LIBKABY Brigham Young University FRQM ates ollection. Cali No._ ;-13V?2 ,'a>>■ f - Vito'' Üf^R' i tor^1 9 / 3 ■ ' \0. ANALES DEL . Museo Nacional DE MÉXICO 165035 TOMO I. MÉXICO. IMPRENTA. POLIGLOTA Oí: CARLOS RAMIRO, CALLE DE SANTA CLARA ESQUINA AL CALLEJÓN 1877 ?#/70 ». » * » 4 * * * . . •. • . • • . . < « CUADRO DEL PERSONAL DE PROFESORES DEL MUSEO NACIONAL DE MÉXICO ■» <#» m DIRECTOR, Profesor, D. GÜMESINDO MENDOZA. DEPARTAMENTO DE ARQUEOLOGÍA E HISTORIA EL MISMO DIRECTOR DEPARTAMENTO DI HISTORIA NATURAL SECCIÓN DE ZOOLCGIA. Dr. D. JESÚS SÁNCHEZ. SECCIÓN DE BOTÁNICA, Dr. D. MANUEL M. VILLADA. SECCIÓN DE MINERALOGÍA, Ingeniero, D. MANUEL TORNEL Y ALGARA. SECCIÓN DE PALEONTOLOGÍA Y GEOLOGÍA, Ingeniero, D. MARIANO BARCENA. PROLOGO El Museo de Historia natural y de Antigüedades de esta Capital, desde la fecha de su fundación hasta hoy, no ha dado señales manifiestas de su existen- cia, si no es en algunas publicaciones no oficiales donde se ha impreso una que otra litografía de algunos idolitos: por esta razón casi ha quedado en el olvido; y ni los hombres ilustrados de nuestro país, ni los de las naciones extranjeras han podido formarse una idea clara acerca del origen de nuestros padres, de sus ideas religiosas y políticas, de sus usos y costumbres, tales como están represen- tadas todas estas cosas en los restos de sus monumentos, en sus dioses y gero- glíficos que han podido escapar de la acción del tiempo y de los hombres. Igualmente hay grande interés en conocer los animales, las plantas, los minerales y fósiles de estas vastas regiones. Nuestro Museo, ciertamente, tiene ya una regular colección de objetos per- tenecientes á los diversos ramos de las ciencias naturales y arqueológicas ; pero los geroglíficos, los dioses superiores y los penates han estado allí por muchos años, mudos como la piedra ó el barro de que están hechos, porque no se les ha dado vida indicando los pensamientos que cada uno de ellos encierra ; es cierto que en algunas obras hay indicios de todo esto; pero muchos de esos in- dicios tienen que modificarse según las reglas de un sano criterio, como se hace en las demás ciencias, y esas obras son muy costosas y no pueden estar al alcance de todos. Las plantas, los minerales, los animales y los fósiles están allí también co- mo cosas de mera curiosidad; es necesario, pues, ir publicando los usos de esas plantas, las costumbres de esos animales y la ventaja de las aplicaciones, tanto de la Geología como de la Paleontología. ANALES DEL MUSEO NACIONAL Hé aquí las razones en que se apoya el director y los profesores de este establecimiento para fundar este periódico trimensal, en el que procurarán ir desarrollando las ideas antedichas. El Sr. Lie. Orozco y Berra y el Sr. Lie. Chavero han sido invitados pa- ra que cooperen con sus vastos conocimientos arqueológicos, y ambos han acce- dido gustosos d contribuir con sus trabajos. Además, las columnas de esta publicación quedan abiertas para todo el que tenga algo que descifrar, algo que decir útil acerca de tantos y tantos objetos naturales que abundan en nuestro país. El Gobierno general que ha fundado este útil establecimiento, ha compren- dido que al fundarlo, fué su objeto vulgarizar los conocimientos científicos y di- fundirlos entre todas las clases de nuestra sociedad; por tanto, el Gobierno ac- tual apoya y fomenta los trabajos emprendidos en este sentido. Creo también que los hombres amantes del progreso y de la gloria de nues- tro país, los residentes en esta Capital, así como los de todos los Estados de la Federación, cooperarán de una manera eficaz mandando objetos de toda clase pertenecientes á las ciencias naturales ; remitiendo noticias de las nanas an- tiguas existentes en sus respectivos Estados, recogiendo geroglíficos originales, ó al menos copias exactas de ellos y todo lo que pueda contribuir para her- mosear y enriquecer esta titilé interesante publicación, áfin de que sea aprecia- da tanto por los nacionales como por los extranjeros. México, Julio 4 de 1877. Director del Museo, Gumesindo Mendoza. RESEÑA HISTÓRICA DEL MUSEO NACIONAL DE MÉXICO ERMINADO el furor del primer arzobispo Zumárraga, y de los conquistadores y misioneros para destruir todas las escrituras y mo- numentos aztecas, considerándolos como un obstáculo invencible para abolir la idolatría é inculcar el cristianismo á los pueblos sub- yugados, vino una época mas ilustrada, y entonces se comprendió la pérdida irreparable que habia sufrido la historia del Nuevo Mun- do. En efecto, como observa juiciosamente el historiador Prescott, no seria un delirio de la fantasía suponer que tales reliquias nos enseñarían los eslabones de la gran cadena de las razas aborígenas del país, é informándonos de cual fué su cuna en el viejo mundo, resolverían el misterio que por tanto tiempo ha tenido indecisos a los sabios acerca de la fundación y civilización del nuevo. Los reyes de España trataron de reparar hasta donde fué posible, el mal causado por la ignorancia y el fanatismo, y con tal objeto, en diversas ocasio- nes mandaron recoger todos los documentos que pudiesen ilustrar la historia de América, y nombraron cronistas de las Indias, encargados de escribirla. Los vireyes de México siguieron este impulso, y se comenzó a reunir en el archivo del vireynato lo que se juzgaba de interés, debiendo mencionarse entre ello lo que Boturini llamaba su museo histórico indiano ; rica colección confiscada á su due- ño por el gobierno colonial, compuesta de muchos mapas, geroglíficos en pie- les y telas de pita, y en manuscritos posteriores á la conquista. Debido á la ne- 2 ANALES DEL MUSEO NACIONAL gligencia de quienes debían conservar tan valioso tesoro, fué perdiéndose poco á jdoco, y ahora el Museo Nacional solo posee un resto de él. Probablemente este suceso motivó en parte la orden del virey D. Antonio Bucareli, para que todos los documentos sobre antigüedades mexicanas que se conservaban en el archivo del vireinato, pasasen á la Real Universidad, "como lugar mas á propósito para el uso de sus noticias. " * Otro de los vireyes, el conde de Revillagigedo, dispuso que las piedras antiguas encontradas en la Plaza Mayor de México al hacer su nivelación el año de 1790, fuesen conducidas á la Univer- sidad y se hiciera un estudio especial de ellas. Solo la piedra conocida general- mente con el nombre de " Calendario" no pasó á dicho local; fué pedida al vi- rey por los comisarios de la fábrica de Catedral, D. José Uribe y D. Juan J. Gamboa, y les fué entregada por orden verbal con la condición de exponerla en paraje público, y conservarla siempre como un apreciable monumento de la anti- güedad.** De esta manera, en la Universidad se formó el punto de reunión de los documentos históricos y monumentos arqueológicos de México. En Noviembre de 1822, el Gobierno nacional estableció en el mismo edifi- cio un conservatorio de antigüedades y un gabinete de historia natural, y en igual fecha de 1831, por iniciativa del Ministro de Eelaciones, D. Lucas Alamán, fueron reformados ambos establecimientos y comprendidos bajo el nombre de Museo Nacional. *** Mas tarde, en Diciembre de 1865, el archiduque Maximiliano dispuso se trasladase el Museo al local que hoy ocupa en el Palacio Nacional, y que fué an- tes la casa de Moneda. Al organizarse el Gobierno nacional, en Agosto de 1867, se destinó la cantidad de quinientos pesos cada mes para gastos del establecimiento, y se autorizó al director con el fin de que promoviera todo lo que creyese conveniente. El Museo ha quedado definitivamente dividido en tres departamentos: el de Historia Natural, el de Arqueología é Historia y la Biblioteca. Julio 1? de 1877. Jesús Sánchez. * Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de México. 1775. ** Gama. Descripción de las dos piedras, etc. *** Memoria del Ministerio de Relaciones (1830) y Recopilación de Arrillaga (1835). EL CUAUHXICALLI DE TÍZOC. I. TECHCATL. OR su naturaleza, los artículos arqueológicos resultan en general áridos y aun cansados; el común de los lectores gustan poco de ellos, encontrándoles di- fusos. No hallamos remedio alguno, en el presente caso, para evitar aque- llos defectos, supuesta la necesidad de entrar en una larga discusión para deter- minar el nombre, el uso y el significado de un monumento, poco conocido hasta ahora. Seremos breves en cuanto posible sea. Diversas piedras labradas, de grandes dimensiones, usaban los mexicanos para la práctica de su culto, en solo lo relativo á los sacrificios humanos. Inten- taremos describirlas, comenzando por la del sacrificio ordinario. Fr. Toribio Motolinia, dice:1 "Tenían una piedra larga, de una brazada de " largo y casi palmo y medio de ancho, y un buen palmo de grueso ó esquina. " La mitad de esta piedra estaba hincada en la tierra, arriba de lo alto, encima " de las gradas, delante del altar de los ídolos. En esta piedra tendían á los des- " venturados, de espaldas, para los sacrificar, etc." El P. Sahagun,2 hablando de las capillas que coronaban el templo mayor, afirma estar la una destinada á Huitzilopochtli, por otros nombres Tlacahue- pancuexcotzin é Ilhuicatlxoxouhqui, mientras la otra servia á Tlalloc. "Delante " de cada una de estas estaba una piedra redonda á manera de tajón que llaman " techcatl, donde mataban álos que sacrificaban á honra ele aquel dios, y desde " la piedra hasta abajo un regajal de sangre de los que mataban en él, y así es- " taba en todas las otras torres." Francisco López de Gomara:3 "Ahí, en cada espacio de los templos, que está " de las gradas al altar, una piedra como tajón, hincada en el suelo y altar4 de " una vara de medir, sobre la cual recuestan á los que han de ser sacrificados. " 1 Historia de los indios de Nueva España. Colección de documentos parala historia de México, por- Joaquín García Icazbalceta, México 1858. Toni. I pág. 40. 2 flistoria de las cosas de Nueva España, tom. I, piíg. 19S. 3 Crónica de la Nueva España, cap. CCXV. 4 Sobra la r, debe leerse alta. ti íi ií 4 ANALES DEL MUSEO NACIONAL El P. José de Acosta: ! "Delante ele sus aposentos (delante de las capillas) " habia un patio de cuarenta pies en cuadro, en medio del cual habia una piedra " de hechura de pirámide, verde y puntiaguda, de altura de cinco palmos; y es- " taba puesta para los sacrificios de hombres que allí se hacían, porque echado " un hombre de espaldas sobre ella, le hacían doblar el cuerpo, y así le abrían " y le sacaban el corazón, como adelante se dirá. " Casi con las mismas palabras adopta Herrera 2 esta autoridad. Torquemada:5 "Habia una piedra en lo alto del templo, sentada sobre el " plan y suelo que hacia la placeta, donde estaban las capillas y altares de los " ídolos, en frente de la dicha capilla y muy cerca de las gradas del altar, y era " de mas de una braza de largo y media vara de ancho, y de grueso una tercia. " Esta piedra, dicen algunos, que era á manera de pirámide, mas puntiaguda que llana, para mejor atezar los hombres para el acto y buena expedición del sa- crificio, y me parece llevar mucha razón, por lo que después veremos. En es- ta piedra se hacían los sacrificios de hombres, muy de ordinario, y no servia pa- " ra otro ninguno de animal ó ave que fuese sacrificado. " El P. Valadez: 4 " In majore horum adytorum locata erat mensa quadrata " magna et splendida, habebant singula latera longitudinem trium ulnarum, non absimiles lapidéis illis, quse Ínter Romana monumenta adhuc servantur nisi " quod erat unicolores, singuli anguli erat crassi tres ulnas plus minus, subnite- " bantur quatour animalibus, tanquan columellis, Conscendebatur ad eas per gra- " dus viginti, qui tamen vel plures vel pauciores interdum erat. Erant ejus modi " scala apposita? ad singula quatuor latera." Esta mesa cuadrada de tres varas por lado, sustentada por cuatro animales y con otras tantas escaleras para subir á ella, era la construcción peculiar al dios del vino, Ometochtli, destinada al sacri- ficio que se le hacia en la octava trecena del Tonalamatl.5 Por lo que respeta al sacrificio, dice el P. Duran,0 relatando la fiesta de Huitzilopochtli, " que los sacerdotes eran seis, los cuatro para los pies y manos, " y otro para la garganta; el otro para cortar el pecho y sacar el corazón del sa- " orificado y ofrecello al demonio; los nombres de los cinco era chachahneca, " que en nuestra lengua quiere tanto decir como levita ó ministro de cosa divina " y sagrada; era una dignidad entre ellos muy suprema y en mucho tenida, la " cual se heredaba de padres á hijos como cosa de mayorazgo, sucediendo los " hijos a los padres en aquella sangrienta dignidad endemoniada y cruel. El sexto " ministro, que era el que tenia oficio de matar, era tenido y reverenciado como " sumo sacerdote ó pontífice, el nombre del cual era diferente, conforme á la dife- rencia de los tiempos y las solemnidades en que sacrificaba, así como en la di- ferencia de sus pontificales vestidos con que se adornaba cuando salía á ejer- citar el oficio de su suprema dignidad; en la fiesta del ídolo de que vamos tra- 1 Historia natural y moral, lib. V, cap. XIII. 2\Déc. III, lib. II, cap. XV. 3 Monarq. Indiana, lib. VII, cap. XIX. 4 Rhetorica Christiana, Pars quarta, cap. VI. 5 Gama, descripción de las dos piedras, etc. México, 1S32. Segunda parte, pág. 48, \ 123, nota. 6 Segunda parte, cap. III, MS. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 5 " tando, el nombre de su dignidad era topiltzin, de quien hacemos memoria en " el capítulo atrás. El traje y ropa era una manta colorada á manera de dalmá- " tica, con unas flocaduras verdes por orla, una corona de varias plumas verdes " y amarillas en la cabeza, y en las orejas unas orejeras de oro engastadas en " ellas piedras verdes, y debajo del labio un bezote1 de una piedra azul. Venían " todos estos sois matadores embijados de negro, muy atezados; traían los cinco " unas cabelleras muy enrizadas y revueltas, con unas bendas de cuero ceñidas " las cabezas, y en la frente traían unas rodelas pequeñitas de papel, pintadas de " diversos colores, vestidos con unas dalmáticas blancas, labradas de negro, á las " cuales llamaban papalocuachtli. Traían estos la mesma figura del demonio, que " vellos salir con tan mala catadura ponía pavor y miedo grandísimo á todo el " pueblo: el supremo sacerdote traía en la mano un gran cuchillo de pedernal, " muy agudo y ancho; el otro traía una collera de palo, labrada, de la figura de " una culebra. Puestos ante el ídolo hacían su humillación, y poníanse en orden " junto á una piedra puntiaguda, que estaba frontero de la puerta de la cámara " donde estaba el ídolo, tan alta que daba á la cintura, y tan puntiaguda que echa- " do de espaldas encima de ella, el que había de ser sacrificado, se doblaba de " tal suerte, que en dejando caer el cuchillo encima del pecho, con mucha faci- " lidad se abría un hombre por medio como una granada." " Puestos en orden estos carniceros, con la figura de cuyo oficio ejercitaban, " que era el demonio, con aquel aspecto espantoso, hechado un cerco blanco á " rededor de la boca, que parecía sobre lo negro figura infernal, sacaban todos " los que habían preso en las guerras, que en esta fiesta habían de ser sacrifica- " dos, los cuales habían de ser de Tepeaca y de Calpa, y de Tecalli, y de Cuauh- " tinchan, y de Cuauhquechullan, y de Atotonilco y no de otra nación, porque " para este dios no habían de ser las víctimas de otra nación sino de las noin- " bradas, y otras no le agradaban ni las quería, y muy acompañados de gente " de guardia, como en el capítulo pasado queda dicho, subíanlos en aquellas lar- " gas gradas al pie de la palizada de calaveras, todos en renglera, desnudos " encueros, descendía una dignidad del templo constituida en aquel oficio, y ba- " jando en brazos un ídolo pequeño, lo mostraba á los que habían de morir, y " acabado de andar -la renglera, se bajaba yéndose tras él todos, y subía al lu- " gar donde estaban aposentados los ministros satánicos, y tomándolos uno á " uno, uno de un pié y otro de otro, y uno de una mano y otro de otra, lo he- " chaban de espaldas encima de aquella piedra puntiaguda, donde al cuitado " le asia el quinto ministro y le hechaba la collera á la garganta, y el sumo sa- " cerdote le abría el pecho, y con una presteza estraña le sacaba el corazón, " arrancándoselo con las manos, y así hachando se lo mostraba al sol, alzándo- " le con la mano ofreciéndole aquel baho, y luego se volvía al ídolo y arrojá- " báselo al rostro. Acabado de sacallo el corazón dejábanlo caer por las gradas " del templo abajo, porque estaba la piedra puesta tan junto á las gradas, que " no había dos pies de espacio entre la piedra y el primer escalón, y a esta mes- 1 El nombre mexicano de este adorno, 6 mas bien distintivo, es tenteU; vulgarmente les llaman abora eombreritos. 6 ANALES DEL MUSEO NACIONAL " ma forma sacrificaban todos los presos y cautivos traídos de la guerra de los " pueblos dichos, todos sin quedar ninguno, pocos ó muchos ; de donde después " de muertos y hechados abajo, los alzaban los dueños por cuya mano habian " sido presos, y se los llevaban y repartían entre sí, y se los comían celebrando " la solemnidad con ellos ; los cuales por pocos que fuesen siempre pasaban " de cuarenta, cincuenta, conforme a la maña que en prender y cautivar en " la guerra se habian dado : lo mesmo hacían los tlaxcaltecas, huexotzincas " calpas, tepeacas, tecalas, atotonilcas y cuauhquechultecas de los que de la " parte de México prendían y cautivaban, celebrando la mesma fiesta y solem- " nidad de su dios con ellos, por la mesma orden questotros y con las mesmas " ceremonias ; lo mesmo se hacia en todas las provincias de la tierra, a causa de que esta fiesta era general, y así cada pueblo sacrificaba los que sus capi- tanes y soldados habian cautivado, y así podremos pensar qué numero de gente se sacrificaría aquel dia en toda la tierra. No querría poner cosa que pusiese duda ; pero entiendo que me certificaron, que en toda la tierra pasaban de mil los que aquel dia morían y se llevaba el demonio. " De lo que acabamos de decir se infiere, no ser el techcatl el monumento que nos ocupa, siendo un verdadero error vulgar, sostener el nombre que gene- ralmente se le aplica de piedra de los sacrificios-, pues si es verdad estar tam- bién destinada para aquel uso bárbaro, no se consumaban en él los sacrificios or- dinarios. La primera mención precisa del techcatl la suministra Tezozomoc, l referida al reinado de Motecuhzoma Ilhuicamina; cuando este emperador resolvió ensan- char el teocalli mayor, se construyeron las gradas y pusieron en medio un tajón. II. TEMALACATL, Traducen algunos la palabra temalacatl por rueda de piedra. Se compone de tetl, piedra, y de malacatl, huso, al que hoy decimos malacate. El pezón del huso mexicano tenia en general la figura de la mitad de una esfera, con un horado en el centro; aveces era un cilindro, de pequeña altura respecto del diámetro de las bases, y de aquí se derivaba sin duda el nombre de la piedra. Así lo confirman las siguientes autoridades. El Conquistador anónimo, 2 testigo presencial, dice: "Solo á los señores no " era permitido matarlos, sino que se los llevaban presos bien guardados, y lue- " go disponían una fiesta, para la cual en medio de las plazas de las ciudades, " habia ciertos macizos redondos de cal y canto, tan altos como altura y media " de hombre. Se subía á ellos por gradas, y encima quedaba una plazoleta, re- " donda como un tejo, y en medio de esta plazoleta estaba asentada una piedra, 1 Crónica Mexicana, cap. 30 Ms. 2 Documentos para la historia de México, por el Sr. D. Joaquin García Icazbalceta, tona. I, pág. 375. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 7 " también redonda con un ahügero en el centro. Aquí Bubia el señor prisionero " y lo ataban por la garganta del pie con una cuerda larga y delgada, le daban " espada y rodela, y luego el mismo que lo habia hecho prisionero venia á pe- " lear con el. Si tornaba de nuevo á vencerlo, era tenido por hombre valerosí- " simo, y lo daban un distintivo por tan gran muestra de valor, con otras mer- " cedes que su señor le hacia; pero si el señor preso vencía á éste y á otros seis, " de manera que fuesen siete los vencidos, lo dejaban en libertad, y estaban " obligados á restituirle todo cuanto le habían quitado en la guerra." Describiendo el P. Sahagun los edificios del templo mayor, escribe: ! "El " 62 edificio se llamaba Temalacatl; era una piedra como muela de molino gran- " de, y estaba ahugerada en el medio; sobre esta piedra ponían los esclavos y " acuchillábanse con ellos ; estaban atados por el medio del cuerpo de tal mane- " ra, que podían llegar a la circunferencia de la piedra, y dábanles armas con " que peleasen. Era este un espectáculo muy frecuente, y donde concurría gen- " te de todas las comarcas á verle. LTn sátrapa vestido de un pellejo de oso ó " cuetlachtli, 2 era el padrino de los cautivos que allí mataban, que los llevaba " a la piedra y los ataba en la misma, les daba las armas y los lloraba en- " tre tanto que peleaban, y cuando caia lo entregaba al que le habia de sacar " el corazón, que era otro sátrapa vestido con otro pellejo que se llamaba tosa- " llahuan: esta relación queda escrita á la larga en la fiesta de Tlacaxipehua- " liztli. " Torquemada asienta:" "Entre las cosas memorables de este edificio (elteo- " calí i mayor) y aun una de las que mas memoria piden era una gran piedra " que se llamaba Temalacatl, que quiere decir, piedra redonda de la misma he- " chura que muela de molino, ahugerada por medio, aunque mas alta y grande, " porque tenia mas de una vara de medir de alto ; era liza y llana por la parte " y superficie superior ; pero muy labrada y entallada de mucho follage y bru- " tesco por todo á la redonda. " Inútil seria aducir otras autoridades, ya que las copiadas dan idea suficiente de la forma y objeto del Temalacatl. La piedra estaba destinada al sacrificio lla- mado gladiatorio por los autores, del cual daremos una descripción. La honra del invento del sacrificio y de la piedra corresponden a Mote- cuhzoma Ilhuicamina. Consta en efecto, que terminado por aquel monarca el teocalli mayor (en su primera reconstrucción, diversa de la de Ahuitzotl), des- pués de la guerra de la Huaxteca, mandó labrar una gran piedra redonda, en la cual debían estar entallados los combates contra los tepanecas de Azcapotzalco, " la cual escultura quiere que sea perpetua memoria de aquella admirable ha- " zana," y debería nombrarse Temalacatl, rueda de piedra. Acabáronla pronto, y el rey "mandó se hiciese un poyo alto donde se pusiese, y así se hizo un poyo " alto y encima del la mandaron poner, que señorease un gran estado ( estatura ) " de un hombre." La piedra tenia un agujero en medio, por donde salía la soga 1 Torn. I, pág. 207. 2 Este es conocido error de imprenta; cuetlachtli no significa oso, sino lobo. 3 Monarc. Indiana, libro VIII, cap. XV. 8 ANALES DEL MUSEO NACIONAL destinada á sujetar al prisionero, combatiendo en ella los cuexteca : cuando el co- razón estaba frió, " lo ponían en un lugar que llamaban Ouauhxicalli, que era " otra piedra grande que era dedicada al sol, y tenia en medio una pileta donde " se hacían otros sacrificios diferentes de éste. " 1 Tezozomoc 2 conviene en lo anterior, aumentando que los prisioneros fueron ocupados en reconstruir el templo, " le hicieron gradas y en medio se puso el ta- " jon á donde habían de ser muertos los tales esclavos habidos en guerra, y pa- " ra recordación del rey Chimalpopoca que lo había comenzado a hacer " ( el teocalli. ) Respecto del Temalacatl : "Acabada de labrar la gran piedra ó ro- " dezno de molino, la subieron en lo alto ( del templo ) y la pusieron en medio de " la gran sala, frontero de la puerta principal y del ídolo Huitzilopochtli, que es- " te era labrado de piedra arrimado a la pared, cosa que estuviera mirando a la " piedra ó rodezno, y esta dicha piedra está en una esquina de la casa de un " vecino, hijo de un conquistador, y la piedra del sacrificio está hoy junto á la " iglesia mayor de la ciudad. " Tezozomoc escribía en 1598. En aquella vez, el sacrificio ordinario tuvo lugar sobre el Temalacatl, ejercitándose los sacerdo- tes sobre la piedra pintada. Tezozomoc asegura haber sido empleados dos años en la obra de reparación, entendiendo que fueron en parte 1458 y 1459, afirmando haber tenido lugar la fiesta del estreno en el año quinceno del reinado de Motecuhzoma, fecha impo- sible, pues vendría a concertar con el año 1455 en que aun no había tenido lu- gar la guerra de la Huaxteca. Para fijar la época verdadera adoptamos la auto- ridad de Fr. Bernardino:3 "En el año 136 (de la fundación de México, 1459) " hizo moteguma el viejo una rrodela de piedra la qual sacó rrodrigo gomez que " estaba enterrada á la puerta de su casa la cual tiene un agujero en medio y es " muy grande y aquel agujero ponían los que tomavan en la guerra atados que " no podían mandar sino los brazos y davanle una rodela y una espada de palo ." y venían tres hombres uno vestido como tigre otro como león y otro como agui- " la y peleaban con el hiriéndole luego tomaban un navajon y le sacaban el " corazón y así sacaron los nayajones con la piedra debajo de aquella rrueda " rredonda y muy grande y después los señores que fueron de mexico hizieron " otras dos piedras y las pusieron cada señor la suya vna sobre otra y la vnaha- " bian sacado y está oy día debajo de la pila del bautizor y la otra se quemó y '' quebró quando entraron los españoles y los primeros que esta piedra, estrena- " ron fueron los de cuistlavaca. " Notaremos que no fueron los de Coaixtlahua- can quienes estrenaron la piedra, sino los cuextecas; danos la razón el mismo manuscrito diciendo a renglón seguido: "En el año 139 se ganó cuaistlavaca y " truxeron muchas joias á muctecjima." Fr. Bernardino tiene razón, estos monumentos fueron varios. Después de la guerra contra los matlatzinca, Axayacatl mandó labrar dos nuevas piedras, un 1 P. Duran, Hist. de las Indias de Nueva España, cap. XX. 2 Cron. Méxic. cap. 30. Ms. 3 Preciosa relación manuscrita, formada pocos años después de la conquista española por los religiosos franciscanos: en un Códice antiguo intitulado Libro de Oro, en poder del Sr. D. Joaquin García Icaz- balceta. íí (í ANALES DEL MUSEO NACIONAL 9 Temalacatl y un Cuauhxícalli, quedando ambas colocadas encima del gran teo- calli. Estrenáronlas los prisioneros matlatzinca, combatiendo sobre aquel y mu- riendo sobre éste. x Convidó el rey para el estreno á gran número de señores, te- niendo lugar la fiesta en la del mes Tlacaxipehualistli, á honra de un nuevo dios desconocido, nombrado Tlatlauhquitezcatl, espejo colorado. 2 Tezozomoc llama alguna vez Cuauhtemalacatl á estas piedras, 8 es decir, temalacatl de las águilas: así como no es extraño que llame al Temalacatl, Cuauhxícalli. 4 El segundo Mo- tecuhzoma mandó fabricar aun otros Temalacatl y Cuauhxícalli para el gran sa- crificio apellidado Tlacaxipehualistli tlahuahuana. Una de estas piedras, al menos la última que se halló en este gran tem- plo, cuando nuestros españoles entraron en la ciudad y se apoderaron de ella, " está el dia de hoy en la entrada de la plaza mayor y la de el Marqués, sentada " junto al cementerio de la iglesia mayor y junto déla puerta del Perdón, la " cual está á vista de todos, y aun muchos se juntan en aquel lugar a sus con- " versaciones, y junto á ella han sucedido algunas desgracias. "5 La descripción del sacrificio gladiatorio la tomaremos de un libro inédito. c " Así atados los llevaban á un sacrificadero que llamaban enauhxicalco, que era un patio muy encalado y liso, de espacio de siete brazas en cuadro. En este patio habia dos piedras, á la una llamaban temalacatl que quiere decir rue- da de piedra, y a la otra llamaban cuauhxícalli, que quiere decir batea : estas dos piedras redondas eran de á braza, las cuales estaban fijadas en aquel pa- " tio la una junto á la otra. Puestos allí, salían luego cuatro hombres armados " con sus coracinas, los dos con devisas de tigres y los otros dos con devisas de " águilas, todos cuatro con sus rodelas y espadas en las manos. A los que traían " la devisa del tigre, al uno llamaban tigre mayor y al otro tigre menor, lo mes- " mo á los que traían la devisa de águila, que al uno llamaban águila mayor y " al otro águila menor. " " Estos tomaban en medio á los dioses; luego salían todas las dignidades de " sus templos por su orden, los cuales sacaban un atambor y empezaban un can- " to aplicado á la fiesta y al ídolo; luego salia un viejo vestido con un cuero de " león, y con él cuatro, vestidos el uno de blanco, y el otro de verde, y el otro " de amarillo, y el otro de colorado, a los cuales llamaban las cuatro auroras, y " con ellos al dios Ixcozauhqui y al dios Titlacahuan, y poníalos aquel viejo en " un puesto, y en poniéndolos iba y sacaba un preso de los que se habían de sa- " criticar y subíalo encima de la piedra llamada temalacatl, y esta piedra tenia " en medio un agujero por donde salia una soga de cuatro brazas, ala cual soga " llamaban centzonmecatl-, con esta soga ataban al preso por un pié, y dábanle " una rodela y una espada toda emplumada en la mano, y traia una vasija de vi- " no divino, que así le llamaban, conviene á saber tecoctli, y hacíanle beber de 1 P. Duran, cap. XXXVI. Tezozomoc, cap. 49. Ms. 2 Tezozomoc cap. 50. Ms. 3 Crónica Méxic. cap. 5-1. 4 Loco cit. cap. 92 y 97. 5 Torquemada, lib. VIII, cap. XV. G Padre Darán, segunda parte, cap. IX. Ms. (i a íí 10 ANALES DEL MUSEO NACIONAL " aquel vino, luego le ponían á los pies cuatro pelotas de palo para con que se " defendiese, el cual estaba desnudo en cueros. Luego que se apartaba el viejo, " que tenia por nombre el león viejo, al son del atambor y canto salia el que " nombraban gran tigre, bailando con su rodela y espada, y íbase para el que estaba atado, el cual tomaba las bolas de palo y tirábale. El gran tigre como era diestro recogia los golpes en la rodela: acabados los pelotazos, tomaba el " preso desventurado y embrazaba su rodela, y esgrimiendo la espada defendia- " se del gran tigre que pugnaba por le herir; mas empero, como el uno estaba " armado y el otro desnudo, y el uno tenia su espada de filos de navaja y el otro " de solo palo, á pocas vueltas lo heria ó en la pierna, ó en el muslo, ó en el " brazo, ó en la cabeza, y así luego en hiriéndole tañían las vocinas y caracoles " y flautillas, y el preso se dejaba caer. En cayendo, llegaban los sacrificadores " y desatábanlo y llevábanle á la otra piedra que dijimos se llamaba cuauhxi- " calli, y allí le habrían el pecho y le sacaban el corazón y lo ofrecían al sol, " dándoselo con la cara alta. Desta manera que he contado sacrificaban treinta " y cuarenta presos, sacándolos uno á uno aquel león viejo, y atándolos allí, pa- " ra la cual contienda estaban aquellos cuatro tigres y águilas, para en cansán- " dose uno salir otro, y si aquellos se cansaban y los presos eran muchos, ayu- " daban los que estaban en nombre de las cuatro auroras, los cuales habían de combatir con la mano izquierda, y como eran señalados para aquel oficio, es- taban tan diestros en esgrimir con la izquierda y en herir como con la derecha; " también tenia licencia el atado preso para herir y matar defendiéndose á los " que le acometían, y en efecto, había alguno de los presos tan animosos y dies- " tros, que con las bolas que tiraban, ó con la rodela y espada de palo que en la " mano tenían, se defendían tan valerosamente que acontecía matar al gran ti- " gre, ó al menor, ó al águila mayor ó á la menor, y era que algunos se desa- " taban de la soga en que estaban atados, y en viéndose sueltos arremetían al " contrario y allí se mataban el uno al otro, y esto acontecía cuando el preso " era persona de cuenta, y que había sido capitán en la guerra donde había si- " do cautivado. Otros habia tan pusilánimes y cobardes, que en viéndose ataca- " dos luego desmayaban, y se sentaban en cuclillas y se dejaban herir. Este com- u bate duraba hasta que los presos se acababan de sacrificar, los cuales todos ha- " bian de pasar por aquella ceremonia, á la cual ceremonia llamaban tlahuahuá- " paliztli, que quiere decir, señalar ó arrasguñar señalando con espada, y hablan- " do nuestro modo es dar toque esgrimiendo con espadas blancas, y' así, el que ' " salia al combate, en dando toque que saliese sangre en pié en mano ó en ca- " beza, ó en cualquier parte del cuerpo, luego se hacia afuera, y tocaban los ins- 11 trunientos y sacrificaban al herido, y desta manera los que estaban atados " por detener un poco mas la vida, se guardaban de no ser heridos con mu- " cho ánimo y destreza, aunque al fin venían á morir. Duraba este combate ■l y modo de sacrificar todo el dia, y morían indios en él de cuarenta y cin- " cuenta para arriba de aquella manera, sin los que mataban en los barrios que " habían representado al ídolo, cosa cierto de gran compasión y lástima y de " grande dolor." ANALES DEL MUSEO NACIONAL 11 Tampoco es, pues, la piedra que examinamos un temalacatl, y en verdad se engañan quienes sostienen semejante aserto. III. TEOCUAUHXICALLI. Las antiguas esculturas mexicanas, principalmente las del teocalli mayor, sufrieron constante persecución; rotas las unas, enterradas las otras, todavía el pavimento de la plaza contiene importantes monumentos, que algún dia serán buscados con empeño. Refiriéndose a este asunto, dice Torquemada : l " Habia " entre ellos grandes esculturas de cantería que labraban cuanto querían en pie- " dra, con guijarros ó pedernales porque carecían de hierro, tan primorosa y cu- " liosamente como nuestros oficiales con escodas y picos de acero, como se he- " cha hoy de ver en algunas figuras de sus ídolos, que se pusieron por esquinas, " sobre el cimiento en algunas casas principales en esta ciudad, aunque no son " de la obra curiosa que hacían; las cuales piedras mandó picar y desfigurar D. " García de Santa María, arzobispo que fué de este arzobispado, aunque en su " tiempo era ya tan tarde esta diligencia, que los indios que viven no solo no " las estiman, pero ni aun advierten si están allí ó de qué hubiesen servido." Ese prelado, perseguidor de antigüedades, D. Fr. García de Santa María Mendoza, gobernó el arzobispado de 1600 á 1606 en que falleció. Brantz Mayer 2 ha conservado el recuerdo de uno dé los monumentos en- terrados aun en nuestra gran plaza. — "Cuando hace algunos años, dice, se practi- caban algunas obras en la plaza, se encontró este monumento á poca profundidad bajo la superficie. Ei Sr. Gondra pretendió se alzara de allí; pero el gobierno no quiso dar los gastos, y como las dimensiones de la piedra, según me dijo el mis- mo Sr. Gondra, eran exactamente las de la piedra de Sacrificios, es decir, nueve pies de diámetro por tres de altura, no le pareció ejecutar la operación á su cos- ta. Deseando, sin embargo, conservar en cuanto fuese posible el recuerdo de las figuras en relieve de que estaba cubierta (principalmente porque las esculturas estaban pintadas de amarillo, rojo, verde, car mecí y negro, colores que perma- necían vivos todavía) hizo sacar un dibujo, del cual se copia el grabado puesto en este libro." "Creía el Sr. Gondra que era la piedra de los gladiadores, colocada tal vez en la parte inferior del teocalli, frente á la gran piedra de los sacrificios. Esto no va de acuerdo con la relación de algunos de los antiguos escritores, quienes, aun- que están de acuerdo en decir que era circular como lo significa su nombre Te- malacatl, están conformes en asegurar que la superficie superior era lisa y que tenia en el centro un taladro del cual era atado el cautivo, como ya dije." "Las figuras representadas en relieve sobre la piedra, evidentemente son de guerreros armados dispuestos para el combate: me ha parecido dar al público el 1 Monarq. Ind. lib. XVII, cap. L. 2 México as it was and as it is, by Brantz Mayer, secrctary of the U. S. Legation to that country in 1841 and 1842. Third edition Baltimore 1844. Pág. 12?. 12 ANALES DEL MUSEO NACIONAL dibujo, por vez primera, como pasto á las observaciones de la crítica, con la es- peranza de que si no es la piedra gladiatoria, los entendidos en las antigüedades mexicanas puedan descifrar algún dia lo que realmente sea. Muy notable es que los colores se conserven todavía frescos, y que aparezca la figura de la "mano abierta" esculpida en un escudo y entre las piernas de alguna de las figuras de los grupos laterales. Esta "mano abierta" fué encontrada por Mr. Stephens en casi todos los templos que visitó en su reciente exploración de Yucatán. " Dibujo entero de los relieves, así de la cara superior como de la superficie convexa, fué publicado en la Historia de la conquista de México por Prescott, * bajo el título, Believes en la piedra de los Gladiadores. Comunicó la estampa al editor el repetido Si\ D. Isidro Rafael Gondra. Juzgando únicamente por las láminas, el monumento no puede ser un Te- malacatl : le falta la cara lisa superior, y el horado del centro. Evidentemente las figuras no son de guerreros armados dispuestos para el combate: se distingue que representan dioses, entre ellos Huitzilopochtli, con sus armas y atributos, te- niendo delante sacerdotes ú otras divinidades con sus trajes y divisas, llevando en las manos los símbolos del holocausto. Las figuras del centro ó cara superior no combaten ni pueden estar combatiendo; consideran con el cuerpo echado pa- ra atrás y el rostro levantado, un objeto que parece estar en el aire, muy seme- jante al signo Cipactli. Por todas partes se advierten símbolos; aves, cuadrú- pedos y reptiles fantásticos ; signos del sol y de los dias del mes, con multitud de objetos parecidos á los que se contienen en los libros rituales. No cabe du- da, es un monumento religioso destinado á los dioses, con leyendas relativas al culto. Según el testimonio de Tezozomoc 2 antes invocado, en una de las festivi- dades del Tlacaxipehualiztli en tiempo de Motecuhzoma Ilhuicamina, los sacer- dotes se ejercitaron para el sacrificio en la piedra pintada. Después de la guerra de Tlatelolco, dijo Axayacatl á Cihuacoatl. 3 " Señor " y padre : mucho quisiera que renovásemos la piedra redonda que está por bra- " cero y degolladero arriba de la casa y templo de Tetzahuitl Huitzilopochtli, ó " si os parece, que se labre otra mayor de mejores labores, y el que ahora está " sirva para otro templo de dios. " En efecto, se mandaron traer los canteros de Azcapotzalco, Tlacopan, Coyohuacan, Culhuacan, Cuitlahuac, Chalco, Mizquic, Texcoco y Huatitlan, reuniéndose hasta 50.000 hombres, que con sogas trajeron una gran piedra de Ayotzinco, la cual se sumió y perdió en el puente de Xoloc ; entonces trajeron otra mas grande de las inmediaciones de Coyohuacan, la cual, metida á México fué labrada, " historiando en la labor á los dioses y principal- mente el de Huitzilopochtli. " Teniendo en cuenta Axayacatl, que la piedra que estaba en lo alto del templo habia sido dispuesta por Motecuhzoma el viejo, la quitó y puso en lo bajo, colocando en su lugar la por él mandada labrar. Hizo igualmente construir un Cuauhxicalli, " al mismo estilo para la sangre de los de- 1 Edic. V. García Torres, México, 1844. Tom. I, pag. 85. 2 Crónica Mex., cap. 30. Ms. 3 Tezozomoc, cap. 47. Ms. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 13 " gollados en sacrificio, pues es nuestra ofrenda, y honra de nuestro amo y se- " ñor Huitzilopochtli. " En la renovación del fuego nuevo, durante el reinado del segundo Mote- cuhzoina, que tuvo lugar sobre el cerro Huixachtecatl ó Huixachtitlan, hoy de la Estrella ó de Iztapalapa, se hizo el sacrificio de los cautivos sobre la piedra pintada " que estaba encima de este cerro de Iztapalapa cuando la conquista me- " xicana por D. Fernando Cortes capitán de los españoles, al subir encima de " este cerro para desbaratar a los que le ofendían, arrojó de allí esta piedra la- " brada, como se dirá adelante en la propia conquista. " l Si no nos extraviamos en nuestras inducciones, la piedra que aun se conser- va sepultada en nuestra plaza principal, pertenece al género de las pintadas y consagradas á los dioses. En cuanto al nombre, se deduce de varios pasajes de Tezozomoc y del P. Duran ser el de Cuauhxicalli. Compónese la palabra de Cuauhtli, águila, y de xicalli vaso, jicara hoy, formado del pericarpio de una cucurbitácea : se inter- preta, la jicara de las águilas, el vaso de las águilas, en donde beben las águilas. Encontramos que Tezozomoc 2 usa de la palabra Teocuauhxicalli compuesta de teotl, dios, y de cuauhxicalli, sonando tanto como cuauhxicalli divino ó de los dioses. Fundados en esto, tomamos para determinar las piedras pintadas y de dioses la palabra Teocuauhxicalli. IV CUAUHXICALLI XIUHPILLI CUAÜHTLEEHUATL. Eesulta de diversos pasages existir una segunda especie de cuauhxicalli. En los tiempos de Motecuhzoma Ilhuicamina, el gefe Tlacaeleltzin Cihua- coatl aprobó que el tajón no fuese de madera, "sino de piedra redonda, en medio agugerada para echar los corazones de los cuerpos que allí muriesen, después de haber gustado la sangre de ellos caliente Huitzilopochtli, y que esta piedra no la labrasen los huaxtecas, sino los de Azcapotzalco y Cuyoacan, exelentes al- hamíes, labrando en dicha piedra la guerra de sus pueblos cuando por nosotros fueron vencidos y muertos y sujetados á este imperio. " * De esta piedra, afirma el P. Duran, 4 que " se sacó del lugar donde ahora se " edifica la iglesia mayor, y está á la puerta del perdón. Dicen que la quieren " para hacer della una pila del bautismo santo. " Puesto el vaso en lo alto del templo, se convocó á todos los vasallos de la co- rona para que viniesen á ver el vaso del sol, así intitulado y llamado dios Xiuh- pilli Cuauhtleehuatl, el cual habia de estrenarse con los vencidos esclavos de Huaxyacac y de Coaixtlahuacan. 5 1 Tezozomoc, cap. 97. Ms. 2 Crónica Mex, cap. 33. Ms. 3 Tezozomoc, cap. 30. Ms. 4 Cap. XXII. 5 Crónica Mex., cap. 33. MS. 14 ANALES DEL MUSEO NACIONAL La nombra batea de piedra agujerada, que llaman Cuauhxicalli. 1 En la muerte de Tízoc fueron sacrificados los prisioneros " en el agujero del Cuauhxi- calli de piedra ó degolladero. " 2 Durante la dedicación del templo mayor por Ahuitzotl, sacado el corazón a las víctimas, lo daban a los sacerdotes y " ellos a " todo correr iban echando en el agujero de la piedra que llamaban Cuauhxica- " lli, que estaba agujerada de una vara en redondo, que hoy está esta piedra del " demonio en frente de la iglesia mayor. " 8 Describiendo las penitencias que al subir al trono hizo Motecuhzoma II, dice : " acabado de comer volvieron a su- bir al templo, sin llegar las cuatro gradas mas á donde estaba el gran ídolo, sino solo a la piedra redonda que llamaban Cuauhxicalli, bracero y caño de sangre, como estaba agujerada toda la piedra colaba mucha sangre y entraban por el agujero muchos corazones humanos. " 4 Se desprende de estos lugares, omitidos algunos otros, que el Cuauhxicalli, Xihuipilli Cuauhtleehuatl ó vaso del sol, era una piedra redonda, con un hueco circular en el centro, de una vara de diámetro, la cual estaba destinada, ya para cierta especie de sacrificios, ya para contener los corazones de las víctimas en las grandes solemnidades. La lámina 8, cap. 23 del P. Duran, da idea cumplida de la forma de la piedra, y de la manera de practicar el sacrificio. V. CUAUHXICALLI. " Determinado por el rey Huehuemonteguma que se labrase en una piedra * muy grande la semejanza del sol y que se le hiciese una gran fiesta, manda- ' ron á los canteros que se buscase una gran piedra, y buscada, se pintase en ' ella una figura del sol, redonda, y que en medio della hiciesen una pileta re- 1 donda, y que del bordo de la pileta saliesen unos rayos para que en aquella ' pileta se recogiese la sangre de los sacrificados, para que la semejanza del sol 1 gogase de ella, y que desta pileta saliese un caño por donde se derramase aque- ' lia sangre, y mandaron que al rededor della, por orla ó Qanefa, pintasen todas 1 las guerras que hasta entonces auian tenido y que el sol les auia concedido de ' que las venciesen con su favor y ayuda. Tomada la obra á cargo de los can- ' teros, buscaron una piedra gruesa y hermosa y en ella esculpieron la semejan- ' 9a del sol, pintaron en ella las guerras que auian vencido de Tepeaca, de Toch- 1 pan, de la Guasteca, de Cuetlaxtlan, de Coaixtlahuac, todo muy curiosamente ' labrado; y para no tener magos y escoplos de hierro, como los canteros de ' nuestra nación usan, sino con otras piedras sacar las figuras pequeñas tan al ' natural, era cosa de admiración y aun de ponerse en ystoria, la curiosidad de 1 los canteros antiguos y particular virtud que con otras piedreguelas labrasen 1 las piedras grandes é hiciesen figuras chicas y grandes, tan al natural como un 1 Loco cit. 2 Ibid., cap. 60. 3 Cap 70 MS. 4 Cap. 83, MS. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 15 " pintor con un delicado pincel ó como un curioso platero podría con un cincel " sacar una figura al natural."1 Este es el verdadero CuauhxicalU: y fuera esta completa descripción del que nos ocupa, a tener esculpidas en la orla las guerras de Tepeaca, de Tochpan, etc., y no otras diferentes. El monumento, como se nos dice, corresponde a Moteculizoma Ilhuicami- na: no fué el único, haciéndose mención del mandado construir por Axaya- catl,a del intentado por Motecuhzoma II, y nos queda el de Tízoc; hay motivo para creer con Fr. Bernardino, que cada rey mandaba fabricar alguna piedra de esta clase. El CuauhxicalU tenia el doble carácter de religioso é histórico; monumen- to votivo por estar consagrado al sol, era al mismo tiempo una página de los anales de los méxica, el compendio de las hazañas del monarca su constructor. El culto del fuego era antiquísimo entre los pueblos de México. Su dios simbólico era Xiuhtecutli, el señor del año ó de la yerba, llamado también Xiuhtecutli Tletl, el señor del fuego; Ixcozauhqui, cariamarillo, Cuetzaltzin, llama de fuego; Huehueteotl, dios antiguo;3 teníanlo por padre y productor de las cosas. De es- tos nombres, bien significativos por cierto, sacamos que el culto del fuego se de- rivó de la adoración primitiva del sol, al cual convienen con mas propiedad aque- llos calificativos. En efecto, el sol era tenido por creador de todas las cosas y causa de ellas;4 su culto se extendía por casi todo el nuevo continente,5 y entre los mexicanos era dios de los mayores y mas poderosos. "Ya este dedicaban el " mayor y mas suntuoso y rico templo. Y este debia ser el que llamaban los me- " xicanos ipalnemohuani, que quiere decir, "por quien todos tienen vida ó vi- " ven." Y también Moyucuyatzin ayac oquiyocux, ayac oquipic, que quiere de- " cir, "que nadie lo crió ó formó, sino que él solo por su autoridad y por su vo- " hurtad lo hace todo." Existia una orden de caballeros, cuyo patrono era el sol; todos eran nobles, no admitiendo entre ellos mas de á sus pares: aunque casados, tenían casa par- ticular en el templo mayor, llamada Cuacuauhtin inchan, morada ó madriguera de las águilas, situada "donde agora edifican la iglesia mayor de- México." Ha- bía allí una imagen del sol pintada sobre lienzo, que se enseñaba al pueblo cua- tro veces al dia; la cuidaban sacerdotes particulares, quienes recibían las ofren- das y sacrificaban como en los demás teocalli. Dos fiestas principales tenían lugar en honra del astro ; las dos veces que al signo ollin tocaba en el orden sucesivo de los dias él numero cuatro, formando el símbolo Nauhollin, cuatro movimientos del sol. La primera era la mas solemne. Ayunábase aquel dia con todo rigor, pues ni aun á niños ó enfermos se permitía tomar alimento ; cuando el luminar subia á la mitad de su carrera, tocaban los sacerdotes los caracoles y las bocinas, acudiendo en multitud el pueblo. 1 P. Duran, cap. XXIII. 2 Tezozomoc, cap. 49, MS. 3 P. Sahagun, lib. I, cap. XIII. 4 P. Duran, segunda parte, cap. X, MS. 5 Mendieta, lib. II, cap. VIII. 16 ANALES DEL MUSEO NACIONAL AI sonido de aquellos instrumentos, " sacaban un indio de los presos en la " guerra muy acompañado y cercado de gente ilustre ; traia las piernas embijadas " de unas rayas blancas y la media cara de colorada, pegado sobre los cabellos un " plumage blanco: traia en la mano un báculo muy galano, con sus lazos y atadu- " ras de cuero enjertas en él algunas plumas; en la otra mano traia una rodela con " cinco copos de algodón en ella; traia a cuestas una carguilla en la cual traia " plumas de águila, y pedazos de almagre, y pedazos de yeso, y humo de tea, y " papeles rayados con ule. De todas estas niñerías hacían una cargilla, la cual " sacaba aquel indio acuestas, y poníanle al pié de las gradas del templo, y allí " en voz alta que lo oia toda la gente que presente estaba, le decían : " Señor, " lo que os suplicamos es, que bais ante nuestro dios el sol y que de nuestra parte " le saludéis, y le digáis que sus hijos y caballeros y principales que acá quedan, " le suplican se acuerden de ellos, y que desde allá los favorezca, y que reciba " este pequeño presente que le enviamos, y daleeis este báculo para con que ca- " camine, y esta rodela para su defensa, con todo lo demás que lleváis en esa " cargilla. " El indio, oida la embajada, decía que le placía ; y soltábanlo, y lue- " go empezaba á subir por el templo arriba subiendo muy poco á poco, haciendo " tras cada escalón mucha demora estándose parado un rato, y en subiendo otro " parábase otro rato, según llevaba instrucción de lo que había de estar en cada " escalón, y también para denotar el curso del sol irse poco á poco haciendo su " curso acá en la tierra, y así tardaba en subir aquellas gradas grande rato. En " acabando que las acababa de subir, íbase á la piedra que llamamos cuauhxi- " calli y subíase en ella, la cual dijimos que tenia en medio las armas del sol. " Puesto allí en voz alta, vuelto á la imagen del sol que estaba colgada en la " pieza encima de aquel altar, y de cuando en cuando volviéndose la verdadero " sol, decia su embajada. En acabándola de decir, subían por las cuatro escale- " ras que dije tenia esta piedra para subir á ella, cuatro ministros del sacrificio, " y quitábanle el báculo y la rodela y la carga que traia, y á él tomaban de pies " y manos y subía el principal sacrificador con su cuchillo en la mano y dego- " liábalo, mandándole fuese con su mensaje al verdadero sol á la otra vida, y " escurríale la sangre en aquella pileta, la cual por aquella canal que tenia se " derramaba delante de la cámara del sol, y el sol que estaba sentado en la pie- " dra se henchía de aquella sangre. Acabada de salir toda la sangre, luego le " abrían por el pecho y le sacaban el corazón, y con la mano alta se lo presen- " taban al sol hasta que dejase de babear que se enfriaba, y así acababa la vida " el desventurado mensagero del sol." 1 VI OÜAUHXIOALLI DE TIZOO. 1. Historia. Removiendo el terreno de la plaza principal para formar el empedrado, apareció este monumento el 17 de Diciembre 1791, "en el lugar por donde 1 P. Duran, segunda parte, cap. X. Ms. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 17 a se iba abriendo la zanja para la atarjea que va al primer arquillo inmediato " al portal que llaman de los mercaderes, y pasa por la cerca del cementerio " de la iglesia Catedral, en el sitio mismo donde estaba antiguamente una cruz " de madera pintada de verde sobre su peana de manipostería, que es donde " formaba esquina la antigua cerca del cementerio, y hace frente á las tiendas " de cerería del Empedradillo. " * Sacada la piedra de su sepulcro, donde yacia en sentido inverso del que debia tener, la examinó cuidadosamente nuestro célebre anticuario D. Antonio de León y Gama, y de ella escribió completa descripción. Otras grandes piedras fueron encontradas también en aquella época, que siendo estorbo por su gran vo- lumen y enorme peso, quedaron despedazadas por los obreros, para aprovechar sus fragmentos en el empedrado. Idéntica suerte corriera esta, á no acertar a pa- sar ]5or allí el canónigo Gamboa, quien logró cesara la desvastacion ya comen- zada, y que el monumento se colocara en el ángulo N. O. del cementerio de la Catedral. Permaneció en aquel sitio hasta el año 1824 en que fué trasladado al patio de la Universidad, local destinado entonces para Museo Nacional. Marca el sitio donde estuvo, la lápida mandada colocar por el Sr. D. Fernando Ramí- rez, el año 1852, siendo ministro de Relaciones del presidente D. Mariano Aris- ta, con esta inscripción: Antiguo asiento de la piedra llamada de los Sacrificios, trasladada al Museo Nacional el dia 10 de Noviembre de 1824. 2 Hoy se en- cuentra colocada en la mitad del patio del nuevo Museo, á donde fué conducida el año 1873, siendo director del establecimiento el Sr. D. Ramón Isaac Alcaraz. 2. Opiniones. I. D. Antonio de León y Gama. 3 Varias son las opiniones emitidas acerca de este monumento; no nos propo- nemos copiarlas todas, sino únicamente las que mas principales nos parecen, á fin de que sirvan de estudio y comparación. Comenzamos por la de Gama. "121. Su figura es un cilindro perfectamente fabricado, cuya base tiene de diámetro tres varas castellanas, una pulgada y cuatro y media líneas ; y su altu- ra una vara y una pulgada: su materia es una piedra muy dura, de color oscuro, y un grano fino que admite bien el pulimento, y efectivamente, se ve algo lus- trosa. Cuando se descubrió tenia vuelto lo de arriba abajo, y presentó primero su plano inferior é igual; pero luego que se fué excavando por su circunferencia, se manifestaron en ella varias figuras grabadas de bajo relieve en situación in- versa, lo que denotaba que el plano que estaba contra la tierra debia ser el su- perior. Algunos dias se mantuvo en este estado, creyendo muchas personas ser la piedra en que tendían á los cautivos para sacarles el corazón; después se qui- tó de este lugar, y volteada en su natural dirección, presentó en su superficie su- 1 Gama, Descripción Üe las dos piedras etc. México, 1832. Segunda parte, \ VII, núm. 120. 2 Ramirez, Antig. mex. conservadas en el Museo Nacional. 3 Descripción de las dos piedras, segunda parte, pág. 46 y sig. 18 ANALES DEL MUSEO NACIONAL perior la imagen del sol, labrada también de bajo relieve; pero en el centro está algo escavada ( acaso para borrar, no sé con que motivo, la figura que allí te- nia), y formaba un canal que va hasta la circunferencia del cilindro y baja hasta mas de la mitad de su altura; no dudaron afirmar ser esta la piedra de los sacri- ficios, y que la corta cavidad del centro y canal groseramente fabricadas, eran conducto por donde derramaba la sangre de los hombres sacrificados. Otros pen- saron que era la piedra de los gladiadores. " Discute en los §§ 122 al 125, no ser esta la piedra del sacrificio ordinario, ni la del gladiatorio. " 126. Demostrado ya que esta piedra en nada conviene con aquellas de los sacrificios, pasemos á examinar el uso que de ella hacian los mexicanos. La figu- ra grabada en su plano superior, manifiesta ser la imagen del sol, según acostum- braban representarlo, como se ve en la segunda piedra que queda antes explica- da, a la que es esta muy semejante; y aunque en el centro le falta la cara, se co- noce claramente que de propósito la borraron, dejando en su lugar una concavi- dad mal formada, de donde nace la canal que baja hasta mas de la mitad del grueso de la piedra, cuya imperfección y desorden con que atraviesa las labores talladas con arte y simetría, está manifestando que se hizo posteriormente por alguno de los que con imprudencia pretendieron desfigurar ó destruir enteramen- te cuantos monumentos encontraban del tiempo de la gentilidad. Pero fuera este ú otro el motivo, ella contenia sin duda en su plano horizontal, toda la imagen del sol vista de frente, al modo que se ve en la otra piedra ( la llamada del Ca- lendario), con el mismo número de rayos y ráfagas, en todo semejantes á la de aquella; pero su situación debió ser en la misma forma en que se halla ahora, según se percibe por las figuras que están grabadas en la circunferencia del cilindro. " "121. Se registran en la superficie horizontal, entre los círculos concéntri- cos que cercan la cavidad interior, tres series de pequeños círculos ó caracteres numéricos: en la primera se cuentan 16, en la segunda se hallan 40, y en la ter- cera 48. A mas de estos se ven entre los rayos repartidos otros 16, y otros 8 sobre las ráfagas, y todos juntos componen el numero de 128 dias ; los 120 cor- responden á los primeros seis meses del calendario mexicano ó tercia parte de su año; y los ocho dias restantes que se incluyen en el sétimo mes Toxcatl. Ya he- mos dicho en la explicación de la segunda piedra ( núm. 69 ), que la décima tre- cena del Tonalamatl, cuyo principio es Oe-tecpatl con su acompañado Tletl, com- prendía parte de este mes Toxcatl, y que en él y en ella se celebraban las ma- yores y mas solemnes fiestas del año, entre las cuales era una la que hacian al sol cuando pasaba verticalmente por la ciudad, lo que acontecía entre la décima y undécima de dichas trecenas, según distaba el año del principio del ciclo, por irse retirando el dia primero de él, conforme se iban omitiendo los bisiestos en cada cuadrienio; pero siempre debia celebrarse esta fiesta pasados los 128 dias que se contaban desde el en que debia comenzar el ciclo, que corresponde al 9 de nuestro Enero, }r desde este dia hasta el 17 de Mayo exclusive, en que pasa el sol por el zenit de la ciudad, se cuentan los referidos 128 dias. De manera que esta piedra subsistía en el templo mayor en la misma situación en que se ANALES DEL MUSEO NACIONAL 19 halla, y acaso en el propio lugar, como una imagen del sol, que lo representaba vertical sobre la ciudad, y por consiguiente, en los dos dias del año en que se verificaba su paso por el zenit, celebraban las dos mas principales fiestas con un divertido baile que representan los treinta danzantes, que de dos en dos es- tán tan finamente grabados en la circunferencia cilindrica que demuestran las figuras. " Fija cuáles eran las fiestas principales del sol, núm. 128 al 130, terminan- do el 131 de esta manera: "De suerte que desde el equinoccio verno hasta el solsticio estivo, y desde este tiempo hasta el solsticicio hiemal, se celebraban al sol las cuatro mayores fiestas del año: dos en los puntos mas apartados de la equi- noccial y las otras dos cuando estaba vertical sobre la ciudad, y en esta servia la piedra de que tratamos, la cual estaba colocada en el patio del templo, expues- ta libremente al sol, cuyos rayos la bañaban por todas partes en los dos dias re- feridos. " Eefiérense los bailes ordenados para las diversas fiestas y distintos dioses, números 132 y 133, pues la danza tenia gran lugar en el culto de los mexicanos. Estaba establecida la concurrencia de pueblos determinados para cada solemni- dad, núm. 134, y entre los edificios del templo mayor, núm. 135, " Habia otra " casa y lugar junto a este, que era como escuela donde aprendían a tañer diver- " sos géneros de instrumentos músicos, en especial trompetas y flautas, de los " cuales géneros usaban mucho en sus bailes y areitos; y llámase esta casa Me- " catlan ( en el cordel ó soga). "l De los pueblos señalados para ejecutar el bai- le en la piedra representado: " El que se señala con la letra b ( que debe ser el " primero, como veremos adelante), representa el pueblo nombrado Mecatlan 11 (hoy San Lorenzo, de la doctrina de Santa María Oolonanco ), sujeto a la ju- " risdiccion de Cholollan. " " 136. De este edificio ó escuela de música debia ya salir concertada la dan- za en la forma que se ve en la piedra, siendo el gefe ó director de ella el maes- tro ó ministro principal de aquel colegio, que se distingue de los demás en el ma- yor y mas poblado penacho de plumas, que á imitación del que ponían al sol llamado Quetzal ton anieyotl,3 le servia de adorno y divisa con que se daba á co- nocer por superior de toda aquella compañía. De la misma jurisdicción de Cho- lollan es Metztliteco, pueblo simbolizado en la pierna de la figura a ( siguiendo el orden inverso, ó de la mano derecha á la izquierda, como hemos dicho antes ), el cual se nombra hoy San Lúeas, sujeto también a la doctrina de Oolonanco, que aunque ahora es pequeño, fué famoso en la gentilidad. El símbolo señalado con la letra p, denota la provincia de Ecatepeque, cuyo señor era siempre de la sangre real de México, como lo fué Chimalpilli, hijo del rey Mocteuhzoma pri- mero, nombrado Ilhuicamina. " . . . . "La figura o, parece que representa el pue- blo de Olintla, de la provincia de Zacatlan, cuyos naturales debían ser los que tenían á su cargo el cuidado del templo del sol, y los sacerdotes y ministros que 1 Torquernada, lib. 8, cap. CLII. 2 Plumaje resplandeciente, porque á mas de la variedad de tornasoles que hacian las plumas por sua matizados y bellos colores, lo disponian en forma circular como los rayos del sol. 7 20 ANALES DEL MUSEO NACIONAL asistían a celebrar sus fiestas, y principalmente la que se hacia en el signo Naliui Ollin. " " 137. Las letras n, m, de la primera y tercera serie, denotan los pueblos de Tlaliztac y Tetlacman, sujetos a la provincia de Cuauhnahuac, célebre por las guerras que mantuvo contra los reyes de México Itzcohuatl, Moteuhzoma I y Ahuitzotl. " " 138. El símbolo de la letra l, representa al pueblo de Acolman, cinco le- guas distante de México, en términos de Tezcoco, á cuya jurisdicción pertenece hoy. Puede ser también Acolnahuac, lugar donde se mantuvieron cuatro años los mexicanos antes de hacer asiento en Tenochtitlan. " — " La figura de la letra j, parece significa el pueblo de Tozantlalpav , de la jurisdicción de Huey Pochtlan, cuya provincia fué una de las muchas que conquistó y sujetó al imperio mexica- no Moteuhzoma Ilhuicamina. " 139 " El de la letra ¿, parece ser Toyahualco* de la jurisdicción de Xochimüco, ó Achichipicoh de la de Cuauhuahuac: una y otra provincias fueron sujetas por el rey Itzcoatl al imperio mexicano. El símbolo de la letra h, es sin duda de la ciudad de Xochimüco. " " 140. La figura que demuestra la letra g es el pueblo de Tenanco, de la provincia de Tlachco, nombrado vulgarmente Tasco. " " 141. El símbolo de la letra /denota el pueblo de Mixcohuatepec, y el de la letra c, el nombrado Quauhquiahuac, ambos de la provincia Matlatzinca y valle de Tolocan, célebre por la resistencia que hicieron sus naturales al rey Axayacatl. " " 142. La letra d señala el símbolo de aquel lugar nombrado Aculhuacan, donde se mantuvieron los mexicanos otros cuatro años después que salieron de Xaltocan, antes de llegar a Ecatepec, cuando vinieron peregrinando hasta esta- blecerse en el sitio de esta ciudad. " " 143 " Una y otra provincia, esto es, Tochpan y Tochtla, que son con los que puede tener relación el templo del dios Tochinco, se representan bien con el símbolo conejo que representa la letra c, con el cual se terminan los quince geroglíficos de los pueblos que debian servir en esta fiesta, y los ministros de los templos que componían la danza. Con solo atender á las acciones de las figuras que están unas contra otras contendiendo, y á las lanzas y demás adornos mili- tares que llevan en las manos y en las cabezas, es fácil de conocer que ella se hacia en honor del sol y de Huitzilopochtli, principales dioses que invocaban en las batallas, y que se dirigía á formar una festiva representación de las victorias que habían conseguido de sus enemigos y lo que habían extendido el culto de esos mismos dioses en las provincias que conquistaron y redujeron al imperio mexicano. " a "Esta voz Toyahualco quiere decir donde se derrama el agua, por derivarse del verbo toyahua, que significa derramarse el agua ú otras cosas líquidas. " b " Achichipico se compone de las voces atl, que es el agua, y de chichipico, que viene del verbo chi- cJiipica, que significa gotear, y todo el bocablo quiere decir, donde gotea la agua. Uno y otro se demuestra muy bien con este símbolo, aunque yo creo que es mas conforme & la historia el pueblo de Santiago To- yahualco." ANALES DEL MUSEO NACIONAL 21 II. El Barón de Humboldt.1 " La piedra designada vulgarmente bajo el nombre de Piedra de los sacri- ficios, es de forma cilindrica, tiene tres metros de largo y once decímetros de al- tura; está rodeada de un relieve en el que se reconocen veinte (vingt) grupos de dos figuras, representadas todas en la misma actitud. Una de ellas, constan- temente la misma, es un guerrero, tal vez un rey, quien tiene la mano izquierda apoyada sobre el casco de un hombre que le ofrece flores como en señal de obe- diencia. M. Dupé, á quien tuve ocasión de citar al principio de esta obra, copió todo el relieve, y a la vista del monumento mismo me aseguré de la exactitud de su dibujo, copiado en parte en esta lámina 21: escogí el grupo notable que representa un hombre barbado. Se observa en general que los indios mexicanos tienen mas barbas que los demás indígenas de América, no siendo raro verles con bigotes. | Habría alguna provincia en que en otro tiempo gastaran los habi- tantes barbas largas, ó será postiza la que se observa en el relieve % % Hará par- te de aquellos adornos fantásticos, por medio de los cuales los guerreros preten- dían inspirar terror á sus enemigos ? " " Oree Mr. Dupé, á mi juicio con razón, que esta escultura representa las conquistas de un rey azteca. El vencedor siempre es el mismo; el vencido lleva el trage del pueblo á que pertenece, del cual, por decirlo así, es representante ; detrás de él está colocado el geroglífico que designa la provincia conquistada. En el Códice de Mendoza están también indicadas las conquistas de un rey, por un escudo y un manojo de flechas, colocados entre él y los caracteres simbólicos de los países subyugados. Como los prisioneros de los mexicanos eran inmolados en los templos, parece muy natural que los triunfos de un rey guerrero estuvieran figurados en derredor de la piedra fatal, sobre la cual el topiltzin ( sacerdote sa- crificador ) arrancaba el corazón á la desgraciada víctima. Ha contribuido á la adopción de esta hipótesis, que la parte superior ofrece una ranura bastante pro- funda que parece haber servido á que escurriera la sangre. " " A pesar de estas pruebas aparentes, me inclino á creer que la piedra lla- mada de los sacrificios no estuvo nunca colocada encima de un teocalli, sino que era una de esas piedras llamadas Temalacatl, sobre la cual se daban los comba- tes gladiatorios entre el prisionero destinado á ser inmolado y un guerrero mexi- cano. La verdadera piedra de los sacrificios, la que coronaba la plataforma de los teocalli, era verde, de jade tal vez axiniano; su forma, la de un paralelipípedo de quince á diez y seis decímetros de longitud y de un metro de ancho; la super- ficie era convexa, á fin de que la víctima extendida sobre la piedra quedara con el pecho mas levantado que lo demás del cuerpo. Ningún historiador refiere que esta masa de piedra verde haya estado esculpida; la gran dureza de las rocas de jaspe y de jade se oponía sin duda á la ejecución de un bajo relieve. Comparan- do el trozo cilindrico de pórfido encontrado en la plaza mayor de México, con las piedras oblongas sobre las cuales se colocaba la víctima al aproximarse el 1 Vues des Cordilleres, tona. I, pág. 317 — 324. 22 ANALES DEL MUSEO NACIONAL topiltzin armado del cuchillo de obsidiana, se descubre fácilmente que entre am- bas no hay la menor semejanza, en la materia ni en la forma. " " Por el contrario, fácil es reconocer en las descripciones que los testigos oculares nos han dado del temalacatl ó piedra en la cual combatían los prisione- ros destinados al sacrificio, la semejanza con la piedra dibujada por Mr. Dupé. El autor desconocido de la obra publicada por Ramusio, bajo el título de Bela- zione d'un gentiluomo di Fernando Gortez¡ expresamente dice que el temalacatl tenia la forma de una rueda de molino, de tres pies de altura, adornada en der- redor con figuras esculpidas, y que era bastante capaz para que combatieran dos personas. Esta piedra cilindrica estaba colocada encima de un terrado de tres metros de altura; los prisioneros mas distinguidos por su valor ó su rango, que- daban reservados para el sacrificio de los gladiadores: colocados sobre el tema- lacatl, rodeados por la multitud de espectadores, debían combatir sucesivamente con seis guerreros mexicanos; si tenían la fortuna de vencerles, se les concedía la libertad, permitiéndoseles volver á su patria; pero si por el contrario, el pri- sionero gladiador sucumbía á los golpes de alguno de sus adversarios, entonces el sacerdote nombrado Chalchiuhtepehua, le arrastraba muerto ó vivo hasta el altar para arrancarle el corazón. " " Pudiera muy bien ser que la piedra encontrada en las escavaciones ejecu- tadas al rededor de la catedral, fuera ese mismo temalacatl que el gentiluomo de Cortez asegura haber visto cerca del recinto del gran teocalli de Mexitli. Tienen las figuras del relieve cerca de sesenta decímetros de altura. El calzado es muy notable; llevan los vencedores terminado el pié izquierdo en una especie de pico que parece destinado para defenderse. Causa gran sorpresa encontrar arma se- mejante, á la cual ninguna encuentro análoga en otra nación, para solo el pié izquierdo. Esa misma figura, cuyo cuerpo pesado recuerda el primer estilo etrus- co, coge al vencido por el casco, agarrándole con la mano izquierda. En gran número de pinturas mexicanas que representan batallas, se ve a los guerreros empuñar las armas con la mano izquierda, y están representados operando mas con esta mano que con la derecha. " " A primera vista se podría conjeturar que dimana esta particularidad de ciertas costumbres; pero examinando gran número de los geroglíficos históricos mexicanos, se reconoce que los pintores colocan las armas unas veces en la ma- no derecha, otras en la izquierda, conforme á la disposición mas simétrica de los grupos, y ejemplos palpables de ello encontré hojeando el Codex anonymus del Vaticano, en el que se distinguen algunos españoles llevando la espada en la mano izquierda. x Por otra parte, la rareza de confundir la mano derecha con la izquierda, caracteriza el principio del arte; de esta manera se observa también en algunos relieves egipcios, en los cuales se miran manos derechas colocadas en brazos izquierdos, de que resulta que los pulgares aparecen colocados en el exterior de las manos. Sabios anticuarios han creido reconocer algo de misterio- so en este arreglo extraordinario, atribuido por M. Zoega á solo el capricho ó la negligencia del artista. Dudo mucho que el bajo relieve que rodea el temalacatl 1 Cod. Vat. anón. fol. 86. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 23 y tantas otras esculturas en pórfido basáltico, hayan sido ejecutadas no emplean- do otros útiles que el jade ú otras piedras muy duras, aunque sea cierto que he buscado en vano algún cincel metálico de los antiguos mexicanos, semejante al que traje del Perú; pero Antonio de Herrera, en el décimo libro de su Historia de las Indias Occidentales, dice expresamente que los habitantes de la provincia marítima de Zacatollan, situada entre Acapulco y Colima, preparaban de dos maneras el cobre ; duro y cortante el uno, el otro maleable; servia el primero pa- ra fabricar hachas, armas e instrumentos de agricultura; y empleaban el segundo en vasos, calderas y otros utensilios necesarios en la economía doméstica. Pues bien, habiendo estado sujeta la costa de Zacatollan á los reyes de Anáhuac, no parece probable que en las cercanías de la capital del reino se haya proseguido esculpiendo las piedras por medio del frotamiento, pudiendo procurarse cinceles metálicos. Sin duda que ese cobre cortante mexicano estaba mezclado con es- taño, de la misma manera que el útil encontrado en Vilcabamba y la hacha pe- ruana, enviada por Godin á Mr. de Maurepas, y que el Conde de Caylus creyó ser de cobre templado. " III. Sr .D. José Fernando Ramírez. 1 " Escorzo del famoso monumento vulgarmente conocido con el nombre de Piedra de los sacrificios. Gama 2 y el Barón de Humboldt s se han ocupado de explicarla, y á ellos podran ocurrir los curiosos que desearen mayor instrucción. El primero ha demostrado, con toda evidencia, que esa piedra no podia ser el ara del sacrificio ordinario, ni la del gladiatorio. Juzga que es un monumento religioso en que los mexicanos quisieron fijar la imagen del sol, representado ver- ticalmente sobre esta ciudad de México, en los dias del año que pasa por su ze- nit, ambos solemnizados con dos de las mayores fiestas. La figura que se ve gra- bada en el plano horizontal de la piedra, es efectivamente la efijie del sol, tal cual generalmente lo representaban los mexicanos. El mismo Gama dice que esta festividad se solemnizaba con un baile ó danza religiosa, la cual "represen- " tan los treinta danzantes que de dos en dos están finamente grabados en la " circunferencia cilindrica de la dicha piedra." Añade que estos pertenecían á quince pueblos, que estaban obligados á celebrar esas fiestas, cuyos nombres se encuentran grabados geroglíficamente en dicha piedra. Gama entra, en extensos pormenores para descifrarlos y esplicar los relieves é intentos de ese curioso mo- numento. El Barón de Humboldt, combinando la doctrina de este escritor con la del capitán Dupaix, infatigable y benemérito investigador de nuestras anti- güedades, juzgaba que no era mas que la simple representación de las conquis- tas de un rey azteca, y sobre esta congetura formó una opinión media, estimándolo como un Temalacatl ó sea Ara del Sacrificio gladiatorio, en que los prisioneros 1 Antig. mex. conservadas en el Museo Nacional. 2 Descripción de las dos piedras, etc., núna. 120 y sig. 3 Vues des Cordilles, etc., Planche 21. 24 ANALES DEL MUSEO NACIONAL enemigos morían peleando, cuando sus hazañas y fama los hacían dignos de tan tremendo honor. Ninguna de estas congeturas me parece enteramente fundada, aunque en ambas haya algo de cierto. Indudablemente esa piedra es un monu- mento conmemorativo a la parque votivo; y tampoco puede caber duda en que fué erigido por_ Tízoc, 7? rey de México, el mismo que preparólos materiales pa- ra la erección del Templo mayor, según se dijo en el núm. 5. No permitiendo los estrechos límites de esta noticia entrar en los pormenores que demanda su ex- plicación, y proponiéndome, además, darla en otra obra, (con la extensión que requieren su asunto y las opiniones erróneas que han vertido sobre ella, cuantos han emprendido interpretar sus caracteres), me limitaré a repetir que es un mo- numento conmemorativo de las victorias obtenidas por Tízoc, sobre los pueblos figurados en la circunferencia del cilindro, cuyos símbolos no representan dan- zantes, como suponía Gama, sino grupos de vencedores y de vencidos, dispuestos de dos en dos, el uno llevando asido del cabello al otro, y este portando en la mano izquierda un haz de flechas con la punta hacia abajo, y en la derecha una arma que presenta en señal de sumisión, a la manera que se ven los relieves de su género en los monumentos Egipcios y Asirios. En cada uno de estos grupos, y hacia la parte posterior de la cabeza, que figura un prisionero, se vé un sím- bolo geroglífico, que da fonéticamente el nombre de su pueblo. La efigie del sol, grabada en alto relieve en el plano del cilindro, indica suficientemente que era un monumento votivo consagrado a aquel astro, una de las principales divinida- des del imperio, en acción de gracias por la victoria obtenida. Los mexicanos, lo mismo que los romanos, griegos y todos los pueblos famosos de la antigüedad, entendían que las grandes acciones debían referirse siempre a la divinidad, como causa primera y única dispensadora de los bienes recibidos. La relación de este monumento con el culto religioso, forma el intento principal de las curiosas in- vestigaciones de Gama." "La oquedad circular que se advierte en su centro, y la canal que sale de ella corriendo por el grueso de su parte cilindrica, dieron origen á la creencia de ser la piedra del sacrificio, suponiéndose que la sangre de la víctima caía en esa especie de vaso hasta derramarse. Estos apéndices mas que artísticos son des- tructivos, según una tradición que oí hace algunos años. El monumento se des- cubrió el 17 de Diciembre de 1791, á poca distancia del ángulo que forma el atrio de la Catedral hacia el Empedradillo; enterrándosele después en el lugar donde hoy existe una inscripción esculpida en una lápida de piedra chiluca que mandé colocar allí el año de 1852, 1 siendo ministro de relaciones. La memoria de esa localidad podrá ser algún día muy útil para fijar ciertas ubicaciones toda- vía muy dudosas. Sobre el origen de la canal y rotura, se cuenta, que al hallaz- go de esa enorme mole, y consideradas las grandes dificultades que presentaba su trasporte, se trató de destruirla, como se hizo con otros muchos monumentos, destrozados entonces para hacer el empedrado de la plaza. Con este intento se 1 Como esta comienza ya á borrarse, la copiaré aquí para conservar su memoria. Dice así: Antiguo asiento de la piedra llamada de los Sacrificios, trasladada al Museo Nacional el dia 10 de Noviembre de 1824. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 25 emprendieron la horadación y ranura; mas habiendo acertado á pasar por allí el canónigo Gamboa, impidió esa destrucción vandálica, logrando que se trasladara al punto mencionado, donde permaneció hasta fines de 1823 ó principios de 1824, en que se mudó a la Universidad, uno ó dos dias después de la traslación de la estatua ecuestre de Carlos IV. Este monumento es interesante bajo el punto de vista histórico, porque nos conserva noticias que no se encuentran en ningún li- bro impreso ni manuscrito. La época de su construcción puede fijarse con toda certidumbre, entre los años de 1481 y 1486, que forman el período del reinado de Tízoc, muy probablemente en el de 1482, supuesta la práctica constantemen- te observada por los monarcas mexicanos de abrir una campaña luego que eran electos, para procurarse víctimas humanas con que celebrar la festividad de su solemne inauguración. El monumento es de pórfido basáltico, muy sólido, y tie- ne 2,67 de diámetro sobre 0,53 de alto. Los relieves del cilindro tienen 0,21 de alto, y los de la efigie del sol alzan de su plano 0, 025. En la hermosa colección de Nebel, antes citada, se encuentra un exacto dibujo de él." Hasta aquí el Sr. Ramírez, quien no llegó á publicar, que sepamos, el tra- bajo prometido. Y ya que fué citado Nebel, como por apéndice copiaremos lo que escribe. l " Las dos bandas representadas en esta lámina, forman el bajo relieve cir- cular de la piedra de los sacrificios. Eepresenta soldados mexicanos, que llevan cautivos á los guerreros de diferentes pueblos conquistados. Se observa al con- quistador vestido siempre del mismo modo, mientras que los demás difieren por sus vestidos é insignias tanto de aquel como entre sí mismos. Todos presentan al primero una flor ó ramo verde como signo de paz y de sumisión; en pago de esto se les arrastra por el pelo, para denotar su estado de esclavitud. Obsérvase en uno de los vencedores un casco de mucho mayor lujo que el de los otros; tal vez han querido representar en él al gefe ó algún gran personage. Hay entre los conquistados dos mujeres, lo que es muy particular, y pudiera suponerse que en- tre los pueblos las mujeres iban también á combatir al enemigo. Las insignias que están encima de cada uno de los prisioneros son las armas ó banderas de sus naciones: no he podido saber el nombre de cada una de ellas. " VIL NOESTKA EXPLICACIÓN. De las opiniones arriba copiadas, la de Gama es el punto inicial ; tiene el incomparable mérito de ser el primer estudio inteligente y serio acerca de esta materia ; si contiene errores, ellos fueron causa de abrir nuevos caminos á la in- dagación para ir acercándose al conocimiento de la verdad. Sigue Humboldt, quien con su indisputable talento se acerca mas á lo cierto, no obstante engañarse 1 Viage pintoresco y arqueológico sobre la parte mas interesante de la República Mexicana, en los años transcurridos desde 1829 hasta 1834, por el arquitecto D. Carlos Nebel, 50 láminas litografiadas con su texto explicativo. Paris y México MDCCCXL. 26 ANALES DEL MUSEO NACIONAL en varias de sus apreciaciones. El Sr. D. José Fernando Ramírez, que al último se presenta, arroja nueva luz sobre este punto desconocido, y no sabemos hasta dónde habia atinado, faltando el completo trabajo que se proponía publicar. Así se adelanta en las ciencias, por el concurso de las inteligencias, por los tanteos sucesivos de los estudiosos. Junto a aquellos nombres por tantos títulos ilustres, tenemos el atrevimiento de poner el humilde nuestro; aleccionados con la ense- ñanza que nos dieron, traemos nuestro pequeño contingente, con temor y des- confianza: sirva al menos para ir encontrando los elementos para la solución del problema. El monumento que examinamos es un cilindro de traquita, 2m,65 de diá- metro en las bases, 0m,84 de altura, 8m,28 de circunferencia. La base inferior es plana y lisa; la base superior y la superficie convexa están cubiertas con di- bujos en relieve. Para determinar él nombre y el objeto del monumento, debemos entrar en una previa discusión. Según indica la lámina, el centro de la cara superior de la piedra está ocupado por un hueco, del cual sale un caño ó canal que viene á ter- minar en la circunferencia exterior. De esta obra dice Gama, x como antes co- piamos: " aunque en el centro le falta la cara, se conoce claramente que de pro- " pósito la borraron, dejando en su lugar una concavidad mal formada, de donde " nace la canal que baja hasta mas de la mitad del grueso de la piedra, cuya " imperfección y desorden con que atraviesa las labores talladas con arte y si- " metría está manifestando que se hizo posteriormente por alguno de los que " con imprudencia pretendieron desfigurar ó destruir enteramente cuantos mo- " numentos encontraban del tiempo de la gentilidad " De esta opinión de Ga- ma participa el Sr. Ramírez, quien nos dice: "La oquedad circular que se ad- " vierte en su centro, y la canal que sale de ella, corriendo por el grueso de su " parte cilindrica, dieron origen á la creencia de ser la piedra del sacrificio, su- " poniéndose que la sangre de la víctima caía en esa especie de vaso hasta der- " ramarse. Estos apéndices, mas que artísticos, son destructivos, según una tra- " dicion que oí hace algunos años, " y pasa á referir la tradición. Tenemos el sentimiento de apartarnos por completo de tan respetables au- toridades. Examinando con cuidado la piedra, " la oquedad circular " sigue con toda regularidad la circunferencia del círculo que la determina, su diánibtro 0m,46 su profundidad 0m,15; la forma es cóncava, revelando el marcado intento de re- medar la figura del vaso llamado xicalli, jicara. También la canal, de lm,12 de longitud, 0m,085 de profundidad, es regular, terminada por líneas paralelas, el fondo igualmente convexo, y el todo parecido al de la mitad de un tubo partido por el eje. Deducimos de éstas observaciones, que la oquedad y la canal son propias de la piedra, formadas desde que primitivamente fué labrada ; porque si obra de la destrucción fueran, no habrían respetado las líneas centrales, ni asu- mido una forma regular, sino que los golpes aparecerían dados al acaso, sin or- den ni método. El caño que de la pileta sale interrumpe la armonía de las la- bores: es verdad; pero debe atenderse á que, dada la necesidad de abrir este 1 Descripción de las piedras, uüm. 126. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 27 desaguadero, preciso era que cortase todas las líneas que no le eran paralelas. También es inconcuso que la piedra ofrece huellas de una mutilación barbara en el arranque de la canal ( como lo indica la estampa ) y en la cara convexa aba- jo del mismo caño, y esto precisamente viene a confirmar nuestro parecer, pre- sentando la contraposición entre los golpes ciegos y destructivos, y los regulares y artísticos. Por otra parte, no cabe la menor duda en que cavidad y canal son propias y determinativas de las piedras llamadas Cuauhxicalli, objetos que á Gama pa- rece le fueron desconocidos, y que nosotros admitimos bajo muy competentes autoridades. Este monumento, pues, es un Cuauhxicalli; por las congruencias que iremos determinando, pertenecía á los cuacuauhtin ó caballeros del sol; se- gún el testimonio del P. Duran, en su lugar copiado, acompañaba a la piedra del sol, vulgarmente llamada Calendario; sobre él se hacia el sacrificio del men- sagero del sol, degollándole, " y escurrirle la sangre en aquella pileta, la cual " por aquella canal que tenia se derramaba delante de la cámara del sol, y el " sol que estaba sentado en la piedra se henchía de aquella sangre." A ve- ces en aquel xicalli se colocaban los corazones de las víctimas, los cuales to- maban el nombre particular de cuauhnochtli ó tunas de las águilas. Hasta cier- to punto tiene razón el vulgo en llamarle Piedra de los sacrificios, pues para algunos servia, aunque, como queda demostrado, no es el techcatl del sacrificio ordinario, ni el temalacatl del gladiatorio. En efecto, aquel sol que de sangre se henchía, está representado en la cara superior del cilindro. Examinemos el dibujo. La cavidad central está rodeada de diversas coronas ó ánulos; el primero lleno y liso; el segundo formado por pun- tos dobles ó compuestos de dos circulillos concéntricos en número de 16; el ter- cero liso y ancho; el cuarto liso y angosto; el quinto de puntos sencillos, en nú- mero de 40; el sexto liso; el sétimo de puntos sencillos que llegan á 48. Sobre este anulo se alzan cuatro figuras semejantes á una A, sin el trazo medial y los extremos formando hacia afuera una voluta: tocan los vértices la circunfe- rencia exterior, dividiéndola en cuatro partes iguales. Entre estas figuras corre un octavo anulo, dividido en cuatro fracciones, cada una de las cuales ofrece ocho figuras cruciformes, con un punto interior. De los intermedios de las primeras fi- guras triangulares y sobre el anulo anterior, se desprenden otras cuatro figuras triangulares, sin los extremos recurvos, que terminando igualmente en la circun- ferencia exterior la dividen en ocho partes iguales. Llenan los ocho intersticios de los triángulos una especie de media elipse con otra cimé trica interior, ocho en cada fracción, 64 en la circunferencia. Finalmente, en los intermedios de las fi- guras triangulares, sobre las semielipses, arrancan ocho figuras trapezoidales, pa- recidas a un carcax con sus flechas, con una figura de las cruciformes interior, terminando en cuatro de las figuras semielípticas, dos puntos dobles á los lados y terminando en otro punto doble, que tocando en la circunferencia exterior la di- \ viden en 16 partes iguales. El relieve alza 0,m 025. La primera observación que de aquí se desprende es, que figuras triangu- lares y trapecios, circulillos sencillos y dobles, signos cruciformes, medias elip- 28 ANALES DEL MUSEO NACIONAL "Ses y ánulos se cuentan por cuatro ó múltiplos de cuatro. Y en verdad que el número cuatro para los méxica era cabalístico y misterioso. Cuatro fueron los soles cosmogónicos ó edades del mundo ; cuatro los movimientos del sol, que dan origen á las cuatro estaciones ; cuatro las principales partes del dia, que en ocho menores se dividen ; cuatro los tlalpilli del ciclo de cincuenta y dos años ; cuatro las veces que el gran luminar pereció junto con el género humano ; cuatro las regeneraciones de los hombres por el par salvado en cada uno de los cuatro gran- des cataclismos, acarreados por los cuatro elementos constitutivos de los cuer- pos, aire, tierra, agua y fuego, etc. El dibujo en su conjunto representa al sol. La figura circular es la que real y aparentemente afecta el astro; los apéndices triangulares significan los rayos luminosos que del globo central irradian ; los complementos trapezoidales indican los manojos y haces luminosos ; las semielipses los resplandores terminales del lu- minar y de los manojos. La sucesión y orden de los ánulos deben tener relación con las ideas que los astrónomos méxica se hayan formado acerca de la consti- tución física del sol ; capas mas ó menos espesas encerrando la materia de la luz, significada por los circülillos, y de la cual podían darse idea en esos corpúsculos movibles que se distinguen sobre un rayo luminoso penetrando en un aposento oscuro. Esta representación del astro del dia ofrece algunas variantes. Un circulillo central ó el signo citlallin, estrella, con cuatro apéndices en aspa, constituyen el signo Nahuiollin, cuatro movimientos, y entonces se refieren al movimiento apa- rente del sol del equinoccio de primavera al solsticio de estío ; de este al equinoc- cio de otoño; de aquí al solsticio de invierno ; de esta posición a la inicial: para dbterminar este signo bastan las cuatro primeras figuras triangulares. Como to- natinh ó sol, se le vé representado bien con las ocho figuras triangulares, bien con cuatro de estas y otras cuatro trapezoidales, como en el Tonalamatl : lleva en el centro un rostro, ó una cabeza entera coronada de un penacho como en el re- petido Tonalamatl, ó bien un círculo vacio, pues no es precisamente característico el rostro central como parece indicarlo Gama. 1 Como astro marcador y distribui- dor del tiempo, los ocho triángulos hacen relación á las cuatro grandes horas de- siguales determinadas del orto del sol al medio dia, de este a la puesta del astro, de aquí á la media noche, en seguida al orto inmediato; las ocho partes del dia que resultan dividiendo en dos cada una de las cuatro principales, etc., todo en consonancia á ser el regulador del tiempo en sus fracciones grandes ó pequeñas. En esta forma tiene también el significado de teotl, dios, presentando á veces los atributos de ser la fuente de la vida, el creador en la naturaleza. Entonces la fi- gura llega a ser la mas complicada, cual en el presente caso se nota, y mucho me- jor se advierte en la piedra llamada Calendario. 2 Como sol, los puntos que son también signos numerales, dicen las cuentas relativas á los dias, meses, años y ciclos ; como teotl son indicativos de las fiestas y de las solemnidades al astro cor- respondientes. 1 Las dos piedras, núm. 126. 2 Consúltese Calendario Azteca. Ensaj-o arqueológico por Alfredo Chavero, México 1S76. 1 650S5 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 29 No puede caber la menor duda: el monumento que nos ocupa, como el Sr. Ramírez dice, es votivo y religioso por estar consagrado al sol. Pasemos al bajo relieve de la superficie convexa, desarrollado sobre una fa- ja horizontal en nuestra estampa. Compónese de quince grupos, no veinte como Humboldt dice, de dos personas una frente á la otra. ¿ Cuál es la significación de estos grupos*? En las pinturas geroglíficas de los mexica, el combate, la batalla y la guer- ra se expresan de diversos modos. La representación natural, mímica, de este hecho, seria pintar multitud de hombres armados combatiéndose, los muertos y heridos sobre el campo, los extragos destructores del fuego ó de otros daños, á semejanza de nuestros actuales cuadros de batallas: de este género, que pudiéra- mos llamar primitivo, son algunas de las pinturas geroglíficas que acompañan la obra del P. Duran. Siendo muy embarazoso como escritura semejante procedi- miento, ocurrió por medio de una abreviatura concentrar en una sola figura cada uno de los bandos contendientes; por eso en los Códices Telleriano Eemense y Vaticano y en multitud de partes, la batalla se denota por dos figuras que arma- das pelean; a fin de dar los pormenores posibles, cada guerrero lleva sus propios trage, armas y arreos, y ademas el nombre bien de la población á que corres- ponde, ó el gentilicio de la tribu, ó el personal si el combate es singular: repre- sentación todavía mímica, caracteres propiamente kiriológicos, En la primera lámina del Códice Mendocino se observa el guerrero armado y blandiendo su ar- ma, teniendo delante un guerrero desarmado, doblado adelante el cuerpo en se- ñal de sumisión; tras este segundo se distinguen el nombre de la ciudad que re- presenta, y un teocalli ardiendo, con la techumbre desplomándose. Este signo último, que en el Códice de Mendoza acompaña el nombre de todos los lugares sometidos, es el determinativo de conquista, de población tomada por asalto, por- que era costumbre entre los mexica, al tomar una ciudad por fuerza de armas, incendiar y destruir las capillas del teocalli principal. En este caso la pintura pasó de mímica á alegórica, pues no solo significa el combate, sino juntamente la sumisión, la destrucción y el saqueo del pueblo enemigo. Todavía en el Códi- ce Mendocino, en las láminas pertenecientes á las conquistas de los reyes, se ve al monarca, delante un signo compuesto de un chimalli, escudo, descansando so- bre una manojo de flechas, mitl, y en seguida se notan los símbolos de los pue- blos sojuzgados: la lectura es obvia, el rey fulano conquistó tales y cuales pobla- ciones. Las flechas y el escudo tienen el valor fónico de yaoyotl, guerra, batalla; ó bien reuniendo las voces que los objetos significan, diremos, mitl chimalli, lo cual, metafóricamente, expresa en la lengua mexicana, guerra, batalla. 1 El sig- no pasó dé alegórico á ideográfico, y aun á fonético. Aplicando estas doctrinas á los grupos del monumento, admitiremos sin es- fuerzo, que representan batallas, combates; simbolizando al vencedor la figura erguida, que a su contrario asegura por el pelo; denotando al vencido la figura inclinada, presa, y que presenta el signo de la sumisión ; el signo geroglífico que este segundo lleva detras de la cabeza, dice el nombre de la población que está 1 Diccionario de Molina. 30 ANALES DEL MUSEO NACIONAL repsesentando. Es inadmisible, cual pretendía Gama, ser estos grupos de danzan- tes; son, como dicen Humboldt y Ramírez, grupos de vencedores y vencidos; signos mímicos de la conquista de ciertos pueblos. A excepción de una, la figura de los vencedores es siempre la misma ( sal- va la pequeña omisión del pico del águila en el guerrero del grupo m de nuestra estampa); cúbrele la cabeza un casco adornado de cintas y plumas, terminando en la parte superior con un profuso plumaje, y en la frente con la cabeza de una águila; grandes pendientes á las orejas; al cuello, ancho collar; defiéndele el es- tómago y parte del pecho, una pieza parecida mas á fracción de una armadura que á un adorno; cúbrele la cintura el maxtlatl de puntas colgantes delante y atrás, aumentado con un paño triangular, terminado en una especie de fluecos; brasaletes, pulseras, adornos en las piernas; en el pié derecho el cactli ó zapato na- cional, en el izquierdo un calzado singular, largo, prolongado hacia arriba, recur- vo para la parte delantera. Con la mano izquierda empuña al prisionero, suje- tándole por un mechón de los cabellos, mientras en la mano derecha conserva dos flechas, que pueden ser también el tlacochtli, vara arrojadiza, el macuahuitló espada mexicana, cuyo lazo para sujetarla á la mano aparece en la parte infe- rior, y el chimalli ó escudo. La figura que forma la excepción, primera en nuestra estampa, se distingue en el rico, mas abundante y distinto plumaje de la cimera del casco, en el lujoso maxtlatl, en la joya y borla que á la espalda le cuelgan: estas insignias y ador- nos, que a solo á príncipes ó a reyes corresponden, determinan ser este el grupo principal, el primero por donde la lectura comienza. Esta supremacía fué reco- nocida por Gama,1 al afirmar que era este el gefe ó director de la danza. Solo este personaje lleva escrito su nombre detras de la cabeza, en el signo escrito con una pierna humana (a). Según Gama,'* esta pierna simboliza el pue- blo de Metztliteco, de la jurisdicción de Cholollan. Para su decifracion tomó la radical de metztli, que significa pierna y luna. Pero para admitir esto seria pre- ciso creer que el monumento pertenecía á Metztliteco y no á Tenochtitlan, como lo es en realidad. El nombre tampoco significa a México, ni á Tenochtitlan, de donde inferimos que el signo no es nombre de lugar, sino propio de alguno de los reyes de los méxica. La pierna es el nombre geroglífico de Tízoc, sétimo rey azteca. El Códice Mendocino pone la pierna llena de puntos negros, indicando alguna enfermedad cutánea, en consonancia de una tradición que dice que el rey era leproso. En Clavigero se observan en la pierna una especie de heridas; en la lápida de la de- dicación del templo mayor, la pierna se presenta con algunas rayas en la parte inferior, mientras en la Historia sincrónica de Tepechpan, las rayas se ofrecen en el sentido de la longitud. Variantes del nombre presenta el MS. Anónimo, lla- mado por nosotros Códice Ramírez, en la. pierna atravesada por la pantorrilla con una flecha. En el Anáglifo Aubin se ve la pierna con una espina hincada sobre el pié. El símbolo, pasando por los diferentes grados de la escritura me- 1 Descripción de las dos piedras, núm. 136 2 Descripción, núm. 136. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 31 xica, llega á ser fonético y silábico en los Códices Telleriano Remense y Vatica- no, en los cuales se expresa el nombre con una piedra atravesada por una espi- na. Todos estos símbolos, sin excepción, tienen el valor fónico, Tízoc. Los escritores ortografían la palabra Tízoc, Tizocic, Tizocica, Tizocicatzin, etc. : traducen unos ensartado, otros, agug erado, y no falta quien diga ser la pro- pia significación tiznado. La significación verdadera solo puede deducirse del sim- io de los Códices Vaticano y Telleriano Remense, el cual se compone del simbó- bolico tetl, piedra, atravesada por una espina, huitztli. Tetl recibe diversas acepciones en la escritura geroglífica. Significa la pala- bra genérica tetl, piedra; duplicada indicaría multitud de piedras ó pedregal tetla. En composición arroja la radical te. Es también carácter ideográfico con el sig- nificado de tlacatl, persona. Esto dimana de que la radical te es un pronombre, y el "pronombre te, compuesto con preposición, equivale á la voz española per- " sonas ó gente, otro ú otros. wl El mímico huitztli, espina, atravesando algún objeto, no entra en la compo- sición con su elemento natural huitz, sino que, pasando de nombre á verbo, arro- ja el sonido zo, sangrar; zozo, enzartar, con las ideas análogas de picar, punzar, atravesar. Zo, sangrar ó sangrarse, no se toma en sentido médico; generalmente se tiene por sacarse sangre con una espina, de alguna parte del cuerpo, para ofre- cerla á los dioses siguiendo las prescripciones impuestas por el culto azteca: al- gunos escritores antiguos llaman esta acción sacrificarse, explicando* de una ma- nera exacta la práctica religiosa. Tomando de la piedra la acepción tlacatl, y de la espina zoc, pretérito del verbo zo, formamos tlaca-zoc, persona sangrada, persona sacrificada. Equivalien- do te á tracatl, y siendo te el verdadero valor fónico del símbolo gráfico, la lec- tura verdadera es tezoc, persona sangrada, persona sacrificada. En esta forma seria anfibológico el compuesto, pues tezoni ó tezoc significa sangrador, y como la idea que se pretende expresar es la pasiva, sustituyese al pronombre te el de igual clase ti, resultando la forma genuina Tizoc, el sangrado, en sentido religio- so, el sacrificado. Tiene razón cumplida el Sr. D. Fernando Ramírez; el Cuauhxicalli que nos ocupa " es un monumento conmemorativo de las victorias obtenidas por Tizoc, " sobre los pueblos figurados en la circunferencia del cilindro. " De aquí resulta que todos los vencedores son tenochca. Sabiendo que en el ejército estaba pro- hibido bajo pena de muerte usar de las insignias que á Jos caballeros pertenecían, y advirtiendo que los cascos de los guerreros terminan en una cabeza de águila, distintivo de los caballeros de este nombre, teniendo en cuenta tratarse de un monumento consagrado al Teotl tonatiuh; no vacilamos en leer que los vence- dores pertenecen á la muy distinguida clase de los cuacuauhtin ó caballeros del sol. El zapato recurvo del pié izquierdo, figúresele á Humboldt ser una arma; si él nada conoce análogo en otras naciones, nosotros nada hemos visto ni barrun- tado en cuanto hemos estudiado acerca de los útiles que entre los pueblos de Anáhuac servían para la ofensa ó la defensa. Nos figuramos, y téngase como 1 Gramática de Aldama y Guevara. 10 32 ANALES DEL MUSEO NACIONA simple congetura, que ese calzado era un distintivo de los cuacaauhtin, a fin de diferenciarse de los cuachic, también caballeros águilas, aunque de mucha menos importancia militar. El monumento es también histórico; análogo por el objeto á la columna de Trajano que conmemora la guerra de Judea. Respecto de la figura del vencido, solo presenta de común estar con la ca- beza inclinada, el rostro aflijido, doblado hacia adelante el cuerpo, adelantado el pié izquierdo; extendida la mano derecha, presentando un objeto en señal de su- misión, separando hacia atrás el brazo izquierdo, en cuya mano están aun las armas que en el combate sirvieron : cada figura presenta detras de la cabeza el nombre geroglífico del pueblo que representa. Antes de determinar cuáles son estas poblaciones, entraremos en breves apuntamientos históricos. Siguiendo la cronología del Códice Mendocino á cuyo documento damos so- bre los demás la preferencia, Tizoc subió al trono de Tenochtitlan el año orne calli 1481 y murió el chicóme tochtli 1486. Las conquistas enumeradas en la res- pectiva lámina, ' son: 1 Tonallimoquetzayan; 2 Tozxiuhco; 3 Ehecatepec; 4 Cillan; 5 Tecaxic; 6 Tolocan en la provincia Matlatzinca; 9 Yancuitlan ; 10 Tla- pa; 11 Atezcahuacan; 12 Mazatlan ; 13 Xochiyetla; 14 Tamapachco ; 15 Ehe- catlapechco ; 16 Micquetlan. La guerra emprendida para tomar los prisioneros que en la coronación de- bían ser sacrificados fué contra la provincia de Metztitlan : aquella invasión mas que victoria se convirtió en derrota. Aquej mismo año orne calli 1481 salió el ejército de los méxica y acolhua contra la provincia de Cuetlaxtla, quedando so- juzgados Ahuilizapan, Tototlan, Oztotipac y otros pueblos. El macuilli tecpatl 1484 se hizo la guerra á los matlatzinca, tomándoles considerable número de cautivos. El chicóme tochtli 1486, Nezahualpilli ayudado por los tenochca inva- dió la provincia de Nauhtlan, marchando poco después el ejército de las tres monarquías coligadas contra Chinantla, Coyolapan, Huaxtepec, Tlapa, Xocono- chco, Tochtla y Amaxtlan, cuyas provincias quedaron sometidas ; tocó la inva- sión en varias ciudades de los mixteca y tzapoteca, valiendo á los soldados aquella correría, copioso botin é inmenso número de prisioneros. Con estos elementos probemos á descifrar los nombres y geroglíficos de las poblaciones. b. El prisionero de Tizoc lleva el pelo cortado sobre la frente ; tendido, suel- to y largo á la espalda, ceñido con una correa terminada hacia detras por una borla ; collar y pulsera ; desnudo el cuerpo y solo cubierta la cintura con el max- tlatl; los cactli en los pies. Sus armas, dos flechas con las puntas hacia arriba. El objeto que presenta con la mano derecha, igual en todas las figuras, no repre- senta flores como quiere Humboldt, sino arma como determina el Sr. Ramírez ; es el cuchillo que servia para el sacrificio, símbolo del sacrificio mismo, de silex, tecpatl, y no de obsidiana, itztli, el cual se distingue armado sobre un mango de madera, que servia para empuñarle, de manera que no ofendiera la mano al usarle, y con un tope para evitar que la hoja penetrara mas allá de cierta medida. 1 Véase el Lord Kinsborongh, lárn. XI. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 33 El signo geroglífico parece ser el traducido Mecatlan por Gama. * Sin duda sacó la etimología de mecatl, soga ó cordel, palabra corriente entre nosotros bajo la forma mecate. Pero el dibujo no representa este objeto, sino una red, matlatl. Este signo entra en composición con el elemento fónico matla ; unido al medio cuerpo desnudo fonético de la palabra tzin, y afijado con la proposición cot en (es regla general que todos los nombres geográficos ó de lugar llevan por afijo una preposición ó ciertas terminaciones verbales), forman la lectura Matla-tzin- co, nombre de la provincia y gentilicio de la tribu matlatzinca : en esta forma se encuentra repetido en el Códice de Mendoza. Esta forma seria la de una escri- tura silábica ; pero en algunos casos es simbólica y la red sola da á veces la de- nominación de la tribu, como aquí y en otras pinturas se observa. Este grupo, pues, conmemora la guerra contra los matlatzinca, y en ella se coloca a Tizoc porque asistió personalmente y fué de feliz resultado. c. El prisionero lleva el pelo corto, ceñido por una correa con borla y pe- nacho, collar y pulsera ; cuerpo desnudo con el maxtlatl y cactli ; en la mano dos flechas la punta vuelta hacia arriba. El signo geroglífico representa evidente- mente un conejo, tochtli. Gama traduce Tochpan ó Tochtla. 3 Para lo primero seria preciso el signo determinativo de la preposición pan, expreso de alguna manera : la verdadera lectura es Toch-tla, de toch, radical de tochtli, y de la pre- posición abundancial tía, significando en donde abundan los conejos. Se encuen- tra enumerado en la conquista de 1486. d. Prisionero con el pelo cortado sobre la frente y largo en la espalda, ce- ñido con una correa rematando en una gran borla ; collar y pulsera ; cuerpo des- nudo, maxtlatl, adornos en las pantorrillas y cactli ; armas, dos flechas con las puntas hacia arriba. El signo geroglífico representa el símbolo del agua, atl, en su compuesto apa?i, teniendo encima una persona, expresada por la cabeza, la cual saca los brazos fuera del líquido. Gama traduce Acalhuacan. ! Esta pala- bra se escribe con una barca, ó una barca con su remo. 4 y significa, lugar de poseedores de canoas ó acalli, del elemento acal la partícula hua que indica po- sesión, y la preposición can, lugar. No es buena semejante lectura. Explicando Clavijero un dibujo idéntico á este, 5 dice : " La figura sétima es la del agua, en " que se vé un hombre con los brazos estendidos, en señal de alegría, para re- " presentar la ciudad de Ahuilizapan, llamada por los españoles Orizaba. El " primero de estos nombres significa en el agua del placer, en el rio alegre " Ahuilizapan fué sometido en 1481 ; refiere la conquista Ixtlilxochilt. 6 e. Prisionero con el pelo corto, ceñido con una banda de cuero, borlas y penacho; orejeras y collar; desnudo, usa maxtlatl, correas atadas abajo de las rodillas y cactli; brazalete y pulseras; por armas, dos flechas con la punta hacia arriba. El geroglífico presenta el mímico cuahuitl, árbol, bosque, madera, palo, 1 Segunda parte, \ VII, núm. 135. 2 Loco cit. I VII, núm. 143. 3 Las dos piedras, \ VII, núm. 142. 4 Códice de Mendoza, lám. XVII, núm. 10. — Peregrinación de las tribus aztecas y otras pinturas. 5 Historia antigua, tom. I, pág. 420. — Igual dibujo ofrece el Códice Mendocino, lám. X, nün. 15. 6 Hist. chichimeca m?. 34 ANALES DEL MUSEO NACIONAL que en los compuestos arroja la radical citauh, encima ó sobre del simbólico atl, ao*ua. Gama traduce Cuaahquiahuac,1 pueblo de la provincia Matlatzinca: no acertamos á encontrar en los elementos fónicos semejante etimología. El árbol sobre el agua es el nombre gráfico de Axocopan. a Como el árbol lleva la señal de los frutos, suena xocoyo, árbol frutal, resultando A-xoco-pan, frutales sobre agua, ó propiamente, frutales de regadío. No consta entre las conquistas de Tí- zoc, y pertenece la población al Estado de Puebla. f. Prisionero con el pelo corto sobre la frente, algo crecido en la parte pos- terior, ceñido por una banda terminada en borlas y plumas; orejera redonda con borla colgante; collar y pulseras; trage talar semejante á unas enaguas, que ba- ja de la cintura á las rodillas, con cenefas, si bien á la parte de atrás se nota la punta colgante del maxtlatl; adornos con cintas flotantes en las pantorrillas y cactli : por arma el macuahuitl 3 ó espada méxica. Entre los conquistadores, di- ce Nebel, se observan dos mujeres, y uno de los dos grupos á que se refiere es este. En efecto, sobre el busto se distinguen dos senos de mujer, lo que unido al traje talar y á los adornos, parece denotar un individuo del sexo femenino. Opi- nión particular nuestra es, que no son tales mujeres. Primero, porque el traje puede confundirse con el ichcahuipilli, especie de armadura de algodón colcha- do, usada por los guerreros para defenderse de las flechas, adoptada por los con- quistadores castellanos y por ellos llamada escaupil. Segundo, porque no recor- damos haber encontrado en las historias que las mujeres de las tribus civilizadas combatieran al lado de los guerreros. Tercero, porque los prisioneros sacrifica- dos al sol eran los varones, y las mujeres,, en corto número, servían para otras divinidades. Cuarto, porque en esculturas y pinturas los senos descubiertos de la mujer no están expresados de esta manera. Con todas las salvas posibles, hasta que otra cosa se demuestre, creemos que, esos que como senos aparecen, son no sabemos cual cosa, que en el dibujo tomaron la forma que se les advierte. El signo geroglífico, traduce Gama4 por Mixcohuatepec (cerro de los mixcohua), en la provincia Matlatzinca. El símbolo está algo mutilado en la piedra, de ma- 1 Segunda parp l VII, núni. 141. 2 Véase Códice Mendoeino láoi. VIII, núin. 13, lám. XXIX núm. 1. 3 Macuahuitl se compone de maitl, ruano, y de cuahuitl, formando Ma-cuakuitl, palo de la mano ó , para la mano. Los escritores antiguos llaman á esta arma macana, palabra que aun dura, y que yo creia ser simple estropeo de la voz mexicana. He salido de este error. Los castellanos que nuestro país conquis- taron, fueron por varios años vecinos de las islas, en donde aprendieron, para nombrar los objetos que les eran desconocidos, las palabras usadas en las lenguas indígenas; al venir á México y encontrar los mismos objetos que ya conocían ú otros semejantes, emplearon las voces ya sabidas de preferencia á las nacionales , resultando que en nuestra común habla estén introducidas multitud de voces del lenguaje de las islas, para nombrar objetos que tienen nombre propio en las lenguas de México. De este género es tuna, palabra arri- ba usada, cuyo nombre mexicano es nochtli y macuahuitl. Pr. Bartolomé de las Casas, Historia de las In- dias, tom. II, pág. 57, describiendo las armas de los insulares, escribe: «y unas como espadas, de forma de « una paleta hasta el cabo, y del cabo hasta la empuñadura se viene ensangostando, no aguda de los cabos, « sino chata; estas son de palma, porque las palmas no tienen las pencas como las de acá, sino lisas ó rasas, « y son tan duras y pesadas, que de hueso, y cuasi de acero, no pueden ser más: llamánlas macanas. « El mismo Casas, Historia apologética, cap. XV, hablando de ciertas palmas, dice: « Son huecas, pasados dos « buenos dedos de gordo, que tiene lo que digo, que es muy dura, y están llenas de unas hilachas, las cuales « quitadas ó sacadas, que se quitan y sacan fácilmente, quedan como una culebrina ó bombarda, que sue- « leu servir, enteras, ó partidas por medio, de canales por donde venga el agua para edificios, es especial « donde se hace el azúcar, que se llaman ingenios : desta madera hacian los indios las que se llamaban ma- « canas. » 4 Las dos piedras, ?¿ VII, núm. 141. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 35 ñera que solo queda bien reconocido el signo tepetl, cerro. Ahora bien, si el cer- ro presenta solo una parte recurva, prolongación del mismo cerro, entonces es el signo fonético de Culhuacan y no otra cosa. Pero si es la cabeza y el tronco de una culebra, coatí ó cohuatl, como tal vez lo pudiera observar Gama en su tiem- po, la lectura es Ooa-tepe-c, en el cerro de la culebra. Si la culebra estaba for- mada con curvas en el lomo, como el relieve parece indicarlo, entonces sí decia mixcoatl, culebra de nube, gentilicio de los mixcohua, y como nombre de lugar Mixcohuatepec. Gama aparece teniendo razón. El pueblo no está enumerado entre las conquistas. g. Prisionero con el pelo corto, ceñido por una banda terminada en borlas; orejeras, collar y pulseras; cuerpo desnudo, viaxtlatl, adornos en las pantorrillas y cactli; las armas un arco y una flecha. El signo fué leido Tenanco por Gama: x exacto. Se distingue el mímico tenamitl, cerca ó muro de ciudad, expresado por una cortina ó pared almenada; á veces solo las almenas constituyen el signo. En composición arroja el elemento teñan, su valor fónico. Tenan-co, en la cerca ó muralla, en el pueblo cercado ó amurallado. 2 Tename altepetl, villa cercada de muro. 3 Si bajo las almenas están colocados los caracteres simbólicos de tetl, pie- dra, la lectura se convierte en Te-tenan-co, en la muralla de piedra ó piedras. 4 No consta entre las conquistas. h. Prisionero casi en todo semejante al del grupo/, segundo de los anota- dos por Nebel como representando mujeres guerreras. Repetimos lo que acerca de este propósito dijimos arriba; aumentamos, que ahora se trata de un pueblo muy conocido y cercano á México, en cuya historia no encontramos las amazo ñas del tiempo de Tízoc. Con toda propiedad traduce Gama 5 el símbolo geroglí- fico por Xochimilco. Se compone del mímico flor, xochitl, en el símbolo milli del campo ó tierra cultivada, afijado con la proposición co, en; Xochi-mil-co, en el campo de flores, en el terreno en que se cultivan flores. 6 i. Prisionero con el pelo corto en la frente, crecido hacia la parte posterior, ceñido con una banda terminada en un adorno: la borla que se descubre sóbrela coronilla de la cabeza en todos casos es señal de capitán ó guerrero distinguido ; orejeras, collar y pulseras; cuerpo desnudo con maxtlatl, adornos en las pantor- rillas y cactli: armas, las dos flechas con la punta hacia arriba. Al rededor de la boca, de las mejillas á la barba, presenta unos apéndices semejantes á grandes barbas, razón por la cual Humboldt llama la atención sobre esta figura como re- presentando un hombre barbado. Sabido es que los americanos no carecían de barbas, teniendo la costumbre de arrancárselas cuando comenzaban á salir; aca- so el gefe guerrero cautivo en esta batalla se hacia notable por haber dejado cre- cer el pelo de la cara. Sin embargo, juzgando por el dibujo en el relieve, no está dispuesto á la manera con que el pelo se expresa, quedando la duda de si es un 1 Las dos piedras, l VII, núrn. 140 2 Véase el Códice Mendocino, lám. VII, núrn. 3. 3 Diccionario de Molina. 4 Véase Códice de Mendoza, lám. XLI, núm. 13, lám. XLIV, núm. 22. 5 Las dos piedras, § VII, núm. 139. 6 Véase Códice Mendocino, lám. II, núm. 7, lám. VI, núm. 3. n 36 ANALES DEL MUSEO NACIONA adorno, un distintivo que ponia al guerrero bajo la protección ó le daba la semejan- za de Quetzalcoatl. Gama traduce el signo geroglífico, Achichipico : * repetimos su explicación y es esta: "Achichipico se compone de las voces atl, que es el " agua, y de chichipico que viene del verbo chichipico, que significa gotear ; y " todo el vocablo quiere decir, donde gotea el agua. Uno y otro se demuestra " muy bien con este símbolo, aunque yo creo mas conforme a la historia el pue- " blo de Santiago Toyahualco. " Como se advierte, vacila Gama entre la lectu- ra Achichipico y Toyahualco : tenemos la pena de no admitir ninguna de las dos. No el primero, porque el símbolo no contiene el carácter simbólico atl de donde debiera sacarse la etimología ; no el segundo, porque Tulyahualco, no Toyahual- co, significa cosa redonda de tale, depósito de agua redondo rodeado de tule, y ni el atl, ni el tollin, tule, presenta la pintura. Lo que nosotros distinguimos, sal- vo error, es el carácter simbólico xihuitl, 2 joya ó cosa preciosa, horadado en el centro por el cual sale una cinta. El grupo geroglífico es el nombre de Tozxiuh- co, derivado de tozcatl, sartal, gargantilla, garganta ; de xiuh, radical de xihuitl, y la proposición co : Toz-xiuh-co, gargantilla preciosa ó de joyas : da idea del lugar en que estas gargantillas se usan ó son fabricadas. 3 Se le menciona entre los pueblos conquistados. j. Prisionero con el pelo corto, rematando en la parte superior en la borla; del capitán, y á la espalda un adorno semejante á un caracol; collar y pulseras traje largo del cuello al muslo, terminado en cenefas y flecos, y bajo el cual sa- len las puntas colgantes del maxtlatl, lo cual da idea de que viste un ichcahui- pilli corto ; adornos en las pantorrillas y cactli; por arma una lanza con pendon- cillo de hilos colgantes. En el símbolo, Gama leyó Totzantlalpan. 4 Aquí la cues- tión es de vista, aunque advertimos que el signo está un tanto mutilado. Gama vio la totzan, tuza, especie de topo, sobre el símbolo tlalli, tierra, de donde sacó Totzan-tlal-pan-, sobre la tierra de las tuzas, sobre el tuzal ó topera. Nosotros distinguimos el sapo, tamazollin, sobre el fonético del afijo apan, leyendo Tama- zol-apan, 5 sobre el agua de los sapos. No consta el pueblo en las conquistas, pe- ro pertenece al Estado de Oaxaca, país invadido por los méxica en 1486. L Prisionero con el pelo corto en la frente, largo á la espalda, ceñido por una banda terminada en las borlas de los jefes; collar, brazaletes y pulseras; cuer- po desnudo, maxtlatl, adornos en las pantorrillas y cactli; armas, un arco y una flecha. Gama 6 ha leido exactamente el símbolo, es Acolman. El geroglífico es semejante al de Acolhuacan : es un carácter ideográfico compuesto de acolhua ; maitl, mano, en el significado del verbo ma nitla, cazar ó cautivar, y n, que le da la forma verbal. Acol-ma-n, lugar tomado ó conquistado por los acolhua.7 No está mencionado en las conquistas. 1 Véase la nota al \ VII, núm. 139. 2 Esta palabra mexicana cuenta las diversas acepciones de, año, yerba, cometa, cosa preciosa ó fina, jo- ya. Dice, de Molina. 3 Esta es una variante del nombre que se eneuentra en el Códice Mendocino, htm. XI, núm: 2, expre- sado en una gargantilla: 4 Eas dos piedras, segunda parte, \ VII, núm. 138. 