AcA HARVARD UNIVERSITY LIBRARY OF THE MUSEUM OF COMPARATIVE ZOÓLOaY liJiu ^CJ'I'U '^ i boletín DE LA ACADEMIA XAGIOXAL DE CIENCIAS EX CÓRDOBA (república argentina) boletín DE LA ACÁ ^ DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) Tomo XIV BUENOS AIRES IMPRENTA DE P. E. CONI E HIJOS, ESPECIAL PARA OBRAS "1- 680 — Calle Perú — 680 1894 J.A.M (j¡ ^^z boletín DE LA MI Mil M CllIiS EN CO RD O B A (República Abgentisa) w rf i •• Julio de 1894.— Tomo XIV Entr-ega. 4^ BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI É HIJOS, ESPECIAL PARA OBRAS 680 — CALLE PERÚ — 680 1894 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA (EN CÓRDOBA) PROTECTOR S. E. el Presideote de la República, Dr. D. LllS SAEXZ PEÑA PRESIDENTE HONORARIO S. E. el Ministro de Justicia, Culto é Instrucción Pública, Dr. J. V. ZAPATA COMISIÓN DIRECTIVA PRESIDENTE Ing. D. Ángel Machado DIRECTORES Dr. D. Osear Doering. Dr.D. Arturo de Seelstrang. Dr. D. Adolfo Doering. Dr. D. Federico Kiirtz. Dr. Pablo Cottenot. Dr. D. G. Dodenhender. SECRETARIOS Interno y de actas : Ing. D. F. Alvarez Sa rniiento. De correspondencia extrangera : Dr. D. Federico Kurtz, bibliotecario. CO-MISION REDACTORA DEL BOLETÍN Y ACTAS Dres. Osear Doering, Adolfo Doering, Arturo de Seelstrang COMISIÓN DE BIBLIOTECA Dres. Osear Doering, Federico Kurtz, Guillermo Bodenbender. EL PERÍODO DIURNO Y ANUO DE LAS TORMENTAS EN CÓRDOBA Por ÓSCAR DOERING Eii Marzo de 1891 piiblifiaó en este Boletín los primeros datos sobre la marcha diurna y ániía de las tormentas en Córdoba ( ' ). Habiéndose continuado esas observaciones en la Oficina Meteorológica de la Provincia, vuelvo hoya tratar el mismo tópico con más acopio de datos. Pues mientras que forma- ban la base de mi primera publicación las observaciones de 1882á 1800, dispongo para este trabajo de los apuntes con- tinuados hasta el 30 de Junio de 1894, pero he borrado, por incompletos, los que correspondían á los meses de Enero á Setiembre inclusive de 1882. De consiguiente puedo dar liov los resultados de casi 12 años de observación. Otra ventaja más caracteriza este nuevo trabajo. Una re- visión prolija de mis diarios me ha permitido dar más deta- llado el período diurno de las tormentas, subdividiendo el dia en 12 partes, siendo así que antes había dado la frecuencia de 3 en 3 horas. Sólo 8 tormentas nocturnas que habían ocur- f^) Véase Boíeíi/i de la Academia Nacional de Ciencias, tomo Xll, pág. 177: La marcha diurna de algunos elementos meteorológicos en Córdoba. rido de media noche á 3 a. m., me han dejado en la duda de si debían consignarse en la columna de 12h.m.n. á^2 a. n. ó de 2 a. m. á 4 a. m. Las he distribuido por partes iguales sobre estas dos porciones del dia. La marcJia anua de las tormentas LaTabia I que acompaño, enseña, en general, la marcha de la frecuencia de las tormentas durante el año. Por resolución internacional se ha adoptado la costumbre de contar los días de tormenta en vez de las distintas tormentas, así como al tratar de la frecuencia de la lluvia no se hace el recuento de las distintas lluvias ó aguaceros, sino el délos días de lluvia. Pero mientras que existe el convenio de tomar por principio de un día de lluvia la hora de la observación matutina (7 a.m. ó 8 a. m.), de modo que una lluvia que se precipita en- tre media noche y esa hora, se considera como correspon- diente al día anterior, — no hay acuerdo ninguno entre los climatólogos sobre la hora con que debe comenzar y terminar un dia de tormenta. Y sin embargo no es indiferente este de- talle, como lo demuestra la confrontación de las cifras de la frecuencia que figuran en las columnas a y h. Bajo a se con- signan los días de tormenta contados conforme al método generalizado para los días de lluvia, y las cifras de la colum- na b resultan, si se cuenta^los días de medianoche á media- noche ó de conformidad rigurosa con la fecha. Este último método arroja para Córdoba 12 días más en los casi 12 años que se tratan. El aumento corresponde con preferencia á los meses calurosos del año, en que la erupción de una tormenta es muchas veces la señal para la formación sucesiva de varias otras. En los meses de escasez de tormentas no hay varios de esos fenómenos dentro de 21 horas sino excepcionalmente, por lo tauto aparecen más conformes, en esa estación, uno y otro sistema de contar los días de tormenta. Me he decidido en este estudio á favor de los días que cor- ren de media noche á media noche. Pasando ahora á examinar la Tabla I, encontramos en las columnas a y b el número de días de tormenta que se han observado en cada mes durante los 1 1 años 9 meses á prin- cipiar con el P de Octubre de 1882. El número medio de esos días que corresponde á cada mes, ocupa la columna 3 enca- bezada « días por año » . En término medio tenemos en Córdoba anualmente 50.4 días en qne se levantan tormentas de truenos y relámpagos. Su número efectivo en los distintos años de observación varía del modo siguiente : 1883 1884 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891 1892 1893 51 49 43 47 40 53 48 59 6i 52 61 De estas cifras se deduce que el promedio de 50.4 está afectado de un error probable de + 1 .42 y que la variabili- dad media del número anual de los días de tormenta es de 5.4. La distribución de las tormentas sobre el año es suma- mente desigual. En la estación fría del año son escasas : los 6 meses de Octubre hasta Marzo están caracterizados por una gran frecuencia de lastormentas. A Junio, Julio y Agosto ríunidos corresponden apenas 2 días de tormenta, ó sea el 4 % de la suma anual ( columna 4 de la Tab. 1 ). El mes de Enere, por si solo, tiene un número de días de tormenta (7.8 días ó 155 "/oo) ni^'G no es igualado por los meses de Abril á Setiembre juntos. Para formarnos una idea aproximada del período de esa frecuencia, hemos preparado las cifras de la última columna de nuestro cuadro T, ó de la probabilidad de un dia de tor- menta en los distintos meses. Esta probabilidad es la reía- — 8 — cion entre el número de los días de tormenta y el de todos los días durante un mes: nos indica qué parte del total de los días del mes constituyen los días de tormenta. Las cifras que son la expresión de la probajjilidad, tienen una ventaja notable sobre aquellas que nos dan el número medio de días. Por ejemplo, tanto á noviembre, como á Diciembre corres- ponden 9.3 días de tormenta, y sin embargo no son equiva- lentes esas cifras, puesto que los dos meses se componen de un número desigual de días. Noviembre, mes de sólo 30 días, es más favorecido con tormentas que Diciembre que entre 31 días presenta, el mis- mo número de días tormentosos que aquel mes más corto. Esas desigualdades de los meses desaparecen, y se dispone de guarismos rigurosamente comparables, si se calcula la probabilidad. Examinándoselas cifras que constituyen la columna enca- bezada «probabilidad», resulta que desde un mínimum en Junio, la probabilidad sube, al principio muy despacio, luego rápidamente, hasta Noviembre, mes del máximum, mante- niéndose en Diciembre casi á la misma altura, y baja lenta- mente hasta Junio.jTal es la impresión que nos dejan las cifras correspondientes á los distintos meses. Si se quiere estudiar más detalladamente la marcha anual, es necesario elegir subdivisiones más pequeñas del año. En el cuadro 11 presentamos los días de tormenta clasificados por décadas, entendiendo por I" década de un mes, los días 1 á 10, por 2'\ los del 11 al 20 inclusive, y atribuyendo á la 3* década los días restantes del mes. La desigualdad de esas fracciones del mes se elimino, calculando la probabilidad de un día de tormenta en la década ( véase '< Probabilidad a» ). A fin de hacer desaparecer ciertas irregularidades proceden- tes del número relativamente pequeño de años, hemos dado también una probabilidad depurada (5), cuyas cifras deben SU orí"en al método sintetizado por la fórmula 5= \ 4 — 9 — considerando a, b y c como valores correspondientes á tres períodos subsiguientes. Advierto que el número de días de tormenta en Julio, Agosto y Setiembre que corresponden asólo 1 1 años, ha sido aumentado, en este cuadro, en la proporción de 12 : 11 para tener cifras comparables. En la agrupación del material por décadas, la marcha anua no se presenta tan sencilla, sino que resulta bastante com- plicada, principalmente en las épocasdel máximum y mínimum. Lo más sorprendente é interesante es ver constatado en la parte central de la República Argentina un fenómeno sin- gular cuya existencia comprobó el señor vo.x Bezold para el centro de Europa ( • ) : la duplicación del máximum de la fre- cuencia de las tormentas. En efecto, el máximum absoluto que ocurre en la última década de Diciembre, va precedido de otro casi igual que tiene lugar en Noviembre y que á su vez se presenta bifurcado en la I'* y 3" década de este mes. No me atrevo á señalar ya ciertas oscilaciones en la época de la frecuencia mínima : algunos años más de observación van á enseñar si son casuales ó fundadas. Pero la existencia de un máximum doble es innegable y resulta comprobada, si entramos en más detalles, disponiendo el material por pen- tadas, lo que se ha hecho en la Tabla III. Bien sé que la pentada es una fracción del año demasiado pequeña con relación al número de años de que se trata aquí : sería aventurado atribuir á esas cifras gran fuerza de argu- mentación para la marcha detallada durante todas las épocas del año. Sin embargo, en atención á la abundancia del ma- terial de observación en los meses de Noviembre y Diciembre no me parece reprochable estudiar la marcha por pentadas en estos dos meses. La Tabla llí nos suministra los datos estadísticospara todo (M V. Bezolü en Poggend. Ann. d. Phys, tomo 136, pág. 513, año 18G9. — 10 - el año y reproduce la frecuencia no sólo de los días de tor- menta, sino también de las distintas tormentas. Las cifras de Julio, Agosto y Setiembre que resultan de sólo 1 1 años de observación, se han dejado intactas. En las columnas a se consigna el resultado directo de la observación, las cifras de 5 deben su existencia al método de depuración descrito más arriba. Descubrimos una frecuencia grande en lapentada 6'2 (Noviembre 2-6) y después de pasar por cifras poco inferio- res, llegamos al máximum en la pentada 66 (Noviembre 22 á 26). Desde allí disminuye mucho la frecuencia para levan- tarse otra vez más en las pentadas 71 y 72 que ostentan el segundo máximum. Los números de frecuencia en las penta- das de Noviembre no excluyen la probabilidad de que con el aumento de las observaciones se señale un solo máximum en Noviembre en \ez de los dos á principios y á fines del mes, quedando, en este caso, mejor acentuado el doble máximum del verano. Si consideramos la frecuencia de las distintas tormentas, el fenómeno aparece en la misma forma. La frecuencia mínima es probable que corresponda á la pentada 35 (Junio 20 á 24 ), separada por un intervalo de 6 meses, del máximum de Diciembre. El período diurno de las tormentas He advertido ya en mi primera publicación que las horas apuntadas son las del principio de la tormenta, ó sea del pri- mer trueno que se haya oído. El período diurno derivado del total de las tormentas ob- servadas que constituyen sumadas el número considerable de 776, está bien marcado, y visible aún en la mayor parte de los distintos meses. El 60% de todas las tormentas principian entre medio dia y media noche. Si distinguimos en las 24 horas el dia (de 6 a. m. á 6 p. m.) y la noche (de 6 p. m. á 6 a. m.) encentra- — 11 - mos un pequeño exceso á favor de ésta: 51 Vo ^^ noche, 49% de día. La curva de la frecuencia presenta 2 máximos y 2 mínimos distribuidos así : ler máximum de 12 m. d. á 2 p.; 2° máximum de 8 p. ú 10 p,; I®"" mínimum de 8 á 10 a. m.; 2° mínimum de 4 á 6 p. m. El máximum doble en la marcha diurna es algo que no se ha observado en otra parte. Si bien se ha notado en muchas localidades un aumento de la frecuencia después de media noche, este máximum era siempre muy insignificante, ver- daderamente secundario, mas en Córdoba las dos máximas son casi iguales. Algunas diferencias entre la marcha diurna de las tormen- tas de verano y la de las que se observan en invierno se han dejado sentir siempre que se hayan tratado unos y otros se- paradamente. Esta circunstancia me ha inducido á ceder un renglón especial en la Tabla IV á las tormentas de Junio, Julio y Agosto. Es impracticable en nuestro caso, lo que hemos hecho en muchas otras ocasiones, añadir á esos meses los de Abril, Mayo y Setiembre para derivar así la marcha diurna para los meses fríos del año (Abril-Setiembre), pues aquellos meses contienen en su curva diurna rasgos característicos inherentes á los demás meses de Octubre á Marzo, como ser el máximum después de medio dia ó el que se nota hacia la media noche. Bajo el punto de vista que nos ocupa, la única división posible del año es la que se ha puesto en práctica en nuestra Tabla IV : el invierno (Junio, Julio, Agosto) y los 9 meses restantes. La marciía diurna en estos meses coincide con la del año, puesto que las tormentas que ocurren en ellos, forman el 97 "/o del total. Las 26 tormentas observadas en Junio, Julio y Agosto nos suministran una curva diurna en que las horas después de mediodía no sólo no presentan un máximum, sino que son — 12 — la época de entrada del mínimum. En las primeras horas de ]a noche principia á crecer la frecuencia y llega á su punto culminante entre las "2 a. m. y 6 a. m. Esta particularidad está conforme con los resultados de la experiencia en otras zonas : las tormentas de invierno ocurren con preferencia durante la noche. Rumbos de procedencia de las tormentas Se han aprovechado, finalmente, los apuntes de mis dia- rios para elaborar las Tablas V y VI que se ocupan con el rum- bo del que han venido las tormentas. Aunque no me parece todavía llegado el momento de en- trar en una discusión detallada de estos datos, no dejaré, por esto, de ilustrarlos con algunas palabras. La suma total de las distintas tormentas observadas desde el 1° de Octubre de 1882 asciende á 803 (véase la Tab. V), pero sólo en 510 se ha podido consignar sin equivocación el rumbo de su procedencia. La última columna del mismo cuadro establece la relación que guardan las tormentas así especificadas con la suma total de las que se han observado en cada mes. Esta proporción oscila entre el 25 °/o ( en Agosto) y el 82 % (en Julio), variando de un mes al otro; su término medio es de 63.5. A pesar de no estar completos, estos datos nos suministran una idea aproximada de los rumbos que las tormentas de Cór- doba llevan con preferencia. Las cifras inscritas en las colum- nas correspondientes á los 8 rumbos, expresan la frecuencia relativa, en la escala de 100. Fijándonos en el resultado general, sin hacer distinción de estaciones del año, ni de me- ses, resulta que la mitad de todas las tormentas vienen del Sur y Sur-Oeste. Los rumbos más favorecidos, en seguida de éstos, son el Norte y Oeste; del N.E, E. y S.E. proceden sólo un 12 % ó sea la octava parte de todas. — 13 - El último cuadro (VI) que acompaño, trata déla proce- dencia de las tormentas bajo otro punto de vista, el de su relación con la hora en que se levantan. Las cifras del cua- dro son las frecuencias absolutas observadas. Espero me sea dado volver después de haberse comple- tado la serie con algunos años más de observación, sobre estas y otras cuestiones interesantes relacionadas con las tormentas. Córdoba. Julio 8 de 1894. 14 — días de tormenta en córdoba Tab. r MESES Enero Febrero , Marzo Abril Mayo Junio Julio * Agosto * Setiembre * Octubre Noviembre Diciembre Diciemb.á Febrero. Marzo á Mayo. . . . . Junio á Agosto. . . , Setiemb.áNovierab Octubre á Marzo.. , Abril á Setiembre., Año FRECUENCIA DE IOS DlAS DE TORMENTA a /) 90 94 73 74 57 58 21 22 14 14 6 6 10 8 8 8 29 29 69 66 110 112 103 111 (590) (602) tí Q 7.8 6.2 4.8 1.8 1.2 0.5 0.7 0.7 2.6 5.5 9.3 9.3 23.3 7.8 1.9 17.4 42.9 7.5 50.4 15.5 12.2 9.6 3.6 2.3 1.0 1.4 1.4 5.2 10.9 18.5 18.4 46.0 15.5 3.9 34.6 85.0 15.0 100 .253 .218 .156 .061 .038 .017 .023 .023 .088 .177 .311 .298 ,256 .085 .021 .192 .236 .042 .139 11 años. — 15 — días de tormenta ex córdoba POR DEC.íVDAS Tnb. 11 PROBABILIDAD rROBABlLlÜAD DÉCADAS m - .2 P -'- DÉCADAS — 2 ^ -S a b •3 a b Enero.. I 32 .267 .275 Julio... I 3.3 .027 .022 » II 27 .225 .245 II 2.2 .018 .022 » III 35 .265 .247 » III 3.3 .025 .019 Febrero I 28 .233 .227 Agosto. I 1.1 .009 .020 II 21 .175 .209 » II 4.4 .036 .026 ^> III 25 .253 .218 » III 3.3 .025 .040 Marzo.. I 23 .192 .199 Setiemb. I 8.7 .073 .061 II 19 .158 .157 II 8.7 .073 .084 » III 16 .121 .130 » III 14.2 .118 .104 Abril.. I U .117 .095 Octubre.. I 13 .108 .142 II 3 .025 .053 » II 28 .233 .191 » III 5 .042 .046 » III 25 .189 .232 Mayo.. I 9 .075 .052 Noviemb. I 38 .317 .279 11 2 .017 .033 II 35 .292 .307 III 3 .023 .022 -> III 39 .325 .302 Junio.. I 3 .025 .020 Dicierab. I 32 .267 .286 » II 1 .008 .015 II 34 .283 .294 » III 2 .017 .017 » IIi 45 .341 .309 i6 FRECUEXCIA DE LAS TORMENTAS EN CÓRDOBA POR TENTADAS OCTIBHE DE 1882 Á JUNIO DE 1894 Tnl). 111,1 IJIAS DE TORMENTA TURMENTAS N° PENTADAS . mm^^ .— ^ ■ - ■ -^ a b a 0 1 línero 1 á 5 Enero 15 16.2 16 20.0 2 » 6 á 10 >■ 17 16.8 25 22.0 3 » H á 1 5 » 18 15.5 22 19.8 4 » 16 á 20 » 9 J2.2 10 14.5 5 » 21 a 25 » 13 13.5 16 16.2 6 » 26 á 30 » 19 15.8 23 19.2 7 » 31 á 4 Febrero 12 13.7 15 17.0 8 Fel)rer. 5 á !) » 12 13.2 15 18.2 9 » 10 á 14 » 17 13.8 28 20.8 10 » 15 á 19 » 9 13.5 12 18.5 11 » 20 á 31 » 19 14.2 22 17.5 12 » 25 á 1 Marzo 10 12.2 14 17.5 13 Marzo 2 á 6 >, 10 9.2 20 15-8 14 .-> 7 á n » 7 10.0 9 14.8 15 » 12 á 16 » 16 10.5 21 13.5 16 » 17 á 21 » 3 8.2 3 10.5 17 » 22 á 26 » 11 7.2 15 9.2 18 » 27 á 31 » 4 6.5 4 8.2 19 Abril 1 á 5 Abril 7 6.2 10 8.0 20 » 6 á 10 » 7 5.5 8 6.8 21 » 11 á 15 » 1 2.8 1 3.2 22 » 16 á 20 » 2 2.0 3 2.8 23 » 21 á 25 » 3 2.5 4 3.2 24 » 26 á 30 » 2 2.5 2 2.8 25 Mayo 1 á 5 Mayo 3 3.5 3 3.8 26 » 6 á 10 » 6 3.8 7 4.2 27 V 11 á 15 » — 2.0 — 2.2 28 » 16 á 20 » 2 1.0 2 0.5 29 » 21 á 25 » — 1.0 — 1.2 30 » 26 á 30 » 2 1.5 3 2 0 31 » 31 á 4 Junio 2 2.0 2 2.5 32 Junio 5 á 9 » 2 1.8 3 2.2 33 » 10 a 14 » i 1.0 1 1.2 34 » 15 á 19 » — 0.2 — 0.2 35 » 20 á 24 » — 0.0 — 0.0 36 » 25 á 29 » — 1.0 — 1.2 37 » 30 á 4 Julio 4 2.2 5 2.8 — 17 — FRECUEXCIA DE LAS TORMENTAS EN CÓRDOBA POR PENTADAS OCTUBRE DE 1882 Á JUNIO DE 1894 (Conclusión) Tab. III, 2 1 DÍAS DE TORMENTA TORMENTAS N' PENTADAS -^ — --1^^ .^- -^ ^ --. .-, a b a b 38 Julio 5 á 9 Julio 1 1.5 1 1.8 39 » 10 á 14 » — 0.7 — 0.7 40 » 15 á 19 » 2 1.2 2 1.5 41 » 20 á 24 » I 1.5 2 2.0 4¿ » 25 á 29 » 2 1.5 2 2.0 43 -i 30 á 3 Agosto 1 1.0 ■2 1.5 44 Agosto 4 á 8 » — 0.5 — 0.8 45 » 9 á 13 » 1 1.2 1 1.2 46 » 14 á 18 » 3 2.0 3 2.0 47 » 19 á 23 ^> 1 1.3 1 1.2 48 » 21 á 28 » — 1.5 — 1.5 49 » 29 á 2 Sbre. 5 3.5 5 3.5 50 Sbre. 3 á 7 » 4 3.5 4 3.5 51 8 á 12 » 1 2.5 1 3.0 52 ;> 13 á 17 » 4 3.8 6 6.2 53 » 18 á 22 » 6 5.7 12 9.5 54 » 23 á 27 » 7 6.0 8 8.2 55 y> 28 á 2 Octubre 4 5.0 5 6.2 56 Octubre 3 á 7 » 5 6.0 1 7.8 57 » 8 á 12 » 10 9.8 12 13.0 58 » 13 á 17 » 14 14.0 21 19.5 59 » 18 á 22 » 18 14.8 24 2'^.0 60 » 23 á 27 » 9 12.5 11 15.5 61 » 28 á 1 Nbre. 14 14.5 16 18.5 62 Nbre. 2 á 6 » 21 18.2 31 25.0 63 » 7 á 11 » 17 18.2 22 25.0 64 » 12 á 16 » 18 17.8 25 23.8 65 » 17 á 21 » 18 19.8 23 26.7 66 » 22 á 26 » 25 20.0 36 28.8 67 » 27 á 1 Dbre. 12 17.2 20 25.0 68 Dbre. 2 á 6 » 20 16.0 24 20.5 69 » 7 á 11 >' 12 14.0 14 17.5 70 » 12 á 16 > 12 15.0 18 20.2 71 » 17 á 21 » 24 20.5 31 27.5 72 » 22 á 26 » 22 21.5 30 28.5 73 » 27 á 31 » 18 18.2 23 23.0 18 — < CQ O Q tí O ^: 00 I— ( 2 ^ U 00 5?: w ir: Q O PC O Q O (— I tí CL, 00 W H O O ^ H ce C/5 Id O Tí- o: - -í< t-- -I X 55 X ::^' 2 o C5 ce G^ ■— I r— t CO 00 ^ -í< lO ce o ^^ >— I 00 Oi (>< "^ r-l (35 o íO X C5 r— (i— (CN(N I— ( rH r-c r-l ^ CO X c c: o X CT'*' O CN — ' t- X c: x^ »occ r— ( TC o lO -^ ccc:2 co X c i~- ce -^ ■xi O ti3 O r-ioo— (■— I ICj lioiOrHX ce^ >— 1 r— ( r— t I— I I— I o ira X 1 XXi— ICQ 1 1 — ' iC r- C5 C5 Tfl 1 c: <^ t^ 1^ '^f i^ I— ( l-CO z; -'^'^XX |CDi-H li— ra -— 1 1^ x t^ gs -í< x i^ -tri i^ ■— ' I -« Cj 1^ lo lO ce ce ex ce c_ C3 ce ce X I- r-H ce oj lo t^ ira «ra t^ t — )< X c?* i — 1 ^H 1— ( 1 O) 1^ l^ irax lo ce 1 — 1 ce ce r~- 1^ r-H i o ira r-n g^ o -^ r- 1-^ i~ X ira X 1^ 1^ I cj G^* ira o X c^ r^ f^ i- o • £ £ 3 2 o .. ^ ■=. ~ '=■ ^ -= ^ S— o2c"^o-.2r; .2 i 05 _S i- t. U^. - ■ -- o • — ^ > ■ 3 C — K £ :?: < ;5 .:; ^ < X ^ '«^ ^ -^ '-'^ — 19 — FRECÜEXCIA RELATIVA DE LAS TORMENTAS DE CÓRDOBA SEGÚN EL RUMBO DE QUE PROCEDEN OCTUBRE DE 1885 Á JUMO DE 1894 Escala di ' ¡00 Tab. V MESES N NE E SE S SW W NW 13 o c ". 0 Enero. . . 9 7 7 3 30 28 12 4 74 117 63 Febrero . 10 5 1 7 17 37 11 12 76 101 75 Marzo. . . 22 5 7 4 26 18 9 9 55 76 72 Abril.... 23 15 8 — 15 16 23 — 13 29 45 Mayo.... 12 12 — — 38 25 13 — 8 16 50 Junio . . . — 20 — — 20 — 60 — 5 / 71 Julio. ... 33 — — — 33 12 — 22 9 11 82 Agosto . . — — — — 50 — 50 — 2 8 25 Setiemb . 32 3 7 — 18 11 18 11 28 39 72 Octubre . 18 2 4 2 33 23 6 12 49 88 56 Novierab. 12 3 2 4 21 . n 18 11 93 162 57 Diciemb. 20 5 2 2 32 19 12 8 98 149 66 Año. 16 5 4 3 27 23 13 9 510 803 63.5 — 20 PROCEDENXIA DE LAS TORMEXTAS DE CÓRDOBA SEGÚN LA. HORA DE SU PRINCIPIO OCTUBRE DE 1882 Á JUNIO DE 1894 Tab. VI HORA N m E SE S SW W NW Suma 0-2 a. 4 1 1 — 11 4 2 1 24 2-4 a. 4 — — — 10 3 2 — 19 4-6 a. 1 — — — 4 3 1 1 10 G-8 a. 13 1 1 — 7 5 1 3 31 8-10 a. 4 — — 1 5 4 6 1 21 10-12 m. 8 1 1 — 3 9 / 3 32 12-2 p. 8 3 2 1 11 17 15 9 66 2-4 p. 11 4 1 5 21 17 10 9 78 4-6 p. 4 3 6 4 12 11 4 2 46 G-8 p. 10 5 5 2 12 17 / 6 61 8-10 p. 13 6 5 3 24 18 9 9 87 10-12 p. 2 2 — — 15 11 3 2 35 Suma.. 82 26 19 16 135 119 67 46 510 LA lliMRi AL ESTE DE LÁ SIERRA DE CÓRDOBA CONTRIBUCIÓN" A LA HISTORIA DEL DESARROLLO DE LA LLAMRA PAMPEANA Por Guillermo BODEXBENDER (1) Sobre la composición geológica de la llanura argentina, en general, estamos bastante instruidos, pero no tenemos hasta hoy una idea exacta de su origen. La teoría de cataclismo de D'Orbigny, la de un gran estua- rio de Darwin y la del viento de Bravard, como se fundaban en suposiciones arbitrarias ó en observaciones parciales, no son ya sostenibles. Corresponde á Burmeister el mérito de haber reconocido, el agua en primer lugar y el viento en se- gundo, como los agentes eficaces en el desarrollo de la for- mación pampeana. Más tarde se ha introducido otro factor más: la vegetación. Puede ser que con ayuda de estos elementos podamos ex- plicar bien el desarrollo de porciones limitadas de la forma- ción, pero si echamos una mirada á toda ella tenemos que (^] rublicado en el año 1893 en Petermanns Miítheüungen. — 22 — confesar que son insuticientes para explicarnos su verda- dero origen, como veremos más adelante. Las regiones observadaspor exploradores son muy limitadas en comparación ala gran extensión de la formación, de modo que hay que tener cuidado de no generalizar tan ligero. No es posible obtener resultados satisfactorios, en cuanto á la génesis de la formación, sino por investigaciones de todos los estratos en extensión horizontal, como también en sus relaciones con las formaciones viejas y con todos los proce- dimientos tectónicos ; estudios que sólo pueden hacerse en las faldas de las montañas centrales, de los Andes y en las márgenes de los ríos, donde la erosión, producida por el agua, ha dejado las capas accesibles á la observación. Si la formación pampeana debe su origen á la acción cons- tante de las mismas fuerzas, á un procedimiento continuo, y si existe una continuidad en los acontecimientos pampeanos y post-pampeanos, lo que está fuera de duda, no tenemos me- jor campo de estudios que los puntos mismos en que aquellas fuerzas han actuado y actúan aún. Conociendo todos los procedimientos físico-geológicos que se desarrollan hoy dentro del sistema de un río y la compo- sición geológica de los valles, se podrá reconstruir los cur- sos de los ríos desde los tiempos más remotos y reconocer la naturaleza de los estratos. Con esto, conoceremos bien partes de la llanura argentina en su forma actual y abrigamos la esperanza, de que adelan- tando por este camino, llegaremos á arrancar el velo que oculta todavía su misterioso origen. Partiendo de este punto de vista me propuse como tarea una investigación délos ríos, arroyos, lagunas, etc., déla llanura entre la sierra de Córdoba y el río Paraná. El Río T lo he estudiado muy detalladamente y ya he publicado los resultados geológicos en un trabajo titulado (^) « La cuenca (^J Boletín de la Academia Nacional, tomo XII. — 23 — del Río 1" en Córdoba», tocando también ligeramente la his- toria del origen de este río. En el presente trabajo deseo complementar esos estudios, tratar con alguna detención las ideas en parte ya indicadas en aquel y ver si es posible dar un cuadro geográfico total de esta llanura, considerándola bajo el punto de \ista de su origen. Excusado es decir que tal diseño, que se refiere auna área como de 170.000 kilómetros cuadrados no puede ser perfecto. Podrá reconvenírseme de haber caído en la falta arriba condenada: una generalización no bastante fundada y de que las teorías expuestas sean en parte de carácter muy especulativo; pero no obstante, creo que tal ensayo estájus- tificado. Echando una mirada sobre la llanura al Este de la sierra de Córdoba, que, caracterizada en parte como pampa, en par- te como monte, se inclina con superficie poco ondulosa hacia el Este y Sud-Este desde el pie déla sierra, donde alcanza una altura de más ó menos 450 metros, sobresalen en pri- mer lugar los ríos, determinando el relieve y dando variedad y vida ala monotonía de la llanura. Los ríos Fy 2^, tomando en general un curso con dirección hacia el Este->'ord-Este, se pierden en la gran depresión de la Mar Chiquita (82 metros), mientras que el Río 3° y el Río 4" (la ciudad de RíoCuarto4í5 metros, la colonia Carlota, 146 metros) que al principio son casi paralelos á aquellos, doblan más hacia el Sud-Este y van á echar sus aguas, unidas bajo el nombre de Carcarañá, en el río Paraná cerca del puerto de Maciel(37 metros). Los valles de estos ríos se encuentran dentro de insignifi- cantes depresiones, separadas entre sí por una parte más al- ta dependientes muv suaves, en las que las aguas han erodi- do en la formación pampeana, según numerosas curvas^ un álveo muy profundo en relación con su ancho, casi como un canal. — 24 — El priücipio de estas corrientes de agua cae en el tiempo de la época pampeana más \'ieja, como lo demuéstrala geolo- gía; las depresiones son, por consiguiente, de edad prepam- peana. Con esto no quiero decir, que el curso actual de los ríos en su longitud total siga exactamente estas depresiones viejas, cosa que sólo existe en la orilla de la sierra, donde ellas fueron más acentuadas, mientras se disminuyeron pro- bablemente más hacia el Este. Aunque no hay duda que el origen de estas depresio- nes, como el de las lomas suaves con dirección Oeste á Este, está en íntima relación con la formación de la sierra de Córdoba, es muy difícil reducirlas á ciertos acontecimientos geológicos fijos, debiendo contentarnos por ahora con supo- siciones. La parte más alta de la sierra de Córdoba, el macizo gra- nítico del Champaquí con sus vertientes hacia el Este, consti- tuye la separación de las aguas de los manantiales que for- man los ríos 2" y 3°, coincidiendo su continuación oriental exactamente con el medio que separa dichos ríos. Puede, pues, suponérsela existencia de un levantamiento subterráneo de las formaciones más viejas que la pampeana, por ejemplo del gneis, arenisca, etc., hacia el Este, en la zona entre los ríos 2° y 3°, el cual habría dividido la llanura en tiempo prepampeauo en dos partes, una setentrional con los ríos r y 2° y la depresión de la Mar Chiquita, y la otra austral con los ríos 3° y 4". Tal vez habrá existido una comunica- ción entre las aguas de las dos partes, es decir, entre los ríos 2° y 3°, pero se interrumpió probablemente antes que la existente entre los ríos I" y 2°. Semejantes ondas del suelo prepampeauo, con dirección Este á Oeste pueden hallarse tanto entre los ríos 1° y 2°, co- mo entre los ríos 3° y 4". Las comprendidas entre los ríos 1° y 2" pueden considerarse como una consecuencia del levanta- miento de la Pampa de Achala (granito); sin embargo tam- bién dioritas, que en la falda de la sierra se encuentran jun- — 25 — tas con el gneis y el granito, pueden haber intluido en su for- mación, como probablemente ha sucedido en los levanta- mientos de la Sierra Chica al >'ortedel Río 1°. Podemos, pues, decir que existieron ondulaciones irregu- lares (depresiones) del suelo, dirigidas de Oeste á Este, de las que quizás la que había entre los ríos 2° y 3° alcanzando mayor altura se extendió más hacia el Este. Sea que las depresiones encuentren una explicación más precisa y mejor fundada, bástenos aquí el haber constatado, basándonos en investigaciones geológicas, su existencia pre- pampeana. Voy á completar el relieve del suelo prepampeano, pues en él hay que buscar una de las causas de los fenómenos geológicos pampeanos y post-pampeanos. Como primer hecho podemos notar aquí, que las areniscas que hay en el valle del Río 1° á la falda de la sierra, des- pués de desaparecer al Este, á causa de su inclinación, bajo la formación pampeana, reaparecen otra vez en la pendiente del Río 1° más abajo de Córdoba. El suelo prepampeano presenta pues ondulaciones — si es permitida la expresión — de mayor ó menor extensión, pa- ralelas quizás á la sierra de Córdoba, siendo más que proba- ble, que se repiten hacia el Este. De tal modo, que elsuelo prepampeano no es tan uniforme como pudiera juzgársele al observar la superficie déla lla- nura actual y si bien no es posible formarse una idea precisa de su configuración, parece lo más probable, que la llanura prepampeana era algo ondulosa, sobresaliendo en ella algu- nas lomas de dirección Este á Oeste y >'orte á Sud. En las depresiones de extensión y nivel diferentes podían estancarse, á lo menos en algunas, aguas pluviales, para las cuales no había salida. En ese tiempo la llanura argentina ha estado quizás cerrada al Este poruña gran barra, que hoy no existe más. Hemos supuesto que la llanura prepampeana alcanzó su — 26 - mayor altura entre el Río 2" y Río 3°. Hacia el Xorte se in- clinó bajándose al mismo tiempo la parte setentrioual de la sierra de Córdoba, hasta una gran depresión, ocupada hoy por la Mar Chiquita. La posición de ésta fué determinada por otra circunstancia más. Al Este de la Mar Chiquita y muy próxima á ella se levan- ta el «Rorde de los Altos», loma de pendiente occiden- tal muy escarpada, que se extiende al Norte hacia el río Sa- lado, sirviendo como límite al Este á la laguna de los Poron- gos. Este levantamiento relativamente pequeño, pero bastan- te caracterizado, puede considerarse como consecuencia de una onda prepampeana y así estaría suficientemente exj)lica- da la situación de la Mar Chiquita entre ondas prepan peanas de dirección Norte á Sud y Este á Oeste (entre los ríos 2° y 3"). La depresión no era completamente cerrada, pues comu- nicaba con las regiones bajas delSud-Este. En cuanto á las formaciones que componen el suelo pre- pampeano, no las conocemos bien aún por falta de datos su- ficientes. Existen pocas perforaciones en nuestra región y de ellas ninguna ha llegado hasta el yaciente de la formación pampeana. En la falda de la sierra, como en los ríos r y 3° j en parte al JNorte, los estratos pampeanos están depositados sobre areniscas, cuya edad no está determinada aún, las que pasan abajo en conglomerados compuestos de fragmentos gruesos y pequeños, redondeados y angulosos de las rocas viejas de la sierra (gneis, granito, diorita, caliza arcaica, etc.) En el Río r, en medio de la llanura, hemos visto tam- bién areniscas bajo la formación pampeana, resultando así seguro que ellas han formado á lo menos parte de la llanura prepampeana. Puede ser que otras formaciones, viejas y nuevas (formación cretácea y terciaria) hayan participado en su composición, pero ellas no han sido descubiertas aún en la sierra de Córdoba. La falta de formaciones sedi- mentarias en la sierra de Córdoba, prescindiendo de las — 27 — areniscas y conglomerados de su falda — no quiere decir que no hayan existido en esta región, al contrario, hay probabilidad de que se depositaron, pero fueron destrui- das por el agua, á lo menos, sabemos que las areniscas y conglomerados han tenido antes una gran propagación. Hemos llegado con esto á darnos una idea aproximativa de la superficie y composición del suelo prepampeano. Para poder derivar el relieve de la llanura actual, del modo de depositarse de los estratos pampeanos, trataremos antes de investigar la relación que tiene con la sierra de Córdoba la llanura prepampeana. Conocido es, que los estratos pampeanos se extienden no solamente hasta la Sierra, sino también se hallan en consi- derable espesor^ componiéndose de arcilla y de arena, den- tro de ella (por ejemplo en el valle de la Punilla, en el curso superior del Rio r) y aun mismo en las altas planicies (Pampa de San Luis, 1600 m., Pampa de Pocho, 1000 m.). En cuanto al espesor total de la formación pampeana, lo he constatado de 50 á 60 m. en pozos cerca de Córdoba, sin que éstos hubiesen alcanzado el yaciente de los estratos. En la falda de la Sierra, al >i'orte de Córdoba, en la colonia Juárez Celman, un pozo perforó 80 m. de estratos. Sin em- bargo, estos datos representan sin duda un máximum de es- pesor dentro de depresiones. En las regiones al Este fallan observaciones. En general el espesor será muy variable, correspondiendo á la irregularidad del suelo prepampeano. De ninguna manera podemos suponer, que se aumenta hacia el Este, siendo posible encontrar allí en poca profundidad las formaciones más viejas. Imaginándose, que no existiesen las estratos pampeanos, se obtendría la relación de altura entre la sierra de Córdoba y el suelo de la llanura prepampeana. Si no han tenido lugar muy considerables saltos á la orilla de la Sierra, entonces ésta no sobresaldría, como una muralla, sino pasaría suavemente en la llanura. Ahora bien, surge l:i — 28 — pregunta : ¿sería posible la formación de los estratos pampea- nos, hoy y en adelante, bajo aquellas circunstancias del re- lieve, suponiendo dados todos los agentes antes existentes? Pienso que debemos negarlo, pues la formación pampeana se ha depositado en su mayor parte bajo la influencia de aguas tranquilas, las que serían imposibles en ciertas regiones, dado el relieve indicado, como, por ejemplo, en el interior de la Sierra (valles) ó en la zona de transición entre ésta y la llanura. En estas partes el declive sería tan conside- rable, que podrían depositarse arena y rodados, mas nun- ca arcilla (fluviátil!) en tan gran extensión y de mucho espesor. Tampoco se explica, bajo este punto de vista, que la forma- ción pampeana haya tenido antes una extensión mucho ma- yor que hoy en la Sierra, como veremos en adelante. También es incomprensible, cómo, habiendo tenido el agua una gran velocidad, las depresiones en la llanura misma hayan podido llenarse completamente de arcilla. El depósito de tales capas fluviátiles pudo sólo tener lugar en las pendientes suaves y durante inundaciones sobre pla- nos débilmente inclinados, mientras que en otras partes de las depresiones, donde corrían las aguas con gran velocidad, se hubiesen depositado arenas y [rodados. Pero tal carácter de los depósitos, común á todos los pisos de abajo arriba, no se puede constatar, aún tomando en consideración un cam- bio de los cursos de las aguas. En los pisos inferiores pare- cen faltar grandes depósitos de arena y de rodados, que in- dicarían corrientes principales, pero bien los hay en niveles superiores. Al principio de la época pampeana, las aguas que venían de la Sierra, eran muy distribuidas, lo que me parece tam- bién en contra de la suposición de la existencia de una Sierra alta, cuya altura hubiese debido ultrapasar considerable- mente la de la Sierra actual. Si se considera el yacimiento de las areniscas en ciertas — 29 — regiones, no puede formarse una idea de la formación de los estratos pampeanos, que son fluviátiles, sin suponer que al principio de la época pampeana deben haber sido menos inclinadas las areniscas y que más tarde experimentaron un cambio en su posición, sea por dislocación rápida, sea por le- vantamiento continuo. La única solución que queda, á mi parecer, es que al empe- zar el depósito de la formación pampeana habrá existido en- tre la Sierra y la llanura sólo una pequeña diferencia de al- tura. En esa época la sierra de Córdoba se elevaba tal vez como una insignificante loma sobre esta faja de tierra, cuya forma puede decirse era la de una especie de una altiplani- cie con depresiones y á medida que transcurrió el tiempo, se fué acentuando cada vez más el contraste actual. >o nos corresponde en este lugar el averiguar, si este hecho debemos considerarlo como causado por una elevación de la sierra de Córdoba, ó por una baja de la parte oriental ó por los dos fenómenos simultáneos, pues para nosotros es de importancia por ahora, no el movimiento en sí sino su efecto, el que se manifestó por una alteración del nivel entre la parte que ocupa hoy la Sierra y laque forma la llanura, de tal modo que sus diferencias de altura se harían cada vez más grandes. Sin suponer tales procedimientos tectónicos, me parece, queda laformaciou de los estratos pampeanos sinexplicacion, pero ellos no pueden ser extraños, pues han sido también constatados en Europa, donde levantamientos y hundi- mientos han tenido lugar durante la época glacial ó poco des- pués de ella, en un tiempo en que se formaron en nuestra región los estratos pampeanos. Si presumo en este examen ocasionadas estas oscilaciones por una elevación de la sierra de Córdoba, debo decir tam- bién que esta suba sin duda no se ha realizado sino dando origen ala formación de enormes hendiduras en las laderas del Este y Oeste y también dentro de ella, y que una baja de las — so- parles orientales, occidentales e interiores seguramente ha tenido lugar. Así se explicaría que las areniscas no se encuentran en una faja continua en la orilla de la Sierra, sino son interrum- pidas. Dislocaciones más claras en el terreno pampeano he observado en la falda oriental de los Andes, al >'orte del rio Limay en el valle del rio Gatanlil, afluente del Aluminé, donde hay capas pampeanas (arcilla y arena) bien estratifi- cadas, casi en posición vertical formando el suelo del valle. Del mismo modo que dentro y en la cercanía de la Sierra, también en las regiones más al Este pueden haber tenido lugar hendiduras causando quizás bajas en forma de esca- lones. Los Bordes de los Altos, al Este de la Mar Chiquita, representan tal vez uno de estos escalones. La sierra de Córdoba se compone, en su parte setentrional más ancha, de tres escalones sucesivos del Este al Oeste con pendientes rápidas al poniente. Sin simetría en su estructura, la Sierra cae rápidamente del lado occidental; aquí sin duda se nos presenta una ruptura'principal y como con tales ruptu- ras suele haber volcanes, también aquí y en el lado del Este se han producido erupciones de andesita ó traquita (Sierra de Serrezuela, Sierra de los Cóndores, etc.). Las erupciones de estas piedras han tenido lugar, según parece, en el período de la formación de las areniscas y poco después de él. La formación pampeana ha empezado á existir ya en una época en que la diferencia de altura entre la Sierra y la lla- nura era muy insignificante. ¿Cómo se ha formado, de dónde viene el material depo- sitado, cómo podemos explicar la acumulación y siguiente erosión? En lo que sigue, no trataré de resolver de ningún modo la tan difícil cuestión del « Loes pampeano », como llaman algunos á los depósitos arcillosos. Llegaremos á ese punto recien cuando tengamos un conocimiento exacto, no sólo de las ca- pas pampeanas en las diferentes regiones, sino de sus reía- — 31 — clones con las demás formaciones más antiguas y de toda clase de evoluciones tectónicas, etc. Pero aún estamos muy distantes de poseer todos esos elementos. Por inducción podríamos considerar la formación pam- peana como análoga del «Loes« de Europa, como el producto de un período glacial. Sin embargo esta parece ser una hi- pótesis sin fundamento, pues no se ha observado con segu- ridad ninguna huella de glaciares ni en las montañas centra- les ni en la falda oriental de los Andes. Puede contestarse, y con razón, que esto no quiere decir nada, pues estas regio- nes no han sido aún suficientemente explorados y á más, que la falta de rastros de glaciares puede explicarse bien por una gran erosión que los hubiera destruido. Hay que mencionar que el Dr. Moreno como el Dr. Hauthal creen haber descu- bierto cerca de ílendoza depósitos de morenas y yo también encontré al pié del Cerro del Plata, al Sur de Mendoza, depó- sitos (arcilla fina con grandes rodados) que son muy proba- blemente productos de glaciares. Pero, aun concediendo una época glacial en tiempos atrás, el carácter de los estratos pampeanos parece oponerse a tal suposición, pues ellos son, como dicen muchos, de origen fluvial ó lacustre. Tampoco este argumento me parece de gran valor, pues hay estratos, especialmente en la parte inferior de la forma- ción, que no es posible sean considerados como fluviales- lacustres, y si bien es cierto que la mayor parte de los es- tratos se han depositado bajóla influencia del agua, ello no constituye una prueba de que el material, á lo menos en parte, no sea un producto glacial que se encuentre en depó- sito secundario. Es muy probable que antes de la época pam- peana y aun á principio y durante ella, parte de la República Argentina, en especial al Sud C) y Oeste (~] estaban cubiertas (^) Véase G. Steinmann, L'eber Pleislocán und Pliocán in der Um- gegend von Freiburg i Br. [^] El Dr. Hauthal ha constatado en sus últimas investigaciones he- s — 32 — de glaciares, cuyo producto, el loes, ha llevado el viento á otras partes, donde se depositó. Así también nuestra región de carácter de una estepa, junto con la sierra de Córdoba, C|ue sobresalía como insignificante loma, se cubría de loes. Tal origen de las capas parece estar demostrado por la cir- cunstancia de que los estratos inferiores tienen en general más el carácter de loes que de arcilla y que el loes ha cu- bierto probablemente antes en gran extensión la sierra de Córdoba. En las depresiones el loes se transformaba en loes arcilloso ó en arcilla bajo la influencia de la vegetación y del agua; pero también podía formarse arcilla directamen- te por la descomposición mecánico-química del subsuelo. Tales capas del carácter de laterita, originadas, como parece, de una descomposición de areniscas, he observado en el Río 1° cerca de la Sierra : son margosas, porosas, contienen tierra azul (vivianita) y forman la transición en la verdadera formación arcillosa. Excusado es decir, que en las depre- siones, en donde el agua corría desde el principio, parte de la arcilla debe su origen también al agua, que llevaba los productos de la descomposición de piedras de regiones más elevadas hacia la depresión donde los depositaba, como lo in- dican las capas de rodados interpuestas éntrela arcilla en la parte inferior de la formación. Sin embargo, para poder juzgar bien los procedimientos que se desarrollaban al principio de la época, faltan obser- vaciones hechas en partes no pertenecientes á las depre- siones, como es natural, pues los estratos son accesibles generalmente en las regiones de los ríos y arroyos. Sobre las relaciones climatológicas de aquellos tiempos no sabemos nada. Sin embargo indudablemente ellas han de- sempeñado un rol muy importante en la formación de los chas en este año la existencia de glaciares al Sur de Mendoza entre rio Diamante y rio Atuel : descubrimiento muy importante é interesante, que va á confirmar más mi teoría. — 33 — depósitos pampeanos. Ya el hecho de que Patagonia estaba cubierta eu aquel tiempo y más atrás de glaciares, basta para hacernos una idea de la gran influencia de éstos, en cuanto se refiere al clima y en consecuencia á la vegetación, descomposición de piedras, etc. Al principio y durante el período de acumulación de ter- reno, sobrevino un otro factor: el levantamiento de la Sierra de Córdoba ó el hundimiento de la parte oriental, hoy ocu- pada por la llanura. Con el loes, llevado por los vientos y el agua se mezclaban los productos de la descomposición de las rocas de la sierra, los que probablemente predominaban al fin. ' Con el aumento de diferencia de altura entre la sierra y la llanura, los caudales de agua que con el tiempo se desarro- llaban debían conducir hacia las depresiones de la llanura ar- cilla, arena v rodados, v en tanta mavor cantidad de estos dos últimos, cuanto que la fuerza transportadora de las aguas crecía por la caida, de donde viene el aumento de rodados y arena en las capas superiores de la formación pam- peana. Con mucha seguridad podemos considerar una parte del material depositado como producido por la descomposición y destrucción de las areniscas y de conglomerados, que en- tonces abundaban en todas partes de la sierra de Córdoba, provenientes de gneis y granito de la misma sierra. Las dis- locaciones que después han sufrido las areniscas, debían fa- vorecer en alto grado su destrucción v á estos fenómenos tenemos que atribuir la circunstancia de que aquellas capas hoy día aparecen sólo aisladas en las faldas de la sierra. One las partes finas de los conglomerados han sido llevadas a la llanura por las aguas, lo prueban los escombros que algunas veces en una altura notable están basados sobre el gneis y que resultan indiscutiblemente de los conglomerados ( no morenas ! ). También la llanura prepainpcana ha influido en la forma- T. XIV 3 — 34 — cion de las cíipas pampeanas con la masa descompuesta de areniscas y otros terrenos. Arrastradas las areniscas y tal vez otras formaciones ante- riores (?) entró la descomposición y erosión en la montaña fundamental. Las capas arcillosas y arenosas depositadas en la sierra y sus cercanías han sido de nuevo derribadas y llevadas á la llanura, hecho que está comprobado por la existencia de pe- dacitos rodeados de tosca que se hallan en la formación pam- peana en las proximidades de la sierra. Continuando á ser arrastradas las ca[>as del Oeste al Este, bien puede ser que ellas se hayan formado varias veces, habiendo sido derriba- das otras tantas y así sucesivamente. Si el viento ha desempeñado un rol importante en la abla- ción déla sierra, es difícil decir. Sin duda este caso tenía lugar en la falda de los Andes, donde cada dia podemos ase- gurarnos de la acción transportadora del viento del Oeste, que sopla casi siempre durante el dia. Que la formación pampeana en la sierra de Córdoba ha te- nido mayor extensión, puede suponerse con gran probabi- lidad, como nos lo hace saber Stelzner cuando menciona las costras de cal que cubren en algunos puntos las rocas fundamentales de la sierra. De este hecho deduce Stelzner, que la cal sea un producto del loes lavado, el que había desaparecido por la fuerza del agua y del viento. Esto ha tenido lugar indudablemente. Pero no siempre donde se hallan costras de cal Q) había sido arrastrado el loes, pues se- gún mis observaciones, estas capas de cal se encuentran también sobre el loes. Pero entonces puede ser muy bien, (^) Es caliza compacta ó se compone de capilas planas ú ondulo- sas de caliza margosa arenosa, de color gris-blanco ó amarillento. Contiene muchas veces granulitos de cuarzo y fragmentos de otras rocas. A veces se encuentra en las capas de respaldo en forma de vetas. Pertenece á la clase de las toscas. ~ 35 — que estas formaciones nuevas de cal están depositadas di- rectamente sobre Jos terrenos fundamentales (gneis, grani- to, etc.). Como producto de levigacion pueden sólo ser consideradas las concreciones calizas dentro de la arcilla de forma tube- rosa (tosca) y parecidas al «Loes Kindeln», mientras que á lo menos una parte de las costras de cal, que cubren la monta- ña fundamental ó se hallan en el yaciente de la formación pampeana, se han formado in situ. Así, para no citar más que un ejemplo^ las cales que pertenecen á las capas pampea- nas más bajas, accesibles en el Río I", se caracterizan por su semejanza á la travertina, incrustando también pequeñas plantitas. Es evidente que esas cales únicamente han po- dido tener origen in situ. En la región del Río 1'' es muy rico de concreciones tube- rosas de caliza el piso inferior depositado sobre las arenis- cas, porque las aguas, que en el piso superior habían di- suelto la caliza, impedidas por las areniscas de pasar más abajo, tenían que dejar el carbonato de calcio que, con la ar- cilla, se convertía en tosca. Parece, por estas razones, que, en general, las capas inferiores contienen más tosca que las su- periores. La caliza que contienen los depósitos pampeanos en forma de tosca, etc., proviene una vez del loes, llevado por los vientos, además en niiestra región, de las cales cristalinas que pertenecen al gneis de la sierra, que fueron disueltas por las aguas volviendo á depositarse luego en forma de tos- ca, etc. En contraposición á la muy aceptada opinión de que la arcilla pampeana no tiene ni la más mínima señal de estra- tiíicacion, me consta por experiencia, que en todos los de- pósitos que he estudiado en las regiones de los ríos, se ha- lla indicios de estratificación, aunque á veces no muy evi- dentes. Donde ella no se presenta, tenemos probablemen- te á la vista un producto subaéreo con el carácter de loes, — 3G — el que se ha depositado sin interveacion de las aguas; pero también puede ser que la estratificación uo haya llegado á la peifecciou á causa de la inllueucia de la Yegelacion du- rante el depósito de los sedimentos ó que ha \uelto á des- truirse. Muy poca estratificación, correspondiente al desarrollo, existe en el piso inferior de la región del Río 1°, que es muy rico de tosca y relativamente pobre de arena y rodados, pero la estratificación se aumenta hacia arriba á medida del au- mento de arena y la disminución proporcional de la tosca, manifestando al fin su verdadero carácter genuino en largas extensiones. Esto consta por lo menos para los distritos de los ríos en que las capas merecen con razón el nombre de arci- llas C) (ó loes arcilloso) por sus caracteres físicos y quí- micos. Si bien fuera de los terrenos fluviales y lacustres se notan, como se ha observado, cavando pozos, muy á menudo arena interpuesta en las capas arcillosas, que indican corrientes de agua (inundaciones!) de un sistema lagunoso, parece sin em- bargo que ellas son arcillas inestratificadas de carácter de loes, (]ae llevado por los vientos, de otras regiones en que se formaba por acción délos glaciares, se depositó éntrelas lo- mas y llanuras altas, que separábanlas depresiones. La mayor parte de la arcilla pampeana es porosa, lo que proviene indudablemente muchas veces de plantas des- truidas. Las capas de arcilla ó loes arcilloso del piso superior inter- puestas entre arena y rodados son en general más porosas que las capas inferiores. De minerales, que se encuentran en los depósitos pampea- (\' La investigación microscópica y química al objeto de distinguir arcilla, loes arcilloso y loes, todavía no está concluida. Sin embargo tal distinción bien caracterizada parece ser imposible. — 37 — nos, hay que notar en primer lugar la tierra azul (Vivia- nita), ya arriba mencionada, y yeso, encristales graneles y chicos. La parte superior y muy localizada de la formación pam- peana, «lacustre», como llaman este piso, consiste en un polvo muy fino, arenoso, sin ó con muy poca estratifica- ción. Pero hasta en este piso existen algunas capas de roda- dos y de arena y en todas partes se puede observar, cómo pasa ella sucesivamente á las arenas, rodados y arcilla que están más abajo. Según la naturaleza de nuestra formación se deduce, que el viento debe haber influido también al final del período pampeano cuindo las partes finas de arena y de arcilla, depositadas en el agua, encontrándose secas, eran arrebata- das por los vientos que las llevaban á depositarlas en la llanura. De este modo las capas pulverulentas arriba mencio- nadas, notables por la casi completa falta de estratificación y muy parecidas al polvo fino de los Médanos, deben indu- dablemente su origen á los vientos. Muya menudo podemos ver la considerable cantidad de polvo que traen á nuestras regiones y llevan de ellas los vientos frecuentes del Sud con una fuerza de huracán. Cuan- do uno de esos torbellinos que oscurecen el sol ha pasa- do, todo lo que hay en nuestras habitaciones se encuen- tra cubierto con una capa de polvo que penetra hasta en los cajones bien cerrados. ¿ Por qué no sería posible que este viento hubiese arrancado el loes de los ventisque- ros pasados del Sud y del Oeste transportándolo al Norte y al Este? No es este el lugar para entrar en más detalles sobre la constitución de la formación pampeana. Por lo que toca al Río r he dado ya los detalles al respecto, al hacer su estudio, y creo que la división allí practicada debe regir también en general en el terreno pampeano de las demás regiones de los ríos de nuestra zona. — 38 — Como la llanura se inclina poco á poco hacia el Sud y Este V disminu vendo el ancho y la altura de la sierra hacia el Sud, al mismo tiempo que los valles se aplanan, se hacen cada vez más raros los puntos en que se puede conocer el yaci- miento y con ello la paralelizaciou de las capas se hace en extremo difícil hasta llegar á ser imposible. Las capas viejas desaparecen hikia el Este bajólos depósi- tos más recientes, preponderando en ellas las capas vegeta- les, sin faltar aún las de arena, llamadas guadal. Las capas vegetales de espesor en parte considerable (en el Río 4", 5 m.), á las que aquellos distritos deben su terreno cultiva- ble, creo son formaciones equivalentes á las ya mencionadas capas pulverulentas (formación pampeana lacustre). Las capas, siguiendo la superficie del subsuelo, forman por lo general ondulaciones irregulares, de donde resultan apa- riencias de que trataré más abajo; pero como en consecuen- cia natural del depósito de la mayor parte de los estratos en un sistema lagunoso, ofrecen muchas particularidades é irre- gularidades especiales. Cambios rápidos de arena, de arcilla en dirección hori- zontal son muy comunes. El gran espesor á que la formación llega en muchos puntos se explica por la suba déla sierra; sin esta suposición es difí- cil imaginarse cómo los otros agentes, vegetación, viento y las aguas siempre bajas y lagunosas hayan ejercitado por in- mensos espacios detiempo tal fuerza acumuladora. Este hecho no puede de ningún modo concordar con una suba de la llanura, que según la opinión de muchos, se ha efectuado desde el principio de la formación pampeana. Puede ser que estase haya realizado hacia el fin ó al con- cluirse la formación, fenómeno que puede considerarse como aprobado á lo menos para algunas partes de la llanura argen- tina . Sosteniendo, pues, nuestra opinión sobre la elevación de la sierra de Córdobi, tratamos de averiguar ahora si de ella — so- nó sería posible deducir el desarrollo del relieve de la lla- nura. Con la elevación de la sierra v á causa del aumento de cai- da, que de ella resultaba, aumentó también la fuerza trans- portadora, como lo demuestran los crecidos rodados y las arenas en las capas superiores pampeanas á las orillas de la sierra y especialmente el transporte de ellos al Este, que se verificó cada vez más hasta el fin del período pam- peano. La dirección «^eneral de las corrientes estaba dada va des- de los primeros tiempos de la época pampeana. Formando sistemas lagunosos, como se puede observar en el territorio del Río de la Plata, las aguas con frecuencia pantanosas, corrían muy despacio en las poco pronunciadas depresiones, indicadas al principio. Desde entonces habrán sucedido probablemente grandes y repentinas inundaciones con mucha irregularidad. En los tiempos más antiguos las aguas de las diferentes depresiones fluviales, á lo menos en la parte oriental de la llanura, habrán tenido sin duda comu- nicación, la que en la cercanía déla sierra se interrumpió muy temprano. Las aguas, que bajaban en todas direcciones, de la sierra hacia la llanura, se reunían luego en depósitos colectivos, el origen de los sistemas lluviales, produciendo así en las de- presiones un crecimiento délas aguas. La erosión limitada hasta entonces sóloá la sierra, supera- ba al fin la acumulación en la llanura adelantando también hacia el Este, empezándose desde ese momento la formación de los verdaderos valles. Al concluirse la formación pampeana, más ó menos en el tiempo en que se estableció la formación superior (lacustri- na) — denominación no muy adecuada — las aguas ya se habían concentrado en las depresiones de los ríos, formando una se- rie de lagunas ó lagos comunicados entre sí, como puede probárselo con evidencia en el Río 1° y el 2°, cuyas aguas en — 40 — aquellos tiempos llegaban aún á la Mar Chiquita. Una vez que había un caudal principal de erosión, el cauce del río debía hacerse cada vez más hondo y á consecuencia de esto todas las aguas que probablemente existían al Norte y Sud de la depresión, debían concentrarse más y más en esta, quedando secas las lagunas y brazos laterales que se llenaban poco á poco por la vegetación y el polvo llevado por los vientos, hasta el punto de desaparecer por completo. Este procedimiento, concluido en las partes más altas de la llanura, vecinas ala sierra_, sigue aún en actividad en sus regiones orientales. En el Río 1° y el Río 2" se observa que, á lo menos en e! trayecto de algunas leguas desde la sierra, el cauce de la corriente era más al Norte del actual, modificando poco á poco su rumbo hacia el Sud. Los ríos pampeanos corrían haciendo numerosas curvas que no han dejado de hacerlas en los tiempos post-pampeanos, lo que era una consecuencia natural del depósito de diferen- tes capas (arena, rodados, arcilla), que oponiendo á la ero- sión una resistencia desigual hacían desviar las aguas ya á la derecha, ya á la izquierda. De ahí provienen las curvas tan notables que presentan todos los ríos, en especial cerca de la sierra. Si se compara, por ejemplo, la longitud del cauce del Río 1" desde la sierra hasta Villamonte (más abajo de este lu- gar sólo existen muy pocas curvas de gran radio) con la dis- tancia directa, resulta que para 1 kilómetro de ésta hay 1,3 á 1,4 kilómetros de curvas. El perfil transversal de los valles en las partes de curvas fuertes presenta siempre la misma fase: de un lado una barranca alta y vertical (cerca de la sierra hasta 30 metros); del otro, un borde que sube casi siempre rápidamente, encierran un cauce estrecho, sumamente bajo y arenoso. A estos recodos fuertes, en los que los ríos rompen por gargantas muy estrechas (á veces producidas en arcilla compacta sin arena), siguen ensanchamientos y estose re- — 41 — pite varias veces hacia el Este, haciéndose cada vez menor el contraste de ambas márgenes. El más acentuado ensanchamiento de esta clase se pre- senta en Córdoba, originado por una gran depresión que en el período pampeano era ocupada por una laguna. El río rompe aquí en la parte oriental del valle en un estrecho, haciendo numerosas curvas (por razón de la arcilla pam- peana sin mucha arena), después se ensancha otra vez y así sigue. Menos diversidad en la forma de sus valles, ofrecen los ríos 3° y 4° en la parte más baja de la llanura, pues proba- blemente allí el subsuelo prepampeano no ofrece tantas irre- gularidades. Con mucha frecuencia se forman terrados longitudinales en las pendientes de los valles, los que habrán sido origina- dos sea por la diferencia de las capas, que, según su natu- raleza (arena ó arcilla), han sido destruidas más ó menos pronto, sea por la periodicidad con que crecen las fuerzas destructoras del río y esto en primer lugar. Todos los años varía de tal modo el caudal de agua de los ríos, que á las más impetuosas inundaciones suele seguirla más completa falta de agua. Eos ríos llegan á su más extrema baja en Agosto ó Setiem- bre, subiendo luego hasta Enero; á partir de allí comienzan de nuevo á bajar. Pero no por esto está exenta ninguna es- tación del año de que haya rápidas inundaciones, las que suelen ser más regulares alfin de la primavera. En puntos, por donde minutos antes se ha atravesado á pie el río, pasa en seguida con ímpetu una fuerte creciente. La rapidez, con que vienen las aguas, es motivada por la falta de una abundante vegetación, tanto en la sierra como en la llanura, de tal modo que las aguas que no encuentran resistencia al- guna, se precipitan de las pendientes á los ríos formando á veces profundas hondonadas. Cuando estas hondonadas es- tán cortadas, como sucede en Córdoba en las capas pampeanas — 42 — superiores (el polvo fino!), entonces sus terrados, forma- dos á consecuencia de la erosión de diferentes capas, nos re- cuerdan, aunque en pequeña escala, los paisajes de loes en China. Pero estas formaciones aparecen muy pocas veces y dispersas. La fuerza de las caidas de agua es muy grande, por más que generalmente se está dispuesto á creerla insignificante y podemos formarnos uoa idea de ella cuando los ríos están muy altos. Así para el Río 1", en los tres primeros kilómetros desde su salida de la sierra, la caida importa I ^^o metros por cada 100 metros (dentro de las areniscas), decreciendo mucho, luego, en la formación pampeana hasta más allá de la ciudad de Córdoba, en un trayecto de 33 kiló- metros, llegando á ser en término medio 0,35 metros porcada 100 metros. En la última parte de su curso hasta la Mar Chi- quita, la caida es como de 0, 1 4 metros por 100 metros (altura de Córdoba, 390 metros; de Mar Chiquita, 82 metros). De modo que la caida media en una extensión total de 225 kiló- metros más ó menos es, pues, por cada 100 metros de 0,16 metros. La longitud y caída de los demás ríos no es posible calcu- larla casi UL aproximadamente con ayuda de los mapas que existen. Suponiendo la longitud del Río 3^ desde El Salto, donde sale de la sierra, hasta su desembocadura en el río Pa- raná, de 500 kilómetros, su altura en Salto de 450 metros, en Puerto Maciel, donde desagua, en 40 metros, tendríamos una caida media de 0,08 metros porcada 100 metros. La caida de este lío para la longitud como la del Río 1° (de Salto hasta Bell-Ville, más ó menos) resulta de 0,13 metros aproxima- damente por cada 100 metros, es decir, muy poco menor que la del Río 1°. Poco diferente de la del Río 3" es la del Río 4", la que en una longitud de 280 kilómetros aproximadamente (desde la ciudad de Río 4% altura 435 metros hasta Saladillo, altura 60 metros, se calcula en 0,12 metros. — 43 — Solamente las aguas del Río 3° unidas alas del Río 4" ba- jo el nombre de ríoSaladillo, logran atravesar la llanura para desembocar en el río Paraná, lo que seguramente sucede á causa de la mayor abundancia de agua de los manantiales, así como también por una menor pérdida por infiltraciones, pues corre en la parte más baja de la llanura. Por el contrario, los ríos I" y "2° se pierden en la llanura bastante lejos de su anti- gua desembocadura en la 3Iar Chiquita. Parece que el caudal de agua de estos ríos ha experimenta- do una notable disminución, notándose por ejemplo en el Río l'^, más abajo de Santa Rosa, que mientras en su cauce se en- cuentra únicamente arena muy fina, en los terraplenes (te- rrados) hay rodados de tamaño de una nuez, lo que quiere decir que indudablemente la fuerza transportadora de las aguas ha disminuido mucho. No por esto debe admitirse una disminución absoluta de las aguas de los ríos como conse- cuencia de modificaciones climatológicas, pues el secarse de los ríos se explica por las grandes filtraciones, pérdida que debía ser cada vez mayor á medida que la corriente se hacía más sinuosa y larga. Ahora bien, las aguas que penetraban en la tierra debían tropezar con capas impermeables, con ondulaciones, que la detenían en sus depresiones, hasta que llenas éstas salían de nuevo. He ahí el modo cómo se explica la desaparición y re- nacimiento de las aguas en los ríos (Río I" y Río 5^), las que pueden volver á correr, si la inclinación del suelo es favo- rable, como sucede, por ejemplo, en el Río 1°. En este río, á distancia de 7 leguas, aproximadamente, de la Mar Chiquita, después de haberse dividido en varios brazos, el cauce se pierde casi por completo. Uno de estos brazos, llamado Río Viejo, es la continuación principal del Río 1" y por él corrían las aguas hasta el año 1886, en que de repente se abrieron un nuevo camino más al Sud, el Rio Nuevo. Estas formaciones están aún sin estabilidad alguna. El antiguo cauce del Río Viejo está marcado sólo por muy — 44 — insignificantes depresiones que llevan el nombre de cañaTe- rales, si son cañas los vegetales que las cubren. Estas depresiones, hace apenas veinte años, dicen, eran mucho más hondas, habiendo sido llenadas probablemente poco á poco por la vegetación y el polvo llevado por los vientos. Al otro lado de los cañaverales el antiguo cauce vuelve á distinguirse algo más: aparecen lagunitas, primero aisladas, reuniéndose después cada vez más hasta llegar á formar, á distancia como de 3 leguas de la Mar Chiquita, un arroyo de 5 metros de ancho y una proíundidad de 25 centímetros y más, el que corre entre barrancas verticales que alcanzan una al- tura de 2 metros. Esta forma la conserva el arroyo hasta su desembocadura en la Mar Chiquita. De un modo análogo otro brazo del Río 1°, que está más al Norte, después de haber desaparecido casi por completo, da origen á un arroyo que se une al anterior á una distancia como de 2 leguas antes de la Mar Chiquita. Las ramificaciones del Río 1° no se lim.itan á las partes in- feriores de su curso, pues ya cerca de Santa Rosa se separa un brazo que, tomando el rumbo Nord-Este, pasa por Villa Salada y vaá desaguar en la Mar Chiquita cerca de los Mon- tes del Tigre. Su parte superior está por completo seca, cu- bierta de vegetación y casi llena, de tal modo que no le hubie- ra podido distinguir como antiguo cauce á no ser por las ca- pas de arena, que denunciaban su verdadera naturaleza. Cerca de la Mar Chiquita, más allá de Villa Salada, se compo- ne de una serie de lagunitas comunicadas entre sí por peque- ños canales. Probablemente en los distritos del cauce supe- rior del Rio 1° habrá existido también en el período pampea- no algo semejante, pero hoy que no es posible ya distinguir tan claramente, todo induce á suponer una ramificación lagu- nosa de las aguas en épocas anteriores. Según dicen los vecinos, las aguas de las inundaciones no llegan por la superficie hasta las regiones en que el río se — 45 — pierde; no obstante, creo que pueden llegar en ocasio- nes de grandes crecientes, las que, por otra parte, tienen por efecto una notable suba de las aguas subterráneas, y llegar á veces á inundar los alrededores en una gran ex- tensión. 