BOLETÍU DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL TOMO XXI. — 1921. MADRID MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES Hipódromo.— Teléf.0 S-443. 19 2 1 MADRID.— IMPRENTA DE JULIO COSANO, TORIJA, 5.— TELKFONO M-316. JUNTA DIRECTIVA DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL PARA 1921 Presidente honorario. D. Ignacio Bolívar y Urrutia. Presidente D. Manuel Aulló y Costilla. Vicepresidente D. Ricardo García Mercet. Secretario D. Ángel Cabrera Latorre. Vicesecretario D. Cándido Bolívar y Pieltain Vicesecretario adjunto. . D. Gonzalo Ceballos. — — D. José Royo Gómez. Tesorero D. Cayetano Escribano y Peix. Vicetesorero D. Manuel Ferr'er Galdiano. Bibliotecario Srta. Mercedes Cebrián . Comisión de Publicaciones. D. Florentino Azpeitia.— Rdo. P. Bordas, Sch. P.— D. Antonio Ca- sares Gil.— D. Romualdo González Fragoso.— D. Eduardo Hernández Pacheco.— D. Luis Lozano Rey.— D. Antonio de Zulueta. Comisión de Bibliografía. D. Celso Arévalo.— D. Francisco de las Barras— Rdo. P. Barreiro, O. S. A.— D. José María Dusmet y Alonso. — D. Lucas Fernández Na- varro.—D. Antonio García Várela. SECCIÓN DE BARCELONA Presidente Sr. Marqués de Camps. Vicepresidente D. Arturo Caballero. Tesorero D. Francisco Pardillo y Vaquer. Secretario D. Emilio Fernández Galiano. Presidente. . . . Vicepresidente Tesorero Secretario .... Vicesecretario SECCIÓN DE SEVILLA D. Manuel d* Daúl Arozarena. D. Domingo Olazábal. D. Joaquín Novel la Valero. D. Eduardo Albors. D. Francisco de Anchoriz. ni ^ JUNTA DIRECTIVA SECCIÓN DE ZARAGOZA Presidente D. José López de Zuazo. Vicepresidente , . . D. Francisco Aranda. Tesorero D. Pedro Ferrando y Más . Secretario D. Pedro Moyano. SECCIÓN DE GRANADA Presidente D. Rafael López Mateos. Vicepresidente R. P. Manuel María S. Navarro Neumann. Tesorero D. Juan Luis Diez Tortosa. Secretario D. Fidel Fernández Martínez. Comisión para el fomento del Museo regional. D. José Taboada.— D. Francisco Simancas. — D. Manuel Diez Tor- tosa. SECCIÓN DE SANTANDER Presidente D. Tesorero D. Luis Alaejos y Sanz. Secretario D. Ricardo Ruiz de Pellón. Comisión del Museo. D. José Gómez Vega.— D. Federico Vial.— D. Orestes Cendrero.— D. José Olabe. SECCIÓN DE SANTIAGO Presidente D. Eugenio Labarta . Tesorero D. César Sobrado Maestro. SECCIÓN DE VALENCIA Presidente honorario D. Celso Arévalo. ídem efectivo Excmo. Sr. Conde de Montornés. Vicepresidente limo. Sr. D. Francisco Moróte Greus. Tesorero D. Emilio Moroder . Secretario D. Luis Pardo y García . Vicesecretario D. Emilio Bogani Valldecabres. Socios fundadores de la Real Sociedad Española de Historia Natural. D José Argumosa. f D. Ignacio Bolívar y Urrutia. Excma. Sra. D.a Cristina Brunetti de Lasala, Duquesa de Man- das, t D. Francisco Cala, t Excma. Sra. D.a Amalia de He- redia, Marquesa viuda de Casa Loring. f Excmo. Sr. D. Miguel Colmeiro. t D. Antonio Cipriano Costa, t Excmo. Sr. D. Cesáreo Fernán- dez Losada, f D. Saturnino Fernández de Sa- las, f D. Manuel María José de Galdo. f D. Joaquín González Hidalgo. D. Pedro González de Velasco. f D. Ángel Guirao y Navarro, f D. Joaquín Hysern. f D. Marcos Jiménez de la Espa- da, f D. Rafael Martínez Molina, f D. Francisco de Paula Martínez y Sáez. t D. Manuel Mir y Navarro, f D. Patricio María Paz y Mem- biela. -} Excma. Sra. Condesa de Oñate. f D. Sandalio Pereda y Martínez, f D. Laureano Pérez Arcas, f D. José María Solano y Eulate. + D. Serafín de Uhagón. f D. Juan Vilanova y Piera. t D. Bernardo Zapater y Marco- nell. t 5ocio numerario perpetuo. D. Federico Soler Segura, t Presidentes que ha tenido esta Sociedad desde su fundación en 8 de febrero de 1871. 1871-72 1873. 1874. 1875. 1876. 1877. 1878. 1879. 1880. 1881. 1882. 1883. 1884. 1885. 1886. 1887. 1888. 1889. 1890. 1891. 1892. 1893. Excmo. Sr. D. Miguel Colmeiro. f D. Laureano Pérez Arcas, f limo. Sr. D. Ramón Lló- rente y Lázaro, f limo. Sr. D. Manuel Abe- leira. + Excmo. Sr. Marqués de la Rivera, f limo. Sr. D. Sandalio Pe- reda y Martínez, t D . Juan Vilanova y Piera. f Excmo. Sr. D. Federico de Botella y de Hornos, f D. José Macpherson. f D. Ángel Guirao y Nava- rro, f Excmo. Sr. D. Máximo La- guna, f Excmo. Sr. D. Manuel Fer- nández de Castro, f D. Pedro Sáihz Gutiérrez, f D. Serafín de Uhagón. f D. Antonio Machado y Nú- ñez. f limo. Sr. D. Carlos Castel y Clemente, t Excmo. Sr. D. Manuel M. J. de Galdo. f D. Ignacio F. de Henestro- sa, Conde de Moriana. f D. Francisco de P. Martí- nez y Sáez. f D. Carlos de Mazarredo. f D. Laureano Pérez Arcas, t Excmo. Sr. D. Máximo La- 1894. 1895. t guna Excmo. Sr Cortázar. D . Marcos Espada, f D. Daniel de Jiménez de la 1920. 3896. D. José Solano y Eulate, Marqués del Socorro, f 1897. D. Santiago Ramón y Ca- jal. 1898. D. Manuel Antón y Ferrán- diz. 1899. D. Primitivo Artigas, f 1900. D. Gabriel Puig y Larraz. t 1901 . D. Blas Lázaro e Ibiza. 1902. D. Federico Olóriz y Agui- lera, f 1903. Excmo. Sr. D. Zoilo Es- pejo, f 1904. D. José Rodríguez Mourelo. 1905. D. Salvador Calderón Ara- na, t 1906. D. Florentino Azpeitia. 1907. D. José Casares Gil. 1908. D. Luis Simarro y Lacabra. 1909. D. José Gómez Ocaña. f 1910. D. Joaquín González Hi- dalgo. 1911. limo. Sr. D. Emilio Ribera y Gómez. 1912. Excmo. Sr. D. Ricardo Co- dorníu . 1913. limo. Sr. D. Juan M. Díaz del Villar. 1914. limo. Sr. D. José Madrid Moreno. 1915. limo. Sr. D. Fernando Gar- cía Arenal. 1916. D. José María Dusmet y Alonso. 1917. D. Eduardo Hernández-Pa- checo. 1918. D. Gustavo Pittaluga. 1919. D. Antonio Martínez y Fer- nández Castillo. D. Romualdo González Fra- goso. LISTA DE SOCIOS DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL EN 12 DE ENERO DE 1921 Socios protectores. EN ESPAÑA S. M. el Rey D. Alfonso XIII. Excmo. Sr. D. Manuel Allendesalazar. Excmo. Sr. Duque de Medinaceli. Excmo. Sr. Duque de Alba. Excmo. Sr. Duque de Luna. Excmo. Sr. Marqués de Santa Cruz. Excmo. Sr. D. Juan NaVarrorreverter. Excmo. Sr. D. Dámaso Berenguer. EN EL EXTRANJERO S. A. S. el Príncipe Alberto de Monaco. Sr. Marqués de Mauroy (Francia). Socios honorarios. Castellarnau (D. Joaquín María de), Inspector general del Cuerpo de Ingenieros de Montes.— Segovia. Engler (Dr. Adolf), Qeheimer Regierungsrath, Professor der Botanik, Director des Kgl.-botanischen Qartens und Museums.— Motz- strasse, 89, Berlín, W. Geikie (Sir Archibald), Director of Qeological SurVey of England and Wales— 28, Fermyn Street, S. W., Londres. Holland ^William J.), Director del Museo Carnegie en Pittsburgh (Es- tados Unidos). Lázaro e Ibiza (D. Blas), de la Real Academia de Ciencias, Doctor en Farmacia y en Ciencias, Decano de la Facultad de Farmacia.— Palafox, 19, hotel, Madrid. (Botánica.) Perrier (Edmond), Director del Museo de Historia Natural, Miembro del Instituto.— París. Poulton (Edward B), Profesor de Zoología en la Universidad. — Ox- ford (Inglaterra). Ramón y Cajal (Excmo. Sr. D. Santiago), de las Reales Academias de Medicina y Ciencias, Catedrático en la Facultad de Medicina, Consejero de Instrucción pública. —Calle de Alfonso XII, 72, Madrid. Simón (Eugéne). — Villa Sa'íd, 16(70, rué Pergolése), París. (Arácni- dos.) Tschermak (Prof. Dr. Qustav).-Universitát, Viena. 8 LISTA DE SOCIOS Socios correspondientes extranjeros (1). Acloque (Alexandre). -69, avenue de Segur, París. Arnold (Dr. J.). Munich. Balsamo (Francesco). —Via Salvator Rosa, 290, Ñapóles. -(Botánica y principalmente algas.) Bedel (Louis), de la Sociedad entomológica de Francia.— 20, rué de rOdeon, París, 6e — (Coleópteros pa/eárticos J Bois (D.), Assistant au Muséutn. — 15, rué Faldherbe, Saint Mandé (Sei- ne). Francia.— (Botánica) Boulenger (G. A.), Attaché au Jardín Botanique de Bruxelles (Bél- gica).— (Herpetología, Ictiología, Rodo logia ) Brancsik (Dr. Cari).— Trencsen (Hungría).— (Entomología. ) Bréthes (D. Juan), Conservador en el Museo Nacional, calle de Mar Chiquita, 256, VillaGeneral Urquiza, Buenos Aires - (Entomología.) Brizi (Ugo). --Museo Agrario, Vía Santa Susana, Roma. — (Botánica y principalmente flora de Italia.) Bucking (Dr. H.), Profesor en la Universidad.— Estrasburgo (Francia). Burr (Malcolm), Doctor en Ciencias por la Universidad de Oxford, In- geniero Knez MihailoVa, 21, Belgrado (Servia).— (Dermápteros y ortópteros) Cannaviello (Prof. Eurico). — Villa Bruno, Portici (Ñapóles). Cari (Dr. J ), Ayudante del Museo de Historia Natural.— Ginebra (Sui- za). —(Entomología, Miriápodos.) Chevreux (Edouard). — Route du Cap, Bóne (Argelia). — (Crustáceos anfipodos.) Coggeshall (Arthur), Jefe del Laboratorio de Paleontología del Mu- seo Carnegie.— Pittsburgh (Estados Unidos). Corbiére (Louis), Profesor de Botánica en la Universidad.— Cherburgo (Francia.) De Toni (Pr. Dr. Joannes Baptista), Director del Jardín Botánico de la Universidad de Módena (Italia). Dervieux (Prof D. Ermanno).— Vía Cario Alberto, 29, Turín (Italia).— (Foraminíferos .) Distant (W. L.).— Steine Haus, Selhurst Road, South Norwood, Sur- rey (Inglaterra). — (Hemípteros ) Dollfus (Adrien), Director de La Feuille des Jeunes naturalistes.— Rué Pierre Charron, 55, París. Fauvel (Albert), Abogado. -5, rué Choron, Caen (Francia).— (Estafi- línidos.) Gebien (H.).— Stockardtstrasse, 21, Hamburg-Hamm. -(Coleópteros.) Gestro (Raffaello), Doctor, Director del Museo Cívico de Historia Na- tural — Villeta Dinegro, Genova (Italia).— (Coleópteros.) Griffini (Dr. Achule)/ Profesor.— Milán (Italia).- (Entomología.) Harlé (E.), Ingeniero. -56, rué Emile Fourcaud, Burdeos (Francia).— (Pa león to logia .) Heckel (Edouard). Profesor en la Facultad deCiencias.— 51, cours Lieu- taud, Marsella (Francia). —(Botánica) Horváth (Géza), Doctor en Medicina, Director del Museo Nacional de Hungría. Museumring, 12, Budapest (Hungría).— (Hemípteros.) Janet (Charles), Ingeniero, Doctor en Ciencias. -71, rué Paris, Voisin- lieu, Alione, Oise (Francia). - (Geología y Paleontología, Hormigas, Avispas y Abejas.) (1) Con el objeto de fomentar las relaciones científicas entre los socios, se in- dica entre paréntesis y con letra bastardilla, después de las señas de su domicilio, si el socio cultiva en la actualidad más especialmente algún ramo de la Historia Natural. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 9 Jeannel (Dr. Rene), Subdirector del Instituto Espeológico de Cluj (Ru- mania). - {Insec tos cavernícolas.) Joubin (J.), Profesor de Zoología del Museo de Historia Natural de París. Kheil (Napoleón M.), Profesor en la Escuela de Comercio, Socio del Club de Historia Natural de Praga y de las Sociedades Entomo- lógicas de Berlín, Stettin y Dresde.— National, 38, Praga (Checoes- lovaquia). Knudson (Dr. Lewis), Profesor de la Universidad Cornell, Ithaca, N. Y. (Estados Unidos).— (Fisiología vegetal.) Lagerheim (Prof. Gustav), Profesor en la Universidad de Estocolmo . (Botánica sudamericana.) Leclerc du Sablón (M), Profesor en la Universidad de Toulouse (Francia). Lesne (Pierre), Ayudante de Entomología del Museo de Historia Natu- ral, 55, rué de Buffon, Paris. 5e (Francia).— (Entomología.) Lewis (Jorge) —87, Frant Road, Tumbridge Wells (Inglaterra). -(Co- leópteros del Japón e Histéridos.) Mangin (Louis), Director del Museo de Historia Natural de París.— (Botánica.) Martín (Rene), Abogado.— 20, rué d'Angouléme, París, 10e (Francia). (Neurópteros de Europa y Odonatos.) Meunier (Stanislas), Profesor de Geología del Museo de Historia Na- tural.—5, quai Voltaire, París.— (Litología ) Montandon (Arnald L.). — Filaréte, Strada Viilor, Bucarest (Rumania). (Hemípteros, principalmente Heterópteros.) Olivier (Henry) . - Baroches-au Houlme (Orne), Francia. Piccioli (Comm. Francesco), Director del Instituto Forestal.— Va- llombrosa (Italia).- (Botánica.) Piccioli (Dott. Lodovico), Prof. ord. di Selvicultura, Apicoltura e Tec- nología nel R.° Instituto superiore Forestal.— Florencia (Italia).— (Botánica . ) Porter (Dr. Carlos E), Director del Museo y Laboratorio de Zoología aplicada y Catedrático de Zoología general, Entomología y Micros - copia del Instituto Nacional Agronómico; Director y fundador de la Revista Chilena de Historia Natural y de los Anales de Zoología Aplicada; Director de la obra Fauna de Chile, Oficial de Instrucción pública; «Chevalier» del Mérito Agrícola, etc. Dirección postal: Ca- silla, 2.974, Santiago (Chile). - ( Histología normal, Crustáceos decá- podos, Longicornios , Hemípteros heterópteros, Cóccidos, Agromy- zidae y Bibliografía zoológica de la América latina ) Richard (Jules), Doctor en Ciencias, Director del Museo Oceanógra- fico—Monaco - (Crustáceos inferiores.) Salomón (Dr. W.). - Instituto Mineralógico de la Universidad.— Hei- delberg (Alemania) Schouteden (H.).— Bruselas.- (Hemípteros.) Schulthess Rechberg (Antón v ), Doctor en Medicina.— Thalaker- strasse, Zurich (Suiza). — (Entomología, Ortópteros e Himenópteros.) Thomas(Prof. Oldfield), British Museum, Londres.— (Mamíferos.) Torre (D. Carlos de la), Catedrático en la Universidad de la Habana (Cuba). Turnez (W. Henry), de la Comisión Geológica.- Washington (Estados Unidos). -(Geología.) Verneau (Dr. Rene), Profesor en el Museo de Historia Natural.— 48, rué Ducouédic, París 14e (Francia). Washington (Dr. Henry St.).— Locust, Mammouth Co., N. J. (Estados Unidos). Weise (J.).— Griebenowstrasse, 16, Berlín, n. 37. — (Coleópteros, esp. Curculiónidos y Crisomélidos.) 10 LISTA DE SOCIOS Socios numerarios O) 1918. Academia de Infantería.— Toledo. 1912. Aguilar amat (D. Juan Bautista), Ingeniero Industrial.— Bar- celona. 1919. Aguilar Blanch (D. Romualdo), Médico.— Pasaje de Monistrol, 4, Valencia. - (Mamíferos y Aves.) 1905. Aguilar y Carmena (D. Fernando), Farmacéutico, Director de la Estación de Biología vegetal.— Illescas (Toledo). — (Biología vegeta/.) 1918. Aguiló Forteza (D. Francisco de S.), Alumno de Ciencias Na- turales. - Barcelona. 1902. Alabern (D. Enrique) , Doctor en Medicina.— Borne-Pelaires, 104. Palma de Mallorca.— (Citología general e Histología ) 1897, Alaejos y Sanz (D-Luis), Doctor en Ciencias, Conservador de la Estación de Biología marina.— Castelar, 19, Santander. 1920. Alapont Ibáñez (D. José), Doctor en Ciencias, Profesor de la Escuela Industrial.— Paseo de la Pechina. Valencia. 1920. Alcantarilla (R. P. Fernando), Prefecto de las Escuelas Pías, Profesor de Fisiología e Higiene. - Valencia. 1914. Aleonada González (D. Ángel), Licenciado en Ciencias Natura- les—Alonso Fernández de Madrid, 2, Palencia. 1917. Aldama Herrero (D. Ricardo), Auxiliar de la Facultad de Cien- cias—Oviedo. 1920. Almarche Vázquez (D. Francisco), Presidente de «Lo Rat Pe- nat» y Profesor ayudante del Instituto —Valencia. 1915. Almela Meliá (D. Juan). Auxiliar del Instituto de Reformas So- ciales. -- Madrid. 1920. Alluaud (Mr. Charles), Consérvateur du Muséum de l'Institut scientifique chérifien.— Rabat (Marruecos). — (Zoología.) 1914. Alvarado Fernández (D. Salustio), Catedrático en el Instituto. Gerona. 1915. Alvarez de Toledo (D. Ramón), Profesor auxiliar de la Facul- tad de Medicina.— Granada. 1919. Alvarez López (D. Enrique), Catedrático en el Instituto.— Huesca. 1920. Anchóriz (D Francisco de), Ingeniero Agrónomo.— Sevilla. 1908. Andreu y Rubio (D. José), Profesor de Historia Natural en el Seminario de Orihuela (Alicante) 1875 Antón y Ferrándiz (D. Manuel), Catedrático de la Facultad de Ciencias, Director del Museo de Antropología. — Olózaga, 5 y 7, Madrid.— (Antropología) 1894. Aragón y Escacena(D Federico), Doctor en Ciencias Natura- les, Catedrático en el Instituto— León. 1917. Aragón y Escacena (D.Francisco). Ayudante del Instituto.— León. 1905. Aranda y Millán (D Francisco), Catedrático de.Zoología en la Universidad.- Coso, 110, Zaragoza. 1920. Aranegui Coll (D. Pedro), Alumno de Ciencias Naturales.— Madrid. 1885. Aranzadi y Unamuno (D. Telesforo), Doctor en Farmacia y en Ciencias Naturales, Catedrático de la Facultad de Ciencias de la Universidad- Cortes, 635, 5.", 2.a, Barcelona.— (Antro- pología y Botánica.) (1) El nombre de los socios numerarios va precedido de la cifra que indica el año de su admisión en la Sociedad, y el de los socios fundadores y vitalicios, de las abreviaturas S. F. y S. V.f respectivamente. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 11 1918. Ardanaz (D. Félix), General Jefe de Estado Mayor de la 7.a Re- gión. - Valladolid. - (Entomología.) 1910. Ardiz Acha (D. Manuel). — Paseo de Pamplona, 7, Zaragoza. 1909. Ardois (D. Juan). - Princesa, 43, Madrid - (Coleópteros del Globo ) 1903. Areses (D. Rafael), Ingeniero Jefe del Distrito Forestal de Pon- tevedra—Santa Clara, 25, Pontevedra. 1902. Arévalo Carretero (D. Cejso), Doctor en Ciencias Naturales, Catedrático del Instituto del Cardenal Cisneros, Jefe de la Sección de Hidrobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. — Ayala, 82,'Madrid. - (Hidrobiología.) 1915. Arias de Oiavarrieta (D. José), Licenciado en Ciencias Natu- rales — Luna, 25, Madrid. 1904. Arias Encobet (D. José), Catedrático de la Universidad.— Go- mis, 41, 5.°, 1.a, Barcelona. — (Dípteros.) 1906. Asher y C.a (A.).— 13, Unter den Linden, Berlín, W. 1872. Ateneo científicoy literario(Biblioteca del).— Prado, 21 , Madrid. 1917. Ateneo Conquense.— Mariano Catalina, 30, Cuenca. 1915. Ateneo de Santander. 1917. Ateneo de Sevilla. 1919. Ateneo de Soria. 1920. Ateneo Mercantil (Biblioteca del).— Valencia. 1912. Aulló y Costilla (D. Manuel), Profesor de la Escuela de Inge- nieros de Montes, Director del Laboratorio de la Fauna Fo- restal Española.- Ferraz, 40, Madrid. 1897. Azpeitia y Moros (D. Florentino), Profesor en la Escuela de Minas.— Príncipe de Vergara, 25, Madrid. — (Malacología y Diatomeas.) 1917. Báez Velasco (D Eligió). -Puerta del Sol, 6, Madrid. 1919. Báguena Ferrer (D. Ramón), Alumno de Derecho. — Peris y Valero, 40, Valencia. 1904. Bahía y Urrutia (Excmo. Sr. D. Luis), Abogado, ex Senador del Reino, Caballero Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica.— Almagro, 29, Madrid.— (Agricultura.) 1919. Balaguer Ferrer (D. Rafael), Profesor de Ciencias Naturales de la Escuela Normal de Palma de Mallorca. 1913. Balasch Bosch (R. P. Jaime), Profesor de Historia Natural.— Colegio de San José, Valencia. 1906 Balguerias y Quesada (D. Eduardo), Conservador de Herba- rios del Jardín Botánico y Auxiliar de la Universidad. — Prín- cipe, 27, Madrid. 1920. Barandiarán (D. Miguel), Profesor del Seminario de Vitoria. (Prehistoria.) 1914. Barbera Marti (D. Faustino), Doctor en Medicina y Cirugía, Director de la Revista La Medicina Valenciana. - Caballe- ros, 16, Valencia. 1913. Barnet (D. Ricardo), Profesor de la Escuela Alemana. — Bar- celona. 1891 . Barras de Aragón (D. Francisco de las), Catedrático de Antro- pología de la Universidad Central, Jefe de la Sección de Et- nografía del Museo Antropológico. — Ballesta, 17, Madrid. (A n tropo logia .) 1901 . Barreiro Martínez (R. P. Agustín), Agustino, Doctor en Cien- cias Naturales.— Madrid. — (Madréporas.) 1895. Bartolomé del Cerro (D. Abelardo), Catedrático de la Univer- sidad.— Valladolid. 1920. Bartual Moret (D. Juan), Catedrático de Histología de la Facul- tad de Medicina. — Embajador Vich, 1, Valencia. — (Histo- logía .) 12 LISTA DE SOCIOS 1918. = Bataller Calatayud (D. José R.), Doctor en Ciencias Naturales. Barcelona. 1916. Beato y Pérez (D. José), Alumno de Ciencias. — Ledesma (Sa- lamanca). 1911 . Beatty (Beatrice M.).— Harboro Road, 36, Northampton (Ingla- terra). 1920. Belenguer (Rvdo. P. Miguel), Profesor de las Escuelas Pías.— Valencia. 1912. Bellido y Golferichs (D. Jesús María), Catedrático de la Fa- cultad de Medicina.— Granada. 1906. Beltrán Bigorra (D. Francisco), Catedrático de la Universidad y Director del Jardín Botánico.— Pizarro, 10, Valencia. —(Bo- tánica ) 1919. Benaches Ansina (D. José María), Profesor ayudante del Ins- tituto. Valencia. 1905. Benedito (D. José María), Jefe del Laboratorio de Taxidermia del Museo Nacional de Ciencias Naturales. — María de Moli- na, 19, Madrid. 1912. Benedito (D. Luis), Escultor taxidermista del Museo Nacional de Ciencias Naturales— María de Molina, 19, Madrid. 1912. Benisa (R. P. Fr. Melchor de), Director del Observatorio.— Totana (Murcia). 1915. Benjumea Calderón (D. Antonio), Ingeniero de Minas. — Se- villa. 1920. Bernaldo de Quirós (D. José Luis), Preparador del Museo Na- cional de Ciencias Naturales. — Marqués de Urquijo, 25, Ma- drid. - (Entomología.) 1920. Bermejo Duran (D. Miguel), Ingeniero de Montes.— Sevilla. 1920. Bermejo Vida (Excmo. Sr. D. Luis), Catedrático de la Facultad de Ciencias.— Salva, 10, Valencia. 1910. Berraondo (D. Manuel), Catedrático en el Instituto. — Alba- cete. 1903. Bescansa Casares (D. Fermín), Catedrático de Historia Natu- ral en el Instituto.— Real, 27, La Coruña.— (Botánica.) 1921 . Bescansa Casares (D. Luis), Farmacéutico militar.— Madrid. 1919. Biblioteca Municipal de Sevilla. 1898. Blas y Manada (D. Macario), Doctor en Farmacia.— Cuesta de Santo Domingo, 20, Madrid. 1901 . Bofill (D. José María), Doctor en Medicina. -Aragón, 281, Bar- celona. 1919. Bogani Valldecabres (D. Emilio), Alumno de Medicina.— Pela- yo, 57, Valencia.— (Histología.) 1912. Bolívar y Pieltain (D. Cándido), Conservador de Entomología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. — Qoya, 29, Ma- drid. -(Coleópteros y Ortópteros.) 1913. Bolívar y Pieltain (D. Ignacio), Doctor en Medicina, Ayudante del Instituto de Radiactividad— Lavapiés, 10, Madrid. S. F. Bolívar y Urrutia (D. Ignacio), Catedrático de la. Facultad de Ciencias, Director del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Qoya, 29, Madrid.— (Ortópteros, Hemipteros y Crustáceos.) 1915. Bolos y Vayreda (D. Antonio), Farmacéutico— San Rafael, 28, Olot (Gerona).— (Botánica ) 1920. Bonet Sanchís (D. Julio) —Rey D. Jaime, 9, Valencia.— (Co- leópteros y Paleontología.) 1909. Bordas Celma (R. P. Manuel), Escolapio.— Mesón de Paredes, 84, Madrid. 1898. Borobio (D. Patricio), Catedrático de la Facultad de Medicina. Coso, 43-45, Zaragoza.— (Pedia tría. ) 1872. Boscá y Casanoves (D. Eduardo), Licenciado en Medicina, Ca- bE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 15 tedrático honorario de la Facultad de Ciencias de la Univer- sidad, Director del Museo Paleontológico.— Avenida de los Aliados, E. B., Valencia. — (Reptiles de Europa.) 1900. Boscá y Seytre (D. Antimo), Doctor en Ciencias, Catedrático en el Instituto. — Avenida de Navarro Reverter, 24, Valencia. (Mineralogía y Paleontología.) 1918. Botey Mateu (D. Timoteo), Licenciado en Ciencias Naturales. Barcelona. 1916. Breuil (M. Henry), Profesor en el Instituto de Paleontología humana, 110, rué Demours, París. 1912. Brolemann (H. W.).-Boíte, 22, Pau (Bajos Pirineos, Francia). S. V. (Entomología general, especialmente Miriápodos) 1901 . Brugués y Escuder (D. Casimiro), Doctor en Farmacia y en Ciencias. — Bruch, 66, Barcelona.- (Histología vegetal.) 1883. Buen y del Cos (D. Odón de), ex Senador, Catedrático de Mi- neralogía y Botánica en la Universidad Central, Director del Instituto Español de Oceanografía.— Lagasca, 116, Madrid.— (Biología marina.) 1915. Buen y Lozano (D. Fernando de), Licenciado en Ciencias y Alumno de Farmacia. -Lagasca, 116, Madrid. 1911. Buen y Lozano (D. Rafael de), Catedrático (excedente, Jefe de Sección del Instituto Español de Oceanografía, Madrid. ) 1916. Buen y Lozano (D. Sadi de), Licenciado en Medicina.— lagas- ca, 116, Madrid. 1918. Buñuel (D. Luis).- Independencia, 29, Zaragoza.- (Entomolo- gía.) 1915. Busquéis Mollera (D. Narciso), Licenciado en Ciencias Natu- rales.—Bañólas (Gerona). 1901 . Caballero (D. Arturo), Catedrático de la Universidad.— Univer- sidad, 110, Barcelona. 1915. Caballero Fernández (D. Justo), Alumno de Ciencias.— Bar- celona. 1908. Cabeza de León (D. Salvador), Catedrático de la Facultad de Derecho en la Universidad, Santiago. 1912. Cabré y Aguiló (D. Juan).— Martín de los Heros, 2, Madrid. — (Espeleología.) 1902. Cabrera y Díaz (D. Agustín), Doctor en Ciencias, Catedrático en el Instituto. — Laguna de Tenerife (Canarias). 1891. Cabrera y Díaz (D. Anatael), Médico cirujano.— Laguna de Te- nerife (Canarias). — (Himenópteros, Véspidos, Euménidos y Masar i dos del Globo.) 1896. Cabrera y Latorre (D. Ángel), Agregado al Museo Nacional de Ciencias Naturales; Caballero de la Orden civil de Alfon- so XII. - Claudio Coello, 115, Madrid. -(Mamíferos y Dibujo científico.) 1901 . Calleja y Borja Tarrius (D- Carlos), Catedrático en la Facultad de Medicina. — Cortes, 248, pral., Barcelona.— (Histología.) 1910. Cambronero y González (D. Saturnino), Farmacéutico militar. Veneras, 1 y 3, 1.° dcha., Madrid. 1920. Campos Fillol (D. Juan), Catedrático de Patología.— Pi y Mar- gan, 1, Valencia. 1920. Campos Fillol (D. Rafael), Doctor en Medicina, Profesor auxi- liar de la Facultad.— Pi y Margall, 1, Valencia. (Histología.) 1889. Camps (Sr. Marqués de), Diputado a Cortes - Canuda, 16, principal, Barcelona. 1916. Cañáis Carreño (D. Juan), Alumno de Ciencias Naturales.— Barcelona. 1914. Candau y Pizarro (D. Feliciano), Rector y Catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad. — Sevilla. 14 LISTA DE SOCIOS 1921 . Candel Vila (D Rafael), Alumno de Ciencias.— Madrid. 1913. Carandell y Pericay (D. Juan), Doctor en Ciencias Naturales, Catedrático en el Instituto.— Cabra. — (Geología.) 1905. Carballo (D. Jesús), Licenciado en Ciencias.— Silva, 54, Ma- drid. — (Espeleología.) 1919. Cárdenas Villar (D. Federico), Alumno de Ciencias Naturales. Castelar, 4, Ciudad Real. 1914. Carreras Reura (D. Francisco), Licenciado en Ciencias Natura- les.—Gracia, 6, Manon. 1918. Cardón y Carrión (D. Pascual), Ingeniero Agrónomo. -San Fernando, 29, Sevilla. 1S77. Carvalho Monteiro (Excmo. Sr. D. Antonio Augusto de), Doctor en Derecho y Ciencias Naturales por la Universidad de Coim- bra y Miembro de la Sociedad de Aclimatación de Río Janei- ro.—Rúa do Alecrim, 70, Lisboa (Portugal).— (Lepidópteros.) 1901 . Casamada Mauri (D. Ramón).— Pelayo, 17, 2 °, Barcelona. 1919. Casanova Dalfó (limo. Sr. D. José), Doctor en Medicina y Cirugía. -San Vicente, 151, Valencia. 191 1 . Casan (Rvdo P- Ignacio), Profesor de Historia Natural en el Co- legio de Altos Estudios de la Orden Escolapia. — Irache (Na- varra) . 1901. Casares Gil (limo. Sr. D. Antonio), Teniente Coronel de Sani- dad Militar. -Plaza de Santa Catalina, 2, Madrid. — (Hepá- ticas y musgos) 1901. Casares Gil (Excmo. Sr. D. José), Catedrático de la Facultad de Farmacia, Senador del Reino- -Plaza de Santa Catalina, 2, Madrid. — (Análisis químico mineral.) 1906. Cascón y Martínez (D. José), Ingeniero Agrónomo.— Ciudad Rodrigo. 1901 . Casino de Zaragoza. 1911. Castaños Fernández (D. Emiliano), Catedrático del Instituto. Plaza Arravaleta, 9, Manon. 1912. Castro y Barea (D. Pedro), Doctor en Ciencias Naturales.— Eloy Gonzalo, ti, Madrid. -(Mineralogía.) 1905. Castro y Pascual (D Francisco), Catedrático de la Facultad de Farmacia, Secretario general de la Universidad Central.— Valverde, 9, Madrid. 1919. Cátedra de Agricultura del Instituto general y técnico de Toledo. 1901. Cátedra de Mineralogía y Botánica de la Universidad de Bar- celona. 1907. Cátedra de Mineralogía y Botánica de la Universidad Central. Madrid. 1901. Cátedra de Mineralogía y Botánica de la Universidad de San- tiago. 1916. Cátedra de Mineralogía y Zoología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Santiago- 1914. Cavero Martínez (D. Isidoro), Licenciado en Ciencias Natura- les.-- Sagasta, 3, Madrid. 1884. Cazurro y Ruiz (D. Manuel), Doctor en Derecho y en Ciencias Naturales, Catedrático en el Instituto.— Paseo de Gracia, 78, Barcelona. -(Prehistoria y Micrografía.) 1918. Cebaílos (D. Gonzalo), Ingeniero de Montes. — Martín de los Heros, 56, Madrid.— (Entomología.) 1920. Cebrián F. Villegas (D.a Dolores), Profesora de la Escuela Normal de Maestras. -Fuencarral, 114, 3.°, Madrid. -(Eisio- logia vegetal.) 1920. Cebrián F. Villegas (D.a Mercedes).— Fuencarral, 114, o.°, Madrid. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 15 1905. Cendrero (D.. Orestes), Doctor en Ciencias Naturales, Cate- drático en el Instituto.— Concordia, 9, Santander. 1916. Cerralbo (Excmo. Sr. Marqués de).— Ventura Rodríguez, 2, Madrid. 1920 Cervera Moltó (D. Augusto), Doctor en Medicina, Profesor Ayudante de Histología de la Facultad de Medicina. — Pintor Sorolla, 26, Valencia.— (Histología.) 1891 . Chaves y Pérez del Pulgar (D. Federico), Doctor en Ciencias Físico-Químicas, Director del Museo regional. —Córdoba. — (Mineralogía y Cristalografía.) 1913. Cillero y Ángulo (D. José), Catedrático en el Instituto. -Soria. 1913. Cillero y Ángulo (D. Marcelino), Catedrático en el Instituto.— Burgos. 1920. Clermont (Mr. Joseph).— 162, rué Jeanne 'd'Arc prolongée, París, 13e . — (Coleópteros) 1916. Codina (D. Ascensio).— La Roca, Sarria, Barcelona. -(insec- tos de Cataluña.) 1873. Codorníu (Excmo. Sr. D. Ricardo), Inspector general jubilado del Cuerpo de Ingenieros de Montes, Gran Cruz de Isabel la Católica y del Mérito Agrícola.— Paseo del Malecón, letra C, Murcia. 1914. Cogolludo y Bejerano (D. José María), Doctor en Ciencias y Farmacia. -Martín de los Heros, 20, Madrid.— (Botánica y Zoocecidias.) 1904. Colegio de Santo Domingo. — Orihuela (Alicante). 1919. Colegio del Beato Juan de Rivera, de Burjasot (Valencia). 1920. Colom (D. Guillermo).— Isabel II, 21 y 23, Soller (Mallorca). - (Protozoos.) 1907. Colomo y Amarillas (D. Victoriano), Profesor en la Escuela de Veterinaria. — Olivar, 1, Madrid. 1914. Conde Diez (D. Enrique), Ingeniero de Minas.— Claudio Coello, 13, Madrid. 1892. Corrales Hernández (D. Ángel), Catedrático en el Instituto.— Ciudad Real. 1872. Cortázar (Excmo. Sr. D. Daniel de), Senador del Reino, Ins- pector general jubilado del Cuerpo de Ingenieros de Minas, de las Reales Academias de la Lengua y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Consejero de Instrucción pública. - Ve- lázquez, 16, hotel, Madrid. 1920. Cortés Contreras (D Antonio). Farmacéutico.— Granada. 1920. Cortés y Latorre (D. Cayetano), Doctor en Farmacia y Alumno de Ciencias Naturales -Ventura Rodríguez, 6, Madrid. 1901. Coscollano y Bu rulo (D José), Catedrático en el Instituto.— Baezá. 1918. Crespí Salón (D. Andrés), Alumno de Ciencias. — Barcelona. 1915. Crespí yjaume (D. Luis), Catedrático en el Instituto Escuela. Palafox, 12, Madrid.— (Fisiología vegetal.) 1920. Cross (Mr. Richard B ). -Fernanflor, 6, Madrid. 1902. Cru y Marqués (D. Enrique), Naturalista preparador.— San Vi- cente, 245, Valencia. — (Ornitología y Oologia.) 1903. Cruz (D. Emiliano de la), Ingeniero jefe de las minas de Ribas (Gerona), de las Sociedades geológicas de Londres, Fancia, Bélgica e Italia, etc., Ingeniero graduado ¡> los Institutos de Minas de Londres y de Newcastle.— Minas de Ribas (Gerona). 1902. Cruz Nathan (D. Ángel B. de la), \ rofesor ayudante en el ins- tituto.—Libertad, 204, Cabañal (Valencia) — (Zoología.) 1915. Cuesta Urcelay (D. Juan), Licenciado en Ciencias Naturales.— Martín de los Heros, 57, Madrid. -(Botánica.) 1919. Cuñat (R. P. Salvador), Sch. P., Prefecto y Profesor de Histo- 16 LISTA DE SOCIOS ria Natural en las Escuelas Pías de Alcira (Valencia).- (Flora de Alcira.) 1912. Cus! y Ventades (D. Ernesto), Doctor en Ciencias, Conserva- dor interino de Osteozoología del Museo Nacional de Ciencias Naturales.— Ferraz, 94, Madrid. 1910. Dantín y Cereceda (D. Juan), Catedrático en el Instituto Es- cuela — Nicasio Gallego, 6, Madrid. 1910. Darder Pericas- (D. Bartolomé), Catedrático en el Instituto.— Tarragona.— (Estratigrafía.) 1910. Darder y Cánaves (D. Emilio).— Temple, 9, Palma de Ma- llorca. 1920. Daya Nueva (Excmo. Sr. Conde de), Ingeniero Jefe del Distrito forestal.— Valencia. 1908. Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sala- manca. 1913. Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad.— Valla- dolid. 1920. Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad.— Va- lencia. 1902. Deulofeu (D. José), Catedrático de Química inorgánica en la Facultad de Farmacia.— Santiago. 1918. Díaz Llanos (D. Eduardo).— HueWa.— (Prehistoria.) 1890. Díaz del Villar (limo. Sr. D. Juan Manuel), Doctor en Medici- na, Catedrático en la Escuela de Veterinaria, Consejero de Sanidad.— Atocha, 114, duplicado, Madrid.— (Epizoarios y Entorno zoar ios.) 1920. Díaz Rodríguez (D. Bautista), Ingeniero de Montes.- Quintana, 20, Madrid.- (Entomología.) 1899. Díaz Tosaos (R. P. Filiberto), Doctor en Ciencias, Conserva- dor, por oposición, en el Museo Nacional de Ciencias Natura- les.-Fuencarral, 155, Madrid. 1901. Diez Tortosa (D. Juan Luis), Catedrático en la Facultad de Farmacia.— Reyes Católicos, 47, Granada.— (Botánica.) 1907. Diez Tortosa (D. Manuel), Licenciado en Ciencias Naturales. — Granada. 1918. Dios Otero (D. Prudencio de), Farmacéutico, Gran Hospital.— Pont evedra . — (Biología.) 1911. Dodero (D Agostino), fu Gno.— Vía Gropallo, 6-3; Casella S. V. póstale, 1.160, Genova (Italia).— (Coleópteros de Europa.) 1915. Domínguez (D. Baldomero), Catedrático de Historia Natural en el Instituto.— Almería. 1917. Domínguez y Montero (D. Pedro), Alumno de Ciencias Natu- rales.—Línea del Tajuña— Albalate de Zorita. 1917. Doreste y Betancor (D. Federico), Profesor normal. -Palma, 11, Madrid. 1903. Dulau (M.).— 34-36, Margaret Street, Cavendish Square, Lon- dres. 1890. Dusmet y Alonso (D. José M.), Doctor en Ciencias Naturales, Naturalista agregado al Museo Nacional.— Claudio Coello, 19, Madrid. - (Himenópteros.) 1909. Eguren y Bengoa (D. Enrique), Catedrático de la Universidad. Oviedo. 1898. Eleizegui (D. Antonio).— Catedrático en la Facultad de Farma- cia.- Plaza de la Universidad, 5, tercero, Santiago. 1888. Elizalde y Eslava (D. Joaquín), Catedrático de Historia Natu- ral en el Instituto. — Logroño. 1912. Escalas Real (D. Jaime), Doctor en Medicina, Médico de núme- ro (por oposición) del Manicomio provincial.— Salellas, 2, Pal- ma de Mallorca. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 17 1902. Escribano (D. Cayetano), Conservador del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Profesor auxiliar de la Facultad de Cien- cias. -Colmenares, 6, Madrid. 1918. Escribano (D- Marcial),- Licenciado en Ciencias Naturales.— Villar de Gallimazo (Salamanca). 1918. Escuela Alemana.- Barcelona. 1872. Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (Biblio- teca de la). -Alfonso XII, Madrid. 1872. Escuela de Ingenieros de Montes (Biblioteca de la).— Madrid. 1894. Escuel| de Veterinaria de Madrid. 1919. Escuela Normal de Maestras.— Teruel. 1917. Escuela Normal de Maestras de Guipúzcoa.— San Sebastián. 1917. Escuela Normal de Maestras de Vizcaya.— Bilbao. 1905. Escuela Normal de Maestros de Granada. 1917. Escuela Normal de Maestros de Sevilla. 1915. Escuela Superior de Comercio de Málaga. 1919. Escuela Profesional de Comercio de Valencia. 1921. Escuelas de Artesanos y Artes y Oficios.— Valencia. 1920. Escuelas Pías de Utiel (R. P. Profesor de Historia Natural de Ias).-Utiel (Valencia). 1907. Espejo y Casabona (D. Francisco), Regente de la Escuela Normal de Maestros.— San Matías, 17, Granada. 1920. Espinosa (D. P.) -La Granja. Santiago de Chile. 1902. Esplugues Armengol (D. Julio), Licenciado en Ciencias Natu- rales. Profesor auxiliar del Instituto, Jardinero 2.° del Botáni- co — Hospital, 12, Valencia. — (Botánica.) 1920. Esquivias Zurita (D. Antonio), Ingeniero de Montes.— Sevilla. 1905. Estación de Biología marina. - Puerto Chico, Santander. 1920. Estación de Sismología de Toledo. 1920. Esteban de Faura (D. Antonio), Ingeniero Agrónomo, Director de la Estación olivarera. — Hellín. 1917. Estébanez (D. Rosendo), Doctor en Farmacia.— Soncillo (Bur- gos). 1914 Ezquieta y Arce (D. Joaquín), Médico y Licenciado en Ciencias Naturales.— Lecaroz (Baztán), Navarra. 1878. Facultad de Ciencias de la Universidad (Biblioteca de la).— Valencia. 1906. Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. 1917. Facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia. 1903. Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada. 1914 . Fallot (M. Paul).— Laboratoire de Géologie, Place Notre Dame, Grenoble (Francia). 1909. Faura y Sans (D. Mariano), Presbítero, Profesor auxiliar, por oposición, en la Facultad de Ciencias.— Valencia, 234, princi- pal. 1.°, Barcelona. 1914. Fenech (D. Rafael), Ingeniero.— Granada. — (Cristalografía quí- mica.) 1920. Feo Cremades (D. José), Profesor auxiliar en el Instituto.— Platerías, 6, Valencia. 1910. Fernández (D. Ambrosio), Agustino. -Colegio de Calatrava.— Salamanca. — (Lepidópteros ■) 1911 . Fernández Alonso (Doña Juana), Profesora en la Escuela Nor- mal de Maestras de La Coruña. 1904. Fernández Qaliano (D. Emilio), Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Universidad.— Universidad, 108, 2.°, Barce- lona. 1914. Fernández Hernández (D. Alfredo), Profesor de Historia Na- tural en el Colegio de Cervantes.— Hernán Cortes, 19, Va- lencia. Tomo xxi.— Enero, 1921. 2 18 LISTA DE SOCIOS 1914. Fernández Martí (D. José), Doctor en Medicina y Cirugía y en Ciencias Naturales, Jardinero mayor del Botánico.— Caballe- ros, 15, Valencia. 1907. Fernández Martínez (D. Fidel), Médico. -San Antón, 71, Gra- nada. 1916. Fernández Montesinos (D. Gregorio), Médico.— Granada. 1800. Fernández Navarro (D. Lucas), Catedrático de Cristalografía en la Facultad de Ciencias, Jefe de la Sección de Mineralogía del Museo Nacional de Ciencias Naturales. — Velázquez, 64, Madrid. 4 1913. Fernández-Nonídez (D. José), Cornell Medical College, First Avenue and 28 th Street, Nueva York. 1917. Fernández Riofrío (D. Benito), Profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias. -Barcelona. 1919. Ferrán Degrie (D. Antonio), Profesor de la Escuela de Ingenie- ros Industriales.— Claris, 112, Barcelona. 1900. Ferrando y Más (D. Pedro), Catedrático de Mineralogía y Bo- tánica en la Universidad. — Paseo de Sagasta, 9, Zaragoza. 1912. Ferré Gomis (D. Roberto).— Barcelona. 1914. Ferrer Merín (R. P. Francisco), Rector del Colegio de la Con- cepción de Onteniente (Valencia). 1907. Ferrer Hernández (D. Francisco), Profesor auxiliar, por oposi- ción, en la Universidad.— Sierpe, 5, Madrid.— (Esponjas.) 1915. Ferrer y Galdiano (D. Manuel), Conservador interino de Hi- drobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. —Pa- seo de Recoletos, 57, Madrid. — (Crustáceos.) 1879. Flórez y González (D. Roberto).— Cangas de Tineo (Asturias). (Entomología.) 1901. Folch y Andreu (D. Rafael), Catedrático de la Facultad de Far- macia. Augusto Figueroa, 11 y 13, Madrid. 1912. Font Quer (Dr. Pío), Licenciado en Ciencias y Farmacéutico militar.— Sicilia, 26 bis, Barcelona.— (Botánica.) 1918. Fontana Company (D. Mario A ), Ingeniero Mecánico. — Nueva Palmira (Uruguay). -(Moluscos.) 1914. Fraga Torrejón (D. Eduardo de), Inspector de primera Ense- ñanza.—Montesdeoca, 8, Las Palmas (Gran Canaria). 1910. Franganillo Balboa (P. Pelegrín). S. J., Profesor en el Cole- gio de Belén, Habana (Cuba). -Apartado 221. — ( Ara enología y en especial Araneología ) 1917. Frankowski (D. Eugeniusz), Ayudante en el Instituto Antropo- lógico de la Universidad de Cracovia.— (Antropología y Etno- grafía.) 1888. Fuente (D. José María de la), Presbítero, de la Sociedad ento- mológica de Francia, fundador y ex Presidente de la Arago- nesa de Ciencias Naturales, Vicepresidente (Sección zoológi- ca) del Congreso zaragozano de 1908, fundador de la Sociedad entomológica de España, laureado primer premio en el con- curso de la Sociedad Aragonesa de 1907, Socio de honor del Ateneo Científico de Ciudad Real y Miembro de otras varias Sociedades nacionales y extranjeras.— Pozuelo de Calatrava (Ciudad Real). (Coleópteros áe Europa.) 1890. Fuset y Tubiá (D. José), Catedrático en la Universidad .--Di- putación, 221, Barcelona.— (Gusanos y Dibujo científico.) 1914. Gabinete de Historia Natural óe Ifi Universidad de Sevilla. 1921. Gamir (D. Aurelio), Farmacéutico.— San Fernando, 7, Valencia. 1910. Gamundi Ballester (D. Juan), Farmacéutico militar.— Palma de Mallorca (Baleares). 1916. Gandolfi Hornyold (Dr. Alfonso).— Laboratorio biológico-ma- S. V. riño.— Porto Pi, Palma de Mallorca.— (ictiología.) DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 19 1914. Garbayo Ayala (D. Saturnino), Alumno de Ciencias Naturales. Barcelona. 1872. García Arenal (limo. Sr. D.' Fernando), Ingeniero Jefe de Ca- minos. Canales y Puertos.— General Oráa, 7, Madrid. 1915. García Banús (D. Mario), Doctor en Ciencias naturales. — Li- gue Red Cross Societies.— Ginebra (Suiza). 1915. García Bayón Campomanes (D Pedro), Licenciado en Cien- cias Naturales. -Don Benito (Badajoz). 1920. García de la Cruz (R. P. León), Escolapio.— Escuelas Pías, Me- són de Paredes, 84, Madrid. 1919. García del Cid (D. Francisco), Profesor auxiliar en la Facultad de Ciencias.- Barcelona. 1918. García Fresca y Tolosana (D. Antonio), Licenciado en Cien- cias Naturales —Desengaño, 27, Madrid. -(Entomología.) 1906. García González (D. Joaquín).— Preciados, 46, 5.°, Madrid. 1915. García Izcara (D. Dalmacio), Director de la Escuela de Veteri- naria. -Plaza de la Cebada, 9, Madrid. 1920. García Martínez (D. Mariano).- La Aguilera (Burgos). 1877. García Mercet (D. Ricardo), Secretario de la Asociación espa- ñola para el progreso de las Ciencias, Naturalista agregado al Museo Nacional de Ciencias Naturales, Subinspector de Sanidad militar.— Glorieta de Quevedo, 10, Madrid.— (Hime- nópteros de Europa) 1899. García Várela (D. Antonio), Catedrático de Organografía y Fisiología vegetal, Jefe de la Sección de cultivos del Jardín Botánico. — Madrid. —(Hemipteros.) 1910. García Velázquez (D. Pedro), Ingeniero de Minas. — Res, 6, Sevilla. 1909. Garma (D Félix de la), ex Diputado provincial, Licenciado en Derecho— La Paraya Guriezo (Santander) —(Piscicultura.) 1900. Gelabert Rincón (Rvdo. D. José).— Llagostera (Gerona).— (Mi- neralogía y Geología.) 1917. Gil de Ceballos (D. Julián), Licenciado en Ciencias Naturales. Mérida (Badajoz). 1914. Gil Lletget (D. Augusto), Licenciado en Ciencias Naturales.— Serrano, 19, Madrid. — (Aves.) 1917. Gila (D. Frutos), Licenciado en Ciencias químicas.— Calle del Gobernador, 51, Madrid. 1896. Giménez de Aguilar y Cano (D- Juan), Catedrático de Historia Natural en el Instituto.— Casa Blanca (Cuenca).- (Lepidóp- teros.) 1920. Gimeno Gil (D. Pedro), Doctor en Filosofía y Letras, Profesor ayudante en el Instituto, Oficial encargado del Servicio Me- teorológico de la Federación Agraria de Levante.— Sorní, 29, Val encia. — (Climatología.) 1919. Giner Moret (D. Salvador). -San Vicente, 205, Valencia. 1912. Goizueta y Díaz (D. Jesús), Catedrático y Decano de la Facul- tad de Farmacia— Barcelona. 1920. Gómez Arguello y Díaz Canseco (D. Isidoro), Alumno de la Fa- cultad de Ciencias. Bailen, 25, Madrid. 1912. Gómez de Llarena y Pou (D. Joaquín), Doctor en Ciencias Na- turales, Catedrático en el Instituto délas Palmas (Canarias). (Geología y Geografía .) 1914. Gómez Fernández (D. Luis).— Travesía del Conde Duque, 8, Madrid 1911. Gómc: Llueca (D. Federico), Farmacéutico, Catedrático en el Instituto.— Santiago. - (Geología.) 1917. Gómez-Menor y Ortega (D. Juan), Licenciado en Ciencias Na- turales.—Comercio, 58, Toledo. 20 LISTA DE SOCIOS 1914. Gómez Miguel (Rvdo. P. Eusebio), Profesor de las Escuelas Pías.— Alcalá de Henares. 1916. Gómez Rodríguez (D. Mariano de la Paz).— Plaza de Alfon- so XII, 8, Linares (Jaén). 1909. Gómez Vega (D. José).— Santander.— (Antropología.) 1919. Gómez Vinuesa (D. Leoncio), Licenciado en Ciencias.— Madrid. 1910. González (D. Saturio), P. B.— Convento de Santo Domingo de Silos (Burgos).— (Mamíferos) 1919. González Belloto (D. José), Canciller del Consulado de Espa- ña en Tetuán (Marruecos). 1881. González Fragoso (D. Romualdo). — Eloy Gonzalo, 14, princi- pal, Madrid.— (Micología.) S. F. González Hidalgo (D. Joaquín), de la Real Academia de Cien- cias, Catedrático jubilado de la Universidad Central, Jefe de la Sección de Malacología del Museo Nacional. — Carmen, 4, Madrid. 1916. González Nicolás (D. Antonio), Ingeniero de Minas.— Sevilla. 1915. González Regueral (D. José Ramón), Licenciado en Ciencias Naturales. -Inerarity, 13 y 15, Qijón. 1902. González Sánchez (D. Francisco). — Granada. 1917. González Sevilla (D. Ramón).— Granada. 1920. Gossé (D. Guillermo).- Herrerías, por Cuevas de Vera (Alme- ría . — (Prehistoria.) 1920. Gragera de León (D. Fernando), Ingeniero de Caminos. -Se- villa. 1918. Granja Agrícola de la Fundación Rodríguez Fabres. — Sala- manca. 1919. Granja Escuela Práctica de Agricultura y Escuela de Peritos Agrícolas. — Bur jasot (Valencia). 1898. Gregorio Rocasolano (D. Antonio), Catedrático de la Facultad de Ciencias.— Zaragoza. 1918. Gutzwiller (Dr. Otto).- Rambla de Cataluña, 112, 4.°, Bar- celona. 1918. Haas (Dr. Federico).— Senckenbergisches Museum, Viktoria- Allée, 7, Frankfort a. M..—(Malaco/ogía.) 1907. Heintz (D. Luis), Licenciado en Ciencias, Director del Colegio de Nuestra Señora del Pilar. — Goya, 13, Madrid. 1920. Hernández Pacheco de la Cuesta (D. Francisco), Licenciado en Ciencias Naturales.— Eloy Gonzalo, 15, Madrid. 1895. Hernández Pacheco y Esteban (D. Eduardo), Catedrático de la Facultad de Ciencias, Jefe de la Sección de Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales.— Eloy Gonzalo, 15, Madrid. (Geología y Paleontología.) 1920. Herrero Serra (D. Cándido), Alumno de Medicina.— Valencia. 1888. Hoyos (D. Luis), Doctor en Ciencias Naturales y en Derecho, Catedrático de la Escuela Superior del Magisterio.— Lagas- ca, 11, Madrid. -(Antropología.) 1901 . Hueso (D. José), Doctor en Ciencias, Profesor numerario de la Escuela Normal.— Avenida de Navarro Reverter, 8, Valencia. 1915. Huguetdel Villar (D. Emilio), Director fundador del Archivo Geográfico de la Península Ibérica. — Lista, 62, Madrid. 1907. Huguet y Padró (D. Mariano), Doctor en Medicina.— Barcelo- na. — (Bacteriología .) 1895. Huidobro y Hernández (D. José), Doctor en Ciencias, Conser- vador, por oposición, en el Museo Nacional de Ciencias Na- turales.—Ruiz, 12,2.°, Madrid. 1895. Ibarlucea (D. Casto), Catedrático de Agricultura en el Institu- to.—General Margallo, 47, Cáceres. 1917. Ibérica (Revista).— Observatorio del Ebro (Tortosa). DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 21 1916. 1919. 1919. 1919. 1908. 1906. 1903. 1901. 1916. 1906. 1909. 1916. 1907. 1901. 1903. 1908. 1908. 1918. 1917. . 1917. 1915. 1904. 1901. 1901. 1904. 1909. 1915. 1872. 1903. 1913. 1901. 1920. 1916. 1918. 1880. 1901. 1919. 1901. 1909. 1919. 1872. 1916. 1884. 1920. 1917. 1917. 1909. Iglesias Iglesias (D. Luis), Doctor en Ciencias Naturales.— Santiago. —(Coleópteros.) Ingeniero Jefe del distrito minero de Valencia. Ingeniero Jefe del Servicio Agrogómico de ¡a Región de Levan- te.—Valencia. Ingeniero Jefe de la División Hidrológico-forestal del Júcar.— Valencia. y técn y técn y técn y técn y técn técn técn técn técn técn técn técn técn y y y y y y y y Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn Instituto general y técn drid. Instituto generai Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general Instituto general co de Alicante. co de Baeza. co de Barcelona. co de Burgos. co de Castellón. co de Ciudad Real. co de Cuenca. co de Figueras (Gerona) . co de Granada. co de Guadalajara co de Huelva. co de Huesca co de La Coruña. co de Lérida. co de Lugo. co de Mahón. co de Málaga. co de Orense. co de Falencia. co de Palma de Mallorca. co de Pontevedra. co de Reus (Tarragona). co de Salamanca. co de San Isidro (Biblioteca del ).- -Ma- y y y y y técnico de San Sebastián (Guipúzcoa), técnico de Santander, técnico de Santiago, técnico de Segovia. técnico de Sevilla, y técnico de Soria. y técnico de Valencia, y técnico de Vitoria, y técnico de Zamora. Instituto general y técnico de Zaragoza. Instituto Oswaldo Cruz. -Chez Mr. H. Gaulon, 39, rué Madame, París. Instituto provincial de Higiene (Sr. Director del).— Valencia. Jardín Botánico (Biblioteca del).— Madrid. Jerónimo Barroso (D. Manuel), Doctor en Ciencias Natura- les, Auxiliar en la misma Facultad, Catedrático del Instituto. Salamanca.— (Briozóos.) Jiménez de Cisneros (D. Daniel), Director y Catedrático de HistoriaNatural en el Instituto. — Medina, 38, Alicante.— (Geo- logía.) Jorge Lorenzo (D. Mariano), Profesor de Geografía en la Es- cuela de Náutica y Profesor ayudante del Instituto. — Ciscar, número 16, Valencia. Jorro Azcune (D. Ángel), Alumno de Ciencias Naturales.— Pla- za de Ríus y Taulet, 2, 2 ", Barcelona. Junta de Obras del Puerto. Almería Labarta (D. Eugenio), Ingeniero de Minas.— Santiago. 22 LISTA DE SOCIOS 1907. Laboratorio Biológico Marino de Baleares.— Palma de Ma- llorca. 1919. Laboratorio de Geología de la Facultad de Ciencias de la Uni- versidad de Zaragoza. 1920. Laboratorio de Historia Natural de la Universidad.— Valencia. 1920. Laboratorio de la Fauna Forestal Española. — Ferraz, 40, Madrid. 1906. Laboratorio de Radiactividad de la Facultad de Ciencias.— Madrid. 1920. Lafora Almudéver (D. Luis), Doctor en Medicina y Cirugía, Médico de los Hospitales Provincial y Santa Ana-— San Vi- cente, 205, Valencia.— (Neuropatía.) 1915. Laguna y Gómez (D Luis), Licenciado en Ciencias Naturales. Estación, 8, Miguelturra (Ciudad Real). 1884. Lauff er (Excmo Sr. D. Jorge), Agregado al Museo Nacional de Ciencias Naturales, Gran Cruz del Mérito Agrícola, Caballe- ro del mismo y de la Orden civil de Alfonso XII. — Juan de Mena, 5, Madrid. — (Coleópteros y Lepidópteros de Es- paña.) 1921. Lavernia Salelles (D. José), Farmacéutico.— Algemesí (Va- lencia). 1888. Laza (D. Enrique), Presidente de la Sociedad Malagueña de Ciencias.— Molina Lario, 4 y 6, Málaga.- (Análisis químico.) 1919. Laza Palacios (D. Modesto), Alumno de Farmacia.— Molina Lario, 4 y 6, Málaga. 1917. Leroy (Dr. Edouard), Doctor en Ciencias por la Universidad de Bruselas. — Fábrica Solvay , Torrelavega (Santander). — (Fanerógamas y Geografía botánica.) 1920. Liceo de América (Biblioteca del). -Alcalá, 50, Madrid. 1919. Linacero (D. Manuel G.), Alumno de la Escuela Superior del Magisterio. — Don Ramón de la Cruz, 69, Madrid. 1909. López (Excmo. Sr. D. Claudio), Marqués de Comillas.— Ma- drid. 1919. López Agós (D- Emilio), Licenciado en Ciencias Naturales.— Puerta del Sol, 14, Madrid. 1889. López de Zuazo (D. José), Doctor en Ciencias, Naturales, Ca- tedrático en el Instituto. - Paz, 6, Zaragoza. 1907. López Mateos (D. Rafael), Catedrático de Agricultura en el Instituto. — Granada. 1901 . López Mendigutia (D. Fernando), Doctor en Ciencias Natura- les. Profesor auxiliar, por oposición, en la Facultad de Cien- cias.—Barcelona. 1920. López Soler (D. Juan), Teniente Coronel de Estado Mayor.— Fuencarral, 50, Madrid. 1909. Loro y Gómez del Pulgar (D. Manuel V.), Catedrático en el, Instituto. — Gijón. 1909. Loustau y Gómez de Membrillera (D. José), Rector y Cate- drático de Mineralogía y Botánica en la Universidad.— Murcia. 1905. Lozano Rey (D. Luis), Catedrático de Zoografía de Vertebra- dos de la Universidad Central, Jefe de la Sección de Osteo- zología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. — Lagasca, 119, Madrid. 1919. Luelmo Tolentín (D. Cándido), Licenciado en Ciencias Natura- les—Espíritu Santo, 8, Madrid. -(Botánica.) 1901. Llenas y Fernández (D. Manuel).- Avenida de la República Argentina, 5, pral., Barcelona - (Botánica.) 1919. Llopis Milán (D. José), Farmacéutico -Campo de Criptana (Ciudad Real). DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 25 1902. Llord y Gamboa (D. Ramón), Doctor en Ciencias y Medicina, Jorge Juan, 59, Madrid.- (Química geológica.) 1914. Llórente Lacave (D. Carlos).— Daoiz, 7, Sevilla. 1916. Llórente Lacave (D. Juan Pedro).— Sevilla. 1908. Llovet Vergara (D. Alejandro)-— Escuderos, 4, Segovia. 1919. Lluna Gordillo (D. Tomás). - Gobernador Viejo, 14, Valen- cia. 1897. Maciñeira y Pardo (D. Federico G ), Cronista oficial de Orti- gueira (La Coruña) .— (Prehistoria.) 1907. Macho Tomé (D. Aquilino), Doctor en Farmacia.— Saldaña (Pa- lencia). 1887. Madrid Moreno (limo. Sr. D. José), Subjefe del Laboratorio municipal, Catedrático de Técnica micrográfica e Histología vegetal y animal en la Facultad de Ciencias, Jefe de la Sección de Microbiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Consejero de Sanidad y de Instrucción pública.— Serrano, 40, Madrid - (Micrografia.) 1920. Maestre Osea (D. José), Licenciado en Ciencias físicas.— On- teniente (Valencia). 1903. Maluquer y Nicolau (D. José), Ingeniero industrial. — Rosellón, 323, Barcelona.— (Oceanografía y Malacología) 1913. Marcet Riba (D. Jaime), Profesor auxiliar de la Universidad.— Lauria, 49, Barcelona. 1913. Marín Sáenz de Viguera (D. Antonio), Catedrático en el Insti- tuto Escuela. -Ballesta, 6, Madrid. 1873. Marín y Sancho (D. Francisco), Licenciado en Farmacia.— Sil- va, 49, 2.° dcha., Madrid. 1919. Martí Duran (D. Francisco), Disector, Preparador del Instituto y Laboratorio de Hidrobiología.— Verónica, 6, Valencia. 1915. Martín Lázaro (D. José), Farmacéutico militar. — Claudio Rio- jano, 13, 3.°, Valladolid. 1910. Martín Lecumberri (D. Esteban), Catedrático en el Instituto.— Figueras.— (Diatomáceas, Microfotografia.) 1918. Martín y Cardoso (D. Gabriel), Catedrático en el Instituto.— Castellón. -(Mineralogía.) 1889- Martínez de la Escalera (D. Manuel).— Almagro, 12, Madrid.— (Coleópteros de Europa y Marruecos.) 1918. Martínez González (D. Serapio), Licenciado en Ciencias Natu- rales.—Pizarro, 15, 3.°, Madrid. 1903. Martínez Girón (D. Paulino), Abogado y Vicecónsul de Chile.— Corral del Rey, 9, Sevilla. 1895. Martínez Núñez (R P. Zacarías), Agustino, Doctor en Ciencias Naturales, Obispo de Huesca. 1921. Martínez Ortega (D. Miguel), Alumno de Ciencias.— Valencia. 1874. Martínez y Ángel (D. Antonio), Doctor en Medicina. — Hortale- za, 89, Madrid. 1892. Martínez y Fernández Castillo (D. Antonio), Doctor en Cien- cias Naturales, Catedrático en el Instituto de San Isidro.— Ferraz, 84. Madrid.— (Entomología e Histología.) 1901. Martínez y Martínez (D. Cesáreo), Catedrático en el Instituto. Convento, 2, HuelVa. 1913. Marvier (D. Evan), Ingeniero Inspector del servicio telegráfico de la Compañía de los ferrocarriles Andaluces.— Sánchez Pastor, 8-10, Málaga.- (Entomología.) 1914. Más de Xaxars yt Palet (D. José María), Ingeniero Químico- — Méndez Núñez* 6, 3.° 2.a. — Barcelona. -(Carábidos.) 1898. Más y Guindal (D. Joaquín), Farmacéutico Mayor de Sanidad Militar. -Ruiz. 13, Madrid. 1921. Masia (D. Andrés), Farmacéutico. — Cuarte, 25, Valencia. 24 LISTA DE SOCIOS 1912. Maynar Dupla (D. Jesús), Auxiliar de la Universidad.— Mani- festación, 93, Zaragoza.— (Botánica general.) 1913. Mayordomo (D. Valentín), Colegio del Sagrado Corazón de Jesús.— Apartado, 66, Vigo. 1905. Mazarredo(D. Rafael), ingeniero Jefe de Caminos. — Alcalá, 51, Madrid. 1909. Medina Martínez (D. Alfonso), Médico.— Serrano, 56, Madrid. 1888. Medina Ramos (D. Manuel), Doctor en Medicina, Catedrático de Anatomía en la Escuela de Medicina.— Argote de Molina, 19, Sevilla. - (Himenópteros.) 1915. Meisser (Dr. D. Benedicto). -Barcelona. 1909. Melcón (R. P. Agustín).- 10, Yangtszepoo Road. Shanghai, S. V. China.— (Lepidópteros.) 1920. Méndez Gaite (limo. S. D. Ramón), Pbro.— San Andrés, 22, 1.°, Madrid. 1910. Mir y Llambias (D. Antonio), Catedrático de Agricultura en el Instituto. -Manon- 1918. Miranda Mateo (D. Miguel de), Alumno de Ciencias. — Cala- horra. 1917. Miranda Rivera (D. Alvaro), Ayudante del Laboratorio Ocea- nógrafico.—Málaga. 1908. Montero y Rodríguez-Almarza (D. José), Licenciado en Cien- cias Naturales.— Madrid. 1919. Montornés (Excmo. Sr. Conde de), Doctor en Ciencias Físico- Químicas.— Valencia— (Agricultura.) 1881. Moragues (D. Fernando), Pbro.— Avenida de Alejandro Rose- lló, 105, 5.°, Palma de Mallorca.- (Coleópteros.) 1905. Moran Bayo (D. Juan). Catedrático de Agricultura en el Insti- tuto.—Córdoba. (Durante el verano, en Medina de las Torres, Badajoz. ) 1908. Morcillo (D. Ramón), Pbro., Profesor del Sacro-Monte.— Granada. 1909. Moreno y Rodríguez (D. Agustín), Catedrático del Instituto.— Segovia. 1919. Moroder y Sala (D. Emilio), Profesor en el Colegio Boix.— Maestro Chapí, 12, Valencia. - (Coleópteros y Hemípteros.) 1914. Moróte y Greus (D. Francisco), Doctor en Ciencias, Director y Catedrático de Agricultura del Instituto. — Plaza de San Pa- blo, 5, Valencia.— (Patología vegetal.) 1898. Moyano y Moyano (limo. Sr. D. Pedro), Catedrático y Secre- tario de la Escuela de Veterinaria, Comendador de número de la Orden civil del Mérito Agrícola, Caballero de la Orden civil de Alfonso XII y Caballero de segunda clase de la Orden del Mérito Militar. — S. Nacional, 18, duplicado, Zaragoza. — (Etnología zootécnica.) 1914. Múgica Mondragón (D. Hilario), Alumno de Ciencias Naturales. Hurtado de Amézaga, 50, Bilbao. 1902. Muñoz-Cobo (D. Luis), Doctor en Ciencias, Catedrático en el Instituto. — Málaga.- (Malacologia y Mineralogía.) 1919. Muñoz Medina (D. José María), Profesor auxiliar de la Facul tad de Farmacia— Granada. 1872. Museo Nacional de Ciencias Naturales (Biblioteca del). — Hipó- dromo. Madrid. 1894. Museo Pedagógico (Biblioteca delV— Daoiz, 5, Madrid. 1905. Nascimento (D. Luis Gonzaga do).— Setubal (Portugal). 1920. Navarro (D. Benjamín), de las Escuelas Pías de San Antón.— Hortaleza, 69, Madrid. 1905. Navarro (D Leandro), Profesor de Patología vegetal en el Ins- tituto Agrícola de Alfonso XII.— Madrid. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 25 1917. Navarro Martín (D. Francisco), Licenciado en Ciencias Natu- rales.—Mayor, 19Q, Patencia. 1908. Navarro y Neumann (R. P. Manuel María S.), S. J., Director de la Estación sismológica de la Cartuja.— Apartado núm. 32, Granada.— (Sismología y especia/mente terremotos espa- ñoles.) 1916. Navaz y Sanz (D. José María), Alumno de Ciencias Naturales. Hortaleza, 30, Madrid. 1908. Nieto Valls (D. Gustavo), Catedrático en el Instituto.— Orense. 1915. Novel Peña (D. José), Licenciado en Farmacia. — Avenida de Cervantes, hotel, Granada 1902. Novella Valero (D. Joaquín), Catedrático en el Instituto.— San Andrés, 8, Sevilla. 1898. Novoa y Alvarez (D. Francisco). Vicecónsul de Portugal en Goyán, Socio correspondiente de la Arqueológica de Ponte- vedra y de la Española de Higiene, Comendador de las Orde- nes de Cristo y de la Concepción de Villaviciosa de Portugal , Médico municipal de Tomiño, Socio de número de la Cruz Roja Española y condecorado con la medalla de plata de la misma Sociedad y con la de plata de Puentesampayo. — (Por Túy), Goyán. 1917. Obermaier (Dr. Hugo).— Alcalá, 143, Madrid. 1872. Oberthür (D. Carlos), de la Sociedad Entomológica de Fran- cia—Faubourg de París, 36, Rennes (Ille-et Vilaine), Francia. (L e pido p tero s .) 1872. Oberthür (D. Renato), de la Sociedad Entomológica de Fran- cia.—Faubourg de París, 36, Rennes (lile- et- Vilaine), Francia. (Coleópteros.) 1872. Observatorio Astronómico (Biblioteca del). — Madrid. 191 1 . Olabe Alonso (D. José).— Santander. 1920. Olazábal Gil de Muro (D. Domingo), Ingeniero de Montes.— Sevilla. 1911. Olea y Córdova (D. Gregorio), Subinspector Farmacéutico de Sanidad Militar.— Val verde, 8, principal, Madrid. 1909. Olivar (D. Manuel), Doctor en Medicina, Profesor auxiliar en la Escuela de Veterinaria.— Zaragoza. 1920. Olmo y Medina (D. Uldarico del), Ayudante del Instituto.— Almería. 1890. Ortega y Mayor (D. Enrique). — Calle de Carretas, 14, Labora- torio químico, Madrid. 1897. Orueta (D. Domingo de), Ingeniero de Minas.— Lagasca, 116, Madrid. —(Geología.) 1915. Owin y Cortés (ü. Jacinto), Profesor de la Facultad de Medi- cina.—Sevilla. 1905. Padró (D. José), Tecnógrafo de la Facultad de Ciencias.— Huertas, 70, Madrid. 1920. Pajarón y de Paradas (D. Diego), Ingeniero de Montes.— Se- villa. 1894. Palacios (D. Pedro), de la Real Academia de Ciencias, Inspec tor general jubilado del Cuerpo de Ingenieros de Minas.— Montesquinza, 9, Madrid. 1918. Palet y Barba (D. Domingo), Diputado provincial.— Barcelona. 1911. Pan Fernández (D. Ismael del), Catedrático en el Instituto.— Toledo. - (Geología) 1905. Pardillo Vaquer (D. Francisco), Catedrático de Cristalografía en la Universidad.— Aribau, 152, Barcelona. 1913. Pardo García (D. Luis), Licenciado en Ciencias Naturales, Pro- fesor ayudante del Laboratorio de Hidrobiología del Museo de Ciencias Naturales.— Gran Vía, 65, Valencia. 26 LISTA DE SOCIOS 1882. Paúl y Arozarena (D. Manuel José de).— San Vicente, 10, Se- villa.- (Patología vegetal.) 1903. Pazos Caballero (D. J. H.), Médico-cirujano, Miembro de varias sociedades científicas y Corresponsal de la Academia de Ciencias de la Habana.— Martí, 46, San Antonio de los Baños (Cuba) . — (Dípteros parásitos .) 1898. Pella y Forgas (D. Pedro), Ingeniero industrial, químico y me- cánico, Socio de mérito de las Económicas Aragonesa y Ge- rundense de Amigos del País y del Ateneo de Teruel, Inge- niero Jefe de la explotación del Ferrocarril de Cariñena a Zaragoza. — Zaragoza. — (Geología .) 1907. Pereyra Galbiatti (D. José), Perito agrónomo por la Escuela de Montpellier. Arrecife (Lanzarote, Islas Canarias).— (Agro- nomía v Geología agrícola de Canarias.) 1918. Pérez Casanova (D. Gonzalo), Licenciado en Ciencias Natura- les.—Residencia de Estudiantes, Madrid. 1915. Pérez de Barradas y Alvarez de Eulate (D. José). — Viriato, 24, Madrid > 1915. Pérez de Pedro (D. Félix), Auxiliar de la Universidad.- Arri- bas, 5, Valladolid. 1881 . Pérez Lara (D. José María).- Jerez de la Frontera (Cádiz).— (Botánica) 1875. Pérez Ortego (D. Enrique), Doctor en Ciencias, Profesor auxi- liar en el Instituto del Cardenal Cisneros.— C. de San Bernar- dino, 7, Madrid. 1894. Pérez Zúñiga (D. Enrique), Profesor auxiliar en la Facultad de Medicina. — Paseo de Trajineros, 32, Madrid. 1907. Peris Fuentes (D. Ernesto). — Burriana (Castellón). 1902. Pi y Suñer (D. Augusto), Catedrático en la Facultad de Medi- cina.- Gerona, 20, Barcelona. 1901. Pie (D. Mauricio), de la Sociedad entomológica de Francia.— Digoin (Saóne-et Loire), Francia. -(Ent. general de Argelia, Col. e Himenópt. paieárt., Meliridos, Ptínidos, Antícidos, Pedílidos, Briiquidos y «Nanophyes» de todo el mundo.) 1915 . Pina de Rubíes (D. Santiago). - Madera, 9, Madrid. - (Química mineral.) 1903. Pittaluga (D. Gustavo), Catedrático de Parasitología de la Fa- cultad de Medicina en la Universidad Central.- Blanca de Navarra, 4, Madrid.— (Investigaciones micrográficas apli- cadas a la clínica.) 1916 Pía (O. Joaquín), Editor.— San José, 3, Gerona. 1917. Planchuelo y Portales (D. Gregorio), Licenciado en Ciencias y Farmacia.— Talavera de la Reina (Toledo). 1919. Plasencia Pertegás (D. José), Profesor auxiliar en el Instituto. San Pablo, 2, Valencia. 1905. Pons (D. Enrique), Catedrático en el Instituto.— Curia, 19, Pam- plona. 1918. Portusach Roca (D. Antonio), Perito Agrícola. — Barcelona. 1918. Potó (D. Mariano). -Ayala, 74, Madrid. 1887. Prado y Sainz (D. Salvador), Doctor en Ciencias Naturales, Catedrático y Director del Instituto.— Guadalajara. 1917. Prieto de Castro (D. Blas), Licenciado en Ciencias Naturales. Farmacia Militar, Hospital Militar, Alcazarquivir (Marrue- cos). 1916. Pro y Alonso (D. Andrés), Licenciado en Ciencias Químicas.— Arrabal, Salamanca. 1918. Pujiula (R. P. Jaime), S. J., Director del Laboratorio Biológico de Sarria (Barcelona). 1912. Pujol (D. Manuel).— Vellisca (Cuenca).- (Lepidópteros.) DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 27 1895. Ramón y Cajal (D. Pedro), Catedrático en la Facultad de Medi- cina.—Sitios, 6, Zaragoza.— (Histología.) 1872. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Biblio- teca de la).-Valverde, 26. Madrid. 1920. Real Sociedad del Tiro de Pichón.— Valencia. 1920. Rebollar Rodrigues (D. Jesús), Licenciado en Ciencias Natura- les, Auxiliar de la Universidad.— Sevilla. 1917. Reichenow (Dr. Eduard).— Güntzelstrasse, 27, Berlin-Wilmers- dorf. 1915. Rey Montero (D. José Cipriano), Catedrático de Agricultura del Instituto.- Cánovas del Castillo, 43 y 45, Málaga. 1907. Reyes Calvo (D. Manuel), Farmacéutico, Licenciado en Cien- cias— Don Diego Avis, 6, Cabra. 1883. Reyes y Prosper (Excmo. Sr. D. Eduardo), Catedrático de Fi- tografía en la Facultad de Ciencias, Jefe de la Sección de herbarios en el Jardín Botánico. Caballero Gran Cruz de Isabel la Católica.- San Bernardo, 58, Madrid.- (Anatomía microscópica vegetal, Criptógamas y Orquídeas de Es- paña.) 1872. Ribera (limo. Sr. D. Emilio). Doctor en Ciencias Naturales, Catedrático jubilado de la Escuela Superior del Magisterio. Orellana, 1, Madrid. 1918. Riesgo Ordóñez (D. Ángel), Ayudante de Montes.— Ferraz, 40, segundo, Madrid. - (Entomología.) 1917. Río-Hortega (D. Pío del), Doctor en Medicina. -Prado, 10, Madrid. 1914. Rioja Lo-Bianco (D. Enrique), Doctor en Ciencias Naturales. — Catedrático del Instituto. — Badajoz - (Gusanos anélidos.) 1886. Rioja y Martín (D. José), Catedrático de Zoografía de animales inferiores y moluscos de la Universidad Central— Olid, 6, Madrid. - (Anatomía de animales inferiores.) 1909. Ríos Rial (D. Cándido), Director y Catedrático de Historia Na- tural del Instituto general y técnico. — Santiago. — (Minera- logia.) 1902. Riva (D. Maximino de la), Profesor auxiliar en la Facultad de Farmacia. -Santiago. 1896. Rivas Mateos (D. Marcelo), Catedrático de la Facultad de Far- macia de la Universidad, Diputado a Cortes. -Hortaleza, 85, Madrid. - (Botánica.) 1917. Robert Soler (D. José), Profesor auxiliar de la Escuela de Inge- nieros Industriales.- Barcelona. 1916. Rodrigo (Rvdo. P. Sabino), Agustino. -Madrid. 1884. Rodríguez Aguado (D. Enrique), Doctor en Ciencias y Medi- cina, Profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias.— Reyes, 13, Madrid. 1880. Rodríguez Mourelo (D. José), Académico de la Real de Cien- cias Exactas, Físicas y Naturales, Profesor de Química in- dustrial orgánica en la Escuela Superior de Artes e In- dustrias. - Piamonte, 14, Madrid.— (Mineralogía y Química.) 1914. Rodríguez Olleros (D. Jorge), Licenciado en Ciencias Natu- rales.- Plaza de Martín Mateos, 6, Béjar (Salamanca). 1915. Rodríguez Sardina (D. Juan), Plaza de Bilbao, 5, 3.°, Madrid. 1906. Rodríguez y López Neyra (D. Carlos), Catedrático de Farma- cia—San José, 1. Granada. 1912. Rodríguez y López Neyra (D. Emilio), Doctor en Ciencias Na- turales, Catedrático en el Instituto. - Palma de Mallorca. 1903. Rodríguez y López Neyra (D. Manuel), Catedrático de la Fa- cultad de Farmacia. Churruca, 17, Madrid.— (Liqúenes de España.) 28 LISTA DE SOCIOS 1909. Rodríguez y Rosillo (D. Abilio), Catedrático del Instituto.— Cáceres. 1916. Roig Binimelis (D. Jerónimo), Alumno de Ciencias.— Barce- lona. 1916. Romani Guerra (D. Amador), Conservador del Museo Balaguer. Rambla, 27. Villanueva y Qeltrú. 1914. Romeo (D. Fermín), Doctor en Ciencias Químicas. —Zaragoza. 1914. Roselló Brú (D. Eduardo), Comandante retirado de infantería. Libertad, 53, Cabañal (Valencia).— (Malacología.) 1914. Royo Gómez (D. José), Licenciado en Ciencias Naturales.— Ponzano, 8, Madrid.- (Geología.) 1914. Rueda Ibáñez(D. Félix de la), Profesor en la Escuela Normal de Maestros. — Barcelona. 1913. Ruiz (D. Fernando), Librero. — Plaza de Santa Ana, 13. Madrid. 1915. Ruiz de Pellón (D. Ricardo), Profesor odontólogo.— Santan- . der— (Histología.) 1890. Sáenz y López (D. Juan), Licenciado en Ciencias, Director del Colegio de Santa Ana. — Mérida (Badajoz). 1916. Sagarra (D Ignacio de), Diagonal, 482, Barcelona.— (Lepidóp- teros.) 1915. Sales Crespo (D. Vicente), Farmacéutico. -Torno de San Gre- gorio Farmacia «La Central*, Valencia. 1913. Salguero (D. Luis).— Heras (Santander.) 1906. San Miguel de la Cámara (D.Maximino), Catedrático de Geolo- gía en la Universidad, Miembro déla Real Academia de Cien- cias y Artes.— Diputación, 162, Barcelona. - (Petrografía de España.) 1901. Sánchez Bruil (D. Mariano), Catedrático jubilado.— Norte, 15, 2.°, Madrid. 1914. Sánchez-Mantero Fisat (D. Remigio), Obispo Quesada, 5, Dai- miel (Ciudad Real). 1981. Sánchez Navarro y Neumann (D. Emilio), Doctor en Ciencias Naturales, Profesor auxiliar en el Instituto.— Santa Inés, 2, Cádiz. - (Entomología.) 1914. Sánchez Robles (Rvdo. P. Manuel), Colegio del Inmaculado Corazón de María— Plaza de Villasis, 6, Sevilla. 1885. Sánchez y Sánchez (D. Domingo), Doctor en Ciencias Natura- les y en Medicina; Conservador, por oposición, en el Museo de Antropología, Profesor en la Escuela de Artes e Indus- trias.—Atocha. 96, Madrid —(Anatomía comparada.) 1913. Sánchez y Sánchez (D. Manuel), Doctor en Ciencias Natura- les—Madrid. 1898. Santos y Abreu (D. Elias). Licenciado en Medicina y Cirugía y Director del Museo de Historia Natural y Etnográfico — Santa Cruz de La Palma (Canarias) . — (Entomología y Botá- nica.) 191 1 . Santos Ruano (D. Leoncio), Médico. - Santander. 1902. Schramm (D. Jorge). — Ville «Elvira», rué Genéve, Casablanca (Marruecos). - (Coleópteros, Cerambícidos.) 1912. Sección de Ciencias de la Facultad de Medicina de Cádiz (Uni- versidad de Sevilla). 1920. Sección de Patología Agrícola del Consejo provincial de Agri- cultura. - Mallorca, 284, Barcelona. 1898. Segovia y Corrales (D Alberto), Catedrático de Zoología ge- neral en la Facultad de Ciencias.- Leganitos, 47, Madrid. 1917. Selgas y Marín (D. Ezequiel), Licenciado en Ciencias Natura- les.—Jorge Juan, 6, Madrid. 1902. Seminario Conciliar de ürihuela. 1872. Senado (Biblioteca del).— Madrid. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 29 1920. Sequeiros Olmedo (D. Leandro), Ingeniero y Profesor del Ins- tituto. - Sevilla. 1915. Seres (D. Manuel), Catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina.— Sevilla. 1915. Serra Rober (D. Francisco), Alumno de Ciencias.— Barce- lona. 1907. Serradell (D. Baltasar).— San Pablo, 71 y 75, Barcelona. -(Con- quiliología, Paleontología y Mineralogía.) 1915. Serrano y López Hermoso (D. Ricardo), Catedrático en la Fa- cultad de Farmacia.— Granada. 1909. Sierra (R. P. Lorenzo). — García Paredes, 41, Madrid.— (Espe- leología.) 1899. Silva Tavares (Excmo. Sr. D. Joaquín de), de la Real Academia de Ciencias de Lisboa, de la Sociedad entomológica de Fran- cia, Socio correspondiente de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona y fundador de la Sociedade Portuguesa de Sciencias Naturaes— Colegio del Pasaje, La Guardia (Pon- tevedra). - (Zoocecidias) 1908. Simancas Señan (D. Francisco). — Paseo de la Bomba, 7-8, hotel, Granada. 1889. Simarro (D. Luis), Doctor en Medicina, Catedrático de Psico- logía experimental en la Facultad de Ciencias.- General Oráa, 5, Madrid— (Histología.) 1919. Simón Sanchis (D. Santiago), Dibujante y Pintor. -Madrid. — (Dibujo Científico.) 1890. Siret (D. Luis), Ingeniero. - Cuevas de Vera (Almería).— (Geolo- gía \- Antropología ) 1912. Sirvent (D. Ángel), Auxiliar en la Facultad de Medicina.— Bar- celona. 1919. Smith (D. Guillermo). -M. Ranees, 24, 2.°, Cádiz.- (Entomo- logía.) 1901 . Sobrado Maestro (D. César), Catedrático en la Facultad de Farmacia. - Santiago.— (Botánica ) 1909. Sobrino y Buhigas (Ü Ramón), Doctor en Ciencias Naturales, Catedrático en el Instituto.— Pontevedra. -(Geología y Pre- historia.) 1916. Sociedad Bilbaína.— Bilbab. 1920. Sociedad «El Sitio*.— Bilbao. 1898. Soler (D. Juan Pablo), Catedrático en el Instituto.— Huesca. 1920. Soler Carreras (D. Francisco), Ingeniero Industrial.— Sevilla. 1918. Soler Carreras (D. José M.a), Ingeniero Industrial.— Barcelona. 1901. Soler y Batlle (D. Enrique), Farmacéutico militar. — Mayor, 51, Sarria (Barcelona).— (Botánica) 1910. Soler y Luesma (D. Amadeo), Doctor en Medicina y Cirugía.— Palacios Malaver, 8, Sevilla. 1912 Soler Pujol (D. Luis), Naturalista preparador.— Calle de Rau- rich, 15-15, Barcelona. 1915. Soriano Lapresa (D. Francisco).— Granada. 1918. Suárez (D. Victoriano), Librero.— Preciados, 48, Madrid. 1918. Suriol Torra (D. José), Alumno de Ciencias. — Barcelona. 1905. Surmely (D. Eduardo), Profesor de idiomas.— Concepción Je- rónima, 15 y 17, Madrid. 1915. Susaeta y Ochoa de Echagüen (D. José M.a), Doctor en Cien- cias Naturales, Catedrático del Instituto. - Cartagena. 1905. Taboada Tundidor (D. José), Doctor en Ciencias Naturales, Licenciado en Derecho, Catedrático en el Instituto— Granada. 1899. Tarazona y Blanch (D. Ignacio), Catedrático en la Facultad de Ciencias, Director del Observatorio Astronómico. — Plaza de Wilson, 11, Valencia. 30 LISTA DE SOCIOS 1899. Tarín y Juaneda (D. Rafael), Doctor en Ciencias Naturales, Profesor de Cristalografía de la Facultad de Ciencias. — Tor- no de San Cristóbal, 9, Valencia. 1908. Tello (D. Francisco), Profesor auxiliar de la Facultad de Medi- cina, Director del Instituto de Alfonso XIII. -Aguirre, 1, Madrid. 1910. Tenorio (D Bernardo).— Venerables, 5, Sevilla.— (Geología.) 1920. Théry (M. André), Ingenieur Agricole. -Rabat (Marruecos).— (Coleópteros.) 1907. Tomás Corrales (R. P. A.), Rector de las Escuelas Pías y Ca- tedrático de Historia Natural. - Granada. 1912. Torres Mínguez (D. Alejandro), Farmacéutico.— Barcelona. 1920. Torres Sala (D. Juan), Licenciado en Derecho, Valencia.— (Coleópteros y Lepidópteros.) 1920. Trigo Mezquita (D. Agustín). Doctor en Farmacia.— Valencia. 1914. Trullenque Esteve (D. Ramón), Farmacéutico de Carlet (Va- lencia). —(Geología.) 1914. Tuñón y Mallada (Rvdo. P. José María), Dominico. -Santa S. V. María de Nieva (Segovia).— (Mineralogía.) 1902. Turró (D. Ramón), Director del Laboratorio Microbiología).— Notariado. 10, Barcelona.— < Bacteriología.) 1920. Unamuno (P. Luis M.). — Profesor en el Colegio de los Padres Agustinos. — Llanes (Oviedo). -(Micología.) 1917. Universidad de Salamanca (Biblioteca de la). 1903. Universidad de Santo Tomás. — Manila. 1904. Uruñuela (D. Julio), Doctor en Ciencias Naturales, Conserva- dor en el Jardín Botánico.— Madrid. 1919. Valentí Marroig (D. Juan Ignacio), Alumno de Ciencias Natu- rales.—Barcelona. 1900. Vales Failde (limo. Sr. D. Javier), Auditor del Tribunal de la Rota.— Princesa, 77, Madrid. 1920. Valls Anglés (D. Vicente), Maestro Superior y Alumno de la Escuela Superior del Magisterio. — Madrid. 1920. Vázquez Humaoqué (D. Adolfo), Ingeniero Agrónomo, Direc- tor de la Granga regional de Baleares.— Palma de Mallorca. 1917. Vázquez Sans (D. Juan), Alumno de Ciencias Naturales.— Bar- celona 1913. Vega del Sella (Excmo. Sr. Conde de la). — Nueva (Astu- rias). 1920. Verastégui (D. Prudencio), Ingeniero de Montes. -Sevilla. 1906. Verdeguer Comes (D. Pablo).— Mar, 94, Valencia. -(Geología.) 1909. Vial (D. Federico). -Santander. 1912. Vicioso Martínez (D. Carlos), Ayudante de Montes.— Hortale- za, 84, Madrid.— (Botánica.) 1914. Vidal (R. P. Juan Crisóstomo), Profesor de Agricultura en las Escuelas Pías. - Valencia. 1909. Vidal y Carreras (D. Luis Mariano), Inspector general del Cuer- po de Ingenieros de Minas, Presidente de la Comisión del Grisú, Miembro de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, Socio correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas. Físicas y Naturales de Madrid.— Diputa- ción, 292, Barcelona. 1899. Vidal y Compairé (D. Pío), Doctor en Ciencias Naturales, Con- se vador. por oposición, en el Museo. — Plaza de Santa Bár- bara, 7, Madrid. 1915. Vidal y López (D. Manuel). -La Mola (Mahón).— (Cicindéli- dos del Globo.) 1920. Vigón (D. Jorge), Capitán de Artillería del 13 Regimiento Li- gero.—Logroño. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 31 1917. Vila Coro (D. Eugenio), Médico.— Barcelona. 1920. Vila Gómez (D. Miguel), Licenciado en Ciencias y Farmacia, Ayudante del Instituto.— Boix, 6, Valencia.— (Botánica.) 1895. Vila Nadal (D. Antonio), Catedrático en la Universidad de Bar- celona. 1896. Viñals y Torrero (D. Francisco), Doctor en Medicina— Plaza de los Ministerios, 9, Madrid. 1913. Vives y Pieras (Srta Catalina), Doctora en Ciencias Naturales y Profesora de la Escuela Normal. —Carrera de San Jeróni- mo, 51, Madrid. 1907. Wynn Ellis (D. Federico).— Barcelona.— (Botánica.) 1920. Ximénez del Rey (D. Mario), Médico— Valencia. 1907. Zabala y Lara (D. Miguel), Químico de la Azucarera Santa Ju- liana y Farmacéutico. — Granada. 1907 Zambrano y García de Carabantes (D. José), Farmacéutico.— Granada. 1912. Zamora (D. Ricardo), Farmacéutico.— Siles (Jaén). 1915. Zamorano Ruiz (D. Manuel), Catedrático en el Instituto.— Teruel. 1915. Zarco García (D. Ángel), Preparador del Museo Nacional de Ciencias Naturales.— Raimundo Lulio, 10, Madrid.— (Coleóp- teros.) 1912. Zariquiey (D. Ricardo), Doctor en Medicina.— Mallorca, 257, Barcelona. —(Coleópteros.) 1905. Zulueta (D. Antonio de), Profesor en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.— García de Paredes, 72, Madrid. Socios agregados. 1920. Aguilar Giner (D. Romualdo). -Valencia. 1914. Alcaide Vilar (D. Manuel).— Serrano, 5, Madrid. 1915. Aldaz (D. Julián). —Zumaya (Guipúzcoa). 1904. Aterido (D. Luis).— Ave María, 16, Madrid. 1914. Belbéze Pérez (D. Luis), Licenciado en Ciencias Naturales. — Ponzano, 4, Madrid. -(Coleópteros ) 1917 Benlloch (D. Carlos). Alumno de Medicina.— Pi y Margall, 72, Valencia. 1909. Escobio Franco (D. Jesús). — Gaboya, 6, 4.°, Santander. — (An- tropología.) 1899. Escribano' y Ramón de Moneada (D. Francisco), Licenciado en Medicina. -Hidalgo, Torrevieja (Alicante). 1914 Fernández Aguilar (D. Rafael), Alumno de Ciencias Naturales y de la Escuela de Minas.— Velázquez, 64, Madrid. 1898. Izquierdo Gómez (D. Juan Antonio), Decano y Catedrático de Ampliación de Física en la Universidad. —Peris y Valero, 17, Valencia.— (Óptica.) 1915. Martínez de la Escalera (D. Fernando). -Almagro, 10, Madrid. 1897. Martínez Gámez (D. Vicente), Catedrático en el Instituto. - Flamencos, 16, Cádiz.— (Ornitología de España.) 1915. Oppelt y Sanz (D. Amador), Profesor de la Escuela de Comer- cio de Málaga. 1909. Savirón y Caravantes (limo. Sr. D. Paulino), Decano y Cate- drático de la Facultad de Ciencias, Comendador de número de la Orden civil de Alfonso XII. — Zaragoza. 32 LISTA DE SOCIOS Socios fallecidos. CORRESPONDIENTE Reitter (Edmond). NUMERARIOS 1885. Ferrer (D. Carlos). 1887. Onis (D. Mauricio Carlos de). 1881 . Pantel (R. P. José). RESUMEN Socios protectores 10 — honorarios 10 — correspondientes 54 — vitalicios 5 — numerarios 612 agregados 14 Total 705 Madrid, 12 de enero de 1921. El Secretario, Ángel Cabrera. ÍNDICE GEOGRÁFICO DE LOS SOCIOS (" ESIP^ZN"^ Albacete. Berraondo. A Ib a l ate de Zorita. Domínguez (P.). > Alcalá de Henares. Gómez Miguel. Alciraf Valencia). Cuñat. Algente si (Valencia). Lavernia. Alicante. Instituto. Jiménez de Cisneros. Almena. Domínguez (B ). Junta de Obras del Puerto. Olmo. Arrecife (Lanzarote). Pereyra Galviatti. Badajoz. Rioja (E.). Baeza . Coscollano. Instituto. Bañólas (Gerona). Busquéis. Barcelona. Aguilar-amat. Aguiló. Aranzadi. Arias. Barnet. Bataller. Bofill. Botey. Brugués.' Caballero (A.). Caballero (J.). Calleja. Camps. Cañáis. Casamada. Cátedra de la Universidad. Cazurro. Codina. Crespí (A.)- Escuela alemana. Ezquieta. Faura. Fernández Qaliano. Fernández Riofrío. Ferrán. Ferré Qomis. Font Quer. Fuset. Garbayo. García del Cid. Goizueta. Gutzwiller. Huguet y Padró. Instituto. Jorro. López Mendigutia. Llenas. Maluquer. Marcet(J.). Mas de Xaxars. Meisser. Palet. Pardillo. Pi y Suñer. Portusach. Pujiula. (1) No figuran los residentes en Madrid. Las iniciales P., H., C, V. o A, prece- diendo a un apellido, indican que se trata, respectivamente, de un socio protector, honorario, correspondiente, vitalicio o agregado. Tomo xxi.— Enero, 1921. 3 34 índice geográfico de los socios Robert. Calahorra. Roig. Miranda. Rueda. Sagarra. Campo de Criptana San Miguel . (Ciudad Real). Sección de Patología agrícola. Llopis. Serra Robert. Serradell. Cangas de Tineo (Asturias). Sirvent. Flórez. Soler (E). Soler Carreras (J. M.*). Carie t (Valencia). Soler (L.). Trullenque. Suriol. Torres Mínguez. Cartagena. Turró. Susaeta. Valentí. Vázquez. Castellón. Vidal (L. M.). Instituto. Vila Coro. Martín Cardoso. . Vila Nadal. WynnEllis. Ciudad Real. Zariquiey. Cárdenas. Corrales Hernández. Bilbao. Instituto Escuela Normal de Maestras. Múgica. Ciudad Rodrigo. fe Sociedad Bilbaína. Cascón . Sociedad «El Sitio». Corrales. Béjar. Córdoba. Rodríguez Olleros. Chaves. Moran. Burgos. Cuenca . Cillero (M.). Ateneo Conquense. Instituto. Giménez de Aguilar y Cano Instituto. Burjasot (Valencia). Colegio del Beato Juan de Ri- vera. Cuevas de Vera (Almería). Siret. Granja Escuela de Agricul- tura. Daimiel (Ciudad Real). Sánchez Mantero. Burriana (Castellón). Don Benito (Badajoz). Peris Fuentes. García Bayón. Cabra. Figueras. Carandell. Instituto. Reyes. Martín Lecumberri. Cáceres. Gandía (Valencia). Ibarlucea. Escuelas Pías. Rodríguez Rosillo. Gerona. Cádiz. Alvarado. (A) Martínez Qámez. Pía. Sánchez Navarro. Sección de Ciencias. Getafe (Madrid). Smith. Pérez (V.). DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 35 Gijón (Oviedo). González Regueral. Loro. Goyán (Pontevedra). Novoa. Granada. Alvarez de Toledo. Bellido. Cortés (A.). Diez Tortosa (J. L.). Diez Tortosa (M.). Escuela Normal de Maestros. Espejo. Facultad de Ciencias. Facultad de Farmacia. Fenech. Fernández Martínez. Fernández Montesinos. González Sánchez. González Sevilla. Instituto López Mateos. Morcillo. Muñoz Medina. Navarro Neumann. Novel Peña. Rodríguez L. Neyra (C). Serrano. Simancas Señan. Soriano. Taboada. Tomás Corrales. Zabala. Zambrano. Guadalajara. Instituto. Prado. Hellín. Esteban de Faura. Ñeras (Santander). Salguero. Herrerías (Almería). Gossé. Hnelva. Díaz Llanos. Instituto. Martínez y Martínez. Huesca. Alvarez López. Instituto. Martínez Núñez. Soler (J. P.). I lie seas (Toledo). Aguilar y Carmena. frac he (Navarra). Casan. Jerez (Cádiz). Pérez Lara. La Aguilera (Burgos). García Martínez. La Cor uña. Bescansa. Fernández Alonso. Instituto. La Guardia (Pontevedra). Silva Tavares. Las Palmas (Gran Canaria). Fraga. Gómez de Llarena. Laguna de Tenerife (Canarias). Cabrera (Agustín). Cabrera (Anatael). Ledesma (Salamanca). Beato. Lecaroz (Navarra). Ezquieta. León. Aragón (D. Federico). Aragón (D. Francisco). Lérida. Instituto. Linares (Jaén). Gómez Rodríguez. Logroño. Elizalde. Vigón. Llagostera (Gerona). Gelabert. Llanes (Oviedo). Unamuno. Lugo. Instituto. 36 ÍNDICE GEOGRÁFICO DE LOS SOCIOS Mahón (Baleares). Patencia . Carreras. Aleonada. Castaños. Instituto. Instituto. Navarro Martín. Mir. Vidal y López. Palma de Mallorca (Baleares). Alabern. Málaga. Balaguer. Escuela Superior de Comer- Darder (E.). cio. Escalas Real . Instituto. Gamundi Ballester. Laza(E.). (V) Gandolfi. Laza (M.). Instituto. Marvier. Laboratorio biológico marino. Miranda. Moragues. Muñoz Cobo. Planas. (A) Oppelt. Rodríguez L. Neyra (E.). Rey Montero. Vázquez (A.). Mérida (Badajoz). Pamplona . Gil de Ceballos. Goñi. Sáenz y López. Pons. Miguel turra (Ciudad Real). Pontevedra . Areses. Laguna. Dios Otero. Murcia . Instituto. Sobrino. Codorníu. Facultad de Ciencias. Pozuelo de Calatrava. Loustau. Fuente. Nueva (Asturias). Reus (Tarragona). Vega del Sella (C. déla). Instituto. Olot (Gerona) . Ribas (Gerona) . Bolos. Cruz(E). Onteniente (Valencia). Salamanca. Ferrer (F.). Decano de la Facultad de Maestre. Ciencias. Orense. Fernández (D. Ambrosio). Granja Agrícola. Instituto. Instituto. Nieto. Jerónimo Barroso. Orihuela (Alicante). Pro. Universidad. Andreu. Colegio de Santo Domingo. Salda ña (Patencia) . Seminario. Macho Tomé. Ortigueira (Coruña). San Sebastián. Maciñeira. Escuela Normal de Maestras. Instituto. Oviedo. Aldarna. Santa Cruz de la Palma Eguren. (Canarias). Uria Ríu. Santos y Abreu. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 37 Santa María de Nieva (Segovia) . (V) Tuñón. Santander. Alaejos. Ateneo. Cendrero. (A) Escobio. Estación de Biología marina. Garma. Gómez Vega. Instituto. Olabe. Ruiz de Pellón. Santos Ruano. Vial. Santiago (Cor uña). Cabeza de León. C.átedra de la Universidad. Deulofeu. Eleizegui. Facultad de Farmacia. Gómez Llueca. Iglesias. Instituto. Labarta. Ríos . Riva. Sobrado. Santo Domingo de Si/os (Burgos). González (S.). Segovia. Castellarnau. Instituto. Llovet. Moreno Rodríguez. Sevilla. Anchóriz. Ateneo. Benjumea. Bermejo. Biblioteca municipal . Candau. Carrión. Escuela Normal de Maestros. Esquivias. Gabinete de Historia Natural. García Velázquez. González Nicolás. Gragera. Instituto. Llórente (C). Llórente (J. P.). Martínez Girón. Medina Ramos. Novella. Olazábal. Owin. Pajarón. Paúl Rebollar. Sánchez Robles. Sequeiros. Seres. Soler Carreras (F.). Soler Luesma. Tenorio. Verastegui. Siles (Jaén) . Zamora (R.). Silos (Burgos). González (S.). Soller (Mallorca). Colom. Soncillo (Burgos) . Estébanez. Soria . Ateneo. Cillero (J.). Instituto. Talavera de la Reina . Planchuelo. Tarragona. Darder (B.). Teruel. Escuela Normal de Maestras. Zamorano . Toledo . Academia de Infantería. Cátedra de Agricultura. Estación de Sismología. Gómez-Menor. Pan. Torrelavega . Leroy. Tor revieja (Alicante). (A) Escribano. Tor tosa. Revista Ibérica. 38 índice geográfico de los socios Totana (Murcia) . Benisa. Túy (Pontevedra). Areses. Utiel. Escuelas Pías. Valencia . Aguilar Blanch. (A) Aguilar Guillen. Alapont. Alcantarilla. Almarche. Ateneo Mercantil. Báguena. Balasch. Barbera. Bartual. Belenguer. Beltrán. Benaches. (A) Benlloch. Bermejo. Boganí . Bonet. Boscá(A ). Boscá(E.). Campos Fillol (J.). Campos Fillol (R.). Casanova Dalfó. Cervera. Cru. Cruz Nathan Daya Nueva.' Decano Facultad Medicina. Escuela de Artesanos. Escuela de Comercio. Esplugues. Facultad de Ciencias. Feo. Fernández Hernández. Fernández Martí. Qamir. Giner. Gimeno. Herrero. Hueso. Ingeniero Jefe de Minas. Ingeniero Jefe División Hidro- lógico-forestal . Ingeniero Jefe del Servicio Agronómico. Instituto. Institutoprovincial deHigiene. (A) Izquierdo. Jorge Lorenzo. Laboratorio de Historia Na- tural. Lafora. Lluna. Martí. Martínez Ortega. Masia. Montornés. Moroder. Moróte. Pardo. Plasencia. Real Sociedad Tiro de Pichón. Roselló. Sales Crespo. Tarazona. Tarín. Trigo. Torres Sala. Verdaguer Comes. Vidal (J. C). Vila Gómez. Kiménez. Vallado/id. Ardanaz. Bartolomé del Cerro. Decano de la Facultad de Ciencias. Martín Lázaro. Pérez de Pedro. Vellisca (Cuenca). Pujol Vigo. Mayordomo. Villanueva y Geltrú . Romaní. Villar de Gallimazo (Salamanca). Escribano (M.). Vitoria . Barandiarán. Instituto. Zamora . Instituto. Zaragoza . Aranda. Ardiz. Borobio. Buñuel. Casino. Ferrando. DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 39 Gregorio Rocasolano. Instituto. Laboratorio de Geología. López de Zuazo. Maynar. Moyano. Olivar. Pella. Ramón y Cajal(P.). Romeo. (A) Savirón. Zumaya (Guipúzcoa). (A) Aldaz. ZEXTIFt.AJISrCriEIR.O Alemania. (C) Arnold.— Munich. Asher.—Beríin. (H) Engler. -Berlín. Haas.— Francfort, a. M. (C) Gebien. — Ha mburgo. Reichenow.— Berlín- Wilmers- dorf. (C) Salomón.— Heidelberg. (C) Weise {].).- Berlín. Argelia. (C) CheVreux.— Bóne. Austria. (C) Brancsik.— Trencsen. (H) Tschermak . — Viena . Bélgica. (C) Boulenger.— Bruselas. (C) Schouteden.— Bruselas. Brasil. Instituto Oswaldo Cruz. Checoeslovaquia. (C) Kheil.— Praga. Chile. Espinosa . —Santiago . (C) Porter.— Santiago. China. (V) Melcon . — Shanghai. Cuba. Franganillo.— Habana. Pazos.— San Antonio. (C) Torre.— Habana. Estados Unidos. (C) Coggeshall . -Pittsburgh . Fernández-Nonidez. — Nueva York ÍH) Hoüand.- Pittsburgh. (C) Knudson.— II haca. (C) Turnez . — Washington. (C) Washington, mouth • • ■Locust, Mam- Francia. (C) Acloque.— París. (C) Bedel —París. (C) Bois.— Saint-Mandé. Breuil. — París. (V) Brolemann. — Pau. (C) Bucking.— Estrasburgo. Clermont . — París. (C) Corbiére. — Cherburgo. (C) DoWíus.- París. Fallot . — Grenob/e . (C) Fauvel . — Caen . (C) Harlé.- Burdeos. (C) Heckel. — Marsella. (C) Janet.- Alione. (C) Joubin.— París. (C) Leclerc — Toulouse. (C) Lesne.— París. (C) Mangin.— París. (P) Marqués de Mauroy.— París. (C) Martín (R.).— París. (C) Meunier. — París. Oberthür (Ch.).— Rennes. Oberthür (R.)-— Rennes. (C) Olivier. — Ba roches au Houlme. ÍH) Perrier {Ed.). -París. . Pie — Digoin. (H) Simón.