QP21 I9 UNAM 20615 INSTITUTO DE GEOLOGÍA - CU BIBLIOTECA BIBLIOTECA LA FISIOLOGIA EN MEXICO B A I. A Jsr C E CUATEICENTENARIO DE LA nSIOLOGlA EN MEXICO {>or JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Profesor rlc Eisiologla en la Facultad de Mcdiciaa y en la Escuela Mi'dico-Militar de Mí.xico; miembro de la American Fhysio- ¡ogical Socicty, y de la Pltysiological Socicty de Inglaterra. MEXICO 19 3 4 0 8 AGO. 20 i2 ‘‘'ladina < COQRDir.ACIGN DE C I £ N C 1 A a Propiedad registrada eonforme a la ley. Quedan asegurados todos los derechos. Copyright, lOSh, hy tho author. I A MI ESPOSA con cuya colahoración he escrito esta ohra T INDICE Págfs. RECONOCIMIENTO 5 GENESIS Y PLAN DE LA OBRA 7 PERIODO DE LA ANTIGUA FACULTAD: Lista de catedráticos de Prima de Medicina (1580-1833) 13 Lista de catedráticos de Anatomía y Cirujía (1621-1833) 15 1. DE FINES DEL SIGLO XVI A PRINCIPIOS DEL XVIII.... 17 A. Lias ^rrmeras cátedras 17 B. Sus fuentes de orientación 21 C. Los hombres 30 D. Las doctrinas de la éftoca 38 a. La contribución hipocrática 40 b. La contribución de Aristóteles 43 c. La contribución de Galeno 49 IL HACIA EL SEGUNDO CUARTO DEL SIGLO XVIII 57 A. Don "Marcos José Salgado y su libro 57 a. El hombre 57 b. El libro 59 B. Puntos general es de su doctrina fisiológica 63 a. Doctrina de la composición elemental 63 b. Doctrina acerca de las partes corporales 73 c. Los humores y los temperamentos 75 III Páfís. d. Lo 3 espíritus ^8 e. Animas y facultades 80 f. Circulación 82 g. Respiración 92 h. Actividad muscular 97 1 . Nutrición 98 j. Sistema nervioso 101 C. J^odernidad y csj>irttu filosófico de Salgado 10/ D. Una tesis de fisiología del Siglo XVIII 112 m. FINES DEL SIGLO XVIII Y PRINCIPIOS DEL XIX 117 Las comentes directivas de la época 118 A. El renacimiento Jiifiocrático 119 a. La reacción de Sydenliam 120 b. Boerbaave 121 B. Haller y sus influencias 123 a. Influencias directas 128 b. La comente de vitalismo derivada de Haller 128 c. Influencias sobre la práctica médica 132 1. Cullen 132 2. Brown 133 3. Broussais. 134 PERIODO DE LA NUEVA FACULTAD: Lista de profesores de fisiología, en su primer siglo de vida 139 Consideraciones generales l'U IV. LA ETAPA DE 1830 A 1876 147 A. Las directivas de la fisiología mundial en este ‘período. . . . 147 a. En Italia-.-- 147 b. En Inglaterra 148 c. En Alemania 149 d. En Francia 153 B. Don J*Ianuel Car-^io 162 a. El médico 163 b. El maestro 164 c. El investigador 167 d. Su filosofía científica 168 C. Don Ignacio Alvarado 172 IV Páifs. a. Carrera científica Ii2 b. Personalidad y filosofía científicas 174 c. Carácter de su enseñansa 176 d. Alvarado como investigador de problemas fisiológicos. 177 1. De la circulación en las paredes del corazón 177 2. De las relaciones entre la circulación y la calori- ficación e. Investigaciones sobre la fiebre amarilla 184 D. Don yianticj Carmena y Valle 187 a. Su asociación con Brown-Séquard • 188 b. Su filosofía científica 192 c. Su Hipótesis sobre el mecanismo de la acomodación. . 194 d. Sus experiencias sobre la trasmisión de la sífilis con la vacuna 200 e. Sus estudios sobre la fiebre amarilla 202 E. Don Francisco Ortega y del Villar y su tesis sobre los ner- vios de la gustación 204 V. LA ETAPA DE 1876 A 1910 211 A. Los orígenes del progreso de la fisiología contemporánea. . 212 a. El movimiento fisiológico alemán 212 1. La Escuela de Juan IMüller 212 2. La Escuela de Ludwig 214 b. El movimiento fisiológico en Inglaterra 220 B. Los sucesos que determinaran la marcha de esta etapa en nuestra Facultad 228 C. Don José María Bandera 231 a. El hombre b. Carácter do sus enseñanzas 232 c. Trabajos personales 238 D. Los primeros lahoratonos 245 E. Los primeros irahajos de investigación 254 F. Don Porfirio Parra 260 VI. LA ETAPA DE 1910 A 1917 265 VII. LA ETAPA DE 1918 A 1933 267 A. Primera mitad (1918-1925) 267 B. Segunda mitad (1925-1933) 282 C. Apéndice 294 V Pá^6. VIII. PLANES PARA EL FUTURO Y SUS PRIMERAS REALIZA- CIONES 301 A. Necesidad, carácter y condiciones requeridas {¡ara que se les lleve a cabo 301 1. Urge realizarlos como base del progreso de la ense- ñanza médica 301 2. Debemos tender a que la fisiología sea enseñada por personas dedicadas a ella de modo exclusivo 305 a. Los expositores de teorías deben conocer directa- mente los hechos en que aqué 11 as se basan . . . ... 306 b. Los alumnos deben ser guiados en su aprendizaje de laboratorio por verdaderos experimentadores.. 308 c. Urge fomentar el espíritu de investigación 310 d. Precisa elevar el valor de la producción científica. 312 3. Sus requisitos fundamentales 314 B. Las {rimeras realizaciones 319 i. Sección destinada al trabajo de los alumnos 322 ii. Sección de investigación 329 iii. Sección para animales 339 C. A{éndice. Estado evolutivo actual de los cursos de labora- torio 339 INDICE ALFABETICO 347 VI RECONOCIMIENTO Algunos amigos míos se han. servido ayudarme ■^ra la j^r^- ■^aración de esta ohra: Don Jacoho Alvarado me I>roI)Orcionó diversos datos hio- gráficos de don Ignacio, su ^adre. Don Francisco Bulman, me consiguió un retrato original de ion Ignacio Alvarado, que sirvió liara dibujar el que aclare- ce en esta ohra, y me facilitó las informaciones de don Agustín Rivera acerca de don Manuel Carmona y Valle, Don Ignacio Chávez, como Presidente del Comité del Cen- tenario de la Facultad, hizo jiagar -por cuenta de éste la hechura de los retratos de los profesores de fisiología que aparecen en esta ohra, el costo de los grabados de ésta y permitió que re- produjera las fotografías de los nuevos laboratorios, que son propiedad del mismo Comité. Don Enrique F ernández Ledesma, Director de la Bibliote- ca Nacional, me dió toda clase de facilidades para la consulta y reproducción facsimilar de diversas obras antiguas de su Ins- tituto. Don J esús García Gutiérrez, se sirvió ayudarme a vencer- las dificultades de traducción de algunos pasajes latinos. Don Edgar Ershine Hume, Bibliotecario de la General Sur- 5 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO geon Library W áshington, me favorecjó con el facsímil de la ohra de Ball, y otros datos comjil ementarlos relativos a ella. D on Isidoro Ocamjio, grahó en madera las capitulares que lleva este libro, esforzándose porque cada una de ellas armo- nizara con la época a que se refiere. Don Salvador Pruneda, puso interés muy especial en la eje- cución de los diversos retratos de su lápiz que ilustran esta ohra. Don huís Troconis Alcalá, tuvo a bien señalarme las fuen- tes de información biográfica de don Pdanuel Carpió. Don Daniel V ergara Pope, me facilitó planos de los dos pri- meros 1 aboraton os que tuvo la F acuitad y datos acerca de sus Primeras actividades, y Don J osé Villagrán García, hizo que todos los planos de los diversos laboratorios, que aparecen en esta obra, fueran dibu- jados en sus oficinas. A todos ellos hago presentes mis agradecimientos . 6 GENESIS Y PLAN DE LA OBRA L 23 de octubre de 1933 la F acuitad de Nledi- cma de Nléxico cum-phó sus 'primeros cien años de vida. Su llegada a la edad centenaria fue celebrada con un gran esfuerzo de mejo- ramiento, del que ha sido factor muy ■princi'^al su Director, el doctor don Ignacio Chávez, se- cundado ■por un Comité especialmente nombrado para el caso *. La casa ha empezado a renovarse en lo material, a contar con nuevos auditorios y salas de clase y con nuevos y mejor dotados laboratorios y bibliotecas. Durante los meses que precedieron a la fecha del aniversario, el profesorado desarrolló un conjunto de actividades que, tal como se lo propuso desde un principio el Director, será recordado como "un esfuerzo heroico de trabajo, que fije el nivel científico alcanzado por la F acuitad" (loe. cit. p. 2). En el orden de la enseñanza también se han realizado importantes reformas. Pde ha parecido que este momento de entrada por nuevos derroteros, es también el propicio para que aquellos a quienes el momento centenario nos encuentra ocupando diversas situa- * Véase el Boletín del Comité del Centenario de la Facultad de Me- dicina (149 páginas). México, 1933. Imprenta del Departamento de Sa- lubridad. 7 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Clones en el cam.'^o de la enseñanza en la F acuitad, hagamos un balance de los trabajos efectuados ■for quienes nos jirccedie- ron en la Institución, revisemos las orientaciones seguidas I>or ésta en nuestro tiempo y dejemos consignado jior cuáles nuevas rutas de progreso luchamos por que ahora se encauce. De acuerdo con esto, es mi propósito desarrollar en esta obra la historia de la evolución del pensamiento y de la ense- ñanza de la fisiología en nuestra F acuitad. Pero como resultaría punto menos que imposible poder apre- ciar los progresos del pensamiento fisiológico que siguieron a la fundación del Establecimiento de Ciencias Pdédicas en 1833, sin fijar, como término de comPiaración, su marcha y el nivel que guardó en la primitiva Facultad de Fdedicina de la Antigua Universidad que le Precedió, doy principio a la historia, refi- riéndome a ésta. Para Proceder así, existe desde luego, la ra- zón de orden general, de que para apreciar de modo completo el desarrollo de cualquier institución poheentenana de cultura médica, se hace indispensable compenetrarse de las ideas que sostuvo en sus principios. Con proceder así piugnamos, además. Porque no se rompa la continuidad entre nuestra joven Facul- tad de Pdedicina y el rancio abolengo, más que tricentenario, del Alma mater de que se derivó, la primera fundada (1580) en el Continente Americano. Ciertamente, no fué su tradición la que siguió el flamante Establecimiento de 1833, el cual, muy por el contrano, a fin de entrarse por la vía del progreso, rompió de gol- pe la rutina que había persistido hasta cuatro días antes de su creación, en la ya decadente y carcomida Universidad, Pero pre- cisamente por eso resulta todavía más admirable que sus ilus- tres fundadores, a pesar de haberse formado en el ambi ente de la vieja casa, hayan acertado a la realización de la tan radical reforma. La vieja casa, en edad más que tricentenaria y en or- ganización medioeval , calcada sobre la de Salamanca (1243 ) 8 LA FISIOLOGIA EN MEXICO desaparecí ó ; pero quedaron sus hijos, los adimrahl es reforma- dores don José Toaría Luis Pdora y don Valentín Gómez Parías y los heneméntos fundadores de la F acuitad para formar los recios eslabones de continuidad con el pasado. Consecuentes con este modo de pensar, iniciamos el pano- rama de las etapas evolutivas del pensamiento fisiológico en las instituciones derivadas de nuestra Antigua F acuitad de J^e- dicina de 1580, con el cuadro de las primitivas doctrinas que en ella se enseñaron por espacio de siglo y medio después de fundada (fines del siglo XVI a principios del XVIII). Sentada esta hase, pasamos a juzgar de las enseñanzas que impartía hacia la mitad de su existencia (segundo cuarto del siglo XVIII). Por ultimo, ya con este dohle antecedente pasamos a juzgar de la altura a que se encontraban las dictadas en las últimas dé- cadas de decadencia, que precedieron a su clausura en 1833 (último tercio del siglo XVIII y primero del XIX). Pasando luego a analizar la evolución del pensami ento fi- siológico de la Nueva Facultad en su primera centuria de vida, divido a ésta en dos grandes períodos que tienen por límite común los setentas del siglo pasado . Corresponden estos años a una época durante la cual ocurrieron en diversos países, inclu- so el nuestro, sucesos de importancia aun cuando de consecuen- cias opuestas para la marcha de la fisiología. Durante esa época la fisiología, como la medicina, en muchos países tomó ímpetu considerable que trajo por resultado que surgiera la parte más importante del moderno edificio fisiológico, dentro de un lapso de tiempo que queda dentro de la vida de algunos viejos maes- tros que aún viven \Sharpey-Schafer (1850); Paivlow (1849); León Frédencq (1851); Ch. Richet (1850); También en aquellos años fué cuando iniciaron en nuestra F acuitad su do- minio de un tercio de siglo influencias políticas y teocráticas, * Feckas de nacimiento. 9 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO que JiusieroTL obstáculos infranqueables al libre desenvolvimien- to de la fisiología. Desjiués de describir las consecuencias del movimiento de reforma iniciado en 1918 cerramos la historia del último -período centenario, con el relato de las reformas pla- neadas en 1931 y en parte empezadas a realizar en 1933. TJ er mi nados el balance de las actividades del Jiasado y el relato del estado presente, consigno cuáles son las finalidades que perseguimos y los planes por cuya realización luchamos al iniciarse el segundo siglo de la Nueva Facultad. En general, no he querido hacer crónicas ni trazar biogra- fías, dado que ambas cosas resultarían igualmente ineficaces Para mis fines, que más bien tienden a hacer la crítica de las actividades de los hombres que contribuyeron a la obra del pa- sado, procurando valorarlas por comparación con las opiniones y tendencias que privaban en su tiempo o en el que inmediata- mente les precedió. Creo que sólo de esta manera puede lle- garse a apreciar en qué Jiarte cada uno de los hombres que participó en una obra pudo contribuir para su perfeccionamien- to; que sólo así pueden descubrirse las bases sobre las cuales cada uno de ellos edificó sus pensamientos; que no de otro modo pueden apreciarse las influencias que sobre ellos ejerció su tiempo o la participación que otros hombres tuvieron Jiara moldear su carácter o para contribuir al éxito o al fracaso de sus actividades, y que sólo así puede saberse si éstas obedecie- ron y hasta qué grado, a una reacción encaminada a modificar las condiciones que los rodeaban; si con ellas lograron contribuir al progreso del conocimiento humano, o el grado de aproxima- ción con que 1 ograron reflejar y difundir los conocimientos más avanzados de su tiempo. En suma, con tomar en cuenta todo esto, espero que los juicios que deje consignados sean serenos y logren exhibir a los hombres y a sus obras, no desde mi punto de vista subjetivo, sino desde el suyo y a la luz del pensamiento científico de su tiempo. 10 PERIODO DE LA ANTIGUA FACULTAD DE FINES DEL SIGLO XVI A PRINCIPIOS DEL XIX LISTA DE CATEDRATICOS DE PRIMA DE MEDICINA DE LA REAL UNIVERSIDAD DE MEXICO, DESDE QUE LA CATEDRA FUE FUN- DADA (1580) HASTA LA CLAUSURA DE LA UNIVERSIDAD (1833) (P= Propietario; I = Interino; S = Substituto). Doctor don Juan de la Fuente (P) 1580-1595 Doctor don Juan de Contreras (P) 1595-1615 Doctor don Juan de Flaro. (S) 1615-1618 Doctor don Damián González Cueto (S) 1618-1624 Doctor don Dieg'o Martínez de los Ríos (P) 1624-1635 Doctor don Dieg'o Rodríguez Campos (S) 1635-1641 Doctor don Manuel de Sosa (I) 1641-1642 Doctor don Alonso Fernández Osorio (S) 1641 y (P) 1642-1655 Doctor don Diego de Magaña (S) 1655-1658 Doctor don Gerónimo Ortiz. (I) 1658-1661 Doctor don Lucas de Cárdenas Soto (P) 1661-1671 Doctor don Juan Torres Moreno (P) 1671-167o Doctor don Antonio de Córdoba (S) 1673-1678 Doctor don Gerónimo Dávila (S) 1678-1681 Doctor don José de Herrera Arteaga (S) 1681-1684 Doctor don Juan de Aviles Ramírez (S) 1684-168t Doctor don José Díaz Bnzuela . (S) 1687-1699 (P) 1699-1722 Doctor don Marcos José Salgado (P) 1722-1740 Doctor don Nicolás de Torres y Velasco .(P) 1740-1746 Doctor don Francisco ^Maldonado. (S) 1746-1753 Doctor don Juan Gregario Campos (S) 1753-1757 Doctor don Juan José de la Peña Brizuela (S) 1757-1760 Doctor don Juan Bautista Fernández y Saavedra. . . (S) 1761-1763 Doctor don Francisco González Avendaño (P) 1763-1765 13 JOSE JOAQUIN 1 Z Q U I E Doctor don José Maximiliano Rosales Velasco (S) 1765-1767 y Doctor don José Giral y Matienco (S) 1767-1769 (P) Doctor don Ignacio Lemos Martínez (S) Doctor don José Ignacio Bartolache (S) Doctor don Ignacio García Jove (P) Doctor don Joaquín Pío Antonio Eguía Muro. . . . (S) Doctor don José Vicente Peña Lazaga (S) Doctor don Ignacio José de Acevedo (S) Doctor don José Ignacio Cárdenas Arteaga (S) Doctor don Manuel José de Flores Heras (S) Doctor don Manuel de Jesús Febles (S) 1812-1816 (P) Doctor don José María Contreras (S) Doctor don Casimiro Liceaga (S) Doctor don Joaquín M. Altamirano (S) Doctor don José Ignacio Duran (S) R D O 1774-1778 1778-1795 1769-1773 1773-1774 1795-1797 1797-1801 1801-1806 1806-1808 1808-1810 1810-1812 1823-1833 1816-1819 1819-1823 1823-1824 1825-1826 14 LISTA DE CATEDRATICOS DE ANATOMIA Y CIRUJIA DE LA REAL Y PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE MEXICO, DESDE QUE SE FUNDO LA CATEDRA (1621) HASTA LA CLAU- SURA DE LA UNIVERSIDAD (1833) (P — Propietario; 1 = Interino; S — Substituto). Doctor don Cristóbal Hidalg’o Vendaval (P) 1621-1652 Doctor don Domingo Anas (S) - 1652 Doctor don Juan de Torres Moreno (P) 1652-1665 Doctor don Juan Germán Viros (P) 1665-1667 Doctor don Diego Osorio Peralta (P) 1667-1672 Doctor don Juan de Brizuela (S) 1672-1674 Doctor don Diego Grosso (S) 1674-1678 Doctor don José Salmerón de Castro (S) 1678-1685 Doctor don José Montano (S) 1685-1704 Doctor don Marcos Joseph Salgado (S) 1690-1691 Doctor don Cristóbal de la Vega (S) 1704-1724 Doctor don Cayetano de Armendáriz (S) 1724-1745 Doctor don Francisco Gonz ález Avendaño (S) 1745-1763 Doctor don Juan Bautista Fernández y Saavedra (S) 1763-1767 Doctor don José M^aximiliano Rosales de Velasco (S) 1767-1769 Doctor don José Ambrosio Giral y Matienzo (S) 1769-1773 Doctor don Ignacio Lemos Martínez (S) 1773-1777 Doctor don José Ignacio García Jove y Capelon (S) 1777-1789 Doctor don José Gracida y Bernal (S) 1789-1812 Doctor don Ignacio Acevedo (S) 1812-1816 Doctor don Manuel de Jesús Febles (S) 1816-1823 Doctor don Rafael Calvillo (g) 1823-1826 Vacante 1826-1828 Doctor don José María Benítez (g) 1828-1833 15 I.— DE FINES DEL SIGLO XVI A PRINCIPIOS DEL XVIII A. LAS PRIMERAS CATEDRAS A fisiología no fue asunto de las primeras ense- ñanzas de la Antigua Facultad de Medicina, debido a que ni el moderno edificio de esta ciencia Labia surgido, ni era el pensamiento fisiológico lo que precisamente preocupaba a las mentes del tiempo, satisfechas con hacer fermedades que no comprendían. Sin embargo, desde su fundación la Antigua Facultad enco- mendó las enseñanzas relativas a los fenómenos que tienen lugar en el cuerpo sano, al catedrático de la llamada Pnma de Jyledicina. La Real y Pontificia Universidad de México fué la prime- ra que existió en todo el Continente Americano (1553) y tam- bién la primera en establecer una cátedra de Prima de Me- dicina en el año de 1580, cuyo desempeño confió al doctor don Juan de la Fuente, que continuó sirviéndola hasta el año de su muerte (1595). Esta cátedra fué la única que existió hasta 1598, año en que fué creada la cátedra de Vís'^eras de Medicina, de- dicada al estudio del cuerpo enfermo (^Crónica de la Universi- dad, t. i, p, 191). En 1621 quedó establecida la cátedra de Ana- tomía y Cirujía (Crónica de la Universidad, t. i, p. 268). En 17 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO 1666, se fundó la de T^étodo ddedendi , que tenía por objeto cu- rar las enfermedades (^Crónica de la U niversulad, t. li, p. 40). Por todo el tiempo que duró la Institución estas fueron las cá- tedras de que estuvo formada la carrera de Medicina. En la Universidad de San Marcos, de Lima, fundada por Cédula Real de 1571 , en lo que desde 1553 había sido un Se- minario Dominicano, no fue sino hasta medio siglo más tarde cuando quedó establecida, por Cédula Real de 1638, una cátedra mixta de Prima y de Vísperas de Medicina (Soldán, 1932). Comparando estas fechas con las que anteceden, resulta que la Facultad de Medicina de la antigua Universi dad de M éxico, fué la primera institución que empezó a impartir en el Conti- nente Americano enseñanzas relativas a las funciones del cuer- po sano. Esto no quiere decir, sin embargo, que los estudios de esta índole hayan sido tenidos en ella en gran estima, como tampoco la tuvieron en general los estudios médicos durante todo el pe- ríodo de vida de la Universidad. Basta para convencerse del plano secundario a que estos últimos siempre estuvieron rele- gados, el verlos estatuidos en las Constituciones de la Univer- sidad, después de los de Teología, de Cánones y de Leyes y remunerados sus catedráticos con salarios inferiores a los de los demás, que sólo fueron, primero de cuatrocientos pesos (Constituciones de 1626) y luego de quinientos (Constituciones de 1646), mientras los demás recibían setecientos pesos anua- les. Acaban de confirmarlo, hechos como el relatado en la Cró- nica de la Universidad (t. li, p. 146), de que ''habiendo propues- to en septiembre de 1678 el doctor don Félix Vela del Cas- tillo, Médico, que los doctores de la facultad se incorporasen por sus antigüedades entre los Doctores y Maestros de las Fa- cultades de Teología, Cánones y Leyes ", se resolvió "que no había lugar a la pretensión”. Como consecuencia de este estado 18 1 DON DIEGO RODRIGUEZ CAMPOS Profesor de Prima de Medicina en la Antigua Universidad, de 1635-41. (Retrato original en el Museo Nacional). o P E R V M HIPPOCRATIS COI QVAi GRAECE ET LATINE E X T A N T Tomus Secundus, ContimnsTertiam , © QtMrtam Ctajfem. THRTIA CLASSIS. VENE TUS, CID ID XXCIIX- APVD IVNTAS, Supcrwmm pertr.ifju comprnhata, ¿ 7 * ChriJliíimJ?. Galliariim; «c Serenifíim^ 'Uenetontm !Re¡ptéliCiC ‘Triuilcgijs 1 v'n T I S taiJtum cojícejfa editio. Fig. 2. Portada del tomo segundo de la magnifica edición de Giunti, que contiene algunos de los libros bipocraticos relativos a cuestiones fisiológicas (Biblioteca Nacional). LA FISIOLOGIA EN MEXICO de cosas, los individuos más talentosos y con mayores ambi- ciones aspiraban preferentemente a las cátedras de las demás Facultades, mejor retribuidas y que proporcionaban mayores ho- nores. No era raro que quienes llegaban a ocupar las cátedras de Medicina fueran con frecuencia meras segundas figuras de la Universidad. B. SUS FUENTES DE ORIENTACION Al ser fundada (1580) nuestra primitiva Facultad de Me- dicina, lo mejor que pudo hacerse fue, como se hizo, adoptar como fuente de información las obras hipocráticas y galénicas, que no sólo resumían los conocimientos más avanzados de la época, sino que venian a ser el punto de partida para los futu- ros progresos de la Medicina. Se ha dicho (Flores, 1886) que en un principio sólo fueron utilizados los libros hipocráticos y que los de Galeno sólo entraron en uso a partir de la creación de las cátedras de Anatomía y de Método, pero es más proba- ble que también desde un principio se les haya empleado. Se- ría muy extraño que no se hubiese reconocido desde un princi- pio, como en las demás Universidades, que la Anatomía de Galeno era muy superior a la hipocrática. Aun cuando sin ej’ercer grandes influencias, los textos hi- pocráticos y galénicos habían logrado sobrevivir a la Edad Me- día, trasmitidos de generación a generación de médicos j‘udíos,. árabes y cristianos- Hipócrates, cuyo magnífico libro de los afo- rismos parece que ya estaba traducido en el siglo VI de nuestra era, íué siempre respetado, más que por sus ideas, por ese ma- ravilloso legado que todavía constituye la voz de alerta a la pro- fesión médica, cuyo valor ético fué reconocido aun por los bi- zantinos formalistas del siglo X; su j’uramento. Galeno, más por lo que pudiera tener de valioso, se había salvado del olvido JOSE JOAQUIN IZQUIERDO gracias a su tesis teleologica de que todo cuanto existe y lleva a cabo algún género de actividad en el cuerpo humano, procede de un ser superior que lo ha formado conforme a un plan inte- ligente, del cual son resultado tanto los órganos como sus fun- ciones. Palabras suyas, como las siguientes, encajaban de modo sorprendente en la actitud medioeval de cristianos, islamistas y judíos : “La sabiduría infinita del Creador escogió sus mejo- res medios para el logro de sus benéficos fines y prueba es de Su omnipotencia, el que haya creado toda cosa buena conforme ■a Su designio y en cumplimiento de Su deseo’ . Sin embargo, lo que había sobrevivido a través de la Edad Ldedia, no podía constituir el alimento más adecuado para fo- mentar el desarrollo de las Universidades, pues no pasaba de ser un material excesivamente desfigurado, primero por los tra- ductores y comentadores latinos, sinos, árabes y hebreos y lue- ^o por los conciliadores ’’ que trataban de poner de acuerdo a helenistas y arabistas. De ahí que desde un principio se com- prendiera la urgencia de dar con los textos griegos originales para traducirlos directamente. Durante todo el siglo XVI se estuvieron recuperando nuevos textos hipocráticos y galénicos ; el traducirlos vino a ser la actividad de moda, y llegaron a for- mar legión los que a ella se dedicaron. A pesar del mayor valor de las nuevas versiones, las in- fluencias inmediatas que ejercieron sobre la profesión médica no fueron mayores que las que antes habían tenido. Pero al me- nos, puede afirmarse que gracias a ellas los médicos empeza- ron a reconocer que sus antecesores habían estado atenidos a versiones de segunda mano y empezó a fomentarse entre ellos el espíritu crítico. En los años que siguieron a la creación de la Antigua Fa- cultad de Medicina, forzosamente tuvieron que emplearse los primeros textos que habían sido impresos, que no eran sino los 22 QJV AE CONTINENTVR I N ARTA CLASSE. , A N D V M , Vsivn fe® T?raceptiones . ®Í®! De oAríe^. ÍDí oArte veterc^. *Dc Q^Iedico. De Decenú ornetfti. De Exfeíi 'tone fasttií. De Refe ¿i tone Corporunu. De Corde^ . De (fíandiilts. De Dentitione^ . De 'Vijtt. EpifíoU . Di ^edicamentis purzantihus. "X i ^ \ tj ■ n rf ^ ylaimetantum. De nommts structura. J Dippocralií’vocHmexpUnaUones(frAcs,,^ Ulina, (faleni, y Herodoti. folio ¡ fjl. 2 fr'- 3. fot. l o fol. ,S foí. fol. jf.0 fot. fol. ^7 fol. 4.S fol. f/ M // fol. pd fol. fol. pi Sroñani , fol. J Fig. 3. Indice de los libros hipocráticos contenidos en el libro cuj'a portada reproduce la figura 2. híppocratis coi LIBER DE CORDE innOKPATOTS HEPI KAPAlHE. Argumcntum in lib. de Cordo . CordU figura , (Iriícliira , pofitw , f¡ib[larttía , ortfiaa , muolíicra , túnica-, ^ partium denique ip/iuf omnmm exaHn expltcatto . Vet-Coa. ryíiMg ' ¡fp.rttxop:nf ua ^ c^CíCXtííía^ pitara AffOF« cru/x^Qf o:7c7o?ov£ír.¿'íT4Ío5w5cr*^* C’fí ‘Tí**' xa^é iíuj av(t7p{ox^j»f 6a?A.tT«/pwa’xo/xír«í cr ipü* ^xl?. 'íyetJi T¿ vy^TfjKtiixocQi /xaAr?'ci -7TVp¿//¿^nazof:7Sro<íi70uypGt ¿"écopiar. Kop Sin r:-/rcvffeet aPa?i£tpt€a90pSfJtf.i t(ap ara^'crxcv^ aa y A¿t?rci/írtt 7? c^ráuyuoro? -ro r^Tor . ctivci ydp córOoyTto^ <70>Aojf , a3 , ¿xaipp* yfinxot; . fJi <70 <írA/5-&0f > >£5K/ étftTtt 'ffi;^oa/po!/A¿Úc$ ¿/¿fvpítt^ívpvif, <^toíÁa, y¿p ¿rpíM; w ^yAwwf za7 SnWct cvot3 itít/jt' • ítm OxnguravcIutpyramiícOíCO- A lorcauteabúde puniccíi^&tu- nicáleuc c»rcúdaMmh3bct,& cft í ipfa humor modicus vcluc vrina, viputarcpofsisin vcílca ^r^huTríári.Faíla cfl aííi ca gratia,yt Tanum m ^ cuAoclia ílorcfcat . Habct aute humiditaic tá^ ejuaca fatis cfl zAuati in medeja. Cxtcrum húc Ku more. cor cmtngit, bibedo ipsu a(Tumct>s,aC cófumct^pulmonisnimíru pola libes- Etcnim homo multo maximi parte ih vetre bibit- Gu- la cnitn Fue Homachus vclutífundibulú, Touca copia & ciu^cúqv volumus cxcipit. Bibit aute & in giutur ac arteria, nunus vero 6c Cjiuiú latero pofsit prima )!lnpruni.Opcrcu!á.n.cxa¿lúcpt- glofsTS, iingula fiuc mi ñor Iingua appcllata , nc pmifcrit quidcaliqd ampliorispociis penetrare^ ^,i„o,-,Sro ,my^ T-fKuwfü, « íopú^at j Signúaut51,uiusrcihoccft. Si (jujscnimaquí líap , ^7 /2»^ ’^cip*X^ i^o^Uu tt\f7iKSP a’TTavrtrtxpu 7r( afetfT^ to»c {^ípíTOf* vo yttpSf^Tnz puiunq% -to> o2r riiptt ypi •p^iOfj^ov -^i^Trétlíu t dva^xtj hriao) tliu oJ- 7¿«/ ótrop ¿x(jtt^Afrr5fv3'ir T’O S' iypov r[Q y.%v eJf ToV ^ovAior «uJrinf * td & tm de bibcdi dederit, maximefui (hoc.npccus no pílcuriosu,ncq-, mundicici dcditú:)dcindcdri adhuc bibit, ipílus gutturrcfccc^hoc colóre ip- sít tinftú rcpcriciífcd no cft cuiufuis bate chiruc gix aggrcfsio. Nequat^ui igit fides noftra fuípo Tu cííc debee de pom , q» hoí in guitur vcrgac . Sed quo aquaaccniatim irrucs, lurbationcm aC Tuísim multa cxhibcc?jpptcrca mqua,q) córra re fpirationc fert. Qd cnim p rima illabit^taquani iuxfa paricccmddabcí ,3crjj cladoni no inflar, fcdlcucaclub/rcaquanda vii humeóbtio ipíi pbct.Húc itaq; humorc cordcpulmonc vnacu aere abducit. Aere quidcigií vbi in mcdclaccr* ÍIt,neccn'ario oportct retro pcrcadc viam , qu3 adduxicp'cijccre, Verum hqmorcm parrim in' culcumacvaginamfuamcxpuir,partimruj’íví? VPÍ Fig. 4. Hermosa página de la edición de Giunti» en la que se da principio al libro hipocrático De Corde. LA FISIOLOGIA EN MEXICO heredados de la Edad Med la, todavía más arruinados a fuerza de comentarios hechos de conformidad con el espíritu escolás- tico. Pero tan pronto como empezaron a circular las magníficas versiones de los médicos humanistas, desde luego las adoptó. De 1 as obras hipocráticas, se adoptaron las excelentes ver- siones de Jerónimo Mercuriali (Hipócrates, 1588) y de Juan Cornaro (Hipócrates 1661) salidas en forma de magníficos fo- lios de excelente obra tipográfica, de las prensas de Giunti en Venecia y de las de Froben en Basilea, Los lib ros hipocráticos relacionados con las discusiones de orden fisiológico, aparecieron en la edición de Giunti (fig. 2) formando la llamada cuarta clase’’ y fueron los que indica el adjunto índice de la obra (fig. 3). Jerónimo Mercuriali (1530- 1606), erudito Profesor de las Universidades de Venecia (1569), Bolonia (1587) y Pisa (1599), a quien se debe la versión latina, gozó de fama que alcanzó a atraer a sus lecciones a numerosos estudiantes de otros países. Cada una de las secciones de que consta la obra ofrece por separado, en dos hermosas columnas, las versiones latina y griega (fig. 4). Para la edición de F roben (%• 5) sirvió la versión de Juan Cornaro, cuyo verdadero nombre fué Johann Hagenbut (1500- 58). Desde estudiante, en Wittemberg, al notar que sus maes- tros citaban principalmente a los árabes y sobre todo a Avicena, había concebido el propósito de hacer una versión directa de los libros hipocráticos, que apareció por primera vez en 1543. El contenido de la obra (fig. 6) era muy semejante al de la ante- rior pero cada una de sus secciones (fig. 7) va seguida de cierto número de anotaciones enteramente separadas del texto origi- nal. Aunque también sirvieron como fuentes de difusión de las ideas hipocráticas las obras del médico filólogo español don Fran- 25 JOSE JOAQUÍN IZQUIERDO CISCO Valles (1524-1589), tales obras no tuvieron por objeto los libros hipocráticos que aquí nos ocupan (véase la nota de la pág. 108 y las citas bibliográficas del capítulo a que pertenece). Por lo que toca a los libros Galénicos, se utilizaron las ver- siones latinas contenidas en la gigantesca edición de las obras de Galeno salida de las prensas de Giunti, en el tomo dedicado a las consideradas como de primera clase (íig. 8). Según podrá verse por el índice (fig. 9), trabajaron en la obra no uno sino vanos de los muchos humanistas que Giunti contrató para lle- varla a cabo. De entre ellos, algunos fueron personalidades de verdadero relieve: Niccoló Leonnicenus (1428-1524), sucesiva- mente profesor en Padua, en Bolonia y en Ferrara, fué elegan- te latinista que se hizo notable por la precisión con que primero tradujo los escritos hipocráticos y luego los de Galeno. Thomas Linacre (1460-1524), médico de los Enriques VII y VIII, edu- cado en Oxford y graduado en Padua, es famoso por sus fidelí- simas traducciones de los tres libros que figuran en el índice y que aparecieron por primera vez en Inglaterra entre 1521 y 1523. A Juan Cornaro nos referimos hace poco. La revisión de las cuestiones anatómicas, a nadie podía ser mejor confiada que al brillante profesor de la vecina Padua, el joven bruselense Andrés Vesalio (1514-1564), que como consecuencia de esta labor luego se vió llevado a corregir los errores de la anatomía de Galeno. Los libros de Aristóteles sobre cuestiones biológicas tam- bién inspiraron la enseñanza. En un ambiente como el de la Universidad, saturada en sus más vanados aspectos de las ideas del Estagirita, sus obras no podían dejar de ejercer necesaria- mente gran influencia sobre la Facultad médica. La edición de Giunti (1574) en doce tomos, que existe en nuestra Biblioteca 26 HIPPQCRATIS COI MEDICO>RVM OMNIVM LONGB PRINCIPIS, OPERA qux ad nos cxrant omnía. 7>ER I^NVM COR. 2V^R IV M >re'D IGVM PHYSI'CVM LATINA lingua conícripta. INDEX RERVÍI AD CALCE M OPERIS uníuerfianncxus eftfcccundifsimus. basileae, m d xlvi Ciim^attct cr pritiilc^io Imp* I^aiejlatis adannos V Fig. 5. Portada de las obras hipocráticas, vertidas y comentadas por Juan Comaro e impresas por Froben, de Basilea (Biblioteca Nacional). INDEX LIBRORVM IN HOC VOLVMÍNE CONTENTORVil» Híppocratis uitacxSorartO folio f Híppocratís lufiürandum 5 Lcx Híppocratís 4 De arte líber 5 De iietcri medicina t o De medico 20 Dedeccntíornatií 2} Praeceptíones 27 De natura homínís }o DeíáIubrídia:ta,PoIybí 37 Degenítura 3 9 De natura püerííeufoetUS 4) Decarníbus 55 De feptimeíf rí partu 6 1 Deoefíimeífrípartu 64 Defuperfcxtatione * 6 6 DeexfetfiioncfcEtus 72 Dedentitione 74 De corporum reíccfHonc 7 $ Dcccrde ibídem Deglandulís 7% De oísíum natura 8í Delocísinhomtne 88 Deaere,aqins,8i:locis 104 Deflatibus i¡7 De medicamentís purgantíbus 1 2'^ De ditera fiucuí( 5 iusratí 5 e,lib(r. I24 Líber fecuhdus 1 3 6 Líber tertiuB 148 Deínfomniís De alimento ¡ói Dehumídbrumufu 164 Dehumoribus 167 De morbo facro .372 De morbís,líber prímus 1 8 o Líber íécundus j <> 4 LíbeftertiuS Líber quartus 228 DcafFcclíoníbus 245 DcintcrnísaffcífLonibus .253 Deuirgínum morbis 2 8 tí De natura mulicbrí Demorbis miilieruslibcrprímüs 309 Líber fccundus jjq Notha ad fincm primilibrí de tnorbis mulierumadicífta jgj Dcfterílibus jgc Demorbis popularibus, Iib,r4 397 Líber fccundus 410 Líber tcrtíus 421 Líber quartus 4 54 Líber quíntus 4 4 4 Líber fextus 455 Liberfeptímus 467 De uíí^us rationc in morb.acut. 489 Dcíudieationibus 510 Dedicbusíudícatonjs 514 Aphorifmí 517 Praenotíones Pracdiífbonum, líber prímiis 542 Líber fccundus 54 9 Coacaeprscnotiones De uulncríbus capitis ^90 Chírurgitcofficína 59 g De íraíluris g „ ^ Dearticulís Dcuiccríbus Defiftulís De Htemorrhoídibuá í í 7 Déuifu ^69 Hippo cratis epiftojíaí c 7 1 í IN I S« Fig. 6. Indice de los libros hipocráticos contenidos en la versión de Comaro. LA FISIOLOGIA EN MEXICO Nacional (íigf. 10) íué propiedad del doctor don Alonso Fernán- dez Ossorio, que íué catedrático de Prima, primero sustituto en 1641, y luego, desde el año siguiente hasta 1655, propietario. El método de enseñanza consistía en que el catedrático le- yera, es decir, explicara y comentara el texto de un autor que tenía a la vista. Mientras sólo existió la cátedra de Prima, los Estatutos de la Universidad formados en 1580 por el doctor don Pedro Farfán, — que dicho sea de paso, parece que fué el primero que recibió grado universitario de médico (15 de julio de 1567) en el Con- tinente Americano — , ordenaban que el catedrático que la tenía a su cargo leyese dentro del término de cuatro años los libros hipocráticos De Elementis; De T erri'^eramenti s ; De Humorihus ; De Anathomía; De Facultatts Natjhus y De Pulsthus et JJrinis. Una vez separada la cátedra de Anatomía y creadas las de Vísperas y de Método, los Estatutos Provisionales de 1626 dis- pusieron que en el primer año se hicieran lecturas de los libros antes citados, con excepción de los De Anathomía y De Facul- tatis Flatihus. Por lo que toca a la cátedra de Anatomía, aunque separada, basta tener en cuenta que se basaba muy principalmente en el libro De V su Partium, de Galeno (íig. 11) para reconocer que también se la debe tomar en cuenta como sede de enseñanzas de la Antigua Facultad de Medicina, acerca de las funciones del cuerpo sano. Y por lo mismo, tanto cuando se trata de formar la lista de los catedráticos que tuvieron a su cargo impartir la doctrina fisiológica de la Antigua Universidad, como para for- marse cabal juicio de ella, hay que tomar en cuenta las activi- dades desarrolladas por separado tanto en la cátedra de Prima como en la de Anatomía (y Cirujía). Así lo hacemos a conti- 29 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO nuación al referirnos primero a los hombres y luego a las doctri- nas que enseñaron C. LOS HOMBRES He formado la doble lista de catedráticos que aparecen de la página 13 a la 15 de acuerdo con las informaciones contenidas en la Crónica de la Universidad por el Bachiller de la Plaza y Jaén (1931) y en los libros de Provisiones de Cáte- dras pertenecientes al Archivo de la Antigua Universidad, exis- tentes en el Archivo General de la Nación. Si se comparan es- tas listas con las similares formadas por Flores (pp. 88 y 112), se descubre que estas últimas, tras de no contener ninguna refe- rencia cronológica, son muy incompletas ; incluyen a profesantes de otras cátedras, que como don Juan Antonio Armendariz, a par- tir de 1744 leyó por repetidos cuatrenios la cátedra de Método, hasta su muerte (1763), pero sin haber sido catedrático de Pri- ma; o que como don Rafael Calvillo y don José M aria Varela, tampoco profesaron esta cátedra. La de catedráticos de Anato- mía ha sido reproducida en un trabajo reciente (Bandera, 1930) pero mutilándola y haciéndole alteraciones de orden como la de encabezar la sene de sucesores del primer catedrático, que se inicia en 1652, con don Marcos José Salgado, que en realidad fué el décimo catedrático sustituto (véase también la pág. 58). A pesar de las desfavorables condiciones que reinaban pa- ra los médicos, muchos de los individuos de estas listas fueron personas de relieve. * A partir de 1768 , año en el cual, siguiendo la tendencia del tiem- po de que los médicos y cirujanos fuesen educados en lugares diferentes, se fundó la Real Academia de drupa. Por lo tanto también bay que tomar en cuenta a esta institución, como sitio de enseñanza de las cuestiones fisiológi- cas, aunque quizá en un plano inferior, al que obligaba la escasa preparación que se exijía a los cursantes. Esto dió origen al desprecio de los cirujanos “latinos” de la Universidad por los “romancistas” de la Escuela de Cirujía. 30 73 HIPPOCRATIS coi LIBER DE ÓLAWDVLIS, lANO CORNARIO Medico Phyficü interprete. E GLANDVLARVM tota nstum íTc habct.Natura ípfis cíl: fpongiofa, Sunt cnimranc&píngucs, & neq; carnes funt rcliquo corpori fimilcs,ncquc5liud quid íTmíIc corporí. Sed fiíabiics funt, nenas multas habenti Si ucro diíTc ccs. fan^ ouis lar ous crumpit , i pccic albus S¿ uclut pituita . T angentí 'autcmuelutlanac appai'cnt. Et 17 multa ui ípfas dígítis comí prcíícris , glándula humorcm olcofum rcmíttit, qui Sc ípfc conteritur ut plurimum, acdifpcrit. Aegrotant autem non naide, feduná cum rcliquo corporc. Quum ucro proprio morbo xgrotant : nam parum cd* am cuín rcliquo corporc a'grotat; morbi tubercula fiunt, Sc ílruma: refultanr, febris Corpus oceupat. Perpetiútur autem haec, ubi humidicatc repleta: fiic^ nntjCX rcliquo corporc in ípfas influente. Influit autem ex rcliquo corporc per ucnas,qucc per ípfas c.xtcntx funt multa: &caua:,ut humor qucmcuncp tan* dem traxcrintjfacilc ín ípfas fequatur. Et fl multa acmorboía fueritfluxio, olandula: reliquum ccipus in fe difl:cndút,atcp fíe febris incenditur,^ clcuan* ^uracinflammantur glándula:. Cxtcrum glándula: in corporc funt plu* res ííuc maíorrs, in cauis ipíius partibus, quám in articulís, quxcuncpin kf Ifjs hümccftis acÉinguinolcntis locis cóíífliant: atqucilla:quídcm, ut quod fu# perne ín canas partes influit , fufdpícntcs in fe trahant, ha: ucro ut rurfus na# feentem pra: laboribus humiditatcminarticulis, fiquam articuliremittant, c# íusmultitudincm fufeeptent: &ííc nimia humccfhitiom corporenon ineft. Nam fi ctiam quid gignatur humiditatis, no ftaom nimia humcdlatío ílidc fucccfícrit . Rcflccflitur ením 8C coníiimitur tum multa, tum módica, in ípfas olandulas, atque íícrclíqui corporis redundantíam glandulx fibi lucrifkciunt, l^alimcntum hocefi: ipfiscoalefcens. Quare ubi cecnofa: partes funt Sc hu# me • J De Vtilitatc rcfpirationis'iber, laño Comario medico intcrprcte,nuncrecognitus. aaj DcCauIisrcfpirationislibclluSjCxduobusfortalIe, quos Galcnus compofuii,cxccrptus, codem lanoComariointerprctc . De V fu Puiruum.ThomaLinacro interprete. _ xi7 DeFlippocratís fiC Platonisdccreiislibri noucm,IohanncBemardoFclicianointerprcte,>nuncdc mum ab AlcxandroluílinianoClüo medico advetuftoiumcxemplariumgraccorum fídemac curatidimc caltigaii. 131 De Naturalibtis facultatibus Ubri tres, Tboma Linacro interprete, ditquibus in loéis expur' gati. xpo DciVIotuMurcuIorumlibriduo, NicolaoLconiceno interprete, nuncrecognití. 308 Quódanimi morescorporistcmpcTaturamfcquantur, líber á 1 unto Paulo CrairoPatauinointer- preutut,& ab codem antiquorumcxcmplariumopcdiligcnüírime recognitus. 3 17 DcFoetuum formaiione líber, lohanneBernardo Feliciano interprete , ex antiquídimi cxcmpla- Tis colla üonc emendatus. 3 XX AnOmnes pariiculac animaIis,quod in vtero cR,fiant fimul, Nicolao Rhegino interprete . Crre- cumexcmplarnonhabctur. ^ 2.6 Aro Atymaliit id, quodin vtero cfl, Horacio L imano interprete, nuncpkrifquein loas expur.' gatus. De Semine libri dúo , ab lohanne Bernardo Feliciano interprctati , & nunc ex veterum excmpla- rium coUationc rccognin , ' g De Septimcflri partu, codem lolunnc Bernardo interprete , Fig. 9. Indice de los libros galénicos contenidos en la edición de Giunti, con indicación de sus respectivos traductores. Sexcum Volumen.. ARISTOTELÍS LIBRI OMNES Ad Animal ium cognídoncirL atcincnccs, C V M AVERROIS CORDVBENSIS VARIIS IN EOSDEM COMMENTARIIS. M. A.ZímararConti-adiílionum Solutíoneí, pioprijs annex^ locis. Qj^rum títulos , mimertim , ac ordinem Ir erfií pagina narrat. VENETIIS APVD IVNTAS. M. D* L X X I I I !♦ Fig. 10. Portada del tomo de la edición veneciana de Giunti, que contiene los libros aristotélicos referentes a los animales (Biblioteca Nacional). GALENI DE VSV PARTIVM .CORPORIS HVMANI LIBRI JiVll Nicolao Rhcgino Calabio interprete Dcnuoab Auj’uAinoGjdaldi'nopfcriíqucjnlocisemcnJitlt' ARGVMtMlVW Pinv» LI 4 H l Inc¡u¡ntej(a£lionibu',íingularum cDrporisPvtiiifn viilitatcs.'acin primo qui jem Jibro-igiidc eiircmstnaniisparticulis. ininmU rírticnU, C J P. r. Vcnindniodu3nimalfiüoclitfs,vn¡íffrc(Jicítiir,p«oprcrc3,qudd3pparcr per quandá ctreum fenprionc propriam nulia ex pane abjs coniunl/vyj.KÓv , spintus animahs ), que después de formados eran distribuidos a todo el cuerpo por los nervios, que Galeno consideraba como canales huecos. Las diferentes funciones del cuerpo eran consideradas como 54 LA FISIOLOGIA EN MEXICO debidas a tres clases de facultades fundamental es ( dvi’C¿jU£(^ )i naturales, vitales y animal es, determinadas por las tres categfo- rías correspondientes de espíritus, procedentes en último tér- mino de la misma íuerza prima, el neuma, en la forma que acabamos de describir. REFERENCIAS Anstotehs Stagintae O'^era. 1549. Lug'duni, Apud lohannen Trellonium. i y ii. En el primero se hallarán T)e Anima (p. 781) ; De S^nratione (p. 949). En el segundo De Historia Animahum (p. 1) ; De Partibus Animahum (p. 203) ; De Generatione Animahum (p. 289) y Meta^iTiy- sicorum (p. 1369). Aristotelis de Anima Lihri tres. 1555. lohanne Argyropylo Byzantio intér- prete. Salmanticae, Excudebat Andreas a Portonarijs. Aristotelis Staffintae, De Lihri singuh. 1555. Entre otros contiene el libro De Res{)iratione Francisco Vatablo intérprete. Excudebat Andreas a Portonarijs. Aristotelis Meta{>hysicorum hbn XIIII. 1574. Cum Averrois Cordubensis in eosdem Commentariis, et epitome, etc. Venetiis, apud luntas. Aristotelis Libri omnes ad Ammalium Cogmtionem attinentes. 1574. cum Averrois Cordubensis variis in eosdem Commentariis. Venetiis, Apud luntas. Contiene: Historia Animahum (p. 1); De Partibus Anima- lium (p. 117); De Anima 1); De Generatione Animahum (p, 43). En la segunda parte, el libro De Resjiiratione, lleva en la portada la firma de su poseedor (fig. 10). Aristotelis de Anima hbn tres. 1574. Cum Averrois Commentaris, etc. Michaele Sophiano Intérprete. Venetiis, Apud luntas. Bandera, B. 1930. Gac. Méd. Mex., Ix, p. 13. Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de México, extendidas por el limo. Exmo. y Venerable señor don Juan de Palafox y Mendo- za. Segunda Edición. M éxico. 1775. Crónica de la Real y Pontificia Universidad de México, por el Br. C. B. de la Plaza y Jaén. Versión Paleográfica, proemio, etc., del Profe- sor Nicolás Rangel, i y ii, 1931. Flores F. A. 1886. Historia de la Medicina en México, ii, México. Galeno. Cl. 1576. Galeni librorum firima classis, Naturam Cor{>oris Jiuma- ni, etc. Venetiis, Apud luntas. El ejemplar que conserva la Biblio- teca de la Facultad de Medicina es el que perteneció al Doctor don Cayetano de Armendáriz, Catedrático de Anatomía de 1724 a 1745 (véanse las figs. 8, 9 y H). 55 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Hipócrates. 1661. IIiI>{)Ocratis Coi l^edicorum Ommxim Longc Princiltts Oliera quae ad nos extant omma. Per Janum Cornarium Meclicum physicum latina lin^^ua conscripta. Frobcn. Basilca (véanse las íif^s. 5, 6 y 7). Hipócrates. 1588. ÜT^jiocrati s Coi, Ojierum quae Graccc ct latine extant. Tomus primus et secundus. Continens Tertiam et Quartam Classcm. Venetiis, Apud Juntas. Los libros que forman la cuarta clase, que son los de interés para la fisiología, están traducidos por Jerónimo jMercuriali que añade anotaciones propias a cada uno de ellos (véanse las figs. 2, 3 y 4). Lihros de Provisiones de Cátedras de JÚ. edi ciña. Tomo 2, desde el año de 1688 hasta el de 1731. Tomo 3, desde el año de 1732 hasta el de 1766; Tomo 4, de 1767 a 1782 (En el Archivo General de la Nación). Libro de Provi si ón de todas las cátedras de la Universidad, del año de 1780 al de 1842 (Archivo General de la Nación). Libro con las obras de Hiliócrates que sirven liara dar jiuntos. Formado con hojas arrancadas de las versiones de Juan Cornaro, de los si- guientes libros: Praedictionuin; De Tdorbis Po^iularibus, y A{>lioris- morum (Arch. de la Universidad, en el Archivo General de la Nación). Libro liara dar jiuntos {lara la Cathedra T emiioral de Cirujía y Anatlxoinia en la Real y Pontificia Universidad de Idéxico. Consta de tres cua- dernos impresos a dos columnas, cada una de las cuales posee nume- ración especial, sin frontispicio ni pie de imprenta. El primero (co- lumnas numeradas de la 389 a la 806) lleva por títu lo : C1 . Galeni de V Su Partium Cor-pons Humani, libri KVII, Nicolao Rhegino Intér- prete. Denuo exacti orí cura ad Graeci exempl aris veritatem casti gati per J acobum Sylvium Nledicum, & Nlartinum Gregorium. El segun- do, que comprende las columnas numeradas de 727 a 822: Cl. Galeni in Lihrum Hippocratis qui quae in Nledicatrina fiunt, inscribitum, commentano. Ruin líber primus. Joanne Bernardo Feliciano, Intér- prete. El tercero, se inicia con una página escrita a mano con el tí- tulo : Cl. Galeni de Arte Curativa ad Gl auconem Líber Secundus. Ni- colao Leoniceno Intérprete (columnas 379 a 405). Sigeritz, H. E. 1932. Grosse Aerzte. J. F. Lehmanns Verlag. München. Singer, Ch. 1922. Greeh. Biology and Gree k Medie me. Oxford Clarendon Press. Sold án, C. E. 1932. La Escuel a Médica P eruana. Lima. p. 15. 56 II.— HACIA EL SEGUNDO CUARTO DEL SIGLO XVIII A. DON MARCOS JOSE SALGADO Y SU LIBRO j doctor don Marcos José Salgado, que fué ca- tedrático de Prima de Medicina, de 1722 a 1740, escribió para uso de sus alumnos un libro de fisiología, que además de ser el primer tratado de fisiología escrito por un talento na- cido y educado en el Continente Americano, constituye un documento que permite conocer cuáles fueron las doctrinas fisiológicas que se enseñaron en nuestra Antigua Fa- cultad, no solo en los veintes y treintas del siglo XVIII, sino casi basta el fin de la centuria. Antes de entrar a tratar de la obra y de analizar su conte- nido, conviene que digamos algo acerca de su autor. a. E/ hombre. El doctor don blarcos José Salgado nació en la ciudad de la Puebla de los Angeles de esta Nueva España, en 1671. Segfun una boja de servicios, formada por él mismo, que existe en el Archivo de la Universidad como parte del expedien- te relativo a las oposiciones de 1699, cursó Gramática en la Ciu- dad de los Angeles, "su Patria" ; en 1688 se opuso a Prima ; en 57 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO 1690 sustituyó al catedrático de Anatomía y Cirujía, escribió un trabajo titulado de Anathomía Cordis y dió un acto públi- co sobre las cuestiones más célebres de Pulsybus"; en 1691 volvió a ser sustituto de esta cátedra ; en 1693 tomó parte en la oposición de Prima y en el siguiente, en la de Anatomía; en 1695 y 1697 en la de b4étodo y en 1697 fue nombrado Regente de Prima por el Rector. Sin embargo, no ocupó el cargo de catedrático propietario sino basta 1722, al quedar la cátedra vacante por muerte del doctor don Juan de Brizuela. El doctor Salgado obtuvo mayo- ría de votos en la elección relativa que se llevó a efecto en la Universidad, pero eso no obstante, el doctor don Juan José de Brizuela, que se creía con derecho a la cátedra, solicitó del Vi- rrey Marqués de Valero, que nulificara lo becbo. Estando las cosas en suspenso, por decreto de éste, el siguiente Virrey, Mar- qués de Casafuerte, de quien era médico Salgado, vistas las instancias de éste, la votación de la Universidad y los informes de su Rector y Claustro de Conciliarios, ordenó que se diese posesión en propiedad, al doctor Salgado, en 14 de noviembre de 1722. Don J. de J. Núñez y Domínguez, en una interesante monografía sobre el segundo Virrey menciona do — el primer Vi- rrey criollo — , reproduce íntegro el acuerdo relativo, sacado del Archivo de la Universidad (Núñez y Domínguez, 1927). A juzgar por lo asentado en dos juicios que preceden a la obra de que más adelante nos ocupamos, su carrera debe haber sido de lo más brillante. El autor del primero, don Cristóbal de la Vega, antiguo catedrático de Anatomía y Cirujía y a la sa- zón Propietario de Vísperas y Protomédico, asienta que " no só- lo salvó del primer intento los umbrales de la filosofía y de la Med icina, sino que pasó brillando como un gigante, de la cate- goría de discípulo al magisterio”, . . .”sm que sea maravilla que alado ascienda basta lo más alto, quien nacido en la Angelópo- 58 LA FISIOLOGIA EN MEXICO lis tiene al cielo por patria, y es tan inquieto que dentro de las estrechas paredes de sus lares y escuelas, lanza voces hercú- leas, no se deja corroer por el orín o la polilla y sobresale en luces para enseñar con todo el ánimo En el segundo juicio, es- crito por el doctor don Ildefonso de Rojas, Protomédico Deca- no, se dice que " apenas entrado a la Academia, con los ojos de todos encima, logró arrebatar y conquistarse la más grata aten- ción”, y que sus razones y argumentos ""de lo más poderosos’ , habían movido a uno de sus maestros a vaticinar en él a un segundo Galeno, a lo que Rojas añade: ""Vemos y nos alegra- mos de que el augurio que de él se hizo no ha sido vano, sino que manifiestamente se encuentra cumplido. Tales eran ""su prudencia de juicio y su madurez floreciente ”, que cuando to- davía era joven — agrega — , con familiar afecto le llamaban sus camaradas el viejo Salgado. Fué también Presidente del Protomedicato ; ""siempre con- servó su prestigio de gran Médico, y como era natural, figuró en las más sonadas fiestas y ceremonias que realizaba la Uni- versidad (Núñez y Domínguez, 1927). Da cuenta de su muerte, acaecida el 13 de mayo de 1740, “El Mercurio de México” (N’ 150, mayo de 1740), que agrega: ‘"célebre por sus escritos, como lo manifiesta el que mucho tiem- po ha corre impreso, intitulado: Cursus Médicus Mexicanus, muy del caso por su explicación, y claridad para los que co- mienzan a estudiar ; diósele sepultura en la Iglesia de la casa Profesa b. El hhro. El tratado de fisiología de Salgado constituía la primera parte de todo un curso médico que nunca fué completado^ Es iin volumen con forro de pergamino, de 15 x 20.5 cm., con 59 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO frontispicio (reproducido en la figura 14) ; once hojas no nume- radas con recomendaciones, juicios y elogios de diferentes per- sonas, prefacio del autor e índice, y 344 páginas de texto. Su frontispicio consigna que se trata de un curso escrito conforme a la circulación de la sangre y a otros inventos de los más Reci entes (Médicos) Beristáin (cit. por Núñez y Do- mínguez, 1927) dejó asentado que "da obra se formó sobre el sistema de la circulación”, y Núñez, al transcribir sus palabras, vuelve a caer en el error que entrañan, de creer que el autor es- cribe sobre el sistema circulatorio y los descubrimientos de los médicos entonces modernos, siendo así que lo que el autor qui- so expresar fué que al tratar de una multitud de cuestiones lo haría tomando en cuenta la noción de la circulación de la san- gre, que aunque llevaba ya un siglo de demostrada por Harvey (1628) aún no era umversalmente admitida y comprendida por los médicos, así como otras invenciones recientes. Reproducimos en facsímil el índice de la obra (figs. 15 a 18), porque viniendo a ser el programa del curso, nos permi- te darnos cuenta de las cuestiones que éste comprendía y del orden en que eran tratadas. Para nuestros fines, de darnos cuenta de la evolución que hubieren podido sufrir las ideas fisiológicas enseñadas en la institución después de siglo y medio de fundada, resultaría inú- til pasar revista a todas las cuestiones de que se ocupa la obra. Considero que basta, en primer lugar revisar sus puntos doctri- narios fundamentales, tanto para compararlos con los de las an- tiguas escuelas galénica e hipocrática, como para descubrir has- ta qué grado cumplió el autor su promesa de ajustarlos a los entonces modernos autores. Además de que con tal modo de proceder no hacemos más que ajustarnos al plan que nos hemos trazado, serían suficientes motivos para averiguarlo, los térmi- nos en que hicieron el elogio de la obra los dos catedráticos y 60 .^CP7^ ,7? ^C- ^ •}<>r -Sc-Rm. ♦» :e í,'^ ♦j-S ‘ -»'CÍ •5|‘^' *B^§v^ w» »> ( e yyt vc^ ♦tr« '^sí^Sí' éf •:<5<- Í-ÍV MEKICI: apitJ ElíCredes Viduce Mi.hnelis de •Rivera) e/i él E)?i¡'>edrAdillo, año de 1727. «»£ 4*^0 "" l-s* ^.g-2* CX5 S>£«. 4:4:4 13*- ®i|: O K -í-- v»^ l . 4?agS*^ 5 ■'••^■^'5 §C^'^V'5 ’:>'.pÍ5--í:pc=- 1$, sfíí ^'W<2+5.^ífS£ÍSÍ'tóa[S2gítóíAJi;'A9 ef!;ey£fiJlSái3‘!.¿-fÁ&i.í<¡X&SSI3''*3 ^ *1? f 9 f f ^ f T * ‘i" t ‘P ^ ^ f Fig. 14. Portada del tratado de Fisiología de don Marcos José Salgado, primero entre los de su género que fué escrito y publicado en el Continente Americano (Biblioteca Nacional). INDEX TR ACTATVVM, CAFITVM, ET SECTIO- num Partís htiius rhyfiologicse. T Racftatus. I. de Corporis humani conrti- tutionc fol. I. Caput. I. de Elementís foL 2. Capuc. IT. de Temperamentís fol. i 5. Sectio. I. de Quídditatc tempcramen- ti, 6 c CHIS divifione ibld. Sectio. IL de Singularü parcíum tem- peramentis fol. 25, Se< 5 f io. 111. de Signís, quibus cognof- cuncLir teiiiperamenta. fol. 27, Sedtio. IV. de Temperamentís fexüsj ócVEratis fol. 28. Sectio. V. de Calido innato, 6 c hú- mido radicalí fol. 3 1, Capuc. III. de Humoribus fol. ^ 6 » Sedfio. I. de H umoruni quidditate ibíd. Se( 5 tio. II. de Humorum differetijs fol. 4(5'. De Chylo fol. jo. De Ladte fol. j.