5 Véase el Códice Mendocino, lám. XLV, núm, 3. 6 Las dos piedras, \ VII, núm. 138. 7 Véase Códice Mendocino lám. III, núm. 10. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 37 m. Prisionero con el pelo corto sobre la frente y tendido á la espalda, ceñi- do con una correa terminada en borlas; orejeras, collar y pulseras; cuerpo desnu- do, maxtlatl, adornos en las piernas y cactli; armas, dos flechas con la punta hacia arriba. Presenta mejor diseñadas las barbas y son mas aparentes que en la figura i. El símbolo es el Tetlacman de Gama. * No acertamos a encontrar en el dibujo los elementos del compuesto. Nosotros vemos el símbolo de la piedra, tetl, en forma de un recipiente conteniendo agua, representación gráfica de teca- xitl, fuente de piedra. La pintura se hace mas clara, atendiendo á que tecaxitl se compone de tetl y de caxitl, escudilla ó basija honda, palabra que ahora pro- nunciamos cajete. Afijada con la preposición c, resulta Te-caxi-c,a en la fuente de piedra. Se enumera entre las conquistas. n. Prisionero con el pelo corto, adornado con borlas y plumajes; cuélgale una ancha banda con adornos y rematando en fluecos; collar, brazaletes y pul- seras ; cuerpo desnudo, con el maxtlatl; correas atadas a las pantorrillas y cactli; por armas, dos saetas con la punta vuelta hacia arriba; delante de los ojos pare- ce llevar un antifaz, ó una pieza de defensa ó adorno, semejante á una visera. Gama leyó Tlaliztac en el geroglífico. 3 El nombre se compone de tlalli, tierra, y de iztac, blanco: Tlal-iztac, en la tierra blanca: no encontramos los elemen- tos en el relieve. Fuera el nombre de Tlatelolco a estar el montón cubierto de los puntos simbólicos de xalli, arena. Guian donos por los signos semejantes á una u, algunas veces invertidos como n, simbólicos de yancuic, cosa nueva ó reciente, afirmamos ser el nombre Yancui-tlan, junto a lo nuevo ó reciente: el signo ofrece algunas variantes, 4 y está nombrado entre las conquistas de Tízoc o. Prisionero con el pelo corto en la frente, largo á la espalda, ceñido con una correa rematando en borlas, y de la que pende un adorno ancho que le pasa bajo la barba como una carrillera; una raya de pintura le pasa de la nariz sobre los ojos; collar y pulseras; cuerpo desnudo, maxtlatl, adorno en las pantorrillas y cactli; por armas, dos flechas con la punta hacia arriba, Gama lee Olintla en el signo geroglífico. 5 A la simple inspección se descubre en el dibujo el signo mí- mico tepetl, cerro, y encima la imagen del sol ; pero esta, según el sentido en que se la tome, puede expresar las palabras Tonalli, Tonatiuh, ó Teotl, que en el caso presente darían origen á los compuestos Tonaltepec, Tonatiuhco y Teote- pec, y nunca Olintla, porque el relieve no presenta el signo Ollin, movimiento. Perplejos en la descifracion que en este caso debe darse, nos inclinamos á admi- tir que esta es una variante de Tonallimoquetzallan, por encontrar este nombre inscrito entre las conquistas de Tízoc. Confesaremos de plano que el signo del Códice Méndocino, lám. XI, núm. 1, en nada se parece á este, aunque bien se pueden sacar de él los elementos. Compónese la palabra de tonalli, calor del sol ó tiempo de estío; de moquetzqui, el que está levantado en pié ó cosa empinada, 1 Las dos piedras, \ VII, núm. 137. 2 Véase Códice de Mendoza, lám. XI, núm. 5, lám. XIV, núm. 13. 3 Las dos piedras, \ VII, núm. 137. 4 Códice Méndocino, lám. XI, núm. 0, lám. XIV, núm. 4. 5 Las dos piedras, § VII, núm. 136. 38 ANALES DEL MUSEO NACIONAL y del verbal ayan : Tonalli-moquetz-ayan, lugar de estío fuerte, donde el calól- es excesivo ó donde para el sol. Aquí el signo aparece como ideográfico, p. Prisionero con el pelo corto adornado con las borlas, distintivo de los va- lientes; collar amplio con un adorno que al estómago llega, con puntas colgan- tes; pulseras, cuerpo desnudo, maxtlatl, adornos en las pantorrillas y cactli; por armas, dos saetas con la punta vuelta hacia arriba. Evidentemente tiene la cara pintada ó embijada, formando una banda que le cubre los ojos y llega hasta cer- ca de la nariz. Gama tradujo el símbolo por Ehecatepec. * La escritura constan- te de este nombre, se compone del signo mímico tepetl y encima una cabeza fan- tástica de hocico prolongado, carácter simbólico de ehecaél, viento. 2 En el caso presente, solo se encuentra una variante del signo ehecatl, no obstante lo cual es necesario admitir el pueblo de Ehecatepec, cerro del viento, por constar entre las conquistas de Tízoc. q. Prisionero con el pelo cortado en la frente, tendido á la espalda, ceñido con una banda terminada en borlas; collar y pulseras; cuerpo desnudo, maxtlatl, adornos en las pantorrillas y cactli; armas, dos flechas vuelta la punta hacia arriba. Símbolo olvidado por Gama. Representa el nudo de correas rojas, en las pinturas simbólico de Cuetlaxtla:3 se compone de cuetlaxtli, cuero adobado, con el abundancial tía : Cuetlax-tla, en donde abundan los cueros adobados ó curtidos. Nuestro dibujo es la exacta representación del monumento, cosa que debe- mos advertir, supuesto que algunas de las copias que corren con aplauso, son in- fieles en parte, y aun están dislocados de su lugar los grupos geroglíficos. Respecto de la época en que fué construido el Ouauhxicalli de Tízoc, con- fesamos nuestra ignorancia, nada sabemos. Notamos que sobre la piedra constan algunas de las conquistas hechas en 1486, y por consecuencia, hasta fines de es- te año ó año después, debe haber sido principiada la obra. Tízoc murió aquel mismo 1486, de donde nace nueva duda acerca de si el rey mandó construir el Ouauhxicalli, ó se debe á alguno de sus sucesores. En la parte inferior del mo- numento, se ve repetido cuatro veces un grupo compuesto del signo tecpatl, cua- tro en un sentido y cuatro en el opuesto, dando en cada grupo ocho tecpatl. i Se- rá una data cronológica % No lo creemos, porque los años siempre están expre- sados por el signo respectivo, acompañado del número de puntos indicantes del lugar que le toca en el ÜalpillL Suponiendo, sin conceder, que sea una fecha, todavía entra la duda en si dice cuatro ú ocho tecpatl: si lo primero, tendríamos que adelantar hasta 1496; si lo segundo, iríamos hasta 1500. Siempre nuestra ignorancia: si los dibujos que limitan el relieve hacia arri- ba y abajo no son simples adornos, sino que son significativos, confesamos nada entender de su simbolismo: no queremos inventar sistemas para encubrir la fal- ta de conocimientos. Pongo punto á mi trabajo, en verdad no sin grande desconfianza. Miedo 1 Las dos piedras, l VII, núm. 336. 2 Códice Mendocino, lám. XI, núm. 3; lám. XXIII, núm. 19. 3 Códice de Mendoza, lám. VIII, núm. 21; lám. X, núm. 13; lám. LI, núm. 1. / ANALES DEL MUSEO NACIONAL 39 tengo de haber caido en error, aunque puse los medios a mi alcance para lograr el acierto. Corrijan los entendidos, que del estudio unido a la discusión razona- da, brota la luz. # Manuel Orozoo y Berra. — gX*Xc Consideraciones generales sobre la ciencia-— Introducción al estudio de la Paleontología mexicana, por Mariano Barcena, profesor de este ramo en el Museo Nacional, ECESAKIO era, para la perfección de los estudios zoológicos, botánicos y los otros dependientes ó comprendidos en las ciencias naturales, que exten- diesen sus raíces hacia los tiempos pasados, ya para la determinación del origen, esa base que buscamos y que debió existir en todo lo que nos rodea, ya para hacer comparaciones entre lo que presenciamos y ha sido determinado en vista de los hechos, con aquellas circunstancias que el polvo de los siglos ha cu- bierto con densas capas. Las ciencias modernas han invadido en diversas direcciones ese caos del pa- sado, y la luz se ha sustituido á las tinieblas, aun en aquellas" cuestiones que pa- recían sustraerse a la inteligencia humana. La Paleontología es una de esas ciencias investigadoras, que extendiendo sus brazos en todas direcciones, descorren los velos que ocultaban la historia de otras muchas ciencias cuyo límite inferior ó base parecía faltar por completo, ó que permanecería oculto siempre a los conocimientos humanos. La Paleonto- logía da los datos y establece los problemas para determinar las incógnitas con toda la exactitud apetecida. En los sudarios pétreos de las capas terrestres, en esas subdivisiones ó ele- mentos estratigráficos que los geólogos llaman stratus, allí están esos restos iner- tes en sí mismos, pero en realidad llenos de luz para indicar á la inteligencia del hombre las circunstancias principales de ese pasado, tan esquivo a las investiga- ciones de la historia actual de nuestro planeta y de los seres que lo pueblan. Esos restos que ahora conocemos con el nombre de fósiles, y que en tiem- pos anteriores eran considerados como imitaciones, procedentes de juegos ó ca- prichos de la naturaleza, sirvieron al inmortal Cuvier para fundar los principios racionales de la ciencia paleontológica. Desde que aquel sabio dio á conocer al mundo el resultado de sus comparaciones entre esos restos de naturaleza ignora- da y los de los animales actuales, la Paleontología se presentó de lleno en la es- cena científica, anunciando desde luego el vasto campo de sus aplicaciones y el horizonte dilatado de sus maravillosas revelaciones. 13 U ANALES DEL MUSEO NACIONAL De ella tomó la Zoología los elementos necesarios para prolongar en un sentido la historia de los seres organizados y las leyes de su propagación en la superficie terrestre. Una de estas leyes, la que demuestra que las faunas corres- pondientes á épocas diversas no se han sucedido de una manera brusca, sino con degradaciones insensibles, sirve ahora de tema para la discusión de los problemas mas arduos sobre el origen y sucesión de los seres. ¡Natura nonfecit saltum! ha exclamado un sabio al observar esas relaciones de analogía entre las especies perdidas y las que ahora existen en la tierra. La Geología ha pasado ya de ciencia hipotética, como en un tiempo se la clasificó, á la de ciencia cierta, desde que los fósiles sepultados en las capas ter- restres han venido á demostrar que en la formación de la tierra hubo varias épo- cas de circunstancias físicas muy diferentes, y en las cuales las faunas ó creacio- nes fueron también distintas, señalando así con toda precisión esa diferencia de épocas ó edades trascurridas desde la solidificación parcial del mundo hasta nues- tros dias. La Geografía ó historia física de este mismo globo que habitamos, ha en- sanchado también sus límites por efecto de los descubrimientos paleontológicos, puesto que del conocimiento de las especies que dominaron en determinado pe- ríodo geológico y de las circunstancias en que se encuentran sus restos en algu- na localidad, se deducen con toda la exactitud deseable las circunstancias físicas existentes en aquel lugar y en aquella época, necesarias para que haya sido posiblfc la vida de aquellos seres cuyos vestigios quedaron testificando su existencia, así como la de los caracteres físicos del medio en que vivieron. Conocida, como es, la importancia de la Paleontología, se han dedicado á su estudio numerosos profesores en todas las naciones del mundo, y los gobiernos todos, estimulan y protegen las investigaciones que en ese sentido se verifican. Para México no ha pasado desapercibido ese movimiento científico, y prin- cipalmente en la actualidad se proyectan exploraciones al interior del país, y se ha decretado en el Congreso el establecimiento de una sección especial de Pa- leontología en el Museo Nacional, separando ese ramo científico, del grupo ge- neral de Historia Natural, que estaba encomendado á un solo profesor. La ini- ciativa de esta mejora fué propuesta por el actual director del Museo, y adopta- da y sostenida por el Sr. Ministro de Instrucción Pública, D. Ignacio Eamirez. Que la Paleontología mexicana tiene también una importancia particular, como la tienen la Fauna y la Flora del país en la época actual, se comprende fácilmente, no obstante las pocas observaciones que se han hecho en aquel res- pecto. Los datos paleontológicos determinados hasta el dia, son materialmente pocos, y se hallan además diseminados en diversas obras, sin que sea posible coordinarlos ni sacar de ellos las importantes deducciones que son de esperarse. Una rápida ojeada sobre nuestro territorio, y una consideración somera so- bre los datos paleontológicos mas prominentes y de fácil recuerdo, bastan para demostrar esa importancia que de nuestra Paleontología se enunció en un párra- fo anterior. En efecto, encuéntranse en México dilatadas cadenas de montañas, consti- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 45 tuidas por rocas calcáreas que contienen cantidades inconmensurables de conchas de moluscos mesozoicos, como son: diversas especies de amonitas, de hippurites, radiolites y otros géneros de los mas característicos de la quinta edad del mundo. Por otra parte, las numulitas, los ceritium y otros despojos nos están seña- lando los yacimientos terciarios : notables son en este sentido los que se hallan en Actopan y Tuxpan en el Estado de Veracruz, y es casi seguro que la mayor par- te de las playas de nuestro Golfo contengan vastos depósitos de vestigios de los moluscos y zoófitos que vivieron en aquel período. De mayor importancia son los yacimientos de restos correspondientes á aní- males posterciarios, y en este sentido debe citarse el territorio mexicano como una verdadera especialidad. Consta á muchos exploradores científicos, que la mayor parte de nuestros valles y terrenos planos, están formados por capas de to- bas, de arcillas y otros materiales de acarreo, y puede decirse sin exageración que en casi todos esos terrenos existen restos de elephas, de mastodon y otros anima- les cenozoicos, pero en circunstancias tales, respecto de la estratificación de los mismos terrenos, y su relación con otras formaciones ya determinadas, que pue- den referirse con facilidad al período posterciario. Como un caso especial de yacimiento de ese género, debe citarse el vasto osario descubierto en el valle de Tequizquiac, con motivo de las excavaciones que se han practicado para hacer el desagüe del Valle de México : hállanse allí mezclados en desorden los restos de Gliptodon, de Equs, de Box, de Palauche- nia, de Elephas, de Mastodon y otros grandes mamíferos, indicando cuál era la inmensa población de aquellos seres que ocupaban los terrenos mismos ó tal vez vecinos á los que hoy guardan sus despojos. De ese conjunto de datos se deducen consideraciones muy importantes acer- ca de los caracteres físicos correspondientes en aquellas épocas diversas á las lo- calidades mencionadas; las formaciones marinas del tiempo mesozoico están de- mostrando una localizacion de los mares, muy diferente en la quinta edad de la Tierra, de la que hoy les corresponde. Los yacimientos terciarios de igual natura- leza en el interior de nuestro territorio, marcan otra geografía particular para las aguas marinas, y los dilatados y numerosos depósitos lacustres que encierran los restos posterciarios, nos dan idea del aspecto hidrográfico de esta parte de Amé- rica en el período posterciario. De esos horizontes geológicos determinados por los fósiles que contienen, puede partirse para hacer la clasificación cronológica de otras rocas que no en- cierran restos orgánicos y aun de los de origen eruptivo y que se hallan en de- terminada relación con las fosiléferas. Así vemos á las rocas traquíticas como agentes dé levantamiento de las masas mesozoicas y sirviendo de asiento á las capas posterciarias, hallándose en tal caso colocadas entre los dos períodos corres- pondientes á aquellas rocas, y podemos, por tanto, conciderarlas como terciarias. De la gran cantidad de esas rocas traquíticas que se hallan á la vista, y que forman dilatadas y frecuentes cordilleras de montañas en nuestro país, puede de- ducirse racionalmente que en el período terciario, ó al concluir el cretáceo, hubo un gran movimiento volcánico en esta parte del continente, y que ocasionó sin 46 ANALES DEL MUSEO NACIONAL duda el levantamiento ó formación de la mayor parte de lo que es hoy el terri- torio mexicano. Esta hipótesis, que en otra ocasión hemos establecido con ma- yores detalles, se robustece mas con las observaciones posteriores. Tal es, en resumen, el golpe de vista general de la parte mas estudiada, ó que nos consta mas claramente, y en lo particular de nuestra Geología y de la Paleontología del país. Hemos sentado estos principios generales para que nos sirvan de base á los estudios especiales y a las descripciones de especies fósiles que se publiquen en los Anales del Museo Nacional. La sección paleontológica que se nos ha encomendado, está en vía de arre- glo; se está ordenando según dos sistemas, á la vez importantes. Es uno, el del orden zoológico de familias, géneros y especies, para que sirva de tipo ó ejem- plo á las personas que estudien la Paleontología general. Sin embargo, para que pueda utilizarse también geológicamente esa colección, llevan los ejemplares, además de su nombre zoológico, una anotación del terreno geológico á que cor- responden. La otra colección está arreglándose por orden cronológico, para señalar con especialidad los fósiles que caracterizan un piso determinado de aquellos que constituyen las hojas de la historia del mundo. En los Anales del Museo reuniremos todo lo que pueda servir para la for- mación de una obra de Paleontología mexicana, asociando á los trabajos propios los que se hayan publicado ó aparezcan en lo sucesivo, tanto de autores nacio- nales como extranjeros. -— m»3Q(3J0nr-r- CUESTIÓN HISTÓRICA. L afirmar en la primera página de estos Anales que el primer obispo y ar- zobispo de México, Fr. Juan Zumárraga y los conquistadores y misione- ros en general, destruyeron todas las escrituras y monumentos aztecas que pudieron haber á las manos, considerándolos como un obstáculo invenci- ble para abolir la idolatría é inculcar el cristianismo á los pueblos subyu- gados, no creí que pesara sobre mí la responsabilidad de este aserto: su- ponía que era un hecho que habia pasado en autoridad de cosa juzgada, y que no necesitaba exponer las pruebas históricas que lo demuestran; pero me engañaba en esta conjetura. Una persona de grande y merecida reputación como lite- rato y conocedor de nuestra historia, opina que está muy lejos de haberse probado este hecho en lo que toca al Sr. Zumárraga,. Debo, pues, presentar los datos que tuve presentes para hacer esta inculpación; pero antes advertiré, que no me mueve á esto un espíritu con- tencioso de controversia, sino el deseo franco y verdadero de colocarme frente á la verdad, separándome del camino del error. Estableceré dos proposiciones para mayor claridad: 1? Los primeros misioneros, con pocas excepciones, destruyeron todo lo que tenia relación con el culto, la historia y las an- tigüedades de México. 2? El Sr. Zumárraga tomó un participio activo en esta destrucción. Todos los autores que tratan de la conquista de México por los españoles, están confor- mes en que el celo indiscreto de los misioneros destruyó los monumentos de la antigüedad indiana. Seria inútil intentar probar que rivalizaban en esta obra de devastación, pues basta hojear sus crónicas para convencerse de ello, y la simple relación de estos actos ocu- paría muchas páginas; pero es indispensable imponerse de algunas para conocer la pérdi- da irreparable que ocasionaron, y persuadirse de que á su juicio practicaban una obra me- ritoria v disrna de alabanza. 14 48 ANALES DEL MUSEO NACIONAL El P. Acosta dice:1 « En la provincia de Yucatán, donde es el Obispado que llaman de « Honduras, habia unos libros de hojas, á su modo encuadernados ó plegados, en que te- «c nian los indios sabios la distribución de sus tiempos, y conocimiento de planetas 2 y ani- « males, y otras cosas naturales y sus antiguallas; cosa de grande curiosidad y diligencia. « Parecióle á un Doctrinero, que todo aquello debia ser hechizos y arte mágica, y porfió « que se habían de quemar, y quemáronse aquellos libros, lo cual sintieron después no solo «los Indios, sino Españoles curiosos que deseaban saber secretos de aquella tierra. Lomis- « mo ha acaecido en otras cosas, que pensando los nuestros que todo es superstición, han «.perdido muchas memorias de cosas antiguas y ocultas, que pudieran no poco aprovechar. « Esto sucede de un celo necio, que sin saber, ni aun sin querer saber las cosas de los Indios, « á carga cerrada dicen, que todas son hechicerías, y que estos son todos unos borrachos, « que ¿ qué pueden saber ni entender ? > Fr. Pedro de Gante, en su carta fechada en 27 de Junio de 1529, dice:3 «Todos los « domingos estos jóvenes (500 á quienes daba instrucción) salen de la ciudad y van á pre- « dicar en todo el país, á cuatro, ocho, diez, veinte y aun treinta millas para propagar la «fe católica, y preparar al pueblo, con sus instrucciones, para recibir el bautismo. Via- « jamos también con ellos para derribar los ídolos. Mientras que nosotros destruírnoslos « templos en un país, ellos los destruyen en otros, y elevamos iglesias al verdadero Dios. « En estas ocupaciones empleamos nuestro tiempo, etc. » Nuestro sabio compatriota el jesuita Clavijero, hablando de la pintura entre los azte- cas, dice:4 «De toda esta clase de pinturas estaba lleno el imperio mexicano, pues eran «innumerables los pintores, y no habia objeto alguno que no representasen. Si se hu- « hieran conservado, nada se ignoraría de la historia de México: mas los primeros predi- « cadores del Evangelio, sospechando que hubiese en ellas figuras supersticiosas, las per- « siguieron con furor. Be todas las que pudieron haber á las manos en Tezcuco, donde es~ « taba la 'principal escuela de pintura, hicieron en la plaza del mercado, tan crecido rime- « yo, que parecía un monte, y le pegaron fuego, quedando sepultada entre aquellas cenizas < la memoria de muchos importantes sucesos. La pérdida de tantos preciosos monumentos « de su antigüedad, fué amargamente deplorada por los Indios, y aun los mismos autores « del incendio se arrepintieron, cuando echaron de ver el desacierto que habian cometi- « do: pero procuraron remediar el daño, ora informándose verbalmente de los mismos ha- « hitantes, ora buscando las pinturas que se habian escapado de sus primeras investiga- aciones, y aunque recogieron muchas, no fueron tantas cuantas se necesitaban, porque « los que las poseían las ocultaban con empeño de los Españoles, y no se deshacían de « ellas tan fácilmente. » Es curiosa é instructiva la relación que hace el Sr. D. Lúeas Alaman de la destrucción de los ídolos y de los templos en que se les tributaba adoración, tomada de las antiguas historias de los misioneros.5 «Comenzaron, dice, el año de 1525, quemando, en el pri- 1 Historia natural y moral de las ludias, por el P. Josebp de Acosta, de la Compañía de Jesús. Ma- drid, 1792. Tom. 2, pág. 104. 2 Probablemen te plañías. 3 Voyages, relations et mémoires originaux pour servir á l'histoire de la découvert de TAmerique, publiés par H. Teruaux-Compans. Paris, M.DCCCXXXVIII. Tom. 10, pág. 201. 4 Historia antigua de México, sacada de los mejores historiadores españoles, de los manuscritos y de las piu turas antiguas de los Indios, por D. Francisco S. Glavigero. Londres, 1826. Tomo I, pág. 367. 5 Disertaciones sobre la historia de la República Mexicana, por D. Lúeas Alaman. México, 1844. Tom. 2, pág. 152. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 49 < mer dia de él, el templo mayor de Tezcuco que era de los más hermosos, queriendo que « así como la redención del género humano había tenido principio en aquel dia con la cir- « cuncision del hijo de Dios, así lo tuviese la regeneración del país recien conquistado, con « la destrucción de uno de los más famosos templos de su idolatría. Grande fué la sensa- « cion que tal acto causó en los indios, quienes con grandes gritos y muchas lágrimas ma- « nifestabanel dolor que les causaba la ruina de aquel monumento; pero los misioneros fir- « mes en su propósito y auxiliados por la autoridad y poder de Cortés, tan celoso en este « punto como los misioneros mismos, llevaron adelante su empresa. Estos actos solian « hacerse de una manera pomposa: los religiosos acompañados de los niños de las escuelas « y de los catecúmenos mas instruidos, celebraban misa en público con la mayor solemni- « dad que podían, y concluido el Santo sacrificio, iban en procesión al paraje en donde se « habian reunido los ídolos y otros objetos de la superstición de los naturales, y cantando « el salmo 1 13, se efectuaba, prácticamente sobre los ídolos el contenido de cada versículo. « Nuestro Dios reside en el cielo: todo está sujeto á su voluntad. Los simulacros de las «gentes son oro y plata, obra de la mano de los hombres. Tienen boca y no hablarán, « tienen ojos y no verán. Tienen oidos y no oirán, tienen narices y no olerán. El marti- « lio del misionero hacia entonces pedazos aquellos miembros del ídolo cuya inutilidad ha- « bia cantado el Profeta real, y los muchachos de la escuela después de la ceremonia, con « grita y algazara insultaban los restos mutilados del simulacro, que por tantos siglos ha- « bian adorado sus abuelos. « Por desgracia los misioneros confundieron con ¡os objetos del cidto idolátrico todos los « geroglí fieos cronológicos 6 históricos, y en una misma hoguera se consumía el ídolo ante « quien se habían presentado en sacrificio los corazones humeantes de los hombres, y el ma- « nuscrito precioso que contenía los anales de la nación desde su inmigración del Norte « del Asia. , « Así fueron entregados á las llamas los archivos de Tezcuco, con gran pesar de los in- « dios instruidos que sabian la significación de aquellas figuras misteriosas. Los misione- « ros conocieron mas tarde el mal que habian causado y trataron de repararlo, recogiendo «todas las noticias y tradiciones que les fué posible, y conservando los manuscritos que es- « caparon á los primeros incendios; y á estos trabajos literarios que emprendieron para, «formar la historia de todas las naciones de América en que ejercieron su ministerio, de- « hemos los conocimientos que acerca de ellos tenemos, y de la legislación, usos y costum- « bres de aquellos pueblos.» Estas palabras del Sr. Alaman nos representan fielmente el espíritu que animaba á los misioneros destinados para la conversión de los habitantes del Nuevo Mundo. En esta obra de devastación no son solo ellos responsables, pues Izcohuatl, cuarto rey de México, se habia ya anticipado. «En su época, dice el P. Sahagun,1 se quemaron las pinturas: « los señores y principales que habia entonces, acordaron y mandaron que se quemasen « todas, porque no viniesen á manos del vulgo, y fuesen menospreciadas. » Tal vez, co- mo opina el abate Brasseur de Bourbourg, quisieron borrar la memoria de sus humilla- ciones pasadas, y aniquilar las glorias de los pueblos á los cuales sucedian. Inculpa también, el Sr. Alaman, á la generación actual por no haber sabido conservar documentos interesantes depositados en los archivos nacionales, y este reproche me pare- ce justificado, pues hasta cierto punto, se ha visto con negligencia y abandono lo relativo 1 Historia general de las cosas de Nueva España, por el P. Fr. Bernardino de Sahagun. México, 1830. Tom. 3, lib. 10, cap. 29. 50 ANALES DEL MUSEO NACIONAL á nuestra arqueología é historia, como lo comprueba la desaparición, entre otras varias, de las célebres colecciones de Boturini y Gama. Es un deber de justicia reconocer que si los misioneros destruyeron los documentos pri- mitivos de la historia mexicana, lo hicieron por ignorancia, confundiendo lo que podia ser contrario á sus miras con lo realmente útil; mas atenúa la falta su ardiente celo cristiano, y su paternal amor á los indios de quienes fueron siempre enérgicos y constantes defenso- res. Por otra parte, si hicieron un mal que no fué á sabiendas, procuraron repararlo hasta donde les fué posible: además de doctrinar á los indios, los instruyeron en todas las artes y oficios de su tiempo, distinguiéndose especialmente Sahagun, Torquemada, Motolinía, Mendieta, Gante, Las Casas y otros mil, bien conocidos por sus obras. * * ■ El Obispo y Arzobispo primero de México, Fr. Juan de Zumárraga, del Orden de San Francisco, nació en Durango de Vizcaya el año de 1468. En 1527 fué nombrado obispo de México, donde murió en 1548 á la edad de ochenta años. Era un varón de gran vir- tud, enérgico, humilde y acérrimo defensor de los indios, cuyos derechos defendió en la corte de España; su muerte fué umversalmente sentida en México, principalmente por los indígenas, para quienes fué un verdadero padre. Grandes fueron sus virtudes y grande el celo apostólico que mostró en el ejercicio de sus funciones eclesiásticas; pero esto no quie- re decir que estuviese exento de las ideas v preocupaciones de su época, y que se librase del influjo, que naturalmente debia ejercer sobre él, la opinión unánime de los misioneros, sobre los medios que juzgaron más á propósito para hacer olvidar á los mexicanos sus an- tiguas creencias. Si se consulta la historia de la conquista de México, se encontrará repetidas ocasiones citado el nombre del Sr. Zumárraga como uno de los principales agentes de la destrucción emprendida. Robertson dice:1 « La obscuridad en la cual la ignorancia de los conquistadores ha de- jado los anales de este país se ha aumentado aun por la superstición de sus sucesores. « Como el recuerdo de lo pasado era conservado entre los Mexicanos por figuras pintadas, « sobre pieles, sobre telas de algodón, sobre cortezas de árboles, los primeros misioneros, « incapaces para entender la significación de estas figuras y sorprendidos de su singularidad, « las consideraron como monumentos de idolatría que era necesario destruir para facilitar « la conversión de los indios. Para obedecer una orden de Juan de Zumárraga, fraile fran- « ciscano, primer obispo de México, todas estas pinturas fueron reunidas y arrojadas al fuego. « Este celo fanático de los primeros frailes que se establecieron en la Nueva-España, y « cuyos efectos deploraron bien pronto los mismos españoles, destruyó enteramente estos « monumentos que podion conservar algunos indicios de los sucesos y del estado antiguo « del imperio; no habiendo quedado sino lo que ha conservado la tradición y algunas de « estas pinturas que escaparon á las investigaciones de Zumárraga. » Prescott, dice:2 « A la llegada de los españoles en México habia en el país gran copiade < estos manuscritos. I ín número considerable de personas se ocupaban en escribirlos con 1 ÜEuvres completes de W. Robertson. París, M.DCGCXXXVI. Tom. 2, pág. 690. 2 Historia de la Conquista de México, por W. Prescott. México, 1844. Tom. 1, pág. 70. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 51 « una habilidad que excitó el asombro de los conquistadores: desgraciadamente este senti- < miento estaba mezclado con otros más bastardos. Los raros y desconocidos caracteres de «los manuscritos, despertaron las sospechas de los españoles, que los consideraron como Fernando de Alvalxtlilxochitl, reputado como una de las primeras autoridades tratán- dose de los sucesos de la Conquista, floreció á principios del siglo XVI. Descendiente en línea recta de los reyes de Tezcuco, versadísimo en las antigüedades de su patria, por cuyo motivo desempeñó el cargo de intérprete del vireynato, escribió, por encargo del virey, varias obras sobre historia antigua. En su « Historia chichimeca,» describiendo la resi- dencia de Nezahualcoyotl en Tezcutzingo , dice: * « Estaba en él (en un estanque) una peña « esculpida en ella en circunferencia los años desde que habia nacido el rey Nezahualco- « yotzin hasta la edad de aquel tiempo; y por la parte de afuera, los años en fin de cada uno « de ellos, asi mismo esculpidas las cosas mas memorables que hizo; y por dentro de la rueda « sus armas, que eran una casa, que estaba ardiendo en llamas, y deshaciéndose, otra que « estaba muy ennoblecida de edificios; y en medio de las dos un pie de venado, atada en él « una piedra preciosa, y salian del pie unos penachos de plumas preciosas, y asimismo una « cierva, y en ella un brazo asido de un arco con unas flechas, y como un hombre armado « con su morrión y oregeras, coselete y dos tigres á los lados de cuyas bocas salian agua y « fuego, y por orla doce cabezas de reyes y señores, y otras cosas que el primer Arzobispo « de México, D. Fr. Juan de Zumárraga, mandó hacer pedazos, entendiendo ser algunos « ídolos; y todo lo referido era la etimología de sus armas. > El texto de Ixtlixochitl es precioso para nuestro intento, porque con su reconocida ins- trucción en la escritura geroglífica de los Indios, nos enseña que el Sr. Zumárraga mandó destruir, confundiéndolos con ídolos, caracteres que conservaban una parte de la historia Acolhua. Dávila Padilla, escritor del siglo XVI, cronista real de América y Arzobispo de Sto. Domingo, cita también el nombre del primer Obispo de México persiguiendo antigüeda- des en compañía del P. Betanzos, y sus destrucciones las califica de guerra que le hacian al demonio.2 No es esto todo; existe un documento irrefutable, y es la confesión del hecho salida del puño del mismo Sr. Zumárraga. Escribiendo en 1531 al Capítulo general de su Orden en Tolosa, dice textualmente: 3 « Sabed que andamos muy ocupados con grandes y « continuos trabajos en la conversión de los infieles, de los cuales (por la gracia de Dios) « por manos de nuestros religiosos de la Orden de nuestro seráfico padre Sn. Francisco de « la regular observancia, se han baptizado mas de un millón de personas, quinientos tem- «plos de ídolos derribados por tierra, y mas de veinte mil figuras de demonios que adora- «ban, lian sido hedías pedazos y quemadas, etc.» Será necesario hacer un estudio detenido de esta carta para fijar su sentido. El plural andamos, que usa aquí el Sr. Zumárraga, indica que él también tenia participio en esta des- trucción de templos y de figuras de demonios; de no ser así, usaría la tercera persona y escribiría andan ocupados, etc. Tampoco es probable que personalmente y con sus propias manos, rompiera ó quemara; pero para la responsabilidad que le corresponde como pre- lado ó gefe eclesiástico, tratándose de un hecho relativo al culto, y llevado á caito colec- 1 Colección Ternaux-Gompans y Ms. en poder del Sr. D. Manuel Orozco y Berra. 2 Historia de la fundación y Provincia de Santiago de México. Gap. LXXXI. 3 Historia eclesiástica indiana, por el P. Mendieta. Edición del Sr. D. Joaquin García Izcalbal- ceta. Pág. 637. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 55 tivamente con intención de abolir la idolatría, basta que lo ordenase ó consintiese, presen- tándolo al capítulo como un acto meritorio. Los textos de esta carta, castellanos ó latinos, encontrados en diferentes obras están con- formes en la parte esencial: se derribaron muchos templos, se destruyeron y quemaron mi- les de figuras de demonios; haciendo poco al caso ligeras variantes, tratándose de números que indican solamente multitud, y que no pueden tomarse al pié de la letra. No ocurrire- mos á los textos bíblicos, ni á los clásicos latinos, para averiguar si figura puede tomarse en el sentido de imago, simulacrum: desde luego admitimos que aquella palabra debe en- tenderse por representación de una falsa deidad á quien se tributa adoración, por ídolo; pero justamente, lo que lamentan los historiadores es, que los misioneros tomasen por objetos de idolatría asuntos tan diferentes como los históricos. El Dr. Mier, dice: l « Los « españoles y misioneros empeñados en no ver sino al diablo aun en las cruces, todo lo en- « diablaron sin escrúpulo; y recogiendo los ritos y creencias de las diferentes provincias, y « por haber quemado las bibliotecas, informándose del vulgo necio, que entre los católicos « daria también de nuestra creencia una relación endiablada, hicieron una pepitoria in- « soportable. Desde que los Españoles llegaron á Nueva España, y se vieron incensar, y « llamar teotli ó teutli, dieron en que los tenian por dioses, y oyendo esta palabra los mi- « sioneros aplicada hasta los montes, todo se les volvió dioses y diosas. » Una vez concedido que aquellos padres antiguos entendieron no destruir más que ídolos i y nada más, atendiendo á las pruebas que suminístrala historia, hallaremos repetidos tes- timonios de que destruyeron á la vez manuscritos y documentos de suma importancia. Yh vimos, según el testimonio de Ixtlixochitl, lo que tomaba por ídolos el Sr. Zumárraga. cuando en Tetzcotzingo mandó romper los geroglíficos en piedra, relativos á la historia del gran rey Netzahualcóyotl; y el primero entre los frailes franciscanos que lamentó tal destrucción, fué el P. Sahagun, autor contemporáneo (1529), que vivió sesenta años em- pleado en la instrucción de los indios y en el estudio de sus antigüedades. Este testigo ocu- lar, autoridad de primera nota en los asuntos de la Conquista y de una virtud y veracidad intachables, dice á la letra:2 «Estas gentes (los indios) no tenian letras ni caracteres algu- « nos, ni sabian leer ni escribir; comunicábanse por imágenes y pinturas, y todas las an- « tiguayas suyas y libros que tenian de ellas estaban pintadas con figuras é imágenes de «tal manera, que sabian y tenian memorias de las cosas que sus antepasados habían he- « cho y de/jado en sus anales, por más de mil años atrás antes que viniesen los españoles á « esta tierra. De estos libros y escrituras los más de ellos se quemaron al tiempo que se des- « truyeron las otras idolatrías; pero no dejaron de quedar muchas escondidas que las hc- « mos visto, y aun ahora se guardan, por donde hemos entendido sus antiguallas. » Otra autoridad no menos digna de estimación, es la de Fr. Diego Duran. También con- temporáneo de los conquistadores, vivió setenta años entre los indios, y escribió la histo- ria de ellos en los años corridos de 1579 á 1581. « No ignoro, dice,3 el escesivo trabajo « que será relatar crónica y historia tan antiguas, especialmente tomándolas tan de atrás. « porque allende de auer los 'Religiosos antiguos quemado los libros y escrituras y hauersr 1 Disertación del Dr. Servando de Teresa y Mier sobre la predicación del apóstol Sto. Tomás en América. Historia del P. Sahagun, con notas y suplementos. porD. Carlos M." Bustamante. Tom. !, pág. XXVI. 2 Historia general. Tom. III, pág. 80. 3 Historia de las ludias de Nueva-España é islas de tierra firme, por el P. Fr. Diego Duran, re- ligioso de la Orden de Predicadores. México, 1867. Tom. I, pág. 17. 15 56 ANALES DEL MUSEO X ACIONAL «perdido todas, faltan ya los viejos antiguos que podrian ser autores de esta escriptura, y «c hablar de la fundación y cimiento de esta tierra, de los cuales habia yo de tomar el in- € tentó de sus antigüedades.» Yimos ya, por el texto del P. Acosta, la quemazón de lo que podemos llamar la Histo- ria Natural y Calendarios indios, verificada por un párroco: aunque el autor sea por lo general copiante del P. Duran, el hecho no lo refiere éste en su historia. A su vez el P. Motolinía, el varón santo y cuidadoso en conservar la memoria de las co- sas antiguas, se expresa en estos términos: l «. Tenian (los indios) por dioses al fuego, al ai- « re, y al agua, y á la tierra, y de estos sus figuras pintadas; y de muchos de sus demonios « tenian rodelas, y en ellas pintadas las figuras y armas de sus demonios con su blasón. « De otras muchas cosas tenian figuras é ídolos de bulto y de pincel, hasta de las maripo- « sas, pulgas y langostas, grandes y bien labradas. Acabados de destruir estos ídolos pú- « bucos, dieron (los religiosos) tras los que estaban encerrados en los pies de las cruces, co- « mo en cárcel, porque el demonio no podia estar cabe la cruz sin padecer gran tormento, « y á todos los destruyeron. » Del estudio y comparación de estos pasajes, tomados de las obras de los mismos misione- ros, se desprende con toda evidencia y sin dejar en el ánimo la más ligera duda, que la pa- labra quemados, de la carta del Sr. Zumárraga, se aplica á los libros ó escrituras de los in- dios, que ellos tomaron por ídolos ú objetos de adoración por no tener conocimiento de su escritura gerogh'fica; pero sin negar por esto que la misma palabra es aplicable á las vesti- duras con que ataviaban sus ídolos, á estos mismos cuando eran de madera, y á los de pa- pel 2 que también tenian y á quienes ciertamente adoraban . Herrera, el cronista mayor de las Indias, dice:3 « tenian (los mexicanos) mucha curiosidad en hacer ídolos, i pinturas de « diversas formas, i las adoraban por Dioses » i también tenian memoria de sus « grandezas, en Cantares, i pinturas, muchas de las cuales, por ignorancia, mandaron « quemar los primeros nuestros religiosos, aunque con celo católico, entendiendo, que eran « libros de idolatrías. » Siendo esto así, ya se explica por qué el primer obispo no distingue en su carta las histo- rias de los ídolos: confundió las unas con las otras, como la mayor parte de los misioneros; aunque algunos de ellos, dedicándose al estudio de aquellas, conocieron y lamentaron más tarde tal error. Ni es de extrañarse que el Sr. Zumárraga no hiciese la debida distinción en estas materias, cuando vemos que el P. Sahagun, después de muchos años de aplicación y de repetidas consultas con los indios entendidos, condena al fuego el calendario ó cuenta de la luna, llamado Metztlapohualli, por tener señaladas en él sus festividades.4 Se ha querido objetar que las palabras se podrecían, que usan algunos misioneros, tra- tándose de los objetos que enterraban, para quitarlos de la vista de los indios recien conver- tidos, deben aplicarse á ídolos de palo y no á manuscritos; pero las últimas experiencias científicas hechas en los Estados Unidos, nos enseñan que el cedro enterrado, aun en luga- res húmedos, dura algunos centenares de años sin podrirse, y por otra parte, los indios ha- cían sus ídolos de esta madera por la estimación en que la tenian y por tenerla tan á las 1 Documentos para la historia de México, publicados por Joaquin García Icazbalceta. México, 1858. Mendieta, pág. 34. 2 Mendieta, págs. 94 y 146. Sahagun. Tomo 1, pág. 214. 3 Descripción de las Indias occidentales, de Antonio de Herrera, Conmista mayor de S. M. de las Indias, y su Coronista de Castilla. Madrid, 1730. Tom. 1, pág. 162; y tom. 2, pág. 67. 4 Historia general, tom. 1, pág. 338. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 57 manos. Dos ídolos de madera que posee el Museo Nacional, fueron encontrados hace po- co tiempo en una excavación practicada en el pueblo de Nonoalco; y á pesar del mucho tiempo que debieron permanecer allí, no están todavía podridos. No es probable, por los motivos expuestos, que lo que vio podrirse Motolinía fuesen ídolos de madera. Además, Dávila Padilla1 refiere que un religioso vio enterrado en un pueblo un gran ídolo de papel adornado con rosas, plumas é idolillos y untado con sangre humana. ¿No serian más bien las pinturas de que hablan los historiadores y que fueron tomadas por ídolos? A falta de mejores razones se ha dicho también, queel Sr. Zumárraga introdujo la impren- ta en México, y que no es creible que un hombre que tanto comprendía el valor de la expre- sión del pensamiento humano, hubiese destruido los monumentos que nos legaron los abo- rígenes de nuestro suelo. Seolvida, discurriendo así, que la disculpa del Sr. Zumárraga y de los misioneros en gene- ral, estriba en que no supieron lo que hacian por falta de conocimientos especiales. También elP. Gante era muy ilustrado, y como vimos anteriormente, pasaba los dias festivos destru- yendo templos y quebrando ídolos. Admitamos por un momento (dando tormento á la'carta del Sr. Zumárraga y despre- ciando las pruebas históricas aducidas) que realmente solo ídolos destruyese el obispo y no manuscritos; aun así habría motivo para decir que nos privó de monumentos de suma im- portancia. El estudio de las falsas deidades que adoraban los mexicanos es interesante bajo todos aspectos: su mitología, como la de todos los pueblos, se encuentra íntimamente ligada, con la historia; su religión, dándonos á conocer su carácter é inclinaciones, nos señala el grado de su civilización; las comparaciones de sus usos religiosos y teogonias con las de otros pueblos, serán muy útiles para el conocimiento exacto y definitivo de su procedencia. No se debe, pues, ver con indiferencia nada de lo que pueda conducirnos á este objeto, y los ídolos aztecas, aun los que á primera, vista parecen despreciables, entran en esta categoría- Afortunadamente no todos fueron destruidos: el asilo de los muertos fué un lugar que pudo escapar á las diligentes investigaciones de los misioneros: de los sepulcros antiguos se extraen muchos adornos, vasijas, amuletos, y gran cantidad de pequeños ídolos caseros ó penates. Ya el Sr. ( londra2 habia manifestado el provecho que resultaría del estudio de estas esculturas, pues examinando una gran colección como la del Museo Nacional, se en- cuentra una representación fiel de sus trages, armas, costumbres, tradiciones, templos, etc. En una de ellas encontró el mismo Sr. Gondra ,3 una notable semejanza con el estilo egipcio; la cabeza y su adorno son una copia de los capiteles del templo de Isis en Dendera, y de su cuello pende un objeto muy parecido á la tau griega,. En un túmulo, de los que se conocen en nuestro país con el nombre de tctetl, fué encontrado hace pocos años un idolillo de roca diorítica y de 24 milímetros de altura. Tan pequeño como es y tan insignificante á prime- ra vista, su examen detenido ha sugerido al Sr. Mendoza la idea de presentarlo como un indicio de antiguas comunicaciones con el Asia. Otro ídolo de barro confirma en su opinión las tradiciones japonesas.4 Es sabido que las obras de platería de los aztecas eran tan per- 1 Varia historia déla Nueva España y Florida. Valladolid, 1G34, Libro 2, pág. 638. 2 Véase el tomo 3 de la obra de Prescott. Edición de I. Cumplido. 3 Colección de antigüedades mexicanas. México, 1827. 4 Véase la pág. 39 de estos Anales. 58 ANALES DEL MUSEO NACIONAL fectas y acabadas, que causaron la admiración de los conquistadores, quienes unánime- mente declararon, que eran muy superiores á las europeas. La codicia hizo que se sacrifi- cara el arte al valor material y casi se perdiese, pues lo muy poco que queda es de escaso mérito. Nuestro compañero el Sr. Barcena practicó una análisis de uno de los dos ídolos de oro que posee el Museo, el de Quetzalcohuatl encontrado en Papantla, y encontró una liga especial, cuyo conocimento puede dar alguna luz sobre la metalurgia entre los aztecas. El Sr. Orozco y Berra ve la tradición de la desaparición de Quetzalcohuatl de América, en una figura de barro que representa un hombre de larga barba recostado sobre una espe- cie de manto. Por último, la forma de sus templos, descrita y dibujada de tan diversos mo- dos en los libros antiguos, se halla representada en pequeños modelos auténticos; se nota el ídolo á quien estaban dedicados, la piedra del sacrificio con su forma y en el lugar que le corresponde, y las gradas que conducen á su cima por uno solo de los lados de la pirámide. Estos ejemplos y otros mil que podría referir, prueban que estos idolillos no deben des- preciarse, pues un estudio profundo de ellos será muy instructivo, y por consiguiente no es indiferente su destrucción. Pasando de aquí al estudio de sus divinidades mayores, crece de punto el interés que ins- piran y la enseñanza que proporcionan. «Aun en esto, dice Clavigero,1 tenemos que deplo- « rar el celo del primer Obispo de México y de los primeros predicadores del Evangelio, pues «por no dejar á los neófitos ningún incentivo de idolatría, nos privaron de muchos preciosos « monumentos de la escultura de los mexicanos. Los cimientos de la primera iglesia que se « construyó en México se componian de fragmentos de ídolos , y tantas fueron las estatuas que < se destrozaron con aquel objeto, que habiendo abundado tanto en aquel país, apenas se ha- « lian algunas pocas en el dia, aun después de la mas laboriosa investigación. La conducta « de aquellos buenos religiosos, fué sumamente loable, ora se considere el motivo, ora los « Yo presumo que sea una figura simbólica del fuego, divinidad objeto de la fiesta, juz- gando por la descripción que hace el P. Sahagun 2 de la forma que la daban, de los dijes con que la revestían y de los trages que en tales casos se usaban para la danza religiosa, bastante conformes con las pinturas. En cuanto á lo primero, dice: que — « hacian la es- ) i c ( c m i ■ >'* { t I ; •? ' f - r~ .- -• c J_l I I I I I lili lo 2c 3o 4v So lir.oíiAMf/*urAFHs ANALES DEL MUSEO NACIONAL 63 II. Hasta aquí el Sr. D. José Fernando Ramírez. En materias difíciles como ésta, y cuan- do ha emitido su opinión persona tan competente como nuestro erudito anticuario, atre- vimiento parece insistir sobre el mismo asunto y aventurar algo que sospecharse pudiera contradicción ó disentimiento. Sin embargo, las ciencias llegan á su perfección por obser- vaciones sucesivas; si nuestros dichos resultan aventurados ó absurdos, sírvanles de de- fensa la buena intención que las produjo. La lápida que vamos examinando conmemora, en efecto, la dedicación del gran teocali? de México Tenochtitlan. Tízoc ideó dar mayores dimensiones al antiguo templo levantado por sus antepasados, y hacer un monumento digno de los dioses y de la ciudad de México; hahia acopiado los materiales y reunido los obreros competentes, cuando la muerte le ata- jó los pasos, dejando á susucesor el cuidado de terminar la labor. Ahuitzotl cumplió pun- tualmente el encargo, y habiendo subido al trono el año VII tochtli 1486, al siguiente VIII acatl 1487 daba cima á la empresa. La página geroglíñca contiene el intento y la, ejecución, expresados por medio de los ac- tos religiosos y penitencias que en ambas épocas tuvieron lugar. Los dos reyes están ves- tidos de una manera semejante; les cubre la cabeza un casco guerrero, en cuya parte su- perior ó cimera se descubre el tlalpilloni ó borla de plumas, distintivo de los soberanos, col- gando déla visera un luengo plumaje. Llevan un sayo con fluecos que les llega arriba de la rodilla, debajo del cual se distinguen las puntas del maxtlatt con que cubrían su cin- tura: descubiertos de pié y pierna, se les distinguen pulseras, un collar, las orejeras de costumbre, y en el brazo las borlas de plumas, semejantes á manípulos y distintivos de los grandes sacerdotes ó bien la bolsa del incienso para el sacrificio. Tízoc y Ahuitzotl, guar- dando posiciones simétricas, empuñan con una mano una púa de maguey, con la cual se atraviesan la oreja, mientras con la otra mano levantada ayudan á, la operación: en las piernas presentan las señales de haberse de ahí sacrificado. Las ofrendas de sangre eran agradables á los dioses y estaban prescritas por el ritual. Era costumbre general sacarse sangre de las orejas, de los brazos y de las piernas, atravesándoles con las durísimas pun- tas del maguey: esto están practicando los monarcas. La figura central se compone del símbolo de la construcción, representado por el carác- ter mímico calli (casa), modificación del signo usual, sin dejar por ello de ser el símbolo. Los dos apéndices superiores inclinados á derecha é izquierda, terminados con el mímico xochitl (flor), indican los ramilletes ó flores con que fué ataviada la obra; igual significado tienen las ramas, yerbas, ó festones colgantes en la parte inferior. Los objetos colocad* >< encima y á la derecha del calli representan las navajas de obsidiana itstli; los del lado iz- quierdo es el símbolo acatl (caña, carrizo), destinado á la cruenta y dolorosa penitencia de agujerarse la lengua, para pasar en seguida por la herida cierto número místico de ca- ñuelas, ya en mayor cantidad, ya de mayor longitud, ya ele más ó menos grueso. Ejem- plo palpable de esta práctica ofrece la lám . 33 del Códice Telleriano Remense . Los dos ob- jetos curvos, junto á los pies de los reyes, terminados por una especie de vaso, de cuya boca se desprende una lengua recurva, símbolo del fuego ódelhumo, son los tlemaitl, bra- seros destinados para conducir el fuego y quemar en ellos el incienso. Del examen de los objetos en conjunto y en particular, solo resulta que se refieren á las penitencias exigidas por el rito y á la festividad religiosa. 16 64 ANALES DEL MUSEO NACIONAL El mismo suceso narran la pág. 84 del Códice Telleriano Remense y su concordante en el Códice Vaticano, si bien de una manera más explícita. Al cuádrete que contiene la ano- tación numérica del año, 8 acatl, 1487, va unido por una línea el dibujo del teocalli, en cuya parte superior se alzan las dos capillas tradicionales: las escaleras están pintadas de rojo, significando la sangre que por ellas corrió durante el sacrificio. Otra línea en la par- te inferior del teocalli une á éste con el símbolo del Xiuhmolpitti ó atadura de los años. Es- tá compuesto de un leño horizontal, sobre el cual descansa verticalmente otro leño, te- niendo á ambos lados el signo simbólico del fuego; es el carácter ideográfico de la festivi- dad del fuego nuevo, de la atadura de los años, del período cíclico de 52 años. Aquí no significa la Xiuhmolpia, sino como observa muy bien el Sr. Ramírez, que la festividad fué tan solemne como la que tenia lugar al fin de cada ciclo. Tercera línea une el símbolo anterior, hacia abajo, con un grupo geroglífíco compuesto del simbólico tetl, piedra, y del mímico nochtli, ciando con el afijo de los nombres de lugar, por los valores fónicos de los objetos, la lectura Te-noch-ü-tlan. Así está determinado el lugar del suceso. A la izquierda se muestra el rey Ahuitzotl, reconocible en el cuadrúpedo con el símbo- lo atl, agua, sobre el lomo, que le da su nombre, y que D. Carlos de Sigüenza dice ser un animal anfibio semejante á la nutria. Las tres figuras, dos á la derecha y una' en la parte inferior, llevando en una mano una bandera, pantli, y en la otra un pequeño chimalli, es- cudo ó rodela, representan las víctimas destinadas al sacrificio, cual lo explican los arreos que los adornan y las pinturas que en forma particular les manchan rostro y cuerpo. Ca- da una lleva escrito su nombre geroglífíco, en el grupo unido por una línea al pié ó la ca- beza de las figuras. La de la derecha y superior es el mímico tzapotl, zapote, de donde se deriva el gentilicio de la tribu Tzapoteca; la que le sigue para abajo ofrece el vaso para los colores, dando la lectura de los Tlapaneca: la tercera lleva una culebra azul, carácter fo- nético del pueblo de Xiuhcoac, y le sigue la cabeza de un tigre, denominando el pueblo de Ocelotla, de la misma provincia. El número de víctimas inmoladas lo dicen los signos numéricos allí colocados. La bolsa es el numeral 8,000 y dala lectura cexiquipilli; cada pluma, cetzontli, expresa 400. Aten- diendo á que hay dos bolsas y diez plumas, l la suma será 8,000 + 8,000 + 400 x 10 = 20,000. Ya dijo arriba el Sr. Ramírez, que el Códice Vaticano tiene omitido uno de los signos de 400. A propósito de las víctimas, dice Ixtlilxochitl: 2 — « Al tercer año del reinado de Ahui- «. tzotzin, 3 (que fué el de mil cuatrocientos ochenta y siete que llaman chicuei acatl), se aca- « bó el templo mayor de Huitzilopochtli, ídolo principal de la nación mexicana, que fué el « mayor y más suntuoso que hubo en la ciudad de México; y para su estreno convidó á los « reyes de Tezcuco Nezahualpiltzintli y Chimalpopocatzin de Tlacopan, y á todos los de- « más grandes y señores del imperio: todos los cuales, en especial los dos reyes, fueron con « gran aparato y suma de cautivos para sacrificarlos ante este falso dios, que en solo el es- « treno de su templo (dejando aparte varias opiniones de autores) se juntaron con los que « el rey de México tenia de solas cuatro naciones, que fueron cautivos en las guerras atrás 1 En los Archives Paleoyraphiqucs de l'Orient et de l' Ámérique, publiées avec des notices historiques el philologiques, par León de Jiosny, París 1871, está coatenida una copia del Códice Telleriano, y en esta lámina se añadió un tzontli más do los contenidos en el original. 2 Hist. Ghichimeca, cap. 00. MS. '.i Es un error; fué el segundo año según su misma cronología. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 65 « referidas, ochenta mil y cuatrocientos hombres, en este modo; de lanacion tzapoteca diez « y seis mil; de los tlapanecas veinticuatro mil; de los huexotzincas y atlixcas otros diez y « seis mil; de los xiuhcoac veinte y cuatro mil y cuatrocientos, que vienen á montar el nú- « mero referido; todos los cuales fueron sacrificados ante esta estatua del demonio, y las «cabezas fueron encajadas en unos huecos que de intento se hicieron en las paredes del « templo mayor; sin otros cautivos de otras guerras de menos cuantía, que después en el « discurso del año fueron sacrificados, que vinieron á ser más de cien mil hombres. » III. Dejo para otra sazón describir la horrenda carnicería perpetrada en la dedicación del gran teocalli de Tenochtitlan, porque á su relato se aprieta de angustia el corazón, y la mente se ofusca contemplando los extravíos de la arrogante inteligencia humana; pero ocasión propicia me parece de soltar alguna palabra en favor de las naciones americanas, defendiéndolas de los terribles cargos en nombre de la moral inflexible contra ellas formu- ladas, los sacrificios humanos y su pretendida antropofagia. Alzaron ya la voz á este pro- pósito nuestros compatriotas Clavigero y D. Fernando Ramirez; x sus luminosos escritos me servirán de guia. « No ha habido casi ninguna nación en el mundo, dice Clavigero,2 que no haya sacrifi- cado víctimas humanas al objeto de su culto. Los Libros Santos nos dicen que los Ammo- nitas quemaban á sus hijos en honor de su dios Moloch, y que lo mismo hacian otros pue- blos de la tierra de Canaam. Los Israelitas imitaron alguna vez aquel ejemplo. Consta en el libro IV de los Reyes, que Acház y Manases, reyes de Judá, usaron aquel rito gentí- lico de pasar á sus hijos por las llamas. La expresión del texto sagrado parece indicar mas bien una lustracion (3 consagración que un holocausto; pero el salmo CV no nos permite dudar que los Israelitas sacrificaban realmente sus hijos á los dioses de los Cananeos, no bastando á retraerlos de aquella bárbara superstición los estupendos y eminentes milagros obrados por el brazo omnipotente del verdadero Dios. « Commixti sunt ínter gentes, et di- « dicerunt opera eorum, et servieruni scidptilibus eorum, et factum est Mis in scandalum. < Et immolaverunt Jilios suos et filias suas Dmmoniis. Et effuderunt sanguinem innocen- < tem; sanguinem filioriim sitorum, et filiarum suarum qaas immolaverant sculptilibus Cha- € naam, et infecta est térra in sanguinibus. » «. De los egipcios sabemos por el testimonio deManeton, sacerdote é historiador célebre de aquella nación, citado por Eusebio de Cesárea, que cada dia se immolaban tres víctimas humanas en Heliópolis solo á la diosa Juno. Y no eran solo los Ammonitas, los Cananeos y los Egipcios los que obsequiaban de un modo tan inhumano á sus dioses Moloch, Belfegor y Juno; pues los Persas hacian iguales sacrificios á Mitra ó el Sol, los Fenicios y los Carta- gineses á Baal ó Saturno, los Cretenses á Jove, los Lacedemonios á Marte, losFocenses á Diana, los habitantes de Lesbos á Baco, los Tesalónicos al centauro Quiron y á Peleo, los Galos á Eso y á Teutate, los Bardos de la Germania á Tuiston, y así otras naciones á sus dioses tutelares. Filón dice que los Fenicios, en sus calamidades públicas, ofrecían en sa- 1 Historia Antigua. Disertación VIII, tom. II, pág. 418. — Historia de la Conquista, por Prescott. edic. de Cumplido, tom. II. Notas y esclarecimientos, etc. 2 Loco cit., pág. 424. 66 ANALES DEL MUSEO NACIONAL orificio á su inhumano Baal los hijos que más amaban, y Curcio afirma que lo mismo hi- cieron los Tirios hasta la conquista de su famosa ciudad. Sus compatriotas los Cartagine- ses observaban el mismo rito en honor de Saturno el Cruel, llamado así con justa razón. Sabemos que cuando fueron vencidos por Agátocles, rey de Siracusa, para aplacar á su dios, que creían irritado contra ellos, le sacrificaron 200 familias nobles, además de 300 jóvenes que espontáneamente se ofrecieron en holocausto para dar este testimonio de su valor, de su piedad para con los dioses y de su amor á la patria, y según asegura Tertu- liano, que como africano y poco posterior á aquella época, debia saberlo bien, aquellos sacrificios fueron usados en África hasta los tiempos del emperador Tiberio, como en las Galias hasta los de Claudio, según dice Suetonio. » Los Pelasgos, antiguos habitantes de Italia, sacrificaban para obedecer á un oráculo, la décima parte de sus hijos, como cuenta Dionisio de Halicarnaso. Los Romanos, que fue- ron tan sanguinarios y supersticiosos, conocieron también aquellos sacrificios. Durante todo el tiempo del dominio de los reyes, inmolaron niños en honor de la diosa Maia, madre de los Lares, para implorar de ella la felicidad en sus casas. Indújolos á esta práctica, se- gún dice Macrobio, cierto oráculo de Apolo. Por Plinio sabemos que hasta el año 657 de la fundación de Roma, no se prohibieron los sacrificios humanos. « DCL Vil demun atino « urbis, Cn. Corn. Lentulo, Licinio Coss-Senatum consuUum factum est, ne homo immo- « laretur.» Mas no por esta prohibición cesaron de un todo los ejemplos de aquella bárbara superstición, pues Augusto, según afirman varios escritores citados por Suetonio, después de la toma de Perusia, donde se habia fortificado el cónsul L. Antonio, sacrificó en honor de su tio Julio César, divinizado ya por los Romanos, 300 hombres, parte senadores y parte caballeros, escogidos entre la gente de Antonio, sobre un altar erigido al nuevo dios. « Perusia capta in pliiribus animadvertit; orare veniam, vel excusare se conantibus una voce « oceurrens, moriendum esse. Scribunt quídam irecentos et dedititiis electos, tdriusque or- « dinis ad aram D. Julio exstructam Idib. Martiis victimanim more mactatos.» Lactancio Firmiano, que conocia á fondo la nación Romana y que floreció en el siglo IV de la Iglesia, dice expresamente, que aun en sus tiempos se hacian aquellos sacrificios en Italia al dios Lacial. « Nec Latini qaidem hujus immanitatis expertes fuerunt; siquidem Latialis Jupi- « ter etiam num sanguine colitur humano.» Ni los españoles se preservaron de aquel hor- rible contagio. Estrabon cuenta en el libro III que los Lucitanos sacrificaban los prisione- ros, cortándoles la mano derecha para consagrarla á sus dioses, observando sus entrañas y guardándolas para sus agüeros; que todos los habitantes de los montes sacrificaban tam- bién á los prisioneros con sus caballos, ofreciendo ciento á ciento aquellas víctimas al Dios Marte, y, hablando en general, dice que era propio de los Españoles sacrificarse por sus amigos. No es ajeno de este modo de pensar lo que Silio Itálico cuenta de los Béticos sus antepasados, á saber: que después de pasada la juventud, hastiados de la vida, se daban muerte á sí mismos, lo que él elogia como una acción heroica. «Prodiga gens aninue et properare facillima mortem; «Namque ubi transcendit florentes viribus añnos, «Impatiens sevi spernit venisse senectam, «Et fati modus in dextra est. « ¿Quién diria que esta manía de los Béticos habia de ser una moda en Francia y en In- glaterra \ Viniendo á tiempos posteriores, el P. Mariana, hablando de los Godos, que ocu- paron la España, dice así: « Porque estaban persuadidos que no tendria buen éxito la ANALES DEL MUSEO NACIONAL 07 « guerra, sí no ofrecían sangre humana por el ejército, sacrificaban los prisioneros deguer- « ra al dios Marte, al cual eran particularmente devotos, y también acostumbraban ofre- € cerle las primicias de los despojos, y suspender de las ramas de los árboles los pellejos de € los que mataban. » Si no hubieran olvidado esta especie los Españoles que escribieron la historia de México, y hubieran tenido presente lo que pasaba en su misma península, no se habrían maravillado tanto de los sacrificios de los Mexicanos. » Dejando á Clavigero, encontramos en César Cantú: x « La mayor parte de los pueblos han inmolado víctimas humanas. Fenicios, Egipcios, Árabes, Cañan eos, habitantes de Tiro y de Cartago, Persas, Atenienses, Lacedemonios, Jónicos, todos los griegos del con- tinente y de las islas, Romanos, antiguos Bretones, Hispanos, Galos; todos han estado igualmente sumergidos en esta horrible preocupación. Para conseguir el favor de los dio- ses, el rey de Moa!) ofreció á su hijo en holocausto sobre los muros de su capital, sitiada por los Israelitas, causando esta acción tal horror á los sitiadores, que al momento se aleja- ron.2 No puede menos de sentirse un estremecimiento de horror al leer en los autores, tanto antiguos como modernos, la descripción de los sacrificios humanos, usados desde los tiempos más remotos en toda la gentilidad, y practicados hoy dia en la India y en lo inte- rior del África. Ignórase quién fué el primero que aconsejó tan atroz barbarie; pero haya sido Saturno, como resulta en el fragmento de Sanconiaton, ó Licaon, como Pausanias pa- rece indicar, es lo cierto que esta costumbre echó profundas y robustas raíces. La inmo- lación de las víctimas humanas era una de las abominaciones que Moisés reprendió á los Amorreos; los Moabitas sacrificaban niños al dios Moloc, cuya cruel costumbre prevale- ció entre los Tirios y Fenicios, y los mismos Hebreos la habían tomado de sus vecinos. > El mismo César Cantú escribe en otra parte: 3 «Quisiérase negar la historia cuando nos muestra este abominable uso practicado en todo el universo; pero para oprobio de la espe- cie humana no hay cosa más incontestable, pues que hasta las ficciones de la poesía atesti- guan esta preocupación universal. » Más pudiéramos aún aumentar; nos contentaremos, sin embargo, con la copia del si- guiente párrafo del Sr. Ramírez: 4 « En efecto, dejando á un lado la sola tradición histó- rica, que nos conduciría en nuestras investigaciones á una época más remota que la del sacrificio intentado por Abraham, 5 y ateniéndonos únicamente á aquellas pruebas de he- cho que aun se conservan, y que podemos juzgar por nosotros mismos, es de veras muy digno de atención, que la prueba de la existencia de los sacrificios humanos se encuentre en monumentos que á su vez son testigos irrecusables de la alta civilización á que habia llegado el pueblo que ios construyó; cual si nos dijeran en lenguaje misterioso, que aque- llos habían caminado á la par de ésta. Las estupendas ruinas de Persépolis, que nos trans- portan tantos siglos más allá de Alejandro, han perpetuado en sus magníficos relieves la memoria de los sacrificios humanos: 6 la misma se reproduce en las pinturas halladas en los sepulcros de los reyes de Tébas, no dejando duda alguna, dice el Barón de Humboldt, de que los egipcios practicaron estos sacrificios.7 Muestras de ellos se reconocen en los es- 1 Hist. Universal, tom. VIH, pág. 787. 2 IV Reg. IV. 27. 3 Loco cit., pág 772. 4 Notas y esclarecimientos, pág. 39. 5 El sabio Abate Guenée conviene en que esta especie de sacrificios estaban en uso mucbo antes de Abraham. Lettres de quelques juifs, vol. II, lett. 3, § 2. 6 Ghardin, Voyages en Perse, &c. vol. IX, pág. 63 y sig., edic. 12.° 1711. 7 Vues des Gordilléres, &c. Planch. XV, vol. I, pág. 289, in 8o. 68 ANALES DEL MUSEO NACIONAL combros que cubren la isla Phila ó Philoae, cuyos acabados relieves y cincelados mármo- les nos hacen retroceder, en los más modernos, un periodo de cinco mil años. 1 En fin, la antigua y misteriosa India nos presenta en el collar de cráneos humanos que adornan el cuello de la diosa Cali ó Bhávani, así como también en las esculturas de Elephantina, la práctica de las tremendas lecciones contenidas en sus libros sagrados.2 Por lo que toca á los pueblos que llamaré modernos, considerándolos como la almáciga ó el tronco de donde brotaron las naciones que hoy llevan la bandera de la civilización, es muy fácil probar con su misma historia, que ni uno solo de ellos ha escapado á aquel bautismo de sangre, cual si éste formara uno de los necesarios eslabones de la cadena social, que ninguno ten- dría el privilegio de saltar. » 3 Del testimonio conforme de los autores se deduce, pues, que la práctica de los sacrificios humanos ha sido común en el Antiguo y en el Nuevo Mundo. ¿Podemos inferir de su uni- versalidad, la bondad de la costumbre? De ninguna manera; la repetición de un acto cri- minal, no lo abona ni lo santifica. Pero se puede establecer, que al levantar el grito los eu- ropeos contra los americanos por esta barbarie, cometen un acto de injusticia y de irre- flexión, achacando á éstos como crimen particular el que también es propio suyo y común. Cuanto de los indios digan, cae sobre la cabeza de todos los pueblos: ese afectado horror está fuera de lugar: si alguien está inocente, tire la primera piedra. Pero, esta mancha déla humanidad ¿no alcanza alguna explicación plausible? ¿Tan grande falta es, que no alcanza disculpa ni merced delante de la razón ? Yo creo que sí. En último análisis; los sistemas religiosos se resumen en estos principios. Dios crió al hombre, se comunicó con su obra, se le dio á conocer, y le impuso una doctrina: á esta es- cuela pertenezco. Los hombres que se separaron del tronco primitivo y olvidaron la doc- trina recibida, quedaron entregados á su propia ceguedad: estos inventaron sus dioses y su culto. En ningún caso puedo creer con el poeta, que los primeros dioses hayan sido hi- jos del temor. 4 Porque en el sistema de la revelación, Dios se hizo conocer á su creatura por la ley del amor; y en el sistema de la invención, porque el hombre, en su estado primi- tivo, está más propenso á la admiración que al miedo; porque del peligro se huye, sin de- tenerse á adorarlo; porque lo que se alza por dios infunde respeto, y fué antes elegido por el reconocimiento ó el asombro. Sin embargo, es evidente que en el culto se encuentran mezclados dos sentimientos, al parecer imposible de estar asociados, el amor y el miedo. La explicación es fácil. Dios se considera siempre como la perfección absoluta. El hombre, á poco que se examine, se en- cuentra trunco, imperfecto. La inmensa grandeza de Dios; los favores de él alcanzados; la i Histoire scientifique etmilitaire de i'expédition francaise en Egypte, vol. V ó 111, cap I. in 8. 1832. 2 Vues &., loe. cit., púg. 256. — «El placer que causa á la divinidad el sacrificio de una tortuga, di- ce la ley del Indostan, solamente le dura un mes; el que recibe del sacrificio de un cocodrilo, dura tres meses; una víctima humana le causa un placer de mil años, y tres, un placer de. cien mil años. De la religión considerée dans sa source &., pur B. Constant, lib. XII, cap. 2. in 8. 1831. — Es proba- ble que así hayan discurrido todos los pueblos desde el momento en que les ocurrió salpicar con san- gre las aras de sus dioses, sin que fuera bastante á contenerlos otro poder que el emergente del abuso mismo del sacrificio. 3 Para no fastidiar ámis lectores con la lectura insípida de un mismo hecho, variando solamente con los nombres propios de los pueblos, lo remito al capítulo citado de B. Constant y al libro VII de la Monarquía indiana del P. Torquemeda, donde hallará una gran parte de las pruebas que podrían producirse en apoyo de esta proposición . 4 Primus in orbe Déos fecit timor. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 69 esperanza de los beneficios por recibir, determinan en el hombre la admiración, el agrade- cimiento y el amor. Pero las relaciones entre Dios y el hombre presuponen una regla de conducta; una ley con su parte penal; la recompensa para quien cumpla la ley, el castigo para quien la infrinja. Ahora bien: reconocida la imperfección del hombre, por estamisma causa ó por perversidad personal, fácil, muy fácil es conculcar la ley. Del crimen viene el miedo al castigo, el temor de la divinidad; no por suponerla malévola ó vengativa, sino precisamente por considerarla justa. El amor inventó la ofrenda, el miedo el sacrificio. La ofrenda es al principio sencilla, como sencillo es el corazón; después razonada, á medida que la mente va ilustrándose. Nada más tierno, nada más natural, que colocar sobre el altar la yerba olorosa, la flor fra- gante de los campos, el fruto sazonado y sabroso, las primeras espigas de la cosecha, las primicias del rebaño . El sacrificio es la expiación, y comienza por la persona del culpado. La falta se purga por una pena proporcional; cuanto más grave es el pecado, tanta mayor será la penitencia. De aquí la oración ó súplica, la abstinencia; lamaceracion: el arrepen- timiento y el fervor conducen á expiaciones en que el cuerpo se desgarra, y la sangre que brota de las heridas es la ofrecida por primera vez, casi sin pretenderlo, ala satisfacción de la Divinidad. La lógica del sentimiento anda por pendientes resbaladizas . Prosiguiendo en sus induc- ciones, admite que la culpa puede redimirse por objetos extraños al culpado; es decir, des- cubre el sistema de la sustitución. En este supuesto, como la Divinidad es dueña de todo lo creado, fuente de la producción y de la vida, infiere que no solo se le deben los seres in- animados, sino también los vivientes; á las plantas, flores y frutos seguirá la ofrenda de los animales. Los seres animados solo pueden ser sustituidos por seres animados. A la ofren- da acompaña la víctima, el símbolo expiatorio; esta víctima será santa, como consagrada á Dios. Si redime la culpa individual, también puede ponerse en desagravio de las faltas públicas ó por la salud común: en este último caso la consagración de la víctima subirá de punto; el sentimiento particular se convertirá en común y ritual. Entonces son inmolados los animales. La víctima será tanto más preciada, cuanto mayores sean las perfecciones que se le atribuyan. Cada pueblo dará preferencia al animal que le parezca privilegiado; y como la repetición del sacrificio es la repetición de la obra meritoria, no siempre la pie- dad se conformará con una víctima, y llegará hasta la hecatombe. Por una serie de ideas, sin valor alguno y fuera del alcance de nosotros los hombres actuales, apareció la víctima humana. Era la consecuencia forzosa de una lógica inflexi- ble, torcida en sus principios. Admitida la sustitución, el suplicio del criminal para sa- tisfacer la vindicta pública, se transformó en el sacrificio del malo por la salud del pueblo. Se degollaba á los prisioneros sobre el altar, por contrarios á las divinidades y á la nación. Se inmolaba al esclavo, con el derecho que tenia el señor para disponer de sus cosas según su antojo. Pereció también el inocente, pedido por el expreso mandato del dios, por el voto popular, por las prescripciones del rito. Puesta la primitiva verdad en la resbaladiza pen- diente, fuerza era verla despeñada hasta el abismo. El pensamiento seguia el orden progre- sivo; la piedra para sostener el ara; los metales ú objetos valiosos para adornarla; las plan- tas y frutos para ofrenda; los animales víctimas de sustitución; preciso era llegar al ser más perfecto en la creación, al más preciado, al que se semejaba más á la Divinidad, el hombre. Si el sacrificio del criminal era grato, con mayor razón lo seria en casos excepcionales, el del inocente. Si sucumbía el guerrero, también tenia su precio la sangre de la mujer y del niño. Nada de esto podemos ahora admitir como racional, porque precisamente venimos 70 ANALES DEL MUSEO NACIONAL contra la corriente de aquellas ideas absurdas. Nos parece el sacriñcio humano, impío y abominable; matar al inocente, atentatorio; dar la muerte al prisionero, injusto; reconocer la esclavitud, inicuo: pensamos detenernos ante la vida del malvado, como ante cosa de la cual no podemos disponer. Imposible abarcar las inducciones por las cuales los pueblos todos vinieron á sacar la úl- tima consecuencia; coinciden en un punto común, mas faltan las ideas intermedia para po- derse formar juicio. Sin embargo, estudiando los rastros que aun quedan en la historia, se descubre que el sacrificio humano, es error del espíritu más que perversidad del corazón; dimanó de exceso de congratular á las divinidades y no de verdadera inclinación al mal. Los pueblos, en los tiempos que siguieron esta bárbara institución, progresaron física y moralmente. La víctima humana no se presentó, sin existir primero la idea de un Ser Supremo, la inmortalidad del alma, la vida futura, el castigo y la recompensa de las accio- nes, la redención de la culpa, la sustitución en el sacrificio, la eficacia de las obras buenas para aplacar á la Divinidad; un conjunto completo de doctrinas, enderezadas á en salzar la virtud y á enfrenar el vicio. Sin duda que es una inmensa mejora moral haber suprimido esa práctica salvaje; pero, examinada filosóficamente, no se presta á las lamentaciones in- tempestivas de ciertos filósofos llorones. Adoptando los pensamientos del conde de Mais- « tre, 1 su horror nace de que sin duda ignoran que el abuso de sacrificios, por enorme « que sea, es nada en comparación de la impiedad absoluta. » En cuanto á mí, voy más adelante. Prefiero la víctima humana, á la ausencia de Dios y de su altar en el sistema del ateo; para mí, encierra más sentido común el fetiche del negro, que el evasivo y des- consolador quién sabe del pirrónico. Entre los inmensos beneficios que el cristianismo ha derramado sobre la humanidad, se cuenta el de hacer imposible para los creyentes la víctima humana. Dios aparta indignado los ojos de la sangre, y el cruento sacrificio del Calvario redimió al género humano. TV. Pasemos ahora al segundo cargo, el de antropofagia. Seré breve. « Además de los ejemplos producidos, dice el Sr. D. Fernando Ramírez,2 y sin tomar en cuenta el semillero de antropófagos, que los poetas antiguos y los mitólogos sitúan en el corazón de la Europa, sabemos por Plinio y por Pomponio Mela, 3 que lo eran esas nu- merosas tribus conocidas bajo la denominación de Escitas: lo mismo dice Estrabon 4 de los Irlandeses; como testigo de vista lo afirma San Gerónimo 5 de los Escoceses, y Diodoro de Sicilia,6 confirmando estas noticias, aumenta el catálogo con las numerosas tribus de los Celtas. Voltaire cita un pasaje de Marco Polo, que decia ser un privilegio de los magos y sacerdotes tártaros comer la carne de los ajusticiados, y Sir Stamford Raines refiere un hecho semejante, de muy reciente data y del más singular carácter que observó entre los Battas,7 pueblo de la Sumatra, donde la civilización ha hecho grandes progresos, pues no 1 In Ramírez, loe. cit., pág. 70. 2 Notas y aclaraciones, pág. 64. 3 Plin. Hist. natur. VI, 17.— Mela, de Situ Orbis, II, 1. 4 Geograph. lib. IV, pág. 139. 5 Cit. por Torquemada, lib. XIV, cap. 26. 6 Hist. univers. V, 21. 7 Encyclopedie des gens du monde, &c, art. Adultere. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 71 solo han adoptado para su gobierno las formas constitucionales, sino que también tienen establecimientos de instrucción pública y una gran parte de la población sabe leer y escribir. » Para dar punto á este artículo y completar la prueba relativa á la universalidad del an- tropofaglsmo, diré con el sabio Virey, que ha examinado la materia como historiador, como filósofo y como fisiólogo: « Las naciones hoy más cultas fueron antiguamente antropófagos: « Pelloutier lo afirma de todos los Celtas,1 y Cluver de los Alemanes.2 Infiérese por las ca- «. pitulares de Cario Magno 3 que este crimen debia ser bastante común, puesto que aquel « grande monarca tuvo necesidad de imponer penas para reprimirlo. En la guerra que los « Tártaros hicieron á los Rusos el año de 1740, se les vio chupar la sangre á los muertos. « Todos los europeos descienden originariamente de una raza antropófago. Un antiguo es- « coliasta de Píndaro lo afirma de los pueblos de la Ática, en épocas remotas, y Pausanias «lo asegura de los antiguos griegos, que con el discurso del tiempo llegaron á formar la «nación mas culta é ilustrada del universo.» El escritor citado, que prosigue haciendo una larga y minuciosa enumeración de otros muchos pueblos de ambos continentes, para probar que nada tiene absolutamente de nuevo ni de extraño que el hombre haga devorado á su semejante, la cierra exclamando: « Nosotros, pues, somos descendientes de antropófagos. »4 Fundados en estas autoridades, y principalmente en la muy caracterizada de Virey, in- ferimos que la antropofagia es crimen común al Antiguo y al Nuevo Mundo: la cuestión queda colocada en el mismo terreno que la de los sacrificios humanos. Antropófago se denomina á quien come carne humana. Comprendo que comer carne humana es mi crimen repugnante; pero, ¿no existe diferencia alguna, entre quien la come por vicio, por placer, por costumbre, porque hace de ella la parte principal y constante de su alimentación, y quien solo la come en ciertas y determinadas ocasiones, permitidas por la ley y prescritas por el culto? Sin pretender clasificar los diversos géneros de antropofa- gia, la razón dicta que entre el uno y el otro de los casos propuestos media una distancia inmensa. Sin embargo, esa misma razón anatematiza el hecho bárbaro de tocar á la carne del hombre, y no aminora el crimen la cantidad tomada por alimento, ni el disfraz con que se la encubra. Todavía insisto en que, es más viciosa y repugnante la conducta del caribe, del caníbal, del acaxee, que andaban á caza de hombres para devorarles cual si ellos fueran animales salvajes, que la de los mexicanos comiendo únicamente, por sentimiento religioso, la carne de las víctimas inmoladas á sus dioses. Solo voy á tratar de la antropofagia de los mexicanos. Los mexicanos solo sacrificaban á los prisioneros de guerra, y á los esclavos comprados y donados por sus dueños para aquel efecto.5 Así el Estado y los particulares proveían de víctimas al culto. Conforme á las ideas admitidas por aquellos pueblos, no se cometía nin- guna injusticia en la muerte de las personas entregadas al cuchillo sacerdotal. Las perso- nas libres se constituían en esclavitud, se ponían bajo la dependencia ajena, por su propia voluntad ó por sentencia judicial; del derecho de propiedad venia el derecho de disponer de la cosa comprada y dar la muerte al hombre criminal. Los padres, autorizados por la ley, enajenaban á sus hijos para ofrenda de los dioses. En cuanto á los prisioneros de guer- ra, reconvenido Motecuhzoma por Cortés por la crueldad de los sacrificios, contestó el rey: 1 Hist. des cuites, t. I, pág. 235-242. 2 Germán, antiq. 3 Edic. d'Heinec, pág. 382. 4 Nouveau diction. d'hist. natur, art. Anthropophague, París, 1816. 5 Motolinía, trat. I, cap. VI. — Mendieta, lib. II, cap. XVI, etc. 17 72 ANALES DEL MUSEO K" ¿VCION AL « Nosotros tenemos derecho de quitar la vida á nuestros enemigos; podemos matarlos en « el calor de la acción, como vosotros hacéis con los nuestros. ¿Y por qué no podremos re- « servarlos para honrar con su muerte á nuestros dioses?»1 Idénticas ideas, relativas al derecho de disponer de la vida del esclavo y del cautivo, profesaban muchos pueblos del antiguo continente. De la víctima solo se comían porciones determinadas.2 Admitido por víctima el hombre, se concibe fácilmente que su carne se comiera. Según el sistema de sustitución, inmolada la víctima quedaba consagrada, por perte- necer á las divinidades. Sacada de su estado natural por la santificación del sacrificio, se trasformaba en una sustancia mística; desaparecen los caracteres primitivos, digamos así, para adquirir otros simbólicos y perfectos. Comer de la víctima es declararse adorador del dios, confesor de la religión, parte integrante de los creyentes; hay una especie de identificación con la misma divinidad; se goza de una prerogativa casi celeste; el objeto recibido cobra el inmenso valor de la trasformacion santa del sacrificio. « Por una conti- « nuacion de las mismas ideas sobre la naturaleza y eficacia de los sacrificios, veian tam- < bien los antiguos alguna cosa misteriosa en la comida del cuerpo y de la sangre de las « víctimas. Esta contenia, en su sentir, el complemento del sacrificio y de la unidad reli- «giosa, de tal modo, que los cristianos rehusaron por mucho tiempo probar las carnes in- «moladas, para que no se creyese que comiéndolas, reconocían las falsas divinidades á « que se habían ofrecido; porque todos los que participan de una victima son un mismo « cuerpo? Mas esta idea universal de la comunión por la sangre, aunque viciosa en su apli- « cacion, creo, sin embargo, justa y profética en su origen, así como aquella de la cualde- «rivaba.»4 En último análisis, en virtud de la trasmutación comían los mexicanos la carne de la víctima, no por ser codorniz, culebra ú hombre, sino porque era una sustancia mística. « Luego tomaban al sacrificado (los sacerdotes) y volvíanselo á su dueño, con la carne del < cual solemnizaban la fiesta, la cual carne de todos los sacrificados tenían realmente por < carne consagrada y bendita, y la comían con tanta reverencia y con tantas ceremonias y «melindres como si fuera alguna cosa celestial, y así la gente común jamás la comía, sino « allá la gente ilustre y muy principal. »5 Esta autoridad, que nada tiene de sospechosa (otras muchas pudieran alegarse), prue- ba evidentemente el sentido religioso que los mexicanos daban á la carne de la víctima. Prueba, además, que la práctica no era universal, supuesto que solo alcanzaba á la gente ilustre y principal, al dueño del esclavo y al guerrero cautivador del prisionero, con los amigos y parientes de estos, únicos que podían alcanzar alguna fracción de la víctima in- molada. Pudiera llamar la atención ese convite repugnante en que la carne humana se servia condimentada. El hecho tiene explicación plausible. Los grados en el ejército, las distin- ciones civiles, las recompensas de todo género se alcanzaban en los campos de batalla y se median por el número de prisioneros tomados por cada uno personalmente. Traer de la 1 Clavigero, tom. II, pág. 4¿7. 2 P. Mendieta, lib. II, cap. XV.— Motolinía, trat. I, cap. VI.— P. Sahagun, tom. I, pág. 89.— Clavigero, tom. I, pág. 257, etc. 3 Gorinth., X, 17. 4 El conde de Maistre, cit. por Ramírez, pág. 56. 5 P. Duran, seg. part., cap. X. MS. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 73 guerra un cautivo era dar muestras de valentía y rematar una hazaña ala que seguía el pre- mio; prescrito por el ritual que el prisionero se consagrara á los dioses, quedaba transmu- tado en víctima: nacía de entrambas cosas un acontecimiento fausto, y para comer la sus- tancia mística y celebrar los hechos del guerrero era ese convite, religioso y social al tiem- po mismo, á que concurrían los amigos del vencedor. Los mexicanos, pues, solo comían la carne de la víctima inmolada: fuera de este caso, nunca fueron antropófagos, ni en los casos de mayor apuro. He aquí la prueba. En el reinado de Motecuhzoma Ilhuicamina sobrevino una hambre espantosa: el pueblo ham- briento devoró plantas y raíces, se alimentó con los animales más inmundos, vendieron á sus hijos á cambio de maíz á los mercaderes cuexteca y se vendían á sí propios; emigraron á tierras lejanas quedando muchos muertos por campos y caminos: durante tamaño apu- ro, en tanta calamidad, no se registra en los anales de ese pueblo afligido que se comieran unos á otros, no ya dándose la muerte estando vivos, pero ni aun aprovechando los des- pojos de los muertos. Repitióse la plaga en el reinado del segundo Motecuhzoma, y en las mismas condiciones. Ocurriendo á la historia de la conquista se encontrará que durante el asedio de Tenoch- titlan por los castellanos y sus aliados, los mexicanos sufrieron los horrores del hambre más cruel. Consumidas las provisiones, comieron las hojas y las cortezas de los árboles; escar- baron la tierra para sacar las raíces; agotaron las sabandijas en la tierra y en el agua de la ciudad; murieron de hambre, y no tocaron á los cuerpos de los suyos. No les faltaba po- co ni mucho aquel alimento. Un testigo presencial nos informa:1 «yes verdad, yjuro amen, « que toda la laguna, y casas, y barbacoas estaban llenas de cuerpos y cabezas de hombres < muertos, que yo no sé de qué manera lo escriba. Pues en las calles y en los mismos pa- «tios del Tatelulco no habia otras cosas, y no podíamos andar sino entre cuerpos y cabe- « zas de indios muertos. Yo he leido la destrucción de Jerusalem; mas si en ella hubo tan- «cta mortandad como esta, yo no lo sé; porque faltaron en esta ciudad gran multitud de « guerreros, y de todas las provincias y pueblos sujetos á Méjico, &c. » Las penalidades de los sitiados píntalas así Cortés: 2 « é viendo que tanto número de « gente de los enemigos, no era posible sufrirse en tanta angostura, mayormente que « aquellas casas que les quedaban eran pequeñas, y puestas cada una de ellas sobre sí en el « agua; y sobre todo la grandísima hambre, que entre ellos habia, y que por las calles ha- « liábamos roídas las raíces y cortezas de los árboles. »&c. Y Bernal Diaz: 3 « Digo que < en tres días con sus noches iban todas tres calzadas llenas de indios é indias, y mucha- « chos, llenas de bote en bote, que nunca dejaban de salir, y tan flacos y sucios, é amari- llos é hediondos, que era lástima de los ver; y después que la hubieron desembarazado, « envió Cortés á ver la ciudad, y estaban, como dicho tengo, todas las casas llenas de in- « dios muertos, y aun algunos pobres mejicanos entre ellos, que no podían salir, y lo que < purgaban de sus cuerpos era una suciedad como echan los puercos muy flacos que no co- « men sino yerba, y hallóse toda la ciudad arada, y sacadas las raíces de las yerbas, « que habían comido cocidas; hasta las cortezas de los árboles también las habían comido. « De manera que agua dulce no les hallamos ninguna, sino salada. > Las penalidades eran, pues, inauditas. « También quiero decir, continúa Bernal Diaz, < que no comían la carne de sus mejicanos, si no era de los enemigos tlascaltecas y las nues- 1 Bernal Diaz, cap. GLVI. 2 Cartas de relación, en Lorenzana, pág. 289. 3 Loco. cit. 74 ANALES DEL MUSEO NACIONAL « tras que apañaban; y no se ha hallado generación en el mundo que tanto sufriese la ham- « bre y sed y continuas guerras como esta. » Es de advertir, que esa carne de los tlaxcal- tecas y de los españoles que los mexicanos comian, provenia de los prisioneros que habian sido sacrificados, mas no de los muertos caidos en el campo de batalla. Francisco López de Gomara, informado por los conquistadores, repite lo relativo acer- ca de las penurias de los sitiados, y aumenta: «De aquí también se conoce cómo los mexi- « canos, aunque comen carne de hombre, no comen la de los suyos, como algunos piensan, « que si la comieran, no murieran así de hambre. » 1 El cronista Herrera, 2 quien escribió teniendo á la vista documentos auténticos, afirma expresamente: « Teníanse en casa los « muertos, porque los enemigos no conociesen su flaqueza: no los comian, porque los me- «xicanos no comian los suyos. » Causa admiración que, contra autoridades tan caracterizadas como estas, emita opinión contraria el Sr. Prescott en su Historia de la Conquista de México; mas ya fué combatida victoriosamente por el Sr. Ramírez.3 V. Pongo punto final á este asunto. Ignoro cuál será la impresión que mis observaciones dejen en el ánimo de los lectores. En mi creencia personal, los mexicanos gustaban la carne humana, y si por ello pudiera llamárseles antropófagos, indudablemente no eran ca- níbales. Una advertencia. Ni remotamente se vea en lo escrito la aprobación del sacrificio humano, ni mucho menos el comer de la víctima. Es esta una explicación, y no una de- fensa. Aborrezco todas las acciones que propenden á la destrucción violenta del hombre, pensando con Lord Byron, que, nunca la sangre se vertió sin crimen. Manuel Orozco y Berra. i Crónica de la N. España, cap. CXXXXIII, edic. de Barcia. 2 Déc. III, lib. II, cap. 8. 3 Notas y aclaraciones, pág. G4. ESTUDIO COMPARATIVO ENTRE EL SÁNSCRITO Y EL NÁGUATL. 'AS religiones y la ciencia están de acuerdo en señalar un mismo origen á todos los hombres: las primeras los hacen salir de las manos de un Dios que se dignó venir á nuestro pequeño planeta para este solo y único objeto: la segúndalos hace provenir de los Catharhineos apoyándose en la teoría de la descendencia . Las ciencias naturales y las ciencias físico-químicas, por los medios de in- vestigación que nos ponen en comunicación con la naturaleza, han prestado este gran servicio, indicar los efectos de las causas eficientes sin recurrir á las causas finales. La Botánica, por ejemplo, entre sus trabajos dignos de mencionarse ha demostrado de una manera satisfactoria que en las plantas se verifícala reproducción únicamente por me- dio de los estambres y los pistilos, ó sea por medio de los órganos hembras y los órganos ma- chos, de la misma, manera que se verifica entre los machos y las hembras del reino animal: solo que aquí en el reino vegetal, se efectúa este acto maravilloso de una manera más poé- tica, por decirlo así, porque el lecho dispuesto para la unión de los dos sexos son los péta- los, son las corolas ricamente matizadas é impregno das de los perfumes los más exquisitos. Esta demostración de la Botánica en el sentido de la generación ha estimulado á los Em- briologistas, y ellos, apoyados en los conocimientos de la Zoología, en sus investigaciones, han seguido la marcha de la célula ovularia en todas sus fases hasta su completo desarro- llo, y han observado que ese átomo rudimentario, después de la fecundación, va pasando por todas las formas de los animales inferiores á su género y especie, y entonces, fundados en el estudio de esas trasformaciones, han concluido de un modo muy filosófico, que todos los seres organizados han provenido de un mismo origen. Por razones análogas á las anteriores, los geólogos y paleontólogos á la vez, al abrir el seno de la tierra para tender los rieles por donde debepasarlarápidalocomotora, observan en las capas geológicas los restos de los animales que allí existieron y se extinguieron: lo mismo observan en las profundas barrancas abiertas por la acción lenta de las aguas y de la comparación de esos restos, y sirviéndoles de norma la anatomía comparada y la paleon- tología, han llegado á sacar la misma conclusión que los embriologistas: la de que todos los seres organizados han provenido de un mismo tipo, partiendo de las moneras. Los químicos vienen después, y armados de los aparatos é instrumentos cada dia más 76 ANALES DEL MUSEO NACIONAL perfeccionados, en sus trabajos de grande importancia tanto analíticos como sintéticos, han llegado á establecer este gran principio de que: en medio de esa multitud de cuerpos que existen en nuestro planeta y aun los que giran en el espacio infinito, solo se componen de unos cuantos elementos, los que combinándose entre sí en diversas proporciones, son los que constituyen ese número también infinito de los cuerpos telúricos y celestes; y fundados en esos trabajos de gran precisión, han deducido, y con mucha justicia, que la multiplicidad de cuerpos que nos asombran por su número y sus formas, todos derivan del corto núme- ro de elementos indicados, pero que ellos han formado el gran todo, y por esta razón se puede decir, que los químicos han llegado á establecer casi la unidad de la materia como los físicos han establecido la unidad de las fuerzas. Ahora viene la ciencia del lenguaje, ciencia que hoy seestudia con esmero y ya reclama un lugar entre las ciencias naturales, como lo dice Max MiÜler, porque ella, la lingüística, está produciendo frutos excelentes en la Ethnog'rafía iguales á los que han producido las ciencias naturales en la cuestión que nos ocupa; y los trabajadores de este nuevo ramo déla ciencia, infatigables como los naturalistas, han seguido la misma senda que estos y han marchado al través de toda clase de dificultades; pero triunfando de esas y coronados de gloria, aunque por distintos caminos, han llegado al mismo resultado que los Botánicos, los Embriologistas y los Geólogos, es decir, que aquellos han llegado asacarla misma con- secuencia con respecto al género humano, que las razas de todos los hombres han proveni- do de un mismo tronco; hecho capital y de grande trascendencia para las cuestiones ele es- ta naturaleza: consecuencia que es el fruto de las profundas investigaciones en el terreno de las lenguas Asiáticas y Europeas: es él triunfo arrancado á los secretos y misterios de las lenguas ya extinguidas, pero que han dejado una historia, una literatura, ó al menos un recuerdo en los nombres de las montañas, de los rios, de los lagos, de las ruinas de los tem- plos y ciudades de los pueblos que pasaron: este maravilloso resultado ha sido el fruto del análisis y comparación entre esas lenguas, análisis ejecutado con tanta exactitud como el que han hecho los químicos de los cuerpos; y así como estos están autorizados por sus estu- dios para establecer el hecho ya mencionado, el que en esa multitud de cuerpos solo se des- cubren unos cuantos elementos, los que combinándose entre sí en diversas proporciones han producido el mundo material, así también los filólogos están igualmente autorizados para emitir la idea de que en esa multitud de lenguas solo se descubren unos cuantos elemen- tos denominados raíces, los que combinándose de diferentes modos han producido el Uni- verso de las lenguas humanas. Basados en estos principios, los filólogos de grande autoridad por sus estudios muy seve- ros en las lenguas indo-europeas, han llegado á concluir, que todos ellos, los muertos como los vivos, han provenido de la lengua de los Brahmas; lengua la más rica y armoniosa, y en la que se han expresado y escrito las más altas y grandes concepciones del pensamiento hu- mano en religión, en derecho, en filosofía, y partiendo de estos datos han concluido también, que la cuna de los primeros hombres se ha mecido suspendida de los troncos de los esbeltos palmeros de la Zona tropical, la que en épocas muy remotas formaba un solo Continente del cual formaba parte la famosa Atlántida desaparecida por el lado del mar Atlántico, y por el lado del grande Océano ha desaparecido la mayor parte del Continente pacífico, del que son restos las numerosas islas de que están sembrados los mares. Los filólogos de nuestro Continente, basados en los mismos principios y apoyándose en la lingüística, han comenzado á trabajar en el mismo sentido que los Europeos, y una prueba de este aserto es la obra que ha publicado el Sr. López Fidel, de nacionalidad pe- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 77 ruano, en la que hace una, comparación entre muchas palabras quichuas y otras del Sáns- crito: el actual trabajo lleva el mismo objeto, aunque á mi modo de ver, éste arroja más claridad que otros del mismo género; mas para fundar mis ideas á este propósito, tengo necesidad, no para los filólogos, sino para los lectores de esta publicación que tal vez no es- tán al corriente dulas trasmutaciones que sufren las lenguas por solo el transcurso del tiem- po, pero muy especialmente al emigrar los pueblos á países desconocidos donde es otra la naturaleza, otros los animales, otros los alimentos, otro el clima y ei ambiente que les rodea, otras las relaciones con las gentes que allí encuentran, otras las necesidades de impo- ner ó recibir nuevas palabras. La demostración de esas trasmutaciones, ya sean fonéticas, ya sean dialécticas, es fácil en cualquier idioma; pero yo tomaré los ejemplos del nuestro, ascendiendo ó descendiendo á los orígenes que me sean conocidos y que lo sean igualmente á la mayor parte de nuestra sociedad: hé aquí algunas palabras que han sufrido las tras- mutaciones de que se ha hecho mención . Obispo ha provenido del Episcopus latino, y al pasar esta palabra al castellano sufrió los siguientes cambios: 1 .° la e de la preposición epi se cambió en o; 2.° la p de la misma pre- posición se convirtió en b; 3o se elidió la sílaba co¡ la u de la sílaba pus pasó al sonido de la o, y 4.° se hizo desaparecer la s final, y quedó reducida la palabra latina al obispo castellano. En el griego se dijo episkopos, cuya palabra al pasar al latin se trasmutóla o de la sílaba pos en una u; en el portugués, la conmutación es más visible, porque en este idioma ya se omitió la o que existe en ei castellano y solo dicen bispo; pero en el danés la contracción lle- ga á su máximum, puesto que la palabra episkopos solo queda reducida á bisp. En la misma palabralatinaógriega, aceptada por los ingleses después de las conmutacio- nes análogas á las que sufrió en el español y portugués, hay otra muy notable y es la si- guiente: que la s líquida que precede á la sílaba sko de la palabra sfto^as (observador, vigi- lante), y la A;, después de trasformada en h, unieron las dos letras sj h, y les dieron un solo sonido muy distinto del que tenia en el griego, y dicen bislwp. Por último, en la lengua alemana hay otro cambio en la misma palabra bislwp, porque trasforman la_p en /y dicen bishof. Niebla viene directamente del nébula latino, palabra que al pasar al castellano sufrió los cambios siguientes: Io, se interpuso una i como letra eufónica en la primera sílaba y re- sultó el nie; 2.° en la segunda sílaba se elidió la u de donde resultó la niebla. El nébula latino nació del Nephele griego, y al pasar esta palabra al idioma del Lacio su- frió los siguientes cambios: \&ph se trasformó enfr, y á la e de la sílaba phe le dieron otro sonido y la pronunciaron u. Sospiro, palabra anticuada, y es igual al suspiro del castellano moderno, en donde se ve con toda claridad el cambio de la tí en o, y el suspiro viene del suspirium latino, cuya palabra al pasar al castellano sufrió los siguientes cambios: 1? en la sílaba rium trasformaron las dos vocales tu en una o y se hizo caer la m final; 2o. en la preposición sub en el mismo latin, por eufonía, se suprimió la b, y quedó solo el su, tal como aparece también en el castellano. Agiülisapam, palabra náguatl, con la que designaban una población en donde las aguas caen en cascada y forman olas, niebla y demás fenómenos que resultan de esa caida de las aguas, y que parecen, si bien se reflexiona, como que están regocijándose tal como lo dice la palabra y el geroglífico de la población, y los Españoles al aceptar esta palabra, sea por dificultad al pronunciarla, sea por adaptarla á su propio idioma, la trasformaron 1? en Agüiliba, en donde se ve la supresión de la sílaba sa: la trasformacion de la p de la sílaba pam en una b. y la omisión de la m final. 2o. más tarde se siguió corrompiendo la palabra 78 ANALES DEL MUSEO NACIONAL y la pronunciaron Agüicaba, en cuyo caso suprimieron la sílaba li é hicieron aparecer la sílaba sa, pero trasformando la s en c; 3? y por último, suprimieron la#: lastres vocales aui las cambiaron en una sola vocaly la pronunciaron o, y la l déla sílabaZi, de la palabra Agüiliba, la cambiaron en una r suave , de donde resultó que la palabraprimitiva Agüilisapam llegó á ser el Ornaba de nuestros tiempos, eme nadie podria comprender su origen ni menos su significación, si no es haciendo un estudio de ambas lenguas, el castellano y el Náguatl, siguiendo las devastaciones que causa el cambio fonético de las palabras al pasar á otras idiomas que no tienen el mismo parentesco á primera vista. Kuauhnagüak (árbol donde se habló), palabra que es igual al nombre que hoy lleva la capital del Estado de Morelos; pero desfigurada por la corrupción eufónica de las letras y sílabas á tal grado, que no solo se ha perdido el armazón, digámoslo así, de la palabra pri- mitiva, sino que se introdujeron en ella sonidos ó representaciones fónicas que noexistian, como se puede ver en las siguientes observaciones: 1? la a de la sílaba Kua se convirtió en e; 2? la supresión de la uh, de la segunda sílaba, y en lugar de ellas pusieron una r; 3? en la sílaba güak se suprimió la g: la u vocal la convirtieron en v, y á la h final se le agregó una a que tampoco existia, de donde resultó el Cuernavaca de nuestros dias, que igualmente se desconoce en la forma y en la significación, y requiere un estudio de las trasmutaciones que ha sufrido al pasar al castellano. Multitud de palabras del Náguatl, corrompidas por las razones ya mencionadas, podrían citarse; pero seria muy difuso hacer la historia de esas corrupciones, y solo citaré, como un último ejemplo, que la pequeña población que hoy se llama CJmrubiisco, es la trasmu- tación de la palabra Güitzilopochko. Hecha la historia de las trasformaciones que sufren las palabras en cualquier idioma que sea, solo advertiré, que en la lengua náguatl, no existen las siguientes letras, en el sen- tir de los escritores que han hecho un estudio de ella, y son la b, d,f, g, j, r, s; pero según mi modo de ver, la d ciertamente no existe, puesto que en su lugar está la t, que es su aná- loga, y por esta razón es muy abundante enestalengua: quela# suave se oye distintamen- te en todas las palabras que en la escritura hay una h seguida de las vocales ua, ue, ui, lo mismo que sucede en la palabra huevo, en el castellano, que se escribe con h y realmente se pronuncia güevo. Se niega la existencia de la j; pero ella se oye con toda claridad en todas las palabras de est < ¡ idioma, y que son semejantes á ésta * tianj (vamos), y que los escritores escriben con una h. La r es cierto que no existe en el idioma Náguatl, pero en su lugar hay su homologa que es la /: los cambios de la r en l y vice versa son frecuentes en todas las lenguas, como lo po- demos ver en la palabra Agüilisapam, en la que los españoles trasformaron la l en r. También se dice que la s no existe; pero ella se oye muy clara en aso (quizá) Asilan, lu- gar donde habitaron los Astecas, y en todas las palabras que en este idioma los españoles escribían una z en lugar de la s. A la x los mismos españoles en sus escritos sobre Náguatl le daban un valor eufónico igual al que tienen las dos letras sh del idioma inglés, y cuyas dos letras usaré en los casos necesarios por ser más conocida su pronunciación en el extranjero. La c la sustituiré por la Je, como lo ha hecho nuestro distinguido filólogo el Sr. Pimen- tel. La tz que aparece en las palabras del Náguatl en los escritos, como Tzatzi (gritar), se le da una pronunciación igual á la que se le da á la z en el alemán. Previas estas advertencias, paso ala comparación de las raíces y palabras entre el Sáns- crito y Náguatl, poniéndolas en orden alfabético y entre columnas, para mayor claridad. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 79 COMPARACIÓN ENTRE EL SÁNSCRITO Y NÁGUATL SÁNSCRITO. Ap. agua. Apya. acuoso, que nace de agua. Apampati. Señor del agua. Apa ni. Océano. Apnas. el agua. As-ser, estar. Ap-tyia. Agua, licorsagra- do. Astika. Creyente. Ar. Agua. A. La negación no. Ejem- plo: A-mara. No mortal ó in- mortal. An. La misma negación ante vocal. Ej.: An-agara. No casa ó sin domicilio. Alpishti. Muy pequeño. Ay-us (ay=ai) us el sutixo tiempo que pasa, edad. Ayóga. Ribera, muelle. Ayóga. Ausencia, separa- ción. Alaba. Calabaza. Aí-pp. Alüa ornamentar. Adri. nube, agua. NÁGUATL. ( ) Ap-aulli. Corriente de agua, acequia. Apya. acuoso, que nace del agua. Apam poa. contar el agua. Apam. población del Estado de Hidal- go, donde hay una laguna. Ap-itzako. chorritos de agua, manan- tial. Ap-choa. chorrear agua. Apa-chiuki. lo que hizo ó llenó el agua, cosa anegada. Apaño, pasar el agua: pasar el mar. es. seré. Ac-ser, que aparece-en a-y-ac-d\ no está ano-y letra eufónica ac ser. Ap-itzako : donde ha\ chorritos de agua. Asteka. raza creyente y muy religiosa. Altia. Agua. A. La negación no. Ejemplo: A-miki. no mortal ó inmortal. An. la misma negación ante vocal. ej.: An-el. no diligente ó perezoso. AlpishUi. muy pequeña (semilla) Aic-kemo-chigüa tiempo si-hacer se hace asi por el tiempo. Ayolco, ribera del mar, golfo. Ayaque, estar ausentes. ,4tocfl//-calabaza larga. Altia. ornamentar. Atl-Bsm. (ÍRIEGO. latín. alemán. Asmi ser Artmis, a de PSSfi agua de rio. est. aión,aió. a mam. tiempo, edad, tiempo, edad. K K Kal. kalé-chacalé sonar, resonar, reteñir Kála. tiempo Ku. gritar, cantar, chir- riar, llorar. Ktt-tierra Kuk lomar Kukúla. agujero en la tier- ra. Kula. raza, familia Kul,Kólámi, ir sin inter- rupción. Kósha (que viene de Km) encierra . depósito de algo. Kósa. oro bruto. Kuhara, serpiente, vibora. Kalaiu-MHVdv. reteñir el metal. .áTaí/Mí-tiempo. aniversario. Ku. cantar, chirriar. Ku-entli. Ku-úerru. enlli, propiedad. Rui-tomar. Kokulu, población de Guerrero, que está en una hondura. Kulua. una de las razas que habla- ron Náhuatl. Kulgüia, ir sm interrupción rodeando. Kues, depósito, troje. Kus-lic. oro. Koatl, Kogüall ó Cohua-ti — serpiente, víbora. (*) Usaré del Náhuatl que se habla en Guadalajara, el que á ini juicio es el más puro. 18 80 ANALES DEL MUSEO NACIONAL SÁNSCRITO. Kuh , Kuhayé engañar, sorprender. Kalpa. época, período cos- mogónico. Kal, Kaláyami, medir el tiempo, contar divisio- nes. Kach, Kachámi. resonar, gritar. Kanch-Kañchi. atar. Ek' ó ej- moverse. Li unir, adherir. Lap. pp. Mapa hablar NÁGUATL. GRIEGO. LATÍN. ALEMÁN. Lik. escribir. Lóka. mundo visible. Irá agua M penetrar. Ishú penetró, flecha. Ir. exhortar. Ik' ó /)'. mover. Ix. ver. Ixana, aspecto, cara. II, ilámi, ir, dormir- Vía tierra. Koanen, engañar. Kalpa, época que aparece en la pala- bra que sigue: Tactagüis -Kalpa, época ó tiempo de la luz. Kal-Kayoll, medida entre viga v viga. Kakisti, resonar, cantar bien. Kash-ami, lo atado, aflojar. Ehe-caU. viento. ). Cen-tla-lia. lia, trae la idea de unir, porque cen del todo, y Ha es cosa; así es que la palabra toda dice: unir del todo la cosa. Chacha-la-ca. la trae la idea de hablar, chacha es mucho, ca es ser: de modo que la palabra dice es hablar mucho. pil-la-loa. la hablar, pilli caballero, loa, acto, acción: la palabra dice: el acto de hablar como caballero. Kui-li-oa. li escribir, kui tomar, oa acto, la palabra dice: el acto de tomar y escribir. Ye-loa-yan. poblado de gentes, ye si, yan lugar, loa es la gente, los hom- bres, Ye-loa hombre noble. ila-ctia. Ha es el agua, aclia meter, introducir, la palabra dice: metido en el agua. uilz. penetrar. ishilli. penetrar, hincar una púa. ilhuia. exhortar, hablar, decir. ahio. viento aliso. ix-ami. ver y desear, desear la mujer. ixco, en la cara aspecto. ñama, vieja, se duerme. A-milli. tierra de regadío. loq-uór. hablar Ch Chyul, chyótámi, mojar, humedecer, regar. Achyolisham. a. 1. rociar, caer gota agola. Chai, romper. Chan, herir, hacer peda- zos. Chan, dar sonido, resonar. Chyóta, chorrear el agua. Cho-pani. cito regar, humedecer, pane de arriba. Achia, rociar con agua. Actopa-achoa. achoa, regar, Aclopa, tierra fértil, por los detritus vege- tales. Chal-ani, romper, cascar vasijas. Chal-ania, ania, frotar, y herir ó rom- per. Chalani, dar sonido vago, cantar des- entonado. Choloa, chorrear el agua: caer el agua con precipitación. Cano cantar H Mr ó Mir, morir. Mik, morir, mik es el p. perfecto. Mi, lanzar, arrojar. mina, tirar, arrojar saeta. Mina, pez. Mi-chi pez. Mihiká, hielo, heladablan- Mihiolia, frió, nieve. ca. Mihira, (que viene de Mishtli nube. mih), mih, regar. Qmixle. nube ANALES DEL MUSEO NACIONAL 81 SÁNSCRITO. Mega, nube. Mega-timira , oscuridad por las nubes. Méga-gambira, profundi- dad, romo las nubes. Mékala, un rio. Manía pp. de man pensar, creer, saber. Mala recinto sagrado, sa- crificio. Mahiké, ser honrado. Maná, ornamentar. Más, luna. mes. NÁGUATL. GRIEGO. Meshco, en la nube, ó nebuloso. Mish-tecomati, oscuridad por las nu- bes, concavidad, oscura por la nube. Mish-tecomatli profundidad, como las nubes. Meshkala, un rio de Guerrero. Malí, pensar, saber. Tla-mak-que, servidores del recinto sagrado. Tía, cosa;gw, signo de los plurales; m«/c. es el recinto. Mahuistli, ser honrado. Mahuiloa, honrar, estimar. Mana-ka li, ornamentar las casas. Melz-lli, luna. mes. men, mes LATÍN. alemán. Melis pensar Meuir. mes Mensis mes N Nal, brillar. iVo/, bablar. iVay, proteger. Afe/¿, limpiar, purificar, Nepala, país del Norle. Nakk, matar, destruir. Nal-lona: lona, xohnal, brillar. El sol brilla. Nal-kiskakaki. Kiskakaki, el q ue com- prende lo que otro habla. Naya proteger del agua. Nesh-lía, limpiar, resplandecer. Nopala, población del Estado de Hi- dalgo. Neka-lislli listli desinencia, ñeca des- truir, la palabra dice, batalla, car- nicería. Naias ninfas del agua Ñeco, matar lli, viaje, camino. Ok, estar fuer te, extraviar Olanv, levantar, arrojar. Oshta, labio superior. O Olli camino. ok-lli, fuerte, espíritu alcohólico, ex- traviar. Olin-ia, mover, levantar en olas. Ostoc, grande boca, cueva: los gerogli- ficos para dar la idea de la cueva, son grandes bocas de aspecto terrible. Odos camino Ostium Piz, pp. pipe tigurar, dar figura. Pal-palami , defender , ayudar. Pinv, pipirigua regar, der- ramar. Pd, beber. Pd, beber. Bdd, vad, lavar, salir del agua. Pr. pp. papara alegrarse, regocijarse. Pay, paydmi ir. Pash, abollar, Pátaka, acción ó acto de jugar á los dados. Paira, hoja. Pala, mucha extensión. Push, poshámi, estar en su flor, en su fuerza. nutrir. Pike, dar figura, criar. Palani, defender, proteger. Pipica, gotear, regar. Pa-maca. dar á Maca dar, pa beber, dar de beber á otro. Pai, beber purga. Pac, papaca lavar, bañarse. Papak alegrarse, regocijarse. Payna, ir, correr ligeramente. Palz-oa, abollar. Pat-oa, neto de jugar á los dados. Palla, hoja ancha. Patagüak, extensión en derredor. Puch, estar en su fuerza, en flor, lel- pnch-tli, el joven que está en su fuer- za, ó en su flor, leí, mas, pouch, flor, fuerza, lli, desinencia. pino, beber bibo, beber badén bañarse 82 ANALES DEL MUSEO NACIONAL SÁNSCRITO. NÁGUATL. N/Ya, mujer, diosa, una de Siva, ó sigua, mujer por excelencia, las personas de la trini- dad india. Sush suchami, llorar. Chaca, llorar. Sita, carámbano, frió. Setl, hielo, carámbano. Syce solidificar el agua. Setilia, solidificar. Sitara, estrella, es palabra Silalla, estrella . hindú, que deriva del Sánscrito. GRIEGO. LÁTIN. ALEMÁN. Taíri, padre, autor de fa- milia. Dd dáde poner, colocar, sostener. Danta, diente. Deva, un dios, lo divino. Daúh, arder, quemar. Tala, tierra, terreno. Pama, descenso. Tatápa, p. detap, arder. quemar. Fes», brillo esplendor. Toya, agua. Tala, el fuego, Tepe, escurrir, destilar. Tao, hablar. Tax, taxámi, fabricar, po- ner duelas. T Talli, padre, el fundador de pueblos. Talia, poner, sostener, dar ordenan- zas. Tantli, diente. Teo-tl, Dios. Tona, arder, quemar. Tali, tierra, terreno. yu-pan, descenso. ya unir. tala, arder, quemar. tes-cotí, ca, es, les, brillo, es cosa que brilla, espejo. loya-güa, derramar el agua. leí, el fuego. tepe, escurrir agua de la sierra. lacl-oa, hablar. taxamüectli, enmaderamiento, poner duelas. Odos diente Teos Dios Deus Dios lep-eo calentar ti Vsh , ushii, arder, brillar, tec-ushti, ushli, quemado, brillante: lee quemar. contracción de tec-oli, carbón, car- bón quemado, brillante. Ya ir ya-uh-ir marchando. /'/-ir. Yu unir. yu-anca unir dos cosas yu-paná iuhea unir-pan desuso-wftea ir unir dos rios. Yud combatir. j/aocomhatir, guerrear y ao-manamawa ordenar, yao la guerra. Yavishámi aoristo de ya yagüaliuki, rodear. rodear. Yam hacer vivir. yoli vivir, resucitar. Uslo, quemar. La comparación que antecede es suficiente para ver con toda claridad que los dos idio- mas reconocen una misma base, un mismo tronco del género humano: el primero, lleva- do al más alto grado de perfección desde un tiempo inmemorial; el segundo, al llegar los conquistadores á estas tierras, todavía estaba en el estado que llaman los filólogos de aglu- tinación, ó en el de semiflexion, como lo dice el Sr. Pimentel en su « Cuadro Comparati- vo de las Lenguas Indígenas de México; » pero explicar este hecho singular es ciertamen- te difícil, sobre todo cuando se reflexiona que los hombres de cuyos labios han salido esas palabras tan armoniosas y tan dulces se hallaban los unos de los otros á una distancia enorme, y para resolver este problema solo tenemos dos caminos: el primero es aceptar un ANALES DEL MUSEO NACIONAL 83 continente tropical, existente en las primeras edades de la época cuaternaria, en el perío- do glacial, época en la que ya los hombres existían juntamente con los elefantes y toda esa. fauna gigantesca, y en la que, á favor del clima, entonces templado de los trópicos, la in- teligencia humana pudo desarrollarse al grado que nos lo están revelando esos monumen- tos grandiosos y titánicos cuya significación se ha perdido; pero que están allí como un enigma, ó como un libro abierto, y de cuyas páginas de piedra debe brotar la luz para que las generaciones venideras las descifren y le den una solución al enigma: tales son las rui- nas de Elora en el Indostan: las ruinas del Palenque y de Chichón Itza en el Centro- Amé- rica: las minas del Ceylan de Madagascar y otras muchas: por otra parte, á favor del mencionado clima y de los medios de subsistencia que la naturaleza les presentaba, las so- ciedades se desarrollaron, y por medio del continente que las unia, las comunicaciones fueron fáciles, las emigraciones se verificaron, y pudieron comunicar sus ideas y sus len- guajes; pero dislocado poco á poco el continente tropical por la acción simultánea de to- das las fuerzas físicas: sobrevenido el deshielo ósea el diluvio, del que hay memoria en todos los pueblos que cubren la superficie de la tierra., quedó separado en dos grandes con- tinentes, y entonces los hombres, escapados al gran movimiento geológico, también que- daron separados y colocados en circunstancias muy diferentes: los asiáticos con animales útiles, que en estado de domesticidad han sido una palanca poderosa para todos los ade- lantos sociales: los de la América, privados de aquel auxilio importantísimo, y como en- tregados á sus propias fuerzas, no pudieron continuar su marcha de la misma manera que los otros: tuvieron que avanzar con mucha lentitud, y de aquí la grande diferencia de las dos civilizaciones, aunque en el fondo de ellas se perciben las mismas ideas religiosas, po- líticas, sociales y artísticas. El segundo camino, es aceptar las grandes emigraciones de los pueblos de la India, las <[ue están confirmadas, respecto á las razas indoeuropeas, por las tradiciones, la historia, Las ciencias y entre ellas la filología, de cuyo hecho se ha partido para, decir que los pueblos emigrados de la India se han dirigido hacia el Occidente, como para buscar aquel lugar misterioso donde se ocultaba el sol: con respecto á las emigraciones hacia el Oriente solo hay conjeturas más ó menos plausibles; mas hoy por fortuna las ciencias han comenzado á levantar el denso velo de los tiempos pasados, y ya se comienza á percibir que las emigra- ciones de las razas indo-asiáticas también se han dirigido hacia el Oriente como para bus- ca r las puertas por donde salia el astro esplendoroso que nos da la vida y la luz; y de éstas han venido los progenitores de ios Toltecas, Olmeca.s, Aztecas y demás, y aquí también las tradiciones de estas razas vienen en apoyo de esta segunda suposición, por ejemplo, las palabras del Emperador Moeteozoma dirigidas al Conquistador: «Venimos de tierras muy lejanas.» La historia de estos pueblos escrita con los caracteres llamados geroglíficos, y cuya destrucción hemos lamentado en nuestro primer número, nos dan una idea, aunque confusa, de este aserto, porque no tenemos una clave para descifrar los restos de esa histo- ria geroglúTca que Lord Kingsborough recogió y publicó en su obra monumental; por úl- timo, la filología, nos ha dado una luz, y ella nosdemuestra con toda claridad, que los hom- bres que han hablado el Náguatl han provenido del mismo tronco de los hombres que han hablado el Sánscrito, y que al emigrar aquellos dirigiéndose á países desconocidos han llevado consigo el lenguaje, la religión, las costumbres, las leyes y las artes de la madre patria, y si estoes así, al abandonar las márgenes del Ganges ó lasorillas del rio Indus, han tenido que atrevesar las imponentes y grandiosas montañas del Himalaya: pasar por las altas mesas del Tibet, los desiertos de la Mongolia, las heladas regiones de la Siberia hasta 84 ANALES DEL MUSEO NACIONAL llegar al estrecho de Behring, y pasado éste continuar su marcha por las no menos frígidas regiones de la Alaska hasta llegar á la tierra prometida por sus divinidades como el térmi- no de su grande Éxodo. Mas algunas personas podrían preguntar, en qué tiempo se verificaron esas grandes emigraciones hacia el Oriente ? La respuesta que podemos dar á tal pregunta es, señalar los libros Sagrados de la India cuyo estudio está revelando las épocas de esas graneles emi- graciones hacia el Occidente: pues bien, el estudio de esos mismos libros y de la lengua Sánscrita por nosotros los hombres de este continente, nos revelarán también las épocas en que las razas indo-asiáticas se han dirigido á estas regiones, como se puede ver por el pequeño trabajo que hoy publico, trabajo que, como lo espero, estimulará á los filólogos para que continúen en este sentido el estudio del Náguatl, sus dialectos y otros muchos idiomas de nuestro país; y siguiendo así, y llamando á nuestro auxilio las ciencias todas, podremos sacar lo que hay de realidad con respecto á nuestros orígenes, de la misma ma- nera que lo están haciendo los europeos, auxiliados por los mismos medios. Como un ejem- plo del valor y ventaja del estudio de los libros de la sapientísima India, se puede citar el Puratana Sastra, un pasaje, de cuya lectura se deduce que hará unos siete mil años que Yodah, reyezuelo de los pueblos que existían en las altas montañas del Himalay a, bajó de las alturas llevando consigo multitud de guerreros para destruir por odios religiosos y y personales la Capital entonces de la India, la rica y opulenta Asgarta, cuyas ruinas to- davía excitan la admiración de los viajeros: que después de la destrucción, el gefe victo- rioso y sus guerreros, fueron derrotados por las fuerzas del imperio, y desde luego huye- ron á refugiarse á sus montañas; mas como eran seguidos muy de cerca, temieron la ven- ganza del rey y de los sacerdotes, por lo que Yodah ordenó á todos los pueblos que estaban bajo su mando, que abandonaran la tierra que les habia visto nacer, y conducidos por él, dice la historia, y por su hermano Skanda, se alejaron hacia las regiones occidentales: y bien: los mismos motivos de esa grande emigración han existido siempre en ese inmenso país déla India, á los que se pueden agregar las grandes hambres, las grandes persecucio- nes de los vencidos por causas religiosas, la miseria y degradación á que han reducido las castas sacerdotales á millares y millares de hombres, y de todos ellos, por necesidad, han tenido que seguir marchas muy opuestas dirigiéndose unas veces al Occidente, otras al Oriente, y de las cuales han debido venir, en el segundo supuesto ó camino, los progeni- tores de los hombres que han hablado y hablan el Náguatl, y que tiene una perfecta identi- dad con el idioma de los Brahmas, como se puede ver en la comparación objeto de este tra- bajo: felizmente la ciencia avanza en todos y cada uno de sus ramos, y á su luz bienhecho- ra se irán resolviendo poco á poco todas las cuestiones que se agitan en las sociedades mo- dernas con respecto al origen del hombre. México, Octubre 13 de 1877. O. Mendoza, Director dei. Museo. ~» » « MATERIALES PARA LA FORMACIÓN DE UNA OBRA DE PALEONTOLOGÍA MEXICANA POR MARIANO BARCENA, PROFESOR DE ESTA CIENCIA EN EL MUSEO NACIONAL. N la introducción general que sobre la Paleontología publicamos en el nú- mero anterior de los «Anales del Museo, » no expusimos algunas de las dificultades que existen para la formación de una obra completa de Pa- leontología mexicana; siendo una de las principales, la circunstancia de encontrarse diseminadas en diversas obras, las descripciones de algunos fósiles, recogidos en nuestro territorio por varios viajeros ilustrados ó re- mitidos á Europa por los colectores científicos que lo han recorrido en di- versas direcciones. Hállanse también publicadas en México algunas des- cripciones, pero se encuentran en el caso anterior, pues hasta ahora nada se ha reunido para formar un solo libro que pudiera servir de consulta; y al examinar un resto fósil no es posible resolver con seguridad si está ó no determinado. Muchos de los fósiles que se encuentran en el territorio mexicano, deben hallarse en las faunas paleontológicas de otros países, y es también muy difícil tener todas sus descrip- ciones á la vista, tanto más, cuanto que en nuestras P>ibliotecas son poco comunes las obras de Paleontología. El único medio de salvar esas dificultades es el de anotar en una sola publicación todas las descripciones de fósiles mexicanos que se hayan publicado, y también las de los ejem- plares que sé estudien en lo sucesivo, incluyendo también aquellos que no se puedan iden- tificar con las descripciones que se tengan á la vista, á fin de darlos á conocer y consultar así su determinación. Desde el año de 1874 publicamos las descripciones de varios fósiles mesozoicos de Méxi- co, y propusimos para ellos algunos nombres específicos convencionales, para que fuesen admitidos en el caso de que esos fósiles no estuviesen descritos con anterioridad; y hemos tenido la satisfacción de ver que ya han sido adoptados algunos de esos nombres específicos que entonces propusimos. 