HARVARD UNIVERSITY LIBRARY OF THE MUSEUM OF COMPARATIVE ZOÓLOGY ¡ 3^- t^'^íD ^ /^^jr |\UG 2 8 1929 Gii'a boletín DE LA ACADEMIA N Jj DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGEXTIXA) Tomo VIII, — Entrega, 1« \ ^3 BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI, ESPECIAL PARA OBRAS 60 ' — CALLE ALSINA — 60 18SS ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA (EN CÓRDOBA) PROTECTOR S. E. el Presidente de la República, Teniente General D. JULIO A. ROCA PRESIDENTE HONORARia S. E. Ministro de Justicia, Culto é instrucción Pública, Dr. D.Eduardo WILDE COMISIÓN DIRECTIVA PRESIDENTE Dr. D. Osear Doering VOCALES Dr. D. Luis Brackebusch. Dr. D. Adolfo Doering^. Dr.D. Arturo de Seelstrang. Dr. D. Federico Kurtz. SECRETARIO D. P. A. Conil AGENTES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Agente general: Librería de G. Deuerlich en Gottingen (Alemania^ Agentes: Buenos Aires, D. Ernesto Nolte, calle Cangallo. Paris, Mr. H. Le Soudier, Libraire, Boulevard St. Gormain 174 et 176. London. Messrs. S. Low and C°,Bookseners, 188 Fleot-Str. E.C. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (Rkpúulic.v AncüNTiNA) AUG 2 8 1929 boletín DE LA ACADEMIA NA 1 Ui DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (UEPCBLÍCA ARGENTINA) Tomo VIH BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI. ESPECIAL PARA OBRAS 60 — CALLE ALSINA — 60 1885 NUEVOS RESTOS DE MAMÍFEROS FÓSILES OLIGOCENOS RECOGIDOS POR EL PROFESOR PEDRO SCALABRIXI Y PERIEXECIENTES AL MUSEO PROVINCFAL DE LA CIUDAD DEL PARANÁ Por FLOREXTIXO AMEOHIXO AMECEDEMES l.as barrancas de los alrededores de la ciudad del Paraná constituven paríi el conocimiento de los seres de la época terciaria, uno de los yacimientos fosilífcros mas interesantes de la República Argentina, y para el estudio especial del desarrollo de ciertos órdenes, probablemente uno de los mas importantes del mundo entero. Hállanse representadas allí casi todas las capas de los ter- renos terciarios, y encierran en su seno numerosos restos de los seres que \ivieron durante el largo espacio de tiempo qu-* necesitó su formación, tanto marinos, como tlu\iales y ter- restres, desde el coral, hasta los mamíferos mas corpulentos. Los primeros esploradores del Paraná, fueron nada menos que Darwin y D'Orbigky, quienes hicieron allí colecciones — 6 — notables, sobre todo de moluscos, que sirvieron desde un principio parcí fijar aproximativamente la edad de esas capas. Luego viüo BiiAVARu que estudió dichas formaciones con mavor detención auuientando considerablemente la lista de sus fósiles, encontrando en ellas los primeros restos de ma- míferos; y BuRMEisTER que agregó algunos datos mas á los recogidos por Darvviin y D'Ohbignv, tratando de servirse de ellos para referir los terrenos [)repanipeanos de las barran- cas del Paraná á la época pliocena. Pasaron después cerca de 20 años sin que ningún natura- lista volviera á visitar esas barrancas, ni nadie se preocu- para ya de hacer colecciones ó investigaciones tendentes á indagar que eran esos enigmáticos Anoplotherium, Paleo- therium y Megarnys que el malogrado Bravard decía haber encontrado en esos yacimientos. Ni tampoco se encontró quien sometiera á examen las opiniones sin duda respetables del doctor BuRMEiSTER, pero que, tenian el grave defecto de pretender referir toda esa gran serie de capas á la época plio- cena, sin tomar evidentemente en cuenta los trabajos y con- clusiones á que habian arribado sus predecesores Darvviin y D'Orbig]\\. y su contemporáneo Bravard. L'n nuevo paso hacia adelante en Ja senda del progreso y de la ilustración de los pueblos viuo á sacar del olvido los yacimientos del Paraná, Hace unos 12 ó 14 años el Gobierno iSacional convencido de que el único medio de entrar de lleno en el camino del pro- greso y poner término á la era de los disturbios y de los cau- dillos vulgares era la d ilusión de la enseñanza en las masas, se decidió á crear escuelas nortnales en todos aípiellos puntos de la República donde lo exigieran las necesidades de la enseñanza, noble y patriótica tarea continuada por el Go- bierno actual con el mavoi- euq)eño . Uno de los resultados inmediatos de esa nueva vía en que decididamente entraban los Poderes Públicos, fué la creación de la Escuela rVormal del Paraná, actualmente uno de los primeros establecimientos de educación de la República en su género . En el personal docente con que se dotaba al nuevo esta- blecimiento, iba el profesor Pkdiío Scalabrim, quien allí, además de sus tareas profesionales, debia encontrar un nuevo campo en que desplegar su actividad, en el (jue está sin duda destinado á desempeñar un brillantísimo papel . Con el ojo certero del hombre pensador comprendió al instante la alta importancia científica dee^a sucesión de capas atestadas de restos orgánicos petrificados que constituyen las barrancas del Paraná . Propúsose reunir los materiales necesarios para su estudio ; procuróse lo que se habia escrito sobre la localidad, y empezó á coleccionar durante varios años las múltiples variedades de fósiles (¡ue encierran las mencionadas capas. Mientras el señor Scalaiíium estaba empeñado en esa tarea, aparecían algunos trabajos sobre la geología de deter- minadas regiones de la República, que tuvieron por conse- cuencia inmediata una reacción sobre las ideas entonces corrientes, relativas á la corta antigüedad geológica de cier- tas formaciones sedimentarias del Plata en su mayor parte representadas en las barrancas del Paraná. Fué una de ellas mi Formación Pampennn, publicada en los primeros meses del año 81, en la que demostré con sólidos argumentos que, la formación pampeana, lejos de ser como se decia de época geológica muy reciente, de correspon- der á los terrenos cuaternarios mas modernos, era en su conjunto terciaria y representaba por completo la serie de los terrenos terciarios superiores designados con el nombre de pliocenos. Una vez demostrado que la formación pampeana cor- respondía ala época en que se pretendía justamente colocar las formaciones marinas de las barrancas del Paraná, estas que se encuentran debajo del terreno pampeano y que es in- discutible corresponden á una época geológica mas remota, - 8 — lio podian ja considerarse como pliocenas; y aunque yo no las coiiocia personalmente, después de pasar en revista lo que sobre ellas se habia escrito, de examinar los fósiles que en ellas se hahian encontrado y su posición estratigráfica con relación á las capas mas modernas llegué á la siguiente conclusión ; — que Ins formaciones prepampe3.na.s de las barrancas del Paraná eran por lo menos rnioce- nas. Un año después aparecía el notable trabajo del doctor Adolfo DoEULNG conteniendo ia parte geológica del /?i/brn?e Oficial de la Comisión Científica de la Expedición al Rio Xegro, en el que por pr¡moia\ez se encuentra una cla- sificación cronológica, una verdadera a.ticulacion completa, por decirlo así, de las formaciones sedimentarias de la Repú- blica Argentina, á partir del cretáceo superior hasta la época actual. En este informe, el autor llega á conclusiones todavía mas radicales que las mias. Pudo determinar la relación déla época glacial con la formación pampeana, encontrando que esta era preglacial, jjor cuya razón, como yo lo había demos- trado, basado en otros hechos, debia ser considerada como jdiocena. Pero encuentra debajo de esta capa una serie de formaciones arenosas, mas modernas que las formaciones marinas del Paraná, que naturalmente deben representarlos terrenos miocenos, de donde deduce, que aquellas capas conocidas en su conjunto con el nombre de formación pa- tagónica representaban los terrenos terciarios anteriores al mioceno, probablemente toda la larga serie de los terrenos eocenos y oligocenos. Examinando luego el conjunto de esas formaciones, las encuentra referibles á tres horizontes distintos, uno inferior o eoceno, de origen marino, caracterizado |)or la Ostrea Fer- rarisi í)T)ri$. Uno intermediario de origen terrestre ó lluvial, pero en todo caso de agua dulce, correspondiente al oligoceno inferior y caracterizado esj)ccialmentc j)or huesos — 9 — de mamíferos, tortugas, cocodrilos y pescados de agua dulce, Y otro superior, de origen marino, caracterizado por la Ostrea, patagónica D'Orb. que representaría el oligoceno su- perior. En su conjunto, encontrábanse Confirmados los primeros trabajos de Daiiwin y DOubig^v en lo (jue se refiere á la colocación cronológica de esos yacimientos, quedando así completamente destruidas las afirmaciones inconsistentes, puesto que no estaban fundadas sobre ningún orden de beclios aducidas en contra de la antigüedad de esas capas por el doc- tor Blrmkisti:r . Fué en esos momentf>s que el señor Scalabrim se deci- dió á romper su silencio, poniéndose en relación con los naturalistas de los distintos paises, por medio de circulares en las que pedia canges do duplicados, ofrociendo por su ])arte ejenqjlares de los fósiles del Paraná determinados por DOiiBiGiW, Dauwi.\, Bravarü y Blrmkister. Trasla- dóse además á Buenos Aires, llevando consigo algunos de los objetos por él recogidos que consideraba de mayor iuqiortan- cia, para pedir á su respecto la oj)inion de las personas qne allí se ocupan de su estudio. Entre esos objetos venían varios restos de mamíferos que el señor Scalabrím suponía correspondían á los pretendidos Anoplotherium Cuv, y Palaeotheriinn Civ. queBRAVARD liabía citado como encontrados en los yacimientos del Paraná y que desde hacia tantos años intrigaban a los paleontó- logos. El primer examen que hice de esas piezas me pareció con- firmar tal opinión. Esos eran sin duda los restos de los ani- males que Bravard había identificado con los dos géneros clásicos europeos. Pedí al señor Scalabrim me reservara el estudio de esos objetos y de los demás mamíferos fósiles que encontrara en el Paraná, accediendo á mí pedido con la mayor amabilidad, dejando en mi poder la pequeña colección que había traido consigo, que describí en una - 10 — corta noticia publicada en los primeros meses del año pa- sado K Pocos meses después, remitíame una segunda colecciou, mas completa fpie la primera, qne describí en nna memoria bastante estensa, publicada en el mes de Setiembre del mis- mo año '^. / En esos dos trabajos demostré, que los restos de mamífe- ros que BRAVARohabía atribuido á los géneros Paíaeoí/ieí'iinn y Anoplotheriuní pertenecían á dos géneros americanos dis- tintos de aquellos, con los que sin embargo tenian efectiva- mente algunas analogías, sobre todo por los caracteres de la dentición, tanto que con los pequeños fragmentos que ]5ra- VARD habia encontrado, no era posible establecer una distin- ción genérica entre los géneros europeos y los géneros aparentemente correspondientes del Paraná que designé con los nuevos nombres de Sculabrinitlierium, BrRchythe- rium y Oxyodontherium . En cuanto al conocimiento del resto de la fauna mamalogi- ca, determiné varios roedores, entre ellos los restos del gigantesco y hasta entonces enigmático Megamys Laur., y distintas otras especies y géneros particularmente de la fa- milia de los toxodontes y del orden de los edentados, que generalmente eran considerados como animales de é|)0ca n geológica relativamente moderna, Del examen en conjunto de esa fauna mamalógica, en cuanto á su evolución y á sus afinidades llegué á la conclu- sión de que ella autorizaba suficientemente la remota edad ^ Flokentino Ameghimo. Síjhre unn colección de viamíferos fósiles del piso mesopoldinico de la forruacion patagónica, recnijidos en las barrancas del Paraná, por el profesor Pedro Scalabrini. En el Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, iiiio 1883. " F. Ameguino. Sobre una nueva colección de mamíferos fósiles recogidos por el profesor Scalabrini en las barrancas del Paraná. Tai el Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, año 1883. — 11 — geológica que todos los naturalistas á escepcion del doctor BüRMKiSTER atribulan ó habian atriliuido ala formación pata- gónica . Después de la publicación de esos trabajos el profesor ScALABRiM lia continuado con el mayor ahinco sus investi- gaciones recogiendo incesantemente nuevos ejenn)lares . La importancia de esos objetos se hizo del dominio publico, y empezó cá hablarse de la conveniencia que liabria para los intereses de la ciencia en general y para el buen nombre y el papel futuro-de la que acababa de ser designada como capital de la rica y próspera provincia de Entre-Rios, en formar un museo provincial en donde se reunieran todos los materia- les de estudio que se pudieran conseguir . El profesor Scala- BiiiM ofreció su concurso personal y todo el material que á fuerza de constante desvelo liabia conseguido leunir. El progresista gobernador de Entre-Rios, general don Edlaudo Rackdo que había seguido este moviniieulo científico con notable interés, se dio exacta cuenta de la importancia del proyecto y de las reales ventajas que reportarla, y por decre- to del 14 de Febrero del corriente año se creaba el Museo Provincial del Paraná, dándole por base las colecciones del señor Scalaurini que ha quedado á cargo del nuevo estable- cimiento en calidad de Director, dotándolo del personal y de los elementos necesarios para proseguir con fruto las inves- tigaciones emprendidas por el esfuerzo individual del actual Director del Museo . El paso dado en este caso por el gobernador de Entre- Rios, General don Eduardo Racedo, es digno del may(>r elogio y debería ser imitado por los gobernadores de las demás provincias fundando museo» provinciales en las res- pectivas capitales, pues ya ha pasado el tiempo en que estos eran un simple objeto de lujo y de curiosidad en los que se iba á distraer la vista sobre monstruos de dos cabezas, ó pie- dras que representaban con un poco de buena voluntad todo lo que en ellas deseaba verse . — 12 — En el dia, los museos constituven una de las grandes pa- lancas queimpnlsan rápidamente hacia el progreso ilustrando á las masas, sirviendo de laboratorio de las ideas á las personas ilustradas, en donde se dilucidan no tan solo los grandes problemas filosóficos del siglo que relacionándose íntimamente con nuestra posición en el Cosmos han conmovi- do á la humanidad, sino también aquellas cuestiones mas positivas que se relieren á las riquezas naturales de una región proporcionando los conofimientos indispensables á su esplotacion, contribuyendo de esle modo de una manera decisiva no solamente al progreso intelectual sino también al progreso material, cuyo justo equilibrio es indispensable al desarrollo de la industria, de la prosperidad y del bienestar general. En este sentido, bago votos porque el ejemplo de la pro- vincia deEntre-Eios sea seguido por las demás de la Eepú- blica, y que en breve, cada una de las 14 capitales tenga igualmente su museo provincial destinado á conservarlos objetos indispensables al exacto conocimiento de su territorio bajo el doble punto de vista indicado. En cuanto al >fuseo provincial del Paraná, dosde el dia de su creación no ha cesado de aumentar sus colecciones, ya por medio de las donaciones hechas por distintas personas incluso el general Ra«:edo, ya por medio de escursiones de los empleados del museo, que se i-epiten regularmente en nú- mero de tres ó cuatro mensuales. Tiempo hacía ya que deseaba visitar la ciudad del Paraná con el objeto de examinar las colecciones que allí se habian reunido complementando en algo mis precedentes trabajos sobre los mamíferos fósiles de la localidad, y de estudiar los clásicos yacimientos en que se habian recogido dichas colec- ciones. — 13 — Por fin se me presentó ocasión oportuna para satisfacer mi deseo, trasladándome al Paraná en los primeros dias del mes de Octubre último. Visité las barrancas de los alrede- dores, repelidas veces, á menudo acompañado por el mismo señor Scalabriisi, y sobre lo único que no puede absoluta- mente existir duda alguna, es sobre la gran antigüedad geológica, oligocena ú eocena superior atribuida á esos yaci- mientos. En cuanto á sus subdivisiones, al modo de forma- ción de sus distinttis partes y demás detalles que conciernen á su completo conocimiento, me veo en la obligación de confesar que á pesar de haber per'manecido allí una semana, no me he ni siquiera podido formar una idea, apareciéndome el estudio de esa formación mucho mas conqilicado que no lo suponía al leer las descripciones que de ella se han hecho. Creo, que habría llegado el momento de rehacer su estudio por completo, y quizc'is lo intente, sí, como espero, puedo llegar á disponer de unos dos ó tres meses para esplorar las mencionadas barrancas en toda su lonuitud. l'or lo tpie á las colecciones del museo se refiere, ellas fueron puestas á mi desposicion con la mayor liberalidad y deferencia, proporcionándoseme todos los datos que para su conocimiento podian serme de utilidad. Las colecciones paleontológicas allí reunidas son ya tan numerosas, que su exacta determinación y descripción se- ria casi suficiente para ocupar la vida de un naturalista. Los mamíferos fósiles están representados por mas de sesenta especies distintas de las que conocemos de los terrenos pampeanos; los restos de reptiles del orden de los cocodrilos y de las tortugas, lo mismo que los de pescados, están re- presentados por millares de ejemplares, y de moluscos hay una colección, como aun no se ha hecho otra igual en esos yacimientos. El objeto de mi ^iaje, como lo dije hace un instante, era estudiar principalmente los mamíferos, pero me encontré con un material mucho mas considerable de lo que yo me — 14 — esperaba, y que para su exacta determinación, ofrece dificul- tades verdaderamente escepcioiíales. Las piezas que se encuentran en esos yacimientos, aunque en su máxima parte se hallan en muy buen estado de conser- vación siendo raras las que han sido rodadas y han perdido las formas esternas, son siempre piezas sueltas, dientes ais- lados, fragmentos de mandíbulas, y huesos de todas clases, sin que nunca haya llegado á mi conocimiento que se hayan encontrado dos piezas articuladas, de modo que en ningún caso se puede afirmar que dos de ellas pertenezcan á un mismo individuo. En tales condiciones, y á pesar de lo que se ha dicho de la ciencia del gran Cüvier, se tropieza en este caso, con gran- des dificultades. Tratándose de familias representadas por varios géneros muy cercanos, mas ó menos del mismo tama- ño, y cada género con varias especies, todas ellas conocidas solo por determinadas partes del esqueleto, ¿cómo poder distinguir los huesos que pertenecen á cada género y á cada especie? Para probarlo, no quiero citar mas que un ejemplo. Cin- cuenta años ha, el célebre DOrbigky desenterraba de las bar- rancas del Paraná, el húmero de un gran mamífero que, llevado á Paris, en donde se conserva en las galerias paleon- tológicas del Jardin de Plantas, fué clasificado por su ilustre conteponuieo y colaborador Laurillard, como perteneciente á un Toxodon, género que entonces acababa de ser descri- to por OwEN, del que no se conocía mas que una especie, T. Platensis 0\v. de los terrenog pampeanos, y procedien- do el húmero rccojido por D'Orbigny de un horizonte mas antiguo, fuéle permitido atribuirlo á una nue\a especie que denominó T. Platensis Lalr. Hoy no solo conocemos varias especies de toxodontes pam- peanos, sino que en los ndsmos yacimientos del Paraná, hay por lo menos tres especies nuiy distintas: una nuiy parecida por la forma de sus muelas á los toxodontes pampeanos, la — 15 — que siendo en un principio la única por mi conocida como procedente de esos yacimientos identifiqué con el P. Para- nensis de Laurillakd; y otra descubierta últimamente, T. Plicidens Amegh. cuyas muelas son de una forma muy dis- tinta. ¿A cuál de esas dos especies perteneció el húmero des- crito por Laurillakd? Mas aun: en los mismos yacimien- tos hay otro toxodoute, mas ó menos del mismo tamaño, pero con bastantes caracteres distintivos, para formar un sub- género aparte, Toxodontherium Amegh. y también el hú- mero en cuestión podria pertenecer á este animal, y nó á una de las dos especies de toxodontes arriba mencionadas. Y todavía quedarían nuevas dudas : en los nuevos restos que VOY cá describir, hav otras dos muelas de un animal también parecido al toxodonte, igualmente mas ó menos del mis- mo tamaño pero de caracteres tan diferentes que obligan á fundar con él un nuevo género, Hapíodontheriuin Amegh. que quizás también esté representado por varias especies. ¿Quién se atrevería á decir que el tal húmero no pertenece á una especie de este género, en vez de pertenecer á una especie de toxodonte ó á una especie de toxodonterio? O ¿ quién se atreverla á afirmar que no procede de algún otro género cercano que permanece aun desconocido? He ahí las dificultades con que á cada paso se tropezaría al tratar de determinar la especie á que debe referirse cada uno de los numerosos huesos de mamíferos de los yacimien- tos del Paraná, ya coleccionados. La determinación de las familias seria fácil, pero de los géneros, y particularmente de las especies, sumamente difícil. Para evitar en parte estas dificultades, y preparar el ca- mino para la determinación de ese gran material he juzgado lo mas acertado continuar estableciendo la lista de las es- pecies allí representadas, sirviéndome para ello de las partes mas caraterísticas, como ser fragmentos de cráneos, pedazos de mandíbulas y muelas, una vez que por esas partes se haya deterniiiiado el mayor número de especies que allí se — 16 — encuentran representadas, será relativamente mas sencillo, distribuir los huesos por órdenes, por familias y emprender luego el ímprobo trabajo de determinación genérica y espe- cífica que permita referir cada una de esas piezas á las espe- cies fundadas sobre las partes mas características menciona- das. Y aun así la tarea no es tan sencilla. IXo siempre es fácil en medio de un cúmulo de piezas mas ó menos parecidas, reconocer qué muelas de la mandíbula inferior debe cor- responder á una especie fundada sobre muelas superiores, ó \ice-versa, qué muelas superiores corresponden á una espe- cie fundada sobre muelas inferiores, ó qué premolares cor- responden á ciertos verdaderos molares, ó cuál es el tipo de los incisivos que corresponde á dos ó mas especies pare- cidas en lo demás de la dentadura, etc., etc. Estas dificulta- des se presentan á cada paso. No se puede fundar sobre ca- da parte distinta del esqueleto o de la dentadura una espe- cie diferente, pues estas se multiplicarían mucho mas allá de su número real, de modo que luego, á medida que se descu- brieran nuevos materiales seria necesario irlas reuniendo de á dos, de á tres, ó mas en una sola, dejando detrás una lista de nombres y de sinónimos que fueron y son siempre el verda- dero escollo que se opone á los progresos de la clasificación sistemática. >'i tampoco es posible siempre determinar si varias partes distintas que tienen entre sí ciertas analogías pertenecen realmente á una sola y única especie, ó se refie- ren á (los ó mas especies afines. En todo caso declaro que en este trabajo me ha guiado des- de el principio hasta el fin el propósito bien determinado de no crear especies nuevas sin motivo bien justificado; que he tratado, tanto cuanto me ha sido posible de referirlos nuevos restos á las especies ya establecidas, y de reunir bajo un mismo nombre las partes distintas y aisladas que me parecía debían referirse á una mima especie, prefiriendo siempre, mas bien que caer en el error de crear especies nominales. — 17 — cometer el error coiitrarij, de reunir bajo un mismo nombre, restos pertenecientes probablemente á especies di^itintas. Espuesta la norma de conducta que me he impuesto, y \isto las diílcultades que he indicado existen para la deter- minación de los fósiles del Paraná á causa del aislamiento en que se encuentran las piezas de un mismo individuo y déla mezcla en los mismo yacimientos de huesos de especies dis- tintas, no dudo huya incurrido en algunos errores, y que algunos de los restos descriptos bajo un mismo nombre, puedan quizás mas tarde ser reconocidos como pertenecien- tes á especies distintas. Cuando eso suceda, los naturalistas, y especialmente los paleontólogos que no ignoran las dificul- tades ({ue para la determinación ofrecen las piezas encontra- das en tales condiciones, no dudo sabrán mostrarse in- dulgentes disculpándome deesas errores. Esta tercera memoria sobre los fósiles del Paraná, debe asi considerarse como una especie de introducción al estudio de los mamíferos fósiles de esa localidad, y también de la Pampa, estudio que, disponiendo ahora de mayor tiempo que en estos últimos tres años pienso proseguir con el mayor empeño. En cuanto á la ilustración de las nuevas especies que de- berla acompafiar estos trabajos aun no puedo ofrecerla: son tanto los materiales que he acumulado, y sucédense estos en tanta abundancia y rapidez, que no me han dejado hasta ahora tiempo disponible para preparar las correspondientes láminas, que tan poco, visto su gran número, aun no habría podido publicar, pues bien conocen mis colegas el elevado costo de tales trabajos y bien saben que tales desembolsos no se hallan siempre al alcance de un simple particular. Sin embargo, pueden contar en mi palabra, que me ocupo activamente en la preparación de las láminas que deben re- presentar las especies fósiles aquí descritas ó que he fundado en trabajos anteriores, y que emprenderé su publicación tan luego como arbitre ios recursos para ello indispensables. — 18 — Es cierto que muchas de las especies de la formación pam- peana que he fundado en distintas publicaciones, no han sido descritas de una manera suficiente como para ser reco- nocidas, porque contaba entonces tener ocasión inmediata de hacer de ellas una descripción completa, sin que, con gran pesar de mi parte, haya podido satisfacer ese deseo. Pero esa deficiencia, será salvada en otra memoria próxima á aparecer: Sobre Los mamíferos nuevos ó poco conocidos de la formación pampeana . Sirva esta declaración en lo que toca á las ilustraciones en general, y á la descripción de ciertas especies en particular, como confirmación de mi dere- cho de autor y de prioridad en la denominación de las men- cionadas especies K Hechas estas advertencias, que eran necesarias, dado el el tiempo que ya habia transcurrido sin que diera nuevos datos sobre algunas de mis denominaciones específicas, pasaré aho- ■* Las especies á que rae refiero están nombradas, ó mas ó menos des- critas en las publicaciones siguientes: Notas sobre algunos fósiles nue- vos de la formación pampeana. Mercedes, 1875. — Nouveaux débris de l'homme et de son industrie, mele's á des ossements d'animaux qualer- naires recueillis prés de Mercedes. En el Journal de Zoolngie, rol. V, pág. 528. París, 1875.— Z-es mammiferes fossiles de l'Ame'rirjue Meri- dionale (en colaboración con el doctor Gervais 1880. — Ln antigüedad del hombre en el Plata, vol. I, pág. 6l8 á 625 ; vol. II, pág. 306 y siguientes, 1881. — Colecciones de Antropología prehistórica y de paleon- lología de Florentino Ameghino, en el Catálogo de la Sección de la Provincia de Buenos Aires, en la Exposición Continental Sud-Americana 1882. — Sobre la necesidad de borrar el género Schisíopleurum y sobre la sinonimia y clasificación de los glyptodontes en general. En Bol.de la Acad. Nac. de Cieñe, vol. V, IH83.— Sobre una colección de mamife- ros fósiles del, piso mesopotdmico de la formación patagónica, recogi- dos en las barrancas del Paraná por el profesor Pedro Scalabrint, ibid. — Sobre una nueva colección de mamíferos fósiles recogidos por el profesor Scalabrini en las barrancas del Paraná, ibid. — Filogenia, pág. 230 á 231. 1884. — Escursiones geológicas y paleontológicas en la Provincia de Buenos Aires, en el Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. VI, pág. 197 y siguientes. 1884. — lo- ra á la d'^scripcioii de las partes de la colección del Museo provincial del Paraná, que me parecen por ahora las mas á propósito para completar la lista de las especies que allí se encuentran representadas. carnívora URSINA Cyonasua arg'entina, Amegh. gen. y .•fp. n. Los mamíferos del orden de los carnívoros, parecen haber sido muy escasos durante la época en que prosperaba la fau- na singular que se encuentra enterrada en las capas arenosas calccáreas ó arcillosas de las barrancas del Paraná. En las dos colecciones de mamíferos fósiles de este yacimiento descri- tas anteriormente no habia ningún resto que se pudiera atribuir á un carnicero. Y en la que voy cá describir ahora, que comprende un número mucho mayor de ejemplares, per- tecientes á roedores, paquidermos y edentados, no hay mas que dos especies del orden de los carnívoros. Una de ellas está representada por dos fragmentos de man- díbula referibles á un carnicero de pequeñas dimensiones con caracteres que permiten considerarlo como muy cercano délos coatis actuales, aunque bastante distinto para autorizar la creación del nuevo género Cijonasna. Los restos sobre que fundo este género, son: r Un pedazo considerable de la mitad izquierda de la mandíbula inferior con la mayor parte de la rama horizontal, en la que se ve un alvéolo correspondiente á la raiz |)oslerior del segundo premolar, los alvéolos del tercer premolar, el cuarto ó último premolar intacto, y los alvéolos de los dos últimos molares. — 20 — 2° Un fragmento de maxilar inferior de otro individuo, igualmente del lado izquierdo, perteneciente á la parte an- terior en el que se ve parte del alvéolo del canino, el alvéolo vacío del primer premolar y los dos premolares siguientes. Según estos fragmentos, la forma general de la rama hori- zontal de la mandíbula parece ser la misma que en el coatí (iVasua socialis), salvo que es mas robusta en proporción de la talla mayor del animal; la parte anterior parece sin embar- go en proporción del tamaño, algo mas desarrollada. Las muelas en su disposición general están colocadas del mismo modo que en el coatí, pero se notan algunas diferen- cias de detalle, como la última muela que por la posición del alvéolo parece se acercaba mas al pié de la base de la rama ascendente, los premolares están mas apretados nuos á otros, y el canino se encuentra inmediatamente después del primer premolar, mientras que en la Nasua socialis está separado de él por un diastema bastante pronunciado. El canino, según parece demostrarlo la parte presente del alvéolo en que estaba implantado, parece haber sido mucho mas fuerte que en el coatí. El primer premolar parece también haber sido mas fuerte, de forma mas cónica, y según se desprende del alvéolo simple existente, de una sola raíz en vez de dos raíces que tiene el primer premolar del coatí. El segundo premolar sigue inmediatamente sin ningún es- pacio que lo separe del primero. En el coatí ambos premo- lares están separados por un pequeño diastema. En el Cyona.- sua, este diente es bastante mas fuerte, y con un pequeño rudimento de cíngulo basal que partiendo del borde anterior da vuelta por el costado interno para terminar en la parte posterior interna en un pequeño callo del que parte una arista degalda que termina en la cúspide. El tercer premolar es también mucho mas fuerte que el del coatí y de la misma forma general que el segundo, á excepción del tubérculo basal póstero-interno que es aquí mas desarro- — 21 - Hado, mas ancho y mas alto, sin presentar trazas de la pe- queña cavidad basal que en este punto tiene la muela cor- respondiente del coatí. Estos dos premolares están muy apretados y colocados mas oblicuamente que en el género Nasua. El cuarto premolar, no está implantado oblicuamente como los anteriores: es de doble tamaño que el diente correspon- diente del género Nasua, y aunque conserva la misma for- ma general que el de este, se distingue por algunos caracte- res de detalle que los mas importantes son, la ausencia déla pequeña cavidad basal de la parte posterior del mismo diente del XasLia y la ])resencia en el Cyonasua de un fuerte callo basal posterior, dividido arriba en dos tubérculos, uno mas elevado situado en su parte póstero-esterna, y e otro mas bajo situado en la postero-interna. Presenta igual- mente un muy pequeño callo basal ó rudimento de cíngulo en su parte anterior unido a la cúspide por una arista del- gada. En cuanto á las dos muelas verdaderas del Cyonasua de las que solo existen los alvéolos, puede deducirse por los premolares, que ellas también debianser menos tuberculosas que en Nasua, presentando así toda la dentadura una peque- ña adaptaciou al régimen carnívoro algo mas acentuada que en el género existente. Las medidas que siguen darán una iJea de las relaciones de tamaño entre ambos animales y permitirán reconocer la especie fósil. i Cyonasua yasua argentina socialis Alto de la mandíbula debajo del primer premolar. . . 0'°017 O^OIS Alto de la mandíbula debajo del tercer premolar O 017 O 018 Alto de la mandíbula debajo de la parte anterior de la penúltima muela 0 011 0 013 Alto de la mandíbula debajo de la parte p"osterior de la última muela 0 017 0 014 Largo de la barra que separa el canino del primer premolar O 002 O 005 0"0G35 O^OOS 0 003 0 0015 0 005 0 004 0 0065 0 005 0 004 0 003 0 006 0 004 0 007 0 006 0 0045 0 003 0 005 0 005 0 009 0 007 0 006 0 004 0 011 0 006 0 005 0 004 0 008 0 006 0 0035 0 003 0 047 0 036 — 22 — Diámetro del alvéolo del primer ^ ántero-posterior. premolar ^ ( transverso Altura de la corona del segundo premolar Diámetro del segundo premo- \ ántero-posterior. lar ( transverso Altura de la corona del tercer premolar r,., . ( ántero-posterior. Diámetro ' ^ i transverso Altura de la corona del cuarto premolar r>- . , ( ántero-posterior. Diámetro ' r transverso Diámetro del alvéolo del quinto \ ántero-posterior. molar i transverso Diámetro del alvéolo del sesto \ ántero-posterior. molar ' transverso Longitud del espacio ocupado por las seis muelas. La talla de la C¡ionnsua Rrrjentina dehia ser comparable á la de un perro de mediano tamaño. Arctotheriuin vetustum, AíMegh. xp. n. Este animal está representado por un fragmento de la par- te posterior de la mandíbula inferior con los dos últimos molares, pieza encontrada por el señor ScALABRiisien Yilla ürcpiiza después de mi salida del Paraná, habiéndomela re- mitido en estos últimos días. El examen de este fragmento demuestra evidentemente y á primera \ista que se trata de un representante del género Arctotherium üravarü, pero es mas difícil determinar con igual exactitud si se trata de una especie idéntica á las del terreno pamj)eano, ó distinta, pues á mas de ser la pieza bas- ' Al comparar las medidas de este alvéolo, hay que tener presente que las del Cyonasua se refieren á un alvéolo simple y único, y las de la Nasun á un alvéolo doble destinado á recibir las dos raices de ese diente en este género. — 23 — tante incompleta, procede de un individuo muv viejo, de modo que la corona de los molares se lialla muy «j^astada por la masticación habiendo desaparecido con la usura los caracte- res que hubieran permitido establecer una diagnosis exacta. Sin embargo, razones distintas pueden inducir á conside- rar este animal como distinto de los pampeanos con un número tal de probabilidades, que autorizen la creación de una nueva especie. En efecto, la época geológica que separa la formación panqjeana, de la parte intermedia de la formación patagónica es tan grande, que se hace difícil admitir haya especies de mamíferos que hayan permanecido invariables durante un espacio de tiempo tan inmenso como el que habriasido nece- sario para que una misma especie se encontrara representada en ambas formaciones. Sabemos además que la mayor parte de los géneros del piso mesopotámico son distintos de los de la formación pam- peana, y que cuando en las formaciones antiguas se encuen- tran los mismos géneros que en las modernas, un examen atento ha siempre demostrado que las especies eran diferen- tes, ¿Sería el Arctotherium una escepcion cá esta regla? ¿Habria permanecido invariable mientras que todos los demás mamíferos se modificaban? ¡No es de creer. Veamos pues, si á pesar de lo incompleto de esta pieza y del desgatamiento de los molares, encontramos algunas par- ticularidades que nos permitan separarla como específicamen- te distinta del Arctotlieríuin bonaeriensis Gerv. del pampeano. En el ArctotheriuDí bonaeriensis, la última muela es de figura casi circular, con dos diámetros iguales; en el A. ve- tustiim es de dos diámetros bastante diferentes, con una íorma mas prolongada, muy ancha en su parte anterior y mas estrecha en su parte posterior. La penúltima muela del A. bonaeriensis de figura alar- gada, tiene con muy cortísima diferencia el mismo ancho — 24 — atrás y adelante ; en el A . vetustiirn la misma muela es anclia adelante \ bastante mas antíosta atrás. Estas diferencias son ya bastante notables para hacer creer que no se trata de la misma especie ; pero hay otras todavía mas importantes que confirman las precedentes, y se refieren al tamaño relativo de ambos animales. El A. bonaeriensis es el carnívoro mas colosal que hasta ahora se conozca, sobrepasando de mucho la talla del LVsu-s spaeleus el mas grande de los carnívoros fósiles y existen- tes del antiguo continente. La penúltima muela inferior de un individuo del A. bonaeinensis que no es de los mas grandes, tiene 35 mm. de lí^rgo y 25 de ancho en su parte anterior. El mismo diente de un Ursus spaeleus tam- bién de mi colección, tiene .31 nnn. de largo y 21 de ancho en su parte anterior. En el A. vetustuní la misma muela que ya he dicho es de un individuo muy >iejo y ha alcanzado por consiguiente su completo desarrollo, solo tiene 26 mm. de largo y 22 de ancho en su parte anterior . Resulta de esto, de una manera evidente, que el A. vetustum es una especie distinta, que diferia del A. bonaeriensis en algunos pequeños detalles de forma que aumentarán probablemente de importancia cuando conozcamos otras partes del esqueleto, y por un tamaño bastante mas pequeño, inferior al del mismo Ursus spaeleus de Europa, aunque algo mas robusto que este en proporción de la talla. Dimensiones Espesor de la mandíbula debajo del b ^rde alveolario de la úl- tima muela O^OSfi Alto de la mandíbula debajo del penúltimo molar O 054 Diámetro ántero-posterior del penúltimo molar O 026 T.., , , 1 en la parte anterior 0 022 Diámetro transverso i , . ^ ^in ( en la parte posterior O Oio Alto de la corona, ya muy gastada, plana y casi sin esmalte en la superficie masticatoria O 009 — 25 — Diámetro ántero-posterior de la última muela 0'°020 ^., . ( en la parte anterior 0 018 Diámetro transverso , , , . ^ ^-, . ( en la parte posterior O 014 La forma ancha de las muelas, el modo de usura, y el es- pesor de la capa de esmalte que las cubre demuestra que el régimeu del auimal era mas herbívoro que carnívoro, y que se alimentaba sin duda de sustancias vegetales bastante duras. RODENTIA ERYOMYINA Meg'amys patag'oniensis, Lacr. Amegh.. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, pág. 258, año 1883 Cuando hice mi anterior descripción de los restos del Megamys ¡jatagoniensis Lauu. tenia á mi vista parte de la mitad de la mandíbula inferior del lado derecho y en peda- zos, por lo que no pude entonces dar medidas exactas de algunas de sus partes, particularmente de la síníisis. Habiendo conseguido después reconstruir casi toda esa parte de la mandíbula, he podido cerciorarme que las medidas que acom- pañé con un punto interrogante, si no son absolutamente exactas, las diferencias son tan pequeñas que no merecen una rectificación. En lo i nuevos restos de fósiles del Paraná ahora a mi dis- posición, vienen bastantes restos de Megamys Laur. consistentes todos en muelas é incisivos pertenecientes seguramente á varias especies distintas. Entre las diversas muelas aisladas, y masó menos mutiladas, que, por el tama- ño, probablemente pertenecen á esta especie, hay una muela intacta de la mandíbula inferior, que como consta de cinco láminas reunidas, la considero la primera inferior del lado — 26 — izquierdo, que hasta ahora me era desconocida, concordando su tamaño perfectamente con el alvéolo vacío de la primera muela de la mandíbula inferior descrita precedentemente. Las láminas queconstituven la muela están bien delimitadas, las dos últimas completamente separadas por dos láminas de cemento, y las tres anteriores separadas por cemento solo eu la corona y en la parte interna, de modo que las tres se con- funden en una sola pared de esmalte ántero-esterna. Las lámi- nas van auQientando de diámetrí) transverso de la primera que tiene 8 mm. á la cuarta que tiene 17 mm. La segunda lámina es bastante mayor que la primera, y la tercera tiene casi el mismo tamaño que la cuarta. La última lámina ó posterior dis- minuye al contrario considerablemente de tamaño, dejando á descubierto en el lado esterno una faja ó cinta déla cuarta lámina de unos 7 mm. de ancho. La muela presenta cinco co- lumnas en el lado interno y tres en el esterno. La primera columna esterna formada por la reunión de las tres láminas anteriores está algo mas hacia adelante que la segunda, la cual sobresale un poco hacia afuera. La tercera columna es- terna formada por la última lámina ya hemos \isto que se interna hacia adentro unos 7 mm. En el lado interno, las dos primeras columnas se encuentran mas al esterior de la línea dentaria que las tres últimas que se hallan á ese respecto puede decirse bajo el mismo plano. El cemento que cubre las muelas ha desaparecido en unas partes, pero se conserva en otras, particularmente en los lados esterno y posterior, re- llenando siempre los surcos qne separan las columnas. „., , , , antero-posterior 0"°019 Diámetro de la corona ' ^ /^^ . ( transverso O ülb Largo de la muela, de la raíz á la corona O 040 Íde la primera lámina O 002 de la segunda lámina O 002 »^.i...i..uiw u..u^iu-^wctoiiui de la tercera lámina O 0025 r de la cuarta lámina O 003 \ de la quinta lámina O 00 1 — 27 — En estas medidas no están comprendidos los espacios intermediarios de cemento. La corona se encuentra bastante gastada y en declive de adelante hacia atrás, v la base está abierta mostrando cinco cavidades qne corresponden á las cinco láminas que forman la muela. En poder del señor don Santiago Roth ' de San ?sicolás de los Arroyos, he visto un incisivo inferior derecho del mismo animal, con la corona completa y procedente de los mismos yacimientos. La cara anterior un poco convexa está cubierta por una faja de esmalte fuertemente acanalada, en sentido lonjitudinal queda vuelta sóbrela arista longitudinal interna á ángulo recto, formando en el lado interno una faja de esmalte de solo unos 3 mm. de ancho y de superíicie muy lisa. En el ángulo esterno dá vuelta formando un ángulo redondeado y una ])equeña faja de esmalte también de unos 4 á 5 mm. de ancho. La cara anterior tiene un ancho de 23 mm. pero en la corona solo tiene 1 7mm. por haberse usado el diente en su lado esterno, sin duda a causa del frotamiento con el incisivo superior correspondiente. La corona está cortada en bisel y la cara posterior es redondeada, presentando a unos cuantos centímetros detrás de la corona un diámetro ántero- posterior de 22 mm., es decir que tiene casi el mismo grueso (]ue el ancho de la cara anterior. Meg-aniys Laurillarcli, Amegh. Ameghino, Boletín de la Academia Nacional de Ciencias, t. V, pág. 268, año 1883. De esta especie, de tamaño bastante mas pequeño que el ^ Este señor, ha hecho una colección de fósiles del Paraná bastante interesante, á la que he recurrido á menudo para completar algunos datos que me faltaban, y cumplo aquí con el deber de agradecer la buena voluntad con que la ha puesto á mi disposición. — 28 — M . patagoniensis Laur. de la que no conocí, al establecerla raas que un fragmento de mandíbula inferior con el primer molar, tengo ahora á la vista un diente incisivo y una muela, que confirman la distinción específica entre este animal y el anterior. El incisivo es un pedazo de cerca de un decímetro de lar- go, al que le falta la corona y la raíz, no pudiendo así deter- minar su largo cuando entero que debia ser bastante consi- derable, pero puede calcularse en unos 20 centímetros por parte i)aja. Pertenece al lado derecho de la mandíbula infe- rior. El esmalte que cubre su cara anterior forma una capa espesa con fuertes estrías, surcos ó canaletas longitudinales, dando vuelta sobre los ángulos hasta cubrir una faja de las caras laterales de tres á cuatro milímetros de ancho, pero sin presentar en ellas las estrías que lo caracterizan en su cara anterior. En el ángulo longitudinal esterno el esmalte pasa de la cara anterior á la esterna formando una fuerte curva, pero en el lado interno dá vuelta de una manera brus- ca formando casi ángulo recto. La forma de este incisivo tampoco es en el AI. Laurillardi completamente idéntica á la que presenta en Lis otras especies; es proporcionalmente, mucho mas angosto y mucho mas alto que el mismo diente del M. imlagonien.ns Laür. y sobre todo que el del M. Ra- cedi Amegh. Tiene 15 mm. de ancho en su cara esmal- tada y 18 mm. de diámetro ántero-posterior, es decir que es mas grueso que ancho, mientras en el M. Racedi los dos diámetros son sensiblemente iguales. La muela aunque conserva los caracteres generales del gé- nero Meyamys es bastante distinta de todas las otras que conozco délas demás especies, que son todas muelas inferio- res. Por eso supongo sea esta una muela superior, con tan- ta mayor razón que presenta una curva lateral muy pronun- ciada que no he observado en ninguna de las muelas inferio- res que conozco de las demás especies. Como la muela es ancha hacia atrás y muy angosta hacia adelante, supongo s^a — 29 — ]a primera; y como es mucho mas chica que la muela inferior correspondiente del M. patacjoniensis sin que proceda por eso de un individuo joven, y corresponde al contrario al ta- maño de la muela inferior del M. Laur¿üard¿ supongo per- tenece á este especie; por otra parte como en los roedores, las muelas superiores están encorvadas hacia afuei'a y en sentido opuesto de las inferiores, supongo sea esta la pri- mera superior del lado izquierdo. Consta la muela de siete háminas de dentina rodeadas de esmalte, separadas todas por capas intermediarias de cemento y colocadas en dos grupos con distinta dirección, uno anterior y otro posterior. El grupo anterior ocupa menor espacio y constituye el ángulo anterior de la muela, formado por cua- tro lámelas muy pequeñas que representan especies de co- lumnas de sección muy elíptica, cuyo eje mayor se dirije aunque algo oblicuamente en sentido ántero-posterior, de manera que las cuatro láminas van á apoyarse por su parte posterior contra la capa de cemento que rellena la cavidad que hacia adelante presenta la hímina quinta, la primera del segundo grupo. Este último se compone de tres láminas transversales bien delimitadas, unidas con cemento, formando la parte mas considerable de la muela. Las láminas quinta y sesta son casi del mismo tamaño, pero la séptima es mas pe- queña, dejando á descubierto en el lado interno una fninja considerable de la penúltima lámina. Tiene la muela en el lado interno cuatro columnas longi- tudinales: la primera formada por la primera lámina del grupo anterior, y las tres restantes por las láminas quinta, sesta y séptima que constituyen el grupo segundo ó posterior. La parte posterior de las láminas segunda ó cuarta del grupo anterior no es visible en el lado interno, porque se apovan como lo dije ya hace instante contra la parte anterior de la lámina quinta de la muela ó priaiera del grupo posterior. Por el contrario, en el lado esterno presenta siete columnas longitudinales bien marcadas que corresponden á las siete — 30 — lámelas que constituyen la muela, en este lado todas visibles. La corona está bastante gastada por la masticación, for- mando del mismo modo que las inferiores un plano inclinado de adelante hacia atrás. Trazas de cemento esterior solo han quedado en el fondo de los surcos que separan las columnas. La longitud de la muela es de 22 mm. y la corona tiene 1 5 mm. de diámetro ántero-posterior y 10 mm, de diámetro trans- verso. Según el fragmento de mandíbula descrito anteriormente, y el incisivo y la muela de que acabo de ocuparme, el tamaño del animal debia ser algo mayor que el de un tapir. Meg'aniys depressidens, Amegh. sp.n. Especie nueva, de tamaño bastante menor que el M. Lau- rillardi Amegh. representíida en la colección actual por solo un diente incisivo del lado derecho de la mandíbula inferior que difiere á primera vista completamente del diente cor- respondiente del M. Laurillardi por su tamaño mucho mas pequeño, y por presentar dos diámetros muy diferentes á causa de estar sumamente comprimido en sentido ántero- j)osterior. La cara anterior es también ligeramente convexa y cubierta de una capa de esmalie fuertememente estriada en sentido longitudinal, que dá vuelta sóbrelas aristas interna y esterna del mismo modo que en las otras especies, presen- tando la faja de esmalte del lado interno un ancho de 3 mm. y una superficie igualmente muy estriada en sentido longitudi- nal. En el lado esterno el esmalte dá vuelta formando un borde muy redondeado. La cara posterior comparada con la de los incisivos de las otras especies es muy comprimida, particu- larmente en su lado esterno. La corona está gastada en declive formando un ángulo muy agudo. Tiene 13 mm. de an- cho y 9 mm. de diámetro ántero-posterior. La talla del Mcgamys depressidens debia ser una mitad — si- mas considerable que la del carpincho (Hydrochoerus capy- baraj . Megaiiiys Holinbergi, Amegh. n. sp. Fundo esta nue\a especie sobre varias muelas y un inci- sivo que denotan diferencias notables en la organiza.^-ion general y una talla mucho mas reducida que la del M. Lau- rillardi y M. depressidens. De estas piezas, la mas carac- terística es una primera uíuela inferior del lado derecho, de la que es fácil determinarlos caracteres distintivos por cono- cer ya la misma muela de otras tres especies. Tiene el mismo grueso arriba y abajo y está muy gastada por la masticación, presentando las láminas de esmalte de la corona con muy corta diferencia sobre el mismo plano, lo que demuestra que se trata no tan solo de un indÍNÍduo adulto, sino ya muy \iejo. Sin embargo, á pesar de eso, la corona solo tiene 9 mm. de diá- metro ántero-posterior y 7 mm, de diámetro transverso, lo que comparado con las dimensiones de la misma muela del M. Racedi, M. patagoniensis, ó aun del mismo M. Laurillar- di no deja absolutamente duda alguna de que se trata de una especie distinta, mucho mas pequefia, cuyas diferencias de tamaño j)odrán apreciarse por las medidas siguientes de esa misma muela en las cuatro especies de este género en las que ya es conocida. Diámetro de la primera muela de lu mandíbula inferior M. Hnlmberqi M. Laurillanli }í. palagonienais ilT. Racedi Antero-postero.... 0"'009 O^^Oia 0'»019 0'"027 Transverso 0'"007 0"'010 0"'016 0'"0i3 Como se vé las diferencias de tamaño son bien dehuidas de modo que no es posible confundir esas distintas especies entre sí. — 32 — El largo de esa misma muela en el M. Holmbergl esde solo 21 mm; estando á pesar de eso constituida por las mismas cinco láminas que componen la misma muela en las otras es- pecies. La primera de estas láminas es completamente rudi- mentaria, la segunda bastante mas grande, la tercera y cuarta mas grande todavía y casi del mismo tamaño, y la quinta algo mas pequeña y colocada un poco hacia adentro. Las láminas *de esmalte en la corona no forman los numerosos zig-zag que caracterizan el M . patagoniensis , estando dispuestas en forma de curvas mas ó menos regulares. Tiene tres colum- nas en el lado esterno y cinco en el interno dispuestas del mismo modo que en las otras especies. La base de la muela está ocupada por cinco cavidades transversales que cor- responden á las cinco láminas. Las demás muelas están demasiado mutiladas para que se pueda apreciar sus caracteres, pero todas se distinguen per su tamaño com[)arable al de la descrita, lo que parece indicar proceden de la misma especie. Hay nn pedazo consdierable de incisivo con su corona, que por su tamaño bastante menor que el del M. depressidens atribuyo á esta especie. Es un incisivo superior izquierdo, naturalmente mucho mas encorvado que los precedentes y también algo aplastado en sentido ántero-posterior. El esmalte está dispuesto como en los incisivos inferiores, dando vuelta sobre el lado inter- no á ángulo recto para formar una faja de 2 mm. de ancho. En el lado esterno forma también un ángulo redondeado. La cara anterior y la faja de esmalte del lado interno son estriadas longitudinalmente. La corona está formada por un corte per- pendicular del lado posterior sobre el anterior, prolongándose luego este hacia adelante en forma de ])ala. Tiene 9 mm. de ancho y 8 mm. de diámetro antero-posterior. En poder del señoi' líorii, lie visto varias muelas de un Megamys muy pequeño (pie por el tamaño corresponde muy bien á los re^tos arpií mencianados v no dudo perte- — 33 — nezcaii igualmente al M. Uolmbercji. Dos de ellas son in- tactas. Una esta compuesta [lor solo tres láminas, separadas por capas de cemento, la primera muy pequeña y la tercera muy grande y en forma de media luna, con un diámetro án- tero-posterior de 10 mm . , 9 mm . de diámetro transverso y 22 mm. de largo, presentando dos columnas en el lado esterno y tres en el interno. La segunda muela intacta, es algo mas grande y encorvada de lado por lo que puede ser pertenezca á la mandíbula superior: consta de 5 láminas muy regulares, cuyo esmalte no forma repliegues, constituyenJo 5 columnas en un lado y 3 en el otro, en un diámetro ántero-posterior de 11 mm., 10 mm. de diámetro transverso y 2G mm. de largo. Estas piezas fueron encontradas también en las bar- rancas del Paraná. A juzgar por los restos mencionados la talla de este roedor debia acercarse á la del carpincho actual (Hydrochoerus capybara). Dedico la especie á mi amigo el distinguido naturalista Dr. D. Eduardo L. Holmberg. Meg-amys? laevig-atus, Amehg. sp. n. Siguiendo este orden descendente en la talla, hay por fin la parte anterior del incisivo inferior izquierdo de una es- pecie cuyo tamaño no debia sobrepasar al que presenta la vizcacha actual (Lagostomus tricodactylus Ben.j. Esta pieza presenta los caracteres generales del mismo diente de los Megamys y de los Lagostomus, pero se distingue por algunos caracteres de detalle de cierta importancia que no permiten afirmar con seguridad pertenezca al primero de aquellos dos géneros, pero sí permiten determinar que no pertenece al género Lagostomus. La capa de esmalte, aun- que está dispuesta del mismo modo, es mucho mas espesa, la cara que ella cubre es mas aplastada, y la superfici'' muy — 34 — lisa, apercibiéndose con mucha dificultad las estrías longi- tudinales que caracterizan la superficie de la capa de es- malte de Jos incisivos de la vizcacha, y aun mas de los Me- gamys. Estas semejanzas de forma general y pequeñas diferencias de detalle, prueban que se trata de un roedor de una especie nueva, de la familia de los Eryomina, que propongo designar con el nombre arriba indicado á causa de lo lisa que es la superficie de la capa de esmalte, especie que si no pertenece al género Megarnijs debe entrar en al- gún género cercano, todavía desconocido. Este incisivo pre- senta también una cur>a mas pronunciada que el mismo diente de los Meganiys va conocidos y de la vizcacha. Tiene unos 7 mm. de ancho y otro tanto de grueso, y á pesar de su tamaño reducido, la capa de esmalte tiene el mismo espesor que en las mas grandes especies del género Megamys. Meg-aniys Racedi, Amegh. sp. n. El género Megamys, parece estaba representado por un crecido número de especies, de algunas de la» cuales ya he examinado los caracteres, presentándosenos con una talla mas moderada y mas en armonía con lo (pie nos parece un roedor, que la especie típica del género, M. patagoniensis. Sin embargo, si hubiéramos deducido de ello, que proba- blemente este último animal habia alcanzado en la talla el máximum de desarrollo de que es ó ha sido susceptible el tipo roedor, nos habríamos completamente equivocado. To- davía no sabemos á este respecto qué descubrimientos nos reserva el futuro, pero desde ya podemos afirmar que ese desarrollo en tamaño del tipo roedor ha pasado m.as allá de los límites en que nos lo dio á conocer el Megamys pata- goniensis, pues tengo entre las manos los restos de otro Megamys para el cual el precedente era un enano. Fundo esta nueva especie de roedor del género Mega- — 35 — mys de tamafio verdaderaineiite j;¡gante.sco. doble por lo menos que el Megamys 2^a.tagomensis, sobre dos piezas únicas, un fragmento de incisivo, y un molar completo, piezas tan características que no dejan lugar á dnda alguna ni sobre el género, ni sobre sus caracteres específicos. Es- tos sobre todo son demasiado evidentes por el tamaño verdaderamente descomunal de semejante ratón. La muela es la primera del lado derecho de la mandíbula inferior. Presenta, todos los caracteres generales de la muela correspondiente del Megamys patagoniensis Lauu., salvo el tamaño que es por lo menos dos veces mayor. Nóta- se igualmente que la muela vista sobre todo por su lado interno y por la corona, parece compuesta de dos partes desiguales, una mas ancha formada por las dos himinas posteriores, y otra mas angosta, constituida por las tres láminas anteriores, en todo cinco láminas. La muela es como las demás de la mandíbula inferior del mismo género, abierta en la base por cinco cavidades correspondientes a las cinco láminas, y encorviida en sentido ántero-posterior, presentando la concavidad hacia adelante y la convexidad hacia atrás. Las cinco láminas que forman la muela, van aumentando de tamaño, de la i)rimera á la cuarta (jue es la mas grande, pero la quint i es mas pe(]ueña que la cuarta aunque mayor ({ue la tercera. En el lado interno tiene cinco colum- nas bien distintas, tres anteriores que se encuentran mas ó menos sobre el mismo plano y dos posteriores que avan- zan sobre las anteriores casi unos dos milímetros. En el lado esteruo no se ven sino tres columnas, la primera ó anterior que está formada por la reunión en la pared ántero-externa de las tres primeras láminas, la segunda que avanza como un milímetro sobre la anterior, v corresoonde á la cuarta lámina, y la tercera que se encuentra al contrario unos tres milímetros mas adentro y corresponde a la quinta lámina. La muela, vista por la corona, es estrecha en su parte — 36 — anterior, muy ancha en sus dos tercios posteriores á causa del gran desarrollo transversal que aquí adquiere la lá- mina cuarta, y algo mas angosta en su parte posterior, debido aquí al enaugostamieuto transversal de la últina lá- mina. El esmalte que forma cada lámina es muy grueso y no presenta los numerosos repliegues que distingue la misma muela del M. patagoniensis, ó son éstos apenas \isibles. J^as mismas láminas parecen estar colocadas algo mas obli- cuamente y formando la parte posterior de cada una un arco de círculo con la convexidad dirijida hacia atrás, que se ajusta á una cavidad correspondiente de hiparte anterior (le la lámina que le sigue inmediatamente. Las dos últimas láminas están completamente aisladas entre sí y de las ante- liores por depósitos intermediarios de cemento ; las tres anteriores solo están separadas entre sí de un modo imper- fecto, reuniéndose como ya se ha dicho en una sola capa de esmalte en el lado ántero- externo. El depósito de ce- mento externo que debia rodear la muela aumentando toda- vía mas su enorme tamaño, ha completamente desaparecido, conservándose tan solo de él algunas trazas en el fondo de los surcos longitudinales internos. Sus dimensiones son las que siguen : ,, . ( ántero-posterior O^OOSO Diámetro déla primera lamina. , /^ ^,-i ' ( transverso O OH ^., , , , ,, . I ántero-posterior 0 005 Diámetro de la seeunda lamina I " a mr ° ( transverso O 015 ^., , , ,, . í ántero-posterior 0 0045 Diámetro de la tercera lamina. \ ^ " n mo f transverso O 018 , , . ( ántero-posterior O <'04 Diámetro de la cuarta lamina.. ' ^ ^ mo ( transverso O 0¿o ^., , , . ,, . ( ántero-posterior 0 006 Diámetro de la quinta lamina.. , ^ n-n ' ( transverso O Ozl í ántero-posterior O 037 Diámetro de la corona ^ n nao ( transverso O Ov.J Circunferencia en la corona O 080 Largo de la muela, de la raiz á la corona O 062 — 37 — La parte existente del incisivo es im peilazo bástanle con- siderable, perteneciente cá su parte anterior, pero roto en sus dos estremidades, de modo que falta tanto la corona como la raiz. Este trozo de diente es de un gruesa estraordinario y de mas de 6 centímetros de largo, es de un estremo á otro completamente maciso, sin trazas á^ la cavidad basal que contiene la pulpa por cuyo medio se renueva continuamente, cavidad que en los incisÍTos de los roedores llega hasta mas de la mitad de sn largo, lo que puede dar una idea del tamaño enorme que debia tener est'3 diente. Su poca curvadura demuestra que pertenece á la mandíbula inferior, y la dispo- sición del esmalte que era el izquierdo. La capa de es- malte, cubre, como es de regla en los roedores, su cara an- terior estendiéndose también a arios milímetros sobre las caras laterales, y mostrando una superficie fuertemente aca- nalada en sentido longitudinal. E>ta capa de esmalte al dar \uelta sobre su «ángulo esterno anterior describe una gran curva dando al ángulo contornos redondeados, pero en rl lado interno dá vuelta bruscamente á íingulo recto, formando sobre este lado una cinta de esmalte de 5 mm. de ancho, lo que parece demostrar que los dos incisivos en su parte an- terior estaban muy apretados el uno contra el otro, como sucede en la vizcacha, en cuyos incisivos el esmalte d.á vuelta sobre los ángulos internos del mismo modo que en el Mega- mys, otra analogía que viene á demostrar una vez mas la afinidad natural que existe entre ambos géneros. Las dimensiones de esta pieza, tratándose de un incisivo de roedor, son verdaderamente estraordinarias; tiene 29 mm. de ancho, 30 mm. de grueso y 94 mm. de circunferencia. El animal debia alcanzar un tamaño muy aproximado al de un hipopótamo. Dedico la especie al General D. Eduardo Racedo, como prueba de aprecio de mi parte, por el interés que como go- bernador de la provincia de Entre-Hios ha tomado en estos trabajos, creando el Museo provincial del Paraná, y dotan- — 38 — dolo de los elementos necesarios para reunir en él todos los objetos de mérito que se encuentren en los interesantísimos yacimientos de los alrededores de esa ciudad. ¿Cuál es la posición que en la clasiíicacion corresponde al Megaiiiys? El fundador del género, que no conoció de él mas que la tibia y la rótula, lo consideró como cercano de la vizcacha y con los materiales mas demostrativos que yo pude disponer probó que la forma de la mandíbula, la forma de las muelas, el tipo sobre que estaban construidas y su modo de implantación en la mandíbula coiilirmaban la opinión de Laurillard. Los nuevos materiales de ipie ahora dispon- j;o, permitiéndome conocer algunas de las muelas que me eran antes desconociJas, y la forma délos incisivos no hacen mas que confirmar mis primeras deducciones, y las de mi ilustre y sabio predecesor. Estos nuevos materiales merecen también una mención especial porque confirman la colocación del Megamys ai lado de la vizcacha, destruyendo el argumento aparentemente de mas peso aunque el de menor im|)ortaiK'ia en el fondo, (jue hasta ahora podía oponérsele: la talla. ¿Cómo era posible que un roedor de tan gigantescas pro- ¡)orciones entrara en una familia existente cuyos represen- tantes actuales aunque figuran entre los mas corpulentos de los roedores no dejan de ser mamíferos de talla muy redu- cida? ¿Cómo hacer concordar ese hecho aparentemente tan singular, de la existencia en las antiguas épocas geológicas de un representante gigantezco déla familia de las vizcachas, mientras que las verdaderas vizcachas (Lagostomus anti- (¡uus Amkgh.) que se han encontrado en los terrenos de esa misma época eran de talla aun mucho mas pequefia que las vizcachas actuales? — 39 — . El carácter de la talla, como argumento ])ara dilucidar el grado de parentesco de las especies, es el peor de los carac- teres que se pueda elegir : él no prueba nada, pues, demasia- do sabido es que en los mismos géneros, hay especies de tamaño reducido y otras de proporciones colosales. Es cierto que en este caso particular podía invocarse la regla general, que todos los roedores existentes, y aun todos los estingui- dos hasta ahora conocidos, con escepcion del hasta hace poco tiempo enigmático Megaynys, eran mamíferos de muy redu- cida talla. Pero, á pesar de eso, los que así pensaban, no reflexionai)an en que la existencia de un representante gigan- tesco de la familia délas vizcachas, en nada se oponía á que asvizcachas actuales descendierande antiguos representantes mas pequeños. Ni reflexionaban quizás tampoco en que las vizcachas no podian (¡retender por antecesor el Megam.ys que, por la talla y la forn)a de sus muelas alcanzó en su desarrolla un grado de evolución mucho mas elevado. Hajo este punto de \¡sta, particularmente, la existencia de un roedor gigantesco en los primeros tiempos terciarios podia invocarse como un argumento en contra de ciertos j)rincipios establecidos últimamente en algunos de mis trabajos y espe- cialmente en Filogenia ', según los cuales, todo tipo que alcanza como talla un desarrollo estraordinario no común en los representantes de la misma clase, denota necesariamente una evolución muv avanzada. Ahora en este caso, el Megnmyf< j'^^^Qonie^Tsis repre- sentaba por su talla un tipo mucho mas alanzado no solo que la vizcacha sino que todos los roedores actuales, lo que, y solo aparentemente parecia estaren contradicción con los principios de la evolución. Por mi parte ese hecho no me preocupaba, y el dia que se hubiera combatido mis principios con el ejemplo del iV/e(/a- tni/s, hubiera contestado con mi Filogenia en la mano: esto ^ Ameghino. Filogenia, pág. 143, 1884. — 40 — prueba simplemente, no que el Megamys patagoniensis hava sido creado en esa época tal como nos lo muestran los restos que de él conocemos, sino que habiendo simplemente seguido su evolución natural en el desarrollo de la talla, alcanzó un volumen gigantesco en épocas pasadas, pero pasando necesariamente por los grados de talla intermediaria, de modo que deben también haber existido y de ellos encontraremos los restos, Megami/s, ó animales parecidos, precursores del gigante y de tamaño mas reducido. No ha llegado el caso de (|ue alguien se asiera de ese hecho, y ahora, \a no podria contestarle del mismo modo, pero podria mostrarle las piezas, pues como se ha visto, el señor Scalabrim ha descubierto especies de Megamys cuyo tamaño era comparable al de las vizcachas, y otras cu}a talla seguramente no sobrepasaba la del carpincho existente. Esto no solo destruye el argumento que de la existencia ais- lada del antiguo roedor podia sacarse en contra de mis teo- rías, pero ello viene ademas á demostrar que la tnlla no es una razón para que no entre en la familia de la \izcacha, puesto que las especies mas ])equeñas tienen el mismo ta- maño que esta, y que las especies gigantes tienen absoluta- mente los mismos caracteres genéricos que las pequeñas. Estas consideraciones se me dirá, son casi pueriles, pero es bueno hacerlas constar, puesto que hasta se ha llegado á ne- gar la posibilidad de que luiyan existido en otras épocas roe- dores de tamaño gigantesco. MURIFORMIA Myopotaiiius paraneusis, Amegh. sp. n. El género Myopotamus Comm, lo mismo que el género Lagostomus Ben. parece remontar á una grandísima anti- güedad, pues hállase igualmente representado en los yací- — 41 — mientos antiguos del Paraná, teniendo á la \ista, de esa procedencia, la mitad izquierda de la mandíbula inferior con el incisivo y los tres primeros molares. Esta pieza difiere notablemente de la del M. coipus exis- tente. Las muelas divididas en su lado esterno en dos ló- bulos por un fuerte surco longitudinal, son algo mas gran- des en la especie fósil que en la especie actual, mientras la mandíbula es mas chica en aquella que en esta. El incisivo es mucho mas pequeño en la especie fósil, la barra es mas corta \ el borde anterior del alvéolo del primer molar lo mismo que el borde posterior del alvéolo del incisivo no se levantan tanto hacia arriba como en la especie exis- teute. Las medidas que siguen de esta pieza y de la corres- pondiente en la especie actual, pondrán mas en evidencia esas diferencias. Myopritamus Myoputamus paranensis coipus Diámetro de la primera muela ( áutero-posterior. . . Ü'"UÜ7 Ü'"U06 de la mandíbula inferior. . . { transverso O 005 O 004 Diámetro de la segunda muela ( tintero-posterior. . . O 0075 O 0065 de la mandíbula inferior. . . ( transverso O 0055 O 005 Diámetro de la tercera muela ( ántero-poslerior. . . O 009 O 008 de la mandíbula inferior. . . ( transverso O 006 O 006 Longitud de las tres primeras muelas O 024 O 021 Ancho del incisivo 0 005 0 007 Grueso del incisivo O 005 O 007 Largo de la barra del borde anterior del alvéolo del primer molar, al borde del alvéolo del incisivo. . . O 013 O 020 Hay igualmente nn fragmento de cráneo con los maxilares superiores y las muelas de otro individuo, pero como esta pieza no ha sido encontrada por el Profesor Scalabrijni en persona, puede ser que provenga de un horizonte mas mo- derno. En todo caso, he aquí á continuación las medidas que proporciona este fragmento : — 42 — Diámetro de la primera muela ^ ántero-posterior O^OOfi superior ( transverso O 006 Diámetro de la segunda muela ( ántero-posterior O 006 superior ( transverso O 007 Diámetro de la tercera muela \ ántero-posterior 0 008 superior f tranverso O 008 Diámetro da la cuarta muela ^ ántero-posterior O 009 superior ( transverso O 0075 Longitud de las cuatro muelas reunidas O 030 Distancia entre las dos últimas muelas medida en el lado in- terno O 017 Estas medidas están mas en armonía con la especie exis- tente qne las de Ja mandíbula infeiior, lo que me inspira dudas sobre su antigüedad, tanto mas que !f>n consenacion se acerca á la de los fósiles del terreno pampeano. En todo caso la mandíbula inferior procede de una especie bien dis- tinta de la actual. GAVINA En esta familia se encuentran en nuestra época los mas grandes roedores existentes entre ellos el carpincho (llydro- choerus BrisJ el mas corpulento de todos y en las épocas antiguas ha alcanzado también un gran desarrollo, con espe- cies que sobrepasaban en tamaño al tapir. En los yacimientos antiguos del Paraná, se hallan representados por un gran número de especies, muchas de tamaño considerable, aunque ninguna se aproxima á la talla gigantesca de algunas de las especies de la familia de los Eryotnina. precedentemente descritas. Las especies del Paraná, son : — 43 — Hydrochoerus jíaranensis, ámegh. Bol. de la Arad. Xac. de Cieñe, t. V, pág. 104, año 1883. Fundé esta esjiecie sobre una muela superior, la cuarta del lado izquierdo, nuiy mutilada y de la que solo existía la parte anterior, pudiendo sin embargo distinguir en ella algu- nos caracteres que indicaban una especie distinta y de tamaño reducido, en proporción de las demás especies conocidas en estado fósil como también de la existente. En la colección actual hay otra muela de carpincho, también la cuarta de la mandíbula superior, pero del lado derecho, existiendo de ella tan solo la parte posterior, incluyendo las siete última.s láminas, con la corona y sus correspondientes aristas intac- tas. Desde luego la diferencia mas notable que salta á la vista, es la del tamaño, pues aunque el largo de las siete últimas láminas sea el mismo en la especie antigua y en la actual, el ancho de dicha muela en esta es de 15 mni., mientras que en el H. 2)aranensis es de solo U á 12 mm. Pero examinando la forma de las láminas, se notan también diferencias considera- bles. Así, cada lámina transversal del carpincho actual forma en sus dos lados interno y esterno dos especies de ángulos dados vueltas hacia atrás, mientras que en el //. paranensis las láminas son mas regulares, ó mas rectas por decirlo así. En el H. cajoybara forma tanto en el lado interno como en el esterno dos aristas comprimidas; en el II. jmranensis cada lamina es mas ancha en el lado esterno que en el inter- no, de donde resulta que en el lado esterno en vez de pre- sentar aristas longitudinales comprimidas y separadas unas de otras por surcos profundos como en la especie actual, muestra columnas longitudinales bien redondeadas y separa- das por surcos poco profundos, y particularmente ios ante- riores anchos y de fondo cóncavo. La parte posterior de la muela presenta diferencias todavía — 44 — mas notables. En el //. cajjybara se compone de dos láminas, una anterior mas ancha y otra posterior algo mas j)eqiieiia, ambas separadas en el lado interno por un surco profundo y reunidas en el lado estenio formando nna sola columna. En el H. pai'anensis la última lámina es de mayor diámetro ántero-posterior. y de menor diámetro transverso, y en el lado externo separada de la penúltima por una pequeña arista ó columnita longitudinal. En la colección del señor don Saintiago Roth^ he visto esta misma cuarta muela superior del lado derecho, del //. para- nensis completa y todavía engastada en un fragmento de maxilar, de juodo que al exauíinarla, auncjue de paso he podido darme exacta cuenta de las diferencias de tamaño y de conformación que presenta con la especie actual, en la que está constituida en su parte anterior por una lámina com- puesta, con un fuerte pliegue entrante en su lado esterno á la que siguen 1 I láminas simples, la última bastante peque- ña; en el //. paranensis siguen á esi primera lámina com- puesta, solo 8 láminas simples y una novena rudimentaria. La corona de esta muela en el 11. capyhara tiene 38nun.de diámetro ántero-posterior y 16 nun. de diámetro transverso en su parte mas ancha. En el //. paranensts la misma muela solo tiene 30 nun. de diámetro ántero-posterior y 1 1 á 12 nun. de diámetro transverso. El examen de las dos piezas mencionadas no deja ya duda alguna sobre los caracteres específicos distintos del II. para- nensis y sobre su talla relativamente pequeña. Cardiatheriuin Doeriiig-i, ámegh. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, pág. 270, nño 1883. Cuando fundé el género Cardíatheriuin no tenía á mi disposición mas que dos muelas de la mandíbula inferior, la — 45 — segunda y tercera del lado izquierdo, que, aunque rau}^ parecidas á las muelas correspondientes del Hidrochoerus, pude encontrar en ellas ciertos caracteres que me permitie- ron conocer pertenecieron á^ una especie nueva de un género distinto hasta entonces desconocido, llamando al nuevo ani- mal, Cardiatherium Doeringí. Ahora tengo á la vista diversos fragmentos de mandíbulas que me permiten reconocer los caracteres de todos los dien- tes de la mandíbula inferior, y varias muelas aisladas de la mandíbula superior que supongo pertenezcan al mismo ani— mal_, piezas que no tan solo ^ ienen á comprobar la existencia del nuevo animal, sino que demuestran que las diferencias entre ambos géneros, Cardiatherium Amegh. é Hidro- choerus CoMM. son aun mucho mas considerables que no me permitían suponerlo los dos únicos dientes que entonces conocía del género estinguido. Los nuevos restos del Cardiatheriwm Doeringi existen- tes en la colección que describo son : un fragmento de maxi- lar izquierdo, un fragmento de maxilar inferior derecho, parte de un incisivo inferior con la corona, y tres muelas aisladas de la mandíbula superior. La pieza mejor conservada es el fragmento de mandíbula inferior del lado izquierdo, que comprende la parte anterior con las dos primeras muelas, parte de la síníisis y el incisivo roto conjuntamente con la mandíbula envía parte anterior. La forma de esta parte de la mandíbula es muy parecida á la del carpincho. Las principales diferencias consisten en el borde alveolar interno del primer molar que pasa delante de este diente en forma de cresta elevada para terminar en el lado esterno de la barra, particularidad que falta al carpincho ; en la posición de la síníisis que empieza debajo de la barra algo adelante del primer molar, mientras que en el carpincho empieza debajo de la parte anterior del mismo diente; y en la posición del foramen mentale situado algo mas adelante que en el carpincho. — 46 — El incisivo está roto, pero puede á pesar de eso determi- narse su tamaño, que es de lOmm. de ancho y 8 de espesor. En cnanto á su forma es completamente distinta de la del car- pincho, pues en vez de tener una cara anterior dividida en dos lóbulos por un surco longitudinal mediano, presenta una cara anterior, bastante convexa como en la generalidad de los demás cavinos, cubierta por una capa de esmalte muy ligeramente estriada en- sentido longitudinal, y que dá vuel- ta sobre sus dos aristas ó ángulos laterales. La corona del incisivo aislado está cortada en bisel formando un ángulo muy agudo. La raiz pasa en el lado interno de la mandíbula, demostrando que se estendia hasta mas atrás de la parte pos- terior de la segunda muela. La primera muela, está construida sobre el mismo tipo que la del Hydrochoerus, lo que es bastante estraño si se re- cuerda las diferencias que presentan las muelas siguientes y el incisivo; sin embargo se notan diferencias de detalle bas- tante considerables. Así, el primer surco del lado interno es mucho mas ancho y profundo en el Hydrochoerus que en el Cardiatherium, los prismas están colocados mas oblicua- mente en aquel género, y mas transversalmente en este último y el tamaño general de la muela es en proporción mas redu- cido en Cardiatherium que en Ilydrochoerus. La segunda muela está construida sobre el mismo tipo que la misma que formaba parte del fragmento sobre que fundé el génei-o, por lo (pie creo innecesario repetir aquí su des- cripción. Las medidas que proporciona este fragmento son las que siguen : Ancho del incisivo inferior 0""010 Alto de la mandíbula, en la parte mas baja de la barra O 025 Alto de la mandíbula, debajo de la segunda muela Ü 03á „. , . , , . 1 ántero-posterior O 014 Diámetro de la pri— ^ , . , . ., ^^. ! I en su parte anterior.. . O 007 mera muela I transverso... ^ a nm f en su parte posterior. , O 007 — 47 - Diámetro de la se- { á^tero-posterior O" 013 guuda muela. ... ¡ transverso. . . \ ^" ''' P^""^^' ^°*'^"'^''- ' ' ^009 ( ea su parte posterior.. O 0085 El segundü fragmento de la mandíbula inferior, bastante mutilado y de un individuo joven, es del lado izquierdo y tiene aun implantadas las tres últimas muelas. Las dos muelas segunda y tercera, ya son conocidas por mi descripción anterior ' en la que demostré diferian de las correspondientes del carpincho por varios caracteres, pero sobre todo por presentar en el lado interno, una columna y un surco de menos ; no repetiré pues acjuí su descrip- ción. La cuarta muela ó última difiere todavía mas de la corres- pondiente del carpincho que las precedentes, y j)odria casi decirse que está construida sobre un tipo comj)letamente distinto. Esta muela en el Hydrochoerus consta de seis lá- minas simples, colocadas transversalmente, separadas unas de otras por láminas de cemento, y dispuestas de modo que forman seis aristas longitudinales en el lado interno separa- das por cinco surcos, y cinco aristas ó columnas en el lado esterno separadas por cuatro surcos. En el CarcUatherium la misma muela está compuesta por cuatro híminas ó semi- prismas desiguales y colocados de distinta manera, de modo que formen cuatro columnas en el lado interno separadas por tres surcos, y una arista, y una ancha columna con una depresión longitudinal en el lado esterno separadas por un surco profundo. La primera lámina algo curAa forma la arista esterna, y su ángulo interno anterior la prime, a arista in- terna. La segunda lámina, mas pequeña, está colocada algo oblicuamente, uniéndose por su parte interna con el ángulo interno posterior de la lámina precedente formando la se- ^ Sobre una nueva colección de mamif. fos. etc. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, pág. 271 y 272, año 1883. — 48 — gunda columna interna, y soldándose por su lado esterno con el prisma siguiente, sin formar columna distinta. La se- gunda lámina que es la mas grande, está colocada transver- salmente, aislada en el lado interno, en donde íorma la ter- cera columna interna, y sobresaliendo en el lado esterno en forma de una ancha columna en la que vienen á soldarse los ángulos estemos de la segunda v de la cuarta lámina. Esta última de un diámetro ántero-posterior considerable está aislada en la parte interna formando la última columna in- terna, T unida por su canto esterno anterior, á la lámina precedente con la que forma una sola columna. Así, mirando esta muela por el lado esterno, se vé de adelante hacia atrás ; primero una arista muy desarrollada y comprimida á la que sigue un surco ancho y profundo, y luego una co- lumna muy ancha formada por la reunión de los cantos es- temos de la segunda, tercera y cuarta lámina, con una de- presión longitudinal poco profunda y de fondo cóncavo, bastante ancha, limitada por una especie de arista pequeña y baja formada por la reunión de las láminas tercera y cuarta en su parte anterior, y por el ángulo externo posterior de la última lámina en su parte posterior. El alvéolo del incisivo, que se halla en parte á descu- bierto, llega hasta debajo de la parte posterior de la tercera muela, como ya habia conseguido determinarlo sobre el pe- queñísimo fragmento de alvéolo que se hallaba en la pieza que me sirvió de base para la fundación del género. Las medidas que proporciona esta pieza, que no debe olvidarse procede de un individuo que era aun bastante jo- ven, son las que siguen : Alto déla mandíbula debajo do la parte anterior de la segunda muela O^OiBl _,..,] 1 , , ( ántero-posterior 0 0115 Diámetro de la segunda muela ' ^ ...^ ( transverso O 008 r... , , , . , ( ántero-posterior 0 0125 Diámetro de la tereera muela. í transverso O 008 — 49 — ( ántero-posterior O" 017 Diámetro de la cuarta muela.. ' , a mn ( transverso O 010 Largo de las tres últimas muelas O 043 Quedan ahora las tres muelas aisladas de la mandíbula su- perior que atribuyo al mismo animal. Estas son mucho mas encorvadas que las del carpincho, y difieren en su construc- ción de las de este, por caracteres comparables á los que nos han mostrada las muelas inferiores de ambos animales. En el Hydrochoerus las tres primeras muelas superiores se componen de dos prismas compuestos en forma de cora- zón á causa de un fuerte pliegue entrante acompañado de una escotadura que presentan en el lado esterno, y están combinados de modo que forman dos aristas longitudinales en el lado interno separadas por un surco profundo, y cuatro aristas casi iguales en el lado esterno separadas por tres surcos también mas ó menos iguales. En el Cardiatherhiin las mismas muelas se componen también de dos prismas, pero uno solo compuesto, combinados de modo que forman dos aristas internas separadas por un surco como en el Hy- drochoerufi, pero solo tres aristas ó columnas esternas se- paradas por dos surcos. El primer prisma ó anterior es el compuesto, presentando un fuerte repliegue entrante acompa- ñado de escotadura en el lado esterno; el pliegue posterior es simple. En el lado interno las dos aristas son muy cora- |)rimidas como en HydrochoGrus y separadas por un surco igualmente parecido. Las diferencias aparecen en el lado es- terno. El primer prisma que es el compuesto, presenta aquí una escotadura que le dá la forma de corazón, aislando su ángulo esterno anterior que forma una arista comprimida. El segundo prisma, forma la columna esterna posterior igual- mente comprimida; es simple, sin escotadura entrante es- terna que le dé la forma de corazón, pero con un canto ó ángulo anterior que se une ai ángulo posterior del prisma anterior formando una especie de columna esterna, ancha y — 50 — redondeada, separada de las aristas anterior y posterior por dos surcos profundos, \ presentando á su vez, en el lado ántero-esterno una especie de ranura que podria conside- rarse como un rudimento del surco intermediario que aquí presentan las muelas del Hydrochoerus. Una de estas muelas sumamente encorvada y que supongo sea la primera superior del lado derecho, tiene un largo en línea recta sin seguir su curvatura, de 33 mm. La corona tiene 1 1 mm. de diámetro ántero-posterior y 10 mm. de diá- metro transverso, y la columna intermediaria esterna tiene cerca de 4 mm. de ancho, con una ranura longitudinal bas- tante pronunciada. Otra muela, que es la segunda ó tercera, tiene en línea recta 35 mm. de largo, 12 mm. de diámetro ántero-posterior en la corona, lO'^'^S de diámetro transverso, y la co- lumna intermediaria esternas mm. de ancho, con una ranura rudimentaria. La otra muela es mas ó menos de las mismas dimensiones. El C ardía theriiun Doeringi es pues un tipo bien dis- tinto, muy aliado del Hydrochoerus por ciertos caracteres, pero mas cercano todavia de otros géneros y especies estin- guidas, que \ivierou en la misma época y que vienen á arrojar una nueva luz sobre el oríjen y la evolución de ese grupo particular de roedores que constituye la familia de los cavinos. Carrliatlierium petrosiiin, Amegh. sp. n. Esta nueva especie está representada por la parte anterior de la mitad izquierda de la mandíbula inferior, conteniendo el incisivo completo, y las dos primeras muelas, pieza des- graciadamente tan envuelta en arenisca dura que es imposi- ble limpiarla para poder determinar exactamente sus carac- teres. Sin embargo, se conoce á primera vista, que se trata — bi- dé una mandíbula de talla bastante menor que la del Carclia- theríum Doeringí, y como la testura del hueso, la usura de los dientes, el tamaño y dirección de estos, prueban que no se trata de un individuo joven, tenemos la casi certidumbre de que representa una nueva especie que denominaremos Car- díatheriuin petrosum, á causa del espeso depósito de pie- dra que cubre una parte considerable de la mandíbula, impi- diendo la determinación precisa de sus caracteres distintivos. Las dos muelas están completamente envueltas de piedra en la corona, de modo que no se puede ver esta, ni determi- nar sus caracteres. Pero debajo de la segunda muela, la man- díbula está rota poniendo el diente á descubierto de modo que se puede medir su diámetro ántero-postcrior que es de 9 nmi., su diámetro transverso que es de 6 mm., y su largo que es de 23 mm., dimensiones tan inferiores á las de la misma muela del C. Doeringi que demuestran evidente- mente su diferencia específica. El alto de la mandíbula en la barra, delante del primer molar no se puede medir exactamente, pero se vé á primera vista que es muy inferior al de la especie precedente, y puede fijarse aproximativamente en unos 24 mm. El incisivo de la misma forma que en la especie prece- dente, solo tiene 6 mm. de ancho. La distancia de la parte anterior de la segunda muela á la punta del incisivo es de 59 mm. La parte posterior de la sínfisis empieza algo mas atrás que en la especie precedente, y toda la mandíbula es mas comprimida, menos espesa, indicando una especie cuya talla debia ser casi la mitad mas reducida que la del C. Doeringi. Cardiatherium denticiilatum, Amegh. sp. n. Fundo esta especie sobre una muela inferior derecha, pro- bablemente la segunda, que denota la existencia de un ani- — 52 — mal del mismo género Cnrdiatherium, también de talla considerable, pero á juzgar por la muela única que de él co- nocemos de una estructura bastante diferente y mas que suficiente para justificar su separación como especie distinta. Tiene 12 mm. de diámetro ántero-posterior, 8 ram. de diá- metro transverso y 32 mm. de largo, medidas que indican evidentemente que el tamaño del animal se acercaba al del Cardíatheriuin Doeringi y del carpinclio actual. Dicha muela, difiere de su correspondiente del Cardía- therium Doeringi, en la proporción distinta de sus partes constituyentes. En el C. Doeringi consta esta muela de tres prismas poco mas ó menos del mismo ancho, mientras que en el C. denticulatum el prisma del medio es bastante mas angosto. Asi en la muela de que me ocupo, el prisma anterior y posterior tienen 8 mm. de ancho ó de diámetro transverso, mientras que el prisma del medio solo tiene un ancho de 0'"0065. Esta diferencia principal trae un cierto número de modificaciones que dan á la muela un aspecto bien distinto que permite reconocerla al primer golpe de vista. Considerada en su conjunto, puede decirse que presenta mayores diferencias con las muelas del Ilijdrochoeras que las que muestra el C. Doeringi. Esto depende de que en el primer prisma el pliegue interno del C. Doeringi es aqui rudimentario, de manera que el surco interno anterior, en vez de ser angosto y profundo como en la especie típica men- cionada, es aípií poco aparente, formado por una pequeña depresión longitudinal un poco cóncava. Vista la muela por su lado ántero-interno, el primer prisma y la parte anterior del segundo, parecen constituir en la formación del diente una parte única y fundamental, siendo asi que en el C. Doe- ringi estas mismas partes se presentan como formando dos columnas perpendiculares. Las dos columnas y los dos surcos internos posteriores están dispuestos con muy insignificantes diferencias como en el C. Doeringi, y como en este con un espeso depósito de — 53 — cemento en el fondo de los surcos. Pero en el lado esterna aparecen diferencias mas considerables. Aquí, en \ez de tener la muela como en el C. Doeríngi y en el Hydrochoe- rus, tres altas y delgadas aristas longitudinales separadas por dos surcos profundos, solo presenta dos aristas longitu- dinales que se hallan sobre el mismo plano esterno, que cor- responden al primero y último prisma, y se encuentran se- paradas por un canal ó foso profundo de 6 mm. de ancho, de cuyo fondo se ve surgir con una elevación relativamente muy pequeña, la que debia ser la arista intermediaria que no es aquí mas que una columna poco elevada, redondeada, sepa- rada del prisma posterior por un surco relativamente pe- queño, poco profundo y sin cemento, y del prisma anterior por un surco muy profundo cuyo fondo está ocupado por uu fuerte depósito de cemento. Estos dos surcos, que aquí apa- recen en el fondo de la gran depresión ó surco j)rincii)al que separa los dos prismas anterior y posterior, representan los dos profundos surcos que en el llydrochoerus y Car- diatherium Doeríngi separan las tres aristas esternas que se hallan sobre el mismo plano. Las dos columnas esternas anterior y posterior, bien de- sarrolladas, constituyen dos aristas altas, comprimidas y cortantes, que ofrecen el singular carácter, á lo monos para muelas de roedores, de estar finamente dentelladas en todo su largo, con dientecitos parecidos y dispuestos del mismo modo que en las aristas de los caninos de los géneros Ma- chairodus, Smilodon y otros carniceros. Vése pues por la descripción que antecede, que el Car- diatherium denticulatum era una especie bien distinta del C. Doeríngi y del C. petrosum. En la colección del señor Koth he visto una muela casi idéntica, y por consiguiente referible á esta especie. Sus principales diferencias consisten en su diámetro ántero-pos- terior algo mayor, y en los dientecitos que se encuentran sobre las aristas anterior y posterior que están mejor mar- — 54 — cados que en la muela arriba descrita, existiendo también vestigios de dientes, aunque apenas visibles, sobre la arista ó columna intermediaria. Cardiatheriuiii ininutiini, Amegh. sp. n. Especie pequeña, cuya talla apenas debia ser algo mayor que la de la vizcacha, representada por un pequeño frag- mento de maxilar superior izquierdo en el que se hallan im- plantadas las dos primeras muelas, cuya forma general es igual á las muelas superiores que he descrito como perte- necientes al Cardíaiherium Doeringl, pero de tamaño mucho mas pequeño. La columna intermediaria esterna pa- rece sin embargo algo mas aplastada en el C. miniitum. El tamaño diminuto de las muelas está indicado por las si- guientes medidas : Diámetro de la primera ( ántero-posterior O^OO? muela superior ( transverso O 005 Largo eu h'nea recta de la raiz á la corona O 024 Diámetro de la segunda ( ántero-posterior O 0065 muela superior ( transverso O 005 Longitud de las dos muelas O 014 Hay una pequeña parte del lado esterno del maxilar en el que se vé la fuerte impresión ovoidea que al lado de la primera muela existe en el Hydrochoerus, y la apófisis zi- gomática que formaba el agujero infraorbitario que se cono- ce debia ser en proporción de la talla tan grande como en el carpincho actual, pero dicha apófisis en vez de ser com- primida de arriba hacia abajo como en el Hydrochoerus es raas redonda, y un poco comprimida en sentido lateral. — 55 — Procardiatheriuní simplicidens, Amegh. geiu y sp. n. Fundo este nuevo género sobre una mitad izquierda de la mandíbula inferior, quecompreude la sínfisis con el alvéolo del incisivo, pero sin el diente, y los tres primeros molares intactos. Se parece bastante á Cs-rdiathey^ium, sobre todo á C. denticulatiun pero es todavía de apariencia mas primiti- va, difiriendo naturalmente del Ilydrochoerus mas que cualquiera délas especies de aquel género. Caracteres genéricos. — Dientes inferiores compuestos de tres prismas mas ó menos triangulares. Primer molar de la mandíbula inferior con tres aristas esternas separadas por dos surcos anchos y profundos, y cuatro columnas internas separíidas por tres surcos. La forma general de la mandíbula, á juzgar por los restos que de ella conocemos tanto perteneciente al Procardiathe- rium como al Cardiatherium parece haber sido la misma en ambos géneros. En el Procardiatlierium no se nota sin embargo una pequeña cresta ósea que tiene el género Car- diatherium, que no es mas que una prolongación del borde alveolar interno que pasando oblicuamente por delante del primer molar vá á perderse insensiblemente en el lado es- terno de la mandíbula. El incisivo á juzgar por el alvéolo parece debe haber sido mas angosto y mas espeso, ó sea mas comprimido lateralmen- te que el úelCardiatheriurn. El primer molar consta de tres partes prismáticas triangu- lares mas ó menos del mismo tamaño, distintas en el lado esterno en donde forman tres aristas separadas por dos sur- cos profundos; en el lado interno forman cinco columnas separadas por cuatro surcos. El primer prisma está colocado oblicuamente presentando en su cara ántero-esternaunamuy suave depresión longitudinal. De su parte póstero interna sale una hoja que vá á unirse al ángulo ántero- interno del — 56 — segundo prisma después de haber formado una especie de columna interna separada por un surco poco profundo de la columna anterior correspondiente al primer prisma. Del án- gulo posterior interno del segundo prisma sale igualmente una lámina destinada á unir este prisma con el ángulo ántero- interno del tercero. Del cuerpo del segundo prisma, sale una apófisis ó columna comprimida que se dirije hacia el lado interno de la mandíbula, separada délos ángulos anterior y posterior del mismo prisma por dos surcos profundos, cons- trucción particular que no he observado en las muelas de nin- guna otra especie de esta familia. Resulta así que, de las cinco columnas internas de la primera muela, la primera está formada ])or la parte ántero-interna del primer prisma, la segunda por el pliegue que une el ángulo posterior interno del primer prisma al ángulo ántero-inlerno del segundo, la tercera está formada por un avance ó apófisis aislada que se destaca del cuerpo del segundo prisma entre los ángulos internos, anterior y posterior, la cuarta está formada por la lámina que une el ángulo posterior interno del segundo prisma con el ángulo anterior interno del tercero, y la colum- na quinta ó última, muy comprimida, está formada por el ángulo posterior interno del último prisma. La colocación de los surcos queda determinada por la posición que ocupan las columnas, 3'a examinada. La segunda muela, está formada |)or tres prismas de tama- ño poco diferente, siendo el primero el mas grande y el segundo el mas peípieño. Estos tres prismas forman en el lado interno cuatro columnas y tres surcos. La primera co- lumna muy pronunciada y conqn'imida en forma de arista está formada por el ángulo anterior interno del primer prisma. La segunda cohunna, mas baja y redondeada está formada por una lámina que sale del ángulo posterior interno del primer prisma y se une al ángulo anterior interno del segundo. La tercera columna está formada por el ángulo posterior interno del segundo prisma, ) lacoliuinuí cuarta, la mas desarrollada, — 57 — está formada por la parte interna del tercer prisma. Délos surcos que separan estas columnas, el primero ó anterior está colocado en la parte interna del primer prisma, el segun- gundo en la parte interna del segundo prisma, y el tercero que es el mas profundo está colocado entre el segundo y el tercer prisma, estando su parte mas profunda separada por un depósito de cemento. En el lado esterno, la forma de la muela es completamente distinta. Los tres prismas se com- binan de modo que no forman aquí mas que dos columnas muy comprimidas ó aristas separadas por una depresión ó surco muy profundo, ancho en un principio de unos 4 mm. j)ero cuyas paredes converjen liácia el fondo para reunirse en un punto en donde forman el vértice de un ángulo concluyendo de consiguiente el surco en un fondo muy estrecho rellenado en parte por cemento. Esta conformación especial depende del primer prisma que se conserva independiente formando la arista esterna anterior, mientras que el segundo se reúne por su ángulo esterno al posterior para formar la columna ó arista esterna posterior. Sin embargo, la fusión no es completa, pues el punto de unión de los dos prismas es perfectamente visible en forma de un pequeño pliegue longitudinal que se vé sobre la superficie interna déla arista esterna posterior, que corresponde al punto en que el ángulo esterno del segundo prisma se confunde con el último. La. tercera muela está construida absolutamente sobre el mismo tipo que la segunda. El alvéolo del incisivo está colocado en el lado interno de la mandíbula apoyado contra la curva cóncava interna que describen los molares, y la raíz empieza debajo de la parte media del tercer molar. Los agujeros mentales (foramina mentale) son en mismo número y colocados del mismo modo que en Cardiathe- rium. — 58 — Dimensiones Diámetro del alvéolo del incisivo 0"'005 Largo de la barra entre la parte anterior del primer molar y el alvéolo del incisivo O 022 Alto de la mandíbula en la parte mas baja de la barra O 013 Alto de la mandíbula debajo del tercer molar O 020 ^., . , , . , i ánlero-posterior 0 008 Drametro de la primera muela. 