^. De Semine fol. di. De Fig. 15. Primera página del índice del libro de Salgado, LA FISIOLOGIA EN MEXICO protomédicos que escribieron los juicios aludidos acerca de ella, contenidos en sus primeras páginas. El doctor Veg’a nos dice que aunque ""el autor compiló su obra, sacando de los autores más selectos sin robarles disimuladamente de lo suyo , tam- bién había sacado de su propia despensa, con tanta energía co- mo agudeza, y más adelante, que nuestro autor declaraba la guerra a Galeno y, en medio del clamor de los necios, le apli- caba, ya el tamiz, o bien el bieldo de aventar la mies que, como es sabido de todos, separa al trigo de la ci zana”, y que después de hacer esto, especialmente ""con aquellos embutidos de los antiguos, que tras de muy rancios repugnan ya al espíritu, pro- curaba acercarnos en último término, a los análisis, sistemas y lenómenos de los m odernos' (C. A. Vega, 1726). P or su parte, el Protomédico Decano, doctor Rojas, tras de declarar a Salga- do ""parto del ingenio que a la par ha avivado las lámparas de Hipócrates y de Galeno”, terminaba su juicio declarando que ‘"disipaba las sombras que cubren la noche de los antiguos y con afanes y vigilias consultaba las nuevas y preclarísimas luces de todos los estudios de la ciencia (I. de Rojas, 1726). Una vez hecha la revisión de los puntos generales de doc- trina, analizaremos el grado y calidad de las informaciones que se dan en la obra acerca de la circulación y otros ""inventos” re- cientes. Con este material y el anterior, ya podremos decidir qué situación con relación al tiempo, corresponde a la fisiología de nuestra Antigua Facultad de hdedicina en el segundo cuarto del siglo XVIII. B. PUNTOS GENERALES DE SU DOCTRINA FISIOLOGICA a. Doctrina de la composición elemental. Salgado empieza su curso ‘"siguiendo la costumbre antigua de iniciar el estudio de la Medicina, por el de los elementos” 63 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO y advierte que '"su orden debe ser mayormente retenido, pues- to que en su naturaleza misma, número, cualidades y circuns- tancias empieza el pleito entre los antiguos v los modernos” (S., p. 2). No encuentra discordancia entre los autores, en cuanto a definirlos como "aquellos cuerpos simples de que están com- puestas en primer lugar las mezclas y en los cuales éstas se resuelven en último término”, pero reconoce que "las dificul- tades empiezan a surgir cuando se trata de resolver cuáles de estos cuerpos deben llamarse simples, y por qué arte y fuerza se bace la resolución de los cuerpos mixtos en tales cuerpos simples” (S., p. 3). Recuerda que por muchos siglos se han reconocido los cua- tro elementos de Aristóteles, y, sin ánimo de refutar los ar- gumentos en que éste apoyaba su opinión, se satisface con con- signar lo siguiente, dicho "por el doctísimo Plempio, defensor acérrimo de la antigüedad : si se dijese que verdaderamente no se puede probar con eficaces razones que los cuatro elementos son tantos como debieran, aun así, daríamos crédito a Aristó- teles” (S., p. 3). Pero luego, en un momento de duda, vuelve a reconocer que "no son menores las dificultades cuando se tra- ta de comprender de qué manera puedan quedar comprendidas las cualidades dentro de los elementos,. . . y el aire pueda ser más húmedo que el agua y la tierra más seca que el fuego”. Y, "por no urdir controversias, que posiblemente sólo retardarían la necesaria comprensión del cuerpo humano , sin más vuelve a abstenerse de la refutación de toda opinión aristotélica y des- de luego acepta como ciertos al aire, el fuego, el agua y la tierra”, aunque advirtiendo "que no son sensibles, ni elemen- tos inmediatos que los médicos puedan esperar examinar, de- bido a lo cual es por lo que abre la entrada a otros no menos 64 De Sanguiné ménflmo fol. 6’4, De Bile fol. 67 . De Sueco pancreático íol. 75* De Lympha fol. 77- De Sero fol. 7P- De Saliva foL 800 De Fermento ventriculi fol. 8 2. De Aqua pericardij fol. 83. De Lacrymis fol. 84. De Aurium fordibus fol. 8d, De Muco narium fol. 88. De Vrina fol. 8p. De Sudore fol. 105, De Infenfibili tranrplratloiic fol. 108.. De Sanguiné puerperij fol. I op. De Aqua parturitionis fol. 1 1 0. Caput. IV. deSpiritibus ibid. Caput. V. de Partibus humaní cor- poris in communi fol. I 25. Cap Lit. VI. de Facultatibus humani corporis fol. De TacFu fol. 14(5. De* Guílu fol. 147. De Oifacftu fol. 149, De Auditu fol. 150. De Vifu fol. 152. ¿cótio Fig. 16. Segunda página del indice del libro de Salgado. Seccio I. de Famc, Sid Se6tio II. de Chylifícauone fol. 158. Subfedlío vnica de Tranfítu chyli ad inteídna fo]. Sectio Iir. de Chyli in fanguincm converfione fol. ¡yp^ Sectio IV. de Sangulnis circulatione fol. 1 84. Scíftio V. de Cordis mocu, de Pulfu fol. i8p. Subfeeftio I. de Cerebri motu, 6c ad ipfuin fpcclantibus fol. 2 j 4. Subfcctio II. de Rcfpiratione fol. zi 8. Subfectio 111. de Mocu locali anlma- lium, íive de a(ftione mufculoru fol. 229. Sectio VI. de Corporis nutritíonc fol. 2 3 Sedtio vltima de Hominis gcncra- ^ fol. 24(5. Subfecl:io vnica de Parra naturali foL 25(5. Traeftarus IL de Rebus non natura- fol. 2do, Caput vnlcum de Numero reruni non naruraliuni fop zSí^ Seeftio L de Gibo, 6c Pota ibid. Secl:ioILde Aere fol. 2^5?. Sedtio III. de Mota, 6c Quiete fo], 287^ Subfeeftio vnica de Recflá ^motus; 6c íjuictis adminiÜracionc fol, 292. SeaioIV, Fig. 17. Tercera página del índice del libro de Salgado. LA FISIOLOGIA EN MEXICO célebres de los Recientes ’ (S., p. 3), que son en primer término los de Descartes y luego los de los químicos. A los tres elementos cartesianos (éter o materia sutilísima : glóbulos etéreos o celestes y materia terrestre) . . . ^'que no caen bajo el imperio de los sentidos m nos está permitido observar- los en los cuerpos”, encuentra que se les debe desechar por las mismas razones que a los aristotélicos, y porque ”el solidísimo Ettmüller . . . sin menoscabar en lo general la alabanza de Des- cartes”, los declara "gratas especulaciones y lujos de ingenio plausibles desde su origen, pero que no tienen ningún uso en Medicina ” (S., p. 4). De los elementos en que parecen resolverse las mezclas, "según las operaciones de los químicos , trata como sigue : "la destilación de la "carne”, los huesos y el cuerno de ciervo, en una retorta (que es el instrumento de los químicos), produce primero una materia acuosa que se llama flegma ; luego un li- cor tenue, llamado espíritu; en tercer lugar, sal; en cuarto una substancia oleosa, vulgo azufre, que queda en el fondo de la retorta y en quinto, aquella substancia terrestre que no tiene la fuerza de acrecentar el fuego y que conserva el nombre de tierra” (S., p. 5). Con esto, los elementos que toma de los quí- micos son el mercurio o espíritu ; el azufre ; la sal ; el agua y la tierra, o sean los admitidos por la teoría química más o menos modificada, de Paracelso, que como es sabido, reconocía los cuatro elementos aristotélicos, pero además admitía como cons- tituyentes primarios de todos los cuerpos a tres cuerpos, la sal, el azufre y el mercurio. Salgado pensaba que los elementos admitidos por los químicos de entonces eran “inmediatos y sen- sibles (S., p- 8), pero la verdad es que no pasaban de ser me- ras abstracciones de las cualidades, cuyo carácter era por lo tanto, totalmente diferente de los modernos “elementos” de la química. Leyendo directamente a Paracelso, se convence uno 67 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO de que el "'azufre” que admitía en la madera no era semejante al que suponía en el plomo, y de que m uno ni otro se parecían en realidad al azufre ordinario. Sin embargo, como Salgado también descubre algunas dificultades "que no dejan quieto al ánimo ávido de verdades , de entre otros autores que piensan de modo diferente, "mucho le agradan cuatro principios que propone Ettmüller (sal y azufre; tierra y agua), con cuyo con- junto cree poder explicar todos los problemas médicos..., sin por ello apartarse del todo de Aristóteles y de modo que sus cuatro elementos queden amigablemente incluidos en el cuerpo viviente” (S., p. 8). Llegado a este punto. Salgado propone como propia hipóte- sis la de "que es indudable que los cuatro elementos entran en la constitución del cuerpo, pero no del modo hasta entonces ex- plicado por los autores, sino según la opinión que le seduce y no le parece improbable, de que en las mezclas no existen todos y de que los que existen en ellas no siempre se encuentran de modo formal”. Siguiendo este modo de pensar, supone que "el agua y la tierra existen formalmente en todos los cuerpos ; que el fuego sólo existe virtualmente en algunos, especialmente en los llamados cálidos ; que el aire se encuentra en todo lo vivien- te que goza de la respiración, por más que no entra en la cons- titución de los miembros sólidos, para los cuales no es necesa- rio, sino sólo en los líquidos y por último, que el éter, llamado por muchos espíritu universal, penetra a los cuerpos para que se conserve su movimiento” (S., p. 8). Sm embargo, a pesar de que por los párrafos que anteceden. Salgado parece inclinar- se a admitir cinco elementos, termina decidiéndose por los cua- tro elementos de Ettmüller, en su calidad de más comprensi- bles ; porque más fácilmente se acomodan al uso de los médicos, y porque no están del todo en oposición con los químicos” (S., p. 8 ). G8 SeíTbio IV. de Somno, Be Vigilia fol. Sectlo V- de His, qux cxccrnunturí aut retinenrur/ive de Replctione> 6c Inanitione fol. 3 10. Seílio vltima de Anlml pafsíonibus fol. 3 zp, T 1 1 S* TRACT. t'ig. 18. Página final del indice dcl libro de Salgado. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Naturalmente que después de todo lo antedicho y aun de la va^a suposición adicional de que también había que tomar en cuenta la textura y diversas figuras de las partículas ”, Sal- gado se encuentra obligado a reconocer que todo ello 'no es su- ficiente para explicar las infinitas y casi fusionadas operaciones que en el vastísimo campo de la Naturaleza y en el de sus tres celebérrimos remos mineral, vegetal y animal se descubren, las cuales son m.ás admiradas que comprendidas (S., p. 12). Pe- ro se consuela de la limitación de la hum.ana inteligencia, ce- rrando el capítulo de los elementos con la consideración de que en el modo como son en sí, se originan, perecen y cambian las cosas, hay que reconocer a aquel que las creó: a Dios. Ahora bien, en vista de lo que antecede debe admitirse que la doctrina de Salgado acerca de los elementos, estuvo realmen- te al comente de los inventos más recientes de los químicos, según se lo prometió al escribir su obra? Evidentemente que no. Sus ideas, de base francamente aristotélica, son seguramen- te referibles a diversos trabajos de la escuela de los latroquí- micos que siguieron los caminos trazados por Paracelso, pero que en muy poco contribuyeron al progreso de las concepciones teóricas y de la filosofía general de la química. En cambio, se muestra completamente ignorante de la obra de un genio que más de medio siglo antes ya había tratado de echar por tierra las absurdas doctrinas químicas de la medicina y substituirlas por algo más satisfactorio : de la obra de Roberto Boyle (1627- 1692), de quien se ha dicho que fué séptimo hijo del Earl de Cork y padre de la química moderna . En 1661 apareció en Londres, el magnus ojius de Boyle, The SceJ)tical Chymi st \ que es una de las obras clásicas de la química (fig. 19). Critica en ella los elementos ” aristotélicos y los "principios” paracelsianos ; hace notar que ya es más que tarde para considerar, no de cuántos elementos 'puedan estar 70 CHYMISTA SCEPTICUSi VE E , DUBIA ET PARADOXA CHYMICO-PHYSICA. Orea Spagyrigorum Principia, 'vulgo' diB.'t Hypostática^ Prout projjoni propugnan folent ¿i Turha ALCHYMISTARUM dui Pars prsmittituY Alterius cujufdani DiíTertationis ad ídem Argumenmm ípeílans. fiAb Honor atifimo ROBERTO BOYLE Nqbili Anclo, é Sociltate Regia. GENE V Apiid S' AMUELEM DE TOUR N-ES. J)>Ci hS-iíK) Fig. 19. Portada de la edición de "Kl Químico Escéptico” que posee nuestra Biblioteca Nacional. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO compuestas las substancias, sino "con cuántos éstas se constru- yen”, y termina estableciendo la definición de los elementos pe- ro sin fijar arbitrariamente su número, que sólo se debería lleg^ar a precisar experimentalmente. Salgado no tuvo noticia de esta actitud revolucionaria de Boyle, que en realidad señala la fecha a partir de la cual los elementos aristotélicos fueron abandonados. Habiendo escapado a tan feliz influencia, ya sorprende me- nos que no le haya alcanzado — no para lo mejor, por cierto — , la complicada teoría del flogiston o principio de la combus- tión”, originada por Beccher (1635-1682) y más ampliamente desarrollada por Stahl (1660-1734). Quiénes son, en cambio, el doctísimo Plempio y el solidí- simo Ettmüller, de cuyas frases se sirve para fortalecerse en la tradición aristotélica, pues sus nombres no figuran en la lista de los grandes contribuyentes al progreso científico? Vopisco Fortunato Plempio (1601-1671), fué un médico ho- landés, catedrático en Lovaina, desde 1633. Es posible que Sal- gado haya tomado el párrafo que cita, de su F undamenta Jde- dicinae Hhri VI” (Lovaina, 1638), escrita para combatir a Des- cartes, pero no he podido confirmarlo. Si Plempio no se hizo célebre por sus contribuciones a la ciencia, en cambio se le re- cuerda como uno de los que se opusieron grandemente al uso de la quina. En una defensa de la corteza del Perú, publicada en 1673, Bado empieza la batalla arremetiendo contra Plempio, que en 1665 — dice — , publicó un libelo en el cual, con gemidos y golpes de dolor, invita a los funerales de la quina (Bado, 1673). En cuanto al " solidísimo” Ettmüller (Miguel) (1644-1683), fué un médico alemán nacido en Leipzig, de cuya Facultad fue profesor a partir de 1676, de diversas cátedras. Alcanzo gran reputación como conferencista, pero no hizo contribuciones a 72 LA FISIOLOGIA EN MEXICO la ciencia. La Enciclopedia Británica asienta que los diferen- tes trabajos que escribió sobre asuntos médicos y de química fueron publicados por su hijo hasta después de su muerte, en 1708. Pero esto es falso, porque existe en nuestra Biblioteca Nacional un segundo tomo de sus obras, publicado en 1697 (Ettmüller, M., 1697). b. Doctryna acerca de las -partes cor-corales. Salgado recuerda que en el libro hipocrático De morhis ¿ío- -Cularihus, las partes del cuerpo quedan divididas en continentes (o sólidas) ; contenidas (o humores) y productoras de impulsos (o espíritus), pero encuentra “más cómodo dividirlas en flui- das (humores y espíritus) y sólidas, o sea aquellas que de por sí tienen figura, textura y dureza difícilmente mutables” (S., p. 126). A las partes solidas las divide en principales y sirvientas, siendo principales las que reparten con largueza ya sea mate- ria o bien virtudes absolutamente necesarias para la vida. . . y sirvientas, aquellas que sirven a las principales” (S., p. 130 ). Además — añade — , no es lo mismo que las partes sean nobles que principales, pues “noble es aquella sin la cual no podemos vivir’ y considera como tales al estómago, al pulmón y a la ve- j’iga, e innobles “aquellas sin las cuales podemos vivir, aunque con incomodidad, como los pies y las manos” (S., p. 130 ). A las partes fluidas (humores y espíritus) las considera principales, porque sin ellas la vida se suspende ciertamente y de ningún modo puede persistir”. Con relación a las partes sólidas. Salgado recuerda que los antiguos, tomando como razón las tres facultades que asigna- ban al cuerpo humano, admitían tres principales : el cerebro, razón de las facultades animales ; el corazón, razón de las fa- 73 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO cultacJes vitales, y el hígado, razón de las facultades naturales. Pero como "consta ya por la anatomía y lo aprueba el co- ro de los doctores, que el binado no san^üiíica de modo alguno — oficio que se refería a sus facultades naturales — , con des- tituir al hígado de su dignidad de parte principal, sólo quedan como principales el corazón y el cerebro : el cerebro, que es prin- cipalmente origen y principio de la virtud moviente y sintiente, lo que nadie se atreve a negar, y el corazón, principio y origen de los espíritus vitales (S., p. 131). Salgado agrega otra fantástica división de las partes anató- micas, de inconfundible raigambre aristotélica. Considerando que los materiales de que aquellas proceden son dos de los hu- mores, la sangre y el semen, las divide en espermáticas, sanguí- neas y mixtas. Como espermáticas, cuya condición se deriva de modo inmediato de la materia seminal , enumera al hueso, al cartílago, a los ligamentos, a los nervios, a las fibras, a los tendones y a las membranas, a las arterias y a las venas a la médula del cerebro”, a los pelos y a las uñas. Como parte san- guínea, "cuya conformación se origina totalmente de la sangre, al menos por lo que parece , reconoce a la carne , mejante a la sangre, roja y fibrosa y fuera de la cual no se ve ninguna otra”. Además, de acuerdo con los autores, distingue cuatro variedades de carne : la musculosa, que es manifies- tamente distinta de la carne del cuerpo . . . ; la de las visceras y de los parenquimas, pero distinta de la carne hepática de la lienial, de la de los pulmones. . . ; la propia de las partes mem- branosas que carece de nombre, o sea la carne del estómago, del intestino, el útero y la vejiga. . . , y la carne glandulosa que constituye las glándulas de todo el cuerpo (S., p. 127). 74 LA FISIOLOGIA EN MEXICO c. Lios Iranzorcs y los tem~ftcra7nentos. Salgado acepta como buena la antigua definición de que los humores eran 'dos cuerpos flóid os y húmedos en los que desde luego se convierte lo nutriente, pero para mayor claridad ", pro- pone definirlos como "substancias líquidas palpables engendra- das en el cuerpo humano y naturales en él” (S., p. 36). Por vía aclaratoria añade que "se les dice líquidos, para distinguir- los de las partes sólidas y de las heces del vientre, que cuando son naturales y de la debida consistencia, carecen de fluidez ; palpables, para distinguirlos de los espíritus, de por sí impalpa- bles ; engendrados en el cuerpo humano, para que queden ex- cluidos el agua, el vino y los licores semejantes, y naturales del cuerpo para excluir al pus y la sanies, que son substancias con- tra la naturaleza”. De conformidad con la distinción de los humores en alíbiles o nutritivos y excrementicios o no destinados a la nutrición. Sal- gado (p. 37) reconoce, en pleno acuerdo con los antiguos, que los alíbiles sólo existen en la masa sanguínea, en número de cuatro: sangre, pituita, bilis y melancolía (bilis negra), con ca- da uno de cuyos títulos recomienda que se retenga la correspon- dencia con las mismas cualidades que se conciben en los ele- mentos. Así dice la sangre es húmeda y cálida análoga al aire; la pimita, iría y húmeda, analoga al agua; la bilis cálida y seca, correspondiente al fueg’o, y la melancolía, seca y fría, co- mo la tierra . v.jcmo Salgado admite expresamente ciue hay con- cordancia completa entre las nociones de los antig'uos y las de los modernos acerca de los humores, se hace patente una vez mas, la inutilidad de todas sus anteriores consideraciones acer- ca de los elementos, con las que solo simula malamente apartar- se de los viejos clásicos. Una vez admitidos los cuatro humores hipocráticos y su 75 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO correspondencia con los elementos, forzosamente tenía que ad- mitir los correspondientes temperamentos. Pero — cosa curio- sa — , como considera “'trilladísimo entre filósofos y médicos, ha- cer nacer los temperamentos a partir de los elementos ’ (S., p. 13), se ocupa de eUos inmediatamente después de haber tratado de éstos y antes de haber dicho nada de los humores. Escribe, sin embargo (S., p. 13), que 'como los humores gozan de cua- lidades según el elemento que tienen en exceso, los tempera- mentos son designados indiferentemente con nombres de cua- lidades, o bien de los humores, y por lo mismo, igual suena tem- peramento cálido y húmedo, que sanguíneo ; frío y húmedo, que pituitoso ; frío y seco, que melancólico ; cálido y seco, que colé- rico ’. "Pues — añade más adelante — debemos reconocer que los temperamentos son proporciones, ya de elementos o bien de cualidades”. Se ajusta también a la antigüedad, distinguiendo los tem- peramentos elementales y el vital. Considera "temperamento elemental al resultante de las proporciones en que concurren los elementos para integrar cual- quier cuerpo mixto, por lo que tal temperamento es común a lo viviente y a lo no viviente . . . , tanto a los minerales, como a los vegetales y a los animales” (S., p. 14). Al temperamento vital, que admite en los animales y mas especialmente en el cuerpo del hombre, cuya vida de él depen- de , lo considera necesario "no sólo para que permanezca el áni- ma en el cuerpo, sino para que se extienda a todas las operacio- nes vivientes, tanto las que se relacionan con la conservación de la vida, como las que de cualquier otro modo se ejercen en el ) cuerpo animal viviente” (S., p. 15). Sentadas estas bases, pasa a caracterizar los cuatro tem- peramentos que comúnmente se admitían, pero advierte que a diferencia de lo sostenido por los antiguos, se les debe conside- 76 LA FISIOLOGIA EN MEXICO rar '"nacidos de las vanas constituciones de la sangre en combi- naciones de sales”. Así, prosigue, "que no se diga que el bom- Lre bilioso, pituitoso o melancólico es aquel en cuya sangre abunda la bilis, la pituita o la bilis negra, sino aquel de consti- tución sanguínea tal, que puede llamarse biliosa, pituitosa o me- lancólica (S., p. 17). Sorprenden al lector moderno, tanto las místicas descrip- ciones sin sentido de las diversas consti^aciones sanguíneas asig- nadas a cada temperamento, como la diversidad de caracterís- ticas que, como consecuencia de tales constituciones, se atribu- yen a cada temperamento. A fin de que se puedan juzgar, da- mos la versión de las descripciones relativas a dos de ellos : “Como la sangre alcanza la complexión óptima es por la debida mezcla de las sales particulares con el azufre, sin que ninguna de estas partes exceda o falte de modo notable . . . asi es como resulta la igualdad y mediocridad de su color. Como en ellas los espíritus son generados suave y mansamente, lo mis- mo se dice que este temperamento, que es el óptimo entre todos los demás, es sanguíneo, o también, comúnmente cálido y bvime- do. Y a causa de los abundantes nutrimientos óptimos y de los agradables espíritus, este temperamento sanguíneo se acompa- ñl de corpulencia y carnosidad, alegría e hilaridad del ánimo e ingeniosidad, con apacibilidad de genio, las cuales propiedades y otras de su especie son comúnmete asignadas por los autores, como signos del temperamento sanguíneo (S., p. 18). He aquí otra de sus descripciones (S., p. 18) i En quie- nes de cierto la masa sanguínea tiene menos partes de sales vo- látiles y de azufre vital y en consecuencia abunda en partículas salino-ácidas fijas, de necesidad la sangre resulta densamente espesada, menos hábil para el movimiento y casi terrea. Se dice que prevalece en ella la melancolía y el temperamento se llama melancólico. Como esto va seguido de sequedad, dureza y frial- 77 JOSE JOAQUIN I Q U I E R D O dad del cuerpo, o sea menor calor, y con la menor fermentación de la sangre y lo reducido de sus espíritus sus crasies aumen- tan, los individuos son de modo tardío y menos lúcidos, inha- bilitados del necesario ingenio, meditabundos y de memoria tar- día, pero tenaces retenedores de imágenes. Signos que son ad- mitidos como del temperamento melancólico (S., p. 18). d. Lios esJWitiLS . Salgado, que como vamos teniendo ocasión de ver, cae de lleno en el misticismo medioeval, no deja de dar parte muy im- portante en su doctrina a los espíritus, que define como subs- tancias del cuerpo humano extremadamente sutiles y aptas pa- ra el movimiento, instrumentos principales para las funciones vitales y animales, que no caen bajo los órganos de los sentidos, ni la vista, ni el tacto, ni ningún otro (S., p. 110). Hace notar que “los antiguos partidarios de Galeno admi- tían tres clases de espíritus : animales, vitales y naturales, des- tinado cada uno de ellos a operaciones propias y generados en el órgano donde principalmente relucen sus facultades, de lo que resulta que no sólo se asignan triples facultades sino su triple asiento : los espíritus animales en el cerebro ; los vitales en el corazón y los naturales en el hígado” (S-, p. 111). Salgado sólo admite los animales y los vitales. Escribe que el espíritu vital existe en la sangre. . ., cuyo movimiento y calor conserva ... yes generado en el corazón por atenuación especial de la sangre, al ocurrir allí expansiones y encendimientos, sobre todo en el ventrículo izquierdo, que des- de hace tiempo es llamado espirituoso (S., p. 112). Y com- pleta la información que ofrece, con una verdadera descripción de lo que nadie había observado, pero que el misticismo reinan- 78 LA FISIOLOGIA EN MEXICO te haría que siguiese siendo admitido por los 'tirones”'^ de Me- dicina : “La sangre que se observa en él (ventrículo izquierdo), es escasa, hirviente, casi espumosa y turgente en espíritus, que de ahí son llevados con la sangre arteriosa, tanto hacia arriba como hacia abajo de todo el cuerpo, en el cual conservan la vi- talidad y sirven principalmente para la nutrición” (S., p. 102). Del otro espíritu, el animal, escribe (p. 113) : “que se ge- nera por separación de la sangre arteriosa, en el cerebro, prin- cipalmente en su substancia cortical...” y deja para después, resolver si por su origen procede solamente de los espíritus vi- tales, o también del aire. Por verdadera excepción, al iniciar el capítulo de los espí- ritus, Salgado parece apartarse momentáneamente del método escolástico de únicamente urdir argumentos y razones más o menos ingeniosas pero sin base positiva, citando en comproba- ción de la existencia del don de los espíritus , un hecho correc- tamente observado, cuya verdad cualquiera puede comprobar. Dice : “si queremos mover el pie, la mano o el dedo, podemos hacerlo sostenidamente por la voluntad, pero si ligamos el ner- vio que se extiende al órgano movido y sentido, desde luego cesa la operación de tal órgano ; de cuyo suceso no puede haber otra razón, sino la de que deja de afluir el requisito que es transpor- tado para tales operaciones, y como en las cavidades de los ner- vios no se le obtiene de modo perceptible, necesariamente tie- ne que tratarse de aquella substancia que es llevada por los ner- vios y es de tanta celeridad, sutilísima y grandemente móvil, que muy apropiadamente recibe el nombre de espíritu” (S., p. 110). Ahora bien, el hecho es indiscutible y todavía verdadera la inmediata interpretación de que debido a la ligadura “deja de afluir un requisito”. Pero todo se echa a perder por la manía esco- * El nombre que se daba a los estudiantes noveles. 79 COORDINACION DE CIENCIAS JOSE JOAQUIN IZQUIERDO lástica y la sujeción absoluta a las autoridades reconocidas. Ni los nervios son tubos con las cavidades que se les atribuían, m lo que se propagfa tiene que ser íorzosamente una substancia. Y así las cosas, era más cómodo apechugar con las suposiciones comentes, sin fundamento. e. Ánimas y facultades. Una vez aceptados los elementos como base de las consti- tuciones de las partes sólidas del cuerpo, de los humores, de los temperamentos y de los espíritus, el siguiente enunciado que se hace, de importancia para la doctrina, es el de que el cuerpo humano es “un compuesto físico que consta de un cuerpo orgá- nico y de una alma racional o mente, que es propia de la forma del hombre y principio de todas las operaciones tanto sensiti- vas como racionales, pensantes y de las sensaciones y en espe- cial de todas las funciones que se dicen naturales ... y todo el cuerpo está animado, delineado, actuado y determinado por el ánima . . . , que según la común división de los antiguos es vi- viente racional, viviente sensitiva y viviente vegetativa. . . La racional piensa y discurre y se parece a la substancia espiritual de que son los ángeles ; la sensitiva siente, como los animales brutos, y la vegetativa crece y se nutre por intucepción. . . y genera, como las plantas, el medio seminal fecundo (S., p. 135). De la existencia de estas ánimas, naturalmente no se da prueba alguna, sino que sólo se la presenta como cierta y con- forme con la fe ortodoxa y con la Religión Católica, es decir, como un dogma del que no es permitido dudar ! Seguimos com- probando la supervivencia de las ideas aristotélicas, por la úni- ca razón de su coincidencia con las miras teológicas sostenidas por las autoridades eclesiásticas. En consecuencia, adentrán- dose por reglones cada vez más umbrosas del misticismo, Sal- 80 LA FISIOLOGIA EN MEXICO gado prosigue : por más que el ánima racional no sea formal- mente sensitiva ni vegetativa, pero sí incorpórea, con todo, es eminente en potencias que en ella se contienen y prestan al cuerpo la fuerza sensitiva y vegetante, por lo que se dice que con el ánima sentimos, aunque ella misma no sienta y que con ella vegetamos, aunque ella misma no vegete (S., p. 136). Una vez así puesta la cuestión en forma verdaderamente dogmática, quedaba eliminada toda discusión de lo que en reali- dad carecía de toda base en que apoyarse. Salgado agrega: “que el ánima reúne espiritualmente a todo el cuerpo y que lo mueve, es del todo incomprensible y sólo puede ser explicado recurriendo al ordenamiento del divino poder y a la omnipoten- cia del Creador, que así lo quiso y dispuso, y por lo mismo es impío e irracional negar la unión del alma con el cuerpo y que de ella dependen sus movimientos” (S., p. 136). Sin embargo, por explicar cómo se llevan a cabo las diver- sas operaciones inmediatas de los órganos, supone que además de la fuerza anímica se requiere que existan en ellos las “facul- tades”, o “principios próximos , entendiéndose por tales, no sólo aquella cualidad del alma, necesaria para la producción del efecto considerado, sino al mismo tiempo todo aquello que se requiere en el órgano para producir aquella operación” (S., p. 140). En consecuencia divide a las facultades, según la cuali- dad del ánima que interviene, en animales, vitales y naturales, aunque la última no le parece aceptable. Todo lo anterior basta para que reconozcamos que el cuer- po de doctrina enseñado por Salgado era fundamentalmente aristotélico y galénico. Las diferencias de criterio que se esbo- zan son sobre puntos de segundo orden y no pasan de ser más que argumentaciones y meros alardes de dialéctica. Pasemos abora a examinar el grado de modernidad de las 81 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO ideas de Salgado con relación al más grande descubrimiento del siglo que le precedió. f. Circulación. Partiendo de la consideración de que es necesario que el quilo que se convierte en sangre sea puesto en movimiento pa- ra que recorra todo el cuerpo , Salgado supone que tal movi- miento ocurre de dos modos : “uno alterativo y fermentativo y otro local o progresivo, llamado circular’ (S., p. 184). En estas simples palabras revela desde luego que aun cuan- do acepta la noción de la circulación, es de modo restringido y supeditándola e incorporándola a guisa de remiendo a la teoría galénica. Acaban de confirmarnos en tal idea, nuevas palabras con las que poco más adelante puntualiza, siguiendo su impulso fi- nalista, que los fines y usos de la circulación son dobles : Con relación a la sangre, le señala como fin: su repetido tránsito por el corazón y los pulmones, para que se renueven en ella la fermentación y la volatilización que suscitan al calor vital y promueven la generación de espíritus vitales . Con relación al cuerpo, cree que se verifica para que la sangre que de con- tinuo afluye, nutra a todas las partes y éstas crezcan y tomen de aquélla espíritus de vitalidad y el debido calor (S., p. 188 ). Como se ve. Salgado considera que la sangre circula para que pase por el corazón y allí sea asiento de las fantásticas trans- formaciones supuestas en la fisiología galénica y no porque sea el corazón mismo el que simplemente la bace circular. Y sin embargo, en líneas antecedentes ha dejado reconocido que “el corazón es la causa externa de la circulación que con su pulsa- ción comprime a la sangre y la impele por las arterias ; que el corazón es el primo motor, correctamente llamado principio 82 LA FISIOLOGIA EN MEXICO de la circulación ’ (S., p. 184). Pero entonces, como en todo tiempo, tal es la fuerza de los prejuicios, que aun cuando el hombre conozca y aun recite los postulados de las verdades na- turales, aquéllos le impiden que se penetre de su verdadero sigfnificado. Para comprender lo que Salgado consideraba como '"movi- miento intestino, alterativo y fermentativo ”, distinto del "local o progresivo ”, hay que tener presente que las antiguas doctri- nas tenían a los líquidos del cuerpo como funcionalmente mu- cho más importantes que sus partes sólidas. Salgado decía que éstas, aunque "excelentemente dispuestas y bien organizadas se mantienen meramente pasivas con relación a los licores que, por sí mismos y subordinados al alma viviente, se actúan de modo inmediato, se acabalan y se hacen intervenir en los casos vitales" (S., p. 34). En consecuencia, en el capítulo de los es- píritus asienta que "al decir que el espíritu vital sirve para la fermentación y el calor de la sangre, también se infiere que ademas es indispensable para la sangüificacion o sea la con- versión del quilo en sangre, de la cual resulta su mismo movi- miento y fermentación” (S., p. 115), Veamos ahora lo que piensa Salgado con relación a la cir- culación propiamente dicha de la sangre, o sea a lo que él llama su movimiento progresivo o local". Salgado reconoce que el corazón es un músculo de un género especial . . . cuyo movimiento es conducido a todas sus partes y que en su movimiento se constriñe, achica y endurece, del mismo modo que los demás músculos’” (S., p. 189). Con- sidera que en un mismo corazón se observan al mismo tiempo dos movimientos opuestos, por los cuales la sangre de la au- rícula es llevada al ventrículo, y así, mientras es comprimida la aurícula se hace indispensable que el ventrículo se dilate”” (S., p. 190). Agrega que de donde pueda nacer y perdurar por todo 83 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO el tiempo de la vida tan fuerte y robusta fuerza motiva no está indicado de modo alguno”, pero a pesar de ello, estima proba- ble 'que la flama vital o más especialmente, el fermento o sea el cálido vital, sea la causa principal del movimiento del cora- zón y de ese modo determinativa del influjo de los espíritus animales en las fibras de su parenquima (S., p. 191). Comparando los puntos más salientes de la doctrina de Sal- gado con las opiniones desarrolladas un siglo antes por Harvey (1628) en su clásico libro (fi^. 20), me parece extraordinaria- mente probable que Salgado nunca baya llegado a leerlo direc- tamente y que sólo lo baya citado por referencias de segunda mano. Desde luego, su distinción de los movimientos de las au- rículas y de los ventrículos, no va acompañada de ninguna de las pruebas experimentales de sus relaciones de tiempo y de sus propiedades fundamentales, consignadas con tan admirable claridad por Harvey. La afirmación de que al comprimirse las aurículas son dilatados los ventrículos y lo contrario (S-i P* 190) basta para reconocer que Salgado no se babía formado idea exacta de las relaciones que guardaban entre sí los movi- mientos de las aurículas y de los ventrículos. En segundo lugar, no obstante que Harvey ya babía demos- trado (capítulo II) que el corazón expulsa sangre al contraerse, pero que no la aspira al estar en diastole, como creían los an* tiguos (fig. 21), Salgado se deja arrastrar por el deseo de poner en acuerdo a los modernos con los antiguos y admite que la ac- ción del corazón es doble y consistente, además del movimien- to de constricción, en otro "de dilatación J>or la sangre turgen- te que en él se ■JrsciJnta, cuya causa no puede ser otra sino su propia facultad especial o sea la virtud Jiulsífica consagrada a su movimiento y destinada por la naturaleza como máximamente conducente al fin” (S., p. 206). Sin embargo, Harvey en el se- 84 eXERCITATIO ANATOMICA DE MOTV CORDIS ET SAN- GVINIS IN ANIMALI- BVS, qVILIELMI HARVEI ANGLI, MediciRegü yi^ErofeJforis tsAnatomU inCol- Ugio CViedkorn?n Londimnjt. F RylNC OFVRT Ty Sumptibus GVILÍELMI FITZERI, AlUNO M. DC. XXyiII. Fig. 20. Portada del memorable libro de Harvey. DE M07V COnDJS, &cl xj inventtícnliim, redírcolor purpureas, &: íanguincuscorJ\ Verurn nerno amplias diibirareporcrit , cam vfque in ventriculicauirarern rnflídovnlnece, fingulismonbus.llucpuirationibiis coidisin ipfaté- íioneprofilirccum ímpetu forascontcncumfanguinemviclcric. Simal itaque hace , &c codem tempere contingant , tenfio cordis. mucroniscrc(5bio,puirus, qui fonnlccusfcntiturcxalluíioneciutad pedas, parictumincraíTatio & contcnti íangumisprottufio peta áconftridionc venrriculorum. Hiñe con trarium valga riter rcccpris opinlonibnE,apparcr, cum eo tempere, quo cor pedas rcric.&: pulías l oris fentitur; vna cor diflc-udi íceundum ven trien los; & repleriíangiiinepu tetar, quanquam contra remrchabcrcinrelligas,vidcIicctcordum contrahitur inaniii. Vndo qaimorusvulgocordi$DiaftoIccxiftim3tur,rciifraSyaolceft. Ec íl- milicer motas propriuscordii ■» Di a fióle non eíl, fed Sy fióle, ñeque i n Ditftolevigoraturcor, fcdmSyaolc , tumcnimtendicur,mouetur, vigoratur. ^ , t a Nequeomnínoadmíttciidum niud;ramctfi díuini Velalii addncrs «xemplo confirmatum; De vimineo circu o fcilicetexmiiltis iuncis pyramidatimiiindis,corfecundam fibrasredastantummoueri ; Er íic dum apcxadbafin appropinquac , latera in orbem diílendi, & caui- tatcs dil atari, 8c ventrículos cucurbitula: formam acquircrc,8¿ fanguí- ncmintroíumerc,nam fecundum omnem quem haber dudum fibra- rum,cor eodem lemporc tcndirur,conílringitur. Se potius incraíTaríg & dílarári parieres, 8¿ fubflantiam.quam ventrículos ; 8cdum teiidnn - tur fibra: á cono ad bafim , & cor vna ad bafin traban r , non in oibcm latera cordis inclinarent, fed pocíuscontrarium,vti omnisfibrain cir- cularípofitioncdum conrrahiturverrus reditudiiíem.Er ficut omnes znuículotum fíbrse> dum contrahuntur icinlongitudineabbreuian- tur,itarecundumlatcradiftenduntur,8e.eodcmmodoquoininurcu- lorum vcnitibus incraíTantur, adde, quod non folum in motu cordis per dircdioncm,& incraflationcm parictum contingit.ventriculos Co^.tdari,(ed vlieiiuseo quod fib se illa: rme Iacerruli,in quibus folurrs (ibrac redo ( in pariere enim omnes funt circulares^ ab Ariflotelc Níer- uididaCjquacvarioín ven trica lis cordis maiorumanimalium, diim v- na contrahuntur, admirabilí apparatu, omnia interiora latera vtluti laqueo inuicem compe lluncur, ad contení um fanguinem raaior i ro- bore expellendum. Ñeque Fíg. 21. Página del capítulo segundo del libro de Harvey, en la cual, contra lo hasta en- tonces generalmente aceptado, puntualiza que el corazón no se llena en el momento en que se percibe su latido desde fuera, sino que entonces ocurre precisamente lo contrario: se vacia. LA FISIOLOGIA EN MEXICO o’undo capítulo de su libro, ya babía dejado establecido que ""no era cierto como generalmente se creía, que el corazón por su propia acción o distensión aspirase sangre bacía sus ventrícu- los”. Harvey ya babía becbo notar (capítulos II y V), que al te- ner lugar la contracción del corazón ocurren simultáneamente ""el choque de la punta contra el pecbo, que puede sentirse desde fuera ; el engrosamiento de las paredes ; la expulsión forzada de la sangre que contienen los ventrículos y la producción de rui- dos”. Salgado pasa en silencio toda referencia al cboque de la punta y a los ruidos del corazón. Xal omisión podrá parecer ex- plicable porque estos fenómenos no adquirieron significación clí- nica sino basta que Laennec los interpretó ( 1819 ), pero de todas maneras se refuerza nuestra sospecha de que Salgado nunca le- yó a Harvey. Ademas, aun cuando Salgado (p. 186 ) se refiere de modo un tanto vago al papel que corresponde a las válvulas venosas en la circulación, lo hace de modo tan difuso, que desde luego se descu- bre que no leyó los capítulos V y VII del citado libro de Harvey y que ademas omite sus famosas observaciones acerca de la circulación venosa, descritas en sus capítulos XIII y XVII. También, aunque Salgado niega repetidas veces que la san- gre se forma en el hígado, como lo pretendían los galenistas, nun- ca llega a citar el poderoso argumento aducido por Harvey (ca- pítulo VII) de que el calculo de la cantidad de sangre lanzada por el corazón ensena que es mucho mayor que la que podría proceder de los alimentos. Se limita simplemente a citar el ar- nada satisfactorio de que por la autopsia se desvane- ce la facultad sangüificativa del hígado” (S., p. 140 ). Al tratar de la circulación en los pulmones, tampoco se muestra enterado de la opinión desarrollada por Harvey (capítulo VII), de que la sangre pasaba por el pulmón para sufrir una especie de filtra- 87 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO ción a través de aberturas vasculares y poros finísimos. Agre- gando estos datos a los anteriores, parece cada vez más seguro que Salgado no baya llegado a tener en sus manos el memorable libro de Harvey. Por lo demás, me parece extraordinariamente probable que un libro como éste, con frases como aquella de que colocando Harvey su dedo caliente y humedecido con saliva so- bre un corazón inmóvil, "'por este calor había recobrado la vida y la fuerza, y aurículas y ventrículos habían latido contrayéndose y relajándose alternativamente en apariencia devueltos de la muerte” (Harvey, cap. IV), no haya merecido la aprobación de la censura eclesiástica, cuya decisión es bien sabid o que era ti- ránica. Hemos hallado nuevas pruebas de esto al inspeccionar las obras del “doctísimo” Ettmüller existentes en nuestra Bi- blioteca Nacional, que conservan, escritas a mano en sus pri- meras hojas, las anotaciones con las observaciones hechas por el Corrector del Tribunal de la Santa Inquisición. La anotación que lleva el tomo segundo de sus obras médico-prácticas (Ettmü- ller, M., 1697) , dice : “Corregido y expurgado por comisión del Sto. Tribunal de México según Edicto de 20 de marzo de 1730 y lo firmé en 24 de dho mes y año. Bernabé de Quero”. El índi- ce del tomo alcanza hasta la página 1936, pero el texto no llega más que a la 976, probablemente como resultado de la " correc- ción y expurgación”. Estas consideraciones plantean el interesante problema de averiguar las posibles relaciones que tuvo la obra de Harvey con el Tribunal de la Inquisición de la Nueva España y la época en que realmente llegó a ella. Tras de ignorar, por éstas u otras razones, las mejores prue- bas aducidas por Harvey un siglo antes, y mucho menos el nue- vo espíritu que animaba en su gran obra. Salgado también pasa en silencio la prueba decisiva que después de Harvey vino a demostrar de modo definitivo la realidad de la circulación : la de 88 F¡g. 22. Portada del tomo de las obras de Malpighio que contiene sus descripciones de los capilares (Biblioteca Nacional). 140 MARCEtLUS MaLÍ>IGHIUS D E PULMONÍBUS EPISTOLA II. Praeclariflímo & Emdidfíinio Vi RO JO. ALPHONSO BORELLIO, Pisis Matheík)s Profeííbri Celebérrimo, MAKC EL LV S M A L P I G H IV S, Medicinse ProfeíTor Bonónienjir^ F. A cft inveniendis in rebus phyficis obícuritas, ac diífícultas, ut aLquid pcnitus determinare intecrum fibus noftris eíTe cadem labore, — ^TToued & accidcr avulíis corde Ex his igitur ad prima problcmata refolvenda ex analogía, citacéque qua utitur natura in fuis operibus colligi poteft rete dlu , quod alias nerveum credidi vefícis, & íinibus imrnixtum vas elle dc- rcrens fánguincum corpus, íéu idem efferens, & quarnvis in peri^ecco- rtim animamium pulmonibus in medio annulorum retís ahquando vas defincre* &• tíiárc videatur, probabile tamen eft, prouc nt jn 'ccnulis ranarum, & teftqdinum, illud vas rninima ulterius propagata vafa ad Blodum' retís ítobcre, qüae propter exiguitatem fuam exquiíitam ctiam ícnfiim cfíugiant. Ex his etiam fumma cuna probábilitate illud folvi poteft de mutua Vaíbrúm'utiione, & anaftoitiofi, etenim fi femel intra vafá natura faí^ Buiriem volvir, ¿c valbrum fines in rete confundit,* probabile eft ctiam in aiiis anaftomofim jungere » hoc evidenter deprehehditur in raria- rurtí vélica ab urina turgente, in qua citatus fanguinis motus per dia- phanávafa mutua invieeirt alikftomoíi jühéta obferVáttir, quid & va- fa ifta illum fortita fuht -nexurti, & progreííum, quem día foliis omni- üm fere atborura illarum-Vetia:, íive fibras perpetuo deíignant. Fig. 23. Los célebres pa.sajcs de la segunda carta de Malpighio a Eorclli, acerca de los capilares (Del tomo cuya portada reproduce la figura 21). LA FISIOLOGIA EN MEXICO la existencia de los capilares. Jbs posible que Harvey baya sos- pechado que la comunicación entre las arterias y venas más íi- nas se hacía por medio de diminutos vasos, cuando hablaba de modo indeíinido de que la sangre empapaba ‘"las porosidades de los tejidos”. Pero de hecho, la idea general que despertó en quienes lo leyeron fué la de que la sangre se distribuía imbibien- do los parenquimas de los órganos, pero sin pensar que éstos con- tuviesen tales canalículos. Como es bien sabido, Marcello Mal- pighl (1628-1694) íué quien primero los vió y los describió en 1661 (lig- 22) en la segunda de sus dos memorables cartas a Borelli acerca de los pulmones. La figura 23 reproduce los pasajes que me parecen más im- portantes de la segunda de dichas epístolas, que traducimos co- mo sigue: ‘‘Por lo tanto de esto puede inferirse, en cuanto a los pri- meros problemas que hay que resolver, por analogía y en vista de la simplicidad que usa la Naturalesa en sus operaciones, que aquella red mezclada a la vejiga y a los senos que en otro tiempo creí nerviosa, es un vaso que retira el cuerpo sanguíneo o lo lleva. Y aun cuando en los pulmones de los animales perfectos a veces se ve a los vasos terminar y abrirse en medio de una red de anillos, sin embargo es probable que, como en las células de las ranas y de las tortugas, tal vaso luego se prolongue en vasos mínimos dispuestos en forma de red, que a causa de su exquisita exigüidad escapan a los sentidos”. Con esto también puede resolverse con la mayor proba- bilidad el problema de la unión mutua y de las anastomosis de los vasos, pues si la Naturaleza hace correr la sangre dentro de los vasos y confunde en una red los extremos de los vasos, es probable que a todos los demás los una con anastomosis ; lo que se descubre evidentemente en la vejiga de las ranas re- pleta de orina, en la cual el citado movimiento de la sangre es 91 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO observado a través de diáíanos vasos unidos entre sí por anas- tomosis ...” El que Salgado no baya tomado en cuenta este becbo íun- damental para la noción de la circulación de la sangre, acaba de confirmarnos en la idea de que no tenía una idea cabal de ella. Tanto más que, a propósito de la anatomía del bazo, men- ciona superficialmente "lo encontrado y demostrado por el la- borioso Malpigbi en su áureo tratado del escrutinio de las vís- ceras ’’ (S., p. 69) Cuando escribió Salgado, Leuwenboek ya babía referido también que babía observado la circulación capilar, pero es dis- culpable que Salgado no diera noticia de estas observaciones en razón de que la primera edición de ellas (1685-1718) fué becba en holandés. Examinemos abora la doctrina de Salgado relativa a la res- piración. cf. Res^jración. Llevado Salgado por la manía teleológica de su tiempo, heredada de Aristóteles y de Galeno, asigna a la respiración ocho utilidades principales, que es curioso reproducir, aunque sea en extracto, no sólo como ejemplo de las consideraciones vacías de sentido a que puede llevar el finalismo, sino porque permiten juzgar a cuán grande distancia se estaba todavía del verdadero significado de la respiración. Considera (S., p. 226) que la respiración sirve: 1, para el olfato; 2, para la excreción y esputación; 3, para los bostezos, toses y estornudos; 4, para el sorbido de líquidos ; 5, para empujar suave y regularmente * Esta cita es una de las excepcionalmente hechas por Saldado acerca de los trabajos realizados hasta entonces por los microscopistas [Swammer- dam (1637-80); Hooke (1635-1703); Leuwenhoek (1632-1723); Malpij^hi (1628-94); Redi (1626-94)]. 92 LA FISIOLOGIA EN MEXICO las heces alvinas y la orina hacia sus lugares, el intestino y la vejiga, y SI la respiración es vehemente y forzada, ayudar al fe- to y a las secundinas ; 6, para producir movimientos frecuentes y nunca interrumpidos del tórax y ascensos y descensos del dia- fragma, los cuales ocasionan movimientos en el abdomen y en todas las visceras en él contenidas ; 7, para que la respiración vaya seguida de la transpiración por todo el cuerpo, la que sigue al movimiento interno del aire, que recorre todo el cuer- po por arterias y venas, lo que es ayudado por el aire que nos circunda ; 8, para conferir al aire, en los pulmones, color roj’o escarlata y tenuidad y fluidez, a causa de las porciones ni- troaéreas mezcladas en los mismos vasos (S., pp. 226-227). A la expiración, considerada de modo exclusivo, le asigna el pa- pel de servir para la expulsión de las fuliginosidades o partes humosas de la sangre (S., p. 116). Como se ve, en la proposición sexta Salgado considera que la respiración sirve jtara mover al tórax y por este medio pro- vocar movimientos en el abdomen y en las visceras que éste contiene, en vez de reconocer más simplem.ente, que el tórax se mueve para que el aire, que en otro lugar reconoce como indis- pensable para la vida, sea llevado hasta el pulmón y tenga lu- ^ar el cambio externo de la respiración. En la proposición sép- tima se descubre que prevarica de lo que antes expuso con re- lación al contenido de las arterias, para caer en la viej'a doc- trina galénica. Lo consignado en su octava proposición es lo que más nos interesa, porque nos va a dar la medida de hasta dónde la doc- trina de Salgado se encontraba de acuerdo con los nuevos in- ventos. Desde páginas anteriores. Salgado deja asentado que “el aire no es una substancia simple, sino que está totalmente sal- picado (res^ersum) de partículas de cierta índole nitrosalina. 93 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO grandemente activas, ágiles y fermentativas, las cuales son se- paradas del aire inspirado por ministerio del pulmón y trans- mitidas a la masa sanguínea para usos que luego se explican. El defensor máximo de tales partes nitro-salinas fue el doctor Mayow, que consideraba que la vida del mundo dependía de estas sales” (S., p. 223). Realmente John Mayow (1645-1679), entre otros impor- tantes servicios a la ciencia, babía becho el de reconocer co- mo una entidad química definida y con el nombre de spiritus nitro-aereus” (Oxford, 1674), lo que boy conocemos con el nom- bre de oxígeno. Pero ya desde antes, R.oberto Boyle babia de- mostrado (1660) que el aire es igualmente necesario para la respiración y para la combustión, y Roberto Hooke (1635-1703) babía probado (1667) que la respiración no depende de que los pulmones se muevan sino de que sean atravesados por una co- rriente de aire puro. Abora bien, la octava utilidad admitida por Salgado, no pa- sa de consistir en ' que la sangre tome el color rojo escarlata a causa de los espíritus nitroaéreos”, pero sin atribuir al becbo significación alguna. A este respecto exbibe manifiesta igno- rancia de la importante conclusión a que babía llegado Richard Lower (1631-1691) en sus experiencias consignadas en su li- bro De Carde (1669), de que cuando la sangre venosa que pa- sa por el pulmón toma un color brillante, ello se debe a que absorbe una substancia química que es necesaria para la vida, lo que de becbo constituye la principal función de la respira- ción, Salgado ignora todo esto, así como que Malpigbi ya babía encontrado desde 1661 el dato anatómico fundamental para ex- plicar los cambios respiratorios ; que el árbol respiratorio ter- mina en una multitud de saquitos aéreos dilatados (en el trata- do citado en la página 92). En cambio, fatalmente encadenado a la despótica autori- 94 LA FISIOLOGIA EN MEXICO dad de Galeno, no obstante que tiene reconocido (p. 224), que “para que arda el fuego, lo que se necesita es que se junten las partículas nitroaéreas con la substancia que debe arder , Sal- gado acepta más adelante, que la respiración sirve para atem- perar el calor nativo, es decir para impedir la inflamación má- xima de la sangre” (S., p. 225). Y con tal de defender la doc- trina galénica, afirma en seguida precisamente lo contrario que había que esperar del papel que ya se sabía desempeñaban las partículas nitroaéreas, pues dice que en la respiración dismi- nuida, el cálido nacido en el aire aumenta el calor en la sangre y en el corazón, el cual efecto cuadra máximamente con las par- tes nitrosas” (S., p. 225). Y añade: “el uso para la refrige- ración, entendida de modo sano, no puede ser atrevidamente negado” (S., p. 227) y ”lo que más debe convencernos de su utilidad, es que con Willis, Sylvio y otros clarísimos auto- res admitimos la llama vital en el corazón (S., p. 228). En efecto. Salgado considera “intrincada y abstrusa, pero cierta” (S., p. 31), la antigua doctrina del cálido innato, pro- cedente del mismísimo Aristóteles (De Res^iratione, lib. 2). Salgado sostenía que “de acuerdo con su dignidad máxima y potestades que le son atribuidas por los filósofos y los médicos, es designado con vanos nombres : cálido innato, llama vital, fuego natural, antorcha de la vida. . ., y que es principio y raíz de todas las operaciones que tienen lugar en el cuerpo. . .” (S., p. 31). Insiste repetidamente en que tal calor se origina en el corazón, “parte calidísima entre todas las sólidas” (S., p. 25), de donde fluye con la sangre para ser llevado a todas las partes del cuerpo por medio del supuesto doble movimiento de aqué- lla. Y de este calor, también llamado influente o superior, ha- ce depender totalmente la conservación de lo viviente, y que se mantenga “la unión del ánima con las partes vivientes y las animadas” (S., p. 34). 95 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Además de los usos antes citados, que supone por igual ex- celentes, Salgado considera que el principalísimo de la respi- ración consiste en el movimiento del pulmón . . . que es pro- bable dependa de la fermentación de la sangre en el mismo, aunque no menos del movimiento comunicado del aire de los pulmones y que juzgamos inconcuso que se origina al dilatar- los el aire y luego de su compresión subsecuente, ya que cree- mos a los pulmones de por sí enteramente inmóviles y sólo mo- vidos por los movimientos del tórax, y a éste sólo movido por el aire que lo distiende y dilata, lo que es particularmente difícil de comprender” (S., p. 228 ). Jbsta especulación es otra de las diversas enmiendas, más aparentes que formales, que Salgado ensaya bacer al galenismo de que estaba saturado. Pero fácilmente se descubre que la hipótesis que implica no viene a ser más que un transporte al pulmón, de las ideas galénicas con relación al encendimiento explosivo al que se atribuía el movimiento de expansión del corazón. Y siendo así, el nuevo terreno propuesto ni siquiera resulta nuevo, pues vienen a la memoria las palabras con que Harvey bacía notar que basta su tiempo, casi todos los ana- tomistas, físicos y filósofos, babían pensado que el pulso tenía la misma función que la respiración . . . , conduciéndose ambos de igual modo desde el punto de vista del movimiento” (Har- vey, Introducción). Resulta de todo esto, que no obstante que Salgado escri- bió mucbo después del tiempo en el cual dijo Mayow que ”el nitro babía becbo en filosofía tanto ruido como en la guerra”, todo ese ruido y el después añadido por Lower no bastó para espantar su galenismo. Pero no era de esperarse otra cosa de quien al ir a referirse a las investigaciones acerca de la natu- raleza precisa del aire, escribía que “aunque las bailaba muy bellas, de ningún modo las consideraba necesarias para sus pla- 96 LA FISIOLOGIA EN MEXICO nes” (S., p. 223). La teoría del flogiston de Stahl, que tanto se generalizó y contribuyó a que fueran tenidas en poco las ideas de Mayow, tampoco ejerció influencia alguna en Salgado. h. Actividad muscular. Veamos lo enseñado por Salgado acerca de las actividades funcionales de los músculos, que fueron de las primeras que empezaron a ser investigadas en el campo de la fisiología. Sal- gado acepta que las causas de la contracción son tres, a saber: ^da primera, la misma inclinación espontanea de las fibras a contraerse”. . . ; “la segunda, el ímpetu radioso del espíritu ani- mal, que difunde por los nervios y que al llegar a la substancia de las fibras, las llena, infla y bace más cortas”. . . ; “la tercera, el influjo claramente más copioso de sangre arterial, que al lle- gar al vientre del músculo, dilatado a mayor capacidad, lo inun- da profusamente y entonces aumenta su turgencia y el vigor de la contracción (S., p. 286). La primera causa invocada es una pura especulación ver- balista, vacía de sentido. La segunda, no es más que la expre- sión de la doctrina de Galeno, que todavía seguía mereciendo crédito, aunque con ciertas limitaciones, por contemporáneos de Salgado tan ilustres como Haller. Con admitirla. Salgado aceptó que el músculo aumenta de volumen a consecuencia de que ingresan a su interior los espíritus animales. Pero es el ca- so que desde medio siglo antes, Francis Glisson (1597-1677), profesor de Cambridge, ya babía demostrado desde 1677, que el volumen ocupado por el músculo no aumenta, sino que en realidad parece disminuir. La idea de que el supuesto aumen- to fuese debido a “más profuso influjo de sangre arterial” — aun- que luego seguida de la imprescindible reverencia a los anti- guos, de que no era improbable que “los espíritus moviesen al 97 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO músculo por inflación” (S., p. 236) — , parece original óe Salgado, quien por medio de ella interpreta falsamente el hecho cierto de que ligando una arteria e interrumpiendo el movimiento de la sangre hacia el músculo, el movimiento disminuye en parte y aun cesa del todo” (S., p. 236). Nuevamente vuelve a descubrirse que al hacer sus expli- caciones, no está al tanto, como prometía, de las influencias ejercidas por la química de su tiempo. Giovani Alfonso Borelli (1608-1679), aunque no hizo ningún descubrimiento con rela- ción a la fisiología del músculo, ya había escrito en su volumi- nosa obra “De J/lotu animaJium" (fi^. 24), teorías que apenas SI significaban un ligerísimo progreso con relación a Galeno, pero que ejercieron gran influencia sobre los que después de él se siguieron ocupando de este campo de la fisiología. En dicha obra, reconocía que, a la acción de los espíritus, “debía agre- garse algo que debe hallarse en los músculos mismos. . ., algo como una fermentación o ebullición, por la cual es acarreada la brusca inflación del músculo . . . , como parece claro por mul- titud de experimentos . . . , como sucede en la brusca fermen- tación en que hierven las sales fijas al punto que se les agre- gan espíritus ácidos”. Pero Salgado no se muestra enterado de estas ideas que tanto se generalizaron, ni para aceptarlas ni pa- ra refutarlas. 