3Iás abajo de los cañaverales arriba mencionados las aguas vuelven á correr, formando junto con las lluvias que por aquí caen, los arroyos ya descritos. Arroyos parecidos que se pierden otra vez hacia el Este, formando cañadas, se encuentran eu medio de la llanura en- tre los distritos de los ríos principales. Aunque ellos no es- tán formados como los anteriores por la continuación directa de un sistema de ríos muertos, no obstante deben su origen, según mi opinión, á un fenómeno análogo; sólo que en este caso la suba de las aguas subterráneas es debida á ondulacio- nes principales (>'orte á Sud), como las caracterizadas ya pa- ra la llanura prepampeana. >'aturalmente estos arroyos son de fecha mucho más reciente que los ríos y representan el último escalón en el desarrollo de la erosión que, empezando en la sierra, se continuó luego hacia el Este. A más de los ríos, arroyos, ciertos cañaverales y cañadas, cuya formación reconoce evidentemen'e por causa la calidad del suelo prepampeano, hay una inmensa cantidad de peque- ñas depresiones, ondulaciones insignificantes que atraviesan la llanura en todas direcciones. Estas depresiones ó cañadas, como también se las llaman, deben tener su origen en el período pampeano y ser el re- sultado de un depósito irregular de las capas, causado por el sistema lagunoso de las aguas y otros agentes, cuyos efectos no están claramente explicados aún. Estos accidentes del suelo son tan pequeños en la mayor parte de las veces que apenas se puede distinguirlos, desapa- reciendo cada vez más. Muchas de estas cañadas parece quedan siempre comple- tamente secas, otras contienen agua después de grandes llu- — 46 — vias. De este último género se encuentran muchas al Sud del Río 4°. La grande inundación de 1888 nos enseñó la importancia enorme que aún hoy día tienen estos fenómenos, que han te- nido lugar ya en épocas más remotas de la formación pam- peana. Esta inundación fué el resultado de las grandes llu- vias en los distritos superiores del Río 5° y del arroyo de Santa Catalina, las que hicieron desbordar éste hacia el Sud, inundando una extensión de más de 100 leguas cuadradas (?), por lo que casi se estableció una comunicación entre los ríos Los grandes desbordamientos de los ríos 3° y 4° al fin del año 1891, nos dan también una idea de los fenómenos seme- jantes que han tenido lugar en el período pampeano, por más que entonces las aguas no debían dividirse tanto, ni correr con la rapidez con que lo hacen hoy. En la construcción de ferrocarriles deben tenerse muy en cuenta las mencionadas cañadas para tratar de evitar que suceda lo que sucedió á la línea del Pacífico, que al Este de la estación Washington, fué inundada por las aguas en una extensión de muchas leguas, quedando sus terraplenes des- truidos en varias partes, lo que trajo como consecuencia una interrupción del Pacífico durante algunos meses. A más, co- mo estas regiones carecen de un desaguadero fácil y su suelo se hace tanto más impermeable cuanto más tiempo está inun- dado, su desecamiento se hace, si no imposible, por lómenos bastante difícil. Sería tal vez acertada la idea de verificar una canalización, atendiendo las indicaciones de la naturaleza en provecho del porvenir de estos fértiles parajes. Vanen seguida algunos datos sobre la profundidad del agua subterránea, que me constan por haber medido la hondu- ra de los pozos: 1° Córdoba, pozo al Norte de la ciudad en la chacra del señor Movano: 45 metros. — 47 — 2° Las Tapias, cerca de Santa Rosa, Rio 1°: H,7 metros. 3° Los Molles, abajo de Taguruces, Rio 1" : 1 1,7 metros. 4" Oliva, estación del F. C. de Córdoba á Villa-María : 7 metros. 5'' Villa-María, en el pueblo: 4 metros. 6° Rio IV, en el pueblo: 8 metros. 7° Reducción, Rio IV: 8 metros. 8" Entre Villa-María ( Rio llí ) y Car/oía ( Rio IV ) : 3 metros. 9" Carlota (Rio IV) : 4 metros. Por estos datos se ve, que el agua subterránea se baja hacia el Sud y Sud-Este, aunque esto no sucede de un modo regular, pues se nota, por ejemplo, que hay pozos que á pesar de distar una de otro muy poco varían sus profundida- des de algunos metros. En la generalidad de los casos debe buscarse la causa de este fenómeno en la naturaleza ondu- lada y variable permeabilidad del suelo. Llama mucho la atención también, la circunstancia de en- contrarse pozos vecinos de agua dulce unos y salada otros, sobre esto volveré más luego. Todos estos datos anteriores sobre el agua subterránea hay que tomarlos en consideración en la ejecución de pozos artesianos. Según mi opinión, hay poca ó ninguna esperanza de encontrar éstas, perforando las capas hasta la primera que lleva agua, pero hay más probabilidad en mayores pro- fundidades. Pues podemos concluir, de la naturaleza de los depósitos, que hay más capas con aguas (saladas ó dulces) separadas entre si por capas impermeables. Creo que las in- feriores cumplen mejor las condiciones necesarias para los pozos artesianos. Excusado es decir, que la solución de este problema sería de transcendental importancia para el país. A causa de la inclinación del suelo, el agua abunda cada — 48 — vez más hacia el Sud-Este y esa abundancia se manifiesta por la existencia de gran número de lagunas, especialmente en los distritos bajos de los rios IV y Y, En la depresión al Este de nuestra región se extiende otra zona lagunosa principal : la de la Mar Chiquita. Por diferentes que sean las lagunas en su aspecto y condi- ciones físicas, todas ellas considerándolas del punto de vista de su origen, pueden ser reducidas á una sola clase, pues todas están formadas por aguas corrientes en la superficie ó estanca- das, depositadas en depresiones de la formación pampeana. Vamos á decir primero algo sobre la Mar Chiquita, tan poco ó nada conocida hasta ahora. En el año 1887, siguiendo cou el doctor F. Kurtz el cur- so interior del Río 1*", llegamos hasta la orilla occidental de esta imponente laguna, logrando contemplarla casi en su totalidad desde las «Lomas Altas» (médanos). Recientemente, por cuenta y orden de una compañía ingle- sa que proyecta establecer baños y refinería de sal en la cos- ta Sud, un ingeniero alemán, vouGrumbkow, ha hecho el re- levamiento de toda ella, recorriéndola por completo. ^Este caballero me ha proporcionado algunos datos. Déla gran depresión, en que está situada la Mar Chiquita, he hablado ya más arriba. La laguna, según vonGrumbkovv, tiene un eje longitudinal de Este á Oeste de 81 kilómetros y uno transversal de 50 kilómetros. Sus costas orientales, se- gún él mismo, son las más marcadas, elevándose hasta 60 metros; pero creo que esta altura no se refiere ala orilla misma, baja y fangosa, sino al Borde de los Altos que queda algo distante de ella. También la costa Sud, formada de arcilla firme pampeana, llamada tosca, con una altura de 1 á 2 metros es bien clara, excepto en la parte en que desemboca el Río 2"; mientras que las costas Oeste y Norte, bajas y cubiertas de fango y are- na, no presentan contornos definidos. — 49 — Al Xorte de la desembocadura de los arroyos ya menciona- dos siguen la costa en una extensión como de 2 leguas las «Lomas Altas», dique natural de 20 metros de altura, com- puesto de arena muy fina sin estratiíicacion que representad no dudarlo un médano. Desde la parte más alta de esta loma se ve en dirección á laMar Chiquita una faja ancha, blanca, cubierta de sal, á la que se une al Este una región amarillo-obscura (región fan- gosa-arenosa), que desaparece bajo las aguas sucias amari- llas de la laguna. La costa Sud y también parte de la del Oeste y Norte aparecen, hasta donde alcanza la vista, cubier- tas de densos bosques de algarrobo y quebracho, en especial el primero. Más allá, «El Médano», que es una isla igualmen- te con bosque, cercana á la orilla Oeste, los perfiles de la costa van desapareciendo cada vez más hacia el Este y no se podría ver la costa Occidental, si no estuviese indicada por el Borde délos Altos. Según mis propias observaciones, en el Oeste, es imposible, á lo menos en la región del delta del Río 1°, llegar hasta las aguas mismas de la Mar Chiquita por la gran cantidad de fango flojo que rodea la mar por ese lado. Cuesta ya demasiado tra- bajo penetrar en la región pantanosa, cubierta de vegetación. Otro tanto, dice vonGrumbkow, sucede en la desemboca- dura del Río '2°. Alrededor de la parte ]\or-Oeste de la3Lar Chiqui*ase ex- tiende un desierto salino que va perdiéndose poco á poco en la pampa (sin árboles). En ese distrito, en una distancia como de 6 leguas de la costa Norte, he encontrado agua muy sala- da á la profundidad de 1 metro. Además déla isla va mencionada, «El Médano», existen según von Grumbkow numerosas islas más pequeñas, cuyas costas están á I y 2 metros sobre el nivel del agua, existiendo dos con una altura de 7 á 8 metros. Sorprende verdaderamente de que sea tal la diferencia en elevación. T. XIV 4 — 50 — El suelo de la Mar Chiquita está compuesto de arena dura V tosca como dice von Grumbkow. La profundidad del agua, según von Grumbkow, es de 4 á4,5 metros á una distancia de 1 kilómetro aproximadamente de la costa Sud. Sobre la hondura del agua me escribe von Grumbkow: «Profundidad del agua muy variable sin cansa visible. El agua sube y baja con todos los vientos en períodos irregulares y á menudo baja mucho después de un fuerte aguacero, como su- cedió, por ejemplo, el 1 6 de Abril de 1 890, en que después de una gran tormenta el agua bajó rápidamente para subir dos horas después 48 centímetros, en poco tiempo. Durante la baja, el viento cambió de Nordoeste á Sud. Todos los dias durante dos meses tenía lugar una baja y suba variable del agua entre los límites de 6 á 24 centímetros. » Estos datos hay que tomarlos no sin reserva, pues en tal clase de observaciones es muy fácil engañarse. En la costa occidental de la laguna en la embocadura vie- ja del Kío I" he observado una zona ancha desuelo desnudo, compuesto de arcilla dura con lagunifcas chicas y árboles y ar- bustos muertos en parte doblados. Su aspecto permite suponer una gran inundación, pero lo- cal, pues von Grumbkow no ha podido encontrar señales de ella en la costa austral, por lo que pudiera ver su causa en un huracán del Este á Sudeste. La ley de sal del agua es muy grande, pues alcanza á un 6 'Yo, la que se explota en algunas salinas. Por lo que toca á las numerosas lagunas chicas, es imposi- ble dar una clasificación; no obstante, para facilitar su estudio voy á intentar de tomar algunos grupos, aunque siu límites marcados. r Lagunas dentro de insignificantes depresiones lineales que tuvieron aguas (de presión) en el último tiempo pam- peano, pudiéndolas considerar como restos de ellas. La capilaridad del suelo, aumentada por los vegetales, ha — 51 — puesto el nivel de sns aguas sobre el del agua subterránea. Su suelo se compone de arcilla pampeaua, cubierta de una capa vegetal. Según mis observaciones, generalmente no hay médanos en sus orillas. El nivel del agua es variable. Las aguas son en parte saladas y entonces se encuentran en sus planas orillas eflorescencias de sal (lo más sulfato de so- dio). Al Sur de Carlota, dicen que hay algunas salinas. De esta clase de lagunas hay numerosas en el departamento de Union. 2" Lagunas, á veces en forma de cadenas, dentro de co- rrientes viejas (restos de estas), que estaban en comunicación con los sistemas de los ríos. La mayor parte de ellas tiene agua dulce, que viene de corrientes subterráneas, siendo probable que en tiempo de inundaciones sean alcanzadas por corrientes superficiales. En sus orillas planas hay arena. Es- ta forma tuvo gran propagación en el últmio período, al fin del tiempo pampeano. Ejemplos son los arriba mencionados en los brazos viejos del Río 1°. 3" Lagunas de los ríos y arroyos que, representando en- sanchamientos de estos, todavía hoy están en comunicación con las corrientes. A esta clase-pertenecen, por ejemplo, las lagunas al Este de Carlota, en que desemboca el Río 4" para salir como río Saladillo, las lagunas del arroyo Ghucal y de otros arroyos más entre Río 3" y Río 4". 4° Lagunas aisladas sin relación visible con aguas viejas. En parte ellas no soo sino depósitos de aguas de lluvia en depresiones pequeñas, pudiéndoselas comparar á los «jagüe- les» , que son cavidades artificiales hechas para recoger el agua de lluvia y'que se llaman también «represas», cuando el agua es contenida por diques. A esta clase pertenecen también las lagunas casi circula- res encerradas en médanos^ tales como las que se encuentran al Sud de nuestra región, por ejemplo, la laguna Cheineco, en la cercanía de la estación Washington del Ferro-Carril del Pacífico. — 52 — En la formación de estos médanos han cooperado, según Heuser y Claraz, quizás remolinos. El nivel del agua está más alto que el del suelo alre- dedor. En la región del río Colorado, afuera de nuestra región, dicen que hay lagunas hondas con orillas derechas. Hay que averiguar aquí, en qué terreno están hundidas. Ellas son qui- zás hundimientos por disolución de yeso en capas infe- riores. Estas se pueden comparar con los «resumideros», los que he conocido en la provincia de Mendoza en la chacra de mi amigo, el doctor Loos, en Palmira, cerca de 20 kilómetros al Este de Mendoza. Aquí hay corrientes subterráneas, arroyos chicos que corren con bastante rapidez, cerca de 2 metros ba- jo el suelo, en un canal cubierto, cuya bóveda está formada por tosca. Dicen que hay muchas en la llanura á lo largo de las cordilleras. Me abstengo dar aquí una explicación de este interesante fenómeno. Estas corrientes son visibles por los «resumideros», pozos que se han formado sobre ellas por hundimiento del suelo. Sería posible que por taparse algo el canal se formen así lagunas. Indudablemente existen tales corrientes subterráneas tam- bién en otras regiones de la República á lo largo de montañas y se recomienda mucho su estudio. Lagunas de agua salada y dulce existen á veces muy cerca una de otra, como también hay pozos de agua dulce en medio de salinas. Este hecho se explica, porque la formación pampeana se compone de capas diferentes, permeables é impermeables, po- bres de sal unas, ricas otras, sucediendo que las aguas, que vienen de puntos más altos se acumulan en las capas libres de sal, las que pueden subir á la superficie debido á la ondu- lación misma de las capas. Entre lagunas saladas, salinas y salitrales no existe un lí- mite bien marcado, pudiendo pasar una forma en la otra. - 53 — Los "íalitrales, iaipropiamente llamados así, pues aún no se ha encontrado, con excepción de Patagonia, salitre en nin- guna parte de las estepas argentinas (San Luis?), son regiones sin vegetación ó con plantas de salinas, cubiertas en la esta- ción seca por ellorescencias de sal. Tales eflorescencias existen en muchas partes sobre la ar- cilla pampeana en capitas delgadas, pudiéndose observarlas mejor en los dias secos que suceden á los de lluvia. Estas sales parecen ser en su mayor parte sulfato y cloruro de sodio y sulfato de magnesia y potasa. Prescindo por ahora de la exposición del origen de dichas sales. Resta sólo mencionar los médanos, una de las formaciones más modernas. Ya hemos conocido tal formación en las Lomas Altas, en la costa accidental de la Mar Chiquita, producida por la acción de las ondas de la 3Lir Chiquita, de las aguas anteriores del Río r y de los vientos. La región del Río 4" y Río 5° es muy rica en médanos, los que se presentan á veces en forma de valles circulares, oue, como va he dicho, contienen lagunas. Los hav tam- bien en forma de lomas con una pendiente suave y la otra rápida . >'o he podido observaren esta región, si existe alguna ley, que relacione la posición de los médanos con la dirección de los vientos. En la travesía de Tunuyun y en el ángulo entre el río Salado y el río Diamante he encontrado en alguna dis- tancia de esta una orientación de los médanos de Este á Oeste. Médanos en forma de vallas se hallan también en la cerca- nía de los ríos y siguiendo su propia direccion_, como sucede en los ríos 4° y 5°, descansando aquí sobre las capas de gua- dal arriba mencionado. Sin duda las capas pampeanas superiores arenosas, co- mo se han depositado en las orillas de las aguas pampeanas han suministrado el material para los médanos. — 54 — Según mis iiiformacioaes los médanos no parecen ser siem- pre estables, sino que por el contrario se mueven hacia ade- lante con gran rapidez, como lo han observado muchas ve- ces en el Ferro-Carril del Pacífico. En una estancia al Sud del Río 4" me han contado que un médano ha adelantado al- gunas leguas (??) en una noche. Este sería un caso excepcional, pues estando la mayor par- te de los médanos cubiertos de vegetación, lejos de los ríos, un movimiento es imposible. LA INSOLACIÓN EN CÓRDOBA RESULTADOS CORRESPONDIENTES AL QUINQUENIO 1889-1893 Por ÓSCAR DOERING Desde el 1" de Enero de 1889, está funcionando en la Ofi- cina Meteorológica de la Provincia de Córdoba, uno de los instrumentos conocidos con el nombre de sunskine recor- der de Camuell y Stores, que es un aparato en que el mismo sol se encarga de registrar la hora y tiempo que ha brillado sobre el horizonte. Me propongo dar á conocer aquí los resultados más importantes de los registros de este autó- grafo, correspondientes á los años de 1889-93. Séame permitido hacer antes una pequeña digresión lin- güística muy necesarii. En las publicaciones de nuestro país, las observaciones de esta categoría, se han denominado, ya observaciones heliométricas, ya observaciones del resplan- dor solar. Debo declararla guerra á uno v otro término. En efecto, el heliómetro es un instrumento astronómico, destinado á la medición de pequeñas distancias angulares, especialmente del diámetro del sol, y las observaciones que~ se hacen con este aparato en el sentido indicado, son helio- métricas, y no tienen analogía ninguna con las que se tratan — 56 — aquí. Asimismo, observaciones del resplandor solar serían las que se hagan sojjre los distintos grados de brillo ó inten- sidad del sol, y no las que se dedican á hacer constar la presencia del sol. Más propia me parece la palabra técnica de insolación que he introducido para designar la acción directa del sol, fun- dándome en la etimología y el significado original de este sustantivo. Tampoco creo que se opone á su adopción en cli- matología, la circunstancia de que la ciencia médica se ha apoderado de la palabra, dando al efecto el nombre de la causa y entendiendo por insolación el estado patológico pro- ducido en el organismo humano, por un exceso de rayos so- lares luminosos y caloríferos. De consiguiente llamo hora de insolación, á una hora du- rante la cual el sol ha ejercido su acción directa de radiación sobre nosotros, brillando, sea sin obstáculo ninguno, sea con interposición de capas tan delgadas de nubes ó de sustancias flotantes en la atmósfera, que no se ha borrado la influencia de los rayos solares en el papel especialmente preparado para el autógrafo. No es mi propósito hacer resaltar aquí la importancia de este elemento climatológico cuya influencia benéfica sobre nuestro bienestar y nuestra salud, se impone á todo el mundo: pero sensible es decir que la intensidad con que ha sido estudiado hasta hora, no corresponde en nada á su importancia conocida. Es verdad que la carta de ciudadanía otorgada á esas observaciones en climatología, es de fecha relativamente moderna: mas no es menos cierto que existe ya un material abundante de observaciones que podría haber- se aprovechado y estudiado mejor. Pues las publicaciones re- lativas á ese factor se limitan á dar la marcha diurna de la insolación, y en cuanto á la anua á indicar la relación que guardan las horas de insolación en un mes con aquellas que el sol debía haber brillado en virtud de la posición geográ- fica de la localidad. — 57 — Tengo á la vista un solo trabajo, en que se ha principiado á tratar la insolación más ampliamente, el del Dr. AV. Tra- BERT, sobre la marcha diurna de la temperatura é insolación en el cerro Sonnblick Q). Hay que ensanchar más los méto- dos de tratar este elemento, y me permitiré señalar á mis colegas, los climatólogos, varios puntos de vista bajo los que conviene estudiarla insolación, presentando para este objeto los cuadros formados con las observaciones de mi oficina. La marcha diurna de la insolación Las tablas I á V que acompaño, contienen el material nece- sario para juzgar en cada uno de los 5 años de observación la marcha diurna, y la tabla VI suministra los promedios de- rivados délos cuadros anteriores. Las cifras representan ho- ras V sus fracciones: son las sumas mensuales de los momen- tos que el sol ha brillado en las distintas horas del día. Las horas son de tiempo verdadero de Córdoba. En general, el número de las horas de insolación aumenta y disminuye durante el día con la altura del sol sobre el horizonte. Hasta las 8 a. m. el aumento es muy rápido, de 8 a.m. á 1 I a.m. más'lento, en las horas de 1 1 a.m. á 2 p.m. queda casi estacionario, luego declina despacio hasta las 4 p.m., y de esta hora adelante hay una disminución rápida de las horas de insolación. El resultado general de los 5 años, nos deja en la duda á cuál délas horas entre 1 1 a.m. y 2 p.m. corresponde la inso- lación máxima. Pasando á buscarla con más precisión en los distintos meses, la encontramos en Setiembre muy adelan- tada (de 10 á 11 a.m.) y en Agosto y Diciembre bastante atra- sada, de 2 á 3 p.m. En 5 meses. Marzo á 3íayo, y Octubre y Noviembre, el máximum tiene lugar de 1 á 2 p.m. Pero en (^j Denkschr. d. Kais Ákad. d. Wiss. zu Wien, Bd. 59 — 58 - casi todos los meses las diferencias entre el máximum y los valores de las horas vecinas son tan insignificantes que un aumento de observaciones va á producir seguramente modifi- caciones en la entrada del máximum. Si derivamos promedios para las estaciones del año, el máximum tiene lugar : En verano (Dic. á Febr.) de II á 12 m. (21.9); En otoño ( Marzo á Mayo ) de 1 2 á 1 p.m. (22.4 ); En invierno (Junio-Agosto) entre 12 m. y 2p. (23.8); En primavera (Set. á Nov.) de 1 á 2 p. (24.0). En el verano se nota la influencia de las tormentas que levantándose después de mediodía, nos privan de muchas horas de sol, por cuya razón aparece el máximum como anticipado. Donde el número de años lo permita, conviene hacer un estudio más detallado de la marcha diurna de la insolación. Hago el principio con el material de que dispongo, presen- tando en las tablas Vil y VIH la probabilidad que hay en Cór- doba durante las distintas partes del día, tanto de que el sol quede invisible durante una hora, como de que brille 60 mi- nutos sin interrupción alguna. Cuando se trate de un material más abundante, habrá que multiplicar los cuadros de esta clase, pero teniendo á la vista las observaciones de una sola localidad, es difícil marcar a priori los límites. Recien cuando se comparen entre sí las observaciones tomadas en distintos lugares y zonas climaté- ricas, se podrá, con un criterio más acertado, determinar la extensión que conviene dar á esas investigaciones. Desde ya indico la conveniencia de formar cuadros de la frecuencia ó de la probabilidad de los siguientes grados de insolación durante las distintas horas del día: — 59 — Grupo 1. Insolación = O (véase nuestra tabla VII); » 2. Insolación escasa ( = 0''-0''3 ); » 3. Insolación regular (=0''4-0''6); » 4. Insolación abundante (:== 0''7-0''9); » 5. Insolación llena (= l''0); (véase nuestra ta- bla VIII). En Córdoba la probabilidad de 0. í-0.9 horas de insolación por hora no tiene período diurno, manteniéndose á la altura de 0.20 aproximadamente durante todo el día. Para formar cuadros de los grupos 2 á 4 separadamente es muy corto el número de los años cuyas observaciones nos ocupan aquí. La probabilidad de una hora entera sin insolación dismi- nuye en general á medida que el sol va levantándose sobre el horizonte. Sin embargo, en el verano entra el mínimum de esa probabilidad antes de la culminación del sol, y en los meses de Abril á Setiembre después de ella. En Marzo y Octubre, aparece el mínimum recien por la tarde (2-3 p.m.). Si nos limitamos á las horas del día que el sol está sobre el horizonte en todos los meses, en el promedio del año la tarde está favorecida con más claridad del cielo, aparecien- do el mínimum de esta probabilidad de 12 m. á 3 p.m. ; la probabilidad media en una de las horas entre 7 a.m. y medio- día es de 0.23, la de una hora comprendida entre mediodia y las 5 p.m. tan sólo de 0.1 7. La probabilidad para una hora entera de sol (Tab. VIII) marcha, en general, á la inversa de aquella que acabamos de examinar, sin embargo, no coinciden del todo los valores máximos de una con los mínimos de otra. En los meses de Octubre á Marzo, el máximum tiene lugar antes de medio- día, y en los meses secos y escasos de tormentas, recien en la tarde. Aquí también se nota que la tarde (de una proba- bilidad media =0.62) está menos nublada que la mañana á que corresponde una probabilidad media de 0.59. Combinando los datos de esos dos cuadros VII y VIH, se — 60 — deduce fácilmente la probabilidad de una hora cuya insola- ción oscile entre 0''1 y 0''9. Es como sigue : 8 9 a. 9-10 a. m. 10-11 a. m. 11-12 m. 12-1].. 1-2 p. 2-3 p. 3-1 p. .21 .21 .20 .19 .20 .22 .23 .24 La marcha anua de la insolación Acompañamos en las tablas IX á XITI las sumas diarias de las horas de insolación que se han registrado en cada dia de los 5 años de 1889-93, y que constituyen la base de todas las deducciones relativas á la marcha anua de este elemento climatológico. Con estos cuadros á la vista, hagamos, en primer lugar, un ligero estudio de los valores extremos. Este estudio es facilitado por la tabla XÍV, en la que se ha hecho el recuento de los días en que el sol no ha estado visible ni por un solo momento. La suma de tales días no ha pasado de 105 en el quinquenio, lo que da un número medio, por año, de 21 días sin so!, cifra que habla alto en favor del clima de Córdoba. La suma anual efectiva ha oscilado entre 13 (1893) y 34 (1891). Mayo y Julio son los meses más invadidos por lo dias sin sol, que son raros en Noviembre y Diciembre. Entre los 60 meses que abarcan las observaciones, se cuentan 12 en que no ha habido día sin sol, y el número mayor de esos días en un solo mes de un año se ha elevado á 6 (en Julio de 1892). La segunda parte del mismo cuadro señala las sumas dia- rias más grandes de insolación que se han observado en los 5 años, á las que se ha agregado, en el último renglón, el número medio de horas que tiene el día en Córdoba. No es de extrañar que á veces el número de horas de insolación de un día resulte mayor que el número de horas que corres- s — 61 — ponde en término medio á un día del mes : fácilmente se ex- plica esta paradoja aparente, si se tiene en cuenta que en ge- neral los días de un mes. limitados por el orto y el ocaso del sol, se componen de un número desigual de horas, discre- pancia que llega á ser bastante grande en las épocas de dis- minución ó aumento rápidos de la declinación del sol. Sin pretensión de entrar en más detalles, advierto sólo que no hay año en que el número máximo de horas de inso- lación de algún día no haya llegado á lo menos á 13.7 horas. A fin de estudiar con más acierto la marcha anua de la insolación, se han añadido á los resultados del quinquenio que nos ocupa, las observaciones del mismo elemento efec- tuadas aquí por la Oficina Meteorológica Nacional desde Mar- zo de 1886 hasta fines de 188S ('), y para completar los 8 años, se incluyen las observaciones de mi oficina para Enero y Febrero de 1894. En el cuadro XV se reproducen las sumas de las horas de insolación que se han registrado en cada mes de los 8 años. El promedio general da 2778 horas de insolación al año para Córdoba, suma que se alcanzaría, si el sol brillase cada día del año durante 7''6 (7 horas 36 minutos). Los \alores anuales extremos observados se encuentran en dos años consecutivos: (1889 con 2510 horas y 1890 con 3011) : si esos extremos no son ultrapasados en las observaciones que en adelante se hagan, se puede decir que Córdoba cuenta por día á lo menos con 6 horas 52 minutos de luz solar directa (año 1889) y que puede llegar á recibir aún una insolación de 8 horas 15 minutos diarios durante todo el año, como su- cedió el año 1890. Aunque esas sumas mensuales, el resultado directo de la observación, no carecen de importancia, tienen, sin erabar- (') Estos datos están publicados en la obra de mi distinguido colega Gualterio G. Davis, Liyeros apuntes sobre el clima de la República Argentina, pág. 235. — 62 — go, el inconveniente de dificultar mucho la comjjaraciou de los distintos meses, á causa de la desi^rualdad del largo de los días en el trascurso del año, y esta dificultad que es molesta al tratar la insolación en una sola localidad, se constituye en obstáculo más serio, cuando se quiere entrar en la compa- ración de las cantidades de luz solar directa recibidas por lugares de distinta latitud . Desaparece la dificultad, si se forman, para cada mes en cada punto de observación, los cocientes que expresan la relación entre el número observado de horas de insolación y aquel que el sol está sobre el horizonte ó, en otras pala- bras, si se indica el tanto por 100 que forman las horas ob- servadas con las horas posibles de insolación. Las cifras así calculadas están encabezadas, en la tabla XV, por la palabra percentaje. Este modo de representación numérica de la insolación está bastante generalizado ya. Recorriendo el cuadro aludido notamos sólo 4 veces can- tidades inferiores al 50 o q y aún 3 valores iguales ó superio- res al 80 %. La cantidad míniroa observada (39 %) corres- ponde á Febrero de 1889, uno de los meses más lluviosos en Córdoba; por otra parte, se consigna en Agosto de 1893 el 88 %, cifra altísima. Por año, Córdoba goza de un 63.5 % de la insolación posible, valor derivado de cifras que oscilan entre el 57.4 % y el 68.9 'Vo- La curva que podría trazarse con las cantidades relativas correspondientes á los distintos meses, sería sumamente irregular, pues hay meses con cifras altas que se rozan con otras de cantidades muy bajas y vice-versa. t*or igual motivo me abstengo también de dar los resultados por estaciones del año, limitándome por lo pronto á enumerar los meses en or- den ascendente de las cantidades relativas de luz solar que reciben, y que es como sigue : Abril 58,3%; Ma"zo, Junio, Julio, Setiembre, Diciembre, Octubre, 63.2 ; Febrero, 64.0; Noviembre, Enero, Mayo, Asosto, 70.8 ^V — 63 — Más adelante llegará la oportunidad de añadir algunos da- tos relacionados con los promedios mensuales. En la tabla XVJ se ha aprovechado el material suminis- trado por ¡as tablas IX á XIll para proceder á una clasifica- ción de los dias bajo el punto de \ista del número absoluto de horas que ha durado la insolación. Postergando la expli- cación de las diferencias entre los distintos meses para más tarde, cuando el número de las observaciones haya aumen- tado, voy á señalar hoy sólo unas particularidades que ofre- cen las cifras de frecuencia reunidas en la columna encabe- zada « año >' . A primera vista se notará que los grados intermedios de insolación están escasamente representados en Córdoba. La frecuencia mínima (61) corresponde á una insolación de 2. 1 á .3.0 horas por día. Desde ese grupo aumentad número en los dos sentidos, es decir, tanto hacia el grupo de insolación diaria nula, como en dirección á la escala de 10. 1 á 1 1 .0 ho- ras por día, que es la más frecuente (281). Una insolación de 13 á 1 \ horas diarias es posible únicamente en los meses de Noviembre á Febrero, y á pesar de esto, tiene una cifra de frecuencia más alta que cada uno de los grupos de i á 6 horas. Los días sin sol tienen la misma representación que los que reciben de 1 1 á 12 horas de insolación : se repiten 21 veces por año. La preponderancia corresponde á los dias con á lo menos 9'M de sol : constituyen el 47 % del número total. Dediquemos un poco de atención á la tabla XVIL Para su confección se ha calculado en la escala de 100, la relación que guardan las horas de insolación observadas en un día con las horas posibles del mismo día, clasificando en se- ffuida, dentro de los distintos meses, los valores así obte- nidos. Esa clasificación es más lógica que la de la tabla anterior, pues un número determinado de horas de sol no puede tener el mismo significado en los meses compuestos de dias cortos y en los de días largos. 9 horas de sol, por — 64 - ejemplo, observadas en un dia del mes de Julio, cuya dura- ción media es de 10.2 horas representan una insolación abundante; pero observadas en Diciembre, las mismas O lloras son una cifra pequeña en comparación con las 14.0 horas que cuenta el día medio en ese mes. En el primer caso las 9 horas representan el 88 % de las horas posi- bles, en el segundo tan sólo el 64 ^/q de la insolación posible. En la tabla XVII no se han formado nicas de 5 grupos de valores que adelantan de 20 % á 20 ^¡q. pero se ha dado doble expresión á la frecuencia ique corresponde á cada uno. Por una parte consta el número medio de días que las com- ponentes de un grupo han sido registradas, y por otra parte se indica su frecuencia media relativa á 100, ó, lo que es lo mismo, su probabilidad, en caso de tomarse las cifras como centésimas partes. Adoptando la primera de las dos medidas empleadas, tenemos al año 169 días cuya insolación ha sido á lo menos un 80 ^% de la insolación posible, y cada grupo inferior con excepción del primero (0-19 7o) es menos fre- cuente que el superior inmediato. Los días con una insola- ción inferior al 20 7o se cuentan en un año sólo 56 veces, mientras que los de 60 7o arriba suman 235 por año. De conformidad con estos datos, pero eligiendo otro modo de apreciación, sabemos de la segunda parte del mismo cuadro que la probabilidad de una insolación diaria de 60 7o arriba alcanza á la cifra alta de 0.64 y que una insolación abun- dante de 80 7o arriba se encuentra casi dia por medio, siendo su probabilidad igual á 0.46. Todos estos datos, que más detallados están incorporados á los cuadros que acaban de explicarse brevemente, concur- ren á demostrar que la insolación deque goza Córdoba, es una de las más abundantes, circunstancia que sabemos apre- ciar especialmente los que hemos nacido y vivido en países donde la sonrisa de un cielo azul sin nubes es algo parecido ú un día de fiesta. — 65 — ¿ Será una preferencia local de Córdoba ó se puede, gene- ralizando, decir lo mismo de toda la República? Para contribuir á la contestación de esta pregunta, be co- leccionado los datos sobre la insoKicion, que bajo la dirección del distinguido químico Dr. P. N. Arata, se han tomado en la Oficina Química Municipal de Buenos Aires. Esas obser- vaciones se encuentran desparramadas en los distintos Bole- tines Mensuales y An^iarios de Estadística Municipal, publicados por el reputado estadígrafo Alberto B. Martikez, y siento sólo que la forma de su publicación, sumas mensuales de la insolación antes y después de mediodía, no admite sino una comparación muy limitada con las observaciones que nos han ocupado hasta aquí. Las observaciones de Buenos Aires están reunidas en la primera parte de la tabla XVIII, que guarda estricta analogía con la número XV, de manera que las cifras de su segunda parte significan la relación, expresada en centesimos, entre las horas efectivas de insolación y las posibles. Buenos Aires habría de recibir la luz solar durante 4357 horas al año (14 horas menos que Córdoba), si su cielo es- tuviera despejado desde la salida hasta la puesta del sol; pero goza sólo de 2536 horas, resultando así para Córdoba una ventaja, en el número absoluto, de 252 horas anualmente. Distribuyendo las sumas anuales que se observan, por par- tes iguales sobretodo el año, se deriva para Buenos Aires una insolación diaria de 6''9 (6 horas 54 minutos) y para Córdo- ba de 7''6 (7 horas 36 minutos). Un número de horas de in- solación igual al que recibe la Capital en término medio, le toca á Córdoba excepcionalmente en años muy nublados y oscuros ( como, v. gr., en 1889), y aún en los años más des- pejados y claros (1893) la insolación de Buenos Aires no se eleva á la altura de la que tiene Córdoba en término medio. Examinándose las sumas mensuales de las dos localidades, notamos que son los 4 meses de Mayo á Agosto los que pro- ducen el déficit en la insolación de Buenos Aires. En Enero. — 66 — Febrero, Abril, Setiembre y .Noviembre, el número absoluto de las horas de insolación no difiere esencialmente en las dos ciudades, en Marzo y Setiembre Buenos Aires se lleva aún la ventaja. La segunda parte del cuadro XVIIT, que representa las cantidades relativasíle insolación que corresponden á Buenos Aires, nos descubre algunas diferencias notables. Entre las observaciones de Córdoba figuraban sólo 4 veces cantidades iguales ó inferiores alSO^/o, en Buenos Aires encontramos 18 veces cifras tan pequeñas. Aquí baja el valor mínimo hasta 29% (Junio 1888) y el más alto no pasa de 75 "¡o (Marzo 1894 y Setiembre 1892), siendo así que en Córdoba se ob- servaban los valores correlativos de 39 ° o y 88 "/o. Según la mayor ó menor insolación relativa que reciben, los meses guardan en Buenos Aires el siguiente orden : Enero, 64.6 "o ^ Marzo, noviembre, Setiembre, Febrero, Abril, Octubre, Diciembre, 59.0; Mayo, 54.7 ° o^ Agosto, Junio y Julio, 38.0 7o. Sobre la base de las cantidades relativas consignadas en los cuadros XV (Córdoba) y XVllI (Buenos Aires) he llevado á cabo algunas otras investigaciones cuyo resumen compendia- do para la comparación, se presenta en la última tabla (XIX) que acompaño. La anomalía media cuyos valores forman parte de ella, es el término medio de las diferencias entre cada uno de los va- lores parciales y el promedio que ellos suministran, sin hacer distinción de los signos de que están afectadas. iNo obstante las discrepancias en los detalles, en la comparación de las cifras que representan la anomalía media se revela el hecho que la insolación de las dos ciudades es regida por una causa común general, cuyo poder igualador es atenuado y aveces aún neutralizado por influencias locales. Córdoba y Buenos Aires, aunque separadas por una distancia de 545 kilómetros, pertenecen á la misma zona climatérica. ¿Cómo interpretar de otro modo la circunstancia sorprendente que - 67 — allí y acá son los mismos meses los que tienen la anomalía máxima (Junio y Agosto)? Tampoco hay gran diferencia en- tre los \alores medios: en Córdoba es de 6.1, en Buenos Aires de 5,7 el término medio de la anomalía en los distintos me- ses. Pero la ub-cacion eminentemente continental de Córdo- ba y la posición de Buenos Aires en el gran estuario del Rio de la Plata, influyen de tal modo en la anomalía de las cantida- des relativas anuales de la insolación, que la de Buenos Aires (2.0) se reduce casi á la mitad de la que existe para Cór- doba (3.5). También he calculado los errores probables de que están afectados los promedios consignados en la tabla XIX. Estos oscilan en Córdoba entre zh 0.78 (Abril) y ± 2.87 (Enero), en Buenos Aires di 1.02 (Noviembre) á +3.21 (Junio); y á pesar de tantas divergencias son, en término medio, iguales; para Córdoba =:zb 1.96 y para Buenos Aires = zh 1 .97. El promedio anual tiene en las dos ciudades un grado alto de precisión; su error probable es inferior á db 1.0 "'o, pero Buenos Aires está mucho más favorecida al respecto. Finalmente, he hecho una aplicación práctica de los erro- res probables. Puesto que el número de años de una serie de observaciones, es inversamente proporcional al cuadrado del error probable inherente al promedio de la serie, he calcu- lado para las dos ciudades que estamos comparando, el nú- mero de años que deben continuarse las observaciones para que los promedios mensual y anual tengan un grado de pre- cisión de + 1 7o y de dz 2 °/o. Los resultados calculados, muy distintos según los meses á que corresponden, se pueden comparar en los renglones hori- zontales de la tabla XÍX que dicen: años ¡jara \v = % y años para w =2" 'o, siendo w el símbolo del error probable. Otra vez más encontramos, á pesar de las divergencias que se notan en los detalles, cierta uniformidad. Pues en térmi- no medio se necesitan en Buenos Aires 27 años de observa- ción, y en Córdoba 28, para que el error probable délos pro- - 68 — medios mensuales quede reducido á zh 1 "o; para que no pase de ±2° o habrá que observar 7 años en ambos puntos. Los valores anuales (57.47o para Buenos Aires y 63.5 para Córdoba) se derivan con el mismo grado de precisión de una serie mucho más corta de observaciones: de 2 años y 1 año en Buenos Aires, pero en Córdoba recien con 8 y 2 años de observación. Córdoba, Julio de 1894 69 - < ca o Q Cí O o ^ w í?: o -H '>^^ < «0 ^ O C5 O r/^ QO l-sí ^ 00 si ^ < ce ^ <; Q I— I Q O tí •s -* Or-H cDr- t- X 35 a.' 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IX 1889 Inero Febrero Marzo Abril Mayo Jqdío 1 11.3 10.3 1.8 0.8 2.4 5.7 2 11.2 9.5 6.6 0.2 9.3 6.6 3 10.9 7.7 7.7 0.1 5.9 7.1 4 0.3 5.1 8.8 2.7 0 7.6 5 3.8 0.2 3.5 1.0 1.2 8.7 6 10.4 3.3 5.3 0.8 7.9 7.5 7 3.1 10.3 10. 1 1.3 7.3 1.2 8 0.1 4.8 10.6 2.9 1.6 0 9 0 12.1 3.0 5.2 8.6 0.3 10 0.4 3.7 11.4 7.1 7.5 2.8 11 12.3 2.2 9.5 7 8 7.8 8.7 12 11.5 3.0 8.0 1.1 7.1 8.5 13 0.3 11.3 10.9 10.4 0.3 9.7 14 12.0 0.2 10.8 10.6 2.8 9.4 15 5.4 12.2 10.9 10.4 8.3 9.5 16 1.7 8.0 7.2 10.5 9.8 1.2 17 0.1 6.5 0.1 10.7 9.7 1.1 18 4.6 5.1 6.7 8.2 9.5 8.1 19 10.2 0.9 7.9 0 9.8 6.3 20 7.9 0 9.5 10.9 9.3 3.1 21 9.9 0.8 9.0 10.9 8.5 1.9 22 1.7 0 3.5 10.9 5.4 0 23 0 0 2.4 10.4 3.1 8.9 24 2.4 10.6 0.6 10.4 7.1 5.6 25 11.8 6.5 0 10.1 0 7.1 26 1.4 0.1 4.6 / . 1 9.2 7.9 27 2.4 8.8 0.9 9.9 5.9 7.7 28 ■2.2 3.6 7.9 10.4 8.3 0.5 29 1.1 7.1 5.0 9.6 3.1 80 11.0 10.6 10.1 9.1 0 31 9.3 0.1 8.3 Suma. . . 170.7 146.8 197.0 198.5 200.6 155.8 78 SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE INSOLACIÓN REGISTRADAS EN CÓRDOBA EN 1889 (Coiitinuacióit) Tal ,. IX 1889 Julio Agosto Setiembre Octubre SoTiembre 1 Diciembre 1 0 9.6 9.6 8.7 10.6 10.8 2 5.1 9.9 10.7 9.0 4.6 11.3 3 4.1 10.1 10.5 7.8 12.6 5.3 4 9.0 10.3 8.4 1L.2 4.1 13.3 5 5.0 10.4 7.3 11.1 7.1 13.2 6 8.9 10.0 4.9 10.5 0 1.7 7 9.3 10.1 6.7 10.6 7.0 0.1 8 6.0 10.0 0 9.9 6.2 11.7 9 9.0 3.5 5.1 7.3 3.5 1.0 10 6.1 2.7 4.5 4.8 12.8 4.4 11 8.3 0 7.6 10.7 6.4 10.7 12 7.7 0 3.3 11.3 12.4 8.8 13 1.0 0 9.3 11.5 10.5 5.1 14 8.8 6.3 7.7 11.4 0.4 11.9 15 9.2 0.7 4.1 6.9 12.1 13.7 16 6.8 1.0 1.3 5.0 12.9 13.5 17 7.8 1.0 7.1 5.8 12.4 13.2 18 9.5 10.3 9.1 10.3 10.6 8.0 19 9.8 7.6 9.2 3.9 11.3 11.6 20 9.8 8.7 3.2 0 10.3 13.4 21 9.3 6.9 3.6 0 12.3 13.5 22 8.5 5.2 9.8 9.2 10.6 13.0 23 7.2 7.8 8.3 12.5 3.2 2.2 24 4.8 10.2 3.4 10.0 12.9 0 25 9.3 7.3 5.0 1.5 12.1 13.1 26 0.3 4.8 9.9 0.6 13.4 13.6 27 0.5 7.4 10.0 11.7 0 12.0 28 0 10.7 5.0 11.9 9.1 12.9 29 9.1 10.9 10.9 12.5 3.4 13.4 30 8.6 10.9 8.9 12.3 6.2 13.3 31 7.9 10.7 9.8 13.6 Suma. . . 206.7 215.0 204.4 259.7 251.3 303.3 — 79 — SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE INSOLACIÓN REGISTRADAS EN CÓRDOBA EN 1890 Tab. X 18'JO Enero febrero Marzo .U.ril Jlayo Junio 1 13.4 0.2 1.1 0 8.2 9.8 2 10.4 6.8 10.2 9.5 10.4 8.5 3 9.5 13.0 11.5 7.0 10.4 6.8 i 0 13.1 11.6 7.4 10.3 8.4 5 13.2 13.1 11.5 8.6 10.3 1.9 6 13.3 10.4 9.7 10.6 9.9 8.6 7 12.7 8.7 11.0 10.4 10.2 9.2 8 9.8 9.8 11.2 6.2 10.1 8.9 9 4.6 13.1 10.7 4.8 9.8 0 10 13.3 10.5 6.5 9.5 8.8 1.4 11 9.8 12.3 8.6 9.2 10.3 9.1 U 11.5 12.1 10.6 10.1 10.2 8.9 13 8.6 11.8 9.8 9.2 10.2 8.6 14 11.3 12.2 0 9.8 7.5 0 15 12.8 12.3 0.7 3.7 9.8 8.6 16 12.5 4.3 11.0 3.7 9.7 6.0 17 13.1 7.7 9.0 1.8 4.1 5.8 18 8.4 12.2 3.8 9.1 8.8 8.2 19 13.3 7.4 4.8 0 9.0 4.8 20 13.2 10.0 0.1 6.0 5.9 5.6 21 13,3 9.8 1.2 10.5 9.5 3.1 22 13.3 8.5 0.3 9.0 7.3 8.6 23 12.5 6.1 8.6 10.1 4.0 8.5 24 12.8 6.2 10.6 9.6 6.3 4.0 25 12.3 11.5 9.6 6.8 0 0.6 26 11.1 0.9 8.9 2.5 0 8.9 27 12.9 2.9 10.1 1.4 8.1 8.5 28 7.1 11.2 7.7 6.0 5.8 9.1 29 12.5 10.1 1.2 0 9.0 30 8.0 8.7 1.2 7.0 6.3 31 3.8 10.1 7.9 9.7 Suma, . . 334.3 258.1 239.3 201.6 241.6 196.0 — 80 — SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE LXSOLACIOX REGISTRADAS EX CÓRDOBA EN 1890 (Continuación) T •ib. X 1890 Jal id Aíñst'i Setiembre Octatire N-viembre Dioiembre 1 5.7 9.8 10.5 11.0 6.4 10.6 2 6.3 1.2 10.3 10.4 12.9 13.2 3 1.8 0 10.5 10.3 i2.3 9.9 4 9.8 4.7 10.3 10.8 10.0 8.3 5 2.7 10.3 8.6 10.3 10.7 1.5 6 5.5 10.0 9.0 8.7 8.3 6.5 / 0.9 10.0 0 9.3 13.1 13.2 8 9.1 10.3 0 0 13.1 13.6 9 7.2 9.4 10.7 10.1 12.8 13.8 10 8.2 9.6 2.8 5.6 11.0 13.1 11 9.5 10.2 9.3 3.0 10.1 4.9 12 9.1 8.1 0 3.3 13.0 13.3 13 9.4 10.3 7.8 0 11.2 13.0 14 • 9.1 10.5 7.1 8.9 9.4 4.4 15 4.4 10.4 8.1 11.4 13.0 4.2 16 8.4 10.4 9.3 7.4 12.7 6.0 17 9.5 10.3 9.5 8.5 12.7 13.3 18 8.6 7.9 10.9 7.3 12.9 13.6 19 5.2 10.3 iO.8 4.4 13.0 6.6 20 9.2 10.3 10.7 5.6 13.0 2.1 21 2.2 6.0 10.5 6.2 11.8 1.0 22 0.3 8.8 10.5 0 8.9 0 23 2.4 8.9 1.9 12.1 9.4 0.4 24 9.4 1.8 7.8 12.5 4.8 11.9 25 9.0 10.1 10.4 12.0 7.5 5.9 26 9.4 2.9 6.6 5.1 10.2 8.6 27 8.8 10.5 10.8 8.6 10.4 9.6 28 9.2 10.5 10.7 9.3 9.8 13.2 29 8.4 10.3 10.9 12.7 3.9 13.3 30 6.3 10.1 10.8 9.2 4.1 9.2 31 9.2 10.1 4.0 6.4 Suma. . . 214.2 264.0 247.1 238.0 312.4 264.6 — 81 — SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE INSOLACIÓN REGISTRADAS EX CÓRDOBA EX 1891 Tab. XI 1891 Inero Febrero Marzo Abril Mavo Junio 1 3.6 13.1 9.2 0 10.2 10.0 2 12.7 13.2 12.0 0 5.5 6.4 3 13.4 10.0 11.9 10.9 7.6 8.5 4 6.1 0 11.8 7.7 10.0 0.3 5 13.0 5.3 9.8 9.6 7.7 2.9 6 8.7 13.0 7.9 •>.2 8 3 0 7 13.1 12.8 11.3 0.7 9.4 0 8 13.1 12.8 11.2 9.8 10.0 1.9 9 8.5 12.0 10.6 10.3 3.0 0.3 10 12.9 7.6 11.2 8 5 10.4 4.4 11 11.6 5.5 7.8 9.3 10.3 0.1 12 2.1 12.2 6.7 6.7 10.3 3.0 13 13.1 11.7 11.1 10. 0 10.3 4.6 14 9.0 9.9 0.8 9.6 8.7 9.1 15 13.2 8.8 0 8.2 8.5 8.6 16 1.0 12.3 0 4.7 0 5.6 17 13.2 12.3 1.2 0 8.4 7.7 18 11.0 12.6 7.1 4.7 7.1 9.3 19 9.7 10.7 1.9 1.5 9.3 7.5 20 2.5 0- 1.3 10-3 0 9.7 • 21 9.1 12.4 10.8 5.7 0.2 9.9 22 8.3 12.0 10.9 9.0 10.0 9.7 23 9.4 10.4 10.9 8.4 8.8 9.9 24 12.5 6.5 8.3 9.6 7.0 9.9 25 9.3 11.4 8.0 10.5 8.3 9.6 26 9.1 11.3 6.6 2.2 0 9.3 27 0 7.7 7.2 9.5 2.5 9.7 28 0 11.8 10.8 10.2 0 9.1 29 12.1 11.1 9.8 8.4 3.6 30 •0. i 10.7 " 9.7 10.0 0 31 4.4 4.7 7.5 Suma. . . 271.4 279.3 244.8 209.3 217.7 180.6 82 SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE INSOLACIÓN REGISTRADAS EN CÓRDOBA EN I S9 1 (Continuación) Tub. XI 1801 Julio 1 Agosto Setiembre Octnbre Noviembre Diciembre 1 6.5 7.8 10.0 4.7 4.0 13.2 2 7.1 8.9 6.7 8.6 0 10.9 3 0 0 9.9 10.3 0.4 13.3 4 2.9 10.0 10.7 9.4 11.2 13.2 5 5.7 8.7 5.1 10.2 8,1 12.5 6 0 10.1 0 3.4 3.9 8.2 7 4 7 10.0 0 1.1 0 5.8 8 0 9.8 4.9 5.2 9.3 7 .7 9 0.6 8.8 10.7 8.4 13.0 0.7 10 6.3 8.2 10.5 2.3 12.3 2.1 11 9.9 10.1 5.2 1.9 13.4 0 12 7.4 9.7 9.6 1.6 11.8 5.8 13 8.0 8.8 8.3 0 10.5 11.6 14 9.1 4.7 11.1 0 8.3 7.9 15 0.6 0 2.5 0.5 13.3 11.4 16 6.1 0 4.3 11.6 13.3 2.5 17 0 0 5 0 8.3 13.2 1.9 18 9.1 4.2 0 11.3 6.9 3.5 19 8.7 10.5 4.6 11.7 13.1 2.3 20 6.7 10.6 10.7 10.9 1.7 0.5 2i 0.6 10.3 10.8 11.8 2.7 7.0 22 0 8.6 11.1 10.3 7.1 7.5 23 9.8 10.2 9.9 11.6 12.5 4.6 24 9.9 8.3 9.9 11.7 10.3 4.6 25 8.8 3.8 3.8 2.5 9.7 6.5 2fi 8.1 0 9.8 3.5 8.6 10.0 27 10. Ü 1.0 5.6 11.3 10.6 13.6 28 9.7 7.3 4.3 10.3 7.8 13.7 29 3.5 3.5 9.1 11.6 11.8 7.7 30 9.5 10.0 4.8 1.5 11. i 6.3 31 9.6 0.8 6.0 5.8 Suma. . . 179.4 ' 204.7 208.9 213.5 259.9 222.3 — 83 — SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE IXSOLACIOX REGISTRADAS EX CÓRDOBA EX 1892 Ta ). XII 1892 Enero Febrero Marzo Abril Mayo Janio 1 13.3 13.1 7.1 4.2 8.3 9.6 2 11.2 12.9 10.3 10.3 8.7 9.8 3 12.4 12.2 11.4 10.8 2.5 9.3 4 9.0 9.9 5.1 10.7 16 9.5 5 0.1 10.9 6.1 9.4 0 8.8 6 8.7 13.3 10.3 6.5 0 9.3 7 13.2 13.1 6.7 5.7 1.9 9.3 8 13.5 9.8 4.0 6.8 0 8.8 9 12.4 10.4 1 8 8.1 2.1 8.8 10 0 11.3 0 1.4 8.6 8.4 11 4.5 2.5 5.7 0.0 7.4 9.7 1-2 1.0 0.6 10.9 8.0 10.1 9.7 13 12.5 11.9 10.3 10.5 6.5 5.0 14 3.7 9.6 6.6 10.7 7.8 1.6 15 11.8 9.3 10.7 0 9.0 9.9 16 4.1 7.0 6.0 7.4 10.2 10.0 17 13.0 11.7 9.8 10.3 10.1 7.4 18 13.4 12.8 0.1 9.4 10.1 5.4 19 13.0 12.5 0 1.6 8.9 3.6 20 12.9 5.5 10.4 8.0 9.1 8.2 21 1.3 7.2 4.9 6.4 1.2 9.4 22 11.9 9.5 9.2 8 0 6.6 8.1 Í3' 12.9 10.6 0.2 6.1 0.6 7.2 24 12.7 0 0.] 0.2 8.9 6.7 25 10.4 10.9 5.0 4.6 9.7 5.8 26 1.0 8.6 4.3 3.3 10.0 2.1 27 13 0 3.4 8.8 10.5 9.0 ! 8.3 28 1.2 3.5 10.9 10.3 8.3 1 5.3 29 4.0 1.4 10.8 3.4 9.5 i 5.4 30 12.7 3 5 1.0 7.0 ].0 31 13.1 0.8 9.5 Suma. . . 277.9 255.4 191.8 193.6 203.2 221.4 — 84 - SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE INSOLACIÓN REGISTRADAS EN CÓRDOBA EN 1892 (Continuación) Tal . XII 1892 Julio Agosto Setienilire Oftubre Xoviemlire Iiicicnitiri' 1 9.5 0 10.7 7.6 10.7 6.3 2 9.2 0 11.0 10.0 13.0 13.0 3 9.4 10.4 11.2 0.7 12.6 2.4 4 9.1 10.3 10.7 10.5 10.5 7 2 5 4.9 10.1 9.3 10.4 3.9 8.6 fi 0 9.8 10.7 8.6 12.6 2.9 7 0.1 3.7 10.3 2.3 13.1 3.3 8 9.0 0.1 10.0 10.2 13.3 6.7 9 9.2 9.6 10.0 2.7 12.2 4.1 10 4.9 6.4 8.6 10.7 2.0 9.6 11 7.8 9.7 10.0 11.6 11.9 13.6 12 9.6 10.5 10.2 9.5 12.6 13.8 13 6.6 10.4 JO. 3 8.6 12.2 12.3 1-1 9.9 9.0 10.4 11.6 10.9 13.4 15 2.8 8.4 10.6 11.2 6.2 12.9 16 2.9 4.6 10.3 7.6 11.3 13 6 17 8.1 6.1 10.3 2.3 7.4 9.3 18 9.7 5.0 9.1 0.7 4.8 5.0 19 9.2 8.6 8.4 0.5 5.5 8.9 20 9.0 9.8 10.7 0 10.0 6.6 21 5.5 10.1 10.2 5.4 2.7 6.9 92 5.4 2.3 9.9 12.5 9.8 7.9 Í3 9.9 8.2 9.5 12.4 13.2 12.6 24 4.4 10.6 10.2 12.6 13.3 9.7 25 0 10.8 9.5 10.5 13.3 11.4 26 0 4.0 7.7 12.3 12.6 10.5 27 0.9 8.9 6 8 12.8 13.0 7.8 28 8.5 10.4 9.6 8.7 13.2 12.1 29 0 10.6 9.9 12.4 9.3 9.1 30 0 10.5 9.4 12.7 9.8 10.2 31 0 10.8 12.8 8.2 Suma. . . 175.5 239.7 295.5 262.4 306.9 279.9 — 85 - SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE IXSOLACIOX REGISTRADAS EX CÓRDOBA EN 1893 Tab . XIII 1893 EniTd Fetirero Marzo Abril Mayo Junio 1 10.9 7.9 3.1 11.0 9.5 9.9 2 13.2 12.7 3.5 10.4 10.1 9.7 3 10.4 12.1 5.2 10.8 10.3 9.8 4 13.4 10.7 11.2 10.8 0 9.7 5 12.0 4.0 8.5 10.9 6.2 9.3 6 12.6 8.8 11.7 10.9 0 9.7 7 7.6 12.9 8.6 9.5 6.5 9.0 8 7.4 4.8 2.7 10.4 9.5 9.6 9 11.5 12.9 5.0 10.5 9.5 9.7 10 8.8 12.7 11.1 4.7 8.7 9.8 11 9.6 12.9 1.4 10.3 10.4 9.8 U 4.5 7.0 4.6 8.7 0.4 9.5 13 0.9 5.2 0.3 4.0 0.4 7.9 14 12.0 12.5 6.0 7.4 4.6 3.9 15 5.0 11.4 10.7 3.2 7.4 2.8 16 12.8 12.2 7.1 8.8 7.6 4.7 17 9.1 10.2 9.9 3.9 6.6 8.9 18 1.4 9.1 8.9 1.7 0 4.1 19 10.2 0 10.9 0.2 3.2 8.4 20 5.3 6.8 8.3 5.1 7.8 7.7 21 11.5 11.9 10.7 3.3 9.9 8.4 22 2.3 12.5 0.2 2.0 8.2 8.3 23 7.4 2.0 7.8 0 7.4 8.7 24 9.8 2.0 8.3 8.9 9.9 9.6 25 13.3 1.8 7.9 4.2 8.3 9.2 26 10.8 0 7.4 1.9 ^0_ 7.4 27 10.3 2.8 10.6 0.1 7.7 4.3 28 8.1 5.4 11.0 3.6 8.9 6.8 29 8.7 10.9 8.8 6.3 6.4 30 3.3 10.6 10.1 8.9 2.1 31 11.6 1.9 9.9 Suma. . . 275.7 225.2 226.0 196.1 204.1 235.1 86 — SUMAS DIARIAS DE LAS HORAS DE INSOLACIÓN REGISTRADAS EN CÓRDOBA EN 1893 (Continuación) Tab XIII 1893 Julio Agosto Setiembre Octubre Noviembre Diciembre 1 8.5 10.2 11.0 11.3 12.2 0.6 2 6.2 10.0 11.3 4.4 6.1 7.9 3 9.3 10.2 11.2 8.2 0 6.6 4 9.4 9.9 10.8 9.9 0.8 12.4 5 7.7 9.9 10.9 8.1 13.0 8.8 6 0.3 9.8 11.1 11.0 11.4 6.0 7 8.8 9.8 9.0 6.7 10.4 6.2 8 6.7 8.1 8.8 10.7 11.6 10.5 9 1.8 5.9 3.8 9.5 13.1 13.5 10 9.2 8.4 0.1 10.8 12.6 13.9 n 1.8 10.2 0.6 2.5 13.3 12.4 12 5.2 10.2 0 7.7 3.8 11.4 13 8.5 9.9 6.2 0 7.7 12.1 14 8.9 10.1 10.4 11.3 13.0 9.9 15 9.8 10.1 5.2 1.2 3.9 6.9 16 9.5 8.9 5.7 6.9 5.9 13.3 17 6.2 10.0 4.9 11.6 7.7 12.9 18 9.3 9.9 11.0 li.3 11.2 11.1 19 7.7 10.4 8.3 11.0 13.1 6.1 20 6.3 10.6 1.6 9.2 11.7 2.7 21 6.3 10.6 11.0 7.9 7.5 6.6 22 9.2 8.2 4.6 7.3 2.6 0.6 23 0 10.8 10.8 3.4 2.6 6.2 24 0 11.0 8.3 0 7.1 11.3 25 0.9 10.9 11.0 10.6 12.2 13.5 26 0.2 10.8 9.9 12.4 0.5 13.1 27 8.6 10.7 1.5 12.7 13.3 12.9 28 10.5 10.4 5.7 12.6 11.9 9.8 29 10.4 10.8 10.7 9.7 7.4 4.6 30 10.2 9.5 11.4 10.0 5.5 13.5 31 6.2 0.2 11.3 6.5 Suma. . . 203.6 296.4 226.8 261.2 253.1 283.8 87 - < ce cor- Tí< X TO lO 1 - X r- X C5 3 o 'S (?< rHCCr-l --. o r-( ce ce c-r coco CN Q > 1— ( tí O -^ X c:) 1— 1 r-l 1— I O O CO 1- X r- X o o CJ = E ce ce ce ce ce -H 'z: - m S^OG^OnH lO rr* ,— 1 Tí< ce ce CD 5^ «^ ce ce ce ce ce ce O _o 1 — 1 1— 1 - O < £ ÍNCCÍ?) .— ((N o \C> t^ OO 00 !r~ r^ taq ■S (7i ^< — , ^ 5^ G^ O <=> ^ 1 — 1 — H o CP r-HCOCCO — 1 X "~~ C5 CJ^S^Ti X ^ o o ^^ ^H ■— 1 1 — 1 C^ "S ■-«1 : 1 n C^3 1 C/D <=■ M r-(ira 5^ O . — ( 1 C5 lO ;r X o X --Í t/3 ^~' ■-^ o C O' o r-( O Oí c ■« , 1 , 1 _| ^-H , 1 P— i O _ «^ (^ "^ ro _ ^ CN o LO — 5^ lo s X X os: lo «^ ''-^"^ So -^ •j> 1—1 ■T3 C5 35 o Oi o O ^^ ■< •2 ■< coG^ r: oo 00 r- X o o c:' o ^ C5 00 00 O ^ 3 *« oi c:>o o 05 ^ >< o '•c r— 1 1 1 1 — ( - "53 G^CO^CCÍ^ i-H X Tí" Tf C?» TJ< "* 'Z ^ cioo oo >H < ^ ■iJ ^H — » ( — ( ' — ( 1 — 1 ^ *.•» "« O 1/2 -= ^ .-(< ce ce ce 1^* ce ^ ^ G^r-IG^,— 1 o co ce rj< 'í' m Tfi 00 Q ^ í?) ce ce ce ce ce " r— 1 — < 1— t 1 — 1 1— ( 1— ( <í ^H .Sz CJ "* ?<; -53 c¿l C3 O'-H ^ ce CT)0— in^ce ce U 'X 02 c: cr: c; 00 o: 02 05 Oi <¿ X X X X X C5 XX X X X m o » — 1 r-H --^ - — i r^ ( ( p ' r-^ í 1 1 \ c= a s cí 22 U4 «) = — 88 — •A ja C8 -< m o Q ce .^'"^ ^-^ o ís w oc ^^ o n l-H CJ (-) o O' co 05 00 r^ 1> loosccooicoío^ co 00 fCcoioo:ccNOOQO 1- co o» -f< r-H o> o 1^ co r- Oi ic cD co >o I — I co o LO co G^ G^ i3^ {?< co (X co CN G^ 00 co-^r^OQO-rrG^íi — I o; o oocococccor— i'COCD -ri G^ G^< G^ G^ G^ G>< GNt •:^« Gs| 00 1— < CO i^ -« f- Oí CO I - 'X co osrHioo-foaiG^ —I — iG^r-iG^G-*G^G^ G^ l- co'^oor^-rt^ojic^ 'tt* co G^JcoQOO^r-i^o o; G(r-lr— lG^«G^r-lr— IG^ ^H CO O— iCJJCOCCr— I — lO CO f^ ^> i-O Oj X g^* co cor^xoio^HG-»co 00 X X X CTS OD OD 05 xxxxxxxx X co — ^CO^-l'^>XCO-" 05 l-H co -^ri ^-' o -?" ^— o o l-H G^G^ Gí O I- X G^ OÍ -f CO t-OOlOíOOOjOl r— (C^ÍI — Ir— IG CO COG-Í^OiCOrfOSG^ G^G^G^r-iCNG^i— IG^ co G^* G^ G^ iraco^r-xoiioira íO ^ -í< -^ lO i^ lO Oi G^G^G^i— IGyG^GVGN X CO G^ Til 00 * G^i— (i— li— CTt^i— IXCO 1— 1 X CO 1- CO (■- I- t^ COG^COi-iCOG^G^G^ G^ X G^ l-H oí : -a "H rj 'O 2 -H,-l G ai co £: ^ Oi 0 G-* -r* 0:1 co G^ 0 có co cor—crír-x^coco COCDCOi-OCOCOCOCO 1^ "0 05 0 — t- 10 lO í^ co ^ rt< 10 lO CO CO o: g4 co G^ Tf< 1- GS| I^ CO CO 'O CO 1- Tfi lO G^ cor- X) co coo;ocoo-fi~-co I - uo co co ce LO co co I^O^i^XOOl-^-t* Loco-^or^ioxco o 1-- X -+1 CT! 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Las muestras las he analizado según diferentes métodos, disgregando el mineral por fundición con carbonato de ál- cali y salitre ^en seguida precipitación de ácido wolfrámico por acetato de plomo, etc.), como disolviendo el polvo su- mamente fino (lavado) en ácido clorhídrico. Como término medio de los análisis resultó : — 94 — WOo 74,86 IVboÓo 1,22 Fe O. 13,45 Mq O 11,02 100,55 Además hay magnesia en indicios. La fórmula calculada, que corresponde á esta combinación es [Dor consiguiente ; 4 WO3 FeO 4- 3 WO3 MnO pues este exige : 7 AVO3 1624 76,424% 4 Feo' 288 13,552 « 3 MuO 213 10,024 « 2125 100,000 X Una comparación de este mineral con el de la Quebrada de la Viuda, recogido por el Dr. Brackebusch, que se en- cuentra en el Museo Mineralógico de la Universidad de Córdoba, dejó suponer por el color del mineral como del polvo — el mineral de la Quebrada de la Viuda es más obs- curo— una diferente composición, por lo que he practicado análisis de él. El resultado fué : WOg 75,07 7o NboÓo 1,12)) FeO 15,61 » MnO 8,24 )) CaO 0,52 » MgO 0,31 » 100.87 .' 696 76,40 % 144 15,81 » 71 7,79 « — 95 — Por consiguiente, la fórmula de esta combinación del AVol- framato de Hierro y de Manganeso será : 2 WOo FeO + WO3 MnO á la que corresponden las siguientes cantidades, encontra- das por cálculo : 3 WO3 2 FeO 1 MnO Recien en este año me ha sido posible visitar las minas é inspeccionarlas, tan detalladamente como lo permitían el tiempo \ las dificultades numerosas que se oponen á tal tra- bajo en nuestras sierras. Creo que una breve descripción merecerá la atención de los mineros j de los geólogos, tanto más, cuanto que son tan escasos los trabajos de esta naturaleza practicados hasta ahora, en nuestro país, no obstante el sinnúmero de minas que hay en todas partes de la República y de la innegable impor- tancia de tales investigaciones para la minería práctica. El siguiente trabajo contribuirá, además, para comprender mejor la geología de la sierra de Córdoba, poco conocida hasta hoy. Faltando la base topográfica, indispensable para tales tra- bajos, me vi en la necesidad de levantar un itinerario, sir- viéndome de una brújula de reflexión para la medida de los ángulos y de mis piernas y de mis ojos para apreciar las dis- tancias. No pretendo, pues, exactitud topográfica. Las minas se encuentran de cuatro hasta cinco leguas al Oeste del pueblito « El Sauce», departamento Calamuchita, cerca de la cumbre de la sierra, en una altura de 1800 ra., entre las partes superiores del arroyo del Rodeo de los Ca- ballos y del arroyo de la Puerta, manantiales del rio Cuchi- — 96 - corral, que pertenece al Quillence, afluente del Rio Grande (Eio 3«). El perfil transversal de esta parte de la sierra, trazado desde Sauce hasta Carpintería, al otro lado de la Sierra, pre- senta el mismo carácter que en otras secciones : pendiente rápida al Oeste y suave al Este, la que está dividida en esca- lones, es decir encadenas paralelas, que repiten el mismo perfil. Las cadenas tienen, en general, dirección SSE-^'?íO, como la situada entre el arrovo del Portezuelo y Cuchicorral y otras más chicas al Este, que corren paralelas á los arroyos de Huertas Viejas, de Mucha Agua, del Portuzuelo Áspero, afluentes del rio Sauce. Los Talles que las cadenas encierran, se han producido por derrumbamientos (\alles tectónicos ) y estos, junto con las cadenas, desempeñan en cuanto al relieve, un rol mucho más importante que una segunda clase de valles ^de erosión) con rumbo SSO-^NNE, los que siguen á la corrida de los es- tratos arcaicos ( por ejemplo el \alle del rio de los Sauces). Depresiones (valles), que hay que atribuir á derrumba- mientos se hallan también en otros puntos de la sierra de Córdoba, de las que mencionaremos aquí sólo las más carac- terísticas: la gran depresión entre Deán Funes y Sarmiento, que sigue el ferro-carril á Tucuman, el valle de la Punilla con su continuación al ISovle y al Sur, el \alle del rio San Carlos (departamento Cruz del Eje y Minas), y la gran de- presión entre Sierra Alta y Sierra Chica y su continua- ción al Sur, que está ocupada por los afluentes del Rio 2° y del Rio 3" ( rio Anisacate en parte, rio Reartes, rio Santa Rosa, rio del Sauce en parle). También á esta clase pertenece la gran depresión entre la sierra de Córdoba y la de San Luis (con Renca, Dolores, Santa Rosa) y no será difícil encontrar la misma dirección de rios en la sierra de San Luis, Estos pocos ejemplos bastan á demostrar que el relieve de — 97 — nuestra regiou de minas iio es local, sioó que se extiende á la sierra entera. Si bien después de algunos decenios será recieu posible conocer sobre la base de investigaciones topográficas v geo- lógicas, que siempre deben completarse hasta en sus más finos detalles el relieve de la sierra de Córdoba como ex- presión de procedimientos geológicos, la siguiente investi- gación de las minas de Wolfram pro^yectará á lo menos alguna luz sobre esta niteresante cuestión, demostrando al mismo tiempo la íntima relación que liga la geología práctica á la científica. El terreno arcaico, que forma casi en todas partes la sierra de Córdoba, se compone en nuestra región al Este principal- mente de gneis gris, al que siguen pizarras hornblendíferas, cambiando con aneis v micacita. La cumbre está ocupada por granito de grano grueso ó fino, á veces porfiroide. El rumbo general de los estratos es ]\. á S. f más exacto 2S'>'E-SS0), la inclinación hacia el Este; sin embargo hav excepciones, habiendo constatado, pero sólo locai mente, tam- bién inclinación hacia el Oeste. — En el trayecto de El Sauce hasta las minas, aparecen, como en muchísimos puntos de la sierra observados, filones de cuarzo y de pegmatita, y es- pecialmente los primeros son visibles á cada paso, sea for- mando « Cerritos blancos» sea destacándose bien en forma de murallas ó de fajas blancas. ^Notable es que hay filones de pegmatita, con prefeiencia en la región oriental, com- puesta de gneis gris, mientras al Oeste el material granítico de las vetas es en general de grano más fino. Los filones de cuarzo existen numerosos cerca de la cum- bre. Si bien las minas — sus nombres son : San Yirgilio, Santo Tomás, Fischer y Santa Bárbara — presentan á primera vista un aspecto muy diferente, después de fijarse un poco en ellas, se ve que forman un conjunto armónico, un cuadro tan claro. — 98 - como pocas veces se ofrece en la naturaleza, sin que la mano del hombre haya intervenido por laboreos. Voy á empezar aquí con la mina más importante, San Virgilio, en la que también se ha descubierto el mineral. La mina está situada en la pendiente oriental del arroyo de la Puerta, en una altura de 1700 m. En la superficie se destaca aquí un filón de cuarzo ferruginoso de cerca de \/'o m. de ancho y casi con rumbo N. á S., corriendo bien visible á 1500 m. Hacia el jXorte se pierde completamente, al Sur parece continuarse hasta el granito del cerro Aspereza. Una inspección detallada del filón, demuestra que se trata de una veta en forma de manto, incluida entre capas de gneis (es decir la veta tiene la misma corrida é inclinación de los estratos del gneis ) con una formación de ramas^ (guías, Trumm ) muy evidente. Su inclinación, donde sale al sol, es cerca de 50° hacia el Este, sin embargo se aumenta, según dicen, en la profun- didad. En la pendiente ( caja de arriba ) se encuentra gneis gris de ojos, que en longitud de cerca de 100 m. atraviesan en ángulo obtuso tres ramas de cuarzo de espesor insignificante (2 á 10 cm. ) que parten del filón principal. El más impor- portante de ellos continúa visiblemente algunos cien metros, casi hasta en el granito del cerro Aspereza. Una destrucción extensiva de la pendiente ( caja de enci- ma ) bajo formación de ramas no se puede notar; los estratos del gneis están desarrollados continuamente, siendo el filou del cuarzo separado bruscamente del gneis ó por intermedio de una incrustación de mica. En la superficie, el filón del cuarzo tiene un ancho de cerca 30 cm., sin embargo varía mucho, y en una profundidad de cerca de 25 m., reconocida por un pique, tiene un espesor de 2 á 3 m. Jlientras en la pendiente del criadero se nota bien visible una salbanda ( caja ), ella falta completamente en el yaciente. -- 99 - Ya en una distancia de cerca de 10 m. de la pendiente se ha- llan pedazos angulosos de gneis, continuándose así hacia el Oeste en considerable trecho (sin límite fijo según mis obser- vaciones). 