1 ^ r> r>r,. ^ f transverso O 004 ^., , , , ,1 ántero-posterior O 0075 Diámetro de la segunda muela. í ' „ „„, ° ( transverso O 00o ^. , , , ,1 ántero-posterior O 006 Diámetro de la tercera muela.. . ^ „ „„. ( transverso O 004 Longitud del espacio ocupado por las tres muelas O 022 El ProcarcUatherium, simplicidens debia tener una talla comparable á la de la vizcacha (Lagostomus trico- dactylus). Procarcliaíherium crassvim, Amegh. sp. n. Esta especie estcá representada por una sola muela, la pri- mera del lado izquierdo de la mandíbula inferior todavía implantada en un pequeño fragmento de mandíbula. Esta muela está construida sobre el mismo tipo general que la muela correspondiente del ProcardiaUíerium símplici- dens, pero presenta con esta una diferencia de tamaño tan considerable, que la necesidad de separarla como especie distinta se impondría aunque no existiera otra diferencia de estructura. Sin embargo la forma de la parte anterior de esta muela no es comi)letamente igual en ambas especies. En la primera muela inferior del P. simplic ideas, el pri- mer prisma ó anterior se une en el lado interno al ángulo ántero-interno del segundo prisma por una lámina muy delgada y convexa hacia el lado interno de manera que re- presenta una columna longitudinal se{)arada por un surco — 59 — de ]a parte ántero-interna del primer prisma. En la misma muela del P. crassum, la lámina que une el prisma anterior al segundo, es muy desarrollada, tomando' un volumen con- siderable, sin formar columna distinta en el lado interno, y por consiguiente sin formar tampoco el surco interno del primer prisma del P. simplicidens del que no se vé abso- lutamente trazas. Resulta de esta conformación especial, que el primer prisma de la muela del P. crassum, foníia con el ángulo ántero-interno del segundo prisma, una sola columna interna, ancha y aplastada, de unos 8 mm. de an- cho, ocupando así ella sola la mitad del diámetro ñntero- posterior de la muela. La muela tiene, 16 mm. de diámetro ántero-jiosterior, 7 mm. de diámetro transverso en la pri- mera lámina, 8 mm. en la segunda, 9 mm. en la tercera, y 28 mm. de largo. Estas medidas indican un roedor de una talla comparable á la del carpincho actual. Cardiomys caiinus, Amegh. gen. y sp. n. Este nuevo animal está representado solamente por la primera muela inferior del lado izquierdo, pero de carac- teres muy bien detinidos de modo que no puede existir du- das sobre su distinción genérica. Caracteres genéricos. — La primera muela inferior com- puesta de tres partes parecidas que representan un prisma triangular, colocadas de modo que forman cuatro columnas separadas por tres surcos en el lado interno, y tres aristas separadas por dos surcos en el lado esterno. La muela en cuestión, demuestra pertenecer á un roedor de la talla del Dolichotis patagónica; tiene !0 mm. de diámetro ántero-posterior, 5 mm. de diámetro transverso, y 19 mm. de largo. Cada sección de los prismas representa — 60 — un triángulo cnya cúspide está dirijida hacia afuera para formar las tres aristas longitudinales esternas, y la base está dirijida hacia adentro entrando en cada una un pe- queño pliegue que constituyen los tres surcos internos. El primer prisma es mas voluminoso que los dos siguientes, dirijiéndüse un poco oblicuamente hacia adelante, y pre- sentando una pequeña y suave depresión longitudinal en su cara ántero-e.sterna. Del ángulo i)osterior interno de este prisma sale un pequeño pliegue que después de formar el primer surco longitudinal forma la segunda columna interna, para venir á unirse al ángulo anterior interno del segundo prisma. Del ángulo posterior interno del prisma mediano sale otro pliegue que dá la misma vuelta que el anterior para unir este prisma al tercero, Resulta de esta confor- mación que los tres surcos internos están formados cada uno en la base interna del triángulo del prisma, y que las cuatro columnas internas están formadas, la primera por la parte anterior interna del primer prisma, la segunda por la parte posterior del primer prisma y la parte anterior del segundo, la tercera por la parte posterior del segundo prisma y la parte anterior del tercero, y la cuarta por la parte posterior ó ángulo posterior interno del tercer prisma. De estas cua- tro ctlumnas, lastres anteriores son redondeadas y la cuarta comprimida en forma de arista cortante. Atribuyo á este género y á.esta especie, aunque con las reservas del caso, una muela superior del lado derecho, bastante arqueada, de 7 mm. de diámetro áutero-posterior, 6 mm. de diámetro transverso y 20 mm. de largo, com- puesta de dos prismas de sección triangular, formando dos altas columnas ó aristas cortantes en el lado interno sepa- radas por un surco profundo, y tres columnas en el lado esterno separadas por dos surcos longitudinales. Cada uno de los surcos corresponde á un prisma. La primera columna esterna, la mas desarrollada, corresponde á la parte ante- rior esterna del primer prisma que es notablemente mas — 61 — grande que el segundo. El primer surco, ó anterior estenio es igualmente mas profundo que el segundo. La segunda columna esterna de superficie convexa es mucho mas baja que la primera y tercera, bastante ancha, y está formada por el ángulo postero-esterno del primer prisma y el ángulo ántero-esterno del segundo. La tercer columna separada de la segunda por un surco angosto y poco profundo, es ella mism.a igualmente estrecha y comprimida en forma de arista, estando formada por el ángulo posterior esterno del segundi) prisma. Cardiodon \Iarshii, Amegh. gen. y sp. n. Otro nuevo género de la familia de los Gavina, represen- tado por una mitad de la mandíbula inferior del lado dere- cho, con el incisivo y los cuatro molares, que en la cons- trucción de sus muelas es de un tipo aun mas primitivo que el Procardiatheriiun, diferiendo por consiguiente del Hydrochoerus actual, mas que aquel género y su cercano pariente el Cardiatherium. Caracteres genéricos. — Mandíbula construida sobre el tipo de los ya mencionados géneros. Incisivo con una de- presión longitudinal en su cara esterna. Molares compuestos de tres partes prismáticas, el primero con tres columnas y dos surcos tanto en el lado interno como en el esterno ; el segundo y tercero con dos aristas y un surco en el lado esterno y tres columnas y dos surcos en el lado interno; el cuarto con cuatro columnas y tres surcos estemos y tres columnas v dos surcos internos. La forma general de la mandíbula es la misma que en los demás cavinos, con la diferencia de que es en proporción mas larga y menos gruesa, denotando que el animal en ge- - 62 - neral no era de ua tipo tan robusto como los demás caviiios conocidos. El incisivo es mas corto que en los demás géneros fó- siles mencionados, llegando la raíz tan solo hasta debajo del primer molar en el lado interno de la mandíbula como es de regla en esta familia. El esmalte que cubre la cara anterior dá vuelta eu el lado interno de un modo brusco produciendo un ángulo recto y formando en esta parte un borde ó cintilla de esmalte como se vé en la vizcacha y en el Megamys, pero diferente del modo como se presenta en el género Cardiather^ium, en el que el esmalte dá vuelta en los ángulos longitudinales del incisivo formando una convexidad tanto en el lado interno como en el esterno. La misma configuración presenta el Cardiodon en el lado esterno, de acuerdo en esto con el tipo general de los roe- dores. La cara anterior cubierta de esmalte, presenta una depresión longitudinal y de fondo cóncavo como se observa en el Hijdrochoerus y otros roedores. El primer molar se compone de tres prismas desiguales, el primero muy pequeño, el segundo algo mas grande, y el tercero mas grande que el segundo, formando en el lado interno tres columnas y dos surcos. La columna interna anterior está formada por la reunión del primero y segundo prisma. La segunda columna está formada por la parte an- terior interna del tercer prisma que toma un gran desar- rollo afectando la forma de un prisma suplementario inter- mediario. La tercer columna está formada por la parte posterior interna del mismo prisma. Los dos surcos internos están situados, el primero entre el segundo y el tercer prisma, y el segundo en la parte interna del tercer prisma (pie lo divide aquí en dos partes. En el lado esterno, la [)rimer columna, colocada mas hacia íidentro que las otras y mas pequeña, está constituida por el ¡)rimer prisma, el mas peípieño de todos, lo que esplica la j)equeñez de la columna. Las otras dos columnas están formadas por los — G3 — dos prismas posteriores, y el segundo surco separa e?5 acta- mente ambos prismas entre sí. La segunda muela compuesta igualmente de tres prismas, pero mas iguales, presenta en el lado interno tres columnas, correspondiendo cada una á un prisma, y estando separadas por dos surcos, uno anterior poco profundo, \ uno posterior grande y profundo. En el lado esterno, está construida sobre el mismo tipo que la muela correspondiente del Pro- cardiatherium, es decir que los tres prismas no forman aquí mas que dos aristas separadas por un foso profundo, debido también como en la muela del Procardiatherium, á la fusión de la parte esterna del segundo prisma con el tercero, con la diferencia que el pequeño pliegue que se encuentra en la superficie interna de la última arista cor- respondiente al punto en que se unen el segundo y el tercer prisma no es en Cardiodon tan rudimentario como en Pro- cardiatherium, mostrándose al contrario como una pe- queña arista bien visible en el fondo del foso que separa en el lado esterno, los dos prismas principales, anterior y pos- terior. La tercera muela está construida sobre el mismo tipo que la segunda. La cuarta muela está igualmente formada por tres prismas, pero dispuestos de modo que, en vez de formar en el lado esterno dos aristas, forman cuatro, separadas por tres sur- cos estrechos y profundos. La primera arista, la mas desar- rollada, está formada por el primer prisma. La segunda columna ó arista está formada por el ángulo ántero-interno del segundo prisma. La tercera columna está formada por el ángulo póstero-interno del segundo prisma y el ángulo ántero-interno del tercero. La cuarta columna está formada por la parte pósfcero-interna del último prisma. En el lado interno los tres prismas están separados formando tres co- lumnas divididas por dos surcos. — 64 — Alto de la mandíbula en la parte mas baja de la barra O^OOT Alto debajo de la parte posterior de la primera muela O 012 Largo de la barra de la parte anterior del alvéolo del primer molar al borde del alvéolo del incisivo O 014 Ancho del incisivo O 003 , i ántero-posterior 0 0045 Diámetro de la primera muela , . ^ „ r» nni ^ I transverso O 003 , i ántero-posterior O 004 Diámetro de la segunda muela . a ^ao ° I transverso O qOí i ántero-posterior O 005 Diámetro de la tercera muela. I , n aao f transverso O 003 , , ,1 ántero-posterior O 006 Diámetro de la cuarta muela, j ^ ' a aa< ( transverso O 004 Longitud del espacio ocupado por las cuatro muelas O 021 El individuo á que perteneció la mandíbnlíi descrita era todavía algo joven ; es por consiguiente posible que las me- didas precedentes sufrieran con la edad algunas modifica- ciones, particularmente por lo que respecta á la cuarta mue- la que aun no está completamente desarrollada. La talla del Cardíodon Marshn debia ser comparable mas ó menos á los dos tercios de lo que alcanza la vizcacha existente (La- gostoinus tricodactylus). Dedico la especie al ilustre paleontólogo norte-americano ]!rofesor Marsh. Cardiodon *? I^«'idyi, Amegh, sp. n. Este nuevo roedor está representado por la parte anterior de la mandíbula inferior, conteniendo la siníisis completa, con ambos incisivos v parte del alvéolo del primer molar del lado derecho. La forma general de la parte conservada de la mandíbula permite reconocer que se trata de un roedor de la familia de los Gavina, muy parecido á los dos últimos géneros descritos anteriormente, pero la falta absoluta de muelas, no permite una determinación genérica exacta. — 65 — Así es solo de un modo provisorio que lo coloco en el género Cardiodon, pues puede ser una especie pertene- ciente á algún otro de los géneros ja establecidos, como también puede representar un género nuevo. Lo último es quizá lo mas probable. Pero mientras tanto y hasta que no posea otros materiales, principalmente muelas, creo mas prudente colocarla con un punto interrogante, en el género Cardiodon, que es aquel (pie parece tener mas semejanza con la pieza de que me ocupo. La parte siníisaria de la mandíbula es mas robusta que la del C. MarsJiíí, mas larga y mas ancha, pero mas aplastada en sentido vertical, y se dirije hacia adelante en sentido mas horizontal en vez de levantarse hacia arriba en su parte anterior como en la especie precedente y en la mayor parte de los cavinos. Los incisivos son del mismo tamaño que los del C. Marshii y de la misma forma general, pero carecen de la depresión longitudinal en medio de la cara anterior que caracterizan á aquel, y están implantados todavía mas adelante que en di- cha especie, pues la raíz solo llega hasta debajo de la parte media de la primera muela. La parte del alvéolo existente de la primera muela, de- muestra que los dientes también estaban compuestos de pris- mas mas ó menos unidos. El tamaño era con corta diferencia el mismo de la especie precedente. J)edico la especie al décau;:» de los j)aleontólogos norte- americanos, profesor Leidy. Cavioclon luiiltiplicatus, Amegh., gen. y sp. n. Fundo este género sobre una sola muela y todavía incom- pleta, pero que presenta caracteres tan distintos, que no permiten dudar un instante que procede de un animal estin- — 66 — guido de la familia de los cavinos genéricamente distinto de los ya mencionados. Esta muela es la primera inferior del lado izquierdo, y se distingue de la misma muela de todos los demás cavinos conocidos, en el número considerable de prismas que la componen, que ascienden al número de cinco en la parte existente, pues como la muela está rota en su parte pos- terior, no seria imposible que todavía hubiera tenido al- gún ó algunos prismas mas. El primer prisma ó anterior es mucho mas pequeño que los otros, y en realidad no merece tal nombre, pues mas bien que nn prisma es un cilindro pegado á la parte ante- rior del segundo prisma, formando en el lado esterno una fuerte columna redondeada separada por un surco profun- do, mientras que en el lado ántero-interno solo está sepa- rada por un surco pequeño, poco profundo y de fondo cóncavo. Los otros cuatro prismas que siguen son casi todos del mismo tamaño y de la misma forma triangu- lar, y constituyen en el lado esterno cuatro aristas lon- gitudinales muy comprimidas y casi cortantes. En el lado interno, cada prisma tiene un pliegue entrante que corres- ponde aun surco longitudinal, de manera que la parte exis- tente de la muela tiene cinco aristas ó columnas en el lado esterno separadas por cuatro surcos, y seis columnas en el lado interno separadas por cinco surcos. La parte existente de la muela tiene 1 2 mm. de diámetro ántero-posterior, 5 mm. de diámetro transverso y 18 mm. de largo, medidas que in- dican la existencia de un roedor de talla considerable, que debía aproximarse de la del carpincho. ProeaA'ia iiiesopotamica, Amegh., gen. y sp. n. Nuevo género representado por algunos incisivos inferiores bastante pequeños, pues solo tienen unos cuatro milímetros — 67 — de diámetro, con la cara anterior esmaltada muy convexa, y la corona cortada en bisel formando un ángulo muy agudo, dientes que no pueden atribuirse á ninguno de los roedores arriba enumerados, ni tampoco habria sido posible sobre ellos solos, conocer las afinidades del animal á que pertenecieron. Afortunadamente en la colección del señor Roth, he visto uno de estos incisivos implantados en una mitad izquierda de mandíbula inferior que también tiene las tres primeras muelas y por ellas he podido conocer que se trata de un género nue- vo, mas cercano del género Cavia, actual que ninguno de los géneros estinguidos mencionados, pero difirieudo á pesar de eso mucho mas del género existente que no difieren entre sí los géneros actuales Dolíchotis, Cavia y Kerodon. El incisivo llega hasta debajo del punto intermedio entre el segundo y tercer molar. Las muelas constan de dos partes prismáticas mas ó menos ' iguales, menos la primera que tiene tres. Los tres prisuias que componen la primera muela se combi- nan de modo que forman tres columnas separadas por dos surcos en el lado esterno y cuatro columnas separadas por tres surcos en el lado interno. Las muelas segunda y tercera compuestas de dos prismas, presentan dos aristas longitudinales esternas separadas por un surco profundo, y tres columnas internas separadas por dos surcos. Dimensiones Alto de la mandíbula en la barra delante de la primera muela. O^OIO Diámetro del incisivo O 004 , , . , ( ántero-posterior O 008 Diámetro de la prmiera muela. ] . n ímm^ ^ ( transverso O UU4o . í ántero-posterior O OOfi Diámetro de la segunda muela. , . /^ f^p,- ° (transverso O UUo , ( ántero-posterior O 006 Diámetro de la tercera muela. ^ ^ ^^- ( transverso U >JUo Largo de las tres primeras muelas O 020 — 68 — La talla de la Procavia mesopotámica era algo menor que la del Dolichoíis patagónica. ROEDORES DE COLOCACIÓN DUDOSA JPara«loxoiiiys canerivorus, Amegh,, gen. y sp. n. Fundo este nuevo género sobre una mitad derecha de la mandíbula inferior, desgraciadamente muy mutiliida y engas- tada en un calcáreo sumamente duro que no permite apreciar todos sus caracteres, aunque si lo bastante jjara reconocer que se trata de una forma de roedor completamente descono- cida y hasta podría decirse de caracteres anómalos. La mandíbula tiene aun implantado el incisivo que no deja dudas sobre los caracteres de roedor del animal, v conserva las trazas de haber tenido im])lantados tres inertes y únicos molares, pero la disposición de estos dientes lo mismo que la forma general de la mandíbula no tiene analogía en los roe- dores conocidos. La mandíbula es corta, gruesa y encorvada sobre sí misma como la de algunos animales carniceros. La sínfisis sobre todo, con un desarrollo estraordinario por el tamaño de la mandíbula de un roedor, se ensancha, y en vez de dirigirse hacia adelante en sentido mas ó menos horizontal como en los demás roedores, se levanta bruscamente hacia arriba para formar una barba uias pronunciada que en la gene- ralidad de los carniceros, comparable hasta cierto punto con la de los géneros Smilodon y Machairodus. Esta disposi- ción de la sínfisis concuerda con la posición del incisivo, cuya raíz arrancando detríis de la última muela, pasa debajo de ella recorriendo la mandíbula en todo su largo para salir de la sín- fisis con la dirección de esta, es decir, dirigiéndose brusca- mente hacia arriba de manera que debia presentar mas bien la forma de un canino que no de un iucisivo, y hasta es pro- — 69 — bable que la corona en \ez de estar cortada en bisel fuera puntiaguda como los caninos de los animales carniceros, lo que no se puede constatar por faltar casi toda la parte del diente que salía fuera del alvéolo. Sin embargo, los demás caracteres del incisivo son decisivamente de roedor; tiene un largo máximun en los roedores puesto que recorre toda la rama horizontal, su curva es muy fuerte, y está cubierto en Bucara anterior por una capa de esmalte que recorre todo el largo del diente como es de regla general sin escepcion, en los roedores, dando una pequeña vuelta sobre los costados laterales, cuyos ángulos son muy redondeados. Su forma es ligeramente elíptica, con un diámetro de 0"'0045. Las muelas en número de tres, de tamaño considerable, estaban implantadas en el maxilar encima de la concavidad de la curva del incisivo, apretadas la una á la otra, y la prime- ra de adelante colocada á una muy pequeña distancia del incisivo, é implantada ya en la parte siníisaria, caracteres igualmente anormales en los roedores, que se distinguen pre- cisamente por la larga barra que separa los molares de los incisivos, y por la parte siníisaria colocada generalmente adelante de la primera muela. En el ParaclGXomys, la distan- cia que separaba el primer molar inferior del incisivo era de unosTmm. lo que realmente no está en proporción de la mandíbula de un roedor de la talla de la vizcacha. El borde del alvéolo del primer molar se levanta varios milímetros sobre la superficie de la barra que lo separa del incisivo, y como la parte anterior de la sínfisis se ha visto que se levanta igualmente hacia arriba, resulta de esta conforma- ción especial que el pequeño espacio que separa el primer molar del incisivo, toma la forma de una gran escotadura transversal del borde alveolario de la mandíbula. Déla primera muela solo existe un pequeño fragmento dé la parte posterior con un pedazo de la superficie masticato- ria que muestra una corona cubierta de esmalte que forma pozos anchos y profundos igualmente esmaltados y separados — To- lmos de otros por paredes ó aristas esmaltadas muy delga- das, lo que parece demostrar que estas muelas estabau des- tinadas á triturar sustaucias animales de gran dureza. La muela se conoce estaba dividida en dos partes con dos raices, ó dos pares de raices, anterior y posterior, implantadas en alvéolos distintos. Según el alvéolo, debia tener unos 10 mm. de diámetro ántero-posterior y 5 mm. de diámetro trans- verso. De la segunda muela no existen vestigios, viéndose solo el alvéolo que ocupaba, destrozado y rellenado de piedra cal- cárea. Sin embargo puede conocerse que estaba igualmente compuesta de dos partes, con dos alvéolos, y que era algo mas corta y un poco mas ancha que la primera. De la tercera muela solo existe la base faltando la coruna, ó á lo menos la superficie masticatoria de esta. Estaba igual- mente compuesta de dos partes transversales; tiene unos 9mm. de diámetro ántero-posterior por 8 mm. de diámetro transverso, pero parece que el individuo era algo joven y que esta muela aunnohabia adquirido su completo desarrollo. El animal debía tener la talla déla vizcacha actual, y puede deducirse de la forma general de la mandíbula y de la singular disposición y forma de los dientes de que he hablado, que el Paradoxomys se alimentaba de pequeños pescados y quizás sobre todo de cangrejos. Roedor iudetenuinado A. l'n diente incisivo muy curvo, comprimido lateralmente, de 4 mm. de ancho, y Om.OOoó de espesor, con una capa de esmalte muy espeso que cubre la cara anterior un poco con- vexa, dando vuelta sobre el ángulo esterno formando una curva y sobre el ángulo interno formando un ángulo recto, con una corona no cortada en bisel, sino con dos crestas transversales, una anterior constituida por la capa de esmalte — 71 — y otra posterior, separadas por un surco ó depresión trans- versal, indica la existencia de un roedor de regular tamaño distinto de todos Jos demás enumerados, pero cuyos carac- teres no podrán ser determinados hasta que no se conozcan otros restos, particularmente muelas, por lo que me abstengo por ahora de designarlo con un nombre especial. Roedor inde terminado H. Este está representado por un pedazo de incisivo bastante grande, incluyendo la corona completa, que denota la exis- tencia indudable de otro nuevo género de grandes roedores estinguidos, cuyos principales caracteres no conociendo algunos otros restos no pueden determinarse. En este caso, como en el anterior sin prejuzgar la cues- tión de sus afinidades probables, según los principios que rigen la clasificación, estarla perfectamente autorizado á designarlos con un nuevo nombre genérico y específico. Pero, en atención á lo que he manifestado en la introduc- ción, bien que en este casóla existencia del nuevo género sea evidente, me abstengo de introducir nuevos nombres sin antes conocer algunas otras partes que me den alguna luz sobre sus afinidades. El incisivo del roedor inédito i3 es ancho y aplastado. El esmalte de la cara anterior es algo estriado y dá vuelta so- bre los ángulos longitudinales interno y esterno de una manera muy parecida á los incisivos del Megar}iys. La cara anterior esmaltada es ligeramente convexa, y la cara poste- rior mas bien aplastada. La cara longitudinal del lado interno es casi vertical, pero la cara longitudinal esterna es mas aplastada, y con un surco longitudinal poco profundo situado á varios milímetros del borde de la cara anterior. Tiene J I mm. de ancho y 9 mm. de grueso, dimensiones que denotan un roedor de una' talla comparable á la del carpincho. — 72 PENTADACTYLA TOXODONTIA Toxodon iiaranensis, Laur. Entre los nueYos restos de Toxodon que he podido exami- nar, 1)6 visto varias otras muelas de verdaderos toxodontes que, como los dientes que mencionó anteriormente como pertenecientes probablemente al Toxodon paranerisis, se parecen á las muelas correspondientes de los T. platensis y T. Burmeüteri de la formación pampeana, difiriendo tan solo por el tamaño algo mas pequeño de los dientes que se encuentran en los terrenos antiguos del Paraná, que es tam- bién la única diferencia que pude encontrar sobre los dos dientes mencionados en mi procedente memoria sobre los fósiles de la misma localidad. Creo pues pertenecen á la misma especie que éstos, y los reuniré todos juntos bajo el nombre de Toxodon 2)aí'a?iGn.s-i.s Laur., con que fué desig- nado el primer hueso supuesto de Toxodon, encontrado por D'OiiBir.NY en las formaciones del Paraná. En la colección del señor Ruth he visto un fragmento de cráneo con varias muelas de un animal del género Toxodon, pero bastante pequeño, que atribuyo á la misma especie. Toxodon? plii'idens, Ajiegh. n. s/?, Nueva especie fundada sobre una muela superior del lado izquierdo, de caracteres tan distintos de las demás muelas de las especies conocidas del verdadero género Toxodon, que — 73 — probablemente cuando se conozcan de ella nuevos reatos, será necesario constituir un género distinto. En cuanto á la constitución de la muela en el número y colocación de las fajas de esmalte está construida sobre el mismo tipo qué las muelas del género Toxodon, pero las diferencias de forma y de detalles son considerables. Una de las principales diferencias, que salta inmediata- mente á la vista, se presenta en su parte esterna, ondulada en las muelas de los toxodontes conocidos, pero en esta escavada longitudinalmente mostrando una depresión ancha, profunda y de fondo cóncavo, como si la muela hubiese sido plástica y se hubiera dado vuelta asegurándola por sus dos cantos anterior y posterior que sobresalen hacia afuera. En el lado interno preséntanse otras diferencias igual- mente notables, que contribuyen á dar á la muela un aspec- to particular. Los molares superiores de las demás especies del género Toxodon y del Toxodontherium presentan en su lado interno un surco ancho y profundo que divide aquí la muela en dos partes, de cuyo fondo sale un repliegue de esmalte que penetra en la corona de atrás hacia adelante. Este surco profundo está limitado en su parte posterior por el ángulo posterior interno de la muela, y en su parte ante- rior por una fuerte columna redondeada, colocada sobre la parte mediana de la muela, en sentido inverso del repliegue de esmalte entrante, esto es, dirigiéndose de adelante hacia atrás. En la muela del 7'. plicidens el gran surco póstero- interno que divide la muela en dos partes está colocado mas hacia adelante y es de tamaño muy reducido, el replie- gue de esmalte que del fondo del surco penetra en la corona de atrás hacia adelante es apenas visible, y la gran columna interna, que se dirije de adelante hacia atrás, es ella misma rudimentaria, Eesulta de esta conformación una forma de corona completamente distinta de la del Toxodon- therium y de las demás especies de toxodontes conocidos en los que afecta una forma triangular, mientras en la mué- — 74 — la del T. plicidens representa una media luna con la con- vexidad vuelta hacia el lado interno v la concavidad hacia el lado esterno. Las fajas de esmalte longitudinales de la muela del T. jjlicidens son en número de tres como en las muelas de las otras especies de Toxodon y del Toxodontherium, pero presentando diferencias de forma y de colocación muy im- portantes. En el T. Platensis y demás especies conocidas, la faja de esmalte que cubre la superficie esterna que es la mas ancha empieza en el canto perpendicular anterior ])ero no llega hasta el canto perpendicular posterior en donde hay una faja perpendicular bastante ancha sin esmalte. En el T. plicidens la faja de esmalte esterna ocupa toda la superfi- cie desde el cángulo perpendicular anterior hasta el posterior. La faja sin esmalte esterna posterior de los demás toxodon- tes en los que dá vuelta penetrando en el borde interno, se halla colocada en la muela del T. plicidens en su totalidad en el borde interno posterior. Las otras dos fajas de esmulte se hallan colocadas con corta diferencia como en los demás toxodontes, una en la cara interna anterior que en el T. plicidens es convexa y no deprimida como en las muelas de las otras especies de toxodontes y del Toxodontherium, y la otra en la cara anterior del surco interno, en el que penetra formando el repliegue de esmalte que entra en la corona de atrás hacia adelante, repliegue que ya hemos visto es muy rudimenta- rio en T. plicidens. Esta faja de esmalte está limitada en su parte posterior por una columnita longitudinal de esmal- te, de superficie redondeada, de unos 2 mm. de ancho, y separada de la faja i)rincipal por un surco angosto, pero bas- tante profundo. Esta muela supongo sea la quinta del lado izquierdo, pre- senta una curva comparable á la de las muelas de los demás toxodontes, y las medidas siguientes : — 75 — Largo en línea recta, sin seguir la curvatura 0"085 Diámetro ántero-posterior O 039 Mayor diámetro transverso O 012 Ancho de la faja sin esmalte del ángulo ántero-interno O 002 Ancho de la faja sin esmalte del ángulo póstero-interno O 010 Ancho de la faja sin esmalte de la columna interna O 0035 Ancho de la columna interna O 005 Ancho de la faja de esmalte áutero-interna O 0i:4 Ancho de la faja de esmalte póstero-interna O 011 Longitud del repliegue de esmalte interno O 005 Vése por estas medidas que aunque el número de fajas de esmalte es el mismo que en las muelas de las otras especies de toxodontes, en el T. plicidens cubrían en proporción una mayor parte de la superficie de las muelas. La talla del T. 'plicidens debia ser un tercio de la del Toxodon platensis y T. Burmeisteri. Toxoelon forieurvatus, Amegh. sp. n. Especie nueva, de pequeña talla, representada por un pe- queño fragmento de mandíbula inferior del lado derecho en el que está iuiplantado el ultimo molar, el penúltimo molíH* inferior del lado izquierdo de otro individuo, y otro frag- mento aislado de muela inferior. Estas muelas difieren de las correspondientes en las de- más especies de toxodontes no tan solo por su tamaño mucho mas pequeño, pero por un carácter de real importancia, hasta ahora á lo menos propio de esta especie, la dirección de la curva de las muelas. Las muelas inferiores de todas las especies que hasta ahora se conocen son todas ligeramente arqueadas con la concavi- dad dirijida hacia el lado de adentro y la convexidad hacia afuera. Las muelas del T. forieurvatus también son bas- tante arqueadas, pero dirijen la concavidad hacia afuera y la — 76 — convexidad hacia adentro. Por lo demás las muelas están construidas sobre el mismo tipo que las demás especies de toxodontes. La penúltima muela tiene sin embargo en el lado interno solo tres columnas y dos surcos, en vez de cuatro columnas y tres surcos que tienen las muelas de los otros toxodontes. Nótase además que la primera y última columna interna no se levantan tanto como en la misma muela de los otros toxo- dontes conocidos, y la columna anterior particularmente es plana y ancha, ocupando casi la mitad del diámetro ántero- posterior de la muela. « Dimensiones Grueso de la mandíbula debajo del borde alveolar de la última muela 0"023 ^., , , , ,,.. , ( ántero-posterior 0 031 Diámetro de la ultmia muela , ^ r^■,ry i transverso O 010 Largo de la raíz á la corona O 070 ^.. , , , ., . , ( ántero-posterior O 026 Diámetro de la penúltima muela . . . . ' „ „„,, ' ( transverso O 009 Longitud de la raíz á la corona O 065 Hay también un incisivo inferior mediano del lado izquierdo de otro individuo que por su tamaño relativamente pequeño atribuyo, á lo menos provisoriamente, á la misma esuecie, pues debe siempre tenerse presente las dificultades que exis- ten en estos casos para poder determinar con exactitud la identidad específica de dos piezas procedentes de dos indi- viduos distintos. Este diente difiere á primera vista del mis- mo de los toxodontes pampeanos por su grueso considerable en proporción del ancho, y por la corona (jue en \ez de estar cortada en bisel y formando ángulo muy agudo, forma una sección transversal de superficie casi plana, con la capa de esmalte anterior que sobresale uno ó dos milímetros adelan- te. La sección transversal representa un triángulo escaleno, — 11 — cuyo lado mas corto lo forma la pared interna casi vertical. La capa de esmalte que cubre la cara anterior da vuelta sobre el ángulo interno formando una faja de esmalte interna de varios milímetros de ancho. Tiene 20 mm. de ancho en la cara anterior esmaltada y 15 mm. de grueso en su cara interna, de donde va disminuyendo el espesor hasta terminar en el lado opuesto ó esterno en el vértice de un ángulo agudo. La talla del animal debia ser algo superior á la del tapir. Toxodontherium compressuní, Amegh. Bol. de la Acad. Xac. de Cieñe, t. V, pág. 105 y 274, año 1883. De este gran mamífero puedo examinar ahora dos nuevos dientes, un molar superior izquierdo de tamaño enorme y un incisivo superior esterno del lado izquierdo. El incisivo, no es completamente igual á los anteriormente descritos. Su cara esterna presenta una depresión longitu- dinal muy acentuada y es de tamaño bastante mayor, teniendo un mayor diámetro en la raíz que en la corona, io que prue- ba que pertenece á un individuo todavía bastante joven. No presenta mas que una sola capa de esmalte que cubre su cara anterior y esterna. En la corona tiene "28 mm. de diámetro transverso, 15 mm. de diámetro ántero-posterior en su lado esterno mas ancho, v solo 9 mm. en su lado interno mas an- ííosto. Su laríío siguiendo la curvatura esterna es de 80 mm. La muela, superior, que supongo sea la penúltima del lado izquierdo, es de un tamaño verdaderamente enorme, com- parable al de la última muela descrita en mi memoria pre- cedente, lo que conjuntamente con el tamaño también mas considerable del incisivo y algunas pequeñas diferencias de forma podrian hacer suponer que estos dos dientes proceden de una especie distinta, de mayor tamaño, pero hasta que no — 78 — posea nuevos datos los reuniré todos bajo el mismo nombre específico. Esta muela es muy encorvada, con su superficie esterna ondulada, y con la gran columna interna muy desarrollada, carácter genérico constante. La corona tiene 66 mm. de diá- metro ántero-posterior y 35 mm. de diámetro transverso en su parte mas ancha. La gran columna interna tiene 21 mm. de ancho. Atribuyo al mismo animal, á lo menos provisoriamente, dos incisivos inferiores de un gran toxodóntido, que difieren bastante en la forma y hasta en la construcción de los inci- sivos inferiores de los toxodontes pampeanos. Uno es un incisivo medio inferior del lado izquierdo muy parecido en su forma general al que he descrito como del Toxodon foricur'ca.tus, pero de tamaño mucho mas consi- derable. Sin embargo, en proporción del tamaño también es muy grueso, la corona algo gastada parece era plana como en la especie arriba mencionada, y la sección transversal representa también un triángulo escaleno, cuyo lado mas corto está formado por la pared del lado interno que representa el mayor espesor del diente. La cara anterior no está completamente cubierta de es- malte como en el T. foricurvatus, dejando una faja longi- tudinal sin esmalte en el lado interno. La cara póstero- esterna está algo escavada longitudinalmente formando una depresión bastante notable de fondo cóncavo. Tiene 27 mm. de ancho en la cara anterior y 21 de espesor en la cara lateral interna. El otro es un tercer incisivo inferior del lado derecho, de tamaño relativamente pequeño, de sección prismática trian- gular, y con el carácter particular, de presentar dos fajas de esmalte distintas, una en la cara anterior y la otra en la posterior ó interna. La cara anterior está dividida longitu- dinalmente en dos partes por una especie de cresta longi- tudinal ancha y redondeada, y cubierta de esmalte en toda su — 79 — superficie, á escepcion de una faja angosta sin esmalte en su borde esterno. La cara interna presenta en el medio una depresión ancha y de fondo plano ocupada por una faja de esmalte de 15 mm. de ancho. El diente tiene 30 mm. de ancho y 12 mm.de grueso. Haplodontheriuiu W'ildei, Amegh. gen. y sp. n. Nuevo género de grandes mamíferos extinguidos del orden de los toxodontes ó pentadáctylos, representado en la colec- ción que estudio, por dientes molares superiores, y un ca- nino igualmente superior. Caracteres genéricos. — Muelas superiores arqueadas, no radiculadas, de sección transversal elíptica, con solo dos fajas longitudinales de esmalte, sin pliegue entrante ni co- lumna interna. Cavidad pulpal muy grande. Canino muy de- sarrollado aunque no tanto como en Toxodontherium. Estas muelas se parecen mas á las de los edentados que las de los demás toxodontes conocidos, por haber perdido una faja de esmalte y haberse enanchado la cavidad de la raiz que contenia la pulpa del diente. Las dos muelas son del lado«derecho de la mandíbula supe- rior, y la mas grande debe ser una de las últimas, la quinta ó la sesta. Es muy arqueada y la corona de forma elíptica, mas angosta en su parte anterior que en la posterior y de contornos perfectamente regulares sin ninguna escotadura ni pliegue entrante de esmalte. La parte esterna presenta nna especie de cresta perpendicular que la divide en dos ca- ras, una anterior mas ancha cubierta por una capa de esmalte que da vuelta sobre el ángulo perpendicular anterior inter- nándose un poco en el lado interno, y otra posterior, mas angosta y sin esmalte, limitada por una arista longitudinal posterior poco desarrollada que la separa de la parte interna — 80 — posterior. En el lado interno la mnela es algo comprimida en su parte anterior y mas convexa en su paj-te posterior, con una sola faja de esmalte mediana, sin presentar aquí el mas mínimo vestigio del surco interno, déla columna interna y del repliegue de esmalte entrante que presentan en la parte interna las muelas de Toxodon y Toxodontherium.' La cavidad pulpal es muy grande, comparable á la de las muelas de los edentados, v se estiende en forma de embudo hasta mas de la mitad del largo de la muela. Largo de la muela, siguiendo la curvatura esterna 0"'120 Diámetro ántero-posterior de la corona 0 053 Diámetro transverso de la corona en su parte mas ancha O 031 Ancho de la faja de esmalte esterna anterior O 036 Ancho de la faja de esmalte interna O 026 Ancho de la parte pos- ( en el lado esterno O 026 terior sin esmalte. . . ( en el lado interno O 019 Ancho de la faja sin esmalte interna-auterior O 012 La otra muela, que supongo sea la tercera ó cuarta supe- rior derecha, es algo más cilindrica, pero por lo demás com- pletamente iguíü á la anterior con excepción de su tamaño bastante menor. Largo de la muela siguiendo la curvatura esterna 0™103 , , { ántero-posterior 0 038 Diámetro de la corona ^ ^^¿, ( transverso O 02b Ancho de la faja de esmalte esterna-anterior O 023 Ancho de la faja de esmalte interna O 019 Ancho de la parte pos- ( en el lado esterno O 024 terior sin esmalte. . . ( en el interno O 020 Ancho de la faja sin esmalte interna-anterior O 008 El tercer diente, que supongo sea el canino superior iz- quierdo del mismo animal, es también de sección transversal un poco elíptica, corto, arqueado, con la raiz abierta por una cavidad en forma de embudo, y con dos fajas de esmalte, una anterior esterna, y otra interna, quedando entre la una y la — 81 — 4 otra una faja sin esmalte colocada en la parte anterior interna. La parte posterior está completamente desprovista de esmalte. Largo del diente siguiendo la curvatura esterna O^Ofil Largo del diente siguiendo la curvatura interna O 036 i ántero-posterior O 022 Diámetro ' "^ r. r^^n I transverso O 016 Ancho de la faja de 'esmalte anterior esterna O 014 Ancho de la faja de esmalte interna O 008 Ancho de la faja sin esmalte, anterior interna O 004 La talla del Haplodontherium Wilcleí debia ser compa- rable á la del rinoceronte. Dedico la especie al Dr. D. Eduardo Wilde, actual Mi- nistro de Justicia, Culto é Instrucción Pública de la República Argentina, queriendo con esto rendir también á mi vez una manifestación de aprecio y simpatía á ([uién con tanta firmeza ha defendido la causa del pro|,^reso contra los avances del oscurantismo. TYPOTHERIDEA Profyj>ofhoriuin antiquum, Amegh. Catálogo de la sección de la provincia de Buenos Aires en la Expo- sición Continental Sud-Americana, páp 39, año 1885. Es este un género y una especie aún sin describir, que no hice mas que nombrar en el catálogo mencionado, basán- dome sobre un fragmento de mandíbula inferior incluyendo una parte de la síníisis, aunque sin un solo diente. Sin em- bargo podíase reconocer por la forma de esta parte de la mandíbula, que se trataba de un animal del orden de los pentadáct}los, bastante parecido al Typotheriiim aunque mucho mas pequeño. — 82 — No he visto en la colección del señor Scalabrim nada que se pueda atribuir á este animal, pero entre los objetos del Paraná recojidos por el señor Roth hay un pedazo de mandíbula con dientes que pertenece indisputablemente á mi Protfjpotherium antiquum, pieza que, aunque no forma parte de la colección que describo, como procede del mismo yacimiento y representa una especie que en ella no figura, creo me será permitido dar sus principales caracteres. El fragmento de sínfisis de la mandíbula inferior, que me sirvió de base para la fundación del género, es ancho y aplastado en sentido vertical, muy parecido en su parte cón- cava interna al Typotherium, pero mas aplastado en su parte inferior, y con una depresión semilunar en la parte posterior de la sínGsis. El foramen mentale situado en la parte sinfisaria es un agujero elíptico, de unos 6 mm. de diámetro mayor. Las dos ramas de la mandíbula están tan íntimamente unidas formando un solo hueso que en ninguna parte se vé la mas mínima traza de sutura. La parte ante- rior está rota, pero todavía se distinguen en ella seis alvéo- los horizontales en los que sin duda se implantaban seis incisivos. Al nivel del agujero mental, tiene la sínfisis 20 mm. de ancho y 14 mm. de alto. La pieza del señor Roth es un pedazo del lado derecho de la m;uidíbnla inferior, con las cuatro últimas muelas y parte del alvéolo de otro molar anterior, de modo que el número de muehis era por lo menos de cinco en cada lado de la mandíbula inferior. Estas muelas eran sin raices sepa- radas, abiertas en la base, y construidas sobre el mismo tipo general que las del Toxodon y T]jpoth¿ri.uiii, con una capa de esmalte, que parece haber sido continua en algunas muelas, ó á lo menos con no tantas interrupciones como en las muelas del género Toxodon, y todas en serie continua muy a|)retadas unas á otras. La primera muela existente que corresponde al cuarto y último ju'emolar si la dentición fuera completa y normal, — 83 — es mas pequeña que las otras, dividida en dos partes des- iguales, una anterior mas grande y otra posterior bastante maspequefia; esta división es producida naturalmente por dos surcos perpendiculares opuestos, uno colocado sobre el lado interno, y el otro sobre la esquina póstero-esterna. Las dos muelas que siguen, primero y segundo verda- dero molar, están divididas en dos partes ó lóbulos mas iguales, por dos surcos opuestos, uno interno, poco mar- cado y acompañado de mía pequeña columna formada por la parte póstero-interna del primer lóbulo, y el otro esterno, mas profundo y que forma en la corona un pliegue entrante parecido al que presentan las muelas de los caballos y de varios otros mamíferos de órdenes distintos. La última muela, algo mas grande que las demás, está dividida en tres partes ó lóbulos formados por tres columnas en cada lado (esterno é interno), separados por dos surcos. La corona de las muelas está bastante gastada y escavada en el centro como las del género Typotherium. La rama ascendente parece empezaba á levantarse inme- diatamente detrás de la última muela. Dimensiones Espesor de la mandíbula debajo de la última muela 0'°008 Diámetro de la primera muela existente. í áutero-posterior, O 006 ( cuarto premolar ) { transverso O 0045 Diámetro del primer verdadero molar ( ántero-posterior. O' 0075 ( segunda muela existente ) \ transverso O 004 i ántero-posterior. O 0075 Diámetro de la penúltima muela ] , n ma. ^ ( transverso O 004 , , ,, . , ( ántero-posterior. O 010 Diámetro de la ultima muela J ^ ^ ^^.r,- ( transverso O OO.jo Longitud de las cuatro muelas reunidas O 031 'o La talla del Protyjootherium antiqíiwn debia ser algo mas considerable que la de la vizcacha existente. - 84 — PERISSODAGTYLA MACRAUCHENIDEA Scalaljrinitheriiiiii Bravardi, Amegh. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V. pág. 108 y 281, año 1883. Los nuevos restos que conozco de este animal, son de ver- dadera importancia, por cuanto al mismo tiempo que confir- man los lazos de parentesco filogénico que lo unen con la Macrauchenia 0\\., establecen con mayor precisión la ne- cesidad de separar ambos animales en dos géneros bien distintos, que, para evolucionar del uno al otro, deben haber pasado por un número todavía bastante crecido de formas intermediarias. Esos restos son: dos verdaderos molares superiores aislados, la parte anterior del cráneo con gran parte de la dentadura, tres premolares inferiores aislados, un incisivo igualmente inferior, y uno probablemente supe- rior, y por último un fragmento de la parte posterior de la mandíbula inferior, cada una de estas piezas procedentes de un individuo distinto. De los verdaderos molares superiores del Scalabrinithe- riurn no conocía hasta ahora mas que los dos últimos del lado izquierdo que me sirvieron de base para la fundación del género. Esos dientes pertenecían á un individuo todavía bastante joven, por lo que no pude apreciarlos verdaderos caracteres de las muelas del individuo adulto, y además, como las dos muelas estaban todavía imphintadas en un fragmento de maxilar, tampoco rae fué posible determinar exactamente el número de raices, que suponía ser de cuatro. — 85 — Las dos muelas aisladas que ahora tengo á la vista, me per- miten conocer que los verdaderos molares superiores del Scalabrinitheriuin solo tienen tres raices, dos en el lado esterno, que corresponden respectivamente á los ángulos estemos anterior y posterior, y una muy ancha en el medio del lado interno. Estas raices son cortas y cerradas en la base. Las dos muelas actuales, pertenecen á individuos adultos, de manera que puedo examinar ahora el aspecto de estos dientes cuando ya están gastados por la masticación, y cons- tatar que en efecto, como lo preveía ya en mis primeras noti- cias, las muelas del Scalabrinitheriwn viejo se parecen mas á las de la Macrauchenia que las del individuo joven ', lo que bajo el punto de vista del parentesco íilogénico que pue- de existir entre ambos géneros Aiene á concordar con el hecho inverso deque las muelas de la Macrauchenia ió\ en se parecen mas á las del Scalabrinitheriuin que las de la Macrauclienia adulta. Pues spgan las leyes de la ontogenia y de consiguiente de la desaparición de un órgano por reincor- poración ', del mismo modo que la presencia de un carácter en el embrión ó en la ju\entud indica la antigua existencia de ese carácter en un antepasado como distintivo entonces del estado adulto, del mismo modo la ausencia en el individuo adulto de un carácter de la juventud, es un estado precursor del carácter que distinguirá los sucesores. Una de las muelas en cuestión es tan voluminosa que no sería difícil procediera de otra especie mas grande, distinta áei Scalabrinítheriuin Bravardi. La parte esterna fuerte- mente desarrollada presenta absolutamente el mismo aspecto que las muelas del indi\iduo mas joven queme sirvieron de tipo para la creación del género, con su cingulum caracte- rístico, etc. La parte interna ha perdido por la masticación la mayor parte de las puntas descritas en el individuo joven, ^ Bol. de la Acad. Nac. de Cieiic. t. V, pág. 111, año 1883. * Filogenia, pág. 280 y siguieutes. — 86 — y la superficie masticatoria presenta una mayor analogía con la Macrauchenia, particularmente por tres pozos de esmal- te, uno mas pequeño hacia el medio y completamente aislado, y los dos otros colocados respectivamente en los ángulos ántero-interno y póstero-interno. El esmalte que tapiza estos últimos dos pozos se continúa hasta reunirse con el borde del lado interno con el que forma una cresta que todavía no ha atacado la masticación. La escotadura del centro del lado interno se presenta igualmente con poca diferencia como en el individuo joven. La muela es muy arqueada y presenta las proporciones siguientes : - , ( áutero-posterior O^OSó Diámetro de la corona.. , r. r^c^^ ( transverso O 021 , ^ (en el lado interno O 008 Alto de la corona ! , ^ ,, „..,. ( en el esterno O 039 Diámetro de las raices esternas. .,. O 008 Ancho de la raiz interna O 018 Largo de las raices 10 á 14 mm. Como acabo de repetirlo., estas dimensiones denotan un animal de gran talla, tnu grande como la Macrauchenia, y se- gún todas las probabilidades distintodelSca¿a6rÍ7UÍ/ie?'ú¿m Bravardi. Contentóme con indicar el hecho, pues por ahora, consecuente con la conducta que desde un principio me he impuesto, y hasta tanto no conozca otros materiales reúno todos estos restos bajo el nombre específico del encabeza- miento. La otra muela superior es de un individuo sumamente viejo, que tiene la corona casi completamente gastada por la masti- cación, de manera que la corona muestra cuatro pozos de esmalte aislados. Las tres raices son muy \oluminosas y cer- radas en la base, pero la interna sobre todo, alcanza un des- arrollo verdaderaniente estraordinario, ocupando casi toda la longitud del lado interno de la muela. Las dimensiones de esta pieza son : — 87 — , , ( ántero-posterior O^O.IO Diámetro de la corona., i . r^ r^a, ( transverso O 024 . , , , ( en el lado interno O 003 Alto de la corona ....... , , , , n /m n / en el lado esterno O 011 Ancho de las raices esternas O 013 Ancho de la gran raiz interna O 025 Los tres premolares inferiores son de tres individuos dis- tintos, y en cuanto á la corona nada de nuevo tengo que decir al respecto, si uo es que se parece mucho á los premolares del Oxyodontherium y que son por lo demás completamen- te iguales al premolar inferior del Scalahrinitheriuin ya descrito en mi memoria precedente sobre los fósiles del Paraná ', por lo que creo inútil entrar aquí á su respecto en una nueva descripción. Sin embargo, como el [iremolar antes descrito estaba im- plantado en la mandíbula no pude observarlas raices por lo que no dije de ellas una palabra ; estas en número de dos por cada premolar, son muy largas y divergentes formando una es- pecie de orquilla, y en los ejemplares enteros igualmente cer- rada en la base. La corona de estos ejemplares tiene de 2.3 á 26 mm. de diámetro ántero-posterior, 12 á 14 mm. de diáme- tro transverso y 20 mm. de altura aquella que está menos gas- tada por la masticación. El largo de las raices en el único pre- molar bien intacto es de 2.3 mm. El incisÍYO inferior que atribuyo al mismo género, participa en su construcción del tipo de los premolares, con la diferen- cia de que tiene una sola raiz, y siendo sin duda alguna de unindÍAÍduo joven debia probablemente cambiar bastante de forma en el individuo adulto. Es ancho, aplastado y encorva- do sobre sí mismo casi en forma de cuchara. En su cara ester- na el esmáltese continúa sin interrupción hasta la raiz: en la parte interna la capa de esmalte termina en la base en un ^ Bul. etc., pág. 283, año 1884. — 88 — reborde ó cingulum muy pronunciado, de cuya parte media sale una arista que á manera de lo que sucede con los pre- molares se dirije hasta la corona en donde es pronto atacada por la masticación formando entonces una especie de estribi- llo interno. Esta arista divídela cara interna ó posterior del diente en dos partes, que forman dos especies de fozos ó cavidades que debian ir rellenándose con la edad del animal. Los incisivos de la primera dentición de la Maerauchenia Ovv. tienen una forma algo parecida, y en el Diastomico- don Amegh, los mismos incisivos de la segunda dentición muestran una conformación parecida hasta una edad bastante avanzada. La raiz del incisivo está rota. La corona tiene 13 mm. de ancho, 8 mm. de grueso, 15 mm. de largo la parle interna esmaltada, y 25 mm, la esterna ó anterior. El incisivo que atribuyo á la mandíbula superior, supon- go es el primero esterno del lado derecho : es de un tamaño considerable y de sección transversal triangular. Pertenece á un individuo de edad ya muy avanzada, pues está bastante gastado por la masticación, sin presentar trazas de esmalte ni en la corona, ni en la parte interna, y solo sí, una faja bastante larga, ancha arriba y estrecha abajo, en su cara anterior. En la corona tiene un diámetro de 12 mm., y la faja de esmalte que cubre la cara anterior 25 mm. de largo. La raiz está rota, sin embargo puede conocerse que aun no es- taba cerrada. El largo del diente sin tomar en cuenta la curva que describe, es de 42 mm. El fragmento de cráneo del Scalabrinitlieriuin mencio- nado mas arriba, comprende el intermaxilar y parte anterior de los maxilares y paladar, con los incisivos y caninos ó al- véolos correspondientes, y los tres premolares que siguen en cada lado. Eos dientes tienen la corona casi completamente usada por la masticación y han desaparecido casi por com- pleto las trazas de sutura, de modo que se trata de un indi- viduo sumamente viejo. La forma general de esta parte del cráneo es muy parecida — 89 — á la de la Macrauchenia, con la diferencia de que su parte superior es mas aplastada, el hueso incisivo parece unirse con los maxilares algo mas atrás, y la línea mediana superior en forma de cresta formada por la interposición del vomer entre los maxilares es menos desarrollada y completamente nula en su parte interior en el límite del hueso incisivo. La parte anterior del cráneo del Scalabrinitheriiun que comprende el hueso y los dientes incisivos difiere de la Ma- crauchenia por presentar lo dos incisivos medianos implan- tados de un modo divergente quedando entre uno v otro, en el borde alveolario, un espacio considerable, deprimido en forma de cavidad en su parte superior. Los tres incisivos de cada lado, también están separados entre sí, pero por espa- cios menos considerables. El canino, ó lo que se ha dado en llamar canino en la.Vci- crauchenia tiene en Scalabrinitherium como en el géne- ro mencionado, la forma de un premolar, con dos raices distintas, y como tal debe considerarse en mi humilde opi- nión. El verdadero canino debe haber desaparecido en el transcurso de su evolución, ó ha tomado la forma de un inci- sivo, quedando el número de éstos completos por la desapa- rición del par mediano, lo que seria bastante verosímil si se tiene en cuenta et ancho diastema que en Scalabrinithe- rium separa el par de incisivos medianos entre sí. Los tres premolares que siguen muy gastados en la coro- na en la que no queda ningún ^estigio de repliegues ni de pozos de esmalte, aumentan de tamaño hacia atrás, y pre- sentan en su parte esterna en la base de la corona un rebor- de de esmalte ó cinguluin tan desarrollado que tiene hasta tres milímetros de alto. Este cingulum se encuentra tam- bién á la base de la parte esterna de la corona de lo que se llama canino, lo que para mí no deja ya duda alguna de que se trata del primer premolar. El paladar también es muy distinto del de la Macrauche- nia particularmente en su parte anterior, debido probable- — 90 -- mente al modo de implantación de los incisivos y premolares distinto en ambos géneros. En la Macrauclienia los seis incisivos están colocados en la parte anterior en forma de semicírculo, mientras que en SccLlabrinitherium solo un par de incisivos y separados entre sí por un diastema están colocados en la parte ante- rior; los otros cuatro incisivos están colocados sobre los lados siguiendo la misma línea que los molares. Resulta de esta particularidad que el paladar de la Macrauchenia es ancho en su parte anterior detrás de los incisivos, angostán- dose luego al nivel de los que se llaman caninos y de los premolares siguientes, para enancharse otra vez hacia atrás. En el Scalabrinítherium al contrario el ancho del paladar vá disminuyendo gradualmente hacia adelante á partir de los primeros premolares hasta los incisivos medianos. El agujero incisivo, dada la prolongación del hueso incisi- vo mas liácia adelante, parece colocado mas hacia atrás. Pero una diferencia notal)le aparece en la colocación de los aguje- ros palatinos, que empiezan en la Macrauchenia casi en la parte posterior del paladar al nivel de la antepenúltima mue- la y vienen á reunirse al agujero iuiisivo. Estas impresiones faltan en Scalabrinítherium estando probablemente repre- sentadas por dos surcos angostos, profundos y muy cortos, que se estienden detrás de los agujeros incisivos como una prolongación de éstos, pero que terminan sin duda en una perforación que representa el foramen palatinum. La parte del paladar comprendida entre los premolares forma un fondo cóncavo bastante profundo. Las medidas que siguen pueden hasta cierto punto, y por ahora, suplir la falta de dibujos. Longitud de la parte superior del cráneo á partir del borde anterior del intermaxilar hasta encima de la parte poste- rior del tercer premolar 0'°132 Alto del cráneo encima del tercer premolar, siguiendo la cur- vatura esterna que parte del borde alveolar y termina en la — 91 línea mediana superior en que se unen ambos maxilares . . . Ancho del cráneo encima de los dos incisivos medios Ancho del cráneo encima de ambos caninos Ancho del cráneo encima de los dos terceros premolares Longitud de la parte existente del paladar á partir de la parte anterior del intermaxilar á la parte posterior del tercer pre- molar Ancho del paladar entre los dos incisivos medianos Ancho del paladar entre los dos segundos incisivos Ancho del paladar entre los dos últimos incisivos Ancho del paladar entre los dos supuestos caninos Ancho del paladar entre los dos segundos premolares Ancho del paladar entre los dos terceros premolares Ancho del diastema que separa entre sí los dos incisivos me- dios Ancho del diastema que hay entre el primero y el segundo incisivo Ancho del diastema que hay entre el segundo y el tercer in- cisivo Ancho del diastema que hay entre el tercer incisivo y el ca- nino Ancho del diastema que hay entre el canino y el primer pre- molar Los premolares se tocan entre sí. Diámetro del primer incisivo en el borde alveolar Diámetro del segundo incisivo en el borde alveolar Diámetro del tercer incisivo en el borde alveolar T.. , . . , . , .p l antero-posterior Diámetro del canmo premolanforme. r transverso r,. , ^ , , . , í ántero-posterior Diámetro del primer premolar ] _ h rans verso rv.. ^ , , , , í antero-posterior Diámetro del segundo premolar ^ ( transverso r,., , , , ^ , antero-posterior Diámetro del tercero premolar | ( transverso O'-OSS 0 030 0 058 0 068 0 120 0 015 0 019 0 039 0 042 0 03B 0 035 0 014 0 004 0 006 0 001 0 004 0 008 0 009 0 009 0 015 0 010 0 020 0 015 0 022 0 017 0 021 0 017 0 037 0 000 Distancia ocupada por los tres incisivos Distancia ocupada por los tres premolares Distancia del borde anterior del primer incisivo á la parte posterior del tercer premolar O 117 El fragmento de mandíbula inferior es la parte posterior — 92 — de la rama horizontal del lado derecho en la que se encuen- tran implantados los dos últimos molares. Esta parte de la mandíbula, salvo su tamaño mas pequeño, es igual á la Ma- crauchenia. Los dos últimos molares difieren de las demás muelas del mismo animal por la ausencia del reborde de esmalte en la base de la corona en el lado interno. En cuanto al cingulum del lado esterno, apenas se ven pequeñísimos vestigios que descienden de los ángulos internos anterior y posterior para desaparecer completamente antes de llegar al borde alveolario, pero no he podido asegurarme de que realmente no existe cingulum en la base misma de la corona pues esta penetra en el alvéolo escapando á la observación. Estas muelas á pesar de esa falsa similitud con las de la Macrauchenia producida por la falta de cingulum basal ó su pequeño desarrollo, diüeren de las de dicho género en que el lóbulo posterior de los verdaderos molares esca- vado en el lado interno para formar una gran cavidad en for- ma de media luna y de fondo cóncavo presenta aquí un cerro intermediario suplementario que se levanta en forma de columna desde la base de la corona y llega hasta la cúspide en donde forma por la usura que produce la masticación un estribo que parte del fondo cóncavo de la media luna inter- nándose hacia adentro. Además son también nuicho mas comprimidas que las correspondientes de la Macrauche- nia. Dimensiones Alto de la mandíbula, debajo del penúltimo molar 0'°Oil Alto de la mandíbula, debajo del último molar O 051 Espesor de la mandíbula entre la última y penúltima muela. . O 025 Distancia de la última muela, al agujero maxilar interno O 028 , ( ántero-posterior O 031 Diámetro de la penúltima muela. . . i ^ ^ n ni/i ^ (transverso U Ui4 1 en la parte interna .... O 017 Altura de la corona ■ ^^^ ^^ p^^.^^ ^^^^,.^^ _ _ q q¿0 — 93 — , , ,,. , ( ántero-poslerior 0"031 Diámetro de la ultima muela , ^ /^^r. ( transverso O 012 - , , ( en la parte interna ... . 0018 ( en la parte externa. ... O 019 Por las descripciones que preceden se vé claramente que á medida que se van encontrando nuevas piezas del esque- leto del Scalabrínitheriiun aumentan igualmente los ca- racteres distintivos que lo separan genéricamente de la Macrauchenia. Scalabrinithoriuin Rothii, Amegh. sp. n. Varias muelas bastante mutiladas de la colección del Sr. ScALABRiM hiciéronme sospechar la existencia de una se- gunda especie de Scalabrinitherium, de tamaño reducido, pero lo incompleto de esas piezas no me habrían permitido anunciar la existencia de esta segunda especie mas pequeña. Afortunadamente, al examinar en San ?íicolás los objetos del Paraná recojidos por el Sr. Roth, vi varias muelas ais- ladas intactas, de individuos adultos, que por su tamaño relativamente diminuto no dejaban duda sobre la existencia de la segunda especie mas pequeña, y ademas un fragmento de maxilar superior izquierdo de la misma especie pequeña, en el que están implautados los cuatro últimos molares. Esta última pieza, pertenece á un individuo muy viejo, las muelas están muy gastadas por la masticación, pero con- servan perfectamente desarrollado el cingulinn basal es- terno, y algunas presentan fuertes depósitos de cemento. Los dos primeros verdaderos molares superiores implanta- dos en el fragmento de mandíbula tienen tres pozos de es- malte aislados en la corona, y los dos últimos molares tienen cuatro, uno anterior y uno posterior mas grande, y dos in- termediarios mas pequeños. La cuarta muela particular- mente está en parte cubierta por un fuerte depósito de ce- — 94 - meuto. Todas estas muelas tieaeii tres raíces dispuestas del mismo modo que ea el S. Bravardi. Dimensiones Diámetro del primer verdadero ^ án tero-posterior O™ 016 molar superior I transverso O 013 Diámetro del segundo verda- ^ ántero-posterior O 019 dero molar superior (transverso 0 016 Diámetro del tercero verdadero l ántero-posterior O 022 molar superior f transverso O 019 Diámetro del cuarto y último í ántero-posterior O 020 verdadero molar superior. . . ( transverso O 017 Longitud de las cuatro muelas unidas O 080 'o' Designo la especie con el nombre de su descubridor, el hábil coleccionista Sr. Santiago Roth. Mesorliiuus pií'amydatus, Amegh. gen. y sp. n. jXuevo género de la familia de los macroquénidos, repre- sentado tan solo por la punta anterior del cráneo, compren- diendo el intermaxilar con una pequeña parte anterior de los maxilares, en cuyo fragmento se vé, los alvéolos de los in- cisivos, parte de los alvéolos de los caninos, y parte de la apertura nasal anterior. Aunque tan pequeña, esta pieza basta para demostrar que se trata de un género de una conformación muy especial, particularmente en la forma de la nariz, cuya apertura no está colocada tan hacia atrás como en Macrauchenia, acer- cándose así mas á la forma ccmun en los perisodáctilos, y especialmente á la del caballo. Es decir que se trata también aquí de una forma intermediaria, de cuya importancia pronto se podrá juzgar. Es de regla en los mamíferos, que el intermaxilar cuando — 95 — existe, forma el límite de la apertura anterior de la nariz, cuyo límite posterior está formado por los iiuesos llamados nasales. La. Macrauchenia forma una excepción, que, siendo ella su principal carácter distintivo debe ser común á los demás animales que por los caracteres secundarios de la dentición, etc., se colocan en la familia de los macroquéui- dos. En la Macrauchenia el intermasilar se suelda en toda su estension posterior con los maxilares que se unen á su vez sobre la línea mediana superior, soldándose íntimamente con el vomer para formar un techo continuo, y solo atrás de los maxilares, casi en la mitad posterior del cráneo, aparece la apertura nasal. En el Scalabrinitheriuin hemos visto la misma forma, y debe encontrarse igualmente mas ó menos típica en el Diastomicodon Amegh., y Oxyodontheriuin Amegh, En e\ Mesorhinus, este carácter no se presenta con la forma típica de la Macrauchenia y Scalabrínitherium. El intermaxilar, como en estos dos géneros, tampoco toma parte en la formación de la apertura anterior de la nariz, pero dicha apertura tampoco se encuentra en la mitad poste- rior del cráneo, sino en la parte anterior de los maxilares, ocupando así un lugar intermediario entre el que ocupa en la generalidad de los mamíferos terrestres, y el que ocupa en la Macrauchenia, de ahí el nombre de Mesorhinus con que he designado esta forma intermediaria. La punta del cráneo formada por el intermaxilar en vez de ser deprimida como en Macrauchenia y Scalabrinithe- rium, se eleva en forma de techo, sin que se aperciba la sutura entre el intermaxilar y los maxilares. Estos últimos se reúnen detrás del intermaxilar en un punto medio que se eleva como una especie de pirámide, detrás del cual empieza inmediatamente la apertura de la nariz, cuyo principio ó es- pina nasal forma la cúspide de la pirámide que \iene á quedar colocada encima de los alvéolos que ocupaban los caninos. Las partes laterales de esta apertura, en la parte conservada están — 96 — igualmente formadas por los huesos maxilares. El principio déla apertura nasal, ó sea la espina nasal, está situada á dis- tancia de 34 mm. de la parte anterior del intermaxilar. La apertura empieza bajo la forma de un canal angosto de dos milímetros que se vá enanchando hacia atrás y aumentando de profundidad de modo que él constituye un plano inclinado que unos 24 mm. mas atrás de la espina nasal se convierte en un agujero que lo pone en comunicación con el paladar en un punto que debia encontrarse entre los primeros molares. En este punto, la apertura nasal entre los maxilares ha adqui- rido un ancho de cuatro milímetros. Los incisivos faltan todos pero existen los 6 ahéolos in- tactos que demuestran estaban dispuestos de una manera un poco distinta que en Macrauchenia y Scalabrinitherium. Los dos incisivos medios estaban implantados de un modo divergente, partiendo sus raices de un punto común ó vértice situado en la parte mediana y formando en la parte anterior del intermaxilar un diastema bastante dilatado, conformación idéntica á la que presenta el Scalabrinitlieriwn, pero los tres incisivos de cada lado en vez de estar implantados á una cierta distancia uno de otro como en este último género, estaban colocados uno al lado del otro sin ningún espacio intermediario, y los caninos á solo 2 mm. de distancia de los incisivos estemos. Un la parte superior se nota que en el espacio del inler- maxilar que se estieude entre ambos incisivos medios para formar el diastema, es deprimido, formando una especie de canal de fondo cóncavo, en el que se vén colocados en línea transversal dos pequeños agujeros circulares de algo mas de un milímetro de diámetro, que penetran en el interior del hueso á distancia de siete milímetros de la parte anterior del borde alveolario de los incisivos medios. La parte interna ó j)aladar, preséntase entre los incisivos profundamente escavado, con una impresión circular profun- da en su parte anterior entre ambos incisivos medios, que se — 97 — prolonga hacia atrás enferma de un surco angosto y profundo limitado lateralmente por dos láminas óseas delgadas que lo separan de otras dos impresiones laterales mas anchas y de foudo cóncavo que parten del segundo par de incisivos diri- jiéndose hacia atrás. Las tres impresiones se reúnen en un surco profundo que termina atrás en la perforación que comu- nica con la abertura nasal superior, de modo que dicha per- foración parece representar los agujeros incisivos. Dwiensiones Aucho del diastema que separa los incisivos medios en la parte superior O^OOT Ancho de la parte superior entre el segundo par de incisivos. O 020 Ancho de la parte superior entre el tercer par de incisivos O 029 Ancho entre el diastema que separa el canino de los incisivos. O 035 Ancho del diastema que separa los incisivos en la parte interna O 005 Ancho del paladar entre el segundo par de incisivos O 016 Ancho del paladar entre el tercer par de incisivos O 022 Diámetro de los alvéolos O 007 Espacio longitudinal ocupado por los alvéolos de los tres inci- sivos O 024 Los incisivos estaban colocados más hacia adelante que en Sca.la.hr initheriuní, dirijidos en sentido mas horizontal, v, á juzgar por el diámetro de los alvéolos, de un tamaño relati- vamente considerable. Los caninos por los pedazos de alvéo- los que quedan en el fragmento, parece debían ser igualmente de tamaño considerable, muy curvos y simples ó sea de una sola raiz; si esto último se confirmara, los caninos del Me- sorhinus diferirian completamente de loque se ha dado en llamar caninos en la Macrauchenia. y Scala.br initherium. Kl macroquénido que por la forma de la nariz mas se acerca al Mesorhinus es el Nesoclon del mioceno de Pata- gonia. El tamaño de este animal debia ser comparable al del guanaco. T. VUI. 7 —.98 — EQUINA Hipphaplous, Amegh. Catdlagú de la sección de la provincia de Buenos Aires en la Exposi- ción Continental Sud-aniericana, pág. 39, año 1882. Es este un género particular de la familia de los équidos, cujas muelas iuferiores están caracterizadas por la auseucia de los pliegues entrantes en forma de media luna (jue pre- sentan las muelas inferiores de las especies de los géneros Equus LixN., líijoparion Christ., Hippidiuin Ow. etc., por la capa de cemento estenio ausente ó muy delgada y por un espesor considerable de las mismas muelas en proporción del largo. Fundé el género sobre restos de dos especies distintas, //. Dravardii y //. Darwinii, que no hice mas (jue nondjrar en el catálago arriba mencionado, quedando hasta ahora y á pesar mió sin describir, aunque espero que no ya por largo tiempo. En las colecciones recojidas por el Su. Scalabrlm, en los terrenos antiguos del Paraná, hay una muela que pertenece al mismo géuero, pero á una especie muy distinta de las dos pampeanas arriba mencionadas, que designaré con el nom- bre de Ilipphaploiis ontrei'ianus, Amegh. sp. n. La muela (pie representa esta especie, es la última del lado izquierdo de la mandíbula inferior. Está dividida en tres jiartcs ó lóbulos como la misma muela del caballo, pero es mas ancha en su parte anterior, y los dos primeros lóbulos están mas desarrollados formando dos medias lunas con la — 99 — convexidad hacia adentro y muy pronunciada, .Tiene dos raices cortas y sin esmalte, y una corona esmaltada de unos 19 mm. de alto, pero como es de un individuo muy viejo, es indudable que la misma muela de un individuo joven debe ser mucho mas larga. La capa de esmalte que rodea la muela es muy gruesa, es- triada perpendicularmente y forma una columna en su parte anterior enfrente de la parte posterior de la penúltima muela. En el lado esterno forma dos pliegues, uno anterior que de- limita los dos lóbulos anteriores, y carece del pequeño re- pliegue secundario del género Equus acercándose en esto á HippicUum Ovv., y otro posterior mas ancho y aplastado entre los dos lóbulos posteriores. En el lado interno hay un repliegue anterior nuiy profundo que se dirije de adelanto hacia atrás y corresponde al mismo del caballo, y un pliegue posterior apenas indicado entre los dos lóbulos posteriores. Los dos lóbulos internos anterior y posterior están bien pro- nunciados y convexos, pero el intermediario mas ancho es aplastado y con una depresión perpendicular en su parte mediana. Trazas de cemento, apenas se ven en uno que otro punto, estando casi en todas partes el esmalte á descubierto. La corona está muy gastada formando una cavidad á causa de la lámina de esmalte que rodea la muela que sobresale de uno á dos milímetros sobre la superficie masticatoria. Mas no quisiera que se creyera que afirma que en la juventud no puedan haber existido en la corona repliegues mas compli- cados. Tiene esta muela .35 mm. de diámetro ántero-posterior, 19 mm. de diámetro transverso en el lóbulo anterior, 14 mm. en el lóbulo mediano y 6 mm. en el lóbulo posterior. Las raices están completamente cerradas en la base. La talla del animal debía ser la del caballo. 100 TAPIROIDEA Ribodon liiubatus, Amegh. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. v, pág. 112, año 1883. Fundé este género en mi primera nota sóbrelos mamíferos fósiles del Paraná, estableciéndolo sobre un solo molar su- perior de caracteres muy particulares, que no me parecieron resultados de una anomalia en el desarrollo de esa muela, presentándoseme mas bien como los caracteres bien definidos de la dentadura de un animal todavía desconocido. Cuando recibí la segunda colección de restos de mamíferos de los mismos yacimientos_, sorprendióme no ver ningún diente que presentara los raros caracteres que liabia observado en aquel que atribula al desconocido ser que habia designado con el nombre de Ribodon y viniéronme dudas de si tal vez me habia equivocado en la determinación y la muela aludida no hubiera sido en realidad sino una anomalía. Pero, en la colección que ahora tengo á la vista hay tres nuevas muelas superiores, seguramente de individuos dis- tintos, puesto que fueron encontradas aisladas, que presentan absolutamente los mismos caracteres que la primera que tuve ocasión de examinar. La existencia del género Ribodon está asi bien establecida. Sobre la forma general de estas muelas poco tengo que agregar, pues ellas corresponden en un todo á la que sir\ió de base á mi primera descripción. Cada muela se compone de dos cerros transversales que usándose por la masticación producen las dos figuras transversíües de que hablé en la des- cripción del ejemplar anterior. Lo que en este último mas me liabia llamado la atención era la pronta pérdida por la usura del esmalte en la cumbre de los cerros y el rápido desgasta- — 101 — miento fie la dentina subyacente para formar los dos profundos pozos que reemplazan con la edad los dos cerros transver- sales. Atribuí este desgastamiento á la falta de una pronta deposición de una capa de cemento que reemplazara el es- malte. Es este desgastamiento profundo de la dentina que consideré como uno délos principales caracteres de las mue- las del hasta entonces desconocido Ribodon, y como lo acabo de repetir, las que tengo á la vista presentan el mismo des- gastamiento, con la única novedad de que algunos de los po- zos, los mas profundos, están cubiertos por una delgadísima capa de cemento, que empezaba á depositarse en edad muy avanzada para impedir el completo desgastamiento de las muelas. Las tres muelas actuales, como la primera que tuve á la vista, tienen una corona que termina en sus superficies perpendiculares anterior y posterior en planos perfectos, per- fectamente pulidos, en algunos de los cuales hasta ha des- aparecido el esmalte, confirmándose así mi primera deducción, que las muelas en este animal debian estar muy apretadas unas contra otras. En la primera muela no existia mas que la corona, por lo que no pude decir nada de las raices. En dos de las actuales, también no existe ni'is que la corona, pero en la tercera hay las bases de dos raices rotas y una tercera casi completa, que permite reconocer estaba cerrada en la base. Dada la confor- mación idéntica que presentan en la corona, es dado suponer que cada una de estas muelas estaba provista de tres raices cerradas en la base y de unos 18 á 20 mm. de largo. Estas raices estaban colocadas una en cada uno de los ángulos án- tero-esterno y póstero-esterno comprimidas en sentido ántero posterior, y la tercera estaba colocada en li parte interna de las muelas, comprimida probablemente en sentido transversal. He aquí las dimensiones de estas tres muelas : Segunda ó tercera superior del lado derecho: _ í ántero-posterior O^OIS ( transverso O 019 ^.,, \ ántero-posterior O 020 Diámetro , "^ ,.,,-,, transverso O 021 — 102 — .,, , , (en la parte interna O^OOB-S Alto de la corona , ' . ^ „„„. ' en la parte esterna O OOoo Oiiinla superior del lado derecho: ( ántero-posterior 0 018 Diámetro ' „ „ -,„ ( transverso O 022 ..^ , , I en la parte interna O 006 Alto do la corona ¡ , ' ^ ,, ,„,, f en la parte esterna O OOS Sesta superior del lado izquierdo: áni tra . ,^ , , í en la parte interna O 007 Alto de la corona i . . a /^Ao- ( en la parte esterna O 008o Yése por las precedentes medidas y las que di de la pri- mera pieza conocida, que las muelas del Rlbodon eran con corta diferencia de igual tamaño, pero siempre de mayor diá- metro transverso que ántero-posterior. Hay además en esta nueva colección, una muela, la última de la mandíbula inferior, de una couformacion igualmente especia], pero que corresponde al tipo de las muelas supe- riores descritas, por lo que supongo pertenezca igualmen- te al fí i 5odo?i, Esta muela tiene dos largas raices aplasta- das en sentido ántero-posterior, y la corona está formada por dos cerros transversales cubiertos de esmalte constituido cada uno de ellos por dos mamelones unidos por su base interna hasta la cima, mas un fuerte callo posterior igual- mente transversal, y al parecer compuesto también por dos mamelones unidos, formando como un tercer cerro trans- versal posterior mas pequeño que los dos anteriores. Pre- senta en diminuto la misma forma de una muela de masto- donte aun no atacada por la masticación cuya corona estu- viera constituida por tres pares de mamelones unidos por su parte interna. Es de suponer que una vez que esta muela hubiera empe- zado á gastarse por la usura habria empezado á bajar la altura de los cerros y se habrían formado en ellos figuras — 103 — transversales mas ó menos parecidas á las qne presentan las muelas superiores. En su parte anterior el esmalte de la corona presenta una faceta deprimida y muy lisa en donde sin duda se apoyaba el penúltimo molar, lo que nos permite deducir que las muelas inferiores estaban también como las superiores muy apretadas unas contra otras. En cuanto á la relación de los cerros con las raices, el cerro anterior íormado por el par de mamelones anteriores corresponde á la primera raíz ó anterior, el cerro medio formado por el se^nindo par de mamelones corresponde á la raiz posterior, y el callo posterior ó cerro mas pequeño pa- rece ser una parte suplementaria que se une por la base á la parte j)Osterior del segundo cerro. Las dos raices son largas y divergentes en forma deorqui- 11a. La raiz posterior, la única entera, tiene 1.3 mm. de ancho, 7 mm. de espesor en el medio y 30 mm. de largo. La base de la raiz está abierta, formando una cavidad que se subdi- vide luego en dos, correspondientes á dos raices primitiva- mente distintas, como lo deja ver la doble depresión longi- tudinal interna que divide la raiz en dos partes ó raices primitivas, correspondientes á dos dientes en un principio separados ^ La corona tiene 24 mm. de diámetro ántero-posterior, 16 mm. de diámetro transverso. 