4 y de 33,4 por individuo (Cuadro 2). € _La correlación tasa de fertilidad-porcentaje de hembras presen¬ ta dos fases: a) a porcentaje de hembras inferiores a 53 es po¬ sitiva, con valor intermedio para individuos y baja para hembras; b) a porcentajes superiores, es negativa a igual nivel tanto por hembra como por individuo (Cuadro 4). 7 _Para el desarrollo larvario es imprescindible que la larva pueda roer un sustrato relativamente duro y fijo. Ensayos con harina de semillas de espino dieron resultados nulos, siendo positivos en frutos de espino y parcialmente positivos en tubos pequeños con trocitos de semilla. 8 —La generación, bajo las condiciones trabajadas en frutos, tiene ' una duración aproximada de 4 meses: ocupando alrededor de un 25%' del tiempo total en la etapa de desarrollo embrionario y el restante en desarrollo larvario. 88 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL Ní! a T a ^ e ^ e í^ ar I a existencia de diferencias significativas entre los TPPR de las distintas muestras, realizamos un análisis de la varianza de un criterio (ANOVA) y contrastamos los promedios mediante la prueba de Scheffe (Snedecor y Cochran 1969, Jaksic et al. 1977). RESULTADOS En la Tabla I aparece la caracterización estadística de las dimensiones de las egagrópilas analizadas. Se observa que las provenientes de Maga¬ llanes no son significativamente más largas que las de San Fernando,; pe¬ ro sí son más anchas (prueba “t” de Student, P > 0.07 y P < 0.001 res¬ pectivamente) . A su vez, entre las egagrópilas de San Fernando, las que contienen roedores no son significativamente más largas que las que por¬ tan artrópodos, pero sí son más anchas (prueba “U” de Mann-Whitney, P > 0.10 y P < 0.02 respectivamente). La misma situación se repite al comparar las egagrópilas con ratones de San Fernando con aquellas de Magallanes: no difieren significativamente en longitud, pero las de esta última localidad son más anchas (prueba “t” de Student, P > 0.07 y P < 0.04 respectivamente). J. Yáñez, J, Rau y F. Jaksic ALIMENTACION DE BUBO VIRGINIANUS 99 TABLA I , ; ,„v«£ ?racter E aci ?i 1 es ^ a dística de las dimensiones de egagrópilas de Buho virgimanus obtenidas en dos regiones de Chile. ** P es“i? error estándar; N es el número maestral ; oí** at ír!? ad d 5 a dlferenc ia entre las distribuciones estadísti¬ cas. Todas las medidas están expresadas en mm. X (largo) A) Egagrópilas en gene¬ ral Magallanes 4.9 San Fernando (marzo) 4,4 P > 0.07 B) Egagrópilas San Fer¬ nando (marzo) Con roedores 4.3 Con artrópodos 4.7 P > 0.10 C) Egagrópilas con roe¬ dores Magallanes 4.9 San Fernando (marzo) 4.3 P > 0.07 EE X (ancho) EE N 0.19 2.8 0.11 34 0.16 2.2 0.07 21 < 0.001 0.21 0.25 2.3 2.0 0.08 0.08 14 7 < 0.02 0.19 2.8 0.11 34 0.21 2.3 0.08 14 < 0.04 En resumen, en ninguno de los casos mencionados hay diferencias significativas en la longitud de las egagrópilas, pero las de Magallanes son significativamente más anchas que las que contienen roedores en San Fernando, y éstas a su vez son más anchas que las que portan sólo artró¬ podos en la misma localidad. En cuanto a la composición de presas, las egagrópilas provenientes de Magallanes contienen casi exclusivamente roedores (99.2%, Tabla II), al igual que las obtenidas en septiembre en San Fernando (87.2%, Ta¬ bla III). Sin embargo, las egagrópilas obtenidas en marzo en esta última localidad portan principalmente arácnidos (62.8%) e insectos (14.7%), y secundariamente roedores (12.6%, Tabla IV). Además, entre los arác¬ nidos, la araña pollito (Teraphosidae: Grammostola sp) constituye por sí sola el 57.1 % de las presas detectadas en la dieta. En la Tabla V aparecen los TPPR calculados para cada muestra. Tam¬ bién hemos incluido el TPPR de B. virginianus en Puerto Ibáñez, calcu¬ lado con datos que Reise y Venegas (1974) obtuvieron en enero de 1971. El ANOVA señala que hay diferencias significativas entre los cuatro tra¬ tamientos (F = 15.43, P < 0.01). Los contrastes ortogonales de los pro¬ medios, realizados con la prueba de Scheffé, detectan diferencias signifi¬ cativas entre todas las muestras (P < 0.05), excepto entre Magallanes y San Fernando (marzo), lo cual está asociado con la falta de consumo de 100 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 9 11, 1978 especies de tamaño grande (Rattus spp.) en la localidad nortina. Prescin¬ diendo de esta última muestra, resulta notorio que el TPPR va decrecien¬ do hacia el sur. También es interesante observar que el TPPR en una mis¬ ma localidad (San Fernando) decrece significativamente de septiembre a marzo (véase Tabla V). TABLA II Contenido de 125 egagrópilas de Buho virginianus obtenidas en Ma¬ gallanes, septiembre de 1977. Clase Mammalia N % Orden Rodentia Oryzomys longicaudatus 58 Reithrodon physodes 37 Akodon xanthorhinus 15 Akodon lanosas 7 Akodon longipilis 3 Notiomys macronyx 4 Eligmodontia typus 1 Euneomys chinchilloides 1 Subtotal roedores 126 99.2 Clase Aves - Orden Passeriformes 1 Subtotal aves 1 0.8 Total presas 127 100.0 TABLA III Contenido de 39 egagrópilas de Buho virginianus obtenidas Fernando, septiembre de 1976. en San Clase Mammalia Orden Rodentia Rattus norvegicus Rattus rattus Phyllotis darwini Phyllotis micropus i Subtotal roedores Orden Lagomorpha Oryctolagus cuniculus Total presas N 16 2 13 3 34 5 % 87.2 12.8 39 100.0 J. Yánez, J. Rau y F. Jaksic ALIMENTACION DE BUBO VIRGINIANUS 101 TABLA IV Contenido de 24 egagrópilas de Bubo virginiantis X ernando, marzo de 1977. obtenidas en San Clase Mammalia Orden Rodentia Oryzomys longicaudatus 5 Notiomys megalonyx 1 Akodon oUvaceus 1 Phyllotis darwini 1 No identificados 16 Subtotal roedores 24 Orden Lagomorpha Oryctolagu3 cuniculus 3 Subtotal mamíferos 27 Clase Aves Orden Passeriformes 4 No identificadas 12 Subtotal aves 16 Clase Arachnida Orden Araneae Grammostola sp 109 Orden Scorpionida 11 Subtotal arácnidos 120 Clase Insecta Orden Coleóptera Tenebrionidae 6 Carabidae 4 Scarabaeidae 2 Orden Orthoptera Tettigonidae 9 Grillidae 5 Acrididae 2 Blattidae 1 Subtotal insectos 28 Total presas 191 % ( 12 . 6 ) 14.1 8.4 62.8 14.7 100.0 TABLA V Tamaño promedio de las presas-roedores (TPPR) en las cuatro mues¬ tras analizadas, dispuestas de norte a sur, X es el promedio; EE es un error estándar; N es el número muestral. X EE N San Fernando (septiembre 1976) 170.9 8.32 34 San Fernando (marzo 1977) 106.6 4.03 8 Puerto Ibáñez (enero 1971) 131.6 2.48 46 Magallanes (septiembre 1977) 112.8 1.38 126 102 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N9 11, 1978 DISCUSION Se ha mostrado que B, virginianus normalmente regurgita sólo una egagrópila, al atardecer, que contiene las presas ingeridas la noche ante¬ rior (Duke et al. 1976, Duke y Rhoades 1977). El tamaño de esa egagrópi¬ la no está relacionado con el tamaño de las presas consumidas en condi¬ ciones de laboratorio (Duke y Rhoades 1977). Por otra parte, se ha mos¬ trado que cuando hay abundancia de presas, las Strigiformes aumentan su tasa de consumo y regurgitan más de una egagrópila por noche, reducien¬ do el intervalo entre ingestión y regurgitado de la presa (Chitty 1938). Con este antecedente, es razonable pensar que las egagrópilas contie¬ nen restos de presas menos digeridos, por su menor permanencia en el es¬ tómago de la rapaz. Por lo tanto, el mayor tamaño de las egagrópilas de B. virginianus en Magallanes podría estar asociado con un consumo de roedores más alto que en San Fernando (marzo). A su vez, esto indicaría que la disponibilidad de esas presas en la primera localidad sería mayor que en la segunda, lo que se ve apoyado por el hecho que las egagrópilas de B. virginianus en Magallanes contienen sólo roedores, en tanto que las de San Fernando (marzo) también portan artrópodos. Esto último sugiere que los roedores no son abundantes en esa localidad durante esa época, y que la rapaz debe complementar su dieta con otro tipo de presas. Jaksic et al. (1977) han mostrado que las Strigiformes de Chile cen¬ tral seleccionan sus presas discriminándolas por tamaño. Es decir, que op¬ timizan su dieta rechazando las presas muy pequeñas y aceptando las ma¬ yores, dependiendo del balance energético entre el costo de captura de la presa y el beneficio relativo para la rapaz. Por otra parte, Péfaur et al. (1977) han sugerido que este mecanismo sería efectivo sólo en las estacio¬ nes de abundancia de presas (primavera y principios de verano) en que las rapaces deben maximizar el ingreso neto de calorías para realizar sus actividades reproductivas y de crianza. En consecuencia, estos autores pos¬ tulan que la Strigiforme que estudiaron ( Speotyto cunicularia) debería ser menos selectiva en estaciones en que la oferta de presas energéticamen¬ te ricas (i.e. roedores) fuera menor. Precisamente esto es lo que han en¬ contrado Jaksic y Yáñez (1978) y Schlatter et al. (1978). En base a estos antecedentes, el notorio cambio de dieta que experi¬ menta B. virginianus entre primavera (Tabla III) y verano (Tabla IV) en San Fernando, puede interpretarse como una modificación de su estra¬ tegia alimenticia desde especialista en roedores a generalista u oportunis¬ ta en otras presas. Por lo tanto, el consumo especializado de roedores por el tucúquere en Magallanes (Tabla II) podría ser reflejo de una situación óptima de la oferta de presas en el Parque Nacional Torres del Paine, a comienzos de primavera. Esta situación ya la habíamos inferido en base al tamaño de las egagrópilas en esta última localidad. Si bien ninguno de estos dos tipos de evidencia es suficiente para apoyar nuestra conclusión, su concordan¬ cia nos permite al menos utilizarla como hipótesis de trabajo. De acuerdo a esto, los datos que Reise y Venegas (1974) obtuvieron en enero de 1971 en Puerto Ibáñez (79.3% de roedores en las egagrópilas), también sugie¬ ren que a principios de verano B. virginianus se encuentra con una oferta abundante de presas en esa región. El TPPR calculado en base a la dieta del tucúquere en San Fernando entrega una visión mas detallada del fenómeno de selección de presas an¬ tes discutido. Los resultados muestran que durante el verano B. virginia¬ nus no solo consume menos roedores que durante la primavera, sino que ademas estos corresponden a especies de menor tamaño, que antes no apa¬ recían en las egagrópilas (e.g. Oryzomys longicaudatus, Notiomys mega- J. Yáñez, J. Rau y F, Jaksic ALIMENTACION DE BUBO VIRGINIANUS 103 lonyx, Akodon olivaceus). Es posible que a medida que avanza el verano las poblaciones de roedores más grandes declinen antes que las de los más pequeños, de manera que a falta de sus presas “preferidas”, el tucúquere deba empezar a incluir roedores de menor tamaño en su dieta, e incluso complementarla con artrópodos grandes como la araña pollito. Si consideramos que las muestras de primavera en San Fernando, de comienzos de verano en Puerto Ibáñez, y de primavera en Magallanes, co¬ rresponden a situaciones de abundancia de presas, resulta curioso notar el decrecimiento latitudinal en el TPPR hacia el sur (Tabla V). Esto podría estar relacionado con una falta de correspondencia entre las muestras, i. e., que ellas no representen exactamente las instancias más óptimas dé abundancia de presas en las diferentes regiones. Alternativamente, tam¬ bién es posible que el fenómeno se deba a un decrecimiento real en el tama¬ ño promedio de la oferta de presas hacia la zona austral, en comparación a la zona central. Esta disyuntiva podría resolverse con trampeos sistemᬠticos que evalúen la magnitud y fluctuaciones de la oferta de presas en las regiones estudiadas. En cuanto a las presas que no son roedores, es notorio que la presen¬ cia de conejos (O. cuniculus) se detecta en San Fernando pero no en Ma¬ gallanes. Probablemente esto es debido a la mayor disponibilidad de esa presa en las regiones arbustivas semi-áridas de Chile central (Greer 1965), antes que en sitios boscosos y húmedos como el Parque Nacional Torres del Paine. Con respecto a los artrópodos, éstos sólo aparecen en forma im¬ portante a finales del verano, época en la cual posiblemente constituyen un complemento a la alimentación de B. virginiamis en San Fernando. En todo caso, es muy interesante notar la alta frecuencia con que aparece la araña pollito (Grammostola sp) en las egagrópilas, ya que indica una activi¬ dad nocturna de este arácnido tan común y poco conocido de Chile central. La baja incidencia de aves en la alimentación de B. virginianus sugiere que estas presas constituyen sólo un recurso alimenticio complementario para la rapaz. AGRADECIMIENTOS Estamos muy agradecidos a Patricia Bernal, Javier González, Hermán Núñez y Rosina Pérsico, quienes colaboraron en distintas fases de este trabajo. REFERENCIAS CAPURRO, L., H. CASTILLO, J. IPINZA y D. TORRES. 1971. Requerimientos tróficos de Tyto alba tuidara (Gray) en la zona de tendencia mediterránea de Chile. Res. Com, XIV Reunión Anual Soc. Biol. Chile. CASTRI, F. DI. 1968. 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Predation upon rabbits is negligible, and exclusively on kittens, which seem to be dug out from warrens by the foxes. A small amo un t of birds is detected too. Mean prey size decreases from spring to winter, as estimated from prey rematas in the feces of both foxes. Moreover, mean prey size does not significantly differ between D. griseus and D. culpaeus throughout the year. Number of feces containing fruits increases from spring to winter, thus suggesting that foxes begin to eat increasing amounts of fruits as rodent densities drop out towards the winter. Based on these results and other published infor¬ ma tion, the ecological role of foxes in central Chile is inferred. The authors suggest that foxes could be very important in determining spatial utilization of habitat by small her- bivores, thus indirectly affecting the distribution and sprouting success of central Chile vegetation. Furthermore, foxes could be very efñcient means of propagation for some shrubs in the matorral INTRODUCCION A pesar que chillas (Dusicyon griseus) y culpeos (Dusicyon culpaeus) son los carnívoros más típicos de la zona central de Chile, el conocimiento de sus hábitos alimenticios y roles ecológicos es esencialmente anecdótico. Así es como estos zorros han sido reputados como voraces comedores de corderos, conejos, liebres, aves de corral, ratones y frutos (Housse 1953, Greer 1965, Miller y Rottman 1976), sin que se hayan presentado datos cuantificados sobre su dieta. Sólo recientemente se ha documentado en forma numérica la inciden¬ cia con que algunos ítems alimenticios aparecen en las fecas de ambas es¬ pecies de zorros (Jaksic 1977, Fuentes y Jaksic 1978). Sin embargo, el objetivo central de estas publicaciones es dar explicación a la variación latitudinal en tamaño de los zorros a través de Chile (Jaksié y Fuentes 1977), de manera que soslayan el principal propósito de este trabajo. Nuestro objetivo es presentar datos cuantificados sobre la alimenta¬ ción de D. griseus y D. culpaeus y discutir el rol ecológico de estos zo¬ rros en el ecosistema de tipo mediterráneo de la zona central de Chile (Di Castri y Mooney 1973). Además, analizaremos la variación estacional de su dieta y la posible selección de presas. MATERIAL Y METODOS Entre 1976 y 1978 (principalmente durante 1976) colectamos 167 fecas frescas de chillas y culpeos en diversas localidades de Chile central. Las fecas de chillas (n = 84) provienen casi exclusivamente del Fundo Santa Laura (33° 04' S., 71° 00' W., ± 1.000 m.s.n.m.), situado en los * Sección Mastozoología, Museo Nacional de Historia Natural (Chile), Casilla 787, San¬ tiago. •* Laboratorio de Ecología, Universidad Católica de Chile, Casilla 114-D, Santiago. 