— París. (C) Verneau. — París. Filipinas. Universidad. — Manila. Hungría. (C) Horváth.- Budapest. Inglaterra. Beatty.— Northampton. (C) Distant. — South Norwood. Dulau —Londres. (H) Geikie.— Londres. (C) Lewis (G.). — Tumbridge Wells. 40 ÍNDICE GEOGRÁFICO DE LOS SOCIOS (H)Poulton.— Oxford. (C) Thomas.— Londres. Italia. (C) Balsamo. -Ñapóles. (C) Brizi . — Roma . (C) Cannaviello.— Portici. (C) De Toni . —Módena . ÍC) Dervieux.— Tarín. (V) Dodero.— Genova. (C) G estro— Genova. (C) Griffini.— Milán. (C) Piccioli (Fr. ).— Vallombrosa. (C) Piccioli (L.).— Florencia. Marruecos. Alluaud.— Rabal. González Belloto . — Tetuán . Prieto de Castro.— Alcázar- quivir. Schramm .—Casablanca. Théry.— Rabal. Monaco. (P) S. A. S. el Príncipe Alberto. (C) Richard.— Monaco.. Polonia. Frankowski . — Cracovia. Portugal. Carvalho. -Lisboa. Nascimento.—Setabal. República Argentina. (C) Bréthes.— Buenos Aires. Rumania. (C) Jeannel. — Cluj. (C) Montandon . —Bacarest . Servia. (C) Burr.— Belgrado. Suecia. (C) Lagerheim . —Estocolmo . Suiza. (C) Cari . — Ginebra . García Banús . — Ginebra . (C) Schulthess Rechberg. — Zu- ñen . Uruguay. Fontana . —Nueva Palmira . RELACIONES del estado de la Sociedad y de su Biblioteca LEÍDAS EN LA SESIÓN DE ENERO DE 1921 POR EL SECRETARIO D. RICARDO GARCÍA MERCET Y EL BIBLIOTECARIO D. ÁNGEL CABRERA LATORRE Memoria de Secretaría. "i Señores: Voy a ser más breve que otras veces en la Memoria que, como en años anteriores, me correspondeen el presente escribir, para tra- zar un resumen de los trabajos que durante 1920 habéis realizado, y dar cuenta de los sucesos más culminantes que se han registrado en ese período, en relación con la vida y el desarrollo de nuestra Sociedad. Tres motivos me impulsan a no ser ahora tan prolijo como otras veces: uno, que dispongo de poco tiempo; otro, que cada día cuesta más cara la impresión de nuestro Boletín; ter- cero, que el papel se está pagando a unos precios que, con relación a los anteriores, podríamos calificar de escandalosos. La brevedad se impone, pues, en una Revista científica como la nuestra, para todo trabajo que no sea verdaderamente de investigación. Hay que dedicar todo el dinero a dar a conocer la obra de nuestros inves- tigadores. En España, hasta ahora, no se ha dejado de publicar ningún trabajo científico digno de ver la luz, por el coste que alcanzan las obras de imprenta. Pero en el Extranjero tal vez no pase lo mismo que entre nosotros. Digo esto, porque en el año 1920 varios natu- ralistas de otros países se han dirigido a la Junta directiva de nues- tra Sociedad ofreciéndola artículos para su publicación. Tales ofrecimientos, repetidos una y otra vez, creo que no se habían re- gistrado nunca en los anales de esta Sociedad desde que fué fun- dada. Las colaboraciones extranjeras que han aparecido en nues- tros Boletines y Memorias, más bien fueron siempre solicitadas que ofrecidas de un modo espontáneo por sus autores. Ha sido fenómeno muy corriente entre los sabios y los investigadores de 42 RELACIONES DEL ESTADO DE LA SOCIEDAD otras naciones, el que nadie se acordara de nuestro país como de un pueblo que, desde el punto de vista científico, mereciera tomarse en consideración. Lo de que el África empezaba en los Pirineos ha sido, por nuestra desgracia, algo más que un tópico de gacetilla o de conversación de mesa de café... A nuestra Sociedad le cabe la honra de haber poderosamente contribuido a que esa opinión se vaya desvaneciendo o se haya ya desvanecido. Ha sido, sin duda, la nuestra la Corporación cientí- fica española cuyas publicaciones se han extendido más fuera de España. Ha tenido, y tiene, por decirlo así, un radio de acción y una fuerza de penetración muy superiores a los que poseían todas las de su tiempo. Hoy hay otras Saciedades que, con la nuestra, contribuyen a que la producción científica española sea conocida y apreciada en el Extranjero, pero, hasta hace bien poco, puede decirse que los nombres de las personas estudiosas de nuestro país no circulaban por el mundo sino por el intermedio de las publica- ciones de la Sociedad Española de Historia Natural. El quincuagésimo aniversario de su fundación, que se cumple el 15 de marzo próximo, ya sabéis que trata de celebrarse solem- nemente. La iniciativa de esta celebración se debe a la persona que nos ha presidido en 1920, el sabio fitoparasitologista D. Romualdo González Fragoso. El propuso la publicación del tomo extraordi- nario de Memorias que tenemos actualmente en prensa, y en el que aparecerán algunos trabajos de mucho mérito. También al Sr. Fragoso se debe la idea de conmemorar, con una sesión majes- tuosa, la fecha en que se cumpla nuestro cincuentenario. Hay el propósito de que esta junta magna se verifique en la sala de actos de la Real Academia Nacional de Medicina y de que se invite a presidirla a S. M. el Rey y al jefe del Gobierno de Su Majestad. Será, sin duda, ésta una sesión memorable y de la que podrán sen- tirse orgullosos cuantos intervienen en organizaría. Pero, aunque todos los que componemos la Sociedad Espa- ñola de Historia Natural nos sintamos satisfechos en ese día, el júbilo mayor deberá sentirlo la persona que más se ha interesado siempre por la existencia de nuestra Corporación, el único hombre que figura en la Junta directiva de la misma desde que fué fundada. Para este consocio benemérito, que no es otro que D. Ignacio Bo- lívar, hemos creado, en el año 1920, el cargo de presidente hono- rario vitalicio, ya que la presidencia efectiva de la Sociedad nunca la ha querido admitir. El cincuentenario que va a celebrarse debe- Y DE SU BIBLIOTECA 45 riamos llamarlo el de la obra de D. Ignacio Bolívar. Todos sabéis que en esto que digo no hay asomo de adulación ni de exageración. No pueden estar más ajustadas a la realidad estas afirmaciones que consigno. * * * Pocas palabras más, y termino. El año 1920 ha sido para la So- ciedad uno de tantos. Durante el hemos publicado, un buen volu- minoso tomo de Boletines y algunas Memorias. Sobre los cola- boradores de aquél y de éstas nada tengo que decir, pues son tan recientes sus trabajos, que nadie los puede haber olvidado. El movimiento de socios puede apreciarse consultando los datos que se consignan en las listas publicadas en el Boletín donde esta Memoria ha de aparecer. Allí también encontraréis la nota de los compañeros fallecidos durante 1920. Estos son los Sres. D. Carlos Ferrer, D. Mauricio Carlos de Onis, Rvdo. P. José Pantel, socios numerarios, y M. Edmond Reitter, socio correspondiente, a cuya memoria queremos rendir un cariñoso tributo. Termino este breve escrito despidiéndome de nuestros consocios como Secretario de la Sociedad. Por la benevolencia de todos paso de la Secretaría a la Vicepresidencia, y esto me exime, para lo sucesivo, de la obligación de escribir resúmenes como el pre- sente, que nada dicen y que nada pueden decir. Otras inteligencias más altas que la mía cumplirán, en años venideros, esta labor, ha- ciéndola no solamente amena sino útil. La Memoria del Secreta- rio de la Sociedad puede ser y debe ser algo más que una simple enumeración de trabajos y de autores. Yo he procurado romper la costumbre establecida de que este documento fuese nada más que una lista de títulos y de apellidos. Pero esto es poco. En Memo- rias de esta índole deben apuntarse iniciativas, marcar orientacio- nes, tratarse asuntos de interés general o que afecten a todos los que se dedican al cultivo de las Ciencias Naturales en sus diferen- tes aspectos. Para imprimir a documentos como el presente el ca- rácter que dejo enunciado, no hace falta sino disponer de una pri- mera materia y de un factor que se necesita en la vida para hacerlo todo, desde un cesto o un centenar de cestos, hasta la cosa más humilde y sencilla: mimbres y tiempo. Donde digo mimbres, claro es que hay que leer inteligencia, aptitud, cultura, entusiasmo, buena voluntad y todo lo que a estos dones y cualidades quieran ustedes añadir. Ricardo Q. Mercet. \ 44 RELACIONES DEL ESTADO DE LA SOCIEDAD Estado de la Biblioteca. Al terminar el año 1920, puede decirse que nuestra Biblioteca ha vuelto a su estado normal, volviéndose a recibir con regula- ridad las publicaciones cuya llegada periódica se había interrum- pido desde 1914, y restableciéndose el envío de las nuestras a aquellos países que, por el estado crítico que atravesaban, no ofrecían suficiente garantía de seguridad en las comunicaciones. Rusia es la única nación de que no llega nada que revele un resur- gimiento científico o una relativa normalidad interior, y de los Es- tados Unidos hay todavía muchos envíos atrasados, que se nos ha- cían por conducto de la Institución Smithsoniana, y que, por haber ésta suspendido las remesas durante el período álgido de la gue- rra, se han acumulado en gran número y van viniendo ahora poco a poco. La Sociedad no ha encuadernado durante este año ningún tomo, por tener que aplicar los fondos otras veces destinados a ello a sus publicaciones, que han tenido una nueva e importante subida de coste, a consecuencia del reciente encarecimiento de la mano de obra. Por la misma razón no se ha hecho adquisición nin- guna de libros, fuera de los veintiún primeros tomos de los Ver- handlungen de la Sociedad Zoológico-Botánica de Viena, que ha habido ocasión de comprar para tener la serie completa. El mismo elevado precio a que hoy resultan nuestras publica- ciones, obligando a restringirlas en lo posible, es causa de que, por un acuerdo de la Junta directiva, no acompañe a estas líneas la lista de las publicaciones que la Sociedad recibe, como se hacía otras veces. No habiéndose establecido durante el año cambio nin- guno nuevo, la publicada en el último enero puede ser consultada por quienes en ello tengan algún interés. La idea, para los años sucesivos y mientras duren las actuales circunstancias, es dar cuenta solamente de los nuevos cambios o suscripciones. El Bibliotecario, Ángel Cabrera. BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL Sesión del 12 de enero de 1920. PRESIDENCIA DE DON MANUEL AULLÓ Y COSTILLA El Secretario leyó el acta de la anterior, que fué aprobada Sustitución de Junta directiva. -Seguidamente el Sr. Gon- zález Fragoso, que había ocupado la presidencia al abrirse la se- sión, dirigió la palabra a los reunidos para darles gracias por la aprobación y colaboración prestada a sus iniciativas y propuestas durante el tiempo que ocupó la presidencia, congratulándose de ser sustituido por el Sr. Aulló, cuyo valer y prestigio científico es de todos los socios conocido. Acto seguido, los Sres. González Fragoso y García Mercet de- jaron la presidencia, siendo sustituidos por el nuevo presidente Sr. Aulló, y por el vicesecretario Sr. Bolívar, en sustitución del secretario, Sr. Cabrera, que se hallaba enfermo. El Sr. Aulló, después de agradecer el honor que se le dispensa con su elección, dedica un caluroso elogio a su antecesor, Sr. Gon- zález Fragoso, proponiendo que, con motivo del cincuentenario de la fundación de la Sociedad, se celebre una sesión solemne el día 1 5 de marzo próximo, como correspondiente al de la primera se- sión, a cuyo fin, la Junta directiva procurará que por la condición de los invitados y local que se solicite para celebrarla se dé la ma- yor brillantez posible al acto. A continuación hace votos por que sea pronto un hecho la colaboración de personas y entidades que, de modo disperso, trabajan hoy en ciencias naturales, por entender que esa unión, orientada en el sentido más conveniente para los in- tereses del país, es la que puede contribuir al mayor progreso cien- tífico. También propone, y así se acuerda, un expresivo voto de 46 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA gracias para el presidente saliente, Sr. González Fragoso, y los consocios con quienes constituyó la Directiva de 1920. Después da cuenta de la siguiente carta del Sr. Presidente honorario, D. Ignacio Bolívar, cuya lectura es acogida con singular agrado. «Sr. D. Manuel Aulló, Presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural. »Muy señor mío y distinguido amigo: ruego a usted sea intérprete cerca de la Sociedad que tan dignamente preside, de mi agradecimien-' to por la distinción con que me ha honrado y que considero como un homenaje a los que fueron los fundadores de aquélla, en cuya lista, si aparecí el primero, por razón bien baladí, fui siempre el último. »De usted con la mayor consideración afectísimo amigo, seguro servidor, q. e. s. m., Ignacio Bolívar. »12 de enero de 1921.» Admisiones y presentaciones.— Fueron admitidos los seño- res presentados en la sesión anterior, y propuestos para nuevos socios numerarios D.a Genoveva Gail y Gallo, licenciado en Cien- cias Naturales; D.a María Victoria Fernández Ortega, profesora de la Escuela Normal de Lugo; D.a Dina Scheinkin, licenciado en Ciencias Naturales; D. Francisco Javier Vinader y Antúnez; don Florencio Bustinza Lachiondo, alumno de Ciencias Naturales; don Luis Ceballos, Ingeniero de Montes; D. José de León y del Real, licenciado en Ciencias Naturales; D. Pedro Hernansáez y Meoro, alumno de Ciencias Naturales; Museo Canario de Las Palmas; R. P.Jacinto Ruiz, profesor de Historia Natural del Colegio de Jetafe, y la Cátedra de Historia Natural de las Escuelas Pías de Granada, siendo presentados los cuatro primeros por el Sr. Zulue- ta; los siguientes, por los Sres. Escribano, Bolívar, Ferrer Gal- diano, González Fragoso y Gómez de Llarena, y los dos últimos, por el P. Benjamín Navarro. Examen de cuentas.— El Sr. Royo Gómez lee el siguiente in- forme, que en unión de los Sres. P. Barreiro y Olea ha redactado: «Los que suscriben, nombrados para la revisión y comprobación de las cuentas de la Real Sociedad Española de Historia Na- tural, tienen el honor de participar a sus consocios que, del exa- men verificado con los comprobantes a la vista, resulta un saldo a favor de la Sociedad de 2.794,93 pesetas, además de otro por atra- DE HISTORIA NATURAL 47 sos de 5.478,75 pesetas; habiendo sido los gastos de 8.009,54 pese- tas, y los ingresos, 10.804,27 pesetas; lo cual concuerda con la rela- ción presentada. »AI proponer por ello la aprobación de estas cuentas anuales, nos creemos también en el deber de pedir un voto de gracias para el tesorero, D. Ignacio Bolívar, y el vicetesorero, D. Cayetano Es- cribano, con tanta más razón para el primero cuanto que cesa ahora en este delicado cargo y pasa al de Presidente honorario. De todos son bien conocidos el celo e inteligencia con que lo ha desempeñado desde 1885, en que por primera vez se le eligió, y que , gracias a ello, se encuentra la Sociedad en el estado tan flo- reciente en que la vemos ahora, lo cual es más digno de encomio si se consideran las dificultades económicas con que se tropieza por doquier y el alza experimentada en todo lo que a publicidad se re- fiere. »Madrid, a 12 de enero de 1921.— P. Agustín J. Barreíro, Gregorio Olea, José' Poyo Gómez.» Así se acuerda por unanimidad. Comunicaciones verbales. -El Presidente, para facilitar el orden de la sesión, propone que aquellos socios que hayan de pre- sentar comunicaciones verbales o por escrito, den sus nombres al Secretario al constituir la Mesa, antes de abrir la sesión, con el objeto de concederles la palabra sucesivamente, sin perjuicio de requerir la presentación de aquellas que no hubieran podido cum- plir el trámite propuesto. El Sr. Fernández Navarro hizo la siguiente comunicación: «Nuestro consocio L). Fernando Aguilar, de Illescas, me ha remitido en consulta petrográfica un numeroso lote de las llamadas en la localidad «piedras de rayo». Son todas ellas trozos maso menos irregulares de fibrolita, en algunos de los cuales se pueden reconocer fragmentos de instrumentos o instrumentos imperfectos de edad neolítica. »E1 comunicante me'dice tener en su poder un medio centenar de hachas muy perfectas de formas y tamaños diversos, además de otro medio millar de fragmentos irregulares. Todo este material ha sido encontrado en los 'terrenos labrantíos de Illescas y pueblos limítrofes, en una extensión de más de 10 km2., suelto y esparcido por todos lados. 48 BOLETÍN DE LA RE AL . SOCIEDAD ESPAÑOLA »La fibrolita ha tenido que ser importada por el hombre, ya que as localidades más próximas en que yace este mineral están en la Sierra de Guadarrama, a no menos de 70 km. de Illescas en línea recta. El aspecto de los ejemplares que he visto es el de las fibrolitas, que me son muy familiares, de Somosierra, al NW. de Buitrago, es decir, a más de 100 km. de Illescas. Agreguemos la imposibilidad de que hayan sido transportadas por corrientes de agua. El río Guadarrama, que pasa relativamente cerca de Illescas, viene de los granitos, donde la fibrolita es muy escasa y no forma nunca nodulos de algún volumen. El río que puede arrastrar este mineral es el Jarama, en cuya alta cuenca abundan los gneis y pi- zarras cristalinas con nodulos de fibrolita, que, por alteración de la roca, quedan sueltos sobre la superficie del terreno; pero el Ja- rama está muy distante de Illescas y separado de él poruña eleva- da y amplia divisoria. »E1 Sr. Aguilar posee un trozo de fibrolita de más de un kilogra- mo de peso, en el que dice se notan perfectamente las huellas de los trozos arrancados para fabricar los útiles. Este hecho y la abundancia de fragmentos y útiles imperfectos puede muy bien ser indicio de la existencia en las cercanías de Illescas de algún taller de fabricación, análogo al que yo descubrí en los cerros del Prado de la misma localidad, para instrumentos paleolíticos de silex (1). >Resulta, de todos modos, que las cercanías de Illescas debieron ser en las épocas prehistóricas una región muy poblada, y hasta un centro en que se hallara notablemente desarrollada la rudimen- taria industria de aquellos tiempos. Esto indica unas presumibles condiciones de vegetación y recursos naturales muy superiores a los de la actualidad. Las investigaciones que en estos sentidos po- drán hacer los especialistas, suministrarán acaso datos interesan- tes para la prehistoria ibérica.» El Sr. Zulueta presen tó un trabajo del Sr. Reichenow, en el que el autor relata sus investigaciones sobre los monos antropomorfos y que destina al tomo del cincuentenario. Entregó el Sr. Ceballos una nota sobre un nuevo icneumónido de España. El Sr. Arévalo comunica el hallazgo de una nueva especie de copépodo argúlido en Madrid en el estanque del Retiro. (1) Véase Bol. de la Soc. Esp. de Hist. Nat., tomo VIII (página 277) y tomo XVII (pág. 108). DE HISTORIA NATURAL 49 En nombre de su autor, Sr. López Agós, entrega una nota el Sr. Pacheco (D. F.), sobre unos fósiles carboníferos de Arenas de Cabrales (Asturias). El Secretario da cuenta de haber recibido con destino al tomo de cincuentenario los siguientes trabajos: E. Rioja: «Algunas consideraciones acerca de la morfología de los equinodermos». A. Zarco: «Descripción de una nueva especie de Petrognatha de Fernando Póo». O. Cendrero: «Generalidades sobre lostómbolos y descripción de dos de ellos, situados en la provincia de Santander.» L. Lozano: «Algunas consideraciones sobre la representación gráfica de los seres naturales y descripción de un aparato especial destinado a hacer fotografías de los mismos, especialmente de los peces.» Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 25 de diciembre, en el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Sr. Bos- cá(E.). Tomó posesión la nueva Junta, y al ocupar la presidencia el profesor Moróte, después de expresar su agradecimiento a la Sec- ción, pidió se concediera un voto de gracias a la saliente, lo que se acordó por aclamación. El Sr. Moroder presenta para nuevo socio numerario a D. An- drés Masiá, farmacéutico, y el Sr. Pardo, a las Escuelas de Arte- sanos y Artes y Oficios. El Sr. Boscá entrega el trabajo que destina al tomo extraordi- nario que la Sociedad va a publicar, consistente en un catálogo razonado del Museo Paleontológico Botet de Valencia. El Sr. Aguilar Blanch da cuenta de una comunicación del señor Pau, titulada «Una excursión a Sierra Morena». En dicho intere- sante trabajo describe el Sr. Pau algunas formas nuevas, sobre las \ '"■-, > /"^~ '■■■ .1. /VVV. ■« • ■" - - : * & U IV 4 y ^ - , r9 ■ v ^S^ -y Fig. l.-Neuroglia de la corteza cerebral humana, teñida por el método aúrico de Cajal: A, oligodendroglía; B, gliocito protoplásmico o de cortas radiaciones; C, núcleo de microglía. Fig. 2.— Neuroglia de la substancia blanca del cerebro humano, teñida por el método aúrico de Cajal: A, glía interfascicular de escasas radiaciones; B, gliocito fibroso o de largas radiaciones. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. II Fig. 5. -Corteza cerebral humana, teñida por el método de Nissl: A, núcleos desnudos (.olinodendrogía) satélites neu- ronales: B, gliocito protoplasmico; C, núcleo microgüal. Fig. 4.-Substancia blanca cerebral del perro, teñida por el método urano-formólico de Cajal: A, oligodendroglía, con núcleo claro y aparato de Golgi rudimentario; B, glía fibrosa. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI.— Lám. III. \f T Fig. 5.— Glía de escasas radiaciones en la substancia blanca cerebelosa del mono adulto: A, células con prolongaciones dicotomizadas; B, C, células con gruesos brazos protoplásmicos; D, células con apéndices nudosos; E, tres célu- las muy juntas; F, neuroglia fibrosa; G, microglía. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -LAm. IV Fig. 6. -Substancia blanca de una laminilla cerebelosa del mono. Junto a los vasos existen abundantes gliocitos con escasas radiaciones, bastante largas y ramificadas. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. V. Fig. 7.- Diferentes aspectos estructurales de la glía interfas- cicular de escasas radiaciones en el cerebro humano: A, células con protoplasma grumoso; B, células con protoplasma homogé- neo; C, células con protoplasma esponjoso, de bordes recor- tados, Fig. 8.— Corpúsculos seriados de la substancia blanca cerebral: A, glía de escasas radiaciones; B, glía intercalar de largas ra- diaciones; C, microglía. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. VI, 9 B E Fig. 9.— Médula del gato adulto. A la izquierda, tubos nerviosos enfocados profundamente, en los que aparecen los infundíbulos de las cisuras de Lan- termann. En el centro, una serie de gliocitos de largas (B) y de escasas (C) radiaciones. A la derecha, tubos ner- viosos enfocados superficialmente , rodeados por prolongaciones neuró- glicas longitudinales y transversales. Fig. 10.— Centrosoma de la oligodendroglía en la substancia blanca cere- bral del perro: A, célu- las con núcleo pálido; B , células con núcleo obscuro; C, células sin centrosoma aparente; D, célula nerviosa; E, mi- croglía. Bol. déla R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. VII Fig. 11. -Substancia blanca medular del gato joven. En todas las células interfasciculares existen granulaciones y bastoncitos cortos, que se repar- ten por el soma y se extienden por las prolongaciones. Fig. 12.— Substancia blanca cerebral de un niño recién nacido: A, célula in- terfascicular alargada, llena de granulaciones esféricas de variable tama- ño; B, célula granulosa de tipo redondeado; C, célula con granulaciones ectoplásmicas; D, astrocito neuróglico de largas radiaciones, singliosomas teñidos; E, núcleo microglial. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI.-Lám. VIII. 9 o 0 '*#«: fe* * ^^¿É*. ■; 'W %a« Fig. 13.— Región superficial de la médula del gato adulto. Los gliocitos interfascicu- lares contienen granulaciones gruesas, diseminadas en el protoplasma somático y expansional- Fig. 14.-Región próxima al epéndimo en la médula espinal del gato adulto. Multitud de gliocitos, con protoplasma invisible, encierran bolas voluminosas situadas junto al núcleo y a lo largo de algunas expansiones. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. IX. ..&>-* : Fig. 15.— Disposición de la oligodendroglía en la substancia gris cerebral del mono: A, capa de pequeñas pirámides casi exenta de células enanas: B, piramidales grandes con satélites de escasas radiaciones; C, vaso; D, microglía; E, núcleo de un gliocito protoplásmico; F, plexo de fibrillas nudosas Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo. XXI.-LámX. Fig. 16.— Disposición de la oligodendroglía en el cerebelo del mono: A, zona molecular; B, célula de Purkinje; C, capa de los granos con gliocitos de esca- sas radiaciones; D, gliocito con caracteres indecisos; E, gliocito de largas ra- diaciones; F, vaso con abundantes satélites; G, substancia blanca- H, gliocito Voluminoso. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. XI. Fig. 17.— Disposición de la oligodendroglía en la substancia blanca medular del mono, seccionada a lo largo: A, C, series de cor- púsculos interfasciculares; B, plexo intertu- bular de fibrillas; D, núcleos de microglia. Fio. 18.— Disposición de la oligodendroglía en la médula del mono, seccionada de través: A, corpúsculo cuyas prolongaciones rodean a los tubos nerviosos; B, gliocito con largos apéndices intertubulares; C, corpúsculos di- seminados en la substancia gris; D, satélites neuronales; E, microglia. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. XII. /í) f /'^T iP //¿ 0y Fig. 19.— Sección longitudinal de la fimbria del conejo recién nacido: A, ¿Moci- tos interfasciculares con apéndices rudimentarios; B, gliocitos más voluminosos y ramificados, con gruesas granulaciones de secreción. DE HISTORIA NATURAL 63 Estudios sobre la neurología. La glía de escasas radiaciones (oligodendroglía) por P. del Río-Hortega. Del Laboratorio de Histología normal y patológica de la Junta para Ampliación de Estudios. (Lámina I a XII). Prosiguiendo nuestros estudios acerca de corpúsculos intersti- ciales del tejido nervioso que han sido descritos por muchos auto- res como «glía indiferente o apolar» y por Cajal como «tercer ele- mento» de los centros, tócanos hoy hacer una descripción somera de la glía de escasas radiaciones. Demostrado queda en nuestra precedente cornunicación que entre dichos corpúsculos pseudoapolares existen dos clases de cé- lulas absolutamente diferentes: la microglía y la glía interfasci- cular; pero que, en rigor, solamente la primera debe ser conside- rada como tercer elemento, ya que discrepa por su morfología nor- mal y patológica, por su significación funcional y por su génesis de la neuroglia verdadera. La glía interfascicular, más distanciada por sus caracteres morfológicos, histogénicos y funcionales de la neu- roglia protoplásmica y fibrosa, podría ser estudiada aparte, como un nuevo tipo de neuroglia, poco diferenciado morfológicamente, pero fisiológicamente especializado. En nuestro precedente estudio incluímos bajo el epígrafe de glía interfascicular, no solamente a la que el nombre indica, sino a todos los corpúsculos intingibles por los métodos electivos de la microglía y de las formas neuróglicas conocidas, qu^ abitan entre los haces de fibras nerviosas de la substancia blanca, en la proxi- midad de las células nerviosas y a lo largo de los vasos. Pero como la denominación de glía interfascicular (empleada provisio- nalmente) indica sólo el principal asiento de los elementos que la constituyen, hemos adoptado la de oligodendroglía o glía de es- casas radiaciones, que nos parece más ajustada (1). No podemos hacer en estas notas un estudio perfecto de ella, (1) Por los caracteres somáticos, liase clasificado la neuroglia en protoplásmica, fibrosa y mixta y por los caracteres expansionales en 64 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA ya que el problema de técnica a que se supedita el conocimiento de sus caracteres morfológicos y texturales no ha sido resuelto to- davía a satisfacción, no obstante el gran número de ensayos efec- tuados con tal objeto. El método áurico de Cajal, que tiñe a maravilla la neuroglia protoplásmica, en la glía de escasas radiaciones revela sólo los nú- cleos, y no con gran limpieza; el protoplasma permanece sin im- pregnar, formando un anillo áspero y granujiento, unas veces de bo- rroso contorno y otras perfectamente circunscrito, como si pose- yese recia membrana de envoltura (figs. 1 y 2). El procedimiento del formol-urano, aprovechado por Cajal para el estudio del tercer elemento, da imágenes de la glía de escasas radiaciones en cierta medida opuesfas a las que se obtienen con el oro-sublimado; los núcleos aparecen incoloros y el protoplasma, en cambio, destaca por su color parduzco, por su aspecto homogéneo y por su relieve. En el contorno celular combado y liso, redondeado, cuboide o poligonal, percibió Cajal la existencia de cortas excrecencias tu- berosas, que le daban aspecto de rueda dentada, pero no de ver- daderos apéndices filiformes y ramificados, semejantes a las expansiones neuróglicas (fig. 4). Algunos métodos basados en el empleo de fórmulas diversas de hematoxilina y de anilinas básicas, especialmente el de Nissl, que son muy adecuados para la coloración nuclear de los corpúsculos neuróglicos, no evidencian en la glía de escasas radiaciones más que los núcleos, desnudos de protoplasma (fig. 3). El método de Alzheimer (hematoxilina malloryca) es capaz de teñir parcialmente el protoplasma de las células enanas, dejando Ver el arranque de sus prolongaciones. Valga como ejemplo la ob- servación de Perusini sobre la neuroglia interfascicular de la mé- dula del perro. Nuestros ensayos con el carbonato de plata amoniacal nos han suministrado tan variables resultados, que nos veríamos perplejos si hubiéramos de señalar una pauta segura para la tinción de la glía de escasas radiaciones. Podemos apuntar, sin embargo, algunas indicaciones útiles para aquellos a quienes interese la comproba- ción de nuestros hallazgos. de cortas y de largas radiaciones. A estos tipos añadimos un tercero, que posee escasas prolongaciones y que, aunque de todo tiene, no puede ser descrito como protoplásmico ni como fibroso. DE HISTORIA NATURAL 65 La coloración de la oligodendroglía requiere: 1.° Que los tejidos sean muy frescos y que la fijación en for- mol bromurado de Cajal o en formol al 10 por 100 sea muy breve. Nuestras mejores coloraciones fueron obtenidas después de doce a treinta y seis horas de fijación en formol bromurado. 2.° Que los cortes, hechos por congelación, sean muy finos, para que la impregnación de los elementos interfasciculares de la substancia blanca pueda efectuarse fácilmente. De otro modo pe- netra con dificultad el licor argéntico a través de los tubos nervio- sos medulados. 3.° Que la impregnación argéntica tenga lugar con la mayor rapidez, utilizando soluciones muy concentradas de carbonato ar- géntico. Con igual celeridad debe efectuarse la reducción formó- lica, por lo que conviene escurrir o lavar someramente los cortes antes de sumergirlos en el formol, pues el exceso de plata retarda la reacción. 4.° Que, impidiendo la coloración de la glía de escasas radia- ciones el endurecimiento excesivo del tejido nervioso, puede lograrse en ocasiones un efecto provechoso reblandeciendo los cortes previamente, durante- algunas horas, en solución muy débil de hiposulfito de sosa o en agua amoniacal o piridinica. He aquí la técnica que parece suministrar mejores resultados: 1 .° Tratamiento de las piezas durante diez minutos por formol- bromuro a 45-50°. Esta hiperbromuración (que puede efectuarse también en frío o en la estufa a 55°, variando el tiempo con la temperatura) no es indispensable, pues sin ella hemos obtenido co- loraciones aceptables en piezas mantenidas doce a veinticuatro horas (según la estación) en el fijador de Cajal. 2.° Cortes por congelación, que se recogen en agua con una o dos gotas de amoniaco. 5.° Inmersión, durante cinco a quince minutos (según sea la temperatura del laboratorio) en Solución de nitrato de plata al 10 por 100 5 cent. cúb. Solución de carbonato de sosa al 5 por 100 20 — Amoniaco, cantidad suficiente para disolver el precipitado, evitan- do el exceso (1). (1) El licor de Bielschowsky, más o menos diluido, usado en forma análoga al carbonato de plata, es capaz de teñir la neuroglia protoplás- mica y fibrosa, la glía de escasas radiaciones y la microglía. Tomo mi.— Enero 1921. 5 66 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 4.° Reducción, sin previo lavado, en formol al 1 por 100 ó, pre- vio lavado rapidísimo, en formol, al 10 por 100. No conviene agi- tar el líquido reductor. 5.° Virado en solución áurica y fijación en hiposulfito de sosa. En material fijado durante varios días en formol-bromuro, he- mos obtenido a veces coloraciones estimables manteniendo los cortes doce a veinticuatro horas en solución de hiposulfito de sosa al 1 por 300, pasándolos después, directamente, a la plata y si- guiendo la técnica arriba descrita. Este sencillo pero inconstante método ha servido para eviden- ciarnos la existencia de expansiones protoplásmicas en los cor- púsculos «apolares» de los autores, que moran en los espacios in- terfasciculares de la substancia blanca y en la vecindad de las neu- ronas, confirmando nuestras antiguas sospechas. Hace tiempo, en efecto, que , por la apreciación repetida de imágenes fragmentarias, estamos convencidos del carácter expan- sional de aquellos corpúsculos; pero no habiendo logrado obtener hasta hace pocos meses preparaciones decisivas, pese a las innu- merables variaciones técnicas ensayadas, hubimos de callar" nues- tras observaciones. Tenemos la certidumbre de que resta todavía mucho por inda- gar para el esclarecimiento completo de la glía de escasas radia- ciones, y pensamos continuar su estudio no sólo en lo que atañe a los caracteres somáticos que aún quedan ocultos, sino también al papel que desempeña en los centros nerviosos, y que sospechamos de gran interés e importancia. Los datos que hemos podido recoger afectan principalmente a la forma, situación y estructura de la oligodendroglía. Para nuestras investigaciones hemos utilizado los centros ner- viosos del hombre y de algunos vertebrados (mono, perro, gato, conejo, ratón, etc.) recién nacidos y de diversas edades. Morfología. Si se examina una buena preparación obtenida con el carbonato argéntico, usado en las condiciones arriba incitadas, obsérvase en la substancia blanca y en la gris la presencia de pequeñas células de silueta redondeada, que si en nada se parecen por su forma a la microgh'a, tal cotno la hemos descrito, difieren también de la neuroglia conocida y descrita por los autores. Dichas células se DE HISTORIA NATURAL 67 encuentran situadas con preferencia en la substancia blanca de los centros, donde, unas veces aisladas, otras en grupos de dos o tres y otras en largas series o columnas, se acomodan en los resquicios prolongados que separan de trecho en trecho a los haces de fibras nerviosas. En la substancia gris cortical obsérvaselas casi exclusivamente en la base y en los costados de las células piramidales, cuyas saté- lites pertenecen en su mayor parte a la variedad de glía que esta- mos estudiando; el resto está formado por corpúsculos microglia- les, y alguna que otra vez (grandes células piramidales especial- mente), por astrocitos neuróglicos comunes. No carece de interés el hecho de que la glía de escasas radia- ciones aparezca diseminada por todo el tejido nervioso, en oposi- ción a la neuroglia protoplásmica, que sólo se encuentra en la subs- tancia gris, y a la neuroglia fibrosa, que prefiere la substancia blanca. , La distinción de las diferentes especies y variedades de glioci- tos es sumamente fácil, tanto por la peculiar morfología que cada una ostenta, como por la desigual colorabilidad de su protoplasma (que permite obtener a menudo impregnaciones electivas de cada una de ellas), como por los respectivos caracteres texturales. En las tinciones con el carbonato argéntico, aparece formada la glía de escasas radiaciones por corpúsculos redondeados o po- liédricos de apariencia epitelial, con un núcleo grueso y claro, re- dondo o vesiculoso, que se parecen mucho a los observados por Cajal con su método urano-formólico, de los que difieren solamente por poseer aquéllos prolongaciones escasas, largas, filiformes y poco ramificadas (flgs. 5 y 6). Aunque el cuerpo celular es, por lo general, redondeado, exhibe con frecuencia formas alargadas o poliédricas, que dependen de la situación que ocupa entre las fibras nerviosas o en los espacios pe- rineuronales. De los elementos que se alinean en las hendiduras interfasciculares, son de forma más o menos cúbica los del centro y piriformes, más o menos alargados, los de los extremos; pero aunque esto es la regla, no faltan excepciones, dabidas casi siem- pre al número y espesor de los apéndices (corpúsculos piriformes, fusiformes, estrellados, etc.). Aunque es muy frecuente que el contorno celular aparezca combado y liso, no es raro ver (en la substancia blanca principalmente) corpúsculos de bordes recorta- dos, con eminencias irregulares y grandes asperezas (fig. 7). 68 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Los caracteres generales de la glía de escasas radiaciones há- llanse reproducidos en la figura 5, que está tomada de la substancia blanca cerebelosa de un mono adulto. Sobre un fondo de neuroglta de tipo fibroso (F), en el que las expansiones fibrilares aparecen débil, pero limpiamente coloreadas, entrecruzándose en forma de plexo, destaca la glía de escasas radiaciones (A, D) con vigor ex- traordinario. El núcleo aparece sin teñir, y el protoplasma, en cam- bio, se presenta con un tinte homogéneo muy obscuro y correcta- mente siluetado. De su contorno se desprenden hasta cuatro o seis prolongaciones (rara vez mayor número) lisas y delgadas, cuyo tra- yecto puede seguirse corto espacio y que, después de dividirse una o más veces, se pierden y confunden en la trama dendroglial. Sólo en contados elementos prolóngase el soma en un robusto brazo, que se bifurca pronto y se resuelve en finas arborizacio- nes (B, C). Las prolongaciones aparecen tan pronto lisas como nudosas, correspondiendo sus abultamientos a divisiones secundarias, no siempre perceptibles a causa de la poco uniforme coloración que se obtiene en la mayoría de los casos. En una misma preparación, en efecto, hállase zonas donde la oligodendroglía se presenta sin expansiones, zonas donde éstas aparecen lisas o nudosas, sin dico- tomías y zonas donde la ramificación de las dendritas se presenta casi completa. De ellas es ejemplo la figura 6, que muestra las relaciones de la glía de escasas radiaciones con los vasos. Los corpúsculos ya- centes junto a la pared vascular (tocándola a veces, pero sin con- traer relaciones íntimas con ella) emiten una o varias prolongacio- nes angulosas, que se dividen unas cuantas veces en ramillas de progresiva tenuidad, las cuales se pierden no lejos de su origen. La ramificación de las dendritas se efectúa casi solamente en la direc- ción de la rama principal y ocupa un área poco extensa. Hay, sin embargo, indicios para sospechar que el recorrido de algunos apéndices es más largo de lo que parece, y que, al menos en ciertos territorios, pueden alejarse mucho de! punto de partida. No puede decirse dónde ni cómo acaban, mas, no obstante, parece- nos inverosímil que se adhieran a las paredes vasculares y nos in- clinamos a creer que terminan libremente. La forma de los glicocitos de escasas radiaciones parece ser algo diferente de como se presenta en las mejores coloraciones del soma y de sus apéndices. Según nuestro modo de ver (que se apo- DE HISTORIA NATURAL 69 ya en imágenes como las reproducidas en las figuras 7 y 8), del con- torno celular no emergen las prolongaciones como hilos finísimos de apretada estructura, sino más bien como bandeletas anchas y flojas, de bordes ásperos y de tan extraordinaria tenuidad, que su tinción (sin alterar sus caracteres) resulta prácticamente imposible, en la inmensa mayoría de los casos, a causa de la débil resistencia que ofrecen a la acción de los reactivos. La retracción que éstos ori- ginan, a la vez que redondea la silueta del soma, perfila y adelgaza a sus apéndices, dándoles el carácter filiforme con que suelen pre- sentarse. El estudio de tales apéndices en la substancia blanca de los cen- tros, y muy especialmente en la médula, demuestra que pertenecen al menos a dos categorías, habiéndolos estrechos, de curso flexuoso y laminares, como delgadas franjas de protoplasma esponjoso o reticular, insinuadas a lo largo de los tubos nerviosos medulados, amoldándose a su superficie y pareciendo envolverlos, a veces completamente. Mas, sea de esto lo que quiera (los perfeccionamientos de la técnica lograrán esclarecerlo), es lo cierto que todos los elementos no microgliales que entran a constituir la trama normal de los cen- tros nerviosos, y que los neurólogos han estudiado como corpúscu- los apolares diferentes de la neuroglia, o como glía indiferenciada, poseen prolongaciones ramificadas y pertenecen a la neuroglia, se- gún todos los indicios. Estructura. Nuestras investigaciones no nos permiten describir todavía, con visos de exactitud, los caracteres texturales de la glía de escasas radiaciones, puesto que constituye grave obstáculo para hacerlo la inconstancia con que se obtiene la coloración de las ramificaciones protoplásmicas, y aun del soma celular mismo. Para no engañarnos, ¿en qué imágenes deberíamos apoyar la. descripción? ¿En las que ofrecen los núcleos desnudos de envoltura protoplásmica, haciendo buena la denominación de Schaper, o en las que presentan a manera de vesículas nucleares incluidas en un citoplasma espeso, de aspecto finamente granuloso o pulverulento, con relieve y dureza cromática comparable a la de ciertos elemen- tos epiteliales y a la de las células plasmáticas y amiboides? To- das estas imágenes son aceptables, puesto que se complementan unas a otras. 70 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA I Pero es evidente que si el primer aspecto denota la gran resis- tencia del protoplasma a dejarse teñir, el segundo, logrado artifi- ciosamente (emborrachando a las células con substancia impregna- dora), no puede ser expresión fiel de la realidad. En una misma preparación es fácil hallar ambas apariencias es- tructurales con las correspondientes transiciones. Junto a cor- púsculos muy obscuros yacen a menudo otros muy pálidos, y hasta casi incoloros^junto a células con abundantes prolongaciones teñi- das hay otras en las cuales los apéndices apenas se inician o faltan completamente. Juzgando por la diversidad de aspectos y teniendo en cuenta, sobre todo, que al lado de elementos muy teñidos los hay suma- mente pálidos, podría admitirse en principio, y no parece improba- ble, que la variabilidad de aspecto no es obra solamente de la rapidez con que se efectúa la impregnación por la plata y la re- ducción por el formol, sino que se relaciona también con la des- igual apetencia por aquel reactivo en cada uno de sus momentos funcionales. Después de haber examinado con la mayor atención numerosí- simas preparaciones, obtenidas de muy diversos modos, no creemos que el aspecto homogéneo y como anhisto que parece poseer la glía de escasas radiaciones en los preparados más demostrativos de su morfología (figs. 5 y 6) pueda ser considerado como real, pues a ello se opone la contemplación de preparaciones, peor lo- gradas respecto a las prolongaciones celulares, en las que el pro- toplasma exhibe aspecto esponjoso, laxo, indicador de una gran delicadeza (fig. 7). Como acontece en este último caso que la extensión del soma y el grosor de las prolongaciones son mayores y que el contorno de una y otras no aparece tan correctamente dibujado como en el caso primero, puede explicarse la diferencia de aspectos admi- tiendo que para que la tinción de la glía de escasas radiaciones sea posible se precisa que su protoplasma se condense y adquiera, por la acción de los reactivos, aptitud favorable para la impregna- ción argéntica. Es nuestra impresión actual, respecto a la estructura de las cé- lulas neuróglicas que nos ocupan, que poseen un protoplasma fina- mente reticulado o esponjoso, de gran delicadeza, en cuyos huecos existen, si no permanentemente, al menos en ciertos instantes fisio- lógicos, corpúsculos redondeados análogos, pero no idénticos, a los DE HISTORIA NATURAL 71 í gliosomas ordinarios. La existencia de tales granulaciones especí- ficas no puede ponerse en duda, por cuanto poseemos coloraciones harto demostrativas de cuyas la figura 11 es buen ejemplo. La figura 7 reproduce algunos de los aspectos que suele ofre- cer el protoplasma somático y expansional de la oligodendroglía. En unos corpúsculos (C) se aprecia claramente la estructura espon- josa, con pequeñas areolas claras, más a menudo periféricas que centrales; es de notar en otros el aspecto grumoso central y la delicada vacuolización periférica; en algunos, por último, vése un citoplasma homogéneamente teñido (B). Vamos a dedicar algunos párrafos al núcleo, las gliofibrillas, las granulaciones específicas, el centrosoma y el aparato de Qolgi . Núcleo.— Los rasgos estructurales que caracterizan a los ca- riosomas de la glía de escasas radiaciones son ya bien conocidos de los autores, por mostrarse perfectamente acusados en las colo- raciones obtenidas con el método de Nissl (fig. 3) y sus derivados, el carmín y la hematoxilina. Sin embargo, la existencia de estruc- turas intermedias entre ellos y los de la glía protoplásmica y fibro- sa ha sido con frecuencia motivo de confusiones. Ni tan voluminosos como los núcleos de la glía común, ni tan pequeños como los de la microglía, poseen también los de la glía de escasas radiaciones una riqueza cromática intermedia de los dos tipos nucleares mencionados, Cuando se les observa teñidos por el azul de toluidina o la tionina, por ejemplo. Son generalmente esféricos y ocupan unas veces el centro del soma y otras veces uno de los lados. Se hallan envueltos por una fina membrana, y en su interior poseen varios granos cromáticos y un nucléolo. Entre la colorabilidad del núcleo y la del protoplasma existe una marcada oposición, de la que resulta que cuando la imágenes del uno son positivas, las del otro son negativas. Estas opuestas apetencias cromáticas se manifiestan hasta en la tinción de orga- nitos protoplásmicos, como el centrosoma, que rara vez son visi- bles junto a núcleos bien coloreados. Gliofibrillas.— Sabido es, desde los memorables estudios de Cajal (1915), que en la substancia blanca de los centros nerviosos son mucho menos abundantes los astrocitos neuróglicos de largas radiaciones «que los corpúsculos descritos por dicho autor como apolares, con la denominación de tercer elemento. Esto no obstan- te, sorprende muchas veces la abundancia de fibras neuróglicas 72 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA revelada por los métodos electivos (Achúcarro, Weigert, Río-Hor- tega), que no guarda relación aparente con el escaso número de células fibrosas, ni aun aceptando la posibilidad, bien confirmada en nuestros estudios, de que cada una de ellas pueda engendrar, por disociación de sus ramas, muchedumbre de fibrillas. Según nuestras investigaciones, las gliofibrillas se engendran por diferenciación progresiva del retículo protoplásmico y mar- chan de una prolongación a otra a través del soma celular. Es evi- dente, sin embargo, que, a despecho de la regla general común a vertebrados e invertebrados, existen pequeños gliocitos en forma de araña, guarnecidos de apéndices filiformes, como verdaderas fibras, en los que es imposible ver la diferenciación fibrilar del protoplasma, bien por su pequenez o bien por insuficiencia de los métodos electivos. Mas el carácter fibrilar de dichas expansiones celulares no parece depender del espesamiento del protoplasma (especie de esclerosis), pero sí de una diferenciación del citorre- tículo, de la que sólo participa el protoplasma expansional. La com- probación (fácil de efectuar en ciertas condiciones) de que los apéndices neuróglicos poseen protoplasma esponjoso indiferenciado en torno de las fibras basta para desechar aquella idea. Pero esto que decimos respecto a la neuroglia fibrosa o de lar- gas radiaciones es aplicable también a la de radiaciones escasas, que tiene con aquélla muchos puntos de contacto. Por lo general, es muy fácil distinguir la neuroglia fibrosa de la oligodendroglía, cuando una y otra se presentan con su forma per- fecta y sus reacciones cromáticas específicas. La confusión surge en los tipos intermedios que se observan a veces en la substancia blanca del cerebro y cerebelo y en los cordones medulares. En la substancia blanca del cerebro (fig. 8), obsérvase con fre- cuencia que, en las series o columnas de corpúsculos interfascicu- lares, existen células «intercaladas» (B), que unas veces son gran- des y exhiben abundantes, largas expansiones, evidentemente fibro- sas, y otras son pequeñas y ofrecen apéndices escasos, en los que apenas se esboza la diferenciación fibrilar. Si la clasificación de las primeras no ofrece duda, la de las segundas es a veces casi impo- sible de efectuar. Tipos igualmente confusos se encuentran en el centro oval, así como en la capa de los granos del cerebelo. La zona molecular de este órgano (cuya neuroglia protoplásmica ha sido bien descrita por Fañanás) es abundante en microglía, que se reparte en des- DE HISTORIA NATURAL 75- orden por todos sus planos, y ora acompaña a las células de Pur- kinje, ora se enfila a lo largo de los vasos; pero apenas presenta gliocitos de escasas radiaciones. El cuidadoso examen de nuestros preparados nos permite asegurar que existen algunas de tales cé- lulas, apoyadas en los vasos o en las prolongaciones de las células de Purkinje (fig. 16). En la zona de los granos del cerebelo, donde, según prueban las observaciones de Fañanás, existen muchas células neuróglicas de largas radiaciones fibrosas, abunda también la oligodendroglía (fi- gura 16), que aparece diseminada y parece algo más numerosa cer- ca de las células de Purkinje (B) y en la frontera de la substancia blanca de las laminillas. Entre los gliocitos de escasas radiaciones propios de la zona granulosa, los hay con caracteres típicos en ab- soluto (C), pero también los hay que por su coloración, algo más pálida, y por su mayor riqueza de expansiones, pueden ser tomados por gliocitos fibrosos verdaderos, como puede verse en la figura 16 perteneciente al cerebelo del mono adulto. En la substancia blanca de la médula (fig. 9), sorpréndese tam- bién con frecuencia tipos neuróglicos de índole poco clara. En los cortes de través de los cordones medulares, es a veces casi imposi- ble distinguir los gliocitos de escasas radiaciones de los netamente fibrosos (todos parecen iguales). Para lograrlo, lo que no siempre es fácil tarea, se precisa estudiarlos en cortes longitudinales. En éstos, cuando por azares de la técnica aparecen teñidos a la vez los gliocitos de escasas radiaciones y las gliofibrillas, obsérvase fácilmente que muchas fibras proceden de aquéllos, y que otras muchas terminan en los espacios interfasciculares, en tan íntimo contacto con los elementos que en ellos se alinean, que sería aventurado negar terminantemente que de ellos nacen (fig. 9). Y comoquiera que la neuroglia fibrosa escasea notablemente en los cordones medulares, donde las gliofibrillas longitudinales y transversales son abundantísimas (1), hay que admitir apriori que una gran parte de ellas pertenece a expansiones, tal vez estrecha- das, de la oligodendroglía. Si a esto se añade el dato significativo de que en las series que forman los gliocitos de escasas radiaciones se intercalan, con no- i (I) La coloración de las gliofibrillas se obtiene de manera ventajo- sa mediante nuestro método para la neuroglia, con sólo añadir a la so- lución argéntica amoniacal algunas gotas de piridina. 74 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD' ESPAÑOLA table frecuencia, auténticas células fibrosas (fig. 9, B) con gliofi- brillas entrecruzadas en el soma, es decir, si se observa que en un limitado espacio puede existir una gradación morfológica y es- tructural entre los corpúsculos pobres en apéndices filiformes y los guarnecidos de abundantes expansiones fibrilares, no puede menos de admitirse su parentesco. Para nosotros no ofrece, pues, duda alguna la relación de la oligodendroglía con la glía fibrosa, ni tampoco que la glía perineu- ronal y, sobre todo, la interfascicular de escasas radiaciones, emi- ten apéndices filiformes que pueden confundirse con las verdade- ras gliof ¡brillas, y que contribuyen a formar la trama gliofibrilar. . Halla apoyo nuestro criterio en las observaciones de Cajal, que dejan entrever la existencia de transiciones morfológicas y cromá- ticas entre la neuroglia de largos apéndices y algunos corpúsculos enanos del tercer elemento. Los resultados de los métodos áurico y formol-uránico van, pues, acordes con los del carbonato de plata. Una diferencia parece existir, sin embargo, entre las gliofibrillas procedentes de los dos mencionados tipos de células, cual es, que la neuroglia de largas radiaciones da origen a las gliofibrillas por diferenciación progresiva del retículo protoplásmico, mientras que en la glía de escasas radiaciones no se aprecia tal diferenciación. Sus apéndices tomarían la apariencia fibrosa, por simple conden- sación del protoplasma, consecutivamente a la acción de los reac- tivos. Mecanismo, como se ve, parecido al que Cerletti hace inter- venir en la producción general de las fibras de Ranvier-Weigert, y que en modo alguno puede ser aceptado para explicar la génesis de las gliofibrillas verdaderas, según hemos demostrado en otro trabajo. Nuestras observaciones no nos permiten señalar con precisión la manera ni el sitio de terminación de las prolongaciones fibroides de la glía de escasas radiaciones, pues únicamente sabemos, en cuanto a su curso, que marchan unas veces en dirección longitudi- nal y otras en dirección transversal a la de las fibras nerviosas de la substancia blanca y perpendicular a la superficie cerebral y, en cuanto a su terminación, que se extinguen lejos del soma, sin que pueda comprobarse la existencia de pies vasculares. En la corteza cerebral del mono (fig. 15) y del gato se observa la existencia de abundantes fibras neuróglicas entrecruzadas, cuyos caracteres más salientes son dos: la apariencia nudosa, debida a pequeños engrosamientos fusiformes situados dé trecho en trecho, DE HISTORIA NATURAL 75 y la asociación frecuente en haces de curso ascendente que, vinien- do en gran número de la substancia blanca, atraviesan la substan- cia gris y llegan a la superficie. Estas fibras moniliformes, que apa- recen en cortes en que las gliofibrillas ordinarias no están teñidas y que no parecen relacionarse con los gliocitos fibrosos comunes, derivan, casi seguramente, de la glía interfascicular de escasas ra- diaciones. Su agrupación en fascículos de curso paralelo sería debi- da a que las células originarias viven también asociadas en pléyades. El largo recorrido que hacen dificulta el estudio de sus conexiones, mas no parece improbable que se relacionen en parte con las ban- das estrechas de protoplasma que se destacan de los corpúscu- los seriados de la substancia blanca y siguen una dirección cruzada con las fibras nerviosas. De lo dicho se infiere: 1 .° Que las prolongaciones de la glía de escasas radiaciones forman bandeletas estrechas de estructura muy laxa, que, por la acción délos reactivos, se adelgazan y alisan, adquiriendo el ca- rácter de fibras, en cuyo aspecto contribuyen a formar la trama gliofibrilar de los centros. 2.° Que entre algunos tipos voluminosos de oligodendroglía y algunos tipos pequeños de glía fibrosa existe una chocante seme- janza morfológica, que obliga a considerar posible la transición entre unos y otros elementos. Centrosoma y aparato de Golgi. — Nuestra primera va- riante del método de Achúcarro, que nunca nos ha permitido ob- servar la existencia de centrosoma junto a los pequeños núcleos obscuros pertenecientes a la microglía, ha demostrado muchas ve- ces que al lado de los núcleos interfasciculares, que por su volumen y estructura se parecen a los de la glía expansional ordinaria, exis- ten dos pequeños centriolos. Pero, aunque al hacer esta observación estamos seguros de no equivocarnos, conviene advertir la dificultad enorme de discernir, por la situación y caracteres de los núcleos (lo único bien aprecia- ble en las coloraciones del centrosoma), las diferentes variedades de gliocitos, pues sólo los microgliales son fáciles de reconocer, por su pequenez y riqueza cromática (1). (1) Durante la impresión de este trabajo hemos podido convencer- nos de que realmente existe un centrosoma bicentriolar en la oligoden- droglía. La circunstancia de no aparecer teñido sino raramente cuando 76 boletín de la real sociedad española Idéntica salvedad debemos hacer en cuanto al aparato de Gol- gi, por lo difícil que es saber con exactitud la clase de gliocitos a que pertenece, ya que los métodos electivos no sólo ocultan la for- ma celular, pero ni siquiera muestran con limpieza los caracteres del núcleo, debiendo guiarnos sólo por su situación y por su volu- men, cuyo valor es muy relativo. Las observaciones de Cajal señalan la presencia de un pequeño aparato de Qolgi en algunos corpúsculos pertenecientes a su ter- cer elemento (apolares de la substancia blanca), y las nuestras (figura 4), confirmadoras de las de aquel sabio, no aportan nada nuevo. Junto a los núcleos más gruesos y más ricos en protoplas- ma del tercer elemento de Cajal (oligodendroglía) existe, pues, un aparato reticular interno, formado por uno o varios cordonci- tos cortos y recogidos, por un grumo irregular próximo al núcleo, o por muchos granitos diseminados Granulaciones específicas. — El hallazgo de granulaciones específicas en la glía de escasas radiaciones tiene especial interés para la interpretación de su naturaleza histológica, ya que hasta ahora (en la microglía ya hemos probado que no existen) se las considera atributo de la neuroglia. En los buenos preparados obtenidos con el carbonato argén- tico (1), cuando toda la trama nerviosa aparece sembrada de gra- nulaciones redondeadas (gliosomas), pertenecientes a los cuerpos celulares unas y a las prolongaciones más o menos teñidas otras, obsérvase que no sólo existen en los gliocitos protoplásmicos y fibrosos, sino también junto a los núcleos seriados de la substancia blanca, pertenecientes, sin duda, a la glía interfascicular de esca- sas radiaciones. Hay casos en que sólo aparecen teñidas las gra- lo está el núcleo, dificulta mucho su estudio. Hemos obtenido nuestras coloraciones decisivas en el cerebro de perro, fijado tres días en al- cohol y otros tres en formol. (Fig. 10.) (1) La coloración de los gliosomas se obtiene con bastante regulari- dad mediante nuestro método (*) con sólo diluir un poco la solución argéntica (para que la tinción sea más lenta), y adicionarla un chorrito de alcohol absoluto. En material antiguo es muy útil el tratamiento previo de los cortes por una solución débil de hiposulfito de sosa. Cuan- do en próxima comunicación hagamos el estudio general de los glioso- mas, detallaremos más la técnica. (*) P. del Río-Hortega: Nuevo método de coloración histológica e histoputológi- ca. Bol. de la Soc. Esp. de Biol., 1918. DE HISTORIA NATURAL 77 nulaciones neuróglicas en la substancia blanca o en la substancia gris, lo que sería indicio seguro de diferencias químicas entre unas y otras, si no conociésemos la lentitud con que pasan los reactivos impregnadores a través de los tubos nerviosos medulados y la difi- cultad de obtener, por ello, coloraciones uniformes. Aunque puede hacerse la observación en el encéfalo de los animales adultos, parece más fácil de efectuar en el de los anima- les jóvenes, donde justamente abundan más y son más voluminosas las granulaciones protoplásmicas de la oligodendroglía. Sin embargo, no en todas las edades, según nuestras observa- clones, ofrece idéntico aspecto la glía de escasas radiaciones; por el contrario, desde el punto de vista morfológico, existen deseme- janzas notorias, que acaso afecten también, aunque en menor gra- do, a la composición química, a juzgar por la colorabilidad. En unos casos, de los que la figura 11 (glía interfascicular de la mé- dula del gato joven) sirve de ejemplo, todas las células interfasci- culares, así cerebrales como cerebelosas y medulares, encierran granulaciones abundantísimas, de tamaño desigual y de forma re- dondeada, ovoidea, piriforme o bacilar, que recuerdan mucho al condrioma ordinario, del que se diferencian esencialmente, porque éste no se tiñe con el carbonato argéntico. En otros casos, como el representado en la figura 12 (substan- cia blanca cerebral del niño recién nacido), los corpúsculos repre- sentantes de la glía interfascicular muestran granulaciones redon- das de variable tamaño; pero siempre mucho más gruesas que las precedentemente descritas, de las que difieren también por pre- sentarse a veces más pálidas por un lado que por otro, como si es- tuviesen en disolución, carácter que concuerda perfectamente con el de los granos de secreción. En el cerebro de otros animales re- cién nacidos (ratón, conejo, gato), existe glía interfascicular de ese mismo tipo, que en el adulto parece estar representada por las cé- lulas con gruesas granulaciones propias de la médula y bulbo (figu- ras 13 y 14). Entre los gliocitos embrionarios de escasas radiaciones copia- dos en la figura 19, pertenecientes a la substancia blanca cerebral de un conejo recién nacido, obsérvase algunos (B) con granula- ciones repartidas por el soma y a veces más abundantes en las expansiones. Comparando estos granos con los gliosomas ordinarios, no se comprueba que existan diferencias morfológicas entre unos y otros, 78 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA porque si bien las granulaciones de la glía protoplásmica y fibrosa son, por lo general, más pequeñas, no deja de verse también entre ellas algunos granos esféricos voluminosos, que son, por cierto, los más difíciles de teñir. En los gliocitos fibrosos de la capa molecular del cerebro, en cuyos finos apéndices no siempre existe una verdadera diferencia- ción gliofibrilar y en los cuales podríamos hallar alguna semejanza con la glía de escasas radiaciones, es donde hemos encontrado gliosomas más voluminosos; pero aventájanlos en talla los que existen en ciertas células neuróglicas, sólo halladas en ciertas re- giones protuberanciales, bulbares y medulares, que por sus carac- teres equidistan de los pequeños astrocitosde la corteza cerebral, arriba mencionados, y de la glía de escasas radiaciones. Existen dichas células en una estrecha zona marginal de la pro- tuberancia, bulbo y médula y en la proximidad del canal ependi- mario. En la médula de algunos mamíferos jóvenes (perro, gato, conejo), que es donde mejor puede estudiárselas, se las encuentra constantemente diseminadas en la superficie de los cordones, en los fascículos radiculares y en la proximidad del epéndimo, sin contacto con el epitelio. En la figura 15 está copiado el contenido granuloso de la glía interfascicular, según aparece de ordinario en la región marginal de la médula de los mamíferos. La zona superficial de los cordones laterales contiene abundantes corpúsculos neuróglicos seriados, entre los que predominan los de escasas radiaciones, que encierran número variable de granos gordos, diseminados en el protoplasma perinuclear y expansional. Las células fibrosas intercaladas, que parecen albergar también granulaciones gruesas, no muestran ca- racteres suficientemente acusados para poder diferenciarlas de la oligodendroglía. Véase en la figura 14 la disposición de tales gliocitos en la región periependimaria del gato de pocos días. Poseen un protoplasma incoloro, que emite algunas prolongaciones estrechas y encierra de uno a diez granos esféricos de grande y desigual volumen. Aunque consideremos a tales células como una variedad de oli- godendroglía activamente secretora, se nos oculta el grado de parentesco que tienen con las diferentes especies de neuroglia. Y en cuanto a la significación de tan gruesas granulaciones, que apa- recen constantemente allí donde existen fibras meduladas y abun- dan más en los embriones y animales jóvenes que en los adultos, DE HISTORIA NATURAL 79 sólo podemos conjeturar que se relacionan directa o indirectamente con la mielinización de los centros, fenómeno que no ha sido toda- vía explicado a satisfacción y que no hemos de estudiar ni discutir ahora (1). En todo caso, conviene advertir que, aunque en algunas ocasio- nes coincide la coloración de los gliosomas comunes con la de los granos propios de la glía que venimos estudiando, falta muy a me- nudo dicha coincidencia. De esto puede colegirse que no existe identidad de composición química entre unos y otros granulos, y así debe ocurrir en realidad, si es cierto, como creemos, que los diferentes tipos celulares que los engendran se hallan predestinados a una función propia y específica. <■ Parece deducirse de cuanto venimos diciendo que la glía de es- casas radiaciones no constituye una variedad bien caracterizada de neuroglia, identificable en cualquier momento con métodos electi- vos de coloración, y, en efecto, no sólo se confunde a veces con la glía fibrosa, sino que tampoco es fácil de resolver si entre los corpúsculos englobados bajo la denominación común de oligoden- droglía existen categorías morfológica y funcionalmente distintas. A este respecto es creencia nuestra que desde el punto de vista estructural se acusan en aquélla tres modalidades: la glía interfas- cicular, la glía con granos voluminosos, propia de la protuberancia, bulbo y médula, y la glía perineuronal. Relaciones. La glía de escasas radiaciones, de igual modo que la microglía, se relaciona más o menos estrechamente con las células nerviosas y neuróglicas, con las fibras nerviosas y con los vasos. Glía interfascicular.— Comenzamos por ella porque es la (1) Debemos recordar tan sólo las afirmaciones de Cajal, que acep- tamos en principio, respecto a la homología de los corpúsculos apolares de la substancia blanca (glía interfascicular) con las células de Schwann. «Existe una compensación o sustitución— dice Cajal — entre los elemen- tos de Schwann y apolares. Así, en los nervios y ganglios sensitivos, donde la mielina posee corpúsculos de Schwann , faltan las apolares (salvo en las cápsulas) y en la médula, cerebro, nervic óptico, cerebelo, etcé- tera, donde están ausentes aquéllos, muéstranse en gran número las últimas. Parecen, pues, reemplazarse fisiológicamente ambas catego- rías ds elementos.» 80 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA más abundante. Sitúase entre los resquicios que separan a los ha- ces de fibras meduladas de la substancia blanca, adoptando dispo- siciones muy características, como lo prueban las investigaciones de Jacob, Buscaino, Rosental, Eisath, Cajal, Perusini, Fañanás, etcétera. En el centro oval del cerebro y del cerebelo, en las partes blancas del bulbo y protuberancia y en los cordones medulares, predomina la glía interfascicular sobre la neuroglia fibrosa. La ma- yor parte, pues, de los núcleos desnudos de protoplasma visibles en la substancia blanca de los centros no pertenece, como se creía, al tercer elemento de Cajal, sino a la glía de escasas radia- ciones. Cualquier método que tina bien los núcleos es bueno para ob- servar los de esta variedad de neuroglia, que aparecen diseminados en desorden u ordenados en filas de tres a diez (hasta de 20 y 30 en ocasiones), simulando una infiltración celular de relleno. Un examen superficial basta para distinguir en las series o co- lumnas interfasciculares tres variedades de núcleos, pues es muy frecuente que aparezcan intercalados con la glía de escasas radia- ciones gliocitos fibrosos comunes y corpúsculos microgliales, que se reconocen por ser más grandes y claros aquéllos y más pequeños y obscuros éstos. La existencia de gliocitos fibrosos típicos entre la glía interfas- cicular de escasas radiaciones— ya señalada por Cajal— no care- ce de intrerés, por cuanto, según creemos, se relaciona íntimamente con la histogénesis de ambas variedades de neuroglia. De los cor- púsculos desprendidos del epitelio ependimario que emigran desli- zándose a lo largo de los haces de fibras nerviosas, para acomo- darse en sus resquicios (fig. 19), la mayor parte sufriría escasas modificaciones morfológicas y estructurales (oligodendroglía), en tanto que algunos de ellos alcanzarían un alto grado de diferencia- ción (glía fibrosa). En cuanto a la microglía, que a veces se entre- mezcla también con los susodichos elementos, su presencia es muy fácil de explicar, conocida su cualidad de células emigrantes y su. aptitud para atravesar las más apretadas estructuras. Como ejemplo demostrativo de la glía interfascicular, he ahí |a figura 8, que reproduce una porción de la substancia blanca del cerebro. Las fibras nerviosas, débilmente teñidas o incoloras, se reúnen en fascículos y dejan de trecho en trecho hendiduras pro- longadas, que aparecen rellenas de células neuróglicas. La mayoría DE HISTORIA NATURAL 81 de ellas (A) emite radiaciones escasas, que se dirigen transversal- mente a las fibras nerviosas y se pierden entre ellas. Algunas, per- tenecientes a la glía fibrosa (B), emiten prolongaciones más largas y numerosas. Ciertos corpúsculos parecen poseer caracteres equi- distantes de los otros tipos señalados. Los cordones medulares de los mamíferos adultos suelen poseer, principalmente, células del último tipo indicado, en las que se acu- san dos suertes de expansiones: unas, filiformes, que se cruzan con las fibras nerviosas o siguen su propia dirección, y otras, lamina- res, longitudinales, que se incurvan sóbrelos tubos nerviosos y se adosan íntimamente a su superficie. Acerca de la disposición de las expansiones peritubulares y de las formaciones filamentosas semejantes a las que existen en las células de Schwann (Nemiloff, M. Sánchez, etc.), nos ocuparemos detalladamente cuando logremos mayor claridad en nuestras ob- servaciones. Las figuras 9, 17 y 18 copian algunos de los aspec- tos que hemos observado. En la figura 9 (médula del gato adulto) aparecen dos tubos ner- viosos enfocados profundamente (en los que destacan con singular limpieza los infundíbulos de las cisuras de Lantermann y una es- trangulación con el doble brazalete de Nageotte) y otros dos enfo- cados superficialmente, en los que se percibe el plexo que forman a su alrededor las prolongaciones longitudinales y transversales de la glía interfascicular. Las figuras 17 y 18 copian, en sección longitudinal y transver- sal, los gliocitos interfasciculares de la médula del mono. Las cé- lulas seriadas emiten apéndices a lo largo y a través de los tubos nerviosos, en cuyos intersticios se entrecruzan. La figura 17, B, muestra la asociación plexiforme de las ramificaciones longitudi- nales; en la figura 18, A, B, aparece la disposición peritubular de los apéndices transversales. Satélites neuronales.— La glía de escasas radiaciones si- túase también normalmente junto a las células nerviosas corticales, de cuya base en las escotaduras puede haber una o muchas satéli- tes, de las que sólo una mínima parte pertenece a la microglía, según hemos demostrado al describirla. Aunque hubo un tiempo en que se discutió el carácter normal o patológico de las células que acompañan a las neuronas cortica- les, por haberse notado que abundaban en algunas enfermedades, se sabe ya, gracias a los estudios de Obersteiner, Golgi, Nissl, Tomo ni— Enero, 1921. 6 82 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Andriezen, Lugaro, Marinesco, Alzheimer y, muy especialmente, de Cajal, que constituyen un factor normal de las estructuras ner- viosas (1). Sin embargo, desde las investigaciones experimentales de Ma- rinesco y otros autores sobre la neuronofagia, existe alguna con- fusión respecto a la naturaleza de los elementos perineuronales, incluidos por unos entre los leucocitos (Obersteiner, Valenza, Pug- nat, Franca y Athias, Buck y Moor, Babés); por otros, entre los astrocitos neuróglicos (Krauss, Marinesco, Nissl, Lugaro, Rispal, Anglade, Cajal, Stroebe), y por algunos entre ambas clases de elementos ectodérmicos y mesodérmicos (Crocq, Hoche, Osipoff). Sin retrotraer la discusión sobre la existencia de neuronofagia tal como fué concebida por Marinesco, que hoy niegan muchos autores (Cerletti, Expósito, Carrier, Lionti y Bartolotta, etc.), lo que nos llevaría por un camino que sólo más adelante pensamos recorrer, limitámonos a expresar aquí nuestro criterio, de cuya comprobación experimental nos ocuparemos en breve. De existir la neuronofagia, creemos, se realiza exclusivamente por los corpúsculos microgliales, cuya capacidad de emigración y de fagocitosis está fuera de duda. Las satélites neuronales perte- necientes a la glía de escasas radiaciones, que parecen proliferar en casos patológicos, no ejercen funciones fagocitarias, sino más bien, y circunstancialmente, de relleno. No pensamos, sin embargo, que su papel sea siempre tan bajo y secundario como Weigert y Nissl sostienen; por el contrario, suponemos que su proximidad a las células nerviosas se relaciona con alguna importante función permanente, que ni siquiera entrever podemos. Según Cajal, ejer- cerían importante papel trófico junto a las células nerviosas, con las cuales parecen estar en simbiosis. , .Los detalles morfológicos de la glía perineuronal de escasas ra- diaciones pueden ser observados en la figura 15. Pertenece a la corteza cerebral del mono y en ella se aprecia cómo en la base o en los costados de las pirámides (B) existe una, dos o tres células satélites, más pequeñas que las interfasciculares, caracterizadas por su cuerpo redondeado, provisto de dos a seis prolongaciones, y (1) En 1896 las estudia ya Cajal como células neuróglicas, con el nú- cleo circundado de escaso protoplasmaasteriforme, que forman normal- mente pléyades en las diferentes capas del cerebro, abundando más en la de los corpúsculos polimorfos, aunque en la mayoría de éstos y de las pirámides suelen faltar. DE HISTORIA NATURAL 85 cómo éstas, ni muy largas ni muy ramificadas, en general, llegan a veces hasta lo alto de la corteza. En el fondo percíbese algún nú- cleo de microglía (D)y de neuroglia protoplásmica (E),mal teñidos. Sabido es, por lo demás, que el número de células que acom- pañan a las neuronas corticales varía no sólo en las diferentes re- giones, sino también en los diferentes animales. Así, en las aves y pequeños mamíferos abundan más que en los simios y en el hom- bre. Sabido es también (Cajal, Marinesco, etc.) que las satélites son raras en las células de Purkinje, en las de Betz y en algunas otras grandes neuronas. Alrededor de las células de Purkinje del cerebelo (fig. 16, B), existe constantemente oligodendroglía, que forma pléyades en la base y costados del soma y se apoya con frecuencia sobre el tallo principal (B). Junto a las neuronas medulares, donde a menudo existe microglía, no faltan los gliocitos satélites de escasas radia- ciones (fig. 18, D), pero son menos numerosos que enel cerebelo. Sospechamos que las pléyades nucleares satélites de las células de Golgi dislocadas, que fueron descritas por Cajal hace ya tiem- po como células neuróglicas indudables, y más recientemente- longis, rariis majoribus; conidiis probabiliíer catenulatis, clavatis vel subclava- tis, 21-40x 8-10 \>-, 3-5 septatis, loculis superioris saepe truncatis, inferioribus fuligineis, quando- que a conidiophoris parum di- versae, coeteris atro-fuligi- neis, crasse I-guttulatis, epis- porio prope apicem ruguloso. In sarmentis languidis Smila- cis asperae prope Barcelona, Tibidabo, leg. el. prof. A. Ca- ballero 3 III 1919. Esta curiosa especie es bastante diversa de otras des- critas en América sobre Smi- lax, es decir, de los Helmin- thosporium siliquosum B. et Curt. (1), Helminthosporium fra- gilissimum B. et Curt. (2), H. Petersii B. et Curt. (3) y aun del Heterosporium asperatum Massée (4), los dos últimos sobre hojas. 21. Cercospora Smilacis Thuem., F. asperae Gz. Frag., in Fio. 1. -Conidios de helmintosporium smilacinum Gz. Frag. en sarmientos de Smilax áspera. (1) North Amer. Fungi, núm. 624. (2) Ib. ib. ib. núm. 627. (3) Ib. ib. ib. núm. 626. (4) Amer. Monthl. Micr. Journal, XIV, 1898p. 33, t., I. DE HISTORIA NATURAL $7 Micr. var. de España y Cerdaña, 1916, p. 66; ib., in Intr. al est. de la FI. de Micr. de Cataluña, 1917, p. 155. En hojas de Smilax áspera.— Barcelona, Tibidabo, rec. prof. Caballero, 29-XII-918.-Conidios de 38-125 x 3-4 n con 2-13 tabi- ques. 22. C. smilacína Sacc, in Syll., IV, p. 476.— Lind., Hyph., II, p. 799. En hojas de Smilax áspera.— Suances (Santander), rec. Cos- cpllano, VII 913. Conidios de 60-70x4-5, con 2-3 tabiques {tí- pica). 25. Cercospora Bolleana (Thuem.) Speg.— Sacc, Syll., IV, p. 475.— Lind., Hyph., II, p. 91. En las hojas de Ficus Carica.— -El Pedroso (Sevilla). VII-918. En las mismas.— Barranco de S. Juan, Mahón (Baleares), rec. prof. E. Rioja, 5-X-918. 24. Cercospora Anagyridis Pat., in Bull. Soc. myc. de Fran- ce, XIX, 1903, p. 261.— Sacc, Syll., XVIII, p. 599. En hojas de Anagyris foetida.— Mahón (Baleares), rec E. Rio- ja, V-919. Especie no citada antes de Europa. 25. Cercospora latens Eli. et Ev., in Journ. of Myc, 1888, p. 3.— Sacc, Syll., X, p. 641. F. europea, nov. Conidiophoris usque 22 x 4,5 ji; conidiis usque 120 x4,5 |i. In foliis Psoraleae bituminosae prope Barcelona, Tibidabo, leg. el. prof. A. Caballero, 4- V- 1919.— A typo differt matricem alienam, conidiophoris conidiisque paulo majoribus. Es especie americana que no estaba citada en Europa. 26. Cercospora beticola Sacc, in Nuovo*Giorn. Bot. It., VIII, 1876, p. 189; in Syll., IV, p. 456— Lind., Hyph., II, p. 94. En hojas de Beta Cyc la.— Barcelona, rec. y det. prof. Caba- llero, 14-VI-919. 27. Cercospora microsora Sacc— Sacc, Syll., IV, p. 459.— Lind., Hyph., II, p. 117. En hojas de Tillia silvestris= T. ulmi/olia.— Dehesa de Man- Uen (Cataluña), rec Hno. Gonzalo, 3-VII-919. 28. Cercospora Violae tricolorís Briosi et Cavara.— Sacc, Syll., X, p. 620.-Lind., Hyph., II, p. 122. En hojas de Viola tricolor.— Santander, rec P. Carballo, VII-918. Tomo xxi.— Enero 1921. 7 98 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 29. Cercospora Malvarum Sacc., in Mich., II, 1880, p. 365; in Syll., IV, p. 440. En hojas de Malva moschata.— Hinojosa de la Sierra (Soria), rec. Vinuesa, VIII-920. 30. Cercospora Lythri (West.) Niessl, in Hedw., XV, 1876, p. 1.— Sacc, Syll., p. 452.— Lind., Hyph., II, p. 123. En hojas de Lythrum Salicaria.— Maní leu (Cataluña), rec. Hno. Gonzalo, 13-X-918. 31. Cercospora depazeoides (Desm.) Sacc, in Nuovo Qiorn. Bot. It., VIII, 1876, p. 187; in Syll., IV, p. 469.— Lind., Hyph., II, p. 135. En hojas de Sambucas nigra. —PAantteu (Cataluña), 13-X-918, rec Hno. Gonzalo. 32. Cercospora tinea Sacc, Syll., IV, p. 468.— Lind., Hyph., II, p. 136. En hojas de Viburnum Tinus.— El Pedroso (Sevilla), VII-918. 33. Heterosporium variabilis Cke.— Sacc, Syll., IV, p. 480. Lind., Hyph., II, p. 81. En hojas de Spinacia olerácea.— Madrid, III-919. 34. Coniothecium Epidermidis Cda., in le Fung., I, p. 2, 1. 1, f. 19.— Sacc, Syll., IV, p. 500.-Lind., Hyph., II, p. 169. En hojas viejas de Cistus ladaniferus.—Pmg Tagulla, Vila- leons (Cataluña), rec. Hnos. Sennen y Gonzalo, 12IX-918. 35. Coniothecium applanatum Sacc, in Mich., II, 1880, p. 173; in Syll , I, p. 508.-Lind., Hyph., II, p. 166. En ramas de Populus alba— San Rafael (Segovia), 8-II-919, rec. prof. L. Crespí. 36. Coniothecium effusum Cda., in le Fung., I, 1837, p. 2, t. I, f. 21..— Sacc, Syll., IV, p. 508.-Lind., Hyph., II, p. 167. En espinas secas y podridas de Gledistchia triacanthos.— Madrid, V 919, rec L. Crespí. 37. Speira toruloides Cda., in le Fung., I, 1857, p. 9, t. II, f. 140.— Sacc, Syll., IV, p. 514.— Guéguen, in Bull. Soc myc de France, XXI, 1905, p. 28. En hojas podridas de Laurus nobilis.— Barcelona, Tibidabo, 30-111-919, rec. Caballero. 38. Macrosporium comune Rabh.— Sacc, Syll., IV, p. 524.— Lind., Hyph., II, p. 225. En tallos secos de. Solanum Lycopersicum.—M.aáñdt rec. J. Cuesta, 5-III-916. DE HISTORIA NATURAL 99 En hojas secas de Yucca gloriosa.— Madrid, 27-111-916, rec. C. Bolívar. En hojas viejas de fiáis Carica.— El Palo, Málaga, 1-917, rec. C. Bolívar y E. Rioja. 39. Macrosporium Asphodeli Pat, in Enum. Champ. Tuni- sie, 1892, p. 19.-Sacc, Syll., XIV, p. 1097. En hojas viejas de Asphodelus fistulosus.—CasteUdeiete (Ca- taluña), 5-IV-920, rec. prof. Caballero. 40. Macrosporium striaeforme Sydow,in Hedw., 1900, p. 151. Sacc, Syll., XVI, p. 1079. En tallos y hojas de Festuca Fenas. — Rivas de Jarama (Madrid), rec. C. Vicioso, 9-VI 918. — Conidióforos hasta de 300 X 10 v- dobles que en los descritos sobre Festuca rubra por Sydow. 41. Mystrosporium polytrichum Cke. — Sacc, Syll., IV, p. 541.— Lind., Hyph., II, p. 222. En hojas secas de Gladiolus segetum.— Jardín botánico de Madrid, rec. prof. L. Crespí.— Asociado con el Macrosporium commune Rabh. 42. Alternaría tenuis Nees. — Sacc, Syll., IV, p. 545.— Lind., Hyph., II, p. 262. En tallos secos de Hypochoeris radicata.— Estación Alpina del Guadarrama, rec. C. Bolívar, 5 VII-915. — En unión del Pieos- pora a Ib i can s Fuck. En tallos viejos de Agropyrum pungens. —Playa Sillero (Viz- caya), rec Hno. Elias, 14-VIII-918. Sección bibliográfica. Labarta (Eugenio).— Memoria correspondiente al estudio de los cria- deros de menas de estaño y tungsteno del distrito de Orense. (Bole- tín oficial de Minas y Metalurgia, año IV, 1920, núms. 55, 56 y 57, páginas 55-76, 1-50 y 15-50.) El trabajo empieza por una detallada e interesante reseña histórica. Sigue una descripción geológica muy somera de la zona estannífera, haciendo notar que los yacimientos se encuentran casi siempre en el contacto délos granitos con los materiales estrato-cristalinos. Después, formando como a modo de un índice, la descripción de los principales criaderos de estaño y tungsteno de la comarca, distribuidos en tres 100 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA grupos: del Oeste (criaderos de Carbia y Silleda, de Lalín y Forcafey, de Avión y Beariz); Central (criaderos de Ribadavia, La Arnoya, Ar- cucelos, Penouta, Calvos de Radin y Baltasar, Porqueira); del Este (criaderos de Villar de Ciervos, Bousés, Vilanova y Balbarrás).— L. F. Navarro. Revilla (José).— Estudio de los criaderos de la zona de Prado y Cuenca de Santa Olaja y Argovejo (León). (Boletín oficial de Minas y Metalurgia, año IV, 1920, núm. 34, p. 27-49.) Estudio de yacimientos carboníferos, entremezclado con una des- cripción geológica de la comarca. Entre los carbones de Argovejo, los hay con más del 30 por 100 de materias volátiles, lo que les hace aptos para la producción de gas; su poder calorífico oscila entre 7.200 y 7.400 calorías. También llama el autor la atención acerca de las areniscas fe- rruginosas del devoniano, que si hoy son inexplotables, pueden consti- tuir una reserva importante, pues alcanzan una riqueza hasta del 55 por 100 en hierro —L. F. Navarro. Cascajosa (Francisco).— Es tudio de yacimientos de hierro y fosfato de La Aliseda. (Boletín oficial de Minas y Metalurgia, año IV, 1920, números 35 y 36, p. 1-9 y 31-41.) La mayor parte del trabajo está dedicada al estudio de los yacimien- tos de mineral de hierro de la Sierra de San Pedro (Cáceres), enclava- dos en el terreno siluriano. Al final se da noticia de un interesante ya- cimiento de fosforita en la dehesa de Valdelayegua, en la misma Sierra, enclavado entre calizas devónicas.— L. F. Navarro. Gómez-Llueca (F.).— Sur la géologie de Cabrera, Conejera et autres iles voisines. (C.R.Acad.Sc.yt 171,núm.23, 6-XII-1920, p. 1.158-1.160. París.) Esta nota es un primer avance a los estudios que nuestro consocio ha efectuado en las islas de Cabrera, Conejera, Plana, Pobre, etc., de las Baleares. Después de hacer una rápida reseña de los resultados obtenidos por anteriores geólogos, pasa a exponer los suyos propios, por los cuales, y según las especies fósiles encontradas, parece que en estas islas exis- ten los siguientes terrenos: Liásico medio y superior, Batoniense, Por- tlándico, Neocomiense, Numulítico y Cuaternario. De ellos, los prime- ros no habían sido citados aún de allí. — Royo y Gómez. Elias (J "i.— Notes paleogeogrúfiques del Valles: Curs del Llobregat peí Ve ¿les durant la época Sarmantiana. (Barcelona, 1920. Butlletí de la Inst. Cat. d' Hist. Nat., 3.a época, año III, p. 152-155.) Según el autor, al final del Helveciense y durante el Tortoniense, se produjo en la región un movimiento orogénico de SE. a NO. y en el Sarmatiense otro, que vino de SO. a NE., los cuales hicieron que el río DE HISTORIA NATURAL 101' Llobregat se dirigiese primero hacia el Bajo Panadés y luego se des- viase hacia levante, hasta tomar la posición en que actualmente se le encuentra.— Royo y Gómez. Wufm (A.).-Contribució al coneiximent del Triásic de Catalunya, (Traducido al catalán por M. Faura y Sans. Barcelona, 1920. Butlletí de la Inst. Cat. d' Hist. Nat, 3.a época, año III, p. 156-162) Este trabajo se divide en tres partes, tituladas: I. Cassianelles del Triásic de Catalunya.— II. Descripció de la fauna.— III. Una fauna del Triásic superior Valldeneu. La primera parte sirve para confirmar lo ya dicho sobre el particu- lar por el malogrado Dr. Almera y las relaciones de este Keuper con el de los Alpes. En la segunda, se describen los fósiles encontrados en el Monte Puig de la Creu y en el Mas Fonoll de Pontons, situados en el SE. de la provincia de Barcelona. Estos son: Cassianella decussata Mtinst., Pectén discites Schloth., Myophoria vestita Alb., M. aff. ele- gans Dunk., Pseudocorbula sp., Anodontophora sp., Dentalium sp., Hologyra cfr. lce.vissima Kittl., Cryptonerita sp., Trypanostylus? sp., Euchrysalis sp. En la tercera parte, se estudia la fauna encontrada por el Dr. Almera en Valldeneu, integrada por Myophoria Goldfussi de Alb., Gervilleia substriata Cred. y perteneciente al Keuper Infe- rior nivel superior.— Royo y Gómez. Wurm {k.). — Quelcom sobre el Triásic de la provincia de Tarragona. (Traducido del alemán por el Dr. Faura y Sans. Barcelona, 1920. Butlletí de la Inst. Cat. d' Hist. Nat., 3.a época, año III, p. 163-166.) El autor, en esta nota, clasifica y discute algunos fósiles pertene- cientes a diversos yacimientos triásicos de la provincia de Tarragona. Entre aquéllos se encuentran los siguientes: Daonella Lommeli? (Ha- lobia HoernesiP), Monotis sp., Diplopora sp., Modiola (Septiola) pyg- maea, Myophoria spv Gervilleia cosíala var. contracta Schaur. y Lima?— Royo y Gómez. Fernández (P. Ambrosio).— Catálogo de los macrolepidópteros hete- roceros de España. (Asoc. Esp. Progreso Ciencias. Congreso de Bilbao. Madrid, 1920.) Comprende, según en el prólogo se indica, poco menos de 800 for- mas, de las cuales 60 son nuevas para España y seis nuevas para la ciencia, aunque no las describe, por no poder dar de ellas un buen dibujo. Es, por lo tanto, un excelente avance para el conocimiento de nues- tros lepidópteros. La mayor parte de las citas se refieren a las cazas del autor en Uclés (Cuenca) y a las de D. Manuel Pujol en Vellisca, de la misma provincia. El aumento considerable deformas españolas respec- to a las citadas en los catálogos de Zapater y Korb, Seebold, Mendes d'Azevedo, Ribbe, etc., siendo debido casi exclusivamente a las cazas 102 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA en dos localidades próximas entre sí, indica elocuentemente, una vez más, la multitud de especies que han de descubrirse en la Península.