1 . N.utr?c7Ón. Salgado (p. 239-40) consideraba que la nutrición es el con- junto de “cocciones” que tienen lugar en el cuerpo viviente y admitía que tales cocciones eran en número de tres : “La pri- mera es aquella que se hace en el estómago y consiste en la transformación de los alimentos en una nueva substancia, lla- mada quilo. . . La segunda principal cocción, que es la que los 98 JOH. ALPHONSI BORELLI Neapolit¿}}JÍ Mathefeos Pi'ofeJJons M 0 °“t U ANIMALIUM P APS PRIMA, EDITIO NOVI§SIMA, Ab innwntris imndis ér nroribiis repuygata. Additcc funt poíl finan Partís Secunda; JOHANNIS BEK.no UILLII Dan. Meditationes Madieniatica: DE MOTU MUSCULORUM, LUGDUNI BATAFORUM, Apud FETRUM VANDEP. Aa, Bibliopolam. ANNO M DCC X. Fig, 24. Portada de la obra de Borelli acerca del movimiento de los animales (Biblioteca Nacional). JOSE JOAQUIN IZQUIERDO antigfuos establecían que se bacía en el hígado, es llamada san- güificación y resulta, por lo menos en gran parte, de la conver- sión del quilo en sangre. . . , y la tercera cocción más perfecta y principal, que es el final de la conversión anterior, a conse- cuencia de la cual el corazón continuamente acarrea sangre por las arterias a todo el cuerpo” (S-, p- 240). ”E1 jugo ácido o fermento del estómago”, es considerado como el verdadero instrumento” (S., p. 82) de la primera cocción. A los demás jugos digestivos, les atribuye acciones puramente coadyuvantes o complementarias de la anterior. Así, Salgado considera que la bilis ”sirve para excitar suave- mente en el quilo aquella fermentación por medio de la cual las partes tenues se separan de las alimenticias, que son pre- cipitadas bacía abaj’o con los residuos intestinales (S., p. 73). Al jugo pancreático de modo análogo le atribuye utilidad pa- ra que excite la fermentación suave del quilo, para que éste se perfeccione y separe, pero sin precipitar los excrementos terrestres, como se explicó de la bilis” (S., p. 75). En cuanto a la saliva, después de asignarle múltiples y curiosas utilidades como la de humedecer la arteria áspera”, le atribuye “fuerza fermentativa” la que, entre otras razones, funda curiosamente, en el hecho “de que muchas enfermedades son contagiosas por la saliva, como la lúes venérea, el escorbuto y otras” (S-, p- 83). Como se ve, todos estos datos relativos a la fisiología de la digestión, necesariamente no podían pasar de ser más que un reflejo de las vaguedades de la alquimia medioeval. El des- arrollo de esta rama de la fisiología no pudo tener lugar sino hasta después de que existió la química moderna. Como sus predecesores de los siglos XVI y XVII, Salgado emplea el tér- mino “fermentación” para describir los cambios que ocurren en el estómago y el intestino, pero no hay que olvidar que la con- 100 LA FISIOLOGIA EN MEXICO notación de esta palabra nunca llegó a ser definida por los es- critores que entonces la empleaban. En vez de admitir con Galeno que el quilo era llevado al hí- gado y que en este órgano se convertía en sangre, ya dijimos antes que Salgado negaba la función sangüificante del hígado fundándose exclusivamente en pruebas anatómicas como la de que "no se descubren en el hígado cavidades destinadas a la sangüificación” (S., p. 53) y sin tener en cuenta la más impor- tante, de orden funcional, señalada por Harvey (véase lo que dijimos en la pág. 87). Sm embargo, al describir el camino seguido por el quilo, Salgado comete el error de asentar ^"^que ingresa en las venas descubiertas por Aselio y es llevado di- rectamente al gran receptáculo del quilo y por el canal torác- cico” (S., p. 52). En efecto, si es cierto que Gasparo Aselli (1581-1626) descubrió los quilíferos del intestino o “venas lác- teas” (1622), también lo es que creyó erróneamente que los nuevos vasos que había descubierto iban a dar al hígado. Quien descubrió el canal torácico, demostró (16 d 1) que su extremo inferior venía a ser continuación de los quilíferos y de este mo- do dejó establecida esta vía de la absorción fué Jean Pecquet (1622-1674). Hasta “después de vivificado en los pulmones por el aire inspirado es cuando ya, a partir del ventrículo izquierdo. Salgado le da el nombre de sangre" (S., p. 52). De esta manera es como llega a señalar al corazón como asiento de la “función de sangüificación”, otra de las supersti- ciones galénicas. j. Sistema nervioso. Sakaáo se conservó fundamentalmente gaUnico en su ex- posición relativa al sistema nervioso. Apenas si se apartó de la vieja doctrina al afirmar 101 quer JOSE JOAQUIN IZQUIERDO ""quizá no por mera separación, sino por agregación de un fer- mento del cerebro, la parte más espirituosa y sutil de la sangre arteriosa se convierte en espíritus animales que se derraman, como por regio palacio, por la substancia medular que es eníe- jramente volátil y luminosa, para que de allí, con los debidos movimientos y expansiones y no por medio de excursiones ra- diantes, sean llevados por los nervios para llevar a cabo las ope- raciones . . especialmente las del sensus y del movimiento. . ., constituyendo los instrumentos inmediatos del ánima (S., p- 215). Siempre saturado de la filosofía aristotélica. Salgado aña- día que los espíritus en cuestión son de naturaleza y especie únicas pero indiferentes en todas las acciones, que son deter- minadas. . . por la Organización, disposición y propiedades dd las diversas partes. Por lo cual, es un mismo espíritu el que engendra visiones en el o]o o ejecuta movimientos en los múscu- los. . . ; el que agitándose con blando, moderado y ordenado mo- vimiento llena al cerebro, lo bincha y es directamente llevado fuera de él por los filamentos que constituyen la médula del cerebro, a modo de riachuelos o rayos que fluyen en el cuerpo y por todas sus partes” (S., p. 216). Salgado admitía que en la generación de los espíritus ani- males a expensas de los espíritus vitales llevados por las ar- terias al cerebro, ""la materia, no inmediata, pero sí mediata de que se forman es el aire” (S., p. 117) y esto le lleva a plan- tear otra de sus especulaciones, en extremo curiosa, que con- siste en aceptar que los fantásticos espíritus vitales puedan re- sultar formados por el mecanismo todavía mas fantástico, de que ""parte del aire inspirado por la nariz pueda llegar al cere- bro (S., p. 117). De paso. Salgado se ponía a especular sobre la naturaleza y especie única de los espíritus y al hacerlo contradecía lo que 102 LA FISIOLOGIA EN MEXICO antes kabía afirmado. En efecto, en la página 113 ""considera necesario advertir que los espíritus animales son dobles en ra- zón de sus oficios y de los nervios por los cuales son llevados : aquellos que se derivan del cerebro por nervios que de él salen y aquellos que van por nervios que toman su origen en el ce- rebelo : los que se originan en el cerebro sirven para el movi- miento voluntario que depende del imperio del alma y además para el ejercicio de los sentidos. . . En cuanto a lo que sirven los otros espíritus nacidos del cerebelo, es permisible suponer que son instrumentos de los movimientos espontáneos o na- turales que se ejercen sin imperio del anima, por necesidad y economía de la naturaleza, como se kace patente en el pulso, la respiración y las visceras internas, en las cuales el movi- miento se lleva a cabo no solo sin que lo pensemos, sino muy al contrario, mientras dormimos (S., p. 113). En este último punto. Salgado no kizo más que reprodu- cir, aunque sin decirlo, las oscuras especulaciones con que Wil- lis vistió los importantes nuevos datos que kabía adquirido con relación a la anatomía del sistema nervioso y que kabía publi- cado en su famoso libro T)s CereZjr? Anotóme desde 1664^ (fig. 25). Salgado no citó la obra, ni en este lugar ni cuando en otro (S., p. 231) kacía notar que aunque ""sin apartarse de la descripción que kacían los antiguos de los siete pares de nervios conjugados (craneanos) , se limitaba a agregar los tres encontrados por Willis, escrutador diligentísimo del cerebro, con lo que resultan diez pares . En efecto, es bien sabido que Galeno y aun Vesalio sólo conocieron siete pares craneanos y que Willis agregó otros tres, entre ellos el que lleva su nombre, ‘"accesorio espinal o de Willis”, y que su descripción quedó con * Los que he consultado en nuestra Biblioteca Nacional son de edi- ciones posteriores (Willis, 1680, 1681). 103 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO el carácter de clásica, por más de un siglo, hasta Soemering (1778). En cuanto al origen de los nervios craneanos, la idea de los antiguos había sido más bien que todos ellos procedían del cerebro. Vesalio hacía constar ""que Hipócrates, Erasistrato y Herófilo y principalmente los demás anatómicos, por lo que se observa en las disecciones del cuerpo, sostenían que el cerebro era el principio de los nervios. . ., del cual éstos recibían es- píritus animales” (Vesalio, 1568, p. 323) ; al cerebelo lo con- sideraba " como dispuesto por la naturaleza para mejor adap- tarlo a los fines de la trasmisión a la médula de los espíritus del cerebro” (Vesalio, p. 485) y, limitado a la anatomía de su- perficie, se contentaba con hacer notar que no se observa que se origine o propague de él, ni el más mínimo nerviecito (Ve- salio, p. 485). Para Willis, era diferente : describía entre las prolongacio- nes del cerebelo, aquellos nervios que originados en la protu- berancia o en su vecindad y designados como de funciones in- voluntarias, reciben del cerebelo las influencias de los espíri- tus animales” (Willis, 1680, p. 73). Entre tales nervios (fi^- 26) consideraba al par vago u octavo de su clasificación (el sexto de los antiguos) ""cuyo lugar es comúnmente de la cola de la médula oblongata hasta el sitio en que termina el último proceso del cerebelo” (Ibid., p. 85), y también el nervio que penetra a inmediaciones del primero, en simpatía con el mis- mo, el nervio accesorio a la espina’ (Ibid., p. 124). Los ner- vios pertenecientes ""a esta familia, que sirven únicamente pa- ra funciones involuntarias . . . llevan a las visceras y a los miem- bros a los cuales penetran, sus acciones particulares, o sean los instintos naturales o los ímpetus de las pasiones (cooperan- do la fuerza anímica)” (Willis, 1680, p. 124), Como se ve, es- tas especulaciones sin base fueron las que merecieron la sim- 104 C E RE B RI ANATOME NERVORVMQVE DESCRIPTIO ET VSVS. Sfudio THOM^ WILLIS.ME!- Natural.Pliilofoph.E/-o^j(/’-Oxon.nec non Inclyti Medie. ColIeg.Londín.& Socier. Reg. Soái, fsAcceJ^tt V I R I cwufdam Clarijñmi RATIONE MOTVS MVSCVLORVM alatlis SlnguUTis^ Apud SAiM.VELEM DE TOVRNRSi vcs íxxx. Fig. 25. Portada del famoso libro de Willis (Biblioteca Nacional). Fig, 26. Primera figura ciel famoso libro de Willis, hermosamente grabada en acero por el célebre arquitecto Cristóbal Wren para ilustrar el origen aparente de los nervios craneanos y el círculo de Willis. A. A. A. A. Cerebri quadripartiti anteriores, poste- rioresque lobi. B. B. Cerebellum. C. C. Medulla oblongata. D. V. Nervi olfactorij, sive Par primum. E. B. Nervi optici, siye Par secundum. jF.F. Nervi oculorum motoríj, sive Par tertium. G. G. Nervi oculorum pathetici, sive Par quartum. H. if. Nervorum Par quintum. I. I. Nervorum Par sextum. K. K.K.K. Nervi auditorij, <5* eorum utrinque bini processus, Par septimun. L. L.l.l.l. & c. Par vagum, sive octavum, pluribus fibris constans. M. M. Nervus spinalis, ad originem Paris vagi a longinquo accedens. N. N. Par nonum, pluribus etiam fibris constans (que deorsum tendentes, in eundem truncum coalescunt) qui paulo supra processum occipi- tis emergit. O. 0. Par decimum deorsumtcndens. P. P. Arteriae carotidis truncus abscissus, ubi in ramun anteriorem & posteriorem dividitur. Q. Q. Ejus ramus ínter dúos cerebri lobes incidens. i?. Carotidem rami anteriores uniti abscedum, in Cerebri sissuram pergentes. S. Carotidum rami posteriores uniti, & trunco ver- tebran occurrcntcs. T. T.T. Arteriae vertebrales, & earum tres Rami ascendentes. V. Vertebralium rami in eundem truncum coales- centcs. W. IV. Locus designatur, ubi arteriae vertebrales & carotides uniuntur, & utrinque ramus ad plexum choroiden ascendit. X. Infundibulum. Y. Y. Duae glandulae pone infundibulum consitae. a.a.a.a. Protuberantia anularis quae a Cerebello dimissa medullae oblongata caudicem amplec- títur. LA FISIOLOGIA EN MEXICO patía de Salgado, no por venir de un autor entonces moderno, sino por no ser más que una mera transcripción de la doctrina galénica. Sorprende que el libro de Renato Descartes (1596-1650) “De komine figuris” (íig, 27) publicado medio siglo antes, no baya ejercido ninguna iníluencia en las ideas de Salgado so- bre las funciones del sistema nervioso central y de los órganos de los sentidos. Lo más probable es que baya ignorado la obra, pues de haberla conocido, su base especulativa y carente de to- da justificación experimental y la tesis fundamental de que el cuerpo humano es una máquina dirigida por un alma racional residente en la glándula pineal, seguramente le habrían pareci- do muy atractivas. Sólo menciona a Descartes al principio e la obra al tratar de los elementos, y luego (Sm p- 148) al re ferirse a la explicación de Descartes y sus alumnos para ex pilcar las causas de los diversos sabores. C. MODERNIDAD Y ESPIRITU FILOSOFICO DE SALGADO Inútil sería seguir multiplicando las selecciones sacadas del libro de Salgado. Con las que anteceden tenemos base su- ficiente para poder emitir un juicio acerca de lo que fueron e profesor y su obra, con relación a su tiempo. El hombre debe haber estado dotado de brillantes cualida- des, pero el tiempo las supeditó por completo al molde reman- te de la escolástica. En fin de cuentas su sujeción y reveren- cia por los clásicos resultan absolutas. A pesar de sus^ deseos de proceder conforme a lo moderno, escaparon a su espíritu as entonces recientes conquistas de mayor trascen encía, eran el conocimiento de los capilares y el verdadero significa- do de la respiración. En cambio, muchos de los datos que tomó de los modernos, sólo los consignó porque eran meras especu- 107 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO laciones netamente galénicas hechas por quienes, a pesar de to- do, liabían hecho alguna contribución positiva a la fisiología (como Willis), cuando no por meros especuladores escolásti- cos como sus tan citados Ettmüller, Plempio, Valles, etc. Si no lo eran, lo que buscaba era ponerlos en armonía con los anti- guos. En otras palabras, la obra estuvo muy lejos de lo que creyeron sus panegiristas contemporáneos, o sea de disipar las sombras de los antiguos. . . con las nuevas y preclarísimas lu- ces” (Rojas, arriba cit.), y mucho menos de “hacer guerra a Galeno” como pretendía el doctor Vega (arriba citado). Por lo demás, el método seguido por Salgado — que cier- tamente no es mas que un reflejo del de la época , se mantu- vo a considerable distancia del verdadero espíritu hipocrático, que según dejamos asentado, venía estando bien muerto desde que Galeno había escrito. En efecto, desde la primera página de su obra, se descubre que Salgado tuvo el deseo de atenerse al método que había sido seguido desde los antiguos (S., p. 1). Dejó allí asentado Salgado “que no está adscrito a ningún mortal lo que con propiedad puede llamarse la libertad filosó- fica, consistente en que el indagador de la naturaleza pueda procurar extender una verdad cualquiera (S., p. 1). Luego hacía saber “que desde hace tiempo el sabio Vallés'^ había de- mostrado que a cualquier autor deben anteponerse la razón y la experiencia”, y que “ninguna razón lo es en grado tan eficaz que no sea convencida por el experimento contrario . P ero en seguida, tomando apoyo en el primer aforismo de Hipócrates, * Se refiere a Francisco Valles (1524-1589), catedrático de Prima de Medicina de la Universidad Complutense a partir de 1554, apellidado por sus contemporáneos “El Divino”, el “Galeno” y el “Hipócrates español’ . En sus escritos de difusión de las ideas hipocráticas, que en el si^lo XVII todavía se seguían imprimiendo y en el XVIII todavía ejercían la influen- cia que se descubre en Salgado, se muestra convencido del valor de la observación. Se dice que Boerbaave lo consideró como uno de los mejores médicos de su época. 108 RENATUS DES CARTES H O M I N E F I G U R I S. E T LATINIT ATE D O N A T U S A florentio schuyl, Inclytse Urbis Sylvíe-Ducis Senatore , & ibidem PhiloíbphiíE ProfeíTore. LVGDVNI SATAFOnVU» Ex OfFiCÍná H A C K l A.N A i cío lo c Lxív, Fig. 27» Portada del libro de Descartes, reputado por algunos como el primer tratado europeo de fisiología. (Biblioteca Nacional). ANALYTICAL VIEW OF THE ANIMAL EGONOMY CAÍ-CUI-ATED for THE STUDENTS OF MEDICINE. AS WELL AS PRIVATE GEUTLEMEN INTERSPERSED W1TH MANY ALLEGORIFS, AND MORAL RE FLECTI ONS'. DRAWN FROM THE SUBJECT, TO AH'AKEK THE MIHD TO AH ELEVATED SEHRE OF THE CREA T AUTilOR OF NA TURE. BY ISAAC BALL, PHYSICIAS AND SURGEON, AND DIPDOMATIC MEMBER OF THE medical SOCIETV OF THE CITY AND COVNTY OF NEW-YORK Quum nobis uenegatui- diu vivere, aliquid relinquamus quod nos vixiíse testelur. Since if is denied us io lixe hng, ht us é* somethinff v>hich) may prove that Wf have /¡ved. THE SECOND EDIT í ON, W ITH LARGE ADDITIONS JDeuj:Í?otri ; PRINTED FOR THE AUTHOR, BY SAMUEL WOOD, 1808. Fig. 28. Portada del Manual de Fisiología de Isaac Dalí. (General Surgeon Library). LA FISIOLOGIA EN MEXICO añadía inmediatamente que '"no todas las experiencias persua- den a la razón", pues "la experiencia es muy incierta y por demás peligrosa” (S., p. 1). Es evidente que quien hacía ta- les consideraciones estaba muy lejos del elevado espíritu hipo- crático de tomar como base de información la observación he- cha con entera y honrada imparcialidad y libre de todo prejui- cio. En realidad, la tradición hipocrática ya venía siendo revi- vida en virtud de un movimiento renacentista iniciado por Sy- denham (1624-1689) desde el siglo XVII y continuado por Bo- erhaave a principios del siglo en que escribía Sa.lgado. Pero ni Saldado ni sus contemporáneos se dieron cuenta de tal reac- ción que en nuestra Facultad apenas habría de llegar a mani- festarse de lleno hasta ya bien pasada otra centuria y bien ini- ciada su vida en forma del Instituto de Ciencias hledicas que había de surgir de las ruinas de la vieja Facultad. Con todo, a pesar de que Salgado no vislumbró el gran significado del método experimental ni puede ser considerado como un exponente de la fisiología en el sentido moderno, que ya había empezado a adquirir esta ciencia desde Harvey, quie- ro hacer notar que su libro ocupa lugar distinguidísimo en la literatura fisiológica mundial, por ser el i>rimer tratado general de su 'índole escrito en forma original §or un talento nacido y cultivado en el Continente Americano. No fue sino hasta ochenta años más tarde cuando se pu- blicó en los Estados Unidos del Norte el segundo tratado de fisiología escrito e impreso en tierras del Nuevo Mundo. Era un pequeño manual (fig. 28) de noventa páginas, en 16’, es- crito por Isaac Ball y publicado por G. J. Hunt, de Nueva York, en 1808, que se intituló "Aspecto analítico de la economía ani- mal, calculado tanto ■para los estudiantes de Medicina como pa- 111 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO ra los cahalleros -particulares, salpicado de muchas alegorías para despertar la mente a un elevado sentimiento del gran autor de la naturaleza ’ . Aunque el libro fue escrito principalmente para que sirviera de texto a los estudiantes de medicina del Colegio de Columbia, resultó de un carácter marcadamente po- pular. D. UNA TESIS DE FISIOLOGIA DEL SIGLO XVIII El ejemplar del libro de Salgado que posee la Biblioteca de la Facultad lleva encuadernadas, entre la última página del índice y la primera del texto, una tesis impresa en siete bojas. Se trata de una tesis de un discípulo de Salgado para uno de los “actos de conclusiones” que la constitución 256 de la Universidad prevenía que deberían ser sustentados pública- mente por los estudiantes de Medicina para graduarse de Ba- cbilleres en su Facultad. Las conclusiones que encierra esta tesis carecen de originalidad y no son mas que meros resúme- nes de las ideas expresadas en el libro del maestro. Sin em- bargo, reproducimos su carátula (fi^- 29) para que se aprecie la forma ampulosa en que bacía alusión a los nuevos aspec- tos con que Salgado presentaba la Medicina en nuestra Anti- gua Universidad, aludida nada menos que con el titulo de “Suntuosísima casa del Sol”. Nos permitimos traducir dicba portada como sigue: "Un nuevo aspecto de la l^edicina visita la suntuosísima casa del sol para prestarl e luz y helleza. Un ignorante en la fisiología médica busca un jurado eruditísimo de maestros, para que de esta manera, al alcanzar hermosura y forma y ensoberbecerse con las más grandes olas el exiguo ria- cbuelo de la Facultad Médica, atraviese el profundísimo océano de la más culta Sabiduría un pobre y vacío pensamiento de la eco- 112 iSiS fSiSS á^ fmf‘ ^ií5 3iKJ&| fM I Sií5 imús isía X- ' 1"^ ♦Í3«^ «Sg? •5?»^ •S^js-y ■5^1: iil#! ^94t ?^g wi ?4f '’vOj/ «&í »s-i N o V U S MEDICINA CONSPECTUS SPLENDIDISSIMAM. SOLIS DOMUM ADIT, UT DECOREM S^NERETUR ET LUCEM. Ruáis Medica Phyfiologia policifsimum quserit Magidrorum convcntura.quo fpecícai nancifcacur & foc- mnm Exiguos latrica: facultacis rivultis, quodecumanís fu- pcibiat fluüibus , alcifsíniatn petit policioris íapicntia: Ocea- num, !P4¿Máaíí4Wffiiccu5 aiifcfnalis^'Economif íenfus fub^ faudis Gcc«ium'£)ó£lo:¡s Aüfpicijs ortus, Rcgalis,ac Popti- ficiiSANCTl PAULI ÁFOSTOLI Auguftiniadum MexU cani Collcgij fulgidifsíruába cxambic.vír.bram, quá aagufto lúraínum íplendorc lecutus renidere augnratuc tanta Ereñus fpc BAC, D. lOSEiPHüS ISIDOROS AR Ar GONEZCORTEZERO vt 'conllitutionum. CC.LVI. í£ CXLIX. diílo audiat'fubicítas de vnivcrfaPhifiologia the- fcs'publíco exatnini per integrain dici lucem fiderc non diffidit. »** Fig. 29. Portada de la tesis de fisiología escrita por el Bachiller en Arles Aragonez Cortezero, para graduarse de Bachiller en Medicina (1727). JOSE JOAQUIN IZQUIERDO nomía animal nacido bajo los felices auspicios del Doctor de las Gentes. Ambicionando la tutela del Real y Pontificio Cole- gio Mexicano de San Pablo Apóstol de los Agustinos ; prome- tiéndose brillar por baber seguido tan augusto esplendor de lu- ces, y animado con tan grande esperanza, el Bachiller don José Isidro Aragonez Cortezero no duda sostener las tesis anexas L oe US- PR'^SrGNATUR AD LITERALEM piignamítcgalis. Alma, ac Ponrincia Mexicana Minerva ( D. O. M. cius qüc Purifsima, ac DeJentirsima Dcigcnitrice fine oríginali labe concepta faventibus) Prsfidc Sap. V. D. UAd(CO lOSEVHO SJLGJDO Pri- raarix Cáthedra: Moderatorc Dignifsimo, Rcgij Tribu- nalis Protomcdicatus fulG-cntifsi.mo Prxfidc. Dics2^crit O Menfis lulij, aano á Virgíneo paren M.D.GCXXVII. (DcliccntíaDotniniRedoris.) .MEKlCh aptid Híetudcs Aíduce Michacíis de leyera} en el Em^edradillo. a S)a £13 iíia SÍ3 stó «fa Fig. 30. Citatorio para un acto de conclusiones de fisiología del Siglo XVIII. sobre toda la fisiología, en examen publico durante todo un día, para obedecer lo prescrito en las constituciones 256 y 149 . La cita impresa en la última página (fig. 30) para fij’ar el día del acto no es menos ampulosa al enumerar el año a par- tir del virgíneo parto. El Archivo de la Universidad (Libro de Grados) tiene re- gistrado que en 30 de agosto del siguiente año, Aragonez se gra- duó de Bachiller de Medicina, después de haber llenado todos los requisitos necesarios (prueba de limpieza de sangre ; certi- 114 LA FISIOLOGIA EN MEXICO ficado de buena vid La nueva tesis que expediente. a y costumbres ; p escribió para ese artida de bautismo, etc.) acto, íorma parte de su REFERENCIAS Badi, Sebastiani. 1663. /Inastas/s Corticis Peruviae seu Chinae defensio. . . contra V entilationes JoJiannes Jacobi Chifletii gemhusque VoI>isci Fortunati Genevae, Typis Petri Joannis Calensani. Ball, I. 1808. “An anlytical view of tke animal economy calculated for the students of medicine as well as ^rivate gentlemen inters^ersed with many all egon es and moral refl ections drawn from the suhject to aivalíCn the mtnd to an el evated sense of the great author of na-^ ture" . New York. G. J. Hunt, 90 páginas, 16^^ Borelli, J. A. 1710. De Motu Animalium. Lugduni Batavorum. Apud Petrum Vander. Pars prima et secunda. Boyle, Rob. 1680. Chymista Scef,ticus, vel Dubia et Paradoxa chymico- •^hysica, circa S^agyricoTum Principia, vulgo dicta hifiostatica. Ge- nevae, Apud Samuelem de Tournes. Boyle, Rob. 1694. Exf>erimenta et Notae circa •^roducibilitatem Chymico- rum I>rincii,iorum; Quae sunt totidem Partes Afr^endices ad Scef)ti- cum Chymicum. Genevae, Apud Samuelem de Tournes. Descartes, R. 1664. De Homine figuris et latinitate donatus á Florentio Schuyl. Lugduni Batavorum, Ex Officina Hackiana. Estatutos y Constituciones hechas con comission particular de su Trajes- tad para ello: Por el Exmo. y Ilustrmo. señor don Juan de Palafox y Mendoza, Año de 1668. En México. Por la Viuda de Bernardo Cal- derón. "El Mercurio de México", N'' 150, mayo de 1740. Ettmülleri, M. 1697. Operum Medicorum Theoretico-Practicorum. Tomus Secundus. Francofurti ad Moenum. Impensis Johannis Davides Zunneri. Garrison, F. H. 1917. History of Medicine. W. B. Saunders. Pbiladel- pbia and London. Harvey, G. 1628. ExercitatJO Anatómica de Motu Cordis et sangmms in Animahbus, Francofurti. Sumptibus Guilielmi Fitzeri. Holmyard, E. J. 1929. The Great Chemists. Metbuen & Co. London. León, N. 1915. Gaceta Méd. de México. Tercera serie X, p. 46. Núñez y Domínguez, J. de J. 1927. Un Virrey limeño en México. Talleres Gráficos del Museo Nac. de Arq"^, Hist*^ y Etn., México. 115 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Eihro de Grados de Bachilleres de Jdedicina (1791-30). Archivo de la Universidad en el Archivo General de la Nación. Malpig'hi, M. 1686. O'^era Omma. Tomis duoLus. Londini. Apu d Tho- mam Sanbrid^e. Plemp, Fortunatus Vopiscus. 1638. Fundamenta T/Iedicmae libn XV. Lo- vaina. Roxas, Ildefonso. 1726. Juicio sobre el libro de Saldado, al principio del mismo. Saldado Marcos José. 1727. Cursus Nledicus Tdexicanus. Pars Prima Physi alógica. Mexici, Apud Haeredes Viduae Michaelis de Rivera, en el Empedradillo. Valles, F. 1564. Controversiarum medicarum et I>hiloso{)hicarum. Complu- ti. Excudebat Andreas de Angulo. Valles, F. 1569. Commentana in hhros H.i'JIiocratis de Ratione victus m Nlorbis acutis, Compluti, Apud Andream Angulo. Valles, F. 1589. A'phorismos HiI)I>ocratis Commentanj VII. Coloniae, loannis Baptistae Giotti. Vega, Cristóbal de la. 1726. Juicio sobre el libro de Salgado, al principio del mismo. Vesalii, Andrea. 1568. De humani cor{)ons fabrica hbri sC'Jtem. Venetiis. AVillis, Th. 1680. De Cerebri Anatome nervorumque descnfitio et usus. Genevae. Apud Samuelem de Tournes. Willis, Th. 1681. La obra anterior viene a ser la cuarta en la edición de sus Opera Omma. Tomus prior. Lugduni, Joannis Antonij Hugue- tan & Soc. 116 IIL— FINES DEL SIGLO XVIII Y PRINCIPIOS DEL XIX UANDO la Real y Pontificia Universidad de México entraba al último cuarto del Siglo XVIII, sus directores creían que continuaba desarrollándose de acuerdo con los adelantos del tiempo. En efecto, en el prólogo de la se- gunda edición de sus estatutos bacian saber sus " gloriosos y aun admirables progresos logrados en lo mate- rial y formal" ; que babía " elevado toda su fabrica a lo sublime de la perfección”, y que en su Aula mayor se babian becbo mu* cbas demostraciones en Matemáticas y Medicina, que prueban tener los talentos americanos varios tesoros, de donde sacan lo antiguo y lo moderno” (Constituciones, 1775). En realidad, el período de desarrollo de la Universidad ba- cía ya mucbo que babía terminado. Al igual que otras institu- ciones similares en aquella época, no era mas que un fósil de tiempos pasados que a toda costa trataba de conservar sus for- mas arcaicas y los privilegios de que gozaba. Tal actitud conservadora, que en el fondo era puramente defensiva, fue de lo más efectiva para mantener el atraso en la Facultad de Medicina. Como antes, la enseñanza siguió siendo exclusivamente teórica y exageradamente aferrada a la tradi- ción. Los catedráticos seguían disputando acerca de cuál era la mejor interpretación de los autores antiguos y de los árabes y 117 JOSE J O A Q U 1 ?l IZQUIERDO razonando como en la antigüedad, y los nuevos médicos que salían de las aulas, ofrecían ese curioso tipo de médico con un ideal del pasado, cuya actuación estaba llena de la comicidad descrita por Moliere : también eran fósiles de otrora para quie- nes eran extraños los ideales del tiempo. Entretanto babían brotado y florecido nuevos ideales en Leiden, en Vieiia y en Góttingen, en cuyas escuelas la clínica se babía convertido en el pilar maestro de la enseñanza médi- ca, y la anatomía, la fisiología y la química se babían desarro- llado considerablemente. Pero en lo general, nuestra Univer- sidad se babía desentendido de todos esos progresos. LAS CORRIENTES DIRECTIVAS DE LA EPOCA Dos eran las grandes comentes directivas que por enton- ces constituían la norma de progreso tanto para la profesión mé- dica como para la fisiología. La primera, directamente encaminada a dirigir a los mé- dicos y a darles bases más seguras para su práctica, que ba- bía sido iniciada por Sydenbam y continuada por Boerbaave, tendía a revivir los métodos bipocráticos. La segunda, que sobre la base de las magnas tareas reali- zadas por Haller ya babía transformado hondamente la fisio- logía y le babía impreso sus primeros rasgos de modernidad, también babía trascendido basta los médicos para inspirarles nuevos conceptos acerca de las enfermedades y de la manera de tratarlas. Aunque con retraso, las influencias que afectaban a la prác- tica de la medicina se dejaron sentir en nuestra Antigua Facul- tad, pero la obra de Haller, que tanto debía baber favorecido el progreso de la fisiología, careció de toda influencia. En cam- bio, la comente subsidiaria de vitalismo, que dimanó de cier- 118 LA FISIOLOGIA EN MEXICO tos conceptos filosóficos de Haller, halló franco el camino, pues- to que armonizaba grandemente con tradiciones y tendencias de la Antigua Universidad. A. EL RENACIMIENTO HIPOCRATICO Los trabajos de la Escuela de los latrofisicos [Sanctorius (1561-1636); Descartes (1596-1650); Borelli (1608-79); Ba- glivi (1668-1706)], tanto como los de la Escuela de los iatro- quimicos [van Helmont (1577-1644) ; Sylvio (1614-72) ; Willis (1621-75) ; de Graaf (1641-73) ; Vieussens (1641-1716) ; Bohn (1640-1719); Peyer (1653-1712); Brunner (1653-1727)], ha- bían sido los primeros esfuerzos hechos para aplicar las mate- máticas, la física y la química al estudio de la fisiología y de la medicina. Sin embargo, debido al exclusivismo exagerado de ambas escuelas, que hizo que cada una de ellas se desen- tendiera por completo de lo hecho por la otra y como conse- cuencia de los entusiasmos mal refrenados producidos por los primeros descubrimientos, ambas se excedieron hasta lanzar ex- trañas conclusiones que carecían de toda base positiva. Entre los iatrofísicos, Baglivi había subdividido la máquina corporal en incontables máquinas menores, entre las cuales los dientes eran unas tijeras ; el pecho, un fuelle ; el estomago, un frasco ; las demás visceras y glándulas, una serie de filtros; y el cora- zón y los vasos un sistema de cañerías, y Borelli no había vis- to en la digestión más que una trituración puramente mecáni- ca. Los iatroquímicos, a pesar de algunas conquistas de méri- to, habían hablado de “fermentaciones ’, “cocciones", “acide- ces" y “alcalinidades", pero sin tener cabal idea de la signifi- cación de estos términos. Además, aun cuando en el pensa- miento de unos y otros estaba el germen de las modernas cien- cias naturales, su método era fundamentalmente el especulati- 119 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO vo de Galeno, y muchas de sus ideas las sostenidas por los an- tigfuos : Descartes había admitido que el encendimiento de la sanare en el interior del corazón era lo que producía su movi- miento ; Borelli había segfuido atribuyendo la contracción mus- cular a los espíritus animales (aunque con otro nombre) y los iatroquímicos no acababan de renunciar a la idea de los cuatro elementos aristotélicos y de los tres de Paracelso. Precisa pues, reconocer, que aun cuando los trabajos de ambas Escuelas dieron base para que se dudara de la tradi- ción, no todo lo que ofrecían para sustituirla daba garantías de seguridad. De ahí que este movimiento, llamado de “mate- rialismo”, no tardara en provocar una intensa y multifásica reac- ción que se manifestó en el campo de la filosofía por la evolu- ción de ésta, de Descartes a Leibnitz ; en la jurisprudencia, por el predominio del derecho romano sobre el natural ; en la teo- logía por los alientos del pietismo y en la medicina por la reac- ción iniciada por Sydenham y las consecuencias del animismo de Stahl (1660-1734). a. La reacción de Sydenham. Convencido de la inutilidad de las especulaciones de los teorizantes de salón, Sydenham (1624-1689) encabezó el mo- vimiento encaminado a volver al estudio directo de la natura- leza y a hacer que los médicos se llegasen a la cama de los en- fermos para estudiarlos. Considerando que lo principal es la enfermedad — a la que interpretaba como un acto curativo de la naturaleza — , estableció para el médico, como la primera de sus tareas, la de conocer las diferentes enfermedades con la mayor precisión posible, determinando sus especies (Sjiecies morhorum), de la misma manera que los naturalistas descri- ben especies de plantas o de animales. 120 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Sydenham a pesar de haber merecido el nombre de '^Se- gundo Hipócrates ”, difiere de Hipócrates. Para la medicina bi- pocrática sólo existían individuos enfermos o “casos” de enfer- medad, es decir, sucesos que nunca se volvían a repetir. Para Sydenbam lo típico de los casos patológicos era lo importante ; lo que se va repitiendo de un enfermo a otro ; en suma, lo que constituye una entidad. La enunciación de esta teorm ontoló- gica de Sydenbam, fue lo que vino a establecer para el médico la obligación de formular un diagnóstico, o sea reconocer la en- fermedad que tiene frente a sí. Con anterioridad sólo se ha- bían hecho pronósticos a la manera hipocrática. Para Sydenbam vienen a quedar en un segundo plano tan- to el individuo enfermo como los mecanismos y las fuerzas de las que resultan los estados normal y patológico. No hay pues por qué considerarlo entre los fisiólogos, y sin embargo, la vuel- ta que provoca hacia los puros métodos hipocraticos fue de gran importancia para el futuro desarrollo de la medicina y de la fisiología. Precisamente de este anhelo por conocer la enfer- medad, llegaron a derivarse subsecuentemente las nuevas ten- dencias de la medicina moderna, al volver a recurrir a la física y a la química y hacerse experimental para averiguar la pato- genia de las enfermedades. b. Boerhaave. La producción escrita de Hermann Boerhaave (1668-1738), escasa pero abundosa en pensamientos, no fué revolucionaria ni relató descubrimientos. No de ella, sino de su contacto di- recto con gran número de médicos que afluían de todos los paí- ses a Leiden, convertido en su tiempo en centro mundial de la enseñanza médica, es de donde nacieron las grandes inflviencias que Boerhaave llegó a ejercer, hasta principios del siglo XVIII. Fundaba sus enseñanzas, más en lo práctico que en lo doctrina- 121 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO no, e insistió siempre en que la anatomía y la íisiologfía son fun- damentales para el médico. Por eso se le reconoce como el con- tinuador del movimiento originado por Sydenham. La doble reacción, que preparó el terreno para que los mé- dicos llegasen a vislumbrar la trascendencia de la fisiología y de los métodos bipocráticos, no alcanzó a nuestro país sino has- ta ya muy avanzado el si glo XVIII. Hacia 1773-74, el profesor de Prima, don José Ignacio Bartolache, cuyo “vasto genio le franqueaba la posesión de las ciencias más difíciles y abstrac- tas” (Alzate, 1790), intentó salir de la rutina, y ahuyentó de las aulas “aquellos bárbaros Salgados y otros del mismo temple (Alzate, 1790). Convencido de la importancia del “conocimien- to físico del cuerpo humano , pero también de que este no po- día alcanzarse discurriendo como los escolásticos, sino sólo con la constante aplicación y estudio sobre los cadáveres, i disec- ciones de animales vivos,. . . (Bartolache, 1773), se atrevió a declararlo así, aunque en forma de nota anónima de un dis- frazado Escritor”, ^ venciendo la tentación de miedo por tra- tarse de un “asunto expuesto a ciertas discusiones entre cier- tos facultativos”, y con la esperanza de que los buenos esta- rían de su parte”. El artificio resultó inútil y la tempestad de los rutinarios no tardó en desencadenarse en su contra. Prime- ramente con motivo de tres tardes en las que sustentó, según re- fiere el prólogo de las Constituciones de 1775, ingeniosas con- ferencias sobre las pastillas Cibelinas o Marciales , que eran “ciertas pastillas con fierro reducido a polvo impalpable”. Escri- be Alzate (1790) “que fué mucho lo que tuvo que sufrir, porque varios facultativos, como si cada átomo de fierro fuese una bala de a veinte y cuatro, dispuesta a destruir su crédito en la Fa- cultad, no sólo lo impugnaron, sino que lo menospreciaron en términos que no eran regulares”. Al fin, Bartolache perdió sus cátedras, y como el ejercicio de la Medicina “le era detestable 122 LA FISIOLOGIA EN MEXICO (Alzate), escojio la casa de Moneda como nuevo campo de sus actividades. La influencia de Sydenham no volvió a manifestarse sino hasta principios del siglo siguiente, cuando el ilustre médico angelopolitano don Luis Montaña (1755-1820) llamó la aten- ción sobre sus aforismos, aunque en la forma antigua de con- vertirse en “Concertador” (Montaña, 1817). B. HALLER Y SUS INFLUENCIAS La incipiente tendencia a hacer que los centros de ense- ñanza lo fuesen además de investigación, que en el Siglo XIX se había de desarrollar con más vigor, pasó de Leiden a Got- tingen. Trabajaba allí Albrecht von Haller (1708-77), anatómico, botánico, embriólogo, fundador de la moderna bibliografía cien- tífica y sobre todo, fisiólogo que con Harvey se disputa los lu- gares de sucesor más prominente de Galeno y de precursor de los grandes fisiólogos del Siglo XIX, Juan Müller, Claudio Ber- nard y Carlos Ludwig. Por espacio de veinticinco años a partir de 1739, estuvo publicando el “ G'óttingi schen Zeitung von Ge- lehrten Sachen’ y en 1751 fundó la “ K.oni ghchen Gesselschaft der Wissenschaften” , en cuyas publicaciones aparecieron mu- chos de sus trabajos. Su interés principal estaba en la anato- mía, pero en esa anatomía animada, que se preocupa por en- contrar experimentalmente las funciones de las partes anató- micas. Tal interés concreto; la más viva antipatía por las es- peculaciones de sus antecesores, y el haber sido favorecido por las más felices circunstancias para poder llevar a término sus trabajos, le permitieron desarrollar una actividad científica sin precedente. 123 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Haller se dedicó a resolver diferentes problemas concre- tos. Como proseguía inacabable disputa acerca de cuáles pu- dieran ser las fuerzas determinantes de la expiración, y el pro- fesor Hamberger, de Jena, sostuviera que las pleuras contuvie- sen aire, Haller lo contradijo con uno de aquellos experimen- tos que por más que sean muy simples, con tal de ser medita- dos bastan para lograr importantes descubrimientos : Haller se limitó a abrir los espacios pleurales de un animal sumergido en el agua y como no se escaparon burbujas, dejó demostrado que no contienen aire. Sus estudios acerca de la contracción muscular le llevaron a establecer con nueva precisión el concepto de irritabilidad ya antes enunciado de modo más general por Glisson, como la propiedad que tenía el cuerpo animal de ser modificado por las condiciones del medio externo. Para Haller la irritabilidad es la propiedad que tienen los órganos, de responder — particular- mente el músculo, por medio de su contracción — , a los exci- tantes mecánicos, térmicos y químicos. En consecuencia que- dó establecido que la contracción del músculo no es, como bas- ta entonces se babía creído, un fenómeno puramente condicio- nado por su elasticidad, sino debido a una propiedad especi- fica de su substancia, gracias a la cual responde siempre de la misma manera, sea cual fuere la naturaleza del excitante que interviene. Del mismo modo estableció que la propiedad co- rrespondiente de la substancia nerviosa es la sensibilidad. Pero el vasto intelecto de Haller no era para que quedara satisfecho con la solución de las cuestiones especiales, sino que le llevó a emprender lo que antes nadie babía intentado : una exploración general de la fisiología. Empezó por dar a luz en 1747 sus Primae Ijineae PJiysiologiae (fig. 32) que son nada menos que el primer tratado formal de fisiología que llegó a es- cribirse. Y no satisfecho con esta obra condensada que destino 124 jcc*/ ALBRECHT VON HALLER (170S-77). ALBERTI V. H A L I. E R JWEDICINyE EX PHILOSOPHr.E DOCT. Confil. Aul. be Archiíitii Re?, be EIc<íl. Med. Anar. Chii-. Bor. P. P. O. Pivef. Col!. Chii". Pn-efid. Soc. Re?.Scieiit.Gotr¡ng. Acad. Impcr. N. Cur. & Reg. Briran.Boiuf. Svec. &Upf. Sod. in Supr, Senatu Reip. Bcrn.Ducentuni Viri. PKIM JE LINE ^ PHYSIOLOGí^ / JV V S U M PR.ELECTIONUM ACADEMICARÜM Auól^ & Eméndate, VENETIIS, MDCCLÍV, Apud Laurentium Bafilium. StrPSRZORUiH BEUllSSV, 'AC PRiVlLEGW- Fig. 32. Portada de las Primae Lineae Physiologiae, de Flaller. (Biblioteca Nacional). LA FISIOLOGIA EN MEXICO al VISO de estudiantes y médicos y cuyos estrechos límites le ha- bían vedado entrar a toda verdadera discusión de muchos pro- blemas, resolvió emprender otro trabajo de mucha mayor en- vergadura, que le sirvió de base para hacer nuevas investiga- ciones. La obra íué publicada de 1757 a 1766 en ocho gruesos volúmenes, con el título de ¿jlementa jthysiologiae cov^ons humam" . Su forma era novedosa: empezaba a tratar de las más diversas cuestiones remontándose a la antigüedad; coteja- ba las opiniones de sus predecesores y terminaba presentando sus propias investigaciones. Para la mejor comprensión de los fenómenos biológicos, analizaba con todo detalle datos de ana- tomía, de embriología y aun de patología. Vino a ser un ver- dadero tratado monumental de medicina teórica, que hasta la actualidad sigue siendo una verdadera mina de información pa- ra quienes desean averiguar la forma en que se originaron y desarrollaron muchos problemas médicos. Haller fué uno de los últimos investigadores de ese tipo antiguo, que todavía podía escoger a toda la naturaleza como campo de sus actividades. Con razón se ha dicho que su obra ofrece grandes afinidades con la de los enciclopedistas y es abundosa en juicios que Guy de Chauhac no vaciló en calificar de lumina sententi arum. Realmente, como dijo Michael Foster, cuando se le lee se siente la impresión de pasar a los tiempos modernos. Sin ser ya ni latromecánico ni latroquímico, Haller estuvo recurriendo durante largos años a la práctica de experimentos para descubrir las leyes de la vida, pero como ni la física ni la química de entonces le permitían explicar los fenómenos que conceptuaba fundamentales de la vida animal, consideró que las funciones del músculo y del nervio eran vitales. De estos conceptos de Haller se derivaron dos grandes co- rrientes de influencias : Una de ellas fué a inspirar ese movi- 127 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO miento de vitalismo que primero surgió en Montpellier [(Theo- phile de Bordeu (1722-76) ; Bartliez (1734-1806) ; Blumenbacli (1752-1840)]. La otra Kizo que la medicina práctica adoptara orientaciones nuevas, que luego de ser concebidas en Escocia [(W. Cullen (1710-1790); J. Brown (1735-1788)], fueron con- tinuadas en Francia por Broussais (1772-1838). a. Influencias directas. Las influencias directas que pudo haber ejercido Haller en nuestra Antigua Facultad de Medicina, parece que fueron nu- las, pues no be encontrado constancia alguna que pudiera ser- vir para afirmar lo contrario. Esto no es extraño, si como Flo- res asegura (t. li, p. 12), 1 as obras de Haller no llegaron al país sino basta recién consumada nuestra independencia. En cuanto a las corrientes de influencias subsidiarias que de ella se derivaron, sí llegaron a ejercerse y por lo mismo ame- ritan que las consideremos por separado. b. ha comente de vitalismo derivada de Haller. Las obras de Bicbat empezaron a llegar a México ya bien corridos los tres primeros lustros del Siglo XIX, puesto que don José Agustín Arellano (que luego fué profesor agregado de Fi- siología en el Establecimiento de Ciencias Médicas, desde 1850 basta el año de su muerte), defendió como una novedad, en su “Acto” para optar el grado de Bachiller en Medicina (21 de abril de 1819), los dos tomos de investigaciones fisiológicas de Bicbat (Flores, t. iii, p. 737). Bicbat consideraba que los fenómenos fisiológicos poseen particularidades que obligan a separarlos radicalmente de los que estudian los físicos, y estimaba que tales particularidades 128 LA FISIOLOGIA EN MEXICO estaban condicionadas por las edades vitales o inmanen- tes de la substancia viviente, cuya existencia, añadía, es posi- ble comprobar, pero no se puede explicar. Sin embarco, decla- raba que tales propiedades tienen por asiento a unos 21 "te- jidos” o "membranas” de que consideraba que están constitui- dos los diversos órganos. En una época en la que todavía no se demostraba que estuviesen constituidos los tejidos por cé- lulas de funciones semejantes, necesariamente tuvo que distin- guirlos valiéndose de sus caracteres más toscos y de abí que el número de sus tipos nos parezca boy tan grande. Por este camino llegó Bicbat a la idea genial de que la vi- da del individuo es la resultante de la combinación y ajuste re- cíproco de las vidas elementales de los tejidos de que está for- mado. La situación que ocupa Bicbat en la historia de la fisiología científica, se encuentra precisamente en el punto en que se to- can y separan dos épocas. Las raíces de su ideología se nutren en pleno Siglo XVIII, en las enseñanzas vitalistas de Haller y de Morgagni, de las que se deriva su tesis más general de que los fenómenos de la vida resultan del conflicto entre las "fuer- zas vitales por una parte y las fuerzas físico-químicas por otra. Las consideraba antagónicas, de suerte que al desaparecer las primeras, las segundas triunfarían, produciéndose la muerte. De no baber muerto tan tempranamente, es muy probable que él mismo bubiera llegado a desechar los conceptos de este orden, que en mucho opacan el brillo de su obra. En cambio, la enunciación de su tesis abrió de par en par las puertas de los nuevos caminos para el análisis de los fenó- menos fisiológicos y constituyo por si sola un programa de tra- bajos para el siglo XIX. El mismo Bicbat, en su entusiasmo juvenil, trató de iniciarlo y de cubrir el inmenso campo de las investigaciones particulares cuyo desenvolvimiento ha necesi- 129 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO tado Kasta la feclia y seguirá requiriendo para el futuro la co- operación de numerosos investigadores. Naturalmente, se ex- travió tomando con frecuencia por sendas torcidas. Pero esto no lo notaron sus admiradores inmediatos, que más que por sus laboriosos intentos por definir los caracteres de los diversos te- jidos, se sintieron deslumbrados por las partes más especiosas y descarnantes de sus escritos, particularmente por su defini- ción — mera petición de principio — , de que la vida es la suma de las fuerzas que resisten a la muerte , Pero precisamente por su vitalismo fue por lo que la anti- gua Facultad dió entrada a Bicbat : su doctrina era la que me- jor armonizaba con su tradición, subordinada al dictado de las autoridades eclesiásticas. Por la misma razón, durante los últimos años de la Antigua Facultad se escogieron para consulta y aun quizá como libros de texto, obras de autores cuyo vitalismo fuese inequívoco, aun cuando su nivel fuese inferior al de Bichat. Una de tales obras fue la primera edición elemental (1801) del Barón Ricberand, que bacia 1821 defendió en un acto público don José M. Benítez, que luego fue médico distinguido (Flores, t. ii. p. 115). Se lee en el prefacio de dicba obra, que el autor declaraba al mayor número de los fenómenos del organismo in- explicable por las leyes de la física. . • ; muy lejano el día en que pudiesen Uegar a ser desterradas de la fisiología las teo- rías fundadas en la suposición de una fuerza vital, y aun du- doso que algún día se las llegase a derribar, si alguna vez se llegaba a descubrir cómo son modificadas en los cuerpos orga- nizados las leyes generales de la naturaleza, para dar nacimien to al singular fenómeno de la vida’ (Ricberand, 1833). Otra de las obras empleadas íué la de Adelon, quien en el prefacio de su primera edición (1823), bacía la siguiente infeliz pintura "'de las cosas de las cuales se ocupa y sólo debe ocu 130 LA FISIOLOGIA EN MEXICO parse el fisiólogo : evitando toda investigación sobre el alma, pero recibiendo desde luego la noción de su existencia, sólo debe ocuparse de las condiciones orgánicas que durante la vida te- rrestre bacen posible la manifestación de los actos intelectuales y morales y que contienen en sí las variaciones que estos actos presentan ; feliz de ver que su ciencia le confirma lo que por otra parte se le dice sobre la dignidad del bombre y sobre su más alta vocación. El lector verá — prosigue — que atento a en- cerrarme dentro de la esfera de mis trabajos, rindo sin embargo en toda ella homenaje a las verdades religiosas y morales sobre las cuales reposa la primera garantía del estado social” (Ade- lon, 1823). En su segunda edición (1829), queriendo demostrar que no “pasaba en silencio ninguna de las tentativas por las cua- les se babía tratado de referir los fenómenos de la economía animal a las leyes de la física y de la química generales”, decla- raba que “babía expuesto particularmente las experiencias por las cuales M. Barry babía querido referir la absorción y la circu- lación venosa a la pesantez del aire atmosférico, así como las ideas según las cuales babía intentado M. Dutrocbet referir la acción nerviosa y en consecuencia la vida, a la electricidad” (Adelon, 1829). Con tan infortunados intentos a la vista, es explicable que este autor baya considerado que era “imposible relacionar con las leyes físicas ninguno de los diversos actos vitales . La adopción de este vitalismo, con el cual la Antigua Fa- cultad mejor defendía las tradiciones de sus primeros siglos de vida y su obstinado cerrar de OJOS a los primeros destellos de la nueva ciencia, bizo que la enseñanza de la fisiología fuera quizá la que más se resintiera del bajo nivel en que se mantu- vieron loa estudios médicos en la Antigua Universidad basta el momento de su clausura. Las lecciones dadas en las diversas cátedras eran escasas 131 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO y "'jamás componían un curso completo” (J. Ferrer Espejo, cit. por Flores, t. ii, p. 140). Pero las de fisiología, que seguían siendo dadas en latín del siglo XII, llegaron a estar a cargo de algún maestro "que no entendía el texto que explicaba (Ma- nuel Carpió, cit. por Flores, t. ii. p. 139). c. Influencias sohre la jtráctica médica. Las ideas de Haller tuvieron repercusión sobre la medici- na de los años subsecuentes, particularmente en Escocia. 1 . Cunen En primer lugar inspiraron a W. Cullen (1710-90), de Edim- burgo, la doctrina de que todas las enfermedades son en último término alteraciones de la ""fuerza o principio nervioso que da el tono a todos los órganos . Su libro First Fines on the Prac- tice of Physic” (1776-84) despertó interés desde muy tempra- no en la Nueva España, pues Alzate en su Gaceta del 4 de agosto de 1788 da, como noticia importante, la de la publica- ción de la traducción francesa de Pinel, ""para que los que co- mercian en libros, o los que tienen correspondencias de Lite- ratura, procuren pase los mares producción que según se pro mete, es tan benéfica (Alzate, 1788), y luego, en las de 24 de mayo y 8 de junio de 1790, agregó diversas noticias ""acerca de ese famoso médico y los demás profesores distinguidos, que en el día tienen tan ilustrada la escuela médica de Edimburgo”. Cullen también fué autor de un pequeño manual de fisio- logía, cuya traducción francesa era a veces consultada, bacía fines del siglo, por los estudiantes de la Antigua Facultad (Cu- llen, 1785). 132 LA FISIOLOGIA EN MEXICO 2 . Brown Jokn Brown (1735-88) fué otro singfular escocés que aun- que en un principio se íormó al lado de Cullen, poco a poco fué divergiendo de opinión Kasta llegar a emitir una nueva teoría, que publicó en sus Elementa medicinae (1780). Para él, los fenómenos de la vida en general resultan y se mantienen por la acción sobre los músculos y los nervios, de excitantes que procederían tanto del mundo exterior como del interior del cuer- po, y la enfermedad tiene como factor decisivo para su pro- ducción, no la fuerza nerviosa, sino la acción de algún excitan- te. Mientras los excitantes sólo varían dentro de límites nor- males, las reacciones del organismo son normales y resulta lai salud. Pero si los excitantes son demasiado fuertes, como los. venenos, las “materias contagiosas”, las temperaturas elevadas; y los afectos violentos, aparece la enfermedad, cosa que igual- mente sucede cuando son demasiado débiles y no alcanzan la intensidad requerida para que la vida se mantenga, como creía que acaecía cuando baja la temperatura o se ban sufrido san- grías. En consecuencia, consideraba que las enfermedades que- daban divididas en dos grandes grupos, uno con las de signo positivo, atribuidas a la acción de excitantes fuertes (enferme- dades esténicas”), y otro con las de signo negativo (enfer- medades “asténicas”) debidas a los excitantes débiles. Consi- deraba que la enfermedad empezaba localmente por el órgano primeramente afectado por el excitante, para difundir de abí a todo el organismo ; pero también admitía la posibilidad del pro- ceso inverso. De cualquier modo, importaba determinarlo, pa- ra que el tratamiento fuese local en el primer caso y general en el segundo. Considerando, además, que el tratamiento de- bería obrar directamente en contra de las causas, Brown pro- curaba “debilitar” los excitantes demasiado fuertes por los de- primentes (opio) y “aumentar los muy débiles por medio de 133 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO los estimulantes (alcoliol). En el curso de experiencias m J>ro- Jna ■persona que acabaron por matarle, se propinó increíbles do- sis de alcohol que le produjeron “excitaciones ’’ intensas que le llevaron a cometer desaguisados que hicieron que diera repe- tidamente con sus huesos en la cárcel. Es innegable que la nueva doctrina constituyó un verdade- To progreso porque en vez de estar basada en un exagerado ex- clusivismo físico, químico, humorista o solidista, se apoyaba en •conceptos entonces modernos de fisiología, que hacía fructífe- ros para la patología. Su defecto consistió en haber dejado en “un plano enteramente secundario el papel que corresponde a das reacciones provocadas por los excitantes. De todas suertes, la doctrina de Brown ej'erció una influen- :\V. CLAUDE BERNARD (1813-1878) JOSE JOAQUIN IZQUIERDO vientes están ligadas a la existencia de determinados fenóme- nos físico-químicos que vienen a ser las condiciones fundamen- tales para que tengan lugar los primeros. Insistía muy particu- larmente en que puesto que tanto los fenómenos naturales que ocurren en los cuerpos vivientes como los que se observan en los no vivientes, dependen de ciertas condiciones, lo que la in- vestigación científica debe proponerse descubrir, es qué clase de conexiones existen entre tales condiciones y ambas categorías de fenómenos. Sus propias palabras fueron, resumidas, las si- guientes : ^'Tanto en los estudios biológicos como en los físico- químicos, el investigador se encuentra frente a una doble sene de condiciones : por una parte, debe considerar al cuerpo en que ocurren los fenómenos ; por otra, a las circunstancias o "^'me- dio , debido a las cuales son determinados los fenómenos. Es posible bacer la doble determinación rigurosa de ambas senes gracias a que la materia carece de espontaneidad y a que con igual grado de limitación pueden lograrse conocimientos acerca de cada una de ellas, pero para llegar a encontrar el “deter- minismo de los fenómenos, es preciso reducir a éstos a las condiciones más definidas y simples posibles. El fisiólogo ex- perimental no sabe ni de espiritualismo ni de materialismo : ta- les palabras pertenecen a una filosofía gastada. Ni conocemos ni llegaremos a conocer al espíritu ni a la materia. Las prime- ras causas no pertenecen al dominio de la ciencia ; siempre es- tarán más allá de nuestro alcance, que tengamos que ver con cuerpos vivientes o con no vivientes. El verdadero método ex- perimental no tiene que ver con la investigación quimérica del principio vital” ; no bay fuerza vital, como tampoco existe una fuerza mineral, o si se prefiere expresarlo así, la una existe tanto como la otra”. En suma, Bernard dejaba establecido que la tarea del fi- siólogo debía consistir en valerse de los medios físicos y quí- 160 LA FISIOLOGIA EN MEXICO micos para llevar a cabo un análisis vigoroso y preciso de los fenómenos fisiológicos. Tal análisis debería ser ejecutado, ya fuese por simple observación o también por esa "observación provocada" que lleva el nombre de experimento. Con la muerte de Bernard, acaecida a principios de 1878, termina también el período durante el cual el pensamiento fi- siológico francés alcanzó preeminencia directiva sobre la fisiolo- gía de los demás países. Paul Bert (1830-86), el discípulo pre- dilecto de Bernard, que le sucedió en la cátedra de la Sorbonne, cuyo mejor trabajo fué su obra “La Préssion harométrique" (1878) en la que coleccionó una serie de ensayos dispersos so- bre los gases de la sangre, la enfermedad de los buzos y los efectos tóxicos del oxígeno bajo presión, trocó la brillante ca- rrera científica que le esperaba, por la de la política, en la que actuó obsesionado por un radicalismo y un anticlericalismo fe- roces. Willy Kübne (1837-1900), otro de sus discípulos, profesor en Amsterdam (1868-71) y en Heidelberg (1871-1900), aunque autor de trabajos apreciables sobre los órganos de los sentidos y diversas secreciones digestivas, no llego a ejercer influencias especiales en el terreno de su ciencia. El cetro directivo pasaba de modo exclusivo a Leipzig, en donde desde doce años antes empezaba a compartirlo un pro- fesor que, además de su altísima eminencia, estaba en contacto con numerosos alumnos de muy diversos países, que luego al regresar a ellos, habían de ir a fundar nuevas escuelas fisioló- gicas y a realizar importantes progresos en los diferentes depar- tamentos de su ciencia. REFERENCIAS Bernard, Cl. 1855-56. Legons de Physiologie ex^érimentale, aj^Equée á la Médecine, 2 tomos. París. Bailliere. 