106 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N9 11, 1978 faldeos de la Cordillera de la Costa, cerca de Til-Til. Las fecas de culpeo (n = 83) provienen de cuatro localidades precordilleranas cercanas a Santiago (33° 26’ S., 70° 39' W.): La Dehesa (± 800 m.s.n.m.), La Dis¬ putada (± 1.500 m.s.n.m.), Los Dominicos (± 950 m.s.n.m.), y Lagum- llas (± 2.300 m.s.n.m.). Identificamos a nivel específico los restos de ma¬ míferos contenidos en las fecas mediante la clave de Reise (1973) y por comparación con la colección de referencia del Museo Nacional de Histo¬ ria Natural. Las aves las determinamos a nivel de Clase y los frutos a nivel específico. Las muestras de fecas de cada especie de zorro las separamos de acuerdo a las estaciones del año que representaban. Para la chilla te¬ nemos muestras de primavera, otoño e invierno, y para el culpeo de pri¬ mavera, verano y otoño. El tamaño promedio de presa consumido por ambos zorros durante cada estación, lo calculamos de acuerdo a la fórmula que entregan Jaksió et al. (1977): t fi (xi) TPP = - n Donde TPP es el tamaño promedio de los ítems-presa consumidos, fi es la frecuencia absoluta con que el ítem-presa i aparece en la muestra, xi es la longitud corporal promedio del ítem-presa i adulto en la localidad de procedencia dejas fecas, y n es el total de los ítem-presa identifica¬ dos en la dieta; xi está basado en los datos de Jaksió (1977). El tamaño de los conejos detectados en las fecas (todos juveniles) lo estimamos en 160 mm, por extrapolación del tamaño de su cráneo. En base a la frecuencia y el tamaño de las presas consumidas duran¬ te las estaciones muestreadas, hicimos un ANOVA (1 criterio) para de¬ terminar la existencia de diferencias significativas entre los tratamientos (estaciones del año). El tratamiento que difiere de los restantes lo detec¬ tamos mediante la prueba de Scheffé (Sokal y Rohlf 1969). Los cálculos estadísticos mencionados los realizamos separadamente para cada especie de zorro. Para detectar si la chilla difiere del culpeo (y viceversa) en el TPP que consume a través del año, comparamos la frecuencia y el tamaño de las presas que aparecen en la dieta de uno y otro zorro en las estaciones correspondientes (i. e., en primavera y otoño, ya que no tenemos datos del culpeo en invierno, ni de la chilla en verano). La comparación de los datos obtenidos para ambas especies la realizamos mediante la prueba no-paramétrica de Mann-Whitney (Sokal y Rohlf 1969). RESULTADOS Y DISCUSION De las tablas 1 y 2 resulta evidente que el principal componente de la dieta de chillas y culpeos son los roedores (84.6-100.0% del total) y que las mismas especies aparecen en las fecas de ambos zorros. Entre los roedores identificados hay algunos diurnos como Octodon degus y Abro- coma bennetti (Fulk 1976, Yáñez y Jaksió 1978) y otros crepusculares como Akodon olivaceus , Phyllotis darwini (Fulk 1975) y Spalacopus cya- ñus (Reig 1970). Curiosamente no encontramos roedores nocturnos como Oryzomys longicaudatus y Akodon longipilis (Fulk 1975). Es posible en¬ tonces que chillas y culpeos desarrollen una mayor actividad predadora en el crepúsculo, y no durante la noche, como señalan Housse (1953) y Miller y Rottmann (1976). J. Yáñez y F. Jaksic ROL ECOLOGICO DE ZORROS 107 En las tablas 1 y 2, también es notoria la baja incidencia de conejos contenidos en las muestras (3.3 - 7.7%). Sin embargo, Housse (1953), Greer (1965) y Miller y Rottmann (1976) han considerado que tanto chi¬ llas como culpeos son los principales “enemigos naturales*’ del conejo in¬ troducido. De esta opinión discrepan Jaksic et al. (1978 a, b), quienes han mostrado que el cambio en utilización espacial del habitat por parte del conejo en Chile central, puede asociarse con la falta de suficiente co¬ evolución de la fauna nativa de predadores a una presa recientemente introducida. (Véase también Jaksié et al. 1977). Por otra parte, todos los conejos detectados en las fecas son juveniles (± 160 mm long. corpo¬ ral) , por lo que es probable que los zorros no los hayan cazado por perse¬ cución, sino por excavación de madrigueras. Al menos este es un hecho que hemos comprobado en Los Dominicos. En la tabla 3 se observa que el tamaño promedio de la presa (TPP) de D. gi'iseus va decreciendo desde primavera hacia otoño. El ANOVA señala que hay diferencias significativas entre las tres estaciones mues- treadas (P < 0.02) y la prueba de Scheffé indica que las diferen¬ cias se dan en los contrastes de primavera-otoño y primavera-invierno (P < 0.05), pero no entre otoño-invierno. Por lo tanto, las chillas consu¬ men una mayor cantidad de presas grandes durante la primavera que en estaciones subsiguientes. TABLA 1 Alimentación de la Chilla (Dusicyon griseus ) en Chile Central Primavera Otoño Invierno Item alimenticios Roedores Octodon degus 24 Abroconta bennetti 14 Spalacoptcs cyanus — Akodon olivaceus — Phyllotis darwini 1 No identificados 12 Subtotal roedores 51 Lagomorfos O'ryctolagus cuniculus Aves No identificadas Total de presas 51 N 9 fecas examinadas 62 % n % n % 47.1 2 15.4 27.5 2 15.4 2 40.0 - 1 7.7 — — 1 7.7 1 20.0 1.9 1 7.7 1 20.0 23.5 4 30.7 1 20.0 100.0 11 84.6 5 100.0 1 7.7 — 1 7.7 — — 100.0 13 100.0 5 100.0 11 11 108 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 9 11, 1978 TABLA 2 Alimentación del Culpeo ( Dusicyon culpaeus ) en Chile Central Primavera n % n Verano % n Otoño % Items alimenticios Roedores Octodon degus 18 50.0 3 10.0 5 23.8 Abrocoma bennetti 8 22.2 12 40.0 1 4.8 Spalacopus cyanus — — 10 33.3 1 4.8 Akodon oliváceos 1 2.8 — — 1 ■ 1 Phyllotis darwini — — — — 2 9.5 No identificados 8 22.2 4 13.4 9 42.8 Subtotal roedores 35 97.2 29 96.7 18 85.7 Lagomorfos Oryctolagus cuniculus — — 1 3.3 1 4.8 Aves No identificadas 1 2.8 — — 2 9.5 Total de presas 36 100.0 30 100.0 21 100.0 N 9 fecas examinadas 33 33 17 TABLA 3 Variación estacional del tamaño promedio de presa (TPP) consumido por D. griseus y D. culpaeus en Chile Central. X es el promedio, EE es el error estándar del promedio, N es el número muestral, P es la signi- ficatividad de la diferencia entre las muestras. Especie Primavera Verano Otoño Invierno D. griseus X ± 2EE (N) 197.2 ± 6.5 (51) Sin datos 169.4 rh 30.0 (13) 166.3 ± 62.5 (5) D, culpaeus X ± 2EE (N) 193.7 ± 9.1 (36) 189.3 ± 12.0 (30) 171.3 ± 20.0 (21) Sin datos P >0.14 ■ >0.46 — J. Yáñez y F. Jaksic ROL ECOLOGICO DE ZORROS 109 Es posible que este decrecimiento estacional en el TPP esté relacio¬ nado con la abundancia de roedores a través del año. Como la oferta de ratones es muy alta durante la primavera (Fulk 1975, Glanz 1977), esto permitiría que las chillas seleccionaran a aquéllos de mayor tamaño (ener¬ géticamente más remunerativos), como O. degus y A. bennetti. Sin em¬ bargo, a medida que avanza el año y los roedores se hacen más escasos, las chillas deberían empezar a comer a los de menor tamaño (con menos contenido calórico), como A. olivaceus y P. darwini. Más estudios sobre la disponibilidad estacional de presas se requieren para validar esta hi¬ pótesis. Con respecto al culpeo, los datos de la tabla 3 pueden interpretarse en forma similar a los de la chilla. Sin embargo, en este caso no hay dife¬ rencias significativas entre las estaciones (ANOVA, P >0.10), pero ello al parecer se debe a la distribución menos cuantiosa y más uniforme de los datos entre los tratamientos. Probablemente con una muestra mayor encontraríamos resultados similares al caso de la chilla; al menos, la ten¬ dencia de los promedios es la misma. La comparación del tamaño promedio de presa consumido por D. gri - seus y D. culpaeus durante la primavera y otoño entrega resultados in¬ teresantes (tabla 3): no hay diferencias significativas entre el TPP que consumen chillas y culpeos en primavera (P > 0.14), ni en otoño (P > 0.46). Si el recurso presa es escaso, la coincidencia en el TPP seleccio¬ nado por ambos zorros sugiere que ellos no podrían coexistir simpátrica- mente (Rosenzweig 1966). Precisamente esto es lo que han documentado Jaksic (1977 y referencias allí citadas) y Fuentes y Jaksic (1978). Según estos autores, en Chile central el espectro de tamaños de presa ofrecido a ios zorros no es lo suficientemente amplio para permitir que el desplaza¬ miento del carácter en tamaño corporal constituya un mecanismo de co¬ existencia (dado que carnívoros de distinto tamaño consumen presas de tamaño positivamente correlacionado, Rosenzweig 1966). Por esta razón, en la zona central D. griseus y D. culpaeus convergerían en tamaño (lo cual demuestran Fuentes y Jaksic 1978), consumirían un TPP similar, (lo cual confirma este trabajo) y serían alopátricos (Osgood 1943, Jak¬ sic 1977). Los frutos detectados en la dieta de ambos zorros (tabla 4) corres¬ ponden mayoritariamente a los de peumo ( Cryptocarya alba) y litre (Lithraea caustica ), aunque también hay una cierta cantidad de los de quilo ( Muehlenbeckía hastulata) y maqui ( Aristotelia chilensis). En las fecas de D. griseus los frutos aparecen con creciente importancia desde primavera hasta finales de invierno, y es probable que en D. culpaeus ocu¬ rra lo mismo (tabla 4). Este fenómeno puede estar relacionado con la creciente escasez de ratones que se produce en el sentido primavera-in¬ vierno, lo cual forzaría a los zorros a utilizar cantidades cada vez mayores de recursos alimenticios alternativos disponibles en el ambiente, i. e. fru¬ tos. En la época de abundancia de presas esto no ocurriría, e incluso los zorros podrían seleccionar sus presas por tamaño, maximizando la entra¬ da de calorías. Un último hecho merece mención: asociados a las fecas de D . griseus y D. culpaeus hemos encontrado numerosos individuos de un coleóptero de la familia Scarabaeidae, que han sido identificados como Trox bullatus. Esta especie es una reconocida carroñera (P. Vidal com. pers.), de mane¬ ra que su presencia en el exterior de las fecas de zorros sugiere que con¬ sume los restos orgánicos aún presentes en ellas. 110 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N9 11, 1978 CONCLUSIONES En base a los antecedentes que tenemos, podemos conjeturar sobre el rol ecológico de D. griseus y D. culpaeus en Chile central. En su papel de carnívoros predadores de ratones es probable que los zorros tengan una gran incidencia sobre la utilización espacial del habi¬ tat de al menos dos especies: O. degus y A. bennetti (Fulk 1976), aunque en lo siguiente nos referiremos particularmente a la prime¬ ra. Según han señalado Fuentes y Le Boulengé (1977), Yáñez y Jaksic (1978) y Jaksic et al. (1977, 1978 a), la restricción de actividad de los degus a la cercanía de los arbustos está asociada a la fuerte pre¬ sión de predación que se ejerce sobre ellos. En Los Dominicos (nues¬ tro sitio de estudio más usado) hay sólo dos predadores importantes, el zorro D. culpaeus y la falconiforme Parabuteo unicinctus (peuco). En esta localidad O. degus constituye el 47.5%' (n = 40) de los roedores con¬ sumidos por el culpeo y el 80.5%f (n — 41) de los consumidos por el peuco, de manera que el impacto de predación atribuible al zorro parece no ser despreciable. En consecuencia, dado que O. degus disminuye la diversidad y altera la composición de las hierbas en torno a los arbustos donde res¬ tringe su actividad (Fuentes y Le Boulengé 1977), D. culpaeus tendría un efecto indirecto sobre la vegetación herbácea del matorral y lo mismo podría ocurrir con D. griseus. De los restantes roedores que los zorros con¬ sumen, no tenemos suficientes antecedentes sobre su historia natural, de manera que la evaluación del impacto de estos carnívoros sobre esas po¬ blaciones de ratones requiere de mayor estudio. TABLA 4 Incidencia de presas (roedores, lagomorfos y aves) y de frutos (peumo, litre, quilo y maqui) en la alimentación de D. griseus y D. culpaeus en Chile central Primavera n % Verano n % { n Otoño % Invierno n % D. griseus N9 de fecas con presas 51 82.3 Sin datos 6 54.5 4 364 N9 de fecas con frutos 11 17.7 — — 5 45.5 7 63.6 N7 TOTAL DE FECAS 62 100.0 — — 11 100.0 11 100.0 D. culpaeus N*? de fecas con presas 33 100.0 30 90.0 13 76.5 N7 de fecas con frutos 0 0.0 3 10.0 4 23.5 - - NO TOTAL DE FECAS 33 100.0 33 100.0 17 100.0 J.Yáñez y P. Jaksic ROL ECOLOGICO DE ZORROS 111 Por otra parte, considerando que los zorros no parecen tener una in¬ cidencia importante sobre la abundancia de conejos en la zona central, es esperable que estas poblaciones introducidas continúen aumentando en densidad con un impacto claramente predecible sobre la vegetación nati¬ va, ya que impiden el brote y la regeneración de los arbustos (Fuentes y Jaksié, resultados no publicados). Sin embargo, también creemos que se requiere más investigación para establecer la importancia real de los zo¬ rros en el control de la abundancia de conejos. Finalmente, de acuerdo a los datos presentados, los zorros podrían tener un papel relevante como vectores de frutos y semillas de algunos arbustos del matorral, haciendo más rápida la colonización de los lugares abiertos disponibles. Para establecer la importancia de los zorros como agentes dispersantes en la zona central de Chile, sería necesario realizar experiencias de germinación de los frutos luego de pasar por el tracto digestivo de estos carnívoros. Actualmente este proyecto está en curso. En resumen, los zorros como carnívoros parecen tener un importante impacto directo sobre algunos roedores de la zona central (produciendo restricción de su utilización espacial del habitat), y, en consecuencia, un efecto indirecto sobre la estructura de la vegetación herbácea. Por otra parte, su relativa inefectividad en la predación de conejos también podría resultar en una alteración de la estructura original del matorral por la acción incontrolada de las poblaciones de lagomorfos in¬ troducidos. En su rol de herbívoros, los zorros podrían incidir directamente sobre la colonización y regeneración de la vegetación arbustiva en la zona cen¬ tral de Chile. AGRADECIMIENTOS Estamos muy agradecidos a Juan Armesto y Julio Gutiérrez, quienes nos proporcionaron numerosas fecas de zorro e identificaron los frutos contenidos en ellas. También agradecemos a Eduardo Fuentes, quien co¬ lectó fecas y financió numerosas excursiones de los autores. Pedro Vidal identificó gentilmente los coleópteros presentes en las muestras. REFERENCIAS CASTRI, F. DI y H. A. MOONEY (eds.). 