— José María Dusmet. Lafuente (R.° José Ni.*).— Nota sobre coleópteros españoles. (Boletín Sociedad Ibérica C. Nat., t. XIX, II, núms. 5-7. Zaragoza, 1920.) Observaciones sobre Varias especies, describiendo Cardiophorus bipunctatus F., var Smithi var. noV., que fué hallado en Puerto Real (Cádiz), por D. Guillermo Smith. -José María Dusmet. Franganillo (P. Pelegrín).— Contribution á l'étude des Arachnides du Portugal. (Bull. Soc. Port. Se. Naturelles. Lisbonne, 1920, tomo VIII, fase. 2, p. 138-144.) Nuestro compatriota fecha en Gijón, 1918, una lista que comprende 69 arañas de Portugal, que recibió del Dr. Marck Athiás, Secretario de la Soc. Portugaise. Entre ellas hay nueve especies nuevas: Argyope acuminata, Amaurobius inermis, Epeira sericea, Lycosa virgúlala, Nemesia Athiasi, Spiroctenus lusitanus, Tegenaria nigra y Meta ni- gra.— José María Dusmet. Silva Tavares (S. da).— Synergarice ou les Cynipides commensaux d'autres Cynipides dans la Péninsule Ibérique. (Mem. Soc. Portu- gaise Se. Nat., Ser. Zool.,núm.4., Lisbonne, 1920, p. 1-78, láms. 1 y 2.) Trabajo detallado y minucioso, como de su autor, en que describe 39 especies o subespecies, de las que 30 son Synergus, y el resto Ce- roptres, Periclistus o Saphonecrus. Como formas nuevas están Syner- gus umbraculus pseudohistrio noV. subsp., obtenido de cecidias de Biorrhiza paluda y de Cynips quercus-toza?, de Cáceres yTúy;S. eva- nescens fidelis nov. subsp., de cecidias de Plagiotrochus y Andricus, de Portugal; S. evanescens tudensis nov. subsp., de Cynips Kollari, de Túy; S. ibericus n. sp., de Cynips Kollari, de Túy y Portugal; 5. gallaicus n. sp., también de C. Kollari, de Carballino (Orense); 5. gallaicus annulatus nov. subsp., con el tipo; S. insuetus n. sp., de Portugal, en la col. Silva Tavares; 5. maculatus n. sp., de cecidia de Quercus pedunculata, de Pontevedra, y Saphonecrus connatus lutei- pes nov. subsp., de Andricus, en Pontevedra. Lleva claves, bibliografía y más de 80 f ¡guras.— José MaríaDusmet. Ohaus (F .).—Berichtigungen und Nachtrüge zur Kenntniss der afri- kanischen Popillien. (Col. Lamell. Rutelin.)— (D. Ent. Zeitschr. Jahrg., 1920. Berlín). P. tullía, n. sp., se ha hallado en Nkolentangan (Guinea española), por G. Tessmann Otras Varias especies son del Congo belga, de los Ca- marones, etc., lo cual hace que, tanto este trabajo como otros de diver- sos autores, publicados en D.E.Z., o en otras revistas, interesen mucho a los naturalistas españoles que quieran estudiar los insectos de núes- DE HISTORIA NATURAL 105 tros territorios africanos, puesto que es muy probable que en Guinea española se hallen las especies de dichas regiones inmediatas. Por no multiplicar las notas bibliográficas, no cito más que los trabajos en que se hallen descritas especies nuevas del territorio español.— José Ma- ría Dusmet. Meyer (Dr. Re\t\ho\d).—Apidce.—Sp/iecodi'nce. (Archiv für Naturge- schichte. 85 Jahrg. Abt. A.-l Heft. Berlín, 1920, p. 79-242.) Los Apidos paleárticos sólo tienen una obra moderna que los estudie en conjunto, Die Bienen Europa' s, empezada por Schmiedeknecht, con- tinuada por Friese, y, desgraciadamente, sin terminar. Debemos seña- lar un trabajo que Viene a llenar esa falta en lo referente al gen. Sphe- codes Latr., cuya monografía acaba de publicar el Dr. Meyer, resi- dente en Jena, y ahora en Landsberg am Warthe. Es un estudio muy útil e interesante. Describe 199 especies, de las cuales son paleárticas 64. Hay nueve de éstas que son nuevas para la Ciencia. De España hay pocas citadas, por no haber llegado a tiempo para incluirse en esta obra un envío pro- cedente de nuestras cazas, en el cual, según me comunica el autor, hay también formas nuevas. -José María Dusmet. Codina (A.).— Lista inédita de Homópteros (Hemipteros) de Cataluña. (Bol. Soc. Entom. España, t. III, núm. 5-6. Zaragoza, 1920.) Esta lista del activo e inteligente conservador del Museo de Barcelo- na representa un avance en el conocimiento de dicho grupo. Cita 41 for- mas nuevas para Cataluña, de las cuales 25 supone que lo son también para España. Y es de sentir que no haya indicado las restantes que po- see dicho Museo, que llegan a 94. El orden de los hemipteros es ahora, acaso, el más descuidado por nuestros entomólogos: dos o tres de ellos, y de los buenos, pensaron alguna vez dedicarse a él; como el tiempo es limitado, tomaron otro camino y abandonaron a los hemipteros. Desea- mos que algún entusiasta entomólogo de los que ahora empiezan explo- re un terreno virgen que daría magníficas cosechas.— José María Dusmet. G. Burckharát.—Zooplankton aus spanische Gebirgsseen.l. Ein zoo- geographisch wertvoller neuer Diaptomus. Este trabajo ha sido publicado en la revista periódica de Hidrobiolo- gía que ha aparecido recientemente en Suiza, de la cual es redactor jefe el Dr. Bachmann, de Lucerna, y cuyo título es el de Revue d'fíydro- biologie. En dicho trabajo se inicia el estudio del zooplankton del lago de Castañeda, sobre unas tomas recogidas por W. Halbfass durante su excursión en 1912 para el estudio de dicho lago. En esta primera nota, el Sr. Burckhardt, después de unas consideraciones sobre la importan- cia zoogeográfica de los Centropápidos por la extensa distribución de la familia y la instructiva localización de sus especies, hace una detallada 104 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA descripción de un nuevo copépodo del citado lago, que denomina Diap- tomus castaneti, forma euplanktónica, que considera como de enlace de la especie de la Europa occidental media y septentrional, D. castor, con otra propia de Túnez, D. cyaneus, ambas hemiplantónicas y no relacio- nadas entre sí. El autor, al hacer algunas consideraciones sobre la sis- temática del grupo D. castor, expone las tres consideraciones a que se prestan los caracteres de enlace de la especie española, bien siendo las partes de Europa en que reina la corriente del golfo, la patria del gru- po, o bien la región del Atlas, sirviendo en ambos casos España de puente entre ambos, o bien, por último, ser la misma España la patria del grupo, pero sin decidirse por ninguna de estas hipótesis. — C. Aré- valo. Boletín del Museo Pedagógico de Ciencias Naturales. (Barcelona, 1920). Con este título ha empezado a publicarse en Barcelona una revista, editada por el Museo Pedagógico de Ciencias Naturales, de que es director-propietario nuestro consocio D. Luis Soler y Pujol, la cual, además de dar a conocer el movimiento y novedades de dicho esta- blecimiento, publica artículos de divulgación científica, notas diver- sas, avisos de cambios de ejemplares, etc.— A. deZulueta. Soler y Pujol (Luis).— Manual de taxidermia. (Barcelona. Publicacio- nes del Museo Pedagógico de Ciencias Naturales, 1921, 1 vol., 220 pá- ginas, 133 figs.) La segunda edición de este conocido Manual difiere considerable- mente de la primera, y se presenta ilustrada con muchas figuras nue- vas, destinadas unas a facilitar la comprensión de las distintas opera- ciones de la taxidermia, y otras a dar una muestra del atractivo as- pecto que presentan los ejemplares naturalizados de los Museos de Madrid y de Barcelona.— A. de Zülueta. Sesión del 2 de febrero de 1921, PRESIDENCIA DE DON MANUEL AULLÓ Y COSTILLA El Secretario leyó el acta de la sesión anterior, que fué apro- bada, m Admisiones y presentaciones.— Fueron admitidos como so- cios numerarios los señores presentados en la sesión anterior, y propuestos para su admisión los Sres. D. Ignacio Patac, ingeniero de Minas; D. Juan Gil Collado, licenciado en Ciencias Naturales, D. Santiago Alcobé Noguer, alumno de Ciencias Naturales, y el Rvdo. P. Miguel Gutiérrez, profesor del Seminario-Universidad Pontificia de Comillas, siendo presentados, respectivamente, por los Sres. Pacheco, Bolívar (C), San Miguel de la Cámara y Cen- drero. Asuntos varios.— El Presidente da cuenta de haberse reci- bido una comunicación de la Presidencia del Consejo de Minis- tros, en la que se notifica la constitución oficial de una Unión Internacional Hispano-Americana de Bibliografía y Tecnología Científicas, para cuya organización se ha creado en esta corte una Comisión en la cual, además de la Real Academia Española, la Real Academia de Ciencias, la Sociedad Matemática y la So- ciedad de Física y Química, ha de hallarse representada la Real Sociedad Española de Historia Natural, habiendo sido, con este fin, designado el Vicepresidente de la misma, D. Ricardo Gar- cía Mercet. El Vicepresidente dice, con este motivo, algunas palabras, explicando los fines de dicha Unión, que son la publicación de un diccionario tecnológico castellano, y la institución de una biblio- teca científica y técnica de la lengua castellana, recabando el au- xilio que con sus conocimientos puedan los miembros de la Socie- dad aportar a tan patriótica empresa, y explicando cuáles han sido las primeras gestiones de la Comisión, que ya ha empezado a funcionar. Tomo xxi.— Ffbrero-marzo, 1921. 8 106 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA El Presidente comunica también que, obedeciendo a un acuer- do de la anterior Junta directiva, la Sociedad va a tratar de es- tablecer los nombres que en el lenguaje vulgar castellano deben corresponder a cada especie animal y su correspondencia con los nombres científicos, explicando que no se trata de recoger y reunir nombres locales, sino de procurar que cada especie tenga en cas- tellano un nombre propio, como en otros idiomas lo tienen, aunque sea preciso, cuando el vulgo no ha empleado ninguno, acudir a un término convencional. A esta labor, que puede ser de gran prove- cho parala vulgarización de las ciencias naturales, pueden y de- ben contribuir cuantos se consideren capacitados para ello; pero, para dar a la idea un forma práctica, sobre todo en lo que se re- fiere a su divulgación, se ha constituido una Comisión, cuya presi- dencia se ha ofrecido al Excmo. Sr. Duque de Medinaceli, desig- nándose respectivamente para los cargos de Vicepresidente y Secretario al Presidente y Secretario de la Sociedad, y como vocales, los Sres. Arévalo, Benedito (D. José María), Castellar- nau, Gil Lletget y Lozano. El Sr. Duque de Medinaceli ha rehu- sado cortesmente el ofrecimiento, por creer que sus frecuentes ausencias de Madrid no le permitirían cumplir con los deberes presidenciales, aunque manifestando el deseo de figurar en la Co- misión como simple vocal; pero el Presidente propone que, tenien- do en cuenta los méritos contraídos por dicho señor como divul- gador de la ornitología en España, se insista en el ofrecimiento, y así se acuerda por unanimidad. El Secretario da cuenta de haberse recibido de la Junta di- rectiva de la Sociedad Cubana de Historia Natural «Felipe Poey» una expresiva felicitación de Año Nuevo, dirigida a los Sres. Pre- sidente y socios de nuestra Sociedad. Donativos.— El mismo Secretario comunica que el socio nu- merario D. Florentino Azpeitia ha contribuido con la cantidad de 125 pesetas a la publicación de un trabajo original suyo que ha de figurar en el tomo conmemorativo del cincuentenario. Trabajos presentados.— El Martínez de la Escalera (D. Ma- nuel) envía una nota sobre varias especies nuevas de Asida de la Península ibérica. El Sr. Royo presenta unos ejemplares de brecha caliza osífera procedentes de Gilena (Sevilla), notables por la gran cantidad de DE HISTORIA NATURAL 107 huesos que encierran, y que han sido regalados al Museo Nacional de Ciencias Naturales, por D. Onofre Cantó. Manifiesta, al propio tiempo, que esta brecha se ha encontrado rellenando una bolsada en una cantera de caliza jurásica, estando constituida en su mayor parte por huesos y dientes del conejo co- mún (Oryctolagus cuniculus L.), del que ha podido extraer una mandíbula con la serie molar completa, que ha permitido su deter- minación. El grado tan grande de fosilización en que aparecen es- tos restos indican que corresponden al cuaternario antiguo, con lo cual se ve que la existencia de esta especie en la Península data de tiempos muy remotos. El Sr. Río Hortega presenta un trabajo titulado: El «tercer ele- mento» de los centros nerviosos. Histogénesis y evolución normal, éxodo y distribución regional de la microglia; que por su extensión se destina a las Memorias. Secciones.— La de Sevilla celebró sesión el día 20 de ene- ro, bajo la presidencia de D. Antonio Benjumea, dando este se- ñor posesión a la nueva Junta para 1921. El Sr. Paul, decano de esta sección, ocupa la presidencia y da las gracias a los reunidos por haberle propuesto para el cargo que ostenta. El Sr. Rebollar presenta un ejemplar de calcopirita, notable por su riqueza en cobre. —La de Valencia celebró sesión el 27 de enero en el Labora- torio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Sr. Director del Instituto, profesor Moróte. El Sr. Moroder propone para nuevos socios a D. Julián García Marín, farmacéutico, y a D. Jaime Jiménez Miquel. A propuesta del Sr. Boscá (E.), la Sección acordó pedir al Ex- celentísimo Ayuntamiento se añada el nombre del donante de la Colección Paleontológica al título de ésta, designándose en lo su- cesivo Museo Paleontológico Rodrigo Botet. El mismo señor presentó varios ejemplares de hongos y liqúe- nes de la flora regional. El Sr. Beltrán da cuenta de varios hallazgos de Puccinia in- teresantes; entre ellas hay alguna nueva, como la Puccinia andró- pogonis hirti. F! Sr. Trgo man'fiesta que pronto será instalada en el Parque 108 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA «Los Viveros» la primera reconstrucción de la serie de grandes reptiles fósiles extinguidos, que ornamentará dichos jardines. El Sr. Boscá (A.) dio cuenta de los estudios hechos sobre los materiales arqueológicos que, procedentes del Perú, se conservan en el colegio que la Orden Franciscana posee en la villa de Onte- niente (Valencia). Trabajos presentados Un nuevo Argulus español por Celso Arévalo. El primer dato sobre la presencia de argúlidos en aguas espa- ñolas lo tuve recogiendo plankton del Guadalquivir, en Sevilla, du- rante la primavera pasada. Recientemente, en una de las tomas de plankton (11 diciembre 1920) que sistemáticamente se vienen ha- ciendo por la Sección de Hidrobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en el estanque del Retiro de Madrid, ha sido recogido otro argúlido, al cual voy a referirme en esta nota. Como a todos los argúlidos (Branquiuros), le distingue de todos los demás copépodos parásitos (Sifonostomos) el poseer dos gran- des ojos compuestos, análogos a los de los cladóceros, además de la constitución deprimida de su cuerpo, protegido por un ancho caparazón dorsal más o menos cordiforme, libre en su borde pos- terior; su primer par de maxilípedos, transformados en grandes ven- tosas, y su probóscide, dentro de la cual están contenidas las man- díbulas y maxilas más o menos estiliformes, con una espina infundi- buliforme, en relación con una glándula venenosa. Nuestra especie, que designamos con el nombre de Argulus matritensis, se aproxima a A. catostomi Dana et Herrick, que chupa a peces de los géneros Catostomus y Erimyson, y también es análoga a A. americanus Wilson, que ataca a Amia calva, por lo mucho que avanza hacia atrás su caparazón; pero ofrece dos pares de fuertes espinas antenales, dirigidas hacia atrás, para suje- tarse bien contra el impulso del agua al nadar el pez, y cuatro pares en la base del segundo par de maxilípedos; las ocho patas natato- DE HISTORIA NATURAL 109 rias son muy largas; las dos placas de la furca, no acuminadas, lle- van en la base un par de manchas negras muy patentes, y están separadas por una escotadura profunda; el caparazón es lampiño y esculpido, de un dibujo característico, y su contorno orbicular, con Fig. Í.—Argulus matritensis, nov. sp. el diámetro anteroposterior mayor que el transverso. La adjunta figura, ejecutada del natural, visto al microscopio en vivo, por nues- tro dibujante Sr. Simón, nos releva de una descripción minuciosa, que, dada la exactitud del dibujo, sería impertinente. Como estos argúlidos están menos degradados que los restan- tes copépodos parásitos, ya que lo son más temporalmente, sepa- rándose frecuentemente de su víctima después de ahitos, para re- producirse, y nadando libremente en busca de otra víctima, se re- cogen con las formas libres del plankton, y habiendo sido así cap- turado nuestro ejemplar, no sabemos a qué peces parasitiza, si bien ha de ser de los que en dicho estanque viven, y quizá sobre va- 110 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA rias especies, ya que parecen ser los argúlidos muy poco exclusi- vistas, atacando a muy diferentes especies, y quizá los arrastrados al agua dulce por peces catádromos no tienen gran inconveniente en fijarse sobre especies dulceacuícolas. Es curioso también en estos copépodos su escaso dimorfismo sexual, como es lógico, dada la gran reducción de sus antenas y el hecho de no incubar sus huevos, sino depositarlos en piedras o plantas sumergidas. Las pocas especies europeas hasta ahora señaladas son muy distintas a la nuestra. Notes sur les Fourmis paléarctiques 0) II. Fourmis d'Asie Mineure récoltées par M. H. Gadeau de Kerville par le Dr. F. Santschi. Subfam. My^micinae. Messor barbarus L. st. meridionalis André. Environs d'Angora et de Smyrne, ? £ sous des pierres. Messor barbarus L. st. structor Latr. v. mutica Nyl. Messor barbarus L. st. semirufus André, v. intermedia For. Environs d'Angora, $ . » Messor barbarus L. st. semirufus André, v. concolor For. Environs d'Angora, 2 . Messor oerzenitor For. v. amphigera For. Angora, $!. Pheidole pallidula Nyl. st. arenarium Ruzs. v. orienta- lis Em. Environs de Smyrne et d'Angora, 3|. $ . Myrmica scabrinodis Nyl. Environs d'Angora, £ ?. Leptothorax tuberum L. st. unifasciatus. Environs de Smyrne, 2 • (1) La primera de estas notas ha sido publicada en el tomo de Me- morias del 50.° aniversario de esta Sociedad (págs. 424-456). DE HISTORIA NATURAL 111 Leptothorax rottenbergi Em. st. semiruber André, v. ga- la tica n. v. 2 Long. 5,4-3,7 mm.Téte et gastre noirs; massue des anten- nes, milieu des tibias et des cuisses, dessus du pédoncule brunátres; le reste rouge clair. Ridé réticulé comme chez la v. balcánica Sants. On peut compter environ 8 rides entre les aretes frontales; les rides médianes sont parfois effacées; les intervalles, lisses et luisants. Thorax plus grossiérement ridé réticulé. Pilosité comme chez balcánica. La tete forme un rectangle un peu plus allongé. Les angles postérieurs arrondis. Le scape atteint le bord postérieur de la tete. Thorax peu éch^ancré au sillón métanotal (moins que chez semiruber plus que chez balcánica). Les épines légérement courbées, sont mojns relevées que chez cette derniére, et plus lon- gues; sommet des deux nceuds á peu prés également sphériques et arrondis sur le profil; le postpétiole, un peu plus large que le pétio- le, et aussi large que long (bien moins large que chez balcánica). Tres voisine de la var. Jepes For., dont elle difiere par sa sculpture plus lache et l'impression métanotale moins accusée. Chez semiruber le thorax est bien plus court. Asie Mineure, environs d'Angora. Tetramorium caespitum L. $ . Environs d'Angora. Varíete noire á stries tres réguliéres. Tetramorium caespitum L. st. turcomana Em. Environs d'Angora, $ £ . Tetramorium caespitum L. st. punicum Sm. Environs d'Angora, $ . Tetramorium caespitum L. st. punicum Sm. £ var. lucidu- la Em. Environs d'Angora. Le pétiole est moks large que chez des exemplaires de la Transcaspie, et les stries de la tete plus indiquées. Tetramorium caespitum st. semilceve André, var. splendens Ruzs., $. Environs d'Angora, fait passage á depressa For. Tetramorium caespitum L. st. ferox Ruzs. var. perspicax n. var. (fig. 1). $ Long. 3,2-5,6 mm. Thorax brun-rougeátre; tete et gastre Pilosella (v. Peleterianum), a nuestro entender, y refiriéndonos a las muestras catalanas!, aragonesas! y valencianas! inexactamen- te; por no existir en las localidades donde he visto el H. anchusoi- des ninguna otra forma que se le asemeje; por encontrarse entre las malezas y no existir el H. Pilosella, a veces, en la región donde crece. El H. Zizianum Tausch, por más que se cite en España, yo no lo poseo de la Península. Comparado el H. anchusoides con el Pi- losella Rothiana Schultz-Bip.! de. mi colección, apenas descubro diferencias apreciables. Hieracium laniferum Cav., Ic. III, p. 254 (1794). (Fig. 2.) Realmente, esta especie era «desconocida». Cavanilles, Ob- servaciones, I, p. 5, escribió lo siguiente: «Subí a uno de los altos montes que está al N. del Monasterio, prolongándose siempre opuesto a los de Bel... Por todas partes hallé plantas análogas a las de los altos montes, el erino alpino, la potentilla blanca, el do- ble escudo de montes, planta nueva que publiqué con el nombre de biscutella montana, y el hieracio lanudo, que solamente he visto en aquella altura.» Visité este monte el año 1898; el 1917 estuve otra vez en Be- nifazá y la lluvia me impidió explorarlo; pero volví al año siguien- te y no pude lograr más que un solo ejemplar florido. Las plantas que de aquí traje no responden a la estampa de Cavanilles. Son DE HISTORIA NATURAL 147 sus hojas cortas y anchas: aovadas. La desaparición de los pinares es, a nuestro parecer, la causa de tal modificación. A este monte lo rodean dos caminos de Fredes: el uno sube por la parte occidental de Benifazá; el otro es el de Magraner; por ambos he pasado. Por la parte poniente no vi este hie- racio; en cambio, en el Coll del Infern es abun dante, y como localidad próxima, se encuentra muy típico. Subiendo de La Ce- nia (Tarragona), se des- cubre en la Rocacorba («que linda con los tér- minos de La Cenia en Cataluña, y de Rosell en Valencia». Cav. 1. c.) este hieracio lanudo y se da en abundancia en los peñascos del mismo río: es una forma ligera- mente diversa, por las hojas más cortas y un poquito más ensancha- das. Y desde aquí hasta Benifazá, en los peñas- cos elevados de la derecha del río, es posible exista con fre- cuencia. La especie se modifica por las hojas glabérrimas o más o menos sedosas, pedúnculos y cabezuelas sin glándulas (f.a genuina), y pedúnculos y escamas del antodio glandulosos, y existe desde el Ebro hasta Peñarroya, y desde La Cenia y Rosell hasta el Boixar. Es una especie característica de la región. Willkomm (Prodr. II, p. 262) dijo que las escamas del antodio son glandulosas, cuando son calvas, leves, y solamente su termina- ción es densamente pelosa, y pelos blancos, como Cavanilles con- signó. Los pedúnculos tampoco son glandulosos. Esta forma des- Fig. 2.— Hieracium laniferum Cav. 148 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA crita por Willkomm fué la dada por Lóseos; pero no es el tipo de Cavanüles. Hieracium Ilergabonum, n. hybr.=//. dragonease x /arti- fe rum. Caulis normalis 15 cm.; folia oblonga glaucescentia obso- lete den ticu lata in petiolo attenuata, exterior ia obtusa, subemar- ginata et mucronulata, intima lanceolata acata, omnia ciliata pili denticulati; caulis basi parce pilosus, caulina folia única vel milla, lanceolata, acuta, amplexicaulia et ciliata; bracteis e basi ovata lanceolato-linearibus , pedunculis eglandulosis laxe stellatopuberulis; capitula 1-6. Involucra mediocria obs- cura, nigro-pilosa. pilis glanduliferis, squamis exterioribus subobtusis, interioribus linearibus et acutis, ómnibus cano- comosis. Ligulae brevissimee ciliatae, stylis hitéis. H. arago- nensis involucra; folia radicalia ad H. laniferum.— Fredes, Boi- xar y Peñarroya (Valencia y Aragón); junio y julio. Hieracium Aguilari, n. sp. Sectio: Orcadea Fr. — Rhizoma obliquum unicale. Caulis 15-25 cm. erectas subflexuosus, 1-3 foliatus, calvus sepe vio- láceas, uniflorus seu paniculatus. Folia radicalia oblonga acuta, margine sublaciniatodentato vel subintegro, nuda, par- ce ciliata, caulina lanceolata amplexicaulia. Pedúnculo glan- dulosi, involucra atra, dense glandulosa, squamis angustis acutis ápice albo ciliato; ligulae brevissime ciliatac; stylis lu- teis, achaeniis testaceis 2-5 mm., receptáculo dense alveolis ciliatis. — Boixar, Fredes, Peñarroya (Valencia y Aragón); tam- bién en Cataluña en la derecha del Ebro (Font Quer, Grós). Tomo por forma típica y normal la planta de mayor desarrollo, con hojas caulinas profundamente dentadas, lo mismo que las infe- riores, pues existen formas con hojas de margen íntegro, y otras son enanas y casi unifloras. Hieracium Grosii, n. hybr.=//. Aguilari >c sonchifolium (var. angustí folium). . • Rhizoma crassiusculnm pluricaule. Caulis 15 cm. erectus, inferné sparsim pilosus eglandulosus basi erioposus, panicula- tus, 6-8 ccphalus , pedunculis bracteolatis, subeinereis stellato- puberulis et glandulosopilosis, pilis glanduliferis nigrescenti- bus. Involucra ovato-oblonga, olivácea, squamis lanceolato- DF- HISTORIA NATURAL 149 linear ¡bus, cuspidatis, basilar ¿bus bractciformibus viridibusque triplo brevioribus, interioribus obscuro viridibus, dorso nigro et glandulosopilosis ,cacumine albo comosa. Ligulac ápice non ciliata. Sty/i luleis. Folia glauca supra el subtus glabra in mar- gine ci/iata, primordiala obovata, interiora elíptica, lanceolata, petiolata, petiolo triplo vel quadruplo breviore, omnia dentata vel basi sublaciniata, cantina amplexicaulia, superioribus ra- morum decrescestibus. Cerca de Fredes, en las rocas, saliendo por el camino de Magraner, julio, 1918. Hieracium Boíxarense, n. hybr. = //. amplaxicaule x lani- ferum. Folia ul in H. lanífero; capitula H. amplexicaulis. Gracifis, foliis radicalibus oblongis, intimis lanceolatis, caulibus bice- phalis, pedunculis bracteolatis glandulosis, anthodio glandu- loso, parvo, squamis linear ¿bus obtusiusculis, ligulis sube i lia- tis. Mas Blanch (Boixar), julio 1919. Hieracium Loscosianum Scheele. H. Lawsonii, Scheele var. a, sec Lóseos et Pardo, Series Inc., p. 131. H. aragonense / villosum Willk.?, Illustr. Suppl., p. 120. H. Lawsonii p saxatile Willk., Suppl., p. 121 (e loco!). H. flocciferum Arv. Touv., Hieraciorum..., p. 1(53 (e loco ipsissimo!). H. androsaceum Arvet-Touvet, 1. c, p. 152 (e loco!). La planta que todavía se encuentra «cerca de Peñarroya, entre la Toza y la Buitrera», dada por Willkomm como//. Lawsonii^ saxatile, es la misma muestra que Arvet Touvet, Hieraciorum... catalogus systematicus vio en el hb. de Willkomm, y la asimila a su //. flocciferum; pero copia erróneamente la etiqueta y escribe: «Ínter la Fora et la Bustriva», en vez de «ínter la Toza et la Bui- trera». Según esta cierta determinación, el //. aragonense \ villosum de Willkomm no puede ser sinónimo del H. Loscosianum, como debía suponerse. El //. androsaceum Arv. Touv. es de Camarena, y comparado con el hieracio de Peñarroya, resulta de una identidad completa.. Estas formas difieren del tipo de Coracha (Tolocha de Lóseos) por su humildad y raquitismo. 150 BOLETÍN DE LA KEAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Se encuentra, más o menos modificado en su estatura y de- sarrollo hojoso, en Feñarroya (Teruel), Coracha y Boixar; en Fre- des no lo vi, ni llega al Ebro; tampoco desciende hacia la costa mediterránea. Parecen ser estas localidades el límite de su área por esta parte oriental. Hieracium Aragonense Scheele, sec. Lóseos! in herbario Cos- ta=//. caesium Lóseos et Pardo., Series imp., p. 66. Abunda en la región y se encuentra en Peñarroya, Coracha, Boixar, Fredes y en Cataluña: Puertos de Tortosa (Font Quer y Gros). La identificación de estos hieracios fué expuesta por Lóseos y Pardo en su Series imperfecta, p. 131. Hieracium spathulatum Scheele. Según las localidades que de esta especie indicaron los autores Lóseos y Pardo, y según el parecer de Willkomm en la página 131 de la Series inconfecta, es un sinónimo del H. laniferum Cav. El H. bellidifolium Scheele es de Castellote, y lo desconozco. Es increíble que Scheele no tuviese en su poder ejemplares del H. laniferum, siendo tan frecuente y tan dominante en* la región. La planta de Refalgari y de Coracha lo es; las de Castellote y Valderrobles no las conozco. Serratula Abulensis, n. sp. Humilis, 10-15 cm. caule stricto, sublanuginoso, foliis gla- bris, subí us ad costam lanuginosis, oblongis, lanceola tis, mar- gine dentato, laciniato et basi pinnatifid<± longe in petiolo de- currentibus, superioribus involucralibus Carduncello referen- tibus; anthodio ovato, squamis ovatis mucronato- spinosis, spi- nis vulnerantibus, intimis lanceolatis flavescentibus, flosculis roséis, achaeniis 7 mm.,fuscis pappo30 mm., albido quadruplo longiori. - Poyales del Hoyo (Avila), 30-VI-1917. Leg. J. Cuesta. De la S. flavescens (L. 1. class.!) Poiret, difiere, por las hojas, largamente en peciolo decurrentes, escamas del antodio mucho mayores y espina recta y rígida. De la 5". pinnatifída (Cav.) Poi- ret, por las hojas lampiñas, cabezuelas doble mayores, escamas aovadas y triple más anchas. De la 5. MonardiDuf. = S. Baetica Boiss., por las escamas de las cabezuelas. La especie más próxima nos parece la 5". flavescens; pero, a nuestro entender, se trata de una buena especie autónoma. DE HISTORIA NATURAL 151 Sideritís brachycalyx, n. sp. (Fig. 5). Humilis,10 cm., suffruticosa, pluricaulis, virens, glabres- cens, caulibus- alternatim puberulis; foliis oblongis margine subdentato, basi cuncata in petiolo decurrentibus obtusis vel Fig. á.-Sideriiis brachycalyx Pau, n. sp. mucronatis; verticillastris dense imbricatis, capitatis, btacteis ovatis virentibus reticulatis, dentatis, ómnibus cequalibus; den- tibus breviter spinulosis calyces subaequantibus; calycibus gla- bris, reticulato nervosis, dentibus ovato-triangularibus, aris- tatis, tubo brtvioribus, corolla lútea.— San Vicente de la Bar- quera, VII- 1919. Leg. Elena Jiménez de la Espada. Su colocación, entre las S. ovata y S. hyssopifolia. Sideritis Pauli, n. sp. Elata, virgata glabra et virens; caulibus asperulis, foliis obtusis, elipticis, sessilibus; verticillastris 7 , longe el laxe spicatis, distantibus, bracteis latissimis, cordatis ápice rotun- dato, mucronulatis, margine dentato dentibus triangularibus et breviter spinosis, calyces ocultantibus; calycibus tubulosis longitudinaliter nervosis, glonduloso-puberulis, dentibus lan- ceolatis spinosis tubo triplo brevioribus, ciliatis; corolla lútea, tubo incluso.— Córdoba, 1900. Legit Paul y Arozarena. No conozco en el género ninguna especie que le sea cercana; únicamente la 5. Bubani Font-Quer, del Pirineo Catalán tiene con ella una semejanza remota. 152 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Nepeta Civitiana, n. sp. Virens, glandulosa-puberula, caulibus hirsutis, ramulis calvis; foliis ovato-cordatis longe petiolotis pctiolis hirsutis, margine crenato-dentato, impresso punctatis; floribus spicatis termina/idus, taxis verticillatis, cymis 13 floribus, calycibus puberulis, dentibus lanceolatis tubo triplo-brevioribus, brevis- sima ciliatis; corolla coerulea, nuculis nigris dense tubercula- tis, tuberculis scrobiculis.-M.onte de Urchillo (Orihuela), VI- 1919. Leg. Font Quer. Willkomm (Prodr. II, p. 432) identificó la planta de esta locali- dad misma, herborizada por Lagasca, con la N aragonensis Lamk.; en el Supplementum, p. 152, et in Observatione, se co- rrige, diciendo: «Planta in monte Urchillo pr. Orihuela a Lag. indi- cata et in num. 2.317 a me ad N. aragonensem Lam. relata proba- biliter ad N. amethystinam pertinet». La N. aragonensis Lamk. es idéntica a la N. angustifolia, Vahl, que Willkomm incluyó en su variedad «) cor di folia de la N. Nepetella. La N. agrestis Lois es una especie que no está en el Continente, V precisamente es la especie más cercana de la planta de Lagasca y del monte Urchillo. La planta de Benasque (N. aragonensis, auct. pl.) pertenece a mi variedad pyrenaica. En cuanto a la iV. amethystina es una especie que Poiret des- cribió teniendo a la vista una planta cultivada y de procedencia desconocida, y que Willkomm incluyó en nuestra flora; pero apo- yándose en los mismos ejemplares que Cosson nos dio como repre- sentantes de la TV. Nepetella. Además, la N. amethystina p alpi- na Willk. es la misma N. mallophora Webb et Heldreich, y es bien diferente, tanto de una especie como de la otra. La N. Nepetella de sitios sombríos es verdosa; la de sitios áridos y soleados es cenicienta; si la hoja se angosta en la base|y es cuneiforme, constituye la var. aragonensis. He visto varios ejemplares españoles dados como N. murcica y N amethystina, y los creo simplemente formas de la N. Nepetella. Orchís Celtibérica, n. hybr.=0. coriophora xpurpurea. As- pecto y hojas de O. purpurea, tablero deltoideo, ápice lanceola- do, bases laterales cortamente lobuladas, espolón cortoj y tenue, piezas exteriores acuminadas. De la O. coriophora, por el tablero y espolón.— Bujedo (Burgos). Sennen y H. Elias. DE HISTORIA NATURAL 153 Orchis Carpetana (Willk.) Pau = 0. coriophora (var. fra- grans) x sambutiría Pau. — Rarísima en la Sierra de Guadarrama (Beltrán y C. Vicioso). r Orchis reserata, hybr. nov . — Gymnadcmia conopcax Orchis Alo río. O. quadridentatae flores, habitu O. Morionis. Sp/ca laxa pau - ciflora, laciniis superioribus stellatis, obtusis, labro trilobo, calcare parvo cónico longitudic labro. Parce folia la, folia lanceolata.- Nieva de Cameros (Logroño), 5 VII- 1905. Sección bibliográfica. Vilaseca (S.).-Contríbiició al estudi deis terrenos triasics de la provincia de Tarragona. Treballs del Museu de Ciencies Naturals de Barcelona. Vol. VIII, 1919. Con 66 págs. 11 figs., un mapa y tres láminas, Barcelona, 1921. Consta el trabajo de las siguientes partes: Introducción, Historia, Distribución Geográfica, Descripción de conjunto, Descripciones loca- les, Estudio comparativo, Tectónica, Ofitas, Sobre las especies fósiles recogidas, Bibliografía, Cartografía y un cuadro sobre el sincronismo del triásico de Tarragona, mediterráneo occidental, Alpes orientales y S. de Alemania. Las capas triásicas de esta región descansan sobre pizarras y grau- Vacas que el autor refiere al culm, sobre el granito y sobre los pórfidos; el lías y jurásico cubren en algunos puntos al trías y en otros se rela- cionan con el oligoceno concordante sobre el Muschelkal y con el mio- ceno que descansa en discordancia sobre el mismo terreno; el plioceno está en contacto con los conglomerados y areniscas rojas en Montroig; por fin, son extensos y frecuentes los contactos del trías con los terre- nos modernos. . Atribuye al trías un espesor total de unos 600 metros, compuesto de la arenisca abigarrada, el Virgloriense, Ladiniense, Carniense y No- rte nse. , Según se desprende de los estudios de Bofill y Poch (1898), los más recientes de Wurm y los del autor, la mayor parte de los terrenos triá- sicos de Cataluña y Baleares están en el contacto del mar alpino y del régimen germánico occidental, por lo que se ha dicho que constituyen una zona intermedia.— M. San Miguel. Tomo xx-.— Ffbrero-marzo, 1921. 11 154 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Vilaseca (S.).—Las pizarras ampeliticas de Santa Creu d'Olorde. Bull. delalnstit Cat. d'Hist. Natural, 1920, págs. 222-223, Barcelo- na, 1921. El autor ha encontrado cuatro especies de graptolites que no habían sido citadas hasta ahora de estas pizarras: R. peregrinus, M. jaculum, M. Hinsingeri y M. Cyplms. Estas pizarras, según esto, corresponden ■ al nivel inglés del Llandoresy y Taranson. Almera, antes de descubrirse estos graptolites, las atribuyó al Wenlock. — M. San Miguel. Cabrera-Latorre (A.).— Mamíferos del yacimiento solutrense de San Julián de Ramis. Treballs del Museu de Ciencies Naturals de Barce- lona. Vol. VII, 1919, con 21 págs., tres láms. y un cuadro. Barcelo- na, 1921. El autor afirma que durante el período solutrense existió en Cata- luña un caballo muy diferente de todas las especies actuales y pleisto- cenas del género Equus. Este caballo, que describe con el nombre de E. Cazurroi, es semejante al E. Capensis, pero de tamaño mucho menor, y supone que esta especie se extinguió antes de que el hombre inten tase la domesticación de los équidos. Cita además: Lyns pardellus Miller, Oryctolagus cuniculus algirus Loche, Cervus elaphas germánicas Des y Elephas primigenias Brum. — M. San Miguel. Bofill (A.), Haas(F-), i Aguilar-Amat (J. B. áé).-Estudi sobre la fauna malacológica de la valí de l'Essera. Treballs de la Instit. Cat. d'Hist. Natural, Barcelona, 1918, págs. 9-110, láms. 1-4. «En este trabajo [dicen sus autores] no nos proponemos aumentar con nuevos datos los que ya se conocían sobre el valle pirenaico rega- do por el Essera, sino hacer un estudio crítico de todo lo hasta ahora conocido en él referente a la fauna malacológica.» Y en efecto, como consecuencia de su estudio, dejan reducidas a sólo 60 especies las 82 que habían sido citadas como de dicho Valle por diferentes autores, y llegan a algunas conclusiones de carácter zoo-geográfico. El trabajo va seguido de una versión alemana— A. de Zulueta. Kindelan (Vicente) y Gorostízaga (José dé).— Sobre los terremotos ocurridos en las provincias de Alicante y Murcia en 1919. Bol. del Instituto Geológico de España. Madrid, 1920. T. XLI, págs. 249-277. El trabajo comprende una reseña histórica, datos sismográficos so- bre los terremotos sentidos de 10 de septiembre a 9 de noviembre, y un estudio de los terrenos geológicos en relación con los efectos en ellos producidos por los sismos. De los datos reunidos llegan los auto- res a la conclusión siguiente: «...el origen de los terremotos en las pro- vincias de Levante, por los menos en los últimos años, debe buscarse en la expansión accidental de los gases, principalmente hidrocarburos, DE HISTORIA NATURAL 155 contenidos y formados en las margas salíferas del Keuper, unidos al vapor de agua producido por la elevación de la temperatura en profun- didad, y estos gases circulan a grandes presiones por la red de grietas subterráneas, ocasionando en su recorrido sacudidas que se acusan en la superficie de la tierra por movimientos del suelo, de intensidad y efectos variables, según las circunstancias locales*. — L. F. Navarro. Dantín y Cereceda (J.).— Catálogo metódico de las plantas cultivadas (especies y variedades) en España y de las principales especies arbóreas. Madrid, 1920. Servicio de Publicaciones Agrícolas del Mi- nisterio de Fomento, con 22 grabados originales. Es una enumeración útil y concienzudamente hecha de 422 especies cultivadas o utilizadas, con sus nombres vulgares, incluso los regiona- les, y que facilitará el conocimiento de ellas. Los dibujos están bien hechos y dan detalles de los órganos de las principales especies. Es un ' ensayo afortunado, y digno de elogio, de la flora agrícola española.— R. Gz. Fragoso. Chopard (L.).- Recherches sur la conformation et le développement des derniers segments abdominaux chez les Orthoptéres. Thése. 1 vol.., 352 págs., y más de 800 figs. Rennes, 1920. En la imposibilidad, por falta de espacio, de hacer un análisis dete- nido de este importantísimo trabajo, Voy a limitarme a dar brevemente cuenta de su publicación. Mucho es lo que se ha escrito sobre la conformación de los últimos segmentos abdominales de los ortópteros; pero, sin embargo, cuantos hemos tratado de describir con precisión las particularidades de ellos, que caracteres de tanto valor prestan a los estudios sistemáticos, co- nocemos la poca precisión de los términos, aun de los más corrientes, que emplean los diversos autores. Además, complica de un modo extra- ordinario la cuestión el afán de muchos de los que a estudios de esta naturaleza se han dedicado, de poner nuevos nombres a las piezas, con lo cual resulta difícil la lectura y comparación de los trabajos de unos y otros investigadores. A mi juicio, el trabajo de Chopard tiene sobre todos los anteriormente publicados la gran ventaja de una clara y per- fecta exposición. Después de pasar revista rápidamente a todas las notas o memorias publicadas sobre este asunto, pasa el autor a establecer la sinonimia entre los diversos nombres aplicados a un mismo órgano. A continua- ción de esta primera parte, que constituye la introducción, el resto de la obra está dividido en cinco grandes capítulos. Está dedicado el pri- mero al estudio de la conformación general del abdomen: constitución del segmento abdominal típico, número de los segmentos abdominales, segmentos que terminan el abdomen, que el autor divide en dos gru- pos: los que forman la región perianal y los que constituyen la genital. En la segunda parte hace un estudio detallado de los segmentos ter- 156 BOLETÍN DE LA KEAL SOCIEDAD ESPAÑOLA mínales del abdomen en cada uno de los grupos de ortópteros, descri- biendo con todo detalle una especie de cada grupo que toma como tipo. En las partes tercera y cuarta pasa revista a las variaciones de la ex- tremidad del abdomen en el macho y en la hembra, respectivamente, para lo cual estudia numerosas formas de uno y otro sexo, pertene- cientes a casi todos los grupos conocidos de ortópteros. La última parte está destinada a las conclusiones, al estudio comparativo de las regiones perianal y genital, tanto del macho como de la hembra, a la comparación entre las dos armaduras, a un pequeño capítulo de carac- teres sexuales secundarios, a la fisiología de la cópula y de la puesta y a la filogenie de la armadura genital macho, del oviscapto, etc. Por este ligero resumen, que no es más que un índice de lo que la obra de Chopard contiene, podrá formarse el lector idea de la utilidad y oportunidad de este trabajo, que además tiene la ventaja de estar muy profusamente ilustrado. — C. Bolívar Pieltain. Sesión del 6 de abril de 1921. i PRESIDENCIA DE DON MANUEL AULLÓ Y COSTILLA El Secretario leyó el acta de la sesión anterior, que fué apro- bada. Presentaciones.— Fueron propuestos para socios numerarios los Sres. D. José del Cañizo Gómez, ingeniero agrónomo, de Ma- drid, y D. Fernando D'estoup y Barrio, también de Madrid; el pri- mero por D. Cándido Bolívar Pieltain, y el segundo, por D. José L. Bernaldo de Quirós. Asuntos varios. -El Presidente comunica a los presentes el acuerdo tomado por la Junta directiva, de aplazar la fecha de la celebración del cincuentenario de la Sociedad, a consecuencia del odioso crimen de que ha sido víctima el Excmo. Sr. D. Eduardo Dato, Presidente del Consejo de Ministros, que había de asistir a dicho acto, y da cuenta del estado de las gestiones que se están haciendo cerca de S. M. el Rey y del nuevo Presidente, Excelen- tísimo Sr. D. Manuel Allendesalazar, antiguo miembro de nuestra Sociedad, para que con su asistencia honren esta solemnidad, añadiendo que, tan pronto como se fije la fecha definitiva, sería anunciada a todos los socios. El Sr. Lozano hace un breve relato de una excursión ictiológica hecha a Vinaroz por encargo del Museo Nacional de Ciencias Na- turales, con la eficaz colaboración del Sr. Valls, de la preparadora Srta. Sanz y de! dibujante científico Sr. Simón, invitando a los presentes para que visiten su laboratorio y puedan ver los resulta- dos de dicha excursión, y especialmente los admirables apuntes hechos por el Sr. Simón sobre peces frescos, y en algunos casos, vivos, y, por consiguiente, conservando todavía sus colores natu- rales, que tan rápidamente se pierden. Con este motivo, el Sr. Lozano indica la necesidad que hay de insistir para que en esta clase de excursiones se dote a los natu- ralistas de toda clase de medios y facilidades para que de un Tcaio xx!.— Abril-mayo, 1921. 12 158 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA modo más intensivo y más completo puedan realizar sus trabajos, generalmente tan olvidados y desatendidos en nuestro país. El R. P. Barreiro ofrece a la Sociedad un ejemplar de un tra- bajo de que es autor, y que presentó al último Congreso del Pro- greso de las Ciencias, acerca de los viajes de naturalistas españo- les durante los siglos xvn y xvm, hablando con este motivo del lujo y de los medios con que aquéllos se realizaban, y deplorando que los resultados de todos ellos se hayan perdido o estén dispersos y abandonados. El Sr. Huguet del Villar pide la palabra para proponer que se solicite nuevamente de las Compañías ferroviarias, y en caso nece- sario de los Poderes públicos, algunas ventajas económicas para los naturalistas que viajan en el desempeño de alguna misión científica. El Presidente ofrece tomar esta propuesta en consideración y someterla al estudio de la Junta directiva. Necrología. — El Sr. Viñals comunica la triste noticia de haber fallecido el socio numerario D. José Coscollano y Burillo, cate- drático del Instituto de Baeza, acordándose que conste en acta el sentimiento de la Sociedad por tan sensible pérdida. Comunicaciones.— El Secretario da lectura a la siguiente co- municación recibida de la Subsección de Oceanografía Biológica de la Unión Internacional de Ciencias Biológicas: «Reunión internacional de los delegados de las Secciones nacio- nales, celebrada en París el 27 de enero de 1911, bajo la presiden- cia de S. A. S. el Príncipe de Monaco. »Se ha acordado lo siguiente: El estudio del plancton no pro- gresa tanto como fuera de desear, porque los métodos de investi- gación varían y no pueden dar resultados comparables. » Conviene uniformar la base de estos métodos redactando un manual preciso que establezca reglas, aunque dejando a cada cual en libertad de perfeccionarlos y de completarlos. En las ediciones siguientes se tendrían en cuenta estas modificaciones. »Se dirigirá una circular a todos los naturalistas (Zoología, Botánica, Fisiología, Química) y a las entidades interesadas, rogándoles que la reproduzcan en los periódicos científicos, la repartan entre los hombres de ciencia que se interesan por la Oceanografía y pidan opiniones, consejos, críticas y observacio- nes de todas clases. DE HISTORIA NATURAL 159 »Se ha nombrado una Comisión para preparar este manual y presentar el proyecto en la sesión'de la Subsección de Oceanogra- fía Biológica de diciembre de 1921. Se ruega a los especialistas que deseen formar parte de la Comisión del plancton que lo hagan saber al Secretario. »Todas las respuestas, impresos, muestras relativas a la cap- tura, los instrumentos, tejidos, redes, reactivos, conservación, y métodos técnicos cualesquiera, deben dirigirse al Secretario de la Subsección de Oceanografía Biológica, profesor E. Joubin, Insti- tuí Océanographique, 195, rué Saint-Jacques, París.» Rectificación de nomenclatura.— El Secretario manifiesta, que en la memoria Los Murinae de Marruecos, de que es autor y que forma parte del tomo destinado a solemnizar el cincuente- nario de la Sociedad, se ha deslizado un error de homonimia que es preciso corregir. En dicho trabajo, en efecto, se describe una nueva subespecie de Rattus como R. rattus chionogaster , y este nombre resulta haber sido empleado por Lonnberg, en 1916, para una forma australiana del mismo género. En consecuencia, el Sr. Cabrera propone llamar a la forma marroquí R. rattus suei- rensís. Trabajos presentados.— El Secretario presenta, en nombre del Sr. Arévalo, un trabajo de que este último es autor, Sobre el concepto preciso de la palabra «hidrobiología» en sentido es- tricto. El vicesecretario adjunto, Sr. Ceballos, presenta una nota so- bre hormigas paleárticas, original del notable mirmecólogo doctor Santschi, a cuyos interesantes trabajos se ha dado ya otras veces cabida en nuestro Boletín. Secciones. — La de Valencia celebró sesión el 31 de marzo, en el Instituto general y técnico, local del Laboratorio de Hidrobio- logía Española, bajo la presidencia del Excmo. Sr. Conde de Mon- tornés. El Sr. Moróte presenta para nuevo socio a D. Rafael Font de Mora Llorens, ingeniero agrónomo, profesor de la Granja de Burjasot. El Sr. Boscá (E.) agradece, en sentidas frases, la felicitación que le dirigió la Sección con motivo de la 'recompensa con que el 160 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Gobierno ha premiado su labor científica. El Excmo. Sr. Presi- dente reitera de nuevo el saludo de todos a tan venerable conso- cio. El Sr. Boscá (E.) da cuenta del fallecimiento del Sr. Maicas, montador del Museo Paleontológico Botet, a quien se felicitó también en la última sesión por análogo motivo que al Sr. Boscá, y a propuesta de éste, se hace constar en acta el sentimiento de la Corporación. El mismo señor sigue exhibiendo representantes de la gea, flora y fauna valentina, correspondiendo hoy presentar las Muscí- neas; entre ellas destaca la Plagioscauna itálica Denot, cogida- en Oliva (Valencia), y que es nueva para la flora española. El Sr. Pardo muestra un curioso ejemplar ? de Palmípeda, que por alguno de sus caracteres recuerda al Anos boschas L., y, sin embargo, difiere notablemente de esta especie, quizás por tratarse de un individuo híbrido. Una acuarela del pato en estudio servirá para consultar con los profesores Arévalo y Lozano la exactitud de esta opinión. Fué cazado en el lago de La Albufera por el dis- tinguido cazador Sr. Sister, y donado al Instituto por el culto pe- riodista Sr. Epila. El Sr. Moroder da alguna noticia preliminar referente a la ex- cursión realizada durante las últimas fiestas, en compañía de los Sres. Pau y Trullenque, a los pueblos de Játiva y Montesa, y pro- mete para la próxima sesión una nota en la que se dará cuenta del resultado de la misma. — La de Sevilla celebró su reunión mensual el día 7 de marzo,, bajo la presidencia de D. Manuel J. de Paúl. Abierta la sesión, el Presidente dio cuenta del fallecimiento del ilustre botánico D. Blas Lázaro Ibiza, acordando los reunidos constase en acta su profundo sentimiento por la pérdida del emi- nente naturalista. D. José María Soler presentó notables ejemplares de dientes fósiles de escualos encontrados en fosfatos de La Florida. El mis- mo señor mostró otros ejemplares de celentéreos, hallados tam- bién en fosfatos de Egipto. El Sr. Rebollar hizo atinadas observaciones sobre constitu- ción, etc., de dichos fósiles, levantándose acto seguido la sesión. DE HISTORIA NATURAL 161 Excmo. Sr. D. Lucas Mallada. El 6 de febrero del corriente año falleció en Madrid el sabio Ingeniero de Minas D. Lucas Mallada y Pueyo. Separado ya del servicio activo de su carrera por los achaques de la edad (había nacido en Huesca en 1841), y alejado de la fre- cuentación de sus amigos por la modestia adusta de su carácter, la pérdida de este gran obrero de la Geología española pasó casi inadvertida. A ello contribuyó su disposición testamentaria para que a nadie se avisara de su muerte, rasgo que pinta bien claro el modo de ser de Mallada, el estado de su espíritu y la poca estima en que tenía los oropeles y los convencionalismos sociales. No es de extrañar, por lo tanto, que la muerte de tan benemérito trabajador no haya tenido ningún eco en la Prensa diaria. Alguna gacetilla o algún breve artículo de circunstancias en revistas cien- tíficas o profesionales constituyeron todo el homenaje rendido a su labor ininterrumpida de cincuenta años. La Real Sociedad Espa- ñola de Historia Natural, que le contó entre sus socios activos ■en los principios de su carrera, debe dejar registrada, siquiera sea brevemente, la obra cultural, que fué el fruto de su vida laboriosa. Ingeniero de Minas desde 1866, fué primero profesor en la Es- cuela de Capataces de Langreo, estuvo más tarde destinado en el Distrito de Teruel, y desde 1870 formó parte del Instituto Geoló- gico (entonces «Comisión del Mapa Geológico»), en donde se ha desarrollado casi toda su fecunda labor de geólogo. Durante algu- nos años regentó la cátedra de Paleontología de la Escuela de Minas. Para completar lo que pudiera llamarse vida oficial de Ma- llada, agreguemos que pertenecía a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales desde 1897, y que poseía, entre otras ■distinciones, las grandes Cruces de Isabel la Católica y de Al- fonso XII. Pero su verdadera ejecutoria de hombre de Ciencia está en la lista de sus publicaciones que damos al final, y que no pretendemos esté completa. En informes profesionales y trabajos particulares de Hidrología, de prospección minera, etc., derrochó los frutos de su experiencia y de su estudio, sembrándolos de ideas luminosas, que, por la índole de estos trabajos, serán en su mayoría perdidas 162 • BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA para la ciencia. Su labor en el Instituto Geológico y sus estudios particulares le llevaron a recorrer en todos sentidos la Península y le dieron un conocimiento del territorio nacional que a muy pocos habrá sido posible alcanzar. Las publicaciones que más relieve dieron a Mallada, y que más frecuentemente hacen citar su nombre, fueron su Sinopsis de las especies fósiles que se han encontrado en España y la Expli- cación del Mapa Geológico de España. No les ceden, sin embar- go, en mérito e interés otros muchos de sus trabajos, aunque de más modesta apariencia, como su Memorid geológico-minera de la provincia de Cáceres (en colaboración con D. Justo Egozcue),. su Descripción física y geológica de la provincia de Huescay los numerosos estudios sobre cuencas hulleras, etc. El discurso con que hizo su entrada en la Real Academia de Ciencias: Progresos de la Geología en España durante el si- glo xix, es un trabajo de gran erudición, y del que no se podrá prescindir al hacer la historia de la Geología española. Debemos señalar también el esmero que puso Mallada en for- mar el léxico geológico español. Ya al principio de su carrera pu- blicaba, en las «Actas» de la Sociedad Española de Historia Natural, una nota sobre los nombres vulgares que reciben en los Pirineos aragoneses algunos fenómenos naturales. Después, en to- das sus publicaciones, procuró unir al rigor científico el casticismo de la expresión y la elegancia de la forma. No podemos pasar en silencio una publicación que tuvo en su tiempo cierta resonancia, y que nos muestra a Mallada en su moda- lidad de patriota consciente; es el libro, no muy voluminoso, Los males de la patria y la revolución española. Esta obra puede considerarse como precedente espiritual a los trabajos de Costa, de Macías Picavea y de los que les han seguido en su obra de sana patriotismo. En ella se combate la falsa creencia, entonces tan ge- neralizada, de que España es un vergel incomparable, capaz, por su suelo, de exceder en riqueza a las más poderosas naciones. Se pinta a la Patria tal cual es, sin necios optimismos ni pesimismos exagerados, con el espíritu ecuánime y sereno del hombre de ciencia. Había sido precedido este trabajo de una serie de artícu- los en el diario El Progreso, sobre las Causas físicas y naturales de la pobreza de nuestro suelo. El libro mismo había ido apare- ciendo en forma de artículos en la Pevista Contemporánea, y su última parte, la Revolución española, quedó sin escribir. DE HISTORIA NATURAL 163. • He aquí ahora la lista, lo más completa que nos ha sido posible redactarla, de las publicaciones de Mallada: 1875. Breve reseña geológica de la provincia de Muesca.— Anales de la Soc. Esp. de Hist.a Natural, tomo IV. . 1875 a 1891. Sinopsis de las especies fósiles que se han encon- trado en España.— Bol. de la Comisión del Mapa Geológico de España, tomos II-XVI1I. Comprende desde el siluriano al cretáceo inferior y las lámi- nas correspondientes al cretáceo superior y al nu mulítico, de los cuales no se ha publicado el texto. 1876. Traducción de la Nota sobre la Geología de la cuenca ae Bélmez, por M. Parran. — Bol. Com. Mapa Geológi- co, tomo III. — Memoria geológico- minera de la provincia de Cace res (en colaboración con Egozcue).— Memorias de la Com. del Mapa Geológico. — Indicaciones sobre la Geología de la provincia de Cace- res.— Act. Soc. Esp. de Hist.a Natural, tomo V. — Relación de los nombres vulgares con que se designan algunos fenómenos naturales en los Pirineos de Ara- gón.— Act. Soc. Esp. de Hist.a Natural, tomo V. 1878. Descripción física y geológica de la provincia de Huesca. Mem. de la Com. del Mapa Geológico. — La fauna primordial a uno y otro lado de la Cordillera Cantábrica (en colaboración con D. Jesús Buitrago).— Bol. Com. Mapa Geológico, tomo V. 1880. Reconocimiento geológico de la provincia de Córdoba. — Bol. Com. Mapa Geológico, tomo VII. 1881. Nota crítica acerca del mapa geológico del Sr. Botella (en colaboración con Vilanova y Solano).— Act. Soc. Esp. de Hist.a Natural, tomo X. 1882. Reconocimiento geológico de la provincia de Navarra.— Bol. Com. Mapa Geológico, tomo IX. 1884. Reconocimiento geológico de la provincia de Jaén.— Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XI. 1887. Datos para el estudio geológico de la cuenca hullera de Ciñera y Matallana. —Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XIV. 1889. Reconocimiento geológico y geográfico de la provincia de Tarragona. — Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XVI. 164 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 1890. Los males de la patria y la revolución española. e 1892. Catálogo general de las especies fósiles encontradas en España. —Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XVIII. — Notas para el estudio de la cuenca hullera de Valderrue- da (León) y Guardo (Falencia).— Bo\. Com. Mapa Geo- lógico, tomo XVIII. 1895 a 1911. Explicación del Mapa Geológico de España.— Mem. de la Com. de! Mapa Geológico (7 tomos, 4.000 páginas). 1902. Memoria descriptiva de la cuenca carbonífera de Bélmez. Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XXVI. — Datos geológico-mineros de varios criaderos de hierro de España.— Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XXVI. 1905. Descripción de la cuenca carbonífera de Saber o (León).— Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XXVII. 1906. Aguas y pozos de los barrios bajos de Madrid.— Bol. Com Mapa Geológico, tomo XXVIII. 1908. Nota acerca de las minas de tungstato de hierro en el tér- mino de Casayo, provincia de Orense, y en el de Mon- toro, provincia de Córdoba. Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XXIX. 1909. Nota sobre los yacimientos de petróleo y azufre de la pro- vincia de Cádiz.— Bol. Com. Mapa Geológico, tomo XXX. 1912. Reseña geológica de la provincia de Toledo (en colabora- ción con D. E. Dupuy de Lome).— Bol. Instituto Geológi- co, tomo XXXIII. 1915. Reseña Geológica de la cuenca hullera de Guadalbarbo (en colaboración con D. A. Carbonell).— Bol. Instituto Geológico, tomo XXXIV. Lucas Fernández Navarro. DE HISTORIA NATURAL 165 Trabajos presentados Nouvelles Fourmis paléarctiques 3éme. note par le Dr. F. Santschi. Ponera punctatíssima Rog. (fig. 1.) $ Long. 2,5 mm. D'un brun marrón plus ou moins clair. Tete et milieu du gastre brun foncé. Lobes frontaux, épistome appendi- ces et souvent l'écaille d'un jaune brunátre. Luisante, lisse, la tete un peu moins, gráce á une tres fine ponctuation (plus fine que chez Edouardi For). Pubescence abondante, d'un blanc grisátre, tres visible sur certain angle. Tete allongée et á cotes un peu con- vexes, comme chez coarctata Latr. Yeux d'une á quatre fa- cettes placees comme chez coarctata. Le sillón frontal s'a- mincit au miliets du front et at- teint presquelebordpostérieur de la tete, oü il se complete par une dépression longitudinale. Lobes frontaux et épistome comme chez coarctata. Palpes maxillaires d'un article atro- phié, palpes labiaux de deux articles plus grands. Mandibules lisses avec des points épars, ar- mées de six á sept dents, les premieres assez fortes. Le scape atteint le bord occipital. Avant dernier article du funicule, plus large que long. Le profil thoracique dessine une faible courbe ré- guliére, interrompue par une iégére impression de la suture méta- notale. La face básale de l'épinotum non bordee devant, est en- viron le double plus longue que large. Ecailles épaisses (plus que P. Ragussae), arrondies au sommet, lequel est un peu plus haut que l'épinotum et aussi haut que sa base. Postpétiole plus large que long et plus court que le segment suivant. Fig 1. — Ponera punctatíssima Rog. 0 . — a< Thorax et pétiole de profil.— b, Thorax et abdomen vus de dessus.— c, Tete de face.— d, Palpes labiaux.— e, Palpe ma- xillaire. 166 boletín de la real sociedad española Tunisie: Hammamet. Aoüt, 1920. J'ai découvert ees fourmis au fond d'un vieux puit humide, mais sans eau, á 5 métres de pro- fondeur, 17 £ . Maroc: Rabat (Théry) 1 $ . Bien qu'identique á un exemplaire d'Jyvoskyla (Sahlberg) de ma collection, recu de M. Forel, et me référant aux descriptions et figures d'Emery et de Bondroit qui indiquent et dessir.ent un scape beaucoup plus court, je crus d'abord avoir découvert une espéce nouvelle, et l'envoyai á M. Emery qui l'identifia avec P. pune- tatissima Rog. J'en envoyai alors un exemplaire á M. L. Ber- land, du Muséum de Paris, en le priant d'en faire la comparaison avec le type de Roger (coll. André). Or, M. Berland me répondit tres aimablement en m'envoyant un croquis de la tete du type et m'écrivant que: 1.° Le scape atteint le bord postérieur de la tete. 2.° Le sillón frontal, large presque jusqu'au milieu de la tete, se continué par une fine ligne qui atteint le bord postérieur de la tete. La couleur du type est légérement plus foncée que celle des exem- plaires d'Hammamet, ceux-ci étant plus frais; pour le reste, comme ees derniers. II y a done lieu de corriger les figures et les descriptions de P. punctatissima qui lui attribuent un scape trop court et ne par- lent pas du sillón frontal. Ce dernier caractére facilitant la distinc- tion de cette espéce d'avec P. coarctata Latr. et P. Edouardi Em. Chez P.glyptis Sants. {-=P. parva Bond.), il existe aussi un long sillón frontal, mais un scape plus court et une écaille moins épaisse. Les P. Bondroiti 'For. et cognata Sants. se rapportent plu- tót, comme races, á punctatissi- ma Rog. par leur sillón frontal pro- longa qu'á P. ergatandria For. Ponera coarctata Latr., var. atiantis, n. var. (fig. 2). $ D'un brun plus ou moins clair, bien plus clair que chez coarctata Latr. et plus foncé que chez crassisquamis Em. Sculp- ture comme chez le type, un peu plus luisante sur le dos du thorax. Le scape dépasse légérement le bord postérieur quand il est tout Fig. 2.— Ponera coarctata Latr., V. at- iantis Sants. -a, Tete vue de face — c, Profil du thorax et de la base de ¡'abdomen.— e, Base de l'abdomen vue de dessus. DE HISTORIA NATURAL 167 á fait recliné. Profil du promésonotum moins convexe que chez le type et plutót sur le méme plan que l'épinotum. Vue de profil, l'écaille parait aussi épaisse que chez crassisquamisEm., et á la . base qu'au sommet. Vue de face, elle est plus large que chez cette derniére variété. Tunisie: A'ín Draham(Santschi, 1915). Le Kef(Dr. Normand). Sousse (Dr. Normand). Algérie: St. Charles (Théry). Tres voisine de crassisquamis, á laquelle elle fait parfois passage par des individus passant au testacé. Ponera abeillei André (fig. 5). (j^t Fig. 5.— Ponera abeillei André (-j71. Insecte de profil et tete de face. cT (non décrit). Long. 1,8 — 1,9 mili. Noir brunátre, appendi- ces jaune grisátre. Luisant. Lisse. Pubescence clairsemée, plus dense sur le thorax. Une courte pilosité dressée sur le gastre. Tete trapézoídale, fortement élargie devant, plus large que longue, le bord postérieur va d'un ocelle lateral á l'autre. Les co- tes, un peu convexes, ont la moitié antérieure occupée par les yeux. Mandibules triangulaires, aigués, unidentées. Ocelles pres- qu'aussi grands que leur petit intervalle. Antennes tres longues et tenues. Scape le double plus long que large. Article 2 globu- leux, aussi épais que le scape et un peu plus long que large. Arti- cle 3 plus minee, mais environ huit fois plus long qu epais. Les sui- vants, un quart plus courts et subégaux. Thorax plus allongé que chez coarctata et Edouardi. La face básale de l'épinotum, plus lon- gue que la declive. Pétiole aussi long que haut; l'écaille conique aussi haute que sa base au niveau du bord supérieur du pédicule et aussi haute que celui-ci. Le pédicule postérieur plus long que l'an- térieur. Pygidium en triangle émoussé. Ailes hyalines. Pattes rela- tivement longues. Tunisie: Le Kef (Dr. Normand), 5 ¿"j Kairouan (Santschi), 1 d\ Captures au vol. 168 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Crematogaster (Acrocoelia) Auberti Em., st. leevithorax For., var. melancholica, n. v. 5 Difiere de Icevithorax, qui est d'un brun jaunátre, par sa couleur noire ou á peine brunátre; les appendices, brun noirátre. Lisse et luisante. Pilosité dressée rare. Les épines, comme chez Icevithorax, un peu plus courtes que chez Auberti Em. — Long. 3,2 — 5,4 mm. Maroc: Sidi Ayech (Théry). Crematogaster (Acrocoelia) Alluaudi Em. $ (non décrite). Long. 8,5 — 9 mm. Rouge comme chez 1'$ . Le gastre et trois taches sur le mésonotum.brun clair. Tete un peu plus large que chez 1' $ . Le sillón frontal atteint presque l'ocelle. Les yeux occupent le tiers moyen des cotes. Epinotum inerme; la face básale, tres courte. Le sillón du postpétiole plus distinct que chez scutellaris. Ailes hyalines. Ténériffe: Medaño (Cabrera leg). Var. Noualhieri For. i La $> difiere du type de l'espéce par les mémes caracteres de couleur que 1'$ , mais l'aile est plus jaunátre. Le sillón frontal plutót effacé. Lisse. Ténériffe: Bajamar (Cabrera). Monomorium (Xeromyrmex) Salomonis L.,v.didonis Sants. $-(non décrite). Long. 6,5 mm. Le mésonotum porte générale- ment trois taches bruñes sur fond rouge jaunátre, comme les appen- dices. La tete est souvent plus foncée, avec des stries longitudina- les sur Focciput. Le postpétiole, submat dessus, bien plus large que long, est aussi brun que le reste du gastre. Celui-ci, luisant, sauf le dessus du premier segment et le bord postérieur des suivants, qui sont submats et soyeux. Ailes hyalines; leur longueur varié du sim- ple au double. Tete distinctement plus longue que large. Face bá- sale de l'épinotum un peu convexe, une et demie á deux fois plus longue que la declive. cf Long. 5 á 5,5 mm. Noir. Moitié distale des mandibules, antennes, pattes et derniers segments de l'abdomen jaune roussá- tre.Parfois, les cuisses un peu rembrunies au milieu. Ailes hyalines. Le thorax est parfois assez clair pour laisser voir les mémes taches que chez la . Elles paraissent alors plus luisantes que le reste qui est finement strié en long. Premier article dufunicule conique, pas plus épais que les suivants. Tunisie et Algérie. Le tf en juin. DE HISTORIA NATURAL 16¡¿ Var. iransversalis, n. var. ? Difiere de la var. didonis par les rides de l'occiput qui sont transversales; la couleur du thorax et souvent de la tete, d'un rouge plus vif . Les bandes bruñes du mésonotum manquent. Le gastre est un peu plus rnat, mais aussi large, et la base, souvent brunátre. Le postpétiole, plus fortement rétréci derriére. $ Ne difiere de la var. didonis que par la couleur légére- ment plus vive, et la tete un peu plus large. Maroc: Mogador, Marakech (Vaucher), sans localité(Buchet). Var. subnitida Etn. Cette variété difiere de didonis par sa taille plus petite. Le gastre de la ? est beaucoup plus étroit; son premier segment, plus long que large, et la sculpture, plus mate. La base du gastre est aussi plus claire. Tunisie: Cheui-Chera. Var. obscurata Stitz. c/1 (non décrit). Long 4,5 — 5 mili. Noir, funicule et tarses brun foncé. Ailes enfumées. Mat, sauf trois bandes sur le mésono- tum, le milieu du scutum et le gastre, qui sont lisses et luisants. Le reste du mésonotum, finement strié en long, avec une fine ponc- tuation interstitielle. Le reste, comme chez didonis. Algérie: Mascana (Dr. Cros) cf 2 • Le cT est facile á distinguer par ses appendices sombres; chez 1'$, le mésonotum plus clair la différencie de la var. Sommieri Em. chez laquelle il est aussi foncé que le reste du thorax. Var. obcuriceps, n. var. £ Taille et forme de la var. didonis Sants., mais la tete est noire ou brun noirátre; le thorax et les appendices rougeátres, par- fois le mésonotum un peu obscurci dessus. La base du gastre, noire. $ Tete foncée. Thorax et appendices d'un rouge sombre. La tete est presque aussi large que longue; le postpétiole, aussi long que large derriére. Partout, plus mat que chez didonis. Maroc: Rabat. (Théry) $ 2 . L'£ difiere de la var. arenarium Sants., par le sillón meta- notal, moins profond. Var. scipionis, n. var. $ Long. 2,5— 2,5 mm. D'un brun marrón foncé, passant par- fois au brun jaunátre. Luisante et lisse. Sillón métanotal comme chez didonis. $ Long. 5 — 5,2 mm. Brun marrón comme 1' $ , Les taches du i 70 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA mésonotum, plus ou moins distinctes; le postpétiole, plus long que large. Tout le gastre, tres luisant et noir brunátre. Les appendices, plus ou moins sombres. Stries de l'occiput, longitudinales, parfois faibles. Tunisie: Kairouan. (types $ $ ). Le Ouareb, $ ?. (Santschi). Arabie: La Mecque (Svieten). Difiere de Sommier/ Em. (= atraía Sants.),par la taille plus petite et l'impression métanotale plus faible. Monomorium (Xeromyrmex) Salomonis L. st. subopacum Sm., v. liberta, n. var. $ Difiere du type par sa taille plus grande (5 — 3,2 mm.). La tete est tres opaque, un peu plus foncée que le thorax. L'épinotum est faiblement imprimé le long de sa face básale. Gastre noir et luisant. Senégal: St.-Louis (Claveau). Tetramorium caespitum L., st. ferox Ruzs., v. marocana, n. var. $ Noire; appendices brun rougeátre, cuisses plus foncées. Fortement sculptée par de grosses rides dont les intervalles sont réticulés-rugueux. Les deux noeuds le sont aussi bien que le thorax. Epines de l'épinotum plus longues que la moitié de leur intervalle basal. Base du gastre plus ou moins réticulée. Long. 3,4 mm. Difiere de la var. hispánica Em. et ruginodis Stitz par sa forte taille, et de la V. fortis For., par la sculpture de la base du gastre. Maroc: A'ín Leuh. (Théry) types £ . Larache (Vaucher, 1907) $ ; ees derniers á peine sculptés á la base du gastre, mais tres obscurs. Tetramorium caespitum L., st. ferox Ruzs., v. fortis For. Maroc: Tánger. Buchet, 1 $ ; tout á fait semblable au type de Forel. Lasius niger L., st. lasio'fdes Em., v. barbara, n. var. $ Long. 2,6 — 2,8 mm. Difiere de la race lasiol'des par la couleur noire ou presque noire du corps; les appendices brunátres, les antennes plus claires, et le reflet plus luisant du corps. Maroc: Sidi Agech. (Théry). Tunisie, Tunis, Hammamet (ees derniers font passage au type). DE HISTORIA NATURAL 171 Sobre el concepto preciso de la palabra •'hidrobiología,, en su sentido estricto por Celso Arévalo. La creación en nuestro Museo Nacional de Ciencias Naturales, por iniciativa de su ilustre Director, de una Sección de Hidrobio- logía, déla cual tuve la honra, bien inmerecida por cierto, de ha- ber sido nombrado Jefe, y de la que ha venido a depender el La- boratorio de Hidrobiología española que en 1912 fundé en el Ins- tituto general y técnico de Valencia (1) para iniciar en España este linaje de estudios, me obliga, a mi entender, a precisar bien el sentido que la palabra «hidrobiología» debe tener en la Ciencia, no sólo para divulgar asuntos que por revestir entre nosotros una cierta novedad es necesario dar a conocer, sino para exponer aquí mis opiniones personales sobre la extensión y carácter de esta ma- teria, concretando algo de lo que podemos llamar aspiraciones de esta nueva e interesante Sección de nuestro Museo, de la cual mucho puede esperarse con el auxilio y la atención de los natura- listas españoles, en favor de la resolución de interesantes y arduos problemas de la Biología, la Higiene y la Economía nacional. Si por su sentido etimológico la palabra «hidrobiología» puede servir para representar el conjunto de conocimientos relativos a la vida en las aguas, siendo corriente el emplear los términos de Bio- logía marina y Oceanografía biológica para el estudio de la vida marina, se reserva por muchos autores esta palabra, y en este nuevo sentido la empleo yo siempre, para designar la ciencia que estudia la vida que puebla las aguas que corren o se remansan sobre las tierras emergidas. A pesar del aparente rigor que parece tener mi anterior defini- ción, nada más difícil que delimitar la extensión del medio hidro- biológico (que podemos llamar hidrogeobios), así como concretar los seres que a él pertenecen. (1) C. Arévalo: El Laboratorio hidrobiológico del Instituto de Va- lencia (Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Na- tural, 1914, página 538). 172 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA En efecto; sabido es que las aguas terrestres tienen, en general, menor residuo fijo que las marinas, bien que la salinidad de éstas sea variable en el tiempo y en el espacio, pero no puede servir este carácter para la distinción de ambos medios ni se puede con exactitud calificar al hidrogeobios de dulceacuícola, pues entre las aguas internas no solamente las hay saladas, sino que precisamente entre ellas se cuentan las de mayor contenido de sales y con gran diferencia; así, mientras la salinidad en los océanos se aparta poco de 3,5 por 100, en el Gran Lago Salado de América del Norte, por ejemplo, llega a 22,24 por 100. También es carácter de las aguas terrestres el ofrecer un ni- vel superior al del mar, por lo que corren hacia él; pero cuencas fluviolacustres existen completamente incomunicadas del mar, y también son las aguas del hidrogeobios las que ofrecen más bajos niveles, por lo que tal consideración es inservible para distinguir ambos medios; así, el espejo de las aguas del Mar Muerto está a 594 m. por debajo del nivel medio de los mares, lo que contrasta con la enorme altura a que se alza la superficie de ciertos lagos, cual el Titicaca, por ejemplo, cuyo enorme volumen de agua (730 kilómetros cuadrados) está retenido a 3,854 m. de altura sobre el nivel del mar. Es verdad que los aparatos fluviolacustres, por grandiosos que sean, resultan de modestas proporciones cuando se los compara con los mares; mas esto, que en último resultado no sería más que una convencional diferencia de grado, tampoco puede admitirse para la distinción de ambos medios, pues algunos lagos son tan extensos, que se les conoce únicamente con la denominación de mares (Mar Caspio, Mar de Aral), bien que en nuestro idioma la palabra mar se aplique también a más pequeñas masas de agua (Mar Menor, Mar Chiquita de la Argentina), y aun a veces a muy pequeñas masas de agua y artificialmente retenidas (Mar de Ontí- gola, Mar de la Granja). Es preciso tener en cuenta, por otra par- te, que si los océanos son evidentemente, con una gran diferencia, los más formidables aparatos hidrográficos, ciertos lagos ofrecen dimensiones muy superiores a muchos mares; así, el Caspio, con su enorme superficie de 458.000 Km2 y su volumen de 83.000 kiló- metros cúbicos de agua, resulta un lago mayor que muchos mares como el Blanco, el Azof, el Mármara, etc., y la sonda en el lago Baikal baja a profundidades de 1.525 m., a que jamás llega en mu- chos mares, como el Báltico, el del Norte, el Amarillo, etc. • DE HISTORIA NATURAL 173 Una insensible gradación entre los ríos, los lagos, los mares interiores y los océanos, y una real evolución, se opera en muchos casos, ya por invasión del mar en aguas dulces litorales, ya por desalazón de penilagos que quedan aislados del mar. Una real con- tinuidad existe, por lo demás, entre el medio interno (hidrogeobios) y el marino (halobios) en las desembocaduras (hifalmirobios), de todo lo cual se deduce la imposibilidad de hacer un deslinde entre ambos medios, ya que las asociaciones biológicas no se prestan a ser encuadradas sistemáticamente. Es indudable, sin embargo, que las aguas terrestres, por su menor volumen y su gran división, re- ciben una mayor influencia del agua y de la tierra, lo que les da condiciones vitales especiales y propias, haciéndolas también más asequibles a su estudio y explotación económica. Si difícil empeño es deslindar el campo hidrobiológico, no lo es menos el precisar los seres que a él corresponden. En efecto, no sólo en las desembocaduras existe una vida adaptada a este medio intermediario, sifio que, además, por conducto de él se establece un intercambio recíproco, en virtud del cual los seres catádromos (salmón, saboga, esturión, lamprea, etc.), nacidos en las aguas continentales, son conducidos al mar para volver a su patria a re- producirse, mientras que los anadromos, cual la anguila, nacidos en las profundidades del mar, remontan los ríos para nacionalizarse en el agua dulce, volviendo al mar para efectuar su reproducción. Pero las mayores dificultades surgen cuando se quiere estable- cer la distinción entre los seres del medio acuático y los terrestres, a pesar de tratarse de medios que tienen un claro deslinde por la superficie del agua. Podría a primera vista parecer que tal distin- ción es fácil considerando acuáticos los que vivieran debajo de ella, y aéreos los que habitaran fuera; pero si dicha superficie se- para perfectamente el agua de la atmósfera, no ocurre lo mismo en el medio terrícola, en el que la distinción es muy difícil, por existir una serie de gradaciones entre los habitantes de la tierra encharcada, los de la tierra húmeda, y, por último, los de la tierra seca; siendo de advertir que es lógico que así ocurra, ya que el modo de vida terrícola puede considerarse como el primitivo en las primeras fases de la invasión y conquista de la tierra firme por la vida, que, oriunda del agua, en virtud de su tendencia expansiva,, ha poblado todos los medios, aun los más desfavorables, por lo que ha descendido a los más profundos abismos marinos, ha trepado a las más altas montañas, ha llegado al corazón de los más secos- Tomo xxt.— Abril-mayo, 1921 . 1j 174 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA desiertos, se ha elevado en el aire, se ha hundido en el suelo y hasta se ha insinuado en el interior de los organismos, alojándose en su trama orgánica y hasta en el interior mismo de sus células. En apoyo de la hipótesis de que la vida terrícola constituye un in- termediario entre la vida acuática y la aérea, viene el hecho de la tendencia a enterrarse de los seres acuáticos cuando se les saca de su medio, para aminorar los peligros respiratorios que les aca- rrea la desecación, así como la tendencia análoga que ofrecen los seres litorales sometidos al juego de las mareas. Buen ejemplo del habitat acuático y terrícola ofrecen los gusanos del grupo de los oligoquetos. Prescindiendo de los seres terrícolas, la distinción entre seres acuáticos y aéreos es muy difícil, aun tratándose de medios tan bien delimitados, pues, en primer lugar, muchos seres acuáticos salen, temporalmente, fuera del agua, como ocurre a muchos co- leópteros, gasterópodos, batracios adultos y hasta ciertos peces, y viceversa, muchos seres aéreos buzan en el agua; así, seres de conformación tan aérea como las especies del género Diapsia, hi- menóptero alado, entran en el agua. Por otra parte, seres que viven normalmente en el agua, y aun están imposibilitados de vivir fuera de ella, son realmente aéreos por su respiración, necesitando salir frecuentemente a la superficie para respirar (Tropidonotus, cetáceos, etc.). Además, muchos seres aéreos entran en el agua sin dejar un momento de ser aéreos, pues con ellos entra una pro- visión de aire en virtud de estar más o menos envueltos por una superficie hidrófuga. Tal ocurre a muchos insectos acuáticos, y de todos es bien conocida la manera de vivir de las arañas del género Argyroneta, pero el caso más típico lo realizan algunas especies de párnidos que entran en el agua deprimiendo la película creada por la tensión superficial, envolviéndose en ella y penetrando en- vueltos en una burbuja de aire que les hace ascender involuntaria- mente cuando no se agarran bien con sus uñas a los objetos sumer- gidos. También, en virtud de su provisión de aire, las Notonecta han de guardar su posición peculiar, a la que deben su nombre, y nadar hacia abajo, para evitar el ser llevadas a la superficie por su provisión de aire. Por otra parte, durante la vida de muchos seres, hay un com- pleto cambio de medio, siendo muchos los ejemplos que pueden ponerse de seres que son acuáticos más o menos temporalmente; DE HISTORIA NATURAL 175 ^en los insectos, grupos enteros, como los odonatos, efeméridos, pérlidos, tricópteros, nematóceros, hidrocoleópteros, tienen, en general, una vida acuática durante la vida larvaria y una existencia más o menos aérea en la adulta, durante la cual no pueden, en ge- neral, alejarse mucho del agua, de la que salen y a la que. han de volver a depositar sus huevos. Los habitantes de la superficie del agua no pueden excluirse de este medio, ya que sin él no es posible su existencia, no sólo para los que dentro del agua se adhieren a la superficie, cual ocurre a los Acantholeberis, y en muchos casos a los caracoles fluviátiles, sino para los aéreos que desde fuera aprovechan más o menos la tensión superficial del líquido para deslizarse, andar o saltar sobre el agua, como ocurre, respectivamente, en los girinidos, hidromé- tridos y podúridos. Seres, por último, francamente aéreos viven, sin embargo, en estrecha dependencia con el agua, por lo que sólo en sus orillas y proximidades pueden subsistir, ya porque en el agua busquen su alimento, como ocurre a las aves ictiófagas, nutrias, etc., ya por otros conceptos muy variados que es inútil detallar, pues, en rea- lidad, todos los seres han de vivir en relación con el agua, ele-' mentó no sólo propio, sino indispensable para la vida, y hasta los' que han conseguido alejarse más de ella, que son los menos, como prueba la penuria de vida en los desiertos, son acuáticos en reali- dad, ya qué el agua no sólo fué la patria de la vida, sino que sólo en el agua es ésta posible, puesto que sólo en tal madio pueden vivir las células; por tanto, los seres terrestres, hasta los adapta- dos a los más secos parajes y que no resisten por un rmmento la' sumersión, son realmente acuáticos, ya que sus elementos anató-' micos lo son; de forma, que si los seres orgánicos lograron sacudir la tutela del medio acuático, fué a condición de llevarle en su inti- midad. Se ha dicho por todo esto, muy exactamente, que la vida es un moho que ha salido de la tierra, frase que manifiesta no sola- mente la necesidad del agua para la vida, sino su insignificancia, pues por grande que sea la impresión que nos produzca la vista de un enorme cetáceo, de un corpulento cedro o de un gigantesco resto de un monstruo antediluviano, cuando los comparamos con nuestras dimensiones propias, las ds ellos no son nada, no ya en comparación con las del planeta, sino aun con las de sus acciden: tes topográficos. ■ 176 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Si la vida es, pues, esencialmente acuática (1), la Hidrobiología viene a coincidir con la Biología (sentido estricto), puesto que los fenómenos generales de la vida es preciso estudiarlos en el medio acuático, y, además, constituye un interesante capítulo de la Bio- logía (sentido lato). * * * Los estudios hidrobiológicos no son solamente de un alto porte científicofilosófico, sino que tienen, además, un gran interés prác- tico. La acuicultura, ciencia que está aún incipiente entre nosotros» ha demostrado en otros países que el agua dulce, aun a débil pro- fundidad, produce más que la tierra, y proporcionalmente masque el mar, pues la riqueza hidrobiológica es más asequible, más fácil y económicamente explotable y más directamente influenciable para ser aumentada con los humanos recursos que la marina; por lo mismo, es, en cambio, mucho más fácil de destruir y exige una más estrecha vigilancia. Las más importantes cuestiones relativas a la hidrobiología económica son: 1.a La repoblación de las aguas o estudio de los medios de aumentar la riqueza de las aguas, evitando la multitud de causas de destrucción que actúan sobre las especies útiles. 2.a La pesca o estudio de las artes e ingenios que el hombre em- plea para la captura de las especies acuáticas, en consonancia con la especial biología de ellas y teniendo en cuenta la eficacia y la pertinencia de tales medios. 3.a La hidrobiocultura, o sea indus- tria de la cría de las especies acuáticas de utilidad. 4.a La hidro- biología industrial, que se ocupa de las aplicaciones de los seres acuáticos considerados como primeras materias de industrias di- versas. 5.a La aclimatación de las especies acuáticas, cuestión de un altísimo interés práctico, pero en el que es preciso proceder muy juiciosamente. La acuicultura en España está aún muy incipiente, en un estado comparable al de la agricultura en aquellos pueblos que sólo saben (1) Aun cuando en estas líneas hayamos utilizado ejemplos zoológi- cos, en las plantas aun es más patente e instructiva la transición entre el medio acuático y aéreo por una serie de estados intermediarios (plan- tas sumergidas, flotantes, arraigado-flotantes, arraigadas en el agua con parte aérea, palustres, higrófilas y xerófilas), y más difícil el deslinde entre la condición acuática y la aérea. DE HISTORIA NATURAL 177 recoger, y desconocen, por tanto, las prácticas agrícolas para in- tensificar la producción del suelo; forzoso es que esto ocurra mien- tras la hidrobiología, base fundamental de la acuicultura, no tome entre nosotros el debido desarrollo. El estudio del agua tiene todavía otro aspecto, de un enorme interés: el de la higiene del agua que bebemos. No nos referimos aquí a! estudio de las bacterias patógenas del agua, pues, aunque seres acuáticos, su investigación exige una técnica peculiar que difiere de la que corrientemente se emplea en las investigaciones hidrobiológicas; pero éstas permiten por sí juzgar de las cualidades higiénicas del agua y aportar, por tanto, importantes datos en la resolución de todos los problemas relativos a la higiene del agua. Por último, los estudios hidrobiológicos tienen un alto porte pedagógico, pues acostumbran a la observación en vivo, la más educadora de todas, se prestan muy bien a la experimentación, y, mediante los modernos recursos de que puede dotarse a un acua- rium, permiten organizar un pequeño mundo hidrobiológico, en que nuestra actuación y observación es muy fácil e instructiva. Se ha pretendido rebajar la importancia de la hidrobiología en España, pretextando que nuestro país tiene un carácter estepario, sin grandes ríos ni lagos. A mi entender, no hay ningún motivo para desinteresarnos de nuestros aparatos fluviales porque sean más modestos que los de otros países. Modestos o no, nuestros ríos son nuestros, y un deber de patriotismo nos exige no despreciarlos; su rendimiento económico constituye una riqueza nacional positiva, aun no evaluada ni fácil de justipreciar, por no ser en su mayor parte aforada, y mucho más considerable de lo que se cree co- rrientemente, y, desde luego, muy fácil de aumentar poniendo en práctica los recursos de la moderna acuicultura y disminuyendo las causas de destrucción. La pesca fluvial no es tampoco desprecia- ble, ni por su cantidad ni por su calidad, pues a ella pertenecen los más delicados manjares del agua, como el salmón, trucha, caviar, etcétera, y en todo caso, constituye un alimento sano y nutritivo. A la importancia científica de la hidrobiología se une, pues, la económica y la patriótica. 178 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Sección bibliográfica. Berlese (Antonio). — Centuria quinta di Acari nuovi. Redia, vol XIV. Fase. I e II, pág. 179. Firenze, 1921. El número 474, Pachylcelaps anovillosus,r\. sp., procede de España, hallado sobre Copris hispanus.