161 JOSE J O A Q V I N IZQUIERDO Bernard, CI. 1857. Legons sur les effects des suhstances toxiques et mé- dicamenteuses. París. Bailliere et fils. Bernard, CI. 1858. Lecons sur la •Jhysiologie et la •Jathol ogi e du systeme nerveux, 2 volúmenes. París. Bailliere. Bernard, Cl. 1859. Le£ons sur les •JroJrietés ■Jhysiologiques et les altera- tions ^athol ogiques des liquides de T organisme. 2 tomos. París. Bailliere. Bernard, Cl. 18S5. Introduction a T étude de la 7*1 édecine exjiérimental e. París. Bailliere. Bert, P. 1878. La ^réssion harométnque. Masson, París. Flores, F. A. 1888. Historia de la Hedí ciña en Tdéxico. iii. Foster, M. 1899. Claude Bernard. Fisher Unwin. London. Garrison, F. H. 1917. An Introduction to the History of Hedicine. Saun- ders, Philadelphia and London. History of the Harvard 7*Iedical School from 1782-1906, p. 87. Boston. 1906. Mora, J. M. L. 1837. Obras sueltas. México. Magendie, F. 1837. Legón sur les fihenom'enes filiysiques de la vie, p. 43. París, J. Auge et Cié. Müller, J. 1833. Handhuch der PKysiologie des 7*Ienscli sri, Coblenz, Rangel, N. 1931. Proemio de su versión paleográfica de la Crónica de la Real y Pontificia Universidad de México, del Bachiller de la Plaza y Jaén. México. Sharpey-Schafer, E. 1927. History of the Physiological Society dunng its First Fifty Years (1876-1926). Cambridge Univ. Press. E. íí. 1927, i4 C^TitiiTy of PTtysioloyy in Umversity College. Univ. of London Press. B. DON MANUEL CARPIO Don Manuel Carpió (1791-1860), primer Profesor de Fisio- log ía de la Nueva Facultad, es conocido de la posteridad, más que como médico y como fisiólogo, por su talento poético que merecidamente le conquistó lugar insigne entre nuestros clási- cos. Pero no viene al caso ni hace falta analizar en este lugar su personalidad literaria, que es de la que más se han ocupado sus biógrafos. Lo que más cuadra a nuestros fines es considerar su actuación como profesor de fisiología, que es la que hasta 162 LA FISIOLOGIA EN MEXICO lioy ha sido menos estudiada. Sin embargo, antes de intentar bosquejarla, para el mejor logro de nuestros ímes empezaremos por perfilar un aspecto importante de su personalidad como médico. a. El médico. Quienes le conocieron atestiguaron que en Carpió brillaban las cualidades del sagaz y profundo observador clínico (Couto, 1883). Mucho han de haber contribuido a que se fortaleciera en ellas sus repetidas lecturas y meditaciones sobre los aforis- mos de Hipócrates, por los cuales sintió admiración que lo llevó a traducirlos al castellano (Carpió, 1823). De esta admiración debe de haberse derivado también su afición por Sydenham, ■que como antes vimos (p. 121), dos siglos antes había fomen- tado entre los médicos Is vuelta a los métodos hipocraticos de observación. Gracias a estas bases y a su cultura de profesor de fisiología. Carpió se echo a cuestas la tarea de combatir las ■exageraciones de la teoría brunoniana, que como pesado lastre seguía dominando a sus contemporáneos, en una época en que ya había acabado por ser desechada en Europa (vease lo dicho on la pág. 134). Por lo mismo, también fué él quien se ocupó de combatir la modificación de la teoría neobrunoniana enun- ciada por Broussais, el ex soldado que paso de las filas de la tropa a las de los médicos con sus métodos napoleónicos y su terapéutica sanguinaria”. Precisamente por su engañoso título de “teoría fisiológica de las enfermedades”, quien resultó más autorizado para refutarla fué nuestro primer profesor de fi- siología. Lo hizo con infatigable constancia durante no pocos años y cuando al fin se convenció de lo inútil que resultaba su es- fuerzo, lanzó sus ingeniosos y conocidos epigramas : 163 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Método de nuestros días. Luego que un mal asoma : Agua de malvas y goma. Sanguijuelas y sangrías Y que el enfermo no coma. A mí me duelen las muelas ; Mi hijo tiene tabardillo. Papá se quebró un tobillo. — Pues a todos, sanguijuelas. Pero pasemos ya a ocuparnos de las actividades de Carpió en los terrenos de la fisiología. b. El maestro^ Que desde temprano sintióse Carpió atraído por las cuestio- nes fisiológicas, lo demuestra el que siendo todavía estudiante en el Hospital de San Pedro, de Puebla, sustentara en el seno de una Academia de estudios que había fundado con sus com- pañeros, un “Acto" de fisiología que llamó mucho la atención por lo desusadas que entonces eran las conferencias sobre asun- tos de esa índole. Cuando llegó a maestro, Bichat y Magendie fueron sus grandes inspiradores, sobre todo el segundo. Juan Müller y el brillante grupo de investigadores que entonces trabajaba en Alemania, no ejercieron sobre Carpió ni sobre su cátedra in- fluencia apreciable, sin que haya que pensar que tal falta de influencia haya sido debida a la dificultad de leerlo en su idio- ma original, puesto que en los cuarentas y cincuentas llegaron al país dos ediciones francesas del tratado del Maestro (Müller, 1845, 1851). La influencia de Bernard, cuyas principales proe- zas ya estaban realizadas antes de la muerte de Carpió (1860), tampoco le alcanzó, quizá porque ya para entonces su espíritu estaba cansado. 164 DON MANUEL CARPIO Profesor de 1833 a 1860. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO De acuerdo con la costumbre del tiempo, su curso íué siem- pre esencialmente teórico y se ajustó estrictamente a los textos adoptados para servirle de base. De 1833 a 1854 se tomaron como tales diferentes ediciones de la obra de Magendie (Ma- gendie, 1833), De 1854 a 1860 se tomó la de Beraud (Beraud, 1853), obra en la cual, por Haber sido hecba por un ayudante de anatomía de la Facultad de París, que en el prefacio se con- fesaba ''guiado e inspirado por uno de los más grandes anato- mistas de la época, Mr. Charles Robín”, campeaba un criterio fisiológico notoriamente inferior al de las obras de Magendie. Es lamentable que, quizá por los pasajes obscuros que encie- ira el Handhuch de Müller, no se Hubiese apreciado debida- mente el más alto nivel general de sus ediciones de la época. Con tomar como texto alguna de las traducciones francesas, o la que circulaba en español desde 1846, es evidente que se Ha- bría elevado el nivel de la cátedra. Por añadidura, mientras que el libro de Magendie contenía algunas figuras (aunque no de gran importancia para aclarar las cuestiones fisiológicas), el de Beraud carecía por completo de ilustraciones y de gráficas, que tanto ayudan para la claridad de las exposiciones. De las cualidades de Carpió como profesor, nos Han deja- do información sus contemporáneos. Couto nos dice que ' la buena lógica y la atenta observación eran su único peso y su única medida para creer y para decidir ; y que no bastaba nin- gún género de arreos, ningún artificio de raciocinio o exposi- ción para alucinarlo”. Añádase a esto “la precisión de ideas, la solidez de juicio, la claridad de exposición, la animación de estilo y la brillantez de colorido con que alguna vez sabía en- galanarlas” (Couto), y casi no vacilaremos en reconocer en Car- pió el tipo de profesor romántico y fuertemente literario que no sólo entre nosotros sino en todas partes Ha precedido al tipo más moderno del sabio profesor universitario. 166 LA FISIOLOGIA EN MEXICO c. El investigador. A pesar de la grande y no interrumpida admiración de Car- pió por ese investigador infatigable que fué Magendie, la in- fluencia de éste no alcanzó a hacerlo entrar por el mismo ca- mino de la investigación fisiológica. Como médico que fue, más que fisiólogo, supo ser el atento y cuidadoso observador clínico que ya tenemos pintado, pero nunca llego a inquietarle la solución experimental de algún problema fisiológico y solo por excepción se dedicó a comprobar por si mismo la descrip- ción de los fenómenos relatados por los autores o a repetir al- guna de las experiencias clasicas. Por eso resultan tan preci- sas las palabras con que nos lo describió Ortega, diciendonos que sólo fué un '^admirador del ilustre hlagendie que leía sus obras con avidez y lo seguía en sus descubrimientos, procuran- do vulgarizarlos entre sus discípulos (Ortega, 1860) . Sin embargo, el mismo Ortega nos dice que Carpió fue “uno de los que primero se ocuparon de los estudios micros- cópicos”, en una época en que apenas eran conocidos en Méxi- co, logrando que sus compañeros se interesaran en ellos. Flo- res (Flores, 1888, p. 481) asienta que a partir de 1839, Carpió hizo en su cátedra experiencias sobre animales vivos. De lo primero nada sabemos, puesto que Ortega no pone en claro la forma en que Carpió "se ocupó” de los estudios mi- croscópicos. Con relación a lo segundo, mucho me temo que sólo se tra- te de una afirmación a la ligera, como otras muchas que fácil- mente se descubren en la obra de Flores. Antes de que la Escuela llegara a quedar instalada en su edificio actual (1854), las penurias, vicisitudes y cambios fre- cuentes de local, hacen muy improbable tal versión. Aun des- pués de adquirido el edificio de la Inquisición, pasaron todavía 167 JOSE J O A Q V I N IZQUIERDO más de cuarenta años sin que llegara a contarse con un labo- ratorio de fisiología. Parece, sin embargo, que en los últimos años de su profesorado, por excepción y quizá fuera de la Es- cuela ensayó algunas experiencias. Don Manuel Soriano (1837- 1927), que siendo estudiante del segundo año de la carrera mé- dica (1855) sirvió de preparador a Carpió (véase León, 1922), me refirió haberle ayudado en algunos intentos para aclarar por el experimento, si, como lo admitía Magendie, el primer ruido cardíaco era debido al 'choque de catapulta ” de los ventrículos contra la pared torácica. El plan que Carpió se propuso se- guir, consistía en 'enganchar y retraer hacia atrás al corazón para alejarlo de la pared torácica y examinar entonces si el rui- do persistía”. No sé en qué forma haya podido lograrlo ni que- da constancia de los resultados que haya podido obtener, pero había otra forma más simple para averiguarlo, que era la de sencillamente poner a descubierto el corazón para auscultarlo. La verdad es que aunque en un principio la opinión de Magen- die (véase Magendie, 1836), pareció comprobada por un infor- me de la Comisión de Dublin de la Asociación Médica Britá- nica (1835) que refería que el primer ruido de un corazón pues- to al descubierto se refuerza cuando se le hace chocar contra una tablita, desde 1836, el Comité de Londres de la misma so- ciedad, tenía dadas las pruebas fundamentales de que entre las diversas causas del primer ruido, la muscular es la más impor- tante (véase Tigerstedt, 1921). d. Su filosofía científica. Pasemos a considerar, por último, la filosofía científica de El vitalismo en que cayó Bichat al hablar del conflicto en- tre las "fuerzas vitales” y las fuerzas físicas y químicas y el de 168 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Magendie cuando distinguía las dos categorías correspondien- tes de fenómenos fisiológicos, se sumaron muy efectivamente a las condiciones del medio en que vivió Carpió y a las suyas personales, para hacerle fatalmente vitalista. En efecto, nos ka sido descrito por otro de sus biógrafos, como un “espíritu fuerte y elevado que no se dejó extraviar por el materialismo, como lamentablemente lo hemos notado en algunos fisiólogos” (Berganzo, 1860). Como circunstancias favorables de la época, hay que tener presente el escaso nivel cultural y las fuertes influencias teo- cráticas que seguían perdurando después de la independencia de la Nueva España. Como factores personales, hay que to- mar en cuenta la educación eclesiástica de Carpió ; su religio- sidad profunda y sincera, que encontró noble expresión en mu- chos de sus versos y, aunque parezca sorprendente, también su carácter de médico, pues es un hecho indudable que el vita- lismo ha perdurado y sigue perdurando más entre los médicos que entre los cultivadores puros de las ciencias biológicas. Su religiosidad debe haber contribuido grandemente para hacerle desechar de antemano, y sin llegar a analizar muchas de las consecuencias de las incipientes conquistas biológicas logradas en su tiempo con la ayuda de la física y de la quí- mica, el que los “materialistas” de su época las utilizaran co- mo arma para combatir los dogmas eclesiásticos. Lo hacían por vía de reacción muy natural en contra de los seculares poderes tiranizantes que el dogmatismo eclesiástico había opuesto a la libre investigación de la Naturaleza, aun recurriendo a los me- dios de la violencia. Lo lamentable fué que, llevados por la tam- bién natural inercia de la reacción, los “materialistas” oposi- tores del dogmatismo eclesiástico llegaron a exageraciones que rápidamente dieron por resultado una nueva dogmática que en nada aventajaba a la que combatían (véase Kisch, 1933). 169 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Si Carpió hubiera estado despojado del prejuicio religio- so, su clara inteligencia le hubiera permitido separar de las ver- daderas conquistas que se iban logrando acerca de la materia viviente, las exageraciones desautorizadas a que llevaban los entusiasmos del primer momento, así como reconocer que tales exageraciones lo mismo podían tomar la íorma de ataques en- caminados a combatir los dogmas religiosos, que la de afirma- ciones baratas acerca de otras muchas cuestiones. Entre otros posibles ejemplos, quizá hubiera tropezado con el del famoso químico Moleschott (1822-1893), que por sus ideas “materia- listas” fue obligado a salir de Alemania. En el capítulo acerca de “habas, guisantes y lentejas’ de su obra “Liehre der JldJir- ungsmittel für das Volh” (Erlangen, 1853), Moleschott nos de- jó comentarios que Lewis (1924) ha declarado tan infortuna- dos como inmortales. Considerando que el cerebro no puede existir sin las grasas fosforadas, que pueden formarse con el fosforo contenido en la carne, en el pan y en los guisantes, u obtenerse ya formadas en los peces y en los huevos, declaraba : sin fósforo no hay pensamiento”. Sin embargo, no tenía razón para preferir al fósforo, entre otra multitud de compuestos y declararlo la quintaesencia del cerebro. Con igual verdad hu- biera podido decir ‘Ohne as ser Item Ciedanlte u “Ohns K.ochsaltz hem Gedanke” , puesto que lo mismo se suspendería el pensamiento al deshidratarse el cerebro, que al perder su cloruro de sodio o su fósforo. Burlándose de la idea popular a que bien pronto dieron lu- gar tales afirmaciones, de que los hombres de talento tenían mucho fósforo en el cerebro, Marh Twain escribía en 1875 a un novel escritor una respuesta en la que tomó graciosamente a las ballenas por peces: “Joven autor: Sí, es cierto que Agas- siz recomienda a los autores que coman pescado porque éste contiene fósforo y crea sesos. Hasta aquí, tiene usted razón. 170 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Pero en lo que no puedo ayudarle, al menos con certeza, es a decidir qué cantidad es la que usted necesita comer. Si la com- posición que me envía corresponde aproximadamente a su ren- dimiento medio, creo que de momento no necesitaría más que un par de ballenas. Aunque no de las más grandes, sino de las de talla media”. Después de estas consideraciones, resulta más compren- sible que el lado vitalista de Bicbat y de Magendie baya ejer- cido mayor iníluencia sobre Carpió que el de sus laboriosos in- tentos por definir los caracteres físicos y químicos de los órga- nos y de los tejidos. Entonces, como después, ban sido mucbo más numerosos los que encontraron mas tentadoras las partes más especiosas y descarnantes de sus trabajos y mayor deleite en la epigrámica definición de que la vida es la suma de las fuerzas que resisten a la muerte” — mera petición de princi- pio — , que los que supieron apreciar en todo su valor las par- tes en que procuraban sujetar todas las cuestiones posibles al experimento. REFERENCIAS Beraud, J. B. 1853. Manuel de Physiologie de f Aomme. Bailliere, Berganzo, M. y J. M. Marróqui. 1860. Biografía de Car^^o. En la fúnebre de Carpió. México. » tt- ^ ' ' Carpió, M. 1823. Aforismos y Pronósticos de Hipócrates. México. París. corona Oficina de don Mariano Ontiveros. • i .i j Couto, J. B. 1883. Biografía de Carfo. escrita a guisa de prologo de sus poesías. México. . ... , , , . Flores, F. A. 1888. Historia de la Medicina en México, iii. México. Garrison, F. H. 1917. History of Medicine. i \l Kiscb, B. 1933. Las Ciencias Naturales y el Concepto del Mundo. Versión española y Prefacio de J. J. Izquierdo. México, 64 pá^. ^ León, N. 1922. El Doctor Manuel 5. Soriano. Folleto de 10 pags. México. Imprenta Murguía. Lewis, F. T. 1924. Science. Ix, p. 333. Magendie, F. 1836. Précis élémentaire de Physiologie. París, ii. p. 396. 171 JOSE J O A Q V I N IZQVIERDO Müller, J. 1845 y 1851. Traducciones francesas de la 4* (1845) y 5^ (1848) ediciones alemanas. 2 vols. 8’. Jourdan-Littré. París. Müller, J. 1846. Tratado de fisiología. Traducido de la cuarta edición ale- mana y anotado por A. J. L. Jourdan y del francés al castellano por los Redactores del Tesoro de las Ciencias Médicas. Madrid. Imp. Lib. de Boix. 6 tomos en 12'', empastados en 4. Ortega, F. 1860. Discurso que forma parte de la corona fúnebre de Car- pió, p. 35. Tigerstedt, R. 1921. Die Physiologie des Kxeisl aufes. i. p. 55. C. DON IGNACIO AL VARADO a. Carrera científica. Desde muy temprano empezó a distinguirse en su carrera de médico don Ignacio Alvarado (1829-1904). Siendo todavía estudiante (1845-51) ganó un concurso para el puesto de pro- sector de anatomía (1850). Recién recibido, colaboró con su maestro Lucio en la formación de un interesante estudio sobre la lepra (Lucio y Alvarado, 1852). A la muerte de Carpió ganó con brillo (1861) la oposición abierta para cubrir la cátedra vacante de fisiología. Desde 1856 venía profesando igual cáte- dra en la Escuela de Medicina Veterinaria, y debe haberlo he- cho con lucidez puesto que uno de los alumnos más asiduos que tuvo en ella, fué nada menos que don Gabino Barreda (Ara- gón, 1933). En un principio, iniciado ya su curso de 1863, tuvo que dejarlo en el mes de mayo, al abandonar la capital acompañan- do al Presidente Juárez. En noviembre de ese año, la Gace- ta Oficial del llamado Imperio Mexicano (número 50) lo hizo aparecer entre los catedráticos de la Facultad de Medicina, pero de hecho nunca sirvió al efímero gobierno de Maximilia- no. En el Almanaque lmj>erial de 1866 ya sólo figuraba como catedrático ausente” (p, 335). Al triunfo de la República, Alvarado volvió a ocupar su cátedra el 19 de agosto de 1867. 172 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO b. Personalidad y filosofía científicas. Enorme es el contraste que se descubre entre la persona- lidad y la filosofía científicas del segundo profesor de fisiología de la Nueva Facultad y las de su antecesor. Como el mismo Alvarado lo refiere en uno de sus escritos (Alvarado, 1869), su espíritu se babía forjado en las lecturas de Comte, de Blainville, de Vircbow y de Bernard. Sus aficiones por Comte seguramente nacieron y se for- talecieron en el trato con nuestro gran sabio y educador don Gabino Barreda (1818-81), que se recibía de médico en el mis- mo año que Alvarado, al regresar de sus cuatro años en París. Ninguna otra ideología como la de Comte, relativa a la disci- plina mental a que debe ceñirse el sabio en general, hubiera sido entonces más fecunda para preparar al futuro profesor de fisiología : desechar todo lo metafísico ; apartarse de todo lo no comprobado ; desestimar toda afirmación desprovista de base y de toda generalización prematura ; emplear el método induc- tivo como instrumento de verificación del valor de todo aserto. Sabiendo el terreno tan bien preparado, sorprende ya me- nos descubrir que Bernard haya ejercido sobre Alvarado in- fluencia suficiente para mantenerle por toda su vida firmemen- te convencido de * la necesidad del uso del método experimen- tal en los estudios biológicos, especialmente en el estudio de la Medicina”. Lo que más contribuyó a fortalecerlo en tal filosofía fué que no se conformó, como muchos, con deleitarse con los re- sultados que otros obtienen con el método científico o con ma- nejarlo fantásticamente aplicándolo in mente a hechos relata- dos por segundas manos. Muy por el contrario, repitió cuida- dosamente los “bellísimos experimentos” de Bernard sobre el curare, “tanto para comprobar sus consecuencias como para 174 LA FISIOLOGIA EN MEXICO iniciarse en el método experimental y acostumbrarse a su modo de proceder (Alvarado, 1869). * Ya con los ojos bien abiertos acerca de los verdaderos cami- nos inquisitivos de la ciencia, reconoció la insuíiciencia de los métodos de pura observación pasiva que entonces privaban entre sus contemporáneos, como el de las estadísticas que se limi- tan a decirnos que a tales alteraciones de los oréanos, encon- tradas en el cadáver, corresponden tales signos durante la vida , o el de la simple y estéril inspección de las alteraciones en el cadáver. Reconoció que tales medios son de valor para el diagnóstico, pero no para una terapéutica verdaderamente científica. Vale la pena transcribir el párrafo con que da fin a su mencionada memoria de 1869 : Creo haber demostrado — decía— '^que la fisiología ha tenido y debe tener, en lo de adelante, por base, el método experimental; y como la patolo- gía, lo mismo que la fisiología no es más que un caso particular de la biología, debe forzosamente seguir el mismo camino ex- perimental, so pena de quedar estacionaria por mucho tiempo, con su carácter de empirismo que en muchas cuestiones tiene hoy”. Fácilmente se descubre en este párrafo la inspiración de Bernard. Diez años más tarde, se hace evidente en otro de sus tra bajos (Alvarado, 1879), que seguía converddo en apóstol de las mismas ideas. Declaraba allí que la medicina, considera a en su acepción más lata de “Biología dinámica patológica" y no en la restringida de “aplicación de ciertos conocimientos para curar las enfermedades”, es una ciencia y no un arte científico, y como tal no ha podido escaparse al movimiento general que siguen las ciencias, en virtud del cual se alejan día a día de la * Don José E. Mota, preparador de Alvarado en su clase de fisiolo- gía de la Escuela Veterinaria, dejo un relato incompleto de estos experi- mentos (Mota, 1870). Es más cabal la relación escrita por el mismo Alvarado desde 1869 y publicada basta 1872. 175 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO investigación de las causas primeras, deteniéndose en el estu- dio de las leyes a que están sujetos los fenómenos que son de su dominio En vista, no sólo de estas palabras, sino de la lectura ínte- gra de los escritos de Alvarado, no vacilo en reconocerlo como el precursor que durante los doce años de su profesorado en nuestra Escuela, estuvo semhrando en ella la ■Jrimera semilla de la medicina científica, que kabía recibido de los escritos del maestro cuyo rostro nunca vió : de Claudio Bernard. Ni sus contemporáneos ni muckos de los que en años sub- secuentes ocuparon la misma u otras cátedras de nuestra Fa- cultad se preocuparon por cuestiones de la altura de las que defendía Alvarado : de que mucko de empírico tenía la medi- cina ; de que más que una mera aplicación de ciertos conoci- mientos para curar, fuese una biología dinámica, y de que por lo mismo, la patología como caso particular de la fisiología, de- bería seguir el mismo camino experimental, so pena do quedar estacionaria. Después que dejó su cátedra, en no pocas ocasiones el dis- ciplinado pensar de Alvarado siguió poniendo orden en el caos. Así, cuando Carmona asombraba a los espíritus superficiales pretendiendo kaber descubierto el agente patógeno de la fiebre amarilla (1882), él fué quien principalmente inspiró el dicta- men de la comisión encargada de juzgarlo y quien en las largas discusiones que se siguieron, constantemente llamó al orden a Carmona, haciéndole ver que su fantasía era fruto de ligere- za y de falta de base científica (véase el tomo XIV de la Gace- ta Medica y las paginas 202 y 203 de este libro). c. Carácter en su enseñanza. Conocido el espíritu científico del maestro, fácil es ya for- marse idea de la elevación de criterio con que impartía sus en- 176 LA FISIOLOGIA EN MEXICO señanzas. Por desgracia, de acuerdo con la costumbre reinante, éstas fueron casi exclusivamente teóricas y tomando como base un libro de texto que durante todo el tiempo que dio la clase, fue el Tratado elemental de J. Béclard (1859, 1866 y 1870), que no era precisamente el más recomendable de la época. Ya el autor del artículo relativo a Béclard en el diccionario gran- de de Larousse (1865), lo había considerado “un manual bien escrito, pero que en realidad no daba sino una idea incompleta y por lo mismo inexacta del movimiento de la ciencia fisiológica de la época”. Sin embargo, parece que en algunos de sus cursos llevo a cabo senes de experiencias, como las mencionadas en la Escue- la de Medicina Veterinaria, de 1869. d. Álvarado como investigador de problemas fisiológicos. Con el convencimiento que Alvarado tenía acerca del valor de la investigación científica y lo bien enterado que estaba de cuáles eran y cómo se manejaban los instrumentos inquisitivos de que aquélla se vale, fué muy natural que se planteara la solu- ción de algunos problemas de orden fisiológico. Sin embargo, sus contribuciones originales relativas a ellos son escasas y al ser analizadas no vienen a ser ejecución fiel de los principios que tan bien conocía. Los asuntos a que se refieren son “la circulación de las paredes del corazón” y las “relaciones entre la circulación y la calorificación”. 1 . De la circulación en las paredes del corazón Alvarado no llegó a formar una comunicación acerca de este tema, pero su discípulo López Muñoz (1875) nos dejo un relato de los resultados a que aquel había llegado como conse- 177 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO cuencia de "disecciones y experimentaciones que Labia em- prendido”, cuya índole no precisa. Leyéndolo con cuidado se descubre que en vez de un verdadero trabajo experimental, se trata únicamente de una sene de inferencias exclusivamente basadas en becbos anatómicos gratuita e infundadamente in- terpretados con relación a la función. Suponía Alvarado — sin aducir pruebas — , "que durante la sístole del ventrículo izquier- do los orificios de las arterias cardíacas quedaban cubiertos por las dos válvulas sigmoideas de la aorta que están a su ni- vel” y apoyándose en esto, declaraba que "la circulación intra- ventricular se efectúa de manera intermitente, de un modo in- verso al de la generalidad de los órganos”, con lo que — agre- gaba — , ‘ ‘el principal motor del importante líquido sanguíneo, es el último en recibir la parte que le toca como órgano nutrible . Aparte de que tal afirmación, como enteramente desprovis- ta de toda base experimental, necesariamente tuvo que resul- tar falsa, es curioso descubrir que Alvarado, de la misma ma- nera que Brücke y que Kleefeld lo babían becbo antes (1845), estaba repitiendo, sin saberlo, argumentos y observaciones que ya babían llenado múltiples páginas de la literatura cardiológi- ca de dos siglos : desde 1689, J. Baptista Scaramucci planteó la doble hipótesis de que los vasos coronarios profundos resultan exprimidos durante la contracción de las fibras que los rodean y de que luego durante el diástole del corazón reciben sangre de la aorta. La hipótesis agregada, de que si el llenado de los vasos coronarios se hace en diástole es porque durante el sístole quedarían obturados por las válvulas semilunares, ya había si- do hecha por Stroem desde 1707 (véase Porter, 1898). 2 . De las relaciones entre la circulación y la calorificación Alvarado escribió esta memoria (Alvarado, 1879) cuando ya había dejado su cátedra. 178 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Teniendo presente que los íenómenos biológicos ""son co- rrelativos entre sí y se tienen mutuamente bajo su dependen- cia ” y que ""ya babían sido estudiadas las relaciones que más llaman la atención, se extrañaba de que apenas fueran conoci- erial {>ara el año de 1866, p. 334. México, Impta. de J. M. Lara. Alvarado, I. 1869. Ans. Soc. Humholt, i, p. 413 (1872). Alvarado, I. 1878. Gac. TÚéd. Uex., xiii, pp. 433 y 633. Alvarado, I, 1879. Gac, 7*1 éd. 7*1 éx., xiv, p. 405. Alvarado, I, 1897. "La fiehre amarilla en V eracruz' . México. Oficina Tipo^r. Sría. de Fomento. Aragón A. 1933. Diez retratos literarios de 7*Iédicos 7*IexJcanos eminen- tes. p. 13. Bérclard, J. 1859, 1866 y 1870. Traite el émentaire de ‘^hysiologie humaine. 3% 5^ y 6"* ediciones. Barcroft, J. y J, J. Izquierdo. 1931. Jour. of Physiol,, Ixxi, p. 364. Berthelot, C. y L. Péan de St. Gilíes. 1862. Anns. de Chimie et •¿¡hysique. Ixvi, p. lio. Blainville, D. de. 1829. Cours de Pliysiologie Genérale et Comliarée. 3 tomos. París. Rouen Freres. Cannon, W. B. 1926. The History of the Physiological Defiartment of the Harvard 7*ledical School. p. 1. Flores, Feo. A. 1888. Historia de la 7*Iedicina en 7*léxico, iii. Gaceta Oficial del Im-Jeno 7*lexicano, núm. 50, del 14 de nov. de 1863. Larousse, P. 1865. Grand Dietionnaire Universal dti XlXe siecle, tome 2e. 186 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Liceagfa, E. 1879. Instancia como Presidente de la Academia de Medicina, en el Archivo de la Secretaría de Educación Pública. Véase también Gac, Méd. Mex., xiv, pp. 15 y 401. Liebermeister, C. 1866. Deutsch, Arch, f. Khn Med., i, p. 465. López Muñoz, R. 1875. Gac, Méd, Mex,, x, pp. 128 y 246. Lorain, P. 1877. De la IT em^érature du Cor^s Humain et ses variations dans les diverses maladies, París a Tlmprimiere Nationale, 2 tomos. Lucio, R. e I. Alvarado. 1852. Opúsculo sobre el Mal de San Lázaro, o ele- fanciasis de los griegos, México, Imprenta Murguía. Mota, J. E. 1870. Lecciones de Alvarado. El P orvemr\ ii, p. 103. Porter, W. T. 1898. Am, Journ, Physiol,, i, p. 145. van’t Hoff, J. H. 1884. Etudes de dynamique cKymique, Amsterdam. D. DON MANUEL CARMONA Y VALLE A fines de 1866, habiendo pedido el doctor Lucio licencia para separarse temporalmente de su cátedra de patología inter- na, pasó a sustituirlo don Luis Hidalgo y Carpió (1818-79), que durante la ausencia del doctor Alvarado venia desempeñando, desde 1863 y con el cargo de profesor interino, la cátedra de fisio- logía. Para cubrir la vacante que así resultaba, en P de enero de 1867, don José Ignacio Durán invitó al doctor Carmona y Valle — que el año anterior había ganado por oposición el puesto de profesor adjunto — a que se hiciera cargo de la cátedra. Poco duró sirviéndola, porque el 19 de agosto del propio año, el mismo Director Durán le comunicaba que desde el día siguiente yolve ría a tomarla a su cargo el profesor propietario don Ignacio Al- varado (Archivo de la Facultad). A pesar de su tan breve paso por la cátedra, debemos ocu- parnos del doctor Carmona, porque aunque desgraciadamente sin vocación para ella, fué el primer médico mexicano que tra- bajó con un maestro europeo en asuntos de investigación fi- siológica; porque años después de haber servido la cátedra, lanzó una hipótesis acerca del mecanismo de la acomodación 187 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO del ojo, que por algunos años fue muy popular entre nuestros médicos, y finalmente, porque además nos ofrece otros aspec- tos como investigador de la transmisión de la sífilis en la va- cuna, precisamente en la época en que era profesor de fisiolo- gía (1867) y, más tarde (1882), como descubridor de un pre- tendido agente patógeno de la fiebre amarilla. a. Su asociación con Brown-Séquard. Al terminar don Manuel Carmena y Valle (1831-1902) sus estudios en la Facultad (1854), bizo un viaje a Europa con ob- jeto de mejorar sus conocimientos. Trabó amistad en París con Brown-Séquard (1817-94) —el futuro sucesor de Claudio Bernard en su cátedra de fisiolo- gía experimental del CoJIége de Trance — , quien ya por en- tonces babía alcanzado notoriedad por sus experiencias de sec- ción transversal y de bemisección de la médula (1849) ; por su descripción de la bemiplejia con anestesia cruzada (1850), que por cierto explicó de modo incorrecto, y por su demostración casi simultánea de las becbas independientemente por Ber- nard y por Waller, de que las fibras del simpático cervical, ade- más de su acción sobre la pupila, que ya era conocida, obran sobre los vasos sanguíneos (1852). En vista de estos diversos resultados y de que Budge (1853) babía demostrado que las fibras del simpático cervical proceden de la médula espinal, cuando Carmona conoció a Brown-Séquard lo encontró preocu- pado por averiguar cuál podría ser la influencia que correspon- día a la médula en la repartición del calor animal. En abril de 1855 Carmona llevó a cabo con Brown-Séquard cuatro experi- mentos encaminados a la resolución del problema, que sólo re- lató basta once años más tarde (Carmona y V., 1867) en la te- sis que escribió para entrar al concurso abierto en marzo de 1866 para optar a la plaza de profesor adjunto de fisiología. 188 DON MANUEL CARMONA Y VALLE Profesor en 1S67. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO No lian faltado quienes — como don Manuel Domíngfuez, el compañero de infancia y panegirista de Carmona — han afir- mado que la tesis en cuestión estuvo basada '"en sus estudios experimentales, llevados a buen término tanto en París, como en México ’’ (Domínguez, 1909), pero basta tomarse el trabajo de leerla para enterarse, por las propias palabras del autor, de que en ella sólo "entraba en algunos detalles y estudiaba más detenidamente los resultados de sus experiencias con Brown- Séquard”, de las cuales guardaba apuntes. La tesis de Carmona (1867) relata cuatro experiencias de hemisección de la médula cervical, practicadas en perros, y a propósito de cada una de ellas, consigna en forma tabulada los valores de diferentes temperaturas regionales antes y después de la hemisección experimental. En las dos primeras experien- cias, las observaciones termométricas fueron recogidas duran- te los diez y los cinco días que sobrevivieron, respectivamente, los animales en que fueron practicadas. Como al hacer la ne- cropsia de éstos se encontraron acentuadas lesiones infecto- purulentas, que en uno de ellos llegaban hasta el ventrículo la- teral derecho, que fué encontrado lleno de pus, en las otras dos experiencias, a fin de evitar las complicaciones inducidas por el estado patológico, sólo se hicieron tres observaciones repar- tidas en el curso del mismo día de la operación. Como resultado general se comprobaron temperaturas más elevadas en el lado correspondiente a la hemisección medular (véanse algunas de sus observaciones en la tabla facsímil ad- junta, fig. 40). El efecto era notable a pesar de que estando los músculos del mismo lado paralizados y privados de la fa- cultad de contraerse, esto tendía a producir un cambio en sen- tido opuesto. Como explicación de tales resultados, Carmona atribuyó la temperatura más elevada a la parálisis de las fibras simpáticas seccionadas. Nótese que en tal explicación Carmo- 190 LA FISIOLOGIA EN MEXICO PEEKO OPEEADO El BIA 6 BE ABKH. BIETE OBSEKVAaOEES. Doniisó la temp«ntara e& «1 Dt lodo iiqoiaido. * :miRÓ la tamperatura ea el lado dfiro:lio. l <'2 • Ifili ti Í« lin It ít E6 ca *> > •c g 5i| ll lí lí CB z» fl a - II! °l “ GrMloi u. 3r»do-* CtMlOl 3s. !c^a^Jo^ Pata anterior 6 IGj 2 ? H 4? 103 31 7- »» „ 2 J 1 0 | Codo'. 3 12 J U' s oa Oh 35 3? 5 7? lií 0 0 Axila 0 0 0 0 0 0 3J 3? i ii'5 2 0, Sétima costilla 0 Q 0 0 0 0 2J 5? \ 3? ^3 1 0 ' 2 T? 1 14 2? 6? 1 ; Región lombar 1 3 7? »» ” í }} u 8s 5 ? lí 34 21S 1 Ingle 2 1 6? i 7 ? 15 1 2 4 ? 1 y 1? 0 Muslo 3 2 5? i 7 ? 15 i 25 3? i lí 0 0 Articul. femoro-tilial '1 5í tt t» 3H i SJ 8? ¥■ 2 0 Pata posterior 4 Sñ 5? i oai 2 SJ 3 ? 2A ij 0 Cue'lh O : 8 1? 13 7 ? 4} 4 2J c» 1 24 U 0 2 8 1? 63 oa 2 5 4 ? 1 7? 3 1 2 ® ^ 1 Pro/undamt 5 6 1» B? SJ 1 i3 4? 1 * " lí 0 1 Párpados.^ 5 8J I? 3 ! 3? i!í 2 If. 5? J 6? ifl- 0 0 Narices ' 23 3“ 1 |<* V T* U C 0 0 0 0 0 0 0 fAÍ.V. ¡^"'rada 3 23 3“ Pl *2? 113 0 '0 0 0 0 0 0 0 ^«■Í'<»-\profundanit S 25 ií?|lí!:j - lá'o 0 0 0 0 0 0 Oj.O Si como en la esperie'ncia anterior, EumamoB la diferencia inddia do la tem- peratura, tendremos para el lado izquierdo un total de 53 -jW y pura el de- recho de 24 í J. V' íor consij^uientc, domija' el lado izquierdo al derecho en una temperatura igual S, 28 í So ve, pues, que la cunsccucncia es la misma que ea el caso anterior; d aaber; que «n ur loí en el eunl le hnya hecho la sección da una mitad de la medula espinal presenta una temperatura media mas elevada en el mismo lado que en el opuesto, 't. Si analizamos el cuadro en el que consta con detalle la temperatura de las difersas partes del animal, encontraremos que en las dos primeras observacior Fig. 40. Una de las tablas en que Carmona condensó las observaciones recogidas después de una hemisección medular (Carmona y Valle, 1867). na seguía — con Brown-Seqnard — la idea de que los nervios ejercían una acción directa, sobre las fuentes locales del calor de los tejidos. Es que por entonces las mentes de los investi- gadores estaban dominadas por esta idea. El mismo Bernard, que con sus descubrimientos tanto contribuyo al conocimiento 191 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO de los mecanismos vasomotores, jamás abandonó la opinión de pensar que la elevación de temperatura consecutiva a la sección de las fibras simpáticas era directa y no más bien explicable por el aumento de sangre circulante a través de los vasos. Como resultado de la oposición, la pl aza de catedrático ad- junto fue adjudicada a Carmona, que fue preferido al otro opo- sitor, don Rafael Lavista, cuya tesis también está publicada en la Gaceta Médica de México (1867). La tesis de Carmona fué publicada, precisamente cuando por invitación de don Ignacio Durán se bacía cargo de la cáte- dra en enero de 1867. Poco después de baber devuelto su cátedra a Alvarado, Carmona abandonó el campo de sus primeras aficiones que no satisfacían sus ideales médicos ” que eran los de ^estudiar en el nebuloso arte bipocrático el modo y manera de suavizar en lo posible, lo áspero de la cadena que arrastra la humanidad en su tránsito por la tierra” (Domínguez, 1909). En 1869 ganó por oposición la cátedra de clínica externa y en 1877 la trocó por la de clínica interna. b. Su filosofía científica. Algunos de los párrafos que sirven de introducción a la tesis de Carmona nos bacen ver cuál era la filosofía con la cual dictó sus enseñanzas el breve tiempo que las impartió : Aunque los elementos — escribía — de que se componen los seres vivientes pertenecen al reino mineral, la materia organi- zada dista mucbo de parecerse a la orgánica. . ., tanto, que no se concibe fácilmente cómo una substancia mineral puede venir a ser parte del organismo ”. Tal afirmación, lanzada a los trein- ta y ocbo años de que Wobler (1800-82), con bacer la síntesis de la urea sirviéndose de compuestos inorgánicos y sin inter- 192 LA FISIOLOGIA EN MEXICO vención de ninguna actividad vital, demostraba que no existen diferencias fundamentales entre la química de la vida y la de la naturaleza inanimada, nos indican desde luego la clase de vita- lista que era Carmona. Lo era como consecuencia muy natural de su filiación entu- siasta en el partido conservador de las más viejas tradiciones del pasado, que se oponía a las reformas políticas, educacionales y científicas que se venían realizando en el país. Es curiosa la participación que, movido por su entusiasmo, tomo en la solem- nísima manifestación con que su partido quiso significar su gran aprecio al sacerdote y político don Francisco Javier bJiranda, uno de los políticos que fueron a Miramar para ofrecer a Maxi- miliano la corona de México (3 de octubre de 1863), de quien dijo Sosa (1884) que no dejó pasar un día sin dar algún paso o bacer alguna tentativa en perjuicio del gobierno existente y que según don Agustín Rivera (p. 268), en sus cualidades físicas 1 morales (cutis color de pimienta, cabello crespo, cabeza er- guida, mirar arrogante y genio seno y audaz) mostraba al hom- bre de la raza negra”. Nada será mejor que transcribir fiel- mente la relación becba por don Agustín Rivera, de lo sucedido el 16 de febrero de 1864 : “El viático más notable que ba habido en la nación mexicana, fue el que tres Arzobispos y ocho Obis pos le administraron al doctor Francisco Javier Miranda. Desde el Sagrario basta la casa del enfermo en la calle de Jesús Mana, las calles estaban espléndidamente adornadas i llenas de gente. Llevó el viático el señor Obispo Covarrubias a pié, bajo palio y formaban la procesión los canónigos de la metropolitana, los canónigos de la colegiata de Guadalupe, otros muchos clérigos y monjes y la flor de la Sociedad de México, especialmente el marqués de Míontbolon, los miembros de la Junta Superior de Gobierno y los de la Asamblea de Notables, todos con hachas. 193 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO encendidas ; iban también en la procesión los colegiales del se- minario, vestidos de manto i beca i los alumnos de otros colegios. Detrás del palio iba una carroza tirada por írisones, cuyas rien- das llevaba el Dr. Manuel Carmona y Valle” (Rivera, 1890). c. Su liij>6tesis sohre el mecanismo de la acomodación. Aun cuando por tratarse de una hipótesis que no se íundó en la observación de becbos, se siente uno tentado a no anali- zarla, obligan a hacerlo, tanto la necesidad de justificar este juicio acerca de ella, como la gran estima en que fue tenida por sus contemporáneos. Todavía un cuarto de siglo después de que Carmona babía propuesto su hipótesis en 1871, un oculista y profesor de fisiología en la Facultad, escribía que llevaba vein- te años de enseñar a sus discípulos ”las excelencias de la teoría de Carmona, que lamentaba no fuera conocida por los fisiólogos europeos , pues con todo y ser difícil de refutar la teoría de Helmboltz, Carmona no se babía contentado con derribar ese edificio, respetado basta la actualidad por la mayoría de los fi- siólogos, sino que en sólidos cimientos babía levantado una nue- va teoría apenas entrevista por Tscberning” (Bandera, 1897) *. Para mejor juzgar de la hipótesis de Carmona, conviene recordar el estado que guardaba el problema cuando aquélla fué propuesta. De mucho tiempo atrás se venían afanando los fi- siólogos por sostener las opiniones más diversas acerca del me- canismo de la acomodación del ojo. Para algunos ésta ocurría sin necesidad de ningún cambio en los medios de refracción ; para otros, durante la visión de los objetos cercanos el ojo re- sultaría deformado por los músculos que lo mueven ; para no * La lectura de esta memoria, demuestra que Flores (iii, p. 487) pro- cedió con ligereza al atribuir al doctor Bandera una hipótesis acerca de esta cuestión. 194 LA FISIOLOGIA EN MEXICO pocos, la retracción pupilar que ocurre en la visión de cerca, representaba todo el mecanismo requerido ; babía quienes ba- cían consistir a éste en un cambio de curvatura de la cara an- terior de la córnea, y en íin, quienes preferían atribuirlo a des- plazamientos ejecutados bacía atrás y bacía adelante por el diafragma indiano, dependientes de las actividades del iris muscular. La verdadera naturaleza de los cambios que consti- tuyen la acomodación, ya entrevistos por Descartes (1637) y estudiados por Young (1801) y por Langenbeck (1849) quedó sólidamente establecida cuando el holandés Cramer comprobó (1851-52) los cambios de tamaño que experimentan durante el proceso las tres imágenes que se forman por reflexión en las superficies limitantes de los medios refrmgentes del ojo : la rec- ta y brillante que se forma sobre la superficie anterior de la cornea, que es la que desde bace mucbo representan los retra- tistas con una pincelada blanco-amarillenta que designan con el nombre de "'luz del ojo” ; la igualmente recta, pero menos brillante, que se forma sobre la cara anterior del cristalino, pri- meramente observada por Sánson, que erróneamente la inter- pretó como un indicio de catarata, y una tercera, descubierta por Purkinje, invertida y tan pálida, que apenas se la distingue, formada sobre la cara posterior del cristalino. Cuando Helmboltz (1854) inventó el oftalmómetro y por medio de él logró medir con toda precisión las curvaturas de los diferentes medios refrmgentes del ojo, el conocimiento de los cambios oculares de la acomodación adelantó considerable- mente : quedó demostrado que la curvatura de la córnea no va- ría durante la acomodación, pero que en cambio, las curvaturas del cristalino se abomban y al hacerlo mas grueso lo convierten ■en una lente de mayor poder convergente, apta para enfocar so- bre la retina los rayos procedentes de los objetos colocados den- tro del margen de acomodación. Con haber obtenido estos da- 195 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO tos, quedaba establecida la verdadera naturaleza de los cambios de la acomodación, pero faltaba por explicar cómo se producen. Tbomas Young y otros muchos habían tomado al cristalino por muscular, pero Brücke (1847) ya había puntualizado que sus elementos musculares sólo existen formando un anillo sobre la superficie externa de la parte anterior de la coroides (múscu- lo ciliar). A partir de tal estado de cosas, Helmholtz formuló su hipótesis de la acomodación que desde entonces se siguió acep- tando como verdadera (esquema A de la figura 41) : teniendo presente que el cristalino es un cuerpo elástico, encerrado den- tro de una cápsula cuyas caras, especialmente la anterior, se continúan en la periferia con la porción engrosada de la mem- brana hioloides (zónula de Zinn), consideró que en estado de reposo, la tensión ejercida por la zónula sobre toda la periferia de la cápsula, especialmente sobre su cara anterior, mantiene violentada la elasticidad del cristalino. Durante la visión de cerca, el músculo ciliar se contrae llevando hacia adelante los procesos ciliares, con lo cual la tensión de la membrana anterior resulta aliviada y deja que obre la elasticidad del cristalino, cuya cara anterior se abomba (acomodación). Al volver a mi- rar un objeto distante, el músculo ciliar se relaja y el cristalino vuelve a quedar aplastado por el restiramiento de su cápsula. La hipótesis de Carmona le fue inspirada por la lectura de un pequeño impreso publicado por Plicque y Blatin en París (1868). Hab ía leído en dicho folleto, que debajo de la cápsula del cristalino existía una 'capa de aspecto gomoso , de distri- bución especial, "compuesta de celdillas hechas poliédricas por compresión recíproca”, que "después de la muerte se disocian en razón de su delicadeza”, de tal suerte que, "cuando la des- composición cadavérica ha tenido tiempo de producirse, en su lugar no se encuentra otra cosa que un líquido (Carmona, 1871). Se había informado de que Plicque y Blatin, en vista de 196 Fig. 41. Esquemas comparativos de las hipótesis de Helmholtz (A); de Carmona (B) y de Tschemmg (C) acerca del mecanismo de la acomodación. (Las lineas delgadas indican las posiciones atribuidas al cuerpo ciliar, a la zónula y ai cristalino en el ojo que reposa. Las más gruesas, las correspondientes al estado de acomodación). JOSE JOAQUIN IZQUIERDO estos datos, comparaban el cristalino a "'una vejiga de haudru- che llena de agua, pero no distendida por el líquido Y ya con estos datos en mano tomados como seguros, entró en minucio- sas consideraciones anatómicas encaminadas a descubrir de qué manera el músculo ciliar podría llegar a hacer que la presión del contenido líquido del cristalino aumentara en grado sufi- ciente para hacer que su superficie se abombara y tomara du- rante la acomodación la forma que se le conoce. Nótese que no empezó por cerciorarse de si la comparación con la vejiga era apropiada, y que en vez de detenerse a comprobar si la estruc- tura de la lente era verdaderamente la de un líquido, ;n vivo, se limitó a declarar que no quería ocuparse de ello "porque lo llevaría muy lejos ”. En vista de las consideraciones anatómicas hechas, su hi- pótesis consistió (esquema B de la figura 41) en suponer 1, que la contracción del músculo ciliar hacía que se desalojaran hacia atrás los procesos ciliares y el ligamento suspensor del cristali- no, dando por resultado que los bordes de las cristaloides ante- rior y posterior resultaran aproximados en toda la periferie de la lente ; 2, que con tal acercamiento, ""la substancia gomosa y celular que rodea el núcleo cristaliniano era comprimida y obli- gada a abandonar la circunferencia, para ir a acumularse a otros sitios, particularmente ” hacia el polo anterior del cristalino, "en donde más abunda la substancia gomosa y en donde la elasti- cidad de la cristaloides anterior le permite más fácil acceso ” ; 3, que por la contracción del músculo ciliar se ampliaba la peri- feria de la cámara posterior, haciendo que se precipitara hacia eUa el humor acuoso, que dejaba tras de sí una baja de presión en la cámara anterior, favorable al abombamiento de la crista- loides anterior. Ahora bien, no obstante que Carmona declaró que su ""teo- ría — como él la llamaba — explicaba satisfactoriamente ""cier- 198 LA FISIOLOGIA EN MEXICO tos estados patológicos", lo cierto es que no ofreció prueba al- guna de su validez. Si Carmona se bubiera ocupado de estudiar más a fondo los datos que desdeñó y que verdaderamente eran los que más importaban, es decir, los relativos a las fibras cris- talmianas que, aunque de consistencia e índice de refrigencia va- riables, están unidas unas con otras por medio de un cemento y conservan constantemente su forma ^^rismática, gracias a lo cual mantienen la conocida estructura en "capas de cebolla , seguramente le bubiera parecido menos fácil suponer los marca- dos desalojamientos que atribuía a la substancia gomosa . Aparte de que Carmona no ofreció ninguna prueba que demos- trara que en la acomodación ocurren las cosas como el las pro- ponía, ya existían entonces becbos de observación suficientes para desechar sus suposiciones ; Beer, desde 1813-15 ya babía becbo notar que una aguja clavada en los procesos ciliares du- rante la acomodación se mueve en un sentido — de a a a ae la fig. 41-A — , que indica que aquéllos y la coroides se desplazan fiacia adelante, como lo propuso Helmboltz y no bacía atras, co- mo quería Carmona. Cuando Tscberning publico su hipótesis acerca de la^^acomo dación (1894), no faltó quien en México la encontrara da a la de Carmona, pero distante de poseer su perfección y apenas entrevista por Tscberning (Bandera, 1897). Sin em ar go, eran diferentes (compárense los esquemas B y C de la ig ra 41) : Tscberning también suponía el movimiento del cuerpo ciliar hacia atrás, pero creía que esto traía como consecuencia, no el alivio de tensión en la zónula, sino su restiramiento. Por efecto de la tracción así ejercida sobre toda la periferie del cris- talino, la curvatura de éste aumentaría en sus porciones centra- les y se aplanaría en las periféricas, es decir, aumentaría la con- vexidad del centro de la lente y disminuiría la de sus partes pe- riféricas (esquema C) i atribuía tal cambio de forma a la gran 199 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO consistencia del núcleo que no siendo deformable, haría salien- te en el centro de la lente, cuyo poder convergente resultaría así aumentado (mayor curvatura y mayor reírigencia del núcleo). Las porciones líquidas se desplazarían fácilmente hacia la pe- riíerie. Eran pues diferentes los mecanismos sugeridos por Car- mona y por Tschernmg. Sin embargo, fuera de algunas pequeñas analogías que fá- cilmente se descubren, coincidieron ambos autores en la común suposición fundamental de que el aumento de poder refringente del cristahno era un efecto directo de la energía de la contrac- ción del músculo ciliar, que comprime el contenido cristalinia- no y le hace abombar la cápsula (Carmona) o restira a ésta, de modo que sus porciones centrales se apliquen contra el núcleo (Tscherning). Ahora bien, hoy se cuenta ya con datos completamente ad- versos a tal suposición fundamental : las mediciones de Hart- ridge y de Yamada (1922) demuestran que en el gato la suma de los poderes convergentes de la córnea (40D) y del cristali- no (50D), aislados, es mayor que el del ojo intacto llevado al máximo de acomodación (80D) y que tal diferencia está de acuerdo con los cálculos de Helmholtz. En cambio, las ideas de Carmona y de Tscherning, lejos de prever tal diferencia, la harían esperar en sentido contrario. Por lo tanto, no tuvo fundamento la opinión de Bandera (1897) de que la tesis de Carmona 'refutaba victoriosamente la teoría de Helmholtz” y había derribado "el respetado edifi- * SI CIO , d. Sus experiencias sohre Ta trasmisión de la sífilis con la vacuna. Muy temprano, desde de Med icina la acalorada que se inició en nuestra Academia discusión que había de durar varios 200 LA FISIOLOGIA EN MEXICO años, acerca de la vacuna jenneriana, Carmona expresó clara- mente cuáles eran sus ideas. He aquí sus propias palabras (Car- mona, 1867a) : “lejos de haberse demostrado el principio de que no habrá peligro de dar la sííi lis con la vacuna, cuando se ten- ga cuidado de inocular solamente el virus y no la sangre que pueda dar la pústula, hay muchas razones y también hechos que demuestran lo contrario”. . . “debemos ser muy cautos y des- echar todo vacunííero en el que se tenga alguna sospecha de que existe en él la sífilis constitucional . En cambio, el doctor don Manuel Domínguez, su amigo y compañero desde la infancia hasta el final de los estudios mé- dicos, por más razones que se esgrimían en la Academia, no quería reconocer la realidad del peligro. Para convencerlo, Carmona decidió trasmitirle la sífilis, ya no con la linfa de al- gún vacunífero tan sólo sospechoso de sífilis constitucional, sino con la sangre de un sifilítico con activas e inconfundibles lesiones cutáneas. Para que mejor luzca la verdad, como relato de este memorable experimento de Carmona tomaremos el hecho públicamente y luego impreso en homenaje a Carmona por su admirada víctima (Domínguez, 1909) : En determina- do día — dice Domínguez — fui llevado a la garita de San Lá zaro, de la que era empleado un individuo sifilítico en segundo período, que se prestaba al experimento *. De la piel de dicha persona y por los territorios libres de la erupción pústulo crus tácea, que casi la cubría, se tomaba con la lanceta sangre, que luego con la misma lanceta se me trasmitía hasta por ocho pun- ciones en los brazos; siendo de ver entonces el empeño de Carmona, en que el instrumento estuviese bien cargado del li- quido que se me trasmitía. . . El resultado, por mi fortuna, fué * Es lamentatle que se confundiera tan desgraciadamente quién era en realidad sujeto en este experimento. [Nota del autor^. 