1973. Mediterranean type ecosystems: origin and structure. Springer-Verlag, New York. 405 pp. FUENTES, E. R. y F. JAKSIC. 1978. Latitudinal size variation of Chilean foxes: tests of altemative hypotheses. Ecology: aceptado. FUENTES, E. R. y P. Y. LE BOULENGE. 1977. Predation et competition dans la dyna- mique d’une communauté herbacee secondaire du Chili central Terre Vie 31. 313-326. FULK, G. W. 1975. Population ecology of rodents in tbe semiarid shrublands of Chile. Ocass. Papers Mus., Texas Tech. Univ. 33: 1-40. FULK, G. W. 1976. Notes on the activity, reproduction, and social behavior of Octodon degus. J. Mamm. 57: 495-505. GLANZ, W. 1977. Small mammals. Pp. 232-237 en: Chile-California scrub atlas, Thrower, N. J. W. y D.E. Bradbury (eds.). Dowden, Hutchinson y Ross, Stroudsburgh, Penn. 237 pp. 112 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 11, 1978 GREER, J. K. 1965. 0 f Malleco province, Chile. PubL Mus. Michigan State Univ., BioL Ser. 3: 51-151. HOUSSE, P. R. 1953. Animales salvajes de Chile. Ediciones Universidad de Chile, Santia¬ go. 189 pp. JAKSIC, F. 1977. Estrategias de tamaño corporal en comunidades de Carnívoros: el caso de los zorros chilenos (Dusicyon). Tesis, Fac. Ciencias, Univ. de Chile, Santiago. 91 pp. JAKSIC, F. y E. R. FUENTES. 1977. Una explicación ecológica para la variación geogrᬠfica en tamaño de los zorros chilenos (Dusicyon). R-41, Res. Com. XX Reunión Anual Soc. Biología de Chile. JAKSIC, F., J. YAÑEZ, R. PERSICO y J. C. TORRES. 1977. Sobre la partición de recur¬ sos por las Strigiformes de Chile centraL An. Mus. Hist Nat. Valparaíso 10: 185- 194. JAKSIC, F., E. R. FUENTES, y J. YAÑEZ. 1978a. Two types of adaptations of vertébrate predators to their prey. Ardí. BioL Med. Exp. 12 (1): en prensa. JAKSIC, F., K R. FUENTES y J. YAÑEZ. 1978b. Spatial distribution of the Oíd World rabbit (Oryctolagus cuniculus) in central Chile. J. Mamm.: aceptado. JAKSIC, F., E. R. FUENTES y J. YAÑEZ. 1977. Dos tipos de adaptaciones de predadores vertebrados a su presa. R-81, Res. Com. XX Reunión Anual Soc. Biología de Chile. MTLLKR, S. D. y J. ROTTMANN, 1976. Guía para el reconocimiento de los mamíferos chilenos. Ed. Gabriela Mistral, Santiago. 200 pp. OSGOOD, W. H. 1943. The mammals of Chile. Field Mus. Nat. Hist, ZooL Ser. 30: 1-268. REIG, O.A. 1970. Ecological notes on the fossorial octodont rodent Spalacopus cyanus (Molina). J. Mamm. 51: 592-601. REISE, D. 1973. 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Las razones que se han dado de por qué existen tan pocos reptiles herbívoros se refieren a su incapacidad de digerir eficientemente los te¬ jidos vegetales y a su menor tasa reproductiva comparada a la de zoófa¬ gos (Szarski 1962), o a su incapacidad de masticar eficientemente la materia vegetal (Ostrom 1963). Estos dos argumentos han sido atacados por Sokol (1965), quien ha hecho notar que en los iguánidos existen adaptaciones que minimizan las dificultades que suponen Szaski y Ostrom para el hábito herbívoro en reptiles. Por otra parte, tampoco es claro si los reptiles herbívoros son gran¬ des porque comen plantas (como insinúan Szarski 1962 y Fuentes y di Castri 1975) o comen plantas porque son grandes (como sugieren Sokol 1965 y Pough 1973). En esta nota no pretendo rebatir ninguna de las alternativas planteadas, sino más bien armonizar algunos juicios de Pough (1973) y Fuentes y di Castri (1975) con respecto a los factores determinantes del tamaño al cual los reptiles se encuentran como carní¬ voros, omnívoros ó herbívoros. Pough (1973) ha enfatizado que existe un tamaño máximo al cual un lacertilio generalizado puede llegar y mantener sus hábitos carnívo¬ ros. En este tamaño, sus requerimientos energéticos son satisfechos por la oferta ambiental de insectos. Sin embargo, si la lagartija se hace más grande —razona Pough— la probabilidad de encontrar un insecto que compense su gasto de captura, disminuye. De esta manera, a una lagartija grande le resulta más conveniente comenzar a alimentarse de tejidos vegetales, que están siempre disponibles en el habitat y que re¬ quieren poco gasto energético en consumir. Además, en virtud de su ma¬ yor volumen de tracto digestivo y menor demanda metabólica por unidad de peso, una lagartija grande puede obtener y digerir materia vegetal en forma más eficiente que una pequeña. Al revés ocurriría con las lagar¬ tijas pequeñas, a las cuales les resulta más ventajoso el consumo de ítems alimenticios altamente energéticos, como son los insectos de tamaño chi¬ co, dada su gran disponibilidad y lo económico de su gasto de captura (Schoener y Janzen 1968). Estos juicios se ven apoyados por el hecho de que los juveniles de lagartijas herbívoras son carnívoros al comienzo de su ontogenia, y gradualmente llegan al status trófico de sus corres¬ pondientes adultos (Pough 1973, JaksiÓ y Fuentes 1978). El umbral de tamaño al cual una lagartija se hace herbívora ha sido estudiado por Pough (1973) en cinco familias de lacertilios: Iguani- dae, Agamidae, Scincidae, Cordylidae y Gerrhosauridae. Pough encuen¬ tra que las lagartijas que pesan menos de 100 g (equivalente a 15 cm de (•) Laboratorio de Ecología, Universidad Católica de Chile. Casilla U4-D, Santiago. 114 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 11, 1978 resto de la cabeza con puntuación fina y muy densa. Pequeños en el tórax, densos anteriormente en el escudo y espaciados en el disco, salvo escutelo con puntos más grandes y densos con espacios menores que sus diáme¬ tros. Mesepisterno con intervalos semejantes a los puntos. Metasoma: ter- go 1 con puntos finos poco densos; bien marcado y densos en el resto. Esteraos: más gruesos y densos con tegumento débilmente areolado. Es¬ tructuras: Cabeza más ancha que larga (7.9 : 6.4). Clípeo recto en vista lateral con áreas laterales levemente deprimidas. Ancho del ojo casi la mitad de su largo y mayor que el largo malar. (2.2 : 4.8 :1.5). Línea fron¬ tal en un triángulo deprimido bajo el ocelo medio, ápice prominente en fuerte protuberancia interalveolar. Labro convexo con suave surco me¬ dio y surcos subparalelos en zona lateral, margen distal emarginadj. Pri¬ mer segmento del flagelo levemente menor que el segundo (0.8 : 0.9). Pro¬ noto con borde dorsal cariniforme y ángulos laterales acuminados. Trián¬ gulo propodeal liso. Prestigma aproximadamente igual al pterostigma (0.7 : 0.7). Tibias posteriores menos de cuatro veces más largas que an¬ chas (4.9 : 1.3). Basitarsos posteriores sin modificaciones y menos de tres veces más largos que anchos (2.6 : 0.9). Cápsula genital y esteraos asociados como en figura. Holotipo : Macho, Chile, Ñuble, Las Trancas 15-1-1967 (Irwin-Stange, col.) en colección Toro. Distribución geográfica: Ñuble. Ver mapa 1, letra H. Esta especie ha sido dedicada al Sr. Manfredo Fritz, estudioso de los hymenopteros chilenos. XanthocoteUes atacama n. sp. (Figuras 61-65) X. atacama , próxima a X, fritzi, de la que difiere por ausencia del surco medio del labro y menor profundidad de los surcos laterales de éste; estrías longitudinales del clípeo más o menos gruesas y sin áreas latera¬ les brillantes. Macho : Longitud total aproximada 9 mm. Ancho de cabeza 2.9 mm. Largo ala anterior 6 mm. Coloración : Tegumento en general negro, salvo: área malar, parte de la cara, genas y dorso del tórax negro. Parte distal de las mandíbulas y áreas laterales del clípeo caoba. Segmentos básales de las patas, zona proximal de fémures y garras marrón rojizo, resto anaranja¬ do. Venas marrón. Alas hialinas. Pilosidadi En general blanco amarillen¬ to, pero con escasos pelos marrón en paraoculares y tergos metasómicos 4-7; una banda blanca en el margen distal de primero a sexto tergo meta- somico y de segundo a quinto esterno. Puntuación : Clípeo casi liso con puntos escasos, levemente alargados y con estrías longitudinales más bien gruesas en la línea media. Area malar con puntos densos alargados en la zona proximal, zona distal casi lisa; resto de la cabeza densamente pun¬ teada. Escudo con puntos de regular tamaño y espacios mayores que sus diámetros, poco más densos en pleuras. Escutelo con nnntna _i , v ; , — o— . w.ií/. uuijcu uioi iccw en vis va lateral con partes laterales levemente deprimidas. Ancho del ojo poco más de la mitad de su largo y levemente mayor que el largo malar (1.9 : 3.7 : H. Toro y V. Cabezas COLLETINI SUDAMERICANOS 139 1.8). Línea frontal en una suave depresión por bajo el ocelo medio, ápice prominente en protuberancia interalveolar. Labro convexo con débiles surcos longitudinales en zonas laterales; margen distal apenas emargi- nado. Primer segmento del flagelo aproximadamente igual al segundo (0.8 : 0.8). Angulos laterales del pronoto prominentes. Triángulo propo¬ deal con débiles estrías transversales próximas a la sutura postescutelo propodeal y suaves estrías oblicuas convergentes hacia la línea media. Prestigma aproximadamente igual al pterostigma (0.8 : 0.8). Tibias pos¬ teriores más de cuatro veces más largas que anchas (4.6 : 1.1). Basitar- sos posteriores sin modificaciones y aproximadamente tres veces más largos que anchos (2.4 : 0.8). Cápsula genital y esteraos asociados como en figura. Hembra : Longitud total aproximada 9 mm. Ancho de cabeza 2.9 mm. Largo ala anterior 5.9 mm. Coloración: Tegumento en general negro, salvo: mitad distal de las mandíbulas, garras y rudimento de placa pigidial ma¬ rrón rojizo. Venación alar y antenas marrón. Pilosidad: En general como en el macho, pero entremezclado con pelos marrón en la cara, vértice y dorso del tórax. Una banda blanca en el margen distal de primero a quin¬ to tergo metasómico, resto como en el macho aunque más densa. Escopa femoral amarilla, más o menos densa. Puntuación : Clípeo con puntos es¬ casos, levemente alargados, con estrías longitudinales finas en el área pró¬ xima! y más gruesas hacia el margen distal, con pequeñas áreas laterales casi Usas. Area malar densamente punteada en los dos tercios proximales con algunos puntos levemente alargados; extremo distal casi liso con al¬ gunos puntos pequeños. Resto de la cabeza densamente punteada, salvo pequeña área supraclipeal sin puntos. Tórax con puntos de regular tama¬ ño con espacios poco mayores que sus diámetros; más densos en escutelo y por delante del surco prepisternal; puntos más pequeños en postescute¬ lo. Triángulo propodeal liso. Metasoma como en el macho. Estructuras : Cabeza más ancha que larga (7.5 : 5.7). Clípeo recto en vista lateral y con áreas laterales levemente deprimidas. Ancho del ojo la mitad de su largo y mayor que el largo malar (1.9 : 3.8 : 1.5). Línea frontal en corto surco por debajo del ocelo medio, ápice prominente en protuberancia m- teralveolar. Labro con débil surco medio. Primer segmento del flagelo poco más de dos veces el largo del segundo (1.1 : 0.5). Angulos laterales del pronoto prominentes. Prestigma levemente mayor que pterostigma (0.7 : 0.6). Tibias posteriores poco menos de cuatro veces más largas que anchas (4.2 : 1.2). Basitarsos posteriores aproximadamente tres veces más largos que anchos (2.7 : 0.9). Holotipo macho, alotino y un paratipo hembra, todos de Chile, Ataca- ma, Carrizal Bajo 18-X-1957 (L. Peña, col.). Holo y alotipo en Colección Toro; Paratipo en Universityof Kansas. . A fanoTno , Distribución geográfica: Zona costera de la Provincia de Atacam , Mapa I, letra A. El nombre de la especie alude a su localidad de origen. Xanthocotelles andina (Ruiz) (Figuras 66 a 70) Colletes andina Ruiz, 1938: 149; Ruiz, 1942: 203. Macho: Longitud total aproximada 7 mm. Ancho de cabeza 2.8 mm. Largo ala anterior 5.9 mm. 140 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 9 11, 1978 Coloración: Tegumento en general negro, salvo: mitad distal de las mandíbulas y garras marrón rojizo. Margen distal de tergos y estenios metasómicos translúcidos y una banda premarginal amarilla en el últi¬ mo esterno; partes laterales de tergos metasómicos marrón amarillento. Patas anaranjadas, excepto proximalmente. Alas hialinas con abundante pilosidad en las celdillas. Venas amarillentas. Pilosidad: Blanca amari¬ llenta con algunos pelos de ápice marrón en paraoculares. Pelos escamo¬ sos de segundo a sexto tergo metasómico formando bandas bien definidas en el margen distal de primero a sexto con algunos pelos simples más lar¬ gos entremezclados. Esteraos metasómicos con banda blanca en margen distal de primero a quinto. Puntuación: Clípeo con puntos escasos alar¬ gados en estrías longitudinales. Area malar en zona proximal con puntos alargados, tercio distal casi liso; resto de la cabeza densamente puntea¬ da. Tórax: escudo y pleuras con puntos más bien pequeños con espacios poco mayores que ellos; puntos más gruesos y densos en escutelo y pos- tescutelo. Tergos metasómicos con puntos muy finos poco marcados, más densos en los esteraos. Estructuras: Cabeza más ancha que larga (7.0 : 5.0). Clípeo casi recto en vista lateral con partes laterales suavemente de¬ primidas. Ancho del ojo aproximadamente la mitad del largo y levemente menor que el largo malar (1.7 : 3.4 : 1.8). Línea frontal en una depresión alargada bajo el ocelo medio. Apice prominente en fuerte protuberancia interalveolar. Labro convexo con suaves surcos a ambos lados de protube¬ rancia central; borde distal emarginado. Primer segmento del flagelo po¬ co menor que el segundo (0.8 : 0.9). Angulos laterales del pronoto redon¬ deados. Triángulo propodeal liso. Prestigma mayor que el pterostigma (0.8 : 0.6). Tibias posteriores poco más de cuatro veces más largas que anchas (4.2 : 1.0). Basitarsos posteriores