— José María Dusmet. Kuntze (A.).— Bestimmungs tabelle der europaischen Culiciden. D. Ent. Zeitschrift. J., 1920. Doppelleft. III-IV, págs. 363-383. Berlín. ,, Aunque no se describen especies nuevas, parece útil llamar la aten- ción sobre esta clase de determinación de los mosquitos europeos (8 gé- neros con 49 especies), por el interés especial de la distinción de aque- llos que pueden ocasionar enfermedades importantes. Va acompañado este trabajo por tres láminas con 49 figuras.— José María Dusmet. Dodero (Agostino).— Primo studio delle specie europee del genere Dryops. Ann. Mus. Cívico Storia Nat. Giacomo Doria. Ser. 3.a, vol. VIII (XLVIII), págs. 101-120, Tav. II. Genova, 1918-20. Entre las especies nuevas, el Dryops Championi es de Béjar (Es- paña), próximo a algiricus e intermedius y hallados por el Dr. Cham- pion. Además, son citados de España (acaso algunos por primera vez), Dr. viennensis, Dr. Ernesti, Dr. algiricus, Dr. intermedius, Dr. luri~ dus, Dr. griseus, Dr. lutulentus y Dr. subincanus.— José María Dusmet. Dollé (L.).— Note sur les graphites du « Valide Pibes* Pyrenées orien- tales (Espagne). Ann. Soc. Géol. Nórd., t. XLIII (1914), págs. 295- 301, pl. III. Lille, 1920. El Sr. Faura y Sans ha recogido en el nivel de los esquistos carbu- rados del Gothlandiense un cierto número de graptolitos admirable- mente conservados, que M. Dollé ha identificado: Monograptus dubius Suess, M. capillaceus Tullb., M. priodon Bronn., M. vomerinus Ni- Chols.— M. COSSMANN (1). Alvarado (Alfonso de).— Zona oriental de Málaga. Notas sobre su estratigrafía y descripción de algunos yacimientos metalíferos- Bol. del Instituto Geológico de España, t. XLI, págs. 387-421. Ma- drid, 1920. Con 11 figuras intercaladas y un plano minero del término de Nerja. (1) Nota tomada de la Revuede Géologie et des Sciences connexes, número 12 (di- ciembre de 1920). Liége. DE HISTORIA NATURAL 179 Comprende este trabajo, además de una ligera introducción acerca de la tectónica de la comarca, la descripción de tres itinerarios a través de la Sierra Tejea, noticias sobre yacimientos manganesíferos de la Sierra de Marchamonas y un estudio acerca de los minerales de hierro, cinc y plomo del término de Nerja. — L. F. Navarro. Pérez-Cossío (Leandro). - El terreno carbonífero de Tomajón, Retien- das y Va/desotos, en la provincia de Guadalajara. Bol. de! Instituto Geológico, t. XLI, págs. 513-583. Madrid, 1920. Con una carta geoló- gica a escala 1 : 50.000 en colores y una lámina de sondeos. El trabajo del Sr. Pérez-Cossío es, en realidad, un estudio geológico de la región en que se encuentran enclavadas las pequeñas manchas carboníferas a que alude el título. Como es natural, se extiende mucho más al llegar al terreno hullero, no limitándose aquí al estudio pura- mente geológico, sino tratando también ampliamente el punto de Vista minero e industrial. Las conclusiones a que en este respecto llega el autor son poco alentadoras, aunque no excluyen la posibilidad, para el porvenir, de un negocio minero lucrativo, si bien siempre de modestas proporciones. La carta geológica que acompaña al estudio no siempre concuerda con el texto del mismo.— L. F. Navarro. Depéret (C.) et Fallot (P.). — Sur l'áge des formations a lignite de l'ue de Majorqne. C. R. Acad. des Se, t. CLXXI1, núm. 13, pági- nas 790-795. 29 de marzo de 1921. Documentos paleontológicos recientemente descubiertos (en su ma- yor parte suministrados por nuestro consocio Sr. Gómez Llueca) han permitido a los autores fijar definitivamente la edad de los lignitos ma- llorquines. Son unos de edad oligocena (Binisalem-Selva, Andraitx, Sineu), y otros burdigalenses (Puigpufient, Puig Mayor). Üe las condi- ciones de los yacimientos se deducen consecuencias muy interesantes para la paleogeografía de las Baleares y aun de toda la parte norte del Mediterráneo occidental.- L. F. Navarro. La Estación sismológica y el Observatorio astronómico y meteoroló- gico de Cartuja (Graiada), a cargo de PP. de la Compañía de Jesús. Memorias y trabajos de vu.garización científica. Granada, 19L¡1. Con este título se ha publicado un folleto de 91 páginas, de nutrida lectura, con cinco láminas, que parece iniciar una serie de publicaciones del Centro científico a que alude su nombre. La que comentamos con- tiene los siguientes artículos: «Bosquejo sísmico de la Península ibéri- ca*, por el P. S. -Navarro Neumann; «Somera descripción de Sierra Nevada sacada de un folleto de principios del siglo pasado*; «Estadística solar», por el P. R. Garrido; «Sobre una regla empírica para averiguar la temperatura media de una localidad, en función de su latitud y de su altura sobre el nivel del mar, aplicable a nuestra España y a la costa 180 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA norte de Marruecos», por el P. S. -Navarro Neumann; «Beneméritos del Observatorio de Cartuja», por el P. R. Garrido.— L. F. Navarro. Carandell (Juan).— Bo squ e/o geográfico del Tajo de Ronda (Mála- ga). Bol. de la R. Soc. Geográfica, t. XVII, nútns. 1 y 2, págs. 41-54. Con siete figuras intercaladas. Madrid, enero y febrero de 1921. El estudio a que se refiere esta nota, hecho como todos los del joven geólogo, con espíritu muy moderno y con puntos de Vista muy origina- les, comprende los siguientes epígrafes: La Serranía Rondeña, El Tajo y el Cañón u Hoz del Guadalevin, Origen del Tajo de Ronda. Es, en resumen, un ensayo de Paleogeografía de la región, para explicar el interesante accidente geográfico conocido con el nombre de Tajo de Ronda.— L. F. Navarro. Miláns del Bosch (J.).— Yacimientos de hierro del partido de Riaza, en la provincia de Segovia. Bol. del Instituto Geológico de España, t. XLI, págs. 451-465. Con un plano. Madrid, 1920. El estudio va precedido de una reseña geológica de la comarca y ter- mina haciendo consideraciones acerca de la génesis y edad de los yaci- mientos. La mina, inexplotable según el autor en las actuales condicio- nes, consiste, sobre todo, en una brecha de cemento limonítico con Vetas de concentración ferruginosa especialmente ricas. Se encuentra en manchas de extensión Variable, distribuida por los términos de Villa- corta, Becerril, Serracín, Madriguera y El Muyo.— L. F. Navarro. Rubio (Enrique). -Apuntes para el estudio de las rocas de ornamen- tación de la Serranía de Ronda. Bol. del Instituto Geológico de Es- paña, t. XLI, págs. 425-44S. Con dos láminas en colores. Madrid, 1920. Después de una «Nota geológica resumen de la Serranía bajo el punto de vista de la industria de rocas de ornamentación» y de indicar los ensayos que deben hacerse en esta clase de materiales, el autor describe los siguientes: Serpentinas, Dolomía'cristalina, Mármol negro triásico, Caliza eocena conalveolinas, Mármol llamado «de almendrilla» y Bizcornil plioceno.— L. F. Navarro. Mengaud (Louis).— Recherches géologiqaes clans la Región Canta- brique.— 370 págs., 87 grabados intercalados, 18 láminas, un mapa en color y otro en negro y una gran lámina de cortes geológicos. Tou- louse, 1920. La importante monografía que el profesor Mengaud ha publicado es el resultado de estudios continuados durante varios años en la región cantábrica; comenzados en 1910, el autor ha realizado anualmente largas expediciones, interrumpidas los años en que la guerra le obligó a sus deberes militares. DE HISTORIA NATURAL 181 Constituye la obra un trabajo detallado e intensivo, que servirá cons- tantemente de referencia y consulta a los geólogos que traten de ocu- parse no sólo de la región, sino de los terrenos de la Península, seme- jantes a los que en Cantabria adquieren mayor desarrollo o interés: e\ cretácico y el nummulítico. Respecto al primero de estos terrenos, el trabajo que reseñamos contiene una estratigrafía detallada y extensa, que ocupa 155 páginas. Sus estudios sobre el terciario (nummulítico de San Román y de San Vicente de !a Barquera y oligoceno) le han permitido establecer una escala estratigráfica basada sobre los Foraminíferos, haciendo compa- raciones con los terrenos semejantes, próximos, de las cuencas del Adour, Montagne-Noire, Pirineos y Cataluña. Parte muy interesante es la que el autor destina a la tectónica de una extensa zona desde Santander hasta el macizo del Sueve inclusive, o sea incluyendo la de Asturias oriental. Algunas correrías al E. de Santander y hacia el S., hasta los límites con la provincia de Burgos, le han permitido establecer una compleja serie de corrimientos y cabal- gamientos, en la que distingue tres unidades tectónicas: 1.a El manto tectónico de las sierras planas junto a la costa en las Asturias orienta- les, constituidas por cuarcitas y areniscas que Mengaud refiere al devó- nico superior y que cabalgan en Pimiango sobre el cretácico y el num- mulítico 2.a El manto tectónico de los Picos de Europa, constituido por la colosal masa de caliza dinantiense cabalgando sobre el carbonífero superior y el lías y dejando ver por Ventanas tectónicas las areniscas permotriásicas. 3.a El área sinclinal comprendida entre Udias y Santan- der, al N. de la anticlinal del Escudo de Cabuérniga Termina la memoria por un capítulo relativo a Geografía Física, en el que desarrolla diversos temas, cada uno de los cuales viene a cons- tituir un trabajo especial. El adjunto resumen del índice hará ver la importancia de la obra realizada por el profesor Mengaud: Preámbulo, Introducción, Biblio- grafía, Terrenos anteriores al cretácico (devónico, carbonífero, per- motrias, trias superior, jurásico), Cretácico (generalidades sobre el cretácico cantábrico: weáldico, aptiense, albiense y vraconiense, ceno- monense y turoniense, senoniensc), Nummulítico (eoceno inferior, eo- ceno medio, eoceno superior, oligoceno), Cuaternario, Resumen estra- tigráfico general, Bosquejo de la historia del movimiento de los mares en la región cantábrica desde el dinantiense hasta el final del nummulítico, Bosquejo de la tectónica de la región cantábrica (Picos de Europa, valle del río Deva, parte oriental de Asturias, macizo del Sueve, región al E. del Deva, sinclinal de la Her-mida, Peñarrubia, monte Arría, sierra del Caballar, área sinclinal de San Vicente de la Barquera, área sinclinal de Udias, Santander, braquianticlinal de Gibaja, garganta de Carranza), Geografía física (fisonomía general del país, la costa, los ríos, las sie- rras planas, las tierras, carácter de los valles, captura próxima del Ebro).- Hernández-Pacheco. 1S2 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Nueva especie en nuestra fauna fósil. Ibérica, año VIII, núm 577, pág. 291; con una figura. Tortosa, 1921. Se trata de qué en la isla de Mallorca han sido encontrados, en una mina de lignito situada entre los pueblos de Mancor y Selva, restos de un herbívoro estampiense, clasificado por M. Depéret como Plagiolo- plius Fraasi Meyer. Varios molares de él están representados en la única figura de la noticia —Rovo Gómez. Sesión del 4 de mayo de 1921. PRESIDENCIA DE DON MANUEL AULLÓ Y COSTILLA El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es aprobada. Presentaciones.— El Sr. Zulueta propone para su admisión como socio numerario a D. Lincoln Albricias Goetz, de Madrid. Comunicaciones.— El Secretario da cuenta de haberse recibi- do cartas de los Sres. Rioja Lo Bianco y Sobrino Buhigas, dando gracias a la Sociedad por haber sido designados para representar- la en el próximo Congreso Internacional de Pesca, que ha de ce- lebrarse en Santander. Asuntos varios.— El Presidente manifiesta a los señores pre- sentes que, dada la brillantez con que se celebró la sesión de 25 de abril, conmemorativa del cincuentenario de la fundación de la Sociedad, sesión que siempre constituirá para ésta un honroso y grato recuerdo, se cree en el deber de hacer pública su gratitud al Secretario y demás individuos de la Junta directiva por la parte que cada uno de ellos, con loable interés, ha tenido en la organi- zación y preparación de dicha solemnidad. El Secretario, contestando a estas palabras, manifiesta que, por lo que a él se refiere, cree el elogio inmerecido, habiéndose limitado a cumplir estrictamente su deber. El Presidente da cuenta de algunas gestiones que particular- mente ha llevado a cabo, relativas a la proposición hecha en la se- sión ordinaria anterior por el Sr. Huguet del Villar, acerca de la conveniencia de obtener en los ferrocarriles alguna rebaja de tari- fas para los naturalistas que viajan en el ejercicio de su profesión, y participa el resultado negativo de las mismas, que le ha inducido a renunciar a continuarlas o a darles carácter oficial, teniendo por seguro su mal resultado. El Sr. Hernández Pacheco (D. Eduardo) da cuenta a la Socie- dad del hallazgo de varias tortugas terciarias fósiles, de la espe- 184 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA cié Testudo Bolivari, en los terrenos del Cristo de Otero, en Pa- tencia, tortugas cuyos restos se destinan al Museo Nacional de Ciencias Naturales. El Sr. Fragoso comunica haber tenido noticias particulares del Sr. Pau, comisionado por la Sociedad para hacer estudios botá- nicos en la Zona del Protectorado Español en Marruecos, según cuyas noticias, dicho señor ha hecho interesantes excursiones en los alrededores de Tánger, y se dispone a continuar sus trabajos en la región de Tetuán. El Sr. Sánchez y Sánchez pregunta a la presidencia si será posible que su Memoria en prensa, relativa a un cráneo de Filipi- nas, lleve al final un resumen en francés, que ha entregado con este objeto, por parecerle que, mediante el aditamento de tales resú- menes, se divulgarían más en el Extranjero los trabajos de los in- vestigadores españoles. El Presidente manifiesta que el asunto acaba de ser tratado en Junta directiva, con asistencia de la Comisión de publicaciones, y que el voto ha sido, por unanimidad, contrario a la publicación de dicho resumen, atendiendo principalmente al elevado coste que hoy tienen el papel y la impresión, el cual obliga a reducir los tra- bajos todo lo posible. Piden la palabra los Sres. Lozano y Fernández Navarro para defender el idioma español, manifestando ambos su opinión de que no se publiquen por la Sociedad resúmenes en lengua extran- jera, pues habiéndose solicitado constantemente por los naturalis- tas españoles en Congresos internacionales, y en algunos con éxito, la admisión del español como lengua oficial, resultaría con- traproducente cualquier acto que pudiese interpretarse como re- conocimiento, por parte de los mismos españoles, de que nuestro idioma no era idioma científico. Necrología.— El Sr. Bolívar Pieltain participa el fallecimiento del entomólogo francés M. Albert Fauvel, que desde hace tantos años formaba parte de nuestra Sociedad, que se honraba contán- dole entre sus socios correspondientes extranjeros. Era muy cono- cido como notable especialista en Estafilínidos, y por haber publi- cado una fauna coleopterológica galo-renana; desde hacía tiempo estaba apartado de la Entomología, por su delicado estado de salud. DE HISTORIA NATURAL 1 35 Trabajos presentados.— El Sr. Tello presenta una intere- santísima nota Sobre la existencia de un retículo argentófllo en las células conectivas del ratón blanco; el Sr. Ceballos, una nota sobre algunos icneumónidos, y el Sr. González Fragoso, otra acerca de Nuevas facies ecidianas de la Puccinia Isiaca. El Sr. Pau remite un trabajo titulado Una centuria de plantas del Kif Oriental, basado en los trabajos de recolección hechos en la primavera del año pasado en dicha región por el Sr. Vicioso, y el Sr. Darder, una Nota preliminar sobre la tectónica de la re- gión de Arta. Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 28 de abril en el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Sr. Moróte. El Presidente da cuenta de haber asistido, en unión de los se- ñores Boscá (A.), Pardo, Moroder y Trigo, representando a la Sec- ción, al acto de la entrega al Sr. Boscá (E.) de las insignias de la Cruz de Alfonso XII, efectuado en el despacho del Alcalde. Se acuerda consignar en acta la complacencia de la Sección. El Sr. Trullenque muestra ejemplares de toba del plioceno de Carlet, con impresiones de plantas diversas, alguna de Chamae- rops humilis L., juntamente con los de plantas no clasificadas. Exhibe también varias preparaciones de insectos nocivos a plan- tas, presentando las especies atacadas. El Sr. Trigo manifiesta que en sesión celebrada por el Ayunta- miento en 50 de marzo último, se acordó construir en los Viveros un palacio de Ciencias naturales, donde tengan cabida el Labora- torio de Hidrobiología, Museo Paleontológico Botet y Museo Re- gional, y solicita de la Sección aporte los datos e indicaciones ne- cesarios para la mejor instalación de las colecciones. Son agrade- cidas sus manifestaciones, así como el acuerdo del Municipio, y se ofrece complacerle. El Sr. Boscá (E.) exhibe ejemplares de heléchos de la región, indicando algunas particularidades de los mismos, que se detallan en la adjunta nota. —La de Sevilla celebró sesión el 5 de abril, bajo la presiden- cia de D. Manuel J. Paul. El Sr. García Velázquez presentó unos fósiles no clasificados aún, y que pudieran hacer cambiar la edad atribuida hasta ahora a unas pizarras del término de Cazalla de la Sierra. 183 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Sobre la existencia de un retículo argentófilo semejante al de las células nerviosas en las células conectivas del ratón blanco Nota preventiva. ... •-, , . . '. i . por, el ' Dr. J. Francisco Tello. (Láminas X11I a XV.) Continuando los trabajos que tenemos emprendidos sobre el desarrollo de las terminaciones motoras y sensitivas, y con el ob- jeto de que el excesivo volumen de los embriones y animales jó- venes no nos impidiera, la obtención de series completas, hemos, utilizado, entre otros animales, el ratón blanco. Hasta ahora tene- mos varias series de ratón de 11, 12, 15, 15 y 17 mm,, y ratón citos de varios días después del nacimiento, impregnadas por el método argéntico de Cajal, con fijación previa en piridina al 50 por 100. La impregnación resulta perfecta, llegando con la misma intensidad hasta las porciones más profundas, y permite unestudio completo de todo el sistema nervioso, no dejando de proporcionar datos embriológicos de interés en los demás órganos y tejidos. Desde las primeras series obtenidas, llamaron poderosamente nuestra atención unos grupos de células estrelladas, provistas de un retículo intensamente teñido en pardo intenso o negro por la plata, y que, tanto por su morfología como por la estructura del retículo argentófilo, tomamos por células simpáticas. Por otra par- te, su situación en torno de troncos nerviosos, como si se tratara de células emigrantes destinadas a la formación de los ganglios simpáticos periféricos, daba pábulo a nuestra creencia. A medida que se enriquecía nuestra colección y observábamos más detenida- mente los numerosos cortes, nuestra primera opinión se quebran- taba, manteniéndonos indecisos hasta que las razones en pro de su naturaleza conjuntiva se nos han impuesto por el número e impor- tancia, según veremos más adelante. Estas células, provistas de retículo argentófilo, son estrelladas o fusiformes, coincidiendo, por su tamaño y disposición de las ex- pansiones, con las células conectivas. El retículo está formado por filamentos intensamente impregnados por la plata, muy semejantes )1. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. XIII. lulas conectitfasreticuladas al nivel del borde al veolar del maxilar superior del ratón de 1 1 mm. células pequeñas de un conglomerado que parecen estar en formación; B, células grandes; a, de retículo apretado; b, ídem laxo; c, retículo mixto con condensación perinuclear. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI.— Lám. XIV. Células conectivas de un espacio interespinoso de un ratón de 11 mm A, células reticuladas y anastomosadas en perfecta impregnación, de una lámina conectiva oblicuamente seccionada; B, células de transición con el protoplasma poco teñido, y en que comienzan a hacerse visibles las inofibrillas; C, ligamentos en vías de formación; D, cartílago que formará el vértice de una apófi- sis espinosa; a, células de retículo laxo; b, célula de retículo apretado y excéntrico; c, célula con inofibrillas hipertróficas: . X 5. apreciado mayor variación de tamaño y color, pasando éste del ne- gro al rojo púrpura por infinidad de matices; la otra especie, N. fus- cipennis Tosq., fué descrita en 1900 sobre ejemplares cazados en Cataluña. El género Eugnomus merece que nos detengamos un poco más en su examen, pues así como entre los 60 ejemplares que hemos DE HISTORIA NATURAL 193 visto de Nototrachys foliator no hemos encontrado ninguno con dos espolones en las tibias intermedias, entre 25 ejemplares de Eugnomus manni Tschek. hemos hallado cuatro con esta parti- cularidad, y como el único punto de unión entre estos dos géneros es el citado detalle de las tibias, no teniendo, en realidad, los Eug nomus con dos espolones semejanza alguna, ni remota, con el gé- nero tipo de la tribu, precisa resolver la cuestión de si lo normal en ellos es tener un espolón o si por deficiencia genérica de fija- ción se cae el segundo frecuentemente, y no son estos ejemplares sino insectos incompletos que se han tomado como normales y se han incluido por este solo carácter de convergencia en la pro- ximidad de Nototrachys; fácil es convencerse, comparando los dos géneros, que no poseen ningún otro carácter común más que el citado, pues no fijándonos sino en aquellos detalles a que los especialistas en esta familia conceden más importancia en su sis- temática, veremos: 1.°, que el metatórax múltiple y anormalmen- te areolado en Nototrachys tiene en Eugnomus las celdas nor- males de muchos ofioninos; 2.°, que la nerviación del ala anterior, en uno y otro género, difiere más de lo que puede admitirse en- tre géneros próximos, pues no es el detalle, muy interesante de suyo, de que el nervio recurrente sea en uno antefurcal y en otro postfurcal lo que más separa ambas nerviaciones, sino que se ve por poco acostumbrado que se esté a observar alas de icneumóni dos, que cada una pertenece a un tipo diferente de organización teniendo la de Nototrachys la estructura fina, delicada y transpa rente de los Ophion, y la de Eugnomus, la nerviación tosca, fuer te y gruesa de los Pristomerus y Demophorus; 3.°, la armadura genital de los machos pertenece también, en uno y otro género, a tipos completamente diferentes; 4.°, la extremidad de las tibias in- termedias no tiene la misma constitución en los dos géneros; fácil- mente se nota la mayor anchura que tiene en Eugnomus, y hasta una marcada escotadura, probable inserción del espolón ausente, mientras que en Nototrachys no queda sino el espacio suficiente para la articulación del tarso. Dudando, por todo lo que antecede, sobre la posición que den- tro de la familia correspondería al género Eugnomus, nos bastó un ligero examen de las características de las diferentes tribus para asignarle un lugar entre los Cremastinos, y la revista de los pocos géneros que integran ésta nos proporcionó la sorpresa de ver el género Eugnomus redescrifo con el nombre de Eucremastus por 194 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA el especialista húngaro Szepligeti sobre ejemplares españoles con dos espolones. Aunque nuestra sospecha requiere, para ser plenamente acep- tada, el examen del tipo del género Eucremastus, son tan gran- des las coincidencias de forma, tamaño y coloración que hay entre las dos descripciones, y el insecto es en sí tan característico, que casi podemos afirmar que el Eucremastus brevicornis Szepl. no es sino el Eugnomus manni Tchek., colocado en su verdadero lu- gar, pues así como entre los Nototraquinos podía pasar, por aque- ílo de que en una tribu tan mal definida como ésta cabe todo, los Crem-stinos, perfectamente diferenciados hoy día, reúnen el con- junto de los detalles que convienen a este género, siendo uno de ellos el muy típico en la tribu de tener borrado el listón occipital detrás del vértice; confirmada esta probable coincidencia, sólo que daría como representante, en Europa, de los Nototraquinos el gé- nero Nototrachys que no creemos resista mucho un detenido exa- men respecto a su colocación sistemática, lo que traería consigo la desaparición de la tribu en lo que respecta a los dos géneros paleárticos, desaparición tanto más fundamentada cuanto que la de los Hellwiginos, que tenía características más precisas, ha sido in- corporada a los ofininos, por no considerar suficientes sus diferen- cias para constituir un grupo aparte. He de añadir, por último, una breve nota descriptiva del cT, que, ya sea del Eugnomus, ya del Eucremastus, no estaba descrito todavía; caracteres de forma como los de la ?, esto es, cabeza un poco más ancha que el tórax, cara elevada en reborde junto a las órbitas, antenas cortas, tórax fuertemente punteado, escudete aquillado hasta la punta, metatórax areolado, abdomen comprimido del tercer segmento en adelante, siendo el primero en la punta y el segundo en su totalidad fina y longitudinalmente estriados; toda la órbita, cara, mandíbulas, menos la punta, y parte inferior del es- capo, amarillos; manchas laterales del mesonoto, tégulas, manchas debajo de la inserción de las alas, y otras variables en las meso- pleuras, y el escudete, amarillo-rojizos; patas, incluso las caderas, amarillas; alas cortas, ahumadas, con el nervio paralelo casi inters- ticial; abdomen rojo-amarillento, con el peciolo, mitad basal del segundo segmento y manchas redondeadas dorsales en la mitad anterior de los siguientes, negros; 10-14 mm. Escorial- Villaviciosa. DE HISTORIA NATURAL 195 Nuevas facies ecidianas de la pucc¡nia Isiaca (Thum.) Winter por Romualdo González Fragoso. La heteroicidad de la Puccinia Isiaca (Thüm.) Wint. fué des- cubierta y comprobada por W. Tranzschel primeramente. Se trata de una especie que hasta hoy se consideraba propia del África boreal, Turqueménia y Persia, y que acaba de ser encontrada en San Fernando del Jarama (Madrid), por el Dr. Cogoüudo y D. Jeró- nimo Hernández. Descrita por vez primera por Von Thümen sobre ejemplares procedentes de Heluan (Egipto), sólo por la facies uré- dica, como Uredo Isiaca Thüm (1), fué dada luego por Winter como P. Isiaca Wint., describiendo la facies teleutospórica con dicho nombre (2) sobre Phragmites communis, en tanto la des- cripción de Thümen se refiere al Arundo Isiaca como planta para- sitada. Años antes fué descrita sobre Pliagmites gigantea, procedente de Argelia, la P. Trabutii Sacc. et Roum. (5), encontrada más tarde por Bornmüller en Persia sobre idéntica matriz, ambas sólo en facies teleutospórica, lo que hizo a P. y H. Sydow mantenerlas como especies diversas (4). En realidad, se trata de una sola espe- cie, cuya identidad no es ya dudosa, como han hecho notar Tranzs- chel (5) y Maire (6). La hetereocidad fué demostrada por Tranzschel, quien encon- tró primero que formaba sus ecidios sobre 17 especies, más tarde sobre otras dos (7), y en nuevas experiencias sobre seis más (8). Maire, en Argelia, encontró los ecidios en otras siete especies nuevas, y los Sres. Cogolludo y Hernández acaban de recolectar ocho nuevas plantas atacadas por el ecidio de esta especie, que, como ha dicho Maire (9), es el más hermoso ejemplo conocido de Uredal pleófago. He aquí la lista de las especies, en las que fué demostrada la relación de los ecidios por Tranzschel (5, 7 y 8): Le- pidium Draba, L. campestre, L. perfoliatum, Raphanus sativus, Barbarea vulgaris, Erysimum cheirantoides, Nasturtium palustre^ Sisymbrium Sophia, Thlaspi arvense, Th. ceratocarpum, Capsella 196 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Bursapastoris, Biscutella sp. (Cruciferas), Cleome spinosa (Cap- paridácea), Stellaria media (Cariofilácea), Spinacia olerácea (Que- nopodiácea), Bupleurum rotundifolium, Anethum graveolens (Um- belíferas), Valerianella olitoria (Valeraniácea), Myositis intermedia (Borraginácea), Galeopsis Tettrahit, Lamium purpureum (Labia- das), Verónica arvensis (Escrofulariácea), y probablemente Isatis tinctoria y Brassica olerácea (Cruciferas). Las plantas huéspedes encontradas por el Prof. Rene Maire son: Reseda alba (Resedácea), Sinapis alba (Crucifera), Linaria reflexa (Escrofulariácea), Beta vulgaris (Quenopodiácea), Convol- vulus althaeoides (Convolvulácea), Stellaria media (Cariofilácea), y Caléndula algeriensis y Sonchus tenerrimus (Compustas), unas más y otras menos atacadas. Las encontradas por los Sres. Cogolludo y Hernández son: Erucastrum obtusangulum, Sisymbrium Alliaria (Cruciferas), Re- seda phyteuma (Resedácea), Echium plantagineum, Cynoglossum cheirifolium (Borragináceas), Erodium sp. (Geraniácea), Verónica hederifolia (Escrofulariácea), manchas sólo en Bupleurum parvi- florum, y ecidios, en escaso número también, en otra Umbelífera indeterminable (probablemente Pimpinella). Debo advertir que a simple vista, y luego estudiados al micros- copio, estos ecidios son totalmente idénticos, no siendo modifica- dos por la estructura del substrato, como quiere Mayus (10), y ha- ciendo imposible admitir la hipótesis de Hennings (11), de que la pleofagia se reduce a plantas de igual estructura. Y es tal la iden tidad, y tan característica, que ella sola me hizo comprender se trataba de una sola especie, y que probablemente ésta era la P. Isiaca (Thüm.) Wint., lo que me fué confirmado por haber en- contrado posteriormente el Sr. Hernández la facies teleutospórica en hojas y cañas viejas, del año anterior, de Phragmitcs com- munis, en la misma localidad y proximidades del sitio donde se encontraron los ecidios. Dicha igualdad morfológica me ha permi tido distinguirlos del Aecidium Asperifolii Pers., sobre Lithos- permum arvense y Cynoglossum cheirifolium recolectados en la misma localidad. La especie más atacada es la Bryonia dioca (Cucurbitácea), de la que debo hacer mención aparte, pues rarísima vez es posible ver una planta tan atacada y deformada por un ecidio, particular- mente hojas y peciolos. Damos el dibujo de una hoja atacada, en- contrándose como ella en grandísimo número en cada pie. DE HISTORIA NATURAL 197 He creído conveniente consignar estos datos nuevos para una especie que es de tan gran interés para el conocimiento de la Bio- logía de los Uredales. Figura.— Hoja de Brvonia dioca atacada por la P. Isiaca (Thm.) Wint— En la parte inferior del dibujo aparece un trozo de hoja con los ecidios considerable- mente aumentados.— (Dibujo del natural de D.a L. de la Vega.) BIBLIOCRAKIA (1) Thümen, in Qrevillea, V. 8, 1879, p. 50. (2) Winter, in O. Kuntze, Fl. orient. ros., 1837, p. 127. (5) Roumeguére, Bouquet de champ. nouv. obs. dans le Midi de France et en Algérie (1879-1880), par MM. O. Debeaux, A. Trabut, etcétera (In Rev. Myc, 1880, p. 188; Sacc, in Mich., II, p. 507). (4) Sydow (P. et H.), in Mon. Ured., I, 1904, p. 792 et 795. 198 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA (5) Tranzschel (W.), in Beitr. z. Biol. d. Ured., II (Trav. du Mus. Bot. de l'Ac. Imp. des Se. de St. Petersb., II, 1906). (6) Maire (R.), Champ. Nord-Afr. (in Bull. Soc. d'Hist. Nat. du N. d'Afr., t. VIII, 1917, p. 151-152). (7) Tranzschel, Kulturversuche mil Ured- in Jahre 1906 (in Ann. Myc, V, 1907, p. 32). (8) Tranzschel, Kulturversuche, etc., in Jahre 1908 (in Ann. Myc, VII, 1909, p. 182). (9) Maire (R.), La Biol. des Ured. (in Progr. rei bot., Bd. IV, 1911, p. 146). (10) Mayus, in Centr. F. Bakt., Abt. 2, Bd X, 1903, p. 644 et 700. (11) Hennings, Ampassung-Verhaftnisse b. Ured. bezüglich d. phys. Beschaffenheit d. Substrates (in Hedwigia Bd. XL, 1905, p. 125-128). Una centuria de plantas del Riff oriental por C. Pau. D. Carlos Vicioso efectuó en el mes de septiembre del año pasado una correría botánica por la región de Melilla, y aquí damos el resultado del estudio de las muestras comunicadas. Su número, por la época de la excursión, es muy reducido; pero no faltan algunas especies nuevas para la flora general de Marruecos. Es mayor la cantidad de las especies que no fueron herborizadas por anteriores botánicos en el Riff, como Xivertá (según Font y Quer), Ángel Aterido, Arturo Caballero y el autor de la nota. 1. Delphinium peregrinum L., var. gracile (DC.) Sennen et Pau. Se presenta bajo dos formas: a) vehitinum en Frajana, y b) glabrum en Ulad-Hadu-Amar (Benisidel). Difiere del D. halteratum Sibth. et Sm., según mis muestras de Italia y Persia, por el espolón floral casi doble mayor, tallos gráciles, lacinias foliares más angostas y hojas bracteales me- nores. DE HISTORIA NATURAL 199 Observación . La especie es sumamente variable y de difícil separación sus formas: la sinonimia es confusa, pues los autores no andan de acuerdo en los caracteres diferenciales, y tampoco coinciden en la limitación de sus áreas geográficas, ni se ha tenido en cuenta la relación estrecha que guardan todas estas formas con el terreno y el clima. Véanse las sinonimias que aquí traemos, y relacionando las, más o menos aproximadamente, con las muestras de Ma- rruecos. Delphiníum peregrinum L. a) eonfertum Boiss. Voy. bot.= D.gracile DC. b) velutinum DC. Syst. veg. I, p. 547 (1818).— Melilla (A. Caballero). Delphiníum cardiopetalum DC , var. oranense Debeaux!, in Revue botanique (1890)=f.a velutinum. Delphiníum halteratum Ball, Spicilegium, p. 310=f.a velu- tinum. Delphiníum halteratum Sibth. et Sm., var. cardiopetalum Ball, I. c=D. gracile. De f.a glabrum. Delphiníum peregrinum L., var. halteratum Cosson. Comp. florae atl. I, p. 48=formae velutinum et glabrum. Delphinium junceum Guirao ap. Bourgeau, PI. d'Espagne (1855), n.° 2.31 1 =forma glabrum, leiocarpum. Delphinium verdunensis Balb. foliculi glabri. Delphinium gracile DC; Reverchon, Pl. de l'Andalusie, n.° 7 (\887)=a) glabrum DC. Syst. veg. I, p. 347 (1818). Delphinium peregrinum L., var. junceum Lange ap. Rever- chon, Pl. de l'Andalusie, n.° 416 (1889)=forma D. gracilis DC. subglabrum. Delphinium longipes Reverchon, Pl. de l'Andalusie, n.° 507 (1889)=íz> eonfertum Boissier=f.a velutinum. Existen en España numerosas formas de tránsito entre el D. verdunense Balb. y D. gracile DC. La planta del Pirineo (lo- calidad clásica del D. cardiopetalum DC) no desciende hasta las Andalucías, ni, a mi parecer, se encuentra en Marruecos. Cuando el D. verdunense crece en sitios secos, soleados y descubiertos, se acerca al D. gracile por su parecido; pero los folículos son glabérrimos. No se trata, pues, nada mas que de una forma graci- liforme. En cambio, cuando el D.gracile en Andalucía sube a las cumbres más levantadas de sus sierras, se acerca por su aspecto 200 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA al D. verdunense por los folículos glaberrimos. No es más que una forma leyocarpa. La figura de los pétalos laterales es variable, y su altura, lo mismo que la longitud del piececillo en su relación y característica diferencial, son igualmente inseguras. 2. Alyssum maritimum (L.) Lamk.— Frajana. 5. Coepparis spinosa L.— El Zaio. 4. Franckenia corymbosa Desf.— Nador. 5. Vida arborescens L.— Benisicar. 6. Spergularia salinaPresl. -Benisicar, Cabo de TresForcas. 7. Spergularia media Presl.— Hipódromo y Nador. Algunos autores, como Willkomm, Prodr. fl . hisp., III, p. 166, atribuyen a Persoon esta combinación binaria: Persoon, Synop- sis, l, p. 504, presentó este grupo Spergularia como sección del género Arenaria, puesto que no lo numera, y salta del Arenaria (1120) al Cherleria (1121), y contiene, además, la numeración de las especies mismas, que incluyó en el género Arenaria. 8. Linum tenue. Desf.— Monte Uixan (Benibuifrur). La nuestra no puede ser más defectuosa para su determinación, por haber sido comida del ganado. Su raíz parece leñosa, acercán- dose por este carácter al L. Mumbyanum Boiss. et Rt.; pero yo le creo forma de raíz subperenne simplemente del L. tenue, por los sépalos que observo en los brotes tardíos. 9. Pistacia Lentiscus L. — Benisicar. 10. Rhus pentephylle Desf. — Vado del Saf-Saf, sobre el río Muluya (Ulad Settut). 11. Tamarix articulata Vahl.— Cultivada en la Granja agrí- cola de Nador. 12. Tamarix gallica L.— Orillas del Muluya, junto al vado de Saf-Saf. 15. Eryngium Ilicifolium Lamk.— Laderas del Qurugú. 14. Deverra scoparia Cosson et Durieu-— Ladera izquierda del Muluya, junto al vado de Melha (Ulad-Settut). 15. Apium graveolens L.— Lugares húmedos, Hipódromo. 16. Fceniculum vulgare L.— Monte Uixam. Faltan hojas, pero me parece ha de referirse a la forma pipe- ritum. 17. Viburnum Tinus L. — Gurugú. 18. Erigeron crispus Pourret= E. linear ifolium Cavanilles (\S0\)=Coryza ambigua DC- Melilla, Cabrerizas. DE HISTORIA NATURAL 201 19. Jasonia rupestris Pomel.— Peñascos próximos al vado del Melha en el río Muluya (Ulat-Settut) y en los montes El Zaio. Es una especie nueva para la flora de Marruecos. 20. ínula viscosa Ait.— Benibuifrur y Gurugú. 21. ínula graveolens Desf.— Mejilla y Nador. 22. ínula crithmoides L.— Nador. 25. Artemisia Herba alba Asso.-Benisidel, en el monte Ti- dinit. Var oranensis Debeaux! — El Zaio (Ulad-Settut). A nuestro entender, se trata de una notable variedad, y no por las cabezuelas, sino por la longitud de los peciolos y carnosidad de las lacinias foliares. Forma cercana poseo de la Arabia Pétrea. La especie es bastante polimorfa. 24. Carlina corymbosa L. — Benibuifrur y Benisidel. 25. Centaurea pungens Pomel, forma a lobyphy lia. —Sitios arenosos del río Muluya, vado de Saf-Saf (Ulat-Settut). Esta planta, que es nueva para la flora de Marruecos, es muy parecida al tipo, del cUal se aparta únicamente por las hojas linea- res enteras, muy parecidas a las de las formas integrifolias de la C. calcitrapa L. De ésta claramente se distingue por las cabe- zuelas globulosas y casi de doble grosor. He visto de la costa occidental de Marruecos la C. polyacan- tha Willd., con hojas enteras o simplemente dentadas; pero carece de valor sistemático, porque la vi mezclada en el mismo pliego con la forma típica, que las presenta liradas. Existe en Larache (Pérez Camarero: 1914). Ball escribió, acerca de su área, que era: «Spe- cies propia difionis Tingitanas et Hispaniae australis juxta Fretum Herculis».— Existe igualmente y la poseo de Portugal. 26. Sonchus pectinatus DC.=S. fragilis Ball, Spicilegium, p. 549. =5. pustulatus WiIlk.=S. ienerrimus L., var. pectinatus Cosson.=S\ Dianius Lacaita.— Nador. Esta forma es bastante variable: yo la recogí en las cercanías de Zeluán. 27. Launaia spinosa (Forsk.) Sch. bip.= Zollinofería spino- sa Boiss.— Benibuifrur, Benisidel y Ulad-Settut. 28. Launaia nudicaulis Hook. f. — Ulad-Hadú-Amar (Beni- sidel). 29. Andryala integrifolia L.— Monte Uixan. 30. Arbutus Unedo L.- Gurugú. 51. Erica multiflora L. — Benisicar. 202 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 52. Nerium oleander L. — Orilla del Muluya. 55 Periploca laevigata Ait. — Ulad-Settut. 54. Echium Italicum L.?— Benibuifrur. El ejemplar es defectuosísimo, pero yo no encuentro otra es- pecie más cercana: E. humile Desf. no lo parece; se acerca algo más al E. setosum Vahl. Precisa estudiarlo en buenas muestras. 55. Solanum nigrum L.— Benisidel. 56. Solanum sodomeum L .— Melilla. 57. Withanía somnífera Dunel.— Vado de SafSaf. Planta rara, tanto en Argelia como en Marruecos. Ball no la indicó más que en la parte meridional del Imperio (1). 58. Lycium intricatum Boiss.— Muluya. Yo le recogí en Zeluán, y me parece que es la única especie espontánea desde Melilla al Muluya. No se ha indicado en Marrue- cos, porque me parece que los botánicos la confundieron con otras especies del género. 59. Datura Stramonium L.— Arenales del Muluya. 40. Verbascum sinuatum L. — Benibuifrur. 41. Linaria spuria Mili., forma minoripes.— Benisicar. Difiere del tipo por los pedúnculos menores. 42. Odontifes purpurea Don.— El Zaio. Planta nueva para la flora de Marruecos?, porque, a pesar de que Ball (Spic, p. 60k¿) la trae, dice, que la muestra de Schousboe comunicada por Cosson llevaba «flores amarillas»; luego si es idéntica a la de Tánger, no puede pertenecer a la O. purpurea. 45. Lavandula dentata L.— El Zaio y Benibuifrur. 44. Lavandula multifida L. — El Zaio. 45. Mentha Pulegium L. — Gurugú. 46. Mentha rotundifolia L.— Benibuifrur. 47. Satureia Barceloi (Willk.) Pau = 5. inodora (Desf.) Pau=S\ Fpntanesii Briquet = 777r/w//s inodorus Desf.— Benisi- car, Benibuifrur y Gurugú. 48. Satureia heterotricha Boissier et Reuter (sub. Calamin- Mí?).— Cabrerizas. No indicada en Marruecos. 49. Satureia Nepeta L. (sub. Melissa).— Gurugú. 50. Salvia Grahami Bht.— Yadumen (Benibuifrur). 51. Rosmarinus officinalis L.— El Zaio. 52. Marrubium vulgare L.— Benibuifrur. (1) Encontrada per Caballero en Melilla. DE HISTORIA NATURAL 205 55. Ajuga Iva (L.) Schreb.— Zeluán. 54. Verbena officinalis L. — Benisicar. 55. Verbena supina L.— Zeluán, Ulad-Settut y Nador. 56. Samolus valerandi L.— Hipódromo y monte Uixan. 57. Plumbago europaea L.— Benisicar. 58. Statice gummifera Durieu.— Península de Tres Forcas, punta Bermeja (Benisicar). La forma anual de esta especie, considerada como cvmulifera, en Melilla (Lengua de Tierra). No se había indicado en el continente de Marruecos. 59. Statice delicatula Gir.— Nador. 60. Statice delicatula x gummifera (?) vel forma interme- dia.— Nador, en compañía de la delicatula. Hojas exactamente intermedias entre ambas especies y glau- cas; tallos más tenues y verdosos, como en la St. delicatula. 61. Plataago coronopus L.— Nador y Benibuifrur. 62. Beta maritima L. — Benisidel. 63. Chenopodium múrale L.' — Melilla. 64. Chenopodium ambrosioides L.— Melilla y Nador. 65. Chenopodium multifidum L.— Melilla. No veo citada esta especie en Marruecos. 66. Atriplex portulacoides L.— Melilla. 67. Atriplex mauritanica Boiss et Rt.— Melilla y Nador. 68. Atriplex hastata L.- Melilla. 69. Atriplex Halimus L.-Ulad Settut. 70. Salicornia fruticosa L.— Nador y Melilla. 71. Arthrocnemum glaucum (Del.) Ung-Sternb.— El Zaio. 72. Sueda maritima (L.) Dum.— Melilla y Nador. 75. Salsola Kali L.— Nador. 74. Amaranthus deflexus L. — Melilla. 75. Polygonum maritimum L.— Benisicar. 76. Polygonum aviculare L.— Melilla y Beniside'. 77. Daphne Gnidium L.— Benisicar y Guritgú. 78. Euphorbia Chamaesyce L.— Zeluán. 79. Euphorbia Paralias L.— Cala Charrana e Hipódromo. 80. Euphorbia luteola Cosson et Durieu.— Cala Charrana. 81. Quercus Coccifera L.— Gurugú. 82. Callitris quadrivalvis Vent.— El Zaio; península de Tres Forcas. 83. juniperus phoenicea L:— Península de Tres Forcas. 204 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 84. Asparagus horridus L. — Benisidel. 85. Asparagus albus L.— El Zaio. 86. Smilax áspera L., forma mauritanica Desf.— Benisidel. 87. Leucoium autumnale L.— Monte Uixan (Benibuifrur). 88. Allium Cupani Cyr.— Benibuifrur, en el monte Uixan. Especie rara, que no fué conocida en la flora de Marruecos. 89. Scilla obtusifolia Poiret.— Gurugú y monte Uixan. En Tánger se indicó la Se. fallas Steinh.; luego parece ser una especie nueva para la flora de Marruecos. Las muestras y abundantes vinieron en flores solamente, pero cultivé sus cebollas y aparecieron en seguida sus características hojas. Es muy fácil confundir esta especie en la Se. autumnalis L., como no acompañen hojas a las muestras; por este motivo se tiene por rara en España, cuando he visto y poseo ejemplares de la especie desde los límites de la provincia de Tarragona hasta Murcia. 90. Urginea marítima (L.) Baker.— Benisicar, Zaio, Benibui- frur y Benisidel. 91. Juncus acutus L.— Benisidel. 92. Oryzopsis miliacea Asch. et Graeb.— Melilla y Benisidel. 95. Dactylon offícinale Vill. Cynodon Dactylor Rich. —Be- nisidel. Nota preliminar sobre la tectónica de la región de Arta (Mallorca) por Bartolomé Darder Pericas. Cuando en 1915 y 1915 publicamos nuestros trabajos (1) sobre la constitución geológica de la sierra de Levante de Mallorca en su región de Felanitx, anunciamos, en plazo breve, el estudio de las otras dos regiones de dicha sierra: la de Manacor y la de Arta, adelantando la idea de la existencia de corrimientos en dichas re- (1) B. Darder: Los Fenómenos de Corrimiento en Felanitx. Trab. del Mus. Nac. de Cien. Nat.-Ser. Geol., núm. 6. Madrid, 1915. B. Darder: Estratigrafía de la sierra de Levante de Mallorca (Re- gión de Felanitx). Trab. del Mus. Nac. de Cien. Nat.— Ser. Geol., nú- mero 10. Madrid, 1915. DE HISTORIA NATURAL 205 giones; pero diversas circunstancias han impedido realizar tal es- tudio hasta el presente año, en que, bajo el auspicio de la Sección de Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, hemos re- corrido con bastante detención la interesantísima región de Arta, y fruto de esta excursión es la breve nota que ofrecemos como adelanto a un trabajo más extenso y completo, al que acompañarán numerosos cortes geológicos, mapa y fotografías. La región de Arta, quizá por su alejamiento de la capital, ha sido apenas estudiada; La Marmora, en 1854 (1), la supone forma- da por calizas con fucoides terciarias, buzando sur, si bien reco- noce que no visitó dicha región. Pagenstecher (2), en su viaje a Mallorca con el célebre físico Bunsen, señala lignitos terciarios en San Sureda; Bouwy (3) ya marca el neocomiense en las montañas de Arta, suponiendo que la costa oriental es pliocena, y Hermi- te (4) precisa más, señalando la existencia de jurásico como cons- titutivo de casi toda la región, y marcando en su mapa algunos manchones neocomianos y eocenos; en los dos cortes sobre la re- gión que acompañan a la obra considera los contactos anormales debidos a fallas. Algunos años después, Lozano (5), en su mapa geológico de la isla, da una mayor extensión a los manchones neo- comienses. Posteriormente al trabajo de Hermite y al mapa de Lozano, no sabemos que se haya publicado trabajo alguno sobre la geología de esta parte de la isla, si bien nosotros hemos tratado accidentalmente de ella en nuestros trabajos sobre la región de Felanitx; en ellos, usando un criterio excesivamente simplicista, consecuencia de una visión demasiado rápida y muy incompleta de una región complicadísima, la consideramos formada por un plano neocomiense perteneciente a la serie corrida que soportaba mon- tes contracorridos jurásicos. La complicación tectónica de la región estudiada es enorme: corrimientos, contracorrimientos, anticlinales y sinclinales tumba- (1) La Marmora: Observations geologiques sur les deu.v i les Ba- leares. Mem. de la R. Ac. Se. de Torino, t. 38, p. 51. Traducción cas- tellana. Palma, 1846. (2) Dr. H. A. Pagenstecher: La isla de Mallorca. Traducción cas- tellana, por P. Bouwy. Palma, 1867. (5) P. Bouwy: Ensayo de una descripción geológica de la isla de Mallorca. Palma, 1867. (4) H. Hermite: Eludes geologiques sur les íles Baleares. París, 1879. Traducido en el Bol. Com. del Map. Geol., tomo XV, 1888. (5) R. Lozano: Mapa geológico de Mallorca. Palma, 1883. Tomo xxt.— abril-mayo, 1921 . 15 206 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA dos, corrimientos montando sobre terrenos contracorridos, flancos estirados, etc., etc.; todo ello demuestra que esta región ha sido objeto de grandes presiones sobre un material más plástico que el de las series I y II de la cordillera norte, lo mismo que todos estos plegamientos se han verificado en la profundidad misma del geosin- clinal, lo que podría explicar ciertas milonitizaciones de las partes superiores. Datos estratigráfícos. Triásico.— Hasta hoy no señalado en la región de Arta, ejerce, sin embargo, un importantísimo papel en !a constitución de los montes de esta región. El trías inferior, o sea la arenisca abiga- rrada de la cordillera norte, parece faltar en absoluto, encontrando únicamente calizas dolomíticas grises en gruesos bancos, quizá re- feribles al Muschelkalk, y como referibles probablemente al Keu- per, una dolomía blanca granuda que se observa en la ladera sur- oeste del Puig del Pare y en el camino de s'Hermita, algo pasado Son Cañáis, y carniolas de colores variados, ya grises, ya rosadas, hasta rojo vivísimo, azules, violetas, etc. Estas carniolas sostienen en diversas localidades (ladera NW. de La Serra de Son Sastres* Puig de S' Águila, S'Heretat) calizas dolomíticas milonitizadas mo- deradamente. En algunos puntos se observan calizas rosadas bre- choideas del tipo que en un trabajo anterior (1) denominamos su- pracarniense. En algunas localidades (Coll de Arta) se observan calizas do- lomíticas milonitizadas en un grado extremo, hasta el punto de ser una verdadera grava, análoga en grado de trituración a la que en nuestros trabajos sobre la región de Felanitx consideramos como jurásica contracorrida, pero claramente diferente de la jurásica por la estructura compacta y no dolomítica que presenta esta últi- ma. Sin embargo, no puede negarse que un reconocimiento poco detenido puede confundir ambos terrenos cuando se presentan ul- tramilonitizados. Comparando el trías de la región de Arta con el de la sierra principal, se observa en el primero una falta absoluta de fósiles, ni siquiera fucoides, lo cual hace imposible la delimitación de pisos, y, por consiguiente, precisar las facies y los movimientos epirogé- (1) B. Darder: El triásico de Mallorca. Trab. del Mus. Nac. de Cien. Nat.-Ser. Geol., n.° 7. Madrid, 1914. DE HISTORIA NATURAL 207 nicos; por otra parte, faltar, casi en absoluto las arcillas irisadas, que tan importante papel desempeñan en la cordillera norte; los yesos sólo los hemos hallado en el cementerio de Arta, y, en cam- bio, existe una dolomía entre las carniolas y la caliza jurásica, no pudiendo precisarse si sustituye en ciertos niveles a la caliza bre- choidea supracarniense, o bien si representa un piso intermedio entre éstas y las carniolas. De consiguiente, el trías de la región de Arta, en sus niveles más superiores, presenta una mayor semejanza con el de Menorca, en que el carniense está representado por una marga pétrea (car- niolas) o yesos, soportando una caliza dolomítica, que con el de la sierra principal. Jurásico.— YL\ jurásico lo constituyen masas de calizas, domi- nantemente compactas, generalmente sin fósiles, y en ellas hemos podido sospechar la existencia del lías por un belemnites, proba- blemente el B. Niger, en los alrededores de s'Heretat (Capdepera). El jurásico superior aparece con sílex y con Litoceras y Peris- phinctes (Ses Planes), algunos de gran tamaño (Puig de Son Corp), y en la trinchera del ferrocarril, en las proximidades d'es Rafales se presenta titónico típico como calizas algo margosas, grisáceas y rojizas, con nodulos y una fauna con Philoceras mediterraneus, Perisphinctes transitorius?, Perisphinctes esp., Litoceras nunicipa- lis, etc. En la región de Arta, el jurásico perteneciente a las series co- rridas se presenta generalmente con milonitización únicamente en las proximidades de los planos de corrimiento; pero en algunas lo- calidades esta milonitización llega a ser intensísima y constituir verdadera grava, análoga a la que en trabajos anteriores denomi- nábamos contracorrida, pero que puede observarse en la base de simples corrimientos. Este jurásico ultramilonitizado se distingue como hemos dicho, del trías afectado del mismo fenómeno por la estructura no dolomítica de su caliza. En conjunto, el jurásico presenta una facies análoga a la de la región de Felanitx y bastante diferente de la cordillera norte, en la cual faltan los nodulos de silex, y el titónico se presenta con gran riqueza de Pygope diphya y P. Janitor, que faltan en toda la sie- rra de Levante. Cretácico.— YLn la región de Arta, el neocomiense aparece for- mado por calizas .margosas típicas, con una fauna escasísima, a excepción del valle de S'Alqueria veya, en el cual nuestro distin- 208 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA guido amigo el farmacéutico y naturalista de Arta, D. Lorenzo Garcías, ha recogido las siguientes especies clasificadas por los Sres. Kilian y Fallot: Hoplites neocomiensis (Orb.) Neocomiense. Phyloceras tetys (Orb.) — Astieria Asteriana (Orb ) — ídem sayni (Kilian) — Hoplites(KilianelIa) Rouboudianum(Orb.) — Holcodiscus intermedius (Orb.) — Crioceras Duvali (Loveillé) Hauteriviense. Nosotros, en dicha localidad, hemos recogido: Duvalia dilatata. Hamites. En dicha localidad se presenta un interesantísimo nivel cretá- cico, formado por caliza margosa blanca, ligeramente áspera, y en la cual el Sr. Garcías ha recogido una fauna que, según MM. Ki- lian y Fallot, encierra: Natica Senonense? Terebratula moutoniana Cretácico superior. Micraster — Traquites Rostellaria . En este yacimiento nosotros hemos recogido varias especies de equínidos y gasterópodos, actualmente en estudio por D. Luis Ma- riano Vidal y el P. Bataller. De la comparación del cretácico de esta región con el de la sierra principal se deducen algunas consideraciones de interés. En efecto: en la región dé Arta parece faltar el barremiense, pues no hemos hallado ninguna traza de Desmoceras dificillir.; ade- más, parece faltar el aptíense recientemente estudiado por el ilustre geólogo M. Paul Fallot en la región de Andraitx (1) y el gault señalado por Nolau (2) en los alrededores de Palma, y estu- (1) P. Fallot: Sur la presence de l'aptien dans la Sierra de Ala jor- que. Comp. R. Ac. Se, Vol. 162, p. 835, 1916. (2) Nolau: Sur le jurasique et le cretacique des íles Baleares. Comp. R. Ac. Se, Vol. 120, 1895. DE HISTORIA NATURAL 209 diado también por Fallot (1); éste, en su último trabajo, fundán- dose que en Andraitx se presenta ininterrumpida la serie desde e| eocretácico hasta el gault, mientras que en la otra escama que recubre estos terrenos existe una emersión durante el aptiense hasta el gault medio, deduce con perfecta lógica una distancia bastante grande de sedimentación entre ambas escamas; con mu- cha mayor razón podemos aplicar esto a la sierra de Levante, pues en la región de Arta, la emersión habría empezado al barre- miense (salvo el caso poco probable que la erosión cretácica hubiera hecho desaparecer todo el barremiense), y se habría pro- longado durante el mesocretácico para volver a una inmersión marina nerítica durante el neocretácico. Nummulítico.— E\ nummulítico debuta por pudingas transgre- sivas sobre neocomiense; estas pudingas en el collado entre el Bech de Farrutx y la cota 517 (mapa hidrográfico) forman el cen- tro de un sinclinal tumbado hacia el NW., y encierran cantos de caliza margosa amarillenta con belemnites, otros de jurásico con sílex y otros de caliza compacta jurásica, no hallando cantes de triásico, lo cual indicaría la ausencia de grandes movimentos pre- nummulíticos. En San Sureda hemos podido observar calizas con Nummulites perforata?, que probablemente representan al luteciense, y en las proximidades de s'Hermita, una caliza gris azulada, de color terroso en la superficie, y análoga a ¡a que en la región de Felanitx encierra Equinolampas y pensamos si represente bartoniense. Este mismo nivel cita Hermite en las proximidades de Son Sanchos encerrando equinidos y Nummulites. El Nummulítico marino pertenecería, pues, al eoceno y sería de facies y composición análoga al de la región de Felanitx, excepto en la existencia de la pudinga de base, que falta en ésta; pero, en cambio, sus asomos son muy reducidos, limitándose a aparecer en las escamas occidentales del norte de Arta tres pequeños manchones a lo largo del borde occidental de los montes de esta región, y un manchón en el borde meridional, ya en con- tacto con el vindoboniense de Manacor. (1) P. Fallot: Sur quelques fossiles piriteux du baalt des Balea- res. Ann. Université Grenoble, vol. 22, 1910. P. Fallot: La faune des mames aptiennes et albiennes de la re- gión d' Andraitx (xWajorque). Trab. del Mus. Nac. de Cien. Nat, Ser. Geol. núm. 26. Madrid, 1920. 210 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Antes de llegar a San Lorenzo, cerca de San Nadal, Hermite señaló la presencia del eoceno lacustre con Valvata Landereri (Herm.) y Paludestrina Hidalgoi (Herm.), capas que más tarde asimiló Vidal (1) a las de Sineu, que simultáneamente él y Forsyth Major (2) demostraban pertenecer al oligoceno superior. Estas capas son visibles únicamente al S. de la región de Arta, for- mándolas unas margas friables que alternan con calizas, arcillas rojas y areniscas obscuras; en la trinchera del ferrocarril de Ma- nacor a Arta, cerca del kilómetro 6, puede observarse que ofrecen de abajo a arriba: 1.° Margas grises blanquecinas. 2.° Areniscas y arcillas rojas. 3.° Calizas blancas fétidas. Estas margas están en concordancia con el neocomiense, que las soporta sin intermediario alguno de eoceno. Mioceno.— Hasta hoy en la región de Arta sólo se había seña- lado por Hermite la presencia del mioceno superior formando una faja a lo largo de la costa oriental hasta la base de la sierra de San Jordi, nosotros hemos reconocido la existencia del mioceno inferior, y observado que el pretendido mioceno superior es vin- doboniense típico. El mioceno inferior, probablemente aquitaniense y burdiga- liense presenta idéntica facies que el mioceno de las escamas de la sierra norte, así observamos la existencia de margas blanqueci- nas con alternancia de calizas arenosas rojizas. En el Puig de Ses Bases, cerca de Son Servera, existe una pudinga de tipo análogo a las del Monasterio de Lluch; esta pudinga sostiene unas margas amarillentas, compactas a trozos y análogas a las de Deyá, las cua- les encierran coralarios, gasterópodos, pectén, etc., aun en estudio. Lateralmente, estas margas pasan a blanquecinas del mismo tipo que las que en Randa encierran lepidociclinas. En la estación de San Lorenzo se observan calizas duras, brechoideas, de tipo abso- lutamente análogo a las miocenas de Lluch. El mioceno medio aparece en el S. de la región de Arta, y se (1) L. M. Vidal: Note sur l'OIigocene de Majorque. Bull. Soc. Qeol. Fr. 4.a serie, t. V, p. 651, 1905. (2) C. I. Forsith Major: Exhibition of an remarks apon some rea- mans of Anthracotherhin from Majorca. Prac. Zool. Soc— London, p. 456, 1904. DE HISTORIA NATURAL 211 prolonga a lo largo de la costa oriental; este mioceno encierra en Son Morro una fauna de Cypraea, Lima, Cenus, Lithodomus, Cipeaster, todos ellos formas análogas a las vindobonianas de Muro. En Porto-Cristo se encuentran: Venus umbonaria, Arca Fichsteli, Cardium danubianus, Lutra- ria oblonga, que indican igualmente el vindoboniense. La relación estatigráfica de éste y el mioceno inferior puede apreciarse muy bien camino de Calicant, en los alrededores de Can Juan Treu Foch, en donde se observan las margas típicas miocenas (aquitanienses o burdigalenses), buzando 45° NW. y soportando unas calizas horizontales, evidentemente transgresi- vas, y que encierran cantos rodados de caliza y areniscas de tipo mioceno inferior, y, además, una zona de ostraeas y otra de gas- terópodos. Las ostraeas parecen ser la Ostraea crasa y la O. cra- sísima, y entre los gasterópodos dominan los moldes de turitellas, conus, etc. También se observan algunos trozos de Cipeaster. Esta caliza es, pues, claramente vindoboniense transgresiva sobre las margas aquitano-burdigalienses de la serie corrida; así puede fijarse la edad de los corrimientos en la región de Arta en los comienzos del vindoboniense, aclarándose las dudas sobre la posibilidad de que las capas corridas se hubieran deslizado sobre las vindobonienses del Llano central, idea expuesta en algunos de nuestros anteriores trabajos, y que este contacto demuestra al contrario que el vindoboniense se ha depositado transgresiva- mente sobre los terrenos corridos. M. Paul Fallot, en sus importantísimas notas sobre la constitu- ción de la sierra norte (1), señala ya a los corrimientos una edad postburdigaliense, y hasta quizás posthelveciense, si se supone que las capas margosas de sobre las hiladas con Pectén Praesca- binsculus pudieran referirse al «Schlier»; este criterio lo confirma en una nota (2) en que hace notar que considera los corrimientos (1) P. Fallot: Sur la teetonique de la Sierra de Ma jorque. Comp. R. Ac Se, t. 158, p. 645, 1914. P. Fallot: Sur la Stratigraphie de la Sierra de Majorque. Comp. R. Ac. Se, t. 158, p. 817, 1914. (2) P. Fallot: Aa suget de l'áge des phenoménes de charriage de la chaine betique. Comp. R. Somm. des Séances de la Soc Qeol. de Fr., p. 168, 1918. 212 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA de Mallorca posteriores al burdigaliense y al helveciense, y por comparación con los trabajos de Gentil en el S. de Andalucía puede señalarse la edad de los corrimientos de Mallorca e Ibiza como comprendida entre el helveciense y tortoniense. De ser esto exacto, plantea un problema de difícil solución, dado que en Muro se presenta el mioceno considerado como helveciense típico por nuestro colega Sr. Gómez Llueca (1), con una facies absolutamente distinta de las margas encerradas en las diversas escamas de la cordillera N. y de la sierra de Levante; por tanto, mientras no se encuentren capas con fauna característica del helvecience en el mioceno corrido, es lógico pensar que las mar- gas superburdigalienses pertenezcan aún a este piso, en cuyo caso los corrimientos datarían del helveciense, como parece indicarlo la transgresión de [las proximidades de San Lorenzo. Es de notar que las escamas empujadas hacia el NW-, es decir, en la misma dirección que las de la Cordillera principal, no encierran ningún mioceno, mientras que las capas contracorridas o plegadas en direcciones distintas son las que encierran el mio- ceno idéntico al de las series corridas 1.a y 2.a de la cordillera principal. Cuaternario. — Hermite ya señaló en la región de Arta la pre- sencia de una caliza áspera, cuaternaria, y que denomina caliza con hélix, la cual en otros puntos de la isla ofrece una fauna de Hélix, Cyclostoma, Bulimus junto con algunas especies como el Cardium edule. La extensión de estas calizas, denominadas en el país «mares», es relativamente grande, y se ofrecen a alturas variables desde el nivel del mar hasta 160 m. en el coll entre S'Heretat y es Carragador (Son Servera). Lógicamente supone Hermite que estas formaciones, que podíamos llamar de areniscas calizas, implican una inmersión de las costas ya formadas y una subsiguiente emersión. Este movimiento tendría, pues, una ampli- tud mínima de unos 160 m. Tectónica. La orografía de la región de Arta se halla determinada por una serie de cadenas paralelas a la costa de la bahía de Alcudia, es (1) F Gómez Llueca: El mioceno marino de Muro (Mallorca). Trab. del Mus. de Cien. Nat. Serie Geol. n.° 25. Madrid, 1919. DE HISTORIA NATURAL 213 decir, orientadas de SW. a NE., junto con otra sierra orientada de W. a E. y formada por los Puig Calicant y Serra de Sa Font. Entre éstas y las cadenas de la región norte existe un llano con colinas, mientras que al S. existe la ondulada región de San Loren- zo, que acaba por unas mesetas que sirvieron de costa al vindobo- niense en que se asienta Manacor. Para el breve estudio tectónico que vamos a intentar, conside- ramos el conjunto de sierras orientadas de SW. a NE. como per- tenecientes a series corridas, mientras que el resto de elementos orográficos se hallan originados por pliegues secundarios y por capas contracorridas, con las cuales se mezclan elementos de las series corridas. Series corridas. — 1.a El elemento principal de las series co- rridas parece ser la. sierra que se extiende a lo largo de la bahía de Alcudia desde el Cap de Farrutx hasta el Bech de Farrutx; en- su trozo más al N., esta escama se halla constituida por calizas dolomíticas triásicas, que soportan el jurásico que forma las cum- bres, y que a su vez está recubierto por neocomiense; pero más hacia Betlem aparece un neocomiense en la base, sobre el cual descansa el trías milonitizado moderadamente; esta elevación del eje se interrumpe bruscamente por la falla transversal del Qrau, que le pone en contacto con la charnela de un sinclinal tumbado hacia el NW. (1); un corte perpendicular a su eje muestra la caliza grosera cuaternaria, formando la parte baja de la costa, las calizas dolomíticas triásicas, el jurásico no milonitizado con sílex y be- lemnites; y ya en la especie de rellano en que se asienta la ermita de San Pedro, las calizas neocomienses, que sostienen calizas ás- peras nummulíticas, y éstas, a su vez, un neocomiense análogo al anterior, todo ello buza SE. y sostiene el trías milonitizado de la escama segunda. Toda esta escama vuelve a sufrir un bombamiento hacia el S., lo cual hace que reaparezca el neocomiense de la base y luego el jurásico del Puig d'en Porrasa que lo sostiene, mientras que a un nivel más alto se observa otra vez la charnela del sinclinal, que pre- (1) Una carta de mi ilustre colega y amigo M. Fallot, recibida du- rante este pasado invierno, me comunica la existencia de este sinclinal, cuyo eje es perpendicular a la costa de la bahía de Alcudia, lo que de- muestra que el empuje procede de SE., es decir, en el mismo sentido que la cordillera principal. Esta idea es absolutamente análoga a la de- ducida de nuestras excursiones. 214 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA senta neocomiense, pudinga nurnmulítica, caliza nummulítica, otra vez la pudinga y el neocomiense y jurásico del flanco superior la- minado por efecto del trías de la serie 2.a que los recubre. Todo buza SE. A esta serie creemos pertenece el islote Farayó de Aubarca triásico y cuyo neocomiense que lo recubre aparece en el borde de la Cala Font Salada recubierto a su vez por trías de la 2.a escama. El cuaternario de la depresión entre estos montes y el Puig de S'Ametlerá y el Puig del Pare dificulta el seguimiento de la se- rie hacia el S.; nosotros nos inclinamos a creerla recubierta por los elementos tectónicos de estos últimos. 2.a Sobre esta serie de que acabamos de hablar descansa un trías, o jurásico, según los casos, y soportando, a su vez, neoco- miense; esta serie forma la cota triásica 252, cerca de Sa Font Salada; el Puig de S'Alqueria Veya, 484 m., jurásico, su prolonga- •ción hacia S'Alqueria, y se interrumpe, dejando ver como ventana tectónica el cretácico, que pertenece a la serie 3.a por una in- versión. Por prolongación de la falla del Grau, la serie 2.a reaparece en las inmediaciones de s'Hermita, formado por trías que descansa so- bre el nummulítico y soporta neocomiense; esta escama aquí está laminada y reducida a un mínimo, por el empuje del trías de la 3.a; la serie 2.a bordea el Macizo del Bech de Farrutx, y puede obser- varse en el coll entre éste y la cota 317, cuya cumbre forma des- cansando sobre el sinclinal antedicho. A nuestro modo de ver, el triásico del fondo del valle, entre La Carbonera y S'Ametlerá, representa esta escama torcida hacia el S., y descansando sobre un sinclinal formado de jurásico, que encierra cretácico y cuyo empuje procede del NNW.. siendo, por consiguiente, con toda probabilidad, contracorrido; a su vez, el trías soporta un anticlinal tumbado, continuación de la serie 3.a, torcida igualmente. A esta serie pertenecería una estrechísima faja triásica, que en la Cala Font Salada aparece, recubriendo el neocomiense, y que se prolonga hacia la Cala Matzoc, buzando S. y soportando neoco- miense. 3.a Esta serie empieza en la Cala Font Salada, por trías que re- posa sobre el neocomiense que acabamos de citar; sigue formando las cumbres jurásicas de Ses Murades, Puig Qenet, etc., las cua- les representan el eje de un anticlinal arrumbado a la serie 2.a y DE HISTORIA NATURAL 215 ■con flancos cretácicos; en el valle de S'Alqueria Veya se puede ver de abajo arriba la sucesión de calizas margosas neocretácicas con Micraster, etc., calizas hauterivienses con crioceras, Hamites y Duvalia dilatata, calizas probablemente valangienses, sin fósiles, y caliza jurásica, coronando los Puig Qenet y Figué, todo ello buza SE. La falla del Qrau lleva a la serie 3.a, formada por trías, a des- cansar sobre el neocomiense de la serie 2.a laminada; esta serie se prolonga hacia el llano de Son Sureda, en donde puede verse num- mulítico testigo y neocomiense; entre Son Sureda y el coll de S'Hermita, en el fondo el valle, se muestran el cretácico y el num- mulítico como una pequeñísima ventana tectónica. Todo el man- chón neocomiense del N. de Son Forte Vey creemos que per- tenece igualmente a la parte externa de la serie 3.a, cuyo flanco invertido habría sido en esta zona laminado por completo. Este neocomiense está recubierto parcialmente por un manto de jurá- sico contracorrido procedente del N. La serie 3.a, al igual que la anterior., sufre una desviación y constituye la gran masa del Puig del Pare, éste es un anticlinal tumbado hacia WSW., cuyo flanco superior normal es neoco- miense, prolongación del antedicho por debajo del manto jurásico, y el flanco inferior invertido ofrece la misma serie que en el valle de S'Alqueria Veya, si bien en las margas de tipo neocretácico no hemos hallado fósiles; debajo aparecen calizas eocenas en contac- to con el tfiásico de la serie 2.a; todo ello buza ENE. El Puig de Son Sureda, separado de las series anteriores por pliegues diversos y contracorrimientos, pertenece, evidentemente, a una de estas escamas enumeradas, pero sin que pueda precisar- se a cuál de ellas; ofrece una inversión de neocomiense y jurásico, buzando NW., sobre la que se apoya una escama de jurásico, cre- tácico y eoceno, buzando SE., y sosteniendo otra serie corrida de tipo muy diferente, puesto que encierra jurásico, neocomiense y mioceno inferior, de lo cual hablaremos más adelante. 4.a Esta escama forma el macizo triásico y jurásico de la sie- rra de Sa Cova y el trías del Penyal deis Olors; a él también per- tenece el manchón triásico en que se asienta la casa de Aubarca por el N-; esta serie se apoya sobre un extenso manchón neoco- miense de la serie 3.a; por el S. se le observa ladeado hacia el W-, en donde forma las montañas por las que desciende el camino de s'Hermita hacia Son Cañáis y Son Sureda; en este macizo buza 216 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA al E. y lo forman trías, jurásico y neocomiense en la cúspide; en el camino de Arta a S'Alqueria Veya, antes de Son Morey, se ve una ventana neocomiense del flanco normal de la serie anterior; en esta región, el trías está sumamente plegado, buzando sucesi- vamente ESE., E., ENE., NE. y hasta N. Por su parte superior, esta escama monta sobre la tercera en el coll de s'Hermita, do- blándose y formando un pequeño anticlinal, en cuyo flanco NW. la erosión ha respetado un poco de eoceno. En el fondo del valle, en- tre las dos colinas por donde descienden los caminos de s'Hermita, aparece, como hemos dicho anteriormente, el neocomiense y eoce- no de la serie anterior. 5.a Cerca de Cala Torta empieza esta escama, viéndosela cons- tituida por jurásico, buzando claramente SE.; este jurásico parece transgresivo sobre un trías plegado anteriormente, pero inclinado hacia el buzamiento general; la poca extensión del asomo y lo ex- cepcional del caso lleva a creer que se trata de un plegamiento lo- cal y no un fenómeno orogénico importante. La serie 5.a se prolonga a lo largo de la Serreta de Son Mes- quida (120 m.), donde soporta neocomiense bien visibie en la playa ■de Son Mesquida, en la que existen grandes dunas. La presencia de un Hamites parece confirmar el neocomiense. La misma serie forma toda la sierra de Son Sastres, con alturas de 349 m., y en el Puig d'es Recó, 388. Toda esta sierra ofrece su ladera NW. triá- sica, con dolomías y carniolas en la base; sigue el jurásico, y ya en la falda o en el llano que existe al N. de Capdepera, aparece el neocomiense, formando una faja a lo largo de la sierra. Todas las capas de esta escama buzan SE. 6.a Esta serie forma el cabo. del Freu y Atalaya de Son Jau- mell, 271 macizo redondeado, cuyo triásico,que buza SE., se apoya sobre el neocomiense de la serie anterior, en contacto bien visible cerca de la playa de Son Mesquida; la escama se continúa por el Puig de S'Aguila y Puig d'en Ras, soportando en este último el jurásico del Puig d'en Patilla; sigue por el macizo de Cova Negra, al S. de Capdepera, el cual es triásico en su parte. NW., y jurá- sico en su parte SE. (Puig Besó). Todo buza SE. Un brusco desplazumiento del eje hacia el NW. muestra el Puig Badó triásico y la sierra Mitjana, jurásico con neocomiense, que se muestra en el Coll, entre el Puig Negre y la sierra en cues- tión. 7.a En la península del faro de Capdepera, Hermite señaló dos DE HISTORIA NATURAL 217 fallas que hacían reaparecer el neocomiense; en realidad, esta península constituye una serie más, formada por un sinclinal tum- bado hacia el NW. Este sinclinal lo forman trías en el principio y extremo de la península y dos fajas jurásicas, que encierran una zona central neocomiana, la cual soporta de modo clarísimamente un testigo triásico de una octava escama. Todo ello buza SE. La parte normal de este sinclinal se prolonga a lo largo de la costa del Carregador, en donde se ve trías que soporta jurásico; mas al S., el trías desaparece y el macizo del Puig Negre jurásico se apoya sobre el neocomiense de la serie inferior; el jurásico del Puig Negre sostiene neocomiense. 8.a Esta última escama visible aparece, como el trías testigo, en lo alto del Pujol de Na Quetgles, en la península del faro de Capdepera, como hemos dicho antes, e igualmente que la escama anterior, desaparece el trías hacia el S , y cerca del Cap Vermey se apoya sobre el jurásico sobre el neocomiense, doblándose en anticlinal y dejando el hueco formidable de las cuevas de Arta, con unos 40 m. de altura, y orientado de SW. a NE., es decir, normalmente a la dirección del empuje; esta caverna, de origen tectónico, se halla actualmente adornada con gran número de columnas, que alcanzan hasta 22 m. de altura, siendo escasas las estalactitas y estalagmitas no unidas, lo que se explica por la vejez de la cueva. Separado de esta región por la cala y el llano cuaternario de Cañamel se levanta la sierra de Son Jordi, con alturas de 515 m., y orientada de SE. a NW., prolongándose con montes de mucha menor altura (unos 200 m.). La sierra de Son Jordi es triásica, buzando SE.; la que le sigue es jurásica, y en su final hacia Arta es neocomiense; todo hace pensar que sea un flanco invertido de algún gigantesco anticlinal; pero no he podido fijar las relaciones con las series de que acabamos de hablar. Lo mismo sucede con el pueblo de Arta, rodeado por Levante de triásico que buza SE., manto separado por neocomiense del Puig d'es Recó; este triásico, con yesos, carniolas, caliza dolerní- tica y rocas eruptivas, se apoya sobre un neocomiense plegado bajo su empuje, y que pasa a unas calizas negras con vetas blan- cas, compacta y en grandes bancos, buzando 30° SE., que pue- den verse en la estación del ferrocarril. A su vez, estas calizas se apoyan sobre el neocomiense prolon- gación de la escama tercera. 218 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Sierras de Calicant y de Sa Font.— Las sierras de Son Mes- quida nou (cota 350), Calicant, Puig de S'Esquerda y sierras alta y baja de Sa Font y el Puig Corp constituyen un conjunto tectó- nico de gran complicación, que se apoya sobre un substrato diver- samente plegado por la compresión de las cadenas orientadas- de SW. a NE., con los que se mezclan mantos de jurásico y neo- comiense contracorridos. Sobre esto se asienta un gran manto formado de trías, enormemente milonitizado en todo su gran espe- sor, jurásico con igual milonitización, y siempre, normalmente, el neocomiense que se observa en Sa Bergura; este manto, cuyas capas buzan constantemente NW., es, a nuestro concepto, un típico recubrimiento contracorrido y sirve de substrato al Puig de S'Esquerda y a la sierra alta de sa Font, atravesándolo la carre- rretera de Palma a Arta, desde los kilómetros 61 al kilómetro 64,2. En el valle de Ses Voltes, en la ladera NW. del Puig de S'Esquer- da puede observarse la caliza jurásica trituradísima buzando NW. Indiferentemente sobre estos diversos substratos se apoya un gran pliegue tumbado, cuya charnela principal puede observarse en la cumbre jurásica del Puig de Calicant, y verse que en el coll de Son Ferrer presenta el neocomiense del flanco inferior invertido buzando SE.; en el valle de Ses Voltes el jurásico de Calicant buza ligeramente NW., y deja ver el substrato de un neocomiense y jurásico plegados que soportan el manto contracorrido. En el Puig de S'Esquerda puede seguirse el flanco inferior de este plie- gue, observándose que sobre las laderas de trías y jurásico ultra- milonitizado buzando NW., descansan las calizas jurásicas con buzamiento SE., y formando una charnela secundaria, cuyo flanco superior normal ha desaparecido por erosión, ésta ha hecho des- aparecer el jurásico sobre el coll de Arta; pero reaparece en las cumbres de la sierra alta de Sa Font, siempre sin la menor miloni- tización hasta el llano de Son Servera, pasado el cual resta como testigo en el Puig de Son Corp, donde reposa buzando ligeramente al E., sobre las margas miocenas típicas aquitano-burdigalienses, estando ligeramente milonitizado en el contacto; es, pues, un pliegue que ha caminado horizontalmente y en profundidad sobre mantos contracorridos; este pliegue procede de la dirección gene- ral del empuje, o sea del SE. Es muy posible que parte del flanco normal de este pliegue constituya la sierra jurásica no milonitizada de Sa Font, apoyado en las calizas ultramilonitizadas, quizás contracorridas, que en DE HISTORIA NATURAL 219 las trincheras, poco antes de llegar a Son Servera, buza WNW. El coll entre Son Servera y San Lorenzo muestra un gran sincli- nal de este jurásico trituradísimo. De todos modos, esta región de Son Servera exige aún mayor estudio, examinando sobre el terreno las diversas hipótesis posibles (1). Región entre las montañas acabadas de estudiar y las series corridas del N. de Arta.— En esta región existe un manchón jurá- sico relativamente extenso, que abarca los Puig d'en Mir, S'Estel- rica, Sa Jordana, alineados estos tres de SW. a NE., y las colinas Puig de Pula, Puig de Son Sart. Más al SE., ya próximos a Son Servera, este jurásico, dominantemente ultramilonitizado, pre- senta buzamientos diversos; pero en toda su parte NW. y NE. dominan los buzamientos NNW., mientras que en los Puig de Pula y Son Sard buza ESE. La carretera de Palma a Arta, y el ferrocarril en el trozo de Son Servera a Arta, atraviesan por los bordes este manchón; un estudio detenido del centro de él quizás nos diera la clave de su significación tectónica; por de pronto creemos que se trata, en parte, de un manto contracorrido, pro- longación del que existe más al NW., atravesado por la carretera de Arta a Santa Margarita; este último forma grandes digitacio- nes en un manchón neocomiense, que se extiende entre las carre- teras de Palma y de Santa Margarita, y buza N , y a trozos NNW. o NNE.; todo él es jurásico ultramilonitizado. En este cretácico hay muchos montículos testigos de la caliza triturada. Entre los terrenos que acabamos de citar y las sierras de Ca- licant-Sa Font hay un jurásico no milonitizado que sostiene neoco- miense, ambos buzando N-, y, probablemente, formando un anti- clinal normal, cuyo otro flanco aparece en la parte de San Loren- zo, y cuya charnela estaría oculta debajo de las sierras por el manto contracorrido y el pliegue jurásico que soporta. El plega- miento de este anticlinal hubiera podido verificarse por empuje de las capas contracorridas procedentes de N. o del NW. (1) Considero obligación moral mía el hacer constar el auxilio des- interesado que presta a toda ciencia, y especialmente a las ciencias naturales, el digno maestro nacional de Son Servera D. Jaime Forna- ris, el cual, recogiendo buen número de fósiles, ha guiado y orientado mis primeras excursiones por la región, al par que verifica una labor pedagógica de suma utilidad. La misma expresión de agradecimiento debo a mi amigo el joven médico de Arta, D. Antonio Solivellas, por las facilidades que me ha proporcionado para recorrer sus fincas. 220 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Región al S. de la sierra Calicant Sa Font.— Esta región, perteneciente al término de San Lorenzo y Manacor, se observa formada por zonas largas y estrechas, dirigidas, más o menos, de NW. a SE.; así, a lo largo de la base de sierra Calicant Sa Font se observa una faja neocomiana buzando S.; probablemente es el flanco del anticlinal de que acabamos de hablar, y sostiene un mioceno inferior plegado, el cual, como hemos dicho en otro lugar, más al W., soporta una transgresión vindoboniense. A esto sigue una faja jurásica no milonitizada, con buzamiento dominante NNW., excepto en el Puig Atalayas, cerca de San Mi- guel de Son Carrió, donde buza E., descansando sobre un neoco- miense que buza al W.; esta faja neocomiense se prolonga por la Real hasta Bellver y se une con la primera citada; el buzamiento va variando sucesivamente a NNE. en la carretera de Son Serve- ra, SE. en el camino de Calicant, antes de Can Juan Freu Foc, para volver a buzar NNE. en Bellver. Este neoconiense sostiene otra faja de mioceno (calizas bre- choideas y margas), el cual, diversamente plegado, ofrece un claro buzamiento dominante al NNE.; cerca de San Lorenzo, siguiendo la línea férrea hacia Son Carrió, deja ver que descansa en parte sobre un trías plegado y milonitizado con buzamiento dominante NNW.; este trías es probablemente un jalón del manto contraco- rrido de la Sierra Calicant Sa Cova. A su vez, este mioceno soporta el jurásico ultramilonitizado del Puig Costa, que forma un sinclinal con buzamiento predomi- nante NE. Más al SE., sobre el mioceno de Son Carrió, descansa el jurásico del Puig Toells, no milonitizado y buzando SW. En relación algo obscura con lo que acabamos de citar, existe una faja de oligoceno superior lacustre (estampiense), con buza- miento bien claro al NE., la cual se extiende hasta la base S. del Puig de Son Sureda; éste es concordante con un neoconiense que le soporta y un jurásico no milonitizado, y todo este manto monta sobre un neocomiense prolongación al NW. del substrato del ju- rásico del Puig Galiana. Este neocomiense, buzando W., soporta una transgresión nummulítica con nummulites depositada en las ca- pas cretácicas muy erosionadas y agrietadas, como se puede apre- ciar en la trinchera del kilómetro 4 del ferrocarril. Estos nummu- lites pequeños y no clasificados, quizás pudieran representar el estampiense de un nivel superior al lacustre' que hemos citado, pero de todas maneras, el apoyarse directamente sobre el neoco- DE HISTORIA NATURAL 22» míense impide asimilar este manto de la serie IV de la cordillera- Norte, en la cual existe un oligoceno (sannoisiense o estampiense inferior) lacustre debajo de las capas con Nummulites interme- dias (1). Este cretácico y nummulítico sirvieron de costa a las calizas vindobonianas que forman a un nivel sensiblemente inferior el llano de Manacor. La explicación de la tectónica de San Lorenzo es muy delicada; desde luego se aprecian dos series bien diferentes, una más al N. de jurásico, neocomiense y mioceno inferior, y otra más al S., de jurásico, neocomiense, nummulítico marino y oligoceno lacustre; la primera serie ofrecería dos escamas empujadas desde el NNE., y la segunda, una sola, procedente de la misma dirección. Para dilucidar esta cuestión, es preciso estudiar muy detenida mente los alrededores de Son Sureda, y probablemente tener un mayor conocimiento de la región de Manacor y del centro de la isla. Conclusiones. 1 .a La región de Arta se halla constituida en su parte norte por varias series de trías medio y superior, jurásico, probablemente muy incompleto; titónico, neocomiense, senonense y nummulítico; estas series, empujadas desde el SE., presentan pliegues diversos (anticlinales y sinclinales tumbados hacia el NW.) y corrimientos, lo cual determina una estructura en escamas. 2.a Estas escamas son en número de ocho, y a contar desde la bahía de Alcudia; la primera ofrece un sinclinal tumbado con eje paralelo a la costa, y constituye la sierra de Farutx; la segunda es una escama normal culminante en el Puig de S'Alqueria Veya; la tercera forma un anticlinal tumbado al NW., con flancos cretáci- cos, de los cuales el invertido presenta senonense con Micraster, y se prolonga este anticlinal después de torcerse hacia el S., para formar el Puig del Pare; la cuarta escama se ve en la sierra de Sa Cova; la quinta forma la Serreta de Son Mesquida y la sierra de Son Sastres; la sexta, los macizos de Son Jaumell y Cova Negra; la séptima forma un sinclinal tumbado al NW. en la península del (1) C. Depéret et P. Fallot: Sur ¡'age des formations á lignilc de l'tle de Majorque. Comp. R. Ac. Se., vol. 172, p. 790.-1921. Tomo xxi.-Abkil-mayo, 1921. 16 222 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA faro de Capdepera, y se prolonga a lo largo de la costa, y final- mente, la octava se ve en la punta del Cap Vermei, formada por jurásico. 5.a Las cuevas de Arta son debidas a un anticlinal hueco del jurásico de la octava escama al montar sobre el neocomiense de la séptima. 4.a Por su constitución estratigráfica, estas escamas pueden asimilarse a la serie tercera estudiada por Fallot.en la cordillera norte, especialmente en su región más NE., donde el jurásico pre- senta sílex. La única diferencia estriba en la falta de senonense de la sierra principal; pero éste puede haber desaparecido por erosión; además, no hay que olvidar que cerca de Inca se encontró un ejemplar de Parasmilia centralis Mant., lo cual, junto con varios ejemplares de las colecciones de Conrado de Bouwy, sir- yjeron a Jules Haime para deducir en Mallorca la existencia del cretácico superior. Esta afinidad es aún más manifiesta si se tiene en cuenta que esta serie en la cordillera norte presenta pliegues tumbados e isosinclinales, contrastando con la rigidez de las se- ries inferiores. 5.a La parte central de la región de Arta muestra la existencia de empujes procedentes del N-, o mejor del NNE., determinando probablemente la incurvación hacia el S. de la segunda y tercera escama por el contraempuje del sinclina! tumbado hacia el SSE., que las soporta; además, existe un gran manto de jurásico tritura- dísimo buzando N.. y con digitaciones hacia el S., interrumpido por neocomiense en ventana tectónica; este manto probablemente se extiende por el macizo del Puig d'en Mir. , 6.a La sierra Calicant Sa Font representa una base de trías, jurásico, neocomiense, empujada desde el NW. y enormemente triturada, la cual soporta un gran pliegue tumbado hacia el WNW., cuya charnela principal es la cumbre jurásica de Calicant con neo- comiense en la base del flanco invertido; la cumbre del Puig de S'Esquerda es una charnela de un repliegue secúndanosla parte más oriental del manto la representaría el jurásico con Perisphine- tes que recubre las margas miocenas del Puig del Corp y la sierra baja de Sa Font, ambos cerca de Son Servera. Así, pues, esto re- presenta un contracorrimiento sobre el substrato plegado y a la vez sostiene un pliegue empujado desde el SE., o sea pertenecientes a las series imbricadas de la región norte. 7.a La región ai $. de la sierra Calicant Sa Font presenta dos DE HISTORIA NATURAL 225 escamas empujadas desde el NE. y formadas por jurásico no milo- nitizado, neocomiense y mioceno inferior de tipo exactamente igual al de las escamas I y II de la sierra norte, y una tercera escama en que existe oligoceno superior lacustre y falta de mioceno, también buza al NE. y sin poder precisar si forma o no parte de esta esca- ma existe un neocomiense que sirvió de fondo a un mar nummulí- tico y que más tarde fué la costa del mar vindoboniense, cuyos sedimentos se hallan hoy en el llano de Manacor y a lo largo de la costa oriental de Son Servera. El origen de estas escamas exige un estudio más detenido de sus relaciones y del llano central, donde encuentran sus equivalen- tes éstratigráficos, que faltan en la sierra norte, por apoyarse allí el mioceno directamente sobre el jurásico. 