201 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO completamente negativo ; y la jenneriana continúa dando sus beneficios”. Sin entrar a las consideraciones de ética a que el caso se presta, pasma enterarse de que Domínguez, en vez de criticar el proceder de Carmona, lo baya atribuido a ”un bien equilibrado cerebro, en el que ardía el fuego sagrado de la ciencia”, y luego baya añadido : "no solamente lo exculpo, sino que lo admiro y aplaudo su penosa resolución, pues comprendo que la balanza de su recto criterio inclinó su fiel hacia el platillo en que figura- ban los altos intereses de la humanidad y de la ciencia contra la humilde personalidad mía puesta en el otro platillo . Y el pasmo llega al paroxismo cuando se considera que esta expe- riencia de trasmisión de la sífilis, de cuyos resultados no dudaba Carmona, hecha ya no en un condenado a muerte sino en un amigo, haya sido explotada para justificarle un homenaje y un monumento ! No es este el único caso en que un grupo, por fa- vorecer sus intereses, menudea homenajes llenos de alabanzas y apreciaciones que a veces sólo al cabo de los años llegan a ser rectificadas en su verdadero valor. e. Sus estudios sohre la fiehre amarilla. En 1882 Carmona presentó a la Academia de Medicina (consúltese a este respecto todo el tomo XVII de su Gaceta) una memoria desprovista de toda base científica, en la que pre- tendía haber descubierto el germen patógeno de la fiebre ama- rilla. La recta disciplina científica de don Ignacio Alvarado le advirtió desde luego que se había apartado del camino inquisiti- vo de la ciencia: observación, hipótesis y demostración (p. 231). Carmona replicó que la observación era su única guía (p. 211) y ante las críticas de no haber seguido el camino ya demos- trado como bueno por Pasteur, volvió a contestar que *no había 202 LA FISIOLOGIA EN MEXICO ninguna analogía entre el organismo que estudiaba y los que habían sido objeto de los trabajos de Pasteur, para que se pre- tendiera que siguiera los mismos pasos de ese ilustre observa- dor” (p. 193). Dada esta norma de criterio, ya no parecerá extraño que Carmona reconociera como agente patógeno de la liebre amarilla a un microíito que había encontrado en las orinas ^envejecidas” de dos enfermos. Como consecuencia incontrastable del examen que antece- de, precisa reconocer que no es la personalidad científica de Carmona la que justifica el monumento que tiene levantado a inmediaciones del edificio de la Facultad. REFERENCIAS Alvarado, I. 1882. Gac. Méd, Méx., xvii en vanos lugares. Bandera, J. M. 1897. Gac. Méd. Méx., xxxiv, p. 54. Brown-Séquard, 1852. C. R. Soc. Biol., p. 168. Carmona y Valle, M. 1867a. Gac. Méd. Méx., iú, pp. 1, 25 y 40. Carmona y Valle, M. 1867b. Gac. Méd. Méx., vi, p. 266. Carmona y Valle, M. 1871. Gac. Méd. Méx., vi, p. 141. Carmona y Valle, M. 1882. Gac. Méd. Méx., xvii, consúltese todo el tomo. Domínguez, M. 1909. "La Escuela de Medicina”, xxiv, p. 180. Hartridge, H. y K. Yamada. 1922. Brit. Journ. O^hth., Lond., vi, p. 481. Helmholtz, H. v. 1867. Handbuch der ¿kysiologiscKe O^tik. Leipzig. Lavista, R. 1867. Gac. Méd. Méx., iii, p. 49. Me Kendrick, J. G. 1899. Hermann Ludxoig F erdinand von Helmholtz. London. _ , ce ' • Sosa, Feo. 1884. Biografías de Mexicanos distinguidos, p. 655. México. Tscherning, M. 1898. O'^tique Physiologjque, p. 167. París. Carre et Naud. 203 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO E. DON FRANCISCO ORTEGA Y SU TESIS SOBRE LOS NERVIOS DE LA GUSTACION Don Francisco Ortega y del Villar (1822-1886), que íué Profesor de Anatomía desde 1848 kasta su muerte, sirvió pasa- jeramente la cátedra de fisiología en 1848. Esto debe kaber contribuido grandemente para que luego normara su conducta como anatómico, en los términos que expresan sus propias pa- labras, cuando al referirse a las lecciones de que estaba encar- gado decía, años más tarde, que para bacer más fructuoso el estudio de la anatomía, le babía unido basta donde le babía sido posible el de la fisiología, dando en sus lecciones, después de la de scripción de cada órgano, una idea sucinta de la función que desempeña, que sirve de complemento a la parte anatómi- ca” (Ortega, 1898). Desde 1871 Ortega vino sosteniendo una tesis acerca de las vías seguidas por los nervios de la gustación. De la antigüedad de sus ideas queda constancia en el resumen que bizo de los trabajos de la Academia de Medicina — entonces Sociedad Mé- dica de México — , su primer Secretario don Eduardo Liceaga (véase Liceaga, 1871), para quien fué “grato ser el primero en publicarlas . La tesis siguió siendo profesada en la cátedra de Anatomía basta fines del siglo, pero no vino a ser publicada sino basta diez años después de la muerte de su autor, en las J'demonas del 2’^ Congreso Jdédico Van-Americano (1898). Si el solo becbo de tratarse de una tesis enseñada durante casi la tercera parte del primer siglo de vida de nuestra Nueva Facultad no fuere motivo suficiente para no pasarla en silencio, lo exijen además las ligeras apreciaciones que dejó acerca de ella el doctor F. A. Flores, en sxi Historia de la Jdedicma (t. iii). Se lee allí (p. 469), que se trataba “de una hipótesis evidente- mente falsa que nosotros y algunos compañeros nuestros, los 204 Fig. 42. Don Francisco Ortega, Profesor en 1848. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO primeros, tuvimos el honor de combatirle en la misma cátedra . . . y que el distinguido Profesor de Fisiología, doctor Bandera, tam- bién siempre refutó brillantemente”. Y en otro lugar (p. 487), que Ortega había fundado su hipótesis ”en hechos aislados que reunió de diferentes autores de Anatomía, pero para la que ni se emprendieron las necesarias disecciones ni se cuidaron de reunir los suficientes hechos para comprobarla”. Como vere- mos en seguida, tales juicios, movidos por pasión que se adivina, son a todas luces injustos. La memoria está muy desordenada y prolijamente escrita ; contiene no pocos gruesos errores, entre los cuales hay que con- tar la falsa comprensión de la doctrina de Müller de la especi- ficidad de los órganos de los sentidos, pero después de leerla con cuidado, me parece que en lo fundamental puede ser resu- mida como sigue : 1. Aunque sabía que Willis, Vesalio, Haller y otros mu- chos habían compartido con Galeno la sospecha de que el lingual fuese el nervio de las gustaciones, el conocimiento del hecho funcional relatado por Bernard — pero no aceptado por Magen- die — , de que la lesión pura del lingual hace a la lengua insen- sible a los piquetes pero no impide que siga siendo excitada por los sabores, fué lo que le sirvió de indicio para sospechar que tal nervio, en su calidad de rama del V par, es decir de un nervio de sensibilidad general, no podía ser el nervio del gusto. 2. Considerando que el glosofaríngeo (Müller) también "había sido destronado de su imperio sobre la gustación”, pen- só en el nervio intermediario de Wrisberg, que Longet conside- raba como el nervio motor de los músculos del martillo y del estribo y que hasta hacía poco había sido considerado como una raíz de sensibilidad general que formaba con el facial un par cranéano homólogo de los raquidianos, falsa suposición que Ber- nard acababa de echar por tierra, aunque para caer en el error 206 LA FISIOLOGIA EN MEXICO cié considerarlo como un ramo del simpático, originado en el bulbo. 3. En apoyo de su tesis, no sólo buscó Ortega datos sa- cados de la Anatomía — como injustamente dijeron sus críti- cos — sino también, según sus propias palabras : ^ bechos, expe- riencias fisiológicas y casos patológicos, consignados por los au- tores, que al estamparlos en sus obras, de ninguna manera Kan tenido la mira de demostrar lo que yo me propongo probar . Como datos anatómicos, bacía constar, ante todo, los de la anatomía comparada, que indican que el nervio de W^risberg es independiente del facial y posee un ganglio propio que es el ge- niculado, becbo que veía confirmado en las experiencias de avul- sión del facial llevadas a cabo por Bernard. Señalaba datos morfológicos que le llevaban a admitir que la cuerda del tambor es continuación del nervio de Wrisberg, admirándose de que Bernard, a pesar de reconocerlo, no bubiese considerado al se- gundo como nervio de la gustación, y esbozaba la sospecha de que ciertos ramos nerviosos recién descritos por Hirscbfeld en la base de la lengua, fuesen los que completaban con los tra- mos anteriores las vías de la gustación. Sabía que la cuerda se iba a unir con el lingual, pero reconocía que los medios pu- ramente anatómicos de su tiempo, eran impotentes para des- cubrir el camino seguido por las dos clases de fibras mezcla- das. En contra de que el V y el IX pares pudiesen ser consi- derados como los nervios de la gustación, citaba el becbo de que la sensibilidad gustativa se encuentra circunscrita a solo ciertas porciones de las áreas inervadas por el lingual, sin que el resto de las mucosas a las cuales se distribuyen el trigémino (labios, carrillos, encías y paladar) y el glosofaríngeo (base de la lengua e istmo de la fauces) fuesen sensibles a las substan- cias sápidas. En cuanto a experiencias, ciertamente Ortega no citaba nin- 207 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO guna m personal ni ajena, seguramente porque el problema de que trataba es de aquellos que, entre los que ofrecen los diver- sos órganos de los sentidos, menos se prestan a ser directamen- te investigados. Así que, aunque siempre ba sido posible para quienes pretenden resolver los problemas de la ciencia cómo- damente sentados en un sillón, dar con la clase de hechos in- ciertos relatados por otros, que más cuadran con los puntos de vista que sostienen, la verdad es que tal expediente ni siquiera podía ser intentado. Forzosamente Ortega tenía que circunscribirse a tomar en cuenta los resultados de las experiencias de supresión funcio- nal de los diferentes nervios en cuestión, realizadas de modo fortuito por la enfermedad. Adujo, desde luego, los seis casos de pérdida de sensibilidad general con conservación de la gus- tativa, comprobados por un observador tan justo como Bernard, a los que posteriormente se habían agregado otros semejantes. Citó, en seguida, los casos de pérdida de las funciones motoras del facial sin alteración de la gustación ; luego, los de pérdida, tanto de la sensibilidad general de la lengua, como de la gusta- tiva, consecutivos a las lesiones del lingual y, por último, los de pérdida exclusiva de la sensibilidad gustativa como conse- cuencia de las lesiones de la cuerda (en ciertos padecimientos del oído). La hipótesis de Ortega estuvo inspirada, pues, en hechos de observación morfológica de justeza satisfactoria para su épo- ca, pero además se apoyó en los resultados de los únicos he- chos de experimentación fortuita que entonces era posible to- mar en cuenta. Por eso hay que reconocer que aun hoy, des- pués de ulteriores progresos en el conocimiento de la anato- mía y de la fisiología de los pares craneanos, lo fundamental de la hipótesis de Ortega queda en pie, aunque sin su exclusivis- mo original. 208 LA FISIOLOGIA EN MEXICO En la actualidad ya no cabe duda de que las libras aferen- tes de la sensibilidad especial gustativa ingresan, en proporción por demás variable, principalmente a los troncos del facial y del glosofaríngeo y en mucha menor proporción al del vago (véanse Cushing, 1903; Wilson, 1905), para llegar, finalmente al tractus solitario. Las células de origen de las que ingresan al facial, que se encuentran en el ganglio geniculado (véase el esquema adjun- to, fig. 43), dan fibras periféricas que siguen la cuerda del tam- bor y el nervio lingual y van a terminar a las yemas gustativas del tercio posterior de la lengua, y fibras centrales que siguen por el intermediario y van a dar al tractus sohtarius. Es decir. 209 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO la vía sospediada por Ortega, está plenamente confirmada ; só- lo que no es la única. También al sistema de glosofaríngeo in- gresan fibras gustativas que tienen sus células somáticas en el ganglio petroso, de las cuales parten prolongaciones periféricas que van basta el tercio posterior de la lengua y prolongaciones centrales que van al núcleo del baz solitario. REFERENCIAS Cusliing, H. 1903. Johns Ho^lvns Hos'^. BuHetj-n, xiv, p. 17. Flores, F. A. 1886. Historia de la Tdedicina en Tdéxico, iii, México. Licea^a, E. 1870. Gac. Jdéd. jyléx., vi, p. 34. Ortega, F. 1898. 'Memorias del Segundo Congreso Médico Pan-Americano verificado en la ciudad de México en 1896. ii, p. 422. México. Ranson, S. ^V. 1920. The Anatomy of the Ne rvous System. W. B. Saunders, Pliiladelpliia and London. AVilson, J. G. 1905. Brain, xxviii, p. 339. 210 V.— LA ETAPA DE 1876 A 1910 ,|| OS setentas del siglo pasado señalan una épo- ca durante la cual, mientras en Europa acae- cían sucesos de consecuencias para el progre- so mundial de la fisiología, en nuestra Facul- tad tenían lugar simultáneamente otros cuyos efectos sobre la marcha de esta ciencia, aun- que por desgracia de carácter opuesto, habían de persistir por espacio de un tercio de siglo. Como consecuencia de los primeros, la fisiología progresó de modo extraordinario en Alemania. En Inglaterra inició sus trabajos el pequeño grupo de sabios que sentó las bases de las que arranca la importante escuela fisiológica inglesa de nuestros días. Los segundos dieron por resultado que Alvarado fuera se- parado de su cátedra en nuestra Facultad y que para sustituir- lo, se cerrara el paso a sus discípulos mejor preparados. Empezaremos por hacer un relato de los sucesos de impor- tancia mundial, a fin de que, una vez trazado a partir de ellos el cuadro general de las corrientes directivas de la fisiología durante este período, podamos apreciar los caminos elegidos y el paso con que fueron recorridos en nuestra Facultad. 211 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO A. LOS ORIGENES DEL PROGRESO DE LA FISIOLOGIA CONTEMPORANEA a. EJ movimiento fisiológico alemán. Hacia los setentas del siglo pasado, la fisiología alcanzó en Alemania límites muy superiores a los que guardaba en otros países y empezó a ejercer importante papel directivo sobre los futuros fisiólogos de otros países, que después de estudiar con sus grandes maestros regresaron a fundar y a impulsar en ellos nuevas y vigorosas escuelas. Tal resultado fué la consecuen- cia de dos categorías de factores : en primer lugar, de las infa- tigables tareas iniciadas desde mediados del siglo por la bri- llante falange de discípulos de J uan Müller ; en segundo lugar, de las importantes donaciones que para hacerlas posibles ofre- cieron a las Universidades multitud de potentados, por verda- dero amor a la ciencia o buscando simplemente su propia glo- rificación. 1. La Escuela de Juan Tdüller Los discípulos de Müller que más contribuyeron, no sólo al progreso de la fisiología, sino al de las ciencias médicas en ge- neral, fueron Helmholtz, Brüche, du Bois Reymond, Pflüger, Schwann, Henle, K.ólliher y His, y Virchow. A Hermann von Helmholtz (1821-94) se le debe conside- rar en primer término, porque con Bernard y con Ludwig com- pleta la trilogía de los más grandes fisiólogos de la segunda mi- tad del siglo XIX. Profesó sucesivamente la cátedra de fisiolo- gía en Kómgsberg (1849-1856) ; en Bonn (1856-o8) y en Hei- delberg (1858-71) y luego la de física en Berlín (1871-94). En cada uno de estos lugares de su residencia fue acumulando to- da una sene de valiosas contribuciones fisiológicas sobre la pro- 212 LA FISIOLOGIA EN MEXICO ducción de calor por los músculos ; la velocidad de los impulsos nerviosos ; los mecanismos de la acomodación y de la audición ; la óptica fisiológica y la invención del oftalmoscopio. De entre todas, en la que descansa su más alta fama UJ eher die Erhalt- ung der Kraft (1847)], es aquella en la cual desarrolló ideas que por lo pronto revolucionaron a la fisiología y en años sub- secuentes sirvieron de base para importantes trabajos. Rober- to Mayer y Joule ya Habían demostrado, independientemente, el principio de la conservación de la energía ; el primero con re- lación a los fenómenos fisiológicos y el segundo con relación a los físicos, pero Helmholtz le dió valor universal. E. W . von Brücke (1819-92), desde 1849 ocupó la cátedra de Viena y desarrolló allí importantes trabajos investigativos en diversos departamentos de su ciencia. E. du Bois Reymond (1818-96), que a la muerte del maes- tro (1858) le substituyó en la cátedra que luego conservó toda su vida, dirigió la instalación del palacial Instituto de Berlín (1877) y dejó muy distinguidos alumnos. Hizo avanzar consi derablemente la electrofisiologia, que prácticamente se 3 ba en el mismo estado en que la Habían dejado Galvani y Volta. Introdujo el empleo del excitante farádico por medio del carrete que lleva su nombre y realizo descubrimientos de importancia qon relación al músculo y al nervio. En terrenos de lo i o^ fleo, produjo su admirable conferencia acerca de los límit^^ e las Ciencias Naturales (1872) y sus "Siete Enigmas del Mun- do" (1880), obra en la que profesa abstención rígida de toda consideración relativa a las causas finales y a problemas e ^ índole de los de fuerza y materia; de los orígenes del movi- miento y de la vida ; del carácter finalista de los fenómenos na- turales, y de los orígenes de las sensaciones, de la pala ra o del libre albedrío. Resumía su opinión en sus muy recordadas palabras: Ignorahimus, Dubitemus. 213 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO E. W Pflüger (1829-1910) conservó Kasta su muerte la cá- tedra de Bonn, desde que la dejó Helmlioltz en 1859. En 1868 lundó los famosos “Pflüger s Archiv für die gesamte Physiolo- gie y en 1878 dirigió la construcción del nuevo Instituto. Lle- vó a cabo trabajos importantes sobre la respiración ; demostró que los tejidos, y no la sangre, como se creía, son el sitio de la respiración y dejó una importante memoria sobre el electroto- no (1859). Teodoro Schwann (1810-82), uno de los prosectores de Mü- 11er; Jacoho Henle (1809-85), discípulo favorito de Müller y el más grande de los histólogos alemanes ; Alhrech Kjólhher (1817-1905), maestro distinguidísimo primero en Züricb y lue- ngo en Würzburg, y Wilhelm His (1831-1904), connotado profe- sor de Anatomía en Basilea, a pesar de que fueron morfologis- tas también abordaron los problemas fisiológicos, principalmen- te desde el punto de vista de la estructura, pero siempre va- liéndose de la experimentación por los medios de la física y de la química. Sería imposible dejar de mencionar entre los discípulos de Müller a Rudolf Virchow (1821-1902), que aunque no fué fisió- logo, debió a su maestro la inspiración para el trabajo de toda su vida, sobre todo en asuntos de anatomía patológica, en los que tanto contribuyó al progreso de la medicina contemporánea. 2 . Ea Escuela de Eudwig En realidad, quien hacia los setentas alcanzaba en Alema- nia la altura tan preeminente que le tiene consagrado como el profesor de fisiología más grande que ha existido, no había si- do discípulo de Juan Müller sino que se había formado siguien- do su propio camino: era Karl Ludwig (1816-95). Se había gra- duado en Marburgo (1840) y después de haber sido profesor en su propia Universidad (1846-49) ; en Zürich (1849-55) y en 214 KARL LUDWIG (1816-9S) JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Viena, había pasado en 1865 a Leipzig, en donde íundó el cé- lebre Instituto al que habían de dar tanta fama los trabajos que allí desarrolló por espacio de treinta años (1865-95). Fu era de su libro de fisiología (1852-56) y de algunos cuantos trabajos, los que contienen sus descubrimientos más importantes son aquellos en que asoció su nombre con los de sus diferentes alumnos. Algunos de éstos, nos dice von Kries, no hacían más que sentarse en el umbral de la ventana mientras Ludwig y su fiel ayudante Salvenmoser ejecutaban todo el trabajo. Otros, aunque hacían las observaciones y entregaban el informe de sus resultados, se maravillaban de que poco después se los devol- viera Ludwig ya listo para la publicación y únicamente con su nombre. Al ocurrir esto a Lombard (de Harvard), éste le ar- güyó : “Esto no está bien : habéis escrito el artículo y vuestro nombre debe aparecer en el encabezado ’. Pero el maestro re- plicó: No, usted hizo el trabajo y a su crédito corresponde, pe- ro SI no ATuelve a hacer nada, la gente pensará que yo lo hice”. Sus laboratorios no eran ricos ni ostentosos, pero hasta po- co antes de su muerte estuvieron llenos de alumnos, que en to- tal pasaron de doscientos, procedentes de todos los países. El inmenso rendimiento que produjeron, que cubre todos los de- partamentos de la fisiología, con excepción de la del cerebro, formó hasta 1877 los famosos “ Arhehen aus der jihysiologis- chen AnstaTt zu (1866-77). Ludwig poseía una capacidad maravillosa para seleccionar temas que permitieran a sus alumnos buscar por sí mismos la solución, a fin de así realizar el doble propósito de formar in- vestigadores capaces y de desarrollar al mismo tiempo sus pro- pias ideas. Por lo general, él mismo delineaba el problema, incluyendo los detalles técnicos, en los que siempre se reveló maestro, y al final también escribía la monografía. Fué factor importantísimo para despertar y mantener el en- 216 LA FISIOLOGIA EN MEXICO tusiasmo de sus colaboradores, el que a su mente clarísima, a su extraordinaria sagacidad para analizar los fenómenos y a su maravillosa habilidad para inventar métodos, se adunasen la ín- dole más bondadosa, y una gran simplicidad de vida y de mi- ras. Kronecker decía que todos los que conocieron a Ludwig quedaban bajo la influencia de su encantadora personali dad” y Burdon Sanderson, que el que los jóvenes le conociesen sig- nificaba ”que por primera vez en sus vidas se ponían en con- tacto con un hombre extraordinariamente libre de miras egoís- tas y de ambiciones vanas ; que era escrupulosamente conscien- te de cuanto decía y hacía ; que solo aparentaba lo que real- mente era y que no tenía más propósito que el de hacer que su ciencia progresara”. Su método, como el de cualquier otro ver- dadero hombre de ciencia, consistía en observar, reflexionar, experimentar y volver a reflexionar. La misma llama en que lucían tan admirables cualidades ardió durante cincuenta años. Cuando ya septuagenario, toda- vía su presencia bastaba para alentar la producción de apre- ciables frutos, lo único que le causaba pena era pensar que pron- to tendría que marcharse, “cuando la cosa se estaba poniendo más interesante”. Es indisputable que hacia los setentas del siglo pasado el Instituto Fisiológico de Leipzig fué el centro de la actividad fi- siológica europea : en derredor de la saliente personalidad de Ludwig se destacaban, entre sus ayudantes, Kronecker, para la fisiología experimental ; Drechsel, para la química fisiológica, y Fleschig, para la histología. De los países mas cultos llega- ban jóvenes decididos a dedicarse a la fisiología, que ademas de encontrar la mejor dirección y oportunidades para desarro- llar sus aptitudes, trababan las más provechosas relaciones con los futuros organizadores de la fisiología en otros países. 217 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO De Ingflaterra fueron a trabajar con él, Burdon Sanderson (en 1869-70), segundo profesor de fisiología práctica del Uni- versity College de Londres (1870) y fundador del departamento de fisiología de Oxford (1882), y Lauder Brunton (en 1869-70), el genial aplicador de los datos experimentales de la farmaco- logía a la terapéutica ; aunque por más breve tiempo, también acudieron en ese año el gran Sbarpey, padre de las modernas escuelas inglesas de fisiología y Micbael Foster. En 1874, estu- vo trabajando con él Gaskell (1847-1915). De Rusia recibió primero a Ustimovitch (1869-70) y años más tarde (1884-86) a Ivan Petrovitcb Pawloff (1849-vive), después fundador del Instituto de J/Ledicina exjierimental de Petrogrado (1890) y creador de una Escuela que ba contribui- do a bacer progresar notablemente los conocimientos acerca de las secreciones digestivas y del sistema nervioso. De Italia, recibió en 1874 a Angelo Mosso (1846-1910), des- pués profesor en Turín, en donde bizo interesantes estudios so- bre la fatiga y sobre la fisiología del cerebro. Además fundó el Instituto del Jdonte Rosa, con el fin de estudiar los efectos producidos por la altitud. Del Japón, recibió a Ogata en 1883. De la Escuela de Medicina de Harvard (Boston) las visi- tas se repitieron a intervalos y dieron lugar a las marcadas influencias alemanas que se descubren en los orígenes de su departamento de Fisiología, boy de primera importancia. H. P. Bowditcb (1840-1911), particularmente conocido por su descubrimiento del fenómeno de la escalera y por su de- mostración de la mfatigabilidad de los nervios, después de estar al lado de Ludwig, en 1869-70, regresó a su Escuela llevando consigo el espíritu y los métodos de su maestro, esta- bleció en 1871 el primer laboratorio de fisiología del Continen- te Americano y, no obstante sus temores de que su vida fra- 218 LA FISIOLOGIA EN MEXICO casara por dedicarse de lleno a la fisiología, realizó sus propó- sitos y fue el primer verdadero fisiólogo del Continente Ameri- cano que hizo de su ciencia una profesión no perturbada por la multiplicidad de las atenciones profesionales o burocráticas. J. S. Lombard y W. T. Porter (1862-vive), como resultado de las visitas que hicieron a Ludwig en los primeros noventas, al re- gresar a Boston se dedicaron a organizar la enseñanza de la- boratorio. Para 1897, Porter tenía ya organizado un curso de ex'^enmentos para estudiantes de medicina, que también fue muy probablemente, el primero que se dio en este Continente, y para 1899, lograba que dicho curso fuera obligatorio. Los ins- tructivos para estos cursos (véase Porter, 1901), necesariamen- te modificados y ampliados ulteriormente a diferentes interva- los por W. B. Cannon (1871-vive) — el sucesor de Bowditch y por sus colaboradores, fueron lo que con el transcurso del tiempo se había de convertir en el interesante Manual de tra- bajos prácticos de Harvard, que en 1929 traduje y amplié para adaptarlo a las necesidades de nuestra enseñanza (Cannon-Iz- quierdo, 1929). Además de los discípulos de Ludwig que llevaron al extran- jero la inspiración recibida, sería imposible recordar a tantos de sus discípulos alemanes que hicieron fecunda obra de pro- gresos dentro y fuera de su propio país. Hugo Kronecher (1839- 1914), de quien se dijo que había sido “alma del laboratorio de Ludwig”, fué después profesor de fisiología en Berna (1885- 1914) y se distinguió por sus estudios sobre fisiología de los di- ferentes tipos de tejido muscular; sobre calor animal y sobre efectos de la altitud. Max Rubner (1854-1932), después Di- rector del Instituto de Higiene de Berlín (1891), descubrió en 1902 la relación que guarda el metabolismo con la superficie corporal y fué uno de los primeros en expresarla por medio de unidades. 219 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO b. El movimiento fisiológico en Inglaterra. Cuando Sharpey comprendió la necesidad de impulsar los estudios de fisiología en su país y se puso a buscar una persona que pudiera realizar sus planes, se fijó en G. Harle y, joven mé- dico que entonces empezaba a elevarse, que babía trabajado en París con Bernard y que babía sido el primero en repetir en Inglaterra las experiencias de extirpación de las suprarrenales, de Brown-Séquard. Le confió la clase de fisiología práctica del TJniversity College de Londres, pero como la clientela de Har- ley iba en aumento, bien pronto se bizo evidente que era im- posible que desempeñara ese trabajo. Entonces Sbarpey, re- cordando a Micbel Foster (1836-1907), otro joven médico de treinta años, que desde que se babía graduado en su Universi- dad ejercía la profesión asociado a su padre en Huntingdon, cerca de Cambridge, le movió a que trocara la práctica por la carrera de fisiólogo, logró que en 1869 le fuera extendido el tí- tulo de profesor de fisiología práctica, y en su compañía fué a ver lo que se bacía en Francia y visitó diferentes escuelas ale- manas, tanto para entrar en relaciones con los fisiólogos de pro- fesión como para familiarizarse con sus métodos. Con el nom- bramiento de Foster y su inmediato viaje para que adquiriera el adiestramiento especial en fisiología, Sbarpey babía puesto en acción un factor decisivo en la historia de la fisiología en la Gran Bretaña. Hasta antes de Foster Inglaterra babía carecido de hom- bres del tipo de los numerosos Gelehrte con que ya contaba Alemania. En el campo especial de la fisiología, ésta todavía era profesada por médicos dedicados a su practica, pero que no resultaban más que aficionados que la enseñaban por una espe- cie de capricho (Starling, 1927). Al volver de su viaje de estudio, Foster decidió hacer de la 220 ¿cxftty- ' MICHAEL FOSTER ( 1836 - 1907 ). JOSE JOAQUIN IZQUIERDO fisiología el trabajo de su vida. Seis años de práctica no le ha- bían becbo perder ese antiguo interés en las cuestiones cientí- ficas, que Sbarpey babía recordado al escogerle. Por el con- trario, con el correr de los años tal interés fué en aumento y llegó a bacer que en un tiempo sus lecciones se tuvieran como superadas únicamente por las de Ludwig. Con los aparatos que pudo reunir y que instaló en un cuarto que recibió el título de laboratorio de fisiología, estableció desde luego un curso que no era obligatorio y al que sólo asistían los estudiantes que te- nían interés en la materia y que estaban dispuestos a pagar una cuota extra. Constaba de tres partes, una histológica, otra quí- mica y la tercera de fisiología experimental, que aunque era la menos completa, comprendía la investigación de los fenómenos fisiológicos del músculo y del nervio y el papel del corazón so- bre la circulación, estudiado en la rana y en un mamífero. Ade- más de este curso, Foster solía bacer que sus lecturas fuesen acompañadas de demostraciones. Los nuevos derroteros de la fisiología en XJ niversity College pronto comenzaron a ejercer influencia fuera de los muros de la institución. Las demás escuelas principiaron a iniciar reformas siguiendo lincamientos semejantes, y los trabajadores indepen- dientes que entonces los siguieron “empezaron a descubrir que sus trabajos científicos resultaban más apreciados por los nue- vos hombres, que cuando sólo pasaban por la crítica de sus cole- gas dedicados a la práctica” (Sbarpey-Scbaffer) . En Cambridge, George Murray, el Profesor de Anatomía, tenía amplias miras con relación a la educación médica, que es- taba ansioso de desarrollar en su propia Universidad. Recono- ciendo lo impracticable que entonces resultaba fundar una cá- tedra de fisiología, no obstante la urgencia con que se la reque- ría, empezó por conseguir que el Trinity College creara un “Prae- lectorshi'f’ de fisiología, destinado no sólo a sus propios alum- 222 LA FISIOLOGIA EN MEXICO nos, sino para dar instrucción fisiológica a cuantos alumnos de la Universidad la solicitasen, y a organizar los trabajos de labo- ratorio relativos. Por sugestión de Huxley se pidió a Foster que fuera a ocupar el nuevo puesto. Sbarpey escogió para que lo sustituyera a Burdon Sanderson (1829-1905), uno de los clíni- cos que por entonces empezaron a interesarse por la fisiología, que ya antes babía caído bajo su influencia cuando con su ayuda babía llevado a cabo, en U mversity College, algunos experimen- tos acerca de los efectos ejercidos por la respiración sobre la circulación (1866). Las dificultades que encontró para su realiza- ción deben haberle becbo reconocer — dice Sbarpey-Scbaffer ''que para la mvestigación es indispensable estar familiarizado con los métodos de laboratorio . Sanderson babia estudiado Química en París con Gerbardt y Wurtz; Embriología con Cos- te, y Fisiología con Bernard, de quien decía que babía sido el más inspirado maestro, el más profundo pensador y el mas no- table experimentador que babía conocido . En 1870, Burdon Sanderson quedó encargado de la cátedra de Fisiología práctica en University College y Foster pasó a iniciar sus labores a Cam- bridge. En 1874, Sbarpey se retiró y Burdon Sanderson lo sus- tituyó, teniendo a Sbarpey-Scbaffer como ayudante. Tanto Foster en Cambridge, como Sanderson en Londres, empezaron a desarrollar rápidamente sus actividades. Cada uno de ellos logró rodearse de un grupo de jóvenes y asiduos tra- bajadores, muchos de los cuales pasaron desde luego al extran- jero, a fin de obtener la preparación que todavía no podían lo- grar en su propio país. Alguno de ellos, H. Newel blartin (1849- 1896), fue a inaugurar a la nueva Universidad de John s Hop- kins, de Baltimore, una cátedra que pocos años después era la más renombrada de Norteamérica. Las múltiples vivisecciones que se emprendían como con- 223 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO secuencia del ímpetu que Labia recibido el interés por los es- tudios fisiológicos, no tardaron en acarrear una vigorosa reac- ción antivivisecciomsta. Como consecuencia, una Comisión Real nombrada en 1875 para dictaminar sobre el particular, recomen- dó que la práctica de la vivisección quedase regulada por una Acta del Parlamento y sólo fuese permitida a aquellas personas a quienes expidiere licencia el Secretario del Interior, por re- comendación de ciertas autoridades que además se constituye- sen en responsables, en forma análoga a la que todavía se usa en nuestros días (fig. 46). Fueron tales los abusos y persecu- siones que tuvo que sufrir la pequeña familia fisiológica, y pa- reció tan necesario que ésta adquiriese personalidad social a fin de combatir las proposiciones que en la nueva ley tendiesen a estorbar el progreso de la medicina experimental, que como consecuencia nació la Physiologjcal Society de la Gran Bretaña (1876). De la fundación de esta Sociedad arranca el engrandeci- miento de la fisiología inglesa, porque ademas de sus funciones de ayuda y protección mutuas de los socios, ba servido desde entonces para mantener entre ellos el mas activo intercambio de ideas. De entonces basta la fecba no ba dejado de sostener los mismos propósitos de amistad e intercambio intelectual en- tre los fisiólogos laborantes. Gracias a ella puede decirse que los trabajos ejecutados en cada laboratorio nunca quedan en- cerrados dentro de la institución en que se originan, sino que la antorcha pasa de mano en mano en cada reunión y asi es lle- vada de una escuela a otra. Después de baber tenido el privi- legio de convivir en el seno de sus reuniones mensuales, no pue- do menos que bacer mías las palabras que escribía Starling (1928) poco antes de su muerte: “En ningún país del mundo encontramos a los fisiólogos como en éste, trabajando como un sólo grupo, libre de camarillas y de envidias e interesados úni- 224 I HEREDr ftUBSTITUTC th« tollowing tor the t*t Conditlon or Llcenc* No 2999 ;í'' , by jo3o Joaquia Icquiordo, lí.D,. \ Tbl» Licance Autherix** tbo LiceriMA • i.- ' • to pcnorm «ipofimant» at ihe tollowing places ^ 6 nty, vil. íi) The Laboratorios of tho BiologicaJ and Uedicol Scbools, New UusouaB, UUton P.oadU ^uutingdon Road. Canbridge< aod (ii) The Laboratory of the tlarino Bicdogical Asaociation, Citadol HiXi, Plymouth. ¿TíD I HZEIBY SJ3STITUTS tho followir^ for the 6th ConditiOD of the aaid Licence. 7. dll experinonts perfonaed by tho said Licecsee UErtor tüio Liconco ot Tho Laboratorios of tho Biological and Medical Schoola, Non Líuseuns, lülton Koad, Hantingdon Road. Canbridge.shall bo carried out ur.der the supervisión of Jocech Barcroft, Ssquiro, K.A. , FJ^«S. , Frofessor of Physiology in the University oí Cambridge. $• ¿11 experinonts porforaed by tho said Licensoe undor thie Liconce ot The Loboratory of tho llarioo Biological Associotion, Citadol Hill, Plynouth.shali be carriod out undor tho supervisión oí Sdgar Johnson Alien, Bsquire, D.Sc., Director of the said Lsboratory. One of His Llajesty’s Principal Secretarles oí State. WHIT3HALL, 3rd Sopt embar, 1929. Wr I 6 ni-C 43 l Fig. 46. Una de las licencias que se requieren en Inglaterra para poder efectuar vivisecciones. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO camente en liacer progresar la ciencia a la que lian dedicado sus vidas”. Mickael Foster se asoció a Burdon Sanderson y a Lauder Brunton para formar el “ Handhooh for the Physiological L/aho- ratory” (1873), que por mucho tiempo fue la única guía de la- boratorio de que dispusieron los estudiantes de habla inglesa. En 1876 publicó su T ext-Booh, que pasó por siete ediciones y fue traducido al alemán, al italiano y al ruso. Sus propias in- vestigaciones fueron escasas y de poca importancia, pues como dijo de él Gashell, “fue descubridor de hombres más que de he- chos”, y “más que en fisiología, trabajó por la fisiología . Pero consiguió encauzar a no pocos jóvenes por senderos científicos en los que luego se distinguieron por sus obras. Por no citar más que a algunos de sus más brillantes discípulos, bástenos recordar a Gashell (1847-1915), a quien, entre otras muchas ob- servaciones originales, se deben las fundamentales acerca de los bloqueos cardíacos, que fueron la base de los conocimien- tos modernos acerca de los trastornos de la contracción cardía- ca; a Sherrington (1861-vive), autor de importantes investiga- ciones acerca de la naturaleza de las actividades del sistema nervioso central y del poder reflejo de la médula ; a W. B. Hardy (1864-vive), decano en el estudio de los coloides aplicado a la biología; a J. N. Langley (1852-1925), conocido especialmente por sus clásicos trabajos para descubrir el origen y trayecto de las fibras del simpático y del parasimpatico, que sucedió a Fos- ter en la cátedra, en 1903; a Joseph Barcroft (1872-vive), par- ticularmente conocido por sus estudios sobre el metabolismo de las glándulas salivales ; la función respiratoria de la sangre ; los efectos de la altitud y la función de almacenamiento del bazo, que desempeña la cátedra de Cambridge desde la muerte de Langley, y a H. H. Dale (1875-vive), muy conocido por sus estudios farmacológicos, sobre todo acerca de la histamina. Ade- 226 LA FISIOLOGIA EN MEXICO más, con escoj^er a Rivers en 1893 y a F. G. Hopkins en 1898, Foster llevó a Cambridge los talentos más adecuados para que rápidamente surgieran, como brotes de su Departamento de Fi- siología, los de Psicología Experimental y de Química Biológica. En Londres, Burdon Sanderson sólo siguió en XJmversity College basta 1883, año en que íué a fundar el Departamento de Fisiología de Oxford. Sbarpey-Scbaffer (1850-vive) quedó en su lugar basta 1899, año en que pasó a Edinburgo, cuya cá- tedra sigue ocupando basta la fecba. En lugar de Scbaffer que- dó E. H. Starling (1866-1927), que se destacó por sus estudios sobre la circulación y la formación de la linfa, mucbos de ellos becbos en colaboración con su igualmente famoso colega . M. Bayliss (1860-1924). Cuando se considera que a los discípulos mas destacados de Sbarpey es a quienes se debe la creación de las importantes escuelas de Cambridge, Londres, Jobns Hopkins y Oxford, re- sulta de todo punto imposible negar a Sbarpey el título de padre de la fisiología inglesa. Después de baber apuntado los nombres de los maestros de esas escuelas y esbozado sus grandes tareas, tampoco podra negarse que los setentas del siglo pasado representan el período durante el cual Sbarpey puso las bases para la futura grandeza de la fisiología en su país. REFERENCIAS Cannon, W. B. 1926. The History of the Physiology Department of the Harvard Hedical School» Boston, . . , -r r f • xt Cannon, W. B. y J. J. Izquierdo. 1929. Fisiología de Laboratorio. Nueva k y Londres. t J- • r>i -i 1 , F. H. 1917 An Introduction to the History of Medicina. Phila- York y Londres. Garrison, delpkia and London. i i t i M’Kendrick, J. G. 1899. H. L. F. von Helmholtz, London. Porter, W. T. 1901. i4n introduction to Physiology. Harvard University Press. 227 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Rolleston, H. 1932. The Cambridge TTedical School. C ambridg'e Univer- sity Press. Starling, E. H. A Century of Physiology. University of London Press. Sharpey-Schafer, E. 1927. History of the Physiological Society durrng its first fifty years 1876-1926. C ambridge University Press. B. LOS SUCESOS QUE DETERMINARON LA MARCHA DE ESTA ETAPA EN NUESTRA FACULTAD Acababan de mediar los setentas del siglo pasado cuando la política y el prejuicio religioso, que nunca debieran interve- nir en la marcba de la ciencia, se aunaron para separar de la cátedra al más distinguido profesor de la época, don Ignacio Alvarado, y para hacer que contra lo que estaba dispuesto por los reglamentos, se impidiera el acceso a ella a los mejor prepa- rados y sólo se permitiera que lo sustituyera por largos años quien mejor garantizaba los intereses de los movidos por aque- llos. En apariencia, la causa que obligó a Alvarado a que aban- donara su cátedra en 1876 , cuando lleno de entusiasmo y de energías la prodigaba para bien de la elevación del nivel cien- tífico de su Escuela, fue un quebranto de salud. Su solicitud de licencia por dos años para restablecer sus males y el cer- tificado médico de don Pablo Martínez del Rio que la acompa- ñaba, están todavía en el Archivo del Antiguo Ministerio de Justicia e Instrucción (en la Secretaria de Educación) y pare- cen atestiguarlo. Pero la razón verdadera que relatan, entre otras personas su hijo superviviente, el abogado y químico far- macéutico don Jacobo Alvarado, es la de que como don Ignacio había sido médico y amigo intimo del Benemérito Presidente Juárez, al triunfo de la revolución de Xuxtepec no faltaron per- sonas que soplasen al oído del caudillo triunfante la convenien- cia de que quien debía ser considerado como su enemigo po- lítico quedase sustituido por algún fiel partidario. El doctor 228 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Flores, que fué testigo de estos sucesos, los dejó relatados con las siguientes palabras (t. iii, p. 152) : *'Este año (1876), triun- fante una revolución y becha dueña del poder, hizo algunas va- riaciones en el cuadro anterior — de profesores — separando a algunos y nombrando a otros sm oposición previa, infringiendo desgraciadamente el Reglamento con que todavía boy se enor- gullece la Escuela", Quien quedo nombrado como sustituto in- terino ' de Alvarado fué el doctor don José Mana Bandera. Sin embargo, como la situación del nuevo profesor no te- nía nada de firme y el propietario procuraba recuperar su cá- tedra, a fin de normalizar la situación se puso a concurso la plaza de profesor adjunto. Se presentaron como competidores tres de los más brillantes discípulos de Alvarado, a quienes éste babía logrado trasmitir la nueva filosofía científica de su tiempo . Ramón López Muñoz, Porfirio Parra y Manuel Rocba. La elevación de ideas de López Muñoz quedó fielmente re- flejada en alguno de sus escritos. En uno de ellos asentaba; La medicina científica no puede constituirse sino por la fisiología y la clínica, v el problema fisiológico, desarrollado por^ el método experimental, contiene el problema médico entero^ . Si completamente un fenómeno fisiológico se estara en posi ^ ^ ^ de dar la razón de las perturbaciones patológicas; en este senti- do, la fisiología y la patología se confunden en el fondo, formanda una ciencia solidaria”. “No bay distinción real entre la fisio- logía normal y la patológica: una y otra se ocupan de fenómenos que obedecen a las mismas leyes”. Y para bacer que más resab tara el contraste de la nueva medicina con las ideas que domi- naban en su tiempo, añadía : “La Escuela antigua veía en la en- fermedad una individualidad extrafisiológica que venía a cebar- se en el organismo y que tenía sus leyes propias e independientes de las fisiológicas. Por baber considerado a las enfermedades como especies morbosas distintas o entidades, los antiguos mé- 229 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO dicos lian querido fundar una nosología clasificando a las enfer- medades como objetos de historia natural, como seres vivos, plantas o animales” (López Muñoz, 1878). Con estas muestras no queda lugar a dudar que López Muñoz hubiera continuado seguramente la escuela de su maestro. Porfirio Parra también estaba especialmente capacitado pa- ra hacerlo (véase de la pág. 260 a la 263). En la reseña del acto de la oposición, que tuvo lugar el 24 de marzo de 1879 (Malanco, 1879), ha quedado asentado que los tres concursantes se mostraron competentes y "'honrando a la Escuela por diferentes causas”, pero que Parra confirmó tan sólidamente el vigor de su talento, que a él se le adjudicó la pla- za. Y todos se felicitaron de que fuera a encargarse de la clase un hombre tan bien preparado. Pero las cosas siguieron como estaban, porque a las fuerzas políticas que se oponían al regreso de Alvarado se agregaba ahora la hostilidad de un poderoso grupo de profesores de la Escuela, que dominados por arraigados prejuicios teológicos y metafísicos, contemplaban con horror la sola posibilidad de que Parra, que era el más fuerte continuador de la labor de progre- so iniciada por el insigne Gabino Barreda (1818-81), llegase a ocupar la cátedra (véase García, 1912). Para la mayor parte de los que entonces y en los años subsecuentes pasaron por la Escuela nunca fué un secreto la existencia de fuerzas que siem- pre se opusieron a que Parra tomara posesión de la cátedra de fisiología y de la de patología general, que también tenía ganada en igual forma. Por una especie de compensación se le dejó que diera la cátedra de patología quirúrgica, pero nunca aque- llas dos disciplinas fundamentales en las cuales su claro talento y altos vuelos hacían tenerle por más peligroso. Y no era por- que Parra fuese algún apasionado sectario que deturpara o vili- pendiara al credo religioso y a quienes lo predican por lo que 230 LA FISIOLOGIA EN MEXICO era temido — que nada de esto era — , sino por la fuerza de sus razonamientos. De esta suerte fue como resultó la curiosa situación — ^po- tente injerto del motivo político con el prejuicio metafísico — de que habiendo en nuestra Escuela un profesor propietario (Alvarado) y un profesor adjunto (P'arra), no fuera sino un in- terino (Bandera) quien desempeñara indefinidamente la cátedra por todo el tercio de sigflo que duro el dominio de Porfirio Díaz. Resulta inevitable concluir de lo que antecede y de lo que va a seguir, que durante este período de engañosa paz política, en nuestra Facultad se pusieron en acción fuerzas y métodos que opusieron obstáculos infranqueables al libre desenvolvimien- to de la fisiologfía y que por lo mismo retardaron el progfreso de la enseñanza médica. REFERENCIAS Flores, F. M. 1888. Historia de la Medicina en I^éxjco, iñ. pp. 152 y 485, García, S. 1912. Gac. M.éd. Méx., 3^ sene, vii, p. OOo. López Muñoz, R. 1878. Gac. Méd. Méx., xiii, p. 229. Malanco, F. 1879. El Observador Médico, v, p. 30. C. DON JOSE MARIA BANDERA a. £17 hombre. Después de recibir su título de médico en 1860, don José María Bandera (1832-1910) estuvo ejerciendo la profesión en provincia (Pachuca) por espacio de siete años. De vuelta a la capital, fué uno de los fundadores de la Sociedad Medica Heb- domedarda (1867), que tres años más tarde (1870) y a raíz de haber ingresado a ella el insigne don Miguel Jiménez, se con- virtió en la "Sociedad Familiar de Medicina". Dentro de esta agrupación, escojió la patología interna como campo de sus ac- 231 JOSE J O A O. U I N IZQUIERDO tividades (véase B. Bandera, 1931). En 1874 íué nombrado SOCIO de nuestra Academia de Medicina. En 1876 entró a ocu- par la cátedra de fisiología, luego que don Ignacio Alvarado em- pezó a "gozar” de su forzada licencia. Entró a ocuparla de acuerdo con la idea que no sólo en- tonces se tenía sino que basta bace pocos años siguió perdurando en nuestra Facultad, de que cualquier médico podía darla sin perjuicio de entregarse de preferencia a las más diversas tareas del ejercicio profesional. Pero lo cierto es que el doctor Ban- dera nunca sintió verdadera inclinación por la fisiología, ni dió pruebas de que se hubiese compenetrado de las bases experi- mentales y filosóficas de esta ciencia, que Bernard babia des- arrollado tan brillantemente y que su antecesor Alvarado babia venido sosteniendo con tanto entusiasmo. A los doce años de profesar la cátedra de fisiología, uno de sus discípulos (Flores, 1888) lo describía como "bastante perito en las enfermedades mentales, sin baber descuidado las del oído, y como consumado oftalmologista”. b. Carácter de sus enseñanzas. En completo acuerdo con la rutina del tiempo, su cátedra fué puramente teórica y consistía en tomar la clase señalada en el libro adoptado como texto. En un principio (1876-80) Bandera mantuvo como texto la obra de Béclard (6'^ edición, 1870), de la que se babía servido Alvarado en los últimos años de su pro- fesorado ; después (1880-89), la arre glada por M. Duval (1875, 1883, 1889) de conformidad con las enseñanzas de su maestro E. Küss (1815-1871) en Estrasburgo*; de 1890-95, la de Viault * Esta obra, modificada y ampliada por E. Gley en. 1903, fué la que sirvió de punto de partida para el futuro Tratado de este Maestro, que en años ulteriores fué muy usado en la Escuela. 232 ,1 DON JOSE MARIA BANDERA Profesor de 1876 a 1909. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO y Jolyet (1889) ; de 1896-1903 la de Langlois y Varigny (1893- 1900), y de 1903-10, el Manual Elemental de Hédon (3“^ edi- ción, 1901). El doctor Bandera usaba profusamente en sus exposiciones orales de las formas literarias más diversas y de comparaciones que todavía recuerdan muchos de sus discípulos. Podrá juzgar- se de su estilo y del nivel de sus enseñanzas, por los siguien- tes fragmentos tomados, no de los que relatan de memoria sus discípulos, sino de algunos de sus escritos. En un escrito so- bre una tesis — que analizamos más adelante (p. 242) — acer- ca del papel que corresponde al músculo cricotiroideo en la de- glución (Bandera, 1893), se expresaba así : ""^parece que la na- turaleza, previendo los inconvenientes de la introducción en la laringe de otro cuerpo que no fuera el aire, no se contentó con dotar a la mucosa glótica de exquisita sensibilidad, centinela avanzado que provoca el reflejo de la tos para expulsar en los umbrales del conducto respiratorio la menor partícula alimen- ticia que allí furtivamente se introdujese ; sino que además cie- rra la glotis, es decir, desconfiando del centinela cierra la puer- ta e impide de ese modo cualquier invasión . Al referirse a la función antitóxica del hígado (Bandera, 1896), decía; Junto al gran foco de infección, el intestino, es- ta. el hígado con su poder antitóxico; enfrente del formidable enemigo, el formidable guardián”. Entre diversas consideraciones relativas a la vejez (Ban- dera, 1903 a), entre cuyas alteraciones hacía notar que lo que se ha llamado ateroma de las arterias viene a constituir el sa- rro de esas cañerías”. Bandera describía el fagocitismo celular, como una teoría seductora que nos enseña que hay en el or- ganismo un ejército de guerreros cuya misión es defenderle de los enemigos que lo asedian y cuyas prolongadas batallas for- nian la condición esencial de nuestra vida . Pasando a descri- 234 LA FISIOLOGIA EN MEXICO bir — en el mismo trabajo — las ideas relativas de Metchnikoff, lo hacía en los términos siguientes : ‘"Metchnikoff anuncia, co- mo resultado de sus interesantes observaciones, que entre nues- tros guardianes, los fagocitos, se distinguen los micrófagos pro- vistos de vanos núcleos celulares, y los macrófagos de un sólo núcleo ; los primeros son cumplidos defensores de nuestro pa- trimonio orgánico ; mientras que los segundos, verdadera cohor- te pretoriana, matan a los mismos que están encargados de de- fender. Los macrófagos son dañosos a nuestra salud y autores casi exclusivos de la vejez : es necesario ponerlos en la impo- sibilidad de cometer sus fechorías . Sin embargo, agregaba, en lugar de destruir a los macrófagos, se investigan los medios de fortificar los elementos nobles de nuestros órganos, ponién- doles en estado de resistir los peligros que los amenazan , y daba cuenta de que los biologos del Instituto Pasteur estudian remedios especiales que impidan la decadencia de los tejidos, una sene de sueros que fortifiquen el cerebro, el corazón, los pulmones y el riñón . En vista de estos párrafos y de lo que relatan los discípu- los supervivientes de Bandera, hay que reconocer que aunque hizo gala de un atractivo estilo literario, la profundidad de su doctrina cayó muy por abajo de la de su antecesor. La forma en que desarrollaba los diversos temas era más bien la de una amena divulgación científica. Movido quizá por considera- ciones de esta índole, el doctor Flores escribió (t. iii, p. 485) que la cátedra de Bandera era de aquellas “en las que se escu- chaban las mejores improvisaciones . Ya dijimos en otros lugares (pp. 194 y 200), que el doc- tor Bandera siempre sostuvo en su cátedra que Carmena, “des- pués de derribar la teoría de Helmholtz, de la acomodación, ha- bía levantado sobre sólidos cimientos” otra mejor (Bandera, 235 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO 1897), y que criticó sistemáticamente la tesis de Ortega acerca de las vías nerviosas de la gestación (p. 206). La íalta de todo interés en la íilosofía científica y en la fi- siología experimental, que en años anteriores habían predicado con entusiasmo Alvarado y aquellos de sus discípulos que no consiguieron substituirlo en la cátedra ; la ignorancia del movi- miento de progreso que entretanto estaba ocurriendo en Alema- nia y se iniciaba ya en el vecino país del Norte, y la atención exclusiva a las ideas francesas, que ya para fin del siglo dista- ban mucho de ser las que dirigían los progresos de la fisiología, se sumaron muy efectivamente para que el doctor Bandera nun- ca se preocupara por organizar la enseñanza práctica de labo- ratorio. Entre las ideas encerradas en los libros que servían de con- sulta, que más han de haber estorbado a la realización de este progreso, hay que contar las expresadas por Ch. Richet (1850- vive). En el prefacio que escribió en las dos ediciones de 1893 y de 1900, del Manual arreglado por sus dos discípulos Lan- glois y Varigny, que como ya dijimos sirvió de texto en la clase del doctor Bandera, de 1893 a 1903, decía Richet (p. iv del prefacio) j “¿Cómo estudiar la fisiología? En los libros elemen- tales, en los libros más sabios, en los cursos o en los labora- torios? Desde luego podemos eliminar atrevidamente el labo- ratorio, porque hay en él dificultades tales, que dos y aun tres años no bastan para hacer un mediano fisiólogo. . . Para tomar bien un trazo miográfico precisa una educación de vanos me- ses. . . No pueden manejarse con un pie al aire (au J)ied levé) una rana, una pila eléctrica o un registrador que marque los uiilésimos de segundo, Y si es difícil tomar un trazo miográfi- co, la medida de la presión arterial no es más cómoda ! Cierta- mente algunos meses de permanencia en el laboratorio de fi- siología nunca serán inútiles para la educación del joven me- 236 LA FISIOLOGIA EN MEXICO dico, pero no kabrá que kacer que este tiempo de experimen- tación le dispense de estudiar en los libros el resto de la fisio- logía, Con los cursos y los libros bien pueden volverse suficien- temente sabios ”, Las exageraciones invocadas en contra de la enseñanza en el laboratorio son tan burdas, que no vale la pe- na detenerse a refutarlas. Es muy de lamentarse que se kayan tomado como guías de fin de siglo, libros como éste, que en el propio país de Magen- die y de Bernard no acertaban a comprender como ya se com- prendía en otros países — la importancia que tiene la enseñanza de laboratorio para la formación del futuro medico. De lamentarse es también, que las indicaciones contenidas en otros libros del tiempo acerca de la necesidad de la ense- ñanza en el laboratorio también kayan pasado desapercibidas para el doctor Bandera. Precisamente cuando iniciaba sus labo- res en la cátedra, ya circulaba en México un manual escrito por Beaunis, Profesor de la Facultad de Nancy, que en sus dos edi- ciones de 1876 y de 1881 contenía un capítulo destinado al la- boratorio de fisiología y una sección subsecuente dedicada a demostrar que cada estudiante podía formarse, con poco un pequeño laboratorio. Es que Beaunis sí kabía comprendido de modo cabal y estaba animado por el pensamiento de como lo expresaron sus siguientes palabras (p. vii, de la 1 ed.) : “Los laboratorios son para el fisiólogo lo que las salas de hos- pital son para el médico. Cl. Bernard dice que el laboratorio es la condición sme qua non del desarrollo de la medicina experi- mental, y yo agrego que es allí donde se preparan os progresos de la medicina práctica. Sin embargo, la utilidad los labora- torios no ka sido comprendida en estos últimos tiempos, pues cuando en Alemania no kabía Universidad, por pequeña que fue- se, que no tuviese su Instituto fisiológico, en Francia carecían de ellos las Facultades de Medicina. En la actualidad ya no es 237 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO enteramente i^ual, pero quedan todavía por satisfacerse muchos desiderata, y muchos progresos por hacer. . . Por lo mismo, antes de abordar el estudio de la fisiología, creo útil decir en algunas palabras lo que dehe ser un laboratorio de fisiología”. En el libro de Viault y Jolyet (1889) que sirvió de texto de 1890 a 1895, también se leían declaraciones categóricas acer- ca de lo que debería ser la enseñanza. Después de advertir en el prefacio que no era su propósito exponer ”los tanteos, los errores, las hipótesis a J>rion de los autores que no tenían de fisiólogos más que el nombre y que han estorbado la literatura científica con opiniones reconocidas desde hace mucho como falsas y aun absurdas”, agregaban estos autores : ”Hoy día la fisiología ”de gabinete” ya no tiene razón de ser y debe quedar reemplazada, tanto en los libros, como en la enseñanza por la fisiología ”de laboratorio”. ”Hoy día ya no podemos aceptar más que los resultados debidos al método experimental, y la más pe- queña experiencia de un Harvey, de un Spallanzani, de un C. Bernard, constituyen mucho mejor, nuestro asunto, que las más sublimes especulaciones de un Van Helmont, de un Stahl o de un Blumenbach”. Lastima que haya pasado desapercibida la importancia de estas diversas palabras y que, por lo mismo, se haya perdido la temprana influencia que —a falta de la directamente origina- da por el movimiento de Alemania — pudieron haber ejercido para conducir a la organización de la enseñanza de laboratorio en nuestra Facultad. c. Trabajos JyersonaJes. Los escritos que nos dejó el doctor Bandera pueden clasi- ficarse en tres grupos: ;, artículos ligeros, cuya extensión y pro- fundidad escasas estaban indicadas por sus mismos títulos 238 LA FISIOLOGIA EN ?d E X I C O [ Notas relativas a la fisiología de la audición” (1882) ; “ A-^un- tamientos relativos a la fisiología del sueño” (1892) ; “Algunas consideraciones acerca de la fisiología del sueño’ ’ (1903)] • 77, breves revistas acerca de asuntos especiales [ Función anti- tóxica del hígado” (1896) ; “Papel de las bacterias en la diges- tión” (1903 )]. — 777 , notas encaminadas a hacer la crítica de tal o cual teoría [(1888), (1896)]. Para formarnos juicio acerca de su producción, considero suficiente que nos limitemos a analizar tres de sus escritos mas originales, en los cuales hace hipótesis o esgrime razones en contra de las ajenas. Los dos primeros se refieren al mecanis- mo del aparato de trasmisión de las ondas sonoras en el oído. En el tercero, discute la función del músculo cricotiroideo. 