sin modificaciones y poco más de tres veces más largos que anchos (2.3 : 0.7). Cápsula genital y esteraos asociados como en figura. Hembra : Longitud total aproximada 7 mm. Ancho de cabeza 3.2 mm. Largo ala anterior 5.9 mm. Coloración: Semejante al macho, pero último esterno rojizo anaran¬ jado al centro. Pilosidad: Semejante al macho, pero con pelos de ápice marrón en el vértice, algunos pelos marrón en genas; banda blanca del margen distal de tergos y esteraos metasómicos más angostas; pelos rami¬ ficados en segundo y tercer esterno formando escopa; pelos tibiales algo deprimidos y dirigidos oblicuamente hacia el borde dorsal. Puntuación: Clípeo con puntos muy escasos y con abundantes estrías longitudinales. Area malar con puntos levemente alargados y densos con pequeña área lisa distalmente; resto de la cabeza densamente punteada. Tórax como en el macho aunque más densa en el escutelo y poco más espaciada en pleuras. Triangulo propodeal liso. Metasoma como en el macho. Estructuras • Cabe¬ za más ancha que larga (7.9 : 6.1) Clípeo recto en vista lateral con áreas laterales ligeramente deprimidas. Ancho del ojo levemente mayor que la mitad de su largo y poco mayor que el largo malar (2.0 : 3.9 : 1.9). Línea frontal en surco bajo el ocelo medio, ápice prominente en protuberancia mteralveolar. Labro convexo con surco medio poco marcado y dos suaves surcos paralelos a ambos lados, margen distal levemente cóncavo. Primer segmento del flagelo dos veces el largo del segundo (1.1 : 0.6). Angulos laterales del pronoto redondeados. Prestigma levemente mayor que pteros¬ tigma (0.7 : 0.6). Tibias posteriores menos de cuatro veces más largas que í«‘S : VnV basitarsos posteriores más de dos veces más largos que anchos (2.5 : 1.0). Placa pigidial rudimentaria. H. Toro y V. Cabezas COLLETINI SUDAMERICANOS 141 Material estudiado: 1 macho y tres hembras Coquimbo, Río Laguna, 1-1970 (Toro. Col.) 1 macho, misma localidad y fecha (Montenegro, col.) 2 machos Coquimbo, Baños del Toro, 5-6-1-1951 (Wagenknecht, col) 1 macho Coquimbo, Baños del Toro, 3-1-1948 (Wagenknecht, col.). Distribución geográfica: Coquimbo. Ver mapa 1, letra C. Xanthocotelles subandina n. sp. (Figuras 71-75) Próxima a X. andina, de la que difiere por presentar el clípeo no es¬ triado y el margen distal del labro suavemente procurvado. Macho: Longitud total aproximada 8 mm. Ancho de cabeza 2.6 mm. Largo ala anterior 5.4 mm. Coloración : En general marrón casi negra, salvo ápice de las mandíbulas, zona ventral de tórax y segmentos proximales de las patas marrón. Apice de fémur, parte de las tibias, resto de las patas y ve¬ nas marrón amarillento. Alas hialinas. Pilosidad : En general blanco ama¬ rillento, con algunos pelos marrón entremezclados en paraoculares y vér¬ tice. Primer tergo metasómico con pelos largos ramificados, segundo a sexto con pelos escamosos, formando bandas marginales de segundo a quin¬ to, con abundantes pelos largos aparentemente simples entre ellos; sépti¬ mo tergo con una mancha central de pelos escamosos y algunos largos ma¬ rrón amarillento; segundo a quinto esterno metasómico con bandas blan¬ cas bien definidas en el margen distal, sexto con pelos marrón. Puntua¬ ción : Clípeo con puntos escasos, más bien pequeños, poco más grandes ha¬ cia la zona proximal y ligeramente alargados. Area malar con puntos de regular tamaño más o menos densos proximalmente, lisa en la zona distal; resto de la cabeza con puntuación densa. Tórax: escudo y pleuras con pun¬ tos pequeños y espacios iguales o poco mayores que ellos; escasos en zona anterior del escutelo, más gruesos y densos hacia la sutura escutelo post- escutelar; postescutelo con puntuación de regular tamaño y densa; tergos metasómicos con tegumento finamente areolado, estenios semejantes aun¬ que puntos ligeramente más grandes. Estructuran : Cabeza más ancha que larga (6.6 : 5.4). Clípeo recto en vista lateral. Ancho del ojo aproximada¬ mente la mitad de su largo y menor que el largo malar (1.6 : 3.2 : 1.9). Línea frontal en una depresión alargada por bajo el ocelo medio, ápice pro¬ minente en fuerte protuberancia interalveolar. Labro convexo algo glo¬ boso en la parte central, borde distal suavemente procurvado, primer seg¬ mento del flagelo igual al segundo (0.7 : 0.7). Angulos laterales del pronoto redondeados. Triángulo propodeal con cortas estrías en el tercio proximal. Prestigma menor que el pterostigma (0.7 : 0.8). Tibias posteriores menos de cuatro veces más largas que anchas (4.0 : 1.1). Basitarsos posteriores con suave depresión proximal en borde interno y aproximadamente dos veces más largos que anchos (1.8 : 0.9). Cápsula genital y estemos aso¬ ciados como en figura. Holotipo Macho, Chile, Aconcagua, Guardia Vieja, XI-1953 (L. Peña, col.) en colección Toro. Paratipos: 1 macho, Chile, Aconcagua, Guardia Vieja, XI-1953 (L. Peña, col.), en Colección Toro. Distribución geográfica: Cordillera de Provincia de Aconcagua; Ma¬ pa 1, letra E. 142 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 11, 1978 Xanthocotelles plantaría (Vachal) (Figuras 94 a 97) Colletes plantaría Vachal, 1909: 53-54. Macho: Longitud total aproximada 8.5 mm. Ancho de cabeza 2.8 mm. Largo ala anterior 5.9 mm. Coloración: Marrón casi negro, un área más clara a cada lado pro- ximalmente en clípeo; mitad distal de mandíbulas, faz ventral del flagelo antenal (excepto el primer antenito totalmente negro), patas (pero coxas, trocánteres y fémures en parte marrón), tégulas y venación alar (salvo Se. casi negra) anaranjado amarillento. Alas hialinas. Margen distal de segmentos metasómicos caoba translúcido. Pilosidad : En general amari¬ llenta; primer tergo metasómico con pelos más bien largos y espaciados el resto con pelos cortos, tergos 4 a 7 con pilosidad ramificada, muy corta y apegada al tegumento entremezclada. Puntuación: Clípeo liso, sin estrías longitudinales salvo el surco me¬ dio. Area malar con puntuación medianamente densa en su mitad proxi- mal, lisa distalmente; resto de la cabeza con puntuación fina y densa, pero una pequeña área lisa por fuera de los ocelos laterales. Tórax con puntuación más bien pequeña e intervalos semejantes a sus diámetros; puntos densos posteriormente en escutelo; los intervalos algo mayores en mesopleuras. Tergos metasómicos con puntos pequeños, densos, pero espa¬ ciados en el primero. Esteraos semejantes, pero los puntos más separados anteriormente. Estructuras : Cabeza más ancha que larga (7.1 : 5.7). Clípeo recto en vista lateral con áreas laterales ligeramente deprimidas. Ancho del ojo la mitad de su largo y menor que el largo malar (1.8 : 3.7 : 1.6). Línea frontal en un triángulo deprimido bajo el ocelo medio, ápice prominente en la protuberancia interalveolar. Labro convexo levemente protuberante al centro con suaves surcos longitudinales y borde distal sua¬ vemente emarginado. Primer segmento del flagelo tan largo como el segun¬ do (0.7 : 0.7). Angulos laterales del pronoto suavemente redondeados. Pro- podeo liso. Prestigma más corto que el pterostigma (0.6 : 0.9). Tibias pos¬ teriores cuatro veces más largas que anchas (4.2 : 1.1). Basitarsos con una fuerte excavación proximal en el borde interno, poco más de dos veces más largos que anchos (2.2 : 1.0). Cápsula genital y esteraos asociados como en figura. Material estudiado : 1 macho Argentina, Mendoza, Diciembre. El ejem¬ plar pertenece a la Colección Vachal y está actualmente depositado en el Museo de París con etiqueta de Paratipo. Xanthocotelles basitarsalis n. sp. (Figuras 76-81) X. basitarsalis, próxima a X. plantaris, de la cual difiere por los sur¬ cos del labro notablemente marcados y la menor densidad de la puntuación del segundo tergo metasómico. Macho: Longitud total aproximada 7 mm. Ancho de cabeza 2.7 mm. Largo ala anterior 5.7 mm. H. Toro y V. Cabezas COLLETINI SUDAMERICANOS 143 Coloración: En general negra, pero: ápice de mandíbulas y garras marrón rojizo; faz ventral del flagelo marrón; patas marrón casi negro, salvo los tarsos y una mancha en la base de primer par de tibias marrón claro; margen distal de tergos y estemos metasómicos translúcidos; ve¬ nas marrón; alas casi hialinas. Pilosidad : En general blanco amarillento, más claros en la zona ventral y con algunos pelos marrón vecino a las ór¬ bitas. Metasoma: primero y segundo tergo con pelos largos r amif icados; segundo a sexto con pelos muy cortos escamosos, pero algunos más largos simples de color marrón en cuarto a sexto; una banda marginal de segundo a quinto. Bandas blancas en margen distal de segundo a quinto esterno. Puntuación: Clípeo casi liso con puntos alargados poco densos y algunos puntos más grandes en el margen distal; área malar con puntos más bien densos, lisa distalmente. Tórax con puntos más o menos pequeños eri es¬ cudo, espacios poco mayores que ellos, más densos lateralmente y en pleu¬ ras ; muy densos en escutelo. Metasoma: tergos con puntuación fina, más densos desde el tercero; puntos más grandes y espaciados en los esteraos. Estructuran: Cabeza más ancha que larga (6.8 : 5.4). Clípeo casi recto en vista lateral con partes laterales levemente deprimidas. Ancho del ojo casi la mitad de su largo y aproximadamente igual al largo malar (1.7 : 3.5 : 1.6). Línea frontal en surco alargado por bajo el ocelo medio, ápice prominente en protuberancia interalveolar. Labro con surco medio bien marcado en protuberancia central y dos lóbulos laterales pequeños a cada lado. Margen distal suavemente convexo. Primer segmento del flagelo po¬ co mayor que el segundo (0.9 : 0.8). Borde del pronoto carinado y ángulos laterales redondeados. Prestigma levemente mayor que pterostigma (0.8 : 0.7). Tibias posteriores aproximadamente cuatro veces más largas que an¬ chas (4.1 : 1.1). Basitarsos posteriores con borde ventral deprimido pró¬ ximo a la base; aproximadamente dos veces más largos que anchos. Cáp¬ sula genital y esteraos asociados como en figura. Holotipo macho, Argentina, Catamarca, Buena Vista, sin fecha (J. Neff, col.), en Colección American Museum of Natural History. Paratipo macho, iguales datos que el holotipo en Colección Toro. Xanthocotelles tarsalis n. sp. (Figuras 82 a 87) Próxima a X. basitarsalis pero sin pelos escamosos en tergos meta¬ sómicos y con clípeo estriado en su mayor parte. Macho: Longitud total aproximada 8 mm. Ancho de cabeza 2.5 mm. Largo ala anterior 5.5 mm. Coloración: En general marrón casi negro, clípeo, ápice de mandíbu¬ las y patas marrón rojizo; cabeza y dorso del tórax negro; margen distal de tergos metasómicos y quinto esterno translúcidos. Alas hialinas. Pilo - &idad : En general amarillenta, poco más clara ventralmente, pero con es¬ casos pelos marrón en paraoculares y vértice; Metasoma: primer tergo con pelos largos, más cortos en el resto y algunos pelos marrón largos en los tergos 4-6; bandas poco definidas en margen distal de esteraos y un débil mechón en el sexto. Puntuación: Clípeo con estrías longitudinales con puntos alargados más abundantes en el área discal. Area malar con pun¬ tos alargados en la parte media, extremo distal casi liso; resto de la ca¬ beza densamente punteada, salvo pequeña área lisa por fuera de los ocelos 144 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 1 ? 11, 1978 laterales. Tórax: escudo y pleuras con puntos pequeños y espacios mayo¬ res que ellos; más densos y gruesos en escutelo, postescutelo semejante al escudo pero más densos. Metasoma con puntuación fina y densa, levemen¬ te más gruesos en los estenios. Estructuras: Cabeza más ancha que larga (6.3 : 5.6) Clípeo casi rec¬ to en vista lateral. Ancho del ojo casi la mitad de su largo y menor que el largo malar (1.5 : 3.1 : 1.8). Línea frontal bajo el ocelo con carina en un surco poco notable; ápice prominente en protuberancia interalveolar. Labro con surco medio bien marcado; dos surcos subparalelos determinan cua¬ tro lóbulos medios, margen distal suavemente convexo. Primer segmento del flagelo levemente mayor que el segundo (0.7 : 0.6). Angulos laterales del pronoto levemente acuminados. Prestigma menor que pterostigma (0.7 : 0.8). Tibias posteriores poco menos de cuatro veces más largas que anchas (4.1 : 1.1). Basitarsos posteriores con borde ventral deprimido próximo a la base y poco más de dos veces más largos que anchos (1.7 : 0.7). Cápsula genital y esteraos asociados como en figura. Holotipo macho, Argentina, Tres Cruces, 6-1-1956 (Araau, col.), en Colección University of Kansas. Paratipos, dos machos iguales datos que el holotipo en Colección Toro. Distribución geográfica: Argentina, Tres Cruces. El nombre de la especie alude a las modificaciones que presentan los basitarsos posteriores. Xanthocoteües aisen n. sp. (Figuras 88 a 93) Próxima a X. tarsalis , de la cual difiere por su largo malar que so¬ brepasa la mitad del largo del ojo. Macho: Longitud total aproximada 8 mm. Ancho de cabeza 2.8 mm. Largo ala anterior 6 mm. Coloración: Tegumento en general negro, salvo: mitad distal de las mandíbulas, segmentos proximales de las patas y parte de los fémures ma¬ rrón rojizo; venas y margen distal de tergos y esteraos marrón. Alas hia¬ linas. Pilosidad: En general blanco amarillenta con algunos pelos largos entremezclados en tergos metasómicos; primero y segundo tergo con pelos largos; tercero a séptimo tergo metasómico con débiles bandas en margen distal y pelos escamosos en tergos tercero a sexto; banda marginal de se¬ gundo a cuarto esterno metasómico. Puntuación : Clípeo con puntos de regular tamaño bien marcados en la línea media y margen distal, ligera¬ mente alargados; áreas laterales casi lisas. Area malar densamente pun¬ teada en mitad proximal, escasos distahnente y tegumento débilmente es¬ triado longitudinalmente; resto de la cabeza con puntuación fina y densa y con una pequeña área lisa por fuera de los ocelos laterales. Escudo y pleu¬ ras con puntos más bien pequeños y espacios iguales o mayores que ellos* escutelo con puntos poco más gruesos y muy densos; postescutelo con es- pacms menores que los puntos. Triángulo propodeal con suaves estrías transversales. Metasoma con puntuación fina y densa en los tergos, pun¬ tos poco más grandes y espaciados en los esteraos. Estructuras: Cabeza más ancha que larga (7.0 : 5.8). Clípeo recto en vista lateral con áreas la¬ terales ligeramente deprimidas. Ancho del ojo aproximadamente la mitad l e l 1 f Q r i g0 /, leVem ^ nte , meno í Que el largo malar (1,7 : 3.4 : 1.8). Línea frontal en depresión alargada bajo el ocelo con ápice prominente en pro¬ tuberancia interalveolar. Labro convexo con surco medio muy marcado v dos surcos laterales determinando cuatro crestas longitudinales; margen H, Toro y V. Cabezas COLLETINI SUDAMERICANOS 145 distal recto. Primer segmento del flagelo poco menor que el segundo (0.7 : 0.8). Angulos laterales del pronoto suavemente redondeados. Prestigma menor que pterostigma (0.8 : 0.9). Tibias posteriores menos de cuatro veces más largas que anchas (4.6 : 1.3). Basitarsos posteriores con depre¬ sión en borde interno próximo a la base y poco más de dos veces más lar¬ gos que anchos (2.3 : 1.1). Cápsula genital y esteraos asociados como en figura. Holotipo Macho, Chile, Aisén, Chile Chico, 22-XI-1966 (Schlinger- Irwin. col.) en colección Toro. Distribución geográfica: Aisén. Ver mapa 1, letra I. El nombre de la especie alude a la localidad de origen. BIBLIOGRAFIA CRAWFORD & TlTUS, 1904. A new bees in the genus Diphaglossa. The Canadian Entomologist 36: 48-51. HERBST, F. 1923. Nuevas avispas antofilas chilenas. Rev. Chil. Hist. Nat. XXVII 73-80. MICHENER, C. D. 1965. A classification of the bees of the Australian and South Pacific Región. Bull. Ara. Mus. Nat. Hist. 130: 5-362 -|- 15 láminas. RUIZ, F. 1938. Nuevas especies de abejas chilenas. Rev. Chil. Hist. Nat. XLII: 148-153. RUIZ, F. 1942. Apidología chilena. Rev. Chil. Hist. Nat. XLVI - XLVH: 200-231. TORO, H. 1973. Contribución al estudio de las especies chilenas del género Leioproctus. Rev. Chil. Entona, 7: 145-171. VACHAL, J. 1909. Especes. Nouvelles ou Utigieuses d’Apidae. Rev. d’entomologie, 28: 5-72. 