14 mm. de alto en su cerro an- terior, y 10 mm. de alto en el cerro posterior. En cuanto á las afinidades de este animal, como se vé, las muelas del Ribodon presentan caracteres múltiples, algu- nos particulares de este género, otros mas ó menos parecidos á los que se observan en órdenes muy distintos. Las muelas superiores presentan algo de parecido á las del Dinothe- rium y sobre todo del tapir, y por consiguiente con las de ^ En un antecesor lejano, se entiende. Véase Filogenia, pág. 89 y siguientes. — 104 — distintos géneros fósiles de Europa y Norte-América aliados al género Tapirus. La última muela inferior que he descri- to, si no fuera por el tamaño podria confundirse con la de un mastodonte, ó de un hipopótamo, ó también con la de algunos otros suíneos, de los lamantines, y no quiero buscar mas porque temo encontrar caracteres parecidos en otros géneros todavía distintos. Sin embargo, me parece que las mayores afinidades y las de mayor importancia son las que unen el Ribodoná\o& tapires. La forma de las dos raices de la muela inferior colo- cadas en sentido transversal y aplastadas en sentido antero- posterior, solo se encuentra en el tapir. El número de raices de las muelas superiores, también es el mismo que en aquel género, y están colocadas del mismo modo. La forma cuadrada de esas mismas muelas, los dos cerros transversales que las forman, un pequeño callo ó tubérculo accesorio que tienen en el ángulo esterno anterior, y otro rudimentario en el ángulo esterno posterior, son caracteres que se encuentran en todos los géneros de la familia de los tapires hasta ahora conocidos, y que obligan á colocar el Ribodon en la misma. La principal diferencia entre las muelas superiores del Ribodon y las de los tapires aparece en el modo de desgas- tamiento de los cerros transversales que se gastan por sepa- rado sin ponerse en comunicación en el Ribodon, mientras que en los tapires se ponen pronto en comunicación por su lado esterno. Pero eso depende sin duda de la disposición de los cerros. En el Ribodon, los dos cerros transversales délas muelas superiores están completamente separados en todo su largo, y tanto ó aun mas en su lado esterno que en el interno, como en las últimas muelas inferiores del géne- ro Tajoírus. En los demás géneros de la misma familia los dos cerros de las muelas superiores, están al contrario unidos en el lado esterno de las muelas por una cresta longitudinal que al ser atacada por la masticación pone en — 105 — comunicación las dos figuras que con el desgaste se forman en la cumi)re de los cerros. Así, el Ribodon seria entre los animales de la familia de los tapires, el género mas particular y divergente que hasta ahora se ha encontrado. Su talla debia acercarse á la del Tapirus Americanus. ARTIODAGTYLA ANOPLOTHERIDEA Brachytheriuin cuspidatuiii, Amegh Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, pág. 289, año 1883. De este género, establecido sobre parte de la mitad dere- cha de la mandíbula interior de un individuo joven con cua- tro muelas, tengo ahora á la vista una parte de la mandíbula inferior del lado izquierdo, pero de un individuo de edad avanzada, también con cuatro muelas, losdos últimos premo- lares y los dos primeros \erdaderos molares, el alvéolo del segundo premolar y ademas dos muelas aisladas de la mandí- bula superior, y un canino inferior, todas piezas procedentes de individuos distintos. En la parte anterior de este fragmento de mandíbula se ■vén los restos de dos alvéolos pequeños colocados uno al lado del otro en sentido transversal, y algunos milímetros mas atrás vénse otros dos alvéolos intactos n)as grandes, colocados también uno al lado de otro transversalmente aleje longitudinal de la mandíbula, siendo el alvéolo interno mas grande que el esterno. Estos cuatro alvéolos, dispuestos en dos pares, corresponden á las raices de un premolar que — 106 — tenia cuatro raices distintas, un par anterior y nn par poste- rior. Examinando ahora las demás muelas inferiores todavia implantadas en la mandíbula, llegamos á establecer como un canicter del Zjrac/i|/íAeriií77i que todas sus muelas inferio- res están provistas de cuatro raices distintas, dispuestas en dos pares, uno anterior y el otro posterior, conformación muy notable, que representa una antigua etapa de evolución de los mamíferos, pues rarísimos son en la actualidad aque- llos que tienen muelas inferiores con mas de dos raices dis- tintas. El premolar que se implantaba en estos cuatro alvéolos vacíos es el segundo de la mandíbula inferior, y correspon- de al primero que se halla implantado sobre la mandíbula del individuo mas joven que describí en mi memoria ante- rior, y que tomé entonces por el último premolar inferior. En efecto, al estudiar ese fragmento me equivoqué sobre la naturaleza de las cuatro muelas que en él están implantadas, tomando la primera por el último premolar y las tres siguien- tes por los tres verdaderos molares, siendo así que las tres primeras eran los tres últimos premolares, y la última que aun no habia salido completamente del alvéolo que consideré como el último verdadero molar, corresponde al primer ver- dadero molar. Varias causas han contribuido en este caso á inducirme en error : primero el estado juvenil é incompleto de la pie- za descrita, segundo la piedra en que se halla envuelta que dificulta su estudio, y por último la conformación particular de los mismos dientes, cuyos dos últimos premolares pre- sentan absolutamente la misma forma que los verdaderos molares. Así, con ambas mandíbulas se puede completar el conocimiento de las muelas inferiores del Brachytlierhnn, (i partir de la segunda hasta la penúltima. La segunda, que yá se ha visto solo queda de ella en la mandíbula del individuo mas viejo los alvéolos de las raices, tiene en la mandíbula del individuo joven una forma alarga- — lOf — (la longitudinalmente y comprimida trans\ersalmente, for- mando una especie de media luna única, con la convexidad hacia el lado esterno y la concavidad hacia el lado interno, levantándose esta lámina coniprimida hacia el medio sobre el lado esterno para formar una cúspide poco elevada. En el lado interno hay un contrafuerte mediano poco desarrollado que divide la concavidad interna en dos cavidades secunda- rias una anterior y otra posterior, cada una con un contra- fuerte angosto y comprimido dirijido oblicuamente, el anterior hacia adelante, y el posterior hacia atrás. Los premolares y molares siguientes, menos el último que aun es desconocido, tienen la misma forma general ; están formados por dos j)artes convexas, en forma de media luna, con la convexidad hacia afuera y la concavidad hacia adentro, separadas en el lado esterno por un surco perpendicular profundo. En el lado interno vénse ai contrario tres cúspides ó columnas, una anterior, una posterior y la otra mediana opuesta al surco esterno que es la mas ancha y elevada. Con la edad todas esas cúspides son atacadas por la masticación, las medias lunas se ponen en comunicación euanchándose las muelas, y formándose una corona en la que penetra el gran surco mediano del lado esterno formando un pliegue entrante que corresponde al mismo pliegue esterno y casi de la misma forma de las muelas del caballo. En el lado in- terno se forman también dos pliegues simples que entran en la corona, constituidos por los últimos vestigios de las cavi- dades semilunares internas y corresponden á los dos replie- gues de esmalte internos y complicados de las muelas del caballo. Suponiendo que estosdos repliegues internos pudie- ran complicarse en el interior de la corona, las muelas de Brncliythen'um se convertirian en muelas de animales de la familia de los équidos, con las que no dejan de presentar ya algunas analogías, nueva prueba de las relaciones de pa- rentesco filogénico que existen entre los équidos y ciertos artiodáctilos, sefialadas en mi Filogenia. — 108 — Las dimensiones de las muelas de la mandíbula del indi- viduo adulto son las que siguen: Diámetro de la primera muela ( áatero-posterior O™ 01 7 existente (tercer premolar;. ( transverso O 011 ( en el lado esterno 0 007 Alto de la corona. . , • , n aar ( en el interno O UOb , ( ántero-posterior O 016 Diámetro del cuarto premolar. \ ^ n ma ^ ( transverso O 0r2 . , , , ( en el lado esterno O 011 Alto de la corona., i , • , n nm ( en el interno U UU / Diámetro del primer verda- , ántero-posterior O 014 dero molar } transverso O 012 . , , , ( en el lado esterno O 007 Alto déla corona.. í , . ^ n aa-:; ' en el interno U (JU / o Diámetro del segundo verda- C ántero-posterior O 016 dero molar ^ transverso O 0115 . , , , ( en el lado esterno O 010 Alto de la corona.. ] , ■ , n i^ñQ f en el interno O OOy Longitud de las cuatro muelas (los dos últimos premolares y los dos primeros molares) O 063 Atribuyo también al mismo género un verdadero molar y un premolar, de la mandíbula superior, de una conformación muy particular. El verdadero molar supongo sea el segundo ó tercero del lado izquierdo de la mandíbula superior. Este diente pre- senta caracteres propios de algunos perisodáctilos, y otros propios de ciertos ruminantes, particularmente del Prothe- rotheriiun cuyos verdaderos molares superiores, son los que mas se parecen á los del Brachyteriwn. El lado es- terno de la muela es aquel que mas diferencias presenta con el correspondiente del Protherotlierium por no tener mas que tres aristas perpendiculares, una anterior, una posterior y otra mediana, dividiendo la muela en dos partes profun- damente escavadas, cuya capa de esmalte se levanta sobre la corona en forma de dos cúspides, dando á esta parte de la muela una forma completamente igual á la que presentan los - 109 — molares superiores de la Macrauchenia, Scalabrinithe- rium, Paleotherium, Paloplotherium, etc., mientras que las muelas del Proterotherium presentan cinco aris- tas perpendiculares en vez de tres, dispuestas del mismo modo que en las muelas superiores de los demás ruminan- tes. En la base del lado esterno de la muela del Brachythe- rium hay también un pequeño rudimento de cingulum. En la superficie masticatoria de la corona, y en el lado interno, las analogías con el Proterotherium son eviden- tes. La muela está como en este género dividida en dos par- tes, una esterna y otra interna, por un surco ántero-posterior que se enancha y hace mas profundo hacia el centro formando una especie de pozo. La parte esterna usada por la mastica- ción presenta una zona longitudinal sin esmalte. El surco ántero-posterior ó pozo que divide la muela en dos partes está tapizado por una capa de esmalte que se une al que cu- bre la muela en sus bordes aiiterior y posterior. El lado in- terno está formado también como en Protherotherium por una gran columna ó lobo mediano y un lobo ó columna pos- terior mas pequeña, que están en comunicación formando el límite interno del surco ó pozo que divide la corona. Por la masticación, se gasta la parte superior de estas columnas ó cúspides y se ponen en comunicación produciendo una fi- gura sin esmalte estrecha y alargada de adelante hacia atrás, y del lado esterno hacia el interno. En el ángulo anterior in- terno de la muela hay una especie de callo basal bajo que se convierte en la parte anterior de la muela en una especie de reborde ó cingulum que \á á reunirse al ángulo esterno anterior. Las raices también presentan una conformación especial que no ofrece analogía con ninguno de los mamíferos cono- cidos, estas raíces son en número de cuatro, correspondiendo una á cada ángulo, pero en vez de ser simple como es la regla, son dobles, bifurcadas de una manera mas ó menos perfecta, con la base abierta, y algunas con dos cavidades — lio — nutritivas distintas. Estas raíces tienen un largo de (i á I 1 inm. La muela tiene 14 mm. de diámetro ántero-posterior y 17 mm, de diámetro transverso, y la corona 13 nim. de alto en el lado esterno y solo 8 en el interno. En las depresio- nes perpendiculares esternas hay un fuerte depósito de ce- mento. El premolar, igualmente del lado izquierdo, tiene la misma forma general que el verdadero molar con la diferencia de ser algo mas pequeño, y mas angosto en su parte interna. El lado esterno, esceptuando las diferencias producidas por la posición distinta y el desgastamiento mayor del diente por ha- ber pertenecido á un individuo mas \iejo, es idéntico al del verdadero molar. La superficie masticatoria de la corona está igualmente dividida en dos partes por un profundo surco posterior, pero en el lado interno no hay mas que una co- lumna que se enancha en el interior de la corona formando una figura semilunar desgastada por la masticación. En la parte inlerna anterior hay un gran callo Lasal ó cingulum muy desarrollado, mas bajo y casi nulo en la base de la columna interna, pero se vuelve á levantar en el ángulo interno posterior en forma de tubérculo que se une á la columna interna por una parte y al ángulo esterno pos- terior por la otra. Las raíces son en número de tres, todas dohles ó mas ó menos bifurcadas, una en el lado interno, v las otras dos, una en el ángrulü esterno anterior v la otra en el ángulo esterno posterior. Tiene 14 mm. de diámetro án- tero-posterior y 20 mm, de diámetro transverso. Por lo que hasta ahora conocemos de la dentición del Bradiytheyium á mas de las numerosas analogías que pre- senta con el Anoplother'ium presenta también caracteres propios de los rumiuantes, de los équidos y de otros paqui- dermos del orden de los perisodáctilos. — 111 — EDENTATA TARDIGRADA Ortotlieiúiim laticurvatuní, Amegh. gen. y sp. n. Nuevo género de edentados, de talla pequeña, pero ro- busto y probablemente de rostro y cabeza redonda como los actuales perezosos, á cuya familia sin duda pertenece; est(á representado por parte de la mitad izquierda de la mandíbula inferior, comprendiendo una parte considerable de la rama horizontal, el alvéolo de su primer diente en íov'.nd de canino, y los alvéolqs de otras tres muelas. La mandíbula es baja, gruesa, sumamente corta, y como dada \ueUa sobre sí misma, de donde resulta que la pared esterna forma como una protuberancia convexa muy pro- nunciada particularmente en su parte superior. Tiene debajo de la segunda muela, .37 mm. de alto, 21 de espesor, y 41 mm. de largo á partir del punto de la rama horizontal en que empieza á levantarse la rama ascendente hasta el alvéolo de la primera muela de aspecto caniniforme. La rama ascen- dente empieza á levantarse inmediatamente detrás del ter- cer diente y al lado del cuarto existiendo de ella solo una peciueña parte. El agujero mandibular esterno que comunica con el gran agujero mandibular interno, es una perforación elíptica, de unos S mm. de diámetro mayor, colocada en el principio de la rama ascendente al lado del alvéolo del último molar y á distancia de siete milímetros del borde alveolario. La sínfisis de la mandíbula empieza debajj del primer diente, que á juzgar por el alvéolo era muy pequeño, de — 112 — forma cilindrica algo elíptica, colocado un poco afuera déla línea dentaria y dirigido un poco hacia adelante de manera que tenia una forma algo caniniforme. Entre este y el segundo diente hay una barra bastante corta en donde la mandíbula no es tan espesa, y siguen detrás los alvéolos de tres enormes muelas en proporción del tamaño de la man- díbula, de forma algo rectangular, de ángulos redondeados, colocadas con su mayor diámetro en sentido transversal, y muy apretadas unas á otras de manera que los alvéolos están separados por tabiques que tienen menos de un milí- metro de espesor. El primero de estos alvéolos es mas bien de figura prismática triangular. Medidas Alto de la mandíbula debajo de la barra que separa el diente caniniforme del diente segundo ó molar O^OSS Alto debajo del segundo diente O 035 Alto debajo del tercero O 039 Grueso de la mandíbula en su parte superior en el borde de la barra O 006 Grueso debajo de la barra en la parte inferior O 014 Grueso debajo del segundo diente O 021 Diámetro del alvéolo del primer diente de aspecto caniniforme O OOfi Longitud de la barra O 007 Diámetro del alvéolo de la segunda ( ántero-posteríor O 012 muela ( transverso O 014 Diámetro del alvéolo de la tercera i ántero-posterior O 010 muela ( transverso O 014 El alvéolo (le la última muela está en su mayor parte des- trozado y perdido, pero por lo que queda parece tuvo la misma forma y dimensiones que el penúltimo. No seria quizás imposible que mas larde nos viéramos en la obligación de identificar el Ortotheríum con el Olygo- clon, aunque el canino superior sobre que he fundado este último género es de duneusiones bastante mayores que las — 113 que debia presentar el caniniforme inferior implantado en el alvéolo anterior de la mandídula descrita. Vov aliora, esta identidad no se puede afirmar, y en este caso, mas bien que reunir bajo un mismo nombre los restos de dos animales (jue pueden ser genéricamente distintos, prefiero separarlos, pues si llegara á demostrarse mas tarde su iden- tidad, tendré el derecho de escoger entre an.bos nombres el que se acordara mas con los caracteres generales del ani- mal, y desde ya, dado el caso de que tal cosa sucediera, optarla por el de Ortotherium, pues el de Olygodon, si bien correspondía al diente sobre que fundé este último género, si él fuera idéntico con Ortoiheriurtí no concor- daría con el tamaño relativamente enorme de las muelas de la mandíbula descrita. La talla del Ortotherium laticurvatum debia ser algo mayor que la del Bradypus existente. GRAVIGRADA Los animales de la familia de los megatéridos ó gravi- grados, que durante un largo número de años solo fueron conocidos por un corto número de géneros, han aumentado de tal modo el número de sus representantes fósiles, que constituyen ahora una larga serie de nombres genéricos de animales que si bien llenen sicnqire los caracteres funda- mentales de la familia, difieren entre sí por detalles de tanta importancia que se hace ya necesario disponerlos en cierto orden, subdividiéndolos en grupos fáciles de distinguir por sus caracteres osteológicos. Cuando no se conocía mas que los géneros Megatherñum, Myludon, Scelidotherium y Mcgalonyx no había gran inconveniente en reunirlos en un solo grupo, ya que solo el último de esos géneros pre- sentaba modificaciones de importancia en su conformación y sobre todo en la disposición del aparato dentario, bien — 114 — distiiilo de] de los tres géneros anteriores. Pero desde en- tonces se han descubierto nuevas formas, unas con los caracteres de los tres primeros géneros arriba mencionados, pero otras con los del Megalonyx y aun mas acentuados, constituyendo así dos grupos muy distintos cuya separación facilitará la colocación de los géneros según un orden que, aunque sea artificial, de cuaUjuier modo será siempre mas natural que el arbitrario com[)leto que á ese respecto actual- mente reina. Propongo pues dividir los gravigrados en dos grupos dis- tintos, tomando por tipo, para el uno el Megatherium, para el oleo el Megalochnus. P"" Grupo: Gravigrada mylomorpha. — Dientes todos mas ó menos de la misma forma, dispuestos en serie continua y con coronas dispuestas como para triturar, colocados en la parte mediana y posterior de la mandíbula, con una lar^a pro- longación mandibular anterior sin dientes. En algunos gé- neros el primer par de dientes anteriores pueden tomar un aspecto caniniforme pero no muy acentuado, sin que nunca estén separados de los dientes siguientes por una larga barra. Gonformacion general del esqueleto excesivamente robusta. Entran en esta sub-familia los géneros Mefiatherium Clv., Promegatheriuin Amegh., Essonodontherium Amrgh., Olygotherium Amegh., Ocnopus Reinh., Caelodon LuNU, Scelidotlieriiun 0\v., Grypotlieriiiin Rei.\h., Bab- diodon Amegh., Scelidodon Amegh,, Platyonyx Luinü, Tetrodon Amegh., MylodonOw., Promy lodon Xmegü., Pseudolestodon Gerv. y Amegh., Stenodon Amegh., Intc- rodon Amkgh. Nothropus Búrm, 2° Grupo: Gravigrada roüímorpha. —Primer par de dientes superiores é inferiores colocados en la parte anterior de las mandíbulas separados de los demás por una larga barra y afectando la forma de grandes caninos ó de fuertes incisivos. Los otros dientes colocados en la parte posterior de las mandíbulas y dispuestos todos como para triturar. — 115 — Conformación general del esqueleto menos macisa que la de los milomorfos. Entrañen esta sub-familia los géneros Me- g alony X ]f.ff., Gnatopsis Leidy., Megalochnus Leidy., Platyodon Amegh., Laniodon Amegh. , Pliomorphus Amegh., Valgipes Gerv,, Lestodon €jEi{x.,Pliogamphio- don Amegh., Diodomus Amegh, Esta subdivisión debe admitirse únicamente como medio de quebrar la monotonía de esa interminable serie de géneros colocados en \m mismo grupo, mientras los hay de tipos tan distintos, facilitando así su colocación y estudio, Pero en el estado actual de la ciencia no debe creerse un solo instante que con esta subdivisión pretenda que todos los rodimorfos sean entre sí parientes mas cercanos que cualquiera de ellos comparado con alguno de los milomorfos ó viee-versa; pues aunque considero á los rodimorfos como un tipo de evolu- ción mas avanzado que los milomorfos, los distintos géneros de aquel grupo, pueden descender de varios géneros distintos de milomorfos. Pero estas son cuestiones de clasificación ge- neral que no son de este lugar. Solo deseo pues que se acepte la subdivisión que precede, únicamente como medio de faci- litar el estudio de estos curiosos edentados, sin que se le ocurra cá nadie que este sea un ensavo de clasificación de acuerdo con mis ideas fundamentales sobre la materia espues- tas en Filogenia. Gravigrada Mylomorpha l*roiueg"atlierium siualtafiiin, Amegh. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t, V, pág, 293, año 1883. De este animal, distintodel Megatheriiuii por la lámina de esmalte interno aun no atrofiada y transformada en dentina, — 116 — he visto en las colecciones recojidas por el señor Scalabri«'i \arias muelas aisladas, completamente iguales á la que me sirvió de tipo para la fundación del género, como también he visto idénticas en la colección del Sr. Eoth. Nada de nuevo tengo que decir de ellas, á no ser que confirman la existen- cia del género formado precedentemente sobre un solo diente. Meg-atherium antiquuin, Amegh., sp. n. En las mismas colecciones del Museo del Paraná he visto varias otras muelas idénticas en la forma á las del Mega- therium y sin el mas mínimo vestij^io de la l;unina interna de esmalte, y en la colección del señor Roth he visto otra muela parecida. Pero como estos dientes son todos un tercio mas pequeños que los del M. aniericanum y pertenecen á un horizonte geológico muy inferior, no dudo pertenezcan á una especie distinta, que designaré, á lo menos provisoria- mente con el nombre de M. antlquum. Stenodon luodicus, Amkgh, gen. y sp. n. Fundo este género sobre una sola muela de un edeutado de la sub-familia de los milomorfos, de un aspecto tan distin- to de todas las muelas de los demás edentados conocidos, que es muy fácil distiuguirla al primer golpe vista. Es una mue- la muy comprimida cuyasecciontransversal representarla una figura muy alargada, de igual ancho en todo su la:go, pero de estremidades redondeadas. En la corónalos bordes están en partes mas elevados que el centro de la superficie masti- catoria. Muestra la muela en su superficie esterna ur.a muy delgada capa de cemento que cubre una segunda capa inter- na de dentina que forma una especie de estuche circular — 117 - rellenado por vasidentina que c(>nstituve la masa principal de la muela. Una de las caras anchas longitudinales de la muela es plana y casi aplastada y la opuesta ligeramente convexa. El diá- metro mayor de la corona es de 21 mni. y el diámetro menor, casi igual en todas partes, es de solo 9 ram. Es difícil saber cuál de estos dos diámetros correspondía al eje de la serie dentaria, pero me Inclino á creer debió estar implan- tada en la mandíbula con su diámetro mayor dispuesto obli- cuamente sobre el eje longitudinal de la rama horizontal de la mandíbula. Parece por la forma de la muela que el Stenodon era bas- tante cercano del Scelidotheriuin y del Piatyonyx y debia tener una talla comparable al S. leptocephalum. Interodon crassidous, Amegh, géa. y esp, n. m Fundo este género sobre dos muelas aisladas y un frag- mento de mantlíbula pertenecientes á tres individuos distin- tos, pero que por su conformación parecen pertenecer aun mismo género de edentados todavía desconocido, de la sub- familia de los milomorfos, y con caracteres intermediarios á casi todos los géneros de este grupo que se encuentran en la formación pampeana. Una de las muelas, la mejor conservada, por su forma ge- neral, parece pertenecer á la mandíbula superior, y por la curva que presenta podria considerarse como del lado iz- quierdo. Desgraciadamente está en gran parte envuelta en un depósito de calcáreo y arenisca conglomerada que no permite examinar la corona ni la superficie general de la muela. Su forma es la de un prisma cuadrangular, de dos diáme- tros distintos y de ángulos redondeados. La corona, como sucede con la mayor parte de los animales de esta familia, — 118 — parece algo mas gastada en el centro que en los bordes, pero lo que si puede apercibirse á pesar del depósito de arenisca que la cubre, es que uno de los bordes, que creo el interno es de varias milíuietros mas elevado que el esterno, de modo que la corona en su conjunto formaba una especie de plano inclinado de adentro hacia afuera, lo que constituye un punto de analogía con el género pampeano Laniodon, aunque en este último ese carácter se halla mucho mas acentuado y la superficie masticatoria es un plano regular, mientras que en la muela del Míe?"odon parece hay una depresión transver- sal. La superíicie de la muela es fuertemente estriada y acanalada en sentido longitiulinal particularmente en Jácara anterior, carácter que no he observado en ninguno de estos edentados. La cara anterior es longitudinalmente, bastante convexa ó redondeada, y la posterior mas bien aplastada. Las dimensiones de la corona son ■20nnn. de diámetro ántero- posterior y 24 mm. de diámetro transverso. En cuanto á la longitud de la muela la parte existente tiene 64 mm. de lar- go; la base está rota, pero como está ya bastante abierta, puede calcularse que el largo total no debia pasar, á lo sumo, de unos 75 mm. lo que no está en proporción con el tamaño de la muela. La otra muela se adapta muy bien al alvéolo, bastante roto es cierto, de la segunda muela del lado derecho del fragmen- to de mandíbula que atribuyo al mismo género; creo, pues, que esta muela es la segunda del lado derecho de la mandí- bula inferior. Representa igualmente la forma de un prisma cuadrangular, de ángulos bastantes redondeados, pero no está tan fuertemente estriada y acanalada longitudinalmente como la precedente. Sus caras anterior é interna son redondea- das ; la posterior es mas bien aplastada, y la esterna tiene una depresión longitudinal que corresponde á una arista ó colum- na longitudinal que se observa en la pared interna del alvéolo. La corona está bastante destrozada, pero parece tuvo una depresión transversal en el medio como las muelas del Mega- — 119 — theríum. Tiene 22 mm. de diámetro ántero-posterior y otro tanto de diámetro transverso. El fragmento de mandíbula que atribuyo al mismo género, es un pedazo de la parte anterior del lado derecho de la mandíbula inferior, en el que se conserva intacto el alvéolo déla primera muela y una parte considerable del alvéolo de la segunda. Las dimensiones de esta parte de la mandíbula corresponderían a una pequeña especie áeM y loción ó de Pseudolestodon, pero los alvéolos son tan grandes que las muelas que en ellos se hallaban implantadas eran de doble ta- maño que las correspondientes en los géneros arriba mencio- nados, como en efecto lo son las dos muelas aisladas ya descritas que atribuyo al mismo género. El alvéolo del primer molar es de forma casi cilindrica, con sus bordes anterior, posterior y estenio redondeados, y el borde interno mas aplastado y con una cresta longitudinal en el medio, poco elevada. Tiene 2.3 nun. de diámetro ántero- posterior, 20 mm. de diámetro transverso y 55 mm. de pro- fundidad. El segundo alvéolo del que solo existe el tabique anterior y el tabique interno, parece haber sido deforma mas cua- drangular y sigue inmediatamente al primero con un inter- valo de solo un milímetro. El tabique anterior es mas aplastado y no redondeado como en el primer alvéolo y el tabifjue interno muestra la misma cresta longitudinal que existe en el primer alvéolo, pero mas desarrollada. Tiene unos 24mm.de diámetro ántero-posterior y otro tanto de diámetro transverso. La mandíbula, al nivel del primer molar tiene, 51 mm. de alto en su lado esterno, 24 mm. de espesor en el borde alveo- lar, y ,32 mm. de espesor hacia la mitad del alto de la man- díbula. La parte superior de la mandíbula delante del alvéolo del primer molar que existe en una esteusion de 45 mm., es bas- tante delgada y se va levantando suavemente hacia arriba en — 120 — su parte anterior. Aquí, debajo de este borde existen dos agujeros nutritivos [foramina. mentale); uno pequeño, de unos 5 mm. de diámetro, situado á unos 23 mm. adelante del borde alveolar anterior del primer molar, y á 14 mm. debajo del borde superior de la mandíbula. El segundo, mucho mas grande, está situado 8 mm mas hacia adelante y hacia abajo del anterior, y á 18 mm. abajo del borde superior de la mandíbula. Es de forma elíptica y tiene unos 17 mm. de lar- go por 9 mm. de ancho. La curva para formar la síníisis de la mandíbula parece empieza justamente debajo de estos agujeros, y como están situados mas adelante que en Mylodon, re.sulta que la sín- íisis del Interodon debia ser mas prolongada hacia adelante que en el último género, pero no tanto como en Scelido- therium. En la forma general, esta parte de la mandíbula se parece mas al Mylodon y Pseudolestodon que al Scel.i- dotheriam, pero los alvéolos son de tamaño mucho mayor que en los géneros mencionados y de forma distinta. Las dos muelas aisladas, en su forma prismática cuadrangnlar tienen algo de las de Megatheriurn, CcpÁodon, Pliomor- phus etc., sin ser idénticas con ninguna de las de estos gé- neros, diferenciándose al contrario, como lo hemos visto, por caracteres propios de gran importancia. La talla del Interodon crassidens era comparable á la del Mylodon robustus. Mylodon? aiubig'uus, Ajiegh. sp ?!. Esta especie está representada por una parte considerable de la mitad izquierda de la mandíbula inferior, incluyqndo la mayor parte de la rama horizontal con los alvéolos de las tres primeras muelas y parte del alvéolo de la cuarta, mas una muela aislada que con las reservas del caso atribuyo á la misma especie. — 121 — Es eí>te igualmente un animal de formas intermediarias di- fíciles de precisar. Lo coloco jjrovisoriamente en el género Mylodon con el que parece tiene mayores analogías, aunque con la casi completa seguridad de ([ue será necesario mas tarde separarlo como género ó subgénero distinto, no que- riendo por ahora fundar un género sobre un fragmento de mandíbula sin conocer antes una muela que con comj)leta seguridad pueda atribuir al mismo animal. La mandíbula es baja y prolongada, con alvéolos que á es- cepcion del primero denotan la existencia de muelas de gran tamaño en proporción de la mandíbula, aunque no tanto como en el Interodon crassidens. El primer alvéolo separado del segundo por un tabique de 5 mm. de espesor, es bastante mas pequeño que los que si- guen. Tiene una forma elíptica, con su mayor diámetro dis- puesto en sentido ántero-posterior. La parte anterior, j)os- terior y esterna del alvéolo es redondeada, pero el lado interno es mas plano y con una cresta longitudinal muy baja. Tiene 21 mm. de diámetro ántero-posterior, y 15 mm. de diámetro transverso, pareciéndose mucho al mismo alvéolo del Interodon. La muela aislada arriba mencionada se adapta perfecta- mente á este alvéolo por lo que supongo pueda ser del mis- mo animal, aunque no sea una prueba evidente de ello. Es de figura elíptica, con un surco longitudinal en su cara inter- na que correspondería a la cresta longitudinal que sobre la misma cara se ha visto presenta el alvéolo. La corona no forma un plano horizontal; la delgada capa de cemento que envuelve la muela y la capa de dentina gruesa de unos dos milímetros que rodea la vasidentina, han resistido mas que esta última á la masticación, de modo que la corona en el centro está gastada mas profundamente que en la periferia y en un espacio que corresponde exactamente al área que en la corona ocupa la vasidentina. La corona tiene 18 mm. de diá- metro ántero-posterior y 1 I mm. de diámetro tiansverso. La — 122 — delgada capa de cemento que envuelve la muela está cu- bierta én casi toda su superficie por un crecidísimo número de estrias longitudinales bastante linas. El segundo alvéolo es de sección prismática triangular aunque también de ángulos redondeados. El lado interno es el costado mas ancho, y el esternomas redondeado es el mas angosto. En el costado interno presenta el tabique del al- véolo una arista longitudinal mas elevada que la del ahéolo de la primera muela. Tiene 25 mm. de diámetro ántero-pos- terior en su costado interno mas ancho, y 28 mm. en su ma- yor diámetro transversal que es oblicuo á la serie dentaria. Este alvéolo se parece un poco al correspondiente del Mylo- clon siendo proporcionalmente bastante mas grande. El tercer alvéolo forma una elipsis prolongada, con dos diámetros muy diferentes, de los que, el mayor corresponde á una linea oblicua á la sórie dentaria. Este alvéolo muestra igualmente en su interior una cresta longitudinal, pero si- tuada en la parte anterior sobre el tabique (|ue la separa del segundo molar, hacia el lado interno. Tiene 19 mm. de diá- metro ántero-posterior y 31 mm. de diámetro transverso que forma una línea oblicua al eje de la serie dentaria. Del alvéolo del cuarto diente solo existe una pequeña par- te del lado anterior é interno, de modo que no se puede de- terminar su forma, aunque es de creer luera como para reci- bir una muela bilobada. La distancia que separa la parte anterior del borde del al- véolo del primer molar, de la parte posterior del borde del alvéolo del tercero es de 83 mm. El alto de la mandíbula es de 46 mm. al nivel de la pri- mera muela, 57 mm. al nivel de la segunda, y de 65 mm. al nivel de la tercera. El borde inferior de la mandíbula en la parte existente es sensiblemente horizontal y reposando sobre esta base natu- ral se vé que el borde alveolario va bajando gradualmente desde el cuarto hasta el primer ahéolo, punto mas bajo de la , - 123 — niandíbulcí, para volver á subir hacia adelante, pero no se puede conocer exactamente la forma de la parte anterior por- que la mandíbula está rota á unos 6 cm. dehuite del primer alvéolo. En la parte anterior tiene la mandíbula dos agujeros nu- tritivos, el primero situado á unos 20 mm. delante de la parte anterior del alvéolo del primer molar y á 8 mm. de- bajo del borde superior de la mandíbula, siendo doble ó con dos aberturas, una posterior de 4 mm. de diámetro y otra anterior de 6 mm. de diámetro, separados por un delgado tab¡(]ue que desaparece unos cuantos milímetros liácia el interior. El otro agujero, situado unos 15 mm. mas ade- lante y mas abajo, es bastante mas grande. La síníisis parece cjue era muy prolongada liácia adelante como en el Scelidotheríum y Gnjpotherium, pero diferia de andjos en la forma, disposición y tamaño de las muelas. Por algunos de estos caracteres como ser la forma de las nuielas se acercaría mas de las especies conocidas del género M y Loción, pero diíiere de ellas por la forma de la mandí- bula y algunos caracteres de la dentición que lo acercan del Interodon. La talla de esta especie era comparable á la del Sceli- dotheríum leptocephalurn. Pseuclolestodon sp? Un diente aislado y bastante rodado, el primero del lado derecho de la mandíbula superior, por su forma prismático- triangular, su curva, y su corona cortada en bisel, indica evidentemente que pertenece á una especie del género Pseudolestodon, uno de los mas abundantes en la forma- ción pampeana, en donde está representado por unas siete ú ocho especies distintas. Pero habiendo perdido este diente toda la capa de cemento esterno que era bastante — 124 — espesa, ha modificado también su forma, de modo que no es posible determinar si se trata de alguna de las especies ya conocidas del terreno pampeano, ó de una especie nueva, lo que es posible. En la imposibilidad de determinar sus ca- racteres, me abstengo de designarla con un nombre espe- cífico, contentándome con constatar que ya en esa lejana época habia aparecido el género Pseudolestodon, aunque por los escasísimas restos que de él se han encontrado es indudable era entonces muy escaso. Gravigrada rodimorpha. Liestodon antiquus, Amegh. sp. n. El género Lestodon también estaba ya representado en la época en que se depositaban las mas antiguas capas de las barrancas de la ciudad del Paraná. Los restos que demues- tran su existencia son: un fragmento de la sínfisis de la man- díbula inferior con parte del alvéolo del caniniforme del lado izquierdo, dos dientes molares aislados y un caniniforme superior. Estas piezas en cuanto al género no dejan absolu- tamente duda. En cuanto á la especie, tratándose como de costumbre de piezas aisladas y de consiguiente de individuos distintos, diré que es probable pertenezcan á una sola, dis- tinta de las pampeanas, que denominaré L. antiquus. La parte existente de la sínfisis indica una especie de ta- maño bastante menor que las que se conocen de la formación pampeana. Esta parte de la mandíbula es masestrecha y mas prolongada hacia adelante que en las especies mas modernas, y particularmente la parte anterior sin dientes que en los LestodoiL trigonidens, L. armatus, L. Bocagei y L. Gaiidryi, se enanciía en forma de pala, parece haber sido en el L. antiquus mucho mas angosta, mas estrecha todavía que en las especies de los géneros Mijlodon y Pseudolestodon. - 125 — Es una lástima que esta pieza no sea mas completa para poder determinar la forma de los caninos, que por el frag- mento de alvéolo existente parece hubieran sido bastante gruesos, pues la cara interna existente forma una faja casi jjlana de 25 mm. de ancho que representa el diámetro trans- \erso del diente que allí estaba implantado. Foresta cara casi plana, se puede también deducir que los dientes caninifor- mes inferiores de esta especie eran también de sección pris- mática triangular como en Leslodon trigonidens. en vez de ser elipticos como en el L. armatus y L. Bocagei. Otra diferencia muy notable entre esta especie y las pam- peanas hasta ahora conocidas, aparece en el modo como es- taban implantados esos mismos dientes en forma de colmillos. En el L. armatus y especies aliadas á escepcion del L. tri- gonidens esos dientes separados de las otras muelas por una larga barra, se desvian de la serie dentaria, dirijiéndose hacia afuera y hacia arriba. En el L. trigonidens son todavía mas desarrollados, y se dirijen hacia afuera y hacia adelante en sentido mas horizontal íigii raudo dos enormes defensas diver- gentes. En el L. antiquus en vez de dirijirse hacia afuera, sedirijian hacia adelante, tomando mas la torma de incisivos. Las dos muelas aisladas son de tamaño relativamente pe- (jueño, y menos elípticas y mas circulares (pie las de los les- todontes [)ampeanos. El cauinilbrme superior tampoco tiene nada de notable. Es de la misma forma prismático-triangular que caracteriza este diente en todas las especies, teniendo unos 27 uun. de diá- metro ántero-posterior y 19 de diámetro transverso. Diocloinus Cojiei, Amegh. gen. y sp. 11. Nuevo gLMiero de edentados gigantescos, representado por una parte considerable de la sinfisis de la mandíbula inferior, de una forma muy particular, y en la que se cünser\a aun — 126 — parte de los alvéolos de dos dientes que estaban implantados todavia mas adelante que eii el Lestodon antiquus de modo que afectaban la forma de formidables incisivos. Esta parte de la mandíbula difiere completamente de la de todos los edentados de esta parte de América hasta ahora co- nocidos, pero presenta al contrario un gran parecido con la sínfisis del curioso edentado de la isla de Cuba llamado por Leidy Megalochnut; rodens, con la diferencia del tamaño gigantesco de las partes correspondientes del Díodomus. La parte posterior de la sínfisis en vez de formar una gran curva como en Lestodon forma una curva de radio mucho menor demostrando que ambas ramas de la mandíbula inferior estaban separadas por un muy pequeño es[)acio como en Me- gatheríuin y sobre todo en Megalochnus. En su parte inferior es ancha y deprimida hacia atrás, es- trechándose hacia adelante en donde todavia está en parte visible la sutura de ambas ramas de la mandíbula cuyos ves- tigios han completamente desaparecido de la parte interna. En toda esta parte de la mandíbula se ven pequeños agujeritos que parecen demostrar que el animal tenia labios muy car- nosos, prolongados hacia adelante y muy movibles. En la parte interna, forma la sínfisis un canal de fondo cóncavo parecido á Megalochnus, pero proporcionalmente mas estrecho y mas profundo, de acuerdo con el mayor ta- maño del animal y con la forma distinta délos incisivos, de un diámetro ántero-posterior mucho mas considerable. Este ca- nal empieza en la parte posterior de la sínfisis con un ancho de solo unos 18 á 20 mm. y con paredes laterales casi verti- cales que se van separando hacia adelante, en donde á una distancia de unos 8 á 9 cm. de la parte posterior el canal ad- quiere un ancho de 38 á 40 nnn. En este punto, conócese por los resto.) de los alvéolos, que los dientes en forma de incisivos sallan fuera de la mandíbula dirijiéndose hacia adelante y hacia arriba como en los roedores y en el Mega- lochniis^ pero l;i parte intermediaria de la sínfisis, aunque — 127 — está rota se vé perfectamente que se dirijia hacia adelante angostándose cada vez mas hasta formar una especie de pico que diferia del que presenta la sínfisis del Megalochnus en que descendía hacia abajo en vez de ascender ligeramente hacia arriba como en este. De los alvéolos de los dos dientes en forma de incisivos solo existe parte de los tabiques anteriores y parte de los ta- biques internos, que aunque no son suficientes para darnos á conocer la forma y dimensiones de los. dientes que en ellos estaban implantados, bastan para demostrarnos que eran de forma muy distinta de los del Megalochnus y de los demás edeutados conocidos. Estos alvéolos en la parte posterior de la sínfisis solo se encuentran separados el uno del otro por un espacio de "25 á 27 mm. pero se dirijen hacia adelante en dirección algo divergente de modo que al salir del alvéolo debían estar separados por un espacio de unos 5 cm. de ancho ó quizás mas. El»tabique anterior es una faja plana de 31 mm. de ancho, y lo que queda del tabique interno forma una pared iguahnente plana de 25 mm. de alto por lo menos que se une á ángulo recto al anterior. Deducimos de esto que los dien- tes en forma de incisivos del Diodomus, en vez de ser an- chos, delgados, convexos en la cara anterior y deprimidos en la posterior como en el Megalochnus, son- al contrario anchos, escesivameute gruesos, a planos en la cara anterior y en la interna. Es indudable que cuando se conozcan piezas mas com- pletas, este animal aparecerá como uno de los mamíferos mas curiosos que hayan existido. La talla del Diodomus Copel debía ser comparable á la de los mas grandes lestodontes. Dedico la especie al ilustre paleontólogo norte-americano, E. D. Cope. - 128 Plioniorphus niutilatus, Amegh. gen. y sp. n. Nuevo género de la subfamilia de los gravigrados rodi- morfos, representado por un fragmento de maxilar superior del lado derecho, en el que se halla implantado el diente anterior en forma de canino ó de incisivo, y el primer molar que sigue hacia atrás. Caracteres genéricos. — Diente anterior, implantado en la parte ántero-esterna de la mandíbula, de sección prismá- tica triangular y corona plana i^?). Diente segundo separado del anterior por una larga barra, de sección prismática cuadrangular con dos crestas transversales en la corona se- paradas por un surco profundo. El diente anterior de sección prismática* triangular, con los tres lados desiguales, es comprimido transversalmente con un diámetro mavor de 24 mm. v un diámetro menor ó transverso de 18 mm. Está roto en el alvéolo por lo que no se puede conocer la forma de la corona, pero hay otro dicute anterior aislado que atribuyo á otro individuo de una especie distinta del mismo género, que tiene la corona y está gastada liorizontalmente, por lo que creo posible lo haya sido del mismo modo en el Pliomorphus inutilatus como así debe ser eu efecto si el diente mencionado proce- diera, como yo lo creo, del mismo género. Por este carácter, de tener la corona del diente anterior plana, Pliomorphus so acercarla do Megalonyx, pero dilíere de este por la forma de dicho diente, elíi)tica eu Megalonyx y prismática triangular en Pliomorphus. % Siiíue á este primer diente una barra de 4 cm. de largo (pie lo separa del segundo, igualmente distinto del diente correspondiente del Megalonyx por su forma prismático- cuadrangular, y por su corona con dos crestas transversales — 129 — separadas por un surco. La corona tiene 17 mm. de diámetro ántero-posterior y otro tanto de diámetro transverso. El tercer diente seguía inmediatamente á este, del que solo estaba separado por un delgado tabique, pe.^o se ha perdido, no quedando mas que el tabique anterior del al- véolo que por su ancho parece indicar que dicho diente fué de dimensiones bastante mayores que las del precedente. La parte palatina del muvilar, ancha adelante de mas de tres centímetros, mientras que mas atrás, al nivel de la parte posterior del segundo diente solo tiene 13 mm., prueba (jue el paladar era angosto hacia atrás y se enanchaba gra- dualmente hacia adelante, pareciéndose en esto mas al gé- nero Pseudolestodon que á ningún otro edentado. Del hueso incisivo ni se vé \es\igio de la sutura que debia unirlo al maxilar, y sin duda era tan rudimentario como en Mylo- don v Pseudolestodon. La parte lateral del maxilar es aun mas notable y hasta cierto punto por ahora enigmática. A partir del primer diente anterior en forma de canino, el ángulo ó arista que delimita ambas partes del maxilar (esterna y palatina) describe una curva que se dirijo hacia adentro, interrumpiéndose brusca- mente al llegar a la segunda muela que se halla afuera de esa línea, formando el alvéolo una ()rotuberancia esteiMia com- pletamente cubierta lo mismo que una parte considerable del maxilar hasta cerca del diente anterior por un depósito de sustancia ósea de foi'uia y superficie irregular, cuya sig- niíicacion ó inq)ortaucia no puedo lijar sobre tan escaso fragmento, j)udiendo quizás taud^ien ser el resultado de al- giMia fractura ó herida recibida en esta parte del cráneo cuando aun estaba en vida el aninuil. La talla del Plioniorphus mutílatus era comparable al de una especie de Pseudolestodon. — 130 Pliomorphus robusius, Amegh., sp. n. Esta especie está representada por el diente caniniforme superior del lado derecho, aislado, que >a he mencionado al hablar de la especie anterior. Kl fragmento de cráneo de Pliomorphus niutílabiH arriba descriio, se conoce por la usura de la muela v lo compacto del tejido huesoso, (jue per- teiiecia á un individuo adulto. El pequeño IVagniento de ma- xilar que acompaña este diente aislado es mas esponjoso, y como el diente es de doble tamaño ({ue el correspondiente del fragmento de mandíbula anterior, no dudo proceda de una especie distinta de mayor tamaño que designaré con el nombre de P. robustus. La corona de este diente apenas sobresalía de unos ntilímetros sobre el borde del alvéolo, no es tan comprimido como en la especie precedente, es mas ancho en su lado posteiior y de ángulos mas redondeados. La corona es un poco mas gastada en el centro que en los bordes. La supcríicis longitudinal del diente está cubierta por una lámina muy delgada de cemento que se desprende con facilidad, habiéndose ya perdido sobre una parte conside- rable de la superficie. Tiene 24 mm. de diámetro ántero- post3rior y 21 mm. do diámetro transverso. LORICATA Sucede con esta familia, lo mismo (]ue con la de los gra- vígrados : ha aumentado tanto el número de géneros estin- guidos, y son estos tan diferentes entro sí y con los actuales, que se hace necesario subdividirla en varias subfamilias, para lo cual tomaremos como carácter distintivo j)rincipal la forma de las muelas, que permiten establecer tres grupos bastante naturales. — J31 — I" Grupo : Glyptodotia. Muelas siempre eu número de ocho en cada lado, compuestas de tres partes prismáticas con tres aristas y dos surcos longitudinales en cada cara. Una apófisis descendente del arco zigomático. Rama ascen- dente de la mandíbula inferior formando con la rama hori- zontal un ángulo menor de 90 grados. Hueso incisivo rudi- mentario. Coraza sin fajas movibles. Todos los géneros estinguidos. 2° Grupo: Mesodo>tia. Muelas en número mayor de ocho en cada lado, de forma elíptica, con dos fuertes colum- nas y un surco intermediario en el lado interno, y tres columnas y dos surcos rudimentarios en el lado estenio. Rama ascendente de la mandíbula parecida á los Glypto- dontm. Coraza con fajas movibles. Todos los géneros es- tinguidos. '' 3° Griijjo : Haplodointia. Dientes simples de forma mas ó menos cilindrica ó comprimida. Rama ascendente de la mandíbula poco elevada y colocada mas hacia atrás. ApóGsis descendente del arco zigomático ausente. Coraza con fajas movibles. Todos los géneros actuales y algunos estiniruidos. ■O' Glyplodontia PalíJehopIophorus Soalabrini, Amech. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, T. V, pág .301, año 1883. Varias placas de coraza de animales di^l grupo de los IIo- plojihorus, corresponden probablemente á esta e.specie. Por lo que concierne á algunas placas marginales esta de- terminación es exacta, siendo muy parecidas á las correspon- dientes del //. ornatus. Una de las placas marginales perteneciente al borde au- — 132 — terior de uno de los primeros anillos, es gruesa } de tamaño considerable. La arealita ó figura grande y única que ocupa el cuerpo de la placa es bien delimitada y rodeada de nume- rosos agujeros profundos y de diámetro considerable que se estienden igualmente sobre el cuello ó depresión transver- sal que separa el cuerpo de la placa de su estremidad mar- ginal en forma de tecla. Esta placa tiene 41 mm. de largo, 24 de ancho y 14 de espesor en su parte mas gruesa. La figura central de forma elíptica, que ocupa el cuerpo, tiene 14 mm. de diámetro mayor y 10 mm. de diámetro menor. Los agujeros tienen de 1 á 2 mm. de diámetro. Estos ca- racteres corresponden perfectamente á los que he indicado en los fragmentos de la cola del Palcehoplophorus y pro- ceden seguramente del mismo animal. • Otras placas mas grandes, de forma rectangular, cu\a superficie esterna está ocupada casi esclusivamente por una sola figura ó roseta circular, con agujeros igualmente gran- des y profundos alrededor, y rudimentos de arealitas en sus estremidades anterior y posterior, es probable procedan también del mismo animal. En este caso, tratándose de placas aisladas, todas de in- dividuos distintos, y de una especie y de un subgénero del que aun no conocemos la forma, es fácil comprender que no se pueda ser mas esplícito en la determinación de tales piezas. Pfilíelioplopliorus pressulus, A.megh., sp. n. Esta especie también debe tener caracteres muy particu- lares y un tipo mas primitivo que la precedente ; desgracia- damente solo está representada por dos i)edazos de coraza de individuos distintos y de región muy diferente, perte- neciendo uno de ellos á la coraza dorsal, y el otro á uno de los anillos de la cola. — 133 -- El primer fragmento, perteneciente á la coraza dorsal, consta de cuatro placas, de forma mas ó meóos pentagonal, bastante grandes puesto qne tienen de 30 á 35 mm. de diá- metro, pero relativamente muy delgadas, presentando un espesor variable entre 7 á 10 mm. La supeficie esterna de cada placa está ocupada en el centro por una roseta ó figura circular de diámetro variable, formada en su perímetro por un i'eborde bastante elevado y en el centro por una depre- sión bastante pronunciada. Esta figura central está delimi- tada, no por un surco como en los Iloplophorus pampeanos, sino por una depresión ancha, poco profunda y no muy bien delimitada, en cuyo alrededor, ocupando el contorno de la placa, se ven otras figras mas pequeñas, todas ellas muy mal delimitadas, separadas por surcos poco aparentes, unas mas rugosas, otras mas lisas \ de tamaños distintos. En estas depresiones, ni aun al rededor de la figura central, no se ven esos pequeños agujeros que se encuentran en las pla- cas de los otros glyptodontcs y de los Iloplopliorus pampea- nos. Lo que mas caracteriza este fragmento es lo rudimen- tario de sus dibujos y la poca fijeza de los caracteres que presentan sus distintas partes. El segundo fragmento procede de uno de los anillos mo- vibles de la cola, y consta también de cuatro placas, dos pertenecientes á la fila anterior, y dos pertenecientes á la posterior. Las placas de la illa posterior tienen un diámetro de 18 mm. y un espesor de 7 mm. Casi toda la superñcie esterna está ocupada por una roseta ó figura central de unos 12 mm. de diámetro que en su parte posterior constituye el borde mismo de la placa, pero en su parte anterior forma hacia adelante una pequeña protuberancia de la que la roseta .está separada por un surco bastante ancho y profundo, en el que se vén dos o tres agujeros de 2 á 3 mm. de diámetro y de fondo cóncavo. Las dos placas de la fila anterior, son como de costumbre, de figura mas rectangular, de 28 mm. de largo, y 16 á 18 de — 134 — ancho, siondo mas anchas y gruesas en su parte posterior y (lelgaíJas v mas angostas en su parte anterior, de modo que el anillo no solo formaba aquí un borde anterior delgado, sino que, si la particularidad observada en estas placas se repetía como hay motivos para creerlo en las demás, pre- sentaba también una serie de escotaduras correspondientes á la parte anterior de las suturas de las placas. En las placas existentes esta escotadura tiene 7 mm. de largo por 4 de ancho. \/d parte posterior de cada una de estas placas está ocu- pada p(u' una Sigura elíptica bastante elevada, de unos 10 mm. de diámetro, rodeada en sus dos costados laterales v en el anterior por un surco ó mas bien una depresión ancha y poco profunda, pero con unos cuantos agujeros anchos y de fondo cóncavo. Mas adelante se presenta u\ia protube- rancia elevada, rodeada igualmente por algunos grandes agujeros, terminando la placa en su parte anterior por una especie de plano inclinado, rugoso é irregular. En algunos IJoplophoras pampeanos, se notan ya algu- nos de estits detalles que pueden determinarse como irre- gulares, pero no con los caracteres de una irregularidad ó imperleccion tan acentuada como en la especie descrita del Paraná . Eurvurus interumlatus, Amegh. sp. n. • Una sola placa de la coraza, pero perfectamente bien ca- racterizada, representa hasta ahora el género Euryurus en el oligoceno del Paraná. Las placas del género Euryurus Geuv. y Amegh. son muy fáciles de reconocer, distin- guiéndose de las del Panochtu^ ¡Uum. en que no tienen esculturas ó figuras esternas, y del Daidicurus Bukm. y Plaxhaplous Amegh. en que no tienen los grandes aguje- ros que atraviesan por completólas placas de la coraza de estos últimos dos géneros. - 135 — Las placas áelEuri/urus riidis Giírv. y Amf.gh. del que se conoce la coraza casi completa, son i, xVmegh. Cardiodon Marshii, Amegh. » Leidyí, Amegh. Caviodon mulliplicatus, Amegh. Procatia mesopotamica, Amegh. DE COLOCACIÓN INCIERTA Paradoxomys cancrkorus, Amegh. sp. inédita A B PENTADACTYLA TOXODONTIA Toxodon paranensis, Laur. » plicidens, Amegh. » foricurtatus, Amegh. Toxodontherium coinpressum, Amegh. Ilaplodontherium Wildei, Amegh. typotheridea Protypolheriam antiquuin, Amegh. PERISSODACTYLA macrauchexidea Sea labrinitheriu m Bra rardi, A meg h . » Rothi, Amegh. Oxyodontlierínm Zeballosi, Amegh. Mesorhinus piramydatus, Amegh. EQUINA Hipphaplous enfrerianus, Amegh. 10 — 146 — TAPIROIDEA Rihodon limbatus, Amegh. ARTIODACTYLA ANOPLOTERIDEA Brachytherium cuspidatum, A>fEGH. PROTOCERVINA Pro tero therium cerrioides, Amegh. EDENTATA TARDIGRADA Ortotherium laticurratum, Amegh. Olygodon pseudolestoides, Amegh. GRAVIGRADA Mylomorpha Promegatherium smallataiii , Amegh. Menaíhei^ium antiqíium, Amegh. Síenodon modicus, Amegh. Gr y po therium Darwinii? Ow. Iníerodon crassidens, Amegh. Mylodon ? amhiyuus, Amegh. PrnmyJodon paranensis, Amegh. Pseudolestodon (sp ?) Rodimorpha Leslndon antiquus, Amegh. Dindornus Copel, Amegh. Pliomorphus mutilatus, Ame(íii. )) robustas, Amegh. — 147 - LORICATA Glyptodontia Palaehoplophorus Scalabrini, Amegh. » pressulus, Amegh. Euryuras interundatus, Amegh. ProtoijUjptodon primifonnis, Amegh. Mesodontia Chlaniijdotherium paranense, Amegh. PINNIPEDIA PHOCÍNA Otaria Fischerí, Gerv. v Amegh. CETÁCEA ZEUGLODONTIDEA Saitrocetes argentinus, Burm. delphinoidea Palaeopontoporia paranensis, Brav. BALAEXÜIDEA Balaena dubia, Brav. En la época en que \ivinn los mamíferos que se encuentran enterrados en las barrancas del Paraná, los representantes del orden délos carnívoros parecen haber sido sumamente escasos. fia.sta ahora conóceuse solo dos géneros ; el Cyo- — 148 — násua, de proporciones pequefias, de dientes posteriores bastante tnbercnlosos, y sin duda de apetitos carniceros no muy desarrollados; y el A7'cíoí/ie?'mm cuyo aparato denta- rio compuesto de muelas cortas, anchas y tuberculosas, demuestra estaba mas bien adaptado para un régimen frugí- voro que para un régimen carnívoro, de modo que á pesar de su talla colosal no debía ser para sus contemporáneos un muy terrible compañero, como indudablemente lo hubiera sido alguno de esos géneros esencialmente carniceros que aparecieron mas tarde, como el Smilodon, el M SLchairodus , Felis, Hyaena, etc. Esta escasez de restos de carniceros no puede atribuirse ala pequenez de los huesos que no hubiera permitido su con- servación, ó á que no se hubieran encontrado á causa de esa misma pequenez relativa. El profesor Scalabrini que ha coleccionado personalmente la mayor parte de la colección, ha reunido comose ha visto un gran número de fragmentos de mandíbulas y dientes de pequeños roedores que acusan en él, para este género de investigaciones, verdaderos ojos de lince. Por consiguiente, si los carniceros hubieran sido abun- dantes estarían en sus colecciones bien representados, pero como no sucede así, debemos creer que depende únicamente de que son escasos en el terreno, y esa escasez no puede depender á su vez mas que del cortísimo número de carnice- ros que aquí vivían durante esa época, pues si hubieran exis- tido en abundancia no habría razón ninguna para que no se hubieran coíiservado sus restos, puesto que se han conser- vado en los mismos yacimientos los de animales mucho mas pequeños. En Europa y Norte-América, las formas de carnívoros mas elevados que caracterizan los terrenos terciarios superiores, los terrenos cuaternarios, y la época actual, todavía no habían aparecido ó estaban representados por escasísimos géneros, pero existían allí numerosos carniceros de caracte- res algo distintos, que presentan generalmente una dentición - 149 — mas completa y dientes á menudo mas tuberculosos, penta- dáctilos la mayor parte y planti^a\idos todos, algunos con ciertos caracteres del tipo marsupial, que se supone con razón sean los antecesores de los carniceros que aparecieron en épo- cas mas modernas. Esa forma de carnívoros primitivos parece que todavía está representado en la actualidad por algunos géneros dispersos en distintas regiones del globo, y de ellos se encuentra nn género en Sud-América y en la parte setentrional de la Repú- blica Argentina, que es el coatí (Nasua Storr.;. Y el pri- mer carnívoro de nuestro país, de los primeros tiempos terciarios, que llega á nuestras manos, el Ci/onásua Amegh., es-un pariente zoológico de ese tipo primitivo todavía exis- tente. Colócase el coatí (y de consiguiente también Cyonásua) en la familia de los osos, pero formando un pequeño grupo á parte, con el nombre de sub-ursus de caracteres mas pri- mitivos que los verdaderos osos, y es con este grupo secun- dario que se relacionan una parte considerable de los carnice- ros estinguidos de los primeros tiempos terciarios del hemisferio norte. El otro grupo de esta familia, los verda- deros osos, representan un tipo de evolución mas avanzado que los sub-ursiis y en el hemisferio norte aparecen recien en el terciario superior. Sin embargo la familia de los osos en su conjunto, por el número de sus muelas, las particularida- des del esqueleto, y su posición plantigrada, es aquella que entre los carnívoros existentes representa una etapa de evo- lución menos avanzada, y de consiguiente que tiene una apariencia de mayor antigüedad, justificada por la época remo- ta de los estratos en que se han encontrado los representan- tes fósiles del grupo de los sub-ursus. Así es también interesante saber que el grupo de los verdaderos osos ha aparecido antes en la América del Sud que en las otras regio- nes de la tierra, pues el otro carnicero del Paraná, el Arcto- therium^ forma parte de este sub-grupo, en donde repre- — 150 — senta coiijuntamnnte con el Lrsiis ornatus (sub-género Tremarctos) actual de las cordilleras su tipo mas primitivo hasta ahora conocido, que aparece luego en épocas mas mo- dernas, en Norte-América, con caracteres tan poco modifi- cados que se ha designado con el mismo nombre de Arcto- theriuyn, y en Europa y Asia en donde está representado por el género estinguido liyaenarctos, el existente Aile- ropus y otras formas estinguidas todavia poco conocidas. Resulta pues que, sobrehabersido aquí los carnívoros muy escasos, los dos únicos géneros que los representan pertene- cen á una misma familia, y formaban solo el 3 por ciento de los mamíferos existentes en esa época, mientras que en el hemisferio norte, durante el oligoceno inferior, los carnívo- ros representan ellos solos el 25 á 30 por ciento. Dedúcese de las precedentes observaciones que, en la mis- ma época geológica mas ó menos, los carnívoros estaban representados por los mismos tipos primitivos tanto en el hemisferio austral como el hemisferio boreal ísub-ursus, bu- noteridos). Pero en el norte eran muv abundantes y en el sud muy escasos, lo que me parece probar que los géneros que se conocen, ó los jjoquísimos géneros que en los ter- renos de esa época aquí se encontrarán, son formas que emigraron del norte viniendo hacia el sud, en donde se mez- claron con la fauna originaria de estas regiones constituida principalmente por edentados y roedores que por su talla colosal y su forma particular (Megamys, graüigrados ro- dimorjos) sehallaban en excelentes condiciones paraluchar con los carnívoros de entonces, é impedir se propagaran acá en la jnisma proporción con que lo hicieron en el hemisferio norte. Los sub-iirsus argentinos de los primeros tiempos terciarios evolucionaron hacia el tipo délos verdaderos osos, produciendo la forma del orden de los carnívoros mas fru- gívora que se conozca, el Arctotlierium que invadió mas tarde las otras partes del mundo. Los distintos carnívoros oligocenos del hemisferio norte evolucionaron hacia tipos I — 151 — distintos, prodacieado las familias de los mustelinos, de los caninos y deloslelinos, que en época geológica relativamen- te reciente emigraron hacia el sud, en donde contribuyeron sin duda á la estincion de las números formas de mamíferos herbívoros que habitaban estas regiones durante la forma- ción de los terrenos pampeanos y prepampeanos. Los roedores, al contrario délos carnívoros, eran durante esa época los mamíferos mas abundantes de esta parte de América. Ellos solos constituyen el 39 por ciento de las especies de mamíferos terrestres fósiles encontrados en el Paraná. En el oligoceno de IVorte-América y de Europa, los roedores solo constituyen el 15 por ciento de los mamíferos, y en la formación pampeana constituyen el 1 7 por ciento. Pero lo que mas llama la atención no es tanto el crecido número de especies con que allí estaban representados, sino las proporciones de muchas de ellas. Una parte considerable alcanzaron una talla tan solo comparable á la de los mas corpulentos roedores de la actualidad, y otros sobrepasaron, lauto esas proporciones que pueden incluirse en el número de los mavores mamíferos terrestres conocidos. Esto, como lo hacia notar en mi última memoria sobre los fósiles del mismo punto, es un hecho nuevo, desconocido y sin ejemplo en ninguna otra parte del mundo. Los roedores habitan en el día casi todas las regiones de la tierra, y en todas partes presentan proporciones diminu- tas en proporción de la talla que adquieren un número considerable de mamíferos de la mayor parte de los otros órdenes. Casi en todos los países se han encontrado también roe- dores fósiles, pero siempre mas ó menos parecidos á los actuales, y rarísima vez de talla algo mayor que las espe- — 152 — cies correspondientes que habitíin en nuestra época los mismos puntos. Apenas se citan en Europa dos ó tres ejem- plos de roedores de la familia de los castores de tamaño algo mayor que el castor actual ; y sucede otro tanto en Norte- América, con la circunstancia digna de mención, que, en ambos casos, se trata de especies procedentes de los ter- renos cuaternarios ó de las capas mas superficiales del plio- ceno. ?sunca en las capas terciarias mas antiguas de esos continentes, en las que sin embargo se han encontrado mu- chos roedores, se ha desenterrado un solo hueso de uno de un tamaño que pudiera igualarse ni de cerca al del car- pincho. En nuestro país, empezando por la formación pampeana, tenemos el carpincho ( Hydrochoerus cajyybara), otra especie fósil de casi doble tamaño {11. sulcidens Lukd) que se ha encontrado también cu el Brasil, y otra especie aun mas gigantesca (H. magnus Gerw y Amegh.) sobre la que ya he dado algunas noticias comparándola por la talla al tapir. Pero no conocia entonces mas que fragmentos aislados de mandíbulas. Ahora, con restos de tres indivi- duos he conseguido restaurar una mandíbula inferior, y he podido reconocer que como talla, el //. magnus sobrepa- saba de mucho al tapir, acercándose casi á las proporciones del Megamys patagonensis, aunque no tan robusto y corpulento como este. En los terrenos terciarios antiguos del Paraná, tenemos también un carpincho, H. paranensis casi de la misma talla (¡ue el existente, y á su lado habia un crecido número de representantes de la misma familia, unos pequeños, pero otros como el Cardiatherium Doeringi, el C. denticu- laturn y el Pi^ocardiatherium crassuní, igualaban tam- bién en la talla al carpincho, y por encima de ellos domi- naban los Megartiys, cuyos mas humildes representantes, M. laeoigatus y M. Ilolmbergi se confundían por la talla con la vizcacha y el carpincho, pero sus representantes mas — 153 — avanzados, M. Laurillardi, M. patagoniensis y M. Ra- cedi alcanzaban respectivamente el tamaño del tapir, del bne}', y el último se acercaba probablemente al rinoce- ronte. Sorprenden realmente estos descubrimientos, sobre todo si se reflexiona que la exploración de las capas de los pri- meros tiempos terciarios en la República Argentina, está apenas en principio. ¿No se encontrarán quizás otras formas de roedores de talla aun mas considerable, y quizás todavia en terrenos mas antiguos? Sugiéreme esta pregunta, el venirme ahora á la memoria el curioso fragmento de cráneo llamado por Moreno Mesotherium Marshi'i, procedente de las areniscas rojas del Neuquen que corresponden á un nivel aun mas inferior que el terciario del Paraná, consti- tuyendo quizás una verdadera formación de transición entre el cretáceo superior y el eoceno inferior y ese cráneo pre- senta realmente algunos caracteres de roedor, pero de un i'oedor rival del Megamya por la talla. ;Y qué estraña mezcla la de ese yacimiento del INeuquen ! Se han recogido allí grandes huesos que he reconocido como pertenecientes á üii-antescos dinosauros, v restos de edentados déla familia de los gravigrados I Y, ahora mismo, mientras trazo estas lincas llegan á Buenos Aires diversos telegramas del pu-^blo Villa Roca, anunciando que sobre las márgenes del INeuquen se han encontrado enormes Nacimientos de huesos fósiles, i Quién sabe qué revelaciones encierran para la paleonto- logía esas rojas areniscas ! * Pero, me he estado apartando sin apercibirme de ello, ^ Ya coinpletaraente redactada esta memoria y en prensa la presente hoja, el Capitán de ingenieros militares Sr. ü. Jorge Rohde me ha ob- sequiado con una parte de los fósiles encontrados en Fuerte Roca. To- dos los que me ha entregado dicho señor, que son varios cajones, per- tenecen á gigantescos dinosauros, linbiendo también algunos huesos de cocodrilos que estando acompañados de vértebras convexo-cóncavas, supongo pertenezcan á la estinguida familia de los opistocelios. — 154 — del tenm principal de este parágrafo, el gran desarrollo de los roedores en número y en talla, en esta parte del conti- nente siid-americaiio, durante la formación del oligoceno inferior y del eoceno superior, ¿Cuales son las deducciones lógicas á que el conocimiento de ese hecho puede conducirnos? Que aquí, fué el punto de origen, la patria por decirlo así de los roedores. . . el lugar donde por una especiaiizacion exagerada se formó el tipo, que encontrando las condiciones favorables adquirió un de- sarrollo que no pudo alcanzar en la misma época, ni en las épocas sucesivas, en ninguna otra región del globo. Pero hay otras deducciones, igualmente de importancia para la historia de los roedores, como para la restauración de la evolución de los mamíferos en general. He dicho, que ellos se presentan en los yacimientos del Paraná dominando por la talla, y por el número de especies distintas, podría agregar también, y por la variabilidad de sus formas. La talla voluminosa como lo he establecido en raí Filo- genia erigiéndolo en ley, y como lo había ya sugerido antes el Profesor Galdry ', indica que un tipo se encuentra muy lejos de su punto de partida ; que es un tipo avanzado en su evolución. El número crecido de especies, dada la lentitud con que según las leyes íilogénicas ellas tienen que formarse, con- duce á la misma conclusión ; y la variedad en el número de familias á que esas especies pertenecen, no solo corrobora las conclusiones á que nos han conducido los hechos prece- dentes, sino que les da una base mas sólida, mas exacta, pues, demostrado, como lo es en la actualidad, (jue la evo- lución es divergente en el tiempo, en el espacio y en las formas que produce, es claro que mas divergentes son las ^ Gal'drv. Les enchaineinents du monde animal. Mammiféres ter- tiaires. — 155 — formas que constituyen un género, una familia, ó un orden, mas lejana debe ser la época en que vivió el ser, el tipo animal especial que reunia en conjunto los múltiples carac- teres fraccionados después sucesivamente en sus descen- dientes. Ahora, ¿qué tipo de roedores mas divergentes que los géneros del Paraná, Megamys de la familia de los erío- midos, Mijopotanius de la familia de los muriformes, Carcliatheriwn de la familia de los cariños, y Paradoxo- mys, tipo tan distinto que formará probablemente una fami- lia especial? Luego si es indudable que, durante los primeros tiempos terciarios los roedores alcanzaron aquí el apogeo de su desarrollo en tamaño, y si desde esa lejana época estaban ya delimitadas y bien representadas las familias actuales, bajo cualquier punto de vista que se consideren los hechos prueban que la aparición del tipo roedor databa ya entonces de épocas geológicas remotas, por lo menos de los tiempos secundarios, ó quizás aiui antes de la aparición de los sin- gulares Plag iaulax que probablemente no son en definitiva mas que representantes de los primeros esbozos del tipo )'oedor alia en las primeras épocas de su aparición. Y esta gran antigüedad del tipo roedor, está de acuerdo no tan tan solo con los hechos observados en esta parte de Amé- rica, sino también con su enorme área de dispersión actual y también geológica, pues se han encontrado en las capas eocenas de Europa y Xorte-América, en ambos puntos con los mismos caracteres ({ue distinguen las familias existentes, y á menudo representados por géneros absolutamente igua- les á los actuales. Ofrécese aquí otra dificultad. Si desde los primeros tiem- pos terciarios habitaron los roedores ambos continentes, ¿por qué no alcanzaron en la América del IVorte y en Europa las proporciones colosales que revelan los roedores fósiles del Paraná? La esplicacion debe quizás buscarse en el desarrollo reía- — 156 — tivo que en cada región en particular alcanzaron los demás órdenes de mamíferos. Los principales enemigos délos roe- dores son los carnívoros. En Europa, durante los primeros tiempos terciarios, \i\ieron los roedores en compañía de enemigos terribles como los Hyaenodon, Pterodon, Am- phicyon, Arctoyon, etc., y en ]\orte-América tuvieron camaradas no menos incómodos, llamados Ambloctonus, Dinictis, Pachyaena, Oxyaena, Calamodon, etc., carní- voros en evolución, es cierto, pero en los que los apetitos carniceros estaban ya muy bien desarrollados y debian nece- sariamente satisfacerlos en aquellos seres que podían opo- nerles menos resistencia, como los pequeños herbívoros y especialmente los roedores. En nuestro país parece que las cosas han pasado de otro modo, pues ya se ha visto en otra parte que, durante los pri- meros tiempos terciarios los carnívoros eran aquí sumamente escasos. Hasta ahora no conocemos de ellos mas que dos representantes: uno pequeño (Cyoíiasua) y por lo mismo poco temible, á mas que debía tener nn régimen mas bien omnívoro como los coatis actuales ; y el otro aunque de gran talla (.4rcíoíe7"ñím) y del orden de los carnívoros, por el conjunto de su conformación era un verdadero frugívoro, que si existiera en nuestra época mas nos impresionarla por la talla que no por su ferocidad. Esta ausencia aquí de verda- deros carniceros y su abundancia durante la misma época en los paises mencionados es bastante significativa y hace ya preveer que si en el hemisferio sur tuvieron origen los roe- dores, el hemisferio norte nos ha regalado })robablementc los carniceros. El hecho es que en esa época los carnívoros eran aquí muy escasos: de consiguiente los roedores libres de estos incó- modos vecinos pudieron propagarse á sus anchas y disputaj- el alimento á los representantes de los demás órdenes, pues los roedores tampoco son compañeros muy tratables, y todos saben los terribles mordiscones que en deíensa propia saben — 157 — aplicar las vizcachas á los que osaa importunarlas. Uu viz- cachou de doble tamaño qne un buey es algo de que difícil- mente podemos formarnos una idea. Un Megamys no habría quizás osado medir sus fuerzas con uno de esos terribles felinos que aparecieron mas tarde, pero con ios carnívoros de entonces, con los paquidermos y rumioantes de esa época, debía suceder otra cosa, ^o solo debía disputarles el alimen- to sino que debia arrebatárselo, pues si los mordiscos del Megamys eraü parecidos á los de la \izcacha mas la pro- porción de la talla, debían ser mordiscos \erdaderamente terribles. Y aquí tenemos quizás también la esplicacion del porqué ciertos órdenes de perisodáctilos y de artiodáctilos tenían entonces tan escasos representantes. En la lucha por la vida, los roedores teuian sobre ellos la \entaja de los mor- discones y de las suaves caricias que podían aplicar con las uñas, tampoco no muy inofensivas en ciertas familias, y espe- cialmente en la de los eriominos á la que el gigantesco Me- gamys pertenecía. Otro grupo de una gran importancia, y que parece lia dejado numerosos restos en los terrenos del Paraná, es el de los toxodontes y tipoteridos que reúno en un orden bajo el nombre de pentadactilos, mamíferos singulares, que han dado origen á largas discusiones sobre el lugar que en la clasiü- caciou les corresponde, habiéiulose manifestado casi tantas opioues como autores han tratado la materia. Estos animales no se han encontrado hasta ahora mas ore en las regiones del Plata, y últimamente d ícese en el Brasil, pero seguramente en ninguna otra parte del mundo fuera de Sud-América. En el pampeano superior, están representados por uu solo género, el Toxodon Ow. cuyas especies tienen casi todas elti ni ño de un rinoceronte. — 158 — En el pampeano medio están representados |)or dos géne- ros, el Toxodon y el DÍLobodon Amegh., que parecen haber tenido con corta diferencia la misma talla pero caracteres bastante distintos. En el pampeano inferior se encuentran estos mismos dos géneros, álosíjue se agregan otros dos, el Trigodon Amech. que también debía alcanzar la talla del Toxodon y el Typo- therium, este último mucho mas ()equeño, pero de caracte- res todavía mas anómalos que las especies del género Toxodon. Aun tenemos pocos datos sobre las especies miocenas de este grupo, pero en el oligoceno inferior del Paraná parecen ser numerosas y pertenecientes á géneros muy distintos unos de otros. Encuéntrase allí ya representado por varias especies el Toxodon Ovv. que resulta ser así uno de los géneros que mas ha prolongado su existencia puesto que lo encontramos todavía en las capas mas modernas del pam- peano. El Toxodontherium Amegh., tan corpulento como un rinoceronte y aquel que se presenta como mas estrecha- mente aliado con el género precedente. El llaplodontJie- rium Amegh, igualmente de gran talla y de caracteres muy distintos que no permiten considerarlo como un tipo primi- tivo, pero mas bien sí, como un tipo muy avanzado en su evolución toxodont?. El Protypotherium. Amegh. de tama- ño mucho menor que el T upoUieviinn Bravahd en lo (pie realmente representa \\\\ X\[)o mas [)rimitivo que los demás géneros mencionados. Por último, algunos restos (¡ue no he mencionado en la descripción sistemática de esta colección que parece probable procedan del género panq)eaiio Dilo- bodon de modo que también su aparición dataria por lo menos del oligoceno inferior. Así, estos animales, en esos terrenos, lejos de presentar caracteres primitivos que denotaran un parentesco no lejano con los rinocerontes, que confirmara las deducciones de aíjue- llos que los reúnen en \\n mismo gru|)o, muestran al con- — 159 — trario los mismos caracteres de una evolución divergente avanzada como en los géneros pampeanos, y en ciertos gé- neros, como el Haplodontherium ellos son aun mas acen- tuados, lo que demuestra que los vínculos de parentesco que pueden haber unido los toxodontes á los rinocerontes, son muy remotos y solo pueden referirse á antecesores mu}' lejanos que vivieron sin duda durante los tiempos secun- darios. Por otra parte, la ausencia completa en los terrenos ter- ciarios antigaos de Europa, Asia y ^'orte-América, de toda forma que presente caracteres análogos á los de los toxodon- tes, y la diversidad de formas }a perfectamente caracteriza- das con que estos últimos se nos presentan en los terrenos del Paraná, nos prueba, como en el caso de los roedores, que el grupo de los toxodontes es un tipo esencialmente americano austral, que aquí es donde se ha constituido, y que solo aquí es preciso buscar las formas que lo han prece- dido en los tiempos geológicos pasados. En el terciario de Patagonia, sobre las costas del rio San- ta Cruz, mas ó menos á la mitad de su curso, también se han encontrado dos géneros muy curiosos de este grupo, nom- brados por Moreno, Interatherium y Toxodontoplianus, desgraciadamente hasta ahora no descritos. Sin embargo, como he tenido ocasión de CNaminar los ejemplares, me pa- rece que estos representan en su forma tipos mas primitivos que los toxodontes pampeanos y de los yacimientos del Pa- raná, lo que concordaría con el tamaño pequeño que debie- ron tener los animales á que. pertenecieron esos restos, pero no con la época á que refieren esas capas Doeri^ng y 3Iore¡\o que las atribuyen al mioceno. Por otra parte, eso probaria la gran diversidad de formas que durante el terciario medio adquirieron los toxodontes, lo que constituiría una nueva prueba de la grandísima antigüedad á que debe remontar la primera aparición de este grupo. Pero he recibido en estos últimos dias fragmentos de un animal de este orden, proce- — 160 - dentes también del rio Santa Cruz, de tamaño escesivamente pequeño, que realizaría el tipo primitivo de los toxodontes tal como nos es dado concebirlo por el estudio de los diver- sos representantes de este grupo hasta ahora conocidos, y que parece procede de un horizonte geológico mas antiguo, probablemente oligoceno inferior ó eoceno K Este tipo, pri- ^ Estos restos me han sido dados por el Sargento Mayor D. Carlos MoYANO, que los ha estraido de un banco de arena conglomerada en una barrranca del rio Santa Cruz á unas 90 millas de su desemboca- dura. Pertenecen á un animal cuya talla debía ser apenas comparable á la de un conejo, que propongo designar con el nombre de Pachy- rukhos Moyani. Los restos de este animal recogidos por el Sr. ¡Moya- no, son: Un fragmento de la parte anterior de la sínfisis de la mandíbula in- ferior, correspondiente al lado derecho, en el que se vé el borde alveo- lario anterior con los alvéolos de los tres incisivos. Lo que mas llama en este fragmento la atención es su enorme espesor, sobre todo en el borde alveolario, en comparación de la talla reducida del animal. Los alvéolos, están separados por tabiques de un milímetro de ancho, van auüK'ntando de tamaño del primero ó mediano al tercero ó esterno, y se dirijen hacia adelante, casi horizontalmente. El alvéolo interno, muy pequeño y comprimido tiene apenas un milímetro de diámetro. El alvéolo segundo, algo circular tiene O^OOLS de diámetro, y el ter- cero ó esterno tiene O^OOSS. Los tres alvéolos ocupan un espacio de solo 7 mni, mientras que el borde alveolario tiene un espesor de cerca (le 6 mm. Un fragmento de mandíbula inferior del lado derecho en el que se halla implantado un molar intacto que debe ser el cuarto ó el quinto y la mitad posterior de otro. La mandíbula tiene aquí 0"'010 de alto y 5 mm. de espesor. La muela tiene 12 mm. de largo de la raíz á la co- rona y sobresale fuera del borde alveolario unos tres á cuatro milíme- tros: es ligeramente arqueada, con la concavidad hacia afuera, casi pla- na en su cara interna, y con un surco longitudinal profundo en su cara esterna que la divide en dos partes iguales. La raiz está abierta en la base iformando una ancha cavidad. La corona de figura elíptica, pre- senta en el lado esterno una escotadura formada por el surco longitu- dinal, y tiene el centro mas gastado que la periferia en la que sobre- sale un poco la capa de esmalte, sobre todo en el lado interno. Esta capa de esmalte cubierta por una delgadísiüja corteza de cemento pa- — 161 - mitivo por la talla, \ probablemente por el número y dispo- sición de las muelas, no lo es sin embargo por su conforma- ción, que es la de uu verdadero toxodonte, de manera que. rece estenderse sobre toda la superficie de la muela como ea el género Typotheriuin. sin presentar las interrupciones longitudinales de los gé- neros Toxodan. Tu.vodontherium y Haplodontheriuin. Diámetro án- tero-posterior de la corona 4 mm., diámetro transverso 2 mra. Un pequeño fragmento de maxilar superior con una muela bastante rota, muy arqueada hacia adentro como las del género Toxodon, de 3 mm. de diámetro ántero-posterior y 2 mm. de diámetro transverso, de corte transversal regularmente elíptico sin ningún pliegue entrante, y con la capa de esmalte igualmente continuada como en Typothe- rtum. Una muela superior intacta, del lado izquierdo, implantada en un fragmento de maxilar con parte del paladar. Por este pequeño frag- mento se conoce que el paladar del Pacliijrukhos era profundamente es- cavado y de fondo cóncavo como en el Toxodon. La muela es tan ar- queada como en el mismo género, de sección transversal elíptico-pris- mática. angosta hacia adelante y ancha hacia atrás, con un largo de la corona á la raiz siu seguir la curvatura esterna de 11 mm, de la misma forma desde arriba hacia abajo, y probablemente de raiz algo abierta. La capa de esmalte se presenta bien desarrollada en las caras esterna é interna, pero puede apenas distinguirse sobre los ángulos longitudi- nales. La forma de la corona es elíptica triangular muy regular, sin re- pliegues de esmalte ni escotaduras entrantes. El centro de la corona es mas gastado y mas profundo que los bordes que sobresalen debido á la mayor dureza de la capa de esmalte. En la cara esterna muestra tres aristas ó columnitas longitudinales, una en el ángulo anterior, otra en el ángulo posterior y la tercera mediana que divide aquí la muela en dos partes desiguales, una anterior mas pequeña y otra posterior mas grande. Estas tres columnitas corresponden á las tres aristas perpendi- culares esternas de las muelas superiores de los perisodáctilos, aumen- tando este parecido en la parte posterior de la muela la capa de esmal- te que se levanta entre las dos columnitas posteriores formando una especie de punta que sobresale de la corona. Diámetro ántero-posterior de la corona 4 inni.. diámetro transverso 2 mm. 5. Por último una muela superior aislada del lado izquierdo, probable- mente una de las últimas, también muy arqueada, de sección elíptica, y con una capa de esmalte en parte cubierta de cemento sobre toda su T. vm 11 — 162 — para ligar este tipo á otro orden cualquiera de mamíferos, tendríamos que suponer la existencia en épocas todavía ante- riores de un largo número de antecesores de pequeñas di- mensiones, que presentarían el carácter toxodonte cada vez menos acentuado, á medida que remontáramos en los tiem- pos pasados, volviéndose de todos modos evidente que la aparición de este tipo es de una época geológica antiquísima, seguramente preterciaria. Háse citado, como representante de la familia de los pa- leoteridos en nuestro país, la Macrauchenia, y yo mismo los habia siempre considerado como miembros de una misma familia natural. Sin embargo, las investigaciones que he te- nido que practicar para la ¡^reparación de mi Filogenia han modificado profundamente las opiniones que tenia á este res- pecto, lo mismo que sobre la posición de varios otros órde- nes de mamíferos. Este cambio de opinión no se ha producido en mí por cuestiones de aprec'.acion de caracteres, sino por razones superficie, escepluando ncTtiirnlnientc la superficie masticatoria de la co- roua, corno es de regla cu los animales de este grupo. El lado interno es regularmente convexo, pero el lado esterno preseiita las tres colum- nitas perpendiculares que hemos visto en In muela anterior y corres- ponden á lastres aristas perpendiculares esternas de las muelas superio- res de los perisodáctilos, aumentándose el parecido con estos animales por la capa de esmalte comprendida entre estas columnas que se levan- ta en el medio de ellos para formar dos picos que sobresalen sobre la corona como en las muelas del Scalabrinitherium , Palaentherium, etc. Diámetro-ántero posterior de la corona .5 mm., diámetro transverso 3 mm. Resulta que, [)0r la forma de las muelas, el Pachyrukhns Moyani es el género de todos los de este orden hasta ahora conocidos, que mas se acerca á los paquidermos perisodáctilos. Dedico la especie á su descubridor el Sargento Mayor I). Cáulos Mo- YANO, tan conocido por sus esploraciones en los territorios patagónicos. — 163 — de método, de procedimiento, que tienen en este caso ma- yor peso que centenares de opiniones tan sabias cuanto se quiera, siempre que no se basen mas que sobre las aprecia- ciones personales de los hechos. Mi sistema de apreciación de caracteres, basado en pi'inci- pios exactos invariables, que permiten por decirlo así pesar su \alor y su importancia, ya lo lie espuesto en la obra repe- tidas veces arriba mencionada. Ocupándome ahora en la reconstrucción de la clasificación de los mamíferos se<,nm ese sistema llegué á la Macrauche- nia, y encontré que la órbita cerrada del ojo, el tipo de las muelas, las facetas del calcáneo, y otros muchos caracteres que no es aquí el caso de enumerar, obliííiiban á separar la Macrauchema de los paleoteridos, de los rinocerontes y de los tapires para constituir con ella el tipo de una familia, cuyas mayores analogías ni serian con los animales mencio- nados. La cuenca del ojo cerrada atrás, la forma de la j)arte posterior del cráneo, el tipo de las muelas tanto inferiores como superiores, la forma de los huesos de los miendjros y el modo de soldadura de algunas de sus partes, son carac- teres que, según los procedimientos lilogéuicos han \enido á colocar la Macrauchenia al lado de los caballos y rumi- iiantes, los que, por razones que tamj)oco es aquí del caso citar, deberán igualmente ser separados, los primeros de los tapires, rinocerontes y paleoteridos con los que hasta aho- ra se reúnen bajo la denominación común de perisodáctilos, y los segundos de los suideos con los que se confunden en un mismo orden con el nombre común de bisulcos ó artio- dáctilos. Pero, como digo, no son estas páginas lugar á propó- sito para precisar los detalles de mis estudios al respecto; basta aquí á mi objeto indicar los resultados, pues este tra- bajo es un estudio especial sobre determinados fósiles. La esplicacion de los procedimientos que á tales resultados me han conducido se encontrarán espuestos en la obra menoio- - 164 -' nada, } la aplicación de esos procedimientos al caso presente se encontrarán en el volumen que pronto debe seguir á la Filogenia Mi objeto ahora, es únicamente hacer presente que, de mis investigaciones íilogénicas no resulta que la Macraii- chenia forme parte de la familia de los paleoteridos, sino que ella aparece como constituyendo el tipo de una familia esencialmente sud-americana, y que hasta ahora no se ha encontrado mas que en ios paises del Plata desde las plani- cies bolivianas hasta el Estrecho de Magallanes. Esta familia se extinguió con la deposición de las últimas capas del terreno pampeano, durante el plioceno, estando entonces representada por dos gt'neros, la Macrauchenia Ow. tipo de la familia por ser aquel cuya osteología es hasta ahora mejor conocida, y el Diastortiicoclori Amegh. Durante los primeros tiempos terciarios tenian un mayor número de representantes, pues sin tomar en cuenta los gé- neros encontrados en Pa fagonia, Nesodon Ovv. y Homalo- dontherium Flower incuestionablemente del mismo grupo, pero sin duda algo mas modernos, en los yacimientos del Paraná se han encontrado ya tres géneros, Scalabrintthe- rium, Oxyodontheriuin y Mesorhinus, todos perfecta- mente caracterizados, sin presentar ninguna transición á los paleoteridos, á no ser el cingulum basal de las muelas que así como es un carácter de los paleoteridos, lo es tam- bién de muchos géneros de familias y de órdenes distintos, lo ([ue demuestra es este un carácter de un antecesor suma- mente lejano que reunió los caracteres de órdenes hoy dis- tintos pero que no era todavía un macroquénido, ni muciio menos un poleoterido. Los paleoteridos especialmente que, en el hemisferio norte los han seguido en el pasado á través de un número considerable de capas distintas, no muestran á medida que remontan á tiempos mas lejanos, caracteres que puedan aproximarlos mas á los macroquénidos que los que se en- — 165 — cuentran en las capas mas modernas, lo que prueba no hay relación filogénica inmediata entre ambas familias. La variedad de formas de los macroqnénidos en los ter- renos antiguos del Paraná, demuestran evidentemente que la constitución del tipo remonta á una época muy lejana, y que es esenciahnente americano. Otras afinidades zoológicas confirman estas deducciones. Es indudable que los macrorjuénidos tienen algunas afini- dades con los paleotéridos y con los rinocerontes, pero tiénenlos también con otro óiden que hemos \isto ser esen- cialmente sud-americano y que también se consideró como cercano de los rinocorontídeos, el de los toxodontes y tipo- terios. Estos puntos de contacto entre los toxudontes y los macroquénidos son tan evidentes, que uno de los primeros géneros conocidos, el Nesodon, colócanlo Ovvkin y Blr- MEiSTER en la familia de los toxodontes, y yo al contrario lo he colocado desde hace años en la familia de los macroqué- nidos sin que hasta ahora crea haber cometido una heregia científica, ni abrigo tanq)Oco el menor tomor de que se me pueda llegar á demostrar que haya incurrido al hacerlo así en un descomunal dis()arate. Luego si el toxodonte que es un tipo esencialmente americano, que no se puede colocar al lado de los rinocerontes, presenta algunos caractéi-es de los macroquénidos, me parece que esas afinidades aunque lejanas, son de mucho peso es este caso para separar los macroquénidos de los paleotéridos como los separa su dis- tribución geográfica completamente distinta en todas las épocas geológicas en que hasta ahora hemos encontrado sus restos. Pero con esto tampoco quiero decir que los macro- quénidos sean mas cercanos de los toxodontes, que de los paleotéridos y rinocerontideos. Las mayores afinidades de los macroquénidos ya he dicho en otra parte que son con los équidos y ruminantes, y respecto de los toxodontes solo quiero decir que las afinidades que presentan con los ma- croquénidos son mayores que las que presentan con los - 166 — paleoteridos y rinocerontídeos, lo que á mi modo de ver, y dada la antigüedad de las capas de terreno en que se han encontrado restos de esos dos grupos, prueba su remota antigüedad y su origen y dispersión geográfica única y es- elusivamente sud-americana. La presencia en los yacimientos antiguos del Paraná de un representante de la familia de los caballos, es un hecho de cierta importancia, pues probaría que este grupo es mas antiguo en el iiemisferio sur que en el iiemisferio norte, lo que no tendría nada de improbable si se tiene presente las numerosas especies que habitaron Sud-América, durante los tiempos püocenos, \, la aparición súbita de los caballos en Europa y Norte-América durante el mioceno. Pues aunque es cierto que en ambos continentes se citan géneros oligocenos y eocenos como antecesores de los caballos, ellos ditieren mucho de estos por sus muelas para que puedan ser conside- rados como sus predecesores directos, no teniendo en este caso importancia el número de dedos que indican estadios de evolución parecida, liabiéndose notado por otra parte cuando de ellos se han encontrado cráneos que estos tenían la órbita del ojo abierta hacia atrás, carácter mas que suficiente para