8.a La presencia de jurásico milonitizado en el contacto y mon- tando clarísimamente sobre las margas aquitano-burdigalienses del Puig de Son Corp prueba que los grandes fenómenos tectóni- cos de esta región son, análogamente a la sierra principal, poste- riores a estos pisos. 9.a El área transgresiva de las inmediaciones de Can-Juan Freu foch, en que el vindoboniense con Ostraea crasísima reposa sobre las margas aquitano-burdigalienses, que buzan fuertemente NW., fija la edad de ¡os corrimientos al principio del vindoboniense (1). Sección bibliográfica. Codina (k.).—Recuilde zoocecidies catalanes. Butll. de la lnst. Cat. de Hist. Nat., Any III, núm. 8, págs. 178-187. Barcelona, 1920. Enumeración de 20 formas, varias de ellas nuevas para Cataluña y aun para España, y otras sobre plantas diferentes de las citadas. Según indica, está aun poco estudiada esta materia en Cataluña, pues sólo están conocidas 5S formas sobre 39 plantas.— José María Dusmet. (1) Durante la impresión de esta nota, he recibido una carta de Mr. Paul Fallot, en la cual me dice que no tiene prueba alguna de que el burdigalicnse de la sierra N. pase a helveciense, pero que tampoco existe en Muro prueba alguna de que las calizas sean helveciences; su opinión actual es que los fenómenos de corrimiento se han verificado entre el burdigaliense y el tortoniense, o sea durante el helveciense, con lo cual coincide con nuestras observaciones en Arta, fijándolos al principio del vindoboniense. 224 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Friese (H.).-Neue Arfen der Schmarot zerbienen . D. Ent. Zeitschr. Heft. I, p. 251. Berlín, 1921. Entre otras especies, describe Nómada pectoralis Mor., var. atro- flava, n. var., de varias localidades, entre ellas España; Nómada fu- cata, Panz., var. pretiosa,n. var., de Castilla y Portugal; Nómada re- gina, n. sp., de Chiclana (Cádiz), hallada por Korb en abril de 1890; Nómada scutellata, n. sp. , próxima a pusilla Lep. , de España. —José María Dusmet. Castex (L . ) et Lambert (J . ) . — Revisión des Échinides des Falaises de Biarritz. 84 págs., 3 figs., 2 láms. Burdeos, 1920. Creemos de interés el dar cuenta de este trabajo por las muchas relaciones que el eoceno y el oligoceno de Biarritz tienen con el de la Península, en particular con el de Aragón, Cataluña y Alicante. En él se estudian 108 especies, de las que 67 corresponden al Eoceno y 37 al Oligoceno, siendo algunas de ellas nuevas. Solamente del Luteciense se citan 33 especies de equínidos, por lo cual esta localidad es la más rica en ellos de todas las conocidas hasta ahora.— Royo Gómez. Lambert (J.). — Échinides fossiles des environs de Santander, recueil- lis par M. L. Mengaud. Ann. de la Soc. Linn. de Lyon, t. LXVI págs. 1-56, láms. I-III, 1919. Memoria muy interesante, en la que se estudian 76 especies de equí- nidos pertenecientes al Cretácico y Eoceno y distribuidas de la manera siguiente: 6 al Urgo aptense, 15 al Cenomanense, 5 al Turoniense, 24 al Santoniense, 16 al Campaniense, 5 al Maestrichtiense y 6 al Eoceno (Luteciense). De todas ellas son nuevas para la ciencia 22, así como un género, siendo, además, digno de anotarse el hallazgo del Coplodiscus. Mengaudi Lamb., de cuyo género no se conocía más que otra especie propia de Persia.- Royo Gómez. Sesión extraordinaria de 1.° de junio de 1921. PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET Asiste el socio correspondiente extranjero Profesor L. Knud- son, de la Universidad Cornell de Ithaca (Estados Unidos). El Vicepresidente, después de presentar a la Sociedad las ex- cusas del Presidente de la misma por no poder asistir a causa de estar ocupado en un Tribunal de exámenes de la Escuela de Inge- nieros de Montes, manifiesta que la sesión extraordinaria ha sido convocada, de acuerdo con lo que dispone el reglamento, para dar lectura a la siguiente proposición, que firman los socios Sres. Bel- trán, Caballero, Casares (D. Antonio), Cogolludo, Crespí, Font Quer, García Várela y Unamuno: «Los que suscriben, miembros de esta Sociedad, tienen el honor de proponer a la misma se nombre socio honorario, en el lugar que ha dejado vacante el ilustre botánico D. Blas Lázaro e Ibiza, a D. Romualdo González Fragoso. »Bien conocida es de todos nuestros consocios la meritísima labor en un ramo de la Botánica tan poco cultivado entre nosotros como el de los hongos microscópicos parásitos de otros vegetales, y, por otra parte, su interés por la Sociedad ha quedado bien de- mostrado en el tiempo en que ha desempeñado el cargo de presi- dente, pudiendo decirse que a él se debe el haber dado forma práctica a la idea, que en todos nosotros estaba, de celebrar el cincuentenario de la fundación de la Sociedad tan digna y brillan- temente como lo ha sido. »Madrid, 22 de mayo de 1921.» Manifiesta el Vicepresidente que, en vista de los justos motivos en que la proposición se funda, y a los cuales deben unirse los largos años que el Sr. González Fragoso viene perteneciendo a la Sociedad y colaborando en sus publicaciones, la Junta directiva hace suya dicha proposición y se considera honrada al presentarla a la Sociedad. Puesta a votación, es aprobada por unanimidad; resultando, por tanto, designado como socio honorario D. Romual- do González Fragoso. Tomo xxi.— Junio-tulio, 1921. 17 226 BOLETfN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Sesión ordinaria de . 1.° de junio de 1921. PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es apro- bada. Admisiones y presentaciones.— Es admitido como socio nu- merario el Sr. Albricias, presentado en la sesión anterior, y pro- puesta por el Sr. Aulló la Estación Entomológica de Cuéllar (Se- govia). Comunicaciones.— El Secretario lee una comunicación de la Sociedad Malacológica Española dando cuenta de su creación en Barcelona y saludando al Presidente y miembros de la Española de Historia Natural. Asuntos varios.— El Sr. Fernández Navarro dio noticia a la Sociedad de la instalación, en el Museo Nacional de Ciencias Na- turales, de una vitrina conteniendo ejemplares de minerales del protectorado español en Marruecos. Esta vitrina, que pudiera ser el embrión de la futura sala de Marruecos que el Museo debe te- ner, se ha instalado, por falta absoluta de otro lugar más apropia- do, en el rellano inferior de la escalera. Contiene 75 ejemplares, correspondientes a unas 25 especies, estando preferentemente representadas las menas ferríferas, que constituyen la principal riqueza minera de la región. Son también de notar las bellas serpentinas de Ceuta, los yesos metamórficos y sedimentarios, las variedades de sílice, algunos silicatos poco frecuentes, etc. La instalación es provisional y no representa sino una muestra de lo que es la colección, reunida gracias a la inicia- tiva de la Sociedad para que se explore el NO. africano. Manifestó también el Sr. Fernández Navarro el interés que ofrecería la exposición al público de rocas, animales y plantas de aquella comarca, de todo lo cual hay acumulado un material abun- dante y de gran interés. Esto daría importancia al Museo, pondría en evidencia la patriótica labor de la Sociedad y, sobre todo, ayudaría a vulgarizar el conocimiento de las producciones naturales del Marruecos español. DE HISTORIA NATURAL 227 Aprovechó el estar usando de la palabra para dar cuenta tam- bién de que en la sala de Mineralogía se instaló, hace algún tiempo, una nueva vitrina, dedicada exclusivamente a calcedonias V ágatas, en su mayoría talladas. Estos materiales, que estaban de antiguo en el Museo y que constituyen una verdadera riqueza, proceden del viejo taller de lapidación de piedras duras que estuvo instalado en el Retiro. Se han dispuesto análogamente a como lo están las inmediatas vitrinas de cristales y de minerales tallados, ofreciendo un aspecto muy agradable. El Sr. Hernández Pacheco da cuenta de la reciente inaugura- ción de la Exposición de Arte prehistórico, organizada por la So- ciedad Amigos del Arte, y que ha constituido un verdadero acon- tecimiento, como lo demuestra la atención que unánimemente le concede la Prensa diaria, siendo de notarse que esta Exposición es la primera en su género que se celebra en Europa. El Sr. Viñals propone, y así se acuerda, que conste en acta la satisfacción con que la Sociedad ha visto este acontecimiento, añadiendo que el éxito de la Exposición era de esperar intervinien- do en ella las personas que, como el Sr. Hernández Pacheco, han instalado la sala de Prehistoria del Museo Nacional de Ciencias Naturales, la cual merece citarse como modelo, por su contenido como por su presentación. El Sr. Vals propone que la Sociedad proteste ante los Pode- res públicos contra una proposición de ley que se ha presentado al Senado pidiendo se autorice la tala de ciertos montes en los alre- dedores de San Rafael (Segovia), con pretexto de ensanchar esta colonia veraniega. El Sr. Hernández Pacheco ofrece, para el caso de que la pro- posición se aprobase, el apoyo de la Junta de Parques Nacionales. El Vicepresidente manifiesta que la Junta directiva toma en cuenta lo propuesto por el Sr. Vals y estudiará el asunto inmedia- tamente, para proceder, si hubiere lugar, a la protesta, poniéndose antes de acuerdo con todas aquellas entidades que defienden la conservación del arbolado. El Secretario presenta, en nombre del socio correspondiente Sr. Porter, de Santiago de Chile, un trabajo sobre los tisanópteros, que ha sido traducido y publicado en francés por la Sociedad de Estudio y Vulgarización de la Zoología agrícola, de Burdeos. El Presidente hace también presente que, habiendo resultado el coste del tomo conmemorativo del cincuentenario de la Socie- 228 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA dad superior al precio que se le señaló, por acuerdo de la Junta Directiva dicho precio se elevará, para quienes lo adquieran a par- tir de esta fecha, a quince pesetas. Trabajos presentados.— El Sr. Carandell remite una nota titulada El punto de vista matemático ante el problema de la barisfera terrestre; el Sr. Pons, unos Datos acerca de unos ejemplares teratológicos del Instituto de Pamplona, y el señor Aranzadi, un trabajo titulado Triangulación de la calvaría en cráneos de Vizcaya. El socio correspondiente extranjero Profesor L. Knudson pre- senta un interesantísimo trabajo sobre La germinación no sim- biótica de las semillas de orquídeas. El Secretario presenta una nota sobre algunos carnívoros afri- canos nuevos y otra sobre una pequeña colección de mamíferos de Fu-Kien (China). Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 25 de mayo en el Laboratorio de Hidrobiología, presidida por el Excmo. Sr. Conde de Montornés. El Sr. Boscá (E.) muestra a los reunidos algunas plantas de la Albufera, continuando así la exhibición de ejemplares regionales. El Sr. Presidente da cuenta de que, al realizar algunas obras con objeto de mejorar el sistema de riegos de su finca, la colonia agrícola «La Vallesa de Mandor», se han descubierto unas conduc- ciones de agua, que, según peritos en el asunto, proceden de la dominación romana y que parecen indicar el caiíce distinto que seguía el Turia en aquellos lejanos tiempos, siendo una hipótesis muy probable que bajaran sus aguas por donde hoy corre el Ba- rranco de Poyo en el Llano de Cuart. El Sr. Moróte da cuenta de la constitución en España de una Sociedad mercantil, formada con el concurso de abundante capital español y noruego, para la pesca de la ballena y su explotación industrial. Dicha entidad ha establecido una factoría en la bahía de Getares, localidad próxima a Algeciras, donde se verifican todas las operaciones pesqueras e industriales, contando para ello con su flotilla, locales, maquinaria, etc., de los más recientes modelos. El éxito de la empresa es cosa descontada, como lo prueba el hecho de que, en un plazo tan breve como es el comprendido entre 11 de abril y 3 de mayo, hayan sido capturadas 29 ballenas, ha- DE HISTORIA NATURAL 229 biendo tenido que suspender la pesca accidentalmente, por ser insuficiente la instalación fabril para la obtención de aceite y abono para tierras en tal escala. Alguno de los individuos pescados ha llegado a pesar la respetable cifra de 40 toneladas, y ha habido día, en el espacio de tiempo arriba señalado, en que se han obtenido dos ejemplares, precisamente el que iba a bordo del ballenero nuestro distinguido consocio el Excmo. Sr. Duque de Medinaceli. El Sr. Moróte muestra fotografías de la factoría, embarcacio- nes y ejemplares cazados, indicando que el Instituto poseerá restos de interés histórico-natural y agrícola procedentes de tan impor- tante pesquería, completamente original en nuestra Península. Los reunidos se felicitan de que España cuente con un centro industrial de tan capital importancia, que, por otra parte, ha de contribuir al mayor conocimiento de la distribución geográfica y abundancia de los cetáceos en nuestras costas meridionales. El Sr. Pardo da cuenta a los socios del saludo que, por su con- ducto, les dirige el Sr. Pau desde Marruecos, donde se halla estu- diando aquella flora, y comunícales las halagüeñas noticias que, relativas a dicha cuestión, escribe. El mismo señor presenta una nota titulada Una anomalía en la cola de la anguila. —La de Zaragoza celebró sesión el día 25 de mayo, bajo la presidencia del Dr. López de Zuazo. Después de aprobada el acta de la anterior, D. Pedro Ferrando manifestó que pensaba ocupar- se, juntamente con D. Angél Qimeno Conchillos, de la delimitación de la formación oligocena en ¡la provincia de Zaragoza, cuyos se- dimentos fueron ya mencionados por D. Pedro Palacios y por A. Dereims,en varias localidades de dicha provincia, como también en los límites con la de Lérida por D. Luis Mariano Vidal y M. Char- les Qepéret, en su interesante memoria titulada Contribución al estudio del Oligoceno en Cataluña. Con este motivo hizo también referencias de haber observado plegamientos en las margas yesí- feras del Mioceno medio en que se hallan las minas de sal común de Remolinos, cuya fotografía de dichos plegamientos mostró, pa- reciéndole análogos a los descritos por nuestro consocio D. José Royo Gómez en su interesante estudio de la sierra de Altomira y sus relaciones con la submeseta del Tajo. 250 boletín de la real sociedad española Trabajos presentados El punto de vista matemático ante el problema de la barisfera terrestre por J. Carandell. De una manera más o menos empírica, ya fuere en virtud de la constitución química de los meteoritos, ya como consecuencia del intervalo existente entre la densidad de la Tierra y el peso es- pecífico de los materiales de la corteza accesibles a nuestra obser- vación, se había llegado a deducir, a inducir, mejor dicho, que el centro de la Tierra estaría constituido por un núcleo pesado y rí- gido, que bien pudiera ser un carburo-fosfuro de hierro, níquel, et- cétera, con hidrógeno y otros elementos accesorios: la Tierra ven- dría a ser en el espacio una gota de fundición cubierta por una película de escorias y de materias gaseosas o líquidas. El esplendor de la Ciencia astronómica durante el pasado siglo, y la autoridad a él consiguiente, imponía, en el campo de las Cien- cias geofísicas, los anteriores postulados con todo el valor de le- yes inmutables. Y es que realmente se había abusado tanto por parte de los filósofos de los siglos xvn y xvni, que ya el mismo Leibnitz hubo de declarar que en el estado de la Ciencia de aquellos tiempos so- braban las elucubraciones puramente metafísicas. No obstante, alguna vez parece existir preintuición de hechos y leyes no formuladas aún; no es necesario que presentemos aquí ejemplos, pues todo el mundo sabe (y se ve en cuanto cualquiera rehace la historia de los descubrimientos científicos) cuántos ca- sos de predicción se han dado. Y precisamente Descartes, que en momentos de escepticismo hubo de tacharse también irónicamente de fantaseador, se aproxi- mó bastante a algo de lo que recientemente acaba de darnos la Ciencia matemática. Sus ideas acerca de la materia y de la cons- titución de los mundos sufrieron reveses bajo la luz que las gran- des conquistas astronómicas proyectaban sobre el pensamiento DE HISTORIA NATURAL 231 científico. Hoy hemos de traerlas aquí a colación, a propósito de lo que hemos leído en un opúsculo, debido a uno de los más pres- tigiosos campeones de la Física moderna: el profesor Crehore. En el curso de estas líneas, que son a modo de nota bibliográ- fica comentada y glosada, no podremos escribir un solo renglón de carácter geológico. Verdad es que la Geología no rebasa los lími- tes de una mera Geografía de un estrato delgado, tenuísimo, del globo terráqueo. Mas adentro de esta epidermis, ¿qué habrá? El punto de vista cartesiano ante el problema de la materia y de los mandos.— Así razona Descartes (1): «Dividiré un espa- cio en 20 turbillones, cada uno de los cuales se compondrá de una infinidad de insensibles y menudísimas partes de materia. Cada turbillón será una cierta especie de Cielo, en cuyo centro se for- mará una estrella fija. Y así, haciendo desde luego 20 turbillones, vendrán a formarse otras tantas estrellas fijas. Este mutuo y con- tinuado rozarse unas partes con otras las labrará y pulirá mejor que si fuesen hechas a torno. Estas bolas, pues, así formadas son las que forman el que llamo yo segundo elemento. Pero al mismo tiempo que se quiebran y gastan las esquinas se hace un menudí- simo polvo. Este polvillo es lo que yo llamo la materia del primer elemento. Entre estas partes tan menudas' y sutiles del primer ele- mento hay algunas no tan pequeñas como las demás. Y como no son sino las rasuras de las bolas del segundo elemento, no dejan de tener sus ángulos y varias desigualdades...: de que proviene que, embarazándose y enredándose al fin entre sí, formen, como veis, ciertas masas ramosas y groseras que nombro yo materia del ter- cer elemento. «Mientras tanto, las partículas de materia, a fuerza de rodar sobre sus ejes y de rozarse las unas con las otras, se pulen más y más; y a medida que se van puliendo se hacen perfectamente gló- bulos o bolillas, a la vez que pierden de su tamaño. »Luego se alejan del centro del turbillón y no paran hasta apo- derarse de la circunferencia, obligando así a la materia del primer elemento (el polvo tenuísimo) que estaba dispersa por todo el tur- billón, a ceder su lugar, a retirarse al centro y a formar allí un globo, o por decirlo así, un género de aglomeración de polvo su- mamente sutil y tenue. (1) Véase P. Gabriel Daniel: Viaje al mundo de Descartes; edi- ción de fines del siglo xvm. 232 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA »Esta materia del primer elemento se mueve y anda alrededor con violencia, y, consiguientemente, hace esfuerzos por apartarse del centro del turbillón donde gira. Haciendo este esfuerzo para salirse del centro del turbillón, impele en su giro la materia del se- gundo elemento que ocupa la circunferencia, y le impele en línea recta hacia todos los puntos de dicha circunferencia. «Imaginaos que estáis en alguna parte de la circunferencia y que miráis hacia su centro: ya concebís que muchas líneas de la materia del segundo elemento van a dar o se terminan en el fondo de vuestros ojos..., por lo cual percibimos la luz.» Según Descartes, en los torbellinos envejecidos que giran con menor rapidez y están prestos a ser capturados por los inmedia- tos, la materia del tercer elemento formará manchas parecidas a las del Sol. A este tercer elemento atribuía Descartes formas ra- mosas, acanaladas; los fenómenos magnéticos serían debidos a di- cho tercer elemento. Queda patente un hecho en las ideas de Descartes: el centro de los torbellinos planetarios, como el centro de los cuerpos celestes, en general, está ocupado, en virtud de esta teoría giroscópica (que hace caso omiso de la gravedad, posición diametralmente opuesta a la de Kant, de Newton y de Laplace) por la materia más sutil, la más ligera, la de menor masa. Problemas planteados por Crehore: ¿Pueden las ecuaciones electromagnéticas de Lorentz, las cuales dan la velocidad de los electrones en los distintos átomos, llevarnos a la resolución del enigma de la constitución química (la física nos la da resuelta la Sismología) del centro de la Tierra? Quien quiera que hojee cualquier libro de vulgarización— y así lo hemos hecho nosotros en el caso presente— podrá comprender cómo se concibe el átomo hoy día. Pues bien; la velocidad de ro- tación de las hileras de electrones en el átomo y el radio de sus órbitas dependen de diversos factores y son, a su vez, causa de las más diversas manifestaciones físico-químicas. Crehore (1) parte de un hecho que parece irse comprobando, pero acerca del cual no ha dicho la Ciencia su última palabra. Helo aquí: la atracción mutua de dos cuerpos es proporcional al producto de las sumas de los cuadrados de las velocidades de sus electrones. (1 ) The mistery of Matler and Energy, New York, 1 91 7. DE HISTORIA NATURAL 255 Estas velocidades, tomando como unidad la de la luz, alcanzan una cifra de 21 con 46 ceros. Dividiendo este número (que es el cuadrado de dichas velocidades) por el número de electrones que hay en la Tierra, da el cuadrado de la velocidad inedia de un elec- trón. El número de electrones terrestres es de 36,2 seguido de 50 ceros. La raíz cuadrada del cociente que se obtiene es de 765 cienmi- lésimas de la velocidad de la luz, que será la velocidad media de un electrón en la Tierra. En virtud de los cálculos de Lorentz se sabe que la velocidad de un anillo de cuatro electrones es de 846 cienmilésimas de la ve- locidad de la luz. Y para un anillo de ocho electrones, alcanza a 12 milésimas. Estas cifras guardan, como es natural, relación estrecha con el peso atómico. Pero antes, partiendo del número total de electrones que exis- ten en la Tierra, y de la ecuación que establece el peso del áto- mo, llegamos a una cifra distinta, 765 cienmilésimas, inferior a las dos que anteceden. Lo cual quiere decir que las substancias de la corteza terrestre contienen átomos en los cuales los electrones giran a velocidades cuyos valores son mucho mayores que esas 765 cienmilésimas de la velocidad de la luz. Luego los átomos del interior de la Tierra deben tener un va- lor menor que éste para mantener el promedio 765 cienmilésimas. El único átomo que tiene en velocidades electrónicas un valor menor que 765 cienmilésimas es el de hidrógeno, que tiene un va- lor probable de 369 cienmilésimas. Este resultado consagraría al hidrógeno como la única substan- cia que llena el centro de la Tierra, o el centro terrestre estaría ocupado por el más sutil (Descartes) ¿le los elementos. Difícil es, a primera vista, vencer la repugnancia a pensar en un hidrógeno de densidad ¡6!, cifra a que alcanza, si no a más, la densidad de la barisfera terrestre. Pero pensemos en la inmensa presión que existe en el interior del globo terráqueo. Y cuando es admitido que en tanto la distancia entre la Luna y la Tierra, y en- tre ésta y el Sol, es, respectivamente, 60 veces el radio terrestre y 215 veces el radio solar, los intervalos que separan los átomos de carbono en el diamante varían entre 519 y 412 veces el radio 234 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA del anillo exterior de los electrones que constituyen dicho elemen- to, nada se opone a que el hidrógeno pueda resistir cualquier pre- sión, la cual se traducirá en un decrecimiento de las distancias in- teratómicas, sin que por esto deje el tal hidrógeno de poseer nin- guna de sus propiedades. Así puede aumentar su densidad cuanto queramos suponer. Sea lo que fuere, importa consignar la novedad del método, su originalidad, su rigorismo científico, y aun su elegancia. Y terminamos. Confrontando las fantasías cartesianas con los hechos experimentales y las deducciones atrevidas de Crehore, se ve cómo las ideas del filósofo francés reciben el lejano resplandor de las conclusiones casi idénticas que arroja la teoría electrónica con que la estructura de la materia aparece desentrañada por la Ciencia moderna. Triangulación de la calvaría en cráneos de Vizcaya por Telesforo de Aranzadi. Al estudiar los cráneos de Vizcaya, existentes en ej Museo Antropológico de Madrid, decidí ampliar la serie de medidas en el plano medio o de simetría, con objeto de completar la red trigono- métrica, iniciada con el triángulo facial. La triangulación resultan- te se parece a la preconizada por Klaatsch, con la diferencia de iniciarse en el nasio, en vez de la glabela, punto aquél utilizado ya en el triángulo facial (véase mi trabajo sobre este último en las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natu- ral: t. X, M. 8.a: 1917). Loe parámetros obtenidos en 19 cráneos masculinos y 10 femeninos son los siguientes, debiendo advertir, para la mejor inteligencia de lo que sigue, que los puntos fijos de la calvaría los señalo con sus iniciales de esta manera: N = nasio. B = bregma.— L = lamda.— I = inio.— O = opistio.— Ba = ba- sio.— Au = superauricular.— G = glabela. DE HISTORIA NATUAAL 235 NL. GL. NI. BaL. LO. LI. 73 10. 58 NB. BL. NBa. BaO. BBa. (Máxima. 186 188 185 124 105 120 123 104 42 139 19masc.< Media . 179 180 174 H7 98 64 50 113 114 99 37 131 (Mínima . 168 169 163 104 88 56 40 104 106 91 35 117 1 Máxima. 174 174 173 117 101 77 53 111 114 102 40 130 10 fem.' Media .. 169 170 164 109 93 64 43 107 108 95 37 122 (Mínima . 163 163 150 100 83 52 36 101 101 87 33 112 Con estos parámetros se determinan los ángulos por trigono- metría, o también trazando en el papel los triángulos correspon- dientes y midiendo en ellos sus ángulos. Ambos procedimientos he seguido en mi trabajo y los resultados ofrecen diferencias insigni- ficantes. Más considerables son las que se presentan entre ángulos parciales y totales, según los triángulos elegidos para el cálculo, o en algunos puntos de encuentro de compás, según la marcha de la triangulación; no tanto en el cráneo medio, resultante de los pa- rámetros, como en los cráneos individuales. Es más, al utilizar los parámetros de las series del Dr. Frizzi (Der Franzosenschadel: Korresp. d. d. Anthrop. Ges. 1910) para las comparaciones, encon- tré una diferencia de casi cinco grados en el ángulo NBaO, según que se utilizase el triángulo NLBa con el NLO, o en vez de aquél los NBaB y BBaL, en las series de la cité de París y de saboya- nos. Tal diferencia se refleja en la primera serie en cuanto a que la recta NL, en vez de 180, valdría, en el segundo caso, 175; o la recta NB, en vez de 111, valdría 117, utilizando los triángulos NLBa y BLBa para calcularla. En nuestros parámetros no es más que de un minuto en la serie masculina y de 12 en la femenina. Que esta diferencia no es debida a la imposibilidad de los trián- gulos medios conformes, según pretendía Cournot (véase la pá- gina 18 de mi Memoria antes citada), sino al error personal en las mediciones, en la inscripción y en el cálculo, se evidencia con ca- sos individuales, como, por ejemplo, el cráneo R. 11, en que llega a tres grados en aquel ángulo, y en un cráneo de gorila a 3,9, en este último por la dificultad de precisar ciertos puntos fijos. Tam- bién puede deberse a desviaciones asimétricas. Los parámetros angulares, aunque obtenidos en grados y minu- tos, los señalo en grados y décimas de grado, por ser una aproxi- mación suficiente en relación a la posible exactitud de las medidas. En el triángulo masculino medio resultan los ángulos de los 236 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA triángulos NBL por orden de vértices 38, 104, 38 NBaL — — — 37,4,111,4,31,2 NBBa — — — 75,6, 47,1,57,3 BLBa — — - 56,4, 69,3, 54,3. Las diferencias no pasan de medio grado, con relación a los di- rectamente obtenidos, en los ángulos sumados de otros dos. El án- gulo súpero-anterior de las diagonales del cuadrilátero es de 95, lo que concuerda bastante bien con los 90, más o menos cinco, del ángulo de Klaatsch, en que funciona la recta GL en vez de NL. Si trazáramos la recta Bregma-Prostio, desde aquel vértice al punto alveolar, veríamos que es perpendicular, con pocas décimas de grado de defecto en el ángulo ántero-superior,' a la recta NBa, conforme con las observaciones de Falkenburger (Korr. bl. d. d. Ges. /. Anthr., 1912, pág. 126), y conforme también con estas ob- servaciones es el casi paralelismo de las rectas BL y NBa. Los ángulos N y L del cuadrilátero se diferencian en seis grados, lo que no es mucho, teniendo en cuenta que para la igualdad necesita Cohn (Allgemeine Normen im Bau des menschlichen Schadels: anatomischer Anzeiger, 1920) trasladar el punto anterior al et- moidio, en vez del nasio. En el triángulo femenino medio son los ángulos de los trián- gulos NBL por orden de vértices 38,2, 103,6, 38,1 NBaL — — - 36,4,112,4,31,2 NBBa — — — 74,1, 48,4,57,5 BLBa — - — 56,1, 68,8,55,1. Las diferencias no llegan a un grado en los ángulos sumados de otros dos. El ángulo súpero-anterior de las diagonales del cuadri- látero es de 94,4. La recta BPr forma ángulo de 91,4 con la NBa, exceso debido quizás a la mayor introversión del basio. La desvia- ción del paralelismo es un poco mayor que en el masculino en las rectas BL y NBa, pues es casi de grado y medio, quizás por el mis- mo motivo. La diferencia de los ángulos N y L del cuadrilátero es de cinco grados. En el triángulo LBaO masculino medio son los ángulos por or- den de vértices 17,5, 51,6 y 111,1, y en el femenino, 18,5, 55,5 y 106,0. Sumando el ángulo en Ba con el del mismo vértice en el cuadrilátero, la suma será, para el masculino, 165, y para el feme- nino, 167,9; que dan, como ángulo basilar de Broca, 17 y 12,1. En DE HISTORIA NATURAL 237 el triángulo NBaO resulta por cálculo el ángulo en O de 12,4 en el primero, y nueve en el segundo; este ángulo es el opístico de Broca. Con aplicación del goniómetro, medí directamente el de Dau- benton y el opístico de Broca, los cuales, comparados con los cal- culados, son: Máximo Goniómetro. Cálculo. Daub. Broca. Opís. Bas. + 3 — 5,6 -14 + 15 + 8,4 - 3 .18,5 12,4 — 0,9 25,1 17 Mase. Medio - 1,5 i Máximo Goniómetro. Cálculo. Daub. Broca. Opís. Bas. 0 - 6,3 -15 + 12 + 5,4 — 3 18,4 9 + 1,6 25,8 12,1 2,1 Fem. Medio ! Si no hubiese imperfecciones y errores goniométricos, de me- dición y de cálculo, tendrían que ser idénticos el opístico de Bro- ca medido con el goniómetro y el calculado trigonométricamente. En la experiencia nos encontramos con diferencias que oscilan en- tre 1,1 y 7,7 en los casos individuales; en algún caso de diferencia de signo con 11, por término medio unos cuatro grados. Si se tra- tase sólo del error personal, no se notaría tal concentración hacia la diferencia de valor cuatro, ni la constancia casi absoluta del sen- tido de esta diferencia. Es menester, por tanto, buscar otra causa. Alguna tendencia parece notarse en el sentido de una mayor dife- rencia en los cráneos de mayor dimensión NO y viceversa; pero hay un hecho que acaba de poner en claro la cuestión. El gonió- metro occipital existente en el Museo Antropológico de Madrid y procedente de la casa Mathieu de París, a diferencia de las figu- ras publicadas en las diversas técnicas y en el catálogo de la casa, no tiene la clavija enfilada con la aguja indicadora según un diá- metro, sino que su encaje está fuera de éste, y su dirección es ex- céntrica. Esta construcción del instrumento trae como consecuen- cia que para determinada longitud NO (u órbito-opística, respec- 258 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA tivamente) señalará la aguja el verdadero ángulo; pero cuando aquella longitud sea mayor o menor, habrá que alejar o acercar la clavija; este alejamiento o acercamiento llevará la punta fuera del diámetro de la aguja indicadora; y el ángulo señalado será falso. La diferencia del de Daubenton al de Broca oscila entre nue- ve y 15, siendo el término medio de 11,9; la del basilar al opístico oscila entre medio en los menores y siete y medio en los mayores. La del basilar calculado, al de Daubenton goniometrado, oscila en la serie entre 15 y 26; pero bastante más de la mitad de los casos se concentra entre 18 y 22. La desviación constante a, el error probable del valor medio E(M) y el de la desviación constante EO) tienen los siguientes va- lores: Mase. Fem . E(M)... ! E(M)V.Ü Daub. 4,34 afc 0,47 ±0,67 4,94 ± 0,74 ±1,05 Broca, 4,41 ± 0,48 ±0,68 4,48 ± 0,68 ±0,96 Opís. 4,85 ± 0,55 ±0,75 4,59 ± 0,69 ±0,98 Basilar. 6,44 ± 0,71 ±1,0 6,13 ±0,93 ±1,3 No he calculado estos parámetros en los otros ángulos indivi- duales; pero haré notar que los mayores ángulos NBaL son los de R. 11 (mas.) 125 y R. 16 (fem.) 121, dos cráneos, que son los más bajos de la serie. Los menores son en B. 4 (mas.) 106 y R. 9 (fem.) 105, cráneos, que destacan, aunque no tanto, por lo con- trario de los anteriores. Los mayores ángulos BNBa son los de R. 15 (mas.) 80 y B. 80 (fem.) 78, el primero con el mayor desarrollo parietal, y el segun- do, además, con la mayor altura. Los menores son en R. 11 (mas.) 69 y R. 16 (fem.) 70, cráneos, que son de los más bajos. Los mayores ángulos NBL, los de R. 1 (mas.) 111, R. 2 y R. 9 (fem.) 109, en los primeros, por bajos, y en el último, por su de- sarrollo occipital. Los menores son en R. 15 (mas.) 98 y B, 80 (fem.) 97, por el mayor desarrollo parietal. Los mayores ángulos BLBa son los de B. 4.. (mas.) 76, R. 9 y B. 80 (fem.) 72, el primero, por corto, y el último, por alto. Los menores son en R. 1 (mas.) 65 y R. 16 (fem.) 65, por bajos. LOBa es máximo en L. 2 (mas.) 120 y M. 456 (fem.) 1 17; míni- mo en R. 1 y R. 10 (mas.) 102 y R. 2 (fem.) 95. En este ángulo se nota la mayor amplitud de variación y le sigue el NBaL. DE HISTORIA NATURAL 239 Una vez obtenido el pentágono NBLOBa, se da la recta NO de 135 (125 a 144) en la serie masculina, 130 (121 a 141) en la feme- nina; la recta BO es de 145 masculina y 159 femenina, con más di- ferencia a BBa en esta última, conforme a su mayor introversión del basio, aunque algo le sigue en este movimiento el opistio. El ángulo NOL se deduce como de 98,7 mas. y 97 fem.; el pri- mero, menor en 5,5, y el segundo, en 6,6 al NBL respectivo; la re- lación sería 1 ,05 y 1 ,07, propia del Homo sapiens, según Cohn (loco citato), debiendo tener en cuenta la diferencia de fijación de puntos respecto de este autor. El ángulo de NBa con LO es de 94,1 mas. y 93,9 fem., mayor que el recto, sea por el desarrollo parietal, sea por la introversión del basio. En el triángulo LIO son los ángulos por orden de vértices 26,5, * K- Triangulación del cráneo medio de Vizcaya masculino y del femenino: Vértices del saboyano, parisiense, galobretón y merovingio, del Cebus y del orangután hembra* 118,1 y 55,6 en la serie masculina y 24,5, 117,4 y 58,1 en la feme- nina. El de I depende no sólo de la posición respectiva de la es- cama superior e inferior del occipital, sino también de la dimensión de sus cuerdas, y, sobre todo, de la altura del lamda. Alturas del basio y del bregma respecto del diámetro ñas ¿o- iníaco.— Para estos datos opté por trazar la triangulación del pía- 240 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA no medio o sagital en el papel y medir aquéllas en ej trazado. Ha- ciendo coincidir la recta nasio-iníaca y el punto nasio, señalé con líneas interrumpidas la triangulación del cráneo femenino medio de Vizcaya, así como el masculino lo estaba por líneas seguidas. Con objeto de evitar confusiones de dibujo, limité a solo los vértices el señalamiento de la triangulación del cráneo medio de saboyanos, parisienses, galobretones y merovingios, tomado del trabajo del Dr. Frizzi, ya citado, y siguiendo su procedimiento de triangula- ción. Añadí la triangulación de un orangután hembra y de un Cebus (mono americano). Vizcaya, masculinos ídem, femeninos. . . Saboyanos Merovingios Orangután Cebus Alturas. Ba. B. 28 97 23 93 22 102 25 96 52 36 18 26 Altura B X 100. NI. Altura Ba X 100. 22,4 19,8 17,7 20,7 59,1 40,9 ■ Las relaciones en el cráneo parisiense y el galobretón apenas se diferencian de las del merovingio en el dibujo. El primer índice es evidentemente correlativo del vértico-longitudinal y también del de altura de la bóveda; pero en este último influye, además, la ma- yor o menor curvatura, sobre todo en su porción parietal, en que el índice de curvatura es, en los masculinos de Vizcaya, como pro- medio, 90,1; en los femeninos, 89,9; en los saboyanos, 90,2, y en los merovingios, 90,6. La influencia de la braquicefalia, por cortedad del diámetro nasio-iníaco, se evidencia en los saboyanos en cuanto al índice de altura del bregma, aunque también es mayor ésta en valor abso- luto. Relacionada con el diámetro transverso máximo, da los si- guientes valores: Vizcaya, masculinos, 68,5; femeninos, 67,4; sa- boyanos, 68,9; merovingios, 69,1. Se puede determinar la altura del bregma sobre el diámetro nasio-lamda y relacionarla con la dimensión de éste; Vizcaya, masculinos, 59,1; femeninos, 58,2; parisienses, 59,1; galobretones, 59,5; merovingios, 59,5; bajobre- tones, 41,4; saboyanos, 45,5; orangután, 24,4; Cebus, 25,7. Es de advertir, para la comparación de los diferentes tipos en el dibujo de triangulación, que el diámetro ántero-posterior má- DE HISTORIA NATURAL 241 ximo no excede al nasio-iníaco en el saboyano más que nueve mi- límetros, 10 en el auvergnat, 11 en San Juan de Luz, 12 en el ba- jobretón; el exceso es de 15 en el vasco y el galobretón, 14 en el parisiense y 15 en el merovingio. En otro dibujo de triangulación del cráneo medio masculino de *<..*. + 1 z «.ti Triangulación del cráneo masculino de Vizcaya: Vértices de algunos casos individuales, coincidentes en la línea nasio-iníaca. Vizcaya señalé los puntos de algunos casos individuales, principal- mente los fotografiados. Los índices de altura del bregma sobre el diámetro nasio-iníaco y de alturas basilar y bregmática entre sí son: 55,2 y 19,6 para R. 1; 54,7 y 14,8 para R. 11; 57,4 y 20,5 para R. 6; 58,9 y 20,8 para L. 2; 55,5 y 25,8 para B. 7; 55,9 y 22,6 para G. 214. En el dibujo del cráneo medio femenino obtuve: 52,1 y 20,2 para R. 2; 60,4 y 19,5 para B. 80; 52,9 y 20,7 para Q. 64. El índi- ce de altura de la bóveda se diferencia tanto más del de altura del bregma cuanto mayor curvatura tenga en su porción parie- tal, según se dijo ya antes; pero también cuanto mayor sea el de- sarrollo occipital sobre el inio: R. 1 es el cráneo de mayor curva- tura parietal con 86,5, por donde aquellos índices referidos, no al bregma, sino a la bóveda, son de 55,9 y 18,8; en L. 2 con curvatura Tomo xxi.— Junio-julio, 1921. 18 242 boletín de la real sociedad española 88,9, son de 61,7 y 20,0; R. 11 con 90,6, son de 58,2 y 13,9; Q. 214 con 90,3, son de 63,4 y 17,8; G. 64 con 93,2, son de 55,2 y 20,0; R. 2 con 91,0, son de 56,9 y 19,5; debiendo advertir que la curva no se trazó en aparato de proyección, y, por tanto, estos índices están sujetos a mayor caución. *í.) Triangulación del cráneo medio femenino de Vizcaya: Vértices de algunos casos individuales, coincidentes en la línea nasio-iníaca. Proyección del punto auricular en el plano sagital medio.— La premura del tiempo no permitió tomar las medidas necesarias para ello más que en los cráneos fotografiados, debiendo hacer la salvedad de que uno de éstos quedó sin tales medidas, y, en cam- bio, se tomaron'en otro que no se fotografió. R. 11.... R. 1.... L. 2.... Q. 214.... R. 2.... G. 64.... -4 Aur. B izq. der. 119 118 116 118 129 130 124 125 118 125 124 Aur. N izq. der, 104 105 104 106| 109 104 105| 106 Proyección Aur. B Aur. N 102,5 99,8 114,5 107,4 102,2 107,6 85,3 85,5 85,8 89 85 87 Dif. BaB a AuB 14,5 17,2 18,5 19,6 15,8 15,4 Ang bas. - 1,5 + 3,9 + 16,3 + 19,4 + 8,5 + 3,9 Ang. occ. Daub. Broca 14 9 5 6 10 15 DE .HISTORIA NATURAL 243 Con las distancias auriculares oblicuas, tomando el término medio de derecha e izquierda, y con la mitad de la anchura biauri- cular, se calculan las proyecciones, o sea el otro cateto de cada uno de estos triángulos rectángulos. Comparando la proyección aurículo-bregmática con el diámetro basio-bregmáticoja diferencia nos indica la altura auricular sobre el basio. Esta altura vemos que parece tender a ser menor en los cráneos cuyos ángulos occipitales son menores, según el cuadro anterior; es decir, que el basio es el que se acerca al nivel del oído y no el bregma. Según el Lehrbuch der Anthropologie , del profesor Martín, y el trabajo del Dr. Frizzi ya citado, varía dicha altura entre 6 y 26, y se señalan los siguientes promedios: merovingios de Cham plieu, 13; suizos de Disentís, 13,9; suizos de Danis, 16,3; merovin- gios de Chelles, 17, como galobretones y S. J. de Luz; birma- nes, 17,8; saboyanos y cité de París, 18; auvergnats, 19; mao ríes, 19,4; papuas, 20,3; ouest de París, 21; egipcios antiguos, 21,6; bajobretones, 22. Es de advertir que estos datos toman por punto de partida no el auricular, sino el porio, que está un poco más abajo. Sus relaciones a la altura basio-bregmática respectiva son: suizos de Disentís, 10,6; merovingios de Champlieu, 10,7; merovin- gios de Chelles, 13,2; S. J. de Luz, 13,4; galobretones, 13,5; sabo- yanos, 13,8; cité de París, 14,1; auvergnats, 14,8; papuas, 15,4; ouest de París, 16,2; egipcios antiguos, 16,5; bajobretones, 17,2. En los cráneos vascos, los valores relativos son: 12,4. en R. 11; 14,7, en R. 1; 13,9, en L. 2; 15,4, en Q. 214; 12,5, en G. 64; 13,4, en R. 2. Podemos añadir que en un cráneo de Cebus y en un molde de cráneo de gorila hallé altura auricular sobre el basio de 9,1 y 31,5, respectivamente, que, relacionadas con las correspondien- tes alturas basio-bregmáticas, dan los valores 19 y 29 por 100. Nivelación.— Aplicando el conocimiento de los ángulos de la triangulación del plano medio o de simetría del cráneo al problema de la orientación, o, con más propiedad, «horizontalización», es decir, nivelación, se deduce que, siendo el ángulo ánterosuperior de BaB con NL obtuso (95 m. y 94 f.), si se eligiera como horizon- tal NL, el bregma resultaría atrasado con respecto al basio. Si se dispusiera BaB en la vertical, el agujero (BaO) tendría bastante inclinación, pues el ángulo comprendido es obtuso: 105,9 m. y 110,9 f.; es decir, 15,9 m. y 20,6 f. con la horizontal. Si se dispu- siera NL horizontal, el agujero resultaría formando un ángulo de 20,9 m. y 26,2 f., lo cual supone una postura violenta en las 244 boletín de la real sociedad española vértebras cervicales y violentísima en los cráneos de ángulo basi lar mínimo, pues, por ejemplo, en R. 1 es éste de 4; BBaO, de 115, y BaO con la horizontal, de 30,4. Si se dispone BaB en la vertical, como el ángulo BBaN es me- nor que el BaNPr en general, el perfil NPr sería algo saliente; se exceptúan los cráneos R. 1, L. 2 y R. 12, que en esta posición serían opistognatos por 1 ,7, por 0,6 y por 0,7 grados. H\£qm&. tM'v^OÍ {keow«JV\B. i i i t i i 1119 Cuadro de la correlación de los ángulos basilar e intrafacial. DE HISTORIA NATURAL 247 antes la presenté. La verdadera objeción al valor del coeficiente r se deduce de la confusión de los sexos, que, en realidad, se mues- tran diferentes en su caracterización por los ángulos: el masculino tiene mayor ángulo basilar y menor intrafacial que el femenino, y en el cuadro adjunto se evidencia, por la distribución de los círcu- los negros (masculinos) y blancos (femeninos), que de este con- traste de los sexos se deriva la correlación. Debemos, por tanto, separar los sexos; pero entonces es el número tan escaso, que la casualidad entraría por mucho en el re- sultado que se calculara. Podríamos salvar este inconveniente -K n -r -T jV« n ii II bb H <*> — -< 7 * i W í i 1 1 1' "1 r - K 3 í •? ? ^^^rií.'l ?:?s; fc ^ ^ « <¡i topolitana». >Estas y otras noticias que existen en el Archivo de la Socie- dad muestran la atención que se dedicó al insigne benedictino. Entre los papeles conservados figura inédita una carta, muy poste- rior a la elección, que prueba sus no interrumpidas relaciones, y que copiamos juntamente con el acta inserta en el libro de inscrip- ción de socios (pág. 48), por creer de interés su publicación: Inscripción: «En la Ciudad de Sevilla en 8 de Abril del año »1728, estando juntos en Sociedad los Sres. Presidente, Consilia- rios y demás socios, se recivió por Socio Theologo al M. R. P. »Mro. Fr. Benito Feixoo, Religioso del Orden del Gran Padre »Sn Benito, constando su gran erudición y Literatura, y para que »conste lo firmé en dicho día, mes y año de que Doi fee.— Dn José »Arcadio Ortega.— Secretario.— Valentín González y Centeno, »Soc.° Secret.0 1.°.» Carta: «Mui Sr. mío: un molestíssimo rheumatismo, que me »tuvo aprissionado en la cama la mayor parte del próximo imbier- »no i me precissó a suspender toda correspondencia epistolar aun «respecto de los sugetos más acreedores a mis respetosas atencio- 288 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA »nes, impidiéndome el usso de la mano para firmar las cartas, me »obligó, por consiguiente, a retardar mi respuesta a la que recibí »de V. S., mas no el grande aprecio que hago de ella, mui debido »al favor que por mano de V. S. me haze esa ilustre Sociedad, co- »municándome los assumptos que en el presente año han de' dar »exercicio a sus doctos i eruditos miembros y en los quales (as- »sumptos) con summa complacencia mía he notado su grande im- »portancia i utilidad, por ser todos manifiestamente dirijidos a la «práctica curativa. Ojalá se hiciesse lo mismo en todas nuestras «Universidades donde por lo común se gasta el tpo, en ques- »tiones da mera metaphísica: abuso sobre que tanto y con tanta »razón, declamó mi íntimo amigo el Dr. Martínez.» «Pues V. S. fué el conducto por donde la Sociedad me hizo la »honra de noticiarme los objetos de sus especulaciones, le ruego »se sirva también de serlo para expresarla mi gratitud, quedándose »con la porción que es mui justo le toque.» «Nro. Sr. g.e a V. S. m.s a.s Oviedo y Abril 30 de 1754.» (Has- ta aquí de amanuense; la firma y antefirma, autógrafas.) «B. L. M. de V. S., »Su más afecto serv. or i capellán. »Fr. Benito Feijoo.» (Rubricado). «Sr. D. Fran.co Buendía y Ponce, mui Sr. mío.» Asuntos varios. — El Presidente manifiesta a los presentes que, como en años anteriores, la Sociedad ha solicitado del Mi- nisterio de Estado algún auxilio para poder continuar la labor cien- tífica que se ha propuesto realizar en la Zona de Protectorado Español en Marruecos, y que en contestación a dicha solicitud, ha sido concedida la cantidad de 17.450 pesetas, suma que se consi- dera suficiente para realizar tres expediciones durante el presente año económico y continuar publicando las Memorias referentes a las riquezas naturales del suelo marrroquí. Hace asimismo presen- te que, por acuerdo de la Junta directiva, se han confiado dichas expediciones a los Sres. Lozano Rey, Cabrera Latorre y Bolívar Pieltain. El Secretario da cuenta del estado de las publicaciones de la Sociedad, anunciando que en breve quedará subsanado el retraso que venía sufriendo el Boletín en su aparición, retraso debido en parte a la publicación del tomo del Cincuentenario. DE HISTORIA NATURAL 289 — El Sr. González Fragoso participa que, entre otras especies de hongos interesantes, ha encontrado, en los alrededores de la Es- tación Alpina de Biología del Guadarrama la Puccinia Chamcecy- parissi Trotter, sobre Santolina rosmarini folia, matriz nueva para dicha especie, que estaba citada de Cataluña sobre 5. Cha- mc&cvparissus, única matriz conocida de ella. —El Sr. Bolívar y Pieltain presentó una magnífica lámina de le- pidópteros perjudiciales a los pinares, publicada por el Laboratorio de la Fauna Forestal Española, bajo la dirección del actual Presi- dente de la Sociedad, D. Manuel Aulló, lámina destinada .princi- palmente a los guardas forestales y otras personas profanas en en- tomología. El Sr. Bolívar y Pieltain elogió con justicia este traba- jo de divulgación, realmente meritorio, tanto por su ejecución cuanto por su finalidad. Ei mismo señor lee la siguiente nota: «Después de varios años de incomunicación completa con los entomólogos rusos, hemos tenido noticias auténticas de algunos de ellos, gracias a las gestiones de B. Uvarov, entomólogo ruso que desde el año pasado trabaja en el Imperial Bureau of Entomology, de Londres. Por desgracia, estas primeras noticias se refieren casi exclusivamente a las bajas que el tifus y las privaciones prin- cipalmente han causado en las filas de aquellos laboriosos colegas. La Sociedad entomológica rusa, que sin duda era una de las más florecientes antes de la gran guerra, ha perdido más de 50 de sus miembros, entre ellos varios de extraordinario mérito, siendo los más conocidos que han fallecido N. v. Adelung, Ortopterólogo del Museo Zoológico de Petrogrado; S. Alferaki, Lepidopterólogo; V. Bianki, Ornitólogo y Entomólogo; E. Vassiljev, Profesor de Entomología aplicada; N. A. Zarudny, viajero y explorador céle- bre del Asia central y de Persia; N. Kurdiumov, una de las figu- ras más salientes de la Entomología agrícola en Rusia; V. Osha- nin, Hemipterólogo del Museo Zoológico de Petrogrado; T. Por- chinsky, Jefe del Departamento de Entomología del Ministerio de Agricultura; N. A. Cholodskovsky, Profesor de Entomología gene- ral; el Gran Duque N. M. Romanoff, Lepidopterólogo; I. Shevyrev, Jefe del Laboratorio de Entomología del Departamento Forestal. A pesar de estas pérdidas y de las circunstancias extraordinarias por que pasa desde hace tiempo la nación rusa, los entomólogos han seguido trabajando, y tienen ultimadas muchas memorias impor- 290 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA tantes, que, desgraciadamente, no han podido publicar. Sin embar- go, luchan con la falta de bibliografía entomológica, pues virtual- mente no han recibido ninguna publicación posterior a 1915, y han solicitado a sus colegas de todo el mundo el que les envíen sus tra- bajos publicados desde 1914, que contribuirán seguramente a hacer- les más llevadera su vida actual. Para recoger estos diversos tra- bajos, y hacerlos llegar al Secretario de la Sociedad Entomológica Rusa, Sr. G. Jacobson, se han formado ya en algunos países, y se van a formar en otros, Comités encargados de esta obra. Como creemos que los entomólogos de España han de acudir solícitos a este llamamiento, nos permitimos rogarles que los envíos de sus trabajos los dirijan al Laboratorio de Entomología del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, desde donde serán enviados a Ru- sia en el momento oportuno.» Al terminar la lectura de esta nota, el Presidente propone que el Sr. Bolívar y Pieltain represente a la Sociedad en el Comité español que se ha constituido, y encarece a los entomólogos espa- ñoles contribuyan a un fin tan laudable y generoso. Trabajos presentados.- El Sr. Bolívar y Pieltain presenta, en nombre del Sr. M. de la Escalera (D. M.), una nota sobre nue- vas especies de coleópteros de Canarias. — El Sr. Vidal y López comunica una nota sobre cicindélidos. — El Sr. Carandell envía una comunicación sobre tómbolos de las costas españolas. — Por último, el Sr. Castro Barea presenta una nota sobre los minerales bismutíferos de la provincia de Córdoba. Necrologías. — El Presidente da cuenta de haber fallecido nuestros consocios M. Edmond Perrier, D. Luis Simarro, don Eduardo Reyes y D. Emilio Ribera. Dedica un sentido elogio a su memoria, y propone conste en acta el sentimiento de la Sociedad por tan sensibles pérdidas, y así se acuerda. Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 29 de septiem- bre en el Laboratorio de Hidrobiología. Se dio cuenta de un telegrama del Ministro de Fomento en el que hace saber a la Sección los deseos también suyos de otorgar al Excmo. Sr. Conde de Montornés la recompensa que ha de pre- miar sus merecimientos, según el unánime sentir de Valencia. DE HISTORIA NATURAL 291 Fué presentado para nuevo socio por e! Sr. Pardo, D. Antonio Llombart Rodríguez, alumno de la Facultad de Medicina. El Sr. Trigo manifestó que pronto estará terminada la repro- ducción de Stegosaurus, que se destina al parque «Los Viveros», y que sucesivamente irán colocándose otras especies que, al mismo tiempo que ornamentarán aquellos jardines, contribuirán a difundir los conocimientos histórico-naturales. El Sr. Moroder participa a los reunidos que en una de sus re- colecciones de coleópteros efectuada en Alcira halló una variedad nueva para Europa, el Acal/es barbarus v. mauritanicus Sola- ri, que fué estudiado y comparado con la forma típica, procedente de Argelia, por M. J. Clermont. Trabajos presentados Sobre los minerales bismutíferos de la provincia de Córdoba. — Presencia de la "bismita,, por P. Castro Barea. I El examen de unos ejemplares donados recientemente por la empresa «Alcántara» a nuestro Museo Nacional de Ciencias Na- turales, procedentes de un nuevo yacimiento de minerales de bis- muto, nos hace redactar esta nota, apéndice al trabajo publicado por nuestro maestro el profesor Hernández-Pacheco (1). El nuevo yacimiento, explotado por la empresa donante de los ejemplares, es la mina San Jaime del término de Torrecampo. Está situado en la misma faja cámbrica que los de Conquista y Venta de Azuel, estudiados por el Sr. Pacheco, a una distancia del primero en dirección NW., aproximadamente igual a la que se- (1) «Las cuarcitas bismutíferas de Conquista (Córdoba)». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. T. V (1905), página 218. 292 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA para a los otros dos. Pertenece, por lo tanto, a la misma forma- ción geológica que ellos, lo que nos evita el tener que detenernos más en las condiciones del yacimiento, claramente fijadas en el trabajo referido. II Tres aspectos muy diferentes presentan las muestras estudia- das: 1.° El ejemplar ofrece un conjunto francamente metálico; más del 50 por 100 de su superficie está ocupada por granos de bismuto nativo, con su aspecto e irisaciones característicos. 2.° en un bloque a simple vista cuarzoso se destacan más o menos próximos los granos de bismuto, algunos con dimensiones de cinco milímetros; la mayor parte del ejemplar parece impregnada de una substancia de color verde claro, que casi siempre rodea a las par- tículas del mineral metálico. Esta es la misma facies de los ejem- plares de Venta de Azuel que se guardan en las colecciones del Museo. 3.° Sobre una masa gris de cuarcita se muestran con pro- fusión espacios impregnados por característica eritrina, mancha- dos en parte por un material negro, que, por su desarrollo peque- ño y superficial, no hemos podido hacer objeto de ningún ensayo; pero por su aspecto, color y estrecha relación con la eritrina su- ponemos sea la heubachita, ya citada en la provincia de Granada por los Sres. Calderón y Rivas Mateos (1). Únicamente con el auxilio de la lente es visible el bismuto nativo. El estudio micrográfico del ejemplar del primer tipo muestra estar constituido exclusivamente por granos irregulares de bismu- to metálico y cuarzo; los primeros moldean a estos últimos, infil- trándose además el bismuto por todos los espacios que dejan libres; las superficies de contacto aparecen perfectamente claras y limpias. La densidad de esta clase de ejemplares, determinada por el procedimiento del frasco, es de 4,89. El ácido clorhídrico actuan- do, incluso en caliente, sobre el mineral reducido a polvo, queda exento de bismuto. La sección delgada de la facies segunda presenta una estructu- (1) Calderón: Los Minerales de España, Madrid, 1910. T. I, pá- gina 374. Rivas Mateos: Boletín de la Real Sociedad Española de His- toria Natural. T. VI, pág. 557. DE HISTORIA NATURAL 293 ra granudocristalina muy parecida a la anterior; pero el bismuto metálico está sustituido por un material anisótropo amarillo verdo- so, entre cuya masa se encuentran de vez en cuando pequeños granos de bismuto. No hemos podido determinar el sistema crista- lino de esta substancia; sin embargo, nos atrevemos, por el con- junto de caracteres apreciados, a diagnosticarla como bismita (BPO3 ortorrómbico), que es, según Lacroi* (1), el derivado ordi- nario de la alteración del bismuto nativo, así como la bismutita (C03(BiO)Bi(OH)2, amorfo) lo es de la bismutina (S3BF). Algunas de estas masas de bismita presentan, sobre todo por los bordes, a la vez que pierden transparencia, un tono grisáceo, probablemente debido a un principio de carbonatación. Una muestra de este segundo tipo nos ha acusado una densi- dad de 4,4. En el tubo cerrado da un poco de agua, toma un color pardo-rojizo, que se aclara considerablemente si se deja enfriar; si, por el contrario, se sigue calentando, se funde en un líquido rojo, que, al enfriarse, se convierte en un esmalte amarillo. En el ácido clorhídrico se disuelve produciendo una ligera efervescencia y de- jando un residuo en el que se aprecian partículas metálicas; la disolución queda incolora. Por todos estos datos podemos afirmar que es bismita la subs- tancia amarillo verdosa que se aprecia en la preparación micros- cópica de la roca del segundo tipo por nosotros considerado, y que corresponde a la masa terrosa de un color verde claro que, a sim- ple vista, se aprecia en la superficie del ejemplar. En cuanto al tercer tipo de roca señalado, no lo hemos hecho objeto de ningún estudio especial, por considerar que su único interés es el de fijar los minerales de cobalto ya citados, que con tanta frecuencia se encuentran acompañando a los de bismuto. Posteriormente también ha enviado el Sr. Carandell tres troci- tos de mineral bismutífero procedentes de Torrecampo. Uno de ellos, de aspecto más terroso que los reseñados, tiene gran pare- cido con algunos de los que se guardan en las colecciones del Mu- seo procedentes de Conquista. (1) A. Lacroix: Minéralogie de la France et de ses Colonies. T. III, página 24. París, 1901. 294 BOLETÍN de la real sociedad española III De todo lo anteriormente expuesto se deducen las siguientes conclusiones, respecto a la naturaleza de los yacimientos bismutí- feros del NE. de la provincia de Córdoba: 1.° La mena originaria es un agregado granudo-cristalino de cuarzo y bismuto nativo. 2.° La mena más importante, por su abundancia, es la formada por el agregado anterior, en que el bismuto ha sido sustituido en su mayor parte por la bismita, mineral no señalado hasta ahora en la gea española, y que es el derivado normal de la alteración del bismuto nativo. 3.° La bismita presenta indicios de carbonatación en algunos ejemplares, fenómeno que probablemente adquiere mayor desarro- llo en los de aspecto más terroso, como indica la mayor eferves- cencia producida por la acción de los ácidos en ejemplares de este tipo de Conquista. Puede en estos casos considerarse mezclada con la bismita la bismutita, cuya presencia ya señaló el Sr. Her- nández Pacheco en el trabajo anteriormente referido. Notas sobre Cicindélidos (Col.) (1) V Algunas localidades y tres formas de Cicindela nuevas para Marruecos por Manuel Vidal y López. En nuestra excursión de quince meses por tierr.as del Mogreb, hemos observado algunas Cicindela, cuyas localidades vamos a re- señar, trazando al propio tiempo un esquema de nuestro viaje, casi infructuoso, por haber sido hecho sin medios y en muy especiales circunstancia?, a pesar de haber adelantado en bastantes kilóme- tros a los naturalistas españoles que nos precedieron en el Riff y (1) Véanse tomos XVI, pág. 517; XVIII, pág. 74; XIX, pág. 267; y XX, pág. 67. DE HISTORIA NATURAL 295 ser los primeros que visitamos las partes oriental y meridional de Yebala. A mediados de mayo de 1920, hallamos un nutrido bando de Cicindela maura L., en el arroyo por donde desagua el cuartel de Cabrerizas Altas (Melilla), que no pudimos estudiar, aunque sin duda contendrá varias formas (1). Nuestra marcha al campamento de Kaudussi y posición militar de Chamorra, frente al Monte Mauro, no tomado aún en aquella época, nos permitió conocer la llanada de Garet y cuencas del Kert y del Baás, junto al que recogimos algún molusco; y en la lla- mada «Fuente de Chamorra» vi una Cicindela {Chaetostyla) fie- .ruosa Fabr. (VI-1920), aunque sin capturarla, por lo que ignoro si se trataba de la forma típica o de la circumflexa de Dejean, cita- da de los más variados lugares del Imperio. Trasladados luego a Yebala, hicimos (5-XI-20) una interesante excursión de cuatro días, desde Dar Riffien a Rincón del Medik, Tetuán, Beni Madán, vadeando el río Emsá y bordeando el litoral por Dar Akallal, hasta la posición de Uad Lau (Rabila de Beni Said de Yebala), cuyo valle remontamos hasta el Zoko-es-Sebt, herborizando, y tomando parte, en la última decena de abril del año actual, en la expedición militar que, cruzando dicho valle del Lau, fué a dominar las vecinas fracciones de Gomara en sus posi- ciones de Rasseras, Targa y hermoso valle del Tikisár, junto a la desembocadura de cuyo río, y en su margen izquierda, hallé un ban- do de C. flexuosa Fabr-, en su forma típica que no había sido cita- da aún de Marruecos. Recogí algún otro insecto y vegetales (2) en aquella inexplorada región. En Xauen (VI-1921) hallamos en el «Campamento Bajo» otra agrupación de C. maura L., que además de la forma típica, pre- sentaba las Mülleri Beuth., punctigera Rraatz, y sicula Redt., estas dos últimas tampoco citadas, según parece, de Marruecos. En el camino Xauen-Tetuán (Xarka Seruda), hallé un ejemplar de esta misma especie, sin poder determinar la forma, y dos ejem- plares más de la sicula Redt., en Rariqueza (VII-1921), así como (1) Esta localidad pudiera ser la que Escalera cita en su catálogo «Melilla (Arias).» (2) Estos y los recogidos en Xauen forman una nota publicada en el número anterior de este Boletín, gracias a la bondad del ilustre bo- tánico D. Carlos Pau, que los clasificó, y a quien tuve el honor de salu- dar en Tetuán y acompañar en Ceuta. 296 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA en la playa de Dar Riffien, a la izquierda de la posición— vista des- de el mar — y en la desembocadura de un arroyo que salva la línea férrea Ceuta-Tetuán (V-21), localidad esta última, que, aunque inédita, fué hallada por Codina, mi compañero de excursión en Xauen, a quien debo el favor de algún material científico, gracias al cual pude traer algunos insectos de la Ciudad Misteriosa y otros de Hait-el-Gaba, cerca de Zoko-el-Arbaa, capturados duran- te el combate de 25 de junio contra los Beni-Aros. Desde Tetuán hice una pintoresca y bien accidentada excur- sión en motocicleta por el Fondak de Ain Yedida, hasta Alí-Judí, y en caballería después, hasta Zoko-el-Telata y Kobba-el-Gozár (territorio de Larache, cuenca del Jarrub), a cuya posición llega- mos cuando aún sonaban los cañones que la acababan de conquis- tar. Una infección intestinal con fiebre alta hizo apresurar mi re- greso a España, que otras circunstancias aceleraron, dejando sin cumplir mi deseo de recorrer otros lugares, que espero sean objeto de sucesivos viajes, si, como deseo, es el que nos ocupa prólogo de ellos. Especies nuevas de coleópteros de Tenerife Primera nota por Manuel M. de la Escalera. Calathus amplius sp. n. Long. 12-14 mm. Loe: Monte de los Silos, V-1921 . Muy próximo a C. depressus Brullé; pero mayor, más ancho y más paralelo, menos estrechado en la región anterior, con facies de Orthomus en este respecto, y aplanado en la zona dorsal; ne- gro mate en los élitros y en el protórax, con tinte rojizo en los bordes laterales y en los ángulos posteriores por transparencia, y con los palpos, antenas y patas de tono acaramelado obscuro o fe- rruginoso. Protórax más cortamente transverso que esa especie, estrecha- do uniformemente desde la base, donde tiene su mayor anchura, DE HISTORIA NATURAL 297 hasta el borde anterior; lados con un ancho reborde, grueso y no cortante, carácter éste bien apreciabie que le distancia de C. de- pressus, aparte la forma del órgano; borde posterior no cortado en recto, como en esa especie, sino ligeramente escotado, por lo que resultan sus ángulos más agudos (aunque poco) que en ella. Élitros estriados, con las interestrías anchas y planas, con siete a doce puntos pilígeros sobre la tercera, tres a seis sobre la quin- ta, dos a tres sobre la séptima, y 18 a 20 sobre la novena. Patas con los tarsos anteriores del macho bastante ensancha- dos; tibias intermedias con un mechoncülo de pelos cortos y dora- dos en su extremo final por la cara externa en los dos sexos. Cogido con mucha abundancia en el Monte de los Silos en mayo de 1921, sobre Buenavista, en el extremo NW. de Tenerife, donde vive en la región de los laureles en compañía de C. depressus, que es muy escaso allí, siendo abundantísimo, en cambio, el hasta aho- ra raro C. ciliatus y C. acuminatus que, a lo largo de la cumbre, al NE. del Teide, llegan hasta Punta Anaga con contados ejempla- res; nuestra especie parece localizada hasta ahora en el Monte de los Silos. Malthodes canariensis sp. n. (Fig. 1). Long. 3 mm. Loe: Tacoronte, IV- 1921. De coloración pardo-negruzca en los élitros, con el ápice ama- rillento sombrío, que se destaca poco; cabeza, protórax y patas negros, con los tarsos más claros. Cabeza poco transversa, pequeña, más estrecha que el protórax visible- mente, de ojos algo prominentes, con una fosa oblonga adyacente a su bor- de interno, en cuyo extremo delante- ro, junto a los ojos, se implantan las antenas; éstas, moderadas, pasando poco del medio de los élitros, apenas engrosadas en el ápice, con sus ar- tejos a partir del tercero, poco más de dos veces más largos que an- chos, cilindricos, y el segundo, ape- nas más corto que el tercero y poco engrosado en su fin. Fig. 1.— Malthodes canariensis sP. "• cA 298 boletín de la real sociedad española Protórax transverso, con la base arqueada, avanzando sobre el escudete y algo trapezoidal, de bordes laterales rectos, con los án- gulos posteriores muy obtusos y matados y con el borde anterior recto. Élitros de húmeros bastante avanzados y redondeados, dos ve- ces más largos que anchos tomados conjuntamente, redondeados por separado en el extremo; con las alas membranosas descubier- tas pasado éste, y cubriendo el abdomen hasta el pigidio; aquéllos con densa pubescencia pardoso-agrisada, sentada y corta; la man- cha amarilla del fin de los élitros, ocupando un quinto próximamen- te de su longitud. Patas largas, de tibias rectas y tarsos de cinco artejos norma- les en los anteriores, poco más largos que anchos; en los interme- dios 3? posteriores, con el primer artejo de los tarsos doble de largo que los dos siguientes reunidos; pigidio grande, con una franjita pubescente negra en su borde. Cephalogonia (Troglops) Mephistopheles sp. n. (Figs. 2 y3). Long. 3,5-4 mm. Loe: La Cuesta entre Santa Cruz de Tenerife y La Laguna. Cuerpo con la cabeza y protórax de color rojo-cereza, menos los ojos; los palpos y parte de las antenas, negros; élitros negro- azulados brillantes y desprovistos de pubescencia, como el protórax al parecer; pero con ella cortísi- ma y aislada, como puntitos bri- llantes con mucho aumento. Patas del color de los élitros, pero con pubescencia visible, sentada, cor- ta y aislada en los fémures y más densa en las tibias, de tono blan- quecino con reflejo entre argenta- do y dorado, y los tarsos negros. Cabeza transversa, pero me- nos que en la especie siguiente; de ojos grandes y prominentes, poco engarzados enlassienes,que están como descarnadas en su borde interno; occipucio trisinuado y truncado abruptamente sobre la frente, produciendo dos dientes bastante agudos con cerdillas doradas, abarcando la enorme de- Fig. 2.— Cephalogonia Mephistopheles sp. n. cf- DE HISTORIA NATURAL 299 presión frontal, ocupada, en su mayor parte, por un fuerte tubércu- lo de cúspide cerdoso-dorada también, pero sin la depresión pos- terior de C. cer asina Woll., que tiene también la frente trisinuada. Antenas muy largas, pero robustas, pasando del medio del cuerpo, con todos sus artejos, a partir del cuarto, bastante más de dos ve- ces más largos que anchos, y con el segundo, sólo algo menor que el tercero, muy aplastados los cuarto y quinto, sobre todo, y hasta el sexto inclusive, con las bases amarillasen todas sus caras, ysólo el ápice negro- azulado, como los siguien- tes lo son en totalidad y más cilindricos que los primeros. Protórax transverso, mu- cho más estrecho en la base recta que en el borde ante- rior, que está muy avanza- do en arco sobre la cabeza; de lados oblicuados hacia fuera hasta la mitad, y lue- go cerrados en curva, for- mandoángulos obtusos bien marcados las dos líneas; de pubescencia rojiza muy cor- ta y mucho menos aprecia- ble que la de la cabeza; con el disco jiboso y una depresión transversa basal en arco, que hace resaltar más la jibosidad discal. Élitros largos, poco ensanchados en el tercio final, ligeramente deprimidos en el tercio anterior y con callosidades poco marcadas; con pubescencia finísima y corta de cerditas casi invisibles, sen- tadas, blancas, por lo que resulta la superficie al parecer, desnuda, sin fuerte aumento. Patas muy largas y bastante robustas, de tibias rectas en los dos sexos, y de tarsos de cuatro artejos en las anteriores del ma- cho, y de cinco normales en todas las patas de la hembra. Aparece esta especie con algunos días de antelación a la si- guiente y en la misma localidad, y sobre Euphorbia batsamifera, exclusivamente; primero, sobre las flores, y luego, bajo las hojas y chupando el lácten del tallo. Fig. 5.— Cepha!ogonia Mephistopheles sp. n. ?. 300 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Se diferencia de C. cer asina Woll., por tener sus artejos an- tenares comprimidos, protórax más cortp y transverso, élitros algo ensanchados en el tercio final y falta de excavación occipital. Cephalogonía (Troglops) Satanás sp. n. (Figs. 4 y 5). Long. 3,5-4 mm. Loe: La Cuesta. Muy próxima a C. Mephistopheles Esc. y a C. cer asina Woll., cuyo sistema de coloración copia, y conviviendo con la primera sobre Euphorbia balsamifera, y exclusivamente en esa localidad, fuera de la cual, ni sobre esa planta ni sobre Physa- lidis aristata , donde, al decir de Wollaston, vive su C. cerasina en el Puerto de la Orotava y Realejo, haya yo podido encontrarla. Tiene la una, como las otras dos especies, la ca- beza y el protórax de color rojo-cereza, los élitros y las patas de un negro-azulado brillante, aquéllos, al pare- cer, desnudos, y éstas, con pubescencia corta y rala, algo más densa en el fin de sus tibias en su cara inter- na y de color blanquecino. En C. Sa/anas la cabe- za tiene la frente con una enorme depresión cóncava y una foseta aun más hundida sobre el labro y sin rastro ninguno de tubérculo; el occipucio, escotado en el medio en el macho en V abierta y bruscamente truncado, pero sin arista cortante en su unión con la frente, prolongado lateralmente como en dos bastones gruesos oblicuados casi en recto hacia fuera, con los ojos engastados en ellos y finamente sedoso sobre la arista roma que termina en punta aguda por delante de los mismos, mirada la cabeza perpendicular- mente de modo que no se vea la frente, mientras que en C. Mephis- topheles la cabeza, menos ancha en el macho, tiene la depresión frontal menos profunda, y por detrás de la fosita del labro un fuerte Fig 4.— Cephalogonía Satanás sp. n. cf. DE HISTORIA NATURAL 301 tubérculo pilígero que ocupa casi toda la depresión frontal y con el occipucio, en su unión con la frente, trisinuado y muy avanzado sobre ella en los cuernecitos pilígeros hasta la altura del tubérculo frontal; con los ojos más libres y prominentes; en las hembras res- pectivas, la de C. Mephistopheles tiene la depresión frontal inicia- da antes que en C. Satanás, cuya frente resulta más cóncava. Las antenas del macho de C. Satanás son más finas, con los primeros artejos obscuros en su cara superior, con el segundo mitad más corto que el tercero, y los cuarto y quinto, cónico-alargados y no aplastados, mientras que en C. Mephistopheles los primeros artejos, hasta el sexto, son totalmente amarillos en su base en to- das sus caras, y sólo tienen obscurecido el ápice, con el segundo artejo solo algo más corto que el tercero y los cuarto y quinto, sobre todo, aplastados y más an- chos en su fin, y todos ellos comprimidos ligeramente. El protórax de C. Satanás, proporcionalmente más largo y no tan ensanchado ni tan bruscamente en el medio de sus lados, mien- tras que en C. Mephistopheles es más cortamente transverso y brusca y angulosamente más ancho en el medio de sus lados. Los tarsos anteriores de los machos'en las dos especies compa- radas son de cinco artejos realmente; pero con el segundo y ter- cero tan íntimamente soldados y confundidos, que, sin error, puede decirse que sus tarsos son de cuatro artejos. C. Satanás aparece sobre Euphorbia balsamifera algunos días más tarde que C. Mephistopheles en fin de enero, durando hasta bien entrado abril, ya pasada la floración, mientras que C- Mephistopheles, de la que encontré en cópula machos y hembras en primeros de enero, se extinguió en fin de febrero, no quedando sobre la planta sino multitud de C. Satanás, ya no sobre la flor, sino al largo del tallo y bajo las hojas en pies no florecidos, chu- Tomo xxi.— Octubre, 1921. 23 Fig. 5.—Cephalogonia Satanás sp. n. $• 302 boletín de la real sociedad española pando el Jacten; en los últimos días de abril ya no se encontraban sino algunas hembras únicamente, cuyos machos habían desapare- cido a mediados del mes. Viven las dos especies en el fondo del barranco, e inmediata- mente por debajo de la última presa encajonada entre taludes casi verticales de más de 60 m., cuya bajada, algo expuesta, se hace por detrás de los talleres del tranvía de La Cuesta, enfrente de la carretera de Güimar. Attalus chamaeleon sp. n. (Fig. 6). Long. 2,5-3,5 mm. Loe: Cumbre del Monte de Aguirre, IV-V de 1921; dos machos y una hembra. Cabeza en su totalidad, protórax en su mayor parte, primeros artejos antenares, patas delanteras e intermedias en parte, y todos los tarsos, menos el quinto artejo, de color rojo-ladri- llo; los ojos, dos manchitas lineales muy reducidas en el disco del protórax, éli- tros totalmente, cara dorsal de los fémures anteriores e intermedios y sus tibias ge- neralmente, como la totali- dad de las patas posterio- res, menos sus tarsos co- rrespondientes y el último de ellos en todos, de color negro; los élitros, obscuros, con brillo metálico, tirando a cobrizo, sin que pueda decirse que sean cobrizos realmente. Cabeza bastante trans- versa, con los ojos modera- damente grandes y salientes y frente deprimida; clara y distinta- mente punteada, con los puntos aislados y no profundos, pero muy visibles aun con poco aumento. Antenas más largas que el protó- rax, apenas engrosadas en su fin, con el segundo artejo mitad me- nor que el tercero, y éste, como los siguientes, menos de dos veces Fig. 6.- Attalus chamaeleon sp. n. d • DE HISTORIA NATURAL 305 más largos que anchos, poco cilindricos, triangulares o subcóni- cos, según se les mire. Protórax nada transverso en el macho y apenas en la hembra, notablemente más estrecho en la base recta que en el borde ante- rior, poco redondeado ni avanzado sobre la cabeza; de lados gra- dualmente ensanchados, desde la base hasta los dos tercios, donde tienen su mayor anchura, y de ahí en curva más acentuada, cerrán- dose para unirse con el borde anterior sin formar ángulo, al paso que los posteriores son bien marcados, ligeramente obtusos, aun- que algo redondeados y con pequeño reborde levantado; con pun- tuación ligera y dispersa sobre el disco, evidentemente menor y menos marcada que la de la cabeza; en la hembra, el órgano es más transverso y redondeado en sus lados, pero con las mismas propor- ciones en su forma general. Élitros bastante alargados, con brillo charolado, poco ensan- chados en su último tercio, sin callosidades acusadas, pero con una depresión transversa en el cuarto anterior, que rehunde la sutura en este punto, como en algunos Troglops, aunque menos marcada; de superficie lisa al parecer, aunque con puntuación algo rugosa; a primera vista desnudo, de pubescencia sentada, pero con bas- tante aumento, se notan cerditas blancas, cortas y aisladas, como puntitos dispersos, y con escasísimas cerdillas mayores y erectas en el disco y bordes. Patas finas y moderadamente largas, con pubescencia corta y dorada, más apreciable en el fin de las tibias intermedias; tibias anteriores e intermedias rectas en el macho, y ligeramente encor- vadas hacia arriba y en su extremo las segundas en la hembra; las posteriores encorvadas hacia dentro en los dos sexos. Tarsos an- teriores del macho con el segundo artejo largo, en forma de es- pátula sobre el tercero, y en la hembra, todos los artejos son nor- males. Attalus chamaeleon Esc, var. nigra nov. Loe: Monte de Aguirre, IV-1921. Con este nombre designo la variedad melánica de la hembra, en la que la cabeza es completamente cobriza y el protórax igual- mente, teniendo tan sólo los ángulos posteriores rojos; las tibias anteriores e intermedias teñidas de rojo^omo en el tipo, así como los tarsos. 304 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Attalus subaenescens sp. n. (Figs. 7 y 8). Long. 2,75-3 mm. Loe: Cumbre de Buf adero, entre las Mercedes y Taganana, V-1921. Cabeza y élitros cobrizos, así como una mancha discal en el protórax, que, generalmente, lo ocupa todo menos una franja es- trecha linear en su borde ante- rior, que se corre por los latera- les para unirse a la de los ángulos posteriores, teñida la franja y és- tos de amarillo anaranjado, como el labro y mandíbulas; con la mis- ma coloración anaranjada los pri- meros artejos antenales o sólo en sus bases, como las patas en su mayor parte; los últimos artejos de las antenas, obscurecidos, como los bordes superiores de los fémures y el último artejo de los tarsos. La cabeza poco transversa, en absoluto sin pubescencia, de ojos moderados bastante salientes; frente plana, ligeramente impre- sionada en el occipucio alguna vez, y toda ella con puntuación menuda y aislada; las antenas, algo más largas que el protórax en el macho, y tan largas como él en la hembra, apenas engrosadas en su fin, y con todos los arte- jos más largos que anchos, menos de dos veces, y a partir del ter- cero, algo aplastados hasta el sexto y más triangulares que los restantes, que resultan más cilindricos, habiendo poca diferencia entre ellos realmente. Protórax poco transverso, muy redondeado de lados y borde anterior, siendo el posterior más recto; aparentemente desnudo, pero con algunos pelitos grises y cortos revueltos. Eiitros en óvalo alargado, más anchos, pero no exageradamen- te, en el tercio posterior que en la base, sin callosidad apreciable; su superficie finamente cunteada, casi lisa, visiblemente menos Fie 7.— Attalus subaenescens sp. n. cf • 2 J>l U%Z impresa que la de la cafxeza y del protórax, que, sin embargo, no es fuerte; con pubescencia gris, larga y revuelta, muy clareada, DE HISTORIA NATURAL 305 entre la que salen algunas cerditas obscuras y erectas, más visi- bles en los lados, naciendo del fondo liso, sin rastro de tubérculos ni granulos. Patas moderadas, de tibias rectas en el macho, con un vello dorado muy corto y senta- do en la cara superior e interna de los fémures y de las tibias, y apenas más apreciable en el fin de és- tas. Primer artejo de los tarsos anteriores en el ma- cho muy corto, casi confun- dido con el segundo, muy prolongado, en espátula pectinada en sus bordes, y cubriendo casi totalmen- te al tercero, también lar- go, pero normal; el cuarto, corto, y el quinto, grueso y largo, negro como las uñas, los primeros siempre más claros. Encontrada esta especie FlG> s.-Attalus subaenescens sp. n. ?. muy localizada en la cum- bre del Barranco Bufadero, en una veintena de ejemplares, sobre una pequeña compuesta a ras de tierra. Attalus pallidior sp. n. (Fig. 9). Long. 2,5 mm. Loe: parte baja del Monte de Aguirre en el Barranco de Taodio. V-1921. Coloración de la cabeza, menos el labro y los primeros artejos antenares, mancha discal del protórax y sutural de los élitros inva- diendo los húmeros, cobriza; labro y mandíbulas, los cuatro o cin- co primeros artejos antenares, borde del protórax, resto de los élitros fuera de la mancha obscura en triángulo isósceles alargado de bordes difusos, que termina pasada la mitad de ellos, las patas y los tarsos, de tono amarillo anaranjado, o mejor pajizo. Por su coloración recuerda al A. anlhicoides Woll., de Lanza- rote y Fuerteventura, a cuyo grupo pertenece. 306 BOLETÍN de la real sociedad española Cabeza poco transversa y de ojos poco prominentes; frente plana, apenas abombada, y sin depresión ninguna, finamente pun- teada y al parecer desnuda de pubescencia. Antenas apenas en- grosadas en el ápice, con todos sus primeros artejos poco más largos que anchos, subcónicos y nada aplastados, con el segundo poco menor que el tercero, y ape- nas más finos ambos que los si guientes de su misma longitud, con sólo los sexto y séptimo algo más largos. Protórax algo transverso, re- dondeado en los lados, con la base y el borde anterior más rectos, y sin ángulos anteriores ni poste- riores, por tener los lados muy curvos; finamente punteado y des- nudo al parecer. Élitros oblongo-alargados, poco ensanchados desde el tercio anterior, y claramente menos que en las restantes especies de Te- nerife; ligerísimamente punteado y con doble pubescencia, una sentada, corta y revuelta, blanquecina, y entre ella cerditas más largas, lineares y dispersas, erectas y obscuras. Patas rectas, con las tibias y tarsos con pubescencia corta do- rada, y sólo en las tibias posteriores del macho muy ligeramente encorvadas hacia adentro; tarsos de cinco artejos sencillos, inclu- so los anteriores en el macho, sin ninguna modificación. Fig. Q.—Aítalus pallidior sp. n. cT« Attalus euphorbiae sp. n. (Figs. 10 y 11). Long. 2-3,5 mm. Loe: Barranco de Taodio. Cuerpo corto, bastante ensanchado en el tercio final de los élitros y de coloración abigarrada, con la cabeza negra, excepto las mandíbulas, con los últimos artejos antenares casi siempre, como el último artejo de los tarsos y una mancha protorácica más o menos extendida, obscuros; esta mancha, desde el borde ante- rior, avanza por el disco en su centro, y es de bordes difusos, que, a veces, sólo deja libres una estrecha faja basal y laterales claras; otras veces se amengua, quedando reducida en el tercio anterior DE HISTORIA NATURAL 307 del órgano a una manchita cuadrangular, que ocupa sólo el cuarto o quinto de la superficie total, y que, en raros casos, aun se divide longitudinalmente, quedando dos manchitas obscuras oblongas con el resto del protórax rojo-anaranjado, como las patas y antenas, con excepción de los últimos artejos, obscurecidos casi siempre; los ojos, en algunas hembras, también anaranjados; los élitros co- brizos, velados por una pubescencia corta, gris-pruinosa y largas Fig. 10— Atlalus euphorbiae sp. n. rj' ■ Fig. M.-Attalus euphorbiae sp. n. $. cerditas negras erizadas en los bordes y tercio final, nacidas éstas de unos granulos o tuberculillos menudos irregularmente dispues- tos en esas zonas. Cabeza poco transversa y de ojos bastante prominentes; ante- nas más bien cortas y robustas, con los artejos en el macho, a par- tir del cuarto, nada, apenas o poco más largos que anchos, y en la hembra, con todos ellos más finos, sobre todo en el final, pero guardando las mismas proporciones, aproximadamente. . Protórax transverso, y más en la hembra, con el borde anterior y laterales bastante redondeados, de ángulos anteriores nulos y con los posteriores muy obtusos y redondeados, generalmente con una muy corta y ligera impresión longitudinal o trazo poco hundi- do en el medio de la base. Élitros un tercio más largos que anchos, tomados conjuntamen- te, muy ensanchados a partir de un cuarto de la base, con su ma- yor anchura después del medio en el tercio final, con las espaldas 508 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA rectas y matadas y callo humeral bastante pronunciado, a veces con tres pliegues longitudinales cada uno, que determinan costi- llas otras y más frecuentemente sin ellas, con la superficie unida, aparte los tuberculillos, de donde nacen las cerdas rígidas, carác- ter que la acerca a A. tuberculatus Woll. más que a otra especie. Patas largas, muy fuertes y robustas, sobre todo en el macho, que tiene todas sus tibias muy encorvadas hacia adentro, y más las anteriores e intermedias; tarsos anteriores del macho de cinco artejos, con el segundo en forma de espátula pectinada, cubriendo el tercero de forma semejante a A. pellucídus, riifícollis y sub- aenescens. Vive la especie exclusivamente sobre las flores de Euphorbia canariensis durante el mes de mayo en el barranco de Taodio, donde parece localizada, aunque bastante abundante durante la floración de esa especie botánica, y pertenece al grupo de A. tuber- culatus Woll., que se encuentra sobre E. balsamifera en el mes de abril en toda la parte norte de la isla en área más extendida. Attalus tuberculatus Woll., var. pallidipes nov. Long. 3mm. Loe: Monte de los Silos. V-1921. Con este nombre designo la variedad de la especie en que las patas, en vez de ser negras, como en el tipo que se encuentra en Bajamar, La Orotava y Monte de los Silos, en esta última locali- dad presenta en una hembra las tibias y tarsos amarillos en todos los pares y una estrecha faja basal protorácica del mismo color, que une las manchitas de los ángulos posteriores. Es muy curiosa esta variedad, que recuerda remotamente a mi Attalus euphorbiae, especie muy distinta por la coloración naran- ja de sus patas, tibias exageradamente encorvadas hacia adentro y demás caracteres, pero que demuestra la comunidad y origen de ambas especies, que tienen tuberculillos vellosos en los élitros y- pubescencia bicolor, una pequeña sentada gris y revuelta y la obs- cura y dispersa de las cerdillas erectas. Sitaris Solieri Pech., var. Cabrerai nov. Long. 12-14 mm. Loe: Arico, Los Barranquitos (A. Cabrera), 6-XI-1911. Mi colección. 1 tf. V. Gallardina (A. Cabrera), 10-XI-1899. Museo de Madrid. 1 ?. DE HISTORIA NATURAL 309 Ejemplar o nacido en Madrid en X-1921 de una pseudopupa (figura 12) hallada en nido de Anthophora Allaudi Per. en Baja- mar (Escalera), IV- 1921. Museo de Madrid. Coloración negra, excepto en la base de los élitros, hasta su estrechamiento; anillos abdominales por completo, excepto el pigi- dio en el macho, y extremo borde de su penúltimo, amarillos de huevo: tibias anteriores e intermedias en el medio, como el primer artejo de sus tarsos, amarillo rufescente, y los restantes, así como las tibias posteriores y sus tarsos, obscurecidos, casi negros. Cabeza triangular truncada y redondeada en el occipucio, con escultura de fosillas profundas y contiguas, reticulada en el vérti- ce, donde es más profunda y mayor que en la frente y labro, don- Fig. 12.