3Iuy bien \isible es el destrozamiento del gneis, por las ramas (guías) de cuarzo, en el socavón que han he- cho en la pendiente del arroyo Portezuelo, contra el filón. También en las formas superficiales se nota el destrozo. La piedra predominante, que forma los pedazos angulo- sos, es idéntica á la de la pendiente ; sin embargo parecen encontrarse también otras variedades. Ramos de cuarzo del yaciente, de alguna importancia y \isibles en la superficie, he visto sólo uno en la región explo- rada, que corre con dirección >'0. hacia el granito de la alti- planicie «La 3[esada», y en la que está situada la mina San Francisco, va abandonada. Indudablemente hav más de ellos. La ganga de la veta principal en Sa7i Virgilio es cuarzo en masa, pero también en parte cristalizado. En él se encuentra la Wolframita en manchas hasta Y? cm^. Pero también hay el mineral en contacto directo con el gneis, como con cada uno de los minerales abajo mencio- nados. Nunca lo he visto cristalizado, ni con pocas caras. Si bien el cuarzo forma la masa principal de la veta y de las guías, hay en distribución irregular varios otros mine- rales, de los cuales predomina ora el uno, ora el otro. Arriba ya he mencionado la Mica, que en textura escamosa incrusta el gneis, siendo sus escamas perpendiculares á éste. También dentro de la veta se halla, encerrando muchas veces con textura crustácea-concéntrica-fibrosa fragmentos del gneis, apatita y vvolfram. Drusas de mica no son raras^ ó la mica forma con cuarzo masas de grano muy fino de aspecto granítico. .Muv notables son, dentro de cuarzo, manchas de una va- — 100 — riedad de Moscovita, muy poco escamosa, casi granulosa, de color gris-blanco y de poca dureza, la que quizás se puede comparar con la Sericita ó Damourita. En cuanto á la masa, sigue al cuarzo la Apatita, embu- tida en pedazos grandes en cuarzo ó incrustada de Mica esca- mosa. Entre los minerales metálicos predomina, además del Wolfram, P¿í'¿ía de cobre ^ en parte descompuesta en hie- rro pardo ocráceo y con preferencia acompañada de la va- riedad citada de Moscovita, pero también diseminada en cuarzo y á veces en las zonas marginales de pedazos de Avoífram, donde estos lindan con cuarzo, muy rico de pirita de cobre. Covelina acompaña á veces la pirita de cobre, especial- mente en drusas de Moscovita granulosa, revistiendo esta en cap i tas delgadas. De minerales de Cobre resta mencionar la Stilpnoside- rita de cobre, pero es realmente rara. El más interesante mineral, á lo menos para los mineralo- gistas de la República Argentina, por ser la primera vez que ha sido encontrado en este país, es la Moltbdenita, compa- ñera ñel de la Wolframita; casi siempre ella se encuentra junto con la variedad de Moscovita, ya mencionada, pero también dentro del cuarzo. De formación secundaria, en el afloramiento de la veta, se encuentran : Malaquita, Azurita, Hierro pardo mezclado con Silicato de cobre, Sckeelita (con cobre en incrusta- ciones muy delgadas) y Ocre de Molibdeno (no puro ) so- bre Molibdenita. Mientras el reconocimiento de la naturaleza del criadero en la mina San Virgilio es algo difícil por el gran destroza- miento en el yaciente (formación de guías) la mina Fischer, en el ángulo entre los arroyos Áspero y del Rodeo délos caballos, facilita un concepto más claro. — 101 — Una serie de vetas paralelas de cuarzo, de espesores que varían desde un metro hasta algunos centímetros, tienen en una distancia de 300 á 500 ra. la misma corrida é inclinación, ({ue las pizarras hornblendíferas y el gneis que las encier- ra, perdiéndose, como parece, al Norte. Hacia el Sur se levanta, en la corrida de las vetas, en la cercanía inmediata de la mina Fischer, el ('errito Blanco, un pitón (criadero irregular ) de cuarzo de más de 60 m. de ancho. Este gran ensanchamiento de vetas de cuarzo — pues no existe otra explicación — está aparentemente en re- lación con un pitón de granito que se encuentra cerca del Cerrito Blanco y del que salen apófisis dentro de las pizar- ras. Tales apóGsis graníticas he observado también en el camino á Sauce, entre arroyo de los Caballos y Guchicorral. La veta ( en forma de manto ) del cuarzo, en la mina Fis- cher, alcanza I á 2m. de espesor, encerrando cerca de la pen- diente, donde está muy porosa, hierro ¡lardo y hierro ro- jo lo más ocráceo. Además de estos, hay pirita de hierro y de cobre en cuarzo, como también Aíarkasita radiosa y pectiniforme. Guías de cuarzo, que pasan del filón principal en la pen- diente y yaciente, existen también aquí, sin embargo son ra- ras. Notable es que la veta de cuarzo junto con el gneis y las pizarras hornblendíferas que la encierran, son muy poco inclinadas en comparación con los otros estratos de pizarras de las inmediaciones y á más, que algunas capas de pizarras hornblendíferas cerca de la mina tienen inclinación hacia el Oeste, contra lo general. Estas dislocaciones hay que refe- rir evidentemente á la erupción del granito. Un otro tipo de criadero, como los anteriores, existe en Santo Tomas, una mina situada cerca de una legua al Oeste de San Virgilio, casi en la cumbre de la sierra. Aquí, vetas de cuarzo de espesor variable ( hasta cerca de V2 ra.' y de diferente rumbo (lo másesSSO) están encerradas en granito de grano medio con feldespato rojizo y blanco y á — 102 — veces porfiroide. Las vetas de cuarzo están interrumpidas en general bruscamente contra el granito, muchas veces por intermedio de una capita de mica ; sin embargo, el granito es muy rico de cuarzo y pobre de feldespato en la zona del con- tacto. La longitud de las vetas parece ser muy considerable, siendo posible seguir algunas de ellas hasta algunos cientos de metros. Parece que hay muy poco Wolfram, por lo que se ha cons- tatado en una picada de cerca 1 V-2 ^^- de profundidad y unos 80 m. de largo. Por esta razón están ya por abandonar la mina. El laboreo tendrá aquí una gran dificultad á causa de las aguas que pronto llegan en esta altiplanicie de granito casi pantanosa. Además del ^volfram, están diseminados en el cuarzo: Apa- lita, Pirita de cobre y Molibdenita. Si por la naturaleza mineralógica de las vetas y por en- contrarse ellas juntas en la misma región, se puede suponer ya una relación entre las vetas ( en forma de mantos ), perte- necientes al sistema arcaico y las vetas dentro del granito, queda fuera de duda por las relaciones existentes en la mina, Santa Bárbara, en el ángulo entre arroyo La Bolsa y arroyo del Rodeo de los Caballos, donde los dos tipos están unidos como en los célebres criaderos de Geyer en Sajonia. Una veta de cuarzo de cerca de 25 m. dentro de granito con rumbo SSO. (más ó menos)— en el granito hay un sinnú- mero de guías muy delgadas y en el cuarzo del filón princi- pal hay manchas de material granítico — continúa directa- mente en pizarras hornblendíferas, en parte muy rica deEpi- dota. Así se relacionan indudablemente también los criaderos de San Virgilio y de Fischer; si no ellos mismos, á lo menos sus ramas continuarán hasta el granito. Yetas de piedra cornea, dentro del granito, se destacan en cercanía inmediata de la mina San Virgilio en el cerro Aspe- reza, y digno de ser mencionado es un filón de cuarzo y pie- — 103 — dra cornea con wolfram en partículas y Espato de Fluor, en el caaiino entre San Virgilio y Arroyo Áspero. El Espato de Fluor está irregularmente diseminado en el cuarzo ó alterna con capitas de cuarzo, teniendo en este caso siempre estructura ÍÜDrosa. Filones y venillas de granito de grano diferente del que los encierra, hay en el granito de La 3Iesada. Apófisis de granito entre gneis y pizarra liornblendífera se encuentran, como las ya mencionadas, en la cercanía de lamina Fischer, y no puede existir duda, que se trata aquí de verdaderas apó- fisis. Masas graníticas accesorias, entre pizarras, se hallan en otros puntos más en el caminode las minas á Cuchicorral ; sin embargo aquí se puede decir, si son apófisis ó producidas por secreción. Sumamente rica de vetas de pegmatita, dentro del gneis, es la región oriental entre arroyo Cuchicorral y Sauce. Origen de los criaderos Resumiendo lo que antecede, resulta claramente que el padre de los criaderos de wolfram es el granito. A su salida, precede sin duda la formación de grietas que el sistema ar- caico, etc., dividió en pedazos al tiempo del principio de la formación de la sierra de Córdoba. Pero, entiéndase bien, los dos procedimientos : formación de grietas y salida de la masa granítica, no son separados por gran espacio de tiempo, se han producido casi simultánea- mente, habiendo sido naturalmente las grietas un producto de la fuerza expansiva del granito, que estaba en movimiento del interior de la tierra hacia la costra sólida. En qué tiempo cayó la erupción del granito, no está constatado hasta hoy y me parece serlo imposible en nuestra sierra. — 104 — La dirección de las grietas no se puede determinar bien, pues nuestros conocimientos en cuanto á la sierra de Cór- doba son bastante embrionarios. Será indispensable aquí una investigación geológica minuciosa y al mismo tiempo, el le- vantamiento de un mapa topográfico en escala conveniente á este objeto. Habiendo salido las masas graníticas por grietas, podría su- ponerse como posible la determinación de sus direcciones, observando la extensión lineal de esas masas; pero creo que esto no siempre será posible, pues el granito se encuentra en forma de pitones sobre las grietas y de estas no todas con- tinúan generalmente engrandes distancias. Sin embargo, tomando lo expuesto en consideración, se reconoce bien en algunos casos la dirección SSE-ISiNO re- presentada en la extensión de las masas graníticas. Aquí hay que mencionar en primer lugar el hilo granítico de la región de las minas, luego el granito en la gran depresión entre San- ta Rosa y Sauce, el de la sierra de Guasapampa y las locali- dades más al Sur de esta sierra (Altautina), como también el granito de la parte setentrional déla Sierra, al Norte de Totoral, y las masas graníticas centrales (Champaqui), Sierra Achala, siguen probablemente las mismas direcciones, aun- que aquí no salta á la vista por la formación de pitones. Muy característica es la dirección en la sierra de San Luis en una zona entre Quines y Cerro Morro. Saldría de los límites de este trabajo citando más ejemplos de otras partes de la Re- pública. Arriba hemos mencionado las cadenas paralelas y depre- siones (valles) que con rumbo SSE-NNO componen la par- te oriental de la Sierra de Córdoba. También aquí pueden acumularse con facilidad los ejemplos, como lo demuestra una mirada á la dirección de muchos ríos y cadenas de la parte Nord-Oeste de la República. Estas cadenas determinan completamente el relieve de nuestra Sierra y evidentemente resalta esto en la región de las minas. — 105 — Ahora bien, no puede caber duda de que este relieve está en íntima relación con aquellas grietas. Las erupciones de granito han tenido lugar especialmente en una grieta principal, que coincide más ó menos con la región ocupada hoy por la cumbre de la sierra — pero tam- bién ha salido sobre otras grietas — y simultáneamente con ellas sufrieron hundimientos (saltos) ciertas zonas encerra- das por grietas. Otras partes experimentaron por la erup- ción del granito un levantamiento ó una alteración en su po- sición, en el sentido que al Este de la zona del levantamiento, los estratos se inclinaban hacia éste, mientras que al Oeste estos estaban limitados por saltos, resultando así una pendiente oriental suave y una occidental escarpada : el re- lieve de la Sierra de Córdoba. El derrumbamiento más grande coincide con la escarpada pendiente occidental de la sierra. Aquí, al Oeste de la grieta más importante se hundió una zona muy vasta, resultando así la interrupción de las regiones de las sierras de Córdoba y de San Luis y la independencia topográfica de las dos sierras. En la región de las minas, está situada una grieta bien vi- sible entre arroyo del Portezuelo y río Cuchicorral, caracte- rizada por una depresión, que está limitada hacia el Este por la pendiente rápida de una cadena. Las depresiones respecto á las cadenas, paralelas entre sí, que siguen al Este, son de menor extensión. Ahora bien, si una zona déla costra sólida experimentó por formación de grietas un despedazamiento y se hundieron otras, entonces partes de las zonas no hundidas (paradas), como columnas enormes, por estar alterado el equilibrio, tuvieron que ponerse en movimiento á lo largo de sus planos (SSO->'NE) de estratificación, hacia la depresión producida por el hundimiento, resultando por este movimiento otra vez un destrozamiento parcial de los estratos. Tal destrozo tuvo que alcanzar su máximo, en la zona don- — 106 — de dos movimientos se sucedieron en sentidos opuestos, es decir, donde las partes que se bajaban en dirección de la inclinación de los estratos, llegaban en fricción con los que subían, levantadas por la erupción del granito. Este caso está representado en la mina San Virgilio en la zona de con- tacto del granito y del sistema arcaico y en menor escala en las minas Fischer v Santa Bárbara. Además, resulta con claridad, que al despegarse los estra- tos se produjeron cavidades, especialmente donde los estra- tos experimentaron un destrozo. En estas cavidades entraron las disoluciones de minerales, las que juntas con el granito subieron de abajo, produciendo así las vetas de cuarzo con el wolfram y los otros minerales (algunos de ellos, por ejemplo el hierro rojo, pardo, etc., son de origen secundario ). Con esto hemos llegado á una expli- cación, creo, bastante satisfactoria del origen de nuestras « vetas en forma de mantos con guías «, ellas pertenecen, pues, á la clase de las « vetas de dislocación )). Además, he- mos conseguido una idea general sobre los agentes que han actuado en la formación del relieve de nuestra sierra. En cuanto á las vetas de cuarzo dentro del granito, que es- tán en íntima relación con aquellas, hay sólo una explicación posible. Durante y después de su salida, las masas graníticas tuvieron que enfriarse, dando como resultado la formación de agrietas de contracción », en las que entraron también di- soluciones acuosas de cuarzo y de los otros minerales, como en las vetas de dislocación. Yo digo disoluciones acuosas, pues no es aceptable la supo- sición de que material ígneo-fluido hubiese llenado las grietas. En contra de esta suposición estaría la naturaleza total de- las vetas y principalmente la circunstancia de que la mica se encuentra en forma de incrustaciones concéntricas, como también la naturaleza de las vetas de cuarzo y espato de flúor arriba mencionadas, en que igualmente los dos minerales es- tán depositados en capitas alternadas. — 107 — La mina mejor es la de San Virgilio, en la cercanía inme- diata de la masa principal del granito, pues aquí pudieron entrar, por el despedazamiento en el yaciente, grandes canti- dades de las disoluciones de minerales. Al mismo tiempo en que se formaron los criaderos metalí- feros, también han podido tener lugar inyecciones de material granítico ígneo-íluido entre las pizarras, ó tales vetas graní- ticas se han formado también por disoluciones acuosas. Qui- zás son del mismo origen (disolución acuosa) los numerosos filones de pegmatita, lo que me parece muy probable, con- siderando que vetas de pegmatita juntas con las de cuarzo hay dentro del granito, por ejemplo en la sierra Achala . Reglas para, el minero 1 ) Criaderos de ^volfram pueden encontrarse en la sierra de Córdoba en filones de cuarzo dentro del granito y del sis- tema arcaico ( gneis ). 2) En el gneis hay que fijarse, en primera línea, en los filones de cuarzo que están en la zona de contacto del gra- nito con las pizarras arcaicas, como en las vetas en forma de manto dentro de las pizarras arcaicas (gneis, etc.), cuyo ya- ciente es destrozado (con ramas, guías). 3 ) En filones de cuarzo lejos del granito hay poca proba- bilidad de encontrar depósitos ricos de ^volfram, 4 ) El laboreo en la vetas dentro de las pizarras (gneis, etc . ) debe ser dirigido hacia el granito. 5) Los trabajos deben iniciarse por piques bastante pro- fundos hechos en la pendiente de las vetas y donde el terre- no es adecuado, como lo es en nuestra región, por socavones, lo que se recomienda especialmente en caso de existencia de una serie de filones. Los trabajos hasta hoy ejecutados en las minas no son más — 108 — que picadas de reconocimiento, de 1 á 2 m. de profundidad, hechas en la corrida de los filones de cuarzo. Solamente la mina San Virgilio hace una excepción, donde han bajado en la pendiente, un pique de 25 m. de profundidad , y en el yaciente han practicado un socavón de cerca de 40 m. desde la pen- diente del arroyo Portezuelo. Antes de que sean ejecutados trabajos formales, no se pue- de decir absolutamente nada sobre el valor de estos criade- ros, y sin ello la minería no pasa de los tanteos de pirquineros. Y sin duda, según este método embrionario, van á laborear más las vetas, es decir, donde se encuentre un criadero del mineral, se lo explotará de la manera más primitiva con combo y punterola, abandonándolo cuando el trabajo en la profundidad ofrezca dificultades que sin capital y sin conoci- mientos técnicos suficientemente profundos no pueden ven- cerse. También la manera de la preparación mecánica de los mi- nerales (separación del wolfram de los otros minerales) es la más primitiva que puede imaginarse, perdiéndose así mu- cho metal. Sin embargo, hay que tomar en cuenta otros factores más que hacen dudar, sobre si es posible hoy una explotación lucrativa en gran escala. Muy poco favorable es, á este respecto, la situación de las minas. De cerca de 1800 metros de altura, el mineral viene á muía por sendas intransitables en un día á Sauce, de donde lo llevan en carro en 1 '/^ días á Rio Cuarto, para ser trans- portado al Rosario y luego á Europa. ¡Cuánto dinero se pierde aquí en fletes ! No se puede pensar por hoy en llevar á las minas máquinas, aunque ellas sean las más sencillas, dadas las distancias y los pésimos caminos. De las dificultades que el transporte de máquinas causaría podemos hacernos una idea, considerando que es ya sumamente difícil llevar á las minas troncos de madera de cerca de .3 metros de largo . — 109 — Otro inconveniente muy grande es la falta completa de ma- dera en esta región, indispensable para la fortificación por enmaderación. La única leña que hay es elTahñquiWo (Polylepis racertio- sa), pero tan escasa, que hay que preparar el asado y el pu- chero con leña de vaca. Pero esto no obstante, si bien estas minas, como muchas otras de nuestra sierra y de otras regiones de la Hepública, pasarán quizas en olvido, hay que hacer todos los esfuerzos tendentes á cimentar la industria minera y asegurar su existencia. De empresas privadas solas no se puede esperar el desarro- llo de la minería. Los Gobiernos deben apoyarlas por la construcción de caminos y favorecer la de ferrocarriles, atendiendo aquí al mismo tiempo otros intereses, como los de la agricultura, pues un proteccionismo exagerado de la minería tendría probablemente resultados fatales. En esto se necesita tener gran cuidado y previsión para no abrir la puerta á especulaciones nocivas. Para evitar esto, conser- var el crédito de la minería, que ya ha perdido mucho por tales especulaciones y hacer una industria sana de ella, hay sólo un camino y este es, en pocas palabras el siguiente: todo gobierno provincial, en que la minería es ó puede ser de im- portancia, debe crear un departamento de geología y de mi- nas, cuya tarea, en primera línea, sería la investigación geo- lógica detallada de las sierras y de las minas y el perfeccio- namiento de un mapa geológico-topográfico. Tal mapa es indispensable, considerado bajo cualquier punto de vista_, como lo han reconocido todas las naciones más adelantadas, creando institutos de ese género. Pero que no se piense que trabajos exactos y de utilidad de tal naturaleza es posible realizarlos en poco tiempo, años, más decenios se pasarán en ellos y sus frutos, de seguro, no fallarán, aunque la generación actual no los gozará. lio — >OTAS MINERALÓGICAS 1, HALOTUICHITA En \iajede Mendoza al lago Laucar, en 1888, \isité los baños deCopahué, situados eu el valle del Río Trolope (río Agrio) en la pendiente oriental del volcan Copahué, un poco abajo de su antiguo cráter. Salen aquí en varios puntos con gran fuerza, por pequeñas grietas en piedra basáltica, vapores de agua muy caliente con gas sulfídrico . Las aguas forman una laguna baja, en que la mano del hombre ha hecho algunos arreglos muy primitivos de baños calientes. El suelo, formado por una piedra terrosa, porosa, de color gris-blanco, que se compone de una tierra arcillosa (proce- dente de la descomposición del basalto), está cubierto á la orilla de la laguna, en todas partes, por una delgada capa de una eflorescencia (mezclada con azufre) de una sal de sabor de alumbre, el mismo que el de las aguas de la laguna. La mayor parte de esta substancia recogida, se compone de una masa porosa incolora de cerca de 2 centímetros de espe- sor y de estructura granulosa, fibrosa, dentro de la cual descubrí con la lente grupos de agujitas muy finas, especial- mente en las porosidades. El análisis (número l)dió para esta substancia una compo- sición algo diferente de la Halotrichita; sin embargo, es in- dudable, que las agujitas son de ese mineral, así como tam- bién la mayor parte de la masa blanca granulosa-fibrosa. Es posible un contenido de alumbre de hierro. En otro lugar recogí una eflorescencia no compacta, sino — 111 — pulverulenta ó granulosa, sin color, casi pura, y cuya com- posición (Análisis II) concuerda casi por completo con la de la Halotrichita. No pude observar cristales en forma de agu- jas, lo que no es extraño, pues estas se pudieron formar sólo en las porosidades de masas coherentes por tranforma- cion de la masa granulosa. Las aguas de los baños de Copahué, cargadas de gas sul- fhídrico corren por el arroyo Lio Milio al valle del río Tro- lope, afluente del río Agrio, revistiendo todos los rodados con una capa de azufre blanca, lo que da al arroyo el aspec- to de un hilo de plata entre el lindo verde de Mire {Fagus inagellanica) y la sombra de las grandiosas Araucarias, todo lo cual presenta una vista maravillosa. Las aguas del rio Agrio, viniendo también del volcán Co- pahué, poseen una transparencia perfecta y un sabor ácido algo astringente, que caracteriza el alumbre, de donde viene el nombre de río Agrio. Las aguas deben estas propiedades sin duda á la Halotrichita, sulfato de hierro y alumbre de hie- rro, siendo probable un contenido de ácido sulfúrico. Durante el viaje, tuve la desgracia de que se quebraran las botellas con agua recogida, para el análisis. Boussingault (Fiaj'es científicos k los Andes ecuatoria- íes)describió ya la Halotrichita del volcan Pasto y aguas acidas astringentes (con ácido sulfúrico) del río Pasambio ó río Vi- nagre en Colombia. También el doctor Federico Schickendantz analizó algunos sulfatos de semejante composición de la provincia de Cata- marca y de la Rioja {Sobre algunos sulfatos minerales en la República Argentina, por R. INapp). 112 Análisis I SO.H. 41.203 Al,03 12-234 Fe, O3 6.639 H,0 40.010 CaO y MgO ladicios 100.086 Análisis II SO, H» 35.509 AL O, 13.012 Fe, O3 0.681 CaO 0.674 MgO 0.236 H, O p. dif 49.888 100.000 La cantidad de SO4 H, como también de A1.¿ O3 y de Fe, Ooen la substancia impura, es variable. El hierro se encuen- tra en parte como FeO. Así una parte de la substancia pura contuvo 1.098 FeO. El contenido de agua no fué posible determinar directamente. 1. DI OPTAS A Este mineral, tan escaso y que en estado cristalizado no había sido encontrado hasta hoy en la República Argentina, lo descubrí en la Sierra Chica de Córdoba, como á media le- gua al Norte de la estancia Chiviquin (río Ceballos), en un filón de cuarzo ferruginoso dentro de gneis. Está bien cristalizado, en prismas relativamente largos, en combinación con un romboedro del primer y del tercer ór- — 113 — deu. El cristal más grande que hallé, medía 12 milímetros de largo por 5 milímetros de ancho. Raras veces los cris- tales son embutidos en hierro pardo cuarcífero, encontrán- dose lo más en drusas irregulares ó fasciculadas en forma de delgados revestimientos, existiendo también en masas que llenan pequeñas grietas del cuarzo. El mineral está asociado con cristales de cuarzo, de Lina- rita, Malaquita, Azurita, Cerusita, con un mineral en forma de agujas muy finas blancas (Aragonita) y con Quiesel mala- quita. Probablemente se encuentra más üioptasa en los nu- merosos criaderos de cobre de la sierra Chica, habiéndose así encontrado indicios de ella en el «fahlbandw de cobre en la mina Tio. La diferencia en los resultados obtenidos por el análisis de este mineral (Hesse, Lo^vitz, Yauquelin, Damour, Ram- melsberg), me impulsó á practicar á mi vez una investiga- ción, aprovechando de la gran cantidad de cristales de que disponía, la que me dio el siguiente resultado: Si O, 38.381 CuO 50.674 Fe, O3 0.674 H, O p. dif 10.266 100.000 3. COQÜIMIUTA Sobre la eflorescencia que contiene la Halotrichita observé una vez, una delgada capitade un mineral escamoso muy fino, cristalino, de color amarillo de limón, muy parecido al Misy del Rammelsberg (Alemania) y á la Coquimbila de Chile. Este mineral está compuesto de ácido sulfúrico y óxido de hierro y se disuelve en parte en agua como el Misy. La — 114 — cantidad recogida de él era insuficiente para un análisis cuantitativo. 4. VIVAIMTA ó TIERRA DE HIERRO AZUL Ya he hecho mención de este mineral en mi trabajo « La cuenca del río Primero en Córdoba^^. Se encuentra lo más en la parte inferior de la formación pampeana alrededor de Córdoba, como también en capas superiores dentro de arcilla porosa compacta, en forma de un revestimiento muy delgado, á veces dendrítico, terroso, de color azul-negrusco. 5. ESPATO DE MAKGAJNESO El Museo Mineralógico de la Universidad de Córdoba po- see algunas hermosas muestras de espato de manganeso (juntos C(tn galena y blenda), recogidas por el doctor Stelz- ner en las gangas de los filones metalíferos de Ca[)il litas, en Cata marca. Una de dichas muestras contiene á más, algunos cristales lamelares de barita. El espato de manganeso se presenta en capitas concéntri- cas ondulosas, diferentes en color, grano y composición. Al- gunas partes tienen un grano grueso y están limitadas en las drusas por pequeños romboedros, siendo su color rojizo. El análisis, cuyo resultado se encontrará más abajo, mues- tra que esta variedad es una de las más puras encontradas hasta hoy, acercándose en su composición a ía de Kapnik en Hungría (con 89 % de CO;^ iMn) y á la de Vieillc en los Pi- rineos (con 97,1 °/o). Sin embargo, el contenido de carbonato de manganeso es muy variable en los distintos ejemplares. — 115 — encontránclose así capitas muy delgadas de color gris-blanco y tevtura casi compacta, que separan las capas bien cristali- nas, con sólo un 62 °/o de carbonato de manganeso. Análisis I. Agregado arriñonado, sin desarrollo libre de cristales CO3 Mn 90.099 CO3 Ca 3.913 C03Fe 3.614 CO, Ug 2.451 100.077 Análisis II. Agregado con cristales en parte CO, Mil 93.064 CO, Ca 2.658 CO, Fe 2.843 CO3 Mg 2.106 100.671 Córdoba, Julio de 1894. CONTENIDO DE LA PRESENTE ENTREGA PARTE científica Páginas Óscar Doering. — El período diurno y anuo de las tor -ntas, en Córdoba ó Guillermo Bodenbender.— La llanura al Este déla sierra de Cór- doba. Contribución á la historia del desarrollo de la llanura pampeana 21 Óscar Doering. — La insolación en Córdoba. Resultados cor- respondientes al quinquenio 1889-1.893 55 Guillermo Bodenbender. — Los criaderos de Wolfrara y Molib- denita de la sierra de Córdoba. Comunicaciones mineras y mineralógicas 93 boletín DE LA lili lili i a EN CO RD O BA (República Argemisi^ Diciembr^e de d.894.— Tomo XIV Entrega 2^ BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI É HIJOS, ESPECIAL PARA OBRAS 680 — CALLE PERÚ — 680 1S94 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA (EN CÓRDOBA) PROTECTOR S. E. el Presidente de la República, Dr. D. JOSÉ E. IRIBIRI PRESIDENTE HONORARIO S. E. el Ministro de Jnsticia, Culto é Instrucción Pública, Dr. A. BERMEJO COMISIÓN DIRECTIVA PRESIDENTE Ing. D. Ángel Machado DIRECTORES ©r. D. Osear Doering. Dr. D. Adolfo Doering:. Dr. D. Federico Kurtz. Dr.D. Arturo de Seelstrang. Dr. Pablo Coltenot. Dr. D. ii. Bodenbender. SECRETARIOS Interno y de actas : Ing. D. F. Alvarez Sarmiento. De correspondencia extrangera : Dr. D. Federico Kurtz, bibliotecario. COMISIÓN REDACTORA DEL BOLETÍN Y ACTAS Dres. Osear Doering, Adolfo Doering, Arturo de Seelstrong. COMISIÓN DE BIBLIOTECA Dres Osear Doering, Federico Kurtz, Guillermo Bodenbender. OBSERVACIONES MAGNÉTICAS EJECUTADAS DE 1884 Á 1888 EX LA REPÚBLICA ARGENTINA Y EL PARAGUAY COX CN MAGNETÓMETRO DE DESVIACIÓN Por ÓSCAR DÜERIN'G La escasez de datos sobre la distribución del magnetismo terrestre en el continente Sud-Americano ha sido siempre un vacío muy sentido por los hombres de ciencia, y en casi todos los congresos y reuniones de físicos y geógrafos interesados en el desarrollo de esta rama del saber humano, no han fal- tado voces autorizadas que deplorando esa falta expusiesen la necesidad de proceder á una exploración magnética, si- quiera parcial, de Sud-América. En cuanto á la parte ]\ordeste del Brasil, un físico holan- dés, el doctor E. vaa' Rijckevorsel tiene el gran mérito de haber emprendido y concluido, á su propia cuenta, esa tarea en los años 1880-85 0), pero en la República Argentina todo había quedado in statuquo. En otra ocasión ('') he dado una breve relación de las pocas (^¡ Magnetic Survey of the Eastern Part of Brazil by Dr. E. vax Ri- JCKEVORSEL aiid E.NGELEXBL RG. Verhandelingen d. Kon. Akad. van We- tensch. 27'". deel. Amsterdam, 1890. (*) Óscar Doering, Las manifestaciones del magnetismo terrestre en la Provincia de Córdoba. Este Roletin, tomo XII, pág. 324. — 118 — mediciones magnéticas que de paso se habían efectuado en el interior de nuestra República y de los esfuerzos inútiles que de mi parte había hecho para que el Gobierno ?íacional des- tinara algunos fondos á la exploración magnética, encomen- dándola á un instituto especial. Fracasado el proyecto de la fundación de un ob.servatorio magnético, no he abandonado ni un solo momento la idea de hacer cuanto estuviese en mi poder, para que desapareciera algo de la oscuridad que reinaba sobre la distribución del magnetismo terrestre en nuestro país. Pero las dificultades eran grandes. Si bien sobraba de mi parte buena voluntad y decisión, faltábalo más esencial, los instrumentos, los recursos para emprender los viajes y el tiempo, pues éste se reducía á los pocos meses de va- caciones universitarias. La Academia Nacional de Ciencias, reconociendo la im- portancia déla tarea, ha allanado algunas de esas dificulta- des en cuanto le ha sido posible. La modesta suma que la Ley de Presupuesto asigna á este instituto para exploracio- nes científicas, no ha permitido costear del todo la empresa: así, como en otras ocasiones, su acción se ha limitado forzo- samente á tomar á su cargo una parte de los gastos. Sin em- bargo, esa ayuda limitada ha permitido hacer las observacio- nes que se publicarán en los renglones siguientes. Tocante á la adquisición de los instrumentos, cumplo con el grato deber de señalar la ayuda eficaz que me ha pres- tado un miembro honorario de nuestra Academia, el señor profesor Doctor G. Neumayer, consejero del almirantazgo y director de uno de los institutos más notables en su género, del Observatorio ^íarítimo Alemán en Hamburgo. El doctor Neumayer, protector, maestro y consejero tan incansable y entusiasta, como bondadoso de todos cuantos piensan con- tribuir con observaciones al ensanche de nuestros conoci- mientos sobre el estado magnético de la tierra, tuvo la defe- rencia no sólo de eligir los instrumentos adecuados para mi — 119 — objeto, sillo que los examinó y comparó antes de hacérmelos remitir con precauciones especiales. Me es grato manifestarle aquí públicamente mis más sinceras gracias por esa y nume- rosas otras atenciones que me ha dispensado en mi tarea. Una vez provisto de los instrumentos de que haré men- ción nicas adelante, y después de algunas determinaciones en Córdoba, principié una serie de viajes, largos unos y cortos otros, determinando las constantes del magnetismo terrestre en 27 distintas localidades, de las que algunas se han visitado varias veces. En la mayor parte de estas no se habían hecho nnnca observaciones magnéticas. Casi todas están situadas en la República Argentina, sólo dos, Asunción y Paraguarí, en el Paraguay . Las 25 localidades argentinas se encuentran entre 25° 48 ' y 32° 57 ' de latitud Sur y entre 58° 12' V 65° 2 1 ' de lonuilud Oeste de Greenwich, y se dis- tribuyen sobre las distintas provincias, como sigue: Gobernación de Formosa: Villa Formosa. Corrientes: jGorrientes, Bella- Vista. Salta: Rosario déla Frontera. Tucuman: Tucuman, Simoca, La .Madrid. Catamarca: Lavalle, San Antonio, Recreo. Santiago del Estero: Santiago, Loreto, Frías. Córdoba: Totoralejos, San José, Dean Funes, Cosquín, Córdoba, Río 2", Laguna Larga, Oncativo, Chañares, Villa María. Santa-Fé: Rosario, Cañada de Gómez. LOS VIAJES ]yoes mi ánimo aumentar con este capítulo la larga serie de descripciones atractivas en que abunda nuestra literatura; descripciones en que la naturaleza y los objetos mirados se presentan al lector bajo la faz de siluetas de contornos inde- finidos, mientras que generalmente lo único que se distingue — 120 — bien es, en marco dorado, el retrato del viajero que nos abre confidencialmente los nichos más remotos del relicario de su alma, fantasía v memoria. Sólo haré, en orden crono- lógico, la enumeración prosaica de las localidades que he vi- sitado, é informaré de todo cuanto se relaciona con el objeto cieutíñco de estos viajes. i" viaje : Rosario de Santa-Fé, Asunción, Paraguari, Formosa, Corrientes y Bella Vista. El 22 de Enero de 1885 subí al tren en Córdoba para em- barcarme en el Kosario en uno de los vapores que hacen su carrera entre Buenos-Aires y Asunción. Llevaba en ese viaje los aparatos é instrumentos siguientes necesarios para mis operaciones: I" Una carpa, libre de fierro, en forma de un cubo de 2 metros de lado, terminado arriba por un techo de dos aguas de 0.5 metros de altura. Se afirma con ocho cordeles de cá- ñamo en estacas de madera sobre dos palos verticales y una cabecera que desarmados se transportan en seis piezas. Las cuatro paredes laterahs, verticales sin inclinación, se pue- den abrir, arrollando la lona hacia arriba, tanto cada una por sí sola, como todas á la vez, en cuyo último caso la carpa se parece á un gran parasol. Esta construcción facilita la venti- lación y permite dirigir visuales á las estrellas desde el cen- tro de la carpa donde se instala el trípode con el instrumento. Su capacidad es suficiente para alojar, cuando el tiempo ame- naza lluvia, todo el eíjuipaje y una cama de yiajc. Esta carpa, construida según mis propias indicaciones, me ha acompa- ñado en todas mis exploraciones magnéticas, sirviéndome, según las circunstancias, de observatorio, de habitación y de dormitorio. Resiste á los vientos fuertes v á la lluvia, v se cierra tan bien que aun cuando el aire esté muy agitado, las oscilaciones de la aguja se pueden observar sin molestia al- guna. El peso total de la carpa, incluyendo las piezas de ma- — 121 — dera y las estacas, es de 20 kilos, y embalado todo, forma un rollo de un metro de largo y treinta y cinco centíme- tros de diámetro. La puedo recomendar para operaciones se- mejantes, pues ofrece más ventaja que cualquiera de las cons- trucciones que he \isto indicadas para este objeto; 2° L'na silla baja de artista ó de pintor, formada de un asiento de cuero sobre trespiés unidos por un triple torni- llo de bronce. Desarmada se presenta en forma de un bastón . grueso de sesenta cenlímctros de largo. Este aparato ha sido muy útil en las observaciones del sol con el círculo de retlexion; 3" El magnetómetro de desviación, Bamberg número 1247, acomodado en un baúl especial de 47 X 28 X lO centí- metros; 4° Un círculo de rellexionde Spreuger, Berlín, con hori- zonte de mercurio; 5° Un cronómetro de bolsillo deLange u. Sóhne, (ílashüt- te bei Dresden, número 13373; C" Un barómetro Fortín, Tuess número 714; 7" Uuhipsómetro, Fuess número 55; 8" Un aneroide, formato grande, deFeiglstok en Viena; O" Un psicrómetro-honda ó rotatorio dividido en semigra- dos; !0° Efemérides astronómicas {lleriin Naut. Jahrbuch) y tablas logarítmicas para el cálculo inmediato de la mayor par- te de las observaciones. Llegado al Rosario supe que el primer vapor había de sa- lir recien el veintiséis y aproveché ese tiempo de espera para hacer una serie de observaciones allí, el 24 de Enero. Guiado y acompañado por mi amigo, el conocido comercian- te señor Guillermo Tietjen, no me fué difícil encontrar un sitio excelente para mi objeto, el campo libre cerca de la Pla- za López, entre ésta y la ciudad. El 26 de Enero á las cinco pasado meridiano salió mi vapor, elSanMartíny llegamos al puerto de Asunción el 30 á las 10 p. m. — 122 — Allí hice las observaciones magnéticas el 5 de Febrero en un paraje muy apropiado, en el banco de la Laguna, al norte de la ciudad, cerca del Cabildo y del nuevo Palacio de López. La carpa distaba más de trescientos metros de cual- quier casa. Era uno de los objetos principales de mi viaje instalar allí un pequeño observatorio meteorológico, para cuya dirección se había ofrecido el señor don Enrique Mangels, cónsul ale- mán en Asunción y uno de los que mejor conocen el Para- guay. Este señor había observado ya algunos años con instru- mentos no muy buenos y sin someterse aun sistema riguroso de observación, prestando, sin embargo, un gran servicio á la ciencia y á su patria adoptiva, pues sus observaciones son todavía la base de la climatología paraguaya. Los instrumen- tos que le había destinado y que habían salido ya del Eosario antes de mí, tardaban mucho en llegar y no queriendo aban- donar el Paraguay sin haber instalado ese observatorio, pasé el tiempo gozando délas delicias de aquella naturaleza en- cantadora y tomando casi diariamente alturas del sol para estudiar bien la marcha de mi cronómetro. Tampoco dejé de visitar el interior de aquel país, viajando con el ferrocarril áParaguarí. Allí hice una serie muy completa de observa- ciones magnéticas el 12 de Febrero en un paraje sumamente favorable y — lo que rara vez me ha sucedido — sin ser es- torbado ni interrumpido por curiosos de nniguna clase. Puse mi carpa en el campo libre, á trescientos cincuenta metros del hotel de Don Juan Robelli, en que me había hospedado y que está á inmediaciones — al W. — de la estación del fe- rrocarril. La villa de Paraguarí queda como á dos kilómetros más al Sur. Antes de la llegada del tren en que había de vol- ver á Asunción, en la mañana del 13 de febrero, pude subir á uno de los pintorescos cerros poblados de vegetación espe- sa que flanquean la planicie de Paraguarí. Era el Cerro Ne- gro(Hú), cuya altura determiné — véase los detalles bajo Paraguarí — con el hipsómetro Fuess número 55 en 276'" — 123 — encima de la estación de Paraguarí ó en 4'i8"' sobre el nivel del mar. Esta cifra es un 7 "/o niás alta que la que ha deter- minado JoHzssTON (850 feet=259"') (^). Al íin habían llegado los instrumentos que establecí el "21 de Febrero en la estancia del señor Mangels, denominada Iduna, y situada como á siete kilómetros al E. de Asunción. Antes de abandonar el Paraguay, pude repetir mis observa- ciones magnéticas el 23 de Febrero. Esta vez las hice sin carpa, estando el cielo nublado, en el establecimiento (La Cancha) de la Sociedad Hípica de Asunción, situado en los suburbios, al E. de Asunción: no me fué posible concluirlas, pues algunos aguaceros que sobrevinieron me obligaron va- rias veces á interrumpirlas. Recuerdo con placer las múltiples atenciones que me dis- pensaron durante mi estadía en Asunción los señores Mangels, Garlos von Gülich y Ernesto Gruhn. El mismo vapor San Martín me llevó el 24 de Febrero cá Villa Formosa, donde llegué en las primeras horas del día 25. Una casualidad me hizo conocer al señor Don Gustavo Belle- mare, quien había venido á bordo para despedirse de un ami- go. Gracias á la exquisita amabilidad de este señor, me en- contré, muchas horas antes de salir el sol, establecido en su habitación que tenía en una de las casas de la Gobernación, ventaja muy grande para mi, si se tiene presente que á la sa- zón no existía hotel en Formosa y sólo algunas pequeñas fon- das en que habría sido sumamente difícil encontrar aloja- miento. En el terreno cercado de la misma casa hice con toda comodidad tanto las observaciones del sol, como las magnéti- cas, en los días siguientes. Ausente el Gobernador titular, la Gobernación estaba en- tonces á cargo del sargento mayor señor don Rosendo Fraga, quien secundado por los oficiales del 5" de línea, todos ama- (^) Proceedings of the Royal Geogr. Soc, London. vol. XX, pág. 498 y sig. — 124 — bles, me hizo pasar agradablemente las horas desocupadas que me quedaban hasta la \enida de otro vapor. Con placer cumplo con el deber de manifestar aquí públicamente mi agra- decimiento por las atenciones y la franca hospitalidad que he recibido de parte de él y del señor Bellemare. En la mañana del 1" de Marzo abandonó Formosa en el va- por/tío Urugaa,!), llegando el mismo día á Corrientes. Allí pude tomar alturas del sol en el mismo hotel^ pero elegí para los trabajos magnéticos la barranca alta del Paraná que está al E. de la ciudad, entre el río y el cuartel: el sitio lleva el nombre de La Baíeí'ía. 3Ii amigo, el señor Jorge Katzen- stein, entonces profesor del Colegio Nacional, me hizo cono- cer este instituto de enseñanza, del que recibí la impresión de ser un colegio modelo. Concluidas las observaciones el 3 de Marzo y determinado el azimut de mis miras el 5 del mismo mes, me trasladé el 6, en el vapor Taraguy á Bella-Vista, donde me alojé en el hotel de Toribio Jara, situado en la es- quina SW. de la plaza principal^ en cuya huerta espaciosa hice las observaciones el 7 de Marzo. Estando por terminar las vacaciones, tenía que volver á Córdoba y tomé pasaje en el vapor Colon (construido por la conocida casa de E. Schischan en Elbing), pensando llegar pronto al Rosario. El vapor salió el 11 de Bella-Vista, pero recien el 16 llegamos al Rosario, pues a una legua de La Paz, tuvimos la desgracia de varar. Dos días enteros se perdieron en tentativas de poner el buque á ílote, al fin, el 15, un vapor de la misma compañía, el Centauro, libertó nuestro buque de su peligrosa situación. El 1 7 de Marzo estaba de vuelta en Córdoba. 2" Viaje: Cañada de Gómez, Rosario, Villa-María, Laguna Larga Con los mismos aparatos que había llevado en el primer viaje, salí de Córdoba el 28 de Marzo de 1885, á fin de apro- — 125 — vechar para mi tarea las vacaciones que la semana santa ofrecía. En Cañada de Gómez observé, el 29 de Marzo, parando la carpa en la plaza principal^ casi en frente de la iglesia. De allí me trasladé al Rosario para completar y repetir las observacio- nes que había hecho en Enero. El 31 de Marzo hice allí, en la misma plaza López, sin car- pa, observaciones de la declinación y deflexión, costándome mucho tiempo y muchos ensayos inútiles en aquel día tan nublado dirigir algunas visuales al sol para la determinación del azimut. Tomé el tren á Villa Maria el r de Abril: estaba lleno de pasajeros que iban á asistir á la inaugura-.Mon del fe- rrocarril á Mendoza, á tal punto que tuve que hacer parado todo el viaje. En Villa-)íaría hice las observaciones magné- ticas el 3 de Abril, en el campo, á trescientos metros al Sud de la plaza, teniendo el puente del río Tercero como á seis- cientos metros al SW. Concluyó este viaje con mis observa- ciones en la estación Laguna Larga, el 5 de Abril de 1885, de donde volví á Córdoba. S""'' viaje: Chañarles, Oncatioo, Rio Segundo Este viaje rápido, de 3 días, estaba dedicado á las estaciones del Ferrocarril Central Argentino: Chañares (24 deMavo de 1885), Oncativo (25 de Mayo) y Río 2" (2G de Mayo). Los se- ñores jefes de estación me dieron permiso para establecer muy cerca de las estaciones la carpa que me servia á la vez de ha- bitación: no eran agradables aquellas noches en que el ter- mómetro marcaba 6- bajo cero. En Chañares observé á 150 metros al Oeste de la estación, donde había campo baldío. Menos favorable para mi objeto era el sitio que tuve que elegir en Oncativo, en el mismo terreno de la estación, á pocos metros de distancia al SW de la casa. Lo mismo se puede decir de la localidad que elegí de noche en Rio 2" : terreno de la estación al NE. de la casa, rodeado de pilas de — 126 — leña y carbón, en frente del semáforo septentrional de la estación. 4** viaje: Rosario de Santa-Fé Teniendo que viajar por asuntos particulares al Rosario, llevé el magnetómetro é hice en la tarde del 28 de Agosto de 1885 algunas observaciones en la plaza López. ■No había tiempo para tomar alturas del sol, de modo que el azimut se ha calculado con la marcha del cronómetro y la diferencia de longitud entre Córdoba y E osario. 5" viaje: Tucuman , Rosario de la Frontera Apenas habían principiado las vacaciones universitarias, cuando hice un viaje al Norte de la República. El 11 y 12 de Diciembre de 1885 observé en Tucuman. Mi joven amigo, D. Miguel Lillo, profesor de física del Colegio Nacional y sub-director de la Oficina Química Municipal, había puesto á mi disposición su grande quintaqueestiá al SW. de la ciudad á la distancia de un kilómetro de la estación del ferrocarril Allí hice mis observaciones. Aunque mi propósito era visitar las estaciones ferrocarri- leras entre Tucuman y Córdoba, acepté, sin embargo, la in- vitación de mi amigo Schneidewind, de acompañarle en un viaje. El ingeniero D.Alberto SchneideAVÍnd,eraentoncesdi- rectorde la prolongación del Ferrocarril Central Norte, y pen- saba hacer un viaje de inspección de las obras. Salimos el 14 deDiciembre deTucuman en eltren, tomando caballos en Ro- sario de la Frontera, donde dejé mis instrumentos. Visitamos en un viaje rápido todo el trayecto entre Rosario y Chilcas, volviendo el 17 á Rosario. El 18 nos separamos, yendo yo á los conocidos baños termales de Rosario, situados en las montañas al E. de la estación, donde hice mis observaciones el 19 deDiciembre de 1885. Determiné, de paso, la altura — 127 — del establecimiento en 100"' sobre el nivel de la estación, que es de 757'", resultando así una altura absoluta de 857'^^ sobre el nivel medio del Rio de la Plata enfrente de Euenos-Aires. ?ío me era posible observar en una de las estaciones in- termedias entre Rosario y Tucumán, pues con urgencia se me esperaba en Córdoba. 6° viaje: Simoca, La Madrid El 22 de Enero de 1836 estaba otra ^ezen Tucumán, don- de hice sólo determinaciones del tiempo, yendo en la tarde del mismo dia á Simoca. Allí observé el 23 de Enero en el patio de una casa de comercio que está á 100 metros al AV. de la estación. Tenia á 8 metros al ESE. la cocina déla casa, que contenía muy pocos aparatos de fierro. Acompañado de un fuerte aguacero llegué á La Madrid en la noche del 24 de Enero. A causa de esa lluvia perdí dos dias, pues todo el terreno cerca de la estación estaba inunda- do. En estas circunstancias — la lluvia duró 2 dias y medio — se habrían inutilizado mis instrumentos, si el señor Berry, jefe déla estación, no me hubiese ofrecido su hospitalidad. Le manifiesto aquí mi más sincero agradecimiento por los servicios que me ha prestado con todo desinterés. El 17 de Enero, al fin, pude parar mi carpa y principiar las observa- ciones que concluí el 29 de Enero. Las hice al SW. de la esta- ción á 300 metros de distancia. Aquí me alcanzó un telegrama que me comunicó enfermedad grave en mi familia, obligán- dome á volver precipitadamente á Córdoba. 7° viaje: Lavalle, Frias, San Antonio, Recreo, Totoralejos. Continué el viaje interrumpido el 17 de Febrero de 1886, fecha en que llegué á Lavalle. Observé allí los dias 17 y 18 á — 128 - 300 metros al SW. de la estación y á 45 m. de distancia de los rieles, y fui en la tarde del 18 á Frías, donde permanecí ob- servando del 19 al 21 de Febrero. >iü encontrando en la misma población de Frías un local conveniente para mis ob- servaciones, me trasladé á 2 kilómetros al S. de la estación, poniendo la carpa á inmediaciones del puente sobre el rio Albigasta. El tren de la tarde me llevó el 21 á San Antonio. La estación queda situada en un lugar llamado antes San Pablo, y fué trasladada acá de la población San Antonio, que está situada 7 á 8 kilómetros más al S. El jefe de la estación, señor Dante Bizcardi, con quien te- nía relaciones amistosas hacía tiempo^ me colmó de atencio- nes y me dispensó una hospitalidad tan agradable que sus recuerdos no se borrarán jamás de mi memoria. Vivía allí en una casa recien construida, sin fierro^ en frente de la esta- ción y pude colocar la carpa á su lado, de modo que me se- paraba de los rieles una distancia de 40 metros y la casa de la estación quedaba á 200 metros al NW. Las observaciones se hicieron el 22 y 23 de Febrero y en la tarde del último dia to- mé el tren á Recreo. Allí hay campo abierto al E. de la esta- ción, entre estay la «sierra» de Recreo, donde no hay es- torbo ni influencia locales: observé á una distancia de 500 metros déla estación y á 100 metros á lo menos de las casas más próximas. Después de concluidas mis observaciones en iosdias 24 y 25, llegué el 26 temprano á Totoralejos, estacio- nándome á 200 metros al NW. déla estación y dedicando el 26 y 27 de Febrero á las determinaciones magnéticas. Los dos señores que en esta apartada localidad me han prestado muchos servicios, don Francisco Zambelli v don José Ga- brera, ya no pueden recibir el testimonio de mi gratitud, uno y otro han fallecido entretanto. El 28 de Febrero volví á Córdoba. — 129 8° viaje: San José, Dean Funes Para esta excursión había destinado la semana santa del año 1886 y pensaba recorrer las estaciones del Ferrocarril Central IS'orte situadas entre Totoralejos y Córdoba. El mal tiempo que me acompañaba, días de garúa y neblina, y que me obligaba á pasar muchos dias sin poder tomar observa- ciones del sol, hizo que sólo dos estaciones, San José y Dean Funes, fuesen visitadas. En San José estuve desde el 20 de de Abril hasta el 25; en Dean Funes del 25 al 28 del mismo mes. El inclinatorio me había dado en los últimos viajes mucho trabajo, pues se notaba poca concordancia en las lecturas. Suponía que los ejes sumamente delicados de las agujas de inclinación estaban torcidos, aunque no recordaba incidente ninguno en que esa desíiguracion podía haberse producido. Llevé entonces conmigo un inclinatorio distinto, Adié nú- mero 62, con dos agujas marcadas 20 y 21 . Este instrumento es de los que se llaman modelo Kew y había servido para las determinaciones absolutas de la inclinación en la Expedición Antartica Alemana que había observado en Georgia del Sur. En San José vivía en la carpa á 300 metros al E. de la esta- ción. El señor don Benito Ortíz, jefe de la estación, hacía todo lo posible para que las numerosas horas que tuve que pasar sin hacer nada, fueran menos fastidiosas. Dias nu- blados, también me impusieron una estadía más larga en Dean Funes, donde observaba á 200 metros al SE. de la esta- ción. El 28 de Abril estaba de vuelta en Córdoba. 0° viaje: Cosquin Recien en Marzo de 1887 reanudé mis exploraciones mag- néticas, interrumpidas por varios inconvenientes. Pasé los dias 15 á 17 de Marzo en la villa de Cosquin, observando en ~ 130 — el espacioso terreno de mi amigo don Federico Dilla. Para el inclinatorio había recibido, entretanto, 2 agujas nuevas, números 3 y 4, del señor Bamberg, y empleai)a el número 3 enCoscjuin aliado del 2. 10° viaje: Recreo, Santiago del Estero, Loreto Poco después aproveché por tercera vez de la semana san- ta, para extender mis observaciones sobre el ramal del Fe- rrocarril Central JNorte de Frías á Santiago. Teniendo des- confianza en algunas de mis observaciones hechas anterior- mente en Recreo, pasé allí los días 4 y 5 de Abril de 1887, eligiendo para mi objeto el mismo sitio que había ocupado en Febrero de 1886. El 6 de Abril llegué á Santiago del Es- tero, donde mi amigo Federico Rosenbusch me proporcionó en el terreno de su cervecería un sitio excelente en que puse mi carpa. Este sitio estaba próximamente á 500 metros al W. de la estación del ferrocarril, quedando la catedral al ENE. á una distancia de 1 7: kilómetros. Las observaciones en Santiago me ocuparon del 7 al 1 1 de Abril y son las más completas, exactas y numerosas que he podido practicar en mis viajes. El mismo cuidado dediqué á las que hice en se- guida en la estación Loreto, del 12 al 15 de Abril. Aquí me establecí con mi carpa en el campo abierto al SW. de la esta- ción, retirado de los rieles: no había curiosos que me inte- rrumpiesen, la plaga más grande en observaciones magnéti- cas, ni mi tiempo tenía que dividirse entre la ocupación científica y los deberes que la hospitalidad tan generosamen- te brindada en este país impone al viajero, generalmente á costa y en perjuicio de las tareas cientííicas. Con esta excursión se concluyeron mis viajes con el instru- mento Bamberg 1247, pues recibí pronto otro magnetóme- tro de más precisión, Bamberg número 2597, que desde en- tonces me ha servido en las exploraciones magnéticas. — 131 — COORDENADAS GEOGRÁFICAS Para nuestro objeto, los mapas existentes dan las coorde- nadas geográficas con una exactitud suficiente . En algunos casos, desconfiando de las indicaciones de los mapas, se ha determinado la latitud por observación de alturas circunme- ridianas del sol, pero no han resultado diferencias notables de las posiciones dadas por los mapas. En otros casos me he convencido de esa concordancia, calculando la latitud con las alturas correspondientes del sol que había tomado para la determinación del tiempo. Pues para alturas iguales es 9 = D zL v ('), suponiendo tg o sen h sen D tg D = 7— y eos v = ^ ° eos I X -^ ' sen o En esas ecuaciones es a la diferencia de los <ángulos hora- rios, tomando en cuenta la marcha del cronómetro, ó A = (1\ - e,) — (T — e) 4- (^T, - AT), siendo Gi y e la ecuación de tiempo correspondiente á los mo- mentos Tj y T, y ATj y AT las correcciones del cronómetro en los mismos momentos. La longitud se ha derivado, algunas veces, comparando el tiempo local con el de Córdoba: tampoco he encontrado dife- rencias dignas de notarse. Las alturas desconocidas de algunas localidades han sido medidas y calculadas por primera vez: reclamo la prioridad para Rosario de la Frontera (los baños) y Cosquin. (^) Véase Chauvenet, Manual of Spher . and Pract. Áslronomy, vo- lumen I, § 182, fórmula 326. — 132 DETERMIJNACION DEL TIEMPO Como se verá más adelante, el método que he empleado sin excepción en la determinación del azimut de las miras im- plica el conocimiento exacto de la corrección del cronómetro. De consiguiente, la determinación del tiempo ha sido una de las tareas más importantes en mis excursiones y se hi emplea- do en ella el mismo tiempo ó más aún que el que es requerido para practicar las observaciones puramente magnéticas, ' Rara vez he llevado en los viajes mi cronómetro de marina, Brocking 1024, y aún, cuando éste me acompafiaba, me he servido en casi todas mis observaciones de un cronómetro de bolsillo, de muy buena calidad, que bate 0'2. Es de la fá- brica de A. Lange n. Sohne, Dresdener Glashütte. número Í3373, y se llamará en adelante sencillamente Glashütte. En los viajes en que tenía los dos, el reloj Glashütte ser- vía sólo de reloj intermediario ó de interpolación durante las observaciones de tiempo ó de azimut, pero enmuchasexplo- racionesel reloj Glashütte ha sido el único medidor de tiem- po y no tengo motivo para estar descontento con los resul- tados que me ha dado. Además, un cronómetro de marina es un compañero que necesita atenciones muy solícitas que no se pueden encargar á personas inexpertas. El cronómetro Brocking había figurado en una de las ex- posiciones de cronómetros que anualmente suelen observar- se en el observatorio marítimo alemán de Hamburgo y á los que los fabricantes, compitiendo unos con otros, mandan los mejores productos de sus talleres. Por meses enteros se exa- mina allí escrupulosamente la marcha de cada uno con varia- ción de la temperatura y se publica el resultado del concurso. Durante las exploraciones se llevaba el cronómetro bien acondicionado en una caja acolchonada que disminuía mucho — 133 — las induencias de la teaiperatura. El cronómetro de bolsillo se ha guardado siempre, de diay de noche, en la misma po- sición, vertical. Las alturas del sol, — no se han observado otras estrellas en los viajes — se han tomado con un círculo de reflexión de Sprenger, Berlin, de 16 centímetros de diámetro y cuyos dos verniers aprecian "20". Era propiedad de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de. la Universidad IVacional de Córdoba (Gabinete de Topografía). La rectificación del instru- mento laihacía cada vez antes de salir á nuevos viajes y el único error que quedaba sin corregir, el del O ó del índice, se ha determinado generalmente antes ó después de una ob- servación ó las dos veces. Un detenido examen previo del horizonte artificial de mer- curio dio por resultado que no era necesario distinguir entre los dos cristales plano-paríilelos que forman el techo del ho- rizonte. Al principio empleaba el método de alturas singulares, más tarde se han observado alturas correspondientes del sol. En efecto, las condiciones climatéricas de nuestras zonas son su- mamente favorables al uso de ese método más ventajoso: es- casos son los días en que el grado de nebulosidad del cielo no permita observar por la tarde las alturas correspondientes necesarias. Cuando las nubes se oponían á esas observacio- nes, se han medido, al menos, alturas desiguales ó casi igua- les del sol, calculando por la fórmula de Littrow modificada por VOA AVÜLLERSTORF-UllBAlR ('). Como se verá más adelante, se ha determinado el tiempo casi diariamente en los viajes, de modo que el estado y la marcha de los relojes eran siempra conocidas con una exac- titud más que suficiente. Presentamos en los renglones siguientes algunos ejemplos (^) Véase: Handb. d. Navigation des Hydrograph. Amts d. Kais. Marine, Berlin, 2" Auíl., página 293. T. XIV IQ — 134 — detallados, á fin de que se pueda apreciar nuestro modo de observar, así como los métodos empleados en el cálculo. Para los datos astronómicos se ha consultado el Berliner NaiUiches Jahrbuch. En las observaciones se encuentran á continuación de los segundos algunas cifras sin denomina- ción que signiíican toques dobles del reloj y de los que cada uno tiene el valor de 0'4, No he tenido la ventaja de ser acompañado de un ayudante á quien encargar uno de los múltiples trabajos, yo sólo he observado, he hecho la lectura del instrumento y del reloj, he apuntado las dos y finalmente he ejecutado todas las com- putaciones numerosísimas que no se han revisado por otras personas. Cuando se emplee, en lo futuro, la palabra error del ín- dice se entiende siempre la corrección que se debe aplicar al cero del círculo, expresando el signo la operación aritmé- tica á que se ha de someter esa corrección. Anticipo esta ex- plicación en \ista de que la expresión « error del índice» se puede interpretar de dos modos muy distintos y se presta cpn facilidad a equivocaciones ó errores en el signo. 1. PARAGUARÍ, Febrero 11 de 1885, p. m. Observación del cero del círculo de reflexión 010 0=29 '40" II 60" 359°25'20" || O" Corr. del índice -h 2 '30" 3 26 40 -23 ©^ '2 42 20 || 40 3 37 20 - 8 0 3 39 50 —21 ¿ 66°47'20" 1120" Barómetro = 748""'" Termómetro = 28' eos z — sen p sen o Cálculo : eos t = eos y eos f) — 135 — Tiempo = 3''24™8^4 S^SS^SO^S S-ST^ie^S 3'"39"4P6 Observación = (272°42 '30" 072°42'3O" 066M7'2O" (566°47'20" Cor. del índ. = + 2 30 + 2 30 + 2 30 + 2 30 Altura h = 36 22 30 36 22 30 33 24 55 33 24 55 Refr.yparal.= -16 — 16 — 114 — 114 édiám. 0= + 16 13 — 16 13 + 16 13 — 16 13 h correg. 