separarlos dehnitivamente de entre el número de antecesores probables de los caballos. El Hipphajüous por el contra- rio, sin necesidad de que conozcamos su cráneo muestra en sus muelas caracteres tan bien deíinidos que no es dado dudaí- un solo instante (jue se trata de un antecesor de los caballos actuales, cuaternarios y pliocenos. El hallazgo de verdaderos predecesores de los caballos en la República \rgentina cu capas de una época mas antigua que las que han dado en Euro[)a y Norte-América restos de Hippnrion y de Ancliitherium concuerda también por otra parte con — 167 - las afinidades naturales que he dicho ligan á los caballos con los macroquénidos sud-americanos mas que con ningún otro orden de mamíferos conocidos. En cuanto al único representante de la familia délos tapi- res encontrado en el Paraná, e[ R ¿bodón, nada de notable tiene a(]ní su presencia, estando aun representada la familia á que pertenece en este continente, y habiéndose encon- trado formas análogas en Europa y Norte-América en ter- renos de la misma época y también en otros mas antiguos. Pero el género argentino estinguido es notable por su con- formación particular ya puesta en evidencia al describir sus restos, que lo hace aparecer como un tipo primitivo, sin duda de importancia para establecer el sincronismo de las capas geológicas americanas y europeas que contienen res- tos de tapires. Esa misma es la importancia de los géneros artiodactilos del Paraná, Proterotherium y Bracfujtherium. No co- nozco entre los géneros estinguidos oligocenos del hemis- ferio norte uno solo que por la forma de sus muelas reúna á la vez los caracteres de rumiante y de paquidermo peri- sodáctilo de una manera mas completa que el género ar- gentino Proterotherium, lo que prueba como ya lo habia dicho en otro trabajo no solo que es un verdadero antecesor del tipo rumiante, sino que los verdaderos representantes de este grupo, mas bien dicho, el grupo en sí mismo aun no estaba constituido, lo que esplica la ausencia en los yaci- mientos del Paraná, de representantes de la familia de los ciervos, ysobre todo de la de los guaiíacos, tan abundantes de un estremo á otro de América durante los tiempos pliocenos. — 168 — El Brachytherium es igualmente un tipo primitivo que por la forma del aparato dentario coloco entre los artiodáctilos, pero que, sin embargo, á pesar de esa analogía bien podría resultar cuando se encuentren otras partes del esqueleto que sea tridáctilo ó tetradáctilo á manera de algunos periosdáctilos ea vez de serlo sobre el tipo suideo. Porque la verdad es que los anoplotéridos están lejos de ser como se creia interme- diarios entre los rumiantes y los suideos, puesto que estos resultan ser segnn los últimos trabajos completamente dis- tintos de los primeros que ya hemos visto se acercan al con- trario de los caballos y macroquénidos. Así, la mayor ó uienor simplificación de los dedos que se ha manifestado por separado en los rumiantes, en los ano])lotéridos, en los suideos y en los équidos, puede haber alcanzado encada gru- po, en cada familia, en cada género, etaj)as distintas de evo- lución. La rama que evolucionó hacia el tipo auoploterido puede haber alcanzado la misma simpliíicacion de los dedos que caracteriza á los rumiantes, mientras que la línea ó rama secundaria que dio origen al Brachyterium pudo estacio- narse en la evolución de los dedos en la etapa tridáctila ó tetradáctila, lo que ya tampoco permitiría llamar al Brachy- therium un artiodáctilo, denominación por otra parte ina- decuada, puesto que quiebra las verdaderas afinidades naturales reuniendo en un mismo grupo animales de nn tipo tan distinto como la oveja y el hipopótamo. Estas son las dificultades que se encuentran al querer a|)licar las denomi- naciones hechas sobre los seres existentes a la clasificación de ios estinguidos. Y estas dudas sobre la forma de las estre- midadcs del Brachytherium tienen tanto mas fundamento, cuanto que la dentadura de este animal si tiene analogía incontestable con la de los anoplotéridos, tiene tand)ien algunos otros caracteres propios de los veidaderos rumian- tes, como también ofrécelos con los équidos, el Ilipparion y el Anchitherium, y para completar la confusión, que solo es aparente, y resultado de nuestros métodos de investigación, — 169 — presenta también particularidades de los macroquénidos, finiendo así este animal a presentar una especie de prueba en favor de las entrevistas afinidades que reúnen los macro- quénidos, los rumiantes y los équidos. Por lo que concierne á los edentados. los yacimientos del Paraucí son una revelación. La América del Sud es en la ac- tutilidad la patria principal de ios animales de este orden, y durante la formación de los terrenos pampeanos estaban representados por animales de dimensiones colosales que figuran entre los mas imponentes que hayan visto la luz del día. Creiamos hasta hace poco, que esos seres representaban el apogeo de su evolución : ni nos imaginábamos hubiera podido existir una mayor riqueza de formas, ni una mayor exhube- rancia de vida, y á todos nos fué permitido repetir, que los edentados habían adquirido durante la época j)anqíeana su principal desarrollo. Sin duda nos equivocábamos, pues los terrenos mas anti- guos de los yacimientos del «Paraná, vienen á demostrarnos que por lo menos ciertas familias han adquirido mayor desar- rollo y mas variedad de formas en los terrenos prepampeanos que no en los pampeanos. Es lo que puede desde ya afirmarse por lo que concierne á la familia de los gravigrados y al pequeño grupo de los tar- dígrados. Los restos de gravigrados en los terrenos pampeanos son sin duda sumamente abundantes ; sin embargo durante mu- chos años no se han conocido de esta región mas que tres ó cuatro géneros, Megatherium, Myíodon, Leüodon y Sce- lidotherium. Y si en estos últimos años he podido agregar á esos, algunos nuevos, se trata siempre no solo de animales de talla pequeña, sino también, al parecer sumamente raros. — 170 — La esploracion de los yacimientos fosilíferos del Paraná, podemos decir que no hace mas que empezar, y ya tenemos allí igual número de géneros fósiles, y mas variados en forma y tamaño que Jos que conocemos del pampeano, como puede juzgarse por la lista adjunta en que he colocado enfrente los géneros de ambas formaciones que mas ó menos se cor- responden. Olygoceno del Pirana. Pampeano o ¡iliocenu de Buenos Airea OrtoÜierium Olijtjodon Noihropus. Promefjatherium Meyatherium Mefjalheriam Essonodontherium Grypotherinm C.rypotherium Iníerodon Promylodon Mylodon Hfylodon ? ambvjiius I Sceíidotherium. Stenodon \ Rabdiodon [ Scelidodon Pseudolestodon Pseudolestodon Telrodon i Lestodon Leslodon I t^,- i ■ i ( Phoyamph'iodon Plíomorphus Diodomus Como puede verse por esta lista, todos ó casi todos los géneros pampeanos se encuentran representados en los yaci- mientos del Paraná por géneros idénticos ó precursores, mientras en el oligoceno se encuentran géneros que no solo no están representados en el pampeano, [)ero pertenecen á ti- pos muy divergentes ó mas especializados en sus formas que los que hasta ahora conocíamos. Los milodontes, megaterios y lestodontes están represen- , tados en el oligoceno del Paraná, pero en el pampeano no hay — ni- ñada que represente al Ortotherium, al Pliomorphus y al Diodomus, formas todas muy distintas de las hasta ahora conocidas, de dimensiones nuklicas unas, de talla gigantesca las otras. Deduzco de esto que los gravigrados durante el pampeano, estaban ya en decadencia en cuanto al número y variedad de sus formas, de modo que en los terrenos prepampeanos tene- mos probabilidades de encontrar un gran número de formas todavía desconocidas, y bajo este punto de vista, la conti- nuación de las investigaciones emprendidas por el profesor ScALABRiNi hacen esperar los mejores resultados. Y de esta variedad en número y forma de los edentados del Paraná, algunos de cuyos géneros, como Pliomorphus y Diodomus indican etapas de evolución mas avanzadas que las porque atravesaron los géneros pampeanos conocidos, podemos sentar las mismas deducciones que idénticas hechos nos han permitido establecer respecto de los macroquénidos y toxodontes; esto es, que el tipo primitivo de los gravigra- dos debe buscarse en terrenos todavía mucho mas antiguos (pie los del Paraná. En este caso, esta deducción está confir- mada por el hallazgo de algunos huesos evidentemente de ani- males de esta familia, encontrados en los terrenos eocenos ó pre-eocenos del rio Ncuquen, mezclados con restos de di- nosauros, ya mencionados en otra parte. En cuanto á la familia de los loricatos ó cavadores, si bien por lo que respecta á su antigüedad podemos llegar masó menos á las mismas conclusiones, no así en lo que concierne á la época de su mayor desarrollo, que en este caso es pro- bablemente la pampeana o pliocena. El número de géneros de gliptodontes y armadillos recojidos en el pampeano es verdaderamente sorprendente, y si como hemos hecho en el caso de los gravigrados, lo ponemos en paralelo con los 172 — encontrados en los terrenos del Paraná, como puede verse por la lista adjunta, quedamos verdaderamente sorprendidos del escaso número de géneros que se han encontrado en los terrenos mas antiguos, en comparación del número conside- rable hallados hasta ahora en los terrenos pampeanos. Oligoceno del Paraná Pampeavo n ¡ilioceiw fJe Biiei^oS Aires Euryurus Thoracophorus Plaxhaplous Doedicurus Euryurus \ Panochtus Palaehoplophoruíi Hoplophorus Protoíjlyptodon Glyptodon Chlamydotherium Chlamydotheriiim Eutatvs Propraopus Praopus \ Euphroctus [ existentes Tolypeutes ) o / co Esta desigualdad se hace todavía mas notable, si se consi- dera por una parte que los géneros pampeanos son casi todos animales de proporciones gigantescas y (jue sus restos se encuentran en abundancia estraordinaria, mientras que los géneros del Paraná estaban representados por restos muy escasos, esceptuando únicamente el Chlamydotherium, cuyos restos parecen ser mucho mas abundantes, hecho de que ya he dado una esplicacion fundada en la evolución des- igual del tipo Chlamydotherium y del tipo Glyptodon '. Pero, si bien el Chlamydotherium representa una etapa de evolución menos avanzada que los glyptodontes (ry/j/p- todontia), sucede otro tanto con los armadillos existentes (haplodontia), cuyo tipo fundamental según las leyes de la ^ Bol. de la Acad. yac. de Cieñe, t. Y, pág. 301 ; Filogenia, p. 274. — 173 — evolución debe haber precedido en su aparición á los gHp- todoutes (gluptodontia) y al mismo Chlamydotherium [mesodontia). Confiado en estas deducciones que son el resultado de cálculos filogénicos hechos con ios datos que nos proporcionan los existentes armadillos y los estinguidos giiptodontes, no dudo un instante que se han de encentrar en los yacimientos del Paraná loricatos del mismo tipo que los actuales armadillos ; aunque la coexistencia en esa época de tres tipos de evolución tan distinta como el Chlaniydo- theriurn, Protoglyptodon y Euryurus baste ya para pro- bar que la primera aparición del ti()o loricato y su constitu- ción se ha verificado en estos paises en épocas geológicas muy anteriores á los yacimientos del Paraná. Ese tipo, evolucionó poco á poco, con lentitud, para al- canzar su mayor desarrollo con las subfamilias de los giipto- dontes, en el terreno pampeano durante la época pliocena. Tenemos la prueba evidente de esta afirmación en la grande abundancia de restos de giiptodontes en el pampeano y su escasez relativa en los yacimientos del Paraná, como tam- bién en que los tres géneros que en este último punto se han encontrado, tienen > arios análogos en el pampeano, délos que son sus precursores, y casi podria agregar sus em- briones. Como complemento de esta rápida reseña de los tipos re- presentados en los mamíferos fósiles del Paraná, ré^tame por indicar la ausencia completa, á lo menos hasta ahora, de huesos fósiles de didelfos, una familia de marsupiales en el diaesclusivamente americana. ^ Aun{{ue hay varios órdenes que hasta ahora no están allí representados, menciono especialmente el caso de los didel- fos por estar ligado a consideraciones generales sobre el or- den de aparición de los mamíferos en general. — 174 — Segiin las ideas corrientes, ios marsupiales deben haber precedido en su aparición á los mamíferos placentarios, lo que creo es no solo positivo, sino evidente, Pero lo que no rae parece tan evidente, es que todos los marsupiales sean mas cercanos parientes entre sí, que cada una de sus distin- tas formas comparadas con otras de los mamíferos placenta- rios ; ó vice- versa, que los mamíferos placentarios sean todos mas cercanos parientes entre sí, que cualquiera de sus for- mas, comparada con alguna de los marsupiales. Estas ideas que dominan la clasificación actual, me parece rompen los verdaderos vínculos de parentesco que según mi manera de ver unen varios marsupiales á ciertos tipos placentarios. ' Si estas ideas corrientes sobre las relaciones de los marsu- piales ^' placentarios fueran exactas, es evidente que ten- dríamos que admitir como consecuencia lógica que la prime- ra aparición del tipo didelfo tuvo lugar cuando aun no liabia sobre la tierra mas que marsupiales, y como el único país que en la actualidad habitan los didelfos os América, esto, unido á las precedentes consideraciones, j)odria quizás hacernos creer que aquí fué su punto de aparición. Pero, por otra parte, si aquí fuera el punto de origen del tipo didelfo, debe- ríamos encontrar sus representantes fósiles en tanta mayor abundancia cuanto mas antiguas fueron las capas. En la formación panq^eana se han encontrado efectivamente restos de \arias especies de didelfos, aun no descritas, y podia naturalmente abrigarse la esperanza de que en los teÍTenos mas antiguos se encontrarían con mavor frecuencia. Parece con todo que no sucede así, puesto que hasta ahora no se ha encontrado de ellos un solo resto en los terrenos terciarios antiguos del Paraná, hecho tanto mas sorprendente cuanto se%an encontrado didelfos fósiles no tan solo en los terrenos terciarios antiguos de Norte-América, sino tand)ien en las capas eocenas y oligocenas de Europa, en donde en ' Filoíjcnia, pág. 12, 24, 31 y siguientes. — 175 — el dia no habita iiingim didelfo, ni tampoco se han encontra- do en los terrenos cuaternarios y terciarios superiores del mismo continente. Esto prueba evidentemente, ó que durante la deposición de los terrenos oligocenos del Paraná no existíanlos didelfos, ó que por lo menos si existían eran escasos ; y en ambos ca- sos la deducción es (|ue, debiendo serios didelfos mas abun- dantes en las capas antiiíuas que en las modernas, y no sucediendo e^to así en el Plata, no es esta su j)atria de origen . Recuérdese lo (jue he dicho al princi[)iar este párrafo y los nuevos puntos de vista que sobre la clasiíicacion de los marsupiales he introducido en la ciencia, y se comprenderá que esto no tiene nada de estraordinario, y que las cosas deben presentarse mas bien así quede otro modo. En efecto, los didelfos son animales carniceros evidente- mente íntimamente aliados á los marsupiales carniceros de Australia, varios de cuyo género están aliados á su vez con algunos carniceros placentarios mas ó menos cosmopolitas, mientras que otros presentan reales analogías con varios de los antiguos carniceros eocenos y oligocenos de Europa y Norte-América, que tenían caracteres de marsupiales y algu- nos de ellos vivieron conjuntamente con géneros de Didel- phis. Se ha \isto en otra parte (|ue durante la misma época los carnívoros eran aquí muy escasos, que no era esta su patria de origen, pero (pie por el contrario eran comunes en el hemisferio Norte, y que de allí bajaron al Sur. Si los car- nívoros tuvieron su origen en el hemisferio Norte, es de creer suceda otro tanto con los didelfos, puesto que, según estos nuevos puntos de vista, son sus parientes mas cercanos. Luego las comarcas del Plata habrían i'ecibido los didelfos del hemisferio boreal y probablemente en la mÍMiía éj)Oca en que emigraron hacia el Sur los diferentes tipos de carní- voros que todavía habitan estas regiones, pues si bien los didelfos ya no existían en Europa durante la deposición de — 176 — los terrenos terciarios superiores, han continuado formando parte de la fauna norte-americana hasta nuestra época. Las consideraciones que preceden, conciernen sobre todo á las relaciones filogénicas que existen entre los grupos representados en el oligoceno argentino, comparados con los que poblaban las otras regiones de la tierra y estos mis- mos paises en épocas anteriores y posteriores. Descendamos ahora un poco á los detalles que unen los distintos géneros de un mismo grupo. Los vínculos de parentesco que ligan las especies fósiles á las actuales, ó á lasque las precedieron y sucedieron, ó que fueron sus contemporáneas, constituyen un orden de inves- tigaciones que preocupa á los naturalistas, é indudablemente de gran importancia para el conocimiento de los grandes rasgos, ó de la grandes líneas de la evolución animal que han dado por resultado la formación de los tipos actuales y á \eces su aparente aislamiento. En el dia, ya no le es permitido á un paleontólogo estudiar los seres estinguidos sin ocuparse de sus relaciones filogéni- cas mas inmediatas. Y el examen de los fósiles del Paraná, bajo este punto de vista, es tanto mas agradable é interesante cuanto un cierto número de sus tipos representan verdade- ros eslabones íilogénicos hasta ahora ignorados. En los carnívoros tenemos pocos materiales de estudio debido al escaso número de sus representantes. El Cyona- sua se presenta como muy cercano de los coatí (Nasua) ; sni embargo, aunque el Cyonasua haya precedido en su aparición en el tieuqjo al coatí actual, alo menos aparente- mente, no por eso es su predecesor filogénico directo. El coatí [)or el número de sus dedos y por su marcha plantígra- da es uno de los carnívoros de tipo nuis primitivo que existe en la actualidad, y lo es igualmente por la forma poco espe- cializada de sus muelas hacia un régimen carnívoro. Es de suponer que el Cyonasua fuera igualmente pentadáctilo y plantígrado; pero á pesar de eso, la talla algo mayor, y los caracteres de la dentición no son los de una forma precur- sora. El menor espacio que separa los dientes entre sí y la forma mas cortante de las muelas, carácter este último que distingue á los verdaderos carniceros, se halla mas acentua- da en el Cijonasua que en el Nasua lo que nos permite considerar al primero como á un coatí que estaba en vía de adaptarse á un régimen carnívoro. Es cierto también que aquí se trata de un simple carácter de adaptación que es susceptible de aumento y disminución, pero el hecho es que las muelas de Nasua representan en su forma un tipo mas primitivo, lo que está de acuerdo cou una pequeña diferencia de organización de muy poca impor- tancia al parecer, pero decisiva en este caso. Eí primer premolar de Nasua tiene dos raices distintas, mientras el primer premolar de Cyonasua no tiene mas que una sola. El Cyonasua resulla ser así una forma que se ha cstinguido sin dejar descendencia, y el Nasua actual no tan solo no puede pretenderlo por antecesor, sínó que lo mas probable es que él mismo haya precedido en su aparición á Cyonasua. Este último debe haber tenido por antecesor inmediato una forma cuyo primer premolar tenia dos raices distintas como en el coatí actual, y por consiguiente mas cercano de éste que la especie tV)sil que ahora conocemos, y quizás también entonces genéricamente idéntica. En todo caso deben datar ambos géneros con corta diferencia de una misma época geológica y descender de un antecesor común entonces no muy lejano. En cuanto íúArctotherium, del Paraná, por su tamaño bas- tante menor, por la forma de las muelas y per su parecido general con las especies mas modernas, como también por la antigüedad del terreno en que se han encontrado sus restos, se halla en las condiciones necesarias para haber sido un T. »1II 12 — 178 — predecesor directo de las especies mas recientes. Asíuo dudo de que las especies de Arctotherium de los terrenos plioce- nos desciendan del A. vetustum del oligoceno, que en sus sucesivas modificaciones posteriores se estendió iiasta Norte- América. Los roedores, tan numerosos durante la época oligocena, nos muestran, como era de esperarse varios predecesores de las especies actuales, y á mas un cierto número de eslabones que reúnen algunos géneros actuales que aparecían por algu- nos caracteres de su conformación como completamente aislados. Si el Paradoxomys y la larga lista de especies del género Megaviys son todas formas de una evolución avanzada en el tipo roedor que se han completamente estinguido sin dejar descendencia, el Myopotamus x>ar anens is A^siegu., ha prolongado su existencia hasta nosotros aumentando un poco en la talla y cambiando apenas de forma. En la evolu- ción en el tiempo, una de sus ramas constituyó el M. anti- quus LuND. del Brasil que se estinguió antes de la época geológica actual •, y otra rama siguiendo su evolución en nuestro país tomó la forma deLV. priscus Geuv. vAmegh. de! pampeano inferior y luego delJ/. aff. coipus AmecxH. del pampeano lacustre ó püoceno superior y del cuaternario inferior, que es el antecesor directo é inmediato del M. coi- pus Geoff. actual. Con el género Lagostomus sucede lo mismo que con el género Myopotamus. La especie que lo representa en el olfgoceno del Paraná L. antiquus Amegh. difiere por carac- teres tan mínimos de las que han aparecido después, que no trepido un instante en considerarlo como antecesor directo. Su principal distintivo característico consiste en su talla diminuta que concuerda con su carácter de esj)ecie ante- - 179 — cesora, una de cuyas ramas evoluciouí) en el Brasil hasta constituir el L, brasiliensis Lund. de talla apenas algo mayor y que se estinguió allí sin dejar descendencia, y la otra siguió su evolución en la República Argentina, aumen- tando sucesivamente de talla pasando por el L. a.ngustidens BuRM. del pampeano inferior y medio, elL. fossilis Amegh. del pampeano superior y lacustre, y el L. diluvianus Brav. del cuaternario inferior que es el antece-or directo é inme- diato del L. tricodactylus Be>', actual. ]\o menos interesante es la relación de las diferentes espe- cies del género líydrochoerus entre sí, seguidas en el tiempo y en su distribución geográfica. La especie mas anti- gua hasta ahora conocida aparece en los yacimientos oligo- cenos del Paraná //. paranensU Amegh. con una talla algo menor que la existente y muelas un poco menos complicadas, caracteres que según los principios filogénicos concuerdan con el carácter de especie antecesora. No conocemos aun sus sucesores inmediatos de la época miocena.pero aparecen en la pliocena con un gran desarrollo y una distribución geo- gráfica estraordinaria. puesto que en los primeros tiempos pliocenos penetraron hasta en los Estados-Unidos en la Amé- rica del Norte. En los terrenos pampeanos de la Repúl)lica Argentina y en otros contemporáneos del Brasil y de Bolivia se ha encontrado un carpincho H. aff. capybara Llkd. poco distinto del actual, mas ó menos de la misma talla, que puede considerarse como el antecesor directo del H. capybara Erxl. actual y el sucesor ya algo modificado del //. para- ne)isis Amegh. del oligoceno. Pero otros sucesores de la especie antigua del Paraná ev^olucionaron por separado hasta alcanzar un tamaño considerable v se estinsuieron hieso sin dejar descendencia. Una de esas ramas terminó con un car- pincho que se acercaba por la talla al tapir, H. sulcidens LUiND. que habitó el Brasil y la República Argentina, y la otra constituyó una forma todavía mas colosal //. magnus Gerv, y Amegh. que habitó durante los dos primeros tercios — 180 — de la época pliocena los territorios de las actuales provincias de Buenos Aires, Entre-Kios y Santa-Fé. Pero los roedores fósiles del Paraná, nos muestran algo mas que las formas que han precedido en línea ascendente directa á algunas de las especies todavía existentes ó que vivieron durante los tiempos pliocenos y cuaternarios : ellas nos mues- tran á veces hasta las mismas formas antecesoras genéricas de las especies actuales, como es actualmente el caso del Hydrochoerus que represent:i una forma derivada del anti- guo CsLrdiatheriuin el que debe haber tenido por antecesor al Procardiatherium, que parece á su vez el sucesor de una forma de Cardiodon, todos géneros aliados no solo entre sí, sino también á otros que se encuentran en los mismos yaci- mientos, llenando también el gran vacío que separa actual- mente el Hydrochoerus de los demás roedores de la misma familia actualmente existente. Y especialmente bajo este pun- to de vista los yacimientos del Paraná son una verdadera revelación, y proporcionan á las ideas transformistas un punto de apoyo tan sólido como ningún paleontólogo hubiera pensado encontrarlo en ningún grupo de mamíferos. La exposición completa de estos hechos me exigiría un espacio considerable del que no puedo aquí disponer, y debe- ría ser mas bien objeto de un trabajo especial que no formase parte déla descripción de una colección de fósiles. Limita- reme pues como en toda esta parte de mi trabajo, á indicar agrandes rasgos los puntos principales que dominan el con- junto, dejando para otra ocasión el estudio de los pequeños detalles. Todos estos roedores forman parte de la familia de los cavina, representada actualmente en la América del Sur por cuatro géneros, Dolichotis, Cavia, Anoema é Hydro- choerus. Los tres primeros géneros son de talla pequeña y tienen las muelas compuestas de dos partes prismáticas mas ó menos iguales, separadas por dos surcos uno interno y otro esterno. El género Hydrochoerus es de talla mucho mas — 181 — voluminosa, tiene los incisivos divididos en su cara anterior en dos partes por un surco lüiigitudinal profundo y las mue- las sumamente complicadas, compuestas de numerosos pris- mas y lámelas separadas entre sí por un considerable número di surcos. Es este por su dentadura un tipo completamente distinto délos precedentes, y aparentemente aislado, puesto que en la actualidad no hay entre ellos ninguna forma inter- mediaria. Para darse cuenta de la importancia de los numerosos intermediarios fósiles del oligoceno del Paraná, seria preciso determinar cual de los dos tipos actuales es el mas primitivo en su conformación, si el Hijdrochoerus ó ios otros tres géneros mencionados, para así conocer el camino que debe haber sPííuido la evolución. Bastarla el solo hecho, del tamaño escepcional del carpincho entre los roedores actuales, y el carácter igualmente escepcional de la complicación de sus muelas para comprender al instante que se trata de un tipo mucho mas avanzado en su evolución que los demás cavinos. Sin embargo, es bueno que recuerde aquí á grandes ras- gos la evolución de los dientes tal como la he establecido en mi Filogenia. Los dientes apararecieron en los primeros vertebrados en número considerable, todos de la misma forma mas ó menos cónica y puntiaguda. Luego en algunos seres estos dientes se unieron de á dos, de á cuatro, ó en mayor número para formar muelas compuestas que se dis- tinguen de las primeras por estar provistas de raices dis- tintas. Estas mismas muelas compuestas, en otros mamí- feros empezaron de nuevo á simplifícarse uniéndose sus raices en una sola hasta volver á tomar la forma de un diente simple de una sola raíz. En otros mamíferos, estos mismos dientes siguiendo su evolución se cerraron en la base en edad de mas en mas avanzada hasta que la raíz quedó abierta formándose en ella una ancha cavidad, creciendo entonces la muela por pulpa persistente durante toda la vida; ha — 182 — alcanzado esta etapa de la evolución entre los roedores, el género Ctenomys. A partir de este punto la evolución volvió á tomar distintas direcciones : en unos se fueron simpliíicando los dientes aun mas, disminuyendo de tamaño hasta desaparecer ; en otros perdieron poco á poco la capa de esmalte y luego en algunos géneros empezaron otra vez a com])licarse, como nos muestran de ello un ejemplo las muelas bilobadas y trilobadas de algunos edentados ; por íiu en muchos roedores conservaron las muelas la capa de esmalte, que se fué complicand) formando sucesivamente ondula- ciones, pliegues y repliegues entrantes que concluyeron por dar a esos dientes la aparente complicación que tienen en ciertos roedores, especialmente en los de la familia de los cavina de que me ocupo, y sobre todo en el género Hydrochoenis. Podría comprobar esto de una manera aun mas evidente por medio de otros procedimientos, sobre todo el déla seriacion espuesto en mi Filogenia, pero eso me llevaria demasiado lejos, y creo que lo espuesto basta para que no se dude que el carpincho es una forma muy avan- zada en la complicación desús muelas, y que los demás cavinos existentes representan al contrario una forma mucho mas primitiva que tiene forzosamente que haber precedido en su aparición á la anterior. Luego para que á partir de los dientes relativamente simples del Dolichoti'^, de la Cavia y del Anoema, los dientes del carpincho actual hayan podido adquirir la gran complicación que los caracteriza, tienen que haber pasado por una serie de formas intermedia- rias que representan la mayor parte de los cavinos encon- trados en las barrancas del Paraná, como voy á demostrarlo á grandísimos rasgos, mencionando algunos de esos carac- teres y de esas formas intermediarias. Los cavinos actuales á escepcion del Hydrochoeru^ tienen los dientes incisivos convexos en su cara anterior : los del Ilydrochoerus tienen la cara anterior con un surco longitudinal ancho, profundo y de fondo cóncavo. El estin- — 183 — guido Cardiathe7ñiim tenia los incisivos convexos pero no tanto como en los géneros actuales. Los incisÍYOs del Cardiodon Marshti tienen la misma cara plana, y los del •Cardiodon Leidyí tienen una pequeña depresión longi- tudinal de fondo cóncavo, una especie de rudimento del surco mas pronunciado de Hydrochoerus. Las tres primeras muelas superiores de Dolichotis, Cavia y Anoema se componen de dos partes mas ó menos iguales separadas por un surco profundo en el lado esterno y otro en el lado interno. Las mismas muelas del llydro- choerus se componen también de dos partes prismáticas separadas por un surcQ profundo en el lado interno, y otro en el lado esterno, pero aquí cada prisma tiene además un pliegue entrante formado por un surco longitudinal, de modo que cada una de estas muelas del carpincho tiene cuatro columnas y tres surcos longitudinales estemos. De los cavinos fósiles del Paraná solo conocemos estas muelas en dos géneros y en ambos se presentan con caracteres absolutamente intermediarios. En el Cardiomys cada una de estas muelas se compone de dos partes prismáticas sim- ples como en Dolichotis, con dos aristas y un surco en el lado interno, pero con tres columnas en el lado esterno se- paradas por dos surcos. En el género Cardiatherium el prisma anterior de cada muela tiene un pliegue y un surco entrante esterno como en Hydrochoerus y el prisma pos- terior es al contrario simple como en los otros cavinos exis- tentes de donde resulta que Cardiatherium solo tiene en sus tres primeras muelas su()eriores dos surcos y tres co- lumnas esternas como en Cardiomys en vez de tres surcos y cuatro columnas como erj Hydrochoerus ó un surco y dos columnas como en Dolichotis, etc. Para completar mas estas transiciones, sobre algunas muelas se vé sobre la columna esterna mediana una pequeña ranura longitudinal (jue re})resnta un rudimento precursor del otro surco que tiene Hydrochoerus y que aquí falta, y un principio igual- - 184 — mente de la división en dos de la coliinina interna, para corapletar las cuatro columnas. La última muela superior de Dolichotís y Anoemn se compone de tres partes separadas por dos surcos profundos en el lado interno y dos mas pequeños en el esterno. La última muela del Hydrochoerus capybara es un diente enorme compuesto de 12 partes ó láminas distintas separa- das por surcos longitudinales internos y estemos. No co- nozco esta muela en ninguno de los cavinos del oligoceno del Paraná, e»ceptuaiidü el Hydrochoerus paranensis, y ya en esta antiquísima especie del mismo género, se pre- senta esta muela menos complicada, pues solo consta de 9 partes ó lámelas y una mas hacia atrás completamente rudi- mentaria. La primera muela inferior de Dolichotís, Cavia y Anoe- ma se compone de dos partes prismáticas separadas por un surco interno y uno esterno. La ,j)rimera muela inferior del Hydrochoerus se compone de tres partes prismáticas que forman tres aristas esternas separadas por dos surcos y cinco columnas internas separadas por cuatro surcos. La primera muela inferior del Cardiodon LeidAji tiene una forma intermediaria ; consta de tres prismas que forman tres aristas separadas por dos surcos en el lado esterno, pero solo tres columnas y dos surcos en el lado interno. La jnisma muela del Procavia inesopotamica se acerca mas del Hydrochoerus por tener cuatro columnas internas separadas por tres surcos. En el Procardiatherium cras- swn la misma muela se acerca todavía mas á Hydrochoerus á causa de un pequeño rudimento de surco longitudinal que existe sobre la primera columna interna que presenta así un principio de división en dos columnas distinta^. En el ProcardiaíheriuiJi simiplicidens esta analogía es todavía mas acentuada á causa de un mayor desarrollo, del surco que se encuentra sobre la primera columna interna que queda así dividida en dos partes aunque no todavia de una manera — 185 — tan distinta como en Hydrochoerus, pero en el Cardia- therium la conformación ya es idéntica pues las cinco columnas y los cuatro surcos internos están perfectamente desarrollados y distintos. Las dos muelas inferiores, segunda y tercera, de Dolicho- tis, Cavia y Anoema se componen de dos partes prismáticas simples separadas por un surco interno y otro esterno. En el Ilydrochoerus las mismas muelas se componen de tres partes prismáticas que forman tres aristas separadas por dos surcos en el lado esterno y cinco columnas separadas por cuatro surcos en el lado interno. En el Procavia rnesopo- tamica que es el cavino del Paraná que mas se acerca á Doh- rhotis, las mismas muelas se componen de dos prismas mas ó menos iguales que forman dos aristas esternas separadas por un surco profundo y tres columnas internas separadas por dos surcos. En el Cardiodon Leidyi las mismas muelas ya mas complicadas se componen de tres partes separadas en el lado interno en donde forman tres columnas divididas por dos surcos, pero los tres prismas continúan formando en el lado esterno solo dos aristas longitudinales, a causa de que el canto esterno del prisma intermediario está unido á la cara anterior del último prisma, formando sobre ella en el fondo del gran surco esterno una pequeña arista longitudinal, que es el rudimento de la arista mediana del lado esterno de las mismas muelas del Hydrochoerus.En el Procardiatheriurn simplicidens este rudimento de la arista esterna mediana es algo mas desarrollado, al mismo tiempo que se complican laS' muelas en el lado interno en donde muestran cuatro colum- nas separadas por tres surcos. En el Cardiatheriuin den- ticulatum la forma general de la muela es la misma con la diferencia de que la arista rudimentaria esterna es todavia mas desarrollada y bien separada, sin llegar sin embargo to- davia al nivel de las primitivas constituidas por los prismas anterior y posterior. En el Cardiatfieriuní ininutum apa- rece la misma arista intermediaria todavia mas desarrollada — 186 — que en la especie anterior, y en el Cardiatherium Doeringi la evolución de esta parte ya es completa presentando las mue- las en cuestión tres aristas esternas separadas por dos surcos, y cuatro columnas internas separadas por tres surcos, en vez de Jas cinco columnas y cuatro surcos que en este lado tienen las mismas muelas del Hydrochoerus. La última muela inferior de Dolichotis, Caviay Anoema consta de dos partes prismáticas simples separadas por un surco esterno v uno interno. La última muela inferior del Ilydrochoerus se compone de seis partes ó láminas que for- man cinco columnas separadas por cuatro surcos en cada lado. De los cavinos antiguos del Paraná, solo conozco esta muela en dos géneros, Cardiodon y Cardiatherium presentando en ambos caracteres intermediarios equivalentes. En Car- diodon consta de tres partes combinadas de modo que forman cuatro aristas separadas por tres surcos en el lado esterno y tres columnas separadas por dos surcos en el lado interno. En el Cardiatherium consta de cuatro prismas combinados de modo que forman tres columnas separadas por dos surcos en el lado esterno y cuatro columnas separadas por tres sur- cos en el lado interno. Esta serie de formas intermediarias entre dos tipos en la actualidad tan distintos es de una importancia verdadera- mente notable, porque ellas se presentan tal cual habria sido necesario de imaginarlas mentalmente para llenar ese vacio. Pero no, sin duda me equívoco, pues creo que si se hubiera ])ropuesto á alguien de inventar las formas por las que tenían que haber pasado las muelas del Hydrochoerus para que á parte de las del Dolichotis adquirieran la complicación que tienen en el género mencionado, no habria podido idearlas mas exactamente que las que se han encontrado en los yaci- mientos oligocenos del Paraná. Con los materiales que ya se han recojido se puede seguir paso á paso esa complicación de las muelas, se puede ver cómo se han formado sus distin- tas partos, cómo han ido apareciendo los nuevos prismas, sur- — 187 — . eos y aristas, y cómo se han ido desarrollando poco á poco hasta tomar formas definidas. El examen de piezas parecidas causa sensaciones descono- cidas que no son para descritas, es aljjo que entusiasma y ennoblece, es algo que sorprende y maravilla, es algo que eleva el espiritu transportándonos mentalmente á otras épo- cas, á otras edades, á otros mundos desconocidos que surgen ante nosotros de las entrañas de la tierra, dejándonos absor- tos ante la contemplación de esas revelaciones imprevistas pero sublimes, porque, valiéndonos de una frase parecida del eminente profesor Gaudry, nos yjarece que sorprendemos di Grandioso Autor de la. naturaleza cuando allá en los primeros tiempos terciarios trazaba el esbozo de los roedores existentes, en el instante mismo en que iba á concluir el bosc^uejo del tipo de las muelas dándole sus formas definitivas ! Las relaciones filogénicas de los toxodontes oligócenos del Paraná con los toxodontes de los terrenos pampeanos, son mas difíciles de establecer. Sin embargo, como lo he mani- festado ya otra vez, el Toxodontherium, por sus incisivos relativamente mas pequeños, sus caninos de grandes dimen- siones y la existencia de estos dientes muy desarrollados en la mandíbula superior, son caracteres suficientes para con- .^iderarlo como el tipo antecesor del género Toxodon. Pero encontrándose ya ambos géneros representados en el oligo- ceno, no es de creer que las especies pampeanas de toxo- dontes deriven del Toxodontherium cornjoressum, de- biendo mas bien considerarse como descendientes de los verdaderos toxodontes sus contemporáneos. Entre estos, hay una especie, el Toxodon paranensis algo mas pequeño que los toxodorites pampeanos, pero por lo demás tan parecido á estos que no dudo sea su antecesor. En cuanto á los dife- — 188 — rentes toxodontes del oligoceno descenderían de una especie de Toxodontherium anterior al T. compressum. Las relaciones del Protypotherium también son dudosas, pues si bien sus dimensiones concordarian con el carácter de una forma antecesora, los restos conocidos no son sufi- cientes para demostrar de una manera evidente que puede estar ligada con el género pampeano Typotherium, pu- diendo muy bien ser que represente un género completa- mente estinguido, como es ciertam.ente el caso del Ilaplo- clontherium. De todos modos, es este un grupo de animales tan singu- lares, y todos los géneros que hasta ahora se han encontrado á excepción del Toxodon y Toxodontherium, son tan dis- tintos unos de otros, que aun se necesitan muchos materia- les, y el conocimiento de un mayor número de géneros para poder establecer sus relaciones tilogénicas. En lo que no cabe duda, es en la talla pequeña de los pri- meros representantes de este grupo, de acuerdo en esto con las leyes generales de la evolución que establecen que la talla ha ido en aumento en cada serie lineal á partir de los tiempos antiguos á los modernos. Así, el mas antiguo re- presentante de este grupo, PachyruPdos Moyani tenia apenas el tamaño de un conejo. El Protypotherium no de- bía ser mas grande que una xizcacha. Da la misma talla debia ser el Interatherium y algo mayor el Toxodonto- phanus, pero en los terrenos mas modernos ya no encon- tramos toxodontes enanos, sino verdaderos gigantes com- parables á los mas grandes rinocerontes. Los distintos géneros de la familia de los macroquénidos que hasta ahora se han encontrado, tanto de los terrenos oligocenos, como de los eocenos y pliocenos están mas in- timamente aliados entre sí que no lo están entre ellos los I — 189 — diversos géneros de toxodontes ; de ahí que pueda seguirse con mayor facilidad el encadenamiento de alguna de sus formas á través de los tiempos geológicos. Sobre las relaciones que unen el Scala.hr initheriurn á la Macrauchenia, me he espresado de un modo bastante ex- plícito en mis trabajos anteriores, habiéndolas entrevisto disponiendo del primer género tan solo unas cuantas mue- las. Los materiales mucho mas numerosos que ahora tengo ¡i mi disposición confirman esas primeras deducciones que a ese respecto pueden considerarse como un resultado defi- nitivo. Los caracteres de Scalabr initheriurn que faltan á la Macrawc/ien ¿a adulta, como el cñ/giií/üm basal de las muelas, la forma ancha y escavada de los incisivos, la forma comprimida y constante de los premolareSj son caracteres que se encuentran en la Macrauchenia muy joven, indi- cando asi que son caracteres de un antepasado que no puede ser otro que el Scalabr initheriurn puesto que no solo es su antecesor en el tiempo sino también en sus caracteres de evolución menos avanzados. Y \ice-versa, los caracteres de Macrauchenia que faltan en Scalabrinitherium como la forma, número y disposición de los pozos de esmalte en los molares superiores, la forma ancha y plana de los premolares, la forma macisa y cóuico-cilíndrica de los incisivos, etc. etc., son caracteres que recien aparecen en e\ Scalabrinitherium MUY VIEJO, indicando que son caracteres precursores de una forma sucesora que no puede ser otra que Macrauche- nia puesto que, no solo posee los caracteres de una evolu- ción mas avanzada, sino que también le sucede en el tiempo. Cuando escribía mis primeras noticias sobre el Scala- brinitherium, solo conocía como representante de esta familia en el pampeano la Macrauchenia, pero ahora co- nozco otro género, el Diastomicoclon, que ss distingue del precedente por la persistencia del cíngulum basal de las muelas, la forma constante de los premolares, los incisivos mas separados y en parte aplanados y escavados al principio — 190 — en el lado interno, y por el canino que sobresale sobre los otros dientes tomando un gran desarrollo y una forma có- nico-puntiaguda ; los primeros de estos caracteres lo acer- can de Scalabrinithenurn, lo que podria hacer creer que la especie mas pequeña de este género, ó algunas especies aun desconocidas no sufrieron en dichas partes grandes va- riaciones y dieron origen en el curso de su evolución al '¿enero Díastomicodon. Pero, por otra parte, el canino de este último género de forma muy distinta de la (jue pre- senta el mismo diente en Scalabrinitherium y en Macrau- chcnia, parece demostrar que el antecesor de Diastomico- don evolucionaba ya por separado cuando los dos géneros precedentes aun estaban confundidos en uno, de modo que puede haber sido una forma distinta de la misma familia, como el Oxyodontherium lo que también concordarla con la talla de ambos animales, pues el sucesor seria de mayor tamaño que el antecesor lo que está de acuerdo con las leyes de la evolución. Mas difícil aparece á primera vista la colocación y eslabo- namiento del curioso género Mesorhinus. ¿Debe ser colo- cado antes ó después de Macrauchenia y Scalabrinithe- rium'^ Considerado el problema según mis puntos de vista res- pecto ala clasificación me parece que hay términos conocidos suficientes para intentar su solución. La Macrauchenia es el último término de una evolución en la que han seguido un número de seres, para nosotros aun en su mayor parte desconocidos, y como último representante del grupo es de creer que represente el tipo en su especializacion mas com- pleta. Y ese tipo evolutivo divergente del de los otros ma- míferos se nos presenta caracterizado por la forma de sus mue- las y sobre todo por la forma anómala de su nariz. Luego esa forma de nariz, es un distintivo de este grupo y ha tomado origen con él caracterizándolo de mas en mas á medida que evolucionaba á través de las épocas geológicas, — 191 — de donde deducimos igualmente que, si el tipo de las mue- las déla Macrauchenia y el ti{)0 particular de nariz que la caracteriza tomaron sii origen en un tipo comuu á los demás mamíferos, para que ese tipo común haya pasado por tales transformaciones tiene que haber presentado un nú- mero de modificaciones ó gradaciones sucesivas de mas en mas acentuadas hasta llegar al tipo Macrauchenia, grada- ciones intermediarias que seria fácil restaurar por medio del cálculo según los principios establecidos en mi Filoge- nia. Pero sin entrar en tales cálculos ni echar mano de ta- les procedimientos, puédese afirmar en principio que, re- presentando la Macrauchenia un tipo divergente de espe- cializacion estrema, debemos encontrar en el pasado macro- quéuidos que tengan menos caracteres de Macrauchenia ó no tan acentuados, otros en que sean aun mas rudimentarios, y asi sucesivamente hasta llegar al tipo anscetral común de donde tomó origen. • Por loque toca á las muelas, ya habiamos encontrado al- gunos de esos tipos intermediarios, como el Scalabrini- tfierium que, á ese respecto se acerca mas del tipo co- mún de los mamíferos. Es posible que también sea menos anómalo en la conformación de la nariz, pero aun no cono- cemos esta, aunipie si la j)artc anterior del rostro cu\a con- formación demuestra que >i la nariz no era completamente igual á la de la Macrauchenia no |)0(Jia ser muy difere'ite. El Mesorhinus nos presenta una conformación completa- mente distinta, una nariz de Macrauchenia mucho menos anómala que en este género, ó una nariz mas parecida al tipo común, pero que está evolucionando hacia el tipo de la que caracteriza \a Macrauchenia, representando asi una deesas gradaciones por la que esta tiene ¡jue haber pasado, grada- ciones ó intermediarios cuya antigua existencia es determi- nable según mis principios sin necesidad de conocer sus restos. Pero este intermediario es uno en esa larga serie de gra- daciones. Puedes:; pues del mismo modo preveer (¡ue se — 192 — encoiitraráii otros seres que evolucionaban hacia el Upo Ma- crauchenia que presentaran una nariz de caracteres inter- mediarios enti'e la del tipo común y la del Mesorhinus, y que se encontrarán otros que estando mas avanzados en esa evolución tendrán una nariz intermediaria entre la del Me- sorJiinus y la de la Macrauchenia. Con estas bases se hace fácil determinar la posición que en la serie debía ocupar el Mesorliinuí< : debe colocarse entre los animales de donde partió la rama (jue dio origen á la familia de los macroquénidos, y la Macraachenia que cons- tituye la última punta de esa rama tanto en su modificación evolutiva como en su sucesión en el tiempo. Sobre los tres p^éneros Ribodon, Proterotherium y Bra- chytherium, representantes respectivos de las familias de los tapires, de los precursores de los ruminantes y de los anoplotéridos, poco ó casi nada tengo que decir. El Rtbodon es un ser singular, al (¡ue no le conozco su- cesores, y que aparece hasta ahora como completamente aislado. El Proterotheriinit es ciertamente un antecesor de los ruminantes, |)ero es un antecesor d(4 grupo, sin presentar ma}or parecido con algún género de preferencia á otro, por- que aun no conocemos sus sucesores inmediatos. En cuatito al Brachytheriuní se encuentra en el mismo caso que el Tlibodon: es un ser liasta ahora aislado, cuyas muelas a causa del número de raices (¡ue presentan se presta- rían sin duda á serias é importantes consideraciones sobre la forma, número y evolución de las muelas de los primeros mamíferos, pero que no estarían aquí en su lugar. 1 I i — 193 — En cambio, los edentados oligocenos, se presentan intima- mente aliados con los pliocenos, y un número considerable de sus representantes pueden considerarse como formas ver- daderamente precursoras unas y antecesoras otilas. Las muelas del Promegatherium son tan parecidas á las del MegatJieríwn antiquum, y estas tan iguales en su for- ma á las de los megaterios de los terrenos pampeanos, que aunque no conozco de los yacimientos del Paraná nada mas que muelas aisladas, no puedo dudar de que las especies pliocenas derivan del M. cmtiquuin y esta de un Promega- theriura de época anterior. Del mismo modo, las muelas aisladas de Gnjpotheríum, Mylodoii y Pseuclolestodon, que conozco de los yacimien- tos del Paraná, son tan parecidas á las mismas muelas de las especies pampeanas, que me obligan también á considerar los milodontes, gripoterios y pseudolestodontes pliocenos como los descendientes de las especies del oligoceno. El Lestodon anttquus del Paraná, parece al contrario representar una forma mas especializada que las pampeanas, pero por eso la presencia del mismo género en ambas épocas no pierde su inq)ortancia. pues si las especies mas modernas no descienden del L. antiquus es que hay sin duda otras especies de lestodontes oligocenos aun no conocidos que son los antecesores, porque es indudable que la existencia del género ha continuado sin interrupción hasta la época pam- peana. En cuanto al Diodomns y PliotnorpJius no tiene descen- dientes en la formación pampeana. Los loricatos del Paraná, por su conformación ó por sus estadios distintos de evolución, aparecen todos como precur- sores y eslabones que unen los existentes á los extinguidos. Asi el Chlamijdotherium es indudable que por su extin- coraza se acerca mas de los actuales armadillos que de los guidos gliptodoutes, por la forma de la mandíbula se acer- ca mas de los gliptodoutes, que de los armadillos, pero T. VIH 13 — 194 — los dientes sonde una forma intermediaria entre los cilindri- cos de los armadillos y los triprismáticos de los gliptodontes, presentando una forma alargada j en uno desús costados un principio rudimentario de las aristas y surcos longitudinales de los gliptodontes. Los fragmentos de coraza de verdaderos gliptodontes pre- sentan caracteres precursores y una especie de forma embrio- naria de verdadera importancia bajo el punto de vista evolu- tivo. Las corazas de las especies pampeanas de los géneros Hoplophorus y Glyptodon están cubiertas de esculturas, tan regulares que se puede decir representan el tipo de la perfec- ción de la simetría y de la regularidad. Placas mas ó menos de la misma forma dispuestas en series regulares; figuras centrales de la misma forma rodeados por figuras {)eriféiicas mas pequeñas, bien delimitadas, en número constante y siem- pre idénticas; surcos regulares, bien marcados, y siempre.del mismo aspecto; agujeros circulares de forma y profundidad constante mas ó menos del mismo tamaño, colocados en el fondo de los surcos al rededor de las figuras centrales y dis- puestos en una misma dirección ; todo en fin se halla dispuesto en un conjunto tan armónico, que bajo el punto de \ista de la simetría osas corazas representaban la perfección del mas artístico de los mosaicos. Los fragmentos de coraza de PalaehoplojD^iorus y sobre todo de Protoglyploclon de los terrenos oligocenos del Pa- rant son completamente distintos: las placas son nías irre- gulares; las figuras centrales en el mismo fragmento son ya mas grandes, ya mas ¡joquenas, ya mas altas ó ya mas bajas; las figuras periféricas carian en número, forma y colocación, presentándose ya distintas, ya apenas visibles; los surcos son poco marcados y de distintas formas, tamaño y dirección; los agujeros son unos grandes, otros pecjueños, unos circulares, otros alargados, y repartidos al acaso sin ningún orden ni sime- tría; en fin todo se presenta rudimentario é imperfecto. La es- cultura de los gliptodontes del oligoceno comparada con la d<^ — 195 — los del plioceno, es como el incorrecto bosquejo de un apren- diz de dibujo comparado con la obra de un artista consumado. Y si yo fuera creacionista, si perteneciera á esa escuela que quiere que cada ser haya salido desde un principio de las manos del Creador con todos los caracteres que lo distinguen, en presencia de esas piezas diria que ese Creador no era Omuipotente, puesto que era perfectible, pues sus primeras obras, los gliptodontes del oligoceno, demostrarían que aun no poseia entonces el conocimiento de la simetría y el senti- miento artístico que revelan sus obras posteriores, los glip- todontes del plioceno. Ahora, examinando en conjunto los mamíferos fósiles del Paraná, y echando una rápida ojeada sobre las formas ac- tuales y extinguidas de ambos continentes, encontramos que ella difiere profuudamente de las distintas faunas que cono- cemos de Europa, Asia, África, Australia y Norte-América, pero que presenta al contrario una analogía notable con la fauna pampeana de nuestro país como puede juzgarse por la lista adjunta de los géneros hasta ahora observados en am- bas formaciones. Oiigoceno del Paraná Cijo na SU a. Arctotherium. Pampeano ó plioceno de la República Argentina y República Oriental Homo. Protopithecus. Arctotherium. Conepatiis. Galictis. Canis. — 196 Pampeano ó plioceno de la República Oligoreno ilel Paraná Argentina y Repu Macrocyon. Felis. Smilodon. Mas to don. Hesperomys. Oxymitherus. Reithrodon. Myopotamus. Lagostomus. Megamys Hydrochoerns. Cardiatherium. Myopotamus. Ctenomys. Plataeomys. Lagostomus, Hijdrochoerus. Procardiatherium. Dolichotis. Cardiomys. Car dio don. Orthomys. Microcama. Caviodon. Anoema. Procavia. Cavia. Protypotherimn. Toxodon. Typotherimn. loxodon. Toxodontherium. Trigodon. Haplodontherium. Dilobodon ? Dilobodon. Scalabrimtherium. Macrauchenia. Oxyodontherium. Mesorhinus. Diastomicodon. Ribodon. f líomorhinoceros Hipphaplous. Brachytherium. Proterolherium. Hipphaplous. Hippidium. Equus. Dicotyle. Cervus. Auchenia. — 197 — Oligoceno del Paraná Ortholherium. Olygodon. Promegatherium. Megatherium. Stenodon. Proniglodon. Mglodon. Pseudolestodon. Grypothtrium. Interodon. Leslodon. PliVmorphus. Diodomus. Protoglyptodon. Euryurus. Palaehoplophorus. Chlamydotherium. Pampeano ó plioceno de la República Argentina y República Oriental Hemiauchenia. Palaeolama. Mesolama. Antílope. Platatherium. NotJiropiis. Olygothen'am. Megatherium. Essonodontherium. Tetrodon. Scelidotherium. Jiabdiodon. Scelidodon. Mylodon. Pseudolestodon. Grypotherium.. Laniodon. Lestodon. Pliogamphiodon. Platyodon. Thoracophorus. Ghjptodon. Plaxhaplous. Doedicurus. Euryurus. Panochtus. Hoplophorus. Chlamydotherium. E a la tus. Euphractus. Popraopus. Praopus. Didelphis — 198 -- Resulta de esta lista que sobre los 40 géneros de mamí- feros del oligoceno del Paraná J6, ó sea el 40 por ciento, se encuentran también representados en la fauna pampeana, lo (jue quiere decir que ambas faunas son muy estrechamente aliadas, como que se ha \isto que muchas de las especies pampeanas son las sucesoras mas ó menos modificadas de las oligocenas. Sin embargo, la fauna pampeana no está tan íntimamente aliada á la oligocena, como esta última á la primera, puesto que lus IG géneros oligocenos entre los 68 géneros de la fauna panqjeaua solo representan el 23 por ciento, relación que podría espresarse en términos m;is simples diciendo que la fauna oligocena ha trasmitido el 40 por ciento de sus géneros á la fauna pampeana, pero (pie esta solo hr. re- cibido de aquella el 23 por ciento de los géneros que lu forman, de manera que el 77 por ciento de los géneros pam- peanos difieren de los oligocenos. Esta diferencia entre ambas faunas, á pesar de la analogía que establecen los 16 géneros comunes, es demasiado con- siderable para poder admitir que se hayan sucedido en el tiempo la una á la otra, sin interrupción. Pero si se re- cuerda poi' un instante que hasta ahora no se ha encontrado una sola especie que sea idéntica en ambos yacimientos, se vuelve indudable que ambas épocas, á aquella durante la cual prospero la fauna del Paraná, y aquella en que se de- sarrollo la fauna pampeana, deben estar divididas por una época intermediaria por lo menos de igual duración que cada una de ellas tomada por separado. Sin esa gran época de transición no habría cómo esplicar esa aparición súbita en el pampeano de 52 géneros nuevos que no se encuentran en los yacimientos del Paraná, y el cambio completo de las especies de los 16 géneros comunes á ambas faunas, de don- de resulta que, si la formación panqieana es en su conjunto pliocena como lo demuestra el estudio de la fauna y de la estratigrafía, tenemos que admitir para la formación pata- — 199 — góiiica media y superior (piso niesopotámico y piso para- nense) una época por lo menos oligocena; del mismo modo, si admitimos para esas rapas una edad oligocena como lo demuestra el estudio de su fauna nialacoló^ica, no podemos hacerle suceder inmediatamente la formación |)am- peana, y tendremos que atribuir esta á la época pliocena. interesante sería la comparación bajo este punto de vista de la fauna antigua del Paraná, con la de las otras regiones del globo, pero este estudio se hace sumamente difícil á causa del carácter especial de la fauna niamalógica oligocena de este país, que, como dije hace un instante, diíiere de las faunas actuales y estiuguidas de todos los otros |)a¡ses. En efecto, si se hace abstracción de los cuatro íjéneros marinos que á causa del medio mismo en que viven, tienen una tendencia al cosmopolitismo, encontramos que los ca- racteres del resto fle esa fauna eran mas esencialmente sud- americanos que los de las faunas que le han sucedido incluso Id existente en nuestro época en esta parte de América. Los roedores pertenecían esclusivamente á familias que como los eriomidos, los cavinos y los muriformes solo se encuentran en la actualidad en la América del Snd, y esas especies constituían ellas solas el 39 por ciento de las especies de mamífci'os terrestres del Paraná. Los macroquénidos, que se ha visto es una familia esclusivamente sud-ainericana le- presentaban el 6 j)or ciento de la misma fauna. Los toxo- doutes otro orden esclusivamente sud-americano y que no se ha encontrado hasta ahora mas que en la mitad sur de la América Meridional, representaban el 10 por ciento. Y los edentados sobre los que es innecesario insistir que son tipos evidentemente sud-americanos, representaban el 32 por ciento. El resultado es que de los matníferos terrestres conocidos de los terrenos del Paraná, un 88 por ciento son de ór- denes y familias esclusivamente y ciertamente sud-america- nas, quedando solo un 12 por ciento para representar los — 200 — pocos tipos de oríjíen ciertamente seteiitrional unos, y pro- blemáticos otros, como ser carnívoros, proruminantes, tapiri- nos y equiinos. Aunque es indudable que todavía se encontrarán en los yacimientos del Paraná muchos otros géneros desconocidos, ó mas ó menos parecidos á otros ya conocidos, esos nuevos descubrimientos no alterarán el significado de las cifras precedentes, porque si se descubren algunos nuevos carni- ceros ó tapirinos, se encontrará sin duda un número mucho mas considerable de roedores de familias americanas, de edentados, de toxodontes y de macroquénidos. Ellos domi- naban por el número. Así, si para la colocación cronológica de la fauna del Paraná quisiéramos buscar á cual de las antiguas launas setentrionales corresponde, solo podríamos utilizar para ese estudio comparativo ei 12 por ciento de las especies argentinas que según la clasificación geológica del Doctor A. DoERiiNG atribuimos al oligoceno. Pero á pesar de eso, la comparación puede bacerse y con resultados mas concluyentes que no habría sido dado suponerlo al consi- derar los caracteres tan especiales de la fauna sud-ameri- cana. El Arctolherium es entre los osos uno de los tipos mas primitivos, y aunque los representantes de la familia de los verdaderos osos recien se encuentran en Eurojja en el mio- ceno, aparecen allá en la escena de una manera repentina, de modo que no es improbable su origen sud-americano como }a lo he hecho entrever, confirmado por los caracteres que los unen á los osos actuales y fósiles de Sud-América y á los sub-iirsus igualmente snd-americanos, cuyo género extinguido del Paraná, Cyonasua solo sería conqiarable á los bunoteridos de Norte-América, que son característicos de los terrenos oligocenos y eocenos superiores. El Ribodon pertenece á una familia que en Europa y Norte-América hace su aparición desde el eoceno con los géneros Lophiodon, Jlyrachíus, Tapindus, Pachyno- — 201 — lophus, etc. y tiene mayores analogía con estos que con los géneros que aparecen sucesivamente en el oligoceno y en el mioceno de ambos continentes, dando así á los yacimien- tos del Paraná un carácter mas bien eoceno que oligoceno ó mioceno. En cuanto al Drachytherium corresponde tan exacta- mente á los anoploteridos europeos característicos del eoceno superior y del oligoceno inferior, en donde se ex- tinguen, que no puede ser atribuido de ningún modo aun horizonte mas moderno. Y el Proterotherium confirma de una manera tan completa estas deducciones que ya no se puede duíjar de la remota antigüedad geológica de los yaci- mientos del Paraná. En Europa y >'orte-Araérica los rumi- nantes son muy escasos en los terrenos eocenos y oligocenos inferiores, y de caracteres muy diferentes de los que apa- recieron en las épocas siguientes, intermediarios á varios grupos de paquidermos. Recien en el oligoceno superior y en el mioceno iníerior aparecen y en abundancia los \erda- deros ruminantes. Eu los yacimientos del Paraná tampoco existen restos de verdaderos ruminantes, estos aun no ha- bían aparecido. Solo se ha encontrado los restos de un precursor, el Proterotherium en el que unos cuantos ca- racteres de \erdadero ruminante están unidos á muchos otros propios de \arios paquidermos y de los anaplotéridos, representando este género un estado de evolución menos avanzado hacia el verdadero tipo ruminante que la mayor parte de los géneros del oligoceno inferior y aun del eoceno superior, del hemisferio setentrional. El estudio de los numerosos moluscos marinos sobrepues- tos al piso mesopotámico ha conducido al Doctor Dgeriing á considerar este último terreno como oligoceno inferior, y el examen comparado de los mamíferos del mismo yacimiento con los de las formaciones mas ó menos de la misma época del hemisferio norte, no solo confirma esa remota antigüedad sino que hasta permitiría identificcir el piso mesopotámico — 202 — cou el eoceno superior, especialmente con el piso de las ye- seras de Paris. Si consideramos después los cambios que han sufrido las faunas correspondientes de ambos continentes, comparadas con las que habitan aun los mismos paises, la probabilidad de que los yacimientos del Paraná correspondan al eoceno superior se impone y deberá tomarse en cuenta para las in- vestigaciones futuras. De los cuarenta géneros de mamíferos terrestres enume- rados como encontrados en los yacimientos del Paraná, esceptuando tres géneros que son Lagostomus, Myopota- rnus é Hydrochoerus, todos los demás han completamente desaparecido de la superficie de la tierra. La existencia entre esa fauna de tres géneros que aun \iven nada significa en contra de la antigüedad de esos ter- renos, pues se han encontrado cuatro géneros existentes en el eoceno superior de Europa y probablemente tres en el eoceno superior de Norte-América. Por otra parte es digna de notar la circunstancia de que los tres géneros existentes del oligoceno del Paraná pertenecen al orden de los roedo- res, que dos de los géneros eocenos europeos toda\ia exis- tentes también son roedores, como también lo es uno de los géneros eocenos existente de Norte-América. Estendiendo estas consideraciones, encontramos que, mientras los tres géneros existentes del Paraná entran todos en el orden de los roedores, cuatro géneros eocenos euro- peos todavía existentes, Erinaceus, Sciuros, Vespertilio y Didelphis representan cuatro órdenes distintos, los insec- tívoros, los roedores, los qucirópteros y los marsupiales, y que los tres géneros norte-americanos de la misma época, todavía existentes representan los roedores, los marsupiales y los queiropteros. Me parece que estos hechos son bastante elocuentes |)or- que no dejan duda sobre la antigüedad de la fauna del Pa- raná. — 203 — Si se considera la proporción de géneros de mamíferos terrestres existentes que se halhuí representados en la supuesta fauna oligocena del Paraná y en las faunas del eoceno superior del hemisferio norte se llega á resultados perfectamente de acuerdo con los precedentes. Los tres géneros existentes de la fauna del Paraná repre- sentan el 7 por ciento délos géneros que la constituyen. En el eoceno superior de Europa, los géneros existentes se hallan en la proporción del i O por cieuto, y en el eoceno de >'orte-América en la pro¡)orcion del 12 por cieuto. La com- paración bajo el mismo punto de vista de los yacimientos del Paraná con el oligoceno de Europa no se puede soste- ner un solo instante, pues allí aparecen en esa época una larga serie de géneros actuales. En vista de datos tan decisivos, v aun me atrcveriaá decir tan completos, no se comprende cómo haya habido quien sostuviera que la formación patagónica debía referirse al plioceuo, y la edad oligocena que á su parte intermedia en donde se encuentran los restos de mamíferos le atiibuve el j)r. DoKRíjNG, me parece mas que justificada, pues el estudio de los mamíferos permitiría referirla á una é()0ca aun mas antigua. Volvamos ahora un poco sobre los caracteres que podre- mos llamar geográficos de la fauna antigua del Paraná. Háse NÍsto que un 88 por ciento de sus especies pertenecen á ordenes y familias esclusivamente sud-americanas, y que solo un 12 por ciento entran en los órdenes y familias carac- terísticas del hemisferio norte ó en mayor ó menor grado cosmopolitas. Examinando ahora las faunas eocenas y oligocenas de Europa y Norte-América, encontramos que ellas se compo- nen esclusivamente de los mismas ordenáis que aquí solo alcanzan á constituir el 12 por ciento, esto es de carnívoros semi-ruminantes, paleoteridos, tapirinos, equinos, suideos, insectívoros, roedores y prosimianos. Los roedores de fami- — 204 — lias sud-americanas, los macroquénidos, los toxodontes y los edentados no tienen allí un holo representante, lo que con- firma de una manera decisiva el origen actual de los mencio- nados órdenes y familias. Esta enorme diferencia, en los órdenes y familias que en otras éjDocas constituían las faunas mamalógicas del hemisfe- rio Norte _v del hemisferio Sur, es otra prueba evidente de la üran antim'iedad délos nacimientos del Paraná. En efecto, la composición de las faunas terrestres, no es el resultado de causas fortuitas, sino que está determinada por la forma de los continentes, las masas de agua que los rodean y de consiguiente con la major ó menor facilidad de comunicaciones que tienen con las tierras continentales ó insulares mas cercanas. En el caso presente de la antigua fauna del Paraná, para que ella se compusiera casi esclusiüamente de géneros pertenecientes á familias y órdenes esclnsivamente sud- americanos, fué necesario que ella habitara una región con- tinental completamente aislada de las otras tierras, y eso desde épocas geológicas mucho mas remotas, en que em- pezaron á diseñarse las formas que mas tarde debian carac- terizarla. Cómo se ha ido modificando gradualmente esta fauna por la adición sucesiva de nuevos géneros setentrionales no lo sabemos, porque aun no conocemos casi nada de la fauna miocena de estas regiones, ó mas bien dicho no se han esplo- rado aun los yacimientos que la contienen que se estienden al pié de los Ancles desde las nacientes del rio Negro en Patagonia hasta los límites norte de la provincia de Cata- marca. Pero, conocemos de una manera bastante satisfactoria la fauna miocena de Europa y Norte-América, para determinar que á fines del oligoceno se estableció una comunicación entre esos continentes y la América Meridional, pues con los primeros tiempos de la época miocena aparecen en Europa — 205 — y Norte-América los primeros edentados, Macrotherium, Morotherium y Ancholotherium, acompañados pronto por verdaderos osos de tipo americano, liyaenarctos y Ursus avernens'is, y es de creer que hacia la misma época empezó en nuestro pais la invasión de los géneros setentrionales, } como éstos auu no están representados en la fauna del Para- ná, se vuelve evidente que ésta tiene que remontar á una época anterior á esas primeras comunicaciones, por lo menos al oligoceno inferior. Las comunicaciones se hicieron sin duda todavía mas fáci- les durante la época miocena, pues la fauna pliocena ó pam- peana de la América del Sur, se nos presenta entonces con una composición muy distinta de la del eoceno superior ú oligoceno inferior del Paraná; ya no está formada por tipos casi en totalidad esclusivamerile sud-americanos. Solo la familia de los gliptodontes se presenta aquí en el apogeo de su desarrollo. Los gravigrados, aunque conservan sus ma- gestuosas proporciones han disminuido en la variedad de sus formas, los macroquénidos y toxoJontes también tienen un menor número de representantes, y los roedores de las familias de los cavinos y de los eriominos, han disminuido de número y de t;illa. Esos tipos que ellos solos constituían la casi totalidad de los mamíferos de la fauna del oligoceno inferior, solo constituyen aquí el 50 por ciento de las espe- cies. En cambio aquellos órdenes y aquellas familias que en la fauna precedente formaban solo un 12 j)or ciento, consti- tuyen aquí el otro 50 por ciento, representados por nume- rosos géneros de roedores de familias distintas de las precedentes, de carnívoros, de ruminantes y de paquidermos distintos. Los Canis, Galictis, Conepatus, Lutra, Paleo- cyon, Felis, Smilodon, Tapirus, Hippidium, Equus, Drjcotyle, Cerviis, Antílope etc., son todos géneros del hemisferio setentrional, que invadieron la América del Sud durante los tiempos miocenos y pliocenos. Especialmente — 20G — durante los tiempos pliocenos, las comunicaciones de la Auíérica Meridional con la Setentrional debian ser relativa- mente fáciles y constantes, pues vemos al mismo tiempo una emigración en sentido contrario, los roedores de la lamilla délos ca\inos penetran en la América del Norte, el Arcto- f^e7"¿ií?n acompaña al Hydrochoerus en las llanuras de los Estados Unidos, y los Megatherium, Mylodon, etc., de las pampas, van á confundirse en los territorios que forman en el día los Estados de Virginia, Georgia y Carolina con una for- ma tan ciracterística del mioceno superior y del plioceno inferior como el HLpparion, mientras que los verdaderos caballos que allí coexistieron con los liipariones descendien- do en dirección contraria, .llegan á mediados de los tiempos pliocenos en las pampas de Buenos Aires, en donde viven durante la deposición del pampeano medio y superior en compañía de los sud-americanos gliptodontes. Estas comunicaciones entre ambas Américas cesaron al íin del plioceno, volviéndose á hundir el puente que por largo tiempo las ligara. Vemos entonces durante los tiempos cua- ternarios á Norte América invadida por nuevas formas: gigantescos elefantes reemplazan los mastodontes acompa- ñados de varios otros géneros y especies propias del anti- guo continente; vemos descender esa fauna por los valles de 3Iéjico y avanzar hacia el Sur hasta el istmo de Panamá, — pero de aquí no pasa. En la América del Sud no se ha encontrado hasta ahora un solo hueso de elefante ni de nin- guna de las especies que en Norte-América lo acompañaron en su emigración. El puente sobre que habian pasado los seres de otras éj)Ocas habia vuelto á desaparecer, para rea- parecer mas tarde en la época geológica actual. Por lo espuesto, fácil es darse cuenta de la importancia científica que tiene la determinación exacta de las distintas faunas que se han sucedido en una misma región, puesto que, com[)arán(lolas entre sí, nos permiten luego rehacer la cronología de los tiempos pasados, dando sólidas bases á la — 207 — geología y permitiúndonos así seguir las distintas faunas en las múltiples fases de su desarrollo, evolución y dispersión á través de las épocas pasadas y de los continentes per- didos. Eq el Museo Zoológico de la Universidad de Córdoba, Noviembre 17 de 1884. CONTENIDO DE LA PRESENTE ENTREGA Páginas Florentino Ameghino. — Nuevos restos de Mamíferos fósiles oli- gocenos recogidos por el profesor Pedro Scalabrini. y pertene- cientes al Museo Provincial del Paraná 5 AUG 2 8 1929 boletín l,\s:í DE LA ACADEMIA NA DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) Diciembi-e 1885. — Toino VIII, Entrega 2^y 3» BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI, ESPECIAL PARA OBRAS 60 — CALLE ALSINA — 60 1885 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA (EN CÓRDOBA) PROTECTOR S. E. el Presidente de la República, Teniente General D. Jl'LlO A. ROCA PRESIDENTE HONORARIO S. E. Ministro de Justicia, Culto é Instrucción Pública, Dr. D. Eduardo WILDE COMISIÓN DIRECTIVA PRESIDENTE Dr. D. Osear Doering VOCALES Dr. D. Luis Brackebusch. Dr. D. Adolfo Doering. Dr. D. Arturo de Seelstrang. Dr. D. Federieo Kurtz. D. Florentino Auies:liino. SECRETARIO D. P. A. Conil AGENTES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Agente general: Librería de G. Deuerlich en Gottingen (Alemania). Agentes; Buenos Aires, D. Ernesto Nolte, calle Cangallo. Paris, Mr. H. Le Soudier, Libraire, Boulevard St. Gerraain 174 et 176. London. Messrs. S. Lowand C, Booksellers, 188 Fleet-Str. E.C. APUNTES SOBRE LA NATURALEZA CALIDAD RELATIVA DE ALGUNAS MATERIAS PRIMAS EMPLEADAS EN LAS CONSTRUCCIONES DE LOS FERRO-CARRILES NACIONALES POR ADOLFO DOERING Observaciones generales. — Complicación del trabajo en la región an- dina. — Obras y temblores. — Variabilidad de los materiales. — Pro- longación del F. C. C. N. — Ojeada sobre la constitución geológica de la comarca. — Las arenas y su papel en los morteros vulgares y en los cementos. — Cal hidráulica de Tucuman. — Las arenas de Tii- cuman, Saladillo. Tapias y Vipos. — El viaducto del Saladillo. Los progresos extraordinarios que Li República Argen- tina ha esperimentado en los últimos años, en el aumenta de su bienestar en general y prosperidad nacional, no podrian encontrar una ilustración mas aprehensible, sino por una mirada sobre la febril laboriosidad desplegada en las cons- trucciones y prolongaciones de su red de ferro-carriles ; ba- rómetro inequívoco para apreciar los adelantos materiales de un país virgen y lleno de esperanza para un halagüeño porvenir. Ningún agente ejerce un:i influencia mas remarcable so- bre el desarrollo de la vida comercial, industrial y agrícola, T. TIU 14 - 210 — que el perfeccionamiento de los medios y vías de comunica- ción; mas aun, cuando éstos, á mas de facilitar, espontánea- mente, el intercambio de los productos, acortar las distan- cias y ahorrar tiempo y fuerzas, abren nuevos rumbos y fuentes productoras de esplotacion industrial, llevando los beneficios de la civilización y del trabajo a regiones aún in- cultas, tal como ha sucedido con la mayor parte délas nuevas líneas de ferro-carriles del país, tendidas ahora en todos rum- bos sobre la planicie, antes desierta, de la pampa argentina. Fácilmente se comprende que esta acumulación y aumento de trabajo, la repetición de una misma clase de obras téc- nicas, necesariamente tenia que dar un impulso especial al desarrollo de ciertos ramos y disciplinas de ingeniería en el país ; y este desarrollo, en realidad, no ha hecho esperarse_, notándose sus efectos, no solamente por el entusiasmo que hay en la juventud argentina páralos estudios de ingenie- ría, como carrera profesional, sino también sobre todo_, en el perfeccionamiento administrativo y la mejor organización de las dependencias de este ramo ; impulso, debido ala evo- lución espontánea, á fuerza de las necesidades y esperien- cias di:irias. También desde el punto de vista técnico este ramo ha evolucionado remarcablemente en el país, aunque en su de- sarrollo no ha podido conservar siempre los mismos pasos progresivos en las distintas disciplinas especiales, lo que es debido, en parte, á la rapidez con que muchas veces habia ne- cesidad de \erificar un gran número de estas importantes obras públicas, no dejando demasiado, por consiguiente, el tiempo necesario para las meditaciones preliminares, y mu- cho menos para el examen crítico de los planos, métodos y materiales, que debían ser aplicados en los distintos casos es- peciales;— pero la culpa principal de este estancamiento se debe indudablemente, á la influencia de aquel principio per- nicioso de parasitismo oficial, que con tanta frecuencia ha co- locado un personal técnico, aun no maduro, y sin vista dis- — 211 — ciplinada, en empleos de complicado trabajo y llenos de responsabilidades, La consecuencia de este favoritismo es que la ingeniería en nuestro país, en muchas ocasiones, lejos de ser una dis- ciplina racional y basada consecuentemente en las leyes in- violables déla esperiencia tradicional y en los progresos de la tecnología moderna á la vez, se ha presentado mas bien en forma de un arte sin regia fija y puramente autodidáctico, donde cada sujeto que se presenta con el título de ingeniero, sub-ingeniero ó capataz, hace mas ó menos lo que se le an- toja, según sus propias ideas indisciplinadas ; no siempre con ahorro para el erario nacional, y con menos beneficio aun ])ara la duración y perfección de las obras mismas. Hasta los últimos años, cuando la red de ferro-carriles se cstendia solamente en terrenos llanos de la pampa, el tra- bajo era fácil y sencillo. Algunos cortes, terraplenes y al- cantarillas y, en último caso, un puentecillo de fierro, eran todos los trabajos que se requerían para llevar á cabo la colo- cación de rieles. Pero no sucedió así, cuando sus prolongaciones, llegaron á los mismos promontorios de la cordillera andina, faldeán- dolos en unos puntos y atravesándolos en otros. Recien con este paso, puede decirse (pie la tarea de la construcción de ferro-carriles en el país ha principiado á tomar un aspecto científico, entrando en aquella faz de desarrollo, donde se siente la necesidad de echar mano de todos los recursos posibles, sobre que dispone la tecnología moderna. Las obras sencillas v de una limitada rutina diaria en los llanos, son reemplazadas por verdaderas obras de arte, cuya rea- lización lucha eternamente con los obstáculos naturales, que en mil distintas formas ofrece un territorio fuertemente accidentado por los repliegues serráneos. Dificultades y problemas complicados son los que se pre- sentan al ingeniero desde el primer instante, ya en el exa- men de los variados provectos y trazas ; problemas que á — 212 — ^eces se hacen difíciles cuando se quiere satisfacer á todas las exijencias técnicas, enouómicas y políticas á la vez. Los inconvenientes accidentales de la comarca, mas que en otras regiones, le obligan á prestar una atención escepcional á los menores detalles, al parecer á veces muy insiguilicantes, de la topografía é liidrograíla del terreno. Pequeñas cañadas, por ejemi)lo, que la mayor parte del tiempo permanecen completamente secas, de un dia á otro, se transforman en rios caudalosos y violentos, capaces de ai'rastrar alcantarillas, diques y trechos enteros de los ter- raplenes si no se ha tenido en cuenta, en la construcción de estas obras, la posibilidad de accidentes anormales de este género. En las mismas regiones occidentales de la pre-cordi- llera, fuera de las cuestiones técnicas, bástanle complicadas ya por sí mismas, todavía se presentan otros elementos nue- vos, dispuestos á dificultar la marcha de la locomotora. ¡Como si esatierra clásica, cuna déla antigua civilización Inca, la misma naturaleza se hubiese propuesto hacer un último ensayo de resistencia contra los intentivos conquis- tadores de la ci^ilizacion moderna ! Son los sacudimientos sísmicos ó temblores que, aunque generalmente periódicos é interrumpidos por intervalos mas o menos largos de calma subterránea, han de repetirse infa- liblemente en los tiempos venideros, tal como se han mani- festado todavía en las últimas épocas; accidentes que no se puede pa.sar por alto en los proyectos, planos y construc- ciones de arte de las comarcas respectivas, obligándonos á dedicarles aquí algunas observaciones. Las causas que, según nuestros conocimientos cosmológi- cos actuales se consideran como tactores en el origen de los temblores pueden clasificarse en tres distintas categorías. La primera comprende los terremotos de verdadero origen volcánico, muchas veces solo de reducida estension geográ- lica, y con un foco radiante que va progresivamente debili- tándose en sus efectos hacia la periferia de la zona afectada. — 213 — La segunda categoría comprende aquellos temblores que se supone sean debidos <á perturbaciones en el equilibrio de las masas, por ejemplo, por la acumulación desigual, en ciertos sitios, de nue\as sedimentaciones ; ó por procesos metamórficos v lixiviaciones subterráneas de combinaciones solubles; formándose entonces huecos ó intersticios entre los bancos sedimentarios en el seno de la tierra, que provo- can, en seguida, la dislocación y hundimiento de las capas circunvecinas ó superpuestas. Entre los geólogos modernos hay muchos partidarios de esta teoría neptunística pura, como esplicacion de la mayoría délos temblores de tierra, aunque creemos que también en esta teoría hay exageraciones, como sucede siempre, cuando se intenta unificar demasiadamente, buscando una sola causa para esplicar fenómenos bastante variados en su conjuntOi A la tercera sección pertenecen aquellos temblores que se supone sean orijinados, ya por hundimientos centrípetos en ciertos puntos de la superficie cósmica, ya por la ruptura de las capas y plegamiento de las cadenas serráneas; im- pulsos debidos á la presión tangencial de la costra terres- tre, á causa de su contracción por el enfriamiento gradual progresivo del globo. Los temblores que se atribuyen á esta categoría, son casi siempre de una estension geográfica importante, estendiéndose con preferencia, á lo largo de las grandes cadenas serráneas ya existentes ; como, por ejem- plo, los frecuentes temblores que obran á lo largo del sis- tema helvético de Europa y tal \ez la mayor parte de los terremotos, á lo largo de la Cordillera de Norte y Sud- América. Parece que tanto en las Provincias de Jujuy y Salta^ como en la de Mendoza, estos sacudimientos sísmicos no son de origen volcánico, sino tectónico, debidos á los fenómenos de ruptura y enarmonamiento progresivo de los repliegues serráneos, en la línea ó zona de dislocaciones, tendida á lo largo del macizo de la cordillera de Tucuman, Salta, etc. ; — 214 — y cuya existencia, en tiempos aun no mny lejanos se halla comprobada por la dislocación, no solo de masas rocallo- sas antiguas, sino también de bancos y formaciones rela- tivamente modernas. Supongamos que sea asi, resultaría, que la línea ó el centro de la radiación y el movimiento mas violento de estos terremotos habría de encontrarse pro- bablemente, al pié del sistema de cerros promontorios de la formación yesífera, que á continuación, por ejemplo, con los de Tucnman, Rosario déla Frontera, etc., en dirección al N., se estienden hasta Jujuy, Salta y Bolivia; y el in- geníero_, al tener que resolver distintas trazas para las líneas férreas y obras de arte, debía tratar entonces de evitar en lo posible, y no solamente por razones de economía, las que cruzan ó atraviesan estas zonas de dislocación tectóni- cas recientes, elijiendo, en cuanto le sea posible, las trazas que á mayor distancia pasan por la llanura. En el gran tem- blor de 18 1 2, en Venezuela (comarca que, como creemos, bien puede ofrecer puntos de comparación en este sentido, con las regiones subandinas de Mendoza, Salta y Jujuy), se derribaron todos los edificios, situados en una faja pro- longada á lo largo de la cordillera oriental, sobre las faldas ó en los pliegues de este sistema, quedando poco afectados, en cambio, los edificios establecidos á alguna distancia en la llanura. Pero la absoluta falta de observaciones sismométricas en el país, no permite juzgar con anticipación en estas cues- tiones, y sería aventurado intentar establecer, ya desde ahora, reglas fijas en este sentido, cuando por lo pronto solo se trata de suposiciones. La instalación de un observatorio magnético y sismométrico central, que estudie estos fenó- menos en sus detalles por medio de instrumentos de pre- cisión y que conserve relación continua con un personal de observadores voluntarios, repartidos en las diversas regio- nes del país, es una necesidad muy sentida. Recien enton- ces nos encontraremos en el caso de determinar con segu- — 215 — ridad la naturaleza, estension, el foco y las causas de los temblores, ea las distintas zonas sísmicas del país, y de emitir juicios fundados sobre las localidades que se deben evitar y sobre los que son preferibles para la fundación de pobla- ciones, para la construcción de los edificios, ferro-cíirriles y obras de arte en las comarcas expuestas á los temblores. Comparando las esperiencias acerca de los efectos rela- tivos sobre la resistencia de las obras, que en los distintos paises se hicieron durante los temblores, resultan muchas veces versiones aparentemente muy opuestas ; lo que sin duda es debido, en parte, á las circunstancias y condiciones estratigráficas, cada vez especiales, de la comarca respecti- va y á la situación, distancia y naturaleza del fenómeno en general, y por fin, á la continuidad completa ó mas ó menos interrumpida de las capas afectadas por el movimiento vi- bratorio. imaginemos, por ejemplo, un sacudimiento tectónic(>, cau- sado por la ruptura violenta de un complejo de bancos de roca sedimentaria que descansan en el subsuelo de la llanu- ra, á inmediaciones ó al rededor de un repliegue serráneo. Fácilmente comprendemos, en primera línea, que la con- moción, que esperimentan las capas modernas, superpuestas á las afectadas, ha de ser muy considerable, por lo reducido de las distancias verticales, y que, asimismo, la trasmisión horizontal de las vibraciones necesariamente lleiíará á distan- cias considerables, cada vez en las direcciones en que dichas capas conservaron todavía una conexión ó soldacion estra- tigráfica no interrumpida con las vecinas. Pero habrá un gasto de fuerza viva y un considerable debilitamiento de la intensidad del impulso vibratorio, cada vez ea los puntos ó líneas, donde la conexión de estos estratos se halle interrum- pida por dislocaciones ó intersticios y rupturas ya preexisten- tes. Asi, puede suceder que el sacudimiento sea muy pro- nunciado sobre toda la llanura, formada en sus entrañas por estratos continuos de la roca sedimentaria, mientras que — 216 — casi no se siente la conmoción en los cerros vecinos que constituyen trozos aislados de la misma roca, pero aislados va y separados de los estratos contiguos, por dislocaciones anteriores. Menos conmovido aun se hallarán los trozos de la mole cantral de roca eruptiva ; por el perfecto aislamiento que estos generalmente han experimentado, á causa de las dislocaciones y el destrozamieuto repetido de los bancos se- dimentarios que se interponen, formando las laderas de la serranía. Son numerosos los ejemplos referibles tal vez á fenómenos de esta clase. En los últimos temblores de Febrero de este año, en la costa pacífica de Chile, según los apuntes de Domeyko, se destruyeron las ciudades de Concepción, Chillian y Talca, levantadas sobre terrenos sedimentarios, móviles y arenosos ; la primera de un lado de la cordillera de la costa y las otras dos del otro lado ; no tocando el movimiento á las pe- (lueñas ciudades establecidas en el centro de esta cordillera, sobre granito. En el gran temblor que destruyó á Lisboa en 1755, según Machado y ]\CíÑkz, los edificios fundados sobre cerros, formados por rocas basálticas y calizas hippu-* ríticas, resistieron mas tenazmeute á las vacilaciones del suelo, que los construidos sobre margas arcillosas y arenas aluviales en la llanura, los cuales apenas opusieron obstá- culo á las sacudidas. Acontecimiento análogo se observó en el terremoto de la Jamaica de 1 692. La ciudad de Port Eoyal, edificada en la playa, sobre arenas, fué destruida, mientras que el castillo, situado en una roca caliza bastante dura, permaneció en pié. Asi se esplica también como á menudo se han sentido temblores muy fuertes en el interior de la tierra, en las minas, mientras que no se los observó en las comarcas de la superficie ; y otros ejemplos, mas numerosos todavía, en los cuales sucedió lo contrario. Deducir inmediatamente de estos ejemplos la conclusión que las rocas basálticas, graníticas, calcáreas, etc. en cada — 217 — caso serian menos conductoras del impulso libratorio que otras ciases de piedra, me parece algo precipitado, mientras no se conoce cada \ez la verdadera causa, el hogar y la distancia relativa de las sacudidas respectivas. No hay que dudar, sin embargo, que la naturaleza física y petro- gráfica, la conductibilidad relativa para la trasmisión de las ondulaciones vibratorias, de las distintas clases de roca, será uno de los elementos muy influyentes en el efecto mas ó menos desastroso de los temblores; pero faltan hasta ahora verdaderas investigaciones metódicas en este sentido. Si es una regla fija para el arquitecto, buscar en lo posible, para los cimientos de sus obras, un fondo firme y duro, tiene esta ley una aplicación también, y sobre todo cuando se trata de oponer resistencia á los efectos destructores de los temblo- res. En la generalidad de los casos se ha observado que ¡os edificios construidos sobre roca firme vdura, resistieron me- joral empuje vibratorio de los temblores, que los establecidos sobre rocas detríticas y móviles, y desde la antigüedad es sabido, que la inconstancia proverbial de las casas cons- truidas sobre arenas, nunca se comprueba mas desastrosa- mente que durante los temblores , á la vez que, por ejemplo, los bancos de la arcilla plástica y flexible, cuando se hallan entre los estratos superpuestos del subsuelo, parece que constituyen un dique contra el empuje de las vibraciones, no trasmitiendo estos á la superficie sino débilmente, amor- tiguando el impulso. «El gran terremoto de 1755 — dice Machado y Nuñez, — tan sentido en Sevilla y Cádiz, destruyó, sin embargo, muy pocos edificios, porque la gruesa capa de arcilla plás- tica, sobre la cual están fundadas estas dos ciudades, amor- tiguó, por la elasticidad, la fuerza enérgica que le diera impulso. Lo mismo hemos observado en el temblor del 11 de Noviembre de 1858, y en este último. Si al movimiento vertical se hubiera opuesto una roca menos elástica que la — 218 — arcilla, las consecuencias liabrian sido funestas : en Cádiz y Sevilla apenas fué sensible el movimiento.)) Los materiales princijjales que componen la mayor parte de las capas sedimentarias modernas, son los elementos are- nosos por una parte, y los elementos arcillosos por otra. En la zona sísmica de Mendoza predomina, en el subsuelo de la llanura, absolutamente el elemento arenoso; en la de Salta y Jujuy principalmente las arcillas. Los temblores de Men- doza siempre son notables en sus efectos y á veces desastro- sos para los edificios; pero en Salta y Jujuy no se conocen casos tan funestos, por mas que las sacudidas de aquella región, con la gran estension geográfica que á menudo abar- can, no pueden ser inferiores en su potencia primordial á ios primeros. Es muy posible que. los gruesos bancos de arcilla plástica que existen en el subsuelo, tanto en la formación de las arcillas abigarradas antiguas, como en las sedimen- tarias modernas, de aquella región tengan influencia en el sentido de disminuir la intensidad del mo\imiento vibra- torio. Se comprende ahora que precisamente en estas regiones subandinas, afectadas por sacudimientos sísmicos, el inge- niero tiene que prestar una atención especial, á fin de ga- rantir la solidez de las obras respectivas, haciendo uso no solamente de todos los recursos posibles que prescribe la arquitectura y tecnología, sino también y principalmente de elejir los materiales que ofrecen el mayor grado de elasti- cidad y resistencia al empuje de las \ibraciones. La inves- tigación y solución satisfactoria de este problema es de una importancia cscepcional para ciertas regiones del país. Mucha atención reclama en primera línea la elección de las diversos materiales de manipostería que inmediatamente, ó en una forma elaborada, deben servir en las obras corres- pondientes. Es cierto que para los casos ordinarios, y sobre todo en las construcciones sencillas, existen ciertos usos rutinarios, y á veces un cierto grado de vista práctica, de — aló- los constructores, que les permite proceder con acierto en la mayoría de los casos. Pero con la entrada de la línea férrea en los lugares accidentados y rocallosos, se ofrecen para la aplicación práctica, nuevos materiales, en mil dis- tintas variedades, y el problema racional á resolver, consis- te en elejir á la vez de utilizar en lo posible, los materiales que existen en el mismo punto para economizar los crecidos gastos de trasporte. En este ramo de la tecnología química y petrográfica apli- cada, debemos declarar francamente, que la inteligencia en nuestro país, ha evolucionado muy poco ó nada. Para ma- nejar este ramo con acierto, se necesita de una preparación científica especial, que aquí aun falta, habiendo quedado la solución de semejantes problemas casi siempre al capricho de los constructores, los cuales, por mas prácticos y expe- j-imentados que fuesen en su ramo, no pueden estar siem- pre al alcance de lodos los pormenores y experiencias, he- chas en otras partes del mundo, con materiales idénticos ó análogos á los que se presentan, notándose, muchas veces, que se procede con un empirismo y una lijereza verdade- ramente asombrosa. Si bien es cierto que en la llanura pampeana la natura- leza de los sedimentos esperimenta cambios remarcables re- cien á la distancia de leguas, no sucede lo mismo en las fai- nas de estas regiones serráneas, donde á cada hectómetro se presenta un material distinto, encontrándose, por ejemplo, una arcilla excelente para la fabricación de ladrillos en un punto, mientras que á una cuadra mas adelante, el mismo deposito dá una arcilla completamente inútil, á causa de un exceso de carbonato y hasta de sulfates de calcio, magnesio, Vtsodio, etc., que contiene. Lo mismo sucede con los materiales y rocas, aplicadas en las construcciones de piedra labrada. En los mismos bancos yesíferos de la formación de Tucuman, por ejemplo, existen capas selenitosas de estructura macrocristalina, alternadas — 220 — con delgados estratos de arcilla aparentemente endurecida, complejo de roca, de todo punto inaplicable para cualquier uso ; y debajo ó encima de ella, se encuentra un material muy regular, de estructura niicrocristalina, densa y cohe- rente, que la esperiencia ha mostrado no ser completamente despreciable para ciertas construcciones al aire libre y de importancia secundaria. Habria sido suficiente, indicar al personal obrero las diferentes particularidades, recomen- dando alguna prolijidad en la elección y separaciom de am- bas clases de piedra, para haberse asegurado, desde el prin- cipio, en aquella línea, la perfección y resistencia de las obras. Varios de nuestros ferro-carriles, y sobre todo la línea indicada de Tucuman á Salta, son verdaderas escuelas en este sentido, y ios resultados, favorables ó desfavorables, obtenidos en la aplicación de los materiales crudos, que se hallan á lo largo de este trayecto, son de una importancia escepcional para la ingeniería nacional. Formaciones, rocas y depósitos sedimentarios, análogos á los que existen en esta formación de Tucuman y las cuales predominan en todas las cerrilladas ó contrafuertes de las Cordilleras, tal vez no se hallan en ningún punto de la vieja Europa, cuyos países, como es sabido, hasta ahora, fueron el asiento primogénito de las escuelas para los trabajos racionales de este ramo, re- partiendo sus luces y experiencias hechas, en beneficio de los trabajos que en seguida se verificaron en los vastos cara- pos vírgenes de otros mundos nuevos. Pero las experiencias sobre la utilidad mayor ó menor de estas distintas rocas y materias, en sus diversas aplicaciones tecnológicas, que se hallan en aquellas formaciones, especia- lidades del país, no existen hasta el momento; recien ahora es que, directamente, con su aplicación, se ha hecho un primer ensayo, y las experiencias en adelante, darán cuenta de lo que era mas conveniente, y mas recomendable para los casos respectivos. La República Argentina tiene que plan- — 221 — tearse, en este sentido, su escuela propia, debido á ciertas particularidades que ofrecen las condiciones topográficas, geológicas y petrográficas de su suelo por una parte, y sus condiciones climatéricas por otra. Basta recordar anuí, á mas del ejemplo citado, v. gr., las estensas planicies de nuestras salinas, atravesadas á cada momento por los ferro-carriles, para comprender que en la construcción de las líneas férreas en el país, en ciertas regio- nes, se ofrecen problemas, esperieucias y ensayos, de los cuales casi en todo el viejo mundo no existen antecedentes ó analogías de ninguna clase. Es sensible por lo tanto, que estas y otras tantas expe- riencias prácticas, hedías hasta ahora en el país, no sean co- nocidas por la generalidad, por no haber sido publicado nada al respecto. 