146 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL W 11, 1978 Xanthocotelles sicheli (Vachal), macho: 41, cápsula genital; 42, séptimo estemo; 43, octavo estemo; 44, labro; 45, mandíbula. Xan thocotelles adesmiae n. sp. macho: 46, cápsula genital; 47, séptimo estemo; 48, octavo estemo; 49, mandíbula; 50, labro. Xanthocotelles incahuasi n. sp., macho: 51, cápsula genital; 52, séptimo estemo; 53, octavo estemo; 54, labro; 55, mandíbula. Xanthocotelles fritzi n. sp., macho: 56, cápsula genital; 57, séptimo estemo; 58, octavo estemo; 59, labro; 60, mandíbula. Xanthocotelles atacama n. sp., macho: 61, cápsula genital; 62, séptimo estemo; 63, octavo estemo; 64, labro; 65, mandíbula. Xanthocotelles andina (Ruiz), macho: 66, cápsula genital; 67, séptimo estemo; 68, octavo estemo; 69, labro; 70, mandíbula. Xanthocotelles subandina n. sp., macho: 71, cápsula genital; 72, séptimo estemo; 73, octavo estemo; 74, labro; 75, mandíbula. Xanthocotelles basitarsalis n. sp., macho: 76, cápsula genital; 77, séptimo estemo; 78, octa¬ vo estemo; 79, labro; 80, mandíbula; 81, basitarso posterior. Xanthocotelles tarsalis n, sp., macho; 82, cápsula genital; 83, séptimo estemo; 84, octavo estemo; 85, basitarso posterior; 86, mandíbula; 87, labro. Xanthocotelles aisen n. sp., macho: 88, cápsula genital; 89, séptimo estemo; 90, octavo es- temo; 91, basitarso posterior; 92, labro; 93, mandíbula. Xanthocotelles plantarte (Vachal), macho: 94, cápsula genital; 95, séptimo estemo; 96, basitarso posterior; 97, octavo estemo. H. Toro y V. Cabezas COLLETINI SUDAMERICANOS 147 148 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL No 11, 1978 los límites en esta carta no tienen carácter oficial. Mapa L— Distribución geográfica de las especies chilenas de Xanthocotelles n. gen. A.— X. atacama n. sp.; B.— X. incahuasi n. sp.; C — X. andina (Ruiz); D.— X. adesmiae n. sp.; E.— X. subandina n. sp.; G.— X. sicheü (Vachal); H,— X. fritzi n. sp.; I.— X. aisen n. sp. Valparaíso, Chile 149 DESCRIPCION DEL ALOTIPO MACHO DE TR YSSO THE LE PISSI1 (SIMON), 1888 (ARANEAE, DIPLURIDAE, DIPLURINAE) RAUL CALDERON GONZALEZ * ABSTRACT: The allotype male of Tryssothele pissii (Simón), 1888, is described and compared with the holotype; morphological characteres are given to sepárate this species from the male of T. sube alpe tana. The distribution, habitat and scarcity of the males of this species is consi dered. Desde la descripción del holotipo hembra de Tryssothele pissii en 1888 sólo se habían citado ejemplares del mismo sexo. La revisión del material de arañas de la colección del Departamento de Biología de la Universidad de Chile-Valparaíso, tampoco ofreció resultados positivos respecto a la presencia del macho. La situación anterior y su distribu¬ ción circunscrita a la Zona Central del país (específicamente entre los 33° y los 38° Lat. S.), unido al hecho de ser una araña frecuente en el ambiente lapidícola del Parque Nacional La Campana, constituyen las ra¬ zones para emprender la búsqueda del macho en este último sector. Se realizó un muestreo anual comprendido entre julio 1977 y agosto 1978 que proporcionó 200 ejemplares, de los cuales 4 eran del sexo bus¬ cado. La escasa representatividad de los machos lleva a inferir lo si¬ guiente: Dado que el hallazgo de los machos fue sólo en marzo y mayo, se cree que los adultos aparecen en otoño; su ausencia en el resto del año podría deberse a la voracidad de la hembra luego de la cópula y/o a que su vida adulta es muy breve. Tryssothele pissii (Simón), 1888 (Figs. 1-5) Brachythele pissii Simón, 1888. Ann. Soc. Ent. Fr., 8 (6): 221. Descrip¬ ción hembra. Tryssothele pissii Simón, 1902. Ergebn. Hamburg. Magalh. Sammelr., 6(4) :7; Gerschman B. y R. Schiapelli, 1968. Physis, 28(76):21-31. Tryssothele latastei Simón, 1902. Ergebn. Hamburg. Magalh. Sammelr., 6 (4): 7. Descripción hembra. Tryssothele australis Chamberlin, 1917. Bull. Mus. Comp. Zoology, 61:72. Descripción hembra. Allotypus: Macho. Ejemplar de la colección de Arácnidos del Labo¬ ratorio de Zoología del Suelo, Departamento de Biología, Facultad de Matemáticas y Ciencias Naturales, Universidad de Chile, Sede de Val¬ paraíso, donde queda depositado. Col. Raúl Calderón G., 31 de marzo Procedencia: Chile, V Región, Granizo, Long. 71° 08' O., Lat. 33° 07' S. Diagnosis; Largo total: 22 mm. * Laboratorio de Zoología del Suelo, Departamento de Biología, Universidad de Chile, Sede Valparaíso. Casilla 130-V, Valparaíso. 150 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 11, 1978 Cefalotórax ovalado y un poco aguzado^ en la parte anterior; tegu¬ mento café rojizo con pubescencia larga café-amarillenta, de mayor lon¬ gitud y más abundantes en bordes del cefalotórax y contornos de la fo- seta torácica, esta última transversa y profunda. Tubérculo ocular más ancho que alto (5,5:3,4): O A en línea procurva; OMA menores (1,1) y más separados entre sí que a los OLA (1,8); OMP (1,2) triangulares y menores que los OLP (1,6) (Fig. 5). Esternón ovalado y un poco aguza¬ do en ambos extremos. Labio más ancho que alto (3,9:2,1) con dos es- pínulas y pelos largos café. Coxas de pata maxila con pequeña área espi- nulada (23 a 27 espínulas). Patas con dos uñas en sus tarsos densamente escopulados; metatarsos I y II escopulados hasta la base, metatarso II con espinas en áreas cercana al extremo basal; patas posteriores con es- cópulas y espinas. Pata maxila (Fig. 1) con bulbo piramidal y un estilo de extremo curvo y aplastado (Fig. 2 y 3). Tibia I (Fig. 4) con dos es¬ pinas cortas y firmes en su extremo distal. Abdomen ovalado, tegumento café obscuro con 5 bandas café claro oblicuas desde la línea media hacia los lados y atrás. Con largos pelos café amarillento. Hileras más cortas que el abdomen: las superiores con segmentos basal mayor que el medio y distal (2,3:2,1:1,9); las inferiores más pequeñas (1,3) y de un segmento. Al relacionar las diagnosis de Alotipo y Holotipo, notamos una gran similitud general, excepto en los aspectos siguientes: a) El labio es más ancho en el macho que en la hembra; b) El ma¬ cho posee un mayor número de espínulas en la coxa de la pata maxila (27 en el macho y 10 en la hembra); c) La parte dorsal del cuerpo y patas aparece más pigmentada en el macho; d) El largo de la pata IV es mayor en los machos, particularmente en los tarsos. De las tres especies que tiene el género, T. 'patagónica, T. pissii y T. subcalpetana, sólo se conocía el macho de la última, el cual fue captu¬ rado en el C 9 El Roble (en el sector Este del Parque Nacional La Cam¬ pana). Para separar los machos de ambas especies es decisiva la carac¬ terización morfológica del bulbo: —con la parte distal del estilo curva y aplastada.... T. pissii —con la parte distal del estilo recta y aguzada.... ,T. subcalpetana. REFERENCIAS GHAMBERLIN R. V., 1917. New Spiders of the Family Aviculariidae. Bull. Mus. Comp. Zoology, 61 (3) :25-75. GERSCHMAN B. y R. SCHIAFELLI, 1968. El género Tryssothele Simón, 1902 (Ara- neae, Dipluridae). Physis, 28(76): 21-31. SIMON E., 1888. Descriptions de quelques Arachnides du Chili et remarques synony- miques sur quelques unes des espéces décrites par Nicolet. Ann. Soc. Ent. France, 6(8) :203-222. SIMON E., 1902. Arachnoideen, excl. Acariden und Gonyleptiden in Ergebn. Ham- burg. Magalh. Sammelr., 6(4) :l-47. R. Calderón TRYSSOTHELE FISSII 151 Tryssothele pissii (Simón), 1888. Allotypus macho: 1, palpo (parte distal); 2, bulbo, ca¬ ra externa; 3, bulbo, cara interna; 4, tibia y meta tarso 1; 6, grupo ocular. ! Ir-' ■* S . L . ■ . ' - —i-* Valparaíso, Chile 153 ASTEROZOOS ARQUIBENTONICOS DE CHILE CENTRAL (*) MARIA CODOCEO R. (*) HECTOR ANDRADE V. (**) ABSTRACT: A total of 379 specimens representing 5 ©phiuroid and 18 asteroid species collected by commercial trawlers off Central Chile (October 1976 - February 1977), between 250-450 m depth, are reported. Three asteroid species, Psilaster charcoti (Koehler), Paralophaster antárcticas (Koehler) and Acodontaster elongatus elongatus (Sladen) are recorded for the first time from outside of Antarctic región; these species plus Acodontaster elongatus granuliferus (Koehler) and Hippasteria hyadesi (Perrier) are new for the South Eastera Pacific Ocean. Latitudinal ranges of Pseudarchaster dis¬ cus Sladen, Solaster regularía Sladen, Henricia studeri (Perrier), Diplopteraster verru- cosus Sladen, Anasterias antárctica (Lütken) and Doraster qawashqari Moyano and La- rraín were extended northward. Among the ophiuroids, ophionotus victoriae is recorded from outside the Antarctic región and Ophiacantha antárctica from Chilean waters, both for the first time; moreover, the range of Gorgonocephalus chilensis (Philippí), Astrotoma agassizii Lyman and Asteroschema rubrum (Lyman) is extended northward. INTRODUCCION Los equinodermos constituyen uno de los grupos de la fauna ma¬ rina de Chile que mejor se conocen. El conocimiento taxonómico de la clase Asterozoa se debe principalmente a los trabajos sobre as- teroídeos efectuados inicialmente por Meyen (1834), Gray (1840), Müller y Troschel (1842, 1843), Hupé (in Gay, 1854), Philippi (1857, 1858), Lütken (1856, 1859) y posteriormente por Leipoldt (1895), Me- issner (1896) y Madsen (1956); los primeros aportes sobre ofiuroídeos fueron hechos por Müller y Troschel (1843), Philippi (1858), Ljungman (1870) y posteriormente por Lyman (1843), Ludwig (1898), Mortensen (1936, 1952), Castillo (1968) y más recientemente el efectuado por Tom- masi (1976). Estos estudios han sido el producto de colecciones particu¬ lares y/o de recolecciones efectuadas por expediciones esporádicas, reali¬ zadas en períodos de tiempo cortos. La fauna arquibental (sensu Ekman, 1953) ha sido estudiada sólo en forma ocasional y el presente trabajo constituye la primera contribución dedicada especialmente al estudio de los asterozoos arquibentales de Chile central. AREA Y MATERIAL ESTUDIADOS Tifta muestras estudiadas fueron obtenidas en pesca de arrastre ca¬ maronero realizadas por el buque “Goden Wind” frente a Los Vilos (31°56'S), Estación 1; Pichidangui (32°08'S), Estación 2; Papudo (32°31'S), Estación 3; Zapallar (32°33'S), Estación 4, y Quintero (32°42'S), Estación 5, entre Octubre de 1976 y Febrero de 1977, a pro¬ fundidades que varían desde 250 m a 450 m y a distancias entre 15 y 20 millas de la costa (Fig. 1, Cuadro 1). Los ejemplares fueron sepa¬ rados y sus colores fueron registrados a bordo de la embarcación, antes de ser fijados. Posteriormente, en el laboratorio se procedió a su medi¬ ción (en mm) y a su identificación. El material ha sido depositado en ( i) Trabajo presentado al Tercer Congreso Internacional de Equinodermos, Sidney, Australia. Marzo de 1978. Resultados parciales del Proyecto: Estudio de las Co¬ munidades Arquibentónicas de Chile. ( •) Museo Nacional de Historia Natural, Sección Hidrobiología, Casilla 787, Santiago, Chile. (**) Departamento de Oceanología, Universidad de Chile, Valparaíso, Casilla 13-D, Viña del Mar, Chile. 154 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL NV 11, 1978 Jas colecciones del Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, y en el Museo Comparativo del Departamento de Oceanología, Universidad de Chile, Sede Valparaíso. Se entrega una referencia básica para cada es¬ pecie, considerando la literatura más reciente, que incluye la sinonimia e ilustraciones, además de caracteres diagnósticos para cada una de ellas. CUADRO 1 Estaciones y datos de recolección Estaciones Fecha Est. 1. 14-10-76 (31°56'S) 2-11-76 19-11-76 Est. 2. 14-10-76 (32°08'S) 3-11-76 Est. 3. 14-10-76 (32°31'S) 10-02-77 Est. 4. 8-11-76 (32°33'S) 19-11-76 Est. 6. 3-11-76 (32°42'S) 8-11-76 ■— m * 72® I t 32° I I I ■ 33° I ESTACION 1 ESTACION 2 ESTACION 3 A ESTACION U A ESTACION 5 A 72® Profundidades (m) 300-400 400 350-400 300-400 300-400 250-280 250-300 300-350 380-450 320 350-400 EÍ£. 1. Estaciones en el área estudiada. M. Codoceo y H. Andrade ASTEROZOOS ARQUIBENTONICOS 1SS RESULTADOS SISTEMATICA ASTEROIDEA Psilaster charcoti (Koehler, 1906), Lám. 1, figs. 1 y 2. Psilaster charcoti Bernasconi, 1970: 222, Lám. 4: figs. 3 y 4. Localidad tipo. Isla Booth-Wandel, Sur de Archipiélago Palmer. Dl stribución geográfica. Circumpolar Antártica: Archipiélagos Pal- mer y Melchior, Shetland del Sur, Bahía Esperanza, Isla Clarence, Or¬ eadas del Sur, Georgia del Sur, Mar de Ross, 60°-145°E e Isla Bouvet (Bernasconi, 1970). Costa central de Chile, en 320 m. Distribución batimétrica. De 20 a 3248 m. Material examinado, a) 1 ejemplar, Estación 5, 320 m; 3-11-76. Co¬ lor rosa pálido. R = 74.3, r - 17.1, R = 4.3.r. Observaciones. Esta especie es registrada por primera vez al Norte de la región Antártica. Odontaster penicillatus (Philippi, 1870). Lám. 1, figs. 3 y 4. Odontaster peniállatus Bernasconi, 1962: 34, Lám. 2: figs. 1, 2 y 4, Lám. 3: figs. 1 y 2. Localidad tipo: Puerto Montt. Distribución geográfica. Desde 30°S en el Océano Pacífico a 36 °S en el Océano Atlántico (Madsen, 1956). Desde Puerto Montt a Provin¬ cia de Buenos Aires, incluyendo Tierra del Fuego, Isla de los Estados e Islas Falkland (Bernasconi, 1962). Distribución batimétrica. Se extiende el rango conocido de 8 a 350 m hasta 400 m. Material examinado, a) 1 ejemplar, Est. 2, 300-400 m; 14-10-76. b) 21 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 3-11-76. c) 1 ejemplar, Est. 3, 250 280 m; 14-10-76. d) 1 ejemplar, Est. 4, 380-450 m; 1 19-11-76. Color pardo, naranja pálido y la mayoría de los ejemplares café anaranjado. R = 15.7 — 35.5, r = 8.6 — 19.3, R = 1.4 — 2.2 r. Acodontaster elongatus elongatus (Sladen, 1889). Lám. 1, figs. 6 y 6. Acodontaster elongatus elongatus Bernasconi, 1970: 231, Lám. 9: figs. 1 y 2. Localidad tipo. Isla Marión. Distribución geográfica. Circumpolar Antártica: Isla Heard, Archi¬ piélagos Palmer y Melchior, Shetland del Sur (Bernasconi, 1970). Distribución batimétrica. De 15 a 841 m. Material examinado. 