86 ANALES DEL MUSEO NACIONAL En el curso de esta obra nos proponemos seguir el mismo sistema deelasiñcaciones con- dicionales, para los fósiles que no encontremos descritos en las obras de consulta que tene- mos á la vista, pues habiendo en muchos casos varias especies de un mismo género, no se podrían distinguir entre sí, sin la adición de un nombre específico. A fin de que las clasificaciones queden bien definidas, y que se reúnan en un solo libro los datos que existen sobre la Paleontología mexicana, invitamos á todos los profesores na- cionales y extranjeros á que nos hagan las advertencias que crean convenientes para hacer las rectificaciones, y que se dignen proporcionarnos las descripciones y láminas que den á conocer los fósiles que deben inscribirse en esta obra. Para no detener la publicación de estos datos sobre Paleontología mexicana, no espera- remos á reunir muchas descripciones de ejemplares de una sola clase, orden, familia ó gé- nero, sino que los iremos publicando en grupos sueltos, para formar una colección varia- da, que se pueda consultar desde luego, y aprovecharemos inmediatamente tanto los datos particulares que ya hemos publicado, como las descripciones de fósiles que hemos presen- tado en diversas sesiones de la Sociedad mexicana de Historia Natural. Para que sea suficientemente conocida la invitación que dirigimos á los profesores nacio- nales y extranjeros, de quienes esperamos su ilustrada cooperación, y que se tengan en cuenta las advertencias anteriores, insertamos su versión completa en el idioma inglés. ENGLISH TRANSLATION OF THE ANTERIOR REMARKS. MaTRRIALS KOR THE PORMATION OF A REPERENCE WORK ON MEXICAN PaLEONTOLOOY BY Mariano Bárckna, PROKKSSOR AT THE NATIONAL MüSEÜM OF MÉXICO. In the general introductiori on Mexican paleontology which we published in the lirst number of the « Anales del Museo Nacional » méntion not was made of some of the íiitti— culties with which we have met in attempting the formation of a complete work of refe- rence on Mexican Paleontology. One oí the chief obstacles met with, is the circumstance that all that has been written about the fossil remains found in México is disseminated in agreat number of writings, published either by my own countrymen and by scien tifie travellers who from time to time have traversed México in several directions. Until now, a book has not yet appeared of such a character that may enable us to find out if such or such fossil which is being the subject of our study, has or has not ever been descrihed. On the other hand, many of the fossil remains found in this country may also exist in the fauna of other nations an it is certainly difficult to be able to consult the des- criptionofallofthem, and still more so for us, owing to the scarcity of paleontological works there is in our libraries. It seems obvious then, that the only means of saving these difficulties is that of compi- ling in a single publication all the descriptions of Mexican fossils published, down to the ANALES DEL MUSEO NACIONAL 87 present day, doing the same with those of the specimens which will here-after appear, and even with those wich can not be identified, in order to make their description and de- termination. In the year 1874 we published the description of some mexican mesozoic fossils and proposed for them some conventional specific ñames that could be accepted if it happencd that such fossils had not previously been classified. We have alrcady had the pleasure to hear that some of these ñames have alrcady been admitted. In the course of this publication we shall folio w the same practice making a conditional classification of those fossils the description of which cannot be íbund in the works of re- ference at our disposol, since there are manyinstances in which several species of the same genus cannot be distinctly determined without devising for their specific ñames. With the purpose of removing any doubt in regard to the accuracy oft he clasifications and of arranging in a single work all data upon Mexican paleontology, a most cordial invi- tation is herewith tendered to all scientists, at home and abroad, to cooperate with their enlightened suggestions so as to enable us to make some rectifications, as well as with the descriptionsandplates, if possible, of fossils they may thinkproper to appear in this journal. Wishing not to postpone longer the publication of the materialswehavealready athand we prefer to begin to publish them instead of waiting to collect the descriptions of several specimens of each class, order, family or genus. They will be arranged in sepárate groups so as to form, at once a compilation which can advantageously be consulted; for which end we have in several occations either read before the «Mexican Societyof Natural His- tory» or published in Scientific journals. We earnestly hope that all scientific gentlemen to wThom this invitación is addressed, will not hesitate in lending us their learned cooperation to carry into eftect the aboye indi- cated purpose. I. ANIMALES CRUSTÁCEOS. ORDEN DE LOS ISOPODOS. Distínguense los crustáceos de este grupo, por su abdomen bien conformado, compues- to de siete anillos como los Amphipodos, pero carecen del apéndice ó resorte que sirve á estos últimos para saltar. La respiración de los Isopodosse efectúa por sus miembros abdo- minales, dispuestos propiamente para este objeto. Los crustáceos de este grupo son muy numerosos en la Fauna viviente, pero también se les ha encontrado en los terrenos paleozoicos, en los secundarios y en los cenozoicos. El profesor Henry W7oodward, describió un género con el nombre de Prcearcturus, cuyo fósil fué encontrado en unas rocas devonianas: en las formaciones carboníferas se halla el género AcantJwtelson; los Archaoniscus, las Spheromas, etc., se encuentran en las rocas mesozoicas: éstas últimas, los PaJceoniscus y otros géneros, existen fósiles en los terrenos cenozoicos. id 88 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Las costumbres de los Isopodos vivientes son muy vanadas, y por esto se les encuentra en diferentes medios y en distintas circunstancias; unos son terrestres, como los Oniscus* conocidos con el nombre de Coclünilas, que viven generalmente en lugares húmedos; otros son acuáticos, libres, ó parásitos sobre diferentes animales. Las Spher ornas, de que ahora vamos á ocuparnos, viven en las aguas marinas. Insertamos á continuación la descripción de una especie mexicana, que describimos en el mes de Julio de 1875. Spheroma Burkartii, nov. sp. Barcena. — La Naturaleza. — 1875. Tamaño natural. Aumentado. Fragmento id. Descripción. Cuerpo oval de 0m005 de longitud. Cabeza elíptica adornada de un re- borde en sus contornos superior é inferior, y de dos líneas curvas en forma de x hacia la frente. Ojos laterales abultados, metidos en dos escotaduras interiores, que presenta el primer anillo torácico. Cuatro antenas, dos superiores robustas y dos inferiores más del- gadas: en la primera se notan tres artejos gruesos, comprimidos, y dos alargados que se ocultan debajo de los anillos torácicos, sin que sea posible examinar sus extremidades. En la boca se percibe el labio superior, parte de la lengüeta y los extremos de dos pares de patas que probablemente ayudaban en la masticación. El tórax está formado de siete ani- llos adornados de manchas y puntos pequeños, un poco más oscuros que el color gris par- dusco, amarillento de los anillos; estos son semejantes entre sí, y se les notan con mucha claridad las placas epimerianas que son de figura sub-cuadrilátera y se hallan imbricadas, recubriéndose recíprocamente en una corta extensión; las del primer segmento tienen una ligera escotadura en su borde externo, la cual las distingue de las otras. Abdomen com- puesto de dos segmentos desiguales, uno más angosto que los torácicos, y el otro, que for- ma la cola, es alargado y bastante convexo; en su extremo inferior tiene un pequeño re- borde, y en las extremidades de su línea superior presenta dos nadaderas alargadas que se aplican sobre sus bordes laterales y llegan á los dos tercios de su longitud; hacia la par- te media de la cola, é inmediatos á la línea superior, se le perciben dos tubérculos, unidos por la base, y forman una especie de lira. No se observan las patas en los ejemplares que he examinado. Algunos de estos se hallan enroscados, formando esferas más ó menos completas. Como se ve, los caracteres genéricos convienen perfectamente con los asignados á las Spheromas; como caracteres específicos, de la que nos ocupa, podemos tomar « la forma de los primeros segmentos de las antenas: las líneas que adornan la frente; la igualdad de los anillos torácicos y los puntos y manchas desordenadas que los adornan; la forma y di- mensiones del primer anillo abdominal, que es más pequeño que los torácicos; la figura sub-cordada y dimensiones del segundo segmento; los tubérculos en forma de lira, que lo adornan, y la forma y dimensiones de las nadaderas caudales. > ANALES DEL MUSEO NACIONAL 80 Esta es la primera Spheroma fósil, de México, que se ha encontrado; sus caracteres no corresponden á los de las especies que he consultado, y en caso de que no estuviere descri- ta, propongo que sea conocida con el nonibre de Spheroma Burkartii, en honor de mi sa- bio amigo el Dr. José Burkart, de Bonn, á quien tenemos que agradecer muchos estudios científicos que hizo de varias localidades mexicanas. Yacimiento: La Spheroma Burkartii se encontró en unas tierras oolíticas, sacadas de la profundidad de 268 metros, en un pozo artesiano que se está practicando en el Valle de Ameca, Estado de Jalisco (20°32— 20°41' Lat, N., 4?4g— 5°8' log. O. de México. Alt. 1240 metros sobre el mar). Examinando las capas cortadas en la perforación artesiana, se ven primero algunas formadas de tobas y margas posterciarias; pero desde los 55 metros de profundidad, apa- recen arcillas verdosas y compactas alternando con lechos delgados de arena y caliza es- tilaticia, y al fin se encuentra la capa de caliza oolítica donde sehallan las Spheromas. Estos crustáceos se encuentran al estado fósil desde los terrenos mesozoicos hasta los terciarios, y viven en los mares actuales. Examinando los caracteres litológicos del terreno perfora- do por la sonda, se ven diferencias notables entre las capas posterciarias superiores, y los subsecuentes y más profundos, que pueden referirse con toda probabilidad al período ter- ciario, en el cual debe haber existido la Spheroma de que nos hemos ocupado. CRUSTÁCEOS CIRRÍPEDOS. Los crustáceos de este grupo tienen notables semejanzas con los moluscos, al grado de que algunas ocasiones se les ha referido á la clase de estos últimos, pero algunos caracte- res anatómicos, con especialidad el sistema nervioso, los coloca más bien entre los crustá- ceos, y así se les admite en la actualidad. Los cirrípedos tienen una concha multivalva en la cual se encierran, dejando fuera un pedículo con el que se fijan á los cuerpos submarinos en su edad adulta, pues cuando jóvenes son libres y en este estado presentan mayores ana- logías con los crustáceos. Pueden también fijarse sin pedículo, y por esta circunstancia se les divide en dos familias: Cirrípedos sésiles y Cirrípedos pedunculados. A esta segunda familia pertenece el género Aptychus, del cual nos vamos á ocupar. Gen . Aptychus . — Mey er . Los restos fósiles de este género que consisten en conchas ó sus impresiones, han dado lugar á discusiones numerosas entre los naturalistas, que han referido esos restos á diver- sos animales; pero la organización particular de esas conchas, las hace diferir considera- blemente dé las de los moluscos, y por estudios comparativos se les asocia con mucha razón á los crustáceos cirrípedos y á un grupo inmediato al de las Anatifas. Los restos referidos al género Aptychus consisten, como se ha dicho, en valvas de tres lados, dos de los cuales son curvos y el último recto. Están formadas de una capa calcárea, y además se notan los vestigios de otra superior, probablemente de naturaleza córnea y que ha desaparecido con la fosilización. Esa lámina deja grabadas las líneas concéntricas ó de crecimiento, como las que se notan en la concha de los moluscos; pero líneas de ese mismo origen se observan en la. cara inferior, distinguiéndose así, muy esencialmente, de 90 ANALES DEL MUSEO NACIONAL la cubierta calcárea de los moluscos, en cuya cara interna, solo se notan las impresiones m usculares sobre una capa calcárea simple. Sobre la cara inferior en que se notan las líneas de crecimiento, existe un depósito calizo perforado por diversos canales, cuyas bocas aparecen formando poros en diferentes direc- ciones sobre la superficie. Del examen de esas capas y colocación de los poros, se han esta- blecido tres grupos para la clasificación de esos crustáceos y son los Cehdosi, Imbrican y Cornei. Tienen los primeros una capa delgada interna, estriada con líneas concéntricas, sobre la cual hay un depósito calcáreo que contienen multitud de tubos perpendiculares, los del medio, á la capa interna, y los otros se dirigen hacia los bordes. Los Imbricati, tienen la superficie estriada semejante á la de los anteriores, pero la ca- pa calcárea, está imbricada, semejándose más á una concha ordinaria, y los poros están colocados en líneas regulares, correspondiendo al intervalo de los pliegues. Se cree que los Cornei estañan formados de una simple lámina, careciendo de la sus- tancia tubulosa; la naturaleza de sus conchas está menos conocida que las de los grupos anteriores. Los restos fósiles de este género encontrados en México, y que hemos estudiado, pare- cen pertenecer al grupo de los Imbricati, como se ve en la siguiente descripción: Aptyclms Arenasii, (íigs . 4, 5, 6.) nov. sp. Barcena, de México.— 1871. -Estudio de los fósiles mesozoicos G r' Descripción. Valvas obtusas, formando en su conjunto una figura cordiforme. Su lon- gitud es de 0.m035. En su borde recto se nota una costilla bien marcada. Las valvas presentan una serie de líneas curvas concéntricas muy finas. En las figuras 5 y 6 se ven las copias del tamaño natural y aumentada de un fragmento de valvabien conservado á la que se refiere esta descripción; se conserva en ella la capa delgada que cubre las líneas cur- vas, y en la cual se ve que los tubérculos están colocados en series longitudinales y trasver- sales y esparcidos en desorden como se nota en muchas especies; por esta circunstancia de- bemos colocar este Aptyclms en el grupo de los Imbricati. La especie se parece un poco al Aptychus profundus, que también tiene los poros en series longitudinales, pero no trasver- sales como en la especie que describimos, y que si no está conocida proponemos que se lia— me Aptychus Arenasii, enhonor del profesor mexicano D. Pascual Arenas, que citó y descri- bió hace tiempo el ejemplar que nos haservido para esteestudio, y al cual no leasigno una especificación fija, presumiendo que fuese el A. Imbricatus. Insertamos las copias de otras valvas encontradas en el mismo yacimiento que el A. Arenasii, (figs. 7, 8,' 9, 10,) pero ANALES DEL MUSEO NACIONAL 91 llitllil jüSi! mm mtixmmm ii!!!0 pillit í||||i ¡i1'1 que parecen diferentes, aunque no es posible determinarlas con exactitud, por no presen- tar caracteres bien marcados. Y acimentó. Los Aptychus descritos fueron encontrados por el Sr. Arenas en las mon- tañas del Peñón Blanco, Estado de S. Luis Potosí. Las pizarras y demás rocas de aquel yacimiento las han referido algunos profesores al tiempo paleozoico, fijándose principal- mente en los caracteres litológicos,que han comparado con algunas formaciones europeas. Nosotros creemos más bien que los terrenos de Peñón Blanco pertenezcan al tiempo Me- zoico, fundados en los caracteres estratrigráficos, análogos á los que tienen en México al- gunas formaciones mesozoicas bien definidas. Nuestra opinión se funda igualmente en que se encontró una impresión fósil en aquellos terrenos, que aunque bastante borrada nos parece pertenecer á una Amonita . ÍDOLO azteca de tipo japones. Según lo prometido en el primer número de esla publicación, aparece el idolo que representa una mu- jer que lleva todos los caracteres de una Japonesa; y en verdad, basta fijar la vista sobre el grabado de es- ta página para observar desde luego la oblicuidad de los ojos y reconocer inmediatamente el peinado que hoy mismo llevan las mujeres de aquel Imperio. Este ídolo, encontrado como aquel, de tipo chino, en un Teiel ó sepulcro de nuestros antepasados, viene á corroborar las ideas emitidas en mi articulo sobre « Un ídolo azteca de tipo chino, » y que en el actual nú- mero desarrollo con más extensión en el artículo que lleva por rubro « Estudio comparativo entre el Sáns- crito y el Náguatl. » G. Mendoza. JO-A.TO» PARA EL CATALOGO DE LAS AVES QUE VIVEN EN MÉXICO Y SU DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA. POR JESÚS SÁNCHEZ SARCORAMPHm^. i. Sarcoramphiis papa, Duméril. Zopilote real. Cozcaquauhtli. Acapulco, Mazatlan. 2. Cathartes fcetens, Chenú. Zopilote. Tzopilotl. Todo el país. 3. Id. californianus, Lathan. Zopilote. Tzopilotl. Id. 4. Id. aura, Illiger. Aura, Zopilote. Tzopilotl. id. POLIVORIN^E. 5. Polivorus vulgaris, Vieillot. Quelele, Cuiji. Quebrantahuesos. Todo el país. BUTEONIN^E. 6. Bateo Swainsonii, Bonaparte. Aguililla. Guaüajuato, Jalisco. 7. Id. calaras, Gassiu. Aguililla. Islas Marías, Mazatlan, Guanajuato. 8. Id. borealis, var. costaricensis, Bidg. ,, „ ,, montanus, Nutt. Yucatán. 9. Id. nigricollis, Lath. Mazatlan. 10. Id. albonotatas, Gray. Mazatlan. 11. Asturina nítida, Bonaparte. Águila. Nuevo-Leon. Veracruz. 12. Id. plagiata, Licht. Mazatlan. AQUILINAS. 13. Urubitinga zonura, Shaw. Mazatlan, Yucatán. 14. Id. anthracina, Licht. San Blas, Mazatlan. 15. Craxirex unicinctus, var. Harrisii. Aud. Morphnus id. Mazatlan, Jalisco, Colima. 16. Spizcetus ornatus, Vieillot. Águila de copete. Veracruz. 17. Id. tyrannus, Vieillot. Veracruz. 18. Aquila canadensis, Lineo. Águila real. Itzquauhtli. Guanajuato. 19. Pandion carolinensis, Bonaparte. Gavilán pescador, Guincho. Tuxpan, Colima, Islas Marías. 20. Herpetotheres cachinnans, Vieillot. Huaco. Michoacan, Mazatlan, Tuxpan. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 93 FALCONIELE. 21 22 23 24 25 Falco sparverms, Linneo. Gavilancito. Todo el país. Id. femoralis, Temminck. Gavilán. Mazatlan, Veracruz. Id. anatum, Bonaparte. Mazatlan, Islas Marías. Id. columbarius, Linneo. Mazatlan, Islas Marías. Id. aurantius, Gmelin. Nuevo León, Yucatán. MILVIN^E. 26. Rostrhamus sociabilis, D'Orbigny. Veracruz. 27. Nauclerus furcatus, Vigors. Milano. Veracruz? 28. Geranospiza gracilis var. niger, Dubus. Mazatlan. 29. Micrastur semitorquatus, Vieillot. Mazatlan. 30. Accipiter Cooperii, Bonaparte. Aguililla, Gavilán. Guanajuato, Jalisco, Mazatlan. 31. Id. mexicanus, Swainson. Aguililla. Veracruz. 32. Id. fuscus, Gmelin. Esmerejón. Guanajuato, Mazatlan. CIRCULE!. 33. Circus hudsonius. Linneo. Gavilán ratonero. Mazatlan, Guanajuato. BUBONESL¿E. 34. Buho virginianus, Bonaparte. Tecolote. Tecolotl. Valle de México, Guanajuato, Jalisco, Yu- catán, Monterey. STRIGIN-áE. 35. Strix pratíncola, Bonaparte. Lechuza. Yohaltecolotl. Valle de México, Guanajuato, Jalisco, Monterey, Colima, Islas Marías. 3G. Scops Mc-Calli, Cassin. Tecolotito. Tlaquipatli. Guanajuato. 37. Strigymnhemipus perlctia, Licht. Lechuza llanera. Valle de México. SYRNI3STJE. 38. Syrnium virgatum, Cassin. Colima, Mazatlan. ATHENIN^S. 39. Atliene hypogcea, Bonaparte. Tamaulipas, Mazatlan, Islas Marías. 40. Mícrathene Whitneyi, Cooper. Socorro. 41. Glaucidium ferrugineum, Max. Mazatlan. 42. Id. gnoma, Wagl. Colima, Mazatlan, Yucatán. PSITTACIDiE. 43. Ara aracanga, Gm. Huacamaya roja. Oaxaca, Tehuantepec. 20 94 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 44. Id. ambigus, Bechs. Huacamaya verde. Oaxaca, Tehuantepec, Guerrero. 45. Chrysotis albifrons, Sparrm. Cotorra de frente blanca. Yucatán, Mazatlan. 46. Id. Levaillantii, Gray. Islas Marías. 47. Id. finschii, Gray. Mazatlan, Colima. 48. Id. autumnalis, Veracruz. 49. Id. ochroptera, Veracruz. 50. Conurus aztec. Souan. Perico. Yucatán. 51. Id. holochlorus, Sclater. Veracruz, Isla Socorro. 52. Id. petzii, Hahn. Mazatlan, Colima. 53. Rhinchopsitta pachyrhynca, Bonaparte. Puebla, Veracruz. 54. Psittacula cyaaopyga, De Souancé. Mazatlan, Islas Marías. 55. Pionus senilis, Spix. Orizaba. piernas. 58. Picus scalaris, Wagler. Carpintero. Tamaulipas, Chihuahua, Mazatlan, Nuevo-Leon, Gua- najuato, Yucatán, Islas Marías. 57. Id. Harrisü, Aud. Carpintero. Veracruz. 58. Sphyrapicus varius, Linneo. Yucatán, Colima. 59. Centurus subelegans, Bonaparte. Carpintero. Yucatán, Mazatlan. 60. Id. flaviveatris, Swainson. Carpintero. Matamoros, Mazatlan, Jalisco. 61. Melanerpes formicivorus,Bp. Carpintero. Córdoba, Nuevo-Leon. 62. Colaptes mexicanas, Swain. Carpintero agua-melero. Saltillo. 63. Dryocopus scapularis, Vigors. Mazatlan, Colima. 64. Campephüus imperialis, Gray. Carpintero real. Veracruz, Tehuantepec. 65. Id. guatemalensis, Hartl. Mazatlan, Colima, Veracruz. CUCULIDJE. 66. Coccyzus erithrophtalmus, Bonaparte. Valle de México. 67. Id. americanas, Linneo. Valle de México, Mazatlan. 68. Piaija Melüeri, Bon. Huaco, Vaquero, Chicura. Michoacan, Yucatán, Orizaba. 69. Dromococcyx phasianellus, Nw. Pájaro-gallo. Michoacan, Huasteca, Tehuantepec. 70. Geoccoccyx mexicanas, Strickl. Corre-caminos. Hoitlallot. Guanajuato, Michoacan, Oriza- ba, Mazatlan. 71. Crotophaga sulcirostris, Swain. Garrapatero. Michoacan, Yucatán. Mazatlan, Tehuantepec. RAMPHASTmáE. 72. Ramphastos carinatas, Sw. Tucán, Pico de Canoa. Veracruz, Tehuantepec. 73. Pteroglossus torquatus, Gm. Xochitenacatl? Veracruz. 74. Alaucoramphus Wagleri, Gould. Tucán. Oaxaca. 75. Id. prasinus, Veracruz. GALBULID^. 76. Gálbula viridis, Lathan. Tehuantepec. TROGONID^J. 77. Pharomacrus Mocinno, La Llave. Quetzal. Chiapas. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 95 78. Trogon mexicanas, Sw. Coa, Pito real. Tzinitzcan, Michoacan, Orizaba, Jalapa. 79. Id. paella, Goiild. Coa, Pito real. Veracruz, Guanajuato, Jalisco. 80. Id. caligatus, Gould. Coa, Pito real. Veracruz. 81. Id. ambigus, Gould. Veracruz, Mazatlan, Islas Marías. 82. Id. melanocephalus, Gould. Valle de México. 83. Id. Massena, Gould. Veracruz. 84. Id. citreolus, Gould. Mazatlan. MOMOTIDiE. 85 Mamolas coeruliceps, Gould. Veracruz, Michoacan, Nuevo-Leon, Tehuantepec. 86. Id. ruficapillus, Dumond. Pcíjaro bobo. Morelos. 87. Id. Lessoni, Lesson. Motmot. Yayaahquitototl. Veracruz, Yucatán. 88. Hylomanes momotula, Lich. Veracruz. ALCEDINIDJE. 89. Ceryle americana, Gray. Pescador. Valle de México, Nuevo-Leon, Jalisco, Guanajuato. Id. id. var. cabinisi (Tsch.) Mazatlan, Tepic, Colima. 90. Id. alcyon, Bp. Pescador de copete. Valle de México, Tamaulipas, Guanajuato, Maza- tlan, Tres Marías. 91. Id. superciliosa, Lin. Pescador. Valle de México, Jalisco, Yucatán. Guanajuato. 92. Id. torquata, Gem. Mazatlan. 93. Id. amazona, Lath. Mazatlan. MANAKINID^E. 94. Lipangus unirufus. Veracruz. 9o. Manacus candei, Turquito blanco. Veracruz. 96. Pipra mentalis. Turquito. Veracruz. CAPRIMULGIDiE. 97. Nyctidromus albicollis, Gm. Cuerpo-ruin. Valle de México, Yucatán, Mazatlan. Colima. Is- las Marías. 98. Chordeiles texensis, Lawr. Zumbador. Guanajuato, Yucatán, Mazatlan. 99. Id. Henryi, Baird. Zumbador. Los nogales. (Frontera del Norte.) 100. Antrostomus vociferas, Bp. Cuaco ruin, Zumbador. Guanajuato. 101. Nyctibius granáis? Viellot. Valle de México. HIRUNDINID^E. 102. Procnc purpurea, Boié. Golondrina azul. Coahuila, Guanajuato. 103. Id. leucogaster, Sclater. Avión. Jalapa, Veracruz. 104. Hirundo horreorum, Búvd. Golondrina. Cuicuitzcatl. Valle de México, Guanajuato. Pue- bla, Veracruz, Nuevo-Leon. 105. Id. bicolor, Viell. Golondrina. Valle de México, Orizaba, Matamoros. 106. Petrochelidon Swainsonii, Sel. Avioncito. Guanajuato, Veracruz. 107. Tachicineta thalassina, Sel. Saltillo, Michoacan, Veracruz. 108. Stelgidopteryx fidvipennis, Baird. Orizaba, Córdoba, Veracruz. 109. Id. serripennis, Bd. Avión espinoso. Nuevo-Leon, Veracruz. 96 ANALES DEL MUSEO NACIONAL TROCHILID^]. HO. Amazüia Ocai, Gould. Chupamirto de garganta blanca y pecho verdemar. Jalapa. 111. Id. berilina, Gould. Chupamirto verde esmeralda. Valle de México. Orizaba, Córdoba, Jalapa, Guanajuato. 112. Id. y ucat anensis, Gd. Chupamirto de pecho verde y vientre castaño-rojizo. Yucatán. 113. Id. cerviniventris, Gd. Chupamirto de pecho verde y vientre castaño. Jalapa, Córdoba. 114. Thaumastura Elizcc, Gd., Cola de tijera, Jalapa. 115. Id. enicura, Gd. Cola de guias y garganta violada. Yucatán. 116. Thaumatias candidas, Gd. Chupamirto de pecho blanco. Sur-Este de México. 117. Id. Lerdi, Montes de Oca. Chupamirto verde-mar matizado de blanco. Paso de Macho. (Veracruz.) 118. Selasphorus rufus, Sw. Dorado. Valle de México, Guanajuato. 119. Id. platycereus, Gd. Carnún. Valle de México, Guanajuato. 120. Id. Ftoresii, Gd. Chupamirto de corona y pecho escarlata. Mineral de Bolaños. (Zacatecas.) 121. Id. Heloisa, Gd. Morado chico. Valle de México, Jalapa, Guanajuato. 122. Trochüus colubris, Linneo. Chupamirto de fuego. Valle de México, Jalapa. 123. Id. Alexandri, Bourc y Muís. Terciopelo. Valle de México, Guaymas. 124. Cyanomyia violiceps. Gd. Corona violeta. Oaxaca. 125. Id. quadricolor, Gd. Palomita. Valle de México, Jalisco, Mazatlan, Guanajuato. 126. Id. cyanocephala, Gd. Palomita. Jalapa, Córdoba, Orizaba. 127. Id. (juat emalensis, Gd. Islas Marías. 128. Id. viridifrons, Elliot. Chupamirto de frente verde, y pecho y vientre blancos. Pu- tla. (Guerrero.) 129. Campylopterus De Latirle, Gd. Real azul. Orizaba, Córdoba, Jalapa. 130. Id. pampa, Gd. Fandanguero, Orizaba, Córdoba, Jalapa. 131. Lamprolaima Rhami, Gd. Chupamirto color de vino. Orizaba, Córdoba. 132. Heliomaster pallidiceps, Gd. Chupamirto de cabeza verde azulada. Jalapa. 133. Id. pinícola, Gd. Chupamirto de piñal. Región de los pinos al Norte de México. 134. Calothorax Calliope, Gd. Chupamirto de rafaguita. Satélite mexicano. Real del Monte. 135. Id. cyanopogon, Gd. Morado grande, Estrella mexicana, Valle de México. 136. Id. pulchro, Gd. Morado pequeño. Hermosa estrella del bosque. Valle de México. Oaxaca. 137. Heliopcedica melanotis. Gd. Pico de Coral. Valle de México. Jalapa, Guanajuato. 138. Id. Xantusí, Lawr. Pico de coral y vientre castaño. Baja California. 139. Chlorostilbon Caniveti, Gd. Cola de pescado. Jalapa, Córdoba. 140. Id. auriceps, Gd. Cola de pescado, Verde tle guías. Valle de México. 141. Id. insularis, Lawr. Islas Marías. 142. Delaltria Henrica, Gd. Chupamirto de pecho color de rosa. Jalapa, Córdoba, Orizaba. 143. Id. clemencia?, Gd. Azul cola blanca. Valle de México, Jalapa, Córdoba, Guanajuato. 144. Phüetoniis Adolphi, Gd. Chile anchito. Coatepec, Córdoba. 145. Id. cephalus, Gd. Ermitaño mexicano. Veracruz. 146. Lampornis mango, Sw. Misanteco. Misantla. (Veracruz.) 147. Petasophora thalassina. Gd. Vsly'üo. Valle de México, Jalapa, Coatepec, Córdoba, Guana- juato, Islas Marías. 148. Circe latir ostris, Gd. Matraquita. Valle de México, Guanajuato, Islas Marías. 149. Id. Doubledayi, Gd. Chupamirto de cabeza verde y pecho azul. Chimantla. 150. Ornismya Dupontii, Less. y Jardín. Azul de guías. Cola de tijera. Valle de México, Coate- pec y Córdoba. 151. Calipte Ánnce, Gd. Chupamirto de cabeza y cuello escarlata. California. Valle de México? 152. Id. costa?, Gd. Chupamirto de gola y cabeza violada. Monterey. 153. Eugenesfulgens, Cab. y Heim. Verde montero. Valle de México, Jalapa,- Coatepec, Guana- juato. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 97 154. Calliphlox Mitchelli, Gd. Ametista. Zimapan, Popayan. 155. Myiabiellia típica, Gd. Chupamirto pequeño de garganta color de esmeralda. Jalapa. 15G. Phoeoptila sórdida, Gd. Chupamirto de pecho ferruginoso y pico encarnado. Oaxaca. 157. Id. ' Zonara, Gd. Chupamirto de pecho gris y bandaoscnra en la cola. Mineral deBo- laños. (Zacatecas.) 158. Lophornis Helencü, Gd. Cornudo. Guapas. 159. Eupherusa poliocerca, Elliot. Putla. (Guerrero.) 1G0. Pyrrhophama cinnamomea, Less. Mazatlan, Yucatán. 161. Id. Graysoni,Lxm. Islas Marías. 162. Thalurania Incite, Lawr. Islas Marías. CiEREBID^E. 163. Diglossa baritula, Wagler. Melero, Pico chueco. Valle de México, Orizaba. 164. Ccereba cyanea, Lin. Azufrado. Orizaba. CERTID^E. DENDROCOLAPTTD^E. ANABATIDJE. 165. Certhia mexicana, Gloger. Carpiutero ocotero. Moyoapan, Popocatepetl, Orizaba. 166. Sitta carolinensis, Gm. Saltapalo. Orizaba, Guanajuato. 167. Id. pygmea, Vigoris. Saltapalo. Popocatepetl. Orizaba. 168. Xiphocolaptes emigrans, Sel. Carpintero. Orizaba, Jalapa. 169. Dendronis mentalis, Bd. Tepic, Mazatlan. 170. Picolaptes affinis. Veracruz. 171. Xiphorkynchiis mayor, Sel. Veracruz. 172. Sittasomus sylvioides, Lafr. Veracruz. 173. Xenops mexicanus. Veracruz. 174. Synallaxis erythrothorax. Veracruz. 175. Anabates rubiginosas. Veracruz. 176. Anabaxenops variegaticeps. Veracruz. 177. Antumulus cervinigularis. Veracruz. 178. Sclerurus mexicanus, Sel. Veracruz. CINCLID^E. FORMICARID^J. ALAUDID^. MOTACILLIDJE. 179. Chichis mexicanas, Sw. Tordo de agua, Aguador. Jalapa, Michoacan. 180. Gr aliarla guatemalensis, Prev. Veracruz. 181. Formicarins moniliger. Veracruz. 182. Thamnophilus doliatus, Lin. Granizo. Veracruz. 183. Id. melanocrissus. Veracruz. 184. Otocoris alpertris, Bp. Monjita llanera, Torito. Valle de México, Guanajuato, Michoacan, Ma- zatlan, Coahuila. 185. Anthus hidovicianus, Licht. Zanjero. Córdoba, Orizaba, Guanajuato. TURDID-3S. 186. Tardas Sivainsonii, Cab. Sur de México. 187. Id. migratorius, Lin. Primavera real. Guanajuato, Michoacan, Orizaba, Córdoba, Oaxaca. 188. Id. Audobonii, Bd. Solitario. Orizaba. 189. Id. assimilis, Cab. Mirlo, Primavera. Oaxaca, Orizaba, Córdoba, Veracruz. 190. Id. Grayi, Bp. Primavera. Yucatán, Jalapa, Córdoba, Oaxaca. 98 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 191. Tur dus pinícola, Sel. Orizaba. 192. Id. mustellinus, Sel. Tabasco. 193 Id. flavirostris, Sw. Colima, Tehuantepec. 194. Mentía infúscala, Lafr. Primavera del monte. Oaxaca, Jalapa. 19o. Catharus occidentalis, Sel. Chepito, Ruiseñor, Zancas de plata. Guanajuato, Orizaba, Oaxa- ca, Tehuantepec. 196. Id. melpomene, Cab. Chepito. Oaxaca, Jalapa, Córdoba, Orizaba. 197. Id. mexicanus, Sel. Jalapa. 198. Calandria (Harporhynchus) longirostris, Azara. Cuitlacoche. Veracruz. 199. Id. curvirostris, Sw. Cuitlacoche, Nopaltencol, Chietotol. Valle de México, Colima, Oaxaca, Córdoba, Orizaba, Mazatlan, Tamaulipas. 200. Id. (Mimus) poliglotta, Azara. Zenzontle. Cenzontlatole . Guanajuato, Córdoba, Orizaba. 201. Id. cosrulescens, Azara y Bp. Mulato. Jalapa, Colima, Mazatlan. 202. Id. (Galeoscoptes) carolinensis, Az. Cab. Jaltomatero. Orizaba, Córdoba. 203. Id. (Mimus) gracilis, Az. Cab. Yucatán. 204. Harporhynchus Graysoni, Bd. Socorro. SAXICOLID^E. 205. Sialia azurea, Sw. Golondrina azul. Oaxaca, Córdoba, Jalapa, Guanajuato. 206. Id. mexicana, Sw. Gorrión azul. Córdoba, Jalapa, Guanajuato, Saltillo. 207. Id. ártica, Sw. Gorrión azul. Guanajuato. TROGLODÍTIDOS. 208. Campylorhynchus pallescens, Lafr. Matraca. Jalapa, Orizaba, Oaxaca, Tehuantepec. zonatus, Gray. Matraca. Orizaba, Córdoba. bruneicapillus, Gray. Monterey. rufinucha, Lafr. Jalapa, Córdoba, Veracruz. jocosas, Sel. Tehuacan, Oaxaca. humilis, Sel. Colima, Mazatlan, Tehuantepec. nigriceps, Sel. Veracruz. 215. Catherpes mexicanus, Sw. Saltapared. Valle de México, Colima, Orizaba, Córdoba, Nuevo- Leon, Guanajuato, Jalisco, Coahuila. 216. Heterorhina prostheleuca, Bd. Córdoba, Oaxaca, Colima, Orizaba. 217. Id. griseicollis, Sel. Jalapa. 218. Id. ptisilla, Sel. Oaxaca. 219. Salpinctes obsoletas, Cab. Come sebo. Oaxaca, Coahuila, Guanajuato. 220. Thryothorus Berlandieri, Couch. Nuevo León. 221. Id. albinucha, Cabot. Yucatán. 222. Id. Beiüickii\a.rleucogaster, Sel. Tamaulipas, Nuevo León. 223. Thryophilussinaloa,Bú. Mazatlan, Colima. 224. Phengepedias maculipectus, Lafr. Oaxaca, Córdoba, Jalapa. 225. Id. felix, Sel. Oaxaca, Mazatlan. 226. Troglodytes wdon* var. aztecus, Bd. Tamaulipas, Jalapa, Colima, Orizaba. 227. Id. intermedias, Cab. Saltapared. Jalapa, Oaxaca, Yucatán, Tehuantepec. 228. Id. brunneicollis, Sel. Sonajita. Oaxaca, Orizaba. 229. Id. hyemalis, Viellot. Córdoba. 230. Id. insularis, Bd. Socorro. 231 . Cristothorus elegans, Sel. Orizaba. 232. Id. palustris, YdiY.paludicola, Bd. Mazatlan. 209. Id. 210. Id. 211. Id. 212. Id. 213. Id. 214. Id. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 99 BOMBYCILLID^E. 233. Bomby cilla americana, Jones. Chinito, Tontito, Filomena. Coquantototl. Oaxaca, Jalapa, Córdoba,, Guanajuato, Tamaulipas. PARIDLE. 234. Paras meridionalis, Sel. Mascarita. Orizaba. 235. Parala insularis, Lawr. Islas Marías. 23G. Lophophanes atricristatus, Cass. Nuevo León. 237. Id. Woollweberi, Bp. Mascarita. Oaxaca, Orizaba. 238. Psaltiparus melanotis, Bp. Guanajuato, Orizaba. 239. Auriparus flavkeps, Bd. Matamoros, El Paso, Saltillo. SILVICOLID^. 240. Regulus sátrapa, Licht. Orizaba. 241. Id. caléndala, Licht. Reyezuelo. Quauhchichil. Oaxaca, Jalapa, Orizaba, El espia, (Fron- tera del Norte.) 242. Polioptila nigriceps, Bd. Mazatlan. 243. Id. (Culicivora) Ccerulea, Lin. Pitiflor. Tamaulipas, Colima. 244. Dendroica (Ficedula) virens, Bd. Jalapa, Córdoba, Colima. 245. Id. Toumsondii, Bd. Oaxaca, Tehuantepec. nigrescens, Bd. Oaxaca, Guanajuato. corónala, Gray. Orizaba, Colima, Jalapa, Córdoba, Guanajuato. Audobonii, Bd. Jalisco, Orizaba, Oaxaca, Mazatlan. Blackburnice, Bd. Jalapa, Orizaba. pensylvanica, Bd. Jalapa, Oaxaca, Yucatán. cestiva, Bd. Valle de México, Orizaba, Yucatán. Vielloli, Cass. Yucatán, Mazatlan. olivácea, Sel. Jalapa., Córdoba, Oaxaca, Popocatepetl. maculosa, Bd. Jalapa. dominica, Bd. Tamaulipas, Oaxaca, Jalapa, Córdoba, Colima, Yucatán. 256. Geothlypis trichas, Cab. Tapaojito. Jalapa, Oaxaca, Córdoba, Guanajuato, Yucatán. 257. Id. vegeta, Cab. Jalapa, Orizaba. 258. Id. poliocephala, Bd. Mazatlan, Yucatán. 259. Id. philadelphia, Bd. Orizaba. 200. Mniotilta varia, Viellot. Mezclilla. Oaxaca, Jalapa, Córdoba, Mazatlan, Colima. 261. Parala americana, Bp. Jalapa, Yucatán. 262. Id. superciliosa. Oaxaca, Orizaba. 263. Helminthophaga pinas, Bd. Córdoba. 264. Id. raficapilla, Bd. Jalapa,, Oaxaca, Orizaba. 265. Id. celata, Bp. Verdin. Oaxaca, Orizaba. 266. Id. peregrina, Cab. Oaxaca. 267. Helmitherus vermivoras, Gm. Jalapa, Yucatán. 268. Seiurns aurocapillas, Sw. Orizaba, Córdoba, Yucatán. 269. Id. noveboracensis, Nuttal. Jalapa, Colima, Yucatán. 270. Id. Indovicianus, Bp. Jalapa, Oaxaca, Orizaba, Colima. 271. Icteria Velazqaezii, Bp. Arriero. Michoacan, Guanajuato, Orizaba, Yucatán 272. Myodioctes mitratas, Cab. Córdoba, Yucatán. 273. Id. pusillus, Bp. Oaxaca, Orizaba, Colima, Guanajuato. 274. Granatellus venustas, Dubus. Orizaba. 246. Id. 247. Id. 248. Id. 249. Id. 250. Id. 251. Id. 252. Id. 253. Id. 254. Id. 255. Id. 100 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 275. Granatellus francescce, Bd. Islas Marías. 276. Basileuterus culicivorus, Bp. Córdoba, Oaxaca. 277. Id. rufifrons, Bp. Córdoba, Oaxaca, Mazatlan. 278. Id. Delatrii, Bp. Orizaba. 279. Id. belli, Sel. Oaxaca, Jalapa, Orizaba. 280. Setophaga picta, Sw. Guajolotito. Guanajuato, Oaxaca, Córdoba, Orizaba, Nuevo León, Ma- zatlan. 281. Id. miniata,Sw. Guajolotito. Michoacan, Orizaba, Córdoba, Oaxaca, Jalapa. 282. Id. ruticila, Sw. Oaxaca, Córdoba. 283. Id. lachrymosa, Bd. Jalapa, Córdoba. 284. Cardellina rubrifons, Sel. Oaxaca. 285. Id. amida, Dub. Jalapa, Orizaba. 280. Id. rubra, Bp. Orejas de plata, Chiquiador. Oaxaca, Jalapa, Guanajuato, Orizaba. VIREONIDiE. 287. Vireosyhna olivácea, Bp. Jalapa. 288. Id. flavoviridis, Bd. Córdoba, Orizaba. 289. Id. gilva, Cass. Oaxaca, Córdoba. 290. Id. flavifrons, Bd. Orizaba. 291. Id. solitaria, Bd. Córdoba, Jalapa, Orizaba. 292. Id. plúmbea, Coucs. Colima. 293. Vireo noveboracensis, Bp. Jalapa, Veracruz. 294. Id. Huttoni, Cass. Oaxaca, Orizaba, Monterey. 295. Id. ochraceus, Salvin. Mérida, Mazatlan. 29G. Id. hypochryseus, Sel. Islas Marías. 297. Neochloe brevipennis, Sel. Orizaba. (Muy raro.) 298. Hylophilus ochraceiceps, Sel. Oaxaca. 299. Id. decurtatus, Sel. Córdoba? 300. Cycloris flaviventris, Lafr. Pájaro perico. Jalapa, Orizaba, Michoacan. 301 . Vireolanius melitophrys, Dubus. Región templada del Este de Veracruz. 302. Id. palchellus, Sel. y Salvin. Mirador. (Veracruz.) 303. Ptilogonyx cinereus, Sw. Capulinero, Jilguero. Jalisco, Guanajuato, Colima, Oaxaca, Córdo- ba, Orizaba, Jalapa. 304. Myiadestes obscurus, Lafr. Jilguero. Oaxaca, Jalapa, Córdoba, Orizaba, Jalisco, Guanajuato, Islas Marías. 305. Id. unicolor, Sel. Clarín. Orizaba, Jalapa, Córdoba, Zongolica. 306. Phcenopepla nitens, Sw. Reyecito. Puebla, Jalapa, Córdoba, Orizaba, Tehuantepec, Guana- juato, Coahuila. LANIDiE. 307. Lanius mexicanas, Brehm. Zenzontle cabezón, Arriero. Guanajuato. 308. Collurio excubiioroides, Bd. Verdugo. Valle de México, Colima, Córdoba, Jalapa, Oaxaca. TIRANNID^. 309. Myiarchus mexicanus, Bd. Colima, Saltillo, Veracruz. Mazatlan, Islas Marías. Lawrenci, Bd. Triste. Nuevo León, Mazatlan, Colima, Islas Marías. cinerascens, Sawr. Mazatlan. flammulatus, Lawr. Tehuantepec. 310. Id 311. Id 312. Id > > i i . < • < . * * * * * » . * '*: • ....... • ..:..: • ».•••* ANALES DEL MUSEO NACIONAL 101 313. Milvulus forfícatus, Sw. Tijereta. Tamaulipas, Veracruz. 314. Id. tyranms, Bp. Tijereta. Tamaulipas, Veracruz. 315. Tyrannus intrepidus. Tehuantepec. (Raro.) 316. Id. vociferar®, Sw. Madrugador. Veracruz, Colima, Guanajuato. 317. Id. melancholicus, var. Couchl, Bd. Mazatlan, Nuevo León. 318. Id. Id. Id. sátrapa, Cab. y Heim. Colima, Mazatlan. 319. Id. verticalls, Say. Tepic, Colima. 320. Id. crassirostris, Sw. Mazatlan. 321. Mitrephorus phceocer cus, Sel. Burlista. Mazatlan, Veracruz. 322. Attila clnnamomeus, Lawr. Mazatlan. 323. Sai/ornis nigricans, Sw. Aguador, Avión de agua. Guanajuato, Orizaba. 324. Id. fuscas, Bd. Tamaulipas. 325. Id. Sayas, Bd. Espía. (Frontera del Norte.) 326. Pyrocephalus rubineus, var. mexicanas, Sel. Chiltototl? Rubin, Pitirrin, San Gabrielito, Tutubishi, Cardenalito. Valle de México, Guanajuato, Jalisco, Co- lima, Michoacan, Nuevo León, Mazatlan, Yucatán, Veracruz, Te- huantepec. 327. Myionectes assimills. Veracruz. 328. Scaphorlujnchus mexlcanus, Lafr. Portugués, Bien te veo. Orizaba, Michoacan, Tehuantepec. 329. Pltangus Derbianus, Kaup. Portugués, Campeador. Colima, Mazatlan, Veracruz, Yucatán. 330. Myiodinastes luleiventris, Bp. Colima, Mazatlan, Veracruz. 331. Mylozetetes texensls, Girand. Portugués. Veracruz, Mazatlan, Colima, Yucatán. 332. Legatus variegatus, Veracruz. 333 Myloblus sulphureypigius, Veracruz. 334. Oncostoma cinereigularis, Bosques de Veracruz. 335. Platyrhynchus cancr ornas, Veracruz. 336. Megalophus regias, Gm. Sw. Rey de los papamoscas. Tehuantepec. (Muy raro.) 337. Contopas mesolencus. Tengo frió. Veracruz. 338. Id. sordidulus. Tengo frió. Veracruz. 339. Id. pertinax, Cab. y Heim. Tepic, Mazatlan, Colima. Veracruz. 340. Id. virens, Sw. Mazatlan, Veracruz. 341. Id. Schottil, Lawr. Mérida. 342. Empidonax pusillus, Sw Mazatlan, Veracruz. 343. Id. Hammondi, Bd. Veracruz. 344. Id. flaviventris, Bd. Colima, Islas Marías, Mazatlan, Veracruz. 345. Id. obscuras, Bd. Veracruz. 346. Id. fulvipectus, Lawr. Ciudad de México. TITTBINJE. 347. Bathnu : duras mayor, Cab. Nuevo León, Veracruz. 348. Tltyrapersonata, Jard. y Selb. Rechinador. Veracruz, Yucatán, Michoacan, Mazatlan, Te- huantepec. 349. Pachyramphus aglaiw, Lafr. Tunita, Saltador. Nuevo León, Veracruz, Islas Marías. 350. Hadrastomus albiventris. Lawr. Mazatlan, Colima. 351. Erator albitorques, Duhus. Oaxaca, Veracruz. TANAGRID^E. 352. Euphonia affinis, Less. Yucatán, Veracruz, Mazatlan, Sierra Madre. 353. Id. hirundlnacea. Higuerillero. Veracruz. 354. Id. elegantissima. Bp. Monjita. Veracruz, Guanajuato. 22 102 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 355. Euphonia Gouldii. Veracruz. 356. Piranga hepática, Sw. Golmenero, Gorrión panalero. Coijoltototl. Veracruz, Guanajuato, Sierra Madre. 357. Id. bidentata, Sw. Islas Marías, Veracruz. 358. Id. erythromelena,Bp. Mirto colorado. Veracruz, Guanajuato. 359. Id. rubra, Viell. Colmenero, Veracruz. 360. Id. cestiva, Viell. Michoacan, Nuevo León, Mazatlan, Veracruz. 361. Id. ludoviciana, Bp. Veracruz. 362. Id. Tanagra abbas. Cuadrillero. Veracruz. 363. Id. diaconus. Nevadito. Veracruz. 364. Saltator grandis, Licht. Yerbero. Yucatán, Veracruz. 365. Id. magnoides, Lafr. Veracruz. 366. Id. atriceps, Less. Yucatán, Veracruz. 367. Id. plumbiceps, Bd. Mazatlan, Colima, Tepic. 368. Id. Pitylus poliogaster. Pepitero. Veracruz. 369. Buarremon albiniichiis. Frailecito. Veracruz. 370. Id. brunneinuchus. Gargantilla, Barba blanca. Veracruz. 371. Buarremon Ocm, Lawr. Jalapa. 372. Cldorospingus ophthalmicas. Veracruz. 373. Lanio aurantius, Lafr. Veracruz. 374. Phamicothraupis rábicas. Veracruz. 375. Id. rubicoides. Veracruz. 376. Ramphocelus sanguinolentas. Colegialito. Jalapa, Orizaba. 377. Chlorophonia occipitalis. Veracruz. CORVIDJE. 378. Cyanocorax diadematus, Bp. Azulejo copetón. Zacatecas, Michoacan. ornatus. Azul de toca. Veracruz. luxuosus, Less. Verde de toca. Michoacan, Guanajuato, Matamoros, Nuevo León, Veracruz, Tehuantepec. sordidus, Bd. Azulejo, Chivo. Veracruz, Guanajuato. ultramarinas, Stricxl. Azulejo, Monterey, Veracruz. nanus, Dub. Azulejo. Jalapa. .californicus, Strickl. Azulejo. Veracruz. crassirostris, Bp. Yucatán. Beecheyi, Fiosch. Mazatlan, Islas Marías. Woodhousii, Bd. Veracruz? Psüorhynus Moño, Gray. Pepe, Papan común. Nuevo León, Michoacan, Veracruz, Te- huantepec. 389. Pica hudsonica, Bp. Urraca, Guanajuato. 390. Cissolopha samblasiana, Lafr. San Blas, Colima. 391. Calocitta Colliei, Vigors. Urraca. Mazatlan. 392. Id. formosa, Sw. Mazatlan. 393. Corvas corax, var. carnívoras, Bartram. Cuervo de la sierra. Cacalott. Mazatlan. Sonora, Guanajuato. 394. Id. mexicanas, Schl. Cuervo. Mazatlan. 395. Id. Cryptoleucus, Conch. Cuervo. Tamaulipas. 396. Id. americanas, Aud. Cuervo. Guanajuato, Jalisco. ICTERID^. 397. Qídscalus macrourus, Sw. Zanate, Pájaro - prieto. Izamatl, Ixtlaoltzanatl. Guanajuato, Jalisco, Veracruz, Tehuantepec. 379. Id. 380. Id. 381. Id. 382. Id. 383. Id. 384. Id. 385. Id. 386. Id. 387. Id. 388. Psi ANALES DEL MUSEO NACIONAL 103 398. Quiscalus tenuirostris, Sw. Veracruz? 399. Id. Sumichrastii, Bd. Odio. Veracruz. 400. Id. mayor, Vieli. Urraca. Colima. 401. Scolecophagns cyanocephalus,V\rZLg\. Tordo. Veracruz, Mazatlan, Monterey. 402. Molothrus pecoris, Sw. Tordito. Mazatlan, Guanajuato. 403. Id. ceiieus,^N agí. Enmantecado, Tongonito. Mazatlan, Colima, Guanajuato, Veracruz, Sonora. 401. Sturnella ludoviciana, Bp. Triguero, Chichilachia, Sabanero, Tortilla con chile. Valle de México, Veracruz, Guanajuato. 405. Id. magna, var. neglecta, Aud. Matamoros, Coahuila, Mazatlan, Sonora. 406. Agelaius fceniceus, L'm. Tordo de charreteras, Capitán. Valle de México, Mazatlan, Sonora, Coahuila, Nuevo León. 407. Id. gnbemator, Wagl. Sargento, Capitán. Acolchichi. Guanajuato, Jalisco, Mazatlan. 408. Meras prosthemelas, Sel. Calandria tunera. Guanajuato. 409. Id. Waglerü, Sel. Calandria. Saltillo, Tepic, Veracruz. 410. Id. piistnlatus, Wagl. Calandria. Tepic, Mazatlan, Colima, Veracruz. 411. Id. Audubonii, Giraud. Calandria. Matamoros, Tamaulipas, Veracruz. 412. Id. parisorum, Bp. Calandria india. Nuevo León, Veracruz. 413. Id. cncullatus, Sw. Argel. Guanajuato, Colima, Tamaulipas, Mazatlan, Veracruz. 414. Id. spurius,Bp. Calandria carmelita. Mazatlan, Colima, Veracruz. 415. Id. Abeilli, Less. Calandria huertera. Guanajuato. 416. Id. maculialatus, Cass. Guanajuato. 417. Id. Graysonü, Cass. Islas Marías. 418. Id. auratus, Dub. Yucatán. 419. Id. melanocephalus, Gray. Veracruz. 420. Id. formosus, Lawr. Tehuantepec. 421. Xanthocephalus icterocepkalas,Bá. Tordo de cabeza amarilla. Toxcacoztic. Nuevo León, Guanajuato, Mazatlan. 422. Iphantes baltimore, Viellot. Calandria. Michoacan. 423. Id. Biillockii. Bp. Calandria. Guanajuato. 424. Cassiculus melanicterus, Bp. Linamarquesa. Colima, Guerrero, Mazatlan. 425. Id. prevostii. Tordo veloz. Veracruz. 42G. Ostinops Moctezuma?. Papan real, Zacua, Viuda. Michoacan, Túxpan, Al varado. 427. Ocyalus Waglerü. Veracruz. FRINGÍLIDOS. 428. Volatinia jacarina. Lin. Loquito. Veracruz, Colima, Mazatlan, Yucatán. 429. Zonotrichia gramínea. Sw. Chito. Guanajuato, Sonora, Tamaulipas. 430. Id. lencophrys. Sw. Máscara. Guanajuato, Tamaulipas, Mazatlan. 431. Id. melanotis. Lawr. Llanos de Colima. 432. Coturniculus mexicanus. Lawr. Llanos de Colima. 433. Id. passeritius. Wilson. Sonora, Mazatlan, Veracruz. 434. Hesperiphona Abeilli. Bp. Pepitero, Orizaba. 435. Id. vespertina. Bp. Monte Alto. 436. Carpodacus frontalis. Say. Gorrión. Nochtototl. Valle de México, Monterey, Mazatlan, Guanajuato, Jalisco. 437. Id. haemorrhous. Sel. Gorrión. Veracruz. 438. Chrgsomitris mexicanus. Sw. Dominiquito. Xolotlapech? Valle de México, Guanajuato, Ori- zaba, Nuevo-Leon, Coahuila, Islas Marías. 439. Id. notatus. Orizaba. 440. Id. pinus. Dominiquito montero. Veracruz. 441. Curvirostra americana, var. mexicana. Strick. Pico cruzado. Orizaba, Michoacan. 104 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 442. Janeo cinereus, Cab. Ojos de lumbre, Ixtentlimuyotzi. Guanajuato, Orizaba. 443. Guiraca melanocephala, Sw. Tigrillo,, Meco, Frios, Guionchi. Orizaba. 444. Id. ludoviciana, Sw. Degollado. Colima, Michoacan. 445. Id. coerulea, Lin. Azul maicero, Meco azul. Elotototl, Xiuhtototl. Valle de México, Guanajuato, Yucatán, Colima, Nuevo-Leon, Sonora, Mazatlan. 446. Spermophila Moreleti. Bp. Frailecito, Bubrelo. Valle de México, Veracruz, Guanajuato, Nuevo-Leon. 447. Id. atriceps, Lawr. Mazatlan. 448. Id. torqueola, Bp. Butrelo. Tepic, Colima, Guanajuato, Mazatlan. 449. Pipilo fuscus, Sw. Vieja, Tarenga. Valle de México, Orizaba, Guanajuato. Jalisco, Monterey. 450. Id. erythrophtalmus, Vieill. Isla Socorro. 451. Id. megalonyx, Bd. Saltillo. 452. Id. mesoleucus, Bd. Nuevo León, Sonora. 453. Id. chlorurus, Bd. Sur de México. 454. Id. carmani, Lawr. Socorro. 455. Cardinalis virginianus, Bp. Cardenal. Mazatlan, Veracruz, Nuevo León, Islas Marías. 456. Id. cameus, Lesson. Acapulco, Sierra Madre. 457. Ojanospiza versicolor, Bd. Prusiano. Orizaba, Mazatlan, Nuevo León. 458. Id. ciris, Bd. Pájaro de colores. Monterey, Colima, Veracruz, Mazatlan, Yucatán. 459. Id. amoena, Bd. Mazatlan. 460. Id. Leclancheri, Lafr. Canario de Oaxaca. Cocozton. Guanajuato, Sierra Madre. 461. Id. parellina, Bd. Nuevo León, Tamaulipas, Sierra Madre. 462. Id. cyanea, Bd. Canario de Oaxaca. Yucatán, Veracruz. 463. Id. rosita?, Lawr. Tehuantepec. 464. Pyrrhuloxia sinuata, Bd. Chivo. Nuevo León, Guanajuato, Mazatlan. 465. Embernagra rufiuirgata, Lawr. Nuevo León, Yucatán, Veracruz. 466. Plectrophanes melanomus, Bd. Orizaba. 467. Passerculus alaudinus, Bp. Tamaulipas. Veracruz. 468. Id. guttatus, Lawr. San José. (Baja California.) 469. Chondestes grammaca, Bp. Nuevo León, Veracruz. 470. Poospiza bilineata, Sel. Tamaulipas. 471. Spizella socialis, Bp. Veracruz. 472. Id. atr ¡guiar is, Bd. Agua nueva. (Coahuila.) 473. Id. Breweri, Cass. Boca grande. 474. Melospiza melodía, Bd. Boca grande. 475. Id. Lincolnii, And. Tamaulipas, Mazatlan, Veracruz. 476. Peucaea msLvalls, Cab. Colima. 477. Id. Cassinii, Bd. Sonora, Orizaba. 478. Id. ruficeps, Bd. Veracruz. 479. Calamospiza bicolor, Bp. Sonora. 480. Haemophila rufescens, Zanjero. Veracruz. 481. Id. Sumichrasti, Lawr. Juchitan. Tehuantepec. 482. Id. supercüiosa, Sw. Veracruz. 483. Atlapetes pileatus, Zanjero. Veracruz. 484. Euspiza americana, Gm. Mazatlan. 485. Pyrgisoma Xántusii, Law. Llanos de Colima. COLÚMBIDAS. 486. Columba fasciata, Say. Paloma azul. Nuevo León, Sonora, Guanajuato, Veracruz. 487. Id. flavirostris, Wagler. Paloma. Mazatlan, Islas Marías, Nuevo León. 488. Ectopistes migratoria, Swainson. Pichón de paso. Valle de México, Puebla, Jalapa, Ori- zaba. (Accidental.) ANALES DEL MUSEO NACIONAL 105 489. Melopelia leucoptera, Bonap. Torcaza. Cehoilotl. Tamaulipas, Yucatán, Colima, Guanajuato, Mazatlan. 490. Zenaidura carolinensis, Bonap. Huilota. Hoilotl. Jalisco, Guanajuato, Tamaulipas, Mazatlan. 491 . Id. Yucatanensis, Lawr. Mérida. 492. I> Febrero de 1878, J. Sánchez. INFOKME PRESENTADO AL MINISTERIO DE JUSTICIA EL 30 DE NOVIEMBRE DE 1877. ♦ ♦ ♦ Según lo prevenido en oficio de 24 del presente, tengo la honra de informar á vd. del estado actual y de las mejoras hechas en este Establecimiento de mi cargo. Ante todo, se atendió á la conservación de los objetos que existían, y desde el 16 de Enero á la fecha se hicieron los trabajos siguientes: 1 .° Se dispuso y arregló un salón con los estantes necesarios para los libros de Historia natural, Arqueología é Historia, que son los que hoy forman laBiblioteca delMuseo: ade- más de las obras de ornato que en él se hicieron, se introdujo el alumbrado de gas para poder continuar los estudios por la noche. 2.° Se formó, preparándose también el local, un pequeño laboratorio con todos los úti- les y sustancias necesarias para ejecutar los trabajos analíticos de los minerales, plantas, etc., que poseemos, y que sean de interés para la ciencia. 3.° Establecióse la publicación de los «Anales del Museo, » mejora de grande impor- tancia, puesto que con ella se da á conocer, no solo los objetos de Historia natural y de Arqueología que posee el Establecimiento, sino que inaugura, popularizándolo, el impor- tante estudio de la Arqueología mexicana, del que se puede decir que, yaciendo en la os- curidad, solo á unos cuantos les era dado conocer. Al mismo tiempo, el Establecimiento, sin costo alguno, irá adquiriendo, por medio del cambio, todas las publicaciones científi- cas del mundo. 4.° También se compró una pequeña imprenta, con sus tipos y útiles, parala impresión de circulares, etiquetas para los objetos, etc. 5.° En las secciones de Mineralogía, Paleontología, Zoología, Botánica y Biblioteca, se han adquirido, clasificándolos científicamente, los ejemplares que se expresan en las lis- tas correspondientes. 6.° La sección de Arqueología se ha enriquecido también con un buen número de ejem- plares (relación núm. 5). Entre éstos debo hacer especial mención de dos objetos de gran valor y obras de arte, verdaderamente notables, que son: un vaso de obsidiana y un ídolo de oro, aztecas, que hace poco, y relativamente en corto precio, compró este estableci- miento. En todas estas secciones los profesores se han ocupado de preferencia en la clasificación científica de los ejemplares, para formar el Catálogo general; obra laboriosísima, pero in- dispensable en esta clase de establecimientos. 7.° Las obras de reparación, conservación y ornato del edificio se han atendido debi- damente. 112 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Entre las mejoras que á mi juicio deben hacerse, la más importante es, que el local que ocupa la oficina de contribuciones se devuelva á este Establecimiento para destinarlo á la sección de Antigüedades mexicanas, que es la que de preferencia desean conocer los ex- tranjeros, quienes por fortuna, ya comienzan á visitar nuestro país. Una vez obtenida la desocupación de ese extenso local, cuya trasformacion y ornato tanto tiempo y dinero ha costado al Museo, podrán aprovechárselos salones, en donde hoy se hallan, sin orden, di- chas antigüedades, para establecer en ellos las secciones de Paleontología y de Anatomía comparada. Otra de las mejoras convenientes es el aumento de otro preparador, quien, además de ocuparse en los trabajos de preparación, deberá dar lecciones públicas teórico-prácticas de Taxidermia, útil cátedra que no existe en ningún establecimiento del país. La enseñan- za de este arte proporcionará grande utilidad para adquirir ejemplares de todas las zonas. Inútil me parece encarecer la necesidad de nuevos vigilantes, á medida que se aumen- ten las secciones. Esta es, C. Ministro, la concisa relación de los trabajos hechos en este Establecimiento. En cuanto á las mejoras que me han parecido convenientes, ya tuve la honra de propo- nerlas en el proyecto de presupuesto para el próximo año fiscal, no dudando que vd. se servirá aprobarlas. Como se ve por este Informe, bastante se ha hecho, si se atiende á los escasos recursos con que se cuenta: en adelante, á no dudarlo, se hará mucho más, puesto que es notorio la buena disposición que hoy anima al Gobierno para hacer progresar todos los estableci- mientos de instrucción pública, sobre todo á los que, como el Museo, dan una idea de los adelantos de las ciencias naturales y arqueológicas en el país, y es el que primero visitan los extranjeros. G. Mendoza. EXPORTACIÓN DE MINERALES DE COBRE -♦-♦-♦- L dar á luz el presente artículo, lo hago impulsado por el deseo grande que tengo de ver planteado en nuestro país un negocio como éste, que ha engrandecido algunas naciones. Hay en la República Mexicana bas- tantes minerales de cobre; y aunque de algunos, por la distancia del li- toral, no costearla la exportación de sus frutos mientras no se tengan vías fáciles de comunicación, hay otros que, como el Mineral de Zome- lahuacan, se encuentran en condiciones de poder hacerla con una nota- ble utilidad. A cuatro leguas de Perote, dos de las Vigas y nueve de Jalapa, se encuentra este mineral en medio de la curiosa é inmensa quebrada que lle- va su nombre, y sobre la cual desaguan dos barrancas adyacentes, llamadas la una ANALES DEL MUSEO NACIONAL 113 Santa Rita, y la otra Tatatila, todas al N. E. del citado pueblo de las Vigas. Geológi- camente hablando, su formación es la que los mineros ingleses llaman «Bastarda;» en cuanto á los pórfidos y granitos, que atraviesan de S. O. á N. E. esa región, forman á la vez su esqueleto: pues dichas rocas, cuya clase está perfectamente revelada, pre- sentan el carácter de imperfección que motiva su clasificación arriba citada. Mas á pe- sar de esto, la formación ó panino general es metamórfica, como lo acreditan perfecta- mente los «Elvans,» «Killas,» gredos, y el famoso «Gossan,» que los ingleses llaman con tanta propiedad «the copper hat,» el cual es el precursor de las bonanzas de co- bre en todas las regiones cupríferas, cuando no lo es de la plata, como sucedió en Po- tosí del Perú, y en Bolaños de México. La capa superficial de la formación general que describo es naturalmente caliza, y en las primeras quebradas de las grandes barrancas rebosan en los cantiles y en las primeras vertientes varias vetas de carbón fósil, cuyo seguimiento se observa con cier- ta regularidad, permitiendo esto anunciar para el porvenir, que con la sonda se encon- trarán algún dia grandes depósitos de carbón en la mesa ele Perote, única fracción que escapó y se mantuvo intacta cuando el levantamiento del Cofre y apertura volcánica de la inmensa quebrada de Zomelahuacan. En cuanto á la formación metalífera de dicha barranca ó mejor dicho de su esque- leto, cuyo origen es notablemente plutónico, basta decir que los relices de sus enormes vetarrones son el pórfido, el calcáreo y granito, y que la matriz de dichas vetas es el «elvan» en general intercalado de «killas» azules ú oscuras, y el «gossan» encapo- tando los carbonates. En fin, la riqueza metalífera es allí general, existiendo en los altos, el oro, la plombagina y el carbón, y al pié de las vertientes de la quebrada, in- finidad de vetas de cobre aurífero y plomo argentífero, armando éste principalmente en la formación calcárea y porfi'rica. En 1864 algunos ingenieros de Freyberg, visitaron las minas de Santa Rita y Ta- tatila y tan solo se ocuparon del oro y de la plata, lo cual es natural de parte de mineros alemanes. La caida del imperio puso fin á su iniciativa emprendida en Eu- ropa sobre el particular. Desde entonces todo quedó á merced de cateadores y buscones de la localidad, todos á cual más ignorantes. La exportación de los cobres que abundan en las montañas de Zomelahuacan y cuya explotación llegará á competir algún dia con la de Cuba, Chile y Australia, procura- rá á los ferrocarriles de nuestro país,' los fletes de retorno, de cuyo desarrollo depende enteramente su porvenir. En efecto, si se considera la explotación de estas minas de cobre bajo este punto de vista, para lo cual daremos más adelante los datos con- ducentes, se verá desde luego la imprescindible solidaridad que debe existir entre su desarrollo y el porvenir, tanto del tráfico de nuestros ferrocarriles construidos como del movimiento marítimo de Veracruz, lo cual acreditaré con un solo dato económico de este ramo; y es, que en 1871 Chile exportó cuatrocientos ochenta mil quintales de minerales y régulus de cobre, ó sean.... 24,000 toneladas, casi las tres cuartas par- tes del movimiento actual de Veracruz al año. Desgraciadamente para México no es conocido este ramo minero, no pudiendo ser de otro modo hasta hoy, puesto que las pocas minas de cobre explotadas en el país, tanto por Michoacan como por Chihuahua, se hallan limitadas á cubrir el pequeño con- sumo de la República, que no pasa de cuatro mil quintales al año. Y esto es tan exac- to, que en esta clase de negociaciones, las de Chihuahua particularmente á pesar de su 114 ANALES DEL MUSEO NACIONAL enorme distancia á las costas, los empresarios se decidieron á exportar en varias ocasio- nes sus productos embarcándolos por Mazatlan, siempre que la ley de oro de sus co- bres y la abundancia de estos les permitieron suplir á la falta de consumo en el país. Pues bien; ¿qué desarrollo hubieran tomado esas negociaciones si se hallaran situadas cerca del litoral y ayudadas por ferrocarriles como lo serán las futuras empresas de Zomela- huacan? ¿Y qué diremos de los puntos productores con los cuales se pretende com- petir? Cuba, con leyes de 10%, salarios elevados, y sin combustibles; Chile, con leyes de 8|% y recibiendo, como Cuba, la ulla de Inglaterra para formar sus régulus; Australia, cuya distancia de Swansea es tan grande para un producto de valor mo- desto; Inglaterra, con sus leyes de cobre de 4%; Suecia, con leyes de 2%, pero cu- yas minas se sostienen por la abundancia del mineral y la baratura de la ulla que los ingleses, por gratitud sin duda, llaman el «Black Diamant, » siendo comprobado por la experiencia práctica que la verdadera perspectiva de toda empresa minera es- triba antes que todo en la gran abundancia de los minerales y no en la riqueza in- segura de sus leyes: no se puede negar que Zomelahuacan ofrece para el caso las mayores garantías de éxito, gracias á las grandes y numerosas vetas cupríferas que rebosan allí con una fuerza exterior de 20 á 40 yardas; la ley media es en Zome- lahuacan de 14 á [16%, siendo el máximum de 38% y el mínimum de 6% en ve- tas conocidas y listas para explotar. Pues bien; la exportación debiendo verificarse como en Chile, bajo forma de régulus, sean cobres brutos de 50% de ley cuando menos, ó bien con minerales concentrados mecánicamente y de ley análoga, veamos con qué elementos contará semejante empresa para competir con los otros puntos productores arriba citados. Zomelahuacan tiene para grandes empresas de este género la fuerza hidráulica mas competente, pudiéndose asegurar que en esa barranca po- drían ser movidas por agua todas las fábricas hoy existentes en la República, sobrando así el principal agente para una concentración mecánica de lo mas económico, sin contar la aplicación tan ventajosa del motor hidráulico para el servicio de los tiros generales, de la molienda de los minerales, y de los ventiladores, lo cual calificará todo minero competente. Además, Zomelahuacan, hallándose situado en medio del inmenso piñal de Perote y Vi- gas, tiene por muchos años el combustible asegurado á un precio módico. La actual nego- ciación de laminación de cobre, establecida allí desde hace más de 20 años, compra su car- bón á 4 reales el quintal, y su leña á un precio equivalente. Los fletes para exportar dichos régulus de cobre serán los siguientes: Desde la barranca hasta Perote ó las Vigas (con recuas) $ 7 50, por ton. española. De Perote á San Marcos $ 5 50, id. ; de Vigas á Jalapa $ 7 50, id. ; de San Marcos á Veracruz $ 9 50, id.; de Jalapa á Veracruz $ 8 82, id.; de Veracruz á Liverpool y Swansea (vele- ros) $ 7 id. ; y agregando los gastos y comisiones de embarque á razón de $ 4 50 á $ 6 id. , se puede calcular un gasto total de $40 tonelada á lo simio; lo cual está muy lejos de gra- var demasiado esta clase de exportación. En cuanto al clima y los brazos, la solidaridad de estos agentes del trabajo hace que los consideremos en un mismo párrafo. Los altos de la barranca de Zomelahuacan disfrutan de la temperatura de Maltrata (rumbo Orizaba), y el fondo de la quebrada el clima de Oriza- ba y de Jalapa, pero más abrigado de los cambios de temperatura por hallarse el mineral de Zomelahuacan, aunque á mayor altura sobre el nivel del mar, muy encajonado entre las vertientes de la barranca, bastando, para explicar el carácter particular de dicha tempera- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 115 tura, el hecho de vivir ó vegetar juntos el durazno, el peral, el cafeto, el pino y el plátano, así como el naranjo. En cuanto á los brazos, cuyo número allí se encuentra limitado á la ne- cesidad que de ellos se manifiesta, se puede asegurar que sobrarán, puesto que la barranca se halla rodeada de los pueblos pobres de Perote, Vigas, Tlacolulan y Jalacingo, así co- mo de las numerosas indiadas que habitan los altos y vertientes de la barranca, todos la- bradores que siembran cebada y maíz, trigo y papas; lo cual quedará acreditado con sa- ber que el barretero gana allí 3 reales, y el peón 2 reales por dia ó faena. Pocas son las catas que merecen el nombre de minas, habiendo sido atacada la mayor parte de esas vetas en sus crestones ó rebosamientos con trabajos irregulares de cateo y pe- pena de sus tierras y minerales auríferos. Aun hoy, los pocos buscones que se mantienen allí, se limitan enteramente á la explotación tosca y torpe de los clavos que descubren á pelo de tierra, ó de los antiguos terrenos, cuya ley media de oro es por lo menos de 3 á 4 adarmes por tonelada de mineral ó azolves; lo cual es muy rico si se considera que en Ca- lifornia y Australia se sostienen muy importantes empresas con leyes de 1 \ y 2 adarmes de oro por tonelada. Por lo tanto, fácil es deducir la importancia de semejante ley de oro, acompañando minerales de cobre, cuya explotación de por sí se revela provechosa, para empresas adecuadas. Para hacer más palpable la utilidad de este negocio, acompaño dos cuentas de venta de minerales de cobre en Swansea. Ojalá y nuestros hombres inteligen- tes, arrojando de sí la venda de la desconfianza, se fijen en la importancia de este negocio y lo realicen, con lo cual lograrán el bien propio y cumplirán con un deber al contribuir al engrandecimiento de su patria. CUENTA DE VENTA SIMULADA DE 1 TONELADA DE RÉGULUS DE COBRE DEL TENOR DE UN 50 POR 100 DE DICHO METAL, FORMADA CON NUEVE TONELADAS DE MINERAL DE LA LEY MÍNIMUM DE 6 POR 100 Y EX- PORTADA por Veracruz hacia Swansea. 1 tonelada de régulus de 50 por 100 de co- bre, á Standarl £ 78 £ 39 0 Gastos en Inglaterra. Flete marítimo en vapor hasta Swansea á 50 por 100 tonelada en junto £2 10 0 Introducción y derechos en Swansea ....,, 0 26 Desembarque, acarreo, Dock. ,,0 8 6 Formación Standarl, ensayes, corredor, en- trega, &c, 11 por 100, „ 3 11 3 Seguro marítimo 11 por 100 8 £ 60 ,, 0 15 0 Comisión 2 por 100 sobre £ 60 ,,1 4 0 „ 8 11 3 Valor Swansea. £ 30 8 9 Conversión á 45d el peso $ 162 22 Gastos hasta Veracruz. Extracción de 9 toneladas de mineral á $ 5. . % 45 00 Concentración mecánica, á % 2 ,, 1800 ídem de fuego sobre 4 toneladas % 5 ,, 20 00 A la vuelta . . . . % 83 00 % 162 22 116 ANALES DEL MUSEO NACIONAL De la vuelta $ 83 00 $ i 62 22 Flete hasta Vigas ,, 7 50 ídem hasta Jalapa ó San Marcos , , 7 50 ídem hasta Veracruz ,, 9 00 Embarque por muelle de ferrocarril ,, I 00 Gastos de comisión &c. Veracruz hoy . . . . ,, 3 00 $ ' 111 00 Liquido producto. $ 51 22 S. E. ú 0. Sea 32 por 100. Además hay que agregar 25 á 30 adarmes de oro de 9 toneladas de mineral concentrado en régulus y no olvidar que el tipo de ley promedia de los minerales de cobre de esas minas es cuando menos del 12 al 15 por 100. OTTEIN'T-A. DE VENTA SIMULADA DE 3 TONELADAS DE MINERAL DE COBRE COMPRADO Á LEY PROMEDIA DE 20 POR 100 Y EXPORTADAS POR VERACRUZ HACIA S\VANSEA. Standart á £ 78 3 toneladas de mineral de á 20 por 100=00 por 100 @ £ 78 menos 5 por 100 de agua=57por 100@£78 £46 8 6 £ 46 8 6 Gastos en Inglaterra. Flete marítimo hasta Swansea á 50 por 100 to- nelada ,, 7 10 0 Derechos de entrada &c, en Swansea. . . . ,, 1 5 8 Recibo, ensayes, corredor, Dock ,,5 6 0 Seguro marítimo H s. £ 60 ,, 0 15 0 Comisión 2 por 100 s. £ 60 „ 1 4 0 ,,16 1 2 Valor Swansea. £ 30 7 4 Conversión á 45d el peso mexicano . . $ 165 95 Principal y gastos hasta Veracruz. Compra ala ley precio máximum $ 11 tonelada. $ 33 00 Flete hasta Vigas, á tonelada $ 7 50 ,, 22 50 ídem hasta Jalapa ó San Marcos, $ 7 50 tone- lada „ 22 50 ídem hasta Veracruz, $ 9 tonelada ,, 27 00 Falsos gastos, embarque y comisión, $ 4 to- nelada „ 12 00 „ 117 00 Liquido producto. $ 48 95 (Sin contar la ley de oro de dicho mineral ó sea el 29 por 100.) S. E. ú 0. Hay que calcular también otro 5 por 100 de economía ó sea de ganancia, si se logra embarcar por el mue- lle del ferrocarril de Veracruz. calculando cuando menos 2 pesos de rebaja por tonelada. Manuel Tornel y Algara. UN CINCEL DE BRONCE DE LOS ANTIGUOS AZTECAS POR G. MENDOZA, DIRECTOR DEL MUSEO. STE instrumento tiene las mismas dimensiones que representa el grabado adjunto: su forma es cilindrica en una de sus extremidades, como se pue- de ver en la figura, la otra parte es como un prisma rectangular que ter- mina en bisel. La superficie es negra, por una delgada capa de los sub- carbonatos de cobre y estaño que se han formado por la acción lenta del oxígeno, de la humedad y el ácido carbónico; capa que ha protegido la ul- terior transformación del cincel, aun cuando hubiera continuado por un tiempo indefinido bajo las mismas condiciones en que estaba cuando fué desenterrado: alejando esaligera capa de subcarbonatos por medio de una lima, aparece el bronce con los siguientes caracteres: su color es rojo como el del oro, su densidad es igual á 8,875: es maleable, pero no como el cobre puro, porque es duro y se rompe por una fuerte tracción ó torcion: la rompedura presenta una fina granulación, semejante á la del acero: su dureza es grande, aunque inferior ala de ese fierro carburado; pero suficien- te para llenar los objetos á que se destinaban estos instrumentos, de los cuales este Museo posee una pequeña colección que se ha ido reuniendo poco á poco. Uno de estos cinceles es el que se ha sujetado al análisis cualitativo y cuantitativo, y los resultados son los siguientes: 97,87% de cobre. 2,13% de estaño y mínimas cantidades de oro y de zinc que indudablemente provie- nen délos metales componentes de la liga y no puestos en ella de una manera intencional. Este análisis confirma la opinión de Humboldt acerca de que los Aztecas ya conocian el bronce; y se dice opinión, porque sin duda no tuvo á su disposición un instrumento de esta naturaleza perteneciente á los mexicanos, porque si así hubiera sido, habria mandado ha- cer el análisis de él, como lo mandó hacer con el cincel que llevó de Lima: aquí se pone lo que el ilustre viajero dijo en su Ensayo político de la Nueva España: « Muchos sabios dis- tinguidos, aunque extraños á los conocimientos químicos, pretendieron que los mexicanos y peruanos tenian un secreto para templar el cobre y convertirlo en acero. Es indudable que las hachas y otros útiles mexicanos eran casi tan cortantes como los instrumentos de acero; mas esta dureza extraordinaria era debida á la liga de estaño y no al temple. Lo que los primeros historiadores de la Conquista llamaron cobre duro ó cortante, es semejante al Kalkos de los Griegos y al (Ess de los Romanos. Los escultores mexicanos y peruanos 118 ANALES DEL MUSEO NACIONAL ejecutaban grandes obras en Grüenstein y en el pórfido basáltico más duro. Los joyeros cortaban y perforaban las esmeraldas y otras piedras preciosas, sirviéndose del útil de me- tal y un polvo silicioso. Traje de Lima un cincel de los antiguos peruanos, en el que Mr. Bauquelin encontró 94 por cien de cobre y 6 ole estaño. Habia sido tan bien forjada la li- ga, que la pesantez específica se hizo de 8,815, mientras que, según las experiencias de Mr. Briche, los químicos no obtienen este máximum de densidad sino uniendo 16 de estaño á 100 de cobre.» El Sr. Orozco y Berra nos ha comunicado la noticia de que el Sr. D. Fernando Ramirez mandó hacer un análisis de unos objetos de bronce, y que el análisis indicó los resultados siguientes: 90 por cien de cobre y 10 de estaño; desgraciadamente no se sabe quién hizo el análisis, ni si se publicaron estos resultados en alguna obra; pero de todos modos resulta, que, tanto por los análisis hechos en Europa como por los trabajos ejecutados en nuestro país, queda demostrado, que los Aztecas y demás razas cultas de este Continente, habían dado un paso más en la senda del progreso, puesto que viviendo en la época de la piedra pulida, la edad de bronce comenzaba á prestar sus grandes servicios á los diversos ramos de la industria, sobre todo, ala escultura: en verdad, con el bronce hacían las hachas para derribar los gigantescos árboles que abundaban en los bosque primitivos de estas tierras, de cuya madera sacaban las grandes vigas que destinaban para los templos y palacios de los reyes: con el bronce hacían los cinceles tan bien forjados, como lo dice Humboltd y que su densidad lo revela, como el que aquí se describe que llega á 8,875, cinceles de que se ser- vían para labrar los dioses y representar sobre las rocas más duras, las imágenes de los re- yes, tales como se pueden ver en los pórfidos de Chapultepec, en los de Tezcotzingo y otros puntos, aunque ya casi destruidos por manos ignorantes y destructoras, de los vireyes y de los fanáticos de la época colonial: con el bronce hacían los buriles para perforar las cuen- tas hechas con toda clase de piedras y de durezas muy distintas; cuentas que destinaban á los usos religiosos y objetos de pura ornamentación. El cobre y el estaño que, unidos en diversas proporciones, forman, por decirlo así, otros tantos metales que se han utilizado por todos los pueblos de la tierra y se utilizan aún en nuestros tiempos, y cuyas ligas conocidas y usadas por los hombres de nuestro continente, nos dan un testimonio de que ellos estaban como se ha dicho, en la vía de hacer nuevos progresos; estas ligas nos dan amplio derecho á concluir, de que ellos ya sabían reducir el óxido de estaño por medio del carbón con el objeto de obtener este metal y tomar de él la cantidad necesaria para fundirlo con el cobre y obtener los diversos bronces que su indus- tria requería: el mismo derecho tenemos para concluir, de que ellos sabían reducir los sul- furos cúpricos y aislar este metal que tantos usos tenia entre estos pueblos. El oro que se encuentra al estado nativo, pero que todo el mundo sabe que siempre este metal va acompañado de materias terrosas, ellos lo sabían separar, fundir y purificar: el mismo derecho nos asiste para afirmar que ellos sabían separar la plata de los metales ar- gentíferos, y la historia de la conquista nos apoya, porque en ella se consignan las inmen- sas cantidades de estos metales que recogieron los conquistadores devorados por la sed in- saciable de absorber todas las riquezas acumulados en los templos y palacios, extraídas y recogidas en las pasadas edades. Este era el estado de la metalurgia entre los habitantes de estas regiones; estado que, en comparación con los asombrosos adelantos que se han obtenido en este ramo en nues- tro siglo, nos parecen demasiado exiguos; pero cuando se reflexiona en la constante lucha que loshombres han sostenido desde el momento en que aparecieron sobre la tierra no so- ANALES DEL MUSEO KAGTONAL 119 lamente contra las fieras y los hombres mismos sino contra la naturaleza toda, entonces el ánimo se sobrecoge al contemplar los grandes esfuerzos que debieron hacer para llegar al grado de cultura de la edad de bronce: figurémonos por un momento á los hombres pri- mitivos de la época terciaria, cediendo á los impulsos naturales para dará entender y expre- sar las sensaciones que les producíanlos diversos fenómenos, los unos aterradores, los otros placenteros, y formar los sonidos que han constituido el lenguaje por medio de los cuales expresaban sus ideas: trasportémonos á esas lejanas edades, y ayudados déla imaginación asistamos á los esfuerzos que harían aquellos hombres para alcanzar y recoger los frutos que pudieran sustentarlos y ver las agonías de los que sucumbían por el veneno que muchos de ellos contenían: trasportémonos á esos lejanos tiempos, y figurémonos por un momento los terribles y sangrientos combates que los primeros hombres han tenido que sostener con las fieras, y en los que las más veces eran vencidos, y las muy pocas ocasiones que salían triun- fantes tenían que devorar la carne del vencido tal como era, porque no poseían aún el sacro y benéfico fuego; y solo pensar en los siglos que trascurrirían para que se presentara la ca- sualidad de que descendiera de las nubes tormentosas el rayo que inflamara algún árbol de los bosques ó que se presentara el caso fortuito de que al frotar con otro objeto un leño con otro y se levantara el humo y el fuego, nos llenamos de temor, semejante al que sen- tirían los primeros que observaron este fenómeno, y que, sin embargo de esto, se apodera- ron de él, ó se lo robaron del cielo, tal como lo refiere la fábula griega y lo conservaron con piadoso respeto en el hogar: y ciertamente ese don celestial es el que ha producido tantos bienes y nos los produce en todos los actos déla vida: el fuego es el alma de todo, y es lo in- dispensable para mantener y hacer progresar todas las industrias humanas: por él supie- ron reblandecer y condimentar sus alimentos, supieron fundir el oro y cobre nativos que habían recogido solo como una cosa curiosa tal vez por su brillo y su color: seria largo enumerar todos los bienes que el fuego ha hecho y hace á las sociedades, por esta razón ellas lo consagraron y aparece en los templos como un signo bendito y vigilado por los sa- cerdotes y las vestales: y cada paso que hadado la humanidad en la vía del progreso ¿cuán- tos años y años han trascurrido? Solo para llegar á la edad de bronce ¿cuántos han sido necesarios? La respuesta es que han pasado siglos sobre siglos para llegar á ese estado. ¿Los americanos han llegado á esa edad? preguntarán algunos: los bronces analizados nos lo dicen: y otros preguntarán, ¿habrían llegado estas naciones á la edad del fierroydel acero? Nosotros podemos afirmar que sí; pero para llegar á esta época de gloria y de rápidos pro- gresos habrían sido necesarios muchísimos siglos, porque en este continente los hombres eran menos libres, porque la multitud tenia que hacer todos los trabajos que en el otro continente hacían los animales domésticos que tanto han contribuido para el rápido ade- lanto de aquellas razas. Sin la existencia del buey nunca se habría inventado el arado: sin el caballo nunca se habrían inventado los carros, y los hombres del otro lado del Atlán- tico, sin este auxilio, habrían sido bestias de carga, como lo fueron los de este antiquísimo Mundo después de la gran catástrofe del hundimiento de la Atlántida, y los hombres que pudieron escapar de este inmenso desastre, huyeron los unos á las costas de la África y de la España, los otros se quedaron esparcidos en estas regiones entregados á sus propias fuer- zas, y sin el auxilio de los animales útiles: la arqueología, la antropología, la geología y la lingüistica se han encargado de resolver esta importantísima cuestión, y de dia en dia se van acopiando los testimonios y los hechos que llegarán á resolver la cuestión, porque en este siglo todo se escudriña, hasta los mas íntimos secretos de la naturaleza. CÓDICE MENDOZINO ENSATO DE DESCIFRACION GEROGLIFICA POR MANUEL OROZCO Y BEBBA. I. Para preparar nuestro trabajo, comenzaremos por copiar, tal como está aún con sus errores ortográfi- cos, del dicho Códice, tomado de Lord Kingsborough, tomo V, página 39. EXPLICACIÓN DE LA COLECCIÓN DE MENDOZA. PARTE PRIMERA. 'OMIENZA la Historia y Fundación de la Cabdad de México, fundada y poblada por los mexicanos, que en aquella sazón se nombraron Mecitis; los cuales el origen que tubieron de ser Señores, y de sus hechos y vidas, bien y sumariamente en esta Ystoria se declara, según que por las Pin- turas é Figuras sucesivamente van sygnificadas. En año de mili y trezientos y veinte y quatro años después del adveni- miento de nuestro Señor y Salvador JesuChristo, los Mexicanos llegaron al asiento de la Cabdad de México, y como lesquadraseel espacio y asien- to della, después de haber muchos años peregrinado en su viaje de tierras en tierras, y en algunas de ellas haber hecho paradas por algunos años, habiendo partido de lejas tierras en la prosecusion de su biaje, no habiéndoles contentado en las paradas que ha- bían hecho, haportaron al lugar de México, en la cual sazón estaba todo anegado de agua, con grandes matorrales de enea, que llaman Mi, y carrizales muy grandes manera de bosques. Tenia en todo el espacio del asiento una encrucijada de agua limpia, y desocu- pada de los matorrales y carrizales, la qual encrucijada hera amanera de aspa de Sant An- drés, según que en lo figurado hace demostración. Y casi al fin y medio del espacio y encrucijada, aliaron los Mecitis una piedra grande ó peña honda en cima un tunal gran- de en donde un águila Caudal tenia su manida y pasto, según que en el espacio del es- A ^ir^l^^ LIT ID£ tUMBÍ/A E HIJOS. WT) ANALES DEL MUSEO NACIONAL 121 taba poblado de huesos de aves y muchas plumas de diversos colores. Y como todo el aciento obiesen andado y paseado, y le hallasen fértil y abundante de cazas, de aves, y pescados, y cosas mariscas, con que se poder sustentar, y aprovechar en sus gran- gerias, entre los pueblos comarcanos. Y por el reposo de las aguas, que no les pudiesen sus vecinos estrechar, y por otras cosas y causas, determinaron en su peregrinación no pasar adelante, y asi determinados de hecho, se hicieron fuertes tomando por murallas y cerca las aguas y emboscadas de los tules y carrizales. Y dando principio ó origen de su asiento y población, fue determinado por ellos nombrar y dar titulo el lugar, llamándole Tenuch- titlan, por razón y causa del tunal producido sobre piedra. El exercito mejicano tubo por caudillos, diez personas nombradas. Ocelpan, Quapan, Acacitli, Ahuexotl, Tenuch, Tecineuh, Xomimitl, Xocoyol, Xiuchcaqui, Atototl (que ansi mismo en lo figurado hacen demostración), los quales habiendo hecho su asiento, eli— jieron por cabeza y Señor á Tenuch para que los gobernase como persona especial para ello, y en quien concurrian partes y abilidad para ejercer señoríos. Y los demás caudillos que fuesen como fueron sus hazedores y capitanes de la demás jente popular. Y en el discurso de su población habiendo pasado algunos años y multiplicando su jen- te, ansí mismo fue nombrada la cabdad México nombrado y derivado de los Mexicanos, nombrándose lugar é asiento de Mexicanos. Y como la jente se obiese en algo aumentado, como jente osada y belicosa, dieron prin- cipio sus ánimos emprevalecér sovre sus vecinos. Y ansí por fuerza de armas lo manifes- taron, enque sometiesen por sus vasallos y tributarios á dos pueblos comarcanos de Méxi- co, nombrados Colhuacan y Tenayucan (que ansi mismo parece que hace demostración por lo figurado) lo qual pasó en el discurso del señorio de Tenuch, que fueron cinquenta y un años, y al remate dellos murió. Lo figurado de azul en los margenes de esta Ystoria, cada una casita ó apartado, signi- fica un año, y son el numero de años y vidas que tubieron los Señores de México; y para que habiertamente y clara se entienda lo figurado, y la cuenta, y nombre de los años es que en los puntos de cada un apartado contaban, por el punto primero numerando hasta llegar á trece puntos: aunque en los apartados y casitas están dibersas figuras, pero la principal quenta es la de los puntos; y aunque hace poco al caso en lo que cada un aparta- do ó casita los nombres de los años que nombraban y ponian en lo del numero del primer punto hasta los treze puntos, para que se entienda, hace aquí por si señal y demostración de los nombres con sus interpretaciones para dar nota al lector. En la orden y regla de los apartados ó casitas numeradas por años, en la casita donde pende un ramo con su pie y a manera de Flor, significa año aciago fortuito, que los Mexi- canos tenian y temian, diciendo que sus antepasados de tiempo inmemorial les habían de- jado aviso, que en los tales años que sucedian de cinquenta y dos en cinquenta y dos años, eran peligrosos fortuitos é aziagos, por causa de que en tales años habia sido el dilubio de aguas generales, y ansí mismo la tenebrosidad de eclipse de sol y terremoto unibersal. Y ansí en tal año hacian grandes sacrificios y ceremonias á sus dioses, y sedaban á hacer, y se abstenían de todos errores para quando llegase el propio dia y hora del tal año. En el qual dia generalmente apagaban todas las lumbres y fuegos, hasta que pasase el dia, y pasado, encendían lumbre nueva traída de una sierra sacada por un sacerdote. CeTuchtli, Come Acatl, Yey Tecpatl, Nahui Cali, Macuñi, Tuchtli, Chiquincen Acatl, Chicóme Tecpatl, Chicnahui Cali, Matlactli Tuchtli, X. oce Acatl, X. ornóme Tecpatl, X. omey Cali, X. onahui Tuchtli: Un conejo, Dos Canas, Tres Pedernales, Quatro Cali, 122 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Cinco Conejos, Seis Canas, Siete Pedernales, Ocho Canas, Nueve Conejos, Diez Canas, Onze Pedernales, Doce Casas, Trece Conejos. Lo de arriba que está escrito de colorado, son los nombres que ponian á los años que es cada un apartado; y la interpretación de los tales nombres son los de abaxo de un aparta- do; en lo colorado donde está numerado una X que son diez, nombran matlactli. PLATE i. 1. Acacitli. 2. Quapa. 3. Ocelopa. 4. Aquexotl. 5. Tecineuh. 6. Tenuch. 7. Xomimitl. 8. Xocoyol. 9. Xiuhcaq. 10. Atototl. 11. Colhuacan Pueblo. 12. Tenayucan Pueblo. 13. Tenochtitlan. PLATE II. 1. Acamapich. 2. Esta rodela y flechas significan instrumentos de guerra. 3. Quauh- nahuac Pueblo. 4. Acamapich. 5. Mizquic Pueblo. 6. Cuitlhuac Pueblo. 7.Xochimil- co Pueblo. Los quatro pueblos figurados en esta plana é intitulados son los que conquistó por fuer- za de armas Acamapich, durante el tiempo que fué Señor de México. Las quatro cabezas arriba contenidas é figuradas, significan los que cautivaron en las guerras de los quatro pueblos, a los quales les cortaron las cabezas, numero de años xxi. El año de mil y trescientos y setenta, en el dicho señorío y governacion subcedio .4 cama- pichtli, y durante su señorío por fuerza de armas ganó y conquistó los pueblos contenidos en las pinturas y en ellas nombrados, que son Quauhnahuac y Mizquic, Cuitlahuac, y Xochimilco. Los quales fueron tributarios reconociendo basallaje. Los años que bivio el dicho Acamapichtli en el dicho señorío, tubo por exercicio é inclinación tener muchas mu- jeres, é yjas de todos los principales de México, en las cuales obo muchos hijos, que fue- ron orijen de se ampliar muchos caziques y capitanes, gente belicosa, mediante los quales se fue aumentando y ensanchando la cabdad de México en gran potestad, según que su- cesib amenté en sus discursos por lo figurado con sus aclaraciones vá significado. Las dos figuras con sus títulos é nombres de Acamapichtli son unamisma cosa resumida en substancia, por que la primera figura demuestra el principio subcesion del dicho señorío, y la segunda figura demuestra el año después que sucedia en el dicho señorío, quando em- pesó á conquistar y sujetar los dichos quatro Pueblos. El dicho señorío tubo discurso de veinte y un años, al cavo de los quales murió y pasó de esta presente vida el dicho Acamapichtli, el cual dicho fallecimiento fue en el año de mil y trescientos y nobenta y seis años. PLATE III. 1. Toltitlan Pueblo. 2. Quauhtitlan Pueblo. 3. Chalco Pueblo. 4. Huicilyhuitl. 5. Esta pintura de rodela y flechas significa las conquistas de los pueblos en el circuito figura- dos y nombrados. 6. Tulancinco Pueblo. 7. Xaltocan Pueblo. 8. Otumpa Pueblo. 9. Tez- cuco Cabdad. 10. Acomia Pueblo. Numero de años xxi. El año de mil trescientos y noventa y seiz, en el dicho señorío subcedio Huicilyhuitl, hi- jo de Acamapich, y durante el discurso de su señorío, por fuerza de armas ganó y conquis- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 123 tó ocho pueblos que son los contenidos en las pinturas de atrás yntitulados los nombres de los dichos pueblos los quales fueron tributarios del señorío Mexicano, reconociendo vasa- llaje. El dicho Huicüyhuitl fue belicoso en guerras é inclinado de tener muchas mujeres, de las quales obó muchos hijos con que se fue aumentando la grosedad de los Mexicanos. El discurso del señorío y bida áel dicho Huicüyhuitl fue veinte y un años, al fin de los quales murió y pasó de esta presente bida, según que en las figuras de las casitas de azul son nu- merados. PLATE IV. 1. Tequixquiac Pueblo. 2. Chimalpupuca. 3. Esta pinturade rodela y flechas significa guerras. 4. Chalco Pueblo. 5. Chimalpupuca difunto. 6. Estas cabezas significan cinco personas Mexicanas que fueron muertas por los de Chalco. 7. Canoa. 7. Canoa. 7. Canoa. 7. Canoa. 8. Esta figura significa la parte de los naturales del pueblo de Chalco que se rebe- laron contra los Mexicanos, haciéndoles daño en quebrantarles quatro canoas con la pie- dra que tiene en las manos, y mas cinco personas que mataron en la dicha rebelión. 9.x. años. El año de mil y quatro cientos y diez y siete en el dicho señorío de México, por fin y muerte ele Huicüyhuitl suscedio Chimalpupuca en el dicho señorío. El dicho Chimalpupuca fue hijo del dicho Huicüyhuitl, y durante el dicho señorío sujetó por fuerza de armas los pueblos de Tequixquiac y Chalco, que es un gran pueblo, y reconociendo vasallaje, paga- ban tributo al señorío de México, según que en las pinturas de atrás hace demostración, y teniendo los dichos pueblos ansi sujetos, el dicho pueblo de Chalco como poderoso á cabo de ciertos años se rebeló contra los Mexicanos, y de la rebelión se les recreció á los Mexi- canos daño en que les mataron cinco personas y les quebraron quatro canoas, según que atrás está significado por las pinturas con sus aclaraciones. El discurso de su bida y señorío del dicho Chimalpupuca fueron diez años, al cabo de los cuales murió, según que en la pintura de las casillas de azul está numerado en el margen. Ansí mismo el dicho Chimalpupuca en el discurso de su bida tuvo muchas mujeres é hi- jos, por que lo tenian por grandeza. PLATE V. 1. Azcapuzala Pueblo. 2. Coy uacan Pueblo. 3. Teocalhueyan Pueblo. 4. Izcoaci. 5. Esta rodela y flechas significan y nstrumentos de guerra con que ganaron los pueblos contenidos en estas planas por sus figuras nombrados. 6. Quaguacan Pueblo. 7. Tlacopan Pueblo. 8. Atlacinhuayan Pueblo. 9. Mixcuac Pueblo. 10. Quauximal Pueblo. 1 1 . Quauh- titlan Pueblo. 12. Tecpan Pueblo. 13. Acolhuacan Pueblo. Numero de años XIII. PLATE vi. 1. Mizquic Pueblo. 2. Cuitlahuac Pueblo. 3. Xodjimilco Pueblo. 4. Chalco Pueblo. 5. Quauhtlatoa se múrio en Tlatilulco. 6. Tlatilulco Pueblo. 7. Huizizilapa Pueblo. 8. Quauhnahuac Pueblo, 9. Cuezalan Pueblo. 10. Zaqualpa Pueblo. 11. Yztepec Pue- blo. 12. Xiuhtepec Pueblo. 13. Yoalan Pueblo. 14. Tepequacinla Pueblo. 124 ANALES DEL MUSEO NACIONAL En el año de mily quatro cientos veinte y siete años en el dicho señorio de México, por fin y muerte del dicho Chimalpupuca, subsedio en el señorio Yzcoaci hijo de Acamapih, Señor que fue de México, y durante el dicho señorio ganó y conquistó por fuerza de armas veinte y quatro pueblos que son los figurados antes de esta plana, los quales pueblos de una entrada que hizo, los sujetó ál señorio de México, por ser como fué el dicho Yzcoaci ba- ílente y belicoso en armas, y hombre de buen juicio é intrépido en muchas cosas, por don- de con sus buenas yndustrias sojuzgó los dichos pueblos, los quales le tributavan recono- ciendo vasallaje. El dicho Yzcoaci tuvo muchas mujeres, de las quales tuvo siete hijos é hijas, y en el dicho señorio estubo trece años, al fin de los cuales el dicho Yzcoaci falleció y pasó de esta presente vida. PLATE vil. 1. Atonal, Coayxtlahuacan Pueblo. 2. Mamalhuaztepec Pueblo. 2. Tenanco Pueblo. Huehuemoteccuma. 5. Ynstrumentos de guerra. 6. Teteuhtepec Pueblo. 7. Chicon- quiauhco Pueblo. 8. Xiuhtepec Pueblo. 9. Totolapa Pueblo. 10. Chalco Pueblo. 11. Quauhnahuac Pueblo. 12. Atlatlauhca Pueblo. 13. Huaxtepec pueblo. PLATE VIII. 1. Yauhtepec Pueblo. 2. Tepuztlan Pueblo. 3. Tepatzinco Pueblo. 4. Yacapichtlan Pueblo. 5. Yoaltepec Pueblo. 6. Tlachco Pueblo. 7. Tlalcozauhtitla Pueblo. 8. Tepecua- cinla Pueblo. 9. Quiyauhteopan Pueblo. 10. Chontalcoatlan Pueblo. 11. Hueypuchtla Pueblo. 12. Atotonilco Pueblo. 13. Axocopan Pueblo. 14. Tulan Pueblo. 15. Xilotepec Pueblo. 16. Yzcuincuitlapilco Pueblo. 17. Atotomilco Pueblo. 18. Tlapacoyom Pueblo. 19. Chapolyexitla Pueblo. 20. Tlaltlauhquitepec Pueblo. 21. Cuetlaxtlan Pueblo. 22. Quauhtochco Pueblo. En el año de mil y quatro cientos y quarenta años, en el dicho señorio de México, por fin y muerte de Izcoaci, subcedió en el dicho señorio Huehuemoteccuma, hijo que fue de Huicüyhuitl, señor que fue de México, y durante el dicho señorio conquistó y ganó por fuerza de armas treinta y tres pueblos, según que está figurado en las planas de atrás an- tes de esta, en el circuito de la figura del dicho Huehuemoteccuma, y habiéndolos sujeta- dos al señorío de México, le pagaron tributo reconociendo vasallaje. 'Este Huehuemoteccuma fué señor muy grave y jeneroso y aplicado á virtud, y fue hom- bre de buen natural y juicio, y enemigo de vicios malos, y por su buena ynclinacion puso orden y leyes en su república, y en todos sus vasallos dependian de él. Ynpusó grandes penas, las quales mandaba ejecutar sin remisión alguna al que las quebrantaba, pero no fue cruel, antes benigno, celoso del bien, y padre de sus vasallos. No fue viciado en mu- jeres, tuvo dos hijos, fue muy templado en el bevér, que jamas en el discurso de su vida no le sintieron embeodarse, según que los naturales Yndios en general son ynclinados en estremo a la beodez, antes al que tal hacia le mandaba corregir y castigar, y por su gene- rosidad y buen ejemplo de su vivir; fué temido y respetado de sus vasallos todo el discur- so de su vida, que fueron veinte y nueve años, al cabo de los cuales murió, y pasó de esta presente vida. PLATE IX. 1. Tlatitula Pueblo. 2. MoquihuixS. que fue de Tlatitula. 3. Atlapula Pueblo. 4. Xa- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 125 latían Pueblo. 5. Axayacazi. 6. Ynstrumentos de guerra. 7. Tlacotepec Pueblo. 8. Mete- pec Pueblo. 9. Capuluac Pueblo. 10. Ocoyacac Pueblo. 11. Quauhpanoayan Pueblo. 12. Xochiacan Pueblo. 13. Teotenanco Pueblo. 14, Caliymaya Pueblo, 15, Cinacantepec Pueblo, Numero de años XII. PLATE X. 1. Tulucan Pueblo. 2. Xiquipilco Pueblo. 3. Tenanzinco. 4. Tepeyaca Pueblo. 5. Tla- ximaloyan Pueblo. 6. Oztoma Pueblo. 7. Xocotitlan Pueblo. 8. Ocuilan Pueblo. 9. Oz- toticpac Pueblo .10. Matlatlan Pueblo .11. Cuezcomatlyyacac Pueblo .12. Tecalco Pueblo . 13. Cuetlaxtlam Pueblo. 14. Puxcauhtlam Pueblo. 15. Ahuilizapan Pueblo. 16. Tlaolan Pueblo. 17. Mixtlan Pueblo. 18. Cueealoztoc Pueblo. 19.Tetzopotitlan Pueblo. 20. Mi- quiyetlan Pueblo. 21. Tamuoc Pueblo. 22. Tanpatel Pueblo. 23. Tuchpan Pueblo. 24. Tenexticpac Pueblo. 25. Quauhtlan Pueblo. En el año de mil quatrocientos y sesenta y nueve años, en el dicho señorio de México, por fin y muerte de Huehuemoteccuma sucedió en el señorío Axayacazi, hijo que fué de Te- cocomoctli, y nieto que fué de Yzcoatzi, Señor que fue de México, y durante el tiempo que el dicho Axayacazi fué señor, conquistó y ganó por fuerza de armas treinta y siete pueblos, según que subcesivamente están figurados y nombrados. Entre los quales pueblos, por fuerza de armas sujetó debajo de su señorio, el pueblo de Tlatilula, cosa de mucha calidad, y el Señor de Tlatilula en aquella sazón era Moquihiiix, persona poderosa, y de gran cali- dad, y por ser de su natural orgulloso, dio principio y ocasional Señor de México de disen- siones y guerras, aviendo los tiempos antes tenidolos por amigos, por la qual ocasión tu- vieron grandes rencuentros y batallas, en donde el dicho Moquihuix de Tlatilula murió des- peñándose de una mezquita alta, por causa de que biendose apretado en la batalla y yen- do de bencido, se entró en la mezquita á guarecerse porque no fuera preso, y reprendién- dole un alfaqui que en la mezquita estaba, repitiéndoselo á boz alzada, se despeñó como dicho es; en la cual sazón los Mexicanos salieron victoriosos, y desde entonces este pueblo de Tlatilula, hasta que los Españoles conquistaron á México, fueron vasallos del Señor de México, pagándole tributo y reconociendo vasallaje. Fué Axayacatzi muy valiente y velicoso en guerras y fué dado á mujeres con gran vicio, por donde tuvo muchas mujeres é hijos, fue sobervio y bullicioso, por donde todos sus va- sallos le temian en extremo. Sustentó y aprobó por bueno las leyes y fueros que su antece- sor Huehuemoteccuma puso, según en su ystoria se há hecho mención, y en el dicho seño- rio tuvo curso de doce años, al fin de los quales falleció y pasó de esta presente vida. PLATE XI. 1. Tonaliymoquecayom Pueblo. 2. Toxico Pueblo. 3. Ecatepec Pueblo. 4. Cilom Pueblo. 5. Tecaxic Pueblo. 6. Tuluca Pueblo. 7. Ticocicatzi. 8. Esta rodela y flechas sig- nifican ynstrumentos con que conquistaron los pueblos contenidos en el circuito de esta plana. 9. Yamanitlam Pueblo. 10. Tlapan Pueblo. 11. Atezcahuacan Pueblo. 12. Macatlam Pueblo. 13. Xochiyetla Pueblo. 14. Tamapacha Pueblo. 15. Ecatlyguapecha Pueblo. 16. Miquetlam Pueblo. En el año de mil y quatrocientos y ochenta y dos años, en el dicho señorio de México, 26 126 ANALES DEL MUSEO NACIONAL por fin y muerte de Axayacaci, subcedió en el dicho señorío Tigogicatzi, hijo del dicho Axa- yacaci, y durante el tiempo de su señorío conquistó y ganó por fuerza de armas catorce pueblos, según que subcesivamente están figurados y nombrados. Yten el dicho Tigogicatzi fue por estremo valiente y velicoso en armas, y antes quesub- cediese en el dicho señorío, hizo por su persona en las guerras cosas hazañosas de valentía, por donde alcanzó tomar dictado de Tlacatecatl, que tenia por titulo de gran calidad y es- tado, y era el punto de que en vacando dicho señorío, el tal punto y grado subcedia luego en el dicho señorío, lo qual ansi mismo sus antecesores hermanos atrás contenidos, y pa- dre, y agüelo tuvieron el mismo curso de los títulos y dictado, por donde subieron á ser señores de México. Yten el dicho Tigogicatzi, por autoridad y estado de dicho señorío, tuvo muchas mujeres é hijos que en ellas obó, y fue hombre grave y sebero en mandar, y ser temido é acatado de sus vasallos: fue ansi mismo aplicado é inclinado á cosas buenas y virtuosas, y buen re- publicano, é mandó guardar é aprobar por buenas las leyes y fueros que sus antecesores ha- bían ampliado y guardado desde en tiempo de Huehuemoteccuma: j fué celoso en perseguir y castigar los malos vicios y delitos que sus vasallos .cometían, y ansi la república Mexi- cana estubo el tiempo de su bida gobernada y bien seguida. Fue el discurso de subida cinco años, al fin de los quales murió y pasó de esta presente vida. PLATE XII. 1. Tziccoac Pueblo. 2. Tlappan Pueblo. 3. Molanco Pueblo. 4. Amaxtlan Pueblo. 5. Qapotlan Pueblo. 6. Xaltepec Pueblo. 7. Chiapan Pueblo. 8. Tototepec Pueblo. 9. Ahui- cocin. 10. Ynstrumentos de guerra. 11. Xochtlan Pueblo. 12. Xolochiuhyom Pueblo. 13. Cozcaquauhtenanco Pueblo. 14. Cocohuipilecan Pueblo. 15. Coyuca Pueblo. 16. Acate- pec Pueblo. 17. Huexolotlan Pueblo. 18. Acapulco Pueblo. 19. Xiuhhuacan Pueblo. 20.. Apancalecan Pueblo. 21. Tecpatepec Pueblo. 22. Tepechiapa Pueblo. 23. Xicochimalco Pueblo. 24. Xiuhteccacatlan Pueblo. PLATE XIII. 1. Tecuantepec Pueblo. 2. Coy olapan Pueblo. 3. Iztactlealocan Pueblo. 4. Teocnitla- tla Pueblo. 5. Huehuetlan Pueblo. 6. Quauhxayacatitla Pueblo. 7. Izhuatlan Pueblo. 8. Comitlan Pueblo. 9. Nantzintlan Pueblo. 10. Hnipilan Pueblo. 11. Cahualan Pueblo. 12. Iztatlan Pueblo. 13. Huiztlan Pueblo. 14. Xolotlan Pueblo. 15. Quauhnacaztlan Pueblo. 16. Macatlan Pueblo. 17. Ayauhtochcintlatla Pueblo. 18. Quauhtlan Pueblo. 19. Cuecalcintlapila Pueblo. 20. Mapachtepec Pueblo. 21. Quauhpilola Pueblo. 22.Tla- cotepec Pueblo. 23. Mizquitlan Pueblo. En el año de mil quatrocientos y ochenta y seis años, en el dicho señorío de México, por fin y muerte de Tigogicatzi, subcedió en el dicho señorío AJiuigogin ermano de su antecesor Tigogicatzi, y durante el tiempo de su señorío, por fuerza de armas conquistó y ganó qua- rentay cinco pueblos, según que subcesibamente están figurados y nombrados. El dicho Ahiiigogin fue semejante en valentia y armas á su antecesor y ermano Tigogicatzi, por don- de alcanzó titulo de Tlacatecatl, ques significado por gran capitán, y del dicho titulo vino á subir y subcederen el dicho señorío. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 127 * Yten el dicho Ahuigogin fué de su natural bien ynclinado, y aplicado á toda virtud, y ansi en el discurso de su vida y señorio, tuvo su república bien rejida, y gobernada, y cum- plió é hizo guardar los fueros y prebilejios que sus antepasados habian sustentado y guar- dado desde en tiempo de Huehiiemodeccuma: y como el estado del señorio de México habia subido en gran manera, y tenia la mayor parte de esta Nueva-España sujetada, recono- ciéndole vasallaje, y de los muchos y ricos tributos que le tributaban, vino á mucha cum- bre el dicho señorio. Y como poderoso y magnánimo hacia é hizo grandes regalos á los su- yos, y fue de templada y begnina condición, por donde sus vasallos y capitanes le amavan en estremo, y le catavan gran reverencia. Ansí mismo tuvo muchas mujeres é hijos en ellas, por ser cosa anexa al dicho señorio, y punto de gran estado. Fue de ajegre condi- ción, por donde sus vasallos continuamente en su vida le festejaban, con muchos é diber- sos géneros de fiestas, y músicas de cantos é ynstrumentos, ansí los dias como las noches, que en sus- casas nunca cesaban cantores, músicos, y muchos ynstrumentos de música. Fue el discurso de su vida diez y seis años, al fin de los qualesmurió y pasó de esta presente vida. plate xrv. 1. Achiotlan Pueblo. 2. Cocolan Pueblo. 3. Nochiztlan Pueblo. 4. Tecutepec Pue- blo. 5. Culan Pueblo. 6. Tlaniztlan Pueblo. 7. Huilotepec Pueblo. 8. Moteccuma. 9. Ynstrumentos de guerra. 10. Ycpatepec Pueblo. 1 1 . Iztactlalocan Pueblo. 12.Chihihual- tatacala Pueblo. 13. Tecaxic Pueblo. 14. Tlachinoltic Pueblo. 15. Xoconochco Pueblo. 16. Cinacanüan Pueblo. 17. Huiztlan Pueblo. 18. Piaztlan Pueblo. 19. Fin y muertede Moteccuma. Pacificación y conquista de la Nueva-España. Numero de años XVIII. PLATE XV. 1. Molanco Pueblo. 2. Caquantepec Pueblo. 3. Pipiyoltepec Pueblo. 4. Hueyapan Pueblo. 5. Tecpatlan Pueblo. 6. Amafian Pueblo. 7. Caltepec Pueblo. 8. Pantepec Pue- blo. 9. Teoacinco Pueblo. 10. Tecocauhtla Pueblo. 11. Teochiapan Pueblo. 12. Cacate- pec Pueblo. 13. Tlachquiyauhco Pueblo. 14. Malinaltepec Pueblo. 15. Quimichtepec Pueblo. 16. Izcuintepec Pueblo. 17. Cencontepec Pueblo. 18. Quetzaltepec. 19. Cuez- comayxtlahuacan Pueblo. 20. Huexolotlan Pueblo. PLATE XVI. 1. Xalapan Pueblo. 2. Xaltianquizco Pueblo. 3. Yoloxpuecuila Pueblo. 4. Atepec Pueblo. 5. Mictlan Pueblo. 6. Iztitlan Pueblo. 7. Tliltepec Pueblo. 8. Comaltepec Pueblo. PLATE XVII. 1. Citlaltepec Pueblo. 2. Quauhtochco Pueblo. 3. Mixcoatl-Tlecatetli, Governador. 4. Tzonpanco Pueblo. 5. Xaltocan Pueblo. 6. Tlacatectli, Governador. 7. Tlacochtectli, 128 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Governador. 8. Huaca Pueblo. 9. Izteyocan Pueblo. 10. Acalhuacan Pueblo. 11. Coa- titlan Pueblo. 12. Huixachtitlan Pueblo. 13. Tlacalectli, Governador. 14. Tlacochtec- tli, Governador. 15. Cocol an Pueblo. 16. Poctepec Pueblo. 17. Coatlayauhcan Pueblo. 18. Acolnahuac Pueblo. 19. Puputlan Pueblo. 20. Iztacalco Pueblo. 21. Chalcoatenco Pueblo. PLATE XVIII. 1. Tlecochtectli, Governador. 2. Tlacatecatl, Governador. 3..0ztoma Pueblo. 4. Tía- catectli, Governador. 5. Tlacochtectli, Governador. 6. Atzacan Pueblo. 7. Tlacochtectli, Governador. 8. Atlan Pueblo. 9. Omequh-Tezcacoacatl, Governador. 10. Tlilancalqui, Governador. 11. Xoconochco Pueblo. 12. Tecapotitlan. En el año de mil y quinientos y dos años, en el dicho señorío de México, por fin y muer- te de Ahuigogin, subcedió en el dicho señorío Moteccuma, el qual, al tiempo que subcedió en el dicho señorío, estaba ya México encumbrado en gran magestad y autoridad, y por haber él sucedido en el dicho señorío, por su mucha grabedad y severidad, engrandeció en estremo el estado y señorío de México mucho mas que sus antecesores. Fué Motecgumahip de Axayacagin que fué señor de México, y primero que subcedió en el dicho señorío, tuvo méritos de hombre valiente en las guerras y capitanias, por lo qual tuvo titulo de Tlaca- tectli. Y ansí subcedió en el dicho señorío, según dicho es. Y estando en el dicho señorío, amplió mas en todo estremo el Imperio Mexicano, dominando sobre todos los pueblos de esta Nueva-España, en que le daban y pagaban grandes tributos, y de balor de mucha ri- queza. Y fue de todos sus vasallos por estremo temido, y por él consiguien sus capitanes y principales, en que ninguno quando negociaban con él, por el gran acatamiento que le tenian, y temor, no osavan mirarle á la cara, si no que tenian los ojos baxosen el suelo, y la cabeza humillada é inclinada al suelo, y otros muchos estreñios y respetos y cerimonias que le hacian é acatavan por la mucha magestad que les representan, de que no se hace aquí mención por evitar prolixidad. Después de haber Motecguma subcedido en el dicho señorío, hizo conquistar quarentay quatro pueblos, según que adelante están figurados y nombrados, y los sujetó debajo de su señorío é imperio y en reconocimiento de vasallaje, todo el tiempo é discurso de su vida, le pagaban y pagaron muchos y grandes tributos, según que adelante por las figuras con sus aclaraciones se manifiestan. Fue Motecguma de su natural sabio y astrólogo é filosofo, y astuto y general en todas artes, ansi militares como en las demás temporales, y por su mucha gravedad y estado tu- vo origen en su señorío de imperio, según que los suyos le acataron, con gran beneracion y potestad, que en comparación de sus antecesores ninguno llegó con cuarta parte á tanto estado y magestad. Los fueros y leyes de sus antecesores, desde en tiempo de Huehuemotecguma hasta su tiempo, mando guardar y cumplir enteramente con mucho celo. Y como fue hombre tan sabio, por su buena naturaleza, ordenó y compuso otros fueros y leyes los que le pareció que faltaban á cumplimiento de los de atrás, sin ninguna derogar, y todo para el probecho y buen gobierno de su república y vasallos. Fue inclinado de tener muchas casas de mujeres é hijas de señores, sus vasallos y confede- rados, y en ellas tuvo muchos hijos, y el tener tantas mujeres fue mas por mostrar gran ma- gestad y señorío, por que lo tenian por gran estado, entre las quales, lashijasdelos mas se- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 129 ñoresy autoridades las tuvo por mujeres lejitimas, según sus ritos y ceremonias, que tenia dentro de sus palacios, y casas de sus moradas, y los hijos que de ellas tenia ó procedian, eran tenidos en mas reputación como legítimos, mas que los otros habidos en las demás mujeres. La orden que entre ellas tuvo es ystoria larga de contar, y por ser la presente ystoria su- maria se dejará de relatar. La cantidad y valor y numero de los tributos que sus vasallos le pagaban, se verá y entenderá adelante, según que por las figuras están significadas y aclaradas, de las cosas y genero que le tributavan: y tuvo por estremo en los tributos que le pagaban, según que por él eran tasados, fuesen siempre cumplidos, y para ello tuvo sus Calpixques y hazedores, puestos en todos los pueblos de sus vasallos, á manera de go- bernadores que los regían, mandaban y gobernaban, y como hera tan temido, ninguno se osaba desmandar ni exceder de su voluntad y mando, y si que por entero se guardaba y cumplia,por que fué irremisible en la ejecución y castigo de los rebeldes. A los diez y seis años del señorío de Moctecguma los mexicanos tubieron abiso de ciertos Españoles descubridores de esta Nueva-España, sobre que la benida y armada de los Es- pañoles hera ganar y conquistar esta tierra, avia de ser al cabo de doce meses, y ansí los mexicanos tubieron cuenta en ello, y hallaron ser berdad, por que al cabo de los doce me- ses fue la benida y llegada al puerto de esta Nueva-España, á los dichos doce meses en la qual binó Don Femando Cortes Marques del Baile, que fue á los diez y siete años del seño- río de dicho Mocteccuma, y á los diez ocho años del dicho señorio, acabó Moctecguma su discurso, en el qual murió y pasó de esta presente bida. Al tiempo que Mocteccuma subce- dió en el dicho señorio, hera hombre de edad de treinta y cinco años, poco mas'ó menos, de manera que al fin y muerte tenia de edad cinquenta y tres años. Luego en el año siguiente después del fallecimiento de Moctecguma, se ganó y pacificó por el Marques del Baile y sus consortes esta Cabdad de México, y otros pueblos comarca- nos á él, y ansí se fue ganando y pacificando esta Nueva-España. Los pueblos de esta plana, y en la de atrás contenidos y figurados é nombrados, fueron governados por los caciques y principales de México, puestos por los Señores de México, y al amparo y buen gobierno de los naturales, y á que enteramente tubiesen á cargo de reco- ger y mandar recojer las rentas y tributos al señorio de México, y á seguridad de los pue- blos por que no se rebelasen. FIN DE LA PARTIDA PRIMERA DE ESTA YSTORIA. ESPLICAGION DE LA COLECCIÓN DE MENDOZA. PARTE SEGUNDA. En la plana siguiente están figuradas é intituladas las cosas y géneros que tributavan los de Tlatilulco que al presente llaman Santiago, al señorio de México, y resumido aquí el dicho tributo es lo siguiente: Tenian por tributo reparar siempre la mezquita nombrada Huiznahuac. Yten quarenta cestos grandes del tamaño de media fanega de cacao molido con arina de maiz que llamaban cacahuapinol, en cada un cesto tenian mil y seiscientas almendras de cacao. Mas otros quarenta cestos de chianpinoli. Mas ochocientas cargas de mantas grandes. Mas ochenta piezas de armas de plumas valadís, y otras ochenta rodelas ansi mismo de plumas valadís de las dibisas y colores que están figuradas. Todo lo qual, escepto las dichas armas, y rodelas, daban de tributo de ochenta en ochen- ta dias, y las dichas armas y rodelas, daban de tributo una bez en todo el año. Tuvo principio el dicho tributo desde en tiempo de Qiiauhtlatoa y MoquihuiXj Señores que fueron de Tlatilula. Los Señores de México que dieron principio á los de Tlatilula y á que les tributasen re- conociendo basallaje fueron Izcoaci y Axayacaci. PLATE XIX. 1. Huiznahuac, Mezquita. 2. XX Cestos de cacao molido. 3. XX Cestos de cacao molido. 4. XX Cestos de pinol. 5. XX Cestos de pinol. 6. Quatrocientas cargas de man- tas grandes. 7. Quatrocientas cargas de mantas grandes. 8. XI Piezas de armas de esta dibisa. 9. XI Piezas de armas de esta dibisa. 10, 11, 12y 13. Estas quatro como flores significan ochenta dias, cada una flor veinte dias, en los qualespor tasación de los Señores de México tributaban los de Tlatilulco de las cosas en esta plana figuradas é intituladas. 14. XI rodelas de esta dibisa. 15. XI rodelas de esta dibisa. 16. Tenuctitlan. 17. Izcoaci 18. Axayacaci 19. QuauUlatoa. 20. Moqiiihuix. 21. Tlatilulco. Los pueblos figurados en las dos planas siguientes, resumidos aquí, son diez y ocho pue- blos, según que están intitulados. Por los Señores de México tenian puesto un gobernador llamado Petlacalcatl, aunque en cada un pueblo tenian puesto un Calpixque, que es como mayordomo, que tenian á cargo de hacer recojer las rentas y tributos que los dichos Seño- res tributaban al Señorio de México y todos los dichos mayordomos acudian al dicho Petla- calcatl, como su governador. Las cosas y géneros que los dichos pueblos tributaban son las siguientes: ANALES DEL MUSEO NACIONAL 131 Dos mil y quatrocientas cargas de mantas grandes de tela torcida. Ochocientas cargas de mantillas, ropa rica, de las colores que están figuradas. Quatrocientas cargas de maxtlac que serbian de pañetes. Quatrocientas cargas de huípiles, y naguas, todo lo qual daban de seis á seis meses de tributo. Yten mas daban cinco piezas de armas de plumas ricas, y otras tantas rodelas, de lasco- lores é dibisas que están figuradas. Yten mas tributaban sesenta piezas de armas de plumas valadis y otras tantas rodelas de las colores é dibisas que están figuradas. Yten mas tributaban un troxe de frisóles, y otro troxe de chian, y otro troxe de maiz, y otro troxe de guautli que es semilla de bledo. Lo qual de las dichas armas y rodelas y troxes de frísoles, y las demás semillas pagavan y tributábanlos dichos pueblos una vez en el año. PLATE xx. 1. Governador, Petlacálcatl. 2. Xaxahpan Pueblo. 3. Yopico Pueblo. 4. Tepetlacalco Pueblo. 5. Tecoloapan Pueblo. 6. Tepechpan Pueblo. 7. Tequemecuan Pueblo. 8. Hui- cilopuchco Pueblo. 9. Colhuacinco Pueblo. 10. Cocotlan Pueblo. 11. Tepepulan Pueblo. 12, Olac Pueblo. 13. Acapan Pueblo. 14. Quatrocientas cargas de maxtla de esta la- bor, que son pañetes. 15. Quatrocientas cargas de huípiles y naguas, de esta labor. 16. cccc Cargas de mantas grandes. 17. cccc Cargas de mantas grandes 18. cccc Cargas de mantas grandes. 19. Cargas quatrocientas mantillas desta labor. 20. Quatrocientas car- gas mantillas desta labor. 21. Quatrocientas cargas mantas grandes. 22. Quatrocientas cargas mantas grandes. 23. Quatrocientas cargas mantas grandes. 24. Una pieza de armas de esta dibisa en un año, plumas ricas. 25. Una rodela de esta dibisa, plumas ricas. 26. Una pieza de armas de esta dibisa en un año, plumas ricas. 27. Una rodela de esta dibisa, plumas ricas. 28. Una pieza de armas de esta dibisa en un año, plumas ricas. 29. Una rodela de esta dibisa, plumas ricas. 30. Una pieza de armas de esta dibisa en un año, plumas ricas. 31. Una rodela de esta dibisa, plumas ricas. PLATE XXI. 1. Cuitlahuac Pueblo. 2.Tezcacoac Pueblo. 3. Mixquic Pueblo. 4. Auchpanco Pueblo. 5. Tzapotitlan Pueblo. 6. Xico Pueblo. 