3Iuchos casos análogos volverán tal vez á presentarse en adelante en nuevas construcciones férreas en el país. Forma- ciones idénticas á las que existen entre Tucuman y Salta, se hallan á lo largo de todo el sistema andino, representando en partes, sobre vastas áreas, casi toda la escala de componen- tes que forman el sistema geológico de nuestro continente austral. Mas de una vez las trazas de nuevas líneas de ferro- carriles han de cruzar estas zonas, y como en aquellas oca- siones, se presentarán otra vez los mismos problemas, las mismas dudas é inconvenientes, respecto al enq)leo de los materiales en las obras de arte y construcciones de impor- tancia. El nuevo constructor en vano buscará alguna heren- cia de indicaciones ó advertencias, para aprovechar las espe- rieucias, favorables, ó desfavorables, ya adquiridas en otras ocasiones análogas. El docente de alguna escuela de inge- nieros en el país, interesado en la perfección de la educa- ción profesional de sus estudiantes, en vano buscará alguna descripción ó guia que le baste quizá, para eliminar algún tanto esas graves dificultades con que el ingeniero, al entrar en su carrera práctica, tropieza á cada instante; porque se — 222 — entiende que no dejaría de dar al discípulo una guia que le sirviera de faro en el camino penoso de la labor práctica de su vida profesional y de sus arduas tareas en el ejercicio de su misma profesión. Estas consideraciones son las que nos han inducido, dedi- car alguna atención á la elaboración de Icis investigaciones químico tecnológicas de los mas importantes materiales de construcción que hemos tenido ocasión de practicar en algu- nas de las líneas de ferro-carriles nacionales, llevando un registro detallado de ellos, con el objeto de reunir así, gra- dualmente, los materiales para una guia químico-tecnológica, a|)licable especialmente á las necesidades del país ; obra ab- solutamente indispensable |)ara nuestras escuelas de inge- niería. Al dar así un modesto principio á este estudio, esperamos poder continuar con la publicación de los resultados, á me- dida que se presenta ocasión de llevar á cabo las investiga- ciones respectivas. FERRO-CARRIL CEiMRAL NORTE DR TÜCUMAN Á SALTA Entre todas las líneas de ferro-carriles, hasta ahora cons- truidas en el país, ninguna ha presentado problemas mas serios, por la complicación de los trabajos técnicos y la natu- raleza especial de los trabajos empleados, que la traza del F. C. entre Tucuman, Salta y Jujuy. La línea, en toda la primera par'tc de su curso pasa á lo largo y sobre el pié mismo de los contrafuertes orientales de la Sierra de Tucuman, teniendo que abrirse camino por sobre quebradas y cortando cerros de altura no insignifi- cante, al cruzar por su estension longitudinal, la faja de cerros promontorios, formados por los bancos dislocados de — 223 — la antigua formación yesífera, que constituyen los contra- fuertes orientales de la sierra mencionada. Considerando lijeramenle la composición geognóstica de este gran sistema serráneo en general, resulta que su esque- leto eruptivo, que tiene su asiento en las partes occidentales, está formado, principalmente, por un grueso núcleo de roca granítica, perforado, variablemente en sus cicatrices anti- guas, por erupciones neo-andesíticas de la época terciaria. Sobre los ílancos orientales de este complejo macizo de rocas eruptivas descansan, en primera línea, en algunos puntos, gruesos bancos de rocas laurcMiticas; \, en seguida, sobre los flancos de estos, las pizarras cristalinas paleozoicas, con un espesor y ancho considerable, y cuyos bancos, violenta- mente enarmonados, constituyen las primeras cadenas orien- tales, elevadas y continuas, de la Sierra de Tucuman (sis- tema de San .lavierj. Finalmente, sobre los flancos orientales ó pié de los últimos, ya en forma de contrafuertes ó cerros y cerrillos promontorios, limítrofes á la llanura ó depresión del valle grande, se halla ¿isentada la ancha faja de formacio- nes neocomianas yesíferas, etc., representada por un sis- tema de repliegues algo irregulares y mucho menos grotes- cos que los de la cadena principal ; debiendo su dislocación en parte, como parece, á tiempos bastante modernos. Esta zona de las formaciones jurásico-cretcáceas, en las faldas orientales de aquella sierra, se compone, en primera línea, de un banco de moderado espesor, de una especie de calcáreo oolítico tortuoso, interpuesto, aparentemente, entre la formación de las rocas paleozoicas antiguas por una parte, y las arcillas abigarradas cretáceas por otra. Es solo un an- gosto estrato de roca blanco-amarillenta, tendido á lo largo de la sierra, en forma de una lonja mas ó menos interrum- pida, pasando á descubierto, en forma de una fila de cerros, situados, por ejemplo, al O. del Saladillo, al O. de Vipos y en varias estaciones intermedias. En la cantera situada al O. del Saladillo, este banco calca- — 224 — reo pasa á descubierto con algunos metros de espesor, for- mulando, junto con una capa de arcilla verdosa, superpuesta, la cúspide de un cerro. No he podido averiguar con seguri- dad, durante mi corta visita, la naturaleza de los estratos que sirven de asiento á estos bancos de calcáreo oolítico v ios detalles estratigráficos, de este complejo en general. Las ca- pas del calcáreo, con una inclinación que debe ser mas ó me- nos de 45°, están formadas, en el horizonte superior, por una especie de roca ó pizarra calcárea torcida, con los pla- nos de la estratificación muy tortuosos é irregulares, com- puesta de hojas calcáreas generalmente muy delegadas y con venillas y placas intercaladas de yeso fibroso. Estos bancos calcáreos, sin duda, han sido depositados en una antigua costa marítima, y la analogía en su exterior, con las capas del calcáreo tortuoso, en los bancos triásicos in- termedios (Wellenkalk) de Europa, era una de las razones para D'Ürbigny, para referir todo el conjunto de estas for- maciones subandinas á la época del Trias. Sobre los planos de este calcáreo se hallan frecuentes impresiones de molus- cos marinos, ¡«ero tan defectuosamente conservados que su determinación específica apenas se podrá practicar, sino tan solo la de sus géneros. La división inferior de esta sub-formacion, cuyos estratos, mucho mas gruesos, son las que con preferencia se esplotan para la fabricación de la cal viva. La roca precedente de es- tas capas inferiores, ofrece una estructura mas compacta y uniforme, algo granulosa ú oolítica, y los estratos no son torcidos como en el sub-horizonte superior, siendo asi que la piedra se halla bastante libre de infiltraciones selenitosas. El calcáreo de esta sub-formacion dá una clase muy regular de cal hidráulica, y mas adelante tendremos que ocuparnos de sus propiedades y de los interesantes resultados obteni- dos por los ensayos con sus argamasas y mezclas con las are- nas de la localidad, que hicimos para un estudio compara- tivo, aprovechando la máquina mezcladora que funcionaba en — 225 — el Saladillo, á fin de establecer todas las condiciones que allí acompañan al empleo de estos morteros en la práctica diaria. La parte principal de la formación yesífera de Tucuman, está representada por nn sistema muy irregular de cerros y cerrillos, de altui-a descendente en dirección al Este, for - mados especialmente por los bancos alternativos y variables de arcillas abigarradas, rojizas y verdosas, con entremezcla de concreciones y cristalizaciones de selenita en unos puntos y gruesas ó delgadas costras ó estratos compactos del mismo mineral, de estructura microcristalina, en otros bo- rizontes. Los bancos compactos de una selenita microcristalina, densa y resistente, piedra aunque inútil para toda clase de obras, espuestas inmediatamente á la corrosión prolongada de las aguas corrientes_, lian suministrado, no obstante, en aquellas regiones, un material bastante regular para ciertas obras de mampostería y piedra labrada, siendo generalmente preferible esta clase de roca á aquellos ladrilles flojos, tra- bajados á mano libre, á causa de la gran porosidad de estos y la frecuente entremezcla de cal y magnesia en las arcillas de aquellas localidadades. Esta roca selenitosa microcristalina ofrece, tal vez, por su estructura íntimamente entrccalada, un material bien resistente al empuje de las vibraciones, siendo en este sentido preferible, tal vez, á los ladrillos co- cidos, que son quebradizos al ^hoque de los temblores como el vidrio, circunstancias que tienen esperimentadas los habi- tantes de los paises, donde hay terremotos. Pero ignoro, si hasta ahora se han hecho esperiencias en este sentido con la roca selenitosa. A causa de su moderada dureza, esta roca se deja labrar fácilmente con el pico y otras herramientas, circunstancia que permite emplearla en forma de baldosas ó cantos de gran espesor y con los ángulos ó planos bien ajustados. Para todas las construcciones, no expuestas inmediatamente á la — 226 — erosión proloiigadd de las aguas, esta clase de roca siempre ha presentado así un material bastante útil, si bien no suce- dió así en las partes expuestas al agua. Indudablemente será iacil, en aquellas regiones, construir alcantarillas relativa- mente baratas, y de una resistencia eterna á la vez, no em- pleando esta clase de roca para el zócalo y toda la parte baja de ellos, inclusa la altura del nivel mas frecuente de los arroyos temporales respectivos, sino buscando en su lugar por ejemplo, el precioso material de rocas graníti- cas de Vipos, el calcáreo oolítico, ó el excelente ladrillo de la fábrica, y reduciendo el empleo de aquella densa roca selenitosa tan solo para toda la parte superior y bóveda de de ellos. Es en aquella región un material muy barato, por- que se halla continuamente á lo largo de la línea, á inmedia- ciones de todas las estaciones y obras. En muchos puntos, siempre donde las capas selenitosas han sido expuestas á las infiltraciones de las aguas, provistas de carbonatos alcalinos, como ya sucede con aquellas aguas (¡ue penetran por las capas arcillosas eólicas superpuestas, se ha experimentado una metamorfosis remarcable de los depósi- tos de selenita, hallándose trasformada ella parcial ó completa- mente, en una especie de marga calcárea, bastante blanda y desmenuzable. La verificación de tal proceso metamórüco se observa, por ejemplo, en el cerro del Saladillo, tanto en la entrada alN., como en la del S. del Túnel, en los estreñios de las capas superiores, que han sido expuestas mas inme- diatamente, por largos períodos, á la acción de las aguas, ([ue en las hendiduras del complejo infiltraron desde la su- perficie de las laderas del cerro. En otras localidades este proceso de descomposición química ha sido aún mas com- pleto, y es entonces que semejante clase de marga se halla en cantidades considerables; hecho que no carece de impor- tancia práctica, en cuanto esta especie de marga, probable- mente dará alguna vez un material muy [aparente para la fabricación de cementos hidráulicos. 227 El segundo producto de esta descomposición, el sulfato de sodio, se halla á veces, saturando completamente los bancos intercalados de arcilla y i\ tal grado alguna vez, hasta hacer inútil esta arcilla para la fabricación de los ladrillos. Así existen, eu algunos puntos, verdaderos ilíones y pequeños bancos coherentes de Glauberita ó de sulfato de sodio cris- talizado, interpuestos entre las capas arcillosas rojizas y verdosas, tales como .>e observaron, por ejem])lo, en el corte de un cerro, situado al X. del rio Yipos. Esta sal forma allí verdaderas vetas, hasta de varios decímetros de espesor, compuestas de masas compactas, completamente hialinas como hielo, y las cuales, al contacto del aire, vuelven blancas y pulverulentas. Aunque por lo demás, la composición petrogrcáfica de esta formación yesífera, en general, no ofrece una variabilidad muy remarcable, repitiéndose casi siempre el mismo com- plejo de capas alternativas, arcillosas y selenitosas, v, aun- que además la inclinación en su conjunto, de las capas de esta formación, parece seguir un rumbo algo mas general de >\-0. á S.-E., se nota, sin embargo, un cambio bastante no- table, en las diversas localidades, á causa de la dislocación particular localizada, del complejo de estratos de esta for- mación;— dislocación, á veces la mas imposible y capri- chosa, tanto en el sentido de su mayor ó menor intensidad, como también en el de su rumbo especial. Los bancos á ve- ces se hallan asentados casi horizontalmente, y en otras oca- siones hasta con una inclinación de mas de 60°. — La forma- ción en aquella región es digna de un estudio geológico mas detallado y reclamará sin duda una investigación muy pro- lija, para que sea descifrada, de una manera clara y compren- sible, la conexión estratigráfica de todas las distintas promi- nencias que representan el conjunto de aquel sistema de cerros y cerrillos promontorios, en la región cruzada por la línea. Mi breve visita en aquellos lugares, no me ha permi- tido todavía hacer un estudio mas detallado de ella. Pero lo — 228 — que me ha parecido es que, á mas de las formaciones cre- táceas, existen también capas de formaciones referibles á un horizonte mas reciente, es decir, terciario. En este caso se halla, sobre todo, una especie de gres grisáceo, con detrito volcánico, según parece, y cuyos bancos se observan por ejemplo entre las Tapias y Vipos, y en otras distijitas localidades. Si las observaciones de D'Orbig^v y Darwin, practicadas en las provincias del Norte y Oeste, respecto á los detalles estratigráíicos de esta formación yesífera son exactas, resul- taría que la formación neocomiana, tanto por su base, como ])or su iiorizonte superior, se hallaría limitada por bancos calcáreos: los primeros de origen marino, pero depositados ya en la costa próxima, y los segundos (la formaciojí petro- lífera do Büackebüsch), de agua dulce. Las pizarras abi- garradas de Tucuman, correspondrian asi á la división basal intermedia, habiendo sido depositadas dentro de un caspiano ó mar interno, es decir en una especie de salina antigua ; como además lo hace probai)le también la naturíileza de estas capas, que parecen indicar un cambio particular, muy repe- tido, del nivel de aguas respectivas, con largas estaciones alternativas, tanto de baja como de creciente. Estas capas carecen absolutamente de fósiles, y tal fenómeno se espli- caria, suponiendo, como medio de la sedimentación, un agua salobre y concentrada j)or las evaporaciones ; así como la frecuente alteración de las distintas capas se esplicaria, sin dificultad., por la existencia de largos períodos de baja v de creciente, ó sea de clima seco y húmedo, formándose cada vez, al secarse la salina, una costra de selenita. El plegamiento de las capas en la formación yesííVra de Tucuman, como ya hemos indicado, no parece pertenecer a una éj)Oca muy antigua, |)uesto que, en algunos jiuntos, la.s dislocaciones han afectado bancos de origen bastante moder- no, como por ejeuq)lo, entre Tafí Viejo y el Saladillo, las capas de la misma formación [¡ampeana. Es del todo })roba- — 229 — ble que este proceso de dislocación, con sus variados é irre- gulares efectos en aquella zona, no sea el producto de un cataclismo violento ó de corta duración, sino de distintas dislocaciones seculares y consecutivas, que tal vez han obra- do, progresivamente^ durante toda la época terciaria; de modo que el removimiento de las capas modernas es debido, quizá, á los últimos impulsos de esta manifestación dinámica ó dislocatoria. En la actualidad, este removimiento parece haber cesado, puesto que la historia no dá cuenta de la suce- sión de terremotos serios, ú otros accidentes análogos en aquella región. Tal vez, que este proceso obra tan gradual- mente y con toda lentitud, que los sacudimientos apenas se hacen remarcables, tal como, por ejemplo, sucede también con las dislocaciones progresivas y los terremotos que se notan en las alturns ó inmediaciones de Córdoba. Bien es sabido que esta actitud dinámica continúa todavía, con una intensidad muy pronunciada, en las prolongaciones seten- trionales de la misma zona de dislocaciones de Tucuman, es decir, desde el Rosario de la Frontera al N., y sobre todo en las provincias de Salta y Jujuy. Si estas dislocaciones son debidas, únicamente, á algún sis- tema de plegamiento tectónico mas general, ó influido tam- bién por dislocaciones localizadas, originadas por las lixi- viaciones y procesos metamóríicos en el seno de las forma- ciones inferiores de aquella comarca, no es posible resolver tan inmediatamente. Una serie de fuentes de cloruro de sodio y aguas minera- les, que existen á lo largo de esta zona, principiando con las aguas cloruradas, explotadas para la fabricación de la sal gema, que nacen enlas pizarras á inmediaciones de las Tapias, por ejemplo, y continuándose con las del Rosario de la Fron- tera, Salta, Jujuy, etc., dan testimonio no solamente, de la existencia de verdaderas hendiduras tectónicas y roturas pro- fundas, en el conjunto de aquellos repliegues rocallosos, sino también de la presencia de ciertos depósitos marinos v — 230 — bancos salinos en el seno del complejo de las formaciones antiguas, allí existentes, y de un proceso de lixiviación sub- terránea, que bien puede haber tomado parte activa, como una de las causas inlluyentes, en la irregularidad y el enredo de las dislocaciones de aquella región. Si fuese así, resulta- ría con seguridad que este proceso se halla evolucionando todavía lentamente, y la aparente calma subterránea en la época actual no sería una garantía, en aquellas regiones, con- tra la repetición y la continuación de los terremotos y movi- mientos de disolución tectónica, para los tienqios venideros. Esto, en cuanto á la constitución geológica de aquel com- plejo de formaciones. Para entrar ahora en la materia de nuestra reseña químico- tecnológica, principiaremos con la descripción de las distin- tas mezclas y cementos de las obras de arte, en la* primera parte del trayecto de aquella línea, para cuya investigación, el que suscribe fué comisionado por el Gobierno nacional, con motivo de las denuncias que se hicieron, referentes á la aplicación de un material procedente de las inmediaciones de una formación, atestada de combinaciones yesíferas y sali- trosas. iXos ocuparemos, por lo pronto, de las distintas clases de arenas, que tuvieron aplicación en la preparación de las arga- masas y cementos, empleados en las principales obras de arte de aquella línea. LAS AREINAS Las arenas, como agregados á los cementos y argamasas de las cales vulgares ó grasas, tienen un papel importante y múltiple en el proceso de la solidificación y endurecimiento de los morteros, y cohesión ó resistencia en las construccio- nes respectivas. Si los verdaderos cementos hidráulicos, de clase superior, no necesitan del agregado de esa arena, para solidificarse, — 231 — no sucede lo mismo con las verdaderas cales grasas ó las especies que en su coQiposicion á estas se acercan. Esto es debido á la diferencia que existe en los procesos químicos que en ambos casos obran, para producir la solidificación de las argamasas respectivas. Sabido es que- la pasta de la cal grasa apagada, por sí sola, al secarse, se encoge y se requiebra, dando un producto friable que no ofrece la cohesión debida. Es así que el agre- gado de la arena á las argamasas \ulgares en primera línea tiene por objeto, no solamente servir como lastre, para au- mentar su cantidad, sino también |)ara impedir este encogi- miento de la masa al secarse. A mas de esto, recien por el agregado de la arena, la masa calcárea adquiere ese grado de consistencia pastosa que la hace adecuada para el manejo mecánico, como asimismo un limitado grado de permeabili- dad ([ue permite el acceso y la comunicación del aire atmos- férico en el interior de la masa, estableciendo las condicio- nes debidas para la verificación de aquel proceso de endu- recimiento crónico, iniciado por la formación de carbonatos é hidrocarbonatos, que resultan mediante la entrada y ab- sorción del ácido carbónico del aire. A la íntima liga mole- cular de las partículas semi-cristalinas, íntimamente enre- dadas, de carbonatos é hidrocarbonatos de calcio, formados en este proceso crónico, es debida la dureza extraordinaria de los morteros antiguos, que muchas veces ofrecen una cohesión y resistencia, como la misma roca calcárea. Foreste motivo se ha creido siempre, que los pueblos de la antigüedad hubiesen sido mas hábiles en la fabricación de los morteros y argamasas para las construcciones, que la generación actual; pero es una suposición hasta cierto grado errónea, puesto que está bien constatado, en la mayoría de los casos, que no ha sido la actividad de los antiguos, sino la antigüe- dad misma la que ha producido aquel grado notable de endu- recimiento, que admiramos generalmente en los morteros de las ruinas y reliquias de aquella época. — 232 — Pero con esto no queremos decir que el método y cuidado en la preparación de las argamasas vulgares, ó mezclas de cal y arena, no tenga notable iuíluencia sobre la mayor ó menor calidad y cohesión de ellos. Se nota ya, muy al contra- rio, una diferencia bien notable, comparando, por ejemplo, una arganiaza mezclada á la lijera, con otra, preparada con el mismo material, pero mediante un amasamiento conti- nuado. La diferencia no es menos notable que la que en la fabricación de los ladrillos existe entre la maza quebradiza de arcilla cruda ó superficialmente amasada á mano, y la pasta que es preparada por el trabíijo continuo de una má- quina á heñir. Son grandes generalmente las faltas que en este sentido comete el personal de los albañiles ; y el inge- niero ó capataz qne dirije construcciones de importancia, nunca debe admitir el empleo de argamazas que no han sido expuestas á un removimiento ó mixion íntima y continuada de media hora por lo menos, y esto siempre inmed lamente antes de su uso. Es preciso que cada grano de arena de la mezcla se halle bien envuelto en una delgada capa de la masa calcárea. jVo menos influencia tiene también el manejo preliminar déla cal viva, antes de ser mezclada con la arena, pues es de inferior clase la mezcla, la que resulta de la aplicación de la cal grasa en forma pulverulenta, apagada á montones, por agre- gado gradual de pequeñas cantidades de aguas ; por la consis- tencia siempro muy granulosa que en este caso aceptan las partículas del hidrato formado. Una argamaza de calidades muy superiores se obtiene mediante la cal que se ha apagado con cantidades escesivas de agua y obtenido en forma de pasta por la sedimentación del lechado en una fosa, por hallarse formado, en este caso, de partículas de hidrato, muy fina- mente divididas. Pero un mortero que mas se distingue todavía por su alto grado de cohesión y endurecimiento rápi- do, resulta, según las esperiencias de Artu.s, mezclando una argamaza ya preparada, y de consistencia algo líquida, inme- — 233 — diatamente antes de su aplicación, con una décima parte de cal viva, finamente molida ; tal como algunas empresas de ferro-carriles en Europa lo han hecho obligatorio para sus construcciones de importancia. Oportunamente nos ocupare- mos de esta materia, al tratar de las distintas especies de cales del país. Volviendo á los citados morteros de la antigüedad, resulta que el indicado proceso químico de endurecimiento ó petri- ficación de las mezclas calcáreas, mediante su transforma- ción en carbonato é hidrocarbonato, por el ácido carbónico del aire, se verifica con estrema lentitud ; y para ({ue se transforme en estas combinaciones toda la masa de cal de las argamazas, en el interior de las construcciones, necesitan á veces siglos enteros. Mal estaríamos pues con nuestras construcciones, si el endurecimiento inmediato de estos mor- teros vulgares fuese debido únicamente á aquel [)roceso de la transformación crónica de su contenido de cal en hidro- carbonato ó carbonato. El endurecimiento inmediato de los morteros, procedentes de las cales vulgares ó grasas, que principia ya en los pri- meros dias después de su aplicación, es debida [)rinci|)a]- mente, á fenómenos de adhesión plano-superficial, entre las partículas que forman su masa; es decir en primera línea, de un proceso de paramórfosis semi-cristalinadelos corpúsculos del hidrato de calcio por una parte, y la adhesión de ellos en la superficie de los granos de arena por otra, siendo apoyado el último proceso, ó iniciado bajo ciertas circunstancias, como parece, por la formación de una delgadísima nata de silicato de calcio, que forma sobre la superficie de los granos de sí- lice, agregados á la mezcla, v cuva formación establece una adhesión molecular íntima entre las partículas y las calcáreas, aglomerándolas y cimentándolas en una masa compacta y resistente. Cuando se trata una solución de hidrato de calcio (agua de cal) con arena silícea, se nota generalmente que el agua - 234 — pierde una parte de sn contenido de hidrato de calcio, que- dando precipitado este sobre la superficie de los granos si- líceos. En los morteros antiguos se observa, además, que la adhesión entre los granos silíceos v calcáreos es sumamente íntima y resistente, y que los granos de cuarzo, separados de la mezcla, disolviendo esta en los ácidos, alguna vez aparecen como atacados, ó corridos en su superficie, siendo esto debido á la formación anticipada de vestigios de silicato. Esta clase de cohesión ó cimentación es muy pronunciada en las mez- clas de cal con las distintasvariedades de sílice hidratada, como son los granos de hialita, ópalo y calcedonia, modificaciones de la silice, que son atacadas, con facilidad ya por los álcalis menos enérgicos. Las mezclas de la cal con los granos de esta sílice hidratada son comparables á veces á los verdade- ros cementos. Pero esta cohesión existe también, hasta cierto grado, en las mezclas calcáreas con el verdadero cuarzo, ó sea sílice cristalizado ó antiguo, que en la generalidad de los casos es la materia predominante en las arenas vulgarmente aplicadas. No obstante, una verdadera formación de partículas importantes de silicato, en estos morteros de la cal grasa, como erróneamente se ha creído, no se realiza, ni tampoco con el trascurso del tiempo. El proceso, si realmente se verifica, queda solo reducido á la formación de vestigios, ó tal vez de una delgadísima masa de silicato, encima de los planos de las partículas ó granos de cuarzo, proceso que no obstante permite siempre y favorece una íntima liga y adhesión plano- superficial entre las partículas calcáreas y silíceas de la mez- cla. Si reemplazamos los granos de cuarzo de las arenas por granos de otro material, que con las partículas calcáreas de la masa esperimenta un grado de afinidad ó adhesión plano-superficial no menos pronunciado, tal como sucede, por ejemplo, con los fragmentos de la misma calcita (arena de mármol molido, en el «estuco» de los romanos), resulta que los morteros alcanzan la misma dureza y cohesión que los — 235 — morteros de arena silícea, sin que liubiese proceso químico alguno, Y se ve por esto, que el endurecimiento de las arga- niazas vulgares no es debido necesariamente á ^a formación de silicato. También resulta un mortero bien resistente, reemplazada la arena silícea por la de ladrillo machacado; debiéndose esto, en parte, á la superficie aumentada que pre- sentan estos fragmentos irregulares y ásperos. Mayor dureza todavía alcanzan las mezclas, preparadas con los fragmentos molidos de los ladrillos ferruginosos fuertemente calcinados hasta la vitrificación superficial. Pero en este caso ya no se trata de una simple adhesión plano-superficial de las par- tículas calcáreas con los fragmentos triturados del ladrillo, sino, en parte, de una verdadera soldacion qnímica, debida á la existencia de silicatos parcialmente sujetos á descompo- nerse y que durante la solidificación del mortero ceden nna parte de su sílice á la cal, dando lugar á la formación de sili- cato de calcio. El papel del ladrillo triturado en este caso es mas bien comparable á aquel de la puzzolana en las mezclas hidráulicas, y en localidades donde no existen arenas de cali- dad superior, es muy ventajoso el empleo de este material como agregado á las mezclas, triturándose con preferencia aquellos ladrillos inútiles que han sufrido una deformación por una calcinación excesiva y ablandamiento ígneo consecuti\o. Fácilmente se comprende, además, que también la forma y el estado de la división de los granos de arena deben ejercer una influencia no insignificante sobre la mavor ó menor cohesión de los morteros, resultando que los granos de for- ma irregular y esquinosa, que presentan una superficie aumentada, son mucho mas favorables y adecuados, en este sentido, que los granos redondeados y de tamaño uniforme. A mas de esto, conviene un cierto grado de división irregu- lar de la misma arena, para impedir la formación de grandes intersticios. En la práctica se prefiere, generalmente, en la mayoría de los casos, una arena formada por granos esqui^ nosos, de 0.2 á 0,6 mm. de diámetro. — 236 — Pero no menos influencia que el tamaño y la forma de los granos de arena, sobre la calidad relativa de los morteros, ejerce, entre otras circunstancias, la calidad ó naturaleza quí- mica ó petrográfica de los distintos granos de roca que com- ponen estas arenas ; puesto que, si la adhesión plano-super- ficial á las partículas calcáreas es muy pronunciada connnas, es reducida casi á cero en otras clases de rocas. Las investiga- ciones llevadas á cabo en este sentido, todavía no son bas- tante completas para ser considerados como terminantes, bajo cualquier punto de \ista. Pero es sabido, desde la antigüedad, que la arena esen- cialmente silícea es superior á las arenas mezcladas con mu- chos fragmentos de rocas distintas ; y muy temido es, sobre todo, un abundante contenido de materia arcillosa en las ar- gamazas, formadas con la cal grasa. Es una regla fija y cui- dadosamente observada por el constructor esperimentado y concienzudo, de impedir, en lo posible, la entrada, en el material de las argamazas, de tierra y arcilla; razón por la cual la cal debe ser apagada en un cajón de tablas para im- pedir la entre-mezcla de tierra. El agua empleada debe ser clara y sin barro ó materia en suspensión, puesto que las partículas voluminosas y muy finamente divididas de la ar- cilla que envuelven los corpúsculos calcáreos, sin establecer una verdadera adhesión molecular ó cristalina entre ellos, impiden además el contacto del aire, dificultando así el pro- ceso del endurecimiento crónico y la formación de carbona- tosy sub-carbonatos; y por otra parte se observa, que también la aglomeración inmediata de la masa queda sensiblemente debilitada, cuando las cantidades de arcilla son remarcables. Solo una clase de tierra, mezclada con muchas partículas de ácido silícico en estado opalino, como, por ejemplo, la tierra santorina, etc.. hace escepcion notable á esta regla. Mucho menos temible 'que para las argamasas de la cal grasa, es la presencia de la arcilla en las arenas empleadas en las mezclas con la cal hidráulica, en las cuales, por ser — 237 — principal mente los aluminatos y salicatos hidratados, etc., las combinaciones, que establecen la cohesión de la mezcla y á las cuales es debido el endurecimiento inmediato del mortero, encuentran en los silicatos de alúmina, de magne- sia, de hierro, etc., alguna materia que, químicamente mi- i'ada, tiene parcntezco ; siendo mas pronunciados por lo tanto, los fenómenos de adhesión molecular ó plano-superficial en- tre sus partículas. Pero también para esta clase de morteros, la práctica prefiere siempre un material puramente silíceo, á cualquier clase de arena mezclada. Investigaciones suficien- temente detalladas en este' sentido no existen todavía. Resulta así, en general, que los demás componentes de las arenas fluviales, que en la mayoría de los casos consisten en fragmentos de feldespato, mica, anfibol, pizarra, etc., ejer- cen un solo papel de lastre, más ó menos indiferente, sin beneficio efectivo para líi cohesión de los morteros. Por mas frescos que los fragmentos de estos minerales aparezcan á veces sobre los planos de fractura, se hallan cubiertos ellos, casi siempre, por una delgada nata arcillosa, ó semi-caoliní- tica, á causa de su descomposición parcial; y por mas del- gada que esta sea, impide ella, no obstante, una verdadera cimentación molecular ó plano-superficial íntima, entre la masa de los granos respectivos y las partículas calcáreas ; aunque resulta que su presencia no perjudica remarcable- mente, cuando las pastas de la calaj)agada, empleadas en es- tos morteros, son de buena calidad y formadas por par- tículas impalpables ; puesto que también la caolina tiene la propiedad de precipitar el hidrato de calcio de sus soluciones, y cubrirse así con una capa que permite la adhesión de las demás partículas calcáreas déla mezcla; aunque este com- plejo, como la arcilla misma, acepta solo una estructura pas- tosa V sin endurecimiento. Una influencia muy desfavorable, además, puede resultar, cuando la cal enqjieada es ma- gra, de consistencia granulosa, y cuando la cantidad de par- tículas feldespáticas, en la arena empleada, es considerable. — 238 — s En este caso no tarda on verificarse, con el trascurso del tiempo, entre la masa porosa de los morteros, alguna descom- posición caolinítica que perjudica la solidez y cohesión de la masa, conservándola en un cierto estado de ablandamiento perpetuo. Mas temible aún que la arcilla, en los materiales y arenas empleadas para las argamazas de la cal grasa, es la presencia de sales ó combinaciones solubles, cada \ez que se halle en cantidades remarcables ; menos aun la de los sulfates, que la de los cloruros. En presencia de un contenido aumentado de estas mate- rias salitrosas, los morteros vulgares no solamente quedan constantemente húmedos, sino también bastante blandos y mucho menos coherentes. Por esto hay que prestar mucha atención en este sentido, tanto á la calidad de las arenas, como principalmente también de las aguas, empleadas para la preparación de la pasta. Una agua salobre que contiene hasta un cinco por mil ó mas de materias salinas, en todos los ca- sos es inadecuada para las mezclas de la cal grasa. Tand)ien en este sentido se nota que las cales hidráulicas son mucho menos sensibles que las cales vulgares. La presencia de las materias salitrosas, en cantidades insignificantes, parece que no ejerce influencia remarcable. La humedad, infiltrada en la masa durante las lluvias y la cual experimenta un per- petuo movimiento capilar hacia las planicies exteriores de las murallas, queda alli evaporada, al contacto del aire, de- jando en las paredes de las construcciones una delgada costra de eflorescencias, formadas principalmente por sul- fates. En las construcciones á la intemperie, estas sales, en se- guida, son llevadas por las aguas de lluvia y quedan así transportadas y eliminadas gradualmente ; de modo que des- pués de algunos años, la masa retiene solo vestigios de estas combinaciones salitrosas. Donde el agua de lluvia no ejerce esta actividad, espontáneamente, conviene alejar las eflores- — 239 — cencias por lavados artificiales, antes de cubrir las paredes con el reboque. Hasta cierto grado pertenece á esta categoría de las com- binaciones solubles, también el sulfato de calcio ó la selenita, pero la influencia perniciosa que se le ha atribuido, ha sido generalmente exagerada. El grado muy limitado de solubi- lidad no constituye teóricamente, un inconveniente serio para la presencia de esta combinación en las construcciones á la intemperie, y por lo demás, ha demostrado la esperien- cia, que la cohesión entre las partículas calcáreas y selenito- sas es demasiadamente íntima, sobre todo, cuando el sulfato se halla en estado cocido ó deshidratado; lo que tal vez es debido á la formación de una delgada costra de sulfato bá- sico, que íntimamente queda adherido, y que establece la liga recíproca entre las partículas selenitosas y calcáreas, 'So obstante, siempre sera uua regla fija para el construc- tor, eliminar en lo posible la presencia, sobre todo, de la selenita cruda en las arenas, cuando hay posibilidad de con- seguir una arena silícea, libre de estas y semejantes materias extrañas ó sospechosas : lo que en la mayoría de los casos no ofrece dificultades. Dedicando el cuidado suficiente á la elección de los mate- riales y de las proporciones mas ventajosas para las mezclas ó argamasas de las cales vulgares, los morteros de hidrato de calcio, solidificados espontáneamente, sin la colaboración del ácido carbónico del aire, pueden alcanzar un grado de dureza ó cohesión inicial que resista una presión de treinta kilo- gramos por centímetro cuadrado (1). Pero en la mayoría de los casos, y sobre todo en los morteros,, no preparados con (1) Los valores absohitos, obtenidos en el examen de la resistencia de los materiales, dependen en parte, del tamaño, forma, etc. de los frag- mentos, expuestos al ensayo, como asimismo del método y del sistema de los instrumentos usados. Nuestros datos al respecto, siempre se re- fieren á los resultados, obtenidos por presión vertical sobre un cubo con caras de un centímetro cuadrado. — 240 — cuidado especial, este grado de resistencia inicial casi nunca sobrepasa á 10 ó 15 kilogramos, presión que corresponde mas ó menos á una columna de ladrillos de 50 á 70 metros de al- tura. Recien con el trascurso del tiempo, por la entrada del ácido carbónico en los morteros al abe libre y la petrificación consecutiva de los mismos, ellos alcanzan á una dureza y cohesión mas considerable. Para las construcciones vulgares aquel grado de cohesión inicial es suficiente, porque, siendo estendido el mortero en capas delgadas y anchas, se aumenta su resistencia por la en- tremezcla de arena, cuyos fragmentos, sobrepuestos uno al otro, sin posibilidad de escape lateral, constituyen, en cierto sentido, una especie de tejido ó esqueleto de innumerables columnas, que por sí sola bastarían á resistir contra la simple presión vertical de las masas superpuestas. Pero no sucede asi, cuando á la presión vertical se agregan sacudimientos ó vibraciones de dirección transversal ó lateral, tal como su- cede, por ejemplo, en las obras de arte, expuestas inmedia- tamente después de su construcción, á la explotación y al empuje de las vibraciones de los trenes, etc. La resistencia de los morteros contra los efectos de la torsión y rotura, es mucho mas insignificante, que su resistencia á la simple compresión vertical. Las cifras que se obtienen en el examen de su resistencia á la extensión o rotura corres¡)onden, en la mayoría de los casos, á la décima parte nominal de aquellas que se consiguen en los ensayos de resistencia á la compre- sión. En los morteros vulgares de hidrato de calcio esta re- sistencia á la torcion solo es de i/o hasta 2 '/., kilogramos por centímetro cuadrado. Es menester, pues, en ocasiones, como las indicadas, aumentar la cohesión inicial de los mor- teros, sustituyendo el ácido carbónico del aire, que en la sülidilicacion crónica de las argamazas obra con demasiada lentitud, por un otro tópico (pie obra inmediatamente, sumi- nistrando á los morteros, desde el momento mismo de su aplicación, un grado de dureza ó cohesión inicial mas notable. — 241 — Este efecto se consigue por medio de los silicatos y aluminatos, que se forman en los cementos y mezclas hidráulicas. Estas mezclas se obtienen ya por el agregado á las cales \ulgares de materias ricas en sílice hidratada ó hialiía (tierra santorina) ó de las que la tienen en un estado de soldacion que permite la formación de silicato de calcio, durante el proceso de en- durecimiento de las mezclas. Estas clases de silicatos existen en cantidades variables, en las cales hidráulicas y en la pro- porción mas ventajosa se hallan ellos en los verdaderos ce- mentos, preparados generalmente por la calcinación de mez- clas artificiales de cal y silicatos de aluminio, hierro, etc. El endurecimiento ó petrificación de estos cementos empieza inmediatamente después de su aplicación, de suerte que ellos ofrecen así no solamente un material que no se derrite en el agua, muy apto, por lo tanto, para construciones hidráulicas, sino justificando también el empleo de estos cementos como agregados, para mejorar las argamazas, utilizadas en las construcciones aéreas de importancia. Los corpúsculos del cemento, en contacto con el agua, empiezan muy gradual- mente á esperimentar un proceso químico, transformándose en silicatos hidratados, cuyas partículas, semi-cristalinas, entrelazadas y soldadas entre sí por un proceso de para- morfosis semicristalina, constituyen en seguida la masa en- durecida del cemento hidráulico. Las mejores clases de estos, formadas en toda su masa por verdadero cemento, alcanzan un grado de dureza ó cohesión que corresponde á una resis- tencia á la simple compresión de mas de 250 kilogramos y á una resistencia á los efectos de la torcion ó rotura de más de 25 kilogramos por centímetro cuadrado, un grado de cohe- sión muy superior todavía á aquel de los ladrillos vulgares. Pero es un error muy divulgado, que también estos cemen- tos necesitasen del agregado de la arena para solidificarse. Las investigaciones de Graínt, Michaelis y otros, continua- das durante una larga serie de años, han demostrado á la evidencia, que el cemento Portland, de calidad superior, T. VIII 16 - 242 — (Já por sí solo, síq el agregado de arena, el producto mas duro y resistente, disminuyéndose su grado de cohesión pro- gresivamente, con el aumento cuantitativo de la arena en la mezcla. Los valores medios, obtenidos por varios autores, en una larga serie de ensayos, practicados/con los mejores ce- mentusdePortland, después de su endurecimiento en el agua, conservan una cierta relación en proporciones cuantitativas, siendo aproximadamente los siguientes : RESISTENCIA Á LA ROTURA POR CENTÍMETRO CUADRADO Kilogramos o/o Cemento Portland puro, sin arena 25.0 100 — 1 p., con arena 1 p 19.0 75 — I — 2 12.5 50 — 1 — 3 8.0 33 — 1 — 4 6.0 35 — 1 — 5 4.5 17 — 1 — 6 3.5 14 — 1 — 7 3.0 13 — 1 — 8 2.5 10 — 1—9 2.0 8 No obstante, el agregado de las arenas ú los cementos de l*ortland es exigido en muchas ocasiones, y no solamente por razones de economía. Es necesario, principalmente, en todos los casos, en que las construcciones respectivas deben ser elaboradas con prontitud y expuestas inmediatamente á la ex- plotación. La petrificación del cemento no es cuestión de algu- nos dias, sino cpic se verifica muy gradualmente y los granos de arena, en las delgadas capas de la la masa cimentosa, aún uo solidificada completamente, obran entonces en un sentido análogo como ya hemos mencionado arriba. Aumentan la resistencia inicial del mortero en los primeros dias de su apli- • cacion, hasta que finalmente la masa del cemento mismo al- canza un grado de cohesión, superior generalmente todavía a los mismos ladrillos empleados. — 243 — Rara vez en la naturaleza se hallan calizas que directa- mente por la cocción suministren un cemento uniforme y de primera clase. Estos siempre hay que preparar por medio de mezclas artificiales, determinadas para cada hornada, por el análisis (¡uímico. En cambio, son numercsas en el país las calizas medianamente hidráulicas, las cuales, con\eniente- mente tratadas, ofrecen ventajas análogas á las que para el endurecimiento inmediato tienen las mezclas de cal v ce- mentó. Pero para aprovechar estas ventajas seria necesario, en primera línea, elaborar las mezclas de una manera dis- tinta á la que se usa para las cales vulgares, y disminuir, al mismo tiempo, la cantidad generalmente usada de arena, agregando solo aquel cociente que corresponde á su verda- dero contenido de hidrato de calcio libre. Si para las cales vulgares, la mezcla mas fuerte resulta con la aplicación de una parte de cal y dos de arena, nos han demostrado las es- periencias, que para estas cales hidráulicas naturales, como por ejemplo la cal neocomiana de Tucuman, que ya por sí misma tiene una fuerte corriente de 30 á 40 ''/„ de arena, la mezcla mas dura y resistente se consigue con aplicación de partes iguales de cal y arena, mezcla que dá un mortero que, según el tratamiento y la clase de arena, ofrece un grado de resistencia inicial de 40 á 80 kilogramos por centímetro cua- drado á los efectos de la compresión, cohesión que tampoco no es sobrepasada por las mezclas diluidas de cal y cemento Portland, que vulgarmente se usan en las construcciones de resistencia al aire libre. Somos de la opinión que un conoci- miento exacto y estudio metódico de estas cuestiones puede ahorrar al país considerables sumas, gastadas en la compra de los cementos importados ; puesto que las mezclas fuertes y los mismos cementos de primera clase solo tienen una apli- cación especial y limitada ; mientras que, en la mayoría de los casos, se trata en las construcciones aéreas de la aplica- ción de mezclas de cemento diluidas; ocasión en que el pro- blema á resolver no consiste en hacer gala con el empleo de — 244 — cementos fuertes y caros, sino de preparar de la manera mas económica, un mortero de aquella fuerza ó resistencia inicial, exigido por el cálculo y por la analogía ó experiencia. El abundante contenido, en las formaciones deTucumau, de sulfato de calcio y otras combinaciones solubles, debia provocar sospechas, desde el primer instante, respecto á la calidad de las arenas, arcillas, etc., elaboradas en aquellos puntos para las obras de arte de la línea férrea. En las siguientes páginas damos cuenta, en forma de un re- sumen concentrado, de las investigaciones, verificadas en aquella ocasión, respecto á las arenas que se han empleado en las distintas obras, en el primer trayecto de la línea mencionada. Resultó en primera línea, que las sospechas, respecto a la existencia de un contenido impoitante de sulfato de calcio, etc., en las arenas de aquella localidad, no se confirmaron. El motivo á la denuncia indicada fué una arena subterránea, que contenia algunos por cientos de una materia blanque- cina, pulverulenta, de la cual se habia sospechado que fuese yeso; pero resultó que se trataba solo de carbonato de calcio, en estado finamente dividido, mezclado con un poco de ar- cilla seladonítica. Disponiendo de cantidades suficientes de agua corriente, fácil habría sido, limpiar esta arena, obte- niendo así un material de primera clase, por medio de un simple lavado en una fosa. La posición inclinada délos bancos en los yacimientos de esta arena, además, habia permitido a las aguas pluviales un lavado tan perfecto á estos, por njedio de la filtración subterránea, que en al- gunas muestras, procedentes de estos bancos, los \estigios desulfatos ú otras sales solubles eran tan insignificantes (¡ue casino fué posible determinarlas cuantitatix amenté. La única arena que contenia cantidades algo remarcables de sulfato de calcio, era la del rio de las Tapias, localidad desgraciada, en cuanto á la naturaleza v calidad de sus materiales de cons- — 245 — truccion; puesto que también las arcillas de este lugar, ela- boradas para los ladrillos, adolecieron de grandes defectos. Así es que, á pesar de la gran abundancia de la selenita, que existe en casi todos los bancos de aquella zona, resulta que los aluviones, depositados en las riberas de las impe- tuosas corrientes de la misma comarca, generalmente ca- recen de cantidades importantes de esta combinación; debido esto á las partículas de este mineral, arrancadas de las rocas por la desgregacion y el empuje de las olas del agua, á causa de su moderada dureza, quedan molidas completa- mente en contacto con las arenas silíceas que las acom- pañan; y lo que en este proceso no se disuelve, es llevado á mayores distancias, quedando depositado entre los alu- viones de la llanura. Así sucede que los depósitos aluviales de estos rios, en la parte superior de su curso, por la rejion accidentada de los promontorios de la sierra, donde la vio- lencia do la corriente es pronunciada, casi nunca contiene esta materia en cantidades remarcables. Mas habia que temer, a príori, la presencia de esta combinación, en todos los depósitos eólicos de aquellas localidades, y en realidad se observa que las arcillas modernas con frecuencia contienen cantidades sensibles de sulfatos, como asimismo un crecido contenido de carbonato de calcio y de magnesia, proce- dentes, las mas veces, de la descomposición recíproca entre los sulfatos de cal y magnesia una vez existentes, y el carbo- nato alcalino, desprendido de la descomposición caolinítica de las partículas de feldespato intermixtas. Esto parece que ha sido también el origen del contenido de carbonato de calcio pulverulento, que existe, muy fina- mente dividido, en aquella clase de arena subterránea. Las arenas de los rios y arroyos de aquella comarca, con- tienen, á mas de los granos de cuarzo — que la mayoría de los casos constituye el elemento predominante en las arenas de nuestros rios, en cantidad variable, los fragmentos y pro- ductos del desmenuzamiento y descomposición de las piza- — 246 — ras paleozoicas de la sierra de Tucuman, y se nota siempre una mejora considerable en la calidad de estas arenas, en las localidades, donde la tiaza del ferro-carril se acerca al sis- tema geológico central de las formaciones primitivas; como un ejemplo notable, en este sentido, ofrecen los aluviones y arenas del rio Vipos, siendo mas reducidos en ellos también la cantidad de las sustancias arcillosas intermix.tas ; induda- blemente, porque la corriente, muy poderosa en su curso superior, inmediato á la sierra, suele transportar estas ma- terias á mayores distancias hacia la llanura. Las distintas clases de arenas que eñ el trayecto indicado de la línea de Tucuman á Salta, han obtenido una aplicación en las construcciones de importancia, son los siguientes : AREJNA DE LOS ALL'VIOMES DEL UIO SALl Es una arena bastante pura, formada por granos esquino- sos de grosor mediocre (0.1 á 0.5 mm ) de color gris rojizo; procedente de las playas ó riberas del rio Salí, á inmedia- ciones del pueblo de Tucuman. La arena es relativamente libre de partículas de arcilla, cal, etc., y es áspera y cru- jiente entre los dedos. Contiene solo los vestigios de cloru- ros y sales alcalinas, que corresponden á la cantidad de agua del rio, detenidos por la arena cuando aun se encontraba en estado húmedo. El estado de la división de esta arena es el siguiente: Diani. Arena de grano grueso. 1.0 á 5.0 niin. 7.5 "/o — — medio. 0.5 á 1.0 » 9.7 » — — fino. . 0.1 á 0.5 » 61.7 » — — muy fino, 0.05 á 0. 1 » 13.4» — — arcillosa 1.7» 100.0 — 247 - La composición quimico-petrográfica es como sigue Cuarzo y cuarcita SS.OS'/o / Cuarzo y cuarcita o'i.y27„ \ ) Feliespato 26.70 / í Mica, amfibol, etc 0.95 í \ Pizarra cristalina, etc 13.42 / Kaolin hiilralado 0.55 v 2? [ Hidroxido y silicatos de hierro, etc 1 .05 gV Carbonato de calcio y magnesio 0.29 i o) Sulfato de calcio y magnesio 0.07 \ 2.01°', ^j Sulfato de sodio 0.03 i H [ Cloruro de sodio 0.02 ] ^ \ 100.00 / Los bancos de esta arena, en las playas del rio Salí, son bastante considerables, ofreciendo á la \ez una arena en depósitos limpios y de calidad bastante uniforme. Pero como los yacimientos se hallan algo retirados de la línea, fué necesario construir para su esplotacion una pequeña vía provisoria; y los gastos de excavación, acarreo y trasporte hasta el Saladillo, eran bastantes crecidos, pues importaban cerca de $ m/ii 3. 10 por nietro cúbico. Esta arena ha ^i(lo usada en las mezclas para los arcos y la parte superior del Viaducto del Saladillo. 2. ARENA DE LOS DEPÓSITOS SUBTERRÁKEOS EJNTRE TAFÍ VIEJO Y EL SALADILLO. Esta arena es de grano mediocre, y de color gris-blan- quizco. Se halla en aislados depósitos ó bancos lenticulares, intercalados entre gruesos estratos de arcilla rojiza, y los cuales, por el carácter de los fósiles que escasamente encier- ran, son referibles á la formación pampeana; pero los infe- riores pertenecen, tal vez, á una época mas antigua. Estos bancos alternativos de arena y arcilla, que pasan a descubierto en un corte de nueve metros de profundidad, atravezado por la línea entre Tafí Viejo y el Saladillo, ofre- cen un hermoso ejemplo de una dislocación bastante brusca — 248 — que deben haber experimentado en una época relativamente moderna, quizá á causa de algún hundimiento. Los bancos se lialhin enarmonados, con un ángulo que es algo variable, alcazando á veces hasta \^° y mas también. En un trayecto de un kilómetro, próximamente, se observan en el corte como 5 á 6 bancos alternados de arena y arcilla, siendo estos últimos siempre mas espesos. Las capas inter- puestas de arena tienen generalmente un espesor de 1 V2 ^ ^ V.> metros. Son fluviales, y presentan el lecho constantemente desviado de un antiguo rio pampeano, en sus repetidos cur- sos y variadas transgresiones laterales, probablemente del mismo rio Salí en la época pampeana ; por cuanto que el estado de división, y el carácter petrográfico de los granos de arena de estos depósitos es enteramente idéntico á aquel que ofrecen los aluviones que el citado rio deposita en la época actual, en sitios no muy lejos de la misma localidad. En los bancos inferiores de este yacimiento subterráneo, el diámetro de los granos de arena aumenta, aceptando estos, finalmente, el tamaño de guijarros. Damos en seguida el análisis de 3 distintas muestras, pro- cedentes de este vacimiento, á saber: a) Arena de uno de los bancos superiores, situados al S. h) Arena de los bancos intermedios, vulgarmente em- pleada en la parte basal (pilares) del Viaducto. c) Arena denunciada; de consistencia bastante aglome- rada, procedente de uno de los bancos inferiores, situados en la parte setentrional del corte. ANÁLISIS MECÁNICO 0/ Diámetro eo mm. a. b. c. Arena de grano grueso.. 1.0 á 5.0 0.8°/, 6.87. 21.0 — medio.. 0.5 ál.O 2.5 •> 11.4» 24.4. — fino.... 0.1 áO.5 85.4» 56.2» 37.0» — muyfino 0.05 á 0.10 6.6» 21.7» 5.2» Materia arcillosa calcárea. — — 4.7 4.4 » 12.4 » 100.0 ~> 100.0 .. 100.0 » O b. e. 67. 92»'. 57.20°/. 18.97 » 20.32 * 2.24 » 2.24 » 7.39 » 10.63 -> 0.97 2.15 1.32 2.35 l.U 5.07 0.04 0.03 0.01 0.01 — 249 — ANÁLISIS QUÍMICO a. Cuarzo y cuarcita 65.72V„ Feldespato 19. 19 » Mica, ainfibol, etc 4.65 » Pizarra cristalina, etc 6.72 » Kaolio hidratado 1.20 Hidróxido y silicato de hierro, etc. 2.24 Carbonato de cálelo y magnesio. . . 0.23 Sulfato de calcio 0.04 Sulfato de sodio 0.01 100.00 100.00 100.00 El color rojizo general, que caracteriza la arena de los depósitos aluviales recientes del rio Salí, ha desaparecido en estos antiguos depósitos subterráneos, fenómeno que no es estraño, porque se observa con frecuencia en los antiguos sedimentos lluviales ó lacustres, y, sobre todo, en los yesí- feros, cuando estos contenian una cierta cantidad de materia orgánica entremezclada, que produce la reducción al estado de potróxido ó sulfuro, y la lixiviación consecutiva de las partículas intermixtas del hidróxido y óxido de hierro, que principalmente constituyen la materia colorante déla mezcla. La fuerte inclinación vertical de estos bancos de arena ha contribuido para que ellos hayan sido expuestos, durante muchos siglos, á un lavado de infiltración perpetua de las aguas fluviales, las cuales, al encontrar, en la superficie del terreno, las cabezas enarmonadas y bien inclinadas de estos bancos porosos de arena, interpuestos entre gruesas paredes de arcilla impermeable, se sirvieron de este filtro natural para seguir su camino hacia el fondo. Este movimiento de filtración subterránea, de las aguas fluviales etc., no ha dejado de ejercer, al mismo tiempo, al- guna metamorfosis química en el antiguo depósito fluvial de arena, modificando asimismo también su esterior y as- pecto. — 250 — Ha disuelto, en primera línea, todas las combinaciones y sales solubles, en un grado tal, que solo se hallan vestigios muy insignificantes de ellos. En el estracto acuoso de varias muestras casi no era posible descubrir, inmediatament':*, la presencia de sulfatos, por medio de los reactivos. También las partículas intermixtas de feldespato han experimentado, en su superficie, la descomposición koaliuítica, por lo que se nota en estos bancos un moderado contenido dekaolina, a] lado de un poco de arcilla /eolítica. Mas todavía se nota la presencia de un cociente variable de carbonato de calcio, en forma de un precipitado ó poho finísimo, dividido y mezclado con la arcilla y adherido á los granos de la arena, de modo que ésta queda algo aglomerada, y al frotarla entre los dedos, no experimenta aquel crujido pronunciado, como las arenas en los aluviones recientes de los rios. Este carácter esterior, considerado por los empíricos como prueba absolutamente decisiva é imprescindible para una arena de condiciones superiores, ha sido una de las causas que dio origen á desconfiar en la buena calidad de la arena de aquellos depósitos. Hay que observar, sin embargo, que el reducido contenido de carbonato de calcio en esta arena, es de importancia absolutamente secundaria. Aunque su presencia uo es, como creen algunos, un beneficio, ella tam- poco constituye un inconveniente serio. No tiene mayor importancia que la presencia ó falta, en las cales empleadas, de algunos porcientos de carbonato, atraído por absorción del ácido carbónico del aire. Loque importa, es el pequeño contenido de arcilla ; pero también éste se halla general- mente en cantidades reducidas. Casi todas las arenas del litoral, empleadas en las construcciones, tienen un contenido mas considerable de arcilla. A pesar de esto, hay un inconveniente que debe ser tomado en consideración, y es la frecuente presencia, en estos ban- cos arenosos, de riñones y bloques aislados de la arcilla — 251 — rojiza \ecina, cuyos escollos durante la sedimentación de esta arena en las playas del antij^^uo rio, casualmente habiaa sido sepultados dentro de ella. Su eliminación debía hacerse inmediatamente, en el yacimiento mismo, antes de cargar la arena, y es por esto que se necesitaba la mucha vijilancia y buena disposición de parte de los obreros, encargados de la carjía y tras()orte de la arena. El yacimiento de esta arena se halla en el mismo corte de la línea férrea, presentándose desde luego la facilidad de cargarla inmediatamente á los wagones, de suerte que los gastos de removimiento y trasporte hasta el Viaducto, eran relativamente muy insignificantes, calculándose como de $ m/j^OAb es. por metro cúbico; de modo que la aplicación de esta arena en las obras del Viaducto no dejaba de constituir una gran economía, con relación al empleo de la del Rio Salí. La arena ha servido para las mezclas de los cementos, em- pleados en la base, el zócalo y los pilares del Viaducto del Saladillo. 3. ARENA DE LOS ALUVIONES DEL RIO DE LAS TAPIAS Es algo gruesa, de color gris negruzco, formada princi- palmente por fragmentos laminosos de pizarra, con ios cantos redondeados. Su composición es la siguiente : ANÁLISIS MECÁNICO Diámetro eu aim. Arena gruesa 1.0 á 5.0 — de grano medio 0.5 ál.O — — fino 0.1 áO.5 — — muy fino 0.05 á 0.10 Materia arcillosa, etc 100.00 20.9 °/o 32.5 » 24.0 » 18.8 » 3.8 >> — 252 — ANÁLISIS QUÍMICO-PETROGRÁFICO Cuarzo y cuarcita 21 . 92 Fesdespato 11.79 Mica, anfíbol, etc 2.78^ 91.84 p«/. Pizarra cristalina, etc 53.97 Pizarra calcárea 1 . 38 Kaolin hidratado 2.30 £ ( Hidróxido v silicato de hierro, etc 2.96 g \ Carbonato de calcio y magnesio 1 . 60 Sulfato de calcio 1.25), 8.16 p'/. Sulfato de sodio 0.04 Cloruro de sodio 0 . 01 tí. bl 100.00 El rio de las Tapias, en su curso superior, parece que cruza, cou preferencia, la formación de las pizarras paleozoi- cas, que abundan en aquella sierra, puesto que esta clase de arena aluvial, depositada en su lecho, es formada esen- cialmente por pequeños fragmentos lamelares, rodados, de pizarra cristalina, con un contenido relativamente insigni- ficante de cuarzo y otros fragmentos de rocas primitivas. El inconveniente de esta composición es aumentado todavía por el fuerte contenido de materias kaolíniticas y de sulfato de calcio que contiene la mezcla. Ea condiciones idénticas se halla también una clase de cascajo ó arena gruesa que se observa en un corte vecino, á la distancia de 2 kilómetros al N. del rio de las Tapias. La arena de este rio solo ha tenido una aplicación limita- da, en una alcantarilla, situada al S. de este rio. 4. ARENA DE LOS ALUVIONES DE RIO VIPOS Esta arena es gruesa, esencialmente silícea, color claro, gris blanquizco. La línea férrea, en el punto donde cruza al rio Vipos, se — 253 — acerca visiblemente á la región central granítica de aquel sistema serráneo, resultando con este motivo, que los alu- viones y productos de trasporte, depositados en el lecho y en las riberas de dicho rio, ofrecen una notable mejora, en comparación con los materiales que se hallan al S., en el primer trayecto de la línea. Bloques rodados de gneis y granito, en distintas varieda- des, se ofrecen en suliciente cantidad, para prestarse como un elemento importante de materia prima en las construc- ciones de la localidad. El gran puente sobre el rio Vipos, construido en su base con hermosos bloques labrados de las mejores clases de este granito, será, sin duda una de las obras mas espectables y resistentes de la línea. Un carácter análogo ofrecen las arenas (|ue se hallan en las playas de este rio, las cuales, en su naturaleza y compo- sición química y petrográfica, son muy superiores á las de Tucuman, por ser esencialmente cuarzosas, y con poca en- tremezcla de feldespato y arcilla, siendo muy reducido, asi mismo, la entremezcla de fragmentos de pizarra. La composición es la siguiente : , ANÁLISIS MECÁNICO Diáin. eu irnii. o/o Guijarros y arena gruesa 1.0 por arriba 47.6 Arena de grano medio 0.5 á 1.0 30.2 — fino 0.1 á 0.5 14.2 ~ muy fino 0.5 á 0.10 6.P Materia arcillosa 1.1 100.0 ANÁLISIS QUÍMICO Cuarzo 71 .64 ] ;^ VFeldespato 19.58/ .,., X / Mica, amfíbol, etc 0.29 ( Pizarra cristalina 6.55 — 254 — H / Kaolín hidratado 0.39 ^í Hidrato y silicato de hierro, etc ^. . 1.24 s \ Carbonato de calcio y magnesio 0.22 - "^ \ Sulfato de calcio 0.05 \ ^-^^ */« "*, [ Sulfato de sodio 0.02 % \ Cloruro de sodio 0.0¿ lOU.OO' Los depósitos de esta arena, que se hallan en la playa al N. del rio, á inmediaciones de la línea, son importantes, y hasta inafíotables ; y en cuanto á su composición química y petrognííica, es, sin cuestión, la clase mejor que se halla en todo el trayecto, teniendo el único inconveniente, a dife- rencia de las de Tucuman, Tafí Yiejo, etc., de ser dema- siadamente gruesa, predominando los granos de 0.5 mm. por arriba. Para las mezclas, preparadas á mano, se necesita de la zarranda, dejando esta un residuo bastante considerable; pero para los usos en las argamazas, hechas con la máquina, como son las preparadas con la mezcladora del Saladillo, este inconveniente tal vez no molesta, porque los granos gruesos de la masa quedan aplastados y reducidos á frag- mentos chicos por el peso de la muela. Estos cuatro yacimientos de arena descritos fueron los que hablan sido tomados en consideración, especialmente, para la aplicación en los cementos de las obras del Viaducto del Saladillo, La mezcla empleada en esta obra, era la siguiente : Cemento de Portland (Wallend, New-Castle) 1 parte volumétrica. Cal apagada del Saladillo (pasta espesa) 1 \', » Arena fluvial 4 » La argamasa, preparada inmediatamente de su uso en la máquina mezcladora, agregándose gradualmente el agua ne- cesaria, fué trasladada en carrelillas al lugar de su destino, para ser etnpleada instantáneamente. — 255 — La cal del Saladillo (1) es bastante hidráulica, y no se calienta mucho al ser apagada con el agua. Estas propieda- des hidráulicas, sin embargo, no llegan á ser beneficiadas completamente, con el méLodo prescripto por el reglamento de preparar las mezclas, empleándose la cal, apagada ya con anticipación y estancada en un foso para la sedimentación de la pasta ; método que sería muy correcto, si se tratase de una simple cal vulgar ó grasa. Tomando por base nuestro análisis de la cal neocoraiana de Tucuman, se calcula para esta mezcla, convenientemente preparada, una cohesión inicial de cerca de 75 kilogramos de resistencia á la compresión, ó sean cerca de 75 kilogra- mos de resistencia á los efectos de la rotura, cifra que en la prcática no fueron alcanzados. En este caso, mejor habria sido tal vez, pulverizar con la máquina la cal cocida, mezclarla con el cemento y la arena y agregar recien entonces el agua necesaria. Algunos ensayos que en aquella ocasión practicamos con el ingeniero de la lí- nea, 3Ir. Benzen, han dado, como he visto mas tarde, resulta- dos muy satisfactorios en este sentido, resultando, por ejem- po, que una mezcla de partes iguales de la cal del Saladillo, y arena de la misma localidad, preparada en la forma indi- cada, da un cemento que se solidifica muy pronto, ofrecien- do luego una cohesión y dureza no muy inferior á la mezcla arriba indicada, preparada con el cemento de Portland di- luido. La aplicación, en adelante, de esta composición crio- lla, en vez de la mezcla Portland, en las construcciones aé- reas daria lugar, indudablemente, á economías bien remar- cables. Según el calculo, esta mezcla representa una cohesión inicial de 66.4 kilogramos de resistencia á la compresión ó sean aproximadamente de 6.5 kilogramos de r:sistencia á la torcion ó rotura. Pero, como el resultado de estos ensayos no pudo apre- (1) Véase Bolelin de la Academia Nacional de Ciencias. Tomo V, pág. 420. — 256 - ciarse ya inmediatamente, sino recien después de transcur- rido al|^un tiempo ; y como, por otra parte, los resultados obtenidos con la pasta, usada hasta entonces, fueron muy satisfactorios, no rae era dado, en aquella ocasión, introdu- cir cambios en cuanto al tratamiento de las mezclas ; de- biendo limitarme, por lo pronto, en elegir solólas clases de arena que por su composion cualitativa ofrecieran las me- jores ventajas y garantías. lleuniendo pues los datos, obtenidos por los análisis de cada una de las distintas arenas que existen en los yaci- mientos de aquella línea, resultó, en primer lugar, la ex- clucion absoluta, para cualquier obra de importancia, de las arenas, procedentes de las riberas del rio de las Tapias, tanto por su desfavorable mezcla petrográíica y el contenido muy insignificante de verdadera arena silícea, como tam- bién por su fuerte cociente de selenita y materias arcillosas. Teniendo constatado la ausencia, en las arenas del rio Salí, de Tafí Viejo y del rio Vipos, de cantidades remarca- bles de sulfato de calcio y materias salitrosas, habia que deducir su valor relativo, pi-incipalmente de la relación mutua ó moviente que existía entre su contenido de arena silícea, como agente activo, por una parte, y de su conte- nido de materias arcillosas etc., como agente desfavorable, por otra ; teniendo que considerar mas ó menos como indi- ferentes, los demás constituyentes, incluso el carbonato de calcio en estado pulverulento, cuja cantidad no era excesiva en ninguna de las muestras respectivas. La relación de arena silícea y arcilla, en las tres distintas clases de arena, es como sisue : Cuarzo. Matfria arcillosa. Cuocientí*. Arena del rio Salí 56.9 •/„ 1.6% 36 — de Tafí Viejo 67.9 % 2.5 °/o 29 — del rio de Vipos 71.9 % 1.6 °/o 45 De esta comparación se desprende, desde el primer golpe de vista, la superioridad indiscutible de las arenas graníti- — 257 — cas del rio Vipos. Sin embargo hubo que abstenerse de su uso, por la dificultad que presentaba la instalación de una línea provisoria hasta aquel punto. Quedaba así sola- mente, para la aplicación en las obras del Saladillo, la elec- ción entre la arena de Tucuman y la de Tafí Viejo. De la primera clase de arena se habia intentado hacer uso, antes que se conocieran los depósitos subterráneos de la are- na de Tafí Viejo, que en seguida se emplearon. ^Necesitábase todavia, para el resto de la obra, como 1000 á 1500 metros cúbicos, que importaron una economía de 3000 á 4000 pesos nacionales, si se hubiese podido seguir con el empleo déla arena de Tafí Viejo. Ambas clases de arena respecto á su naturaleza químico- cualitativa, no ofrecen diferencias tan notables, como parece á simple vista ; pero es considerada generalmente como muy superior la arena del rio Salí. Ambas proceden de las mis- mas clases de roca y tienen un origen análogo. La arena del rio Salí aventaja á la de Tafí Viejo, por poseer un con- tenido muy reducido de materia arcillosa ó aglomerante, ven- taja que queda reducida, al considerar su contenido algo mayor de granos negros de pizarra, á costa de los granos silíceos de la mezcla, diferencia que se nota también á sim- ple vista. , En las mezclas fuertemente hidráulicas, como las que se emplean en las obríis del Saladillo, la presencia de cantida- des reducidaí= de arcilla apenas tiene influencia, tal como sucedería, cuando se tratase de mezclas de pura cal grasa. La materia aglomerante, arcillosa y calcárea, en las arenas de Tafí Viejo, se halla en un estado sumamente dividido y fácilmente despojable por la mas leve corriente de agua. Disponiendo pues de agua corriente, indudablemente ha- bría sido fácil transformar la arena de Tafí Viejo en un pro- ducto de primer orden, mediante un simple lavado, en una fosa entablada. Pero habia otro inconveniente, que obligaba á desistir de T. vin 1" — 258 — su aplicación en el resto de la obra y es, que los bancos subterráneos de esta arena, tienen entremezclados muy fre- cuentes riñones de las arcillas \ecinas, v el mas leve des- cuido, por parte délos obreros, encargados del removimiento y transporte, tenia cjue producir una entremezcla de im- portantes cantidades y partículas aglomeradas de esta arci- lla. A mas de esto resultó que todos los bancos de buena clase en los yacimientos de esta arena hablan sido ya muy esplütados en sus partes descubiertas, de modo que, para continuar con su extracción, habria sido necesario verificar importantes trabajos de remoción, para despegar los bancos de arcilla vecinos y superpuestos : otra causa mas para dar lugar á la entremezcla de cantidades de arcilla. En vista de estos inconvenientes y de haberse instalado ya una pequeña via provisoria, desde la Estación de Tucn- man hasta los yacimientos de la arena del rio Salí, se acor- dó de que se hiciese uso, para el resto y los arcos de la obra del Saladillo, de la arena del rio Salí, y para las de- más obras futuras, en la prolongación de la línea, con pre- ferencia, de la del rio Vipos, por ofrecer ambos yacimien- tos suficientes garantías, en suministrar siempre un producto uniforme y con las condiciones debidas para las obras de arte y construcciones de ¡mj)ortancia. r Córdoba, 1884. OBSERVACIONES METEOROLÓGICAS PRACTICADAS EN CÓRDOBA (Heplblica Argentina) DURANTE EL AÑO 1884 POR ÓSCAR DOERING Las observaciones que había principiado en el año 1882, se han continuado sin interrupción durante el año 1884. Las he practicado personalmente, anulado en algunos casos por mis colaboradoras, que he mencionado en las publica- ciones anteriores. Además, desde el mes de Octubre me ha sido posible dar principio á la observación de las temperaturas de la super- ficie interna del suelo. Publicaré, in extenso, las observaciones en el orden siguiente: 1. Presión atmosférica. 2. Temperatura del aire. 3. Humedad absoluta (tensión del vapor). 4. Humedad relativa. 5. Evaporación á la intemperie y en la sombra. 6. Temperaturas de la superficie interna del suelo. 7. Temperaturas del suelo á 6 profundidades. 8. Irradiación solar. 9. Precipitación y tormentas. — 260 — PRESIÓN ATMOSFÉRICA (700 mm. +) CÓRDOBA, 1884 Tab. I, 1. Enero Febrero FECHA — ■ - ~~ — -^ _- — - — ^ - ^— — ~- 7 a. 2p. 9p. PRIISIEDIO 7 a. 2p. 9p. PRnSIEDIO 1 30.58 29.59 30.43 30.20 24.36 22.17 21.35 22.63 2 31.19 27.99 28.66 29.28 20.56 20.31 24.29 21.72 3 29.60 27.03 27.29 27.97 30.55 29.04 28.79 29.46 4 28.14 25.45 24.99 26.19 29.56 24.87 23.24 25.89 5 23.66 20.54 23.72 22.64 21.12 17.12 16.61 18.28 6 27.98 26.85 27.96 27.60 26.35 26.98 29.52 27.62 7- 30.02 27.12 26.76 27.97 30.66 27.86 2R.33 28.95 8 24.79 21.17 22.58 22.85 29.31 27.14 27.98 28.14 9 26.71 25.47 25.99' 26.06 27.76 24.90 25.55 26.07 10 28.21 27.53 28.81 28.18 26.19 24.21 25.85 25.42 11 29.60 28.20 29.09 28.96 25.30 22.21 22.89 23.47 12 29.43 27.57 27.10 28.03 21.39 18'. 14 22.03 20.52 13 27.61 25.48 25.67 26.25 26.91 24.40 25.23 25.51 14 25.59 23.34 23.03 23.99 24.72 21.92 23.06 23.23 15 23.24 20.31 20.01 21.19 24.25 20.70 20.92 21.96 IR 22.39 20.58 21.22 21.40 20.96 23.36 25.64 23.32 17 21.92 18.66 18.64 19.74 27.50 25.45 26.16 26.. 33 18 18.84 17.57 22.58 19.66 27.64 26.03 26.01 26.56 19 28.91 30.11 30.64 29.89. 28.22 25.77 25.83 26.61 20 32.88 29.56 28.90 30.44 25.11 23.05 24.37 24.18 21 29.04 25.66 26.22 26.97 25.45 25.08 25.99 25.51 22 26.3^ 22.59 22.92 23.96 25.15 23.92 24.16 24.41 23 23.48 20.21 19.66 21.12 25.32 22.17 27.81 25.10 24 22.93 22.26 21.26 22.15 28.80 27.29 28.6] 28.23 25 21.84 21.53 28.84 22.74 28.71 26.50 26.76 27.32 26 27.62 26.94 27.66 27.41 26.93 25.57 26.06 26.19 27 28.74 25.54 25.19 26.49 26.77 25.01 25.87. 25.88 28 25.30 23.14 23.65 24.03 26.07 23.98 24.47 24.84 29 24.24 22.12 23.54 23.30 25.48 22.05 23.06' 23.53 30 25.17 24.26 24.73 24.72 31 26.07 24.90 25.12 25.36 1-10 28.09 25.87 26.72 26.89 26.64 24.46 25.15 25.42 11-20 26.04 24.14 24.69 24.96 25.20 23.10 24.21 24.17 21-31 25.53 23.56 24.07 24.39 26.30 24.62 25.87 25.67 Prdini'ílio. 26.52 24.49 25.13 25.38 26.04 24.04 25.05 25.04 261 - PRESIÓN ATMOSFÉRICA (700 mm. +) CÓRDOBA, 1884 Tab. I, 2. FECHA Marzo Abril I ■ — -■ — ' ~^ 7 a. 2p. 9 p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 24.37 20.80 23.42 22.86 32.40 30.36 31.04 31.27 2 28.70 29. 13 30.07 29.. 30 .31.42 31.35 33.53 32.10 3 30.63 27.85 27.93 28.80 .33.51 31.42 31.52 32.15 4 27.48* 25.24 25.96 26.23 29.48 26.55 27.77 27.93 5 2.5.78 25.46 26.09 25.78 28.57 27.41 27.. 38 27.79 6 25.96 24.28 26.88 25.71 27.21 25.12 30.24 27.52 7 26.96 25.98 27.02 26.65 .33.51 .33.12 .34.36 33.66 8 28.01 26.63 27.36 27.. 33 35.52 32.70 31.64 33.29 9 28.06 25.51 27.19 26.92 28.54 23.49 23.03 25.02 10 27.47 25.52 26.13 26.37 23.. 36 22.22 24.05 23.21 11 25.94 24.22 25.96 25.37 23.54 21.39 23.27 22.73 12 26.99 24.80 26.21 26.00 20.73 17.86 19.24 19.28 13 25.80 23.34 24.. 58 24.57 24.54 29.67 .32.71 28.97 14 24.93 22.62 22.10 23.22 133.64 31.31 30.44 31.79 15 24.44 22.97 23.53 23.65 30.41 28.81 29.74 29.65 16 24.. 33 24.74 24.. 34 24.47 27.29 23.62 24.30 25.07 17 21.43 18.72 25.06 21.74 27.18 29.14 32.41 29.54 . 18 30.97 31.39 .31.87 31.41 30.42 25.88 23.71 26.67 19 32.19 29.26 29.23 .30.23 23.. 33 24.18 27.47 24.99 20 25.83 23.07 25.24 24.71 27.50 25.68 27.86 27.01 21 27.21 26.25 26.63 26.69 26.68 42.06 25.53 25.42 22 25.71 24.67 25.92 25.43 24.82 23.06 26.57 24.82 23 24.05 20.74 21.68 22.16 27.40 25.10 24.64 25.71 24 22.76 25 . 22 28.29 25.42 20.74 17.48 19.43 19.22 2ó 26.41 ii;8¡ 21.. 39 23.21 20.73 18.19 22.28 20.40 26 18.84 16.06 17.58 17.49 24.56 24.07 25.23 24.62 27 18.89 20.54 28.66 22.69 23.58 21.25 22.33 22.39 28 30.14 29.08 29.05 29.42 22.78 25.98 27.56 25.44 29 27.71 25.. 31 24.99 26.00 28.14 26.56 30.. 32 28.34 30 25.85 26.19 31.26 27.77 32.53 32.55 34.49 33.19 31 33.06 32.29 33.12 32.82 1-10 27.34 25.64 26.80 26.60 30.35 28.-37 29.45 29.39 11-20 26.29 24.51 25.81 2;í.54 26.85 25.75 27.11 26.57 21-31 25.51 24.38 26.24 25.. 37 25.20 23.83 25.84 24.95 Promedio. 26.. 35 24.83 26.28 25.82 27.47 25.98 27.47 26.97 — 262 — PRESIÓN ATMOSFÉRICA (700 mm. +) CÓRDOBA, 1884 Tíib. I, 3. FECHA .Ilayo ^ _^^ ., ■ «Junio 7 a. 2p. 9p. PROSEWO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 33.83 30.75 31.78 32.12 28.74 24.77 25.24 26.25 2 30.98 28.50 30.35 29.941 23.82 22.50 25.89 24.07 3 29.47 25.92 27.71 27.70 27.31 25.71 28.46 27.16 4 28.42 24.35 23.79 25.52 28.23 26.62 27.35 27.40 5 23.36 25.69 29.52 26.19 26.60 25.74 26.76 26.33 6 29.26 29.54 33.73 30.84 26.31 23.59 24.33 24.78 7 35.86 35.28 38.05 36.40 23.06 19.53 20.40 20.99 8 35.73 30.63 31.46 32.61 18.86 22.14 26.56 22.52 9 28.60 25.76 25.36 26.57 29.36 28.01 27.44 28.27 10 23.96 24.33 28.33 25.54 23.96 21.61 25.31 23.64 11 28.75 26.69 27.45 27.63' 28.51 28.06 31.55 29.37 12 26.49 25.88 29.70 27.36 i 31.85 30.44 31.98 31.42 13 31.10 28.78 30.96 30.28! .32.90 32.33 34.38 33.20 14 28.86 25.01 25.03 26.30 36.88 36.65 37.31 36.94 15 25.60 26.60 32 00 28.07 34.50 29.71 29.08 31.09 IR 31.10 33.44 36.22 34.59 26.82 27.. 52 31.13 28.49 17 37.41 35.62 36.08 36.38:134.09 32.98 33.69 33.58 18 34.17 31.85 32.02 32.68 1 32.74 29.31 29.05 30.36 19 31.55 30.21 32.09 31.29! 28.18 28.64 32.41 29.71 20 35.03 34.00 36.52 35.18 33.23 31.06 33.26 32.51 21 36.20 32.80 32.66 33.89 33.21 33.66 34.76 33.88 22 29.68 27.71 28.40 28.60 32.86 30.86 33.68 32.47 23 26.39 24.58 27.20 26.06 33.99 33.54 34.66 34.06 24 27.92 26.29 29.01 27.74 34.30 32.65 35.29 34.08 25 27.85 24.35 24.23 25.48 36.49 36.81 38.48 37.26 26 24.12 24.75 27.44 25.41 37.29 34.85 34.44 35.53 27 27.33 25.11 27.41 26.62 1 33.51 32.05 33.35 32.97 28 26.79 24.71 24.36 25.29 31.27 27.71 29.07 29.35 29 21.15 20.22 23.75 21.71 28.24 26.98 28.61 27.94 30 30.21 30.34 31.53 30.69 26.57 22.92 24.66 24.72 31 31.37 29.33 30.14 30.28 1-10 29.95 28.08 30.01 29.34 25.62 24.03 25.77 25.14 11-20 31.31 29.81 31.81 30.97 31.97 30.67 32.38 31.67 21-31 28.09 26.38 27.83 27.43 32.77 31.20 32.70 32.23 Promedio. 29.73 28.03 29.81 29.19 30.12 28.63 30.28 29.68 — 263 PRESIÓN ATMOSFÉRICA 000 mm. +) CÓRDOBA, 1884 Tah. I. 4. FECHA 1 2 3 4 o 6 7 8 9 10 11 12 13 11 ló 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 1-10 11-20 21-31 Julio 7 a. 25.31 23.71 31.77 25.59 26.57 31.18 25.12 29.99 26.82 26.45 31.. 30 37.48 31.68 32.80 29.77 30.39 32.88 31.69 23.38 20.77 34.31 .35.84 33.59 28.22 25.30 29.43 32.07 32.19 37.31 32.62 23.01 27.25 .30.21 .31.26 Promedio, -cu ,\}ó 2p. 24.34 21.76 .31.31 21.61 31.20 26.69 25.97 22.36 27.47 22.87 .35.16 .33.39 31.65 29.09 28.12 27 32 .63 ,50 27.68 20.28 20.16 33.64 34.92 29.79 25.21 23.96 31.44 26.54 34.13 .35.07 29.20 18.06 9p. 26.71 27.69 .31.16 22.49 .35.24 27.26 32.32 20.10 29.. 33 25.76 37.99 33.57 33.65 30.47 31.51 29.84 34.58 27.05 21.89 29.88 .34.74 35.71 30.58 26.24 26.95 34.84 28.67 .37.38 35.50 28.69 21.13 25.55! 27.80 28.56 31.04 29.27 30.95 27.84 PROMEDIO Agosto 7 a. 25.45 24.39 31.41 23.23 31.00 28.34 27.80 24.15 27.87 25.03 .34.82 34.81 32.33, 30.79 29.80 i 29.29! .33.32 28.80 i 21.85 23.60 ; I 34.23 i 35.49 31.32 26.56 ¡1 25.40 31.90 29.09 .34.57 35.96 .30.17 20.73 26.87 29.94 29.96 24.60 23.49 25.45 26.80 20.84 23.94 24.68 29.06 23.40 20.74 24.67 22.61 23.05 24.91 26.13 20.93 22.49 28.98 30.84 35.32 28.44 31.75 25.85 24.76 33.11 32.79 31.28 27.86 27.40 ¿6.33 ■22.26 24.30 25.99 .30.49' 28.35 2 p. 29.15 26.28 22.93 22.23 23.71 22.97 17.. 58 23.60 21.79 28.56 20.10 19.79 23.69 19.57 22.07 21.77 24.07 17 35 22.61 29.26 29.68 32.91 25.43 29.56 19.52 26.65 31.76 29.73 28.08 24.50 25.16 23.24 21.95 22.33 24.30 25.96 24.25 9p. 24.34 24.09 25.20 23.43 18.88 26.64 23.66 27.51 20.27 21.11 24.43 21.86 25.11 25.28 24.76 21.02 27.22 32.76 33.77 32.46 29.94 29.59 21.49 31.11 .32.58 31.71 28.81 25.90 26.55 23.80 26.80 23.51 26.87 28.03 26.20 PROMEDIO 23.99 23.27 24.78 24.40 19.10 24.72 23.37 28.37 21.25 20.54 24.26 21.35 23.41 23.99 24.99 19.77 24.11 30.33 31.43 33.56 27.94 30.30 22.29 27.51 32.48 .31.41 29.36 26.09 26.37 24.46 23.67 23.38 25.72 27.44 25.58 264 PRESIÓN ATMOSFÉRICA (700 mm. +) CÓRDOBA, 1884 Tiili. I, .'. FECHA Setiembre Octubre " ~ — "" ' 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 30.21 28.61 29.24 29.35 28.03 24.70 27.48 26.74 2 26.80 22.65 22.98 24.14 29.46 27.89 31.11 29.49 3 21.14 22.85 27.92 23.97 32.18 30.20 31.88 31.42 4 30.45 26.71 25.77 27.64 31.90 29.91 31.46 31.09 5 20.02 15.56 23.18 19.59 31.31 30.17 31.81 31.10 6 26.63 23.48 23.59 24.57 33.81 31.67 33.58 33.02 7 21.10 22.71 29.54 24.45 34.79 32.17 33.77 .33.58 8 32.71 31.51 35.28 33.17 34.17 31.04 31.18 32.13 9 41.53 39.30 40.62 40.48 29.40 24.87 23.91 26.06 10 39.37 36.93 37.60 37.97 22.14 19.56 26.50 22.73 11 36.71 33.40 33.70 34.60 32.19 30.69 30.83 31.24 12 33.76 31.76 34.92 33.48 27.24 21.13 21.34 23.24 13 36.04 32.84 33.49 34.12 26.14 25.71 28.17 26.67 14 32.66 29.67 30.49 30.94 30.60 29.69 31.53 .30.60 15 26.96 23.89 29.44 26.76 32.95 28.83 30.46 30.75 16 31.53 29.15 31.21 30.63 28.51 23.55 24.62 25.53 17 31.52 28.38 29.33 29.74 27.34 26.07 28.55 27.32 18 27.72 24.62 26.43 26.26 31.01 27.89 29.69 29.53 19 26.76 23.77 25.19 25.24 30.80 28.02 30.17 29.66 20 23.83 19.40 20.51 21.25 31.19 28.14 28.74 29.36 21 18.89 15.85 19.88 18.21 28.18 24.48 25.70 26.12 22 21.39 21.34 26.54 23.09 25.82 22.94 22.79 23.85 23 30.04 29.57 .33.50 31.04 21.91 19.26 21.18 20.78 24 35.04 33.16 .35.67 34.62 26.08 24.63 28.99 26.57 25 36.96 33.72 35.72 35.47 29.04 25.67 27.33 27.35 26 35.24 31.48 32.36 33.03 26.32 22.15 24.18 24.22 27 29.91 24.30 24.54 26.25 27.73 28.35 31.30 29.13 28 25.48 23.06 28.45 25.66 36.13 33.42 34.26 34.60 29 31.65 30.20 30.81 30.89' 31.63 30.07 29.76 31.49 30 29.88 25.28 26.73 27.29 28.22 24.22 25.81 26.08 31 27.93 27.01 28.46 27.80 1-10 29.00 27.03 29.57 28.53 .30.72 28.22 30.27 29.74 11-20 30.75 27.69 29.47 29.30 29.80 26.97 28.40 28.39 21-31 29.45 26.80 29.42 28.55 28.36 25.65 27.25 27.09 Promedio. 29.73 27.17 29.48 28.79 29.59 26.91 28.59 28.36 — 265 PRESIÓN ATMOSFÉRICA (700 mm. -f-) CÓRDOBA, 1884 Tab. I, = FEpHA 7 a. 2 p. 9 p. M m M + m PROMEDIO 2 1 6.2 19.8 13.8 13.27 20.2 5.9 13.05 2 12.4 20.2 11.2 14.60 21.2 8.8 15.00 3 8.1 19.8 6.8 11.57 20.1 7.7 13.90 4 2.0 21.5 10.2 11.23 22.0 1.7 11.85 5 — 0.0 23.0 7.4 10.13 23.1 - 0.2 11.45 6 3.4 20.0 13.2 12.20 21.0 2.3 11.65 7 5.2 20.3 16.6 14.03 20.9 4.8 12.85 8 15.2 13.6 8.1 12.30 15.4 14.0 14.70 9 3.0 17.2 11.0 10.40 17.2 2.6 9.90 10 5.2 16.6 8.2 10.00 18.9 4.9 11.90 11 7.4 15.5 3.7 8.87 15.6 3.0 9.30 12 - 0.0 14.8 2.6 5.80 14.9 — 0.8 7.05 13 5.6 13.8 4.1 7.83 13.8 2.2 8.00 14 5.0 10.7 1.1 5.60 10.8 - 0.2 5.30 15 - 3.2 15.4 6.6 6.27 16.7 - 3.2 6.75 16 5.6 16.7 5.4 9.23 16.9 1.4 9.15 17 — 2.0 16.8 0.4 5.06 16.8 - 2.0 7.40 18 - 3.4 16.8 8.1 7.17 17.5 - 3.4 7.05 19 0.8 18.4 6.1 8.43 18.4 - 1.1 8.65 20 — 1.2 11.4 7.4 5.87 12.2 - 1.8 5.20 21 4.2 6.9 - 2.0 3.03 17.5 4.0 10.75 22 — 7.3 13.0 — 2.2 1.17 13.4 - 7.4 3.00 23 0.2 11.0 - 2.3 2.97 11.9 - 3.6 4.15 24 — 6.6 14.0 - 0.8 2.20 14.4 - 6.6 3.90 25 — 5.3 15.1 1.0 3.60 15.6 - 5.9 4.85 26 — 4.9 16.6 2.6 4.77 17.1 - 5.0 6.05 , 27 - 4.8 17.4 5.0 5.87 17.6 - 4.9 6.35 28 4.8 12.4 8.0 8.40 13.5 3.6 8.55 29 2.6 14.1 3.2 6.63 14.7 0.9 7.80 30 — 2.6 17.5 9.0 7.97 18.4 - 2.8 7.80 1-10 6.07 19.20 10.65 11.97 20.00 5.25 12.62 11-20 1.46 15.03 4.55 7.01 15.36 - 0.59 7.39 21-30 - 1.97 13.80 2.15 4.66 15.41 - 2.77 6.32 Promedio. 1.85 16.01 5.78 7.88 16.92 0.63 8.77 — 272 TEMPERATURAS OBSERVADAS EN CÓRDOBA Julio, ISS^ Tabla II, 1. FECHA 7 a. 2 p. 9 p. T M m Ti- M + m PROMEDIO 0 1 8.6 19.4 5.8 11.27 19.9 6.4 13.15 2 3.4 22.4 13.7 13.17 22.6 2.1 12.35 3 2.0 18.0 3.4 7.80 18.9 2.9 10.00 4 4.6 20.8 9.3 11.57 21.4 0.8 11.10 5 9.8 17.0 3.4 10.07 19.1 3.3 11.20 6 - 0.8 17.4 1.8 6.13 17.7 — 1.2 8.25 7 - 2.8 18.3 5.5 7.00 18.4 — 3.2 7.60 8 - 3.4 16.8 5.4 6.27 17.1 - 4.1 6.50 9 7.0 14.9 0.2 7.37 15.1 - 0.4 7.35 10 8.2 19.0 9.0 12.07 19.4 — 1.8 8.80 11 8.1 15.9 1.6 8.53 16.1 4.8 10.45 12 — S.O 16.2 6.1 5.77 16.8 — 5.4 5.70 13 — 4.9 17.3 3.9 5.43 17.8 - 5.2 6.30 14 — 0.9 19.2 6.0 8.10 19.4 — 0.9 9.25 15 3.8 20.2 7.8 10.60 20.8 3.2 12.00 IH 7.0 18.5 10.5 12.00 19.1 3.3 11.20 17 8.2 17.9 5.8 10.63 17.5 8.1 12.80 18 0.7 20.0 12.7 11.13 20.2 0.5 10.35 19 13.2 23.2 11.2 15.87 23.7 8.9 16.30 20 3.4 23.2 10.5 12.37 23.0 3.2 13.10 21 2.5 12.8 — 1.4 4.63 12.8 2.4 7.60 22 — 4.2 17.0 3.6 5.47 17.2 — 4-.2 6.50 23 - 2.0 22.6 11.7 10.77 24.2 — 2.2 11.00 24 2.0 25.1 14.4 13.83 26.3 i!o 14.15 25 6.6 23.8 9.9 13.43 24.3 5.2 14.75 26 6.6 18.2 13.0 12.60 18.5 5.3 11.90 27 6.6 17.7 6.6 10.30 18.3 6.1 12.20 28 7.4 14.0 1.6 7.67 14.1 0.8 7.45 29 3.6 13.4 2.0 6.33 13.7 - 1.1 6.30 30 — 2.4 15.6 7.6 6.93 15.8 - 3.5 6.15 31 1.7 22.7 10.4 11.60 23.3 0.6 11.95 1-10 3.66 18.40 5.75 9.27 18.96 0.48 9.72 11-20 3.36 19.16 7.60 10.04 19.44 2.05 10.74 21-31 2.58 18.45 7.22 9.41 18.95 1.04 10.00 Promedio 3.16 18.66 6.87 9.. 57 19.11 1.18 10.15 — 273 TEMPERATURAS OBSERVADAS EN CÓRDOBA Ag:osto, 1S8^ Tabla i II, 8. FECHA 7 a. 2 p. 9 p. T M m PROMEDIO 2 ] 3.4 22.2 8.3 11.30 22.5 2.7 12.60 2 3.8 ll'.S 12.5 13.70 25.0 2.4 13.70 3 4.4 25.2 13.7 14.43 25.8 4.0 14.90 4 7.9 27.0 20.0 18.30 27.6 7.4 17.50 5 14. 2 28.6 18.0 20.27 30.3 14.0 22.15 C^ 14.0 19.4 8.8 14.07 19.7 13.6 16.65 7 7.2 21.2 12.1 13.. 