3 ejemplares, Est. 1, 300-400 m; 14-10-76. Color café anaranjado. R = 39.2 — 57.1, r = 18.8 — 29.2, R = 2.0 — 2.2 r. Observaciones. Primer registro fuera de la región Antártica. 156 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 9 11, 1978 Acodontaster elongatus granuliferus (Koehler, 1912). Lám. 2, figs. 1 y 2. Acodontaster elongatus granulif erus Fisher, 1940: 111, Lám. 1: fiírs 1 y Localidad tipo. Este de Tierra del Fuego (53°13'S, óS^l'W). Distribución geográfica. Región del Cabo de Hornos, Norte de Uru¬ guay (Fisher, 1940). Distribución batimétrica. De 74 a 841 m. Material examinado, a) 2 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 3-11-76. Color café anaranjado. R = 26 — 29.1, r = 14-14.7, R = 1.9 r. Observaciones. Primer registro para el Océano Pacífico. Hippasteria hyadesi (Perrier, 1891). Lám. 2, figs. 3 y 4. Hippasteria hyadesi Rernasconi, 1963: 16, Lám. 5: fig. 2. Localidad tipo. Estrecho de Magallanes. Distribución geográfica. Conocida sólo de la localidad tipo y de la costa central de Chile. Distribución batimétrica. El único registro anterior de 326 m se extiende hasta 400 m. Material examinado, a) 3 ejemplares, Est. 1, 300-400 m; 14-10-76. b) 3 ejemplares, Est. 5, 350-400 m; 8-11-76. Color café y naranja. R — 57 — 144.2, r = 28.7 — 64.9, R = 1.8 — 2.55 r. Observaciones. Primer registro para el Océano Pacífico. H. hyadesi parece ser hasta ahora una de las pocas especies estrictamente arqui- bénticas. El segundo hallazgo de Hippasteria hyadesi, especie descrita por Perrier (1891) en base a un ejemplar obtenido por la “Mission Scienti- fique du Cap Horn” y redescrita por Bemasconi (1963) en base al mis¬ mo ejemplar, permite agregar las siguientes características morfológicas: superficie abactinal de los brazos con una línea carinal formada por láminas convexas, rodeada por gránulos pequeños que presentan una eminencia tubercular central. Pedicelarios bivalvos, más abundantes y grandes sobre la superficie actinal que en la abactinal. Placas adambula- crales con dos o tres espinas cilindricas y aplastadas. Arcos interradia¬ les con 26 placas superomarginales e inferomarginales. Los ejemplares más grandes poseen espinas cortas y redondeadas sobre la superficie abactinal. Ceramaster patagonicus (Sladen, 1889). Lám. 2, figs. 5 y 6. Ceramaster patagonicus Bernasconi, 1963: 8, Lám. 1: figs. 1 y 2, Lám. 2: fig. 3. Localidad tipo. Entrada del Estrecho de Magallanes (52°20'S: 67°39'W). Distribución geográfica. Desde el Sur de Alaska al Sur del Mar de Bering y Golfo de California (Fisher, 1940). Este y Oeste del Estrecho de Magallanes, Bahía Año Nuevo, Burwood, Argentina y NW de Islas Falklands (Bernasconi, 1963). Costa central de Chile. Distribución batimétrica. Desde 92 a 441 m. Material examinado, a) 12 ejemplares, Est. 1, 300-400 m; 14-10-76. b) 2 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 14-10-76. c) 1 ejemplar, Est. 4, 380-450 m; 19-11-76. Color anaranjado. R = 41.5 — 61.4. r = 21 6 _ 28.2, R = 2.0 — 2.5 r. Observaciones. Este nuevo hallazgo amplía su distribución en profun¬ didad, considerablemente al Norte, en el hemisferio Sur. M. Codoceo y H. Andrade ASTEROZOOS ARQUIBENTONICOS 157 Pseudarchaster discus (Sladen, 1889). Lám. 3, figs. 1 y 2. Pseudarchaster discus Bernasconi, 1963: 5, Lám. 2: figs. 1 y 2, Lám. 4: fig. 2. Localidad tipo. Canal Messier. Distribución geográfica. Canal Messier (Sladen, 1889); Beagle (Pe- rrier, 1891); N y NE de Islas Falklands (Fisher, 1940); frente a Río de la Plata (Bernasconi, 1963). Costa central de Chile. Distribución batimétrica. El rango conocido desde 117 a 283 m se extiende hasta 400 m. Material examinado, a) 4 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 14-10-76. b) 2 ejemplares, Est. 3, 260-280 m; 14-10-76. c) 1 ejemplar, Est. 4. 380-450 m; 19-11-76. Color ocre con manchas oscuras y anaranjadas. R = 20.9 — 62, r = 8.6 — 20.2, R = 2.4 — 3.8 r. Observaciones. Se amplía la distribución geográfica y batimétrica. Luidia magellanica Leipoldt, 1895. Lám. 3, figs. 3 y 4. Luidia magellanica Madsen, 1956: 16, Lám. 1: figs. 1 y 2. Localidad tipo. Estrecho de Magallanes. Distribución geográfica. Desde Perú a Estrecho de Magallanes (Mad¬ sen, 1956). Distribución batimétrica. Desde 0 a pocos metros de profundidad, se amplía desde aguas someras hasta 400 m. Material examinado, a) 6 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 3-11-76. b) 1 ejemplar, Est. 4, 300-350 m; 8-11-76. Color negro con manchas amarillas. R = 32.7 — 42.2, r = 3.4 — 6.9, R = 5.4 — 7.6 r. Solaster regularis Sladen, 1889. Lám. 3, figs. 5 y 6. Solaster regularis Sladen, 1889: 454, Lám. 60: fig. 1, Lám. 62: figs. 5 y 6. Localidad tipo. Sur de Isla Wellington (50°8'30"S; 74°41 / W). Distribución geográfica. Desde 50°S en el Pacífico a 47°S en el Atlán¬ tico, Cabo de Hornos y Meseta de Falklands (Fisher, 1940). Su distri¬ bución hacia el N frente a las costas de Chile se amplía hasta la zona central» Distribución batimétrica. Desde 65 a 350 m. Material examinado, a) 1 ejemplar, Est. 2, 300-350 m; 14-10-76. b) 1 ejemplar, Est. 5, 320 m; 3-11-76. Color rosado pálido. R = 20.7 — 57.2, r = 14.6 — 18.8, R = 1.3 — 3.0 r. Observaciones. Se amplía la distribución geográfica. Paralophaster antarcticus Koehler 1912. Lám. 4, figs. 1 y 2. Paralophaster antarcticus Bernasconi, 1970: 249-251, Lám. 12: figs. 4 7 Localidad tipo. Entre Isla Jenny e Isla Adelaida. Distribución geográfica. Circumpolar Antartica i Mar de Belling- hausen Archipiélagos Palmer y Melchior, Georgias del Sur, Tierra de Adelia, Mac Robertson (Bernasconi, 1970). Costa central de Chile. Distribución batimétrica. Desde 88 a 750 m. Material examinado, a) 33 ejemplares, Est. 1, 300-350 m; 14-10-76. b) 16 ejemplares, Est. 6, 350 m; 3-11-76. Color grisáceo. R = 42.9 — 70 , r = 10.6 — 20, R = 3.5 — 4.0 r. . .... Observaciones. Primer registro fuera de la región Antartica. 158 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 11, 1978 Lophaster stellans Sladen, 1889. Lám. 4, figs. 3 y 4. Lophaster stellans Fisher, 1940: 170, figs. 3 y 3a. Localidad tipo. Archipiélago de Chonos (50°55'S, 78°9'W). Distribución geográfica, bur de Sudamérica, desde 30°S en el Pa¬ cífico a Puerto Deseado en el Atlántico; Meseta de Falklands y región Antártica (Madsen, 1956). Material examinado, a) 14 ejemplares, Est. 1, 300-400 m; 14-10-76. b) 6 ejemplares, Est. 2, 300-420 m; 3-11-76. Color rojo anaranjado y rojizo. R — 22 — 48.2, r = 9.8 — 13.2, R = 2.6 — 3.6 r. Observaciones. Del total de ejemplares estudiados se observó uno con 4 radios, otro con 6 radios y el resto con 5. Algunos ejemplares presentaban masas de huevos de color naranja sobre la superficie abac¬ tinal; uno de ellos llevaba un ejemplar juvenil sin pigmentación. HenHcia studeri (Perrier, 1891). Lám. 4, figs. 5 y 6. Henricia studeri Fisher, 1940: 163, Lám. 11: fig. 1. Localidad tipo. Sur de Cabo de Hornos. Distribución geográfica. Sur de Tierra del Fuego e Islas Falklands (Bernasconi, 1966). Distribución batimétrica. Desde 74 a 341 m. Material examinado, a) 6 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 14-10-76. b) 3 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 3-11-76. Color café rojizo y violeta claro. R = 25.2 — 46.6, r = 6.3 — 10, R = 4.1 — 5.2 r. Observaciones. Se amplía la distribución geográfica. Poraniopsis echinaster Perrier, 1891. Lám. 5, figs. 1 y 2. Poraniopsis echinaster Madsen, 1956: 29, Lám. 2: figs. 1 y 4. Localidad tipo. Cabo de Hornos. Distribución geográfica. Desde 30 °S a Cabo de Hornos en el Océano Pacífico Sur Oriental; Sur de Suráfrica (Madsen, 1956). Distribución batimétrica. El rango conocido desde 30 a 300 m se amplía a 450 m. Material examinado, a) 5 ejemplares, Est. 1, 350-400 m; 14-10-76. b) 76 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 3-11-76. c) 5 ejemplares, Est. 3, 250-280 m; 10-2-77. d) 6 ejemplares, Est. 4, 380-450 m; 19-11-76. Color amarillo pálido, anaranjado, rojizo y grises. R = 20.6 — 73, r — 9.6_ 34.3, R = 1.4 — 2.5 r. Observaciones. Sobre el lado actinal y abactinal de varios ejempla¬ res, fueron encontrados ejemplares de Ophiacantha antárctica. Diplopteraster verrucosus (Sladen, 1889). Lám. 5, figs. 3 y 4. Diplopteraster verrucosus Koehler, 1923: 76, Lám. 11: fig. 5, Lám. 12: fig. 1. Localidad tipo. Entrada Este al Estrecho de Magallanes. Distribución geográfica. Desde 45°S a Estrecho de Magallanes y Sur de Isla Navarino, en el Océano Pacífico (Perrier, 1891) ; entrada Oeste al Estrecho de Magallanes (52°41'S; 75°21'W) y frente a Puerto Deseado (47°55 / S) en el Atlántico (Bernasconi, 1966). Su distribución frente a las costas de Chile continental se extiende hacia el N hasta los 32°S. Distribución batimétrica. Desde 0 a 470 m. Material examinado, a) 4 ejemplares, Est. 1, 300-400 m; 14-10-76 Color gris violáceo. R = 64.5 — 82, r = 34.5 — 39.2, R = 1.4 — 1.9 r. M. Codoceo y H. Andrade ASTEROZOOS ARQUIBENTONICOS 159 Anasteidas varium (Philippi, 1870). Lám. 6, figs. 1 y 2. Anasterias varium, Madsen, 1956: 40, Lám. 5: figs. 3-9. Localidad tipo. Chiloé. Distribución geográfica. Islas Falklands y Canal Messier (Sladen, 1889), desde Iquique a Cabo de Hornos (Madsen, 1956). Distribución batimétrica. Su escaso rango conocido desde 0 a 40 m se extiende hasta 350 m. Material examinado, a) 1 ejemplar, Est. 2, 300-350 m; 14-10-76. Color rosado pálido. R = 4.0, r = 2.3, R = 1.7 r. Anasterias antárctica (Lütken, 1856). Lam. 5, figs, 5 y 6. Anasterias antárctica Fisher, 1940: 233, Lám. 19: fig. 1. Localidad tipo. Punta Arenas. Distribución geográfica. Desde Puerto Montt en el Océano Pacífico a la Provincia de Buenos Aires en el Atlántico, Islas Falklands y Archi¬ piélago Palmer en la Antártica (Bernasconi, 1966). Se amplía la dis¬ tribución hacia el N hasta la costa central de Chile. Distribución batimétrica. El rango de 1 a 148 m se amplía a 350 m. Material examinado, a) 1 ejemplar, Est. 2, 300-350 m; 14-10-76. Color rosado pálido. R = 6.2, r = 2.25, R = 2.75 r. Comasterias lurida (Philippi, 1858). Lám. 6, figs. 3 y 4. Comasterias lurida Madsen, 1956: 42, Lám. 6: figs. 1 y 2. Localidad tipo. Chiloé. Distribución geográfica. Desde 30 °S en el Océano Pacífico al Golfo de San Matías en el Atlántico, Meseta de Falklands y Georgias del Sur (Madsen, 1956). Distribución batimétrica. Desde 0 a 650 m. Material examinado, a) 2 ejemplares, Est. 2, 300-400 m; 3-11-76. Color gris claro. R = 68 — 107, r = 13.5 — 18.5, R = 5.0 — 5.8 r. Doraster qawashqari Moyano y Larraín, 1976. Lám. 6, figs. 5 y 6. Doraster qawashqari Moyano y Larraín, 1976: 103, Lám. 1: figs. 1-4, Lám. 2: figs. 5-10. Localidad tipo. Bahía Tarn (47°45'S; 75°45'W). Distribución geográfica. Conocida originalmente sólo de la localidad tipo. Se amplía hacia el N hasta la costa de Chile central. Distribución batimétrica. Se amplía de 300 m a 400 m. Material examinado, a) 1 ejemplar, Est. 2, 300-400 m; 14-10-76. Superficie abactinal color rojo pálido. R = 108.8, r = 10.7, R = 10.1 r. Observaciones. Se amplía la distribución geográfica y batimétrica. La descripción de Moyano y Larraín (1976) es bastante completa y no es necesario agregar mayores características. OPHIUROIDEA. Gorgonocephálus chilensis (Philippi, 1858). Lam. 7, figs. 1 y 2. Gorgonocephalus chilensis Castillo, 1968: 14, fig. c, Lám. 4: figs. 4 y 5. Localidad tipo. Chiloé. 160 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL Nroc:sos, T >ero uti¬ lizando especies que habitan en aguas de salinidad variada (Combs 1969), o bien, los cambios histológicos ocurridos en los ovarios durante una época determinada del año, de acuerdo a las variaciones estacionales (Be- niarz 1977). La especie escogida, Basüichtys australis Eigenmann, de la familia Atherinidae, se le conoce por el nombre común o vulgar de “pejerrey de río” (Eigenmann 1924). El objetivo del trabajo es conocer la morfología ovárica en esta es¬ pecie y describir, especialmente, los cambios que experimentan el oocito y el folículo ovárico durante el proceso de maduración. MATERIAL Y METODO Se capturaron 45 ejemplares hembras en los esteros de Limache, provincia de Quillota (33° y 71° 15' ) ’urait; los mes s di junio a Diciembre de 1976. Los animales fueron muertos por decapitación y se les extrajeron los ovarios. El método histológico empleado para micros¬ copía de luz fue el siguiente: fijación en líquido de Zencker, lavado, des- hidratación e inclusión en parafina. Se realizaron cortes de aproxima¬ damente 7 um teñidos con: Hemotoxilina-Eosina, Tricrómico de Masson, Van Giesson y Azul de Toluidina. Para microscopía electrónica, el tejido ovárico fue recibido en Glutaraldehido al 3% en buffer fosfato 0.1 M y pH 7.4, seccionando en trozos de aproximadamente 1 mm 3 y dejado, a 4 o C por 2 horas. Despucs de esta fijación inicial, el tejido se lavó en buffer fosfato por dos horas, y fue postfijado en una solución de Tetroxido de Osmio al 2% en buffer fosfato (pH 7.4) por un tiempo de 2 horas a 4 o C. Los trozos de material fueron teñidos en bloque con Acetato de Uranilo 2% en solución acuosa. Deshidratación e inclusión en Epon 812. (*) Laboiatorio de Embriología, Universidad Católica de Valparaíso. Casilla 4059, Val¬ paraíso, Chile. 