7. Toyac Pueblo. 8. Tecalco Pueblo. 9.Tlaco- xiuhco Pueblo. 10. Nextitlan. 11. Una pieza de armas de esta dibisa, dos en un año de plumas ricas. 12. Una rodela de esta dibisa de plumas ricas. 13. XX Piezas de armas de esta divisa en un año, eran de plumas ricas. 14. XX Rodelas de esta dibisa de plumas. 15. XX Piezas de armas de esta dibisa en un año. 16. XX Rodelas de plumas. 17. XX Piezas de armas de esta dibisa azul de plumas valadis en un año. 18. XX Rodelas de plumas de esta dibisa. 19. Troxe de frísoles y de chia, uno de uno y otro de otro. 20. Un troxe de maiz, y otro de quauhtli semilla de bledo. Los pueblos figurados y nombrados en las dos planas siguientes, resumidos aquí son veinte y seis pueblos, en los quales los Señores de México, desque fueron conquistados por ellos, tenían puestos Calpixques, en cada uno de ellos, y en lo mas principal dominaba so- 132 ANALES DEL MUSEO NACIONAL bre todos ellos un governador, para que los mantubiese en paz y en justicia, y les hiciese cumplir sus tributos y porque no se rebelasen. Los tributos que daban todos los pueblos juntos, adelante contenidos son los siguientes. Dos mil cargas de mantas grandes. Mas mil y doscientas cargas de canahuac ricas, que son mantillas de que los Señores y Caciques vestían de las colores que están significadas. Mas quatrocientas cargas maxtlatl que son pañetes. Mas quatrocientas cargas de guipiles y naguas. Todo lo cual daban é pagaban de tri- buto dos beces en el año. Yten daban mas de tributo tres piezas de armas, guarnecidas con plumas valadisyotras tantas rodelas de las colores y dibisas que están figuradas, todo lo qual daban en un año corrido. Yten mas veinte piezas de armas guarnecidas con plumas valadis y otras tantas rode- las de las dibisas y colores que subcesibamente están figuradas, lo qual tributaban una vez en el año. Yten mas quatro grandes troxes de madera, llenos el uno de frisóles, el otro de chian, el otro de maiz, y el otro de quautli, que es semilla de bledos. En cada un troxe cabian quatro y cinco mil fanegas, lo qual tributaban una bez en cada un año. PLATE XXII. 1. Acolhuacan Pueblo. AcolmecatlCalpixqui. 2. Huicilan Pueblo. 3. Totolcinco Pue- blo. 4. Tlachyahualco Pueblo. 5. Tepechupa Pueblo. 6. Aztaquemeca Pueblo. T.Tea- calco Pueblo. 8. Tonanytla Pueblo. 9. Cempoalan Pueblo. 10. Tepetlaoztoc Pueblo. 11. Ahuatepec Pueblo. 12. Ticatepec Pueblo. 13. Contlam Pueblo. 14. Ixquemecan Pue- blo. 15. Matixco Pueblo. 16. Temaxcalapa Pueblo. 17. Cargas de mantillas de esta co- lor y labor. 18. Cargas de mantillas de esta color. 19. Cargas de mantillas de esta labor. 20. Cargas de mantas blancas. 21 . Cargas de mantas blancas. 22. Cargas guipiles y na- guas de esta labor. 23. Cargas maxtlac que son pañetes. 24. Cargas mantas grandes. 25. Cargas mantas grandes. 26. Cargas mantas grandes. 27. Una pieza de armas de plumas ricas de esta dibisa. 28. Una rodela plumas ricas. 29. Una pieza dearmasdeplu- mas ricas de esta dibisa. 30. Una rodela de plumas ricas. 31 . Una pieza de armas de plu- mas ricas de esta dibisa. 32. Una rodela de plumas ricas. 33. XX Piezas de armas de plu- mas valadis de esta dibisa. 34. Una rodela de plumas. PLATE XXIII. • 1. Veinte piezas de armas de plumas valadis desta dibisa. 2. XX Rodelas de plumas valadis. 3. XX Piezas de armas de plumas valadis de esta dibisa. 4. XX Rodelas de plumas valadis desta dibisa. 5. XX Piezas de armas de plumas valadis desta dibisa. 6. XX Ro- delas de plumas valadis. 7. XX Piezas de armas de plumas azules valadísdesta dibisa. 8. XX Rodelas de plumas valadis desta dibisa. 9. Dos troxes frísoles y chian. 10. Dos tro- xes el uno de maiz, el otro de Quauhtli. 1 1 . Ticayuca Pueblo. 12. Tepetlapa Pueblo. 13. Caliahualco Pueblo. 14. Tecocuca Pueblo. 15, Tlaquilpa Pueblo. 16. Quauhgmecan ANALES DEL MUSEO NACIONAL 133 Pueblo. 17. Epacuyuca Pueblo. 18. Amey aleo Pueblo. 19. Ecatepec Pueblo. 20. Quauh- yocan Pueblo. Los pueblos figurados y nombrados en las dos planas siguientes, numerados aqui, son diez y seis pueblos, los quales tributaban á los Señores de México de las cosas figuradas é intituladas en las dichas dos planas. Yá que fuesen bien regidos y governados, los Seño- res de México encadaunode ellos tenian puestos Calpixques, y sobre todos los Calpixques un governador, persona principal de México, y ansi mismo los Calpixques eran Mexica- nos, lo qual se hacia éprobeya por los dichos Señores y á seguridad, para que no se les rebe- lasen, y á que les administrasen justicia y oyesen en policia. Los dichos tributos que daban los dichos Señores, según que por las dichas figuras están señaladas, resumidos aquí, son los siguientes. Primeramente tributaban mil doscientas cargas de mantas grandes, de tela torcida. Mas doscientas cargas mantillas blancas de la ropa que bestian. Mas mil y doscientas cargas de mantillas de ricas labores, ropa que bestian los Señores y Caciques. Mas-quatrocientas cargas de maxtlatl, que son pañetes que sesponjan. Mas quatrocientas cargas de guipiles y naguas, ropa de mujeres, todo lo qual tributa- ban dos beces en cada un año, de manera que cada un tributo hera de seis en seis meses. Yten tributaban mas ocho piezas de armas, y quatro rodelas guarnecidas con plumas ri- cos de dibersas colores según que están figuradas, lo qual pagan de tributo una vez en el año. Mas quatro troxes grandes de madera, llenas de maiz y frisóles, y chian, y quautli, se- milla de bledos, cabia en cada un troxe cinco mil fanegas, lo qual tributaban una vez en cada un año. Mas ocho mil resmas de papel de la tierra, que tributaban dos beces al año, que por to- dos era en cada un año diez y seis mil pliegos de papel. Mas dos mil xicaras en cada un tributo, lo qual daban dos beces en el año. PLATE xxrv. 1. Quauhnahuac Pueblo. 2. Teocalcinco Pueblo. 3. Chimalco Pueblo. 4. Huicilapa Pueblo. 5. Actlyzpac Pueblo. 6. Xochitepec Pueblo. 7. Miacatl Pueblo. 8. Molotla Pue- blo. 9. Coatlan Pueblo. 10. Xiuhtepec Pueblo. 11. Xoxontla Pueblo. 12. Amacoztitla Pueblo. 13. YztlaPueblo. 14. Ocpayucan Pueblo. 15. Yztepec Pueblo. 16. Atlicholoayan Pueblo. 17. Cargas de mantillas desta color. 18. Cargas de mantillas desta color. 19. Cargas de mantillas desta color. 20. Cargas de mantillas blancas. 21. Cargas de manti- llas blancas. 22. Cargas de maxtla pañetes. 23. Cargas de guipiles y naguas. 24. Car- gas de mantas grandes. 25. Cargas de mantas grandes. 26. Cargas de mantas grandes. 27. Una pieza de armas desta dibisa de plumas ricas. 28. Una rodela de plumas ricas. 29. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 30. Una rodela de plumas ricas. 31. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 32. Una rodela de plumas ricas. 33. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 34. Una rodela de plumas ricas. 97 134 ANALES DEL MUSEO NACIONAL PLATE XXV. 1. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 2. Una rodela de plumas ricas. 3. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 4. Una rodela de plumas ricas. 5. Una pieza de armas de plumas ricas. 6. Una rodela de plumas ricas. 7. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 8. Una rodela de plumas ricas. 9. Dos troxes, el uno de maiz, y el otro de quauhtli, que es semilla de bledos. 10. Dos troxes, uno de frisóles y otro de chian. 11. Ocho mil pliegos de papel de la tierra. 12. cccc Xicaras desta labor. 13. ccccXicaras. 14. cccc Xicaras. 15. cccc Xicaras. 16. cccc Xicaras. Los pueblos figurados y nombrados en las dos planas siguientes, numerados aquí, son veinte y seis pueblos, los quales tributaban á los Señores de México de las cosas figuradas é intituladas en las dichas dos planas, y ansi mismo como en los de atrás, residian en ellos governador y calpixques Mexicanos, puestos por mano de los Señores de México dichos. Los tributos que pagaban son los que se siguen, sacados de las dichas figuras, y resumi- dos aquí. Primeramente tributaban quatrocientas cargas de maxtlatl, que son pañetes. Mas quatrocientas cargas de naguas y huipiles, ropa para mujeres. Mas dos mil y quatrocientas cargas de mantas grandes de tela torcida. Mas ochocientas cargas mantillas ricas, que bestian los Señores y principales de Méxi- co, de las colores que son figuradas. Mas dos mil xicaras barnizadas de las colores que están figuradas. Mas ocho mil resmas de papel de la tierra: todo lo qual daban en cada un tributo, que era de seis en seis meses. Yten mas tributaban quarenta piezas de armas y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas ricas, teñidas, y valadis, de dibersas colores, según que están figuradas. Mas quatro troxes de madera grandes, como los de atrás, llenos de maiz, y frísoles, y chian y quauhtli, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XXVI. 1. Huaxtepec Pueblo. 2. Xochimilcacinco Pueblo. 3. Quauhtlan Pueblo. 4. Ahue- huepan Pueblo . 5 . Anenequilco Pueblo . 6 . Olintepec Pueblo . 7 . Quahuitley xco Pueblo . 8. Companco Pueblo. 9. Huicilan Pueblo. 10. Tlalticapan Pueblo. 11. Coacalco Pueblo. 12. Yzamatitlan Pueblo. 13. Tepoztla Pueblo. 14. Yauhtepec Pueblo. 15. Yacapichtla Pueblo. 16. Tlayacapa Pueblo. 17. Xaloztoc Pueblo. 18. Tecpacinco Pueblo. 19. Ayo- xochapa Pueblo. 20. Tlajacac Pueblo. 21. Tehuizco Pueblo. 22. Cargas de maxtlatl. 23. Cargas de huipiles y naguas. 24. Cargas de mantas grandes. 25. Cargas de mantas gran- des. 26. Cargas de mantas grandes. 27. Cargas de mantillas desta labor. 28. Cargas de mantillas desta labor. 29. Cargas de mantas grandes. 30. Cargas de mantas grandes. 31. Cargas de mantas grandes. 32. XX Piezas de armas de plumas valadis de esta dibisa. 33. XX Rodelas de plumas valadis. 34. XX Piezas de armas de plumas valadis. 35. XX Ro- delas de plumas valadis. 36. Una pieza de armas de plumas ricas de esta dibisa. 37. Una rodela de plumas ricas. 38. Una pieza de armas de plumas ricas. 39. Una rodela de plumas ricas. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 13& PLATE XXVII. 1. Una pieza de armas de plumas ricas. 2. Una rodela de plumas ricas. 3. Una piezade armas de plumas ricas desta dibisa. 4. Una rodela de plumas ricas. 5. Una pieza de ar- mas de plumas desta dibisa. 6. Una rodela de plumas ricas. 7. Una pieza de armas de plumas ricas deestadibisa. 8. Una rodela de plumas ricas. 9. Dos troxes demaiz, y semi- llas de bledos. 10. Dos troxes de frisóles y chian. 1 1 . Xicaras. 12. Xicaras. 13. Xicaras. 14. Xicaras. 15. Xicaras. 16. Ocho mil resmas de papel de la tierra. 17. Nepopoalco Pue- blo. 18. Atlatlauca Pueblo. 19. Totolapa Pueblo. 20. Amilcinco Pueblo. 21.Atlhuelic Pueblo. Los pueblos figurados y nombrados en la una plana siguiente, numerados aquí, son sie- te pueblos, los quales tributaban á los Señores de México, según que en las partidas de atrás se a hecho mención, y son las que se siguen. Primeramente quatrocientas cargas de mantillas de ricas labores, y ochocientas car- gas de mantillas llamadas de las colores que están figuradas. Mas quatro mil petates, que son esteras, y otros quatro mil espaldares con sus asientos, hechos con enea y otras yerbas, lo qual tributaban de seis áseis meses. Yten mas dos piezas de armas, y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas ricas de la dibisa y colores que están figuradas. Mas sesenta piezas de armas y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas valadis. Mas quatro trojes grandes de madera del tamaño y grandor de los de atrás, llenos de maiz y frisóles, y chian y quauhtli; lo qual davan de tributo una vez en el año. PLATE XXVIII. 1. Quauhtitlan Pueblo. 2. Tehuiloyoca Pueblo. 3. Alhuexoyocan Pueblo. 4. Xalapan Pueblo. 5. Tepoxaco Pueblo. 6. CuezcomahuacanPueblo.7.XilocincoPueblo.8.Cargas de mantillas destalabor. 9. Cargas demantillas destalabor. 10. Cargas de mantillas blan- cas. 11. Una pieza de armas de plumas ricas. 12. Una rodela de plumas ricas. 13. Una pieza de armas de plumas ricas. 14. Una rodela de plumas ricas. 15. XX Piezas de armas de plumas valadis. 16. XX Piezas de armas de plumas valadis. 17. XX Piezas de armas de plumas valadis. 18. XX Rodelas de plumas valadis. 19. XX Rodelas de plumas vala- dis. 20. XX Rodelas de plumas valadis. 21 . Dos troxes de maiz y quautli. 22. Dos troxes de frisóles y chian. 23. Quatro mil espaldares de enea. 24. Quatro mil esteras. 25. Cada una destas espigas significa quatrocientas. Los pueblos figurados y nombrados en la plana siguiente, numerados aqui, son diez pueblos, los quales tributaban á los Señores de México, según que enlas partidas de atrás se a hecho mención, y de las cosas que tributaban son las que se siguen. Primeramente ochocientas cargas de mantillas ricas y labradas, según que están figu- radas é intituladas. Mas quatrocientas cargas mantillas blancas con sus canefas de negro y blanco. Mas ochocientas cargas mantillas blancas. Mas quatrocientas cargas de naguas y guipiles. Mas quatrocientos cantaros grandes de miel espesa de maguez. Todo lo qual tributaban de seis en seis meses. 130 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Yten mas tributaban dos piezas de armas guarnecidas con plumas ricas, y otras dos ro- delas de plumas ricas de las dibisas que están figuradas é intituladas. Yten mas quarenta piezas de armas guarnecidas con plumas valadis, y otras tantas ro- delas de las dibisas que están figuradas. Yten mas quatro troxes de madera grandes, el tamaño de los de atrás, en las partidas significadas, el uno de maiz, el otro de frisóles, otro de chian y otro de guautli, semilla de bledos, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XXIX. 1. Axopan Pueblo. 2. Ateneo Pueblo. 3. Tetepanco Pueblo. 4. Xochichivca Pueblo. 5. Temohuázan Pueblo. 6. Tezcatepec Pueblo. 7. Mizquiyahuala Pueblo. 8. Yzmiguilpa Pueblo. 9. Tlaahuililpa Pueblo. 1 1 . Cargas de mantillas destalabor. 12. Cargas de man- tillas desta labor. 13. Cargas de mantillas blancas. 14. Cargas de mantillas blancas. 15. Cargas de mantillas desta labor. 16. Huípiles y naguas, cargas. 17. Una pieza de armas de plumas desta dibisa. 18. Una rodela de plumas ricas. 19. XX Piezas de armas de plu- mas valadis, coloradas. 20. XX Rodelas de plumas valadis. 21. Una pieza de armas de plumas ricas. 22. Una rodela de plumas ricas 1 23. XX Piezas de armas de plumas vala- dis azules. 24. XX Rodelas de plumas valadis. 25. Dos troxes de maiz y guautli. 26. Dos troxes de frisóles y chian. 27. cccc Cantaros de mieldemaguez espesa. Numero de los pueblos de la plana siguiente, contenidos y figurados, y nombrados, que tributaban á los Señores de México por la orden que los de atrás, en las partidas declara- do, resumidos aqui los dichos pueblos son siete pueblos, y las cosas que tributaban son las siguientes. Primeramente quatrocientas cargas de mantillas de ricas labores, que era ropa quebes- tian los Señores y Caciques. Mas quatrocientas cargas de mantillas blancas, con sus cañetas de blanco y negro. Mas ochocientas cargas de mantas grandes de tela torcida. Mas quatrocientas cargas de cal, todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban dos piezas de armas guarnecidas con plumas ricas, y dos rodelas, según que sus dibisas están figuradas é intituladas. Yten mas sesenta piezas de armas, y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas vala- dis, según que sus dibisas están figuradas é intituladas. Mas quatro troxes grandes de madera del tamaño de las de atrás, el uno lleno de maiz, otro de frisóles, y otro de chian, y otro de guautli, todo lo cual tributaban unavezenelaño. PLATE XXX. 1. Ato tonilco Pueblo. 2.Guapalcalco Pueblo. 3. Quecalmaca Pueblo. 4. Acocolco Pue- blo. 5. Tehuehuec Pueblo. 6. Otlazpa Pueblo. 7 Xalac Pueblo. 8 Cargas de mantillas ri- cas desta labor. 9 Cargas mantillas destalabor. 10 Cargas mantas grandes. 11. Car- gas mantas grandes. 12. Una pieza de armas de plumas ricas de esta dibisa. 13. Una ro- dela de plumas ricas de esta dibisa. 14. Una pieza de armas, plumas de esta dibisa. 15. Una rodela de plumas ricas de esta dibisa. 16. Veinte piezas de armas de plumas valadis ANALES DEL MUSEO NACIONAL 137 de esta dibisa. 17. XX Piezas de armas de plumas valadis de esta dibisa. 18. XX Piezas de armas de plumas desta dibisa. 19. XX Rodelas de plumas valadis desta divisa. 20. XX Rodelas de plumas valadis desta dibisa. 21. XX Rodelas de plumas valadis desta dibisa. 22. Dos troxes de maiz y de chian. 23. Dos troxes de ñisoles y guautli. 24. cccc Cargas de cal. Numero de los pueblos de la plana siguiente, que sonnuebe pueblos, según que están fi- gurados y nombrados. Primeramente quatrocientas cargas de mantillas de labores ricas que bestian los Seño- res de México y Caciques. Mas quatrocientas cargas de mantillas blancas, con sus canefas de blanco y negro. Mas ochocientas cargas de mantillas de eneguen blancas. Mas quatrocientos cantaros de miel espesa de maguey. Todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas dos piezas de armas, y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas ricas, de las colores é dibisas que están figuradas é intituladas. Mas sesenta piezas de armas, y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas valadis, con las colores é dibisas que son figuradas é intituladas. Mas quatro troxes grandes de madera del tamaño délos de atrás, llenos el uno de maiz, el otro de frisóles, otro de chian y otro de guautli, todo lo qual tributaban una bez en el año. PLATE XXXI. 1. Huepuchtla Pueblo. 2. Xalac Pueblo. 3. Tequixguiac Pueblo. 4. Tetlapanaloya Pueblo. 5. Xicalhuacan Pueblo. 6. Xomezocan Pueblo. 7. Acayocan Pueblo. 8. Tezca- tepetonco Pueblo. 9. Atocpan Pueblo. 10. Cargas de mantillas ricas desta labor. 11. Car- gas de mantillas de eneguen. 12. Cargas de mantillas de eneguen. 13. Cargas de manti- llas de eneguen. 14. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 15. Una pieza de armas de plumas ricas de esta dibisa. 16. XX Piezas de armas de plumas valadis amari- llas desta dibisa. 17. Una rodela de plumas ricas desta divisa. 18. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 19.. XX. Rodelas de plumas valadis de esta dibisa. 20. XX. Piezas de armas de plumas valadis de esta dibisa. 21 . XX. Rodelas de plumas valadis de esta dibi- sa. 22. XX Piezas de armas de plumas valadis de esta dibisa. 23. XX Rodelas de plumas valadis desta dibisa. 24. Dos troxes, el uno de maiz, y el otro de guauhtli, que es semilla de bledo. 25. Dos troxes, el uno de frisóles, y el otro de chian. 26. cccc Cantaros de miel de maguez espesa. Numero de los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente. Ochocientas cargas de mantillas ricas, ropas que bestian los Señores de México, según que en la dicha plana están figuradas é intituladas. Mas mil y seiscientas cargas de mantillas de eneguen, blancas, todo lo qual tributaban á los Señores de México, de seis en seis meses. Yten mas quatro piezas de armas, y otras tantas de rodelas guarnecidas con plumas ri- cas, según que las colores é dibisas están figuradas é intituladas. Mas quatro troxes grandes de madera como las de atrás, llenas de maiz, y frisóles, y chian, y guauhtli, todo lo qual tributaban una vez en el año. 138 ABALES DEL MUSEO NACIONAL PLATE XXXII. 1. AtotonilcoPusblo. 2. Caxochitla Pueblo. 3. Quachque^aloya Pueblo 4. Hueyapan Pueblo. 5. Itzihuiuquiliücan Pueblo. 6. Tulancingo Pueblo. 7. Quatrocientas cargas man- tillas ricas desta labor. 8. Cargas de mantillas ricas desta labor. 9. Cargas de mantillas ene- guen. 10. Cargas de mantillas eneguen. 11. Cargas de mantillas eneguen. 12. Cargas de mantillas eneguen. 13. Una pieza dearmas ricasdesta dibisa. 14. Unarodelade plumas ri- cas desta dibisa. 15. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 16. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 17. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 18. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 19. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 20. Una rodela plumas ricas desta dibisa. 21 . Dos troxes el uno de maizy el otro de ciñan. 22. Dos troxes el uno de frisóles, y el otro de guautli, que es semilla de bledos. Numero de los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente, que son siete pueblos. Primeramente quatrocientas cargas de naguas y guipiles mui ricos, que es ropa para mujeres. Mas quatrocientas cargas de mantas ricas, ropas para Señores. Mas quatrocientas cargas de naguas labradas. Mas ochocientas cargas de mantas ricas. Mas quatrocientas cargas de mantillas ricas. Mas quatrocientas cargas de mantas betadas por medio de colorado, todo lo qual tribu- taban de seis en seis meses. Yten mas una águila viva, ó dos, ó tres, ó mas según las hallaban. Yten dos piezas de armas, y otras dos rodelas guarnecidas con plumas ricas, de la dibi- sa y color que están figuradas. Mas quatro troxes grandes de madera, llenos de maíz, frisóles y chian, y guautli, todo lo qual tributaban una vez el año. PLATE XXXIII. 1. Xilotepec Pueblo. 2. Tlachco Pueblo. 3. Tzanayalquilpa Pueblo. 4. Michmaloyan Pueblo. 5.Tepetitlan.6. AcaxochitlaPueblo. 7.TecocauhtlaPueblo.8. Cargas de naguas guipiles mui ricos. 9'. Cargas de mantas ricas desta labor. 10. Cargas de naguas desta la- bor. 1 1 . Cargas de mantas ricas desta labor. 12. Cargas de mantas ricas desta labor. 13. Una águila viva que cada un tributo trayan, unas vezes tres, otras quatro, y otras mas ó menos. 14. Cargas de mantas desta labor. 15. Cargas de mantillas ricas desta labor. 16. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 17. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 18. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 19. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 20. Dos troxes de maiz y chian. 21 . Dos troxes de frísoles y quautli. Numero de los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente, son trece pueblos. Primeramente ochocientas cargas mantillas ricas de la labor que están figuradas. Mas ochocientas cargas de mantillas de eneguen, lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas una pieza de armas, y una rodela guarnecidas con ricas plumas. Mas quarenta piezas de armas, y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas valadis, las quales armas tributaban una vez en el año. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 139 Mas quatro troxes grandes de madera, del tamaño de los de atrás, llenos de maíz y de frisóles, y dechian, y quautli, que ansi mismo tributaban una vez en el año. Yten mas mil y doscientas cargas de leña, que tributaban de ochenta en ochenta dias. Mas mil y doscientas vigas grandes de madera, que tributaban de ochenta en ochenta dias. Mas dos mil y quatrocientos tablones, que tributaban de ochenta en ochenta dias. PLATE XXXIV. 1. Quahuacan Pueblo. 2. Tecpan Pueblo. 3. Chapolmoloya Pueblo. 4. Tlalatlaoco Pue- blo. 5. Acaxochic Pueblo. 6. Ameyalco Pueblo. 7. Ocotepec Pueblo. 8. Yuohuizquilocan Pueblo. 9. Coatepec Pueblo. 10. Cargas de mantillas. 11. Cargas de mantillas. 12. Car- gas de mantillas. 13. Cargas de mantillas. 14. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 15. Veinte piezas de armas de plumas valadis desta dibisa. 16. XX Piezas de ar- mas valadis desta dibisa. 17. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 18. XX Rodelas de plumas valadis desta dibisa. 19. XX Rodelas de plumas valadis desta dibisa. 20. Dos tro- xes, elunodemaiz, y el otro de chian. 21. Dos troxes, uno de frisóles, y otro quautli. 22. cccc Vigas grandes. 23. cccc Vigas grandes. 24. cccc Vigas grandes. 25. cccc Tablo- nes de madera grandes. 26. Tablones de madera grandes. 27. cccc Tablones de madera grandes. 28. cccc Morrillos de madera. 29. cccc Morrillos de madera. 30. Morrillos de ma- dera. 31. cccc Cargas de leña. 32. cccc Cargas de leña. 33. cccc Cargas de leña. 34. Quauh- panoaya Pueblo. 35. Tallacha Pueblo. 36. Chichicquautla Pueblo. 37. Huitzcilapa Pueblo. Numero de los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente, que son los pueblos doce. Primeramente quatrocientas cargas de mantillas de algodón blancas, con su ganefa de amarillo, y colorado, y aceitunado. Mas quatrocientas cargas de mantillas de eneguen, labradas y vetadas de colorado, blanco, y negro. Mas mil y doscientas cargas de mantillas de eneguen blancas, lo cual tributaban de seis en seis meses. Yten mas dos piezas de armas con otras tantas rodelas, guarnecidas con plumas ricas, de las dibisas y colores que están figuradas. Mas veinte piezas de armas, y otras tantas rodelas, guarnecidas con plumas valadis, de las dibisas y colores que están figuradas. Mas seis troxes grandes de madera como los de atrás, llenos de frisóles, y maiz, y chian, y quautli, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XXXV. 1. Tuluca Pueblo. 2. Calixtlahuacan Pueblo. 3. Xicaltepec Pueblo. 4. Tepetlhuacan Pueblo. 5. Mitepec Pueblo. 6. Capulteopan Pueblo. 7. Metepec Pueblo. 8. Cacalomaca Pueblo. 9. Caliy mayan Pueblo. lOTeotenanco Pueblo. 1 1 . Tepemaxalco Pueblo. 12. Co- quitzinco Pueblo. 13. cccc Cargas mantillas de algodón desta labor. 14. Cargas de manti- 140 ANALES DEL MUSEO NACIONAL lias de eneguen desta labor. 15. Cargas mantillas de eneguen blancas. 16. Cargas manti- llasde eneguen blancas. 17. Cargas mantillas de eneguen blancas. 18. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 19. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 20. Vein- te piezas de armas de plumas valadis desta dibisa. 21 . Una rodela de plumas ricas desta di- bisa. 22. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 23. Veinte rodelas de plumas valadis desta dibisa. 24. Dostroxes, el uno de maiz, y otro de chian. 25. Dos troxes de maiz, de frisóles, y de quautli. 26. Dos troxes, el uno de maiz, y otro de chian. 27. Dostroxes, el uno de frisóles, y el otro de chian. Numero de los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente, que son seis pueblos. Primeramente tributaban ochocientas cargas de mantillas ricas de eneguen, de labor que están figuradas. Mas quatrocientas cargas de mantillas ricas de algodón, de labor que están figuradas. Mas dos mil panes de sal muí blanca, refinada á manera de formas, la qual se gastaba solamente para los Señores de México, todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas una pieza de armas con su rodela, guarnecidas con plumas ricas, de las colo- res y dibisas que están figuradas. Mas veinte piezas de armas, y otras tantas rodelas, guarnecidas con plumas baladis, de de la color y dibisa que están figuradas. Mas quatro trojes grandes de madera, del tamaño de los de atrás, llenos el uno de maiz y el otro de frisóles, y chian, y quautli, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XXXVI. 1. Ocuilan Pueblo. 2. Cargas de mantillas de eneguen ricas desta labor. 3. Cargas de mantillas. 4. Cargas de mantillas ricas de eneguen. 5. Cargas mantillas blancas de eneguen. 6. Tenantzinco Pueblo. 7. Tequaloyan Pueblo. 8. Tonathiuco Pueblo. 9. Coa- tepec Pueblo. 10. Qincozca Pueblo. 11. Una pieza de armas de plumas desta dibisa. 12. Una rodela de plumas ricas. 13. XX Piezas de armas plumas valadis desta dibisa. 14. XX Rodelas de plumas valadis. 15. Dostroxes, el uno de maiz, y el otro de quautli. 16. Dostro- xes, el uno de frisóles, y el otro de chian. 17. cccc Panes de sal desta forma. 18. cccc Panes de sal desta forma. 19. cccc Panes de sal desta forma. 20. cccc Panes de sal desta forma. 21. cccc Panes de sal desta forma. Estos panes de sal era mui blanca, y sutil, la qual se gastava para solamente los Señores de México. Numero de los pueblos de la plana siguiente, figurados é intitulados, que son tres pueblos. Primeramente mil y doscientas cargas de mantas grandes de eneguen blando. Mas quatrocientas cargas de mantillas de eneguen labrado: todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban una vez en el año, ocho troxes grandes de madera, del tamaño de los de atrás, llenos los dos de maiz, y dos de frisóles, y dos de chian, y dos de quautli. PLATE XXXVII. 1. Malinalco Pueblo. 2. Cargas de mantas grandes de eneguen blando. 3. Cargas de mantas de eneguen blando. 4. Cargas de mantas de eneguen blando, que llaman yzccotü- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 141 matli. 5. Conpahnuacán Pueblo. 6. Dostroxes, el uno de maiz, y el otro de quautli. 7. Dos troxes el uno de frisóles, y el otro dechian. 8. Xocotytlan Pueblo. 9. Cargas de mantillas de eneguen desta labor. 10. Dostroxes, el uno de maiz, y el otro de quautli. 1 1 . Dos tro- xes, el uno de frisóles, y el otro de chian. Numero de los pueblos contenidos é intitulados en la plana siguiente, que son diez pue- blos de tierra caliente. Primeramente quatrocientas cargas mantillas de algodón ricas, de la labor que está fi- gurada. Mas quatrocientas cargas de naguas y guipiles. Mas mil y doscientas cargas de mantillas de eneguen blando, lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas doscientos cantarillos de miel de a.vejas. Mas mil y d. scientas xicaras varnizadas de amarillo. Mas quatrocientas canastillas de cópale blanco para sahumerios. Mas ocho mil pellas de cópale por refínar, enbueltas las pellas en hojas de palma. Todo lo qual tributaban de ochenta en ochenta dias. Yten mas dos piezas de armas y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas ricas de la dibisa y color que están figuradas. Mas dos troxes grandes de madera, del tamaño de los de atrás significados, llenos el uno de maiz, y el otro de chian, todo lo qual tributaban una bez en el año. PLATE XXXVIII. 1. Tlachco Pueblo. 2. Acamilyxtlahuaca Pueblo. 3. Chontalcoatlan Pueblo. 4. Tecti- pa Pueblo. 5. Nochtepec Pueblo. 6. Teotliztacan Pueblo. 7. Tlamacazapa Pueblo. 8. Te-, pexahnualco Pueblo. 9. Tzicapuzalco Pueblo. 10. Tetenanco Pueblo. 11. Cargas manti-. lias de algodón, rica desta labor. 12. Cargas de naguas y guipiles. 13. Cargas mantillas de eneguen blando, ropa grande. 14. Cargas mantillas de eneguen blando, ropa grande. 15. Cargas mantillas de eneguen blando, ropa grande. 16. Unapieza de armas de plumas, desta dibisa. 17. Unarodela deplumas ricas desta dibisa. 18. Una pieza de armas de plu- mas desta dibisa. 19. Una rodela plumas ricas destadibisa. 20. Dos troxes, el uno de maiz, yelotrodechian.21.XX.22.XX. 23. XX. 24. XX. 25. XX. 26. XX. 27. XX. 28. XX. 29. XX. 30. XX. Cada un cantarillo significa veinte cantarillos de miel de abejas, según que en cada un cantarillo está numerado. 31 . cccc Canastillos de cópale blanco re- finado. 32. cccc Xicaras. 33. cccc Xicaras. 34. cccc Xicaras. 35. Ocho mil pellas de cópa- le por refinar, enbueltas las pellas en hojas de palma. Numero de los pueblos de tierra caliente figurados é nombrados en la plana siguiente, que son catorce pueblos. Primeramente quatrocientas cargas de mantas colchadas. Mas quatrocientas cargas de mantas vetadas de negro y blanco. Mas quatrocientas cargas de mantas ricas. Mas quatrocientas cargas de naguas y guipiles. Mas quatrocientas cargas de mantillas blancas. Mas mil y seiscientas cargas de mantas grandes, todo lo qual tributaban de seis en seis meses. 28 142 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Yten mas tributaban cien hachuelas de cobre. Mas mil y doscientas xicaras de barniz amarillo. Mas doscientos cantarillos de miel de abejas. Mas quatrocientas cestillas de cópale blanco para saumerios: todo lo qual tributaban de ochenta en ochenta dias. Mas ocho mil pellas de cópale por refinar, que ansi mismo se gastaba para sahumerios, y se tributaba de ochenta en ochenta dias. Yten mas dos piezas de armas con sus rodelas, guarnecidas con plumas ricas de la dibi- sa que están figuradas. Mas veinte piezas de armas con sus rodelas guarnecidas con plumas valadis. Mas cinco sartas de piedras ricas que llaman chalchihuitl. Mas quatro troxes grandes de madera, del tamaño de los de atrás, llenos de maiz, frisó- les, chian, y quautli: todo lo cual tributaban una vez en el año. PLATE XXXIX. 1. Tepecuacuilco Pueblo. 2. Chilapan Pueblo. 3. Ohuapa Pueblo. 4. Huitzoco Pueblo. 5. Tlachmalacac Pueblo. 6. Yoalan Pueblo. 7. Cocolan Pueblo. 8. Atenanco Pueblo. 9. Chilacachapa Pueblo. 10. Teloloapan Pueblo. 1 1 . Cargas de mantas colchadas desta la- bor. 12. Cargas de mantas desta labor. 13. Cargas de mantas ricas desta labor. 14. Car- gas de naguas y guipiles. 15. Cargas mantillas blancas. 16. Cargas mantas grandes. 17. Cargas mantas grandes. 18. Cargas mantas grandes. 19. Cargas mantas grandes. 20. c Hachuelas de cobre. 21 . Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 22. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 23. XX Piezas de armas de plumas valadis desta dibisa. 24. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 25. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 26. XX Rodelas de plumas valadis. 27, 28, 29. Xicaras. 30. Dos troxes, elunode maiz, y el otro dechian. 31 . Dos troxes, el uno trisóles, y el otro de quautli. 32, 33, 34, 35, 36. Cinco sartas de quentas de piedras ricas que llaman chalchiuitl. 37. Cestillas de cópale blanco. 38. Pellas de cópale por refinar, ocho mil. 39, 40, 41, 42,43, 44, 45,46, 47, 48. Doscientos cantarillos de miel de abejas. 49. Oztoma Pueblo. 50. Ychcateopa Pueblo. 51. Alahuiztla Pueblo. 52. Cuecalan Pueblo. Numero de los pueblos de tierras calientes, figurados é intitulados en la plana siguiente. Primeramente mil y seiscientas cargas de mantas grandes listadas de color naranjado. Mas dos mil y quatrocientas cargas de mantas grandes de tela torcida. Mas ochenta cargas cacao bermejo. Mas quatrocientos fardos de algodón. Mas ochocientas conchas de las mas coloradas, á manera de veneras: todo lo qual tri- butaban de seis en seis meses. PLATE XL. 1 . Qihnatlan Pueblo. 2. Colima Pueblo. 3. Panotlan Pueblo. 4. Nochcoc Pueblo. 5. Yz- tapan Pueblo. 6. Petlatlan Pueblo. 7. Xihuacan Pueblo. 8. Apanealecan Pueblo. 9. Co- £ohuipileca Pueblo. 10. Coyucac Pueblo. 11. Qacatulan Pueblo. 12. XolochiuhyanPue- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 143 blo. 13. Cargas mantas grandes desta labor. 14. Cargas mantas grandes desta labor. 15. Cargas mantas grandes desta labor. 16. Cargas mantas grandes desta labor. 17. Mantas grandes blancas. 18. Cargas mantas grandes blancas. 19. Cargas mantas grandes blancas. 20. Cargas mantas grandes blancas. 21. Cargas mantas grandes blancas. 22. Cargas mantas grandes blancas. 23. 1XXX Cargas de cacao bermejo. 24. cccc Fardos de algo- don. 25. cccc Conchas de la mar como veneras coloradas. 26. cccc Conchas de la mar como veneras coloradas. Numero de los pueblos de tierras calientes, figurados é intitulados en la plana siguiente. Primeramente quatrocientas cargas de naguas y gui piles. Mas quatrocientas cargas de mantillas vetadas de colorado. Mas ochocientas cargas de mantas grandes. Mas ochocientas xicaras que llaman tecomates, de las buenas con que beven cacao, to- do lo qual tributaban cada seis meses. Yten mas dos piezas de armas con sus rodelas, guarnecidas con plumas ricas, de la di- bisa é colores con que están figuradas. Mas veinte xicaras de oro en polvo, cada una xicara tenia de grueso como dos almo-> zadas. Mas diez tabletas de oro de quatro dedos en ancho, y de largo tres cuartas de vara, y el grosor como de pergamino, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XLI. 1. Tlapa Pueblo. 2. Xocotla Pueblo. 3. Ychcateopa Pueblo. 4. Amaxac Pueblo. 5. Ahuacatla Pueblo. 6. Acocozpa Pueblo. 7. Yoalan Pueblo. 8. Ocoapan Pueblo. 9. Huit- zannola Pueblo. 10. Acuitlapa Pueblo. 11. Malinaltepec Pueblo. 12. Totomixtlahuacán Pueblo. 13. Tetenanco Pueblo. 14. Chipetlan Pueblo. 15. Cargas de naguas guipiles. 16. Cargas mantillas desta labor. 1 7 . Cargas de mantas grandes 17 . Cargas de mantas grandes. 18. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 18. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 19. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 19. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 20. Diez tabletas de oro de quatro dedos de ancho, como un pergamino de grueso, y de tres cuartas de vara de medir de largo. 21 . Veinte xicaras de oro en pol- vo, cada una xicara cabia en ella dos almozadas. 22. Ochocientas xicaras que llaman tecomates, de las buenas con que beven cacao. En el pueblo nombrado é intitulado en la plana siguiente, que se dice Tlacocauhtitlan, pueblo caliente, daba de tributo lo siguiente. El pueblo de Tlacocauhtitlan con otros siete pueblos en la partida primera. Quatrocientas cargas de mantas grandes. Cien cantarillos de miel de abeja. Veinte cazuelas de tecocahuitl, que es un varniz amarillo, con qué seevixaban, todo lo qual daban de tributo de seis en seis meses. Yten una pieza de armas con su rodela guarnecida de ricas plumas, quedaban de tribu- to una vez en el año. 144 ANALES DEL MUSEO NACIONAL PLATE XLII. 1. Una pieza de plumas desta dibisa. 2. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 3. Car- gas de mantas grandes. 4. Veinte cazuelas de tecocahuitl, que es un barniz amarillo con que se envixaban. 5. Cien cantarillos de miel de abejas. 6. Tlacocautitla Pueblo. 7. Toli- mani Pueblo. 8. Quauhtecomacinco Pueblo. 9. Ychcatlan Pueblo. 10. Tepoztitla Pue- blo. 11. Ahuacicinco Pueblo. 12. Mitzinco Pueblo. 13. Cacatla Pueblo. Los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente, en la partida segunda tributa- ban lo siguiente: Quatrocientas cargas de mantas grandes. Mas quarenta cascabeles grandes de cobre. Mas ochenta achuelas de cobre. Mas cient cantarillos de miel de abejas que tributaban de seis en seis meses. Yten mas una pieza de armas con su rodela de plumas ricas. Mas una cazuelica de piedras turquesas menudas, todo lo qual tributaban una vez en el año. Son seis pueblos de tierras calientes los que en la segunda partida están figurados y nom- brados. 14. Una pieza de armas, plumas desta dibisa. 15. Una rodela desta dibisa. 16. Cargas de mantas grandes. 17. Una cazuela de piedras turquesas menudas. 18. c Cantarillos de miel de abejas. 19. XI cascabeles grandes de latón ó cobre. 20. 1XXX liádmelas de cobre. 21. Quinauhteopan Pueblo. 22. Olinalan Pueblo. 23. Quaulitecolmatl Pueblo. 24. Qualac Pueblo. 25. Ychcatl Pueblo. 26. Xala Pueblo. Los pueblos titulados y figurados en la plana siguiente, en la partida tercera que son seis pueblos, tierras calientes, tributaban lo siguiente. Quatrocientas cargas de mantas grandes. Mas cien cantaricos de miel de abejas, que tributaban cada seis meses. Yten mas una pieza de armas con su rodela, guarnecidas con plumas ricas, de las dibi- sas y colores que están figuradas. Mas quarenta texuelos de oro del tamaño de una ostia y del grosor de un dedo. Mas diez rostros medianos de piedras ricas de azul turquesadas. Mas un envoltorio grande de las dichas piedras turquesas, todo lo qual tributaban una vez en el año. 27. Una pieza de armas plumas desta dibisa. 28. Una rodela desta dibisa. 29. Cien can- taricos de miel de abeja. 30. Cargas de mantas grandes. 31, 32. Tejuelos de oro del tama- ño de una ostia, y grosor de un dedo. 33. Diez rostros de piedras ricas de azul. 34. Un en- voltorio grande de las dichas piedras azul. 35. Yoaltepec Pueblo. 36. Ehnacalco Pueblo. 37. Tzilacaapan Pueblo. 38. Platanala Pueblo. 39. Yxicaya Pueblo. 40. Ychcaatoyac Pueblo. Numero de los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente. Primeramente tributaban ochocientas cargas de mantas grandes, lo cual tributaban ca- da seis meses. Yten mas tributaban dos piezas de armas, y otras tantas rodelas guarnecidas con plumas ricas de las colores que están figuradas. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 145 Mas quatro troxes grandes de madera del tamaño de los de atrás, llenos de maíz, de fri- sóles, de chian, y de quautli. Mas otras quatro troxes grandes de madera, del dicho tamaño, de las mismas cosas. Mas quatro troxes de madera grandes, llenos de maiz, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XLIII. 1. Chalco Pueblo. H: Tepuztlan Pueblo. 2. Tecmilco. 4. Xocoyoltepec Pueblo. 5. Ma- linaltepec Pueblo. 6. Quauxumulco Pueblo. 7. Cargas de mantas grandes. 8. Cargas de mantas grandes. 9. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 10. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 1 1 . Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 12. Una ro- dela de plumas ricas desta dibisa. 13. Quatro troxes de maiz, frisóles, chian, y quautli. 14. Quatro troxes de maiz, frisóles, chian, y quauhtli. 15. Dos troxes de maiz. 16. Dos troxes de maiz. Numero de los pueblos de tierras calidas figurados y intitulados en la plana siguiente. Las cosas que tributaban á los Señores de México son las que se siguen. En cada un Pueblo habia Calpixques Mexicanos, y la misma orden, rejimen, y gobier- no que en los demás pueblos y probincias de atrás contenidos, y asi en lo de adelante, por abreviar, solamente irán numerados, asi los pueblos como los tributos que tributaban. En lo tocante al gobierno dellos por sus Calpixques, se entenderá de los de adelante conteni- dos que tenian la misma orden y gobierno. Son veinte y dos pueblos los contenidos en la plana siguiente. Primeramente tributaban quatro mil cargas de cal. Mas quatro mil cargas de varas de cañas macizas que nombran otlatle. Mas ocho mil cargas de cañas con que hacian los Mexicanos flechas para las guerras. Mas ochocientos cueros de venados. Mas ocho mil cargas de acayetl, que son perfumes que usan los Yndios para la boca. Mas doscientos cacaxtles, que son aparejos con que los Yndios llevan cargas á cuestas á manera de albardas. Todo lo qual tributaban de ochenta en ochenta di as. Yten mas quatro troxes grandes de madera, de las medidas, y tamaños de los de atrás contenidos, llenos los dos de maiz, y los otros dos de frisóles, los quales tributaban una vez en el año. PLATE XLIV. 1 . Tepeacac Pueblo. 2. Quechulac Pueblo. 3. Tecamachalco Pueblo. 4. Acatzinco Pue- blo. 5. Tecalco Pueblo. 6. Yccochinanco Pueblo. 7. Quauhtinchan Pueblo. 8. Chictlan Pueblo. 9. Quatlatlauh Pueblo. 10. Tepexic Pueblo. 11. Ytzucan Pueblo. 12. Quauh- quecholan Pueblo. 13. Teonochti tía Pueblo. 14. Teopantlan Pueblo. 15. Huehuetla Pue- blo. 16. Atezcahuacan Pueblo. 17. Oztotlapechco Pueblo. 18. Chiltepintla Pueblo. 19. Nacochtlan Pueblo. 20. Epatlan Pueblo. 21. Coatzinco Pueblo. 22. Tetenanco Pueblo. 23. Tlaxcaltecatl. 24. Chululteca.25. Huetxotzincatl. 26. Roda, y bastón que tenian por espada, con su engaste de navajas. 27. Quatro mil cargas de cal. 28. Ochocientos cueros de benado. 29. Quatro mil cargas de cañas macizas, que llaman otlatle. 30. Ocho mil car- 146 ANALES DEL MUSEO NACIONAL gas de cañas con las que hacían flechas. 31 . Dos troxesde maiz. 32. Dostroxes de frisóles. 33. Ocho mil cargas de acayetl, que son perfumes que usan por la boca. 34. Doscientos cacaxtles. Numero de los pueblos de las tierras calidas y templadas, figurados é intitulados en la plana siguiente, que son once pueblos, lo que tributaban es lo que sigue. Primeramente quatrocientas cargas de mantas colchadas de rica labor. Mas quatrocientas cargas de mantas vetadas de colorado y blanco. Mas quatrocientas cargas de mantas betadas de blanco y negro. Mas quatrocientas cargas de maxtlatl, que serbian de pañetes á los Yndios. Mas quatrocientas cargas de guipiles y naguas. Todo lo qual tributaban á los Señores de México de seis en seis meses. Yten mas tributaban dos piezas de armas, y otras tantas rodelas guarnecidas con plu- mas ricas, de las colores y dibisas que están figuradas. Mas dos sartas de quentas de chalchihuitl, piedras ricas. Mas ochocientos manojos plumas verdes, largas y ricas que llaman quecali. Mas una pieza de tlalpiloni de plumas ricas, que serbian de ynsinia real, de la hechura que esta figurado. Mas quarenta talegas de grana, que llaman grana de cochinilla. Mas veinte xicaras de oro en polvo, de lo fino, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XLV. 1. Coayxtlahuacan Pueblo. 2. Texopan Pueblo. 3. Tamacolapan Pueblo. 4. Yanan- titlan Pueblo. 5. Tepuzculula Pueblo. 6. Nochiztlan Pueblo. 7. Xaltepec Pueblo. 8. Ta- macolan Pueblo. 9. Mictlan Pueblo. 10. Coaxomulco Pueblo. 11. Cuicatlan Pueblo. 12. Cargas de mantas colchadas desta labor ricas. 13. Cargas de mantas desta labor. 14. Car- gas de mantas desta labor. 15. Cargas de maxtlac. 16. Cargas de naguas y guipiles. 17. Una pieza de armas de plumas desta dibisa. 18. Una rodela de plumas desta dibisa. 19. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 20. Una rodela de plumas ricas desta di- bisa. 21, 22. Dos sartas de quentas de chalchiuitl, piedras ricas. 23, 24. Ochocientos ma- nojos de plumas largas, verdes, ricas que llaman quetzale. 25, 26. Quarenta talegas de gra- na que llaman cochinilla. 27. Veinte xicaras de oro en polvo fino. 28. Una pieza tlalpi- loni de plumas ricas de esta echura, que serbia de ynsignia real. Numero de los pueblos de tierras calidas y templadas, figurados é intitulados en la pla- na siguiente, que son once pueblos, lo que tributaban es lo que sigue. Primeramente tributaban quatrocientas cargas de mantas colchadas de rica labor. Mas ochocientas cargas de mantas grandes, lo qual tributaban á los Señores de México de seis en seis meses. Yten mas tributaban quatro troxes grandes de madera, del tamaño de los de atrás, llenos los dos de maiz, uno de frisóles, y otro de chian. Mas veinte texuelos de oro fino, del tamaño de un plato mediano, y de grosor como el dedo pulgar. Mas veinte talegas de grana cochinilla, todo lo qual tributaban una vez en el año. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 147 PLATE XLVL 1. Coplapan Pueblo. 2. Etlan Pueblo. 3. Quauxilotitlan Pueblo. 4. Guaxaca Pueblo. 5. Camotlan. 6. Teocuitlatan Pueblo. 7. Quatzontepec Pueblo. 8. Octlan Pueblo. 9. Te- ticpa Pueblo. 10. Tlalcuechahuaya Pueblo. 11. MacuilxccLic Pueblo. 12. Caigas de mantas ricas colchadas desta labor. 13. Cargas de mantas grandes. 14. Cargasde mantas grandes. 15. Dos troxes de maiz. 16. Dos troxes de frisóles y chian. 17. Veinte texuelos de oro fino del tamaño de un plato mediano, y de grosor del dedo pulgar. 18. Veintetale- gas de grana de cochinilla. Numero de los pueblos de tierras calidas, figurados en la plana siguiente, que son tres pueblos. Las cosas que tributaban á los Señores de México son lasque se siguen. Primeramente quatrocientas cargas de mantas grandes, que tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban una pieza de armas con su rodela, guarnecidas con plumas ricas de las colores que están figuradas. Mas veinte xicaras llenas de oro en polvo fino. Mas cinco talegas de grana de cochinilla. Mas quatrocientos manojos de plumas verdes, ricas, que llaman quetzali, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE XLVII. m 1. Cargas de mantas grandes. 2. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 3. Tlachquiauco Pueblo. 4. Veinte xicaras de oro fino en polvo. 5. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 6. Achioatlan Pueblo. 7. Caponan Pueblo. 8. Cinco talegas de grana cochinilla. 9. Quatrocientos manojos de quetzali, plumas ricas. Numero de los pueblos de tierras calidas, y templadas, figurados é intitulados en la pla- na siguiente, que son veinte y dos pueblos. Las cosas que tributaban á los Señores de Mé- xico son las que se siguen. Primeramente tributaban mil seiscientas cargas de mantas ricas, ropa que bestian los Señores y Caciques. Mas ochocientas cargas de mantas listadas de colorado y blanco. Mas quatrocientas cargas de naguas y guipiles: todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban una pieza de armas con su rodela, guarnecidas con plumas ricas, con su dibisa de paxaro y colores, según que están figuradas. Mas una rodela de oro. Mas una dibisa para armas, á manera de ala de plumas amarillas ricas. Mas un apretador de oro para la cabeza, de ancho de una mano, y de grosor como un pergamino. Mas dos sartas de quentas, y collar de oro. Mas una diadema de oro, de la echura que esta figurada. Mas tres piezas grandes de chalchiuitl, piedras ricas. Mas tres sartas de quentas, todas redonditas, chalchihuitl, piedras ricas. 148 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Mas quatro sartas de quentas de chalehihuitl, piedras ricas. Mas veinte becotes de ámbar claro, guarnecidos con oro. Mas otros veinte becotes de buriles, con su esmalte azul, y guarnecidos con oro. Mas ochenta manojos, plumas verdes, ricas, que llaman quecali. Mas quatro piezas de plumas verdes, como manojos, guarnecidas con plumas amarillas ricas. Mas ocho mil man ojuelos de plumas turquesas ricas. Mas ocho mil man ojuelos de plumas coloradas ricas. Mas ocho mil manojuelos de plumas verdes ricas. Mas cien ollas ó cantaros de liquid-ambar fino. Mas doscientas cargas de cacao. Mas diez y seis mil pellas redondas, como pelotas, de oli, que es goma de arboles, y dando con las pelotas en el suelo, saltan mucho en alto: todo lo qual tributaban una bez en el año. PLATE XLVIII. 1. Tochtepec Pueblo. 2. Xayaco Pueblo. 3. Otlatitlan Pueblo. 4. Cocamaloapa Pue- blo. 5. Mixtlan Pueblo. 6. Michapan Pueblo. 7. Ayoízintepec Pueblo. 8. Miehatlan Pue- blo. 9. Teotlitlan Pueblo. 10. Xicaltepec Pueblo. 11. Oxitlan Pueblo. 12. Tzinacanoz- toc. Pueblo. 13. Tototepec Pueblo. 14. Chinantlan Pueblo. 15. Ayocintepec Pueblo. 16. Cuezcomatitla Pueblo. 17. Puedan Pueblo. 18. Teteutlan Pueblo. 19. Cargas de mantas ricas desta labor. 20. Cargasde mantas ricas desta labor. 21 . Cargas de mantas ricas des- ta labor. 22. Cargas de mantas ricas desta labor. 23. Cargas desta labor. 24. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa del paxaro. 25. Una rodela de plumas ricas. 26. Una rodela de oro desta echura. 27. Cargas de mantas desta labor. 28. Cargasde naguas y guipiles. 29. Dibisa de granas de plumas ricas. 30. Una diadema de oro desta echura. 31 . Un apretador de oro para la cabeza, de ancho de una mano y grueso de un pergamino. 32. Una sarta de quentas de oro. 33. Una sarta de quentas de oro. 34, 35, 36, 37. Qua- tro sartas de chalehihuitl. 38, S9, 40. Tres piezas de chalehihuitl piedras ricas. 41, 42, 43. Tres sartas de chalehihuitl piedras ricas. 44. Veinte piedras de becotes de ámbar claro con su engaste de oro al cabo. 45. Veinte piedras de becotes de cristal con su matiz de azul, y engaste de oro. 46. Ochenta manojos de ricas plumas. 47, 48. Diez y seis mil pellas de ole. 49. Tlacotlal Pueblo. 50, 51, 52, 53. Quatro piezas de plumas ricas hechas como ma- nojos desta echura. 54. Cien ollas ó cantaros de liquid-ambar. 55. Doscientas cargas de cacao. 56. Toztlan Pueblo. 57. Ocho mil manojuelos plumas turquesas . 58. Ochomilma- nojuelos de plumas coloradas ricas. 59. Ocho mil manojuelos plumas verdes ricas. 60. Yautlan Pueblo. 61. Yxmatlatlan Pueblo. Numero de los pueblos de tierras calidas, figurados é intitulados en la plana siguiente, que son los pueblos siete. Las cosas que tributaban á los Señores son las siguientes. Primeramente dos sartas grandes de chalehihuitl, piedras ricas. Mas mil y quatrocientos manojos de plumas ricas, azules, coloradas, verdes, y turque- sas, que están figuradas en seis manojos. Mas ochenta pieles enteras de paxaros de plumas ricas, turquesados, y en los pechos morados, de las colores que están figurados. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 149 Mas otras ochenta pieles enteras de paxaros. Mas ochocientos manojos de plumas ricas amarillas. Mas ochocientos manojos da plumas verdes y largas, que llaman quecale. Mas dos becotes de ámbar claro guarnecidos con oro. Mas doscientas cargas de cacao. Mas quarenta pieles de tigres. Mas ochocientos tecomates ricos con que beben cacao. Mas dos piezas grandes de ámbar claro de tamaño de un ladrillo: todo lo qual tributa- ban de seis en seis meses. PLATE XLIX. 1. Xoconochco Pueblo. 2. Ayo tlan Pueblo. 3. Coyoacan Pueblo. 4. Mapachtepec Pue- blo. 5. Magatlan Pueblo. 6. Huiztlan Pueblo. 7. Acapetlatlan Pueblo. 8. Huehuetlan Pueblo. 9. Ochpaniztli. 10, 11. Dos sartas de chalchihuitl. 12. Tlacaxipehualiztl. 13. Manojos de plumas ricas azules. 14. Manojos de plumas ricas verdes. 15. Manojos de plu- mas ricas coloradas. 16. Manojos de plumas ricas turquesadas. 17. Manojos de plumas ricas coloradas. 18. Manojos de plumas ricas verdes. 19. Ochenta paxaros desollados desta color. 20. Manojos de plumas ricas amarillas. 21. Manojos de plumas ricas berdes. 22. Un beco de ámbar claro, con su engaste de oro. 23. Ochenta pieles de paxaros desta color. 24. Manojos de plumas ricas amarillas. 25. Manojos de plumas ricas berdes. 26. Un becote de ámbar claro con su engaste de oro. 27. Cien cargas de cacao. 28. Veinte pieles de tigre. 29. Cien cargas de cacao. 30. Veinte pieles. 31. Quatrocientos tecomates desta echura con que veven cacao. 32. Quatrocientos tecomates desta echura. 33 y 34. Dos piezas de ámbar claro del tamaño de un ladrillo cada una. Numero de los pueblos de tierres calidasy templadas, que son de siete pueblos, los figura- dos é intitulados en la plana siguiente. Las cosas que tributaban á los Señores de México son las siguientes. Primeramente quatrocientas cargas de mantas grandes, que tributaban de seis en seis meses. Mas veinte cargas de cacao. Mas mil y seiscientos fardos de algodón, todo lo qual tributaban una vez en el año. PLATE L. 1. Quauhtochco Pueblo. 2. Te ucoltzapotla Pueblo. 3. Tototlan Pueblo. 4. Tuchconco Pueblo. 5. Ahuilizapan Pueblo. 6. Quauthetelco Pueblo. 7. Ytzteyocan Pueblo. 8. Car- gas de mantas grandes. 9. Veinte cargas de cacao. 10, 11, 12, 13. Fardos de algodón mil seiscientos. Numero de los pueblos de tierras calidas, que son seis pueblos, contenidos, figurados, é intitulados en la plana siguiente. Las cosas que tributaban á los Señores de México son las que se siguen. Primeramente quatrocientas cargas de guipiles y naguas que es ropa de mujeres. Mas quatrocientas cargas de mantas medio colchadas. 150 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Mas quatrocientas cargas de mantillas, con sus cenefas de blanco y negro. Mas quatrocientas cargas de mantas de quatro brazas cada una manta, la mitad lista- das de negro y blanco. Mas quatrocientas cargas de mantas grandes blancas, de quatro brazas cadaunamanta. Mas ciento y sesenta de mantas ricas muy labradas, ropas de Señores y Caciques. Mas mil y doscientas cargas de mantas listadas, mas de blanco que de prieto: todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas dos piezas ricas de armas con sus rodelas, guarnecidas de plumas ricas, según que están figuradas. Mas una sarta de chalchihuitl, piedras ricas. Mas quatrocientos manojos de plumas verdes ricas, largas, que llaman quecali. Mas veinte becotes de biriles exmaltados de azul y engastados en oro. Mas veinte becotes de ámbar claro, guarnecidos con oro. Mas doscientas cargas de cacao. Mas un quecaltlalpiloni de plumas ricas que serbia de ynsignia real; todo lo qual tribu- taban una vez al año. PLATE LI. 1. Cuetlaxtlan Pueblo. 2. Mictlanquauhtla Pueblo. 3. Tlapanicytlan Pueblo. 4.0xi- chan Pueblo. 5. Acozpa Pueblo. 6. Teociocan Pueblo. 7. Cargas naguas y guipiles desta labor. 8. Cargas mantas desta labor medio coloradas. 9. Cargas mantillas desta labor. 10. Cargas de mantas desta labor. 1 1 . Cargas de mantas grandes de á quatro brazas. 12. Ochenta cargas de mantas ricas desta labor. 13. Ochenta cargas de mantas ricas desta la- bor. 14. Cargas de mantas desta labor. 15. Cargas de mantas desta labor. 16. Cargas de mantas desta labor. 17. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 18. Una rodela de plumas ricas de esta dibisa. 19. Una pieza de armas de plumas ricas. 20. Una rodela de plumas ricas. 21. Una sarta de chalchihuitli, piedras. 22. Doscientas cargas de cacao. 23. Quatrocientos manojos de plumas verdes. 24. Veinte becotes de biriles, con su matiz de azul, y engastados en oro. 25. Veinte becotes de ámbar claro con su engaste de oro. 26. Un quecaltlalpiloni de plumas ricas que serbia de ynsinia real. Numero de los pueblos contenidos y figurados é intitulados en la plana siguiente, son siete pueblos, y las cosas que tributaban á los Señores de México son las que se siguen. Primeramente quatrocientas cargas de mantas alistadas, de prieto y blanco. Mas ochocientas cargas de mantas grandes blancas, lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban una bez en el año dos piezas de armas con sus rodelas, guarneci- das con plumas ricas, de la suerte que están figuradas. PLATE LII. 1. Tlapacoyan Pueblo. 2. Xiloxochitlan Pueblo. 3. Xochiquauhtitlan Pueblo. 4. Tu- chtlan Pueblo. 5. Coapan Pueblo. 6. Aztaopan Pueblo. 7. Acacacatla Pueblo. 8. Cargas de mantas desta labor. 9. Cargas de mantas blancas grandes. 10. Cargas de mantas blan- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 151 cas grandes. 11. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 12. Una pieza de ar- mas de ricas plumas desta dibisa. 13. Una rodela de plumas desta dibisa. 14. Una rodela de plumas desta dibisa. Numero de los pueblos figurados é intitulados en la plana siguiente. Las cosas que tri- butaban á los Señores de México son las que se siguen. Primeramente mil seiscientas cargas de mantas listadas de prieto y blanco. Mas ocho mil panes ó pellas de liquid-ambar para sahumerios, que llaman xochiococÜ, todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban dos piezas de armas con sus rodelas, guarnecidas con plumas ri- cas, de la suerte que están figuradas, las quales tributaban una vez en el año. PLATE Lili. 1. Tlatlauhquitepec Pueblo. 2. Ateneo Pueblo. 3. Teciutlan Pueblo. 4. Ayutuchco Pueblo. 5. Yayauquitlalpa Pueblo. 6. Xonoctla Pueblo. 7. Teotlalpan Pueblo. 8. Ytzte- pec Pueblo. 9. Yxcoyamec Pueblo. 10. Yaunahuac Pueblo. 11. Caltepec Pueblo. 12. Quatrocientas cargas de mantas listadas. 13. Quatrocientas cargas de mantas listadas de negro y blanco. 14. Quatrocientas cargas de mantas listadas. 15. Quatrocientas cargas de mantas listadas. 16. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 17. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 18. Una rodela de plumas desta dibisa. 19. Una ro- dela de plumas desta dibisa. 20. Ocho mil panes de xochiococotle que es liquid-ambar. Numero de los pueblos de tierras calidas, figurados é intitulados en la plana siguiente, que son siete pueblos. Las cosas que tributaban á los Señores de México son las siguientes. Primeramente quatrocientas cargas de mantas á manera de rejas de negro y blanco. Mas quatrocientas cargas de mantas ricas, labradas de colorado y blanco, ropa de Se- ñores. Mas quatrocientas cargas de maxtlatl, que serbian de pañetes, que por otro nombre llaman paños menores. Mas ochocientas cargas de mantas grandes, blancas, dea quatro brazas cada una manta. Mas ochocientas cargas de mantas de á ocho brazas, listadas, y de color naranjado y blanco. Mas quatrocientas cargas de mantas blancas, grandes, dea ocho brazas cada una manta. Mas quatrocientas cargas de mantas listadas de verde, amarillo, y colorado. Mas quatrocientas cargas de naguas y guipiles. Mas doscientas quarenta cargas de mantas ricas, labradas, de colorado, blancoy negro, que bestian los Señores: todo la qual ropa tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban dos piezas de armas con sus rodelas guarnecidas con plumas ricas, de la suerte que están figuradas. Mas ochocientas cargas de axi seco. Mas veinte talegas de plumas blancas menudas, con que guarnecian mantas. Mas dos sartas de chalchihuitl, piedras ricas. Mas dos sartas de qüentas de piedras ricas turquesadas. Mas dos piezas, á manera de platos, guarnecidas ó engastadas con piedras turquesas ri- pas: todo lo qual tributaban una vez en el año. 152 ABALES DEL MUSEO NACIONAL PLATE LIV. 1. Tuchpa Pueblo. 2. Tlaticapa Pueblo. 3. Chihnanteopa Pueblo. 4. Papantla Pue- blo. 5. Ocelotepec Pueblo. 6 Miahuaapa Pueblo. 7. Mictlan. 8. Quatrocientas cargas de mantas desta labor. 9. Quatrocientas cargas de mantas ricas desta labor. 10. Quatrocien- tas cargas de maxtlatl, que son pañetes. 11. Quatrocientas cargas de mantas grandes blancas. 12. Quatrocientas cargas de mantas grandes blancas. 13. Quatrocientas cargas de mantas dea ocho brazas desta labor. 14. Quatrocientas de mantas desta labor. 15. Car- gas de mantas de ocho brazas. 16. Cargas de mantas desta labor. 17. Cargas guipiles y naguas. 18, 19, 20. Doscientas quarenta cargas de mantas ricas. 21, 22. Ochocientas cargas de axi seco. 23. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 24. Una pieza de armas de plumas ricas desta dibisa. 25. Veinte talegas de plumas menudas. 26, 27. Dos sartas de chalchihuitl, cuentas de piedras ricas. 28. Una sarta de piedras turquesas. 29, 30. Dos platos de piedras turquesas menudas. 31. Una rodela de ricas plumas. 32. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. Numero de los pueblos figurados en la plana siguiente, que son dos pueblos, las cosas que tributaban á los Señores de México son las siguientes. Primeramente ochocientas cargas de mantas ricas, labradas de colorado y blanco con sus canefas de verde y amarillo, colorado y azul. Mas quatrocientas cargas de maxtlatl. Mas otras quatrocientas cargas de maxtlatl. Mas quatrocientas cargas de mantas grandes, blancas, de á quatro brazas cada una. Todo lo qual tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban al año mil y doscientos fardos de algodón. PLATE LV. 1 . Atlan Pueblo. 2. cccc Cargas de mantas ricas desta labor. 3. cccc Cargas maxtlatl que son pañetes. 4. cccc Cargas de mantas ricas desta labor. 5. cccc Cargas de maxtlatl que son pañetes. 6. cccc Cargas de mantas grandes blancas. 7. Tecapatitlan Pueblo. 8, 9, 10. Mil doscientos fardos de algodón. El pueblo de Oxitipan, figurado é intitulado en la plana siguiente, las cosas que tributaba á los Señores de México son las que se siguen. Primeramente dos mil cargas de mantas grandes de á dos brazas cada una manta. Mas ochocientas cargas de mantas grandes, alistadas de amarillo, azul, y colorado, y verde, de á quatro brazas cada una manta: toda la qual ropa tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaba quatrocientas cargas de axi seco. Mas una águila biva, otras veces dos, otras tres, según que las hallaban y podian tomar: todo lo qual tributaban y pagaban una vez en el año. PLATE LVI. 1 . cccc Cargas de mantas grandes. 2. cccc. Cargas de mantas grandes. 3. cccc. Cargas de mantas crandes. 4. cccc Cargas de mantas grandes. 5. Oxitipan Pueblo. 6. cccc Car- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 153 gas de mantas listadas de esta color. 7. cccc Cargas de mantas listadas desta color. 8. Car- gas de mantas grandes. 9. cccc Cargas de axi seco. 10. Una águila viva cada tributo, otras veces daban dos, otras tres, según que las hallaban. Numero de los puebles figurados é intitulados en la plana siguiente, que son cinco pue- blos. Las cosas que tributaban á los Señores de México son las que se siguen. Primeramente quatrocientas cargas de mantas blancas, con su cenefas de colorado, azul, verde y amarillo. Mas quatrocientas cargas de maxtlatl, que son paños menores. Mas ochocientas cargasde mantas grandes, blancas, de quatro brazas cada unamanta. Mas quatrocientas cargas de naguas y guipiles que es ropa de mujeres: toda la qual ro- pa tributaban de seis en seis meses. Yten mas tributaban dos piezas de armas con sus rodelas, guarnecidas con plumas ricas, de la suerte que están figuradas. Mas ochocientos fardos de algodón, todo lo qual tributaban una bez en el año. Mas quatrocientas cargas de axi seco. PLATE LVII. 1. Ctzicoac Pueblo. 2. Molanco Pueblo. 3. Cozcatecutlan Pueblo. 4. Ychcatlan Pue- blo. 5. Xocoyocan Pueblo. 6. Quatrocientas cargasde mantas destalabor. 7. cccc Cargas de maxtlatl, que son pañetes. 8. cccc Cargas de mantas grandes blancas. 9. cccc Cargas de mantas grandes blancas. 10. cccc Cargas de naguas y guipiles. 11. Una pieza dearmas de plumas desta dibisa. 12. Una rodela de plumas ricas. 13. Una pieza de armas de plu- mas ricas desta dibisa. 14. Una rodela de plumas ricas desta dibisa. 15. Quatrocientas cargas de axi seco. 16, 17. Ochocientos fardos de algodón. FIN DE LA PARTIDA SEGUNDA DE ESTA YSTORIA. ESPLICACION DE LA COLECCIÓN DE MENDOZA. PARTE TERCERA. Relación del modo y costumbre que los naturales Mexicanos tenían en naciéndoles algún muchacho ó muchacha; el uso y ceremonias de poner los nombres á las criaturas, y después dedicallas é ofrecerlas á sus templos, ó al arte militar, según que por las figuras adelante, en la otra hoja contenidas, significa y ban sumariamente aclaradas, demás de que en esta plana de todas las dichas figuras se hace mención, según que se sigue. En pariendo la mujer echaban la criatura en su cuna, según que está figurada, y al ca- bo de cuatro dias que hera nacida la criatura, la partera tomaba la criatura en brazos des- nuda, y sacábala en el patio de la casa de la parida, y en el patio tenian puesto juncia, ó enea que llaman tule, y encima un librillo pequeño con agua, en donde la dicha partera bañaba la dicha criatura, y después de bañada, tres muchachos que están sentados junto a la dicha juncia, comiendo maiz tostado, enbuelto con frisóles cocidos, que llamaban el man- jar yxcue, el cual manjar ó pasta, ponian á los dichos muchachos en un librillo, para que lo comiesen, y después del dicho baño ó labatorio, la dicha partera abisava a los dichos mu- chachos á boces nombrasen, poniéndole nombre nuevo á la criatura que ansi abian baña- do, y el nombre que le ponian hera qual la partera le queria poner. Y al principio, quan- do á la criatura la sacaban á bañar, si hera barón, le sacaban con su ynsinia puesta en la mano de la criatura, y la ynsinia era el ynstrumento con que su padre de la criatura se ejercitaba, ansi como del arte militar ú oficios, asi de platero como de entallador, ú otro qualquier oficio, y después de haber hecho lo dicho, la partera metia la criatura á su ma- dre. Y si la criatura hera femenina, la ynsinia con que la sacaban á bañar, era la rueca con su uso y su cestilla, y un manojo de escobas, que heran las cosas que se habia de ejercitar teniendo edad para ello. Y el ombligo de la criatura barón, con una rodela y flechas, ynsi- nia con que le habian sacado á bañar, lo ofrecian á la parte y lugar donde se ofrecia guer- ra, con sus enemigos, en donde lo enterraban debajo de tierra, y lo mismo de la muchacha, su ombligo lo enterraban debaxo del metate, piedra de moler tortillas. Y después de lo dicho, al cabo de veinte dias, los padres de la criatura yban con la cria- tura al templo ómezquita, quellamavan calmecac, y en presencia de sus alfaquis, presen- tavan la criatura, con su ofrenda de mantas y mastetes, y alguna comida, y después de criada la criatura por sus padres, teniendo edad, entrega van la criatura al alfaqui mayor de la dicha mezquita, para que alli fuese enseñada, para que después fuese alfaqui. Y si la criatura sus padres determinaban de que en teniendo edad, fuese y sirbiese en el arte militar, desde luego ofrecian la criatura al maeso, haciendo promesa en ello, el qual maeso de muchachos y mozos, llamavan Teachcauh ó Telpuchtlato, el qual ofrecimiento hacian con su presente de comida, y otras cosas, por celebración, y en siendo la criatura de edad, la entregaban al dicho maeso. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 155 PLATE LVIII. 1. Muger parida. 2. Estas quatro rosetas significa quatro dias en que la criatura recien nacida la partera la sacaba abañar. 3. Cuna con criatura. 4. La partera. 5. Las ynsinias. 6, 7, 8. Los tres muchachos que ponian nombre á la criatura recien nacida. 9. La juncia con su librillo de agua. 10. La escoba, uso, é rueca y cestilla. 11. El padre de la criatura. 12. El alfaqui mayor. 13. La criatura en su cuna que ofrecian sus pa- dres en la mezquita. 14. La madre de la criatura. 15. El maeso de muchachos y mozos. Declaración de la plana siguiente después desta, de las figuras en ella contenidas, en que se platica el tiempo y modo en que los naturales daban consejo á sus hijos de como ha- bían de bivir, según que sucesibamente están figurados, que son quatro partidas que son las que siguen. Primera partida, en que se figura que los padres correjian en dar buen consejo á sus hijos, quando heran de edad de tres años, y la ración que les daban en cada una comida hera media tortilla. PLATE LIX. . PRIMERA PARTIDA. 1. Tres años de edad. 2. Padre del muchacho. 3. Muchacho. 4. Media tortilla. 5. Madre de la muchacha. 6. Media tortilla. 7. Muchacha de edad de tres años. Segunda partida en que están figurados los padres que ansi mismo doctrinaban á sus hijos, quando heran de edad de quatro años, y los empezaban á ejercitar enmandalles ser- bir en cosas pocas é libianas; la ración que en cada una comida les daban era una tortilla. SEGUNDA PARTIDA. 8. Padre del muchacho. 9. Muchacho de edad de quatro años. 10. Una tortilla. 11. Madre de la muchacha. 12. Una tortilla. 13. Muchacha de quatro años de edad. Tercera- partida, en la qual están figurados los padres que á sus hijos de edad de cinco años los ocupaban y ejercitaban á fuerzas personales, como cargallas de leña cargas de po- co peso, llevar envoltorios de poco peso al tiangues, lugar de mercados, y á las muchachas desta edad, las ponian en enseñallas como habian de tomar el uso y rueca para hilar. Ra- ción una tortilla. TERCERA PARTIDA. 14. Padre de los muchachos. 15. Dos muchachos de edad de cinco años. 16. Una tor- tilla. 17. Una tortilla. 18. Madre de la muchacha. 19. Una tortilla. 20. Muchacha de cinco años. 156 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Quarta partida en la qual están figurados los padres que á sus hijos de edad de seis años los ejercitaban y ocupaban en servicios personales, de que en algo aprobechasen á sus pa- dres, ansi como en los tianquez, lugares de mercado, para que cojiesen del suelo los gra- nos de maiz que por él estubiesen derramados, y trisóles y otras miserias, y cosas que los tratantes dejaban derramadas, esto es á los muchachos, y á las muchachas lasimponian en el ylar, y otras cosas de serbicios de probedlo para que en lo de adelante, mediante los di- chos serbicios y ocupaciones, ocupasen el tiempo en no estar ociosos, por les evitar bicios malos, que la ociosidad suele acarrear. Ración queá los muchachos daban en cada una co- mida era una tortilla y media. QUARTA PARTIDA. 21. Padre de los dos muchachos. 22. Dos muchachos de seis años. 23. Tortilla y me- dia. 24. Madre de la muchacha. 25. Una tortilla y media. 26. Muchacha de seis años. Declaración de la plana siguiente de las figuras en ella contenidas, en que se platica el tiempo y modo en que los naturales de México dotrinabany corregian á sus hijos, para ebitalles toda ociosidad, y que siempre andubiesen aplicados, y se ejercitasen en cosas de probecho, según que sucesibamente están figurados, que son quatro partidas, y ansi en esta plana por su orden ban declaradas las quatro partidas, que son las que se siguen. Primera partida. En que se declara que los padres á sus hijos de edad de siete años, á los barones, les aplicaban en dalles sus redes con que pescaban. Y las madres ejercita- ban á sus hijas en hilar, y en darlas buenos consejos, para que siempre se aplicasen, y ocu- pasen el tiempo en algo, para escusar toda ociosidad. La ración que les daban á sus hijos en cada una comida era una tortilla y media. PLATE LX. PRIMERA PARTIDA. 1. Estas siete pintas de azul significan siete años. 2. Padre de los muchachos en esta hazera contenidos. 3. Una tortilla y media. 4. Muchacho de siete años que su padre le es- tá enseñando como ha de pescar con la red que tiene en sus manos. 5. Madre délas mucha- chas en esta hazera contenidas. 6. Una tortilla y media. 7. Muchacha de siete años; su madre le está enseñando á ylar. Segunda partida en que se declara que los padres á sus hijos de edad de ocho años los castigaban, poniéndoles por delante temores y aterrores de púas de maguéis, para que sien- do negligentes y desobedientes á sus padres, serian castigados con las dichas púas y ansi los muchachos de temor lloravan, según que en las figuras desta partida están figura- das é significadas. La ración de comida que les daban por tasa hera una tortilla y media. SEGUNDA PARTIDA. 8. Estas ocho pintas significan ocho años. 9. Padre de los muchachos en esta hazera contenidos. 10. Una tortilla y media. 1 1 . Muchacho deocho años que su padre le amenaza ANALES DEL MUSEO NACIONAL 157 no sea bellaco, por que le castigará en público el cuerpo con púas. 12. Púas de maguez. 13. Madre de las muchachas que están enestahazera contenidas. 14. Muchacha deocho años, que su madre le amenaza con púas de maguez que no sea vellaca. 15. Púas de maguez. Tercera partida en que se declara que los padres á sus hijos de edad denuebeaños, sien- do incorrejibles y rebeldes á sus padres, castigaban á sus hijos con las dichas púas de ma- guez, atando al muchacho de pies y manos, desnudo en carnes, y le incaban las dichas púas por las espaldas, y cuerpo, y a las muchachas, les punzaban las manos con las púas, según que en la tercera partida están figuradas. La ración de comida que les daban hera una tortilla y media. TERCERA PARTIDA. 17. Estas nuebe pintas significan nuebe años. 18. Una tortilla y media. 19. Padre de los muchachos en esta hazera contenidos. 20. Muchacho de nuebe años por incorreji- ble, su padre le hinca púas de maguez por el cuerpo . 21 . Madre de las muchachas en esta hazera contenidas. 22. Una tortilla y media. 23. Muchacha de nuebe años, que por su neglijencia la castiga su madre, punzándola las manos con púas. Quarta partida, en que se declara que los padres á sus hijos de edad de diez años ansi mismo los castigaban, siéndoles rebeldes, dándoles de palos, y haciéndoles otras amenazas, según que en la quarta partida están figurados. La tasa y ración que les daban hera una tortilla y media. QUARTA PARTIDA. 24. Estas diez pintas significan diez años. 25. Una tortilla y media. 26. El padre de los muchachos en esta hazera contenidos. 27. Muchacho diez años que su padre le está castigando con un palo. 28. Madre déla muchacha en esta hazera contenida. 29. Una tortilla y inedia. 30. Muchacha de diez años que su madre la está castigando con un palo. Declaración de la partida primera de la plana siguiente de lo figurado. El muchacho ó muchacha de onze años, que no recibia corrección de palabra, sus padres los castigaban dándoles humo en las narizes con axi, que hera un tormento grave y cruel, para que se ostigasen. y no handuviesen biciados é vagamundos, si no que se aplicasen en ocupar el tiempo en cosas provechosas. A los muchachos de tal edad dábanles el pan, que son tortillas, por tasa solamente una tortilla y media, á cada comida, por que no se ense- ñasen á ser tragones ó glotones. PLATE LXL PRIMERA PARTIDA. 1. Estas onze pintas de azul significan onze años. 2. Unatortilla y media. 3. Padre de los muchachos de esta hazera. 4. Muchacho de once años que su padre le está casti- 30 158 ANALES DEL MUSEO NACIONAL gando, dándole humo por las narizes, con axi seco. 5. Saumerio ó humazo de axi. 6. Madre de las muchachas de esta hazera. 7 . Muchacha de once años que su madre la está castigando, queriéndola dar humo con axi. 8. Una tortilla y media. 9. Saumerio de axi. Declaración de lo figurado en la partida segunda. El muchacho ó muchacha de edad de doce años que no recibia de sus padres corrección ni consejo, al muchacho tomaba su pa- dre, y le ataba de pies y manos, y desnudo en carnes, lo tendia en el suelo en parte húme- da é mojada, donde todo un dia lo tenia ansi para que con tal pena castigase y temiese, y á la muchacha de la dicha edad, su madre la hacia serbir de noche, antes que fuese de dia, la ocupaba en barrer la casa y la calle, y que siempre se ocupase en servicios personales. Ansi mismo sus padres les daban de comer por tasa. SEGUNDA PARTIDA. 10. Doce años. 11. Una tortilla y media. 12. Padre de los muchachos desta hazera. 13. Muchacho de doce años tendido sobre tierra mojada, atado de pies y manos por todo un dia. 14. Esta pintura significa la noche. 15. Madre de las muchachas desta hacera. 16. Una torta y media. 17. Muchacha de doce años que de noche anda barriendo. Declaración de lo figurado en la partida tercera de la plana siguiente. El muchacho ó muchacha de edad de treze años, sus padres los aplicaban en traer leña del monte, y con canoa traer carrizos, y otras yerbas para serbicio de casa, y alas muchachas, quemolelie- sen é iciesen tortillas y otros guisados, para sus padres; dábanles de comer por tasa á los muchachos dos tortillas á cada uno en cada una comida. TERCERA PARTIDA. 18. Padre de los muchachos desta hacera. 19. Trece años. 20. Dos tortillas. 21. Mu- chacho de trece años que ba cargado con enea. 21. Canoa con sus haces de cañas. 22. Ma- dre de las muchachas desta hacera. 23. Muchacha de trece años que hace tortillas, y guisa de comer. 24. Dos tortillas. 25. Escudilla. 26. Comali. 27,28. Olla guisada y dos tortillas. Declaración de lo figurado en la quarta partida de la plana siguiente. El muchacho ó muchacha de edad de edad catorce años, sus padres los ocupaban y aplicaban, de que el muchacho fuese con canoa á pescar en las lagunas á pescar, y á las muchachas las impo- nían a quetexiesen qualquiera tela de ropa. Dábanles á comer por tasa dos tortillas. QUARTA PARTIDA. 29. Catorce años. 30. Dos tortillas. 31. Padre de los muchachos desta hacera. 32. Muchacho de catorce años que anda á pescar con su canoa. 33. Madre de las muchachas desta hacera. 34. Dos tortillas. 35. Muchacha de catorce años que está tejiendo. 36. Tela y telar. Declaración de lo figurado en la plana siguiente. En la primera partida lo figurado significa que el padre teniendo hijos de edad que fuesen ANALES DEL MUSEO NACIONAL 159 mozos, los llevaba á las dos casas figuradas, ó á casa del maeso que enseñaba y dotrinaba. los mozos, ó á la mezquita, según que el mozo se inclinaba, y entregábalo al Alíaqui ma- yor, ó al maeso de muchachos, para que fuese enseñado, los quales mancebos habian de ser de edad de quince años. PLATE LXII. PRIMERA PARTIDA. 1 . Mozo de quince años que su padre lo entrega al Alfaqui mayor para que lo reciba por Alfaqui. 2. Tlamazqui que es Alfaqui mayor. 3 Mezquita que llamaban calmecac. 4. Padre de estos dos mozos. 5. Mozo de diez y seis años, que su padre lo entrega al maeso, para que lo doctrine y enseñe. 6. Teachcauh maeso. 7. Casa donde criaban y enseñaban los mozos llamada cuincacali. 8. Quince años. Declaración de lo figurado en la plana siguiente en la partida segunda. Lo figurado significa el modo y ley que tenian y guardaban en sus casamientos, que lexitimamente hacian; la celebración era que la desposada la llevaba á cuestas á prima noche una amante- ca, que es medica, é iban con ellas quatro mujeres con sus achas de pino resinado encen- didas, con que la hiban alumbrando, y llegada á casa del desposado, los padres del despo- sado la salían á recibir al patio de la casa, y la metian en una sala donde el desposado la estava aguardando, y en una estera con sus asientos, junto á un fogón de fuego sentavan á los desposados, y les prendaban y ataban el uno al otro con sus ropas, y hacian saume- rios de copal á sus dioses; luego dos biejos, y dos biejas hacian un parlamento, cada uno por sí á los desposados, y les daban de comer, y luego comian ellos y acabada la comida, los biejos y biejas daban buenos consejos á los desposados diciendoles como habian de tra- tar, y bivir, y la carga y estado que tomaban, como la habian de conserbar para que bi- viesen con descanso. SEGUNDA PARTIDA. 9. Sala. 10. Viejo. 11. Fogón. 12. Mujer. 13. Copali. 14. Varón. 15. Vieja. 16. Viejo. 17. Comida. 18. Estera. 19. Comida. 20. Vieja. 21. Cántaro de pulq. 22. La tasa. 23, 24. Estas ban alumbrando ala desposada con achas de viento, y á pri- ma noche que la ban á dejará casa del desposado. 25. Amanteca, desposada. 26, 27. Estas ban alumbrando á los desposados á prima noche. Declaración de lo figurado en la plana siguiente de la primera partida, y por que en las figuras en cada una de ellas, están aclaradas de los Alfaquis nobicios, en qué los ocupaban sus padres y mayores, no sera necesario repetirlo aqui, mas que de como entraban áser Alfaquis, les ocupaban luego en serbicios personales para sus mezquitas, por que en lo de adelante estubiesen amaestrados quando fuesen Alfaquis mayores, para que á los nuebos, por la misma orden que ellos avian serbido, los ocupasen. 160 ANALES DEL MUSEO NACIONAL PLATE LXIII. PRIMERA PARTIDA. 1 . Tlamacazq alfaqui nobicio, que tiene cargo de barrer. 2. Alfaqui nobicio que bie- nedel monte con ramas para enramarla mezquita. 3. Alfaqui nobicio que ba cargado con púas de maguez para la mezquita, para con ellas ofrecer sacrificio de se sacar sangre al demonio. 4. Alfaqui nobicio que ba cargado de cañas verdes para la mezquita, para hacer setos y enramarla. Declaración de lo figurado en la partida segunda de la plana siguiente, en la qual par- tida ansi mismo, en cada una de las figuras, está declarado en lo que serbian y ocupaban á los mancebos para que en lo de adelante estubiesen amaestrados, teniendo edad y cargo de mandar otros jobenes como ellos, por que no andubiesen echos vagamundos en ociosi- dades, si no que siempre se aplicasen en cosas de virtud. SEGUNDA PARTIDA. 5. Mancebo que ba cargado con un tronco grande de leña para tener lumbre encendi- da en la mezquita. 6. Mozo que ba cargado con leña para tener mucha lumbre en la mez- quita. 7. Mozo que ba con dicha leña. 8. Mancebo que ba cargado con ramas para en- ramar la mezquita. Declaración de lo figurado en la partida tercera de la plana siguiente, en la qual parti- da, ansi mismo en cada una de las figuras, está declarado la corrección y castigo que los Alfaquis mayores á sus subditos hacian, por que en el oficio eran descuidados, y negligen- tes, y por algunos excesos que hacian, hacianles el castigo según que en las figuras hacen demostración. TERCERA PARTIDA. 9. Alfaqui mayor. Este está castigando al Alfaqui nobicio, por que es negligente en su oficio. 10. Alfaqui nobicio. 11. Alfaqui mayor. 12. Alfaqui nobicio. 13. Alfaqui ma- yor, que están castigando al alfaqui nobicio, punzándole con púas de maguez, por yncor- rejible. 14. Esta casita significa de que si el Alfaqui nobicio yba á su casa á dormir, tres dias, le hacian el castigo dicho figurado y declarado. Declaración délo figurado en la partida quarta de la plana siguiente, en la qual partidaen cada una de las figuras está declarado de como los valientes hombres de guerra ejercitaban en el arte militar á los mancebos que tenian edad para ello, según que sus padres les habian encomendado, y según las inclinaciones de los mancebos. Ansi sus padres los ponian con las personas que estavan amaestradas enlas cosas y artes que sus inclinaciones demandaban. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 161 QUARTA PARTTIDA. 15. Teguigua, que es valiente en guerras. 16. Mancebo. 17. Padre del mance- bo que ofrece su hijo al valiente, para que lo ejercite en el arte militar, y lo lleve á la guerra. 18. Mancebo popilo del valiente que ba con él á la guerra, llevándole á cuestas su fardaje, y sus armas del mancebo. 19. Teguigua, baliente que ba á la guerra con sus armas. Declaración de lo figurado en la partida primera de la plana siguiente, en la qual parti- da, en cada una de las figuras, está declarado el ejercicio y ocupación que los Alfaquis ma- yores tenían: por las noches unos se ocupaban en hir á la sierra á hacer sacrificio á sus dioses, otros se ocupaban en músicas, otros heran reloxeros por las estrellas del cielo, otros en otras cosas de sus mezquitas. PLATE LXIV. PRIMERA PARTIDA. 1 . Alfaqui nobicio. 2. Alfaqui mayor que ba de noche con su lumbre encendida á una sierra á hacer penitencia, y lleva en la mano una volsa de copali de sahumerio, para ofre- cer sacrificio al demonio, y lleva á cuestas veleño en vaso para el mismo sacrificio, y lleva ramas para ramar el lugar del sacrificio, y tras sí un Alfaqui nobicio con otras cosas. 3. Esta pintura con ojos significa la noche. 4. Alfaqui mayor que está tocando el teponaztli, ques un ynstrumento de música, y en ella se ejercita de noche. 5. Esta pintura con ojos significa la noche. 6. Alfaqui mayor questá de noche mirando las estrellas con el cielo y á ber qué hora es, que tiene por oficio y cargo. Declaración de lo figurado en la partida segunda de la plana siguiente, en la qual parti- da, en cada una de las figuras, está declarado lo que significa, acerca del castigo que ha- cían á los mancebos, según que lo presentan las figuras, lo qual executaban según las leyes y fueros de los Señores de México. SEGUNDA PARTIDA. 7. Mancebo que ba á la guerra cargado con bastimento é instrumentos de armas. 8. Telpuchtlato. 9. Mujer. 10. Mancebo. 11. Telpuchtlato. Significa que son mandones de rejir á los mancebos, que quando algún mancebo se amancebaba con alguna mujer cas- tigaban al mancebo dándole de leñazos, con tizones ardiendo, y los apartaban del aman- cebamiento, según que por las figuras en esta hazera contenidas. Declaración de lo figurado en la partida tercera de la plana siguiente, en la qual parti- da, en cada una de las figuras, está declarado lo que significan, y asi no sera necesario re- petillas aqui. 162 ANALES DEL MUSEO NACIONAL TERCERA PARTIDA. 12. Alfaqui mayor, que tiene el cargo de barrer las mezquitas, ó hacerlas barrer. 13. Alfaqui mayor. 14. Mujer. 15. Alfaqui nobicio. 16. Alfaqui mayor. La declaración destas figuras de los Alfaquis, es que si el Alfaqui nobicio se hacia neglijente, y tenia ecceso con alguna mujer, ó se amancebaba, los Alfaquis mayores lo castigaban, metiéndole púas de pino echas estacas por todo el cuerpo. Declaración de lo figurado en la partida quarta, en la qual, en cada una de las figuras, está declarado lo qué significan el castigo que hacían los mandones Telpuchtlato á los man- cebos que handaban bagamundos y biciosos, según sus leyes, y lo demás en la partida fi- gurados y nombrados. QUARTA PARTIDA. 17. Telpuchtlato. 18. Mancebo. 19. Teachcauh, mandón. Declarase por estas fi- guras de que si el mancebo andaba hecho vagamundo, los dos mandones le castigaban en trasquilalle, y chamuzcarle la cabeza con fuego. 20. Mancebo que con su canoa anda ocu- pado en traer céspedes para el reparo de la mezquita. 21. Mezquita. Declaración de la partida primera de la plana siguiente, en la qual partida, en cada una de las figuras, está declarado en lo que se ocupaban los Alfaquis, y asi aquino se hace más replica de lo en ella declarado. PLATE LXV. PRIMERA PARTIDA. 1. Alfaqui nobicio, mancebo que con su canoa anda ocupado en acarrear piedra para el reparo de la mezquita. 2. Mezquita. 3. Alfaqui nobicio que ba con el Alfaqui mayor á la guerra, llevándole su fardage. 4. Alfaqui mayor que ba á la guerra para esforzar y animar á los guerreros, y hacer otras ceremonias en la guerra. Declaración de la partida segunda, en la qual partida, en cada una de las figuras está declarado, según sus dibisas é insignias, las que son según se señalaban los hombres en la guerra, de grado en grado yban subiendo en mas autoridad, y por el número de cautibos que en las guerras cautibaban, según subcesivamente está figurado en susarmas,ynsinias y traje, demuestra las ventajas y grados en que subian á los valientes en la guerra. Pri- mer grado. SEGUNDA PARTIDA. 5. Mandón que sigue al Tecutle como alguacil. 6. Tecutli, como condestable y justi- cia de los Señores de México. Este se ocupaba en reparar la puerta déla mezquita. 7. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 163 Mezquita nombrada Qihnateocali. 8. Camino ó calle con su puerta de madera. 9. Man- cebo que si en la guerra cautiba algunos, le hacían una manta con la dibisa quadrada con flores en señal de balentia. 10. Cautibo. Declaración de la partida tercera, del segundo grado que subian los valientes Mexica- nos, según que por las dibisas de armas é insignias está figurado, de que por los Señores de México les hacian de armas, y la color de la ropa de bestir, que les daban por haber cau- tibado el numero de cautibos, según que en lo figurado se significa con sus títulos y acla- raciones. TERCERA PARTIDA. 1 1 . Este valiente por haber cautivado á dos enemigos se le hizo la dibisa de armas que tiene puesta, con mas la manta caudrada de color naranjado, con su fenefa colorada, por señal de su valentia. 12. Cautibo. 13. Este valiente con la insinia que tiene de es- ta manta rica labrada, es por señal de que en la guerra a cautibado á tres enemigos. 14. Cautivo. 15. Este valiente con la dibisa de armas que tiene puestas, y esta manta qua- drada de dos listas de negro y naranjado, con canefa, en señal de haber captivado quatro enemigos en la guerra. 16. Cautivo. Declaración de la partida quarta del tercer grado en que subian los valientes Mexica- nos, según que por las dibisas de armas está figurado, de que los Señores de México les hacian de armas, por los méritos, y números de cautivos que en las guerras habian cauti- bado, y asi de grado en grado iban subiendo siempre, con ventaja de los de atrás en mayor titulo y estado de guerra. QUARTA PARTIDA. 17. Este valiente con la dibisa de armas que tiene, y por renombre Otonti, de su valen- tia, y de haber cautivado en las guerras cinco ó seis enemigos el qual baliente es el desuso contenido, que tuvo principio de cautivar aun enemigo, en la guerra, y ansí sucesibamente de grado en grado a benido á subir al presente . 18. Cautivo . 19. Este valiente nombra- do Quachic, con la dibisa de armas que tiene puestas, demuestra haber cautibado en la guerra cinco, demás de que en otras guerras a cautibado otros muchos de sus enemigos 20. Cautivo. 21. Este valiente nombrado Tlacatecatl, con la dibisa de ropa que tiene, puestas, y su trenzado y dibisas de plumas ricas, demuestra haber en las guerras hecho to- das las valentías de atrás figuradas, y declaradas, y tener titulo de valiente, y persona señalada, más que los de atrás figurados. Declaración de la partida primera de la plana siguiente, en la qual partida, en cada una de las figuras, está declarado en qué significan, por que también los Alfaquis mayores se exercitaban en el arte militar, y según que aprobechaban en las guerras, y hazañas que; hacian, y cautivos que cautivavan, ansi los Señores de México les daban ditados, onores, y blasones, y dibisas de sus valentías, como en las armas que tienen puestas en lo figurado hacen demostración. 1C4 ANALES DEL MUSEO NACIONAL PLATE LXVI. PRIMERA PARTIDA. 1. Alfaqui que en la guerra cautivó á un enemigo. 2. El mismo Alfaqui de atrás, por haber cautibado á dos enemigos en la guerra, se le hizo dueño de la dibisa y armas que tiene puestas. Cautivo. 3. El mismo Alfaqui de atrás, por haber cautivado en la guerra á tres enemigos, por su valentía, se le hizo de la dibisa y armas que tiene puestas. Cautivo. Declaración de la partida segunda, en la qual partida, en cada una délas figuras en sus espacios, está declarado lo que significa, que son los mismos Alfaquis contenidos en la par- tida primera antes desta, los quales, por los hechos azañosos que enlas guerras de sus ene- migos ejercitaron, y los prisioneros que cautibaron, por donde merecieron titulo mas subi- do, y que les dieron los Señores de México, y de las armas y blasones que bestian, para señal del titulo y grado en que habian subido por sus méritos. SEGUNDA PARTIDA. 4. El mismo Alfaqui délos de arriba contenidos, por haber en la guerra cautivado á quatro enemigos, por señal de su balentia, se le hizo de la dibisa de armas que tiene pues- ta. Cautivo. 5. El mismo Alfaqui de atrás contenido, por haber cautivado en la guerra á cinco de sus enemigos, por señal de su balentia, se le entregaba la dibisa de armas, y de- más que tiene puestas. Cautivo. 6. El mismo Alfaqui de atrás contenido, por haber cau- tibado en la guerra seis de sus enemigos, y por señal de su esfuerzo y valentía, se le hizo donación por el Señor de México de las dibisas y armas que tiene puestas. Cautivo. Declaración de la partida tercera de lo en ella figurado, en la qual partida, en cada una de las figuras, están intitulados los renombres que habian conseguido y alcanzado en el ejercicio del arte militar en las guerras, por lo qual habian subido en mas alto grado, ha- ciéndoles los Señores de México capitanes y generales de la jente guerrera, y los de la una banda serbían de ejecutores, en lo que los Señores de México mandaban, ansi en las cosas tocantes á su república, como en los demás pueblos de sus basallos, los quales luego sin re- misión alguna executaban lo que se les hera mandado. TERCERA PARTIDA. 7. Quauhnochtli, executor. 8. Tlilancalqui, executor. 9. Atenpanecatl, executor. 10. Ezguaguacatl, executor. Estos quatro desta hazera serbian de mandones y executo- res de los que los Señores de México mandaban y determinaban. 1 1 . Tlacochcalcatl. 12. Tezcacoacatl. 13. Ticocyahuacatl. 14. Tocinltecatl. Estos quatro desta hazera son hom- bres balientes en las guerras, y capitanes de los exercitos Mexicanos, y personas que ejer- cían cargos de generales de los exercitos Mexicanos. ABALES DEL MUSEO NACIONAL 1G5 Declaración en lo figurado de la partida primera de la plana siguiente, significa el caci- que governador de un pueblo, que por haberse rebelado contra el Señorío de México, los executores de atrás contenidos le tienen echado al cacique una soga en la garganta, con la qual, por su rebelión, fue condenado por el Señor de México, que muera por ello, y su mu- jer é hijos sean cautivados, y traídos presos á la corte de México, y en cumplimiento á la condenación, los executores están ejecutando las penas en que fueron condenados, según que por las figuras se significan. PLATE LXVII. PRIMERA PARTIDA. 1. Huiznatl, mandón y executor, como alguacil. 2. Executor. 3. Cacique. 4. Exe- cutor. 5. Mujer del cacique cautibada, con prisiones en la garganta. 6. Hijo del cacique cautibado con prisiones. Declaración de lo figurado en la partida segunda. El cacique que está sentado é intitu- lado significa que por se haber rebelado contra el Señorío de México fue condenado á que sea destruido y asolado, juntamente con los basallos de su pueblo, y ansilos executores, por mandato del Señorío de México lestán notificando la dicha condenación, en señal de lo qual, le señalan con las insinias que los executores le ponen sobre su cabeza, y la rodela que le presentan, para que no pretenda inorancia de su destrucción y asolamiento. Las fi- guras que están alanceando, y con heridas mortales, significan que heran mercaderes tra- tantes Mexicanos, que aportaron á la tierra y pueblo del dicho cacique, y sus vasallos del cacique, sin licencia de su señor, los han asalteado en el campo, matándolos y robándolos lo que llevaban de mercancía, por donde se a mobido ocasión del dicho asolamiento y des- trucción de todo el pueblo. SEGUNDA PARTIDA. 7. Vasallo del cacique. 8. Cargas de mercadería. 9. Mercader. 10. Mercader. 11. Vasallo del cacique. 12. Executor. 13. Executor. 14. Cacique. Declaración de lo figurado en la partida tercera. Los quatro executores y embajadores del Señorío de México significan que habiendo emplazado al cacique contenido en la parti- da segunda antes desta, según es dicho, al tiempo que los dichos executores se bolvian á México, les salieron al campo ciertos vasallos del dicho cacique, á maltratar, tirándoles flechas en señal de guerra y rompimiento, de lo que adelante habia de suceder y para más ocasión de enemistad. TERCERA PARTIDA. 15. Executor y embaxador del Señorío de México. 16. Executor y embaxador del Señorío de México. 17. Vasallo del cacique. 18. Vasallo del cacique. 19. Embajador 31 166 ANALES DEL MUSEO NACIONAL y executor del Señorío de México. 20. Embaxador y executor del Señorio de México. 2 1 . Basallo del cacique . Estos flechan á los embajadores para más ocasión del rompimien- to de guerra. Relación y declaración de lo figurado en la partida primera de la plana siguiente. Los Tequihua significan adalides embaxadores por el Señorio de México, al pueblo del cacique, para que de noche lo handen y paseen ocultamente, sin que por sus enemigos sean senti- dos, y á tener abiso y adbertencia los guerreros por donde an de entraren lavatalla, y ha- cer su echo bueno, y sin mucha resistencia de sus enemigos, y ansi los Tequihua andan y rodean todo el pueblo, casas, y mezquita, y tiánguez, á tiempo que los del pueblo están dormidos y sosegados, para ber la parte por donde con menos trabaxo y resistencia se les podra dar combate. PLATE LXVIII. PRIMERA PARTIDA. 1. Tequihua. 2. Tequihua. 3. Tequihua. 4. Casa. 5. Mezquita. 6. Tequihua. 7. Casa. 8. Tiánguez, lugar de mercado. 9. Tequihua. 10. Tequihua. 11. Casa. 12. Casa. 13. Tequihua. 14. Tequihua. 15. Casa. Esta partida significa el pueblo del cacique de atrás contenido, que fue emplazo de guerra por ser rebelde al señorio de México. Las figuras de los Tequihua significan los embiados por el dicho señorio al pueblo, para que lo paseen de noche ocultamente, y sin mucho trabajo los destruyan al tiempo de la batalla, y están los guerreros platicos del pueblo y su espacio. Declaración de lo figurado en la partida segunda . El Mexicano que está sentado , y á sus espaldas una rodela y flechas, significa que estando los Mexicanos mobidos á destruir por bia de guerra á cierto pueblo que se habia rebelado contra el Señorio de México, los tres figurados vasallos del cacique, que ansi mismo están asentados en frente del Mexicano, significan que estando todo el pueblo del cacique atemorizados de la guerra y destrucción que los Mexicanos les querían hacer, vienen á México á tratar paces, sometiéndose por vasallos de México, y protestando de les tributar y reconocer el señorio, mediante lo qual los reciben en amistad y por vasallos, reponiendo lo determinado en su perjuicio. Los cuatro valientes figurados é intitulados con sus lanzas en las manos, y puestos, y adorna- dos apunto de guerra, y las dibisas y armas que tienen puestas, significan capitanes de los exercitos Mexicanos. SEGUNDA PARTIDA. 15, 16, 17. Estos son vasallos del cacique. 18. Mexicano. 19. Rodela y flechas. 20. Valiente, Tlacatecatl. 21. Valiente, Tlacochcalcaltl. 22. Valiente, Huitznahuatl. 23. Valiente, Ticocyahuacatli. Declaración de lo figurado en la partida primera de la plana siguiente. Significa que el que está sentado, y á sus espaldas una mujer hilando es su mujer nuebamente casado, y ANALES DEL MUSEO NACIONAL 167 por haber tomado estado de casado, habiendo sido mandón con los demás que están figu- rados ante él, que son cinco, nombrados Telpuchtli, que son ansi mismo mandones, haze- les el casado un razonamiento sobre que se desiste del cargo y oficio de ser mandón, por razón de su cansancio, y que quiere descansar del serbicio, y para mas los complacer, y que le admitan su rogativa, haceles banquete en dalles bien de comer y bever, de mas del presente que les hace de un manojo de perfumes y unas achuelas de cobre, y dos mantas, según que por lo figurado de estas cosas están intituladas, y ansi con esta solemnidad el casado queda libre y baco del dicho oficio. PLATE LXIX. PRIMERA PARTIDA. 1. Telpuchtli, que quire decir mancebo mandón. Estos son cinco. 2. Mantas. 3. Un manojo de perfumes. 4. Una hachuela de cobre. 5. Telpuchtli casado. 6. Tama- les. 7. Una gallina guisada. 8. Xicara con cacao para bever. 9. Muger del Telpuchtli casado. Declaración de lo figurado en la partida segunda. El que está sentado é intitulado sig- nifica el Señor de México, en que habiendo dado buena cuenta algunos de los mandones Telpuchtli, en la partida antes de esta figurados, y habiendo tomado estado de casados, de mandones que habían sido, el dicho Señor los mejoraba en mas titulo y grado, en que los hacia Tequihua, que significan las tres figuras intituladas de Tequihua con sus lanzones y ventallos, dándoles facultad de ser sus embajadores, y adalides en las guerras, que tenian por oficio onrroso. SEGUNDA PARTIDA. 10. Señor de México. 11. Tequihua. 12. Tequihua. 13. Tequihua. Declaración de lo figurado en la partida tercera . Significan los alcaldes y j usticias pues- tas por mano del Señor de México, para que oigan de negocios asi cibilescomo criminales, y ansi las figuras de hombres y mujeres que los tienen de cara, piden justicia, que son los pleiteantes. Y las quatro figuras intituladas Tectli, que están alas espaldas de los alcaldes, son principales mancebos que asisten con los alcaldes en sus audiencias, y á industriarse en las cosas de la judicatura, y para después subceder en los oficios de alcaldes. Destos alcaldes habia apelación para ante la sala del consejo de Moteccuma, según que adelante está figurado. TERCERA PARTIDA. 14. Tectli. 15. Tectli Myxcoatlaylotlac, justicia mayor. 16. Estas seis figuras, las tres de varones, y tres de mugeres son pleyteantes que piden justicia á los alcaldes. 17. Tectli. 18. Ezguaguacatl, alcalde. 19. Tectli. 20. Acatliyacapanecatl, alcalde. 21. Tectli. 22. Tequixquinahuacatl, alcalde. 168 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Declaración de lo figurado en la plana siguiente, la traza de las salas del concejo del Se- ñor de México, y sus casas reales, patios y gradas por donde entraban, y el trono é asiento de Moteccuma. En los espacios de cada cosa están intitulados y aclarados lo que signifi- can, y ansi en esta declaración no se refiere lo aclarado, mas de que en la una sala del concejo, los que en grado de apelación de sus alcaldes ante ellos parecian, porviadeagra- bio, los desagraviaban, habiendo causas justas, y no las habiendo, confirmaban lo deter- minado, y sentenciado por los alcaldes. Y si era negocio de calidad del consejo, havia apelación por via de agravio ante Moteccuma, en donde habia conclusión delacausa. La sala que está yntitulada del consejo de guerra, en ella se tratavan y proveyan los capita- nes y exercitos de guerra, según que por él Moteccuma estavan proveydas, y en todas cosas habia orden, y cuenta, y razón, para que el señorío fuese bien governado. Y antes del Moteccuma, por sus antecesores no habia tanta orden en las cosas de república, como el Moteccuma después que subcedio en el Señorío, por ser de buen natural y sabio, de su albedrio compuso orden y manera de buen rejimiento, y los mandó guardar y cumplir só grabes penas. Y ansi el que excedia, sin remisión alguna se executava la pena que por él estava puesta en el caso que delinquian, las cuales penas fueron rigurosas, y como en la ejecución no habia remisión alguna, andaban sus vasallos siempre alerta, la barba sobre el hombro, por donde con temor se aplicavan sus vasallos en cosas provechosas, y de nin- gún perjuicio para la pública libertad que tenian. PLATE LXX. 1 . Trono y estado de Moteccuma donde se sentava á cortes y á juzgar . 2 . Moteccuma. 3. Casa donde aposentavan á los Señores de Tenayuca, y Chicenauhtla, y Colhuacan que heran sus amigos y confederados de Moteccuma. 4. Casa donde aposentavan á los gran- des Señores de Tezinco y Tacuba, que heran sus amigos de Moteccuma. 5. Patio de las casas de Moteccuma. 6. Patio de las casas reales de Moteccuma. 7. Sala del consejo de guerra. 8. Estas rayas que ban subiendo ban á dar al patio de las casas de Moteccuma, que son estas figuradas. 9. Estos quatro son como oy dores del consejo de Moteccuma, é hombres sabios. 10. Pleyteantes que en grado de apelación de los alcaldes se presentan, y parecen ante los oydores del consejo de Moteccuma. Declaración de lo figurado en la plana siguiente. El padre é hijo que están sentados de cara, el uno al otro, significa dar el padre al hijo buenos consejos para que no hande hecho bicioso, poniéndole por egemplo que los que se llegan á toda virtud, bienen después á bales con los señores y caciques, en queles dan cargos honrrosos, y los ocupan por sus mensajeros, y que los músicos y cantores los admiten en sus fiestas y bodas por la pribanza que tienen. Lo figurado donde se junta á tratar y proveer para las obras públicas. El mayordomo que en ella está sentado, significa que ante él están dos mancebos llorando, por se les a dicho y ofrecido ocuparles en serbicios personales, y el mayordomo les está dando bue- nos consejos, diciendoles que se aparten de la ociosidad, y handar hechos vagamundos, que ocasionan y es causa de benir á ser ladrones, ó jugadores de pelota, ójugadordepatol, á manera de dados, de los quales juegos se recrecen en hurtar para satisfacer y cumplir con los tales bicios, que no acarrean otra cosa sino malos fines, y ansi en lo figurado con sus titulos significa lo declarado. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 1G9 Los oficios de carpintero, y lapidario, y pintor, y platero, y guarnecer plumas, según que están figurados é intitulados, significan que los tales maesos enseñaban los oficios á sus hijos luego desde muchachos, para que siendo hombres se aplicasen por sus oficios, y ocupasen el tiempo en cosas de virtud, dándoles consejos de que déla ociosidad nacian y se engendraban malos vicios, hansi de las malas lenguas y chismosos, y seguían las borrache- ras y ladronicios, y otros malos bicios, y poniéndoles otros muchos aterrares, que median- te ellos se sometian en todo aplicarse. PLATE LXXI. 1 . Mensagero. 2. Padre que aconseja al hijo que se aplique á todabirtud, y no hande hecho un vagamundo. 3. Hijo. 4. Cantor y músico que tienen combidados, y les dan música. 5. Coaguacal. 6. Mancebo. 7. Vagamundo. 8. Jugador de pelota. 9. Casa donde se junta alas obras públicas. 10. Texancalco. 11. Petlacalcatli mayordomo. 12. Coaguacal. 13. Mancevo. 14. Ladrón. 15. Jugador de patol. 16. A manera de da- dos. 17. Carpintero. 18. Hijo de carpintero. 19. Lapidario. 20. Hijo de lapidario. 21. Vicioso de mala lengua y chismoso. 22. Pintor. 23. Hijo de pintor. 24. Platero. 25. Hijo de platero. 26. Maestro de guarnecer con plumas. 27. Hijo del maestro. 28. Borracho. 29. Borracha. 30. Del bicio de la borrachera redunda venir á ser ladrones. Declaración de lo figurado en la partida primera de la plana siguiente, en la qual lo en ella figurado é intitulado con sus aclaraciones significan los castigos que á los tales delin- quentes cometían, según las leyes y fueros de los Señores de México, lo qual se executava sin ningún remedio, según que por lo figurado parece. PLATE LXXII. PRIMERA PARTIDA. 1.2. Estas dos figuras significan que los mancevos que se enveodaban con bino, mo- rian por ello según sus leyes y fueros. 3. Muger moca, si se embeoda con bino la mata- van según las leyes de los Señores de México. 4. Ladrón matavanle á pedradas según las leyes de los Señores de México. 5. Estas dos figuras acostadas y cubiertas con ropa demuestra que el que tenia acceso carnal con muger casada, los matavan á pedradas, se- gún las leyes de los Señores de México. Declaración de lo figurado en la partida segunda, en la qual se muestra de como se bedaba, según las leyes y fueros de los Señores de México, que no se emborracha- sen, si no fuesen de edad de setenta años, ansi el barón como la muger, los cuales te- nían licencia y libertad de lo usar, y que los tales viejos tubiesen hijos y nietos, según que las figuras lo demuestran, y el que se cedia de lo tal moría por ello, según que en la partida primera antes desta está figurado. 170 ANALES DEL MUSEO NACIONAL SEGUNDA PARTIDA. Viejo de setenta años tenia licencia, asi en público como en secreto, de poder vever vino, y enveodarse, por ser de tanta edad, y tener hijos y nietos, por la qual edad no se les bedaba el bever, v beodez. Vieja mujer del biejo de suso figurado, que por el consiguiente tenia previlegio é li- bertad de se embeodar como su marido, por que tenia hijos y nietos. A todos los de semejante edad no se les bedaba la borrachera. El estilo grosero é interpretación de lo figurado en esta ystoria supla el lector, por- que no se dio lugar al ynterpretador, y como cosa no acordada ni pensada, se interpre- tó á uso de proceso. Ansi mismo en donde ban nombrados Alfaqui mayor, y Alfaqui novicio, fue inadvertencia del interpretador poner tales nombres que son Moriscos. Ase de entender por el Alfaqui mayor sacerdote mayor, y por el nobicio, sacerdote no- bicio. Y donde ban nombradas mezquitas ase de entender por templos. Diez dias an- tes de la partida de la flota se dio al ynterpretador esta ystoria para que la ynterpre- tase, el cual descuido fue de los Yndios que acordaron tarde, y como cosa de corrida no se tuvo punto en el estilo que convenia interpretarse, ni se dio lugar para que se sacase en limpio limando los vocablos y orden que combenia, y aunque las interpreta- ciones ban toscas, no se a de tener nota si no á la substancia de las aclaraciones, lo que significan las figuras, las quales ban bien declaradas por ser como es el ynterpre- tador de ellas buena lengua Mexicana. A. THENET, 1553. FIN DE LA PARTIDA TERCERA DESTA YSTORIA. INDEX TO THE FIRST PART OF THE COLLECTION OF MENDOZA (ÍNDICE DE LA PRIMERA PARTE DE LA COLECCIÓN DE MENDOZA.) Píate. Lámina. ACALHUACAN XVII Acapulco XII Acatepec XII *Achiotlan XIV. XLVII Acolhuacan V * Acolma III Acolnahuac XVII * Ahuilizapan X Amatlan t XV * Amaxtlan XII. XLI. . . " Apancalecan XII Atepec XVI * Atezcahuacan XI Atlacinhuayan V *Atlatlaucha| VII "Atlan XVIII Atlapula IX *Atotomilco VIH * Atotomilco VIII Atzacan XVIII 'Axocopan., VIII. XXIX. Ayauhtochintlatla . . . XIII Azcapuzala V Figure. Figura. 10 18 16 1, 6 13 10 18 15 6 4, 4 20 4 11 8 12 8 3 12 17 6 13, 1 17 1 t The country of paper. (El país del papel.) t The country of the red river. (El país del rio colorado.) Píate. Lámina. * Cacatepec XV Cacuantepec XV. XLII. Cahualan XIII *Caliymaya IX * Caltepec XV * Capotlan XII Capulhuac IX Figure. Figura. 12 ..2, 13 11 14 7 5 9 Cencontepect XV 17 * Chalco III 3 Chalco IV 4 Chalco VI 4 Chalco VII 10 Chalcoatenco XVII 21 Chapolycxitlaí VIII 19 Chapan XII 7 Chiconquiauhco VII 7 Chihilmaltatacala. . . . XIV 12 Cilom XI 4 Cinacantepec IX 15 Cinacantlan XIV 16 Citlaltepec^ XVII 1 * Coatitlan XVII. XXIV. . . 11, 9 Coatlayauchan XVII 17 t Thehilloffourhundred. (La colina de los cuatrocientos.) t The leg of a grassopper. (La pierna de Chapulín.) § The hill of the star. (La colina de la estrella. ) Note. — A star placed by the side of a ñame, signifies that the corresponding ñame is found in the second Index; a numeral added, refers to places which are apparently the same, with some change in the ñame and symbol by which they are distin- guished. (Nota. — La estrella colocada al lado de un nombre, significa que el nombre correspondiente se halla en el segundo índice; el número añadido, se refiere á los lugares que aparentemente son los mismos, con algún cambio en el nombre y en el sím- bolo por el cual ellos se distinguen.) 172 ANALES DEL MUSEO NACIONAL * Coayxtiahuacan * Coeohiiipilecanf .... Corolau * Cocolan * Colhuacan Comaltepec * Comitlan Coyolapan f * Coyuacan Coyuca § Cozcaquauhtenanco . . * Cuecalcintlapila Cuecaloztoc || * Cuetlaxtlan Cuetlaxtlam Cuezalan Cuezcomatlyyacac . . . Cuezcomayxtlahuacan * Cuitlhuac Cuitlahuac Guian * Ecatepec Ecatlyguapecha Píate. Lámina. VII XII XIV XVII I XVI XIII. XXII. XIII V XII XII Figure. Figura. 1 14 2 15 11 8 13 2 2 15 13 8, XIII. XXXIX.. 19, 52 X... VIII. X... VI.. X... XV. II... VI.. XIV. XI.. XI.. 18 21 13 9 11 19 6 2 5 3 15 * Hontalcoatlan VIH. XXXIII . . 10, 3 * Huaca XVII. XLVI ... 8, 4 *Huaxtepec VII 13 * Huehuetlan XIII 5 Iluexolotlan XII : . 17 * Hueyapan XV 4 * Hueypuchtlan VIII 11 Iluilotepec XIV. , Huipilan XIII., lluixachtitlan XVII. * Huiztlan XIII. . "Huiztlan XIV.. * lluizizilapan 7 10 12 13 17 VI. XXIV 1, 4 Inixtlan X "Maratlam XI.. Macatlan XIII. 17 12 1G t The country of yellow garments. (El país de los ves- tidos amarillos.) X Place of the bell in the water. (El lugar de la campa- nilla en el agua.) § The saudal of the wolf. (La sandalia del Lobo.) ,| The place of the scarlet-feathered serpent. Mexican ñames terminating in oztoc are gencralli represented by the head of a serpent as their symbol. CMcomozloc, from whence the nations of New Spain derive their origin, may allude to the ancient fable of men sprung from serpents' Píate. Lámina. ' Malinaltepec XV Mamalhuaztepec .... VII ... . ' Mapachtcpec XIII . . . Matlatlant X ' Metepec IX Mictlan XVI.... Miquetlam XI. LIV. Miquiyetlan X Mixcoac V Mixtlan X Mizquic II Mizquic VI Mizquitlan XIII. . . . Molanco XII Molanco XV Nantzintlan XIII 'Nochiztlant XIV. Ocoyacac IX . . . *0cuilan X.. . . Otumpa III. . . *Oztoma X... Oztoma XVIII Oztoticpac X. . . . Pantepec XV Piaztlan XIV Pipiyoltepec§ XV * Poctepec XVII. XLVIII . Puputlan XVII Puxcauhtlam X Figure. Figura. 14 2 20 10 8 5 16, 7 20 9 17 5 1 23 3 I 9 3 10 8 8 6 3 9 8 18 3 16,17 19 14 * Quaguacan V. XXXIV .... 6, 1 Quauhnacaztlan XIII 15 * Quauhnahuac II 3 Quauhnahuac VI 8 Quauhnahuac VII 11 * Quauhpanoayan IX 11 Quauhpilola XIII 21 * Quauhtitlan III 2 Quauhtitlan V H theeth. (El lugar déla serpiente de plumas escarlatas. Los nombres mexicanos que terminan en oztoc generalmente son representados por la cabeza de una serpiente como su símbolo. Chicomoztoc, de donde derivan su origen las na- ciones de la Nueva España: acaso aluden á la antigua fá- bula de que los hombres salieron de los dientes de la ser- piente.) t The place of a net. (El lugar de la red.) X The country'of the cocbineal. (El lugar de cochinilla.) § The country of bees. (El país de las abejas.) ANALES DEL MUSEO NACIONAL Figure Figura. 25 48 22 2 0 10 Píate. Lámina. Quauhtían X * Quauhtían XIII * Quauhtocho VIII Quauhtocho XVII Quauhxayacatitla XIII Quauhximal V Quetzaltepec XV 18 Quimichtepec XV lo * Quiyauhteopan VIII 9 Tamapacha XI 14 Tamuoc X 21 Tanpatel X 22 'Tecalco X. XLIV 12, 5 * Tecapotitlan XVIII. Tecaxic XI Tecaxic XIV. . . Tecocauhtla XV . . . * Tecpan V. XXI Tecpatepec XII .. . Tecpatlan XV . . . Tecuantepec XIII . . Tecutepec XIV. . . Tenanco VII .. . * Tenancinco X Tenayucan I Tenexticpac X . . . . Teoacinco XV . . . Teocalhueyan V LV. . 12, 7 5 . 13 10 . 12, 8 . 21 5 1 4 3 3 12 24 9 3 Teochiapan XV 11 * Teocuitlatla t XIII 4 Teotenanco IX 13 * Tepatzinco VIII. XXVI. ... 3, 18 Tepechiapa XII 22 * Tepecuacinla VIH. XXXIX . . 8, 1 * Tepequacinla VI 14 * Tepeyaca X. XLIV 4,1 * Tepuztlan VIII. XXVI. ... 2, 13 * Tequixquiac IV 1 * Teteuhtepec VII. XLVIII. . . 6, 18 * Tetzapotitlan X. LV 19. 12 Tezcuco III 9 Tlachinoltic XIV 14 'Tlacho VIII G * Tlachquiyaucho XV 13 Tlacopan V 7 Tlacotepec IX 7 Tlacote pee Tlalcozauhtitla Tlaniztlan Tlaolan * Tlapacoyom * Tlapan Tlappan * Tlatilula * Tlatilulco Tlatlauhquitepec . . . Tlaximaloyau TliltepecJ Tonaliymoquecayom * Totolapa * Tototepec Toxico * Tsompanco * Tuchpan *Tulan Tulancinco * Tulucan Tuluca * Tziccoac * Xalapan , Xalatlan * Xaltepec XaltianquizQO. . . Xaltocan Xaltocan Xicochimalco§., * Xilotepec Xiquipilco * Xiuhhuacan. . . . Xiuhteccacatlan. *Xiuhtepec|| Xiuhtepec * Xochiacan * Xochimilco Xochtlan Xochyyetla * Xoconocho Xoconocho * Xocotitlan * Xodjimilco * Xolochiuhyom . Xolotlan ^ 1 7'» Píate. Figure. Lámina. Figura. XIII 22 VIII 7 XIV G X 16 VIII 18 XI 10 XII 2 IX 1 VI 6 VIII 20 X 5 XVI 7 XI 1 VII 9 XII '.. 8 XI 2 XVII. XXXVII. 4, 5 X 23 VIII 14 III 6 X 1 XI 6 XII. LVII 1, 1 XVI 1 IX 4 XII G XVI 2 III 7 XVII 5 XII 23 VIII 15 X 2 XII. XL 19, 7 XII 24 VI 12 VII 8 IX. XXtX 12, 4 II. XXVI 7, 2 XII 11 XI 13 XIV 15 XVIII 11 X 7 VI. XXVI 3, 2 XII 12 XIII 14 t The country of goldsmiths. (El país de los que trabajan el oro.) — } The dark mountain. (La montaña negra.) — $ The plaee of wasps on the sbield. (El lugar de los fabricantes de escudos.) — 1| The azure coloured mountaiu. (La montaña colorea- da de azul.)— H The country of Xolotle. (El país de Xolotle.) 174 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Píate. Lámina. Figure. Figura. * Yacapichtlan VIII 4 * Yamanitlan XI. XLV 9, 4 'Yauhtepec VIII 1 Ycpatepec XIV 10 'Yoalant VI 13 *YoaItepec VIII 5 Yoloxpuecuila XVI 3 Yzcuincuitlapilco .... VIH 16 Yzcuintepec XV 16 Yzhuatlan XIII 7 Píate. Figure. Lámina. Figura. YztacalcoJ XVII 20 Yztactlalocan § XIV 11 Yztactlealocan XIII 3 Yztatlan XIII. XL 12, o Yztepec VI 11 Yzteyocan XVII 9 Yzlitlan XVI 6 Zaqualpa VI . 10 t The firmament. (El firmamento.) — } The white temple. (El templo blanco.) — $ The wbite country of Tlaloc. (El país blanco de Tlaloc.) >H§H< INDEX TO THE SECOND PART OF THE COLLECTION OF MENDOZA. (ÍNDICE DE LA SEGUNDA PARTE DE LA COLECCIÓN DE MENDOZA.) Píate. Lámina. ACACACATLA LII Acamilyxllahuaca . . . NXXVIII. . . . Acapan XX Acapetlatlan XLIX Acatzinco XLIV Acaxochic XXXIV Acaxochitla XXXIII Acayocan XXXI Achiotlan XL VII. XIV. Acocolco XXX Acocozpa XLI Acolma XXII Acozpa LI Acuitlapa XLI Ahuacatla XLI Ahuaeicinco XLII Ahuatepec XXII Ahuehuepan XXVI ' Ahuilizapan L Alahuiztla XXXIX Alhuexoyocan XXVIII Amacoztitla XXIV Amaxac XLI Ameyalco XXIII Ameyalco XXXIV Amilcinco XXVII Anenecmilco XXVI ' Apancalecan XL Figure. Figura. 7 2 13 7 \ i) 6 7 6, 1 4 6 1 5 10 o II 11 4 5 M 3 12 4 18 6 20 5 8 Píate. Figure. Lámina. Atenanco XXXIX Ateneo XXIX Ateneo Lili * Atezcahuacan XLIV *Atlant LV * Atlatlauea XXVII Atlhuelic XXVII Atlieholoayan XXIV Atocpan XXXI * Atotomilco XXX * Atotomilco XXXII Auchpanco XXI * Axopan XXIX. VIH ... 1 Ayocintepec XLVIII Ayotlan XLIX ' Ayotz'mtepec XLVIII Ayoxochapa XXVI 19 Ayutueho Lili 4 Aztaopan LII 0 Aztaqnemeeat XXII 6 Figura. 8 2 2 16 1 18 21 16 9 I I 4 13 15 2 7 Cacalomaca XXXV * Cacatla XLXII. XV. Cacatulan XL Galialinalco XXIII Calixtlahuacan XXXV . . . . * Caliymayan XXXV "Caltepec Lili 8 13,12 11 13 2 9 11 t The country of water. (El país del agua.) — t The country of the of the veil leathers of the flamingo. (El país del velo de plumas de la garza.) 170 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 5 7 6 2 0 4 3 36 8 9 2 18 3 14 14 24 3 1 10 11 Píate. Figure. Lámina. Figura. Gamotlan XLVI "Capotian XLVII Gapulteopan XXXV Caxochitía XXXII Cenpoalan t XXII ' Chalco XLIII Chapolmoloya XXXIV Cliichicquautla XXXIV Ghictlan XLIV Ghilacachapa XXXIX Ghilapan XXXIX Chiltepiutla XLIV Chimalco XXIV Ghinantlan XLVIII Chipetlan | XLI * Chontalcoatlan XXXVIII Chululteca XLIV Cihnanteopan§ LIV Gümatlan XL Ciucozca XXXVI Coacalco XXVI Coapan LII 5 Goatepec XXXIV 9 Coatepec XXXVI 9 * Coatlan XXIV. XVII. .9, 11 Coatzinco XLIV 21 Coaxomulco XLV 10 * Coayxtlahuacan XLV 1 Cocamaloapa XLVIII 4 * Cocohuipileca XL 9 Cocolan XXXIX 7 Cocotlan XX 10 'Colima XL 2 * Colhuacinco XX 9 * Conpahuuacan XXXVII. XVII. 5, 4 * Contlam XXII. XIII .... 