1. — ^En el primero (Bandera, 1883), que tiene por objeto explicar el paso de la cuerda por la membrana timpánica y la influencia que tiene en los fenómenos de la audición , el autor hace consistir su problema en resolver como tiene lugar un fe- nómeno no demostrado, pero que el supone. Según sus propias palabras, lo que se propone averiguar es “cómo el músculo ten- sor del tímpano, que está colocado detrás de la membrana, re- cibe la impresión de los sonidos antes que ésta”. Y sin más, cómo “una resolución que la analogía con el sentido de la vista y el estudio de la anatomía del oído le han sugerido” —bases a todas luces insuficientes— resuelve el punto suponiendo que “las ondas sonoras, al llegar a la membrana del tímpano tro- piezan con la cuerda, y excitado así este nervio. . . , por acción refleja... hace funcionar al músculo interno del martillo, po- niendo la membrana en cierto grado de tensión”. En apoyo de su idea también cita otra suposición que se había encontrado publicada, de que la cuerda también “preside la regularización de la presión intratimpánica, como un manómetro nervioso, que arregla con la precisión más exacta la entrada o salida del aire 239 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO en la caja Aparte de que se trataba de explicar un íenómeno del que no se tenía prueba alguna (que la contracción del múscu- lo tensor ocurriese antes de que las ondas sonoras llegaran a la membrana) ; de que, por lo contrario, es evidente que las ondas sonoras llegan simultáneamente al plano en que están la mem- brana y su cuerda, y de que agregando a esto el tiempo propio del reflejo, resultaba imposible seguir pensando que el músculo pudiera contraerse antes de que las ondas sonoras cayesen so- bre la membrana timpánica, existían además razones de peso para no pensar que la cuerda pudiera ser directamente excitada por las ondas sonoras : en primer lugar, sabiéndose ya, desde Juan Müller, que la especialización de los aparatos sensoriales corresponde a los receptores periféricos y no a los troncos ner- viosos, era de suponerse que el reflejo habría de tener como punto de partida, aquel de excitabilidad más delicada, o sean los receptores específicos del oído interno. Si no los tomó en cuen- ta fué quizá porque trece años más tarde (Bandera, 1895), to- davía escribía : ''Por la pequeña ventana oval la ciencia actual no ve más que obscuridades o los fuegos fatuos de hipótesis que se apagan al frío soplo de la severa crítica no obstante que desde los sesentas Helmholtz, en lugar de las meticulosas des- cripciones anatómicas plagadas de una bárbara terminología, que aun en nuestros días siguen siendo el terror de los estu- diantes, ya había logrado hacer una descripción inteligible del mecanismo del oído interno, a la cual seguirá asociado su nom- bre de modo imperecedero. En segundo lugar, en el medio mismo en que actuaba Ban- dera, su comprofesor Ortega ya había estado reuniendo muy buenas razones que indicaban que las fibras centrípetas de la cuerda eran las relacionadas con la gustación. Si realmente eran excitadas al pasar por la caja timpánica, era de esperarse que ocurriesen análogos cambios de tensión timpánica, cuando fue- 240 LA FISIOLOGIA EN MEXICO sen excitados los receptores del gusto. La observación negativa hubiera sido de tomarse en cuenta., 2. — La segunda nota de Bandera relativa al oído (1895) íué escrita para hacer la crítica de la hipótesis de que los cam- bios de tensión de la membrana del tímpano pudiesen cons- tituir un mecanismo de acomodación para los sonidos graves y los agudos. Esta tesis después ha sido sustituida por la de que tales cambios constituyen mas bien un mecanismo de adap- tación a la amplitud de las ondas sonoras recibidas, o, si se quiere, de protección. Pero lo curioso es que las razones opues- tas por Bandera, tras de no consistir en hechos que contradi- jesen tal hipótesis, eran contrarias a hechos ya plenamente de- mostrados por Helmholtz. Las menciono a continuación, aun- que en un orden diferente, que me parece mas natural. Considerando “que una membrana no entra en vibración sino para un sonido determinado, que es un sonido fundamental o para un múltiplo simple de este sonido, es decir, la octava , se preguntaba el autor “cómo comprender dentro de este prin- cipio, ya no los ruidos, ni aun los sonidos de la música, si la membrana del tímpano” — a la que atribuye “un sonido pro- pio” — “tuviera que vibrar al unísono con ellos . Sin embargo la analogía fundamental que invocaba no exis- tía : Helmholtz, como resultado de su examen del mecanismo del tambor, ya había demostrado que la membrana timpánica no se encuentra tensa de modo uniforme. Por el contrario, co- mo consecuencia de su forma y de la disposición de sus fibras, la tensión de cada una de sus partes y, por lo tanto, la frecuen- cia con que cada una de ellas es capaz de vibrar, es diferente. De esta suerte, la totalidad de la membrana resulta desprovis- ta de periodicidad propia, es decir, de toda tendencia a vibrar con una frecuencia determinada. Además, Helmholtz, teniendo presente que si el oído tuviese una periodicidad determinada 241 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO sólo debiera recojer alguno de los sonidos simples que entran a formar las ondas compuestas que llegan al oído, sin confor- marse con la comprobación anterior, fue todavía más lejos bas- ta demostrar experimentalmente : a, que no obstante que en los casos de sonidos puros las ondas de presiones ejercidas por el aire representan una onda regular resultante de la suma de los movimientos fundamental y harmónicos simples, de acuerdo con el teorema de Fourier (1843), un oído ejercitado puede distin- guir por separado los harmónicos que se agregan al fundamen- tal, y h, que igual distinción puede hacerse cuando se usan dos tonos simples, cuya combinación da lugar a efectos especiales. Bandera declaraba que '*no se comprenden estos cambios instantáneos de tensiones las más diversas, no digo de la mem- brana entera, menos de su parte anterior o posterior, que en muchos casos ambas estarían tensas y en otros una relajada y otra tensa y esto con rapidez inconcebible, como si no supié- ramos que una membrana que tiene un sonido propio conser- va algún tiempo el movimiento que este sonido le imprimió y nadie ignora que oímos variedad de sonidos por rápida que sea su sucesión A esto cabe decir, que con estar enterado de la aperiodicidad de la membrana, ya no había porqué pensar en ningún mecanismo de adaptación. La posibilidad de que las re- giones anterior y posterior pudiesen vibrar de modo diferente, requería atención especial, antes de ser desechada sin más ni más, y por lo que toca a la objeción de que la membrana conser- vara “algún tiempo el movimiento” recibido, ignoraba Bandera que Helmholtz también había demostrado que existe en el oído un aparato que amortigua rápidamente sus vibraciones. 3. — En la tercera de las memorias que analizamos, Ban- dera se propuso demostrar su hipótesis de que el músculo cri- cotiroideo, contrariamente a lo ya aceptado por los fisiólogos 242 LA FISIOLOGIA EN MEXICO de su tiempo, ""sólo interviene en la deglución y no en la pro- ducción de sonidos " (Bandera, 1893). Los argumentos esgrimidos por Bandera para negar al músculo cricotiroideo todo papel en la fonación, consistieron : a, en suponer la ""inutilidad de acción de este músculo en la producción de la voz”, sin más base que la de antes declarar que para la tensión de las cuerdas vocales ""basta la contracción del músculo tiroaritenoideo, sin que el cricotiroideo interven- ga en el acto” ; h, en encontrar más obvio que los cambios de tensión que sufren las cuerdas vocales durante la fonación di- manen de un solo músculo que de la combinación de vanos, por exacta que sea su coordinación ; c, en negar que la ronque- ra y debilitamiento de la voz que siguen a la sección del larín- geo superior, sean debidas a la parálisis del cricotiroideo, que en cambio, y sin aducir pruebas — dice — , pudiera explicarse por la alteración vascular consecutiva de la mucosa , En suma, TIO ofrece ni observaciones ni pruebas experimentales nuevas. Entonces, como basta la presente, ante la imposibilidad de contar con pruebas directas acerca de la participación de cada Tino de los músculos laríngeos en la producción de la voz era preciso conformarse con deducirla de la dirección de las fibras de cada uno de ellos. Las ideas comentes desde mucbo antes que Bandera escribiera (véase Magendie, 1836), eran de este origen. Bandera no las refuto verdaderamente y en cambio pe có por exclusivismo, puesto que aun sobre bases puramente ana tómicas bay razón para pensar que son dos los músculos que intervienen para poner en tensión las cuerdas vocales . el cri eotiroideo para los ajustes toscos de tensión y los tiroaritenoi- deos como medios de ajuste delicado. En favor del papel atribuido al cricotiroideo en la deglu- ción, su suposición apenas se apoyo en la afirmación dudosa — puesto que aún se estaba en la obscuridad por lo que toca 243 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO a la distribución de fibras nerviosas en los sistemas del neumo- gástrico y del espinal — de que eran diferentes la inervación del cricotiróideo, que atribuía al neumogástrico, y la del resto de los músculos de la laringe, que derivaba del espinal, “pues no se comprende para una misma acción inervación diferente REFERENCIAS Bandera, B. 1931. Gac. Idéd. Tdéx,, Ixii, p. 114. Bandera, J. M. 1883. Gac. Jléd, lúéx., xviii, p. 15. Bandera, J. M. 1888. Gac, JÚéd. Tdéx., xxii, p. 471. Bandera, J. M. 1892. Gac. Idéd, Jdéx., xxvii, p. 396. Bandera, J. M. 1893. Gac. Jdéd. Jdéx., xxix, p. 4. Bandera, J. M. 1895. Gac. JÚéd. Tdéx., xxxii, p. 216. Bandera, J. M. 1896. Gac. NIéd. lúéx., xxxiii, p. 180. Bandera, J. M. 1897. Gac. Jdéd. Jléx., xxxiv, p. 54. Bandera, J. M. 1903a. Gac. TÚéd. 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Précis él ém entai re de Physiologie, 4e. edit., i. p. 294. Viault, F. y F. Jolyet. 1889. Traité él émentaire de Physiologie húmame. 1er. edit. París. O. Doin. 244 LA FISIOLOGIA EN MEXICO D. LOS PRIMEROS LABORATORIOS Hasta hace vm cuarto de siglo la Facultad careció de labo- ratorios porque los encargados de la enseñanza no habían lle- gado a sentir ni la necesidad de comprobar por sí mismos o para sus alumnos la verdad de los hechos que enseñaban como ciertos sólo porque los encontraban descritos en los libros, ni mucho me- nos el deseo de someter al fallo del experimento la bondad de las hipótesis que se forjaban acerca del mecanismo de producción de algunos de ellos. Es que aquí, como en las mas diversas fa- cultades médicas, para que se haya podido llegar a contar con la- boratorios debidamente organizados, ha sido preciso que prime- ro existan personas que los reclamen con insistencia para el desarrollo de sus actividades. Parece que desde 1870 ya se vislumbraba la importancia del laboratorio, puesto que en las bases para la oposición que tuvo lugar en ese año (ganada por el doctor Lavista), se pre- ceptuaba que además de las pruebas escrita y oral, el candida- to haría ^'un ej'ercicio práctico en las ramas que lo requiriesen . Pero debe haberse tenido en muy poco al tal ejercicio, porque al realizarse el acto no se le llevo a cabo. Precisamente, a causa de la escasa importancia que se con- cedía a las enseñanzas de laboratorio, aunque los profesores ve- nían contando con ayudantes preparadores desde los sesentas del siglo pasado, por muchos años éstos tuvieron por función principal la de pasar lista y hacer acto de presencia al lado del profesor. Sólo en muy contadas ocasiones no mas de dos o tres en el año — '^preparaban algún animal destinado a ilus- trar la exposición oral del profesor (rana descerebrada ; dispo- sitivo para la observación de los capilares de la rana, etc.) . Con tan escasas obligaciones, es comprensible que por muchos años el cargo también incluyese la cátedra de Farmacia. 245 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Hacia 1900 la cáted ra de íisiolcgía ni siquiera contaba con un local propio en el ediíicio de la Facultad, sino que las lec- ciones orales eran dictadas en el mismo salón que servía para las de Farmacia; para el primero y segundo cursos de Patolo- gía Externa ; para el primero y segundo de Patología Interna, y para el de Historia de las Drogas y Terapéutica Médica. Cuan- do Flores escribía su historia en 1888 (t. iii, p. 487), esta sala ni estaba suficientemente dotada, ni se podían hacer por lo mismo en ella las frecuentes vivisecciones y los estudios micros- cópicos que los continuos adelantos de la ciencia requerían . Ya había comenzado este siglo cuando recibió la Escuela sus primeros aparatos de fisiología. Pero cosa curiosa : ni en la formación de la lista para pedirlos ni en su instalación des- pués de recibidos, intervino el personal encargado de la ense- ñanza de la fisiología. Quien formó la lista de los aparatos que debían ser adquiridos, fué el doctor don Fernando Altamirano (1848-1907) que por entonces era seguramente el profesor de la Facultad mejor capacitado para hacerlo, no sólo porque des- de 1876 había sido preparador de Farmacia y Fisiología, sino porque desde 1889 estaba entregado a trabajos de fisiología experimental en el Instituto Médico Nacional (creado por de- creto del Congreso en 1888), del cual fué primer Director. El laboratorio de fisiología de ese Instituto, que por cierto fué el primero que llegó a existir en la República, había sido creación suya. Cuando llegaron los aparatos (julio de 1900), el Director de la Escuela (Carmena), de acuerdo con Altamirano, comi- sionó para que los desempacara e instalara al doctor don Da- niel Vergara Lope (1865-vive) que a la sazón desempeñaba en la Facultad el cargo de preparador de Terapéutica Médica. La elección fué acertada porque el doctor Vergara Lope llevaba ya diez años de estar entregado a esta clase de actividades en el 246 don FERNANDO ALTAMIRANO Iniciador del Primer Laboratorio de Fisiología (1900) JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Instituto Médico Nacional. Ya para terminar su carrera mé- dica (1885-90) había ayudado a don Fernando Altamirano en la instalación del primer laboratorio del Instituto, y con los apa- ratos de éste había preparado su tesis recepcional de refuta- ción de la teoría de la anoxhemia barométrica de Jourdanet (Versara Lope, 1890). Al recibir su título había quedado como ayudante de la misma Sección del Instituto y con ese carácter había visitado los laboratorios de San Petesburgo, en los cua- les encontró a Pawlow y a Khigme entregados a sus estudios sobre la actividad secretora del estómago por medio del “pe- queño estómago” ; los de la Sorbonne, en París, que entonces dirigían Dastre y Regnard, y los de Bruselas (vease Vergara Lope, 1897). Como resultado de este viaje, había formado los planos para la construcción del laboratorio de fisiología del Ins- tituto. Por último, con sus observaciones recogidas en éste, ha- bía escrito en colaboración con el profesor don Alfonso L. He- rrera una voluminosa obra intitulada La V^da en las Adti'^lani- cies (Vergara Lope y Herrera, 1898). El doctor Vergara Lope encontró los aparatos todavía en- cerrados en sus empaques y los instalo en un salón que ya se tenía dispuesto para ese objeto (véase su plano en la fig. 51). Entre los aparatos instalados, llamó entonces la atención el de Jolyet, Bergonié y Sígalas, para el análisis de los gases de la respiración. Anexo al laboratorio se construyo una pequeña au- la con gradería y en el descanso de una antigua escalera cer- cana, quedó improvisado un pequeño cuarto de balanzas y pe- sadas". A pesar de la creación de este primer laboratorio, la cáte- dra continuó apegada a la rutina, y las funciones del preparador, que lo era don Eduardo R. García, siguieron siendo las de sus predecesores. En 1902 quedó reemplazado por el doctor Ver- 248 : • .íSTAUV, .'-V' don DANIEL VERGARA LOPE Profesor de 1909 a 1914. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO gara Lope, pero éste tuvo también que plegarse a lo acostum- brado. El creciente interés con que el nuevo Director de la Escue- la, don Eduardo Liceaga, deseaba que llegaran a establecerse los cursos prácticos de fisiología, le llevaron a extender al doc- tor Vergara Lope un nombramiento de Demostrador de Fisio- logía ” (jumo de 1904), en virtud del cual debería proponer un Fig. 51. Plano del primer Departamento de Fisiología de la Facultad (1900-1910). programa y encargarse de desarrollar un curso de laboratorio enteramente independiente del curso teórico dictado por el doc- tor Bandera (la figura 52 reproduce una de las gráficas toma- das en este primer curso) . Pero entonces se descubrió que el laboratorio existente era inadecuado para ese objeto, pues ni tenía capacidad suficiente ni contaba con una dotación satisfactoria de aparatos. Para po- der llevar a la práctica lo proyectado se bacía indispensable am- pliar los laboratorios y aumentar el arsenal. Para lo primero, se decidió construir un nuevo salón sobre 250 LA FISIOLOGIA EN MEXICO la azotea del ya existente, que luego debería quedar destinado para los trabajos prácticos de los alumnos. Las obras se iniciaron y prosiguieron con lentitud extrema, según planos formados por el Arquitecto Nicolás R. del Moral, de acuerdo con las indica- ciones del doctor Vergara Lope. He visto en el Archivo de la Facultad una comunicación de fines de 1907, en la cual el Di- rector de ella expres aba sus esperanzas de que la obra pudie- Fic. 52. Cardiograma externo del hombre, tomado por el doctor Vergara Lope en sus academias prácticas de 1904. ra llegar a quedar terminada para febrero de 1908. Pero no lo fue sino basta otros dos años más tarde (1910), cuando el doc- tor Vergara Lope ya tenía el cargo de profesor interino. El segundo laboratorio con que contó la Facultad (véase su plano en la fig. 53) quedó integrado por un pequeño anfi- teatro con gradería semicircular dispuesta frente a una venta- na con un gran vidrio despulido destinado a servir de pantalla de proyecciones cinematográficas que nunca se dieron; por una pieza de regulares dimensiones en la que se guardaban diver- sos instrumentos y por una serie de pequeñas celdas. Se le pro- veyó de una sección para alojar a los animales de laboratorio, construida sobre la porción vecina de la azotea. El antiguo sa- 251 JOSE JOAQUIN I ■7 Q U I E R D O Ion del piso inferior, que se liabía pensado destinar a los traba- jos prácticos de los alumnos, a última bora quedó sin arreglar. Para aumentar el arsenal, no sólo se encargaron nuevos aparatos, sino que se logró que un habilísimo constructor, el señor Francisco Peralta, reprodujera muchos de los aparatos importados, ya fuese fielmente o bien con modificaciones diver- Fig. 53. Plano del segundo Departamento de Fisiología de la Facultad (1910-1917). sas del doctor Vergara Lope. En una exposición hecha por la Escuela en 1910, figuraron entre los aparatos modificados un cardiógrafo universal (V. Lope, 1907) ; una mesa para sujeción de palomas (V. Lope, 1908) y otra para rana, y un toracometró- grafo (V. Lope, 1909). Entre las simples reproducciones figuró un oxigenógrafo de L. Frédericq con ligeras modificaciones"^ (V. Lope, 1927). * Con un aparato de esta especie, Verg'ara Lope (1903) eíectuo en México las primeras mediciones de las cantidades de oxígeno consumidas por un mamífero (halló para el conejo un promedio de 710 cc 0.918 gm por kilo y por kora). Le hubiera sido posible analizar de una buena vez 252 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Una vez terminado el segundo laboratorio y mejorada su dotación de muebles, instrumentos y aparatos — que entonces representaban un costo de 22,000 pesos — el doctor Versara Lo- pe sometió (diciembre de 1910) a la aprobación de la Dirección de la Escuela el siguiente programa de prácticas de fisiología para los alumnos : ^'Reglas para tomar, sujetar y anestesiar a los animales de labo- ratorio. Principios del método gráfico y manejo de los aparatos de gráfica. Operaciones de fístulas (gástrica, biliar, entérica). Observación del corazón descubierto de la rana. Cardiografía directa en la rana. Ligaduras de Stannius. Cardiogramas del choque de la punta (en animales y en el hombre) (flg. 52). Esfigmografía. ^ledida directa de la tensión arterial. Observación de la circulación capilar en el mesenteiio de la rana. Neumografía. Medida de la capacidad respiratoria. Curvas cirtométricas y medida de la excursión torácica. ^Miografía. h^edida del periodo latente. Fatiga. Experiencias de Claudio Bernard con el curare. ^ Operaciones de supresión del cerebro de la rana y observación de los resultados”. El doctor Vergara Lope se proponía que las experiencias fuesen ejecutadas por grupos de 4-6 alumnos y aun bizo insta- lar en el salón pequeños escritorios que ademas de servir de mesas de trabajo, permitiesen guardar los aparatos con que se- ría dotado cada grupo. Pero por desgracia, según me informa en comunicación reciente, “este programa no llegó a realizarse porque los disturbios políticos comenzados en 1910 lo impidie- el problema del metabolismo en los términos en que ya lo habían hecho Pettenhofer y Voit (1866), pero omitió completar sus determinaciones con las de las cantidades de bióxido de carbono producidas en el mismo lanso V con las relativas al carbono y al nitrógeno de la orina y de las materias fecales (véanse Vergara L. 1927; Izquierdo, 1927). 253 JOSE J O A Q V I N IZQUIERDO ron. Camtiado el personal en la Secretaría del ramo y en la Escuela — si^ue diciendo — comencé a tropezar con dificultades, y en lugar de aceptar mis proposiciones para aumentar el inte- rés de los cursos prácticos, se les redujo el alcance . En suma, después de los seis años que tomó la gestación del segundo laboratorio de la Facultad, la rutina siguió en pie y sin que se llegara a realizar el curso práctico de fisiología. Sólo ocasionalmente se practicaba la medición directa de la tensión arterial ; se contaban los elementos figurados de la san- gre o se hacían algunas observaciones de " oxigenografía o de '"hemoglobinimetría”. REFERENCIAS Flores, F. A. 1888. ÜTstona de la Jdedicina en Jdextco, iii, p. 487. Herrera, A. L. y D. Versara Lope. 1899. Ea vie sur les hautes ^lateaux. México. Izquierdo, J. J. 1927. Gao. Méd. Méx,, Iviii, p. 96. Vergara Lope, D. 1890. Teoría de la anoxihemia del doctor J ourdanet. Te- sis recepcional. México. Vergara Lope, D. 1897. Anals. Inst. TÚéd. Nac., lii, pp. 175, 361, 366 y 368. Vergara Lope, D. 1903. Anals. Inst. Méd. Nac., v, p. 34. Vergara Lope, D. 1907. Gac. Méd. Méx., 3^ sene, ii, p. 109. Vergara Lope, D. 1909. Mems. Soc. Cient. A. Alzate, xxviii, p. 217. Vergara Lope, D. 1926. Gac. Méd. Méx., Ivii, p. 588. Vergara Lope, D. 1927. Gac. Méd. Méx., Iviii, p. 291. E. LOS PRIMEROS TRABAJOS DE INVESTIGACION A proposito de los primeros trabajos de investigación que se llevaron a cabo en el laboratorio de fisiología de la F acuitad puede repetirse lo dicho de su creación e instalación : que quien los emprendió, que fué el doctor don Manuel Uribe y Tronco- so (1867-vive), tampoco formaba parte del personal encargado de la enseñanza de la fisiología en la Facultad. 254 LA FISIOLOGIA EN MEXICO El problema que interesaba al doctor Uribe y Troncoso es el relativo a la circulación del bumor acuoso, cuya solución es íundamental para llegar a precisar la patogenia del glaucoma. Cuando Uribe empezó sus trabajos, la enorme literatura a que ya había dado lugar se encontraba encauzada por las dos gran- des avenidas que la siguen normando hasta la actualidad: la más antigua sostenida por la llamada Escuela de Leber , man- tenedora de la idea de que el humor acuoso circula y la ori- ginada por Weiss (1906) y por Abadie (1908), que sostenía que el humor acuoso se encuentra estancado. Uribe y Troncoso se propuso: demostrar y, oe ser po- sible medir, la magnitud de la circulación del humor acuoso , i;, puntualizar el lugar en donde se íorma y las vías por las cua- les sale. 1. — Su primer paso experimental (Uribe y T., 1905, a y b) consistió en demostrar la falsedad del método de medida em- pleado por Leber y Niesmanofí (1904), consistente en tomar como medida del líquido circulante a través de la cámara an- terior la cantidad de solución salina isotónica que puede ser inyectada en dicha cámara, en un ojo humano recién extirpado. Pudo demostrar que parte del líquido inyectado quedaba rete- nida en el ojo, distendiendo sus envolturas elásticas, y que en estas condiciones la cantidad inyectada podía ser hasta tres ve- ces mayor que la que luego salía. El mismo Leber lo reconoció al año siguiente, aunque atribuyendo la demostración a su ayu- dante Pilzecher, en apariencia por ignorancia de la demostra- ción anterior (véase Uribe y T., 1906). En seguida, no satisfecho con las mediciones hechas en ojos muertos, decidió investigar el problema en el ojo vivo (Uribe y T., 1909, a, b, c). Para ello recurrió al conejo, cuyo globo ocukr puede ser exorbitado fácilmente y llevado hasta por afue- ra de los párpados. Hecho esto, levantaba un anillo de conjun- 255 JOSE JOAQUIN I Q U I E R D O tiva pericorneal y, adaptando al ojo un embudo adecuado lleno de aceite (íigf. 54), recogía en él la mezcla de gotitas de linfa y de sangre que caía al fondo, y luego la centrifugaba para ob- tener el volumen total del filtrado y el volumen parcial corres- pondiente a sus elementos figurados. Determinando, también por centrifugación, el volumen relativo ocupado por los glóbulos rojos en la sangre de la oreja (fig. 55), le era posible calcular el volumen total del filtrado por resta de la sangre que llevaba mez- Fig. 54. Ojo de conejo ya dispuesto sobre el borde dcl embudo lleno de aceite para recojer las gotitas de sangre y linfa que se escapan por el contorno dcl limbo corneano (Uribe y T., 1^14). ciada. Al volumen restante lo tomaba como medida de la can- tidad de linfa (bumor acuoso) que babía salido de la cámara anterior a través de las venitas perforantes que babían sido sec- cionadas pero sin dejar de comunicar con el canal de Scblemm. En un principio, Uribe señaló al volumen filtrado por minuto un valor de 5.2 mm^, que luego redujo a 4.8 mm^ (Uribe y T., 1914 a y b). Las mediciones en que estuvieron basadas estas cifras fueron las primeras que se llevaron a cabo en el ojo vivo. Investigaciones ulteriores le hicieron reducirlo a 2-3 mm^ (Uri- be y T., 1921). 256 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Para responder a las otjeciones hedías por Weiss y otros, de que los resultados que había obtenido hubieran sido los mis- mos cualquiera que hubiera sido el órgano empleado, Uribe aplicó su método al testículo. Aun cuando los resultados que obtuvo fueron cualitativamente análogos a los anteriores, los utilizó para hacer notar que no obstante que los fisiólogos, des- Fig. 55. Proporciones relativas de coágulo y de suero después de la centrifugación del filtrado ocular (A) y de la sangre de la vena marginal (B) del conejo (Uribe y T., 1914). de hacía mucho tiempo venían considerando a las cámaras del ojo como verdaderos espacios linfáticos, “sólo los oculistas per- sistían en considerarlos como cavidades especiales, sin analo- gía con otras del cuerpo humano y llenas de un líquido también especial”. Friedenwald y Pierce (1931-32), que recientemente han re- petido con técnica más precisa esta clase de mediciones, reco- 257 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO nocen que entre las keclias con anterioridad a las suyas, fueron las de Uribe y T. las que más se acercaron a la verdadera medi- da de la circulación mtraocular en condiciones no muy aleja- das de la normalidad. Sin embarco, le señalaban como causas de error igualmente tendentes a bacer sus cifras demasiado ele- vadas, el aumento de presión retro-ocular que debe acarrear la enucleación del ojo, y el que se baya medido la filtración con- tra una presión nula. Con su técnica perfeccionada, que salva Fig. 56. El doctor Uribe examinando la parte nasal superior del ángulo anterior del ojo. por medio de su gonoscopio. El vidrio de contacto de Koeppe es mantenido sobre el globo por la barra encorvada, fija a la banda frontal. estas causas de error, el volumen circulante (perro) se redujo a 1 mm^ por minuto. < 1^6 toca a las vías de salida del líquido circu- lante, todavía bacía 1910 C, Hamburger negaba que el bumor acuoso pudiese bailar salida por el canal de Scblemm, que Le- ber y sus discípulos sostenían que era venoso. Weiss y Ham- burger admitían que la reabsorción tenía lugar principalmente por las venas del iris. Hamburger negaba la posibilidad de que su salida pudiera hacerse por linfáticos, cuya existencia en las membranas oculares negaba. 258 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Uribe y T., basándose en sus propios resultados experi- mentales y en vista de datos bistológicos que acababa de pu- blicar T. Henderson (1906), sostuvo que el canal d.e Schlemm no es venoso sino liníático. *'Si fuera venoso — decía — daría sangre, pero lo que da es linfa casi pura". "Si no está lleno de sangre a pesar de estar comunicado con las venas, es porque la presión que reina en su interior es menor que la existente en la cámara anterior, pero mayor que la de las venas intraescle- xales". tacto de Kocppc y el Ronosnopio, y da la. relación que gaiardan su¡§ partes con laR cKiniclurus que üt* obsen'au en un Ccartu del ojo. 1, iris; B, cil. ir. borde ciliar dcl iiis; C, cil., cuerpo cili.ir; C. Sth., zona dcl irabecu- lum cscicrocómco que cubre d canal de Schlcmm; E, esclctólica; Cor., cornea; K, vidrio de contacto, Ituilado de Uribe y T. (192S). Estos primeros trabajos de Uribe y T. le sirvieron de base para crear ulteriormente un método de observación directa del ángulo anterior del ojo (gonioscofia), para la cual se utilizan un vidrio de contacto de Koeppe y un pequeño anteojo (gonos- coplo) en el que se bailan combinados los principios del micros- copio y del periscopio (fig. 56) (Uribe y T., 1925). Con ayuda de este aparato, que permite distinguir vasltos muebo más fi- nos que el canal de Scblemm, se aprecia claramente que éste aparece con un color grisáceo, indicador de que lo que contiene es linfa (fig. 57). Sólo en condiciones patológicas se llega a 259 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO presentar como una cinta rojiza, debido a que entonces sí con- tiene sangre más o menos diluida. REFERENCIAS Friedenwald, J. S. y H. F. Pierce. 1931. BuV. JoTins HoI>hns., xlix, p. 259. Friedenwald, J. S. y H. F. Pierce. 1932. Arch. 0{>hth,, vii, p. 538. Friedenwald, J. S. y H. F. Pierce. 1932. Arch. Oi)hth„ viii, p. 9. Hamburger, C. 1914. Ueher die Ernáhrung des Auges. Leipzig. Leber, T. 1903. Die CirJiulations und Em'ahrungsverhdltnisse des Auges, En el Graeje-Sciemisch Handhuch der gesamten Augenheilhunde. Leipzig. Uribe y Troncoso, M. 1905, a. Anales de Oftalm. (Méx), vii, p, 265 y viii, p. 133. Uribe y Troncoso, M. 1905, b. i4nn. d’ Oculistique, cxxxiii, p. 5. Uribe y Troncoso, M, 1905, c. Ann. d’ Ocuhstique, cxxxiv, p. 250. Uribe y Troncoso, M. 1906, >lnn. de Oftalm. (Méx.), ix, p. 73. Uribe y Troncoso, M. 1909, a. Anales de Oftalm. (Méx.), xii, p. 87. Uribe y Troncoso, M. 1909, b. Gao. Tdéd. Jdéx., iv, p. 393. Uribe y Troncoso, M. 1909, c. Ann. d' Oculistique, cxlii, p. 237. Uribe y Troncoso, M. 1914, a. An. de Oftalm. (Méx.), xvii, p. 51. Uribe y Troncoso, M. 1914, b. KUn. Monatshl. f. Augenheilhunde, luí, p. 1. Uribe y Troncoso, M. 1921. Am. Journ. Of>hth., iv, p. 32. Uribe y Troncoso, M. 1925. Am. Journ. Of>hth., viii, p. 433. F. DON PORFIRIO PARRA Ya vimos antes (p. 230) por qué causas el doctor Parra, a pesar de baber ganado por oposición la cátedra de fisiología en 1879, no llegó a ocuparla durante los treinta anos que siguieron. Cuando murió el doctor Bandera (1910), no sólo pareció que al fin iría a ocuparla, sino que se le llego a extender, con íecba 18 de enero de ese mismo año, nombramiento de Pro- fesor titular, encargado de dirigir los trabajos prácticos de los alumnos . Pero esta vez, su promoción a la Dirección de la Escuela de Altos Estudios fuá lo que vino a nulificar esta ul- 260 DON PORFIRIO PARRA Profesor propietario de 1S79 a 1912. JOSE JOAQUIN IZQUIERDO tima posibilidacl de que enseñara fisiología en su Escuela. De todas maneras, ya hubiera sido demasiado tarde para que pu- diera dar los frutos que de él se esperaban en el momento de su triunfo de 1879. Con no haberle dejado llegar a su cátedra por espacio de tres décadas, sus opositores habían impedido que se mantuviera familiarizado con el estudio de los fenómenos en el laboratorio. Por eso decíamos alguna vez (Izquierdo, 1920) que el doctor Parra no fué un fisiólogo, ni mucho menos un sa- bio de laboratorio. Por lo demás, es extraordinariamente probable que aun- que Parra hubiera entrado desde un principio a profesar su cá- tedra, tampoco hubiera llegado a descender de las regiones de la pura especulación para enfrentarse con las realidades del laboratorio. Parra pertenecía a esa categoría de hombres bri- llantes que imparten enseñanzas trascendentes y que predi- can las excelencias de los métodos experimentales y el modo como deben ser practicados, pero que nunca llegan a tener ex- periencia propia acerca de ellos en el laboratorio. Se distinguió por su elocuencia, siempre al servicio del más alto espíritu filosófico. Fué comentador erudito (véase Parra, 1903 a y b) y entusiasta divulgador del método científico (Pa- rra, 1886). Su sagacidad de crítico, “no cediendo al malévolo placer de sorprender al gigante en sus momentos de desvaneci- miento , se entretuvo en aclarar frases oscuras, en precisar ase- veraciones vagas y en rectificar frases incorrectas que había descubierto en el libro máximo de Claudio Bernard, a propósito del papel que desempeñan en el razonamiento experimental la inducción y la deducción, “las únicas máquinas intelectuales ca- lificadas de buenas por Bacon para elaborar los materiales re- cogidos por la observación y la experimentación (Parra, 1909). Pero a cambio de todo esto, nunca llegó a actuar en el labo- ratorio. 262 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Puede decirse de Parra, lo que es de sobra sabido de los filósofos y tratadistas lógicos, que a pesar de ser profundos co- nocedores y convencidos divulgadores de sus reglas discursivas, no se sienten atraídos por la ciencia experimental, o si llegan a serlo, no alcanzan a conquistar en su campo los brillantes frutos que otros logran con una sana lógica discursiva natural. Uno de los mejores casos con lo que esto puede ser ilustrado es el es- cojido por Parra para su memoria de 1909 : Como anomalía por demás curiosa, que atribuye al influjo de una educación fi- losófica mal dirigida. Parra descubrió que Bernard uso frases que le ponían dentro de una escuela lógica bostil tanto a lo que él mismo babía practicado toda su vida cubriéndose de glo- ria, como a las doctrinas mas firmes de la ciencia fisiológica. Pero luego reconocía que si sus expresiones lógicas acerca de las operaciones de la inducción y de la deducción no eran irre- prochables, Bernard conocía a la perfección la índole de am- bas. He aquí las propias palabras de Parra; “Claudio Bernard conoció y practicó como nadie el método experimental; pero cuando trató de formular algunos puntos de la teoría de tan im- portante instrumento de investigación, no fué tan feliz como lo era de ordinario al ponerlo en práctica. A su gloriosa labor ca- be aplicar con bastante propiedad aquella sapientísima senten- cia que dice : O '^efitus credite st non vsrhis . REFERENCIAS García, S. 1912. Gac. Méd. Méx., 3» serie, vii, p. 356. Izquierdo, J. J. 1920. Gac. Méd. Méx., 4» serie, i, p. 350. Parra, P. 1886. Gac. Méd. Méx., xxi, p. 278. Parra, P. 1903a. Gac. Méd. Méx., 2'» serie, üi, p. 52. Parra, P. 1903b. Gac. Méd. Méx., 2” serie, iii, p. 269. Parra, P. 1909. Gac. Méd. Méx., 3'» serie, iv, p. 379. 263 VI.— LA ETAPA DE 1910 a 1917 j hondo sacudimiento social y político y la inquietud general en que estuvo el país de 1910 a 1917 ; el frecuente cambio de faccio- nes políticas que se posesionaban de la ciu- dad de México, a cortos intervalos ; el con- siguiente cambio que éstas hacían de los Di- rectores de la Facultad, sm dar tiempo a que ninguno de ellos pudiera desarrollar labor alguna de importancia, y la escasez de fondos para la buena marcha de la Escuela, no sólo produjeron fatalmente su decaimiento sino el de la enseñanza medica en todo el país. El campo de la fisiología fué de aquellos en los cuales el descenso fué mayor, debido a que llegó a quedar a cargo de personas que no habían demostrado tener aficiones especiales por este género de actividades. En 1910, cuando resultó imposible que el profesor propie- tario (Parra) desempeñara la cátedra de fisiología (véase la p, 230), el doctor Vergara Lope entró a servirla con el carác- ter de interino. En 1913 el curso quedó dividido en dos grupos, el segundo de los cuales fué encomendado al doctor don José Alfaro B., que desde 1911 venía siendo preparador de la cátedra. El doctor Vergara Lope abandonó pasajeramente la cáte- 265 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO dra mientras desempeñaba el cargo de Diputado al Congreso de la Unión (1913) pero volvió en 1914 con el carácter de Pro- fesor Titular, que perdió poco después, en octubre de ese mismo año. Al ocurrir su separación, quedó reemplazado por el doctor don Alfonso Amezcua que desde 1902 desempeñaba el cargo de ayudante preparador. Durante su profesorado, Vergara Lope dedicó atención pre- ferente a su tesis de que la poliglobulia de las alturas era de- bida a una concentración puramente pasiva de la sangre (V. Lo- pe, 1911; 1913; 1919; 1921). Su sucesor, el doctor Ocaranza, ba criticado repetidamente esas ideas, e insistido en que se tra- ta de una adaptación activa (véase Ocaranza, 1919 y 1931). En 1915 fué nombrado profesor único de fisiología el doc- tor don Fernando Ocaranza, quien poco después también se bacía cargo de la Sección de Fisiología del Instituto de Estu- dios Biológicos, recién creado (octubre de 1915) con materia- les del antiguo Instituto blédico ÍÑÍacional. Como llegaba sin preparación especial en el campo de la fisiología, era imposible que desde luego cambiara el estado de cosas. Pero con el fru- to de su primera experiencia, en 1917 empezó a planear refor- mas, que desde el año siguiente se comenzaron a realizar y fue- ron el principio de una era de progreso en la enseñanza de la fisiología en la Facultad. REFERENCIAS Ocaranza, F. 1919 . Gac. Méd. Jdéx., 4 ^^ serie, i, p. 157 . Ocaranza, F. 1931 . Arch. Lat. Amer. Card. y Hemat., i, p. 75 . Vergara Lope, D. 1911 . Gac, TÚéd, T^éx,, 3 “ sene, vii, p. 417 . Vergara Lope, D. 1913 . Gac. Méd. Méx., 3 » serie, viü, p. 317 . Vergara Lope, D. 1919 . Gac. JÚéd. JÚéx., 4 “* sene, i, p. 3 . Vergara Lope, D. 1921 . Gac, Tdéd. Nléx., Iv, p. 368 . 266 VIL— LA ETAPA DE 1918 a 1933 OMPRENDE esta etapa final dos mitades de duración aproximadamente i^ual. La primera (1918-1925) se caracteriza por un movimiento progresivamente ascendente encabezado por el doctor Ocaranza, que tuvo por consecuencia que el nivel de la enseñan- za se elevara basta límites muy superiores a los que antes guar- daba, gracias a que quedaron organizados los primeros cursos formales de laboratorio y a que una parte del personal docente condujo algunos trabajos de investigación. En la segunda mitad (1925-1932), al pasar el doctor Oca- ranza a ocupar la Dirección de la Facultad y encaminar prefe- rentemente sus esfuerzos a lograr que el pensamiento fisioló- gico se constituyera en la principal guía de los estudios médi- cos, la enseñanza de la fisiología se conservó más o menos en el nivel ganado en la mitad precedente. Ya para terminar esta etapa se inician algunos intentos de reforma. A. PRIMERA MITAD (1918-1925) Durante el breve tiempo que don Angel Hidalgo dirigió la Facultad (marzo a junio de 1915), entre otros profesores que 267 JOSE J O A Q V I N IZQUIERDO nombró para que levantaran el decaído espíritu con que eran profesadas diferentes cátedras, escogió al doctor Fernando Oca- ranza (1876-vive) para que se encargara de la de fisiología. Pasados los dos primeros años de su profesorado, que con- sideró justificadamente como de mera preparación (O caranza, 1917), al principiar el tercero presentó el nuevo profesor un importante proyecto encaminado a realizar las aspiraciones pa- ra cuya realización babía sido llamado. Reconocía en dicho pro- yecto (loe. cit.) que la fisiología debía ser enseñada “casi ex- clusivamente en el laboratorio ', pero que como las condiciones del mismo no le permitían ' hacer el curso tan experimental co- mo deseara ', consideraba urgente que se le mejorara para am- pliar tanto como fuese posible la demostración experimental . Para lograr esto, pedía que fueran suprimidos todos los cuartos y las encrucijadas existentes en el salón, para convertirlo en uno sólo, amplio y bien iluminado y que se construyeran una sala de vivisecciones y un vivero para animales de laboratorio. Para las clases exclusivamente prácticas, proponía que los alum- nos “hicieran personalmente sus experiencias y observaciones, ayudados por el preparador correspondiente y bajo la vigilan- cia del profesor’ ’, de conformidad con el siguiente programa : Clase otjetiva de aparatos de contención y de anestesia. Reacciones de la saliva; demostración de su acción amilo itica. Fístula gástrica. Digestión gástrica in vitro . Reacciones de la bilis ; acción de la bilis sobre los alimentos. Maceración de páncreas. Digestión pancreática in vitro . Laparatomía de un perro en plena digestión para mostrar los quilíferos. Unciones de yoción para demostrar más tarde la reacción del yodo en la orina. Numeración de eritrocitos; de leucocitos; dosificación de bemoglo- bina; fórmula leucocitaria ; determinación de la densidad de la sangre. Coagulación lenta de la sangre en vasijas parafinadas o rodeadas de una mezcla refrigerante para mostrar las tres capas características. Demostración de cómo funcionan el polígrafo y los tambores escri- bientes de Marey. 268 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Vivisección del corazón de la rana. Cardiografía. Experimentos de Stannius. Experiencias con el esfigmomanómetro de Potain y si es posible con los manómetros compensador y diferencial. Demostración de la velocidad de la sangre con el aparato de Volkmann y SI es posible con el de Chauveau. Esfigmografías con los aparatos de Marey y Dudgeon. Neiimografías con los aparatos de jMarey y Bert. Cirtometría y espirometría. Estudio de los caracteres generales de la orina: densidad, reacción, etc. Procedimiento de Caudio Bernard para extraer el glicógeno del hígado. Extirpación de la glándula tiroides en diversas especies animales y observación de los resultados. Observación de la temperatura rectal en diversos animales; compa- ración de los resultados. Experiencias de calorimetría. Comprobación experimental de la ley de Magendie. Animales acerebrados. Extirpación del cerebelo en g’allinas y palomas y observación de sus consecuencias. Optometría y perimetría. Discutido el proyecto de 1917 en junta de profesores, lejos de ser comprendido y recibido con aplauso, fue devuelto a su autor. Veamos los términos en que éste describe lo sucedido, al insistir en que fuera aceptado al año sigfuiente (Ocaranza, 1918) ; Presento nuevamente mi programa para el curso de Fisiología en el presente año, por motivo de que el anterior me fué devuelto, después de un corto y animado debate en el seno de la Junta de Profesores de esta Facultad. Se creyó que mi programa era elevado para la mentalidad de mis alumnos, se le juzgó digno — -inmerecidamente — de una Escuela de Altos Es- tudios ; se dijo también que era extenso y que invadía la esfera de influencia de otras asignaturas. Aunque no estuve conforme con la mayor parte de las objeciones vertidas, por disciplina be retirado mi programa para presentarlo de nuevo y reformado en el sentido en que la Junta me indico . La Junta, entre otras cosas, pretendía el enorme desacato de que el curso no inclu- 269 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO yera la fisiología general, pues Ocaranza hacía notar que si bien lo había reducido hasta la mínima extensión tolerable, "'no la había suprimido completamente porque le hubiera parecido que no cumplía con sus deberes de profesor universitario de fisio- logía, si hubiera procedido en tal forma, ya que todo aquello equivaldría a caminar con treinta años de atraso, lo menos . Fig. 58. Plano del tercer Departamento de Fisiología de la Facultad (1917-1929). Esta vez el programa de prácticas fue aprobado, pero sólo en muy pequeña parte pudo ser realizado, tanto debido a que todavía se carecía de ayudantes preparadores con experiencia e interés en las cuestiones del laboratorio de fisiología, como porque el laboratorio, "con todo y el gran esfuerzo hecho para reorganizarlo, todavía estaba deficiente" (Ocaranza, 1918). 270 Auhi-iaboratüi ¡o al (|U(.-ílar icmiinada cii 1919. LA FISIOLOGIA EN MEXICO En el año anterior y a poco de terminar mis estudios mé- dicos y de recibir el título correspondiente (1917) conocí al doc- tor Ocaranza, al bacer una visita al Instituto de Estudios Bio- lógicos, de cuya Sección de Fisiología estaba encargado. Le expresé mi esperanza de llegar a encontrar algún día un sitio semejante para dedicarme a la investigación científica, y en prueba de mi interés por ésta, puse en sus manos un primer ensayo que me había servido de tesis recepcional (Izquierdo, 1917). Como consecuencia de esta conversación, meses más tarde el doctor Ocaranza me invitaba a que fuera a ayudarlo a organizar los trabajos prácticos en la Facultad. Además, des- de luego colaboré en la recolección de una parte del material de observación para una memoria que presentó en el mes de enero siguiente (1918) al V Congreso Médico Nacional (Oca- ranza, 1920a). Las obras de adaptación del laboratorio habían recibido atención inmediata de parte del Director de la Facultad don Ro- sendo Amor (1879-vive) — que durante toda su gestión (hasta 1920) favoreció con entusiasmo los planes relacionados con el progreso de la enseñanza de la fisiología — , así es que, en los primeros meses de 1918 fui con el doctor Ocaranza a escoger, de entre los aparatos del antiguo laboratorio que se hallaban depositados en una bodega, aquellos que estaban en condicio- nes de poder servir. Como en 1927 escribí que lo había acom- pañado a exhumar y reponer en su puesto a los antiguos apa- ratos de fabricación francesa, que habían sido relegados, no sa- bía por quién, a una de las bodegas de la Escuela ” (Izquierdo, 1927a), al volverme a ocupar ahora de estos sucesos, me pro- puse descubrir y dejar consignado el nombre del autor del su- puesto atentado. Como resultado de la múltiple encuesta que conduje, me convencí de que estuve mal informado y de que si los aparatos estaban en la bodega, fue simplemente porque se 273 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO les llevó allí mientras eran ejecutadas las transformaciones pe- didas por el profesor en 1917. Para 1919, habiendo quedado terminado el nuevo Depar- tamento de Fisiología, se tomaron las fotografías adjuntas, que con a 3 ruda del plano de la figura 58, permiten formarse una idea de las partes que comprendía: el viejo salón de las divisiones y encrucijadas quedó libre, con gradería en uno de sus extre- mos que servía de aula y el resto destinado a laboratorio ge- neral (fig. 59). En la azotea vecina quedaron terminados, una sala para vivisecciones, con equipo de esterilización (fig. 60) ; una fuente para ranas y una sección para alojar a los animales del laboratorio (fig. 61) ; un cobertizo techado con lámina me- tálica y subdividido en cuatro compartimentos destinados a ser- vir para las prácticas de pequeños grupos de estudiantes (fig. 62), y entre el último de éstos, que quedo cerrado con un can- cel de cristales, y el departamento de animales, un pequeño la- boratorio para el profesor. Todavía en 1919 muchas de las demostraciones del curso práctico eran hechas por los preparadores delante de toda la clase y en presencia del profesor (fig. 63), pero también se ten- día ya a que algunas fueran ejecutadas por grupos menos grandes de alumnos (fig. 62). Además, se logró que algunos de éstos con- dujesen pequeños ensayos de investigación (Zuckermann y Vá- rela, 1920). En este mismo año, con el propósito de que los alumnos llegasen mejor preparados al curso de fisiología humana, quedó establecido que en el año anterior concurriesen a una sene de conferencias de biología y de fisiología generales que en un principio quedaron a cargo de un solo profesor, pero que luego, a partir de 1925, fueron dictadas por dos profesores a dos gru- pos diferentes de alumnos. Podrán apreciarse los programas de estos cursos y el espíritu con que eran dictados, consultando 274 uiliiiuik'S de laboríitorio, lerniinadii en LA FISIOLOGIA EN MEXICO las respectivas lecciones putlicadas más tarde por su fundador (Ocaranza, 1925a y 1927b)*. En 1920 quedó creado el cargo de Jefe de Trabajos de La- boratorio que fue confiado a Izquierdo, quien no por eso dejó de tener a su cargo uno de los dos cursos de prácticas que en- tonces existían. De acuerdo con una lista que desde luego for- mó y gracias a favorables gestiones Lechas por el Director de entonces, don Guillermo Parra (1859-1934), se compraron al- gunos nuevos aparatos, de la casa de Zimmermann, por valor de ocho mil pesos. El profesor publicó una memoria acerca de algunas de las consecuencias de la esplenectomía (Ocaranza, 1920b). Al año siguiente, con el fin de hacer más efectivo el curso de prácticas, la clase quedó dividida en tres grupos, dos a car- go de los doctores Palacios Macedo (1896-vive) e Izquierdo y el tercero a cargo de un nuevo preparador, el doctor Eduardo Moreno (1892 -vive). En alguno de estos cursos, además de las prácticas señaladas en el programa, se ejecutaron otras (ob- servación de los efectos de la extirpación del simpático cervi- cal; preparación del pequeño estómago de Pawlow - Kighine, etc.) Algunos de los alumnos hicieron pequeños trabajos de investigación [Correa y Cifuentes (1921) ; Vergara y Varela (1921)]. El profesor analizó con sus colaboradores algunos as- pectos de las simpático-vagotomías dobles (Ocaranza e Izquier- do, 1922b) y de las tiroparatiroidectomías totales (Ocaranza y Palacios Macedo, 1922) que se habían hecho en el laboratorio. Hasta 1934 los cursos han estado exclusivamente formados por una sene de conferencias no acompañadas de ninguna enseñanza de labo- ratorio. Hasta 1923, no fueron motivo de examen y, para considerar que habían sido hechos con provecho por los alumnos, sólo se tomó en cuenta el que éstos hubiesen concurrido a un 75 por ciento del total de confe- rencias sustentadas en el año. Desde 1924 las dos materias objeto del curso quedaron sujetas a examen por separado. Han servido esta cátedra los profesores que aparecen en la lista de la página 140. 277 JOSE J O A 0_ U I N IZQUIERDO y además imció una sene de trabajos acerca de la fisiología del testículo (Ocaranza, 1921). El número siempre creciente de alumnos obligó a que en 1922 el curso teórico quedara dividido en dos grupos, el segun- do de los cuales fue confiado a Izquierdo, que de esta suerte pasó a la categoría de profesor. El doctor Palacios Macedo pasó a Jefe de Trabajos de Laboratorio. El programa de prácticas de laboratorio, ademas de las ya incluidas en el de 1918, comprendía entonces las siguientes (Palacios Macedo, 1922) ; Asepsia y principios quirúrgicos generales sobre vivisecciones. Tensión arterial (Pacbon, Riva-Rocci y Xycos). Demostración de las leyes de los reflejos en la rana. Gráfica del reflejo rotullano. Miografía. Destrucción del laberinto en la paloma. Extirpación de diferentes glándulas de secreción interna. Para el desarrollo del curso práctico de 1922, la clase quedó dividida en cinco grupos, de los cuales, los profesores tomaron dos a su cargo en virtud de baber manifestado que por mas que su obligación consistía en desarrollar el curso doctrinario, no deseando desligarse del curso practico, tomaban a su cargo un subgrupo de alumnos (Ocaranza e Izquierdo, 1922a). Tal decisión fue en extremo ventajosa para lograr que buena parte de sus enseñanzas se originasen principalmente en el laborato- rio. Uno de los profesores condujo con sus alumnos una inves- tigación comparativa de la acción amilolitica de las maceraciones de mucosa intestinal (Ocaranza, Ayala y Calvo, 1922). El otro practicó las circulaciones cefálicas cruzadas a fin de demostrar los efectos producidos por los cambios en la circulación de la cabeza y para realizarlas creó una técnica complementaria para la ligadura de las arterias vertebrales (Izquierdo, 1923) ; repitió las experiencias clásicas de Hitzig (1870) para ilustrar las al- 278 l rii;i tK-n;oslr:u ii'íti 'nia p.'i liñuda Jkjí ia el hdn n! ( lia I 1 U'iid' Mg. Íi5. l.írMn^ (|t- la cMíiikk ií'in (L | i /(Illa iiidlnia 1 (')ili( o-i frrln'al (ojrcs- ]M)ndi'nt(‘ a la pala .inti'iinr i/(|uici- r|a <1(1 pi'ini May paiálisí.- transito- ria ( iiH oniph la de la Jtala, «iü(‘ ohli- i;a a! aniin.il a a j ana J‘si' sohic «1 dor- »(, de «'II, i, < I )r)iii I-I ! ai íi'ui d«-l furso (11* JVJ2. por i/íjnÍM-ilo ayudidi por el alumno A. ,'^rguri). LA FISIOLOGIA EN MEXICO teraciones motrices acarreadas en uno de los miembros ante- riores del perro (figf. 65) por la extirpación de la zona cortical cerebral correspondiente, y demostró el funcionamiento de la ureteres en una perra en la que babia exteriorizado la mucosa vesical. En el curso del año uno de los profesores prosiguió sus in- vestigaciones acerca del testículo (Ocaranza, 1922) y el otro re- cogió observaciones para una memoria que en parte también elaboró en el Instituto de Higiene (Izquierdo, 1922a y 1922b). Dos antiguos alumnos publicaron una memoria (V arela y Ver- gara, 1922). También en este año fue destruida la sección de animales, con objeto de trasuadarla a mejor lugar y de levantar un nuevo laboratorio en el sitio que ocupaba. Desgraciadamente ninguna de las nuevas obras proyectadas llego a ser ejecutada. A pesar del impulso tan evidente que recibió la enseñanza de laboratorio en 1922 como consecuencia de la participación que en ella tuvieron los profesores, al año siguiente se dispuso que ambos se abstuvieran de tomar parte en ella y que las de- mostraciones fuera de programa quedasen exclusivamente a car- go del Jefe de Trabaj'os de Laboratorio. En 1924 el doctor Palacios Macedo dej'ó de ser Jefe de Tra- bajos Prácticos al pasar a encargarse de la cátedra de Fisiología Patológica y quedó reemplazado por la doctora Margarita Del- gado (1894-vive). Izquierdo kizo una comunicación acerca de las funciones laberínticas en el ajolote (Izquierdo, 1924). Ocaranza continuó el estudio de la acción de la ponzoña de los alacranes que había iniciado el año anterior (Ocaranza, 1923, 1925c, 1936), y prosiguió sus trabajos acerca del testículo (Ocaranza, 1924, 1925b, 1929a). 