— Pseudopupa¡de Sitaris Solieri var. Cabrerai nov.; A, cara dorsal; B, cara ventral. de es chagrinada; sin pubescencia, más que la erizada pardusco- obscura por bajo de las sienes y parte rebatida del occipucio en su unión con el protórax. Antenas, llegando en el macho hasta el fin de los élitros, con sus artejos, a partir del tercero, tres veces, cuando menos, más largos que anchos, muy ligeramente comprimidos, pero poco triangulares, subcónicos; en la hembra, notablemente más cortas, depasando poco el callo humeral sin llegar al fin de la mancha amarilla, con sus artejos, a partir del tercero, dos veces más largos que anchos, y a partir del cuarto, algo comprimidos y ensanchados en el ápice, resultando mirados por su cara plana algo triangulares y cortados 310 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA en bisel hacia afuera en el fin de todos ellos, y por ello ligeramen- te aserrada la antena, o mejor dicho, con tendencia a ello. Protórax corto, pero no transverso, bisinuoso en sus lados, con la base recta y con reborde levantado, con su mayor anchura pa- sada la primera mitad de los lados, y de ahí redondeados fuerte- mente, para formar el borde anterior sin angulosidad ninguna; los ángulos posteriores, sumamente obtusos e inapreciables, y disco a un lado y a otro de la línea media, algo deprimidos en su mitad anterior, con dos callosidades laterales cerca del margen ahí, y con otras dos menores más cerca de la línea media, en la mitad poste- rior del órgano, que determinan un surco profundo, que viene a morir en el medio de la base; la superficie, fuera de las callosida- des, más o menos lisa, es contigua y fuertemente punteada, cha- grinada, pero menos intensamente que en el vértice de la cabeza. El escudete grande, triangular, fino y contiguamente punteado. Élitros liriformes, desnudos, rebordeados, con puntuación me- nuda, más espaciada en la base y sobre las callosidades humerales que en su terminación, donde aparece más densa y chagrinada. Piezas pectorales brillantes, con puntuación menuda y clarea- da, o al menos poco contigua, con pubescencia rala y corta, par- dusca y erizada; el abdomen, con brillo acaramelado, y sus cerdi- llas cortas dispersas doradas o rubias; pubescencia de los fémures poco densa y pardo-rojiza; la de las tibias corta, sentada y dorada, más espesa; los tarsos de cinco artejos, largos y comprimidos late- ralmente, y sus uñas, bífidas. Se diferencia del tipo esta variedad geográfica por sus élitros desnudos, que en el tipo tienen pubes- cencia dorada o amarillenta, y en el que los tarsos tienen los tres primeros artejos amarillos, mientras que en la variedad es sólo el primero de este tono; en el tipo, los élitros son bastante más es- trechos que en la variedad en la parte menos ancha de los mismos, siendo, en general, el tipo más albino. Dedico esta variedad a mi excelente amigo el Dr. Anatael Ca- brera, celoso investigador entomológico de Canarias, el cual me ha cedido generosamente el único ejemplar tf que conservaba de esta especie, a pesar de haber hecho donación anteriormente de una hembra a nuestro Museo Nacional; sobre ambos ejemplares se ha hecho la descripción de este insecto, que, con Stenoria cana- riensis Pie, deGüimar, y los Meloe tuccius, M. rugosas y M. mu- rinus, son las únicas especies de Meloideos conocidos de Tenerife. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. - Lám. XVII. Fíg. 1.a— El Peñón de Gibraltar desde la zona neutral. Fig. 2.R— Tombolo de San Martín de Ampurias. DE HISTORIA NATURAL 311 Procesos constructivos en algunos puntos del litoral español (tombolos) por J. Carandell. (Lámina XVII.) Del incesante juego de las dos grandes categorías de fuerzas cósmicas, internas y externas, que actúan en el modelado terrestre no se libra la configuración de las costas, a tal punto, que el esta- do de conservación, es decir, la fase, la edad en la «vida» de los litorales es una variable, a veces reversible, en función de los mo- vimientos orogénicos y epirogénicos y la actividad oceánica en sus manifestaciones de oleaje y corrientes marinas. La diversidad de modalidades morfológicas que ofrecen los litorales y la consiguiente explicación de sus causas entra en la categoría de los axiomas geográficos. Para nadie es un secreto el porqué la costa cantábrica es escarpada, recortada en rías la ga- llega, baja la portuguesa, abrupta la del Algarve, baja y arenosa otra vez la bética, y alternativamente abrupta y playa la de los célebres óvalos mediterráneos. Todo ello es contragolpe de la morfología interna de la pe- nínsula. Pues bien. Aplicando el criterio de la penillanura, expresión del equilibrio entre las fuerzas terrestres internas y las externas, estado de «vejez» al cual llegan los relieves terrestres cuando aquéllas han dejado paso a la actividad de éstas (erosión general), se comprende que todo cabo, todo acantilado sometido al embate de las olas retrocederá tierra adentro, en tanto que las depresio- nes procedentes del interior tenderán a avanzar, no sólo en virtud de los aportes fluviales, sino también porque el oleaje amortigua- do y las corrientes, allí algo distanciadas, acumulan los detritus que estos mismos movimientos del mar arrancan a aquellas por- ciones salientes. Échase de ver que si imaginamos un islote rompiendo la suavi- dad de la plataforma costera de una bahía y próximo a la playa, ésta, en continuada formación y avance ininterrumpido, encontra- rá en aquél un punto de apoyo, por cuanto constituirá más o menos pronto dique a los arrastres marinos y parapeto al oleaje. 312 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA De aquí el porvenir del islote, pues acabará por quedar solda- do a la playa de una manera «postiza» y se acelerará así el proce- so de regularización, es decir, de envejecimiento del perfil costero. Este proceso geodinámico no es más que uno de tantos detalles dentro de la gran obra que la erosión lleva a cabo universalmente, ya que no otra cosa es la presencia de tombolos en las costas que evolucionan a la madurez en su perfil y en su relieve. La interesante noticia que mi amigo Sr. Cendrero dio en el tomo extraordinario publicado con motivo de celebrar el 50.° ani- versario de la fundación de esta Sociedad este año, acerca del curioso hecho geográfico tan frecuente en la costa cantábrica y con manifestaciones tan elegantes como la que ofrece el tombolo de San Sebastián, me anima a dar aquí brevísima referencia de los que he tenido ocasión de conocer en el litoral mediterráneo y parte del atlántico. *** En todos los modernos tratados de geografía física se cita la antigua isla calpense «soldada al continente», según la expre- sión del ilustre Davis (land-tied islands), que hoy conocemos con el nombre de Peñón de Gibraltar. Por tanto, no constituye en modo alguno un descubrimiento el citar aquí como tombolo aquel tan conocido promontorio, cuyo «istmo» o anastomosis con las estribaciones de la Penibética, o más concretamente con el sec- tor nordoriental de la bahía de Algeciras, es la zona neutral com- prendida entre La Línea de la Concepción y el Peñón mismo, unión que hacen más o menos incompleta las marismas que allí existen aún(lám. XVII, fig. 1.a). La desembocadura próxima más importante es la del río Gua- diaro. Haug y otros autores citan como tombolo el de Cádiz; creemos que merece aplicarse el concepto, no solamente al promontorio donde se asienta la hermosa capital andaluza, sino a la isla de León por entero, en la cual radican Cádiz y la ciudad de San Fernando; la lengua de acarreos que la unen al continente está salpicada por los miles de salinas, que constituyen una importante DE HISTORIA NATURAL 315 fuente de riqueza de San Fernando, Puerto Real, Chiclana y Puerto de Santa María. Por cierto que entre San Fernando y Cádiz, gracias a las di- ferencias de hora y nivel que a las mareas impone la configuración de la costa, libre por el SW. y cerrada en la bahía gaditana por el NE., existe un antiguo y notable molino movido por la fuerza del mar. Los ríos próximos al tombolo gaditano son el Guadalete y el de San Pedro, aparte del Salado, de menor importancia. Todos ellos desembocan en la bahía. Descritos los tombolos de Gibraltar y Cádiz, pasemos a enu- merar los tombolos de Montjuich, Montgrí, País y Ampurias, todos Fig< 1.a— Evolución del tombolo de Montjuich (Barcelona). 1, Montjuich.— 2, RíoBesós.-3, Río Llobregat.— 4, Llano de Barcelona.— 5, Llano del Llobregat.— 6, Sierra del Tibidabo. La perspectiva, cuyo eje visual está dirigido hacia el SSE., cubre una superficie aproximada de 100 Km2. en el Mediterráneo, no sin haber insistido en que, para el de la isla de León, se trata, a nuestro juicio, de tres tombolos en rosa- rio: el de San Fernando, el de la propia ciudad de Cádiz y el de la isla de San Sebastián. De Cartagena, Cullera y Cabo Oropesa carecemos de elemen- tos de juicio suficientes para poder hacer otra cosa que tener el atrevimiento de indicarlos como posibles tombolos. Tombolo de Montjuich (fig. 1.a). — Entre la alineación arcaica 514 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA del Tibidabo y San Pedro Mártir (segmento de la cadena litoral catalana) y el mogote terciario de Montjuich existe la depresión costera ocupada por diversas barriadas de la populosa urbe bar- celonesa, la cual depresión se extiende hacia el E. hasta más allá de la desembocadura del Besos, y hacia el SW. rebasa la del Llo- bregat. Fijándose bien, advertiremos allí quizás un tombolo ya muy viejo, pues bajo el escarpe del Morrot, que antes atacaban las olas del mar, pasan hoy una carretera y un ferrocarril, existe la barriada de Casa Antúnez con varios centros metalúrgicos y asti- lleros, el paseo nfarítimo en construcción, etc. Tombolo de Montgrí (Wq. 2.a).— La célebre costa brava am- purdanesa, tan amenamente vulgarizada por el colega Sr. Cazu- rro, con ocasión de tomar parte activísima en las excavaciones emporitanas, está constituida, en uno de sus trayectos más pinto- rescos, por los escarpes con que se hunde bajo las aguas agitadas por la tramontana el ingente macizo cretácico de Montgrí, entre las cuencas inferiores del Ter y del Fluviá, y circundado por los pueblos de Ullá, Torroella, Estartit, La Escala, Albóns y Bellcai- re, pueblos estos dos últimos edificados sobre sendos minúsculos tombolos. Como en el caso del Montjuich barcelonés, estamos frente a un tombolo de origen predominantemente fluvial, y más patente aún, pues existe una depresión entre el Montgrí y las colinas eoce- nas de Ventalló, Sans, Pins, Jafre y Verges, cuyo dominio hidro- gráfico han venido disputándose el Fluviá y el Ter, cuando ha poco aún la relativa madurez de este último permitía remontar su curso a las embarcaciones hasta Torroella mismo, separada hoy de la playa de País y Estartit (desembocadura) por un trecho de seis kilómetros. Todavía existen fondos cenagosos en Bellcaire, apro- vechados racionalmente para el cultivo del arroz, y una acequia derivada del Ter en Verges, que muere junto al Fluviá, en La Es- cala, y conocida por Ter Viejo (Ter Vell). A propósito de estos escarceos paleogeográficos, permítaseme indicar, a reserva de ocuparnos con más extensión algún día, algo de la evolución postpliocena y actual de los ríos Ter y Fluviá, en cuyos cursos se advierten: 1.°, potentes conglomerados cuaterna- rios situados en los puntos en que cortan el antiguo litoral ampur- danés (ejemplo: San Miguel de Fluviá); 2.°, un encajamiento pro- fundo de sus cauces finales cuaternarios, divagantes, entre las DE HISTORIA* NATURAL 315 . *n ■*■• = Cu iS *- ^- °- (y ^ f-" «5 í-^ „ CU — t- T I I a • 00 V "3 3 CO > s¿ 'cu ■cu _ £ co k- o . o «5 ¿¡ O .« n a ■:S o — > fc. I 2 - <» o c 5 32EJ - i 4) • CO CO n ir, o o •c H 5 .5 «5 E ■= = °Í H - < i oí- !<£-■§ E"3 E ¡s¡ o o \n cu CS ■a. es E 'x o w O. , es 4J <" > .ü ü "- ■U O) a. 3 en s°'s ^_¡ Oí ce •° °: '. « 5 io ¡i -w 'O i *J 55 o • « ¡= 3 CO 3 CC >o .Id wps-S - * "O 2 T o¡ o o '. . «- •" en o "o E » ¿O^ = eí . 2 l Tí l = -S - S "C tu CC ce CJ co n - c * « -<=> CO 'CC r, ■*-* _ CU O -o — NO CC . — — ¿roo :-!*: o >o co CC B cu - o g E^ . ce O CS T £ = « •p O eo E J «3 .x es CB ' CU (O 13 E o ■8.2 1 cu 00 "2 — fi 1 (U '. "V C 01 'CS c 13 o »- c ■ = su 2 <» Z 5 a¡ <" ♦• 8 4) O. 2 •3 CO *- CS cu o - ce do 316 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA ingeptes angosturas de San Jordí a Verges, el Ter, y desde Vilert a Vilarrobau, el Fluviá; 5.°, perfiles horizontales rectilíneos, es decir, recién adquiridos, entre las mencionadas desembocaduras cuaternarias y las actuales en Estartit y San Pedro Pescador, res- pectivamente, testigos de lo recientes que son las planicies coste- ras ganadas al mar de Torroella-Pals y del alto Ampurdán. En resumen: con ocasión del tombolo de Montgrí hemos creído demostrar la madurez incipiente del litoral comprendido entre el Cabo Norfeu y los acantilados de Bagur. Por análogo razonamiento, que no hacemos por carecer de los datos de visu necesarios, cabría demostrar la madurez casi reba- sada de la costa barcelonesa. Tombolos del Pi de la Fonollera (Cypsela), Pinell, Mas Caries, etc.— Minúsculos, y, desde luego, totalmente englobados en la depresión colmada por los aluviones del río Daró, el dominio de la cual está repartido principalmente entre los términos muni- Fig. 3.a— Tombolos de Ampurias (plano). 1, San Martín de Ampurias.— 2, Muscleres grosses.-3, El Puerto pequeño (Portitxol). 4, La Escala. -5, Río Ter Vell. cipales de Torroella, Gualta y País, existen los mogotes tercia- rios y aun silúricos (?) enumerados, antes bañados por el mar y separados hoy unos cinco kilómetros como máximo y uno como mínimo de la playa de País. Acaso fuese un tombolo también el montículo en que se asien- ta «La Vila», de País. Tombolos de Ampurias (fig. 5.a).— Cerramos este artículo consignando el tombolo más Instructivo (por lo diminuto) y tan clásico (si se me permite abusar de este adjetivo) como el célebre de San Sebastián, el tombolo de la antiquísima Emporion. DE HISTORIA NATURAL 317 La colonia griega famosa, de cuya civilización e historia son mudos y elocuentes testigos los elementos arquitectónicos, fune- rarios y artísticos que las excavaciones permiten apreciar, se levantaba entre el montículo donde hoy se asienta la aldea de San Martín de Ampurias (lám. XVII, fig. 2.a) y la villa de La Escala. Aparte de que este mogote constituye también un tombolo, nos referimos más concretamente al que reproducimos en el número 2 de la figura 5.a, unido con la playa del golfo de Rosas por elegante trabécula de arenas depositadas por la tramontana (como se sabe, es aquélla una costa clásica también por las dunas) y por los apor- tes del Fluviá y del Ter Vell. *** fíesumen.— Haciendo hincapié en los conceptos biológicos de juventud, madurez y senilidad, que Davis con tan elegante sa- gacidad creó para los hechos geográficos y que aceptan todos los fisiógrafos, aplicados a los tombolos descritos, clasificaremos como: Jóvenes, los de Cádiz, Gibraltar y Ampurias. Maduros, los de San Martín de Ampurias, Montgrí y Mont- juich por este orden expreso. Seniles o rebasados y englobados totalmente, los de los térmi- nos municipales de Torroella, Qualta, País, Albóns y Bellcaire. Sección bibliográfica. Darwin (Ch.).— Ei origen de las especies por medio de la selección natural. Traducción del inglés por A. de Zulueta. Madrid, Calpe, Colección Universal, 1921, 5 Vols. Está hecha esta traducción sobre la sexta edición del libro, última publicada en Vida del autor. Preceden a la obra algunas páginas, en las que el traductor hace un resumen de la génesis del libro original y da una somera idea, en pocas y acertadas líneas, de la labor del gran natu- ralista inglés. Resalta en toda la obra el especial esmero con que se ha cuidado la traducción de los nombres vulgares de los seres que en ella se citan, in- sertándose notas aclaratorias en los casos en que no existe nombre castellano equivalente de significación precisa y umversalmente admi- Tomo nr.— Octubre, 1921. 24 318 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA tida. Por estas razones, esta Versión castellana es muy superior a las anteriores, en las que se deslizaron graves errores por desconocer los encargados de ellas el tecnicismo científico indispensable.— E. Río ja. Moróder Sala (E.).— Introducción al catálogo de los Hemipteros de la región valenciana. Anales Inst. Gen. y Técn. de Valencia, 18 pá- ginas, 6 figs., 1920. Importante contribución para el conocimiento de los heterópteros y homópteros españoles, en que se enumeran 187 especies de la región Valenciana. Este trabajo del Sr. Moróder no representa sino una primera lista de los materiales tan cuidadosamente recogidos por el autor y por su hermano Federico. Ambos entomólogos han logrado reunir una colec- ción importante, añadiendo muchas especies a la fauna española y des- cubriendo no pocas formas nuevas, entre las que se cuenta el género Sphenidius Horváth. La mayoría de las especies que enumera están determinadas por el ilustre especialista Dr. Horváth; otras lo fueron por D. Federico Moró- der, auxiliándose de la colección del Museo de Madrid.— C. Bolívar Pieltain. Viets (K.).— Alganos Hidrácnidos de Valencia. Anales Inst. Gen. y Técn. de Valencia, 17 págs , 13 figs., 1920. Los materiales que estudia en este primer trabajo sobre la fauna de hidrácnidos de España le fueron enviados por nuestro consocio señor Arévalo, y proceden todos ellos de los alrededores de Valencia. Las especies que menciona son: Limnesia arevaloi Viets, Aceráis lutescens (Herm), Eylais degenerata hispánica Viets y Eylais soari valenciana Viets. Siendo nueva especie la primera y nuevas formas las dos últimas. — C. Bolívar Pieltain. Fábrega (P.). — Petróleos en España. «Revista Minera», núm. 2.782 (1.° de mayo de 1921). Madrid. Comprende: consideraciones sobre el origen de los hidrocarburos naturales; reseña de las indicaciones petrolíferas en España; orienta- ción para futuras exploraciones, y conclusiones generales. -L. F. Na- varro. Estudios relativos a la Geología de Marruecos. II. Prosiguiendo la «Comisión de Estudios relativos a la Geología de Marruecos», del Instituto Geológico, sus trabajos, incluye en el tomo XLII (1921) los siguientes estudios: 1. Introducción, por Agustín Marín. DE HISTORIA NATURAL 319 2. Estudio geológico de la Península Norte-Marroquí, por E. Du- puy de Lome y J. Miláns del Bosch. (Consideraciones generales; Descripción geográfica y física; Orografía; Hidrografía; Hidrología; Meteorología; Descripción por terrenos.) 3. Notas para el estudio hidrológico del Rif oriental, por Alfonso del Valle y Pablo F. Iruegas. (Llanuras del Garet y del Guerruao y macizos del Kerker y del Hamsa. principalmente.) 4. Nota geológica de las Islas Chafarinas, por Agustín Marín. 5. Excursión a Xexauen, por J. Miláns del Bosch. 6- Los terrenos secundarios del Estrecho de Gibraltar, por E, Du- puy de Lome y J. Miláns del Bosch. (Publicado anteriormente en el t. XXXIX del «Boletín del Instituto Geológico de España».) Los trabajos, editados con el esmero que es norma en las publica- ciones del Instituto, van ilustrados por un mapa geológico y tres cartas de la Península Norte-Marroquí; mapas hipsométrico, pluviométrico e hidrográfico del Rif oriental; plano de la situación de los pozos existen- tes en el Garet; croquis para el estudio hidro geológico de las llanuras del Garet y el Guerruao; croquis (topográfico) del terreno comprendido entre Tetuán y Xexauen; numerosas figuras y 26 láminas intercaladas. Es de señalar y alabar el marcado carácter de aplicación que, sin excluir el valor científico, da la Comisión a sus trabajos. Lo demuestra, sobre todo, el amplio estudio hidrológico de los Sres. Valle y F. Irue- gas y el gran espacio dedicado al mismo asunto y a otros de aplicación por los Sres. Dupuy de Lome y Miláns del Bosch en su estudio de la Península Norte-Marroquí.— L. F. Navarro. Palacios (Pedro).— Observations touchant une Note sur la tectonique des Pyrénées occidentales. C. R. Acad. Se, t. 172, n. 18(2 mai 1921), p. 1110-1112. Esta nota, último trabajo del autor, cuya reciente muerte lamenta- mos, está destinado a rectificar observaciones del geólogo francés mon- sieur Stuart Menteath, quien, al tratar de la tectónica de los Pirineos navarros, negaba o modificaba algunas de las afirmaciones sentadas por Palacios en anteriores estudios. - L. F. Navarro. Galitzin (Príncipe B ).— Conferencias sobre Sismometria. Traducción de la versión alemana de O. Hecker, por V. Inglada, J. G.a Siñeriz y W. del Castillo, Ingenieros Geógrafos. Publicado por el Instituto Geográfico y Estadístico. Madrid, 1921 (560 págs. 142 figs.)- Copiamos del prólogo puesto a la traducción por el Director del Instituto Geográfico y Estadístico, D. Severo Gómez Núñez, las siguien- tes frases, que dan idea del alcance y mérito de la obra traducida: «Comprendiendo la necesidad de un libro e instrucciones para el Servicio Sismológico que sirviera de manual a los encargados de las estaciones sismológicas rusas, el sabio sismólogo Príncipe B. Galitzin 320 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA escribió esta serie de conferencias, en que con método admirable se tratan todos los problemas de la moderna Sismometría, a los que pre- ceden los conocimientos indispensables de la teoría de la Elasticidad y de la propagación de las ondas en los medios elásticos; así como lateo- ría, descripción, fundamento y determinación de las constantes en los sismógrafos horizontales y verticales » Los capítulos en que está dividido el libro llevan los epígrafes si- guientes: I. Elementos de la teoría de la elasticidad; II La propagación de las oscilaciones elásticas; III. Los rayos sísmicos; IV. Problemas principales de la Sismometría; V. Teoría del péndulo horizontal; VI. Mé- todo del registro galvanométrico; VII. Determinación de las constantes del sismógrafo: VIII. Teoría del sismógrafo vertical; IX. Investigación de las inclinaciones del suelo; X. Interpretación de los sismogramas; XI. Investigación de las desviaciones de la vertical bajo la influencia de la atracción del sol y la luna; XII. Teoría de los aparatos registradores mecánicos. Estos títulos no dan sino una idea muy imperfecta de las cuestiones tratadas en el libro, cuyo índice completo no podemos copiar, por su mucha extensión. Los traductores y el Instituto han prestado, sin duda, a la Sismología en los países de lengua española un positivo servicio.— L. F. Navarro. Lambert (J.).— Etade sur quelques formes primitives de Spatangides, Bull. de la Soc des Scienc Hist. et Natur. de l'Yonne, año 1920, 41 páginas. Auxerre Trabajo muy concienzudo, en el que se estudian los géneros de las subfamilias Toxasteridae y Palaeostomidae, especialmente los que pertenecen al cretácico inferior, describiéndolos y tratando de las re- laciones, origen y evolución de sus especies. Aparte de su valor paleon- tológico, tiene interés para nosotros, por tratarse de géneros y especies que tanto abundan en nuestra Península, tales como el Toxaster retii' sus y el Heteraster obiongus.— Royo Gómez. Lambert (J.).— Sur quelques genres nouveaux d'Echinides. Troyes, 1920, Mém. de la Soc. Académique de l'Aube, t. LXXXIV, 28 pági- nas, 2 láms. Estudio de varios géneros nuevos de equínidos cretácicos y eocenos, que pertenecen en su mayoría al norte de África, y alguno a la Penín- sula, como el Pseudonucleus, de Santander- Las láminas, en litogra- fía, representan algunas de las especies tipos de esos géneros.— Royo Gómez. Sesión del 9 de noviembre de 1921. PRESIDENCIA DE DON MANUEL AULLÓ Y COSTILLA El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es aprobada. Admisiones y presentaciones.— Son admitidos los señores presentados en la sesión anterior, y propuestos para nuevos socios numerarios D.a Enriqueta Ortega Feliúy D. Miguel Massuti Alza- mora, alumnos de Ciencias Naturales, y D. Felipe Jiménez de Asúa, Doctor en Medicina, siendo presentados los dos primeros por el Sr. Fernández Qaliano, y el último, por el Sr. Río-Hortega. Asuntos varios.— El Presidente da cuenta de haber visitado a S. M. el Rey (q. D. g.) una Comisión de la Sociedad, formada por los Sres. Madrid Moreno, Escribano (D. C.) y por él, para darle las gracias por su asistencia a la sesión del cincuentenario y para ofrecerle un ejemplar del tomo de Memorias publicado con tal motivo. S. M. reiteró el agrado con que había asistido a la fiesta jubi- lar de la Sociedad. Comunicaciones.— El Sr. Lozano manifiesta que ha visitado el Jardín Zoológico del Retiro, abierto de nuevo y reorganizado por el Ayuntamiento, habiendo tenido la complacencia de comprobar, por la enorme afluencia de visitantes, el interés que despierta en el público la existencia de esta clase de exposiciones, cuya impor- tancia suele determinar el grado de cultura de las ciudades y hasta délas naciones que las sostienen, y viendo también con agrado que el Sr. Rodríguez, Jardinero mayor del Ayuntamiento, ha de- mostrado una vez más su pericia en el ejercicio profesional, reali- zando una obra artística en la que la jardinería ha sido comple- mentada por elementos de orden arquitectónico ornamental, entre los que sobresalen lindos asientos y estanquitos de azulejos y una bonita colonia dé casas de liliputienses, que son otros tantos galli- neros y que hacen las delicias de los niños. Pero añade el Sr. Lozano que el citado Jardín Zoológico— como Tomo xxi.— Noviembre, 1921. 25 324 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA ya lo ha proclamado unánimemente la Prensa— apenas si merece el calificativo de tal, porque la mayoría de sus recintos están va- cíos de animales, y entre los pocos que hay— resto de la antigua Casa de Fieras— figuran bastantes de los vulgares, como algunas razas de gallinas y patos; además, muchos de ellos están sin clasi- ficar, y ni siquiera en los letreros expuestos se ha acertado a satis- facer las reglas de la nomenclatura científica. Se ve clara, según el comunicante, la falta del factor técnico zoológico, y es de sentjr que el Ayuntamiento— al que no deben regatearse los aplausos por el deseo demostrado de proveer a Ma- drid de ese establecimiento zoológico que tanto necesita— no haya acudido, siquiera para consultarlos, a determinados centros técni- cos, especialmente al Museo Nacional de Ciencias Naturales y a la Real Sociedad Española de Historia Natural, que, ade- más, en más de una ocasión, adelantándose a la iniciativa del pro- pio Ayuntamiento, han recurrido a él pidiendo cooperación para establecer en Madrid el Parque Zoológico deseado. El Sr. Lozano se cree en el deber de hacer las anteriores ma- nifestaciones críticas, e invita a que se hagan las gestiones que se .consideren oportunas, por medio de la Prensa, si es preciso, para que las deficiencias señaladas se remedien, recabando para los ele- mentos técnicos el lugar que les corresponde en la dirección de ese establecimiento zoológico, con lo que no dudan hacer un servicio al Ayuntamiento y a Madrid. El Presidente le contesta diciendo que la Directiva de la Socie- dad recoge la proposición del Sr. Lozano, y que verá la forma más adecuada para lograr el fin que en ella se persigue. Trabajos presentados.— El P. Carballo da cuenta de los es- tudios que ha realizado el verano último sobre el neolítico en el N. de España. — El Sr. Hernández-Pacheco (D. E.) señala el descubrimiento de pinturas rupestres en Tivisa (Tarragona). — El Sr. Hernández-Pacheco (D. F.) presenta una nota titulada Fisiografía del Mioceno aragonés. —Por último, el Secretario, en nombre de sus respectivos auto- res, presenta los siguientes trabajos: Sres. Fernández Navarro y P. Castro: La bolivarita, nueva especie mineral. DE HISTORIA NATURAL 325 Sres. Fernández Navarro y J. Carandell: El borde de la meseta terciaria en Alcalá de Henares. Sr. M. de la Escalera (D. M.): Especies nuevas de «Asida» de la Península Ibérica . Sr. Río-Hortega: Una sencilla técnica para teñir rápida- mente neurofibrillas y fibras nerviosas. Sres. Río-Hortega y Jiménez de Asúa: Naturaleza y caracte- res de la trama reticular del bazo . Secciones. — La de Sevilla celebró sesión el 7 de octubre de 1921, bajo la presidencia de D. Manuel J. Paúl. D. Domingo Olazábal da cuenta de la existencia en Veger de la Frontera (Cádiz) de unas dunas, de las más notables de Espa- ña. Entran las arenas, procedentes del Mediterráneo, por un bo- quete de dos kilómetros de ancho entre la desembocadura del río Barbate y el acantilado de la costa, y ascendiendo por pendientes bastante pronunciadas, forman cadenas de médanos de respetable altura, y que siguiendo, aproximadamente , la dirección E. O., han recorrido un trayecto de más de 10 Km. y pasado al otro lado de la torre de Meca, que tiene una altitud de 170 m. Gracias a la existencia de un hermoso pinar de unas 550 Ha. en medio de las re- feridas dunas, no han llegado los daños de la invasión de las are- nas a los que, en otro caso, se hubiesen producido. Hoy se com- plementa la defensa con repoblaciones artificiales de pinos y euca- liptos, que ya suman unas 500 Ha. —La de Valencia se reunió el 27 de octubre en el Laboratorio de Hidrobiología Española, bajo la presidencia del profesor Moróte. El Presidente presenta para nuevo socio a D. Manuel Rodrigo Cuevas, Ayudante de Minas de este distrito. El Sr. Boscá habla de la geología de Onteniente, sobre la cual ha hecho algunas observaciones recientemente. El Sr. Moroder muestra un ejemplar de Peritelus setaben- sis n. sp., descubierta por él en Játiva, y cuya descripción, hecha por A. Hustache, aparecerá en los Anales del Instituto General y Técnico. El Sr. Pardo comunica que en unos paquetes de plantas recogi- das en Onteniente por los alumnos del Colegio de los PP. Francis- canos, ha encontrado D. Carlos Pau la Vicia bythinica L., citada ya en Cataluña, pero nueva para la flora de la región valenciana. BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Trabajos presentados La fbolivarita», nueva especie mineral por L. Fernández Navarro y P. Castro Barea. El alumno de nuestra Facultad de Ciencias D. Bibiano Fer- nández Osorio hizo, a mediados del curso pasado, un donativo al Museo Nacional de Ciencias Naturales de interesantes muestras de minerales procedentes de localidades próximas a Pontevedra. Al ensayar los que ofrecían alguna duda en su determinación, para incorporarlos a las colecciones del Museo, tropezamos con un fosfato de alúmina hidratado, cuyo aspecto y caracteres físi- cos diferían notablemente de las descripciones conocidas de mi- nerales integrados por los mismos componentes. Incitada nuestra curiosidad, realizamos un análisis espectral del ejemplar en cues- tión, y, al ver la pureza de elementos que la espectrografía nos mostró, decidimos llevar a cabo su análisis cuantitativo. Tanto el análisis espectral como el cuantitativo han sido hechos bajo la amable y valiosa dirección del profesor D. Ángel del Campo, al que de nuevo hemos de hacer presente el testimonio de nuestro agrade- cimiento. La bolivarita se presenta sobre un granito, formando una costra de cinco milímetros de espesor por término medio, muestra una superficie granudo-cristalina,una coloración débil amarillo-verdosa, que pierde rápidamente por la acción del calor o al empezar su proceso de alteración en la naturaleza, y un brillo vitreo en las su- perficies recientes. Es frágil; la fractura, astilloso- concoidea; el polvo y la raya, blancos. Su peso específico, determinado por el procedimiento del frasco, es 2,05; la dureza, 2,5. Utilizando el mismo material y técnica ya descritos por uno de nosotros en otra ocasión (1), hemos obtenido una espectrografía (1) P. Castro Barea: Los aragonitos de España. Trab. Museo Nac. de Cieñe. Nat.— Ser. Geol., núm. 24, pág. 36; Madrid, 1919. DE HISTORIA NATURAL 327 del mineral que describimos. La región fotografiada es la compren- dida entre las 2,530 y 3,300 U. A., y en ella encontramos exclusi- vamente las rayas que en esta zona tienen el fósforo y el aluminio. Es notable esta pureza en los componentes, pues conocida es la sensibilidad del procedimiento analítico a que estamos haciendo referencia y la constancia con que, gracias a él, se ha señalado la presencia del galio acompañando al aluminio. » El análisis cuantitativo nos ha acusado la siguiente composición centesimal: A120 44,073 P*05 34,934 H20 20,600 Total 99,607 De donde se deduce para el mineral la fórmula PO4 Al Al(OH)3 + H20. Las láminas delgadas que hemos hecho tallar muestran una es- tructura criptocristalina con muy débil birrefringencia. No hemos podido determinar ninguna constante óptica. Por la acción del calor pierde enseguida su coloración, quedando blanca, y decrepita; en el tubo cerrado da agua. Es soluble en los ácidos. Da, en suma, todas las reacciones propias de los fosfatos y el aluminio puros. El Sr. Fernández Osorio nos ha facilitado las siguientes noticias acerca del sitio en que recogió los ejemplares: «A la derecha e in- mediaciones de la carretera de Pontevedra a Campo-Lameiro, en- tre los kilómetros 6 y 7. Se encuentra rellenando grietas y diada - sas en rocas graníticas de feldespato rosado y escasa mica. En estas grietas ofrece color verde claro, que, por alteración, pasa a blanco y amarillo.» Hemos estudiado una sección delgada de- la roca granítica referida, viendo que se trata de un granito ácido de tipo granulítico, con algo de oligoclasa. Por su naturaleza y condiciones de yacimiento, consideramos la bolivarita como un mineral de origen pneumatolítico. Ejemplares recogidos posteriormente por el Sr. Fernández Oso- rio en los montones de grava de la carretera (1) presentan el mine- (1) Por carencia de los utensilios necesarios no pudo obtenerlos de la roca viva. 328 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA ral profundamente alterado, mostrando claramente que la alteración se ha verificado por zonas concéntricas de la superficie de con- tacto con la roca al exterior. El producto de la alteración tiene un aspecto vitreo, opaco y un color que, de blanco, pasa gradual- mente a gris amarillento; este material deja un residuo insoluble en los ácidos, en el que hemos podido comprobar la presencia de la sílice y el calcio. Estudiado el mineral, creímos al principio que nos encontrába- mos ante una variedad de turquesa, pues su fórmula de compo- sición y su estructura cristalográfica coinciden con la que se le suele adjudicar a la turquesa en los tratados de Mineralogía de uso corriente entre nosotros, aunque su dureza y peso específico, tan considerablemente menores, nos hacían dudar mucho. Pero al fijar nuestra atención, por este motivo, en la especie de referencia, nos encontramos: 1.° Con la presencia del CuO en todos los análisis publicados de turquesa en una proporción que oscila entre 2,3 y 8 por 100, y la admisión por todos de esta presencia y de los carac- teres que de ella derivan como típicos de la especie. 2.° Con que ya Clarke (1), después de estudiar varios ejemplares de distintos tonos de color, procedentes del N. de Méjico, hizo intervenir en la fórmula de la turquesa, si bien considerándolo como un caso de isomorfismo, la sal de cobre en forma de 2 Cu0P2O 4H20. 3.° Con que Penfield (2), tras de demostrar la imposibilidad de ad- mitir la coexistencia de las sales de cobre y alúmina de la turquesa en estado de mezcla mecánica y las dificultades que se oponen a admitir el isomorfismo propuesto por Clarke, propone ya la siguien- te fórmula: [(Al, Fe) (OH)2 Cu (OH) Hp PO4, en que se considera el cobre como elemento esencial de la especie. Y, finalmente, cómo el hallazgo de la turquesa cristalizada en Virginia, condado de Campbell, y el estudio sobre ella verificado por el sabio mineralo- gista Waldemar T. Schaller (3) han venido a confirmar los asertos de Penfield, quedando perfectamente definida la turquesa y ya sin ningún punto de contacto con el mineral que acabamos de describir. Nos hemos permitido dedicar esta especie mineralógica nueva al ilustre entomólogo D. Ignacio Bolívar, más que maestro, padre espiritual de tantas generaciones de naturalistas españoles. (1) American Journal of Science, 32, pág. 211; 1886. (2) American Journal of Science. T. X, pág. 346; 1900. (5) American Journal of Science. T. XXXIII; enero de 1912. DE HISTORIA NATURAL 329 El borde de la meseta terciaria en Alcalá de Henares Segunda nota (1) por Lucas Fernández Navarro y Juan Carandell. A pesar de cuanto se ha escrito de aquel interesante paisaje, sigue siendo tema de actualidad el notable laberinto arcilloso que en el borde de la meseta alcarreña labra el río Henares desde Ma- tillas hasta su desembocadura en el Jarama, y uno de cuyos aspec- tos más típicos es el que ofrece en los alrededores de Alcalá. Y es de interés no solamente desde el punto de vista paleonto- lógico y estratigráfico, en que fué ya estudiado por el Sr. Hernán- dez-Pacheco, nuestro consocio, sino en cuanto al concepto topo- lógico, en el cual encuadramos estos rápidos apuntes; pues siendo Alcalá una de las localidades objeto de visitas repetidas por quie- nes nos dedicamos a la enseñanza de la Geología en sus distintos aspectos, creemos no estará de más presentar algunos panoramas adecuados, establecer oportunas consideraciones de carácter com- parativo y dejar sentado el cómo y porqué de la historia evolutiva del notable paisaje complutense, que no es sino la de todos los pai- sajes de estructura tabular, sometidos al proceso general de la erosión. Tipos de relieve.— La superposición de los tres materiales clá- sicos en el terciario continental castellano, arcillas, yesos y cali- zas, es causa que el proceso erosivo acuse dos tipos de relieve: las arcillas y los yesos dan origen al dédalo de barrancos, cuchillas y regatillos más o menos inestables, por efecto de las capturas fre- cuentes, y que ya desde lejos se acusan por el color rojizo que el (1) La primera nota sobre este asunto, con el mismo título que la actual, se publicó en el tomo XIV del Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, páginas 302 a 310. Para constitución del terciario en las inmediaciones de Madrid, puede verse también Nota sobre el terciario de los alrededores de Madrid, por L. F. Nava- rro (Bol. de la R. Soc Esp. de Hist. Nat., t. IV, pág 271 a 281); Mi- neralogía y Prehistoria del Cerro de los Angeles, por Ed. Hernández- Pacheco y J. Royo (Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat., t. XVI, páginas 533 a 539). 330 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA paisaje presenta, salpicados en los límites superiores de la forma- ción arcillo-yesosa por las matas de plantas esteparias, indicio de mayor estabilidad relativa que al pie y junto a la ribera izquierda del Henares. En cambio, el horizonte superior representa un rellano de sua- ve superficie, recorrido por riachuelos de escaso poder erosivo» función de dos menguados factores: las escasas precipitaciones y la no gran pendiente general de la meseta terciaria hacia el W. Todo lo más, rompen la monotonía algunos cerros testigos, con tabla ca- liza (Viso, Ecce Homo, etc.), los cuales son a modo de baluartes, separados del segundo escalón, calcáreo, que más al interior apa- rece, fluctuando menos sinuosamente, paralelo al escalón arcillo- so, siempre socavado por el Henares. Este segundo escalón calizo es el páramo por antonomasia, in- hospitalario, verdadero desierto, cuya falta de aguas superficiales exagera las extremas térmicas propias del clima continental de la meseta. Cualesquiera precipitaciones se filtran por las grietas de la caliza pontiense, y se concentran en los yesos y demás sulfatos subyacentes, disolviéndolos; y corriendo por capilaridad las aguas sobre la arcilla infrayacente, reaparece por debajo de los ceños abruptos, y a su conjuro surge pujante la vegetación, hácese viable el cultivo, y, a modo de oasis, concéntrase la habitación humana y aparece la aldea y el pueblo: Los Santos de la Humosa, Santor- caz, Anchuelo, Corpa, Valverde, Loeches, Arganda, Morata, Col- menar de Oreja, Horche, etc. ¿Para qué citar más? Todos estos pueblos han nacido junto al ceño, desafiando la amenaza de sus derrumbamientos, efectiva, con tal de aprovechar la riqueza y constancia de las aguas, y aplicar éstas, ya a la agricultura, ya a la terapéutica. Algunos pueblos (Morata) evolucionan hacia el tro- gloditismo, beneficiándose de las relativas ventajas económicas y climatéricas que a las familias modestas ofrece la marga subya- cente a los páramos, en la cual excavan su vivienda. Evolución de la meseta terciaria.— -El Henares es un río sub- secuente, que, deslizándose sobre un país tabular, corre paralelo al sistema del Guadarrama, poco más o menos. Sentado esto, no queda sino desarrollar la serie de posibilida- des que resulten de los dos hechos consignados en este párrafo an- terior. Toda región tabular inclinada impone a los ríos una dirección común, la de la máxima pendiente; Duero, Tajo, son ejemplos clá- DE HISTORIA NATURAL 331 sicos. Ambos ríos son consecuentes en cuanto a la meseta ibérica, pero subsecuentes respecto a la Cordillera Central . Ahora bien; todo río secundario que nazca en las vertientes del Guadarrama no obedece, al principio, a otra ley físico-geográfica que la máxima pendiente. Pero este río está sujeto a otras dos fuerzas, la de las aguas que a él afluyen, aumentando su rendimiento, la fuerza viva, en una palabra, y la nueva dirección que, al llegar a la planicie, ya lejos de la cordillera, le impone la inclinación que hacia el Atlánti- co tiene la meseta ibérica. Un cuarto factor es el punto en que el río secundario desagua Fig. 1.a— Concentración de rede9 fluviales en la submeseta meridional. 1, Sierra de Guadarrama. 2, Aluviones cuaternarios. 3, Meseta terciaria-, g, Río guadarrameño, que a medida que la meseta terciaria retrocede va rectificando su curso primitivo a expensas del que le impone la inclinación general hacia el W. /, Río tabular (tipo Henares) entre el cuaternario y ei escalón terciario. en el colector principal (Duero o Tajo). Si lo hace en el primer tercio de la cuenca general, no es lo mismo que si la desemboca- dura tiene lugar mucho más abajo; aquí, el valle es amplio, suave, senil; los ríos corren con facilidad; si es en aquél, el valle es joven , encajado, y los ríos obran todavía con independencia del principal en gran parte de su trayecto. El río Guadarrama y el Manzanares, que proceden de las más altas cumbres de la cordillera Carpetana se han impuesto a la in. clinación de la meseta. Otros, si bien hubieron de ceder a ésta y acabar por correr de NE. a SW., hasta morir en el Tajo (caso del Alberche), fueron capturados por los barrancos que al Tajo aflu- yeran; de ser así, estos ríos pudieran muy bien componerse de una raíz autóctona y de una desembocadura postiza. 332 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA El Jarama está en análogas circunstancias. Pero el Henares nace o se forma en el triángulo que se abre hacia el Guadarrama extremo oriental (Sierras de Ayllón, Ocejón, Alto Rey), de altitudes mediocres, donde el Sistema central se ar- ticula con el Sistema ibérico por los altos de Medinaceli.Pesa sobre él, desde sus orígenes, el carácter consecuente a la inclinación de la meseta. Sólo en su trayecto final, a partir de Alcalá, el Jaramaj empujando aguas abajo la desembocadura de aquel río, tuerce al Henares hacia el S. De estas consideraciones podemos inducir que, recién inclina- da en masa la meseta ibérica hacia el W., varios ríos, en lugar dé uno para cada submeseta, corrieron paralelos al Guadarrama. En el caso de la submeseta meridional, hubo uno que se deslizaba al pie de la cordillera, y era colector de los derrames meridionales de ésta. El Henares representa el resto actual de ese río. Quizá el Alberche sea la prolongación suya lejana; el tramo intermedio había sido hendido por los ríos Guadarrama, Manzanares y Ja- rama. Estos tres ríos, procedentes, como hemos dicho, de altos ma- nantiales, han socavado a favor de su dirección rectilínea hacia el S., a partir de la Sierra, la meseta terciaria que se extendía a los pies de ésta. Pero quienes prepararon de antemano esta labor fueron los que capturaron sus aguas, a modo de tentáculos del pri- mitivo Tajo. Quizá fuera posible encontrar en los cerros testigos del S. de la provincia de Madrid y N. de la de Toledo la trayecto- ria que el río subsecuente primitivo (prolongación del Henares) tuvo. Por lo que al Henares, el Henares actual, hace, es indudable que, no solamente el Jarama, sino también los riachuelos que a él vier- ten bajando del Guadarrama, lo empujan hacia el S., no ya tor- ciéndolo, sino desplazándolo paralelamente a sí mismo. Es decir, que el Henares tiende a abandonar su margen derecha y a socavar su ribera izquierda. En esta labor le ayudan los pequeños afluen- tes de la margen izquierda, de escaso caudal, pero de fuerza viva considerable por su violenta pendiente. De todo esto parece ser prueba fehaciente el estado de juven- tud que las cuchillas del bellísimo laberinto de barrancos ofrecen. Sin embargo, no dejamos de reconocer que el caparazón calcáreo que corona los cerros de El Viso y del Ecce Homo, protegiendo a Jas arcillas, pudiera ser causa indirecta de aquel estado de es- DE HISTORIA NATURAL 335 en o >- 0) 2 o cj 2 -o o i » 2 § •re H. Sí 09 ce S..2? B re c 3 cu < O u o. "S oc- Va O re *» o. re • cu co e cu £ ■a ce CJ oj y "Sí ° cu rio s -s S re o IE cu o «ó ka k- < ce « «3 01 c cu .2 "ce 03 5 w "S « ?! e '5 ce - 03 o J- w oí ce OJ 0) •ce B «4— o. *-» Di 03 m oc ce 03 OJ c OJ 01 O W 3 re 3 u. ca B E re a) c CU CU CU E cu •a ¡E 03 o £ u ■re je B _u cu OJ 5 g re u T3 X - cu ce cu ~ £ P>i o cu 03 — as '•5b 2 o 03 tú o cu ce e c •j— « E »o o w < t- — 1- o ce *- Si O -i re 3 ce re re O" -*-• O (C en c . cu tí ce > <-> 3 . -4-1 1 cu 03 B «s "•* re ce o £ cu 03 03 o* 03 cu CU 3 cu -a ** o o- 03 >, O ce o ■do C. JA v- t- "3 re re E w ■d - u ce •» .2 la . «- CU o> cu 3 ce -£ «♦- _ E 5s O O re £ < a «í 354 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA plendor del relieve. Pero es indudable que el río se ha ido alejan- do de la Sierra de Guadarrama, pues lo indican así los cerros tes- tigos de Torrejón de Ardoz, Ajalvir, Meco, etc., en las provincias de Madrid y Guadalajara, en la margen derecha del Henares, en- globados hoy por los aluviones cuaternarios. Claro está que, a me- dida que la línea del Guadarrama va siendo más desgastada y tien- de a la penillanura, los ríos que naciendo en ella tributan al Hena- res tienen menor capacidad de transporte, quedando así reducida la tendencia al desplazamiento a lo que le impone el río Jarama. Los bloques (figs. 1 y 2) dan idea del proceso evolutivo anterior- mente expuesto. Para el aspecto que dan al terreno los agentes erosivos, y para la disposición de los materiales, nos remitimos a las fotografías publicadas en nuestra primera nota, ya men- cionada. Fisiografía del Mioceno aragonés por Francisco Hernández-Pacheco. (Láminas XVIII-XX.) Las tierras de Aragón, situadas al N. del Ebro, pueden divi- dirse por su fisonomía en dos tipos muy distintos: al N., las tie- rras altas, frescas y húmedas, formadas por las alineaciones del Pirineo y sus principales contrafuertes; al S., las tierras bajas, se - cas y calurosas, constituidas por extensas regiones llanas o escasa • mente accidentadas, excepto en la región de la Sierra Alcubierre. Está toda la zona que he estudiado, entre el Cinca y el Gallego, limitándola por el N. las primeras estribaciones del Pirineo; por el O., el Gallego; por el E., el Cinca, y al S., el Ebro. Salvo una estrecha zona del O., que es recorrida por afluentes del Gallego, y otra al S., por pequeños afluentes del Ebro, casi toda la región corresponde a la cuenca del Cinca, dirigiéndose los ríos que vier- ten en éste en dirección general de NO. a SE. División de la región en zonas. — Naturalmente puede divi- dirse esta región en tres zonas principales: la primera al N., entre la Sierra de Alcubierre y las últimas estribaciones del Pirineo: Sierra de Loarre, Gratal, Guara, Sevil y San Benito. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI.-Lám. XVIII. "SS2sHKr^ Fig. 1.— Llanura de La Sotonera y páramos de La Atalaya. Fig. 2.— Cerro testigo de Bolea. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. Lám. XIX. Fig. 1.— La sierra de Alcubierre desde el Sur. Fig. 2. — Vertiente Norte de la Sierra de Alcubierre. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo. XXI. -Lám. XX. Fig. 1.— Laguna salobre de Sariiiena. itiJOtssm Fio. 2. -La balsa de La Almolda. DE HISTORIA NATURAL 555 A su vez, esta zona está constituida por dos llanuras: la del O., denominada Sotonera, que se une hacia el S. con los llanos de la Violada, que es recorrida por el Sotón, afluente del Gallego, y la del E. o Somontano, surcada principalmente por el Alcanadre, afluente, a su vez, del Cinca. Entre estas dos llanuras está la hoya de Huesca, más abrigada y fértil, y hacia el saliente del Somonta- no se halla localizada la de Barbastro, surcadas, respectivamente , por el Isuela y el Vero, que nacen en la Sierra de Gratal, el prime- ro, y en la región N. de la de Arbé, el segundo, y ambos incluidos en la cuenca del Cinca. La Sierra de Alcubierre forma o constituye la segunda zona. Comienza esta alineación montañosa por el O., hacia los llanos de Peñaflor, en la parte terminal del Gallego, y continúa hacia el E. por Alcubierre, donde ya, por elevarse la sierra, toma el nombre de este pueblo; continúa en la misma dirección hasta Castejón de Monegros, donde se divide en dos ramas principales y de menos elevación e importancia, de las cuales una sigue la dirección pri- mitiva, tomando los nombres de Sierra de Sena, y a continuación, la de Ontíñena, hasta Velilla del Cinca, donde concluye, y la otra, incurvándose hacia el S., termina mansamente en el Ebro por las cercanías de Los Arcos- Está comprendida la tercera zona entre la anterior serie de sie- rras y el Ebro, limitándola por el O. el Gallego, y forman parte de ella los llanos de Peñaflor y los Monegros. Es la zona más llana, y es tan seca, que tiene los caracteres de un verdadero de- sierto, sobre todo por la parte central de los Monegros, zona la menos habitada. Caracteres generales de la región.— Todas estas zonas con- trastan con las tierras montañosas del Pirineo por su extrema se- quedad, y, por lo tanto, por su escasa vegetación (salvo en ciertos parajes, a lo largo de los ríos o en ciertas hoyas, como la de Hues- ca); la aridez y pobreza es grande, haciendo que estas zonas ver- des destaquen con gran intensidad de la extensa mancha grisácea que las rodea. En algunos parajes, tales como la Sotonera, y en las zonas in- mediatas al Gallego, pequeños bosquecillos de pinos y chaparros crecen asociados al monte bajo, y en otras, como en las inmedia- ciones de Leciñena y San Caprasio (Sierra de Alcubierre), el pino se mezcla con la sabina, destacándose del matorral constituido por aliagas. A veces, grupos de sabinas aisladas se perciben desde 356 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA lejos como espacios en sombra sobre la extensa y árida planicie ocrácea; tal ocurre en las inmediaciones de Farlete y Monegrillos. Sólo al S. de Candasnos el pinar está algo rehecho, resto, sin em- bargo, de antiguos montes, los que dieron el nombre a esta llanu- ra, Los Monegros de Montes Negros, y en los cuales vivieron has- ta hace poco el ciervo, el corzo y el jabalí. Por el Somontano, los olivares y almendros se extienden, y también los viñedos; no obstante, la estepa está desarrollada, es- tando ocupadas ciertas zonas por aliagas, y en otras se esparcen los enebros y carrascas. Donde aparecen las zonas de huertas exis- ten árboles frutales; pero, como se ha dicho, estas zonas son pe- queñas. Es muy notorio que las carreteras que surcan estas ex- tensas planicies no tengan a sus orillas, por lo general, las filas de olmos, álamos u otros árboles que tan frecuentes son en otras provincias; pero la falta pertinaz de agua, por una parte, y la tala, por otra, hacen que sólo en las inmediaciones de los pueblos que- den algunos, y éstos en poca cantidad. Los terrenos de labor están, por lo común, rodeados e incluí- dos en la zona esteparia, y generalmente ocupando las vallonadas o sitios a propósito, por su situación, para ser labrados y formán- dolos generalmente terrenos de acarreo y ocupando las zonas me- nos yesosas. De todos modos, estos cultivos, por Leciñena, Perdiguera yFar- let, etc., y parte central de Los Monegros: Bujaraloz, La Almol- da, Valforta y Pañalva, son raquíticos, por la escasez de agua, y sólo en la llanura de Sariñena, por ser algo más húmeda, se desa- rrollan mejor, pero nunca con gran rendimiento; ocurriendo lo mismo por la parte central del Somontano. Si las lluvias coinciden con la granazón de los cereales, las cosechas son buenas y abun- dantes. Algunas regiones de la Sierra de Alcubierre serían a propósito para zonas forestales, tal ocurre en las inmediaciones de Leciñena, al S. de esta sierra; pero estos terrenos son roturados, y en lugar de constituir zonas de bosque, producen mezquinos campos de cereales. Topografía de la región.— Zona del N. La constitución del terreno, siendo muy sencilla, da lugar a que la erosión fluvial se haya fraguado una topografía uniforme y monótona. En la región de O., denominada Sotonera (Lám. XVIII, fig. 1), por surcarla el río Sotón, y en las cercanías del Gallego, es donde el terreno es DE HISTORIA NATURAL 337 más quebrado, por ser esta zona donde más se elevan los cerros sobre el nivel de la llanura, y estando el cauce del río cerca, los desniveles son grandes, y las barrancadas, frecuentes. Desde el río se gana altura por una serie de terrazas de cum - bres planas, denominadas Sasos, ocupadas, a veces, por gran pro - fusión de cantos redondeados, de diverso tamaño y constitución, arrancados por el Gallego del Pirineo y esparcidos por la llanura en las distintas terrazas que se fué labrando. Desde estas altas planicies se desciende hacia la llanura del E. más suavemente, por ser las pendientes menos repentinas, y las colinas, en esta direc- ción, más dilatadas. Por el N., la llanura se hace topográficamente más accidentada y los cerros o páramos se aislan, elevándose y destacándose más claramente de los llanos que los rodean; tal ocurre en Bolea, pue- blo que está edificado en lo alto del páramo y al borde del talud (Lám. XVIII, fig. 2). La llanura termina repentinamente por el N., al comenzar las primeras pendientes de la Sierra de Loarre y Gra- tal, etc., que, a veces, forman tajo vertical sobre la tierra llana. En la dirección contraria, hacia el S., por los llanos de La Viola- da, la planicie gana terreno; por la erosión, los páramos se han achatado, hasta no destacarse del conjunto; el terreno es menos elevado sobre el Gallego; sólo el río encajado en su cauce surca esta zona esteparia, dilatada, pobre y llana. Hacia el E., el terreno poco a poco se va elevando, los páramos son más planos y exten- didos; pero con altitudes menores que los que están ocupados por las terrazas en las inmediaciones del Gallego. Desde lejos, líneas horizontales, perfectamente rectilíneas, mar- can paralelamente las series de estos cerros y páramos, hasta con- fundirse con la del horizonte. El Somontano no tiene un predominio tan grande de la horizon- talidad; los páramos son altos y recogidos; con f/ecuencia se aislan unos de otros, quedando rodeados por la llanura, a semejanza de la región del N. de la Sotonera, terminando esta configuración de de igual manera al encontrarse con las sierras de Guara, Sevil, Arbé y Salinas. Por el S., hacia los llanos de Sariñena, las laderas de los pára- mos son muy inclinadas; pero éstos se elevan poco sobre la llanu- ra; así es^que casi toda esta zona está ocupada por la tierra llana. En las inmediaciones de la Sierra de Alcubierre, los páramos em- piezan de nuevo a desarrollarse, se hacen más altos, se juntan for- 158 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA mando series, hasta que constituyen la verdadera sierra. (Lámi- nas XIX, figs. 1 y 2.) Hacia el E., por la región de Barbastro, la fisonomía cambia mucho; los cerros son redondeados y no tienen, por lo general, la forma de artesa volcada, abundando los viñedos y olivares, no siendo, por lo general, estas tierras tan áridas y secas. Por la par- te próxima a Alcolea del Cinca, en la margen derecha del Alcana- dre, queda la parte final de la Sierra de Ontiñena cortada por este río en colosales tajos, que, a medida que se avanza hacia el Cinca, se hacen más altos, hasta que en Ballobar, en el Alcanadre y Veli- 11a del Cinca. alcanzan en este río altitudes superiores a 50 m. en la vertical, que en ocasiones se derrumban, por ser su coherencia no muy grande, por estar formados por margas y arcillas. A veces, líneas más o menos circulares de páramos rodean a ciertas regiones, que quedan así formando hondonadas u hoyas, que, acumulándose en ellas las aguas de las regiones circundantes y siendo atravesadas, además, por ríos que se distribuyen por ca- nales y acequias, se destacan de las extensas regiones áridas y se- cas, por su lozana vegetación; tal ocurre, como se ha indicado, en las hoyas de Huesca y Barbast ro; pero estas zonas son poco exten- sas, pues pronto las aguas hacia el S. se agrupan en un solo y en- cajado valle que surca de nuevo regiones áridas. La Sierra de Alcubierre. — Comienza esta alineación montaño- sa, como se ha dicho, por el O., hacia los llanos de Peñaflor; con- tinúa hasta Castejón de Monegros, alcanzando su máxima altitud en San Caprasio (812 m.), al N. de Farlete. Se eleva, por lo gene- ral, esta sierra sobre la llanura unos 400 a 500 m., y más sobre la parte S. que por la del N., por ser ésta un centenar de metros más elevada que aquella. Desde este último punto comienza de nuevo a descender a la alineación de la sierra, dividiéndose en dos prin- cipales ramas, formadas por las sierras de Sena, y a continuación, la de Ontiñena, con 592 m. de altitud en el monte Cabalgador, 390 en la Punta del Sable y 400 en Mont Negre, en la confluencia del Cinca con el Ebro. Toda esta última zona desciende poco a poco hasta la margen derecha del Cinca, donde queda recortada en altos tajos, como se ha indicado. La alineación que se dirige hacia el S. no es tan marcada, sino que se extiende, constituyendo una ancha zona ligeramente accidentada, que termina en el Ebro, por las cercanías de Los Arcos. Este territorio está ocupando la par- te NE. de Los Monegros. La Sierra, por lo general es árida, pues • DE HISTORIA NATURAL 559 las laderas, muy pendientes y de fácil erosión, por estar consti- tuidas por terrenos muy deleznables, no dan lugar a que se fije la vegetación ni puedan ser cultivables. Lo característico de estas sierras es que, casi repentinamente, terminan y se extiende a su pie la llanura, la cual, en este caso y hacia la parte S., la forman los montes de Perdiguera, La Gabar- dera y parte O. de Los Monegros, siendo este último territo. rio uno de los más pobres y secos de la Península, un verdadero desierto; por este sitio termina la sierra casi insensiblemente por cerros, que cada vez se elevan menos, en series escalonadas de anchos peldaños. Los Monegros.— Esta zona, la más llana y seca de todas, está comprendida entre las Sierras de Alcubierre, el Ebro y el Gallego. Por el N. es de una aridez tan asombrosa, que casi se puede decir está deshabitada, encontrándose los pueblos a distancias de 20 y 30 Km., siendo éstos, por lo general, pequeños y pobres- La población está acumulada al S., en la margen izquierda del Ebro, y en la cual se extiende una faja estrecha de tierras rega- bles, en general ocupadas por huertas; pero que al pasar de deter- minada altitud, no alcanzando las aguas que a ellas se han llevado canalizadas, de un modo extraordinariamente brusco se pasa de la zona de huerta a la región esteparia. Esta llanura queda limitada mansamente por el Ebro en forma de ribera, como sucede por Zaragoza, Villafranca del Ebro, Pina, o en taludes poco altos, como ocurre en la margen izquierda, en- frente de Caspe. Régimen de aguas.— Los ríos principales, Gallego y Cinca, cruzan esta zona por sus bordes de N. a S., y el Ebro, corrien- do de O. a E., forma el otro borde hacia la parte S. de todo este territorio. Por lo tanto, los afluentes de los dos primeros tie- nen la dirección de NE. a SO., o de NO. a SE., respectivamente» y los del Ebro, en los cuales están incluidos los dos anteriores» que son los principales afluentes, se dirigen a él con la dirección deN. aS. Los ríos que nacen en el Pirineo, o bien en las zonas montaño- sas, que constituyen los contrafuertes de esta ingente cadena, cortan normalmente en profundos tajos a las sierras que limitan la llanura por el N.; tal sucede en los Mayos de Riglos, por donde el Gallego penetra en la llanura; Salto de Roldan, por donde pasa el Flumen y Congosto de Grado, al final del cual el Cinca se es- Tomo xxi.— Noviembre, 1921. 26 340 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA parce, se subdivide en numerosos brazos que, serpenteando, ocu- pan el anchuroso valle cuaternario, que en aquellas épocas, inten- samente alimentado el río por el deterrimiento de los glaciares det macizo de Las Tres Sórores, lo ocuparía por completo. Pero al avanzar hacia el S. estas corrientes, a excepción del Cinca, se reúnen, profundizan sus cauces y se encajan sus cursos en verda- deras zanjas, haciéndose el territorio más y más seco. Avanzando más estas corrientes, constituyen los principales ríos, que, recortan- do la llanura, dan lugar a que entre ellos se extiendan dilatadas re- giones más o menos llanas, secas y esteparias. Estos grandes sur- cos, labrados por los ríos, se distinguen desde lejos como series no interrumpidas de páramos, que ya en sombra, o, por el contra- rio, iluminadas directamente por el sol, sus laderas se destacan intensamente del tono uniforme de la planicie. Ciertas regiones, sobre todo las llanuras más bajas, mediante obras de canalización y riegos, se convertirán con el tiempo en ex- celentes campos de cultivo, pasando así de la aridez más absoluta a una producción intensa, convirtiéndose estas tierras pobres, deso- ladas y solitarias en ricas, alegres e intensamente pobladas. Cier. tas zonas elevadas no podrán regarse y seguirán siendo como en la actualidad, si bien es verdad que estas zonas se harán mucho más reducidas. En las zonas centrales, como las de Sariñena, por ejemplo, las aguas de invierno inundan las depresiones del terreno, formando así lagunas pandas, temporales o permanentes, siempre salobres, y que al secarse más o menos, dejan un residuo o sedimento blan- co, que a veces es explotable, como ocurre por Ballovar, Sariñe. na, etc. (Lám. XX, fig. 1). Las sierras centrales no dan origen a manantiales; así es que és- tos son muy escasos, pudiendo citarse en la llanura el de Castajón y Valforta, que son salobres, y el de la Cartuja de las Fuentes, en el término de Sariñena, que es de agua sulfhídrica. Los pozos son lo mismo: escasos y salobres, existiendo éstos en La Almolda, en- tre Farlete y Monegrillos; estas aguas, como las de las fuentes, son generalmente para el ganado, y algunas, completamente impota- bles, pues las personas beben las de las balsas o la almacenada en tinajas o aljibes. (Lám. XX, fig. 2). Característico de estas zonas son las balsas, extensos recipien- tes de 50 a 40 m. de diámetro y de dos a cuatro de profundidad, construidas, a veces, de sillería, como la de Bujaraloz, y en las DE HISTORIA NATURAL 341 cuales se acumulan las aguas de los arroyos en épocas de lluvia y también en el verano, durante alguna que otra tormenta, que, por lo general, son escasas. Lo frecuente es que en cada pueblo existan dos balsas: una mejor construida, y que todos los años se limpia, estando encargado cada vecino de una parte, o cada año, para este efecto, el Ayuntamiento se reúne y acuerda quiénes han de lim- piarla, pues con suma facilidad los turbiones arrastran gran canti- dad de tierra y cieno, que, al no sacarse, terminaría por cegarla. La otra balsa está mucho peor construida y sirve para que beba el ganado; sus paredes son de tierra, y con menos frecuencia se lim- pia y repara. Las condiciones de potabilidad de estas aguas son malas, y durante el estío, peligrosas, pues originan infecciones in- testinales . Si el año es seco, la balsa se consume, y no sólo tiene el ve- cindario que ir a muchos kilómetros de distancia a lavar sus ropas, sino que se ven precisados a ir con carros al Gallego o al Ebro por el agua potable, a distancia, a veces, de 30 ó más kilómetros. Otro medio de tener agua durante el verano es el de recoger la de lluvia y almacenarla en tinajas, las cuales están en la bodega tan respetadas como si fueran de excelente vino. Estos son los caracteres más salientes del régimen de aguas de estas planicies y sierras, constituidas por monótonas capas se- dimentarias que estudiamos a continuación. Geología de la región. —Toda la región está ocupada por te- rrenos sedimentarios, los cuales están formando, generalmente, capas horizontales, que pertenecen al Mioceno continental. En estos terrenos sencillos, donde la acción orogénica no se ha dejado sentir y la coherencia y dureza de los mismos es muy esca- sa, faltando, además, capas intercaladas, más duras que el conjun- to, los ríos se han labrado, como se ha hecho notar, una topografía en extremo monótona, que es la que caracteriza a estas tierras. Estos sedimentos fueron rellenando la gran depresión que poco a poco se inició a lo largo del Ebro, y conforme ésta adquiría ma- yor profundidad, los sedimentos acarreados por las corrientes de aquellas épocas, acumulándose, formaban un espesor mayor, ocu- rriendo que el nivel de esta zona no descendió, sino, que contra- rrestando al movimiento de descenso el aporte de materiales, la región permanecía más o menos a un nivel constante; pero que, a medida que el tiempo transcurría, dichos depósitos adquirieron enormes espesores. 342 BOLETÍN de la real sociedad española En toda la región N. de la Sotonera y Somontano se manifiesta patentemente que estos terrenos, miocenos, por lo general, el con- tacto con otros terrenos más antiguos de la zona pirenaica lo hacen a tope; tal ocurre en las inmediaciones de Apiés, donde el Mioce- no termina bruscamente al encontrarse con conglomerados oligo. ceños o calizas cretácicas. Al S. de esta zona de contacto se extiende de un modo unifor- me la llanura miocena, que sólo en determinadas regiones queda cubierta por el cuaternario; tal ocurre a lo largo de los ríos, sobre todo en las cercanías del Gallego, por Qurrea del Gallego, que es donde mayor extensión alcanzan estos sedimentos, y en ciertas regiones al S. de las sierras que limitan las llanuras por el N. El terreno mioceno está, por lo general, constituido por margas y arcillas bastante coherentes, y coronando los páramos o forman" do el subsuelo de los sasos que frecuentemente están ocupados por mantos cuaternarios, calizas duras y sonoras o areniscas. En otras regiones, como sucede al S. de Barbastro, llanos de La Vio lada y ciertos parajes de las sierras centrales, los yesos son ex traordinariamente abundantes y sustituyen, a veces, a los mate ríales duros; estos yesos, en ciertas regiones, aparecen plegados tal ocurre al S. de Barbastro y cercanías de Pedigera y Farlete pero este fenómeno es local y de escasa importancia. Por la Soto ñera, las areniscas están en numerosa alternancia con las calizas y margas, y estas últimas alcanzan su máximo desarrollo hacia el Cinca, en la confluencia con el Alcanadre, donde se pueden es- tudiar en tajos verticales, que a veces llegan a los 60 m. En los grandes barrancos que los torrentes han abierto en la zona de sierras, se puede formar idea de la constitución litológica de éstas, a veces en desniveles de 400 y más metros. Resumiendo, se pueden establecer tres pisos principales: el más inferior está representado por yesos, que al irse poco a poco intercalando de lechos de margas y arcillas, dejan de existir, y al desaparecer, forman éstas el segundo piso, y a continuación aparece el consti- tuido por areniscas y calizas, que son las que coronan las partes altas de estas sierras; todo esto está repartido en un espesor de unos 450 m. Los Monegros y zona S. de estas sierras, por su constitución, se parecen a las zonas centrales, pero con algo más de yesos. Al subir desde el Cinca a lo alto de los páramos, se pueden establecer tres pisos: el primero, con margas duras y moradas, con pequeñas Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI.-Lám. XXI. r~~ ■ ~~ ■"" "^^ ■ \ í ': Pinturas prehistóricas de la Font Vilella, en Tivisa (Tarragona). DE HISTORIA NATURAL 545 Vetillas de yeso fibroso; a continuación, margas y arcillas, con in- tercalaciones de calizas, a Veces obscuras, y éstas, conteniendo escasos fósiles de moluscos de agua dulce, y al final, el trecho ca- lizo, con gran predominio de nodulos de pedernal; este corte forma un espesor de unos 300 m. Vemos, por lo tanto, que la aridez, la constancia de líneas ho- rizontales, el predominio de la extensa llanura, la falta de agua y verdor, así como la escasez de blancos caseríos, hacen que estas re- giones, dentro de una grandeza y majestad inmensa, sean tristes y desoladas. Noticia del hallazgo de pinturas rupestres en Tivisa (Tarragona) por Eduardo Hernández-Pacheco. (Lámina XXI.) El profesor de la Escuela Normal de maestros de Valencia, D. Jaime Poch y Qari, me comunicó a fines del mes de septiembre próximo pasado que en el término municipal de Tivisa (Tarragona) había descubierto una nueva localidad con pinturas prehistóricas, manifestándome su deseo de que la Comisión de Investigaciones paleontológicas y prehistóricas de la Junta para Ampliación de Es- tudios acudiera a Tivisa para hacer el estudio y copiar las pinturas halladas, como había hecho el año anterior con las descubiertas en la cueva de la Araña, en Bicorp (Valencia). La Comisión, acogiendo como se merecían los deseos de su ac- tivo colaborador y corresponsal, organizó en los primeros días de octubre una expedición, reuniéndonos en la estación de Mora la Nueva, en la línea férrea de Madrid a Barcelona, el expresado profesor, el autor de esta noticia y el ayudante artístico de la Co- misión, Sr. Benítez Mellado. Nos trasladamos a Tivisa, donde los expedicionarios encontra- mos en las autoridades locales y en las personas significadas de la población una acogida en extremo cordial, por lo que les manifes- tamos nuestro reconocimiento. Las pinturas están distantes de Tivisa unas dos horas de mar- cha hacia el SE., bien adentro de las fragosidades de las montañas 344 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA liásicas y jurásicas que se extienden hacia el Ebro y hacia el mar, no lejos del camino de Tivisa a La Atmella, cala con un pequeño poblado de pescadores. El camino atraviesa, a poco de partir de Tivisa, las imponentes escarpas verticales de calizas, al pie de las cuales se asienta la población, por un portillo natural que conduce a la pintoresca fuente y ermita de San Blas, se pasa depués el puer- to del Monegret y se llega hasta dar frente a la masia de la Font Solana, situado cerca de las pinturas, cuyo propietario, el señor Agustín Micola, nos facilitó alojamiento en el caserío y nos sirvió de guía en nuestra excursión. Apartándose del camino de Tivisa a La Atmella, junto a la masia mencionada, y descendiendo por el barranco que corre hacia el S., se llega, al cabo de diez minutos de marcha, a la confluencia de otro barranco, que tuerce al O., y al cabo de cinco minutos más, a la llamada Font Vilella, en terrenos de D. Eduardo Cor- bella. La Font Vilella brota en una grieta al pie de un peñón ligera- mente excavado en covacha, ampliamente abierta al SO. permitien- do el saledizo superior de la roca, que avanza un par de metros, resguardarse de la lluvia. En el muro de este peñón, a una altura de un metro del suelo y de la grieta por la que brota el agua, se encuentran las pinturas en cuestión. La roca es de naturaleza ca- liza, jurásica; el color, gris rojizo-parduzco, con manchas rojas na- turales, que se confunden fácilmente con el tono de las pinturas; otras manchas negruzcas manganesíferas, de pequeño tamaño, se aprecian en la roca. Debe advertirse que el color rojo de las pinturas, cuando está cubierto por una ligera concreción calcárea, no aparece sino hume- deciendo la roca, y entonces resalta por transparencia, presentan- do un cierto tono morado diferente del que ofrecen el resto de las pinturas sin cubrir por concreciones, las que resaltan sin nece- sidad de humedecerlas, tono que induciría a error tomándolo por color diferente, siendo sólo debida la diferencia a la presencia de la concreción. La total longitud del abrigo es de unos diez metros; en una zona central más profunda, los pastores acostumbran a encender fuego; más a la derecha, en el lugar libre ya de la acción del fue- go y del humo, están las pinturas. La zona pintada con figuras determinables comprende una an- chura de algo más de un metro por menos de otro de alto; muy DE HISTORIA NATURAL 545 arriba, en el muro y sobre las figuras, aparece un círculo rojo de unos seis centímetros de diámetro. Se reconocen bien cinco figuras humanas estilizadas, que con- servan cierto carácter realista; una mancha redondeada indica la cabeza, en la que se perciben, en algunas, trazos que pudieran significar adornos del tocado; el tronco consiste en un trazo verti- cal, como también están formadas por trazos las piernas, que apa- recen en flexión, y en la mayoría, una en flexión y la otra recta, en la actitud tan frecuente en las figuras humanas de las pinturas realistas de la región levantina; los brazos aparecen como si estu- vieran en la postura llamada en jarras. Si ésta es la significación, que pudiera aceptarse, entonces el grupo podría .tener el carácter de una escena que representase varios personajes efectuando una danza o baile, tipo de composición o escena frecuentemente re- presentado en el arte rupestre y de cuya interpretación se ha abu- sado en ciertos casos; pero cabe también la posibilidad que la parte superior de las figuras que suponemos los brazos corres- pondiese a un arco dispuesto horizontalmente en postura anormal a la lógica de llevar o tender el arco, disposición que también se observa en ciertas pinturas rupestres; suponemos más racional la opinión primera, sin que por esto desechemos en absoluto la se- gunda hipótesis. Además de las cinco figuras humanas reseñadas, se advierten manchas informes, que, después de un examen atento a la vista del original, no podemos interpretar como representativas de figuras de hombre o animales. La copia minuciosa y exacta que el Sr. Benítez ha hecho, en nuestra presencia de las manchas y restos de pinturas que existen (prescindiendo de las manchas rojas naturales de la roca) indican lo que realmente hemos visto, habiendo preferido copiar lo que existe a caer en una interpretación que, con la mejor buena fe, pudiera ser errónea; creemos que en la copia de pinturas rupestres debe proce- derse con la mayor circunspección, y que vale más dejar sin inter- pretar lo borroso y confuso, copiando sinceramente lo que se ve, que esforzarse en seguir las porciones en extremo perdidas y difu- minadas,para completar lo que, obsesionándose por el aspecto de la mancha borrosa, se cree ver. Por esto dejamos sin interpretar y al juicio del lector la mancha informe situada junto a la figura humana esquemática del extremo derecho de la composición. Hacia la parte de la izquierda existen trazos, restos probables de otras figuras. 346 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Muy clara está, en el extremo inferior izquierdo del conjunto pictográfico, una línea ancha, dibujando un perímetro cuadrangu-.. lar de ángulos superiores redondeados. Inmediatamente encima, pero sin contacto con el cuadrado que se acaba de describir, existe una figura constituida por una mancha redondeada, un trazo largo vertical, y al principio delgado y que después se ensancha, a partir de un delgado rasgo transversal, acabando en punta; tal como aparece esta figura semeja una espada o puñal; pero pudiera simplemente tratarse de una coincidencia accidental de forma y significar una figura humana, en este caso incompleta y en extre- mo esquemática. No me inclino a creer que se esté en el caso de hacer deducciones por esta figura, semejantes a las que hicimos por la de puñal, grabada y pintada en Peña Tú, en Asturias. Insistiendo en las figuras humanas de este conjunto pictórico, que es lo importante de él, advierto una gran semejanza con algu- nos de Morella la Vella, localidad de arte prehistórico la más pró- xima a La Font- Vilella; con aquéllas hay coincidencia respecto a la sencillez de la técnica, mediante la cual se representan las figu- ras simplemente con trazos lineares, y la cabeza, con una mancha redondeada; hay también un gran parentesco por lo que afecta a las actitudes, si bien de ningún modo pueden considerarse del mis- mo tipo ni probablemente contemporáneas; pero la influencia del arte de Morella se advierte en estas figuras más degeneradas, menos realistas, más toscas y más esquemáticas, creyendo que se está en presencia de una degeneración en la representación de la figura humana, desde el tipo realista y ya estilizado del arte pre- histórico levantino, hacia la figura puramente esquemática y simbó- lica del arte, considerado como neolítico, tan abundante en el S. y SE. de la Península, y que también existe por otras regiones espa- ñolas. Por todo esto considero a las figuras humanas de La Font. Vilella como de un estadio intermedio entre ambos grupos de arte rupestre, lo cual tiene importancia en mi modo de ver, pues afirma, la opinión de que el arte simbólico y en extremo esquemático del neolítico deriva por evolución del realista levantino, siendo la figu- ra humana la que antes degenera, mientras que la animal se con- serva más tiempo con el aspecto realista. Una última indicación de carácter topográfico he de hacer res- pecto al barranco en que se encuentra La Font Vilella y sus pin- turas. El acceso natural a este recóndito lugar, en las anfractuosi- dades de las ásperas montañas del S. de Tarragona, no sería para. DE HISTORIA NATURAL 347 los pueblos prehistóricos por el camino que hasta llegar a las pin- turas hemos seguido desde Tivisa, sino que este barranco se enla- za pronto con otro más amplio y despejado, que a media hora de ca- mino conduce a la planicie relativamente extensa del Plá deis Burgáns, que al N. de la Sierra de Cardó se abre hacia el NO. has- ta el Ebro. Están, por lo tanto, las pinturas en el comienzo de los terrenos montañosos y adecuados para la caza, situados al E. y NE. del Plá deis Burgáns. Entregadas estas notas para la imprenta, nos comunican el des- c ubrimiento de otras pinturas en las inmediaciones de la localidad de La Font Vilella por una competente Comisión del Centre d'Es" tudis Catalans, que acudió a Tivisa enterada del hallazgo y del estudio que habíamos hecho sobre el terreno de las pinturas pre- históricas descritas; por la sucinta noticia en que se nos da cuenta de los nuevos descubrimientos, son éstos importantes, ampliando la localidad de La Font-Vilella con otras dos, cuyas pinturas con- sisten principalmente, según nos dicen, en representaciones de ca- bras monteses con el realismo y belleza característicos en las pin- turas prehistóricas del tipo levantino, al que parecen corresponder. Con este motivo, el autor de estas líneas se complace, por sí y en nombre de sus compañeros de la Comisión de Investigaciones paleontológicas y prehistóricas, que fueron a estudiar las pinturas descritas, en felicitar a sus colegas del Instituto barcelonés por sus descubrimientos, congratulándonos de que, aunando esfuerzos y por la labor de diversas entidades culturales y de múltiples espe- cialistas, se llegue pronto a conocer el conjunto del arte rupestre ibérico. 