176 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N 9 11, 1978 Cortes finos se hicieron en un ultramicrótomo Reichert OMU-2 con cu¬ chillas de vidrio (KLE). Los cortes fueron teñidos con Acetato de Ura- nilo y Citrato de Plomo (Reynolds 1963). Las observaciones y fotografías fueron realizadas en un microscopio electrónico Zeiss EM-9. RESULTADOS Anatomía y Microestructura. Los ovarios son órganos pares, alargados y de igual tamaño. Están situados en la cavidad abdominal, ocupando más de la mitad de la lon¬ gitud total de ella, siendo dorsales al intestino y ventrales a la vejiga natatoria. Posteriormente convergen y se fusionan formando un oviduc¬ to muy corto que desemboca en el poro genital ; éste se encuentra entre el ano que es más anterior y el meato urinario que es posterior. Los ovarios están revestidos por el peritoneo visceral, delgado y escasamente pigmentado, sujetos individualmente por un meso-ovario que lo fija a lo largo de la superficie dorsal y sirve también de soporte para el siste¬ ma vascular ovárico. Los ovarios maduros, de color amarillo, se presentan como cilin¬ dros con un extremo caudal adelgazado, la envoltura es transparente, lo que permite ver a los oocitos maduros en su interior. Durante el período post-ovulatorio se presentan delgados, de aspecto tubular y de color blanco, Los cortes histológicos nos muestran que hay una cápsula ovárica formada por tejido conjuntivo muscular ricamente vascularizado, siendo de mayor grosor en los ovarios de animales adultos que en los jóvenes (Fig. 1 y 2 c). De la cápsula se desprenden numerosas laminillas oví- geras (Fig. 3 y 4 L.O.) hacia su interior revestidas por el epitelio ger¬ minativo. En ellas encontramos las oogonias y toda la línea de oocitos que derivan de ellas. Según nuestras observaciones y de acuerdo a la descripción de Brae- kevelt, McMillan (1967) para el ovario de Eucalia inconstans, hemos considerado describir las oogonias iniciales y siete estados del proceso de desarrollo folicular y oocitario en el ovario del pejerrey. Oogonias: Se encuentran formando grupos o “nidos ovígeros” en el epi¬ telio germinativo, son pequeñas (7 um), con escaso citoplasma y un nú¬ cleo esférico y basófilo (Fig. 5 OG). No hay aún elementos histológi¬ cos que indiquen la presencia de una capa celular que formará la pared del folículo. Oocito Estado 1: Mide aproximadamente 15 um, tiene un citoplasma ba¬ sófilo, un límite celular bien visible y un núcleo con uno o dos nucléolos. La pared folicular en algunos no está aún presente y, en otros, comien¬ za a formarse (Fig. 6 1). Oocito Estado 2: Tiene un tamaño aproximado de 60 um, un citoplasma basófilo y un núcleo acidófilo con varios nucléolos cerca de la envoltura nuclear. Las células foliculares, ya diferenciadas y dispuestas en una so¬ la capa forman la pared del folículo (Fig. 6 II). En todos los ovarios examinados de hembras en período de madu¬ ración o después de la ovulación, se pudo constatar la presencia de ooci¬ tos estados I y II. Oocito Estado 3: Mide en promedio 120 um, posee un citoplasma menos basófilo y un núcleo acidófilo con varios nucléolos. En este estado co¬ mienza a formarse la zona pellucida o membrana primaria y también se puede ver una capa compacta de células cúbicas que forman el folículo. H. Censóla, F. Grisolía y E. Méndez OVARIO DEL PEJERREY 177 Ademas, ocurre el inicio de la formación de los filamentos coriales grue¬ sos que se encuentran por fuera de la zona pellucida, disponiéndose en¬ tre las células foliculares (Fig. 3 III). Oocito Estado 4: Tiene un tamaño aproximado de 200 um, un núcleo con bordes irregulares y una mayor cantidad de nucléolos que el estado anterior. En su citoplasma aparecen pequeñas vesículas de vitelo en la región periférica. Las células foliculares se presentan estratificadas y los filamentos coriales gruesos se disponen en forma regular entre las cé¬ lulas foliculares y rodeadas por éstas. La zona pellucida se presenta más gruesa (Fig. 8). En relación al vitelo se adoptó la terminología utilizada por Brae- kevelt (1967), en el sentido de considerar un vitelo primario y un vitelo secundario, según su orden de aparición en el citoplasma. El vitelo pri¬ mario aparece en forma de pequeñas vesículas que van invadiendo todo el citoplasma. El vitelo secundario, aunque penetra en las vesículas del vitelo primario, es fundamentalmente extravesicular y, en nuestro ma¬ terial, lo hemos visto aparecer primeramente en la región cercana al núcleo. Se sabe que en ambos tipos de vitelo intervienen las grasas en su formación, pero en el vitelo secundario hay predominio de material proteico, de ahí que el vitelo secundario de los oocitos de pejerrey per¬ manezca en las preparaciones después de la acción de los fijadores y agentes deshidratantes. Oocito Estado 5: Es de un tamaño levemente mayor que el anterior (Fig. 9), presenta un núcleo semejante y abundantes nucléolos cercanos a la envoltura nuclear. Lo más característico en este estado es que las vesículas del vitelo primario (VP) llenan todo el citoplasma. La zona pellucida tiene un grosor promedio de 10 um (ZP). Oocito Estado 6: Tiene un tamaño mayor (600 um) y una zona pellu¬ cida más gruesa; se caracteriza por mostrar el inicio de la formación del vitelo secundario (VS), de carácter acidófilo, en el citoplasma que rodea al núcleo (Fig. 10). Oocito Estado 7: El tamaño promedio es de 900 um y presenta dos ca¬ racterísticas principales: a) el núcleo presenta bordes irregulares y en proceso de disolución, y b) el vitelo secundario se distribuye en el cito¬ plasma en una mayor extensión y se incorpora al vitelo primario (Fig. 11). Atresia Folicular. Se ha visto atresia folicular en ovarios correspondientes a hembras en períodos de postura y después de la postura. El folículo atrésico de la especie considerada muestra una hipertrofia folicular en número y tamaño de las células foliculares (Fig. 12). Además, presenta una mem¬ brana secundaria alterada, una zona pellucida erosionada y destrucción del citoplasma y del vitelo. También se ven entre las células foliculares, abundantes vasos sanguíneos y elementos sanguíneos extravasados. Ultraestructura Hemos escogido los oocitos III y V porque en esta etapa de madu¬ ración se destaca especialmente la diferenciación de la zona pellucida y las capas de folículo. En un oocito estado III se puede apreciar la pre¬ sencia de un grueso filamento corial por fuera de las microvellosidades del oocito y en contacto con las células foliculares (Fig. 13 F); también en este corte se puede distinguir el inicio de la diferenciación de la capa celular correspondiente a la teca folicular y, contrastando con ella, se ve otra región aún no diferenciada. Con mayor aumento (Fig. 14L se lo¬ gra visualizar la disposición de las capas del folículo: en la región mas 178 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 11, 1978 superficial se encuentra un epitelio germinativo muy delgado constituido por células aplanadas pero fusionadas, de manera que constituyen un te¬ jido poco definido. Bajo el epitelio se observan vasos sanguíneos que poseen una cubierta colágena, las células de la teca poseen una forma y aspecto secretor con un retículo endoplásmico muy desarrollado (Fig. 14). Los núcleos son amplios e irregulares con la cromatina agrupada en algunos sectores. En seguida tenemos la membrana basal de las células foliculares, que es de estructura multilaminar (Fig. 14 mb). Más hacia el interior nos encontramos con las células foliculares que se presentan siempre aso¬ ciadas con los filamentos coriales gruesos (Figs. 13 y 14 CF). El núcleo de la célula folicular es de mayor tamaño que la de la célula tecal y entre los organoides citoplásmicos se destacan las mitocondrias, que son de gran tamaño y forma alargada. En las Figs. 15 y 17, correspondientes a un corte de un oocito estado III, se puede apreciar la formación de la zona pellucida como una capa de mayor densidad electrónica dispuesta entre las microvellosidades y por encima de la membrana celular del oocito. Los cuerpos de las micro- vellosidades están en un espacio lleno con material amorfo y los extremos distales de ellas contactan con proyecciones de las células foliculares. En el interior de las microvellosidades se observan microfilamentos fácil¬ mente reconocibles. La región citoplásmica cortical del oocito III se presenta como una región carente de inclusiones y de organoides citoplásmicos; en ella en¬ contramos una trama microfilamentosa (Fig. 17). En el resto del cito¬ plasma se observa un retículo endoplásmico con escasos ribosomas aso¬ ciados, la presencia frecuente de Complejo de Golgi y la abundancia de ri¬ bosomas libres y de polirribosomas (Fig. 16). Entre los componentes no usuales del citoplasma y en las cercanías de la membrana nuclear tenemos la presencia de gránulos finos que se presentan en forma agrupada, sin membrana limitante y se distinguen por su mayor densidad que el resto del citoplasma (Fig. 18 flecha). Las características principales de la ultraestructura del núcleo en un oocito estado III son las siguientes: a) el límite del núcleo se presenta en forma irregular (Fig. 19) ; b) la membrana nuclear es bilaminar interrumpida por numerosos poros que forman parte de ella (Fig. 18 MN); c) la estructura nucleolar posee una región clara central, amorfa, y una región periférica, obscura, de aspecto granular (Fig. 18 NU); d) en la cromatina distinguimos una región de densidad electrónica intermedia (RI en la Fig. 18) ubicada entre nucléolo y membra¬ na nuclear. La ultraestructura de la zona pellucida ya diferenciada se estudió en un oocito estado V. Se observó lo siguiente: la zona pellucida se ve como una estructura formada por dos regiones muy ligadas una con la otra (Fig. 20, Zi y Z 2 ); la región superficial es delgada pero muy densa, en tanto que la región que le sigue inmediatamente es muy gruesa y llega hasta la membrana celular del oocito; es menos densa que la anterior y presenta regiones obscuras alternadas con otras más cla¬ ras, ofreciendo el aspecto de haces o manojos entrecruzados. En el es¬ pesor de toda la zona pellucida y a distancias regulares, se ven túbulos o canales que contienen las microvellosidades del oocito (Fig. 21 E). En efecto, las microvellosidades se proyectan desde el oocito atravesando la zona pellucida completamente y terminan en forma de una expansión ci- toplasmica contactando con la célula folicular (Fig. 21 MV). H. Censóla, F. Grisolía y E. Méndez OVARIO DEL PEJERREY 179 DISCUSION Hemos descrito al ovario del pejerrey de río como un órgano que presenta una cavidad y no como un órgano macizo, este hecho se explica por estudios de tipo embriológico como el realizado en Brevoortia patro- nus (Combs 1969): el mesotelio parietal celómico se diferencia y se en¬ gruesa formando un epitelio germinativo, este es reforzado por una pro¬ liferación de fibroblastos que provienen del mesoderma. En esta gónada embrionaria ocurre posteriormente un repliegue seguido de una soldadu¬ ra a lo largo de sus bordes y el ovario queda así con una cavidad en la cual tenemos las laminillas ovígeras y los oocitos inmaduros. En el ovario de pejerrey no hay nada que indique una división en corteza y médula, existe una cavidad que se oblitera posteriormente cuando maduran los oocitos y continúan éstos por el lumen para alcanzar el oviducto que es muy corto. En cuanto a los criterios para definir los diferentes estados de ma¬ duración de los oocitos, existen muy variados, aunque en forma general, la ocurrida en Teleósteos es semejante. En oocitos de Teleósteos marinos, Gotting (1967) distingue 4 estados en base a diferencias citomorfológi¬ cas y citoquímicas. Beach (1959) clasifica los oocitos en desarrollo del pez oro ( Carassius auratus) en tres grupos: a) Huevos inmaduros; b) Huevos maduros con membrana nuclear intacta; c) Huevos mayores de 500 um y sin membrana nuclear. Hurley (1966), con el propósito de explicar la formación de las membranas, clasifica los oocitos de la trucha de río de acuerdo a sus diámetros desde el oocito joven que mide 0,22 mm. hasta el oocito de 1,9 mm. Anderson (1967) designa los estados del desarrollo oocitario del caballo marino (Hippocampus erectus) en cuatro estados que van desde la oogonia hasta el oocito maduro. Combs (1969) reconoce primero la oogonia y después seis intervalos de maduración basándose en las características citoplásmicas y nucleares que son espe¬ cíficas para cada intervalo y que van desde el oocito indiferenciado (Estado I) hasta el oocito maduro con una gota oleosa central. Guraya (1975) reconoce las oogonias y nueve diferentes estados de maduración hasta llegar al huevo maduro, según los cambios experimentados por el núcleo, el citoplasma y la formación de vitelo. Finalmente, Braekevelt y McMilIan (1967) describen siete estados en el proceso de maduración oocitaria además de las oogonias que las designan como estado 0 en el ovario de Eucalia inconstans (Kirtland), basándose en los cambios de tamaño y en el aspecto del núcleo, del citoplasma y de las membranas. Este último criterio fue utilizado por nosotros para describir los dife¬ rentes estados de maduración oocitaria en el pejerrey. Respecto a la diferenciación de los folículos ováricos en peces, se han realizado varios trabajos. William S. Hoar (1957) dice que nuevos grupos de folículos ováricos se diferencian periódicamente del epitelio germinativo. Braekevelt (1967) establece que en el ovario, cada año ocurren sucesivas oleadas de oocitos provenientes de las oogonias resi¬ duales en las laminillas ovígeras. Guraya (1957) observa que los nuevos oocitos surgen de los nidos de oogonias, aparentemente por mitosis de las oogonias residuales en el ovario. Ultimamente, C. Prakash Kapoor (1976) ha estudiado la formación de oocitos primarios en Punctius ticto (Ham) y describe a los nuevos oocitos como derivados de las células ger¬ minativas presentes en los nidos ovígeros que se encuentran en las la¬ minillas ovígeras o en la pared ovárica. Nosotros hemos visto la presen¬ cia de oogonias formando nidos ovígeros en pleno epitelio germinativo que reviste las laminillas ovígeras, pero no hemos visto nidos ovígeros en el epitelio que reviste por dentro la cápsula ovárica. 