281 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO B. SEGUNDA MITAD (1925-1932) Hacia 1927 el único cambio becbo en el programa de labo- ratorio consistía en la adición de la observación radioscópica de los movimientos del estómago, del intestino y del diafragma — que no siempre se llevó a cabo por requerir el traslado de los alumnos a alguno de los hospitales — , y la demostración de la absorción intestinal de las grasas. En este año uno de los Pro- fesores publicó una memoria sobre las consecuencias bemáti- cas de la timectomía (Ocaranza, 1927a) y un libro de Fisiología General (Ocaranza, 1927b). El otro, otra sobre el método de la fisiología (Izquierdo, 1927b). En agosto de 1927, Izquierdo dejó su puesto para ir a dedi- carse de modo exclusivo a la fisiología en los Laboratorios de Fisiología de Harvard (1927-28) ; de Biología Marina de Woods Hole, Mass. (1928) ; de Fisiología de Cambridge, Ingl. (1928-30) y de Colonia, Alemania (1929-30), haciendo uso de una beca de la Fundación Rocbefeller. (Véase la bibliografía correspondien- te a este período en las págs. 299 y 300. En febrero de 1928 en- tro a sustituirlo el doctor Arturo Rosenbluetb (1901-vive). En 1929 fué nombrado tercer profesor el doctor Ignacio González Guzmán (1899-vive), quien asociado a dos de sus alumnas hizo algunos estudios relativos a la glicemia en el perro (González Guzmán, Miranda y Montes de Oca, 1930). Hacia esta época fué cuando el profesor Sénior, que como ya dijimos, desde 1925 venía encaminando todos sus esfuerzos, como Di- rector de la Facultad, a lograr que el pensamiento fisiológico sir- viese de guía para los estudios médicos, sintetizo las ideas de que había estado inspirado, declarando en dos artículos, que debemos emplear el pensamiento fisiológico en la investigación médica” y que ”los procedimientos que siga la medicina como 282 LA FISIOLOGIA EN MEXICO ciencia física han de ser tomados, copiados, de los fisiólogos” (Ocaranza, 1929b). (Véase también Ocaranza, 1930). De esta suerte es como fueron revividas en la Facultad, en forma más efectiva, las viejas influencias bernardianas que en vano trataron de infundirle medio siglo antes, Alvarado de 18G9 a 1879 y López Muñoz en 1878 También como resultado de su gestión como Director de la Escuela, el doctor Ocaranza hizo que en 1929 fuese tras- ladado el Departamento de Fisiología al tercer piso del nuevo edificio que acababa de ser anexado a la Facultad por la calle de Venezuela. El plano (fig. 66) y la fotografía (fig. 67) adj'un- tos darán una idea de las partes que comprendía. Por desgracia, después de este cuarto traslado, el Departamento siguió care- ciendo de una sección para animales de laboratorio. El doctor E. Ramírez condujo en los nuevos laboratorios algunos experimentos relativos al determinismo del trabajo del parto (Ramírez, 1929, 1930). Ya bien adelantado el año de 1930, el doctor Rosenblueth también decidió dedicarse de modo exclusivo a la fisiología, ha- ciendo uso de una beca Guggenheim, y al efecto, se trasladó a Harvard, en donde permanece hasta la presente (véase su lista bibliográfica en la pág. 300). A principios del año siguiente que- dó sustituido por el doctor Teófilo Ortiz y Ramírez (1901- vive). Nuevos intentos de reforma. Acababa de regresar al país, cuando a principios del año siguiente (1931) fui nombrado Profesor Jefe de Trabajos Ex- perimentales, encargado de coordinar los trabajos prácticos y de investigación de fisiología, química fisiológica, terapéutica * Consúltense las transcripciones en nuestras páginas 174 a 176 y 229. 283 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO médica e liigiene ; 2’, de adiestrar a los ayudantes de fisiología para la mayor eficiencia en su labor docente y a los de terapéu- tica médica para convertirlos en farmacólogos . . . ; 3’, de dirijir pequeños trabajos de investigación entre grupos selectos de Fig. 66. Plano del cuarto Departamento de Fisiología de la Facultad (1929-1933). alumnos, y 4’, de dirijir y ayudar a los pasantes de medicina que quisieran bacer sus tesis sobre algún asunto experimental o de investigación” (Ocaranza, 1931). Como desde un principio me pareció que tal cúmulo de tareas, tras de quedar muy por encima de las fuerzas de un solo bombre, tampoco podría levan- 284 K ntí), LA FISIOLOGIA EN MEXICO tarse sólidamente mientras no se hubiesen realizado nuevos pro- gresos en la enseñanza de la fisiología de laboratorio, empecé por investigar el estado que ésta guardaba en la Facultad. La tarea resultó fácil porque el Jefe de Preparadores puso en mis manos un instructivo al que se habían ajustado las prácticas de laboratorio en el año anterior, que acababa de publicar asociado a uno de los profesores (Ocaranza y Moreno, 1930). El programa abarcado era de extensión lijeramente inferior al de 1927. Seguía comprendiendo ejercicios (recuento de gló- bulos rojos y aprendizaje de técnicas citohematológicas, etc.) que, con pretexto de que en otras cátedras no eran bien ense- ñadas, seguían siendo repetidas en la de fisiología y consumiendo un tiempo que en cambio debería estar destinado a estudiar di- versos fenómenos netamente fisiológicos. Seguía incluyendo la preparación y estudio ;n vhro de las acciones de los jugos diges- tivos “artificiales", que por razones obvias deben estar encomen- dados a los laboratorios de bioquímica, así como la práctica de las diversas “fístulas" de las glándulas digestivas, que a más de que había años en los cuales no eran ejecutadas, nunca servían después para dar lugar a que fuesen recogidas las observaciones relativas a la secreción de los jugos digestivos, que es la fina- lidad de provecho a que está encaminada su ejecución. Años atrás las habíamos practicado — sin verdaderas consecuencias para la enseñanza de la fisiología — , porque tratándose de vivi- secciones asépticas se invocaba su importancia para la educa- ción del futuro cirujano; pero tal propósito había quedado am- pliamente satisfecho en la Facultad desde la iniciación (1926) y ulterior creación definitiva (1929) de la clase de operaciones en perros (véase González Méndez, 1933). Persistía además la rutina de dedicar sesiones especiales a simulacros de contenti- yes y anestesia de los animales de laboratorio, que luego no lle- gaban n encontrar aplicación en la practica de ningún expen- 287 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO mentó, siendo asi que la ejecución de uno de éstos es la mejor manera para ilustrar aquéllos. También consideré que era urgente cambiar el espíritu y los métodos con que eran tratadas muchas de las cuestiones de labo- ratorio. Me lo pareció particularmente con relación a la for- ma en que se buscaba demostrar las propiedades de los teji- dos maestros”, muscular y nervioso. Tiempo era ya de no seguir incluyendo entre las respuestas simples de un músculo, provocadas por diversos excitantes, la contracción prolongada que se obtiene ^echándole un poco de agua a más de cuarenta grados” (O. y M., loe. cit. p. 90) ; de no seguir recomendando para la demostración del excitante eléctrico, el uso de dos hojas de zinc y cobre bien pulimentadas” (loe. cit. p. 90) ; o para ilus- trar la acción de un excitante químico sobre el nervio, el echar un poco de amoníaco en un vidrio de reloj y sumerjir en él al nervio” (O. y M., loe. cit., p. 92) ; de no seguir empleando el primitivo telégrafo muscular, en vez de recurrir al análisis grá- fico de las relaciones que existen entre las respuestas y los exci- tantes empleados; de, en vez de seguir pretendiendo que los estudiantes, por simple observación de la preparación muscular que tienen a la vista, van a ver ”que la contracción no acaece inmediatamente después de la aplicación del excitante, sino al- gún tiempo más tarde” (O. y M., loe. cit., p. 24), hacer que comprobaran este hecho por el método gráfico, y de no seguir pretendiendo que con el empleo de un excitante de intensidad invariable se puede obtener evidencia de que una contracción muscular ”es siempre máxima” (O. y M., loe. cit., p. 26) y sigue la ley del “todo o nada”. Por último, estimé necesario que no siguiera consumiéndo- se el tiempo en la exhibición de algunos viejos dispositivos que nunca habían servido para que los alumnos obtuviesen resultado o nocion positiva alguna, como un modelo del calorímetro dife- 288 LA FISIOLOGIA EN MEXICO rencial ideacio por d'Arsonval en 1886, que desde fines del siglo pasado se venía exhibiendo en los cursos, sin acarrear el menor provecho. Basado en estas y otras consideraciones, el 14 de febrero de 1931, presenté un proyecto de reformas precedido de las prin- cipales razones en que me fundaba para pretender alterar el orden establecido, acompañado de una exposición de los nuevos métodos y de la nueva organización que proponía, tendente a lograr que los alumnos, tras de dedicar mayor tiempo al labora- torio, tuviesen cierto número de sesiones especialmente dedi- cadas a discutir los resultados en aquél obtenidos. Como guía muy eficaz para los alumnos y auxiliar importantísimo para los preparadores proponía que se usara el Curso de Fisiología de Laboratorio” (Cannon e Izquierdo, 1929), fruto de la experien- cia de varios años de los profesores de Harvard, que dos años antes había traducido al castellano y ampliado para que “llegado ese momento contásemos con tan valiosa ayuda para organizar la enseñanza objetiva de la fisiología en nuestra Facultad" (Iz- quierdo en el prefacio * de este libro, e Izquierdo, 1930). Al programa de trabajos que adjuntaba (véase el anexo núm. 1 del Apéndice, pág. 294, por considerarlo todavía muy alejado del * En este prefacio ya indicaba las reformas que me parecía recla- maba la enseñanza de la Fisiología en las Facultades de Medicina que todavía anduviesen con retraso a este respecto, y para mejor ilustrar el camino que debería seguirse, hacía un relato de la parte importante que se da al laboratorio en la enseñanza, en la Escuela de Medicina de Har- vard Mis críticas eran de orden puramente general, como lo exijía el ue el libro iba a ser repartido por la División de Educación Médica de fa Institución Rockefeller a todos los profesores de Fisiología y Faculta- des Médicas de los países de habla española, por considerarlo de utilidad para la causa en cuyo servicio había no sólo traducido sino ampliado la escribir estas líneas, por verdadera casualidad me entero de que cuando mi prólogo fue conocido en México y se descubrió que sus críti- cas eran aplicables a nuestra Facultad, el carácter general de éstas fué confundido con la poca claridad, falta de precisión, vaguedad y falta de 289 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO que ‘'deseaba y es'peraha llegar a desarrollar cuando contara con mejores elementos y hubiera logrado organizar de modo más comi^leto nuestro TJe-^artamento de Fisiología " , lo tenía co- mo una “mera adaptación a las condiciones y recursos de mo- mento ' , pero también como “una franca iniciación por caminos nuevos" (Izquierdo, 1931). Para decidir acerca de las reformas se convocó a una junta parcial de preparadores y profesores (5 de marzo), presidida por el profesor más antiguo, en su carácter de Director de la Facultad. La junta parecía un remedo de aquella de 1917 en que fueron propuestas las primeras reformas de Ocaranza (véa- se p. 269). Como entonces, bubo corto y animado debate; tam- bién fué considerado el programa demasiado elevado para la mentalidad de los alumnos ; más bien propio para la formación de especialistas, que para la de futuros médicos, cirujanos y parte- ros, y en suma, irrealizable. El Director, tras de manifestar que babía querido ser el último en tomar la palabra, dijo que en vis- ta de lo que babía oído y por ser él de la opinión expresada por Ortega y Gasset en la página 102 de su reciente folleto sobre la PóLisión de la Universidad” (1930), creía que debía comisio- narse a uno de los profesores de la materia y al Jefe de Traba- entereza del que no quiere aventurarse demasiado , para asi hacer apa- recer justificado que por ellas se hubiese sentido lastimado en sus sent.- mientos uno de los profesores de la Facultad. Perdido asi el aspecto de la conveniencia o no conveniencia de hacer las reformas, sus discipuxos ya no vieron en mi exposición más que alg^unas criticas injustificadas , y una comparación ''completamente descabellada en lo que sólo era un relato de la forma superior en que se enseña la fisiología en Harvard, que por añadidura justificaba el que hubiera traducido y ampliado el Manual de laboratorio que en ella se emplea (véase González Guzmán, 1930). La verdad es que entonces, como aquí, no tengo ínteres en herir a na- die ni en buscar disputas personales que además de mezquinas e indignas entre universitarios, en nada aprovechan a las Instituciones. Tan sólo nie guía un propósito de servir a la Facultad, que esta muy por encima de las personas. 290 LA FISIOLOGIA EN MEXICO jos de Laboratorio, para que en unión de Izquierdo modificaran el programa que éste proponía. Como no sabía cuál podía ser la opinión que había sido citada, al terminar la junta fui a comprar el librillo y en la consabida página encontré lo siguiente : “La pedantería y la falta de reflexión Kan sido grandes agentes de este VICIO de “cientificismo que la Universidad padece. En Es- paña comienzan ambas potencias deplorables a representar un gravísimo estorbo. Cualquier pelafustán que ha estado seis me- ses en un laboratorio o seminario aleman o norteamericano, cualquier sinsonte que ha hecho un descubrimientillo científico se repatría convertido en un nuevo rico de la ciencia, en un ■parvenú de la investigación. Y sin pensar un cuarto de hora en la misión de la Universidad, propone las reformas más ridiculas y pedantes. En cambio, es incapaz de enseñar su “asignatura” porque ni siquiera conoce íntegra la disciplina . Aunque en fin de cuentas el programa propuesto quedó re- ducido, para poderlo llevar a cabo hubo que gestionar la compra de nuevos instrumentos y materiales diversos. Después de rei- teradas gestiones, se logró que la Universidad acordara en sep- tiembre de 1931 la compra de aparatos de Harvard, por valor de 3,360 dólares. Se recibieron estos aparatos en marzo del año siguiente (1932) y en el mes de agosto se les distribuyó por lotes entre los preparadores. Habíamos hecho notar que ademas de la adquisición de nuevos aparatos y materiales, era indispensable que los prepa- radores aprendieran los nuevos trabajos que luego iban a vigilar que fuesen ejecutados por los alumnos. Para lograrlo, se pensó en un principio dar un curso de conjunto a los preparadores, pe- ro luego en vista de ciertas dificultades se decidió que cada uno de ellos ocurriese al Profesor Jefe de Trabajos Experimentales, para pedirle su ayuda en aquellos casos que lo creyesen nece- sario. Por desgracia, casi la totalidad de los preparadores nunca 291 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO llegó a sentir la necesidad de hacerlo y las cosas siguieron como antes. Sólo el doctor don Francisco Fernández del Castillo de- dicó horas extraordinarias al aprendizaje de nuevas técnicas y métodos que en 1933 ya hizo que formaran parte del curso de laboratorio que tuvo encomendado. No resultaron imposibles de ejecutar (véase el apéndice de las págs. 339 a 346) porque estuvieran muy por encima de la mentalidad de sus alumnos que, tal como sucede con los jóvenes de otros países, encontra- ron en ellos el interés de un verdadero juego de orden superior, al que dedicaban todavía más tiempo después que la clase había terminado. Como hasta principios de 1932 no había logrado que se empleara como auxiliar de laboratorio el libro que había prepa- rado anticipadamente para este objeto (Cannon-Izquierdo, 1929), con objeto de disipar toda idea de que fuese cualquier otro el motivo que me movía a recomendarlo para la enseñanza, en febrero de ese año declaré que con gusto cedería ante notario y en favor de la Universidad, los derechos de autor que me co- rrespondían con los editores. El propósito de que sirviera para la enseñanza volvió a frustrarse, porque la oferta fué rechazada. REFERENCIAS Alvarado, I. 1869. Anals Soc, Humholdt, i (1872), p. 413. Alvarado, I. 1879. Gac. J/Iéd. Nléx. XIV, p. 405. Cannon, W. B. y J. J. Izquierdo. 1929. "Curso de Fisiología de Laborato- rio . Nueva York y Londres. Correa, J. y A. Cifuentes. 1921. Rev. Mex. Bioh, ii, p. 10. González Guzmán, I., E. Miranda y E. Montes de Oca. 1930. Rev. Nlex, Bioh, X, p, 5. González G., I. 1930. "Medicina”, X, Suplemento al núm. 120, p. 1. González Méndez, J. 1933. Técnica y Educación Quirúrgica, p. 15 y 16. México. Izquierdo, J. J, 1917. Investigaciones sohre el Paludismo en Puebla. Te- sis recepcional del Colegio del Estado de Puebla. 100 p. 8*^. Izquierdo, J. J. 1922a. Rev. Mex. Bioh, iii, p. 29. 292 FISIOLOGIA EN MEXICO Izquierdo, J. J. 1922b. Com{>t, Rcnd. Soc. Bioh, Ixxxvii, p. 1195. Izquierdo, J. J. 1923. Rev. Mcx. Biol., iv, p. 60. Izquierdo, J. J. 1924. Rev, Mcx. Bfol., iv', p, 195. Izquierdo, J. J. 1927a. Algunas reflexiones a firofióslto del nuevo labora- torio de Fisiología de la Escuela Medico Militar, etc. Folleto. Mé- xico, p. 2. Izquierdo, J, J, 1927b. Gac. Méd. Mcx,. Iviii, p. 102 y 260. Izquierdo, J. J. 19.30. Gac. Méd. Méx., Ixi, p. 15. Izquierdo, J. J. 1931. Programa y forma en que deberán desarrollarse los trabajos prácticos de fisiología especial de la Facultad de Medicina en el año de 1931. En 15 hojas en máquina. Archivo de la Facultad. Libro de Trabajos del Laboratorio de Fisiología de la Facultad, empezado el 5 de septiembre de 1922, López Muñoz, R. 1878. Gac. Méd, Méx., xíií, p. 229. Ocaranza, F, 1917. Proyecto de reorganización y programa de la cátedra de fisiología. Archivo de la Facultad. Ocaranza, F. 1918. Proyecto de reorganización y programa para la clase de fisiología. Archivo de la Facultad. Ocaranza, F. 1920a. Memoria del V Congreso Médico Nacional celebrado en Puebla, tomo i, p. 140. Ocaranza, F. 1920b. Rev. Mex. Biol., i, p. 11. Ocaranza, F. 1921. Rev. Méx. Biol,, i, p. 229. Ocaranza, F., R. Ayala y A. Z. Calvo. 1922. Rev. Mex. Biol., ii, p. 190. Ocaranza, F. y J. J. Izquierdo. 1922a. Programa para el año. Archivo de la Facultad. Ocaranza, F. y J. J. Izquierdo. 1922b. Rev. Mex. Biol,, li, p. 134. Ocaranza, F, y J. Palacios Macedo. 1922. Rev. Mex, Biol., ii, p. 268. Ocaranza. F. 1922. Rev. Mex. Biol. ii, p. 219. Ocaranza, F. 1923. Rev. Mex. Biol., ni, p, 194 y 201. Ocaranza, F. 1924. Rev. Méx. Biol., iv, p. 27. Ocaranza, F. 1925a, Lecciones de Biología General. México. Imprenta A. Torres y Cía. Ocaranza, F, 1925b. Rev, l^éx. Biol,, v, p. 284. Ocaranza, F. 1925c. Rev. Mex. Biol.. v, p. 321. Ocaranza, F, 1926. Rev. Me.x. Biol.. vi, p. 81. Ocaranza, F. l927a. Rev, Mex. Biol.. vii, p. 107. Ocaranza, F. 1927b. Fisiología General. Talleres Gráficos de la Nación. México. Ocaranza, F. 1929a. Rev. Mex.. Biol.. ix, p. 95, 122 y 126. Ocaranza, F. 1929b. '•Me¿;c7W*. x.p. 17. Ocaranza, F. 1930. "Medicina . x. Suplemento al núm. 116, p. 4. Ocaranza, F, y E. Moreno. 1930. Apuntes del Curso Práctico de Fisiolo- gía Es{iécial, 108 páginas. México. 293 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Ocaranza, F. 1931. Oficio del Director de la Facultad al Rector, de 7 de enero. Archivo de la Facultad. Ortega y Gasset, J. 1930. Uisión de la Universidad, p. 102. Madrid, Re- vista de Occidente, Palacios Macedo, J. 1922. Programa para el Curso de Fisiología Práctica. Archivo de la Facultad. Ramírez, E. 1929. Rev. Nléx. Biol., ix, p. 160. Ramírez, E. 1930. Gac. Tdéd. Jdéx., Ix, p. 324. Varela, G. y G. Zuchermann. 1920. “7*ledi cma' , i, p. 19. Varela, G. y A. Vergara. 1922, Rev. JJ.éx. Biol., iii, p. 63. Vergara, A. y G. Varela. 1921. Rev. l^léx. Biol., ii, p. 43. C. APENDICE ANEXO NUMERO UNO PROGRAMA firo-^uesto fiara el curso de laboratorio en 1931 (Cada tarea debía ser desarrollada en una sesión de una hora y media. Las citas de páginas se refieren al Manual de Fisiología de Laboratorio de Cannon-Izquierdo) T T area I. Explicación de la construcción, manejo y uso del carrete ind tor (p. 10). Las gráficas (el quimógrafo y la palanca inscriptora) (p. 12). Destrucción del encéfalo y de la médula de la rana (p. 4). La preparación neuro-muscular (p. 4). Los diferentes grupos de cada mesa tomarán gráficas empleando choques de apertura y de cierre como excitantes (p. 11). Estudiarán los fenómenos generales de excitación (p. 13). El umbral de la excitación (p. 13). Los excitantes máximos y submáximos (p. 16). El bloqueo curárico (p. 26). area II. La sacudida muscular simple (p. 27). Los tres períodos de la sacudida (p, 27) y el trabajo ejecutado 36). uc- los (p- La influencia de la carga creciente, de la temperatura y de los agen- tes químicos (p. 22). La contracción isométrica y la influencia de la tensión inicial (p. 27). Tarea III. La contracción continua (p. 32). Efecto del acortamiento del intervalo entre las excitaciones (p. 32). El desarrollo de la contracción continua (p. 33). El fenómeno de la escalera y la contractura (p. 34). 294 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Fatiga del músculo aislado (p. 34) y del músculo irrigado normalmen- te. La fatiga neuro-muscular. Tarea IV. Músculo liso (p. 40 y 41). Acciones de la temperatura, la as- fixia y la tensión. Mientras parte de los alumnos lleva a cabo la sigfuiente tarea número V que requiere el ventrículo del coraron de la tortugfa, otros gru- pos estarán ejecutando la tarea VI, utilizando las aurículas. Una torruiía proporcionará pues, su A^entrículo a un grvipo de estudian- tes V sus aurículas a otro. En la siguiente sesión se invertirá la distribución. Tarea V. Se usará una tira de ventrículo atada por uno de sus extremos a una varilla de vidrio en forma de L y por el otro a una palanca cardiogíráf ica, provista en ambos extremos de alambres finos pa- la su excitación; todo dentro de un vaso dispuesto como cámara liúmeda. Estudiar la ley del todo o nada (p. 22). Estimación de los cambios de irritabilidad (p. 22). El efecto de la escalera (p. 23). La acción de la comente tetanirante (p. 23). Comparación con el músculo esquelético. Tarea VI. Experiencias con la aurícula de la tortuga. Automatismo del corazón y de sus seg'mentos. Tono cardiaco (p. 111). Influencia de los cambios de temperatura (p. 111). Influencia de las sales inorg’ánicas (p. 111). Influencia de la adrenalina y de algunos alcaloides (p. 108-109). Tarea VIL Seguir las direcciones para la preparación rcoscópica (p. 4). La preparación neuromuscular reoscópica (p. 39). Excitación por la comente de lesión (p. o9). Aislamiento de la conducción nerviosa (p. 43). Velocidad de conducción en el tronco nervioso (p. 44). Mientras uno de los alumnos bace la preparación, otro dispondrá los aparatos necesarios. Tarea VIII. Otros experimentos con el corazón de la tortuga (p. 110). Inbibición por la excitación del vago (p. 110). Sístole extraventricular, según se la describe para el corazón de la rana (p. 101). Experimento de Marey. Antes de pasar a producir el bloqueo, excitación con choques débiles en diferentes momentos del ciclo para notar el período refracta- rlo, la pausa compensadora y las relaciones entre contracciones auriculares, ventriculares, etc. Bloqueo cardíaco (p. 111). Medida del intervalo A-V cuando se bayan producido ritmos de 1:2 ó 1:3. 295 JOSE J O A Q U I ?i IZQUIERDO Tarea IX. Demostración del funcionamiento de las válvulas del corazón de un mamífero. Disección del sistema de conducción (pp. 117- 118). Los ruidos cardíacos; el choque de la punta y los soplos cardio-pul- monares en el hombre (p. 119). Tarea X. Demostraciones relativas a la presión arterial en el perro o el gato (pp. 122-125). Deberán ser hechas por el preparador ante su grupo, como prepara- tivo para que después las ejecuten por grupos. Tarea XI. La anterior, por vanos grupos de alumnos a quienes se reco- mendará muy especialmente que tengan perfectamente aprendi- das y comprendidas las direcciones antes de emprender el expe- rimento. (Influencia de las excitaciones nerviosas periféricas ; de la excitación del vago y del esplácnico ; de las hemorragias y de las inyecciones de suero fisiológico; de la entrada de aire a las venas, etc.). Tarea XII. El pulso (pp. 128-130). La palpación del pulso (p. 129). El movimiento de la onda del pulso (p. 129). Inhibición de los impulsos del vago (p. 129). Trazo de los pulsos arteriales y venosos en el hombre (p. 130). Las válvulas venosas (p. 131). Tarea XIII. Presión arterial en el hombre (pp. 125-127). Antes de hacer este ejercicio el estudiante se habra familiarizado completamente con la teoría de los métodos palpatorio y auscul- tatorio. Después adquirirá la práctica necesaria para satisfacer- se a sí mismo y dejar convencido al instructor de que aprecia debidamente e intepreta el momento en que cambian los ruidos. Después se tomarán trazos y se compararán todos los datos obtenidos, que deberán coincidir en dz 2 mm. para cada individuo. Tarea XIV. Pletismografía. Pruebas funcionales circulatorias (de acuer- do con las instrucciones que se darán). Tarea XV. Circulación capilar (p. 113). Observación microscópica (p. 113). Condiciones que la afectan (p. 114). Tarea XVI. Circulación capilar en el hombre (p. 115)« Las reacciones de los ca pilares de la piel humana (pp* 115-116). Tarea XVII. La coagulación de la sangre (p. 154). Importancia de las sales de calcio (p. 155). Tromboplastina y tromboquinasa (p. 155). Trombina (p. 155). Antitrombina (p. 155). 296 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Tarea XVIII. Diversas maneras de impedir o retardar la coagulación. Sangre dcsfibnnada. Sang're desplasmatiiada. Suero sanguíneo. Empleo del liematocrito. Determinación del pH de la sangre. Tarca XIX. Determinación colorimétnca de la hemoglobina (p. 158). Determinación de la capacidad de la sangre en oxígeno (según ins- trucciones que se darán). Tarea XX. Propiedades osmóticas de las células (pp. 8-9). Resistencia globular. Aglutinación. Distinción de grupos para la transfusión. Tarea XXL Experimentos ilustrativos de la técnica para el análisis de los gases del aire (según instrucciones que se darán). Determinación del oxígeno atmosférico. Determinación del COu y del oxígeno en el aire expirado. Cociente respiratorio. Tarea XXII. La respiración en el hombre (pp. 190-192). Registro de los movimientos respiratorios con el neumógrafo. Toracometría. Auscultación de los ruidos del tórax. Percusión torácica y vibracio- nes vocales. Volúmenes de aire respirados (p. 191). Regulación química de la respiración (pp. 195-196). Respiración artificial en el hombre (p. 200). Tarea XXIII. Estudio de la respiración en el gato (pp. 198-199). Estudio de las acciones que la modifican. Tarea XXIV. Demostración de la acción del nervio timpánico-lingual so- bre la secreción salivar (p. 133), (La ejecutará el preparador ante toda su sección). ^ i i i Tarea XXV. Registro de los movimientos gástricos en el hombre. Tarea XXVI. Demostración de la peristalsis gástrica; de la segmentación rítmica en el intestino delgado, y de la antiperistalsis en el in- testino grueso del gato (p. 140). Tarea XXVII. Observación radloscóplca de los movimientos del estóma- go y del intestino en el hombre. Tarea XXVIII. Demostración del reílejo mxentérico (p- 141). Tarea XXIX. Demostración de la inervación extrínseca del estómago y del intestino delgado (p. 142). Tarea XXX. Absorción del agua en el estómago y en el intestino delga- do; de los hidratos de C y de las grasas. Absorción por el intestino grueso. Anestesia rectal. Tarea XXXI. Estudio experimental de las condiciones que afectan la se- creción de la orina en los mamíferos (pp. 167-168). Tarea XXXII. Disección del sistema cerebro-espinal de la rana. 297 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Experiencia sobre el sistema nervioso central. Choque espinal (p. 47). Efectos recíprocos de las excitaciones (pp. 50-54). Después de hacer en la rana el experimento de depositar cristales de NaCl sobre los lóbulos ópticos, úsesela para el Estudio del arreglo segmentario de los reflejos (p. 49). Adecuación de los reflejos (p. 56). Actividades de la rana descerebrada (p. 56). Demostración del sitio de la fatiga (p. 60). La fatiga neuro-muscular en el hombre (p. 61). Tarea XXXIV. Rigidez de descerebración e inervación de los músculos del gato (pp. 51-53). Tarea XXXV. Duración de los procesos nerviosos (p. 59). Inervación recíproca en el hombre (p. 53). Se recomendará hacer fuera de clase las observaciones de los refle- jos en el hombre (p. 55). Tarea XXXVI. Las construcciones de óptica fisiológica (pp. 76-80) se harán fuera de clase y se traerán ya terminadas antes de hacer estas prácticas. El ojo esquemático (p. 84). Tamaño de la imagen retiniana (p. 84). Referencia de las imágenes retinianas a su agente, pasando por el punto nodal (p. 85). Acomodación (p. 85). Observación sobre los rayos que entran al ojo (p. 86). (Experimento de Scheiner). Tarea XXXVII. Círculos de dispersión (p. 87). Acción del iris en la acomodación (p. 87). Pruebas de la agudeza visual (p. 87). Determinar el campo de la visión de los colores (p. 96). Tarea XXXVIII. Demostración de los defectos del ojo por medio de la caja óptica (p. 88) en el salón oscurecido. Aberración de esfericidad (p. 88). Aberración cromática (p. 89). Emmetropía, etc. (p. 90). Astigmatismo (p. 90). Tarea XXXIX. Estudio de las reacciones vestibulares en el hombre (pp. 71-72). Influencia de la visión sobre la equilibración (p. 72). Tarea XL. Experiencias sobre los sentidos del oído, el gusto, el olfato (pp. 72-76) y el tacto (pp. 67-69). Tarea XXXIII. En una ^ rana En I otra I \ rana 298 LA FISIOLOGIA EN MEXICO ANEXO NUMERO 2 BIBLIOGRAFIA de los trabajos de investigación ejecutados en el extranjero ^or profesores de la Facultad Izquierdo, J, J. y W. D. Cannon. 1928. Emotional Polycythemia in. Rela- tion to Sympathetic and Medulliadrcnal Actlon of the Spleen Am. Journ. Physiol ,, Ixxxiv, pp. 545-62. Izquierdo, J. J. 1928. The PolycytKemia of Acute Anoxemia and its Rela- tion to tJie Sympathetico-.Adrcnal System. Am. Journ, Physiol,, Ixxxvi, pp. 145-59. Izquierdo, J. J. 1929. The effeets of Card iac Sympathetic Nerves upon Heart Block. Am. Journ, Physiol., Ixxxviii, pp. 195-211. Izquierdo, J. J. 1929. On the Dynamic Conditions of the Isolated Fro^ s Heart. Proceedings of the XlIIth International Physiological Con- gress. Am. Journ, Physiol., xc, p. 398. Izquierdo, J. J. 1930. The Influence of Sympathetic Stimulation upon intra-aurícular hlock in the Mammalian Heart. Am. Joum. Physiol ., xci, pp. 696-711, Izquierdo, J. J. 1930. The Influence of Excisión and Treatment with saline on the pace-maker of the frogf s Heart. Journ, of Physiol ., Ixvm, pp. 363-74. Izquierdo, J. J. 1930. On the Influence of the Extra-Cardiac Nerves upon sino-auricular conduction in the heart of Scyllium, Journ, of Physio Ixix, pp. 29-47. Izquierdo, J. J. 1930. Uber den Einfluss der Blutdruckzügier auf Hóhe und Form des Blutdruckanstxegfes bei peripherer Splanchnicusreizung. Zeitsch, f. Experimenten e Medizin, Ixxii, pp. 415-34. Izquierdo, J. J. 1930. Uber den Einfluss der NervI Splanchnici auf den arteriellen Blutdruck des Kaninchens. Zeichr. f. Kreislaufforschung, xxii, pp. 735-43. Izquierdo, J. J. 1930. Influence of the Aortic and Carotid sinus nerves upon the height and form of the rise oí blood-pressure produced by peripheral stimulation of the splanchnic nerve. Jour. of Physiol., Ixx, pp. 221-43. Izquierdo, J. J. 1930. Sur Texistence des réflexes va^aux hétérolatéraux d'ori^ine sinusienne. Comptes Rend. Soc. Biol., civ, pp. 487-89. Izquierdo, J. J. 1930. Epreuves experimentales des fonctions compensatri- ces des nerfs aortiques et sinussiens, etc. Bruxell es-'^L edieal e, p. 68. Izquierdo, J. J. 1930. A modiflcatlon of the decerebrate preparation for makingf it suitable for the study of the carotid sinus reflexes. Journ. of Physiol., Ixx- Proceedings, pp. 1-2. Izquierdo, J, J. 1931. Influencia de los nervios extracardíacos sobre la 299 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO conducción cardíaca. Arch. Soc. Btol. J*lontevideo. Suplemento; fas- cículo III, pp. 527-37. Izquierdo, J. J. y J. Barcroft. 1931. The Relation of Temperature to the Pulse Rate of the Frog. Journ. of Physioh, Ixxi, pp. 145-55. Izquierdo, J. J. y J. Barcroft. 1931. The Effect of the Temperature on the Frequency of Heart and respiration in the Guinea-pig' and cat. Journ. of Physioh, Ixxi, pp. 364-72. Rosenblueth, A. y T. Schlossberg. 1931. The sensitization of vascular res- ponso to “sympathm’ ’ hy cocaine and the quantitation of “sympathm in terms of adrenalin. Am. Journ. Physioh, xcvii, pp. 365-74. Rosenblueth, A. 1931. The sensitization by cocaine of ^astnc and uterine smooth muscle to the mhibitory action of adrenm. Am. Journ. Physioh, xcviii, pp. 186-93. Rosenblueth, A. y N. E. Freeman. 1931. The reciprocal innervation in reflex changos of heart rate. Am. Journ. Physioh, xcviii, pp. 430-34. Rosenblueth, A. y W. B. Cannon. 1932. Studies on condition of activity in endocrino organs. XXVIII. Some effects of sympathm on the nicti- tatmg membrane. Am. Journ. Physioh, xciv, pp. 398-407. Rosenblueth, A. y A. R. Gayet. 1932. The failure of diet to influence the adrenm content of the adrenal glands. Am. Journ. Physioh, c. p. 342. Rosenblueth, A. 1932. The action of certam drugs on the nictitating mem- brane. Am. Journ. Physioh, c. pp. 443-446. Rosenblueth, A y P. Bard. 1932. The innervation and functions of the mctitatmg membrane in the cat. Am. Journ. Physioh, c, pp. 537-44. Rosenblueth, A. 1932. The mode of action of adrenm and the quantitation of adrenm by biological methods. Am. Journ. Physioh, ci, pp. 149-65. Rosenblueth, A. 1932. The chemical mediation of autonomía nervous im- pulses as evidenced by summation of responsos. Am. Journ. Physioh, cli, pp. 12-38. Rosenblueth, A. y R. A. Phillips. 1932. Sympathin and the Hepatic sympa- thomimetic hormone in the dog. Am, Journ. Physioh cii, pp. 332-35. Rosenblueth, A., C. Leese y E. F. Lambert, 1933. Electrical potentials in smooth muscle. Am. Journ. Physioh, ciii, pp. 659-80. Rosenblueth, A. y D. Mck. Rioch. 1933. The nature of the responses of smooth muscle to adrenm and the augmentor action of cocaine for sympathetic stimuli. .4771. Journ. Physioh, ciii, pp. 681-85. Rosenblueth, A. y D. Mch. Rioch. 1933. Electrical excitation of multi- fibered nerves. .4771. Journ. Physioh, civ, pp. 519-29. Rosenblueth, A., A. Forbes y E, F. Lambert. 1933. Electrical responses in the Submaxillary Gland. Am. Journ. Physioh, cv, pp. 508-17. Rosenblueth, A. y B. Cannon. 1933. Some circulatory phenomena disclosed by ergotoxme. Am. Journ. Physioh, cv, 373-82. Rosenblueth, A. y D. Mck. Rioch. 1933. Temporal and spatial summation m autonomic Systems. ¿4771. Journ. Physioh, cvi, pp. 365-80. 300 VIII.— PLANES PARA EL FUTURO Y SUS PRIMERAS REALIZACIONES A. SU NECESIDAD, CARACTER Y CONDICIONES REQUERIDAS PARA QUE SE LES LLEVE A CABO 1. Urge realizarlos como hase del -progreso de la enseñanza médica. mas ESDE que cesó el movimiento ascendente de 1918, la fisiología se ha venido manteniendo en nuestra Facultad en un plano que está to- davía muy por abajo del que ya debería haber alcanzado de conformidad con la experiencia de más de medio siglo de las universidades progresistas, según la cual debe ser ensenada principal- mente en el laboratorio y por personas a él dedicadas de modo exclusivo. Si no se ha pensado elevarla hasta este nuevo nivel, es por- que hasta ahora su marcha ha estado supeditada a lo que bien pudiera llamarse el criterio medio de la clase medica, que tras de constreñirla a no ocuparse más que de aquellas cuestiones que le han parecido más directamente relacionadas con la for- mación de los médicos, ciruj’anos y parteros, en vez de procu- rar que lleguemos a contar con profesores especializados, los ha considerado indeseables y sólo propios para la formación de es- 301 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO pecialistas. El que las proposiciones kecli as en los últimos años por diferentes miembros del profesorado que kan estado en el extranjero, con la mira de impulsar diversas disciplinas de la- boratorio, a la postre kayan venido a quedar nulificadas, se de- be precisamente a que la decisión final siempre ka sido dictada con ese criterio reinante. Sin embargo, fácilmente se descubre que éste es falso y, por añadidura, francamente contrario a la finalidad más alta de la enseñanza médica, que debe ser la de formar médicos cada vez mejores. Lejos de que la forma en la cual presentan y discutan sus problemas los profesores especializados de fisio- logía, de bioquímica, de bacteriología o de farmacodinamia sólo pueda ser buena para la formación de especialistas, el criterio que les da la especialización, necesariamente diferente del que es general entre los médicos, resulta altamente favorable para lo- grar que los nuevos médicos sean mejores que los que los kan precedido y aun que los que los kan formado. Los sostenedores de las líneas directivas reinantes citan en su favor el kecko cierto de que cuando el estudiante llega a convertirse en médico, tiene ya olvidados todos esos detalles que solo consideran propios para especialistas. Pero es que no ven que aun siendo así las cosas, si lo que el estudiante ka ke- cko con sus profesores especializados ka sido aprender a resol- ver directamente y por sí mismo, por lo menos los problemas clasicos de laboratorio, lo que luego le quedara y llevara con- sigo cuando médico, será la capacidad para formular y resolver los problemas que va a encontrar en su practica, de acuerdo con la misma disciplina científica. El aprendizaje experimental de las disciplinas fundamen- tales de la carrera médica y en especial el de la fisiología, ejer- ce sobre el futuro médico influencias perfectamente compara- bles a las que tienen sobre la carrera del fisiólogo el conocimien- 302 LA FISIOLOGIA EN MEXICO to experimental de la física y de la química y las matemáti- cas. Una de las demostraciones más brillantes que se descu- bren en el campo de la fisiología contemporánea es la que nos ofrece ArcKibaldo Viviano Hill. Cuando este distingfuidísimo hombre de ciencia decidió dedicarse a la fisiología, la rutina que privaba en Cambridge le aconsejaba empezar por el llama- do “ír;j5o" de ciencias naturales. Pero él, ante el asombro de sus compañeros, que consideraban que lo que estaba haciendo equivalía a que estuviera tomando un curso de geología o de sánscrito, optó por cursar el tTtj>o de matemáticas y hacer es- tudios de física y química. Con el curso de los años, aunque también llegó a olvidar casi todas las matemáticas que había aprendido, descubrió que seguía pensando de acuerdo con la norma a que éstas lo habían acostumbrado y que tal modo de pensar le era particularmente valioso para poner en claro sus problemas (A. V. Hill, 1926). De la misma manera, a medida que la mediana moderna se ha venido haciendo cada vez más científica como consecuen- cia de una instauración cada vez mas honda en el es-ftíritu y en os métodos de la fisiología, ha sido preciso reconocer que ésta es de la mayor importancia para la formación del futuro^ médico. Los ejemplos que lo comprueban son numerosos: quien quie- ra apreciar las influencias que ejerce sobre el médico que lea la vida de Sir William Osler, por Harvey Cushing (1925), y quien desee descubrir sus efectos sobre la carrera del cirujano, que lea las biografías de Lord Lister, por Rickmann J. Godlee, y de Víctor Horsley, por Stephen Paget (1919). Aun cuando en general la realidad y la trascendencia de estas influencias han quedado reconocidas en nuestro medio, con afinar un poco la observación se descubre que tal recono- cimiento en realidad sólo ha flotado en el ambiente en forma nebulosa e inadecuada para encontrar realización. Se ha teni- 303 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO do la ilusión de que tales iníluencias pueden ser el resultado de una educación principalmente verbalista y, por lo mismo, no se ba considerado necesario tender a que la enseñanza sea im- partida principalmente en el laboratorio por profesores espe- cializados en él, y con toda la elevación y amplitud de miras que tanto temen los médicos generales. Pero la verdad es que las fehces influencias que dehen es-^erarse de la fisiología, sólo son reales cuando ésta tiene •por hase los hechos directamente observados. Que luego el médico ya no se preocupe por man- tenerse al tanto de la marcba de la fisiología, o que parezca ha- ber olvidado la que se le enseñó cuando estudiante, no importa. Porque como consecuencia del ejercicio de sus actividades en el laboratorio, hahrá adquirido criterio científico suficiente para plantease sus problemas en términos fisiológicamente razona- bles, y para enunciarlos y discutirlos en un lenguaje que cientí- ficamente resulte inteligible. Y tal criterio es único, lo mismo que se trate del cuerpo sano o que se le considere en estado de enfermedad, pues como decía graciosamente Michael Foster, pre- tender que hubiera una fisiología patológica diferente de la nor- mal, sería tan absurdo como sostener que hay dos meteorologías, una del buen tiempo y otra del malo. Por lo tanto, los nuevos progresos de nuestro Departamento de fisiología dependen de que se le organice de manera que sus laboratorios se conviertan en el campo principalísimo para la enseñanza de los estudiantes y para el desarrollo de las capaci- dades de los que enseñan- El terreno está preparado gracias a esfuerzos anteriores encaminados a lograr que ‘el pensamiento fisiológico se con- virtiese en director de los estudios médicos y que los procedi- mientos seguidos por la medicina fuesen tomados, copiados, de los de los fisiólogos" (Ocaranza, 1929). 304 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Los nuevos pasos que ahora hay que dar, deberán ser los encaminados a lograr que el pensamiento fisiológico que lleve de ^uía cada nuevo médico que salga de la Escuela, tenga a las realidades del laboratorio como base única que garantice su le- gitimidad y lo ponga a salvo de los peligros de la fantasía. Tal es la única senda por la cual por fin llegaremos a con- tar en nuestra casa con fisiólogos dedicados exclusivamente al laboratorio, capaces de enseñar a los médicos, con su propia ac- tuación, cuáles son los procedimientos que les deben ser copia- dos. 2. Debemos tender a que la fisiología sea ensenada por personas dedicadas a ella de modo exclusivo. Tratándose de la cirujía, de las patologías y de las diversas especialidades médicas, desde hace tiempo ha quedado recono- cida en nuestra Facultad la conveniencia de que su enseñanza esté a cargo de profesantes que de lleno se dediquen a ellas. Ya a nadie se le ocurre, ni por un momento, que pueda ser buen profesor de cualquiera de estas disciplinas, quien solo base su competencia en la lectura de libros y revistas. En cambio, tratándose no sólo de la fisiología sino también de otras disciplinas médicas fundamentales, es curioso que has- ta ahora no se haya procurado que quienes las enseñan adquie- ran previamente y luego mantengan en juego una amplia ex- periencia de laboratorio. Hasta ahora, se ha dejado con indiferencia que la labor do- cente de las disciplinas fundamentales de la carrera médica, no pase de ser una actividad accidental entre las múltiples que exige la atención de una clientela o el desempeño de las_ obli- gaciones impuestas por los más diversos puestos burocráticos. Sin embargo, ya hace tiempo que semejante rutina ha sido definitivamente condenada por las Universidades de mayor ex- 305 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO periencia, como reñida con todo nuestro progreso, y que entre nosotros, se viene haciendo cada vez más urgente la necesidad de que queden realizadas las condiciones adecuadas para que los que enseñan fisiología también adquieran y mantengan una experiencia constante que además de servirles de base indis- pensable para su competencia teórica y práctica, eleve el nivel de su producción científica y fomente en el medio en que actúan el más legítimo espíritu de investigación. a. Los ex-^ositores de teorías dehen conocer directamente los hechos de laboratorio en que aquéllas se hasan. A consecuencia, tanto de la exagerada estima en que toda- vía son tenidos los métodos verbalistas como del desprecio con que han sido vistas hasta ahora las actividades más científicas del laboratorio no encaminadas a recibir retribución de parte del público, ha predominado entre nosotros la creencia de que con sólo multiplicar conferencias se puede fomentar el progreso de las diferentes disciplinas de laboratorio. Muy por el contrario, en las Universidades más experimen- tadas se tiene el convencimiento de que aun para llegar a ex- poner en terreno puramente teórico y con filosofía netamente científica las conclusiones más brillantes de la fisiología, preci- sa empezar por aprender en el laboratorio las verdades más modestas y simples. Las condiciones remantes son debidas en muy buena par- te a la aceptación muy general que todavía se otorga a ciertas ideas que en años pasados se encargaron de difundir algunos escritores populares. Además de los efectos que fueron a ejer- cer sobre la masa general de lectores, dieron por resultado que muchos hombres, sobre todo los de fácil palabra, prefiriesen hacerse conferencistas por considerar que con ello pensaban a ocupar un lugar prominente. Según los escritores mencionados 306 LA FISIOLOGIA EN MEXICO existirían dos categorías de hombres ; quienes se valen de la observación y de la experimentación para desentrañar las ver- dades de la ciencia, pero que son de índole modesta y carentes de la sagacidad necesaria para llegar hasta las verdades supe- riores, y quienes, si bien por la elevada calidad de su mente están relevados de la tediosa labor de recoger hechos, gracias a ella son los más capacitados para servirse de los hallados por los primeros, a fin de levantar sobre ellos grandes generaliza- ciones. En un cuadro combinado de las actividades de ambos, a los primeros los han representado con el azadón en la mano, cavando la tierra en busca de las pequeñas verdades, mientras los segundos los iluminan y guían con sus luces. La falsedad de este cuadro popular resalta luego que se tra- ta de encerrar en él a cualquiera de los que han llegado a ob- tener preeminencia en una rama cualquiera de la ciencia. El mismo Claudio Bernard lo condeno cuando dejo asentado con su enorme autoridad que es imposihl e llegar a com.'penetrarse de las grandes verdades cientlfrcas sin antes haber jasado j)or un aprendizaje práctico, estricto y a menudo prolongado. Sola- mente por el trato casi a diario repetido con los hechos y con las verdades más simples es como la mente llega a empaparse del legítimo espíritu científico que debe inspirarla en la fun- ción de enseñar. Es simplemente por esto por lo que el solo carácter de médico no alcanza a conferir plena capacidad para enseñar fisiología, aun en la forma puramente teórica. La influencia de la experiencia de laboratorio es tan gran- de, que con facilidad la he podido descubrir aun tratándose de fisiólogos de profesión, con sólo comparar las conferencias que daban sobre temas que conocían de modo directo, con las que se veian obligados a hacer sobre asuntos que únicamente conocían a través de lecturas. Así, al estar en Cambridge comprobé que el profesor G. V, Anrep exponía de la manera más interesante 307 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO las cuestiones relativas a glándulas digestivas y a reflejos condi- cionados, que había conocido de modo directo al lado de Paw- low. No menos sugestivas eran sus "'lecturas ” sobre cuestiones circulatorias, en cuyo estudio experimental se había iniciado con el profesor Starling y luego había continuado de modo indepen- diente. Pero cuando se veía obligado a tratar otros temas, el contraste era evidente. El que con la creciente complejidad de la ciencia fisioló- gica ya ni '^ara los fisiólogos Jirofesionales resulta J>osihle tomar como camj )0 de sus mejores actividades el de toda fisiología es cosa que se tiene muy presente para organizar la enseñanza teórica en los departamentos de fisiología de primer orden : las conferencias relativas a cada una de las secciones que compren- den los cursos quedan distribuidas entre los diferentes profe- sores con que cuentan, de acuerdo con el campo que cada uno de ellos tiene escogido para la investigación. A esto mismo es a lo que debemos tender en nuestra Fa- cultad, a medida que vayamos logrando la dedicación exclusiva de los profesores. La rutina que hasta hoy im-Jera, de multipli- car el número de conferencistas para que simultáneamente des- arrollen por separado un mismo programa, los ohhga a un es- fuerzo ingrato, estéril y de rendimientos necesariamente muy desiguales. Será mucho mejor para la enseñanza y dará mayor satisfacción a cada uno de los tres o cuatro profesores que se tengan, el que cada uno de ellos sólo desarrolle la sección del curso que más cuadre con sus actividades. b. Lo5 alumnos dehen ser guiados en su aprendizaje de lahoratono por verdaderos experimentadores. La exagerada preferencia por los métodos verbalistas y la * Ortega y Gasset no los tajaría de “incapaces de enseñar la asig- natura , por “no conocer íntegra la disciplina”. (Véase la pag. 291). 308 LA FISIOLOGIA EN MEXICO íalta de aprecio por las actividades del laboratorio, también Kan impedido que se preste la debida atención a la selección de los encargados de los cursos de laboratorio. Lo comente ba sido que se les nombre tan sólo porque poseen un título de médico, pero sin cerciorarse de si tienen algún interés por trabajos de la índole de los del laboratorio de fisiología. Naturalmente, co- mo los así escogidos nunca se ban preocupado por aprender has- ta satisfacerse a sí mismos, los trabajos en cuya ejecución de- herían guiar a los alumnos, las fallas se repiten sin interrup- ción ; los alumnos pierden todo ínteres en sus labores, y ellos se afirman rápidamente una reputación de demostradores in- capaces de demostrar. En cambio, como remedio de los fraca- sos, no tardan en echar mano de los recursos verbalistas . ex posiciones teóricas excesivas y fuera de lugar, a título de intro- ducción, y nuevos comentarios finales para explicar lo que debe ría haberse obtenido y por qué no se le observó. En realidad, ninguno de ellos debiera ser incapaz de crear las condiciones adecuadas para que se manifestara cada uno de los fenome nos cuya demostración tenia encargada, si tan solo hubiese pa sado por ese aprendizaje previo sin el cual se omiten porque ni siquiera llega a sospecharse su importancia— detalles de téc- nica que son esenciales para el éxito. Con preparadores que salvo contadísimas excepciones sean principalmente^ de este tipo, no hay base para seguir esperando que la enseñanza de laboratorio llene sus fines. Debemos esforzarnos por lograr que los cursos de labora- torio lleguen a estar dirigidos por verdaderos experimentadores, dignos de tal nombre porque sean merecedores del concepto que de ellos tenía Claudio Bernard: jorque sean teóricos y jirácticos. Prácticos, porque posean el arte de obtener los hechos experi- mentales en que se basa su ciencia ; teóricos, porque sean ap- tos en manejar el razonamiento para decidir ante la comple- 309 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO jidad de resultados a que da lugar el estudio experimental de los fenómenos fisiológicos. Como decía el mismo Bernard, se les debe buscar de mano tan buena como la cabeza, pues '"así como una mano bábil, sm una cabeza que la guíe es una herra- mienta ciega, también la cabeza, sin una mano bábil que eje- cute sus deseos, es una nada impotente ’. La manera como llegará a lograrse que el ■personal encar- gado de la enseñanza teórica y j>ráctica de la fisiología adquie- ra las cajiacidades máximas que son de desearse, será hacien- do que dedique el resto de su tiem^^o a mantener ejercitada la mente y hábiles las manos. c. TJrge fomentar el esjiíntu de investigación. Hasta bace poco, sólo se ba pretendido fomentar las labo- res de investigación en la Facultad, entre estudiantes selectos y entre los pasantes de medicina. Precisamente entre las ta- reas que me fueron encomendadas al regresar al país quedaban incluidas las tendentes a este obj’eto (véase la p. 283). Pero la experiencia que entonces tuve acabó de confirmarme lo que ya tenía aprendido con anterioridad: que la inmensa mayoría de nuestros estudiantes y pasantes de la carrera no tienen ni interés ni propósitos de bacer esfuerzo alguno seno de inves- tigación. Con respecto a los alumnos, por selectos que se les supon- ga, es siempre manifiesta su falta de madurez para investigar. En cuanto a los pasantes, los más desaparecen del laboratorio tan pronto como se les plantea un problema definido o se les traza el plan de labores que deberán desarrollar ; contados son los que lo bacen después de un débil intento de trabajo. A la postre be llegado a descubrir que los remisos tan solo se ban preocupado por escribir una tesis cualquiera para satisfacer la 310 LA FISIOLOGIA EN MEXICO disposición xiniversitaria relativa. Recuerdo particularmente a dos pasantes, lujos de profesores de la Facultad. El primero ha- bía concebido una hipótesis cuya bondad no llego a querer con- frontar con los hechos, pero que de todas maneras publico. Del otro, que a poco de iniciar sus trabajos los había dejado a me- dias, semanas más tarde el padre me agradecía la ayuda que le había prestado, pero me informaba que el candidato no ha- bía tenido tiempo para estudios de esa índole, urgido por el in- terés de obtener su título dentro del más breve plazo posible. Lo sucedido con estos jóvenes constituye un índice muy intere- sante de lo que puede esperarse de la generalidad de los pa- santes. EJ más legítimo espíritu de investigación sólo ■^odra sur- gir en nuestra F acuitad como natural consecuencia de la crea- ción de un gru^o de 'profesores especializados. En efecto, solo quienes se dedican de modo exclusivo a una ciencia pueden mantenerse al tanto de los problemas de estat estar en condi- ciones de señalar cuáles de sus fases quedan realmente por acla- rar, y ser capaces de resolverlas sobre bases siempre positivas, por la aplicación de los métodos inquisitivos de laboratorio y sin caer en los peligros a que expone la fantasía. Sólo asociándose en la labor con un grupo de trabajado- res especializados de hecho, es como los espíritus más selectos de la juventud médica universitaria llegaran a encauzar sus energías por las nuevas sendas de las verdaderas carreras uni- versitarias, en vez de seguirlas aplicando a esa estéril forma de acometividad" que como fatal herencia del pasado, contraria a todo progreso, sigue siendo el principal móvil de no pocos profesores universitarios. La acometividad y los alardes de en- tereza de que hacen gala, representan rasgos supervivientes del antiguo tipo de profesor que era corriente en los tiempos de la escolástica, que permiten describirlos en los mismos términos en 311 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO que nos referimos a Galeno (pág. 51) : individuos sin duda honrados y aun no a 5 mnos de bondad ; que aunque andan en bus- ca de la verdad, tienen avidez mucho mayor por la argumen- tación, que esgrimen con energía y artificio prodigiosos y aun en tono de franca disputa, porque ante todo son lo que se llama un carácter agresivo. Con ahrir a la -juventud nuevas avenidas -por las cuales Jiue- da lanzarse a acometer con todo hr’io la conquista de las verda- des de la ciencia, se -pondrán las hases -^ara que de ella surja el moderno tijio de -profesor universitario y por ende, para que del ejercicio de estas nuevas actividades resulten mayores sa- tisfacciones tanto para ella como para el país. d. Precisa elevar el valor de la producción científica. En materia de producción científica, lo importante no es tenerla en una forma cualquiera, sino que sea de calidad. En todos los países del mundo vienen apareciendo numerosos tra- bajos de escaso valer, que en vez de ser de utilidad estorban considerablemente la labor de consulta. Las únicas probabilidades de que nuestra producción cien- tífica pueda resultar meíjorada dependen íntimamente de la dedicación exclusiva de nuestros profesores universitarios. Gra- cias a ella, la originalidad de los trabajos será mayor y más ele- vado su nivel, no sólo porque siempre tendrán como Lase al- guna nueva adquisición experimental, sino por la forma misma en que presentarán los antecedentes de cada problema, discu- tirán los nuevos resultados y los compararán con los obtenidos por los demás. El hombre que de veras ha logrado disciplinar su mente, nunca se atreve a citar en favor de sus opiniones o a criticar por ser contrarios a ellas, hechos que sólo haya visto mencionados de 312 LA FISIOLOGIA EN MEXICO modo necesariamente incompleto en citas de seg'unda y aun de tercera mano. Es que sabe perfectamente que además de la insu- ficiencia de éstas, es frecuentísimo — como es fácil comprobarlo a cada paso — que hayan sido desfigurados, ya no por quienes los discuten, sino por quienes simplemente han pretendido dar cuen- ta de ellos en forma de extracto. Por eso, cuando a pesar de no haber podido consultar la fuente original para cerciorarse de las ideas de un autor, se decide a citarlo, es indicando quien es el que le atribuye las ideas en cuestión. Con la elevación de disciplina que resultara de la dedica- ción exclusiva de los profesores, terminará por fin el abu- so todavía muy comente en nuestro medio, de hacer profusión de citas imposibles —a menudo mal hechas — de artículos que desde luego se descubre que aparecieron en revistas que el au- tor nunca pudo tener en sus manos, o en idiomas que nunca ha sabido leer (alemán, holandés, ruso, sueco). Quizá por no caer en tamaña ligereza, observamos que no pocos profesores de la Facultad han dado en hacer citas í?e nom hres de autores, sin decir en dónde se encuentran sus escritos. Pero esto, por más que entraña cierta prudencia, es indicio casi seguro de que el autor no ha consultado los trabajos origina- les, y mengua considerablemente el valor científico de su tra- bajo. Las verdaderas citas son indispensables en todo escrito científico. Primero, porque hacen posible que el lector com- pruebe que las opiniones que se atribuyen a otros autores son auténticas y no han sido falseadas. Segundo, porque precisa- mente el grupo de lectores que pueda tener mayor interés por el asunto a discusión las necesita para consultar directamente, y con mayor amplitud, conceptos de terceras personas que el au- tor forzosamente ha tenido que mencionar con mayor o menor brevedad. 