348 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA El Neolítico en el Norte de España por Jesús Carballo. La presente nota tiene por objeto el dar cuenta a nuestra So- ciedad del último descubrimiento hecho por mí en Santander. Trátase de un centro abundante en figuras y signos neolíticos, hasta el presente únicos en toda aquella región Cantábrica. Desde hace bastantes años se conocía en Galicia un arte rupestre, consistente en grabados de superficie que abundan en peñas al aire libre, siendo de notar que presentan gran semejanza con otros de Normandía e Inglaterra. De esta semejanza tomaban pie algunos historiadores gallegos para suponer que los celtas de Galicia sostenían relaciones comer- ciales con Inglaterra, y hasta se suponían inmigraciones en aquel país, a través del Océano. De esta opinión nunca he participado. Primeramente era pre- ciso demostrar que tales signos sean celtas, y después, aun caso que lo fuesen, me parece imposible que pudieran realizar una tra- vesía tan aventurada como es la del proceloso Cantábrico, dados los medios que entonces poseían. Por esto me parecía más verosímil la existencia de un pueblo que ocupase toda la costa atlántica del O. europeo, el cual, a par- tir de Galicia, se extendiera por todo el N. de España y el O. de Francia, hasta penetrar en la Gran Bretaña. Mas esta idea no podía exponerla siquiera como mera hipóte- sis, porque carecía en absoluto de pruebas. Aun así, parecíame poder aducir una prueba, siquiera fuese negativa, y me explicaba esta carencia de datos por un fenómeno geológico. Las rocas y montes de la región Cantábrica son calizos, y por eso, rocas muy atacables por las aguas aciduladas de la atmós- fera; de suerte que si ha habido grabados, éstos han tenido forzo- samente que desaparecer a causa de la ablación constante, en un país tan lluvioso como es el nuestro. De ser esto cierto, era cosa de buscar en las rocas que no sean DE HISTORIA NATURAL 349 carbonates, en las graníticas o areniscas, como las de Galicia, que resistan a la erosión. Y así me dirigí a los montes de Cabezón, donde vi un horizonte de arenisca, subyacente a las calizas y dolomitas que buzan hacia Casar de Periedo. Y, en efecto, llegando a unos acantilados muy llamativos, me subí a la primera peña, aparté la maleza y me vi sorprendido con más de 80 hoyos cupuliformes, de tipo dolménico y formando diversas constelaciones o grupos; algunos tenían (como los de Ga- licia) canal de desagüe (ignoro por qué se los denomina así). En la misma peña hay una serie de rayas que a primera vista me recor- daron los caracteres óhmicos de Irlanda; mas luego comprendí que no tienen con ellos relación alguna. En otras peñas descubrí bas- tantes cruces de diversos tipos, unas de base (iguales a las neolí- ticas de Galicia), otras dobles, sencillas; otras formadas por cazo- letas, etc. Considero nuevas para la Ciencia unas figuras antropomorfas de tipo arcaico, y unas series de hoyos, como medio-estribos, uni- dos todos por el consabido canal. Es de lamentar la desaparición de muchos signos, debido a la acción del tiempo; en medio de los dibujos auténticos vense otros modernos, sin importancia. Siguiendo monte abajo, en dirección al pueblo de Cabrojo, en- contré más signos alfabetoides. Y para asegurarme más, al hacer algo de excavación, he visto que bajo la tierra firme, había también grabados. En cambio, apenas encontré industria; sólo un hacha del tipo astun'ense, pero sin el característico apuntamiento; por lo cual pienso continuar las excavaciones en busca de cerámica, aunque con poca esperanza, pues sabido es que estos centros de arte neo- lítico suelen ser muy estériles. Comparando ahora el arte neolítico de Santander con el de Galicia, único punto de referencia que tengo, he observado que allí no existen figuras zoomorfas, como las de Pontevedra, mien- tras que las hay antropomorfas, lo que no sucede en Galicia. Otra diferencia notable es que en Santander el artista tiene una orientación fija, constante, respecto al punto de mira, y así, todas las cruces, por ejemplo, están con la base abajo y los brazos arriba; en Galicia no hay esa orientación, pues el observador, sin 350 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA moverse del sitio, ve en la misma peña cruces invertidas, con la base arriba o la derecha, etc. A pesar de lo dicho, hay tal semejanza entre ambas localidades, que no puede dudarse que se trata de la misma civilización; algu- nas figuras son totalmente iguales, y otras apenas se diferencian en algún aditamento que no las descaracteriza. En cuanto a la edad, sabido es que, no habiendo estratificación, única base segura, hay que recurrir al estudio comparativo; por ahora sólo diré que las creo neolíticas, eneolíticas y algunas (las menos) ibéricas. Desde luego, las más antiguas son neolíticas y de aspecto muy arcaico, con resabios de paleolítico. No puedo entrar en más detalles, pues repito que ahora sólo me propongo dar la noticia del descubrimiento. El estudio de conjunto, con las debidas copias de calcos, foto- grafías, etc., lo publicará la Junta Superior de Excavaciones. Especies nuevas de Asida de la Península Ibérica por Manuel M. de la Escalera. Subgen. Planasida Esc. Planasida tímida sp. n. Long. 8 a 9 mm. Loe. Nerja (Escalera). Museo de Madrid. Cuerpo oblongo alargado, paralelo de lados, deprimido en el dorso y más en el macho que en la hembra, la cual tiene los élitros más redondeados de lados y más convexos. Forma general como P. inquinata Rbr., pero más de una mitad menor; más próxima, pero menos deprimida y menos alargada que P. Morce P. A. y P. Paulinoi P. A., y sin tener el borde anterior protorácico levantado como ellas. Cabeza con la frente plana y el borde anterior del epístoma levantado y escotado, con tuberculillos pilígeros aislados; antenas medianamente robustas, llegando casi al borde posterior del pro- tórax en el macho y algo menos en la hembra; con sus artejos, a DE HISTORIA NATURAL 351 partir del tercero, más de dos veces más largos que anchos; el décimo, subtriangular, tan largo como ancho, más del doble de an- cho que el noveno; y con el undécimo, subesférico, mitad menor y bastante libre. Protórax transverso, con el disco moderadamente globoso, y tanto él como las márgenes, que son anchas y levantadas, cubier- tos de granulitos aislados brillantes, de cada uno de los cuales brota una cerdita corta dorada y semirreclinada hacia atrás, y con el borde cortante de las márgenes finamente ciliado, con las cer- dillas reclinadas, lo que le hace poco aparente; lóbulo posterior bastante saliente sobre los élitros, tanto como los ángulos poste- riores, que son bastante agudos y nada caídos, descansando en posición de reposo sobre los húmeros; epipleuras protorácicas fo- suladas. Élitros de la anchura del protórax en su base, de lados paralelos hasta los tres cuartos de su longitud, de húmeros rectos apenas matados y en ningún modo salientes; disco subplano en su primera mitad en el macho y apenas convexo al final, con las márgenes cor- tantes y levantadas hasta los dos tercios de su longitud, con un trazo costiforme, fuerte liso y brillante, de tres a cuatro milímetros de longitud desde la base, entre la sutura y el borde del élitro, y más cerca de aquélla su arranque que de éste; el resto del élitro granuloso, con cerdillas doradas, cortas y reclinadas, y los grani- llos, mitad menores que los del protórax y aislados, sin vestigios de costillas, aparte el indicado, ni aun trazos costiformes en la mayoría de los casos, y sólo en algún ejemplar con algunas arruguitas alinea- das longitudinalmente, apenas perceptibles en la posición que ocu- parían las primera y segunda costillas laterales, mejor apreciables en las hembras cuando se presentan. Coloración general rojizo mate o muy obscurecido, casi negro, con las antenas, tibias y tarsos más claros. Por debajo, fuertemente granulosa. Planasida rufa sp. n. Loe. Portugal (ex col. Allard), in Museo Oberthür un tf y una ?. Cuerpo oblongo-alargado, plano en el macho y apenas convexo en la hembra, de coloración achocolatada en el cuerpo y rojiza en las márgenes protorácicas y elitrales por transparencia. Protórax transverso, de márgenes anchas y levantadas, de bor- 352 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA des poco cortantes, moderadamente redondeado en sus lados, bas- tante escotado en el anterior, con los ángulos muy agudos, y en el posterior, con el lóbulo redondeado poco saliente, apenas tan avan- zado sobre los élitros como los ángulos posteriores, poco agudos, pero levantados; de disco poco globoso, fina y menudamente gra- nujiento, con cerdillas cortas, doradas y reclinadas, que no velan los granulos. Élitros dos veces más largos que anchos, paralelos de lados hasta los tres cuartos de su longitud en el macho, tan anchos en la base como la del protórax, plano en el disco, donde la granulación es finísima y casi inapreciable, liso al parecer, con la sutura algo elevada en el tercio final y con las márgenes muy levantadas y cor- tantes desde la base al ápice, más altas que el disco y con los hú- meros rectos, con un pliegue o arruga costiforme basal en el medio de cada élitro, arranque de la segunda costilla, que es nula des- pués, y con algunas arruguillas muy aisladas, ramiformes, desnudas en el tercio final y en el lugar que ocuparían la primera y segunda costillas laterales. Epipleuras protorácicas granuloso -fosuladas; parte rebatida del élitro y abdomen fina y aisladamente granujientos; los granulos, menudos. Patas moderadamente largas y robustas. Afín a P. Paulinoi P. A., de la que se diferencia por la granu- losidad del disco protorácico, mitad más menuda en nuestra espe- cie, márgenes protorácicas más levantadas, élitros más costifor- mes y la hembra más convexa, más paraleloide y menos ensanchada en el tercio final: esta especie es la considerada por Allard en su monografía como A. Paulinoi, de la que no acertó a separarla. Planasida Breuili sp. n. Long. 15 mm. Loe. Las Hurdes (Breuil), una $ en el Museo de Madrid. Especie muy próxima a P. Morae P.A.yP. Paulinoi P. A., y como ellas, con el borde anterior protorácico levantado detrás de la escotadura. Forma general moderadamente ensanchada, plana, con su ma- yor anchura en el tercio final de los élitros o algo antes, cuerpo negro mate con pubescencia muy corta, sentada y rala sobre el protórax y élitros y de tono ferruginoso obscuro; algo más larga y semi erizada, del mismo color sobre los trazos costiformes de estos DE HISTORIA NATURAL 555 últimos; con las antenas y palpos rojizo obscuros y los tarsos tam- bién, teniendo las tibias y fémures como toda la cara inferior del cuerpo negro mate. Cabeza con las antenas finas, sin llegar al borde posterior del protórax, con todos sus artejos, a partir del tercero, casi del doble de ancho que largo; el décimo, casi transverso subtriangular, tres veces más ancho que el noveno y más corto; el undécimo, esférico y bastante libre. Protórax transverso de márgenes anchas no muy levantadas ni cortantes, disco poco globoso, ángulos anteriores agudos, pero matados, y los posteriores, también agudos, levantados y algo más salientes que el lóbulo; granulación menuda y aislada, algo más densa y fuerte sobre las márgenes cerca de los ángulos posterio- res; epipleuras protorácicas fosuladas. Élitros de húmeros rectos matados, más anchos aquí que la base del protórax, insensiblemente ensanchados de lados hasta los dos tercios de su longitud y luego redondeados y acuminados conjun- tamente; subplanos con las márgenes agudamente cortantes, pero no levantadas desde la base al ápice, así como los húmeros; con cuatro series longitudinales de trazos cortos costiformes, muy pa- ralelos todos a la sutura, de los cuales es más fuerte y desnudo el pliegue que da origen en el medio de la base a la segunda serie dorsal, sobre cuyos trazos, y en los de las otras series, las cerdi- llas cortas y densas ferruginosas las hacen bien visibles, aunque estén poco levantadas, en realidad, sobre el fondo finamente cha- grinado. Planasida curvicollis sp. n. Long. 10 a 13 mm. Loe. Portugal (ex col. Preudhome de Borre), in Mus. Madrid. Pertenece al pequeño grupo de P. marginicollis Rosh., P. am- plicollis mihi y P. acuticollis mihi, de márgenes protorácicas moderadamente anchas, levantadas y recogidas, de bordes gruesos, disco regularmente convexo y lóbulo muy avanzado sobre los élitros, cubriendo ampliamente el escudete en posición de reposo. Cuerpo oblongo alargado, subplano en el macho y bastante con- vexo en la hembra, rojizo obscuro y cubierto de cerditas cortísi- mas doradas, reclinadas, a más de las mayores y erizadas sobre los trazos costiformes de los élitros, rojizo obscuros éstos. Cabeza con las antenas moderadamente largas y finas, llegando 354 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA casi al borde posterior del protórax en el macho y menos en la hem- bra, con todos sus artejos, a partir del tercero, doble más largos que anchos; el décimo, subtriangular y casi transverso; el undéci- mo, grueso, esférico y bien empotrado en el décimo. Protórax con el disco poco globoso en el macho y bastante en la hembra, con las márgenes en aquél moderadamente anchas, bas- tante levantadas y recogidas; sus bordes medianamente gruesos, con cerdillas cortas y reclinadas, más altos que el disco, y en la hembra, menos levantadas y nada recogidas, visiblemente sus bor- des más bajos que el disco; en uno y otro sexo con el borde ante- rior escotado y nada levantado, de ángulos anteriores agudos, con la mayor anchura en sus lados en el tercio posterior, y de ahí ha- cia adelante y hacia atrás en arco de círculo, y, por tanto, de án- gulos posteriores agudos y curvilíneos, avanzando sobre los élitros menos que el lóbulo basal; con granulación muy menuda y aislada sobre el disco y márgenes, poco aparente por estar velada por las cerditas cortas doradas y reclinadas que nacen de los granulos. Epipleuras protorácicas granulosas. Élitros oblongo alargados, dos veces más largos que anchos, de húmeros rectos apenas matados, de la anchura de la base del protórax y algo levantados; de lados apenas ensanchados en el macho y más en la hembra, con su mayor anchura en el tercio final y poco acuminados; con las márgenes poco ensanchadas en el ma- cho, levantadas y cortantes, y en la hembra solamente lineares y cortantes; disco subplano en el macho en su primer tercio, cuya zona está más hundida que los húmeros, con un solo trazo entero costiforme o segunda costilla dorsal desde el medio de la base en cada élitro, corta de tres a cuatro milímetros, que se prolonga en trocitos menos distintos vermiculares en el último tercio, así como las primera dorsal y primera y segunda laterales, poco aparentes todas, con mechoncillos cortos de cerditas rígidas rojizo-obscuras, bien diferenciadas de las cerdillas cortísimas doradas, claras y sen- tadas que se originan en la granulación menuda del fondo y que son poco aparentes, sin fuerte aumento. Patas moderadas de tibias anteriores subcilíndricas, y de bor- de anterior, por consiguiente, nada cortante, por el contrario de lo que ocurre en la sección de P. Morae y P. Breuili, que lo tienen cortante y bastante aserrado. De los dos tf y dos ? que me cedió Preudhome en Ginebra, y que me dijo que provenían de compras hechas por él a Deyrolle, DE HISTORIA NATURAL 355 uno de los $ lleva una vieja etiqueta, de Dejean creo, recortada con el epígrafe «Asida sórdida»; a mí curvicollis corresponde tam- bién un cT de la coll. Pérez Arcas, con etiqueta «Asida ruficollis- Tánger», respaldada de letra de P. Arcas con «Allard»; este ejem- plar ni es de Tánger, ni tal especie que es de Argelia; este ejem- plar es hermano de los comprados por Preudhome a Deyrolle. Flanasida acuticollis sp. n. Long. 11 mm. Loe. Málaga (Rosenh.); un macho en el Museo de Madrid. Cabeza con las antenas moderadamente largas, llegando casi a la base del protórax, con sus artejos a partir del tercero doble más largos que anchos; el décimo, subtriangular, poco transverso, y el undécimo, esférico, poco empotrado en el anterior. Protórax poco transverso, disco moderadamente globoso, már- genes anchas y levantadas de borde grueso, con cerditas muy cor- tas reclinadas y con el lóbulo basal bastante avanzado sobre los élitros; con su mayor anchura en el medio de sus lados, que no son muy curvilíneos, de ángulos anteriores bastante agudos y con los posteriores extraordinariamente, y prolongados en forma de hierro de lanza y sin seguir la curva de los lados, ligeramente divergentes, por tanto, y cubriendo totalmente y depasando con mucho los hú- meros, siendo muy notablemente más avanzados que el lóbulo; con granulación aislada y no muy fuertes los granulos, y con cerdillas cortas, rojizas, poco aparentes y reclinadas. Epipleuras protorá- cicas fosuladas. Élitros apenas convexos, oblongo-alargados, menos de dos ve- ces tan largos como anchos, de lados poco encorvados, con su ma- yor anchura hacia el medio, de húmeros muy redondeados, poco acuminados en su fin y. con las márgenes estrechas y cortantes poco levantadas, aun en la región humeral; con un pliegue costiforme des- de la base, naciendo exactamente del medio de cada élitro, largo de tres a cuatro milímetros y origen de la segunda costilla dorsal, que, como la primera y las dos laterales, no existen más que como granillos algo mayores que los del fondo y agrupados en pequeñas arruguitas alineadas, sobre las que las cerdillas doradas cortas están algo más erguidas que las reclinadas del fondo. Tibias posteriores finas, ligera pero perceptiblemente encorva- das hacia arriba y hacia adentro, con las anteriores subeilíndricas. Hecha la descripción sobre un ejemplar macho viejísimo, cedido Tomo xxi.— Noviembre, 1921. 27 556 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA por von Heyden, con etiqueta «A. marginicollis Ramb.» (Rosenh.) Málaga, hoy en el Museo de Madrid, y que no pertenece a P. mar- ginicollis Rosh., hoy en el Museo Oberthür únicamente. Planasida amplicollis sp. n. Long. 15 a 14 mm. Loe. incierta; un cT y una $ en el Museo de Madrid. Próxima a P. marginicollis Rosh. y a P. acuticollis Esc. y dis- tinta de los machos de una y de otra, por tener el disco del protó- rax más globoso, lóbulo con una foseta o impresión profunda en su borde posterior, y las márgenes, si bien anchas y levantadas y con el borde grueso, no recogidas como en dichas especies, y con los ángulos posteriores también agudos y lanceolados, más cortos que en ellas y sin depasar la salida del lóbulo sobre los élitros, descansando sobre los húmeros. Epipleuras protorácicas fosu- ladas. Élitros comparativamente más anchos y paralelos que los de di- chas especies en ese sexo, con los húmeros más rectos, y con ellos y el margen en su primer tercio o mitad más ancho y levantado, cortante como en P. Morae y P. Paulinoi, a las cuales se acerca mucho por este carácter. La hembra de P. amplicollis tiene los húmeros más rectos que la hembra de P. marginicollis Rosh. y levantados, al paso que en ésta son caídos y más redondeados. En uno y otro sexo de nuestra especie, los granulos del disco protorácico son también algo más gruesos y densos que en la cita- da especie, y los élitros, como en todas las del grupo, no tienen más que el trazo costiforme basal que origina la segunda costilla dorsal, y aun quizás menos señalado en el macho, y con las ramosi- dades costiformes de su continuación y de las restantes series aún más tenues y confundidas. El cT y la ? de la vieja colección Rambur no tienen localidad, y sólo unos papelitos estrechos y recoVtados con el escrito «margini- collis», y no corresponden a P. marginicollis Rosh. Planasida inquinatoides sp. n. Long. 10 mm. Loe. Leiria (Portugal); una $ en el Museo de Madrid. Cabeza con las antenas más bien cortas, con sus artejos del séptimo al noveno menos de dos veces más largos que anchos; el DE HISTORIA NATURAL 357 décimo, transverso subtriangular, y el undécimo esférico casi tan recio como el anterior y nada empotrado en él. , Protórax con el disco apenas globoso, de márgenes anchas y poco levantadas, de bordes no engrosados pero tampoco cortan- tes, de lóbulo avanzado sobre los élitros, de ángulos anteriores bastante agudos y con los posteriores menos, aunque tan avanza- do sobre la base de los élitros como el lóbulo; granulación del dis- co fuerte y aislada, pero velada por las cerdillas rojas, doradas, moderadamente largas y reclinadas que nacen de ella; borde de las márgenes con las cerdillas más cortas, por lo que los granulos, aunque menores, están más aparentes que en el disco. Epipleuras protorácicas granulosas. Élitros vez y media más largos que anchos, moderadamente convexos, con su mayor anchura después del medio y poco acumi- nados, de húmeros rectos y marcados nada salientes y con las már- genes estrechas, finas y cortantes', algo levantadas en su primer tercio; con un muy fuerte pliegue costiforme desde la base en el medio de cada élitro que origina la segunda costilla dorsal, que, en el ejemplar hembra del Museo de Madrid hoy, se continúa hasta la mitad del élitro en ramosidades flexuosas, como las que forman la primera dorsal y las dos laterales, que se confunden y entrelazan unas con otras en el tercio final; en el ejemplar hembra del Museo Oberthür (ex coll. Allard), aparte el pliegue basal, las ramosidades costiformes son más pequeñas y aisladas, y siempre las cerdillas fuertes y rígidas rojizas sobre ellas las hacen destacar del fondo menudamente granujiento. Tibias posteriores encorvadas hacia arriba y hacia adentro; las anteriores subcilíndricas. El ejemplar sobre el que se ha hecho la descripción lleva una etiqueta manuscrita «inquinata, Baudi» y no tiene nada que ver con P. inquinata Rosh., de Málaga, ni con la raza de P. inquinata de Algeciras, donde también vive la especie en compañía aquí de mi planidorsis. , I Planasida planidorsis sp. n. Long. 11 a 14 mm. Loe. Tarifa (Escalera). Museo de Madrid. Un tercio menor que P. inquinata Rosh. y más corta, ancha y plana comparativamente. Protórax con el disco apenas globoso y con una como abolladu- 358 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA ra o impresión irregular mejor o peor marcada, y siempre mayor que la impresión del lóbulo; márgenes muy anchas, nada o apenas levantadas en el tercio anterior y en absoluto en el posterior, cu- yos ángulos, bastante agudos y caídos, descansan sobre los húme- ros, cubriéndolos, siendo más salientes que el lóbulo; con granula- ción menuda y aislada en el disco, más fuerte y gruesa sobre las márgenes y con cerdillas rojas doradas no muy largas ni muy den- sas. Epipleuras protorácicas granulosas. Élitros vez y media más largos que anchos, subparalelos en el macho hasta los dos tercios y poco acuminados en su fin, con los húmeros rectos apenas matados, gruesos en el borde y algo salien- tes hacia fuera, pero no levantados, como lo son en P. inquinata nías notablemente, con los bordes cortantes y en absoluto nada levantados, de disco subplano en la base, que en el medio de cada élitro tiene la arruguita costiforme muy corta y apenas acusada desde su origen; la segunda costilla dorsal formada exclusivamente de trazos interrumpidos de masitas cerdosas rojo-ferruginosas, como las de la primera dorsal y las dos laterales, cuyas cerditas no se originan en arrugas, sino que nacen del fondo por igual cha- grinado sin granulos mayores, y que en los ejemplares deflorados dejan ver el fondo en superficie unida, negra, sin más arrugas que la basal apenas señalada. Patas fuertes y cortas, granulaciones de la cara inferior del cuerpo menudas y aisladas. Planasida akisoides sp. n. Long. 12 a 16 inra, Loe. El Pardal, Ayna, en la Sierra de Segura (Escalera). Mu- seo de Madrid. Cuerpo negro casi desnudo, muy plano y estrangulado en la re- gión humeral en los machos y más convexo en las hembras. Cabeza con las antenas muy largas y finas, sobrepasando con mucho el borde posterior del protórax, y con sus artejos a partir del tercero, tres veces, por lo menos, más largos que anchos; el dé- cimo subtriangular, al menos vez y media más largo que ancho, y el undécimo subesférico y casi empotrado en el anterior. Protórax transverso, con el disco casi plano o apenas convexo en el macho y poco en la hembra; en muchos casos, con una impre- sión grande, como una abolladura en su medio, con las márgenes anchas, cortantes, de borde fino y muy levantadas y por igual des- DE HISTORIA NATURAL 559 de los ángulos anteriores agudos hasta los posteriores rectos o ligeramente obtusos, pero aguzados ambos y en absoluto nada matados; con el lóbulo en arco poco avanzado sobre los élitros, dejando libre gran parte del escudete, y apenas tan saliente como los ángulos posteriores de las márgenes, por lo general menos avanzado que ellos; lados en curva, más o menos cerrada, y con su mayor anchura poco antes del medio, más anchos en la base que en el borde anterior; granulosidad de las márgenes fina y aislada, con los granulos redondos y brillantes, de la misma intensidad en el disco, pero aquí más contiguos, sobre todo en el medio anterior o zona de abolladura, donde se hacen oblongos en sentido longitu- dinal, provistos de unas cerdillas reclinadas, doradas, tan cortas y caedizas, que aparecen los tejidos desnudos sin gran atención, y que en el borde de las márgenes se dejan ver mejor: epipleuras pro- torácicas granulosas. Élitros dos veces más largos que anchos en el macho, planos en su primer tercio, donde la sutura es llana, y elevándose éstaa ve- ces, a modo de cresta débil, después, hasta su último tercio, don- de tienen aquéllos su mayor anchura, y desde donde se redondean rápidamente, acuminándose al fin; húmeros entrantes rectos o poco obtusos, pero muy redondeados y levantados, siguiendo luego e* margen estrecho, realzado y cortante hasta el final, a modo de un Ak/s baccarozzo, con el cual tiene una ligera similitud de forma, con un trazo costiforme fuerte en el medio de la base de cada éli- tron y largo de tres a cuatro milímetros, sin prolongación ningu- na ni vestigios de otras costillas ni ramosidades, y sólo en casos raros con algunos granulillos mayores que los del fondo, menuda- mente chagrinados, con tendencia a alineación longitudinal, provis- tos de unas cerditas doradas muy cortas y reclinadas, más largas y más perceptibles en el tercio final del élitro, lo que no empece a que el élitro aparezca desnudo, si no es mirado a cierta luz de tra- vés, de tal forma son tenues y caedizas; la hembra, más globosa que el macho, recuerda a la de otros subgéneros, con especialidad a las del grupo de Granulasida Brucki. Patas más bien gráciles, y parte inferior del cuerpo con granu- los menudos y aislados. Esta especie, muy distanciada geográficamente de las Plana- sida occidentales, podría constituir un grupo aparte, pero es una verdadera Planasida. ■360 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA i f Subgen. Pseudoplanasida nov. De transición a las Granulasida Esc. y Gracilasida Esc, sus ' especies tienen las epipleuras protorácicas fosuladas en vez de gra- nulosas, márgenes del prototórax moderadamente anchas y levanta- das, cortantes, y con sus ángulos posteriores no prolongados hacia atrás, rectos u obtusos y aguzados, tan salientes como el lóbulo que avanza poco sobre la base de los élitros, sin cubrir el escudete. . Las siete especies hasta ahora conocidas viven exclusivamente en Sierra Nevada y sus barrancos, con la excepción de una sola que, viviendo en el solar de todas, se corre hasta Ronda; de ellas sólo eran conocidas con anterioridad la P, pygmaea Rosh., que es precisamente la de mayor área, y P. pusillima Kraatz. He aquí el cuadro para distinguirlas: 1 (2) Antenas con el tercer artejo sólo vez y media más largo que el cuarto, y con los quinto, sexto, séptimo, octavo y noveno dos veces, por lo menos, más largos que anchos, y con sólo el dé- cimo subtriangular, tan largo como ancho, y más del doble de ancho que el noveno; pero el undécimo subesférico, bastante grueso y poco empotrado en el décimo. Disco del prototórax poco convexo, con granulos fuertes, re- dondos y espaciados, con una ligera depresión en el lóbulo y en su borde, por delante del escudete; con cerdilias moderadas rojizas, y reclinadas, que no velan la granulación; con su mayor anchura en el medio de los lados, y en curva poco cerrada hacia delante y hacia atrás, de márgenes moderadamente anchas, más o menos le- vantadas, por lo general, más que el disco en el macho y menos en la- hembra, de ángulos posteriores rectos y aguzados, e insensible- mente caídos o rebajados hacia los húmeros, sobre los que se aplican. Élitros muy deprimidos en el dorso en el macho y nada en la hembra, como en las Planasida, con su mayor anchura en el ter- cio final, dos veces más largos que anchos, con las márgenes estre- chas cortantes y levantadas desde la base al ápice, y más notable- mente cerca de los húmeros, que son poco obtusos y redondeados, casi rectos, con un trazo o arruga saliente, costiforme, desde el medio de la base del élitro, algo más cerca de la sutura, y que se prolonga paralelamente a ella en trazos interrumpidos o granulos mayores que los del fondo, formando la segunda costilla dorsa» DE HISTORIA NATURAL 361 poco señaladamente, y con una primera arruguita lateral, a veces tan marcada como la anterior, en la mitad posterior del élitro, es- tando la primera dorsal y la segunda lateral apenas indicadas, y siempre más ésta que aquélla en el tercio final, con toda su super- ficie con granulillos aislados, menores que los del protórax, y con cerdillas ásperas, rojizas y revueltas, cortas y reclinadas, sin velar • la granulación P. pygmaea Rosh. Long. 9 a 12 mm. Loe. Ronda (Rosenhauer), Huéjar, Fondón, Motril, Beznar (Escalera). Museo de Madrid; museo Oberthür. 2 (1) Antenas con el tercer artejo, por lo menos, doble de lar- go que el cuarto, y dos o más veces más largo que ancho. 3 (6) Tercer artejo de las antenas, tres veces más largo que ancho. 4 (5) Artejos cuarto, quinto, sexto y séptimo dos veces más largos que anchos, subeilíndricos; los octavo y noveno algo más cortos, y ligeramente engrosados en el ápice, y más de la mitad más estrechos que pl décimo, que es subtriangular, tan largo como ancho. Protórax menos transverso y más recogido que en la especie anterior, de márgenes más estrechas y menos tendidas o explana- das; de disco, aunque poco, algo más convexo, y con la granula- ción algo más menuda, y velada en el disco por la pubescencia do- rada, más áspera y larga que en P. pygmaea Rosh., con una línea acanalada y fina desde la base al borde anterior en el macho. Élitros más largos y estrechos que en esa especie, más de dos veces más largos que anchos, más paralelos de lados, con la prime- ra costilla lateral mejor marcada desde la base que la primera dor- sal, cuya costilla no está marcada en la base por el trazo saliente que en P. pygmaea, estando, por lo tanto, la costilla apreciable, y su arruga originaria más distanciada de la sutura que del margen del élitro; también la segunda lateral, en el medio del élitro, más señalada que las dos dorsales, que son casi indistintas; las márge- nes cortantes, estrechas y poco levantadas, con los húmeros rec- tos y redondeados, por lo que el disco, aunque aplanado, parece más convexo que en P. pygmaea; granulación pequeña y aislada, casi velada por la pubescencia cuando persiste donde es más larga y densa P. Lindaraja sp. n. Long. 9 a 10 mm. Loe. Granada. Museo de Madrid. 362 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 5 (4) Artejos cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo, subcilín- dricos, nada o apenas engrosados en el ápice, dos veces más lar- gos que anchos; el noveno apenas engrosado, y no más corto que los anteriores, y sólo el décimo subtriangular, tan largo como ancho, y doble más ancho que el noveno; el undécimo subesférico, grande y poco empotrado en el décimo. Protórax con el disco menudamente granujiento y moderada- mente globoso, con las márgenes medianamente anchas, cortantes y levantadas, pero indudablemente más bajas que él; bastante transverso, y de lados en curva entrante, con su mayor anchura hacia el medio, e igualmente redondeados hacia atrás como hacia delante; de ángulos posteriores poco agudos, pero aguzados y nada caídos, apenas más prolongados bacia atrás que el lóbulo. Élitros más de dos veces más largos que anchos, poco deprimi- dos en el dorso, con su mayor anchura en el tercio posterior, de lados rápidamente redondeados desde dicho punto al fin, donde no son nada acuminados, y más lentamente hacia los húmeros, que son muy rectos y redondeados; con las márgenes estrechas y cortan- tes nada levantadas, a no ser en los húmeros, donde lo son ape- nas, y con la base en dicho punto visiblemente más ancha que la base del protórax; con un trazo costiforme en el medio de la base, origen de la segunda costilla dorsal, reducida a dicho trazo, muy corto en el macho, sin otras arrugas o pliegues que indiquen las restantes costillas, y en la hembra, con algunas vermiculaciones f lexuosas sobre la mitad del élitro, en la posición de una primera y segunda costillas laterales, cubiertas de una capa terrosa, que oculta la granulación del fondo, menuda, y entre la que se ven las cerdillas cortas, rojizas y reclinadas, no muy densas P. Moraima sp. n. Long. 10 a 11 mm. Loe. Sierra Nevada (de Almería a Fondón ex Dr. Mar- tin). Museo de Madrid. 5 bis. Menor, ángulos posteriores del protórax obtusos, pero no matados, no menos salientes que el lóbulo; de márgenes poco levantadas, muy curvilíneas en el macho y menos en la hembra, cuyos ángulos posteriores son poco agudos, pero también menos avanzados que el lóbulo. Élitros bastante planos en el macho y apenas convexos en la hembra, de márgenes estrechas, cortantes y no levantadas tampoco, sin más costillas en el macho que el trazo basal, origen de la se- DE HISTORIA NATURAL 365 gunda costilla dorsal, cuya costilla, en cambio, es visible en la hembra, como trazos flexuosos en toda su longitud, así como las dos laterales , P. mínima sp. n. Long. 8 mm. Loe. Motril (Escalera). Museo de Madrid. A esta especie deben atribuirse las hembras de la co- lección Rambur, tipo del dibujo de su A. pygmaea nec Rosh., irreconoscible en la figura, y sólo utilizable como curiosidad iconográfica. 6 (3) Tercer artejo de las antenas sólo algo más de dos veces más largo que ancho, los cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo, algo engrosados en el ápice, vez y media más largos que anchos; los noveno y décimo subtriangulares, tan largos como anchos, casi de igual anchura ambos, y sólo algo más que el octavo; el undéci- mo subesférico, pequeño, mitad de grueso que el décimo, y libre. Protórax con el disco casi plano, menudamente granujiento, y los granulos aun menores que en P. Moraima y P. mínima, y mi- tad más pequeños que en P. pygmaea y P. Lindara/a, con las márgenes anchas, cortantes y levantadas, aunque no recogidas, más elevadas que el disco, muy redondeadas desde el medio, e igualmente hacia delante y hacia atrás, de ángulos posteriores rectos y aguzados, tan salientes como el lóbulo, y en absoluto nada caídos. Élitros poco más de vez y media más largos que anchos, con su mayor anchura en el tercio final, y más rápidamente estrechados hacia el fin que hacia delante, nada paraleloides; sus márgenes, es- trechas, cortantes y poco levantadas, aun en los húmeros, que son rectos y poco redondeados, notablemente más anchos aquí que la base del protórax; de disco subplano en su primera mitad, y apenas convexo después en el macho, con una arruguita corta en el medio de la base de cada élitro, origen de la segunda costilla dorsal, nula después y con algunas vermiculaciones en la segunda mitad del élitro, que marcan una primera costilla lateral; el fondo, muy me- nudamente granujiento, y las cerdillas, doradas, muy cortas, recli- nadas y poco densas, por el contrario de P. Moraima y P. míni- ma, donde son largas y densas, velando la granulación P. pusillima Kraatz. Long. 7 mm. Loe. Sierra Nevada (sobre un tipo de Kraatz que me cedió en Berlín generosamente), hoy en Museo de Madrid. 364 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAiÑOLA Una sencilla técnica para teñir rápidamente neurofibrillas y fibras nerviosas por P. del Río-Hortega. Para la demostración de las estructuras fibrilares de naturaleza nerviosa cuéntase ya con métodos grandemente selectivos, que pueden ser aplicados tanto al estudio de los caracteres normales de las tramas intra y extracelular como a la investigación de las alteraciones que se presentan en diferentes procesos patoló- gicos. Por sus excelencias, figura a la cabeza de aquéllos el método de Cajal, a base de nitrato de plata reducido, que, con las numero- sas variaciones de que es susceptible— sabiamente introducidas por Cajal mismo—, tiene en la actualidad universales aplicacio- nes, siendo insustituible para las investigaciones neurológicas, en las que supera a todos los métodos conocidos por la sencillez de su técnica y la brillantez de sus resultados. Baste recordar, aun- que sea innecesario — como el mayor elogio que pueda hacerse de dicho método—, que una gran parte de los transcendentales descubrimientos que enaltecen a Cajal y de las valiosas aporta- ciones neurológicas de sus discípulos nacionales y extranjeros se debe al empleo de las diferentes fórmulas de la plata re- ducida. Pero el método de Cajal como todos los destinados a teñir electivamente las delicadas estructuras nerviosas, adolece de cierta inconstancia cuando no se emplea en condiciones óptimas de frescura de los órganos y pureza de los reactivos y cuando se aplica a material humano procedente de autopsia. Si a esto se añade la condición de utilizar piezas pequeñas impuesta por el método de la plata reducida, que puede estorbar el seguimiento de vías nerviosas o el estudio topográfico de lesiones, y la necesi- dad de invertir varios días en la impregnación y reducción de las piezas, que es obstáculo para el reconocimiento rápido de lesio- nes específicas (rabia, por ejemplo), se comprende la posible uti- DE HISTORIA NATURAL 565 lidad de un nuevo procedimiento de teñido que, sin aventajar al de Cajal— ello es imposible— en finura y delicadeza de la impreg- nación electiva, sea aplicable justamente en las circunstancias en que aquel proceder se muestra insuficiente, siéndolo también los otros métodos nenrofibrilares y axónicos (Donaggio, Fajerztajn, Bielschowsky, etc.). Aunque el procedimiento de Bielschowsky, uno de los más practicados, puede dar resultados aceptables, si se aplica, por téc- nicos expertos, a cortes extensos obtenidos por congelación, no puede bastar para el estudio de las alteraciones neurofibrilares y axónicas, no sólo a causa de su marcada insuficiencia para teñir completamente las fibras nerviosas normales y para revelar con limpieza el plexo neurofibrilar de las células, sino también por la escasa finura de las coloraciones que suministra, frecuentemente ensuciadas por precipitados. Los casos patológicos en que principalmente son aplicables . este y otros métodos requieren coloraciones exentas de aspectos granulosos y todo lo completas que sea posible, ya que de otro modo se prestan a interpretación equivocada la presencia de gra- nulaciones, la escasez de fibras teñidas, etc. Nosotros, que trabajando con Achúcarro— hábil técnico— pudi- mos apreciar las ventajas e inconvenientes del método de Biel- schowsky en los estudios de histopatología nerviosa y que al lado de Cajal nos convencimos de la imposibilidad de obtener más be- llos y variados efectos de la impregnación argéntica que los que suministra el proceder de la plata reducida, estamos persuadidos de la necesidad de poseer un método constante y sencillo, aplica- ble principalmente al estudio de las alteraciones nerviosas en cir- cunstancias difíciles para el de Cajal y en que se desea obtener coloraciones más perfectas que las del Bielschowsky. Con la téc- nica, susceptible de perfeccionamiento, que vamos a presentar nos proponemos satisfacer, al menos en parte, dicha necesidad. En nuestros primeros ensayos de tinción de los tejidos con la solución amoniacal de carbonato argéntico vimos ya la posibilidad de obtener impregnaciones parciales de las fibras nerviosas en cortes procedentes de piezas fijadas en formol. Pero las colora- ciones logradas en tejidos normales, aun en los casos más afortu- nados, eran notoriamente inferiores a las obtenidas con los méto- dos neurofibrilares de uso corriente. Por el contrario, en el estu- dio de las alteraciones axónicas y neurofibrilares, y de manera 366 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA particular de las que caracterizan a la enfermedad de Alzheimer, el carbonato argéntico mostróse especialmente útil, proporcionan* donos tinciones de belleza pocas veces alcanzada por el método de Bielschowsky. Al sernos conocida la posibilidad de aplicar provechosamente el citado reactivo a la investigación de las estructuras nerviosas, pretendimos sacar de su empleo el mayor rendimiento, determi- nando previamente las condiciones que más favorecían su fijación en las neurofibrillas y cilindroejes; pero al principio vimos frustra- dos todos los intentos, puesto que ni modificando las fórmulas fijadoras y las condiciones de su empleo, ni variando la concen- tración de los líquidos impregnador y reductor, ni buscando la casi siempre beneficiosa acción del calor logramos mejorar los re- sultados. Así llegamos a la convicción de que el carbonato argén- tico amoniacal es incapaz de teñir por sí solo las neurofibrillas normales y los axones finos. Mas si, a imitación de lo que se hace en el método de Biel- schowsky, tratamos los cortes sucesivamente por nitrato de plata y carbonato argéntico en solución amoniacal, adicionada de dos o tres gotas de piridina (calentando ambas soluciones hasta que los cortes adquieren color amarillento y amarillo parduzco, respecti- vamente), los resultados mejoran ostensiblemente, sobre todo en lo que concierne a las estructuras nerviosas normales, que apare- cen así finamente teñidas, tanto en cortes de piezas fijadas en sim- ple formol como en formol bromurado. La práctica del método en estas condiciones ofrece ya bastantes ventajas en tiempo, electi- vidad y constancia con relación al método de Bielschowsky, que, tras exigir muchas horas, da con frecuencia resultados deficientes. He aquí nuestra manera de proceder: 1.°, calentamiento de los cortes en nitrato de plata en solución acuosa al 2-4 por 100(1), hasta que adquieren color amarillento (unos 5-10 minutos); 2.°, la- vado rápido; 5.°, calentamiento en carbonato argéntico, con o sin piridina, hasta color amarillo tostado; 4.°, lavado rápido, y 5.°, re- ducción en formol al 10-20 por 100. Virofijación a voluntad. El tratamiento previo de los cortes por solución de nitrato de plata, dejándola actuar hasta que la substancia gris amarillea, es de efectos tan favorables para la tinción neurofibrilar con el carbo- (1) La mayor o menor concentración influye poco en los resultados, pues todo es cuestión de tiempo y temperatura. DE HISTORIA NATURAL 567 nato argéntico como con la plata de Bielschowsky, pero es toda- vía insuficiente para la obtención de coloraciones completas de las fibras nerviosas meduladas y ameduladas y de las neurofibri- llas y no satisface por completo los deseos del investigador. Buscando la manera de hacer que el nitrato de plata usado a modo de mordiente se fije con mayor energía sobre las neurofibri- llas, hemos recurrido al empleo de diferentes baños preparadores de la impregnación, logrando al fin resultados que, aunque suscep- tibles aun de mejoramiento en algunos detalles, son lo bastante halagüeños y prometedores para que nos decidamos a notificarlos a esta Sociedad. En esta nota, que tiene carácter preventivo, y no es sino un avance de la técnica definitiva, damos a conocer las bases en que se apoya la coloración selectiva de las fibras nerviosas y neurofi- brillas intracelulares con el carbonato argéntico amoniacal. No podemos todavía dictar reglas definitivas ni indicar las pequeñas variaciones técnicas que hacen resaltar un detalle histológico de- terminado entre todos los demás. Anticipamos, sin embargo, que con el procedimiento que sigue es facilísimo obtener coloraciones excelentes de la casi totalidad de fibras nerviosas, y bastante aceptables de las neurofibrillas que recorren el soma neuronal. Fijación.— A diferencia de muchos métodos específicos, que sólo tienen ese carácter a condición de emplear un fijador determi- nado, distinto para cada estructura, v. gr. , formol-urano (Cajal) para el aparato reticular interno, formol-bromuro amónico (Cajal) para la neuroglia, alcohol para los cromófilos (Nissl), formol para las fibras nerviosas (Bielschowsky), etc., en nuestro método neurofi- brilar puede utilizarse con resultados aceptables fijadores diver- sos, entre los que se cuentan los mencionados y algunos otros que tenemos en ensayo. Esta interesante particularidad, que a primera vista parece carecer de importancia, la tiene grande, en nuestro concepto, porque gracias a ella podemos estudiar en una misma pieza varias estructuras, lo que importa poco, huelga decirlo, cuan- do se tiene material abundante, pero mucho cuando se dispone de una sola pieza patológica. El formol bromurado, felizmente introducido en la técnica neu- rológica por Cajal, aunque destinado a preparar a la neuroglia para la impregnación áurea específica (siendo también fijador obligado para la coloración de la neuroglia y de la microglía con el carbo- nato de plata), en nada dificulta ni merma la tinción de las estruc- 368 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA turas nerviosas mediante nuestra técnica. Gracias a ello, es posi- ble destinar los cortes de una misma pieza en parte al estudio de la neuroglia, y en parte al de las fibras nerviosas (1). Aunque la fijación en formol bromurado no es obstáculo que impida la obtención de excelentes coloraciones de las fibras ner- viosas, sí parece dificultar la impregnación de las neurofibrillas, que se obtiene mejor fijando en formol al 10 por 100, adicionado, si se quiere, de unas gotas de amoníaco o piridina. El tiempo de acción del fijador puede graduarse teniendo en cuenta la tempera- tura, y aunque, por lo general, bastan dos o tres días en cualquie- ra época, no hay inconveniente en acelerar la fijación sometiendo los tejidos a una temperatura de 35° (doce a veinticuatro horas), 55° (una a dos horas) y hasta 70 a 80° (diez a quince minutos). Se- gún esto, es posible apreciar el estado de las estructuras neurógli- cas y neurofibrilares en menos de una hora calentando las piezas frescas en formol bromurado, seccionándolas por congelación y siguiendo después nuestras técnicas para la neuroglia, la microglía y las fibras nerviosas. Si el formol-urano penetrase con rapidez y uniformidad en el tejido nervioso, constituiría un buen fijador para las neurofibrillas, la neuroglia y la microglía, pues todas estas formaciones aparecen, un poco pálidas pero finamente teñidas, fijando diez a quince mi- nutos a unos 60° y sometiendo los cortes a las técnicas neuróglica y neurofibrilar, a base de carbonato argéntico. En cuanto a la fijación en alcohol, aunque creemos que este reactivo no impide ni merma la colorabilidad de las fibras nervio- sas por el carbonato argéntico, teniendo en cuenta su comporta- miento en el método de Cajal y los magníficos resultados que da cuando se aplica como preparador de la coloración neurofibrilar con el método que estamos describiendo, no conocemos a punto fijo sus posibilidades, que están todavía en estudio. (1) No acaban aquí las posibilidades del formol bromurado, sino que con él puede hacerse el estudio de las principales estructuras nervio- sas. Tras breve fijación en dicho reactivo, es posible teñir el cuerpo de las células nerviosas, con sus dendritas principales, mediante el carbo- nato de plata, que tiñe también con gran perfección los grumos deNissl si se prolonga la permanencia de las piezas en formol bromuro. En cuanto a las fibras mielínicas, muéstrar.se perfectamente coloreadas aplicando a los tejidos fijados poco tiempo en formol bromurado nues- tra primera variante al método de Achúcarro. DE HISTORIA NATURAL 569' Resumiendo: la fijación, más o menos prolongada, en formol al 10 por 100 y en formol bromurado es igualmente aplicable para la impregnación de las fibras nerviosas. Las neurofibrillas se tiñen mejor en las piezas fijadas, no demasiado tiempo, en formol. Coloración.— Para la coloración completa de las formaciones nerviosas fibrilares se requiere el empleo sucesivo de un prepara- dor, un mordiente, un colorante y un reductor. Como preparadores de la impregnación utilizamos formol al 10 por 100 ó alcohol rectificado (95° C), con amoníaco suficiente para hacerlos ligeramente alcalinos (dos o tres gotas en 10 c. c. de formol y una gota en igual cantidad de alcohol). Como mordiente débil nos servimos de solución acuosa de ni- trato de plata, añadiéndola alcohol para favorecer la coloración del cuerpo neurona! y piridina para mantener la alcalinidad del baño e impedir la formación de precipitados: Solución de nitrato de plata al 1 ,5 a 3 por 100 . . 10 cent. cúb. Piridina pura III gotas. Alcohol rectificado Xa XV gotas. El colorante es nuestra fórmula de carbonato argéntico amo- niacal: Solución de nitrato de plata al 10 por 100 10 cent. cúb. Solución de carbonato de sosa al 5 por 100 30 cent. cúb. Amoníaco, cantidad suficiente para disolver el precipitado. Agua, cantidad suficiente para completar 100 a 150 cent. cúb.. • Como reductor nos servimos de cualquiera dilución de formol, prefiriéndola al 10 por 100, si las piezas no están bromuradas, pero en las fijadas en formol-bromuro parece absolutamente necesaria la reducción en formalina al 1 por 100. Técnica.— 1.° Obtención de cortes por congelación. 2.° Calentamiento durante diez minutos, a unos 50°, en formol al 10 por 100, con dos o tres gotas de amoníaco, o en alcohol con una gota de dicho álcali. El amoníaco impide la retracción de los cortes por el calor. 3.° Inmersión, sin previo lavado, en nitrato de plata al 2 por 100, adicionado de tres gotas de piridina y un chorrito de alcohol de 95°, y calentamiento hasta que los cortes adquieren color ama- rillo tostado uniforme. Suelen bastar cinco a diez minutos. La pi- ridina impide la formación de precipitados al pasar los cortes, sin 570 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA lavado previo, desde el formol a la solución de plata y al calentar esta solución. 4.° Lavado en agua destilada. Podría prescindirse de este la- vado si se tuviera seguridad de que el amoníaco existente en lige- ro exceso en el baño que sigue basta para disolver inmediatamen- te el carbonato argéntico formado con la plata que llevan los cor- tes y el carbonato libre de la solución. La previa adición de dos a tres gotas de piridina al licor de carbonato argéntico basta para que dicha disolución se efectúe instantáneamente. 5.° Inmersión en carbonato de plata, con dos a tres gotas de piridina o sin ella, calentando a unos 50° hasta que la coloración de los cortes se acentúa bastante. La piridina retarda la forma- ción del velo metálico, que puede ser causa de suciedad de los cortes. 6.° Reducción en formol al 1 por 100. En cortes de piezas fijadas en formol no hay inconveniente en hacer un lavado previo, reduciendo entonces en formol al 10 por 100. Como la impregnación argéntica da a los diferentes sistemas de fibras nerviosas tonalidades diversas, no siempre conviene la virofijación de los cortes. A veces, sin embargo, puede ser útil reforzar la coloración de las neurofibrillas calentando los cortes en cloruro de oro y fijando después en hiposulfito de sosa. Resultados.— Las preparaciones obtenidas con la técnica pre- cedente se parecen mucho, tanto por los matices como por la es- pecificidad de la coloración de las estructuras nerviosas, a las que se obtienen con el método de la plata reducida de Cajal. Los siste- mas de fibras aparecen perfectamente teñidos, pudiendo seguirse a los distintos haces en todo su curso, lo que puede facilitar mu- cho la investigación de la marcha y conexiones de las vías nervio- sas. Las delgadas fibrillas amielínicas de los centros, las termina- ciones pericelulares (cestillos de las células de Purkinje, fibras trepadoras, etc.), muéstranse perfectamente. Las neurofibrillas se tiñen con intensidad y finura, sólo superadas en las buenas colora- ciones del método de Cajal, en las grandes células medulares, ce- rebelosas y cerebrales y más débilmente en los corpúsculos de ta- maño mediano. Se tiene, por consiguiente, en el procedimiento descrito un nuevo y útil recurso técnico, que tiene las siguientes ventajas: 1.a, suministra buenas coloraciones nerviosas con diferentes fijadores, y especialmente con el formol simple o bromurado; 2.a, puede ser Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. XXII. Figura 1. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. XXIII Figura 2. DE HISTORIA NATURAL 371 efectuado en cortes tan extensos como puedan obtenerse por con- gelación, en los que se obtiene perfecta uniformidad de teñido; 5.a, es aplicable al estudio del tejido nervioso normal y patológico; 4.a, permite efectuar en breve tiempo el reconocimiento de lesio- nes específicas, y 5.a, es aplicable a material antiguo, en el que desmerece un poco la coloración de las neurofibrillas pero se lo- gran espléndidas tinciones de las fibras nerviosas. Creemos, sin embargo, que este método (aplicable solamente a los centros y ganglios nerviosos), aunque susceptible de perfeccio- namiento, nunca podrá reemplazar al de Cajal en la investigación de ciertas terminaciones nerviosas perineuronales y de las neuro- fibrillas en estado fisiológico. Laboratorio de Histología normal y patológica de la Junta para Ampliación de Estudios. Naturalezay caracteres de la trama reticular del bazo por P. del Río-Hortega y F.Jiménez Asúa. (Láminas XXII y XXIII.) Entre los problemas histológicos actuales pocos existen tan complejos y de difícil resolución como el que se refiere a la estruc- tura y textura del bazo. Si se exceptúa el conocimiento parcial que se tiene de la arquitectura de este órgano y de los caracteres más groseros de sus elementos constituyentes, todo lo que más puede interesarnos permanece en el misterio, no por falta de investigado- res interesados en su esclarecimiento sino de métodos electivos que consientan percibir en la enorme masa de células los caracte res de cada una de sus variedades. Desconócese, pues, actualmente la íntima constitución de la trama que sirve de sostén a los elemen- tos de la pulpa, la manera como éstos se engendran, sus relaciones con el estroma, la participación de éste en la constitución de los senos, etc., sin contar lo concerniente a la evolución celular ligada a la hematopoiesis y los diversos fenómenos que con tan impor- tante función se relacionan. Nuestro interés por desentrañar, siquiera en parte, alguno de Tomo xxi. —Noviembre,. 1921. 28 372 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA los mencionados problemas nos ha concitado a efectuar una serie de investigaciones que exigirán, sin duda, bastante tiempo, razón por la cual nos proponemos dar a conocer en diversas comunica- ciones nuestros resultados, sin perjuicio de hacer en su día un es- tudio de conjunto. Las primeras pesquisas que hemos efectuado refiérense al es- troma, que ha sido ya cuidadosamente estudiado por multitud de autores, cuyas descripciones y juicios discrepan bastante. Desde 1847, en que Tigri descubrió el armazón propio del bazo, existen en litigio dos concepciones diferentes respecto a su cons- titución histológica: la de Ranvier (compartida por Cornil, Sidery, Bizzozero, Carlier, Phisalix, Renaut, etc.), para quien se trata de un tejido especial, característico de los órganos adenoideos, for- mado por fibras conjuntivas entrecruzadas, con células aplanadas en su superficie, y la de Billroth, Kolliker, His, Frey, Robin, Mol- lier, Lagueusse, Prenant, etc., que admiten la existencia de una trama constituida por células estelares muy ramificadas y con abundantes anastomosis, cuyo protoplasma ha sufrido modificacio- nes químicas especiales. El empleo de variadas y originales técnicas no ha permitido a los investigadores ponerse de acuerdo, y aunque son ya mayoría los que se inclinan en favor de la hipótesis celular, discrepan en los detalles, por discrepar también, aparentemente, los resultados obtenidos con los diferentes métodos mecánicos (pincelación), quí- micos (digestión artificial) y cromáticos puestos en juego. Entre los últimos, son los procedimientos de impregnación ar- géntica los que más expresivas tinciones han permitido obtener, a partir de 1891, en que Opp.el aplicó al estudio del bazo el método de Golgi y logró teñir el retículo intersticial del bazo humano de manera más perfecta que la conseguida hasta entonces, descri- biendo detalladamente, con el nombre de Gitterfasern, el sistema especial de fibras existente en las tramas hepática y esplénica. Según Oppel, en el centro de los folículos esplénicos las fibras son cortas y finas, predominando las de forma en T; mas en la pe- riferia de aquéllos se disponen en forma de mallas, constituyendo una envoltura en la que, por transparencia, puede distinguirse dos capas caracterizadas por su diferente coloración, roja en la externa y negra en la interna. En la pulpa, las fibrillas ramificadas consti- tuyen una red, en cuyos espacios se albergan los elementos celu- lares. Los vasos que son recognoscibles como tales hállanse, en DE HISTORIA NATURAL 375 tanto, rodeados de una espesa red, y hasta en algunos de ellos es posible ver una capa formada por fibras con aspecto y coloración iguales a las de la capa rojiza del corpúsculo de Malpighi, con la que se continúan allí donde existen folículos. Según Oppel, es posible que tal sistema se halle formado por células ramificadas. Justamente, esta opinión es la que sustenta más recientemente Lagueusse, quien, de acuerdo con otros autores, piensa que en el conectivo reticular del bazo existen células estrelladas y ramifica-» das, con anastomosis, que se originan de células granulosas tingi- bles por el método de Qolgi (Gitterzellen de Oppel), cuyas prolon- gaciones se ramifican cada vez más, pierden sus granulos y se transforman en filamentos hialinos, refringentes, a la vez que el cuerpo se estira y sufre idéntica metamorfosis. El núcleo de tales células desaparecería (Acanthias, Lagueusse, Prenant), mostrán- dose entonces el retículo formado por trabéculas sin verdadero carácter celular. Lagueusse propone el nombre de citofibras para tales células con prolongaciones transformadas, condensadas, de las que indirectamente se desarrollarían algunas veces fibras con- juntivas y elásticas. Snessarevvy, especialmente, Matsui han añadido algunas parti- cularidades sobre la contextura de la trama esplénica. Según Mat- sui, que basa su descripción en los métodos de Bielschowsky y Ma- resch, el retículo de la pulpa se tiñe en negro por la plata, a dife- rencia de los tabiques y cápsulas, cuya coloración es parda. El grosor de las fibras decrecería progresivamente desde las vainas linfáticas de los vasos a la red principal del retículo y a las fibras que de ella derivan. Las gruesas fibras de las vainas linfáticas es- tarían en relación con los corpúsculos de Malpighi, constituyendo la capa propia que los envuelve. En muchos casos serían visibles las dos capas descritas por Oppel y en algunos faltaría la externa. Las fibras del retículo de la pulpa, o, al menos, una parte de ellas (las que rodean a los senos), han sido objeto de reiterados estudios, por relacionarse íntimamente su disposición con la arqui- tectura de las vías circulatorias del bazo. En las vainas arteriales señalaron Schweigger-Seidel y Hoyer la presencia de numerosas fibras que seguirían a lo largo de los capilares, pudiendo espesarse y modificarse para formarlos vainas especiales. Alrededor de las vénulas o capilares venosos, en efecto, existen fibras anulares (Henle, Bilíroth) anastomosadas entre sí (Henle, Frey) y con las trabéculas de la red. 374 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Ebner interpreta dichas fibras anulares como fibras elásticas unidas por una fina membrana continua, de la que representarían espesamientos, lo que recuerda a lo llamado por Henle pared pro- pia y a la membrana anhista con estomas señalada por Malí y Wei- denreich, que se hallaría reforzada exteriormente por las fibras anulares. Tales fibras de refuerzo de los senos (fibras anulares de Hoyer), aunque vistas primeramente por Henle y Billroth, han sido más tarde descritas por Schweigger-Seidel, Sokoloff, Hoyer, Carlier, Ebner, Bóhm, Schumacher, Hoehl, Weidenreich, Mollier, Matsui, etcétera, surgiendo entre ellos divergencias de criterio, tanto por lo que se refiere a su naturaleza como a su disposición. El punto más confuso para los autores atañe a sus relaciones con las células endoteliales, por una parte, y con el retículo de la pulpa, por otra. A este respecto, Weidenreich y Mollier sustentan opiniones contrapuestas. A juicio del primero estarían regularmente ordenadas, como los aros de un tonel, alrededor de las células endoteliales (Stabzellen), siguiendo una dirección perpendicular a su eje mayor. De algunas fibras anulares se desprenderían en ángulo agudo otras, anastomosadas con las vecinas o continuadas con el retículo del parénquima limitante. Según Mollier, a medida que se desciende en la serie animal (siempre dentro de los mamí- feros), es posible apreciar mejor que los elementos considerados por Weidenreich como células endoteliales sueltas, alargadas y cruzadas por fibras no son sino un sincitio de elementos reticula- res. Según esto, no es posible hablar de células longitudinalmente, orientadas y de fibras transversales a ellas sino de prolongacio- nes protoplásmicas sobre las cuales marchan las fibras. Según Mollier, la red fibrilar no es independiente de la proto- plásmica; no representa un producto a modo de secreción del re- tículo protoplásmico sino una diferenciación del ectoplasma mis- mo, por lo que jamás se observa la separación completa de las fibras y substancia generadora que caracteriza a las fibras coláge- nas, por más de que en el hombre predomina en una dirección la parte 'protoplásmica (células en bastoncito de Weidenreich), y en otra la parte fibrosa (fibras anulares). El problema de la naturaleza y origen del retículo de la pulpa cae, como es natural, dentro del problema general de las Gitter- fasern, pues aunque Oppel designó con este nombre a los retícu- los hepático y esplénico sin atreverse a sostener su identidad, las. DE HISTORIA NATURAL 375 investigaciones ulteriores demuestran el estrecho parentesco que existe entre el armazón reticulado del hígado y el de los órganos adenoideos. La primera cuestión que se plantea es la distinción clara de las fibras colágenas y enrejadas (Gitterfasern), resuelta por Kon y Róssle en el sentido de que, aparte las diferencias morfológicas, tienen diferencias químicas, que se manifiestan por la diversa colo- ración que adquieren con el método de Bielschowsky. Ciertos autores creen, con Rossle y Matsui, que aun admitien- do la diferencia entre fibras colágenas y reticulares, éstas pueden transformarse en aquéllas, especialmente en condiciones patológi- cas, por un proceso que Rossle denomina prosoplasia. Matsui re- cuerda a este respecto que, en opinión de Golowinski, las fibras co- lágenas se comportan en el embrión diferentemente que en el adul- to, donde no existen fibras precolágenas que se transformen en colágenas, iguales a las Gitterfasern, según Matsui, quien admite como única diferencia entre ellas que las primeras son una fase transitoria y las segundas representan el máximo desarrollo. La opinión que parece dominar actualmente es que así como las fibras colágenas constituyen diferenciaciones especiales de los fibroblastos, las Gitterfasern se originan en elementos insuficien- temente diferenciados: células endoteliales y reticulares (Kon, Rossle, Yoshida, Matsui). Respecto a la naturaleza química especial del retículo espléni- co, que no da gelatina por cocción ni se tiñe con los reactivos de la colágena (fucsina acida, por ejemplo), que resiste a la diges- tión artificial (métodos de Malí, Hoehl, y Lehrell), y sólo en parte reacciona como la elastina, no existe el menor acuerdo, aunque la mayor parte de los histólogos niega la naturaleza colágena admi- tida por Hoehl y rechaza la identidad con las fibras elásticas sos- tenida por Ebner, Bohm, Schumacher, y negada por Hoehl, Hoyer, Lehrell y Weidenreich, principalmente. Siegfried demostró en 1892 que el tejido reticular no está cons- tituido por fibras colágenas, sino por una substancia proteica es- pecial que llama reticulina (1). (1) Hoy se aplica este nombre, quizás abusivamente, a numerosas formaciones conectivas reticuladas cuyos caracteres morfológicos y microquímicos no concuerdan exactamente con los del estroma de los órganos adenoideos. 576 BC LETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPA .TOLA En el resumen que antecede acerca del estado actual del pro- blema de que tratamos se ve que casi todo lo que pudiera pensar- se lógicamente sobre la arquitectura del armazón esplénico, obser- vando preparaciones parcialmente coloreadas con métodos poco electivos, ha sido va imaginado por los investigadores. No será, pues, de extrañar que entre las diversas conjeturas que han sido hechas para explicar la constitución histológica y química de la trama conjuntiva del bazo haya alguna más o menos ajustada a la verdad. Nuestra descripción carecerá de novedad absoluta para los que vean la semejanza de las imágenes observadas por nosotros y las conocidas por algunos autores y la coincidencia de nuestras apreciaciones con juicios precedentemente expresados. Pero nos-' otros, más que ofrecer aspectos estructurales inéditos, pretende- mos conexionar los detalles descubiertos por cada investigador, identificarlos con nuestras observaciones, para hacer un esquema de conjunto, y armonizar, en lo posible, contradictorias opiniones para hallar la fórmula que interprete con mayor verosimilitud la naturaleza histológica e histoquímica de la trama esplénica. Habituados por larga práctica a los métodos de impregnación argéntica, hemos querido aprovechar su fuerza selectiva y su va- riedad cromática para la resolución de los problemas histológico y microquímico, logrando en buena parte nuestro propósito. Aunque poseemos preparaciones muy aceptables del retículo esplénico obtenidas con el método de Achúcarro (1), y, sobre todo, con la primera variante introducida en él por uno de nosotros (2), sólo hemos logrado tinciones completas de la trama reticular que envuelve a los senos mediante el carbonato de plata amo- niacal (3). Este reactivo, que cuando se aplica en caliente, siguiendo las reglas ordinarias para la tinción del conectivo reticular, provee de excelentes tinciones de las redes que envuelven a los corpúsculos de Malpighi y llenan los espacios perivasculares y, muy a menudo, de las mallas que se aplican al contorno de los senos, adquiere (1) Achúcarro:«Nuevo método para el estudio de la neuroglia y del tejido conjuntivo».— (Bol. de la Soc. esp. de Biol.), t. I, 1911-12. (2) P. del Río-Hortega:«Nuevas reglas para la coloración constante de las formaciones conectivas por el método de Achúcarro». -(Trab.det Lab. de Inv. Biol.), t. XIV, 1917. (5) P. del Río-Hortega:«NueVo método de coloración histológica e histopatológica».— (Bol. de la Soc. esp. de Biol), 1918- DE HISTORIA NATURAL 377 mayor apetencia por estas últimas redes cuando se emplea en frío y actúa poco tiempo. La variante rápida (1) del método al carbonato de plata, y, me- jor aún, la rapidísima (2) seguida por Río-Hortega para el estudio de los cromoblastos cutáneos y por nosotros mismos para la in- vestigación de los macrófagos que habitan en tejidos anormales (3), dan tinciones que podemos llamar perfectas del esqueleto espléni- co, dejando sin teñir a los elementos propios de la pulpa, cuya co- loración podría entorpecer la recta interpretación de las imágenes. Consiste dicha variante, que debe aplicarse especialmente a material conservado bastante tiempo en formol, en lo siguiente: 1.° Seccionamiento por congelación de pequeños trozos de bazo, procurando que el espesor de los cortes no exceda de 10 mieras. 2.° Inmersión de los cortes, uno por uno, en la solución amonia- cal de carbonato argentino (4) durante veinticinco a cincuenta se- gundos. 5.° Reducción en formol al 1 por 100, agitando el líquido sin cesar hasta que se efectúa la tinción. Esta agitación de los cortes va encaminada a despojarlos del reactivo argéntico que llena los espacios del tejido para que las fibrillas de la trama, cuya avidez por el carbonato de plata supera a la de otras estructuras, queden impregnadas de ese reactivo y evidenciadas por la reducción for- mólica. 4.° Aunque generalmente no se precisa para hacer el estudio de las preparaciones reforzar el teñido mediante cloruro de oro, puede ser útil el viraje y reforzamiento de los cortes en dicho reactivo cuando !a tinción por la plata resulta algo débil y cuando se desea obtener preparaciones permanentes. Con tal objeto pue- de calentarse los cortes en cloruro de oro al 1 por 500 hasta que (1) P. del Río-Hortega: «Coloración rápida de tejidos normales y patológicos con carbonato de plata amoniacal» —(Bol. de la Soc. esp. de Biol.J, 1919. (2) P. del Río-Hortega: «Sobre los cromoblastos de la piel humana. » (Mem. 50.° aniv. de la R. Soc. de Hist. Nat.), 1921. (5) P. del Río-Hortega y F. Jiménez de Asúa:«Sobre la fagocitosis en los tumores y en otros procesos patológicos».— (Arch. de cardiol. y hematol.) 1921. (4) Solución de nitrato de plata al 10 por 100, 5 cent, cúb.; solu- ción de carbonato de sosa al 5 por 100, 15 cent, cúb.; amoníaco, c. s. para disolver el precipitado; agua, hasta 50-75 cent. cúb. 378 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA toman color violáceo intenso, fijándolos inmediatamente en hipo- sulfito de sosa. 5.° Lavado en agua, deshidratación en alcohol de 95°, aclara - miento (1) y montaje en bálsamo. Cuando se recorre una buena preparación teñida siguiendo la técnica precedente, observase lo que sigue: Partiendo de la región superficial, que está recubierta por es- pesos haces conjuntivos de naturaleza colágena comprobable con los colorantes específicos de tal substancia (fucsina acida, índigo- carmín) y por los diversos métodos de impregnación argéntica (con los que adquiere color amarillo-rojizo, según observaciones de Oppel, Kon, Rossle, Matsui, Cajal, etc., confirmadas por los mé- todos de Achúcarro y su segunda variante y del carbonato argén tico amoniacal), se ve que una gran parte de los fascículos que marchan paralelamente a la superficie formando la envoltura cap- sular se desvían hacia el interior del parénquima, constituyendo cordones de variable espesor que avanzan flexuosamente, disocián- dose en su camino para engendrar hacecillos secundarios, diver- gentes, que pronto se pierden en el estroma reticulado de la pulpa. Por otra parte, si seguimos en su recorrido a los haces de igual naturaleza que existen en torno de los vasos, vérnosles com- portarse de parecida manera que los precedentes, deshilacharse en hebras de progresiva tenuidad y entrecruzarse con los tractus que descienden directamente de la cápsula para engendrar con ellos una trama complicada. En la figura 1 (lám. XXII) que reproduce un aspecto de con- junto del bazo humano, hállase en la parte superior un grueso vaso (A) seccionado transversamente, que aparece envuelto por varias capas de fibras conjuntivas, de cuyos lados se destacan abundan- tes fascículos de bastante espesor (B), que se dirigen flexuosa- mente por los bordes del corpúsculo de Malpighi (C) y terminan por perderse entre los del retículo difuso. Tales fibras espiroides, existentes también en los tractus que descienden de la cápsula, cuya naturaleza colágena no parece du- dosa, a juzgar por la coloración que adquieren con la plata, abun- (1) El aclaramiento del bazo y órganos adenoideos requiere el em- pleo de la mezcla de carbol-xilol-creosota, y mejor todavía de creosota pura, con la que los cortes se ponen suaves y flexibles, estirándose fá- cilmente. DE HISTORIA NATURAL 379 dan en todo el espesor de la pulpa más de lo que permiten sospe- char los métodos corrientes, formando unas veces gruesos cordo- nes y otras pequeños bucles, que por la coloración que adquieren con el carbonato de plata son fácilmente recognoscibles a pequeño aumento tan pronto cerca de los gruesos vasos, cuyo trayecto si- guen bastante a menudo, como alejados, aparentemente, de sus paredes. Al nivel del folículo de Malpighi (fig. 1, C, D) son claramente visibles dos zonas caracterizadas principalmente por la densidad de la trama y la amplitud de las mallas de que están formadas. En la zona marginal (C),en efecto, existe una complicada red de mallas más o menos estrechas, seg ún las diversas regiones, con espacios poliédricos irregulares, comunicantes entre sí y limitados por fibras ligeramente ensanchadas o cilindroides. Dichas mallas no ofrecen orientación marcada en los parajes donde pueden exten derse libremente; pero allí donde existen for- maciones capaces de rechazarlas, muéstranse prolongadas (E) en la dirección que ellas mismas les imprimen. Obsérvese que en la referida zona marginal los espacios del retículo parecen vacíos, lo que depende de la especificidad de la coloración, que revela sola- mente el retículo intersticial, salvo los núcleos del centro germi- nativo y algunos de la pulpa. En la zona profunda (D) que corresponde al centro germinativo, las fibras del retículo son evidentemente más escasas y nunca lle- gan a formar una trama tan complicada como en la zona superfi- cial. Son fibras muchas veces más gruesas que las marginales, que se conexionan con ellas y con los capilares enlazando unas y otros. En algunas ocasiones, y principalmente en casos patológicos, to- davía mal estudiados, no es raro percibir fibras de las menciona- das con aspecto flexuoso y hasta apelotonado (1). Al nivel de la pulpa (F, G) el aspecto de la red intersticial di- fiere completamente por su apariencia de la que existe, y hemos descrito, en las regiones perivasculares y en el espesor de los fo- lículos. La aparente complicación de la trama reticular no es sino consecuencia de la complicación real con que se cruzan y entre- mezclan los conductillos o senos venosos que con sus abundantes (1) En el centro germinativo délos folículos ganglionares y amig- dalinos vese frecuentemente, en parecidas circunstancias, parecido fe- nómeno . 580 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA dicotomías, confluencias lacunarias, dilataciones fusiformes, insa- culaciones, estrechamientos, etc., constituyen una masa casi inex- tricable. Realmente no puede ser más sencilla la disposición de las fibras que rodean al sistema venoso capilar, puesto que, en esquema, se reduce a una malla tridimensional, de espacios poligonales o redon- deados donde no existen presiones que los deformen (H) y más o menos alargados en los sitios donde las fibras se encuentran disten- didas. Según esto, en el contorno de los senos predominan las ma- llas con espacios alargados perpendicularmente a la dirección de los vasos, cuyas fibras, semejantes con frecuencia a anillos o aros de tonel, son conocidas desde Henle. Por el contrario, en los in- tersticios que resultan del entrecruzamiento de los senos, las ma- llas son más pequeñas, irregularmente poligonales y sin orienta- ción definida. Tiene el mayor interés para nosotros el estudio de los detalles característicos de la red que envuelve al sistema sinusal, viendo lo que tienen de verdad las descripciones hechas por los autores. Nuestras observaciones prueban de manera indudable que me- jor que de fibras verdaderas, en el sentido estricto de la palabra, se trata de bandas o estrechas membranas protoplásmicas en las que es claramente perceptible un doble contorno y una ligera es- triación sin carácter de diferenciación fibrilar. En la figura 2 (lám. XXIII), donde aparece, observado a gran aumento, un campo de capilares venosos, entre los que existen al- gunos cortados transversalmente (^4) y otros vistos a lo largo con su pared abierta por la sección (B, G, D) copiase el aspecto que ofrece el retículo que los envuelve, que en unos forma mallas re- dondeadas o poliédricas (B) y en otros se estira siguiendo la con- vexidad de los senos, formando las conocidas fibras anulares con sus correspondientes uniones transversales (/)). Hay regiones donde en casi todos ¡os conductülos ofrecen las mallas esta orientación transversal a la pared de los capilares; pero en otras no es visible dicha orientación, por lo que no puede ser descrita con carácter general. No es raro que alrededor de algunos tubos se ensanchen las trabéculas considerablemente, hasta formar a manera de membranas extensas, fenestradas o no, de las que en la figura 2, C, existe un ejemplo. Véase, por lo demás, en dicha figura la diferencia que distingue a las fibras sinusales de las intersticiales y la no dudosa continuidad (E) de unas y otras. DE HISTORIA NATURAL 381 Hasta aquí los caracteres que hemos apreciado, salvo deta- lles de importancia secundaria, en cuanto a la arquitectura de la trama esplénica. Si examinamos ahora las cualidades histoquí- micas» de las redes que la constituyen, revelables por sus apeten- cias cromáticas, vemos que existen fibras tingibles por los reacti- vos de la colágena y otras que son refractarias a ellos. Así, pues, una gran parte de las fibras que proceden de la cápsula, de los cordones perforantes y del conectivo perivascular se tiñe por el carbonato argéntico empleado en caliente, de igual manera que lo hacen ciertas redes existentes en el hígado, páncreas, suprarrena- les, etc., que, aunque formadas por hilos aparentemente anasto- mosados tingibles a la vez que la colágena, parecen de naturaleza algo diferente, a juzgar por los diversos matices de coloración con que se presentan. En el bazo existen fibras colágenas sueltas que adquieren con el carbonato argéntico una coloración amarillo-rojiza y fibras reti- culares que, con igual reactivo, se tiñen en negro. Entre unas y otras existe una gama de matices que es prueba de sus transiciones químicas (precolágena que se transforma en colágena). Estas fibras son absolutamente equivalentes a las que, con el nombre de reticulina, han sido descritas en diferentes órganos y tejidos nor- males y patológicos. Pero además de este sistema, que pudiéramos llamar colágeno, existe en el bazo otro constituido por fibras con reacciones cro- máticas comunes con la elastina, que se encuentra igualmente en los órganos adenoideos. En el bazo, ganglios linfáticos y amígda- las, obsérvase que las redes de trabéculas, más o menos delgadas, existentes al nivel de los folículos, formando la capa externa de mallas abundantes y la interna pobre en fibras, se impregnan con gran electividad a favor de la primera variante del método de Achúcarro, que tiñe perfectamente toda clase de formaciones elásticas sin revelar ninguna otra variedad de fibras conectivas. Finalmente, en el bazo, lo más interesante para nosotros es la presencia de una tercera formación reticular (reticulina de Sieg- fried), incobrable con los métodos de la colágena y de la elastina, cuya naturaleza especial ha sido muy discutida. Sin afirmar nosotros la imposibilidad de que existan transiciones microquímicas entre la red perisinusal y las otras, pues iríamos en contra de nuestras propias observaciones que enseñan la posibi- lidad de obtener con un solo método la coloración de toda ciase de '382 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA fibras esplénicas, podemos sostener que existen diferencias, pero no tan grandes que hagan de ellas formaciones independientes. Nuestra opinión sobre esto es que todas ellas tienen un origen co- mún, pero corresponden a grados evolutivos diferentes. La reticu- lina, según nuestro modo de ver, está constituida por una verda- dera red protoplásmica, apenas diferenciada, en la que aparecen fibrilaciones correspondientes al espongioplasma primitivo o a sim- ples retracciones de origen reaccional. No es imposible, en efecto, que en vez de constituir fibras o bandeletas de variable anchura, que es la disposición con que las observamos, sean, en realidad, membranas fenestradas que envuelven a los senos, constituyendo el soporte principal de las células (fig. 2, A, G) que para muchos autores forman el endotelio propio de los capilares venosos. No podemos finalizar estas reflexiones sin aludir a la concep- ción de Mollier y Lagueusse, coincidente en sus fundamentos con la nuestra, puesto que conciben la trama reticular del bazo como una suerte de sincitium constituido por células ampliamente rami- ficadas y anastomosadas. De la existencia de estas células en el bazo adulto no tenemos pruebas objetivas, puesto que no es visible claramente en nuestras preparaciones la relación que los núcleos de aspecto conectivo, que existen en la trama, tienen con las fibras de la red. Es presumible, sin embargo, que ésta haya perdido, en gran parte, el carácter primitivo, pero no lo es que en ella haya desaparecido el carácter celular, según admiten algunos autores. Precisamente atribuímos nosotros la coloración que adquiere con la impregnación rápida en carbonato de plata a su carácter protoplásmico, pues las células conectivas ramificadas y sedentarias se tiñen con igual método en ocasiones y siempre cuando se rejuvenecen para constituir ma- crófagos. En cuanto a la interpretación fisiológica de las membranas dis- continuas que envuelven a los senos, no parece absurdo suponer que ejerzan un papel de sostén y contención análogamente a otras formaciones semejantes, más desarrolladas, que protegen a los tubos uriníferos, a las células adiposas, a los capilares sanguí- neos, etc., es decir, a las diversas formaciones que precisan una basal para las células que las revisten interiormente o una sujeción contra posibles roturas por aumento de tensión. Nuestras observa- ciones actuales no nos permiten formar juicio decisivo respecto al ejercicio eventual de otras funciones. DE HISTORIA NATURAL 585 NOTA BIBLIOGRÁFICA AcAXTHiAS.—fíecherches sur le developpement de la rale chez les poissons. (Journ. de la Anat. et de la Physiol., 1890.) Billroth.— Beitrage zur vergleichende Anatomie derMilz. (Zeitschr. fur wiss. Zool., 1861-62.) — Zur ñor malea und pathologischen Anatomie der menschlichen Milz. (Virchow's Arch., t. XX, 1861, y XXIII, 1862.) • Bohm.— Ueber die copularen Venen Billroths der Milz. (Festschrift. z. 70 Geburtstag. Von C. v. Kupffer, 1899.) Cajal.— Manual de histología normal. Madrid, 1921. Carlier.— The minute structure of the reticulum in the cafs spleen. (Journal of Anat. and Physiol., t. XXIX, 1855.) Cornil et Ranvier.— Manuel d'histologie pathologique. (T. II, París,, 1884.) Ebner. — Ueber die Wand der capillaren Milzvenen. (Anat. Anzeiger, t. XV, 1899.) Frey.— Traite d'Histologie, 1877. 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Versión española de M. García Banus. (Ma- drid, Junta para Ampliación de Estudios, 1920, 1 Vol., 581 págs., 51 figuras.) En esta obra, el eminente biólogo Loeb acentúa, tal vez más que en publicaciones anteriores, su tendencia mecanicista, aportando nuevos hechos y experiencias en demostración de sus doctrinas. El autor trata de probar que la unidad y armonía del organismo son DE HISTORIA NATURAL 385 debidas a que las substancias dei citoplasma ovillar presentan determi- nada estructura físico-química sencilla, pero definida, que es suficiente para determinar la constitución de los primeros estados del embrión, sobre el cual los factores mendelianos, aportados por los cromosomas, dibujan y detallan, probablemente mediante la producción de encimas, el boceto orgánico originado por el protoplasma del óvulo. Esta hipó- tesis trata de combatir la idea de que el organismo es un mosaico de caracteres mendelianos dispuestos armónicamente en su conjunto, en Virtud de una «fuerza» o «principio director», como suponen los vita- listas. Sin tratar de hacer un resumen de tan interesante libro en el redu- cido espacio de que disponemos, enumeraremos a continuación aquellas cuestiones de mayor interés que en él se exponen. La obra consta de catorce capítulos, un prólogo y algunas adiciones hechas por el autor a la edición española: En el capítulo I, que sirve de introducción, después de atacar las ideas neovitalistas de Driesch y V. Uexküll, se hace un boceto general de lo que se desarrolla en el resto del libro. En el capítulo II examina el autor de un modo muy original las diferencias entre materia viva e inerte, haciendo Ver la diversidad que existe en el modo de comportarse el cristal en su agua madre y los elementos vivos en un medio adecuado de cultivo, y concluye expo- niendo ideas muy notables acerca del origen de la vida, de la inmorta- lidad de los elementos celulares y la muerte de los organismos, que Loeb atribuye a la falta de oxidaciones. Los capítulos siguientes están dedicados a examinar la base química del género y la especie, la especialidad en la fecundación y la parteno- genesis artificial. El capítulo destinado a estudiar el determinismo en el desarrollo embrionario es uno de los más fundamentales para la de- mostración de la idea general que informa todo el libro; el autor supone que la sencilla estructura físico-química del huevo determina la diferen- ciación del embrión, y que los tejidos, una Vez formados, pueden actuar cada uno de ellos sobre los otros por medio de reacciones del tipo de los tropismos. Loeb admite la posibilidad de que el protoplasma del huevo sea el asiento de la herencia del género y aún de la especie, en tanto que la herencia mendeliana, llevada por el núcleo, perfila los últimos detalles. El estudio de la regeneración descansa principalmente en las obser- vaciones hechas con hojas de Bryophyilum, siendo interesantes las de- ducciones del autor, que supone la existencia de substancias formado- ras cuya circulación normal en el organismo está regulada por la acción del conjunto orgánico sobre las partes. La determinación del sexo y la herencia mendeliana son objeto de un detenido estudio, constituyendo la parte más atrayente los párrafos en que el autor analiza la base fisiológica de la determinación del sexo e instintos sexuales, que están en íntima relación con la actividad endo- crínica del organismo. El capítulo X se ocupa de los instintos animales y tropismos; el autor expone ideas ya desarrolladas en obras anteriores, siendo intere- 586 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA santes las minuciosas experiencias con las que prueba que el heliotro- pismo obedece a la ley de Bunsen-Roscoe. Los tres capítulos que siguen están destinados a la influencia del medio, adaptación al medio y evolución, siendo desarrollados con el criterio peculiar del autor. Son de interés las experiencias acerca de la producción de la ceguera artificial, que conducen a Loeb a conclusiones muy distantes a las generalmente admitidas respecto de la atrofia por falta de uso de estos órganos en los animales cavernícolas. El último capítulo está dedicado a la muerte y destrucción del organismo. En todas las experiencias con que se avaloran las afirmaciones e hipótesis que en el libro se hacen, se ha procurado seguir un método cuantitativo, con lo cual se abre el camino para que los fenómenos bioló- gicos tengan la precisión que hoy en día tienen las leyes de la Física y la Química. La traducción de Mario García Banús, que ha trabajado en el Labo- ratorio de Loeb, pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios, servirá mucho para la difusión de las notables concepciones de este sa- bio biólogo entre los naturalistas de los pueblos de habla castellana.— E. Rioja. F. Nonídez (J.).— Stndies on the Gonads of the Foxvl. I Hematopoietic Processes in the Gonads of Embryos and Matare Birds. The Amer. Jour. of Anat., Vol. 38, núm. 1, con 3 láminas. Noviembre de 1920. Este estudio es una contribución para aclarar el interesante proble- ma de la influencia de la glándula intersticial en los caracteres sexuales secundarios. La mera presencia de células morfológicamente distintas de las restantes del tejido conectivo de las gonadas ha sido mirada muchas Veces como prueba decisiva de la existencia de la glándula intersticial. Boring y Pearl consideran como a tal el conjunto de células granulares que se observan entre los tubos seminales y folículos ovári- cos del gallo y gallina. Pues bien: un estudio embriológico y detallado de estas células granulares demuestra que estas células no deben ser consideradas como elementos que posean función endocrina, sino que constituyen simplemente focos hematopoiéticos, en un todo análogos a los que se encuentran en otros lugares del mesenquima. En cambio, los pequeños linfocitos y los nodulos linfáticos pueden tener alguna influen- cia en la aparición de los caracteres sexuales secundarios, pero no son precisos para su persistencia en el adulto. El gallo y la gallina adultos carecen de glándula intersticial propiamente dicha.— M. Bordas. Sesión extraordinaria de 7 de diciembre de 1921. PRESIDENCIA DE DON MANUEL AULLÓ Y COSTILLA El Presidente manifiesta que se ha convocado a Junta extraor- dinaria para proceder al nombramiento de un socio honorario extran- jero en la vacante producida por fallecimiento de M. Ed. Perrier. El Sr. Lozano, en representación de muchos de los zoólogos de la Sociedad, propone que tal distinción recaiga en el eminente zoólogo belga M. Q. A. Boulenger, nuestro consocio correspon- diente, cuyos méritos no es necesario enumerar, por ser bien cono- cidos de todos, así como sus numerosísimas publicaciones herpe- tológicas e ictiológicas, algunas de ellas aparecidas en las publi- caciones de nuestra Sociedad. A propuesta del Presidente se acuerda por unanimidad el nom- brar socio honorario a M. Boulenger, y acto seguido se levanta la sesión. Sesión del 7 de diciembre de 1921. PRESIDENCIA DE DON MANUEL AULLÓ Y COSTILLA El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es aprobada. Admisiones y presentaciones.— Son admitidos los señores presentados en la sesión última, y propuestos para nuevos socios numerarios D. Joaquín Luna, Doctor en Medicina; D. Román A1- berca, Alumno de Medicina; D. Francisco Benítez Mellado; don Carlos Fernández-Cid, Alumno de Ciencias; D. Celso García Vá- rela, Farmacéutico primero de Sanidad Militar; D. Edmundo Roca; D. Rafael Mercada!, Farmacéutico; D. José Carmona, Maestro Nacional, y la Biblioteca Municipal de Santander, presentados los dos primeros por el Sr. Río-Hortega, y los demás, respectivamen- te, por los Sres. Royo, Fernández Navarro, García Várela, Mar- tínez (D. A.), Castaños, Bolívar Pielíain y Alaejos. Tomo xii.— Diciembrf, 1921. 29 396 BOLETÍN DK LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Necrología.- El Secretario, Sr. Bolívar Pieltain, da cuenta del fallecimiento de nuestro consocio correspondiente M. Adrien Dollfus, conocido especialista en isópodos. Comunicaciones.— El Sr. Lozano participa que entre los pe- ces recogidos el pasado verano en Vinaroz por nuestro activo con- socio D. Vicente Valls, y que han ingresado en la colección ictioló- gica del Museo Nacional de Ciencias Naturales, figura un ejemplar de Blennius rouxi Coceo, especie que no existía en la colección referida, que ya es bastante importante. El Blennius rouxi no es nuevo para la fauna española, porque, al menos, aunque considera- do como raro, ha sido citado por Steindachner deTarragona, y tam- bién por Borja de Almería y del río Júcar (1). A pesar de su preten- dida rareza, es de sospechar que esa especie ha de ser encontrada con frecuencia en nuestras costas mediterráneas en cuanto haya personas que tengan interés por buscarla, por lo que el Sr. Lozano invita a los señores consocios que residen o frecuentan nuestro lito- ral mediterráneo a que procuren capturarla, y, si es posible, remi- tan al Museo de Madrid numerosos ejemplares de la misma y cuan- tos datos se refieran a ella, si es que no los desean reservar para publicarlos por su cuenta; pero que, en todo caso, habrían de atri- buirse a su autor, como es de justicia (2). El Sr. Lozano cree haber reconocido esta especie, muy característica por su banda negra lateral, en un Blennius que vio muy abundante en el puerto de Melilla, pero que no pudo capturar. Participa, además, el Sr. Lozano que por vía oficial ha sido re- mitido al Museo Nacional de Ciencias Naturales un reptil fósil, con el fin de que sea clasificado, y, si es posible, adquirido. De ese ejemplar se guardaba en el Museo una reproducción en escayola, (1) No sabemos si en las aguas dulces de ese río o en las marinas in- mediatas a la desembocadura del mismo, que será lo más probable. (2) El Blennius rouxi es un pececito de unos cinco a siete centíme- tros de longitud total; con las aletas pelvianas o abdominales situadas en posición yugular, esto es, delante del nivel de inserción de las aletas torácicas o escapulares; con un tentáculo sobre cada ojo; con la aleta dorsal extendida por casi todo el dorso, y con el cuerpo de color am- barino, casi translúcido, según los autores; con el vientre plateado y con la parte alta de los flancos recorrida por una banda negruzca, muy bien destacada, que va desde la frente y los ojos hasta la cola. La especie debe vivir en la orilla del mar, quizás entre las rocas o las algas, y puede ser remitida en formol del comercio diluido al 4 por 100. DE HISTORIA NATURAL 597 donada por el Profesor Odón de Buen, en cuya copla aparece es- crita la localidad de Tortosa. El Sr. Lozano, que no ha podido ha- cer más que un somero estudio del fósil, opina que es el Lariosau- rus balsami, primitivo plesiosauro de tipo casi terrestre, de talla pequeña (el ejemplar, al que falta parte de la cola, pudo tener unos 40 cm. de longitud), ya encontrado en el triásico superior de Lombardía. De ese fósil, si llega a ser adquirido por el Museo, pro- mete el Sr. Lozano hacer un estudio más detenido. Asuntos varios. — El Presidente da cuenta de haber recibido una carta del Sr. Cabrera, fechada en Larache, trasmitiendo un saludo para los socios. El mismo señor informa de las gestiones realizadas sobre el Parque Zoológico. El Secretario presenta los dos primeros volúmenes de las Obras completas y correspondencia científica de Florentino Ameghino, que han sido ofrecidos a la Sociedad por el Gobierno de la provincia de Buenos Aires. AI mismo tiempo hemos recibido una circular de D. Alfredo J. Torcelli, en la que participa haber sido encargado de la publicación de dichas obras, y solicita se le envíen copias de las cartas de Ameghino, que pudiera tener alguno de nuestros consocios. La Sociedad acuerda darlas gracias por las valiosas publica- ciones recibidas, y transmitir a los socios el ruego del Sr. Torcel- li, por si alguno pudiese complacerle. Trabajos presentados.