0 = 36 37 37 36 5 11 33 39 54 33 7 28 z= 53 22 23 53 54 49 56 20 6 56 52 32 }. = — 25°36'3 / = + 3''48'"40^ para 4''5'" de tiempo medio local o ^ — 13°45'10" ecuación de tiempo e = + 14"'27''7 log sen p =: 9.63 565 log eos p = 9.95 511 log Sf-n o = 9.37 608.7 log eos 3 = 9.98 736.5 log (sen f sen 5] = 9.01 173.7 log (eos ? eos 5; = 9.94 247.5 cos:r = 9.77 568.4 9.77 012.1 9.74 377.1 9.73 755.9 — log [sen y sen 5) = 9.01 173.7 9.01 173.7 9.01 173.7 9,01 173.7 ^B =0.76 394.7 0.75 838.4 0.73 203.4 0.72 582.2 log de baUSS ^ ^^q^^q ^gg^ qq^ 5^39 q 34 g^j 7 q gg 537 3 + log (sen -p sen '3]:= 9.01 173.7 9.01173.7 9.01173.7 9.01173.7 log ¡cos:í-senrsen5) = 9.69 360.1 9.68 687.6 9.65 475.4 9.64 711.0 — log (eos p eos o¡ — 9.94 247.5 9.94 247.5 9.94 247.5 9.94 247.5 log eos í = 9.75 112.6 9.74 440.1 9.71 227.9 9.70 463.5 í en arco=55°40'5r' 56°16'47" o8°57'55" 59°33'53" í en tiempo =3"42"'43M 3 '^4-7" 7 n 3"55""5P7 3''58'"15''5 Ecuación de tiempo =+14 27 7 +14 27 7 +14 27 7 +14 27 7 Tiempo medio local = 3 57 11 1 3 59 34 8 4 10 19 4 4 12 43 2 Tiempo Glashütte = 3 24 8 4 3 26 30 8 3 37 16 8 3 39 41 6 ^T Glashütte = +33" 2^7 +33"" 4^0 +33"^ 2^*6 +.33" 1 6 Promedio aT = + 33'"2''7 para 3'^3r9 del reloj (= 3"53] — 13G — 2. CosQuiN, Marzo 15 de 1887, p, m. Alturas singulares del sol B = 693°""3 í = 26^0 a cronóra. — Glash. = + W-^Sá'Q Glash : 3'=53'"20^ — 17.5 ^ ) 59°20'0' |1 20" 56 O — 17.5 0 j 0^30'40" II 31'40" 359°26'10' || 30" Error del índice + l'ló' O 30 40 II 31 40 25 50 || 110 Cronóra. : 4''9"7^9 0 29°40'45"5 ¡altura incorr. del 0] Cálculo : sen' t eos s . sen ís — />' 2 eos p sen d d = 90= — a 2 P = — 31^3 '30" ). = +4n7"52'5 5 =—2=0 '32 Ecuación de tiempo e = + 8"59^8 log sec = 0.06 7965 log cosec = 0.00 0275 1 d = h = -3113.'30' 92 0 32 29 39 22 5 2s = 00 26 24 5 45 13 12 2 log 00$ = 9.84 7814 s — h= 15 33 50 log sen = 9.42 8643 2 log sen ^ = 9.34 4697 log sen I = 9.67 2348 i t = 28=3' 7" í = 56 6 14 — 137 — Tiempo verdadero local = 3''44'"24^9 e = + 8 59 8 Tiempo medio local Cronómetro 3''53"24^7 4 9 7 9 -^T cronómetro = — 15 43 2 3. Frías, Febrero 21 de 1886 Alturas correspondientes del sol Glash Promed. Glash Cron. Glash Cronómetro A. M. (ti) 10" 9"30^8 12 16 4 14 37 8 17 24 2 19 46 2 22 35 O 25 1 6 27 54 4 10 18 38 3 — 1 20 2 lo^n^isa Cífc. de refl. 0 112=0' Q '0 114 0 0 0 116 O Q 0 118 O P. M. (ti) 2" 17^25 ^6 14 39 O 12 19 6 9 32 O 7 7 4 4 17 8 1 52 6 1 59 2 O 12n3"28^2 27 7 28 7 28 1 26 8 26 4 27 1 28 2 2 8 17 O 12 13 27 7 — 1 20 1 2" 6^56^9 12''12" 7''5 Semi-interv.: 1"54"8 o = — 10=24'13"5 //í = +2608 Ecuac. de tiempo = + 13"'46^7 p = - 28=41 '6 ),^4-4'>20"'33^ = 4"34 -Amtg? = + 7^9 + Bm tg o = — 23 Corree, total = + 56 iiT del cronómetro AT de Glashütte 12''12" 7^^ + 56 12 12 13 1 mediodía según cronóm. 12 13 46 7 mediodía de tiempo medio + 1 33 6 febrero 21, 12" md. + O 13 5 — 138 — 4. Recreo, Abril 4 de 1887 Alturas desiguales del sol Tj (a. m.) = 9M2"'54'0 0 38° 9'43" (h corregida) = h^ T, (p. m.)= 3 2 17 3 0 37 56 46 ^ /¡, T„ = 12 22 35 6 0 38 3 14 5 = 2 , , _T,A=- 2^39■"4P6 dh = 12'57" = 777" 5 (li ^^1 (= 39°55'24" é = + 3""P6 o = + 5°45'0' m = + 2744" -;^ = — 29°18 54' ;. = + 4''20"'20^ — A??! tg V + BíH tg 5 = + ion dh eos h Corrección por alturas desiguales — dt 30 eos 9 eos o sea í dh= 12'57" Iog=2.89 042 T, =12''22'^35^6 /i=38° 3'14"5 logcos/i=9.89 622 Corree, de raed. = + 10 1 Compl. log 30=8.52 288 Corree. — di = — 36 6 log sec ^=0.05 951 ^j^^ ¿^^ ^^^^^ =12 22 9 1 log seo a=0.00 219 Ecuac. tiempo =+ 3 16 log cosec í=0.19 263 ^ AT= —19 7 5 log rfí = 1.56 385 — dí =— 36^6 L.\S OBSERVACIONES DE LA DECLINACIÓN MAGNÉTICA Descripción del aparato Todas las observaciones de que trata este estudio, se han hecliocon el magnetómetro de desviación, Bamberg, u" 1247. Este instrumento, de dimensiones compendiadas, se compo- — 139 — ne de las siguientes partes priacipales, necesarias para la determinación de la declinación : 1" Una plataforma sobre tres pies, con limbo horizontal y alidada giratoria, la que lleva un pequeño anteojo de pasos, y diametralmente opuesto á éste, dos soportes verticales que terminan en collares para recibir un espejo azimutal plano, móvil al rededor de un eje horizontal. Los dos nonius permi- ten la lectura inmediata hasta 5 ', pero en nuestras observa- ciones se ha estimado siempre el minuto; "2° Una brújula de declinación en forma de una caja pris- mática, cuya tapa cerrada con un cristal se puede atornillar sobre la caja. Esta se coloca y sujeta á la plataforma y tiene en su centro un estilo en que se apoya la aguja. Este centro coincide con el de una graduación interna incompleta sobre marfil con cuyos ceros, marcados por pequeñas puntas verti- cales, tienen que enrasar las extremidades de la aguja, coincidencia que se observa con un lente de aumento; 3° Dos agujas marcadas I y II, livianas, de 72""" de largo, 0.8'"™ de grosor y de 8""" de ancho en la parte central, cuya chapa de cristal se puede atornillar de tal modo al centro de las agujas que éstas se pueden observar con la marca arriba y marca abajo. Cada aguja está provista de una pequeña co- rredera metálica á fin de equilibrarla ('). Puesto que la declinación magnética es la diferencia angu- lar entre los meridianos astronómico y magnético, cada deter- minación de la declinación se compone de una operación as- tronómica, y de otra, propiamente magnética. Conviene tra- tar cada una por separado. Determinación del meridiRno astronómico Careciendo el pequeño instrumento de un círculo vertical, (^) Véase la descripción, con dibujo, en Eandhuch der Nautischen Instrumente. Berlin. 1882. § 127. — 140 — la determinación más expedita del meridiano es la de medir el ángulo formado por un objeto terrestre — la mira — y el centro del sol, anotando el tiempo de las punterías dirigidas hacia el sol y calculando con el ángulo horario de éste y la latitud del lugar su azimut y el de la mira, con lo que está indicado el punto del limbo que corresponde al Norte as- tronómico. A ñu de determinar el azimut de la mira, se ha procedido, casi sin excepción, del modo siguiente : Se han dirigido, generalmente dos veces, visuales al objeto terrestre, observando en las dos posiciones del anteojo para eliminar su error de colimación, y haciendo siempre la lec- tura de los dos nonius. Luego se ha observado_, intercalando un vidrio azul, encada posición (1 y II) del anteojo la tan- gencia del borde derecho é izquierdo de la imagen del sol (01 y 0) con el hilo vertical del retículo, apuntando á la vez el instante marcado por el cronómetro en cada uno de esos contactos. En seguida se han repetido las visuales hacia la mira del modo arriba descrito, con lo cual quedan concluidas las observaciones necesarias para la determinación del azimut. Cuando el sol está á más de 20° de altura sobre el hori- zonte, la disposición del anteojo no permite dirigir las visua- les directamente al sol : hay que servirse, en estos casos, del espejo azimutal. Con tal objeto, el observador da \n espalda al sol é inclina el espejo y el anteojo hasta que aparezca en el último la imagen del sol. Hecho esto, las visuales se diri- gen hacia la imagen reflejada del sol, procediéndose como antes, con la única diferencia de que el número de observa- ciones se duplica; pues, en la eliminación del error de coli- mación del espejo, hay que hacer las cuatro observaciones en cada una de las posicionesdel espejo, que es invertible: marca del espejo arriba, marca abajo. El ejemplo siguiente que doy con todos los detalles de la observación y del cálculo correspondiente, ilustrará el orden y método con que se ha procedido casi siempre. 141 — Santiago del Estero, Abril 8 de 1887 (mañana) ; = + 4n7"'3= (Obsorv. Nac.) p = -[- 27°48'2'3 (Observ. Nac.) Con espejo azimutal. Reloj : Glasbütte. POSICIÓN CÍRCULO HORIZONTAL Objeto del anteojo del espejo Tiempc ) civil Nonio 1 Nonio 2 Mira II — - 239° 53' 54' Mira I — - 53 54 01 I I gh 2-10^ - 13.5 238 12 14 10 I I 3 45 — 17.5 237 23 25 10 I II ó 40 - 10 17 18 ©1 I II 7 0 — 9 40 42 01 II II 8 40 - 19 28 29 B II II 10 0 - 18.5 236 42 43 0i II I 12 0 — 21 47 49 0 II I 13 25 — 12.5 0 2 Mira II — — 239 54 54 Mira I — — 53 54 Cálculo Promedio = Tiempo medio local = Ecuación de tiempo = Ang. horario 0 = í = t en arco = gb 7n.43s9 —16 4 8 7 51 29 1 + 1 38 O tg Oj = eos n \s t sen n 0 337° 11 '94 log tg 5 = 9.12 3224 log sec t = 0.33 6134 log tg n = 9.45 9358 4 10 8 9 62=32 '13-5 5 = + 7=33 '54" donde tg n = tg 5 : eos í r = — 27°48' 2"3 n = 16 3 54 7 [ -j. 71 = — 43°51'57 0 — 142 — log eos n = 9.98 2702 log tg t = 0.28 4210 log cosec (» — «/ = 0.15 9287 log tg o, = 0.42 6199 Azimut = o. = 69°27"2.3 Círculo azimutal = 237 11 94 Norte astroníjmico — 167 44 71 Mira = 239 53 62 Azimut de la mira = N 72 8 91 E Constantes y correcciones El e)'?'07' ele colimación del anteojo ha sido eliminado por el modo de observar, sin embargo se ha determinado en Córdoba con toda exactitud. No estando marcado el anteojo, se ha considerado como posición I á aquella en que se en- cuentra arriba la ranura del tubo en que corre un tornillo del ocular ; la posición II significa : ranura abajo. El anteojo vino de Europa con el error siguiente de coli- mación, que resulta de treinta observaciones practicadas á propósito : Posición I — posición II = + 4. '90, error de colimación: 2:45. Corrección para la posición I : — 2.' 45. Corrección para la posición II : + 2.' 45. Más tarde rectifiqué este error mediante corrección de la posición del retículo, pero a pesar de ser el error desde en- tonces = O, no se ha dejado de observar siempre en las dos posiciones del anteojo. El error de colimación del espejo ha sido constante durante todos los años de observaciones v no ha sido corre- gido en el instrumento. De trece series de observaciones, en que se dirigían visua- les ya á objetos terrestres, ya al sol, ya á a Canis Majoris (Sirius), ha resultado una diferencia entre la posición 1 — 143 — (marca del espejo arriba) y [I del espejo (marca ahajo) de -f 1 1 .'76. Luego ana observación hecha en la posición I del espejo requiere una corrección de — 5:88, en la posición TI de + 5 '88. Por lo tanto, si por falta de tiempo ó por otra circunstancia se hubiesen hecho observaciones incompletas, en una sola posición del anteojo y espejo, tendrán que aplicarse á los azi- mut determinados, las distintas correcciones que van en se- guida : o Para el anteojo I y espejo I.... — 8.'33 — I — 11.... -h 3:43 — II - II.... +8:33 — JI — I.... —3:43 Observo que no ha sido menester emplear alguna de esas correcciones, pues siempre ha habido tiempo para hacer observaciones completas . La corrección del error que acabamos de tratar, no incluye la de otro que puede presentarse, y que existe en nuestro instrumento : el de excentricidad del espejo, cuyo centro, en este caso, no se encuentra en el eje óptico del anteojo, ó lo que es equivalente, no está diametralmeute opuesto á éste. Este error se podría determinar, haciendo alternativamente observaciones con el anteojo y espejo en su posición ordina- ria, y otras en que el espejo ocupe el lugar del anteojo, y vice-versa. Si bien ese procedimiento no es imposible, dada la cons- trucción del aparato, es, por otra parte, sumamente incómo- do, pues en los soportes del espejo falta una disposición para darle posición fija al anteojo, que colocado en los collares destinados para el eje del espejo, debe ser sostenido y diri- gido con una mano. En vista de esta circunstancia me he abs- tenido de determinar el error poi el método indicado, tanto más, cuanto que las mismas observaciones suministran nía- - 144 — terial suficiente para llegar á un conocimiento exacto del error. He aquí los detalles del caso: Para averiguar la corrección absoluta de las observaciones de declinación practicadas en Córdoba, con el instrumento que nos ocupa, había calculado por interpolación las decli- naciones correspondientes cá las épocas déla observación mia, tomando com.o datos seguros y corregidos los del Dr. B. A. Gould (1883.5 D = — 12° 13:0) y los míos observados con el teodolito magnético Bamberg, n'' 2597 (1890.0 D = — 11°45.'0). Reuniendo en grupos las observaciones separadas por cortos intervalos, se podían deducir las si- guientes correcciones aplicables á mis observaciones con Bamberg, n" 1247 : Corrección 1885 Julio 26 — 21 .'8 \ 1886 Marzo 23 — 21 :l J — Octubre 3 y 26 [— 13:3; ¡ - 20:9 — Noviembre 1° y Diciembre 4. — 20:8 ] 1887 Enero 17 y Marzo 11 — 19:9 / 1888 Julio 18; 19 y Agosto 2,16.. + 23:2 ] — Setiembre 2, 16 y Octubre 2, 17 + 2l:0 ( ^ ¿2:0 — Noviembre 5, 18 +21:9 ) Resulta que los valores de las declinaciones observadas de 1885-87, son en 42:9 más grandes que las practicadas en 1888. Ahora bien : la primera serie ha sida observada en la quinta González (hoy Plaza Juárez Celman), la segunda en la oficina meteorológica, calle Santa Rosa 421. El azimut de la mira empleada en la quinta de González ha sido determinado exclusivamente medianteel espejo azimu- tal, pues los árboles vecinos ocultaban el sol mientras estaba á poca altura sobre el horizonte. En la oficina meteorológica, por el contrario, era menester tomar el azimut del sol, cuando éste estaba bajo, y el azi- mut de la mira calculado sobre mediciones con nuestro instru- — 145 — nieüto, resultaba igual al que arrojan las observaciones con Eamberg 2597. Si ese valor de 42 : 9 no se hubiese deducido indirectamente habría podido servir para la corrección del error de que se trata aquí. Pero, he preferido determinar su valor exacto con aquellas observaciones en mis viajes y en Córdoba en que se había determinado el azimut con el espejo y á la vez sin él. Para este objeto tenemos las siguientes diferencias entre el azimut determinado con el espejo azimutal v el que dan las visuales directas al sol : 1. Lavalle, 1886. Febrero 17 + 48:47 2. Frías. 1886, Frebrero 20 +45:95 3. Totoralejos, 1886, Febrero 26-27. + 41: 17 4. Córdoba, 1887. Enero 25 + 43:21 5. Recreo. 1887, Abril 4 + 46:72 6. Santiago, 1887, Abril 7-9 + 45:57 7. Loreto, 1887, Abril 12-14 + 47::38 8. Córdoba, 1888, Agosto 15 4- 46:10 Promedio + 45:6 En resumen, cuando se hava determinado el azimut de la mira únicamente con el espejo azimutal — el sol á espaldas del observador — hay que aplicar la corrección de 45 :G, sea negativa al azimut ó á la declinación, sea aditiva á la posición del sol dada por el limbo, Todos los valores de la declinación obtenidos en la quinta de González, de Julio de 1885 á Marzo de 1887, con el macj- netómetro Bamberg 1247, han de diminuirse en la cantidad de 45:6. Error prohahle de la determinación de un azimut Este error, expresión del grado de precisión de las deter- minaciones del azimut de las miras, depende en primera lí- — 146 — nea del grado de exactitud que invisten los datos empleados en su cálculo, á saber, el ángulo horario t del sol, la la- titud 9 y la declinación o del sol, y en segundo lugar de ciertas imperfecciones del instrumento que se emplea. En cuanto ala primera causa, el conocimiento masó menos exacto del tiempo, de la latitud y de la declinación solar, nuestras observaciones practicadas entre 25° y 33^ de lati- tud austral, gozan de ciertas Ventajas. En efecto, diferenciando la ecuación general del azimut (en función de t, o y o) de tal modo que una tras la otra de estas cantidades sea considerada como variable, y haciendo la su- posición, casi siempre realizada en nuestras observaciones, de que se haya observado el sol en el primer vertical, se vé que para esas latitudes un error cometido en la avaluación de la latitud, en el cálculo de la declinación solar y en la declina- ción del tiempo, son de muy poca influencia sobre el azimut que resulta. Para hablar especialmente del factor que más influye, el tiempo, resulta que una incertidumhre de un segundo en su determinación, produce un error en el azimut dezhO'll con una latitud de 25°, y uno igual á zb O' 14 cuando la la- tidud es de 33°. En Córdoba un error de ocho segundos en la determinación del tiempo, tendría como consecuencia un error de un minuto en el azimut. Las observaciones del tiempo que he hecho con tanta frecuencia en estas expedicio- nes, excluyen un error de más de un segundo en el tiempo, de modo que las determinaciones del azimut debían gozar de un alto grado de precisión. Sin embargo, no resulta cierta esta suposición. En Córdoba, por ejemplo, donde se observó, á principios, sobre una columna situada en el centro de la quinta, se de- terminó el azimut de la mira — que era una raya una hecha con pintura negra en la pared de la casa, á 45 metros de dis- tancia, por las siguientes diez y seis observaciones : — 90?2 144°53:24 + 85.2 53: 04 — 91.8 51 : 55 + 89.4 52:73 — 90.7 5i:22 — 92.0 52:07 + 90.3 52:52 + 91.6 5i:67 — 94.5 52:10 + 102.1 49:05 + 97.8 51:11 + 98.5 60 '89 + 99.2 5i:02 + 90.1 56:33 + 90.8 55:83 + 91.5 55: 19 144°52:47 — 147 — Fecha Azimut del sol Azimut de la mira Noviembre 2 — 3 — 3 — 3 — 4 — 6 7 — 18 — 25 30 — 30 — 30 Diciembre 1 — 1 — 1 Promedio Error probable del promedio ± 0:33. Error probable de una determinación ± 1:30. Desde Octubre de 1886, por razones de conveniencia, hice construir otra columna más cerca de la casa, á 20 metros de ésta, sirviendo de mira el borde de una puerta condenada de la casa esquina Santa Rosa y Observatorio. El azimut de esta mira se determinó por las diez y nueve siguientes series de observaciones, compuesta cada una serie, como las anteriores, de ocho observaciones del sol de la manera detallada en la página 132. Fecha Octubre 28 — 28 — 28 — 29 — 30 — 30 — 31 — .31 Azimut del sol Azimut de la mira - 86 ?4 28°3:56 — 85.0 2:57 + 93.6 o: 09 + 95.6 i:54 - 89.8 3:32 — 88.3 3:95 — 89.6 3:42 — 88.3 3:53 — 148 — Fecha Azimut del sol Azimut de la mira Noviembre 1 -89.3 28=6.'72 — 3 — 88.0 5:50 — 3 + 92.9 4:12 — 4 — 87.2 6:69 — 6.... — 89.1 5:óí — 7 + 94.9 3:35 — 18 — 91.1 7:50 — 21 + 94.1 5:65 — 30 — 92.8 8:22 — .30 — 92.1 8:65 Diciembre 2 — 88.4 6:28 Promedio 28?4:69 dz 0:36 Error probable de una determinación = ± 1:56. En seguida, á principio de 1887, se hicieron tres series de observaciones de a Canis Majoris y cuatro del sol, resul- tando el error probable de una determinación del azimut igual á ± 0:63 y el del promedio de las siete series = zhO:24. Desde Marzo de 1888, fecha en que principiaron los traba- jos de transformación de la quinta de González, en la plaza Juárez Celman (hoy plaza Colon), se han hecho todas mis observaciones en Córdoba, en el jardin de la oficina meteo- rológica de la Provincia, calle Santa Eosa 421, localidad que dista cerca de 150 metros del punto de observación anterior. Servia de mira uno de los adornos en el caballete del techo de la casilla número I del Ferrocarril Central Norte, situada próximamente á 1500 metros de distancia. El azimut déla línea: columna del pabellón magnético_(bisectriz del adorno), se determinó como sigue : 1. Agosto 13 N7?20:10E 2. — 15 20 92 3. — 24 20 71 4. — 27 21 00 Promedio =7° 20 '68 ± O '08 Error prabable de una determinación — ± O '27 — 149 — Coü el teodolito magnético, Bamberg 2597, volvió á de- terminarse el mismo azimut en 1889, dando las observaciones el siguiente resultado: 5. Abril 11 N 7°20:61 E) „ ,. ^,,,^,«q r^r^.r-, i Promedio /?20.68 6. Mayo 17 20'74 ) El material de comparación procedente de mis viajes es un poco escaso, pues en los primeros años me contenté con determinar el azimut una ó dos veces. Recien, desde 1887, he dedicado una atención especial á esta cuestión, multipli- cando las mediciones del azimut. Se han encontrado los si- guientes Errores probables 'W¡ Número de W de una W del Localidad Año y fecl.a determinaciones determinación promedio San José 1886, Abril 23-24 5 ± 1.'06 ±0:48 Cosquin 1887. Marzo 15-17 8 0:39 O.'U Santiago — Abril 7-9 5 0:98 0:44 Loreto — — 12-14 8 0:88 0:31 En vista de estos ejemplos se puede atribuir á los azimu- tes, fuera de Córdoba, un grado de precisión inferior á db 0 : 5, cuando ellos hayan resultado de varias determinaciones. Una medición aislada del azimut está afectada de un error proba- ble de dz 1 :0, término medio, que oscila entre los límites de zh 0:4 y ± 1 :6. Llaman la atención las fluctuaciones del error problable, que tienen su explicación fácil en los viajes. Pues, muchas veces se precipitan las observaciones, sea por falta de tiempo, sea por aproximarse unas nubes que amenazan interrumpir ú obstaculizar la observación, amen de la conversación y charla de intrusos curiosos, que jamás faltan, ni siquiera en las localidades más aisladas y despobladas. Pero verdadera- mente sorprendentes son esas oscilaciones en el grado de precisión en las dete^rminaciones del azimut que se han hecho T. XIV 11 — 150 — en Córdoba, libres de interrupciones inesperadas y hechas con toda la calma posible. Atribuyo su procedencia á dos causas, una relacionada con la construcción del anteojo, otra con la especie de las miras elegidas. En esta clase de observaciones, es decir, estando cubierto el ocular con un \idrio oscuro, el retículo del anteojo está iluminado exclusivamente por la luz difusa que entra por el objetivo. En consecuencia se presenta al observador la ima- gen del sol bien iluminada, pero todo el resto del campo del anteojo, envuelto en la más densa oscuridad. La extinción de la luz es tan intensa que ni siquiera el retículo es visible, á no ser que se encuentre delante de la imagen del sol. Cada contacto del hilo vertical con el borde del sol que se acerca, es una sorpresa, pues no se distingue antes de este momento la distancia que separa el hilo del borde del sol. A fin de aminorar el grado de incertidumbre producido por ese defecto del anteojo, muchos observadores se abstienen de observar los limbos del sol, y prefieren anotar el momento en que el hilo vertical efectúa la bisección de la imagen del sol, del que hacen aparecer sólo un pequeño segmento. Los resultados que me dio la aplicación de ese método, no han sido más satisfactorios que cuando había observado los bordes del sol, razón por la cual he continuado á observar bordes del sol en todas las determinaciones de azimut. Si esta causa de la incertitumbre ha existido en todas las determinaciones del azimut, hay otra que ha inlluido en algunos casos, debido á la naturaleza de las miras elegidas. Muchas veces ha sido sumamente difícil disponer de una mira adecuada : en algunas localidades me he visto obligado á elegir esquinas de casas y aun los bordes de superficies curvas, por ejemplo, de los depósitos circulares (tachos) de agua en las estaciones de ferro-carril. Así sucedió en — 151 — Belia-Vista, Yilla-^Iaría, Laguna Larga, Chañares, Rosario de la Frontera, La Madrid, Lavalle, Frías, Recreo y Cosquin. Ahora bien, hi línea vertical que parece limitar esos obje- tos y á la cual se dirigen las visuales, es variable en azimut, según el sol que recibe y la sombra que se produce, máxime cuando es observada con un anteojo de poco alcance y de un poder aumentativo relativamente pequeño, que no permite distinguir el contorno, de la sombra producida. El ejemplo más instructivo de la influencia que esta clase de miras ejerce sobre los resultados es el de las diez y nueve determinaciones del azimut de la mira de Córdoba, desde la segunda columna (véase pág. 147). Mientras que elerror probable haido disminuyendo, cuanto más estaba familiarizado con el instrumento^ se presenta aquella serie con un error probable mucho más gran- de (zb 1 .'56). La mira era, como se ha dicho, el borde de una moldura (puerta condenada). El azimut determinado en la mañana resulta más grande que el que se deduce de obser- vaciones de la tarde, circunstancia que no se nota en las demás series en que la mira era una señal sin variación. Determinación del meridiano magnético Para este objeto se han hecho, con cada aguja, las siguien- tes operaciones : I" Visuales á la mira^ en cada posición del anteojo dos veces ; 2' Lectura de los dos nonius al enrasar la extremidad >\ de la aguja con el cero de la graduación interna-, en seguida, cuando lo hacía la punta S. de la aguja; 3^ Después de la desviación de la aguja hacia la derecha (I" á 3°) mediante un pequeño imán, la repetición del n° 2; 4' Otra repetición del n° 2, apartando antes la aguja hacia la izquierda ; — 152 — 5* Igual al n° 3. (Esta operación se ha omitido en algunos casos ; en otros se ha repetido, á más de ésto, la operación n° 4) ; 6% 1^, 8% 9". Se destornilhi la chapa central de la aguja y se atornilla invertida,, de modo que la cara superior de la aguja (marca arriba) está abajo (marca, abajoj, hecho lo cual se hacen las operaciones 2 á 5 ó 2 á 4; • 10^ Visuales á la mira, como en el n" I . De consiguiente cada determinación del meridiano magné- tico es el resultado de 32 (ó 24) lecturas del nonius, sin con- tar las IG lecturas relativas á la posición de la mira. En las primeras localidades que visité, se hacían, además, las operaciones descritas después de cambiados los polos por una nueva imantación. Para ilustrar el procedimiento observado, va en seguida un ejemplo con todos sus detalles. Frías, 1886, febrero 21, 8 i a. — 9" a. Mira I. Anteojo I, 28n8' |i 15 Anteojo II, 281^2' Ij 9' 17' II 15' 13' II 10' Promedio = 281° 13 '62 Mira II. Anteojo I, 284°57' || 55' Anteojo II, 284°55' || 53' 58' I! 55' 55' II 52' Promedio = 284°55'00 Aguja N° II, Norte en A Extremo N Extremo S Marca abajo: 272°8'||6' 272' 8' || 3' 6' II 3' 5' II 2' 4' II O' 14' II 12' 4' II2' 11' II 8' 272°4'13 272° 7 '87 272°6'00 — 153 — Extremo N Extremo S Marca arriba : 272=19' \] 16' 272°15' || 13' 18' II 16' 11' II 9' 24' II 22' 16' II 14' 31' II 28- 15- II 13' 272^21 '75 272° 13 '25 272° 17 '50 iMira I. Anteojo I, 28ri6' || 15' Anteojo II, 281°12' || 9' 16' II 14' 12' II 9' Promedio = 281° 12 '89 iMira II. Anteojo I, 284°57' || 54' Anteojo II, 284°51' ||48' 56' II 53' 52" II 49" Promedio =284°52'50 Promedios : Norte magnético. 272°11'75 Mira! 281°13'25 Mira II 284°53'75 Ángulo Mira I, — Norte magnético. . . 9° 1'5 Ángulo Mira IL — Norte magnético. . 12°42'0 CONSTAISTES Y CORRECCIOIVES Aunque los errores procedentes de ciertos defectos de las agujas, han sido eliminados por el método de observación, conviene estudiarlos y conocer su magnitud. Excentricidad del eje geométrico de las agujas Este error se ha eliminado, observando las dos puntas, A y B, de cada aguja. Examinando las observaciones hechas desde Marzo 1886 hasta fines de 1888, encontramos los detalles consignados en el cuadro que sigue. — 154 — DIFERENCIAS PUNTA SUD-PUNTA NORTE DE LAS AGUJAS I Y II DE DECLINACIÓN lOCAllÜAD Córdoba Cosquiü » Recreo. » S. del Estero » » » » Loreto . » » Córdoba » » » » » » » » Promedio Error medio FECHAS 1886 » » » » » » 1887 » » » » » » » » » » 1888 » » » » » » » » Meses y dias Marzo 23 Setierab.24 » 25 Octubre 3 20 Nov. DÍ(3. Enero » Marzo Abril 1 4 17 17 16 16 4 4 4 7 7 9 12 13 14 18 19 2 » 16 Setiemb. 2 » 16 Octubre 2 17 Nov. 5 Julio » Agosto 1 AGIJA 1 km Marca arriba Marca abajo Marca arriba 17:2 14:1 i:'8- 10.4 17.9 2.5 7.6 19.2 5.1 5.6 26.1 24.8 34.7 4.3 13.5 3.3 27.4 3.5 13.4 24.6 15.1 7.7 35.0 16.2 9.4 35.2 16.9 25.0 1.6 24.2 30.0 0.6* 20.2 20 6 7.7 22.6 33.6 8.1 28.7 — — 30.7 0.7 26.2 19.4 3.4 34.9 22.3 1.3 21.8 19.0 32.9 2.6 30.8 .30.2 12.1 30.7 32.1 2.4 29.3 16.1 23.6 17.3 3.6 33.4 12.8 0.6 30.3 12.3 0.9 28.2 21.8 0.5' 42.3 19.5 11.4 43.4 19.0 14.5 57.8 18.8 8.7 30.9 15.9 20.6 42.5 20.4 14.2 23.4 18.5 ± 9.9 ±12.0 ±6.1 Marca abajo 12:1 17.5 8.5 16.8 23.2 27.3 22.2 22.1 24.7 13.5 4.9 25.4 20.2 18.6 22.1 25.4 23.7 18.2 1.1* 15.2 15.3 23.2 20.6 23.9 17.9 24.3 31.4 28.2 37.2 20.2 =no. / i 155 — DIFERENCIAS PUNTA SUD-PüNTA NORTE DE LAS AGUJAS I Y II DE DECLINACIÓN AGIJA 1, MARCA ARRIBA AllUA II, MARCA ARRIBA Deflectnr I Deflector 11 Deflector 1 Deflector 11 i«):5 16:' 8 4:2 11:2 5.0 3.5 13.3 13.5 3.1 1.2 11.5 13.8 4.5 2.8 11.8 16.3 0.3 10.5 22.5 18.3 7.5 5.7 23.3 21.0 7.9 19.8 23.0 29.5 12.5 14.4 26.5 23.5 12.3 14.1 18.4 20.8 23.2 21.1 22.2 15.9 8.7 11.0 17.7 18.4 ± 4.7 ± H.3 ± 6.0 ± 4.2 LOCALIDAD Córdoba. .. , » . . . , » . . . , » . . . . "> . . . . » . . . . » . . . , » . . . . » . . . , » . . . . Promedio.. Error medio FECHAS Aíios 1888 Mesfs y dias Julio » Agosto » » Setiemb. 2 2 Octubre 2 » 2 19 19 2 2 16 16 Kesulta una diferencia entre la extremidad Sur y Norte (Sur-JNorte). Para la aguja I marca arriba. . . 14'2 — — abajo ... 23 '4 Para la aguja II marca arriba.. . 18 '5 — — abajo... 20'2 Promedio : 18 '8 Promedio : 19 '3 Estas diferencias oscilan entre límites sumamente grandes-, en la aguja 1 entre O '5 y 57 '8, y en la aguja II entre 1' 1 y 37 '2. Por lo tanto, esos promedios están afectados de un error medio muy grande, el de I de di 11 'O y el de II de zh5'9. Para explicar esas fluctuaciones de la diferencia entre los dos polos de una aguja, no es posible buscar su única causa en la fricción del estilo con la chapa de las agujas. Más bien, — lo6 — me parece que las desigualdades en la horizontalidad de la aguja — me refiero especialmente á las que se notan en el eje menor, ó sea á las pequeños diferencias de altura entre el borde izquierdo y derecho de la aguja — pueden producir tanta variación. Pues se procede á la lectura después de cerciorarse que la proyección de la punta enrasa con el cero de la división interna, y esta proyección varía con la mayor ó menor oblicuidad en la línea Este-Oeste de la aguja. Una suspensión tal de la aguja que^ si bien sus puntos Norte y Sur se encuentran, aparentemente, en un plano horizontal, sin embargo uno de sus bordes longitudinales esté mas :tlto que el otro, se produce con mucha facilidad, pues, á pesar de su poco peso, la corredera de la aguja, susceptible de un pe- queño movimiento lateral á nicas del longitudinal, constituye un contrapeso de mucho poder, actuando como en el brazo de una palanca. La gran fluctuación de las diferepcias entre las dos extre- midades de las agujas habla muy en alto contra la costum- bre de observar sólo una punta (generalmente N) de la aguja y de aplicar á la observación una corrección constante deter- minada por comparaciones anteriores. Si se hubiese procedido así con nuestro instrumento, las observaciones de la declina- ción tendrían — únicamente debido á ese método de observar — unaincertidumbre media comprendida entre zb6' y ±1 1 ', es decir, carecerían del grado de precisión necesario. Añf'do aquí también (véase la segunda parte del cuadro) el resultado de esas diferencias, cuando las agujas se encuentran bajo la influencia de un deflector. El promedio de esas dife- rencias parece, en este caso, un poco más pequeño, lo mismo que su error medio ha disminuido; sin embargo la variabi- lidad de las diferencias tiene algo inexplicable. Por ejemplo, los cuatro valores relativos á la aguja I que corresponden al 19 de Julio de 1888 se han observado sin cambiar la posición de la aguja, y, á pesar de esto, resultan tan distintos : 10 '5; 5'0; I6'8; 3'5. 157 Diferencia entre los ejes magnético y geométrico de las agujas También este error se determina á menudo antes de em- prender una exploración magnética, ya sea porque la cons- trucción del instrumento no permita eliminarlo, ya sea para ganar tiempo en las observaciones. Su determinación se hace observando la aguja en las dos posiciones: «marca arri- ba» y «marca abajo» y fijando la diferencia entre una y otra, cuya mitad se aplica como corrección deesa colimación. En nuestros viajes se han observado, sin excepción algu- na, las agujas en sus dos posiciones, aunque la inversión de la aguja es sumamente incómoda y requiere siempre algu- nos minutos. (Hay que destornillar con unas pinzas una pequeña tuerca, destornillar la chapa, atornillarla en la po- sición opuesta y volver á poner la tuerca, restableciendo en seguida la horizontalidad de la aguja). Examinando bajo este punto de vista las observaciones — de unas pocas se han extraviado los detalles — resultan las cifras contenidas en el cuadro que sigue. El signo + significa un valor más grande á favor de la aguja observada con la marca arriba. — 158 — DIFERENCIAS MARCA ARRIBA-MARCA ABAJO DE LAS AGUJAS I Y II DE DECLINACIÓN LOCALIDAD Paraguarí Asunción Formosa Corrientes Bella Vista Cañada de Gómez. . Rosario de Santa-Fé Villa María Laguna Larga Chañares Oncativo Río Segando Rosario de Santa-Fé Tucuman Rosario de la Front. . Simoca Lamadrid Lavalle Frias San Antonio Córdoba » » » » » » » » » Cosquin » FECHAS — -_ ACCJA 1 AÑOS Meses y días 1885 Febrero 12 -1-15:9 » » 23 + 14.4 » » 26 4-2.5 » Marzo 3 - 0.6 » » 7 - 6.2 » » 29 — 4.7 » » 31 + 3.3 » Abril 3 — 1.9 » » 5 — 1.2 » Mayo 24 + 13.1 » » 25 +25.3 » » 26 +23.6 » Agosto 28 — 6.2 » Diciembre 11 y 12 - 8.4 » » 19 — 3.4 1886 Enero 23 + 3.5 » » 27 y 28 +12.9 » Febrero 17 - 3.3 » >/ 20 - 1.4 » » 22 -18.2 » Marzo 23 — 5.7 » Setiembre 24 - 4.3 » » 25 -15.1 » Octubre 3 - 4.6 » » 26 -hO.7 » Noviembre 1 — 0.2 » Diciembre 4 - 2.6 1887 Enero 17 + 0.1 >•> » 17 - 0.3 » Marzo 11 + 0.9 » » 16 + 2.1 » » 16 + 3.1 + 10.4 -20.0 —13.1 — 2.2 - 1.6 +21.4 + 1.0 1.6 + 6.2 + 2.4 + 11.5 + 6.3 — 7.7 +25.6 +22.3 +17.9 +31.5 + 19.9 +21.7 +22.0 + 22.5 +24.6 +21.1 + 22.9 — 159 — LOCALIDAD Recreo » » Santiago del Estero. ^p » » >' Loreto • . » » Córdoba » » » » » ■» » » ftCHAS Aúos 1887 » 1888 » » » » » » » » Meses y dias Abril » » » » » » » » Julio Agosto » Setiembre » Octubre » Noviembre 4 4 4 7 7 9 12 13 14 18 19 2 16 2 16 2 17 5 AGLJA + 0.8 + 0.2 -f- 0.3 + 3.6 + 0.1 — 7.4 4- 3.1 +24.2 + 0.8 + 3.0 + 4.1 - 0.1 + 8.5 - 6.3 + 6.0 + 3.4 + 9.4 — 2.6 AGUJA II +22.5 + 24.0 +22.5 +22.7 +18.1 +21.6 +21.7 + 4.1 +23.2 — 6.5 — 3.2 — 2.4 — 4.6 — 1.3 + 7.8 — 4.6 + 0.8 + 2.8 Una ligera inspección del cuadro nos enseña que un pro- medio derivado de cifras tan distintas carecería de signifi- cado. No sólo que los valores precedidos del mismo signo difieren tanto, sino que ese signo cambia á cada momento. En la aguja 1 las diferencias oscilan entre + 25 '3 y — 18 '2, para la aguja II entre + 31 '5 y — 52'8. Si hubiésemos adoptado el proceder simplificado de que hemos hecho men- ción más arriba, el de observar la aguja sólo en una posición, «marca arriba», las observaciones habrían resultado del todo inservibles. En las observaciones correspondientes á 1885 y 1886 se comprende fácilmente esa movilidad del eje magnético, pues, como se ha mencionado, se hacía con regularidad el cambio de los polos de la aguja, el que puede dar origen á una dis- — 160 — locación del eje magnético. Mas desde principios de 1887 no se ha Yuelto á desimantar las agujas, y, sin embargo, no hay la constancia que podríamos esperar, con excepción de las observaciones hechas en 1887. Sensibilidad de las agujas : la fricción Por lo que antecede, ha traslucido ya la gran influencia de la fricción que se produce entre el estilo y la chapa de piedra de las agujas, invocándose su existencia como causa principal de muchas irregularidades y errores de que adolecen las observaciones. Conviene ahora formarse nna idea más pre- cisa de esta fuerza perturbatríz, buscando un valor numérico de su magnitud . Anticipo que no se han practicado experimentos especiales tendentes á determinar ese factor; sin embargo, las mismas observaciones nos suministran un material suficiente para abordar esta cuestión. En vista de las pequeñas dimensiones de las agujas, se podrá sostener que la fricción no es grande, pero no hay que dudar que por la misma circunstancia, su momento magnético toma un valor inferior, con lo que aumenta la fricción. Teniendo presente el procedimiento seguido al hacer una determinación de la declinación y del ángulo de deflexión (véase pág. 151), se comprende que tendremos una expresión de la magnitud de la fricción, si buscamos las diferencias entre dos observaciones subsiguientes de la aguja en que ésta había sido derivada alternativamente á mano derecha y hacia la izquierda. El valor numérico de la fricción es en este casóla mitad de la diferencia observada. Con este objeto se han examinado las observaciones hechas de Marzo 1886 hasta Noviembre 1888, las que suministran 191 diferencias de esa clase para la aguja I, y 187 para la n" II; adeuiás 97 para la aguja 1 con aplicación de los deflec- — 161 — tores I y 11^ y 112 para la aguja II en estas mismas condicio- nes. El resultado es que el|erapleo délos deílectores no dismi- nuye la fricción y que se deduce una diferencia media de zL 3 '6 entre dos posiciones subsiguientes de cada una de las dos agujas. Los valores máx.imos alcanzan á 14'5 para la aguja I y á 1 7 'O en la aguja II. Procediendo á la clasificación de las cifras, tenemos como frecuencia relativa (en ° o) de las distintas diferencias los va- lores siguientes: Diferencias Frecuencia relativa 0 - 0'9 19 1 - 1'9 19 2 — ¿'9 16 3 10 4' 10 5' 7 6' 4 7' 3 8' 3 9' 3 LO' - 17' 6 Reducción al promedio diurno En otro lugar (') se lia hablado ya extensamente de esta reducción, para la cual euipleamos los siguientes datos que resultan de las observaciones hechas por la Expedición Na- val JNorte-Americana bajo las órdenes de J. M. Gilliss en Santiago de Chile, 1850-52. (') Yéíse Boletín de la Academia Nacional de Ciencias, tomo \ll, pág. 350. — 162 Üí,ri Octubre Abril Hora Octubre Abril i Marzo ,1 St-tiembre á Marzo á Setiembre la. —0.4 -0.4 -0.4 Ip. +2.9 +1.2 +2.0 ¿ —0.7 -0.3 -0.5 2 +3.5 +1.9 +2.6 3 —1.1 -0.2 -0.6 3 +2.7 +1.4 +2.0 4 -1.4 -0.1 -0.7 4 +1.9 +0.7 +1.2 5 -1.7 +0.1 —0.8 5 +1.5 +0.5 +0.9 6 -2.2 0 -1.0 6 +1.2 +0.4 +0.8 7 -2.8 —0.2 -1.3 7 +1.0 +0.2 +0.6 8 —3.5^ —0.9 -2.0 8 +0.8 +0.1 +0.4 9 -2.8 -1.8 —2.2* 9 +0.6 0 +0.3 10 —1.4 -1.9* -].7 '• 10 +0.4 —0.1 +0.1 11 +0.2 -0.5 -0.2 11 +0.1 -0.2 -0.1 Um. + 1.6 +0.5 +1.0 12 p. —0.1 -0.3 -0.2 Las observaciones déla declinación que continúo haciendo en Córdoba, van á suministrar, con el tiempo, correcciones más exactas. Con todo, no es verosimil que las diferencias entre las correcciones empleadas aquí y las que den mis ob- servaciones, produzcan cambios cuyo valor sea superior al error probable inherente á las observaciones discutidas en este estudio. Corrección absoluta de las indicaciones del instrumento Se ha mencionado á su tiempo que durante todo el período que abarcan las observaciones, la corrección del instrumento era desconocida. Recien después de disponer de otro ins- trumento, del teodolito magnético Bamberg 2597, se han he- cho mediciones comparativas con los dos aparatos. La primera comparación tuvo lugar el 24 de Abril 1889, es decir, dos años después del último viaje hecho con el instru- mento 1247. He aquí las correcciones deducidas: — 163 — Aguja I Aguja II 1889 Abril 24. . + 22'9 1889 Mayo 6. . . + 24'0 Mayo 6... +24 1 Set. 15... -f 1~ 9 Set. 15... +20 6 Set. 20... +19 1 Promedio . . + 22 5 ± 0'7 Promedio . . + 20 3 i 1'3 Corrección del promedio de las dos agujas : -{- 21 '4. A más de que el resultado, á lo menos para la aguja II, está afectado de un error probable muy grande, sin duda á causa de la fricción, faltaría saber si estas correcciones han sido las mismas durante el tiempo que se hicieron mis viajes, para cuya averiguación no hay material disponible. Conviene entonces buscar las correcciones de otra manera, indepen- diente de aquellas comparaciones de 1889. Con este fin hemos tomado el camino siguiente: Sobre la base de que la declinación de Córdoba ha sido : para 18&3.5 de — 12°13'0 Dr. B. A. Gould); y para 1890.0 de — 11°45'0 (O. Doering con Bamberg 2597;, datos que derivados de un gran número de observaciones, merecen toda confianza, se ha calculado la declinación para cada uno de los días de que había observaciones de este ele- mento hechas con el instrumento que nos ocupa. Las dife- rencias que resultan entre la declinación interpolada y la observada, después de reducir ésta al promedio diurno, cons- tituyen la corrección aplicable al promedio délas declinacio- nes medidas con las agujas 1 y II. Suprimiendo algunas de esas correcciones que por su gran disconformidad hacen sospechar haberse cometido un error grueso en la observación, resultan las siguientes correccio- nes : De Julio 1885 á Marzo 1887 + 24'8 ± 0'5 7 corap.; De Julio 1888 á Noviembre 1888. + 22 '8 ± 0'6 (10 comp.) Los dos valores difiereu poco, y, por lo tanto, adopto defi- — 164 — uitivamente su promedio + 23 '8 como corrección constante de las declinaciones medidas con el instrumento 1247 en todas mis excursiones. En el cuadro que acompaño (pág. 165) se da cuenta deta- llada de las correcciones deducidas y del valor definitivo que toman las declinaciones determinadas en Córdoba (co- lumna Do). Las observaciones rudas (columna Do, de Julio 1885 á Marzo 1887) han sido disminuidas antes en la cantidad de 45 '6, corrección del azimut (véase pág. 145). La columna encabe- zada «reducción» contiene la cantidad necesaria para la eli- minación del período diurno, de conformidad con el cuadro publicado en la página 162. Aplicando esas correcciones alas observaciones que preceden, resultan los valores D que re- presentan la declinación reducida al promedio diurno. Las cifras consignadas en la columna «Promedio» son la semi- suma délas declinaciones medidas con las agujas 1 y If. Estos valores observados y corregidos se comparan con los que el cálculo üuministra sobre la base arriba indicada (colunia «D calculada») y sus diferencias ocupan la columna siguiente. Añadiendo finalmente, la corrección general de + 23 '8 á las declinaciones de la columna «Promedio», aparecen las cifras déla ultima columna vertical Do que representan el resultado depurado de la observación, ó sea las declinaciones definiti- vamente adoptadas. la reducción á la época 1890.0 Para hacer comparables las declinaciones obtenidas en las distintas localidades á épocas muy diferentes, es indispen- sable reducirlas á una misma época, consultando para esto las variaciones que )a declinación vaya experimentando. La época elegida es el I'' de Enero de 1890 ó 1890.0. Para Asunción y Paraguarí se ha supuesto una disminu- ción anual de 8'0; para Formosa, Corrientes y Bella Vista de — 165 7 '2. En todas las demás localidades se ha tomado en cuenta la disminución observada en Córdoba, la que es de 4 '3 por año. La procedencia de esos datos está explicada en otro lu- ar C). OBSERVACIONES DE LA DECLINACIÓN MAGNÉTICA PRACTICADAS EN CÓRDOBA sus CORRECCIONES Y SU VALOR DEFINITIVO Aúos 1885 » FECHAS Meses y dias Hora AgQJa I II Di Reducción D Promedio DecÜDacioD calculada ACalc.-Obs. Do Julio 26 26 2Mp. 2.9p. 12°45;1 42.2 -1:7 -1.4 ir43:4 40.8 ir42:i 12° 4:i + 22:0 12° 5:9 1886 » Marzo » 23 23 3.5p. 4.0/). I II 39.9 37.9 -2.3 -1.9 37.6 36.0 11 36.8 12 1.2 +24.4 12 0.6 » » Set. » 24 24 7.5o. 8.0a. I II 22.3 25.3 +0.6 +0.9 22.9 26.2 11 24.5 11 59.1 +34.6 11 48.3 » » » » 25 25 1.0/). 1.4/). I II 34.3 34.8 -1.2 -1.5 33.1 33.3 11 33.2 11 59.1 +25.9 11 57.0 » » Oct. » 3 3 7.2rt. 7.5a. I 11 21.1 21.3 +2.9 +3.1 24.0 24.4 11 24.2 11 59.0 +34.8 11 48.0 » » » » 26 26 7.0a. 1.7p. I II 19.7 26.9 +2.8 —3.3 22.5 23.6 11 23.1 11 58.7 +35.6 11 46.9 » » Nov. 1 1 8.9a. 10. la. I II 31.8 35.9 +2.9 + 1.2 34.7 37.1 11 35.9 11 58.6 + 22.7 11 59.7 » Dic. 4 4 8.2a. 9.0a. I II 30.3 26.4 +3.4 +2.8 33.7 29.2 11 31.4 11 58.3 +26.9 11 55.2 1887 » Enere » )17 17 9.0a. 10.5a. I 11 29.8 34.4 +2.8 + 0.6 32.6 35.0 11 33.8 11 57.9 +24.1 11 57.6 » » Marzo 11 » 11 10.5a. 11.0a. I II 29.0 29.7 +0.6 -0.2 29.6 29.5 11 29.6 11 57.2 +27.6 11 53.4 1888 » Julio » 18 18 3.0p. 4.2/). I II 34.0 20.2 -1.4 -0.7 32.6 19.5 11 26.1 11 51.2 +25.1 11 49.9 [*) Véase: Osc.\r Doering, Las manifestaciones del magnetismo terrestre en la provincia de Córdoba. Boletin de la Academia Nacional de Ciencias, lomo J.II, pág. 361 12 — 166 FtrilAS Aios 1888 » » » » » » » » » » » » » » » » Meses y dias Julio 19 » 19 Agos. 2 2 » le » 16 Set. 2 » 2 » 16 » 16 Oct. 2 » 2 » 17 v> 17 Nov. 5 » 5 » 18 » 18 Hora 9.0a. 9.oa. 2.5p. 4 Op. 10.7 a. 9.2rt. 8.3ft. 9.2a. 8.8 a. 10.5a. 8.7a. 11.2a. 1.4/). 2.4p. 5.5p. B.Op. 2.2p, 2.9j9 Aguja I II I II I II I II I II í II I 11 I 11 I II 1P26, 28. 28 25 27, 25, 26, 25, 30 26 25 22 35 37 27 26 34 29 Reducción +1- -1. — 0. +0. +-1. +1. +1. +1- +1. +3. — 0. -3. -3, -1, _l -3 -2 11°28, 30, 26 24 28. 27, ' 27, 27, 31 27 28 22 31 34 25 25 31 26 Promedio 11°29.'4 11 25.7 11 27.9 11 27.4 11 29.6 11 25.1 11 33.3 11 25.5 11 28.7 Declinación calculada iP5i:2 11 51.1 11 51.0 11 50.8 11 50.7 11 50.4 11 50.2 11 50.1 11 49.9 ACalc.-Obs. Do +21:8 11^54:2 •f25.4 11 49.5 + 23.1 11 51.7 +23.4 11 51.2 -f-21.1 11 53.4 +25.3 11 48.9 +16.9 11 57.1 +24.6 11 49.3 +21.2 11 52.5 Grado de precisión de estas determinaciones de la declinación Si se hubiese podido comparar las indicaciones del instru- mento con las simultáneas de un variómetro ó de otro instru- mento más perfeccionado, tendríamos nna medida exacta del grado de precisión de que nuestro instrumento es suscep- tible. No ha sido posible hacer las comparaciones de esta manera, pero en su reemplazo tenemos aquellas determina- ciones en que una observación con el instrumento 1247 era precedida y seguida por otra del n° 2597, cuyo promedio se consideraba como simultáneo con la observación intermedia del n" 1247. f 'i 1 — 1G7 — La discrepancia media entre cada nna de las correcciones parciales y su promedio puede servir de medida de la exac- titud de las observaciones del instrumento. Las comparaciones que se han citado arriba (pág. 162) dan como error probable de una observación con la aj;uja 1 = + 1 .'2 y con la aguja If = 2 '2; término medio zb I '7, En estas comparaciones se deteruiinaba tan sólo el Norte magnético, pues el meridiano astronómico era conocido por mediciones anteriores. Recordando ahora que el error probable de una determi- nación del meridiano astronómico ó del azimut de la mira con el instrumento era dezb 1 'O (pág. 149), tenemos como error probable de una determinación couipleta déla declina- ción, trabajo astronómico y magnético : + v'\rof + (r7)- = dz2'o Este grado de precisión es muy satisfactorio en un instru- mento de viaje de dimensiones tan reducidas, en que los nonius dan como subdivisión más pequeña los 5 minutos y se determinan los distintos minutos por estima. Las declinaciones observadas Después de estudiadas todas las correcciones aplicables alas observaciones, presentamos, en el cuadro de las pcáginas 1 68- 1 70 las observaciones de la declinación practicadas fuera de Córdoba con todas las trausformaciones y depuraciones que han experimentado hasta convertirse en valores definitivos. Aquí se han omitido las coordenadas geográficas de las dis- tintas localidades, pero ellas figuran en el cuadro final que acompaña este trabajo y que contiene todos los elementos del magnetismo terrestre que se han observado con el ins- trumento. — 1G8 — Dos palabras para explicar los datos incorporados á este cuadro. Consignadas la fecha y hora de la medición, así como el número de la aguja, se encuentran en la columna subsiguiente (Di) los valores suministrados directamente por la observa- ción. La cantidad positiva ó negativa que es preciso añadir para que la observación sea reducida al promedio diurno, lle^a como encabezamiento la palabra « reducción », y los valores reducidos así son los que llenan la columna D. Formando en seguida el promedio de las cifras dadas por las agujas 1 }' 11 y añadiendo la corrección constante de -j- 23 '8, se presentan en la columna « Promedio corregido « las decli- naciones magnéticas correspondientes, en las distintas locali- dades, á la época en que se hizo la observación, y depuradas de las influencias de la marcha diurna. Al fin se leen en la última columna los valores reducidos á la época común 1890.0. DFXLINACIONES MAGNÉTICAS OBSERVADAS CON BAMBERG N° 1247 LUCALIDAD Asunción. Paraguarí Formosa Corrientes » Bella Vista » ' Rosario de S.F. » » FECHAS Aüos 1885 Meses y dias Febr. 23 » 23 » 12 » 12 . >■> 26 » 26 .Marzo 5 » 5 » 7 » 7 Enero 24 Marzo 31 » 31 9 10 =39:0 44.1 43.4 44.2 2.1 10.3 21.8 33.8 15.4 23 5 55.3 1.5 1.9 Reducdon +3:2 +2.1 +3.2 + 1 +3 —3 +1 —O +3 -O -3 -2.9 -3.3 5°42:2 46.2 46.6 5 45.6 6 5.6 6 7.1 7 23.5 33.6 18.8 22.6 9 51.9 58.6 58.6 Prom, corre», 6° 8:o 6 9.9 6 30.1 7 52.4 7 44.5 10 15.7 10 22.4 Do 1890.0 5°28:9 5 30.7 5 54.8 7 17.1 7 9.2 9 58.2 — 169 — LÚCÁllDAD C. de Gómez. » » Villa María. . » Laguna Larga » » Chañares » .... Oncativo » .... Rio Segundo. » Cosquin » » » Dean Funes. . » . . San José » .... Totoralejos . . » . . Recreo » » » » » » » San Antonio. :■> . Frias » Lavalle » FECHAS -—' ^- — - -- Hora Aguja Di Redacción D Prom. comg. Do 1890.0 Aüos 1885 » Meses y días I 11 Marzo » 29 29 9.8a. 12.7/). 10°14.'0 25.6 +i:8 -2.5 10°15;8 23.1 10°43.'3 10°22.'8 » » Abril » 3 3 9.4«. 11.2a. I II 11 23.0 36.8 + 1.9 +0.3 11 24.9 37.1 11 54.8 11 34.3 » » » 5 5 11.0a. 2.7p. I II 42.8 45.0 +0.5 -1.5 43.3 43.5 12 7.2 11 46.7 » » Mayo » 24 24 8.4a. 11.8a. I II 34.6 35.0 +1.3 -0.3 35.9 34.7 11 59.1 11 39.3 3 » » 25 25 9.7o. 12. 2m. I II 34.0 33.1 + 1.8 -0.6 35.8 32.5 11 58.0 11 38.2 » » » » 26 26 8.2a. 1.2p. I 42.0 49.2 + 1.1 -1.3 43.1 47.9 12 9.3 11 49.5 1887 Marzo 16 9.Üa. I 27.1 +2.8 29.9 » » 16 10.0a. II 38.4 +1.4 39.8 >; » » 16 16 5.8]3. 4.5;). I II 34.5 34.5 -1.3 -1.7 33.2 32.8 li 57.7 11 45.6 1886 » Abril, » 25 26 10.8a. 2.8/). I II 29.8 31.7 +0.8 -1.5 30.6 30.2 11 54.2 11 38.4 » » » » 24 24 8.5a. 10.8a. I II 25.7 26.9 +1.3 +0.8 27.0 27.7 11 51.2 11 35.4 » » Febr. » 26 27 3.2/). 4.7p. I II 34.7 38.9 -2.5 -1.6 .32.2 37.3 11 58.5 11 42.0 » » » 24 25 12.6/). 9.0a. I II 21.5 23.8 -2.4 +2.8 19.1 26.6 11 46.7 11 30.1 1887 Abril 4 10.5 a. I 15.7 +1.2 16.9 11 40.3 » » 4 11.0a. II 15.5 +0.5 16.0 » » » » 4 4 2.1p. 1.6p. I II 19.7 18.3 -1.8 -1.6 17.9 16.7 11 41.1 » » » 4 4 5.2/). 5.6/). I 11 18.2 19.1 -1.4 -1.3 16.8 17.8 11 41.1 11 28.9 1886 » Febr. » 22 23 3.3/). 9.7a. I II 37.4 34.3 --2.5 +1.8 34.9 36.1 11 .59.3 11 42.8 » » » . » 20 21 8.2a. 8.8a. I II 31.9 36.0 +3.4 +2.9 35.3 38.9 12 0.9 11 44.3 » » » 17 17 12. Im. 5.4p. I II 23.0 11 15.9 -1.7 -1.4 21.3 14.5 11 41.7 11 25.1 — 170 LOCALIDAD Loreto » » » » » S. del Estero. » » » » » » » » » » Lamadrid » . . . . Simoea Tucuinau » R. de la Front » » Años FECHAS Meses y días 1887 » » » » » » » » » 1886 » » 18S5 » » Abril 12 » 12 ^> 13 » 13 » 14 14 7 » » » » » » » Hora / 7 7 9 9 Enero 27 28 23 11 12 19 19 » » Dic. » » 11.5 a. 2.0/), 11.2a, 9.0a 9.7o 5.5p 10.8a. \'.9p. 4.4p. 2.7p, 5.4p, 5.4p, 2.0p 5.7p, 1.2p 12.0//Í 11.0a 6.2a l.Op Aguja I II I II I II I II I II I II I II I I II I II Reducción 10^41 : 44 37. 33. 39. 37. 10 33. 28, 32. 32 33 30 6 2 4 55 61 36 52 11 11 9 o: — 1 +0 +1. +1- —o +0, -1 —o -1 -o —o -3 — 1 -3 -1 -O +2 -2 Proni. correg. 10°4i:2 42.9 37.8 35.5 41.3 11 37.4 10 34.6 27.1 31.4 .30.5 32.9 10 29.7 11 2.9 1.3 11 1.2 9 54.0 61.4 38.5 9 49.6 Do 1890.0 11° 5:9 11 0.5 11 3.1 10 54.7 10 54.7 10 55.1 11 25.9 11 25.0 10 21.5 10 7.8 10°5i:3 10 42.9 11 11 10 9.0 8.1 4.2 9 50.5 LAS OBSERVACIONES DE LA 1 INCLINACIÓN MAGNÉTICA Descripción del aparato En la mayor parte de los iuclinatorios se principia por buscar el plano normal al meridiano magnético, haciendo al- gunas observaciones cuando la aguja se coloque perfecta- mente vertical. Observando cada vez que esto suceda, la indicación del limbo horizontal unido con el instrumento, el promedio de las lecturas marca el punto del círculo azimutal por donde pasa ese plano, y una vez adcpiirido este dato, es — 171 — fácil orientar el instrumento de tal modo que los ángulos de inclinación se observen en el meridiano magnético. La disposición de nuestro instrumento ahorra ese trabajo preliminar en que, á veces, es menester invertir más de un cuarto de hora. En efecto, observando antes la declinación y acomodada en la plataforma la brújula de inclinación, sin mo- ver el instrumento, queda de suyo orientado el inclinatorio, y listo para dar principio á la verdadera observación de la in- clinación. El instrumento tenía dos agujas, T y II, de 115'""' de largo, marcadas cada una con las letras A y B en las dos extremida- des de una de sus caras. Para invertir los polos de las agujas, hay dos barras de acero imantadas, y un pequeño aparato con el cual se evita el deterioro de las agujas durante la des- imantacion. El limbo vertical está dividido en grados enteros, cuyas fracciones decimales se estiman ó á simple vista, ó con un lente de aumento; no hay nonius. En nuestras observaciones se han leido los décimos de un grado. Afines de 1885, notaba ya que el aparato no funcionaba bien, lo que se manifestaba por grandes y frecuentes diver- gencias entre dos lecturas subsiguientes. Atribuí el defecto á una torsión de los ejes sumamente del- gados, ün relojero á quien las entregué, ratifico mi suposi- ción y enderezó los ejes de las agujas. Sin embargo, las ob- servaciones, en vez de mejorar, resultaban peores y se hacían cada vez más disconformes, difíciles y largas. Entonces me resolví á remitir las agujas á su fabricante, el señor Th. Bam- berg, quien me declaró que había encontrado una torsión de los ejes. Me las devolvió arregladas y además dos agujas nue- vas, números III y IV, pero, con todo esto, las observacio- nes no mejoraban. ^ Entretanto había observado, desde Abril de 1886, con el inclinatorio Adié número 62^ que había servido en la Expe- dición Antartica Alemana á Sud-Georgia. Este instrumento. — 172 — de más perfección, tiene un limbo vertical que permite leer el minuto mediante dos verniers, y las extremidades de la aguja se observan con dos microscopios. Las agujas, núme- ros 20 y 21, tienen un largo de 90"'"\ Muy pronto, después de algunos viajes, las observaciones con este instrumento sufrían de los mismos defectos é irre- gularidades notadas en el inclinatorio Bamberg, número 1247. Sin duda, la incertidumbreen las observaciones proviene, en ambos instrumentos, de un cambio deposición de las cu- chillas de ágata sobre las que se apoya el eje de la aguja. Los sacudimientos y oscilaciones á que los instrumentos están so- metidos aun en los transportes por ferrocarril, aflojan los tornillos de corrección y destruyen la horizontalidad de las chapas de ágata, defecto que el observador no puede corregir, si no tiene á su disposición un nivel pequeño, pero sensible, que le permita examinar y'corregir la posición de las chapas y conseguir, de este modo, la perfecta horizontalidad del eje de la aguja. Por otra parte, la aplicación de un nivel en estas circunstancias tiene sus dificultades mecánicas. En vista de estas experiencias, no puedo considerar á los incünatorios como instrumentos muy apropiados para los via- jes, y me inclino en favor del método adoptado por LamOjNT, en su teodolito magnético, que es el de la inducción de barras verticales de hierro dulce. Extraño que ningún otro obser- vador se haya manifestado en este mismo sentido. Modo de observar El método que hemos seguido en la determinación de las inclinaciones no difiere en nada del que se acostumbra. Orientado el instrumento, se observa la aguja en cuatro po- siciones: Limbo al E y cara marcada de la aguja al E.; — 173 — Limbo al E y marca al W.; Limbo al AV, marca al E.; Limbo al AY, marca al W. Luego se cambian los polos de la aguja y se repiten las observaciones en orden inverso. Se ha observado siempre la posición de ambas extremidades de la aguja delante del lim- bo vertical, y, levantando cada vez la aguja mediante el me- canismo propio de los inclinatorios^ se han tomado en cada posición cuatro observaciones con ocho lecturas. La inclina- ción procede^ de consiguiente, de 64 lecturas en cada aguja. Ladesimantacion se ha hecho siempre por contacto sepa- rado, sometiendo cada cara á un número igual (10) de fric- ciones. Corrección de las inclinaciones La teoría nos suministra los medios para corregir la incli- nación que resulta de los ocho promedios parciales de que se ha hecho mención, pero generalmente los errores que pro- vienen del roce de la aguja y que no se pueden someter á un cálculo enmendatorio, son más grandes que esas pequeñas correcciones. Es por esta razón que no se ha aplicado correc- ción alguna al resultado directo de la observación. No obstan- te, condensamos en el cuadro que sigue, los datos que per- miten abrir juicio sobre las calidades de las distintas agujas. Las abreviaturas empleadas en el encabezamiento de las columnas verticales, se comprenderán con facilidad. EW significa: limbo al E, marca al AV; AA'E: limbo al AV, cara marcada de la aguja al E ; su promedio corresponde al ángulo de inclinación que se observa cuando la cara marcada se en- cuentra adentro. B — A es la diferencia que existe entre la inclinación ob- servada cuando la extremidad B es el polo Norte y aquella que corresponde al polo Norte en A. — 174 — Se vé que la aguja II es la mejor equilibrada; la siguen, en orden descendente, las agujas III, 20, 21 y finalmente I, Con la aguja IV no se han tomado observaciones. En cuanto á la corrección absoluta de las distintas agujas, se han calculado y empleado las siguientes, deducidas de las mismas observaciones: Inclinación = Aguja I + 3 ' 7 = Aguja II — 3 ' 7 = Aguja III -6'0 = Aguja 20 +0'7=Aguja 21 — 0'7. LOCALIDAD FECHAS Rosario de S. F.. Asunción Paraguarí Formosa Corrientes Bella Vista Cañada de Gómez Villa María Laguna Larga. . . Chañares Oncativo Rio Segundo Tucuraan R. de la Frontera Sinioca Laraadrid Lavalle Frias San Antonio. . . . Recreo Totoralejos Córdoba » Recreo . J885 ;> » » » » » » » » » » » 1886 » » » » » » 1887 » Meses INCLINACIÓN Enero 24 Febrero 5 » » Marzo » » Abril » Mayo » » Dic. 12 27 3 7 29 3 5 24 25 26 12 » 19 Enero 23 » 28 Febrero 18 » 21 » 23 » 25 26 Enero 14 14 Abril 5 Aguja 28^316 16.842 17.678 18.429 20.. 300 22.349 28.448 28.433 28.165 28.693 28.075 27.992 22.348 20.788 23.167 23.655 23.995 24.312 25.278 25.598 25.794 27.272 27.247 24.152 A NORTE EW.+ M. 26?3i 14.84 15.59 16.43 17.98 20.21 27.26 26.45 26.32 27.04 26.11 25.98 20.47 18.89 21.43 21.72 22.10 22.36 23.53 23.98 23.65 27.51 27.57 25.59 Et.+ W. 26? 98 14.93 15.43 16.28 18.61 20.83 26.29 27.24 26.67 27.16 26.32 26.34 20.07 19.19 21.81 22.62 22.71 22.52 23.82 24.34 24.68 27.89 27.85 25.73 B NORTE EW.+ WE. 30? 35 19.09 19.91 20.51 21.93 24.03 30.55 30.43 30.23 30.85 30.45 .30.. 33 23.70 22.66 24.71 24.95 25.49 26.26 27.11 27.27 27.86 27.39 27.18 23.22 EE.+ WW. B-A 29? 62 18.51 19.78 20.49 22.68 24.33 29.69 29.61 29.44 29.72 29.42 29.32 24.54 22.71 24.72 25.33 25.68 26.10 26.65 26.80 26.99 26.. 30 26.39 22.07 +3?35 +3.91 +4.33 +4.15 +4.00 +3.66 +3.34 +3.18 +3.34 +3.19 +3.72 +3.66 +3.-55 +3.49 +3.10 +2.97 +3.18 +3.74 +3.20 +2.88 +3.26 -0.86 -0.93 -3.02 175 LOCALIDAD Córdoba. . » Cosquia .. Santiago . Loreto . . . Córdoba. . . . » . . . . San José. . . . Dean Funes, ¡Mk^ Aiios 1887 1886 leses A XuKTE B XuRTE IXCLIMCIOK ■ ^ ■ ^ E\V.+ \VE. EE.+ W. EW.+ WE. EE.+ WW. -> 2 i •) Aguja II Rosario S.F. 188.5 Asunción. .. » Paraguarí . . >> Forniosa . . . » Corrientes . . í- Bella Vista. ;> Villa María. » Chañares . . . » Tucuman . . . » Lamadrid . . 1886 Lavalle ^> Frias » Cosquin 1887 Recreo » Santiago . . . » » ... » Loreto » Aguja III Enero » Marzo Abril Marzo 28 Abril 9 » 21 » 26 Aguja 20 27° 8:4127^45:8 27 19.3 25 58.1 26 30.2 27 .57.0 26 21.5 27 4.4 27'50:6| 27 49.61 26 .30.3! 26 53. o! 27=10:2 27 6.4 25 42.2 25 56.4 27° 7:o 26 24.1 25 18.2 26 6.9 R-A Enero 24 28?344 28! 64 27!70 28?43 28?61 Febrero 5 16.930 16.54 17.04 17.00 17.14 12 17.799 17.43 17.78 18.04 17.94 » 27 18.617 18.41 18.49 ' 18.82 18.75 Marzo 3 20.421 2C.05 20.29 ^ 20.69 20.65 7 22.288 22.25 21.94 ! 22.45 22.51 Abril 3 28.. 501 28.30 28.19 28.52 29.00 Mayo 24 28.631 28.56 27.93 29.39 28.65 Dic. 12 22.619 22.95 22.77 22.39 22.36 Enero 29 23.411 23.56 23.72 22.96 23.40 Febrero 18 24.118 24.63 24.10 23.56 24.18 21 24.700 25.04 24.75 24.41 24.60 Marzo 17 27.746 28 25 27.93 27.54 27.28 Abril 5 25.377 26.04 25.78 24.64 25.05 10 23.053 23,32 23.45 22.61 22.83 ^> 11 23.169 23.61 23.29 22.53 23.15 17 27.746 28.25 27.92 27.54 27.28 -|-0?03 +0.28 +0.39 +0.34 +0.50 -fO.39 +0.52 +0.78 -0.48 —0.46 -0.50 -0.39 —0.68 + 1.06 -0.67 -0.57 -0.68 15 27M98 26? 81 26; 73 28?39 28? 08 15 27.565 27.18 26.50 28.26 28.-33 17 27.719 26.00 26.11 30.48 28.29 11 23.730 21.91 22.03 25.76 25.22 15 23.849 22.46 22.73 26.21 24.13 +1?46 +1.45 +3.32 +3.52 +2.51 —39:5 -68.0 — 0.3. / — 57.1 176 LOCALIDAD FECHAS Aiios Córdoba. » » » 1886 » 1887 » Meses INCLINACIUN A NORTE EW. + \VE. EE. -*- WW. B NORTE EW. + WE. EE.+WW. Agosto 10 27=24:8 27°.53:i 27°51.'9 27° 6:9 26^47:3 Set. 25 27 29.1 28 3.3 28 12.5 26 31.2 27 9.5 Enero 15 27 38.0 27 49.2 27 23.1 27 53.2 27 26.4 16 27 38.8 27 56.1 28 10.1 27 19.8 27 9.51 B-A -55:4 -77.6 - 3.6 -48.5 Aguja 21 Córdoba 1886 San .José. ., » Dean Funes. » Córdoba .... » » .... 1887 Abril 9 27Mi:6 28° 4:o 28°22:4 27° 4:8 27°15:2 21 25 48.6 26 28.4 26 34.0 25 8.7 25 3.3 » 27 26 30.2 27 3.9 27 5.4 26 3.9 25 47.6 Set. 35 27 34.0 28 1.3 28 17.6 27 3.6 26 .53.6 Enero 16 27 41.7 28 25.5 28 32.3 26 43.0 27 5.9 ■63:2 -85.2 -70.4 -70.9 -94.5 Reducción á la época 1890.0. En otro lugar (•) se ha dado cuenta de los datos disponi- bles para el cálculo de la disminución anual de la inclinación en el interior de la República. De la coQiparacion del prome- dio de las observaciones que hizo efectuar en Córdoba el doctor Gould (188.3.6 I— 27°54 '4), y del nuestro corres- pondiente á 1889.5 27°20' 2, parece deducirse una dismi- nución anual de 5 '8. Pero el intervalo que media entre esas dos épocas es tan corto, que las diferencias instrumentales^ si existen, influyen con un peso bastante grande sobre este resultado. Por esta razón nos ha parecido más justiíicado to- mar en cuenta únicauíente las inclinaciones medidas por noso- (^) O. DoERiNG, Las manifestaciones, etc. Este Boletín, tomo XII, página 364. — 177 — tros. Es cierto que esas observaciones proceden también de dos instrumentos distintos; sin embargo, la diferencia entre las dos, si es que existe, es insigniíicante. De los promedios 1884.9 1=27°39'7 (4 determinaciones). 1889.5 1 = 27°20'2(8 determinaciones). resulta una disminución anual de 4 '24. Comparando las in- clinaciones intermedias observadas con las calculadas sobre esta base, descubrimos una concordancia satisfactoria, mien- tras que la observación no se acomoda bien al cálculo hecho con una disminución de 5 '8. Las observaciones Se presentan ahora en los dos cuadros que siguen, con sus correcciones y valores definitivos. El primero contiene las que se han practicado en Córdoba, el segundo, aquellas que se han hecho en los distintos viajes. Parece superfino añadir algunas palabras de explicación. No damos tampoco aquí las coordenadas geogníficas de las localidades; éstas se pueden encontrar en el cuadro final rela- tivo á todos los elementos magnéticos que hemos determinado. 178 OBSERVACIONES DE LA INCLINACIÓN TOMADAS EN CÓRDOBA CON SUS CORRECCIONES FECBAS ^-— — - Aguja I. CorreccioD I Promedio Época Aúos Meses y dias I II 1884 » Octubre '28 » ¿8 27°27:4 44.0 +3.7 -3.7 27°35.'7 » » Diciemb.28 28 I II 31.7 55.5 +3.7 -3.7 43.6 27°39.'7 1884.9 1886 Marzo 28 20 28.4 +0.7 29.1 » » Abril 9 9 20 21 19.3 41.6 +0.7 -0.7 30.5 29.8 1886.3 » Agosto 10 20 24.8 +0.7 25.5 » » Setiemb. 25 » 25 20 21 29.1 34.0 +0.7 -0.7 31.5 i8.5 1886.8 1887 Enero 14 I 15.2 +3.7 18.9 .-> 15 20 38.0 +0.7 38.7 » » 15 III 31.9 —6.0 25.9 » » 16 16 20 21 40.3 41.7 +0.7 -0.7 41.0 31.1 1887.0 1888 Setiemb. 13 20 15.9 +0.7 20.3 •i 13 21 24.7 -0.7 » 1> Octubre 18 18 20 21 21.3 22.5 +0.7 —0.7 21.9 21.1 1888.7 1889 Junio 3 20 20.1 +0.7 23.4 » 3 21 26.6 -0.7 » 21 20 22.3 +0.7 19.9 ■/■ 21 21 17.5 -0.7 » » 21 21 20 21 21.7 17.9 + 0.7 -0.7 19.8 » » Agosto 4 4 20 21 18.7 27 16.5 +0.7 -0.7 27 17.6 27 20.2 1889.5 179 INCLINACIONES OBSERVADAS POR ÓSCAR DOERING LOCALIDAn FECHAS Rosario de S. F, » '> Asunción » Paraguarí » Forraosa » Corrientes » Bella Vista » C. de Gómez. . . Villa María. . . . » . . . . Laguna Larga.. Chañares » On cativo Rio Segundo. . . Tucuman » R. de la Front.. Simoca Lamadrid » Lavalle.. » Frías ■■> San Antonio. . . Recreo Aüfis Meses y dias 1885 Enero 24 » » 24 » Febrero 5 » » 5 » » 12 » » 12 >, » 27 » •» 27 » Marzo 3 » » 3 » » 7 » ■» 7 » y- 29 » Abríl 3 » » 3 » » 5 » Mayo 24 » » 24 » » 25 » * 26 » Dic. 12 » » 12 » » 18 1886 Enero 23 » » 28 » » 28 » Febrero 18 » » 18 » » 21 » » 21 » » 23 í> » 25 Aguja I II I II I II I II I II I II I I II I I II I I I II 1 I I II I II I II I I Observada 28n9.'0 28 20.6 16 50.5 16 55.8 17 40.7 17 47.9 18 25.7 18 36.9 20 18.0 20 25.3 22 20.9 22 17.3 28 26.8 28 25.9 28 30.1 28 9.9 28 41.6 28 37.8 28 4.5 27 59.1 22 20.9 22 37.1 20 47.3 23 10.0 23 39.3 23 24.6 23 59.7 24 7.1 24 18.7 24 42.0 25 16.7 25 35.9 ACKiN Corregida 28=19:8 16 53.1 17 44.3 18 31.3 20 21.7 22 19.1 28 30.5 28 28.0 28 13.6 28 39.7 28 8.2 28 2.8 22 29.0 20 51.0 23 13.7 23 32.0 24 3.4 1 1 24 30.3 25 20.4 25 39.6 27''59.'0 16 32.3 17 23.5 18 10.5 20 0.9 21 58.3 28 10.2 28 7.7 27 53.3 28 20.2 27 48.7 27 43.3 22 11.6 20 33.6 22 57.2 23 15.5 23 47.3 24 14.2 25 4.3 25 23.5 — 180 — FECHAS INCLINACIÓN LOCALIDAD -' -i —■- —- Aguja -- — —^ lu 1890.0 Aüos Meses y dias I Observada Corregida Totoralejos 1886 Febrero 27 25°47:6 25-51:3 25°35.'2 San José » Abril 21 20 25 58.1 » » » 21 21 25 48.6 25 53.4 25 37.7 Dean Funes » » 26 20 26 30.2 » .... » » 26 21 26 30.2 26 30.2 26 14.5 Cosquin 1887 Marzo 17 m 27 43.1 » » » 17 II 27 44.8 27 44.0 27 32.1 Recreo » Abril 5 I 24 9.1 » » » 5 II 25 22.6 25 18.9 25 7.5 S. del Estero. . » » 10 III 23 50.5 » » . . » » IC lí 23 3.2 » ^> . . » >) 11 H 23 10.1 23 28.6 23 17.2 Loreto » » 14 III 23 .50.9 » » » 15 lí 23 53.8 23 52.3 23 40.9 OBSERVACIOINES DE LA. INTENSIDAD HORIZONTAL En otro lugar (\) se ha descrito detalladamente la parte del aparato que permite hacer observaciones relativas de la in- tensidad horizontal: dos dellectores^ compuestos de una regla de madera dura pulimentada, en cuyas extremidades se en- cuentran un par de imanes compensados. Modo de observar Un deflector se sujeta, mediante un botón con tornillo de presión, á la tapa de la brújula, de modo que ocupa una po- (^) Óscar Doering, Las manifestaciones del magnetismo terrestre en la provincia de Córdoba, véase este Boletín, tomo XII, pág. 335. — 181 — sicion normal al meridiano magnético; además, la posición de los dos sistemas de imanes deflectores es tal que, una vez sujetada la regla, se encuentran á igual altura con la aguja. Aplicado así el deflector á la brújala, desvía la aguja cierta cantidad hacia un lado (al E. ó al W, del meridiano magnético). Luego se hace correr la brújula con la alidada hasta que la punta de la aguja coincide con el cero de un pequeño arco graduado que se encuentra dentro de la caja de la brújula, tanto en la parte N, como en la del S. Se hace la lectura del limbo, cuando se haya conseguido aquella coincidencia, es decir, cuando el eje del deflector forma ángulo recto con el eje geométrico de la aguja. En esta posición del deflector se han hecho invariablemen- te las 6 observaciones siguientes, leyéndose cada vez los dos verniers del instrumento: P Coincidencia del cero del arco interno con la extremi- dad N de la aguja. 