13, 8 * Companco XXVI 8 Coplapan XLVI 1 Coquizinco XXXV 12 * Coyoacan XLIX 3 Covucac XL 10 Cozcatecutlan LVII 3 'Ctzicoac LVII. XII 1, 1 * Cuecalan XXXIX. XIII . . 52, 19 * Cuetlaxtlam LI 1 Cuezcomaluiacan. . . . XXVIII G Cuezcomatitla XLVIII 16 Píate. Lámina. Cuicatlan XLV . Cuitlahuac XXI . * Ecatepec XXIII Elmacalco XLII . Epacuyuca XXIII Epatlan XLIV Etlan XLVI. Figure. Figura. 11 1 20 36 17 20 2 2 4, 8 1 15 8 1 25 4 2 9 *Hiiic¡lapa XXIV. VI 4, 7 Iluicilopucho XX 8 Huitzanuola || XLI 9 Iluitzc'ilapa XXXIV 37 Huitzoco XXXIX 4 "HuiztlaD XLIX 6 Guapalcalco XXX * Guaxaca XLVI. XVII * Huaxtcpec XXVI * lluehuetla XLIV * Huehuetlan XLIX * Iluepuchtla XXXI Huexotziocatl XLIV , * Hueyapan XXXII Huicilan XXII Hnicilan XXVI Itzihuiuquilucan XXXII ' Macatlan XLIX . . Macuilxochic XLVI . . Maünalco XXXVII * Malinaltepec XLI . . . Malinaltepec XLIII . . * Mapachtepec XLIX . . Matixco XXII... 'Metepec XXXV.. Miacatl XXIV . . Miahuaapa LIV. Michapan XLVIII. . Michatlan XLVIII., Michmaloyan XXXIII. , Mictlan. . . XLV. . . . Mictlan Mictlanquauhtla. . . . Mitepec Milzinco b ... 11 1 ... 11 5 4 . . . 15 7 7 6 6 8 4 9 LIV. XI 7, 16 LI 2 XXXV 5 XLII 12 t The symbol rcpresenting tliis city resembles tbe bust of Júpiter Ammon. (El símbolo que representa Ciudad se semeja al busto de Júpiter Amon.)— i The country of Xipe. (El país de Xipe.)— $ The temple of Cihna. (El templo de Cihna.) || Prickly leaf of tbe pine-apple. (La hoja picante de la pina.) ABALES DEL MUSEO NACIONAL 177 Píate. Lámina. "Mizquic XXI.... Mizquiyahuala XXIX . . "Mixtlan XLVIII. *Molanco LVII... Molotla XXIV . . Nacochtlau XLIV.. Nepopoalcof XXVII. Nextitlan XXI . . Nochcoc XL . . . 'Nochiztlan XLV.. Nochtepec XXXVÍII. Figure. Figura. 3 7 5 2 8 19 17 40 4 6 5 Ocelotepec LIV 5 Ocoapan XLI 8 Ocotepec XXXIV 7 Ocpayucan XXIV 14 Octlau XLVI 8 'Ocuilan XXXVI I Ohuapa XXXIX 3 Olac XX 12 Olinalan XLII 22 Olintepecí XXVI 6 Otlatitlan XLVIII 3 Oxichan LI 4 Oxitipan LVI 5 Oxitlan XLVIII 11 * Oztoma XXXIX 49 Oztotlapecho XLIV 17 Papantla LIV. . Petlatlan XL . . Platanala XLII. Pomotlan XL . . 4 6 38 3 * Puctlau XLVIII. XVII. .17,16 Quachquegaloya XXXII . . . * Quahuacan XXXIV. V Quahnitleyxco XXVI Qualac t XLII Quatlatlauli ' XLIV .... Quatzontepec XLVI Quauhgmecan § XXIII * Quauhnahuac XXIV. . . . . 1, G 7 . 24 9 7 16 1 * Quauhpanoaya XXXIV 34 Quauhquechulan XLIV 12 t The place of numbering. (El lugar de la numera- ción.) í The hill of earthquakes. (La colina de los temblores.) § Place of the veil of eagles' feathers. (Lugar del velo de plumas de águilas.) Píate. Lámina. Quauhtecolmatl XLII . . . Quauhtecomacinco. . . XLII. . . Quauhthetelco L Quauhtinchan XLIV . . * Quauhtitlan XXVIII. * Quauhtlan XXVI . . * Quauhtochco L Quauhyocan XXIII . . Quauxilotitlan XLVI . . Quauxumulco XLIII . . Quecalmaca XXX. . . Quechulac XLIV . . * Quiyauhteopan XLII . . . Figure. Figura. 23 8 6 7 1 3 I 19 3 6 3 2 21 35 8 3 7 8, 12 Tallacha XXXIV.... Tamagolan XLV Tamacolapan XLV Teacalco XXII 'Tecalco XXI. V. . . . * Tecalco XLIV. X 5, 12 Tecamachalco XLIV 3 * Tecapatitlan LV. XVIII .... 7, 12 Teciutlan Lili 3 Tecmilco XLIII 2 Tecogauthla XXXIII 7 TecoQuca.... XXIII 14 Tecoloapan XX 5 * Tecpaginco. . , XXVI. VIII ... 18, 3 Tecpan XXXIV 2 Tectipa XXXVIII 4 Tehuehuec XXX 5 Tehuiloyoca XXVIII 2 Tehuizco XXVI 21 Teloloapan XXXIX 10 Temazcalapat XXII 16 ".mohuazaD XXIX 5 f enantzinco XXXVI 6 Tenuchtitlan f XIX 16 Teocalcinco XXIV 2 Teociocan LI 6 * Teocuitlatlan XLVI 6 Teonochtitla XLIV 13 Teopantlan § XLIV 14 Teotenanco XXXV 10 Teotlalpan Lili 7 Teotlitlan || XLVIII 9 t The place of the vapourbath. (El lugar del baño de vapor.) í México. (México.) § The country of the pyramid. (El país de la pirámide.) || The country of divine darkness. (País de la divina os- curidad. ) 33 178 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Píate. Figure. Lámina. Figura. Teotliztacoü XXXVIII 6 *Tepeacact XLIV. X 1, 4 Tepechpan XX 6 Tepechupa XXII 5 * Tepecuacuilco XXXIX. VIII ..1,8 Tepemaxalco XXXV 14 Tepepulan XX 1 1 Tepetitlan XXXIII 5 Tepetlacalco XX 4 Tepetlaoztoc XXII 40 Tepetlapa XXIII 42 Tepetlhuiacan XXXV 4 Tepexahnualco XXXVIII 8 Tepexic XLIV 40 Tepoxaco XXVIII 5 Tepoztitla XLII 40 * Tepoztla XXVI. VIII ... 13, 2 Tepuzculula XLV 5 "Tepuztlaii XLIII 3 Tequaloyan XXXVI 7 Tequemecuan XX 7 * Tequixguiac XXXI 3 Tetenanco XXXVIII 10 Tetenanco XLI 13 Tetenanco XLIV 22 Tetepanco XXIX 3 Teticpa XLVI 9 Tetlapanaloya XXXI 4 * Teteutlan XLVIII. VII. . . 18, 6 Teucoltzapotlan L 2 Texopan XLV 2 Tezcacoac XXI 2 Tezcatepec XXIX 0 Tezcatepetonco XXXI 8 Ticatepec XXII 12 Ticayuca XXIII 11 Tlaahuiiilpa XXIX 9 Tlachmalacac XXXIX 5 *Tlacho XXXIII 2 * Tlacho XXXVIII 1 * Tlachquiauco XLVII 3 Tlachyahualco XXII 4 Tlacocaulitla XLII 6 Tlacotlal XLVIII 49 Tlacoxiucho XXI 9 Tlaguilpa XXIII 15 Tlajacac XXVI 20 Tlalatlaoco XXXIV 4 t On the point of the hill. (Sobre el punto de la colina.) Píate. Figure. Lámina. Figura. Tlalcuechahuaya .... XLVI 10 Tlalticapa XXVI 10 Tlamacazapa XXXVIII 7 "Tlapat XLI 4 * Tlapacoyan LII 4 Tlapauicytlan LI 3 Tlaticapa LIV 2 * Tlatiíulco XIX 24 * Tlatlauhquitepec Lili I Tlayacapa XXVI 46 Tlaxcaltecatl XLIV 23 Tochtepec XLVIII 1 Tolimani XLII 7 Tonanytla XXII 8 Tonathiuco í XXXVI 8 * Totolapa XXVII 49 Totolcinco XXII 2 Totomixtlahuacan . . . XLI 12 'Tototepec XLVIII 13 Tototlan L 3 Toyac XX 7 Toztlan XLVIII 56 'Tulancingo XXXII 6 'Tuluca XXXV 1 * Tuchpa LIV 1 Tzanayalguilpa XXXIII 3 Tzapotitlan XXI 5 Tzicapuzalco XXXVIII 9 Tzilacaapam XLII 37 Tzinacanoztoc XLVIII 12 .... 26 7 9 • i • ■ —■ 4 .... 17 7 2 2 5 3 .... 10 6 * Xihuacan XL. XII 7, 19 Xilocinco XXVIII 7 * Xilotepec XXXIII 1 Xiloxochitlan LII 2 •Xiuhtepec XXIV 10 t The red country. (El país rojo.) í The place of the sun. (El lugar del sol.) Xala XLII.. Xalac XXX... Xalac XXXI., *Xalapan XXVIII Xaloztoc XXVI . . * Xaltepec XLV . . . Xaxahpan XX. . . . Xayaco XLVIII. Xicalhuacan XXXI . . Xicaltepec XXXV. . Xicaltepec XLVIII . Xico XXI . . . ANALES DEL MUSEO NACIONAL 179 Píate. Lámina " Xochichiuca XXIX * Xochimilcacinco .... XXVI Xochitepec XXIV . . Xochiquauhtitlan. ... LI1 . . . . * Xoconocho XLIX . . Xocotla XLI. . . . *Xocotytlan XXXVII Xocoyocan LVII... Xocoyoltepec XLIII . . * Xolochiuhyan XL Xomezocan XXXI . . Xonoctia Lili Xoxontla XXIV . . Figure. Figura. IX. JI. 4, a 12 , 7 6 3 1 2 8 5 4 12 6 6 14 * Yacapichtia XXVI 15 * Yanantitlan XLV. XI 4, 9 Yaotkmf XLVIII Yaonahuac Lili. . . Yauhtepec XXVI . Yayauguitlalpa Lili. . . , Yccochinauco XLIV . Ychcaatoyac XLH. . GO 10 14 5 6 40 Píate. Figure. Lámina. Figura. Ychcateopa XXXIX 50 Yclicateopan XLI 3 Ychcatl XLII -25 Ychcallan XLII 9 Ychcatlan LVII i5 *Yoalan XXXIX 6 *Yoalan XLI 7 'Yoaltepecí XLII 35 Yopico XX :3 Ytztepec Lili 8 Ytzteyocan L 7 Ytzacan XLIV 11 Yxcoyemec Lili 9 Yxicaya XLII 39 Yxmatlatlan§ XLVIII 61 Yxquemecan XXII 14 Yzamatillall XXVI 12 Yzmiguilpa XXIX 8 * Yztapan XL. XIII 5, 12 "Yztepec XXIV 15 YztJa XXIV 13 Yuohuizquilocan. . . . XXXIV 8 t The eountry of war. (El país de la guerra.) — í The hill of heaven. (La colina del cielo.) — § The comitry oí'Yxmatla. (El país de Txmatla.) — 1| The eountry of paper of the palm. (El país del papel de palma.) =^€gK< INDEX Tí) THK ÑAMES OF PERSONS AND OFFICES (ÍNDICE PARA LOS NOMBRES DE LAS PERSONAS Y OFICIOS.) Píate. Lámina. ACACITLI I Acamapich II ... . Acatliyacapanecatl .... LXIX . Ahuexotl I Ahuicocin XII. . . Atenpanecatl LXVI . Atonal VII .. . Atototl I Axayacaci IX ... . Axayacaci XIX . . . Calmecac t LXII . Chimalpupuca IV. . . Cihnateocali t LXV . Cuincacali§ LXII. Figure. Figura. 1 4 20 4 9 9 1 10 5 18 5 7 7 Ezguaguacatl LXVI 10 Ezguaguacatl LXIX 18 Huehuemoteccuma ... VII .. . Huigilyhuitl III Huitznahuatl LXVIII . Huiznahuac || XIX . . , Huiznatl LXVII.. Mixcoatl Tlacatectli , . . XVII . Moquihuix IX... Moquihuix XtX. . Moteccuma XIV.. Moteccuma LXX. Ocelopau I 4 4 22 1 1 3 2 20 8 2 3 Ochpaniztli iy Omeqúh Tezcacoacatl Otoüti Petlacalcatle. Petlacalcatle. Píate. Lámina. XLIX. XVIII . LXV.. XX.. LXXI Quachic LXV . Quapan I . . . . Quauhnoctli LXVI Quauhtlatoa VI . . . Quauhtlatoa XIX . Teachcauh Tecineuh Tectli Tectli Tectli Myxcoatlaylotlac. Tecutli Tegigua Telpuchtlato Telpuchtli Tenuch Teponaztlitt Tequihua Tequixquiüahuacatl Tezcacoacatl Tieocjeatziü Ticocyahuacatl Ticocyahuacatl Tlacatecatl Tlacatecatl LXil. I.... LXIX LXIX LXIX LXV . LXIII LXIV Figure. Figura. 9 9 17 1 11 19 9 .5 19 I LXIV . LXVIII LXVI . XI LXVI . . LXVIII LXV . . LXVIII. G 5 14 17 15 6 15 17 1 6 4 1 22 12 7 13 23 21 20 t Temple. (Templo.)— J Temple. (Templo.)— $ Temple. (Templo.)— 1| Temple. (Templo.)— H Nameof a Mexicanmonth. (Nombre del mes mexicano.)— tt An instrumeut of music. (Un instrumento de música.) ANALES DEL MUSEO NACIONAL 181 Píate. Lámina. Tlacatecatl XVIII. Tlacatectli XVIII . Tlacatectli XVII. . Tlacaxipehnaliztlt. . . . XLIX . Tlacochcalcatl LXVI . Tlacochcalcatl LXVIII Tlacochtectli XVII... Tlacochtectli XVII.. Tlamazqui LXII . . , Tlamacazqui LXIII . Figuro. Figura. 2 4 6 12 11 21 1 14 2 1 Píate. Lámina. Tlilancalquii XVIII Tlilancalqui LXVI Tociültecatl LXVI Xiuhcaq § Xocoyol. . Xomimitl . Yxcoaci V. . . Yxcoaci XIX Figure. Figura. 10 8 14 9 8 7 4 17 t The ñame of a Mexican month. (El nombre del mes mexicano.)— t The housc of darkness. (La casa de la oscuridad.) § Blue sandal. (La sandalia azul.) »B£§K< 34 II HISTORIA DEL CÓDICE MENDOCINO. ON Antonio de Mendoza, comendador de Socuellanos en la orden de San- tiago y camarero del emperador, fué el primer virey de la Nueva-España, rigiéndola de 1535 á 1550; promovido al vireinato del Perú, falleció en Lima á21 de Julio 1552. Gobernador sagaz y entendido, no solo atendió los diversos ramos de la pública administración, sino que promovió el ade- lanto de aquellas ciencias que no se presentan fácilmente ala consideración de hombres ignorantes. Entre los trabajos de esta clase debe ponerse en los primeros lugares, la colección de pinturas mexicanas, escritas en gero- glífícos, con la cual pensó dar una muestra al emperador Carlos V de lo que era la es- critura de las naciones civilizadas, dueñas en otro tiempo del territorio de la colonia. Según la aseveración de Clavigero, eran las pinturas 63, acompañadas de una interpre- tación en mexicano, formada por indígenas entendidos, traducida al español por un pe- rito en ambas lenguas: todo se preparó con alguna premura, para remitirlo á España en la flota á la sazón surta en la Villarica. No hemos sabido fijar el año del envío, y por simples conjeturas nos figuramos que debió de ser hacia 1549. Las pinturas, andando el tiempo, en honra del compilador se llamaron Colección de Mendoza. No llegaron al destino á que iban dirigidas, porque apresado el buque conductor por un corsario francés, fueron á parar á Francia, y las adquirió Andrés Thevet, geógrafo del rey, quien pudo apreciarlas porque habia viajado por el Nuevo Mundo. La primera estampa, en efecto, tiene ahora en [letra del siglo XVI. — A. Theuet Cosmographe du Roy, leyéndose también al fin de la interpretación. — A. Teuet, 1553, palabras que parecen probar, que Thevet adquirió el Códice en 1553, fecha colocada por el cosmógrafo para hacer constar su propiedad. Muerto Thevet, el MS. quedó en poder de sus herederos, y estos le vendieron por veinte coronas á Ricardo Hakluyt, persona consagrada al estudio de la geografía, que con el carácter de capellán de la embajada inglesa llegó á Paris en 1584. Trasladadas las pinturas á Londres, la interpretación castellana fué traducida al inglés por Loke, distinto del metafísico del mismo nombre, á ruego de Sir Walter Raleigh, empeña- do en dar á luz la colección entera. El costo de los grabados frustró por entonces la publicación, hasta que á instancias del anticuario y erudito Enrique Spelman se dio ca- bida á la obra, en la de Samuel Purchas, intitulada: — Pilgrimes. London, printed by Will Stanhy for Fethevstone, 1625-26, 5 vol. fol. con grabados. El códice se en- cuentra en el tom. III, pág. 1065. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 183 Melchisedech Thevenot puso en francés la interpretación, y tomando las estampas de Purchas las incluyó en la obra: — Relation de divers voy ages curieuoo qui riont pas été publiées ', et qu'on a traduits on tires des originaux, &. París, 1696. Cua- tro partes en 2 vol. en fol., con grabados: las láminas en el tom. II, pág. 1-85. Ob- serva Clavigero acerca de esta edición: — «Las pinturas eran 63, como ya he dicho; las doce primeras contienen la fundación de México, y los años, y las conquistas de los re- yes mexicanos; las 36 siguientes representan las ciudades tributarias de aquella corona, y la cantidad y calidad de sus tributos, y las cinco últimas (debe leerse quince, de otra manera no se forma la suma 63), incluyen algunos fenómenos sobre la educación y el gobierno de los mexicanos. Pero debe advertirse que la edición de Thevenot es defec- tuosa. En las copias de las pinturas XI y XII se ven cambiadas las figuras de los años, pues las figuras pertenecientes al reinado de Moteuczoma II se ponen en el de Ahui- tzotl, y vice versa; faltan enteramente las pinturas XXI y XXII, y la mayor parte de las ciudades tributarias.»* Fueron estas las ediciones completas de la colección, pues el P. Kircher solo publi- có una parte de las láminas de Purchas en su obra — (Edipus cegypiiacus, hoc est, Universalis hieroglyphica veterum doctrina?, temporum injuria abolitce, instaura- tio. Roma, 1652-54. Tres tom. en 4 vol. en fol. con grabados. En el tom. III, pág. 32. No sabemos de otra obra relativa á nuestro asunto, hasta la que lleva por título: — Historia de Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador, c£* En el tom. II, pág. 387, de la Revue Americaine, París, 1865, se encuentran en pequeña escala tres láminas de los Anales, no muy exactas por cierto, acompañando el artículo, — Notice analytique de la Collection de peintures hiero glyphiques mexi- caines, publiée par Lord Kingsborough, par León de Rosny. (1er article.) — El mis- mo León Rosny insertó la lámina de la fundación de México, con una interpretación en idioma francés, en la pág. 14 de la obra intitulada: — Les ócritures figuratives et hie- ro glyphiques des diférents peuples anciens et modernes. Paris, 1870. El Sr. Prescott tenia formada muy mala idea de la escritura geroglífica azteca, te- niéndola por confusa y embrollada; sobrábale la razón, supuesto que siempre nos pare- ce á más no poder oscuro todo cuanto no entendemos. Para corroborar su aserto, toma por v. g. el Códice de Mendoza, acerca de el cual dice: — «La vaguedad é incerti- « dumbre propias de estos anales puede deducirse de lo que cuenta el intérprete español « déla Colección de Mendoza, el cual repetía que los naturales á quienes se confiaba la «interpretación de las pinturas tardaban mucho tiempo en ponerse acordes acerca «de ella. Ant. de Méx. vol. II, pág. 87.»** Ya el Sr. D. Fernando Ramírez refutó victoriosamente lo relativo al valor de las pinturas mexicanas, y por lo respectivo al Códice no haremos más de transcribir el pa- saje de la interpretación á que se refiere el Sr. Prescott. — «El estilo grosero é inter- « pretacion de lo figurado en esta ystoria supla el lector, porque no se dio lugar al «interpretador, y como cosa no acordada ni pensada, se interpretó á uso de proceso. «Ansimismo en donde van nombrados Alfaquí mayor y Alfaquí novicio, fué inadver- « tencia del interpretador, poner tales nombres, que son moriscos. Ase de entender por «el Alfaquí mayor, sacerdote mayor, y por el novicio sacerdote novicio. Y donde van «nombradas mezquitas, ase de entender por templos. Diez dias antes de la partida «de la flota se dio al interior etador esta ystoria p> ara que la interpretase, el cual « descuido fue de los indios que acordaron tarde, y como cosa de corrida no se tuvo * Prescott, Hist. antig. tom. I, pág. 73, nota. " Hist. antig., tom. I, pág. 68, nota 10. 186 ANALES DEL MUSEO NACIONAL «punto en el estilo que convenia interpretarse, ni se dio lugar para que se sacase en « limpio limando los vocablos y orden que convenia, y aunque las interpretaciones € van toscas, no se ha de tener nota sino á la sustancia de las aclaraciones, lo que sig- < niñean las figuras, las cuales van bien declaradas, por ser como es el interpreta- « dor de ellas buena lengua mexicana.» Torpeza nuestra será; mas en el pasaje anterior no vemos el menor fundamento pa- ra sustentar el parecer del Sr. Prescott, y el lector puede consultar la interpretación entera, pues á la vista la tiene en el párrafo I, para ver si encuentra algo que la abo- ne. Hablase de ciertas dificultades, de premura del tiempo, de grosería en el estilo, de las interpretaciones toscas, de que acordaron tarde los indios, &c; mas ni una sola palabra, ni la menor alusión á que los intérpretes tardaran mucho tiempo en ponerse de acuerdo acerca de la interpretación. Para los sabidores de aquella escritura gero- glífica la lectura era tan fácil y corriente, como para nosotros nuestros signos fonéticos. LAS PIRÁMIDES DE TEOTIHÜACAN. (STAS pirámides están construidas en una parte del gran Valle de Mé- xico, á 50 kilómetros al Noroeste de esta ciudad. El terreno es volcánico, como la mayor parte del Valle: la parte su- perior es la tierra vegetal, sigue la toba volcánica, y debajo de ésta, al Oriente y al Septentrión de dichas pirámides, en donde el agua ha corroido y arrastrado la toba, queda descubierto el basalto negro, de la misma naturaleza del que predomina en los contornos de la gran Te- noxtitlan. Estos monumentos, notables en verdad, están á la base y falda de una pequeña co- lina, y en muchas partes de ella percíbese un conglomerado escorioso formado con el basalto que se llama en la lengua náguatl, tetzontli; el que aprovecharon los construc- tores para sacar de allí los materiales de la obra gigantesca que acometieron, así co- mo para la construcción de sus propias habitaciones: las muchas grutas artificiales, unas visibles y otras subterráneas que se encuentran en todas direcciones en aquel terreno, pueden ser el testimonio de nuestras aseveraciones; grutas que los campesinos aprove- chan hoy dia, unas para hacer de ellas una morada sin costo alguno, otras para esta- blos y guarecer sus ganados de la intemperie. Las pirámides son dos; y según la tradición de las razas que hablaban y hablan to- davía los dialectos que hemos comparado con el Sánscrito, la una estaba dedicada al astro de la luz del dia, la otra al astro de la noche. Los lectores de nuestra publicación pueden dirigir su vista á las litografías A y B que las representan con toda exactitud, y verán igualmente la forma actual que hoy guardan y aun la vegetación que sobre ellas se desarrolla. En la pirámide de la Luna, por el lado Austral, se ha hecho una pequeña excava- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 187 cion por la cual hemos penetrado con dificultad, y hemos podido observar, que el material que sirvió para la construcción, fué de la naturaleza del terreno que acabamos de men- cionar; y hemos podido admirar el método que siguieron los trabajadores bajo la direc- ción de los sacerdotes; pero tomaremos de los escritos del Sr. García Cubas, la descripción de esta grande obra en el punto á que hemos aludido, porque está de acuerdo con lo que nosotros hemos visto. «Esta abertura se encuentra á la altura* de veinte metros, y en la parte superior del tlatel sobrepuesto. ¿Esta abertura da entrada á una estrecha galería descendente interrumpida por un pozo cuadrangular, cuyas paredes están revestidas de sillares de toba volcánica El eje de la galería descendente, el dia de nuestra observación coincidia exactamente con el meridiano magnético.» Nosotros podemos asegurar que: hecha una excavación en la pirámide del Sol, con toda evidencia se verian los mismos materiales, el mismo pozo é iguales circunstancias, porque el pensamiento que presidió á los trabajos de tales monumentos, era el mismo y llevaba un objeto semejante. Tirando una línea entre las dos pirámides, podemos ver que la de la Luna está si- tuada al lado Norte, y la del Sol al lado Sur. La altura de la primera es de 46 metros: la de la segunda de 66 m. y no obs- tante, á la simple vista parecen tener iguales alturas, lo que depende délos accidentes y declive del terreno. Si desde la cima de la pirámide de la Luna, (véase la lámina B,) dirigimos la vista hacia el Sur, podemos ver una calle recta, pero algo inclinada ó diagonal y que se pro- longa hasta la base de las montañas del cerro Matlacinga, y su longitud puede calcu- larse como de una legua y media: actualmente está interrumpida por el cauce de un arroyo llamado de San Juan. Debemos hacer notar, que los lados de esta calle están formados por una serie de montones de piedras que tienen la apariencia de pequeñas pirámides, con esta par- ticularidad, que antes de llegar á la gran pirámide, como á unos 200 metros, la recti- tud se interrumpe, se amplía por ambos lados y entonces tómala forma de una gran Tau: (lámina B.:) el tronco, podemos decir, es laparte recta, los brazos la parte ampliada, y la cabeza, la pirámide misma; la que es truncada como todas las de nuestra patria, y en cuya meseta estaba la Naus ó templo de la Diosa, cuya imagen actualmente se ve en el centro de los brazos de la Cruz ó Tau derribada por los fanáticos intolerantes, que no pueden ver más allá de sus propias creencias y que siempre las anteponen á las de otros: los pastores, igualmente fanáticos é ignorantes, la han mutilado lastimosamente, y con trabajo se pueden distinguir en la gran mole de roca porfídica de que fué hecha la Diosa, el collar y un cuadrilátero excavado en el pecho, y donde probablemente debió estar una lámina de oro con los geroglíficos alusivos á su poder é influencia sobre nues- tro planeta. Esta misma calle tiene otra particularidad que es muy digna de llamar la atención, y consiste: en que al medio de dicha calle se observan de distancia en distancia, otros cúmulos de piedras como las que forman la gran calle, y que entre uno y otro de estos cúmulos existen también unos atravesaños en donde apenas se pueden percibir las rui- nas, porque ya están cubiertas por la tierra vegetal. " Las alturas de las pirámides y las distancias, son tomadas de los escritos del Sr. G. Cubas. 188 ANALES DEL MUSEO NACIONAL En derredor, y á grandes distancias de las pirámides, se ven aquí y acullá esos mis- mos cúmulos de piedras de forma piramidal, y que el historiador Torquemada, en su Mo- narquía Indiana, asegura que todavía en su tiempo habia más de veinte mil de ellos: nosotros hemos recorrido aquellos campos desolados, y hemos visto las huellas de aquel inmenso número de que habla el historiador, y aún mayor; porque allí donde no se cree la existencia de esos monumentos que el autor creía ser templos, la barreta y la reja de los campesinos los descubren muy lejos de las pirámides. Como á unos trescientos metros antes de ampliarse la calle, como lo hemos indica- do, son muy notables cinco cúmulos de piedras que forman un triángulo perfecto: los campesinos dan á este lugar el nombre de la plazuela de las columnas, cuyos restos úl- timamente han sido destruidos por el zapapico del cantero, haciendo desaparecerlos ge- roglíficos que las adornaban: y el objeto fué ¡hacer un puente en la misma población! Y efectivamente, aun se ven allí indicios de dos grandes pórticos: por tanto, podemos creer, que los cinco cúmulos son los restos de los palacios donde habitaban los Sumos Sacerdotes ó los monarcas que gobernaban los pueblos que habian contribuido para le- vantar las dos grandes pirámides, y fundar aquella populosa ciudad, cuyo radio, to- mando por centro á éstas, puede calcularse en más de legua y media. Hoy todos aquellos monumentos y numerosas ruinas, han sido invadidas por la ve- getación, que ciertamente no es lozana y espléndida como la que se desarrolla en las cañadas de las serranías que pasan no muy lejos del sitio que deseamos describir á gran- des rasgos para dar una idea á los lectores de nuestro periódico: las plantas que allí viven y que han existido desde una época muy remota, son los nopales (cactus), las llamadas palmas (yucas), una de las cuales se ve como á la mitad de la pirámide de la Luna, al lado Norte, de una altura colosal y una estipa enormemente gruesa: el perú (Sckinus molle), el maguey (Agave), el chicalotl (Argemone mexicana), el memeyautl (Salvia), el miamoli (Phytolaca octandria), el ipazotl (Chenopodium), elexixiopatl (Loeselia ccerulea), el palo dulce (Varennea), y otras varias plantas qne no hemos podido determinar porque solo se veían los tallos ú hojas secas, en razón de que nues- tras excursiones á esos lugares fueron ejecutadas por los meses de Diciembre y Febre- ro, estación en la que las plantas herbáceas y anuales han muerto casi del todo. En toda la extensión de aquel terreno en donde están esparcidas las numerosas rui- nas, allí donde el agua que baja de las faldas de las colinas en la época de las lluvias, se perciben muy claramente en muchos sitios, los pisos de las habitaciones de las gen- tes que moraban en aquella gran ciudad; y, cosa admirable, esos pisos así como las pa- redes de las habitaciones, por dentro y por fuera estaban revestidas de un cemento superior al famoso cemento romano, hecho con tanta destreza, que por todo esto se adivinan los grandes adelantos de aquella raza: hay partes en donde removiendo el polvo que los cubre, se puede admirar el primor de aquellos pisos, paredes y grecas: eran verdaderamente un estuco, cuya parte exterior era roja y perfectamente pulida. Para que se vea que en general los habitantes de este gran continente revelaron ese gusto, vamos á copiar textualmente un párrafo del autor antes citado, el Sr. ?Torque- mada, y se verá que nada exageramos en nuestro aserto; helo aquí: «Todos aquellos templos y salas, y todas sus paredes que las cercaban estaban muy bien encaladas, blancas y bruñidas, que verlas de cerca ó lejos causaba gran contento mirarlas; los pa- tios y suelos eran teñidos de Almagre bruñido y incorporado con la misma cal, y tan limpios y lucidos estaban, que no parecia que manos de hombre los hubiesen hecho, ni ANALES DEL MUSEO NACIONAL 189 que pies humanos los pisasen. Y es tanta verdad esto, que sin que paresca encareci- miento, puedo ser creído, por que demás de ser verdad que otros me lo han certifica- do, hemos visto de presente algunas ruinas que verifican lo dicho. Avia en estos tem- plos Arboles, Flores, y Huertos y Jardines de mucha fragancia, y recriacion, para el servicio y adorno del dicho templo.» Las palabras del historiador español, son un apoyo indestructible de que los constructores y fundadores de la extensa y bellísima ciudad que nosotros queremos describir, mucho habian adelantado para aquellas remo- tísimas edades, en todos los ramos de la ciencia humana. La gran calle, como era natural, también tenia el mismo piso, y puntos hay en don- de se puede ver el hermoso bruñido rojo de que nos venimos ocupando. Los cúmulos de piedra que forman las paredes, digámoslo así, de la calle, en toda su extensión, eran inmensas graderías que daban frente al eje de la misma calle y frente á las pirámides: los atravesaños ya mencionados, igualmente eran graderías que per- mitian ascender y descender según fuera necesario: los cúmulos esparcidos á todos los vientos de las pirámides eran las casas de los habitantes, y muchos de los que han po- dido resistir á la fuerza destructora del tiempo y de los hombres y que sobresalen entre los otros, probablemente, como lo asegura Torquemada, debieron ser templos destina- dos á deidades inferiores al Sol y á la Luna, y lo que aseveramos en estas líneas res- pecto á las casas de aquella ciudad en otros tiempos llena de vida y hoy sepultada en el silencio de la muerte, es porque lo hemos podido ver en nuestras excursiones entre aquellas numerosas ruinas: he aquí algunos hechos que lo comprueban. Un campesino dueño de uno de aquellos cúmulos, situado al lado austral de la pirámide del Sol, un dia emprendió remover las piedras allí acumuladas, derribar los árboles y numerosos nopales ó cactus en donde se habian desarrollado, y descubrió á cierta profundidad los cimientos de las antiguas habitaciones con sus pisos y paredes estucadas, tales como las describe Torquemada, y él quiso aprovechar los cimientos y fragmentos de paredes, para levantar sobre ellas la choza que le sirve de abrigo: cuando esto vimos, la tristeza se apoderó de nuestras almas, mayormente al comparar aquellos restos de grandeza y lujo de gentes que moraron allí, con la rusticidad, el poco gusto é ignorancia de los que hoy viven entre aquellas solemnes y majestuosas ruinas. Otro dueño de un terreno extenso situado al lado noroeste de la pirámide de la Luna, el Sr. Pimentel, mandó hacer un zanjón en sus propiedades, é igualmente á cierta pro- fundidad se descubrieron los cimientos y los pisos de la misma forma y naturaleza que en el terreno del primero: en todas partes de aquel campo, ya sea por la barreta y la pala, ya sea por la acción de las lluvias, se puede observar otra cosa muy singular, y es, que los pisos estucados se extendían de casa á casa, y éstas tenían una forma cir- cular y agrupadas de tal modo, que el primer círculo de casas y el segundo rematado por una pieza ó piezas cuadrangulares, formaban un conjunto; y esta es la razón por qué todos los cúmulos que existen todavía afectan la forma piramidal; de manera que las casas de la ciudad, hoy cubierta en toda su extensión por la tierra vegetal pro- venida de los detritus de innumerables piedras que sirvieron para las pirámides, palacios, templos y casas, estaban aisladas y solo unidas por los pisos: eran unas verdaderas insulce, como decian los latinos al hablar de las casas aisladas. También una Comisión científica de la época del Imperio destruyó uno de los peque- ños cúmulos que están en el centro de la calle recta, y para ahorrarnos el trabajo de una descripción, copiamos literalmente lo que hallamos en los escritos diversos del Sr. 35 190 ANALES DEL MUSEO NACIONAL García Cubas. «La Comisión científica de Pachuca, al ocuparse en el levantamiento del plano de las ruinas, emprendió la demolición de un túmulo situado en el centro de la calle de los Muertos, y encontró un nicho vacío de las dimensiones de un hombre y con las paredes y la bóveda perfectamente bruñidas, cual si estuviesen estucadas. > Por último, los franceses, en la misma época del Imperio, hicieron varias observacio- nes, pero que nos son desconocidas, aunque los campesinos nos aseguran que ellos fue- ron los que descubrieron en muchos puntos de la calle las graderías que hoy se ven: hé aquí hechos de grande importancia, y que nos servirán de base para fundar nues- tras opiniones respecto á esas ruinas misteriosas, y que nuestra curiosidad humana y el deseo de penetrar el pensamiento de las generaciones que han pasado, nos impulsan á descorrer un poco el denso velo que las cubre. La pirámide del Sol que está situada al pié de la colina de que hemos hablado en otro lugar, tiene una base de 232 metros, y por los lados Norte, Oriente y Sur, existe un muro de bastante espesor, pero informe, por causa de la destrucción efectuada, tan- to por el tiempo como por los hombres. Al lado Sur de la misma pirámide y como á unos 800 metros se ven los restos de un gran cuadrilátero, de un espesor de 80 metros, teniendo por lado, poco más ó menos, 600 metros: casi á la mitad de este cuadrilátero lo atraviesa otro muro paralelo á los la- dos Sur y Norte, en cuyo centro se levanta otra pirámide, siendo desconocida para noso- tros su altura: en los bordes de los muros que forman el cuadrilátero, son muy visibles los cúmulos de piedras de forma piramidal simétricamente dispuestos; otros han sido destruidos; pero con toda seguridad los había en todos y cada uno de los lados: á este cuadrilátero se le ha dado el nombre de Ciudadela, pero nosotros creemos que era otro su objeto, y nos apoyamos en un hecho muy sencillo, y es, que en medio de una ciudad nunca se ponen esos aparatos guerreros, y los habitantes de aquella ciudad debie- ron ser muy poco inclinados á las guerras: nada de lo que se ha encontrado en las ex- cavaciones verificadas entre aquellas ruinas nos revela esos instintos feroces, y lo que se puede inferir de esas reliquias del pasado, es que eran muy dedicados á las artes y las fiestas religiosas. Hecha una ligera descripción del lugar en donde fueron construidas las dos grandes pirámides y la populosa ciudad, hoy sepultada por la tierra vegetal, en donde hoy cre- cen árboles y plantas, en donde las víboras se arrastran y se ocultan algunos peque- ños cuadrúpedos, parece muy natural que viniesen á nuestra mente algunas cuestiones de trascendental importancia, tales como éstas: ¿qué pueblos ó naciones han levantado esos grandes monumentos y habitaron en esas casas ocultas por la tierra y por el der- rumbe de las piedras? casas que revelan un lujo, y pisos que, como lo dice el autor tantas veces citado, « que no parecia que manos de hombres los hubiesen hecho, ni que pies hu- manos los pisasen. » ¿Qué grandes ideas los impulsaron para gastar la fuerza humana en esas obras colosales y de exquisito gusto? No fueron los Tultecos, porque ellos, lo dicen las historias, no llegaron á estas altas mesas sino hasta los principios de la era cristiana, y la ciudad lleva todoslos signosde unaantigüedad muy remota; y los Tultecos mismos, cuan- do vieron en peligro su nacionalidad, en lugar de hacer las fiestas religiosas en su propia ciudad para suplicar á sus dioses apartasen de ellos la tormenta que los amenazaba, deter- minaron venir áeste lugar santo, que sin duda ya estaba en muy avanzada ruina; y suce- dió, dice la leyenda mitológica, que en medio de las danzas que ellos ejecutaban con el objeto arriba indicado, repentinamente se les apareció un gigante, se introdujo éntrelos ANALES DEL MUSEO NACIONAL 191 coros, y á todos los que abrazaba de aquellos piadosas gentes morían irremisiblemente: el segundo dia se les volvió á aparecer; pero los dedos desús manos eran muy largosy aguza- dos; se introdujo de nuevo en las filas de los danzantes y los atravesaba con sus puntiagu- dos dedos, de modo que en solo dos dias muchos habian muerto: al tercer dia, en la cima de la montaña más alta ó hueitcpctl, que está al Poniente de las pirámides, se les apare- ció un niño blanco y hermoso, pero que despedia una fetidez mortal: aterrorizados por tantas calamidades y mortandad, dispusieron los que habian salvado ir á su capital Tula ó Tollan, á dar aviso á los pueblos del resultado de su misión, y entonces los sacerdotes or- denaron á todos alejarse de aquella tierra: esto lo refiere Torquemada, y Veytia, acaso más versado en los geroglíficos y en las tradiciones de las razas de este país, se extiende un po- co más sobre las profecías de Hueman, y describe las calamidades que sufrieron los Tul- tecas antes de su destrucción, y por lo que refiere en su Historia de México, cap. XXXI á este respecto, se trasparentan bien las ideas: en el mito del primer autor, el gigante eran las grandes avenidas que habian sobrevenido y que todo lo abrazaban ó arrastraban consigo: el gigante de los aguzados dedos representa en las mitologías los rayos abrasadores que todo lo destruyen cuando no contribuyen los otros elementos para la vida: el niño blanco y her- moso fué la representación de las grandes heladas que concluyeron con los pocos vegetales que habian sobrevivido á las anteriores calamidades, por lo cualdiceuno de los autores ci- tados: el demonio les aconsejó se alejaran de aquellos terrenos, y el otro dice que, después de todo esto, Dios les habia mandado por su idolátrico culto y por sus excesos, otra plaga mayor, que fué la guerra de muchos años, y que concluyó por derribar el Imperio Tulteca; pero de todo esto resulta, que esos Tultecas fueron á celebrar sus fiestas religiosas en esa ciudad de los dioses, y que ellos tenian en gran respeto por sus majestuosas ruinas, y por ellas pudieron conjeturar lo que habia sido; y á nuestro juicio esa raza industriosa y sabia fué la que le impuso el nombre que actualmente lleva de Teotihuacan, centro ó habitación de los dioses, porque ellos deben haber alcanzado todavía en pié muchos altares, muchos dioses, que tal vez colocaron entre los suyos: ellos, sin duda alguna, fueron los que le im- pusieron álagran calle que termina en la pirámide de la Luna, elcaminode los Muertos , Mihotli, al ver aquellas ruinas que habian provenido de los templos, altares, palacios y habitaciones que habian levantado otras naciones y que habian pasado ya al sombrío reino de las tinieblas, porque no era posible darle un nombre de significación tan triste y lúgu- bre á una calle que, por la época que ellos llegaron allí, debia indicar con mucha más cla- ridad el objeto á que estaba destinada, como adelante lo diremos. No fueron los Totonacos los que hicieron esas obras que revelan grandes adelantos, co- mo lo aseguran ciertos autores, porque esta pequeña tribu, confinada en las montañas de la sierra, nada ha hecho ni antes ni después de la conquista, que pueda compararse con las ruinas de Teotihuacan: y esos Totonacos, según la ciencia filológica, son de la misma raza que los Tultecas, y por esta razón, en los años de su existencia en estas altas mesas, de ninguna manera pudieron ejecutar esos monumentos que ciertamente anuncian una edad prehistórica. En cuanto á las ideas que impulsaron á los constructores de las pirámides, esas es- tán escritas, aunque en caracteres que apenas se pueden descifrar, en las mismas pirá- mides y en la calle que lleva el nombre de los Muertos: por éstas podemos asegurar que fueron la consagración de las ideas que ellos habian concebido acerca de las fuerzas de la Naturaleza, fuerzas que se revelan de una manera clara y evidente en los dos gran- des luminares, el Sol y la Luna; astros que influyen sobre todo lo que existe en nuestro 192 ANALES DEL MUSEO NACIONAL pequeño planeta, y por tanto, sobre las sociedades mismas que los han reconocido como unas Deidades, y les han rendido un culto que poco difiere en todos los pueblos de la tierra: esta misma, la atmósfera que la rodea, las lluvias, las aguas de los mares y los rios, eran también objetos de adoración. Las dos pirámides eran simbólicas, representaban las dos causas de la generación: á la vez eran observatorios astronómicos, yhé aquí la razón por qué estaban bien orien- tadas: en la Caldea y el Egipto tenian el mismo destino: desde su altura, los sacerdo- tes observaban continuamente los movimientos de los astros, la dirección de los vientos, los signos de las lluvias: en la tercera parte del Códice Mendozino aparecerán las lá- minas que representan á los sacerdotes en el acto de llenar esta sagrada misión: las pirámides tenian cuatro estadios ó compartimentos que indicaban las cuatro estaciones del año, y los pocos Tlateles que aún subsisten tan simétricamente dispuestos, eran, se- gún la opinión de muchos sabios, ciertas constelaciones, y nosotros podemos aseverar que los habitantes de esa gran ciudad, de preferencia sobre todos los astros ó dioses, eran adoradores de la luna, la argentada diosa que por la noche nos manda su apacible luz: hé aquí las pruebas tomadas de la misma naturaleza de las ruinas que, en medio del profundo silencio que las rodea, se desprende un rayo de luz que atraviesa las som- bras del pasado y nos hace palpar el objeto de aquella inmensa calle formada de ambos lados por esa serie de hacinamientos de piedra de que ya hemos hecho mención, y que no eran otra cosa más, que multiplicadas graderías en donde los pueblos y naciones venian á tomar asiento para ver las ceremonias que los sacerdotes, en ciertas épocas del año, solemnizaban con grande pompa y esplendor: los hacinamientos de piedras que hay de distancia en distancia en el eje de la calle, no eran otra cosa más que pequeños sacella ó ermitas en donde estaban los símbolos de los pasos de la luna entre las cons- telaciones durante el período de su revolución en derredor de nuestro globo: los atra- vesaños que todavía se pueden reconocer entre sacella y sacella no eran otra cosa que unas graderías para ascender y descender procesionalmente los sacerdotes y la multi- tud, y así continuaban de ermita en ermita, haciendo las ceremonias correspondientes hasta llegar á la cima de la pirámide en donde estaba la Naus, ó templo mayor, en donde se ejecutaban las últimas y más pomposas ceremonias astronómico-religiosas con gran regocijo de la multitud que venia de todas partes á presenciar tales espectáculos. De las ermitas han quedado siete, y la que fué demolida por la comisión de Pachu- ca hacen ocho: nosotros hemos visto las huellas de otras ocho, y los ancianos que han vivido entre esas ruinas, refiriéndose á la tradición de sus antepasados, nos han dicho que habia veintisiete de ellas: ahora bien, ¿qué más pruebas queremos para confirmar nuestra aserción de que los habitantes de esta ciudad cubierta por el polvo de los siglos eran adoradores de la Luna? Y en verdad no se perciben huellas de otra calle igual á la anterior, que se dirigiese á la pirámide del Sol: y ese número de las mansiones de la Luna, representadas por sus símbolos correspondientes, y que debieron existir en cada una de las veintisiete ermitas, es una prueba irrecusable de lo que acabamos de asentar. Por todas las consideraciones que anteceden, por medio de la imaginación, y senta- dos en medio de aquellas solemnes ruinas, nos hemos trasportado á las épocas lejanas en que nació la primera de las ciencias, la astronomía; épocas en que los primeros mor- tales pudieron fijar su vista hacia la bóveda celeste para observar el movimiento délos astros, y como era natural, se fijaron desde luego en el satélite de nuestro pequeño glo- bo, como el más inmediato á él, y les llamó la atención, tanto por su período de oscu- ANALES DEL MUSEO NACIONAL. 193 ridad como por su período de luz que presenta tan diversas fases. De aquí proviene que los zodiacos de las naciones las más antiguas del mundo sean lunares: ahí está la India Oriental que ha sido uno de los focos de la civilización, con un zodiaco lunar: ahí está la muy famosa Caldea que lo tuvo de la misma suerte: ahí está la China, an- tiquísima nación, que también ha tenido sus asterismos lunares; y por último, aquí te- nemos nuestra ciudad, habitación de los dioses, con sus asterismos representados por los símbolos correspondientes á los pasos de la luna entre las constelaciones visibles en nuestro hemisferio, y que como lo acabamos de decir, debieron existir en cada uno de los sacella: hé aquí los fundamentos con respecto á las creencias principales de los moradores de dicha ciudad. El astro de la Luz, que todo lo reanima, que todo lo embellece en sus propias formas y colores, recibia de la misma manera un culto adecuado á sus atributos principales, como uno de los agentes necesarios para la manutención de la vida: las fiestas religiosas eran alu- sivas á la acción directa del Sol sobre los hombres y las plantas, sobre las nubes que disi- pa ó las hace surgir del seno de los mares y que los vientos en sus extensas alas conducen á los continentes, para que aquellas esparzan sus gotas saludables sobre todo lo que tiene una vida. El gran cuadrilátero que está situado al lado Sur de la pirámide del Sol, á nuestro mo- do de ver, estaba en correspondencia con las ceremonias que se hacian en lo alto de aque- lla y con lasque se hacian en la pirámide que está en el centro del cuadrilátero: los cúmulos quehabiaen el borde délos muros debieron ser también las graderías, para que el pue- blo pudiera ver con toda comodidad, los espectáculos correspondientes que los sacerdotes ejecutaban en ciertas épocas del año. En cuanto al Tau, que es la figura principal de aquellas ruinas y que es formada por la calle de que nos hemos venido ocupando, diremos que los arqueólogos saben bien que todos los pueblos de la tierra la han tenido como un símbolo sagrado y lleno de pro- fundos misterios: los sacerdotes mantenian secretos esos misterios, y solo á los iniciados de último grado les eran revelados: más tarde, esos mismos conductores de los pueblos olvidaron lo que ella significaba: le dieron otras interpretaciones, dejando para las gen- tes solo las supersticiones que de ahí dimanaron. El signo simbólico del Tau, ó sea la Cruz con ligeras diferencias en las formas, ha exis- tido en las más antiguas naciones del mundo: el Indostan y el Palenque: el*Egypto y Teotihuacan están allí como una prueba que nadie puede recusar: las naciones poste- riores sucesivamente la han adoptado, pero ya sin saber lo que antes significaba para los sacerdotes astrónomos en la infancia de la humanidad: en los primeros tiempos de la cristiandad, en la ceremonia del bautismo se usaba esta expresión: marcar cotí el Tau déla Cruz, y en la Vulgata latina se dice expresamente: € tú marcarás su frente con la letra Tau:» enBenaresyMattras, ciudades antiquísimas de la India, los principales templos tienen la forma de una cruz, y en las ruinas de que nos ocupamos, la grande ca- lle tiene la forma déla Tau, como se puede ver en la litografía B: la famosa Tenochti- tlan estaba dividida en cuatro partes formando una cruz de San Andrés, como se puede ver en la primera lámina del Códice Mendozino: el símbolo de la cruz ha sido univer- sal en todos los pueblos, en el antiguo y el nuevo continente; y si queremos saber lo que significaba la cruz para los antiguos sacerdotes depositarios de la ciencia, interro- guemos los geroglíficos egipcios, felizmente ya interpretados, y ellos nos dirán que son la representación de los cuatro elementos de los filósofos griegos aprendidos en los tem- 194 ANALES DEL MUSEO NACIONAL píos de los egipcios: significaba el fuego el anima-mundi: significaba el agua que lava y purifica, y que según las creencias cristianas también borra el pecado original: era la madre-tierra que lleva en su seno la fuente de todo bien, y en la cual, después de muertos, nos recibe en sus entrañas para sufrir nuevas trasformaciones: era el aire en cuyo seno existimos, vivimos y nos movemos; palabras de San Pablo, hablando de Dios con respecto á los hombres, y nosotros aplicamos esta sentencia á esa masa ga- seosa que nos rodea, en medio de la cual vivimos, en verdad, y de la que tomamos el oxígeno necesario para mantener el fuego sagrado de la vida: por esta razón, aquellos sacerdotes que al principio de las sociedades eran los depositarios de los conocimientos humanos, ponian en la mano de ciertos dioses la cruz ansata, con la que lacónicamen- te querian decir que llevaban en sus manos la fuente de la vida. El culto de la tierra en esa ciudad de las ruinas, sin duda estaba prescrito en sus li- turgias: la excavación hecha en la pirámide de la Luna ha puesto de manifiesto que hay un pozo y sus cruceros; y las personas que se han atrevido á penetrar por las es- trechas bocas de las cuevas que hay en aquellos lugares en busca de tesoros, han en- contrado salones con sus asientos; han encontrado multitud de huesos humanos, y en sus excursiones subterráneas han podido reconocer, en medio de aquel dédalo de puertas ó entradas, unas veces amplias, otras veces estrechas, que se dirigen hacia las dos pirámi- des: esto es una prueba de la existencia de los Laberintos, y estos eran los símbolos, en el lenguaje mitológico, de las entrañas de la tierra, en donde se engendraban, en una oscuridad misteriosa, las plantas y muchos animales, según sus observaciones: esto fué una de las cosas que contribuyó á generalizar entre los hombres primitivos, la idea de lo divino: el agua y el aire debieron tener entre aquellas gentes sus representaciones y símbolos; pero nada hemos podido encontrar á este respecto. En conclusión, pondremos aquí algunos datos que nos servirán de apoyo para fun- dar la opinión que hemos emitido en algunos de los párrafos anteriores respecto á la antigüedad de aquella Ciudad de los Muertos, que no dejaron una historia más que la ruinas que muchos han hollado, sin fijar un momento su atención en ellas, ni reflexio- nar un poco en lo que fué, y sobre las épocas en que se agitaban allí las generaciones con todos los signos de vida social y religiosa: los datos, pues, pueden ser los siguien- tes: 1 .° la capa de tierra vegetal que está sobre los tersos y lúcidos pavimentos de aque- lla ciudad, capa que se ha formado con los detritos de las piedras que sirvieron para formar las pirámides, los templos, los palacios y las casas de los nobles, como ya lo he- mos dicho, y para formar una capa de más de un metro en algunas partes de aquel lu- gar, ¿cuánto tiempo habrá sido necesario para formarla? Sin duda muchos siglos; tenien- do en cuenta que, en estas altas regiones, solo por seis meses hay lluvias, y muchas veces muy escasas: en los otros seis meses solo impera un sol reverberante y una que otra helada por los meses de Diciembre y Enero: y como se ve, estas causas que contri- buyen á reducir á polvo las rocas en estos lugares, relativamente tienen poca acción, según queda explicado: 2.° el arroyo de San Juan tiene un cauce de gran profundidad y que revela muchos siglos, si atendemos á las escasas lluvias que de año en año lo han abierto al través de las ruinas, cauce, que con toda seguridad no existia cuando los pueblos acudian para ver los espectáculos astronómico-religiosos: 3.° pueden ser tam- bién las yucas que han crecido sobre las caras de las pirámides, como la que hay en la de la Luna, que por su inmensa altura y su gruesa estipa está indicando muchos siglos de existencia: de donde se puede inferir, que cuando el viento arrojó allí la semi- ñ •; "¿ ' 5'' -.-A- M i--. %&<í 00 ■&®Fm -i.' '>X ANALES DEL MUSEO NACIONAL 195 lia de esa planta, ya encontró los elementos necesarios para crecer y desarrollarse: 4.° al recorrer aquellas ruinas, hemos visto en algunos puntos, en donde el agua se ha abierto paso, tres pisos superpuestos que unian las habitaciones, y entre cada uno de ellos la tierra vegetal, de lo cual podremos sacar esta consecuencia: que aquella ciudad tres veces fué reconstruida. Estos cuatro datos nos parecen suficientes para probar una antigüedad muy remota de la Ciudad de la Luna, hoy en muy avanzada ruina: en cuanto á las causas que hayan contribuido á su destrucción, pudieron ser las guerras civiles: las guerras religiosas, que son las que producen mayores estragos en los pueblos y que to- do lo destruyen; las invasiones de los bárbaros que caen como una plaga sobre los pue- blos civilizados, y mayormente cuando éstos por su refinamiento son y han sido presa de todos los vicios y están debilitados por los excesos del lujo que afemina: tal vez los mo- vimientos geológicos que deben haber sido muy frecuentes en aquellos tiempos remotos, y de lo que nos dan testimonio las cenizas volcánicas que predominan en estas mesas, el gran número de cráteres extinguidos y las lavas volcánicas que por última vez fueron vo- mitadas por los cráteres de Ajusco, sobreponiéndose á las tobas volcánicas; pero de cual- quiera manera que haya sido, nos encontramos en presencia de esas ruinas que, por los informes restos que nos quedan, podemos adivinar que los habitantes de aquella población habian recorrido ya un largo tramo en la senda del progreso; mas desaparecidos de la faz de la tierra, quedaron sus monumentos, sus altares y sus dioses; todo lo que fué una enseñanza para los pueblos que después llegaron á estas altas regiones, é inspirados ante esas reliquias del pasado, debieron asimilarse muchas de las ideas religiosas y sociales, muchos de sus adelantos materiales que allí se revelaban, porque á la esencia misma de la raza humana es inherente que las nuevas generaciones se nutran con las ideas de las que pasaron, y que las robustezcan con la savia de su propia vida, las hagan florecer pa- ra que á su vez dejen su contingente, y el progreso sea continuo y se cumplan los desti- nos déla humanidad. Director del Museo. MATERIALES PARA LA FORMACIÓN DE UNA OBRA DE PALEONTOLOGÍA MEXICANA POR MARIANO BARCENA, PROFESOR DE ESTA CIENCIA EN EL MUSEO NACIONAL. (CONTINUACIÓN.) MOLUSCOS BUDISTAS. Las conchas de los moluscos de esta sub-clase son bivalvas, generalmente gruesas y laminosas, desiguales, conteniendo perforaciones más ó menos profundas. Todos los géneros y especies que comprenden, existieron solamente en el período cre- táceo, y por consiguiente no hay formas de animales vivientes con que identificarlos, 196 ANALES DEL MUSEO NACIONAL haciéndose así más difícil el estudio de estos moluscos, cuyas conchas se han definido de diversas maneras. Al fin se les considera ya, como braquiópodos irregulares, cuyas valvas se articulan por medio de dientes generalmente muy largos, fijos en la valva menor, y que se hunden en cavidades especiales de la inferior. Bajo el punto de vista cronológico, los restos de estos moluscos son del mayor interés, pues según se ha ma- nifestado antes, pertenecen á un solo período geológico, y por consiguiente, su existen- cia en un terreno, señala su época relativa de formación, como una cifra luminosa. 1? Familia. — Caprinideas. — Género Hippurites de Lamark. — Caracteres gené- ricos.— Concha inferior más grande, cónica, recta ó arqueada, fija á los cuerpos sub- marinos por el vértice del cono: la valva superior es opercular con el vértice sub-cen- tral. La inferior, presenta como carácter muy notable algunos surcos que correspon- den á crestas ó divisiones interiores. Entre los diversos ejemplares recogidos de este género en las montañas cretáceas que hemos visitado, creemos distinguir dos especies que clasificamos de H. mexicana y H. calamitiformis . («Datos para el estudio de rocas mesozoicas de México,» Diciembre de 1874.) Hippurites mexicana. (Barcena.) Valva inferior cónico-oblícua, de 0m06 á 0m08 de longitud. Están estriadas longi- tudinalmente, y las estrías adornadas de pequeños granos ó tubérculos colocados en series longitudinales: se notan algunos anillos más elevados de esos tubérculos que es- tán colocados irregularmente. Las valvas tienen tres surcos longitudinales; muy rara vez son cuatro, pero uno de ellos está menos desarrollado que los otros. Boca oblongo- elíptica, tetra-lobada; el eje mayor de los ejemplares que hemos examinado, varia de Om01 á 0m025. Estas valvas están perforadas por una multitud de canales sinuosos, al grado de que la concha presenta el aspecto que tiene la madera atacada por los insectos perforadores. No conocemos las valvas superiores; en cuanto á las inferiores se pre- sentan generalmente asociadas en gran número, comprimiéndose recíprocamente, é in- crustradas en la caliza fétida de que hablaremos más adelante. En la fig. 11 se ven las copias de dos valvas asociadas; en la 12 una valva aislada; las 13 y 14 representan varias bocas reunidas, y en la 13 los canales sinuosos de que hicimos mención. Los ejemplares cuyas copias presentamos, proceden de las formacio- nes calcáreas de Apaseo en el Estado de México y Yautepec enMorelos. Se encuentra igualmente en la formación calcárea de las Sierras de Barbosa y Cañada Grande en San Luis Potosí. 12 11 ^ ANALES DEL MUSEO NACIONAL 237 son el complemento aritmético de los otros: cada una manifiesta la curiosa división del año mexicano en dos cómputos, á saber, el lunar de 260 dias, y el solar de 105. Hasta ahora hemos hallado los símbolos para las 16 horas deldia: para los 20 dias del mes; también la representación del mes por la zona de los dias: además, la suma de los 365 dias separados en los dos cómputos usados, y finalmente, los 5 dias Nemon- temi. Podemos preguntar aún por la representación de la semana, aquí está, los cinco puntos de los cuadrados tienen que representar los cinco dias de ella: nos quedan por encontrar las figuras para los 52 años del ciclo y para las cuatro grandes épocas. Hallaremos el símbolo para el ciclo de 52 años, representado por medio de las tabli- tas grabadas sobre la última zona ancha que ciñe todo el disco. ¿Cómo se demuestra que la tablita representa el ciclo? Tenemos la prueba en las pinturas que de él se han con- servado en los Códices mexicanos: aquí están. (Exhibición de las figuras tomadas déla Colección de Kinsborough, Cod. Vat., lám. 91. Cod. Boturini, lám. 10. Cod. Tellu- riano, lám. 6 y 8.) Comparad estas figuras pintadas con las que están esculpidas en la zona, y percibiréis desde luego su completa coincidencia: en ambos casos vemos una caña que penetra en una cavidad redonda, de la cual sale una espiral; en las pinturas vemos que cada espiral se divide en dos mitades, una gris y la otra roja: la misma di- visión hallamos también en la escultura. Lo que significa este símbolo, nos aclara esta observación, que en las tablas pintadas del año, siempre las encontramos repetidas solo cuando han trascurrido los 52 años: siempre lo vemos añadido justamente al símbolo de estos 52 años. En un lugar, Cod. Tell. 10, lám. 8, 1. Kinsb. Coll., vol. I., aparece este símbolo con un texto acla- ratorio. Dice así: «Este es el signo para la atadura de los 52 años.» Con esto que- daria demostrada su significación como símbolo para el ciclo de 52 años. Otra prueba intrínseca resulta de la descomposición del símbolo en partes respectivas. El madero mencionado, ó caña, representa un frotador tetlaxoni, el que se introdu- cía en un disco redondo de una madera seca; girándolo con rapidez, producia la fricción la chispa sagrada. Las espirales significan el humo enrojecido por el reflejo del fuego producido. Para una viva inteligencia de este símbolo, en cortas palabras os voy á dar una des- cripción de la ceremonia de la renovación del fuego sagrado, tal como nos la han dado los cronistas. Los antiguos mexicanos tenian la preocupación de que en la última noche de los 52 años, el Dios Sol destruiría el mundo, y que nunca más volvería. Para reconciliárse- lo, para que permaneciera aún, voluntariamente le hacian el mayor sacrificio, no solo aquel de la vida de un hombre, sino que también apagaban el fuego en todos los hoga- res, en las habitaciones y en los templos. Ellos se abandonaban á la misericordia de Dios, para que él volviera á dar á la humanidad lo más indispensable, el fuego. Ellos rompian todos sus trastos, se colgaban unas máscaras negras, oraban, ayunaban, y en la tarde de la última noche, el pueblo marchaba en una gran procesión hacia una mon- taña inmediata. Llegados allí, estaba un hombre tendido sobre una piedra redonda, el que voluntariamente se habia presentado como víctima. Exactamente á la hora de la ; media noche, un sacerdote le introducia en el pecho un cuchillo, le arrancaba el cora- zón, y con las manos levantadas, lo elevaba hacia las estrellas, mientras que otro sacer- dote colocaba sobre la herida un trozo redondo, pequeño, de una madera blanda y seca, y un tercer sacerdote se acercaba á la piedra, y arrodillándose sobre el cadáver, coloca- 41 238 ANALES DEL MUSEO NACIONAL ba sobre el trozo un madero duro perpendicularmente, y entonces, con las dos manos lo giraba con rapidez. Con esta poderosa fricción, la chispa saltaba. El frotador encendido era inmediatamente arrojado sobre una hoguera, la que encendida, anunciaba al pue- blo con el resplandor de sus llamas, que Dios se dignaba aplazar la destrucción del mun- do y concedia á los hombres un ciclo más de existencia. Leemos que los pueblos del conti- nente asiático, que adoraban al sol, acostumbraron hacer esta ceremonia de la renova- ción periódica del fuego sagrado; pero tal vez sin las sangrientas escenas usadas en México. Así pues, hemos demostrado la existencia del símbolo para la gran división del tiem- po, el ciclo de los 52 años, como representado en este monumento. Vosotros notaréis, dentro de la misma zona, aquí arriba, otros dos pequeños grupos de esculturas que producen el efecto de bandas anudadas; ¿qué significan? El estudio minucioso de los Anales mexicanos, viene á demostrar que estos nudos son también sím- bolos para representar el trascurso del ciclo: ellos se presentan juntamente con los ge- roglíficos de la renovación del fuego sagrado en las pinturas aztecas; pero no tan claros como estos últimos, sino de una manera apenas perceptible, por lo que no pude recono- cer su existencia hasta que cayó en mis manos una pintura mexicana de la colección Squier, en la que el artista pintó el nudo aisladamente. El texto Nohuatl, decia, M ol- pi yn xihuitl, cuya traducción es: «la atadura de los años: » con estas palabras expre- saban los mexicanos que habia trascurrido un ciclo. Aquí tenéis las pinturas referentes á lo dicho I) (Colección de Kinsb., Cod. Botur., 2) Cod. Squier. De paso diré que tam- bién los yucatecos, artistas de las esculturas del Palenque, Usaron estos nudos para sim- bolizar los períodos trascurridos. El descubrimiento de estos símbolos y la interpreta- ción de su valor cronológico, tan luego como se tengan más datos, serán de gran im- portancia para la aclaración de la historia antigua de los pueblos de Centro América. Ocupémonos finalmente, de las grandes épocas; encontraréis vosotros sus símbolos representados en las cuatro grandes tablas agrupadas de un modo muy original en der- redor del Dios Sol: estos aeones, lo he dicho anteriormente, eran grandes épocas cos- mogónicas, sobre cuya duración, los pintores no parecen haber estado siempre de acuer- do, pues es muy diferente el número de años marcado por las diferentes pinturas. Bás- tenos por ahora saber que una de las tablas, la de arriba, hacia la derecha, representa el primer aeon, que es la destrucción del mundo por la guerra: según la tradición, los tigres salieron y quebrantaron los huesos de los hombres: la cabeza de tigre represen- tada, tiene un arete con una pluma rizada, y además, suspendida de la oreja una cam- panilla. Los cuatro números grabados en esta tabla, no significan fecha de dia ni de año, pues 4 es el número sagrado, que, ya sea en formas redondas ó lineares, acompa- ñaba principalmente las pinturas de las fiestas solares y de otras cosas relativas á ellas: veréis este número 4 reproducido, no solamente en las otras tres tablas, sino también entre los intervalos de éstas; además, á la derecha y á la izquierda, sobre el borde de la cabeza que forma el medallón; pero el Tecpatl ó el cuchillo de sacrificios, situado á la iz- quierda, en la parte superior de la tabla que estamos considerando, es un verdadero sím- bolo cronológico que representa probablemente el dia en que se celebraba la fiesta en con- memoración de la primera destrucción del mundo. La segunda tabla lleva el símbolo Ecatl ó viento, para recordar la época de la destrucción del mundo por los huracanes: está separada de la primera por el ángulo colocado sóbrela diadema del Dios Sol, y en- tre las dos tablas se ve una pequeña escultura muy interesante, á saber, un edificio con torres de distinta magnitud, destrozado, y cuyo techo desquiciado parece levantado por ANALES DEL MUSEO NACIONAL 239 el viento. Ved aquí el pequeño símbolo del viento: una campanilla está suspendida al lado déla gran torre, por tanto, el edificio destruido, significa una residencia real, y si como lo conjeturo, este edificio en ruinas es el símbolo Callió casa, y el botón del te- cho significa el número uno, entonces de nuevo tenemos ante nosotros el signo de una fiesta ritual, la de 1 Calli. Ahora demos al disco una media vuelta hacia arriba, en- tonces veremos en la tercer tabla, esculpida la cabeza del Dios de las aguas ó TI aloe. Esto quiere decir, que por tercera vez, el mundo fué destruido por las aguas. Grandes gotas de agua descienden de la nariz y del cuello del Dios: debajo de la tabla está es- culpido un dia festivo con 1 Tlaloc. En la última tabla hallaréis representada la cuar- ta destrucción del mundo por una grande inundación. Nada ha robustecido más la con- jetura de una conexión de los pueblos americanos cultos, con los del Oriente, que las noticias dadas por los indígenas á los misioneros en tiempo de la conquista, sobre tal acontecimiento. Referian que un gran diluvio, hace muchos siglos, habia inundado el mundo. Un par, hombre y mujer, el uno llamado Coxcox, la otra llamada Xochique- tzal, se habian salvado en una navecilla, la que abordó á la cima de una montaña. Des- pues de cierto tiempo vino un buitre trayendo en el pico un hueso. Coxcox dijo, aun continúa la destrucción; pero después vino un colibrí con una flor en el pico; ésta era la señal de que la tierra ya volvia á florecer. El par descendió de la montaña, y de él proviene toda la humanidad. Esta narración, en nuestro tiempo, es considerada como una fábula católico-papal, y las figuras que existen sobre este acontecimiento, se tie- nen como apócrifas; aquí las tenéis sacadas de la obra de Gemelli, II giro del mondo, tomo VI, y de la pintura de la llamada emigración de los aztecas. Vosotros veis que sale de la superficie del agua la cima de una montaña, sobre esta cima está un árbol, y sobre su copa un pájaro extiende sus alas. Al pié de la montaña sale del agua, aquí la cabeza de un hombre, allá la de una mujer: el uno lleva arriba de la cabeza el sím- bolo de su nombre, una cabeza de faisán (Coxcox), la otra lleva una mano con un ra- millete (Xochiquetzal). En el fondo sobrenada una barquilla, desde la que un hom- bre desnudo levanta al cielo sus manos implorantes. Bajo la impresión de esta pintura, dirigid ahora vuestras miradas á la escultura de la tabla: aquí hallaréis representada, simbólicamente, la inundación en la acumulación de todos esos símbolos que usaban los antiguos mexicanos para el agua: 1) un vaso con agua; 2) saltando de allí gotas de agua; pero no dos, como antes para el símbolo áeAtl, agua, sino cuatro. 3) La figura de la humedad, un caracol. 4) Arriba un cocodrilo, el rey de los rios. En medio de es- tos símbolos que significan inundación, aparece el perfil de un hombre con una cinta en la frente, y otra figura más pequeña de mujer. No queda, pues, duda ninguna de que con estos perfiles se ha querido representar al Noé mexicano, Coxcox, y á su mu- jer Xochiquitzal: resulta también que la narración del diluvio azteca, no ha sido in- ventada por el clero católico, sino que realmente circulaba esta leyenda entre los indí- genas mucho antes de la conquista. Abajo de la tabla está la fecha del dia 7 ozomatl (mono). Por consiguiente, está terminada en gran parte mi tarea, la de dar una prueba de que el disco contiene una representación plástica y completa de la división del tiempo tal como fué usada en el antiguo México. Hallamos las 16 horas del dia, los 20 dias del mes, las semanas de 5, los 365 del año, los 5 Nemontemi, las dos subdivisiones del año en los cómputos de 260 dias lunares, y el de 105 solares, los símbolos para los 52 años del ciclo en dos formas diferentes, y finalmente, los 4 Aeones ó grandes épocas. 240 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Podéis preguntar aún la significación de la zona situada entre la del cómputo solar y la de los ciclos: la llamaremos la zona de Tlaloc, Dios délas aguas. Esta denomina- ción queda justificada, porque encontramos en los geroglíficos mexicanos, pinturas se- mejantes á las esculturas de la zona de Tlaloc, para representar la lluvia que cae de las nubes. Debajo de las nubes notaréis cuatro gotas esculpidas sobre una capa de tierra que tiene tres surcos, sobre los que yace un grano, para significar tierra cultivada. Considerando el artífice que sobre la gran pirámide no solo existiría el templo del sol, sino también el de Tlaloc, quiso en esta ocasión representar igualmente al Dios de las lluvias. Aun no he terminado con la explicación del disco: la zona de los ciclos nos propor- cionará otros datos importantes: sabemos solamente lo que significan cada una de las tablas cíclicas; pero no lo que representan en su conjunto. De la misma manera que la zona Metztlipohualli no hubiera quedado bien explicada si hubiéramos solo considera- do cada casilla y no todas reunidas, así también aquí. Tendremos que contar el nú- mero de tablas para llegar al fondo del problema que se propuso el artífice colocándo- las en serie; pues es claro que deben ser consideradas como una serie de fiestas cíclicas. Veréis que cada tablita está unida con el marco de la siguiente: de la misma manera, como veréis por estas pinturas del año solar, era representada una serie de años: la suc- ción de estas tablitas cíclicas comienza en la parte inferior, partiendo de las dos cabe- zas adornadas con yelmos: lo que estas cabezas significan no lo sé, tal vez se propuso el escultor representar con ellas al reformador del calendario. Partiendo de las figuras anteriores se dirige la zona á la derecha y á la izquierda, y cada mitad termina con un indicador; éstos son convergentes, y en medio de ellos está una tabla que corona todo el disco. La suma de las tablas de cada lado, da doce, y reunidas son veinticuatro. Como cada una representa 52 años, y como tenemos 24 tablas, resulta una suma total de 1248 años: el escultor indica claramente lo que significan estos 1248 años. De- bemos relacionarlos con el geroglífico situado en la parte superior del disco, pues no pueden significar otra cosa los dos indicadores que apuntan acompañados de sus res- pectivas series cíclicas hacia la tabla mencionada. Tan luego como sepamos lo que sig- nifica el geroglífico esculpido en la tabla, podremos descubrir la correlación buscada. Nada hay más fácil de descifrar que este geroglífico, pues es el Acatl, caña que ya co- nocemos ser el decimotercio dia del mes: como vemos, este símbolo acompañado del nú- mero 13, debemos leerlo 13 Acatl: este 13 Acatl se refiere á un año mexicano deter- minado, que es el último del ciclo de 52 años: solo queda, pues, que traducir este año 13 Acatl en nuestra cronología; para esto remito á las tablas auténticas de reducción que yo explicaré al que lo desee. El año 13 Acatl corresponde á 1479. Esta fecha, esculpida en un lugar como éste, despierta desde luego la sospecha de sig- nificar el tiempo en que este monumento fué terminado y destinado á los ritos sagra- dos. Toda duda queda disipada recordando que Axayacatl, promotor de este monu- mento, según el cronista Tezozomoc, se enfermó á causa de la fiesta inaugural y sobre- vivió solo un año; ahora el reinado de Axayacatl duró del año de 1466 á 1480: de esto resulta una completa coincidencia entre nuestra interpretación y la relación del cronista. El escultor, relacionando las dos series de ciclos con el año 1479, quiso indi- car al espectador, que élhabia cincelado el disco en el año 13 Acatl, y que habia en- contrado transcurridas en los anales aztecas 24 fiestas de la renovación del fuego sagra- do: significa esto, en nuestra cronología, que para el 1479 habían trascurrido 1248 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 241 años desús Anales; por consiguiente, puede fijarse el principio de la era azteca en el año 231 después de Jesucristo. El gran acontecimiento histórico que coincide con esta fecha, se descubre fácilmente cuando uno está versado con todas las tradiciones, las noticias de los misioneros y los escritos de los cronistas sobre la historia antigua de los pueblos de Anahuac. Por más interesante que me parezca este punto, no me es posible tratarlo detalladamente, diré solo que después de un examen minucioso de los documentos mencionados, resulta que, á mediados del siglo III de nuestra era, pe- netraron en el interior del país, pueblos procedentes de los tres puertos, Tampico, Xi- calanco y Bacalar, y vencieron á los gigantes, es decir, á los indígenas de Chollula, y fueron los fundadores de las ciudades y templos de Yucatán, Honduras, Chiapas y Mé- xico, cuyas ruinas nos llenan de admiración. Por consiguiente, el disco con esta zona cronológica, debe considerarse como una de las mejores fuentes para la historia anti- gua de los aztecas: nos suministra una fecha histórica, y nos demuestra lo que antes habia sido una vaga conjetura. Todavía podríamos decir mucho acerca del disco, como lo puede notar cualquiera que lo considere atentamente; pero yo debo por ahora, abstenerme de dar más informes; también debo omitir las conclusiones que se deducen de la fecha que hemos fijado. Pu- diera igualmente daros á conocer la fecha 10 Calli (137 después de Cristo), en el que, según los Anales mexicanos, hubo un eclipse de sol: ó pudiera ocuparme del año 1 Tec- patl (29 antes de Cristo) en el que se reunieron los astrólogos para hacer la corrección del Calendario; pero habiendo ocupado vuestra atención y vuestro tiempo más de lo con- veniente, termino este discurso, dando las más sinceras gracias á la numerosa concur- rencia que me ha escuchado. Nuestros lectores verán que en todo el discurso del profesor Valentini, hay muchos pensamientos que darán origen á nuevas observaciones sobre este monumento de nues- tros antepasados; pero hay también multitud de ideas que no están acordes con las nues- tras en muchos puntos, y que, en trabajos posteriores, que aparecerán en los «Anales del Museo Nacional,» serán discutidas, porque tenérnosla firme convicción de que las cuestio- nes histórico-científicas, discutidas con la mesura de los que desean conocer la verdad, es una fuente de la que brota una luz benéfica que puede servir para penetrar en las sombras del pasado, y un pasado, como el délos pueblos de este Continente, que después déla con- quista solo han quedado algunos que otros restos de la civilización que les era propia. "iCgJS'g-'— J 242 ANALES DEL MUSEO NACIONAL CÓDICE MENDOZINO ENSAYO DE DESCIFRACION GEROGLÍFICA POJR, MANUEL OROZCO Y BERRA. III PRELIMINARES. NTES de proceder al trabajo que nos liemos impuesto, importa decir al- gunas palabras acerca de ciertas reglas gramaticales de la lengua mexi- cana á las cuales tendremos que ocurrir con frecuencia: copiadas á ve- ces, á veces extractadas de las gramáticas, las referiremos únicamente á la lectura y formación de las voces, en cuanto tengan atingencia con nuestra labor. Es el objeto, evitar repeticiones inútiles, ya que muchas ocasiones tendremos que invocar unas mismas doctrinas. El alfabeto mexicano se compone de las siguientes letras: a, c, ch, e, h, i, 1, m, n, o, p, q, t, u, x, y, z, tz. Suenan todas como en castellano, con estas dos excepciones: 1*, la ce se pronuncia como la sh inglesa en el pronombre she; 2*, á falta de un signo particular se juntan las dos letras tz á fin de representar un fuerte sonido lingual dental, del cual carece el castellano; pero que se suple por las articulaciones unidas de las dos consonantes: necesita la voz viva. Equivale la tz á la q del idioma maya. Siguiendo la índole del castellano, la c suena suave con las vocales e, i, y fuerte con las a, o, u; por esta causa los gramáticos dieron á la primera el nombre de c suave, y á la segunda el de c fuerte. Para obtener el sonido blando usaban de la c, no admi- tiendo palabra alguna con z inicial. Esta costumbre en boga durante el siglo XVI, de- terminó que el mejor Vocabulario mexicano que poseemos, el del P. Molina, no con- tenga voces empezando con z, quedando mezcladas en la c las voces con esta letra inicial y con la c (cedilla). Abolido este signo en la actual escritura, se empléala z en todos los casos de pronunciación suave con las a, o, u, dejando la c para los sonidos fuertes con las mismas letras. El abecedario mexicano carece de elle; cuando se encuentran dos el es unidas, como 4. itifcg. d& vitusytua/ ANALES DEL MUSEO NACIONAL. 243 en la palabra calli, la una ele forma articulación inversa con la vocal que le antecede, mientras que la otra ele la forma directa con la vocal que la sigue: en el ejemplo actual leeriamos cal-li. Catorce palabras presenta el Vocabulario de Molina escritas con h inicial. La h es aspirada cuando le precede la ic ó se encuentra al fin de una palabra. Antiguamente se confundieron el valor y uso de las letras b, v, u, usándose promiscuamente, de donde re- sultaron las denominaciones ya no admitidas de u vocal y de v consonante. Siguiendo esta doctrina el P. Molina, escribe muchas voces con v inicial y la conserva en la com- posición de las palabras. Ya en el siglo XVIII estaba abandonada la costumbre, y por eso dice la gramática de Aldama y Guevara: «A la u consonante, ningún varón la pro- « nuncia como en español (las mujeres sí): sino que le dan un sonido muy semejante al € que tiene el hu de esta voz española, hueco. Para que el lector sepa cuando es conso- lante, usan muchos autores (y usaré yo) anteponerle h. Ni el Vocabulario ni otros « autores ponen distintivo alguno: y todos usan este carácter u, aunque sea consonante; < y así te daré esta regla: es consonante la que estuviere entre dos vocales: y la que fue- «re la primera letra de la voz, porque no hay voz que empiece con u vocal: v. g. en €veve (senex) ambas son consonantes; pero ya dije que yo escribiré así huehue.» * Respecto de la o, asegura la misma gramática: «A la o pronuncian tan oscuramente, « que parece u. De aquí nace que donde unos autores escriben o, escriben otros u: v. g. « teotl, teutl, (Dios), mochí, muchi, (todo), tlatoani, tlaiuani, (señor). Yo escribiré o; « pero sirva dicha noticia para que si no hallares en el Vocabulario la voz escrita con o, «la busques escrita con w.» ** La t se une frecuentemente con la l así en articulación inversa como en directa; en el primer caso suena como en las palabras castellanas Atlas, Atlántico; en el segundo la ti toma un sonido compuesto cual si se pronunciara tle, sonando confusa ú oscura la e. Por regla general, no se conserva la t entre dos eles; cuando en la composición de las palabras resulta la combinación Itl, desaparece la t quedando únicamente 11, sin que cambie el significado de la voz. Según tenemos observado, de una manera invariable todo nombre de lugar ó geo- gráfico va afijado con una preposición: de aquí la necesidad de indicar alguna cosa res- pecto de su valor y uso. Las preposiciones que se juntan con nombres, sin estar de ellas separadas son: I. C, significa, en y dentro: se une á los nombres acabados en ti, los cuales cam- bian estas letras finales por la c; ilhuicatl, cielo, ilhuicac, en ó dentro del cielo. II. Co, sinónimo de c, que se pone con las palabras terminadas en til, li, in. Ejem- plos: tianquiztli, mercado, tianquizco, en ó dentro del mercado; acalli, canoa ó nave, acalco, en ó dentro de la canoa; capulín, el árbol que da la fruta de este nombre, capulco, en el capulin. Se exceptúan de las reglas anteriones los monosílabos acabados en ti, á los cuales no se les pone c ni co, fuera de tletl, fuego, que hace ti eco, en ó dentro del fuego. III y IV. Nal, nalco, del otro lado, de la otra banda. Se componen con atl, agua, atoyatl, rio, y algunas pocas más. Anal ó analco, del otro lado del agua; atoyanalco, del otro lado del rio. Se unen también con algunos verbos. * Aldama y Guevara, mím. 9. ** Aldama y Guevara, núm. 8. 244 ANALES DEL MUSEO NACIONAL V y VI. Pa y copa, en. Atentli, orilla del agna (de ail, agua, y de tentli, labio ú orilla), atempa ó atencopa, en la orilla del agua. En ciertos casos equivale á, con, y de. Las preposiciones que se juntan á nombres ó á pronombres posesivos, unidas ó se- paradas de ellos, son: I. Pan, en, sobre. De tlalli, tierra, sale tlalpan, en ó sobre la tierra; en algunos compuestos significa también, en tiempo. II. Tlan, junto, debajo, entre, cerca, en, &c. Coatí, culebra, coatlan, junto, deba- jo, &c. la culebra: atl, agua, atlan, en el agua. En composición va unida generalmente ó más bien en muchos casos á la partícula ti, llamada por los gramáticos ligadura ó li- gatura, colocada por eufonía, sin que quite ó aumente nada á la significación. Tleti- tlan, entre el fuego; cuauhlitlan, junto á la arboleda; cehualotitlan, debajo déla som- bra; tlallan, debajo de la tierra. Esta última palabra está compuesta de llalli, tierra, con la preposición; debería escribirse tlaltlan, mas por la regla que suprime la t entre dos eles, queda la forma correcta tlallan. III. Ca, toma la ligatura ti en los nombres con los cuales se compone, y vale, con, ó explica la causa de la acción; tetica, con piedra; cuauhtica, con palo. IV. Tech, quiere decir en, ó indica cosa junta con otra; recibe la ligatura ti. Te- pantli, pared, tepantitech, en la pared. Significa igualmente de, acerca, en cuyo ca- so va unida á las partículas p a y copa. V. Hitic, lo mismo que hacia, contra; generalmente toma con los nombres las par- tículas pa y copa', ilhuicacp alude ó ilhuicaccopahuic, hacia el cielo. VI. Tzalan, equivalente á entre: cuauhtzalan, entre árboles; caltzalan, entre ca- sas; tepetzalan, entre montes. Si á estos compuestos se aumenta la sílaba tli (de la palabra otli, camino), se obtiene cuauhtzalantli, senda ó camino entre los árboles; caltzalantli, senda ó camino entre las casas; tepetzalantli, senda ó camino entre los cerros. VII. Nejjantla, en medio. Tlalnepantla, en medio de la tierra; yohualnepantla, la media noche; cuauhnepantla, en medio de los árboles ó del bosque. VIII. Nahuac, junto, en compañía, cerca: Cuauhnahuac, cerca ó junto de los ár- boles; tepenahuac, junto al monte; calnahuac, junto á la casa. Es sinónimo de tloc. « Destas dos preposiciones tloc y nahuac se forman dos nombres de Dios Hoque y na- «huaque. Aquel apud quem sunt omnia, ó qui est iuxta omnia.» IX. Icpac, suena tanto como sobre, encima, y se compone con la ligatura ti: cuauhticpac, sobre el árbol ó los árboles; tepetiepac, sobre el cerro; tlalticpac, sobre la tierra. Uniendo á esta última palabra la silaba tli, tendríamos tlalticpatli, el orbe de la tierra. X. XI, XII y XIII. Ixco, ixpan, ixpampa, ixtlan, preposiciones que se derivan de ixtli, superficie, cara ó haz de alguna cosa, y se forman de la radical ix y de otra preposición, de manera que son preposiciones compuestas. Con ellas no pierden la ti final los pocos nombres con que se juntan. Ixco, en la superficie, encima: ailixeo, en la superficie del agua; tlaixco, en la delantera. Ixpan, delante, en presencia, encima: tepetlixpan, encima, en la superficie del cerro. Ixpampa, que con la particulada significa movimiento; nixpampatxcholoa, huyes de mi presencia. Ixtlan ó ixtla, delante de los ojos: sinónimo de ixpan. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 245 XIV y XV. Itic é itec, derivados de ititló iietl, vientre, y dan á entender, dentro, en lo interior, calitic, dentro de la casa; atlitic, dentro del agua. Las palabras ter- minadas en ti no pierden las letras finales al unírseles estas preposiciones: se exceptúa tepetl, cerro, que hace tepeitic, dentro del cerro. XVI. Tzintlan, abajo, debajo: atzintlan, debajo del agua. XVII. Tepotzco, detrás, á las espaldas: caltepotzco, detrás de la casa. XVIII. Cuitlapan, sinónimo &e tepotzco. — «Compónese de cuitlapantli, que per- « diendo su final queda en pan por preposición, porque si quitada la final queda partí- « cula que sea preposición, no se añade otra.» — Téngase presente esta regla que es importante. XIX. Can, expresa el lugar en que la acción se verifica. XX. « Chi, significa lo mismo que inferius, demás abajo, v. g. de tepetl, por el cerro, «y tentli, ladera, sale tepetentli, que es un barrio, que quiere decir, en la orilla ó ladera «del cerro de más abajo. Tlatenchi, es un pueblo donde están dos laderas, y en la de « más abajo llamaron tlatenchi ó tlalchí, tuvieron por adverbio que significa lo contra- « rio de acó, hacia arriba; pero es de tlalli, por la tierra, y chí. Tlalchí, más abajo del «suelo, y con huic, hacia, tlalchihuic.» XXI. Tía, significa abundancia de la cosa expresada por el nombre á que va unida. Las voces terminadas en ti ó tli pierden estas letras finales para recibir en su lugar el tía: de tetl, piedra; de xochitl, flor; de cuauhtli, águila, se forman tetla, en donde abundan piedras, pedregal; xochitla, en donde abundan flores, jardín; cuauhtla, en donde abun- dan las águilas. Los nombres acabados en huitl cambian esta terminación por la de uhtla; cuahuitl, árbol, madera, hace cuauhtla, lugar abundante en árboles, floresta. Los ter- minados en li, in, mudan la terminación en la (teniendo en cuenta la supresión de la t entre dos eles); así, xalli, arena, se convierte en xalla, donde abunda la arena, arenal; zotolin, palma, forma zotolla, palmar. Si al final in no precede l, no cambia la termina- ción, añadiéndose lisamente el tía; v. g. tecpin, pulga, tecpintla, en donde abundan pulgas, pulguero. En cuanto á las preposiciones observaremos con Monlau:* — «Todas las preposiciones, «en todas las lenguas, no son más que restos de nombres que tuvieron, en su origen, su «valor y uso propios, y que luego fueron destinadas al uso prepositivo. — Todas ellas « también son expresivas de lugar, de situación en el espacio, situación absoluta ó rela- « tiva: examínense una por una, y se verá, con efecto, que todas expresan arriba, aba- €jo, enfrente, adentro, afuera, encima, delante, detrás, entre, al través, de parte « aparte, de acá, de allá, etc., que es decir, ideas de localidad.» Para el mexicano tienen lugar completo estas observaciones. Las partículas preposi- tivas, simples ó compuestas, son restos de palabras de significación propia en la lengua, trasformadas después en preposiciones, con acepción diversa de la que al principio tuvie- ron. Así can viene de cantli, carrillo; pan, de pantli, bandera; apan, de apantli, acequia; tlan, de tlantli, dientes; tía, de tlatli, tio, hermano de padre ó madre; tzalan, de tzalantli en composición, senda ó camino; c síncopa de co, y así délas de- más. De las compuestas ixco, ixpan, ixpampa, ixtla, ixtlan, se derivan de ixtli, cara ó faz; itic é itec, de ititl ó itetl, vientre; teputzco, de tepotzlli, espalda; cuitlapan, de cuitlapanqui, espalda; &c. Todas ellas expresan absoluta ó relativamente, un lugar * Vocabulario gramatical de la lengua castellana. Madrid, 1870. Pág. 165. 43 246 ANALES DEL MUSEO NACIONAL en el espacio, razón por la cual fueron escogidas para afijar los nombres geográficos, precisando ideas de localidad. Las preposiciones se ponen siempre al fin de las palabras; razón por la cual algunos gramáticos las han llamado posposiciones. Pueden colocarse juntas ó separadas del nombre á que se refieren; pero en los nombres de lugar invariablemente sirven de afi- jo. Para unir las preposiciones no se atiende á si el nombre tiene ó no plural; solo se tiene en cuenta la terminación de la voz en sirgular.* Existen diversas clases de preposiciones, y: — «Muchas de ellas son indiferentes para « equivaler á estas españolas, a, de, en, por, según corresponde en español á la acción « del verbo que las rige .... Se te hará difícil que se pueda entenderlo que se habla, sien- « do equívocas muchas de las preposiciones; pero el uso te lo hará fácil; y considera que «también en las españolas y en las latinas hay muchas equívocas. » La manera de afijar el nombre de lugar es muy sencillo: la última voz de las que en- tran en composición pierde la sílaba final ó las letras finales, tomando en su lugar la pre- posición que le corresponde, conforme á las reglas antes expresadas. Existen algunos verbales terminados en loyan, ayan, etc., que hacen oficios de pre- posiciones y significan lugar. « Tzintli y tzin, denotan reverencia ó cortesía (para eso se usan comunmente); amor ó « aprecio, lástima ó compasión de la persona ú objeto, con quien ó de quien se habla; y asf « solo se usan cuando el que habla se quiere mostrar reverente, cortés, amoroso, compa- « sivo, ú apreciador de la persona ú objeto de quien ó con quien se habla; y ya por lama- « teria de que se habla, ó ya por otras circunstancias, se conoce si al poner dichas finales « es por modo de cortesía, ó por amor, etc. »** — En las locuciones reverenciales, principal- mente las dirigidas á Dios, la partícula tzin toma la preposición co, y en la forma tzinco constituye el final de las palabras. Tzintli y su síncopa tzin son una misma cosa: por algo que podríamos llamar una aberración del mexicano y conforme al Vocabulario de Mo- lina, tzintli significa, «el ojo del salvohonor,» es decir, anus; y su radical tzin se emplea para denotar la reverencia, el amor, el aprecio, la compasión y la cortesía. Encuéntrase el compuesto tzinco afijando algunos nombres geográficos; entonces, no significa amor, re- verencia, etc., sino, atrás, detrás, á la espalda, y de una manera figurada, en la parte inferior, no faltando persona, comoVetancourt en su Teatro Mexicano, que traduzca la palabra tzinco por, el principio ó al principio, al comenzar alguna cosa. Enlaforma acabada de mencionar tzinco es un compuesto; pero solo el tzin, al final de los nombres de persona, siempre es reverencial. Forman el fondo de la lengua mexicana un número considerable de palabras radicales, con significación fija y determinada, en las cuales abundan las voces simples y monosilá- bicas: de éstas y de otras que presentan una estructura más complicada se forman indefi- nidamente voces compuestas, más bien frases, que concretan en su significado todas las ideas expresadas por los componentes ■. De aquí que el idioma no solo sea expresivo y nu- meroso, sino que se preste constantemente á que la inteligencia le adapte á sus necesida- des y caprichos, expresando los pensamientos más complicados de la manera más flexible. Las reglas para la formación de las palabras, que á nuestro propósito cuadran, están basadas en el precepto de que, en la composición no deben entrar más de tres elemen- * Aldama y Guevara, núm. 364 66. ** Aldama y Guevara, uúm. 36. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 247 tos, á no ser en las voces destinadas á la poesía y á los asuntos sagrados, en cuyos ca- sos se permiten frases con multiplicados componentes. Si resulta el compuesto de dos nombres sustantivos, el primero piérdelas letras fina- les ó la última sílaba, quedando íntegro el segundo. La colocación no es arbitraria, su- puesto que el primer nombre es el calificativo del segundo; de donde se infiere que la traducción comienza por el nombre final; poniendo el anterior en genitivo. Con las vo- ces teotl, Dios, y tlatolli, discurso ó palabras, se forma teotlatolli, palabras de Dios ó palabras divinas: de íetl, piedra, y de calli, casa, sale tecalli, casa de piedra; si se es- cribiera caltell la traducción cambiaría en, piedra de casa. Los nombres numerales se colocan siempre al principio de la composición y se excep- túan de la regla anterior, supuesto que no obstante su posición no se convierten en ge- nitivos. Con macuilli, cinco, y tlamantli, cosa ó cosas, se forma maciállamantli (re- cuérdese que la t desaparece entre dos eles), cinco cosas. Al unirse un nombre sustantivo y un adjetivo, éste se coloca invariablemente al prin- cipio: así, de tlazotli, precioso, caro, amado, de mucho valor, y de cuicatl, cantar, ten- dremos tlazocuicatl, cantar precioso. Cuando los nombres componentes son más de dos, cada uno pierde las letras finales ó la última sílaba, á excepción del último que se conserva entero; el lugar de prioridad le determina el orden lógico de la idea que se pretende expresar. Con las palabras cua- huitl, árbol, palo, madera (téngase presente que la composición arroja el elemento cuauh); talzotli, precioso, y huehuetl, una especie de atambor, puede construirse bien caauhtlazohuehuetl, tambor precioso de palo, ó bien tlazocuauhhuehiteit, tambor de palo precioso. Las reglas anteriores cuentan excepciones, de las cuales indicaremos algunas. Los nombres terminados en qui ó en c, cambian las letras finales en ca, sin variar de signi- ficación: cocoxqiá, enfermo; patli, medicamento, hacen cocoxcapatli, medicamento ó medicina del entermo. Existen algunos nombres presentando la irregularidad de no per- der sus letras finales como tlatzcan, cedro que forma tlalzcancuahidtl palo de cedro. En la composición de un nombre con un verbo, éste ocupa el último lugar, con pocas excepciones. Se advertirá, que no hemos pretendido formar un tratado gramatical, ni mucho menos enseñar cosa alguna á los peritos en la lengua mexicana; el objeto único de estos renglo- nes es, iniciar á los profanos en las reglas que vamos á emplear en la descifracion de las figuras geroglíficas. Si preciso fuere decir algo más, le dejamos para sus lugares res- pectivos. IV. LOS CARACTERES GEROGLÍFTCOS. En la infancia de los pueblos, cuando comienzan á recorrer el camino de la civiliza- ción y carecen de medios adecuados para perpetuar las cosas que más les importan, encargan á la memoria ciertas relaciones, conteniendo, ya la procedencia de la tribu y las hazañas rematadas por sus hombres distinguidos, ya las reglas de conducta estable- 248 ANALES DEL MUSEO NACIONAL cidas por los legisladores: ora el principio de los dioses con las enseñanzas ó los benefi- cios de ellos recibidos; bien los resultados de la experiencia aplicados á sus artes nacien- tes. Esas relaciones se impregnan, digámoslo así, del carácter del pueblo que las com- pone; y sea que se presenten como el esfuerzo de una poesía, más ó menos artificiosa, ó como la simple expresión de un recuerdo, más ó menos claro, lo cierto es que, esas le- yendas encierran el saber alcanzado por los hombres entendidos de la tribu, forman el tesoro de las doctrinas y de las creencias adoptadas por la comunidad, son la suma de sus nociones históricas. En determinadas ocasiones públicas ó religiosas, en el seno de la familia y al amor del hogar, los sabidores de las relaciones las repiten al concurso, cau- tivando la imaginación y excitando el ingenio de aquellas gentes sencillas; y á fuerza de oirías se graban en la memoria de los oyentes, pasan sucesivamente de padres á hijos i quedando establecida la tradición. A medida que trascurre el tiempo y el pueblo se civiliza, las relaciones tradicionales se hacen más largas y artificiosas; un solo hombre es incapaz de abarcarlas todas en la memoria, siendo indispensable subdividirlas en grupos ó ramos, profesado cada uno por las personas á quienes de preferencia importan. La tradición oral presenta graves in- convenientes: de la mejor buena fé, ahora ó mañana, cada repetidor olvida un porme- nor, altera un nombre, suprime una fecha, cambia una palabra ó una frase mudando el sentido primitivo: los sucesos recientes, por más importantes, se retienen con gran can- tidad de pormenores; mas á medida que de la actual época se alejan, se descoloran y descarnan, se condensan, se reducen á breves enunciados, llegando finalmente á una embrollada oscuridad, desfigurados y divididos por lagunas que les privan de una razo- nable ilación. Los poetas se apoderan de las leyendas heroicas y los sacerdotes de las relaciones místicas: por admiración y por respeto, cuando no intervenga alguna causa bastarda, poetas y sacerdotes trasforman aquellas composiciones candidas y aun verí- dicas en otras míticas, alegóricas, impenetrables, con su cortejo de hechos sobrenaturales y de estupendos prodigios. Así se pervierte la tradición, y á través de los siglos las co- sas más auténticas toman las formas de lo maravilloso y lo fantástico. Ya más adelantada la nación reconoce los inconvenientes de este sistema trunco é imperfecto; pulsa las dificultades, ya de formar, ya de consultar los archivos ambulan- tes de los hombres instruidos; y para no perder nada de sus recuerdos, concibe la idea de fijar el cúmulo de los conocimientos adquiridos de una manera permanente, clara, al alcance de la multitud. Los primeros ensayos de este género fueron los orígenes de la escritura; de ese arte maravilloso que pone patente á los ojos lo que pasa en el en- tendimiento. La idea primera que debió presentarse para consignar un hecho, fué sin duda la de reproducirle, de copiarle sobre una materia fácil de trasportar, ó sobre un objeto duro que por su naturaleza pudiera resistir á las injurias del tiempo y de los hombres: la pin- tura y la escultura debieron ser, sin lo que tienen de artístico, los orígenes de la escri- tura.— «El primer medio que ha debido ocurrir á la mente, dice el Sr. D. José Fernando Ramirez, es la pintura del hecho que se quería perpetuar, reproduciéndose en el lienzo ó en el papel con todos sus pormenores. Así es, que si se trataba de conservar el recuerdo de la destrucción de un pueblo por la guerra, se pintarían hombres peleando, mujeres y niños pasados á cuchillo, y casas incendiadas.» «Como un tal medio de historiar era sumamente lento y laborioso, se pensó en sim- plificarlo; mas esto no debió hacerse de una vez, sino que el pintor comenzaría por omi- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 249 tir algunos rasgos hasta llegar á la total supresión de las figuras de detalle. Por consi- guiente, el hecho que nos sirve de ejemplo, se representaría entonces con la imagen de un guerrero que tiene asido á otro por los cabellos, á la manera de los que se ven en los relieves de la piedra llamada de los sacrificios; ó también colocando aquel mismo guerre- ro, de pié y armado sobre el geroglífico que representara el asiento de la tribu some- tidas «En la vida de los pueblos medio civilizados, la guerra y las conquistas son los suce- sos más importantes y dignos de recuerdo; de aquí es, que cuando aquellas se multipli- caban dentro de un breve período, el trabajo del historiador crecia en la misma propor- ción sin utilidad y sin interés. Pensóse entonces en una nueva simplificación, y ésta se hizo como se ve repetidamente en los anales aztecas, pintando la efigie de un guerrero y de un escudo de armas en el centro de varios signos simbólicos que representan el nom- bre y número de otros tantos pueblos. El todo significaba que aquel guerrero los había subyugado por fuerza de armas.» Las observaciones del Sr. Ramírez son exactas. La representación minuciosa del acontecimiento debió ser el primer esfuerzo de la mente para darle perpetuidad; siguió- se el compendiar la pintura suprimiendo cuanto fuera supérfluo, sin perder por ello la semejanza apetecida; paso tras paso se fué simplificando el dibujo, hasta dejarle única- mente lo indispensable para responder á la idea que se pretendía reproducir. Fácil- mente se advierte que el procedimiento, para llegar del primero al último término, hubo de costar repetidos esfuerzos al entendimiento, en períodos de tiempo indetermi- nados; y que, dar algunos pasos adelante, era labor de trabajos lentos y dificultosos. La trasformacion sufrida por el cuadro en conjunto, la sufría igualmente cada uno de los objetos elementales. Un árbol, por ejemplo, estaría copiado con todos sus por- menores en las pinturas primitivas, á la manera en que le representa un paisajista en nuestros días: cansados los pintores de perder el tiempo en tanta minuciosidad, fueron compendiando el contorno hasta dejarle en una forma fácil, sin que por ello dejara el árbol de ser reconocible, llegando así sucesivamente hasta que los trazos correspondie- ron más á una figura convencional que al retrato del árbol mismo. Cada objeto á su turno, al alcanzar su última trasformacion, cambió de valor para los pintores; seme- jantes dibujos no formaban necesariamente parte de un cuadro determinado, del cual no pudieran estar separados; se tornaron componentes, con valor propio cada uno, aplicados á distintas combinaciones; de simples representaciones pasaron á ser carac- teres fijos, elementos de la escritura. Ya como elementos gráficos recibieron aún modificaciones, ciertas abreviaturas como las admitidas en nuestra escritura fonética. La más aparente es la que admite la ca- beza sola de un ser en representación del ser mismo; así un hombre, un cuadrúpedo, una ave, van expresados por la cabeza de cada uno respectivamente. Los pueblos inventores de la escritura de México siguieron sin duda el camino que acabamos de indicar, ó más bien, les hemos trazado su itinerario por los puntos que les hemos visto recorrer. La escritura nahoa ofrece una cantidad muy considerable de sig- nos, copia de los objetos naturales ó artificiales, los cuales indican el estado incipiente del arte de escribir, corresponden á los orígenes de la escritura, forman el medio más imperfecto de perpetuar los sucesos. I. Esta primera serie de signos ó caracteres recibió el nombre de mímicos 6 figu- rativos. Les han llamado también kiriológicos ó figurativos porque expresan lapala- 43 250 ANALES DEL MUSEO NACIONAL bra con la pintura de la cosa misma. Bescherelle define la voz kiriologic, ** Chico, chicu, tiene algunas veces el sen- tido de, medio., la mitad, como en las palabras chicocua, chicocuacua, chicocuatic, medio comido: *** a cuenta entre sus significados el de, así como: de manera que chico-a da á entender la mitad; la mitad de las manos, una mano. Los compuestos chicoa-cey chicu-ome (chicóme), chicu-ei, chicu-nahui, que son los primeros numerales añadidos á la voz chicua, significan en realidad la mitad ó una mano, más uno, más dos, más tres, más cuatro, ó sean seis, siete, ocho, nueve. * Descripción de las dos piedras, 2.a parte, pág. 130. ** Loco cit., pág. 130. """ V. Vocabulario de Molina. NUMERALES MEXICANOS /. 5) p\_ ¡dvW^Wi/7! / // ///// //- • • » • 7. ® /0. //. □ i /2 1 tí 13. i OO0OO * ~ ososa o o 14. I p4 5. v\ J 16. 17. W;\: l! v V $1? ¿ I 18. 5F Z//Ú& Afur$uia. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 259 Matlactli, diez, no está formado por aglomeración: sus radicales no ofrecen duda: maitl, y tlactli, «el cuerpo del hombre, desde la cinta arriba: > la voz dice, las manos de la parte superior del hombre. La palabra confirma el principio asentado á priori, conta- ban por los dedos de las manos macuilli, una mano cerrada; matlactli, las dos manos cerradas. Hasta catorce vuelve la aglomeración, añadiendo á Matlactli los cuatro dígitos fun- damentales por medio de la sílaba on, ya sea en el sentido de mas, ya como quiere Mo- lina, «por vía ó manera de ornato y buen sonido.» Matlac-tli on ce 11, matlactli ornóme 12, matlactli omei 13, matlactli onnahui 14; las dos manos más uno, dos, tres y cuatro. Caxtolli, caxtulli, quince, aparece como nombre radical, y no atinamos á cómo puede ser desatado, ni encontramos explicación en los autores. Los compuestos sucesi- vos siguen el orden establecido: Caxtolli once 16, caxtolli ornóme 17 ', caxtolli omei 18, caxtolli onnahui 19; ó sean quince más uno, dos, tres y cuatro. Cempohualli, veinte, se compone de cení y de pohualli , cuenta, significando el compuesto, una cuenta, esto es, la reunión de veinte unidades. Tal vez en su origen se compuso la palabra de cem, del verbosea, contra, y áepillió lli por los dedos; cem-poa-lli una cuenta délos dedos. De poa se forma tlapoaliztli, numeración; tla- cempoaliztli, suma total; tlapoalli, cosas enumeradas. Cemipilli, una veintena, una cuenta, señala perfectamente el origen de la voz, presentando ápilli en sentido de los dedos. Veinte se divide en cuatro partes iguales, determinadas por los números radi- cales; las fracciones terminan en macuilli, matlactli, caxtolli y cempohualli. Veinte es por excelencia el número mexicano; es el yo, el individuo, compuesto de cuatro par- tes, los pies y las manos, cada uno con sus cinco apéndices ó dedos. Esta forma deter- minó la numeración escrita. De veinte en adelante el sistema de la formación de los números se funda en esta re- gla general, tan fácil como sencilla. Los veinte números primarios que acabamos de explicar, antepuestos á una radical numérica cualquiera, la multiplican; si están pos- puestos á la radical se suman con ella. Aplicándola á la radical pohualli tendremos: 20. Cempohualli, veinte multiplicado por uno. 40. Ompohualli, veinte multiplicado por dos. 60. Yeipohualli, veinte multiplicado por tres. 80. Nauhpohualli, veinte multiplicado por cuatro. 100. Macuilpohualli, veinte multiplicado por cinco. 120. Chicuacempohualli, veinte multiplicado por seis. 140. Chicompohualli, veinte multiplicado por siete. 160. Chicuepohualli, veinte multiplicado por ocho. 180. Chiconauhpohualli, veinte multiplicado por nueve. 200. Mallacpohualli, veinte multiplicado por diez. 220. Matlactlioncempohualli, veinte multiplicado por once. 240. Matlactliomompohualli, veinte multiplicado por doce. 260. Matlactliomeipohualli, veinte multiplicado por trece. 280. Matlactlionnauhpohualli, veinte multiplicado por catorce. 300. Caxtolpohualli, veinte multiplicado por quince. 320. Caxtollioncepohualli, veinte multiplicado por diez y seis. 340. Caxtolliomompohualli, veinte multiplicado por diez y siete. 360. Caxtolliomeipohualli, veinte multiplicado por diez y ocho. 380. Caxtollionnauhpohualli, veinte multiplicado por diez y nueve. 400. Cetzontli. 260 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Naturalmente resulta una progresión por diferencia, con la razón del mismo valor del número radical. Los números intermedios entre cada dos términos, se llenan con los veinte primeros, en esta forma: 20. Cempolmalli. 21. Cempohualli once, veinte mas uno. 22. Cempohualli ornóme, veinte mas dos. 23. Cempohualli omei, veinte mas tres. 24. Cempohualli onnahui, veinte mas cuatro. 25. Cempohualli onmacuilli, veinte mas cinco. 26. Cempohualli onchicuace, veinte mas seis. 27. Cempohualli onchicome, veinte mas siete. 28. Cempolmalli onchicuei, veinte mas ocho. 29. Cempohualli on chiconahui, veinte mas nueve. 30. Cempohualli onmatlactli, veinte mas diez. 31. Cempohualli onmatlactli, once, veinte mas once. 32. Cempohualli onmatlactli ornóme, veinte mas doce. 33. Cempohualli onmatlactli omei, veinte mas trece. 34. Cempohualli onmatlactli onnahui, veinte mas catorce. 35. Cempohualli oncaxtolli, veinte mas quince. 36. Cempohualli oncaxtolli once, veinte mas diez y seis. 37. Cempohualli oncaxtolli ornóme, veinte mas diez y siete. 38. Cempohualli oncaxtolli omei, veinte mas diez y ocho. 39. Cempohualli oncaxtolli onnahui, veinte mas diez y nueve. 40. Ompohualli, veinte multiplicado por dos. 41. Ompohualli once, veinte multiplicado por dos, mas uno. 42. Ompohualli ornóme, veinte multiplicado por dos, más dos, etc. etc. Proseguiremos así de una manera inflexible hasta 399, para el cual diriamos, Caxto- llionnauhpohualli on caxtolli onnahui, veinte multiplicado por diez y nueve más diez y nueve. Para cuatrocientos no se dice veinte multiplicado por veinte, sino que se intro- duce un nuevo término. Tzontli, 400, significa igualmente, cabello, pelo, una mata de hortaliza ó de yerba; y metafóricamente, multitud, abundancia. Si los números prime- ros se tomaron por la comparación con las manos y con los pies, éste se sacó del pelo, de la cabeza. Tenemos, pues, muy bien determinadas dos series; la primera, del uno al veinte; la segunda del veinte al cuatrocientos. Una tercera serie obtendremos operando sobre el radical tzontli como lo hicimos con p o hual li. 400. Cetzontli, cuatrocientos multiplicado por uno. 800. Omtzontli, cuatrocientos multiplicado por dos. 1200. Yeitzontli, cuatrocientos multiplicado por tres. 1600. Nauhtzontli, cuatrocientos multiplicado por cuatro. 2000. Macuillzonlli, cuatrocientos multiplicado por cinco. 2400. Chicoacetzontli, cuatrocientos multiplicado por seis. 2800. Chicomtzontli, cuatrocientos multiplicado por siete. 3200. Chicuetzontli, cuatrocientos multiplicado por ocho. 3600. Chiconauhtzontli, cuatrocientos multiplicado por nueve. 4000. Matlactzonlli, cuatrocientos multiplicado por diez. 4400. Mallactlioncelzontli , cuatrocientos multiplicado por once. 4800. Matlaclliomomtzontli, cuatrocientos multiplicado por doce. 5200. Matlactliomeitzontli, cuatrocientos multiplicado por trece. 5600. Mallactlionnauhtzontli, cuatrocientos multiplicado por catorce. 6000. Caxtolzontli, cuatrocientos multiplicado por quince. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 261 6400. Caxtollioncetzontli, cuatrocientos multiplicado por diez y seis. 6800. Caxtolliomomtzontli, cuatrocientos multiplicado por diez y siete. 7200. Caxtolli omei tzontli, cuatrocientos multiplicado por diez y ocho. 7600. Caxtolli onnauhtzontli, cuatrocientos multiplicado por diez y nueve. 8000. Cexiquipilli. Progresión por diferencia con el mismo valor del radical tzontli. Llénanse los inter- medios entre cada dos términos con los cuatrocientos numerales de que se componen las dos primeras series, sin otra diferencia que la de introducir de cuatrocientos en ade- lante la palabra ipan, preposición equivalente á encima de algo, y en el lenguaje arit- mético á más: los números anteriores á cuatrocientos quedan siempre ligados por la partícula on. El orden lógico é inflexible en que se desarrolla la numeración hablada no permiten equivocación alguna. 401. Ce tzontli once. 405. Cetzontli onmacuilli. 410. Cetzontli onmatlactli. 500. Cetzontli ipan macuilpohualli. 749. Cetzontli ipan caxtolliomompohualli onchiconahui. En el 7.999 diremos, caxtolli onnauhtzontli ipan caxtolli onnauhpohualli ipan caxtolli onnahui; es decir, cuatrocientos multiplicados por diez y nueve (7.600), más veinte multiplicado por diez y nueve (380), más diez y nueve (19). Para ocho mil no decian cuatrocientos por veinte, sino que introdujeron el nuevo término cexiquipilli, que significa, bolsa, talega, costal, alforja. — «Parece que en ella quisieron simbolizar el vientre del cuerpo humano, en el cual, en la cabeza, manos y pies tenian fundada toda su aritmética.»* Procedamos con esta radical como con las anteriores, para obtener una cuarta y al parecer última serie. Tendremos: 8,000. Cexiquipilli. 88,000. Malactli oncexiquipilli. 16,000. Omxiquipilli. 96,000. Matlactli omomxiquipilli. 24,000. Yexiquipilli. 104,000. Matlactli omeixiquipilli. 32,000. Nauhxiquipilli. 112,000. Matlactli onnauhxiquipilli. 40,000. Macuilxiquipilli. 120,000. Caxtolxiquipilli. 48,000. Chiconcexiquipilli. 128,000. Caxtolli oncexiquipilli. 56,000. Chicomxiquipilli. 136,000. Caxtolli omomxiquipilli. 64,000. Chicoexiquipilli. 144,000. Caxtolli omeixiquipilli. 72,000. Chiconnauhxiquipilli. 152,000. Caxtolli onnauhxiquipilli. 80,000. Matlacxiquipilli. 160,000. Cepohualxiquipilli. Progresión igualmente por diferencia, en la cual el primer término y la razón tienen el mismo valor del radical. Los términos intermedios se llenan con las tres series an- teriores sin alterar su orden inflexible. 8.001. Cexiquipilli once. 8.019. Cexiquipilli ipan caxtollionnahui. 8.146. Cexiquipilli ipan macuilpohualli ompohualli onchicuace, etc. Hasta llegar en su orden riguroso á 159,999, para el cual diriamos, caxtolli on- * Gama, las dos piedras, pág. 133. 46 262 ANALES DEL MUSEO NACIONAL nauhxiquipilli (152.000), ipan caxtolli onnauhtzontli (7600), ipan caxtolli onnauh- pohuall (380), ipan caxtolli onnakui (19). El último término de la progresión no toma nombre particular como en las anterio- res, según parecia pedirle el orden lógico de la numeración, sino que se enuncia por el producto de 20 por 8.000. Esto induciría á pensar, que la numeración hablada de los mexicanos no pasaba de 160.000, supuesto que aquí se interrumpe el sistema. Mas es- to no resulta ser exacto; la numeración en realidad prosigue de una manera indefinida, supuesto que conforme al artificio introducido en la formación, xiquijrillise puede mul- tiplicar por todos los valores desde cem hasta el mismo xiquipilli, arrojando los siguien- tes productos: 3.200.000. Cetzonxiquipilli. 6i.000.000. Cexiquipilxiquipilli. Aunque esta última cifra seria suficiente para responder á las necesidades públicas y privadas de los mexicanos, existen muy fundadas razones para sostener, que la nu- meración hablada no se detenia en este punto. La numeración maya descansaba sobre los mismos fundamentos que la mexicana, y en ella encontramos los siguientes términos, designados con nombres particulares: 20. Kal, que multipicado por si mismo daba. 400. Bac, que multiplicado por veinte producía. 8.000. Pie, que multiplicado por veinte hacia. 160.000. Calab, que multiplicado por veinte subia á 3.200,0 OO.Kinchü. Es decir, que contando también la unidad, existían en el maya seis términos particu- lares ó radicales, por medio de los cuales se podia llevar la cuenta de las cosas hasta donde bien se quisiera. Juzgando por analogía, que en el caso no parecerá al lector traida por los cabellos, creemos que entre los mexicanos existían esos mismos seis tér- minos radicales, de los cuales ahora solo conocemos cuatro, habiéndose perdido la me- moria de los otros dos. Si lo acabado de decir se tiene como un supuesto gratuito, insistimos aún en nues- tro parecer, apoyándole en lo siguiente. Las radicales y los compuestos que de ellas resultan se podian multiplicar no solo de dos en dos, sino de tres en tres, y aun más, de manera que cuando menos pudiéramos formar. 512.000.000.000. Cexiquipilxiquipilxiquipilli, ó sea el cubo de ocho mil. Para ello nos autoriza el Vocabulario del P. Molina, quien ofrece la palabra Mac- tlactzonxiquipilli, equivalente á diez multiplicado por cuatrocientos, multiplicado por ocho mil, igual á 32.000.000.* Resumiéndolo que acabamos de decir. La numeración hablada comienza por los nú- meros fundamentales ce, orne, yei, nahui, macuilli, que forman la primera quintena; chico, unido á los cuatro primeros, empieza la segunda quintena terminada en ma- * Molina traduce trescientos mil y más dos mil; error manifiesto en que incurrió, sin duda, por haber trastornado los ceros en el cálculo. Erró también en la línea anterior á ésta escribiendo (fol. 53) "Matlactzontli, cuatrocientos," pues solo el tzontli determina el cuatro cientos y multiplicado por diez hace cuatro mil. Cumplida razón nos da el mismo Molina asentando en la línea inferior, "Matlac- tzonxiliuül, cuatro mil años. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 263 tlactli, voz simple como los fundamentales; á este nuevo término se juntan los cuatro primordiales componiendo la tercera quintería, rematada en caxtolli, también nombre simple; la cuarta y última quintena la forma caxtolli, siempre con los cuatro primeros, rematando en la segunda radical cempohualli. En adelante solo se presentan como términos nuevos tzontli y anquipilli, de manera que con solo diez nombres combinados se pueden expresar todas las cantidades imaginables. Todo el artificio consiste en mez- clar y componer por multiplicación y por suma, la primera serie de veinte números con las radicales pohualli, tzont liy xiquipilli, así como estas entre sí. Fúndase el sistema en las cuatro radicales ce, pohualli, tzontli, xiquipilli, cuyos valores forman esta progresión por cociente -h- 1 : 20 : 400 : 8.000; primer término la unidad, veinte la razón. Se puede expresar de esta manera ^ (20)°: (20)1 : (20)2: (20)3, ó sean las potencias de veinte de cero al cubo. Veinte es el número de términos de la primera serie fundamental, el cual se descompone en los dos factores cuatro del número de las quintenas, cinco de los términos que las componen. La reunión de veinte unida- des equivale á una unidad de la especie inmediatamente superior; así veinte ce igual á cempohualli; veinte pohualli forman cetzonili; veinte tzontli constituye el cexiqui- pilli. La base es veinte, el sistema vigesimal. El enunciado de las cantidades comienza por las unidades superiores; cada radical va precedida ó multiplicada por las veces que cabe en el conjunto, y está seguida con las cantidades menores que con el producto se juntan. Para traducir al lenguaje me- xicano una cantidad numérica, es lo mismo que buscar el número de veces que las ra- dicales caben en el enunciado, dividiendo -la resta por las radicales inferiores sucesiva- mente hasta el fin. Por ejemplo: en 8.427 se reconoce inmediatamente que hay un xi- quipilli, un tzontli, un pohualli y chicóme; pero en 253.576 seria preciso encontrar, por medio de la división, que contiene treinta y un xiquipilli, trece tzontli, diez y ocho pohualli y matlactli on chicoace. Tiene lugar lo dicho para contar las cosas en general, pues en ciertas aplicaciones particulares cambian los términos y aun la inteligencia de la frase. Así, «para contar «gallinas, huevos, cacao, tunas, tamales, cerezas, vasijas, asentaderos, frutas, calaba- « zas, nabos, xícamas, melones, libros ó cosas redondas y rollizas, dicen de la manera « siguiente: » * 1. Centetl. 9. Chicunauhtetl. 17. Caxtoltetlomome. 2. Ontetl. 10. Matlactetl. 18. Caxtoltetlomei. 3. Yetetl. 11. Matlactetlonce. 19. Caxtoltetlonnahui. 4. Nauhtell. 12. Matlactetlomome. 20. Cempohualtetl. 5. Macuiltetl. 13. Matlactetlomei. 40. Ompohualtetl. 6. Chicuacentetl. 14. Matlactetl onnahui. 60. Yepohualletl. 7. Ghiííontetl. 15. Caxtoltetl. 80. Nauhpohualtetl. 8. Chicuetetl. 16. Caxtolletlonce. 100. Macuilpohualtetl. Para renglones, camellones de surcos, paredes, hileras de personas, ó cosas pues en orden á la larga. 1. Cempanlli. 7. Chícompantli. 13. Mactlacpantli omei. 2. Ompantli. 8. Cliicuepantli. 14. Mactlacpantli onnahui 3. Epantli. 9. Chicunauhpantli. 15. Caxtolpanlli. 4. Nappantli. 10. Mactlacpantli. 16. Caxtolpantli once. 5. Macuilpantli. 11. Mactlacpantli once. 20. Cempohualpantli. 6. Chicuacenpantli. 12. Mactlacpantli ornóme. 40. Ompohualpantli. Vocab. de Molina, fol. 119. 264 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Para zapatos, papel, platos, escudillas, trojes, cosas dobladas una sobre otra, ó cosas diversas una de otra. 1. Centlamantli. 8. Chicuetlamantli. 15. Caxtollamantli.. 2. Ontlamantli. 9. Chicunauhtlamantli. 20. Cempohuallamantli. 3. Etlamantli. 10. Matlactlamantli. 40. Ompohuallamantli. h. Nauhtlamantli. 11. Matlactlamantli once. 60. Yepohuallamantli. 5: Macuillamantli. 12. Matlactlamantli ornóme. 80. Nappolmallamantlí. &. Chicuacentlamantli. 13. Matlactlamantli omei. 100. Macuilpohuallamantli 7. Chiconitlamanüi. 14. Matlactlamantli onnahui. Las mantas solo se cuentan de 20 en 20, de esta manera: 20. Cemquimilli, 40. Omquimilli. 60. Yequimilli, etc. Para papel, esteras, tortillas, mantas, pellejos, contados de 20 en 20: 20. Cemipilli. 40. Omipilli. 60. Yeipilli. 80. Nahuipilli. 100. Macuilpilli. 120. Chicuacemipilli. 140. Chicumipilli. 160. Chicueipilli. 180. Chicunauhipilli. 200. Matlacipilli. 300. Caxtolipilli. 400. Cempohuallipilli. 1200. Yepohuallipilli. 1600. Nauhpohuallipilli. 2000. Macuilpohuallipilli. 2400. Chicuacempohuallipilli. «Para contar mazorcas de maíz, ó mazorcas de pinas de cacao, y unas flores que se « llaman yeloxochitl, y pilares de piedra, plátanos, y cierto pan de semillas como bollos « que llaman tzoaili, y otros de maíz largos como cañutos que llaman [tlaxcalmimilli:* 1. Cemolotl. 