50 21.5 5.6 13.55 8 12.6 21.6 9.5 14.57 22.2 4.4 13.30 9 17.3 29.0 14.9 20.40 29.6 7.9 18.75 10 14.4 29.6 15.2 19.73 29.6 8.5 19.05 11 14.6 21.2 11. -3 15.67 21.9 11.5 16.70 12 6.2 28.4 14.8 16.47 29.0 5.4 17.20 ]3 11.3 27.0 15.9 18.07 27.0 10.3 18.65 14 8.8 21.8 12.1 14.23 22.5 8.0 15.25 15 12.2 18.2 12.2 14. áO 18.7 11.5 15.10 16 13.6 22.6 15.7 17.30 23.1 11.5 17.30 17 13.4 10.1 13.5 15.33 19.5 13.1 16.30 18 10.4 16.0 9.6 12.00 16.3 9.8 13.05 19 8.4 11.0 9.3 9.57 11.0 8.1 9.55 20 1.8 15.3 5.6 7.57 16.2 1.6 8.90 21 8.4 19.8 12.8 13.67 21.0 4.9 12.95 22 11.2 18.6 14.9 14.90 20.2 9.0 14.60 23 12.2 26.6 16.5 18.43 26.9 11.0 18.95 24 14.4 15.0 12.3 13.90 16.9 10.4 13.65 25 2.0 22.1 10.6 11.73 22.1 1.9 12.00 26 8.0 23.6 15.8 15.80 24.0 4.8 14.40 27 7.1 25.2 18.0 16.77 25.3 6.1 15.70 28 16.1 29.0 19.4 21.50 29.7 15.8 22.75 29 16.0 29.5 21.2 22.23 30.5 14.9 22.70 30 15.5 31.3 18.3 21.70 31.5 14.9 23.20 31 18.1 25.0 14.0 19.03 29.9 14.5 22.20 1-10 9.92 24.86 13.30 16.03 25.38 7.05 16.22 11-20 10.07 20.06 11.99 14.04 20.52 9.08 14.80 21-31 11.77 24.15 15.80 17.24 25.27 9.84 17.55 Promedio. 10.63 23.06 13.76 15.82 23.77 8.69 16.23 i'J 274 TEMPERATURAS OBSERVADAS EN CÓRDOBA Setiembre, 1 SS^ TuIjI) i IT, 9. FECHA 7 a. 2 p. 9 p. T M m M + ra PROMEDIO ■2 1 12.2 21.6 10.6 14.80 22.0 11.8 16.90 2 7.0 23.0 15.2 15.07 23.6 5.5 14.55 3 13.6 23.1 15.3 17.33 23.5 . 12.1 17.80 4 12.6 20.3 9.8 14.23 20.4 12.3 16.25 5 11.8 31.2 18.9 20.63 31.2 8.4 19.80 6 14.0 21.1 17.7 17.60 21.2 13.4 17.30 7 10.6 23.0 12.4 15.33 23.5 8.9 16.20 8 9.5 19.6 15.1 14.73 20.2 5.4 12.80 9 8.0 13.6 9.6 10.40 13.6 7.8 10.70 10 5.8 11.0 7.3 8.03 11.5 5.0 8.25 11 5.8 18.4 7.4 10.53 19.2 5.0 12.10 12 1.0 22.0 11.0 11.33 22.7 — 0.5 11.10 13 2.9 21.3 11.1 1].77 21.5 1.3 11.40 14 12.1 22.4 13.9 16.13 23.1 5.2 14.15 15 11.6 21.6 12.3 15.17 24.5 8.5 16.50 16 9.2 21.7 11.4 14.10 21.8 7.4 14.60 17 7.4 26.1 13.8 15.77 26.4 4.9 15.65 18 9.4 27.6 17.5 18.17 28.0 7.7 17.85 19 13.6 27.6 19.6 20.27 28.3 11.6 19.95 20 15.6 30.0 20.9 22.17 30.3 14,0 22.15 21 21.4 33.2 19.4 24.67 34.0 17.7 25.85 22 16.2 22.0 11.4 16.53 22.2 15.8 19.00 23 6.8 16.7 8.3 10.60 17.1 4.2 10.65 24 6.4 15.9 7.4 9.90 15.7 5.7 10.70 25 4.6 19.2 8.5 10.77 20.2 1.8 11.00 26 9.3 19.4 9.5 12.73 19.3 3 0 11.15 27 10.4 21.2 11.9 14.50 21.9 5.0 13.45 28 8.4 24.2 11.7 14.77 24.4 5.9 15.15 29 10.4 19.4 10.2 13.33 21.0 7.3 14.15 30 6.7 23.6 12.2 14.17 23.6 2.8 13.20 1-10 10.51 20.75 13.19 14.81 21.07 9.06 15.06 11-20 8.86 23.87 13.89 15.54 24.58 6.51 15.55 21-30 10.06 21.48 11.05 14.20 21.94 6.92 14.43 Promedio. 9.81 22.03 12.71 14.85 22.53 7.50 15.01 275 - TEMPERATURAS OBSERVADAS EN CÓRDOBA Octubre, 1 SS4 Tabh l II, 10. FECHA 7 a. 2p. 9p. T M m M + m PROMEDIO 2 1 9.4 24.4 16.0 16.60 24.9 5.8 15.35 2 11.8 20.1 15.4 15.77 20.2 6.4 13.30 3 11.8 18.4 11.3 13.83 19.7 11.3 15.50 4 9.1 24.9 13.5 15.83 25.6 5.5 15.55 5 11.0 25.4 18.6 18.33 28.6 6.1 17.35 6 13.4 23.9 15.4 17.57 24.4 12.1 18.25 7 10.9 25.2 13.4 16.50 25.2 7.1 16.15 8 11.4 26.4 13.0 16.93 26.5 5.2 15.85 9 Ifi.O 27.1 13.3 18.80 27.4 7.5 17.45 10 15.5 30.5 18.4 21.47 31.0 12.2 21.60 11 J3.0 23.7 14.4 17.03 23.8 12.2 18.00 12 11.7 27.2 17.8 18.90 27.2 5.9 16.55 13 13.2 21.8 11.7 15.57 22.5 12.9 17.70 14 10.9 21.9 16.0 16.27 23.9 5.7 14.80 15 15.1 24.2 15.0 18.10 24.7 11.0 17.85 Ifi 13.8 23.2 18.6 18.53 23.5 12.9 18.20 17 13.2 21.9 14.5 16.53 22.2 11.8 17.00 18 14.2 22.3 16.4 17.63 23.1 9.5 16.30 19 12.6 23.0 15.0 16.87 23.0 11.8 17.40 20 14.1 27.2 17.8 19.70 27.5 9.7 18.60 21 15.7 27.3 14.6 19.20 28.6 11.3 19.95 22 17.3 27.0 16.9 20.40 27.4 9.8 18.60 23 20.1 332 20.4 24.57 33.2 13.0 ^ 23.10 24 lo.O 18.8 9.4 14.40 19.6 13.2 16.40 25 12.2 20.5 12.6 15.10 20.8 6.7 13.75 26 15.8 24.8 12.4 17.67 25.2 8.1 16.65 27 13.6 17.2 10.8 13.87 18.3 5.5 11.90 28 10.9 19.9 14.9 15.23 20.9 9.0 14.95 29 14.0 24.0 15.4 17.80 24.4 6.3 15.35 30 14.2 28.5 16.9 19.87 28.6 6.6 17.60 31 20.6 28.6 18.2 22.47 29.0 10.3 19.65 1-10 12.03 24.63 14.83 17.16 25., 35 7.92 16.63 11-20 13.18 23.64 15.72 17.51 24.14 10.34 17.24 21-31 15.40 24.53 14.77 18.23 25.09 9.07 17.08 Promedio. 13.60 24.27 15.10 17.66 24.87 9.11 16.99 — 276 TEMPERATURAS OBSERVADAS EN CÓRDOBA IVovienibre, 1 SS¿ Tiihla II, 11. FECHA 7 a. 2 p. 9 p. T un /i\iriiin U m PROMEDIO 2 1 14.6 28.7 22.8 22.03 29.0 8.6 18.80 2 18.3 26.1 15.6 20.00 26.9 15.7 21.30 3 16.8 25.0 19.2 20.33 25.4 12.0 18.70 4 19.5 27.2 32.7 23.13 27.2 18.3 23.75 5 19.4 23.0 18.1 20.17 23.6 18.2 20.90 (i 18.9 25.4 23.5 32.37 26.5 17.5 22.00 7 15.2 20.3 12.2 15.90 20.9 12.8 16.85 8 1:3.9 24.6 15.9 17.80 25.1 6.9 16.00 9 13.9 25.4 17.3 18.87 25.8 8.9 17.35 10 15.4 24.4 15.1 18.30 24.7 10.1 17.40 11 17.2 26.4 15.2 19.60 26.6 9.4 18.00 12 18.4 18.8 18.6 18.60 30.0 9.6 19.80 13 17.0 19.8 17.4 18.07 21.9 16.5 19.20 14 17.6 25.8 21.0 21.47 27.2 14.5 20.85 15 19.6 32.3 17.3 19.73 28.6 16.5 22.05 16 17.6 26.2 16.6 20.13 26.5 16.3 21.40 17 17.4 25.8 17.3 20.17 26.2 13.6 19.90 18 15.8 23.4 18.4 19.20 24.2 14.7 19.95 19 17.6 25.0 17.9 20.17 25.7 15.8 20.75 20 19.4 28.3 16.0 21.30 28.8 14.7 21.75 21 17.2 25.4 20.0 20.87 25.4 14.2 19.80 32 18.4 21.8 19.8 20.00 23.3 16.6 19.95 23 16.2 17.0 14.6 15.93 19.6 15.2 17.40 24 17.4 22.6 15.5 18.50 23.2 13.0 18.10 25 15.8 23.7 14.3 17.90 24.2 10.9 17.55 26 14.1 25.4 15.4 18.30 25.9 8.2 17.05 27 18.6 27.8 18.1 21.50 28.4 9.6 19.00 28 18.8 28.7 19.1 22.20 28.9 13.1 21.00 29 21.6 26.4 18.8 22.37 30.9 16.8 23.85 30 20.1 26.8 21.0 22.63 29.8 15.0 22.40 1-10 16.49 25.01 18.14 19.88 25.51 12.90 19.21 11-20 17.76 24.17 17.57 19.83 36.57 14.16 20.36 21-30 17.82 24.56 17.65 20.01 25.96 13.26 19.61 Priiiiindio. 17.36 24.58 17.79 19.91 26.01 13.44 19.73 — 277 — TEMPERATURAS OBSERVADAS EN CÓRDOBA Diciembre, 1 8S4 Tablf 11, 12. FECHA 7 a. 2p. 9 p. T nDAiirniíi M xa M + m PROMEDIO 2 1 19.6 32.0 21.8 24.47 32.4 14.6 23.50 2 22.1 28.7 23.5 24.77 30.5 17.3 23.90 3 19.6 24.4 20.7 21.57 25.1 18.3 21.70 4 20.2 28.6 21.7 23.50 29.6 16.8 23.20 5 23.7 25.6 22.4 23.90 32.9 17.1 25.00 6 16.3 24.8 19.5 20.20 25.4 15.4 20.40 7 18.4 25.6 22.2 22.07 25.9 14.3 20.10 8 19.6 27.0 22.7 23.10 28.1 17.3 22.70 9 14.2 21.8 10.5 17.50 23.1 12.8 17.95 10 17.6 27.0 17.4 20.67 27.5 11.1 19.30 11 17.7 28.7 18.8 21.73 29.1 11.3 20.20 1¿ 19.3 23.8 17.2 20.10 27.1 13.9 20.50 13 17.1 29.9 18.8 21.93 30.1 10.2 20.15 14 20.3 29.2 22.1 23.87 29.9 12.5 21.20 15 19.6 31.0 21.0 23.87 31.3 15.9 23.60 Ifi 20.2 33.0 26.5 26.57 34.2 18.6 26.40 17 11.4 23.4 15.0 16.60 23.9 11.1 17.50 18 14.3 26.9 17.4 19.53 27.3 9.0 18.15 19 18.4 31.1 22.0 23.83 31.3 12.0 21.65 20 20.4 34.2 23.7 26.10 34.2 15.1 24.65 21 21.2 29.2 19.9 23.43 29.4 17.5 23.65 22 18.2 26.6 15.6 20.13 27.3 12.9 20.10 23 16.1 24.6 15.5 18.73 25.3 10.6 17.95 24 18.6 28.0 17.6 21.40 28.6 9.4 19.00 25 21.4 28.7 23.0 24.37 30.4 15.1 22.75 26 14.6 21.6 18.2 18.13 23.4 13.8 18.60 27 17.8 28.2 21.7 22.57 28.7 15.7 22.20 28 22.8 33.9 26.8 27.83 34.1 16.0 25.05 29 21.6 22.5 20.4 21.50 26.3 21.2 23.75 30 21.2 30.9 23.8 25.30 31.5 16.8 24.15 31 23.2 30.9 23.8 25.97 31.5 17.8 24.65 1-10 19.13 26.55 20.84 22.17 28.05 15.50 21.77 11-20 17.87 29. 12 20.25 22.41 29.84 12.í)6 21.40 21-31 19.70 27.74 20.57 22.67 28.81 15.16 21.99 Promedio. 18.93 27.80 20.55 22.43 28.90 14.56 21.73 — 278 — HUMEDAD ABSOLUTA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Tal). III. FECHA Enero Febrero ' ' — 7 a. 2p. . 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 11.9 9.1 11.1 10.7 18.1 17.5 16.9 17.5 2 11.5 9.2 11.1 10.6 17.2 16.2 13.8 15.7 3 10.1 10.9 9.2 10.1 5.0 6.3 9.0 6.8 4 10.7 10.4 11.3 10.8 8.2 7.2 8.0 7.8 5 10.9 9.2 - 11.7 10.6 9.4 11.1 10.8 10.4 6 11.5 8.2 9.3 9.7 5.4 5.3 7.8 6.3 7 9.9 8.8 10.0 9.6 8.2 9.4 9.3 9.0 8 8.0 10.6 11.8 10.1 9.1 8.9 8.7 8.9 9 14.2 15.2 15.0 14.8 8.6 10.1 11.3 10.0 10 13.0 11.4 13.8 12.7 12.1 10.3 10.0 10.8 11 12.5 12.1 13.3 12.6 12.9 13.5 12.2 12.9 12 11.3 11.8 12.2 11.8 13.8 12.4 10.7 12.3 13 10.2 10.0 12.6 10.9 10.3 9.6 9.5 9.8 14 10.3 10.4 13.8 11.5 9.2- 9.7 11.8 10.2 15 10.2 9.1 12.5 10.6 10.8 9,8 11.3 10.6 16 14.4 14.8 14.0 14.4 9.8 14.3 14.2 12.8 17 15.6 13.1 14.5 14.4 12.6 13.4 15.4 13.8 18 14.9 11.9 19.3 15.4 13.0 10.4 12.7 12.0 19 13.4 13.2 15.2 13.9 11.9 11.1 12.2 11.7 20 11.9 13.0 13.4 12.8 10.4 10.9 10.8 10.7 21 11.3 11.1 11.7 11.4 11.7 14.6 12.3 12.9 22 12.8 14.1 15.8 14.2 12.7 13.1 14.1 13.3 23 16.2 15.5 15.3 15.7 13.1 14.7 13.0 13.6 24 18.3 19.4 19.2 19.0 12.8 14.7 13.7 13.7 25 18.8 19.0 20.2 19.4 12.7 11.2 14.1 12.7 26 19.5 18.8 20.9 19.7 12.8 12.6 12.6 12.7 27 19.5 15.4 17.7 17.5 12.5 9.9 11.3 11.2 28 17.4 15.5 19.2 17.4 12.1 10.2 11.7 11.3 29 17.2 17.8 19.3 18.1 11.9 13.0 12.5 12.5 30 18,0 19.3 20.4 19.2 31 19.0 20.8 19.9 19.9 1-10 11.17 10.30 11.43 10.95 10.13 10.23 10.56 10.31 11-20 12.52 11.89 14.08 12.83 11.47 11.51 12.08 11.68 21-31 17.09 16.97 18.15 17.40 12.48 12.67 12.81 12.65 ProiiR'dio. 13.71 13.18 14.67 13.85 11.32 11.43 11.78 11.51 279 HUMEDAD ABSOLUTA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Tíib. III, 2. Marzo Abril FECHA 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 13.4 17.5 13.0 14.6 10.5 10.9 10.7 10.7 2 13.1 13.7 14.0 13.6 10.9 11.6 12.1 11.5 3 11.5 12.5 14.8 12.9 11.6 11.4 10.2 11.1 4 12.1 12.9 13.7 12.9 10.6 12.7 14.0 12.4 5 12.3 14.8 14.0 13.7 10.8 ]2.1 12.2 11.7 6 11.9 15.9 14.9 14.2 10.2 13.3 10.4 11.3 7 12.3 15.1 16.5 14.6 4.3 5.6 5.7 5.2 8 13.1 13.4 15.0 ]3.8 5.6 6.4 6.5 6.2 9 12.2 14.3 15.6 14.0 4.9 6.2 7.5 6.2 10 13.9 16.3 17.5 15.9 6.4 11.4 10.1 9.3 11 15.6 16.9 17.5 16.7 8.0 13.8 12.8 11.5 12 16.0 14.8 16.4 15.7 14.4 16.9 14.1 15.1 13 15.7 17.6 17.4 16.9 7.0 7.1 6.7 6.9 14 17.9 21.1 18.3 19.1 7.5 5.8 7.9 7.1 15 17.7 19.2 18.0 18.3 8.3 5.8 6.4 6.8 16 15.5 17.8 17.2 16.8 8.3 9.6 9.9 9.3 17 15.9 18.9 11.3 15.4 9.8 10.9 11.6 10.8 18 7.2 7.6 9.7 8.2 11.6 11.7 11.5 11.6 19 9.2 9.7 10.9 9.9 11.0 9.0 8.9 9.6 20 14.0 15.9 16.4 15.4 8.0 9.5 9.3 8.9 21 15.6 16.3 16.0 16.0 6.9 9.0 9.7 8.5 22 14.7 17.9 17.4 16.7 8.6 13.4 13.2 11.7 23 18.0 20.4 20.0 19.5 12.6 12.5 12.6 12.6 24 17.9 10.6 11.1 13.2 11.5 14.8 13.1 13.1 25 13.7 19.7 17.0 16.8 10.0 18.1 14.1 14.1 26 16.1 14.3 14.8 15.1 10.4 12.2 13.2 11.9 27 15.1 14.1 8.1 12.4 14.2 19.0 16.8 16.7 28 10.1 8.3 10.4 9.6 15.5 9.3 7.4 10.7 29 9.9 10.8 10.2 10.3 7.9 7.8 8.0 7.9 30 10.1 14.3 13.0 12.5 8.0 5.8 6.2 6.7 31 10.0 11.0 11.3 10.8 1-10 12.58 14.64 14.90 14.04 8.58 10.16 9.94 9.56 11-20 14.47 15.95 15.31 15.24 9.39 10.01 9.91 9.77 21-31 13.75 14.34 13.57 13.88 10.56 12.19 11.43 11.39 Promedio. 13.60 14.95 14.56 14.37 9.51 10.79 10.43 10.24 280 HUMEDAD ABSOLUTA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Tiih. III, 3. FECHA Ms lyo «lui lio ■ 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 4.8 5.3 6.8 5.6 6.4 7.0 8.8 7.4 2 7.7 7.9 6.8 7.5 10.2 10.8 8.8 9.9 3 5.8 7.6 7.8 7.1 8.0 8.0 6.7 7.6 4 5.8 7.4 7.9 7.0 5.2 6.5 6.8 6.2 5 5.8 3.9 4.1 4.6 4.4 5.7 6.0 5.4 6 3.4 3.0 4.7 3.7 5.6 9.5 9.8 8.3 7 3.6 2.9 3.7 3.4 6.4 11.3 11.8 9.8 8 2.2 3.1 4.2 3.2 12.3 8.8 6.4 9.2 9 2.3 4.7 5.9 4.3 4.3 4.4 5.1 4.6 10 5.7 5.4 5,1 5.4 5.3 6.3 6.9 6.2 11 4.9 4.3 5.1 4.8 5.8 5.7 5.5 5.7 12 4.3 6.6 7.6 6.5 4.2 5.5 5.2 5.0 13 5.0 8.3 8.1 7.1 6.2 6.6 5.1 6.0 14 6.5 8.6 9.2 8.1 5.7 5.7 4.6 5.3 15 7.6 9.7 6.2 7.8 3.6 r..8 5.4 4.9 16 5.5 5.9 6.6 6.0 5.0 5.1 5.6 5.2 17 7.1 6.4 8.1 7.2 3.8 3.2 3.7 3.6 18 7.9 7.2 6.5 7.2 3.0 3.1 5.6 3.9 19 4.4 6.5 7.0 6.0 4.7 5.1 4.5 4.8 20 5.9 5.8 5.3 5.7 3.8 3.4 3.6 3.6 21 3.7 6.1 5.6 5.1 4.0 2.6 3.0 3.2 22 4.2 6.0 6.3 5.5 2.0 2.9 2.9 2.6 23 4.6 5.9 6.2 5.6 4.0 3.0 3.2 3.4 24 4.9 7.1 6.4 6.1 2.6 2.7 3.6 2.9 25 5.4 7.8 8.6 7.3 3.0 3.0 3.3 3.1 26 6.7 7.8 6.8 7.1 2.9 3.3 3.5 3.2 27 6.3 8.1 8.3 7.6 3.0 4.4 4.5 4.0 28 9.7 10.1 10.8 10.2 5.3 4.4 5.4 5.1 29 10.6 11.7 9.7 10.7 5.3 5.6 5.0 5.3 30 7.4 5.9 5.7 6.3 3.6 6.8 7.7 6.0 31 4.3 5.3 6.5 5.4 1-10 4.71 5.12 5.70 5.18 6.81 7.83 7.71 7.45 11-20 5.91 6.93 6.97 6.60 4.58 4.92 4.88 4.79 21-31 6.16 7.44 7.35 6.98 3.57 3.87 4.21 3.88 l'roinodio. 5.61 6.53 6.70 6.29 4.99 5.54 5.60 5.38 281 — HUMEDAD ABSOLUTA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Tab. III, 1. FECHA Julio Agosto '" "■ 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 8.0 8.0 6.5 7.5 3.9 4.4 5.1 4.0 2 5.7 108 9.9 8.8 4.8 7.8 8.4 7.0 3 5.1 4.0 4.2 4.4 5.9 11.1 9.6 8.9 4 3.6 4.9 6.2 4.9 7.4 12.3 12.4 10.7 5 5.9 4.0 4.4 4.8 10.0 9.5 10.4 9.9 6 3.6 2.8 3.7 3.4 5.0 4.4 4.3 4.6 7 3.4 4.1 3.0 3.5 4.7 3.5 5.9 4.7 8 3.0 1.9 2.1 2.3 4.8 6.8 5.8 5.S 9 3.0 2.3 2.7 2.7 9.4 11.2 9.8 10.1 10 1.0 3.5 4.2 2.9 7.8 8.7 7.3 7.9 11 3.3 3.3 3.5 3.4 8.9 6.4 6.0 7.1 12 3.0 3.5 4.0 3.5 5.8 9.6 8.2 7.9 13 2.9 3.3 4.0 3.4 8.2 11.4 7.2 8.9 14 3.3 2.6 4.3 3.4 7.8 10.8 8.7 9.1 15 5.2 6.3 6.3 5.9 9.5 10.3 9.3 9.7 16 6.6 8.1 7.2 7.3 10.3 12 7 12.3 11.8 17 7.0 7.5 5.9 6.8 9.3 8.9 7.9 8.7 18 4.6 8.4 8.2 7.1 8.0 7.4 6.2 7.2 19 7.1 6.8 7.1 7.0 7.3 7.9 7.4 7.5 20 0.5 7.2 5.6 6.1 5.1 4.9 5.6 5.2 21 3.2 1.4 3.6 2.7 6.7 7.1 7.3 7.0 22 3.1 4.0 4.1 3.7 7.3 7.1 7.6 7.3 23 3.4 4.2 4.6 4.1 7.5 11.0 10.9 9.8 24 4.5 7.2 6.5 6.1 9.8 8.2 6.4 8.1 25 6.6 6.9 6.2 6.6 5.0 5.2 4.6 4.9 26 6.4 5.3 5.6 5.8 5.8 3.7 4.0 4.5 27 4.3 4.5 4.2 4.3 5.3 7.6 11.2 8.0 28 4.7 2.7 3.4 3.6 11.8 8.9 10.4 10.4 29 3.9 3.3 3.6 3.6 10.2 8.9 10.1 9.7 30 3.5 3.2 2.8 3.2 9.7 9.1 9.9 9.6 31 3.2 5.1 5.5 4.6 9.6 9.6 6.8 8.7 1-10 4.23 4.63 4.69 4.52 6.37 7.97 7.90 7.41 11-20 4.85 5.70 5.60 5.38 8.02 9.03 7.88 8.31 21-31 4.25 4.35 4.55 4.38 8.06 7.85 8.11 8.01 Promedio. 4.44 4.87 4.94 4.75 7.50 8.27 7.97 7.91 T. YIII 2Ü - 282 - HUMEDAD ABSOLUTA (én milímetros) CÓRDOBA, 1884 Tt.bla III, ó. FECHA ^ 7 a. 1 6.5 2 6.6 3 10.3 4 7.9 5 9.5 6 7.8 7 6.5 8 5.3 9 3.7 10 4.6 11 6.0 12 4.2 13 4.7 14 7.3 15 8.7 16 8.2 17 7.0 18 7.9 19 10.0 20 10.5 21 11.8 22 11.4 23 6.1 24 5.1 25 5.3 26 5.8 27 5.4 28 6.2 29 7.5 30 6.8 31 1-10 6.87 11-20 7.45 21-31 7.14 Promedio. 7.15 Setiembre 2 p. 6.0 10.0 9.9 7.4 10.5 ?; 1 3.6 4.0 4.8 5.4 5.5 7.2 9.1 7.9 7.7 14.4 11.3 13.4 13.8 12.1 5.5 5.8 5.1 4.9 5.7 9.7 5.1 6.0 6.94 8.67 7.37 7.66 9p. 6.1 10.7 9.2 7.2 10.7 6.0 5.4 6.6 3.9 6.2 4.5 4.7 0.9 7.3 10.0 8.7 7.8 10.7 11.3 12.3 13.1 7.5 5.4 5.7 5.2 5.3 5. 7. 7. 6. .7 .7 .3 .9 7.20 8.32 6.98 7.50 6.2 9.1 9.8 7.5 10.2 6.3 6.4 5.9 3.7 4.9 5.1 4.8 5.4 7.3 9.3 8.3 7.5 11.0 10.9 12.1 11.9 10.3 5.7 5.5 5 5 2 3 5.6 7.9 6.6 6.6 7.00 8.15 7.16 7.44 Octubre 7 a. 7.0 7.4 9.5 8.0 7.8 9.1 6.8 5.7 7.0 6.5 10.1 8.6 10.5 8.2 8.6 8.4 10.5 9.7 9.6 10.6 11.2 10.0 8.5 9.5 4.9 4.4 6.0 8.1 5.8 8.6 4.9 7.48 9.48 7.45 8.11 2p. 8.4 8.0 8.0 5.0 6.1 9.2 7.2 5.2 4.0 6.5 7.3 9.9 7.6 5.7 5.2 11.5 10.3 10.8 11.5 7.5 9.3 9.5 10.6 6.5 4.3 5.1 6.4 5.5 7.4 6.5 6.5 6.76 8.73 7.05 7.50 9p. 7.1 8.3 8.9 7.5 6.7 8.0 5.8 5.3 5.9 8.5 8.9 10.0 8.1 6.8 6.0 12.4 9.7 10.7 11.6 11.0 11,3 9.9 12.4 5.9 6.1 6.1 7.2, 7.0 7.4 7.4 5.8 7.20 9.52 7.86 8.11 7.5 7.9 8.8 6.8 6.9 8.8 6.6 5.4 5.6 7.2 8.8 9.5 8.7 6.9 6.6 10.8 10.2 10.4 10.9 9.7 10.6 9.8 10.5 7.3 5.1 5.2 6.5 6.9 6.9 7.5 5.7 7.15 9.24 7.45 7.91 283 HUMEDAD ABSOLUTA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Tabla III, «. FECHA ISoxU imbre Dicic ;mbre 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 7.9 8.7 8.8 8.5 14.7 11.7 14.7 13.7 2 9.1 10.9 10.1 10.0 15.6 14.6 16.3 15.5 3 8.5 12.2 14.5 11.7 16.3 14.6 16.9 15.9 4 15.4 16.9 16.3 16.2 15.6 17.7 17.4 16.9 5 14.5 16.3 14.3 15.0 17.6 17.5 9.5 14.9 6 15.4 18.0 16.7 16.7 11.1 9.5 12.0 10.9 7 7.3 6.1 8.6 7.3 11.5 10.9 10.5 11.0 8 8.8 8.6 8.5 8.6 10.5 13.6 13.8 12.6 9 8.7 10.0 10.2 9.6 10.4 13.4 13.1 12.3 10 9.2 10.0 7.9 9.0 11.7 11.0 11.3 11.3 11 8.3 9.3 8.8 8 8 11.9 11.9 12.4 12.1 12 10.7 13.8 14.1 12.9 14.0 11.3 11.7 12.3 13 13.5 13.1 13.6 13.4 10.1 9.0 11.7 10.3 14 13.5 13.9 15.9 14.4 11.3 12.3 14.6 12.7 15 15.5 18.7 13.6 15.9 ,14.4 11.9 12.7 13.0 16 13.5 15.1 13.4 14 0 'll.6 15.9 15.9 14.5 17 12.1 16.0 13 9 14.0 8 4 8.6 11.2 9.4 18 12.8 14.0 13.6 13.5 10.2 10.7 12.1 11.0 19 13.9 15.3 13.9 14.4 13.3 12.9 12.2 12.8 20 13.9 16.4 13.1 14.5 12.4 12.5 14.1 13.0 21 12.2 15.1 15.6 14.3 14.1 15.1 11.5 13.6 22 14.2 12.8 14.9 13.9 9.3 9.9 10.9 10.0 23 13.0 14.1 11.9 13.0 7.1 7.3 8.1 7.5 24 10.4 10 2 13.3 10.6 7.7 6.8 7.4 7.3 25 7.5 9.2 9.6 8.8 10.9 10.6 8.3 9.9 26 9.2 10.2 10.3 9.9 8.9 11.4 10.8 10.4 27 9.7 11.8 10.2 10.6 9.9 12.2 12.9 11.7 28 11.2 13.3 13.8 12.8 13.8 16.7 17.2 15.9 29 14.5 16.2 14.5 15.1 15.4 16.6 14.9 15.6 30 15.2 17.2 14.8 15.7 14.7 14.8 17.0 15.5 31 13.5 15.5 13.2 14.1 1-10 10.48 11.77 11.59 11.28 13.50 13.45 13.55 13.50 11-20 12.77 14.56 13.39 13.57 11.76 11.70 12.86 12.11 21-31 11.71 13.01 12.69 12.47 11.39 12.45 12.02 11.95 Promedio. 11.65 13.11 12.56 12.44 12.19 12.53 12.78 12.50 — 284 — HUMEDAD RELATIVA CÓRDOBA, 1884 Tab. IV, 1. FECHA __. En< ero — — ^ Feb] pero . 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 39.2 33.0 62.1 58.10 94.5 47.8 79.0 73.77 2 71.7 34.2 70.6 58.83 87.6 45.0 76.6 69.73 3 61.0 36.9 56.3 51.40 39.6 31.0 75.0 48.53 4 65.2 32.3 64.0 53.83 83.9 32.0 52.1 56.00 5 79.4 25.3 58.1 54.27 68.9 32.2 51.6 50.90 6 67.4 28.0 59.2 51.53 42.3 23.9 56.5 40.90 7 70.0 29.1 59.0 52.70 63.0 44.5 67.0 58.17 8 41.9 30.7 50.3 40.97 70.7 31.2 60.3 54.07 9 91.1 77.5 85.2 84.60 72.2 32.8 61.3 57.10 10 96.8 50.8 85.6 77.73 73.8 31. e 48.8 51.40 11 90.7 41.7 74.0 68.80 76.1 31.1 55.3 54.17 12 86.5 31.7 66.6 61.60 78.2 25.6 36.8 46.87 13 57.4 27.2 70.7 51.73 56.8 30.1 56.4 47.77 11 59.3 25.1 68.8 51.07 73.3 28.9 69.9 57.37 15 45.4 19.2 53.2 39.27 76.7 26.1 56.0 52.93 16 64.9 32.3 43.4 46.87 43.1 33. 5 95.0 67.20 17 74.7 26.3 55.2 52.07 96.0 45.6 87.2 76.27 18 66.0 23.7 82.8 57.50 92.7 33.4 79.9 68.67 19 88.0 52.3 88.7 76.33 85.5 37.5 75.4 66.13 20 ^74.4 45.4 67.1 62.30 88.8 32.7 60.6 60.70 21 70.7 33.7 64.9 56.20 80.0 83.3 77.3 80.20 22 74.3 35.9 66.5 58.90 87.8 45.6 84.3 72.57 23 73.7 35.6 48.9 52.73 83.4 49.2 92.6 75.07 24 89.5 88.9 93.9 9Ü.77 95.7 61.5 90.0 82.40 25 92.] 55.5 86.6 78.13 97.8 36.7 93.9 76.13 26 95.5 58.1 94.0 82.53 93.7 32.1 66.4 64.07 27 9J.8 43.5 75.8 71.03 80.5 26.6 62.5 56.53 28 87.6 38.0 68.9 64.83 95.5 28.5 64.9 62.97 29 65.6 48.0 79.9 64.50 72.1 36.6 58.9 55.87 bO 96.3 75.9 93.2 88.47 31 96.4 66.4 93.0 85.27 1-10 72.37 37.78 65.04 58.40 70.15 35.20 62.82 56.06 11-20 70.73 32.49 67.05 56.76 76.72 35.45 67.25 59.81 21-31 84.98 52.68 78.71 72.12 87.39 44.46 76.75 69.53 Promedio. 76.32 41.36 70.54 62.71 77.77 38.16 68.67 61.53 — 285 — HUMEDAD RELATIVA CÓRDOBA, 1884 Tab. IV. 3. FECHA _^ ■ Ma rzo Ab ril __ " 7 a. 2p. 9p. PROHDIO 7 a. 2p. 9p. PROSEDIO 1 93.7 71.8 79.2 81.57 94.1 93.1 97.5 94.90 2 95.8 54.7 92.9 81.13 97.7 80.8 95.6 91.. 37 3 93.3 44.4 90.3 76.00 93.3 73.9 96.2 87.80 4 95.6 50.1 89.1 78.27 96.3 71.4 91.0 86.23 5 95.6 70.1 84.8 83.50 97.6 50.1 91.4 79.70 fi 85.4 66.5 91.2 81.03; 95.2 55.4 &4.6 78.40 7 97.8 51.3 92.4 80.50' 44.3 46.5 80.8 57.20 8 97.1 42.0 87.8 75.63 81.8 43.7 91.0 72.17 9 93.7 44.8 90.5 76.33,198.2 32.1 73.9 68.07 10 93.8 53.2 90.9 79.30 93.7 48.9 90.7 77.77 11 74.7 50.6 90.9 72.07 95.8 48.0 82.4 75.40 12 89.8 38.6 84.1 70.83 90.2 50.7 80.8 73.63 13 92.4 51.9 100.0 81.48 55.1 62.5 93.8 70.47 14 95.4 77.3 87.4 86.70 83.1 37.4 78.2 66.23 15 99.0 69.6 92.0 86.87 87.4 34.0 85.6 69.00 KS 99.0 78.7 93.5 90.40 87.4 66.8 89.5 81.23 17 96.1 52.9 61.9 70.30 95.1 62.6 85.4 81.03 18 69.6 54.2 81.3 68.33 i 94.4 95.5 96.6 95.50 ■19 81.7 69.8 86.9 79.47' 93.1 45.4 92.3 76.93 20 95.9 57.1 94.3 82.43 90.6 45.2 93.7 76.50 21 94.2 65.6 94.3 84.70 95.5 43.6 89.6 76.23 22 99 0 57.2 92.7 82.97 1 96.0 69.8 94.8 86.87 23 96.3 77.7 95.3 89.77 91.5 65.6 84.0 80.37 24 98.1 43.4 54.5 65.33 97.7 49.4 93.7 80.27 25 84.6 61.7 80.5 75.60 95.1 56.4 79.9 77.13 26 80.9 36.1 65.9 60.97 80.0 75.5 94.8 83.43 27 89.6 66.5 70.2 75.43] 96.8 68.4 94.3 86.. 50 28 19.1 45.9 80.8 72.87 98.9 76.2 55.7 76.93 29 86.3 65.3 90.6 80.73 74.3 54.1 70.9 66.44 30 95.1 64.1 94.7 84.63, 79.5 36.5 87.9 67,97 31 88.6 84.0 92.1 88.23 1-10 94.18 54 89 88.91 79.33 89.22 59.. 59 89.27 79.36 11-20 89.36 60.07 87.23 78.89 87.22 54.81 87.75 76.59 21-31 91.33 60.68 82.87 78.29 90.53 59.55 84.56 78.21 Promedio. 91.61 58.62 86.23 78.82 88.99 57.98 87.19 78.06 286 - HUMEDAD RELATIVA CÓRDOBA, 1884 Tab. IV, 3. FECHA Mayo Ju nio ■ — " 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9 p. PEOMIDIO 1 96.2 38.1 67.9 67.40 90.8 40.4 75.5 68.90 2 87.0 50.5 89.7 75.73 95.2 61.4 88.9 81.83 3 96.7 39.1 91.8 75.87 98.6 46.6 91 2 78.80 4 96.7 40.0 73.6 70.10 98.3 33.9 73.7 68.63 0 98.3 29.0 66.8 64.70 96.1 27.3 77.5 66 97 6 46.8 34.7 79.7 53.80 94.9 54.7 86.4 78.67 7 95.5 22.0 78.0 6Í..17 96.7 63.9 83.7 81.43 8 67.5 23.1 70.8 53.80 95.6 75.6 75.5 82.5/3 9 62.1 22.2 75.2 53.17 76.1 30.0 51.8 52.63 10 86.0 34.6 80.7 67.10 78.8 44.8 84.7 69.43 11 86.2 18.7 73.0 59.. 30 74.8 43.7 91.6 70.03 12 94 1 23.7 81.3 66.-37 92.4 44.2 94.7 77.10 13 96.4 35.1 87.3 72.93 90.6 56.0 83.7 76.77 14 95.3 35.3 88.0 72.87 87.3 59.0 92.4 79.57 15 94 3 48.1 48.4 63.60 100.0 44.3 74.1 72.80 IB 62.7 61.4 76.4 66.83 73.1 35 7 83.0 63.93 17 94.1 48.7 87.2 76.67 95.7 22.5 78.0 65.40 18 94.5 58.1 93.9 82.17 84.1 21.9 69.0 58.33 19 96.0 42.6 86.3 74.97 96.1 32.4 63.5 64.00 20 92.0 39.3 78.7 70.00 90.0 34.2 47.1 57.10 21 93.7 47.6 90.1 77.13 65.2 34.5 77.6 59.10 22 97.9 32.0 79.3 69.73 77.6 26.3 75.4 59.73 23 96.0 29.0 69.5 64.83 86.7 31.0 83.1 66.93 24 96.2 31.5 84.3 70.67 94.5 22 3 84.3 67.03 25 98.2 37.6 75.4 70.40 97.4 23.3 67.0 62.57 26 96.9 42.3 83.4 74.20 92.6 23.7 64.0 60.10 27 93.] 39.4 86.3 72.93 95.0 29.5 69.4 64.63 28 95.0 80.6 90.9 88.83 82.5 40.6 67.6 63.57 29 97.5 70.6 85.2 84.43 96.4 46.6 86.1 76.37 30 70.0 39.6 86.0 65.20 95.5 45.5 89.2 76.73 31 92.5 37.1 64.7 64.73 1-10 83.28 33.33 77.44 64.68 92.11 47.86 78.89 72.95 11-20 90.56 41.10 80.05 70.57 88.41 39.39 77.71 68.51 21-31 93.36 44.30 81.37 73.01 88.34 32.33 76.37 65.68 Pioineilio. 89.21 39.73 79.68 69.54 89.62 39.86 77.66 69.05 — 287 — HUMEDAD RELATIVA CÓRDOBA 1884 Tabla 1 V. \. Julio Agosto FECHA -^ "^"^""^ — -^" - ■ •^ - - 7 a. 95.8 2p. 9p. PRflMEIIO 7 a. 2p. 9p. PRO.ÜEDÍO 1 47.5 93.9 79.07 67.3 • 22.3 61.9 50.50 2 96.6 53.6 84.4 78.20! 80.0 33.7 78.1 63.93 3 96.4 26.2 71.9 64.83! 93.5 46.7 82.1 74.10 4 57.1 26.6 70.5 51.40' 92.9 46.3 71.1 70.10 5 64.7 26.0 76.2 55.63; 82.5 32.6 67.7 60.93 6 68.0 19.0 71.1 52.70 42.0 26.5 51.3 39.93 7 91,3 26.3 44.8 54.13 61.3 18.9 55.8 45.33 8 86.1 13.0 30.9 43.33 43.9 35.4 65.8 48.37 9 40.3 18.1 58.7 39.03 64.3 37.4 77.7 59.80 10 12.3 21.5 49.2 27.67 64.1 28.3 56.4 49.60 11 41.4 24.4 68.0 44.60 72.3 34.1 60.1 55.50 12 97.4 25.2 56.6 59.731 82.4 33.3 65.5 60.40 j3 92.7 22.2 66.2 60.371 82.0 42.8 53.4 59.40 14 76.8 15.9 62.1 51.60 91.8 55.3 82.2 76.43 15 86.8 35.8 79.3 67.30! 89.1 66.: 88.1 81.10 16 88.6 51.0 76.6 72.07 88.6 62.2 90.2 80.33 17 86.3 49.1 85.1 73.50! 80.9 54.3 68.2 67.80 18 94.2 48.3 74.7 72.40 84.9 54.3 69.6 69.60 19 63.0 32.3 71.3 55.53 88.8 80.5 84.2 84.50 20 93.2 34.3 58.8 62.10 98.1 37.7 81.9 72.57 21 57.4 12.6 87.6 52.53 81.2 41.3 66.3 62.93 22 95.2 27.7 69.3 64.07 73.4 44.6 60.5 59.50 23 87.3 20.8 44.3 50.80' 71.1 42.3 77.7 63.70 24 85.5 34.8 53.3 57.87; 80.5 64.7 60.2 68.47 25 91.1 31.4 68.6 63.70! 91.1 26.0 48.6 55.23 26 88.1 34.3 49.8 57.40 i 72.8 16.9 30.2 39.97 27 59.0 29.7 57.6 48.77'' 70.4 31.8 73.0 58.40 28 61.4 22.2 66.6 50.07 86.5 29.8 62.0 59.43 29 65.8 29.0 68.5 54.43 75.4 29.0 53.7 52.70 30 91.3 23.9 35.4 50.20 i 74.0 26.8 63.5 54.77 31 62.5 24.6 75.8 54.20 62.5 40.8 57.4 53.57 1-10 70.86 27.78 65.16 54.60 69.18 32.81 66.79 56.26 11-20 82.04 33.85 69.87 61.92 85.89 52.06 74.34 70.76 21-31 76.75 26.45 61.53 54.9] 76.26 35.82 59.37 57.15 Promedio. 76.56 29.27 65.39 57.07' 1 77.08 40.09 66.59 61.25 - 288 HUMEDAD RELATIVA CÓRDOBA 1884 Tabla IV, 5. FECHA Setie nibre —^ ^ — Octi ibre .^ " 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 61.0 31.1 63.3 51.80 79.2 37.1 52.6 56.30 2 88.3 48.0 82.8 73.03 71.5 46.0 63.8 60.43 3 88.6 47.3 70.6 68.83 92.4 50.6 88.7 77.23 4 72.3 41.7 79.6 64.53 92.9 21.4 64.6 59.63 5 92.4 31.2 65.7 63.10 80.1 25.4 41.9 49.13 6 65.4 27.6 39.8 44.27 79.4 41. 5 61.0 60.63 7 68.3 34.4 50.7 51.13 69,6 30.4 50.3 50.10 8 59.3 33.7 51.8 48.27 56.7 20.1 47.7 41.50 9 46.5 30.9 43.8 40.40 51,7 15.0 51.5 39.40 10 66.7 41.2 81.4 63.10 49.3 20.1 54.1 41.17 11 87.6 30.6 58.5 58.90 90.4 33.4 72.7 65.50 12 84.0 27.7 47.8 53.17 84.2 37.1 65.6 62.30 13 82.3 29.0 59.1 56.80 92.8 39.0 79.4 70.40 14 69.5 35.8 61.8 55.70 83.9 28.9 50.5 54.43 15 85.3 47.5 93.9 75.57 67.2 23.2 47.1 45.83 ]6 94.3 40.9 86.4 73.87 71.3 54.4 77.8 67.83 17 91.1 30.7 66.0 62.60 92.7 52.9 79.4 75.00 18 89.5 52.4 71.6 71.17 80.0 53.9 77.3 70.40 19 86.3 41.0 66.3 64.53 88.1 54.9 91.0 78.00 20 79.9 42.4 66.7 63.00 87.1 28.0 72.6 62.57 21 62.4 36.4 78.4 59.07 84.0 34.4 91.0 69.80 22 83.2 61.5 74.6 73.10 68.0 35.7 69.2 57.63 23 82.1 38.7 66.1 62.30 48.4 28.1 69.7 48.73 24 70.5 43.0 74.6 62.70 74.4 40.0 66.8 60.40 25 83.5 30.6 62.8 58.97 46.1 23.7 56.3 42.03 26 66.0 29.0 59.4 51.47 32.7 21.8 57.0 37.17 27 57.1 30.5 55.2 47.60 51.7 43.8 73.6 56.37 28 75.1 43.3 74.8 64.40 83.9 32.1 55.4 57.13 29 79.5 30.4 78.6 62.83 49.1 33.2 57.1 46.47 30 92.2 27.9 65.3 61.80 71.6 22.4 52.0 48.67 31 27.1 22.5 37.4 29.00 1-10 70.88 36.71 62.95 56.85 72.28 30.76 57.62 53.55 11-20 84.98 37.80 67.81 63.53 83.77 40.57 71,34 65.23 21-31 75.16 37.13 68.98 60.42 57.91 30.70 62.32 50.31 Promedio. 77.01 37.21 66.58 60.27 70.89 33.90 63.71 56.17 — 289 — HUMEDAD RELATIVA CÓRDOBA, 1884 Tabla IV, 6. Xoviembre Diciembre FECHA 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 64.0 29.9 42.8 45.57 86.6 33.0 75.6 65.07 2 58.2 43.4 76.9 59.50 78.3 49.9 75.8 68.00 3 59.8 51.7 87.4 66.30 95.9 64.2 93.3 84.47 4 91.3 62.9 79.3 77.83 88.6 60.9 89.9 79.80 5 86.5 78.0 92.8 85.77 80.5 71.7 46.9 66.37 6 94.9 74.7 82.6 84.07 80.2 40.9 71.3 64.13 7 57.0 34.5 80.9 57.47 73:1 44.5 52.5 56.70 8 79.1 37.5 63.4 60.00 62.1 51.3 67.4 60.27 9 73.3 41. o 69.4 61.40 86.5 69.0 93.5 83.00 10 70.7 44.0 61.5 58.73 j78.2 41.3 76.1 65.20 11 56.8 36.5 68.5 53.93 ¡79.2 40.7 77.1 65.67 12 67.8 85.4 88.1 80.43 ,83.7 51.6 79.9 71.73 13 93.6 76.0 91.0 86.87 l69.3 28.6 72.6 56.84 U 89.8 56.5 86.2 77 . 50 63.5 40.7 74.1 ■ 59.43 15 91.2 93.5 92.6 92.43 ,84.7 35.6 68.4 62.90 16 89.8 59.4 95.5 81.57. 66.0 42.5 62.0 56.84 M 81.8 64.7 94.6 80.37 84.0 40.1 87.9 70.67 18 95.4 65.5 86.2 82.37 84.3 40.6 81.9 68.93 19 92.8 64.9 90.8 82. S3 84.2 38.4 62.3 61.63 20 82.9 57.5 96.6 79.00 69.8 31.3 61.7 55.27 21 83.9 62.4 89.6 78.63! 75.3 50.1 66.7 64.03 22 90.0 65.9 86.7 80.87' 59.9 38.0 82.9 60.27 23 91.4 97.7 96.4 96.171 51.7 31.9 62.1 48.57 24 70.5 50.0 86.0 68.831 48.5 24.1 49.7 40.77 25 55.7 42.4 80.0 59.37 j 57.6 36.3 39.6 44.50 26 76.7 42.3 78.7 65.90 72.0 59.3 69,3 66.87 27 60.9 42.4 65.7 56.331 65.4 42.9 66.5 58.27 28 69.0 45.3 83.6 65.97 66.7 42.4 65.6 58.23 29 75.4 63.1 89.6 76.03 80.4 81.7 83.3 81.80 30 86.8 65.5 80.2 77.50- 78.5 44.4 77.5 66.80 31 64.0 46.5 60.0 56.83 ]-10 73.48 49.81 73.70 65.66 81.00 52.67 74.23 69.30 11-20 84.19 65.99 89.0) 79.73 76.87 39.01 73.09 62.99 21-31 76.33 57.70 83.65 72.56 65.45 45.24 65.75 58.81 Promedio. 78.00 57.83 82.12 72.65 74.15 45.63 70.85 63.54 21 290 - EVAPORACIO>í DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Enero Tab. ' V^, 1. I, I B R K A L.V SOMBR.i FECHA — «_. — — — — ■ — ^- — - 7 a. 2p. 9p. SÜM.i 7 a. 2p. 9p. SUMA 1 0.2 4.0 3.3 7.5 0.2 1.4 2.0 3.6 2 0.1 4.8 2.6 7.5 0.1 1.6 1.5 3.2 3 0.1 5.0 2.9 8.0 0.1 1.7 1.6 3.4 4 0.2 5.0 2.6 7.8 0.2 1.5 1.3 3.0 5 0.2 5.3 2.4 7.9 0.2 1.9 1.3 3.4 6 0.6 4.6 2.3 7.5 0.6 1.5 1.4 3.5 7 0.3 4.8 3.5 8.6 0.3 1.6 2.0 3.9 8 0.3 6.0 4.0 10.3 0.3 2.4 2.4 5.1 9 0.8 0.4 1.2 2.4 0.6 0.3 0.6 1.5 10 0.2 2.1 1.8 4.1 0.2 0.7 1.0 1.9 11 0 2.6 2.2 4.8 0 0.9 0.9 1.8 12 0.2 4.4 3.9 8.5 0.2 1.3 2.1 3.6 13 0.6 6.0 4.3 10.9 0.5 2.7 2.5 5.7 14 ' 1.2 6.2 4.5 11.9 1.0 2.4 2.6 6.0 15 1.0 7.6 4.7 13.3 0.9 3.8 2.8 7.5 16 0.3 6.0 3.4 9.7 0.5 2.5 1.9 4.9 17 1.0 5.5 5.0 11:5 0.6 2.0 2.9 5.5 18 1.3 7.4 4.0 12.7 1.2 3.5 2.1 6.8 19 1.2 1.0 1.8 4.0 1.0 0.4 0.9 2.3 20 0.2 4.0 3.0 7.2 0.2 1.0 1.4. 2.6 21 0.2 5.6 3.5 9.3 0.4 2.0 1.5 3.9 22 0.4 5.3 4.3 10.0 0.4 2.2 2.4 5.0 23 0.4 5.0 4.9 10.3 0.4 2.2 2.9 5.5 24 1.1 0.2 1.2 2.5 0.7 0.2 0.4 1.3 25 0.1 2.3 1.0 3.4 0.1 0.6 0.9 1.6 26 0.2 3.3 2.2 5.7 0.3 0.7 0.9 1.9 27 0.2 5.0 3.7 8.9 0.2 1.6 1.8 3.6 28 0.1 5.4 3.8 9.3 0.2 2.0 1.8 4.0 29 0.3 4.6 1.0 5.9 0.3 1.9 0.8 3.0 30 0.2 0.2 1.4 1.8 0.2 0.2 0.5 0.9 31 0.1 2.8 1.3 4.2 0.1 0.6 0.6 1.3 1-10 3.0 42.0 26.6 71.6 2.8 14.6 15.1 32.5 11-20 7.0 50.7 36.8 94.5 6.1 20.5 20.1 46.7 21-31 3.3 39.7 28.3 71.3 3.3 14.2 14.5 32.0 Suma.. . . 13.3 132.4 91.7 237.4 12.2 49.3 49.7 111.2 — 291 EVAPORACIÓN DEL AULA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Febrero Tnbla V, FECHA I, I B R E 1 A LA f SOMBRA ' 7 a. 2p. 9p. SCMA i 7 a. 2p. 9p. S[M.\ 1 0.1 4.6 3.5 8.2 1 0.2 1.2 1.6 3.0 2 0.1 3.8 1.8 5.7 0.2 1.5 1.2 2.9 3 0.7 4.0 1.0 5.7 0.7 1.3 0.8 2.8 i 0.2 4.5 3.8 8.5 0.2 1.3 1.7 3.2 5 0.4 5.8 5.0 11.2 0.4 2.3 2.4 5.1 6 1.5 5 6 2.8 9.9 i 1.2 2.3 1.6 5.1 7 0.7 3.0 2.8 6.5 0.4 0.9 1.3 2.6 8 0.2 5.1 3.8 9.1 0.3 1.6 1.6 3.5 9 0.2 6.0 4.4 10.6 0.3 2.1 2.3 4.7 10 0.3 6.0 4.5 10.8 0.3 2.6 2.4 5.3 11 0.6 5.3 4.3 10.2 1 0.6 2.0 2.5 5.1 J2 0.4 5.8 4.5 10.7 : 0.4 2.2 2.4 5.0 13 2.0 3.8 2.8 8.6 1.5 1.3 1.3 4.1 U 0.2 4.9 4.4 9.5 0.3 1.8 2.2 4.3 15 0.2 6.4 5.1 11.7 0.2 2.6 2.6 5.4 Ifi 1.2 0.6 1.6 3.4 ' 1.0 0.4 0.6 2.0 17 0.1 3.9 3.3 7.3 ; 0.1 0.8 1.3 2.2 18 0.2 4.7 3.4 8.3 ' 0.2 1.4 1.5 3.1 19 0.1 3.9 3.5 7.5 0.1 1.3 1.6 3.0 20 0.1 4.6 2.6 7.3 0.1 1.3 1.2 2.6 21 0.3 2.2 1.6 4.1 0.3 2.1 0.6 3.0 22 0.2 2.9 2.6 5.7 0.2 0.4 1.1 1.7 23 0.2 3.0 1.6 4.8 0.2 0.4 1.2 1.8 24 0.1 3.1 2.3 5.5 0.2 0.4 0.7 1.3 25 0 4.1 2.6 6.7 1 0 0.1 0.2 03 26 0 4.4 3.0 7.4 0.1 1.2 1.0 2.3 27 0.2 5.2 4.5 9.9 0.2 1.9 2.0 4.1 28 0 4.7 4.2 8.9 0.3 2.1 2.4 4.8 29 0.1 4.3 3.9 8.3 0.1 1.8 2.2 4.1 1-10 4.4 48.4 33.4 86.2 4.2 17.1 16.9 38.2 11-20 5.1 43.9 .35.5 84.5 1 4.5 15.1 17.2 36.8 21-29 1.1 33.9 26.3 61.3 1.6 10.4 11.4 23.4 Suttia.. . . 10.6 126.2 95.2 23.20 10.3 42.6 45.5 98.4 292 — EVAPORACIÓN DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA 1884 Marzo Tabla V, .3. FECHA. ^ LIE RE . - A LA ? OMBRA -^ ~~ 7 a. 2p. 9p. SUMA 7 a. 2p. 9p. SEMA 1 0 0 2.9 2.9 0 0 1.6 1.6 2 0 2.2 1.9 4.1 0.1 0.6 0.7 1.4 3 0 3.4 2.6 6.0 0 0.6 0.6 1.2 4 0 2.8 1.8 4.6 0 0.3 0.6 0 9 5 0 0.8 0.,4 1.2 0 0.2 04 0.6 6 0 2.2 2.4 4.6 0 0.8 0.7 1.5 7 0.1 2.4 2.3 4.8 0.2 0.3 0.6 1.1 8 0 3.6 2.3 5.9 0.1 0.6 0.7 1.4 9 0.1 3.5 2.6 6.2 0.2 0.8 0.9 1.9 10 0 3.9 2.7 6.6 0 1.2 1.0 2.2 11 0.2 5.1 3.2 8.5 0.3 1.5 1.4 3.2 12 0 3.8 2.8 6.6 0.1 1.0 1.2 2.3 13 0.1 3.2 2.1 5.4 0.1 0.8 0.7 1.6 14 0 0.5 1.5 2.0 0.1 0.2 0.6 0.9 lo 0.1 1.9 2.2 4.2 0.1 0.4 0.7 1.2 Ifi 0.1 2.6 1.1 3.8 0.1 0.5 0.3 0.9 17 0 4.0 2.8 6.8 0 1.1 1.4 2.5 18 1.2 0.7 0.4 2.3 1.2 0.6 0.3 2.1 19 0.1 0.4 0.4 0.9 0.1 0.3 0.2 0.6 20 0 3.3 2.4 5.7 0.1 0.8 1.0 1.9 21 0 2.5 1.5 4.0 0.1 0.5 0.5 1.1 22 0 3.2 2.0 5.2 0 0.5 0.6 1.1 23 0 0.3 1.5 1.8 0 0.2 0.4 0.6 24 0 3.5 2.0 5.5 0 1.1 1.4 2.5 25 0.2 3.5 2.6 6.3 0.2 0.6 1.1 1.9 2fi 0.5 5.6 3.0 91 0.4 2.2 1.7 4.3 27 0.3 2.4 1.2 3.9 0.3 0.6 0.9 1.8 28 0.5 1.8 0.9 3.2 0.4 0.6 0.5 1.5 29 0.1 1.6 0.7 2.4 0.1 0.5 0.3 0.9 30 0 1.3 0.7 2.0 0 0.3 0.4 0.7 31 0.2 0.4 0.2 0.8 0.2 0.2 0.2 0 6 1-10 0.2 24.8 21.9 46.9 0.6 5.4 7.8 13.8 11-20 1.8 25.5 18.9 46.2 2.2 7.2 7.8 17.2 21-31 1.8 26.1 16.3 44.2 1.7 7.3 8.0 17.0 Suma. . . . 3.8 76.4 57.1 137.3 4.5 . 19.9 23.6 48.0 293 — EVAPORACIÜ> DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA 1884 Abril Tabla V. 4. LIBRK k LA SOMBR.Í FECHA -" ~~ ' " ■~~^^^^'^' — - _-- — — " ' ^ ~-- 7 a. 2p. 9p. SGMi 7 a. 2p. 9 p. SDMA 1 0 0.1 0.1 0.2 0 0.1 0.] 0.2 2 0 0.2 0.2 0.4 0 0.2 0.2 0.4 3 0 0.9 0.8 1.7 0.1 0.1 0.3 0.5 4 0 1.6 1.2 2.8 0 0.5 0.5 1.0 5 0 2.9 1.3 4.2 0 0.6 0.6 1.2 6 0 2.7 1.1 3.8 0 0.6 0.6 1.2 7 1.3 1.3 1.2 3.8 1.0 0.6 0.7 2.3 8 0.1 2.4 1.2 3.7 0.1 0.5 0.5 1.1 9 0 3.3 2.3 5.6 0 0.8 1.1 1.9 10 0 3.1 1.5 4.6 0 0.7 0.8 1.5 11 0 4.2 2.2 6.4 0 1.3 1.3 2.6 12 0.2 4.5 2.5 7.2 0.2 1.6 1.5 3.3 13 0.5 1.5 0.8 2.8 0.5 0.9 0.5 1.9 14 0 1.4 0.7 2.1 0 0.5 0.5 1.0 15 0.1 2.2 1.4 3.7 0.1 0.7 0.9 1.7 16 0 1.8 0.9 2.7 0 0.5 0.4 0.9 17 0.2 0.8 0.5 1.5 0.2 0.3 0.4 0.9 18 0 0 0 0 0 0 0 0 19 0 3.3 1.0 4.3 0 0.8 0.7 1.5 20 0 2.5 0.9 3.4 0 0.4 0.7 1.0 21 0 2.7 1.2 3.9 0 0.8 0.5 1.3 22 0 2.2 0.5 2.7 0 0.6 0.2 0.8 23 0 2.4 1.0 3.4 0 0.2 0.6 0.8 24 0 3.1 1.8 4.9 0 1.0 1.1 2.1 25 0 2 8 1.3 4.1 0 0.5 0.8 1.3 26 0.8 1.1 0.2 2.1 0.5 0.4 0.2 1.1 27 0 1.7 0.8 2.5 0 0.3 0.5 0.8 28 0 0.7 0.5 1.2 0 0.5 0.4 0.9 29 0 1.7 0.5 2.2 0 0.5 0.3 0.8 30 0.3 1.7 1.0 3.0 0.3 0.6 0.5 1.4 1-10 1.4 18.5 10.9 30.8 1.2 4.7 5.4 11.3 11-20 1.0 22.2 10.9 34.1 1.0 7.0 6.8 14.8 21-30 1.1 20.1 8.8 30.0 0.8 5.4 5.1 11.3 Suma.. . . 3.5 60.8 30.6 94.9 3.0 17.1 17.3 37.4 — 294 — EVAPORACIÓN DEL A(;UA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Mavo Tah. \", FECHA LI BRE _ __ — — — A L.i S0MBR.4 _ ~"™~" 7 a. 2p. 9p. SUMA 7 a. 2p. 9p. SCMA 1 0 2.9 1.5 4.4 0 1.1 1.0 2.1 2 0.2 1.5 1.0 2.7 0.1 0.4 0.6 1.1 3 0 2.4 1.0 3.4 0 0.6 0.2 0.8 4 0 2.4 1.5 3.9 0 0.6 0 8 1.4 5 0.1 3.0 1.0 4.1 0.1 1.2 0.8 2.1 6 0.2 0.9 0.6 1.7 0.2 0.5 0 5 1.2 7 O.i 2.1 0.9 3.1 0.1 0.8 0.7 1.6 8 0.2 2.2 1.7 4.1 0.2 0.9 1.1 2.2 9 0.1 2.8 1.2 4.1 0.1 0.9 0.8 1.8 10 0.1 2.6 0.7 3.4 0.1 0.9 0.5 1.5 11 0.1 2.7 1.6 4.4 0.1 1.0 1.0 2.1 12 0 2.7 1.1 3.8 0 1.0 0.9 1.9 13 0.1 2.3 1.6 4.0 0.1 0.9 1.1 2.1 14 0 2.9 2.3 5.2 0 1.1 1.3 2.4 15 0.1 1.7 1.6 3.4 0.1 0.7 1.3 2.1 16 1.5 0.9 0.4 2.8 1.1 0.4 0.3 1.8 17 0 0.6 0.5 1.1 0 0.4 0.5 0.9 18 0 1.6 0.6 2.2 0 0.6 0.4 1.0 19 0 1.6 0.7 2.3 0 0.4 0.5 0.9 20 0.1 2.0 0.8 2.9 0.1 0.5 0.6 1.2 21 0.1 1.9 0.9 2.9 0.1 0.5 0.7 1.3 22 0 2.3 1.8 4.1 0 1.0 1.2 2.2 23 0 3.0 2.3 5.3 0 1.2 1.6 2.8 24 0.1 2.3 1.0 3.4 0.1 0.7 0.7 1.5 25 0 1.7 1.3 3.0 0 0.6 0.8 1.4 26 0.1 2.2 0.8 3.1 0.1 0.7 0.5 1.3 27 0 2.1 0.8 2.9 0 0.7 0.6 1.3 28 0 0.1 0.3 0.4 0 0.1 0.2 0 3 29 0.1 0.9 0.5 1.5 0.1 0.2 0.4 0.7 30 0.6 1.7 0.6 2.9 0.4 0.8 0.4 1.6 31 0.1 2.1 1.3 3.5 0.1 1.0 0.9 2.0 1-10 1.0 22.8 11.1 .34.9 0.9 7.9 7.0 15.8 11-20 1.9 19.0 11.2 32.1 1.5 7.0 7.9 16.4 21-31 1.1 20.3 11.6 33.0 0.9 7.5 8.0 16.4 Suma. . . . 4.0 62.1 33.9 100.0 3.3 22.4 22.9 48.6 — 295 — EVAPORACIÓN DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Junio Tal) . V, 6. FECHA LIB [RE A LA SOMBRA """"■" - 7 a. 2p. 9p. SCMA 7 a. 2p. 9 p. Sl'MA 1 0.4 2.7 1.5 4.6 0.4 1.1 1.2 2.7 2 0.3 J.O 0.8 2.1 0.2 0.2 0.4 0.8 3 0.3 2.0 0.8 3.1 0.2 0.6 0.6 1.4 4 0 2.0 1.4 3.4 0 0.7 1.0 1.7 5 0.1 2.5 0.8 3.4 0.1 1.0 0.4 1.5 6 0.4 1.4 1.0 2.8 0.4 0.6 0.6 1.6 7 0.1 1.2 0.8 2.1 0.1 0.3 0.4 0.8 8 0.1 0.6 0.6 1.3 0 1 0.5 0.6 1.2 9 0.1 2.6 1.0 3.7 0.1 1.0 0.6 1.7 10 0.8 1.6 1.8 4.2 0.6 0.7 0.6 1.9 11 0 2.4 0.6 3.0 0 0.8 0.4 1.2 12 0.1 1.6 0.4 2.1 0.1 0.3 0.3 0.7 13 0 1.6 0.8 2.4 0 0.2 0.3 0.5 U 0.1 0.7 0.2 1.0 0.1 0.2 O.l 0.4 15 0.1 1.6 1.9 3.6 0.1 0.5 1.3 1.9 16 0.4 2.5 1.0 3.9 0.3 1.0 0.6 1.9 17 0.1 1 9 0.9 2.9 0.1 0.5 0.6 1.2 18 0 2.4 1.4 3.8 0 1.3 hO 2.3 19 0.1 2.3 0.7 3.1 0.1 0.8 0.3 1.2 20 0.2 0.7 0.6 1.5 0.2 0.4 0.3 0.9 21 0.2 0.7 0.4 1.3 0.2 0.4 0.2 0.8 22 0.2 1.0 0.8 2.0 0.2 0.2 0.3 0.7 23 0.2 0.8 0.6 1.6 0.2 0.2 0.4 0.8 24 0.2 1.0 1.2 2.4 0.2 0.5 0.8 1.5 25 0.2 1.2 0.9 2.3 0.2 0.4 0.6 1.2 26 0.2 1.5 1.3 3.0 0.2 0.7 0.8 1.7 27 0.2 l.i 1.4 2.7 0.2 0.6 1.0 1.8 28 0.2 1.2 1.1 2.5 0.2 0.7 0.8 1.7 29 0.1 0.9 0.7 1.7 0.3 0.3 0.4 1.0 30 0.1 2.2 1.4 3.7 0.1 1.2 1.0 2.3 1-10 2.6 17.6 10.5 30.7 2.2 S.7 6.4 15.3 11-20 1.1 17.7 8.5 27.3 1.0 e.o 5.2 12.2 21-30 1.8 11.6 9.8 23.2 2.0 5.2 6.3 13.5 Suma. . . . 5.5 46.9 28.8 81.2 5.2 17.9 17.9 41.0 296 — EVAPORACIÓN DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Julio Tfib . V, 7. FECHA _____ LIBRE . A LA S OMBRA 7 a. 2p. 9p. SIMA 7 a. 2p. 9p. StMA 1 0 1.6 0.7 2.3 0 0.4 0.5 0.9 2 0.1 1.4 0.6 2.1 0.1 0.2 0.6 0.9 3 1.2 1.7 0.4 3.3 0.3 0.2 0.5 1.0 4 0.8 3.6 2.8 7.2 0.8 2.2 2.0 5.0 5 0.2 3.7 1.4 5.3 0.2 2.1 0.9 3.2 B 0.3 3.6 1.3 5.2 0.3 1.2 0.8 2.3 7 0 1.9 2.2 4.1 0.1 0.7 1.4 2.2 8 0.3 2.8 3.4 6.5 0.3 1.7 2.1 4.1 9 0.4 2.9 1.1 4.4 0.4 1.5 0.7 2.6 10 0.3 3.6 2.2 6.1 0.3 1.9 1.6 3.8 11 0.5 3.4 1.1 5.0 0.5 1.7 0.7 2.9 12 0.2 2.2 1.7 4.1 0.2 0.7 1.1 2.0 13 0.2 2.4 1.5 4.1 0.2 1.1 1.1 2.4 14 0.2 3.7 2.8 6.7 0.2 2.0 2.1 4.3 15 0.4 1.8 1.8 4.0 0.2 1.0 1.2 2.4 16 0 1.0 0.6 1.6 0 0.3 0.6 09 17 0.3 2.0 1.0 3.3 0.3 0.5 0.6 1.4 18 0.1 2.8 2.0 4.9 0.1 1.2 1.4 2.7 19 1.0 4.4 2.7 8.1 0.8 2.9 1.8 5.5 20 0 2.3 1.9 4.2 0.1 1.0 1.6 2.7 21 1.0 2.4 1.3 4.7 0.6 1.1 0.3 2.0 22 0.2 1.8 1.3 3.3 0.2 0.6 0.7 1.5 23 0.2 4.4 4.9 9.5 0.2 2.7 2.7 5.6 24 0.7 2.7 2.4 5.8 0.7 1.2 1.8 3.7 25 0.3 2.6 1.4 4.3 0.2 1.0 1.2 2.4 26 0.2 2.9 1.5 4.6 0.2 1.2 1.3 2.7 27 0.8 4.2 2.1 7.1 0.7 2.2 1.2 4.1 28 0.2 3.7 1.2 5.1 0.2 1.5 1.0 2.7 29 0.3 2.7 1.8 4.8 0.2 1.5 1.0 2.7 30 0.2 3.0 3.2 6.4 0.2 1.8 2.0 4.0 31 1.4 3.8 2.8 8.0 1.4 1.6 2.4 5.4 1-10 3.6 26.8 16.1 46.0 2.8 12.1 11.1 26.0 11-20 2.9 26.0 17.1 46.0 2.6 12.4 12.2 27.2 21-31 5.5 34.2 23.9 63.6 4.8 16.4 15.6 36.8 Suma 12.0 87.0 57.1 156.1 10.2 40.9 38.9 90.0 — 297 - EVAPORACIÓN DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Agosto Tab . V, 8. FECHA LII RE - A L.i S OMBR.\ ' 7 a. 2p. 9 p. SUMA 7 a. 2p. 9p. SUMA 1 1.3 2.9 1.4 5.6 1.0 1.1 1.0 3.1 2 0.2 2.8 1 5 4.5 0.2 1.0 1.2 2 4 3 0.2 3.1 2 0 5.3 0.2 1.2 1.3 2.7 4 0.1 4.0 2.9 7.0 0.1 1.6 2 0 3 7 5 12 4 6 11 6.9 1.1 2.7 0.9 4.7 6 1 H 4.1 1 4 7.1 1.3 1.8 1.3 4 4 7 0.4 4 3 3.4 8.1 0.4 2 6 2.1 5.1 8 0.4 3.2 1.4 5.0 0.4 l.H 1.1 3.1 9 1.0 2 9 2 0 5 9 0 8 1.9 1.1 3.8 10 0.2 3.9 1.5 5.6 0.2 1.9 1.3 3.4 ]1 0 4 2.8 1.4 4.6 0 3 13 1.0 2.6 1-2 0 1 2 8 1.6 4.5 0 2 0.9 1.0 2.1 13 0.2 2.3 1.8 4.3 0.4 1.3 1.4 3.1 14 0 4 1.5 1.2 3 1 0.4 0 4 0 8 1 6 15 0.2 0 9 0 8 19 i 0 2 0.2 0.6 1.0 IS 0 1.5 0 9 2.4 0.2 0.5 0.4 1.1 17 0.3 1.3 1.2 2.8 0.4 (1.6 O.S 1.8 IH 0.6 1.2 1.0 2 8 0.4 0.4 0.6 1.4 19 0.3 0.2 0.4 0.9 0 3 0 2 0.4 0.9 2ü 0.1 2.0 1.2 3.4 0.2 0.6 0.6 1.4 21 0.2 4.2 1.5 5.9 0.2 1 2 1.0 2.4 22 0.2 1.8 1.0 3 0 0.2 O.f^ 0 8 1.8 23 1.1 4 3 2.8 8.2 0.8 1.9 1 6 4 3 24 0.2 1.2 1.3 2.7 0.2 0.7 1.0 1.9 25 0.2 3.1 2.4 5.6 0.3 1.0 1.4 2.7 26 0.2 4.4 3 8 8.4 0.2 2.0 2.2 4.4 27 0.8 3.5 2.3 6.6 0.8 1 8 1 5 4.1 28 0.7 4.3 3.2 .-.2 0.6 1.8 2.0 4.4 29 0.5 3.5 3.1 7.1 0 5 1.8 1.9 4.2 30 1.2 5.6 3.2 10.0 1.1 2.7 2.2 60 31 1.6 3.9 1.9 7.4 1.4 1.8 1.5 4.7 1-10 6.6 35.8 18.6 61 0 5.7 17.4 13.3 36.4 11-2U 2.6 16.5 11.6 30.7 3.0 6.4 7.6 17.0 21-31 6.9 39.7 26.5 73.1 6.3 17.5 17.1 40.9 Suma. . .. 16.1 92.0 56.7 164.8 15.0 41.3 38.0 94.3 T. Tin 92 298 EVAPORACIÓN DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA 1884 Setiembre Tab. V, 9. FECHA LIE RE ^ _— - — A LA S OMBRA ■ -^^ """^ 7 a. 2p. 9p. SEMA 7 a. 2p. 9p. SUMA ] 1 1.4 3.0 1.5 5.9 1.1 1.2 1.0 3.3 2 0.1 3.1 1.9 5.1 0 1 1.3 1.3 2.7 3 0.2 3 8 1.6 5.6 0.2 1.4 1.0 2.6 4 0.8 1.6 1.5 3.9 : 0.6 0.6 0.3 1.5 5 0.2 3.7 2.7 6.6 0.2 1.7 1.6 3.5 6 1.1 1.6 1.8 4.5 0.8 1.4 1.4 4.6 7 0.5 2.7 2.2 5.4 0.5 1.2 1.8 3.5 8 0.4 2.3 1.4 4.1 0.4 1.1 1.4 2.9 9 1.0 2.2 1.3 4.5 0.9 1.4 0.9 3.2 10 0.5 1.0 0.3 1.8 0.5 0.3 0.3 1.1 11 0.1 2.6 1.6 4.3 0.1 1.0 0.8 1.9 li 0.2 3.3 2.0 5.5 0.2 1.1 1.5 2.8 ]3 0.2 3.8 2.4 6.4 0.2 1.5 1.5 3.2 14 0.2 4.4 2.7 7.3 0.2 1.7 1.6 3.5 15 0.5 3.4 0.3 4.2 0.4 1.3 0.3 2.0 16 0 2.7 1.3 4.0 0 0.8 1.0 1.8 17 0 3.6 3.8 7.4 0 1.3 1.6 2.9 18 0.2 4.7 2.8 7.7 0.2 1.7 1.2 3.1 19 0.2 3.4 2.6 6.2 0.3 1.5 1.6 3.4 20 0.2 3.7 3.2 7.1 0.3 1.6 1.8 3.7 21 1.1 3.6 1.2 5.9 1.0 1.6 1.0 3.6 22 0.1 2.4 1.3 3.8 0.3 0.3 0.6 1.2 23 0.2 3.2 1.7 5.1 0.2 1.1 1.0 2.3 24 0.4 1.9 1.6 3.9 0.6 0.5 0.6 1.7 25 0.2 2.1 1.9 4.2 0.2 0.6 0.9 1.7 26 0.2 3.8 2.6 6.6 0.2 1.3 1.2 2.7 27 0.2 4.5 3.0 7.7 0.2 1.8 1.7 3.7 28 0.3 2.3 1.9 4.5 0.3 0.6 1.3 2.2 29 0.4 3.5 1.5 5.4 0.4 1.2 0.7 2.3 30 0.1 4.7 3.2 8.0 (>.! 1.8 1.6 3.5 1-10 6.2 25.0 16.2 47.4 5.3 11.6 11. 0 27.9 11-20 1.8 35.6 22.7 60.1 1.9 13.5 12.9 28.3 21-30 3.2 32.0 19.9 55.1 3.5 10.8 10.6 24.9 Suma. . . . 11.2 92.6 58.8 162.6 1 10.7 35.9 34.5 81.1 299 EVAPORACIÓN DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Octubre Tab. V, lO. FECHA LIB RE — — A LA S OMBRA ' """■"■ — ' " 7 a. 2p. 9p. StMA 7 a. 2p. 9 p. SUMA 1 0.1 3.1 2.8 6.0 0.1 1.1 1.5 2.7 2 0.2 1.8 1.2 3.2 0.1 0 7 0.8 1.6 3 0.4 0.3 1.0 1.7 0.3 0.2 0.5 1.0 4 0 3.4 2.0 5.4 0 0.9 0.9 1.8 5 0 4.2 1.7 5.9 0 1.2 1.2 2.4 6 0.5 3.1 1.8 5.4 0.3 1.0 1.0 2.3 7 0.1 4.1 2.8 7.0 0.2 1.5 1.3 3.0 8 0.1 5.2 4.0 9.3 0.1 2.2 2.0 4 3 9 0.6 6.0 4.1 10.7 0.6 2.2 2.1 4.9 10 1.6 6.2 3.6 11.4 1.3 2.7 2.2 6.2 11 0.9 3.2 2.0 6.1 0.8 0.8 1.2 2.8 12 0 4.6 3.1 7.7 0 1.6 1.6 3.2 13 0.4 2.6 1.7 4.7 0.4 0.9 1.3 2.6 14 0.1 3.1 1.2 4.4 0.1 1.4 0.8 2.3 15 0.2 4.9 3.0 8.1 0.2 1.8 1.9 3.9 16 0.4 1.5 1.5 3.4 0.4 0.5 0.6 1.5 17 0.2 3.1 1.8 5.1 0.2 0.8 0.8 1.8 18 0 2.8 1.0 3.8 0 0.6 0.9 1.5 19 0.2 1.8 0.6 2.6 0.2 0.4 0.4 1.0 20 0 4.1 1.8 5.9 0 1.0 0.9 1.9 21 0 4.4 1.0 5.4 0.2 1.5 0.8 2.5 22 0.1 4.6 3.2 7.9 0.1 1.6 1.5 3.2 23 0.3 5.5 2.3 8.1 0.3 1.7 2.0 4.0 24 0.5 2.6 1.5 4.6 0.4 1.2 1.2 2.8 25 0 4.2 1.2 5.4 0.2 1.3 1.0 2.5 26 0.4 4.1 2.4 6.9 0.3 1.5 1.7 3.5 27 0.5 3.2 0.7 4.4 0 4 1.4 0.5 2.3 28 0 1.7 1.4 3.1 0.3 0.4 0.6 1.3 29 0.3 4.3 2.6 7.2 0.3 1.4 1.4 3.1 30 0.2 4.4 2.3 6.9 0.2 1.4 1.2 2.8 31 0.7 5.1 2.4 8.2 0.4 2.0 1.2 3.6 1-10 3.6 37.4 25.0 66.0 3.0 13.7 13.5 30.2 11-20 2.4 31.7 17.7 51.8 2.3 9.8 10.4 22 5 21-31 3.0 44.1 21.0 68.1 3.1 15.4 13.1 31.6 Suma.. . . 9.0 113.2 63.7 185.9 8.4 38.9 37.0 84.3 — 300 EVAPORACIO.N DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Xovionibro Tub. V. 11. FECHA LIB RE A LA S OMBRA 7 a. 2p. 9p. SUMA 7 a. 0.2 2p. 9p. S[MA 1 0 2 4.5 3.8 8.5 ! 1.3 2.2 3.7 2 0.7 3.0 0.8 4 5 0.7 1 5 0.8 3.0 3 0.2 2.8 10 4 0 0.4 0.8 0 6 1.8 4 0 1 5 1 0 2 5 0 0.4 0.6 1.0 5 0.1 2 3 0 2.4 0.1 0.7 0 0.8 6 0 O.fi 1.4 2.0 0 0.6 U 8 1 4 7 0.9 4 0 2.0 6 9 0.8 1.4 1.1 3.3 8 0 3.8 2 6 6.4 0 1 2 1.2 2.4 9 0 1 3.4 2.1 5 6 0 1 1.0 1.0 2 1 10 0.1 3.2 2.2 0.0 0 0.9 1.2 2.1 11 0.2 4.7 2.7 7.6 0.2 1.5 1.5 3.2 12 0.1 2 8 0.1 3 0 0 1 1.1 0.1 1.3 13 0 1 0.1 0.5 0.7 0.1 0.1 0.3 0.5 11 0 0 9 1.4 2.3 0 0.4 0.7 1 1 15 0.1 1.0 0.4 15 0.1 0.4 0.2 0.7 16 0.1 3 3 0.8 4.2 0 1 0 7 0 5 1.3 17 0.1 2.9 2 0 5.0 0.1 0.6 O.ó 1.2 18 0 0.6 2.1 2 7 0 0.3 0 6 0.9 19 0.1 2 8 i 0 3 9 0.1 0.5 0.4 1.0 20 0 3.5 2 8 6.3 0 1.2 1.2 2.4 21 0.1 2.4 1.1 3.6 0.1 0.6 0 4 1.1 22 0.1 0.8 1.2 2.1 0.1 0.3 0.6 1 0 23 0 0.2 0.1 0.3 0 0.2 0 1 03 24 0,2 3.4 1.2 4 8 0 2 0.9 0.6 1.7 25 0.1 4.2 1.8 6.1 0.1 1.0 1.1 2.2 26 0 4.4 2.0 6.4 0 1.4 1.2 2.6 27 0.2 4.3 2.3 6.8 0.2 1.3 1.2 2.7 28 0.3 2.5 1.6 4.4 0.3 1.0 0.8 2.1 29 0.2 2.8 0.6 3.6 0.2 0.7 0.4 1.3 bO 0.1 1.7 1.0 2.8 0.1 0.6 0.6 1.3 1-10 2.3 29.1 16.9 48.3 2.3 9.8 9.5 21.6 11-20 0.8 22.6 13.8 37.2 0 8 6.8 6.0 13.6 21-30 1.3 26.7 12.9 40.9 1.3 8.0 7.0 16.3 Suma.. . . 4.4 78.4 43.6 126.4 4.4 24.6 22.5 51.5 — 301 EVAPÜRACION DEL AGUA (en milímetros) CÓRDOBA, 1884 Diciembre Tab. V. 12. FECHA — ' LIE $RE — — A LA S OMBRA ■ — 7 a. 2p. 9p. SOMA 7 a. 2p. 9p. SEMA 1 0.1 4.6 2.2 6.9 0.1 1.1 1.4 2.6 ■2 0 1 3.8 1.2 5.1 0.1 1.3 0.7 2.1 3 0.2 0.6 1.0 1.8 0.2 0 3 0.6 l.l 4 0.2 3.4 1.2 4.8 0.2 1.0 0.5 1.7 5 O.I 3 8 0.6 4.5 0.1 1.1 0 8 2 0 6 0.1 2.4 1.0 3 5 0.1 0.8 0.6 1.5 7 0.2 3.8 1.8 5.8 0.2 1.0 0.8 2 0 8 0.4 2.7 2.3 5.4 0 4 1.1 1.1 2.6 9 0 i 2.0 0.9 3.1 0.2 0.8 0.5 1.5 10 0 4.0 1.2 5.2 0 1.1 0.7 1.8 11 0.1 4.4 2.2 6.7 0.1 1.2 1.3 2.6 12 0.2 2.8 0 8 3.8 0.2 1.6 0.6 2.4 13 0 4.7 2.2 6.9 0.1 1.4 1.4 2.9 14 0.1 4.2 1.2 5.5 0.1 1.5 0.7 2 3 15 0 3 5.1 3.1 8 5 0.2 1.6 2.0 3.8 IB 0 8 4.5 2.1 7.4 0.8 16 1.1 3.5 17 0 5 1.5 1.3 3.3 0.5 1.1 1.0 2.6 18 0 3.5 1.7 5.2 0.1 0.8 1.0 1.9 19 0.1 4.6 2 8 7.5 0.1 1.4 1.7 3.2 20 0.4 5.8 3.5 9.7 0.4 1.6 2.2 4.2 21 0.6 3.7 2.0 6.3 0.6 1.1 1.5 3.2 22 J.O 3.7 1.8 6.5 0.9 1.0 1.2 3.1 23 0.2 4.0 1.3 5.5 0.2 1.3 1.0 2.5 24 0.2 5.6 3.6 9.4 0.2 2.1 2.0 4.3 25 0.8 3.6 2.4 6.8 0.8 1.4 2.0 4.2 26 0.1 1.0 1.0 2.1 0.1 0.3 0.6 1.0 27 0.2 3.6 2.2 6 0 0.2 1.2 :.4 2.8 28 0.3 5.1 2.8 8.2 0.2 1.7 1.8 3.7 29 0.5 1.0 0.9 2.4 0.4 0.5 0.5 1.4 30 0 4.1 2.2 6.3 0.1 1.2 1.4 2.7 31 0.3 4.3 1.6 6.2 0.3 1.2 1.1 2.6 1-10 1.6 31.1 13.4 46.1 1.6 9.6 7.7 18.9 11-20 2.5 41.1 20.9 64.5 2.6 13.8 13.0 29.4 21-31 4.2 39.7 21.8 65.7 4.0 13.0 14.5 31.5 Suma. . . . 8.3 111.9 56.1 176.3 1 8.2 36.4 35.2 79.8 302 TEMPERATURA DE LA SUPERFICIE INTERNA DEL SUELO Octubre, 1884 Tab. VI, 1. FECHA 7 a. 2 p. 9 p. PROMEDIO M m M + m 2 1 11.5 26.3 16.0 17.9 31.3 10.0 20.7 2 12.5 21.1 15.5 •16.4 21.5 10.6 16.0 3 13.0 19.8 13.1 15.3 24.7 12.5 18.6 4 10 6 25.9 15.0 17.2 32.0 8.9 20.4 5 11.8 25.5 17.6 18.3 35.5 10.0 22 8 6 15.1 26.4 16.6 19.4 30.7 13.7 22.2 7 13.0 28.8 15.3 19.0 40.4 11.2 25.8 8 12.5 29.5 15.5 19.2 41,3 10.0 25.7 9 15.5 30.4 16.6 20.8 40.4 11.9 26.1 10 16.2 33.1 16.6 22.0 41.4 14.0 27.7 11 14.5 28.5 16.3 19.8 36.8 13.9 25.3 12 13.8 31.0 19.1 2]. 3 39.7 10.4 25.0 13 15.1 20.8 14.2 16.7 23.4 14.3 18.9 14 12.0 20.4 15.7 16.0 22.7 9.7 16.2 15 15.4 27.4 16.4 19.7 34.4 13.1 23.7 16 15.6 26.8 19.2 20.5 33.6 14.5 24.1 17 14.7 21.9 15.1 17.2 26.7 13.5 20.1 18 14.1 21.8 16.2 17.4 26.6 12.5 19.6 19 13.7 23.3 15.9 17.6 26.5 13.4 19.9 20 14.5 24.7 17.5 18.9 30.9 12.4 21.7 21 15.6 24.5 15.2 18.4 30.5 14.0 22.2 22 14.7 23.5 16.8 18.3 30.2 12.5 21.4 23 16.7 26.5 18.9 20.7 27.5 10.5 19.0 24 14.8 19.5 11.5 15.3 19.5 14.7 17.1 25 10.7 24.7 14.0 16.5 29.9 9.3 19.6 26 12.8 24.6 14.3 17.2 27.8 11.0 19.4 27 12.6 18.7 13.0 14.8 24.4 9.7 17.1 28 12.2 24.3 15.0 17.2 29.7 11.5 20.6 29 12.7 26.] 16.2 18.3 31.8 10.2 21.0 30 13.9 33.8 18.1 21.9 37.5 11.1 24.3 31 17.3 33.2 19.4 23.3 37.7 13.4 25.6 1-10 13.17 26.68 15.78 18.55 .33.92 11.28 22.60 11-20 14.34 24.66 16.56 18.51 30.10 12.80 21.45 21-31 14.00 25.49 15.67 18.35 29.68 11.63 20.65 Promedio. 13.84 25.57 15.99 18.47 31.19 11.88 21.54 1 303 TEMPERATURA DE LA SUPERFICIE INTERNA DEL SUELO IVoviembre, 1884 Tab. VI, 2. FECHA 7 a. 2 p. 9p. PROMEDIO M m M + m 2 1 15.4 33.2 21.9 23.5 41.6 13.5 27.6 2 18.7 23.9 15.8 19.5 26.4 17.8 22.1 3 15.5 25.2 19.4 20.0 26.4 13.9 20.1 4 19.4 28.9 22.2 23.5 35.9 18.5 27.2 5 19.5 21.4 18.6 19.8 22.8 19.0 20.9 6 19.0 24.5 21.2 21.6 29.0 18.0 23.5 7 14.2 19.6 13.5 15.8 22.9 13.3 18.1 8 12.6 22.5 15.3 16.8 26.5 10.5 18.5 9 13.8 24.4 16.1 18.1 28.8 11.9 20.4 10 14.4 23.2 15.3 17.6 25.6 13.0 19.3 11 14.7 26.8 15.2 18.9 31.8 11.9 21.8 12 15.3 18.8 17.7 17.3 22.6 12.3 17.5 13 17.2 20.4 17.5 18.4 21.5 16.6 19.0 14 17.7 24.1 19.8 20.5 27.3 15.6 21.4 15 19.3 21.9 18.2 19.8 24.2 17.3 20.8 16 18.0 26.8 17.4 20.7 27.9 17.4 22.7 17 16.8 28.6 17.3 20.9 29.7 15.2 22.4 18 16.8 24.6 18.5 20.0 28.9 16.5 22.7 19 18.4 25.8 18.8 21.0 28.0 16.6 22.3 20 18.5 27.7 17.3 21.2 30.7 16.5 23.6 21 18.0 27.5 19.7 21.7 28.2 16.4 22.3 22 18.5 21.8 19.8 20.1 22.8 17.7 20.2 23 17,3 18.3 16.1 17.2 19.7 16.5 18.1 24 15.8 24.3 16.2 18.8 25.8 14.0 19.9 25 14.6 24.8 14.8 18.1 27.0 13.2 20.1 26 13.8 25.2 16.2 18.4 29.4 11.5 20.5 27 16.1 27.5 18.0 20.2 30.4 12.2 21.3 28 17.8 29.2 19.8 22.3 29.4 14.9 22.1 29 20.1 23.0 19.7 20.9 25.9 17.5 21.7 30 19.1 24.2 21.0 21.5 25.7 16.5 21.1 i-10 16.25 24.68 17.93 19.62 28.59 14.94 21.77 lI-¿0 17.27 24.55 17.77 19.87 27.26 15.59 21.42 21-30 17.11 24.58 18.13 19.92 26.43 15.04 20.73 Promedio. 16.88 24.60 17.94 19.87 27.43 15.19 21.31 304 TEMPERATURA DE LA SUPERFICIE INTERNA DEL SUELO Diciembre, 1884^ Tiil). VI, 3. FECHA 7 a. 2p. 9 p. PROMEDIO M m M -t- m ■2 1 19.1 32.9 21.7 24.6 37.7 17.0 27.4 2 21.0 30.6 22.8 24.8 32.4 18.7 25.5 3 19.8 22.8 21.1 21.2 23.6 19.4 21.5 4 20.6 28.5 22.2 23.8 32.3 18.4 25.4 5 22.8 23.5 19.5 21.9 31.2 18.6 24 9 6 17.3 24.2 19.8 20.4 25.2 16.6 20.9 7 18.5 27.9 19 8 22.1 31.4 16.5 23.4 8 19 3 27.5 21.2 22.7 34.3 17.5 25.9 9 15.3 23.4 17.3 18.7 27.0 14.6 20.8 10 17.2 32.5 18.5 22.7 34.1 13.7 23.9 11 17.4 30.9 19.6 22.6 38.0 14.3 26.1 12 19.5 21.5 18.4 19 8 28 6 16.3 22.5 13 • 16 8 33.1 19.6 23 2 39.3 13.6 26.4 14 18.1 31.6 21.5 23.7 38 3 15.4 26.9 15 20 6 36.8 20.0 25.8 39.4 17 9 28 6 16 19.8 31.8 24.3 25 3 38.7 18.2 28.4 17 14.2 24.2 16.7 18 4 28 0 14.2 21.1 18 15.5 25.6 18 3 19.8 29.9 12.5 21.2 19 18 5 33.0 21.0 24 2 35.4 14 8 25.1 20 20.3 35.8 22.5 26.2 39.0 17.0 28.0 21 20.6 30.8 19.6 23.7 38.2 19 0 28.6 22 17 6 29.1 16.9 21 2 35.2 11.8 25.0 23 15.7 25 7 17 0 19.5 32.5 13.7 23.1 24 15 9 31 0 18.3 21.7 36 8 12.9 24.9 25 20.1 28.8 20 8 2} 2 29.7 16.3 23.0 26 16 2 25 5 18.5 20.1 26.6 15.0 20.8 27 18.4 36.3 22.2 25.6 39.1 17 3 28 2 28 21.9 40 0 26.0 29.3 44.3 18.2 31.2 29 22.6 24.5 2á.l 23.1 34.5 22.3 28.4 30 21.5 41.4 21.8 29.2 45.1 19 0 32 0 31 22.9 37.9 25.0 28.6 46.7 20.7 33.7 ■ 1-10 19.09 27.38 20 39 22.29 30.92 17.10 24 01 11-20 18.07 30.43 20.19 22.90 35.46 15.42 25.43 21-31 19.40 31.91 21.02 24.11 37.15 17.20 27.18 Promedio. 18.87 29.97 20.56 23.13 34.60 16.59 25.60 — 305 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 7.5 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tahla Vri, 1. FECHA , Enero Fcl>rero -_ ■■ 7 a. 2p. 9p. PROMÍDIO 7 a. 2p. 9 p. PROMEDIO 1 19.2 24.0 23.2 22.13 23.1 27.2 25.4 25.23 2 19.8 23.8 23.2 22.27 23.6 26.2 23.6 24.47 3 19.4 24.0 23.7 22.37 19.6 19.6 18.8 19.33 4 20.1 21.8 24.6 23.17 15.7 19.8 19.1 18.20 5 20.4 25.6 25.5 23.83 17.1 22.6 22.3 20.67 6 21.1 23.1 22.6 22.27 17.6 19.5 19.2 18.77 7 18.6 23.2 23.6 21.80 17.9 21.4 20.3 19.87 8 20.0 24.6 25.4 23.. 33 17 9 22.2 21.6 20.57 9 23.1 22.2 22.3 22.53 17.8 22.8 23.0 21.20 10 18.7 21.0 20.7 20.13 20.3 24.5 24.2 2.3.00 11 18.6 22.2 21.9 20.90 ¡21.2 26.7 25.8 24.57 12 19.0 22.8 22.2 21.33 22.5 28.8 26.7 26.00 13 19.4 23.0 h'.l 21.53 23.4 26.8 25.2 25.13 14 19.6 23.7 23.8 22.. 37 20.9 24.7 24.4 23.33 15 20.9 25.5 25.4 23.93 ,20.9 25.9 25.8 24.20 16 22.4 27.0 27.2 25.53 23.0 23.0 23.0 23.00 17 24.1 28.3 28.2 26.87 19.2 23.8 22.4 21.80 18 24.8 29.7 25.8 26.77 19.3 23.2 21.7 21.40 19 22.3 23.3 23.4 23.00 18.9 22.9 21.5 21.10 20 20.7 23.7 23.3 22.57 18.2 23.1 22.3 21.20 21 20.3 24.9 24.0 23.07 19.1 20.4 21.0 20.17 22 21.1 25.4 26.0 24.17 18.7 21.4 21.7 20.60 23 23.7 27.4 27.8 26.30 19.7 22.2 20.6 20.83 24 25.1 24.6 24.8 24.83; 18.5 21.6 20.5 20.20 25 23.5 25.9 26.0 25.13 18.2 22.7 21.4 20.77 26 24.3 26.6 26.2 25.70 18.6 23.2 22.6 21.47 27 24 1 27.1 27.0 26.07 19.4 23.6 21.9 21.63 28 24.3 28.0 28.3 26.87 19.2 23.3 21.8 21.43 29 25.9 28.6 26.8 27.10 20.0 23.2 22.3 21.83 30 24.2 24.2 25.0 24.47 31 23.6 25.4 25.1 24.70 1-10 20.04 23.63 23.48 22.38 19.06 22.58 21.75 21.13 11-20 21.18 24 92 24.-34 23.48 20.75 24.89 23.88 23.17 21-31 23.65 26.19 26.09 25.31 19.04 22.40 21.53 20.99 Promedio. 21.69 24.95 24.68 23.77 19.64 23.32 22.42 ^1.74 T. vm •23 306 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 7.5 cm. de profundidad) CÓRDOBA 1884 Tabla VII, 2. Marzo Abril FECHA -—^ ■ — ~ -—^ '^ - -~- 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 19.2 21.7 21.8 20.90 15.3 15.8 15.0 15.37 2 19.2 21.2 20.7 20.37 14.6 16.8 16.2 15.87 3 18.4 21.2 21.0 20.20 ; 15.7 17.8 16.4 16.63 4 18.8 21.0 20.5 20.10 ¡14.0 |17.4 17.4 16.27 5 18.8 20.4 19.9 19.70 15.7 20.1 18.5 18.10 6 18.7 20.9 20.6 20.07! 15.5 20.2 19.4 18.37 7 18.7 22.0 21.8 20.83 li 13.8 13.6 12.4 13.27 8 19.7 22.9 22.3 21.63 10.0 13.8 12.2 12.00 9 19.5 22.6 22.1 21.40 8.6 14.6 13.0 12.07 10 • 19.9 24.0 22.8 22.23 10.3 16.1 15.2 13.87 11 21.2 25.2 23.3 23.23 12.4 19.0 17.9 16.43 12 21.3 260 23.8 23.70 16.8 22.0 20.4 19.73 13 21.5 25.4 23.0 23 30 17.8 15.4 13.8 15.67 14 21.7 24.4 23.8 23.30 12.1 15.0 14.3 13.80 15 24.2 24.6 23.2 24.00 13.2 16.2 13.6 14.33 16 21.4 23.7 2:¿.8 22.63 11.1 14.9 14.0 13.33 17 21.1 25.2 23.1 23.13 13.3 16.2 15.8 15.10 18 17.7 17.1 17.2 17.33 '15.2 15.4 15.0 15.20 19 16.4 17.2 16.8 16.80 i 14.2 17.9 15.4 15.83 20 17.0 21.4 20.8 19.73 12.4 16.6 15.0 14.67 21 19.7 22.1 21.4 21.07 11.8 16.3 15.0 14.37 22 20.2 23.2 22.4 21.97 13.1 17.3 16.6 15.67 23 21.5 i3.5 23.2 22.73 16.2 18.6 17.2 17.33 24 21.8 23.9 21.0 22.23 15.6 20.4 18.8 18.27 25 20.2 M.5 23.1 22 60 115.7 21.2 20.4 19.10 26 21.4 24 8 •2:i 4 23 20 ¡17.2 18 5 17.7 17.80 27 21.1 22.6 18.6 20.77 17.5 20 4 20.4 19.43 28 16.2 18 8 17.5 17 50 18.5 17.4 16.2 17.37 29 16.5 19.0 17.4 17.63 14.8 15 8 15.2 15.27 30 15 1 19.3 18.3 17.57 14.0 16.0 13.7 14.57 31 15.8 16.6 16.0 16.13 . 1-10 19 09 21.79 21.35 20.74 13 35 16.62 15.57 15.18 ll-:^0 20.35 23.02 21.78 21.72 ' 13.85 16 8S 15.52 15 41 21-31 19.05 21.66 20. 2i 20.31 15.44 18.19 17 12 16.92 Promedio. 19.48 22.14 21.08 20.90 14.21 17 22 16.07 15.84 — 307 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 7.5 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tahla VII, 3. FECHA i%I: lyo Ju nio "" 1 7 a. 2p. ' 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PRnMEDIii 1 10.1 13.8 13.2 12.37 10.4 15.0 13.7 13.03 2 12.1 14.8 13.2 13.37 12.2 16.3 13.8 14.10 3 10.3 15.2 13.8 13.10 íll.7 16.0 12.4 13.. 37 4 10.5 15.2 14.0 13.23 il 8.5 15.1 12.2 11.93 5 10.8 13.4 11.4 11.87 1 7.6 14.8 12.0 11.47 6 10.0 10.5 9.5 10.00 8.4 14.3 13.4 12.03 7 6.0 11.0 8.8 8.60 9.7 15.2 15.0 13.. 30 8 4.8 10.5 8.8 8.03 14.6 14.1 11.4 13.. 37 9 5.4 12.1 10.8 9.43 7.5 12.8 10.4 10.23 10 8.8 14.0 11.4 11.40 i 7.8 12.4 10.4 10.20 11 7.8 14.0 12.0 11.27 7.6 12.4 8.8 9.60 ]2 7.7 14.8 13.6 12.03 5.1 10.9 8.2 8.07 13 9.2 15.4 14.0 12.87 7.5 11.4 8.2 9.03 U 10.8 16.6 15.4 lt.27 6.4 9.9 7.0 7.77 15 12.2 16.6 15.2 14.67 3.4 9.6 8.3 7.10 Ifi 12.8 13.1 11.9 12.60 5.7 11.6 8.6 8.63 17 10.5 13.6 12.0 12.03 4.4 10.7 7.0 7.37 18 10.7 13.0 10.9 11.53 3.3 9.8 7.9 7.00 19 7.2 12.7 11.0 10.30 4.4 10.8 8.4 7.87 20 8.5 12.8 10.3 10.. 53 4.3 9.6 8.2 7.. 37 21 6.3 11.2 9.1 8.87 i 6.7 8.0 5.1 6.60 22 6.0 13.2 10.9 10.03 ¡ 0 8 8.0 4.5 4.43 23 7.2 13.8 11.8 10.931 3.0 8.2 4.8 5.33 24 7.8 14.5 11.8 11.37 04 7.8 4.6 4.27 25 8.3 14.3 12.7 11.77 0.6 8.S 5.2 4.80 26 9.9 15.2 12.4 12.50 1.2 9.2 6.2 5.53 27 9.7 15.5 13.2 12.80 1.6 8.9 6.8 5.77 28 12.7 13.9 13.6 13.40 5.9 9.0 8.2 7.70 29 13.4 16.5 14.3 14.73 5.4 10.6 7.4 7.80 30 13.0 15.8 12.2 13.67 3.4 10.4 9.1 7.63 31 8.2 13.2 12.3 11.23 1-10 8.88 13.05 11.49 11.14 9.84 14.60 12.47 12. .30 11-20 9.74 14.26 12.63 12.21 5.21 10.67 8.06 7.98 21-31 9.32 14.28 12.21 11.941 2.90 1 8.87 6.19 5.99 Promedio, 1 9.31 13.88 12.11 11.77 r).98 11.38 8.91 1 8.76 — 308 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 7.3 cm. de profundidad) CÓRDOBA. 1884 Tab. ^ VII. 4. FE CHA Ju lio Age ►sfo "^ — ^ - ' — " """^^ 7 a. 2p. 9 p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 8.2 13.6 10.2 10.67 8.4 17.0 12.5 12.63 2 7.1 14.4 12.7 11.40 7.6 17.8 14.2 13.20 3 8.1 13.7 9.8 10.53 9.2 18.7 15.4 14.43 4 6.0 13.7 11.0 10.40 11.2 20.4 18.6 16.73 0 8.0 12.8 9.5 10.10 15.4 22.8 18.2 18.80 6 .5.4 11.5 8.2 8.37 15.3 19.7 14.5 16.50 7 3.6 11.8 8.8 8.07 10.4 17.7 14.7 14.27 8 3.4 10.8 8.0 7.40 10.3 19.4 14.5 14.73 9 4.8 11.4 7.0 7.73 13.8 23.1 18.2 18.37 10 3.6 12.1 10.0 8.83 13.4 23.3 18.3 18.33 11 7.7 12.7 8.5 9.63 15.9 21.2 16.4 17.83 12 3 0 10.7 7.2 6.97 11.6 22.5 17.6 17.23 13 3.8 10.8 7.6 7.40 13.1 19.4 16.0 16.17 14 3.4 12.0 9.2 8.20 12.4 18.0 14.9 15.10 15 6.6 13.2 10.6 10.13 13.7 17.0 14.6 15.10 16 7.9 13.6 11.2 10.90 14.1 19.4 16.9 16.80 17 10.0 14.7 11.0 11.90 15.0 17.2 14.4 15.. 53 18 6.4 14.3 12.5 11.07 12.4 15.9 12.2 13.50 19 10.8 17.1 14.2 14.03 10.8 12.1 10.8 11.23 20 8.9 16.6 13.4 12.97 7.7 14.4 10.2 10.77 21 7.6 12.8 7.6 9.33 8.2 14.0 ]2.4 11.53 22 3.2 11.8 8.3 7.77 11.0 16.1 13.4 13.50 23 4.1 13.8 11.7 9.87 11.2 ]8.2 16.2 15.20 24 7.5 17.2 14.0 12.90 13.3 13.8 12.6 13.23 25 9.4 17.4 13.4 13.40 8.3 17,0 12.6 12.63 26 9.1 15.5 13.3 12.63 9.2 16.4 13.8 13.13 27 10.0 15.3 11.5 12.27 11.2 19.2 ]6.7 15.70 28 6.9 13.2 8.6 9.57 15.8 21.6 19.1 18.83 29 6.6 12.5 8.4 9.17 16.4 22.3 19.6 19.43 30 3.5 11.7 9.2 8.13 16.6 23.6 19.7 19.97 31 6.0 15.8 12.8 11.53 17.7 23.1 18.2 19.67 1-10 5.82 12.58 9.65 9.35 11.50 19.99 15.91 15.80 11-20 6.85 13.57 10.54 10.32 12.67 17.71 14.40 14.93 21-31 6.72 14.27 10.80 10.60 12.63 18.66 15.85 15.71 Promedio. 6.47 13.50 10.35 10.80 12.28 18.78 15.40 15.49 — 309 TEMPERATURAS DEL SUELO (( 7.5 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tab. ^ VU, 5. FECHA _— — — " Setie nibre — — __ Octi ibre 7 a. 2p. 9 p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PPJJMEüIO 1 15.1 21.0 16.6 17.. 57 12.4 19.2 17.2 16.27 ¿ 12.4 20.4 16.5 16.43 13.5 16.8 16.1 15.47 3 14.9 21.8 17.8 18.17 14.2 17.6 15.4 15.73 4 15.2 19.7 16.0 16.97 20.0 20.2 17.2 19.13 •5 13.8 22.6 19.4 18.60 13.2 21.4 18.7 17.77 6 16.1 19.9 18.0 18.00 15.8 21.2 18.6 18.53 7 14.6 21.1 17.2 17.63 14.7 21.4 18.5 18.20 8 12.6 19.3 16.4 16.10 14.2 21.7 18.8 18.23 9 12.9 15.9 13.2 14.00 15.4 22.1 19.6 19.03 10 10.6 14.1 11.6 12.10 16.7 23.9 19.7 20.10 11 10.4 17.2 13.6 13.73 17.1 21.7 18.6 19.13 12 8.8 17.8 14.5 13.70 15.3 22.2 20.5 19.. 33 13 9.8 17.8 15.0 14.20 17.2 19.4 17.2 17.93 14 11.2 18.9 16.4 15.50 13.7 18.3 17.2 16.40 15 13.4 1^.3 15.1 15.60 15.5 21.2 18.4 18.37 16 12.2 18.4 15.8 15.47 16.3 20.2 19.4 18.63 17 11.0 18.5 15.5 15.00 15.6 19.7 17.3 17.53 18 12.2 19.6 17.7 16.50 14.6 18.0 17.0 16.. 53 19 15.0 21.4 19.3 18.57 15.1 19.2 17.4 17.23 20 16.4 22.0 21.0 19.80 14.7 21.2 18.7 18.20 21 18.8 24.5 21.0 21.43 16.1 20.8 17.3 18.07 22 18.1 20.2 16.6 18.30 15.1 20.5 18.3 17.97 23 12.6 17.8 14.2 14.87 15.7 22.2 19.6 19.17 24 11.2 16.4 13.3 13.63 16.2 17.7 14.4 16.10 25 10.2 17.6 14.2 14 00 12 3 18.2 15.9 15.47 26 10.6 17.2 14.4 14.07 13.6 18.7 16.6 16.30 27 11.1 18.0 15.6 14.90 13.4 17.8 15.6 15.60 28 12.6 20.1 17.2 16.63 13.7 18.8 16.9 16.47 29 12.8 17.8 15.2 15.27 13.7 19.9 18.2 17.27 30 10.9 18.3 16.0 15.07 14.6 22.3 20.2 19. U3 31 17.8 23.4 21.3 20.83 1-10 13.82 19.58 16.27 16.56 15.01 20.55 17.98 17.85 11-20 12.04 18.99 16.39 15.81 15.51 20.11 18.17 17.93 21-?1 12.89 18.79 15.77 15.82 14.75 20.03 17.66 17.48 Promedio. 12.92 19.12 16.14 16.06 15.08 20.22 17.93 17.74 — 310 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 7.5 cm. de profundidad^ CÓRDOBA, 1884 Tab. VII. 6 FECHA I\OVÍ€ Mnbre —~^ Dicie mbre — ■ " 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2 p. 9p. PROMEDIO 1 17.2 23.4 22.3 20.97 19.1 24.4 22.4 21.97 2 19.3 21.9 18.9 20.03' 20.4 24.0 23.2 22.53 3 16.6 20.8 19.9 19.10 20.9 22.2 22.0 21.70 4 19.2 23.8 22.3 21.77 20.2 24.1 23.2 22.50 5 20.0 21.4 19.4 20.27 20.9 23.1 21.4 21.80 6 19.0 22.0 21.0 20.83 18.9 21.2 20.5 20.20 7 16.4 18.6 16.1 17.03 18.5 21.9 20.2 20.20 8 135 .19.0 17.2 16,57i 19.0 22.4 21.4 20.93 9 14.6 20.2 17.4 17.40 16.8 19.4 19.1 18.43 10 15.3 18.7 16.9 16.97 16.7 21.6 20.2 19.50 11 14.7 20.2 17.7 17.53 17.2 22.5 20.8 20.17 12 15.2 19.1 18.4 17.57 18.6 20.8 20.0 19.80 13 17.4 18.4 18.4 18.07 16.6 22.5 20.8 19.97 14 17.2 19.7 19.8 18.90 1 18.1 22.9 22.2 21.07 15 18.7 21.1 19.3 19.701 19.8 24.4 22.4 .22.20 16 18.3 21.8 19.2 19.77 1 20.2 25.4 24.6 23.40 17 17.3 22.2 19.5 19.671 18.7 20.2 19.2 19.37 18 17.7 21.6 19.6 19.63 16.2 20.9 20.1 19.07 19 18.3 21.8 20.2 20.10 17. 8 23.3 21.7 20.93 20 18.4 23.4 20.8 20.87 1 19.2 24.6 23.2 22.33 21 18.3 22.4 20.8 20.50 20.8 24.2 22.2 22.40 22 19.2 20.6 20.2 20.00 18.2 22.8 21.3 20.77 23 18.1 18.8 17.5 18.13 17.2 20.2 19.4 18.93 24 16.2 19.5 17.8. 17.83! 16.6 22.1 20.9 19.87 25 15.7 19.2 17.3 17.401 18.9 23.4 21.8 21.37 26 14.6 19.4 18.0 17.33 18.8 20.3 20.0 19.70 27 15.6 20 9 19.2 18.57 18.8 23.2 23.2 21.73 28 17.1 22.0 20.6 19.90 20.7 26.9 26.0 24.53 29 19.2 21.8 20.6 20.53 23.6 23.6 23.4 23.53 30 18.7 22.0 21.6 20.77 21.5 26.7 25.6 24.60 31 22.9 26.8 26.1 25.27 1-10 17.11 20.98 19.19 19.09 19.14 22.43 21.36 20.98 11-20 17.32 20.93 19.29 19.18 18.24 22.75 21.50 20.83 21-31 17.27 20.66 19.36 19.10 19.82 23.65 22.72 22.06 Promedio. 17.23 20.86 19.28 19.12 1 19.09 22.97 21.89 21.32 — 311 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 15 cm. de profundidad) CÓRDOBA 1884 Tub. VtlI, 1. Enero 1 Febrero i FECHA. -^ ~~~ -^ ~ - -^ ■ " ~- 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEÜIO ] 20.3 22.2 23.6 22.03 23.8 24.8 25.8 24.80 2 20.8 22.3 23.8 22.32 22.9 24.5 24.3 23.90 3 20.6 22.4 24.1 22.37 21.8 20,0 20.1 20.63 4 21.2 23.0 24.9 23.03: 17.6 18.6 20.2 18.80 5 21.8 23.8 25.3 23.63 18.4 20.0 22.6 20.33 6 22.3 22.5 23.6 22.80 19.5 19.5 20.2 19.73 7 20.2 21.9 24.0 22.031 19.1 20.1 21.4 20.20 8 21.1 22.9 25.3 23.10 19.3 20.3 22.3 20.63 9 23.0 22.3 22.8 22.70 19.4 20.8 23.2 21.13 10 20.1 20.5 21.2 20.601 1 21.2 22.5 24.3 22.67 11 19.5 20.9 22.3 20.901 22.0 23.8 25.9 23.90 12 20.0 21.4 22.4 21.271 23.6 25.2 27.0 25.27 13 20.3 21.5 22.7 21.501 24.5 24.8 26.0 25.10 14 20.5 22.0 24.0 22 17 2¿.6 23.5 25.0 23.70 15 21.8 23.3 25.6 23.57 22.4 23.7 25.8 23.97 ■ 16 23.1 24.8 26.8 24.90 23.8 22.4 22.8 23.00 17 24.7 26.2 27.9 26.27 i 20.4 21.6 23.9 21.97 18 25.6 27.1 28.8 27. 17 ¡120.4 21.4 22.4 21.40 19 24.2 23.4 24.0 23.87' 20.0 21.1 22.2 21.10 20 22.0 22.8 23.8 22.87; I 19.7 20.8 22.6 21.03 21 21.6 22.9 24.2 22.90: 20.2 20.6 21.4 20.73 22 22.0 23.6 25.8 23.80 19.7 20.5 22.0 20.73 23 24.2 25.4 27.4 25.67 20.5 21.4 21.9 21.27 24 25.6 24.8 25.0 25.13 19.4 19.9 21.0 20.10 25 24.0 24.5 25.8 24.77, 19.1 20.3 21.7 20.. 37 26 24.7 25.4 26.3 25.47 19.5 20.9 22.8 21.07 27 -¿4.6 25.2 26.9 25.57 20.3 21.7 22.5 21.50 28 25.0 26.0 28.0 26.33 20.4 21.4 22.2 21.33 29 26.3 27.2 27.1 26.87 20.8 21.9 22.8 21.83 30 25.4 24.2 25 3 24.97 31 24.1 24.7 25.3 24.70 1-10 21.14 22.38 23.86 22.46 20.30 21.11 22.44 21.28 11-20 2-2.17 23.34 24.83 23.45 21.94 22,83 24.36 23.04 21-31 24.32 24.90 26.10 25.11 19.99 20.96 22.03 20.99 Promedio. 22.60 23.58 25.08 23.72 20.77 21.66 22.98 21.80 — 312 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á i o cm. de profundidad) CÓRDOBA. 1884 Tab. VIII, 2. Ulai [•ZO 1 1 Ab ril FECHA 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 16.17 1 20.2 20.6 22.0 20.93 16.0 16.0 16.5 2 20.1 20.6 21.0 20.57 15.1 16.2 17.0 16.10 3 19.4 20.2 21.2 20.27 16.0 17.0 16.8 16.60 4 19.8 20.3 20.9 20.33 14.7 16.7 17.3 16.23 5 16.9 20.2 20.3 19.13 16.4 18.4 18.6 17.82 6 19.5 19.9 20.8 20.07 16.4 18.9 19.4 18.23 7 19.4 20.4 21.8 20.53 15.1 14.2 13.6 14.30 8 20.3 21.3 22.4 21.33 11.4 12.8 13.0 12.40 9 20.3 21.3 22.2 21.27 10.3 12.9 13.5 12.23 10 20.6 22.1 22.8 21.83 11.4 14.2 15.2 13.60 11 21.5 23.0 23.4 22.63 13.3 16.7 17.6 15.87 12 21.8 23.6 24.0 23.13 16.9 19.8 20.2 18.97 13 22.1 23.5 24.0 23.20 18 5 16.4 15.0 16.63 14 22.1 22.8 23.8 22.90 13.1 14.5 14.8 14.13 15 22.8 23.3 23.6 23.23 13.8 15.1 14.6 14.50 16 22.1 23.1 23.0 22.73 12.1 14.1 14.4 13.53" 17 21.7 23.4 23.8 22.97 13.8 15.4 15.8 15.00 18 19.6 18.3 18.2 18.70 15.4 15.4 15.2 15.33 19 17.5 17.6 17.6 17.57 14.6 16.4 15.8 15.60 20 17.4 19.5 20.7 19.20 13.4 15.1 15.4 14.63 21 19.9 21.0 21.4 20.77 , 12.8 15.0 15.4 14.40 22 20.5 21.9 22.5 21.63 13.9 16.2 16.6 15.57 23 21.6 22.4 23.0 22.33 16.3 17.5 17.2 17.00 24 22.0 23 0 21.5 22.17 16.1 18.6 18.8 17.83 25 20.6 22.6 23.0 22.07 16.5 19.2 20.1 18.60 26 21.7 23.4 23.5 22.87 17.8 18.3 17.8 17.97 27 21.7 22.1 20.5 21.43 17.6 19.3 20.1 19.00 28 17.4 18 2 18.2 17.93 18.8 18.0 16.8 17.87 29 17.5 18.4 18.2 18.03 15.7 15.9 15.7 15.77 30 16.3 18.1 18.7 17.70 14.7 15.4 14.8 14.97 31 16.7 16.8 16.6 16.70 1-10 19.65 20.69 21.54 20.63 14.28 15.72 16.09 15.37 11-20 20.86 21.81 22.21 21.63 14.49 15.89 15.88 15.42 21-31 19.63 20.72 20.65 20.33 16.02 17.34 17.33 16.90 Promedio 20.03 21.06 21.44 20.84 14.93 16.32 16.43 15.89 — 313 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 15 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tabla VIII, .3. FECHA .'^líi lyo Jiii lio ■ 7 a. 2p. 9 p. PROMEDIO 7 a. 2 p. 9p. PROMEDIO 1 11.7 13 2 13.6 12 83 11.4 13.3 13.8 12 83 2 12 8 14 2 14.0 J.i.67 12.6 14.5 14.4 1.5.83 3 11.6 13 7 14.2 13.17 12.6 14.1 13.4 13 47 4 11.7 13.8 14.4 i3.3o 10.2 12.8 13 0 12 O'i 5 12.1 12.7 12.3 12.37 9.5 12.3 12 8 11.53 6 10.9 11.1 10 5 10 83 9.7 12.8 13.5 12.00 7 7 8 9.8 10.0 9 20 10.9. 13 4 14.7 13 00 8 66 9.2 9 7 8.51) U.5 13.9 li 4 13.60 9 7.0 10.1 11.2 9.4i 9.4 11.2 11.0 10. 5i 10 9.6 12.2 12.0 11.27, 9.2 10.9 11.0 10.37 U 9.2 11.9 12.4 ll.;7 8.8 10.8 10.0 9.87 12 9.3 12 2 13.6 11.70 6.6 10.2 9.1 8.63 13 10.4 13.0 14 2 12.53 8.1 10.1 9 2 9 13 1-i 11.8 14.4 15 2 13.,^0 7.1 8.8 8.2 8.03 15 13.0 14.9 15.2 14.37 , 5.0 7.9 8,8. 7 23 16 13.2 13 2 13.5 12.97 6.7 9.3 9.4 8.47 17 11.2 12 5 12.4 12.03 6.2 8.8 8.2 7.73 18 11.4 12.5 11.9 11.93 5.0 7.8 8.0 7.10 19 8.8 10.9 11.5 10.40 5.7 8.6 9.1 7.80 20 9.7 11.3 11.1 10.70 5.7 8.3 8.6 7.53 21 8.0 9.8 10.0 9.27 7.4 7.8 6.7 7.. 30 22 7.6 10.5 11.2 9.77 3.0 6.0 5.7 4.90 23 8.4 11.2 12.2 10.60 3.8 6.4 5.2 5.13 24 9.0 11.9 12.3 11.07 24 5.4 5.6 4.47 25 9.5 12.0 12.8 11.43 24 5.8 6.2 4.80 26 10.7 13.1 13.0 12.27 2.7 6.3 6.8 5.27 27 10.6 13.2 13.5 12.43 3.2 6.4 7.3 5.63 28 12.7 13.4 13.6 13.23 6.2 7.8 8.2 7.40 29 13.5 14.8 14.6 14.30 6.1 8.3 8.2 7.53 30 13.4 14.4 13.3 13.70 5.0 8.2 9.1 7.43 31 10.0 11.8 12.4 11.40 1-10 10.18 12.00 12.19 11.46 11.00 12.95 13.00 12.32 11-20 10.80 12.68 13.00 12.16 6.49 9.06 8.91 8.15 21-31 10.31 12.37 12.63 11.77 4.22 6.84 6.90 5.99 Promedio. 10.43 12.35 12.61 11.79 7.24 9.62 9.60 8.82 T, VIH 24 — 314 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 15 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tab. VIII, 4. Jii lio Agosto FECHA — 7 a. 2p. 9p. PROMEDIft i 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 8.1 10.8 10.8 9.90 9.8 13.7 13.2 12.23 2 8.0 11.2 12.2 10.47 8.9 14.0 14.5 12.47 3 9.5 11.2 10.6 10.43 10.5 15.3 15.7 13 83 4 7.3 11.2 12.0 10.17 12.2 16.8 18.0 15.67 5 8.8 11.2 10.7 10.23 15.9 19.8 18.5 18.02 6 7.0 9.5 9.5 8.67 16.1 17.6 15.8 16.50 7 5.2 8.9 9.4 7.83 11.8 15.5 15.4 14.23 8 5.1 10.2 9.0 8.10 11.5 16.0 15.4 14.. 30 9 5.8 9.4 8.5 7.90 13.6 19.0 18.6 17.07 10 4.6 9.6 10.7 8.30 14.2 19.3 19.0 17.50 11 8.3 10.8 9.7 9.60 16.1 18.4 17.4 17.30 12 4.9 8.2 8.3 7.13 13.2 18.5 18.2 16.63 13 4.8 8.2 8.6 7.20 13.9 17.4 16.5 15.93 14 4.8 9.2 9.8 7.93 13.5 16.2 15.4 15.03 ' 15 7.4 10.4 11.0 9.60 14.1 15.8 15.2 15.03 16 8.4 11.2 11.5 10.37 14.4 17 4 16.9 16.23 17 10.5 12.5 11.8 11.60 15.4 16.0 15.2 15.53 18 7.9 11.7 12.6 10.73 13.5 14.7 13.0 13.73 19 11.0 14.5 14.6 13.37 11.6 12.0 11.6 11.73 20 10.3 13.6 13.8 12.57 9.2 12.6 11.3 11.03 21 9.4 10.9 9.4 9.90 9.0 12.4 12.5 11.30 22 5.2 9.1 9.3 7.87 11.4 14.5 13.6 13.17 23 5.7 10.7 12.1 9.50 11.9 15.9 16.3 14.70 24 8.7 13.4 14.0 12.03 12.7 13.7 13.3 13.23 25 10.3 14.2 14.0 12.83 9.8 14.4 13.5 12.57 26 10.4 13.3 13.4 12.37 10.3 14.4 14.2 12.97 27 11.1 13.5 12.6 12.40 12.4 16.9 16.8 15.37 28 8.5 11.2 10.1 9.93 15.8 19.4 19.2 18.13 29 7.6 10.7 9.8 9.37 16.8 20.4 19.8 19.00 30 5.6 9.5 9.9 8.. 33 17.3 21.6 20.9 19.93 31 7.5 12.2 13.0 10.90 18.2 21.6 19.2 19.67 1-10 6.94 10.32 10.34 9.20 12.45 16.70 16.41 15.18 11-20 7.83 11.03 11.17 10.01 13.49 15.90 15.07 14.82 21-31 8.18 11.70 11.60 10.49 13.24 16.84 16.30 15.46 Proincdid. 7.67 11.03 11.05 9.92 13.06 16.49 15.94 15.16 — 31 ü TEMPERATURAS DEL SUELO (Á lo cv. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 T;,h. ^ ^"III. r,. Selieiiil)re y Ocl ubre FECHA ' 1 — 1 '~~ ~~ -"^ ~~ — "■ — ^^^*^" — 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 15.9 1 19.2 17.7 j ' 17.60 14.0 15.9 17.1 15.67 2 13.7 18.6 17.7 16.67 14.8 15.6 16.1 15.50 3 15.6 19.8 18.3 17.90 15.1 15.7 16.1 15.63 4 15.9 18.2 117.1 17.07 13.8 16.1 17.4 15.77 5 ! 14.6 20.0 19.8 18.13 14 8 17.2 :8.4 16.80 6 16.8 18.7 18.3 17.93 16.7 18.0 18.6 17.77 7 15.7 19.1 18.1 17.63 16.2 17.6 18.7 17.. 50 8 14.0 17.7 17.2 16.30 15.9 17.8 18.9 17.53 9 14.2 15.2 14.2 14.53 16.5 18.4 19.5 18.13 lü 11.9 13.8 12.5 12.73 17.8 19.6 20.4 19.27 11 11.4 15.2 14.7 13.77 18.2 18.9 19.2 18.77 12 10.9 15.2 15.3 13.^0 17.1 18.8 20.3 18.73 13 11.3 15.6 15.4 14.10 18.4 18.4 18.2 18.33 14 12.3 16.8 16.8 15.. 30 15.7 16.8 17.3 16.60 15 14.2 17.2 15.7 15.70 16.4 17.9 18.6 17.63 16 13.3 16.7 15.1 15.03 17.1 17.8 19.2 18.03 17 12.2 16.6 16.1 14.97 16.7 17.6 18.1 17.47 18 13.1 17.7 17.8 16.20 15.8 16.8 17.2 16.60 19 15.4 19.4 19.4 18.07 16.2 17.0 17.6 16.93 20 16.8 20.2 21.0 19.33 16.0 18.0 18.7 17.. 57 21 18.9 224 21.2 20.83 17.0 18.4 18.0 17.80 22 18.6 19.3 17.8 ¡8.57 16.2 17.8 18.5 17.. 50 23 14.1 16.6 15.3 15.. 33 i 16.8 19.8 19.9 18.83 24 12.6 14.8 14.5 13.97! 17.4 17.4 15.8 16.87 25 11.7 15.2 15.2 14.03 14.0 15.2 16.3 15.17 26 11.8 14.8 15.1 13.90 14.6 16.2 17.0 15.93 27 12.9 14.8 15.8 14.50 14.8 15.9 16.2 15.63 28 14.1 16.0 17.3 15.80 14.8 15.8 17.0 15 87 29 14.5 15.4 16.1 15.. 33 15.1 16.8 18.0 16.63 30 13.2 15.1 16.1 14.80 15.8 17.9 19.7 17.80 31 17.5 19.3 209 19.23 1-10 14.83 18.03 17.09 16.65 15.56 17.19 18.12 16.96 11-20 13.09 17.06 16.73 15.63 16.76 17 80 18 41 17.67 21-31 14.24 16.44 16.44 15.71 15.82 17.32 17.94 17.02 Promedio. 14.05 17.18 ' 16.75 15.99 16.04 17.43 18.16 17.21 — 316 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 15 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tab. VIII, 6 FECHA ]\ovic ml>re Dicie iiibre """™~^ ' " 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 18.3 16.9 21.3 18.83 19.8 21.8 22.3 21.30 i 19.8 í¿0.5 19.8 20.03 20.8 22.2 22.8 21.93 3 17.7 18.8 19.8 18.77 21.3 21.6 22.0 21.63 4 19.2 20.7 21.6 20.50 20.7 22.1 23.0 21.93 5 20.3 20.8 20.2 20.43 21.4 22.9 22.2 22.17 6 19.3 20.4 21.3 20.. 33 20.1 20.4 2U.8 20.43 7 18.3 17.8 17.3 17.80 19.3 20.3 20.7 20.10 8 15.4 i6.7 17 6 16.57 19.7 20.3 21.4 20.47 9 15.9 17.4 17,9 17.07 18.3 18.8 19.4 18.83 10 15.3 17.4 17.6 16.77 17.8 19.4 20.2 19.13 11 15.9 17.3 18.2 17.13 18,3 20.0 20.8 19.70 12 16.3 18.2 18.4 17.63 19.3 20.1 20.4 19.93 13 17.8 17.8 17.5 17.70 18.0 20.0 20.9 19.63 14 17.6 18.5 18.5 18.20 19.1 20.5 21.8 20.47 15 18.8 20.1 19.9 19.60 20.4 21.8 22.4 21.53 IB :8 8 19.9 20.2 19.63 20.8 22.9 24.0 22.57 17 18.2 19.5 20.4 19.. 37 21.1 19.9 20.1 20.37 18 18.2 19.4 19.7 19.10 17.7 19.3 20.3 19.10 19 18.8 20.0 20.4 19.73 18.7 22 9 21.7 21.10 '20 19.0 20.6 21.3 ;0.30 20.0 21.8 22.8 21.53 21 19.1 20.1 20.8 20.00 21.4 22.5 22.6 22.17 22 19.6 19 8 20.2 19.87 19.6 20.8 22.0 20.80 23 19. U 19.0 18.3 18.77 18.8 19 2 20.1 19.37 24 17.1 18.4 18.5 18 00 18 0 19.6 20.9 19..n0 25 IH 9 17.8 18.2 17.63 19.5 21.5 21.7 20.90 2() l^S.l 17 4 18 3 17 27 19.9 19.6 20.3 19.93 ■21 16.6 18 6 19.4 18 20 19 2 20.8 22.6 20.87 28 n 9 19.5 20.4 ¡9.27 21.1 2.!. 4 25.0 23.17 29 19.3 20.7 20.8 20.27 23.7 23.6 23.5 2.5.60 30 i9.3 20.8 21.5 ¿0.53 22.1 23.8 25.1 23.67 31 23.3 24.5 25.7 24.50 1-10 17.95 18.74 19.44 18.71 19.92 20.98 21.48 30.79 11-20 17.94 19.13 19.45 18.84 19.34 20.92 21.52 20.59 21-31 18.09 19.21 19.64 18.98 20.60 21.75 22.68 21.68 l'l^illl'fllio. 17.99 19.03 19.51 18.84 i 19.97 21.24 21.92 21.04 317 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á .'36 cm. de profundidad) CÓRDOBA 1884 Tal). IX, 1. Enero Febrero FECHA -—— — — ^ — "-^ ■ ^^^ ~~~- 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMDIO ] 23.0 23.0 23.1 23.03 266 26.4 26.5 26.50 2 23.5 23.4 23.5 23.47 26.6 26.4 26.3 26.43 3 23.8 23.6 23.6 23.67 26.2 25.6 25.0 25.60 4 23.9 23.8 23.9 23.87 24.4 23.8 23.5 23.90 5 24.3 24.2 24.5 24.33 23.4 23.2 23.2 23.27 6 24.7 24.6 24.5 24.60 23.7 23.4 23.2 23.43 7 24.0 24.1 24.0 24.20 23.2 23.0 23.1 23.10 8 24.3 24.1 24.1 24.17 23.3 23.2 23.2 23.23 9 24.6 24.6 24.5 24.57 23.5 23.4 23.4 23.43 10 24.4 24 0 23.7 24.03 23.9 23.9 24.1 23.97 11 23.6 23.3 23.3 23.40 24.5 24.5 24.8 24.60 12 23.5 23.3 23.4 23.40 25.3 25.3 25.5 25.37 13 23.6 23.4 23.5 23.. 50 26.0 26.0 26.1 26.03 14 23.7 23 5 23.6 23.60 26.2 25.8 25.7 25.90 15 24.0 24.0 24.2 24.07 25.7 25.5 25.6 25.60 18 2L7 24.8 25.0 24.83 25.9 25.8 25.6 25.77 17 25. H 25.6 25.9 25.70 25.3 25.0 24.8 25.03 18 26.4 2tí.4 26.6 26.47 24.9 24.6 24.5 24.67 19 26.9 ¿6.6 ¿6.3 26.60^ 24.5 24.2 24.2 24.30 20 26. 0 25.6 25.4 25.67 1 24.2 23.9 23.8 23.97 21 25.4 25.0 24.9 25.10 24.1 23.9 23.8 23.93 22 25.0 24.9 25.0 24.97 23.8 23.6 23.5 23.63 23 25.5 25 5 25.8 25.60 23.6 23.6 23.6 23.60 24 26.3 26.4 ¿6.3 26.33 23.6 23.6 23.4 23.53 25 ¿6.2 ¿6.1 26.1 26.13 23.3 22.9 23.0 23.07 2B 26.3 26.3 26 3 26.30 23.4 23.1 23.1 23.20 27 •i6.5 26.4 26.7 26.53 23.0 23.4 23.6 23.33 28 2f^.8 26.7 26.8 26.77 23.8 23.6 23.6 23.67 29 27.1 27.2 27.3 27.20 23.8 23.7 23.8 23.77 30 27.1 27.2 26.9 27.07 31 23.8 26.8 26.6 26.73 1-10 24.10 23.91 23.94 23.99 24.48 24.23 24.15 24.29 11-20 24.80 24.65 24.72 24. 7 ¿ 25.25 25.06 25.06 25.12 21-31 26.27 26.23 26. ¿5 26.25 23. tO 23.49 23.49 23.53 Fi-dim'dio. 25.10 24.98 25.01 25.03 24.47 24.29 24.26 24.-34 318 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 36 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 T,ih. IX, 2. FECHA Marzo Ali .ril ' ' ~~~~"^ 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 23.9 23.7 24.0 23.87 21.3 21.1 20.9 21.10 2 24.2 23.9 23.8 23.97 20.7 20.3 20.3 20.43 3 23.9 23.6 23.6 23.70 20.2 20.2 20.3 20.23 4 23.7 23.6 23.6 23.63 20.2 20.0 20.0 20.07 5 23.6 23.5 23.4 23.50 20.2 20.2 20.4 20.27 6 23.4 23.4 23.2 23.33 20.7 20. S 20.7 20.67 7 23.3 23.2 23.4 23.. 30 20.9 20.5 20.0 20.47 8 23.5 23.6 23.6 23.. 57 19.4 18.9 18.5 18.93 9 23.90 23.8 23.9 23.87 18.2 17.8 17.6 17.87 10 24.1 24.0 24.1 24.07 17.7 175 17.5 17.57 11 24.4 24.4 24.5 24.43 17.9 17.9 18.2 18.00 12 24.7 24.7 24.8 24.73 18.9 19.2 19.7 19.27 13 25.1 25.0 25.2 25.10 20.4 20.5 20.2 20.37 14 25.4 25.3 25.2 25.30 19.7 19.2 18.9 19.27 15 25.3 25.3 25.4 25.33 18.8 18.6 18.6 18.67 Ifi 25.5 25.3 25.3 25.37 18.5 18.5 18.0 18. 33 17 25.3 25.2 25.2 25.23 18.0 18.0 18.2 18.07 18 25.2 24.8 24.2 24.73 18.4 18.5 18.5 18.47 19 23.6 23.2 22 9 23.23 18.5 18.5 18.6 18.53 20 22.5 22.3 22.4 22,40 18.6 18.4 18.3 18.43 21 22.8 22.9 23.1 22.93 18.4 18.3 18.1 18.27 22 23.4 23.4 23.6 23.47 18.3 18.2 18.3 18.27 23 23.9 24.0 24.2 2L03 18.6 18.7 18.9 18.73 24 24.4 24.4 24.5 24.43 19.2 19.4 19.4 19.. 33 25 24.3 21.2 24.3 24.27 19.8 19.8 19.9 19.83 2B 24.5 24.5 24.7 24.57 20.4 20.4 20.4 20.40 27 24.9 21.8 24.5 24.73 20.4 20.4 20.5 20.43 28 24.1 23.5 23.2 23.60 20.9 21.1 21.1 21.03 29 22.9 22.7 22.5 22.70 20.5 20.2 21). 0 20.23 30 22.3 22.0 21.9 22.07 19.7 19.5 19.3 19.50 31 21.9 21.7 21.6 21.73 1-10 23.75 23.63 23.66 23.68 19.95 19.71 19.62 19.76 11-20 24.70 21.55 24.51 24.-57 18.77 18.73 18.72 18.74 21-31 23.58 23.46 23.46 23.50 19.62 19.60 19.59 19.60 F riiíiipdin. 24.00 23.87 23.83 23.91 19.45 19.35 19.31 19.37 - 319 - TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 30 oí. de profundidad) CÓRnOBA 1884 Tabla IX, 3. FECHA _- \l£ ^y^^ __- — — «fu ilio _ ~ 7 a. 2p. 9 p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 19.1 18.6 18.2 18.63 15.7 15.7 15.7 15.70 2 18.1 17.9 17.9 17.97 16 0 16.0 16.1 16.03 3 17.8 17.6 17.5 17.63 16.4 164 16.4 16.40 4 17.6 17.3 17.3 17.40 16.4 16 0 15.9 16.10 5 17.4 17.2 17.1 17.23 16.0 15.7 15.5 15.73 fi 16.8 16.6 16.4 16.60 15.6 15.4 15.4 15.47 7 16.0 15.5 15.3 15.60, 15.6 15,5 15.5 15.53 8 15.1 14.6 14.4 14.70 15.0 15.2 15.3 15.17 9 14.4 14.1 14.0 14.17 16.1 15.6 15.4 15.70 10 14.3 14.6 14.5 14.47 15.2 15.0 14.9 15.03 11 14.8 14.7 14.7 14.73 14.8 14.6 14.5 14.63 12 15.0 14.8 14.8 14.87 14.3 13.9 13.7 13.97 13 15.3 15.2 15.3 15.27 13.6 13.4 13.4 13.47 14 15.7 15.7 15.9 15.77 13.4 13.2 13.2 13.27 15 16.3 16.3 16.5 16.. 37 13.0 12.6 12.4 12.67 16 16.7 16.7 16.6 16.67 12.6 12.5 12.5 12.53 17 16.4 16.2 16.1 16.23 i 12.7 12.5 12.4 12.53 18 16.1 15.9 15.8 15.93 12.4 12.1 12.0 12.17 19 15.7 15.4 15.2 15.43 12. L 11.9 11.9 11.97 20 15.2 15.0 15.0 15.07 12.2 12.0 11.9 12.03 21 14.9 14.6 14.4 14.63 12.0 12.0 11.9 11.97 22 14.3 14.0 14.0 14.10 11.7 11.2 11.0 11.30 23 14.2 14.1 14.1 14.13 ,10.8 10.6 10.6 10.67 24 14.4 14.3 14.3 14.33 10.6 10.2 10.1 10.30 25 14.6 14.5 14.6 11.57 10.2 9.9 . 9.8 9.97 26 ]4.9 14.9 15.0 14.93 9.9 9.7 9.7 9.77 27 15.3 15.1 15.1 15.17 10.0 9.8 9.8 9.87 28 15.5 15.6 15.7 15.60 10.1 10.2 10.4 10.23 29 15.9 15.9 16.1 15.97 10.6 10.6 10.7 10.63 30 16.4 16.3 16.4 16.37 10.9 10.7 10.8 10.80 31 16.3 16.0 15.7 16.00 1-10 16.66 16.40 16.26 16.44 15.80 15.65 15.61 15.69 11-20 15.72 15.59 15.59 15.63 13.11 12.87 12.79 12.92 21-31 15.15 15.03 15.04 15.07 10.68 10.49 10.48 10.55 Promedio. 15.82 15.65 15.61 15.69 13.20 13.00 12.96 13.05 — 320 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 36 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tabla IX, 4. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 ]2 13 14 15 IR 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 3L 1-10 11-20 21-31 Piompdio. «luliu 7 a. 11.2 11.9 12.6 V¿.9 13.1 13.1 12 6 12.2 11.9 11.8 11.9 12.3 11.7 11.5 11.6 12.2 12.7 13.3 13.5 14.4 14.3 13.8 13.0 13.1 13.9 14.5 14.7 14.7 14.1 13.5 13.1 12.33 12.51 13.88 12.94 2p. 9p. 11.2 11.4 11.9 12.1 12.7 12.8 12.6 12.7 13.0 13.0 12.8 12.6 12 2 12.1 11.9 11.8 11.7 11.7 11.5 11.5 12.0 12.1 11.9 11.8 11.5 11.3 11.2 11.3 11.6 11.7 12.3 12.3 12.8 13.0 13 3 13.2 13.6 13.9 14.3 14.3 14.3 14.1 13.2 13.0 12.7 12.7 13.1 13.2 13.8 14.1 14.4 14.5 14.6 14.6 14.4 14.2 13.7 13.6 ! 13.1 13.0 12.9 13.0 12.15 12.17 12.45 12.49 13.65 13.64 12.78 12.79 Agosto PROMEDIO 11.27 11.97 12 70 12.73 13.03 12 83 12.30 11.97 11.77 11.60 12.00 12.00 11.50 11.33 11.63 12.27 12.83 13.27 13.67 14.32 14.23 13.33 12.80 13.13 13.93 14.47 14.63 14.43 13. 8U 13.20 13.00 12.48 13.72 12.84 7 a. 13 6 14.1 14.6 15.3 16, 17, 17. 17, 16, 17, 18.3 18.5 18.2 17.0 16.7 16.6 16.8 16.6 15.9 15.0 14.3 1 4 2 14. 11. 15. 15.0 14.6 14.7 15.5 16.8 17.6 18.5 12.22 16.05 16.96 15.52 16.15 2p. 13.6 14.0 14.5 15.3 16.6 17.5 17.1 16.7 16.8 17.7 18.3 18.2 17.4 16.8 16.6 16.5 16.8 16.4 15.5 14.6 13 9 14.0 14.4 15.2 14.6 14.4 14.7 15.8 16.9 17.7 18.4 15.98 16.71 15.45 16.03 9p. 13.8 14 1 14.8 15.6 17.0 17.5 17 O 16.7 17.1 17.8 18.4 18.4 16.8 1H.2 16.6 16.6 16.8 16.3 15.3 14.4 13.9 14.3 14.6 15.2 14.5 14.4 14.9 16.2 17.3 18.0 18.6 16.14 16.58 15.63 16.10 PROMEDIO 13.67 i4 07 14.63 15.40 16.63 17 .50 17.17 16.80 16.90 17.80 18.33 18.37 17.47 16.60 16.63 16.57 16.80 16.43 15.57 14.67 14.03 14.13 14.47 15.50 14.70 14.47 14.77 15.83 17.00 17.77 18.50 16.06 16.75 15.53 16.13 — 321 - TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 30 ai. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tñb. IX. 'k FECHA Setio nibrc Oeti ihí'e ' ^"""^ ""^ ' 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 7 a. 2p. 9p. PRdMEDIu 1 18.6 18.2 18.2 18.33¡ 16.7 16.5 16.7 16.63 2 18.1 17.7 17.6 17.80 17.0 16.9 16.8 16. 9U 3 17.9 17.8 17.9 17,87 17.0 16.9 16.8 16.90 4 18.1 17.9 17.8 17.93 16.9 16.6 16.6 16.70 5 17.9 17.7 17.7 17.7/ 17.1 17.5 16.4 17.00 6 18.3 18.2 18.2 J8.23 16.9 16.9 17.1 16.97 7 18.3 18.1 18.1 18.17 17.4 17.2 17.3 17.30 8 18.2 17.7 17.8 17.90 17.6 17.3 17.4 17.43 9 17.8 17.4 17.2 17.47 17.7 17.5 17.7 17.63 10 16.9 16.5 16.3 16.57 18.1 18.0 18.2 18.10 11 16.0 15.6 15.7 15.77 18.8 18.6 18.6 18.67 12 15.5 15.7 15.7 15.63 18.6 18.3 18.3 18.40 13 15.9 15.7 15.8 15.80 18.7 18.6 18.5 18.60 U 16.0 15.9 16.0 15.97 IS.2 17.8 17.6 17.87 15 16.4 16.4 16.6 16.47 17.6 17.5 17.5 17.53 16 16.6 16.5 16.5 16.53 17.8 17.7 17.8 17.77 17 16.6 16.3 16.4 16.43 18.1 17.8 17.7 17.87 18 16.6 16.8 16.7 16.70 17.7 17.4 17.4 17.50 19 17.0 17.1 17.4 17.17 17.4 17.2 17.2 17.27 20 17.8 17.8 18.1 17.90 17.4 17.2 17.3 17.30 21 18.6 18.7 19.0 18.77 17.7 17.5 17.7 17.63 22 19.4 19.6 19.2 19.40 17.7 17.5 17.7 17.63 23 19.0 18.5 18.2 18.57 17.7 18.0 17.8 17.83 24 17.9 17.4 17.2 17.50 18.3 18.0 17.8 18.03 25 17.0 16.6 16.5 16.70 17.2 16.7 16.5 16.80 26 16.6 16.4 16.4 16.47 16.5 16.4 16.5 16.47 27 16.5 16.2 16.2 16.30 16.7 16.5 16.5 16.57 28 16.6 16.6 16.7 16.63 16.4 16.4 16.3 16.37 29 17.1 16.7 16.8 16.87 16.6 16.4 16.6 16.53 30 16.8 16.5 16.5 16.60 16.9 16.8 16.8 16.83 31 17.7 17.6 17.9 17.73 1-10 18.01 17.7-2 17.68 17.80 17.24 17.13 17.10 17.16 11-20 16.44 16.38 16.49 16.44 18.03 17.81 17.79 17.88 21-31 17.55 17.32 17.27 17.38 17.22 17.07 17.10 17.13 Promediu, 17.33 17.14 17.15 17.21 17.49 17.35 17.32 17.38 á.'. — 322 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 36 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tab. IX, 6 FECHA _____ — — I\ovi« inibre __ 1 Dicie lubre ■ — "■"" 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 18,5 18.4 18.5 18.47 20.3 20.1 20.4 20.27 -2 19.1 19.1 19.3 19.17 20.8 20.7 20.8 20.77 3 19.2 18.8 18.8 18.93 21.2 21.1 21.1 21.13 4 19.0 19.0 19.2 19.07 21.2 21.1 21.2 21.17 5 19.7 19.7 19.8 19.73 21.6 21.5 21.6 21.57 6 19.8 19.8 19.7 19.77 21.6 21.2 21.0 21.27 7 19.9 19.5 18.1 19.17 20.9 20.6 20.6 20.70 8 18.6 18.1 17.9 18.20 20.6 20.5 20.5 20.53 9 18.0 17.8 17.7 17.83 20.6 20.1 19.9 20.20 10 17.9 17.8 17.8 17.83 19.9 19.6 19.6 19.70 11 17.8 17.6 17.7 17.70 19.9 19.7 19.8 19.80 12 17.8 17.7 17.8 17.77 20.1 20.0 20.0 20.00 13 18.1 18.0 18.1 1^.07 20.1 19.8 19.9 19.93 14 18.2 18.2 18.3 18.23 20.2 20.1 20.2 20.17 15 18.6 18.7 18.9 18.73 20.7 20.6 20.8 20.70 16 19.2 19.1 19.3 19.20 21.1 21.1 21.5 21.23 17 19.4 19.1 19.6 19.37 22.0 21.7 21.2 21.63 18 19.8 19.2 19.2 19.40 20.7 20.3 20.2 20.40 19 19.3 19.2 19.3 19.27 120.3 20.1 20.4 20.27 20 19.5 19.5 19.7 19.57 20.5 20.6 20.9 20.67 21 19.9 19.7 19.7 19.77 21.3 21.4 21.5 21.40 22 20.0 19.9 19.8 19.90 21.5 21.1 21.3 21.30 23 19.9 19.8 19.5 19.73 21.1 20.7 20.5 20.77 24 19.3 19.5 18.9 19.23 50.5 20.1 20.2 20.27 25 18.9 18.6 18.6 18.70 20.5 20.4 20.6 20.50 26 18.6 18.3 18.5 18.47 21.0 20.9 20.6 20.83 27 18.4 18.3 18.7 18.47 20.6 20.5 20.7 20.60 28 18.8 18.7 18.9 18.80 21.3 21.3 21.7 21.43 29 19.1 19.3 19.6 19.33 22.5 22.6 22.6 22.57 30 19.9 19.8 20.0 19.90 22.6 22.4 22.7 22.57 31 23.1 23.0 23.2 23.10 1-10 18.97 18.80 18.68 18.82 20.87 20.65 20.67 20.73 11-20 18.77 18.63 18.79 18.73 20.56 20.40 20.49 20.48 21-31 19.28 19.19 19.22 19.23 21.45 21.31 21.42 21.39 P ronicdio. 19.01 18.87 18.90 18.93 20.98 20.80 20.88 20.89 - 323 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 66 cm. de profundidad) CÓRDOBA 1884 Tah. X. 1. FECHA -— ^' En< ero -_^ ^ — Febrero ~~~ 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO ] 20.6 20.6 20.7 20.63 23.9 23.8 23.8 23.83 2 20.8 20.9 20.9 20.87 23.8 23.8 23.8 23.80 3 21.0 21.0 21.1 21.03 23.7 23.7 23.6 23.67 4 21.2 21.2 21.2 21.20 23.3 23.1 22.8 23.07 5 21.3 21.4 21.4 21.37 22.5 22.4 22.3 22.40 6 21.5 21.6 21.6 21.57 22.1 22.1 22.0 22.07 7 21.7 21.7 21.6 21.67 22.0 21.9 21.9 21.93 8 21.6 21.6 21.6 21.60 21.9 21.8 21.8 21.83 9 21.6 21.7 21.7 21.67 21.8 21.8 21.8 21.80 10 21.7 21.8 21.7 21.73 21.8 21.9 22.0 21.90 11 21.6 21.5 21.4 21.50 22.0 22.2 22.2 22.13 12 21.3 21.3 21.2 21.27 22.3 22.4 22.6 22.43 ]3 21.2 21.2 21.2 21.20 22." 8 22.9 23.0 22.90 14 21.3 21.3 21.3 21.30 23.1 23.2 23.2 23.17 15 21.3 21.4 21.5 21.401 23.2 23.1 23.1 23.13 16 21.6 21.7 21.8 21.70 23.1 23.2 23.2 23.17 17 22.0 22.1 22.3 22.13 23.2 23.1 23.0 23.10 18 22.5 22.7 22.8 22.67 22.9 22.8 22.7 22.80 19 23.0 23.1 23.2 23.10 22.6 22.6 22.5 22.57 20 23.1 23.1 23.0 23.07 22.4 22.4 22.4 22.40 21 22.9 22.8 22.7 22.80 22.2 22.2 22.1 22.17 22 22.6 22.6 22.6 22.80 22.1 22.0 22.0 22.03 23 22.6 22.6 22.7 22.63; 21.8 21.8 21.8 21.80 24 22.8 23.0 23.1 22.97 21.8 21.7 21.7 21.73 25 23.2 23.2 23.2 23.20 21.6 21.5 21.4 21.50 26 23.2 23.3 23.3 23.27 21.4 21.4 21 4 21.40 27 23.3 23.1 23.4 23.37' 21.4 21.4 21.5 21.43 28 23.4 23.5 23.6 23.50 21.5 21.6 21.6 21.57 29 23.6 23 7 23.8 23.70: 21.6 21.6 21.6 21.60 30 23.9 24.0 24.0 23.97 31 24.0 21.0 23.9 23.97 1-10 21.30 21.35 21.35 21.33 22.68 22.63 22.58 22.63 11-20 21.89 21.94 21.97 21.93 22.76 22.79 22.79 22.78 21-31 23.23 23.28 23.30 23.27 21.71 21.69 21.68 21.69 Promedio. 22.17 22.23 22.24 22.21 22.41 22.39 22.37 22.39 — 324 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 66 cm. de profundidad) CORBOBA, 1884 Tal.. : ^, 2. FECHA l\Iarzo . yvbril ' 7 a. 2p. 9p. PRIiMEDH) 7 a. 2p. 9p. PRiiMEBIft 1 21.6 21.7 21.7 21.67 20 2 20.1 19.9 20.07 2 21.8 21.7 21.6 21.70 19.8 19.6 19.4 19.60 3 21.6 21.6 21.4 21.53 19.3 19.2 19.1 19.20 4 21.4 21.4 21.4 21.40 19.0 19.0 18.9 18.97 5 21.4 21.4 21.. "i 21.37 18.8 18.8 18.8 18.80 6 21.3 21.2 21.2 21.23 18 8 18.8 18.8 18.80 7 21.1 21.1 21.1 21.10 18.9 18.9 18.8 18.87 8 21.1 21.1 21.2 21.13 18.7 18.6 18.4 18.57 9 21.2 21.2 21.3 21.23 18.1 17.9 17.7 17.90 10 21.3 21.4 21.4 21.37 17.5 17.3 17.2 17.33 11 21.5 21.5 21.6 21.. 53 17.1 17.1 17.1 17.10 12 21.6 21.7 21.8 21.70 17.1 17.2 17.3 17.20 13 21.8 21.9 22.1 21.93 17.5 17.7 17.9 17.70 14 22.2 22.3 22.3 22.27 18.0 17.9 17.8 17.90 15 22.3 22.4 22.4 22.. 37 17.7 17.6 17.5 17.60 16 22.4 22.4 22.4 22.40 17.4 17.3 17.2 17.. 30 17 22.4 22.4 22.4 22.40 17.1 17.0 17.0 17.03 18 22.4 22.4 22.4 22.40 17.0 17.0 17.0 17.00 19 22.1 21.9 21.6 21.87 17.0 17.0 17.0 17.00 20 21.4 21.2 21.1 21.23 17.0 17.0 17.0 17.00 21 21.0 20.9 20.8 20.90 16.9 16.9 16.8 16.87 22 21.0 21.0 21.0 21.00 16.8 16.8 16.8 16.80 23 21.1 21.2 21.3 21.20 16.8 16.8 16.8 16.77 24 21.3 21.4 21.5 21.40 16.9 17.0 17.1 17.00 25 21.5 21.5 21.5 21.50 17.1 17.2 17.4 17.23 26 21.6 21.6 21.6 21.60 17.5 17.6 17.7 17.60 27 21.7 21.8 21.8 21.77 17.8 17.8 17.8 17.80 28 21.8 21.7 21.6 21.70 17.9 18.0 18.1 18.00 29 21.4 21.2 21.1 21.23 18.2 18.1 18.1 18.13 30 20.9 20.8 20.7 20.80 18.0 17.9 17.8 17.90 31 20.5 20.4 20.3 20.40 1 1-10 21.38 21.38 21.36 21.. 37 18.91 18.82 18.70 18.81 11 -¿0 22.01 22.01 '21 01 22.01 17.29 17.28 17.28 17.28 21-31 21.25 21.23 21.20 21.23 17.39 17.41 17.43 17.41 P runiedio. 21.54 21.53 21.51 21.53 17.86 17.81 17.80 17,83 — 325 - TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 66 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tabla X, 3. FECHA .11 ayo 1 Jimio ■^ I ' 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROSIEDIO 1 17 7 17.0 17.4 17.53 14.2 14.2 14.2 14.20 2 17.2 17.1 16.9 17.10 14.2 14.2 14.2 14.20 3 16.8 16.8 16.6 16.73 14.2 14.3 14.4 14.30 4 16.6 16.5 16.4 16.50 14.4 14.4 14.4 14.40 0 i6.3 16.3 16.2 16.27 14.4 14.3 14.3 14.33 6 16.1 16.0 15.9 16.00 14.2 14.2 14.1 14.17 7 15.7 15.6 15.4 15.57 14.1 14.0 14.0 14.03 8 15.2 15.0 14.8 15.00 14.0 14.1 14.1 14.07 9 14.5 14.4 14.2 14.37 14.2 14.2 14.2 14.20 10 14.1 14.0 14.0 14.03 14.1 14.0 13.9 14.00 n 14.0 14.0 14.0 14.00 13.7 13.6 13.6 13.63 12 14.0 14.0 14.0 14.00 13.4 13.4 13.2 13.37 13 14.0 14.0 14.1 14.03 13.0 13.0 12.9 12.97 U 14.1 14.2 14.2 14.17 12.8 12.7 12.6 12.70 15 14.3 14.4 14.5 14.40 ,12.5 12.4 12.3 12.40 Ifi 14.6 14.7 14.8 14.70 i'12.2 12.1 12.0 12.10 17 14.8 14.8 14.7 14.77 11.9 11.9 11.9 11.90 18 14.7 14.6 14.6 14.63. 11.8 11.7 11.7 11.73 19 14.0 14.4 1.4.4 14.431 11.6 11.5 11.4 11.50 20 14.2 14.2 14.1 14.17 11.4 11.4 11.4 11.40 21 14.0 13.9 13.8 13.90 11.3 11.3 11.2 11.27 2-2 13.7 13.6 13.5 13.60 11.2 11.1 11.1 11.13 23 13.4 13.3 13.3 13.33 i 10.8 10.7 10.6 10.70 21 13.3 13.3 13 2 13.27 10.4 10.3 10.2 10.30 25 13.3 13.3 13.4 13.33 10.1 10.0 9.9 10.00 2fi 13.4 13.4 13.4 13.40 9.8 9.8 9.7 9.77 27 13.5 13.6 13.6 13.57 9.6 9.6 9.6 9.60 28 13.6 13.7 13.8 13.70 9.6 9.5 9.5 9.53 29 13.8 13.9 14.0 13.90 9.6 9.6 9.7 9.63 30 14.1 14.1 14.2 14.13 9.7 9.8 9.8 9.77 31 14.3 14.3 14.3 11.30:; 1 1-10 16.02 15.92 15.78 15.91 14.20 14.19 14.18 14.19 ll-2í) 14.. 32 14 33 14.. 34 14.33 12.44 12.37 ¡12.30 12.37 21-31 13.67 13.67 13.68 13.67 10.21 10.17 ¡10.13 10.17 Promedio. 14.64 14.61 : 14.57 1 14.61 12.28 12.24 12.20 12.24 326 -- TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 66 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tabla X, 4. FECHA _-— ■ Ju lio Agí >sto [ 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. 1 PROMEDIO 1 9.8 9.9 9.9 9.87! 11.8 11.8 11.8 11.80 2 10,0 10.1 10.2 10.10 11.9 12.0 12.0 11.97 3 10.4 10.5 10.6 10.50 12.1 12.2 12.3 12.20 4 10.8 10.8 10.9 10.83! 12.4 12.6 12.7 12.57 5 11.0 11.0 11.1 11.03 12.8 13.0 13.3 13.03 6 11.2 11.2 11.2 11.20 13.6 13.8 13.9 13.77 7 11.2 11.1 11.0 11.10 [14.1 14.2 12.2 14.17 8 11.0 11.0 10.9 10.97 ^14.2 14.2 14.2 14.20 9 10.8 10.8 10.7 10.77 14.2 14.2 14.2 14.20 10 10.7 10.6 10.6 10.63 14.3 14.4 14.6 14.43 11 10.5 10.6 10.6 10.57 ,14.7 14.9 15.0 14.87 ]2 10.6 10.7 10.7 10.67! 15.1 15.2 16.5 15.60 13 10.6 10.6 10.5 10.57 17.1 17.4 17.0 17.17 14 10.4 10.4 10.4 10.40 16.7 16.6 16.5 16.60 15 10.3 10.3 10.3 10.30 j. 16.4 16.3 16.3 16.33 16 10.4 10.4 10.5 10.42i 16.2 16.1 16.1 16.13 17 10.6 10.7 10.8 10.70' 16.0 16.0 16.0 16.00 18 11.0 11.0 11.2 11.07 ¡16 0 16.0 15.9 15.97 19 11.2 11.3 11.4 11.30 15.8 15.7 15.6 15.70 20 11.5 11.7 11.8 11.67 15.5 15.3 15.2 15.33 21 11.9 11.9 12.0 11.93 1 i 15.0 14.8 14.7 14.83 22 12.0 12.0 11.9 11.97 14.6 14.5 14.4 14.50 23 11.7 11.6 11.6 11.63 14.4 14.4 14.4 14.40 24 11.5 11.5 11.5 11.50: 14.4 14.5 14.6 14.50 25 11.5 11.6 11.7 11.60¡il4.7 14.6 14.6 14.63 26 11.9 12.0 12.1 12.00 :14.5 14.5 14 5 14.50 27 12.1 12.2 12.3 12.20 14.4 14.4 14.5 14.43 28 12.4 12.4 12.4 12.40 14.6 14.7 14.8 14.70 29 12.3 12.3 12.2 12. .37 15.1 15.2 15.4 15.23 30 12.2 12.1 12.0 12.10 15.6 15.8 15.9 15.77 31 11.9 11.8 11.8 11.83 16.2 16.4 16.4 16.33 1-10 10.69 10.70 10.71 10.70 13.14 13.24 13.32 13.23 11-20 10.71 10.77 10.82 10.77 115.95 15.95 16.01 15.97 21-31 11.95 11.95 11.95 11.95 14.86 ) 14.89 14.93 14.89 Promedio. 11.14 11.16 11.19 11.16 14.66 14.70 14.76 14.71 — 327 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 66 cm. de profundidad) CÓRDOBA 1884 Tabla i X, j. FECHA Setie nibre -.., _^ Octubre "" ■ 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 1 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 16.7 16.8 16.8 16.77 16.1 16.1 16.0 16.07 2 16.8 16.8 16.9 16.83 16.0 16.1 16.2 16.10 3 16.8 16.8 16.8 16.80 16.2 16.2 16.2 16.20 4 16.8 16.8 16.8 16.80 16.1 16.1 16.1 16.10 5 16.9 16.9 16.8 16.87 16.1 16.2 16.2 16.17 6 16.9 16.9 17.0 16.93 16.3 16.4 16.5 16.40 7 17.0 17.0 17.0 17.00 16.6 16.7 16.8 16.70 8 17.1 17.1 17.1 17.10 16.8 16.9 17.0 16.90 9 17.0 17.0 16.9 16.97 17.0 17.0 17.1 17.03 10 16.8 16.5 16.5 16.60 17.1 17.2 17.3 17.20 11 16.3 16.2 16.1 16.20 17.4 17.5 17.6 17.50 12 16.0 15.8 15 8 15.87 17.7 17.7 17.7 17.70 13 15.7 15.7 15.6 15 67 17.8 17.8 17.8 17.80 14 156 15.6 15.6 15.60 17.8 17.8 17.8 17.80 15 15.7 15.7 15.8 1^.73; 17.6 17.6 17.4 17.53 16 15.8 15.8 15.8 15.80 17.4 17.5 17.5 17.47 17 15.8 15.8 15.8 15.80 17.5 17.6 17.6 17.57 18 15.8 15.8 15 8 15.80 '17.5 17.4 17.4 17.43 19 15.8 15.9 16.0 15.90 17.4 17.4 17.4 17.40 20 16.1 16.2 16.3 16.20 17.3 17.3 17.3 17.30 21 16.4 16.6 16.8 16.60 17.3 17.3 17.4 17.33 22 17.0 17.1 17.2 17.10 17.4 17.4 17.4 17.40 23 17.3 17.3 17.2 17.27 17.4 17.4 17.5 17.43 24 17.2 17.1 17.0 17.10 17.5 17.6 17.8 17.63 25 16.8 16.6 16.6 16.67 i 17.5 17.5 17.4 17.47 26 16.4 16.4 16.3 16.37 i 17.2 17.2 17.2 17.20 27 16.2 16.1 16.1 16.13 !l7.0 17.0 17.0 17.00 28 16.0 16.0 16.0 16.00 17.0 16.9 16.9 16.93 29 16.1 16.1 16.2 16.13 16.8 16.9 17.0 16.90 30 16.2 16.2 16.1 16.17 16.9 17.0 17.0 16.97 31 17.1 17.2 17.2 17.17 1-10 1S.88 16.86 16.86 16.87 16.43 16.49 16.54 16.49 11-20 15.86 15.85 15.86 15.86 17.54 17.56 17.55 17.55 21-31 16.56 16.55 16.55 16.55 17.19 17.22 17.25 17.22 P remedio. 16.44 16.42 16.42 16.43 17.06 17.09 17.12 17.09 ,„ — 328 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á GG cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tíib . X, 0. FECHA IVovic Miihre Dicie inbre " 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 7 a. 2p. 9p. PROMEDIO 1 17.5 17.6 17.7 17.60 19.4 19.4 19.4 19.40 2 17.8 18.0 18.1 17.97 19.6 19.6 19.8 19.67 3 18.2 18.3 18.3 18.27 19.9 20.0 20.1 20.00 4 18.3 18.3 18.3 18.30 20.2 20.2 20.2 20.20 0 18.4 18.5 , 18. e 18.50 20.4 20.4 20.4 20.40 6 18.7 18.8 18.9 ]8.80 20.6 20.6 20.6 20.60 7 18.9 19.0 19.0 18.97 20.5 ■¿OA 20.4 20.43 8 18.9 18.7 18.6 18.73 20.4 20.3 20.3 20.33 9 18.4 18.3 18.2 18.30 20.3 20.2 20.2 20.23 10 18.1 18.1 18.1 18.10 20.1 20.0 20.0 20.03 11 18.0 18.0 18.0 18.00 19.9 19.8 19.8 19.80 12 17.9 18.0 17.9 17.93 19.9 19.9 20.0 19.93 13 18.0 17.9 18.0 17.97 20.0 20.0 19.9 19.97 14 18.1 18.1 18.1 18.10 19.9 19.9 19.9 19.90 15 18.2 18.2 18.2 18.20 20.0 20.1 20.4 20.17 16 18.4 18.5 18.6 18.50 20.2 20.4 20.4 20.33 ■ 17 18.7 18.7 18.7 18.70 20.6 20.8 20.8 20.73 18 18.8 18.8 18.8 18.80 20.8 20.7 20.6 20.70 19 18.9 18.9 18.9 18.90 20.4 20.4 20.4 20.40 20 18.9 19.0 19.1 19.00 20.3 20.3 20.3 20.30 21 19.1 19.2 19.2 19.17 20.6 20.6 20.6 20.60 22 19.3 19.3 19.4 19.33 20.8 20.8 20.8 20.80 23 19.4 19.4 19.4 19.40 20.8 20.8 20.8 20.80 24 19.4 19.3 19.2 19.30 20.7 20.6 20.6 20.63 25 19.1 19.0 18.9 19.00 20.4 20.4 20.4 20.10 2(? 18.9 18.8 18.7 18.80 20.5 20.6 20.6 20.57 27 18.6 18.6 18.6 18.60 20.6 20.5 20.5 20.53 28 18.6 18.6 18.6 18 60 20.5 20.6 20.6 20.57 29 18.7 18.8 18.8 18.77 20.9 21.1 21.2 21.07 30 19.1 19.2 19.2 19.17 21.4 21.4 21.4 21.40 31 21.6 21.6 21.9 21.63 1-10 18.32 18.36 18.38 18.35 20.14 20.11 20.14 20.13 11-20 18.39 18.41 18.42 18.41 20.20 20.23 20.25 20.23 21-31 19.02 19.02 19.00 19.01 20.80 20.82 20.84 20.82 Promcdiu. 18.58 18.60 18.60 18.59 20.39 20.40 20.42 20.40 1 — 329 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 96 cm. de profundidad) CÓRDOBA 1884 Tabla XI, i. ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO FECHA 2p. 2p. 2p. 2-p. 2p. 2p. 1 20.3 22.9 21.4 so.o 4I^.O 14.8 2 20.4 93.0 21.5 20.3 17.8 14.8 3 20.5 22.9 21.5 20.0 17.6 14.8 4 20.6 22.9 21.5 19.8 17.4 14.9 5 20.6 22.6 21.4 19.6 17.2 44.» 