2* Coincidencia del arco con la extremidad S de la aguja; 3* y 4^ Observaciones iguales á I" y 2^, después de desviar la aguja 2^^ á 4° de su posición de equilibrio hacia la mano derecha, mediante un j)edacito imantado de acero (parte de una aguja para tejer medias); 5" y 6" Observaciones análogas á 3" y 4", con la diferencia de apartar la aguja horizontal hacia la mano izquierda. Las observaciones 3^ á S** se hacían para eliminarla influen- cia del roce entre la punta afilada del estilo central y las cha- pas de piedra de las agujas. Después de concluir las seis observaciones anteriores, se invertía el deflector, colocando su parte oriental al W. y su occidental al E. y se hacía un número igual de observaciones en las mismas condiciones que acabamos de indicar. En esta posición del deflector, la aguja se desvía hacia el otro lado del meridiano magnético. El promedio de las seis observaciones (con 12 lecturas) en la primera posición del deflector, y el de las seis tomadas T. XIV 13 — 182 — con el deflector iuvertido, suministran dos valores cuja se- mi-suma indica el punto N. ó S. magnclico en el limbo, y cuya semi-diferencia es el ángulo de deflexión o. Para ilustrar el modo de observar, insertamos un ejemplo detallado : Santiago del Estero, 8 Abril de 1887 Aguja I, Deflector I. 10" — 10^5 a. m. (marca arriba] Exti-emidad Norte Extremidad Sud 155° 7' II 8' 155^ 5' || á' 12' II 14' 10' II 7' 7' 1110' 10' II 7' Promedio : 155"' 9 '67 155° 6 '83 155^ 8 '25 Deflector invertido 202°57' II 58' 202°55' || 54' 56' II 57' 55' II 5S' 57' II 58' 55' II 53' Promedio: 202°57'17 202°54'17 202°55'67 Norte n:agaético = 179°1'96 Ángulo de deflexión -f = 23°53'71 Los senos de esos ángulos de deflexión observados en dos localidades distintas son inversamente proporcionales á sus intensidades horizontales (H) ó sen Oi : sen o^ = Ho : Hj Disponiéndose, como en nuestras observaciones, de dos agujas horizontales I y II y de dos deflectores, resultan en una misma localidad 4 ángulos de deflexión independientes, para calcular la intensidad horizontal. Siempre que el tiempo lo permitía, se han aplicado los dos deflectores á cada una de las agujas del aparato. En el cuadro que va á continuación hemos reunido en ór- — 183 — den cronológico todos los ángulos de deflexión observados con el instrumento. La mayor parte de esos ángulos se refieren á una distribu- ción tal del magnetismo con la aguja que el polo >'. corres- pondía a aquella punta de la aguja que lleva la marca a. Pero cambiándose hasta fines de I88f> intencionalmente los polos de la aguja en cada observación de la declinación, existen también valores imarcados en el cuadro con *) medidos cuan- do el polo A. correspondía á la extremidad B de la aguja. Observaciones de esta última clase no se han ejecutado en Córba, por cuya razón los valores * no se han tomado en cuenta al reducir los ángulos. Sin excepción alguna, se han observado las agujas con las marcas arriba. He aquí los ángulos de deflexión observados : ÁNGULOS DE DEFLEXIÓN- OBSERVADOS CON EL MAGNETÓMETRO DE DESVIACIÓN BAMBERG XÚ.MERO 1547 No LOCALIDAD Córdoba , R. de Santa- Fé. 4 Asunción 5 Paragiiarí 6 Asunción 7 iFormosa 8 ¡Corrientes 9 Bella Vista 10 Cañada de Gómez 11 R. de Santa-Fé. 12 Villa María 13 Laguna Larga. . . 14 Córdoba 15 Chañares FECHAS Aiios Meses t dias ACIJA I Dellector 1 Deíector II ACCJA Defledor 1 ' Deíe.>for |1 1884 Octubre 15i24' » 1885 » » » » Diciemb.28j23 Enero 24|24 Febrero 5 24 » 12 y 13 24 » " 23 21 » 26 ¡23 Marzo 3,23 7|24 » 29123 311 Abril 3 123 » 5 23 Mayo 3 23 ¡ » 24,23 ' 3:4 50.0 45.4 20.5 5.2 32.6^ 55.3 58.6 4.2 52.8 47.0 38.1 35.5 53.9 26°42.'8 25 59.8 26 28.8 26 30.6 26 16.7 23 25.2" 7.8 9.8 ¡26 1 26 ¡26 14.2 26 5.5 26 0.8 !25 50.8 ;25 44.9 ¡26 4.7 24''23:8 !26° 2.'2 23 54.4 ¡26 4.4 24 24.1 |26 38.0 24 5.0 I26 18.0 22 15.6* 24 22.0 21 51.3^ 24 2.2 24 0.6 23 45 O 23 45.2 23 39.8 23 46.2 24 23.3* 24 29.9* 23 52.3* 26 16.7 26 17.0 ¡25 55.6 25 58.6 ¡25 49.6 !25 56.6 — 184 FECHAS ALIJA 1 AiiCJA 11 N" LOCALIDAD '"-^ — ■ " ' — ^ 16 AÍJús Meses y dias Deflector i Ddector II Deflector I Deflector II Oncalivo 1885 Mayo 25 23° 36 .'7 25M7.'2 21°34:8* 23° 33 .'7^ 17 Rió Segundo.. . . » 26 23 48.7 25 57.3 21 35.3* 23 35.9* 18 :'r. deSanta-Fé.. » Agosto 28 24 2.3 — — — 19 Tucuman » Dieiemb. 11 23 32.7 25 41.6 23 23.0 25 30.1 20 R. de la Frontera » » 19 23 29.9 25 IJ.l — — 21 Simoca 1886 Enero 23 23 20.8 25 36.7 20 53.3* 22 51.2^ 22 Laniadrid y 28 21. 36.3^ 23 35.8' 23 21.4 25 37.2 23 24 25 Lavalle » » Febrero 17 21 22 23 25.4 23 34.8 24 9.0? 25 35.7 25 43.7 26 34.7? 23 23.3 23 29.7 23 27.7 25 34.2 25 42.6 25 42.6 Frias San AnLouio 26 27 Recreo » » » 24 26 23 25.3 23 33.2 25 49.5 25 45.9 23 .32.5 23 34.2 25 48.0 25 45.2 Totoralejos 28 Córdoba » Marzo 23 23 46.2 26 0.4 23 49.2 26 2.7 29 San José » Abril 23 23 39.3 25 51.8 23 44.7 26 4.4 30 Dean Funes » » 25 y 26 23 52.4 26 5.9 23 51.6 26 9.1 31 Córdoba >/ Novierab. 1 — -- 23 47.2 26 0.9 32 .-> 1887 Enero 10 23 52.9 26 5.0 23 46.5 25 59.7 33 Cosquin » Marzo 16 24 6.2 26 20.1 24 0.9 26 12.0 34 35 Recreo » Abril 5 8 24 0.4 23 53.7 26 12.2 26 7.1 23 .56.4 23 50.9 26 10.2 26 5.1 S. del Estero... 36 » » . . . » 8 — — 23 53.8 26 8.8 37 » » . . . » 9 23 49.0 26 2.6 23 49.3 26 1.7 38 Estación Loreto. » » 12 — — 23 55.0 26 10.3 39 » » » 13 — — 23 56.2 26 11.9 40 » » » » 14 23 49.3 26 6.0 — — 41 » » » 14 23 51.3 26 7.5 — — 42 Córdoba 1888 Julio 19 24 2.8 26 14.6 24 15.9 26 36.1 43 » » Agosto 2 23 .55.2 26 7.8 24 8.6 26 23.7 44 » » 16 24 7.4 26 26.0 24 20.9 26 36.2 45 » » Setierab.l6 23 56.5 26 8.9 21 18.7 26 35.2 46 » » Octubre 2 24 2.4 26 12.9 24 14.7 26 32.3 47 » 1889 Mayo 8 24 5.7 26 24.8 24 23.1 26 .36.9 48 » 1890 Octubre 25 . 24 8.9 26 19.9 26 39.6 49 » » » 25 ; 24 6.2 . 26 25.3 . 24 29.3 . 26 40.8 50 » » Dieiemb. 3 '. 24 5.9 ; 26 24.5 • 24 25.3 í 26 39.5 185 Reducción de las observaciones Para calcular la intensidad horizontal H, con los ángulos de deflexión 9' observados en las condiciones descritas, te- nemos como fórmula más suscinta H -"^ d'M sen en que m es el momento magnético de los dos sistemas de imanes deflectores; >[ el de la aguja observada; d la distancia entre el centro de la aguja y el de los imanes deflectores. Siendo invariable d para el mismo aparato ( en el nuestro es como de 16.5 centímetros) y suponiendo que ?7i y M no varíen, se puede escribir ■2m .^ constante — -— z= constante v H = d-yl " sen 9 Cuando es conocida H en una localidad, por observaciones ejecutadas con otro instrumento que da valores absolutos, se puede calcular la constante, que dividida por el sen 9 obser- vado en cada localidad, suministra el valor de la intensidad horizontal correspondiente . dictándose una alteración de las constantes, es prueba de que m ó M, ó los dos á la vez, se han modificado. Durante todo el tiempo que abarcan las observaciones que acabamos de reproducir, no ha sido posible, por falta de otro instrumento, procederá la determinación de las constantes del nuestro. Es cierto que el doctor G. Neoiayeu las había determinado antes de hacer remitirme el instrumento, como se ha mencionado ya, pero no tengo conocimiento del resul- — 186 — tildo de sus determiaíicioues, y aún cuando hubiese estado en posesión de esos datos, creo que habría adelantado muy poco, pues es más que probable que las constantes ya no eran las mismas cuando di principio á mis observaciones. Puesto que el coeficiente ]de temperatura de los imanes es rara vez una función lineal de la temperatura, sino que ge- neralmente está representado por una ecuación de segundo grado, la compensación es de suyo difícil para cualquiera tem- peratura, si bien se puede realizar con alguna aproximación para cierta temperatura media. Yes muy dudoso que se hayan tomado en cuenta, con el objeto de la compensación del mo- mento magnético, temperaturas tan altas, como son las áque ha estado expuesto el instrumento en mis viajes. En Asunción (Paraguay), por ejemplo, he observado durante seis horas se- guidas con una temperatura de más de 40*^0 en la carpa. Hay que añadir que el momento, tanto de los deflectores, como de las agujas, debe haberse alterado mucho al pasar el instrumento de una temperatura media mucho más baja, la del Norte de Alemania, á nuestras temperaturas, relativamen- te altas, y aún después de aclimatado, por decir así, el ins- trumento, las constantes no pueden ser invariables, atenta la oscilación diurna tan pronunciada de la temperatura que te- nemos aquí. Otra causa más déla variación de las constantes es la de- simantacion frecuente de las dos agujas á que hemos aludido más arriba. A pesar de que todas estas suposiciones llevan el sello de gran probabilidad, no es posible demostrar directamente su exactitud. Solóse puede proceder á una comparación de las cuatro distintas constantes en un mismo lugar, la que se efectúa del modo siguiente : Las constantes están vinculadas con los ángulos correlati- vos de defle.vion por las ecuaciones C, : C;> : C.j : C, = sen 9, : sen 92 ." sen 3, : sen o. — 187 — en que los índices en su orden natural, corresponden á las combinaciones aguja T con eJdeflector I, aguja I con eldeflec- tor II, aguja II con el deflector I, aguja II con el deflector 11. Los momentos magnéticos de las agujas ()Ii el de la aguja I, 31, correspondiente á la aguja .1) están en la relación 3Ij : Mo := sen 93 : sen 91 = sen oj : sen oo y los momentos magnéticos de los deflectores I {Inii) y lí (27722) s^ comparan mediante Tñi ; ?7io = sen 9;j : sen o, = sen o, : sen 90. Inliérese, por combinación de las ecuaciones que antece- den C3 : Ci = Ci : C¿ = sen 9¡ : sen 9,= sen 9, : sen so. Sobre la base de estas proporciones, se ha hecho un estu- dio comparativo délas constantes y momentos magnéticos, formando las respectivas diferencias entre los logaritmos de los senos de los ángulos observados. Resulta que la relación de los momentos magnéticos de los deflectores (log sen 91 — log sen o., y log sen 9., — log sen 95) ha quedado, en general, constante^ lo que equivale á decir que ambos momentos han variado de un modo unifor- me, disminuyendo el uno en la misma proporción que el otro. Lo que ha variado de un modo muy irregular, es la rela- ción de los momentos magnéticos de las dos agujas. Las di- sen ©o , sen Of. . . , íerencias iog — y log — que, en ngor y suponiendo sen 9i sen o observaciones libres de errores, habrían de ser iguales, no sólo son siempre desiguales, sino que cambian frecuente- mente de signo, ó, aún, llevan signos contrarios. Esa calidad de las observaciones se opone á reducir la intensidad deriva- — 188 — da de un número escaso de ángulos de deflexión al promedio que suministrarían los cuatro valores de esos ángulos. ¿Cuál es la causa de de esa anomalía? A primera vista ocu- rre buscarla en el tratamiento de las agujas, es decir, en los cambios repetidos de los polos de la aguja que se hacían has- ta fines de 1886. Sin embargo, esa suposición no parece fun- dada, puesto que se nota el mismo defecto en las observacio- nes posteriores á aquella época en que los polos no han vuel- to á invertirse. Con más probabilidad, opino que esa desigualdad aparente en la relación de los momentos de la aguja proviene de los errores sistemáticos de la observación que se pueden atri- buir á la falta de igualdad en las condiciones de equilibrio de las agujas. Estas sirven á la vez para la declinación y se observan por lo tanto en las dos posiciones, marca arriba y marca abajo. Para poder observaren esas dos posiciones, es necesario quitar la chapa atornillada en un orificio central de la aguja, invertir ésta cambiando las caras superior é inferior y atornillar otra vez la chapa cuyo centro de piedra dura reposa sobre la punta del estilo. En esta manipulación se al- tera un poco el equilibrio de la aguja que se restablece para esta posición, á simple vista, mediante una pequeña corre- dera metálica, movediza por lo largo de la aguja. Sobre ser difícil establecer un equilibrio perfecto por la simple inspec- ción ocular, las paredes laterales de la caja que son de metal con una sola ventanita en cada extremidad, se oponen á una comprobación prolija de la horizontalidad de la aguja. Ahora bien, una aguja no del todo bien equilibrada no ocu- pa la misma posición en el círculo que cuando su horizonta- lidad es irreprochable. De los muchos ejemplos que podría reproducir aquí hojeando los diarios de mis viajes, transcri- biré sólo el siguiente: — 189 — LoRETO, Abril 14 de 1887. ]0^^ a. m. Aguja I, Deflector I Punta Norte Punta Sud 86= 1' II— 1' 85°31' II 33' 13, II 12' 35' II 38' 8' II 6' 29' 1131' 86° 6 '50 85°32'83 Promedio : 85° 49 '67 Va la observación: «Aguja no bien equilibrada. Se rectifi- ca el equilibrio y vuelve á observarse»: Punta Norte Punta Sud 86°20' II 18' 85°38' || 41 20' II 18' 45' ¡I 47 12' II 10' 37' II 40 86°16'33 85°41'33 Promedio : 85° 58 '83 Una diferencia de más de O', debida únicamente á diversi- dad del equilibrio de la aguja ! A pesar de las mejores intenciones de un observador se introducen errores que muchas veces quedan desapercibi- dos y no le dan motivo á repetir las observaciones, como se hizo en el caso que nos ocupa. Sin duda se sacarían mejores resultados con el instrumen- to, si se pudiese observar con agujas que una vez equilibra- das con toda propiedad, se dejarían sin alteración. No me consta, si otros exploradores que han trabajado con un instrumento análogo, han podido cerciorarse de los mis- mos defectos . La primera determinación de las constantes pudo hacerse recien el 25 de Octubre de 1890, y se ha efectuado del modo siguiente : A cierta distancia, de 10 metros, uno del otro se instalaron nuestros instrumentos y el teodolito magnético Bamberg nú- mero 2597, cuyas constantes había determinado antes con 0.26 566 24° 8 '9 9.03 616 0.26 564 26=19 '9 9.07 125 0.26 563 26=39 '6 9.07 623 — 190 — toda prolijidad, y se liicieron, en vista de no liaber quien observara simultáneamente conmi^'o, observaciones de de- flexión alternativamente en uno y otro aparato. El ángulo de deflexión de nuestros instrumentos se consideró como correspondiente al promedio de las intensidades horizonta- les observadas con el teodolito inmediatamente antes y des- pués de la observación en el instrumento número 1247. La comparación dio los resultados siguientes : H ? log C Agujal, defl. I g^S a. Aguja II, defl. II.... 9''8 a. Aguja IL defl. II.... 10"! a. Habiendo notado, por las diferencias entre dos observa- ciones subsiguientes, que existía un fricción bastante gran- de, cambié el estilo, eligiendo otro que me parecía mejor conservado, y procedí, en la tarde del mismo dia 25 de Oc- tubre, á ejecutar otra serie de observaciones con el resultado que consigno: H ? log C Agujal, defl. I SM p. Ü.26 512 24= 6'2 9.03 451 Aguja I, defl. II.... S"? p. 0.26 516 26°25'3 9-07 184 Aguja II, defl. I.... 3''0 p. 0.26 506 24°29'3 9.04 088 AgujaII.defl.il.... 2''7 p. 0.26 509 26°40'8 9,07 564 Otra determinación se hizo el .'i de Diciembre de 1890, de laque resultaban: H ? log C Aguja I, defl. 1 2''8 p. Aguja I,' defl. II 3-2 p. Aguja II, defl. 1.... 3\5 p. Aguja 11, defl. II... 3''8 p. Puesto que la comparación no tenía objeto práctico — ya no observaba con el instrumento Bambers; 12^7 —no se han he- 0.26 512 24= 5'9 9.03 442 0.26 516 26=24 '5 9.07 164 0.26 524 24=25 '3 9.04 006 0.26 533 26=39 '5 9.07 571 — 191 — clio más observaciones. Siento no haber apuntado las tempe- raturas, para ver si la compensación estaba bienhecha. Por lo que antecede, se comprende que no hay material para deducir de un modo directo la intensidad horizontal de los ángulos de deflexión observados en mis viajes. En consecuencia me he visto obligado á valerme de un método indirecto que permitedeterminar provisoriamente la intensidad horizontal. A medida que pueda repetir las me- diciones de la intensidad en alguno de los puntos en que he observado con elinstrumento número 1247. los valores cal- cuhidos provisoriamente son susceptibles de correcciones y mejoras. Este método consiste en calcular la intensidad horizontal correspondiente alas épocas en que había medido ángulos de deflexión en Córdoba, y proceder sobre la base de las cons- tantes que resulten de esta manera, á la reducción de las de- más observaciones. Indispensable para este objeto es el conocimiento de la variación secular de la intensidad horizontal. Para Córdoba tenemos (') : 18&3.5H = 0.26815 .'Dr. Benj. A. Gould). 1890.0 H = 0.26603 (Óscar Doering, . délo que se deduciría una disminución anual de sólo 33X10"^ unidades C. G. S., muy pequei'ia é inadmisible. Haciendo un estudio comparativo de las observaciones de Arch. Mac Rak, De Ber>ardié:res, B. A. Golld y las mías, infiérese que las de Golld (Rosario de Santa-Fé) no concuerdan bien con las de De Ber>ardiér£S ('), pues arro- jan un valor muy bajo, mientras que las mías comparadas (^) Véase el material acopiado en mi trabajo: Las manifestaciones del Magn. terr. en la provincia de Córdoba. Este Boletín, tomo XII, p. 366. ;) En el Rosario 1883,2 H =0.26.8.30 De Bernardiéres). 1883,8 H=0'.36.301 B. A. Gould . — 192 — con las de ¡Mac Rae y De Bernardiéres dan la misma va- riación anual que las de estos dos exploradores, comparadas entre ellas ('). Resulta, pues, que las observaciones del Dr. B. A. GouLD, relativas á la componente horizontal, no son di- rectamente comparables con las mías, y que el punto de par- tida para la intensidad horizontal de Córdoba debe ser el valor que suministran las observaciones mías^ ya por la razón expuesta, ya por la otrade que ^A Dr. Goulü no dice si ha de- terminado de nuevo las constantes del instrumento que recibió afines de 1874 del «CoastandGeodeticSurvey« délos Estados Unidos, siendo asi que las de mi teodolito magnético Bamberg 2597 se han determinado con mucha proligidad cada año. Fijando la atención en mediciones hechas en otras locali- dades de la República y del continente Sud-Americano, en- contramos que la disminución anual de la intensidad hori- zontal es, en término medio, de O.OOÜ72 C. G. S., promedio en cuya formación han entrado los valores siguientes: Rio Cuarto (Mac Rae, De Rernardiéres, O. Doering). . . 0.00 075 Bellville (M. R., O. D.) 72 Mendoza (M. R., De Bern.j 72 Rosario de Santa Fé (M. R., De Bern.) 63 Buenos Aires (M. R., De Bern.) 65 Santiago de Chile (expedición Gillis) 77 Rio de Janeiro (Dr. van Rijckevorsel) 78 Promedio 0.00 072 Con este valor de la disminución por año y tomando como base para 1890.0 H =0.26603, se ha calculado la in- tensidad horizontal de Córdoba correspondiente á las distin- tas fechas en que había hecho observaciones del ángulo de dellexion, y sobre esos valores se han determinado las cons- tantes como sigue : (\) Véase el material acopiado en mi trabajo : Laa manifestaciones del magnetismo terrestre en la provincia de Córdoba, en este Boletín, tomo XII, página 366. — 193 CONSTANTES DE DEFLEXIÓN DE BAMBERG 1247 C = 2») FECHAS -- H Calculada VALORES DE LOGARITMO C AGUA I AGCJA II AIos Meses y d as -— -^ ^ ~ Defiec tor 1 Defledor H Deflect r.r 1 De fleo «r 11 1884 Octubre 15 0.26 98 9.04 129 9.08 377 9.04 701 9.07 342 » Dic. 28 96 .03 723 .07 256 .03 849 375 1885 -Mayo 3 94 270 .06 831 393 .06 954 1886 Marzo 23 87 470 .07 126 556 .07 186 » Nov. 1 83 — — 431 071 1887 Enero 10 82 569 .07 153 387 016 1888 Julio 19 71 672 223 .04 041 769 » Agosto 2 71 454 045 .03 834 451 » » 16 70 795 505 .04 173 763 » Setiemb 16 70 477 059 .04 103 729 » Octubre 2 69 639 156 .03 986 651 1889 Mayo 8 65 661 389 .04 149 695 1890 Octubre 25 564fobs.) 616 125 — 623 » » 25 511 (obs.) 451 184 .04 088 564 » Dic. 3 521 (obs.) 9.03 442 9.07 164 9.04 006 9.07 571 Respecto de la aplicación que he dado á las constantes con- signadas en el cuadro que precede, menciono los siguientes detalles: En la reducción de las observaciones hechas de Enero de 1885 á 5 de Abril de 1885 — Rosario de Santa-Fé, Asunción, Paraguarí, Formosa, Corrientes, Bella Yista, Cañada de Gómez, Rosario, Villa María y Laguna Larga — se han em- pleado las constantes relativas al 28 de Diciembre 1884 y al 3deMavo 1885. La disminución sumamente regular de las constantes, que se nota de una hasta otra fecha, se ha consi- — 194 — derado como función del tiempo pasado desde la primera fe- cha, calculándose en consecuencia las constantes por inter- polación lineal. Las observaciones de la intensidad horizontal que hice en Villa María el 4 y 5 de Octubre de 1889 con el teodolito magnético Eamberg 2597 han permitido otra aproximación más al conocimiento de las constantes del aparato número 1247. En aquella fecha resultó H = 0.2644 para Villa María. Re- ducido este valor á la fecha del 3 de Abril de 1885, en que se observaron los ángulos de deflexión contenidos en el cuadro de la página 183 bajo el número 12, es de 0,2676. Con esta cifrase han calculado también las constantes del aparato y en vista de que de los dos modos indirectos para averiguar las constantes, ninguno tiene una ventaja sobre el otro, se ha aprovechado el promedio de los dos para la reducción de las observaciones de Cafiada de Gómez, Rosario (3 1 Marzo), Villa María, Chañares, Oncativo, Laguna Larga y Rio Segun- do, que se han hecho casi al mismo tiempo. Los valores algo distintos de Rosario, Enero 24 y Marzo 31, se han promediado adjudicándose el promedio á 1885.2. Los ángulos de deflexión observados en Tucuman, Rosa- rio déla Frontera, Simoca, La 3Iadrid, La valle. Frías, San An- tonio, Recreo (24 Febrero 1886), Totoralejos, San José y Dean Funes se han reducido con las constantes del 23 de Marzo de 1886, pero los valores deducidos así se han corregido me- diante la comparación de los resultados obtenidos en Recreo en dos distintas ocasiones, á saber, el 24 Febrero 1886 y el 5 Abril 1887, La reducción de los ángulos observados allí la segunda vez, operación efectuada con las constantes del 10 de Enero 1887 tanto para Recreo, como para Santiago del Estero y Loreto, da un resultado superior en 0.0040 al déla ])rimera medición, reduciendo antes á una misma época. Su- poniendo el promedio de las dos observaciones más aproxi- madas á la verdad, se ha aumentado en 0.0020 la intensidad — 195 — horizontal de las localidades visitadas casi al mismo tiempo que Recreo por primera vez — de Tucumáii hasta Dean Fu- nes — disminuyéndose á la vez en la misma cantidad los va- lores correspondientes á Recreo (segunda vez), Santiago del Estero y Loreto. Para reducir las observaciones hechas en Cosquin, había sólo las constantes del 10 de Enero de 1887, las que han ser- vido en efecto para este procedimiento. Dados estos pormenores, queda explicado el origen de los valores parciales que reunimos en el cuadro que sigue, don- de está consignado á la vez el valor déla intensidad horizon- tal que hemos adoptado provisoriamente para cada locali- dad sobre la base de los datos disponibles para la reducción. LOCALIDAD ÉPOCA de la observación 1NTE.\SID.\Ü HORIZONTAL OBSERVADA H ADOPTADA AG[ Defleclor | A 1 Defletlor |1 AGCJ Defiector 1 A 11 Defleetor H Asunción Paraguarí Formosa Corrientes Bella Vista R. de Sauta-Fé C. de Gómez. . . Villa María Laguna Larga. . Chañares Oncativo Rio Segundo.. R. de Santa-Fé Tucuman R. déla Front.. 1885.1 1885.1 1885.1 1885.1 1885.1 1885.2 1885.2 1885.2 1885.2 1885.4 1885.4 1885.4 1885.7 1885.9 1885.9 0.26 35 59 73 67 56 0.25 96 0.26 68 78 94 66 97 75 47 0.27 12 17 0.26 40 59 71 67 59 45 65 76 92 69 97 81 0.27 18 19 0.26 36 67 57 54 84 84 82 0.27 35 0.26 36 65 50 50 84 79 82 0.27 41 0.26 37 0.26 62 0.26 72 0.26 67 0.26 57 0.26 49 0.26 59 0.26 80 0.26 87 0.26 75 0.26 97 0.26 78 0.26 47 0.27 06 0.26 98 — 196 LUCAllDAD Simoca Laraadrid. . . . Lavalle Frías San Antonio. Recreo Totoralejos . . San José. . .. Dean Funes.. Cosqiün Recreo S. del Estero » » Loreto » El'ÜCA de la observación 1886, 1886, 1886, 1S86, 1886. 1886, 1886, 1886, 1886, 1887, 1887, 1887, 1887, 1887, 1887. 1887. INTEXSIÜAÜ HORIZONTAL OBSERVADA AGUA Dellector | 0.27 0.26 7 1 Deflector || 33 0.27 26 25 27 08 14 25 05 11 11 00 01 76 0.26 79 58 58 68 70 80 78 89 85 88 80 84 78 AGCJA Ilefledor I 0.27 0.26 37 34 22 26 17 14 95 83 56 64 74 69 77 66 65 Deflector 1 0.27 0.26 29 34 20 20 11 16 85 77 62 65 73 67 78 65 62 H ADOPTADA 0.27 10 0.27 13 0.27 10 0.26 96 0.27 03 0.26 95 0.26 93 0.26 79 0.26 79 0.26 79 0.26 87 0.26 97 0.26 93 En la adoptación de los valores de H consignados en el cuadro que precede, no se ha tomado en cuenta la oscilación diurna de la componente horizontal^ pues es poco probable que el instrumento sea susceptible de manifestarla, y Jiun cuando se pudiese admitir ese grado de sensibilidad, la aplicación de pequeñas correcciones, para reducir la obser- vación al promedio diurno, sería poco justificada en atención á que los medios indirectos que hemos puesto en juego para deducir las constantes del aparato, están afectados de una incertidumbre más grande. Creo que, por lo pronto, las observaciones de deflexión que he ejecutado, no se pueden someter á otro proce- — 197 — dimiento más riguroso á fin de derivar la intensidad ho- rizontal. Oscilaciones de las agujas Si en la conocida ecuación HM = '~ se consideran cons- tantes K (el momento de inercia de la aguja) y M(su momen- to magnético), se puede escribir Tz'K ,, constante — - = constante y H = — ^j;^ en que T es el tiempo necesario para una oscilación de la aguja. Observando las oscilaciones de una misma aguja en dos localidades distintas, tenemos las intensidades horizontales {ñ^ y Hj) en razón inversa del cuadrado de los respectivos tiempos que la aguja emplea en una oscilación : Hi : Ho =r IV : Ti^ En una localidad donde se conoce el valor de H, se puede determinar aquella constantede la aguja, y ese ^alordividido por el cuadrado deT que se observe en otro punto, suminis- tra el valor de H correspondiente áesa segunda localidad. Ese método, muy en boga antes, no era admisible en nues- tros viajes, pues la desimantacion délas agujas alteraba cada vez su momento magnético. Sin embargo, desde que ya no se cambiaron los polos de las dos agujas, se han observado, algunas veces, oscilaciones cuyo resultado no dejo de presentar. Se comprende que en agujas que, como las nuestras, os- cilan sobre un estilo, la fricción existente no permite gran exactitud en la determinación de T. Con el objeto de determinar T, se ha observado cada vez eí 198 tiempo empleado en treinta oscilaciones, repitiéndose la ob- servación á lo menos cinco veces. La elongación inicial era siempre de 30°. No se ha reducido á arcos infinitamente pe- queños, ni á una temperatura normal. He ahí los valores observados : LOCALIDAD Aúos FECHAS Meses y dias T H Aguja I Córdoba 1887 » » » » » 1888 V . . • » • » » » S. del Estero.. 1887 » » Aguja II Córdoba 1887 » » » 1888 » » » » S. del Estero.. 1887 CONSTANTES (Logaritmos) Enero 3 5 — 1!483 0.26 82 10 15 — 1.477 0.26 82 18 10 — 1.485 0.26 82 Setiemb. 16 5 — 1.589 0.26 70 Octubre 2 5 1.603 0.26 69 17 10 28? 5 1.609 0.26 69 Abril 9 9 5 5 29.2 28.8 1.475 1.472 0.27 24 9.77 162 9.76 722 9.77 192 9.82 875 9.83 621 9.83 947 9.77 177 Enero 10 15 — 1!766 0.26 82 18 10 — 1.764 0.26 82 Setiemb. 16 5 — 1.973 0.26 70 Octubre 2 5 — 1.979 0.26 69 » 17 10 28? 5 1.959 0.26 69 Abril 9 5 29.0 1.751 0.27 26 9.92 244 9.92 146 0.01 677 0.01 925 0.01 041 9.92 195 Calculando con las constantes de las agujas determinadas en Enero de 1887 la intensidad horizontal de Santiago, resul- taría por las oscilaciones, 0.2724 y 0.2726, mientras que las detlexiones suministraban el valor directo 0.268.3 (I) y 0.2673 (II). El valor adoptado para Santiago (0.2697) no — 199 — difiere mucho de 0.2700, promedio de las intensidades cal- culadas con las oscilaciones y las deflexiones . OBSERVACIOJNES DE LA COMPOJNEíTE VERTICAL Los dos deflectores son aplicables también al inclinatorio, pudiéndose hacer de este modo deflexiones de la aguja ver- tical para calcular la componente vertical de la intensidad. En los primeros viajes he ejecutado varias de esas de- flexiones, pero no con el objeto de derivar esa componente, sino con el de encontrar con más rapidez el plano en que de- be medirse el ángulo de inclinación. No habiendo hecho ob- servaciones de esa clase en Córdoba, faltan los datos funda- mentales para convencerse déla invariabilidad de las cons- tantes que servirán para la determinación de la intensidad vertical, razón por la cual no he sometido mis datos al cál- culo. ]\ira ejecutar esas observaciones, se coloca la caja del in- clinatorio en el plano normal al meridiano en que la aguja ocupa una posición perfectamente vertical. Ajusfando ahora uno de los deflectores al reverso de la caja, de modo que sus imanes y la aguja de inclinación se encuentren en un mismo plano vertical, la aguja abandona su posición de verticalidad inclinándose hacia el lado E. ó W. del meridiano magnético. En seguida se hace correr el limbo horizontal del instrumen- to con la caja á objeto de buscar el plano en que la aguja, bajo la influencia del deflector, vuelve á recobrar una posición vertical. Apuntada la indicación ( varias veces repetida) de los dos verniers, cuando se haya conseguido la verticalidad de la aguja, se invierte el deflector, lo que produce que la aguja se inclina hacia el otro lado del meridiano. Procediendo co- mo antes, resulta otra lectura del limbo horizontal ó más bien — 200 — otro promedio de varias lecturas, distinto del que se obtuvo antes de invertir el detlector. La semisuma de las dos lectura^ indica el plano normal al meridiano magnético, y su semi-diferencia suministra el án- gulo de deflexión que es la medida de la componente vertical de la intensidad. En una observación de este género la cara transparente del inclinatorio (el limbo vertical) puede mirar hacia el N. ó hacia el S. (abreviando se dice « limbo al N. , limbo al S. ») y en cada una de esas dos posiciones se puede observar la aguja dirigiendo su cara marcada con letras hacia el N. ó hacia el S. («marca al i\., marca al S.«). Y si se tiene preséntela facilidad de invertir los polos de la aguja, se comprende que existen ocho posiciones distintas en que se pueden hacer deflexiones y las que deben distinguirse bien^ si se trata de aprovechar esas deflexiones para el cálculo de la componente vertical. La computación de las observaciones se haría del modo siguiente: Para la estación fundamental se calcula la intensidad ver- tical Y mediante la componente horizontal H y el ángulo de inclinación I por la relación Y = H tangí. y se observa el ángulo •!> dedeflexion de la aguja vertical que corresponde. Midiendo ese ángulo, 6,, en otra localidad, se calcula la intensidad vertical Y, de ésta con la ecuación Y : Y| = tang '^, ; tang ó. Se encuentran reunidos en el cuadro que sigue, los ángu- los de deflexión 6 que he medido en mis viajes: los valores distinguidos por un asterisco corresponden á una distribución tal de la polaridad que la punta B de la aguja constituye el polo norte. Todos los demás se han hecho correspondiendo el polo norte á la extremidad A de la aguja. — 201 y 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 LOCALIDAD R. de Santa-Fé. Asunción Paraguarí Formosa Corrientes Bella- Vista Cañada de Gómez Villa María Chañares Oncativo R. de la Frontera FECHAS Aiios 1885 » » » » » » » » » Meses y dias Enero Febrero » Marzo » » Abril Mayo M 5 12 27 3 7 29 3 24 » 25 Dicierab.l9 A.XGULOS ÜE DEFLEXIÓN A ACLJA Deflector 21M9.'4 21 3.8 21 13.3* 21 7.2^ 20 43.0 20 44.8 21 51.9 21 50.9 21 22.3 21 0.6^ 21 0.9^ Deflector 23° 29; 22 54. 23 54. 22 13. 23 31. 23 24. 23 25. 23 35. 23 21. 23 2. 23 12. O 4 2* 8" 8 1 O f 8 8* 8* AGCJA II Deflei-tor 11 21 13.3* 21 0.6* 21 23.2 20 47.2 20 52.3 21 54.5 Ceflector II 20" 3.1?* 23 5.9* 22 44.0 22 52.8 23 0.8 24 8.9 Los únicos apuntes relativos á limbo y aguja que encuen- tro en el diario, son los siguientes: Asunción: limbo al S. , marca al N. Corrientes y Bella-Vista : marca opuesta al limbo. Cañada de Gómez v Yilla María: limbo al N., marca al S., combinados con limbo al S. , marca al 3í. Para finalizar y antes de reproducir condensados los deta- lles de mis observaciones, dando un extracto del diario, pre- sento en un solo cuadro los resultadas de mis observaciones con el instrumento, reducidos todos á la época 1890.0 y añadiendo la época de la observación y las coordenadas geo- gráficas de las localidades. — 202 — ELEMENTOS TERRESTRE-MAGNÉTICOS OBSERVADOS POR ÓSCAR DOERING CON EL iMAGNETÓMETRO DE DESVIACIÓN BAMBERG 12^7 Y REDUCIDOS Á 1890.0 NO 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 LurALÜlAD Asunción.. . . Paraguarí . . . R.delaFront. Formosa .... Tucuman Simoca Corrientes. . . Lamadrid . . . S. del Estero. Loreto Lavaile Bella-Vista, . Frias San Antonio. Recreo Totoralejos . . San José. . . . Dean Funes.. Cosquin Córdoba Rio Segundo. Laguna Larga Oncativo Cliañares. .. . Villa María. . C. de Gómez. R. deS.-Fé.. Latitud Sud longitud W. de Greenw. 1 25=17:5 57°40:0 25 36.3 57 10.0 25 48.0 65 6.2 26 10.7 58 12.5 26 50.5 65 12.0 27 16.2 65 21.0 27 27.9 58 49.5 27 40.8 65 13.5 27 48.0 64 15.7 28 16.0 64 9.5 28 16.2 65 5.5 28 28,8 59 6.2 28 41.6 65 8.0 29 0.0 65 6.5 29 18.9 65 5.0 29 39.1 64 50.0 30 0.0 64 37.0 30 25.0 64 21.0 31 13.5 64 28.2 31 24.8 64 12.0 31 40.0 63 53.5 31 48.0 63 47.0 31 56.0 63 44.0 32 9.5 63 26.7 32 25.1 63 14.6 32 49.5 61 24.0 32 56.7 60 38.5 Altura metr. 123 152 857 81 465 317 77 290 214 142 477 65 347 267 223 179 213 701 720 407 346 315 288 25 ¿ 206 86 39 Época de la obserTacioB 1885.1 1885.1 1885.9 1885.1 1885.9 1886.1 1885.1 1886.1 1887.3 1887.3 1886.2 1885.1 1886.2 1886.2 1886.2 18«7.3 1886.2 1886.3 1886.3 1887.2 1890.0 1885.4 1885.2 1885.4 1885.4 1885.2 1885.2 1885.2 Declinación E. Inclinación S. 5 "28: 9 16'32:3 5 30.7 17 23.5 9 50.5 20 33.6 5 54.8 18 10.5 10 4.2 22 11.6 11 8.1 22 57.2 7 17.1 20 0.9 11 9.0 23 15.5 10 42.9 23 17.2 10 51.3 23 40.9 11 25.1 23 47.3 7 9.2 21 58.3 11 44.3 24 14.2 11 42.8 25 4.3 11 28.9 25 23.5 Intensidad horizontal 11 42,0 25 35.2 11 35.4 25 37.7 11 38.4 26 14.5 11 45.6 27 32.1 11 45.0 27 18.1 11 49.5 27 43.3 11 46.7 27 53.3 11 38.2 27 48.7 11 39.3 28 20.2 11 34.3 28 7.7 10 22.8 28 10,2 9 58.2 27 59.0 0.26 01 27 69 37 77 81 32 85 77 - 73 82 22 68 75 67 65 52 52 59 0.26 603 44 53 63 41 46 25 18 I DETALLES EXTRACTO DEL LIBRO DE VIAJES DE LAS LOCALIDADES VISITADAS EN ORDEN ALFABÉTICO DETALLES 1. AsuxciOxN (Paraguay) Coordenadas geográficas.— Se ha adoptado la latitud que el 22de Setiembre de 1875, el actual director del Observa- torio Astronómico Nacional, el señor Dr. Juan M. Thome, determinó en ■f — — 25°17'3-2" (Plaza del Mercado). Respecto de la longitud hay que elegir entre los valores si- guientes : Th. I. Page 57°42'42" \ E. Mouchez 57 37 12 f al W. de Greenwich. D. R. Congrevo... 57 40 O ) He adoptado esta última = + 3'^ 50™ 40? La altura de Asunción (calle de las Palmas) puede consi- derarse, con H. ToEPPE^', igual á 123 metros sobre el nivel del mar. Determinaciones del tietupo. — Durante mi estadía he observado, con el círculo de reflexión, las siguientes alturas corregidas. Reloj: Glashütte. Tiempo civil. 1885 Febrero 6. 7''22°>13?8 0 28=21.'58" (2 observaciones] AT = + 30'" 2?6 Febrero 8. 3''10'"52f8 ^ 40°48'47" (1 observación ) 5 10 2.3 0 13 46 O ( 4 ^observaciones ) AT ^ + 30°'31f7 Febrero 9. 3^0'" 3fl 0 41°40'27:'3 .( 4 observaciones ) AT = + 30"'41!0 Febrero 10. 3''25'"14?7 0 36°ó9'15" (6 observaciones) AT = + 30°'54?8 — 206 — Febrero 15. 3''40"'50»9 0 32=35' 6" ¡2 observaciones) AT = + 31 -"52? 3 Febrero 17. 8"35"'29?7 0 44 "= r42:'4 ( 12 observaciones) AT = + 32'"15f2 Febrero 17. 4''15"'50?8 0 24°17'51" (8 observaciones) AT = + 32"'12!5 Febrero 19. 3''48'"25!6 0 30° 7'29" (3 observaciones] AT = -f 32™28!2 Dividiendo esas correcciones del reloj en grupos \ for- mando ecuaciones en que u.ia délas incógnitas es la correc- ción (áT) correspondiente á una época determinada, la otra la marcha diurna del reloj (oT), y tratándolas por el método de los cuadrados mínimos, resultan las siguientes cantidades para el cálculo de los azimutes: + 29"'52!8 + 30 53.0: oTFeb. 5— 10= + 12?0 + 3153.9: » 10 -15 = + 12. 2 + 32 28.6; » 15—19 = + 8.7 Para los días Febrero 1 9-23, en que no se han hecho obser- vaciones del tiempo, adopto como marcha del reloj el pro- medio de Asunción. : Feb. 15-19. oT = + 8!7 j ^^^^ ^^_^^ ^^ ^ ^^.^ Forraosa. Feb. 25-Mar. 2 oT = + 11.6) Todas las observaciones anteriores se han hecho en los balcones y la azotea del Hotel Hispano-Americano, calle de Las Palmas. Punto de observación y miras. — Las observaciones de los días 5 á 10 de Febrero de 1885 se han practicado en el Banco de la Laguna, al Norte de la ciudad, á la elevación de próximamente 1 metro encima del nivel de agua'de ésta. A la distancia de 200 á 300 m., al Sur, se encuentran el Cabildo y la casa de Gobierno. Desde el punto elegido, al Oeste, la cruz rero 5. Mediodía AT » 10. » >v 15. » » 19. » — 207 — principal de la iglesia de la Encamación (mira 11) forma un ángulo de i2°'20' con la torrecita snd-este del Palacio de López (mira I), mientras que las dos otras torrecitas aparecen casi en una línea. Determinación del azimut Febrero 6 a. m. Mira I = 342°7'00 Glash: 7''36n4!0 0 HOnS'OO (4 observaciones) [Azimut del 0) A = 93 13 1 Azimut de la mira I = 294 49 2 Febrero 10 a. m. Mira I = 298° 10 '00 Glash : 9''36'"32?0 0 T9'55'00 (8 observaciones) A = 75 33 9 Azimut de la mira I = 293 47 6 Aunque cada una de estas determinaciones es errónea, su promedio Azimut de la mira I = 294° 18 '4 parece muy aproximado á la verdad. A'^uelto deParaguarí hice otra serie de observaciones en los suburbios Este de la ciudad, á saber, en la «Cancha de la So- ciedad Hípica». Coloqué el instrumento, sin carpa, á 200 me- tros al Oeste de la casa, debajo de un árbol, sirviéndome de mira A la torre septentrional de la iglesia de San Roque, de mira B su torre Sud, las dos situadas á más de un kilómetro al Oeste. El azimut de la mira A se determinó como sio;ue: Febrero 23, mañana. Mira A 208°45:0 Mira B 207 55.0 Glash: 7'"40'"27!6 0 2°7:3 ;8 observaciones) Azimut del 0 86°2.'9 Azimut de la mira A = 292°40.'6 — 208 — Declinación Febrero 5, a. ra. Mira I 338°45:0 Aguja I. Marca arriba... Corrección Norte magnético Azimut niagnét. Azimut astron. . Declinación Reduc. al promedio . . . . Mira 50° 18.' 4 (4 observaciones) — 7.7 50 10.7 288 34.3 294 18.4 — 5 44.1 (8*'5a. m.) + 3.2 - 5''47.'3 (I) Aguja II. Marca arriba Corrección Norte magnético ... i Azimut magnét Mira 1 . . " ( Azimut astron. Declinación Reducción al promedio Febr. 50° 18 .'4 - 8.6 50 9.8 288 35.2 294 18.4 — 5 43.2 (lO'.'Oa. m.) + 1.4 — 5°44:6 Declinación. Promedio.... — 5 46.0 Corrección instrumental.. . -|- 23.8 ,. — 6 9.8 (11) 5 de 1885. Declinación corregida Febrero 23, a. m. Mira A = 208°45.'0 Aguja I. Marca arriba. Marca abajo.. , Norte magnético Norte astronómico... Declinación Reducción 281° 50: 62 36.25 281 43.4 276 4.4 — 5 .39.0 (8^5a. m.) -f 3.2 — 5*42:2 (I) Aguja II. Marca arriba.. Marca abajo. . . Norte magnético Norte astronómico, . . . Declinación Reducción , Febr. 28r22;2 282 14.9 281 48.6 276 4.4 — 5 44.1 + 2.1 Declinación. Promedio.. Corrección instrumental. 23 de 1885. Declinación corregida . (9'?5a. m — 5*46:2 (II) — 5 44.2 + 23.8 — 6 8.0 — 209 — Inclinación 1885. Febrero 5. A Norte B Norte Agujal. Limbo E, marca E 14°27 17°70 V W, » W 15 41 19 31 » W, » E 14 91 19 59 » E, » W 14 95 18 59 Promedio 14°89 1S°80 16 '842 (I) A Nurte B Norte Aguja II. Limbo E, marca E 16°51 16°28 » W, » W 17 58 18 01 » W, » E 17 05 17 37 » E, » W 16 02 16 62 Promedio 16°79 17 07 16^930(11) Intensidad vertical Febrero 5. Aguja I. A Norte. Deflector I. 70°33.'75 \ , _ g,„ .-o 28 26.25 S ^ — -^^ '^-^ Deflector II. 26 52. 5 ) 72 41. 3 j ^ ~ ^^ ^*-^ Aguja II. B Norte. Delleclor I. 71-23: O ¡ ^^.^3,^ 28 00. 4 S ^ Deflector II. 26 57. 5 ^ , _ 67 3. 7 j '^ ~ ~^ '^-^ Intensidad horizontal Febrero 5. Aguja I. A Norte. j p = 24°20.'5 Deflector II. 23 51. 6 ^ gcoo.,. ib o2. 8 ) Deflector I. 74°41.' 9 26 0. 9 Aguja II. A Norte. Deflector I. 74°45: O } _ g^.^^,, 25 56. 9 i ^ ~ Deflector II. 23 50. 6 j ^^,33,^ 7 / 6. 6 ) — 210 — Febrero 23. Aguja I. B Norte. Denector I. 260°22:.5 ) _ 0,005,- 30.3 27.8 s'' ^ ' Deflector II. .305 29.7 ) _ qo^g.,:, 258 39.4 j í' - ¿á io.2 Aguja II. A Norte. Deflector I. 247°53;1 ) _ /Error' ) 305 13.8 S'-"^^ ^^■'^ ^l^rror.) La última observación fué muy precipitada por amenazar lluvia, la que cayó interrumpiendo las observaciones. Los mapas del río Paraguay publicados porPAGEdan como declinación (para 1855?) 10^9'. En el mapa de la República del Paraguay, publicado en 1 873 por WiSNEU DE MoEGE]\STER.\ cucuentro la observación: 1857 declinación de la aguja %^hi)' ai >'E. 2. Bella-Vista {Provincia de Corrientes) ■f = 28°28.'8 ; > — 59°6:2 ( mapas ) H == 65 metros. Determinación del tiempo 1885 Marzo 8 a. m. Corrección del íodice = + 3 'O" ; B = 75 r"^; t = 23=5 Glash. : 8" .5"26?4 0 ] 8 7 .58.0 0 r" ^ ° AT = + 29^59! 6 8 24 4.4 0 i AT = + 29"'59f5 8''28™25^2 (5 ) 77.09 -40" 30 56.8 Q i " ^^"^'^ AT -- -I- 29'".59?2 — 211 — Alturas correspondientes iMarzo 10. © .34'0'0° 7^33■"46fO 3''46"'12!0 Q 36 14.8 43 39.2 ^ 56 0 0 7 38 27.6 3 41 26.4 Q 40 53.6 39 2.0 © 58 0 0 7 43 7.6 3 36 45.6 0 45 31.4 .34 18.4 © 60 0 0 7 47 45.2 3 32 7.6 Q .50 10.8 29 39.2 J^T = + 30"12!3 La marcha del reloj = -f- 8*08 se ha calculado por compa- ración de las correcciones en Corrientes (Marzo 5) y Córdoba (Marzo 26). Punto de observación y 77i¿?'as;. —Todas las observacio- nes se han hecho en la espaciosa quinta (huerta) que tiene detrás de su casa el señor Toribio Jara dueño del hotel en que me había alojado. Este hotel está situado en la esquina Sur-Oeste de la plaza principal. De mira I me ha servido la punta de la torre de Bella-Vista, comomirallla esquinado una casa situada al E. Su azimut es como sigue: 1885. Marzo 7, tarde. Mira I 40=32:5 Mira II 207 37.5 Glash.: 4" 3" 9?6 ¡0 26=55:75 10 observaciones) 4 11 19.1 01 25 24.00 (10 observaciones) A0 = 83 26.6 Azimut mira I =: 290 .56.0 Azimut mira II = 98 1.0 Declinación Marzo 7 a. m. Mira II 207°37:5 Aguja I. Marca arriba. . . 116'48:75 (4 observaciones) Marca abajo... 55.00 (4 observaciones) 212 — Norte magnético 116' 51. '9 Mira II. Azimut magnét. 90 45.6 Azimut astronómico. . . 98 1.0 Declinación — 7 15.4 f8''2a. m.) Reducción + 3.4 — 7°18.'8 (I) Aguja II. Marca arriba.. . 117° 1.'56 (4 observ.) Marca abajo... 116 58.44 (4 observ.) Norte magnético 117 0.0 Mira II. Azimut magnét. 90 37.5 Azimut asironómico. . . 98 1.0 Declinación — 7 23.5 (1P5 a. m.) Reducción - 0.9 - 7°22:6 (II) Declinación. Promedio — 7 20.7 Corrección instrumental. .. . + 23.8 Marzo 7 de 1887. Declinación corregida — 7 44.5 Intensidad horizontal Marzo 7. Aguja I. A Norte. Deflector I. 92°53:5 | _ 141 1.9 j ^ ~ "^^ Deflector 11. 143 11.9 ) _ ,,^^^'0 90 43.4 j 5- - 2b 14.2 Marzo 7. Aguja II. B Norte Deflector I. 1.31 9i Deflector II. 141 15.6 i _ Deflector I. 1.39°15.'9 ) mo-n,o 95 33.3 \'=^^ '^-^ 93 31.0 ) ' 23°52:3 biclinacion 1885, Marzo 7. A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, marca E 19-74 23° 73 » W, » W 21 92 24 93 » W, » E 19 81 24 22 » E, » W 20 60 23 85 Promedio 20'52 24=18 22 r 349 — 213 — A Norte Aguja II. Limbo E, marca E 2ri5 » W, » W 22 72 » W, » E 22 38 » E, » W 22 13 B Norte 2r = 53 23 50 22 41 22 49 Promedio 22=09 22°48 22=288 (11) Inlensidad vertical 1885. Marzo T. Aguja de inclinación I. A Norte, marca adentro. Deflector I. 137°19:i / , _ 90=44.0 95 49.4 S '■ " '^ Deflector II. 93 39.7 ) , _ go,g.,. 140 27.8 j "-^'^ ^^ 20'- 52 .'3 Aguja de inclinación II. A Norte. Deflector I. 139= 5:9) , 97 21.2 i '■ Deflector II. 95 16.5 ) , 00c a- o 141 18.1 j '■ -^"^ "-^ En sus mapas, Page apunta para Bella- Vista una declina- cioQ de 12°33' (1855?). 3. Ca5ada de Gomf.z (Provincia de Santa-Fé) ■i = — 32°49'5: / = 61°24'0 mapas; H = 86'" Esta colonia floreciente, antes sólo estación del Ferrocarril Central Argentino, es hoy de mucha importancia, pues allí empalman dos ferrocarriles más. Determinación del tiempo. — En la tarde del 29 de Mar- zo se tomaron 2 alturas del 0, pero tan cerca del horizonte que la observación era apenas posible. He rechazado la corrección del reloj que resulta de esta determinación y cal- culo el error del reloj del modo siguiente: T. IIV 15 — 214 — 1885. Marzo 26. 12 mediodía Córdoba í+ 4n6'"48!; at= + 11"31!9 Abril 4. 12 » Villa-María (+ 4 12 57 )AT = +16 21 7 Marzo 26-Abril 4. AT = + 6.5 Marzo 29. 12 mediodía C.deGomez [+ 4 5 36 )AT = 4-23 3.3 Punto de observación y miras. — Se ha observado eu la plaza pública, donde puse la carpa más ó menos al centro, en frente de la iglesia. Las miras elegidas eran como sigue : Mira I, al Oeste, la asta-bandera del restaurant de la Paz. Mira II, al Este, la asta-bandera de la casa del señor Hansen. Mira III, al SW., la esquina de un almacén. Determinación del azimut 1885. Marzo 29, tarde. Glash: 4''35"15f3 0| 60°59.'3 (7 observaciones) 4 4t 34.4 Id) 60 38.9 7 observaciones) Mira I = 48=10:0 Mira II = 243=25:0 Mira III = 0'20;0 A 0 = 78° 9:2 Mira II. Azimut 104 26.7 4 Declinación Marzo 29. Mira II 243=35:0 Aguja I. Marca arriba... 149 = 20:0 (4 observaciones) Marca abajo 24.7 (4 observaciones) Norte magnético 149 22.3 Mira II. Azimut magnét. 94 12.7 Azimut astronómico... 104 26.7 Declinación — 10 14.0 (g^ a. m.) Reducción + 1.8 - 10=15:8 I) Aguja II. Marca arriba. . . 149=35:5 Marca abajo.. . . 32.3 Norte magnético 149 33 . 9 Mira II. Azimut magnét. 94 1.1 Azimut astronómico. . . 104 26.7 Declinación 10 25.6 (12''7p. m.) Reducción — 2.5 —10=23:1(11) 1885. Marzo 29. Prom. declin. - 10 19.5 4-23:8 =-10 43.3 — 215 — Intensidad horizontal Marzo 29. Aguja I. A Norte. j p = 23=52:8 Deflector II. 355 37. 8 ) _ „,_ 303 26. 9]'^- "^^ ^•'^ Deílector I. 305° 36: 25 353 21.88 Aguja II. A Norte. Deflector I. 353^32: «i _ ^ 305 28. 4 r ~ ^ Deflector II. 355 45. 6 ) _.c,ao^o.- 303 12. 2 j'' -^^ ^^■' Inclinación 1885. Marzo 29. A Norte B Nurte Aguja I. Limbo E, Marca E 26°13 29°59 » W, » W 27 92 29 78 » W, » E 26 61 30 45 » E, » W 26 45 30 65 Promedio 26^78 30^2 28=448(1] Intensidad vertical Aguja de inclinación I. A Norte, Deflector I. 306°50: 5 ) , _ 350 34. 2Í''-^^ ^^-^ Deflector II. 351 47. 2 ) , _ 304 57. 1 j V - ^^ ^^-^ 216 — 4. Corrientes {Provincia de Corrientes) La latitud fué determinada en — T¡°11 'Sé^S por el Dr. J. M. Thome, en Setiembre y Octubre de 1875. La longitud re- sultó = 2r28^7 al Este de Córdoba ó = + a'-ÓS'^IO? 5 = 58°49 '5 a] W. de Greenwich . — H = TT"". La determinación del tiempo se hizo el 5 de Marzo de 1885 por alturas del sol tomadas en el Hotel que está situado cerca del puerto. © 88°0;0" gb^gm 2^0 2''33°32f0 0 51 32.0 31 0.0 G' 90 0 0 8 53 45.2 2 28 45.4 Q 56 17.6 26 12.4 0 92 0 0 8 58 39.2 2 23 52.0 0 9 1 9.6 21 17.6 Resultado : AT = 4- 30"10?5 Se calcula (véase Bella-Vista) zT = -{- 8-08. Panto de observación y azimut de las miras. — Todas las observaciones magnéticas se han ejecutado fuera de Co- rrientes, á saber, al Este de la ciudad en la barranca alta que lleva el nombre de «La Batería». A la distancia de 500 me- tros al rsorte hay un cuartel. Desde ese punto dirigí las si- guientes visuales: 1875. Marzo 5. Mañana. Mira I. 86=15:0 (W.) Cruz del Cabildo. Mira 11. ICO 20.0 (W.) Mástil de la Aduana. Mira IIL 25 45.0 [S.j Torre dala Iglesia matriz. Glash: 7''31"'41?1 |0 284°51.'43 (7 observaciones) 7 48 19.0 G)( 283 17.86 ;7 observaciones) A 0 = 8r0.'53 I — 217 — Mira I. Azimut 243° 10: 9 Mira II. > 257 15.9 Mira III. » 182 40.9 Declinación 1885. Marzo 3. Mañana. i Aguja I. Marca arriba... 263°o0:94 (4 observaciones) Marca abajo.... 51.56 (4 observaciones] Norte magnético 263 51.2 Azimut magn. Azimut astron. Declinación Mira" 1 235=48:3 243^0:9 -7=22:6 Mira II 249 54.5 257 15.9 —7 21.4 MiralII 175 19.5 182 40.9 —2 21.4 Declinación - 7=21:8 (9^8 a. m.} Reducción + 1.7 -7=23:5(1) Aguja II. Marca arriba... 263=52:19 (4 observ.) Marca abajo 264 15.94 (4 observ.) Norte magnético 264 4.1 Declinación — 7 33.8 (ll^Oa. m.) Reducción - 0.2 —7=33:6(11) 1885. Marzo 3. Prom. declin. - 7 28.6 + 23:8= - 7 52.4 Intensidad horizontal Marzo 3. Aguja I. A Norte Deflector I 287° 55: 9 239 58.8 Deflector II. 290 7.8 237 48.1 i '' Aguja II. A Norte. Deflector I. 288° 13: 8 239 29.7 Deflector II. 288 14.4 | 239 14.6 i '^ 23°58:6 26° 9:8 24=22'0 = 24=29:9 ^B Norte) — 218 — Inclinación Marzo 3. A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, marca E 22-10 18=19 » w, >. W.... 23 26 19 04 » W, » E.... 21 92 17 62 » E, >> W.... Promedio 21 93 18 34 22° 30 18=30 A Nurte B Norte Aguja II. Limbo E, marca E 19° 36 20=49 » W, » W.... 21 22 20 81 » W, » E.... 20 08 20 33 » E, » W.... Promedio 20 03 21 05 20° 17 20=67 20=421(11) Intensidad vertical Aguja de iuclinacion 1. Deflector I. 284=58:0^ , on^Ai-n 243 32.0 i "^^^^^'^-^ Deflector II. 288 3.0 ) , _ „„,„, ,^ r,Ar\ Tí ' ( r — ■^ OÍ. O 240 o9.o ) ' Aguja de inclinación II. Deflector I. 28ÓM9;5 ) ^ ^ ^.^^.^ 244 lo.l ) ' Deflector II. 288 4.5) , 242i9.0j'^-^^-^^-^ En los mapas del rio Paraná por Page se encuentra apun- tada para Corrientes : declinación = — 1 1 ^30 ' (1 855 ?). — 219 — 5. CosQun' (Provincia de Córdoba) P = — 31 = 13:5: / = + 4'' IT'n 52^ ; H = 720"^ Todas las observaciones se han hecho en el espacioso sitio del Hotel Victoria del señor D. Federico Dilla. Las determinaciones del tiempo fueron las siguientes: 1887. Marzo 15. Tarde. Cronómetro. —Glash. ... + 14"34?9 1. Glash. 3''53"20^— 17.5 0 | 59=20: O" .56 O — 17.5 0 i 20" 2. Glash. 3 58 50-11 Q ) 57 3 40 4 1 30 — 14 ^ ^ 60 3. Glash. 4 2 35 — 16 0 ) 55 32 40 5 10 — 8 © ^ 60 Corrección del índice + 1'15" Barómetro 693"'"3 Temperatura 26=0 Estas observaciones dan el siguiente resultado: 1. AI Cronómetro = — 15°43?2 \ 2. 41 6 ¡ Prora. — 15'"42?6 para 4" p.m. 3. 43 O ) El cielo nublado permitió recien en la tarde del 1 6 de Marzo tomar otras alturas más del sol. Cronóm. — Glash. =+ 14"^42?5. 4. Glash. 2\57"° 5^— 16 0 80=51' 0" II 20" 5. 3 5 35 — 11 0 78 41 40 1180 6. 3 9 45 — 12> 12 30 — 8 0 j 76 0 0 1180 7. 3 20 0 - 7 0 72 0 40 1160 8. 3 31 50 - 22 ® 68 29 20 II 40 9. 3 37 20 - 18 Q ) 65 11 0 40 0 — 16 © ) 20 Corrección del índice... . + 1'33"7 Barómetro 696°""9 Tem iperat ura 23=0 — 220 Asimismo se tomaron en la mañana del 1 7 de Marzo las siguientes Cronómetro, — Glash. 4- 14"49f8 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. Glash, 8°48nO^- 8 51 30 - 8 57 20 - 9 O 10 - 9 2 30 - 9 5 15 - 9 7 40 - 9 10 30 - 9 12 50 - 9 15 45 - 9 18 10 - 9 21 5 - - 15 - 11 - 13 - 14 - 18 - 10 - 13 - 17 - 7 - 17 - 15 - 13 © 0 Q 0 Q 0' 0 0 68°23'20" 68 32 O 80" 40 72 0 0 1160 74 0 0 II 60 76 0 0 II 60 78 0 0 1140 80 0 0 1160 Corrección del índice.. + 1'32:'5 Barómetro 700'"'"2 Temperatura . 26°1 Combinando las observaciones anteriores para que resul- ten alturas casi iguales, se deducen las correcciones del cro- nómetro que van en seguida : Combinando 4 y 16 5 y 14 y 15 6 y 14 7 y 12 AT = — 15°'44!6 \ » 43.0 Promedio » 41.9 AT = -15'"43!0 » 43.2^ para la media noche » 8 y 10 y 11 42.3 1 de iMarzo 16 y 17. Finalmente se hicieron algunas observaciones en la tarde del 1 7 de Marzo . 69=41 '40" Cronómetro. — Glash. = + 14'"55!l 17. Glash. 3''24n0^— 20 0 3 26 50 — 4 0 18. 3 2 40 — 14 Q 5 30 - 8.5 ^j ) Combinando 17 con 10 y 11 resulta AT = — ISMOfl » 18 con 15 » — 15 40.8 1887. Marzo 17. Al mediodía. Promedio. AT = — 15 40.5 80" ¡78 O 20 II -2 - 221 — Azimut de la mií'a.— Sirvió de mira I la esquina de una casa situada al SW,, á 400 metros de distancia. La mira II la formaba la esquina del mismo hotel al SE. á una distancia de 50 metros. Para determinar el azimut de la mira T, se han ejecutado las observaciones siguientes : •»* Marzo 15 p. m. 1. Cronómetro 5''41™24?3 0 286°56; 32 (8 observaciones) 2. 5 46 29.4 0 286 16.45 (8 observaciones) Mira I. 245°26.'75 Marzo 16 p. m. 3. Cronómetro 5'"32"'45?8 0 288°23:.50 (8 observaciones) 4. 5 38 42.5 0 287 36.19 (8 observaciones) Mira I. 245° 25: 12 Marzo 17 a. m. 5. Cronómetro 6''52'°34^3 0 100°27.'62 (8 observaciones) 6. • 6 58 41.6 0 99 40.06 » 7. 7 3 52.5 0 98 59.62 » 8. 7 9 12.6 0 98 16.88 » Mira 1. 245 "24: 38 Esas observaciones dan los siguientes resultados : 1. Azimut del 0 + 86° 4.'33 Azimut de la mira I 232=26:10 2. + 86 44.52 25.78 3. + 84 36.68 ' 24.94 4. + 85 24.22 24.71 5. — 87 29.60 26.36 6. — 86 41.37 25.69 7. — 86 0.35 25.11 8. — 85 17.88 25.38 Promedio. Azimut de la mira 1 232°25:46 — 222 — Declinación 1887. Marzo J6. Mira I. 245° 26 .'12 Aguja I. Marca arriba... 24°26.'69 (4 observaciones) Marca abajo.. . . 28.75 » Norte magnético 24 27.7 Declinación — 11 27.1 (B'O a. ra.) Reducción -f 2.8 — 1P29.'9 (I) Agujan. Marca arriba... 24M8.'75 (4 observ.) Marca abajo..,. 27.62 » Norte magnético 24 .38.2 Declinación — 11 38.4 (10"0a.ra.) Reducción -f 1.4 —11^39:8(11) Aguja II, Marca arriba... 24°51.'37 Marca abajo 28.45 Norte magnético 24 39,9 — Mira I. 245°25.'12 Declinación — 11 34.5 (4''5 p.m.) Reducción — 1.7 — ir32:8 (II) Aguja I. Marca arriba... 24°35:50 Marca abajo 32.44 Norte magnético 24 34.0 - Mira I. 245°25.'00 Declinación — 11 34.5 (5'=8p.m.) Reducción — 1.3 — 1P33.'2 (í) Declinación. Promedio... — 11 33.9 Corrección instrumental.. + 23.8 Marzo 16 de 1887. Declinación corregida. . — 11 57.7 Inclinación Marzo 17. A Norte B Norte Agují II. Limbo E, marca E... 27"23 26°34 » W, » W... 28 62 28 21 » W, » E... 28 30 27 62 » E, » W... 28 20 27 45 Promedio.... 28°088 27°405 27^746(11) 223 — A Norte B Norte Aguja III. Limbo E, marca E. . Íi6=04 28=36 » W, » W.. 26 18 28 22 » W, » E.. 26 03 32 06 » E, » W., 25 98 28 89 Promedio . . . 26=057 29=382 27=719 ;ill) Intensidad horizontal Marzo 16. Aguja 1. A Norte. Deflector I. 4 Deflector II. 50 54.8 ) Deflector I. 0=22:0 j <^_ „,^ 48 34.4^^ = -^ ^-^ 358 14.6) ' - ^^ ^^-^ Aguja II, Deflector I. 0=47:2) _ 48 49.0 \- — ^'^ ^■'' Deflector II. 51 4.7 ) _ gficig,^ 358 40.7 j ^ - ^^ ^^-^ 6. Chañares {Provincia, de Córdoba) ? = — 32=9:5; > = 63=26:7; H = 252"" Las observaciones se han ejecutado en el campo libre á 300 tnetros al Oeste de la estación del Ferrocarril Central Argentino. Determinación del tiempo por alturas correspondientes 1885 Mayo 24. Q, 55= 0 Glash. 9h37a> Qs_ 4 2- 9'"25^— 10.5 55 40 39 45 — 7.5 6 40 — 9 56 20 42 25 — 9.5 3 55 — 0 57 0 45 15 — 7.5 1 10 - 12 57 40 — 1 58 15 — 0.5 58 20 50 55 — 10.5 55 30—8 Resultado: Glash. ^T = + 3'°:a?4,; 3T + 8!6 - 224 - Como mira ha servido uno de los costados del tacho desti- nado para la provisión de agua de las locomotoras, al N>"W., cuyo azimut se ha determinado en 347° 17 '7 con las obser- \aciones siguientes : Mayo 24. lHl-°áVA 0 15M2:75 (10 observacioaes) Mira 306 20. O Azimut© 56 40.45 Declinación 1885. Mayo 24. Mira 306'20:0 Aguja I. Marca arriba... 330M3.'44 [4 observaciones) Marca abajo 30.31 » Norte magnético 330 36.88 Declinación — 11 34. 6 Í8''4a.m.] Reducción + 1.3. —11^35:9 (I) Agujal!. Marca arriba... 330°36.'25 Marca abajo.. .. 38.43 Norte magnético 330 37.34 Declinación — 11 35. 0(ll''8a.) Reducción — 0.3 — 11°34:7 ai) Declinación. Promedio... — 11 35.3 Corrección instrumental . + 23.8 Mayo 24 de 1885% Declinación corregida.. .. — 11 59.1 Intensidad horizontal Mayo 24. Aguja I. Deflector I. 354°39.'69 ] __ goo-o-Q 306 51.88 ¡^ - "^-^ •^•^•^ Deflector II. 304 42.19 ) ^r-c <,- 3o6 51.56 ) '^ = ^^ ^■' Aguja II. Deflector I. 354 "25: 30 ) 306 52.81 ^'r -¿¿ 4b.¿ — 225 — Deflector II. 304°44:69 ) _ 356 37.81 j ^ - ^^ ^^-^ Intensidad vertical Aguja de inclinación I. A Norte. Deflector I. 352°38: Oí , ^.cot-o 309 53. A y Deflector II. 308 23.75 ) , c^occi ,o 355 7.25 r^~ Inclinación 1885 Mayo 24. A Norte B Norte Agujal. Limbo E, marca E... 26°85 30°18 » E, » W... 27 37 30 63 » W, » E... 26 71 31 06 » W. » W... 27 47 29 27 Promedio.... 27°099 30^288 28=693(1) A Norte B Norte Aguja II. Limbo E. marca E... 28°06 28^54 » E, » W... 27 71 29 35 W, » E... 29 41 29 43 » W, » W... 27 79 28 77 Promedio 28=241 29°021 28^631 (IL Deaiv FUiNES ( Provincia de Córdoba) ■i == 30=25: / = 64=21 'O [mapas); H = 701 m. Determinación del tiempo. — El alto grado de nebulo- sidad del cielo no ha permitido tomar alturas correspondien- tes del sol. 1886. Abril 27. Cronómetro. — Glash. = — 4'"29f0 1. Glasli. 9^36"°50?- 15 Q í ^co n, n„ ,, ,o" 40 30 - 20 Q ) ^^ "• ° '' ^^ — 226 - MsIlL" 0 j..o-.o,|-.o ^- 9 55 40- 7.5 0 ) 73 20-90 11-20 59 40 - 16 Q j ^"^ ^" ^" " ^^ Corrección del índice, antes + 2'55"; después + 2.'25" Promedio f- 2 40 Barómetro 708'°" Temperatura 17=5 Abril 27. 3'^3'" p. m. Cronómetro — Glash. = — 4"30f2 5. Glash. 3'6"0--2í Q j ,^,,y.^. ^^_,^. 9 5 — 1/ Q ^ Corrección del índice + 2.' 55" Barómetro 706"" Temperatura 19°0 Abril 28. 9H"' a. m. Cronómetro — Glash. = — 4°'31f4 6. Glash. 9n6'"30^-10 0 | 6P20' O' || -SO- SO O - 27 0 j ''^ ^^ ^ 'I ^^ 7. 9 21 30 - 6 0 J „. _. ^ ,, „ 25 O - 15 Q 1 ^2 -5^ ^ II ^ 8- 9 26 35 - 14 0 ) g^ ^^ ^^ ,, ^ 30 5 - 19 Q ) " 9. 9 31 45 — 22 © 35 15 — 13 © Corrección del índice, antes -|- 3 '10"; después -\- 3 '10" Barómetro 708"""5 Temperatura + 14°5 66 1 20 II O Resultados 1. Cronómetro ^T = -|-l'"17n \ 2. 15.7/ 3 j4 O i ^''°'"- + I"15r7para9''8a.m. 4. 15.9 ] 5. 20.3 para 3^3 p. m. 6. 20.3 \ 7. 16.2/ 8 16 6 ¡ ^^^"^' + l^'i^fl para 9'^3 a. m. 9. 12.4 y — 22 7 — He tomado como mira, la raya vertical de la letra D del le- trero de la estación que se encontraba á 200 metros al ]\W del punto donde hice todas mis observaciones. Para la deter- minación de su azimut existen las observaciones: Abril 25 p. m. Glash. 4''27'"58?1 G)( 14 ""49 .'38 (-4 observaciones] 33 53 2 10 14 30 12 40 23.9 0( 13 2 38 Mira 27°29:38 Cronómetro — Glash. = — 4"33?3 Azimut de la mira: 308^0 .'O ó N. 53 ^50 .'O W. Declinación Abril 25. Mira 27=28:12 Aguja II. Marca arriba... 92°44.'37 Marca abajo.... 55.13 Norte magnético 92 49.75 Declinación —1131.7 (2''8 p.) Reducción — 1.5 — ir'30.'2 (II) Abril 26. Mira 28°38.'75 Aguja I. Marca arriba... 93°61.'50 [4 observ.) Marca abajo.... 51.56 » Norte magnético 93 56.53 Dechnacion — 11 29.8 [10''8 a.) Reducción + 0.8 — 1P30.'6 [I) Declinación. Promedio... — 11 30.4 Corrección instrumental, . + 23.8 Abril 25 y 26 de 1886. Declinación corregida.. — 11 .54.2 Intensidad horizontal Abril 25. Aguja II. Deflector I. 116=31:75) _ :,o,-i .c 68 48.58 r'~ 228 1:25 118 49.37 ) ^ Deílector II. 66°3i:25 / _ ^g, ^,^ Abril 26. Deñector I. 117°46.'75 ) «occi,. 70 2. 0)5^-2^^2-^ Deílector n. 67 49.75) oco--n 120 1.59j^ = ^^ '-^ Inclinación 1886. Abril 26. A Norte B Norte Aguja 20. Limbo E, marca E. 27° 7.'6 26°52:i » E, >' W. 27 11.8 26 18.0 » W, » E. 26 57.1 25 34.8 » W, » W. 26 38.5 25 21.6 Promedio. . . 26° 58: 75 26° i:62 \ 1886. Abril 27. A Norte B Norte Aguja 21. Limbo E, marca E. 27 13.8 25 50.5 » E, » W. 27 41.5 26 45.0 » W. » E. 26 26.3 25 22.8 » w, » w. 26 57.0 25 44.8 Promedio... 27° 4:65 25°55:77 26°30:2 (21) 8. FoRMOSA (Gobernación de Fonnosa) ■f = 26°10:7; / = 58°12:5 (mapas); H = 84 m. Todas las observaciones se han tomado en el sitio bastante grande qne corresponde á la casa de la Gobernación á una distancia de cerca de 30 metros de todo edificio. — 229 - Deteriiiinacion del tiempo 1885. Febrero 25. Mañana. Corrección del índice. = -\- i '50" Giash. 7\56"20=- O 0 ) ,.ooo-Mn' ■ on- 58 45 - 10.5 0 ! '^ ^' ^° " 20 ^ ^2^- !-^^ i 72 9 60 1140 6 oO — ' 0 ' ^ ^^ ^'' - - ® > 75 25 20 II 20 14 10 _ 6 0 1 '^ ^'^ ^'^ " 2° Calculando aisladamente cada una de esas observaciones, resulta como su promedio AT^ -f- 3I'"30'I. Febrero 27. Mañana. Corrección del índice, antes -j- 2' O" » » después ... 1 40 Promedio -j- 1 5^^ 5^- 8.5 0 73° 1'20" y 20" ^f9^:=1 |i.73e.«||0 Resultado : at = + 31"'53?7 Alturas correspondientes del 0 Febrero 28. Corrección del índice en la mañana. . '/, (2'35" + 2'45') Temperatura = 21°0 Corrección del índice en la tarde. ... -|- 2 15 Barómetro 752"""5 Temperatura =310 ^ 49°34' Glash. 7H4".35'— 6 4- 5™60'— 9 Q 16 55 — 4.5 3 40 — 4 0 55 12 7 27 15 — 9.5 3 53 20 — 6 Q_ 29 35 — 6.5 50 60 — 9 © 58 39 7 35 O ~ 7 3 45 .35 — 0.5 Q 37 20 - 3 43 20 - 9 Resultado : aT = + 32"'16?8 T. XIV le — 230 ~ Febrero 25 á Marzo 2. o-T =^ + ll!6 Determinación del Rzimut. — Se ha tomado 'como mira el asta sobre la azotea de una casa situada á 500 metros próxi- mamente al S.E. Su azimut se ha determinado como si- gue: Febrero 26. Tarde. Mira ir 5;0 Glash: 4" 7"- 7?2 0 162 16.88 (8 observaciones) 4 2.5 .38.8 Q\ 160 38.12 » .4zimut del 0 -1- 88 21 . 37 Azimut de la mira 122 1. 1 Declinación Febrero 26. Mira 12° o. 'O Aguja I. Marca arriba... 256° 6.'00(5 observaciones) Marca abajo.... 3.50 » Norte magnético 256 4. 8 Declinación — 6 2. 1 (8" a. m.) Reducción -|- 3.5 — 6°5;6 (I) Febrero 26. Mira 11 = 50:0 Aguja II. Marca arriba... 255'51.'67 (6 observ.) Marca abajo..., 256 25.62 » Norte maguético 256 8. 6 Declinación — 6 10.3 (P5 p. m.) Reducción — 3.2 — 6° 7.1 II) Declinación. Promedio.. — 6 6.3 Corrección instrumental.. + 23.8 1885. Febrero 26. Declinación corregida.. — 6 ,30.1 — 231 — Intensidad horizontal Febrero 26. Aguja I. Deflector I. 280- 1:25) _ g^,„,_ 232 10.56 i ■' ~ "^"^ ^^"^ Deflector II. 230 0.00) _ 282 15.62 j' - -- '-^ Aguja II, B Norte. Denector I. 278= 5.94)^ -onvfi 233 34.69 j ^ " ^^ ^^-^ Deflector II. 231 33.44 ) _ ^.^^o-o 280 20.00 )• Inclinación Febrero 27. A Norte B Norte Aguja I. Limbo F, marca E 15°96 20°09 » E, ^> W 16 .39 20 17 » W, » E 16 47 20 85 » W, » W 16 60 20 90 Tromedio 16355 20=503 18M29 (I) A Xorte ^ Norte Aguja II. Limbo E. marca E 17°70 17°83 ^> E, » W 18 16 18 70 » W, » E 18 65 18 94 » W, » W 19 28 19 67 Promedio 18M49 18=786 18°617 (II) Intensidad vertical Aguja I. B Norte. Deflector I. 2.35 = 28:44/ , ^i o ~ ^ 2/ / 42.81 \ ' Deflector II. 279 47.81 ) , ^^ „ 233 20 31 \ ^ ~ ^-^ — 232 Aguja II. A Norte. Deflector I. 235=59:50) , _ 278 15.94 i "^ ~ "^^ ^'^-^ Deílector II. 278 45.44 í , _ 233 17.50 ^ ^ - ^^ ^^-^ 9. Frías (Provincia de Santiago del Estero) ■r = 28°4l;6; >. = 65°8.'0 (mapas); H — - 347 m. Determinación del tiempo 1886 Febrero 19. Tarde. Cronómetro. — Glash ... . = — r"52?0 Corrección del índice -|- 2 '31 "3 Barómetro =7,30""" Temperatura =29° Glash. 