2. Omolotl. 3. Yeolotl. 4. Nauholotl. 5. Macuilolotl. 6. Chicuacemolotl. 7. Chicomolotl. 8. Chicueolotl. 9. Chicunauholotl. 10. Matlacolotl. 11. Matlacolotl once. 12. Matlacolotl ornóme. 13. Matlacolotl omei. 14. Matlacolotl onnahui. 15. Caxtololotl. 16. Caxtololotl once. 17. Caxtololotl ornóme. 18. Caxtololotl omei. 19. Caxtololotl onnahuic. 20. Tlamic. 30. Tlamicomatlactli. 35. Tlamic oncaxtolli. 40. Ompohualli. Explicando esto nuestro León y Gama, * dice: «Tenia uso esta especie de cálculo en el comercio para contar las cosas que abultaban poco, y eran delgadas y planas, que po- dían ponerse cómodamente unas sobre otras en atados ó paquetes regulados por veinte- nas, como el papel, las pieles, las esteras, y otras cosas semejantes. A la primera vein- tena llamaban Cemipilli, esto es, una vez 20: á la segunda Omipilli, ó dos veces 20: Yei- pilli era tres veces 20: Nahuipilli cuatro veces 20; y así iban continuando la multiplica- ción de cada veintena por los demás números hasta el veinte, en la forma que se hacia con el pohualli, cuyo produto cuatrocientos no se llamaba Centzontli sino Cempohuallipilli ó 20 veces 20, y desde aquí se seguia multiplicando este nuevo producto por las mismas unidades hasta volver á llegar al número 20, diciendo Ompohuallipilli, que era la multi- plicación desde 40, ó dos veces 20, cuyo producto es 800 paquetes. Yeipohallipilli, tres veces 20 ó 60, multiplicados por 20, que hacen 1200, y así los demás, hasta volver alle- gar al 20, esto es, 20 veces 20 ó 400, multiplicados por 20, cuyo producto se nombraba * Las dos piedras, pág. 133. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 265 Cenxiquipilli, que es decir, una vez 8000: el cual se iba también multiplicando por los mismos números dígitos, como Onxiquipilli, que es dos veces 8.000 ó 16.000: Yeixi- quipilli que estrés veces 8,000 ó 24,000. De manera que Cempohualxiquipilli ó 20 xi- quipilli componen el producto de 160,000 atados ó paquetes: 400 xiquipilli ó xiquipil- tzontli daban por producto 3.200,000, y finalmente, 8,000 xiquipilli contenian64 millo- nes de bultos de papel, esteras ú otras cosas semejantes.» «De la misma manera numeraban las mantas, lienzos y demás tejidos de algodón y pelos de conejo, que juntaban de 20 en 20, formando de estos fardos ó envoltorios á que llamaban quimil li, que era el nombre de veinte en esta especie de cuenta; y así ya sa- bían que cenquimilli contenia una vez 20 mantas, por ejemplo; Omquimilli dos veces 20 ó 40; Yeiquimilli tres veces 20 ó 60; Nauhquimilli cuatro veces 20 ú 80; Macuilqui- milli cinco veces 20 ó ciento &c. Se derivan estas voces del verbo quimiloa, que signi- fica liar ó envolver. Para numerar personas, observaban también disponerlas por series de 20 individuos, y contaban las unidades por veintenas, llamando á la primera serie Centecpantli, esto es, un agregado ó serie de 20 personas, cuya voz se deriva del ver- bo lecpantlalia, que significa, poner en orden la gente. Ontecpantli eran dos órdenes ó 40: Eitecpantli tres órdenes ó 60; Nauhtecpantli cuatro órdenes ú 80, &c. Las ma- zorcas de maíz se contaban también de 20 en 20, y tenian particular voz que lo signi- ficaba, que era tlamic, derivada del verbo tlamicquilia que significa, aumentar ó multi- plicar; pero de este nombre no se usaba generalmente sino hasta llegar á39 que decian tlamic oncaxtolli onnahui; porque el número 40 y las demás veintenas se expresaban con las voces comunes ompohualli, yeipohualli, nauhpohualli, &c. Para las mismas ma- zorcas de maíz, el cacao en pinas ó racimos, las piedras y otras cosas que abultaban mucho y eran desiguales en superficie, se anadia á los números dígitos la partícula olotl, diciendo cemolotl, 1; omolotl, 2; Yeolotl, 3; hasta llegar á 20, que también se decia tlamic, y se continuaba en la misma forma. Las medidas de tierras y otras cosas de extensión, tenian sus números de denominación particular, como cempantli, 1; om- pantli, 2; epantli, 3; Nauhpantli, 4; Caxtolpantli, 15; Cempohualpantli, 20; Ompo- hualpantli, 40, &c. Las cosas gruesas se contaban por Centetl 1; Ontetl 2; Yetetl 3; Nauhtetl, 4; Matlatetl, 10; Caxtoltetl, 15; Cempohualtetl, 20. Y finalmente, las co- sas que se entregaban duplicadas, triplicadas, y cuadruplicadas ó quintiplicadas, se con- taban por Centlamatli, 1; Ontlamatli, 2; Etlamantli, 3; Nauhtlamantli, 4; Macuiltla- mantli, 5: esto es, tantas sumas de dos, tres, cuatro ó cinco cosas juntas de una espe- cie, como platos, cazuelas, y otras cosas que se ponian en orden unas sobre otras, y hasta hoy es muy usada entre los mexicanos esta cuenta, principalmente la que se for- ma de cinco en cinco; á la que así ellos como los españoles, regulan por un determina- do número de manos, dándoles este nombre, por contarse como unidad cada agregado de cinco cosas. > Hasta aquí la cita. La numeración hablada contiene términos propios, así para nom- brar las cantidades abstractas como para algunas especies concretas. El orden de los términos sigue una progresión rigurosa, lógica y científica. Se puede expresar una se- rie indefinida de cantidades. Es completamente inexacto el decir délos autores que afir- man, que los mexicanos solo eran capaces de contar cuando más por un reducido nú- mero de centenas. Casi todos los pueblos antiguos contaron por los dedos; los indoctos y los niños cuen- tan hoy de la misma manera: parece que la Providencia nos dotó en las manos con los 47 266 ANALES DEL MUSEO NACIONAL primeros rudimentos del cálculo. El origen de esta cuenta le conservan las naciones en la composición de sus nombres numerales. Entre los ejemplos recogidos por Sir John Lubbock, * vamos á tomar algunos délos más conformes á nuestro propósito. En el La- brador, la palabra iallek, una mano, significa también cinco, y el término que expre- sa veinte, dice igualmente manos y pies juntos. Los indios muisca y zamuca dicen para cinco, mano acabada; para seis, uno de la otra mano; para diez, dos manos acabadas, y algunas veces simplemente quicha, que es el pié. Once es, pié y uno; doce, pié y dos; trece, pié y tres, y así de seguida: veinte son, los pies terminados, y en otros casos hom- bre, porque éste cuenta veinte dedos en las manos y en los pies. *r Entre los jaruroes la palabra veinte es noenipune, dos hombres, derivada de noeni, dos, y de canipune, hombres. Observa Mr. Brett, hablando de la Guiana, * * que los cuatro primeros núme- ros están representados por palabras simples. Cinco en Arawák es, abar dakabo, una mano mia, siguiéndose hasta nueve la repetición abar timen, bian timen: biam-dakabo, diez, quiere decir, mis dos manos. De diez á veinte usan de los dedos de los pies, kuti ó okuti, diciendo, abar-kati-bana, once; biam-kati-bana, doce, &c: dicen al veinte abar-lokó, un loko ú hombre. Prosiguen después por hombres, diciendo para cuaren- ta y cinco biam-loko-abardakabo-tajeago, dos hombres y una mano encima. Entre los caribes, la palabra que expresa diez, Chonnoncabo raim dice literalmente, los de- dos de ambas manos; veinte se dice Chonnongouci raim, los dedos de las manos y de los pies. **** Pasemos á la numeración escrita. De precisión debe corresponder á la hablada. Co- nociendo solo cuatro de los radicales numéricos, cuatro deben ser las cifras con que se puedan expresar las cantidades, correspondiendo á los nombres cen,pohualli, tzontliy cdguipüli. Los términos de la primera serie fundamental de cen se expresan de varias maneras. En la nómina de Tributos del Códice Mendocino, aparecen en forma de los dedos de la mano, expresando los números del uno al ocho, ya unidos, ya separados, lám. 17, núm. 1, (Véasela lámina adjunta délos numerales, núm. 1), forma congruente al origen de la manera de contar. En otros manuscritos se observan, ora pequeñas líneas vertica- les, separadas ó unidas por quintenas (núm. 2 de la lámina); bien puntos más ó menos grandes, llenos de negro ó de color, ó circulillos, ya vacíos, ya llevando en el centro un punto ú otro circulillo concéntrico, &c: varia el tamaño, según lo pide la pintura (núme- ro 3). Siguiendo la índole de su formación, y conformándose con los dos factores cinco y cuatro en que el veinte se descompone, estos signos van distribuidos en cuatro grupos de cinco en cinco, bien en líneas horizontales, bien en verticales, sueltos ó unidos por medio de pequeñas rayas. Esta parece ser la notación primitiva, la cual con el tiempo hade haber sufrido algu- nos cambios. Nosotros hemos visto, como natural derivado, una mano con los dedos ex- tendidos empleada para expresar macuilli (núm. 4). Mr. Brasseur escribe: ***** — «Ga- « ma, ni ninguno de los autores que han tratado de la numeración de los mexicanos, «menciona signo alguno para el número diez, fuera de los puntos :::::ya conocidos; * The origin of civilisation and the primitive condition of man. New York. 1874. Pág. 296 y sig. *" Humboldt Personal Researches, vol. 2, pág. 117. "" Brett's Indian Trines of Guiana, pág. 417. ""* Tertre's History of the Caribby Islands. MS. Troano, pág. 134. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 267 «exceptúo, no obstante, al jesuíta Fabregat, quien en suMS. todavía inédito, avanza « que, un círculo encerrado dentro de otro mayor, ó un pequeño cuadrado contenido en «otro representan en México la cifra diez.» El Sr. Brasseur comete un lamentable er- ror asegurando que Gama no menciona signo alguno para el número diez, pues constan así en el texto como en la lámina que le acompaña, las cifras para expresar los núme- ros diez y quince; el mismo señor abate hace de ello mención en la página siguiente á 1a antes mencionada. Pronto veremos la teoría de Gama: respecto de los signos de Fabre- gat, los dos círculos concéntricos (núm. 8) no les hemos encontrado, hecho que en ma- nera alguna contradice la noticia del célebre jesuita: respecto délos cuadrados uno den- tro de otro (núm. 9) podemos afirmar, que ya en varios manuscritos del siglo XYI correspondientes á tributos, ya en otras pinturas de algunas de las cuales tenemos copin en nuestra colección, consta que un cuadrilátero á veces con los lados rectilíneos, á ve- ces con los lados más ó menos curvilíneos (núm. 10), se emplea como cifra para expre- sar el diez. Con solo los puntos ó rayas, con éstos y la mano ó el cuadrilátero, se con- cibe que la anotación del uno al veinte, ó mejor al diez y nueve, era tan clara como sencilla. La cifra para anotar la radical de la segunda serie, cempohualli, era una especie de bandera (núm. 5). Así dos banderas expresarían 40; tres banderas dirían 60, y así su- cesivamente hasta diez y nueve, las cuales dirían 380: es el mayor número en que esta cifra puede estar repetida. Los términos intermedios, siguiendo la regla establecida en la numeración hablada, se obtienen por medio de los puntos y signos de la primera se- rie fundamental. Una bandera y un punto, 21; dos banderas y quince puntos, 55; cin- co banderas y nueve puntos, 109, &c. Consecuente con el principio de considerar el 20 descompuesto en los dos factores cuatro y cinco, dividían el campo de la bandera en cuatro partes por medio de dos lí- neas, la una horizontal, la otra vertical; cada una de estas divisiones valia por consi- guiente cinco. Para expresar quince: — «Pintaban la bandera con solo tres partes blan- «cas, cubriendo la otra cuarta parte de color; y cuando no tenian éste á mano, les bas- «taba señalarla como si estuviera segregada de toda la bandera, lo cual así represen- «tado denotaba el valor de quince (núm. 6.) . . . . Para abreviar el número diez, teñian « del propio color la mitad de la bandera, dejando la otra mitad blanca. »* (núm. 7.) Na- turalmente estos signos introducían una abreviatura en los puntos, supuesto que si al signo de diez se unian uno, dos, &c. puntos, leeríamos sucesivamente once, doce, . Pág. 237. ***" Monarquía indiana. Tom. II. Pág. 34. ***** Loe. cit. Tom. II, pág. 52. ***** Descripción histórica y cronológica de las dos piedras que con ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la Plaza principal de México, se hallaron en ella el año de 1790. Por D. Antonio de León y Gama. México, 1832. 2a Parte, pág. 90. 276 ANALES DEL MUSEO NACIONAL «Débese advertir aquí, que este autor (se refiere á Torquemada) da el primer lugar á Tczcatzoncatl; pero el anónimo pone por principal de los dioses del vino á Izquite- catl, y yo asiento también esto, si atendemos' á la manera como representaban á uno y á otro: á éste lo figuraban en acción de estar bebiendo, y á aquel ya tirado, y primero es beber que caerse» «La figura está demostrando bien ser verdadera imagen del original que veneraban dentro de su propio templo, y la que ponian en el patio donde estaba la tina de piedra, como dice Ixtlilxóchitl. Su cabeza parece estar cubierta con un espejo convexo ó metal bruñido, según lo liso de su superficie; los aderezos de las orejas, garganta, brazos y piernas, son diferentes de los adornos que acostumbraban poner á los demás dioses, como también la mascarilla que demuestra ser otra lámina bruñida de algún metal. Pero lo que lo hace conocer más, es la lina que tiene consigo llena de licor, en cuya super- ficie, como en un espejo, se representa el techo artesonado del templo, > etc. El Sr. Gama se refiere en esta descripción á un ídolo que tenia á la vista y que de- bió representarse en su obra con una estampa; pero desgraciadamente no se hizo esto, ignorando yo el motivo, y en consecuencia tenemos que atenernos á solólo escrito. La posición, ya tirado, que dice guardaba uno de los dioses del vino y la vasija que lleva consigo, detalle característico según el Sr. Gama, convienen perfectamente, tanto con la estatua de Yucatán como con la de Tlaxcala. También creía encontrar la lectura fonética del nombre Tezcaizoncatl, cabellera de espejos, en la cinta que ciñe la cabe- za de la última, adornada de algunos objetos de forma circular, y en las numerosaspie- zas octagonales que componen el tocado de la primera, que en ambas pueden repre- sentar espejos. Estaba en la inteligencia de que, si no habia atinado por completo, por lo menos no estaba muy distante de la verdad, cuando una feliz casualidad me hizo encontrar un tercer monolito, idéntico á los anteriores por sus caracteres principales y con un dato más de mucha importancia, á mi juicio. Este antiguo monumento está en el jardín de la casa del Sr. Bárron, en Tacubaya, y fué vendido al propietario en unión de otros no- tables objetos aztecas. No he podido averiguar con certeza la localidad de donde pro- cede, y el encargado de la finca me dijo que solo recordaba haber sido traído de uno de los pueblos de los alrededores de la Capital. Esta estatua (fig. 3) tiene 0,m97 de lon- gitud, 0,m50 de ancho y 0,ni63 de altura: como las anteriores, representa una figura humana acostada sobre el dorso, con las piernas dobladas y apoyando las plantas de los pies sobre el suelo; sostiene con las manos una vasija que asienta sobre el vientre, y dirige la vista hacia la izquierda como la estatua de Tlaxcala. No se necesita mucha atención para comprender, que la misma idea representativa está esculpida en estos tres monumentos: haciendo á un lado las variantes que se advierten en la ornamenta- ción, las cuales pueden depender de la época, de la localidad y hasta de la fantasía del artífice, lo esencial en ellas es perfectamente idéntico. Es de notar, que la cabellera de esta estatua está adornada con un objeto de forma circular (fig. 4), que puede ser re- presentación de un espejo; y siendo así, tendríamos también la palabra Tczcatzoncatl, esculpida aquí con caracteres fonéticos y dándonos el nombre del dios con cabellera de espejos. Recordando que muchas piedras mexicanas están labradas hasta en la superficie que les sirve de base de sustentación, hice voltear este monolito y vi con sorpresa el relieve que nos manifiéstala fig. núm. 5. El aguase ve exactamente representada por multi- ABALES DEL MUSEO NACIONAL 277 tud de líneas paralelas onduladas, formando un depósito de este líquido que contiene en su seno dos sapos, un gran caracol ó pescado central, moluscos y otros objetos acuáti- cos: además, se observa esculpida alrededor de la losa que sirve de base á la estatua, una orla formada de hojas y granos de maíz (mazorcas), muy deteriorada en la parte anterior, pero distintamente perceptible en la posterior. El ídolo lleva consigo el maíz y los variados productos de los lagos que siempre fueron el principal alimento para los mexicanos, y una vasija que debemos suponer llena de su bebida predilecta; es decir, se presenta con las sustancias alimenticias usadas más generalmente, y, en mi opinión, esto es un dato suficiente para suponer que tal dios es el de las mieses, y por exten- sión, de los mantenimientos en general. Decimos suponer, porque no conocemos des- cripción alguna de este ídolo, y solo sabemos que tenia un culto especial en una de las 78 capillas ú oratorios del templo mayor de México, en lo cual están conformes tres de nuestros historiadores de más nota. El Padre Sahagun dice: «El 45 edificio se llama- ba Cinteupan. Era un Cu donde estaba la estatua del Dios de los maizales,» etc. Tor- quemada dice: «Otra capilla y templo habia, dedicado al Dios Cinteutl, llamada Cin- teupan, era Dios de las mieses y panes, en cuya fiesta se hacian sacrificios.» Por últi- mo, el Dr. Hernández, hablando del templo llamado Inteopan, dice que era redondo y en él estaba colocado el dios de los panes: Quadragesimaquinta Inteopan dicebatur tem- plwn, nemperolundum ubi erat deus frumenii quod maicium vocant,» etc. Debe no confundirse' con esté dios la Céres mexicana Centeotl, llamada otras veces Chico- mecohuatl, Xilonen y Atlatona, según las propiedades diferentes que le atribuían; ella era principalmente la diosa de los mantenimientos: «así de lo que se come como de lo que se bebe,» dice Sahagun, representándola con un vaso en la mano derecha y una flor en la izquierda, y le hacian sacrificios en su templo llamado Centeopan ó de la ma- zorca, bajo la advocación de Chicomecohitatl, según dicen Torquemada y los histo- riadores ya citados. También á Tezcatlipoca invocaban los mexicanos como á un dios todopoderoso, pi- diéndole el sustento necesario para la vida y el remedio de sus necesidades y aflicciones. Su nombre, según Torquemada, significa espejo pulido y resplandeciente, y figuraban su imagen con espejuelos, lo mismo que á Huitzilopochtli, porque suponían que ambos eran dioses de la Providencia. «A Tezcatlipoca ponían anteojos, porque siendo la pro- videnciadebia de mirarlo todo,» dice Gomara: Gama añade, que los que ponian á Hui- tzüopochtli, lo hacian sobre la máscara que le cubría el rostro; pero á Tezcatlipoca acostumbraban ponérselos inmediatamente sobre los ojos. (Núm. 162 de la obra citada.) Fácilmente se reconoce que la estatua mexicana lleva anteojos, pues afortunadamen- te la parte superior del rostro está muy bien conservada, y además, según se dijo ya, su cabellera tiene un adorno especial (fig. 4), que bien puede ser un espejo. ¿Bastarán estas dos circunstancias reunidas para decidir que es una representación de Tezcatlipo- ca bajo una forma ó advocación no conocida de nosotros, puesto que la que nos da el cronista de las Indias, Herrera, es muy distinta? ¿Los cuadrados esculpidos en la cir- cunferencia de la vasija que lleva consigo, encerrando 5 puntos numerales cada uno, harán alusión á los períodos de 5 en 5 dias, en los que los mexicanos adornaban con ramos el asiento de piedra (Ickialoca, donde se aguarda) que ponian en las encrucija- das para que descansase el dios? Mi sabio amigo el Sr. Orozco y Berra, cree que pueden representar los mercados (tianquiztli) que se hacian cada 5 dias principalmente. Evidentemente no se trata en estas esculturas de ninguna diosa: la forma del pecho y 50 278 ANALES DEL MUSEO NACIONAL la falta de la enagua nos lo indican así, y por consiguiente no pueden representar á la Céres mexicana ni á Atlalona, cuyo nombre significa la que resplandece en el agua, según Torquemada. No creemos que puedan* referirse al dios de las lluvias como pare- ce opina el Sr. Herrera y Pérez. Desgraciadamente la cara de la estatua mexicana se encuentra muy estropeada, y los rasgos distintivos de la fisonomía de Tlaloc (una lí- nea ondulada sobre la boca y dientes muy largos y afilados), no se reconocen en ella. El mismo Sr. Herrera nos dice, en su trabajo ya citado, que en los cuadretes que ocupan el lugar de las orejas en la estatua de Yucatán, se ve esculpido el geroglííico Dos cañas: si esto fuese así, tendriamos el nombre del dios de los convites, Omeacatl, según el P. Sahagun; pero la descripción que nos da este autor del dios no conviene al que estudiamos, y á la simple vista del geroglííico (fig. 6) se comprende que no está re- presentado allí el signo Omeacatl. Confesamos ingenuamente no comprender su signi- ficado, y mucbo dudamos que Mr. Le Plongeonhaya leído en esos caracteres misterio- sos el nombre, calidades, etc., etc., del rey de los Itzaes, Chac-Mool, como lo dice en su carta á Mr. Stephens, que insertamos anteriormente.* Resumiendo nuestras ideas sobre las estatuas que nos han dado materia para este estudio, diremos: 1.° Las tres, por sus caracteres esenciales, son perfectamente idénticas. 2.° La de Yucatán no puede ser un rey, como afirma Mr. Le Plongeon, porque no es de admitirse que un rey de Yucatán fuese venerado como una divinidad en México y Tlaxcala. 3.° La estatua de Tlaxcala no representa al gefe olmeca Cuapitzintli, como dice el Sr. Herrera y Pérez, porque no es posible que los Itzaes, pueblo mucho más antiguo, tuviesen conocimiento de él, ni podemos admitir que por mera casualidad dos gefes de estas naciones se representen igualmente de una manera tan extraordinaria. 4.° La estatua de México viene, en nuestro concepto, á quitar toda clase de duda. Se presenta acompañada del maíz, de los productos acuáticos de los lagos mexicanos y de un vaso lleno de líquido; debemos admitir, en consecuencia, que representa un dios de los mantenimientos, y creemos que debe desecharse, como absolutamente falso y sin fundamento, el nombre Chac-Mool que ha impuesto Mr. Leplongeon á la estatua de Yucatán. 5.° Queda entonces por explicar la actitud que guarda el dios, y que en mi opinión solo depende del descanso que juzgaban necesitaba después del trabajo impendido para proporcionar á los hombres el alimento necesario. La Providencia divina, dispensadora de los bienes terrestres, ha oído ya las súplicas de los mortales; la sangre derramada en su honor y para su gloria le ha sido grata, y ofrece á sus adoradores los frutos benditos de la tierra. Jesús Sa?ichez. * Todas las figuras de la estampa que corresponde á este estudio han sido hechas por mi distinguido ami- go y eminente profesor de perspectiva y pintura, en la Academia de Bellas Arles, el Sr. José Maria Velas- co. Lo hago notar asi, para que no se dude de la exactitud de los dibujos. I \ — ***£•' _- — — / X?; I • « ILLUSTRATED GUIDE TO THE SMITHSONIAN INSTITüTlON AND NATIONAL MUSEUM. With Full Catalogue of the Collections and Description of the iriosities. A LARGE OCTAVO OF 100 PAGES. By WM!. J. RHEES, Chief Clerk. PEIOT Si ©1OT8. For Sale at the Book Stores and by JUDD & DET^VEILER, PUBLISHEES, WASHINGTON*. D. C. ^ssss^cs^í?*^ 310 y Wi ~ ■ú s^- f -Ctt, n ^ Cu J»i \ I- o o CU en o - E— aJ ¡=5 £ «3 .-i — i AVES DE LAS REGIONES DEL CIRCULO ÁRTICO EN LAS LAGUNAS DEL VALLE DE MÉXICO >N hecho que me parece digno de llamar la atención por lo que toca á la distribución geográfica de las aves, es la emigración accidental de algunas Palmípedas de las regiones árticas á las lagunas del Valle de México; y digo accidental, porque en ella no se observa, al menos que yo sepa, fijeza ó periodicidad alguna; de modo que estas aves entran más bien en la categoría de erráticas que en la de emigradoras. Comenzaré por señalar, como la primera que ha adquirido el Museo Nacional, el Stercorarius parasiticus , deTemminck. Esta ave pertenece á la tribu de los Laridos y á su familia única, Larinos ó Gaviotas: de las cinco especies conocidas de aquel género, tres son comunes á Europa y América, y las otras dos respectivamente especial á cada uno de estos continentes. El Labo ó Estercorario, nombre con que se designa en las obras españolas al ave que nos ocupa, pues entre nosotros carece de uno que le sea propio, habita los mares septentrionales del antiguo y nuevo mundo. Tem- minck, en su Manual de Ornitología, le asigna por patria las regiones del círculo árti- co, en Suecia y Noruega, siendo común en Groenlandia, en los bancos deTerranova y en Spizberg, en donde nidifica, pero más frecuente en América; los jóvenes son arroja- dos por las tempestades á costas marítimas y lagos interiores más meridionales, llegan- do á ellas muy raras veces los adultos. En la parte de Ornitología déla obra intitulada Reports of Explorations and Surveys ¿ce, from the Mississippi River to ihe Pa- cific Ocean, <£ O X JV En la página 221 del número anterior hemos asentado estas palabras: («Señalaremos las trasformaciones que han sufrido algunas consonantes del Sánscrito al emigrar las razas arias á otras regiones de la tierra, para que vean los lectores que las pocas dife- rencias que hay entre las raíces y palabras que hemos comparado éntrelos dos idiomas de que nos ocupamos, hay menos diferencias entre las letras del Náguatl que en las le- tras cambiadas en los idiomas indo-europeos; y para hacer resaltar esas diferencias, pondremos las palabras comparadas en forma de tabla; de este modo, á primera vista se puede reconocer lo que nosotros hemos dicho.) En esta nueva tabla pondremos, en primer lugar, unas cuantas palabras del sánscrito, griego, latin, inglés y alemán, en las que verán nuestros lectores las diferentes mutacio- nes, no solo de las consonantes, sino que verán allí, que las vocales de las palabras sáns- critas también son trasformadas en otras; y aunque estas mutaciones se han verificado ANALES DEL MUSEO NACIONAL 287 según las leyes fónicos que todas las lenguas siguen en su constante desarrollo, aque- llas no pueden ser perceptibles á todas las personas que han dedicado su tiempo á otra clase de trabajos y no al estudio de las lenguas; pero fijando por un momento su aten- ción á estos pocos ejemplos, tomados de los mejores autores de Filología, podrán (ion- vencerse que no están muy distantes de lo que hemos asentado en otra parte de nues- tros artículos referentes á la lengua náguatl. En la segunda, parte de nuestra tabla ponemos, como antes, primero, las palabras sánscritas; en seguida las del idioma náguatl, y luego palabras del griego y latin, en cuya comparación se pueden valorizar los cambios sufridos por las consonantes y voca- lesen esas lenguas consideradas como las más perfectas de la remota, antigüedad. Sánscrito. Griego. Latín. Alemán. Dug'da leche. (xala. . . leche. 1 ¿ac .... leche. Dwi dos. DVO dos. I)UO dos'. 7/wei... dos. t/WO. dos. Dma . . soplar. AdO. .. . cantar. inglés. Jan .... engendrar. OeiinaO engendrar. (.TlgllO . engendrar. JánO . . . rodilla. GóriU . . rodilla. GenU, . rodilla. Knie... rodilla. Jaras . . vejez. Geras. . viejo. Yava . . cebada. Aea. . . . trigo. yawa.. trigo Naba . . nube. NephoS nube. Nebllla niebla. Nibul. . nube. Humano. En otros artículos hablaremos de las leyes fónicas aplicadas al lenguaje de los Naguas, y de sus resultados podremos inferir la posibilidad de ciertas modificaciones en las raí- ces y palabras comparadas con las lenguas que hemos escogido como punto de compa- ración Sánscrito. Ah. serpentear. Akta ungüento. Agrá arriba. Ag' pecado. Al lanzar, conducir At ir. Api sobre. Amaría. . inmortal. rvara .... combate. Ivála tiempo. KÜpa,. . . . agujero, cavidad KrUC llorar, p. ehuko 9a. iVal sonar. Kalya .... armado para combatir. ivaya .... casa. Kumbha. jarro, olla. K.alama. . caña, carrizo. Charma . escudo, yelmo. > curva. Nagnatl. Griego. Ak ir tortuosamente Aí>'eS o ( JX.lt 1 ungüento. AlíO arriba. Akok.6 . . . punta. Akotli (tía tía) pecado. AgOS crfme Affüí . . Latin. AcutllS. . agudo. ii. (may) lanzar. AgO Otlí camino. ípan sobre. Amikl .... inmortal. Kalí (í)... combatir. iVa.Ultl . . . tiempo. . . . conducir. . . camino. Odos Epi .... sobre. Ambrosia ambrosía KaírOS . . tiempo. Kalí1! idas el primer dia «le Koyonkl. agujen», hueco. Klipe . . . hueco, cavidad. Clioka llorar. mes. Kakisti . . sonar. lVall.il)... combatir. Ka.leó. . . llamar. Kalli casa. Komatl. . (te) vaso. Kambos . vaso. Katl (a) carrizo, caña. (Jhimalli . escudo, yelmo. Calamus. c cana. 288 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Sánscrito. Celiaficll. mover. Náguatl. Griego. ( ¡Uailia... mover. Celia reunirse. ShelilÚ . . . hender. IVLlltla. . . excremento. Cail£rLa .. caracol chico. (_ lll caracol chico. lVO°,'Cha . concha. Qarabá.-. langosta. ChapulÜl. langosta. KarabÓS. langosta C ílicill. . . . perro. ivalll casa, sala. Cliamana lisonjear. v líl querer. C lll reunirse. ( Ulid hender. ( 'arxeiT . excremento Carvara . perro. (,,'llcl casa. sala. CaiU lisonjear. Cl qnerer. aguzar, SchlZO . . hender. KoprOS. . excremento. Kerberos. perro. Latín. ( ■Ulltare . intentar, vacilar Scíndo . . hender. Ció. . poner en movi- miento. Oí yacer, reposar. CeUia. . . . yacer, reposar. Keilliaí . . yacer, reposar. QllieS C O . yacer, reposar. v. llOKa. . . . llorar, gemir. (licll llorar, gemir. Cüch.-p.p. Cllkta mo- CokÜi .... mojarse, hume- jar, humedecer. decerse. Cyaiía . . . azul, cielo: ' SllOSllOullki azul cielo. KvailÓS . azul. Ceík , regar. Cína regar. Mata.... , madre. JNailtlí. . . . madre. Mak.... Mali.... . campo. MÜli campo. Mana . . . . edificar. Mana. . .. (kal) edificar. Moné . . . mansión. Pach.... . cocer. Pahlia.. . cocer. Pessó . . . cocer. Pan....*. . costar. i al • • • • • . atravesar. 1 ano atravesar. Perao. . . atravesar Putra... . hijo. Puell (tetel)hijo. Putrika . hija. Plich (teich)hija. Toda . tormento. Toneiia . . atormentar. Tata.... . padre. i a.tll padre. Maeto . . . sacrificar. MantÍO. . habitación. ( ^OCUO . . . cocer. Vendo . . vender. VaX p. Vavaxa. adul- Ueueti... crecer; hacerse AuxailO . aumentar crecer AllgeO . . aumentar, crecer to, grande. viejo. Yllddha. combatir, guer- \ auyotl . combate, guerra rear. Y aiña .... santo sagrado l ektil . . . santo puro. A&'llÓS . . santo puro. puro. Yag honrar con sa- Yaua (niki) ofrecer en AgUiaZO . ofrecer en sacri- orificio. sacrificio. ficio. NoTA -Todas las silabas que están entre paréntesis después «le las palabras niguas, se anteponen para completar las ideas que llevan en sí las raices, y esas silabas bien pudiéramos llamarlas unes prefijos: por ejemplo, may— agüi— lanzar, es lo mismo que lanzar con la mano: may— es la mano. N°5. ' 0 00© cxccoo CDOOOO r 8 MI QQCQQ JS71 0O0COO OO r 000 I CÓDICE MENDOZINO. ENSAYO DE DESCIFRACION GEROGLÍFICA POR MANUEL OROZCO Y BERRA. VI CRONOLOGÍA. UNTÁBASE el dia civil mexicano, de un orto del sol al orto siguiente: práctica común á los persas, judíos, romanos, muchos pueblos de Oriente y conocido en el antiguo estilo babilónico. Ese espacio de tiempo se dis- tinguía, en dia propiamente dicho, llamado Tonatiuh, sol; tonalli, ca- lor del sol, y era el intervalo en que estaba el sol sobre el horizonte: ha- bía las voces tlacotli, dia, cemíhuitl, espacio de un dia, poco usadas en las anotaciones cronológicas. Al tiempo que el luminar permanecia de- bajo del horizonte, se decia yoalli ó yohualli, noche. Llamábase al orto del sol, Iquiza tonatiuh; al mediodía, NejJanila tonatiuh; al ocaso, Onaqui tonatiuh; álamédia noche, Yohualnepantla. Resultaban cuatro grandes divisiones, en los dias iguales alas noches, de seis horas cada una; cada una de ellas se subdividia en dos partes iguales, correspondientes á las nueve de la mañana, tres de la tarde, nueve de la noche, y tres de la madrugada: en todo ocho divisiones. Como durante el año muda el valor del dia y de la noche, se infiere que aquellas divisiones no podianser siempre iguales, de mane- ra que las horas á que aludimos es á las llamadas desiguales. Ignoramos si usaban de algún aparato para sustituir el reloj ola clepsidra; durante la luz marcaban el tiempo por el sol, señalando el lugar del cielo en que el astro se encontraba y diciendo, izteotl, aquí el dios; por la noche calculaban y se regian por las estrellas. x Veinte dias civiles componían un mes, nombrado ?netztli, luna. Los veinte dias se expresaban con los mismos signos diurnos del Tonalamatl y en el mismo orden: i. Cipactli. 6. Miquiztli. 11. Ozomatli. 16. Cozcacuaulüli 2. Ehecatl. 7. Maza ti. 12. Malinalli. 17. Ollin. 3. Calli. 8. Tochtli. 13. Acatl. 18. Tecpatl. 4. Cuetzpalin. 9. Atl. 14. Ocelotl. 19. Quiahuitl. 5. Cohuatl. 10. Itzcuintli. 15. Cuauhtli. 20. Xóchitl. Cipactli aparece en las pinturas bajo muy diversas formas, aunque siempre como un ser fantástico, semejante, si se quiere, á un pez ó á un monstruo marino; en el Tona- 1 Gama, las dos piedras, pág. 13-14. 52 290 ANALES DEL MUSEO NACIONAL lamatl, primera trecena, sale de las aguas en la forma de un cocodrilo. En cuanto á significado le llaman espadarte ó peje-espada, serpiente, serpiente armada de arpones, el padre superior á todos, como le dice Boturini, &c. En realidad es un símbolo que se refiere á las tradiciones cosmogónicas y lleva consigo la idea de comienzo, principio, origen. Cipactli entra en la formación de la palabra Cipactonal, compuesto que pro- piamente significa, el principio de los dias, del sol ó de la luz. Cipactli recuerda el pri- mer instante de la creación, ó según el símbolo del Tonalamatl, el punto en que las tierras salieron de las aguas, la formación de los continentes. Ehecatl, viento. El P. Valadez, 1 Clavigero y otros, ponen en lugar de este signo un rostro humano en actitud de soplar: no es éste el símbolo genuino; lo es la cabeza de un animal fantástico, de hocico prolongado, que ya encontraremos adelante. Calli, casa. — Cuetzpalin, lagartija. — Coatí ó Cohuatl, culebra. — Miquiztli, muerte. — Mazatl, venado. — Tochtli, conejo. — Atl, agua. — Itzcuintli, perro. — Ozo- matli, mono. Malinalli, cierta yerba torcida, como traduce Gama. Según Ixtlilxochitl, es la plan- ta conocida vulgarmente por zacate del carbonero, dura, áspera, fibrosa, que fresca sirve para formar las sacas del carbón y las sogas con que se aseguran. Acatl, caña. — Ocelotl, tigre. — Cuauhtli, águila. Cozcacuauhtli, quiere decir, águila de collar ó con collar. Es una ave de la cual di- ce Clavigero: 2 « La especie del cozcacuauhtli es escasa y propia de los países calien- « tes; tiene la cabeza y los pies rojos, y el pico blanco en su extremidad, y en el resto « de color de sangre. Su plumaje es pardo, excepto en el cuello y en las inmediaciones « del pecho, donde es de un negro rojizo. Las alas son cenicientas en la parte inferior, « y en la superior manchadas de negro y de leonado. » Llámasele en México rey de los zopilotes: le describe el Doctor Hernández en su Tratado de animales. En lugar de este signo Boturini pone, « Temetlatl. Piedra usada en Indias para moler. » 3 Como ya observó Gama, no está autorizada por nadie semejante sustitución. Ollin ú ollin tonatiuh,* movimiento del sol. Tecpatl, pedernal. Quiahuitl, lluvia. Malamente expresada en el P. Valadez y en Clavigero, por una nube de la cual se desprenden gotas de agua: la verdadera escritura gráfica del signo es la imagen de Tlaloc, según se observa en las pinturas. — Xóchitl, flor. En los nombres de los dias del mes y en su orden sucesivo están conformes todos los autores. Los veinte dias de cada mes, fuere cual fuere el signo inicial, se dividen en cuatro pe- ríodos de cinco dias cada uno, y servian para señalar el turno á los tianquiztli ó merca- dos. Quieren algunos ver en esto una especie de período semejante á la semana; mas no es exacto, supuesto que no en todos los pueblos se verificaba el mercado el mis- mo dia. El Sr. Núñez de la Vega, obispo de Chiapas, nos informa que entre los chiapanecas existia el recuerdo de la semana propiamente dicha. — « § XXVIII. En muchos pueblos «de las provincias de este obispado, dice, tienen pintados en sus reportónos ó calenda- 1 Rhetorica Christiana, 1579, lám. en la pág. 100. 2 Hist. antig., tom. I, pág. 44. 3 Idea de una nueva hist., pág. 45. 4 Advertiremos á los lectores que, por un error de imprenta, el dia Ollin está fuera de su lugar en la lis- ta de Gama, pág. 26. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 291 « rios, siete negritos para hacer divinaciones y pronósticos, correspondientes á los siete « dias de la semana, comenzándola por el viernes á contar, como por los siete planetas «los gentiles, y al que llaman Coslahuntox (que es el demonio, según los indios dicen, « con trece potestades); le tienen pintado en silla y con astas en la cabeza como de «carnero.» 1 El que puede compararse, aunque impropiamente, á la semana, es el período trece- nal. Las triadecatéridas se deslizaban sobre los veinte símbolos diurnos, dando á cada uno de éstos un número de orden, en esta forma: 1.. Cipactli. 2. Ehecatl. 3. Calii. 4. Cuetzpalin. 5. Cohuatl. 6. Miquizlli. 7. Mazatl. 8. Tochtli. 9. Atl. 10. Itzcuintli. 11. Ozomaüi. 12. Malinalli. 13. Acatl. 1. Ocelotl. 2. Cuauhtli. 3. Cozcacuauhtli. 4. Ollin. 5. Tecpatl. 6. Quiahuitl. 7. Xóchitl. 8. Cipactli. 9. Ehecatl. 10. Calli. 11. Cuetzpalin. 12. Cohuatl. 13. Miquiztli. 1. Mazatl. 2. Tochtli. 3. Atl. 4. Itzcuintli. 5. Ozomatli. 6. Malinalli. 7. Acatl. 8. Ocelotl. 9. Cuauhtli. 10. Cozcacuauhtli. 11. Ollin. 12. Tecpatl. 13. Quiahuitl. 1. Xóchitl. 2. Cipactli. 3. Ehecall. 4. Calli. 5. Cuetzpalin. 6. Cohuatl. 7. Miquizlli. 8. Mazatl. 9. Tochtli. 10. Atl. 11. Itzcuintli. 12. Ozomatli. 13. Malinalli. 1. Acatl. 2. Ocelotl. 3. Cuauhtli. 4. Cozcacuauhtli. 5. Ollin. 6. Tecpatl. 7. Quiahuitl. 8. Xóchitl. 9. Cipactli. 10. Ehecatl. 11. Calli. 12. Cuetzpalin. 13. Cohuatl. 1. Miquizlli. 2. Mazatl. 3. Tochtli. 4. Atl. 5. Itzcuintli. 6. Ozomatli. 7. Malinalli. 8. Acatl. 9. Ocelotl. 10. Cuauhtli. 11. Cozcacuauhtli. 12. Ollin. 13. Tecpatl. 1. Quiahuitl. 2. Xóchitl, ác, Comenzando la primera trecena con Cipactli, terminará en Acatl; asila segunda tre- cena empezará por el decimocuarto nombre Ocelotl, tomará el resto de los signos diur- nos y seguirá para completarse otra vez por Cipactli, hasta terminar en Miquiztli: el signo inicial de la tercera trecena será Mazatl, y así sucesivamente hasta la última triadecatérida, que vendrá á terminar en Xóchitl. Fórmase de esta manera un período armónico de 260 dias, producto de los 20 símbolos diurnos por los 13 períodos trece- nales. Observando el número de orden que afecta á cada signo, veremos que resulta esta serie: 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7; cuyo primer término es la unidad, formándose los términos siguientes por la adición de siete unidades, adoptando la diferencia á trece, si la suma es mayor de este número. Este primoroso artificio conduce inmediatamente á estas conclusiones. 1* En el período de 260 dias, ninguno de ellos está afecto más de una sola vez con el mismo número de orden. — 2? Dado un signo con su número trecenal, se determina de luego á luego la triadecatérida á que corresponde y el lugar que ocupa en la serie en- tera.— 3^ Dado un término cualquiera de la serie, se completa toda ella siguiendo in- variablemente hasta encontrar los trece términos. 1 Constituciones diocesanas, pág. 9, col. 1. 292 ANALES DEL MUSEO NACIONAL El período de 260 es el propio del Tonalamatl; terminado uno se desarrolla otro idéntico en el espacio de los tiempos, y otro y otro indefinidamente. Como, si Dios lo quiere, en otro lugar distinto explicaremos, esta fué la segunda forma que los pueblos de Anáhuac dieron á sus cómputos cronológicos. "Estas trecenas, dice Gama, 1 representaban los movimientos diarios de la luna, de Oriente á Poniente, desde que aparecia después de la conjunción, hasta pocos dias des- pués del plenilunio; á cuyo intervalo de tiempo, en que se veía de noche sobre el hori- zonte, llamaban Ixtozoliztli, ó desvelo, y desde que comenzaba á desaparecer de noche hasta cerca de la conjunción, en que se veía de dia en el cielo, nombraban Cochiliztli ó sueño, por suponer que entonces dormia de noche. Con el artificio de estas trecenas y el ciclo solar de 52 años, formaban un período luni-solar exactísimo para la astrono- mía; al fin del cual volvian á verificarse los mismos fenómenos celestes que dependen de los movimientos del sol y de la luna, como son las conjunciones, cuadraturas, oposi- ciones y eclipses de ambos planetas.» Evidentemente la primera cuenta cronológica de los pueblos de México estuvo basada en las trecenas ó movimiento de la luna; el segundo cálculo, los períodos de 260 dias, reconocieron por base las trecenas, si bien arregladas por los aparecimientos matinales y vespertinos del planeta Venus; el tercero y último cómputo contenia mezclados los dos sistemas anteriores, combinados con el movimiento aparente del sol. Forman parte del Tonalamantl los nueve Dueños, Señores ó Acompañados de la no- che, planetas ó estrellas que ejercian influjo decisivo durante las tinieblas, si bien uni- dos al símbolo diurno; se les tenia en mayor categoría que á éstos, distinguiéndoles con divisas que expresaban su alta dignidad. «Hacían los indios tanto aprecio de los nueve acompañados, que les daban, por antonomasia, el título de Quechol ¿i, nombre de un pá- jaro de rica y hermosa pluma, que era entre ellos de mucha estimación, y tenian dedi- cado un mes entero á su nombre: era símbolo de los amantes, y lo invocaban en los ca- samientos con epitalamios, como los antiguos romanos á Himeneo.» 2 Los nombres de los Señores de la noche, son: 1. Xiuhtecuhtli Tletl, compuesto de tletl, fuego; xihuitl, año ó yerba, y tecuhtli, señor; el fuego señor del año ó de la yer- ba.— 2. Tecpatl, pedernal. — 3. Xóchitl, flor. — 4. Centeotl, diosa de los maizales. 5. Miquiztli, muerte. — 6. Atl, agua, simbolizada por la diosa Chalchiuhcueye. — 7. Tlazolteotl, la Venus deshonesta. — 8. Tepelloyotli, corazón del monte, porque le creían habitador del centro de las montañas. — Quiahuitl, lluvia, expresada por el dios Tlaloc. — De esta manera les encontramos en el Tonalamatl y les nombra Gama. Boturini, ignoramos por cuál fundamento, les designa de esta manera. — «1. Xiuh- «teucyohua, Señor del año. — 2. Itzteucyohua, Señor del fuego. — Piltzinteucyo- «hua, Señor de los niños. — 4. Cinteucyohaa, Señor del maíz. — 5. Micllanteacyo- * hua, Señor del infierno. — 6. Chalchihuitlicueyohua, Señor de el agua. — 7. Tía- «zolyohua, Señor del amor deshonesto. — 8. Tepeyoloyohua, Señor de las entrañas «de los montes. — 9. Quíauhteucyohiia, Señor de las lluvias. — Xiithteucyohua, pri- « mer símbolo nocturno, se compone de Xíuhteuctli, y del vocablo yohua que significa « noche, derivado de tlayohua, anochecer, y quiere decir, Noche en que domina el se- «ñor del año.» 3 1 Descripción de las dos piedras, pág. 27. 2 Gama, primera parte, pág. 30. 3 Idea de una nueva hist., pág. 58. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 293 Estos símbolos no llevan número de orden; en la secuela que les hemos asignado, corren conjuntamente con las trecenas y con los dias, de manera que en principio de un período concurren en el punto inicial el 1 Cipactli con Xiuhtecuhtli Tletl. En el ca- lendario civil los acompañados se suceden invariablemente en su orden sucesivo; pero en el Tonalamatl están á veces cambiados de lugar, porque los sacerdotes así lo dispo- nían para concertarlos con los ritos y fiestas movibles. Estudiándoles respecto de las trecenas, cada dueño de la noche entra, según su lugar, una ó dos veces en cada una: siguiendo el número de orden déla triadecatérida tendremos esta serie: 1. 5. 9. 4. 8. 3. 7. 2. 6, compuesta de nueve términos, de los cuales el primero es la unidad, y los siguientes se forman por la adición de cuatro unidades, quitando nueve cuando la suma es mayor que nueve. Una serie completa se desarrolla en nueve trecenas ó sean 117 dias. En el período de 260 dias, por consiguiente, no cabian exactamente los acompañados, y para encontrar un período armónico eran precisos otros 117 dias, ó sea un total de 234. Los acompañados, en los veinte símbolos diurnos, caben dos veces y algunos de ellos tres. La serie de los números de orden es: 1. 3. 5. 7. 9. 2. 4. 6. 8, la cual es también de nueve términos, comenzando por los números impares hasta el nueve, siguiendo los pares hasta el ocho. Tomada la serie en un término cualquiera, fácil es completarla en toda su extensión. Al terminar la novena veintena, es decir, á los 180 dias, se forma el período armónico; faltan 80 dias para completar el período de 260, y ochenta no es divisible exactamente por nueve. No hay, pues, completa simetría en el período de 260 del Tonalamatl, y la simetría es el distintivo de estos cálculos. Primero solo temarnos los factores 20 y 13; introdu- cido el nuevo factor nueve, esto nos viene á advertir que, el período completo es nueve veces 260, ó 2340 dias. En este caso la distribución toda de los signos es armónica, j hasta la conclusión del período no podria encontrarse otra combinación idéntica. La ar- monía de este período máximo la dicen claramente los números 9x13x20=2340; 20x11^=2340; 260X9=2340; 180X13=2340; 20X9=180; 9X13=117; 260=13x20 En el calendario lunar primitivo, dos trecenas se dieron por valor de una revolución sideral; pequeña esta cantidad para su objeto, y mucho más respecto de la revolución sinódica-, parece que se intentó como corrección, dar cinco trecenas ó 65 dias á dos lu- naciones; cantidad que vino á separarse mucho del primer intento, y á ser mayor de lo que se buscaba. En el Tonalamatl, que conservaba supersticiosamente los antiguos nú- meros místicos, se introdujo el nuevo término nueve, con lo cual el cálculo se aproxi- maba á la verdad. En efecto, no se operaba sobre el período de 260, sino sobre nueve veces su valor, ó sean 2340 dias. La combinación numérica trajo de precisión los perío- dos de nueve trecenas ó 117 dias, los cuales solo difieren un dia de cuatro lunaciones, calculadas á 29 d, 5 cada una, en todo 118. ¿Seria que aquellos astrónomos calculaban la revolución sinódica de la luna en 29d,25, ó que se vieron movidos á aceptar los re- sultados de la combinación de sus números sagrados? Esto segundo nos parece más se- guro, quedando obligados á aplicar ciertas correcciones. 53 294 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Los métodos que nos ocurren para, salir á la exactitud del cálculo, son estos. 1.° Tomando 29 veces y media el período 117, resultan 3451,5 dias, los cuales son iguales á 117 lunaciones. 2.° Multiplicando entre sí la cantidad 117 por 118, el producto 13806 es igual á 468 lunaciones; ósea 117X4; la cuarta parte de 13806, es decir, 3451,5, igual á 117 lunaciones. 3.° y que va más conforme con sus números sagra- dos. El producto 2340 de los factores 13X20 =260, y 260x9 =2340, es igual áll7x20; y como cada período de 117 dias quiere representar cuatro lunaciones, todo el produc- to querrá equivaler á ochenta lunaciones. Si al fin del período del Tonalamatl, 2340 se intercalan 20 dias, cantidad igual á la de los símbolos diurnos, resultan 2360, igual á 80 lunaciones: 80=20x4 en consonancia con sus factores constantes. Lo probable nos parece, que los períodos lunares estaban arreglados por el valor de 80 lunaciones. El Tonalamatl no solo era cuenta de la luna, sino también del planeta Venus: para esto nos sirve de autoridad el P. Motolinia. x Obligados los calculadores mexicanos por los números de su aritmética, retenidos en sus períodos cabalísticos, no hacían otra co- sa que combinar los mismos términos, para salir en períodos más ó menos largos á re- sultados precisos. Según los datos puntualizados por el docto franciscano, fijaban las diversas apariciones de Venus, en 533 dias, es decir, en dos períodos de 260 más tre- ce, ó sean 41 períodos trecenales. El término medio de dos conjunciones de Venus está calculado en 584 dias; aquel número pecaba por demasiado corto. Pero ocurre esta ob- servación: los nueve períodos del Tonalamatl arrojan la cifra 2340; cuatro períodos medios de 584 son iguales á 2336; á cabo de ese tiempo soló resultaban para los mexi- canos cuatro dias por más de diferencia. Ellos que conocían las variaciones del período, que observaban el planeta y sabían predecir su aparecimiento como estrella matutina y vespertina, debían llevar sus tablas y saber hacer las correcciones convenientes. Estos cálculos, al parecer insólitos, revelan profundas nociones astronómicas. Diez y ocho meses componían un año civil. Sus nombres cambiaban en diversos lu- gares, introduciendo alguna confusión, que desaparecería conociendo los sinónimos. La escritura geroglífica presenta igualmente multitud de variantes, dimanadas de que los símbolos se refieren unas veces á los dioses, otras á las prácticas rituales ó á las cos- tumbres. I. Itzcalli, Xochilhuitl. Tenia lugar la fiesta á Xiuhtecuhtli Tletl, y una solemne al fuego cada cuatro años. Itzcalli lo traduce Veytia por, retoñar la yerba: Torquema- da por, resucitado ó el de la resurrección. El intérprete del Códice Telleriano Remense, asegura que se hacia «la fiesta del fuegx), porque en tal tiempo se calentaban los ár- « boles para brotar. Fiesta de Pilquixtia, la naturaleza humana que nunca se perdió « en las veces que se perdió el mundo.» Nace de aquí que el símbolo religioso es el dios del fuego; el civil un templo y junto un árbol retoñando. Clavigero traduce la pa- labra Itzcalli, «hé aqm'la casa;» y por eso en su calendario pone una casa con la cabe- za de un animal encima: interpretación y símbolo no van ajustados á la verdad. Itzcalli, para los intérpretes de los Códices Vaticano y Telleriano, quiere decir, viveza y. habi- lidad: en aquellos pueblos habia costumbre, que en principio de año tomaban las ma- dres á sus hijos por la cabeza, les suspendían en alto, y gritaban repetidas veces, itzcal- li, itzcalli, «como si dijeran aviva, aviva:» pretendían con ello que los dioses desata- 1 Historia de los Indios de Nueva España: precioso Códice MS. en poder del Sr. D. Joaquín García Icaz- balceta. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 295 ran y avivaran la inteligencia délos niños, y no como entiende Clavigero, que por este medio se procuraba darles grande estatura. En memoria de esto se encuentra represen- tado el mes, por una figura mujeril teniendo un niño suspendido entre las manos. Xo- chilhuitl, de xochitl é iUiiátl, fiesta (3 un dia de la semana; fiesta de las flores. II. Xilomanaliztli, Atlacahualco, Cuahuitlehua, Cihiíailhiátl. Xilomanaliztli, ofrenda de xilotl ó jilotes, mazorcas del maíz muy tierno: nombre usado por los deTlaxca- 11a. Atlcahualco ó Atlacahualco, nombre admitido por los méxica, que segunelP.Leon, significa detención de las aguas. Cuahuitlehua, quemazón de los árboles: nombre que le daban en lugares fuera de México. Cihuailhuitl, fiesta de la mujer. El símbolo reli- gioso es la imagen de Tlalloc y un árbol reverdeciendo, con el agua entre las raíces. III. Tlacaxipekualiztli, C ohuailhuitl . Signifícala primera palabra, desollamiento de gentes, aludiendo á la fiesta celebrada en aquel mes. Cohuailhuitl, fiesta déla culebra. Símbolo religioso, Totee armado en son de guerra, llevando vestida la piel de un hom- bre, cuyas manos amarillas le cuelgan á la espalda. En otra pintura hemos visto una piel humana, y sobre ella un macuahuitl, un chimalli y una bandera. IV. Tozoztontli. De tozoztli, tozoliztli, derivado del verbo tozoa, velar; con la ter- minación tontli de diminutivo, Tozoztontli, vela ó vigilia pequeña, porque en aquel mes velaba y ayunaba la gente popular. Símbolo religioso, Centeotl llevando en las manos mazorcas de maíz tierno. En algún calendario se encuentra un pájaro herido por una púa de maguey: el ave es la tozoztli, pasajera en el Valle, que por aquel tiempo llegaba. V. Hueytozoztli. Con la palabra huey, grande; vela ó vigilia grande, porque en- tonces velaban y ayunaban el rey y los nobles. En el símbolo religioso se ve á Cen- teotl sobre una especie de andas, significando que entonces tenia lugar su fiesta parti- cular; en la otra pintura, ave y púa de mayores dimensiones. VI. Toxcatl, Tepopochuiliztli. De todas las interpretaciones dadas á la palabra toxcatl, la más genuina, á nuestro entender, es la admitida por Gama y tomada del P. Acosta: «una soga gruesa torcida de sartales de maíz tostado. » Tepopochuiliztli, sahumerio. En el símbolo religioso se ve á Tezcatlipoca armado de escudo, saliéndole de los pies una serpiente; lleva los atributos como causador de males, de disturbios y de la guerra. Clavigero representa el mes con una cabeza coronada con una guirnalda, y el sartal de maíces tostados. En otra parte vimos el sartal de maíces y una hacha, re- cuerdo del sacrificio. VII. Etzalcualiztli, comida de etzalli. El etzalli, conforme alP. Sahagun, era una especie de puches ó poleadas, que todos comian en su casa durante esta fiesta. El intér- prete del Códice Vaticano asegura, que en los templos cocian maíz en solo agua y lo repartiañ al pueblo; aumenta, que la fiesta se hacia en memoria de cuando la tierra fué destruida por el diluvio. En el símbolo religioso se descubre á Tlalloc, llevando en una mano una caña lograda de maíz, en la otra mano la olla en que se condimentaba el etzalli; grandes gotas de agua rodean la figura, expresando que en esta época está en su plenitud la estación de lluvias. VIII. Tecuilhuitzintli. Sahagun, Torquemada, el P. León, escriben Tecuilhuiton- tli, sinónimo de Tecuilhuitzintli, que significa fiesta menor de los niños y caballeros. En el símbolo religioso se descubre á Huixtocihuatl, diosa de la sal, con sus atributos; en otros calendarios se encuentra un signo particular del mes, de pequeñas dimensio- nes, ó un niño con los arreos de la nobleza. IX. Hueytecuilhuitl, fiesta mayor de caballeros y señores: la principal del año en 296 ANALES DEL MUSEO NACIONAL que los nobles daban de comer á los pobres, haciendo fiesta á Xilonen, diosa de los ji- lotes (xilotl). En el ritual represéntase con la figura de un noble, teniendo en la mano el signo del mes. En los calendarios, éste y el anterior mes se escribian del mismo mo- do, con solo la diferencia de ser aquel de menores dimensiones. X. Micailhuitzintli, Tlaxochimaco. El primero era nombre usado por los de Tlax- calla, y quiere decir fiesta ó conmemoración pequeña délos difuntos. El nombre mexi- cano es Tlaxochimaco, palabra que Torquemada interpreta, cuando son dadas y repar- tidas las flores, mientras Veytia dice, estera de flores. En la fiesta principal del mes consagrado á Huitzilopochtli, la estatua de éste y las de los demás dioses eran adorna- das profusamente con flores. El símbolo religioso es la imagen de Huitzilopochtli, sobre unas andas. En otros calendarios se advierte, bien un cadáver de niño, bien un copilli pequeño. XI. Hueymicailhuiti , Xocotlhuetzi. La primera denominación era la usada por los de Tlaxcalla, y significa fiesta mayor de los difuntos. Los mexicanos empleaban Xoco- huetzi ó Xocotlhuetzi, que dice, cuando cae del árbol la fruta, cuando madura la fruta. El símbolo religioso, la figura de Huitzilopochtli, con el medio cuerpo inferior envuelto y ligado como un cadáver. En otros calendarios los signos son iguales á los del mes anterior, si bien de mayores dimensiones. XII. Ochj^aniztli, Tenahuatüiztli. Ochpaniztli, barredura, y por metáfora, escoba, porque entonces se barrían y limpiaban los templos, se aseaban los ornamentos de los dioses; se componían también calzadas y caminos, de donde viene la voz Tenahualiztli. El símbolo religioso, la diosa Toci ó Teotinan; en otros calendarios una escoba ó un ma- nojo de popotes (popotl). XIII. Pachtli, Teotleco. Pachtli, la parásita llamada vulgarmente heno (Fillandia us- neoides). Teotleco, vuelta ó bajada de los dioses, porque suponían que durante el mes an- terior habían estado fuera de la ciudad. Llegaba el primero Tezcatlipoca, representado por Tlamatzincatl ó Titlacahuan, el penitente que engañó á Quetzalcoatl. El símbolo re- ligioso es Tezcatlipoca, dejando tras sí las aguas y anunciando las calamidades del hielo: se escribe en otros calendarios con la figura del heno. XIV. Hueypachtli, Tepeilhuitl. Hueypachtli, pachtli grande. Tepeilhui ti, fiesta de los montes. El símbolo religioso, un cerro con la imagen de Tlalloc y de las nubes. XV. Quecholli. Veytia dice de esta ave ser el pavo real; Torquemada que es el francolín ó flamenco: esto segundo lo confirma Clavigero; más su verdadera clasifica- ción damos adelante. Es cierto que por estos tiempos llega el ave á nuestros lagos. Sím- bolo religioso el dios Mixcoatl: en otros calendarios, el quecholli ó un manojo de plumas. XVI. Panquetzaliztli. Torquemada traduce, enarbolamiento de pendones ó bande- ras; Veytia, banderas ó pendones de plumas. Hacían fiesta á Huitzilopochtli como dios de la guerra; sobre cada casa ponían una banderita de papel, izaban la suya capitanes y soldados, y se enarbolaba sobre el templo el gran estandarte del dios. Huitzilopoch- tli es el símbolo religioso; en otros calendarios una bandera. XVII. Atemoztli. Torquemada interpreta, bajada del agua: Boturini, ara de los dio- ses: Ixtlilxochitl, piedra ó ara del sacrificio; Veytia se decide por, diminución de las aguas. Los intérpretes de los Códices Telleriano y Vaticano, dicen: «En este mescele- « braban la fiesta del abajamiento de las aguas del diluvio, y por esto le hacían fiesta; «digo, cuando se descubrió la tierra ó cuando ya estaba fuera del peligro del diluvio. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 297 « Atemoztli quiere decir, abajamiento de las aguas, porque en este mes por maravilla « llueve.» Esto en realidad quiere decir, pues hacia esta época bajaba sensiblemente el nivel de las aguas de los lagos. Símbolo religioso, el agua descendiendo con la figura de Tlalloc, y análoga figura en otros calendarios. XVIII. Tititl. Torquemada traduce, tiempo apretado: Boturini, vientre ó nuestro vientre. Gama rechaza como falsa la interpretación de Boturini, y saca la suya del ver- bo iitixia, rebuscar después de la cosecha. Viene la palabra de la fiesta Hamatecutli, señora vieja, llamada también Tona, nuestra madre, y Cozcamiauh. El símbolo religio- so, Mixcoatl, y Xochiquetzal inventora del tejido y del bordado, á quienes las obreras hacian fiesta particular: en algunos calendarios se ve una mano, reteniendo un objeto por medio de una cuerda. Ello lo explica el P. Sahagun: «El dia siguiente, dice, todos «los populares hacian unas talegas como bolsas con unos cordeles atadas, tan largos «como un brazo: henchian aquellas talegas de cosas blandas, como lana, y llevábanlas «escondidas debajo de las mantas, y á todas las mujeres que encontraban por la calle «dábanlas de talegazos.» Año se dice xihuitl, yerba nueva, nombre que parece referirse á las observaciones rurales. Componíase, pues, de diez y ocho meses de á veinte dias cada uno, ó sean 360 dias útiles. Decimos útiles, porque después del último mes anadian cinco dias comple- mentarios llamados Nemontemi, aciagos, vanos ó inútiles: á quienes en ellos nacian se tenia por desgraciados, diciendo al varón nemoquichtli, á la hembra nencihuatl, hom- bre ó mujer infeliz. Estos cinco dias permanecia la gente ociosa; mas aunque no se contaban para los trabajos particulares ni públicos, formaban parte de la distribución del año y entraban en los cálculos cronológicos. Se puede asegurar que habia dos años, el civil y el religioso. El año civil constaba en último análisis, de 365 dias. Esta era la tercera y última forma del calendario, la corrección introducida por Que- tzalcoatl, en que se mezclaba el cálculo del movimiento aparente del sol. El año presenta- ba una forma simétrica; diez y ocho períodos de los veinte signos diurnos, ó 18X20=360: los cinco nemontemi, un cuarto de los veinte dias del mes, venian á quedar inútiles ó vanos. Se introducia un nuevo número sacramental, el diez y ocho, duplo del nueve de los Señores de la noche. Los períodos trecenales se deslizaban por todos los dias del año en forma idéntica que en el Tonalamatl. Como cada mes se compone de los veinte símbolos diurnos, se infie- re que todos los meses comienzan y terminan por las mismas figuras; es decir: si el pri- mer mes empieza por Cipactli (véasela lista délos dias), los 18 meses tendrán por ini- cial á Cipactli, y por terminal á Xóchitl; mas si comienza por Itzcuintli, v. gr., todos tendrán por inicial á Itzcuintli, y por terminal á Atl. Conocido un mes, todos son cono- cidos. Los cinco nemontemi tienen por inicial el del mes, y ocupan la cuarta parte de los símbolos diurnos. Para destruir esta igualdad, que daria motivo á confusión, y para se- ñalar un dia determinado del año, servían los períodos trecenales; de esta manera cada signo diurno, en los diversos meses, iría afecto de distinto número de orden. En el To- nal amantl la serie de las trecenas combinadas con los dias, constaba de trece términos; ahora la serie consta de diez y nueve, diez y ocho de los meses y uno de los nemonte- mi, en esta forma:. 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10.; en la cual se advierte que los trece primeros términos, serie del Tonalamantl, se com- 54 298 ANALES DEL MUSEO NACIONAL pletan con otros seis iguales á los primeros. Esta serie es constante: si se comienza por un término cualquiera, se le integra á los diez y nueve siguiendo su formación in- flexible. Observando la serie, se advierte que, trece son los verdaderos términos que la com- ponen, no siendo los seis restantes más de repetición délos primeros. En efecto, la se- rie entera termina al fin del decimotercero mes en que lo piden 13x20=260, es de- cir, los períodos del Tonalamantl. Los cien dias siguientes para completar los 360 y los cinco nemontemi,por todos ciento cinco dias, estarán idénticamente distribuidos co- mo los 105 primeros dias del año, así en signos como en números de orden. De esta igualdad resultaba gran confusión. Para evitarla, se entrelazaban los acompañados ó señores de la noche. La serie per- fecta, como ya vimos respecto de los símbolos diurnos, se completaba en 20X^ = 180, es decir, en nueve meses: en los siguientes nueve meses, se repetían los acompañados otra vez en el mismo orden, formando dos períodos simétricos, 2x180= 360. Tres prin- cipios importantes resultan de aquí: 1 .° Que los nemontemi no tienen acompañados; los signos van sueltos sin interrumpir la simetría del año. 2.° Los acompañados son in- variables para todos los años; cada uno de ellos comienza por Xiuhtecuihtli Tletl, ter- minando al fin del noveno mes con Quiahuitl, empezando el décimo mes otra vez por Xiuhtecuhtli, para finalizar con Quiahuitl al fin délos 360 dias. 3.° Que las dos series de los dias trecenales y de los acompañados, combinados entre sí, determinan que los cien dias primeros de la cuenta no puedan confundirse con los cien dias últimos, porque si acontece que tengan el mismo número de orden, no tendrán el mismo acompañado, y al contrario. El período trecenal no se amolda perfectamente sobre el año como el de los señores de la noche; tomados los 360 dias se componen de 27 trecenas y nueve números; admi- tidos los 365, caben 28 períodos trecenales, más una unidad. Resulta de aquí esta re- gla general: todo año de 365 dias, acaba por el mismo número de orden por que co- mienza. De la falta de perfecta simetría en los meses, signos diurnos y períodos trece- nales; de advertir que los nuevos factores introducidos carecen de la armonía que en el Tonalamatl se nota, inferimos, a priori, no ser exacta la forma que á los calendarios asig- nan algunos autores. Cincuenta y dos años componen un ciclo menor, nombrado Toxiuhmolpia, Xiuhmol- pia, Xiuhmolpilli, Xiuhtlalpilli, que quiere decir, atadura ó manojo de años. Dos ci- clos menores componian uno mayor de ciento cuatro años, llamado Cehuehuetiliztli; una edad, una vejez. Para anotar y distinguir los años del ciclo menor, fueron tomados los cuatro símbo- los diurnos Tecpatl, Calli, Tochtli, Acatl. Se les escogió de preferencia á otros, porque estaban enlazados con diferentes ideas. I. Recordaban los cuatro pasados soles cosmogónicos. II. Representaban los cuatro elementos, fuego, tierra, aire y agua. La doctrina de los cuatro elementos fué admitida en Europa, y profesada en las escuelas hasta media- dos del pasado siglo: antiquísima en los conocimientos humanos, Pitágoras la enseñó á sus discípulos tomándola de los sacerdotes de Baco, quienes á su turno la sabían desde tiempos bien remotos. Los mexicanos admitían la teoría, y aun parece que aceptaban conclusiones semejantes alas de Diógenes Laercio: «De los puntos proceden las líneas, « de las líneas las figuras planas; de éstas salen los sólidos; de los sólidos los cuerpos que ANALES DEL MUSEO NACIONAL 299 « tienen los cuatro elementos tierra, agua, aire y fuego. De estos cuatro elementos, de «su agitación y de sus cambios en todas las partes del universo, resulta el mundo ani- «mado, intelectual y esférico.» Los autores no están conformes en el símbolo de cada elemento, encontrando estas opiniones: Fuego. Agua. Aire. Gemelli Carreri Calli Acatl Tecpatl. Boturini l Tecpatl Acatl Tochtli. Veytia 3 Tecpatl Acatl Tochtli. Tierra. Tochtli. Calli. Calli. Aceptamos la versión de Veytia y de Boturini. III. Marcaban las cuatro estaciones. En esto igualmente encontramos diferencias: helas aquí. Gemelli da á la Primavera el símbolo Tochtli; al Estío, Acatl; al Otoño, Tecpatl; al Invierno, Calli. Boturini dice que estofes verdad para el año Tochtli; mas que cambian en los demás años de esta manera. — Año de Acatl. Acatl, Primavera; Tecpatl, Estío; Calli, Otoño; Tochtli, Invierno. — Año de Tecpatl. Tecpatl, Primavera; Calli, Estío; Tochtli, Otoño; Acatl, Invierno. — Año de Calli. Calli, Primavera; Tochtli > Estío; Acatl, Otoño; Tecpatl, Invierno. IV. Indicaban los cuatro puntos cardinales. Gemelli Boturini. Norte. Sur. Mictlampa. Huitztlampa. Tecpatl Tochtli. . . Tochtli Tecpatl. .. Oriente. Tlapcopcopa. Acatl Calli Poniente. Cihuatlampa. Calli. Acatl. Calli. Calli. .Sahagun. s Tecpatl Tochtli Acatl Torquemada.4 Tecpatl Tochtli Acatl Preferimos la opinión de Sahagun. No todos los pueblos de Anáhuac comenzaban sus cómputos por el mismo signo: em- pezaban los tolteca por Tecpatl, los de Teotihuacan por Calli, los texcocanos por Acatl, los mexicanos por Tochtli: este último sistema es el que estudiamos. Los cuatro símbo- los siguen este orden invariable: tochtli, acatl, tecpatl, calli. Repetidos sucesivamen- te recibían el período trecenal, formando cuatro indicaciones de trece términos; es decir, 4x13=52. Cada uno de estos períodos menores se nombraba Ttalpilli, nudo ó atadu- ra. Los cuatro tlalpilli llevando el número trecenal, y el de orden en el ciclo quedaban así distribuidos: L" Tlalpilli. i. I tochtli. 2. II acatl. 3. III tecpatl. 4. IV calli. 5. V tochtli. 6. VI acatl. 7. VII tecpatl. 8. VIII calli. 9. IX tochtli. 10. X acatl. 11. XI tecpatl. 12. XII calli. 13. XIII tochtli. 2 ? Tlalpilli. 14. I acatl. 15. II tecpatl. 16. III calli. 17. IV tochtli. 18. V acatl. 19. VI tecpatl. 20. VII calli. 21. VIII tochtli. 22. IX acatl. 23. X tecpatl. 24. XI calli. 25. XII tochtli. 26. XIII acatl. 3." Tlalpilli. 27. I tecpatl. 28. II calli. 29. III tochtli. 30. IV acatl. 31. V tecpatl. 32. VI calli. 33. VII tochtli. 34. VIII acatl. 35. IX tecpatl. 36. X calli. 37. XI tochtli. 38. XII acatl. 39. XIII tecpatl. 4? Tlalpilli. 40. I calli. 41. II tochtli. 42. III acatl. 43. IV tecpatl. 44. V calli. 45. VI tochtli. 46. VII acatl. 47. VIII tecpatl. 48. IX calli. 49. X tochtli. 50. XI acatl. 51. XII tecpatl. 52. XIII calli. 1 Idea de una nueva hist., pág. 55. — 2 Veytia, Hist. antig., tom. I, pág. 42. 3 Tom. II, pág. 256.-4 Monarq. indiana, lib. X, cap. XXXVI. 300 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Este es el orden natural en el ciclo. El artificio en esta combinación consiste, en for- mar períodos iguales, en que cada símbolo vaya afecto con los números trecenales, sin que por ello puedan confundirse. Pongámosles en esta otra forma: 1 tochtli. 2 acatl. 3 tecpatl. 4 calli, 5 tochtli. 6 acatl. 7 tecpatl. 8 calli 9 tochtli. 10 acatl. 11 tecpatl. 12 calli 13 tochtli. 1 acatl. 2 tecpatl. 3 calli 4 tochtli. 5 acatl. 6 tecpatl. 7 calli, 8 tochtli. 9 acatl. 10 tecpatl. 11 calli, 12 tochtli. 13 acatl. 1 tecpatl. 2 calli 3 tochtli. 4 acatl. 5 tecpatl. 6 calli 7 tochtli. 8 acatl. 9 tecpatl. 10 calli 11 tochtli. 12 acatl. 13 tecpatl. 1 calli 2 tochtli. 3 acatl. 4 tecpatl. 5 calli 6 tochtli. 7 acatl. 8 tecpatl. 9 calli 10 tochtli. 11 acatl. 12 tecpatl. 13 calli En las líneas horizontales se sigue la lectura de los años sucesivos del ciclo: la verti- cal arroja la serie de trece términos por el orden que afecta á cada signo, serie idéntica en los cuatro períodos, aunque cada uno comienza por distinto número. Advertimos en estas listas: 1.° Cada tlalpilli comienza y acaba por el mismo signo. 2.° En el ciclo de 52 años, ningún signo va afecto dos veces con el mismo número trecenal. 3.° In- dicado un año, se sabe de luego á luego á cuál tlalpilli pertenece y qué lugar ocupa en el orden de los 52 años. El ciclo máximo de 104 años se compone de dos períodos simétricos de 52. La fiesta secular del fuego nuevo se verificaba al terminar el ciclo menor, á la media noche del último nemontemi del año matlactliomei Acatl. Esto fué en el estilo anti- guo; pero en tiempos posteriores la atadura de los años se hacia al fin del Ce Tochtli, con lo cual, propiamente la cuenta del ciclo empezaba por el Orne Acatl, quedando por año postrero el Ce Tochtli. Esta es la razón de que en las pinturas, según son antiguas ó modernas, se encuentre el símbolo de la fiesta cíclica unas veces junto al Ce Tochtli, otras ocasiones junto al Orne Acatl. ¿En cuál época fué trasladado el principio del ciclo del uno al otro signo? — El intér- prete del Códice Telleriano Remense dice: «En este año (Ce Tochtli 1506) asaeteó «Mountezuma á un hombre de esta manera: dicen los viejos que fué por aplacar á los « dioses, porque habia docientos años que siempre tenian hambre en el año de un cone- « jo. En este año se solian atar los años, según se cuenta, y porque les era año traba- joso, lo mudó Mountezuma á dos cañas.» 1 Sigue esta opinión el Sr. D. José Fer- nando Ramírez, describiendo el monumento cíclico y cronológico que existe en el Mu- seo Nacional. 2 No nos conformamos con la opinión del intérprete. Ocurre de luego á luego, si fuera cierta, que supuesto que Motecuhzoma II ordenó la corrección, haciendo trasladar la fiesta secular del Ce Tochtli 1506 al Orne Acatl 1507, única y exclusivamente se obser- varía el signo cíclico junto al Orne Acatl 1507, acompañando en todos los casos al Ce 1 Explicación del Codex Telleriano Remensis, lám. XXXV, Lord Kingsborough, vol. V, pág. 153. 2 Descripción de cuatro láminas monumentales, en la Historia de la Conquista de México, por Prescott, edic. de Cumplido, tom. 2, pág. 106-115, al fin del vol. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 301 Tochtli. Mas ello no ocurre así: en la misma pintura del Códice Telleriano Remense, en el Codex Vaticano, en la Historia sincrónica de Tepechpan, en la pintura Aubin, &c9 el signo crónico de la fiesta secular se observa acompañando al Orne Acatl, prueba ir- refragable de que la corrección tuvo lugar en tiempo anterior al asignado por el intér- prete. Desde la primera lámina del Códice Mendozino se ve unido el Mamalhuaztli al signo Orne Acatl. Confrontando los Códices Telleriano Remense y Vaticano, vemos que el xiuhtlalpilli acompaña al Ce Tochtli 1246; falta en el siguiente Ce Tochtli 1298, apareciendo por primera vez junto al Orne Acatl 1299. La autoridad de la pintura es por cierto respetable; contradice los dichos del intérprete, y establece que la corrección se verificó el Orne Acatl 1299. Tenemos esta otra opinión de Gama. — «Aunque los mexicanos comenzaban su ciclo por el símbolo Ce Tochtli, no lo ataban en él, sino hasta el siguiente año orne Acatl, en el cual hacian la gran fiesta del fuego, que celebraban en honor de los dioses seculares, y duraban 13 dias, como se dirá adelante. En todas sus pinturas se ve el geroglífico de la atadura del ciclo sobre el símbolo orne Acatl; y en todos sus anales y relaciones ma- nuscritas expresamente refieren, que este año lo ataban y sacaban el fuego nuevo. Mucho tiempo pasó sin que yo pudiera encontrar la razón de esta mutación, hasta que llegó á mis manos la Crónica mexicana, escrita por D. Hernando Alvarado Tezozomoc: por ella se viene en conocimiento de la causa que tuvieron para variar el orden de la cuenta que aprendieron de sus mayores los tultecas (quienes comenzaban el ciclo por el símbolo ce Tecpatl), y de haber transferido la celebración de la fiesta secular al año orne Acatl. La época de los mexicanos fué la salida que hicieron de Aztlan, su patria, para venir á poblar las tierras de Anáhuac; y ésta fué el año ce Tecpatl, correspondiente al 1064 de la Era cristiana; mas como habia corrido ya la mayor parte de este año, y los subsecuentes gastaron en su peregrinación sin hacer asiento hasta el año 11 Acatl 1087, que llegaron á Tlalixco, por otro nombre Acahualtzinco, donde estuvieron nueve años, en los cuales se incluyó el ce Tochtli, que era principio de indicción, corrigieren el tiem- po y comenzaron á contar desde él su ciclo, por orden de Chalchiuhtlatonac, que era entonces su conductor; pero por respeto á su principal caudillo Huitzilopochtli, que des- pués adoraron por dios de la guerra, trasfirieron la fiesta del fuego y la atadura de los añosóxiuhmolpia, al siguiente orne Acatl, que era en el que habia nacido Huitzilopochtli, en el dia ce Tecpatl de él, como asienta el referido autor.* Y en este lugar de Tlalixco ó Acahualtzinco, fué donde ataron de nuevo y por la primera vez la cuenta de sus años, como lo expresan también Chimalpain y otros:** y en los subsecuentes ciclos y lugares donde los completaron, se figura en sus pinturas el geroglífico de la atadura de ellos, que es un manojo de yerbas atado, con los caracteres numéricos que demuestran los que habian corrido, ó las fiestas del fuego nuevo que habian celebrado desde la que hicieron en Acahualtzinco ó Tlalixco, el año orne Acatl, correspondiente al 1091 de la Era cris- tiana: de la misma manera lo asientan los autores indios en sus manuscritos.» 1 Si á nuestro turno no nos engañamos, la resolución del problema se encuentra en una * In oncan Cohuatepec oncan quilpique inin Xiuhtlapohual orne Acatl; auch ce Tecpatl in tonalli, ipan tlacatl in Huitzilopochtli. Crónica mexicana citada por Bolurini en el § 8, núm. 2 de su Museo, que atribuye equivocadamente á Chimalpain. ** Orne Acatl xihuitl, i091años ipan in yancuican iccepa oncan quilpillico inin xiuhtlalpohual huehuetque Mexica, Azteca, Teochichimeca oncan in Tlalixco. Citados por Boturini en los núms. 6 y 12 del mismo § 8. 1 Gama, las dos piedras, primera parte, pág. 19. 55 302 ANALES DEL MUSEO NACIONAL pintura mexicana bien conocida.1 El nombre puesto al núm. 13 es Ilhuicatepec: inter- pretación, á nuestro entender, equivocada. El grupo geroglífico está compuesto (véase nuestra lámina núm. 1) del símbolo de la noche, yoalli ó yohualli, que puede también tomarse en la acepción de citlallin, estrella ó estrellas, y de citlallo, estrellado; mas no se debe leer ühuicatl, cielo, porque no es su símbolo. Con el mímico tepetl que ahí se advierte, la lectura propia es Citlaltepec. Examinado el dibujo, sobre el nombre Ci- tlaltepec se alza un cuerpo redondo, abultado hacia el medio, ahusado en la parte supe- rior, simétrico y rematando en un copudo manojo de yerbas; es el símbolo del cehuehue- tiliztli ó período máximo de 104 años, compuesto de dos xiuhmolpilli ó ciclos menores de 52 años. Se le ve atravesado con una flecha por el medio, con objeto de dividirle en sus dos componentes iguales. Al un extremo de la flecha se ve una yerba, xihuitl, sím- bolo del año, mientras en el extremo opuesto se observa el símbolo acatl, caña. Todo ello quiere decir, que estando en Citlaltepec, la noche en que se cumplió un cehuehue- tiliztli, el principio del primer año de la xiuhmolpia fué trasladado al símbolo Acatl, que desde entonces quedó por inicial del ciclo. Del cómputo cronológico que la estampa ar- roja, como en otra parte veremos, resulta que el cambio tuvo lugar el orne Acatl 1143. Entre la época adoptada por Gama, 1091, y la encontrada por nosotros, 1143, exis- te la diferencia de un solo ciclo. Aquel respetable autor y nosotros, deberíamos salir acordes, supuesto que ambos nos referimos á la misma pintura; la discordancia no pue- de provenir sino de la manera de concordar los signos cronográficos, y juzgar en defini- tiva le dejamos al estudio de los lectores. Con la autoridad de la pintura, á nuestro pa- recer irrecusable, fijamos el principio de la corrección en el año orne Acatl 1143. Hasta aquí hemos bosquejado el conjunto del sistema, haciendo punto omiso de las dificultades; tiempo es ya de abordar ciertos problemas, procurando salir á resultados satisfactorios. Sea el primero el relativo á los meses. Los autores están conformes en que son diez y ocho, en su orden sucesivo; pero varían al señalar cuál era el mes inicial del año. El intérprete del Códice Vaticano, Sahagun, 2 Torquemada, 3 Vetancourt,4 Fr. Martin de León5 y Clavigero, 6 se deciden por Atlacahualco; el P. Duran, MS., admite á Cuauhtlitehua, que parece ser el mismo que el Cuahuitleloa de Sahagun. Go- mara, 7 Gemelli Carreri8 y el P. Diego Valadez,9 colocan en primer lugar á Tlacaxipe- hualiztli. Veytia 10 y los comentadores de las Cartas de Cortés, u opinan por Atemoztli. Gama12 pone á Tititl Itzcalli. De este problema se hizo cargo Gama, 13 resolviéndole de esta manera: las ruedas en que están pintados los diez y ocho meses, no tienen señal 1 Cuadro histórico-geroglífico de la peregrinación de las tribus aztecas que poblaron el Valle de México (núm. 1). Acompañado de algunas explicaciones para su inteligencia, por D. José Fernando Ramírez, con- servador del Museo Nacional. En el Atlas de García Cubas. 2 Hist. general, tom. 1, pág. 49 y sig. 3 Monarq. Indiana, lib. X, cap. XXXIV. 4 Teatro mex., 2.a parte, trat, 2, cap. VI. 5 Camino del cielo, foj. 96 vuelta. 6 Hist. antig., tom. 1, pág. 267. 7 Crónica, cap. CLXXXXI. 8 Giro dil Mondo, tom. 6, pág. 67. 9 Rhelorica Christiana. 10 Hist. antig. tom. 1, pág. 121. 11 En Lorenzana, lám. de la pág. 2. 12 Las dos piedras, pág, 62. 13 Las dos piedras, primera parte, pág. 46 y sig. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 303 por donde pueda distinguirse el comienzo: « tomaron aquellos primeros historiadores el « que más les acomodaba para dar principio al año, según la idea que tenían formada « para comenzarlo. » Segunda cuestión: ¿por cuál ó cuáles signos diurnos comenzaban los diferentes años del ciclo? Esta se relaciona inmediatamente con esta tercera tesis: ¿la forma del calen- dario azteca era una sola y constante, ó múltiple y variable? En efecto, si la forma era constante, fuese cual fuese el año del ciclo, comenzaría siempre por un signo del mismo nombre y terminaría igualmente por un símbolo igual; mas si la forma era varia- ble, todo debia cambiar en cada año, de absoluta necesidad. Partidarios de la unidad aparecen, aunque claramente no lo manifiestan, Sahagun, Torquemada, Vetancourt, casi todos los escritores antiguos. Gama, quien el primero discutió científicamente este sistema, sostiene la forma única. «Era, pues, dice, invariable, constante el día del ca- rácter Ce Cipactlipara comenzar generalmente el año, de cualquier símbolo y núme- «ro que fuese: > los cinco nemontemi acababan siempre por el carácter ce Cohuatl.1 Sírvele de fundamento para asentar su doctrina, lo siguiente: « Pero ahora añadiremos «las autoridades de los mismos indios, que no dejan duda en que todos los años indistin- tamente se empezaban á contar por Cipactli. Cristóbal del Castillo, después de haber « asentado las 20 trecenas, que llama semanas, dice, que acabadas de contar éstas, que « componen solamente 260 dias, para completar el año de 365 dias, se añaden los otros «105, comenzando otra vez á contar por ce Cipactli: * de que se deduce, que éste era « siempre el primer dia de cada año. » 2 La consecuencia es inexacta, y nos parece sacada muy á la ligera; lo que se infiere, porque eso dijo Castillo, es, que acabado un período de 260 dias, el período del Tonalamatl, inmediatamente le sigue otro que también comien- za por Cipactli; mas como los años no contienen períodos completos de 260 dias, no to- dos pueden comenzar por el mismo signo Cipactli. Además de estar destruido el fundamento, nos ocurren aún estas observaciones. To- do sistema compuesto de diversos factores ó períodos, tiene por objeto alcanzar ciertos resultados por la combinación y enlace de esos elementos, dentro de términos fijados, en general, por el producto de los números admitidos, ó por un cálculo más ó menos artifi- cioso. Inventar diversos períodos, relacionarlos y entretejerles para salir á una sola for- ma y trunca, seria un contrasentido sin disculpa, ya que el objeto pudo alcanzarse de ma- nera más sencilla. El calendario solar se deriva del Tonalamatl, simétrico y perfecto en su desarrollo; no es, pues, posible admitir que los períodos de 260 dias queden truncos, que las trecenas se mutilen, que ningún lugar tengan los diez y ocho meses, ni hagan papel alguno los cuatro símbolos anuales y los 52 años del ciclo. El calendario grego- riano, tipo de sencillez, por la combinación de los dias de la semana, los bisiestos y la pascua movible, da origen á treinta y cinco calendarios diferentes.3 Nosotros nos deci- dimos por la forma múltiple, no inventando la teoría, ni sosteniéndola por peregrina, supuesto que no es nueva, sino alentados por el ejemplo de respetables personas, que tam- bién estudiaron profundizando en la materia. 1 Las dos piedras, pág. 28 á 30. Ca inicuac omacic inic ceppa tzonquiza iz cempohualli semana matlactli omey tonatiuh izcecen semana, no cucl occeppa itech pohua iz ce Cipactli.... zan huel ipan tiami matlacpohualli ihuan yepohualli tonatiuh. Aun in oc iacica mochihua oc macuilpohualli ipan macuilli tonatiuh inic huel maci ce xihuitl in caxtolpo- hualli ipan yepohualli on macuilli tonatiuh. Cap. 70 de su obra citada. 2 Las dos piedras, pág. 59. 3 Manuels-Roret. Théorie du Calendrier. 304 ANALES DEL MUSEO NACIONAL En los últimos tiempos, á causa del influjo aciago que se suponia al signo Ce Toch- tli, el principio del ciclo fué trasladado al Orne Acatl; éste era, pues, el año inicial del período cíclico, mientras Tochtli se convertia en año final. Siendo Orne Acatl el pri- mer año empezaba por ce Cipactli, símbolo primero de los diurnos, principio de todo período de 260 dias: según las reglas antes establecidas, todos los meses comenzarían por Cipactli, terminando con Xóchitl; las nemontemi tendrían igualmente por principio á Cipactli, contándose en seguida á Ehecatl, Calli, Cuetzpalin, Cohuatl; y como tam- bién por regla general, todo año empieza y acaba por el mismo número trecenal, el úl- timo nemontemi seria ce Cohuatl. El siguiente año yei Tecpatl no vuelve al inicial Cipactli como pretende Gama, sino que, siguiendo el desarrollo de los elementos constitutivos, empezará por el dia siguien- te al en que terminó el año anterior, con el número trecenal que le corresponde, es de- cir, por orne Miquiztli. Todos los meses comenzarán por Miquiztli y terminarán por Cohuatl, siendo los nemontemi Miquiztli, Mazatl, Tochtli, Atl éltzcuintli, afecto con el trecenal dos. El tercer año nahui Calli tendrá por inicial tres Ozomatli; corren los meses de Ozo- matli á Itzcuintli; serán los nemontemi Ozomatli, Malinalli, Acatl, Ocelotl y Cuauhtli con el trecenal tres. En el cuarto año macuilli Tochtli, que empieza por cuatro Cozca- cuauhtli, los meses se encierran entre Cozcacuauhtli y Cuauhtli; serán los nemontemi Cozcacuauhtli, Ollin, Tecpatl, Quiahuitl y Xóchitl con el trecenal cuatro. Como los dias del mes son veinte, y cinco se toman para los nemontemi, se inferirá, que al quinto año chicuace Acatl vuelve á ser el dia inicial Cipactli; en el sétimo año, Ozomatli; en el octavo, Cozcacuauhtli, y así hasta el fin del ciclo, aunque afectos con los números trecenales 5, 6, 7, hasta trece, para volver en seguida á la unidad y ter- minar el ciclo con el Ce Tochtli que tiene por inicial el trece Cozcacuauhtli. El ciclo entero asume esta forma, siguiendo los años y sus dias iniciales. Primer tlalpilli. Tercer tlalpilli. II Acatl, 1 Cipactli. II Calli, 1 Ozomatli. III Tecpatl, 2 Miquiztli. III Tochtli, 2 Cozcacuauhtli. IV Calli, 3 Ozomatli. IV Acatl, 3 Cipactli. V Tochtli, 4 Cozcacuauhtli. V Tecpatl, 4 Miquiztli. VI Acatl, 5 Cipactli. VI Calli, 5 Ozomatli. VII Tecpatl, 6 Miquiztli. VII Tochtli, 6 Cozcacuauhtli. VIII Calli, 7 Ozomatli. VIII Acatl, 7 Cipactli. IX Tochtli, 8 Cozcacuauhtli. . IX Tecpatl, 8 Miquiztli. X Acatl, 9 Cipactli. X Calli, 9 Ozomatli. XI Tecpatl, 10 Miquiztli. XI Tochtli, 10 Cozcacuauhtli. XII Calli, 11 Ozomatli. XII Acatl, 11 Cipactli. XIII Tochtli, 12 Cozcacuauhtli. XIII Tecpatl, 12 Miquiztli. I Acatl, 13 Cipactli. I Calli, 13 Ozomatli. Segundo tlalpilli. Cuarto tlalpilli. II Tecpatl, 1 Miquiztli. II Tochtli, 1 Cozcacuauhtli. III Calli, 2 Ozomatli. III Acatl, 2 Cipactli. IV Tochtli, 3 Cozcacuauhtli. IV|Tecpatl, 3 Miquiztli. V Acatl, 4 Cipactli. V Calli, 4 Ozomatli. VI Tecpatl, 5 Miquiztli. VI Tochtli, 5 Cozcacuauhtli. VII Calli, 6 Ozomatli. VII Acatl, 6 Cipactli. VIII Tochtli, 7 Cozcacuauhtli. VIII Tecpatl, 7 Miquiztli. IX Acatl, 8 Cipactli. IX Calli, 8 Ozomatli. X Tecpatl, 9 Miquiztli. X Tochtli, 9 Cozcacuauhtli. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 305 XI Calli, 10 Ozomalli. XI Acatl, 10 Cipactli. XII Tochtli, 11 Cozcacuauhtli. XII Tecpatl, 11 Miquizlli. XIII Acatl, 12 Cipactli. XIII Calli, 12 Ozomatli. I Tecpatl, 13 Miquiztli. I Tochtli, 13 Cozcacuauhtli. Del estudio de esta tabla resultan las siguientes reglas generales: 1* Todo año Acatl tiene por dia inicial á Cipactli; Tecpatl á Miquiztli; Calli á Ozo- matli; Tochtli á Cozcacuauhtli. 2? El número trecenal que afecta el dia inicial, es una unidad menor del número de orden que lleva el año en el ciclo; al año con el ordinal uno, corresponde el trecenal trece. 3? Los cuatro signos iniciales de año, no presentan dos veces dentro del ciclo el mismo número trecenal. 4* Enunciado un año cualquiera se conoce inmediatamente cuál es su dia inicial y el número trecenal que le acompaña. 5* No existe el más liviano motivo de confusión. 6? Cada año tiene su calendario pro- pio; son 52 las formas del calendario en el ciclo. Extraordinaria sencillez, en donde aparecia una confusión inextricable. Indicamos que esta idea no era nueva. Sigüenza (quien consta hizo en la materia profundos estudios), á quien siguen Gemelli y Clavigero, x establece que el año Tochtli empieza por Cipactli, Acatl por Miquiztli, Tecpatl por Ozomatli, Calli por Cozcacuauh- tli; « dando siempre al signo del dia el mismo número del año. » La regla seria comple- tamente exacta cuando el ciclo comenzaba por Tochtli, y debe admitirse para todo el tiempo primitivo antes de hacerse la corrección; mas una vez pasado el principio del ciclo al dos Acatl, la cuenta es la que establecemos. Boturini2 quiere, que los cuatro años Tochtli, Acatl, Tecpatl, Calli, tengan por dias iniciales los signos diurnos del mis- mo nombre. Para esto seria preciso variar el orden admitido en los veinte símbolos diurnos, aceptando que comenzaban, no por Cipactli como es la realidad, sino por Toch- tli que ocupa el octavo lugar. Veytia sigue las doctrinas de Boturini, modificándolas y complicándolas con la añadidura de los dias intercalares en los bisiestos. Como natural- mente se advierte, estos dos últimos sistemas no tienen fundamento. Nuestro distin- guido Gama contradice estas opiniones; 3 mas aduce razones que militan contra su pro- pio sistema. Establecemos á priori que, el calendario mexicano es de formas múltiples. Admitien- do el sistema, todos los elementos numéricos, todos los factores que entran en los cálcu- los, se desarrollan de una manera fija simétrica. Los cincuenta y dos años del ciclo por los 360 dias útiles del año, componen 18720 dias: cifra igual al período de 260 multi- plicado por 72, número que á su vez se compone de ocho veces la serie de los Señores de la noche; igual al período trecenal repetido 1.440 veces; igual con 936 veces el pe- ríodo de los símbolos diurnos; igual con 1.040 veces los 18 meses; igual con 104 de los períodos simétricos de 180 dias. Los 360 dias del año igual á los 20 dias por los 18 me- ses; igual á dos períodos de 180 dias, que son nueve meses ó la mitad del año. Los 18 meses son dos veces los acompañados de la noche. El ciclo de 52 años se compone de cuatro veces el período trecenal; los cuatro tlalpilli en que se divide son idénticos. Los trece años de 360 dias componen un total de 4.680; igual con el período de 260 dias multiplicado por los 18 meses; igual con 234 veces el período de los 20 símbolos diur- 1. Hist. antig., tom. 1, pág. 268. 2. Idea de una nueva hist., pág. 56. 3. Las dos piedras, nota en la pág. 28. 56 306 ANALES DEL MUSEO NACIONAL nos. El calendario primitivo es el período de 260 dias; el período del Tonalamatl el pe- ríodo de 260, ó sean 2.340dias, que caben exactamente dos veces en cada Tlapilli y ocho veces en el ciclo. Los nemontemi forman en cada tlalpilli el período primitivo de 65 dias y el de 260 en el ciclo entero, <&c. Hay completa armonía en el desarrollo de los elemen- tos, y estos elementos son los componentes del Tonalamatl y del calendario primitivo, entretejidos de una manera ingeniosa para reunir en una sola cuenta los movimientos de la luna, de Venus y del sol. VII INTERCALACIÓN.— COMPARACIÓN. Los dos tipos más autorizados de calendarios fijos, que conocemos, son los siguientes: Gama. 1. Titil Itzcalli, 9 de Enero. 2. Itzcalli Xochilhuitl, 29 de Enero. 3. Xilomanaliztli, 18 de Febrero. 4. Tlacaxipehualiztli, 10 de Marzo. 5. Tozoztontli, 30 de Marzo. 6. Hueytozoztli, 19 de Abril. 7. Toxcatl, 9 de Mayo. 8. Etzacualiztli, 29 de Mayo. 9. Tecuilhuitonlli, 18 de Junio. 10. Hueytecuilhuitl, 8 de Julio. 11. Miccailhuitontli, 28 de Julio. 12. Hueymiccailhuitl, 17 de Agosto. 13. Ochpaniztli, 6 de Setiembre. 14. Pachtli, 26 de Setiembre. 15. Huey pachtli, 16 de Octubre. 16. Quecholli, 5 de Noviembre. 17. Panquetzaliztli, 25 de Noviembre. 18. Atemoztli, 15 de Diciembre. NEMONTEMI. 4, 5, 6, 7, 8 de Enero. Sahagun. 1. Atlacahualco, 2 de Febrero. 2. Tlacaxipehualiztli, 22 de Febrero. 3. Tozoztontli, 14 de Marzo. 4. Hueytozoztli, 3 de Abril. 5. Toxcatl, 23 de Abril. 6. Etzacualiztli, 13 de Mayo. 7. Tecuilhuitontli, 2 de Junio. 8. Hueytecuilhuitl, 22 de Junio. 9. Tlaxochimaco, 12 de Julio. 10. Xocotlhuetzi, 1 de Agosto. 11. Ochpaniztli, 21 de Agosto. 12. Teotleco, 10 de Setiembre. 13. Tepeilhuitl, 30 de Setiembre. 14. Quecholli, 20 de Octubre. 15. Panquetzaliztli, 9 de Noviembre. 16. Atemoztli, 29 de Noviembre. 17. Titil, 19 de Diciembre. 18. Itzcalli, 8 de Enero. NEMONTEMI. 28, 29,30, 31 de Enero y 1 de Febrero. El sistema de nuestro sabio anticuario Gama es el admitido actualmente en Améri- ca y en Europa. Fundado en sagaces disquisiciones; en el estudio comparado de los trabajos de los españoles y de los indígenas; con vista de las pinturas mexicanas; sos- tenido por buenos cálculos astronómicos, forma un cuerpo de doctrina respetable, ante el cual no se sostiene ninguno de los otros sistemas: sin embargo, Gama no tuvo cono- cimiento de Sahagun. Sahagun, el muy sabio y diligente investigador de nuestras an- tigüedades, el trabajador docto é incansable, el que en su apoyo presenta esta irrecusa- ble autoridad: — «En el Tlaltelolco junté muchos viejos, los mas discretos que yo pude «haber, y juntamente con los más hábiles délos colegiales se altercó esta materia por « muchos dias, y todos ellos concluyeron, diciendo, que comenzaba el año el segundo ABALES DEL MUSEO NACIONAL 307 « dia de Febrero.» s Miramos los libros de Sahagun y de Gama con profundo respeto; miedo, verdadero miedo nos embarga al tener que decir alguna cosa en contradicción con ellos; y si en la empresa de hacerlo nos metemos, es porque así lo tenemos en la conciencia, y en nombre del juez inflexible que se llama la ciencia. Acertando, queda- remos satisfechos solamente; si nos engañamos, servirános la derrota de correctivo y de enseñanza. Pero antes de llegar á este término, nos falta considerar todavía otros problemas. ¿El año mexicano se componia constantemente de 365 dias, ó variaba alguna vez para ajustarse al movimiento del sol? En este capítulo, como en todos, las opiniones son va- rias. La mayor parte de los escritores hacen de ello punto omiso. Motolinia dice: 2 « Los Indios naturales de esta Nueva España, al tiempo que esta tierra se ganó y entra- «ron en ella los españoles, comenzaban su año en principios de Marzo; mas por no al- « canzar bisiesto van variando su año por todos los meses. » En efecto, según esta opi- nión, como se consideraba el año de 365 dias únicamente, y el año trópico sea un poco mayor, de donde viene el año de 366 dias cada cuatro años, resultaría que el año me- xicano era vago, y comenzaba sucesivamente por todos los dias de los meses, hasta tor- nar á su principio en un lapso muy considerable de tiempo. — « No alcanzaron estas « gentes el bisiesto, dice Torquemada, 3 y no es maravilla, pues Aristóteles ni Platón « lo supieron, hasta que Julio César atinó con él. Y porque las seis horas que sobran « á estos 365 dias no las conocieron, por esto no tenia fijeza el año, y no comenzaba «con puntualidad, como el nuestro, y así era en un dia ó otro, pero siempre casi á un «tiempo.» Vetancourt 4 profesa una opinión ambigua: «aunque no alcanzaron el bi- « siesto, dice, con todo, en trece dias que gastaban en aliñar las casas, y en disponer la «fiesta del fuego nuevo, corrían trece bisiestos que hay en 52 años. » Conforme á Sahagun, 5 á diez del mes Itzcalli se hacia una fiesta al fuego bajo la ima- gen de Xiuhtecutli: « En esta fiesta los años comunes no mataban á nadie; pero el año «bisiesto, que era de cuatro en cuatro años, mataban en esta fiesta cautivos y esclavos.» — Adelante insiste diciendo: 6 « Otra fiesta hacian de cuatro en cuatro años á honra « del fuego, en la que ahugeraban las orejas á todos los niños, y la llamaban Pillahuana- « liztli, y en esta fiesta es verosimil, y hay congeturas que hacian su bisiesto contando «seis dias de nemontemi. » Según esta opinión que, lo repetimos, es muy respetable, habia intercalación de un dia cada cuatro años, añadiéndose el dia intercalar al fin de los nemontemi. Escuchemos ahora al P. Duran, MS.: «A todos es notorio, dice, tener « el año 365 dias, los cuales dias y número repartido por 20 son 18 veintes, y estos eran « los meses del año; pero los cinco dias que sobraban tenianlos esta nación por dias acia- «gos, sin cuenta ni provecho; así los dejaban en blanco sin ponelles figura ni cuenta, «y asilos llamaban nemontemi, que quiere decir, dias demasiados y sin provecho, y « estos venian á caer en fin de Febrero, á veinte y cuatro de él, el dia del glorioso San «Matías, cuando celebramos el bisiesto, en el cual dia también ellos le celebraban. » — El P. Fr. Martin de León admite que el bisiesto era de cuatro en cuatro años. 7 — Bo- 1 Sahagun, tom, II, pag. 265. 2 Hist. de los indios, pág. 36. 3 Monarquía indiana, lib. X, cap. XXXVI. 4 Teatro mex. trat. II, cap. V. 5 Hist. general, tom. I, pág. 75. 6 Tom. I, pág. 347-48. 7 Camino del cielo, fol. 100. 308 ANALES DEL MUSEO NACIONAL turini x escribe: « determinaron cada cuatro años añadir un dia más, que recogiese las «horas que se desperdiciaban, lo que supongo ejecutaron contando dos veces uno de los «símbolos del último mes del año, á la manera de los romanos, que uno y otro dia 24 «y 25 de Febrero se llamaban bi sexto kalendas Martias. » — Veytia2 sigue la doctri- na de Boturini y agrega: «La mayor parte (de los autores) y los de mejor nota asien- « tan que se hacia (la intercalación) en el año del cuarto carácter caña, y esto es lo más «regular y conforme á su sistema. » Sin duda que D. Carlos de Sigüenza Góngora profesaba la doctrina de que la inter- calación tenia lugar, no de cuatro en cuatro años, un dia, sino de trece dias al fin del ci- clo menor de 52 años, supuesto que así lo sostiene Gemelli y lo indica Vetancourt. A esta escuela pertenece Clavigero: 3 «Pero lo más maravilloso de su cómputo, dice, y lo « que ciertamente no parecerá verosímil á los lectores poco iniciados en las antigüedades « mexicanas, es que conociendo ellos el exeso de algunas horas que habia del año solar « con respecto al civil, se sirvieron de dias intercalares para igualarlos; pero con esta difé- «rencia del método de Julio Cesar en el calendario romano, que no intercalaban un dia « de cuatro en cuatro años, sino trece dias, para no descuidar su número privilegiado, « de 52 en 52 años, lo que vale lo mismo para el arreglo del tiempo. » — Carli escribe de los mexicanos: « Su gran siglo ó ciclo era de 52 años, dividido en cuatro indicciones de « trece años cada una: al fin del ciclo anadian trece dias. 4 Pedro de los Rios, comentador del Códice Vaticano, escribe: « ítem, si ha da notare, che il loro bisesto andava solo in quattro lettere, anni o segni che sonó Canna, Pietra, Casa, e Coniglio, perché come hanno bisesto delli giorni a fare di quattro in quattro anni un mese di quelli cinque giorni morti che avanzavano di ciascun anno, cosi aviva- no bisesto di anni perché di cinquantadue in cinquantadue anni, che é una loro Etá, aggiungevano un anno, il quale sempre veniva in una di queste lettere o segni perche come ogni lettera ó segno di questi vinti habbia tredici del sue genere che le servano, verbi gratia. »5 León y Gama asegura que la intercalación era de doce dias y medio al fin de cada ci- clo de 52 años, ó sean veinticinco dias al fin de cada ciclo mayor. 6 Mas adelante lo re- pite en estos términos: «Dije aquellos 12 ó 13 dias, porque efectivamente un año inter- calaban 12, y otro 13 dias; ó lo que es lo mismo, doce dias y medio en cada uno, ó 25 en el doble período nombrado Cehuehuetiliztli que constaba de 104 años de ma- nera, que todos los dias del primer ciclo, se contaban desde la media noche, y todos los del segundo, desde el mediodía. » 7 Humboldt 8 sigue y explaya el sistema de Gama. « Arrojando una mirada en general, dice, sobre las intercalaciones usadas por los diver- sos pueblos, encontraremos que los unos dejan acumular las horas hasta formar un dia entero, mientras que otros no proceden á la intercalación hasta que las horas exceden- tes forman un período igual á una de las grandes divisiones de su año. El primer mé- todo es el del año juliano; el segundo el de los antiguos persas, quienes cada ciento vein- 1 Idea de una nueva hist. pág. 137. 2 Hist. antig. tom. I, pág. 110-20. 3 Hist. antig., tom. I, pág. 269. 4 Lettres américaines, tom. II, pág. 158-59. 5 Kingsborough, tom. V, pág. 174-75. 6 Las dos piedras, pág. 23. 7 Las dos piedras, pág. 52-53. 8 Vues des Cordill eres, tom. II, pág. 59-60. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 309 te años anadian á un año de doce meses, un mes entero de 30 dias, de manera que el mes intercalar recorría todo el el año en 12x120 ó en 1440 años. Los mexicanos si- guieron evidentemente el sistema de los persas; conservaban el año vago hasta que las horas excedentes formaban una semilunacion, y por consecuencia intercalaban trece dias en todas las ligaturas ó ciclos de 52 años. Resultaba de aquí, como antes tenemos ob- servado, que cada ligatura contenia ^ ó 14G1 períodos pequeños de 13 dias. » Basta de autoridades; menos nos hubiéramos querido encontrar, y las apeteceríamos más conformes. Intentemos poner orden en esta confusión. Pruebas sólidas demuestran que, en el sistema del calendario de los mexicanos existia un método de intercalación; quienes lo niegan, no estudiaron ó no entendieron bien el problema. ¿Pero la interca- lación era de un dia cada cuatro años, ó de 13 dias á cabo del período de 52 años? Res- pondemos, que de ambas maneras. Los mexicanos llevaban dos especies de calendario; el astronómico, y el civil, religioso ó ritual.1 En el calendario astronómico, para aten- der al movimiento de los astros, la intercalación se hacia de cuatro en cuatro años. A esta práctica se refieren Sahagun y quienes le siguen, si bien se atiende que, confunden y mezclan la forma peculiar de esta cuenta astronómica con la del calendario civil. Es- te cómputo científico debia tener una forma peculiar, y por eso se pretende que el ca- lendario civil era uno y fijo: confesamos no conocer suficientemente las reglas que en su estructura presidian. Tenia lugar la intercalación de 13 dias el fin del ciclo de 52 años, en el calendario civil. Este es el explicado por Gama, si bien le confunde á veces con el calendario as- tronómico; de esta mezcla resulta que alguna de sus proposiciones no sean verdade- ras. Tenemos demostrado que no todos los años podían comenzar por el dia inicial Ci- pactli. Establecimos, á priori, por la necesidad urgente de armonizar los elementos cons- titutivos, y ahora también por la intercalación, que la forma del calendario era varia- ble. Ahora nos toca examinar otras doctrinas. Le vemos asentar, que se intercalaban doce y medio dias al fin de cada ciclo menor, procediendo de manera, « que todos los « dias del primer ciclo se contaban desde la media noche, y todos los del segundo desde « el medio dia; pero lo terminaban á la media noche del dia 26 de Diciembre como án- « tes. »2 Funda esta teoría en que la fiesta secular del fuego nuevo tenia lugar unas ve- ces de dia, otras de noche; para prueba de lo primero invoca á Torquemada; para fun- dar que la solemnidad tenia también lugar de dia, recurre al P. Acosta, de quien copia el siguiente párrafo: « Al cabo de los cincuenta y dos años que se cerraba la rueda, usa- « ban de una ceremonia donosa, y era, que la última noche quebraban cuantas vasijas « tenían, y apagaban cuantas luces tenían, diciendo, que en una de las ruedas habia de «fenecer el mundo, y que por ventura seria aquella en que se hallaban; y que pues se « habia de acabar el mundo no habían de guisar ni comer: que para qué eran vasijas ni «lumbre; y así se estaban toda la noche, diciendo, que quizá no amanecería más, ve- « lando con gran atención todos, para ver si amanecía. En viendo que venia el dia, to- «caban muchos atambores y vocinas, y flautas, y otros instrumentos de regocijo y ale- «gría, diciendo, que ya Dios les alargaba otro siglo, que eran 52 años, y comenzaban «otra rueda. Sacaban el dia que amanecía para principio de otro siglo, lumbre nueva, «y compraban vasos de nuevo, ollas y todo lo necesario para guisar de comer: y iban i. Clavigero, tom. 1, pág. 266, ñola segunda.— Gama, pág. 52, &c. 2. Las dos piedras, pág. 53. 57 310 ANALES DEL MUSEO NACIONAL « todos por lumbre nueva donde la sacaba el sumo sacerdote, precediendo una solemni- ce sima procesión, en hacimiento de gracias porque les habia amanecido, y prorogádo- «les otro siglo.»1 De las palabras, «sacaban el dia que amanecía para principio de otro siglo, lumbre nueva,» pudo tomar Gama la inducción que cuadraba á su doctrina; pero confunde que persona tan versada en nuestras antigüedades haya admitido una autoridad, en abierta contradicción con todos los autores. Acosta da motivo á equivocarse por descuido en la redacción; su párrafo mismo, sobre todo en la frase « porque les habia amanecido, » ma- nifiesta que también él creía en que el fuego se sacaba de noche. Era creencia religiosa que el mundo debia acabarse al terminar uno de los ciclos menores: si al finalizar la noche del último nemontemi la tierra quedaba en tinieblas, hombres y animales, y todo pereceria; mas si el sol, radioso, emprendía como siempre su curso acostumbrado, señal era de que el mundo estaba salvado y gozaría de existencia otros 52 años. Por estos motivos, el fuego nuevo se sacaba siempre de noche; los fieles esperaban con ansiedad febril la salida del sol, y la ceremonia carecía de razón de ser practicada á la luz del mediodía, estando como estaba resuelto el problema de existencia. Era una innovación imposible de ser consentida por la creencia religiosa. Recuerdo diario de ésta era la alegre fiesta con que los sacerdotes celebraban la sa- lida del Tonatiuh, y en lo mismo se fundaba el contar los dias desde el orto del sol. En ninguna parte encontramos mencionado que los dias se contaran, unos desde el medio- día, otros desde la media noche, cosa que resultaría contra el ritual y las costumbres: todos los dias civiles, sin excepción, principiaban á la salida del astro luminoso. Intercalar un dia cada cuatro años, es lo mismo, en el resultado, que intercalar tre- ce dias cada cincuenta y dos años: el primer modo es el peculiar del sistema juliano, y entre los mexicanos parece el más antiguo y primitivo. Sigúela segunda corrección, explicada por Gama, que consistía en intercalar, no veinte y seis dias en un ciclo máxi- mo, sino veinte y cinco; trece dias al fin de un ciclo menor, doce dias al fin del período siguiente de 52 años: este método, determinado, sin duda, por muy atentas observacio- nes, indica un gran paso hacia el exacto conocimiento del tiempo. Verdadero pas- mo produce en nosotros la tercera y última corrección, atestiguada por una de las pin- turas escapadas á la destrucción. « Examinando en Roma el Codex Borgiano de Vele- «tri, dice Humboldt, 2 he reconocido el curioso pasaje del cual infiere Fabrega,, * que los mexicanos conocian la verdadera duración del año trópico. Escritos en cuatro pági- nas se ven 20 ciclos de 52 años, ó sean 1040 años;, al fin de este gran período se ob- serva el signo tochtli preceder inmediatamente en los geroglíficos de los dias al cozca- cuauhtliy de manera que están suprimidos los siete signos del agua, perro, mono, ma- linalli, caña, tigre y águila. Supone el P. Fabrega en su comentario MS., que esa omisión se refiere á una reforma periódica de la intercalación juliana, supuesto que la supresión de ocho dias al fin de un período de 1040 años, por un método ingenioso con- vierte un año de 365,d250 en otro de 365,d243, que solo es mayor que el verdadero, según las tablas de Mr. Delambre, en 0,d0010, ó sean 1'26". Cuando se ha tenido la oportunidad de examinar un gran número de pinturas geroglíficas de los mexicanos, y 1 Hist. nat. y moral, lib. 6, cap. 2. 2 Vues des Cordiüeres, tom. 2, pág. 81. * Cód. Borg., fol 48-63, Fabrega, MS. fol. k, p. 7. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 311 se ve el extremo cuidado con que están ejecutadas, hasta en los más pequeños porme- nores, no se puede admitir que la omisión de ocho términos en una serie periódica, se deba á la simple casualidad. La observación del P. Fabrega merece ser consignada aquí, no porque sea probable que una nación emplee efectivamente una reforma á su calen- dario después de los largos períodos de 1040 años, sino porque el MS. de Veletri pare- ce probar que su autor tuvo conocimiento de la verdadera duración del año. Si cuando los españoles llegaron á México existia una intercalación de 25 dias en 104 años, es de suponer que esta intercalación más perfecta, habia sido precedida por la de 13 dias en 52 años; la memoria de este método antiguo se ha de haber conservado, y puede ser que el sacerdote mexicano que compuso el ritual del Museo Borgiano, haya querido in- dicar en su libro, un artificio de cálculo propio para rectificar el antiguo calendario, sustrayendo siete dias del gran período de 20 ciclos. No se podrá juzgar de la verdad de esta opinión, sino cuando hayan sido consultadas mayor número de pinturas, así en América como en Europa; porque no me cansaré de repetirlo, cuanto hasta hoy sabe- mos del estado antiguo del nuevo continente, nada es en comparación de lo que un dia se descubrirá, si se llegan á reunir los materiales esparcidos por ambos mundos que han sobrevivido á siglos de ignorancia y de barbarie. » Humboldt desconfia de sus propios ojos; prefiere dudar á conceder superioridad á los bárbaros sóbrelos civilizados, en un punto difícil de observación astronómica. Por medio de la intercalación de 13 dias en cada ciclo de 52 años, los mexicanos esta- ban al nivel de la corrección juliana, dando al año el valor medio de 365,d25. Esto iba conforme con sus elementos numéricos: en efecto, si se multiplican los 13 dias por24, ob- tendremos trescientas doce horas, que divididas por los 52 años del ciclo, darán 6 horas para cada año, ó un dia cada cuatro años. En este cómputo, el gran ciclo de 1040, igual á 20 ciclos de 52 años, está en consonancia con el calendario primitivo de 260, pues te- nemos 260X4=1040; los dias intercalares, en este gran espacio de tiempo son también 260=13X20. El 1040 años era el gran ciclo simétrico; pero la intercalación no se ha- cia, ni posible era verificarla á tan grandes distancias. Siguiendo el sistema invariable, los 1040 se dividian en cuatro períodos de 260, dejando 65 dias intercalares en cada uno, 5x13, ó sean los períodos de 65 del calendario inicial. A su vez los períodos de 260 se dividirían en cinco ciclos menores 52x5, á cada uno de los cuales correspondían por fin 13 dias intercalares. Multiplicando el valor del año trópico 365,d242264 por 1040, obtendremos 37985 1/954560; multiplicando los 365 dias del año azteca por 1040, y juntando al producto los 260 dias intercalares, tendremos 379860; restando las dos cifras, los 8,d045440 expresarán la diferencia, en más, que los mexicanos con- taban en su cómputo sobre el tiempo verdadero. La intercalación aprendida por Gama, de Cristóbal del Castillo, consistía en au- mentar no 260 dias en el gran ciclo de 1040 años, sino 250 dias; es decir 25 dias, en lugar de 26 en cada cehuehuetiliztli, ó sean trece dias al fin de un ciclo menor, doce dias al fin del siguiente ciclo. Los períodos de 260 años quedarían respecto de los dias intercalares, de esta manera: 13 12 13 12 12 13 12 13 13 12 13 12 12 13 12 13 13 12 13 12 312 ANALES DEL MUSEO NACIONAL De los cuatro períodos resultan iguales, el primero con el tercero, el segundo con el cuarto; en aquellos 63 dias en cada uno, en éstos 62 dias. El número de dias en los 1040 años, más los 250 intercalares, producen la suma 379850; comparada con el tiempo verdadero 379851/954560, la diferencia 1/954560, ó sean casi dos dias, seria el tiempo que de menos contaban los aztecas. Por este medio, el valor medio 365,d250, se habia disminuido á 365/240. A suprimir este error acudió el Códice Borgiano. Los dias intercalares en el gran período no fueron 360, ni 250, sino 252. Los cuatro períodos de 260 años quedaron todos simétricos, -en esta forma: 13 13 13 13 12 12 12 12 13 13 13 13 12 12 12 12 13 13 13 13 ó sean 63 dias en cada uno. Los dias en el gran ciclo de 1040 años, más los 252 inter- calares, suman 379852; el tiempo verdadero es 379851/954560, la resta, 0/045440 ó 1/ 5,m 2/ 6016, expresa la diferencia que á cabo de 1040 habia del valor real del año trópico, al adoptado por los sacerdotes astrónomos aztecas. Deberian transcurrir 23920 años para llegar á un dia de diferencia. Asombra verdaderamente tan grande perfección, que habla muy alto en favor de los pueblos de México. Descubierto por ellos, aprendido si se quiere de pueblos más antiguos, de todas maneras este cálculo astronó- mico era muy más perfecto en el Nuevo que en el Antiguo mundo. La corrección no se hacia, como parece indicarlo Humboldt, al fin del gran período de 1040 años; tenia lugar al fin de cada ciclo de 52, como consta en todos los autores, bastando tener á la vista las tablas para saber, si debian intercalarse trece ó doce dias. Al fin de cada ciclo se podian concordar los calendarios astronómico y civil, con objeto de que caminasen concordes. Un calendario de 365 dias, con un dia intercalar cada cuatro años, fuera cual fuese el número de meses, se parecía en realidad, más al calendario juliano, que en su prime- ra estructura pudo semejarse al calendario egipcio, en el cual no habia intercalación nin- guna. De aquí el intento de comparar ambos cómputos para buscar su concordancia. En esto, como en todo, las autoridades andan discordes. El problema propio le encon- tramos formulado de esta manera: ¿el dia inicial del año nahoa, á cuál dia corresponde en el calendario juliano? En un antiguo MS., que parece pertenecer al P. Olmos, se dice que el año mexicano comenzaba á primero de Enero. Gama fija el nueve de Enero, en lo cual le sigue Humboldt. Torquemada, el primero ó el dos de Febrero. Sahagun, Vetancourt, Fr. Martin de León, Veytia, el dos de Febrero. Los Códices Vaticano y Telleriano Remense, el veinticuatro de Febrero. Acosta, á quien sigue Clavigero, el veintiséis de Febrero. El P. Duran y el P. Valadez, el primero de Marzo. Mo- tolinia, en principios de Marzo. Ixtlilxochitl, el veinte de Marzo. Gemelli Carreri, el diez de Abril. Esta cuestión y la del orden de los meses son correlativas. Tomando cada quien diverso mes para comenzar el año, fuerza era que la fecha inicial cambiara igualmente. No era esta sola la causa del error; consideraban el calendario azteca co- mo de forma invariable, sin atender á que el problema era complexo, y sin examinarle bajo todas sus fases, partian de un principio aislado, verdadero si se quiere, pero que aplicado como regla general, debia salir á consecuencias absurdas. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 315 Refresquemos la memoria en cuanto al cómputo europeo. El calendario romano, de- jado á cargo de los pontífices, habia llegado á la mayor confusión; para arreglarlo, Ju- lio César hizo venir de Alejandría al astrónomo Sosígenes, quien dando al año trópico el valor medio de 365,d25, dispuso que todos los años fuesen iguales de 365 dias, y que para recoger las seis horas de más, sobrantes, cada cuatro años se contasen 366 dias: este día complementario se debia añadir al mes de Febrero, intercalándolo entre el 24 y el 25 del mes; el 24 en aquella cuenta se denominaba sexto calendas, y á fin de no interrumpir el orden, al nuevo dia intercalar se dijo bis-sexto-calendas, de donde se deriva el nombre de bisiesto dado á todo año de 366 dias. Llámase á ésta, reforma Juliana, y calendario Juliano al dimanado de ella: comenzó á regir el año 44 antes de J. C. El Concilio de Nicea, celebrado el año 325 de la Era cristiana, fijó la Pascua por medio de una regla que consideraba que, el equinoccio de primavera tendria siempre lu- gar el 21 de Marzo. Pero como el valor dado al año juliano era de 365,d25, mientras el verdadero es de 365,d242264, resultaba que el primero era mayor que el segundo 14.m88; así es que, transcurridos cuatro años, el equinoccio no se verificaba á la misma hora, sino mucho más temprano, 0,a030944, ó 44.m 34.8 Acumulada esta diferencia en los años, fué haciendo retrogradar el equinoccio del 21 de Marzo al 20, luego al 19, etc., de manera que en 1582, en que eran pasados 1257 desde el Concilio de Nicea, la dife- rencia se elevaba á 9,d724, cayendo el equinoccio á 1 1 de Marzo, en lugar del 21 . Para obviar este inconveniente, el pontífice Gregorio XIII, hizo nueva reforma en el calen- dario, conocida por reforma gregoriana: quitó de pronto la diferencia de dias, deter- minando que el dia siguiente al 4 de Octubre de 1582, no se contara cinco, sino quince de Octubre, y para prevenir el antiguo trastorno, se dieron reglas más ajustadas en la cuenta de los años bisiestos. Según esto, nuestros cálculos solo tienen que ver con el calendario juliano. Relacionar entre silos años es cosa bien sencilla. Somos dueños de este axioma his- tórico: El año 1519 en que D. Hernando Cortés llegó d las plagas de México, con- taban los naturales el ce acatl de su ciclo. Conformes en ello están los autores de nota, como Sahagun, Ixtlilxochitl, Acosta, Torquemada, Sigüenza, Boturini, Clavigero, Veytia, Gama, etc.: confírmanlo plenamente los Códices Telleriano Remense y Vati- cano, la pintura sincrónica de Tepechpan y de México, la pintura publicada por Aubin, así como varios escritos mexicanos de autores indios. Aceptado este punto de partida, todo el trabajo consiste en colocar el 1519 junto al ce acatl, y desarrollar paralelamen- te la serie de los años, hacia arriba y abajo, cuanto se quiera. Se determina el principio de los ciclos por esta autoridad. «La última fiesta solemne « que hicieron de este fuego nuevo, fué el año 1507; luciéronle con toda solemnidad por- « que no habian venido los españoles á esta tierra. El año de 1559 acabó la otra gavi- « lia de años, que ellos llaman toxiuhmolpia: en esta no hicieron solemnidad pública «porque ya los españoles y religiosos estaban en esta tierra, de manera que este año de «1566, anda en quince años de la gavilla que corre.»1 Confirman las pinturas este aserto, contándose entre ellas, el Códice Mendozino. Veamos si salen acordes estos datos. 1 Sahagun, tom. 1, pág. 347. 