6 20.7 22.3 21.3 19.4 17.0 14.9 7 20.8 22.2 21.2 19.4 16.9 14.8 8 21.0 22.0 21.1 19.3 16.5 14.8 9 21.0 21.9 21.1 • 19.1 16.2 14.8 10 21.0 21.9 21.2 18.7 15.8 14.8 11 21.1 21.8 21.2 18.4 15.6 14.6 12 21.0 21.9 21.3 18.2 15.4 14.5 13 20.9 22.1 21.4 18.2 15.3 14.3 14 20.9 22.3 21.6 18.3 15.2 14.1 15 20.8 22.4 21.7 18.2 15.2 13.9 16 21.0 22.5 21.8 18.1 15.3 13.6 17 21.2 22.5 21.9 17.9 15.4 13.4 18 21.4 22.5 iñ.9 17.8 15.4 13.3 19 21.6 22.4 21.9 17.7 15.3 13.1 20 21.9 22.2 21.6 17.6 15.2 12.9 21 21.9 22.1 21.3 17.6 15.1 12.8 22 21.9 22.0 21.1 17.5 14.9 12.7 Í3 22.0 21.9 21.1 17.5 14.7 12.5 24 22.0 21.8 21.1 «9.4 14.6 12.3 25 22.2 21.6 21.2 17.5 14.5 12.1 20 22.3 21.5 21.2 17.6 94.4 11.8 27 22.4 21.5 21.3 17.8 44.4 11.6 28 22.5 21.5 21.4 17.9 14.5 11.5 29 22.6 91.4 21.3 18.0 14.5 41.3 30 22.8 21.1 18.0 14.6 41.3 31 22.9 3«.» 14.8 1-10 20.69 22.46 21.. 32 19.62 17.04 14.83 11-20 21.18 22.26 21.63 18.04 15.33 13.77 21-31 22.32 21.70 21.17 17.68 14.64 11.99 Promedio. 21.43 22.16 21.37 18.45 15.64 13.53 26 — 330 — TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 96 cm. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tab. XI, Jfl.IO AGOSTO SETIEMBRE OCTUBRE NOVIEMBRE DICIE.MBRE FECHA 2p. 2p. 2p. 2p. 2p. 2p. 1 11.3 1«.5 15.« 1G.3 13.3 is.* 2 11.4 12 5 16.0 16.2 17.4 19.0 3 11.4 12.6 16.2 16.2 17.6 19.2 4 11.6 12.7 16.3 16.2 17.8 19.4 5 11.8 12.9 16.3 16.2 17.9 19.6 6 11.9 13.2 16.4 16.2 18.0 19.8 7 11.9 13.5 16.5 16.3 18.2 19.8 8 12.0 13.8 16.6 16.5 18.4 19.8 9 11.9 13.9 16.6 16.6 18.3 19.8 10 11.8 14.1 16.5 16.7 18.2 19.8 11 11.8 14.3 16.4 16.8 18.1 19.7 12 11.7 14.5 16.4 17.0 18.0 19.7 13 11.7 13.3 16.1 17.1 18.0 19.6 14 11.6 16.6 15.9 17.2 18.1 19.6 15 11.6 16.3 15.8 17.2 18.1 19.7 16 11.6 16.0 15.» 17.2 18.2 19.8 17 11.6 15.9 15.8 17.2 18.3 19.9 18 11.7 15.9 15.9 17.2 18.4 20.1 19 11.8 15.8 15.9 17.2 18.5 20.0 20 12.0 15.6 16.0 17.2 18.6 20.0 21 12.2 15.4 16.1 17.2 18.7 20.0 22 12.3 15.2 16.3 17.2 18.8 20.1 23 12.3 14.9 16.5 17.2 is.o 20.2 24 12.2 14.8 1G.9 17.3 18.0 20.2 25 12.2 14.8 1« 7 13.5 18.8 20.2 26 12.3 14.8 16.5 17.3 18.8 20.2 27 12.5 14.8 16.4 17.2 18.8 20.2 28 12.6 14.8 16.3 17.2 1S.6 20.2 29 flS.9 14.9 16.2 17.1 18.7 20.3 30 12.a 15.2 16.2 17.2 18.8 20.4 31 12.6 15.5 17.2 20.0 1-10 11.70 13.17 16.32 16.33 17.91 19.50 11-20 11.71 15.82 16.00 17.13 18.23 19.81 21-31 12.42 15.01 16.39 17.24 18.78 20.24 Promedio. 11.96 14.68 16.24 16.97 18.31 19.86 331 -' TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 126 oí. de profundidad) CÓRDOBA, 1884 Tabla XII, i. ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO FECHA 2p. 2p. 2p. 2p. 2p. 2p. 1 30.0 22.2 21.3 90.3 i^.t 15.3 2 20.1 22.2 21.3 20.6 18.1 15.4 3 20.1 99.3 21.3 20.4 18.0 15.4 4 20.1 22.2 21.3 20.2 17.9 15 4 5 20.2 22.2 21.2 20.0 17.7 15.1 6 20.3 22.1 21.2 19.9 17.6 15.4 7 20.3 22.0 21.2 19.8 17.5 15.4 8 20.4 21.9 21.1 19.7 17.4 15.3 9 20.4 21.8 21.0 19.6 17.1 15.3 10 20.5 21.7 21.0 19.4 16.9 15.3 11 20.5 21.7 21.0 19.1 16.7 15.3 ]2 20.6 21.7 21.0 18.9 16.5 15.2 13 20.5 21.7 21.1 ^ 18.7 16.3 15.1 14 20.5 21.8 21.1 18.7 16.1 14.9 15 20.5 21.9 21.2 18.6 16.1 14.8 Ifi 20.5 22.0 21 !3 18 6 16.1 14.7 17 20.6 22.0 21.4 18.5 16.0 14.5 18 20.7 22.0 21.4 18.4 16.0 14.3 19 20.8 22.0 91.5 18.3 16.0 14.2 20 21.0 22.0 21.4 18.2 16.0 14.1 21 21.2 21.9 21.3 18.1 15.8 13.9 22 2L3 21.8 21.2 18.0 15.8 13.8 23 21.4 21.7 21.0 18.0 15.7 13.7 24 21.4 21.7 21.0 17.9 15.5 13.5 25 21.5 21.6 21.0 13 « 15.4 13.4 26 21.6 21.5 21.0 17.9 15.3 13.2 27 21.6 21.4 21.0 17.9 15.2 13.0 28 21.7 21.4 21.0 18.0 15.2 12.9 29 21.8 31.3 2:.l 18.0 15.2 12.7 30 22.0 21.0 18.1 15.2 19.G 31 32.1 90.0 15.9 1-10 20.24 22.06 21.19 20.03 17.63 15.36 11-20 20.62 21.88 21.24 18.60 16.18 14.71 21-31 21.60 21.59 21.05 17.97 15.41 13.27 Promedio. 20.85 21.85 21.15 18.87 16.37 14.45 — 332 TEMPERATURAS DEL SUELO (Á 126 oí. de profundidad) CÓRDOBA 1884 Tub. XII, 2. JULIO AGOSTO SETIEMBRE OCTUBRE I NOVIEMBRE DICIEMBRE FECHA 2p. 2p. 2p. 2p. 2p. 2p. ] 12.5 13.0 15.3 16.2 17.0 184 2 12.4 13.0 15.5 13.2 17.1 18.6 3 12.4 13.0 15.6 16.2 17.2 18.8 4 12.5 13.1 15.8 16.2 17.3 18.8 5 12.5 13.2 15.9 16.2 17.4 18.9 6 12.6 13.3 16.0 16.2 17.5 19.1 7 12.7 13.5 16.0 16.2 17.6 19.2 8 12.7 13.6 16.1 16.2 17.8 19.2 9 12.7 13.8 16.1 16.3 17.8 19.2 10 ]2.7 14.0 16.2 16.4 17.8 19.2 11 12.6 14.1 16.2 16.5 17.8 19.3 12 12.6 14.2 16.2 16.5 17.8 19.3 13 12.6 16.0 16.1 16.7 17.8 19.3 14 12.5 16.0 16.0 16.8 17.8 19.3 15 12.5 15.9 16.0 16. « 17.8 19.3 16 12.4 15.8 15.9 16.8 17.9 19.4 17 12.4 15.8 15.9 16.8 18.0 19.4 18 12.4 15.7 15.9 16.9 18.0 19.5 19 12.4 15.7 15.9 16.9 18.1 19.6 20 12.5 15.6 15.9 16.9 18.2 19.6 21 12.6 15.5 15.9 16.9 18.2 19.6 22 12.7 15.4 16.0 16.9 18.3 19.7 23 12.8 15.3 16.2 17.0 18.4 19.8 24 12.8 15 1 16.2 17.0 18.5 19.8 25 12.8 15.0 16.3 17.0 18.6 19.8 26 12.8 15.0 163 17.0 18.6 19.8 27 12.9 15.0 16.3 17.1 18.5 19.8 28 12.9 14.9 16.2 17.0 18.4 19.8 29 13.0 15.0 16.2 17.0 18.5 19.9 30 13.0 15.0 16.2 17.1 18.4 19.9 31 13.1 15.2 17.0 20.0 1-10 12.57 13.35 15.85 16.23 17.45 18.94 11-20 12.49 15.48 16.00 16.76 17.92 19.40 21-31 12.85 15.13 16.18 17.01 18.44 19.81 l'roiiifdio. 12.65 14.67 16.01 16.68 17.94 19.40 — 333 — IRRADIACIÓN SOLAR (máxima) CÓRDOBA, 1884 Tab. XIII, 1. FECHA a ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUMO 1 58.0 59.5 53.2 22.8 47.1 41.8 2 52.1 61.5 54.2 36.8 42.4 42.4 3 53.1 56.3 53.4 42.1 44.7 41.5 4 55.1 .50.4 .58.7 49.9 45.4 44.1 5 55.5 56.1 36.2 57.2 39.4 46.0 6 54.6 55.0 51.5 57.7 26.1 45.4 7 54.5 52.8 53.5 44.8 40.4 41.5 8 55.2 53.3 55.4 42.7 41.7 25.4 9 54.5 55.8 58.0 47.5 45.7 38.4 10 52.3 56.4 58.0 50.1 48.8 43.6 11 54.8 62.5 59.2 52.2 47.7 40.5 12 57.0 60.8 622 .54.4 53.1 .38.1 13 57.5 55.0 58.7 29.7 48.5 36.5 U 58.1 58.5 52.3 44.4 47.7 .33.2 15 61.6 59.9 55.6 47.7 43.9 .37.7 16 61.5 50.3 58.1 46.3 17.8 .38.2 17 63.2 55.1 59.3 45.2 40.6 37.5 18 65.1 56.0 29.2 24.9 38.0 .39.6 19 51.2 55 . 3 33.7 48.8 40.7 39.7 20 53.3 56.0 .55.0 48.8 40.1 32.4 21 .55.2 45.0 56.1 50.0 37.3 25.8 22 60.2 57.1 57.5 48.6 42.6 .35.9 23 63.1 58.1 ,55.4 49.2 46.2 34.2 24 49.3 .50.7 60.2 52.7 44.4 37.0 25 55.0 55 . 5 54.8 53.3 44.. 0 37.9 26 62.5 57.8 57,5 43.3 46.8 40.0 27 57.7 58.7 56.7 50.8 45.3 38.4 28 59.1 57.7 49.0 32.8 18.4 27.4 29 63.9 54.8 48.7 30.1 41.3 .34.9 30 55.6 52.2 31.4 41.2 33.8 31 59.6 23.6 42.7 ]-10 54.49 55.71 53.21 45.16 42.17 41.01 11-20 58.33 56.94 52.. 33 44.24 41.81 .37.-34 21-31 58.29 55.04 51.97 44.22 40.93 34.53 Promedio. 57.08 55.87 52.49 44.54 41.61 37.63 — 334 IRRADIACIÓN SOLAR CÓRDOBA, 1884 Tabla XIII, JULIO SETIEMBRE OCTUBRE NOVIEMBRE DICIEMBRE FECHA AGOSTO (Mu'xima) 2p. 2p. 2p. 2p. 1 39.2 42.8 48.0 51.8 58.5 2 425 39 5 34.5 38.2 54.3 3 39.0 39.2 29.5 47.9 .32.0 4 42.2 35.6 51.1 43.3 45.8 5 34.0 45.7 50.3 27.0 25.3 6 34.5 35.1 42.1 .31.6 40.3 7 38.2 37.8 50.7 43.5 50.2 8 36.5 — 52.8 48.9 44.6 9 35.3 26.8 53.0 50.8 48.5 10 40.8 14.9 55.3 45.8 55.2 11 .36.5 42.4 50.6 51.1 57.0 12 38.5 47.5 51.0 23.5 30.8 13 46.1 47.8 30.6 56.2 14 47.2 27.0 38.7 57.0 15 22.6 45.8 2Ó.8 54.6 16 41.0 44.1 54.0 47.8 17 42.3 50.5 51.2 50.3 18 42.5 49.0 40.2 53.6 19 43.2 52.6 40.0 57.0 20 44.4 55.1 47.4 59.7 21 53 3 47.3 48.2 58.1 22 46.4 52.8 33.7 56.2 23 43.2 58.5 26.7 55 . 3 24 32.8 .37.0 47.4 56.7 25 45 8 49.8 51.8 56.1 2B 45.4 44.3 54.5 49.5 27 47.2 23.5 56.3 56 2 28 48.7 49.0 53.8 58.2 29 40.1 47.0 25.6 29.4 3') 49.9 56.2 36.8 57.7 31 53.3 56.6 1-10 38.22 35.27 46.73 42.88 45.47 11 -¿0 — 42.22 47.35 40.25 52.40 21-31 — 45.28 47.15 43.48 53.63 PruDoetlio. (38.10) 39.75 47.08 42.20 50.60 — 335 — CO a 0 ^ '^ o < 1— ( o ,1 -a- !-^ > Cí K w IX ?^ es < o o; c/: D -< n h-: W Q o ^ (=5 tí . O co u c> ^ II H CZ2 '— ^ * •" ^1h o r -< o co I II a O + TEMPERATURA DEL AIRE < G Cb CO 'í CO ci X '^í í^7 O -^? ^ -^i Oí" 07 " ¿ 1 O -r- O -r* i.-f s* -f O 1- 1" C. O 1 y. — £^ X O O t^ i-'j ^ O i.O O C5 r- O co o? o -^i c? o -^ o — co o ">■> r-i T-, C^J r-n-1 CT co C^"? 7? C>? í^' x" d I W O ri -T^l 1.':. 1— 1 co lO o C^"* o C-í o co 0>í^--— XCOVD— '-"COC—* n " co co C'í 07 c>? ce co co . 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Diciembre., o — 336 — O o ffí o ce o [^ ce pq O co a ^. w ¡^ o; GO 00 o < H W < P 02 O « *t O c: O TC -^ ce o 00 CO Xi l^ GT) -— I o o -^ « -:< -^ Cl — ' -H -H l-H C5 oo; 00 o i> a 05 i>iOOCOCJCiOOiOOiOC3 OlOCO "rf *1< Cí ¡> ci r^ co rH C>> 1— I CO 00 -t< c^ r>-> I o co co co '^> co o M ü < tí o > 1=1 (N COOOt-í^CjOCOOOOtjí C5 OTO r- 1 C{ 1-^ -^ rt lOCO-H O ^ coco Oleo CQ CO irD C7 0 -fi o CO oí o-f CÓ CO lO o o ¡> '^ -í< o? o p r — f< «r. >-• o W CO CO C. o QO 1.0 Cl 0> T— 1 — ' r-l -fi 01 1 o o -o o o ce C7 ¡> 05 ca 0-) :o o O' c>-> o í> ' CO C>? 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T-l r-1 co 1 1 I 1 1^1^ Ci > Truenos Relánip. lOO 00 1 \ oí- \ 1 07 LO -K lO r- 1 o ja co 1 ^ 1 1 1 1 1 1 1 1 1^^ 1 07 <4 OO'-H-fí^rH'ríOrH T— 1 CO C !> 00 1— 1 rH z o t— < O w es eu s ^ i> í> -o lÓ o 'o ■Tj^ C-í o r-l ci o co o Oí co co CO I • -^ OT o ^ o r-1 o r-i r—¡ Oi {> o ^ o? 03 UO có ^' 07 r-i o <¿ o ii CtCOi-iCOC-<*00 r-' 1-" ci o> o ¡> o o c: 00 coco -^ lO 07 C5 cóoo O T-. --fOCí^ o IRRADIACIÓN SOLAR ^ X ) ^ ri irt! CT i> T-i o ló ^í 07 r-' co --¿ 1 1 o o o o i.-D -^ . co i-o co ¡> 5* coco cocí <^ Oír: o i.o 1 a rt 00 r- ci -t< --■ co J o 00 '-¡^ lO o co 1 1 ■g !> 1^ CT -^ "-^ i> ^ lO lO lO -^ ^ CO . ocooo p^r-C0 07CO oq ¿ i> ^i O ^ CO -f -^ 1 o 1 TEMPERATURAS DEL SUELO A 126 CENT. Pro ni. OOOOi— lOCX^OCO i-i 00 -t< o o co c-.' -r T— I o -H _ 00 o -t< C^í -* Oí 07 C9 >— 1 — 1 I— 1 ^H T-H COOC- C5 A 96 CENT. Proni. CO '--C £^ lO -^ co 'tO GO ^ rt CO Tfi O irj CJ CO -t r~ -— 1 'O 07 c: co 00 lO irj • T— ( r-i O"? — ' X lO co rH -t 07 C--7 07 --^ -^ ^ i-i T-l COCOGO Cl T— 1 "—1 t— 1 *— ( A 66 CENT. Proiii. 1— C:COCO— -HO— 1 CT CO ir; co o 07 t-i o coo c-.o ■^ o o r:< CO '^"> ^"> i-< r — ^ ^7 ,.H -« 0"> 07 o? — -^ T-l 1— 1 T— 1 CO^-OCO C / • 5 e- co -^ -^ r^ Ci iC' -i< co o co c; co o o co r-l T-( ce co es 07 co — . 00 co oó 1-H lO -í< co o lO co 0"> *o O"' 07 o? rH t— 1 rH r-( T— 1 í>r-xo r- • 1— 1 r-l 07 3 1 £1® — 1 O CO — 1 r^ CO O O o 07 00 co o o i.^ tH lO -í CO O 1^ 07 07 CO 07 07 o? — — ' r-i ^ r-l lO 07 o 00 1-iCOCJQO t^ r-^QOo CO co oó T— 1 GO g; (^ ic i'.o o 00 co O 07 CO CO O O i.-^ O -i^ -i-cÓ C^10CÓ07C0 r\t ■^•^ '^t r^ r-^ r-, r-l •—! ^ 1^ t^ o riCOGOOO í>!> G0C5 ^ rt r-l 07 00 co 00 T— 1 c: f^ o o oío -f o ^ -* o -^ 00 Oí CJ T-i coc: — lOO COtJíOCÍ co 00 00 1—1 1*1 -f -rr' ci ir: co 07 o 0-) OJ 'M r- ^ ^ r^ ^ T-i --(,-( 07 W Enero Febrero. . . . Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Setiembre.. Octubre.. . . Noviembre. Diciembre.. o le: - 339 — OBSERVACIONES PRESIÓN ATMOSFÉRICA Las observaciones se han hecho, como el año pasado, con el barómetro normal Fuess n° 133, qne necesitaba una cor- rección negativa de 0.45 comparado con el barómetro nor- mal de la Oliciiia 3Ieteorológica Argentina. Hoy me hallo en condiciones de dar las constantes del instrumento relativas al barómetro normal del Instituto Meteorológico de Prusia en Berlin. El distinguido director de ese instituto, señor Dr. G. Hellmann ha tenido la amabilidad de hacer comparar allí un barómetro normal, Fuess n° 217, que he recibido posterior- mente y que he podido comparar con Fuess n° 133, Según las comunicaciones del Dr. Hellmann, por las cua- les le doy aquí mis mas sinceras gracias, se comparó Fuess n" 217 en los dias Abril 22 á Mayo 9 de 1881, á alturas que oscilaban entre 746 y 765"'"^ con el barómetro normal del Instituto, resultando una corrección de — 0.078""". Por mi parle he observado los dos barómetros Fuess n" 217 y 133 desde el 29 de Agosto al 7 de Octubre, y durante el mes de Diciembre de 1884 ¿alturas que variaban de 717 á 730""", resultando un exceso de 0.121""™ á íavor del n° 217. Así tenemos los siguientes resultados : Bar. Norm. last. Mel. Berlin — Fuess 217— —0.078"°" Fuess 217— Fness 133 = + 0.121 » Barom. Berlio — Fuess 133 =^ + 0.043°"" La corrección positiva de 0.04""" debe aplicarse tanto á mis observaciones correspondientes al año 1883 como á las que publico en este trabajo. — 340 — Según esto, parece que el barómetro normal de la Oficina Meteorológica Argentina requiere una corrección aditiva de 0.493'""\ Se ha observado en el año 1884, una presión baromé- trica media de 727.01, con los extremos 741.53 y 712.54. La presión media que observé en el año 1883 era de 728.05, pero los extremos no se alejaban tanto de la presión media. TEMPERATUHAS Durante el año no ha habido cambio alguno en los ins- trumentos ni en su colocación. La temperatura inedia del año 1884 ha resultado igual á 16^83, tomando el promedio de las 3 observaciones dia- rias, ó calculando por la combinación 1/4 (VTI+114-2 IX) igual ál6°30, contra 16°84 ó 16^39 del año 1883. La tempera- tura media calculada de las indicaciones del termometró- grafo ha sido de 16^51 (en 1883 de 17.02). Los promedios mensuales presentan una oscilación de 16^^83, mientras que el año 1883 la daba igual á 13"80 so- lamente. La oscilación absoluta — diferencia entre la tem- peratura mas alta (39°6) y la mas baja ( — 7.4) — ha sido de 47°0, inferior á la del año 1883 en O'^S. La oscilación periódica diurna, diferencia entre las tem- peraturas de 2p. m. y 7 a. m., ha sido en general de 1 1°42 con un máximun de 15°48 correspondiente á Julio, y el mínimun de 7°22 en Noviembre. La diferencia de las máximas y mínimas mensuales medias — la oscilación aperiódica diurna — ha sido de 15°80, pero en Julio fué de 17°93, y de 1 1° 46 en Abril. En 3Liyo hubo una diferencia de 34°0 entre las tempe- raturas extremas observadas, en iS'oviembre alcanzó solo á 24^0. Un solo promedio diurno ha pasado de 30° (16 de Enero), — 341 — y promedios iguales ó inferiores á 5° se han observado en Alayo (dos \eces). Junio [6 veces) y Julio (1 vez). Están anotadas observaciones superiores á 35^ en las siguientes fechas : A las 2 p. m. Termóm. máxima. Enero.. 15, 16, 17, 18, 23, 14-18, 23, 29 Febrero 11, 12, 11, 12. 7 veces. 9 veces. La primera heLida se hizo sentir el 7 de Mayo, la última el 12 de Setiembre, mediando entre una y otra un inter- valo de 129 dias (en 1883, fueron en 19 de Abril y 21 de Setiembre, con un intervalo de 155 dias). Se han observado temperaturas iguales ó inferiores á O" en : A 7 a. m. 9 p. ai. Termóm. de míiiiuia. Mayo 7 veces —veces 7 veces Junio 12 » 4 :> 15 » Julio 9 » 1 12 » Setiembre — -' — -' 1 -^ 28 veces 5 veces 35 veces HUMEDAD ABSOLLTA Las cifras apuntadas son el resultado de las observaciones del mismo psicrómetro que sirvió en el año 1883. En el cál- culo de la humedad se ha tomado en cuenta la presión atmos- férica del momento de la observación. La fuerza elástica del vapor media anual ha sido de g.SS"^™ contra d.Z"""" del año 1883. El máximuu de los promedios mensuales no ha tenido lugar durante el verano, sino en el mes de Marzo, época anor- mal respecto á presión atmosférica y precipitaciones ; el nünimun de 4.75 corresponde á Julio. Pasando á las observaciones aisladas, encontramos el — 342 — máximun (21.1"''") en 14 de Marzo á 2 pra. y el raínimun (1.0"'"') el 10 de Julio. HUMEDAD RELATIVA La media anual ha sido de 65.89, oscilando los promedios mensuales entre 78.82 (Marzo) y 56.17 (Octubre). La saturación del aire se ha observado dos veces; la hu- medad mínima observada durante el año ha sido de 21.6 (21 de Julio) á 2 pm. Grados de humedad inferior á 20% han tenido lugar: en Enero I vez, Mayo 1 vez, Julio 5 veces, Agosto 2 veces. Octubre 1 vez=10 veces. EVAPORACIÓN El instrumento, sistema AVild, ha sido el mismo que en el año 1883, y su colocación no ha sido modificada. A la intemperie, la cantidad evaporada ha sido de 1854.9™"', dando una evaporación diaria de 5.07"^"\ Tomando el pro- medio de los 3 años durante los cuales he observado la evaporación, resulta que en Córdoba, á la intemperie, se evaporan anualmente 2128.2"^"' ó sean diariamente 5.83"'"\ Sin embargo ha habido dias, en que la evaporación fué superior á 10"'"', p. ej. el 5 5 de Enero=13.3"'"'. La cantidad evaporada al abrigo, en la casilla tcrmomé- trica y menos expuesta al viento, ha ascendido á 865.6"'"' ó á 2.37""" pordia. El promedio de los 2 años 1883 y 1884 nos dá 927.7"'"' ó 2.54"^"' al dia. El máximun diario fué obser- vado el 15 de Enero (7.5"""). TEMPERATURAS DEL SUELO á) Superficie interior del suelo. En \ista de que las observaciones abrazan solo los tres — 343 — últimos meses del año, daré cuenta de los instrumentos usados y de su colocación recien cuando publique las ob- servaciones correspondientes al año 1885. b) á 7.5 cm. de profundidad. La temperatura media anua ha sido 16°I9 ; temperatura máxima 29° 7, el 18 de Enero á 2 pm. ; mínima 0°4 el 24 de Junio, á 7 am. c) á 15 cm. de profundidad. Temperatura media anual Í6°75; máxima 28''8, á 9 pm. del 18 de Enero; mínima 2°4 el 24 y 25 de Junio á 7 am. d) á 36 cm. de profundidad. El 5 de Octubre fué reemplazado el termómetro hasta en- tonces en uso, con otro, Fuess n° 72, cuya corrección es de +0°2. A las cifras dadas ha sido aplicada esta corrección. Temperatura media anual 18^73 ; máxima 27°3, el 29 de Enero á 9 pm.; mínima 9^7 el 26 de Junio á 2 pm. y 9 pm. e) á 66 cm. de profundidad. Temperatura media anual 17°43 ; temperatura máxima ob- servada 24^0 el 30 y 31 de Enero; mínima 9°0 el 28 de Junio. f) á 96 cm. de profundidad. A esta altura la oscilación diurna es tan insignificante, que basta una observecion diaria. Por lo tanto se ha obser- vado solo á las 2 pm. lo mismo que á la profundidad de 1.26". Temperatura media anual 17^^55, máxima 23°0 el 2 de Fe- brero; mínima ll°3el30 de Junio. g) á 1.26^ de profundidad. Temperatura media anual 17°57 ; máxima 22°3 el 3 de Febrero; mínima 12°4 el 2 y 3 de Julio. He empleado los resultados de los dos años de observacio- nes que tengo hechas, para calcularlas constantes de la fór- mula de Poisson : Ig Ap=.\ — Bp. Para este cálculo tenemos ahora los siguientes datos (á los cuales añado la temperatura del aire) : — 344 — a ■< c c 3 O p. PROMI I 4883 :d. me lÁXIMI 188Í .\SUAL PriiU). PROMI 1884 :ü. me «Í.NIMC 1883 ?660 22.51 22.39 22.45 12.25 11.16 11.70 10.75 10.90 +0.15 10.72 -0.03 0"960 21.84 22.16 22.00 12.64 11.96 12. .30 9.70 9.74 +0.04 9.76 +0.06 lm260 21.38 21.85 21.61 12.71 12.65 12.68 8.93 8.93 -0.22 8.90 -0.03 Combinándolos y calculando por el método de los cuadra- dos mínimos, resulta la ecuación : Zor/ A^= 1.1 443 1—0. 16225 p., en la que A signiüca la amplitud de la oscilación y p la profundidad en metros. Para 2:» = O, ó en la superficie de la tierra, resultaría una amplitud de 13^94. Las amplitudes que se deducen, calcu- lando con aquella fórmula, se encuentran en la columna 9 del cuadro que antecede, igualmente en la columna 10 las discrepancias entre el cálculo y la observación. Se vé otra vez mas que la formula de Poisson no es apli- cable á las condiciones térmicas de las capas superiores, lo que fué puesto en evidencia por AVild (-Repert. d. Meteor. VI, n" 1). Aprovechando solo los datos suministrados por la ob«íer- vacion de las tres capas mas bajas (0.60, 0.96 y 1.26'"), se deduce la fórmula : — 345 — log Ap=l. 11860 — 0.1343 p., la que dá la amplitud A^ de la superficie = 13°14. Los resultados calculados coa esta fórmula y sus discre- pancias, que estáu consignados en el cuadro precedente, columnas 11 v 12, se conforman satisfactoriamente con las temperaturas observadas. Resulta igual á 0.6246 el valor de K, que significa la relación entre la conductibilidad del suelo y su capacidad calorífica. A la profundidad de 8"'33 tendríamos según los mismos datos, una oscilación anual de 1°0 que quedaría reducida á 0°1, llegando á 15°'77 de profundidad. Recien á 3r"2 des- aparecería la fluctuación anual y principiaría la zoua neu- tral del suelo. Observo que todos los datos precedentes son provisorios y aproximativos, pues para sacar deducciones mas rigurosas se necesita antes determinar la marcha anual de la tempe- ratura en las distintas capas del suelo, lo que no rae parece conducente aún con datos de solo dos años de observación. IRRADIACIÓN SOLAR Hasta el 12 de Julio he hecho las observaciones con el mismo instrumento que me ha servido en los años anterio- res, colocado á una altura de 1"^60 enciuia de un suelo cubierto de césped. En aquel dia se rompió el termómetro y hasta fines de Agosto no me fué posible reemplazarlo. Llegó entre tanto un instrumento nuevo, pero descompuesto por los sacudimientos del viaje : el índice de mercurio se habia unido con la columna de mercurio, de modo que el termómetro no podia funcionar como instrumento de máxima. Esta circunstancia me ha obligado á observar la irradiación solo á las 2 p.m. La determinación de las constantes del instrumento y la deducción aproximada del máximun, de las observaciones hechas á 2 p.m. quedan reservadas hasta mas tarde. T. VIH 27 — 346 — PRECIPITACIÓN Y TORMENTAS El pluviómetro y su colocación no han sido modificados durante el año. Los datos principales se encuentran consig- nados en el resumen. Se han considerado como dias de lluvia los que presentaban alo menos 0.1"'"- de precipitación y se lian contado de 7 a, á 7 a. como de costumbre Dividiendo la suma total de lluvia (681 .9'""') por el número de dias de lluvia (71) resulta una densidad de 9.6 por dia de lluvia, la que en 1883 era igual á 10.9"''" y en 1882 á 8.3°""* solamente. (Repito estos datos para corregir errores contenidos en la publicación de mis observaciones de 1883. Bol. de IcL Acad. Nac. de Ciencias, T. VI, p. 481). Haciendo la clasificación de los dias de lluvia según las cantidades de agua caida resultan : Dias de lluvia de una altura de : — 0.1 á 1.0"" 14 — 1 » 10 33 — 10 » 20 12 — 20 » 30 5 — 30 » 40 o — 40 » 50 1 50 y mas 1 De los 7 1 dias de lluvia hay 37 en que hubo tormenta. Córdoba, Octubre de 1885. INFORME SOBRE EL mm mPiOPOLóGico \ paleomolOgico DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA DURANTE EL AÑO 1885 Por iniciativa y á pedido de la Facultad de Ciencias Físico- Matemáticas de esta Universidad, el Honorable Congreso de la Nación votó en la ley de Presupuesto correspondiente á este año, la suma de 150 pesos m/n mensuales para conser- vación y fomento de un ¡Museo de Antropología y Paleonto- logía en esta Universidad, suma que, á causa de las dificul- tades financieras sobrevenidas á principio de este año, fué reducida por el Excelentísimo señor Ministro de Instrucción Pública á 50 pesos m/n mensuales. A mi llegada á esta ciudad de regreso de una espedicion al Chaco y al Paraguay, en el mes de Junio del presente año, la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas me confió la misión de fundar y fomentar el nuevo Museo, tarea que acepté ofre- ciéndome á desempeñar las funciones de Conservador gratui- tamente durante todo el tiempo que regentee la Cátedra de Zoología en esta Universidad. En algunos de los Museos de la Universidad había Ta objetos que podían servir de base para la organización del — 348 — de antropología y paleoutogía, pero no tan numerosos como lo esperaba. Del Museo Zoológico á mi cargo, solo he podido sacar unos tres cráneos humanos > algunos huesos de procedencia incierta, unas seis hachas de piedra pulida, dos bolas de piedra^ un martillo, una azadita y otro instrumento de cobre, y tres puntas de flecha de hueso bastante interesantes. El Dr. Bracrebusch me ha entregado algunos objetos de mayor importancia que formaban parte del Museo Mineraló- gico, entre los que debo mencionar : Una colección de moluscos, huesos de tortugas, cocodrilos, pescados y algunos otros objetos petriíicados de las forma- ciones terciarias antiguas del Paraná, en número de 500 á GOO ejemplares, recogidos por el antiguo profesor de minera- logía en esta Universidad Dr. Stelzner. Varios huesos de distintos edentados de la familia de los megateroides. Yarios restos de Panochtus (Bui\.) y de líoplophorus (Ow.) entre otros el tubo caudal del Hoplophorus Áme- ghinii (MoREKo), especie de Catamarca, probablemente mio- cena, hasta ahora poco conocida, pero de la que el Museo ?íacional de Buenos Aires adquirió últimamente una coraza casi completa, existiendo también algunos fragmentos de esta especie en el Museo Provincial de La Plata. Una coraza casi completa, aunque en fragmentos, del Panochtus bullifer (Burmeister), especie muy rara que parece esclusiva de la Sierra de Córdoba, de la que solo se conoce hasta ahora algunos fragmentos que se conservan en el Museo Nacional de Bueuos Aires. Cuando esta pieza esté reconstruida será uno de los objetos de mayor importancia que en su género se conocen, y permitirá un conocimiento bastante completo de la especie. I Los Museos de Historia Natural en general, y en particu- — 349 — lar los de antropología, paleontología y mineralogía no tie- nen por objeto único ó principal la reunión de colecciones, sino permitir la ejecución de investigaciones melódicas que den resultados positivos, cuyo material lo proporcionan tanto las observaciones directas de las condiciones de yacimiento, cuanto las colecciones, que en este caso sirven de documen- tos comprobativos. Todo objeto, por raro y curioso que sea, sobre el que no se tengan datos exactos sobre su procedencia y condiciones de yacimiento, no tiene importancia alguna y debe ser eliminado de toda colección formada con verda- dero método científico. Para enriquecer el Museo con materiales de importancia, emprendí desde el primer momento investigaciones metó- dicas sobre el terreno que he continuado casi diariamente durante cinco meses, las que, hasta ahora se han limitado á la misma ciudad de Córdoba y sus alrededores, pero cuyo radio estenderé progresivamente aprovechando para ello los períodos de vacaciones universitarias. Por lo que concierne á la ciudad de Córdoba y sus alrede- dores, los resultados científicos mas culminantes que he con- seguido, y que serán mas tarde objeto de trabajos especiales, son: Primero. — La determinación de la época geológica de los terrenos de transporte de la ciudad de Córdoba, que, en su casi completa totalidad resultan corresponder á la forma- ción pampeana de Buenos Aires. Estos terrenos presentan en Córdoba subdivisiones y particularidades sumamente intere- santes, con un espesor considerable pues el rio Primero en ninguna parte llega al fondo de los terrenos pampeanos, y estos se eleNan sobre el nivel del rio hasta cerca de 50 metros. Difícil es apreciar el espesor de la parte que se encuentra debajo del lecho del rio. La base de la parte infe- rior de esta formación accesible á la observación está consti- tuida por una capa de arcilla rogiza, generalmente con muy — 350 — poca arena, bastante parecida á la formación pampeana de Buenos Aires, pero casi siempre mas compacta y con pocos restos orgánicos. Esta capa presenta una superficie muy irregular, elevándose en algunos puntos tan solo á 2 ó 3 metros sobre el nivel del lecho del rio, y en otros 15^ 20 y mas metros, mostrando á la vista numerosas grietas ó hendi- duras antiquísimas, largas, estrechas y profundas, por las que han penetrado otros materiales conjinitaniente con aguas calizas que han cimentado el todo^ formando como especies de diques ó murallas verticales, prueba irrecusable de la actividad de las fuerzas subterráneas durante esa lejana época en lo que es hoy el suelo de Córdoba. Esta parte infe- rior de los terrenos de transporte visibles en Córdoba parece corresponder al pampeano inferior de Buenos Aires. La irregularidad de la superficie de la capa inferior men- cionada fué producida por grandes corrientes de agua que la surcaron en tiempos antiquísimos, rios caudalosos y profun- dos con barrancos altos y abruptos. Luego que estas cor- rientes disminuyeron de fuerza, rellenaron los antiguos lechos y los puntos bajos con fuertes depósitos de cascajo, arenas y rodados, que forman en Córdoba una capa sobre- puesta á la anterior, de un espesor de 10 a 12 metros en las depresiones de la capa inferior, y de solo uno ó dos metros en donde esa misma capa inferior se eleva á una altura consi- derable sobre el lecho del rio actual. Es de esta capa de arenas y cascajo que proceden todos los guijarros y piedras rodadas que en tanta abundancia se encuentran en las faldas y en el fondo del valle del rio Primero. También una parte considerable de los guijarros que se encuentran en el mismo lecho del rio no han sido trasportados por el rio actual como á primera vista podria creerse, sino por otros rios mas cau- dalosos que corrieron durante la época pampeana y formaron el depósito de cascajo en cuestión. Esta capa, también con poquísimos restos orgánicos, forma en Córdoba el límite di- visorio entre el pampeano superior y el inferior. — 351 — Yiene encima otra formación arcillosa, con una mayor pro- porción de arena, de un color rojizo algo mas claro que la capa inferior, con algunos lechos de carácter semilacustre, conteniendo á meuudo capas de arena ó de guijarros de pequeñas dimensiones y generalmente de corta estension, y lo que es mas notable capas de ceniza volcánica bastante espesas que ha envuelto esqueletos completos de animales estinguidos y rellenado corazas de glyptodontes. Esta capa de ceniza volcánica es completamente igual á otra que en depósitos de corta estension he encontrado en distintos pun- tos de las provincias de Buenos Aires y de Entre Eios, y el Dr. D. Adolfo Doering la ha encontrado igualmente en el terreno pampeano del Rosario, en distintos puntos de la pro- vincia de Córdoba, y hasta en la de Santiago del Estero. Un depósito de ceniza volcánica completamente igual, y de estension bastante considerable se encuentra en la misma ciudad de Buenos Aires, justamente enfrente de mi domici- lio, en la calle de Rivadavia esquina á Pasco, en donde fué puesto á descubierto á algo mas de tres metros de profundi- didad al cavar la cloaca de las calles Pasco y Andes hace cosa de dos años. Estas capas y depósitos de ceniza volcánica que se encuentran en puntos tan distintos y distantes unos de otros parecen determinar exactamente un nivel ó una época geológica (esto es, un cierto momento de una época geoló- gica) por lo que su estudio y la determinación de su esten- sion geográfica será de la mayor importancia. La misma for- mación arcillosa sobrepuesta á la capa guijarrosa contiene también muchos restos de vertebrados terrestres de especies idénticas ó muy parecidas á las de la formación pampeana de Buenos Aires y conchiJlas de moluscos terrestres y fluviátiles, aunque no en gran abundancia. Esta capa ó sucesión de capas presenta un espesor su- mamente variable : falta completamente en ciertos puntos en donde la capa arcillosa inferior sube muy arriba y al- canza un espesor de 10 á 15 metros, en donde al contrario — 352 — coincide coa depresiones de la capa inferior. Esta parte de la formación parece corresponder al pampeano superior de Buenos Aires. Mas arriba viene otra capa que llega casi á la superficie, de solo dos á cinco metros de espesor y de un aspecto com- pletamente distinto. Es una capa de color pardo claro, for- mada por un polvo finísimo, y tan suelto que al ser remo- vido con la pala es inmediatamente barrido por el viento que lo levanta formando nubes de polvo: es lo que puede lla- marse con propiedad una capa pulverulenta. Contiene tam- bién muchas concliillas de moluscos terrestres ó de aguas estancadas y restos de vertebrados terrestres que represen- tan la fauna pampeana en su última evolución, como que la capa en cuestión parece corresponder al pampeano lacustre, habiéndose formado como este en el fondo de un valle actual ya existente en esa época, pues parece que en efecto aquí ya existia entonces una depresión aunque poco profunda que corresponde al valle actual del rio Primero. Con la deposición de esta capa se concluye en los alrede- dores de Córdoba la acumulación en grande escala de los terrenos de transporte. Desde entonces solo se han formado en la superficie de la llanura depósitos de pequeña impor- tancia (bajo el punto de vista geológico) de pequefia esten- sion y poco espesor. Con todo, en el fondo del valle existen algunos depósitos post-pampeanos que, aunque de corta es- teasion, presentan en puntos un espesor bastante nota- ble. Los terrenos de transporte de Córdoba, cuyos principales rasgos característicos acabo de bosquejar, presentan mil de- talles y accidentes interesantes. Los he estudiado con mucha detención en compañía de mi colega el Dr. D. Adolfo Doe- ring, y ambos nos proponemos dar en breve una descrip- ción detallada de ellos. Segundo. — Después de la determinación de la época — 353 — geológica de los terrenos de transporte de Córdoba, el resul- tado mas interesante conseguido es el hallazgo en la misma formación pampeana de esta localidad, de algunos vestigios (cuarzos groseramente tallados y huesos largos partidos lon- gitudinalmente^, que prueban aquí también la antigua exis- tencia del hombre conjuntamente con los grandes animales estinguidos propios de esa época. Entre estos antiquísimos vestigios, merece citarse la exis- tencia de varios fogones con tierra cocida conglomerada por infiltraciones calcáreas, conteniendo carbón y huesos de gé- neros de mamíferos desaparecidos, tallados y quemados. El mas antiguo é importante de estos fogones, que parece abra- sar una estension considerable con huesos de raegatéridos, toxodontes, glyptodontes y ruminantes carbonizados, ñié encontrado en una escursion en compañía del Dr. D. Adolfo Doeriní? en la barranca de los altos de Córdoba en donde ter- mina la calle de la Universidad. Pertenece á la parte inferior de la capa sobrepuesta á los rodados, encontrándose á una profundidad por lo menos de 1 5 metros, y unos 6 metros mas abajo que una parte de esqueleto de Macrauchenia pata- chonica del que he estraido la mandíbula inferior con casi toda la dentadura. Otro fogón del hombre fósil también muy interesante aunque mucho mas moderno que el anterior, fué encontrado en una escursion que hice conjuntamente con los Doctores D. Adolfo Doering y D. Carlos Bodenbender en el gran corte hecho recientemente en el Pucará para el ferro- carril de Malagueño: Este fogón se encuentra á una profun- didad de 5 á 6 metros algo mas abajo que la capa pulveru- lenta, en la parte superior de la capa sobrepuesta á los roda- dos. Allí, sobre ambos lados del corte, se puede seguir por muchos metros una capa con numerosos fragmentos de carbón, ierra quemada y huesos de Toxodon, Mylodon, GlyjAodon, Tolypeutes, Eutatus, etc., unos quemados y los otros pisados y machacados de modo que están redu- cidos á pequeños fragmentos. — 354 — Tercero. — El hallazgo en los terrenos que rodean el Observatorio ]\acional, de un vasto depósito de objetos pre- históricos de una época muy remota. Encuéntranse allí á una profundidad de Om60 á lm¿20 y á menudo en completo estado de fosilización ó petrificación, los restos óseos de una raza dolicocéfala, de cráneo estraordinariamente espeso, frente de- primida y arcos supei'ciliares muy desarrollados, que parecen representaren algo el famoso tipo de neanderthal. Algunos cráneos parecen presentar ligeros \estigios de una deforma- ción algo parecida á la conocida por Aimará, de la que parece ser una variedad. Los restos de esta raza primitiva están acompañados de numerosos instrumentos de piedra tallada, deformas variadas pero generalmente toscos. El instrumento mas característico es una especie de punta de dardo (?) unas veces pequeña y otras de dimensiones considerables, talla- da en sus dos caras, de modo que represeiHe la forma de una almendra. Sigue á este instrumento una cantidad conside- rable de piedras arrojadizas talladas de modo que presenten numerosas facetas, ángulos y aristas, y que sin duda lanzaban con la honda ; pequeños molinos primitivos formados por dos piedras aplastadas en forma de pequeños quesos, que frotaban unas sobre otras; percutores, martillos, algunos raspadores bastante escasos, etc., pero no se ha encontrado allí hasta ahora ningún vestigio de alfarería, cuya primera aparición en América es sabido data de época muy remota. En cambio se ha recogido una forma de hacha de piedra pulida sin surco alredor, casi igual á la hacha de piedra puli- da de Europa. Parece pues ser esta la forma primitiva de la hacha de piedra pulida, acompañada aquí de un dato que nos permite determinar que su descubrimiento precedió en Amé- I rica al descubrimiento de la alfarería. ^ Cuarto. — El descubrimiento á alguna distancia del ante- rior, de otro vasto depósito de objetos prehistóricos de una época mucho mas moderna. Aquí, debajo de una capa de — 355 - • tierra de uuos 60 á 80 cm. de espesor, se encuentran los restos de una raza de cráneo braquicéfalo de curvas regu- lares y frente elevada, mandíbula inferior pesada y un fuerte prognatismo en el maxilar superior, á menudo deformados artificialmente en sentido antero-posterior (deformación fronto-occipital) á la manera de los nahuas. Estos restos óseos están acompañados de puntas de flecha de piedra muy bien talladas, de tipo triangular, íihondadas en la base ó con pedúnculo, cuchillos de piedra, hachitas, raspadores, hachas de piedra pulida, grandes morteros, moliuos primitivos, pilones, percutores, etc. Puntas de flecha, punzones, agu- jas y otros instrumentos de hueso, numerosos objetos de barro de un arte muy avanzado unos, otros muy toscos ; ídolos en tierra cocida y algunos pocos objetos de cobre. Estos depósitos solo los he hecho remover hasta ahora en una mínima parte de su estension, pero con feliz resultado, por lo que esperó con fundada razón proporcionarán luego materiales de mayor importancia. Los objetos de paleontología y antropología que en esas investigaciones he reunido para el naciente Museo son los siguientes : PALEOMOLOGIA Felis (LiN.) Un cráneo muy bien conservado y algunos huesos del esqueleto de un tigre fósil de gran talla, de una especie estinguida aun indeterminada. Fué encontrado en el corte del ferro-carril á Malagüeño á unos 8 metros de profundidad. Conepatus (Gray.) Dientes y fragmentos de mandíbulas, especie indeterminada. Canis (LiN.) Dos mandíbulas inferiores y algunos otros huesos de una especie que parece representar el Canis Azarae existente. — 356 — Dolichotis (Desm.) Restos de cráneos y mandíbulas de dos especies fósiles de tamaño muy distinto, que son proba- blemente idénticas a las dos especies fósiles que se encuen- tran en la provincia de Buenos Aires. La especie mas grande D. major (Amegh.) representa la D. j^a-tcLg ó nica (Desm.), y la otra mas pequeña, D. minor (Amegh.) si no es idén- tica corresponde seguramente al D. centralis (Weyemb.), especie que por el examen que últimamente he hecho del cráneo tengo la seguridad de que es bien distinta del D. patagónica. Cavia (Klein). Cráneos, mandíbulas y huesos de unas cinco ó seis especies fósiles distintas. Actualmente solo vi\e en Córdoba una especie de este género. Ctenomys (Blainv.). Numerosos cráneos, mandíbulas y huesos de una especie pequeña idéntica á la que se encuentra fósil en el pampeano superior de Buenos Aires, y todavía "viviente en Córdoba. Se parece mucho al C. magellanicus, pero no podría aun afirmar que es idéntica. Platceomys (Amegh.). Género estinguido cercano á Ctenomys, hasta ahora poco conocido. Media mandíbula inferior. Lagostonius (Broores).. Cráneos, mandíbulas y huesos de dos especies diferentes. Una pequeña idéntica al L. an- giistidens (Burm.) del pampeano inferior y superior de Buenos Aires, y otra mas grande, que parece corresponder al L. fossilis (Amegh.) del pampeano lacustre de la misma provincia. Hesperomys (Wat.) Varias mandíbulas y muchos huesos de unas tres especies distintas, probablemente todas aun existentes. Reithrodon (Wat.) Yarios maxilares inferiores y supe- riores, de los que algunos parecen pertenecer á una especie estinguida. Toxodon (Ow.) Algunas muelas y otros restos de escasa importancia. — 357 — Macrauchenia patachonica, (Ow.) Mandíbula inferior con la dentadura casi completa y otros varios huesos. Equus rectidens (Gerv. y Amegh.). Dos muelas y otros restos de escasa importancia. Mastodon (Cuvier). Una muela estraida de la capa de cascajo en el Pucará. Palceola7na (Gerv.) Muelas y fragmentos de mandíbulas en mal estado. Auche7iia (Illiger). Fragmentos de cráneos, mandíbulas y huesos unos pertenecientes al A. guanaco existente, y otros á una especie probablemente estinguida. Cervu^ (lilis). Restos de poca importancia, Scelidotherium (OwEn). Algunos huesos. Mylodon (Owen). Algunos huesos. Panochtus (Blrm.) Restos de coraza de dos especies dis- tintas. He encontrado además perteneciente al mismo género dos esqueletos cuya estraccion aun no he pedido verificar, pero que trataré de exhumar en breve. lioplophorus ornatus (Ow.). Fragmento de coraza de un individuo y parte anterior de la coraza de otro individuo que quedó sepultado en la capa de ceniza volcánica. Además una coraza probablemente entera que aun no he podido exhumar. Hoplophorus radiatus (Brav.) Parte considerable de la coraza de un individuo en buen estado de conservación. Hoplophorus imperfectus (Gerv. y Amegh.) Restos de poca importancia. Glyptodon (Owein). Restos de poca importancia. Eutatus (Gerv.). Parte considerable de la coraza de un individuo y placas sueltas de otros. Propraopus (Amegh.). Algunos restos de coraza. Euphractus (Wagler). Restos de coraza. Tatassia (Lessojn). Esqueletos de dos individuos y restos de otros pertenecientes probablemente á la especie viviente. — Parte considerable de la coraza y parte del esqueleto de — 358 — un armadillo de especie y probablemente también de género desconocido. Tolypeutes (Illiger). Parte considerable de la coraza de un individuo y numerosos restos de otros, varios de una especie estinguida. Didelphis (Lijv.). Mandíbulas y huesos de dos especies, probablemente ambas todavía existentes. Aves. Restos de avestruz y algunos otros géneros no deter- minados. Chelonia, Algunos restos de un testudo. Mollusca. Una colección de moluscos terrestres y fluviá- tiles, fósiles y subí'ósiles, de los terrenos de transporte de Córdoba. ANTROPOLOGÍA Cuarzos tallados, huesos largos partidos longitudinal- mente, huesos quemados y muestra de fogones con tierra cocida, carbón y huesos quemados conglomerados, vestigios del hombre fósil de Córdoba. Restos de unos 12 esqueletos humanos prehistóricos per- tenecientes á dos épocas y dos razas distintas, exhumados de los depósitos arriba mencionados, entre ellos un esqueleto casi completo de la raza antigua. Unas setenta puntas de flecha de piedra, de épocas y for- mas distintas, Yarias hachitas y raspadores de piedra. Una cantidad considerable de lajas de pedernal que sir- vieron á los antiguos indios como cuchillos. Ciento cincuenta piedras de honda, núcleos, percutores y martillos. Cuatro hachas de piedra pulida, tres de ellas con surco para asegurarlas en el mango. — 359 — Cerca de cien morteros y molinos primitivos de distintas formas y tamaños, muchos partidos. Varias manos de mortero, bolas de piedra, discos, espejos de mica y otros objetos de piedra. Cinco puntas de flecha en hueso, tres de ellas con pe- dúnculo dentado. Varios punzones y agujas, algunos pulidores, un silbato y otros instrumentos de hueso de uso desconocido. Una cantidad de huesos largos tallados longitudinalmente para estraer la médula, unos quemados, otros con incisio- nes, etc. Un adorno de collar trabajado en una conchilla probable- mente marina. Un estileto de cobre v otro instrumento del mismo metal de uso desconocido. " Una gran cantidad de ollas, vasijas y vasos de barro, unos pocos enteros y los demás en fragmentos. Muchos de estos objetos llevan adornos de un carácter primitivo, escotaduras en los bordes, guardas griegas, combinaciones de ángulos, triángulos, curvas, etc., grabados en hueco. Algunos llevan figuras humanas y otros dibujos en relieve y bajo relieve. Varias grandes tinajas (en fragmentos) que enteras debian tener como un metro de alto. ¿Urnas funerarias? Varias grandes vasijas de fondo pequeño y aglobadas en el centro, con cuatro filas de agujeros circulares, dispuestos en dos filas que parten del fondo mismo de las ollas dirigién- dose hacia arriba (en fragmentos). El objeto de estas hileras de perforaciones es completamente enigmático. Dos objetos de barro en forma de grandes platos planos y llenos de agujeros como una espumadera, de uso descono- cido. Varios otros objetos de barro de forma y uso desconocido. Varias rodelas de tierra cocida agujereadas, para el uso del tejedor, y otras sin agujero de uso desconocido. Once ídolos ó figuras de barro cocido, mas ó menos ente- — 360 - ras, representando figuras humanas de formas diversas, algu- nas con adornos y grabados al parecer simbólicos. Estos objetos que he enumerado en conjunto, constituyen ya una colección de un valor científico considerable, y ella ha sido formada con una parte relativamente pequeña de los fondos puestos á mi disposición. El museo antropológico y paleontológico no dispone aun de un local propio : los objetos mencionados están deposita- dos provisoriamente en el museo zoológico y en una de las piezas contiguas. Por otra parte, muchos de esos objetos, y particularmente los de mayores dimensiones no están en es- tado de poderse exhibir. La mayor parte hay que limpiarlos y solidificarlos, y otros que reconstruirlos, trabajo material largo y pesado que no me es posible ejecutar personalmente. Para esa tarea es indispensable un preparado. Supongo que el año entrante este nueYO gabinete recibirá íntegra la par- tida que le asigna la ley del presupuesto y entonces pediré autorización á la Honorable Facultad, para contratar una persona que pueda desempeñar dicho cargo. De cualquier modo, con la pequeña base que he encon- trado en el museo zoológico y mineralógico, con las colec- ciones que he formado este año, que acabo de enumerar, y las que formaré en los viajes que pienso emprender en los próximos meses de vacaciones_, espero que, tan luego como disponga de un local en el nuevo edificio de la Facultad, podrá inaugurarse el nuevo museo, y que él progresará con bastante rapidez y adquirirá pronto importancia suficiente para hacer honor á la Universidad de Córdoba, como que será la primera de Sud América que contará con un museo de antropología y paleontología. Flouejntiko Ameghiko, Córdoba, Noviembre 24 de 1885. CONTENIDO DE LA PRESENTE ENTREGA IDilS Pü Adolfo Doering. — Apuntes sobre la oaturaleza y calidad relativa de algunas materias primas empleadas en las construcciones de los ferro-carriles nacionales 209 Óscar Doering. — Observaciones meteorológicas practicadas en Córdoba (República Argentina) durante el año 1884. 259 Florentino Ameghino. — Informe sobre el Museo Antropológico y Paleontológico de la Universidad Nacional de Córdoba durante el año 1885 347 /AUü L y »-'^*' boletín b>\b'^ DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) Mar-zo 1886 —Tomo VIII, Entr-ega. 4« BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI, ESPEQAL PARA OBRAS 60 — CALLE ALSINA — 60 1883 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA (EN CÓRDOBA) PROTECTOR S. E. el Presidente de la República, Teniente General D. JULIO A. ROCA PRESIDENTE HONORARIO S. E. Ministro de Justicia, Culto ¿Instrucción Pública, Dr. D.Eduardo WILDE COMISIÓN DIRECTIVA _ PRESIDENTE Dr. D. Osear Doering VOCALES Dr. D. L.V1ÍS Brackebusch. Dr. D. Adolfo Doering'. Dr. D. Arturo de Seelstrang. Dr. D. Federico Kurtz. D. Florentino Aiueghino. SECRETARIO D. P. A. Conil AGENTES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Agente general: Librería de G. Deuerlich en Gottingen (Alemania). Agentes; Buenos Aires, D. Ernesto Noite, calle Cangallo. Paris, Mr. H. Le Soudier, Libraire, Boulevard St. Gerraain 174 et 176. London. Messrs. S. Low and C°,Booksellers, 188 Fleet-Str. E.C. SOBRE LA COMPOSICIÓN química DE LA CERA DE CHILCA POR TOMAS CARDOZO 0) Con el nombre de ((cera» se ha designado, desde la anti- güedad, al producto que se obtiene, fundiendo esa secre- ción animal con que las abejas construyen las paredes de sus celdillas y colmenas. Mas tarde este nombre se ha am- pliado á otras materias animales y vegetales, semejantes en su esterior y propiedades físicas, sin embargo de no pre- sentar algunas de ellas la analogía química debida para cla- sificarlas sin distinción con el mismo rubro. En vista de una materia que con tanta frecuencia y en tan variada forma tiene aplicaciones en la economía doméstica no es estraño que ya en aquellos tiempos aun cuando la ciencia química se hallaba envuelta en sus pañales, hubie- sen habido investigaciones de ella con el objeto de averiguar la naturaleza química de tan útil materia. La primera investigación que puede llamarse científica, sobre la naturaleza química de la cera común, fué practicada por JoHiv (1812) (-)_, quien observó que, tratando la cera {'■] Tesis para optar al grado de doctor en la Facultad de Ciencias fí- sico-matemáticas ; estudio practicado bajo el patrocinio del Catedrático d^l ramo, Dr. D. Adolfo Doering. ['] Chemische Schriften, T. IV, pág. 38. T. yin 28 — 362 — por el alcohol hirviendo, se dividía en dos distintas mate- rias la cerina, suliibie en el alcohol, y la miricina, inso- luble en este disolvente. En segnida Boudft y Boisseinot {}) observaron que la cerina no era un cuerpo sencillo, pues se hallaba formada de dos distintas materias : una, la verdadera cerina que era trasformable en jabón por la solución acuosa de un álcali, y la otra, la ceroina, que no era saponificable ; sin sospechar la identidad de esta última con la miricina. El nombre de ceroina fué también aplicado mas tarde, en general, á todos los constituyentes insaponiíicables ó insolu- bles en las soluciones alcalinas, tales como los alcoholes de la cera, que se obtienen por el desdoblamiento de las miri- cinas. Después, por las investigaciones de Buchholz y Bran- des (') j mas tarde por las de Zerry (^), se supo que el alcohol disolvía, á mas de la cerina, un cuerpo de consistencia grasa ú oleosa, la ceroleina, á cuya presencia se debe la untuotidad de la cera y hasta cierto grado su olor. Las investigaciones de Hess (^) Ettlijng (°) van der Vliet ('•;, Gerhardt, Jerrgl (') etc., que con preferencia se han ocupado del estudio de la cera á altas temperaturas, ofrecen poca novedad, y hasta llegaron á resultados y opi- niones erróneas respecto á la constitución química de la cera, que por mucho tiempo han servido en los tratados de Química Orgánica de base á las teorías. Asi se opinaba, por ejemplo, que la miricina y la cerina eran cuerpos isoméricos, representando el aldehido del ácido esteárico! (*) Journ. de Pharmacie, T. XIII, pág. 38. {'] Archiv. der Pharm., T. XXVJI, pág. 288. O Compt. Rend , T. XIV, pág. B75. (*) Annal der Chem. u. Pharm., T. XXVII, pág. 8. {') Ibid T. II. pág. :>5:{. ('=) Journ. f. pracl. Chem., T XVI, pág. 302. O Annales de Chimie, T. XIII, pág. 439. — 363 — Tal era, mas ó menos, el estado de los conocimientos so- bre la naturaleza química de la cera (1848,, cuando el in- mortal Barón de Liebig encomendó á uno de sus numerosos practicantes y discípulos, B. C. Brodie (i), la investigación detallada de la materia de que nos ocupamos. El trabajo fundamental de este químico es sin duda el que mas detalles y mas luces ha dado sobre !a composición química de la cera. Recien desde entonces se supo, que la parte predo- minante de la cera común, la miricina, representa un éter compuesto, formado de miembros altos, ácidos y alcoholes mo- noatómicos de la serie grasa, y que estos éteres no se des- componen por la solución diluida acuosa de los álcalis, sino recien por el álcali fundido ó por su solución alcohólica hir- viendo, á diferencia de la mayoría de las demás sustancias grasas, aceites, etc., que son compuestos de ácidos de la misma serie con un alcohol triatómico, la glicerina, y que con facilidad se saponitican por las soluciones alcalinas acuosas, hasta aun por bases metálicas flojas. También desde entonces recien se supo, que la cerina de los químicos an- teriores, consistía esencialmente en un ácido de la misma serie, el ácido cerótico, el cual existe en la cera común, parte en estado libre, disolviéndose en alcohol hirviendo junto con una cantidad reducida de miricina, y que se pre- cipita la mezcla de ambos cuerpos al enfriarse el alcohol. Las investigaciones de Brodie acerca de la ceroleina hicie- ron probable de que, como en la miricina, se trataba de un éter normal monoatómico de los miembros inferiores ó inter- medios de la misma serie grasa, pero sus trabajos, en este sentido, no fueron acabados, y como desde entonces no se ha practicado ninguna investigación detallada de la cera común, resulta que la naturaleza química de este último componente hasta hoy dia mismo no se conoce todavía con exactitud. ['] Aun. d. Chem. u. Pharm. T. LXVII, pág. 180.— Ibid. T. LXVIII, pág. 141. — 364 — Después de estas investigaciones clásicas de Brodie sobre la composición química de la Cera común y de la Cera de China, los químicos consideraban desde entonces las ceras propiamente dichas como éteres, formados de los ácidos nor- males superiores de la serie grasa y los alcoholes monoató- micos correspondientes. De donde resultaba por investiga- ciones posteriores, que muchas de las materias cerosas, sobre todo algunas de origen vegetal que figuraban en el mismo grupo de las verdaderas ceras, por la semejanza de consistencia y caracteres esteriores, como por ejemplo la Cera de Japón, la Cera de Ocuba etc., debian ser clasifi- cadas, mas bien, entre las materias grasas vulgares, puesto que ellas se hallan formadas de los mismos ácidos grasos y un alcohol triatómico, la glicerina, tal como sucede también con la mayor parte de las sustancias grasas y oleosas de origen animal y vegetal. En virtud de estos resultados, nada mas natural era supo- ner que además existiesen ceras intermedias, constituidas por alcoholes diatómicos ó glicoles ; pero su descubrimiento recien se debe á los dos últimos años. Stuerke fué el pri- mero que observó un alcohol diatómico (C''^ff'0(OH)') de un alto punto de fusión (103°5 C) en la Cera de palmas y Lie- BERMAiNN Últimamente, en la Cera de cochinilla, no sola- mente un alcohol diatómico (CSOH'^o (OH)'; p. de fus. 104°C.-) muy análogo á aquel, sino una combinación de él con un oxácido (C'^'fi'^'O'^) correspondiente. La definición química del nombre colectivo de «cera» con estas circunstancias se ha vuelto difícil, tanto masque aque- llas materias cerosas naturales casi siempre son mezclas de distintos cuerpos, muchas veces de éteres mono, bí y tria- tómicos á la vez, y estos al lado de ácidos ó alcoholes, que existen en estado libre. Aunque á pesar de no tener las siguientes investigaciones sobre la Cera de Chuca sino el carácter de un estudio provisorio, á causa de las reducidas cantidades del material — 365 — de que se ha podido disponer, sin embargo son ellas sufi- cientes, para demostrar en primera línea que existe en ella un oxácido análogo ó idéntico al descubierto por Liebermainn en una cera procedente de la misma familia de insectos [Coc- cus). Queda determinado asimismo la relación que ella ofrece con las demás materias cerosas ; por mas que muchas de ellas sean casi desconocidas y de otras que solo existen investigaciones superficiales y en parte erradas. Las espacies principales de cera^ estudiadas hasta ahora, son las siguientes : I. DE ORIGEN ANIMAL A. DE LOS MAMÍFEROS CETÁCEOS 1. Cera de Ballena. ÍSperma ceti). De las cavidades cráneas de distintas especies de Physeter. P. de fus. 45 á 50^ C. — Pes. espec. 0.943. Es blanca, transparente, nacarada y de estructura hojosa-cristalina. Es sohible en el éter, el clo- roformo, el sulfuro de carbono j en un exceso de alcohol hirviendo ; poco soluble en frió en la benzina. Contiene miricina (éter cerilo-pal- mítico), al lado de cortas cantidades de éteres de los ácidos mirístico, lauros te arico, esteárico, etc. B. DÉLOS INSECTOS HiMENOPTEROS [Apis, MeUpoma.] 2. Cera común. De las colmenas de Apis viellifica L. P. de fus. 62°3 C. —Pes. espec. 0,945 á 0,964.— Es soluble en 10 á 12 p. de cloroformo y sulfuro de carbono. El éter á la temperatura or- dinaria disuelve como 50 "o ; la benzina como 20 *"o ; el sulfuro de carbono como 80 %, pero estos disolventes la disuelven completa- mente á una temperatura de 25 á 30° C. En el alcohol frió es inso- luble; el alcohol hirviendo disuelve hasta 20 "/^ (cerina), depositando, al enfriarse, una masa flocoso-cristahna ¡el ácido cerótico, mezclado — 366 — con un poco de miricina). No se saponifica con una solución diluida acuosa de potasa cáustica, pero si, parcialmente, por la solución muy concentrada, y completamente por la solución alcohólica del álcali. Contiene : aj Miricina éter miricilo-palmitínico). P. fus. 72° C. ; b] CeroleinaAá 5 °l, . P. fus. 2S° C; cj Acido cerótico libre C"H"0'). P. de fus. 79° C; d) En peque-ñas cantidades un ácido :CH''xN',. P. de fus. 91° C. (B. C. Brodie, Ann. d. Chem. u. Pharm., LXVII, pág. 180. Ibid. T. LXVIIL pág 144. — M. Schalfeef. Ber. d. D. Chem. Ges. 1876, pág. 218. — Bull. Soc. Chim. (2y T. 27, pág. 372,. 3. Cera de Andaquia. Procede de las pequeñas colmenas (100 á 500 gr.) de una pequeña especie de abeja silvestre ' Melipoma] del Brasil. Es de color amarillo y muy semejante á la cera común. C. DE LOS INSECTOS HEMIPTEROS [CoCCUS.] 4. Cera de Cochinilla. Forma una deh'adísima capa blanca, pul- verulenta, que cubre la cochinilla Coccus cacti L]. Esta cera, á mas de aceite: de mirislina y de ácidos grasos libres, contiene una especie de oximirici la, la coccerina de Liebermann, que tiene un P. de fus. 106'^C. Se disuelve muy difícilmente en todos los disolventes frios, es casi insoluble en el alcohol y el éter: iiiu' poco en el alcohol hirviendo; mas fácilmente en la benzina, éter y ácido aréiico, hirviendos. Al enfriarse la solución se cristaliza en muy delgadas lami- nillas nacaradas, brillantes. La saponificación, por medio de la solu- ción alcohólica de la potasa cáustica. e> bastante difícil. Los proluctos del d^-sdoblatniento de la cu-cerina son: uj Alcolwl coccerílico. P. de fus 104°C., probablemente un glicol C'°H«° HO/; bj Acido coccerinico. P. de fus 9.' á 93° C. El precipitado cristalino es casi insoluble en los disolventes fnos, fácilmpnte soluble en el alcohol, en la benzina, en el éter y en el ácido acético, etc., hirvien lo, y asi- mismo en el amoníaco. Es probablemente un oxácido (CH'^^O'' . (C. LiEBER-MANN, Ber. der d. Chem. Ges. Tom. VIII, pág. 1975, 1885 j. 5. Cera de China. (Pé-Lá ó Szé-Chueni. Es secretada por el Coceas pela "'EsTvv, que vive sobre distintos árboles (Ligustrum hicidum, Fraxinus Chinensis Roxb. V.— P. defus.82°C. Es blanca ó amarillenta, — 367 — pálida, dura y quebradiza, de estructura fibrosa-cristalina, semejante á la cera de la ballena Es poco soluble en el alcohol y éter, mejor en la nafta. Es insoluble en la solución acuosa de la potasa cáustica. Es una sustancia casi químicameüte pura. Contiene: aj Miricina éter cetilo- cerótico; casi pura. P. de fus. 82° C; bj Gliceridos en vestigios insig- nificantes. ¡B. C. Brodie, Ann. d. Chem. u. Pharm. 1848. T. LXVII, pág. 199.1 6. Cera de higuera. Es un producto de Coccus caricae, Fabr. [Columnea testudiformis Toz. : que vive sobre el higo {Ficus carica L.) en Italia. P. de fus 57° C. Es gris parda, bastante quebradiza, opaca y con lustre untuoso. Contiene: aJ Miricina '35,7 "/J : bJ Acido cerótico (12,7 Vo); <^J Acido butírico y valérico en cortas cantidades ; dj Ceroleina (51,3 Vo) «que es una sustancia acida semi-resinosa». (F. Sestini, Bull. Soc. Chim. 2) T. VII, pág. 482). Véase nuestras observaciones al fin de esta publicación. 7. Cera de Chilca fBaccharisj . Es un producto de una especie de Coccus, que vive sobre distintas especies de Baccharis. Véase mas abajo. 8. Cera de Guadalupa C. de Madras). Origen desconocido. P. de' fus. 64°, 5 C. Pes.esp. 0.985. Ks de color negro-piceo. No se d ja blanquear. «El alcohol hirviendo estríe el ácido cerótico ?) fi3,6 7o )> que se deposita en el líquido enfriado. El filtrado evaporado deja un residuo de ceroleina (15,1 "/V- El resi'iuo de lacera esiraido por el alcohol da con el éter una solución oscura. Tiene disuelto una materia colorante (17.1 "/„), nitrogenífera, fácilmente fusible é in.itacable por la solución alcohólica de la poltsa cáu-tica. La materia, de color pardo, es soluble en elbisulfuro de carbono, benzina y cloroformo. El residuo de la cera (43 "V'; estraido con el éter, da con el cloroformo un líquido oscuro, siruposo. Tratado por álcali desprende aniíiníaco». (W. G. Smith. Bull. Soc. Chim. (2 , T. X, pág. 328). Véase nuestras observaciones al fin de esta publicación. 9. Cera de México. aJ Cera de Obreguin. La produce una especie de Coccus, que vive sobre las ramas de Alcea rosea L. — Es de consistencia tremeutinosa , — 368 — es apenas soluble en el alcohol, fácilmente en el éter, esencia de tre- mentina y el cloroformo. (Dausatz, Journ. d. Phai'm. (4), T. V, pág. 174). bJ Niin de Yucatán. La produce una especie de Coccus, que vive en un arbusto de la familia de las anacardiáceas. P. de fus. 48°C. P. esp. 0.92. Es parda amarilloso, de consistencia butiricosa ó pastosa. Esinso- luble en el alcohol hirviendo ó frió, soluble en el éter, esencia de tre- mentina y beuzina, y mejor aun 'en el cloroformo. Es insaponificable por las soluciones acuosas diluidas de los álcalis. (V. G. Bloede, Bolet. del Ministerio de Fomento de la Rep. Mexicana, 1883, T. VIH, pág. 200). Parece que contiene miriciua, un ácido libre, ácido butírico, etc., ácido xantocarmínico y cocceina. II. — DE ORIGEN VEGETAL. A. CON PREDOMINIO DE 3IIRICINA. 10. Cera de Carnahuba. Procede de varias especies de palmas [Co pernicia cerífera Mart, Ceroxylon andecola Humb. y Bpl.) del Brasil. P. de fus. 83 á 83°, 5 C. Es amorfa, dura y quebradiza, de un color ama- rillento de paja. Se halla compuesta de varias especies de miricina, al lado de alcoho- les libres, sin la presencia de ácidos grasos libres. Los productos del desdoblamiento son: aj Alcohol miricilico. (P. de fus. 85°oC.) como constituyente principal, al lado de pequeñas cantidades de un alcohol : C^H^'O. ;P. de fus. 76^ C.) y de un alcohol diatómico: C"H''0-. P. de fus. 103°5 C: bJ ün ácido :C'*H"0'), metamérico con el ácido lignoce- rlnico de Hell. P. de fus. 72°5 C; cj Acido cerótico: C='^H=*0^ P. de fus. 79° C; dj Lactona: C-'H"0-. P. de fus. 103°5 C. (Calentada esta con la cal sodada se trasforraa en uu ácido dicarbóuico : C-'H*"0'. P. de fus. 90° C.) Además se halla en esta cera uua pequeña cantidad de un hidrocar- buro de p. de fus. 59 á 59°5 C.) (P. Berard, Bull. Soc. Chim. (2), IX, pág. 41. - S. A. Masre- LYNE, JoMí-w. Chevi. Soc. (2), VII, pág. 94. — H. Stürke, Ann. d. Chem. u. Ph. 1884, T. 223, pág. 283). — 369 — 11. Cera de cloroñla. En todos los órganos vegetales que contienen clorofila existe una materia grasa de consistencia cerosa, que no parece tener siempre la misma composición en las distintas familias de las plantas. Generalmente contiene miricina, al lado de un exceso de glice- ridos, solubles estos últimos en un exceso de alcohol frió, tal como su- cede con la cera de las gramináceas. En otras familias, como por ejem- plo en las leguminosas y en las hojas y cortezas de los árboles foliáceos, parece ser mas abundante el contenido de miricina. [I. K'óyia Ber. d. CheiK. Gesellsch. 1870, pág. 566.) A esta sección es referible también la Cera de las hojas de la yerba-mate, descrita por Arata. [A)m. de 1. Soc. Cient. Argent, T. III, pág. 132). Aun es desconocida la naturaleza de la Cej-a de Patagonia, que cubre la corteza de una especie de retamo [Monthea aphylla B et H. , siendo aplicada según Moreno por los indios de la Patagonia. ( J. Hierony- Mus, Bolet. de la Acad. Nac. de Cieñe. T. IV, pág. 398). B. CEROINAS (ó CEREO-ALCOHOLES NATURALES) La especie de cera que se incluye en esta sección no se halla some- tida á una investigación suficientemente detallada, para poder afirmar con seguridad, que su parte predominante se halla formada por alcoho- les de la serie grasa. Las investigaciones futuras esclarecerán lo que aun falta para el conocimiento exacto de esta materia. Varias especies de ceras vegetales, que antes se consideraban como alcoholes de la serie grasa, así por ejemplo, la cera de palmas, de carnahuba, etc., han resul- tado ser de naturaleza distinta. 12. Cera de Java. fGetal-LatraeJ . El zumo lechoso, evaporado, de Ficus gummifJita, F. ceriflua. Jungh. de Java. P. de fus 61° C. — ^ Pes. esp. 0.963. Es gris, dura y quebradiza. Forma una masa pegajosa con el agua hirviendo. Es soluble en el éter, la esen- cia de trementina y el alcohol hirviendo. El alcohol frió estrae un poco de materia resinosa. Es insoluble en el sulfuro de carbono y en el licor acuoso hirviendo de potasa cáustica. Es separable por el éter en dos distintos cuerpos: a] Difícilmente soluble, cristalino: p. de fus. 62° C. «Probablemente es combinación isomérica del alcohol cerílico (C-'H^^Oj»; b] fácilmente soluble, crista- liza en arrugas mamelonadas 'C^°H^''0). (Fr. Kessel, Ber.d. Deut. Chem. Ges. 1878, pág. 2112;. 370 — C. CERINAS (ÁCIDOS DE LA SERIE GRASA Y GLICERIDOS (SEBOS) Las materias que se incluyen en esta sección y que en el comercio llevan el nombre de «cera», debian ser mas bien incluidas en el grupo de. las materias grasas vulgares. 13. Cera de mirtos (C. de Cuba). De las hojas y bayas de Myrica cerífera 'N. America) y Myrica cordifolia (Cabo de Buena Esperanza). P. de fus. 48° C. Peso espec. 1-005. Es pálido-verdoso, algo traspa- rente, de olor aromático. Es soluble en el éter y en su mayor parte en el alcohol hirviendo. Según datos, cuyo origen ignoramos, ello consiste esencialmente en ácido palmítico con un poco de ácido miristico, com- binados,en su parte pequeña como gliceridas y en su mayor parte como ácidos libres. 14. Sebo de China vegetal. Cubre las semillas de una enforbiacea, SteUingia [Cotón] sebifera Mich. P. de fus. 40° C. Es blanca, dura, quebradiza, sin sabor ni olor. La cera pura no mancha el papel. 15. Sebo de Japón. De las semillas de Rhus succedanea L., Rh. vernicifera D. C, Rh. sylvestris Lieb., etc. P. de fus. 52° C. Pes. esp. 0,975 á 1,000 — Es blanca ó amarillenta hasta parduzca, quebradiza en frió. Es soluble en 6 p. de alcohol hir- viendo d' 90° y en 3 p. de alcohol absoluto y en el éter hirviendo. Con las soluciones acuosas del álcali da un jabón duro y glicerina. Se disuelve también en una solución hirviendo de bórax. Consiste esen- cialmente eu Dipalmitina. (Meyer u. Stahmer. Ann. d. Chem. et Pharm. T. 43, pág. 336.) IB. Sebo de Bicubiba. De las nueces de Myristica bicnhiba, seu officinalis Mart., M. siañname)uis Rel. P. de fus. 42°5 á 43° C. Se disuelve con facilidad en el éter, sulfuro de carbono y cloroformo; en el alcohol hirviendo se disuelve parcial- mente. En el ácido sulfúrico concentrado se disuelve con un intenso color rojo de fuchsiua. — 371 — Es un glicerido délos ácidos miristico y oleico, á mas de un poco de esencia etérea y de un aceite 0.1 "/„ no saponifu-able. (C. S. Reimer y W. Will, Ber d. D. Chem. Ges. 1885, pág. 2011. — H. NoERDLiNGER, Ibid. pág. 2617). CERA DE CHILCA Produce esta clase de cera un pequeño insecto de la fa- milia de los hemípteros (Coccus), que vive en pequeñas colonias en varios arbustos del género Baccharis, de la familia de los compósitos, pero especialmente en el Bac- charis lanceolata, que lleva el nombre vulgar de «chilca», y el Baccharis salid folia, conocido con el de «suncho» ; plantas que crecen en las regiones occidentales del país, por lo general, la primera en las faldas de las sierras_, y la segunda en las orillas de los rios y arroyos. Haciendo una incisión en la corteza de estos arbustos, fluye lentamente una gotita de una especie de bálsamo- resina, de consistencia siruposa y de un color rojizo pálido intenso, que al contacto del aire se endurece gradualmente. Esta misma secreción natural de la planta, producida por la picadura del insecto y mezclada íntimamente con una se- creción cerosa, producto propio de dicho animal, envuelve á este completamente, formando una verdadera coraza El insecto abultado así, hasta sus últimos dias, se presenta en forma de un grano blanco, del tamaño de una alberja y de figura cónica ó piramidal con las puntas truncadas y con la superficie arrugada, y se halla pegado siempre en el mismo punto de la picadura de la planta. Desprendiendo uno de estos granos, se observa en el centro de la planicie inferior un hueco, que se halla rellenado por una masa blanda, pardo-amarillenta, que constituye el cuerpo del in^ecto, de un peso mas ó menos de la sesta ú octava parte del grano ; — 372 — lo demás es masa cerosa de consistencia blanda al princi- pio, bastante dura y quebradiza despnes de algún tiempo, y con un punto de fusión de 61 á 64° C. Esta cera es un artículo útilísimo en las regiones viní- colas de Catamarca, Tucuman y Talle Calchaquí, etc. La muestra que ha servido para esta investigación ha sido del último lugar, de donde la trajo el Dr. D. Adolfo Doe- RiNG en una de sus escursionos científicas y tuvo á bien cedérmela. Ella es tomada de los brotes tiernos de la Bac- charis salicifolia. Se utiliza en aquellos lugares para barnizar el interior poroso de las tinajas cocidas, que deben emplearse para la fermentación del vino. Los viñateros, para extraer esta cera, recojen los pim- pollos de la planta, cuyos brotes se encuentran en ciertos parajes materialmente cubiertos de granos de cera. Des- préndelos con las manos sobre un lienzo y en seguida los hierven en una olla con un exceso de agua, teniendo la precaución de cambiar repetidas veces el agua hasta des- aparecer el color amarillo y el sabor amargo que posee. Se acumula en la superficie del líquido una masa espesa, pero blanda, que para el uso indicado, la recogen y funden en una olla. La masa de esta cera cruda en estado frió presenta un color gris-blanquecino. Contiene todavía los despojos de los insectos, partículas de corteza, de hojas, etc. de la planta, etc. Es bastante dura y quebradiza cá la temperatura ordi- naria, como que se pulveriza sin dificultad en un mortero. Ofrece un lustre untuoso y los fragmentos en los cantos son traslucientes. Con el calor gradualmente se vuelve blando y se funde recien á 64° C, formando entonces un líquido muy espeso con la consistencia y el aspecto de la cataplasma. La masa fundida casi no se deja colar, por lo que es difícil una purificación mas completa de las impurezas y materias con que mecánicamente se halla mezclada. — 373 — Al fundir la masa repetidas veces en la olla para la apli- cación como barniz de las tinajas, toma un color cada vez mas oscuro, hasta que al fin llega á tener un color pardo- oscuro, semejante al pez negro ; de lo que probablemente le viene el nombre de « brea >; . Parece que como artículo de comercio ni siquiera ha pa- sado los límites de las provincias, de donde es originario. A lomeóos no se encuentran datos al respecto. Sin embargo, es probable que una especie de cera del Brasil, llamada «vegetal» procedente de Baccharis confertifolia, que alguna vez ha entrado al comercio europeo, sea indéntica ó semejante á la nuestra. Propiedades. — Se practicó un ensayo para separar la cera de las materias estrañas que la acompañaban, por medio de la fusión y filtración consecutiva por un lienzo, á una tem- peratura de 110° C, cuyo ensaco no dio el resultado deseado, por la consistencia mucilaginosa que poseia la cera fundida ii causa de la entremezcla de una sustancia particular, ni- trogenífera, que en adelante designaremos con el nombre de cocceina. Esta sustancia por sí sola infusible, es soluble parcialmente en forma gelatinosa en la cera fundida. La pequeña cantidad de cera que habia pasado por el lienzo, tenia, enfriada un color amarillento opaco de consis- tencia dura y quebradiza. P. de fus. 61°. La cera tratada por el éter se disuelve en su mayor parte, cuando se emplea un gran exceso del liquido ; pero los me- jores disolventes son el cloroformo y el sulfuro de carbono, que lo disuelven con mucha facilidad, dejando solo las par- tículas extrañas, que la acompañan mecánicamente. El éter en pequeñas cantidades extrae al momento una materia fácilmente soluble en él, dejando como residuo una sus- tancia blanca, que se- disuelve gradualmente á medida que se le vá agregando nuevas porciones del disolvente ; hasta que al fin parece que se disuelve casi todo en un gran ex- ceso del líquido. - 374 — La solución etérea expuesta á una temperatura baja, ó concentrándola por destilación parcial, dá un abundante precipitado de escamitas blancas, conservando el líquido su color amarillo oscuro. Mezclando el líquido etéreo con alcohol absoluto, se se- para casi toda la materia cerosa, en forma de un espeso pre- cipitado blanco, insoluble el alcohol frió. COMPOSICIÓN DE LA CERA DE CHILCA Para las investigaciones consecutivas la mayor parte de la cera cruda disponible fué tratada repetidas veces por el éter. La solución obtenida se concentró por destilación hasta quedar reducida, poco mas ó menos á la cuarta parte de su Yolúmen y en seguida se abandonó por algunos dias á una baja temperatura. Se formó un espeso precipitado blanco, que se separó por filtración. Pero como la solución etérea debia retener todavía un pequeño resto de materia cerosa, se procedió á separarla, mezclándola con tres Teces su volumen de alcohol absoluto. Se obtuvo un precipitado blanco escamoso, algo nacarado, que se separó por filtración, lavándolo bien después con alcohol absoluto Prescitaba un aspecto hermoso, por su su pureza, pues todas ^as materias colorantes de la cera ha- bla quedando en el ííi'.r '.do etéreo-alcohólico. Este precipi- tado, como se vio mas Larde, consistía principalmente en cocceina y un poco de ácido coccerínico libre al lado de pequeñas cantidades de aquella clase de miriciua que pre- domina en esta cera. Como el residuo de la cera cruda, que se había tratado por el éter, contenía todavía cantidades importantes de ma- teria cerosa, difícilmente soluble en él, se sometió á la acción del cloroformo en un pr-queño aparato de lixiviación. De la solución se separó el cloroformo por destilación. — 375 — Las tres distintas materias cerosas, obtenidas por los pro- cedimientos indicados de la cera cruda, se han manejado separadamente en el trancurso del análisis, pero bajo un mismo método ; resultando sin embargo, que todos ellos tenian entre sí una identidad casi completa, con la dife- rencia de que el precipitado, que se ha obtenido por la adición dei alcohol absoluto al líquido madre etéreo se ha- llaba formado principalmente de cocceina y cerina, al lado solo de pequeñas cantidades de miricina, mientras que las otras dos se hallaban constituidas especialmente de miri- cina, al lado de un poco de cerina y muy pequeñas canti- dades de cocceina. Razón por la que tratamos sus propie- dades en conjunto. El sulfuro de carbono y el éter en exceso mostraron ser buenos disolventes. En forma de precipitado la materia cerosa así purihcada se disuelve intantáueamente 30 á 40 partes de ambos líquidos en frió, observándose á penas la existencia de algunas partículas blancas insolubles. La benzina en frió, aún empleando un exceso parece no tener acción disolvente alguna, pero á la temperatura de la ebullición disuelve bastante cantidad. El mismo resultado se ha obtenido con el alcohol absoluto en frió (300 partes), pero ú la ebullición disuelve la mayor parte, trabándose, al enfriarse, en una masa cuajosa por la abundante cristali- zación, quedando de residuo un cuerpo blanco de una ma- teria particular, nitrogenífera, la cocceina, que no ofrece carácter ceroso. Tratándolo repetidas veces con nuevas can- tidades de alcohol hirviendo se \ió que la cocceina era completamente insoluble en él, por cuya razón se resolvió emplear este método para su separación. Designamos pues esta materia en adelante con el nombre de 376 COCCEIAA Para obtener este cuerpo se trató toda la materia cerosa repetidas veces con un gran exceso de alcohol absoluto hir- viendo, filtrándolo en seguida en caliente. Las primeras cantidades del líquido filtrado, al enfriarse, se trababan en masa cuajosa por la abundancia del precipitado ceroso. Se hirvió el residuo por alcohol absoluto hasta que ya no se for- maba precipitado alguno en el filtrado enfriado. Quedó como residuo la cocceina en forma de un polvo gra- nujiento, completamente blanco. Es un cuerpo indiferente con la mayor parte de los reac- tivos y disolventes. ]\o se funde sino á alta temperatura descomponiéndose. A 200" C, principia á teñirse de amari- llo; á 270" C, aproximadamente, se funde en un líquido ama- rillo y comienza á destilarse, dando como producto de la descomposición un aceite amarillo de un olor pronunciado desagradable, que recuerda al ácido oléico crudo ó á aquella especie de aceite, que se obtiene por la destilación seca de la cera común. El residuo fundido que queda, constituye enfriado una masa vitrea, algo transparente, dura y quebra- diza. Calentado con los álcalis desprende amoníaco. La cocceina parece casi completamente insoluble en la ma- yor parte de los líquidos ácidos y alcalinos. El ácido ní- trico concentrado la disuelve parcialmente sin desprendi- miento de vapores rutilantes, tiñiéndose de amarillo el lí- quido y la materia misma, como sucede generalmente con los cuerpos proteicos. El ácido sulfúrico concentrado la di- suelve tomando la solución un color intenso de amarillo na- ranjado. El ácido clorhídrico fumante aparentemente no tie- ne acción alguna ; agitando fuertemente con este reactivo no hace mas que aglomerarse las partículas. — 377 — Una solución acuosa de sosa cáustica hirviendo no obra visiblemente sobre ella, pero una solución alcohólica de po- tasa cáustica á la ebullición parece alterarlo dejando un precipitado cuajoso granujiento. El alcohol y la benzina apenas la disuelve á la tempera- tura de la ebullición. El cloroformo la disuelve completa- mente. Con el sulfuro de carbono se pone semitrasparente, aglomerándose las masas finas en una sola masa gelatinosa. El éter en gran cantidad disuelve un poco mas de la mi- tad, quedando la parte insoluble adherida á la pared del vaso en forma de una materia gelatinosa trasparente, materia que es insoluble en el exceso de éter, pero fácilmente soluble en el cloroformo, dando una solución algo mucilaginosa, se- mejante al colodión, que evaporada á la sequedad, dá un residuo completamente trasparente de 3-cocceina. La solución etérea concentrada por la evaporación no se pone mucilaginosa ; á la sequedad dá un residuo de a-coc- ceina en forma de masas blancas, algo nacaradas, muy que- bradizas. Esta materia cristalina tratada con una solución alcohólica de potasa cáustica se pone ya en frió amarillento y á la ebullición el polvo granujiento algo pesado se trasforma en un precipitado voluminoso de color amarillo, tiñiéndose también el líquido de un intenso amarillo rojizo. Este líquido diluido con alcohol y soraetídolo en seguida á la ebullición se forma después de enfriado una pequeña cantidad de precipi- tado amarillo, idéntico en sus caracteres al anterior. El filtrado alcohólico alcalino, diluido con agua apenas se enturbia; tra- tado por el ácido clorhídrico dá un insignificante precipitado. El precipitado amarillo que se lavó con alcohol, parece ser una sal de un ácido muy débil, formada por el álcali que contenia, pero de alto peso molecular é insoluble en todos los disolventes. Se le hirvió con agua acidulada por el ácido clorhídrico, resultando un residuo granujiento, algo parecido á la materia primitiva, pero de color amarillo pálido y no era ya soluble ni en el éter ni en el cloroformo. — 378 — Una conducta completamente análoga á la a-cocceina, que se ha obtenido de la solución etérea, ofrece la [S-cocceina, obtenida por la evaporación de la solución clorofórmica del residuo insoluble en el éter. Parece que ambos cuerpos son modificaciones metaméricas de la misma sustancia. Una in- vestigación mas detallada no fué posible por lo pronto, por no haberse obtenido el material en cantidad suficiente. Como resulta que se trata de una materia nitrogeuífera y como el animalito, á. diferencia de otros insectos carece casi completamente de una capa de chitina, es posible que la cocceina tenga alguna relación fisiológica con esta y que sea secretada por el insecto, junto con la materia cerosa. Así como se disuelve la cocceina en el cloroformo y en el éter, también se disuelve en las materias grasas, formando un líquido algO; gelatinoso. La consistencia mucilaginosa de la cera cruda fundida se debe indudablemente á la presen- cia de este cuerpo particular. CERIIVA. ÁCIDOS GRASOS LIBRES (y GLICERfDOS) DE LA CERA DE CHILCA Con el nombre de cerina se ha designado aquella parte de la cera común, que es soluble en el alcohol de 80 á 90", formada por los ácidos de la serie grasa, que en la cera se hallan en estado libre, al lado de los verdaderos éte- res, designados generalmente como miricina. Emplea- mos aquí estos mismos nombres para designar en general las materias análogas, que existen en la cera de Chilca. Las distintas cantidades de precipitados cerosos, que se hablan obtenida por enfriamiento y cristalización en el alco- hol absoluto (á fin de separar la cocceina), y que debían con- tener toda la «cerina» y la «miricina-) de nuestra cera; se reunieron, fundiéndolos en el agua hirviendo. La materia cerosa enfriada es bastante dura y quebradiza; — 379 — i tiene im peso específico algo mayor que el agua fria, pues se hunde en ella á la temperatura ordinaria, pero á algunos grados de temperatura inmediatamente sobrenada otra vez en su superficie, en forma de una capa de grasa, no del todo trasparente. P. de fus. 64°5 C. Para separar de esta materia cerosa los ácidos libres y al mismo tiempo los vestigios de gliceridos, que existían al ladd de la miricina, se sometió la cera á la ebullición con una so- lución acuosa muy diluida de sosa cáustica. El líquido alca- lino filtrado solo contenía cantidades muv insignificantes de glicerina, puesto que la mayor parte de los gliceridos de- bían haber quedado en los líquidos alcohólicos-etéreos pri- mitivos. La masa que se había formado por la saponificación par- cial era algo granugíenta y después de haberla lavado bien con agua, se trató por media hora cojí agua acidulada por ácido sulfúrico á la temperatura de la ebullición. Una vez enfriado el líquido se recogió la torta de cera que se ha- llaba flotando en su superficie, se lavó bien con agua y en seguida, para separar los ácidos grasos que debían encon- trarse al lado de la miricina , se trató por alcohol hirviendo de 90° repetidas veces hasta no observarse mas precipitado en el líquido enfriado. Los primeros estractos alcohólicos formaban masas cuajosas por la abundancia de precipitíido. Ácido coccerinico . — Las precipitaciones obtenidas por el enfriamiendo de los estractos alcohólicos se separaron por filtración v se lavaron con alcohol, procediendo en seguida á separar, según el método de Brodie, los ácidos libres de las cantidades de miricina, que conjuntamente habían en- trado en la solución alcohólica caliente y en las precipita- ciones consecutivas. Para cuvo fin se trataron nuevamente los precipitados por alcohol hirviendo de 90", agregando después ai líquido caliente una solución alcohólica de aceta- to de plomo, que dio un precipitado no muy abundante. Se — 380 — filtró iumediatameute, conservando siempre el líquido á la misma temperatura. Quedó un residuo de miricina, difícil- mente soluble en el alcohol y otra cantidad de ésta se pre- cipitó en los filtrados, á medida que se iban enfriando. También el precipitado de la sal de plomo, separado por filtración, debia contener todavía pequeñas cantidades de esta miricina. Para estraerla recomienda Brodie, tratar el precipitado de plomo por el alcohol y el éter á la temperatu- ra de la ebullición ; pero como se habia observado que la mi- ricina de nuestra cera no se disolvía fácilmente en el éter, se estractó el precipitado de la sal de plomo en este y otros casos por una mezcla de benziua y bisulfuro de carbono, por- que ambos líquidos solos ó mezclados la disuelven con mu- cha facilidad : el sulfuro de carbono ya en frío, y la benzina en caliente. La sal de plomo así. purificada se descompuso por el ácido clorhídrico hierviendo, operación que para un completo éxito no es fácil, pues se necesita hervirla mucho tiempo, dejarla enfriar ; pulverizar la masa flotante en el líquido ácido, tra- tar el polvo nuevamente por el ácido clorhídrico diluido á la temperatura ordinaria y después otra vez á la de la ebulli- ción. El ácido coccerínico crudo, que se obtuvo por este pro- cedimiento se halla en la cera cruda en estado libre, puesto que en el extracto alcohólico hirviendo se obtiene directa- mente un precipitado de este ácido con la sal de plomo. Tenia un punto de fusión de 90°3 á 90°4 C. Se le trató por el éter hirviendo en un frasco combinado con un pe- queño refrigerador de Liebig y se vio que se disolvía com- pletamente, aunque con algún retardo, mientras que en el éter frío se disuelve solamente cantidades insignificantes. La cristalización, que se obtuvo por el enfriamiento de la solución etérea tenia un punto de fusión de 90°9 á 91*^0 C, pero se notaba en ella la presencia de pequeñas impurezas. Se trató otra vez por el alcohol hirviendo ; se filtró y se — 381 — dejó cristalizar por el enfriamiento. El ácido obtenido pre- sentaba ahora un punto de fusión 91 °4 C, muy aproximado ya á aquel del ácido coccerínico de Liebermann (92 á 93 °C), Este ácido, como veremos forma también el constituyente principal de las rairicinas de esta cera. Acido miristico, etc. — A los líquidos alcohólicos frios, obtenidos por filtración de los precipitados de la «cerina» etc. (pág. 379), antes de ser tratada esta por el acetato de plomo, se les agregó una solución alcohólica de esta sal. Se formó un precipitado blanco en cantidades no del todo insignificantes debiendo contener principalmente los ácidos inferiores ó intermedios de la serie grasa, como son los áci- dos miristico, palmitínico, etc., caracterizados por su solu- bilidad en el alcohol frió. La cantidad de precipitado, que se habia obtenido no era suficiente, sin embargo para determinar con seguridad, cual de estos ácidos era la que habia entrado á la formación de la sal de plomo. El ácido se halla en la cera, parte en estado libre y parte como glicerido, y como Lieberma^n y otros han encontrado la Miristína, en cantidades importantes en la cochinilla vulgar, no parece dudoso, que también en esta especie de cera de Coccus se tratara de la misma materia en cuestión. Acido bvMrico, valerico, etc. — La cera cruda, principal- mente en caliente, desprende un olor bastante fuerte, algo desagradable. Este olor recuerda mucho al ácido valérico y sus homólogos. Destilando la cera con vapores de agua se obtuvo un pro- ducto de reacción acídula y que tiene el mismo olor carac- terístico de la materia primitiva. El destilado neutralizado por la barita y evaporado después dio una sal en forma de un residuo cristalino, pero la cantidad no fué suficiente para determinar con seguridad su carácter químico. Se constató — 382 — la ausencia de los ácidos fórmico y acético en cantidades apreciables. MIRICIJNA. (éteres DE LA CERA DE CHILCa) Gomo residuo iusoluble del tratamiento de la materia ce- rosa por el alcohol hirviendo (pág. 379) queda una miricina muy fusible, bastante incolora, mezclada con vestijios insig- nificantes de la materia resinosa, que contiene la cera cruda. Se filtró bajo el agua caliente en un pedazo de lienzo y la miricina asi obtenida constituye enfriada una masa cohe- rente, presentando unesterior y consistencia'completamente parecida á la cera blanca vulgar. Esta miricina es mas liviana que el agua fria á diferencia de la masa cerosa primitiva, que es mas pesada. Es difícilmente soluble en el éter ; con mucha facilidad en el sulfuro de carbono y en la benzina caliente. P. de fus. 59° 4 C. La pequeña parte de miricina que habia entrado en solu- ción en los líquidos alcohólicos, al lado de la cerina, fué estractado, después de precipitado el ácido coccerínico por la sal de plomo, por medio de una mezcla de benzina recti- ficada y sulfuro de carbono. La solución se destiló hasta quedar reducida á una décima parte : enfriado el líquido se formó un abundante precipitado, que se separó por un lienzo, aprensándolo bien en seguida cutre papeles secantes para quitarle los últimos restos del líquido. Después se sometió al baño de aire elevando la temperatura hacia 120°C para quitar los últimos vestigios de la benzina. La masa fundida de esta miricina es de consistencia dura y quebradiza en frió y de color algo amarillento. P. de fus. OV^C. Para separar la parte de miricina, que habia quedado disuelta en la benzina, se evaporó hasta la sequedad y el residuo se trató del mismo modo como en la primera cris- — 383 — talizacion. Enfriado es de consistencia algo mas blanda. P. de fus. 63°5 G. Resulta de esto, que la miricina de esta cera no es una materia uniforme sino una mezcla de éteres de distinta cons- titución. Se procedió, pues, á tratar por el mismo método la parte principal de la miricina, que tenia un punto de fusión de 59°, 4 C. disolviéndola en la benzina hirviendo, obte- niendo la primera cristalización por enfriamiento del líquido, la segunda por concentración y la tercera por evaporación hasta la sequedad. Estas tres distintas, cristalizaciones fracionadas ofrecieron los caracteres siguientes: 1' Cristalización de consistencia dura y quebradiza. P. de fus. 67°C. 2" Cristalización de consistencia dura y quebradiza. P. de fus. 63°5 C. 3' Cristalización de consistencia algo plástica entre los dedos. P. de fusión 58°5 C. Resulta, pues, que las dos primeras cristalizaciones ofre- cieron un punto de fusión análogo á las que se obtuvieron por cristalización de aquella parte de miriciua, que habia entrado en las soluciones alcohólicas. Estas cristalizaciones de miriciua, reunidas las de punto de fusión análoga, se saponificaron separadamente cada una hirviendo por varias horas con una solución alcohólica con- centrada de potasa cáustica. La masa que se habia formado, siendo de consistencia gelatinosa, fué desleída en agua y se hirvió con una solución de cloruro de bario en esceso. El precipitado formado se separó por filtración, se lavó y se secó bien. La masa seca, que contenia los alcoholes de la miricina, mezclados con la saí de bario de los ácidos corres- pondientes, se pulverizó y se trató por una mezcla de ben- zina rectificada y sulfuro de carbono, hirviendo en un matraz, que se hallaba combinado con un pequeño refrigerador de LiEjiG. El residuo se separó por filtración, lavándolo bien — 384 — después con éter y otros disolventes hasta quedar completa- mente libre de los alcoholes de la cera. Las soluciones etéreas se destilaron hasta la sequedad. El residuo obtenido se hirvió nuevamente con la solución al- cohólica de potasa, tratando en seguida con la sal de bario. Este segundo tratamiento por el alcohol era indispensable, por la difícil descomposición de esta clase de miricina, pues el alcohol de la cera, después del primer tratamiento, con- tiene siempre cantidades remarcables de miricina no des- compuesta. Alcoholes de la miricina. — La solución de los alcoholes de la cera en la benzina, después del segundo tratamiento por el álcali, fué concentrado por destilación, hasta un pe- queño volumen. Se obtuvieron cristalizaciones de distinta naturaleza : a) Miricina dep. de fus. 67°C. La solución en la ben- zina de los alcoholes de la miricina descompuesta se des- tiló hasta quedar reducida á un pequeño volumen. Después de 24 horas de reposo se había formado un precipitado cris- talino, en forma de pequeñas laminillas nacaradas, adheridas parcialmente á la pared del vaso. Se separó por filtración y se lavó con benzina. Tenia un p. de fus. 80°4 C. Purifi- cado por una primera cristalización en el alcohol hirviendo se obtuvo una pequeña cantidad de un precipitado, que dio un p. de fus. 85°C, es decir, eláei Alcohol miricilico. La segunda cristalización en el mismo líquido, y que constituye la masa principal de nuestra materia, dio un p. de fus. 81 °2 C. En el líquido madre que habia quedado de la primera cristalización en la benzina se formó un precipitado de un p. de fus. 70° C, por el agregado de alcohol en frió. b) Miricina de p. de fus. 63°5 C. La solución en la benzina convenientemente concentrada, como la anterior, depositó solo una cantidad muy insignificante de un pre- cipitado, formado por pequeñas laminillas brillantes de — 385 — alcohol miricílico. Al diluir el líquido con alcohol se formó un precipitado, que tiene un p. de fus. 64°5 C. c) Miricina de p. de fus. o8°5 C. La solución en la benzina, muy concentrada por la evaporación, precipitó solo algunos copos gelatinosos insignificantes ; mezclado con el alcohol no se obtuvo tampoco precipitado de alguna impor- tancia. Todos los líquidos alcohólicos reunidos y algo concentra- dos por la evaporación depositaron todavía, después del enfriamiento, un pequeño precipitado de laminillas naca- radas de p. de fus. 76°^C. Los diversos filtrados alcohólicos reunidos se evaporaron á la sequedad, secando el residuo á la temperatura de 120° para despojarlo de |los últimos vestijios de benzina. La masa obtenida era de color amarillo rojizo, por la entre- mezcla de cantidades remarcables de materia resinosa, y de la cual es 'difícil separarla, ni aún tratando la solución alco- hólica por el carbón animal. El residuo era de consistencia bastante blanda, casi como la grasa de chancho. P. de fus. 55° C. Resulta, pues, que los radicales alcohólicos que existen en la miricina de la^Cera de Chilca son una mezcla de dis- tintos alcoholes de la serie grasa. El constituyente princi- pal parece ser un alcohol de p. de fus. 70 a 80° C, aliado de ciertas cantidades de alcohol miricílico y de algún otro miembro inferior, tal vez sea el alcohol coccílico, cono- cido ya en otras especies y géneros de 'esta familia de in- sectos. Las reducidas cantidades de la sustancia, que se han obtenido hicieron que no fuera posible practicar una investigación determinada en este sentido. No obstante, el punto de fusión muy^bajo de estos alcoholes y otros carac- teres mas demuestran suficientemente que los radicales de esta miricina son verdaderos alcoholes monoatómicas nor- males, á diferencia de la Cera de Cochinilla, en la cual predomina completamente un alcohol diatómico. — 386 — De donde se deduce, que las diferencias en la fusibilidad relativa de las miricinas ó éteres obtenidos de la Cera de Chilca son debidas á la existencia de estos distintos alcoholes y no á la de distintos ácidos ; porque el único ácido, que absolutamente predomina, es solo el ácido coccerínico, siendo muy insignificantes las cantidades délos otros ácidos, que se hallan al lado de este ácido principal. Acido cocceríivico. — La masa saponificada y precipitada por la sal de bario, después de haberla tratado por la ben- zina, se pulverizó ; después se humedeció con alcohol, tra- tando en seguida, durante una hora, por agua fuertemente acidulada de ácido clorhídrico, primeramente á una tem- peratura media, para impedir la fusión de los ácidos grasos libres ; pues fundiéndose estos, envuelven las partículas de la masa con una capa aceitosa é impiden el ataque del ácido ; después se llevó á la ebullición. La masa cerosa enfriada se pulverizó otra vez, y se trató nuevamente, tanto en frió, como en caliente, por el mismo ácido diluido para descom- poner los últimos vestigios de la sal de bario, que pudiera retener. Esta masa de los ácidos crudos de.la cera tenia un color algo rojizo por la entremezcla de cierta cantidad de materia resinosa y colorante, difícil de separar. Se purificó por cristalizaciones en el alcohol hirviendo, en el cual se di- suelve el ácido con mucha facilidad, cristalizándose, al en- friarse, abundantemente en una sola masa cristalina. Los ácidos crudos obtenidos de este modo, la una de la miricina de p. de fus. 67° C, y la otra de la de p. de fus. 63°5 C, indicaron un punto de fusión uniforme, es decir de 90° 3 á 90° 4 C. El ácido fué purificado por cristalización en el éter hirviendo, en un frasco combinado con un pe- queño refrigerador de Liebig. El ácido es muy poco soluble en el éter frió, pero se disuelven casi completamente, tam- bién en masa compacta, en el éter hirviendo. Las cristali- — 387 — zaciones obtenidas por el enfriamiento en este disolvente dieron un producto de un p. de fus. 91° C, notándose to- davía en ellas pequeñas impurezas y materias colorantes, por cuyo motivo se trataron otra vez por alcohol hirviendo, después por carbón animal, filtrándolos en seguida. Por el enfriamiento se obtuvo una cristalización de unp.de fus. 9P4C. Hemos visto ya, que este punto de fusión tiene también el ácido de la cerina, que debe encontrarse en la cera cruda en estado libre y que se obtuvo por la precipitación de la cerina en el alcohol hirviendo por medio del acetato de plomo, descomponiendo en seguida esta sal por el ácido clorhídrico (pág. 379). La masa del ácido crudo obtenida por desdoblamiento de la miricina de p. de fus. 58°5 C se distingue délas otras dos por su mayor fusibilidad, color algo mas oscuro, un olor ca- racterístico un poco resinoso ; por contener alguna cantidad de resina de la cera cruda. Tenia un p. de fus. de 87°5 C. Se la disolvió en el alcohol hirviendo y se la cristalizó por el enfriamiento del líquido. El ácido separado por fil- tración tiene ahora otra vez un p. de fus. 91 °5 á 91 °7 C : análogo á los de los ácidos de las otras dos cristalizaciones de miricina ; así es que todos ellos contienen el mismo ácido como constituyente esencial. Resulta de esto, que el ácido que predomina en la cera de Chilca, tanto en estado libre como en combinación con diversos alcoholes monoatómicos de la serie grasa, es un ácido de p. de fus. 91°5 á 91°7 á lo menos. Hasta ahora solo se conocen dos ácidos de la serie grasa, con los cuales podria identificarse el nuestro. El primero es un ácido descubierto hace poco por Schal- FEEF(^)en la cera común, por medio de precipitaciones frac- (') Ber. d. D. Chem. Ges. 1876, pág. TJS.