4''33"50'- 35 Q \ 36 10 - 17 -0 i -5'^ ^ " II -'^^ 4 38 15 - 14.5 Q ) ... ^ ^ „ .,, 40 45-18 g i ^' ° ^ ll-'^'^ 4 42 50 — 17 ^ } Kn n in ii «n 45 20 - 20 "© i ^° ^ -^^ I' -^^ 4 47 20 - 10.5 0 j ,g o , ,, _4, 49 50 - 10 0 j '' A Huras cnrrespondien tes 1886. Febrero 20. Mañana. Corrección del índice == 'I, [+ 3'7"5 4- 3'0"J = -f- 3'3:'7 Barómetro 729'°"6 Temperatura = 20°7 Cronómetro.— Glash.... = — 1°38M 1886. Febrero 20. Tarde. Corrección del índice = + 2 '55" Barómetro 725""'° Temperatura = 29°3 Cronómetro.- Glash.... = — 1"30'2 Mañana Tarde 233 Glash. 41 30 -36 46 15-19 0 ) " " 'Z^-J '^1-J, 11-0 0 11-- oii-« 7 52 46 -35 4 35 0-18 O j 54 o o || -SO O || 55 5 — 15 — 0 ) 1886. Febrero 21. Mañana. Corrección del íadice = + 3'5" Barómetro 730"™ Temperatura =29° Cronómetro . - Glash .... = — l™20f 2 1886 Febrero 21. Tarde. Corrección del índice.... =: + 3 '15" Barómetro 7-28""' Temperatura = 32?5 Cronómetro.— Glash.... — — l'"20fl Glash. 10" 9"40^-23 2n7-30^-ll Síngon, o" II 90" 12 30 -34 14 45 -15 Q j ''^ "^ "^ " 10 14 45 -18 2 12 30 -26 0 j 17 30 -14.5 9 40 -20 Q\ ^ II "T ^ 10 20 0-34.5 2 7 15-19 S ) ,.. f. 20 II +-20 22 40 -12.5 4 25 -18 Q j ^^^ ^ ~^^ " ^^° 10 25 10-21 2 2 0-18.5 0) 90 114-60 28 O -14 1 59 10 -20 Q]^^^^ ~^^ " +^^ Resultados Febrero 19 á 20. Medianoche. AT = -f- l'"38!9 \ AT = + 1 37 8 > 5T = 21 . » ... AT = -i- 1 33 6 ) 20. Mediodía. . . . AT = + 1 37 8 > 5T = — 3!55 O En vi.sta de que me era imposible encontrar en la estación Frías un sitio conveniente para mis observaciones, trasladé mi carpa á 2 kilómetros fuera déla población, al S. de la — 234 — misma, donde observé en el campo abierto como á 300 me- tros al SE. del puente .sobre el río Aibigasta. Las dos miras que observaba eran: Mira I: al N., costado izquierdo del tacho alto de agua de la estación; Mira II: el semáforo, al lado del tacho pequeño de agua (N.\E.). Para la determinación del azimut se han tomado las siguien- tes visuales: Febrero 19. Tarde. iMira 1: 281°19'75; ^Hra II: 285°0'2.5 1. Glash. 5''42" 9'2 £> 164°54;8 Anteojo I (4 observaciones) 5 49 ¿4.3 01 163 36.0 » II » 2. 5 55 22.2 \3 163 ¿8.2 >. II » 6 2 45.7 01 162 3.9 » I » Cronómetro.— Glash = — 1"51!2 Febrero 20. Tarde. Mira I: 281° 15: 50 Mira II: 2&i'-56:75 3. Glash. 6''26"55^ — 26.5 ,0 160° l.'O Anteojo ? 6 28 30 — 45.5 O; 159 17.0 6 29 50 — 39.5 ¡0 159 40.5 Cronómetro.— Glash.... = — 1"28!7 Febrero 21. Tarde. Mira I: 28in2:75 Mira II: 2&4°5i:00 4. Glash. 3M1"5?6 0! 179°54.'88 Anteojo I (4 observaciones) 3 47 8.7 10 178 15.75 » II Cronómetro. — Glash.... = — l'"20?0 Resultados 1 . Azimut mira 1 20°38.'.30 \ Promedio... 20°37.'55 2. 36.15^ 3. 3^.80 4. 37.96 ) — 23.; Declinación Febrero 20. Mira 1 281^5:87 Mira II ¿84 55.94 Aguja I. Marca arriba... 272° 9.'50 (4 observaciones) Marca abajo.... 10 94 » Norte magnético 272 10.22 Declinación — 11 31.9 í8'2 a. m.) Reducción + 3.4 — ir35:3 (I Febrero 21. Mira 1 28ri3;26 Mira II 284 53.75 Aguja II. Marca arriba... 272° 17 .'50 ¡4 observ.) Marca abajo. . . 6.00 » Norte magnético 272 11.75 Reclinación — 11 36.0 (S^S a. m.) Reducción -}- 2.9 —11=38:9 li; Declinación. Promedio.. — 11 37.1 Corrección instrumental. + 2;3.8 1886. Febrero 20 y 21. Declinación corregida... —12 0.9 Intensidad horizonlal Febrero 21. Aguja I. Deflector 1. Deñector II, 295°48:41 \ 248 38.83 ) '"^ 246 25.17 ) 297 52.48 i '^ 23°34.'8 25°43:7 Aguja II. Deñector I 295° 52 .'00 ) 248 52.67 S ''^ Deflector II. 246 34.25 ) 297.59.50 S '^ 23°29.'7 25°42.'6 — 236 — Inclinación Febrero 21 . A Xorte B Norte Agujal. Lirabo E, marca E... 22!42 26:41 » E. » W... 22.28 25.97 » W, » E... 22.45 26.55 » W, » W... 22.fi2 25.79 Promedio 22?442 26:181 24:312(1) Aguja II. Limbo E, marca E... 23?78 24?33 » E, » W... 24.95 23.50 » W, » E... 25.13 25. 3J » W, » W... 25.72 24.88 Promedio 24!894 24!506 24:700 'IIl 10. Laguina Larga (Provincia de Córdobci) P = — 31=48'; / =1 63°47.'0 (mapas;: H = 315 metros Todas las observaciones se han hecho al E.de la estación, á una distancia de 100 metros de los rieles, y al N. de las casas. La carpa distaba á lo menos 50 metros de toda casa. DeLerminacinn del tiempo 1885 Abril 5. Glash. g^lS- O'- 10 © ) 84-^0'60"||40' 48 40 — 7 ^ j 'Vr-u'% ¡854820 1,0 " 1 6^1 1.5 i i «8 44 20 liso Corrección del índice = + ~'5'' Barómetro 737°" Temperatura = :20 5 — 237 — Resultado AT Glash. = + 14'°17!0 \T = -{- 8.3 Determinación del azimut Mira I (que era la esquina de una casa situada al Sud). Abril 5. Tarde. Mira I 343°15:00 Glash. 4^52■°55!5 .. 0 25°14.'00 [10 obs., alternando 0 y 10 Azimut del 0 + 77 10.65 Azimut de la mira I. . 240 50.35 Declinación Abril 5. Mira I 343 = 18: 8 Aguja I. Marca arriba. . 114'10.'fi3 (4 observaciones) Marca abajo.. . 11.88 » Norte magnétieo 114 ll.:25 Deelinacion — 11 42. 8'11'Oa. m.¡ Reducción + 0.5 —11 = 43:3 (I Aguja II. Marca arriba. . 114' 6:88 Marca abajo... 20.00 Norte magnético 114 13.44 Deelinacion — 11 45. O '2!'7p. ra.) Reducción -- 1.5 —11 = 43:5(11) Deelinacion. Promedio ... — 11 43.4 Corrección instrumental.. . + 23.8 1885. Abril 5. Declinación corregida —12 7.2 Intensidad horizontal 1885. Abril 5. Aguja I. Deílector I. 137 = 53:75 ) oo-oo-i 90 37.50j^-^^'^^-^ - 238 Deflector II. 88°25:31 ) ^-.-^.o ' -^ = 2o oO 8 140 ().88 ) ' Aguja II. Deflector 137 52.19 r - -•^^^•^ Deflector II. 140 8.12 } 88 10.94 \ ' Inclinación 1885. Abril 5. A Norte B Nurte Agujal. Limbo E, marca E... 25?80 29:43 » E, » W... 26.52 30.20 » W, » E... 26.11 30.25 » W, » W... 27.55 29.46 Promedio 26?496 29?834 28?165 II. La Maurii) (Provincia de Tucuman) ■j = 27 = 40:8; / = 65°13:5: H = 290 metros Determinación del tiempo por altui'as correspondientes 1886. Enero 28. Glash. lOne- 0^— 18.5 2n2"'15^- 17.5 0 123° O' 17 30 — 13.5 10 40 — 10 123 40 19 O — 8 9 10 — 20 124 20 20 40—20 7 35 — 14 125 O 22 10—10 6 5 — 27 125 40 24 30 — 13.5 3 45 — 15 126 40 26 5 - 15 2 10 — 18 127 20 Resultado AT Glash == — 0"48?2 AT Cronómetro.. =^ + 2 22.8 239 — 1886. Enero 29. Mañana. Corrección del índice = 4- 2' 51" 5 Barómetro 133'"'" Temperatura Glash. 9'"2r30''— 24 0 ) 26 50 -.- 10 Q 9 28 10 — 27 30 30 - ii {¿ 9 32 15 — 13 0 35 50 — 21 Q 7 40 10 — 22 © 42 40—31 0 9 44 50 — 19 ^ 47 15—14 Q 0 i = = 29" 100n5'20' 1180" 101 52 20 II 40 103 42 20 1180 104 11 0 1140 107 10 20 II 40 109 13 40 1180 Resultado de las observaciones aisladamente calculadas AT Glash = - 0"'35?6 1 ,™ ,, , . ,.,11 P^'"^ 9-6 a. m. aT Lronometro.. = + 2 21.1 ) ^ 1886. Enero 29. Corrección del índice -f- 2 '36 '.'3 Barómetro 730""° Temperatura 34' Glash. 4" 5'"40^— 19 Q 8 5-20 S 4 12 10 - 22 Q 14 35 — 18 © 4 17 .50 — 16 Q 20 15 - 15 (5 7P48'40" II 60' 68 56 O II 20 66 25 40 II 40 AT Cronómetro., AT Cronómetro., oT Cronómetro.. Resultado + 2'n7n para 4^-2 = + 2 19.1 para 12' = + 3.7 ni. Enero 29 La carpa se había establecido fuera del terreno de la esta- ción, como á 200 metros al W de la misma, en el campo abier- to. De allí se dirigían visuales: 1" (Mira J) al depósito de agua eu el puente del rio Gra- neros, á 2 kilómetros de distancia al S.E. — 240 - 2° (Mira 11) á la esquina del parapeto de una casa de mate- rial situada á 1 20 metros al >>'£. El azimut de las miras se determinó como sigue: Con espejo azi mu La I Enero 28. Mañana. Mira 1 218^53.00 Mira II 98 3.25 Glash. 8'3r58?6 |0 1.54 17 30 (5 observ.; Anteojo I 8 42 7.2 01 154 4..30 » » II 8.50 41.9 10 152 21.. 50 » » II 8 59 7.8 01 152 11.00 » » I Azimut de la mira I = 155 -50. 6 — 45:6 = 155° ó.'O Azimut de la mira II... == 35 0. 9 — 45.6 = 34 15.3 Corrección del azimut por el espejo + 5.9 Declinación 1886. Enero 27. Mira 1 219° O.'OO Mira II 98 9.25 Aguja I. Marca arriba... 74°61.'44 (4 observaciones) Marca abajo.... 52.38 » Norte magnético 74 55. O Declinación —11 6. 4 (2^0 p.) Reducción — 3.5 . — 11° 2.'9 (1) Enero 28. Mira 1 218°52.'50 Mira II 98 3. .50 Aguja II. Marca arriba... 74°47.'62 Marca abajo ... 41.44 Norte magnético 74 44.. 53 Declinación — 11 2. 6 (5"7p.) Reducción — 1.3 —11° 1:3 (II) Declinación. Promedio... — 11 2.1 Corrección instrumental.. + 23.8 1886. Enero 27 y 28. Declinación corregida.... — 11 2.5.9 ^. 241 — Intensidad horizontal Enero 28. Aguja I. B Norte. Deflector I. Deflector II. Aguja II. A Norte. Deflector I. Deflector II. 96°42.'69 ) 53 30.00 j ''^ .51 22.94 ) 98 34.50 i '^ 51=22:92 ) 98 5.75 i '^ 100 25.67 ) 49 11.33 ) ''' 21=36:3 23=35:8 23^21:4 25=37:3 Inclinación Euero 28. A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, marca E. . . 2r79 25=19 » E, » W... 21 72 24 81 » W, » E... 21 7] 25 10 >. W, » W... Promedio 23 45 25 46 22=169 25=141 1886 Esero 29. (á 40 metros al N. de la carpa) Aguja II. Limbo E, marca E. » E, » W. » W, » E. W w. Promedio. . A Norte 23=25 23.79 23.33 24.20 B Norte 23 = 31 22.67 23.25 23.49 23=641 23? 180 23:411 — 242 — 12. 1>A VALLE (Provincia de Catamarca) r = — 28°lfi.'2: ;. = 65°5:5 [mapas;: H = 477 metros Determinación del tiempo 1886. Febrero 17. Corrección del índice en la mañana... -|- 2'55" Barómetro 724'""' Temperatura 26° Corrección del índice en la tarde + .3 '5" Barómetro 7:>;í"™ Temperatura 29' ^ 120'- O' O" II 60" Glash. 10^25" ó'- 18 2" 2'°60^— 9 Q 27 50 - 14 O 1.5 — 10.5 0 122 O 10 30 10 - U 1 57 55 — 17 ^ 12¿ 20 31 5-12 57 5 - 18 (5 123 O 32 50 - 16 55 20 - 15 0 12-3 20 33 40 - ]0 .54 30 — 19 © 123 40 34 35 — 17 53 30 — 7 © 124 20 36 L'O — 14 51 50 — 18.5 0 125 20 39 O — 18 49 10 — 14 Cronómetro. —Glash. = — l"'44f5 — l'°46!7 AT Cronómetro = + i 54. 3 Alturas correspundientes 1886. Febrero 18. Corrección del índice en la mañana. .. + 2'50" Barómetro 724'""" Temperatura 23' Corrección del índice en la tarde -f- 2'22"5 Barómetro 722"'" Temperatura 27° G 102° O' O" II O' Glash. 9"4r60 = - 27.5 2''46'"20'- 29 0 44 .30 — 19 43 40 - 11 ^ 104 O O II O 9 46 40 — iJ.b 2 41 30 — 19 Q 49 20 - 23.5 38 60 — 33 "(^ 306 O O 1160 51 30 - 17 36 40 — 15.5 (^ .54 5 - 13 .34 5 - 17 Cronómetro.— Gla.sh. = — l'"47?0 — 1"49'7 -^T Cronómetro = -\- 1 50.6 243 Febrero 18. I mm 2''3Ja.gQs_ 13 : 26 60 - 12 24 35 — 24 21 50 — 9 .5 19 30 — 24 ; 16 60 — 23.5 14 30 - 20.5 + 2'47r5 722°"" 27^ -r49f6 - 3^76 0108-' O' O" II 40"; O" II 0° Glash. 9''56'"20'- 14 0 110 O O II 40 ; O ¡I O 10 1 10 - 12 0111 O O 1140 ; O 1120 3 40 - 20 Q 6 20 — 22 0 112 O O II 20 ; O II 20 8 45 — 17 ©113 O O 1140 ; O II 40 11 15 — 18 Q114 O O II 40 ; O II 40 13 45 — 17 Corrección del índice..... 4- 3'22°5 Barómetro 724 Temperatura 25' Cronómetro. — Glash, = — l'"47n ¿^T Cronómetro = -fl"50'5 oT PunLn de nbservaciori Campo abiiTto á 250 m. al SE. de la estación y á 50 m. Je los rieles. Mira I. Punta del semáforo al N. á 150 metros de distancia. Mira II. Plinto marcado del techo de la estación. Determinación del azimut 1886. Febrero 17. Mañana. Mira 1 115°17:75 Mira II 95 43.25 Corrección Glash — 1°'43?6 Glash. 9''38'"24^2 0( 199=18:17 (3obs.¡ Ant. I. Esp. I. 9 44 41.1 10 197 8 67 ¡3 observaciones) Corrección por espejo azimutal. -|~ 45 57 Azimut de la mira I 349 24 96 Corrección por azimut y espejo — 8 33 Azimut de la mira I 349 16 63 ¡1) Sin espejo Febrero 17. Tarde. Mira 1 115°22:25 Mira 11 95 48.00 Cronómetro. — Glash.... = — l'"48!l 244 — Glash 5''57'"47f2 0| 27=21:00 ( 3 observ.j Anteojo I . 6 3 7.6 10 27 12.33 (3 6 6 34.5 01 26 16 33 (3 6 10 13.7 ¡0 26 28.67 (3 Azimut de la mira 1 349 16.18 ¡2) Febrero 18. .Mañana. ) » 11. j » II. ) » I. Cronómetro — Glash = — 1"46?3 Mira 1 115°23:00 Glash 6''38"44!5 0 223°25;31 (8 observ.) Esprjo II. Azimut de la mira 1 349 12.04 Corrección por espejo II. + 5.88 Azimut de la mira 1.... 349 17.92 (3) Declmacion Febrero 17. iMira I: 115° 17. '50 Aguja I. Marca arriba 137°24.'08 Marca abajo 27.42 Norte magnético 137 25.75 Declinación — 11 23.0 (12^ m.) Reducción — 1.7 ll°2i:3 (I) Febrero 17. Mira I: 115°21.'88 Aguja II. Marca arriba... 137°22:08 Marca abajo 19.67 Norte magnético 137 20.88 Declinación —1115.9 (5Mp.) Reducción — 1.4 — 11"14:5 (II) Declinación. Promedio... — 11 17.9 Corrección instrumental . . -j- 23.8 1886. Febrero 17. Declinación corregida — 11 41.7 Intensidad horizontal Febrero 17. Aguja I. Deflector I. ]13°o3.'08 j ,oo.-,< 160 43.92 S ^ Deflector II. 162 58. 42) _ ^ 111 47.08)^- - -^ •^•^■' I - 245 — Aguja 11. Deflector r. 160°50:58 ) _ o^ono-o lU 4.08 5^ - -^ ■-'^■'^ Deflector II. 11155.91) .-co.,n 163 4.42 r = ^^^^'^ Inclinación Febrero 18. A Norte B Norte Agujal. Limbo E, marca E ¿2°20 .25°93 V E, » W, » w, W 21 96 25 51 E 22 24 25 47 W 23 22 25 43 , Promedio 22M06 25°584 23°995 (I) A Norte B Norte Aguja II. Limbo E, marca E 23°58 24°35 » E, » W 24 96 23 20 » W, » E 24 30 23 93 » W, » W 24 62 24 00 Promedio 24'365 23 869 24°118 (11) 13. LoRETO (Provincia, de Santiago) f = — 28°16.0; / = 64°9.'5 (mapas); H = 142 metros Mis observaciones no se han hecho en la villa de Loreto, sino en la estación de ferrocarril que está situada algunas leguas al Oeste de la villa. La carpa en que se hicieron las mediciones, estaba al Sur- oeste de la estación, en el campo. Á 60 metros alrededor no había ni rieles ni casas. Gomo mira única, ha servido una raya al lado de la ventana de la casilla situada al Sur. T. XIV 17 — 246 — Delerininaciún del tiempo 1887 Abril 1-2. Corrección del índice = -f 1 7'42"5; B =759"""; T = 23° 1 Cronómetro: 10''45"4ó'^— 15 0 / 2 50 10 — 9 Q ) 3 1 43 5 — 8 ^ ) 47 25 - 16 0 i (Temperatura ^= 27°) 4 47 33 -16 O («^'SrSO- 1123:40- Combinando esas observaciones y considerándolas como alturas casi correspondientes, resulta: AT Cronómetro = — 15"58'0 [Abril 12, mediodía) 5 Cronómetro: 3\20°' 0^- 8Q) 6 23 O - 19 © \^^ ° - ^° " - '^ 7 3 25 35-31 0) 40" II --^0" 8 28 20 - 18 0 j ^^ ^ ^^ " ■-" 9 3 30 45 - 18 Q ) „ „ 10 33 35 - 14 © j -'^ ^* *^ I' ^ Corrección del índice... + 1°7'37:5 Barómetro 754"" Temperatura 24°5 Abril 13. 8''5.5"'40^- 11 0 ) ..^.^, OA" 12 58 30 - 10 Q j "•"■ O' II 5« 11 Cronómetro: 12 13 9 O 55 - 6 © j , , 14 3 50 - 11 S i '^ ^ -^ ll ^" 15 9 6 15 - 6 0 ) ,, 16 9 10 - 11 Q j ^^ ^ ° I' '^ 17 9 11 40 — 40 0 63°0'— -¿O" || O" 18 9 17 5 — 7 0 19 20 5 - 14 0 ' 65^^' 20" 'i O Corrección del índice -\- 1°7'50" Barómetro 751"™ Temperatura 18"7 20 Cronómetro: 3''29"25^- 19 Q } 21 32 10 - 8 0 ) ^^ ^ O " O — 247 — 22 cronómetro: 3'3«0-- 14 g ¡ 23 3/ 2o — / G ^ 24 3 3955-15(2) .„ ,, .., 25 42 40 - 10 0 i ^^ ^ " " ^ 26 3 45 10 - 16 Q ) , , 27 47 55 - 14 © í "'^ ° " ^^ " " ^^ {-orreccion del índice.... + 1°7'22;'5 Barómetro 747""" Temperatura 28°5 Si secombiiianlas observíicioues números 6 a lOcouIosnú- nieros 13 á 17, se deduce AT Cronómetro = — 16'°4f8 [medianoche de Abrii 12-13) igualmente, de la combinación délos números 1 1 a 14 con los números 20 á23: AT Cronómetro = — 16"'8'5 ;Abril 13, mediodía) Altt(,ras correspondientes Abril 14. Mañana: Corrección del índice -f 1°7'50° Barómetro 750°"" Temperatura.... =: 22''5 Tarde: Corrección del índice + 1°7'45" Barómetro 747°"" Temperatura = 29°6 Cronómetro: Mañana Tarde 28 8-46" 5^- 13 3^46^35^-21^, oq"- oq- || O" 2e 48 55 -17 43 45 - 160^^'^ ^ " " '^ . -O || U 30 8 5120-15 3 41 20 -15 0 i O"- 00" 1190" 31 54 5-8 38 35 - 20 0 j "•' ^ ^^O H ^ , 20 || 20 32 8 56 35-20 3 36 5-180 „, , , ,, , 33 59 25 -17 33 15 - 180!'^' ^ '^^ ^^ ' ^^ ' '^ " ^ 34 9 1 55 - 18 3 30 45 - 13 0 ) „. , , 35 4 45 -15 27 55 - 18 0 i ''^ ^ O || - 20 . 20 || 28 36 9 7 15—18 3 25 25-14© 6r0' O" || O"; O" || O" 37 9 12 40 —14 3 20 0—160 63^0' 20" || O": 20' || O" ^^ Cronómetro = — 16'"6!8 (mediodía, Abril 14) — 248 — Abril 15. Mañana Tarde 38 9-^ 8-25?- 13 3''23"55!- 15 ©) 39 1125-21 21 0-13QÍ^^^ ^ " ^' ^^ " ^ 40 9 13 55 —16 18 25 — 9 0 63°0' O" || O"; O" || O" Corrección del índice + l'7'52r5 Barómetro 751""; 748"" Temperatura 24=; 33^ AT Cronómetro = — 16"13?4 (mediodía, Abril 15) DeLerminacion del uziiniit Abril 12. Mañana. Mira 1. 275°36:88 1 Cronómetro 8''35" 8^9 0 162° 8.'62 (8 observaciones] 2 8 50 14.0 0 159 35.25 (8 observaciones) Estas observaciones se han hecho con el espejo azimutal. Abril 12. Tarde. Mira I 275".37:.50 3 Cronómetro 5\30".53!3 0 22°18.'12 (8 observaciones) 4 5 35 58.4 0 21 40.75 (8 observaciones) Abril 13. Mañana. Mira I. 275°36;87 5 Cronómetro 6''59"12?4 0 176" 0:25 (4 observaciones) 6 7 6 13.2 0 175 8.75 » Abril 14. Mañana. Mira 1. 275M4.'88 7 Cronómetro 7" 7"10f3 0 174H8;.38 [4 observaciones) 8 7 13 16.1 0 174 2.25 » Abril 14. Tarde. Mira I. 275° 45 .'.38 9 Cronómetro 5\31"21!1 G) 22°o6.'00 (4 observaciones) 10 5 35 49.3 0 22 39.88 » Mira 275 =44: 00 Azimut de la mira. 249 - Resultados Observac. 1. . . 1' 77 ^22:05 ;con espejo) 2... 22.35 ícon espejo) 3... r 76 32.89 ' \ ¡sin espejo) 4... 32.73 5. . . 6... 7... 8... 35.87 35.28 35. "7 35.94 > Promedio (3-10; 176°34:82 9... 35.42 10.. 34.66 , Declinación Abril 12. Mira 275^36:62 Aguja I. Marca arriba... 109°44.'55 (5 observaciones) Marca abajo.... 41.44 » Norte magnético 109 43.00 Declinación — 10 41. 2 ;lP5a.m.) Reducción -1- 0.0 — 10Ml:2 (I) Agujal!. Mira 275°36:38 Marca arriba 109°57.'25 (5 observ.) Marca abajo 35.50 » Norte magnético 109 46.38 Declinación — 10 44. 8 (2^0 p.) Reducción — 1.9 — 10M2.'9 (II) Declinación. Promedio... — 10 42.1 Corrección instrumental. + 23.8 Abril 12 de 1887 . Declinación corregida — 11 5.9 Abril 13. Mira 275=36:50 Aguja II. Marca arriba... 109°37.'.50 (5 observ.) Marca abajo 33.35 » Norte magnético 109 35.42 Declinación — 10 33. 7 (9?0 a.m.) Reducción + 1.8 — 10 '35 .'5 (II) — 250 — Aguja I. Mira I. 275°35.'75 Marca arriba 109"50;58 (5 observ.l Marca abajo 26,35 » Norte niagnético 109 38.47 Declinación — 10 37.5 (11^2 a. m.) Rednccion + 0.3 — 10^37:8 (f! Declinación. Promedio... — 10 .36.7 Corrección instrumental.. + 23.8 Abril 13 de 1887. Declinación corregida. . — 11 0.5 Abril 14. Mira 275M3:88 Aguja I. Marca arriba... 109°47.'95 (5 observaciones) Marca abajo.. . . 47.18 » Norte magnético 109 47.56 ^O' Declinación — 10 39.4 (9''7 a. m. Reducción + 1.9 — 10°41 .'3 (I) Aguja H. Mira 275°45:00 Marca arriba 109°59.'67 Í4 observ.) Marca abajo 36.50 » Norte magnético 109 48.08 Declinación — 10 37.9 (5°5 p.m.) Reducción — 0.5 - 10°37.'4(II) Declinación. Promedio.... — 10 .39.3 Corrección instrumental.. . -|- 23.8 Abril 14 de 1887. Declinación corregida .... — 11 3.1 Intensidad horizontal Abril 12. Aguja II. Deflector I. 85°58:08 ) 1.33 49.08 j^ - ^'^ ^^-^^ Deflector II. 135 65.83 3o 60.83 I _ 26° 10 '25 83 45.33 r ~ Abril 13. Aguja II, Deflector I. 85 "39: 16 ^ goorp-qi 133 31.58 j^ - ^'^ ^''-^^ — 251 — Deflector II. 135^50:25 J ^a.l^,ar^ 83 26.41 j^- ^^ ^^-^^ Abril U. Aguja I. Deflector I. 85 ° 58.' 83 j oqo.q,^. Defleéíbr II. 135 54.92) ,^, ^,_^ 83 42.92 r=^^ ^-^^ Aguja I. Deflector II. 135 ° 57: 83 j ^^, ^,.^ 83 42.91 1^=^^ '-^^ Abril 15. A Noi-te B Norte Aguja II. Limbo E, marca E... 24°27 22°63 » E, » W... 23 61 23 10 » W, » E... 24 63 ¿2 93 » W. » W... 26 69 23 31 Promedio.... 24°799 22^993 23° 896 (II) A Norte B Norte Aguja III. Limbo E, marca E... 22=48 24°51 » E, » W... 21 99 24 .53 » W, » E... 22 92 27 63 » W, » W... 22 99 23 75 Promedio 22^^94 25^04 23^849(111) 14. OxNCATivo (Provincia de Córdoba) ■j> r= 31°56; )■ = 63=44'0 ;mapas¡; H = 288 m. Las observaciones se liau hecho ea el territorio de la es- tación, como á 6 metros al SO. de la casa. — 252 — Determinación del tiempo 1885. Mayo 25. 1 'ioJd'ii Glash. 8*'50"45^— 2.5 Q 42° O' 2''57'"10^— 7 53 O — 7 Q 42 40 11 .,^, 0 — 5 55 55 — 10.5 Q 43 20 52 50 — 4.5 57 25 — 8 .0 44 O 50 30 — 3 59 40 — O Q 44 40 48 15 — 4.5 62 O — 12 Q 45 20 46 5 — 9.5 JkT = + 2"39?5; 5T = + 8f6 Azimut de la mira (poste telegráfico al lado del semáforo, al N.) Mayo 25. Mira 329^2:50 Glash.: 7''34"54f8 0 59°41.'25 (6 observaciones) 7 45 4.5 0 58 7.08 (6 observaciones) Azimut de la mira: 328°9.'16 íl) y 328°9:17 (2; Declinación Aguja I. Marca arriba. . . 12°.50.'00 (4 observaciones] Marca abajo... 24.69 (4 observaciones) Norte magnético 12 37.34 Declinación • —11 34. O (9''7a. m.) Reducción + 1.8 —11-^35:8(1) Aguja II. Mira 329°8.'75 Marca arriba 12°35.'62 (4 observ.) Marca abajo 37.19 (4 observ.) Norte magnético 12 36.40 Declinación —11 33. 1 (12''2 p. m.l Reducción — 0. 6 — 11°.32:5 (II) Declinación. Promedio.... —11 34.2 Corrección instrumental + 23.8 Mayo 25 de 1887 . Declinación corregida — 11 58.0 i — 253 Intensidad horizontal Aguja I. Denector I. 36=21:88 } oo = q«'-o 349 8.44 ,P=^^^^'^ Deflector II. 347 1.25 ^ _ ,,.,._, ,q 38 35.63 \'' ~^'' Aguja II. B Norte. Deflector I. ^34-32:50 j ^ ^ ,^.3^,^^ ^,3 ^^^^^, Deflector II. 349 24.69 j ^ ^ 23=33:75 ,B Norte) Inclinación A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, iMarca E 25°81 29°79 » E, » W 25 94 30 37 » W, » E 26 28 30 54 » W, » W 26 83 29 04 Promedio 26^215 29°935 28=075 (I) Intensidad vertical Aguja I. B Norte. Deflector I. 34° 9:00 j , _ ^,. ^,^.. 352 7.75 S'^ ~ Deflector II. 350 36.56) , ^^_ -.,^, 36 42.19 j '^ - -^ ~-^^ 254 15. Paraguarí (República del Paraguay) f = - 25°36'3: / = 57°10'0; H = 152 metros (Tocppen) Determinación del tiempo 1885. Febrero 11. Glash: 3\31'"54?4 0 69°44.'55" (4 observaciones) Corrección del índice = -f- 2'30" Barómetro 748'"" Temperatura 28* AT Glash. = + 33'"2"7 Febrero IB. Glash. 3''34"54!6 0 67°.38.'40" (2 observaciones) Corrección del índice.... = -}- 2'40" Barómetro 747">°= Temperatura ,30° AT Glash. = + 33'"27?5 oT Febrero 10-15 = + 12?2 (véase página 206) Azimut de las miras Las visuales que dirigí desde la localidad descrita minu- ciosamente en la página 122, son las siguientes: Mira I. Torrecita de la iglesia de Paraguarí, al S., á 1500 metros de distancia. Mira II. Letra B en el letrero del Hotel de Abadie, al E., y distan- ciada como 500 metros. Febrero 12. Mañana. Mira I 178^8:75. Mira II .58^27:50 Glash. 7\35™.32?0 0 50°45:05 (7 |0,; 7 G)| ) Azimut del0 = 90°.39:4 Azimut de la mira I = 218 3 1 Azimut de la mira II = 98 21 9 — 2Ó5 - Declinación Febrero 12. Mira I 178°8.'75. Mira II 58°27.'50 Aguja I. Marca arriba... 325°56.'56 (4 observaciones) Marca abajo.... 41.56 (4 observaciones) Norte magnético 325 49.08 Declinación — 5 43.4 '8^5 a. m.) Reducción -f- 3.2 — 5'46.'6 (I) Aguja II. Marca arriba... .325°58.'44 Marca abajo.. . . 41.19 Norte magnético 325 49.81 Declinación — 5 44.2 (10^0 a. m.) Reducción + 1.4 — 5°45.'6(II) Declinación. Promedio.... — 5 46.1 Corrección instrumental. . . 4- 23.8 Febr. 12 de 1885. Declinación corregida ... — 6 9.9 Intensidad horizontal Febrero 12. Aguja I. Deílector I. 350" 1.'87) _ ., 301 51.56 j^ ~ "^'^ ''■'^ Deflector II. 299 36.25) coo^n,^ 352 9.69^=^^^ '^■' Aguja II. Deflector I. 349° 51:88 ) 301 41.88 j r ^ 24"' 5:0 352 5.00 ) r = 26° 18 :o inclinación Febrero 12. A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, marca E. . . 14° 84 19°15 » E, » W... 15 40 19 60 » W, » E... 15 79 20 23 » w, » w... 16 02 20 40 Promedio .... 15°512 19^844 17^678 (I) '— 256 - A Norte Aguja II. Limbo E, marca E 17°28 » E, » W 17 34 » W, » E 17 52 » W. » W 18 27 Promedio 17°603 17°994 17°798ÍII) B Noi'te 17 =03 18 11 17 98 18 86 Intensidad vertical Aguja I. B Norte. Deílector I. 346° 2:25 ), _ 303 35.63 j'' - ^^ ^"^-^ Deflector II. 301 42.50 ), _ goce,, 9 348 30.94 T'' Aguja II. B Norte. I -p = 2r 0:6 Deflector I. 303°36:25 345 37.50 Deílector II. 348 35.00, , ^„, ^,„ 302 20.00 ^ "^ = 2^- ^-^ Medición del Cerro Hú fC. Negro) Febrero Í3. [Con hipsóinetro). Arriba: Barómetro corregido.... 726"""4 Temperatura 25°4 e = 22™'"9 Hotel: Barómetro corregido. . . . 749'""'3 Temperatura 26?8 e = 25'"°'0 H = 276 metros sobre el Hotel y la estación del Ferrocarril. -f- 54 metros (altura de la estación sobre el rio en Asunción) -4- 98 metros (altura del rio en Asunción sobre la mar). 428 metros elevación del Cerro Hú sobre el mar. 257 — 16. Recreo (Provincia de Cataviarca) P = — 29°18.'9; ). = Ci5°ó:0; H = 223m. Ea esta localidad hice dos veces observaciones magnéticas el 24 y 25 de Febreí o de 1 886 y el 4 y 5 de Abril de 1887. En las dos visitas, mi carpa estaba en el campo libre, á 400 metros al E. de la estación. Las casas mas próximas quedan á una distancia superior á 100 metros. Determinación del tiempo 1886. Febrero 24, Cronómetro. — Glash. ... = — l^lófQ mañana = — 1 16.0 tarde Mañana: Corrección del índice -f" 2'55" Barómetro 7.36""° Temperatura 31° Tarde: Coreccion del índice + 3 '10" Barómetro 734""" Temperatura 35'' Glash. lOná"" 0^— 22 16 50 — j9 10 19 15 - 15 22 10 - 15 10 25 35 - 18 28 35 — 19 10 30 10 — 19 33 15 - 23 10 35 50 — 20 39 O — 32.5 2''11'"50^— 27 0 112°0' 8 55 — 15 Q 2 6 25 — 14 0 114 O 3 40 — 33 (2 2 O 15 — 28 (5 116 20 1 57 10 — 17 Q 1 55 30 - 11 "0 118 0-20 nubes Q_ 1 50 O — 25 © 120 O 46 50 — U Q 0" 1 1 0' 60 1 1 40 0 1 1 - 20 40 1 1 40 0 1 1 0 40 1 1 40 20 ( 1 0 60 1 1 60 0 1 1 0 40 1 1 40 AT Cronómetro = + 1"45Í9 Febrero 24 de 1888, 12" m.) Azirrmt de las miras Mira I: la esquina NE. de un edificio grande (los talleres?) situado á 500 metros al Oeste. Mira II: el semáforo al Sud. — 258 - Febrero 24. Tarde. Mira I 137M4:00 Cronómetro — Glash. = — l^lTfO Glash. 6n4"7:'7 Q 95°18.'27 i6 observaciones) Azimut mira I = 304 31.48 Declinación 1886. Febrero 24. Mira I 137° 41 .'67 Aguja I. Marca arriba... 204°41.'31 (4 observ.) Marca abajo 22.00 (4 observ.) Norte magnético 204 31.66 Declinación — 11 21. 5 (12*6 m.) Reducción — 2. 4 — 1P19: 1 I 1886. Febrero 25. Mira I 137°35:25 Aguja ÍI. Marca arriba... 204°32:31 Marca abajo 22.88 Norte magnético 204 27.59 Declinación — 1123. 8[9''0a.m.) Reducción -f 2. 8 — 11^26.'6ÍII) Declinación. Promedio... — 11 22.9 Corrección instrumental, . -f- 23.8 Febrero 24-25 de 1886. Declinación corregida. — 11 46.7 Intensidad horizontal 1886. Febrero 24. Aguja 1. Deílector I. 227=56:67) _ g..,.,.^ 181 6.00 ^ í^ - -^ '^•'^•^ Deflector II. 178 53.00 230 12.08 j -Y = 25°49.'54 Febrero 25. Aguja II. Deflector I. 181° 1.'83) _ g^.oc,,., 228 6.92 \r - ^'^ ^^■^'^ Deflector II. 230 21.17 178 45.16 I p = 25°48.'0 — 259 Inc li nación . Febrero 25. A Norte B Noi-te \guja I. Limbo E, marca E . 23° 43 26=85 » E, * W, 24 01 26 96 » W. » E. 23 95 27 59 » w, » W, , 25 25 26 75 Promedio... 24°160 27°037 25=598(1) Determinación del tiempo 1887. Abril 4. 1 Cronómetro 9^™^- 16 G j -e^.^Q- O' |l 40' 44 35 - 18 Q ] ^ '^ ^ 'I *" '%^Z^ I j 78 0.0 ,160 '^!¿Z'Í i! --0 1,40 Corrección del índice = + r2i:'2 Barómetro 745""° Temperatura 22°5 Abril 4. Tarde. 4 Cronómetro 2'-46'"45"- 7 ^ ) sn=d4'9n" II añ-go- 5 2 51 15 — 7 Q j 54 25 - 11 O ) '^ ^^ -^ II ^-^ ^ 6 2 56 10 - 9 0 ^ „ ,^ _ ,, ,^ 'Q T c ^ " 32 20 40 o9 lo — 6 0 1 7 3 O 50 - 10 Q ^ _„ _ o - . , T ^ / O o3 40 5o O 3 o-D — 11 0 '' " Coreccion del índice = -f- ri9:0 Barómetro 741'"'" Temperatura 26' Resultado fcombinacion para alturas casi correspondientes) 1 y 7 AT = — 19'°7f5 2 y fi 8.1 3 y 5 8.0 Abril 4. Mediodía. Promedio M =z — 19'°7f9 — 260 1887. Abril 5. Mañana. 8 Cronómetro 9M3'"20'— 6 9 46 30 — 13 76^35' 0" II 40 9 9 47 40 — 7 9 50 50 — 13 Q 1 78 3 20 ¡i 4 40 10 9 52 0-10 55 10—9 Q ) 79 33 0 1134 20 11 9 56 0 - 6 59 15 — 13 0 ) 80 54 20 II 55 40 12 10 2 40 - 10 6 0 - 13 83 8 0 II 9 0 Corrección del índice = + 1'8:'3 Ba TÓmetro 743""" Temperatura 21:3 Abril 5. Tarde. 13 Cronómetro 3" 0'"25^- 10 3 30 - 13 75^26' 0" II 20' 14 2 46 5 - 13 S 80 21 40 II 22 '40 49 55 — 10 © 80 14 40 1116 0 15 2 38 30 — 14 Q 82 52 20 II 53 20 43 15-13 S 82 22 40 II 23 40 Barómetro . . . . 740'"" Temperatu ra 27°5 Resultados Combinación: 4 v 11 '^T — 1 L9'°7f7 5 y 10 8.5 6 y 9 9.5 7 y 8 7.2 1887. Abril 4-5. Promedio aT := — 19'"8'2 para medianoche. Combinación: 8 y 13 aT = — 19'"7f0 10 y 14 8.3 11 y 14 9.0 11 y 15 8.9 1887. Abril 5. Promedio at = — 19'"8f3 para Wm. Determinación del azimut Mira II: la misma de mis observaciones en Febrero de 1886. 261 — Abril 4. 1 Cronómetro SMS^lfS 0 38°45.'81 (8 observaciones con espejo). Mira 257°3.'75 Abril 4. 2 Cronómetro 4''44'"2?8 0 26P 41 .'12 (8 observaciones con espejo). Mira 256=59:38 Abril 4. 3 Cronómetro 5''11"49?12 0 258=19.' 50 (4 observaciones). Mira 256=45:00 Abril 5. 4 Cronómetro 6^58'"12'3 0 54=38:31 (4 observaciones). Mira 256=42:12 Abril 5. 5 Cronómetro 5^54"29fO 0 253=7:62 (4 observaciones). Mira 256=40:00 1 Azimut de la mira 283=7:97 — 45:57 fpág. 145 1 282=22:40 2 5.86 - 45.57 (pág. 145 ) 20.29 3 22.34 4 19.47 5 18.77 Azimut de la mira. Promedio 282=20:65 üeclinacion Abril 4. Aguja I. Mira 257 1:75 Marca arriba 345 = 57:19 [4 observ.) Marca abajo -56.38 » Norte magnético 345 56. 78 Declinación — 11 15.7 [10^5 a.) Reducción + 1.2 -11 = 16:9(1) Agujal!. Mira 257=1:50 Marca arriba 345=67:56 Marca abajo 45.06 Norte magnético 345 56.31 Declinación —1115.5 (IPO a.) Reducción -f- 0.5 —11 = 16:0(11) T. XIV 18 262 Declinaciou. Promedio... — ll°16.'a Corrección instrumental.. + 23.8 1887. Abril 4. Declinación corregida.... — 11 40.3 Abril 4. Mira 257°2.'0O Aguja I. .Marca arriba.. Marca abajo.. . Norte magnético Declinación, Reducción. . 346° l.'U (3 observaciones) 0.91 (3 observaciones) .346 1.01 - 11 19.7 (2n 1.8 .... p. m. - 11 = 17:9 ;1) Aguja II. Marca arriba. Marca abajo.. Norte magnético. Declinación Reducción 34.5° 71 .'62 (4observ.) 47.62 (4 observ. ) 345 59.62 ... — 11 18.3 [l'.'6p. m ... — 1.6 Declinación. Promedio.. Corrección instrumental. 1887. Abril 4. Declinación corregida... — iri6.'7 !II) — 11 17 3 + 23.8 — 11 41.1 Abril 4. Mira 256M2.'00 Aguja I. Marca arriba... 345°39.'69 (4 observ.) Marca abajo.... 39.44 [4 observ.) Norte magnético 345 39.. 57 Declinación — 11 18.2 í5','2 p. m.) Reducción — 1.4 ... — 11*16:8 ¡I) Aguja II. Marca arriba... 345°5l:67 [3 observ.) .Marca abajo... 29.19 (4 observ.) Norte magnético .345 40.43 Declinación — 11 19.1 [5^6 p. m.) Reducción — 1.3 — 11^-17:8 (II, Declinación. Promedio.. —11 17.3 Corrección instrumental. -\- 23.8 1887. Abril 4. Declinación corregida... —11 41.1 1887. Abril 4. Promedio total ;6) D := — 11 40.8 I 263 — Intensidad horizontal 1887. Abril ¡k Aguja I. in =Q^ '^n 1 P = 2r o:42 26^2:22 Denector I. 141=35:50 ^ 189 36.34 ^ " Deflector II. 191 48.80 ) 139 23.56 ) '"" Aguja II. Deílector I. 189^47:17 ) 141 54.37 i Deflector II 139 38.81 191 59.17 5. zz: 23=56:40 P = 26°10:i8 Inclinación 1887. Abril 5. A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, marca E 25°29 20°49 E, » W 25 70 23 39 » W, » E 25 48 23 05 » W, » W 26 17 23 65 Promedio Aguja II. Limbo E, marca E. » E, » W. » W, » E. * W, » W. Promedio . . 25-660 24=644 A Norte B Norte 25 = 73 25=25 25 72 25 08 26 35 24 20 25 84 24 85 25°909 24=845 25°377 (IIj 17. Kio Següjndo (Provincia de Córdoba) r = 31M0' ; / — 63=53:5 ; mapas ); H = 346 metros. Las observaciones se han ejecutado en el terreno de la estación, al rs'E. de la casa, muy cerca de las (3ÍIas de leña y carbón de leña que cubrían esa parte de la estación. Temo que la proximidad de los rieles haya influido en las obser- vaciones. — 264 — Determinación del tiempo [alturas correspondientes] 1885. Mayo 26. 10 O 20.- 11 10 3 20.- 4 10 6 25.— 7.5 0 59°40' Glash, Q 60 20 Q 61 O Q 61 40 (2 63 O l''52-"20!— 10 1 49 20 -15 1 46 15 — 8.5 1 43 10 — 2 10 12 50.- 1 1 .36 45 — 9.5 Resultado: aT Glash. — -j- róiri' 5T = + 8r6 Determinación del azimut Mira I semáforo al NW. Mira II esquina de una casa al NNE. Mira I: 40°17.'50 Mira II: 103°45.'00 Glash. 9°12"'48f9 0 122°15:26 (6 observaciones) Azimut mira I 40' 16. '50 Febrero 17. Declinación Mira I: como antes. 92°27.'81 (4 observaciones) 4.25 (4 observaciones) 92 16.03 .. — 11 42.0 (8?2a.m.) f 1.1 ir43:i Aguja I. Marca arriba Marca abajo. Norte magnético.. . Declinación Reducción Aguja II. Marca arriba... Marca abajo. . . . Norte magnético Declinación .... Reducción 'i; 92° 33: 95 12.50 92 23.22 - 11 49.2 (1^2 p.) 1.3 — 11°47:9 [llj Declinación. Promedio... — 11 45.5 Corrección instrumental . . -{- 23.8 1885. Mayo 26. Declinación corregida — 12 9.3 Intensidad horizontal Mayo 26. Aguja I, Deílector I. 116=18:75/, .o.^o--, 68 41.25) ^ = ^^'^^-''' — 265 — Deflector II. 66°35:31) _;,.„.,, o. 118 30.00 j ' ~ -^ ^'-^^ Aguja II. B Norte, Deflector I. 114°16.'25 } _ gpq-'o- 71 5.75 ) '^ ~ Deflector II. fi9 2.50) m^q-o. 11(3 14.38 j''' = ^'^'^-'-^^ Inclinación Mayo 26. A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, marca E 26=02 29°57 E, > W 25 93 29 96 .> W, » E 26 03 30 70 » W, » W 26 67 29 06 Promedio 26° 161 29=824 27=992 (I) 18. EosARio ])E LA FrOxM'era (Provincici de Salta) ? = - 25=48:0; / == 65=6:2; H ^ 8.57 metros Las observaciones se hicieron, no en la pequeña villa y estación del ferrocarril Central Norte, sino en los célebres baños termales, que se encuentran situados en los cerros, al Este de aquella. Determinación del tiempo 1885. Diciembre 19. Mañana Tarde Glash. SMS" 0^— 12 3°19""20^ — 37 © 92' 0' 0" II 40" 0" II 20° 50 30 - 44.5 17 0 — 16© 93 0 0 II 60 0 II 60 52 30 — 10 14 50 — 27 © 94 0 0 II 60 0 II 0 57 0 — 15 10 20 - 16 0 96 0 0 II 60 0 1120 59 20 - 29 8 0- 17 © 97 0 0 1140 ; 0 II 20 266 Mañana Tarde G'l^SO'— 16 S'-a-^óO^ — 19 ^ 98°0'0" ||40":0" 1160" 3 45 — 16 3 30 — 13 ^ 99 O O || 80 ; O || 60 6 O — 19 1 20 ' - 21 0 100 O O |i 80 ; O || 20 Corrección del índice en la mañana... 4" 3'37'.'5 » » en la tarde -J- 4 5 Barómetro 677 y 674""" Temperatura 29 y 34° Resultado: ^J Glash. == — 5"56M Determinación del azimut Desde el punto elegido (debajo de los árboles, á 20 metros al SW. de las casas techadas de zinc) se dirigieron visuales á la esquina de una casa situada á 100 metros al NW., que ha servido de única mira. Con espejo azimuíal Diciembre 19. Mira 274^9:69 Glash. P5¿'"10?1 O 237°34.'60 (lOobserv.) Azimut de la mira 306 13.35 (??) Glash. 2''8"19!4 0 235 53.50 ( 6 observ.) Azimut de la mira 306 59.16 Glash. 3"31"28f7 0 228 42.38 (8 observ.) Azimut de la mira 306 43.76 Estas determinaciones son poco satisfactorias. Declinación Diciembre 19. Aguja I. Marca arriba. . 337' 9.' 50 Marca abajo.. . 12.94 Norte magnético 337 11,22 Declinación — 9 36. 2 (61'2 a. m.) Reducción + 2. 3 — 9*38:5 (I) 267 Agujal!. Marca arriba.. 337°22.'25 Marca abajo... 20.63 Norte magnético 337 21.44 Declinación — 9 52. 5 (l^Op. ra.l Reducción -- 2.9 — 9=49:6(11) Declinación. Promedio... — 9 44.0 Corrección instrumental.. . + 23.8 1885. Diciembre 19. Declinación corregida —10 7.8 Intensidad horizontal Diciembre 19. Aguja I. Deflector [. 360=41 .'75 ) _ _ ....^-so 313 42.00,^ ' - ^^ ^^-^^ Deflector II. 311 30.81 i , , ^„ 2 53.0o!' =^'-^^^i'09 Aguja II. B Norte. Deflector I 316=39:63 ) ^n^.n. .n 358 19.00 ! ^ = 20=49:b9 Inclinación Diciembre 19. A Norte Aguja I. Limbo E. marca E 18"40 E, » W 19 11 » W, » E...,. 18 67 » W, » W 19 99 B Norte 22=34 22 08 22 65 23 07 Promedio 19=042 22 = 534 20=788(1) Intensidad vertical Aguja I. B Norte. Deflector I. 358= 0:00) , _ g, , .,q, 315 58.12 \ '^ ~ Deflector II. 314 47.50 . , _ ^o-i-vü, 1 13.12 ^■■- ^'il-'^i 268 Altura de los Bañoís Se hicieron las siguientes observaciones: Diciembre 19. Estación ferrocarril: 8^ a.m. Barómetro corregido. . 690"""9 Temperatura •27" Baños: 9^7 a.m. Barómetro corregido.. 683""25 Temperatura 29° üe allí resultan próximamente 100 metros como elevación de los Baños sobre la estación del ferrocarril, cuya altura es de 757 metros, ó sea: Altura de los Baños = 857 metros sobre el mar. 19. Rosario de Sarta-Fé r = — 32°56.'7: ). = 60°38.'5 [mapas;: H = 39 metros En la primera visita (24 Enero de 188.5) se hicieron las observaciones al W. de la Plaza López, en el campo abierto. Determinación del tiempo Enero 24. Tarde. Glash. .5''20'° 54f4 Q 17 = :33.'O0 (1 observ. con teodolito). Resultado: aT = -f 15'°13?5 Determinación del aziniiil Mira I: Pararayo de la jabonería. .Mira II: Punta de la torre de la iglesia. -Mira III: Asta de bandera en los altos de la Comisaría. Enero 24. Tarde. Mira I 207°27:00 Glash. 5\38"5?3 © 244° O.'OO (6 observaciones) Azimut mira 1 39 36.73 — 2G9 — Estas observaciones de tiempo y de azimut no son muy correctas. Declinación Enero 24. Mira 1: 140^20:00 Mira II: 110-7:50 Mira III: 163=26:30 Aguja I. Marca arriba... 110'45:90(t observaciones) Corree, por marca abajo. — 7.30 Norte magnético 110 38.60 Declinación — 9 55. 3 [l'?8 p.) Reducción — 3. 4 Corrección instrumental. 4- 23. 8 1885. Enero 24. Declinación corregida. . — 10'15.7 Intensidad horizontal Enero 24. Aguja I. Deflector I. 135^7:00/ -,,.,-,, 86 46.20 S ' Deflector II. 84 30.00 ) 137 27.50r'^==^'^~^'-^ Inclinación 1885. Abril 5. A Noi-te B Norte Aguja 1. Limbo E, marca E... 26!50 29:75 » E, .-> W... 26.55 29.80 » W, » E... 26.08 30.90 » W, » W... 27.45 29.50 Promedio 26!642 29?988 28?316 (I) A Norte B Norte Aguja II. Limbo E, marca E... 27=38 27=80 >■> E, » W... 28 32 28 20 » W, » E... 28 95 28 65 » W, » W... 28 02 29 42 Promedio.... 28U69 28=519 28=344,11) - 270 — Intensidad vertical 1885. Enero 24. Aguja I. Deflector I. 313= 8:80 ) ,1040-40 269 30.00 j-^-^1 -^9-40 DeflecDr H. 267 25.00 ) _ 314 23.00 j '^ ~ '^ ^-^^ En mi segunda visita (iVIarzo .31 de 1885) observó en el centro de la Plaza López, sin carpa. No se hicieron determinaciones del tiempo. Este se calculó con observaciones hechas poco antes en Córdoba y poco des- pués en Villa María; puntos cuya longitud, así como la del Rosario, está bien conocida por determinaciones telegráficas del Observatorio Astronómico. Determinación del azimut Mira I. Poste, en la entrada cí la plaza (al W.) Mira II. Esquina de una casa situada al Norte. Marzo 31. Mira I; 51°37.'.50 Mira II: 133M5:00 Glash. 4\33"8í6 0 52°48.'75 Resultado: aT Glash. = + 26"20?9 Azimut de la mira íl 3°39.'40 Declinación Marzo 31. Aguja I. Marca arriba... 140^" 8.'75 (4 observaciones) Marca abajo 5.44 (4 » ) Norte magnético 140 7 .09 Declinación —10 1.5(l';0p.) Reducción — 2.9 — 9°58.'6 (Ij Aguja II. Marca arriba... 140°12.'75 Marca abajo . . . 2.31 Norte magnético 140 7.53 Declinación -10 1. 9(l"7p.) Reducción — 3.3 — 9°58.'6 (II) Corrección instrumental.. + 23.8 1885. Marzo 31. Declinación corregida.... — 10 22.4 — 271 — Intensidad hoi'izontal Marzo 31. Aguja II. A Norte. Deflector I. 164° 3.'75 ) ,.,. „,„^ 116 2.50 r='^ ^-^^ DenectorlI. 113 .51.25 i ^^...-.no 166 25.31) '^^"^^'-^^ En la tercera visita (Agosto "28 de 1885) no había tiempo para tomar alturas del sol. Tampoco son satisfactorias las determinaciones del azimut. Por lo tanto, reproduzco sólo una observación de la Inteusidad horizontal Aguja I. Deflector I. 271°31.'25 ; _ ^,^ 233 26.56 \ ^ ~ " 20. Sais A.\tomo (Provincia de Catamarca) P = ~ 29 ° 0 : 0: ;. = + 65 '^ 6 : 5 : H = 267 metros La localidad citada es la actual estación del Ferrocarril Central Norte; donde observé en frente de la casa principal, á 40 metros de los rieles. Determinación del tiempo 1886. Febrero 22. ' 58 30 I si 1 í^"^»»!!* I 108 O O II 60 110 0 0 II 60 10 O 50 — 15 ^ 3 35 - 18 0 10 5 50 — 10 0 8 40 — 21 Q lOni 0-17 ^ \U2 0 0 1160 13 50-24 Q ) Cronómetro. —Glasti. = — l'"9!4 Corrección del índice ^ + 2 '36' Barómetro 735™" Temperatura = 30°5 979 Glash . 2' 42-30^- 21 0 j ^^,. 15 15 — 17.5 0 O'O" ii 60" 2 17 35 - 11 Sil 20 20 - 9 © ^ _:o 0 0 II 60 2 22 45 — 22 Q. ) ^ 25 30 — 24.5 ^ ] [08 0 0 11 60 2 Ti 50 — 21 Q 106 0 0 || 80 2 32 50 - 18.5 Q ) , 35 30 _ 16 0 j ^-'^ " ^' " 40 Crouómetro.— Glash.. . . = — r"io?9 Corrección del índice.. . . = + 2'42"5 Barómetro. . . 733'"'" Tempe ratura .. 34' 0 23. Glash . 9''51"50'- 15.5 0 54 30 — 13 Q_ 104 °0' 0" II 20" 9 57 0 — 36 ? 0 59 30-9 0 106 0 0 II 40 10 1 55 — 17 0 4 40 - 14.5 0 108 0 0 1140 10 7 0 - 13 0 9 45 — 10 0 110 0 0 II 20 10 12 10-11 ^ 15 0-13 0 112 0 20 II 80 Cronói metro.— Glash = — ' r"16?0 Corrección del índice ... = + • 3'0" Barómetro 7.35'"'" Temperatura.... . .. SI'' Glash. 2''11'"20^- 16 0 14 10—14 0 112°0' 0" II 60 2 16 30 — 14 Q_ 19 15 - 12 © ) \ 110 0 0 II 60 2 21 40 — 19.5 0 IOS 0 -20 11+20 2 26 40 — 14 Q_ 106 0 0 II 60 2 31 50 — 27 Q 34 25 - 16 0 104 0 ^ II 20 Cronómetro. — Glash.... = — l'"15?5 Corrección del índice.. . . := -|- 3'7"5 Barómetro 734"""" Temperatura 34'5 — 273 — Resultados AT Cronómetro = + l"'-ir3 [W m. Febrero 22] + 1 40.2 (12 m.D. » 22-23) + 1 37.4 (12 m. » 23] Determinación del azimut Mira: letra I en el letrero de la estación, al NW. Febrero 25. Tarde. Mira 65^31:44 1 Glash. 6" 6"52?7 0 360°49:90 Anteojo I (10 observaciones] 2 6 13 26.2 0 360 0.10 >^ 11 (10 » ) Cronómetro.— Glash.... = — 1"10!0 Febrero 23. Mira 65°37.'25 3 Glasb. 7''45"20?9 0 185°42.'75 (10 observaciones con espejo. Cronómetro.— Glash = — l'°15!6 Mira 6.5° 29 .'69 4 Glash. 4''6'"46!3 0 15°.50:9.5 (8 observaciones] Cronómetro. — Glash = — l"ló!I 5 Glash. 4m"19!0 0 15''17.'77 ¡8 obs. Anteojo 11. Espejo II] Cronómetro.— Glash = — in.5?0 6 Glash. 4'"15""52?9 0 14=41:05 (8 observaciones) Cronómetro.- Glash = — m5?0 1 Azimnt de la mira .326°42.'50 \ 2 48.03 1 3 46.57 ' Promedio 4 49.64 y 5 47.96] 6 45.30/ - 274 — Declinaciüi} Febrero 22. Mira 65° 34: 50 Agujal. Marca arriba... 110''19.'31 (4 observ.] Marca abajo.... 37.50 >^ Norte magnético 1.10 28.40 Declinación — 11 37.4 (3"3 p. ra.) Reducción — 2.5 — ir34.'9 ;i} Febrero 23. Mira 65°35.'25 Aguja II. Marca arriba... 110'26.'19 4 observ.) Marca abajo 19.88 » Norte magnético 110 23.03 Declinación — 11 34.3 (9''7 a. m.) Reducción + 1.8 — ir36:i ;il) Declinación. Promedio.. —11 35.5 Corrección instrumental.. + 23.8 1886. Febrero 22-23. Declinación corregida... —11 59.3 Intensidad horizontal Febrero 22. Aguja I. Deflector I. 134 "53:25 i 86 35 . 17 i ^ Deflector II. 83 45.66 ) 136 55.00 ''^ 24° 9:04 26° 34: 67 Febrero 23. Aguja II, Deflector I. 133°49:67 86 54.25 Deflector II. 84 45.83 136 11.08 f — 23=27:71 25°42:62 275 — Inclinación ero 23. A Norte B Norte Aguja I. Limbo E, marca E. . . 22?97 26? 98 » E. » W.. . 23.09 26.71 » W, » E. . . 23.98 27.. 50 » W, Prc » W.. )meclio . 24.67 26.32 23? 678 26? 878 ■21. Sa> José (Provincia de Córdoba) P = 30°0': y = 64=37:0 (mapas); H = 213 m. De las muchas localidades que llevau el mismo nombre, el nuestro es la estación del íerrocarril Central >'orte, situada en el ?sorte de la Provincia, á inmediaciones de las Salinas (irandes. Se ha observado á 180 metros al estj de la estación. Determinación del tiempo Cronómelro.— Glash. = — 4°'46!0 (mañana); — 4'"42^8 :tarde) Glash. 9''35'°60^— 22 0 69'20' 2''28"'40^— 10 38 10 — 22 © 70 O 26 30 — 17 40 20 — 10 ^ 70 40 24 15 - 10 42 35 - 15 ^ 71 20 21 60 - 10 44 50 — 15 0 72 O 19 45 — 13 47 5 - 11 0 72 40 17 30 - 15 Resultado: aT Cronómetro.. = + 0"21!6 Glash. 9''50"50^— 21 ' Q 72°40' 2''1.3"'45^- 10 53 10 — 15 0 73 20 11 25 — 19 53 30 — 8 0 74 O 8 60 — 8 .57 60 — 25 Q 74 4o 6 40 - 21.5 10 O 25 - 18 Q 75 20 4 15 — 28 2 60 — 27.5 Q 76 O 1 45 — 17 Resultado: AT Cronómetro.. = + 0'"22!9 \ — 276 — Azimut de las miras Mira I (NW.) semáforo á 150 metros de distancia. Mira n (VV.j esquina de una ventana de la estación. Abril 23. Mira I: 115° 59 .'00 Mira II: 55 = 39:38 Cronómetro 4''51"-45^3 0 90°29:00 (8 observaciones) Azimut de la mira I. N. 45°6:45 W. Cronómetro 4''51'"44í2 0 90=28:94 ,8 observaciones) Azimut de la mira I. IN. 45°6:24 W. Abril 24. Mira I: 116°54:75 Mira II: 56 = 34:75 Cronómetro 7''9'"53fl 0 231°34:38 (8 observaciones) Azimut de la mira I : N. 45°3:88 W. Cronómetro Tl-lS-^SOfá 0 230°47:94 (8 observaciones) Azimut de la mira I: N. 45?3:79 W. Mira I: 1I7°5:00 Mira II: 56M5:00 Cronómetro 4''29"'29!8 0 94°55:69 (8 observaciones) Azimut de la mira I: N. 45' 7:23 W. Declinación Abril 24. Mira I: 116°56:12 Mira II: 56^36:62 Aguja I. Marca arriba 173°24:80 (5 observ.) Marca abajo 30.38 » Norte magnético 173 27.59 Declinación — 11 2o. 7 (8':'5 a.m.) Reducción + 1.3 —11=27:0(1) Mira I: 116°56:25 Mira II: 56 = 37:50 Aguja II. Marca arriba 173°27:25 (5 observ.) Marca abajo 30.62 (4 observ.) Norte magnético 173 28.94 Declinación — 11 26. 9 (10':8 a. m.) Reducción -f 0.8 —11=27:7(11) Declinación. Promedio.... —11 27.4 Corrección instrumental... -}" 23.8 1886. Abril 24. Declinación corregida —11 51 .2 n — 277 — Inlensidad horizontal Abril 23. Aguja I. Detlector I. 16° 9.' 67 328 51.00 Deílector II. 326 37 25 18 20.83 j. = 23° 39 .'33 y = 25°5l:79 Abril 24. Aguja II. Deflector I. 197^1:00 \ _ g.,^ ,,,-, 149 41. .58 )■ - ^"^ ^^'^ Deflector II. 147 30.25 i _ 199 39.08 \ ^ — ^^ ^-^^ Incl inacioH Instrumento: Adié uúmero 62. A Norte B Ni.rte Aguja 20. Limbo E, marca E. 26° 26 .'00 25° 36: 88 » E, » W. 26 50.62 26 9.-56 » W, » E. 25 .52.38 25 11.00 .. W, » W. 26 34.62 24 59.62 Promedio. . 26°25.'9] 25°36:88 A Norte B Norte Aguja 21. Limbo E, marca E. 26° 59. '88 25° 33: 50 » E, » W. 26.51.75 26. 8.75 » W. '> E. 26. 5.00 24. 8.62 » W, » W. 26. 8.25 24.33.12 Promedio. . . 26:31:22 25? 6:oo [ZL¡ •22. SajNTIago del Estero (Provincia de Santiago) ? = — 27°48:0; A = 64=15:7 (mapas!; H = 214 metros Todas las observaciones se lian practicado en el terreno de la Cervecería, como á 500 metros al W. de la estación del ferrocarril, y á 1.5 kilómetros al WSW. de la catedral. T. XIV 19 — 278 — Hasta 100 metros alrededor del punto donde establecí mi carpa, no había casa ninguna. Determinación del tiempo 1887. Abril 4. Cronómetro 4'' r40^- 14 0 / ^OMI ' (V II 20" 4 20-15 0 1^"^^^ ll^^ ' s'oll 11 48M0-20'|120" 11 4o — 14 0 ^ Corrección del índice.... = + 1'7'45" Barómetro 749""'" Temperatura 27° Esta gran corrección proviene de que el tornillo de cor- rección del prisma se había separado del instrumento, á cau- sa de los sacudimientos en el viaje. Antes, esa corrección oscilaba alrededor de -f '.\ ' Resultado: M Cronómetro = — le-'ófl [para 3'.'8 p. ni.) Abril 8. Mañana. Cronómetro 9'^ 5"30^— 12 0 62°0' O" || r¿0" 10 4o — lo 0 ^ " ^irSl^9Íj^^°^''^"'l^0" 9 18 30;- 14 0 í 68^0' O" 1140' 21 25 -11 QS^ ^ " ^^ 9 2350-130^ 26 45 - 13 0 \ " "^ Corrección del índice -|- 1°7'46:'7 Barómetro 749°"" Temperatura 23° Abril 8. Tarde. Cronómetro 3" 9"10'— 15 0 9-10'— 15 0 ) .^ 12 5-13 i \ -0=0'20"||1'20- .vi — 279 - Cronómetro S-U-^SS^- 10 Q ) ro^a- a- ii ah- 17 35-23 Q \ ^^^ ^ "'^^ '22 55 I 28 i i ♦^e^O'O-HO- ^ ~ -^ -- Kj. 64"0'20° II 60° 28 5 - 19 ^ j o-i u ^u II Du 3 30 30 — 18 3 62°0' O" || 20" Corrección del índice. ... := -f- 1 '7 '40" Barómetro 744"'" Temperatura 28°5 Resultado: aT Cronómetro = — 16'"9!7 (Abril 8, mediodía). Abril 9. Mañana. Cronómetro 9" 9"' 0^— 11 11 50 — 9 0 i 64=0 0" II 0" 9 14 15 — 7 17 10 - 14 j 66°0'0° 1! 0' 9 19 40 - 12 22 35 — 14 j 68=0 '0" 1120" 9 25 5 - 12 28 5-18 0 a j 70=0'0'- no- 9 30 35 - 14 S 72°0'0" li 40" Corrección del índice + 1=7 '50" Barómetro 744""° Tei nperatura . 24 Abril 9. Tarde. Cronómetro 3" 5"" 0^— 9© 72=0' O" [| 40" 3 7 35 - 15 S ) 10 30 - 10 ^ ) ^ ^ ^ " ^ ^ ?? ,? ~ ^^ § i 68°0' O" II 40" lo 00 — 14 © \ 3 18 25 — 14 Cí ) ftt-o^, H" 11 lA" 21 15 - 12 0 ) ^^ ^ ° " ^° 3 23 40 - 8^ ; 26 30 - 9 G ) ^^ ^ ° " ^ - Corrección del índice... + 1 = 7:45" Barómetro 740""° Temperatura 29° Resultado: aT Cronómetro = - IB^lSfS (Abril 9, mediodía), — 280 — Determinación del aziiinil de la mira ¡Mira I. La cruz de la torre secundaria de la Catedral (al ENE.) Abril 7. Tarde. Mira 239°55:88 ' 1 Cronómetro S^áS^álfO G 90 '35 .'62 [4 observaciones) 2 5 35 20.9 0 89 47.62 (4 » ) Abril 8. Mañana. Mira 239°57.'88 3 Cronómetro 8''25'",36'8 0 234"59:13 (4 obs. con esp. Anteojo II) 4 8 31 39.7 0 234 0.12 (4 » » I) Abril 8. Tarde. Mira 2.39°.56;12 5 Cronómetro 5" 6'" 8=^6 0 93°41'88 [4 observaciones) 6 5 12 4.2 0 92 56.00 (4 » ) Abril 9. Mañana. Mira 239° 53 '62 7 Cronómetro 8" 7'"43?9 0 237"11'94 (8 observaciones con esp.) Abril 9. Tarde. Mira 239^')4'25 8 Cronómetro 5'> 3'"52!2 0 94° 15 '38 (4 observaciones; Resultado Sin esi)ejo Con espejo 1 Azimut de la mira... 71°21'54 3 72°6'72 Anteojo II 2 20.86 4 8.80 -> I 5 23.74 7 8.91 6 23.62 8 24.05 Promedio... 71°2¿'76 72°8.33 Declinación Abril 7. Mira 239^57.'88 Aguja I. Marca arriba... 179°10.'75 (4 observaciones) Marca abajo.... 7.12 (4 » ) Norte magnético 179 8.94 Declinación - 10 .33. 8 ;'10"8 a.m.j Reducción 4- 0.8 — 10° 34 .'6 (I) *iii — 281 — Agujal!. Mi-a 239°54;00 Marca arriba 179° 12 .'04 (6 observ.) Marca abajo 178 49.31(4 » Norte raagnélico 179 0.67 Declioacion — 10 28. 9 (r.'9 p.) Reducción — ' 1.8 -10^27:1(11) Declinación. Promedio.., — 10 30.9 Corrección instrumental. + 23.8 Abril 7 de 1887, Declinación corregida.. . . — 10 54.7 Aguja II. .Mira 239° 54 .'38 Marca arriba... 179°12.'75 (4 observ.) Marca abajo.... 178 54.69 (4 » ) Norte magnético 179 3.72 Declinación — 10 32. 1 i'2°7p,m.) Reducción — 1.6 — 10°30;5 (II) Agujal. Mira 239° 55 .'50 Marca arriba 179° 4.'80 (5 observ.) Marca abajo 4.69 » Norte magnético 179 4.74 Declinación — 10 32.0 (4M p.m.) Reducción — 0. 6 - 10°31.'4 (1) Declinación. Promedio — 10 30 9 Corrección instrumental... -\- 23.8 Abril 7 de 1887. Declinación corregida — 10 54.7 Abril 9. Mira 239°54.'75 Aguja I. Marca arriba. . . 179° 1:65 (3 observaciones) Marca abajo... 9.08 (3 observaciones) Norte magnético 179 5.36 Declinación -10 33.4 (5Mp.m.) Reducción — 0.5 — 10 32:,9 (1) Aguja II. Marca arriba. . 179°13:00 (3 observ.) Marca abajo.. 178 51.37 (3 observ.) Norte magnético 179 2.18 Declinación —10 30.2 (oM p. m.) Reducción.. — 0.5 — 10°29:7 (11) Declinación. Promedio.... — 10 31.3 Corrección instrumental. .. . -j- 23.8 Abril 9 de 1887. Declinación corregida — 10 55.1 In te lis ida d lio rizón la I Abril 8. Acruja I. Deflector I. 155° 8:25 ^ ^qo-o,^, 202 55.67j^ = 23o3./l Dotlector II. 205 10.58 ) _ 152 56.33^^ -^^ Abril 8. Aguja II. Deflector I. 203- 3:58 i 155 21.75!^ = ^3-60:91 Deflector II. 153 8.60 ) 205 17.92Í^ = 2^°'*'66 Aguja II. Deflector I. 203° 6:90^ _ -\ f ~ 1 n o<^ k F — 2o 5o . 80 loo 19.30 1 Deflector II. 153 8.37 ) 205 25.99 j í^ - 26" ^'^l Abril 9. Aguja I. Deflector I. 202°5i:25 ) 155 13.17 !?=^°«'M Defl«lor II. 153 0.69 ) ^ ^^, ^..^ :¿0o o. /o ) Aguja II. Deflector I. 155°18:69 ) ^^ _ ^^ 202 57.30 ;^=2^°49'30 Deflector II. 205 13.75 ) ^„ , 153 10.41 P= 26^ l'^*^ Oscilaciones de las agujas horizontales ■ Abril 9. Aguja lí. Temperatura = 29" 30 oscilaciones Pi-incipin Fin Amiilitud 2"25"'35^ 26" 28? O =r 53?0 25°— 7° 27 19 28 11.4 = 52.4 25-7 29 46 30 39.0 = 53.0 28-7 32 13 33 5.2 = 52.2 28-7 34 2 .34 54.0 = 52.0 28 — 7 Tiempo de una oscilación = 1'751 — 283 — Abril 9. Aguja I. Temperatura = 29?2 30 oscilaciones Princijjio Fin 3''56'°49 58 45 4 O 23 2 ]3 3 47 Amplitud 28°— 6' 30 — 11 28-9 30—9 30—9 Tiempo de una oscilación = VA15 57'"33f0 = 44 !0 59 29.3 == 44.3 1 7.4 = 44.4 3 7.2 = 44.2 4 31.3 = 44.3 Abril 9. Aguja I. Temperatura = 28°8 30 oscilaciones Principio Fin Amplitud 1" 7-" 3" 7"'47!4 = 44f4 29°— 8° 8 33 8 7.3 = 44.3 ';> 10 17 13 1.0 = 44.0 30 - 9 12 13 12 57.1 = 44.1 25-6 13 36 14 20.0 = 44.0 30 - 10 Tiempo de una oscilación = Inclinación lf472 Abril 10. A Norte B Norte guja 11, Limbo E, marca E. 23° 95 23 = 18 » E, » W. 22 68 22 19 » W, » E. 23 96 23 02 ■0 w, » w. 22 96 22 49 Promedio 23° 386 22' 721 23°053 (II A Norte B Norte B Norte guja III. Limbo E, marca E. ... 22°15 27°48 27°34 * E, >, W. ... 22 37 25 36 26.99 » W, ^ E. ... 21 45 26 15 25.43 » W, » W. ... 21 91 22 96 23.09 Promedio . . ... 21' 970 25M89 25°712 Inclinación 23°841 (III) 284 — B Norte A Norte Aguja II. Limbo E, marca E. . . Í22?65 23? 08 » E, » W... 22.41 23.14 » W, » E... 22.83 24.09 » W, » W. .. Promedio 23.65 23.50 22? 885 23? 452 23? 169 (II) 23. SiMocA (Provincia de Tacuman) ? = 27°16.'2; > = 65°2i;0 (mapas); H = 317 m. Determinación del tiempo por alturas correspondientes Enero 23. Glash. yns" O'— 27 3''27"'35'— 12 © 94^0' 17 10 — 23 25 .30 — 32 © 95 O 19 25 — 22 23 10 — 28 © 96 O 21 40 - 20 20 50-15 © 97 O 24 0 — 34 18 40 — 31 G) 98 O 26 10 — 23 16 20 — 14.5 © 99 O 28 30 — 22.5 14 15 — 40 © 100 O 30 50 — 39 12 O — 44 0 101 O AT Cronómetro = + 2"12^8 aT Glash. = — 9"'0:6 Las observaciones se han hecho en el último patio del hotel que estaba á 100 metros al W. de la estación del ferrocarril. El instrumento estaba á 3 metros de una pared de adobes y á 4.. 5 metros de la casa que contenía hierro. Al ESE., á 5.6 metros de distancia, había una cocina con muy pocos apara- tos de hierro. Mira I al W., la cruz pequeña de la iglesia de Simoca, á 500 metros de distaucia. Mira II al E. (mirada á través de las dos puertas abiertas del hotel) esquina de la casa ocupada por los telegrafistas de la estación. Mira I 206° 59; 00 Mira II 24° 18 .'32 I — 285 - Cronómetro.— Glash. = — 11 "13 'O Glash. 6''0°'14'0 0 175°18.'75 (8 observaciones) Azimu mira I. = 286'32'99 Declinación 1886. Enero 23. iMira I 206°58.'69 Aguja I. Marca arriba... 291°32.'09 (4 observ.) Marca abajo 28.56 (4 observ.) Norte magnético 291 30.33 Declinación — 11 4. 2 (l'2p.m.) Reducción — 3. O Corrección instrumental 4- 23. 8 Enero 2B de 1886. Declinaciou corregida.. — 11 25.0 Intensidad Iwrizonlctl Enero 23. i^guja I. Deflector I. 314^ó7:63 ^ w=in'-u 268 16.06 r = ^^ '°- '^ Deflector II. 266 3.88 ¡ (.^cooe-cn 317 17.25 r^^^^'^^-"' Aguja II. B Norte. Deflector I. 314^3:81 i ^ ^ ^^^^^, 269 1.38 \ ■ ' ' Deflector II. 270 .57.50 j .^ ^ 20=53:28 ,B Norte) 313 44.06 Inclinación '0 23. A Norte B Noi-te Aguja I. Limbo E, marca E 20 "99 24^73 » E, » W 21 65 24 67 » W. » E 21 21 24 75 » w. » W 23 62 34 71 Promedio 2r618 .¿4°716 23°167(I) 286 - 24. ToTORALEJos (Provincia de Córdoba) 'r = — 29°39'l: /. = 64°50'0; H = 179 metros Determinación del tiempo. Alturas correspondientes 1886. Febrero 26. Cronómetro O'-srSS^— 8.5 ¿"^Q'^Só'— Ib Q ) 5i 30 - 25 26 45 — Q Q \ ^^' 9 59 .35 — 17 2 21 40 — 16 Q 105°0' 10 1 .55 - 8 2 19 15 - 12©) 4 45 - 8 16 25 - 15 Q j 10 7 15 - 18 2 14 O - 17 © 10 5-11 11 O — 4 ^ ' 10 12 35-14 2 8 35— 6©; 15 .30 - 14 5 40 - 11 Q \ Resultado: aT Cronómetro = + 2'°25'5 El punto elegido para la observación era el campo libre, al XW. de la estación, conio á 1,50 metros de la casa v á 20 metros de los rieles. Mira al SE.]: adorno en el techo de la casilla. Febrero 26. Tarde. Mira 308°59'75 Cronómetro 6''0"'4l?0 0 64° 17 '00 ;8 observaciones) Azimut de la mira = 148^32 '02 Febrero 27. Mañana. Mira 309°4'88 Cronómetro 6''3P40!4 0 255n0'33 (6 observaciones) Azimut de la mira = 148°32'51 Cronómetro 6''4l'"18f8 0 254°0'67 ;6 observaciones) Azimut de la mira = 148^32 '11 — 287 — Declinación Febrero 26. Mira 308°59.'62 Aguja I. Marca arriba... \1¿° 3.' 44 [4. observaciones) Marca abajo..., 0.75 ¡4 observaciones; Norte magnético 172 2.09 Declinación — 11 34.7 (3Í2 p. m.) Reducción - 2.5 — 11°32.'2 (I) Febrero 27. Mira 309° 4. '62 Aguja II. Marca arriba. . . 17217 .'56 (4 observaciones) Marca abajo.... 4.62 (4 observaciones) Norte magnético 172 11.09 Declinación — 11 38.9 ;4'?7p. m.) Reducción — 1.6 — 11='37:3(II) Declinación. Promedio.... — 11 34.7 Corrección instrumental., -j- 23.8 Febrero 26-27 de 1886. Declinación corregida. — 11 58.5 Intensidad horizontal 1886. Febrero 26. Aguja I. Deflector í. 148=37:91 ) _ «oooo-a- 195 44.42 ^--^ ^^•^•' Deflector II. 197 52.46 146 20.58 j p = 25°45.'94 Febrero 27. Aguja II, Deflector I. 195°46.'83 ) _^o^o,':)- 148 38.33 j ^ ~ '^ Deflector II. 146 28.33 ) _ -,.,,.,,. 197 58.67)^ -"^'^ "^•'■^' Inclinación Febrero 26. A Norte B Norte Aguja í. Limbo E, marca E... 23°85 27°22 » E, » W... 23 17 27 51 » W, » E... 24 13 28 21 » W. » W. . . 25 51 26 76 Promedio.... 24^65 27^425 25°795 (I) — 288 — 25. TüCLMAA' (Provincia de Tucuman) P = - 26°50'32:'3; / = 4- 4^20'"48!3 (Observatorio!; H = 465 m. Determinación del tiempo 1885. Diciembre 11. Glash. SHSnó^— 3 3''15'° 0^— 27 Q 92=40' 52 20 — n 3 9 O — 22 Q 95 20 53 50 - 7.5 3 7 20 — 6 0 98 O 9 2 20 - 10 2 59 O — 13 2 98 40 3 50—16 2 57 30 — 18 ^ 99 20 Corrección del índice -h 2 '55" Barómetro 721°"° Temperatura 23 = Resultado AT Glash. = — 6°'50!1 at Cronómetro = — lO'^Sg^g Las observaciones se han hecho en la quinta del señor D. Miguel Lillo, 1 kilómetro al SW. de la ciudad. La posi- ción más exacta de ese terreno queda determinada por las siguientes visuales: Diciembre 11. Mira I (SE.): Torre del hospital 25r2'18. Mira II (E.j: Torre de Santo Domingo 2-20=46'13. Mira III (E.l: Torre de la Merced -214=46 '31. Mira IV y V: Torre doble de la Catedral 214n0'00 y 214°0'00. Determinación del azimut de las miras 1 Glash. 10n0"56?6 0 212°35'65 (10 observaciones) Azimut mira I = 125°48'73 2 Glash. 10''17'°50f9 0 2ir36'90 (lO observaciones) Azimut mira I = 125°49'78 3 Glash. 10''25"42?8 0 210°28'75 (10 observaciones) Azimut mira I = 125'46'38 — 289 — Üeclinacion Diciembre 11. Mira I 250=50:00 Aguja I. Marca arriba... 134°54:12 (4 observ.! Marca abajo 62.56 [4 I Norte magnético 134 58.34 Declinación — 9 55.6 ¡12^0 m.) Reducción — 1.6 — 9°54:0 (II Diciembre 12. Mira I 250°50:50 Aguja II. Marca arriba... 135° 3.'25 (4 observaciones) Marca abajo.... 4.25 '4 » ) iNorte magnético 135 3.75 Declinación —10 1 .6 ir.'0 a. m.' Reducción — 0.2 — lOM .'4 (II) Declinación. Promedio.... — 9 57.7 Corrección instrumental... + 23.8 Diciembre 11-12 de 1886. Declinación corregida... —10 :¿1.5 Intensidad horizontal Diciembre 11. Aguja I. Deflector I. 111=32:69) ^o-o-^.^o 158 38.06j^^^^'^2^^ Deflector II. 160 42.12) c^-c,.,^o 109 19.00 r ^ -"^^-^^ Diciembre 12. Aguja II. Deflector 1. 111°.36:25 ) _ .n.oo-a- 158 22.19 j^ - ^"^ ■^■'■^' Deflector II. 160 31.62 j _ .--on-i:» 109 31.37 j^ - ''^ '^"•■^■^ Inclinación Diciembre 12. A Norte B 'Svrte Agujal. Limbo E, Marca E 20°02 24°35 » E, » W 21 20 23 55 » W, » E 19 74 23 85 » W, » W 21 34 24 74 Promedio 20^575 24°122 22=348(1) 290 A Norte B Noi-te Aguja II. Limbo E, marca E. . . 22° 39 22 '81 » E, » W... 22 76 21 93 » w, » E . . . 23 14 22 86 » w. » W... 23 15 21 91 Promedio 22° 859 22° 378 26. Y ILLA María {Provincia de Córdoba) j; = — 32° 25 '5"; > = + 4''12"57n (Observatorio); H = 206 m. Delernrinacion del tiempo 1885. Abril 4. Glash. 9''43"10'— 3 1M9"35'- 7.5 0 ) 46 50 — 4 45 50 — 9 q\ 9 53 50 ~ 3 1 38 55 -11.5 Q ] g.^^, 57 45 — 7,5 34 55 — 9.5 0 j 10 1 30 —12 1 31 15 - 0.5 0 ) 5 35 — 5.5 27 10 - 5 Q j 10 9 20 - 9.5 1 23 25 - 5.5 0)q,o^, 13 50 —11 19 5 - 9.5 Q j AT Glash. = + 16"'21!7 (Abril 4. 12" m.) Las observaciones se hicieron como á 300 metros al S. de la Plaza Principal, donde entonces era campo libre. Hoy, el punto en que estaba mi carpa está ocupado por edificios. Mira I (E.): asta de bandera, muy cerca 327° 50 '00 Mira II (SW.): pilar del puente del Rio Tercero, á 600 metros de dis- tancia 101°5'00 Mira III (W.!: esquina de una casa 135°10'00 Abril 3. Glash. 4\38'"20?4 0 150° 12 '81 [8 observaciones) 4 49'"16.1 0 148 40.31 (8 » ) 5 1 32.2 0 146 55.94 (8 « ) Azimut de la mira ÍI = 235°r47 — 291 — Declinación, Abril 3. Mira II 101°5:00 Aguja I. Marca arriba... 237°25'62 (4 observ.) Marca abajo.... 27.50 (4 » ) Norte magnético 237 26.56 Declinación — 11 23.0(9Ma.m.) Reducción + 1.9 — 11°24'9 (I) Aguja II. Marca arriba... 2.37°30.'31 (4 observ.) Marca abajo 50.31 [4 » ) Norte magnético 237 40.31 «» Declinación — 11 36. 8 (11^2 a. m.) Reducción -f- 0. 3 — ir37:ifll) Declinación. Promedio... — 11 31.0 Corrección instrumental. . -f 23.8 1885. Abril 3. Declinación corregida — 11 54'8 Intensidad vertical Abril 3. Aguja I. Deñector I. 261 = 21:88 ) _ .oo,^,(,o 213 47.81 r^ Deíleclor II. 211 33.75 ) c.oo ^,^o 263 35.3J^ = 2^^'^« Aguja II. Deflector I. 263^27:19 ) , _ ..o.--., 211 35.94 r - ^'^ ^•^•62 Deflector II. 213 47.81) 261 17.81 ) ^ - ^^ ^^-^^ Inclinación Abril 3. A Norte B Norte Agujal. Limbo E, marca E á7°03 29°43 > E, » W 26 51 30 45 » W, » E 26 38 30 41 » W, » W 27 46 29 79 Promedio 26°845 30°020 28°432 (I) — 292 — A Nurte B Norte Aguja II. Limbo E, marca E :27°55 28°00 » E, » W 28 05 28 75 » W, » E 28 55 28 29 » W, » W 28 82 30 00 Promedio 28=243 28^759 28° 501 (II] Abril 3. Aguja II. Defleclor I. A Norte. Limbo N., marca N. 215°18'75 ) , ,T>-^,ro » S..