53 314 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Primer tlalpilli. II acatl 1507. III tecpatl 1508. IV calli 1509. V tochtli 1510. VI acatl 1511. VII tecpatl 1512. VIH calli 1513. IX tochtli 1514. X acatl 1515. XI tecpatl 1516. XII calli 1517. XIII toctli 1518. I acatl 1519. Segundo tlalpilli. II tecpatl 1520. III calli 1521. IV tochtli 1522. V acatl 1523. VI tecpatl 1524. VII calli 1525. VIII tochtli 1526. IX acatl 1527. X tecpatl 1528. XI calli 1529. XII tochtli 1530. XIII acatl 1531. I tecpatl 1532. Tercer tlalpilli. II calli 1533. III tochtli 1534. IV acatl 1535. V tecpatl 1536. VI calli 1537. VII tochtli 1538. VIII acatl 1539. IX tecpatl 1540. X calli 1541. XI tochtli 1542. XII acatl 1543. XIII tecpatl 1544. I calli 1545. Cuarto tlalpilli. II tochtli 1546. III acatl 1547. IV tecpatl 1548. V calli 1549. VI tochtli 1550. VII acatl 1551. VIII tecpatl 1552. IX calli 1553. X tochtli 1554. XI acatl 1555. XII tecpatl 1556. XIII calli 1557. I toctli 1558. La correspondencia, pues, es exacta. Advertiremos una concordancia importante; los bisiestos julianos concurren constantemente con los años del símbolo Tecpatl. Para la relación entre los dias, admitamos solo las dos fechas más autorizadas; el 2 de Febrero de Sahagun, y el 9 de Enero de Gama. En ninguno de los dos sistemas la fecha del primer año inicial de ciclo pouia quedar siempre la misma. Tomemos el caso más propicio, el del calendario astronómico, con la intercalación cada cuatro años. En un primer ciclo, todos los 52 años comenzarían en efecto por 9 de Enero y terminarian el 8 de Enero, supuesto que habia trece dias intercalares como en el calendario juliano; en el segundo ciclo tendrian igualmente la misma forma; pero como entonces el calen- dario azteca solo intercalaba doce dias, mientras el juliano conservábalos trece dias, re- sultaría un dia de diferencia, y el siguiente cehuehuetiliztli no comenzaría otra vez por 9 de Enero, sino por 8. Se aumentaría la diferencia de un dia, en cada ciclo en que se intercalaran solamente doce dias: por consecuencia, no es posible que los dias iniciales de todos los ciclos sean de la misma fecha. ' En el calendario civil resultaría lo mismo, aunque en otra forma. «El año mexica- « no, dice Humboldt, 1 comenzaba en el primer año xiuhrnolpüii, por el dia que en el «calendario gregoriano corresponde al 9 de Enero. El quinto, el noveno y el décimo- « tercero año del ciclo, empezaban respectivamente por el 8, 7 y 6 de Enero; en cada « año del signo tochtli perdian un dia los mexicanos, y por efecto de esta retrograda- « cion, el año calli de la cuarta indicción comenzaba el 27 de Diciembre, y finalizaba en «el solsticio de Invierno, el 21 de Diciembre, no teniendo en cuenta los cinco dias in- « útiles ó complementarios. Resulta de aquí que el último de los nemontemi llamado co- « huatl, culebra, y considerado como el dia más desgraciado, porque no pertenecia á «período alguno de trece dias, cayese al fin del ciclo en 26 de Diciembre, y que los tre- «ce dias intercalares trajesen de nuevo el principio del año al 9 de Enero. » Admitimos por bueno el cálculo, y le tenemos por perfecto, en el supuesto de ser tre- ce los dias intercalares; pero ¿podia suceder lo mismo en el ciclo en que tocaba interca- lar doce dias? En éste se suprimia un dia; el último dia del ciclo, con todo é intercalación, no podia volver al 8 de Enero, para que el siguiente ciclo comenzase á 9, sino que con- curriría con el 7 de Enero, y el año siguiente tendría por inicial el 8 de Enero del calen- dario juliano. Otra observación: la pérdida del dia no tenia lugar en el signo tochtli, 1 Vues des Cordilleres, tom. II, pág. 60. Resume lo que dice Gama, parte primera, pág. 52 y 76. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 315 sino en el tecpatl, que es el que concurre con los años bisiestos, y la diferencia en el dia inicial del año se haria sentir en los años del símbolo calli inmediato. Establecido el sistema en la forma que hemos visto, nos dice Gama: « Pero para.con- « cordar los datos de los españoles con los de los indios, en los tiempos anteriores á la «corrección gregoriana, es necesario tener. cuenta no solamente con los dias quehabian « retrocedido los indios, sino también con el error que tenia entonces el calendario de «los españoles: y sumando ambas diferencias, se sabrá con precisión, el dia que corres- « ponde » l De esta regla fundamental parte para examinar algunas fechas, que asegu- ra se resuelven en su cómputo, siendo imposibles en los demás. « Sea, por ejemplo, ase- gura en el lugar citado, el dia 8 de Noviembre de 1519, en que entró en México la ar- mada española, que los mexicanos dicen haber sido en el mes nombrado Quecholli del año ce Acatl, primero de la segunda indicción de su ciclo, en el cual habían omitido ya tres bisextos: sumando, pues, estos tres dias con la diferencia que hay entre 8 y 17 de Noviembre que debian contar los españoles (por llevar corridos entonces 9 dias comple- tos, que componen los 44 minutos que intercalaban de más en cada bisexto, desde el año 325, en que se celebró el sagrado concilio Niceno, hasta el 1500), la suma 12 aña- dida al dia 8 concurrirá con el dia 20 del propio mes; al cual corresponde precisamente en los calendarios mexicanos el dia 16 del mes Quecholli, nombrado 4 Cozcacuauhtli. Pero aquel año ce Acatl habia empezado tres dias antes del 9 de Enero: aunque el dia 16 del mes Quecholli y 4 Cozcacuauhtli coinciden con el 20 de Noviembre, se deben re- trotraer al 17 del mismo, que es el dia exacto que debian contar los españoles, supues- ta ya hecha la corrección que necesitaba el calendario juliano, de que entonces usaban. » Pasa á considerar la fecha de la prisión de Cuauhtemoc , fij ada por los mexicanos en el año Yei Calli, mes Tlaxochimaco, dia ce Cohuatl, acompañado Atl, y por los castellanos en 12 de Agosto 1521. Examina cómo no cuadra en ninguno de los ajenos sistemas; y como lo mismo suceda en el suyo, entra en largas explicaciones, divaga, y por último declara que la fecha no debe tomarse al pié de la letra. 2 « Hablando, pues, el primero « (Cristóbal del Castillo) metafóricamente, dice: que se acabó la guerra: perdió su dio*- « nidad é imperio Cuauhtemotzin, y se destruyeron los mexicanos y tlatilolcas, en aquel « dia, que por sus efectos debia contarse una culebra, cuyo acompañado fué el agua* «en el cual dijo el gran Tlalloc, que cesaria de una y otra parte la ominosa revolución « de la guerra, y que este fatal suceso fué en el año, que en la cuenta de sus ciclos se «enumeraba Yei Calli, tres casas. Esta es la genuina interpretación que debe darse al «sentido metafórico que contienen las palabras que van abajo asentadas. » 3 Este punto de la correspondencia es para nosotros el capital de la cuestión. Estamos absolutamente conformes en que deben llevarse en cuenta los bisiestos intercalados en el calendario juliano de cuatro en cuatro años, para añadirlos en el calendario mexica- no al fin de cada ciclo; pero nos parece inútil andar buscando el tiempo verdadero que los españoles debian contar, haciendo la corrección de lo que el año civil juliano excedia al trópico. Habia en verdad una diferencia en tiempo; el equinoccio habia retrogradado 1 Las dos piedras, primera parte, § 45, pág. 76. 2 Las dos piedras, primera parte, § 48 al 5i, pág. 79 á 83. 3 Ca iniquac tzonquiz in necaliliztli, in moman in chimalli; izceuh in teoatl tlachinolli inic poliuhque in Tenochca Tlalilolca. Auch calme! iquac in on calac Tonatiuh, yehuatl izcemilhuitonalpohualli: ca yehuatl izce Cohuatl, iniquechol atl oncan tlatoa in Huey Tlalloc moncahui yaomalinaltezahuitl. Auch impan initla pohualli in xíutlalpohualli ca yei Calli in xihuitl. En el citado MS. cap. 50. 316 ANALES DEL MUSEO NACIONAL y no se verificaba el 21 de Marzo; pero esto, que debía apreciarse en los cálculos astro- nómicos, nada tenia que ver con las fechas civiles. Cuando los castellanos contaban 8 de Noviembre, este dia y no otro ninguno era en su cómputo; no se le debe corregir, como no se corrigen las fechas de aquella época, permaneciendo siempre 8 de Noviem- bre: el viejo y el nuevo estilo solo existen después de la corrección gregoriana, á fin de llevar la relación entre las datas comunes, de los pueblos cristianos y los que, como los Rusos, conservan la antigua cuenta. Mas sea cual fuere la corrección que deba efectuarse, es absolutamente innegable; queda fuera de toda controversia, que si se encuentra una fecha cierta del calendario az- teca, que concuerde con otra también cierta del calendario juliano seguido por ios cas- tellanos, ambas concurrirán en un solo y mismo dia. Si tomando este punto de partida ambos calendarios se desarrollan paralelamente, no cabrá la menor duda en que su re- lación será auténtica y verdadera, al menos en el año que sirve de confrontación. Este procedimiento vamos á emplear, sin desalentarnos porque Gama diga, que el camino fué ya seguido sin resultado alguno satisfactorio. La fecha escogida precisamente es la desechada por Gama. Yei Calli, Tlaxochimaco, ce Cohuatl, acompañado Atl, con- cuerda con el 12 de Agosto 1521. Si de la comparación que emprendemos resulta un absurdo, la andamiada vendrá al suelo por su propia gravedad; si sale conforme con los principios establecidos, el problema quedará resuelto; la verdadera estructura del ca- lendario azteca quedará conocida. VIII NUESTRO SISTEMA. Estamos obligados á no dar un paso sin entrar en nueva discusión: la fecha estable- cida no es tan llana como parece. D. Hernando Cortés relata la prisión de Cuauhtemoc, así como la subsecuente entrevista, aumentando: «E yo le animé, y le dije, que no tu- « viese temor ninguno: y así preso este señor, luego en ese punto cesó la guerra, á la « cual plugo á Dios Nuestro Señor, dar conclusión martes, dia de Santo Hipólito, que «fueron trece de Agosto de mil, y quinientos, y veinte, y un años. » 1 Bernal Diaz es- cribe: «Prendióse Guatemuz y sus capitanes en 13 de Agosto, á hora de vísperas, dia de señor San Hipólito, año de 1521. » 2 — Por su parte Gomara nos dice: «De la ma- nera que dicho queda ganó Fernando Cortés á México Tenuchtitlan, martes á trece de Agosto, dia de San Hipólito, año de mil y quinientos y veinte y uno: en remembranza de tan gran hecho y victoria, hacen cada año semejante dia los de la ciudad, fiesta y procesión, en que llevan el pendón con que se ganó. > 3 — En efecto, esta costumbre de 1 Cartas enLorenzana, pág. 300. 2 Hist. verdadera, cap. CLVI. 3 Gomara, Crón. cap. CXXXXIII. ANALES DEL MUSEO NACIONAL. 317 sacar el pendón por la ciudad, el dia de San Hipólito trece de Agosto, tuvo lugar por primera vez en México el año 1528, según consta por el cabildo de 14 del mismo mes. x Torquemada2 acepta que la victoria fué á 13 de Agosto, aunque después expresa, « que algunos dicen, que se ganó la ciudad el dia de Santa Clara; pero que por no estar «entonces esta Santa en el calendario y tabla general del rezado, no la hallaron en ella «cuando quisieron notar el dia, y así pasaron al inmediato que se le sigue, donde están « los benditos Santos Hipólito y Casiano. » 3 — Yetancourt sigue opinión semejante escri- biendo: «Fué esta victoria martes 13 de Agosto dia de San Hipólito, aunque hay quien « diga, que la prisión fué á doce sobre tarde, y la publicación de las paces á trece año «de 1521.» 4 « Otra razón hubo, dice Gama, 5 para que se confundieran más los españoles, y no llegaran á conocer la correspondencia de los dias y meses de nuestro calendario con los de los indios, y es el dia que señalaron estos de la toma de la ciudad. En todas las his- torias escritas por ellos, así de los autores conocidos, como de los anónimos, se refiere esta data con el símbolo y carácter numérico ce Cohuatl. Unos hacen también mención del mes Tlaxochimaco. » El mismo Gama, quien parece haber hecho especial estudio acerca de este punto, menciona la historia de uno de los guerreros mexicanos que se hallaron en el cerco de México, y le sirve de guia la autoridad de Cristóbal del Casti- llo, quien «dice haber sido la prisión de Cuauhtemotzin por la tarde al ponerse el sol. «Auh ca huel iquac in oncalac Tonatiuh. » 6 «Rindiéronse los mexicanos, dice Sahagun,7 y departióse la guerra en la cuenta de los años que se dice tres casas, y en la cuenta de los dias en el signo que se llama ce Coatí. » Perplejos nos dejaron estas encontradas versiones, fundadas como están en respeta- bles autoridades. Meditando un poco creemos haber encontrado la solución del proble- ma. A hora de vísperas fué en realidad la prisión de Cuauhtemoc, tras la cual tuvo lu- gar la entrevista con D. Hernando, de donde se siguió la rendición de los guerreros mexicanos; pero acercándose la noche y presentando el cielo aparatos de lluvia, los cas- tellanos se retiraron á sus cuarteles, llevándose los prisioneros. «Luego el dia siguien- «te :'e mañana se pregonó la paz, y mandaron á los que estaban acorralados que salie- «sen seguramente, y libremente se fuesen á sus casas á reposar y consolar.» Este mis- mo dia se verificó segunda entrevista, en el mismo sitio en donde la anterior, entre Cortés y los tres reyes vencidos, Cuauhtemoc de México, Coanacoch de Texcoco y Tetle- panquetzaltzin de Tlacopan, para concertar el rendimiento y la sujeción, con la entre- ga del oro que en la ciudad habia, dándose orden en el modo que los señoríos quedaban y manera de recoger los tributos. 8 Las entrevistas fueron dos, y no una sola. Cortés, de quien tomó Gomara, y andando el tiempo Bernal Diaz, no menciona más del dia de la captura del rey: por un olvido, que nada tiene de extraño, omitió la segunda con- 1 Libros de Cabildo, 14 de Agosto 1528. 2 Monarq. indiana, lib. IV, cap. Gilí. 3 Dos piedras, pág. 80, nota. 4 Teatro mexicano, trat. 2, cap. X. 5 Las dos piedras, pág. 79. 6 Las dos piedras, pág. 81, nota. 7 Hist. general, lib. XII, cap. XL, primera edición. 8 Sahagun, lib. XII, cap. XLI de la segunda edic: cap. XL y XLI de la primera.— Torquemada, lib. IV, cap. Gil. 318 ANALES DEL MUSEO NACIONAL ferencia, ya por parecerle cosa de poco momento, ya por no hacer más abultada su re- lación: relata su conversación con Cuauhtemoc, y sin percibir que algo se le quedaba por decir, fijó la fecha del 13 de Agosto en que se publicó la paz, sin advertir en que recaía sobre el dia de la prisión: era una inadvertencia y nada más. Mucho más pun- tuales los historiadores mexicanos, como que se trataba de hechos muy capitales en su historia, consignaron en sus anales los sucesos verdaderos, distinguiendo acertadamen- te los dos dias, con sus propias fechas, el de la cautividad del monarca, y el de la pu- blicación de las paces: el primero fué lunes 12 de Agosto 1521, el segundo el martes 13 de Agosto, solemnizado después como dia verdadero del rendimiento de la ciudad y principio de la dominación española en México. Si al lector parecen livianas nuestras razones, vamos á darle una demostración ma- temática. Hé aquí el calendario formado bajóla base de que, lunes 12 de Agosto 1521 era al mismo tiempo ce Cohuatl del mes Tlaxochimaco. Colocadas ambas fechas una delante de otra, desarrollamos naturalmente hacia arriba y hacia abajo dos calendarios, juliano y mexicano, y veamos adonde nos conducen. YEI CALLÍ (TRES CASAS). AÑO 1521. Año «Ttiliano. Meses y dias trecenales. I. Itzgalli. Señores de la noche. Enero. Miércoles 30. 2 Ozomatli. Xiuhtecuhtli Tletl Jueves 31. 3 Malinalli. Tecpatl. ebrero. Viernes 1. 4 Acatl. Xóchitl. Sábado 2. 5 Ocelotl. Centeotl. Domingo 3. 6 Cuauhtli. Miquiztli. Lunes 4. 7 Cozcacuauhtli. Atl. Martes 5. 8 Ollin. Tlazolteotl. Miércoles 6. 9 Tecpatl. Tepeyollotli. Jueves 7. 10 Quiabuitl. Quiahuitl. Viernes 8. 11 Xóchitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Sábado 9. 12 Gipactli. Tecpatl. Domingo 10. 13 Ehecatl. Xóchitl. Lunes 11. 1 Calli. Centeotl. Martes 12. 2 Cuetzpalin. Miquiztli. Miércoles 13. 3 Cohuatl. Atl. Jueves 14. 4 Miquiztli. Tlazolteotl. Viernes 15. 5 Mazatl. Tepeyollotli. Sábado 16. 6 Tochtli. Quiahuitl. ' Domingo 17. 7 Atl. Xiuhtecuhtli Tletl. Lunes 18. 8 Itzcuintli. II. Atlacahualco. Tecpatl. Martes 19. 9 Ozomatli. Xóchitl. Miércoles 20. 10 Malinalli. Centeotl. Jueves 21. 11 Acatl. Miquiztli. Viernes 22. 12 Ocelotl. Atl. Sábado 23. 13 Cuauhtli. Tlazolteotl. . Domingo 24. 1 Cozcacuauhtli. Tepeyollotli. Lunes 25. 2 Ollin. Quiahuitl. Martes 26. 3 Tecpatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Miércoles 27. 4 Quiahuitl. Tecpatl. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 319 Año Juliano. Meses y días trecenales. Señores de la noche. Jueves 28. 5 Xóchitl. Xóchitl. Marzo. Viernes i. 6 Cipactli. Centeotl. Sábado 2. 7 Ehecatl. Miquiztli. Domingo 3. 8 Calli. Atl. Lunes 4. 9 Cuetzpalin. Tlazolteotl. Martes 5. 10 Cohuatl. Tepeyollotli. Miércoles 6. 11 Miquiztli. Quiahuitl. Jueves 7. 12 Mazatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Viernes 8. 13 Tochtli. Tecpatl. Sábado 9. 1 Atl. Xóchitl. Domingo 10. 2 Itzcuintli. III. Tlacaxipehualiztli. Centeotl. Lunes 11. 3 Ozomatli. Miquiztli. Martes 12. 4 Malinalli. Atl. Miércoles 13. 5 Acatl. Tlazolteotl. Jueves 14. 6 Ocelotl. Tepeyollotli. Viernes 15. 7 Cuauhtli. Quiahuitl. Sábado 16. 8 Cozcacuauhtli. Xiuhtecuhtli Tletl. Domingo 17. 9 Ollin. Tecpatl. Lunes 18. 10 Tecpatl. Xóchitl. Martes 19. 11 Quiahuitl. Centeotl. Miércoles 20. 12 Xóchitl. Miquiztli. Jueves 21. 13 Cipactli. Atl. Viernes 22. 1 Ehecatl. Tlazolteotl. Sábado 23. 2 Calli. Tepeyollotli. Domingo 24. 3 Cuetzpalin. Quiahuitl. Lunes 25. 4 Cohuatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Martes 26. 5 Miquiztli. Tecpatl. Miércoles 27. 6 Mazatl. Xóchitl. Jueves 28. 7 Tochtli. Centeotl. Viernes 29. 8 Atl. Miquiztli. Sábado 30. 9 Itzcuintli. IV. TOZOZTONTLI. Atl. Domingo 31. 10 Ozomatli. Tlazolteotl. Abril. Lunes 1. 11 Malinalli. Tepeyollotli. Martes 2. 12 Acatl. Quiahuitl. Miércoles 3. 13 Ocelotl. Xiuhtecuhtli Tletl. Jueves 4. 1 Cuauhtli. Tecpatl, Viernes o. 2 Cozcacuauhtli. Xóchitl. • Sábado 6. 3 Ollin. Centeotl. Domingo 7. 4 Tecpatl. Miquiztli. Lunes 8. 5 Quiahuitl. Atl. Martes 9. 6 Xóchitl. Tlazolteotl. Miércoles 10. « 7 Cipactli. Tepeyollotli. Jueves 11. 8 Ehecatl. Quiahuitl. Viernes 12. 9 Calli. Xiuhtecuhtli Tletl. Sábado 13. 10 Cuetzpalin. Tecpatl . Domingo 14. 11 Cohuatl. Xóchitl. Lunes 15. 12 Miquiztli. Centeotl. Martes 16. 13 Mazatl. Miquiztli. Miércoles 17. 1 Tochtli. Atl. Jueves 18. 2 Atl. Tlazolteotl. Viernes 19. 3 Itzcuintli. Tepeyollotli. 320 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Año Juliano. Meses y dias trccenales. V. HUEYTOZOZTLI. Señores de la noche. Sábado 20. 4 Ozomatli. Quiahuitl. Domingo 21. 5 Malinalli. Xiuhtecuhtli Tletl. Lunes 22. 0 Acatl. Tecpatl. Martes 23. 7 Ocelotl. Xóchitl. Miércoles 24. 8 Cuauhtii. Centeotl. Jueves 2o. 9 Cozcacuaubtli. Miquiztli. Viernes 26. 10 Ollin. Atl. Sábado 27. 11 Tecpatl. Tlazolteotl. Domingo 28. 12 Quiahuitl. Tepeyollotli. Lunes 29. 13 Xóchitl. Quiahuitl. Martes 30. 1 Cipactli. Xiuhtecuhtli Tletl Mayo. Miércoles 1. 2 Ebecatl. Tecpatl. Jueves 2. 3 Calli. Xóchitl. Viernes 3. 4 Cuetzpalin. Centeotl. Sábado 4. 5 Cohuatl. Miquiztli. Domingo 5. 0 Miquiztli. Atl. Lunes 6. 7 Mazatl. Tlazolteotl. Martes 7. 8 Tochtli. Tepeyollotli. Miércoles 8. 9 Atl. Quiahuitl. Jueves 9. 10 Itzcuintli. VI Toxc.m. Xiuhtecuhtli Tletl Viernes 10. 11 Ozomatli. Tecpatl. Sábado 11. 12 Malinalli. Xóchitl. Domingo 12. 13 Acatl. Centeotl. Lunes 13. 1 Ocelotl. Miquiztli. Martes 14. 2 Cuauhtii. Atl. Miércoles 15. 3 Cozcacuauhtli. Tlazolteotl. Jueves 10. 4 Ollin. Tepeyollotli. Viernes 17. 5 Tecpatl. Quiahuitl. Sábado 18. 0 Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl Domingo 19. 7 Xóchitl. Tecpatl. Lunes 20. 8 Cipactli. Xóchitl, Martes 21. 9 Ehecatl. Centeotl. Miércoles 22. 10 Calli. Miquiztli. Jueves 23. 11 Cuetzpalin. Atl. Viernes 24. 12 Cohuatl. Tlazolteotl. Sábado 25. 13 Miquiztli. Tepeyollotli. Domingo 26. 1 Mazatl. Quiahuitl. Lunes 27. 2 Tochtli. Xiuhteuhtli Tletl. Martes 28. 3 Atl. Tecpatl. Miércoles 29. 4 Itzcuintli. VII Etzacualiztli. Xóchitl. Jueves 30. 5 Ozomatli. Centeotl. Viernes 31. 0 Malinalli. Miquiztli. Junio. Sábado 1. 7 Acatl. Atl. Domingo 2. 8 Ocelotl. Tlazolteotl. Lunes 3. 9 Cuauhtii. Tepeyollotli. Martes 4. 10 Cozcacuauhtli. . Quiahuitl. Miércoles 5. 11 Ollin. Xiuhtecuhtli Tletl Jueves 6. 12 Tecpatl. Tecpatl. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 321 Aüo Juliano. Meses y dias trece Viernes 7. 13 Quiahuitl. Sábado 8. 1 Xóchitl. Domingo 9. 2 Cipactli. Lunes 10. 3 Ehecatl. Martes 11. 4 Calli. Miércoles 12. 5 Cuetzpalin. Jueves 13. 6 Cohuatl. Viernes 14. 7 Miquiztli. Sábado 15. 8 Maza ti. Domingo 16. 9 Tochtli. Lunes 17. 10 Atl. Martes 18. • 11 Itzcuintli. Señores de la noche. Xóchitl. Cenleotl. Miquiztli. Atl. Tlazol teotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. VIII. Tecuilhuitontli. Miércoles 19. 12 Ozomatli. Atl. Jueves 20. 13 Malinalli. Tlazolteotl. Viernes 21. 1 Acatl. Tepeyollotli. Sábado 22. 2 Ocelotl. Quiahuitl. Domingo 23. 3 Guauhtli. Xiuhtecuhtli Tletl, Lunes 24. 4 Cozcacuauhtli. Tecpatl. Martes 2o. 5 Ollin. Xóchitl. Miércoles 26. 6 Tecpatl. Centeotl. Jueves 27. 7 Quiahuitl. Miquiztli. Viernes 28. 8 Xóchitl. Atl. Sábado 29. 9 Cipactli. Tlazolteotl. Domingo 30. 10 Ehecatl. Tepeyollotli. Julio. Lunes 1. 11 Calli. Quiahuitl. Martes 2. 12 Cuetzpalin. Xiuhtecuhtli Tletl Miércoles 3. 13 Cohuatl. Tecpatl. Jueves 4. 1 Miquiztli. Xóchitl. Viernes 5. 2 Mazatl. Centeotl. Sábado 6. 3 Tochtli. Miquiztli. Domingo 7. 4 Atl. Atl. Lunes 8. 5 Itzcuintli. Tlazolteotl. IX. HUEYTECUILHUITL. Martes 9. 6 Ozomatli. Tepeyollotli. Miércoles 10. 7 Malinalli. Quiahuitl. Jueves 11. 8 Acatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Viernes 12. 9 Ocelotl. Tecpatl. Sábado 13. 10 Cuauhtli. Xóchitl. Domingo 14. 11 Cozcacuauhtli. Centeotl. Lunes 15. 12 Ollin. Miquiztli. Martes 16. 13 Tecpatl. Atl. Miércoles 17. 1 Quiahuitl. Tlazolteotl. Jueves 18. 2 Xóchitl. Tepeyollotli. Viernes 19. 3 Cipactli. Quiahuitl. Sábado 20. 4 Ehecatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Domingo 21. 5 Calli. Tecpatl. Lunes 22. 6 Cuetzpalin. Xóchitl. Martes 23. 7 Cohuatl. Centeotl. Miércoles 24. 8 Miquiztli. Miquiztli. Jueves 25. 9 Mazatl. Atl. Viernes 26. 10 Tochtli. 59 Tlazolteotl. 322 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Año Juliano. Meses y dias trecenales. Señores de la noche. Sábado 27. 11 Atl. Tepeyollotli. , Domingo 28. 12 Itzcuintli. X. Tlaxochimaco. Quiahuitl. Lunes 29. 13 Ozomali. Xiuhtecuhtli Tletl. Martes 30. 1 Malinalli. Tecpatl. Miércoles 31. 2 Acatl. Xóchitl. Agosto. Jueves 1. 3 Ocelotl. Centeotl. Viernes 2. 4 Cuauhtli. Miquiztli. Sábado 3. 5 Cozcacuauhtli. Atl. Domingo 4. 6 Ollin. Tlazolteotl. Lunes 5. 7 Tecpatl. Tepeyollotli. Martes 6. 8 Quiahuitl. Quiahuitl. Miércoles 7. 9 Xóchitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Jueves 8. 10 Cipactli. Tecpatl. Viernes 9. 11 Ehecatl. Xóchitl. Sábado 10. 12 Calli. Centeotl. Domingo 11. 13 Cuetzpalin. Miquiztli. Lunes 12. 1 Cohuatl. Atl. Martes 13. 2 Miquiztli. Tlazolteotl. Miércoles 14. 3 Mazatl. Tepeyollotli. Jueves 15. 4 Tochtli. Quiahuitl. Viernes 16. 5 Atl. Xiuhtecuhtli Tletl. Sábado 17. 6 Itzcuintli. XI. Xocohuetzi. Tecpatl. Domingo 18. 7 Ozomatli. Xóchitl. Lunes 19. 8 Malinalli. Centeotl. Martes 20. 9 Acatl. Miquiztli. Miércoles 21. 10 Ocelotl. Atl. Jueves 22. 11 Cuauhtli. Tlazolteotl. Viernes 23. 12 Cozcacuauhtli. Tepeyollotli. Sábado 24. 13 Ollin. Quiahuitl. Domingo 2o. 1 Tecpatl. Xiuhtecuhtli Tletl Lunes 26. 2 Quiahuitl. Tecpatl. Martes 27. 3 Xóchitl. Xóchitl. Miércoles 28. 4 Cipactli. Centeotl. Jueves 29. 5 Ehecatl. Miquiztli. Viernes 30. 6 Calli. Atl. Sábado 31. 7 Cuetzpalin. Tlazolteotl. Setiembre. Domingo 1. 8 Cohuatl. Tepeyollotli. Lunes 2. 9 Miquiztli. Quiahuitl. Martes 3. 10 Mazatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Miércoles 4. 11 Tochtli. Tecpatl. Jueves 5. 12 Atl. Xóchitl. Viernes 6. 13 Itzcuintli. XII. OCHPANIZTLI. Centeotl. Sábado 7. 1 Ozomatli. Miquiztli. Domingo 8. 2 Malinalli. Atl. Lunes 9. 3 Acatl. Tlazolteotl. Martes 10. 4 Ocelotl. Tepeyollotli. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 323 Año Juliano. Miércoles li. Jueves 12. Viernes 13. Sábado 14. Domingo 15. Lunes 16. Martes 17. Miércoles 18. Jueves 19. Viernes 20. Sábado 21. Domingo 22. Lunes 23. Martes 24. Miércoles 25. Jueves 26. Meses y diastrecenales. 5 Cuauhlli. 6 Cozcacuauhtli. 7 Ollin. 8 Tecpatl. 9 Quiahuitl. 10 Xóchitl. 11 Cipactli. 12 Ehecatl. 13 Calli. 1 Cuelzpalin. 2 Cohuatl. 3 Miquiztli. 4 Mazatl. 5 Tochtli. 6 Atl. 7 Itzcuintli. Señores de la noche. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazolleotl. Tepeyollotli. Quiahuill. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeoll. Miquiztli. Atl. XIII Teotleco. Viernes 27. Sábado 28. Domingo 29. Lunes 30. Octubre. Martes L Miércoles 2. Jueves 3. Viernes 4. Sábado 5. Domingo 6. Lunes 7. Martes 8. Miércoles 9. Jueves 10. Viernes 11. Sábado 12. Domingo 13. Lunes 14. Martes 15. Miércoles 16. 8 Ozomatli. 9 Malinallí. 10 Acatl. 11 Ocelotl. 12 Cuauhlli. 13 Cozcacuauhtli. 1 Ollin. 2 Tecpatl. 3 Quiahuitl. 4 Xóchitl. 5 Cipactli. 6 Ehecatl. 7 Calli. 8 Cuetzpalin. 9 Cohuatl. 10 Miquiztli. 11 Mazatl. 12 Tochtli. 13 Atl. 1 Itzcuintli. Tlazolteotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl, Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazolteotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazolleotl. Tepeyollotli. XIV Tepeilhuitl. Jueves 17. Viernes 18. Sábado 19. Domingo 20. Lunes 21. Martes 22. Miércoles 23. Jueves 24. Viernes 25. Sábado 26. Domingo 27. Lunes 28. Martes 29. Miércoles 30. 2 Ozomatli. 3 Malinallí. 4 Acatl.. 5 Ocelotl. 6 Cuauhlli. 7 Cozcacuauhtli. 8 Ollin. 9 Tecpatl. 10 Quiahuitl. 11 Xochill. 12 Cipactli. 13 Ehecatl. 1 Calli. 2 Cuetzpalin. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazolteotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. 324 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Año Juliano. Meses y dias trecenales. Jueves 31. 3 Cobuatl. Viernes 1. 4 Miquiztli. Sábado 2. 5 Mazatl. Domingo 3. 6 Tochtli. Lunes 4. 7 Atl. Martes 5. 8 Itzcuintli. XV QüECHOLLI. Miércoles 6. 9 Ozomatli. Jueves 7. 10 Malinalli. Viernes 8. 11 Acatl. Sábado 9. 12 Ocelotl. Domingo 10. 13 Cuauhtli. Lunes 11. 1 Cozcacuauhtli Martes 12. 2 Ollin. Miércoles 13. 3 Tecpatl. Jueves 14. 4 Quiabuitl. Viernes 15. 5 Xóchitl. Sábado 16. 6 Cipactli. Domingo 17. 7 Ehecatl. Lunes 18. 8 Calli. Martes 19. 9 Cuetzpalin. Miércoles 20. 10 Cobuatl. Jueves 21. 11 Miquiztli. Viernes 22. 12 Mazatl. Sábado 23. 13 Tochtli. Domingo 24. 1 Atl. Lunes 25. 2 Itzcuintli. Señores de la noche. Miquiztli. Atl. Tlazol teotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazol teotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiutecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazol teotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. XVI Panquezaliztli. Martes 26. Miércoles 27. Jueves 28. Viernes 29. Sábado 30. Diciembre. Domingo 1. Lunes 2. Martes 3. Miércoles 4. Jueves 5. Viernes 6. Sábado 7. Domingo 8. Lunes 9. Martes 10. Miércoles 11. Jueves 12. Viernes 13. Sábado 14. Domingo 15. 3 Ozomatli. 4 Malinalli. 5 Acatl. 6 Ocelotl. 7 Cuauhtli. 8 Cozcacuahtli. 9 Ollin. 10 Tecpatl. 11 Quiahuitl. 12 Xóchitl. 13 Cipatli. 1 Ehecatl. 2 Calli. 3 Cuetzpalin. 4 Cohuatl. 5 Miquiztli. 6 Mazatl. 7 Tochtli. 8 Atl. 9 Itzcuintli. Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazol teotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. Atl. Tlazol teotl. Tepeyollotli. Quiahuitl. Xiuhtecuhtli Tletl. Tecpatl. Xóchitl. Centeotl. Miquiztli. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 325 Año Juliano. Meses y dias trecenales. XVII Atemoztli. Señores de la noche. Lunes 16. 10 Ozomatli. Atl. Martes 17. 11 Malinalli. Tlazolleotl. Miércoles 18. 12 Acatl. Tepeyollotli. Jueves 19. 13 Ocelotl. Quiahuitl. Viernes 20. 1 Cuauhtli. Xiuhtecuhtli Tletl Sábado 21. 2 Cozcacuauhtli. Tecpatl. Domingo 22. 3 Ollin. Xóchitl. Lunes 23. 4 Tecpatl. Centeotl. Martes 24. 5 Quiahuitl. Miquiztli. Miércoles 25. 6 Xóchitl. . Atl. Jueves 26. 7 Cipactli. Tlazolteotl. Viernes 27. 8 Ehecatl. Tepeyollotli. Sábado 28. 9 Calli. Quiahuitl. - Domingo 29. 10 Cuetzpalin. Xiuhtecuhtli Tletl Lunes 30. 11 Cohuatl. Tecpatl. Martes 31. 12 Miquiztli. Xóchitl. Enero. Miércoles i. 13 Mazatl. Centeotl. Jueves 2. 1 Tochtli. Miquiztli. Viernes 3. 2 Atl. Atl. Sábado 4. 3 Itzcuintli. XVIII TiTITL. Tlazolteotl. Domingo 5. 4 Ozomatli. Tepeyollotli. Lunes 6. 5 Malinalli. Quiahuitl. Martes 7. 6 Acatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Miércoles 8. 7 Ocelotl. Tecpatl. Jueves 9. 8 Cuauhtli. Xóchitl. Viernes 10. 9 Cozcacuauhtli. Centeotl. Sábado 11. 10 Ollin. Miquiztli. Domingo 12. 11 Tecpatl. Atl. Lunes 13. 12 Quiahuitl. Tlazolteotl. Martes 14. 13 Xochiil. Tepeyollotli. Miércoles 15. 1 Cipactli. Quiahuitl. Jueves 16. 2 Ehecatl. Xiuhtecuhtli Tletl. Viernes 17. 3 Calli. Tecpatl. Sábado 18. 4 Cuetzpalin. Xóchitl, Domingo 19. 5 Cohuatl. Centeotl. Limes 20. 6 Miquiztli. Miquiztli. • Martes 21. 7 Mazatl. Atl. Miércoles 22. 8 Tochtli. Tlazolteotl. Jueves 23. 9 Atl. Tepeyollotli. Viernes 24. 10 Itzcuintli. Nemontemi. Sábado 25. 11 Ozomatli. Domingo 26. 12 Malinalli. Lunes 27. 13 Acatl. Martes 28. 1 Ocelotl. Miércoles 29. 2 Cuauhtli. Quiahuitl. 60 326 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Examinemos. El año tres Calli comienza con el dia inicial dos Ozomatli. Todos los meses empiezan por Ozomatli, llevando el número trecenal de la serie respectiva; tam- bién los nemontemi tienen por principio el Ozomatli. El año comienza y acaba por el mismo número trecenal. Los acompañados se desarrollan formando dos series iguales, que terminan al fin del noveno y del decimoctavo mes. Todo resulta según lo hemos venido indicando al principio. Y esto no puede ser una simple casualidad: porque es imposible admitir, que mezclados, relacionados y confundidos los dias, los meses, los años, las trecenas, los acompañados, salgan de una manera fortuita á un resultado cla- ro, ordenado y bien dispuesto y entendióle. Con esta prueba irrecusable demostramos á posteriori, cuanto habiamos avanzado á priori. Nuestro sistema aparenta ser el ver- dadero. Si así es exacto, queda resuelto definitivamente el problema, de cuál es el mes inicial del año, que tanto ha preocupado á los autores. Resumamos ahora las bases seguras de nuestro sistema, no sin incurrir en la falta de recaer en repeticiones. Los dias del mes son veinte, en esta forma: Cipactli. Miquiztli. Ozomatli. Cozcacuauhtli Ehecall. Mazatl. Malinalli. Ollin. Calli. Tochtli. Acatl. Tecpatl. Cuetzpalin. Atl. Ocelotl. Quiahuitl. Cohuail. Itzcuintli. Cuauhtli. Xóchitl. En el orden en que los hemos colocado, cada grupo lleva al frente los dias por los cuales comienzan los años, é indica los nemontemi correspondientes á los años respec- tivos del dia inicial Cipactli, Miquiztli, Ozomatli y Cozcacuauhtli. Los meses son diez y ocho; su nombre y la manera verdadera en que se suceden, es este: 1 Itzcalli. 7 Etzacualiztli. 13 Teotleco. 2 Atlacahualco. 8 Tecuilhuitontli. 14 Tepeilhuitl. 3 Tlacaxipehualiztli. 9 Hueytecuilhuitl. 15 Quecholli. 4 Tozoztontli. 10 Tlaxochiniaco. 16 Panquetzaliztli. 5 Hueytozoztli. 11 Xocohuetzi. 17 Atemoztli. 6 Toxcatl. 12 Ochpaniztli. 18 Titill. Como comprobación de que el año comenzaba por Itzcalli, tenemos los dichos de los intérpretes de los Códices Vaticano y Telleriano Remense, al referir la costumbre de to- mar por la cabeza á los niños y levantarlos en alto, gritando itzcalli, itzcalli, aviva, aviva. Otra congruencia señalaremos. «El Tlauquechol de los aztecas, que es la es- pátula color de rosa (Platalea aiaia de Lineo), pasa todos los años, por el mes de No- viembre, de los países setentrionales al Valle de México, por cuya causa los antiguos mexicanos dieron á su mes catorceno el nombre de Quecholli. » x De paso haremos notar, que la observación cabe en nuestro sistema mejor que en ninguno otro, supuesto que nuestro mes Quecholli, al que asignamos el decimoquinto lugar, cae íntegro dentro del mes de Noviembre. Los signos para denotar los años son: Tochtli, Acatl, Tecpatl, Calli, repetidos suce- sivamente; marcados con los números trecenales y repartidos en cuatro tlalpilli, forman el ciclo de 52 años, en la forma antes explicada. Cuando el ciclo comenzaba por Toch- 1 D. Jesús Sánchez, «La Naturaleza,» tom. 2, pág. 250. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 327 tli, el dia inicial de los años de este nombre era Oipactli; de los de Acatl, Miquiztli; de los Tecpatl, Ozomatli, y de los de Calli, Cozcacuauhtli; dando siempre al signo del dia el mismo número del año. Mas después que el comienzo del ciclo fué trasladado al orne Acatl, cambió la correspondencia en esta manera: al año Acatl pertenece Cipactli; al Tecpatl, Miquiztli; al Calli, Ozomatli; alTochtli, Cozcacuauhtli; pero el número trece- nal del dia inicial, es una unidad menor que el número que afecta al año: á año con el trecenal uno, corresponde el dia inicial con el número trece. Después de adoptada esta última corrección, el orden de los años del ciclo, con sus dias iniciales, quedó organi- zado en esta manera: Primer tlalpilli. II Acall, 1 Cipactli. III Tecpatl, 2 Miquiztli. IV Calli, 3 Ozomatli. V Tochtli, 4 Cozcacuauhtli. VI Acatl, 5 Cipactli. VII Tecpatl, 6 Miquiztli. VIII Calli, 7 Ozomatli. IX Tochtli, 8 Cozcacuauhtli. X Acatl, 9 Cipactli. XI Tecpatl, 10 Miquiztli. XII Calli, 11 Ozomatli. XIII Tochtli, 12 Cozcacuauhtli. I Acatl, 13 Cipactli. Tercer tlalpilli. II Calli, 1 Ozomatli. III Tochtli, 2 Cozcacuauhtli. IV Acatl, 3 Cipactli. V Tecpatl, 4 Miquiztli. VI Calli, 5 Ozomatli. VII Tochtli, 6 Cozcacuauhtli. VIII Acatl, 7 Cipactli. IX Tecpatl, 8 Miquiztli. X Calli, 9 Ozomatli. XI Tochtli, 10 Cozcacuauhtli. XII Acatl, II Cipactli. XIII Tecpatl, 12 Miquiztli. I Calli, 13 Ozomatli. Segundo tlalpilli. II Tecpatl, 1 Miquiztli. III Calli, 2 Ozomatli. IV Tochtli, 3 Cozcacuauhtli. V Acatl, 4 Cipactli. VI Tecpatl, 5 Miquiztli. VII Calli, 6 Ozomatli. VIII Tochtli, 7 Cozcacuauhtli. IX Acatl, 8 Cipactli. X Tecpatl, 9 Miquiztli. XI Calli, 10 Ozomatli. XII Tochtli, 11 Cozcacuauhtli. XIII Acatl, 12 Cipactli. I Tecpatl, 13 Miquiztli. Cuarto tlalpilli. II Tochtli, 1 Cozcacuauhtli. III Acatl, 2 Cipactli. IV Tecpatl, 3 Miquiztli. V Calli, 4 Ozomatli. VI Tochtli, 5 Cozcacuauhtli. VII Acatl, 6 Cipactli. VIII Tecpatl, 7 Miquiztli. IX Calli, 8 Ozomatli. X Tochtli, 9 Cozcacuauhtli. XI Acall, 10 Cipactli. XII Tecpatl, 11 Miquiztli. XIII Calli, 12 Ozomatli. I Tochtli, 13 Cozcacuauhtli. Los períodos trecenales ó triadecatéridas se deslizan por todos los dias de los meses, de los años y del ciclo, formando los períodos de 260 dias, iguales á 13X20. Cada uno de estos períodos comienza invariablemente por uno Cipactli y termina por trece Xó- chitl, repitiéndose constantemente en la misma forma hasta la conclusión del ciclo. Dentro de cada período, cada signo de los dias va afecto con un número trecenal, que en su completo desarrollo forma esta serie de trece términos: 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. De donde se infiere, que durante estos períodos fundamentales, ningún signo diurno va afecto dos veces con el mismo número de orden. Tomada la serie por un término cualquiera, se la completa con los términos anteriores, v. gr.: 328 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. Lo cual dará en todos los casos, los números trecenales que afectan un signo diurno cualquiera. Los meses constan de veinte dias; todos, en un año determinado, comienzan y acaban por los mismos dias, aunque no con los mismos números trecenales. En los años Acatl empiezan por Cipactli y acaban por Xóchitl; en los años Tecpatl, el dia inicial es Mi- quiztli y el final, Cohuatl; en los Calli, son respectivamente Ozomatli é Itzcuintli, y por último, en los Tochtli, Cozcacuauhtli y Cuauhtli. El dia inicial de los meses, afecto por los números trecenales, presentará la serie conocida de trece términos; mas como los meses son diez y ocho, la serie del año constará del mismo número de términos, ó mejor dicho, de diez y nueve, teniendo en cuenta que los nemontemi comienzan también por el mismo dia inicial de los meses. La serie para el signo diurno, inicial de los meses de un año, será: 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. No importa comenzar por un término cualquiera, porque la serie quedará íntegra si- guiendo el orden inflexible, v. gr.: 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. De aquí se infiere, que los trece primeros meses, que forman un período perfecto de 260 dias, no se pueden confundir entre sí; pero que los últimos cinco meses son la re- petición sucesiva de los cinco primeros: el decimocuarto igual al primero, el décimo- quinto igual al segundo, el decimosexto igual al tercero, el décimosétimo igual al cuar- to, el decimoctavo igual al quinto. Para evitar la confusión que de aquí resultaría, sirven los dueños, señores ó acom- pañados de la noche, que son nueve. 7 Tlazolteotl. 8 Tepeyollotli. 9 Qhiahuitl. Aunque en el calendario no llevan número de orden, nosotros se los hemos puesto para poder distinguirlos fácilmente, supuesto que el número indicará el signo de que se trata. Los acompañados, durante los trescientos dias del año, forman dos períodos com- pletos con los meses de 180 dias, 20X9. De aquí se sigue, que los acompañados délos nueve primeros meses, son exactamente iguales á los de los nueve meses últimos; pero como los dias trecenales son diversos, se seguirá, que durante el año, ningún signo diurno esté afecto con el mismo número de orden é idéntico acompañado. La forma de los señores de la noche, es igual para todos los años; el primer dia inicial va acompa- ñado en el primer mes por Xiuhtecuhtli Tletl, terminando el noveno mes con Quiahuitl; el décimo mes comenzará otra vez por Xiuhtecutli Tletl, finalizando el decimoctavo mes con Quiahuitl: los nemontemi no tienen acompañados. De esta forma inflexible se saca, cuál es el acompañado por el cual comienza cada mes de los diez y ocho del año: 1 Xiuhtecuhtli Tletl. 4 Centeotl. 2 Tecpatl. 5 Miquiztli 3 Xóchitl. 6 Atl. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 329 la serie que arrojan consta solo de nueve términos, repetidos los cuales darán el año en- tero. Los signos nocturnos iniciales de los diez y ocho meses, en todos los años, sin excepción, serán: 1. 3. 5. 7. 9. 2. 4. 6. 8=1. 3. 5. 7. 9. 2. 4. 6. 8. En medio de tantos períodos como se relacionan, se mezclan y conjuntamente se des- arrollan, presentando una inextricable confusión, reina una sencillez admirable, una claridad verdaderamente asombrosa: más fácil es formar un calendario azteca de un año cualquiera que se pida, que responder á la misma pregunta respecto de un calendario de la misma fecha, ya sea juliano ó gregoriano. Las reglas apuntadas hasta aquí, so- bran para nuestro intento. Supongamos que se nos demanda el calendario del año uno Acatl. Ocurriendo á la tabla del ciclo, el ce Acatl es el año decimotercero del primer tlalpilli; su dia inicial en el primer mes es trece Cipactli; todos los meses comenzarán por Cipactli y terminarán por Xóchitl; los números trecenales que afectarán á Cipactli en principio de cada uno de los meses y de los nemontemi, serán según la serie de los dias: 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. De principio á fin de cada mes se seguirá el orden de los números trecenales, sobre los veinte dias del mes. Los nemontemi serán: 9 Cipactli, 10 Ehecatl, 11 Calli, 12 Cuetzpalin, 13 Cohuatl: el año habrá terminado por el mismo número trecenal con que comenzó. Los acompañados son invariables para todos los años. Supongamos todavía, que se nos pida únicamente un mes determinado de cierto año, v. gr., el catorceno mes del año dos Tecpatl. Dos Tecpatl, primer año del segundo Tlalpilli; catorceno del ciclo de 52 años; tiene por inicial uno Miquiztli; todos los meses comenzarán por Miquiztli y terminarán por Cohuatl; la serie en ese año de los dias tre- cenales, es: 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. Si de esta serie tomamos el catorceno término y el mismo de la serie de los acompa- ñados, tendremos: XIV Tepeilhuitl. 1 Miquiztli, Quiahuitl. 11 Coscacuauhtli, Xiuhtecuhlli. 2 Mazall, Xiuhtecuhtli. 12 Ollin, Tecpatl. 3 Tochtli, Tecpatl. 13 Tecpatl, Xóchitl. 4 Atl, Xóchitl. 1 Quiahuitl, Genteotl. 5 Itzcuintli, Centeotl. 2 Xóchitl, Miquiztli. 6 Ozomatli, Miquiztli. 3 Cipactli, Atl. 7 Malinalli, Atl. 4 Ehecatl, Tlazolleotl. 8 Acatl, Tlazolteotl. 5 Calli, Tepeyollotli. 9 Ocelotl, Tepeyollotli. 6 Cuetzpalin, Quiahuitl. 10 Cuauhtli, Quiahuitl. 7 Cohuatl, Xiuhtecuhtli. De molde viene este ejemplo para patentizar cierta diferencia que tenemos estableci- 61 330 ANALES DEL MUSEO NACIONAL da. El mes decimocuarto es igual al primer mes, en cuanto al orden de los dias y los números trecenales, cambiando en los acompañados de la noche; en efecto, el primer término de la serie respectiva, no es el mismo que el decimocuarto, y el término uno nos confirma la regla general; el primer dia del año coincide con Xiuhtecuhtli Tletl. Ten- dremos bajo estos conceptos: I Itzcalli. 1 Miquizíli, Xiuhtecuhtli Tletl. 11 Cozcacuauhtli, Tecpatl. 2 Mazatl, Tecpatl. 12 Ollin, Xóchitl. 3 Tochtli, Xóchitl. 13 Tecpatl, Centeotl. 4 Atl, Centeotl. 1 Quiahuitl, Miquizíli. 5 Itzcuintli, Miquiztli. 2 Xóchitl, Atl. 6 Ozomatli, Atl. 3 Cipactli, Tlazolteotl. 7 Malinalli, Tlazolteotl. 4 Ehecatl, Tepeyollotli. 8 Acatl, Tepeyollotli. 5 Calli, Quialmitl. 9 Ocelotl, Quiahuill. 6 Cuetzpalin, Xiuhtecuhtli. 10 Cuauhtli, Xiuhtecuhtli. 7 Colmatl, Tecpatl. Los dias de un mismo año no pueden, pues, confundirse; • porque aunque lleven el mismo número trecenal, les distingue el diverso acompañado que les sigue. En la manera en que se puede formar un mes determinado, se puede buscar un solo dia del mes; ó encontrado el número trecenal de un signo diurno, señalar los trecena- les que le afectan durante todo el año. La fiesta secular ó cíclica en que se sacaba el fuego nuevo, tenia lugar en los tiem- pos primitivos al fin del año XIII Calli, último del cuarto tlalpilli, y por eso el signo cronográfico acompañaba al I Tochtli, indicando ser el primer año del ciclo. Después de hecha la corrección, el símbolo del fuego nuevo fué trasladado al II Acatl, verificán- dose la ceremonia al fin del I Tochtli, que del primer lugar del ciclo fué llevado al úl- timo. Terminado el año final del ciclo, entrados los cinco nemontemi, los mexicanos apagaban el fuego y rompian sus trastos y utensilios, pues si el mundo habia de aca- barse, inútil era todo ello. La ceremonia dfe encender el fuego sagrado se hacia ala media noche del último nemontemi. Torquemada, hablando de esta ceremonia, dice: « Llegados pues al lugar arriba dicho, si no era el punto de media noche, aguardaban á que lo fuese, lo cual conocian en que las Pléyadas, que son las que nosotros llamamos Cabrillas, estaban encumbradas en medio del cielo; porque era el tiempo de este jubileo cuando en el año salen estas estrellas, con el principio de la noche.»1 Adelante aumen- ta: «y para la certificación de esto, tomaban por señal el movimiento de las Cabrillas, ó Pléyadas, la noche de esta fiesta, que ellos llamaban Toxiuhmolpia, la cual (como de- cimos en otra parte) caía de tal manera, que las dichas Pléyadas ó Cabrillas, estaban en medio del cielo á la media noche, en respecto del horizonte mexicano, que comun- mente es el mes de Diciembre. Y en esta misma noche sacaban el fuego nuevo.»2 Estos asertos del escritor franciscano, no son, ni pueden ser verdaderos. Si confor- me á su autoridad, el año comenzaba á uno ó dos de Febrero, imposible resulta que fi- nalizara en Diciembre. Igualmente inexacta es la observación astronómica. Según los cálculos de mi buen amigo D. Francisco Jiménez, en 1507, último año en que tuvo lu- 1 Monarq. indiana, lib. X, cap. XXXIII. 2 Loco cit, lib. X, cap. XXXVI. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 331 gar la fiesta solemne del fuego nuevo, la estrella AJdebaran (L del Toro) tenia el 24 de Noviembre, la ascensión recta media, de 4h 8m, y una declinación de 15° 29' N.: en consecuencia,, aquella noche pasó por el meridiano de México á las 12h 2m de tiempo medio, con una distancia zenital de 3o 51' S. Así es que en Diciembre, y mucho me- nos mediado Enero, las Cabrillas no podian estar, «encumbradas en medio del cielo,» ni salir al principio de la noche. Ya habia hecho la misma observación Gama,1 quien fija el orto acrónico de las Pléyadas, en el horizonte de México, á las 6h 25m de la tar- de del primero de Noviembre, y escribe: «pero una hora poco más ó menos, antes de la verdadera media noche en que sacaban el fuego y hacian el sacrificio del cautivo, no era diferencia notable, mayormente cuando ellos no observaban con instrumento algu- no el tiempo en que llegaban puntualmente al meridiano, ni necesitaban de esta exac- titud para cumplir con su rito y ceremonia secular; bastándoles tener el movimiento de las Pléyadas, como una señal, que á poco más ó menos les diese á conocer la media no- che.» En efecto, las Pléyadas servian, así como otras estrellas, para determinar la ho- ra apetecida; pero ni el orto ni la culminación verdaderos entraban como elementos en la composición del calendario. La práctica, sin embargo, hace presumir, que la cere- monia de encender el fuego nuevo tuvo principio en una época en que las Pléyadas se encontraban precisamente en el zenit á la media noche. Nacido el sol del siguiente ciclo, con la certeza de que el mundo lograría de vida 52 años, los mexicanos empleaban los doce ó trece dias intercalares en fiestas y regocijos, y en reponer sus muebles y utensilios. Por tercera vez lo repetimos, la intercalación no se perfeccionaba á cabo del gran ciclo de 1040 años, como parece indicarlo Humboldt, sino que tenia lugar al fin de cada ciclo de 52 años, llegando á su complemento en el período de 260 años, ó sean 52x5. Después de las diversas correcciones de que ya di- mos noticia, la última que estaba rigiendo cuando fué descubierto México, disponia que los dias intercalares en los cinco ciclos del período fuesen sucesivamente 13, 12, 13, 12, 13, ó sean 63 dias en 260 años. Tomando el punto de partida que se quiera, la ope- ración se efectuaba de esta manera: El valor del año trópico 365d242264, en los 52 años del ciclo, se convierte en 18992d597728; los 365 dias del año azteca, en los mismos 52 años, añadidos los 13 dias intercalares, suben á 18993 dias; restando entre sí ambas cantidades, la diferencia 0d402272 expresará la fracción de día que por más contaban en sus cálculos los astró- nomos aztecas. Al fin del segundo ciclo, el valor del tiempo verdadero quedaba siempre 18992d597728; pero para los aztecas, que solo intercalaban doce dias, y que además contaban con la fracción antedicha por más, el tiempo quedaba representado por 18992d402272; por consiguiente, la diferencia 0d195456 explica la fracción de diaque los mexicanos anotaban de menos al fin de 104 años. Al terminar el tercer ciclo, el tiempo verdadero estaba representado por la cifra 18992d597728, más la diferencia aca- bada de encontrar, es decir, 18992d793184; se intercalaban 13 dias, 18993; la diferen- cia por más de 0d206816 es la sola subsistente al fin de los 156 años. En el cuarto ci- clo, el tiempo verdadero volvia á ser 18992d597728; los dias intercalares eran doce, más la fracción última, es decir, 18992d206816; la diferencia en menos 0d390912 es la subsistente á los 208 años. Por último, en el quinto ciclo el tiempo verdadero está re- presentado por 18992d988640; se intercalan trece dias, lo cual produce 18993; la di- 1 Las dos piedras, pág. 50, nota segunda. 332 ANALES DEL MUSEO NACIONAL ferencia por más 0C,011360 es finalmente el tiempo en que los aztecas diferian de los verdaderos cálculos astronómicos, al fin del ciclo sagrado de 260 años. Al terminar ca- da 260 años se acumularla la misma diferencia, hasta completar en millares de años un dia. IX EL CALENDARIO ASTRONÓMICO. Para terminar, abordemos las últimas cuestiones, y principalmente la estructura del calendario azteca en sí y en su relación con el calendario juliano. ¿Cuál era el punto as- tronómico que determinaba el año? Según las mejores autoridades respondemos, que el solsticio de Invierno. Torquemada 1 nos informa: « De tres fiestas que estos indios cele- braban á los dioses de las lluvias, llamados Tlaloques; era la última ésta, que les ha- cían en este mes sexto décimo, el cual corresponde á nuestro Diciembre, cuyo primer dia era el segundo del dicho Diciembre. La razón de ordenarles esta fiesta era, haber llegado el sol á lo más alto de su curso y carrera, que (como todos saben) á los veinte y uno de este mes hace curso, y vuelve á desandar lo andado.» Refiérese el cronista al mes Atemoztli; mas debemos advertir, que admitiéndole que el año comienza á prime- ro de Febrero, el decimosexto mes empezará á 28 de Noviembre para terminar en 17 de Diciembre, números que excluyen aquella conclusión. No siempre se detuvo Torquemada á concordar las contradicciones en que incurría, no obstante lo cual establece una verdad aseverando, que el mes Atemoztli comenzaba á dos y acababa á veintiuno de Diciembre solsticio de Invierno. Esta buena autoridad, apoyada en las doctrinas de Cristóbal del Castillo, sirvió de base á Gama para la forma- ción de su calendario. Toma por primer mes á Itzcalli, dándole por dia inicial el 9 de Enero; forma el cómputo de los años llevando en cuenta el cambio introducido por los dias intercalares, — «hasta el último del ciclo, que venia á coincidir su principio con el dia 27 2 de Diciembre, y á finalizar el último de los cinco dias nemontemi en el 26 del mismo Diciembre. Despreciados como inútiles, en sentir de los indios, estos cinco dias, daban fin al ciclo ó último año de él de 360 dias útiles; el 21 del mismo mes, que es el dia del solsticio hiemal.» 3 Pero á pesar de esta doctrina, el año invariable de Gama termina el 8 de Enero; comienza como debia por el mes Itzcalli, aunque en realidad adopta el Tititl, que es para nosotros el último mes. Admitimos como exacta la base del solsticio de Invierno, y que el mes Atemoztli te- nia como términos el 2 y el 21 de Diciembre; pero discrepamos, en creer que esta re- lación se dejase por establecer hasta el fin del ciclo. Nos fundamos, fuera de otros da- tos, en que una base tan fundamental no debia dejarse de una manera vaga, sujeta á cambios. En cuanto á que el mes Atemoztli fuera el último del año, no hay razón para 1 Monarq. indiana, lib. X, cap. XXVIII. 2 En lugar de 27 debia decir, veintiuno. 3 Las dos piedras: véanse los párrafos 34, 35, y principalmente el 37. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 333 adoptarlo, estando ya demostrado lo contrario, en el lugar respectivo. Esto supuesto, la verdadera forma del calendario, y su correspondencia con el calendario juliano es ésta: I Itzcalli, comienza á 16 de Enero. II Allacahualco, 5 de Febrero. III Tlacaxipehualiztli, 2o de Febrero. IV Tozoztonlli, 17 de Marzo. V Hueylozoztli, 6 de Abril. VI Toxcall, 26 de Abril. VII Etzacualiztli, 16 de Mayo. VIII Tecuilhuitonlli, 5 de Junio. IX Hueylecuillmitl, 25 de Junio. X Tlaxochimaco, 15 de Julio. XI Xocohuetzi, 4 de Agosto. XII Ochpaniztli, 24 de Agosto. XIII Teotleco, 13 de Setiembre. XIV Tepeilhuitl, 3 de Octubre. XV Quecbolli, 23 de Octubre. XVI Panqué tzaliztli, 12 de Noviembre. XVII Atemoztli, 2 de Diciembre. XVIII Tititl, 22 de Diciembre. Tititl terminaba á 10 de Enero; contábanse los nemontemi en 11, 12, 13, 14 y 15; el inmediato 16 de Enero principiaba el nuevo año. Tal es la forma y correspondencia que nos resulta, así para el calendario astronó- mico como para el ritual; mas con esta diferencia. El calendario astronómico se desar- rolla en la forma que tenemos establecida; pero como la intercalación se verificaba de cuatro en cuatro años, la correspondencia no se trastornarla respecto del calendario ju- liano, con el cual iria acorde. Esto, sin embargo, solo tenia lugar durante los ciclos en que se intercalaban trece dias, pues en los ciclos en que esa misma intercalación era de doce dias, sobrevenia un dia de diferencia, lo cual interrumpía la relación primera. En el período de 260 años se intercalaban 63 dias en el sistema azteca, mientras en el juliano esa misma cifra subia á 65: luego durante cada uno de los periodos místicos de 260 años, se introducía una diferencia constante de dos dias, la cual iria acumulándo- se indefinidamente. Aunque en el calendario ritual se hacia la intercalación al fin del ciclo, resultarla que éste y el astronómico terminaban en el mismo dia, coincidían de nuevo en el mismo punto, y ambos volvian á principiar á 16 de Enero, desaparecien- do todas las desigualdades introducidas. En el calendario astronómico todos los años del ciclo comenzarían por la misma fecha, la cual no cambiaría sino en los ciclos en que la intercalación fuese de doce dias, mientras en el calendario ritual la fecha inicial se trastornaría en un dia al cabo de cada cuatro años. La correspondencia verdadera entre los calendarios azteca y juliano, establecida arri- ba, es á nuestro entender la exacta, teniendo que llevar en cuenta los dias de diferen- cia introducidos en el periodo de 260 años. De aquí resulta una deducción sin réplica: mientras que el cómputo de los mexicanos, por medio de sus correcciones, marcaba siempre el tiempo astronómico verdadero, el juliano se alejaba más y más del equinoc- cio de primavera; habia, pues, entrambos una diferencia en tiempo. ¿Cuál era entonces esta diferencia? Si nuestro sistema es cierto, todos los puntos que vamos estableciendo, deben estar en perfecta armonía; la diferencia la arrojará con evi- dencia la muestra del calendario adoptada antes, en la cual el año yei calli comenzó á 30 de Enero 1521. Para darnos completa cuenta formemos el ciclo entero, indicando la correspondencia de los años conforme la tenemos ya encontrada, con expresión del dia inicial de cada año. Tendremos: II Acatl 1507, 3 de Febrero. III Tecpatl 1508, 3 de Febrero. IV Calli 1509, 2 de Febrero. V Tochtli 1510, 2 de Febrero. II Calli 1533, 27 de Enero. III Tcchtli 1534, 27 de Enero. IV Acatl 1535, 27 de Enero. V Tecpatl 1536, 27 de Enero. 62 334 ANALES DEL MUSEO NACIONAL VI Acatl 1511, 2 de Febrero. VII Tecpatl 1512, 2 de Febrero. VIII Calli 1513, 1 de Febrero. IX Tochtli 1514, 1 de Febrero. X Acatl 1515, 1 de Febrero. XI Tecpatl 1516, 1 de Febrero. XII Calli 1517, 31 de Enero. XIII Tochtli 1518, 31 de Enero. I Acatl 1519, 31 de Enero. II Tecpatl 1520, 31 de Enero. III Calli 1521, 30 de Enero. IV Tochtli 1522, 30 de Enero. V Acatl 1523, 30 de Enero. VI Tecpatl 1524. 30 de Enero. VII Calli 1525, 29 de Enero. VIII Tochtli 1526, 29 de Enero. IX Acatl 1527, 29 de Enero. X Tecpatl 1528, 29 de Enero. XI Calli 1529, 28 de Enero. XII Tochtli 1530, 28 de Enero. XIII Acatl 1531, 28 de Enero. I Tecpatl 1532, 28 de Enero. VI Calli 1537, 26 de Enero. VII Tochtli 1538, 26 de Enero. VIII Acatl 1539, 26 de Enero. IX Tecpatl 1540, 26 de Enero. X Calli 1541, 25 de Enero. XI Tochtli 1542, 25 de Enero. XII Acatl 1543, 25 de Enero. XIII Tecpatl 1544, 25 de Enero. I Calli 1545, 24 de Enero. II Tochtli 1546, 24 de Enero. III Acatl 1547, 24 de Enero. IV Tecpatl 1548, 24 de Enero. V Calli 1549, 23 de Enero. VI Tochtli 1550, 23 de Enero. VII Acatl 1551, 23 de Enero. VIII Tecpatl 1552, 23 de Enero. IX Calli 1553, 22 de Enero. X Tochtli 1554, 22 de Enero. XI Acatl 1555, 22 de Enero. XII Tecpatl 1556, 22 de Enero. XIII Calli 1557, 21 de Enero. I Tochtli 1558, 21 de Enero. Observando la tabla se desprenden estas conclusiones. Cuatro años consecutivos Ca- lli, Tochtli, Acatl, Tecpatl llevan el mismo dia inicial; concurriendo con Tecpatl los bi- siestos julianos, aunque Tecpatl comienza por la misma fecha de las anteriores, contan- do un dia menos que el bisiesto, termina por consecuencia un dia antes que éste, deter- minando que el Calli siguiente empiece un dia antes que el anterior de su nombre. La correspondencia entre el principio de los años cambia un dia por cada bisiesto, ó sean tre- ce variaciones en unos ciclos, doce solamente en otros. Suponiendo un ciclo de trece bisiestos, tendremos: II Acatl, inicial del ciclo, empezó por tres de Febrero; el último año I Tochtli 1558 comenzó por 21 de Enero, terminan- do el quinto de sus nemontemi en 20 de Enero 1559; en la noche de este dia debió tener lugar la fiesta cíclica del fuego nuevo, siguiéndose luego la intercalación de los trece dias, que se contaron del 21 de Enero al 2 de Febrero, de manera que el inme- diato II Acatl 1559 empezó otra vez por 3 de Febrero. En uno de estos ciclos no exis- tia diferencia alguna. No acontecia lo mismo en los ciclos cuya intercalación constaba de doce dias. Comenzando el II Acatl á 3 de Febrero, el I Tochtli correría del 21 de Enero 1558 al 20 de Enero 1559; mas como se intercalaban solo doce dias, que se contarían del 21 de Enero al primero de Febrero, el siguiente II Acatl 1559 comenzaría, no á tres sino á dos de Febrero. Se nos presenta esta dificultad: ¿el ciclo que vamos examinando recibió trece ó doce dias intercalares? Resuelve el problema la autoridad que tanto nos preocupó del P. Sahagun, quien asegura que consultado el caso por muchos dias en Tlatelolco, así con los ancianos como con los estudiantes, todos concluyeron diciendo: que comenzaba el año el segundo dia de Febrero. Este dicho, de muy grave peso, por dimanar en esta materia del P. Sahagun, y que cobra todavía mayor firmeza como resolución tomada en una asamblea caracterizada, confirma plenamente nuestros asertos. En efecto, la concordancia del dos de Febrero se referia al ciclo en que tenia lugar la consulta, es de- cir, al II Acatl 1559. Ahora bien, el II Acatl 1507 concurrió con el tres de Febrero; so- lo recibió doce dias intercalares, porque si hubiera admitido trece, el siguiente ciclo ha- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 335 bria empezado también por tres de Febrero; comenzó por dos, no queda duda alguna en que fueron solo doce los dias complementarios. Definitivamente podemos asegurar, que la intercalación en los cinco ciclos del período de 260 años era esta: II Acatl 1351, trece dias intercalares, principió á 4 de Febrero. II Acatl 1403, doce dias intercalares, 4 de Febrero. II Acatl 1455, trece dias intercalares, 3 de Febrero. II Acatl 1507, doce dias intercalares, 3 de Febrero. II Acatl 1559, trece dias intercalares, 2 de Febrero. Todos los períodos anteriores y posteriores guardarán el mismo orden, teniendo en cuenta, que como al principio y al fin de cada período se reúnen dos ciclos de trece dias intercalares, tres ciclos consecutivos tendrán el mismo día inicial. Desde que el principio del ciclo fué trasladado al II Acatl, siguiendo la corrección de Quetzalcoatl, hasta el ciclo en que tuvo lugar la corrección gregoriana, el principio de cada ciclo fué: II Acatl 1091, trece dias, 6 de Febrero. II Acatl 1143, doce dias, 6 de Febrero. II Acatl 1195, trece dias, 5 de Febrero. II Acatl 1247, doce dias, 5 de Febrero. II Acatl 1299, trece dias, 4 de Febrero. II Acatl 1351, trece dias, 4 de Febrero. II Acatl 1403, doce dias, 4 de Febrero. II Acatl 1455, trece dias, 3 de Febrero. II Acatl 1507, doce dias, 3 de Febrero. II Acatl 1559, trece dias, 2 de Febrero. Veamos esta otra demostración. Si nuestros cálculos van acertados, supuesto que el calendario azteca estaba ajustado al tiempo astronómico, mientras el cómputo juliano se alejaba más y más de la exactitud, ambos deberán de coincidir en el mismo punto al verificarse la corrección gregoriana. Para ello proseguiremos la correspondencia de los años aztecas, acompañados del año de la Era vulgar y de su dia inicial. Tendremos: II Acatl 1559, 2 de Febrero. III Tecpatl 1560, 2 de Febrero. IV Calli 1561, 1 de Febrero. V Tochtli 1562, 1 de Febrero. VI Acatl 1563, 1 de Febrero. VII Tecpatl 1564, 1 de Febrero. VIII Calli 1565, 31 de Enero. IX Tochtli 1566, 31 de Enero. X Acatl 1567, 31 de Enero. XI Tecpatl 1568, 31 de Enero. XII Calli 1569, 30 de Enero. XIII Tochtli 1570, 30 de Enero. I Acatl 1571, 30 de Enero. II Tecpatl 1572, 30 de Enero. III Calli 1573, 29 de Enero. IV Tochtli 1574, 29 de Enero. V Acatl 1575, 29 de Enero. VI Tecpatl 1576, 29 de Enero. VII Calli 1577, 28 de Enero. VIII Tochtli 1578, 28 de Enero. IX Acatl 1579, 28 de Enero. X Tecpatl 1580, 28 de Enero. XI Calli 1581, 27 de Enero. XII Tochtli 1582, 27 de Enero. Con el año XII Tochtli, décimoprimero del segundo tlalpilli, en el sexto ciclo de la Era de México, coincidió el 1582 de la Era cristiana, en que tuvo lugar la última cor- rección del calendario de las naciones civilizadas de Europa. En el año 1582 aconte- ció el equinoccio de Primavera á 11 de Marzo, es decir, diez dias antes de lo que debia, ya que el concilio de Nicea, celebrado en 325, tenia dispuesto que aquel fenómeno ce- leste concurriera siempre con el 21 de Marzo. Para quitar el error dispuso el Papa 336 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Gregorio XIII, que el dia siguiente al jueves 4 de Octubre, no se contara cinco, sino viernes quince de Octubre. Formemos ahora nuestro calendario azteca XII Tochtli, dándole la correspondencia con el calendario juliano. El XII Tochtli lleva por dia inicial el once Cozcacuauhtli. La serie de los números trecenales que afectan á Cozcacuauhtli al principio de los meses y de los nemontemi, será: 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. El 11 Coscacuauhtli coincidió con el 27 de Enero; pero como vamos á hacer la cor- rección verdadera, teniendo en cuenta que habian pasado once dias intercalados de más en el calendario juliano, que no lo habian sido en el azteca, y que se suprimieron diez dias más en la corrección gregoriana, quedando reducido el año á 355 dias, á fin de no mutilar también nuestra cuenta tenemos que llevar el principio del año al 6 de Enero. En este supuesto, tendremos: I Itzcalli, 6 de Enero. VIII Tecuilhuitontli, 26 de Mayo. II Atlacahualco, 26 de Enero. IX Hueytecuilhuitl, 15 de Junio. III Tlacaxipehualiztli, 15 de Febrero. X Tlaxochimaco, 5 de Julio. IV Tozoztontli, 7 de Marzo. XI Xocohuetzi, 25 de Julio. V Hueytozoztli, 27 de Marzo. XII Ochpaniztli, 14 de Agosto. VI Toxcatl, 16 de Abril. XIII Teotleco, 3 de Setiembre. VII Etzacualiztli, 6 de Mayo. XIV Tepeilhuitl. Setiembre. Domingo 23. 11 Cozcacuauhtli. Quiahuitl. Lunes 24. 12 Ollin. Xiuhtecuhtli Tletl Martes 25. 13 Tecpatl. Tecpatl. . Miércoles 26. 1 Quiahuitl. Xóchitl. Jueves 27. 2 Xóchitl. Centeotl. Viernes 28. 3 Cipactli. Miquiztli. Sábado 29. 4 Ehecatl. Atl. Domingo 30. 5 Calli. Tlazolteotl. Octubre. Lunes 1. 6 Cuetzpalin. Tepeyollotli. Martes 2. 7 Cohuatl. Quiahuitl. Miércoles 3. 8 Miquiztli. Xiuhtecuhtli Tletl. Jueves 4. 9 Mazatl. Tecpatl. Viernes 15. 10 Tochtli. Xóchitl. Sábado 16. 11 Atl. Centeotl. Domingo 17. 12 Itzcuintli. Miquiztli. Lunes 18. 13 Ozomatli. Atl. Martes 19. 1 Malinalli. Tlazolteotl. Miércoles 20. 2 Acatl. Tepeyollotli. Jueves 21. 3 Ocelotl. Quiahuitl. Viernes 22. 4 Cuauhtli. Xiuhtecuhtli Tletl. XV Quecholli, 23 de Octubre. XVII Atemoztli, 2 de Diciembre. XVI Panquezaliztli, 12 de Noviembre. XVIII Tititl, 22 de Diciembre. Nemontemi. Enero. Martes 11. 7 Cozcacuauhtli. Miércoles 12. 8 Ollin. Jueves 13. 9 Tecpatl. Viernes 14. 10 Quiahuitl. Sábado 15. 11 Xóchitl. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 337 El siguiente año XIII Acatl, con su dia inicial doce Cipactli, comenzó por el domin- go 16 de Enero de 1583, fecha á la cual referimos el verdadero comienzo del año az- teca. De entonces acá, el calendario astronómico va igual y no discrepa del gregoriano, supuesto hacerse la intercalación de cuatro en cuatro años; respecto del calendario ri- tual, habría que tener en cuenta los dias no intercalados para ajustar la corresponden- cia exacta. La supresión de los dias cayó en el XIV mes mexicano Tepeilhuitl, y el viernes 15 de Octubre concurrió con el dia 10 Tochtli, acompañado de Xóchitl. Por último, todo año azteca ocupa las fechas de un año gregoriano, desde el 16 de Enero hasta el 31 de Diciembre, y más los quince primeros dias del año siguiente; así, un año mexicano po- drá presentar, en ciertas fechas, concordancias con dos años distintos, aunque sucesivos de nuestra cuenta cronológica. Para facilitar la formación de los diversos calendarios aztecas, ponemos en seguida algunas tablas. PRIMERA TABLA. RELACIÓN ENTRE LOS DIAS DEL MES Y EL PERIODO TRECENAL. i— i i— i B > > >■ >■ > d x X H 1— H > X t— i > X > X aa 1 Cipactli. 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 2 Ehecatl. 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 3 Calli 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 4 Cuetzpalin. 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 5 Cohuatl. 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 6 Miquiztli. 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 7 Mazatl. 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 8 Tochtli. 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 9 Atl. 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 10 Itzcuintli. 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 11 Ozomatli. 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 12 Malinalli. 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 13 Acatl. 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 14 Ocelo ti. 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 15 Cuauhtli. 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 16 Cozcacuauhtli. 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 17 Ollin. 4 11 5 12 6 13 7 1 8. 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 18 Tecpatl. S 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 19 Quiahuitl. 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 20 Xóchitl. 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 Los números romanos indican los diez y ocho meses, expresando la última columna los respectivos nemontemi. Si al margen de la izquierda se coloca una lista móvil, con los nombres de los dias, y se aplica el inicial del año junto al número trecenal de que va afecto, se obtendrá inmediatamente el año entero: en efecto, la línea horizontal da- rá el principio de los meses; cada uno de éstos estará compuesto de la parte que le to- ca en una columna, con su completo en la siguiente; teniéndose íntegros los trecenales que acompañan á todos los símbolos diurnos en el año. 63 338 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 9 2 SEGUNDA TABLA. LOS SEÑORES DE LA NOCHE. — a — — > > > i— i > >■ tí x X X ¡3 > X • > X >■ X X X 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 7 9 2 4 6 8 i 3 0 7 9 2 4 6 8 1 3 5 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 3 5 7 9 2 4 6 8 I 3 5 7 9 2 4 6 8 i 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 I 3 5 7 9 2 4 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 8 1 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 6 8 7 9 6 8 1 5 5 7 6 8 7 9 9 2 6 8 6 8 9 2 I 3 5 7 6 8 7 9 Los números romanos indican los diez y ocho meses: aunque los acompañados no llevan número de orden, como tenemos dicho, les distinguimos con las cifras arábigas á fin de reconocerles. La tabla es perpetua y sirve para todos los años, sea cual fuere el símbolo anual y el dia por el cual comience. A primera vista se obtiene el orden de los acompañados en cada mes, y se tendrá el acompañado del dia que se quiera. TERCERA TABLA. CORRESPONDENCIA ENTRE LOS DÍAS— AÑO COMÚN. m o O O o u .o V — o • - ~ es a < > - t-> — «3 o. 2 £ = i — i ó a p na 3 3 X h— 1 • 2 O x X O O «3 X .¿a 23 c ¡a X o x. o SS .2 = X a .o O X o t-, 11 i! > X .2 3 X ■ a 3 5 Q > X ca X o h 0 a H o 16 5 25 17 6 26 16 5 25 15 4 24 13 3 23 12 2 22 11 31 17 6 26 18 7 27 17 6 26 16 5 25 14 4 24 13 3 23 12 1 18 7 27 19 8 28 18 7 27 17 6 26 15 5 25 14 4 24 13 2 19 8 28 20 9 29 19 8 28 18 7 27 16 6 26 15 5 25 14 3 20 9 1 21 10 30 20 9 29 19 8 28 17 7 27 16 6 26 15 4 21 10 2 22 11 1 21 10 30 20 9 29 18 8 28 17 7 27 16 5 22 11 3 23 12 2 22 11 1 21 10 30 19 9 29 18 8 28 17 6 23 12 4 24 13 3 23 12 2 22 11 31 20 10 30 19 9 29 18 7 24 13 5 25 14 4 24 13 3 23 12 1 21 11 31 20 10 30 19 8 25 14 6 26 15 5 25 14 4 24 13 2 22 12 1 21 11 31 20 9 26 15 7 27 16 6 26 15 5 25 14 3 23 13 2 22 12 1 21 10 27 16 8 28 17 7 27 16 6 26 15 4 24 14 3 23 13 2 22 11 28 17 9 29 18 8 28 17 7 27 16 5 25 45 4 24 14 3 23 12 29 18 10 30 19 9 29 18 8 28 17 6 26 16 5 25 15 4 24 13 30 19 11 31 20 10 30 19 9 29 18 7 27 17 6 26 16 5 25 14 31 20 12 1 21 11 31 20 10 30 19 8 28 18 7 27 17 6 26 15 1 21 13 2 22 12 1 21 11 31 20 9 29 19 8 28 18 7 27 16 2 22 14 3 23 13 2 22 12 1 21 10 30 20 9 29 19 8 28 17 3 23 15 4 24 14 3 23 13 9 — 22 11 1 21 10 30 20 9 29 18 24 16 5 25 15 4 24 14 23 12 2 22 11 1 21 10 30 19 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 330 CUARTA TABLA. CORRESPONDENCIA ENTRE LOS DÍAS.— AÑO BISIESTO. t 6 5 E a o ai o ►— 1 > .a •< .o «¡ ©. 2 .2 "3 "-3 3 3 X ^ © 6 o So X c .a X V o -a o U a JO fl> ai X A 0 V O u Ja II X 1 o • -o a o 5 X So- -- X ó E 5 a H S M Í5 © C 4» Uta 16 5 25 16 5 25 15 4 24 14 3 23 12 2 22 11 1 21 10 30 17 6 26 17 6 26 16 5 25 15 4 24 13 3 23 12 2 22 11 31 18 7 27 18 7 27 17 6 26 16 5 25 14 4 24 13 3 23 12 1 19 8 28 19 8 28 18 7 27 17 6 26 15 5 25 14 4 24 13 2 20 9 29 20 9 29 19 8 28 18 7 27 16 6 26 15 5 25 14 3 21 10 i 21 10 30 20 9 29 19 8 28 17 7 27 16 6 26 15 4 22 11 2 99 11 1 21 10 30 20 9 29 18 8 28 17 7 27 16 5 23 12 3 23 12 2 22 11 1 21 10 30 19 9 29 18 8 28 17 6 24 13 4 24 13 3 23 12 2 22 11 31 20 10 30 19 9 29 18 7 25 14 5 25 14 4 24 13 3 23 12 1 21 11 31 20 10 30 19 8 26 15 6 26 15 5 25 14 4 24 13 2 22 12 1 21 11 31 20 9 27 16 7 27 16 6 26 15 5 25 14 3 23 13 2 22 12 1 21 10 28 17 8 28 17 7 27 16 6 26 15 4 24 14 3 23 13 2 22 11 29 18 9 29 18 8 28 17 7 27 16 5 25 15 4 24 14 3 23 12 30 19 10 30 19 9 29 18 8 28 17 6 26 16 5 25 15 4 24 13 31 20 11 31 20 10 30 19 9 29 18 7 27 17 6 26 16 5 25 14 1 21 12 1 21 11 31 20 10 30 19 8 28 18 7 27 17 6 26 15 2 22 13 2 22 12 1 21 11 31 20 9 29 19 8 28 18 7 27 16 3 23 14 3 23 13 2 22 12 1 21 10 30 20 9 29 19 8 28 17 4 24 15 4 24 14 3 23 13 2 22 11 1 21 10 30 20 9 29 18 Esta y las anteriores tablas están destinadas á encontrar la correspondencia entre los años aztecas y julianos y gregorianos. Ordenadas por los veinte dias de los meses me- xicanos, en la cabeza los números romanos indican estos mismos meses, acompañados de los del calendario actual; lleva además otra columna para los nemontemi y una úl- tima suplementaria, que en algunos casos será indispensable: las líneas verticales son el desarrollo de las fechas de un año dado y de parte del siguiente. Sabido el dia inicial de un año méxica y su correspondiente en nuestros años actuales, colocados uno al lado de otro, la línea horizontal suministrará el principio de cada mes; la línea vertical ha- cia abajo, más la inmediata superior compondrán el mes; en la misma línea horizontal se obtendrá el principio de los nemontemi. En ésta, como en todas las tablas, la rela- ción que se busca se encontrará fácilmente, aplicando á la izquierda listas móviles con los nombres de lo que se desea confrontar. COSMOGONÍA AZTECA, POR EL PROFESOR G. MENDOZA. I N el tomo 2.° de la obra de Lord Kingsborough leemos lo que sigue: «Copia de un manuscrito mexicano conservado en la librería del Va- ticano, en 149 páginas marcada núm. 3738.» En la página siguiente de la citada obra, leemos lo que á continua- ción traducimos. La explicación de las pinturas contenidas en ese ma- nuscrito, tal como se halla en el tomo 6.° de la obra del autor men- cionado y que comienza: «Con cuánta verdad San Pablo en su primera Epístola á los Romanos observa, que los hombres por la luz de la razón adquieren un conocimiento parcial de las cosas in- visibles de Dios, y está demostrado que los nativos de la Nueva España que aunque eran de un pueblo muy bárbaro y de una inteligencia muy inferior, ellos creían, como lo revelan sus pinturas, en la existencia de nueve causas superiores, las que nosotros llamamos cielos, á las que atribuían todos los efectos del Universo, y en las que colo- caban la primera causa, causa de todo lo demás. Estas nueve causas las distinguían ellos por el color del cometa; cada causa ó cielo recibía su denominacian.» LÁMINA i. «1. Homeyoca, que significa el lugar en el que existe el Criador del Universo, ó la Primera causa á la que ellos le dieron otro nombre, el de Hometeutli, lo que significa el Dios de la dignidad trina ó tres dioses, el mismo nombre que Olomris. Llaman ellos este lugar en el que reside, Zive navichnepaniucha, que significa che unol diz' sof h' VIII compostuz'd como fos? ;* y por otro nombre Homeiocan, el lugar de la Santa Trinidad, la que conforme á la opinión de muchos de sus ancianos, creó por su palabra á Cipactonal, y á una mujer llamada Xumio, y éstos son el par que existie- ron antes del diluvio, y este par fué el que creó á Tonacatiutli como lo referiremos después. 2. Hometeutli. 3. Teotl Tlatlaucha, que significa cielo enrojecido. 4. Teotl Cocaucha, el cielo amarillo. 5. Teotl Iztaca, el cielo blanco. 6. Iztapal Nanazcaya, cielo de la rosa. 7. Ilhuicatl Xoxoucha, cielo verde. 8. Ilhuicatl Yayaucha, cielo ne- gro. 9. Ilhuicatl Mamaluacoca. 10. Ilhuicatl Huixtutla. 11. Ilhuica Tonatiuh.» La traducción del Padre de los Rios no es inteligible. ANALES DEL MUSEO NACIONAL. 341 LÁMINA II. «1. Ilhuicatl Tetlalicue. 2. Ilhuicatl Tlalocaypanmetztli. 3. Tlalticpac, la tierra. 4. Apaño Huaya, el paso del agua. 5. Tepetli Monanamycia, las montañas que unen. 6. Iztepetl, la montaña del cuchillo. Yee Hecaya. 8. Pacoecoe Tlacaya. 9. Temimi- na Loy a, lugar donde se asaetea. 10. Teocoylqualoya. 11. Izmictlanapochcaloca.» Estas son las explicaciones demasiado concisas de las láminas del Códice Vaticano, que nosotros damos á luz, y vamos á procurar en cuanto nos sea posible ampliar un poco más esas explicaciones. Los fundamentos en que nos apoyaremos serán: 1.° Las palabras de la lengua ná- guatl con las que designaban los símbolos contenidos en estas dos láminas. 2.° En los símbolos mismos, en los colores, en el modo con que los sabios aztecas leían sus inge- niosos símbolos, que generalmente era de izquierda á derecha, de arriba para abajo ó á la inversa, según las ideas contenidas en cada uno de aquellos. Apoyándonos en estos fundamentos, ordenaremos las palabras que se aplicaban á di- chos símbolos, según nuestro modo de ver. 1. Hometeutli. 2. Homeyoca. 3. Ilhuicatl Mamaluacoca. 4. Ilhuicatl Yayaucha. 5. Ilhuicatl Xoxoucha. 6. Iztapal Nanazcaya. 7. Teotl Iztaca. 8. Teotl Tlatlaucha. 9. Teotl Cocaucha. 10. Ilhuicatl Tonatiuh. 11. Ilhuicatl Huixtutla. A estos símbolos siguen otros tres que consideramos como pertenecientes á la 1? lá- mina; en consecuencia, los unimos al orden numeral anterior. 12. Ilhuicatl Tetlalicue. 13. Ilhuicatl Tlalocaypanmetztli. 14. Tlalticpac. La 2^ parte de la lámina II la consideramos como otro capítulo, y daremos nuestras razones más adelante; pero las palabras con sus correspondientes símbolos, las ordena- remos como si^ue: 1. Tepetli Monanamycia. 2. Iztepetl. 3. Yee Hecaloya. 4. Temimina Loya. 5. Tiocoylqualoya. 6. Apaño Huiya. 7. Izmictlanapochcaloca. 8. Repetición del símbolo 13. 9. Pacoecoe Tlacaya. Ordenadas las palabras con sus símbolos correspondientes, tendremos que rectificar muchas de aquellas que evidentemente han sido adulteradas en la parte ortográfica, é igualmente traduciremos aquellas que no lo han sido. 342 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Los lectores podrán comparar la interpretación que se da á estas palabras y símbolos en la obra de Kingsborough, con la que vamos á presentar. * 1. Ometeutli, Dios trino «J* dos veces Señor. 2. Omeyocax, *J- dos veces Criador. 3. Ilhiucatl Mamaluáco, *J* cielo en donde se taladra ó hiende. 4. Ilhuicatl Yayauhca, cielo negro, *¡- oscuro, nebuloso. 5. Ilhuicatl Xoxouhca, cielo verde, •{• azul. 6. Iztapal Nanazcaya, cielo de la rosa, -J- flor blanca y humedecida. 7. Teotl Iztaca, cielo blanco, 8. Teotl Tlatlauhca, cielo colorado, «J- enrojecido, sol rosado. 9. Teotl Cocauca, cielo amarillo, *J* iluminado. 10. Ilhuicatl Tonatiuh, *{* cielo donde anda el sol. 11. Ilhuicatl Huixtutla, *J* cielo de la Señora de la sal. 12. Ilhuicatl Tetlalicue, *J* cielo en donde se asentaron las olas. 13. Ilhuicatl Tlalocaipanmetztli, «j* cielo en donde el viento obra sobre la luna, don- de anda la luna y las nubes. 14. Tlalticpac, la tierra. LÁMINA II. 1 . Tepetlmonanamictia, montañas que se unen, •{• que se chocan y se separan. 2. Itzetepetl, montaña del cuchillo, *J- montaña del frió, de la nieve. 3. Itzeécaya, •{* hé aquí un viento con torbellinos, aguaceros y nieve. 4. Temininaloya, lugar en donde se asaetea á la gente. 5. Texoxolqualoya, «J* el lugar de una piedra carmesí. 6. Apanuiya, *J- paso difícil de las aguas. 7. Izmictlanapochcalóca, *J* hé aquí la casa ó habitación de los muertos en donde hay agua y humos (infierno). 8. Repetición de la palabra 13. 9. Pácatlahuaya, lugar en donde se alegran los humores. Rectificada ya la ortografía de las palabras, y traducidas las que no lo estaban, proce- deremos á la ordenación tanto de éstas como de los símbolos para emitir las ideas que uno y otros significan. El Copilli, corona real, indica al dos veces Señor: ésta va unida al Señor dos veces Criador, quien hace que unas saetas hiendan ciertos círculos que están en la parte infe- rior del cielo negro ú oscuro, el que, en la parte superior tiene el cielo azul, á éste sigue la flor blanca y humedecida que está entre dos huevos de amarillo de oro, todo esto se halla bajo el cielo blanco; viene en seguida el sol rosado que tiene en la base al cielo amarillo ó iluminado; éste precede al cielo en donde marcha el sol. — A continuación se ve el cie- lo de la Señora de la sal, el que á su vez es seguido del cielo en donde se aplacaron las olas, del cielo en donde el viento obra sobre la luna, y por último, de la tierra. Este es el significado de las palabras; examinemos ahora los símbolos mismos, fiján- donos en los colores como antes indicamos; con este poderoso auxilio, podremos ampliar las ideas que aquellos representan. * Ponemos la traducción del P. del Rio, y á continuación la nuestra, con la marca f ANALES DEL MUSEO NACIONAL 343 El primer símbolo es el signo de la majestad, el color amarillo es la luz del sol, e] azul representa el cielo, y las bandas que adornan la corona indican la gloria: nótese bien que este símbolo no está acompañado de un cuerpo humano: con ésto, los sabios autores de estos símbolos, nos quisieron dar á entender que se trataba aquí de un ser incorpóreo é invisible que está satisfecho con su propia gloria; la idea abstracta de la divinidad. El segundo símbolo se representa ya con un cuerpo humano, el color de sus carnes es ro- sado; este es el Dios Criador Omeyocax, quien antes reposaba en sí mismo y ahora se le- vanta en actitud soberana dispuesto á lanzarse á los espacios: con una de sus manos resplandeciente de luz, ordena que cuatro saetas vengan á hender ó mover cuatro mo- léculas que representan los cuatro elementos de los antiguos, que giraban en el espacio figurado, por la molécula circular que no fué hendida por ninguna saeta: moléculas que al sentir el movimiento que les comunicaron aquellas saetas divinas, quedaron animadas con aquel calor que se desarrolla en todo movimiento de la materia, apare- ciendo entonces aquel color delicioso de los primeros rayos de un sol naciente, que pe- netran en una atmósfera cualquiera. Todas estas ideas fueron las que los filósofos az- tecas quisieron representar con estos símbolos, á los que en su dulce y armonioso idio- ma llamaron Ilhuicatl, Mamaluóca (el cielo donde los átomos fueron hendidos por las saetas), las que los pusieron en movimiento para que de ellos brotaran los soles y los mundos, átomos que antes giraban en un tenebroso caos, como decia Epicuro, y que los aztecas con su admirable laconismo, solo dijeron que era un cielo negro ó un cie- lo tenebroso, Ilhuicatl Yayauhca; pero ellos se figuraban este cielo de la misma mane- ra que los egipcios á su Kaké, las tinieblas purpurinas. Del mismo modo los sabios del Anáhuac, en estos tres símbolos superpuestos, el rosado, el negro y el azul, nos quisieron trasmitir la misma idea de los egipcios. Por esto vemos que el Ilhuicatl Xoxouhca representa, tanto á la bóveda celeste co- mo á las aguas del Océano: procedentes de esas aguas celestes, ellos supusieron del mis- mo modo que los sabios de la India, que allí existia un germen que con el tiempo «lle- gó á ser un huevo brillante como el oro,» del que salió el hombre carne, Tonacateutli, el Señor que es nuestra propia carne, pero como una flor blanca y humedecida por el agua, en donde nacieron espontáneamente todos los seres, y por esta razón brota, sale Tonacateutli del huevo de oro, el que se dividió al nacer esa flor blanca y perfumada á la que ellos llamaban Nanazcaya ó Teunanazcaya. La aparición de Tonacateutli señala la primera época de su cosmogonía, á la que nos- otros podiamos llamar la edad de plata: los sacerdotes aztecas la han indicado con estas palabras: 'Teotl Iztaca, el dios blanco; Teotl es el sol, y también una época: este cielo ó época está sobre la flor blanca movida por las aguas; á esta edad de plata sigue la edad resplandeciente y de goce para el universo: ella está representada por el color rosado de la aurora: los autores de estos símbolos, poseídos de ideas grandiosas, la llamaron Teotl Tlatlauhca, que significa el Dios resplandeciente, edad del goce. A esta segunda edad, sigue como un complemento la de la luz solar, ó sea la del reinado de la luz: el nombre dado á este cielo es el de Teotl Tlacauhca, época de la luz amarilla ó sea de la luz resplandeciente: á esta penúltima edad sigue el cielo en donde el sol verifica su car- rera majestuosa, acompañado de los Astros que ilumina y anima; su nombre es Ilhui- catl Tonatiuh: dirijamos nuestra vista al símbolo del Sol, y lo veremos rodeado de astros: inmediato está el cielo donde impera la Señora de la sal, Ilhuicatl Huixtutla, ó sea la 344 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Señora del Océano, el que ha producido las primeras plantas, las primeras monades: y nuestra Diosa, lleva como adorno una planta, Xihuitl: en la parte superior de su ca- beza vemos una multitud de gotas de agua producidas por las olas del Océano, las que chocándose entre sí, han formado las blanquísimas espumas; de ellas ha salido nuestra Diosa, tal como los griegos imaginaron á su Venus brotando de las espumas de la mar: esos mismos griegos refieren en su graciosa y animada Mitología, que su Divinidad era hija del cielo y de la luz: nuestra Huixtutla también se presenta á nuestra vista inme- diata y en presencia del sol resplandeciente; ella también para los Aztecas era hija del cielo y del astro que el Dios Criador acababa de formar á su mandato. Ahora, sosegadas ya las ondas etéreas, ordenados ya los numerosos soles, entonces fué, cuando la vía láctea quedó formada. Lord Kingsborough, sospecha que en el ma- nuscrito original debió estar escrito Citlalicue, en lugar de Tetlalicue; pero de todos modos, los filósofos aztecas creían que después de formado el sol y las aguas del Océa- no, los Soles y los Mundos quedaron ordenados: Citlalicue es la vía láctea, Tetlalicue, es el ordenamiento de las ondas; y esos mismos sabios creían que después de la for- mación del camino del cielo sembrado de numerosos soles, fué cuando se hizo posi- ble la creación del último cielo, aquel en el cual se mueve la luna, y corren las nubes llevadas en alas de los vientos, Ilhuicatl Tlalloc ipan Metztli, y sobre la superficie de esta tierra Tlalticpac, vientos que circundan nuestro pequeño Globo: ellos son los que contribuyen de un modo poderoso para la vida de las plantas, de los animales y de los hombres: esa masa gaseosa de nuestro globo llegaba hasta nuestro argentado saté- lite, según las creencias de los aztecas. Todas estas ideas las hallamos bien represen- tadas en los dos últimos símbolos: allí vemos el azul de la bóveda celeste, el símbolo de la atmósfera, el de la luna en creciente, y la tierra cubierta de numerosas plantas. Si después de estas consideraciones que se desprenden de los mismos símbolos y de las palabras con las que los denominaban, condensamos las ideas de los sacerdotes az- tecas, podemos resumirlas en dos versículos del Génesis: Omeyocax, lo mismo que Jeho- vá, á su mandato «hizo la luz, los cielos y la tierra.» Tales son las ideas cosmogónicas que nuestros antepasados habian concebido sobre la Creación, y nosotros quedamos verdaderamente sorprendidos de ver tanta semejanza, de ver tanta igualdad en las ideas, respecto á este punto, con las de los sabios que vivieron tantos siglos há en las riberas del Ganges; y para que nuestros lectores pue- dan comprender el valor de nuestras aseveraciones, vamos á copiar cuatro versículos de los libros de Manu. «El Señor, existente por sí mismo, habiendo resuelto en su pensamiento hacer ema- nar de su sustancia las diversas criaturas, produjo primero las aguas en las que depu- so un germen.» «Este germen vino á ser como un huevo brillante como el oro, tan brillante como el astro de mil rayos, y de ese germen universal nació bajo la forma de Brahmá el prin- cipio de todas las cosas.» «Después de haber permanecido en este huevo un año de Brahma, el Señor por solo su pensamiento, separó este huevo en dos partes.» «Y de estas dos partes formó el cielo y la tierra; en el medio colocó la atmósfera, las ocho regiones celestes, y el receptáculo permanente de las aguas.» Para hacer esa comparación, solo tendremos que repetirlas ideas contenidas en el Libro Cosmogónico de los Aztecas; allí también se dice que: el Ser invisible é incorpó- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 345 reo, cuando resolvió revelarse, formó primero los átomos y el espacio: á su mandato los puso en movimiento, y de ese movimiento brotaron el nebuloso caos y las aguas ce- lestes; en ellas depuso el germen: de ese germen nació Tonacateutli, Señor de nues- tra carne, y cuando le plugo dividió aquel hermosísimo huevo en dos partes, y resul- taron los cielos y la tierra: ésta rodeada por Tlalloc, la atmósfera vivificadora, circun- dada por las aguas, y en medio de ocho regiones celestes, si no contamos el último cie- lo, llhuicatlipan metztli. En nuestros estudios filológicos creemos haber demostrado el origen común de los Indios Naguas con los del Indostan: las ideas cosmogónicas nos suministran nuevos da- tos para corroborar nuestros asertos, y si átodo esto agregamos la fisonomía de ambos pueblos, no quedará duda de que nosotros tenemos razón. Concluiremos esta primera parte de nuestro trabajo, con la explicación de ciertas pa- labras que hallamos en la interpretación de la 1? y 2* láminas de las que nos estamos ocupando. Allí se dice que Ometeutli es Dios trino y que es lo mismo que Olomris: que el lugar donde reside Civenavichnepaniuca, cuyo significado ignoraron, era por otro nombre Omeyocan. Ometeutli no significa tres, ya lo hemos dicho: etimológicamente, es dos veces Se- ñor: la palabra Olomris con toda evidencia es un error ortográfico, porque en la len- gua náguatl no existe la r, y en ningún caso la m es seguida de l\ de donde se infiere, que el original debió estar escrito Olomel, las dos fuentes del movimiento, y esto con- cuerda con el significado de Ometeutli. El Civenavichnejoaniuca también es otra falta ortográfica; la reconstruiremos del modo siguiente: Cihuaoquichnejoaniuhca, esta palabra significa lugar donde se unie- ron el hombre y la mujer, es decir, el lugar destinado al Dios Andrógino; pensamientos que concuerdan perfectamente con las ideas de todos los pueblos, los que, al salir de la infancia intelectual, quisieron darse cuenta de lo que se ha llamado la Creación, y para darse una explicación de este grande hecho, recurrieron, como era natural, á los fenó- menos más generales que habian observado en toda la Naturaleza: ellos habian visto, por ejemplo, que para la reproducción de todo cuanto tiene vida era necesario el con- curso de los dos sexos, hembra y varón; ellos estaban ciertos de esta verdad incontro- vertible, que del polvo de los detritus de las plantas, nacen otras, y que éstas siempre están alegrando los campos y los valles: ellos sabían muy bien que la vida tiene su fuente inagotable en los despojos de la muerte: que las tinieblas y la luz son necesa- rias para el descanso y el trabajo: por tanto, esta Dualidad que existe en todos tiem- pos y lugares, ha sido la base para explicarse la Creación, y concibieron al Ser Invi- sible dividido en dos, en hembra y varón; lo concibieron como un Ser Andrógino para que de su unión la más santa resultara el Universo. Allí está la cosmogonía de la India, la más antigua de todas: ella está basada en la Dualidad, el Yoni-Linguam, de cuya unión misteriosa ha nacido el primer Hermafro- dita Brahmá y el Universo como una emanación de él: la de los egipcios, es una va- * ríante de la primera: el símbolo que ellos adoptaron fué la flor de Lotus, porque esta flor sagrada «encierra en su cáliz los misterios de Isis y Osiris,» dualidad que ha produ- cido todo lo que admiramos en el cielo y en la tierra: la de los persas, basada en el fue- go, el que para ellos, era el órgano universal de la Divinidad, y ese fuego era á la vez macho y hembra, era Mitra y Mitras, era Hermafrodita, y de su consorcio vinieron los cielos y la tierra: la de los griegos y romanos tenia la misma base; en la Mitología de 64 346 ANALES DEL MUSEO NACIONAL ambos pueblos hace gran papel la Pallas- Athené; esa Dualidad fué, según aquellos pueblos, la que dio origen á todo cuanto existe; por último, los aztecas han partido de los mismos principios; la Dualidad existe en la Mitología que les era propia, Ometeu- tli, Omeyocax, Cihuaoquichnepaniuhca, el concurso de este Hermafroditaha-dado co- mo producto al Dios Tonacateutli: dirijamos la vista al 2.° símbolo de nuestra lámina, y veremos sobre la nariz del Dios dos veces criador, Omeyocax, el famoso yoni; por esta razón los sacerdotes del Anáhuac le dieron el otro nombre más significativo, Cihaao- qiáclinepaniuhca, varón y hembra á la vez, para que de su unión nepaniztli resultara el Universo; y estas tres personalidades han formado la Trimurti de todas las Naciones. Lo repetimos: los fenómenos reales y los aparentes han sido los puntos de apoyo sobre los que se han levantado las columnas del gran edificio de las Cosmogonías de todas las Naciones que habían ya entrado en la carrera de la civilización: las ideas consignadas en cada una de aquellas han sido de muchísima utilidad para la nueva ciencia; pero el respe- to y veneración por las ideas antiguas ha causado muchos males, han retardado al me- nos los avances en la vía de los progresos humanos: en todas esas cosmogonías, la tierra era el centro del Universo: era fija, no tenia movimiento propio, y cuando Galileo pronunció aquellas palabras de eterna memoria, «y sin embargo ella se mueve, » los hom- bres de aquella época quedaron aterrados al escuchar tales palabras, al ver tanta osadía del hombre que por primera vez venia á romper todas las creencias del Mundo antiguo: este hombre audaz, con sus nuevas doctrinas venia á echar por tierra todas las demás creencias anexas á la primera: la fijeza, la inamovilidad de las estrellas desaparecia como por encanto; los cielos caían por tierra; las aguas celestes, las cataratas que oca- sionaban los diluvios, quedaban reducidas á una ilusión que huía tristemente ante la rea- lidad maravillosa: todas estas ilusiones, todas estas creencias, basadas en el engaño de los sentidos, han desaparecido desde el momento feliz en que los instrumentos ópticos han venido como" auxilios poderosos para aumentar el poder de nuestra vista y demás sentidos: por medio de aquellos hemos roto muchos velos, los que tanto tiempo habian cubierto lo que estaba detrás de ellos: hoy sabemos que el espacio es infinito, que las estrellas son unos soles' tan brillantes como el nuestro, que cada uno de ellos arrastra consigo los mundos que anima con su calor y su luz: sabemos cuáles son los elementos de que están formados esos soles; que á pesar de la incandescencia de sus gases tienen su movimiento de rotación y de traslación, y así de los demás conocimientos; pero todos estos adelantos de la humanidad han partido de aquellas ideas de los antiguos que ha- bian elaborado con tanto afán, por medio de las observaciones que estaban á su alcan- ce: esos hombres de la antigüedad habian cubierto sus ideas con el ropaje del misterio; los hombres de la actualidad, han echado á un lado ese ropaje misterioso, se han apro- vechado de las verdades que estaban envueltas en él, y en lugar de las ilusiones han sustituido otras muchas verdades que reunidas con las anteriores, constituyen el caudal de nuestra ciencia moderna, la gloria de nuestro siglo. Otras de las palabras que introdujo Pedro de los Rios al dar una explicación de estos símbolos, son Cijmctonaliy Xwneo; la segunda ha sido estropeada de un modo lastimo- so, porque no solo adulteró la ortografía, sino que suprimió sílabas: en otros manuscri- tos originales, como en la Historia de Cuauhtitlan, que comenzamos á publicar en este número, vemos la palabra completa: es Oxomoco: estas dos palabras hacen un gran papel en la Mitología azteca: en los anales que arriba mencionamos, se dice que son unos personajes misteriosos, fundadores de los cálculos astronómicos, y que Oxomoco era ANALES DEL MUSEO NACIONAL 347 varón y Cipatonal era una hembra; otros autores dicen lo contrario respecto á los sexos: Fray Pedro de los Rios en su explicación del segundo símbolo de nuestra 1? lám., di- ce, fundado en el dicho de los ancianos, queOmeyocax por solo su palabra crió á estas dos personas; pero ni del Rio ni persona alguna han dado una explicación de estas pala- bras: nosotros vamos á dar una: Cipactonal, es la luz solar: Oxomoco es el Océano, la reunión de las aguas: la luz del sol, y las aguas del Océano han sido el origen de plan- tas y animales; ellos, según los ancianos, han criado á Tonacateutli, nuestra propi;i carne: estas ideas están de perfecto acuerdo con las de otros pueblos que se ocuparon en otros tiempos del origen del Universo. Omeyocax está sobre las aguas celestes, Ilhuicatl Xoxounca, «el espíritu de Dios se movia sobre la superficie délas aguas,» «las tinieblas estaban sobre la haz del abismo » era el cielo negro, nebuloso, Ilhuicatl Yayauhca: «Dios dijo sea la luz: y la luz fué luí- cha: » Omeyocax, por solo su palabra hizo á Cipactonal, hizo la luz solar: el mismo Ome- yocax por solo su palabra hizo las aguas del Océano, Océano superior y Océano inferior, Ilhuicatl Xoxouhca é Ilhuicatl Tlalocipan Metztli, separó las «aguas de las aguas,» \ quedaron hechos los cielos y la tierra. El desarrollo que hemos dado á las ideas contenidas en las dos primeras láminas del Códice Vaticano, y esto sin apartarnos de lo que nos representan los símbolos mismos, es suficiente para refutar las expresiones tan desfavorables de Fray Pedro de los Rios que dice en su introducción: que la raza Nahoa era «muy bárbara y de una inteligencia muy inferior:» no, ciertamente; ella habia llegado á un grado de cultura tal, que puede soste- ner un paralelo con la cultura de los antiguos pueblos civilizados del viejo Mundo. II RITUAL FUNERARIO. Los hombres que fueron capaces de perpetuar por medio de símbolos tan sencillos, pero llenos de vida y significación: los hombres que con esos símbolos han perpetuado concepciones, pensamientos de tal grandeza como los de Manu, como los de Moisés y demás autores de Cosmogonías, fueron también capaces de trasmitirnos por el mismo simbolismo, las ideas morales que ellos habian adquirido respecto al espíritu que nos anima: ellos, como unos verdaderos filósofos, veían la vida bajo su verdadero punto de vista, y decian: «Nosotros no tenemos vida permanente en este Mundo, y brevemenie como quien se calienta al sol es nuestra vida,» y después de muertos tenemos que re- cibir la recompensa correspondiente á la vida que llevamos durante nuestro paso por esta tierra: estas ideas están referidas por medio de los símbolos que van á continuación de aquellos del Ilhuicatl Tlalocipan mei \ztli y Tlacltipac. Los hemos ordenado con las palabras que los designan, como se puede ver en la pági- na 342: vamos á dar á esas palabras un sentido. El primer símbolo designa dos mon- tañas que se chocan y se apartan; entre las montañas vemos una figura humana; debajo de las dos montañas hay otra coronada por copos de nieve; debajo de ésta encontramos el símbolo muy significativo, los torbellinos que llevan consigo las aguas y las nieves; 348 ANALES DEL MUSEO NACIONAL de este lugar nos pasamos al lugar donde las gentes son asaeteadas, á la piedra car- mesí, al paso difícil de las aguas, á la habitación de los muertos, y en donde hay hu- mos, y agua; al cielo donde reina Tlaloc, donde existen las nubes y la Luna, y por úl- timo, llegamos á la mansión del regocijo. Hemos dispuesto los símbolos y sus significaciones enteramente de acuerdo con las que hallamos en el Apéndice al Libro 3.° del P. Sahagun, en el que se trata «De los que iban al Infierno y sus Obsequias.» Este Autor es uno de los más antiguos historiadores, y él recogió con mucho esme- ro las tradiciones de nuestros antepasados; y podemos asegurar, que lo contenido en ese Apéndice, es la traducción de los símbolos de la segunda parte de las láminas del Códi- ce Vaticano. Muerta una persona, los ancianos venian á la casa mortuoria, y con gran respeto se dirigian al cadáver, pronunciaban una alocución, refiriéndose á las penas de esta vida, á la última morada adonde habian ido los antepasados; adonde pronto se seguirían ellos mismos, y entre cuyas frases estábala sentencia que arriba hemos indicado. Luego se dirigian á los deudos del finado con palabras suaves y cariñosas: su discur- so era sentido, sembrado de máximas filosóficas y sentimentales; les decian: «¿Qué po- demos oponer nosotros á lo que Dios hace?» «¿Quién puede hacer que una hora ó un dia sea alargado á nuestra vida presente en este Mundo?» Así lo quiso nuestro Señor.» Concluidas estas alocuciones, los ancianos y sus ayudantes disponian las mantas, los papeles bien aderezados, los que del todo eran necesarios para el viaje del que se habia despedido para siempre de este Mundo: disponian los miembros del cadáver para envol- verlos con papeles embetunados y aromatizados, lo cubrían con las mantas, lo ataban fuertemente; así dispuesto, derramaban sobre su cabeza un poco de agua, y pronuncia- ban estas palabras: «Esta es el agua de que gozasteis viviendo en el Mundo: » al mismo tiempo colocaban entre los pliegues de las mortajas un vaso de agua, y le decian: «Veis aquí con qué habéis de caminar.» A su frente colocaban seis hileras de papeles, las que tenian uso determinado, para que el espíritu del finado pudiera vencer todos los obstáculos que se le oponian en su prolongado viaje, y poder presentarse ante el Señor de aquellos lugares tenebrosos destinados para cierta clase de muertos: los ancianos sa- cerdotes cuidaban de indicar al espíritu del que iba á partir, el uso de cada uno de aque- llos papeles: el 1.° era para que pudiera pasar «las dos Montañas que están encontrán- dose una con otra: » Tepetl Monanamictia; el símbolo son las dos montañas coronadas por cuchillos de sacrificio: entre ellas está una forma humana en actitud de hacer gran- des esfuerzos para separarlas, lo que indica, según su modo de ver, que para pasar las almas tenian la necesidad de hacer grandes esfuerzos y sacrificios; los papeles eran tam- bién un auxilio poderoso para conseguir ese objeto; el 2.° le servia para pasar «el camino donde está una culebra guardándolo: » éste lo debe referirse á Itzetepetl; la Montaña de frío, es el 2.° símbolo que está coronado por los copos de nieve: la culebra pudiera ser la figura que está á la base de la montaña: el 3.° debia servirle para pasar donde está la lagartija verde que se llama Xochitonal; no existe el símbolo: el 4.° le debia servir para pasar «ocho páramos; » no existe el símbolo; pero muy bien pudiera ser el espacio que hay entre montaña y montañas, puesto que páramo es un campo desierto, expuesto á todos vientos y sumamente frió: el 5.° era para que pudiera pasar «ocho collados;» tampoco existe el símbolo; pero podemos observar, que las mismas montañas que vemos represen- tadas en nuestro ritual pueden hacer las veces de los collados: el 6.° era, por último, para ANALES DEL MUSEO NACIONAL 349 que pudiera pasar el «viento de las navajas: » aquí tenemos el símbolo: él por sí mismo- nos dice todas las ideas que los sacerdotes quisieron significar; es la figura de un torbellino que lleva consigo los copos de nieve; éstos llenos de puntas para indicar que el frió es tan penetrante como las puntas que se introducen en las carnes: el color amarillo de las espi- rales indica que los rayos eran frecuentes: y la palabra que se le dio á este símbolo, lo di- ce todo de una manera clara: itzeécaya, la que significa vientos con aguaceros y con nie- ve: las nieves tempestuosas siempre están cargadas de electricidad. En esta ceremonia era indispensable sacrificar un perro: éste era el que pasaba el espí- ritu de su amo, cuando llegaba á las riberas de un gran rio: ambos cadáveres, junto con sus papeles, sus teas, sus cañas de perfumes, eran llevados «al lugar donde eran asaetea- das las gentes.» Temiminaloya: el símbolo es una persona que lleva en su cuerpo tres saetas: el color del cuerpo es rojo, lo que indica que todo era entregado á las llamas devo- radoras. Durante la combustión, los ancianos cantaban un de Pro fundís, y al mismo tiempo lanzaban al cadáver algunas flechas: después de la combustión, recogian los hue- sos y cenizas, los colocaban en un vaso cinerario, y derramaban agua sobre aquellos res- tos, pronunciando estas palabras: «Lávese el difunto: » en las cenizas para los nobles po- nian una piedra preciosa, el Chalchihuitl; para gente pobre otra piedra de menos valor, un Texoococtlá, una piedra carmesí, una obsidiana roja, la que es cortante; esta piedra representaba el corazón del que moria: el símbolo es un corazón y un lechichi, el perro; ambos objetos tienen el color rojo, lo que nos indica que fueron sometidos á las flamas de la 7wguera. De los esclavos que poseían las gentes nobles, veinte eran sacrificados y quemados en otro lugar; pero al mismo tiempo que su amo: éstos debian servirle «en el lugar de los muertos, » como le habian servido durante la vida terrestre. Cumplidos todos los preceptos según la ley, seguian los banquetes funerarios: á los 80 dias después de la muerte incineraban una parte de los objetos de uso que habian dejado los que habian partido al Reino de Mictlanteutli por espacio de cuatro años; al ca- bo de cada uno de ellos, iban quemando el resto de aquellos despojos del finado, y se repetian los banquetes funerarios: pasados estos cuatro años, el alma se dirigía hacia el temible rio, llamado Chicunahuapa, las nueve aguas, y «cuyo paso era difícil.» Apa- nuiayo es el nombre dado al símbolo que representa ese rio «muy ancho:» fijemos la vista en dicho símbolo, veremos allí las ondas que van formando las corrientes de agua; veremos grandes gasterópodos ó caracoles, é igualmente á un techiche que va pasando las aguas del rio de los infiernos. Después de aquel tránsito difícil de las aguas, á favor del perro fiel, el alma se pre- sentaba ante el Señor del Infierno llamado Mictlanteutli; le presentaba los papeles, los perfumes, y las teas que los sacerdotes le habian entregado: recibidas estas cosas por aquel Señor que reinaba en las tinieblas, entraba á su última morada. «Al lugar y ha- bitación de los muertos, donde habia humos, agua y los espíritus:» el símbolo es muy significativo, es negro por los densos humos; poch, contiene el color verde que signifi- ca el agua á, sin la desinencia ti, por estar en composición: vemos el rojo, signo del fuego; un cuerpo informe, y del vértice de su cabeza brota una línea curva y colorida que representa el espíritu de-: todas estas ideas están bien representadas en la palabra con la que se designa este último símbolo, Izmictlan-á-poch-cal-6c-ca: este era el des- tino de todas las personas que morian de enfermedades naturales, por decirlo así. Los que morian por la acción de la electricidad desprendida de las nubes, los que mo- rian ahogados y por enfermedades contagiosas, eran depuestos en el seno de la madre 65 350 ANALES DEL MUSEO NACIONAL tierra, sin que precediera la combustión: las mismas ceremonias, con ligeras variacio- nes: les cubrían el rostro con las pequeñas semillas del Ckenopodium, Bono Enricus Cuahtzontli: los vestían con sus correspondientes papeles; los de la frente eran de color azul: en la mano les colocaban una vara: así dispuestos, los sepultaban, y después del paso difícil de las aguas, sus almas se dirigían al lugar destinado para ellos, al Paraíso terrenal «que se llamaba Tlalocan:» el símbolo de este lugar es el 13 de la 1? lámina, Ilhuicatl Tlalocipanmetztli; — el cielo azul en donde reinan las nubes tlalokes, el impe- rio de nuestra atmósfera de el espíritu de la tierra tlali, espíritu ó viento que obra sobre la luna ipan Metztli: allí, según las creencias de nuestros antepasados, era el lugar donde reinaba una eterna primavera, «siempre habia mazorcas de maíz verdes, calaba- zas, ramitos del Chenojjodium, axi verde (bledos), tomate, frijoles verdes en vaina, y flores,» y por consiguiente allí se disfrutaba de eternos «regocijos y refrigerios:» en el mismo símbolo, detrás del signo del viento, percibimos un pequeño círculo, el que, á nuestro juicio representa las semillas de la planta mencionada. El rayo era el mensajero del Dios Tlaloc: los que morían por esta causa, se consi- deraban como hijos predilectos de aquel poderoso Dios que mandaba las nubes, los ra- yos y las tempestades: los que morían en el agua se iban al lugar de las delicias, porque ellos eran amados por Chalchihuitlicué, la esposa querida de Tlaloc: los que morían por causa de enfermedades como la lepra, las bubas y otras, iban, lo mismo que los anteriores, al reino de los placeres. No encontramos una razón clara para que estas per- sonas fuesen á participar la gloria de Tlaloc, á no ser, como lo sospechamos, porque ellos eran la expresión viva, por decirlo así, de la putrefacción, y la putrefacción es la que suministra los alimentos necesarios para el desarrollo de las plantas; sus cadáve- res en el seno de la tierra, llevando consigo el germen de una rápida descomposición, en unos cuantos dias daban los últimos productos de esa descomposición, que como sa- bemos son, el ácido carbónico, el amoniaco y el agua, compuestos que se asimilan to- das las plantas, y crecen lozanas produciendo flores de exquisito aroma, y frutos deli- ciosos: las semillas que colocaban sobre sus rostros, eran el signo evidente de la multi- plicación y producción: la vara que les ponian en la mano es para nosotros otra prueba de que realmente estos eran los conceptos, las ideas alegóricas de nuestros antepasados. Este paraíso, este Tlalocan, era, como hemos dicho, el segundo lagar para los muertos. Los que morían en las batallas, los que eran sacrificados por sus enemigos porque habían caido prisioneros, todos ellos eran unos mártires que habían conquistado la co- rona de la gloria: pero estos mártires durante cuatro años vivian, digámoslo así, en un campo, en un «llano,» y todos los dias, al presentarse el sol por el Oriente para desterrar las tinieblas, lo saludaban con voces de alegría: durante esos cuatro años, ellos recibían las ofrendas que los vivos les ofrecían en los banquetes funerarios; y ter- minado este tiempo, llegaban al lugar del contento, Pácaloya, que era el mismo cielo en donde transitaba el Sol: allí «habia arboledas y bosques de diversos árboles,» y como era natural, aquel lugar era el más delicioso, puesto que era la mansión del padre de la Luz: las almas de todos esos mártires, se trasformaban «en aves de rica pluma y de co- lor, y andaban chupando flores, así en el cielo como en este Mundo.» El sol. era tercero y último lugar de los que morían. Lo que hasta aquí hemos referido respecto al ritual funerario de los Aztecas, no es otra cosa que una amplificación del que nos ha presentado el Padre Sahagun; y lo que ANALES DEL MUSEO NACIONAL 351 arrojan de sí los símbolos y las palabras naguas que nos ha trasmitido el Códice Vatica- no, nos resta ahora que hacer algunas reflexiones del estado moral de los pueblos del Anáhuac, cuando llegaron los extinguidores de una civilización que se desarrollaba por sí misma con sus propios elementos, y que con el auxilio poderoso del tiempo, se ha- bría elevado á una altura como la de otros pueblos que con justa razón se llaman civi- lizados. Hagamos una comparación con las costumbres de otros pueblos, acerca de este asun- to, lleno de interés, en verdad, para la ethnograíía de las naciones. En el ritual funerario de los Brahmas, existen las siguientes prescripciones respecto á los muertos: «Que después de muertos el Brahma y el Shatria, y declarados justos por el consejo de los Ancianos, que sean sumergidos en un baño de perfumes, que sean cubiertos por materias conservatrices, y sean depuestos en sus nichos en donde Yama los vendrá á buscar en el dia de la gran disolución de todas las cosas al fin del dia de Brahma.» «Que el cuerpo de un Vaysia, después de muerto, sea rociado con el agua lustral, acostado en un lecho de madera y de Yerbas consagradas, y que sea quemado.» «Que el Sudrasea enterrado.» En el ritual funerario de los aztecas se encuentran las mismas prescripciones. Los pontífices, los reyes, eran embalsamados y colocados en sus criptas; esto no lo in- dican ni el Apéndice del Libro 3.° de Sahagun, ni los geroglíficos de los que nos hemos ocupado; pero las historias como la de Gamboa y otras, lo dicen expresamente. Los que morian de las enfermedades comunes, eran cubiertos con papeles sumergidos en resinas y perfumes; le echaban sobre la cabeza el agua lustral, y los quemaban. Los que morian por el rayo, y los que morian de enfermedades contagiosas, los en- terraban. El estudio de la filología, y el de las costumbres religiosas y civiles, son los mejores criterios para resolver la cuestión de la unidad de las razas: nosotros procuramos hacer el estudio comparativo de las lenguas y costumbres de los Indios orientales y occidenta- les, y ambos estudios nos conducen al mismo resultado, la unidad de esos pueblos tan distantes. Todos los pueblos se han imaginado unos lugares á los que debian ir las almas de los que morian: los judíos, antes del cristianismo, tenían un lugar adonde iban los muertos á reunirse con sus antepasados, á una caverna sombría, al shéol: el cristianismo ha conservado ese shéol; es el Limbo adonde van los niños sin bautismo, en donde estaban los patriarcas que Cristo fué á sacar para llevárselos al paraíso. Los griegos tenían su Ades, los romanos su Orchiis; y seria largo enumerar tantos y tantos otros pueblos; pero también tenían otros lugares para cierta clase de muertos, y eran lugares de delicias, eran paraísos que presentaban á las almas deleites sin cuen- to; y debemos hacer notar, que estas ideas estaban modeladas, como era natural, en las delicias que se pueden disfrutar sobre esta tierra. Los Aztecas, lo mismo que los pueblos de la antigüedad, destinaban para los muertos tres clases de lugares; el Metían, lugar oscuro donde habia humos, agua y los espíri- tus: el paraíso terrenal, Tlalocan, y la región del sol: mansión espléndida que estaba reservada para los hombres de valor, los guerreros que morian por su padre el Sol, el papá loyan: estas ideas constituyen un eslabón para unir entre sí los dos continentes. En toda la faz de la tierra, han existido y existen los banquetes funerarios; por tan- 352 ANALES DEL MUSEO NACIONAL to, entre los Aztecas también existían como lo indica su ritual funerario: esta costumbre universal está basada en la idea que han tenido los primeros hombres, de que el espíri- tu ó fantasma era un ser aéreo, pero material; por consiguiente, sujeto á todas las nece- sidades que experimentaba en este Mundo: de ahí vienen esos banquetes, esas ofrendas que se hacen en ciertas épocas del año; costumbre que se ha ido modificando con los adelantos, con la cultura de los pueblos, pero que ha sobrevivido y persistirá todavía por mucho tiempo: de ahí viene que cuando recorremos la historia de los pueblos res- pecto á este punto, encontramos prescrita como una ley, las ofrendas en memoria de los muertos. Al principio creían que los espíritus venian á comer, á devorar lo que les ponian; más avanzados en las ideas, creían que solo se alimentaban de las partes vo- látiles que se desprendían de las ofrendas: consecuentes con esos principios, de que los espíritus estaban sujetos á las mismas necesidades que durante la vida, les ponian en los sepulcros los vasos y utensilios los más indispensables: esos vasos entre los griegos se llamaban lekvthoi: los grandes personajes llevaban consigo sus caballos y esclavos, los que eran enterrados ó quemados junto con sus amos para que continuasen prestán- doles sus servicios en la otra vida. Los Aztecas tenian todas estas costumbres, y, cosa no- table, los griegos vestían sus muertos con una túnica blanca, para que no tuviesen frió, decían ellos, en su viaje á los infiernos: los aztecas entregaban al cadáver ciertos paque- tes de papeles para que pudiera pasar los páramos y el viento de los torbellinos, donde había mucha nieve que penetraba hasta los huesos: aquí encontramos otro punto de con- tacto entre los mexicanos y los griegos; para estos, el que moria por la acción del rayo, su cadáver era sagrado, y era sepultado en el mismo lugar donde habia sido herido: para los Aztecas, estos hombres afortunados eran dignos de habitar en la mansión délas delicias, en el reino de Tlaloc. Tlaloc y Júpiter es la misma Divinidad; ambos dirigían y manejaban los rayos y los truenos. Los griegos y romanos tenian cinco ríos infernales que estaban antes de Ades: el barquero era el que conducía las almas de los que habían muerto, y por esta razón co- locaban en la boca del cadáver una moneda: era la paga para que los pasara de aque- llos ríos, uno de los que se llamaba el rio del dolor Acheron, Los Aztecas tenian nueve ríos, cuyo p as v era difícil; y para vencer ese obstáculo, era sacrificado y quemado el fiel techichi; para que su espíritu fuera el que pasara el alma de su amo. El desarrollo de las ideas morales en todos los pueblos de la tierra, ha sido lento co- mo todo lo que depende del hombre; así es que, nuestros antepasados luchaban con grandes obstáculos en la carrera de su propia civilización; lo mismo que ha sucedido á las demás naciones; y como se puede ver en lo que hemos descrito y condensado en este corto artículo, ellos habían llegado á un punto que pudiéramos llamar intermediario entre las ideas de una civilización bárbara y la más adelantada, aquella de los castigos según las buenas ó malas acciones durante la vida terrestre; ellos ya aceptaban la tras- migración de las almas, porque álos que habian obrado mal, los hacian pasar á cuer- pos de insectos y viles animales; á los guerreros los hacian pasar á los cuerpos de las aves más preciosas, como son los colibrís; y de la trasmigración al establecimiento de las penas y castigos no hay más que un paso: sus ideas eran politeístas; pero ya comen- zaba á predominar la idea monoteísta; en sus pláticas, en todos sus discursos, campea- ba la idea de un Ser invisible, de aquel Ser por el cual vivimos: Tloqueij^ahiemoani: y el rey-filósofo, Netzahualcóyotl, habia erigido un templo para el Ser incógnito; é inten- I. II. ["»"* 01 »■ WM 12 13 A Y '■ \ A A A A A / /\ A A 1 /• /i A j .?./. \ h A /s A A A A ¿V m^m ÍA íSt^ * ñ iAs > 5.a edad. Códex Qumárraga. Chalchiuhllicue. 4.a edad. Gomara. (Sin nombre.) 1.a edad. Herrera. (Diluvio y tempestades.) 1.a edad. Ixtli Xóchitl. Atonatiuh. i.* edad. Fabregat. Atonatiuh. 9 a edad. Boturini. Atonatiuh. 1.a edad. Clavigero. Atonatiuh. 1.a edad. Veytia. Atonatiuh. 1.a edad. Gama (anónimo). Nahui atl. 4.a edad. Humboldt. Atonatiuh. 4.a edad. Como se ve, diez autoridades ponen como primero el sol de agua, tres como cuarto, una como segundo, y una, contradiciéndose consigo mismo, como quinto. Después, al hablar de la piedra de la Catedral y de la lápida de Tenango, explicaré la razón de las diferencias, y cómo la tradición tolteca es la verdadera. En cuanto á la duración de esta edad, tenemos diferentes datos: Códice Vaticano, y sus intérpretes Ríos y Humboldt, le dan una duración de 4008 años, 77 edades de á 52 años y cuatro más. Ixtlilxóchitl pone 1716 años, 33 edades de á 52 años. Lo mismo el Suplemento de Boturini. 368 ANALES DEL MUSEO NACIONAL. Códex Cumárraga: da á la primera edad (que en él no es la del agua), 676 años ó 13 edades de á 52 años. Lo mismo el anónimo de Gama. Los otros datos los computaremos al hacer el resumen general. * IX Ehecatonatiuh ó sol de aire, es la segunda época, según ya hemos visto. Códice Vaticano. El intérprete la llama equivocadamente Ecatocoe, y Concuztu- que cetas áurea. Dice que la catástrofe tuvo lugar el dia ce acatl, y que escaparon dos en una piedra. Ixtlilxóchitl. Según las diversas Relaciones y la Historia Sumaria, es esta edad, ya la segunda, ya la tercera. En la relación 7^ la llama Ehecatonatiuh, sol de aire. Dice que la destrucción fué por huracanes, 1715 años después del diluvio; que escapa- ron muchos en cuevas; que cuando salieron á ver lo que había pasado, hallaron la tier- ra poblada de monos que había traído el viento, y de aquí inventaron la fábula de la trasformacion de los hombres en monas; y que en todo este periodo no hubo sol ni lu- na. Agrega que el año 8 tochtli, 1347 años después de la destrucción anterior, y 4779 de la creación, se paró el sol durante un dia. ** En la Historia Sumaria llama también Ehecatonatiuh á esta edad; pero la pone co- mo tercera. No determina su duración. Dice que los Olmecas y Xicalancas ocupaban la tierra; que vinieron en barcas del Oriente hasta Potonchan; y cuenta la fábula de los gigantes escapados á la catástrofe de la segunda edad, cuyos huesos se encontraron en las márgenes del Atoyac entre Puebla y Cholula, repitiendo, que embriagados mu- rieron en un convite, y que tenían esclavizados álos Olmecas y á los Xicalancas. Yeytia, como de costumbre, copia á Ixtlilxóchitl. Llama á esta edad Ehecatona- tiuh, y la pone por segunda. Según él, la destrucción tuvo lugar 1716 años después de la anterior, el año 3433 de la creación del mundo. Habla de la tradición de que en- tonces llegaron los monos huyendo de una comarca vecina, sin duda para escapar del huracán. Aquí debemos notar, que así como la destrucción de los gigantes en el primer sol, no puede significar otra cosa que la desaparición de los grandes paquidermos que habita- ban estas regiones, y cuyos huesos se encuentran en gran abundancia en nuestro país; así la huida de las monas confirma la época glacial, pues animal es éste que busca y ha- bita los países cálidos, y que naturalmente abandonó las tierras en que hizo estragos el Ehecatonatiuh. A este propósito se ocupa Veytia de la fábula de la suspensión del sol, queriendo acor- dar las fechas con el suceso de Josué. Anales de Cüauhtitlan, Códex Chimalpopoca. Ponen esta edad como cuarto sol, y 4 " No se extrañe que no cite yo otros escritores sin autoridad. No lo hago con el Sr. Bustamante, que v. gr. en el Teoamoxtli, no hizo más que copiar á Ixtlilxóchitl. En cuanto al Abate Brasseur de Bourbourg, fueron tantas las extravagancias que inventó, y él mismo creía, que no haría yo más que complicar este estudio, si quisiera discutirlas. ** Fábula del mosquito. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 369 lo llaman Nahuiehecatl. Dicen que se levantó el viento, destruyó los árboles, derribó las casas y los bosques, todo lo destruyó, y se llevó al mismo sol por los aires, arrebatado por torbellinos, en el dia 4 ehecatl. Al arrojar á los hombres atrás por los montes, los trasformó en monos. Códex Qumárraga. En el segundo sol, Tezcatlipoca derribó á Quetzal coatí que era el sol anterior. Se levantaron varios vientos, y se llevaron á los maceguales con- virtiéndolos en monos. Duró esta segunda época 676 años. Motolinía. Llámalo también Nahuiehecatl; es el cuarto sol, y pereció por aire. És- te fué tan impetuoso, que derribó los árboles, destrozó las montañas y arruinó los edifi- cios. No perecieron las gentes, sino que se trasformaron en ozomatli. El ozomatli di- fiere poco de los monos que se ven en España. Hay muchos en esta tierra, y los indios dicen que proceden los hombres de la cuarta edad. El cuarto sol feneció, según su cuenta, el año 11 tochtli, á los 47 déla última heb- dómada de años de aquella edad, y 694 de nuestra Era. En este cómputo hay que no- tar: 1.°, que no concuerda con las tablas de Boturini, pues según ellas debió designarse el año 618 ó el 710, porque solamente en ellos concurre la circunstancia de que el 11 tochtli corresponda al último tlapilli. 2.°, que tal designación indicaría que en la cuarta edad comenzaba el ciclo con el signo calli. Los mexicanos lo comenzaban con tochtli y los toltecas con tecpail. 3.°, que expresando el autor que cuando escribía habían transcurrido 848 años, y que la muerte del sol fué el año 694, se deduce que el MS. es del año 1542. 4.°, que desde el quinto sol se comenzó á contar el ciclo en tochtli, pues dice: «Ce tochtli — es el principio de la hebdómada de años, y por ser principio de nuevo sol y nueva edad, llámase primera hebdómada, y de allí comienza nueva cuenta, nuevo ca- lendario, y nuevo cómputo de años.» Me han parecido importantes estas digresiones, así como la manifestación que hace el autor de que en su época (1542), estaban muy olvidadas estas noticias, que los indios se rehusaban á darlas, «y apenas había quien supiera declarallo sino á pedazos, y otros de oídas, y con mucho trabajo.» Gomara. Cuarto sol. Copia á Motolinía, sin dar nombre á esta época. Fabregat. Llama á esta edad Ehecatonatiuh, y la pone como tercer sol. ■ Boturini — Tercer sol: Ecatonatiuh. Suplemento de Boturini. Ehecatonatiuh, segundo sol, sol de aire. Anónimo de Gama. Nahuiehecatl, segundo sol. Vientos furiosos arrancaron los ár- boles, demolieron las casas y se llevaron á los hombres. Los que escaparon se convir- tieron en monos. Tuvo lugar la catástrofe 364 años después del sol anterior, el dia na- hui ehecatl del año ce tecpatl. Clavigero. Dice: «La tercera (edad) Ehecatonatiuh, edad de aire, desde la des- trucción de los gigantes hasta los grandes vientos, por los cuales concluyeron todos los hombres con el tercer sol.» Humboldt. Ehecatonatiuh, tercer sol. Formando, pues, la tabla comparativa como en la anterior edad, tendremos: EDAD DEL AIRE. Autor. Nombre de la edad. Número de orden. Duración. Códice Vaticano. Ehecatonatiuh. 2.° sol. 4010 años. Intérprete. Ecatocoe y Concuztuque. 2.° sol. 4010 años. 70 370 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Autor. Nombre de la edad. ■Numero de orden. Duración. Ixtlilxóchitl. Ehecatonatiuh. 2.° y 3." sol. 1715 años. Veytia. Ehecatonatiuh. 2.° sol. 1716 años. Códex Chimalpopoca ó Ana- les de Cuauhtitlan. Nahuiehecatl. 4.° sol. Códex Cumárraga. Quetzalcoatl.' 2.° sol. 676 años. Motolinía. Nahuiehecatl. 4.° sol. El año 694 Gomara. (Sin nombre.) 4.° sol. Fabregat. Ehecatonatiuh. 3.er sol. Boturini. Ecatonatiuh. 3.er sol. Su suplemento. Ehecatonatiuh. 2.° sol. Anónimo de Gama. Nahuiehecatl. 2.° sol. 364 años. Clavigero. Ehecatonatiuh. 3." sol. Humboldl. Ehecatonatiuh. 3.er sol. X Tercera edad, Tletonatiuh, ó sol de fuego. Códice Vaticano. — Tletonatiuh. Duró 4804 años. Intérprete. La llama Tlequiyahuilli (debe ser Tleqaiahuül, lluvia de fuego), y Tzonchichiltuque, edad roja. Le da equivocadamente 4801 años de duración. Ixtlilxóchitl. Tletonatiuh, sol de fuego. Dice que es la cuarta edad, la actual que ha de acabar por fuego. Dice que los que escaparon á la anterior destrucción ree- dificaron la torre de Cholula, y le levantaron un templo en ella á Quetzalcoatl, dios del aire, por creer que él había enviado el huracán que la destruyó. En esta edad, dice Ixtlilxóchitl, que llegáronlos toltecas. Veytia — La llama Tletonatiuh, dice que es el cuarto sol, la edad actual que ha de concluir por fuego. Anales de Cuauhtitlan — Códex Chimalpopoca. Ya he dicho en otra ocasión que estos dos códices son traducciones de un mismo MS. mexicano. El original estaba en la biblioteca de los jesuitas, y afortunadamente lo habían prestado al Sr. Ramírez para que lo copiase. Encargó el Sr. Ramírez la traducción al Sr. Chimalpopoca; y aunque no quedó satisfecho de ella, como dice en el preámbulo de los dos tomos manuscritos que coleccionó con el título de «Anales Mexicanos, > la puso como principio de esta co- lección, llamando al Códice, que no tiene título en el original, Anales de Cuauhtitlan, por ser principalmente una historia de aquel reino. Pero el Sr. Chimalpopoca facilitó el Códice y otra traducción al abate Brasseur, y éste es el famoso MS. que tanto cita con el nombre de Códex Chimalpopoca. Le sirvió en un principio para equivocarse al- go en la historia tolteca, confundiendo la de los dos reinos; y fué causa después de su completo extravío, pues creía encontrar en él las pruebas de su extravagante sistema. Había comenzado á imprimirlo en París, cuando murió. La traducción del Sr. Ramí- rez es hoy de mi propiedad. El original quedó en poder del Sr. Chimalpopoca, y á su muerte lo compró el Museo. Se prepara su publicación con la versión española de mi MS. y otra nueva que se está formando, y que contiene numerosas variantes. Por las obras del abate Brasseur se comprende que eran muchas las variantes de la suya. Puesbien: en este Códice ó Anales, se llama á este sol Quiatonatiuh (debe ser Quiahu- tonatiuh), que quiere decir solamente sol de lluvia, aun cuando se refiere á la lluvia de fuego. Tomó este sol el nombre del dia nahui quiahuitl en que cayó una lluvia de fuego, ANALES DEL MUSEO NACIONAL 371 y se propagó el incendio con una lluvia de ceniza. Llovió fuego y arena, por cuya causa se quemó é hirvió la piedra, se formaron peñascos y las rocas coloradas llamadas tezon- tli. Esta tradición del Códice tolteca confirma de una manera grandiosa la interpretación de la lámina del Códice Vaticano: la catástrofe fué producida por las innumerables erup- ciones volcánicas que tuvieron lugar en nuestro territorio, y cuyas huellas se encuentran por todas partes donde quiera que se dirija el paso, desde la espléndida cuenca de nues- tro valle de México hasta las grietas inmensas de Atenquique, y desde allí hasta el anti- guo hervidero de montañas de Guatemala. Magnífica imagen de las erupciones, la llu- via de fuego, de arena y de cenizas; la piedra que hervía, las corrientes de lava, que endurecidas por el frió de los siglos, forman por todas partes y á las puertas de la mis- ma capital, nuestros extensos pedregales; las rocas rojas formadas por el tezontli que es una lava; todo, todo es una manifestación clara y expresiva de la época de las erup- ciones, todo confirma, como argumento irresistible, que los soles de los nahoas eran ver- daderas épocas cosmogónicas, cuyo recuerdo conservaban grabado de un modo indele- ble en la gran biblioteca de la memoria de sus pueblos. Códex Qumárraga. Tlalocatecuhtlih&hmya, sidosol siete veces cincuenta y dos años, que son 364, y entonces Quetzalcoatl «llovió fuego del cielo, y quitó que no fuese sol.» Motolinía. Llama á este tercer sol Nahuiquiahuitl; dice que pereció por fuego, que ardió todo el mundo, y murió toda la gente. Gomara. Copia á Motolinía sin dar nombre á esta edad. Fabregat. Lo pone por cuarto sol con el nombre de Tletonatiuh. Boturini. Tletonatiuh, último curso solar que hade acabar con fuego: 4.° sol. Boturini (Suplemento). Dice que este sol debería ser la cuarta y última edad del mundo, y que le llamaron Tletonatiuh, «que quiere decir sol de fuego, ó espacio de tiempo que acabaría con fuego.» Clavigero. — Tletonatiuh, 4.° sol. Anónimo de Gama. Es el tercer sol: le llama Nahuiquiahuitl: dice que el mundo fué destruido por fuego; que los hombres que escaparon quedaron trasformados en aves; y que esto tuvo lugar el año ce tecpatl en el dia 4 quiahuitl, 312 años después de la segunda destrucción. Humboldt. Lo llama Tletonatiuh, y lo pone como segundo sol. EDAD DEL FUEGO. Autor. Nombre de la edad. Número de urden. Duración. Códice Vaticano. Tletonatiuh. 3.er sol. 4804 años. Intérprete'. Tlequiyahuilli y Tzon- chichiltuque. 3.er sol. 4801 años. Ixtlilxóchitl. Tletonotiuh. 4.° sol. Época actual Vertía. Tletonatiuh. 4.° sol. Época actual Códex Chimalpopoca ó Ana- les de Cuauhtitlan. Quiatonatiuh. 3.er sol. Códex Cumárraga. Tlalocatecuhtli. 3.» sol. 364 años. Motolinía. Nahuiquiahuitl. 3.er sol. Gomara. (Sin nombre.) 3." sol. Fabregat. Tletonatiuh. 4.° sol. Boturini y Suplemento. Tletonatiuh. 4.° sol. Época actual. Clavigero. Tletonatiuh. 4.° sol. Época actual, Anónimo de Gama. Nahuiquiahuitl. 3." sol. 312 años. Humboldt. Tletonatiuh. 2.° sol. 4804 años 372 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Antes de continuar con el siguiente sol, debo traer á colación un hecho muy notable en mi concepto. Vimos que Herrera nos conserva la tradición de un diluvio en la teogo- nia de Michuacan, porque ese hecho cosmogónico fué general y conocido de las diversas razas. Pero los tarazeos no tenían conocimiento de la segunda catástrofe, y era natural: si la catástrofe era la época glacial, y esto lo confirma, no pudieron sentir sus rigores los pueblos tropicales, al contrario de los de raza nahoa que habían venido del Norte. Así es que en el Michuacan debió ser la segunda calamidad la del fuego, supuesto que en su territorio debió presentar espectáculo imponente aquella terrible edad de las erupciones volcánicas. Los padecimientos de la humanidad en los dos soles de agua y de fuego, y los muchos hombres que en ellos perecieron, dieron origen en Michuacan á una interesante fábula. Decían que Dios creó á un hombre y á una mujer formándolos de barro, y que yéndose éstos á bañar se deshicieron en el agua; que entonces los volvió á hacer de ceni- za y de ciertos metales, y que de ellos desciende la humanidad. Los primeros hombres de barro, materia que cubrió la tierra al extenderse sobre ella las aguas, y que según el mito se deshicieron con la misma agua, nos representan la primera calamidad llamada ex- presivamente por los núio&s A tonathih. La segunda formación de cenizas, producto de las erupciones, y de los metales que estas mismas erupciones iban dejando en las grietas de la tierra, son la representación del sol de fuego. Ambas imágenes nos dan también, en las dos épocas respectivas, la formación de la costra terrestre. Asombra el pensar có- mo habían sorprendido nuestros antiguos pueblos los secretos más profundos de la na- turaleza. XI Hemos visto que hay notables diferencias en los diversos cronistas, ya respecto déla duración de cada uno de los soles, ya en los diferentes nombres que les dan, ya en el orden respectivo en que los colocan. En cuanto al tiempo de su duración, no sabiendo los datos de que dichos cronistas partieron, y no encontrando medio de concordarlos entre sí, debiendo tomarse ademas en consideración los errores frecuentes de los copis- tas, creo que debemos atenernos al cómputo cronológico de nuestra lámina, reproduc- ción de los verdaderos anales geroglíficos de los nahoas. Menos importante es la dife- rencia de nombres, pues los diversos usados por los cronistas dan todos una significa- ción referente á la catástrofe relativa. Pero como quiera que todos convienen en lla- mar á estas épocas soles, debemos adoptar los nombres que tienen como base la pala- bra tonatiuh sol, y antepuesta la que significa el elemento dominante en la catástrofe. Así llamaremos definitivamente á la primera época Atonatiuh ó sol de agua, á la se- gunda Ehecatonatiuh ó sol de aire, y á la tercera Tletonatiuh ó sol de fuego. Mayor es la dificultad en cuanto al número de los soles y á su orden respectivo, pues éste varía, y aquel es ya de tres, ya de cuatro, de cinco y hasta de seis, computándose siempre como último la época en que vivían los indios cuando se consumó la Conquista. En nuestra lámina tenemos cuatro soles; tres que hemos explicado ya, referentes á las tres calamidades sufridas por el agua, por el aire y por el fuego, y el cuarto que era el sol ó época en que vivían los que pintaron ese geroglífico. Ya en mi Ensayo manifesté, ABALES DEL MUSEO NACIONAL 373 que ea dicha pintura, número 4 de la lámina adjunta, no se ven señales de ninguna catástrofe; y que, por el contrario, todos sus símbolos y figuras expresan una época de placer, de abundancia y de prosperidad. En el original el fondo es color de rosa; la dio- sa que baja en el centro no es, ni la del agua que produjo las inundaciones, ni el dios del viento que barrió el mundo con los huracanes, ni el del fuego que quemó la tierra con las erupciones volcánicas, sino la diosa Xochiquetzalli, madre délas alegrías; la diosa Centeotl, la productora del maíz, la Céres, de los nahoas. Baja la diosa tomando con sus manos dos grandes flores, que forman las extremidades de dos ramas entreteji- das cubiertas de flores, y que recuerdan las ramas de arcos de yerbas y flores que usan todavía nuestros indios en sus fiestas. La diosa tiene vistoso cueyetl mujeril, adornos de flores al cuello y en la cabeza, de la cual brota una mazorca de maíz. En el fondo del triángulo rosado que forman las ramas entretejidas, se ven brotar á ambos lados yerbas, flores y frutos. En la parte inferior, y fuera del triángulo, está pintado á la izquierda un hombre con una bandera, símbolo de festividad, en la mano derecha, y con un ramo de flores en la izquierda: adorna su cuerpo con ramas y flores. Del otro lado se ve á un hombre con iguales atributos, tendiendo un ramo de flores á una mujer, que tiene también una bandera en la mano derecha, y sobre el vestido una banda de ramas. En ninguna parte de la pintura se ve señal de desgracias; no se contempla el par, representante de la humanidad, que se salva de la catástrofe: pudiera decirse que es la imagen de la edad de oro de aquellos pueblos, la pintura de la Arcadia de este Continente. Y, sin embargo, como para los cronistas había la idea de que todo sol significaba una destrucción, así la considera el intérprete del Códice Vaticano. La llama Etá delli ca- pulí negri, edad de los cabellos negros, para significar que era la más joven, la últi- ma; así como llamó al sol de agua cabeza blanca, para significar que era lamas vieja, la primera. Dice que la destrucción fué por una lluvia de sangre, lo que supuso, sin duda, por el color de rosa que tiene el fondo de la pintura: que murieron muchos de terror, pero que escaparon muchos; que en esta edad comenzó la fundación de Tula, y que el hambre y corrupción causaron su ruina; y que este sol duró 5042 años. En la misma lámina están los números que expresan los años trascurridos desde la última ca- lamidad: el cronista se equivocó, pues son 5206. En mi Ensayo expuse la idea, que he confirmado después, de que para los tlapalte- cas y toltecas no hubo más que tres épocas anteriores á la en que vivían: las tres edades cosmogónicas de que nos hemos ocupado; de manera que para ellos, como en la pintu- ra del Códice Vaticano, sólo hubo cuatro soles. Los mexicanos contaban, sin embargo, cinco; y si el último era aquel en que vivían, como no había acaecido otro hecho cos- mogónico que terminara el cuarto, debe fijarse al fin de éste algún hecho histórico que determinó una nueva era. Gama cree que este hecho fué la erección i e las pirámides de Teotihuacan, á lo que se refiérela fábula del buboso, y el nacimiento del sol y de la luna. Aunque ya he re- chazado está opinión, como la apoya el Sr. Orozco y Berra, debemos detenernos algo á considerarla. La versión de esta fábula que recogió el padre Olmos de los mismos in- dios, la trae el padre Mendieta en el capítulo II del libro 2.° de su Historia Eclesiástica Indiana, poniéndole por apostilla: Creación del sol, según patrañas de los indios. Dice el relato: «Y como por algunos años (según decian) no hubo sol, ayuntándose los dioses en un 71 374 ANALES DEL MUSEO NACIONAL pueblo que se dice Teutiuacan, que está seis leguas de México, hicieron un gran fuego, y puestos los dichos dioses á cuatro partes de él, dijeron á sus devotos que el que más presto se lanzase de ellos en el fuego, llevaría la honra de haberse criado el sol, porque el primero que se echase en el fuego, luego saldría sol; y que uno de ellos, como más animoso, se abalanzó y arrojó en el fuego, y bajó al infierno; y estando esperando por dónde habia de salir el sol, en el tanto, dicen, apostaron con las codornices, langostas, mariposas y culebras, que no acertaban por dónde salia; y los unos que por aquí, los otros que por allí; en fin, no acertando, fueron condenados á ser sacrificados; lo cual después tenian muy en costumbre de hacer ante sus ídolos: y finalmente salió el sol por donde habia de salir, y detúvose, que no pasaba adelante. Y viendo los dichos dioses que no hacia su curso, acordaron de enviar á Tlotli por su mensajero, que de su parte le dijese y mandase hiciese su curso; y él respondió que no se movia del lugar donde estaba hasta haberlos muerto y destruido á ellos; de la cual respuesta, por una parte temerosos,, y por otra enojados, uno de ellos, que se llamaba Citli, tomó un arco y tres flechas, y tiró al sol para le clavar la frente: el sol se abajó y así no le dio: tiróle otra flecha la segunda vez y hurtóle el cuerpo, y lo mismo hizo á la tercera: y enojado el sol tomó una de aquellas flechas y tiróla al Citli, y enclavóle la frente, de que luego murió. Viendo esto los otros dioses desmayaron, pareciéndoles que no podian prevale- cer contra el sol: y como desesperados, acordaron de matarse y sacrificarse todos por el pecho; y el ministro de este sacrificio fue Xolotl, que abriéndolos por el pecho con un navajon, los mató, y después se mató á sí mismo, y dejaron cada uno de ellos la ropa que traía (que era una manta) á los devotos que tenia, en memoria de su devoción y amistad. Y así aplacado el sol hizo su curso.» Fray Bernardino de Sahagun, que también recibió el relato de boca de los mismos indios contemporáneos de la Conquista, y que escribió en vista de los geroglífícos, dice más extensamente en el capítulo 2.° del libro 7.° de la Historia General de las Cosas de Nueva España: «decian que antes que hubiese dia en el mundo, que se juntaron los dioses en aquel lugar que se llama Teutioacan (que es el pueblo de S. Juan entre Chiconauhtlan y Otumha) dijeron los unos á los otros; dioses, ¿quién tendrá cargo de alumbrar al mun- do? luego á estas palabras respondió un dios que se llamaba Tecuzistecatl y dijo: «Yo tomo á cargo de alumbrar al mundo: luego otra vez hablaron los dioses y dijeron: ¿quien será otro mas? al instante se miraron los unos á los otros, y conferían quien sería el otro, y ninguno de ellos osaba ofrecerse á aquel oficio, todos temian y se excusaban. Uno de los dioses de que no se hacia cuenta y era buboso, no hablaba, sino que oía lo que los otros dioses decian: los otros habláronle y dijéronle: sé tu el que alumbres bu- bosito, y él de buena voluntad obedeció á lo que le mandaron y respondió: «En mer- ced recibo lo que me habéis mandado, sea así» y luego los dos comenzaron á hacer pe- nitencia cuatro dias. Después encendieron fuego en el hogar el cual era hecho en una peña que ahora llaman teutezcalli. El dios llamado Tecuzistecatl todo lo que ofrecia era precioso, pues en lugar de ramos ofrecia plumas ricas que se llaman manquetzalli: en lugar de pelotas de heno, ofrecia pelotas de oro: en lugar de espinas de maguey, ofrecia espinas hechas de piedras preciosas: en lugar de espinas ensangrentadas, ofrecia espinas hechas de coral colorado, y el copal que ofrecia era muy bueno. El buboso que se llamaba Nanaoatzin, en lugar de ramos ofrecia cañas verdes atadas de tres en tres, todas ellas llegaban á nueve: ofrecia bolas de heno y espinas de maguey, y ensangren- ANALES DEL MUSEO NACIONAL 375 tábalas con su misma sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de las bubas. A cada uno de estos se les edificó una torre como monte; en los mismos montes hicieron penitencia cuatro noches y ahora se llaman estos montes tzaqicalli, están ambos cerca el pueblo de S. Juan que se llama Teuhtioacan. * «De que se acabáronlas cuatro noches de su penitencia, esto se hizo al fin ó al remate en ella, cuando la noche siguiente á la media noche habían de comenzar á hacer sus oficios, antes un poco de la medianía de ella, diéronle sus aderezos al que se llamaba Tecuziste- catl, á saber: un plumaje llamado aztacomitl , y una jaqueta de lienzo, y al buboso que se llamaba Nanaoatzin, tocáronle la cabeza con papel que se llama amatzontli, y pusié- ronle una estola de papel, y un maxtli de lo mismo. Llegada la media noche, todos los dioses se pusieron en derredor del hogar que se llama teutexcalli. En éste ardió el fuego cuatro dias: ordenáronse los dichos dioses en dos rendes, unos de la una parte del fuego, y otros déla otra, y luego los dos sobredichos, se pusieron delante del fuego, y las caras acia él, en medio de las dos rendes de los dioses, los cuales todos estaban levantados, y luego hablaron y dijeron á Tecuciztecatl: «¡Ea, pues, Tecucizlecatl! entra tú en el fuego, » y él luego acometió para echarse en él; y como el fuego era grande y estaba muy encendido, sintió la gran calor, hubo miedo, y no osó echarse en él y volvióse atrás. Otra vez tornó para echarse en la hoguera haciéndose fuerza, y llegándose, se detuvo, no osó arrojarse en la hoguera,, cuatro veces probó; pero nunca se osó echar. Estaba puesto mandamiento que ninguno probase más de cuatro veces. Deque hubo probado cuatro veces, los dioses luego hablaron á Nanaoatzin, y dijéronle : ::: ¡Ea, pues, Nanaoatzin! prueba tú; y como le hubieron hablado los dioses, esforzóse, y cerrando los ojos, arreme- tió, y echóse en el fuego, y luego comenzó á rechinar y respendar en el fuego como quien se asa. Como vio Tecuiciztecatl, que se había echado en el fuego y ardía, arremetió y echóse en la hoguera, y dizque una águila entró en ella y también se quemó, y por eso tiene las plumas hoscas ó negrestinas. A la postre entró un tigre, y no se quemó, sino chamuscóse, y por eso quedó manchado de negro y blanco: de este lugar se tomó la cos- tumbre de llamar á los hombres diestros en la guerra Quauhtl ocelotl, y dicen primero Quaiihtli, porque el águila primero entró en el fuego, y dicese á la postre ocelotl, por- que el tigre (ocelotl) entró en el fuego á la postre del águila. Después que ambos se hu- bieron arrojado en el fuego, y que se habían quemado, luego los dioses se sentaron á es- perar á que prontamente vendría á salir el Nanaoazin. Habiendo estado gran rato esperando, comenzóse á parar colorado el cielo, y en todas partes apareció la luz del alba. Dicen que después de esto, los dioses se hincaron de rodillas para esperar por donde sal- dría Nanaoazin hecho sol: miraron á todas partes volviéndse en derredor, más nunca acertaron á pensar ni á decir á que parte saldría, en ninguna cosa se determinaron: algunos pensaron que saldría de la parte del norte, y paráronse á mirar acia él: otros acia medio dia, á todas partes sospecharon que había de salir, porque por todas partes había resplandor del alba; otros se pusierou á mirar acia el oriente, y dijeron, aquí de esta parte ha de salir el sol. El dicho de estos fué verdadero: dicen que los que mira- ron acia el oriente, fueron Quetzalcoatl, que también se llama Ecatl, y otro que se llama Totee, y por otro nombre Anaoatlytecu, y por otro nombre TI atl avíete zcatli- _puca, y otros que se llaman Minizcoa, que son innumerables, y cuatro mujeres, la primera se llamaba Tiacapan, la segunda Teicu, la tercera Tlacocoa, la cuarta Xo- * Hoy Teotihuacan. 376 ANALES DEL MUSEO NACIONAL coyotl; y cuando vino á salir el sol, pareció muy colorado, y que se contoneaba de una parte á otra, y nadie lo podía mirar, porque quitaba la vista de los ojos, resplande- cía, y echaba rayos de sí en gran manera, y sus rayos se derramaron por todas partes; y después salió la luna en la misma parte del oriente á par del sol: primero salió el sol, y tras él la luna; por la orden que entraron en el fuego por la misma salieron hechos sol y luna. Y dicen los que cuentan fábulas, ó hablillas, que tenian igual luz con que alum- braban, y de que vinieron los dioses que igualmente resplandecían, habláronse otra vez y dijeron: ¡Oh dioses! ¿cómo será esto? ¿será bien que vayan á la par? ¿será bien que igualmente alumbren? Y los dioses dieron sentencia y dijeron: «Sea de esta manera.» Y luego uno de ellos fué corriendo, y dio con un conejo en la cara á Tecuciztecatl, y es- cureciole la cara, ofuscóle el resplandor, y quedó como ahora está su cara. Después que huvieron salido ambos sobre la tierra, estuvieron quedos sin moverse de un lugar el sol, y la luna; y los dioses otra vez se hablaron y dijeron: ¿Cómo podemos vivir? no se me- nea el sol, ¿hemos de vivir entre los villanos? muramos todos y hagámosle que resucite por nuestra muerte, y luego el aire se encargó de matar á todos los dioses y matólos, y dice- se que uno llamado Xolotl, reusaba la muerte, y dijo á los dioses: ¡oh dioses! no mue- ra yo, y lloraba en gran manera, de suerte que se le hincharon los ojos de llorar, y cuan- do llegó á él el que mataba, echó á huir, y escondióse entre los maizales, y convirtióse en pie de maíz que tiene dos cañas, y los labradores le llamaban Xolotl, y fué visto y hallado entre los pies "del maíz: otra vez echó á huir y se escondió entre los magueyes, y convirtióse en maguey que tiene dos cuerpos que se llama mexólotl: otra vez fué visto, y echó á huir, y metióse en el agua, y hizose pez que se llama Axolotl, y de allí le toma- ron y le mataron; y dicen que aunque fueron muertos los dioses, no por eso se movió el sol; y luego el viento comenzó á sumbar, y ventear reciamente y él le hizo moverse para que anduviese su camino; y después que el sol comenzó á caminar, la luna se estuvo que- da en el lugar donde estaba. Después del sol, comenzó la luna á andar; de esta manera se desviaron el uno del otro y así salen en diversos tiempos, el sol dura un dia, y la luna trabaja en la noche, ó alumbra en ella. ...» Esta tradición siguieron los autores de segunda mano, desde Torquemada, que como siempro copia á Mendieta, hasta Boturini y Clavigero. Hay, sin embargo, otra versión enteramente desconocida y original en el Códex Cumárraga. Dice este MS. en el capí- tulo 7.°, y bajo el rubro de Como fue fecho el sol: «En el trezeno año deste segundo cuento de treze, que es en el año de veynte y seis después del dilubio, visto que estava acordado por los dioses de hazer sol, y avia fecho la guerra paradalle de comer, quiso qui- qalcoatl (debe ser Quetzalcoatl) que suhijo fuese sol, el qual tenia á él por padre y no te- nia madre: y también quizo que talocatetli dios del agua hiziese á su hijo del y de chal- chuitli que es su mujer, luna, y para los hazer no comieron fasta. . . , y sacáronse sangre de las orejas y por esto ayunavan, y se sacavan sangre de las orejas y del cuerpo en sus oraciones y sacrificios, y esto fecho, el quicalcoatl tomó á su hijo y lo arrojó en una grande lumbre, y allí salió fecho sol para alumbrar la tierra, y después de muerta la lumbre vino talacatctli y echó á su hijo en la ceniza y salió fecho luna, y por esto pa- rece zenicienta y escura; y en este postrero año desde treze comencé á alumbrar el sol, porque fasta entonces fabia sido noche, y la luna comenco andar tras él, y nunca le alcanca, y andan por el ayre sin que lleguen á los cielos.» Para explicar la tradición de los dos primeros autores, debo decir que, según mis estudios, hubo tres civilizaciones en Teotihuacan: la primera se remonta á los tiempos ANALES DEL MUSEO NACIONAL 377 más antiguos, y fué de la raza primitiva de estas regiones; de aquella época he tenido á la vista algunos vasos que lo comprueban hasta la evidencia: la segunda, resultado de una invasión que se extendió bastante en el país, comprobada por vasos y monumentos, tenía como base de su religión la adoración de los animales: la tercera fué introducida por la conquista de los toltecas, que se verificó en el año de 1035, según MS. de mi co- lección. En toda conquista lo primero que procura el conquistador, es imponer su len- gua y su religión: natural fué que los toltecas impusieran desde luego á los vencidos la adoración al sol y los demás mitos astronómicos esencia de su teogonia; y esto es lo que significa la muerte de los dioses antiguos al brotar el sol de la hoguera de la leyenda. Los nombres délos dioses muertos que nos conservan los autores citados, son nombres de animales: Xolotl, convertido en ajolote, sabandija de nuestros lagos; Culi, la liebre, muerto por la flecha que le enclavó el sol en la frente; Tlotli, el gavilán que fué envia- do de mensajero al astro del dia: toda confirma en la muerte de los dioses, el cambio de religión. Y formóse entonces la leyenda que nos traen Mendieta y Sahagun, acor- dando este hecho con la leyenda más antigua que nos da á conocer el Códex Cumárra- ga, y que tiene una significación astronómica muy clara. Según él, Quetzalcoatl, para hacer el sol que nos alumbra, tomó á su hijo, y lo arrojó en una grande lumbre, de donde salió hecho sol. La explicaciou de este mito es muy sencilla: Quetzalcoatl era la estrella de la mañana, la Venus nahoa, que al desaparecer al levantarse el dia, deja brotar de la lumbre de nubes de púrpura y oro del Oriente el globo de fuego del sol es- plendoroso. De allí el hacer al sol hijo de Quetzalcoatl; de allí el fingir que éste arrojó á su hijo en una gran lumbre para que de ella se levantara astro magnífico de luz que alum- brase con rayos de oro las tristes soledades de la antes oscura y espantosa tierra. Así tam- bién nació el mito de la creación de la luna. Dice el Códex Cumárraga, que muerta lalum- bre de que salió el sol, llegó el dios Tlaloc y arrojó á su hijo en las cenizas, y de allí brotó hecho luna, y por esto parece zenicienta y escura. Tlaloc era el dios de las lluvias, el señor de las nubes, y ya por el color pálido de la luna, ya porque ella trae en sus movimientos las refrescadoras aguas sobre la sedienta tierra, diéronle por padre á Tla- loc; y por esto, en la primera lámina del Códice Vaticano, que representa los cielos de los nahoas, se pone á la luna en el cielo más inmediato á la tierra, en el cielo de las nubes, en el cielo de Tlaloc. ¿Y cómo nó, si la proximidad del astro de la noche nos lo hace ver vecino de las nubes; y muchas veces, al romper las nubes tempestuosas aparece entre ellas como envuelta en negro manto que cubre todo el horizonte, y que borda con blancos encajes de luz, de perlas y de plata! Pues bien: combinado el hecho histórico de la conquista de Teotihuacan y de la erec- ción de las pirámides del sol y de la luna con los antiguos mitos del nacimiento de es- tos astros, formóse la nueva teofanía que nos conservaron Sahagun y Mendieta. El hecho de que el nacimiento de este sol fuera después de la última calamidad, y la cir- cunstancia de que el Códex Cumárraga diga expresamente que dicho nacimiento tuvo lugar después del diluvio, que en ese MS. se considera como la catástrofe posterior, dan pábulo á creer que el quinto sol se contó desde entonces; y pudiera sostenerse con gran copia de razones, si dos consideraciones poderosas no destruyeran del todo tal argu- mentación. Es la primera, que todo sol debía terminar con una gran desgracia, según las creencias de los nahoas; y en el caso presente, no fué desdicha sino dia de plácemes para ellos, aquel en que conquistaron la ciudad sagrada, y en que destruyendo la reli- gión de los vencidos, levantaron pirámides á sus dioses, á los astros de la luz y de la 72 378 ANALES DEL MUSEO NACIONAL poesía. Es la segunda razón, que habiendo tenido lugar ese suceso en la época de pros- peridad de los toltecas, época en que, según hemos visto, se pintaron los geroglíficos del Códice Vaticano, no habría dejado de anotarse suceso tan importante como el prin- cipio de una nueva era; y, por el contrario, vemos en la lámina adjunta, que solo hay cuatro soles, y que el último se consideraba como todavía existente entonces, sin que en él se hiciera constar el dia fijo y el mes de su conclusión, como se hizo en los otros tres soles que verdaderamente habían terminado. ¿Cuál pudo, pues, ser la inmensa des- dicha que resintieran los nahoas para dar por concluido su cuarto sol? Ya la furia de los elementos no había de destruir á la humanidad, pues la vida cosmogónica de aque- llos tiempos estaba ya definitivamente establecida, y era en un todo semejante á la que ahora gozamos. Pero á falta de los furores del cielo debía sobrevenir, y era bastante, el desencadenamiento de las pasiones de los hombres, las. ambiciones, las guerras, la destrucción de los imperios. Catástrofe inmensa fué para los nahoas el derrumbamien- to del reino de Tula: ya no eran ni el agua, ni el aire, ni el fuego, los que destruirían ese sol de prosperidad, sino los mismos hombres que habitaban la tierra, y por eso se llamó á esa gran desdicha Tlaltonatiuh, sol de tierra, y se comenzó un quinto sol, nue- va era de esperanzas. Por estas razones en mi Ensayo puse el principio del quinto sol en la época de la destrucción de Tula, es decir, en el año de 1116: y no me extraño de que otros lo ha- yan puesto en la erección de las pirámides de Teotihuacan, porque fácil es equivocarse con la sorpresa de un hecho tan culminante, y que puede decirse sincrónico de la des- trucción de Tula, pues apenas le precedió en 81 años. Presénteseme, sin embargo, nueva dificultad con el texto de Motolinía antes citado, en que da á entender claramente que los mexicanos comenzaron á contar el quinto sol desde el año en que salieron á peregrinar. Era preciso buscar una nueva fecha que con- firmase ó destruyese del todo mi opinión; y esta fecha tenía que ser precisamente aque- lla en que salieron los mexicanos á su prodigioso viaje. Dos documentos se presentan para conseguir el objeto: el geroglífico original que existe en el Museo, y que en forma de tira larga nos marca año por año aquella expedición; y el Códice mexicano publica- do en París por Mr. Aubin, exactísima reproducción litográfica con colores del origi- nal catalogado por Boturini en el § VIII, núm. 14, escrito por autor anónimo en 1576, é indiscutiblemente tomado de los geroglíficos aztecas en la parte de que nos ocupamos. Pues bien, ambos geroglíficos nos dan como principio de la peregrinación el mismo año ce tecpatl, 1116, en que acaeció la destrucción de Tula. Así en admirable conso- nancia ambos datos, puede decirse ya con seguridad, que el quinte sol, que era aquel en que vivían los mexicanos cuando la Conquista, comenzó el referido año de 1116, habiendo terminado el cuarto con la destrucción de Tula. De aquí vino la equivocación del intérprete del Códice Vaticano: no se fijó en que la pintura no designaba calamidad; no estudió la época en que pudo haberse ejecutado; simplemente sabía que el cuarto sol había concluido por guerras, y expresivamente le llamó lluvia de sangre. XII Siguiendo nuestro sistema, examinemos la opinión de cada autor sobre este cuarto sol, explicando cómo por no entender los cronistas el origen del cambio de 'número de ANALES DEL MUSEO NACIONAL 379 soles, dio motivo á las confusiones que en ellos encontramos, y que es de suma im- portancia desenmarañar. Ixtlilxóchitl. Llama á este sol Tlalchitonatiuh, sol de tierra; y según las Rela- ciones, lo hace ya segundo, ya tercero. Dice que la destrucción fué por terremotos y erupciones volcánicas, 158 años después de los huracanes, á los 4994 de la creación; que escaparon pocos en la tierra adentro, y que perecieron muchos toltecas y chichi- mecas. Refiere á este propositóla historia de Quelzalcoatl, la introducción del culto de la cruz, la desaparición del gran sacerdote tolteca y la profecía de su vuelta, así como la destrucción de la torre de Cholula, confundiendo esta edad en sus pormenores con el sol de aire. Fácil es comprender de dónde nacen todas estas confusiones y contradicciones de Ixtlilxóchitl. Cada vez me convenzo más de que, al escribir su Historia y Relaciones, tuvo á la vista pinturas iguales ó muy* semejantes á las del Códice Vaticano; y en todo caso de origen tolteca, como lo demuestra haber sido cronista especial del reino de Tu- la. Encontró, pues, en sus datos geroglíficos, tan solo tres soles pasados, y el cuarto como época actual de aquellas generaciones; pero él sabía que en la historia mexicana había cinco soles; se encontró con que le faltaba uno, y no pudiéndose explicar esta di- ferencia, se contentó con dividir el sol de fuego en dos, dejando una parte al mismo fuego y la otra á los terremotos, sin considerar que éstos y las erupciones debieron con- currir en un mismo tiempo. Confundió á su vez esta época con la del sol de aire, que unas veces hacía segundo y tercero al de tierra, y otras veces los presentaba invertidos. Con tal procedimiento, para hacer cuatro soles de los tres que encontraba en las pintu- ras, y salvando la confusión que hace del segundo y tercero, vemos que Ixtlilxóchitl siguiendo un geroglííico semejante al del Códice Vaticano, pone por primer sol el Ato-' natiuk, por segundo el Ehecatonatiuh, y el tercero lo subdivide en dos, poniendo en primer lugar el Tlalchitonatiuh ó época de los terremotos, y reservando para cuarto sol el fuego ó Tletonatiuh. Así podemos colocará Ixtlilxóchitl, corrigiendo sus errores entre los cronistas que conservan la tradición tolteca. Veytia. Usa ya del nombre Tlalchitonatiuh, ya simplemente de Tlaltonatiuh, y co- pia servilmente á Ixtlitxóchitl, poniendo ésta por tercera edad, y sin más diferencia notable que decir que la destrucción por terremotos ocurrió 633 años después del huracán. Anales de Cuauhtitlan, Códex Chimalpopoca. Ponen éste como segundo sol, con el nombre de Nahuiocelotl. Dice el texto: «Se obscureció el sol al llegar á la mi- tad del cielo: este se obscureció y durante la obscuridad el sol fue comido y las gentes caian en tierra como borrachos.» Como se ve, estos códices que son uno mismo, se separan de la tradición tolteca en el orden y número de los soles, pero tampoco adoptan la mexicana. Aquí hay una con- fusión sin duda, ya de los copistas, ya del arreglo mismo del MS., confusión, que refi- riéndose á otros pasajes, había notado ya el Sr. Ramírez. Códex Qumárraga. Pone por cuarto sol el de agua; lo hace presidir por la diosa Chalchiuhtlicue; y le da de duración 312 años, computando 2628 después del naci- miento de los dioses. Pone por primero la edad en que dominó Tezcatlipoca, el cual, derribado por Quetzalcoatl, se convirtió en tigre y se comió á los gigantes. Aquí nos encontramos un nuevo sistema: los soles del aire y del fuego ocupan su lu- gar propio y el del agua es el último, separándose así de todas las tradiciones. Tan im- 380 ANALES DEL MUSEO NACIONAL portante y tan genuino es este Códice, que creí de grave interés buscar la razón de esta diferencia. Hay que advertir, que los primeros cronistas, inspirados en sus ideas reli- giosas, procuraron siempre concordar los hechos de nuestra historia antigua con los sucesos bíblicos: así vemos, que hacen de la pirámide de Cholula, la torre de Babel; del pájaro que habla á los aztecas en su peregrinación, la confusión de las lenguas; y de la fábula del mosquito, el sol de Josué. Natural era, que escrito este Códice bajo los auspi- cios del primer obispo de México, siguiera esa tendencia, y nos presentara como la últi- ma calamidad el sol de agua, supuesto que después del diluvio bíblico, no registra otra catástrofe de la humanidad el libro sagrado. Pero si bien meditamos, observaremos que no nos habla de otra Moysés: inspirado el hierofante de Egipto en las tradiciones cos- mogónicas del África, no podía conocer, ni la época glacial imposible en aquellas regio- nes calurosas, ni la época del fuego imposible en aquellas vastas soledades sin monta- ñas. El sol de agua había sido allí el primero y el último, y después siguió la época ac- tual de la humanidad: el obispo tenía necesidad, imitando al hierofante, deponer tam- bién como el último sol, anterior á la época actual de este continente, el sol de agua. Motolinía. * Confundiendo también enteramente el orden de los soles, pone á éste por segundo, y lo llama Nahuiocelotl. Dice que «pereció cayendo el cielo sobre la gen- te y mató á todos.» La confusión de Motolinía se explica muy fácilmente, y no debe preocuparnos, pues él mismo dice en el pasaje citado con anterioridad, que en la época en que escribía (1542), apenas había quien supiera explicar esta materia, y con dificul- tad se conseguía tan sólo en parte. Gomara. Copia á Motolinía y sigue sus errores, pero no da nombre á este sol. Fabregat. Lo pone por primero con el nombre de Tlalchitonatiuh. Me parece que áFabregat le pasó cosa parecida á Ixtlilxóchitl. No hay duda de que escribió en vista de los geroglíficos, y muestra es su interpretación del Códice Borgiano, MS. de altísima importancia; pero encontró en las pinturas antiguas tres catástrofes únicamente, y para completar el número délos soles, agregó el de tierra, colocándolo como primero, sin du- da por no encontrar otro lugar en que mejor acomodarlo; pero siendo de advertir, que en el orden de los verdaderos soles sigue exactamente la tradición tolteca, pues pone por primero de ellos el Atonaliuh, por segundo el Ehecatonatiuh, y por último el Tleto- natiuh. Boturini. En su Idea de una nueva historia general de la América Septentrio- nal, nos da por segundo sol el Tlachitonatiuh (sic), «sol apagado por la tierra, como quien dice, segundo curso solar concluido con temblores de tierra.» El error de Botu- rini es también fácil de explicar. Despojado de su magnífico archivo, y no conservando acaso sino ligeros apuntes, puede decirse que de memoria escribió su trabajo. Por eso lo vemos en contradicción con su MS., que como Suplemento á Gomara publicó D. Car- los María Bustamante. En éste es la tercera edad el Tlachitonatiuh ó Tlatonatiuh (sic); de manera que Boturini no hizo más que seguir á Ixtlilxóchitl, cuyas obras estu- dió, no cabiéndome duda en esto, pues yo fui dueño de unas Relaciones de Ixtlilxó- chitl copiadas todas de puño y letra de Boturini. Clavigero. A su vez, copió á Boturini, y aceptó como segundo sol el Tlalionatiuh, siguiendo el error de la obra impresa. * Este período se ha colocado aquí, dándole el lugar correspondiente á los terremotos, por ser el único que queda libre: los otros se colocaron siguiendo las claras indicaciones del autor. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 381 Gama y su anónimo. También es para ellos el primer sol, y le llaman Nahuiocelotl. Es de advertir que siguen el sistema del Códex Cumárraga. «Se destruyeron los hom- bres, dice el texto, faltándoles las semillas y demás mantenimientos, y fueron comidos por los tigres ó tecuanes.» Esto sucedió en el año ce acatl, en el dia nahuiocelotl, y la destrucción duró 13 años. La edad fué de 676 años. Humboldt. Para él el sol de la tierra, Taltonatiuh, fué el primero. Su error con- sistió en que leyó al revés el geroglífico del Códice Vaticano, y por eso pone el primer sol como último y el último como primero. Formemos como en los anteriores, la tabla del cuarto sol. EDAD DE LA TIEKKA. Autor. Nombre de la edad. Número de orden, Códice Vaticano. Época actual. 4.° sol. Intérprete. Etá delli capulí negri. 4.° sol. Ixtlixóchitl. Tlalcbilonaliuh. 2.° y 3.er sol. Veytia. Tlalchitonatiuh, Tlal- tonatiuh. 3." sol. Cuauhtitlan y Chimalpo- poca. Nahuiocelotl. 2.° sol. Códex Qumárraga. Tezcallipoca. l.or sol. Motolinia. Nahuiocelotl. 2.° sol. Gomara. (Sin nombre). 2.° sol. Fabregat. Tlalchitonatiuh. l.er sol. Boturini. Tlachitonaliuh. 2.° sol. Su suplemento. Id. y Tlatonatiuh. 3.er sol. Clavigero. Tlaltonatiuh. 2.° sol. Gama. Nahui Ocelotl. 1." sol, Su anónimo. Nahui Ocelotl. l.er sol. Humboldt. Tlaltonatiuh. l.er sol. Duración. 5206 años. 5204 años. 158 años. 633 años. 676 años. 676 años. 5206 años. XIII El quinto sol era la época en que vivían los mexicanos cuando la Conquista, así es que ya no encontramos en los autores, ni la relación de esta edad, ni nombre propio para ella, si se exceptúan únicamente los siguientes que pertenecen á la tradición mexi- cana, sin que haya cronistas de la tradición tolteca que hablen de este sol, pues el Códex Chimalpopoca se confunde en esta parte con la otra tradición. Códex Cumárraga. Ocupa el quinto sol el espacio que medió entre el diluvio y la época en que Quetzalcoatl arrojó á su hijo en la hoguera tradicional. Aquí viene bien una advertencia, que de propósito no quise hacer antes para no confundir esta mate- ria: si admitimos este quinto sol, tendremos que contar un sexto para la época de los aztecas; el manuscrito nos da un primer sol presidido por Tczcatlipoca, y que con- cluyó cuando Quetzalcoatl arrojó al dios al agua; un segundo sol, presidido por Que- tzalcoatl, que duró 676 años, y que terminó con los huracanes; un tercer sol, presidi- do por Tlalocatecuhtli que duró 374 años, y acabó por el fuego; un cuarto sol, presi- dido por Chalchiuchtlicue, que duró 312 años y acabó por el agua; un quinto sol des- 73 382 ANALES DEL MUSEO NACIONAL de la época del de agua hasta la conquista de Teotihuacan; y un sexto para la época de los mexicanos. Pero si se observa atentamente el relato, se verá que el primero y se- gundo sol son uno mismo, de manera que el Códex Cumárraga, nos da en realidad los cinco soles; el primero el de aire, el segundo el de fuego, el tercero el de agua, el cuar- to el de tierra, y por quinto la época en que vivían los mexicanos. Motolinía. Llama al quinto sol Na/mi acatl; dice que es la edad actual, y que fué creado el año ce tochtli, 25 años después de la anterior destrucción; y como dice que ésta acaeció el año de 694, resulta que debemos poner como principio del quinto sol, el año de 719. Esto nos daría también seis soles, si no consideráramos este quinto como un simple espacio entre el cuarto sol y el principio de la quinta época; lo que se confirma con las palabras mismas de Motolinía, que dice que durante esos 25 años el mundo estuvo en tinieblas. Gomara. Copia á Motolinía sin darle nombre á este sol. Anales de Cuauhtitlan. Dan por nombre á este quinto sol Nakuiollin: dicen que habrá grandes convulsiones de la tierra, hambres, guerras, confusión, y todo perecerá. Códex Chimalpopoca. En un pasaje muy oscuro parece referirse á los 25 años de las tinieblas. Anónimo de Gama. El quinto sol es la época actual, y se llama Nahui O l Un. Cuen- ta á este propósito la Fábula del Buboso. La tabla de este quinto sol se reduce á lo siguiente: Autor. Anales de Cuauhtitlan. Motolinía. Gomara. Gama. EDAD ACTUAL. Nombre. Nahuiollin. Nahui acatl. (Sin nombre.) Nahui Ollin. Número. 5.° sol. 5.° sol. 5.° sol. S.° sol. XIV Resumiendo todo lo dicho, nos encontramos con los siguientes sistemas: 1.° Códice Vaticano. I.— Sol de agua. II.— Sol de aire. I.— Sol de agua. II.— Sol de aire. 2.° IXTLILXÓCHITL. III. — Sol de fuego. IV.— Época de los tol tecas. III y IV. — Soles de terremotos y fue- go, que como hemos visto, fue una sub- división del tercer sol tolteca. V.— Época de los mexicanos. 3.° Veytia. Sigue el sistema de Ixtlilxóchitl, y por lo tanto debe considerarse en la tradición tolteca. 4.° Suplemento de Boturini. Debe decirse lo mismo que de Veytia. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 383 5.° BOTURINI EN SU OBRA IMPRESA. I.— Sol de agua. III— Sol de aire. II— Sol de tierra. IV —Sol de fuego. Pero ya hemos explicado cómo se equivocó Boturini, escribiendo en España, de me- moria y ya despojado de su museo; de manera que debemos seguirlo considerando en el sistema tolteca. 6.° Clavigero. Debemos decir de él lo mismo que de Boturini en su obra impresa, pues se limita á copiarlo. Estos seis autores nos dan un sistema, que extendiéndolo á cinco soles, y llamando de tierra al que concluyó con la destrucción de los toltecas, nos dan en definitiva , la siguiente nomenclatura del sistema: I.— Sol de agua. III.— Sol de fuego. II.— Sol de aire. IV.— Sol de tierra. V.— Sol mexicano. En realidad, Fabregat, como ya hemos explicado, debe agregarse al grupo anterior, haciendo la corrección del primer sol que debe ser cuarto. El orden en que los pone es como sigue: Fabregat. I.— Sol de tierra. III.— Sol de aire. II. — Sol de agua. IV.— Sol de fuego. Humboldt se equivocó, por leer en sentido inverso los geroglíficos. Su orden es en Humboldt. I.— Sol de tierra. III.— Sol de aire. II.— Sol de fuego. IV.— Sol de agua. Pero su equivocación no impide que haya sido precisamente intérprete de la tradición tolteca consignada en las pinturas del Códice Vaticano. Así es, que si agregamos estos dos autores á los seis ya citados, tendremos que de los trece que se ocupan ele esta ma- teria, ocho siguen el sistema de los antiguos nahoas, sistema que tiene en su apoyo el documento auténtico reproducido en la lámina adjunta. Tres autores de importancia nos dan otro diferente. 1.° — CÓDEX CüMÁRRAGA. I. — Sol de tierra. III.— Sol de fuego. II. — Sol de aire. IV.— Sol de agua. 2.°— Gama. I. — Sol de tierra. III. — Sol de fuego. II.— Sol de aire. IV. — Sol de agua. 3.° — Anónimo de Gama. I. — Sol de tierra. • III.— Sol de fuego. II. — Sol de aire. IV.— Sol de agua. Este segundo sistema es el mexicano, al cual se le ha hecho la variación de poner como primero, y no como cuarto, el sol de tierra, con el objeto de dejar el de agua co- mo último, y conformarse así con la tradición bíblica. Y lo llamo sistema mexicano, 384 ANALES DEL MUSEO NACIONAL porque es el que está esculpido en la piedra de Catedral, en nuestro monumento del sol. En efecto, las cuatro aspas que rodean la cara central, deben leerse comenzando por la superior de la derecha, siguiendo por su inferior y la inferior de la izquierda, y con- cluyendo con la superior á ésta. Y no puede caber duda en esto, porque en el círculo que rodea el Nahui Ollin, la figura central, están esculpidos los 20 dias del mes cuyo orden sucesivo es muy conocido, y ellos van en la misma dirección que sigo para leer los cuatro soles, que es del modo siguiente: Piedra del sol. I.— Sol de aire. III. — Sol de agua. II. — Sol de fuego. IV.— Sol de tierra. Este sistema, que fué una innovación de los mexicanos, tiene, como el anterior, en su apoyo crónicas muy importantes, y el testimonio irrefragable de un monumento de piedra. Pero todavía tenemos un tercer sistema apoyado en dos MSS. de tal nota, que hace vacilar sobre la existencia de una tercera combinación. ¿Fué equivocación de Motoli- nía como he supuesto? ¿acaso el estar ya olvidadas estas cosas cuando él escribía, ó la resistencia de los indios á contarlas? ¿Fué también confusión en los Anales de Cuauh- titlan ó Códex Chimalpopoca, como he dicho? El caso es, que dos cronistas de tanta valía están conformes en su orden propio de los soles. 1.° — Motolinía. I. — Sol de agua. III. — Sol de fuego. II.— Sol de tierra. IV.— Sol de aire. 2.° — Anales de Cuauhtitlan ó Códex Chimalpopoca. I.— Sol de agua. III.— Sol de fuego. II.— Sol de tierra. IV. — Sol de aire. Pues bien: aquí la dificultad sube de punto, porque este nuevo sistema tiene también en su apoyo un monumento á todas luces auténtico. Existe en el pueblo de Tenango del Valle, en el Estado de México y á pocas leguas de Toluca, un monolito en el cerro del Calvario, que se levanta allí sin duda desde an- tes de la Conquista. Dícenme que es de piedra semejante á la nuestra del sol, y que tiene como dos metros de alto, cincuenta centímetros de ancho y unos veinte de espe- sor: tiene labradas sus dos caras, la que da al Sur y la que da al Norte. El estilo de esta escultura es enteramente nuevo, pues por una parte los espacios en que están gra- bados los soles, son semejantes á los katunes del Palenque, y por la otra, la especie de templos que sobre ellos se levantan, y que son admirables de líneas, recuerdan la ar- quitectura de Teotihuacan. El modo de figurar los soles es enteramente diferente á los que ya conocíamos, pues únicamente el ehecail del sol de aire conserva la figura co- munmente usada, aunque se distingue por la rara perfección de su dibujo. El agua en el Atonatiuh no está representada con el símbolo atl que nos es tan conocido, sino que la figuran tres curvas undulantes que reproducen de exactísima manera el movimiento de las ondas. Este nuevo método exigía una comprobación de su exactitud, y la tene- mos en la parte inferior de uno de los ídolos semejantes al que llamaron C/iac Mool en ANALES DEL MUSEO NACIONAL 385 Yucatán, y que en sus líneas undulantes significa el agua de nuestros lagos, dentro de la cual se ven conchas, caracoles, peces y sabandijas. Tengo también en mi colección un vaso de barro traído de Zumpango, el cual tiene labrados tres caracoles separados entre sí por líneas undulantes que expresan el agua. Hemos encontrado, pues, un nuevo mo- do enteramente figurativo de representar el Atonatiuh. Más notable es en mi concepto el katun que representa el sol de fuego, pues éste se fi- gura con cuatro líneas, de las cuales, tres tienen la forma del zigzag de los relámpagos. Finalmente, el sol de tierra no se da á conocer por la cabeza de un tigre, sino por la de un venado. ¿Es que la tierra se representaba indiferentemente con la figura de cualquie- ra de los animales, ó el venado representa expresamente la huida en todas direcciones de la raza tolteca al terminar el sol de tierra1? Yo de mí sé decir que lo ignoro, y que en tales casos no gusto de aventurar opiniones. Si la piedra debe leerse, según lo manifiestan las diversas indicaciones del mismo labrado, comenzando por el katun inferior de la cara del Sur, tendremos el mismo sistema de los dos cronistas antes citados. Monolito de Tenango. I.— Sol de agua. III.— Sol de fuego. II. — Sol de tierra. IV.— Sol de aire. Es evidente que esta nueva tradición pertenecía á otros pueblos que no eran ni los toltecas ni los mexicanos. Sabido es que las diversas tribus cambiaban el año del prin- cipio de cada ciclo, como prueba y alarde de su individualidad propia; y que los mexi- canos llevaron esta idea hasta mudarlo al segundo año de su primera indicción, al orne acatl. No es, pues, de extrañarse, que alguna otra tribu adoptase este tercer sis- tema, y que de ella lo recibiesen el Cronista de Cuauhtitlan, y Motolinía en alguna de las diversas expediciones que hizo fuera de la ciudad de México. xv Imposible sería ya terminar en este artículo todo lo que tengo que decir sobre la pie- dra del sol, pues ha tomado mayores proporciones de las que en un principio pensé. Preciso es reservar lo que aun falta, para un tercer estudio. Fué el primero mi Ensa- yo arqueológico; y reducido queda este segundo, á la figura central de la piedra, al Nahiá Ollin. Pero antes de concluir, debo exponer las consideraciones generales que se deducen de los datos que he presentado, haciendo un resumen de los hechos expues- tos y de su razón histórica. Los soles ó épocas cosmogónicas, si son recuerdos que quedaron en la memoria délos pueblos primitivos, de grandes trastornos de la naturaleza, que en gran peligro pusie- ron la existencia de la humanidad, deben corresponder precisamente á las condiciones geodésicas de los pueblos que los recuerdan, pues catástrofe que tuvo lugar en cierta lo- calidad, bien pudo, no solo no verificarse, sino ser imposible en otra. Si como parecen demostrarlo los adelantos de la ciencia paleontológica, el hombre vivió ya en ambos con- tinentes desde la época terciaria, ó por lo menos en la posterciaria, y de esto, por lo que 74 386 ANALES DEL MUSEO NACIONAL respecta á México, tengo en mi colección de antigüedades prueba evidente; si es cierta también que aquella fué la época délos grandes paquidermos, cuyas osamentas en exten- sos depósitos se encuentran por todas partes en nuestro país; y si ya parece indiscutible, que en aquellos tiempos se separaron los continentes, y las aguas del mar hundieron para siempre una gran porción de tierra, llámesele Atlántida ó como se quiera, lo cierto es que fué lógicamente natural el recuerdo de este suceso, así en nuestro continente como en el Egipto, supuesto que el África había sido colindante,, digámoslo así, del lugar de la ca- tástrofe. Y lo mismo hubiera sucedido, si adoptamos, en lugar del hundimiento del con- tinente medio, la opinión de que no hubo más que una ruptura cuyo espacio se llenó con las aguas; opinión que se funda en la forma de las dos costas opuestas de ambos mundos, y que parecen corresponderá dos partes, que unidas, se ajustarían perfectamente forman- do un solo todo; pues también en esta hipótesis, habría quedado la memoria del agua que impetuosamente se precipitó á llenar la cuenca en medio de la catástrofe. Pero si ésta fué la primera, debió ser también la última en el Egipto, supuesto que ni su latitud permitió la invasión de la época glacial, ni sus arenales sin montañas, dieron allí lugar á la edad de las erupciones volcánicas. Llevado del Egipto el génesis bíblico por Moisés, natural fué que no recordara más desgracia que la del diluvio, más edad que la que los mexicanos llamaron sol de agua. Iguales consideraciones nos dan la consecuencia de que los pueblos antiguos de nues- tro continente, que no vinieron como los nahoas del Norte, en que se sufrió la época glacial, no podían tener en sus anales el sol de aire; pero sí el de fuego, porque las erup- ciones yolcánicas fuero aquí generales. Prueba de esto nos dan los tarazeos de Michua- can que no conocieron más que dos soles, el de agua y el de fuego; el primero signifi- cado en la mujer de barro que se deshizo, y el segundo en la mujer formada de cenizas y metales. Pero los nahoas, que habían venido de nuestras fronteras del Noroeste, país excesiva- mente-frió, no podían olvidar los grandes sufrimientos de la época glacial, y tuvieron tres soles. El primero el de agua; y como se unía á él el recuerdo de la desaparición de los grandes paquidermos, pusieron entonces en sus leyendas la muerte de los gigantes quinametzin. El segundo el de aire; y como la época glacial fué la edad de las caver- nas y de la lucha constante de los hombres con las fieras, decían que los tigres habían devorado á la humanidad. El tercero el de fuego; terrible época en que la tierra retem- blaba y oscilaba bajo los pies del hombre, en que de las llanuras surgían cadenas de mon- tañas, y éstas se abrían en mil bocas de fuego, que vomitaban sobre la humanidad lla- mas abrasadoras y ardientes cenizas. Habían concluido las calamidades celestes, y no era ya posible un cuarto sol; pero los mexicanos en su orgullo tenían que inventarlo, para poner un quinto nuevo que solo á ellos les perteneciese, que comenzara con su peregrinación; y para eso dieron fin al cuar- to que llamaron sol de tierra. Ellos que querían tener un dios sólo suyo, un pueblo su- yo, un lugar señalado por los dioses, nada más para ellos, quisieron también un sol pro- pio; y el dia en que por primera vez pisaron la isleta del lago, en que encontraron el águila posada sobre el nopal entre dos corrientes de agua, azul y trasparente, sobre las cabezas de ese grupo de héroes, sobre la frente veneranda del inmortal Tenoch, derra- maba ya desde lo alto de los cielos su lluvia de luz y de oro el quinto sol, el Tonatiuh de los mexicanos. Alfredo Chavei*o. mío/ o encontrado en una escavacion practicada en los terr&nos de^ Juan Felipe/, jurisdicción de ñye:un//a.( Estado de Veracrwzj y conSeriwulo esicasa de flores en el Rancho de Piedra, La- brada, de euuo" ídolo faino ese nombre. ... . , ., . , o l.ilog. deMurguia v\ m EL CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS EN EUROPA Y EL COBRE ENTRE LOS AZTECAS, POR DON JESÚS SÁNCHEZ. N el Informe de la 2? sesión del Congreso internacional de Americanistas, reunido en Luxemburgo en el año de 1877, se leyó una Memoria de Mr. Robertson, en la cual emite su autor la hipótesis, que los constructores de montículos ó túmulos en América (Mound-Buüders) podian haber sido colonos, llegados de la América central ó de México á los valles de Ohío y Mississipi en los Estados Unidos. Para rebatir esta opinión, el Sr. barón Federico de Hellwald, representante de Austria-Hungría, incurre en crasos errores respecto de México, errores que necesitan rectificarse; pero para que el lector se forme juicio perfecto del asunto, traslado, traducido textualmente, el inci- dente de la discusión que motiva este escrito, dice así: x «M. de Hellwald hace notar que la hipótesis emitida por M. Robertson no ha sido « propuesta hasta hoy sino por un solo americanista, M. Sequier. Todos los demás, des- « de Humboldt hasta nuestros dias, han creído en emigraciones de Norte á Sur, y esta «manera de ver está confirmada por el hecho bien conocido de que el cobre no se « encuentra, en América, al estado nativo, más de en la región del lago Superior.-» «M. Peterken observa que el cobre ha sido empleado en la América central, y que «lo habia tanto en el Sur como en el Norte.» «M. de Hellwald responde que no existe, en México, ningún indicio de explota- « cion de minas de cobre por los indígenas, anteriormente al descubrimiento de « América , mientras que tenemos pruebas ciertas de que en la región del lago Superior, « ricos yacimientos de este metal han sido explotados en proporciones muy considera- «bles. Como nosotros sabemos que los americanos ante-Colombianos se han servido del « cobre y del bronce, es lógico admitir que el empleo del primero ha precedido al del «segundo. Como por otra parte, no tenemos prueba alguna de que el cobre haya sido « explotado en la América central, debemos admitir que el cobre con que se hacia el « bronce provenía del Norte. » Subrayamos las palabras de M. Hellwald que afirman estas dos proposiciones: 1* So- lo en la región del lago Superior, en América, se encuentra el cobre al estado nativo: 1 Congrés international des Americanistes. Compte-rendu de la seconde session. Luxembourg. 1877. Tome premier. Pag. 51. 388 ANALES DEL MUSEO NACIONAL 2? No se explotaba el cobre en México antes del descubrimiento de América. De estas falsas premisas era lógico deducir esta conclusión igualmente falsa: el cobre que se usa- ba en México provenía de la región del lago Superior en Norte América. Es de extrañar que en una reunión de personas inteligentes, dedicadas al estudio de lo que se llama hoy ciencia del Americanismo, no se hubiese levantado una voz en de- fensa de la verdad, pues la débil réplica de M. Peterken, asegurando que se usaba el cobre tanto en el Sur como en el Norte de América, nada dice respecto á la cuestión de origen del cobre empleado por los indígenas. Está admitido generalmente que la región del lago Superior en los Estados Unidos es la más rica del mundo en cobre nativo; pero en otras partes de América se encuentran también criaderos de mucha importancia. Para no ser difuso, solo citaré algunos, con lo cual será suficiente para llenar el objeto que me he propuesto. El Profesor Chevreul, dice: 1 «Las minas de cobre de América son aún poco conoci- das, en cuanto á su naturaleza; mas la riqueza de algunas es mayor que la de todas las de Europa. Principalmente las minas explotadas en la provincia de Coquimbo, en Chile, han dado las masas más extraordinarias, en volumen, de cobre nativo. » El Dr. Stelzner, en su estudio acerca de los minerales explotables de la República Argentina, escribe: 2 «En filones espesos y ricos, cuyo valor aumenta generalmente de un modo considerable por una ley corta de oro y de plata, se encuentra cobre nativo, sulfuro de cobre, cobre abigarrado, cobre gris, enarguita y pirita de cobre Cita- mos aquí, finalmente, la conocida noticia de que el Cerro de Payen, al Sur de la pro- vincia de Mendoza, está caracterizado por una extraordinaria riqueza en cobre na- tivo y en carbonato azul de cobre.» En su tratado de Mineralogía, el Profesor Dana suministra algunos datos acerca de criaderos de cobre nativo en la América del Sur. Respecto de Colombia se hace men- ción de ellos en una obra especial. 3 Por lo que á México corresponde, el ilustre barón de Humboldt dice lo siguiente: * «El cobre se encuentra al estado nativo y bajo las formas de cobre vidrioso y cobre oxidulado, en las minas de Ingaran, un poco al Sur del volcan del Jorullo, en San Juan Güetamo, en la intendencia de Valladolid y en la provincia de Nuevo México.» El sabio Sr. del Rio señaló 5 hace algunos años en su Orictognosia, el criadero de Chi- huahua, que «se presenta, dice, en grandes masas en la superficie.» En Zomela- huacan, del Estado de Veracruz, «se pisa sobre una gran masa de cobre, el cual al- gunas veces se presenta virgen, y otras también virgen con ley de oro.» 6 Por último, en Mazapil, de Zacatecas, según me informa el instruido ingeniero alemán Sr. Weid- ner, existe un importante criadero de cobre nativo. No es necesario, más de lo dicho, para dejar demostrado que la primera aseveración de M. Hellwald: «el cobre no se encuentra en América al estado nativo, más de en la 1 Dictionnaire des sciences naturelles, par plusieurs professeurs. París. 1818. Vol. XII. Pag. 187. 2 La República Argentina. Obra escrita en alemán, por Ricardo Napp, para la exposición en Filadelfia. Buenos Aires. 1876. Pág. 193. 3 Colombia: siendo una relación geográfica, agricultural, etc., de aquel país. Londres. 1822. Vol. 2, Cap. 1.° 4 Essai politique sur le royaume de la Nouvelle Espagne, par Alexandre de Humboldt. París. 1811. Vol. 2. Pag. 581. 5 Elementos de Orictognosia, por el C. Andrés del Rio. Filadelfia. 1832. Pág. 82. 6 Apéndice al Diccionario universal de Historia y Geografía. México. 1856. Palabra, Zomelahuacan. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 389 región del lago Superior,» es absolutamente errónea, y está en oposición con lo que enseñan todos los libros que se ocupan de la mineralogía americana. * Desconociendo los mexicanos el uso del hierro en los tiempos anteriores al descubri- miento del Nuevo-Mundo, suplian este defecto valiéndose del cobre que extraían de su suelo natal. Tanto el jefe de los conquistadores, como su sincero capitán Bernal Diaz, el primero en sus Cartas de relación á Carlos V y el segundo en su verídica historia, refieren, que en el gran mercado de México se vendian joyas y objetos de varios me- tales: «Tiene (México) otra plaza tan grande,» dice Cortés, J «como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas, comprando y vendiendo, donde hay todos los géneros de mer- cadurías que en todas las tierras se hallan, así de mantenimientos como de vituallas, joyas de oro, y de plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño, etc.» Humboldt que examinó con especial cuidado todo lo relativo á las minas de México, y que además poseía un conocimiento profundo en esta materia como en tantas otras, reunió en el capítulo XI de su Ensayo político de México, todo lo concerniente á ellas; su interesante é instructiva relación será siempre consultada con fruto por todos los que deseen conocer los productos minerales de este país. «Mucho tiempo antes de la llega- da de los españoles,» dice el ilustre viajero, «los indios de México y el Perú conocian el uso de varios metales. No se contentaban con los que se encuentran en la superficie del suelo al estado nativo, principalmente en el lecho de los rios y en las excavacio- nes producidas por los torrentes; se entregaban también á trabajos subterráneos para explotar las vetas; sabian practicar galerías, hacer pozos de comunicación y para ven- tilación; tenían instrumentos para entallar la roca.» • •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••# «Los pueblos aztecas sacaban, antes de la conquista, el plomo y el estaño de las vetas de Tlachco (Tasco, al Norte de Chilpancingo) é Izmiquilpan; el cinabrio, que ser- via de color á los pintores, lo tomaban de Chilapan. El cobre era de todos los metales el más comunmente empleado en las artes mecánicas. Reemplazaba hasta cierto punta al fierro y al acero. Las armas, las hachas, los cinceles, todos los útiles eran hechos con el cobre extraído de las montañas de Zacatollan y Cohuixco.» «He creído deber entrar en estos detalles, no solamente para esparcir alguna luz acer- ca de la antigua cultura de estos lugares, sino para hacer ver principalmente que los colonos europeos, en los primeros años que sucedieron á la destrucción de Tenochtitlan, no han hecho más de seguir las indicaciones de las minas que les suministraban los in- dígenas.» De lo expuesto, inferimos, que el barón de Humboldt admitió el adelanto de los indíge- nas en la explotación de las minas, ya sea porque él mismo lo reconociese en sus explo- raciones ó se guiase de las aseveraciones de nuestro distinguido historiador Clavigero. Algunos autores piensan quehay exageración en esto: Mr. St. Clair Duport 2lo juzga así, 1 Historia de Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés, con documentos y notas del limo. Sr. D. F. A. Lorenzana. México. 1770. Pág. 102. 2 De la production des métaux prúcieux au Mexique, par St. Clair Duport. Paris. 1843. Chap. premier. 390 ANALES DEL MUSEO NACIONAL fundándose en la omisión de los historiadores primitivos acerca de ésto, y en la mayor cantidad de oro respecto á la de plata que existia en México al tiempo de su conquista. No faltarían razones que oponer á esta manera de ver; pero faltando datos irrecusables, en pro ó en contra, todo se reduciría al terreno especulativo sin obtener una certidumbre plena. Debemos consignar aquí, que sea cualquiera el adelanto que se suponga en los az- tecas para sus trabajos mineros, está fuera de duda, que sabían tratar el cobre y otros metales, y que en ello están conformes todos los que han escrito sobre México en su antigüedad. La prueba más concluy ente de la opinión que sostenemos, es un fragmento original de la matrícula de tributos que pagaban los pueblos á los reyes mexicanos antes de la des- trucción de su imperio. Es un documento precioso del Museo de México, y formó parte de la célebre colección de Boturini, confiscada á su dueño de orden del gobierno espa- ñol. En papel indio, de agave, y con los caracteres fonético-figurativos propios de la es- critura azteca, están consignados los objetos y cantidades de ellos que se exigía á los subditos según sus recursos y las producciones especiales de determinada localidad. Se ve allí cómo Tepecuacuilco y otros pueblos contribuían con maíz, miel, tejidos de algo- don, etc., y cien hachas de cobre: Quiyauhteopan ó Quinauhteopan y otros, con oro, tra- jes militares, etc., ochenta hachas de cobre y cuarenta cascabeles de la misma materia. Este tributo se pagaba cada ochenta dias: aunque se consideró excesivo, nunca se señaló como irrealizable. ¿Podría decirse lo mismo, si á pueblos del Sur de México se les hubiese pedido el cobre que, según M. Hellwald, solo podían obtener déla región del lago Supe- rior á centenares de leguas de su patria? Cuando los mexicanos se establecieron en el valle de México, el rey de Azcaputzalco, Tezozomoc, advirtiendo que se robustecían, y más tarde podrían ser peligrosos para su dinastía, intentó destruirlos imponiéndoles exacciones superiores á sus recursos naturales: «porque, según llevan los principios, po- co á poco se van subiendo y ensoberbeciendo y subiéndosenos á la cabeza: y porque no se suban más, si os parece (se dirigía á los nobles), vayan y mándenles que doblen el tri- buto, dos tantos de los que nos solian dar, délas cosas y legumbres que en señal de reco- nocimiento nos solian dar.»1 Este hecho que consigna la historia, nos sirve hoy para patentizar que se pedia lo naturalmente factible en los impuestos, y que si á ciertos pue- blos se les exigia cobre elaborado bajo tal ó cual forma, era porque tenian criaderos del metal en sus demarcaciones y conocian su metalurgia. 2 Para concluir, copio á continuación un importante y hasta hoy desconocido documen- to, relativo al descubrimiento reciente de una mina de cobre explotada por los indígenas, que me ha sido comunicado por nuestro sabio historiador el Sr. Orozco y Berra. «En el mes de Setiembre de 1873, al estarse practicando un reconocimiento en-el cer- ro del Águila (Estado de Guerrero), sobre la veta de cobre allí existente, al apoyar uno de los peones con fuerza la barreta sobre el suelo, éste se hundió desapareciendo comple- 1 Historia de las Indias de Nueva-España, por Fr. Diego Duran. México, 1867. Tom. I, pág. 50. 2 De esta colección original de tributos se ha publicado copia en las Antiquities o f México, de Lord Kings- borough, y en las Cartas de Cortés publicadas en México por el Arzobispo Lorenzana. En el vol. I de la obra inglesa se encuentra formada la 2.a parte del Códice de Mendoza: si se coteja con el original, se advierten desde luego algunas variantes en el tamaño de las figuras y en otros detalles poco importantes; sin embar- go de esto, es preferible, bajo todos aspectos, á la del Sr. Lorenzana, que contiene muchas inexactitudes. Es probable que el manuscrito de la Biblioteca de Oxford (de donde tomó Kingsborough su copia), enviado á Carlos V por el primer virey de México y trazado en papel europeo, esté formado en vista del original del Museo de México, faltando á éste la primera y tercera parte de^ Códice. ANALES DEL MUSEO [NACIONAL 391 tamente. Procedióse á inquirir si era una mina azolvada, resultando de los trabajos el descubrimiento de una excavación de 3)£ metros de largo, de un metro á metro y me- dio de profundidad, con una anchura variable entre medio metro y un metro, y en cu- yo fondo seguía una rica cinta de cobre de unos cuatro á diez centímetros de anchura. El Sr. Felipe Larrainzar observó con cuidado la obra, descubriendo bien pronto no ha- ber huellas del fierro ó de la pólvora, que las paredes y el fondo presentaban la acción del fuego, mirándose además, así el metal como la roca y tepetate en que arma la veta, resquebrajados y hendidos por muchas partes. Al principio no fueron vistos útiles nin- gunos; mas registrados los escombros se encontraron 142 mazas de piedra, de tamaños desiguales, de forma de mazas ó cuñas, con los extremos despostillados y rotos: aquellas piedras no pertenecían á ninguna de las rocas constitutivas del cerro. Hechas las inda- gaciones convenientes no quedó duda alguna; aquella era una veta de cobre trabajada por las antiguas razas indígenas. El procedimiento de extracción quedó también paten- te: calentada la roca por medio del fuego, bien se la deje enfriar lentamente ó se vierta agua sobre ella para acelerar la operación, matriz y mineral se revientan, ofreciendo resquebrajaduras, sobre las cuales pueden obrar las cuñas, ó las mazas separan á gol- pes trozos más ó menos considerables. Este era en realidad el método que los aztecas seguían en el laboreo de sus minas; método que podia ser aplicado á tajo abierto cual se presenta en el cerro del Águila, como en galerías cerradas cual se ofrece en Tlachco.» Si pues los mexicanos pagaban un tributo á sus reyes con el cobre de su suelo na- tal; si, como asegura Humboldt, los primeros colonos españoles no hicieron más de se- guir las explotaciones indicadas por los indígenas; si los historiadores de México están acordes en señalar el cobre como uno de los productos minerales de este país, creemos haber demostrado suficientemente que es falsa la segunda proposición de M. Helwal : «No existe en México ningún indicio de explotación de minas de cobre por los indíge- nas, anteriormente al descubrimiento de América.» * El estudio anterior nos conduce naturalmente á presentar algunas observaciones re- lativas al empleo que los mexicanos hicieron del cobre en la antigüedad. En América, como en el resto del mundo, los hombres emplearon el cobre antes que ningún otro metal para las necesidades de su naciente industria: la brillantez de su co- lor llamó sobre él la atención, y la facilidad de manejarlo hizo que su uso se adoptase umversalmente en cierto período de la vida de los pueblos; pero la suavidad que lo ca- racteriza, si bien era una circunstancia favorable para su aplicación á algunos usos, venia á ser un serio inconveniente cuando se trataba de otros. Su docilidad que ha he- cho llamarlo «piedra maleable,» hacia que el hombre, con solo un martillo de piedra, pudiese hacer con él vasos y otros utensilios; mas los instrumentos para las artes ó las armas se inutilizaban bien pronto ó no daban el resultado que de ellos se esperaba. Fué necesario entonces endurecer el cobre ligándole con el estaño para formar el bronce. Sin que la historia nos diga cuándo y por quién se practicó por primera vez esta útil operación, sabemos que su origen es muy antiguo, pues ya la Biblia cita repetidas oca- siones este metal. Es probable que los aztecas tuviesen adquirido este adelanto, lo mismo que sus conocimientos astronómicos, de muy antiguo y antes de su emigración á América. 392 ANALES DEL MUSEO NACIONAL El período de tiempo que precedió al descubrimiento y aplicaciones del hierro, lla- mado Edad de bronce, fué el que recorria la población de América á la llegada de los europeos. De los monumentos antiquísimos de Teotihuacan, que pertenecen álos tiem- pos prehistóricos de México, se han extraido útiles de bronce y á la vez de piedra puli- da. Los castellanos, al pisar las playas de lo que Colon creía Asia occidental, se encon- traron con indígenas que, á cambio de cuentas de vidrio, les presentaban hachas de co- bre, que aquellos, en su insaciable codicia, creyeron ser de oro: «y todo salió vano,» dice el capitán Bernal Diaz, x «que las hachas eran de cobre y las cuentas un poco de nada.» Si aproximativamente pudiera calcularse que hace mil años fueron construidas las pirámides de Teotihuacan, se ve aquí una vez más confirmada la ley universal acerca de la lentitud en el desarrollo de la industria humana; probablemente habrian pasado muchos años más antes de que los mexicanos hubiesen utilizado el hierro. Durante la Edad de bronce, en Europa no se conoció el uso de la plata: según Sir John Lubbock, de los túmulos de esta época no se han extraido objetos de este metal; mas en América, ha sucedido una cosa distinta, en plena edad de bronce se empleaban el plomo y la plata. El arte de la fundición, tan adelantado entre los aztecas, cuyas obras en platería admiraron á los europeos, parece desconocido á las razas que habita- ban el continente en su extremo norte. Las tradiciones recogidas por Humboldt, ense- ñan que los americanos trataban una gran variedad de minerales por medio del fuego. Ignoramos el método seguido por los aztecas en la fundición de sus instrumentos de bronce: con interés he buscado, en los que he tenido á las manos, una línea de unión indicante de un molde formado de dos piezas y nunca he visto indicios de ella. Es pro- bable que se sirviesen de un modelo de cera y cubierto de arcilla, que llevado al fuego dejaría salir aquella sustancia por un orificio practicado de antemano, y por el cual in- troducirían el metal en fusión. El hecho referido antes, de no haberse encontrado entre las antigüedades recogidas en los Estados-Unidos del Norte, ningún instrumento de bronce, es un nuevo argumento en contra de la opinión emitida en el Congreso internacional de americanistas, por M. Hellwald. ¿Cómo explicar que los que surtían á todo el continente con el cobre de los yacimientos del lago Superior (lo cual indicaría un comercio muy activo y comunica- ciones frecuentes), no recibiesen en cambio algunos instrumentos de bronce que tan úti- les les habrian sido? Para los trabajos en agricultura, se sirvieron los mexicanos de algunos instrumentos de bronce: «Para zapar y cavar la tierra,» dice Clavigero, 2 «se vahan de la coatí, (en el dia coa) que es de cobre con el mango de madera, pero diverso de la zapa y el azadón. Para cortar los árboles usaban su sierra igualmente de cobre, la cual era de la misma figura que la nuestra, sino que donde la nuestra tiene su ojo, en donde se me- te el mango, aquella por el contrario, se metia dentro del ojo del mango. También te- nían otros instrumentos de agricultura, pero el descuido de los escritores antiguos en este punto, nos ha privado de las luces necesarias para emprender su descripción.» Entre los objetos indígenas de cobre que forman la colección del Museo de México, se encuentra uno que llama la atención por su rara figura, y cuyo empleo no es perfec- 1 Historia de Nueva España, por el capitán Bernal Diaz del Castillo. Paris. 1837. Tom. I, pág. 70. 2 Historia antigua de México. Lib. I, § 5.° *&' ANALES DEL MUSEO NACIONAL 393 tamente conocido. Proviene de la colección que depositó en el establecimiento el capi- tán Dupaix, al regreso de sus tres viajes de exploraciones arqueológicas en ei país, du- rante los años de 1805 á 1807. Su descripción la hizo el mismo Dupaix de la manera siguiente: * N.° 74.^«Este instrumento antiguo, de cobre rojo y muy fino, suave y sonoro al herirle, es de fundición y no de martillo, de po- co peso intrínseco, dispuesto con simetría; su contorno es muy gracioso, con mucha corrección en su dibujo, el que se acerca al \^~-^ ^aa=^y de la ancla; es aplanado por sus dos caras, y la parte que forma el mango es algo- más grueso, y remata con un filo un poco cor- tante á manera de cincel. La parte superior va en diminución ó adelgazándose, y dis- puesta á recibir un corte activo. Un indio, llamado Pascual Baltolano, vecino del pueblo de Zocho Xocotlan, á media legua Sur de esta ciudad de Antequera (Oaxaca), encontró, hay cosa de tres meses, arando su campo, una olla de barro, la cual conte- nia veinte y tres docenas de instrumentos iguales, con poca diferencia entre ellos en la calidad, grueso y tamaño, lo que supone varios moldes, y multiplica la materia el arte de la fundición; en cuanto á la figura ó al prototipo, no hay variedad respecto al dibu- jo que tengo en mi poder. Aquí se presenta una dificultad nada pequeña, y es, de ave- riguar á qué uso los destinarían, sea en la agricultura, escultura, instrumentos sacrifí- cales ó armas ofensivas puestas en una hasta. Lo cierto es, que en esta provincia apa- recen muy á menudo y los plateros las compran por la buena y superior ley del metal.» Nuestro sabio arqueólogo el Sr. Fernando Ramírez, en una nota acerca de las mo- nedas de los antiguos mexicanos, 2 en el Apéndice que escribió para la Historia de la Conquista de México, de Mr. W. Prescott, opina que el objeto en cuestión, cuya forma compara al instrumento cortante llamado tajadera, es la moneda de que habla el his- toriador Torquemada: 3 «En otras (partes) usaban mucho de unas monedas de cobre, casi de hechura de Tau T., de anchor de tres, ó cuatro dedos, y era planchuela delga- da, unas más, y otras menos donde habia mucho oro.» A pesar del respeto que siempre me inspira la palabra autorizada del Sr. Ramírez, creo que en esta vez no ha tenido el acierto que siempre manifestó en su modo de ver como anticuario. La forma que manifiesta el adjunto grabado y las grandes dimensio- nes (12 centímetros de largo por 16 de ancho) de lo que se quiere sea una moneda, son notoriamente impropias para tal objeto; pero además de esto, como lo advierte el mismo Dupaix en la descripción anterior, y he podido ratificar, el instrumento tiene un filo muy perceptible, que indica con toda certidumbre, á mi juicio, que se utilizaba pa- ra cortar. El mismo Dupaix nos refiere en su obra (pág. 43), cómo llegó á conocer que se trataba de un instrumento de agricultura: «En cuanto á la figura del núm. 74, . la primera vez que la vide me admiré de su materia y de su regular configuración, sin 1 Las 3 expediciones del capitán Dupaix han sido publicadas en la obra impresa en Paris, en 1834, con el título de « Antiquités mexicaines,» y en el volumen V de la obra de Lord Kingsborough, impresa en Lon- dres en 1831 con el de n Antiquilies o f México.)) La descripción á que nos referimos se encuentra en la 2.a expedición, bajo el núm. 74 de la obra primera, y LXXV de la segunda: aunque varían un poco los térmi- nos de la descripción en una y otra, es sustancialmente la misma, y la trascrita aquí está tomada de las « An- tiquités mexicaines.» 2 Historia de la Conquista de México, escrita en inglés por W. Prescott, y traducida al español por J. Navarro. México. 1845. Pág. 102 del Suplemento, en el vol. II. 3 Monarquía Indiana. Vol. II, pág. 560. 76 394 ANALES DEL MUSEO NACIONAL poder atinar el uso que tendría en la antigüedad, creyendo que tal vez podria ser muy bien una arma ofensiva. Cuando la volví á ver por segunda vez en Mitlan, me quedé en la misma duda, hasta que un dia que fui á oir misa en su iglesia parroquial, noté una antigua pintura, la que representa un San Isidro, patrón de. los labradores, y ob- servé que llevaba en su mano derecha una asta con la misma arma, lo que me sacó algo de la duda, é hice reflexión desde este instante que á imitación de los antiguos in- dios agricultores, la pusieron en sus manos como distintivo de su profesión, y en lugar de ser un instrumento de muerte lo es de vida.» Me ha llamado la atención, que el párrafo copiado anteriormente, se encuentre su- primido en los Viajes de Dupaix, que inserta Lord Kingsborough en el volumen V de su célebre obra: debia encontrarse en la pág. 268 (Artículo, Instrumentos artistas), y, tal vez, el Sr. Ramírez no tuvo á las manos las «Antiquities americaines» de Mr. Bara- dére, y en consecuencia no conoció este nuevo argumento en contra de su opinión. Es de notarse, que los historiadores primitivos de México (Bernal Diaz, Motolinía, el Conquistador anónimo, Sahagun, Hernán Cortés, etc.), nada dicen de una moneda de cobre usada en México. Cortés, en sus Cartas á Carlos V, 1 refiere que los habitantes de Tasco y otras provincias, tenian una moneda de estaño: según Acosta, 2 en el Para- guay usaban unos cuños de hierro por moneda: Herrera, s refiriéndose á una época pos- terior, dice que en la isla Española, por orden de Colon, se hizo una moneda de cobre ó latón, con una señal, para que cada indio tributario la llevase suspendida al cuello en señal de haber pagado lo que lecorrespondia. Si acaso se usó entre los indios alguna moneda de cobre, según afirma Torquemada, debió ser en localidad muy reducida, y en cortas cantidades, puesto que ese hecho no llegó á conocimiento de los demás historiadores que están unánimes en señalar el ca- cao, el polvo de oro y ciertas mantas, como los representantes de la moneda en las transacciones mercantiles délos indígenas. Como quiera que sea, creo poder decir con fundamento, en vista de las razones expuestas, que el objeto hallado por Dupaix, no puede considerarse como una moneda, sino como un instrumento cortante usado proba- blemente en la agricultura. En los túmulos ó sepulcros antiguos se han encontrado otros objetos de cobre. En el Museo se hallan algunos ejemplares de agujas: por su forma se parecen á las que pro- vienen del lago de Neufchatel; aunque su tamaño es casi doble. En poder del Sr. Oroz- co y Berra he visto dos anillos, uno es enteramente liso; pero el otro tiene adornos de buen gusto. De los túmulos de la Huasteca se obtienen tortugas de cobre, formadas de varias piezas: ¿serian objetos de adoración á quienes se tributaba un culto, como á los seres naturales en la religión llamada Totemismo? Los historiadores dicen que los me- xicanos usaban generalmente para sus flechas, puntas de pedernal; pero que algunas las tenian de cobre. Es natural suponer que su forma y tamaño fuesen iguales alas de pe- dernal, y que lo escaso del metal hiciese que su fabricación fuese muy reducida. El Mu- seo no posee ningún ejemplar. Los americanos del Sur tenian pinzas que les servian pa- 1 Carta última de Cortés, en Lorenzana, § XVII. 2 Historia natural y moral de las Indias, por el P. José Acosta. Sevilla, 1590, pág. 199. Supongo que es- tos cuños serian de hierro meteórico, pues es sabido que los indígenas de América no conocieron la meta- lurgia de este metal. 3 Historia de las Indias Occidentales. Déc. I, lib. II, cap. XVII. ANALES DEL MUSEO NACIONAL 395 ra arrancar los pelos de la cara que les salían en la vejez, según refiere Ulloa, ■ que da una descripción y figura de ellas: probablemente en México tendrían el mismo uso. El Museo tiene dos ejemplares de diverso tamaño. Se nota una casi identidad entre el ador- no azteca que usaban para la boca (Tentetl) y el que tienen los esquimales actuales pa- ra el mismo objeto, figurado en la obra de Lubbock. 2 En México se encuentran, con ver- dadera profusión, los fabricados con obsidiana ó cristal de roca, llamándoseles «sombre- ritos» por su forma parecida á un pequeño sombrero; pero los de cobre son muy raros, y el Museo solo tiene un ejemplar. Vimos anteriormente, que á los reyes de México pa- gaban algunos pueblos un tributo consistente en cascabeles y hachas de cobre. En las láminas de las expediciones de Dupaix, se pueden ver modelos de éstas y de los cinceles recogidos por él en Oaxaca. Hace poco tiempo se encontró en Zapotlan, del Estado de Jalisco, un disco de cobre de 28 centímetros de diámetro, que fué donado al Museo por el Sr. Mariano Barcena. Es una pieza trabajada á martillo y cincel, que desgraciadamente está corroida en el cen- tro; pero por lo que queda visible, se advierte una figura humana con los adornos con que regularmente ataviaban á los ídolos: alrededor se ven los rayos del sol, entre éstos, ocho puntos numerales que aluden probablemente á las ocho horas del dia mexicano, y en una línea circular que circunscribe al dios, se advierten pequeñas divisiones que suponemos sean los dias del año. A mi juicio puede ser una insignia ó distintivo de los ministros del culto que se tributaba al sol ó al dios del fuego, debiendo llevarlo suspendido al cuello, para cuyo efecto tiene el disco dos pequeños agujeros en las extremidades de uno de sus diámetros. Citaré, finalmente, la curiosa medalla hallada en el Palenque por el capitán Dupaix, (3* expedición, núm. 12) en la cual se ven, grabados á mano, asuntos relativos á la his- toria ó á la mitología americana. Tales son los objetos antiguos de cobre de que tenemos noticia. El poco interés que inspiran generalmente, y el poco cuidado de los historiadores en describirlos, han hecho, como lo observa Clavigero, que muchos permanezcan ignorados. Julio de 1879. 1 Noticias americanas, por D. AntDnio de Ulloa. Madrid. 1792. Pág. 316. — Relación histórica del viaje á la América meridional para medir algunos grados de meridiano terrestre, etc. Por D. Jorge Juan y D. An- tonio de Ulloa. Madrid. 1748. 1.a Parte, tomo 2.° Lámina XV. 2 L'homme préhistorique. Par Sir John Lubbock. Paris. 1876. Pag. 464. FIN DEL TOMO PRIMERO. índice del tomo i. Paginas. Prólogo, por G. Mendoza. Reseña histórica del Museo Nacional de México, por J. Sánchez 1 Informe presentado al Ministerio de Justicia é Instrucción Pública, por G. Mendoza, 111 ARQUEOLOGÍA e historia. El Cuauhxicalli de Tízoc, por Manuel Orozco y Berra 3 Un ídolo azteca de tipo chino, por G. Mendoza 39 Dedicación del templo mayor de México, por Manuel Orozco y Berra GO ídolo azteca de tipo japonés, por G. Mendoza 91 Destrucción de los monumentos indígenas, por Jesús Sánchez 47 Un cincel de bronce délos antiguos aztecas, por G. Mendoza 117 Ensayo de descifracion geroglífica, por Manuel Orozco y Berra 120 I. Códice Mendozino 120 II. Historia del Códice Mendozino 182 III. Preliminares 242 IV. Los caracteres geroglíficos 247 V. La numeración 258 VI. Cronología 289 Doctrinas en geroglíficos, por Orozco y Berra 202 Complemento al artículo anterior, por G. Mendoza 217 Las pirámides de Teotihuacan, por G. Mendoza 186 Discurso acerca de la piedra llamada Calendario mexicano, por el Prof. Ph. Valentini. . . . 226 Estudio acerca de la estatua llamada Chac-Mool ó rey tigre, por Jesús Sánchez 270 Cosmogonía azteca, por G. Mendoza 340 La Piedra del Sol, segundo estudio, por Alfredo Chavero 353 El Congreso Internacional de Americanistas en Europa y el cobre entre los aztecas, por Je- sús Sánchez 387 HISTORIA NATURAL. PALEONTOLOGÍA, por Mariano Barcena. I. Consideraciones generales sobre la ciencia. — Introducción al estudio de la Paleontología mexicana 43 II. Materiales para la formación de una obra de Paleontología mexicana 85, 195 y 283 398 ANALES DEL MUSEO NACIONAL Paginas. zoología. — Datos para el catálogo de las aves que viven en México y su distribución geo- gráfica, por Jesús Sánchez 92 Aves de las regiones del círculo ártico en las lagunas del Valle de México, por Manuel Vi- llada 279 mineralogía. — Exportación de minerales de cobre, por M. Tornel y Algara 112 FILOLOGÍA. Estudio comparativo entre el Sánscrito y el Náguatl, por G. Mendoza 75 y 286 AVISO AL ENCUADERNADOR. La estampa que lleva la entrega 1 .a debe colocarse entre las páginas 38 y 39. , Las estampas que corresponden al Códice Mendozino no deben ir en este primer tomo. El encua- dernador las separará, para que reunidas á las que salgan en los volúmenes siguientes, formen la co- lección completa. La primera estampa que corresponde á dicho Códice Mendozino es la que tiene una águila colocada sobre un nopal (Cactus), y en la parte superior este mote: «A. Thevet, cosmographe duroy.» La 2.a estampa es la colocada al principio de la entrega 4.a La 3.a estampa, la 4.a y la 5.a llevan su número de orden 3, 4 y 5 en la parte superior. Las demás estampas están bien colocadas en las páginas que les corresponden. Los «Anales de Cuauhtitlan,» cuyo principio se ha publicado en la última entrega, deberán desglo- sarse de ella para unirlo á los pliegos que más tarde se publiquen. ANALES DE CUAUHTITLAN jL Manuscrito original que hoy comenzamos a publicar, es el que se habia | extraviado, desapareciendo del Colegio de San Pedro y San Pablo, en la % última expulsión de los Jesuítas, según lo dice el Sr. D. Fernando Ra- T * mírez: lo hemos adquirido por una feliz casualidad, y hoy está en la Bi- blioteca del Establecimiento: el mismo Sr. Ramírez, en una Advertencia que pu- so en la traducción de dicho Manuscrito, traducción hecha por el Sr. D. Faus- tino Chimalpopoca, lo ha intitulado "Anales de Cuautitlan;" nombre que cree- mos dejarle, porque es el más conveniente. El célebre Brasseur de Bourbourg le impuso á este mismo Manuscrito el de ' 'Códice Chimalpopoca," ea honor del traductor, porque él también le mandó hacer una traducción para sus obras, y sobre todo "En el Popol Vuh," libro Sa- grado de los mitos de la antigüedad americana y en la Historia de las naciones civilizadas de México, lo cita con mucha frecuencia, y se apoya en la Mitología y en los hechos que en ese Manuscrito se refieren. El Sr. Ramírez cree, por su parte, que esa historia general suministra datos importantes para resolver algunas cuestiones de las Naciones que vivieron y se desarrollaron en el Imperio de Moctezuma; Brasseur le da mayor importancia, y cree ver allí explicados aun los grandes fenómenos que aquí se revelaron en aque- llas remotísimas edades. Nosotros creemos, de la misma manera, muy conveniente la publicación de este Manuscrito, aunque trunco, porque le faltan algunas páginas al principio y muchas á la conclusión; pero nuestros lectores podrán juzgar de su mérito con su lectura. El Sr. Ramírez desconfió de la traducción del Sr. Chimalpopoca, y creemos que con algún fundamento: hoy nosotros hacemos una nueva; y para que se haga una comparación con la nuestra y la del primero, hemos dispuesto poner el texto original, la versión del Sr. Chimalpopoca, con las notas que él pone, y la nuestra: esto servirá para esclarecer más los hechos, y para que otras perso- nas más inteligentes en el idioma Nagual nos señalen las faltas en que nosotros mismos hayamos incurrido en la traducción de muchas palabras. G. Mendoza y Felipe Sánchez Solís. »§■£&§« ANALES ANTIGUOS DE MÉXICO T SUS CONTOENOS, COMPILADOS POK JOSÉ F. RAMÍREZ, CONSERVADOR DEL MUSEO NACIONAL. ADVERTENCIA. o»<^ ¿mííM ,1 ílJHEGORRIENDO los fragmentos de la rica colección de documentos históricos que logró reunir ^ el infatigable y desventurado anticuario D. Lorenzo Boturini, desbaratada por la ignorancia y descuido de sus guardadores, encontré algunas noticias escritas en forma de Anales que, si bien por lo que toca a la historia antigua, solo pueden considerarse como tradiciones po- pulares, no por eso carecen de interés ni dejarán de ser útiles para ilustrar algunos puntos. — Aun las que parecen insignificantes, y que ciertamente abundan, tales como la determinación de los Frailes doctrineros, y elección de alcaldes de pueblos de indios, sin importancia, sirven para fijar al- gunos datos cronológicos. Los papeles que conservaban estas noticias, truncos también y muy mal- tratados, estaban en riesgo de perderse. Para salvarlos se han sacado estas copias, agregando á los del Museo todos cuantos pude adquirir de otras partes. El índice manifiesta su contenido, ampliáudo- se su noticia al principio de cada uno de ellos. Los analistas eran todos indios mexicanos; y aunque daban á su obra una forma análoga á la que emplearon los antiguos con su escritura gerogliíica, se reconoce luego que solo poseíau nociones muy vulgares é incompletas. En consecuencia, no hay que atenerse ciegamente á su concordancia en- tre el calendario mexicano y el común. Este es un punto de suma dificultad y que ha embarazado los mejores ingenios, y que todavía nos mantiene en grandes incertidumbres. Para dar una idea de la notación cronológica que usaban los analistas de los últimos tiempos, combinando el sistema mexica- no con el europeo, he agregado al principio de cada documento copia de una foja de su original, co- mo muestra de su notación cronológica. — Entre ellos hay algunos que indican, con la variedad de su letra, haberse escrito sucesivamente y en diversos tiempos. Otros, por su uniformidad, manifiestan ser copias, aunque todos antiguos. Los títulos que llevan no son enteramente exactos, ni se encuentran en sus originales. Yo se los he impuesto, sacándolos de las noticias más predominantes en el MS., ó sea atribuyéndolas á la pobla- ción en que parecía haber sido redactadas. Esta era una necesidad para las remisiones. Por lo demás, en cada uno de ellos se encuentran noticias de todos los pueblos circunvecinos, y muy diseminadas. En copias de este género es muy importante marcar la procedencia como garantía de su autoridad. La llevan todas las que se sacaron bajo mi inmediata inspección; mas faltan en las que, durante mi 6 ANALES DE CUAUHTITLAN. residencia en Europa, sacó el Lie. Faustino Galicia, a quien ocupé como copiante y traductor, no obs- tante el especial encargo que le hice. Circunstancias inopinadas han impedido suplir este descuido, bien que por lo que toca á la autenticidad de los originales, no hay duda. — Téngola respecto á la fide- lidad de la traducción, quizá porque mis conocimientos en la lengua mexicana son muy limitados. Procede mi desconfianza de la dureza que se nota en la versión, y de las varias enmiendas que se han hecho por mis indicaciones. Desgraciadamente no se pudo hacer la revisión total que habia comen- zado. Para facilitarla en todo tiempo, hice copiar el texto mexicano, con excepción de uno de los do- cumentos, porque cuando lo intenté resultó que el original se habia extraviado con la última supre-- sion del convento de Jesuitas, donde existia. En éste y algunos otros documentos hice agregar la traducción castellana de los nombres mexicanos, ya para facilitarme su conocimiento, ya principalmente para auxiliarme en el estudio que he emprendi- do de la geroglifica; mas las nociones que sucesivamente fui adquiriendo, me dieron la convicción de que, si bien tales traducciones ayudan algunas veces, otras muchas extravían, produciendo ideas entera- mente falsas. Con muy pocas excepciones, ninguna da una recta etimología, ni tal significación de que uno pueda quedar perfectamente seguro, pues solamente se obtiene la certidumbre cuando la palabra va acompañada de un símbolo geroglífico. Por tanto, debe usarse con precaución de aquellas traduc- ciones. Adeimás, el Lie. Galicia es sumamente aficionado y propenso alas versiones metafóricas, y he notado que frecuentemente no convienen con los símbolos. — La etimología que nos ha dado de la pa- labra México, basta para conocer su sistema de interpretación. NUM. i. De á 1519. ANALES DE CUAUHTITLAN. Traducción de un antiguo MS. Mexicano que se conservaba en la Biblioteca del Colegio de San Gre- gorio, y que se extravió en la última supresión de los Jesuitas el año de i 8. . . . Le he dado el nombre de Anales de Cuauhtitlan, porque su texto manifiesta que el analista escribía especialmente los suce- sos de ese pueblo; mas sus noticias se extienden á todas las otras poblaciones y tribus, subiendo hasta los Tultecas y penetrando en los tiempos fabulosos. En su linea es una especie de historia general, aunque muy revuelta y confusa. Parece también por su narración, que originalmente se compaginó con descuido, pues se nota que aquella salta y aun retrocede. — La misma observación me hizo Mr. Aubin, en Paris, respecto de la copia que posee, pulsando las propias dificultades que yo para coordi- narla. ANALES DE CUAUHTITLAN. ORIGINAL. Xillaminacan Huitztlan, Hüitz- nahuatlalpan, Amilpan Xochillal- pan ompa anquinminazque tlatlau- qui Quauhtli, tlatlauhqui Ogelotl, tlatlauhque Coatí, tlatlauhqui To- chin tlatlauhqui Magatl. Auh in iquac in oanllaminato ye imac in Xiuhleutli in Huehuetectl Xiqui- tlalican in piazque cyutin. Mixcoatl, Tozpan Ihuitl yehuan- tin in totoca in Tenamaztli Eterno ihuinin inquinmachatí Chichimeca in Itzpapalotl. Auh in ye huitz Chichimeca qui- yacanain Mixcoa incentzonmixcoa- tic quicoco Chiucnauh tlillihuican Chiucnauh Ixtlatol ipan auh ti Imán oncan imachuaoctzico quiqua in Itzpapalotl in ác Mixcoa quintla- mi ca icel in itoa Mixcoatl in qui- motocayotia: Mixcoaxocoyotl Cho- llo imacpaquiz Hueycomill iitic- pacalloctihuetz auh in Itzpapalotl quiácitihuetz in Huycomitl hual- quiztihuetz in Huycomitl hualquiz- tihuetz in Mixcoatl minan quimi- nin quinnotz in omicca &c. Mixcoa Huehuetque niman quimiminque auh inomic niman quitlatique auh in inexyo ic nexconóque, inman ic mixtétlilcomoloqe auh in mo- .cauh in tlaquimilolmochiuh oncan mocenchichiuhque in tonayocan Magatepec. Oncan tzintic in xippohualloni nauh tetl ic ce acall, ic orne tec- patl ic yei calli ic nauh tochtli. 1 acatl ipan quizque Chicomoz- toc in Chichimeca omitoamoteneuh m imitoloca. In xiuh tlapohualiz- tli in tonalpohualiztli in cecempo- huallapohualiztlí, huel yehuanlin in netlacuitlahuiliz mochíhuayain motenehua Oxomoco Cipactonal: Oxomoco in oquichtli, Cipactonal in cjliuall in yehuantin catea huel huehuetque illamatque in yehuan- tin: auh in catepan nayuh tocayo- tilloya in huehuetque illamatque catea. 2 tecpatl, 3 calli, 4 tochtli, 5 acatl, 6 tecpatl, 7 calli, 8 tochtli, 9 acatl, 10 tecpatl, 11 calli, 12 tochtli, 13 acatl. 1 tecpatl, 2 calli, 3 tochtli, 4 acatl, 5 tecpatl, 6 calli, 7 tochtli, 8 acatl, 9 tecpatl, 10 ca- lli, 11 tochtli, 12 acatl, 13 tecpatl. Traducción del Sr. Galicia Clümalpopoca. Aquí comienzan las cuatro cuen- tas anuales de 1 caña: 2 pederna- les: 3 casas: 4 conejos. 1 caña: En este año salieron de Chicomeztoc (1 ) los chichimecas , se- gún se dice y refiere que ellos mis- mos apuntahan en su cuenta anual cuenta solar y cuenta de 20 en 20 que con mucha exactitud tenían cuidado. Se dice que el dia cipac- tli vinieron dos, varón y mujer, y que ambos eran ancianos; por lo que sucedió que Chicomeoztoc le llamasen después patria antigua y lugar viejo ó de los abuelos. 2 pe- dernales, 3 casas, 4 conejos, 5 ca- ñas, 6* pedernales, 7 casas, 8 co- nejos, 9 cañas, 10 pedernales, 11 casas, 12 conejos, 13 cañas, 1 pe- (1) Chicóme oztoc, otros escriben Chi- comoztoc: 7 cuevas, 7 cavernas: se compo- ne de chicóme siete, y deoríoc, en la cue- va, derivado de oztotl cueva, caverna. Traducción de G. Mendoza y Felipe Sánchez Solía. (1) Iréis á cazar á estos pue- blos á Huitztlan, á Huitztlahuatlal- pan, á Amilpan, á Xochitlapan: allí vosotros cazaréis una águila roja, 1 tigre rojo, una víbora roja, unos conejos rojos y 1 venado rojo. Y cuando hayáis ido á la caza y que ya esté en vuestras manos és- ta, entonces la presentaréis á Xiuh- teutli (2) Huehueteotl y los tendréis como los fundadores. Que estos Mixcoatl, Tozpan é Ihuitl sigan ha- cia estas poblaciones Tenamaztl y Eterno: esto lo haréis saber á los Chichimecas yá Itzpapalotl. Y llegados allí los Chichimecas, los Mixcoas iban por delante: mu- chos de éstos se enfermaron: ellos fueron auxiliados por Chiucnauh, por éste y por Ixtlatol, y se detu- vieron para darles unos abrigos, é Itzpapalotl se puso á la cabeza, á-c. Los mixcoas terminaron, y se dice que solo y únicamente quedó Mix- coatl, que se hizo de nombre por esto: el hijo menor de Mixcoatl desapareció, y Huycomitl tuvo pla- cer, y en medio de su alegría corrió precipitadamente hacia él: é Itzpapalotl precipitadamente tam- bién salió, é igualmente salió Hey- comitl hacia Mixcoatl, é inmedia- tamente lo asaeteó, lo llamó y ha- biéndolo muerto á-c. Los ancianos Mixcoas los asaetearon y luego muertos los quemaron: sus ce- nizas fueron esparcidas levantan- do una nube negra en forma de torbellinos, y concluido esto dis- pusieron sus bagajes, y cada uno de ellos hizo otro tanto y se di- rigieron al lugar llamado Maca- te p. Las cuatro indicciones están fun- dadas aquí en estos cuatro símbo- los: el 1.° Caña, el 2.° Pedernal, el 3.° Casa, el 4.° Conejo. En la Historia de los Chichime- cas se ha dicho y referido que ellos salieron de Chicomoztoc por el año una Caña. Se ha dicho con verdad que ellos Oxomoco y Cipactonal, de veinte en veinte años hacían (1) Ponemos esta parte que no fué tradu- cida por el Sr. Chimalpopoca. (2) Xiuteutli es el Señor de los años, y Huehueteot es el Dios eterno. ANALES DE CUAUHTITLAN. ORIGINAL. 1 calli, 2 tochtli, 3 acatl, 4 tecpatl, 5 calli, 6 tochtli, 7 acatl, 8 tecpatl, 9 calli, 10 tochtli, 11 acatl, 12 tec- patl, 13 calli. 1 tochtli, 2 acatl, 3 tecpatl, 4 calli, 5 tochtli, 6 acatl, 7 tecpatl, 8 calli, 9 tochtli, 10 acatl, 11 tecpatl, 12 calli, 13 tochtli. Matlactli omei tochtli ipan pe- lma in xiuhpohual Tezcoco inin Chichimeca yeliz. 1 acatl ipanmo- tlaloca tlalli ChicontonatiuhQuauh- titlan ompa in Quetzaltepec hua- llatocatlitia. 2 tecpatl, 3 calli, 4 tochtli, 5 acatl ipan xihuítl tlaltech- ácico in Chichimeca Quahtitlan- calque in oncan Macuexhuacan Huehuetocan ca omito omoteneuh in ic quizque Chicomoztoc in yuh quimatia in ipan ce acatl xihuitl peuh inin xippolmal Chichimeca Quauhtitlancalque auh in ipanma- cuili acatl xihuitl ipan ácico in Chichimeca tlamintinemia átle in cal, átle in tlal átle in tlaquenyan manqui tlilmatli can ehuatlaque- mitl can pachtli in quimoquentiaya auh inin pilhuan gan chitaco hua- calco in huapahuaya. Quicuaya huey noxtlí, huey comit, xihuacxi- lotl, xoconoxtli. Miec in quihiyohuioya izquich ica in caxtolpohual xihuitl ipan epohuali on nahui in ic arico ipan Altepetl Quauhtitlan in ipan peuh- tzintic in Llatocayo Chichimeca Quauhtlitancalque ompa mitozmo- caquiz in Tlalpan ipan xihuitl ipan nelticaca in ge acatl xihuitl Oco- tlipala in motlalocatique. In ipan ininxiuhcahuitl in ipan nemia in Chichimeca mi toa mote- nehua ca oc yohuayan ic mi toa in oc yohuayan ca ayátle in tenyo y- toca ayátle paquiliztli calca in noc nenentinenca á-c. 6 tecpatl, 7 calli, ipan peuhca edad in yuh ca in tlá- tol inneyolpololizcalca huehuetque yuhqui matia ipan tzintic moman in tlalli in tlalticpactli 8 tochtli ic 4.51 in tonatiuh nahui ecatl ytonal. 9 acatl, 10 tecpatl, 11 calli, 12 tochtli, 13 acatl. 1 tecpatl, 2 calli, 3 tochtli, 4 acatl, 5 tecpatl, 6calli, 7 tochtli, 8 acatl, 9 tecpatl, 10 ca- lli, 11 tochtli, ic orne cahuitl mo- tenehua mitoa quintotol cahuitl. 2 acatl, 3 tecpatl. 1 calli, 2 toch- tli, 3 acatl, 4 tecpatl, 5 calli, 0 tochtli, 7 acatl, 8 tecpatl ic éy cahuitl ic edad itol ce nalmeé- catl, 9 calli ipan maltepetlalique Chichimeca colhuaque. 10 tochtli, 11 acatl, 12 tecpatl, 13 calli, Quauhtitlan tlatocati Chicometo- natiuh mani Altepetl nia Cuexhua- can. Ce tochtli ipan in tzintique in Tolteca oncan opeuh inin xiuhpo- hual in ipan in ce tochtli motene- hua mitoa ca yuh nauh tlainanlli Traducción del Sr. Galicia Cliimalpopoca. dernal, 2 casas, 3 conejos, 4 cañas, 5 pedernales, 6 casas, 7 conejos, 8 cañas, 9 pedernales, 10 casas, 11 conejos, 12 cañas, 13 pedernales. 1 casa, 2 conejos, 3 cañas, 4 pe- dernales, 5 casas, 6 conejos 7 ca- ñas, 8 pedernales, 9 casas, 10 co- nejos, 11 canas, 12 pedernales, 13 casas. 1 conejo, 2 canas, 3 peder- nales, 4 casas, 5 conejos, 6 cañas, 7 pedernales, 8 casas, 9 conejos, 10 canas, 11 pedernales, 12 casas, 13 conejos. En este ano comenzó la cuenta anual de la fundación de los chichimecas de Tetzicoco. 1 cana. En este año se constitu- yó en dignidad real ú autoridad soberana chicontonatiuh. (1) En Cuauhtitlan, que habia estado go- bernando en Quetzaltepec. (2) 2 pe- dernales, 3 casas, 4 conejos 5 ca- ñas. En este ano nos dieron alcan- ce en Maquexhuacan (3) Huehue- tocan (4) los chichimecas, funda- dores de cuauhtitlan. Según se dice y refiere que cuando salieron de Chicomoztoc fué en el año de una caña; porque lo sabían y lo tenían apuntado los chichimecas de cuauh- titlan. En este mismo año llegaron también los chichimecas cazado- res. (S) Estos no tenían casa ú ha- bitación, tampoco tierras, vestido, ni suaves y delicadas tilmas. Pues solo se cubrían con pieles y se at- ropaban con heno. A sus hijos los tenían envueltos en redes y los criaban en angarillas huacalco. (6) Comían grandes tunas, hermosas raices, (7) Guajílotes, huauxilotl (8) y tunas agrias ó tunas limones, xo- conoxtli. (9) Después de haber pa- decido y sufrido mucho, llegaron al pueblo grande de Quauhtitlan, (1) Chicontonaliuh: siete soles. Aquí creo que se debe tomar como nombre pro- pio. Se compone de chicóme, siete y tona- tiuh, sol. (2) Quetzaltepec: nombre propio de pue- blo. Se compone de quetzalli, pluma rica larga y verde, y de tepec que se deriva de tepetl, cerro. (3) Macuexhuacan: nombre propio de pueblo y significa lugar en que se preparan sartales de piedras preciosas para las mu- ñecas de las manos. Se deriva de macuex- tli, sartal de piedras. (4) Huehuetocan: propio de pueblo que se halla al N. de Cuahtitlan y significa lugar antiguo ó de los viejos. (5) Tlamintinonia: pretérito imperfecto del modo indicativo del verbo llamintina- mi: cazar; vivir cazando. (G) Huacalco: se deriva de huacalli, angarilla^, huacales. (7) Cacomitl: según el P. Molina saben estas raíces como castañas. (8) Huauxilotl, fruta que le dicen hoy guajilote. (i)) Xoconoctli. Tuna agria que abunda en ¡a plaza ó mercado de México, y sirve mucho ¡i los indios en lugar de limón, to- mate y xitomate para sus guisos. Hay de esta fruta tuna cubierta. Traducción de G. Mendoza y Felipe Sánchez Solís. con mucha exactitud el cálculo anual que era un cálculo solar: de ellos, el uno Oxomoco, era varón, el otro Cipactonal era mujer, y ellos en verdad, el uno era un vie- jo, la otra una vieja, y después se les llamaba así, eran un viejo y Una vieja. Pasaron los años (i) 2 pedernal, 3 casa, 4 conejo,5 caña^G pedernal , 7 casa, 8 conejo, 9 cana, 10 peder- nal, 11 casa, 12 conejo, 13 caña. 1 pedernal, 2 casa, 3 conejo, 4 ca- saos pedernal, 6 casa, 7 conejo, 8 cana, 9 pedernal, 10 casa, 11 co- nejo, 12 cana, 13 pedernal. 1 ca- sa, 2 conejo, 3 cana, 4 pedernal, 5 casa, 6 conejo, 7 cana, 8 peder- nal, 9 casa, 10 conejo, 11 caña, 12 pedernal, 13 casa. 1 conejo, 2 ca- ña, 3 pedernal, 4 casa, 5 conejo, 6 cana, 7 pedernal, 8 casa, 9 co- nejo, 10 caña, 11 pedernal, 12 ca- sa, 13 conejo, y comienza en el símbolo 13 conejo el cálculo anual de los de Tezcoco que vino á ser aquel de los Chichimecas. Por el año 1 caña Chicontona- tiuh establece su reinado en Quauh- titlan y es promovido á la Dignidad en Quetzaltepec. Sejia dicho y referido que por los años 2_pedernal, 3 casa, 4 co- nejo, 5 caña vinieron á reunírsele los Chichimecas de Quauhtitlan; ellos losabiande estamaneía, que salieron de Chicomoztoc por el ano 1 caña: éste era el cálculo de los Chichimecas de Quauhtitlan, y que por el año 5 caña vinieron á reu- nírsele los Chichimecas cazadores, los que no tenian casa, ni tierras, ni vestidos, ni capas suaves; que sus vestidos eran solo unas pieles, que ellos solo se vestían de pachtli (tillantia) y que ellos criaban á sus hijos llevándolos en unas redes y en unos huacales, (aparato para cargar cualquier cosa): por último, ellos comían muy bien los frutos de las (codéeos del género Opuntia), lla- mados vulgarmente tunas, comían las biznagas, cplanta de las cácteas del género Mami liaría y Melocac- tus, é igualmente comían Huaxilo- tes, (frutos del género Pamentiera) , y los Xoconoxtles, (frutos tam- bién de las cácteas y que es muy ácido porque contiene mucho áci do oxálico.) Ellos sufrieron toda clase de su- frimientos por el espacio de 364 años, hasta que se reunieron en el pueblo de Quauhtitlan, y se dice haber oído que allí comenzaron á fundar su gobierno los Chichime- (1) Ponemos subrayadas estas frases pa- ra darle un sentido á lo que sigue, atendien- do al antecedente y consecuente. ANALES sss^SS^ DEL MUSEO NACIONAL DE MÉXICO. 8UMARIO 1. Datos para el catálogo de las ares que vi- ven en México y su distribución geográ- fica, por el Sr. D. J. Sánchez. (Concluye.) 2. Informe presentado al Ministerio de Justicia el 30 de Noviembre de 1877. 3. Exportaciou de minerales de cobre, por el Señor Don Manuel Tornel y Algara. 4. Un cincel de bronce de los antiguos az- tecas, por el Sr. D. G. Mendoza. 5. Códice Mendozino.— Ensayo de descifra - cion geroglíflca, por el Señor Don Manuel Orozco y Berra. MÉXICO IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE, Bajos de San Agustín, num. 1. 1878 7í® ANALES DEL MUSEO NACIONAL DE MÉXICO. SUMARIO 1. Códice Mendozino.— Ensayo de dcscifracion jeroglífica, por el Sr. D. Manuel Orozco y Berra (continuación.) — 2. Las Pirámides de Teotihuacan, por D. G. Mendoza, director del Museo.— 3. Materiales para la formación de nna obra de paleontología mexicana, por el Sr. D. Mariano Barcena (continuación.) MÉXICO IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE. Bajos de San Agustín, nüm. 1. 1878 \ o *'l • i: -: > Las personas que desearen adquirir esta publicación pueden di- rigirse al Museo Nacional; a la librería del Sr. Aguilar y Ortiz, 1? calle de Santo Domingo número 5; ó á la imprenta de los Ba- jos de S. Agustín núm. 1. PRECIO DE CADA ENTREGA En la Capital $ 1 00 Fuera de la Capital ,, 1 25 ANALES DEL MUSEO NACIONAL DE MÉXICO. SUMARIO 1. Discurso acerca de la piedra llamada Calendario Mexicano, pronunciado por el profesor Ph. Valentiui, el 30 de Abril de lrt78 en el "República!) IlaU" (New York), ante una Sociedad cien- tífico-alemana (Conclusión).— 2. Códice Mendozino: Ensayo de descifracion jeroglífica, por el Sr. D. Manuel Orozco y Berra (Continuación). — 3. Estadio acerca de la estatua llamada Chac- Mool 6 rey tigre, por el Sr D. Jesús Sánchez.— 4. Aves de las regiones del círculo ártico en las lagunas del Valle de México, por el Sr. D. Manuel Villada.— 5. Materiales para la formación de una obra de paleontología mexicana, por el Sr. D. Mariano Barcena (Continuación.) — 6. Trabajo comparativo entre el Sánscrito, el Náguatl, Griego y Latin, por el Sr. G. Mendoza. MÉXICO IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE, Bajos de San Agustín, nüm. 1. 1879 >> ANALES DEL MUSEO NACIONAL DE MÉXICO. SSTJMAÍfclO 1. Discurso acerca de la piedra llamada Calendario Mexicano, pronunciado por el profesor Pb. Valeutini, el 30 de Abril de 1H78 en el ''Republican Hall" (New York), ante una Sociedad cien- tífico-alemana (Conclusión).— 2. Códice Mendozino: Ensayo de dcscifracion jeroglífica, por el Si\ D. Manuel Orozco y Berra (Continuación).— 3. Estudio acerca de la estatua llamada Cliac- Mool 6 rey tigre, por el Sr I). Jesús Sánchez. — 4. Aves de las regiones del círculo ártico en las lagunas del Valle de México, por el Sr. D. Manuel Villada.— 5. Materiales para la formación de una obra de paleontología mexicana, por el Sr. D. Mariano Barcena (Continuación.) — 6. Trabajo comparativo entre el Sánscrito, el Náguatl, Griego y Latin, por el Sr. G. Mendoza. MÉXICO IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE. Bajos de San Agustín, nüm. 1. 1879 / X Las personas que desearen adquirir esta publicación pueden di- rigirse al Museo Nacional; á la librería del Sr. Aguilar y Ortiz, 1? calle de Santo Domingo número 5; ó á la imprenta de los Ba- jos de S. Agustín núm. 1. PRECIO DE CADA ENTREGA En la Capital $ 1 00 Fuera de la Capital „ 1 25 ¡i5 P) Si % *^á y> 5J% b~íi tf Loo *&f¿ >> °-