180 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 11, 1978 También observamos en nuestro material que los oocitos I y II, derivados de las oogonias, están presentes en los ovarios tanto en el pe¬ ríodo preovulatorio como en el postovulatorio, lo que indicaría, de acuerdo con Combs (1969), que grupos de ellos corresponden a oocitos de reserva, es decir, que permanecerían en estado de latencia hasta un nuevo ciclo reproductivo. En cuanto al tiempo que demora una oogoma en llegar a oocito maduro no lo conocemos. Estudios sobre la época de desove en Basilichtys australis , Moreno (1977) y Soto (1978) nos indican que ocu¬ rre principalmente entre los meses de Agosto y Noviembre. Al respecto, una visión panorámica de un corte histológico del ovario del pejerrey nos revela la presencia de un número variado de oocitos en diferentes estados de maduración, lo que nos indicaría un ritmo asincrónico de ma¬ duración oocitaria según la clasificación de Marza, 1938 (en Guraya, 1975). . , „ La terminología utilizada en este trabajo para las envolturas del oocito corresponde a la propuesta por Ludwig, 1874 (en Anderson, 1967) y también sugerida por Waddington (1956) y Hurley (1966) salvo en algunos aspectos que se discuten a continuación. Nosotros estamos de acuerdo con los autores Anderson (1967) y Norrevang (1968) en el sentido de llamar zona pellucida a la membrana del oocito que está inmediatamente por fuera de la membrana celular y que presenta una estriación regular debida a las proyecciones de las mi¬ crovellosidades que la atraviesan. Está de acuerdo también con la termi¬ nología utilizada para la denominación de esta capa en oocitos de ma¬ míferos. En nuestro material hemos observado que ya en los primeros estados de maduración oocitaria se forma una capa delgada de material denso entre las microvellosidades y que corresponde al inicio de la zona pellucida, la que se engrosará progresivamente y quedan incluidas en ella las microvellosidades del oocito. Esta última observación nos estaría in¬ dicando que el oocito estaría relacionado con el proceso de formación de la zona pellucida, hecho que coincide en parte con la conclusión de Warten- berg (1962) para oocitos de anfibios que dice que tanto las células folicu¬ lares como el oocito mismo intervienen en el proceso de su formación. La pared folicular se origina por diferenciación de las células pro¬ pias del estroma o de las laminillas ovígeras. Hemos visto que en el estado II del oocito de pejerrey, se iniciaba la formación de una capa de células planas alrededor del oocito y, más tarde, en el estado IV se hace pluriestratificada. No ocurre así en todos los Teleósteos, ya que en mu¬ chos casos se presenta uniestratificada (Muller y Sterba, 1963; Gotting, 1965 (en Norrevang, 1968); Combs, 1969). En la descripción del oocito III se mencionó que se iniciaba la dife¬ renciación de los filamentos coriales gruesos en plena capa folicular y re¬ ciben tal denominación porque van a constituir el Corion o Membrana Secundaria. Se destaca este hecho porque es fácil detectar la formación de los elementos coriales desde su inicio entre las células foliculares en un oocito que recién entra en su período de maduración. El rol exacto de las células foliculares no está del todo aclarado, pero sus funciones, en una forma general, serían las siguientes: a) inter¬ vienen en los procesos de formación del vitelo, b) intervienen en la for¬ mación de la zona pellucida y c) participan en el establecimiento de la atresia folicular. A las funciones anotadas anteriormente habría que agregar su participación en la formación del corion, según lo descrito anteriormente en la relación célula folicular y filamento corial grueso. La membrana secundaria o corion del oocito de pejerrey está for¬ mada por la unión de los gruesos filamentos coriales. Ocurrida la ovu¬ lación quedan 4-6 filamentos largos que se prolongan más allá de esta membrana y que le sirven para fijarlos a la vegetación acuática. En los H. Cerisola, F. Grisolía y E. Méndez OVARIO DEL PEJERREY 181 Aterínidos no se forma una membrana terciaria o cápsula como sucede en otras especies, esta membrana se forma por actividad del epitelio del oviducto. En los cortes de un oocito joven de pejerrey pueden verse las célu¬ las de la teca recién diferenciadas procedentes de las células conjuntivas en la laminilla ovígera. La teca queda separada de la capa folicular por una gruesa membrana basal perteneciente a esta última. Ocurrida la ovulación, la teca permanece en el ovario. En la atresia folicular descrita, correspondiente a la ocurrida en folículos maduros, se observó una implicancia de las células foliculares en este proceso, ya que éstas forman una capa de mayor grosor que invade la región del vitelo. Las microvellosidades en la superficie del oocito de pejerrey se ven durante toda la etapa de maduración. Al formarse la zona pellucida quedan aprisionadas en ella pero no pierden sus relaciones con las célu¬ las foliculares que se encuentran más exteriormente. Este hecho es de importancia ya que la función que se les atribuye a las microvellosidades es la de aumentar el área superficial y permitir la penetración hacia el interior del oocito de aquel material rico en proteínas mediante un proceso denominado pinocitosis (Hurley y Fisher 1966; Brachet 1974). En la estructura interna de la microvellosidad encontramos la presencia de microfilamentos que corren a lo largo de ellas desde su ápice hasta lle¬ gar a la corteza citoplásmica en donde se mezclan con una trama mi- crofilamentosa de mayor grosor. No conocemos la naturaleza de los mi¬ crofilamentos en los oocitos descritos en el presente trabajo, pero por estudios realizados en diferentes tipos de células de diferentes especies (Clarke y Spudich, 1977) y particularmente en oocitos de mamíferos (González 1977 y Escobedo, comunicación personal) se sabe que están for¬ mados por una proteína de tipo contráctil similar a la actina muscular. La actina se reuniría en una estructura filamentosa cuya presencia está relacionada con procesos de motilidad celular. Se sabe que el tamaño y la forma de las mitocondrias varía en los oocitos de las diferentes especies y también se ven cambios en la mor¬ fología de las mitocondrias durante la oogénesis dentro de una misma especie (Norrevang 1968). Nosotros hemos observado mitocondrias de gran tamaño en los oocitos jóvenes de pejerrey y su tamaño es menor en los oocitos ya maduros. Los cortes histológicos para microscopía de luz nos mostraron que la cantidad de nucléolos va aumentando con la maduración hasta el inicio de la disolución del núcleo y también se vio el acercamiento de los nu¬ cléolos a la envoltura nuclear. Con ayuda de la microscopía electrónica se observó que en los oocitos estados III los nucléolos mostraron una zona central de baja densidad electrónica, de aspecto amorfo y que se encuen¬ tra rodeada por una zona mucho más densa, de aspecto granular. En las observaciones sobre la ultraestructura del núcleo del oocito estado III se anotó también la presencia de una zona entre el nucléolo y la membrana nuclear que presenta una densidad levemente mayor a la del nucleoplasma y que de acuerdo a la técnica empleada no se descarta la posibilidad de que se trate de una zona ribonucleoproteica. También se describó en la región citoplásmica cercana al núcleo la presencia de formaciones semejantes, en parte, a la estructura del nucléolo, llamadas extrusiones nucleolares por Malo-Michele (1977) o vitelonucleoli por Combs (1969). Respecto a esto último nos parece de interés estudiar en los oocitos de pejerrey la emisión de material nucleolar y su contribución en la elaboración de ribosomas. 182 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 11, 1978 CONCLUSIONES El estudio de la estructura ovárica en Basilichtys australis Eigen- mann, permite establecer etapas importantes en el proceso de madura¬ ción oocitaria en esta especie. , La presencia de grupos de oocitos inmaduros entre los maduros revela un ritmo de maduración asincrónico. El crecimiento de cada oocito se debe primeramente a un aumento del citoplasma sin vitelo seguido de un aumento en el contenido de este. Algunas características citoplásmicas y nucleares son semejantes a las descritas en otras especies, no ocurriendo así con la disposición de las capas folicular y corial que muestran algunas diferencias. La ultraestructura de algunos componentes nucleares y citoplásmí- cos constituye un material de interés para estudios bioquímicos poste¬ riores. AGRADECIMIENTOS Al Profesor Gabriel Dazarola, del Centro de Investigaciones del Mar de la Universidad Católica de Valparaíso, por su ayuda en la recolección del material; a la Profesora Nelly Lafuente, del Departamento de Bio¬ logía de la Universidad de Chile, Sede Valparaíso, por las facilidades que dispuso para el uso del Microscopio Electrónico y al Sr. Fidel Vargas por la confección de los cortes ultrafinos. REFERENCIAS ANDERSON, E., 1967. The formation of the primary envelope during oocyte difieren - tiation in teleost. The Jour. of Cell Biol. 35: 193-212. BEACH, A. W., 1959. 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WADDINGTON, C. H., 1956. The gametes. En: Principies of Embryology. George Alien and Unwin Ltd., London, p. 38. 184 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 11, 1978 Fig. 1. Ovario en período de postura. El corte muestra la cápsula ovárica (C) y la presencia de varios oocitos en diferentes estados de maduración. Se indica (flecha) un oocito correspondiente a un estado intermedio III - IV. X 224. Fig. 2. Ovario de hembra inmadura. Muestra la cápsula (C) y la presencia en ella de un vaso sanguíneo (V.S.). También se ven varios oocitos en crecimiento. X 332. Fig. 3. Ovano de hembra en período previo a la postura. Se muestra la presencia de l am i nill as ovigeras (L.O.,) un oocito estado HI (HI) y varios oocitos en diferentes estados de maduración. X 224. Fig. 4. L ami nil la ovígera (1*0.) a mayor aumento y la presencia en ella de oocitos en diferentes estados de maduración. X 560. • ■ -jo'.-/ } : .... Fig. 5. Oogenias (O. G.) formando los nidos ovígeros. X 640. Fig. 6. Oocito estado I (I) y oocito estado II (II) en laminillas ovígeras (L.O.). X 720. H. Cerisola, F. Grisolía y E. Méndez OVARIO DEL PEJERREY 185 186 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N" 11, 1078 Fig. 7. Ovario en período cercano a la postura que muestra un grupo de oocitos in¬ maduros (flecha) entre varios oocitos en maduración. X 80. Fig. 8. Oocito estado IV (flecha). El núcleo (N) tiene bordes irregulares y numerosos nucléolos (NU). En el citoplasma aparecen vesículas de vitelo (V). Se indica la zona pellucida (Z.P.) y entre los filamentos gruesos coriales (F) se ven las células fo¬ liculares (C. F.). X 288. Fig. 9. Oocito estado V. Se indica la presencia de un núcleo (N), vesículas de vitelo primario en el citoplasma (V.P.) y la zona pellucida entre la membrana celular y las células foliculares (Z.P.). Nótese la presencia de los gruesos filamentos coria¬ les rodeados de células foliculares (F). X 114. Fig. 10. Oocito estado VI. Muestra la presencia de vitelo secundario (V.S.). X 140. Fig. 11. Oocito estado VIL Se indica la presencia del núcleo (N) y el vitelo secun¬ dario (V. S.). X 256. Fig, 12. Folículo atrésico. Se observa una hipertrofia de la capa de células foliculares (C. F.). X 140. H. Cevisola, P. Grisolia y E. Méndez OVARIO DEL PEJERREY 187 188 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N9 11, 1978 Fig. 13. Pared folicular y zona cortical de un oocito estado III. Se indica la región no diferenciada de la teca folicular (flecha) y, a la izquierda de ella, la parte dife¬ renciada (T). Por debajo de esta capa se observan las células foliculares (C.F.) y la membrana basal de ésta (M.B.). También tenemos la presencia de un grueso filamento corial (F) y las microvellosidades (V) de la superficie del oocito. X 2.250. Fig. 14. Oocito estado III. Se distinguen las capas de la pared folicular: epitelio germi¬ nativo (Ep.G.), Teca (T), membrana basal de las células foliculares (M.B.), células foliculares (C. F.). X 10.500. Fig. 15. Región cortical de un oocito estado III. Un filamento grueso corial (F) en íntima asociación con la célula folicular (C.F.). El oocito (O) presenta sus microvellosidades (V) y la zona pellucida en formación (Z.P.). X 14.000. Fig. 16. Oocito estado III. Se indica la presencia de un complejo de Golgi (G.). Tam¬ bién muestra la presencia de un retículo endoplasma rugoso (R.E.) y de polirriboso- mas (R.), X 30.000. Fig. 17. Oocito estado III. Las microvellosidades (V) presentan una estructura micro- nlamentosa (M F) La zona pellucida en formación (Z P) se dispone entre las bases de las microvellosidades y por fuera de la membrana citoplásmica del oocito (M C) Se visualiza un sector de una célula folicular (C F) y las relaciones que tienen las microvellosidades con ella. X 65.000, M H. Censóla, F. Grisolía y E. Méndez OVARIO DEL PEJERREY IC9 190 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL NO 11, 1978 Fig. 18. Oocito estado III. Se puede ver una zona granular (flecha) dispuesto en el citoplasma (C) cercano a la membrana nuclear (M N). En el nuclaoplasma (N) se ve parte de un nucléolo (NU). Entre el nucléolo y la membrana nuclear se interpone una región que tiene una densidad levemente mayor a la del resto del núcleo (RI). X 12.250. Fig. 19. Oocito estado III. Se muestra la disposición irregular de la membrana nuclear (MN). Se indica también el nucleoplasma (N), parte de dos nucléolos (NU) o el citoplasma (C). X 10.500. Fig. 20. Corte de las membranas de un oocito estado V. Se ve la zona pellucida for¬ mada por una región densa superficial (Z,) y otra más gruesa y menos densa (Z.,) que llega hasta la membrana citoplásmica (MC). Los canales que atraviesan toda la zona pellucida (E) se ven cortados transversalmente. La célula folicular (CF) se encuentra inmediatamente por fuera de la zona pellucida. X 10.500. Fig. 21, Oocito estado V, Los canales de zona pellucida (E) con las microvellosidades en su interior se ven cortadas longitudinalmente y se muestra también la termina¬ ción de las microvellosidades (MV) contactando con la célula folicular (FC), En el ángulo opuesto se alcanza a ver el citoplasma del oocito (O). X 15.750. Valparaíso, Chile 191 NOTA CIENTIFICA: SOBRE ALGUNOS GASTROPODOS SUBMAREALES DEL AREA DE MONTEMAR HECTOR ANDRADE V. (•) PEDRO BAEZ R. (*) El conocimiento de los gastrópodos marinos de Chile se ha incremen¬ tado desde Molina (1782), principalmente por las contribuciones de D’Orbigny (1834, 1847), Sowerby (1833-1834, 1835 a y b), Broderip (1833), Hupé (in Gay, 1854), Philippi (1860), Dalí (1909), Riveros (1951a), Stuardo (1962, 1964), Dell (1971, 1972), Marincovich (1973) y Ramírez (1974, 1976). En la mayoría de estos trabajos se ha estudia¬ do material recolectado ocasionalmente en la zona intermareal. Nosotros lo hemos obtenido mediante rastra triangular, de 15 minutos de dura¬ ción cada arrastre, mensualmente desde agosto de 1977 a enero de 1978 en la zona submareal de Montemar (32°57'S, 71°33'W) a profundidades entre 25 y 50 m desde sustrato areno-fangoso. El cuadro 1 resume la información del material examinado. CUADRO 1 E S P E C I E N* de ejem¬ plares * % Tamaño