-*» S. 2.59 7.81 i -^^'^^^'^ Aguja II. Defleclor II. A Norte. Limbo S., marca S. 261°38'75 / , .o^=«'qi » N.. » N. 213 20.94 )■'" Aguja I. Defleclor II. A Norte. Limbo N., marca N. 214° 0'42 ) , _ )Qoq---7o . S., » S. 261 11.88 i ■^-•"^'^'' "^ Aguja I. Defleclor I. A Norte. Limbo S., marca S. 259° íl'OO) , .i-n^w , ,^_ , ^ I -i/ = 21 oO 88 » .N., » N. 215 27.25 j ^ EL TERREMOTO ARGENTINO DEL 27 DE OCTUBRE DE 1894 POR EL Doctor (IL'ILLERMO BODEXBEXDER {') En la primera parte de mi informe, presentado al señor Kector de la Universidad de Córdoba, Dr. D. Telasco Cas- tellanos, el 11 de diciembre del año próximo pasado, traté detenidamente de los efectos del terremoto en la provincia de San Juan. Después de terminarlos estudios en la región restante de ésta, acompañado del señor ingeniero don Manuel E. Río, á quien signiíico aquí mi agradecimiento por los importantes servicios que me prestó en mis estudios, he recorrido la par- te de la provincia de laRioja que ofrecía mayor interés res- pecto del terremoto. En ella no se ha presentado ningún fenómeno nuevo que no se encuentre descrito en mi primer informe, no habiendo el terremoto, en general, alcanzado en la Ilioja la importancia que revistió en San Juan. Puedo, pues, prescindir aquí de una descripción délas manifestacio- nes del movimiento en la primera, incluyendo sólo las obser- vaciones de valor en el informe general, en el cual voy á rea- sumir todos los estudios hechos sobre las causas y los efectos del terremoto. ^) lafonue presentado al señor Rector de la Universidad de Córdoba Dr, D. Telasco Castellanos. T. XIV 20 — 294 — 3Ie propuse, como tarea principal, el estudio de las rela- ciones geológicas, considerando que sin el conocimiento de- tallado de la geología de la región sacudida, faltaría Lase para cualquier explicación del fenómeno. Aunque en los últimos decenios, se haj'a adelantado mu- cho, especialmente por los trabajos de Stelzker y Bracke- BuscH, ex-catedráticos de la Universidad de Córdoba, en el conocimiento de la estructura geológica de nuestro país, hasta el grado de que los geólogos y geógrafos de Europa re- conocen á la República Argentina como á la mejor estudiada geológicamente de Sud-América — lo cual constituye un ho- nor para nuestro país y muy en particular para la Universi- dad de Córdoba, — resta todavía mucho, muchísimo que in- vestigar. Poseemos el fundamentó para edificar y es deber del go- bierno apoyar todos los trabajos á ello tendentes, si no se quiere quedar atrás, en materia tan importante, de otras naciones sud-americanas, especialmente de Chile y del Bra- sil, quienes hacen grandes esfuerzos para llegar al conoci- miento exacto, geográfica y geológicamente, de sus territo- rios respectivos. Si nuestras informaciones relativas á la " geología del país, no obstante los numerosos estudios realiza- dos, son todavía muy defectuosas, tal deficiencia no podrá extrañar á nadie que sepa lo que son las investigaciones de ese género y las múltiples dificultades con que tienen que luchar en nuestra República. La suerte común de todos los trabajos científicos, es la de ser incompletos y estar expuestos á futuras correcciones. Deliberadamente expreso aquí esas consideraciones, porque es muy posible que algunos clamen, fundándose en el conte- nido de las siguientes páginas, contra e un mal mapa geoló- gico » Q). í^'j Aludo al mapa topográfico-geológico del doclor Brackebusch, trabajo de gran mérito, reconocido en el mundo científico. — 295 — Los resultados obtenidos en este viaje, lian sido muy satis- factorios. Contradicen, en parte, el concepto actual de la composición geológica denuesto país, y, en parte, lo com- pletan esencialmente. Pero esta no es la oportunidad de entrar en el detalle de las investigaciones, el cual queda reservado para un trabajo especial; y debo limitarme á mencionar algunos he- chos de carácter general y especialmente los relacionados con el terremoto. Como formación nicas vieja, conocemos desde hace mucho tiempo la arcaica, compuesta de pizarras cristalinas (gneiss, micacita, pizarras hornblendíferas, etc.), y que forma las sierras de Córdoba, San Luis, de Velazco, de Vilgo, de la Huerta, Pié de Palo, así como la mayor parte de las de Tu- cuman v Catamarca. Sigue sobre este sistema la formación silúrica, con piza- rras, grauwacke y caliza, que tiene su mayor propagación en las sierras de San Juan y la Rioja . Un nivel superior ocupa una serie de areniscas muy va- riables, cuya determinación, relativamente á la edad, ofre- cía ya en tiempo de Blrmeister las más grandes dificultades ocasionando varias controversias científicas. Dentro de estas areniscas se encuentran depósitos de car- bón, los cuales, como es sabido, han figurado, unas veces como verdadera formación carbonífera y otras como absolu- tamente extraños á tal edad. La especulación comercial exigía que fuera lo primero y la ciencia, por falta de investigacio- nes detalladas, no podía hasta ahora pronunciar una palabra decisiva. De ahí que esos depósitos hayan sido considerados como rhéticos (sistema triásico) y también como terciarios, mientras que la existencia misma de la formación carbonífera ha sido muchas veces negada rotundamente. — 296 — Un segundo vacío en la serie de las formaciones parecía existir por la ausencia completa de la formación deuó?7ica que on otros países se encuentra entre la silúrica y la car- bonífera. Esta circunstancia era tanto más extraña, cuanto que dicha formación estaba constatada en Bolivia y en las islas Falkland. Ahora puedo afirmar con seguridad que ambas formaciones, la devónica y la carbonífera, existen en nuestro país en bas- tante extensión; si bien en algunos puntos su desarrollo es insignificante. Cerca de Jachal (provincia de San Juan) he encontrado cortes de importancia donde están desarrolladas en regular sobreposicion las formaciones silúricas, devónica y carboní- fera. La formación devónica, compuesta de pizarras, grau- vvacke, caliza y areniscas, parece ser completamente idéntica á la de Bolivia, islas Falkland y sud de África. De ahí se infiere, por consiguiente, la unión faunística que en la época devoniana existió entre el viejo y el nuevo mundo. Es conocido (') ya desde hace algún tiempo que la forma- ción carbonífera tiene su representante en los depósitos de carbón de Retamito (entre San Juan y Mendoza) . Estos depó- sitos, como he podido constatarlo en el viaje, poseen una gran extensión. A continuación de ellos están situados los de Huaco y Trapiche en San Juan y el del Cerro Bolsa en la Rioja, perteneciendo quizas al mismo horizonte algunos de la sierra de Famatina. Lamentable es que todos tengan j)e- queño espesor, no ofreciendo las minas, sino muy débiles esperanzas en cuanto á su explotación. Y ademas, en gene- ral, no se puede propiamente hablar de carbón, pues los depósitos no tienen más que pizarras carboníferas. O Véase el trabajo del autor: Carbón y asfalto carbonizado en la provincia de Mendoza, en Boletín de la academia nacional de cien- cias, tomo xn. — 297 — El predominio de las areniscas y la falta de un gran desa- rrollo de las pizarras, hace dudar de si en esta región podrán encontrarse depósitos explotables. Sin embargo, queda siem- pre como un hecho muy interesante la constatación de la for- mación carbonífera en una gran extensión, y tal vez algún dia nos llegue la buena noticia de que se han encontrado excelen- tes depósitos. Sobre la formación carbonífera, en algunos puntos bien determinada por restos de plantas y relaciones estratigráfi- cas, se encuentra otra vez un sistema de areniscas (rojizas en ¡a mayor parte), en el cual se hallan también depósitos de car- bón de insignificante espesor y mala calidad. Según la determinación del señor doctor Kurtz, estas capas fosilíferas no pertenecen totalmente al Rhet, á cuyo sistema la han agregado junto con los verdaderos depósitos de la for- mación carbonífera, sino que ocupan un horizonte distinto, éntrela formación carbonífera y latriásica, representando de tal manera la formación pérmica (dyasica), concepto concor- dante con las relaciones estratigráíicas. Es muy interesante la circunstancia de que muchas plantas son idénticas ó á lo menos muy parecidas á las del sistema «Gondwana», déla India Oriental, lo cual indicaría una unión con Asia en la época pérmica. El nivel más alto en el sistema de las arenis- cas esta probablemente ocupado por los depósitos de carbón de Marayes(Paganzo?), los cuales, junto con los de Cáchenla (Mendoza) serían de edad triásica(Rhet). Las formaciones sedimentarias mencionadas, desde el sis- tema arcaico hasta el triásico, junto con las rocas eruptivas, son los principales componentes de las montañas de San Juan y la Rioja. E\ sistema jurásico-cretáceo, interpuesto entre el triási- co y el terciario, parece faltar en dicha provincia, al oriente de la cordillera central. Creo, sin embargo, que los depósitos de la época nombra- da están representados en esas regiones por ciertas aren i s- — 298 — cas muy destruidas por las grandes alteraciones que sufrieron en una época más moderna y por la acción corrosiva de las aguas. Pero de ninguna manera podemos suponer que tales sedimentos hayan alcanzado, al oriente de la cordillera cen- tral, el espesor á que llegan en ésta, donde, además, se aso- cian á las areniscas calizas fosilíferas (sistema jurásico de la cordillera de Olivares^ al poniente de Iglesia!) ('), finalmente, participan, prescindiendo del aluvio, en la composición del suelo y en particular del suelo de los valles y llanuras, los estratos terciario-pampeanos (arenisca, arcilla, arena, etc.) los cuales son, á lo menos en parte, productos de ventisqueros. Han existido probablemente dos épocas glaciares, la una en la épi)ca terciaria; la otra hacia el fin de la pampea- na. Los ventisqueros del último período han desaparecido al norte de nuestro país (he descubierto sus huellas en el \alle del Gura, etc.), mientras que todavía existen al sur (Patago- nia) y también en la provincia de Mendoza (según el doctor Halthal). Ahora bien; en la parte oriental de nuestra región, en la sierra de Fiambalá, Tinogasta, Copacabana (también en la de Catamarca), sierra de Velazco, de Vilgo, de La Huerta (y más al naciente^ sierra de los Llanos, de Córdoba, de San Luis), surge á la superficie la formación (uás vieja (arcaica), compuesta de pizarras cristalinas, quizás la primera costra sólida de nuestro globo; y así que avanzamos hacia el ponien- te, encontramos formaciones sedimentarias de mas en más nuevas, llegando, finalmente, á los sistemas jurásico, cretáceo y terciario que, con rocas eruptivas, componen la cresta su- perior de la cordillera principal hasta sus más altas cimas. Tenemos, pues, una serie de sedimentos depositados en diferentes tiempos en un mar, que, en épocas muy remotas, extendióse mucho hacia el naciente, teniendo sus orillas en P) Compárese el mapa del doctor Brackebusch, arriba citado. — 299 — aquellas sierras viejas (en parte como islas), y una profun- didad cada vez mayor hacia el poniente. Este estado se con- servo durante varias épocas, exceptuando alteraciones locales, hundimientos y levantamientos. Y su consecuencia natural fué que los sedimentos cerca de las costas, hacia el naciente sólo podían depositarse en cierto grado (escaso desarrollo de la formación silúrica, etc.), formándose, especialmente, are- niscas. El mar, parece, retiróse paulatinamente hcácia el po- niente; encontrándose sus costas orientales, ya en la época cretácea, cerca de nuestra cordillera principal. Por consiguiente, eldesarrollo continental de esta par- te del globo, procedió de naciente hacia poniente, con- sistiendo en un levantamiento general. En la época cretácea los Artdes no existían aún, estando la región que ocupan cubierta por un gran mar, cuya extensión era interrumpida solamente por una serie de islas. Además de los estratos sedimentarios, forman parte de la composición del suelo de nuestras provincias las rocas eruptivas. Desde las épocas más remotas hasta las más modernas, se han producido salidas enormes de masas eruptivas (granito, diorita, porfirita, andesita, basalto, etc.) ya en el fondo del mar, ya en las superficies continentales. En cada época for- máronse grandes grietas (por lo general con rumbo norte á sud), por las cuales salieron las masas eruptivas para acumu- larse en forma de cerros, ó derramarse en capas sobre los estratos sedimentarios. Arrojando una mirada sobre la propagación de las rocas eruptivas, reconocemos inmediatamente que las más viejas (granito, diorita, etc. ) se encuentran principalmente al na- ciente de nuestra región ; y hacia el poniente las más nuevas ( melafiro, diabasa, porfirita, etc. ). hasta encontrar sus repre- sentantes más modernos (andesita, traquita y basalto) en la Cordillera central . Lo cual dice con otras palabras : La acción eruptiva se — 300 — retiró durante las diferentes épocas del naciente hacia el jyoniente, en nuestra región ; estando limitada en la época terciaría, casi exclusivamente á la Cordillera princiíjal. Todavía en la época terciario- pampeana el relieve sufrió grandes alteraciones: erupciones traquíticas y basálticas sa- cudieron toda la cordillera, los estratos experimentaron dis- locaciones y se hundieron partes considerables de nuestra región. Todo lo cual demaestra que la Cordillera principal e.íorte- Sud) y en la salida de masas eruptivas, se ha desarrollado, sin duda, en medio de sacudimientos terribles. Los movimientos tectónicos ( dislocaciones ) ocurridos den- tro y en las orillas de la Cordillera principal (Valle de Igle- sia, Kodeo, Valle del Cura, etc.) corresponden á una época muy moderna. Y no puede caber duda de que tales movi- mientos continúan produciéndose en forma de hundimientos ó de levantamientos. Los Andes continúan todavía su ascen- sión (1), y los numerosísimos terremotos que se sienten á lo largo de esa cadena unas veces con suave sacudimiento on- dulatorio, con golpes violentos otras ó ya también con retum- bos semejantes á cañonazos, no son otra cosa que la expresión del movimiento de las masas de los movimientos tectó- nicos . Estos movimientos, si suelen manifestarse corporalmente de un modo brusco, pueden también producirse con tanta lentitud que los haga inperceptibles deatro de un deter- minado lapso de tiempo. Para constatar su existencia, sería preciso constatar cada cien años una nivelación de preci- sión . La parte austral de Chile y de Patagonia se levanta actual- mente, como lo comprueban las antiguas orillas y los bancos de conchas esparcidos á lo largo de la costa á diferentes altu- ras pero siempre arriba del nivel actual del mar. Muchos opi- 1^! Esta opinión está todavía en controversia científica ; sin embargo sus opositores son hoy día muy pocos. — 304 — nan que esta elevación se produjo bruscamente durante los violentos terremotos de 1822 y 1835. Que hayan ó no ocurrido bruscamente los movimientos á que me refiero, lo indudable es que existen y que la mayor parte de los terremotos de Chile tienen su causa en movi- mientos tectónicos. Nuestro terremoto del 27 de Octubre es también un terre7noto tectónico, y no puede ser de otra especie. Los astrónomos mismos, que buscan la causa de éste y de otros muchos terremotos en las constelaciones planetarias ó en la atracción lunar, deben convenir en que el movimiento de su supuesto mar interno en su acción contra la costra sólida debe ser dependiente de la arquitectura dé ésta. Si se- mejante causa geocósmica actúa hoy, es claro que también lo ha hecho en épocas anteriores y con mayor intensidad que ahora por el menor [espesor de la costra terrestre; y, no obstante, se observa que desde los tiempos más antiguos has- ta los nicas modernos, todos los movimientos, ya sean hundi- mientos ó levantamientos, han estado siempre íntimamente ligados con las líneas tectónicas. Pero sí, como vemos, la naturaleza tectónica del terremoto está fuera de discusión, no sucede así con lo que se llama el primer impulso, productor del movimiento. Prescindiendo por un momento de todas las consideracio- nes teóricas ( reflexión de la onda, etc. ) y tomando sólo en cuenta las informaciones recibidas de los habitantes de la re- gión podemos decir que el mommiento ha venido del po- niente. Esta es la opinión predominante. Desde la ciudad de San Juan hasta 60 leguas al Norte, en Iglesia, Jachal, Guandacol, Vinchina, etc., la mayor parte de la gente atestiguaba que el movimiento había venido del Oeste; no de un punto , ^ov \q tanto, .sino de una línea con rumbo aproximado Norte-Sur. Pero así que avanzábamos más hacia el Norte aumentaban los testimonios de que la onda había venido de ese lado (ó — 305 — del >'ordoeste) y en Tinogasta era ésta la opinión exclu- siva. En Famatina, Chilecito y Rioja, la mayor parte de las infor- maciones concuerdaii en esto último; y para nosotros, aquí en Córdoba, no puede caber duda alguna de que hay que bus- car en el Norte ó Nordoeste el origen del movimiento. Según se desprende de las observaciones efectuadas, existe una diferencia esencial respecto /í la forma del sacudi- miento en el Sur y en el Norte. Mientras que en la provincia de San Juan, — con excepción del valle de Iglesia etc., lindante con la Cordillera — el movimiento fué al principio ondulatorio, creciendo en segui- da hasta tres golpe, de los cuales el más violento fué el se- gundo, para luego tomar otra vez la forma ondulatoria y extinguirse ; las informaciones recogidas en el Norte de la provincia de la Rioja manifiestan que el movimiento empezó allí con un fuerte golpe, según unos y según otros con un ruido semejante al de la caída de granizo, cañonazos ó estalli- do de granadas, al cual siguió una pausa, recomenzando des- pués lentamente en forma ondulatoria para crecer hasta varios golpes ( 3, 4 ó 5, según las distintas versiones ) y per- derse luego en ondulaciones deci-ecientes. En Chilecito se han observado varias veces remezones pro- cedentes del Norte, dos de ellas, muy fuertes en Junio de 1894 y anteriores, por consiguiente á el de Octubre. Uno de estos se manifestó con ruidos de cañonazos y casi sin sacudi- miento. De todo ello resulta, pues, queltay que buscar el punto dejjartida de nuestro terremoto al Norte de las pro- vincias de San Juan y la Rioja. Veremos más tarde cómo se explica que el movimiento pareció partir simultáneamente de una línea Norte-Sur, se- gún hemos dicho más arriba. Por ahora trataremos de buscar en el Norte la región que contiene probablemente el centro del terremoto. — 306 — No habrá diticultad, según mi opinión. Al Norte del 26° de latitud y próximamente éntrelos 67° y 69° longitud de Greenvich, existe una región volcánica, muy poco conocida. Rocas andesíticas, traquíticas y basálticas, cráteres, sol- fataras y fuentes calientes, atestiguan con evidencia que en tiempos muy cercanos han tenido lugar en ella grandes erup- ciones. De épocas más remotas, hasta el período cretáceo y jurásico existen también señales que comprueban una poderosa acción volcánica. ¡ Qué laboratorio colosal contiene nuestro planeta ! y quién será capaz de imaginarse siquiera todos los procedimientos químicos, físicos y mecánicos que en su inmenso seno pue- den operarse ! El campo de la Geología dinámica, que toca- mos aquí, es muv áspero y difícil. Numerosas teorías se mueven y se entrelazan en él, sin que hasta ahora ninguna haya obtenido la aceptación general. Para dar al profano, en tan arduas materias, una idea de los hechos que pueden realizarse en el interior del globo produ- ciendo un terremoto, supongamos que grandes masas ele agua se precipitan hacia abajo y llegan á ponerse en con- tacto con las masas ígneo- fluidas. El agua se transforma inmediatamente en vapor, y este fenómeno se manifiesta por un violento choque, produciéndose un terremoto ó también una erupción. No ignoramos que muchos buscan en ese proceso la única causa del volcanismo; pero sin suficiente razón. La geología moderna dice que las masas ígneo-fluidas del interior de la tierra sometidas a gran presión y a una temperatura que en la superficie mantendría fun- didas pueden soliiñdificar se, absorbiendo grandes can- tidades de gases. Si la presión cesa por cualquier motivo, la formación de una grieta por ejemplo (consecuencia de la contracción del — 307 — interior de la tierra), las masas solidificadas vuelven al estado de fusión y un gran volumen de gas queda libre, ocasionan- do, como efecto necesario, un sacudimiento del suelo y, en determinadas circunstancias, una erupción volcánica. Esta no se realizará si el proceso tiene lugar á grandes profundi- dades, de manera que la explosión de gases no haya podido abrirse camino rompiendo completamente la costra sólida. Pero esta explicación aislada, no basta para dar razón de nuestro terremoto. Los referidos choques locales, producidos por la explosión de gases y por formación rápida de vapor de agua, por fuer- tes y repetidos que fueran, creo que no hubieran podido producir un terremoto tan violento y de tan grande exten- sión . Hemos insistido sobre la circunstancia de que nuestra re- gión es sumamente rica en linéasele fracíuj'a (grietas, líneas de dislocación). Ellas tienen diferentes direcciones va- riando entre Nornordeste-Sudsudoeste y JVornordoeste-Sud- sudeste ; y, en parte, se extienden mucho hacia al Sur. Otras se pierden á veces completamente y, con frecuencia, por tre- chos, continuando luego, más adelante, en aquella dirección. Tienen, además, ramificaciones y, en ciertos lugares (por ejemplo, cerca de Guandacol) se cruzan entre sí. Topográfi- camente están muchas veces señaladas en el terreno por grandes depresiones, las cuales representan hundimientos de partes de la costra sólida, comprendidas entre dos grietas.. Mencionaré aquí, entre esas depresiones, sólo las siguien- tes : la zona baja lindante con la falda de la Cordillera y ocu- pada por el valle del rio Blanco, los valles de Iglesia y de Rodeo; la depresión en que corren los rios de Yinchina, de Guandacol y el Bermejo; la existente entre las sierras de Ve- lasco y Famatina con su continuación hacia el Sud entre la Sierra de los Llanos y de la Huerta, y, en fin, muchas otras cuya enumeración nos llevaría demasiado lejos. — 308 — Todas las rupturas corren hacia al Norte, es decir, hacia la región volcánica mencionada. Esta misma es una zona de grandes grietas y en la cual, en diferentes épocas y aún en tiempo histórico han tenido lugar erupciones, con enorme salida de materiales. Además de las grietas con rumbo jNorte-Sud, sobre lasque están situados los volcanes de Jotabeche, de Copiapó, etc., y muy al Norte el Licancaur, las hay que parecen tener la dirección Sudsudoeste-Nornordeste. El Cerro de San Francisco, el Monte Pissis, Bonete, y el Cerro de Vidal Gómez, conos colosales deandesita y traquita como asimismo sus continuaciones hasta el Norte^ indican el rumbo de las grietas. Estos sistemas principales de ruptura tiene su continuación hacia el Sud en la Cordillera alta. Ahora bien, sabemos que en épocas no muy remotas la acti- vidad volcánica alcanzó su máximum en aquella región. Antiguas grietas se abrieron entonces nuevamente, y se formaron muchas otras que antes no existían, extendiéndose muy lejos hacia el Sud. Las masas eruptivas salieron una parte á la superficie, constituyendo volcanes ó derramándose sobre las formaciones sedimentarias, mientras que la otra se solidiíicó en el interior á grandes profundidades. Sabemos aún más : que estos sucesos se repitieron durante muchos miles de años y que, si bien con intensidad reducida, conti- núan ocurriendo todavía en los tiempos actuales (volcan ac- tivo Licancaur). Imaginemos, por otra-parte, que las masas eruptivas soli- dificadas en las grietas á grandes profundidades encuéntranse sometidas á una tensión enorme^ y así deberemos convenir en que una ru|)tura de la costra sólida ocurrida á gran pro- fundidad en aquella región volcánica, de donde parten las grietas corriendo en todas direcciones, especialmente hacia el sudoeste, puede tener como conseciiencia simultánea la ruptura de todas, ó a Lo menos de algunas grietas, rup- tura que podría extenderse a bastante distancia. — 309 — En tal caso, las masas solidificadas, libres ya de la presioQ que gravitaba sobre ellas, volverían casi instantáneamente á su primitivo estado de fusión, desarrollando grandes canti- dades de gases, los cuales, por su presión sobre la costra sólida, producirían una onda seísmica que habiHa de propagarse con suma rapidez. Si así ha sucedido, la mayor intensidad de movimiento debió manifestarse allí donde existía un gran número de grietas, es decir, entre el 70° y 66° de longitud, siendo la más perjudicada en el proceso la ó las grietas situadas más cerca de la pendiente oriental de los Andes. Estas grietas son las más nuevas, las que sólo pueden opo- ner el mínimum de resistencia á un choque y, por lo tanto, las que más han sufrido hasta los tiempos modernos por los ataques de las tuerzas volcánicas del interior de la tierra, l'n otro factor, destinado á aumentar la intensidad del te- rremoto, resultó del movimiento tectónico (dislocación de las masas) producido por la,ruptura de las grietas y los cho- (fues contra ella, y este mismo debió hacerse sentir con la mayor fuerza allí, cerca de la Cordillera, á causa de la presión que ocasiona el incalculable peso de ésta. Y bien, con la teoría enunciada, concuerdan exacta- mente los hechos. En efecto, los mayores efectos de te- rremoto se han producido en la zona que comprenden los grados 08 y 10, en las depresiones, creciendo en in- tensidad hacia la Cordillera, en cuyas faldas (valles de Iglesia, Rodeo y del Rio Blanco) han alcanzado su máxi- mum. En adelante recurriremos á los efectos producidos en esa parte. Ahora puede preguntarse : ¿ Por qué no han sufrido tanto los distritos setentrionales de San Juan y La Rioja, situíi- dos cerca del foco del terremoto ? Debe contestarse en primer lugar, que esos distritos son desiertos ó muy poco poblados, razón por la cual no ha po- T. XIV 21 — 310 — dido observarse en ellos los efectos que estamos acostumbra- das á apreciar por la destrucción de los edificios. Es sabido además, que la intensidad de un terremoto, no siempre debe medirse por el grado de destrucción ocasiona- da, afirmación que bien se comprueba por el hecho observado en otros terremotos de quedar zonas completamente intactas en medio de una zona de la más grande destrucción. Por otra parte, que el terremoto de Octubre, se hizo sen- tir con gran violencia en el JNorte de San Juan y La Kioja, lo aseguran todos los testigos, y lo comprueban las huellas en- contrcidas por nosotros en el suelo mismo. Así hemos observado en la sierra de Famatina, cerca de Ángulos, un terreno de arenisca muy rasgado en una gran extensión y en parte hundido, en tanto grado que en ningu- na otra parte hemos podido constatarlo igual ni aún en las pendientes formadas por el suelo blando pampeano. Muchos otros casos podría citar, pero no debo ser muy extenso. Estas pocas observaciones realizadas en un ligero viaje de exploración, dicen mucho, tanto más si se considera que fe- nómenos idénticos y quizás muchos otros de mayor impor- tancia se presentarán mil veces en las vastas é inexploradas regiones del nordeste. Pero, además, no puede afirmarse que la intensidad de un terremoto está siempre en razón inversa de la distancia al centro, como pretende la teoría. Esa regla no puede valer nunca para los terremotos tectónicos, los cuales, en las gran- des extensiones que por lo general alcanzan, están, como ha sucedido con el nuestro, bajo la influencia de un sinnúmero de factores locales. Y con eso llegamos á un tercer factor de la mayor hn- jDortancia, para poder juzgar bien en la naturaleza del sacu- dimiento que nos ocupa. El carácter geológico dominante de la provincia de San Juan, y especialmente de su parte austral, lo constituve el gran desarrollo de calizas silúricas. — 311 — Las sierras de Toiital y de Zonda (al poniente de la ciudad de San Juan), y su continuación liácia el Norte con las sierras de Tigre y el cerro Blanco, como también la mayor parte de la sierra de Villicum y de las montañas que están al Norte de Jachal y, por consiguiente, la precordillera de San Juan y Mendoza, están compuestas casi exclusivamente de calizas silúricas. Todas ellas forman una serie de cadenas paralelas con rumbo Norte-Sud, pendientes muy escarpadas, á veces casi verticales. No se necesita saber geología para comprender inmediata- mente que las zonas de depresión encerradas entre esas ca- denas no son otra cosa que las partes hundidas de la costra sólida, mientras que aquellas representan los pilares, que quedaron más ó menos firmes. Las paredes escarpadas in- dican con claridad las rupturas, que atraviezan la región. Y si estas quedan así tan bien señaladas sobre la superficie del terreno, su continuación subterránea es revelada muchas ■veces por fuentes que en numerosas localidades, brotan de las grietas, al pié de las rápidas pendientes. ¿Cuál es el habitante de San Juan que no conozca los ba- ños de Zonda? Estas aguas magnííicas, en forma de pequeñas lagunas, están situadas al pie de una pared casi vertical de caliza silúrica. Ellas ofrecen un aspecto maravilloso ; pero ahora no sirven de consuelo al visitante que acaba de dejar los escombros de una ciudad recien destruida por el terre- moto para escapar par algunos momentos al espectáculo de una miseria espantosa. * No habrá, seguramente, un geólogo que no comprenda in- mediatamente que estas y otras aguas han contribuido, en gran manera, á los efectos destructivos del terremoto en la provincia de San Juan. Estas aguas, que vienen de la cordillera y ascienden desde las profundidades por presión hidrostática, disuelven, circu- lando por entre las grietas, grandes porciones de caliza. Y no solamente se ejercita esa acción disolvente en las grandes — 312 — líneas de fractura, sino que tambieu los pilares (montañas), están atravezados por un sinnúmero de grietas mayores y menores muy finas, en las cuales actúan las aguas atmosl'éri- cas tanto como las subterráneas. ?íadie negará que de esto puede resultar una perturbación en el equilibrio de la arquitectura de las capas, la cual con el tiempo, puede lle- gar á tal gradu que determine una compensación, un movi- miento tectónico de las masas, manifestado por medio de un sacudimiento. A esta clase pertenece un gran número, sino todos, de los muchos temblores locales, que los habitantes de San Juan experimentan casi anualmente, y á esta perteneció también probablemente el gran terremoto de Mendoza en el año 1861 (acción de las aguas divolvfentes sobre yeso?). La onda seísmica, procedente del ^Norte encontró particu- larmente en San Juan, ese desequilibrio, producido por la acción del agua, y de ahí resultaron moviinientos tectóni- cos locales, cuya intensidad debió aumentar el movi- miento tectónico general más arriba expuesto. Tales son las causas secundarias de la gran destrucción observada en San Juan, Moquina, Iglesia y Rodeo. Si quisiéramos construir el epicentro atendiendo sólo á los efectos, aquél se hallaría en el valle de Iglesia y Rodeo. Ahí no solamente ha. sido máximo el perjuicio por destrucción de habitaciones, sino que tambieu la intensidad alcanzó el más alto grado, como se manifestó por golpes violentos de abajo arriba y ruidos semejantes á cañonazos ó explosión de granadas. También los sacudimientos que siguieron al 27 de Octubre han sido en esta región, como yo mismo puedo constatar, los más fre- cuentes y violentos. La causa consiste, como acabo de decir- lo, en que los movimientos tectónicos alcanzaron en ella su mayor intensidad. Y que así debía suceder, se comprende fácilmente, con sólo imaginarse la acción disolvente de las aguas, que, viniendo de la Cordillera, se infiltran y circulan entre grietas para salir nuevamente á la superficie en las de- — 313 — presiones (valles), cargadas de una gran cantidad de substan- cias minerales. Es además evidente, que la gigantesca masa de la Cordi- llera debía desempeñaren semejantes movimientos mecánicos y en la que se refiere á la presión sobre el subsuelo y las grietas, un papel de mayor importancia, que las masas más pequeñas (sierras, precordillera). Asi se explica. j)or qué en dicha zona, como mas al norte, el movimiento pareció venir del jDoniente, de una línea. Pero también debemos considerar, como agentes cooperan- tes, el aplastamiento que probablemente experimentaron las ondas seísmicas en el macizo de la Cordillera. Consecuencia natural del movimiento de las masas, de la compensación del desequilibrio general, producido por la contracción del interior de la Tierra (formación de pliegues y grietas), y del desequilibrio parcial, proveniente de suce- sos locales (acción disolvente de las aguas y otros factores), sería un hundimiento, extendido á vastas zonas ó reducido á pequeñas extensiones. Surge ahora la cuestión de si tal hundimiento se ha verifi- cado en nuestras regiones. En muchos puntos está de manifiesto un movimiento lo- cal de las masas, ya en el suelo plano, ya en las cuestas y pendientes. En el valle de la Iglesia, y en las llanuras de Moquina y de Tacunuco se observan hundimientos, si bien insignificantes. En el Paso de Colonguil una ciénega ha bajado considerable- mente: en el valle del Rio Blanco (valle del Cura), al norte de Malimen, una cuesta, compuesta de estratos terciarios pampeanos y plantada de álamos, se ha puesto en movimiento hacia el bajo; entre Zapallar y Chunchica (Rioja) el descenso de las areniscas ha cerrado la quebrada en gran extensión; cerca de Guandacol un peñón de caliza silúrica, ya en tiempos anteriores separado de otro por una grieta, se ha hundido más; y muy al norte de la sierra de Famatina (Cuesta colora- — 314 — da, cerca de Ángulos), las areniscas agrietadas en todas di- recciones han cambiado de posición bajando también en parte. Estos son algunos ejemplos que podríamos aumentar pero, ¿ cuántos otros fenómenos semejantes no han escapado á nuestra observación ? Considerando, además, que de la región sacudida_, sólo una parte mínima hemos recorrido en nuestro viaje de ex- ploración, habrá que convencerse de que tales movimientos locales de masas (dislocaciones) han tenido lugar en muchí- simos puntos. Esto, sin hablar de la caída de peñascos, mil veces observada. ¿ Ha tenido también lugar un descenso general compren- diendo grandes zonas, las de depresión, por ejemplo, de manera que pndiéramos considerar este proceso como la con- tinuación de los anteriores ? Es muy probable, aunque sea difícil dar una prueba deli- nitiva de ello. El descenso ha podido ser tan mínimo que sólo una nivelación de precisión podría constatarlo. Tengo que hacer mención aquí de una observación, hecha por una persona bastante instruida, pero cuyo valor puede, sin embargo, ponerse en duda. Esa persona, que vive en Moquina, afirmaba que todos los años había podido percibir desde cierto sitio de sus habitacio- nes, un punto blanco de la sierra nevada de Olivares (cordi- llera principal) sobresaliendo de la de Talacastra, pero nada más que un punto. Actualmente, después del terremoto, se vé con toda claridad y desde el mismo sitio, una pequeña parte de la cumbre. Suponiendo la observación exacta, la zona si- tuada al este de la Cordillera habría experimentado un hun- dimiento (recíprocamente, la Cordillera se habría levantado). Tenemos, pues, que los grandes efectos del terremoto en San Juan y la Kioja, han tenido su principal causa, en los procedimientos tectónicos desarrollados ahí con alto grado de intensidad; y que la zona próxima á la cordillera (Iglesia, Eodeo) ha sido sacudida con mayor violencia. ^l *' — 315 — Llegamos ahora á la exposición de la influencia de otro agente de suma trascendencia : el agua subterránea. A medida que nos alejamos del norte, descendiendo hacia el sud por las depresiones, y cuanto más sube el agua sub- terránea con la disminución de las alturas, mayores son los efectos visibles del terremoto. Si trazamos en las depresiones australes, por ejemplo en Valle de Iglesia, Rodeo, Tucunuco, Guandacol, Jachal, etc. ó en la llanura de San Juan y del Rio Bermejo, la curva del agua subterránea, veremos que los efectos — consisten- tes en la formación de rajaduras y salida de agua con destrucción de edificios, etc., — aumentan a medida que dicha curva se acerca a la superficie y, por el con- trario, disminuyen conforme se elevan las cuestas y el suelo alcanza mayor soliden. Esta es una ley general y la única que se puede comprobar con seguridad en este terre- moto. En las zonas de depresión extendidas de norte á sud y de poco ancho (valles del Cura, Iglesia, Rodeo y Maliman, Tucunuco, Guandacol, Yiuchina, etc.) es ese mismoel rumbo predominante de las rajaduras; mientras que en las llanuras de San Juan y del Rio Bermejo (Moquina) y de Nonogasta y en el Valle Fértil (según los doctores Hauthal y Valejntin) se observan en otras direcciones y principalmente de oeste á este. Las rajaduras tienen por lo general, escasa amplitud en todas direcciones. La más grande que observamos, en suelo pampeano y aluvial ( Moquina ), tenía un largo de 660 me- tros, profundidad mayor que 1 metro y ancho hasta 50 cen- tímetros. Hendiduras parecidas, se han formado en Angaco sud y Angaco norte, San Juan. Por lo común, no alcanzan ni á 50 metros de longitud, siendo las más de las veces mucho menores y su ancho y pro- fundidad insignificantes. — 316 — Abundan mucho cerca de los arroyos, ríos, lagunas, ace- quias, etc., cuyos bordes han sufrido casi todos hundimien- tos y derrumbes, sobretodo las escarpadas barrancas. También he observado muchas rajaduras, con rumbo pa- ralelo á las cuestas, donde el blando suelo aluvial v diluvial descansa sobre la roca firme. Estos fenómenos de rajaduras no ofrecen nada digno de mencionarse; y los señores ingenieros que han basado en su naturaleza, rumbo é inclinación, una teoría relativa al cen- tro, epicentro, propagación, etc., del terremoto, han cometido un gran error. Han demostrado con ello que saben calcular y también que no han comprendido la teoría de Mallet, de la cual parten en sus exposiciones. >'o podemos ocuparnos aquí de esta teoría y mucho menos de las habladurías con que los periódicos llenaron sus columnas poco después del terremo- to, aunque ellas pertenecen á las deplorables consecuencias de aquel triste suceso. A más de las rajaduras se encuentra en los departamentos de Angaco norte y sud y Albardon y en la llanura de 3íoqui- na (San Juan), pequeños conos truncados de una altura máxima de 1 decímetro y diámetro hasta de 5 decímetros, con una ó dos aberturas en la parte superior y un canal interno, semejantes á pequeños cráteres, por los que salía agua y fan- go (arena muy fina). Los conitos son circulares, cuando el agua ha brotado de una pequeña rajadura ó de un punto; elípticos, en cuyo caso tienen generalmente varias aberturas más grandes en la di- rección de una grietita que los cruza. En ninguna parte de la Rioja se han presentado fenómenos nuevos. La grieta más grande observada cerca de Zapallar al yo. deGuandacol, en medio de una extensa ciénega, tiene, según me dijeron, una profundidad de más de 20 metros y mucha longitud. JN'o la he visto. FA agua subterránea salió por casi todas las rajaduras, formadas en el suelo plano délas depresiones, durante el te- — 317 - rrenioto(en Tucuuuco eii chorros hasta de 1 metro de altu- ra), pero de ninguna parte brotó agua caliente. En general, se puede decir que las aguas aumentaron con- siderablemente durante el terremoto, tanto en las vertientes, como en los ríos y arroyos. Algunas fuentes, situadas sobre grietas (por ejemplo las de Talacastra, del arroyo [nacimientos) han conservado después el aumento de su caudal; mientras que otras (de Rodeo, por ejemplo) han disminuido sensiblemente. Hay también casos en que las aguas se perdieron por mo- tivo del terremoto, como sucedió en La Ciénega, cerca de Gualilan (San Juan), donde volvieron recien al cabo de seis dias. Algunos aseguran que la fuente de Talacastra (25° C.) ha aumentado su temperatura, pero otros niegan en absoluto el hecho. La fuente caliente de Bismanta C44°5 C.) al oeste de Ro- deo (San Juan) parece que no ha sufrido alteración. Repito aquí lo que ya dije en la primera parte de mi in- forme sobre los Baños del Chorro en el valle del Cura (cerca 29° 30 'de latitud). En el suelo plano del valle, hacia el oeste, y cerca de la pendiente^ sobre una base elíptica, levántase una pequeña colina de 1 2 metros de altura próximamente, é igual longi- tud, compuesta por capas superpuestas de aragonita mezcla- da con carbonato de sodio, productos de las fuentes termales. La más importante de éstas se encuentra en el extremo sep- tentrional, á unaaltura de cuatro metros. El agua sale por una grieta que atraviesa el vértice de la colina, con una tem- peratura superior de 80° C. Su sabor es alcalino (carbonato de sodio) y ácido (ácido carbónico). En el punto culminante de la extremidad austral y en la prolongación de dicha grieta se levanta una pequeña chime- nea por donde sale vapor de agua y ácido carbónico. A juz- gar por los depósitos existentes alrededor, especialmente — 318 — carbonato de sodio, parece que ésta funcionara como un re- gulador, arrojando de vez en cuando agua caliente. En el interior de la colina se produce un ruido, ocasionado por las aguas que brotan en estado de ebullición probable- mente. No he podido constatar indicio seguro de acción más vio- lenta producida por el terremoto. Sin embargo, el señor Dksiderio Fonseca, persona muy competente, dice que el año 1884 el agua tenía una tem- peratura menor que la de Bismanta (44°d C). Además hay que tomar en consideración que los depósitos de carbonato de sodio, que se encuentran alrededor déla chimenea, se han formado por salida de un chorro de agua, indudablemente en el año 1 894 recien después del derretimiento de la nieve; pues depósitos de esta naturaleza son disueltos fácilmente por las aguas; ya una insignificante lluvia los hubiese destruido. Por eso queda la probabilidad que estas fuentes termales, que sa- len sobre una grieta muy moderna, han actuado con más vio- lencia durante el terremoto, arrojando grandes cantidades de agua hirviente. A poca distancia hacia el norte, en una ciénega, encuén- transe otros ojos de agua fría, alcalina, que brota por conitos de fango y aragonita de escasa altura. Me dicen que estas aguas eran calientes el año pasado, sirviendo para baños. El cambio de temperatura sería, entonces, un efecto del terre- moto. Finalmente, creo excusado repetir que en ninguna parte de la región recorrida se ha notado acción volcánica, ni humo siquiera (¿en los volcanes?). ¿ Cómo podemos explicar las rajaduras del suelo y la salida de las aguas ? Tal sería el problema que aún que- da á resolver. Ya dije en la primera parte de mi informe : « En cuanto á la ascención del agua y á formación de rajaduras, pienso que hay que tomar en cuenta, además del movimiento del agua — 319 — subterránea, principal factor, el aire. La cooperación del aire es indudable, pero ella sola no basta para la explicación satisfactoria de esos fenómenos ; y hay que volver á las con- sideraciones de la estructura geológica. El suelo de los valles que corren de Norte á Sud entre las cadenas paralelas, así como el de las grandes llanuras que se extienden en la parte austral de San Juan y Rioja en las sierras de los Llanos, de la Huerta, Pié del Palo y las pre- cordilleras sanjuaninas, se componen de depósitos blandos de arcilla, arena y rodados que las aguas depositaron allí en épocas anteriores, proceso que continúa aún. Podemos com- parar este suelo con un inmenso cono de acarreo que se ha movido desde el Norte y Oeste hacia al Sud y el Este. Ahora bien, como no existe una ligazón íntima y sólida entre estos materiales y las cuestas escarpadas, era forzoso, como conse- cuencia necesaria de un movimiento tan \iolento como el ocasionado por el terremoto, que se sentase el sucio, es de- cir, que las masas blandas se deslizaran de las faldas hacia el fondo de las depresiones, de la misma manera que la ciénega de los Cerrillos, situada en el Paso deColanguil (San Juan), sobre granito y pórfido ctiarcífero, saltó y corrió hacia abajo, así también, aunque en menor grado, tuvieron que deslizarse los depósitos aluviales y diluviales sobre las rocas firmes de las cuestas. Y siendo heterogénea la composición del suelo en los valles y llanuras y desigual la superficie del subsuelo que sirve de lecho á los depósitos, el movimiento y, por consi- guiente, la presión, no pudieron ser iguales, razón por la cual el suelo debió rajarse y las masas de aguas subterráneas fácilmente movibles obligaron á surgir á la superficie. Esto ha sucedido generalmente allí donde las aguas encontraron menor resistencia, es decir, en los sitios bajos de las presio- nes donde el líquido se halla más cerca de la superficie. Así resultó naturalmente que en los valles estrechos dirigi- dos de Norte á Sud, cuyo subsuelo no puede tener grandes irregularidades, las grietas se formaron en esa misma direc- — 320 — cion. Pero en las llanuras, cuyos depósitos aluviales y pam- peanos descansan sobre el suelo prepampeano irregularmente ondulado, las rajaduras debieron tomar, y en efecto tomaron diferentes direcciones. Es, por lo demás, evidente, que el rumbo de las rajaduras dependía, en muchísimos casos, del curso de losrios, arroyos, acequias, etc. El aire contenido en el agua, cuya cantidad aumentó considerablemente con su movimiento subterráneo, facilitó, como es natural, la salida del agua en los puntos de menor resistencia y ha actuado exclusivamente en la formación de los conitos arriba mencionados. Con esto, creo que hemos llegado á una explicación satis- factoria de la formación de las rajaduras en los valles y lla- nuras y de la salida de las aguas subterráneas, explicación que los seismólogos pueden aceptar con tanto mayor funda- mento, cuanto que en algunos países sacudidos por terremo- tos, por ejemplo en Grecia, se ha observado nn hundimiento visible de: sue'o con producción de aquellos mismos fenó- menos. Hemos mencionado arriba los jnovinnientos tectóni- cos engendrados por un choque como causa principal del terremoto, y hemos visto que ellos debían manifes- tarse en las cercanías de la Cordillera Central con el viaximum de intensidad, disminuyendo hacia el Este. Podemos ahora distinguir correspondiendo á las lí- neas de fractura de rumbo Norte-Sud, zonas en cuanto a la intensidad de los efectos, aproximadam.ente para- lelas en las cuales las regiones australes comprendidas en la llanura han sufrido naas que las septentrionales situadas a inayor altura. Se puede distinguir : 1° La zona de Iglesia y Rodeo con su continuación hacia el Norte, en la cual se observó la mayor intensidad del mo- vimiento; 2° La zona de Cruz de Piedra (Jachal), iXiquivil, Tucunu- co y San Juan; — 321 — 3° La gran depresión del valle del rio Viuchina j Guau- dacol con la llanura del Bermejo Moquina); 4° La zona comprendida entre el Velazco y el Famatina con su continuación hacia el Sud; 5° La llanura situada al naciente de la siera de Velazco ( ciudad de la Rioja ■ con su continuación al Sud. Pero, podría observarse, eso no puede ser ; pues la pro- vincia de la Rioja ha sufrido por el terremoto, según los in- formes, tanto ó más que la de San Juan. inexactitudes v exageraciones! En Jagüel, Vinchina, Cerro Aegro, no ha caído ni una casa y en Unión Hornillos) sólo tres ó cuatro de las situadas en la parte baja, (iuandacol, completamente destruido según los diarios, tiene tres ó cuatro casas destruidas. Es cierto que la estancia de Santa Clara, cerca de Cuandacol al Sud, cavó completamente, pereciendo bajo los escombros la señora y un niño del propietario. Pero qué triste espectáculo ofrece Mo- quina (San Juan , comprendida en la misma zona, donde no quedó ni una sola casa en pié y murieron nueve personas ! En la cuarta zona, Tinogasta, Copacabana, Campanas, Án- gulos, Fauíatina y Chilecito, resultaion completamente in- tactos y si hubo algún perjuicio se limitó á rajaduras de las murallas. Sólo algunas poblaciones, situadas en puntos más bajos, como San Blas, Pituil, Nonagasta, Vichigasta, etc., quedaron poco más perjudicadas. Pero ¿qué vale todo esto en comparación délos estragos de 3Ialiman, Rodeo é Iglesia en la primera zona y de la ciu- dad de San Juan v Tucunuco en la secunda? Prescindiendo de esta ciudad — cuyos edificios están más rajados que caídos — en ambas zonas han sido derrumbadas mas de mil habitaciones. Y si bien la ciudad de la Rioja ha sufrido mucho, sus per- juicios son menores que los de San Juan, cuyos edificios han sido, además, mejor construidos. Hemos calculado el valor total de perjuicios de San Juan en seis mil'ones de pesos na- — 322 — dónales. La provincia de la Rioja no habrá perdido ni dos millones. Pero no obstante, — y ahora volveremos á las considera- ciones teóricas — queda en pié, como contrario á nuestra teoría el hecho de que la ciudad de la Rioja, situada al na- ciente de las zonas más sacudidas, presente también, como éstas, grandes efectos. En primer lugar, debíase notar que tal hecho no es en ma- nera alguna extraño á los seismólogos. Así como dentro de zonas muv sacudidas pueden existir otras casi ó del todo pri- mada de efectos (este es el caso de Jachal, localidad situada en una depresión rodeada por todas partes de sierras, que ha sido amparada por su especial estructura geológica ) se ha observado también lo contrario, es decir, comarcas de des- trucción máxima en medio de regiones no afectadas. Sin embargo no esfácil^ como sucede en la mayor parte de los casos análogos, dar una explicación satisfactoria de la des- trucción de la Rioja. La ciudad está situada en una cuenca sobre suelo pampea- no, á una legua más ó menos de la pendiente de la sierra de Yelazco, compuesta de granito y pizarras cristalinas. Los estratos pampeanos descansan probablemente sobre arenis- ca. La pendiente oriental de la montaña es muy rica en arro- yos, llenando sobre todo el rio de la Rioja un caudal con- siderable. Como el agua se pierde muy pronto en la depresión por infiltraciones, podríamos suponer que se hubiera estancado en una cuenca subterránea y experimentado dentro de ésta, por el choque, fuerte movimiento. Según el ingeniero Beltrutti, el sacudimiento empezó con violencia, haciendo saltar los objetos sobre la mesa. El mismo señor observó que el agua de la palangana salta- ba hacia arriba para derramarse luego por el lado Norte ( mo- vimiento "viniendo del Norte ). Según otra observación muy interesante saltaba el agua en — 323 — una represa hasta uii metro de altura, derramándose en se- guida sobre los bordes. Todo esto indica un golpe de abajo airiba. También sería posible y lo creo más probable, que semejan- to choque haya sido producido por una ruptura subterránea (por ejemplo de la bóveda de una caverna formada por diso- lución de yeso, que muy probablemente existe en los depó- sitos de arenisca). Otra explicación igual, aceptable, encontraríamos en la ubi- cación de la ciudad cerca del gran macizo de Velazco. Com- poniéndose la mayor parte de ésta de gneis, granitos, etc., masas relativamente homogéneas contra las cuales el choque obró directamente como veremos más abajo, las vibraciones no podían ser muy debilitadas y debieron llegar allí con gran fuerza. ¿ Cuál ha. sido la causa de la gran propagación del te- rremoto, cuya onda se hizo sentir tanto en Bahia-Blanca y Entre-Rios, como en Copiapó (aquí muy fuerte) y Concepción de Chile, es decir, sobre una área de más de tres millones de kilómetros cuadrados ? Creo que esta circunstancia solóse explica suponiendo que el golpe generador se produjo á enormes profundidades con mucha profundidad en el límite de la costra sólida en contacto con el núcleo ígneo. Partiendo de esta suposición, es evidente que tal empuje debía operar, en primer término, contra las líneas más débi- les : contra las grietas, que en crecido número, atraviezan nuestra región de arriba abajo hasta donde la formación más vieja (la primera costra sólida), descansa sobre el supuesto núcleo ígneo fluido del gl3bo. Más arriba hemos visto cómo el choque ha podido producirse. Además, es preciso tener en cuenta que, á tales profundi- dades, las vibraciones producidas por el golpe se transmitie- ron por una masa homogénea (granito y pizarras cristalinas) sumamente favorable para su propagación (velocidad en el — 324 — gruuito : de 2 á 3 kilómetros por segundo, 3,1 kilómetro se- gún FOLOUÉ). Naturalmente esa velocidad disminuvó mucho cuando la onda corría todas las formaciones compuestas de rocas diferentes. El rumbo, así como la inclinación de las capas, y sobre todo la naturaleza de las capas debieron intluir considerable- mente tanto en la propagación como en la intensidad y en la velocidad de la ondulación. Siendo en nuestra región el rumbo general de los estratos de Norte á Sud, la transmisión debía efectuarse más fácilmente, según la teoría, en esa direc- ción, que es la vertical. Por otra parte, agrega aquélla^ la intensidad de un choque contra una grieta, disminuye con mayor rapidez en la dirección de ésta que en la de la nor- mal á . sus paredes (causa de la mayor intensidad hacia el Este?). También la inclinación de las grietas, dicen los seismólo- gos, influye sobre la intensidad. Si las grietas se inclinan hacia el poniente, como es probable en San Juan y parte de La Rioja, todas las masas de rocas situadas encima de ellas serían, pues, más sacudidas que las de abajo. Pero en nuestro terremoto, no se trata de una, sino de muchísimas grietas. Mucho se ha hablado del aplastamiento que las ondas ha- bían sufrido en la. inmensa mole de las Cordilleras. En efec- to, la teoría afirma que las curvas ondulatorias, cuando en- cuentran un obstáculo (el macizo de los Andes, en este caso) se aplastan aumentando al mismo tiempo en fuerza. Como hemos dicho más arriba, es probable que haya tenido lugar. No obstante, como nos movemos aquí en un terreno mera- mente teórico, sin ninguna base científica sólida, debemos abstenernos de entrar en semejantes consideraciones, tanto más, cuanto que faltan en absoluto, los elementos necesarios para un cálculo aproximado, por ejemplo, la determinación de la intensidad y velocidad de la onda, etc. — 325 - Del mismo modo que carecemos de datos suficientes y se- guros, respecto ala dirección del movimiento para poder de- terminar el epicentro, tampoco existen determinaciones del tiempo en que se produjo el terremoto en los diferentes puntos, factor indispensable para un cálculo de este género. Esas determinaciones no existen absolutamente en las regio- nes poco pobladas del >'orte, y las verificadas en los pueblos grandes de las provincias sacudidas son de todo punto inad- misibles, como va lo ha demostrado el doctor Latzina, con los tiempos indicados para Mendoza, San Juan y La Rioja. Quedan solamente dos, más ó menos exactas : las reali- zadas en Córdoba y en Buenos Aires. Según ellas el terre- moto empezó en la primera (doctor Thome) alas 4''3r\ y en la segunda ciudad ^doctor Atanasio Qliroga) á las 5''3'°. En SdMíiago de Chile se produjo (según el Observatorio) á las S'^S'", más exactamente, á las 4''7™45^ Todos estos valores, como los siguientes, están expresados en cifras redondas. Por consiguiente, el reloj marcaba en Buenos Aires las 4''54'", y en Santiago á las 4''5'", cuando la ondulación llegó á Córdoba. Así la onda recorrió la distancia directa entre Córdoba y Buenos Aires, cerca de 650 kilómetros, en 9 minutos, lo que arroja como velocidad de 'propagación 1,2 kilómetros por segundo. A Santiago de Chile, la onda llegó 3 minutos más tarde que á Córdoba. Procediendo el movimiento de muy lejos, hacia el norte, po- demos tomar para los efectos de nuestro cálculo, como dis- tancia entre ambas ciudades la diferencia de sus latitudes (') de 220 kilómetros aproximadamente, lo que da para la velo- cidad, por segundo, un valor de 1,3 kilómetros. Sin embargo í^) Bajo este punto de visto, el valor de la velocidad de propagación para la distancia Córdoba-Buenos Aires, sería menor de 1,2 kilóme- tros, no alcanzando 1 kilómetro [en terreno pampeano). — 326 - este cálculo no tiene, por ciertas razones, mucho \alor. El torremoto cZuró entre 1 á 2 minutos en las provincias de San Juan y La Rioja. Al terremoto de 27 de Octubre han seguido numerosos sa- cudimientos locales en las provincias de San Juan y La Rioja, y es seguro que estos continuarán en adelante, porque si bien el desequilibrio terrestre está, en general, compensado por el primer terremoto, al otro lado se ha producido induda- blemente, por el fuerte sacudimiento alteraciones en latee- tónica que puede originar nuevos remezones. Además, como ya lo hemos dejado expuesto^ en virtud del sacudimiento^ considerables masas eruptivas pueden haber ascendido en las grietas, donde solidiíicándose pueden pro- ducir numerosos procedimientos mecánicos, físicos y quími- cos, los cuales serían causa de nuevos sacudimientos. Aún más importantes alteraciones tectónicas pueden resultar en adelante del cambio experimentado por el curso de las aguas subterráneas después del terremoto y sus múltiples conse- cuencias (disolución de materiales, formación de huecos, ca- sernas, etc.). La desaparición de algunas fuentes, observa- das después del fenómeno, atrae las reflexiones en ese orden de ideas. Hemos referido ya cómo la geología tectónica y petrográfica (caliza) de la provincia de San Juan nos demuestra que existe allí un excelente foco de sacudimientos, siendo, por lo tanto, muy posible la repetición de los remezones. Pero, San Juan no necesita de esta profecía, porque desde hace varios decenios, está experimentando sacudidas anual- mente. Algunos ancianos me han contado que hace cerca de cincuenta años, se produjo un terremoto de la misma fuerza que el de Octubre, para no hablar del de Mendoza que tam- bién hízose sentir en San Juan, con gran intensidad. Pero no es necesario asustarse ante tal perspectiva, ni ponerse á discutir sobre la conveniencia de trasladar la ciudad á otro sitio. ¿Han pensado alguna vez los chilenos, que conocen te- — 327 — rremotos más violentos y más frecuentes que los nuestros, en buscar puntos más seguros para sus ciudades ? ¿ Adonde se marcharía entonces Chile? ¿Puede alguien afirmar con convicción ilustrada que hacia el poniente de San Juan, el suelo, por ser más duro (rodados), ofrece más seguridad, más amparo, que el terreno sobre que la ciudad está edifica- da actualmente? Es cierto que los efectos del terremoto ma- nifiestan que la destrucción ha sido menor allí, donde el suelo era más firme (rodados, tosca, etc.). Pero ¿el terremoto si- guiente será exactamente igual al anterior? Trasladando la ciudad hacia el poniente, se la retira de una grieta para acercarla á otra; y sería tan posible que un nue\ü sacudimiento la dejase en salvo, como que actuara directamente contra ella. Según mi opinión, no existe en toda la provincia un sitio libre de grietas, adecuado para la nueva ciudad. Para ampararse contra estos fenómenos de la naturaleza no hay otro medio que el de edificar convenientemente las habi- taciones. Comisiones de ingenieros hánse ocupado de esta importante cuestión, emitiendo ideas en parte muy buenas y en parte muy poco prácticas. Para resolverla, débese contar en primera línea con los materiales de construcción que ofrece la región, averiguando el más barato, especialmente para los departamentos del Norte. Hasta hoy, se han construido las casas, la mayor parte de ellas, con adobes que continuarán de seguro empleándose. Y, sin duda, este material edificado sobre buenos cimientos y con esmerada mano de obra, podría servir contra los terre- motos . Maderas no existen en aquella región ó son muy caras (maderas de álamo). La caliza abunda mucho, pero ¿conque quemarla ? Los pobres, que constituyen la mayoría de los habitantes, no pueden contar con estos elementos para sus viviendas. Lo que podrían hacer las comisiones ó los gobiernos, es ~ 328 — prohibir las construccioiies eYidentemente peligrosas (las cor- nizas tal como se hacen hoy, por ejemplo), y procurar que las gentes aprendan á elegir, preparar y disponer los mate- riales en la construcción, teniendo preséntelos escasos recur- sos de la mayoría. Con este objeto, deberíanse nombrar ingenieros que estu- dien la cuestión en los departamentos mismos y no desde el escritorio, y enseñar gratuitamente á las poblaciones tales cosas. Y los fondos acordados por el Gobierno de la Nación á aquellas desgraciadas provincias, serían mejor empleados en obras públicas, sobre todo en las de irrigación, indispensa- bles para su bienestar y prosperidad. Con ello, la mayor parte de los perjudicados vendrían cá poseer directa é indirec- tamente los medios de vivir y de pagar los intereses y la amortización de los préstamos que han necesitado hacer para construir sus viviendas. La ])oblacion entera, tan sumamente pobre de aquellos estados, y el país en general, habrían dado un paso en el ca- mino del progreso. Resiüiiiendo los resultados obtenidos respecto á las causas y á los efectos del terrer)ioto, -podemos con- cluir : El foco del terremoto no se encuentra 7i¿ en la pro- üincia de San Juan, ni en de la de La Rioja, sino al Norte de éstas, al Norte del paralelo 27°, en. una i^egion volcánica poco conocida. El terremolo comenzó probablemente con un choque contra la costra sólida del globo, producido a enorme profundidad, el cual obró en primera linea sobre las grietas que en gran número cruzan con rumbo Norte- Sud el suelo de aquellas provincias, formando las líneas de menor resistencia. Correspondiendo a esta circunstancia, sus mayores efectos se encuentran en la zona (N.-S.) ya hundidas — 329 — en épocas anteriores (depresiones, valles) y alcanzan el máximum en la ^ona limítrofe de la Cordillera ¡princi- pal, disminuyendo hacia el Este, en las zonas mas ó menos paralelas. Los efectos crecen en las regiones australes y mas ba- jas y planas de estas zonas, debido a la acción del agua subterránea, la que salió a la superficie de las rajadu- ras formadas a consecuencia de haberse sentado los terrenos diluviales y aluviales, por la fuerza del sacu- dimiento. El terremoto de Octubre ha sido un teii^eynoto tectó- nico, pudiendo considerársele coino continuación de procedimientos semejantes desarrollados en épocas an- teriores. CONTENIDO DE LA PRESENTE ENTREGA PARTE científica Páginas Óscar Doering. — Observaciones magnéticas ejecutadas de 1884 á 1885 en la República Argentina y el Paraguay, con un mag- .netómetro de desviación IIT Guillermo Bodenbender. — El terremoto argentino del 27 de Oc- tubre de 1894 293 boletín DE LA iCll í I EN CO RD O BA (República Akgenti>a^ I , -\ ■ • - 7- .L.n o-' y 4» BUErsOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI É HIJOS, ESPECIAL PARA OBRAS 680 — CALLE PERÚ — 680 1S96 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA (EN CÓRDOBA) PROTECTOR S. E. el Presidente de la República, Dr. D. JOSÉ E. IRIBIRI' PRESIDENTE HONORARIO S. E. el Ministro de Justicia, Culto é instrucción Pública, Dr. A. BERMEJO COMISIÓN DIRECTIVA ,, PRESIDENTE -^^ JDr. D. Osear Doering DIRECTORES ^É Dr. O. Adolfo Doering. Dr. D. Federieo Kiirtz. Dr.D. Arturo de Seelstráhg'. Dr. Pablo Cottenot. Dr. D. G. Bodenbender SECRETARIOS Interno y de actas : Ing. D. F. Alvarez Sarmiento. De correspondencia extrangera : Dr. D. Federieo Kurtz, bibliotecario. COMISIÓN REDACTORA DEL BOLETÍN Y ACTAS Dres. Osear Doering, Adolfo Doering, Arturo de Seelstrang. COMISIÓN DE BIBLIOTECA Dres Osear Doering, Federico Kurtz, Guillermo Bodenbender. MATERIALES PARA EL ESTUDIO DE LAS LENGUAS DEL GRUPO KAINGANGUE (alto PARANÁ) Por JUAN B. AMBROSETTI Después de publicado mi trabajo y vocabulario de los lu- dios Kaingangues de Sau Pedro, Misiones (^). que no son más que una fracción de la gran nación del mismo nombre, cuyas tribus se hallan esparcidas por el territorio del Estado del Paraná (Brasil), en donde se conocen bajo el nombre de Coroados, he creído conveniente la publicación de otros vo- cabularios recogidos en el alto Paraná, de otros indios, que, según ellos, llámanse Ingain, pero que, para mí, no son sino pertenecientes á la misma nación Kaingangue. Estos indios, como los Kaingangues, son conocidos por Ja población blanca y por los demás indios bajo el nombre gené- rico de Tupís. (^) Revista del Jardín Zoológico de Buenos Aires, tomo, II, entregas 10, 11 y 12. T. XIV 23 — 332 — No hay que confundir esta palabra Tupí con la nación del mismo nombre de origen Guaraní, que se halla esparcida con tanta profusión en todo el territorio de la República del Bra- sil. La palabra Tupí, desde tiempo inmemorial, parece haber sido aplicada por los guaraníes á todas las tribus enemigas, y, por herencia, la población blanca actual la ha adoptado para designar con ella á todos los indios bravos, de carácter be- licoso y sobre todo sanguinarios ó temibles. Por estas razones es que en el Alto Paraná se tropieza siempre con la palabra Tupí con un sentido tan lato; y, cuan- do se oye, hay forzosamente que referirla á tribus que no ha- blan el guaraní. En las márgenes del arroyo Tembey, sobre el alto Para- ná, Tivía en otro tiempo una tribu que hoy ha desaparecido totalmente ; mi amigo D. Pedro Anzoátegui conoció varios viejos, hace algunos años, y de su lengua sólo recordaba dos palabras que son: Tupi : Puma ó león americano (Felis concolor), y Sepi : Carpincho (Hydrochoerus capybara). Esta palabra Tupí, no dejó de llamarme la atención apli- cada á un felino, que en Misiones alcanza dimensiones ma- yores que su idéntico de nuestras Pampas, y que, á pesar de no ser tan temible como el tigre, no por eso deja de ser bra- vo en algunas ocasiones. Este dato, recogido al acaso, parece venir en apoyo de mi aserción anterior. Las tribus que hablan el idioma de los vocabularios que hoy publico se hallan ubicadas en la región del Alto Paraná comprendida entre el arroyo Tuitorocay y el Salto del Guayra, en ambas orillas del rio, empezando su límite sur áunos cin- cuenta kilómetros ó diez leguas al Norte del puerto de Tacu- rú-Pucú, que lo es de los yerbales paraguayos del mismo nombre. — 333 - La mayor parte viven en pequeñas tolderías esparcidas en todo ese territorio y se hallan continuamente en guerra con las tribus guaraníes vecinas, sobre todo con las que moran á orillas del arroyo Itaiynbé-guazú, que puede considerarse como su verdadero límite norte, pues si se corren hasta el Guayra sólo es impelidos por sus necesidades. El foco principal de estas tribus puede considerarse el luitorocay y sus inmediaciones. Como en este último punto existen importantes yerbales que pertenecen á la jurisdicción de Tacurú-Pucú, los Ingain han tenido ocasiones múltiples de hallarse en contacto con la población blanca yerbatera^ la que ha conseguido la incorpo- ración de muchos de estos indios que hoy hallamos entre ella, trabajando en calidad de peones. Por una parte, el deseo de mejorar de posición y de adqui- rir objetos y armas de uso entre los blancos, y por otra, las continuas matanzas que los Cainguá y otras tribus guaraníes han hecho de ellos, según me ha referido la mujer María An- tonia, que me sirvió para tomar uno de los vocabularios, son las causas principales que los han decidido á compartir, con los yerbateros, la relativa civilización en que viven. Estos indios han sido llamados Tains por algunos otros autores; pero creo que deben haber oído mal. Muchos deseos he tenido de llegar al luitorocay, a fin de visitarlos personalmente, pero, á pesar de mis tres viajes al territorio de Misiones, me ha sido imposible; mil motivos de orden diverso, entre ellos la demora que me ha causado el estudio de los Cainguá y Kaiugangues, y sobre todo el tiempo que me han ocupado las excavaciones de los cementerios pre- históricos del Alto Paraná, me lo han impedido. Quizás un cuarto viaje me lo permita ; pero en Misiones hay tanto que ver y estudiar, que es imposible, para una sola persona, el poder dedicarse átodo. Cualquier estudio requiere mucho tiempo y sobre todo mucho tino, puesto que, á lo mejor, por querer abarcar mucho — 334 — se procede á observar coa ligereza y siu comprobación, lo que da por resultado el caer frecuentemente en errores de- plorables, confundiendo una cosa con otra, lo que ha sucedido ya á muchos, tanto más en aquel territorio que puede com- pararse á un gran saco en donde se han embolsado tribus di- versas, que ocupan espacios reducidos y luchando incesante- mente entre sí. Y como toda región fronteriza, en donde se tocan, puede decirse, las dos naturalezas paraguaya y brasilera, ha sido in- vadida por naciones de indios de índole y raza distintas que, ya perseguidas por otras ó por la necesidad, han salido de la selva virgen ó de los pantanosy esteros, siendo detenidas en su marcha por los grandes ríos Paraná y Uruguay, cuyas aguas impetuosas dominaban otras naciones en sus canoas prehistóricas, viviendo de la abundante pesca que ellas les proporcionaban. Y así arrinconadas, fatalmente sujetas á la lucha por la vi- da, destruyéndose entre ellas, han sufrido superposiciones y desapariciones continuas, que han dado, por resultado, los restos que hoy encontramos diseminados ; los que, con tra- bajo y paciencia^ pueden proporcionarnos todavía materiales preciosos para el estudio de las lenguas y etnografía ameri- canas. Por estas razones y sobre todo por la urgencia que me han manifestado varias personas interesadas en estos estudios es que me apresuro á publicar los vocabularios obtenidos, junto con algunas notas que me han sugerido al transcribirlas de mi libreta de viaje. Para mayor claridad los publico simultáneamente en las mismas páginas: así podrán compararse mejor. El primero lo obtuve de un peoncito del señor Pedro In- dart, en 1893, con quien me fuó bastante difícil entenderme, porque poco comprendía el español y tenía que valerme del guaraní como intermediario; en esta operación mucho me ayudó mi amigo el señor Sandalio Rodríguez, que me acompa- — 335 — naba en esta excursión á los campos de TatinyiqDÍ, un poco al norte de Tacurú-Pucú. E! peoncito se llamaba Pedro, y, bajo este nombre, va su vocabulario. El segundo lo debo á otro peón del señor Rodríguez, lla- mado Cosme Román, indio de raza pura, que dicho señor me prestó como remador, en un viaje que necesité hacer en ca- noa por el alto Paraná, y á quien aproveché entre un golpe de remo y otro, para extractare! vocabulario. Éste tampoco conocía el español y naturalmente también el guaraní fué nuestro intermediario. El tercer vocabulario, el más largo de todos, lo debo á una mujer, María Antonia, que hoy vive casada con un brasilero, cerca de la casa del señor R. González frente á Tatínyupí. Con ésta me entendí mejor, y durante dos largas horas nos ocupamos del vocabulario, que, si no es mas completo, se debe al poco tiempo de que dispuse, pues el mismo día que llega- mos abandonamos ese punto. Ella me contó las luchas que habían sostenido con los Cain- guá que, en mayor número siempre, habían concluido con muchos de sus compatriotas. Estos datos pueden servir muy bien á los que se dedican á emprender estudios por esas regiones, los que es de desear traten de completar, en lo posible, los datos presentes. Un pequeño vocabulario, el cuarto, ío debo á mi buen ami- go el valiente explorador de las Altas Misiones, señor Adam Luchessi, quien lo tomó en las tolderías, cerca del luitoro- cay, de vuelta de una excursión ala sierra de Maracayú. Como se verá por el examen de los vocabularios, ellos, en muchas palabras, difieren entre sí, teniendo en cambio otras comunes á todos, lo que me hace suponer que se trata de in- dividuos de la misma nación pero de diferentes tribus. Con el idioma Kaingangue también hállause palabras que tienen mucha analogía y otras son las mismas y por esto es que creo que los indios que me ocupan ahora pertenezcan al — 336 — mismo grupo étnico, tanto más cuanto que sus facciones son muy parecidas, pomo decir iguales. De cualquier modo, los filólogos algo nos dirán al respecto ; nuestra misión de viajeros sólo es por ahora, traer el material que nuestros viajes nos proporcionan, á fin de entregarlo á los especialistas, quienes sabrán sacar el mejor partido posible del fruto de nuestros esfuerzos y penurias en medio de la selva virgen. CLAVE K. = Kaingángue. Y. = lügain ó sea el idioma de estos vocabularios. P. = Voces del vocabulario de Pedro. MA. = » » María Antonia. R. = )) )> Cosme Román. L. = » » Luchessi. Observación iinportante. — No hay que olvidar que todos estos indios, á pesar de pertenecer á la misma nación, son de diversas tribus; de modo que es interesante el obser- var las modificaciones que sufren las palabras de uno á otro, notándose en la pronunciación de M. A. mucha menos ener- gía, tal cual conviene á su sexo. Todos estos indios hablan en voz más bien baja, lo que hace difícil el entenderlos desde el principio, tanto más que son muy rápidos en las respuestas, de manera que hay que tener mucho cuidado y aguzar la atención á fin de asegurarse de loque quieren decir. — 337 — íO -s5 O I— ( O O ce < tí Q O O -3 O) o U es "ti ^ -o ^ á .