313 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Pero cuando se descubre que ba sido imposible que un au- tor baya consultado las obras que cita al pie de un trabajo, o que manifiestamente sólo ba podido tener noticia de ellas a través de segundos y aun terceros ojos, cerebros y manos, bay base suficiente para dudar de la solidez de todos los demás ma- teriales con que lo ba formado. 3. Sus requisitos fundamentales. Como en general todavía no es debidamente apreciada en nuestro medio la significación que tiene el ejercicio de la in- vestigación científica con relación a las labores de docencia, bemos observado que los directores de la marcha universitaria que ban llegado a pensar en la conveniencia de que baya inves- tigación en la Facultad, la ban considerado tan independiente de la enseñanza, que a los encargados de ésta los ban declara- do sin necesidad de aquélla y a los investigadores los ban con- siderado ajenos a toda labor de docencia. Pero como por las razones que bemos expuesto resulta evi- dente que si la investigación es de desearse en una Facultad Médica, es por sus felices consecuencias para la realización de Jas cuatro finalidades que dejamos apuntadas, inclusive la de elevación de la enseñanza, bay que reconocer que necesitamos crear un grw^o de individuos organizados de modo que distn- huyan la totalidad de su tiemjo entre las labores de la ense- ñanza y las de la investigación. La creación de este grupo requerido de modo tan urgente para que la ciencia fisiológica se eleve en nuestra Facultad basta la altura que debe tener en consonancia con los tiempos modernos, requiere gastos de consideración tanto para dotarlo de las bases materiales indispensables, como para pagar a su personal y para proveerlo de fondos disponibles en el momento 314 LA FISIOLOGIA EN MEXICO oportuno para la ejecución de sus trabajos. Pero bay que en- contrar la manera de obtener los fondos necesarios para afron- tarlos, porque no son un lujo al que sólo -puedan as'^irar los j>ai- ses más ricos, como dicen los que no comprenden la importan- cia de sus fines, sino una necesidad 'perfectamente definida, que urge satisfacer. Aparte de la provisión de fondos, por fundamental que ésta sea para la existencia del grupo, bay que tener bien presente que para que la labor de éste resulte fecunda en las finalidades señaladas, bay que organizarlo disciplinadamente y ponerlo bajo una dirección acertada que mantenga y coordine sus actividades. a. En lo material, que no por representar lo de orden más bajo en cuestión de organización deja de ser menos necesario, bay que proporcionar al grupo, como campo indispensable para sus actividades, lahoratonos convenientemente instalados y dotados de los aparatos y demás materiales requeridos tanto para la enseñanza como para la investigación. Ademas, para que esta llegue a ser de importancia con relación al momento actual de la ciencia, bay que poner a su alcance cuantas ohras y pu- hlicaciones periódicas sean necesarias para que se mantengan al comente de las fases por las cuales van pasando los diver- sos problemas de su ciencia. Sin fondos suficientes destinados a proveer de modo cons- tante y oportuno las necesidades de materiales de trabajo y de información científica, es una triste fantasía esperar que se puede llegar a bacer algo fecundo, aun contando con los hombres más entusiastas y mejor preparados*. * Hasta ahora no sólo no hemos llegado a contar con fondos destina- dos a la investigación, sino que al lograr la compra de algunos rnateriales y aparatos, hemos sido advertidos de que no deberíamos incluir ninguno para la investigación. Los fondos destinados a la compra de materiales que se consumen en la enseñanza también han sido siempre escasos y proporcionados de 315 JOSE J O A Q V I N IZQUIERDO b. El ’^ersonaí sólo ■podrá dedicarse de lleno a la ense- ñanza y a la investigación si se le paga lo suficiente para que pueda vivir decorosamente sin tener que huscar otros empleos o que ejercer otras actividades para cubrir sus necesidades de vida. Al cirujano, al internista y más todavía a los dedicados a diversas especialidades médicas, su misma clientela se encar- ga de pagarles ■ — a veces magníficamente — el ejercicio de las actividades que mantienen despiertas sus aptitudes para la do- cencia; por eso basta que las Facultades les retribuyan simple- mente el tiempo que emplean en enseñar en ellas. Pero a quienes dediquen todo su tiempo a las actividades de una carrera científica, bay que pagárselos sin pretender que por la devoción misma que puedan tener por sus labores, de- ban estar dispuestos al sacrificio. Hay que empezar por seleccionarlos sobre la base exclusi- va de su entusiasmo y capacidad para el trabajo y de su ínte- res por los problemas de la ciencia, sin pretender, solo porque los hemos elegido, que nos queden obligados en el futuro pa- ra otros fines que no sean los de ayudarnos a mantener el pro- greso en nuestro Departamento. Una vez bien escogidos y debidamente remunerados, hay que asegurarles la estabilidad y el éxito de sus posiciones : la modo tan irregular, que a veces se Kace preciso despedir a los alumnos, por íalta de materiales de trabajo, o por lo menos, dedicarlos a otras labo- res, para cuya realización, por lo general, no se tiene debidamente prepara- do lo necesario. (Es curioso que nadie páre mientes en que este defectuo- so sistema de aprovisionamiento es altamente antíeconómico, puesto que reduce el rendimiento de individuos que de todos modos reciben un sueldo). Además de que los fondos que se requieren deberán ser suficientes, bay que bacer que quien los maneje directamente sea el director del grupo, que es el más interesado en que los materiales sean pi'oporcionados pre- cisamente cuando son necesarios, para que las labores no sufran tropiezo. Es un error seguir dejando esto a cargo de personas cuyo interés en las labores del Departamento tiene que ser forzosamente menor. 316 LA FISIOLOGIA EN MEXICO estabilidad írente a los inconcebibles vaivenes de nuestra po- lítica universitaria, por ser ésta, condición indispensable para que no decaiga su interés en consagrarse a una carrera uni- versitaria, y la provisión siempre bastante y oportuna de los me- dios indispensables para el éxito, porque si sigue dominando la indiferencia con que hasta ahora se ha visto lo relativo a este punto, con su defecto se retardara la marcha, se comprometerá el éxito y se harán languidecer las mas firmes vocaciones cien- tíficas. A los miembros más jóvenes del grupo, que después de sen- tar las bases de su carrera de fisiólogos en el medio patrio ha- yan dado pruebas de su disciplina mental y de su habilidad co- mo experimentadores, y hayan ya producido apreciables frutos como investigadores, hay que mandarlos a trabajar a los cen- tros universitarios donde más intensamente se labore y en los que se estén originando las nuevas corrientes de progreso de la fisiología. Así, además de lograr que los que luego van a ser maes tros, regresen mejor informados del estado que guarda su cien- cia. se evitará que vuelva a repetirse entre nosotros el que la fisiología quede supeditada a la influencia exclusiva de a gún país y expuesta. Por lo mismo, a volver a marchar con retraso con relación a las comentes directivas del tiempo. c. La organización y dirección adecuadas del grupo son tan importantes que para que éste dé los frutos que se desean, que sin ellas puedo afirmar, con experiencia, que resulta punto menos que inútil extender nombramientos a determinado núme- ro de personas y aun facilitarles los medios materiales necesa- rios. Es fundamental poner a todos los jóvenes profesores que se escojan, bajo la dirección efectiva del que tenga exhibidas pruebas de ser el más experimentado. Nadie tendrá mayores 317 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO probabilidades que él, para acertar en la difícil tarea de descu- brir a los hombres más idóneos que puedan servirle de colabo- radores. Y nadie podrá tener mayor interés en ayudarlos, en seguir de cerca sus labores y en procurar que ocupen el lugar que les corresponde en el plan que baya trazado. Sin dar autoridad y las facultades suficientes que se re- quieren para organizar y dirijir las labores de un grupo cual- quiera de hombres, es inútil crear posiciones, bien o mal re- tribuidas, para personas nominal mente encargadas de llevar a cabo tales o cuales funciones. Mientras se deje abandonada la marcha del Departamen- to de fisiología a lo que en último término puedan disponer los directores de la Escuela, es indudable que la organización que proponemos no podrá ser llevada a cabo. Dejar que la selección de los colaboradores de diversas categorías pueda seguir sien- do hecha por ellos, sin consultar a los que están mas interesa- dos en la marcha de su departamento ; dejar que las sugestio- nes de progreso hechas por los profesores especializados se es- trellen de continuo contra su censura, a menudo caprichosa, o contra los dictámenes obtenidos por métodos seudodemocraticos como los relatados en las pp. 269 y 290 ; dejar que la ejecución de planes que ya se han aprobado, pueda seguir siendo suspendida en un momento cualquiera por el mismo director, será seguir manteniendo obstáculos infranqueables para que el grupo lle- gue a organizarse debidamente y a dar los esperados frutos. Iguales resultados tendrá el imponer al grupo la tutela de otros directores extraños, que por distinguidos que sean en otros departamentos de la ciencia, no podrían compenetrarse de los verdaderos intereses de la fisiología. En suma, para que la organización del Departamento de fisiología sea la más efectiva para la realización de sus fines, precisa que sin vacilaciones los directores de la marcha univer- 318 LA FISIOLOGIA EN MEXICO sitaría procedan en la misma forma en que ha resultado posible que progresen en otras universidades los departamentos dedi- cados a las vanas disciplinas científicas de laboratorio : encon- trada la persona que ya tenga la preparación adecuada, el de- seo firme de servir los fines que se persiguen y la decisión pa- ra echar sobre sus hombros la tarea de organizar y coordinar las labores del grupo, hay que def>ositar en ella toda la confian- za, dejarle comftleta libertad de acción y -proporcionarle todos los medios necesarios para el éxito. REFERENCIAS Cusliing, H. 1925. Life of Wilham Osler. 2 tomos. Clarendon Press. Godleé, R. J. 1924. Lord Lister. 3^ edic. Clarendon Press. Hill, A. V. 1926. Lecturas on Certain As^iects of Btochemistry, p. 279. Uni- voreity of London Press. Ocaranxa, F, 1929. "Medicina", x. p. 17. Pa¿et, S. 1919. Sir Víctor Horsley; a study of hts hfe and work. London, Constable & Co. B. LAS PRIMERAS REALIZACIONES Como fruto del gran esfuerzo de renovación que desplegó ■el doctor don Ignacio Chávez cuando fue Director de la Facultad, secundado por el Comité del Centenario de la Nueva Facultad, para celebrar el primer siglo de vida de ésta, quedan ya realiza- das algunas obras materiales de importancia y esbozadas inci- pientes reformas en materia de organización del Departamento de Fisiología. La forma en que había quedado éste después de su líltimo traslado de 1929 (véase la fig. 66) todavía resultaba inadecuada para el desarrollo de los nuevos planes encaminados a la rea- nudación de su progreso. Se hacía preciso dotar a las salas •de prácticas de mobiliario e instalaciones mas adecuados para 319 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO el mejor trabajo de los alumnos. Faltaban laboratorios en los cuales tanto los profesores como los preparadores y los inves- tigadores ocasionales pudieran entregarse con toda tranquilidad a sus propios trabajos de investigación sin estorbar la marcha de los cursos para estudiantes, ni ser importunados por éstos. Existía ciertamente un laboratorio para los preparadores, pero además de que no ofrecía las deseadas condiciones de quietud, tenía el seno inconveniente de que su piso vibraba grandemen- te a la menor causa y echaba a perder las gráficas, al registrar- se en ellas los pasos de los que se aventuraban por el salón. Faltaba, además, que entre sus dependencias el departamento contara con una biblioteca especial, cuya importancia ya seña- lamos. Después de considerar las diferentes situaciones que se po- drían dar al nuevo departamento en el viejo edificio de la Fa- cultad, de modo que sus dependencias quedasen armoniosamen- te relacionadas formando una unidad, propusimos que se le ins- talara en todo el segundo piso y en parte del tercero, del edificio que había sido anexado en 1929 a la Facultad. Salvo pequeñas vanantes, la adaptación fué llevada a cabo, de conformidad con lo que propuse, por el arquitecto don José Villagrán García, El ensanchamiento final alcanzado por el Departamento de fisio- logía podrá ser apreciado comparando, con ayuda de la figura 68, la superficie que ocupa actualmente con las que ha venido teniendo en sus pases anteriores. Con ayuda del plano adjunto (fig. 69), nótese que el de- partamento quedó integrado por tres secciones ; i, la destinada a los cursos prácticos de los alumnos ; ii, la destinada principal- mente a los trabajos de investigación, y ni, la de animales de laboratorio. A las partes i y ii, que están en el segundo piso, se les dió cierta independencia, haciendo que los salones des- tinados a las labores de los alumnos (aula, salas de prácticas) 320 I I fcb IZ Planos comparativos de la situación y desarrollo progresivo que ha venido teniendo el Departamento de Fisiología en cada uno de los cinco pases que ha tenido desde su fundación. (Los locales sucesivamente ocupados estdn repre.scntados por las áreas negras de cada uno de los planos simplificados del piso correspondiente del edificio de la Facultad). JOSE JOAQUIN IZQUIERDO fuesen los más directamente accesibles, para que el bullicioso entrar y salir de los alumnos afectara lo menos posible la quietud de la sección de investigación. i, Sección destinada al trahajo con los alumnos. Comprende el aula y dos laboratorios para prácticas de los alumnos. El aula (.ik- 70), con capacidad para 170 alumnos sentados, está revestida de madera fina, tiene un estrado elevado para el profesor, alumbrado indirecto y un buen aparato para proyec- ciones epidiascópicas. Los dos laboratorios para prácticas de los alumnos [núme- ro 1 (fig. 71) y número 2 (fig. 72)], están dotados de mesas muy firmes de trabajo, con llaves de agua, de aire comprimido y de aspiración ; campanas para el ahumado del papel para grá- ficas y mesas para el fijado de éstas. Cada salón está calculado para que trabajen en él cincuenta alumnos divididos en unos 8 subgrupos, bajo la dirección de un profesor de trabajos prácti- cos y de dos ayudantes. Los aparatos de que están dotados son principalmente los de la Harvard Apparatus Co., comprados en 1931 (véase la p. 291). Gracias a ellos y a que se ba logrado que el tiempo dedicado a cada una de las sesiones de labora- torio sea de dos horas, en vez del escaso termino de una hora que antes se acostumbraba, se han empezado a realizar algunas de las nuevas tareas que propusimos en 1931 (véanse la p. 294 y el apéndice de este capítulo). Se procura que en cada salón sólo se encuentren los aparatos y materiales que van a ser uti- lizados por los alumnos. Deseamos que, fuera de las horas regulares de los cursos prácticos, los alumnos de buena voluntad que quieran continuar, repetir o volver a intentar alguna labor en la que no han tenido 322 iiiclUo (le I‘ isií)loKÍa. ..\b )raiori() núincr»; 1. para las práitica'. *I 74), con lia ves de gas, aire comprimido y aspiración; alumbrado y ca e ac ción eléctricos y dotación de aparatos de esterilización. 2. Un pequeño laboratorio de química (fig. 75), destina o a servir de lugar de trabaj’o a uno de los profesores ep ^ mentó, que deseamos tenga competencia especia en as y métodos de la bioquímica, pero que además podra albergar cómodamente a dos o tres investigadores mas, que trabajen i- rijidos por él. Ocasionalmente también servirá para hacer a gu- nas demostraciones de esta índole a pequeños grupos de alumnos. i j* 3. Un laboratorio (fig. 76) destinado a demostrar las dt- versas técnicas relacionadas con el estudio del metabolismo que por el momento esté todavia incompletamente dotado. En él se impartirán a los alumnos las ensenansas practicas reía- tivas en el momento que el curso lo requiera, pero ademas ser- viré permanentemente como lugar de trabajo para otro de los profesores y para dos o tres investigadores que laboren con el. 329 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO 4. Un ^ran laboratorio en íorma de L (íi^. 77), excelente- mente iluminado, que servirá tanto para contener diversos apa- ratos que son de uso general para todo el Departamento (balan- zas diversas, centrífugas, etc.), como para alojar a un pequeño grupo de investigadores no pertenecientes al personal del Depar- tamento. 5. Un laboratorio para el profesor de Fisiología Experi- mental, Jefe del Departamento (figs. 78 y 79). Se le ba dotado principalmente con aparatos que en 1933 consiguió el Comité del Centenario de la Facultad que fueran donados por la Secretaría de Educación, por valor de 812 libras esterlinas. 6. Un laboratorio que se babía planeado para las demos- traciones en mamíferos, provisionalmente ba sido prestado para la enseñanza de la farmacodinamia. 7. La biblioteca especial de fisiología y disciplinas cone- xas (fig. 80) viene a satisfacer una urgente necesidad. Como an- tes dijimos (p, 315), no es posible llegar a emprender trabajos senos de investigación que acierten a plantear problemas cien- tíficos de verdadera actualidad, si se carece de fuentes de infor- mación que tengan al tanto de lo becbo por otros investigadores. Sin tales bases se corre el riesgo de plantearlos en términos en que ya lo fueron en años anteriores, o de hacerlo sobre bases que ya ban sido desechadas como resultado de contribuciones de otros que se ignoran. Como pie importante de publicaciones, adquirimos desde 1932 la colección completa del Journal of Physiology, gracias a importantes donaciones que obtuvimos de los señores J. A. As- sbeton y G. R. G. Conway, gerentes de dos importantes nego- ciaciones. Posteriormente también hemos recibido donaciones de la "Deutsche Gemeinschaft der Deutsche Wissenschaft . 8. Un taller (fig. 81), destinado no sólo a reparar y mante- ner en buen estado los aparatos de los laboratorios, sino a cons- 330 rlaiiicnlo de 1' ihiol<>gía. •í'-Sk Birr.. ^ - . ^flí >t|g 'T'". '£ l<» ^ i Fíg. 77. Laboratorio i>ara investiurulorc'^. ck-l nuevo Depailanivnto de risíologia. Laboratorio dd Profesor de Fisiología Kxpf:ritncnlal. IüIjIíoIcm ;i <1*1 nufvii iJí p iiliitiiL-tilo •[<: 1- (Il' 1 nuc'o l)cp.inaníciUu de l‘i»iulogia. LA FISIOLOGIA EN MEXICO truir con evidentes ventajas de economía, diferentes aparatos tanto para la enseñanza como para la investigación. Este salón está destinado, además, a diversos servicios ge- nerales (preparación de animales; lavado de material; revisión de aparatos antes de pasarlos al almacén ; ahumado y fijado de papel para gráficas, etc.). 9. Un almacén para aparatos y materiales. 111 . La sección ¿Sara animal es, aunque proyectada desde un principio (véase el plano), a ultima hora quedo sin construir, no tanto por el costo que en sí origina, cuanto por el que repre- sentan las reparaciones requeridas por la porción del tercer piso que se le señaló. Urge llenar este lamentable vacío que viene existiendo en la Facultad desde 1922 ( véase la p. 281). C. APENDICE Estado evolutivo actual de los cursos de laboratorio Se aSaden en este apéndice algunos de los nuevos trabajos ejecutados por los alumnos, para que completando lo relatado en páginas anteriores, se aprecie la evolución por que han venido pasando los cursos de la- boratorio. . j H..t, poco, sólo ostosloron formado, ósto, por oo. sor.o d. dotormm.olooss blomólrlcos, diroctas o md.roct.s (oon spor.los), poro por muy contadas experiencias. i „ . . , rv..,,,,,» de 1910 (p. 253) sólo incluía las re- Como experiencias, el programa de ioxu vr , i , . . , ■ < I J.. ‘ífannlus V la acerebracion de la rana, lativas al empleo del curare, las de &t rtQi7 r IQOO f Do 1.. prosorLo. por los proír.m.s subsoouon.os [WU (p. 268), 1922 (p. 278), 1927 (p. 282), 1930 (pp. 287 y 288)] solo o cobo por los alumnos (sobro las oond.c.ono. do aC.v.d.d do las onmm.s I •' Ja, lo .¡anfíre Y efectos de la extirpación del labe- didestivas; coagulación de la sangr y ,, i. . , i . , , X naturaleza solo podían ser ejecutadas rinto en la paloma). Otras, por su narura r , , 1 /i.- del tiroides; de otras glándulas de se- por algunos alumnos (extirpación oei creción interna y del cerebelo). . , . Para la formación de los programas actuales y su mejoramiento en 339 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO el futuro, se Ka procurado que las observaciones biométricas pasivas que- den sustituidas por verdaderos ex'^enmentos que permitan a los alumnos descubrir la dependencia que guardan los fenómenos fisiológicos con di- ferentes factores que los mismos alumnos hacen variar. En otras pala- bras, se busca hacer de la práctica de laboratorio un verdadero estudio di- námico de los fenómenos fisiológicos, gracias al cual cada estudiante pue- de descubrir por sí mismo los factores determinantes de los fenómenos fisiológicos y quedar convencido de su modo de obrar. Las gráficas que siguen permitirán apreciar la índole de los nuevos trabajos y la forma en que buscan la realización de estas directivas: El estudio del músculo esquelético se hace consistir ahora (figuras 82 a 91) en la obtención de documentos experimentales que demuestren las relaciones que guardan las respuestas del músculo (elegido, junto con el nervio, como tipo de los tejidos excitables) con la intensidad y frecuencia de los excitantes y con las condiciones del tejido mismo (tem- peratura; tensión inicial; estado previo de actividad o de reposo; irriga- ción sanguínea, etc.). Con relación al corazón se obtienen ahora pruebas irrecusables (fi- guras 93 a 98) de la ley del “todo o nada” y de la existencia del período refractario; de los efectos de los cambios iónicos y de algunas drogas; acerca de la producción de bloqueos entre las cavidades cardíacas y de los cambios entonces sufridos por la conducción, y sobre los efectos provocados por la excitación de los nervios extracardíacos. En vez de la simple medición de la presión arterial — que antes solo se hacía con determinados grupos de alumnos — hoy se busca (figuras 99 a 104) que todos logren información directa acerca de las influencias hu- morales y nerviosas de las cuales depende aquélla. Y en vez de las sim- ples cirtometrías y neumografías de que antes consistía el estudio de la respiración, ahora se hace de ella un estudio análogo al anterior (figu- ras 101 a 104). También han evolucionado los cursos prácticos desde otro punto de vista: en un principio los trazos y demostraciones eran hechos exclusiva- mente por los demostradores (véanse las figuras 52, 62 y 63). Luego em- pezaron a ser ejecutados con ayuda de alumnos escojidos (veanse las fi- guras 64 y 65). En la actualidad se busca que los trabajos sean ejecu- tados por los alumnos mismos y que la función do los encargados de los cursos prácticos consista, primero, en guiarlos a obtener los datos expe- rimentales, y luego, a interpretarlos debidamente. 340 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Figs. 82-89. Experimentos cOTcIgastrocnemm intensidad menor que la del umbral. nYfe?endarde? valor umbmf de los choques farádicos de cierre (C) y de apertura (A) y propor- donalidad entre lai intensidades de los e.xeitantes submiximos y sus respuestas. (En la línea inferior, centímetros de separación entre los carretes PJ'^^^^.iritieinnes ' ?f«Í?sTel1i'ortam^"entrprogredv^ e.xcítaciones Producción del titanos. Diferentes amplitudes de la contracción muscular ísotonicá. al variar de 5 en 5 grados centlgra- Por e’nc'mí'de^ir’llnea del 0, trazos de las tensiones iniciales del músculo y de las tensiones agre- gadas al contraerse isométricamente. En la parte inferior, escala experimental de las tensiones (gramos). Gráfica de los datos proporcionados por el experimento anterior. . . , Comparación de la marcha de la fatiga en c! gastrocnemiano con su irrigación sanguínea normal (A) y en el mismo, después de privado de ésta (B). 341 83. 84. 85. 86 . 87. 88 . 89. ^•‘AÍüjo e*i -«wm JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Fig. 90. Influencia de la carga creciente sobre el trabajo ejecutado por el gastrocnemiano de la rana. En la parte superior, trazo de las contracciones isotónicas amplificadas once veces por la palanca. En la parte inferior, gráfica de las variaciones del tra- bajo ejecutado, calculado con los datos del trazo experimental. 342 FISIOLOGIA EN MEXICO Fig. 91. Medida de la duración de las fases de la sacudida simple del gas- Irocnemiano de la rana dircclamcntc cxcilado. Diapasón de tiempo de loo vibraciones dobles p. s. Periodo de lalcncia. 0.017 segundos Período de contracción 0.054 segundos Período de relajamiento 0.060 segundos 343 ¡r JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Figs. 93-96. Experimentos con el músculo cardiaco (ventrículo) de tortuga 93. Demostración de la “ley del todo o nada". Las excitaciones (indicadas en el trazo superior, con acotación de la separación en cm. de las bobinas), al prin- cipio son ineficaces, pero después de llegar al valor umbral, aunque lo reba- san siguen provocando respuestas de amplitud siempre igual. 94. Acción de la adrenalina, agregada en el momento que indica la flecha. 95. Efectos de agregar al Ringer de perfusión un exceso de iones Ca (solución de CaClx al 0.9%, en el punto indicado por la flecha). 96. Efectos del exceso de iones K (la flecha marca el momento en que se a'grega solución de KCl al 0.9%). Fig. 97. Demostración de la inexcitabilidad periódica del ventrículo del corazón de la rana. Dos excitaciones, de cierre (3) y de apertura (2), provocan respuestas (extra- sístoles; las otrah dos (1 y 4) no lo hacen porque obran durante el período refractario. 344 LA FISIOLOGIA EN MEXICO l'iK. 98. Klectoii de b cxcitaci:.tEND,\p.:z, 30, ,72, 55. arteria, pulmonar, 52. — tosca, 5^, 100. — venalis, 5-1. arterias, <17, 50, 5-1, 7-1, 82, 93, 98. — cardíacas, 178, — vertebrales, 273. A.selli, 101. Asclepios, -10. Asociación Medica Británica, 163, asténicas, enfermedades, 133. astigmatismo, 298. Asshetox, 330. aleronia, 23't. atomistas, 45. audición, 208, 213, 239 a 2-11, 242. aurículas, 83, 84, £8, 295, 3-14. au.scultalorio, método, 296. automatismo cardiaco, 50, 295. autónomo, sistema, 300. Averkoes, 36, 55. Avicena, 25. Avala, 278, 293. azufre, 67, 68, 77. BaDO, 72, 115. bachilleres de medicina, 112, 113, 114, 116, 123. Bacon, 262. Baclivi, 119. Bail, 6, lio, 111, 115. Baltimore, 223. Bakdera, B., 30, 55, 139. Bandera, J. I,I., 194, 199, 200, 203, 204, 229, 231, 232, 233 a 244, 250, 260. Earckoit, 1S2, 186, 226, 299. Eard, 300. Barreda, 172, 174, 230. Earp.y, 131. Earthez, 128. Eartoeache, 122, 136. Basilca, 27, 214. Eayliss, 227. bazo, 92, 226, 277, 298. Beaunis, 237. BEcniER, 72. Kecald, 1 17, 177, 186, 191, 232, 24 1. Eí;er, 199. Etxi., 143. Ee-n-hlz, 130. Behaud, 166, 171, Berbería, 49. EE!;r,AN'zo, 169, 171. Eekconie, 248. Eeri tain, 60. Berlín, 212, 213, 219. Berna, 219. Bernaru, 123, 148, 154, 156 a ISS, J59 a 162, 164, 174, 175, , 176, ISS, 191, 206, 207, 20S, 212, 220, 223, 252, 237, 238, 258, 262, 263, 2o9, 2,83, 307, 309, 310. Bert, 161, 162, 269. Blrthu.ot, 1£0, 186. büjlíografia científica, 123, 313, 315, 330. Eibliolcca de I-’i.siologla, 320, 330, 337. Biblioteca de la Facultad de Medicina, 32 , 55, 112. Biblioteca Nacional, 5, 20 , 26, 27 , 29, 33, 71 , 13 , 88, 103, 105 , 106 , 109 . Bíc;i/.t, 128 a 130, 153, 164, 168, 171. EiijulI!, 152. bilis, 42, 75, 77, 100, 268. biología, 43, 46, 169, 27-1, 293. — aristotélica, 39, 43, 45, 46, — din.áinica, 175, 176. — marina, 282. Blainvili.f., 174, 186. Bl.min, 196. bloqueo, 295, 299, 3-10. ELU.MENnACli, 128, 238. EoERItAAVE, IOS, 111, 118, Eoiin, 119. Bolonia, 25, 26. Bona, 152, 212, 214. Bordeu, 128. Boreli.i, 90 , 91, 98, 99 , 115, Bosque, 140. Boston, 218. Boyle, 70, 71 , 72, 94, 115. Bowditcii, 184, 218, 219. BotVMAN, 148. Brizuela, 58. Broussais, 128, 134 a 136, 163. Bnow.v, 128, 133 a 135, 163. Erüwn-sequard, 188, 190, 191 , Brucke, 152, 178, 196, 212, 213. 121 , 122 . 119, 120. 220 . Brunner, 119. brunonianos, 134, 163, 21 Bruselas, 248. Budge, 188. Bulman, 5. Burdon Sanderson, 149, 217, 218, 223, 226, 227. 348 LA FISIOLOGIA EN MEXICO CaJ '. limifaiiica. JiP. i.iiutuu.iciAn, rs. .vj. y.i. i7í. i:g. ix'í. 1^0. i'íi, w:. :vK ralciritutltic). JíW, 2SS. ('A'vnio. M\ -íTs. Z'K^. Cambriiifit'- vr. 210, 222, 223, 22iy a :2S. 232, oaí. 30S. tMniJ n visual. 20S. r.ia.ii íic Srhií-MM, J5o, 25% 25'í. — tní>.iiv»'. 101. t\\N:.-o?í. I.-l, Isft. 210. 227. 2S0, 252. 205. 300. t. •.]»;;{ ¡‘latí te tm: ili 1 i.í, 253. cipilAic*.. S-‘, % VI, 107, 2-l.*l. 255. 200. ('Aua' NAs Sino, 3S. cartiiograíta, 251, 252, 253. Í'SK^^U.^■A Y VAUK. 5. 1.^0. 17o. is: a 150. ico 191 a IV). i'íO. 1''7. 190, 21X1 a 203. 2A<\ rv9. t A:a*in. 122. 132, 135, 13ó, 139, 1Í2 a loS, loó a 171. 173. t irirlJ'* univf tsilarias, 311, 316, ( Al » , 5>, 213. Laiisiluí.ul, 11, 'Ití, 133, 150, 153. 160, l«ó. tnisar.l, .M. ri'itlrtiai io tlt.* la Nueva l acullad, *, Hó. ccriltclo. 103, m. 339. r.Tfl.r.., •IK, 51, 7<, -5. 7''. 10’ -i >0^. W5, 106, 170. ,1''-, Jl''. OI-'l. 055, OSO. Cn.u’tz, .5, 7, J19. lU.M'VlM", ■iiO cliiii|U'' *197. í'tt\-ntiita iilar, 92, 2.^, 296. — - ele l.i 50, íiO, óvl. S2 a 9-, 177, i:S. 179, 222. 223, 300, 30S. — (Jcl humiir ilC'iiiso, 255, 25S. — ccíAlit-as cnizail.’.S, 27S. intravi'iiiriciilar, 177, 17.S. — pulmon.ir, ,57. — venosa, S7, 131. cirloinc'lrla, 252 , 253, 269, 310. ciinji.i, ‘19, 112. I Irtij.ino, cilvuarión tlcl. 2S7, 303. ciriiianos '‘lalinos", 30. "roiiinncislas'', 30. ellas Mblioijráifcas, 312, 313, .31'!- cKnicri, 11.5, 120, 163, 102. .303. coagnlación, 26S, 296, 339. cocaiua, 2W, 300. "ciiCGión", 98, 100, 119. coEÍcntc respiratorio, 297. Colegio del Estado de Puebla, 292. Cdllcge de l'rancc, 156, 18S. 120 , c.Ooicics, 226. Colonia, 2S2. Coinníbij College, 112. Cítíobusiitín. 72. o.l, Ei5. conienlatloms, 22. C'i'n.'ííJ del Centenario de la .Vurr'a Pacu.'tad de Medicina, 5. 7. 319, 326. CoMIE, 171. eoiu-iiiscs. l.S.S, 192. 229, 2.10. conducción sisloma de, 295. 299, olO. conferencias y conferencist.is, 72. 306, 307. 30S. Ct'iigteío Internccionc! de I'isioiogla (.Xlll, 299. conseivacifm de l.i cnerRÍa. 213. C'nnin.cnle .■\incricann, 18, 29 . 57 , 63, 111, 1S3, 21S, 219. l'oNwaY, .vO. coi.i.-.ón, -ÍT. -KS, 50, 52, 5'1, 56, 73, 7S. S2 a 89, Si, Se. sr. W. 96. UW. 101. 120, 16S. 177 a 183, 222, 226, 253 , 269 , 294, 295. 299. 3lX>, 340. SU a S!ó. Ci'rnv.i. lO.í. JüO. COKN.MU'. 25, 26, 2“. 23. 33, 56. Ct't.JÍdrs, 196. ('or.rr\, 277, 292. corielaciones, 179. corrientes d:recti\as, 8. 10, US. 127, 12.8. 132, 134. 144 a 147. 150. 152, 153, 161, 164, 211, 212, 213. 236, .W. 317. Cor.i¡..ímo, 113. Cas, 40. Coste, 223. Cono, Ifá, 166. 171. COvAHRlTlvs, 193. Ckamfr. 105. CunslPo, 10. crislalino, 195 a 79", 19S a 200. criterio cientifico, 304. crllico. e-splriiu. 41. criterio medico r.icdio, 301. 304. Crónica de la Universidad, 17, IS, 30. 34, 3S, 55. “Cu.Tlidadcs", teoría de las, 42, •77, 51, 61, 68, 75, 76. ,81. cuerda del lambar, 207 a 209, 239, 240. cuerdas vccaics. 243. cuerpo ciii.ar, *196 a 200. Ctn.l-i28, 128, 132, 133, 136. curare, 174, 253, 294, 339. curso de laboratorio, 177, 219, 250, 251 a 254, 260, 268, 274. 277, 278, 279. 250, 281, 282, 2S7 a 289, 292 a 298, 308. 309, 319, 320, 322, 326, 327, 339 a 376. riírJMí infdieus vie.xieanus, Pars physiologica , 59, 60. 61, 62 , 63 , 67, 05, 06, 67, 68, 69, 70, 72 a 84, 101 a 104, 107, 116. CesHiKG, 2(19, 210 , 303, 319. CXtiER, 73, 153, 156. 349 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Dale, 220. d’ARSONVAL, 2SS. Dastre, 2-IS. De Anathomia^ 29. De Cercbri Anaiomc, 103, 105, lOú, 116. De Carde, 21, 9-1. Dedi, 92. dedicación exclusiva, 185, 219, 220, 308, 310, 313, 316. deducción, 262 , 263. De Elemcntis, 29. De Facultatis Natibus, 29. De Gencralione Animalium, 48. deglución, 234, 243. De his quae in Medicina fiunt, 33. De homine figuris, 107, 109, 115. De Hunwribus, 29. De la Fuente, 17. De la Plaza y Jaén, 30, 55. Delgado, 140, 281. Del Moral, 251. Demoouto, 45. De morbis popularibus, 73. demostradores, 22, 309, 340. De Moíu Animalium, 98, 99. De Motu Coráis, 84. Departamento de Fisiología, 250, 252, 270, 271, 272. 274 , 276, 279, 281, 283, 284, 285, 289, 318 a 321, 323, 325 a 328, 329 a 339. De Fartibus Animalium, 45, 46. deprimentes, 133. De liespiralione, 95. De Pulsibus ct Urinis, 29, 56. Descartes, 67 , 72, 107, 109, 115, 119, 120, 195. descerebración, 245, 253, 269, 297 a 299, 339. descripción, 48, 50, 78. De Temperamentis, 29. determinismo, 158, 160. Deutsche Gemeinschaít der Deutsche Wissenschaft, 330. De Vsu Fartium, 29, 33, 36, 37, 49, 56. diafragma, 93, 282. dialéctica, 39, 46, 47, 81. diagnóstico, 121, 175. digestión, 51, 100, 218, 239, 248, 268, 308. Diogenes, 48. dirección y organización, 217, 317, 318. disciplina mental, 174, 183, 202, 313, 317. disección, 47, 49, 54. disputas, 51, 312. divulgación científica, 235, 302. dogma, 80, 81, 169, 170. Domínguez, 190, 192, 201 a 203. donaciones, 212, 330. Deechsel, 217. Dublin, 168. DU Bois Keymond, 152, 212, 213. Dudceon, 269. Duran, 187, 192. Dutrochet, 131. Duval, 232, 214. EcOLES de Santo, 142, 143. Edelstejn, -n. Eflinbur^o, 132, 227. Elcincttía vtc/Iiciuac, 133. — JfliysiolosidC corporis hionani, 127, 136. elementos, 63. 70, 72, 75, 76, 115, 192. — aristolélíco.s, 45, 51, 6-1, 72, 75. 120. — cartesianos, 67. — paracclsianos, 67, 68, 70, 120. emancipación de los espíritus, 1*13. — guerras de, 113. enfermedad, 17, 41, 42, 118, 120, 121, 132, 133, 135, 142, 163, 175, 185, 208, 229, 230. EMPErX)CLES, -14. empirismo, 175, 176, 179. enciclopedistas, 127, 142. enmetropia, 298. enseñanza, 122, 142, 143, 148, 176, 192, 231, 232, 234, 236, 237, 238, 258, 266, 267, 278, 281, 282, 284 , 289, 292 , 301, 304 , 307 , 309 , 314 a 316, 327. — centros de, 122, 123, 141. — de la fisiología, 8, 17, 18, 29. — médica. 29, 122, 123, 143, 301 y sigtcs. EpidcDiias, 33, 47. ER4\SISTI{ATü, 104. Erazo, 135. crgoto.xina, 300. Erlangcn, 170. escalera, fenómeno de la, 218, 3^íl. Escocia, 128. 132. Escolástica, 25, 39, 46, 79. 80, 105, 107, 108, 311 Escuela de Altos Estudios, 260, 269. — de Cirujia, 30. _ de Medicina Veterinaria, 172, 175, 177. — Medico Militar, 292. esfigmografía, 253. esfigmomanometría, 269. C 4 , SO 96 97. 102 a 104, 107, 108. :ulacione.s, 41, 5U. jo , ' 120, 123, 157, 238. «. «. ”■ ”■ ”■ “■ _ 54. 7!. 77. 84, 77. 102, 104, 120. _ naturales, 52, 78. 350 LA FISIOLOGIA EN MEXICO cspititus niln at^rcos. 9-1. universal, ().r vitalci. 51. 74. 78. 7'í. S:. 83. IC2. c^pirumciria. estabilidad del personal. 31&. íístalflrcttnirr.io tic Ciencias Medicas, 8. 11!, 123, !:s. 135. MI. M7, cstAflislicas, 175. Esiapiriia. Je». c. cxpftirncia. II. 17, 10.8, Ul. experiencia de lab»>i’yl»'»ri«t. 307. t‘.xpcrímcniaci»‘n. 41, 46, 50 1 “2 105, 123, 124, 127. 145, 149. 153, 154, 156 a 15S. 1(41, lí.7. 171, 174, 175. 175. L5.1, 1H4, 185, 190, 201, 207, 214. 217 222 a 22- 1, 226, 232 , 2.1.5, 2-15. 255. 202. -■(v3. 254, 302, ,307, 305, 312, 317, 339 a .3-76, cxperinu'ut.adores, 50, 151, 309. experimental ejecutiOn, 157. método. 111, 154. 150. 153. 174. 175. cxpiraciém, 03. 124. explicación. 48, 50. Facial, ’Oa a 209. "facullaiics", teoría de las, 55, 73, 7-1, 50, 51. faRorilos, 2,V1, 235. íautasi.i, peligros de la, -17, 174, 176, 305, 311, 315, I-AIIIAN. 29. fariit.aeia. 24S, 246. farmaccidioaoiia, 302, 326. farinarologia, 21S. iatígii, 215, 25.3, 297. 9*‘(Tr«rw, 26. Ífriiit'ntaci4>n, 7H, 52, 53, 96, 9S, 100, 119. íerincntü vital, 54, 102, rrllNANllKX llix ('ASin.I.O, 140, 291, 292, I'tUNANDf.Z I.EUESalA, 5. I'nitNANDE?. OssdKIo, 29, .36. 37, 33. l'KUltr.n EsPF.jn, 1.32, 139. fiebre anurilla, 176, 1S4, 158 , 202, 203. filo.sofia, 43. 46, 47, 70, 96, 120, MI, 150. 160, 168, 174, 153, 192, 213, 232. 236, 262, 263, 306. finali.smo y flnali.slas, 22, 46, 52, 54, 92, 203. First hncá f»l thc Fraclicc of Pliysic, 132. física, 42. 46. 110. 121. 127. 125, 130. 131. 134, 144, 140. 150, 156. 155, KAl, les, 160 , I7I, 214, 303. fisiología antigua, 17. 47. — .iriitoKlici, .35, .39, 46, 47. — de cibincte. 235 — lie Ljí'O'OÍotío. iManual de, 217. 210 , 225. 250. 292. 201 a 29,5. 325. — experimental, 50. 155. LSS. 220, 236, 330. 335. 336. 339 a .436. — Rilínlci, J6. 3ti. 10 a 5.3, 54, 52. 03. 96, 101. — genetal. 2í‘0. 174, 2.52. 203. — hipocratica. 25, 42. — intporl.incia pata el mídico, .301 a 303. — niudema o. m, US. 127, 212. — patoK'igica, 175. 229, 251, 304. — tnimer tottado de. 40. — — — americano de, 111, — — — europeo de, 109. — — — formal de, 124. FisLi, 51. íl.stulas digestivas;. 253. 265. flegma, 67. Klesciiic, 217. /Itigisloii, 72. 97. RORt:.. 21, .30, ,55, 125, 130, 132. 1.36, 143, 162, 167, 171. ISO. 194, 204, 210. 229, 231. 232, 235, 244, 246, 254, I'i-VoauNS. 153. fonacnin. 243, fondos, provisión de. 315. Fontana, 147. Fokpjs.s, 300. fósforo, 170. forma, 45. Fositat. 127, 149, 162, 215, 220, 227, 223, 226, 227, 304. Fovrcroy, 142, 143. 1‘oi'RIEii, 242. Francia, I2.S. 134. 135. 142, 143, 145, 153, 156, 161, 1,55, 220, 236. 237. frecuencia cardiaca, 179 a 752, 299, .300. FRrmutico, 9. 252. FRiatMAN. 300. Fmíden AVALO, 257, 260. Froben, 25, 2.’ , SI, 56- fuerza anímica, SI, 104. — curativa, 42, 120. — nerviosa, 132. 133. fuerzas, 42. 81. — fisicOQvimicas, 129. ftiliginosiJories, 32. 93. funcionales, pruebas, 296, G.ACETA oficial, 172. galénica, analomia, 21, 2é, 49, SO. — doctrina. 00, 87. 90, 95, 96, 97. 351 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO gaünica. fisiología, 26, 36, A9 a 53, 5-1, 52, 93, 96, 101 . — terapéutica, ‘‘,9. galénico, sistema, 51. galénicos, e.scritos, 21, 22, 26, 29, 33, 3:, 37, A9. 50, 51. Galeno, 21, 26, 29, 31, 33 a 35, 37, 3S, 39. 32, 39 a 52, 53, 55, 56, 63, 78, SI, 82, 92, 95, 97, 9.S, 101, 103, 108, 119, 120, 123, 206, 312. Galileo, 33. Galvani, 139, 213. ganglio geniculado, 207, 209. ganglio petroso, 210. GAnaA, 33, 230, 231, 238, 263. Garoa GuTiEi-inEZ, 5. Gaüpxson, 115, 136, 162, 171, 227, Gaskell, 218, 226. Gayet, 300. Gelckrtc, 220. generalización, 31. General Sur^con Library^ 6, 110. Giunii, 2i7, 23, 24, 25, 26, 2S, 31, 32, 35, 36, 37, 55, 56. glándula pineal, 107. glándulas, 73. — salivales, 226, 297, 300. glaucoma, 253. Gley, 232. Glisson, 97, 123. glotis, 233. glucógeno, 269. Godlee, 303, 319. Gómez Fakias, 9, 133. Gómez Robleda, 130. González Guzman, 139, 130, 282, 290, 292. gonoscopía, 258, 259. González Cueto, 33. González Mendez, 287, 292. Goodsie, 138. Goltingen, ns, 123, 133, 131. Graat, de, 119. gráfico, método, 181, 253. Gran Bretaña, 220, 223. griegos, 22, 39, 31, 51, 56. Gucgenheim, 283. gustación, 203, 205, 206, 203, 20, 236, 2-:0. Guy de chauliac, 127, H.VGENBUT, 25. Hall, 138. IIaiíee, 97, 118, 123, 124, 125, 126 a 129, 132, 136, 206. Hambeecer, 123. Hamburcer, 258, 260. Handbook for the Physiological Laboratory, 226. Jlandbuch der Pliysioloíiie des McJischrn, 150. 162. 166. IIapdy, 226. lÍAI'IKY, 220. ÍIaiitkidce, 200, 203. Harvard Medical School, l-M, 162, 1S3, l'-l, 186, 216, 218, 219. 282. 2S3, 289, 2'X). 291. lÍAHVAríü .Ait.M'-MI’s (’í.., 322. IIaiívky, 50, 5!. (jO, .‘-■i. .85, S'j, S7 Í8. 91, 96. 101. ni. 115, 12^ 233. ÍÍ:.Ií.jX, 231. 2l-t. Jlcidclbrrfi, 161, 212. Hlí-MIíoltz, M8. 152, 191 a JUJ, 199, 200, 203, 212 a a Jl-Í. 235. 2-:(J. 2-11. 2-12, 2-M. heinatocrito, 296. IIllLMONT, lio. 2.ÍS. licmijilcjia experimental, 50. 1S8, 190, 191. hcmoRlobinimctria. 251. 206. lílPOCRATKS, 20 a 25, 37 a 29, 33, 38 a -11, 56, 63, 104, 108, 121. 163. hipocrática doctrina, 40, 60, SI, 82. — fisiología, 25, 42. — medicina, 41. hipccrático, nu'todo, 41, 43, 47, 111, 118, 121, 122, 163. — renacimiento. 119. 121. hipocráticos, escritos, 20 a 22, 23, 24 a 26, 27, 2S, 31, 33. 31, 42. 48, 49, 51, 73. Hexderson, 258. Henee, 152, 212, 214. lÍEEonLO, 104. HeriíMía, 248. 254. hialoidcs, 196. Hidalgo, 267. Hidalgo y Carpió, 139, 187. hígado, 52, 63, 73, 78, 87, 100, 101, 233, 239, 269, 300. Hill, 303, 319. Hirsciieeld, 207. Ilis, 212, 213. histamina, 226. Historia Animaliunt, 38. Historia Natural, 39, 33, 36, 156. IIiTZio, 278. Holanda, 136. Holmes, 183, 183. IIOLMYAPD, 115. Homero, 30. Hooke, 92, 93. Hopkins, 227. Horsley', 303, 319. hospitales, 132, 133, 164. Hospital de San Pedro, de Puebla, 163. humanistas, mídiccs, 25, 26. Hume, 5. humoristas, 134. humores, teoría de los, 42, 48, 51, /3, a, / , 352 LA FISIOLOGIA EN MEXICO Z20. UrxxKY, 22-1. i ..'íttíií'icí'S, IW, 127. i,itr(H;uiniicos. ^7. 70. 11^. 120. 127. Ix^iorcbimtis. dithiíf tr.us, 213. inu'i Rcnr*; ciuuj.lcn cnl.iri.i'í, !<} rctiniana. 2’>S. Inipcíi''* McxiiMiu'. 172, IPí*. 1^3. iinjiulsí’S ncrvirsrs. 213. iiuiuclivo, iníioiio, 3'), -11. 17-1. 262, 263. irifcrcncia. 178. iníl:\jn;:ción. 135. intluciicia alcnuiiia, 218. — ccicsiiistica, 9, -16, SO, SS, 130, 1-16. — írancc.'vi, 1-12, 1-5.^. 236. inilucncias politiras. 3-1, 38. 1-1Ó, I4i. 2..8. 2-'0. — icocr.Uica.s, 9, Ho. 1-17, 16'\ 228. 230, 231. I 26, 73. 1-16, 1-lS, 1-19, 211. 218, 220, 22-1. 225. Iiiquisiciún, 88, 112. lusíUuío de Estudios niolósicos, 206, 273. — de Ilif^icne, 281. (Je Medicir.a ExiJetimetital, de Telrograd \ 21S. — drl Xíoute Rosa. 218. — 3’ió«íd('¿:«rp de Leipzig, 218. J,í(dico R'aciotia!, 2-*ó. 2-íS, 2c>6. — Vesteur, 235. ''I nttcfiuctiot: IW'udc 19 a 3.'r. Laboratorio de Química. 329. 332. Laboratorio de Metabolismo, 329, 333. laboratorios nuevos, 320, 322, 323, S2ó a .-'-■*5. I.Ar.NNEC, 87, 135. L.\mtkrt, 300. Lancknueck, 193. Langlf.y. 226. I.AXGLOIS. 234. 236, 244. La Préssicn barovicirique, 161. laringe. 234. Larous.se, 177, 186. Lauder Buuntox, 21S. La Vic sur les hotdes pUteaux, 248. 254. 1.AV1STA, 139, 192, 203, 2-b. LnrcR. 255, 258, 260. Leese, 300. Leibnitz, 120. Leipen, 118, 122, 141. Leipzig, 161, 216, 217. León, 115, 134, 136, 16S, 171. Leoniceno, 26. LEuaro, 45. leucocitos, 268. 353 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Leuwexhoek, 92. Lewis, 170, 171. liberación espiritual, 143, 169. libertad de acción, 317 a 319. libre albedrío, 213. Liceaca, 185, 187, 204 , 210, 250. Liebermeister, 181, 182 , 187. Liebic, 149. ligaduras de arterias, 98. — de ner\’ios, SO. Linacee, 26. líquidos, 68, 75, 83. Lister, 303, 319. llama vital, 48, 52, 84, 95. lóbulos ópticos, 297. lógica, 166, 263. Lombard, 216, 219. Londres, 144, 168, 218, 220, 223, 227. Lonoet, 153, 206. López Muñoz, 177, 187, 229 a 231, 283 , 293. Loraiíc, 181, 182 , 187. Lovaina, 72. Lowep., 94, 96. Luao, 172, 187. Luomc, 123, 148, 152, 212, 214, 215 a 219, 222. MaCROFAGOS, 235. Magendie, 148, 153, 154, 155 a 157, 162, 164, 166 a 169, 171, 206, 237, 243, 244, 269. Malanco, 230. 231, 244. Malpiohio, 89 , 90 , 91, 92, 94, 116. máquina corporal, 119. Maeburco, 214. Mapjíoqui, 171. Marey, 268, 269, 295. Mark Twain, 170. Martin-, 223. Martínez del Rio, 228. matemáticas, 119, 303. materia, 45, 67, 160, 192, 213. — animal, 45, 70, 76. — inorgánica, 45, 148, 152, 192. — mineral, 45, 70, 76, 192. — orgánica, 45, 192. — vegetal, 45, 70, 76. — viviente, 45, 46, 52, 68, 76, 83, 129, 144, 152, 160, 192. — no viviente, 45, 76, 148, 152, 160. materiales de trabajo, 315, 316. “materialismo”, 120, 160, 169, 170. Materia peccans, 42. MAiTEua, 147. Maximiluno, 145, 172, 193. Mayer, 213. Mayow, 94, 96, 97. Me Kendiuck, 203, 227. Mck Rioch, 300. medicina científica, 176, 229. — clínica, 49, 51. — experimental, 158, 175, 224, 237. — “fí.siológica”, 135. — hipocrática. 41. — moderna, 303. teórica, 127, 303. medio, 160. meditación. 157, médula espinal, 48, 50, 74, 102, 104, 148, 188, 190, 191, 226. — .suprarrenal, 298. melancolía, 75, 77. membrana timpánica, 239 a 242. Merccriali, 25, 56. Mercurio de México, 59, 115. metabolismo, 219, 226, 253, 325, 335. metafísica, 44, 149, 150, 174, 230, 231. METCltNIKOEF, 235. Método Mrdrndi, ciitedra de. 18, 21, 29, 30, 58. micrófagos, 235. microscopía, 92, 167. Ministerio de Justicia c Instrucción, 228. iniografia, 253 , 278. Mii'.amar, 193. .Mira.nd.a, 193, 282. Misión de la Universidad, 290, 293. misticismo, 77, 78, 80, 145, 148. Mitscuerlicii, 149. MoaÑo, 134. moco, 42. Moleschoit, 170. Montaña, 123, 136. Montes de Oca, 282, 292. Montevideo, 299. Montiioi.on, 193. Moliere, II8. Montprllicr, 128, 142. Mora, 9, 141, 143, 162. Moreno, 139, 140, 277, 287, 293. morfologistas, 148, 150, 156, 214. Morgacni, 129. Mosso, 218. Mota, 175, 187. — gástricos, 297. MU1.LER, 43, 123, 148, 150 a 151, 162, 164, 166, 172, 206, 212, 214, 240. Murray, 222. muscular, actividad, 97, 120, 124, 219, 342, músculo, 74, 83, 97, 98, 102, 127, 133, 148, 149, 168, 183, 190, 194, 213, 219, 222, 243, 288, 294, 295, 298, 299, 300, 340 a 344 . — cricotiroideo, 234, 239, 242, 243. — del oído, 206. 354 LA FISIOLOGIA EN MEXICO n^ú&culo liso, — liroarjtfnoiilco. 243. músculos del ojo, 104. 1% a W, 200. I.iringfos, 243. MíLSfo y, 215, 2o0. óptica fisiológica, 213, 298. optnmclria. 2li9. órganos de los siiitidos. 48, 92. 208, 240. oricníactoncs del momento, S. 301 y siguientes. OKrr.u\, 13'). Id", 172, 204, 205 a 20S. 210. 2oó, 240. Onnav v Oasset, 290, 293, 308. OnTiz, 38. Oktj/. RAMiKr:.z, 139, 140, 2S3. OsLKB, 303. 310. O.v/iVt/. 21, 26. 94. oxigeno y oxigenografía, 94, 161, 252, 254, 296, 297, Owxx, 43. PaCHVCA, 331. Fadua, 36. r.tra^T, 303, 319. rAt-ACrtUi M.UXDO, 140. 272, 277, 377 a 279, 3S1, 393. l’u,NHix V Mr.NiH'ZA, 55. 115, 136. palp.itiirio, mi'lodo. 29o. IJáncreas, 3tó. rABAreLso. 67. 70, 130. p.ara.simp.Uico, 33o. raris. 143. 11.5, 160, 174, ISS, 190, 196, 220, 223, 248. 345, 344. l'.lRnA, C., 277. I’ARIU, r.. 139. 229 a 231, 360, 261, 363, 255, parenquinias, 74, 91. p.artcs corponrlcs, 45, 47, 49, 6S, 73, 74 , 80, So, 102. rASTEUR, 303. 303. pasantes de medicina, 310, 311. patología, 175, 176. 239. — general. 3.40. — interna, 1S7, 231, 246. — quirúrgica, 230, 246. Pawlow, 9. 318, 248, 277 , 30S. Pean de Saint-Gilie, ISO, 186. l’ECtlVI.T, 101. Peralta. 352, Perú, 18. 55, 72. retrogrado, 218. Peitenkoiter, 253. 355 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO Peyf-r, 119. Pn-VCER, 212, 21-). Pflügcr’s Archi'j, 2U. tu, 296, 326. Pnn.LiPS, 3C0. Physiological Socicly, 162, 22-1, 223. PiERCE, 257. PliZECKER, 255. PI.VEL, 132. Pisa, 25. PiTAGORAS, -14. pituita, 75. Platón, 40, 41. Plejítio, 64, 72, 103, 116. pletismografia, 296. pleuras, 124. Pliojue, 196. poliglobulia, 266, 298. polígrafo, 268. pollo, embrión de, 48. poros interventricularcs, 54. PORTER, 178, 187, 219, 227. “potencialidad”, 45. POTAI.N-, 269. Praclectorship, 222. precursores, 149, 176. prejuicios, 41, 83, 111, 146, 170, 230, 231. Presidente Díaz, 146, 231. Presidente Juárez, 172, 228. preparadores, 245, 291, .320, 329, presión arterial, 253, 254, 269, 278, 295, 296, 299, 340, 345, 346. Prima de Medicina, cátedra de, 13, 17, 19, 29, 30, 33, 34, 57, 58, 108, 122. Prima lineae Physiologiae, 124, 126, 136. principios próximos, 81. problemas fisiológicos, 47, 50, 148, 149, 150, 167, '77, ISO, 194, 208, 216, 229, 302, 304, 310, 312, 315, 330. problemas médicos fisiológicamente razonables, 304, 310. producción cientifica, 4.8, 306, 312, 315. profesores especializados, 301, 302, 304, 305, 307, 308, 311, 312, 314, 316, 318. profesores de fisiología. 128, 139. programas de laboratorio, (de 1910), 253; (de 1918), 268. 269, 270; (de 1922), 278; (de 1927), 282; (de 1930), 287; (de 1931), 289, 293, 294, 339, 340. pronósticos, 17, 33, 121, 171. proteínas, 183. protomédicos, 58, 59, 63. Pruneda, 6. psicología experimental, 227. Puebla, 57, 58, 134, 136, 164, 292, 293. pulmón, 47, 48, 54, 73, 74, 82, 87, 91, 93, 94, 96, 101 . pulso cardiaco. 82, 87. IjuLso arterial, 49, 54, 58, 96, 179, l.Sl, 182, 296. pupila, 188, 195. PURKINJE, 195. QlO, 181. Qukvkdo, MO. íjiiilo y fiuilifcros, 51, 52, 82, R3, 98, 100, 101, 26S. f¡viirnica y í|UÍiiiÍcn;:. 67, 68, 70, 7.^. 98, 119, 121, 127, 131, 131. 1-M :i 150, 156. KO, 16S ;i 171, 180. 21-1, 223. 227. 303. químicti fi .iolú^ica, 217. quimografo, M9. quinla'C:ih.cr.cia, -l^l. F\.\niosrnpi.\, 2S3, 297 . Ka.mire;:, 140, 2,83, 293. Ran'Cci., 55, MI, 162. Ran'sox, 210. razonamiento, 310. Real Academia de C.irujia, 30. realidades del laboratorio, 305. Real y Pontificio Coírffio dr San Pablo, 113, IM. Real y Pontificia Universidad dr. México, 8, 9, 17, IS, 19, 21, 26, 29, 38, 55. 56. 58, 115, 117, 122, 136, MI. Real y Pontificia Universidad, Kstatutos, 29, 34. — — Constituciones, IS, 33, 34, 55, 112, 114, lis, 117, 122, 136. — — Crónica, 17, 18, 30, 34, 33, 55. — Provisión de cátedras, 33, 34. 38, 56. receptores scn.soriaic.s, 240. reflejo micntérico, 297. reflejos, MS, 278. — condicionados, 30S. reformas de 1833, 8, 143. — de I91S, 10, 266. 268. — planeadas en 1931, 10. 283, 289, 290, 322. — iniciadas en 1933, 7, 10, 143, 319. refracción ocular. 194, 195, 197. refractario, estado, 295, 340, 344. refrigeración por la respiración, 95, 96. Reonard, 248. regulación química de la respiración, 297. — refleja circulatoria, 299, 300, 345. relaciones interfenomcnalcs, 49. religiones orientales, 41, 50. renacimiento, 49. renovación, 319. resistencia globular, 296. 356 LA FISIOLOGIA EN MEXICO rp‘i:'ir.i(i'in. -Ui, 50, 5). <>,’<. «2, O.', líi, ■¡5, 96, 103, 107, 21 1, 223, 226, 2-lS, 297, 29*3, 3-10, ¡■io. r.-.v luir.jí í.r, l'J.í, A’í-f.i.’ií. .--.i;, 1-12, M3, 145, 146, 225, 229, 265. 1.0), l.?6. Kli lii.i, 9, 23(1. rifli'iii. 145. 297. Uiw.üv, 5, 193, 194, I'l'fC'., ,'27, Umnv, lA^ UiK'IM, 229. ¡\'i,‘ki trlh’r, I ti.^tiíuciún, 252, 259. Kwil'liiO-;, 1.3.5. Ri.licir.il.- fAMFO-i, 13, 19. K'VA', 59, (.3. IOS, 116. K(iiu>t>.n, 225. U'\--I.NnM’l,in, 139, 2.52, 25.3, 299 a 300, millos cariliacos, 57, 165, 295. Kttún. 215. rutina, >4.), 122, 141, 305, .305, 309. S.\l..\>l.-\Nt'.-\, 5. salts. 67, t-.S, 77, 95. Smoaih) M. J , 30, 57 a (O, oí, 02, ts3, ti4, 65, 66, 65, 69 a 70, 72 !l 51, 57, 55, «2 a 95, 100 a 104, 107, 105, 111, 111. 116, 122. saliva, .s.s, loo.. 265. SA' VllNMor.r.H, 216. 5anr,rc, 42 . 50 , 52, .54 . 60, 74 . 75 . 77 , 73, 79, .52, 53, 101, 102, K'l, 192, 214. 254, 266. 265. - arterial, 79, 97, 102, 161, 226, 269, 252. 296. veiins.a, 52, 94, .santirl.a.s, 1.33, 135, 296. sanütiiíieaciúii, 52, 74, 53, 87, ICO, 101. Sau ^tt:rroy de Lima, 18. 5iiii I'rtrrsliiir/’o, 215. S6N.1Ü.V, 195. Sr.Ml.lMt'tCl, 17,s, .SntiONrii, 295. St:iit.K.vt.M, 256. :.5S, 259. St'tit.osKiuau'.. 299. S(.-iu-Yt.. im. SfiiM-.\N.v,, 152. 212, 214. Scyltiuiii, 299, Secriiin tic Iiwc-digíiciiin, 320, .323, 329 a .332. Srrrriririii de ¡educación, 228, 326. Sl.cuiiA, 2.50. .scnien, 32, 78, SO. siTOicircularcs, canales, 250, sensacitincs, 47, 45, 80, 21.3. sensibilitlatl, 124, 207, 208. sciiliclíis, Organos de lo.s, 103, 107, 150, 161, -06, StiaRJ‘I.V. 144, 148, 218, 220, 222, 223, 227. Si lAKPEY' -SOI tarín,, 9,. 162, 222 , 223 , 227, 22S. SnEíaiiNoiox, 226. sífilis, 1.5.S, 200, 201, 202. Str.u.is, 24.5. SlUFElTí, 56. 136. siinpalin.i, 299, 300. sinip.itico, Ri-.S. 190, 192, 226, 277, 298, 299, 300. siniii.'it¡ra-vagüloniia.s, 277. SiNllCR. 56. síntesis org.inica, 192. Saciedad Médica Uebdemadaría. 231. Societiad Fatuiliar de Medicina, 231. Pf'IMIiaiNC, 104. SurriN. 18, 56. .s.il¡dislas, 1.34. .soplus carcUo-pulinonarcs, 295. Si’r.'ioniii-, 161. 245. Si'mxp, 165, 171. So-i.i, M.. .34, 35. 193. 203. Sp.«r.\N;’4.s:i, 147, 235. Speeies niatbnrunt, 120. epiritus ni/ro-iiercuJ, 94. Si.Mtt , 72, 97, 120. Stan.niu,!, 253, 269. 339. SlASliN-K, 162, 224 , 227, 22S, 305. Sl'il.’is/’ursii, 142, 232. SlROr.M, 178. subvención por dedicación científica, ISS, 156. suma de rcspucslas. 300, 344. .sueño, 103. 239. SVür-NlIAM. in, lis, 120. 121, 122, 123, i:'4. 163. SYlvno, 95. II9. SaVAMMERDAM, 92. T-ABIQUE intcrvcnlricular. 52 a 54. técnica, importancia de la, 309. tejidos. 129, 314. teleologia, 22, .39, 46, 50, 92. temperamentos. 75, "6, 77, SO, 151. tcmper.atura, 133, 179, ISO, 151, 232, 153, 157, 190, 191, 192 , 269, 294 . 295. 299. Iculogia, 46, 50, 50, 120. leoria, '11, -I.', 49. 72, 166, 306, 309. teorizantes, 120. terapéutica, US, 175, 218. 246. tcrmodini-iiiicil, 180. tesis de fisiología, U2, 113. — rcccpcionalcs, 510. testículo, 257, 278, 2S1. textos ,adoptados, 111, 122, 130 a 132, 166, 1/7. tétanos, 295, 341. Ttic Secptical Cliyinist, 70, "2. TlF.DE3itA.VK, 152. tierra, 67, 65. TlCEBSrEDT. 165, 172. timectomla, 252. 357 JOSE JOAQUIN IZQUIERDO tiroides, 269, 339. tirones, 79. tiroparatiroidectomias, 277. “Todo", 45. todo o nada, 288, 295, 390, 344. toracomelria, 252, 297. tóra.x, 92, 93, 96, 253. tortuga, 299, 295. trabajos nuevos de los alumnos, 339 a 396, traclus solitario, 209, 210. transfusión, 296. traspiración, 93. Trinity Cotlegc, 222. rROCONLS, A., 6. trombina, 296. tromboplastina, 266. tromboquinasa, 296. Tschernin-g, 199, 19/, 199, 200, 203. Turin, 218. Tuxtcpcc, 228. UeBER dic Erhaltung der Krajt, 213. Vniversity Collegc, 199, 162, 218, 220, 222, 223, 227. urea, 192. uréteres, 281. Ukibe y T., 259 , 255, 256, 257, 258, 259, 260. UsniiomcH, 218. útero, 75. utilitarismo, 179. Vacuna, iss, 200 a 202. Valero, 58. Valles, 26, 108, 116. válvulas del corazón, 87, 178, 296. — venosas, 87, 296. VANT HOFF, 180, 187. VARELA, 30, 279, 277, 281, 299. Vamgnt, 239, 236. Vega, C., 58, 03, 108, 116. vejez, 239, 235. vejiga urinaria, 73, 79, 91, Vela del Castillo, 18. velocidad de los fenómenos, 180. vena hepática, 52. — cava, 52. ^ porta, 52. - pulmonalis, 52. — pulmonar, 59. venas, 97, 52, 79, 93, 296. — intraesclerales, 298. — lácteas, 101 . Vcnecia, 25. ventana oval, 290. ventrículos, 83, 89, 87, 88, 299, 295, 393. ventrículo cerebral, 190. — derecho, 52. 59. ventrículo izquierdo, 59, 78, 79, 101, 178. \’cracruz, 189, 186. verbalismo, SO, 97, 309, 306, 308, 309. verdades de laboratorio, 306, 307. \'!aiCAP.A, 277, 281, 299. Vergara Lope, 6, 139, 296, 297, 298, 249 a 259, 265, 266. \'ESALIO, 26, 103, 109, 116, 206. viático notable, 193. viajes de estudio, 212, 216, 217, 218. VlAULT, 232, 238, 299. vibraciones vocales, 297. riVn-3, lis, 213, 216. VlERORDI, 152. VILIJINA, 39. ViEUSSENS, 1 19. \'II.LAG1ÍAN flAHaA, 6, 320. VlECIIow, 179, 212, 219. \’irreycs, 39, 33, 53, 115. virtud pulsifica, 89. visceras, 79, 92, 93, 103, 109. Vísperas de Medicina, c,átcdr.a, 17, 29, 58. vitalismo y vitalistas, 96, 51, 76, 78, 79, 82, f!3, 118, 120, 127 a 131, 199, 195, 199, 1.50, 152, 153, 159, 156, 158, 160, 168, 169, 171. 193, 213. vivisección, 229, 225, 296, 268, 272, 279, 278, 287, 329, 331. vibraciones vocaic.s, 297. vacaciones científicas, 199, 217, 317. VoiT, 253. VoLKMANN, 152, 269. Voi.TA, 213. VoN Krie.s, 216. YaMADA, 200. Young, 195, 196. ZiMMERMANN. 277. Einn, 196, 197. zona córtico-motriz, 280, 281. Zo.vuLA, 196, 197, 199. ZuCKERMANN, 279, 299. Zürich, 219. WaLLER, 188. Weher, 150, 152. Weiss, 255, 257, 258. WILLI.S, 95, 103, 109, 105, 106, 116, 119, 206. WlLSON, 209, 210. WlTTENBERG, 25. WOIILER, 192. Woods Fióle, 282. Wren, 105. Weisberg, 206, 207. WURTZ, 223. Würzburg, 219. 358 KSTK I.inKO ITF. IMPRESO EX LOS TALLERES DE LA CASA EDITORIAL CVLTVRA, AVENIDA REPCBLICA DE C.UATEMALA NUMERO XCVI, DE LA CIUDAD DE MEXICO; EMPEZANDO SU EJECUCION EL DIA XXVIII DE SEPTIEM- BRE DEL ANO MCMXXXIV V TERMINANDOSE EL DIA XVIII DE NOVIEMBRE DEL MISMO ANO. SE ILUSTRO CON DIBUJOS DE PRUNEDA V CAMAFEOS EN MADER.A, DE OCAMPO; CONSTANDO LA EDICION DE MM EJEM- PLARES EN PAPEL MALIN- CHE Y II EJEMPL.\RES EN PAPEL ESPECIAL, R. L. CH., DE LAS FABRIC.AS DE PAPEL de san RAFAEL, S, A, UNAM FECHA DE DEVOLUCiÓN El lector se obliga a devolver este libro antes del vencimiento de préstamo señalado por el último sello Fi i) r'iAoomi. i=rA DE ■/r'o