— Bidl. Soc. Chim. (2), T. 27, pág. 372. — 388 — donadas de la solución alcohólica del ácido cerótico crudo con la solución alcohólica de acetato de plomo. Schalfeef consiguió separar una pequeña cantidad de uq ácido, que tenia un p. de fus. 91° G y al cual atribuye la fórmula de C34jj68()2 Con todo, las investigaciones hechas sobre este ácido todavía no han llegado á un término satisfactorio. El segundo es el ácido coccerinico, descubierto últi- mamente por Liebermann(I) en la cera de cochinilla. Este autor le dá un p. de fus. de 92 á 93° C y sus inves- tigaciones hacen probable de que se trata de un oxácido ^(;¡3ijj62Q3^^ el cual se halla en aquella cera en combinación con un glicol,eZ alcohol coccerüico {C^'^H''>°{OB.')-), p.de fus. 104°C, formando ambos una miricina diatómica, déla fór- mula C^OH^oCCSiñ^O'^, de un p. de fus. 106°C. El alto peso específico y las analogías que ofrecen nuestro ácido con el ácido coccerinico de Liebermawn, no dejan duda sobre la identidad de ambos cuerpos, tanto mas si se tiene presente que los dos son productos de la secreción de insectos de la misma familia (Coccus). Disponiendo de mayores cantidades probablemente habría sido fácil, por medio de precipitaciones fraccionadas, etc., aumentar el punto de fusión mas allá de 92° C. La sal de plata de nues- tro ácido solo dejó un residuo de 17,15% de plata metá- lica, cuyo resultado parece indicar todavía la presencia de materias estrañas. MATERIAS RESIINOSAS La solución etérea primitiva de la cera cruda, de la cual se habían precipitado las últimas cantidades de materia cerosa por la adición de tres volúmenes de alcohol absoluto (pág. 375), se destiló hasta quedar reducida á Vs partes. El (^) Ber. d. D. Chem. Ges. 1885, pág. 1975. — 389 — líquido enfriado y reposado por algunos dias depositó toda- vía un insignificante precipitado de materia cerosa ó miris- tina, teñida de amarillo por vestigios de materia resinosa. Por insignificante que era no se sometió á una investigación mas detallada. El filtrado separado por filtración de este pequeño pre- cipitado, tenia un color amarillo intenso. Se evaporó en el baño de maría hasta la sequedad. La resina obtenida es de un color amarillo oscuro y en frío presenta una consistencia bastante sólida. Se trató con alcohol frío de 75 á 80°, y el residuo que quedó se hirvió con alcohol de 90°, filtrando después, se vio, que quedó solo un insignificante residuo, casi incoloro de materia cerosa ó miristina, soluble en el al- cohol hirviendo, pero que se precipita otra vez al enfriarse. Resina soluble en alcohol de 75 á 80°. — La solución tiene un color intenso amarillo-rojizo, debido á la presencia de materia colorante. Con la solución alcohólica de acetato de cobre se formó un precipitado abundante de color verde sucio. Descompuesto el precipitado de cobre por el ácido sulfúrico, el filtrado dio por evaporación un residuo lustroso de otí^-resina, de consistencia dura y frágil, de un intenso color negro verdoso, que pulverizado es gris verdoso. El filtrado no dio precipitado alguno de y-resina con el acetato ó subacetato de plomo. De la solución separada el exceso de la sal de plomo y de cobre por medio del ácido sulfúrico, resultó un filtrado de color amarillo intenso, que evaporada esta solución, se obtuvo una c-resina, sólida, quebradiza, muy trasparente, con muchas partículas semi- cristaliuas incrustadas de materia colorante. Resina soluble en alcohol de 90°. — El residuo de la re- sina que fué tratado por el alcohol de 75 á 80° se sujetó después á la acción del alcohol concentrado de 90°, resul- tando que la mayor parte de la materia colorante habia sido — 390 — estraida por el alcohol de 80°, asi es que, concentrada la solución del alcohol concentrado, ostentaba un color amari- llo mucho mas pálido. La solución dio un precipitado muy abundante de cn^-re- sina con la solución alcohólica del acetato de cobre. El pre- cipitado se descompuso por el ácido sulfhídrico, tratando en seguida por el alcohol y evaporando después la solución se tuvo una a ¡3-resina, color oscuro, de consistencia algo buti- rosa en la cual se observaban partículas grasas, debidas á la presencia de ácidos inferiores de la serie grasa, probable- mente de ácido mirístico que debe encontrarse parte en es- tado libre en la cera cruda. El filtrado del precipitado por el acetato de cobre se trató por una solución alcohólica de acetato de plomo, resultando un abundante precipitado blanco cristalino, el cual tratado por el ácido sulfhídrico por el alcohol y evaporada la solu- ción dio una v-resina elástica, de un color pálido amarillento muy trasparente en la cual se observa partículas cristalinas de color rojizo naranjado formados por materia colorante. El filtrado del precipitado por el acetato de plomo no dio precipitado alguno por el sub-acetato de plomo. Sometido á la corriente del ácido sulfhídrico quedó casi incoloro. Evaporado resultó una 2-bálsamo-resina de consistencia mu- cilaginosa y muy trasparente, de color rojizo amarillento. Por lo que pudiera existir en esta o-resina materias grasas ó éteres cerosos (ceroleina) se trató toda ella con dos partes de alcohol frió, resultando no obstante, una solución comple- tamente clara y trasparente sin dejar residuo alguno de go- titas aseitosas ó de materia grasa. ACIDO XAINTOCARMIMCO Y MATERIA ESTRACTÍVA El intenso color amarillo, que tímian las distintas estrac- ciones alcohólicas ó etéreas de la cera, sobre todo la del al- — 391 — cohol diluido, es debido á la existencia de ima materia colorante^, procedente probablemente del cuerpo de los in- sectos, intermixtos. Al evaporar las soluciones resinosas en el alcohol diluido se observa generalmente, hacia el fin de la evaporación, al lado de la capa resinosa, gotitas acuosas, que contienen una crecida cantidad de materia colorante y estractiva. La materia cjolorante es bastante soluble con su intenso color amarillo en el agua, en el alcohol y en el éter. Sacudiendo una solución acuosa con el éter pasa una gran parte á él, pero no toda, pues á pesar de tomar el éter un color algo mas intenso, que el líquido acuoso, retiene este, no obstante, cantidades crecidas, conservando un intenso color amarillo. De la solución alcohólica se precipita la mayor parte por el acetato de cobre ó de plomo, dando con este último reac- ti^ o un precipitado de un hermoso color rojizo de guinda. Indicaciones de este color se han observado con frecuencia en los precipitados del ácido coccerínico, debido á la presencia de pequeñas cantidades de esta materia. La solución acuosa sobresaturada por un carbonato alca- lino cambia el color intenso amarillo por un color rojizo- pálido intenso. Esta materia colorante es, pues, de naturaleza acida. Sus reacciones indican de que se trata de una especie de ácido xantocarmínico y podria, tal vez, representarlo. COMPOSICIÓN CUANTITATIVA DE LA CERA DE CHILCA Aprovechando las esperiencias de las investigaciones cualitativas sobre la composición química de la cera de Chilca, se procedió en seguida con el análisis cuantitativo, aplicando los mismos métodos de separación, cuyos detalles se desprenden de las indicaciones ya hechas^. Resina soluble en el alcohol de 75°. ... 10.67 ' 7.60 4.23 6.44 — 392 — El resultado de este análisis es el siguiente : Cocceina 4.33 "/. Miricina (^) 47.24 Acido coccerinico libre 7.35 Miristina, gliceridos y ácidos grasos li- bres 5.10 Acido propiónico, butírico, etc 0.03 Acido xantocarmínico y mat. estractiva 0.78 («/3.. 4.10 • Resina soluble en el alcohol de 90° 17.77 ) y .. . 6.07 (° Fibras y despojos vegetales y animales. 5.50 Ceniza, tierra, etc 0.93 100.00 Comparando la composición de esta cera con las otras es- pecies ya mencionadas, parece resultar, en primera línea, tener unaj analogía bien remarcable, tanto en su origen, como en su composición en general, con la cera de la cochi- nilla de higuera, descrita por Sestini (pág. 367). La «cero- leina» ó «sustancia acida, semi-resinosa» de este químico es bálsamo-resina, probablemente el producto de exudación del árbol con motivo de la picadura del insecto. El ácido «ceró- tico» de Sestini probablemente es el ácido coccerinico, pues este es muy semejante á aquel, por su solubilidad en el al- cohol hirviendo y por otros caracteres. Mayores analogías todavía ofrece nuestra materia con la Cera de Guadalupa (pág. 367). Smith supone, que esta clase de cera sea producida por una pequeña abeja silvestre. Pero la falta de analogías con lacera común y las estraordinarias que ella ofrece, en cambio, con la nuestra, hace indudable, para nosotros su procedencia de alguna especie de Coccus. (^) Esteres del ácido coccerinico, con distintos alcoholes monoatómi- cos de la serie grasa. — 393 — La «ceroleina)) mencionada probablemente es bálsamo-resina; la materia nitrogenífera fusible, soluble en el éter es a-coc- ceina, mezclado con miricina, y el residuo soluble en el cloroformo, dando un líquido siruposo, es g-cocceiua. Menos analogía ofrece nuestra sustancia con la cera de la cochinilla vulgar; porque aunque ella contenga probable- mente el mismo ácido coccerínico, como constituyente prin- cipal, se halla este combinado con alcoholes monoatómicos, mientras que, en cambio, en la «coccerina» de Liebermanjí, procedente de la Cochinilla vulgar, este ácido se halla com- binado con un alcohol diatómico. Córdoba, 1885. T. TITI 30 OMGANTHÜS Y GffiLODON GÉNEROS DISTINTOS DE UNA MISMA FAMILIA POR FLORENTINO AMEGHINO En los Sitzungsberidite der Koniglich Preussischen Akademie der Wissenschaften zu Berlín del presente año, p. 567, con el título de Berichtigung zu Coelodon se encuentra una corta noticia del Dr. Burmfister sobre dos medias mandíbulas inferiores pertenecientes al curioso eáentado que yo describí con el nue\o nombre de OracaU' thus Burmeisteri (Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe. T. VII p. 499), en la que el autor identifica Oracanthus con Ccelodon, haciéndome un fuerte cargo por haberle dedicado la especie sin consultarlo ni haberle pedido su consenti- miento. De lo último no me arrepiento, estando al contrario siem- pre muy dispuesto á honrar el nombre del ilustre sabio que tanto ha contribuido al adelanto de la ciencia, y sin pedirle su consentimiento toda vez que se me presente la ocasión. En cuanto á lo primero, un error de mi parte á ese respecto habría sido sin duda disculpable puesto que Lund y Keijn- HAiiDT describieron el Coelodon como teniendo solo tres muelas inferiores, y que el mismo Dr. Burmeister en el t. III, de la Description physique de la République — 395 - Ai^gentine, p. 387 dice: « Ce genre se distingue des qiiatre précédents par le nombre des raolaires qui est de qiiatre en haut et de trois en bas » — pero con todo y á pesar del cali- ficativo de escritor ligero que me aplica (allezeit schreib- fertiger schrisftsteüer), creo no haberme equivocado. Para identificar Oraca,nthus con Ccelodon el Dr. Burmeis- TER supone que el carácter de tres muelas inferiores atribuido á este último es un error, que dicho número existe solo en la primera juventud como dice, lo prueba una media mandí- bula inferior de un individuo ya adulto de la que dá el dibujo, la que en efecto tiene cuatro muelas pero que atri- buye al Coelodon por la única razón de que las muelas tienen la misma forma, cuando el número de estas y la diferencia de tamaño se oponen á dicha identificación, no teniendo por otra parte importancia alguna el tipo parecido de las muelas, puesto que se presentan numerosos casos de géneros distintos con muelas parecidas, como él mismo cita el ejemplo precisamente en su mismo trabajo del Coelodon y Megatheriwn. El largo que el autor atribuye á la mandíbula entera del ejemplar descripto por Reijnhardt es una suposición basada en las proporciones de la que él supone pertenece al mismo género, cálculo que para ser exacto seria también necesario saber si ambos ejemplares son de una misma especie. De este supuesto tamaño, comparado con el de las mandíbulas del Oracanthiis resultarla que el ejemplar de Reiúshardt habría pertenecido á un individuo casi recien nacido en el que aim no había aparecido la última muela inferior, cuando las figuras publicadas demuestran lo contrario puesto que los dientes se presentan ya bastante gastados. Con todo, el Dr. Burmeister insiste en que el número de muelas inferiores del Co?lodon es de cuatro, basándose en que la mandíbula que sin motivo suficiente él atribuye al Coelodon tiene este número, y en que también presenta el mismo número otra media mandíbula inferior de un indi- — 396 — víduo mas jóvea, que tampoco es de Coelodon sino de Ovel- canthus. Además, el largo de las mandíbulas dado por el Dr. BuR- MEiSTER, prueba completamente lo contrario de lo que el pretende. Si el largo de la mandíbula inferior del Coelodon variaba desde 13 hasta 25 cent, ¿cómo se puede pretender ni por un instante que el individuo cuya mandíbula tiene 16 centímetros de largo tenga ya la cuarta muela completa- mente desarrollada, mientras que no se observan vestigios de ella en el individuo cuya mandíbula solo tiene tres centí- metros de menos ? La observación de Gervais solo se re- fiere á la cuestión de si los edentados filófagos tenían ó no dientes de reemplazamiento. ¿Cómo puede suponerse que Gervais hubiese cometido tal error de memoria si realmente hubiera observado el rudimento de la cuarta muela? ¿Cómo no la ha observado Llwd que fué el primero en dar la fór- mula dentaria del animal? ¿Cómo se puede admitir que no haya observado el rudimento de la cuarta muela el profesor Rei.vhardt tan minucioso y exacto en sus descripciones y que justamente se ocupó de la cuestión ? No contento con esto, después de creer que con esas su- posiciones ha demostrado que el Coelodon tiene cuatro muelas inferiores, deduce de ello la otra suposición de que también debe haber tenido cinco y no cuatro en la mandíbula superior, fundándose en que el carácter de | muelas en los edentados filófagos es de una regularidad constante, cuando él muy bien sabe que hay casos de mandíbulas inferiores de Scelidotherium. y Lestodon con 5 muelas inferiores, cono- ciendo yo un caso de 6 muelas inferiores, y otro de 6 su- periores. El Tetrodon tiene 4 muelas en la mandíbula superior y hay un Megatherium (Essonodontherium) que tiene | m., el Sphenodon tiene | m. (por lo que no puede identificarse con Scelidotherium) \ el Gnjpothe- ríiiin también |. Qne las muelas de los edentados filófagos se encuentran — 397 — todas ea actividad desde la primera juventud es probado y nadie lo ha puesto hasta ahora en duda. El mismo Doctor BuRMEisTER lo admite para el SceUdotlieriuin y Mylodon porque conoce de ellos los individuos jóvenes. ¿Por qué no admitirlo entonces para Coelodon y Megatherium ? Creer sin tener la prueba de ello que en estos géneros sucede lo contrario es una suposición que está en contradicción con todo lo que conocemos sobre la dentadura de los edentados gra- vigrados, y con la homogeneidad de caracteres que presen- tan. Para defender su tesis cita el autor el Megatherium Gervaisi con | m. que cree sea un individuo joven del Me- gatherium amar icanum, suposición igualmente sin funda- mento, pues tuve en Europa el cráneo y el esqueleto entre las manos y puedo garantir que es de un individuo adulto. Creer que las dos especies descriptas por Lükd y la ter- cera descripta por Rei.nhardt pertenecen á una misma especie, es también una suposición, y lo que es mas, para colmo de las suposiciones, aceptando la tesis del ür. Bur- MEisTER habria que suponer que los tres ó cuatro ejempla- res encontrados en el Brasil, son todos individuos jóvenes en los que aun no habia aparecido la última muela inferior, mientras que los tres ejemplares que acaban de encon- trarse en Buenos Aires, en puntos distintos y distantes, cosa singular, habrían pertenecido los tres á individuos adultos en los que ya estaba perfectamente desarrollada la misma muela de la que no se encuentra ni vestigios en los indi- viduos procedentes del Brasil. No quiero insistir mas sobre el crecido número de hábiles suposiciones que con una habilidad sin igual ha sabido ligar unas á otras mi ilustre maestro, pero, me será permitido agregar dos palabras, sobre los dibujos que acompañan su trabajo, pues estos prueban precisamente que Ccelodon \ Oracanthus son dos géneros distintos, sin que la habilidad con que el autor defiende su tesis pueda llevar el conven- cimiento á ninguno de los naturalistas que están al corriente — 398 — de la cuestión. La figura 1 representa ]a mandíbula inferior de un individuo joven en el que las muelas aun no están gastadas por el uso, presentando cada muela dos crestas transversales muy elevadas separadas por un surco profun- do. Esta forma de la corona de las muelas del individuo joven me era ya perfectamente conocida, y la he mencio- nado en mi nota del Oracanthus (Bol. de la Acad. etc). La fig. N° 2 representa la dentadura de la mandíbula inferior de otro individuo todavia mas joven que el anterior, y pro- bablemente mas joven aun que el individuo de Ccelodon descripto por Reinhardt. Este dibujo representa la cuarta muela ya perfectamente desarrollada y con la corona mas ó menos de la misma forma que las anteriores, aunque de una superficie mas reducida como que. también es bastante mas pequeño el tamaño de la muela. Este tamaño menor, al que el Dr. BuRMEiSTER atribuye tanta importancia como prueba evidente de que es una muela que perforó la mandíbula mucho tiempo después que las anteriores, no prueba nada. Este tamaño diminuto de la cuarta muela es simplemente un carácter genérico como lo prueba la descripción y el dibujo que he dado de la mandíbula inferior de un individuo muy viejo, en el que la misma muela aparece también de un tamaño mucho mas reducido y con una corona de superficie mas pequeña q*ue las tres anteriores. (Bol. de la Acad. etc). Por consiguiente, las dos mandíbulas descriptas por el sabio Director del Museo Nacional representan el estado juvenil del Oracanthus Burraeisteri y no el estado adulto del Ccelodon. No existiendo absolutamente ningún dato seguro para afirmar que Oracanthus es igual á Ccelodon me parece innecesario estenderme en mas amplios detalles, pero lo haré si el Dr. Burmeister insiste en defender lo que creo no es mas que una simple suposición que no tiene la mas mínima probabilidad de ser confirmada por los hechos. Córdoba, Noviembre de 1885. rp:sultados DE ALGUNAS MEDICIONES BAROMÉTRICAS Eíi lA SIERRA UE CÓRDOBA POR ÓSCAR DOERING Después de haberse publicado muchas alturas de la Sierra de Córdoba por el Dr. Buackebusch Q)y algunas por elDr. Alfredo Stelzner (-) eu su uueva obra sobre la Geología de la República, me parece llegado el momeuto de presentar los resultados de las mediciones altiniétricas que me ha sido posible ejecutar eu los últimos años. La mayor parte hau sido practicadas de paso en varias escursioues ; solo una Tez he viajado con el objeto principal de tomar alturas, á principios del año 1884. Tambieu he tomado en cuenta, para los Gigantes, Pan de Azúcar y Cuesta de Cosquin, las mediciones que mis distinguidos amigos ^ elDr. Otto Clauss y D. Guillermo Von den Steinen hau practicado ya solos, ya en compañía mia, antes que emprendiesen su célebre viaje al rio Xingú en el interior del Brasil, por el que los (^) Dr. L. Brackebusch, Mapa del Interior de la República Argen- tina, 1885. (*) Dr. Alfred Stelzner, Beitrage zur Geologie u. Palaeonto- logie der Argentinischen Republik. I, Cassel et Berlín, 1885. — 400 — intrépidos esploradores han recojido tantos laureles bien merecidos. Séame permitido dar algunos detalles sobre la esploracion que hice con el fin de determinar la- altura del punto mas alto de la Sierra, que es el Champaquí. Salí el 23 de Febrero de 1884 en dirección al Sur-Oeste. Las atenciones del Sr. Yillagra me detuvieron algunas horas en Lagunilla y una tormenta con fuerte \iento y lluvia me obligó á pernoctar á campo abierto en la Falda de Quiñones. Seguí viaje por Altagracia, Potrero de Garay, Reartes y Cañada del Molino, donde gocé de la hospitalidad del señor Ramón Centeno. Subí luego por la Roca del Rio, en sendas muy ásperas, á la Mesilla ó Mesita y llegué, por quebradas y « cajones » difíciles de pasar á la estancia Puerto Alegre. Allí, á una altura de 2000 metros vive en la soledad, tenien- do á la vista un panorama encantador sóbrela Sierra hacia el E., el Sr. Antonino Oliva con su numerosa familia, á quien estoy agradecido por sus esquisitas atenciones. El recor- daba bien las pocas personas que habían pasado por aquellos mundos y si bien no tenia presente sus nombres, eran su- ficientes los numerosos detalles que habia grabado en su memoria, para que yo pudiese reconocer á varios de mis colegas y de sus compañeros que habían visitado el Cham- paquí en años anteriores. Guiado por el amable señor y su hijo mayor, me acerqué mas y mas al Champaquí, por ca- minos que ninguna persona extraña encontraría. Mi propó- sito habia sido subir á la cúspide para pasar algunos dias observando allí mismo. Pronto me convencí de que era irrealizable la idea a causa de las dificultades que la ascen- sión presentaba á las muías y puse carpa al pié oriental del Champaquí de donde tenia un viaje de mas de una hora para subir al cerro á pié. El nombre de Champaquí se dcá á toda la cadena de cerros altos que se encuentran á la latitud de 32° enfrente de San Javier y que caen en pendiente muy escarpada hacia el — 401 — Oeste. El punto donde estaba mi campamento, no carece de vegetación. Se encuentra muy abundante allí el Taba- quillo [Polylepis racemosá), que llena todas las quebradas, algunos arbustos espinosos, una especie de Vaccinium con frutas y varios heléchos (Filices); habia suficiente pasto para las muías. Esa vegetación se continúa, á lo menos en los pequeños valles, hasta 200 á 300 metros debajo de la altura de los cerros. Después de haber medido la altura de uno de los cerros situado al N. del mas alto, subí el 28 de Febrero este mismo. La ascensión era difícil en los últimos 50 metros, donde era menester trepar y saltar por entre y encima de rocas y peñascos. La cúspide del cerro, llamado « de la Laguna», es casi desconocida de los pocos habitantes de aquellos parajes: son raros los que han estado allí y cuen- tan de la existencia de una laguna misteriosa en la cima del cerro que, según algunos, ocupa una superficie inmensa. Hay algo de verdad en estas aseveraciones. Los peñascos amontonados en los bordes se levantan entre 3 á 5 m. arriba del centro de la cima, formando así, en su interior, una depresión espaciosa cuya área estimé en 200 á 250 m. cuadrados. Hay una j)equeña laguna en una parte de este lavatorio gigantesco, la que entonces tenia la forma de un paralelógramo y medía 4 m. de ancho y 10 de largo, siendo su profundidad media de 30 á 40 cm. Una especie semejante hGí/rinus natator ó idéntica con él, estaba repre- sentada en muchos ejemplares en el fondo de la laguna, como igualmente otros animalillos de orden inferior. Todo el resto de la depresión está cubierta de varias gramíneas, en cantidad suficiente para alimentar un animal durante un dia. Lnas mariposas y numerosos cóndores eran los únicos seres que animaban la soledad. El agua de la laguna tenia á las 11 a. m. una temperatura de 17°2, el aire en la depre- sión r2°3. Del borde occidental del cerro se ven precipicios vertiginosos y quebradas muy hondas : desde este punto hasta — 402 — una distaiicia^de apenas 20 kilómetros, la sierra que tiene alli una altura de casi 2900 metros baja poco á poco hacia la pla- nicie que tendrá una elevación media de 950 metros. Todo el llano inmenso al Oeste de la Sierra está cubierto, en su mayor parte, por bosques rara vez interrumpidos. El hipsómetro (correjido) marcaba á las 10 a. m. jjl I a. m. 90°878, equivalente á una presión barométrica de 543 mm, la temperatura del aire, medida en un psicrómetro rotatorio, era á las 11 a. m. de 13°8 y, señalando el termómetro hú- medo del mismo instrumento 9°3, la tensión del vapor atmosférica era de 6.9"'"\ con una humedad relativa de 59 Vo. Existe una cuesta que conduce directamente, en bajada rápida, pero áspera y peligrosa, á San Javier, al Oeste. ]\o me pareció prudente seguirla para dirijirme á la planicie, puesto que carecia de animales de reserva. Doblé pues al Norte tratando de encaminarme en el carril que conduce con rumbo S.W. á Nono. Siguiendo al E. de la cumbre por terreni)s accidentados de una altura media de 2000 á 2400 m. encontré el camino cerca de la Loma Pelada. Mas abajo, en el límite del Tabaquillo, á una altura de 1950 m. se encuen- tra una tabla de mármol sujetada á un gran peñasco á la derecha del camino y que lleva la inscripción siguiente: Al joven y progresista Dr. M. Juárez Celman, Ex-Gober- nador de Córdoda. En nombre del vecindario de San Alberto y de su muy adicto amigo C. M. Julio 20 de 1883. De Nono me dirijí sobre Villa del Tránsito, Panolma, Ambul y Musi á Taninga. De Panolma á Taninga crucé la zona de las palmas que parece tiene rumbo al N.E. pues existe también donde el ferro-carril Central Norte atraviesa el N. de la Sierra entre las estaciones de Dean Funes y Ave- llaneda y el Dr. Burmeister (') las encontró desde Intiguasi (^) H. BuRMEisTER, Rcíse durch die La Plata Staaten, Bd. 2, pág. 98 u. ir. ~ 403 (30°25' Lat. S. y 64°Í2' al AV. de Greenwich) hasta Pozo del Tigre (29°42' Lat. S. y 63°56' Loug. W.). Las palmas (Trithrinax campestris, syn. Copernicia. carapestvis BuRM. estaban en flor, y el piqíiillin {Condalix Uneata) brindaba su fruta colorada que algunos niños se ocupaban en cosechar en canastos y alforjas. Encontré á Taninga que habia visto floreciente el año 1875, en un estado completo de abandono. De Taninga volví, impedido muchas veces por nieblas, lluvias y crecientes de los rios, á Córdoba, pasando por la Cuesta de las Chacras, Pampa de San Luis, Rio Yuspe, El Durazno, Tanti y San Roque. Llevaba en este viaje tres aneroides, un psicrómetro rota- torio (de R. Fuess en Rerlin) y termómetros de máxima y mí- nima. Para la comprobación y reducción de las indicaciones de los aneroides, tenia un hipsómetro, dividido en décimos de grados. Preferible es llevar un barómetro de mercurio, con este objeto, por su mayor exactitud, y no me parece fundado el cargo que se le hace de ser de difícil conducción. En mis viajes á caballo acostumbro llevarlo colocando su extremi- dad superior — con su forro ó estuche — en un pequeño tubo de cuero atado al estribo izquierdo, sujetándolo, por mas seguridad, con su correa echada al hombro. Tomado así con la mano izquierda durante la marcha, el barómetro ni cansa la mano^ ni ofrece obstáculo para cualquiera clase de movimientos, aun en momentos críticos, como lo es la fcaida del "animal, puede salvarse con facilidad. Sin embargo, en aquel ^^iaje, no podia disponer de un barómetro portátil seguro, sino que llevaba un hipsómetro. bien comparado antes y después de la escursion. Este ins- trumento era observado cuando habia tiempo, junto con los aneroides y aun en puntos indiferentes, cuya altura no tenia interés en tomar, v.gr. en los campamentos. Para evitar, en la observación, los errores de paralaje, llevaba un pequeño — 404 — espejo de bolsillo sin marco, que ponía en contacto con el termómetro; además observaba siempre con lente de au- mento. De esta manera se pueden leer con toda seguridad los centesimos de un grado, equivalentes, en término medio á 0.2 á 0.3'""' del barómetro. En todas las otras localidades se observaban tan solo los aneroides y el psicrómetro de rotación, tratando de hacer 2 ó 3 observaciones separadas con intervalos de algunos minutos, máxime en los terrenos accidentados. Como estación de base me servia mi habitación en Cór- doba, donde funcionaba un barógrafo Hottinger que marca cada media hora y donde mi esposa observaba cada 2 ó 3 horas el barómetro de mercurio y el psicrómetro desde las pri- meras horas del dia hasta las 9 p. m. Con tales arreglos, que se han cumplido escrupulosa- mente, me ha sido fácil determinar con seguridad, para cada observación hecha en mi viaje, la presión barométrica, tem- peratura y fuerza elástica del vapor atmosférico correspon- dientes al mismo momento y á la estación de base en Córdoba. Vuelto de .la excursión examiné los instrumentos, com- parándolos con el barómetro normal de mi casa, Fuess n" 133. El hipsómetro, de propiedad de mi amigo y colega, Dr. Lms Brackebusch y que lleva la marca de Treina y Croppi, Buenos Aires, lo habia comparado en Febrero y Marzo de 1883, época en que necesitaba una corrección negativa de 0°890, En Enero V Febrero de 1884, es decir inmediatamente antes de mi viaje, su corrección negativa era de0°722±0.0í 1. Encontré la misma corrección en los primeros dias después de la excursión. Escusado es decir que á las indicaciones del barómetro de mercurio se aplicaba antes la corrección negativa por la gravedad correspondiente á la latitud y altura de Córdoba. Habia llevado un aneroide inglés de formato grande, de Elliott Bro% London, que alcanza para medir alturas de — 405 — 3000 m. A pesar de llevar la inscripción « Compensated for temperature » y de carecer de termómetro interno, descubrí un coeficiente de dilatación de más de O.!"*"* para cada grado de temperatura. Comparando sus indicaciones con las del hipsómetro correjido, resultó que los datos que habia suministrado en el viaje, no podian utilizarse. Las dife- rencias entre los dos instrumentos cambiaban con tanta irre- gularidad que ni siquiera dividiendo la serie de observaciones en grupos pequeños, resultaba una ley en los cambios. La misma triste experiencia la hice con el segundo de mis aneroides, instrumento de Casella que permite la lectura de Vs mm y que habia sido llevado en sus viajes por el Dr, Bracrebusch. Restaban tan solo las observaciones hechas en mi tercer ane- roide, de formato pequeño y salido de los talleres del finado Goldschmid en Zurich. Es de bolsillo, su disco tiene 4 era. de diámetro y permite la lectura de ^/^q ""^ pero con alguna seguridad solo la de 0.2 ™"'; su termómetro interno está graduado de 2 en 2 grados. Lleva el número 302. Este pe- queño instrumento habia acompañado á los Dres. Lorentz y HiEROíiYMUS en el viaje que hicieron al N. de la República en los años 1872-74, y no se habia usado desde aquel tiem- po. Resultaron satisfactorias sus indicaciones hechas en mi viaje. Cuanto mas fácil es la observación de un aneroide, tanto mas trabajo cuesta el reducir sus indicaciones á las que habría dado un barómetro de mercurio. Hay que aplicarles tres correcciones : 1* La corrección por la temperatura del instrumento. Se distingue de la del barómetro de mercurio en que no es general, sino que ha de calcularse especialmente para cada aneroide considerado como individuo. Generalmente es ne- gativa y, en la mayoría de los casos, oscila entre 0.10 y 0.20 "'"\ Se llama coeficiente de temperatura á.Q\ aneroide — 406 — la variación de la aguja correspondiente á uüa variación de la temperatura en 1° á igualdad depresión. La casa de Goldschmid (después Hottinger y C" y hoy Usteri-Reinacher) afiade á cada instrumento una represen- tación gráfica de las correcciones aplicables por causa de la temperatura. La curva que indicaba las correcciones del instrumento que nos ocupa, no difiere mucho de una línea recta y permite aceptar, dentro de los límites de tempera- tura que habia en mi viaje, un coeficiente de dilatación igual á — 0.10 "'™ para cada grado. He ahí algunas de las correcciones, según el diagrama de la fábrica : Temperaturas: 0° b" 10° 15° 20° 25° 30° 35° Correcciones: ±0 —0.29 —0.67 —1.12 —1.62 —2.12 —2.61 — 2.88">'° Por numerosas comparaciones sistemáticas, que hice á temperaturas distintas antes de emprender viaje, habia deri- vado un resultado tan poco distinto del de la fábrica que podia aceptar, para 1884, aquella tabla de corrección, calcu- lada, sin duda, antes del año 1870: comprobación muy buena de la suposición que el coeficiente de temperatura de los aneroides es casi constante ó se altera de un modo insignificante con el tiempo. 2" Reducidas así las indicaciones del aneroide á una tem- peratura normal arbitraria, son comparables con las del barómetro reducidos á 0° y correjidas del efecto de la gra- vitación. Si se hace la comparación entre los dos instru- mentos, resultan rara vez cifras idénticas, sino que el aneroide dá algo mas ó algo menos que el barómetro. Estas diferencias constituyen la segunda corrección que debe aplicarse al aneroide y que puede denominarse así como en los cronómetros, elesíadodel aneroide. Puede ser positivo ó negativo y se llama, á veces, '[a corrección constante {xpesdir de variar mucho en un mismo aneroide. Esa corrección se altera, sin causas aparentes y poco á poco con el tiempo, — 407 — especialmente en los instrumentos nuevos: todo sacudi- miento brusco del instrumento la modifica, á \eces en can- tidudes grandes. Por este inconveniente es mucho mas difícil cuidar, en los viajes, un aneroide que un barómetro'de mer- curio, y se comprende también la necesidad de llevar junto con el aneroide, otro instrumento de control, sea barómetro, sea hipsómetro ó por lómenos, en último caso, otro aneroide mas, para averiguar, si el estado del otro se ha modificado. 3* Sin que influyan otras circunstancias, el estado del aneroide no es constante bajo presiones distintas. Solo para períodos cortos y dentro de los límites de la oscilación de la presión atmosférica en un mismo lugar, se le puede con- siderar como invariable, á lo menos para la práctica. Ex- poniendo el instrumento á distintas presiones (ó con la máquina neumática ó llevándolo á lugares mas elevados ó mas bajos ) el observador notará pronto que cuando el ba- rómetro sube ó baja en 1"^'", la aguja del aneroide no señala igual cantidad y que las diferencias entre ambos varían se- gún las diferentes presiones atmosféricas. Este defecto tiene su origen en el modo de fabricar los aneroides, pues en los talleres de mecánica se divide la escala en partes iguales, mientras que deberían ser desiguales, si la graduación se efectuase por comparación con un manómetro ó barómetro de mercurio. Hay que correjir, entonces, la escala. Se de- nomina coeficiente ele división ó de escala á la cantidad que debe aplicarse como corrección á un milímetro del baró- metro para que sea equivalente á un milímetro (ó parte) del aneroide. Yaya un ejemplo para ilustrar lo dicho. Se ha observado. Barómetro á o» Aneroide á 0» 716.8 ■"" 720.0 "^ 695.4 °'"' 700.0 """ Al descenso del barómetro en 21.4™™ ha correspondido un descenso del aneroide en 20™'" : una parte del aneroide — 408 — es entonces igual á LO?*"™ del barómetro ó el coeficiente de escala es igual á + 0.07""". Dadas estas breves explicaciones, seguiré hablando del aneroide Goldschmid >'" 302 con que habia hecho mis obser- vaciones. Acabo de decir que su coeficiente de temperatura era de 4- 0.10"»"^ Antes del viaje habia deducido de 12 observa- ciones que su estado ó la diferencia entre el barómetro re- ducido áO° y el aneroide reducido á 0° era igual á — 19.24""" en Córdoba, restada antes del barómetro la corrección por gravedad. Después del viaje la hallé, término medio de 56 observaciones, igual á — 18.93™"\ pero un examen mas pro- lijo de las distintas presiones á que se habia observado en Córdoba, me hizo ver que las correcciones antes y después del viaje eran idénticas (= á —19.24). De paso diré que después de haber sido llevado el aneroide en Julio y Agosto, por mi hermano, Dr. Adolfo Doeri?,g á Frias, volví á hacer 58 observaciones comparativas, resultándome en Setiembre de 1884 la misma corrección. La inspección superficial de las diferencias observadas entre el hipsómetro y este ane- roide durante el viaje, me convenció de que el aneroide se habia comportado bien y que sus datos podian servir para calcular su coeficiente de división. Con este objeto ordené las indicaciones del aneroide con sus diferencias correspondientes en orden descendente de las presiones, no sin haber reunido en una sola las observa- ciones que se hablan hecho' en un mismo lugar con tal que indicasen presiones casi iguales. Luego obtuve 25 ecuaciones de la forma x -j- by := c, en la que significa x, la corrección constante ó el estado del aneroide reducido á 0° á la presión 700"^"'. y = ÍO d ó e\ décuplo del coeficiente de división ó de escala; donde Aq es la indicación del aneroide redu- Ao — 700 10 cidaáO''. ■ - 409 — c = Bq — Áq ó sea la diferencia entre la indicación del liipsómetro convertida en milímetros de presión barométrica y la del aneroide reducida á 0°. Procediendo, á fin de conseguir los valores mas probables de X y de y, por el método de los cuadrados mínimos, re- sultaron las dos ecuaciones normales : 25x— 86. 8y=— 372.7 (I) — 86. 8x -1- 725, 44y = 2.395.45, (II) las que resueltas dan los valores : x= — 5.89 (= estado del aneroide á 700'°"^); y=-\-2.b9l ó el coeficiente de división = + 0.2597 = -\- 0.26, lo que quiere decir que, cuando el aneroide sube ó baja 1™'^^ el barómetro sube ó baja 1.26'"'". (Para mas comodidad en los cálculos se habia deducido, antes, de las indicaciones del aneroide, la cantidad de 19.24'"'"). Según lo dicho, tenia para la reducción de las observa- ciones del aneroide hechas en mi viaje, la ecuación: Bo = Aq — 5.89 + 0.26 (Aq — 700) en que Ag es la indicación del aneroide reducido á 0° y disminuida antes de 19.24 "^'". Calculando con la fórmula las correcciones necesarias de 10 á 10"i"\ resulta el siguiente cuadro: T. TIII 31 — 410 CORRECCIÓN DE LA ESCALA DEL ANEROIDE GOLDSCHMID N" 302 CON EL ESTADO DEL ANEROIDE) O "O c 730 720 710 700 690 680 CORRECCIONES 2 00 O +4.5 +2.0 —0.5 -3.0 — 5.5 -8.0 "'^ sé w 00 (—19.24!; + 1.91 — 0.69 — 3.29 — 5.89 — 8.49 —11.09 o o 670 660 650 640 630 620 CORRECCIONES ,S "^ E oo « 00 o •— I C -10.5 —13.0 —15.0 —17.0 —19.0 —21.0 (—19.24!) —13.69 —16.29 —18.89 —21.49 —24.09 —26.69 o es £ 63 610 600 590 580 570 560 CORRECCIONES 2 00 -22.5 -24.0 -25.5 -27.0 -28.0 -29.0 (—19.24!; —29.29 —31.89 —34.49 —37.09 —39.69 En el cuadro se encuentran también las correcciones ob- servadas, hacia el año 1870, en la fábrica de Goldschmid al lado de las que resultaron en mi viaje. Como se vé, las correcciones primitivas del instrumento representan una línea recta para las presiones situadas entre 7.30 y 660"'"\ que se encorva mas allá de esos límites. Las correcciones mias forman una línea recta ; pues, aun introduciendo un término cuadrático en las ecuaciones, no disminuve conside- rablemente la suma de las cuadrados' de los errores. Sin embargo, las cifras correjidas de conformidad con el cuadro que precede, no se prestan todavía al cálculo inmediato de las alturas. Les hace falta otra corrección más. El ane- roide, cuyo motor es la elasticidad, nos suministra datos libres de los efectos de la gravedad que no son comparables con los del barómetro de mercurio. Dos lecturas idénticas del barómetro hechas á distintas latitudes ó alturas no in- dican presiones idénticas del aire. Hay que correjir entonces cada dato del aneroide por los efectos de la gravedad, áfin - 411 — de conseguir la indicación que un barómetro de mercurio habria dado en vez del aneroide. He reducido todas las cifras á la latitud y el horizonte de Córdoba y recien después de esta última corrección, las he combinado con las que se hablan observado en Córdoba, calculando las alturas por la fórmula de Rühlmann. Las alturas calculadas con las temperaturas instantáneas tienen un período diurno: resultan alturas mas elevadas que las verdaderas, midiendo á horas de alta temperatura, y aprovechando las temperaturas bajas del dia, las alturas se deducen muy pequeñas Q). Puesto que en un viaje es difícil elejir siempre las horas mas favorables para la medición, he tratado de eliminar esas oscilaciones, calculando con los promedios diurnos de la temperatura y de la humedad abso- luta, pero con la presión atmosférica del momento. ]\o sé si este procedimiento ha sido ya practicado por otros. En la lista que presento, van no solamente los resultados del viaje que nos ha ocupado preferentemente, sino los de otros anteriores que he hecho. He añadido la posición geo- gráfica que resulta del ^'■Plhno General de la Provincia de Córdoba, 1883, construido con los datos del Departamento Topográfico y del Dr. L. Brackebusch.» Las abreviaturas de la última columna se refieren á la clase de instrumentos con que se ha hecho la medición: B = barómetro de mercurio, H = hipsómetro y A= ane- roide, siempre bien controlado. (^) Por mas detalles véase mi trabajo, Bol. de la Acad. Nac. de C, Tomo III, pág. 473 á 512. 412 LISTA DE LAS ALTURAS DETERMINADAS EN LOS ANOS DE 1880-1884 POR Óscar Doering N° 1 2 3 4 5 6 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 ■2¿ 23 24 25 26 28 29 NOMBRE Cuesta de San Roque.. San Roque Rosario Cosquin Pan de Azúcar Cuesta de Cosquin La Reducción Rio Ceballos Colanchauga Cuesta de Quinteros. . Cuesta de los MoUes. . San Francisco Yoccina Cuesta de los Morcillos. Pié de los Gigantes — Los Gigantes, punta N.E Lagunilla Falda de Quiñones.. . . Alta Gracia Potrero de Garay Puerto Alegre Rio del Medio Reartes Cañada del Molino Puerto Alegre Champaquí Chainpaquí, cerro mas alto Palo Cortado Cuesta de la Loma Pelada ESPECIflCAClON DEL NOMBRE Cuesta Pueblo Cerro Cuesta Estancia Pueblo Cuesta » Pueblo » Cuesta Localidad Cerro Estancia y Capilla » Pueblo Estancia y Capilla Estancia Rio Pueblo > Estancia Cerro » Puesto H H 31 '23' 31 22 31 17 31 14 31 15 31 15 31 14 31 11 31 10 31 10 31 12 31 11 31 26 31 26 31 24 31 24 31 32 31 36 31 40 31 49 31 53 31 53 31 58 31 58 31 59 31 58 31 59 31 49 Cuesta 31 46 o 64=27' 64 28 64 27 64 29 64 26 64 26 64 21 64 12 64 17 64 24 64 26 64 29 64 22 64 31 64 48 64 49 64 23 64 28 64 26 64 30 64 33 64 33 64 33 64 40 64 51 64 57 64 57 64 54 64 54 'X. 787 648 666 720 1257 1058 572 679 895 1315 1184 745 618 835 1828 2372 622 651 634 808 &41 824 834 1096 2016 2674 2880 2215 2415 4 4 1 7 15 6 7 3 2 1 2 1 4 1 26 5 1 3 2 2 1 1 2 2 2 7 A. A.H. A. A. A,H. A.B.H. B.A. B. B. B. B. B. B,A. B, B.H.A. H.A. H. H.A. A. H.A. A. A. H.A. H.A. H.A. H.A. H.A. H.A. A. — 413 — LISTA DE L.4S ALTURAS DETERMINADAS EN LOS AÑOS DE 1880-1884 POR OscAR DoERiNG (Continuíicion) 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 NOMBRE ESPECIFICACIOÍÍ DEL -NOMBRE LATITUD SUR LONGITUD AL OESTE DE fillEEN. «3 "^ 2 ;:: S <^ 1952 952 963 1060 1176 1175 1166 1043 1005 1740 1948 1913 1433 1480 1390 1120 898 510 495 537 663 ■=3 ■i o := 1 1 1 2 1 3 2 1 2 1 1 2 1 2 1 1 3 3 1 3 4 Limite del Tabaquillo. Nono Cuesta Pueblo Villa Pueblo » » » » » Pampa Estancia Rio Puesto Cerro Pueblo » Estancia Pueblo Estancia Cerro 31 47 31 49 31 43 31 38 31 32 31 28 31 25 31 21 31 19 31 22 31 21 31 20 31 21 31 21 31 20 31 20 31 20 31 18 31 20 31 29 31 29 64 56 65 1 65 1 65 2 65 2 65 3 65 3 65 5 65 4 64 52 64 50 64 47 64 43 64 42 64 38 64 35 M 32 64 18 64 19 64 24 64 24 A. H. H. H.A. A. H.A. A. A. H.A. A. A. HA. H. H.A. A. A. HA. B. A. A. B. A. Villa del Tránsito Panolma Santa Rosa Anibul Musí La Ciénega del Coro . . Taninsa Límite del Tabaquillo. Pampa S. Luis, cumbre San Luis Rio Yu-^ne La Hovada El Cerrito Blanco El Durazno Tanticuchi Saldan. Calera, Hotel Carolina. Malagueño. Estancia de Ferreira Malagueño, Cerro blan- co Observaciones conteniendo algunos detalles y las mediciones de otros naturalistas conocidas del autor Fuera de las abreviaturas que se han explicado ya (A. B. y H.) se usarán las siguientes: — 414 — M. M. = Martín' de Moussy, Déscription Géogr. et Síatist. de la Confédér. Argentine. Burm. =: H. Burmeister, Descripción física de la Rep. Argent. Br. = L. Brackebcsch, 3Iapa del Interior de la Rep. Argenl. 1885. St. = Alfred Stelzner, Beitráge zur Geologie der Argent. Rep. P. = A. Petermann, 3Iapa original de la Rep. Argent. Gotha, 1875. Cl. = Observaciones de 0. Clauss y G. V'on den Steinen, calculadas por el autor. Las mediciones acompañadas de la fecha han sido ejecu- tadas por el autor. 1. Cuesta de San Roque: 6. I. 83: 771 m. '3 A.): 8. III. 84: 803 m. (lA.) 2. San Roque : 6. I. 83 : 6-36 m. '3 A; : 8. III. 84 : 662 ra. (H). — St : 605 m. — Br : 550 m. 4. Cosquin: 6. I. 83: 719 m. (5 A); 7. I. 83: 721 m. (2 A). 5. Pan de Azúcar: 25. V. 81: 1268 m. '13 Bj ; 7. I. 83: 1254 ra. (1 B). — Cl: 1248 ra. 1 Hj. 6. Cuesta del Cosquin: 25. V. 81: 1059 m. (2 B) ; 19. XI. 81 : 1084 ra. (1 B); Cl: 5. I. 84: 1023 (1 H) ; Cl: 6. I. 84: 1066 ra. (2 A). — Br: 1050 m. 7. La Reducción: 24 y 26. V. 81: 566 m. [2 B) ; 18. XI. 81: 576 ra. (1 A) : 19. XI. 81: 530 y 561 ra. (2 A) ; 7. I. 83: 596 ra. (2 A). 8. Rio Ceballos: Br: 675 ra. 10. Cuesta de Quinteros: Br: 1300 ra. 12. S. Francisco: Br: 750 ra. 13. Yoccina (LloccinaJ: 31. I. 83: 603 m. (3 A); 8. III. 84: 633 m. (1 A).— Br: 700 m. 15. Pié de los Gigantes: En los días 1, 2y 3 de Febrero de 1883 hice con rai amigo, el Dr. Otto Knopf. hoy ayudaiíte del Observatorio Astronómico de Berlin, 20 observaciones con un barómetro que nos daba una altura de 1847 ra. El 7 y 10 de Enero de 1884 ob- servaron allí mismo con H. y A. los Sres. Dr. Otto Clauss y Gui- llermo Yon den Steinen, cuyas seis observaciones calculadas por el autor arrojan una altura de 1808 ra. He tomado el promedio de las dos cifras. 16. Cumbre de los Gigantes. El 2 de Febrero de 1883 elDr. Otto Knopf — 415 — observaba cada media hora con un buen aneroide en el punto N" lo, mientras que el autor estaba en la cumbre con un barómetro. Desgraciadamente, al colocar el barómetro, entró una burbuja de aire tan grande que la extremidad de la columna de mercurio quedó debajo de la escala. Felizmente rae habia seguido el Dr. HüGO Stempelmamst que llegó media hora después, trayendo por casualidad consigo el hipsómetro del Dr. Brackebusch. Con este instrumento hice algunas observaciones, pero tuve que determi- nar la corrección después. El 8 de Enero de 188-1 los Sres. Clauss y VoN DEN Steinen hicieron dos observaciones con el H en la cumbre. El promedio de sus observaciones es 523 m., el de las mias 586 m. para la diferencia de nivel entre la cumbre y el pié de los Gigantes. Doy doble peso á las observaciones de Cl. y acepto 544 m. como diferencia entre el pié y la cumbre, de modo que esta altura sumada con la del pié (1828 m.) dá 2372 m. Es probable que el punto donde Cl. hizo sus observaciones, no fué el mismo en que practiqué las mias. También es dudoso el punto á que se refieren las mediciones siguientes, por no encontrarse en la cum- bre un punto culminante que llame la atención : M. M. 2196 m. — Burm: 2186 m. — Br : 2550. — Benj. A. Gould : 2587 ra. (^) • 17. Lagunilla: Br: 650. 20. Potrero de Garay : St: 625m. — Br: 650 m. 27. Champaquí. Las observaciones hechas del 27 al 29 de Febrero de 1884 en el campamento me dan : 2470, 2464, 2479, 2472, pro- medio 2471 m. El 28 me dio la ascensión del Champaquí 404 m. la bajada 413 m. y término medio 409 m. Resulta la altura del cerro mas alto = 2880 m. La medición directa, sin intermedio del campamento, dá 2872 m. — Br: 2850 m. — P: 2300 m. 30. Límite del Tabaquillo (Queñoa). Me ha parecido conveniente me- dir la altura á que baja este árbol tan característico de las alturas mas elevadas. 31. Nono: M. M: 88om. — St: 800. — Br: 900 m. — P: 880 m. 32. Villa del Tránsito: Br: 900 m. 33. Panolma: P: 1080. —Br: 1050 m. ('] Anales de la Oficina Meteor. Argentina Tomo II, pág. 8. El mismo autor desconfía de su resultado. ^ 1 - 416 — 35. Ambul: Br: 1200 m. 38. Taninga: Br: 900 m. 43. La Hoyada : St : 1385 m. 45. El Durazno: St: 870m. — Br: 950 m. 47. Saldan: Br: 500 m. j 48. La Calera: St: 480 m. 50- Malagueño, Cerro Blanco: Br: 650 m. Córdoba, Marzo de 1886. LA VARIABILIDAD INTERDIURNA DE LA TKMPERATURA EN ALGUNOS PUNTOS DE LA REPÜBLICA ARGENTINA Y DE LA AMÉRICA DEL SUR EN GENERAL POR ÓSCAR DOERING C. LA VARIABÍLTDAD INTERDIURNA MEDIA DE LA TEMPERATURA DE USHUAIÁ (tierra de fuego) P=;54°53'; /:=68°10' alOestedeGr.; h = 30" En momentos en que la atención de los meteorólogos está fijada sobre los resultados de las observaciones meteorológi- cas hechas en las espediciones internacionales árticas y antarticas délos años 1882 y 1883, creo oportuno ocuparme de la variabilidad de la temperatura de Ushuaiá(^). Esta estación meteorológica no es solamente la que queda situada mas al Sur de todos los puntos en que la Oficina Cen- tral Argentina hace observar, sino que su latitud es superior (^) El teniente D. Giacomo Bove escribe Usciuuaid y Usciuwaiá, palabra que se distingue de la empleada por los ingleses solo por la re- presentación distinta del sonido silbante. — 418 — aua á la de los puntos en que han estado observando las expe- diciones francesa y alemana, pues ésta se habia estacionado en la Babia Real de Georgia del Sur bajo 54° 31 ' de latitud Sur y aquella habia observado, cerca del Cabo de Hornos, á 53° 31 ' de latitud Sur, Por esta posición geográfica las observaciones de Ushuaiá no solo reclaman un interés espe- cial para la República Argentina, sino que también suminis- tran un material valioso para la climatología de las latitudes habitadas cercanas de la zona antartica. La serie de observaciones de que me he servido en los cálculos que siguen, es la que se debe al misionero inglés, el Rev. D. Thomas Bridges y que se halla publicada en los Anales de la Oficina Meteorológica Argentina Tomos III y IV. Principia con Enero de 1876 y concluye con el mes de Diciembre de 1883. Sin embargo no es continua: abraza solo tres años completos, 1876, 1878 y 1883; del año 1880 no hay ninguna observación y en los demás años faltan muchos meses de observaciones. Así, p. ej., se ha observado en Ene- ro, Febrero, Octubre, iXovieiftbre y Diciembre durante 6 años, en 3Iarzo, Abril, Julio v Setiembre durante 5 años, y en los meses restantes (Mayo, Junio y Agosto) solo 4 años. Las razones aducidas por el señor B. A. Gould para excluir las observaciones de los últimos años en los cálculos de los promedios y de la marcha de la temperatura, si bien son muy fundadas, no son muy aplicables aquí, pues que se trata solo de las diferencias de las temperaturas para lo que no necesitamos conocer las correcciones de los termómetros; de manera que, para nuestro trabajo, disponemos de un total de 62 meses de observación, material suficiente, como vere- mos, para determinar la variabilidad media déla temperatura de un punto tan importante. Habiéndose hecho las observaciones alas 7 a., 2 p. y 9p. las cifras que daremos, admiten una comparación directa con aquellas que hemos dado para Buenos Aires y Bahía Blanca, en trabajos anteriores publicados en este mismo Boletín. — 419 — 1. Marcha anual de la variabilidad. Anomalía térmica. De la Tab. I que presentamos en las páginas 430-433 y que tiene la misma disposición que las dadas para Buenos Aires y Bahia Blanca, se desprende que la variabilidad media de la temperatura de Ushuaiá es de 1°92. Alcanza su máximum en Enero y su mínimum (según las observaciones hasta hoy existentes) en;Setiembre. Seria aventurado decir algo mas sobre la marcha anual, puesto que hay probabilidades de que los valores correspondientes á algunos meses, afectados como son de errores probables bastante grandes,, tendrán que sufrir modificaciones cuando nos encontremos en pose- sión de mas datos. Sin duda corresponde el máximum al verano; el otoño é invierno presentan valores casi iguales á la variabilidad media del año y en la primavera la variabili- dad es un poco menos grande. Los estreñios entre los que oscilan los valores de los dis- tintos meses, se hallan consignados en el pequeño cuadro que sigue: MESES Variabi- lidad media MAXI VALOR MüM AÑO MINI VALOR VIUM AÑO Oscilación Enero Febrero Marzo Abril 2.18 2.10 1.97 1.72 2.01 2.04 1.69 1.88 1.61 1.90 1.97 1.95 2.49 2.44 2.64 2.31 2.13 2.53 2.13 2.85 2.00 2.48 2.25 2.67 1877 1879 1879 1882 1878 1879 1878 1 883 1876 1877 1878 1876 1.59 1.83 1.44 1.07 1.79 1.43 1.16 1.21 1 .22 i! 09 1.54 1.64 1876 1 877 1876 1876 1876 1883 1883 1882 1878 1876 1882 1882 0.90 0.61 1.20 1.24 0.34 1.10 0.97 1.64 0.78 1.39 0.71 1.03 Mavo Junio Julio Agosto Setiembre Octubre Noviembre. . . . Diciembre Promedio. . . 1.92 2.41 1.42 0.99 — 420 - El valor mensual mas grande es el de Agosto de 1883 (2°85), el mas pequeño ha tenido lugar en Abril 1876 (]°07), siendo así la amplitud absoluta de 1°78, mientras que la diferencia del máximum y mínimum medios es de 0°99. La variación periódica de la temperatura de Ushuaiá es en término medio igual á 0°07, alcanzando solo en Setiembre á 0°10pordia. En la tercera columna del cuadro que vá en seguida, se dá también la variabilidad después de aplicarle esa corrección y la que es propiamente la variabilidad ape- riódica. Además, se encuentran en él ios errores probables déla variabilidad de cada mes, así como los de la anomalía media. VARIABILIDAD ERROR PROBABLE Anomalía MESES ^ — 1^^ ^— — --. ^ — i^,-^— — ~ Variabilidad Anomalía media Media Aperiódica inedia media Enero 2.18 2.16 ztO.100 -^0.339 0°83 Febrero 2.10 2.04 .061 .610 1.53 Marzo 1.97 1.90 .120 .679 1.50 Abril 1.72 2.01 2.04 1.69 1.63 1.93 1.96 1.66 .124 .040 .185 .092 .358 .711 .310 .182 0.79 1.33 0.58 0.34 Mayo Junio Julio Agosto 1.88 1.80 .257 .276 0.40 Setiembre 1.61 1.51 .111 .123 0.23 Octubre 1.90 1.83 .116 .394 0.87 Noviembre. . . . 1.97 1.91 .080 .122 0.27 Diciembre Promedio. . . 1.95 1.90 .096 .408 0.90 1.92 4.85 -í-0.115 +0.376 0''80 Los errores probables de la variabilidad oscilan entre zb 0.040 (Mayo) y ±0.2,57 (Agosto). En término medio, el error probable para el invierno es igual á ±: 0.178, para las demás estaciones del año cerca de ± 0.10. Para la anoma- lía media encontraaios errores probables mucho mas grandes; — 421 — oscilan para los distintos meses entre 0.122 (Noviembre) y 0.711 (Mayo), resultando, en término medio, un error igual á ±0.370. Para la comparación de los valores anuales de la varia- bilidad tenemos solo tres años próximamente completos y que son 1876, 1878 y 1883. Resulta una variabilidad para: 1876 1.78 1878 1.94 1883 1.96 los que dan un promedio de 1 .89. A íin de comparar la variabilidad con la anomalía media, he formado el cuadro que sigue y que nos indica el NÚ3IER0 DE LOS AÑOS DE OBSERVACIÓN NECESARIOS, PARA QUE LOS PROMEDIOS MENSUALES NO SEAN AFECTADOS DE UN ERROR PROBABLE MAYOR DE ± 0°1 MESES Anomalía media Yariabil. media MESES Anomalía medía Variabil. media Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio 57.4 185.9 184.6 51.2 151.7 28.9 6.0 2.3 7.2 7.6 0.6 13.7 Julio - - 9.9 15.3 4.5 62.1 6.0 66 4 4.3 26.4 6.1 8.1 3.9 5.6 Afífosto. . . . Setiembre. Octubre . . • • Noviembre Diciembre • • Dic.-Feb Marzo-Mayo. . Oct. -Marzo. .. 103.2 129.2 93.7 4.6 5.1 5.5 Junio-Agosto . Setb.-Novbre Abril-Setbre.. 18.0 24.2 43.6 14.8 6.0 9.8 Promedio 68.7 7.6 — Otra vez más notamos las diferencias fundamentales que existen entre la anomalía y la variabilidad medias. Para — 422 — determinar enUshuaiá, con una certidumbre de ±0°! un promedio mensual de la temperatura, necesitamos en térmi- no medio 69 años de observaciones; para el igual caso por la variabilidad solo 7-8 años. En las dos estaciones donde la anomalía es la mas grande (verano y otoño) la variabilidad es la mas pequeña. 2. Frecuencia y prohahilidad de los cambios de tempe- ratura de cierta rtiagnitud. Todos los cambios de temperatura observados por el señor Bridges, se encuentran, clasificados de grado á grado en la Tabla II y su resumen, por meses y estaciones del año, en la Tabla 11, 4. No se han observado cambios superiores á 9°; los mas grandes tienen un valor de 8 á 9°, y los encontramos solo 4 veces en la serie: una vez en Febrero y Abril y dos veces en Junio. Los cambios observados con alguna frecuencia son los de C^ á 6°, que están representados en todos los meses; la frecuencia de los que son superiores á 6°, es muy limitada. La estación que mas carece de cambios grandes es la primavera. Para facilitar su mutua comparación, se bandado en la Tabla III las cifras del resumen reducidas á una escala común, la de 1000, de modo que los números de esta tabla representan la frecuencia relativa de los cambios de tem- peratura. En el año, los cambios superiores á 4° constituyen una fracción muy pequeña del total, solo la décima parte. Predo- minan los cambios pequeños limitados por 0° y 1 °, que son la tercera parte de todos. A los comprendidos entre 1° y 2° corresponde un poco mas déla cuarta parte. Los camlíios su- periores á 6° importan solo '/¿o ^^ todos los demás. Heuniendo los cambios de 2 á 2°, se imponen por su gran frecuencia los cambios situados entre 0° y 2°: constituyen 3/5 del total, mientras que á los de 2á 4° está reservada la — 423 — 3/jQ parte. La distinta distribución de esos cambios inferiores á 4° determina la ma\or ó menor variabilidad de los clife- rentes meses. Fijándonos en las estaciones del año^ descubrimos á pri- mera vista que el otoño, el invierno y la primavera están próximamente en las mismas condiciones en cuanto á la frecuencia délos cambios. Las cifras que representan la fre- cuencia de los cambios inferiores que son las que influyen más, son casi idénticas en esas tres estaciones. Al verano cor- responde una frecuencia mas pequeña de cambios de O á 2^, y una mas grande de los de 2° á 4"^. No podemos caracterizar aqui los distintos meses; basta referirse para ellos á la Tabla III. La Tabla IV nos permite hacer una representación mas concreta de la frecuencia relativa : la escala á que se re- fieren sus cifras, es el número de dias de cada mes. El año presenta 121 dias con cambios de 0*^ á 1°, casi 100 de 1° á 2°, 64 para los límites de 3° y 4°, y 43 para los cam- bios situados entre 3° y 4°; solo 40 dias por año se observa un cambio superior á 4°. Los demás detalles se verán mejor por la inspección de la Tabla IV. En la Tabla V se ha calculado para Ushuaiá la probabi- lidad de los cambios de temperatura de grado en grado y para ciertos grupos. En general, la probabilidad mas grande, que existe, es en favor de uncanibio de 1° arriba (.67). Aunque mas pequeña, ocupa un lugar preferente la probabilidad de un cambio de 2° y mas (.41). A los cambios inferiores á 1° corresponde una probabilidad de 0.33. Hasta aquí el clima de Buenos Ai- res tiene mucha semejanza con el de Ushuaiá, mientras que él de Bahia Blanca no presenta analogía ninguna. Ln cambio de 3° y mas tiene una probabilidad de solo 0.23. Formando grupos de 2 en 2 grados, notamos que la probabilidad de un cambio de 0° á 2° es dos veces mayor que la de un cambio de 2° á4°. _ 424 — Un cambio de O á 1 ° tiene mas probabilidades en el invier- no que en las demás estaciones ; para los otros cambios es mas favorable el verano. En las mismas condiciones escep- cionales queda el verano, si formamos grupos de 2 en 2 gra- dos y en este caso vemos otra vez mas la gran semejanza de las otras 3 estaciones, 3. Valor medio y número de los descensos y ascensos de teinperatura. Para contestar á la pregunta de si las ascenciones son mas frecuentes que los descensos de temperatura, debemos elegir los meses en que no han quedado dias sin observacio- nes. Procediendo así y tomando como unidad el número de dias que tuvieron descensos de temperatura, encontramos las cifras siguientes para el número relativo de los dias se- ñalados por una ascensión de temperatura. Diciembre. . . 1 . 1 2 \ Junio 0,82 \ Enero 0.92 0.98 Julio 1.37 í 1.12 Febrero 0.92) Agosto 1.07 »^ j Marzo 0.89 \ Setiembre. . . 1 .40 \ Abril 0.90 I 0.83 Octubre 1.26 1.12 Mayo 0.65 ) Noviembre . . 1 .00 ) Octubre á Marzo. . . 0.98 Abril á Setiembre.. 1.05 Año: 1.01 Se distinguen bien los meses de Enero á Junio de los de Julio á Diciembre: aquellos que corresponden á la parte des- cendente de la curva de temperatura ( la máxima tiene lugar el 13 de Enero) están caracterizados por un número menor de ascensos; en los meses de Julio á Diciembre que consti- tuyen la parte ascendente de la curva de temperatura, predo- minan los ascensos cu}0 número es al de los descensos como 6:5. — 425 — Como se ha hecho eii los trabajos anteriores, consideran- do separadamente el número de las deiDresiones superiores á 5°, descubrimos la misma relación. Hay un número casi igual de depresiones y ascensiones con un \alor de mas de 5°. Las estaciones menos favorables á esas depresiones son el verano y el invierno; en la primavera y en el otoño las depresiones de 5° y mas constituyen el número mayor. En- contramos para Buenos Aires 10.4 dias por año con depre- siones mas grandes de 5, para Bahia Blanca aun 23.8 dias; en Ushuaiá hay solo 8.6 dias con esas depresiones. Mas detalles pueden verse en el cuadro que acompaño (Tab. Yl). Si calculamos el valor medio de un ascenso y de un descenso, se manifiesta la misma relación que la que existe entre su número : son casi iguales. Tanto para Buenos Aires, como para Bahia Blanca los des- censos afectan un valor mas grande que los ascensos, á la vez que su frecuencia es menor que la de los ascensos de temperatura. Solo para el verano y el invierno resulta en Ushuaiá un valor mas gran.de de los descensos; son iguales en la pri- mavera, y en el otoño el valor medio de los ascensos es mas elevado que el de los descensos. Dividiendo el año en dos partes, una fria (Abril-Setiembre), otra caliente (Octu- bre-Mar/o), siempre el valor medio de los descensos es casi igual al de los ascensos, no obstante que el valor medio de ambos es mas elevado en la época caliente del año. En la Tabla YIÍ se verá todo esto con mas detalles. Se han reunido en la Tab. VIII los máxima de los ascensos y descensos de temperatura observados en Ushuaiá. Resulta como cambio mas grande en toda la época el de 8°1, que ha sido siempre de descenso y que se ha observado tres veces : en Junio de 1876, en Junio de 1879 y en Febrero de 1883. El valor máximo de una ascensión de temperatura (de 7° 6) ha tenido lugar en Junio de 1879. Los valores máximos mas pequeños han ocurrido, el délas T. vm 32 — 426 — ascensos en Octubre de 1876 (2°4) y el de los descensos (2°8) en Mayo del mismo año. Oscilan los máxima de los descensos entre 8°1 y 2°8, y los de los ascensos entre 7°6 y 2*^4, resultando así próximamente la misma amplitud. El valor medio délos máxima de los descensos (5°3) es un poco mas grande que el de los ascensos (4° 9). Al lin hemos investigado la probabilidad que hay para el paso de un ascenso á un descenso, con tal que la suma de los dos, sin atender al signo, sea igual ó mayor de 2°. Hemos adoptado para esta clase de cambios la palabra «mudanza» (f'Umschlag))). Para üshuaiá es casi idéntica con la de Bahia Blanca, como se vé en el cuadro que acompaño. Aumenta un poco para el verano y disminuye en el invierno. El otoño y la primavera tienen la probabilidad que corresponde al año. PROBABILIDAD DE UNA MUDANZA DE TEMPERATURA DE Á LO MENOS 2 GRADOS EN USHUAIÁ Enero .45 Julio . .39 Febrero .46 Agosto ...... . .40 Marzo .43 Setiembre . . . . .37 Abril .37 Octubre .... . .40 Mayo .39 Noviembre . . . .45 Junio ..38 Diciembre . . .43 Verano .45 invierno .39 Otoño .40 Primavera . . . .41 Oct-Marzo . . . .44 Abril-Setbre . .38 Año: 0. 41 Los demás elementos meteorológicos y sus relaciones con los cambios de temperaturas superiores á 4°. Para tratar de un modo definitivo, para üshuaiá, la cues- tión de las relaciones que existen entre los cam})ios de tem- — 427 — peratura y los íenómenos meteorológicos que los acompañan, no nos bastan las pocas observaciones de que disponemos. Sin embargo, notamos que en la mayor parte de los casos, un ascenso de la temperatura es acompañado de una dis- minución déla presión atmosférica, y vice-\ersa, un descen- so de aquella, de un aumento de ésta. La tensión del vapor atmosférico depende de la temperatura y la acompaña gene- ralmente en sus ascensos y descensos. La humedad relativa tiene solo en dos terceras partes de los casos la marcha que debíamos suponer, de crecer con los descensos y de dismi- nuir con los ascensos de temperatura, y lo mismo debe es- tablecerse respecto de la variación de la fuerza del viento. Como en otros trabajos, nos hemos limitado aquí única- mente á los cambios superiores á 4^, y las cifras que resul- tan para la frecuencia relativa de un aumento, de una dismi- nución y de la invariabiüdad de cada uno de los elementos meteorológicos, están á la vista en la Tabla IX. Con atención preferente hemos estudiado la distribución de los vientos en los cambios de temperatura de 4° y más. Enla Tabla X, I , se ha calculado su frecuencia relativa en los ascensos. El primer dia es el que precede á la ascensión, el segundo, aquel en que ésta ha tenido lugar. Los vientos ca- racterísticos bajo este punto de vista son los N., NW., W. v S\S\, siendo la frecuencia de los demás sumamente limitada. En general, durante las ascensiones disminuye la frecuen- cia de los vientos SW. y W., aunque menos la de este último, y crece la del N., y, en pequeña escala, la del XAV. Esta regla se hace mas patente en la parte fria que en la caliente del año. La frecuencia de las calmas es casi la misma durante los dos dias. La Tabla da mas detalles paralas distintas estacio- nes del año. En los descensos de temperatura (Tab. X, 2) se observa lo contrario. En general disminuye la frecuencia de los vientos N. y NW., aumentando principalmente la de los SW. y tam- bién la de los W. — 428 — Los demás vientos desempeñan un rol muy subordinado, pues no solo son muy poco frecuentes, sino que no tienen acción en estos cambios. En la Tab. XI se ha estudiado la distribución de los vientos bajo otro punto de vista. La primera columna dá la dirección media del viento, determinada por la fórmula de Lambert de conformidad á los cálculos de la Oficina Me- teorológica. Yo mismo he determinado la dirección media del \iento según la misma fórmula en las distintas estaciones del año para cada uno de los dos dias de un ascenso y de un descenso de la temperatura (columnas 2-7). No son rigu- rosamente comparables los datos de la V columna con los de las demás, pues aquellos se refieren solo á los primeros años de observaciones, publicadas en el tomo III de los Ana- les de la Oficina Meteorológica, mientras que los mios abrazan también las observaciones contenidas en el 4° tomo; además se han tomado en cuenta las calmas, calculando só- brelas cifras, que indican la frecuencia relativa de los vien- tos iucluvéndoles. Por la tabla mencionada se vé que en general los ascen- sos de temperatura van acompañados de un giro de 60*^ en la dirección media del viento en el sentido de las agujas del reloj, es decir, la dirección media del viento que corres- ponde al tercer cuadrante los dias anteriores al ascenso, se dirije hacia el cuarto cuadrante describiendo un ángulo de 60°. En los dias anteriores á un descenso, el giro del viento es de o6° en sentido opuesto, pues se traslada del cuarto al tercer cuadrante. En los ascensos, es notable el ángulo des- crito por el viento durante la primavera, siendo éste de mas de 90^; en los descensos, el mas notable es de 113° y cor- responde al otoño. Nos falta aun que estudiar otro elemento meteorológico en sus relaciones con los descensos de temperatura, que son las precipitaciones. En los anexos I y II que agregamos á este trabajo, están apuntadas con el signo <^, que significa — 429 — aquí no solo las lluvias, sino también las nevadas, que no habia objeto de distinguir de aquellas. El pequeño cuadro que insertamos aquí, dá los resultados obtenidos : FRECUENCIA RELATIVA DE LOS DESCEXSOS DE 4" Y MAS ACOMPAÑADOS DE PRECIPITACIONES ^ Número de descensos en general = 1000 ESTACIOXES DEPRESIO- NES CON m PRE EX AMBO? DÍAS CIPITACIO EN EL PRIMER DÍA NES EX EL SEGUXDO día Verano 677 900 636 800 762 711 742 147 300 318 360 238 316 267 294 400 455 440 365 421 386 529 800 500 720 635 605 624 Otoño Invierno Primavera Octubre-Marzo Abril-Setiembre . . . Axo Casi las tres cuartas partes del nÚQiero de depresiones traen consigo una precipitación. Aumenta aun ese número en la primavera y en el otoño. Considerando que las probabilidades de una precipitación son muy grandes, cifras tan elevadas no deben sorprender- nos, como tampoco la circunstancia de venir igualmente los ascensos acompañados de un número crecido de precipi- taciones. Tan en seguida por su respectivo orden numérico las ta- blas cá que hemos hecho referencia en el curso de este tra- bajo. — 430 — » ASCENSOS Y DESCENSOS DE LA TEMPERATURA USHUAIA, 1876-1883 Tab. I, 1 AÑOS 1876 1877 1878 1879 1882 1883 ASCENSOS días 13 15 16 15 16 13 Sumas . . , Promedio, 1876 1877 1878 1879 1882 1883 Sumas.,. Promedio, 1876 1878 1879 1882 1883 Sumas.. Promedio, 88 13 13 16 14 16 SUMA DESCENSOS días SUMA ASC. Y DESC. DÍAS SUMA VARIA- BILIDAD MEDIA 25.2 35.3 36.1 37.8 30.9 37.4 202.7 2.30 14 15 15 15 12 18 89 Enero 22.6 39.5 35.2 33.0 22.5 38.6 30 30 31 31 28 31 191.4 2.15 181 47. 74. 71, 70, 53.4 76.0 394.1 Febrero 22.7 28.8 42.2 24.1 31.2 I49.0~ 2.07 18 17 15 17 14 "sí' Marzo 21.9 30.3 39.5 31.6 32.4 31 31 31 31 31 155.7 1.92 155 44.6 59.1 81.7 55.7 63.6 304.7 1.59 2.49 2.30 2.28 1.91 2.45 2.18 1.44 1.91 2.64 1.80 2.05 1.97 ANO- MALÍA + 1.6 +0.3 —1.4 +0.2 —0.7 11 29.9 18 33.0 29 62.9 2.17 15 24.3 13 27.9 28 52.2 1.83 12 28.1 14 30.1 28 58.2 2.08 12 33.0 16 35.2 28 68.2 2.44 15 24.1 13 27.8 28 51.9 1.85 15 80 29.1 13 87 31.7 28 169 60.8 354.2 2.17 168.5 185.7 2.11 2.13 2.10 -+-0.85 +2.4 —0.9 + 1.4 -1.4 -1.5 ±1.53 +1.5 +1.5 —2.6 —0.4 ±1.50 — 431 — ASCENSOS Y DESCENSOS DE LA TEMPERATURA USHUAIÁ, 1876-1883 Tab. I. 2 AKOS ASCENSOS DESCENSOS ASC. Y DESG. VARIA- -— -- ^^^ . -""^ - -"■ -— — ^ BILIDAD días SUMA días SUMA días SUMA MEDIA : 1876 1878 1879 1882 1883 Sumas.., Promedio. 1876 1878 1879 1 883 Sumas.., Promedio, 1876 1878 1879 1883 Sumas... Promedio. Abril Ulayo «Junio ANO- MALÍA 12 10.9 8 10.4 20 21.3 1.07 14 27.8 16 26.4 30 54.2 1.81 14 22.3 15 26.4 30 48.7 1.62 17 35.1 12 32.0 29 67.1 2.31 12 69 20.8 14 65 20.7 115.9 26 135 41.5 232.8 1.60 116.9 1.69 1.78 1.72 —1.3 +0.8 —0.3 -fO.8 ±0.79 11 20.0 6 10.5 17 30.5 1.79 13 27.5 17 38.4 31 65.9 2.13 11 30.9 20 31.5 31 62.4 2.01 13 1 48 28.0 17 60 32.1 30 109 60.1 218.9 2.00 106.4 112.5 2.22 1.88 2.01 —2.0 + 1.5 + 0.5 dbl.33 14 15 12 14 00 32.0 25.4 34.9 20.7 113.0 2.05 15 15 18 15 63 36.3 29.3 41.1 20.8 127.5 2.02 29 30 30 29 118 68.3 54.7 76.0 41.5 240.5 2.35 1.82 2.53 1.43 0.9 +0.7 +0.2 2.04 -4-0.58 — 432 — ASCENSOS y DESCENSOS DE LA TEMPERATURA USHUAIA, 1876-1883 Trib. I, 3 AÑOS ASCENSOS DESCENSOS ASC. Y DESC. VARIA- " -"-—"—- -^ — - - ^ BILIDAD días SUMA días SUMA días SU>1A MEDIA ANO- MALÍA 1 876 1878 1882 1883 Sumas . . Promedio, 1876 1878 1881 1882 1 883 Sumas.,. Promedio. Julio 1876 16 28.7 14 26.4 31 55.1 1.78 0.5 1878 18 35.6 13 30.5 31 66.1 2.13 +0.5 1879 17 27.0 14 27.0 31 54.0 1.74 0 1882 13 26.4 17 22.8 30 49.2 1.64 • 1883 20 84 20.8 11 69 15.1 121.8 31 154 35.9 1.16 • Sumas , . , 138.5 260.3 Promedio. 1.65 1.76 1.69 -^0.33 Ag^osto 14 19.2 14 24.7 31 43.9 1.42 17 31.9 14 31.6 31 63.5 2.05 15 16.6 15 20.8 31 37.4 1.21 16 62 41.3 15 58 47.1 124.2 31 124 88.4 2.85 109.0 233.2 1.76 2.14 1.88 Setiembre 19 16 10 12 15 72 35.8 20.3 13.6 24.0 28.0 121.7 1.69 11 14 12 16 13 66 24.2 16.2 16.0 20.6 24.7 101.7~ 1.54 30 30 23 28 28 139 60.0 36.5 29.6 44.6 52.7 223.4 2.00 1.22 1.29 1.59 1.88 + 0.4 —0.4 ±0.40 O +0.3 —0.3 1.61 H-0.20 433 — ASCENSOS Y DESCENSOS DE LA TEMPERATURA USHUAIÁ, 1876-1883 Tab. I, 4 ANOS ASCENSOS DESCENSOS ASC. Y DESC. VARIA- -"— ^ ^ ---^—~- ^-^ ■^— ' — - BILIDAD D[AS SUMA días SUMA días SUMA MEDIA 1876 1877 1878 1881 1882 1883 Sumas . . , Promedio, -1870 1877 1878 1881 1882 1883 Sumas . . . Promedio. 1876 1877 1878 1881 1882 1883 Sumas.., Promedio, 19 15 U 16 20 17 101 Octubre noviembre Dioieiubre 41.1 32.9 26.6 25.4 26.2 29.3 181.0 1.80 10 10 16 15 11 13 81 39.0 30.1 28.4 28.3 24.7 26.6 177.1 2.19 30 31 31 31 31 30 184 80.1 63.0 55.0 53.7 50.9 .55.9 358.6 2.67 2.03 1.77 1.73 1.64 1 .86 1.95 ANO- MALÍA 13 14.8 13 14.8 27 29.6 1.09 16 38.4 14 36.1 30 74.5 2.48 17 29.5 14 25.0 31 54.5 1.76 17 35.1 13 .33.7 31 68.8 2.22 14 27.7 15 26.3 29 54.0 1.86 18 95 33.5 11 80 22.8 29 177 56.3 1.94 1 79 . 0 158.7 337.7 1.88 1.98 1.90 +0.1 + 1.6 -0.9 —0.8 19 30.3 11 30.1 30 60.4 2.01 15 32.7 14 31.8 30 64.5 2.15 14 32.4 14 35.0 30 67.4 2.25 14 28.2 16 23.5 30 51.7 1.72 13 23.8 16 22.3 30 46.1 1.54 13 88 29.5 17 88 34.5 30 180 64.0 2.13 176.9 177.2 354.1 2.01 2.01 1.97 ±0.87 +0.5 —0.4 O —0.1 :0.27 —1.5 + 1.0 + 0.7 —0.3 :0.90 434 — FRECUENCL\ DE LOS CAMBIOS DE TEMPERATURA EN USHUAIA Tab. II, 1 AÑOS ( :ambios de TEMPERATURA DE I—i 1 o G'í 1 i-H o fC 1 o 1 1 o ID \ o r- i. 1 o a: 1 Enero 1876 30 13 7 3 4 3 • • 1877 30 6 9 4 6 1 3 • i 1878 31 8 6 6 6 3 1 . 1 1879 31 3 13 8 4 2 • 1 . 1882 28 10 7 4 6 • • « 1 1883 31 6 7 4 9 4 1 • • Febrero 1876 29 10 4 3 9 1 2 « 1877 28 12 4 6 2 4 • • 1878 28 8 8 5 1 4 2 . 1879 28 6 8 0 4 1 3 i 1882 28 10 6 6 4 2 ^ • 1883 28 8 7 7 2 1 1 1 • i Marzo 1876 31 10 16 2 1 1 1 1878 31 12 8 4 2 4 • , i 1879 31 7 7 3 6 4 3 1 • 1882 31 9 8 9 4 1 . ^ • 1883 30 6 12 5 3 2 1 • 1 Abril 1876 20 12 4 2 2 • • 1878 30 11 8 6 1 2 i i • , 1879. 30 8 10 10 1 1 • . • . 1882 29 9 5 8 2 2 1 1 • 1 1883 26 12 6 2 4 2 • • • • — 435 — FRECUEXCIA DE LOS CAMBIOS DE TEMPERATURA EN USHU AI A Tab. II, 2 AÑOS 05 2 "^ 1 O CAMBIOS DE TEMPERATURA DE o 1 1— ( T o i e o 1 o 1 X Mí »}0 1876 17 7 3 6 • \ • 1878 31 8 11 3 6 i i • 1 1879 31 11 8 4 1 4 2 1 • , 1883 30 10 M 0 7 o 1 1 1 • «Junio 1876 29 12 4 4 2 3 • 1 2 1 1878 30 7 11 6 4 1 1 , . • 1879 30 7 9 2 6 2 2 . 1 I 1883 29 12 10 4 1 2 • • • • Julio 1876 31 12 5 7 4 3 • • 1878 31 8 10 4 4 2 i 2 1879 31 10 7 10 4 • , , 1882 30 14 0 5 4 • 2 , 1883 31 19 6 4 1 • • \ Agosto 1876 31 12 10 6 2 1 • 1878 31 8 11 3 4 4 1 , , . 1882 31 16 6 8 1 ^ , , • . 1883 31 4 10 4 0 2 3 3 • 436 FRECUENCIA DE LOS CAMBIOS DE TEMPERATURA EN USHUAIA Tub. ] 1.3 AÑOS 1=1 CAMBIOS DE TEMPERATURA DE © \ O o 1 '-i 0-1 o 1 ce o ir: I 1- 1 O 1 X 1 1 1 Setiembre 1876 30 7 11 6 2 1 3 • 1878 30 13 10 6 í , , • 1881 23 10 9 2 2 • . . 1882 28 12 8 3 3 2 • . 1883 28 12 6 2 6 í • 1 Octubre 1876 27 12 10 4 1 • 1877 30 8 6 2 9 2 3 , , 1878 31 9 11 5 4 2 . . . 1881 31 12 6 3 3 • 5 • 1 1 1882 29 11 6 6 3 1 2 • , 1883 29 9 6 7 0 2 • • • IVoviembre 1876 30 9 6 8 O 1 1877 30 1 1 4 7 3 2 3 , 1878 30 8 6 6 5 2 2 1881 30 10 9. 5 3 3 . 1882 30 13 8 6 . 3 , 1883 30 5 11 8 4 1 1 • Diciembre 1876 30 7 7 5 3 0 2 1877 31 9 8 6 5 2 1878 31 12 6 8 3 í 1881 31 9 10 7 4 1882 31 12 9 3 6 • 1883 30 8 8 9 2 2 1 — 437 — en 00 00 T oo V2 o Lj 'í? f¿3 O <; /■Y-' ■n 2h fcj ::2 ?; r^ 2 < ^ w -/; H a V3 W 'iá ^ •S Oi C O — i—t ^M^ ?^ g 3^ 3í«*!?í-*í?í-=í"-5i«íOr5-r-C?í-=i< X 0 0 t^ X t- Le 08-9 ■^ "^ "^ "^ re íOoC'r-oc'.o-^oc-^-t^r-o rO 10 0 0 -=* 0 0 rO re ?0 'Ji' 0 lO -0 09-t "^ ^^ — .:=..*C^0C?'TC5t— Í^ÍO íO 0 í?i Sí 0 --JÍ :--:: re r: ro ííí «* í^ ^ "'; 0 t- <0 =) <* re -r- «^ of~5 ■^ -^ -=r -^ re 5-í ;-e xo í-O -5- i-f i-'í :*:i ?■» -^ f- X -^ 0 -!- re L-O -5* (^í -^ rr^ oocicíoc-^t^-cít^cr. 00 Cí "^ -si> C5 0 0 X — 05-0 ©1 5^ Oí n iO -=* 0 —• ■^" ^ 2Í . . -- . -5^ • -íl -^ ^ íM • ^ re k^ ^ 0(3-8 ^ -< S •Ti co ' iSi «cMr; • • --^ • ^c -í- ro -r- X :0 *^ F* «8 1 «^ s w ' H \ .^ ->r: 0 -=* í^ í^ -^ ^ " -"^ r-. 0 -r- re ce 0 re 09 2 ■«-• «!;— ^-a ^» re s-t t-O sa ^ C>íeí';íMt~"íO00iOO"=i'(5'í-^ 0 :0 C5 r-i -^ 0 1- o oS-t -T- -C- -^ ^- ■"^ '^ re S'i -^ »? r- re 0 (rOi;:;s^O'Of?'íror-<5'»-=i':Oc; 0 X »1 Cí -r- X C5 OÍCCS^-sr-^T^-sr-s^^-r-CílC? 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Abril-Setiembre Año ^•ÚMERO DE LOS CAMBIOS 8 9 II 8 5 8 9 6 8 4 7 9 28 21 23 20 52 40 92 DE LAS DEPRESIO- NES 4 3 5 o 3 3 3 3 4 3 4 4 12 4i 10 H 25 19 44 su RELACIÓN D : C 0.50 0.33 0.45 0.62 0.60 0.38 0.33 O.oO 0.50 0.75 0.57 0.44 0.43 0.52 0.44 0.55 0.48 0.47 0.48 FRECUENCIA MEDIA (dias) 0.67 0.50 0.83 1.00 0.60 0.75 0.75 0.60 1 . 00 0.60 0.67 0.67 2.00 2.35 2.35 1.94 4.34 4.30 8.64 33 — 442 VALOR MEDIO DE LOS ASCENSOS Y DESCENSOS Y SU RELACIÓN Tab. VII MESES DE UN ASCENSO Diciembre Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Setiembre Octubre Noviembre Verano Otoño Invierno Primavera Octubre-Marzo . Abril-Setiembre Año 1°80 2.30 2.11 2.07 1.69 2.22 2.0o 1.6o 1.76 1.69 1.88 2.01 2.07 1.99 1.82 1.86 2.03 1.84 1 .94 lEDlO RELACIÓN DE IJN ASC. ; DESC. DESCENSO 2° 19 0.82 2.1o 1.07 2.13 0.99 1.92 1.08 1.78 0.95 1.88 1.18 2.02 1.01 1.76 0.94 2.14 0.82 1.54 1.10 1.98 0.8o 2.01 1.00 2.16 0.96 1.86 1.07 1.97 0.92 1.84 1.01 2.06 0.98 1.85 1.00 1.96 0.99 — 443 — < tí u H -sí r^ w CM s w H -< J w Q CÜ (I) c/: 00 O T-t c/2 fO ^ r^ W co O T-l C/!) < j -J ^ ro oc r; (3^ Sí X (?i X ■-* lO C5 Cí H i.'íi.O>*>*OCS-*>*r3«i<-i>-j* -=»• co 00 00 r a a í— -j^cs-s^iTíC^ocííocsr-ic «i-OCt^^i'Oí^OCCO-si.O-í* co • cq 00 r-l i / \ -^T^ooo oc5tOí^í-^o l~-«ii«*oo locoroío-*^ < n «i- ce o ;0 C?í -Jí lO ^ iO 1— 1 00 00 r-l r u K o C5 r- ■«!- re t^ re i^ t^ r- oc -^ »i -* -^ re 05 CXD i-H r co Ci OC Cí o -=* -^ rO -ii> ro O «* lO oc re < r- Oí o oc x¡ o :e o «£ rO ÍN o t^ íe 00 o 00 i-H \ C -^cMr-'^eDoce-c-ocos-í-* :eiet^ír>t-«*o^©í«*«o>=í< -=r--*Qcr-:-e«í'Cíi«*«^cr5-^C5 t^ r.e •* r,e le lO o «* ce re o íO 00 1—1 ( JE o Cí OC ÍM o t- -í- iO «* rí? te t- ce o -=^ re lO -í* rí5 rí5 -=* co l> 00 |- oecMorex-r-^-ji'í^JCí-^rici '^«i'íeres^oc-iíiiOiO.reot^ -< oeo t^ «í re :ue »? ce lO * * Enero. . . . Fei)rero . . Marzo Al)nl Mayo Jimio .... Julio Agosto . . . Setiembre Octubre . . Noviembre Diciembre . c 444 — X ja E-I •<í ^ t) K «3 O z m a o o «i ^i^ o •^ o >H hJ o VI c^ O <2> o ^ ■íi w c: •»!- H o 5» w "« § -i}< f*i»> c/3 O ce H -< X ;?: P3 e l-.^» 0 H < 1^ w < c/5 O H 5*- H O « w c/: 5j Q O 5 c/2 S W <; .•^ ^ o ^*, O V5 1— ( O O hJ < ►■H í? es ->) < '^; K' < S O < aiaviayAKi CO (^í co -=- cO -5* :0 crs CO 00 3AnMiKsia CO in oc cr> :0 r- :0 o íO Cí? -^ lO yxííaninv ■^ OO o C5 -* oc oc c> (5-í lo r- •<* (3>> r- CD O CO O aiaviHVAKi •^ rC liO (?> t— í>> O QO 00 r- ao CO = < aiQNiwsia rM 00 -r- -^ I--. ^ -!?- :0 iC «^ ©* «* CO iO so ©í viMamnv í-^ t-i «i. «i. lO -^ 00 CO OO "5* CO CO -r- CO 50 00 CO aO aiavmvAKi o Q O cu r o > -r Oí r-. — >— ' O —I 5 a I ■" © o I 1-- C5 00 < aAnKiKsm 0 Oí 0 <>> <>í ro -o 00 i>i 0 0 0 0 CO 10 í-O r- lO CO CO 1 viKaitay 0 oc oc -^ 0 00 0 T- «* CO 0 r- l-O -^ ©í -j* CO CO CO Cía / aiaymvAKi 11 II ;^ < aAnmwsia 0 0 -=r- 10 CT> lO CO 0 00 1 YlKaKllT 0 CO C5 co 00 0 C5 liO 0 lO r- 00 «* 00 os 0 [aiaviHYAKi III II 1 5= < aAQKiKsia C5>> o> > ro 00 t- t- O-'t «* CO 00 0-5 i YiKaitriv 00 0 CO 0 CO (5-í c^í CV. 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X, 1 Verano . . . Otoño . . . . Invierno. . Primavera Octiibre-M Abril-Setiembre , Año PERÍODO N. NE. E. SE. s. s\v. w. .\^\. CALMAS Primer dia Verano Otoño Invierno. . . . Primavera . . 36 214 120 48 12 14 20 16 12 14 20 63 43 12 29 16 262 100 120 396 369 200 180 286 12 86 40 16 285 300 500 159 Octubre-Marzo Abril-Setiembre 78 139 18 10 30 20 30 12 20 253 178 338 158 18 69 253 376 Año 101 15 26 11 15 225 270 37 300 - Segundo dia Verano Otoño Invierno. . . . Primavera . . 131 358 3o3 359 24 Í4 20 47 35 43 39 109 — 14 16 36 71 20 94 357 100 137 172 36 143 137 31 381 257 294 172 Octubre-Marzo Abril-Setiembre 275 304 36 10 54 59 6 10 48 69 252 127 54 127 . 275 294 Año. 286 26 56 7 56 204 82 283 Primero y seg'undo dia 84 286 237 204 177 222 193 18 14 20 31 27 10 22 23 29 29 86 42 39 21 15 5 6 21 16 9 15 11 149 86 70 245 150 123 141 363 150 158 229 29.") 143 237 24 115 89 23 36 98 59 333 278 397 1 66 264 335 292 447 FRECUENCIA RELATIVA DE LOS VIENTOS EN LOS DESCENSOS DE TEMPERATURA DE 4 GRADOS Y MAS USHUAIA 1876-1883 Escala de 1000 Tab. X, 2 PERÍODO N. m. E. SE. S. sw. w. NW. CAIMAS Primer «lia Verano . . . Otoño Invierno. . Primavera Octiil)i'e-«i l-SetieiLbre . Año, 263 10 30 10 — 51 253 141 217 33 133 33 51 183 67 231 15 31 31 77 246 246 77 137 68 68 14 55 288 247 220 38 70 16 48 253 156 207 18 45 27 45 171 235 108 215 30 61 20 17 94 246 138 242 283 46 123 199 144 179 Seg'undo día Verano . . . Otoño . . . . Invierno. . Primavera Ocíiibre-M Abril-Setiemljie . Año , 71 40 51 30 172 403 61 17 — 83 133 350 217 — 35 18 70 53 18 246 298 — 14 41 41 41 296 391 122 38 22 65 11 43 232 405 60 38 10 48 38 67 294 229 38 38 17 59 21 52 255 341 52 172 200 262 54 124 238 2 165 Primero y segundo dia Verano . . . Otoño .... Invierno. . Primavera Octubre-Marzo . . . Abril-Setiembre,. Año 167 25 40 5 15 112 328 101 117 16 108 16 67 201 200 33 133 16 51 42 48 246 272 38 75 34 55 27 21 175 340 184 129 30 67 14 21 140 329 108 122 14 47 32 56 233 232 73 125 23 60 20 35 175 293 95 207 242 154 89 162 191 172 — 448 — o I— I Q Q O l-H O w tí «3 C/3 O Q -s! « O <*i ro (D W rT) Q T-( <; CO c r^ s b. co a 63 H Q O 1^ u O ir: es O -=3 2 o e- o O ex: o C30 :0 00 o lO GC «* «sí ©> O yo o 00 1^ c a C5 O «}< • 00 • (?■? «35 ©"> co ÍO -* co co co «i< ifO -T- co co oo 00 00 o Oí C5 Oí o Oí Oí C5 iíO Oí Oí o o o Oí o Oí r-O oo Oí C5 o Oí o Oí 00 Oí i— Oí c > í-" o í- o> co co ■<* 05 iO aO tO + + + + + + + Oí Oí co co Oí X Oí o -a rt § tí .2 o ^ 1 ^ O o --^ í — O *?í < 449 =3 K O < O 00 o o Ü •o o Pí o 2: H c/: 0 Q 0 «^-í H ^ ■"^ 0 ■^ Z W H Q --' ra tí 1 í= • - t3 ¡ -^ 1 ^ _-^ o^^z^o^ ¿ . ^5 1 —'^ . . . co '^ ^ 0 H 0 "^ C/J C/J ce 00 Sí rn i # #) # # m m DIKIiGCION s 1 .Í^^¿rr^_ 1 CO . ^ (/3 .0 ce \ ^c^í 1 ^ ^o«^ ^ 0 0 ti -r^c^)lO^^)Xccc^lOíO'OlO LO --t^ z; sí OtTí-NOO^^OOS^O 00 ^ r" p A + 1 1 l+l 1 1 1 1+ 1 -r 1 + w q c *« l^ ^^T^H^LOior-xt^ m fc t> :j a 1 0 Or- ocoor^«oo^ 1 1 ^ S 3 1 1 í— 1 CN I— 1 1 M 1 1 1 1 1 1 1 + z 0 ^ o: S r 1 I Oí— 1— 'CC^XíOOl^ X r-lCÍC?*— If-lr-lr-H— Ir-I 1 '■^ Z " <: ;► 1 ■ ++++-f-++++ ' + z -¿ 0 í^ '^ir- ex X 0 ^ Cl Ci ^ ^ --C 3 —i 'S> r. c t- 0 -H^O-^G^G^^OX ^^0 -- «s ~" + 1 l + l + l l + l 1 1 1 + THll -ynHditax aa COCNCCOOt-r-Hi— it^C^^Tjí CD — ce Tj ce LO 0 -< íNCNloa;<^^^co39^G^3^ 1—1 ■r^ Q 1— 1 -T< 'T'XOOÍOOíNiOCO «!) -:< C5 CN sy —H fo o* ^ G^ o< <3 ce r- X asco ce r- 'Z t^ ^ t-^ ^I-^t-X^ ^ f^ ^ r- 00 - x'-'-x'-xx'-'- X " X ■"^ t— I ^H ■ — 1 — < ^^ ' 450 — DIRECCIÓN DEL VIENTO Y LLUVIA a o o s o »3 • • s s A* W. 2 (N). 3(N). 2 (0; NW. 2(NJ.0 0 N. 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VIII 34 458 — >■ O H tú a z o 03 O < z es i i i-< >j o «5 a t. g « ^ Sí -a £ ^ < " o i S s 5 ? H " -sí VHÍIX -Va3dK3X aa sosNaosaa O >Z # m m c,^o,^^ m m m CO LO C^ (?^ co o o o o CO (7J l + l I i O ■ M ra c^oo cD G^ rf ^-( 0^ G^< ^H lililí t^ ce -rri CD r^ O (?í r— ( G^ G-< í— ( ce 00 fNce i-r- ^ ^0000 00 00 '• --00 00 w # # ® ® ^^-^s- ^.í°. ¿^, Z CZí ^^' Oi o: ■ OJ > ,^- "■'•■ ►-/ w ^^z5^> 9 ® m m en rf'G^'^G-ÍG^O^l^Ci OOG^JOOG^*'— lO.-^ 5 II++I I l+l ^ r-H o CD o o G>( nH r-H o ® + I +++ I I + I W ^ ^ '-fi c~- O O O -:t< ce ce ce ce' ce — ^ o -^ r-H G^ G>> 00 ++ ^ ^ -v: >: ¿ i-H .— ' 5>> o ce S + I + Í + ¡s M G-í ce O ^H S M++ H Hce ce G-) ce ir- • • • " ' r» ' H -H O lO C5 ¡K ce 1 ++++ ++ I + ceoticx^ceoicaro 1— lOi— li— i'-H'—i^^O— ( ococoor^rHceooce '^ií-*!— 'cececeoi-ece + I + I ++ rriiOi— lO-^G^i^^OO lO^io^^cc'^ue-* G9 ooG^ ce -^ G^lXCJí— iCNG^r^'— i^H I I I I I I I I I t— (í^ocr-^i— (cec^ce CN r-( G^ i— I 1— t t- -f G^) ^ ^ c o G^>-HG^ 1 1 1 GO C- -r^. 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I + I 1 7>C0r-(G^ 1 1 + 1 0000C0OC0TÍ<-Tt', D. a. Billancourt, prcs Paris. Étude sur les eaux potables et le plomb. Pa- ris, 1884. Kayser, Dr. I). Emanüel (M. C.) Berlín. Orthocerasschiefer zwischen Balduinstein und Laueiiburg a. d. Lalin. S. A, 1884. Ueber die Grenze ZAvischen Silur und Devon. Sep. Ab. 1884. vi^f^'^'f índice del tomo yiii PARTE OFICIAL Páginas Nómina de las publicaciones recibidas por la Academia Nacional de Cien- cias en Córdoba (República Argentina) durante los meses de Octubre á Diciembre de 1884 iii PARTE CIENTÍFICA Florentino Ameghino. — Nuevos restos de Mamíferos fósiles oligocenos recogidos por el profesor Pedro Scalabrini, y pertenecientes al Museo Provincial del Paraná • 5 Adolfo Doering. — Apuntes sobre la naturaleza y calidad relativa de algunas materias primas empleadas en las construcciones de los ferro- . carriles nacionales 209 Óscar Doering. — Observaciones meteorológicas practicadas en Córdoba (República Argentina) durante el año de 1884 259 Florentino Ameghino. — Informe sobre el Museo Antropológico y Paleontológico de la Universidad Nacional de Córdoba durante el año 1885 347 Tomás Cardoso. — Sobre la composición química de la cera de Chilca. . 361 Florentino Ameghino. — Oracanthus y Coeledon. Géneros distintos de una misma familia 394 Óscar Doering. — Resultados de algunas mediciones barométricas en la sierra de Córdoba 399 Óscar Doering. — La variabilidad interdiurna de la temperatura en al- gunos puntos de la República Argentina y de la América del Sud: C. La variabilidad interdiurna media de la temperatura en Ushuaiá 417 Fé de erratas del tomo VIII 461 u CONTENIDO DE LA PRESENTE ENTREGA Páginas Tomás Cmooso. — Sobre la composición química de la cera de Chilca. . 361 Florentino Ameghino. — Oracanthus y Coeledon. Géneros distintos de una misma familia 394 Óscar Doerixg. — Resultados de algunas mediciones barométricas en la sierra de Córdoba 399 Óscar Doering. — La variabilidad interdiurna de la temperatura en al- gunos puntos de la República Argentina y de la América del Sud : C. La variabilidad interdiurna media de la temperatura en Ushuaiá 417 Fé de erratas del tomo Vllt 461 PARTE OFICIAL Nomina de las publicaciones recibidas por la Academia Nacional de Cien- cias eñ Córdoba (República Argentina) durante los meses de Octubre H Diciembre de 1884 lu 11 >^ 3 2044 093 251 361 Date Due