- "S ^ ¿a s o _ < ^ íi ■= ^ •- .- o rs s '^ ^ tí — 1= U — o « s o SO o ce 03 .4_i irá í:^ § O « C' H O C3 O O Si O O o o 53 >--j co t- 5Í c:) ct :=^^ .t¿ >:^ Oí rt O « V- « = I '¿ i- ^ 2- U p CO O «j C ^ 'O lU t'^ c« a> s ^ :*! Q. 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  • iclien. in Scheicize- rische Vierteljahrsschrit für Zahnheilkunde. Band II,189¿. — Id. L'ebcr die Entstehung hík/ Formabanderungen der menschlichen Mataren . Analomischer Anzeiger. Band VII, 1892. —Id. Zur Phylogenie des Scíugelhiergehisses. Biologische Centralhlatt. Band XII. a. 1892. — — 401 — ThÉORIE de la FORMATIOX DES DENTS MOLAIRES DES MAMMIFÉRES IWR LA COMPLICAriOX GRADUELLE DE LA DENT SIMPLE PRIMITIVE. — Pourtant depuis quelqiies années une autre théorie s'est ouvert un chemin ; d'aprés elle, les deuts compliquées des niammi- feí'es seraient le résultat d'une complication graduelle et tou- jours croissante du type de deiit simple, conique ou pointue des reptiles. Cette théorie a été émise par les paléontologistes iiord-americains (principalemeiit par Cope) qui l'ont defendue (0. en fournit un des plus instructifs. La souche de ce groupe estle genre Scleromtjs de la base du tertiaire de Santa-Cruz qui possédaitdes molaires compliquées, avec une conche d'émail plissée á la couronne, et des racines séparées et avec les bouts obliteres. Le représentant typique de ce groupe á notre époque c'est le genre Ctenomys, dont les molai- res sont simples, prismatiques, toutes déla méme forme, sans racines, a base ouverte, avec la conche d'émail tres restreinte — 485 - et excessivement minee ; la suppression complete de l'émail est sur le point de s'accomplir. Dans plusieurs autres familles de rongeurs {Camdae, Eryo- mydae, etc.), dans les ongulés, et méme dans les carnassiers on pOLirrait mentionner pas mal d'exemples plus ou moins semblables. De la complication desdents simples a croissance continué. — Les dents qui ont perdu leurs racines et que leur base reste ouverte, persistent pendant toute la vie ; la base pousse au fur et á mesure que s'use la couronne. Malgré cela, ees dents peuvent diminuer de volume faute d'usage et méme disparaitre complétement ; la perte des inci- sivas dans la généralité des édentés, et la perte complete des molaires dans les fourmiliers sont des exemples tres notables de cette suppression, car les plus anciens représentants de ees groupes possédaient des incisives^ et pour ce qui regarde aux molaires on en trouve encoré des vestiges pendant la pé- riode embyronnaire; en outre, tous les édentés de l'époque tertiaire avaient des dents molaires en fonction. Mais, si les dents á croissance continué peuvent s'atrophier et disparaitrej elles peuvent aussi se compliquer de nouveau, ou modifier leur forme, d'accord avec les nouveaux besoins de l'espéce. La derniére molaire inférieure des édentés gravi- grades, qui estbilobée et beaucoup plus grande que les anté- rieures constitue un exemple de cette complication ; les mo- laires des Glyptodontes, á trois prismes separes de chaqué cóté par deux sillons profonds nous en fournissent un autre exemple encoré plus frappant. Cette complication est tres intéressante á étudier, car elle s'accomplit sur un plan qui présente un contraste complet avec la complication des dents á croissance limitée. Dans les dents áracinesdistinctes et séparées (dents á crois- sance limitée), les racines peuvent se rapprocher, se fondre les unes aux autres, s'atrophier et disparaitre sans qu'il y ait - 486 - dechangement daiis la forme de la couronne, mais celle-ci á son toiir peut se compliquer oii s'atrophier sans qii'il y ait de changemeiit dans la forme etla dispositiou des racines. Dans les dents á croissance continué, la forme de la surface de mastication a peu d'importance, dépeudant tout simple- ment de la maniere comment s'opposent les molaires des deux máchoires dans Taccomplissement de la fouction de la masti- cation, sans avoir aucune portee sur la conformation des füts des dents. Mais la forme du prisme dentaire ne peut souffrir le moindre changement sur n'importe quel point de sa cir- conférence sans que la modification se propage á toutelalon- gueur de la dent; c'est pour cela que les dents á croissance continué qui ont acquis cet étatd'une maniere parfaiteont une coupe ou section transversale de contour égal dans n'importe quel point de leur hauteur. II en resulte done que la forme des prismes dentaires de ees animaux ne peut se modifierque par la formation de sillons, de creux, d'arétes ou de colonnes qui s'étendent d'un boutá l'autre des dents. Les creux et sillons peuvent acquérir un grand développe- ment et produire l'étranglement de la cavité de la pulpe com- me en est le cas dans la derniére dent inférieure bilobée des Mylodontidés et dans les dents trilobées des Glyptodontes. Ces étranglements ont pu aller si loin, qu'ils ont termines non seulement par diviser les prismes dans un certain nom- bre de lobes, mais aussi jusqu'á partager complétement la ca- vité de lá pulpe dans un certain nombre de cavités séparées par des cloisons de dentine comrae dans VOrycteropus, ou par des cloisons d'émail et de dentine comme dans les dents de VHydrochoerus. Les molaires de VOrycteropus sont composées par un certain nombre de colonnes ou cylindres de dentines reunís par du cément, chaqué cylindre ayant á la base sa ca- vité pulpaire indépendante. Dans VHydrochoerus les molaires sont dlvlsées dans un certain nombre de lamelles (molaires postérieures) et des prismes triangul aires (molaires antérieu- res) reunís par du cément, chaqué prisme ou lamelle possé- — 487 — dant sa cavité pulpaire independan te. Dans le Cardiotherium du tertiaire moyen qui est l'antécesseur de l'Hydrochoerus, le cloisonnement de la cavité de la pulpe des dents est incom- plet. Dans VHydrochoerus ce cloisonnement est done bien un caractére acquis. Pourtant, il ne faudrait pas croire que cela puisse confir- merla théorie opposée de la formation des racines par l'é- tranglenient et la división de la cavité de la pulpe, car, jamáis les dents des édenlés, ni les dents á croissance continué des autres groupes de raammiféres,montrentla moindre tendance a la formation de racines ('). Si l'on se rappelle que l'évolu- tion qui a aboutie á la formation des mol aires a base ouver- te, a donné comme résultat précisément la perte des racines, c^est facile á comprendre que le cloisonnement de la cavité de la pulpe des dents á croissance continué fournit une preuve incontestable en contre de la théorie qui cherche l'origine des racines dans ce méme cloisonnement. D'ailleurs, nous nous sommes déjá suffisamment expliques sur l'origine des racines, pour que l'on puisse comprendre qu'une dentábase ouverte d'un reptile polyphyodonte ne peut jamáis se transformer dans une dent monophyodonte avec des racines séparées (-). Nous ajouterons encoré que le fait'de la complication des ;^) Plus haut :'p. 393), nous nous sorames deja expliques sur les pseudo-racines des molaires de laitdu genre Tatusia, produites par la pression inécanique des dents de reraplacement, et par conséquent sans aucune relation avec les vraies racines. Ces pseudo-racines sont jusqu'á un certain point comparables a celles que Ton observe sur les dents de plusieurs reptiles [AlUgator], etc., produites aussi par la pression mé- canique des dents de rempiacement. (*) L'étranglementde la base des dents du Dimetrodon est connpléte- ment comparable a celui des molaires des édentés. Les dents de ce gen- re étaient monophyodontes et a pulpe persistante : l'étranglement aurait done aboutit a la división de la pulpe mais non ala formation de deux racines. — 488 — dents á oroissance continué ne peut étre invoqué en faveur (le la théorie qui veut que les dents composées á croissance limitée et avec i'acines séparées soient le résultatdela compli- cation graduelle de la dent simple et conique primitive. Nous avons vu que les molaires corapliquées se présentent des l'é- tat embryonnaire avec l'ébauche de tous les reliefs qu'aura la couronne de la dent complétement développée. lien est de méme des dents compliquées et á croissance continué, qui dérivenUiirectement des dents compliquées á croissance limi- tée et avec des racines distinctes comme en est lecas dans les molaires de VHydrochoerus, dans celles du genre éteint Toxo- don et de beaucoup d'autres mammiféres. Mais chez les ani- maux de dents compliquées á croissance continué qui tirent leur origine directe d'autres animauxde dents simples á crois- sance limitée et de racine unique, les dioses se passent au- trement. Prenons comme exemple une des molaires trilobées des Glyptodontes, dents qui sans aucun doute possible doi- vent leur origine á la complication graduelle de dents simples, coniques et pointues ('). Ces dents, peu de temps avant de perforer le bord alvéolaire des máchpires, sont assez longues, tres larges á la base et avec la couronne conique. Cesta la base de chaqué dent que l'on apergoit les premiers vestiges (^) Dans Dotre Filogenia, nous aitribiioas la forme triprismatique des dents des Glyptodontes á la fusión de trois dents simples primiti- ves. D'aprés cela, les antécesseurs de ces animaux auraient eu á peu prés unecentaine de dents simples, nombre que Ton reneontre encoré dans le Priodon, et qui sans doute a été encoré plus elevé chez les plus anciens édentés. Nous croyions que chez les Glyptodontes ce nombre de dents s'était réduit par leur fusión trois k trois. Nous devons avouer que nous étions dans une grave erreur. Le nombre de dents s'est réduit par atrophie et suppression, et la complication a été acquise par une modification graduelle de la dent simple et cylindrique primiti- ve. D'ailleurs, á cette époque-la nous ne connaissions pas les dents fcetales des jeunes Glyptodontes et nous ignorions leur raode de déve- loppement. — 489 — des iobes et des sillons longitudinaux, qui s'atténuent et dis- paraissentavantd'atteindre le cúspide coniquede la couronne. A mesure que le cúspide est enlamé parle travail de la masti- cation, augmente le diamétre de la dent a la couronne et se dessinent mieux les colonnes et sillons longitudinaux qui con- tinuent á s'accentuer aussi davantage á la base, jusqu'á que la dent finit par prendre un diamétre égal et la méme forme dans toute sa longueur. Le développement ontogénique confirme done ladérivation des dents compliquées des édentés de dents primitives qui étaient simplement coniques. Nous avons déjá vu que cela n'est pas le cas dans le développement ontogéni- que des animaux á molaires compliquées et pourvues de raci- nes distinctes. Nousne pouvonspas quitter ce sujet sans faire mention de l'opinion, tres récente, qui voit dans les molaires trilobées des Glyptodontes un vestige du stade triconodonte, considé- rant la conformation de ees dents comme une preuve déla plexodontie de ce groupe et sa descendance d'un type á den- ture triconodonte. Le développement ontogénique des molai- res de ees animaux tel que nous venons de l'exposer prouve que cette opinión n'a aucun fondement sérieux. Mais, dans ce cas, aux preuves ontogéniques on peut ajouter aussi les preuves paléontologiques qui sont absolument décisives. Les plusanciensGlyptodontes.lesPropaíae/ioplop/wrídaeprésentent les molaires beaucoup plus simples que dans les genres plus modernes, et les antérieuresde forme simplement cylindrique ou elliptique; ceci prouve non seulement que les molaires tri- lobées des genres modernes sont une modification des molai- res cylindriques des genres anciens, mais aussi que l'évolution vers la complication au lieu de porter sur toutes les molaires á la fois, a commencé par les postérieures et s'est avancée graduellement vers l'avant. Mais ce ne sont pas seulement les Glyptodontes que l'on croit étaient primitivement plexodontes^ sinon aussi les ta- tous et tous les édentés. L'argument le plus sérieux que l'on — 490 — en a donné, c'est que les dents embryonnaires de la premiere dentition des tatous sont á couronne biscupide et dans qiiel- ques genres á deux racines. Cette derniére affirmation se refe- re au genre Tatusia dont les dents de lait ont leiir base bifur- quée, mais il y a bien des années que M. Flower (') démontra que cette bifurcation était produite par le développement des dents de remplacement ; il ne s'agirait done que de pseudo- racines. Nos recherches nous ont demontre que M. Flower était dans le vrai, et M. LAHir.LE qui tout récemment vient de traiter la méme question, non seulement il est aussi dti méme avis, mais il publie une serie de figures représentant l'évolu- tion dentaire du Tatmia dont l'examen ne permet plus de conserver aucun doute á ce sujet ("-). Quant aux couronnes des dents biscupidées du méme genre etdes autres tatous^ il s'agit de deux petits mamelons, places non l'un derriére l'autre, sinon latéralement, etqui disparais- sent aussitót que les dents entrent en fonction. Ces deux peti- tes pointes se trouvent aussi bien sur les dents de laitque sur celles de remplacement, et il est évident qu'il s'agit d'un sim- ple caractére morphologique sans aucune importance phylogé- nétique. L'on peut mentionner des exemples semblables et se rapportant aux dents incisives, de serte que persoime puisse voir en eux la preuve d'une ancienne plexodontie, chez beau- coupde mammiíeres appartenants á des groupes tres ditfé- rents. Chez le Rhynchocyon les incisives inférieures sont bilo- bées, de méme que chez la plupart des jeunes Protypotheri- dés, cette conformation persistant chez quelques genres jusqu'á l'áge adulte (Patriarchus) . Dans le genre //yror les incisives inférieures sont trilobées, et dans le GalaeopilhecMft le nombre de lobules des couronnes est si considerable que (^) Flower, In Proceed. Zool. Soc, a. 1868, p. 378-380. (*) Lahille, Contributions a Vétude des édentés a bandes mobiles de la Rép. Arg., 10 4°., p. 14 a 16, pl. III, figures 25 a 43, a. 1895. — 491 — ees deiits méritent lenom de pectinées. Les incisives des Ma- crauheiiidés avant d'étre attaquées par la mastication preé sentent la mérae conformation, qui estcelle que l'on observ- aussi sur les dents de beaucoup de reptiles. Les incisives de lait des carnassiers, celles de remplacement non usées et spécialement celles des Canidés, montrentune couronne for- mée par trois cúspides places sur la méme ligue, dont les deux latéraux sont beaucoup plus bas et plus petits que celui du milieu ; d'aprés cet étrange systéme d'interprétation nous pourrions en conclure que les ancétres des carnassiers avaient des incisives du type triconodonte ! Les dents á couronne biscupide des tatous n'ont pas plus d'importance que celles des exemples que nous venons de mentionner. Ce quichez les édentés a une grande importancec'est la for- me genérale des dents durant leur développement embryon- naire, cette forme étant toujours celle d'un fút cylindrique ou cylindro-conique ; ce n'est que pendant les derniéres phases de leur développement que ees organes se transforment gra- duellement dans les molaires compliquées des Glyptodontes ou dans les dents octodonto'ides et prismatiques des Mylodontes et des Paresseux. Ceci prouve que les dents plus ou moins compliquées ou prismatiques des édentés ne sont que le ré- snltat déla complication de la dent simple etá base ouverte primitive. Dans ce cas il y a accord complet entre le dévelop- pement embryologique, la suceession paléontologique et la disposition zoologique. C'est précisément la preuve qui man- que, pour donnerun point d'appui un peu sérieux á la théorie d'aprés laquelle les dents plexodontes ne seraient que le ré- sultat de la complication graduelle des dents haplodontes, et jusqu'á ce que l'on ne fournisse pas cette preuve, nous nous refusons á accepter cette théorie, méme comme explication provisoire de la plexodontie. Les deüx dentitiüns des mammiféres. — «Les vertebres lesplus inférieurs possédent un nombre de dents tres elevé, qui sont T. irr .'3 — 492 — remplacées par d'autres á mesure qu'elles tombent ; le nom- bre de ees organes diminue chez les reptiles et ne se rempla- cent pas en si grande quantité que dans les vertebres infé- rieurs. Cette diminutiou continué encoré chez les mammiféres. les dents ne se renouvellent plus qu'une seule fois, et dans certains groupes il n'y a qu'une dentition unique durant toute l;i vie, les dents se conservant par la croissance continué de leur base, derniére limite de l'évolution dans cette direction. Nous devons done considérer les mammiféres d dentition unique comme prorenants d'autres mammiféres qui possédaient la denture de lait et la deuxiéme dentition, mais nous ne poiaons pas cher- cher les ancétres de ees derniers parmi ceiix á dentition unique et persistante. » {Auegmiü o, Filogenia, p. 267-268, a. 1884). Al'époquedenotrepublication,ilnerégnaitd'autrethéorieque celled'aprés laquelle la dentition persistante (deuxiéme denti- tion) des mammiféres seraitlaprimitive, et celle de lait (premiére dentition) une dentition surajoutée á une époqueplus récente. Mais la théorie opposée, qui considere la dentition de lait comme étant la plus ancienne, fít du chemin, et peu á peu se manifesta une tendance á considérer lesdentitions raonophyo- donte et diphyodonte des mammiféres comme dérivées de la dentition polyphyodonte des reptiles, tel que nous l'avons ex- primé dans le paragraphe ci-dessus transcrit. Des 1889, M. Laxaste, dans son remarqiiable mémoire Co7i- sidérations sur les deux dentitions des mammiféres, arrivait a la conclusión que les deux dentitions des mammiféres remon- taient á l'origine méme de cette classe de vertebres, ce qui est parfaitement d'accord avec la théorie de la descendance de la dentition diphyodonte des mammiféres de la dentition poly- phyodonte des reptiles. Peu de temps aprés M. .Schlosser émet clairement l'opinion que lechangement de denture chez les mammiféres est un héritage des reptiles (^). [') Max Schlossek, Ueber die Dentung des Milchgehisses der Sau- gelhiere, in Biologisches CentralbUiLt, 1890. Bd. X, p. 81 a 92. — 493 — Pourtanl il n'y avait pas d'accurd ni sur la maniéiv commeiit pút s'accomplir cette transformatioii, ni sur rhomologie des différentes series de dents. Ainsi^ par exemple, pour ce qui regarde les mamniiféres diphyodontes avec une denture de lait complete, la plupart des auteurs considéraient cette derniére denture comme représentée seulement par les dents qui sont remplacées (premiére dentition), tandis que la deuxiéme den- tition était constituée par les dents de remplacement, et par les molaires postérieures (vraies niolaires), qui ne sont pas précédées par d'autres dents. D'autres auteurs, au contraire, rattachaient les vraies molaires á la dentition de lait (Beau- regard), tandis que pour certains ees mémes dents représen- taient une troisiéme serie. Les difficultés étaient encoré plus grandes pour les groupes chez lefquels lechangement de denture n'est réduit qu'á un tres petit nombre de dents. Chez les marsupiaux, par exem- ple, il n'y a qu'une seule dent á chaqué cóté de chaqué má- choire qui soit remplacée, et cette dent de remplacement était considérée comme homologue de la deuxiéme serie des mam- miféres diphyodontes, mais il était impossiblede direáquelle serie devaient étre rattachées les dents monophysaires qui sonten avantde cette unique dent dipljysaire. On était encoré plus embarrassé a propos de certaines dents des mammiféres diphyodontes typiques, qui tout en étant gé- néralement diphysaires, chez quelques genres étaient pourtant monophysaires ; nous mentionnerons, comme se trouvantspé- cialement dans ce cas, les incisives des plusieurs rongeurs; la petite premolaire qui suit les canines des genres Canis, Sus, Rhinoceros, de la famille des Equidés, etc. Quelques auteurs considéraient ees dents comme íaisant partie de la dentition persistante, tandis que d'autres les rattachaient á la dentition de lait. Heureusement^ les recherches embryologiques entreprises récemment par plusieurs savants, et tout spécialement cellax de MM. Rose, Kukejíthal et Le o he, exposées dans les travaus — 494 — flont nous avons fait mention plus haut ('), jettent sur ees dif- férentes questions une tres viveluniiére. Le résultat imméfliat le plus important de ees recherclies est de combler l'abime qui paraissait avoir entre l'état di- phyodonte et l'état monophyodonte, car on a trouvé les traces (i'une deuxiéme serie de dents chez tous les monophyodontes. Cette deuxiéme serie, se rencontre pendant le développement embrvonnaire, mais reste rudimentaire et disparaít sans que les dents rentrent en fonction. Ces deux series on les a ren- contrés aussi bien chez les édentés que chez les odontocetes et méme chez les mystacocetes, ce qui prouve bien que le mo nophyodontisme est une acquisition récente. Les résultats, peut-étre les plus inattendus, sont ceux con- cernant aux Marsupiaux. Dans le développement embryon- naire de ces animaux on a trouvé une serie de dents rudi- mentaires ; ces organes se développent au-dessus de ceux qui rentreront en fonction^ et au lieu de correspondre aux dents de lait ou premiére dentition de nutres raaramiféres diphyo- dontes, correspondentaux dents de remplacement ou deuxié- me dentition, mais nepercent jamáis la gencive. Done, la den- ture en fonction des marsupiaux, avec l'exception de l'unique dent de remplacement de chaqué cóté correspond á la dentu- re de lait ou premiére dentition des mammiféres diphyodon- tes, tandis que la deuxiéme dentition n'est represen tée chez eux que par la dent de remplacement unique sus-mention- née O; c'est-á-dire qu'il n'y a qu'une seule dent de lait rem- placée. [^1 Ces recherches sont exposées d'une maniere somtiíaire, mais tres claire dans un, travail tout récent du Dr Rudolf Dewoletzky, Neuerer Forschungenüber das Gebiss de?- Sav-^er, in 8° de 46 pages etá plan- ches. Czernowitz, a. 1895. :^; Pourtant dans certains genres de marsupiaux on croit avoir trouvé quelques autres dents appartenant aussi a la deuxiéme denti- ción. — 495 - Dansla dimiimtion graduelle du renouvellement dentaire, les marsupiaux auraient ainsi dépassé le slade d'évolution de plupa lart des mammiféres placentaires. Dans l'embryon, les cétacés sont également diphyodontes, et chez les dauphins la dentition permanente est aussi une vraie dentare de lait, puisqu'elle correspond á la premiére se- rie et non a la deiixiénie ; les dents de la deuxiéme dentition sont représentées par des organes rudiinentaires á couronne émaillée et pulpe dentaire, mais qui n'arrivent jamáis á la surface. Chez les édentés (tatous, Orycteropus) la denture ru- dimentaire est au contraire une vraie denture de lait; ees ani- maux, d'ailleurs, nous ofFrent parmis les mammiféres le seul exemple connu du remplacement des dents postérieures pla- cees dans la región correspondante aux vraies molaires, ou molaires persistantes des autres mammiféres. Cette derniére particularité est parfaitement d'accord avec la théorie trans- formiste, qui considere l'état monophyodonte comrae derivé de l'état diphyodonte; les dents monophysaires qui consti- tuent les molaires persistantes des mammiféres placentaires étaient avant diphysaires, et á une époque encoré plus éloi- gnée elles étaient polyphysaires comme chez la plupart des reptiles. Une preuve encoré plus importante en faveur de cette théo- rie nous est fournie par les derniéres recherches embryolo- giques qui ont demontre l'existence d'une serie de dents embryonnaires au-dessous des molaires persistantes des mammiféres placentaires diphyodontes et correspondan! aux dents de remplacement de la región antérieure ; ceci prouve non seulement que l'état diphyodonte s'étendait autrefois a toute la serie dentaire, sinon aussi que les vraies molaires comme le prétendait Beauregard, se rattachent á la denti- tion de lait. La premiére serie dentaire comprend done aussi bien les dents de lait que les dents monophysaires posté- rieures, appelées vraies molaires, tandis que la deuxiéme dentition ne comprend que les seules dents de remplace- — 496 — ment ('). Eníiii, avant de terrainer, rappelons ici que Rose et Leche ont trouvé des vestiges d'une troisiéme génération de dents, postérieure á la deuxiéme, ce qui expliquerait l'appa- rition de dents surnuméraires á l'áge adulte, tandis que Leche a rencontré les rudiments d'une génération, ou serie de dents antérieure á la premiére ou de lait, ce qui donnerait pour certains mamraiféres quatre series successives, soit un vrai polyphyodontisme en voie de disparition. La descendance de la denture dipliyodonte des mammiféres de la denture poly- phyodonte des reptiles doit done étre considérée comme un fait définitivement acquis. Pourlant, 11 reste encoré bien des difficultés. Pourquoi rétat dipliyodonte a disparu chez certains mammiféres et s'est conservé chez d'autres? Pourquoi l'état mophyodonte a été acquis, tantót par la disparition de la premiére serie dentaire, tantót par la disparition de la deuxiéme? Pourquoi dans une méme espéce on trouve des dents diphysaires et des dents monophysaires, placees tantót en arriére, tantót en avant? Toutes ees questions, et tant d'autres qui se rattachent á l'inégalilé dans l'évolution du polypliyo et diphyodontisme au monophyodontisme ne sont pas si simples comme on pourrait le croire. Dans la transformation des organes, l'évolution suit parfois des chemins tres diíférents et méme complétement opposés, du moins en apparence, et qui pourtant aboutissent aux mémes resultáis. II en est ainsi pour la perte ou la dis- parition des organes et spécialement des dents. {^¡ Ce lait a une tres grande irnportaiice, caril détruit un des cas qui paraissaient étre plus en contradiction avecla théorie de Tévolulion, et spécialement de la partie de cette théorie d'aprés laquelle le développe- ment embryologique n'estqu'une répétition abrégée du développement paléontologique,et concorde avec la disposition zoologique. Nous avons mis en évidence cette contradiction dans Filogenia, p. 277-278. D'a- prés la théorie, la plupart des mammiféres exista nts, disions-nous, do - - 497 - Nolis allons diré quelques mots sur ce siijet, et certes, nous ne résoudrons pas la question, mais, du moins, nous ouvri- rons le chemin á des nouvelles recherches. DlSPARITION DES DENTS PAR RÉINCORPORATION ET PAR ÉLIMINATION. Ontogénie et téléogénie. — Depuis longtemps Ton connait que le développenieiit embryologique des espéces, est couime une sorte de répétition abrégée du développement phylogéné- tique qu'flles ont accompli pendant les époques géologiques. On a donné á cette récapitulation abrégée de la phylogénie, le nom d'ontogénie. L'origine et la cause du développement ontogénique, n'est pas bien difíicile á saisir. Un caractére nouveau, avantageux, et par conséquent destiné á étre conservé par l'usage et par l'hérédité, fait son apparition incipiente á une époque quel- conque de la vie de l'individu ; ce caractére se fixe et devient plus accentué chez les descendants. mais en anticipant l'épo- que de son apparition. Cette anticipation continuant, il est facile de comprendre ce qui doit arriver au moment oü le ca- ractére en question disparait de l'individu, du inoins de sa vie extra-utérine, pour ne plus se inontrer que dans l'era- bryon; alors il constitue le dernier stage du développement embryonnaire, jusqu'á ce qu'un nouveau caractére vienne s'y surajouter par le niérae procede. Voilá le principe fondamental de l'ontogénie. Nous avons appelé l'attention sur une autre voie de l'évo- lution naturelle, cotnplétenient opposée á la precedente {Filo- vent descendre d'autres possédant un plus grand nombre de dents ; la premiére dentition devrait done presentar un nombre de dents plus considerable que la deuxiéme, taudis que Ion sait que dans tous les groupes la dentition de lait est notablement plus réduite que la per- sistaiite. On ignorait alors que la premiére dentition comprenait non seulement celles que Ton appelle des dents de lait, raais aussi les vraies molaires, de sorte qu'en réalité la contradiction n'existait pas. — 498 — genia, pages 276 á 284), qui aboutit également á la disparition complete des organes, mais sans en laisser des vestiges daus le développeraent embryoiinaire. Ce fait est passé inapergu aux natural istes, comme tant d'autres que nous avons exposés dans nos ouvrages en langue espagnole. Pourtant, nous luí attribuons une grande iinpor- tance, car il nous permet de déchiffrer beaucoup d'énigtnes inexplicables par l'embryologie; il nous permet aussi de faire concorder avec la théorie de l'évolution certains détails onto- géniques, qui á premiére vue paraissaient la contredire, et nous croyons qu'il peut jeter également quelque lumiére sur plusieurs poinls obscurs de l'évolution dentaire. Parfois, certains organes et quelques caracteres, au lieu de se présenter á la ménie époque ou de s'anticiper, montrent une tendance complétement opposée; ees organes ou ees ca- racteres retardent graduellement, de génération en généra- tion, l'époque de leur apparition jusqu'á ce qu'ils disparais- sent, ou, pour étre plus dans le vrai, jusqu'á ce qu'il arrive un moment qu'ils ne font plus leur apparition. II en resulte qu'un certain nombre de caracteres des antécesseurs ne lais- sent point de traces dans l'embryon, mais on peut retrouver leurs vestiges dans l'extréme yieillesse des individus. Ce con- finement d'anciens caracteres des espéces, aux derniers stages de la vie des individus, on pourrait le désigner sous le nom de téléogénie. L'anticipation et le retard progressif dans l'apparition des organes produisent leur disparition, mais dans le premier cas il en reste les vestiges dans l'embryon, tandis que dans le deuxiéme il n'en reste pas de traces ni dans l'embryon ni dans l'individu qui arrive au terme de son développement. La sup- pression d'un organe ou d'un caractére par l'anticipation pro- gressive de son époque d'apparition, c'est une disparition par réincorporation; la supression d'un organe ou d'un caractére par le retard progressif de son apparition constitue une dispa- rition par élimination. — 499 — DansTévolution des étres, il se présente des cas (et ¡1 y en a dans la nature actuelle) de caracteres qu¡ prolongent de plus en plus leur durée dans les individus par une double évolution. en anticipant toujours l'époque d'apparition et en retardant graduelleraentl'époque déla disparition {Filogenia, page 282). Comine un exemple tres notable de la disparition de carac- teres par éiirnination, nous ferons mention de la perte des ra- cines des molaires en passant du stade des dents á croissance limitée au stade de dents u croissance continué. Pour que cette transformation puisse s^accomplir, il íaut que le fút des molaires s'allonge et que les racines se rac- courcissent, s'cblitérant a un age toujours plus avancé. Dans cette évolution il arrive un moment qu'on ne trouve plus de vestiges de racines que dans l'extréme vieillesse. A la fin les molaires terminent par ne plus former de racines restant ou- vertes toujours par leur base. Cette transformation terminée, il sera parfaitement inutile de chercher des vestiges de racines dans les individus de n'importe quel age. Les mammiféres pourvus de dents á croissance continué sont assez nombreux et nous possédons assez de matériaux paléontologiques pour démontrer qu'ils tirent leur origine de mammiféres éteints dont la den ture était á croissance limitée et avec des racines distinctes. Pourtant, chez ees animaux de denture á croissance continué, nous ne trouvons jamáis sur leurs dents, á aucun stade de leur développement, des vestiges de racines. Ce que nous voulons faire ressortir est que, en présence de cette double évolution, il peut se faire que quelques dents, ou quelques series de dents aient disparu par élimination, tandis que jusqu'aujourd'hui on n'a tenu compte que de la dispari- tion par réincorporation. De la transform.^tíox de la denture polyphyodonte ex den- ture DiPHYODONTE ET MON0PHTOD0NTE. — Par Icur premiérc ori- — 5( o — gine, les dents sont des productions de Tectoderme absolu- ment comme les écailles des poissons. Chez les squales, les écailles dermiques ont une structure assez rapprochée de celle des dents, et chez beaucoup de poissons éteints elles étaient recouvertes par une conche d'émail. Dans certains genre? de squales la transition des écailles aux dents est com- plete, et l'on peut. considérer les dents de ees animaux comme une simple spécialisation (récailles dermiques. En se i-appelant l'extrérne petitesse des écailles de certains squales et leur nombre á peu prés incalculable, on con^oit facilement la grande quantité de ees organes qui, forman t partie de l'épithélinm buccale, ontpu se transformer en dents. Remplissant alors des fonctions assez différentes, se sont spécialisées davantage pour saisir, pour découper, pourdéchi- rer ou pour broyer; augmentant ainsi de grandeur et se loca- lisant de préférence dans certaines régions on comprendra aussi avec la méme facilité que le développement de certaines catégories de dents empéchait ou retardait le développement des autres, faute de place. A mesure que la spécialisation et la localisation augmentaient le développement se faisait par series successives, celles dont le développement devenait en retard restaient á l'état de germes dans la profondeur de l'épi- theliura de la cavité buccale et quand une dent en fonction tombait une autre la rem])laQait pour accomplir la méme fonction et en prendre la méme forme. C'est de cette maniere qu'un certain nombre de germes dentaires ont évolué succes- sivement dans le but de remplir la méme fonction á la méme place. Plus tard, quand l'épithelium qui revét la cavité bucale pe- netra avec les germes dentaires dans les profondeurs des raá- choires, les dents cessérent de rester attachées, ou plus ou moins mobiles dans la conche épithéliale pour se développer dans des cavités osseuses en forme de sillons longs et pro- fonds qui aprésse cloisonnaient pour constituer les alvéoles. Alors la spécialisation ful plus complete, car étant donné la - 501 — place plus restreinte, ledéveloppement successifdesembryons dentaires s'accentiia davantage. Les germes de chaqué point des máchoires ne purentrentrer en fonction qu'une aprés l'au- tre. La dent complétement développée était poussévers le de- hors parle germe d'une nouvelle dent qui se développait au- dessous, et ainsi successivement jusqu'á l'épuisement complet des germes de reserve. Tel fut sans doute, d'aprés nous, l'ori- gine de la dentition polyphyodonte des reptiles. Cette dentition polyphyodonte comment s'est-elle transfor- mée en dentition diphyodonte? Beaucoup de vertebres dépourvus de dents, en ontpourtant des vestiges durant la période embryonnaire. Dans la classe des mammiféres il y a un tres grand nombre de genres qui manquent de certaines catégories de dents, dont on en trouve pourtant les vestiges dans les embryons. D'aprés cela l'on serait tenté de croire que les series de dents perdues par les polyphyodontes, l'ont été par atrophie et réincorporation . Pourtant, nous croyons que si l'on rattachait le phénoméne du changement múltiple de denture au procede évolutif de la disparition par élimination, dont nous avons parlé plus haut, on aurait peut-étre une explication beaucoup plus rationnelle. En eífet, nous voyons que les dents á l'état embryonnaire qui se trouvent dans l'intérieur des máchoires, ne peuvent se développer qu'en dépla^ant les dents qui sont en fonction. Le cúspide de la dent nouvelle penetre dans le creux de la vieille qui tombe pour faire place á la nouvelle, et le phénoméne doit nécessairement se répéter jusqu'á l'épuisement total ou presque total des germes. Chez les crocodiles qui sont des polyphyodontes des plus caractéristiques on a trouvé des vestiges de dents rudimen- taires etméme des series entiéres supprimées ; on a done la preuve que chez ees reptiles les series de dents se succédant les unes aux autres étaient autrefois plus nombreuses et nous avons pu nous assurer qu'il en est de méme chez les Alliga- ors. Chez les vieux individus de ce dernier genre, le rempla - 502 - cement de la denture se fait tres lentement et cesse méme dans la región postérieure ; dans ce cas les couronnes restent sépa- rées par un col tres accentué (^) et les racines non seulement deviennent tres longues, sinon qu'elles se rétrécissent á leurs extrémités, diminuant la cavité de la pulpe. L'on sait d'ail- leurs, que beaucoup de reptiles anciens de l'ordre des The- riodontes {Dimetrodon, Empedias, Galesaurus, Dycinodon, etc)., avaientacquis l'état monophyodonte. Ce rempldcement vertical et successif des dents constitue certainement une disparitlon par élimination ; dans tous les cas on peutafftrmer qu'il est en complete contradiction avec la supression par réincorporation, car les dents qui persistent davantage sont les derniéres parues, tandis que les premieres á rentrer en fonction sont précisément les plus ephéméres ; ceci comme regle genérale, est aussi vrai pour les polyphyo- dontes comme pour les diphyodontes. Nous appellerons encoré l'attention sur le fait également tres important, que dans les embryons des diphyodontes on ne trouve jamáis de vestiges de series dentaires completes pos- térieures á la deuxiéme ; or, si le passage de l'état polyphyo- donte á l'état dipliyodonte íút le résultat d'une suppression par réincorporation, chez les embryons on devrait ju^tement trouver plusieurs series dentaires rudimentaires placees suc- cessivement au-dessous de la deuxiéme serie. Par contre, on a trouvéles vestiges d'une serie dentaire antérieure á la pre- (^) L'existence d'uQ col aété donnée comme un caractére servant k distinguen les dents des mammiféres de celles des reptiles, mais nous observons que chez tous les Alligators adultes les dents postérieures ont un col bieuapparent et nous voyons une conforination semblable chez beaucoup de reptiles anciens. La présence d'un bourrelet d'émail k la base déla couronne, la multiplicité des cúspides de celle-ci, la bifurca- tion des racines ainsi que d'autres caracteres distinctifs que Fon a invo- qué, n'onl pas plus de valeur que le premier. II n'y a en réalité aucu- ne différence fondamentale entre les dents des mammiféres et celles des reptiles . — 503 — miére et deja presque complétement supprimée par élimina- tion. L'état diphyodonte a done bien été acquis au moyen de la suppression successive et par élimination des series dentaires de l'état polyphyodonte. Pendant que les j,^ermes étaient tres norabreux, le renouvellement se produisait tres rapidenient, mais á mesure que le nombre degermes diminuait, le rempla- cement devenait pluslent et les dentsrestaient plus longtemps ea fonction. Les deux derniéres series den 'aires furent plus stables et eurent plus de durée, car elles déplapaientavec plus de rapidité les series precedentes qui terminérent par dispa- raitre par élimination. C'est ainsi que seconstitua la denture diphyodonte, dansla- quelle il n'y a que deux germes dentaires, tout au plus, pour chaqué dent. La question de la transformation de la denture diphyodonte en denture monophyodonte parait plus compliquée. Est-ce le résultat de la disparitiun de la premiére dentition par élimi- nation, comme dans le cas de l'acquisition de letat diphyo- donte, ou c'est au contraire la deuxiéme dentition qui s'est atrophiée eta disparue par réincorporation ? Tous ceux qui croient que la denture de lait est la plus an- cienne, et la deuxiéme dentition la plus récente, penchent vers la premiére de ees deux hypothéses ; et par le fait, en faveur de leur opinión, il y a des preuves dont on ne peut nierl'im- p(jrtance. Les cas assez nombreux de dents persistan tes durant toute la vie, ne sont le plus souvent que des dents diphysaires, car dans l'enibryon on y trouve les vestiges des dents de lait qui les précédent ; en outre, la paléontologie nous montre que beaucoup de ees genres ont eu des prédécesseurs chez les- quels les dents de lait en question étaient bien développées et restaient longtemps en fonction. D'aprés toutes les observa- tions il parait que la dentition de lait est en voie d'atrophie et de disparition par élimination dans presque tous les mam- miféres placentaires diphyodontes. — 504 — Par coritre, l'état monophysaire des vraies molaires est ac- quis certainement au moyen de la suppression de la deuxié- me serie par réincorporation^ puisque l'on a rencontré des vestiges de cette derniére, et conime lesrecherches embryolo- giques ont demontre queladenture des marsupiaux appar- tieiit presque en tütalité, et celle des dauphins en totalité ala la premiére dentition, il est évidentquele monophyodontisme aétéacquis par deux voies distinctes et opposées, selon les groupes. Cliez les uns, commeles cétacés, il est le résultat de la suppression de ladeuxiéme serie par réincorporation, tan- dis que cbez beaucoupd'autres, comine plusieurs édentés,c'est le résultat de la suppression déla premiére serie par élimina- tion, un stade que les Pinnipédes sont sur le point d'attein- dre en suivant la méme voie. Dans le genre Sorex parmi les insectivores, toute la dentition appartient a la premiére serie, tandis que la deuxiéme est complétement supprimée. Bref, de l'état polyphvodonte á l'état monophyodonte la suppression des series dentaires s'est toujours accomplie par l'élimination successive des series plus recentes ou antérieures jusqu'á ce qu'il n'en restát que les deux derniéres, l'ultime cu derniére (deuxiéme) et la pénultime ou l'avant-derniére (premiére). Arrivées á ce stade, n'existant plus une antépe- nultiéme serie qui poussát la penultiéme, cessa le procede évolutif de l'élimination ; les deux series devaient étre de méme valeur et devaient rester en fonction á peu prés le méme espace de temps. Les deux series ne se sont plus modifiées qu'en raison de leur spécialisation etadaptation aux nouvelles conditions, et il en est resulté que, selon les groupes, se déve- loppa davantage soit Pune, soit l'autre, avan^ant ou retardant leur apparition; c'estainsi que certains mammiféres sont deve- nus monopbyodontes par la réincorporation de la derniére serie dentaire, et d'autrespar l'élimination'de l'avant-derniére, C'esi pendant l'état dipbyodonte que commenga la forma- tion des racines par le procede que nous avons exposé plus baut et comme une conséquence du retard dans le remplace- — 505 — nient de l'avant-derniére serie par la derniére. Or, Ton peut íacilemeut s'apercevoir que comine regle genérale il y a une relation constante entre la développement des racines et le degré de permanence en fonction de la premiére serie. Les anciens manimiferes á molaires de couronue courte et racines tres longues avaient une denture de lait qui restait plus long- temps en fonction que dans leurs descendants actuéis qui sont toujours pourvus de molaires a couronne tres haute mais avec des racines tre.s courtes. Faisons encoré observer que les manimiféres qui ont atteint le stade inonophyodonte par la suppression de la derniére serie comme les maisupiaux (avec l'exception d'une ou deux dents), certains insectivores cu les cétacés, présentent desdents avec des racines tres lon- gues et le bout généralement obliteré (dans la vieillesse), tan- dis que ceux qui présentent des dents de base ouverte et á croissance continué sont précisénient ceux qui ont acquis l'état monophyodonte par suppression de la premiére serie. L'épuisement des germes dentaires est complet. Systeme de NOTATioN pouR LA DENTURE. — Le systéme em- ployé actuellement pour représenter les formules dentaires des rnammiféres n'est plus d'accord av«c les nouvelles décou- vertes sur l'évolution de la denture ; ce systeme a contribué puissaniment a l'avancement de la science, mais aujourd'hui il nous empéclie de reconnaitre des rapports tres évidents qui existent dans la dentition des principaux groupes de rnammiféres, de sorte que son emploi est devenu plutót im obstacle au progrés de la science; il n'est applicable qu'á une partie des placentaires diphyodontes, et constitue une bar- riere qui nous empéche de mettre en paralléle la denture des placentaires avec celle des marsupiaux. La división en molaires et en prémolaires perd presque toute son importance et ne pourra étre conservée que pour une partie des ongulés et pour certains groupes de carnassiers. Ainsi, par exemple, aujourd'ui nous somaies convaincus - 5C6 - que les sept molaires de Didelphys oii de Thylacynus corres- pondent exactemeiit aux sept molaires des chiens ou des au- tres placentaires á dentition complete, avec la seule ditte- rence que chez les deux premiers geiires le nombi'e de dents qui sont devenues monophysaires est beaucoup plus conside- rable. S'il en est ainsi, la quatriéme molaire des marsupiaux, que l'on appelle la premiére vraie molaire, doit étre l'homo- logue de la quatriéme molaire des placentaires que l'on ap- pelle la « quatriéme ou la derniére prémolaire » dans la deuxiéme dentition et « quatriéme molaire de lait » dans la premiére dentition; la seule différence c'est que la quatriéme molaire des marsupiaux, quoique non caduque, n'est pas la quatriéme dent de remplacement des placentaires, sinon celle qui la precede, c'est-á-dire la quatriéme molaire de lait ou la quatriéme de la premiére serie (l'avant-derniére). Chez les placentaires, la derniére dent de remplacement diífére de la quatriéme caduque pour présenter, du moins comme regle genérale, une forme plus simple, caractére que nous avons déjá demontre, n'est pas primitif sinon acquis. C'est pour cela que, comme regle genérale chez les placentaires, la der- niére dent de remplacement (quatriéme de la deuxiéme serie) est de forme diferente de la dent monophysaire qui la suit en arriére (cinquiéme molaire de la premiére serie) tandis que la derniére caduque (quatriéme de la premiére serie) est de la méme forme que la premiére monophysaire (cinquiéme de la premiére serie). Or, comme dans les marsupiaux cette qua- triéme molaire de la premiére dentition n'est pas caduque, l'on comprend pourquoi chez ees animaux les quatre der- niéres molaires présentent a peu prés la méme forme. Les carnassiers fossiles de l'Argentine que Fon a nommé sparas- sodontes présentent la méme conformation. II est possible qu'on la retrouve aussi chez plusieurs des carnassiers fos- siles d'Europe et de l'Amérique du Xord que l'on distingue avec le nom de créodontes, et peut-étre également chez quel- ques-uns des plus anciens ongulés. l£. — 507 — Chez les mammiféres, au point de vue de la succession de la denture et en ne tenant pas compte des dents embryon- naires confinées á la période foetale, il n'y a que deux sortes de dents, celles qui aparaissent une seule fois et celles qui aparaissent deux fois; les premieres sont appelées monophy- saires et les derniéres diphysaires. Dans les dents diphysaires il y a a distinguer : 1" la premiére dent qui entre en fonction et tombe peu aprés; cette dent appartient toujours á la pre- miére serie et doit porter le nom de caduque; 2° la dent qui remplace la precedente; celle-ci appartient toujours á la deuxiéme serie et doit porter le nom de dent de rempla- cement. La formule dentaire doit exprimer le nombre de dents et leur división en incisives, canines et molaires, leur position ordinale, et distinguer les diphysaires de celles monophy- saires. Pour cela, il ne reste d'autre moyen que de figurer dans la formule toutes les dents une á une, d'avant en arriére selon leur numero d'ordre, en distinguant avec un signe spé- cial, celui-ci (') par exemple, celles qui sont diphysaires. Quoique tout d'abord cette maniere d'écrire la formule pa- raisse plus longue que celle en usage^ il n'en est pas ainsi, parce que la méme formule comprend la denture de lait et celle persistante, que dans le systéme actuel de notation il faut écrire séparément. Les trois catégories de dents, inci- sives, canines et molaires sont séparées par un point suivi d'un espace. Voici quelques exemples qui donnei'ont une idee de l'avan- tage de cette notation sur l'ancienne. Prenons d'abord la for- mule dentaire de l'homme comme on l'écrit actuellement. L'homme a une premiére dentition que l'on exprime par la formule | i. f c. | m. et une deuxiéme dentition appelée défi- nitive représentée par la formule | i. 7 c. | p. | m. Nous voyons qu'en plus d'étre obligé d'employer deux formules distinctes, ees formules ne nons disent pas quelles sont les incisives et les molaires qui manquent de la serie complete; T. nv 34 — 508 — nous ignorons aussi quelles sont les dents de remplacement qui substituent les caduques. Tout cela est exprimé d'une maniere tres claire et tres con- 1'2' 1' 3'4'567 cisedans la formule suivan te: i^irirWb&T.' ^'^us voyonsqu'il y a 8 dents de chaqué cóté de chaqué máchoire, distribuées en 2 incisives, 1 canine et 5 molaires. Nous voyons aussi que toutes les incisives, les canines et les deux premieres mo- laires qui portent le signe (') sont diphysaires, c'est-á-dire qu'ils sont représentées par une premiére serie caduque et une deuxiéme serie de remplacement, tandis que les trois derniéres sont monophysaires, c'est-á-dire persistantes et non précé- dées par des caduques. La formule nous dit que les deux incisives correspondent á la premiére et á la deuxiéme, man- quant ainsi la troisiéme de la plupart des placentaires; que les cinq molaires correspondent á la troisiéme, quatriéme, cinquiéme, sixiéme et septiéme de la dentition complete, et qui manquent les deux premieres. La formule nous dit aussi que la premiére et deuxiéme incisive et la premiére et deuxié- me molaire de la premiére serie sont remplacées par les dents de la deuxiéme serie qui portent le méme numero d'ordre, de sorte que chez l'homme la troisiéme incisive et la premiére et deuxiéme molaire manquent aussi bien dans la premiére serie que dans la deuxiéme. Maintenant, si dans cette formule nous ne tenons compte que des dents qui portent le signe ('), nous aurons la formule parfaitede la premiére dentition ou dentition de lait que Ton écrittoujours á part. Les avantages de cette maniere d'exprimer les formules dentaires sont done considerables. Comme exemples et termes de comparaison pour se familiariser avec ce nouveau systéme de notation nous donnons ensuite les formules dentaires de plusieurs autres genres de mammiféres. 1'2'3'. 1'. 2'3'4'5 „ . 1'2'3'. 1'. 12'3'4'56 Felis TTKTT, — r, 5777T Canis 1'2'3'. 1'. 3'4'5 1'2'3'. 1'. 12'3'4'567 509 Auchenia . . 3'. •■ 1'2'3'. 3'4'ó67 4'567 Dydelphys . 12345. 1. 123'4567 • 1234 1. 123'4567 Sus 1'2'3'. 12'3'4'567 Borhyaena.. 123. 1'. 123'4567 •■ 1'2'3'. 12'3'4'567 ■ 123. 1'. 123'4567 Nesodon . . . 1'2'3'. ■■ 1'2'3'. 1'2'3'4'567 1'2'3'4'567 Cladositis . . 1234. 1'. 12'3'4.567 ■ 12.34. 1'. 12'3 45(J7 Nous voyons chez Nesodon une denture complete (du moins pour les molaires), dont toutes les dents, moins les trois der- niéres sont diphysaires. Dans le genre chien dont les mo- laires sont homologues de celles de Bidelphys ou de Thylacy- nus, nous voyons qu'en plus des incisives et des canines il n'y a que trois molaires diphysaires de chaqué cote, une de moins que chez Nesodon et la plupart des placentaires á denti- tion complete. Chez Dydelphys nous ne voyons qu'une seule dent diphysaire,que c'est la troisiéme molaire de chaqué cóté. Dans le genre Felis la réduction dentaire s'est portee de pré- férence sur les dents monophysaires: il n'en reste plus qu'une seule de chaqué cóté. Dans les formules, le signe (') indiquant les dents diphy- saires tandis que celles monophysaires ne portent tout sim- plement que le numero d'ordre, il estclair que ce signe H se refere aux dents de remplacement. Cette distinction nous permet de désigner chaqué dent isolée de chaqué dentition, avec toute precisión. Ainsi, m. 3 de Dydelphys c'estla troisiéme dent inférieure de la premiére serie (premiére dentition ou dentition de lait), précisément l'unique dent qui, dans ce genre soit caduque, tandis que m, - áe Dydelphys ináiquera la troisiéme molaire inférieure de la deuxiéme dentition, précisé- ment aussi l'unique dent de remplacement de ce genre. m. ^ de Canis indique la quatriéme molaire inférieure de la pre- miére serie, c'est-á-dire d'une caduque puisqu'il s'agit d'une dent diphysaire, et m. - indique la dent de remplacement cor- respondante, soit la quatriéme inférieure de la deuxiéme serie, celle que l'on appelle maintenant la quatriéme prémolaire. — 510 — m. s de Canis indique la cinquiéme molaire inférieure de la premiére serie qui estla premiére monophysaire, que Pon ap- pelle maintenant la premiére vraie molaire, m. - indiquant la dent correspondante de la mandibule supérieure et ainsi de suite. Ce systéme d'exprimer les formules dentaires nous permet de comparer la dentition des mammiféres placentaires avec celle des marsupiaux en effa^ant complétement la barriere ar- tificielle que par le systéme actuel de notation on avait elevé entre ees deux groupes. Application des principes de l'évoltition dentaire a la classi- FICATION et a la RESTAURATION DE LA PHYLOGÉNIE DES MAMMIFÉRES. — Les idees que sur l'évolution de la denture nous venons d'exposer succintement, ont une tres grande importance pour la classification et la pliylogénie des mammiféres. Nous en avons fait l'application dans notre ouvrage sur les mammifé- res fossiles de la République Argentine ; nous pourrions faire á ce travail beaucoup de corrections de détails, mai^ les prin- cipes fondamentaux qui nous ont guidé dans la distribution des groupes nous les trouvons aussi vrais aujourd'hui qu'a- lors. Ces principes, comme nous avons déjá eu l'occasion dele manifester, nous conduisent á des résultats souvent tres dif- férents de ceuxqu'obtiennent les paléontologistes. Ainsi, si l'origine des moiaires compliquéees est due vrai- ment á la fusión d'un certain nombre de dents simples, ilen resulte que les monotrémes étant mis de cóté, les plus infé- rieurs des mammiféres seraient les cétacés (') et les édentés; (^) Quelques g[enres éteints de cétacés, comme le Squalodon, possé- dent des dents a deux racines ; ne connaissant pas assez les représen- tants de ce groupe, nous n'avons pas d'opinion sur la signification de cette particularité ; il pourrait se faire que les racines des dents de ces animaux soient dues a une fusión de dents, indépendante de celle des autres mammiféres. 11 en serait peul-étre de méme des dents á deux ra- cines des Zeuglodontidés, si ces animaux sont réellemeat des cétacés. - 511 - les naarsupiaux seraient plus eleves. Les monotrémes mis á part, nous avons divisé le restant des mammiféres en deux grandes branches : les Heterodonta á dents compliquées, et les Homalodonta k áents simples. Les Homalodonta sont represen- tes par les cétacés et les éientés ('). Les Heterodonta compren- neut le restant des mammiféres placentaires et tous les mar- supiaux. Du reste^ cette unión des mammiféres placentaires avec les mammiféres marsupiaux est parfaitement d'accord avec nos derniéres recherches sur les carnassiers primitifs de la Répu- blique Argentine el provenant de la base du tertiaire ; ees ani- maux constituent une serie qui sans discontinuité, relie les carnassiers placentaires (Carnivores et Créodontes aux car- nassiers marsupiaux (Dasyuridés). D'aprés nos idees, exposées briévement dans le mérae ou- vrage, l'ensemble de la classe des mammiféres, ne peut-étre partagé qu'en deux sous-classes, celle des Monotremata cons- tituée par les monotrémes, et celle des Ditremata formée par les marsupiaux et les placentaires (-). (^) On voit que d'aprés cela, dous ne considérons pas la forme simple des dents des édentés comme lerésuUat d'une régression, sinon comme une simplicité initiale. II en est de mérae du nombre consi- derable de dents chez quelques édentés (Prionodon; et beaucoup de cétacés ; nous ne pouvons pas admettre une augmentation du nombre de ees organes, non seulement parce que cela serait en contradiction avec les principes de l'évolution que nous avons établie, mais aussi parce que dans la classe des mammiféres, tous les faits connus nous démon- trent que le nombre des dents va toujours en diminuant, Peut-étre pour- ra-t-on nous diré que. pour étre logique, nous devrions considérer éga- lement'comme primitif le nombre considerable de phalanges des doigts des cétacés, spécialement de certains dauphins. Pourtant le cas est com- plétement différent, car la multiplication de ees os dépend de l'ossifi- cation des épiphyses qui ont terrainées pour rester définitivement sépa- rées et prendre la forme de phalanges. í') Peu de temps aprés rapparition de notre travail, ou presque si- — 512 — Les Monotremata actuéis n'ont pas de dents, mais leurs pré- décesseurs devaient étre pourvus de dents nombreuses_, sim- ples et coniques (^). C'estguidés parcesmémes principes, que dans le mémeou- vrage nous avons attribué aux antécesseuis des Primates (Do- lodonta), des molaires quadrituberculaires ; quant aux Atava, groupe théorique que nous supposons étre l'antécesseur des Primates (Pianongulés) et des Ongulés, nous lui avons attri- bué huit molaires quadrituberculées á chaqué cóté de la má- choire, chaqué dent avec quatre racines séparées, aussi bien á la máchoire supérieure qu'á l'inférieure. Nous ne voulons pas nous étendre davantage sur la valeur de ees caracteres pour la classification des mammiféres, car probablement nous aurons l'occasion d'en faire le sujet d'un mémoire spécial ; ce qui precede suffit pour que Pon se rende compte de la grande différence dans les )-ésultats que l'on ob- tien pour la classiflcation et la phylogénie des mammiféres se- lonque les molaires compliquées soient considérées comme le résultatde lacomplication graduelle déla denl primitive sim- plement conique, ou au contraire comme le résultat de la fu- sión de plusieurs dents simples. multanément, leprof. E. D. Cope, arrivait absolumeat ala ménie con- clusión. Dacs son mémoire Synopsis of the families of vertébrala (in American Naturalist de octobre 1889j, n'admet que deux sous-classes de mammiféres : celle des Prototheria qui correspond aux Monotre- mata, et celle des Eutheria qui correspond a nos Ditremata. í^j D'aprés des recherches pratiquées dans ees deraieres aonées, l'Or- nithorhynque posséde une denture constituée par des molaires a couron- ne conipliquée ; pourtant il n'y a pas de renseignemenls précis sur leurs racines, et nous doutons que ees dents soient multiradieulées avec les racines séparées et oblitérées. Probablement il ne s'agit que de dents simples dont la couronne s'est compliquée comme enfest le cas dans un certain nombre d'édentés. ol3 — BIBLIOGRAPHIE (Nous n'indiquerons que les travaux postérieurs á VOdontography de Owetí et se rapportant plus ou moins directement aux différentes questions que nous avons traitées). Ameghlno, F. Filogenia. 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