— El Sr. Río-Hortega presenta dos notas: Sobre la existencia de filamentos especiales en el inte- rior de la células hepáticas y Sobre la existencia de granula- ciones argentófilas en las células renales. El mismo señor pre- sentó, en nombre de sus respectivos autores, otras dos notas: F. Jiménez de Asúa, Células cianófilas y células cebadas, y R. Alberca, Sobre la naturaleza y significación de los filamen- tos epidérmicos de Herxheimer. El Presidente presenta, en nombre de nuestro consocio hono- rario Sr. Castellarnau, una nota sobre terminología botánica. Por último, el Secretario da cuenta de los siguientes trabajos: Sr. San Miguel de la Cámara: Estudios geológicos en el ma- cizo cretácico del Este de la provincia de Burgos. Sr. M. de la Escalera (M.): Especies nuevas de *Asida» de la Península Ibérica. 398 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Rendición de cuentas.— El Tesorero, Sr. Escribano, leyó eí siguiente Estado económico de la Real Sociedad Española de Historia Natural en 1.° de diciembre de 1921. La Sociedad ha invertido en el presente año la suma de pese- tas 19.899,20, y tiene un sobrante de 352,05 pesetas. Procede lo gastado: 1.° De la subvención anual concedida a la Sociedad por el Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, que se eleva ala suma de 5.000 pesetas, invertida en su totalidad, según se acredi- ta por el siguiente estado, y cuya cuenta, formalizada por el Habi- litado de estos fondos, consta este año de las partidas siguientes: Pesetas. Abonado por la impresión del Boletín, tomo XX (números 8, 9 y 10) y tomo XXI (números 1, 2 y 3). 3.6t)1 ,10 ídem por papel para las publicaciones 339,65 ídem por grabados para las mismas 473,80 ídem por gastos de Biblioteca y otros 277,45 ídem por impuestos del Estado y Habilitación 218 Suma igual a la concedida 5.000 2.° De los recursos ordinarios de la Sociedad, que con el saldo sobrante del año anterior han ascendido a 15.251,25 pesetas, cuya cuenta de ingresos y gastos, que arroja un saldo a favor de la Sociedad de 352,05 pesetas, es el siguiente Estado de los ingresos y gastos ordinarios de la Rc;al Sociedad Española de Historia Natural desde el 1 .° de diciembre de 1920 al 30 de noviembre de 1921. INGRESOS Pesetas. Saldo a favor de la Sociedad en 1.° de diciembre de 1920 2,794,95 Importe de las cuotas corrientes de un socio pro- tector (180), un correspondiente (10), cuatro- cientos setenta y dos numerarios, once de ellos extranjeros, (7.036,50) y doce agregados (96) . . 7.582,50 ídem de ciento doce cuotas atrasadas de socios numerarios, ventiuna de ellas de extranjeros .. 1.711,50 Suma y sigue 11 .888,95 DE HISTORIA NATURAL 399 Suma anterior 11 .888,95 Importe de las cuotas adelantadas para 1922, de los socios Sres. Jeannel, Alabern, Berraondo, Bes- cansa (F.), Carandell, Díaz Llanos, Facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia, García Bayón, Ibérica (Revista), Loustau, Reichenow, y por 1923, de los Sres. Jeannel y Bescansa(F.). 186,50 ídem de la Venta de publicaciones 45 ídem de tiradas aparte, atrasadas, cobradas 20,50 ídem de papel empleado en dos Memorias de Ma- rruecos 658,02 ídem de la comisión por Venta de publicaciones de la Junta para ampliación de estudios 155,15 ídem de los intereses de dos cédulas del Banco Hipotecario al 4 por 100 56,15 ídem de las cuotas extraordinarias para la publi- cación del tomo del Cincuentenario de la So- ciedad... 2.060 ídem donativo del socio numerario D. Florentino Azpeitia, con igual objeto 125 ídem id. del Presidente honorario de la Sociedad D. Ignacio Bolívar, con igual objeto 100 Total 15.251 ,25 GASTOS • Pagado por la impresión del tomo extraordinario publicado con motivo del Cincuentenario de la Sociedad.... 7.672,25 ídem por papel para las publicaciones 2.907,70 ídem por láminas y grabados para las mismas 1.556,50 ídem a los dependientes de la Sociedad .... 840 ídem por gastos de correo y envío de publica- ciones 1.213,10 ídem por gastos menores y presupuestos de las Secciones 929,65 Total 14.899,20 RESUMEN Importa el total de los ingresos 20.251 ,25 ídem de los gastos. 19.899,20 Saldo a favor de la Sociedad en 1.° de diciembre de 1921 552,05 400 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA La Sociedad tiene, además, un saldo a favor por atrasos, de 2.735 pesetas, según resulta de los estados y comprobantes que se acompañan. Madrid, 1 .° de diciembre de 1921 . — El Tesorero, Cayetano Es- cribano; El Vicetesorero, Manuel Ferrer y Galdiano. El Presidente manifestó que para cumplir el precepto reglamen- tario que previene se examinen anualmente por tres señores socios las cuentas de ingresos y gastos habidos en la Sociedad, estaban designados D. Antonio Casares-Gil, D. Pío del Río Hortega y don Carlos Vicioso. Renovación de cargos. — Terminada la parte científica y ad- ministrativa de la sesión, el Presidente propuso se suspendiera ésta por unos minutos, con el fin de que los señores presentes cambia- ran impresiones acerca de las personas que deberían constituir la Junta directiva para el próximo. Acordado así, y suspendida la se- sión, fué reanudada a los pocos minutos, procediéndose a la vota- ción correspondiente, en la que tomaron parte 32 señores socios. Verificado el escrutinio, quedó proclamada la siguiente V Junta directiva para 1922. Presidente D. Ricardo García Mercet. Vicepresidente D. Domingo de Orueta. Secretario D. Ángel Cabrera Latorre. Vicesecretario D. Cándido Bolívar y Pieltain. Vicesecretario adjunto.. D. Gonzalo Ceballos. — — D. José Royo Gómez. Tesorero D. Cayetano Escribano y Peix. Vicetesorero D. Manuel Ferrer Galdiano. Bibliotecaria Srta. Mercedes Cebrián. Comisión de publicaciones. D. Florentino Azpeitia. — D. Antonio Casares-Gil.— D. Romual- do González Fragoso.— D. Eduardo Hernández- Pacheco.— Don Luis Lozano Rey.— D. Antonio de Zulueta. Comisión de bibliografía. D. Celso Arévalo— D. Francisco de las Barras.— Rdo. P. Ba- rreiro, O. S. A. — D. José María Dusmet y Alonso. — D. Lucas Fernández Navarro.— D. Antonio García Várela. DE HISTORIA NATURAL 401 Secciones. — La de Sevilla celebró sesión el 4 de noviembre bajo la presidencia de D. Manuel J. Paúl. D. Manuel Moro ofrece a esta Sociedad unos ejemplares muy curiosos de Lucióla y de un gneis micáceo con bonitos cristales de pirita, procedentes de la isla de Cuba. D. Pedro García Velázquez presenta una dolomita con grandes cristales entrecruzados, que se emplea como mármol de construc- ción, procedente de la serranía de Ronda, y una laya volcánica con rejalgar y oropimente del volcán Stromboli. D. Domingo Olazábal regala a esta Sección un ejemplar de su notable obra Bosques v pastizales de secano y regadío. — La misma Sección se reunió el 1.° de diciembre bajo la pre- sidencia de D. Manuel J. Paúl. Se procede a la elección de la Junta directiva para el año 1922, quedando constituida por los señores siguientes: Presidente honorario D. Manuel J. Paúl. ídem efectivo D. Domingo Olazábal. Vicepresidente D . Francisco de Anchóriz . Tesorero D. Joaquín Novella. Secretario D. Miguel Bermejo. Vicesecretario D. José M.a Soler. D. Domingo Olazábal presenta como nuevo socio a D. Loren- zo J. Casado y García, Ingeniero de Montes. El Sr. Presidente hace constar en nombre de esta Sección su complacencia por haber sido nombrado socio honorario el Sr. Gon- zález Fragoso. — La de Granada celebró sesión el 16 de noviembre bajo la presidencia de D. Rafael López Mateos. El Sr. Diez Tortosa (D.Juan L.) dedicó un sentido recuerdo a los ilustres botánicos D. Blas Lázaro e Ibiza y D. Eduardo Reyes Prósper, cuya pérdida llora hoy la ciencia española. El Sr. Rodríguez López Neyra (D. Garlos) presentó un trabajo, que ha realizado en unión del Sr. Muñoz Medina, titulado Dipyli- dium quinquecoronatus, nov. sp., parásito intestinal del gato doméstico. El R. P. Manuel M.a S. Navarro Neumann, S. J., leyóla si- guiente comunicación: 402 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA «Nota sobre la Exposición de Astronomía y Ciencias afines de Barcelona. » Desde el 9 de octubre hasta el 6 del corriente noviembre ha estado abierta la primera Exposición Internacional de Astronomía, en el hermoso Palacio de la Feria, de Barcelona, gracias a la So- ciedad Astronómica de España y América, que se proponía feste- jar con dicrjp acto el décimo aniversario de su fundación, y más todavía a su Presidente, el célebre astrónomo y notable sismólogo D. José Comas Sola. Este acababa de honrar a nuestra España con el descubrimiento de un tercer asteroide (Barcelona), al que había que agregar sus dos anteriores: Hispania y Alphonsina. »Aunque las relaciones de la Geología y de la Astronomía sean múltiples, ya que esta última nos muestra los procesos de forma- ción, crecimiento, vejez y muerte de los astros, y nos da la clave de no pocos misterios de la primera, voy a ocuparme únicamente de la parte más relacionada con los estudios de nuestra So- ciedad. »Hubo dos instalaciones puramente geológicas: la del Servicio geológico de Cataluña y la del Ingeniero D. Alberto Carsí. »En la última figuraba una bonita colección de cortes de rocas para el microscopio polarizador, otra de rocas y minerales del Rif, y muestras obtenidas en los sondeos para pozos artesianos, lo que constituye su especialidad. Además, fotografías de alumbramientos de aguas, y entre ellas una muy notable, en la que el manantial subterráneo, alumbrado dentro del lecho de un río, surgía más de un metro por encima de las aguas de éste. También presentó, y aun hizo funcionar varias veces, un sencillo modelo de volcán, ba- sado en las teorías harto discutibles de E. Belot; pero que funcio- naba a los pocos minutos de calentado el recipiente, formándose sus cráteres en miniatura, con frecuencia excéntricos, y saliendo por sus minúsculas chimeneas vapor de agua, y hasta proyecciones de arena. »La otra instalación estaba a cargo de nuestro distinguido con- socio el Profesor Dr. D. Mariano Faura y Sans, presbítero, y con- sistía en numerosas hojas del tan notable mapa geológico de Cata- luña, en el que se enmiendan algunas determinaciones de terrenos, reputadas como indiscutibles (el cretácico de algún sitio, recono- cido como mioceno, análogamente a lo que acaba de hacer el señor Royo Gómez en la submeseta del Tajo). Algunos relieves a escala, DE HISTORIA NATURAL 405 en colores, de Montserrat, por ejemplo, y numerosos ejemplares de bombas y lavas de Olot, tan poco alteradas algunas, que parecían recién emitidas, completaban esta notable muestra del empeño con que se estudia en Cataluña el suelo. »La representación de la Sismología en la Exposición fué muy secundaria, en relación con la de la Astronomía. No faltaron, sin embargo, sus gráficas de las Estaciones Sismológicas de Toledo y de los Observatorios Fabra (Barcelona) y del Ebro (Tortosa). Las de este último, actualmente dirigido por el P. Luis Rodés, S. J., están obtenidas con sus sismógrafos españoles, salidos de sus mismos talleres, siendo muy notables las del bifilar de 1,500 kilogramos de masa. »En nuestra instalación, reducida a la de la Estación Sismológi- ca de Cartuja (Granada) (pues el envío del Observatorio Astronó- mico y Meteorológico se extravió en el camino), figuraban nume- rosas gráficas obtenidas con sismógrafos granadinos, esto es, inventados y construidos en nuestro Colegio-Noviciado, en las afueras de esta hermosa ciudad, y ampliaciones de algunas gráficas de terremotos españoles y fotografías de los instrumentos con que contamos, y entre ellos el Berchmans, sismógrafo con masa de 3,060 Kg. y 600 veces de aumento. »De las cincoconferencias públicas, con proyecciones foto eléc- tricas que se dieron, hubo una un tanto relacionada con el estudio de nuestro suelo, y fué la que, con el fatulo de «Una estación sis mológica española», di en la tarde del 16 del pasado octubre.» —La de Valencia celebró sesión el 24 de noviembre en el Labo- ratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Sr. Moróte. El Sr. Pardo presenta para nuevo socio a D. José M.a Esteban Ballester, Licenciado en Ciencias y Ayudante del Instituto. El Sr. Moróte da cuenta de haber recibido un telegrama del Ministro de Gracia y Justicia participándole haber concedido el condado de la Vallesa de Mandor, con grandeza de España, a nuestro Presidente, Excmo. Sr. Conde de Montornés; con este mo- tivo manifestó el reconocimiento de la Sección al Sr. Ministro y la satisfacción de la misma al interesado, que agradece en atenta comunicación. Propone se asocie la Sección a la distinción conce- dida a dicho señor, reeligiéndole para la presidencia, ya que hoy, cumpliendo un precepto legal, ha de renovarse la Junta; así se acuerda por aclamación, a propuesta del Sr. Moroder, y al mismo 404 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA tiempo se acuerda también que continúen en sus cargos los demás señores que constituyen la Junta directiva, no sufriendo, por tanto, variación para el próximo año. El Secretario lee una comunicación dirigida al Sr. Boscá (E.) por el Gobierno de la República Argentina, en la que le manifiesta que, editándose actualmente una serie completa de las obras del Dr. Florentino Ameghino, le enviará una colección de ellas en re- cuerdo de sus viajes a dicha nación. El Dr. Boscá ofrece depositar dichas obras en el Museo Paleontológico Botet. El Sr. Roselló habla sobre la semejanza existente entre los fó- siles Hippurites y el género Bar retía de los Coralarios, mostrando cortes de ambos para poner de manifiesto su estructura, que es»el carácter que los diferencia. El Sr. Boscá (A.) relata su excursión a Begis-Torás, y muestra ejemplares de diorita recogidos en aquellas canteras, hoy en explo- tación. El Sr. Hueso presenta unas ranas fósiles bien conservadas, que proceden de Libros (Teruel); con este motivo, el Sr. Pardo exhibe otra de las colecciones del Laboratorio de Hidrobiología; todos estos ejemplares van a ser estudiados por el Sr. Boscá (E.)- El Sr. Rodrigo enseña una colección de fotografías de la Cueva de la Piqueta, de 120 m. de profundidad, en donde existe un yaci- miento ferrífero. El Sr. Moroder presenta una nota titulada Una excursión por Jativa y Montesa, en la que describe el resultado obtenido en la que realizó por dichos pueblos acompañado de los Sres. Pau y Trullenque. DE HISTORIA NATURAL 405 Trabajos presentados Terminología botánica. «Tallo y talo; talófitas o thallophytas» por Joaquín María Castellarnau. De la voz griega 6*Mó; se deriva la latina thallus, que a su vez sirve de raíz a. la española «tallo»; la cual, según el Diccionario de la Academia Española, significa el «órgano de las plantas que se prolonga en sentido contrario al de la raíz y sirve de sustentáculo a las hojas, flores y frutos». Desde muy antiguo viene empleándo- se esta palabra, en los libros españoles que, más o menos directa- mente, se ocupan de los vegetales, casi con la misma significación que le da la Academia, si bien limitándola algo a las plantas her- báceas, y así, por ejemplo, se lee en la traducción de la Materia Medicinal de Dioscórides, hecha por el Dr. Laguna en 1555, que el lirio salvaje tiene «un tallo muy delgado»; el narciso, «un tallo vazio»; el llantén, «tallicos esquinados y cabizbajos hacia la tie- rra»; las berzas, «un tallo alto»; la orobanca, «un tailuelo algún tanto rojo, que nace entre ciertas legumbres, las cuales ahoga», y que «las acelgas se llaman en latín Betae, porque sus tallos, cuan- do están de simientes cargados, por la parte alta se doblan como una b». Más tarde los botánicos tomaron la voz tallo en sentido genérico, añadiéndole un adjetivo específico para determinar, en cada caso, sus modificaciones: tallo leñoso, herbáceo, subterráneo, sarmentoso, etc., etc. El legislador de la terminología botánica Carlos de Linneo, bo- tanicorum princeps, establece en su Phylosophia botánica que las plantas poseen un Caudex descendens sub térra sese sensim subducit et Radículas proferí, y un Caudex ascendens supra terram sensim se elevaí,gerens saepins vices Trunci, Herbam- que proferí. El Truncus produce las hojas y la fructificación, y puede ser de las siguientes clases: caulis, culmus, scapus, pe- dunculus, petiolus, frons y stipes. Desde luego, para nuestro 406 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA objeto, podemos prescindir del pedunculus y del peticlus; y aun de las cinco clases restantes nos quedará tan sólo el caulis como forma fundamental, pues las demás no son, en realidad, otra cosa que modificaciones particulares que se aplican a casos determina- dos, como, por ejemplo, el culmus a las cañas de las gramíneas; el scapus, al bohordo de las tulipas, jacintos, narcisos y otras plantas semejantes; el sh'pes, al tronco de las palmeras y de las yucas, y, finalmente, el frons, a las frondas de los heléchos y de algunas algas. Queda, pues, el caulis como representante general del miembro que en las Angiospermas y Gimnospermas procede del desarrollo de la yema cotiledónea del embrión, y sobre el cual se desarrollan las hojas; y ese caulis es al que los botánicos espa- ñoles, sin distinción, llaman «tallo», palabra cuya etimología que- da ya indicada al principio de esta Nota. En la Phylosophia botánica de Linneo no se encuentra ningún Vocablo que se derive del griego f)rA).ó;, n¡ del latín ihallus y que se asemeje, por lo tanto, a nuestra voz «tallo», pues tan sólo se encuentran en ella, que puedan tener análoga significación, las vo- ces truncus, caudexy caulis. Tampoco tienen comunidad etimo- lógica alguna con la voz «tallo» el stamm y stengel de los alema- nes; el tige de los franceses, y el stem de los ingleses, a pesar de que vienen a significar lo mismo, y así, nada tiene de extraño que cuando Lindley necesitó una palabra nueva para designar una masa vegetativa no diferenciada en raíces y hojas, acudiera a la raíz latina thallus, ignorando, probablemente, que dicha raíz era el origen de la palabra española vulgar y científica «tallo»; y pri- mero en su Botanical Register (1839) y más tarde en su obra más importante The vegetable Kingdom (1845-47) empleara la palabra thallogenae para caracterizar un grupo de plantas contrapuesto al de las acrogenae, que comprende los vegetales provistos de raíces y hojas y que efectúan su crecimiento longitudinal por la ex- tremidad de su eje. Un proceso igual siguió Endlicher en su Gene- ra plantar um secundum or diñes naturales dispasita (1836 40) al dividir todas las plantas en los dos grandes grupos cormophy- tae y thallophytae, caracterizadas estas últimas por la presencia de un thallus, que en manera alguna corresponde a lo que nosotros entendemos por tallo. Y con posterioridad a estos dos autores no hay clasificación del Reino vegetal en el que no aparezcan las thal- lophytae, dando mayor o menor alcance a su significación, hasta que en una de las obras más importantes de ese género, el Sylla- Í)E HISTORIA NATURAL 407 bus der Pflanzenfamilien de Adolfo Engler (1909) se dividen todos los vegetales en estos tres grugos: protophytae, thallophytae y embryophytae . Y no es solamente en las obras descriptivas en donde juega un papel tan importante la voz de que me estoy ocupando, sino tam- bién en los tratados de Botánica general y anatómica, puesto que los órganos vegetativos se estudian en capítulos separados, según correspondan a un thallus o a un cormus, como puede verse, en- tre otros, en el tan conocido y excelente Lehrbuch der Botanik für Hochschulen, fundado en 1894 por Strasburger, Noli, Schenek y Schimper, y continuado en numerosas ediciones que han servido de modelo a casi todos los tratados de Botánica escritos posterior- mente. Es, pues, necesario que los botánicos españoles fijen su atención en el conflicto lingüístico que se origina por haberse in- troducido en la terminología botánica una voz derivada de la mis- ma raíz, o, más bien, una voz que es la equivalente latina de nues- tra palabra vulgar y científica «tallo», dándole una significación to- talmente diferente de la que entre nosotros tiene. D. Miguel Colmeiro fué el primero que señaló esa dificultad, pues ya en la primera edición de su Curso de Botánica (1854), publicado poco tiempo después de las obras de Lindley y Endli- cher antes citadas, decíav(pág. 69) «que designando con el nom- bre general de thallus la expansión fundamental de las Criptóga- mas, según hacen algunos botánicos extranjeros, al españolizarle" se incurría en el inconveniente del equívoco, a no ser que se con- viniera en traducirle por «talluelo», supuesto que «tallo», en cas- tellano, es el equivalente a caulis en su usual y más lato sentido». Y así lo entendieron también todos los botánicos anteriores al Sr. Colmeiro, pues siempre tomaron la palabra «tallo» como equi- valente del caulis de Linneo, y, algunas veces, también del cau- dcx, como lo hace, por ejemplo, D. Antonio P%lau, cuando en la Explicación de la Filosofía y fundamentos botánicos de Linneo, parte teórica, publicada en 1778, traduce Algae: bis Radix, Fo- lium ct Caudex in unum diciendo: «Las aigas tienen la raíz, el tallo y las hojas enlazados en un cuerpo». Los botánicos posteriores a D. Miguel Colmeiro han tratado de evitarla dificultad -a mi modo de ver, con muy poco buen sen- tido — traduciendo la voz thallus, cuando se emplea en la signifi- cación que le dan Lindley y Enlicher, por «talo», esto es, susti- tuyendo por una ele la elle de la palabra, castizamente española, 408 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA «tallo»; y sin que me entretenga en averiguar ahora a quién co- rresponde la primacía de tan poco afortunada traducción, es lo cierto que esa palabra nueva ha sido admitida por la mayoría de los botánicos españoles, empleándola sola, o bien en las voces compuestas, tales como «talogenea» y «talófita». Según las reglas de derivación etimológica, la doble ele (1-1) de los latinos se conmuta en castellano comúnmente por nuestra elle (II), que no tiene igual, como letra simple, en ninguno de los alfabetos de las lenguas madres, ni tampoco en los de los idiomas europeos, viéndose obligados, para obtener ej mismo Valor fonéti- co, los franceses a anteponer una / a la ele, los italianos una g, los portugueses a hacer seguir la / de una h, etc., etc. (1). La Acade- mia Española admite, como antes ya he dicho, la derivación de la voz «tallo* de la latina thallus, que, a su vez, procede de la grie- ga 0cíX),<íc. ¿A qué razón obedece el formar ahora con estas dos mis- mas raíces la nueva palabra «talo», dándole una significación com- pletamente distinta a la de «tallo»? ¿Qué se diría, por ejemplo, si a la palabra castellana «valla», derivada de la latina valla, plural de vallum, que significa una línea de cerramiento formada por es- tacas o tablas hincadas en el suelo, le cambiáramos la elle en ele, y, una vez obtenida así la palabra «vala», le atribuyésemos un sentido completamente opuesto al de «valla»? Cierto es, no obs- tante, que en el muy apreciable Diccionario de la lengua espa- ñola de D. José Alemany, se aceptan los dos vocablos en cues- tión, diciendo que «tallo» se deriva del latín thallus, y éste, del griego thallós, y «talo» solamente del griego thallós; mas eso debe atribuirse al deseo de que figuren en el Diccionario el mayor número de voces científicas en uso, y yo soy el primero en reco- nocer, como antes he dicho, que la voz «talo» la emplean la mayo- ría de botánicos españoles. Mas por poco que se reflexione, no podrá menos de p^ecer algo pueril derivar dos palabras de una misma radical, con la sola diferencia de conmutar la doble ele de la raíz, en una de ellas, por una ele simple, y, en la otra, por una elle, atribuyéndoles, por ese pequeño cambio, valores enteramen- te distintos, pues el «tallo» representa el eje de las plantas vascu- lares, con todas sus ramificaciones aéreas y subterráneas, que lleva las hojas y las flores (Lázaro, Comp. de la Flor. Españ.J, (1) Véase Roque Barcia: Primer Diccionario general etimológi- co, 1883. DE HISTORIA NATURAL 409 y el «talo», el cuerpo vegetativo de las Criptógamas, que no está diferenciado en eje ni en hojas. Tampoco me parece que hubiera sido más afortunado seguir la indicación hecha, muy tímidamente, por D. Miguel Colmeiro, de emplear la palabra «talluelo», pues él mismo no la sigue, sirvién- dose, de un modo general, de la voz latina thallus. Mas como el conflicto existe, es preciso buscarle una solución. Los botánicos alemanes e ingleses emplean la palabra latina thallus en toda su pureza, y así dicen los primeros der Thallus, die Thalli; der Thallophyta, die Thallophyten, y los segundos, the thallus, the thalli; y los franceses se expresan de un modo aná- logo: le thalle, les thallophytes. ¿Por qué no les hemos de imitar nosotros? ¿Por qué no nos hemos de servir de la voz thallus en toda su pureza ortográfica, abandonando ese afán desmedido de españolizar— como decía el Sr. Colmeiro— las palabras científicas de origen griego o latino, separándonos de esta manera de la ter- minología empleada en el resto de Europa? Bien está que conser- vemos la palabra «tallo», porque es de antiguo arraigo en nuestro idioma; mas cuando para indicar algo que no tiene equivalencia en las palabras de uso común, y que los botánicos europeos designan con voces tomadas de las lenguas clásicas, conservando su orto- grafía, ¿por qué no hemos de seguir su ejemplo? Y en el caso que motiva la presente Nota, ¿por qué no hemos de decir, como decía Colmeiro, thallus en vez de «talo», que no tiene abolengo español y es tan sólo el fruto de una descendencia etimológica bastarda? Las letras dobles th y ph, que se encuentran en las voces latinas en equivalencia de la q> (phi) y de la 6 (theta), griegas, no deben causarnos repugnancia ni sabernos a barbarismo, pues no hace aún mucho tiempo que las conservábamos en las voces castellanas vul- gares por respeto y deferencia a su etimología, y escribíamos atmósphera, sarcóphago, philosophía, phísica, theoría, thermóme- tro, thórax, theología, etc., etc., y ese mismo respeto y deferen- cia que nosotros hemos abandonado lo guardan aún religiosamen- te nuestros vecinos los franceses. 410 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Estudios geológicos en el macizo cretácico del este de la provincia de Burgos por M. San Miguel de la Cámara. (Láminas XXIV y XXV.) No es por ahora propósito nuestro detallar en esta nota las ob- servaciones que hemos hecho sobre Tectónica y Topología en esta región, y que fueron el principal objeto de nuestras excursiones, porque hemos de continuarlas en años sucesivos, que la falta de mapas con curvas de nivel dificulta y alarga considerablemente el trabajo. Tratamos únicamente de dar a conocer, por la importan- cia que a nuestro juicio tienen, tres yacimientos de fósiles desco- nocidos hasta ahora, o, por lo menos, no citados en ninguna de las publicaciones que sobre esta región hemos podido consultar, y que son, por cierto, escasísimas. Cabe el mérito de descubridores de dichos yacimientos al monje benedictino D. Saturio González y a su hermano Norberto González, de Castrillo de la Reina. Ambos señores y el ilustrado farmacéutico de este pueblo, D. Florentino Martín, nos prestaron valiosa ayuda durante nuestras excursiones y nos enseñáronlos fósiles por ellos recogidos, así como también los yacimientos. Sen- tado esto, quédanos el deber, que gustosísimos cumplimos, de ex- presar nuestro agradecimiento a tan buenos amigos, que hace tiem- po vienen prestando muy útiles servicios a las Ciencias Naturales. Los yacimientos son: 1. Capas calizas roñacenses con Lychnus ellipticus Math. (L. Collombi de Vern.) 2. Capas calizas londinenses?, con Planorbis subcingulatus? Math. y Limncea Michelini? Desh. En el valle de Santo Domingo de Silos. 3. Extensa formación de areniscas y conglomerados con gran- des troncos de árboles fósiles, hasta ahora indeterminables. 4. Capas de arcillas rojas y abigarradas, con escamas, dientes y huesos de un Lepidosteido, probablemente del género Lepiclotus. En Castrillo de la Reina. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. XXIV. Fot. San Miguel. Fig. 1.— Vista del Valle de Silos. Fot. San Miguel. Fig. 2.— Peña de Villanneva de Carazo. Bol. de la R. Soc, Esp. de Hist. Nat, Tomo XXI.- Lám. XXV ,►-» J M Fo/. Sa« Miguel. Fig. 1.— Peñascones de Hacinas. Fot. San Miguel Fig. 2.- Cerro del Cretácico inferior. DE HISTORIA NATURAL 41.1 I La formación lacustre con Lychnus, Planorbis, Limncea, He- ILr y algunos fragmentos de moluscos de difícil determinación ocupan todo el valle de Silos, a la derecha del río Mataviejas, pro- longándose mucho desde el cementerio hacia el O.; no hemos po- dido fijar su límite occidental, pero suponemos que se continúa hasta cerca de Lerma. Tiene un gran interés esta formación, porque representa aquí? de modo clarísimo, los términos de tránsito, tan debatidos antes, entre el cretácico superior y el eonumulítico inferior, con lafacies lacustre, tan frecuente en el S. de Francia y en los Pirineos cata" lañes y aragoneses. Queda limitada al N. y al S. por el cretácico; por el S. está en contacto anormal, falla, con las capas calizas dei cenomanense y turonense; el buzamiento de ésta es al S., lo mismo que el de las calizas lacustres, objeto de esta nota, por lo que creemos han pasado inadvertidas y se han tomado como cretácicas por los geólogos que han explorado la región, entre los cuales me- rece especial mención Larrazet (5); nosotros mismos las habíamos señalado en nuestra libreta de campo como cretácicas en otras excursiones, y anotado su posición anterior al senonense, y como tales las hubiéramos seguido teniendo, a no mostrarnos el P. Satu- rio González los fósiles mentados. Al N., descansa directamente sobre calizas senonenses, que, si bien no son fosilíferas en esta parte, contienen, en Castroceniza, Radiolites radiosus Orb.; és- tas buzan al N., y las roñacenses, al S.; el contacto tiene lugar también por falla, de manera que este valle es una fosa tectónica. La formación consta de las siguientes capas, de N. a S. (fig. 1 .a): 1. Capa de calizas sin fósiles, que descansan directamente sobre las calizas tabulares con buzamiento al N., no fosilíferas, pero que por su posición no dudamos el atribuirlas al senonense del macizo de Silos. 2. Capas de arcillas y areniscas no fosilíferas. 3. Capa de caliza compacta, brechoide o veteada de masas ro- jizas más arcillosas, con Lychnus y otros gasterópodos indetermi- nables en su parte superior; la inferior no contiene fósiles. 4. Arcillas, maciños y arcillas rojas, con hiladas de arcillas arenosas, con pisolitas calizo-limoníticas. No contiene fósiles. 5. Capa de caliza nodulosa, sin fósiles. Tomo xxt.— Diciembre, 1921. 30 412 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 6. Sucesión de capas de arcillas, arenas y maciños, no fosi- líferas. 7. Capa de caliza blanca compacta, sin fósiles. 8. Capa de arcillas amarillentas, con arenas. 9. Capa de caliza blanca, a veces oolítica, con Planorbis, Limncea, Helia". Las formaciones de agua dulce con Lychnus encontradas has- Fig. l.a-Corte geológico a través del valle de Silos, desde la garganta de Yecla al N. Longitud unos 4 Km. (alturas tomadas con barómetro aneroide). ta ahora en España son: la de Segura (Teruel), estudiada por de Verneuil y Lartet (18); las de la provincia de Zaragoza, indicadas por Donaire, con su colindante de la de Huesca, estudiada por Mallada (7) y por Dalloni (2), y la del garumnense lignitífero de las provincias de Barcelona y Lérida, magistralmente descritas por Vidal (16). De Verneuil y Lartet encontraron en Segura capas calizas con Lychnus Collombi de Vern., especie no admitida por Sandberger (14) ni por Repelin (11), que es, según ambos autores, el L. ellipti- cus Math.) y el L. Pradoanus de Vern. El primero es igual que el de la capa 3 de Silos; estas capas se consideraron entonces como eocénicas, pero actualmente no puede admitirse esa edad y sí que corresponden al neocretácico superior, garumnense o danés. El garumnense catalán se compone, según Vidal (16)— ved tam- bién Leymery (6)— de tres grupos: el superior, dominantemente calizo; el medio, de margas rojas, y el inferior, lignitífero. El primero lo forman areniscas calizas (molasas), sin fósiles, y margas subordinadas a otros bancos calizos. DE HISTORIA NATURAL 415 El segundo se compone de enorme masa de margas terrosas, rojas y abigarradas, muy arcillosas unas veces, muy calcáreas otras, y coronadas por conglomerados calizos rojos. El tercero, que Vidal llama del carbón, consta de calizas arci- llosas grises en su base, sobre las cuales descansan margas grises, muchas veces bituminosas, encerrando numerosos bancos de car- bón; termina por un banco de arenisca margosa ferruginosa que le separa del segundo grupo. Los bancos de lignito encierran fó- siles terrestres y de agua dulce: Lychnus, Unió y Cyclostoma, principalmente. Según Mallada (7), a un kilómetro de La Peña, en los parajes llamados Los Coronazos y el Encinar, se encuentra, entre la caliza senonense y la numulitica, otra muy compacta, de fractura concoi- dea, susceptible de buen pulimento, variando sus colores del gris claro al gris obscuro. Toma en su parte superior un aspecto bre- choide, por atravesar su masa en todos sentidos numerosas ve- tas ocráceas amarillentas y rojizas. Contiene abundantes fósiles: Lychnus Pradoanus de Vern., L. Matheroni Req., Cyclostoma Vilanovanum de Vern., y Melanopsis Uirricula de Vern., carac- terísticos del danés o garumnense, edad descubierta y dada ya a conocer por Donayre (3). Siguiendo la línea del Gallego, ya no vuelve a asomar el garum- nense hasta dos puntos inmediatos a los Mallos de Riglos; pero aquí los Lychnus están siempre en margas sabulosas rojizas, a las que cubren calizas compactas sin fósiles, que sostienen a las cali- zas y margas numulíticas. Al N. de Loarre se encuentra la misma serie y entre Qratal y Bentué de Rasal. Separadas del Montsech por el eoceno lacustre, reaparecen al S. varias fajas alineadas de ESE. a ONO., la principal de las cuales se prolonga desde las sierras de Olvena y Estadilla hasta San Salvador de Castillonroy; en estas fajas, las capas con Lychnus son calizas muy compactas y brechoides parecidas a las de la Peña y Murillo; termina como casi siempre la serie, la caliza con Alveolina. Entre Benabarre y Peralta de la Sala, el garumnense con fósiles de agua dulce lo forman calizas arcillosas de variados colores. El eoceno lacustre es, según Mallada, posterior al grupo numu- lítico; sobre] el garumnense descansa siempre el numulítico infe- rior con facies marina. Dalloni (2) estudia el danés lacustre y atribuye las calizas con Lychnus de la Peña, de los Mallos de Riglos, etc., al begudense 414 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA (maestrichtense); pero Repelin(ll) las considera posteriormente como roñacense, y según indica este autor, está ya conforme Dal- loni con esta opinión. Nada nuevo añade respecto a la sucesión es- tratigrafía, indicada por Mallada, pero señala, en cambio, muchos más fósiles, entre ellos Planorbis sp. Considera la formación de la Peña como correspondiente al mismo nivel que la de Segura". Según este autor, el luteciense cubre siempre al garumnense o danés lacustre; los niveles que se encuentran entre el roñacense y numulítico no pueden atribuirse al eoceno inferior, sino al mon- tiense; las calizas con Miliolites consideradas por Carez como eocenas son montienses, y su parte superior thanecense, puesto que contienen intercalaciones lacustres con Physa prisca. También este autor opina como Mallada: que el eoceno lacus- tre, con calizas, margas, arcillas yesíferas y conglomerados, aqué- llas con Planorbis, Limncea, Bythinia, Pupa, Helix, etc., es posterior al grupo numulítico, y le atribuye al bartonense. Las especies de Lychnus conocidas en España y las localidades en que se encuentra la formación garumnense son: L. Pradoanus de Vern. Segura (Teruel), Mimet, La Peña, Riglos (Huesca). L. aragonensis Rep. Murillo de Gallego (Zaragoza), La Peña (Huesca). L. DalloniRep. La Peña, Barranco de Talarn (Huesca). L. cllipticus Math. Segura, Fontaneíe, Bea,La Peña (Aragón), Santo Domingo de Silos (Burgos). L. Mal he ron i Req. Mimet (Huesca). L. Sanchezi Vidal. Valabre, Figols, etc., (Cataluña). L. Pepclí ni Vidal. ídem id. L. Vidali Rep. Saldes (Lérida), Mimet (Huesca). L. Bourguignali Mun. Chai, La Peña (Huesca). L. giganteus Rep. Saldes (Lérida), Barranco de Talarn (Huesca). L. Hermitei Vidal. Mallorca. Según Repelin, todas las especies españolas de Lychnus corresponden al roñacense (11). Según Haug (4), el neocretácico superior en la baja Provenza es lacustre, y esta misma facies se continúa hasta el mesonumulí- tico. Ved también Callot (1). El begudense (maestrichtense supe- rior) se compone de calizas ncdulosas, en espesos bancos, a menudo pisolíticas, que, entre otros fósiles, contienen Lychnus DE HISTORIA NATURAL 415 ellipticus Math. El roñacense (danés), de arenas y margas en la base y calizas blancas encima, con L. Maiheroni Req. Sigue el vitriolense (móntense); el thanecense y el londinense, con calizas que, entre otros fósiles, encierran Planorbis subcinguíatus. Del estudio comparativo que precede, se desprende que la capa de Las Porqueras (5) del corte, muy espesa, corresponde al garum- nense y que representa el nivel de. Baux, Rognac, etc. (baja Pro- venza) y el de Segura, La Peña, etc., de Aragón; debe, pues, atri- buirse al roñacense, pues, como puede deducirse de las descrip- ciones de los yacimientos citados, su analogía es evidente, mientras que son grandes las diferencias con el garumnense cata- lán; en efecto, en el Pirineo catalán aparece reunidas, según Vidal (16) las dos facies, la lacustre y la marina; en Silos no se , ofrece más que aquélla; además, las especiesde Lvchnus son, como hemos visto, muy diferentes, y se encuentran en la formación lig- nitífera y no en espesos mantos de caliza blanca, como en Silos, Segura, La Peña, Provenza, etc. Por fin, el Lvchnus encontrado por nosotros es idéntico al de Segura, La Peña y Baux. El roñacense y el eonumulítico inferior, que descansa sobre él, no han descendido en el valle de Silos, por las fallas que le limitan, más abajo del turonense por el S. y del senonense por el N. La capa con Planorbis, Limncea y Helix que corona la forma- ción y sigue la margen derecha del río Mataviejas la atribuímos al londinense, como las antes mentadas de la Provenza; es al parecer, equivalente a las calizas de Langese. El garumnense en Cataluña y Huesca no está relacionado con esta formación infranumulítica lacustre, y tampoco habla de ella en Segura Verneuil y Lartet. De ser exacta nuestra determinación, se habrían encontrado por pri- mera vez en España los términos de tránsito del neocretácico su- perior al eonumulítico inferior de facies lacustre, reunidos y en serie continua. Las capas intermedias, sin fósiles, pueden quizá representar los niveles entre el roñacense y el londinense de la Provenza, es de- cir, el vitriolense y thanecense; pero la falta de fósiles impide afirmar nada con probabilidad de acierto; por otra parte, no tene- mos seguridad absoluta en la determinación de los Planorbis y Limncea, hecha por nosotros con material en mediano estado de conservación y sin todos los medios y competencia de un especia- lista en Paleoconquiología. No pueden, en modo alguno, referirse al bartonense, como las 416 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA formaciones del eoceno lacustre de los Pirineos catalanes y arago- neses, ya que siendo concordantes con el roñacense y de igual facies, deben considerarse como de la base del eoceno, igual que las calizas de Langese, o quizá correspondan al garumnense su- perior, entendiendo por garumnense el danés y el montiense, como hace Dalloni (2); admitido que las capas de conglomerados, are- niscas y margas rojas con Bulimus gerundensis Vidal represen- tan en Cataluña la base del eoceno y que están, estratigráfi- camente hablando, inmediatamente encima del garumnense, podría considerarse como sincrónica con esta formación la de caliza con Planorbis del valle de Silos y algunas de las no fosilíferas inferio- res a ella. Se distingue bien desde alguna distancia esta formación, en todo el valle, por su especial topografía. Aguas arriba del cementerio, hasta un poco más allá del pueblo, se extiende una llanura aluvial, que forma la vega de Silos, constituida por arcilla muy calcárea (toba), blanca o amarillenta, debajo de la cual, se encuentra una capa de turba que describimos en este Boletín, t. XIII, pág. 71 . A los lados del río Mataviejas se ven claramente dos terrazas; la más alta, a unos cuatro a seis metros sobre la vaguada actual, y la inferior, de uno a dos metros; éstas se componen de tierra cal- cárea, toba blanca, con conchas de moluscos de especies vivientes, las mismas que se encuentran también en la turba: Helix, Límncea, Pisidium, etc.; esta terraza se manifiesta también en la garganta del mismo río, entre Carazo y Silos; en ésta se ve la misma toba adosada a las paredes escarpadas de la angosta y pintoresca garganta, en sus ensanchamientos, principalmente, donde nunca o muy rara vez llegan ya las aguas, y queda a tres o cuatro metros sobre el arroyo actual; igualmente puede observarse en la garganta de Peñacoba y paraje llamado la Caldera o la Olla. Las terrazas pueden seguirse aguas abajo del cementerio en un gran trecho y descansan frente a la garganta de Yecla, sobre las capas con Pla- norbis atribuidas al londinense, como puede verse en el corte geológico (T) y en la lámina XXIV, figura 1.a La topografía del ancho valle, aguas abajo del cementerio, cam- bia completamente; en lugar de la llanura aluvial dicha, se ofrecen una serie de serrijones paralelos, dirigidos de E. a O., separados por largas hondonadas en forma de valle. Las lomas o serrijones son siempre de capas calizas y llegan a su altura máxima en la capa con Lychnus (1.050 m.); presentan pendiente suave hacia el S. con- DE HISTORIA NATURAL . 417 cordante con el buzamiento de la formación y abrupta del lado opuesto; las hondonadas se forman siempre entre éstas, en las ca- pas arcillosas y arenosas, las areniscas forman, a veces, pequeñas lomas, como la que hay al lado de la carretera (fig. 1.a). Desde cualquier eminencia cretácica de las que bordean el valle, se ve esta formación con topografía ondulada de gran uniformidad, y donde ésta termina se muestra llano todo el valle. II ■ Los yacimientos de Castrillo de la Reina corresponden, según el Mapa Geológico y Larrazet (5), al cretácico inferior, y así he- mos considerado nosotros los terrenos de Carazo, Hacinas y Cas- trillo, a juzgar por su posición estratigráfica aparentemente infe- rior a las capas calizas y margosas del cenomanense de Carazo (lámina XXIV, figura 2.a). Por su composición geognóstica y sus facies continental y litoral o de estuario, podría quizá atribuirse a la misma edad que los terrenos próximos de la provincia de Soria, considerados por Palacios (10) como weáldicos, como el de San Leonardo, por ejemplo, y que indudablemente están en relación con el urgoaptense de los pinares de facies litoral. Nosotros no hemos encontrado en Castrillo Unió, Phvsa, ni otros fósiles de agua dulce que cita Palacios, pero sí gran cantidad de plantas fósiles, escamas, dientes y huesos, de un lepidosteido, en muy mal estado de conservación, y de los que ha reunido lo me- jor que se ha encontrado el P. Saturio González en el Museo de Historia Natural del Real Monasterio de Santo Domingo de Silos. Componen la formación grandes masas de pudingas de diver- sos colores, dominando el gris claro y el rojo, que forman extra- ños peñascones en Carazo, Hacinas (lám. XXV, fig. 1.a) y Cas- trillo; areniscas micáceas de grano y color variado y abigarradas, de arcillas blancas, rojizas y verdosas. Los vegetales son indeterminables, por no hallarse hojas ni fru- tos; algunos son, indudablemente, coniferas, como demuestra la es- tructura microscópica de su madera; pero de otros nada podemos decir con probabilidad de acierto; algunos pudieran ser palmeras o cicádeas, cuyos troncos se encuentran empotrados en las are- niscas (fig. 2.a); uno muy hermoso posee el Museo del Monasterio, y algunos otros hay en el pueblo. 418 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA D. Pedro Palacios, que tan bien ha estudiado la geología de la provincia de Soria, nada indica ni de la existencia de estos vege- getales fósiles, ni de los restos de lepidosteidos, ni de la de for- maciones roñacienses y londinenses. A. Larrazet (5) tampoco cita yacimientos con troncos fósiles, Fie 2.a— Troncos de árboles fósiles en las areniscas de Castrillo de la Reina (con más o menos detalle se ven unos once). con lepidosteidos, ni las capas con Lvchnus y con Planorbis y Limncea del valle de Silos; por el contrario, considera esta for- mación como del cretácico superior (cenomanense y turonense). Ved lámina I, Mapa del S. del macizo silúrico de la Sierra de la Demanda, y lámina II, figuras IV y V, cortes geológicos, en la obra de Larrazet. La topografía de este terreno, tan diferente de la correspon- diente a las calizas y margas meso y neocretácicas, le distingue en seguida; las altas cumbres que dominan la formación por el O. son agrestes, con abruptas pendientes, terminadas en lo alto por cornisas verticales, picos elevados, como la cuesta de Peñacova y de Tejada; mesas muy características, como la del Alto de Cara- zo, y macizo entre éste y Silos, cortado por la garganta del río Mataviejas, etc. Los terrenos eocretácicos son de formas redon- DE HISTORIA NATURAL 419 deadas; largas lomas separadas por anchos valles de fondo plano y poco profundos; cerros aislados, a veces muy elevados sobre las vaguadas actuales, como el que se encuentra inmediatamente al lado de Castrillo y algunos del valle de Carazo, son las formas do minantes de su topografía. La monotonía de esta sucesión de for mas se rompe frecuentemente por los afloramientos de pudingas que dan lugar a pintorescos peñascones, como los que se ven cer ca de Carazo, los del pueblo y alrededores de Hacinas (lám. XXV figura 1 .a) y los de Castrillo. Las laderas arcillosas se ofrecen fre cuentemente muy abarrancadas, formándose en ellas, cuando son altas, hermosos torrentes pequeños, con su circo o cuenca de alimentación muy evidente (lám. XXV, fig. 2.a). La riqueza en materia orgánica vegetal y animal de esta for- mación, se manifiesta, además de por los restos indicados, por la naturaleza de sus aguas, extremadamente ferruginosas; éstas tie- nen un sabor a tinta muy pronunciado, que las hace desagradabilí- simas; el enturbiamiento del agua y poso formado en los recipien- tes no es lo que su sabor hace esperar, sino mucho menor, lo cual hace pensar que la riqueza en hierro de estas capas no es debida al bicarbonato, sino a su sulfato; esto, por otra parte, no tiene nada de particular, ya que nosotros mismos hemos anotado la pre- sencia de pirita en los lignitos de Carazo (19), y es abundante tam- bién en los de Contreras; en Castrillo de la Reina también hay lig- nito; la pirita de estos lignitos vitrioliza fácilmente, y las aguas subterráneas, disolviendo el sulfato formado, se hacen muy ferru- ginosas. Como que la formación lignitífera no es general, y lo mis- mo ocurre con la que encierra grandes troncos petrificados y las arcillosas con lepidosteidos, sino localizada en manchas o bolsadas independientes y muy alejadas, a veces, el agua no es siempre fe- rruginosa, y como, por otra parte, la acumulación de restos vege- tales y animales en las arenas y barros de aquel tiempo debió ser mucho mayor en Castrillo que en los demás puntos, nada#iene de extraño que en esta localidad abunden las fuentes ferruginosas; en el mismo Castrillo se encuentran también algunas aguas no fe- rruginosas, que no se utilizan en el pueblo, por estar algo distan- tes de él. 420 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Bibliografía. (1) L. Callot. Description du terrain cretacée dans une par fie de la Base Provence. Bull. Soc. Géol. de France, t. XVIII, 3.e ser., pá- gina 49, y t. XIX, pág 39; 1.a y 2.a parte. (2) M- D alloni. Étude géologique des Pyrénées de V Aragón. Annal . Fac. de Se. de Marseille, t. XIX. (3) F. M. Donayre. Descripción geológica de la provincia de Za- ragoza. Mem. Com. Mapa Qeol. español. (4) E. Haug. Traite de Géologie. t. II, pág. 1410. (5) A. Larrazet. Recherches géologiques sur la región oriéntale de la province de Burgos. Lille, 1896. (6) M. Leymrrie. Recit d'une exploration géologique de la vallée de la Segre. Bull. Soc. Géol. de France, t. XXVI, 2.e ser., pág. 654. (7) L. Mallada. Descripción física y geológica de la provincia de Huesca. Mem. Com. Mapa Qeol. español. (8) Ph. Matheron. Catalogue méthodique des fósiles des Bouches du Rhóne. Marsella, 1842. (9) Ph. Matheron. Recherches comparatives sur les dépóts flu- vio-lacustres de Montpellier. Marsella, 1862. (10) P. Palacios. Descripción física, geológica y agrológica de la provincia de Soria. Mem. Com. Mapa Geol. español. (11) J. R. Repelin. Monographie du genre Lychnus. Mem. Soc. Géol. de France. — Paleontologie, t. XXIII, fase. 1. (12) L. Roule. Description de quelques coquilles fósiles du cal- caire lacustre de Rognac. Bull. Soc. Malac. de France, 1884. (13) L. Roule. Nouvelles recherches sur les mollusques du terrain lacustre inferieur de Provence. Annal. de Malacologie, 1886. (14) C. L. F. Sandberger. Die Land-und Süsswasser conchilien der Vorwelt. Wiesbaden, 1870-1875. (15) H. E. Sau vage. Contribution á l étude des Poissons et des Rep- tiles du Jurasique et du Cretacique. Dir. des Travaux Géologiques de Portugal. Lisboa, 1897-1898. (16) L. M. Vidal. Datos para el conocimiento del terreno garum- nense de Cataluña. Madrid, 1874. (17) L M. Vidal. Edad geológica de los lignitos de la Selva y Benisalem (Mallorca) y descripción de algunas especies fósiles. Mem. Soc. Esp. de Hist. Nat., t. X, núm. 7. (18) Ed. de Verneuil et Lartet. Note sur la calcaire á Lychnus des environs de Segura (Aragón). Bull. Soc. Géol. de France, t. XX, 2.e ser., pág. 684. (19) M. San Miguel. Yacimiento de lignito en Carazo (Burgos). Bol. Soc. Esp. de Hist. Nat., t. XIII, pág. 70. (20) M. San Miguel. Yacimiento de turba en el valle de Silos. Bol. Soc. Esp. de Hist. Nat., t. XIII, pág. 71. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist, Nat. Tomo XXI.- Lám. XXVI. ííoa Sicalaii íttft, i 1 /' V';- A %* lícoJLn. ¿i 1&- F'Q- 2. UuX.Lx farra. Ui |lfli. 3;Aj5"^b. ¿1 . ' i pdvi ?> » lO-i » Dada la escasez del material que disponíamos, no pudimos in- tentar la transmisión experimental a gatos jóvenes, para obtener el estado adulto del cestode; pero Parrot y Joyeux (1920, pági- nas 688 692) han logrado, transcurridos catorce a veintidós días de la ingestión de los cisticeroides, hallar en el intestino del ani- mal experimentado unos dipilídidos determinados, como D. Trin- chesei, de 20-24 mm. de longitud, ya fijados en alcohol, y 30-60 mi- límetros medidos en vivo, provistos de un escolex de 400 a de diá- metro transverso, cuatro ventosas de 100-110 a y un róstelo de 215 a en su máxima anchura, armado por 80 ganchos, distri- buidos en cuatro coronas, concordantes con los caracteres indica- dos para el cisticercoide. 426 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Por otra parte, nosotros hemos encontrado recientemente en la cápsula de Qlison, de la Tarentola mauritanica, un solo ejem* piar de cisticercoide, análogo en dimensiones y propiedades a los enumerados, pero con cinco coronas de ganchos de las mismas dimensiones que los del D. quinquecoronatum, y pudiera muy bien ser el estado larvario de nuestra especie. En cuanto a los cis- ticercoides estudiados por nosotros y Joyeux, pudieran asimismo representar esta fase, si los cestodes adultos, aun poseyendo sólo cuatro coronas de ganchos, dadas sus dimensiones, así como las del escolex y órganos en él implantados, presentaran los detalles estructurales que hemos mencionado para los proglotis, en caso contrario, serían del D. Trínchese/. Bibliografía. Joyeux, Ch., 1920.-Cycle évolutif de quelques cestodes. Recherches experimentales- Suplem. II. au Bull. Biol. de F ranee et de Belgique. París, 219 págs., 7 lám. Panora, C, 1886.— Contribuzione alio studio dei vermi parassiti in animali di Sardegna. Ann. Mus.civ. di Si. Nat. di Genova. T. XXIV, Vol. IV, ser. 2.a, págs. 275-384. Parrot, L. et Joyeux, Ch., 1920.— Les cysticercoídes de Tarentola mauritanica L. et les Tanias du Chat. Bull. Soc. Paih. Exot. T. XIII. núm. 8, págs. 687-695- Rodríguez, C. y Muñoz Medina, 1919.- Estudio del ciclo evolutivo seguido por algunas especies correspondientes al género Dipylidium Leuckart. Bol. R Soc. Esp. H. Nat. T. XIX, págs. 494-506, 2 lám. Rodríguez, C, 1920.- Notas helmintologías (3.a serie). Bol. R. Soc. Esp. H. Nat. T. XX, págs. 75-90. Laboratorio de Zoología y Parasitología de la Facultad de Farmacia de Granada. Explicación de la lámina XXVI. (las respectivas escalas se indican juntamente con las figuras.) Fig. 1.a— Escolex del D. quinquecoronatum nov. sp. Fig. 2.a— Escolex del D. Trinchesei Diamare. Fig. 3.a— Proglotis sexualmente maduro del D. quinquecoronatum; t, testículos; o, ovarios; vit, vitelógeno. Fig. 4a— Proglotis en idénticas condiciones que el anterior y con las mismas indicaciones, en el D. Trinchesei. Fig. 5.a— Proglotis cargado de cápsulas uterinas (c. ut.) en el D. quinquecoro- natum. Fig. 6.a— Proglotis cargado de cápsulas uterinas en el D. Trinchesei. DE HISTORIA NATURAL 427 Especies nuevas de Asida de la Península Ibérica por Manuel M. de la Escalera. Subgén. Gramil si si da nov. Se caracteriza el grupo de las Granulasida, gemelo de las Gracilasida, también orientales, que conviven con ellas en su re- gión (sustituyendo en ella a las Planasida occidentales y Pseudo- planasida de Sierra Nevada, cuyo macizo invaden, sin embargo, algunas Granulasida por el E.), por tener su protórax finamente granujiento en el disco, con los granulillos redondos y densamente colocados, siendo bastante globoso, por lo general, con las már- genes más o menos anchas y explanadas, con sus bordes más ba- jos que el disco, y con el lóbulo muy saliente y redondeado, más avanzado sobre los élitros que los ángulos posteriores, que son rectos y aguzados generalmente, y en algún caso algo obtusos, por cerrarse la curva de las márgenes más brevemente que de ordi- nario. Las especies de los grupos II, III y IV tienen las epipleuras fosulado-granulosas, y las del grupo I, aparte de G. granaíensis, de epipleuras fosuladas, las demás tienen epipleuras granulosas sin fosillas. Grupo I. Especies con la base del protórax- tan ancha como la de los élitros. Antenas largas y finas, llegando ampliamente al borde poste- rior protorácico, con todos sus artejos del tercero al noveno dos veces, por lo menos, más largos que anchos; el décimo subtrian- gular claramente más largo que ancho, y no mucho más ancho que el noveno; el undécimo, subesférico y bastante libre. Élitros; convexos en los dos sexos, de húmeros rectos muy re- dondeados o rectos aguzados, y aun agudos y salientes, con un pliegue costiforme corto origen de la segunda costilla dorsal, que, Tomo xxr.— Diciemb 31 428 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA como las dos laterales y la primera dorsal, están formadas de gra- nulaciones fuertes, aisladas o aglomeradas, vellosas o desnudas más raramente y más o menos acusadas, y aun nulas en algún caso. Cuerpo por debajo granujiento, y sólo en algún caso en las epipleuras protorácicas con iosillas. 1 (2) Protórax con las márgenes estrechas, cortantes y poco levantadas. Lóbulo redondeado, no muy avanzado sobre los éli- tros, pero más que los ángulos posteriores, que son rectos o poco obtusos; granulación del disco, que es muy globoso, menuda y se- mivelada por la densa pubescencia dorada, medianamente larga y echada hacia atrás, que cubre el órgano; epipleuras protorácicas fosuladas. Élitros muy alargados, más de dos veces más largos que an- chos, con su mayor anchura, que no es mucha, en el tercio final; de húmeros rectos y poco matados, nada levantados, como no lo es tampoco el margen, muy estrecho y cortante; segunda costilla dorsal con el trazo entero de la base y las aglomeraciones de las granulaciones costiformes fuertes, aisladas y sinuosas, continuán- dola, y así como las restantes costillas interrumpidas, paralelas to- das a la sutura, provistas de mechones de pelitos rojizos, erizados y bastante largos G. granatensis sp. n. Long. 12 a 14 mm. Loe. Granada (Rambur). Esta rara especie, no vuelta a encontrarse después de ser ca- zada por Rambur, y que le sirvió para el dibujo de la lámina del macho y la hembra de su A. elongata, no fué conocida por Allard ni Pérez Arcas; uno y otro no tuvieron a la vista más que Globa- sida oblonga Rb.; de ahí el error de Pérez Arcas al separar es- pecíficamente uno de otro sexo, que en realidad pertenecen a una sola especie del mismo grupo que Granulasida Brucki All., pero distancaida de ella y de'todas sus variedades, por tener epipleuras protorácicas fosuladas que la ligan con las Pseudoplanasida. 2 (1) Protórax con las márgenes moderadamente anchas y le- vantadas, de ángulos posteriores rectos o algo obtusos y mata- dos; de granulación del disco, que es bastante globoso, más fuerte y gruesa que en la especie anterior, semivelada también por las cerdillas doradas, algo más cortas, que lo cubren; epipleuras gra- nujientas. 5 (4) Márgenes protorácicas más estrechas y más levantadas, DE HISTORIA NATURAL 429 • y de ángulos posteriores obtusos y matados. Élitros bastante alar- gados, próximamente dos veces más largos que anchos, con su ma- yor anchura, y ésta moderada, en el tercio final; de húmeros rec- tos y redondeados, apenas levantados, y de márgenes estrechas y cortantes; las cuatro costillas interrumpidas formadas por aglo- meración de granulos muy fuertes, y cubiertos por tufos de pelos rojos, como en la especie anterior G. Brucki All., var. garruchensis nova. Long. 13 a 16 mm. Loe. Garrucha, en Almería (Escalera). Museo de Ma- drid. 4 (5) Márgenes protorácicas más anchas y explanadas, de án- gulos posteriores más aguzados, rectos o apenas obtusos en el macho, y algo más aguzados en la hembra. 5 (8) Élitros casi tan alargados como en la variedad anterior en el macho, y en la hembra sensiblemente más cortos y anchos en el tercio final, pero en uno y otro sexo, con los húmeros más redondeados y más levantados, y con las costillas, cuando existen, más interrumpidas, y sin los mechones de cerdas largas y rígidas, sino con ellas cortas y reclinadas. 6 (7) Sin costillas visibles, más que el trazo basal, con algunos granulos mayores desnudos, irregularmente dispuestos en el tercio final del élitro, sobre el que se ve la granulosidad menuda, sin es- tar velada por la pubescencia, aquí inapreciable . . G. Brucki All. típica. Long. 13 a 14 mm. Loe. Cartagena (Bruck), Lorca, Torrevieja, Rojales (Es- calera). Museo de Madrid. 7 (6) Sin costillas visibles, más que el trazo basal, pero con los granulos mayores, más o menos dispuestos longitudinalmente, y con los mechoncitos de pelos reclinados, cortos y rojo-dorados; pubescencia del fondo indistinta G. Brucki All., var. aproximata nova. Long. 14 a 17 mm. Loe. Almería, Tíjola, Sierra de Bacares, Vélez Rubio (Escalera). Museo de Madrid. 8 (5) Élitros más cortos y anchos comparativamente. 9 (10) Variedad más ancha y corta que las anteriores y el tipo; márgenes protorácicas aun más anchas y planas; granulos mayores serialmente dispuestos a lo largo, por lo general; sus tufos vello- 450 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA sos reclinados, de color rojo de orín, bien destacados de las cer- ditas menudas rojo-doradas del fondo, también reclinadas y más cortas, que velan casi completamente la granulosidad pequeña de los tejidos G. Brucki All., var. Larrinuae nova. Long. 12 a 14 mm. , Loe Baños de Fortuna (Larrinua), Covatillas (Esca- lera), Elche (Dieck). Museo de Madrid. 10 (9) Variedad tan ancha y corta como la anterior, y también con las márgenes protorácicas muy anchas y muy planas, muy no- tablemente estrechada en la región humeral, donde no es nada con- vexa; los húmeros, muy redondeados y levantados; los granulos de los élitros mayores, desnudos, poco serialmente dispuestos, y for- mando ramosidades vermiformes salientes en algún caso. , G. Brucki All., var. nuda nova. Long. 14 a 17 mm. Loe. Alicante (Escalera). Museo de Madrid. Grupo II. Especies con la base del protórax, cuyos ángulos posteriores curvilíneos son rectos y aguzados en todos los casos, muy notable- mente más ancha que la base de los élitros, cuyos húmeros son aguzados y divergentes en mayor o menor grado, resultando así el grupo muy estrangulado en la región humeral; lóbulo basal fuerte- mente hundido en su avance sobre los élitros, correspondiendo al hudimiento del escudete; epipleuras protorácicas fosulado-granu- losas; parte rebatida del élitro y abdomen menudamente granu- jientos. 1 (6) Muy convexa en el disco protorácico y elitral, de márge- nes estrechas, cortantes, y apenas levantadas cerca de los ángulos anteriores, y nada en los posteriores. 2 (3) Lóbulo protorácico basal bisinuoso, ligeramente hendido en su borde (aparte el hundimiento general del grupo en esa zona); granulación del disco velada por la densa pubescencia corta, dora- da y reclinada que lo cubre. Élitros con el pliegue que origina la segunda costilla dorsal indistinto o nulo, y, por el contrario, muy aparentes las cuatro costillas vellosas interrumpidas y formadas por tufos de pelos rojizos, erguidos y largos, entre la capa terrosa y pubescencia corta y reclinada que oculta la granulación menuda del fondo; húmeros poco agudos y no muy divergentes; recuerda DE HISTORIA NATURAL 451 algo a G. granatensis Esc, por sus costillas vellosas igualmente dispuestas G. setipennis A1I. Long. 10 a 12 mm. Loe. Escorial (tipo), Alcalá de Henares, Montarco (Es- calera). Museo de Madrid. 3 (2) Lóbulo protorácico no hendido en su borde, a lo sumo matada en recto su curva saliente sobre el escudete; granulación de! disco muy aparente, .destacándose perfectamente del fondo terroso, y las cerditas, sumamente cortas, doradas y reclinadas; los granulos, aislados, redondos, brillantes y pequeños. Élitros con el pliegue que origina la segunda costilla dorsal más o menos mar- cado y fuerte, pero siempre aparente. 4 (5) Élitros con cuatro costillas vellosas interrumpidas, como en la especie anterior, pero con los tufos de pelos más cortos; hú- meros muy agudos y muy divergentes; granulación del disco me- nuda, igual, sin granulos mayores entremezclados; pliegue que ori- gina la segunda costilla dorsal poco saliente; depresión basal del lóbulo no muy acentuada G. pseudosetipennis sp. n. Long. 10 a 13 mm. Loe. Hellín, Ontur, Peñas de San Pedro, Tobarra (Es- calera). Museo de Madrid. 5 (4) Élitros con cuatro, a veces, con tres (por desaparición de la primera dorsal) costillas lineares interrumpidas, apenas indica- das por series o grupitos de granulos, algo mayores que los del fon- do y con unas cerditas cortísimas, finas y doradas, sin velar la granulación, al punto de parecer desnudos los élitros sin fuerte aumento, lo mismo que el disco protorácico; pliegue que origina la segunda costilla dorsal muy saliente; depresión basal del lóbulo muy acentuada; húmeros como en Granulasida setipennis All., no muy agudos G. fallax sp. n. Long. 11 a 12. Loe. Totana (Schramm, Escalera), Almería (Escalera). Museo de Madrid. 5 bis. Élitros con las costillas de granulos mayores, mejor marcadas, y en el tercio final, con las aglomeraciones de granulos más fuertes, algo ramosas y entremezcladas con cerditas cortas, semierizadas y apenas aparentes, rojizo-doradas, como en la forma típica G. fallax Esc, var. granularis nova. Long. 10 a 12 mm. Loe Torrevieja, Jumilla, Murcia (Escalera). Museo de Madrid. 432 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 6 (1) Poco convexa en el disco protorácico y elitral, de márge- nes más anchas, cortantes, algo más levantadas cerca de los ángu- los posteriores; depresión basal del lóbulo menos acusada, y éste menos saliente sobre los élitros, pero siempre más avanzado que los ángulos posteriores protorácicos; élitros más aplanados en el disco, sobre todo en los machos, con cuatro costillas más o menos marcadas, formadas por series de granulillos algo mayores que los del fondo, sobremontadas por pincelitos de cerdillas finas, rojo-do- radas y erectas, poco distintas de las aun más cortas y poco sen- tadas de la granulación menuda del fondo; húmeros más o menos agudos, pero siempre algo divergentes G. valentina sp. n. Long. 8 a 15 mm. Loe. Valencia, Burjasot, Bétera (Moroder, Escalera). Museo de Madrid. Grupo III. Especies con la base del protórax, cuyos ángulos posteriores curvilíneos son ligeramente obtusos, aguzados, y, generalmente, levantados, poco o nada más anchos que la base de los élitros cu- yos húmeros no son aguzados ni divergentes; lóbulo basal sin de- presión, o con ésta ligera y poco apreciable en algún caso, en su avance sobre el escudete, que tampoco está rehundido, como en el grupo anterior; epipleuras protorácicas fosulado-granulosas; parte rebatida del élitro y abdomen menudamente granujientos. 1 (4) Base del protórax sólo algo más ancha que la base de los élitros; disco protorácico apenas convexo, más bajo, aunque poco, que las márgenes, las cuales son anchas, moderadamente levan- tadas, cortantes y delgadas, algo translúcidas; con cuatro cos- tillas elitrales interrumpidas, más o menos apreciables unas que otras, de las que la primera dorsal es la menos señalada y, a ve- ces, nula. 2 (3) Mayor, disco protorácico más plano, márgenes, compara- tivamente, más anchas y menos levantadas; élitros con el disco algo más aplanado; de húmeros más rectos, con su mayor anchura, y ésta no exagerada, poco después del medio, y de ahí más lenta- mente estrechada hasta el fin, por lo que resulta la especie más paraleloide; primera costilla dorsal nula en la primera mitad de élitro, y solamente después, y a veces indicada tan sólo en el cuar- DE HISTORIA NATURAL 433 to final, por granulaciones o masitas de granos reunidos G. Ricoi Martz. Long. 11 a 12. Loe. Alicante (Rico. Colección Martínez) (Escalera). Museo de Madrid. 5 (2) Menor, disco protorácico más convexo, márgenes, com- parativamente, más estrechas y menos levantadas; élitros con el disco más convexo, de húmeros algo obtusos, pero no redondea- dos, con su mayor anchura pasado el medio en el tercio final, y de ahí,, más brevemente redondeados, hacia el fin, por lo que resulta la especie más estrangulada en la región de los húmeros y menos paraleloide; primera costilla dorsal, si bien menos que las restan- tes, bastante señalada desde cerca de la base, y como las otras, formada de aglomeraciones de granillos, más o menos seguidas, pero fuertemente salientes y delgados sus trazos costiformes, que tienen cerdillas cortas, doradas y semirreclinadas, brotando de la cara posterior de los granillos cónicos que las forman, como las de la especie anterior y las de todo el grupo — G. salinosa sp. n. Long. 8 a 10 mm. Loe. Torrevieja (Escalera). Museo de Madrid. 4 (1) Base del protórax tan ancha como la base de los élitros. 5 (8) Márgenes protorácicas anchas, comparativamente, poco levantadas y recogidas; sus bordes, finos y cortantes, y el lóbulo, sin reborde. 6 (7) Disco protorácico más convexo, visiblemente más alto, aunque poco, que las márgenes, algo estrechas y menos levanta- das, cortantes, delgadas y opacas; élitros con cuatro costillas interrumpidas, aun más estrechas, pero muy menos acusadas, que en las especies anteriores, y formadas de series lineares de granulillos, pequeños, cónicos; con la primera dorsal apreciable en la mayoría de los casos, aunque menes que las otras costillas; hú- meros algo más redondeados, si bien poco obtusos; sus lados, con la mayor anchura poco después del medio, y lentamente estrecha- dos hacia el fin desde ese punto; pubescencia sobre las costillas y el fondo corta, pero muy densa G. murciana sp. n. Long. 8 a 12 mm. Agramón, Ontur, Tobarra, Jumilla (Escalera). Museo de Madrid. 7 (6) Disco protorácico menos convexo, pero, aun así, más alto, aunque poco, que las márgenes, notablemente más anchas y 434 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA menos levantadas, sobre todo cerca de la base, donde son casi pla- nas, cortantes y translúcidas, al paso que en todas las tres especies anteriores los lados cerca de la base están, bien levantados, tanto como en los ángulos anteriores. Élitros con cuatro costillas inte- rrumpidas, finas, lineares, con la primera dorsal poco aparente en la primera mitad de ellos y formadas todas por granulitos peque- ños, cónicos, por lo general, en una sola serie, resultando muy cor- tantes; húmeros rectos apenas matados, poco estrechados sus lados aquí, apenas redondeados después hasta el tercio final, y luego cerrada la curva lentamente hasta el ápice, con lo que re- sulta la especie bastante alargada G. Oertzeni sp. n. Long. 14 mm. Loe. Archena (una hembra donada por Oertzen de Berlín). Museo de Madrid. 8 (5) Márgenes protorácicas comparativamente estrechas y muy recogidas; sus bordes, espesos, poco cortantes, en relación con las demás del grupo; con un ligero reborde en el lóbulo nada hundido en su avance sobre los élitros; éstos, con los húmeros rectos y redondeados, de lados poco más anchos en el tercio final que en la base, y lentamente estrechados hasta el fin, resultando así la especie alargada y poco estrangulada; costillas como en las es- pecies anteriores G. Laufferi sp. n. Long. 11 mm. Loe. Orihuela (Lauffer). Museo de Madrid. Grupo IV. Especies con la base del protórax, cuyos ángulos posteriores curvilíneos son muy obtusos, poco o nada aguzados y nada levan- tados, algo más anchos o tan anchos como la base de los élitros, cuyos húmeros son obtusos y redondeados, y sólo en algún caso in- dividual rectos y aguzados; lóbulo basal del protórax más avanzado en todos los casos que los ángulos posteriores sobre los élitros, y sin depresión en esa zona más que la normal del disco, bastante globoso: epipleuras protorácicas fosulado-granulosas y parte reba- tida del élitro y abdomen moderadamente granujientos, como en los grupos anteriores. 1 (2) Lóbulo basal protorácico muy avanzado sobre los élitros, redondeado; pero frecuentemente achaflanada la curva en parte, DE HISTORIA NATURA 435 para adaptarse sobre el escudete entre los trazos costiformes del medio de la base del élitro; estos trazos, muy salientes y cortos, determinando con los húmeros, también muy salientes y levantados, cuatro celdas marcadas, encajonadas; reborde basal entre los hú- meros y dicho trazo costiforme de los élitros fuerte, grueso y levantado; ángulos humerales obtusos y aguzados generalmente, alguna vez redondeados, con cuatro costillas vellosas muy inte- rrumpidas, formadas por montoncitos de granulos poco acumina- dos, apenas mayores que los del fondo y poco serialmente dispues- tos (aparte de la alineación longitudinal), vermiformes, confusa- mente mezclados en la mitad final del élitro sobre todo y, a veces, con las costillas laterales mejor marcadas que las dorsales o más seguidas unas que otras, pero no habiendo en este respecto regla alguna; sus cerdillas, más cortas y densas, semirreclinadas hacia atrás. Disco protorácico bastante globoso, márgenes estrechas y muy levantadas y bastante recogidas en los dos tercios anteriores de sus lados, y en el tercio basal, menos o planas, para formar los ángulos posteriores obtusos y nada levantados . G. basiplicata Heyd . Long. 10 a 13 mm. Loe. (Sierra de Espuña el tipo), Jumilla, Tobarra , Ontur, Agramen, Sierra de las Cabras, Sierra de Nerpio, Elche de la Sierra, Riopar, Puebla de Don Fadrique, Vélez Ru- bio, Vera, Lorca, Baza y Uclés (Escalera). Museo de Madrid. 2 (1) Lóbulo basal protorácico menos avanzado sobre los éli- tros, redondeado; márgenes estrechas, poco levantadas ni recogi- das, por lo general, y no más notablemente en los dos tercios an- teriores que en la base, cuyos ángulos posteriores obtusos están algo levantados o planos muy raramente. 3 (4) Élitros con el pliegue basal origen de la segunda costilla dorsal corto, y marcando, como en la especie anterior, cuatro cel- das en la base; el trazo y los húmeros, bastante levantados también; ángulos humerales muy obtusos y redondeados en todos los casos, con cuatro costillas vellosas interrumpidas más finas y con sus trazos menos confusos, aun el tercio final, y con sus cerdillas algo más largas, menos densas y erectas G. Moroderi sp. n. Long. 9 a 15 mm. Loe. Segorbe, Bétera, Torrente, Valencia, Alcira, Car- cagente (Escalera, Moroder). Museo de Madrid. 436 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA 4 (3) Élitros con el pliegue basal origen de la costilla dorsal más o menos corto, pero no exageradamente marcado al punto de determinar cuatro celdas en la base de los élitros; lóbulo protorá- cico aun más avanzado sobre los élitros. 5 (6) Granulación protorácica más fuerte; disco atravesado en toda su longitud por una depresión linear poco marcada y de ángulos posteriores sumamente obtusos y redondeados; márgenes más planas, con todas las costillas elitrales muy indistintas y con sus tracitos poco elevados y muy cortos, y con las cerdillas rojas muy cortas también, semirreclinadas hacia atrás, naciendo de la parte superior de los granillos menudos y redondeados que la forman G. alcoyana sp. n. Long. 11 mm, Loe. Alcoy (Escalera). Museo de Madrid. 6 (5) Granulación protorácica más menuda; disco sin depresión longitudinal, uniformemente convexo y de ángulos posteriores ob- tusos, pero aguzados; márgenes más levantadas, con todas las costillas elitrales más señaladas y seguidas y con sus trazos bas- tante elevados y largos y con las cerdillas rojizas muy cortas y muy reclinadas hacia atrás, naciendo de la parte posterior de los grani- llos que la forman; esta especie se liga con las del Grupo III de G. Ricoi Mart. y G. salinosa, G. murciana, G. Oertzeni y G. Laufferi mihi, y, por otra parte, recuerda a Gracilasida Zo- raída por las costillas de la ? G. paludosa sp. n. Long. 11 a 12 mm. Loe. Orihuela (Escalera). Museo de Madrid. Subgén. Gracilasida Esc. d) Especies con la base del protórax notablemente más estrecha que la base de los élitros; márgenes protorácicas estrechas y recogidas. 1 (2) Base del protórax casi recta, de tal manera, que el lóbulo no avanza nada sobre los élitros; disco no muy convexo, pero, a pesar de ello, más realzado que las márgenes, por ser éstas muy estrechas, aunque recogidas; de ángulos posteriores muy obtusos (1) El subgénero está representado al S. del Estrecho de Gibraltar por G. Ariasi Esc. DE HISTORIA NATURAL 437 y nada aguzados. Élitros bastante deprimidos en el dorso, con las dos costillas dorsales paralelas a la sutura, lisas y poco interrum- pidas y realzadas y con las dos laterales también cortantes y muy salientes, de las que la primera, la más fuerte y seguida, se oblicúa hacia la sutura, tendiendo a unirse a la segunda dorsal, hacia el fin del élitro, formadas todas ellas por series de granulitos desnu- dos y redondos implantados sobre las arruguillas estrechas, bastan- te levantadas sobre el fondo, seguidas y nada interrumpidas las laterales en toda su extensión, y la primera dorsal, en la primera mitad del élitro; con los húmeros muy obtusos y redondeados, nada levantados, con la mayor anchura de sus lados, y ésta no exagerada, hacia la mitad, y de ahí, lentamente estrechado hacia el fin, resul- tando la especie bastante deprimida y alargada; epipleuras proto- rácicas fosulado-reticuladas G. Zoraida sp. n . Long. 8 a 10 mm. Loe Sierra Almagrera (Escalera). Museo de Madrid. 2 (1) Base del protórax más flexuosa, de tal manera, que el lóbulo avanza algo sobre los élitros; disco algo convexo, más real- zado que las márgenes, también muy estrechas y recogidas; de ángulos posteriores obtusos y aguzados, y en algún caso, con ligera divergencia, resultando por ello el protórax algo cordiforme. Élitros no deprimidos en el dorso, pero no muy convexos, con las cuatro costillas próximamente paralelas a la sutura, o al menos con la pri- mera lateral no visiblemente oblicuada hacia ella y no más realza- da que las otras; formadas todas por series de granulitos redondos, de cuya cumbre nace una cerdita muy corta y erecta, brotando los granulillos del fondo liso sin arrugas, o con éstas poco apreciables, excepto el trazo basal corto, que origina la primera dorsal, y aun ésta, poco marcada; siendo los trazos costiformes cortos, interrum- pidos, pero algo más seguidos en las dos laterales, poco más realzadas; con los húmeros obtusos y redondeados, apenas levan- tados; de lados poco ensanchados después del medio y lentamente estrechados en su fin, resultando la especie alargada, paralelifor- me y no deprimida; epipleuras protorácicas fosulado-granulosas. . G. Zaidasp. n. Long. 9 a 12 mm. Loe. Águilas, Mazarrón (Escalera). Museo de Madrid. 438 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Sobre la existencia de filamentos especiales en el interior de las células hepáticas (DATOS PARA EL CONOCIMIENTO DE LA FIBRINOGÉNESIS) por P. del Río-Hortega. (Láminas XXVII a XXIX.) Algunas observaciones de las que vamos a referir fueron efec- tuadas hace algún tiempo, debiéndose el aplazamiento de su pu- blicación a la necesidad de obtener datos suficientes para llegar a la interpretación acertada, o, al menos verosímil, de las forma- ciones filamentosas a que se refieren. Son hallazgos efectuados aplicando al estudio de la fina textura del hígado la primera va- riante introducida por nosotros en el método de Achúcarro, la cual, como es sabido, tiñe perfectamente una gran parte de las formaciones granulosas y fibrilares contenidas en el protoplasma celular. Respecto a la estructura del parénquima hepático (una de las más exploradas y mejor conocidas), existen todavía muchos pun- tos medianamente esclarecidos, que guardan relación con los dife- rentes aspectos propios de las células en actividad y en reposo y con las diferentes funciones de que se supone dotada a la célula hepática. En relación con ellas, es seguro que existen aspectos texturales múltiples, correspondientes a otros tantos momentos fisiológicos, y es probable que haya también modalidades de es- tructura relacionadas con cada una de las diversas funciones; pero de ello no existen pruebas decisivas. Por esto juzgamos interesan- te toda contribución referente al conocimiento de las variaciones funcionales de la célula hepática, a cuyo asunto pensamos dedicar futuras investigaciones. Son muchos los autores que se han interesado por el estudio de la célula hepática en actividad y en reposo, debiendo mencionar, a guisa de recuerdo, las investigaciones de Kolliker, Leydig, Krau- se, Heidenhain, Langley, etc., sobre la membrana; las de Henle, Klein, Kupfer, Flemming y Lahousse sobre el protoplasma reticu- lado y el paraplasma hialino y amorfo; las de Schlater sobre los Bol . de la R . Soc . Esp . de Hist . Nat . Tomo XXI . - Lám . XXVII . Figura 1. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -LAm. XXVIII. Figura 3. Figura 4. Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. - Lám. XXIX. Figura 5. Figura fi. DE HISTORIA NATURAL . 459 microsomas de la red, granos fucsinófilos de los espacios vacuola- res y constitución oxi y basicromática del núcleo; las de Remak, Pflüger, Weigert, Theile Beale, Koutchouk, Reinke, Arapow, etcétera, sobre la existencia de núcleos dobles y múltiples; las de Holmgren y Lominski sobre el trophospongium; las de Braus y Niessing referentes al centrosoma, etc. Y en cuanto al estudio de las actividades celulares que hacen variar la constitución morfológica y química del protoplasma, son dignas de mención las pesquisas de Gilbert y Jomier, L. Bernard, Loederich, Fiessinger y Rathery sobre las células obscuras o re- posadas y claras o activas; las de Altmann y Arnold sobre el substratum primordial (gránula, plasmosomas) del glucógeno, de la grasa y del pigmento; las de Cl. Bernard, Langley, Afanasiew, Kaiser, Cohn, Renaut, Ranvier y Heidenhain relativas a la elabo- ración del glucógeno; las de Kallmeyer sobre la formación de ma- terias biliares; las de Altmann, Lahousse y Frerichs, Gilbert y Jo- mier, Carnot y Mlle. Deflandre, en fin, sobre la aparición y situa- ción de las gotas de grasa. Considérase a la glándula hepática capaz de desarrollar múlti- ples actividades, que Gilbert y Carnot separan en tres grupos, se- gún se refieran a la hematopoiesis, a la asimilación de productos alimenticios y a la depuración de elementos extraños, tóxicos e inasimilables. En relación con la histogénesis y composición química de la sangre, sábese la parte que toma el hígado en la formación de he- matíes y de substancias coagulante o fibrinógenay anticoagulante (Gley, Pachu). Según Hofmeister el hígado vertería en la sangre al menos 12 productos, diversos en apariencia pero encaminados todos ellos, según Gley, al mantenimiento de la composición del medio interno. Respecto a la participación hepática en la asimilación, conóce- se las funciones biliógena, glucogénica (Cl. Bernard), adipogénica o adipopéxica (Gilbert y Carnot), la fijación de materias albumi- noides y del hierro alimenticio o función marcial (Dastre). Añáda- se a estas actividades la uropoiética, y la antitóxica señalada por Charron. La mayor parte de estas funciones carecen aún de localización precisa, pero se sabe que la elaboración de la grasa predomina en la periferia y la del glucógeno en el centro del lobulillo. No es difícil, sin embargo, descubrir los indicios estructurales de algunas 440 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA de ellas en forma de inclusiones protoplásmicas, como los bloques semilíquidos de glucógeno, las granulaciones de pigmento biliar (que, según Prenat, no existen normalmente) y de hemosiderina (Duvernay) y las granulaciones y gotitas de grasa que se presen- tan durante la digestión. Pero, además de las mencionadas granulaciones, existen en las células hepáticas inclusiones fibrilares con caracteres idénticos a los de la fibrina, que, por presentarse siempre en los mamíferos normales y en algunos otros vertebrados, juzgamos interesante dar a conocer, no por añadir un detalle histológico nuevo a la ya larga lista de los conocidos, sino por contribuir al esclarecimiento de las estructuras funcionales del hígado, y especialmente de las que se relacionan con la fibrinogénesis. Si la fibrinogénesis hepática fuera ya suficientemente conoci- da tendría importancia secundaria el hallazgo de estructuras sos- pechosas de relacionarse directamente con la elaboración de ma- teria fibrinógena; pero acontece que, de la participación del híga- do en esta importante función, sólo constan en la literatura que hemos podido consultar las interesantísimas experiencias de Nolf, que prueban la disminución del fibrinógeno sanguíneo a conse- cuencia de la extirpación del hígado, y las investigaciones de Co- rin, Ansiaux, Jacoby y Doyon Morel y Kareff, que dan a conocer y confirman la desaparición del fibrinógeno en la intoxicación fos- fórea, que produce la degeneración grasienta del parénquima he- pático. A estas observaciones podemos añadir los hechos tan conoci- dos de la existencia de mayor cantidad de fibrinógeno en la cava que en las venas mesentéricas; del aumento de fibrinógeno por inyección de adrenalina (que podría provocar la descarga o la hi- perproducción hepática), y de la influencia retardatoria de la coa- gulación que ejerce la peptona, atribuida por ciertos autores (Knoopp entre ellos) a disminución del fibrinógeno hepático o modificación de algunos de sus caracteres. Sábese, según esto, que el hígado engendra una substancia coagulante, cuya producción se acelera o retarda según las cir- cunstancias; pero se desconoce la localización del fenómeno y la manera como se efectúa. Para la investigación de las estructuras funcionales del hígado, hemos empleado material humano, procedente de autopsia, y de DE HISTORIA NATURAL 441 algunos mamíferos, aves y reptiles. La técnica seguida es la del tanino-plata, sirviéndonos principalmente de la primera y tercera variantes nuestras al método de Achúcarro, con las que se obtie- ne la coloración del condrioma e inclusiones de las células hepáti- cas, si se aplican a piezas induradas en formol durante algún tiem- po y seccionadas por congelación lo más finamente posible. La segunda variante (para el conectivo) del método de Achúcarro da peores resultados en la coloración de las estructuras celulares. En cuanto al proceder de Achúcarro, según le practicamos actual- mente revela con bastante constancia las formaciones granulares del protoplasma, pero no así los cristaloides filamentosos, que, si aparecen, presentan una coloración áspera y desigual. El carbo- nato argéntico amoniacal los tiñe también, pero muy débilmente, salvo si se emplea en sustitución de la plata de Bielschowsky en el método tano-argéntico. Al observar una buena preparación obtenida con estos méto- dos, sorprende el hallazgo de ciertos filamentos situados en el es- pesor del protoplasma de las células hepáticas. No en todas las que forman los cordones del lobulillo, ni en todos éstos, existen dichos filamentos, sino solamente en territorios todavía mal deter- minados, correspondientes de preferencia a las partes superficia- les del hígado. En ellas no es raro encontrar zonas extensas don- de todas o casi todas las células contienen hilos más o menos nu- merosos, alternando con zonas donde sólo escasos corpúsculos los poseen. Estas diferencias topográficas, que en nada afectan a la constancia del fenómeno, se acusan más en unos individuos que en otros de la misma especie, y no se sujetan a reglas conocidas por nosotros, como tampoco lo hacen las variaciones relativas al número y dimensiones de los filamentos encerrados en cada célu- la. Es de presumir, sin embargo, que cuando el proceso de su for- mación nos sea mejor conocido sabremos qué clase de influencias le promueve y regula. Por ahora hemos de limitarnos a ver en ta- les variaciones un signo de actividad y reposo celular en la pro- ducción de materia filamentosa y un indicio de alternancia funcio- nal de los corpúsculos hepáticos o de la adaptación de algunos de ellos a una especial función permanente, en un reparto de activi- dades que no se aviene con la identidad de los caracteres histoló- gicos generales de las células parenquimatosas. En opinión nuestra, las variaciones cuantitativas de los fila- mentos intracelulares no se relacionan solamente con la intensidad 442 BOLETÍN de la real sociedad española de producción de la materia que los forma en un momento dado, sino también, verosímilmente, con la existencia de reservas para lo futuro, análogamente a lo que ocurre con la cantidad de glucó- geno retenida en las células. La materia filamentosa disuelta en el citoplasma se concretaría accidentalmente en forma cristaloide, que es como nosotros la observamos. Realmente, es dificilísimo averiguar si los cristaloides incluí- dos en las células existen durante la vida o se forman después de la muerte celular; pero juzgando por la semejanza que ofrecen con otras formaciones cristaloideas yacentes dentro y cerca de los vasos en multitud de circunstancias, parece más probable que se produzcan post mortcm. Hay, además, una razón poderosa, a nuestro juicio, para que rechacemos la suposición de la preexis- tencia de los cristaloides en la célula viva, cual es su gran abun- dancia en unos casos y sus excesivas dimensiones en otros. Sólo imaginando su formación después de sucumbir el animal pode- mos explicarnos la existencia de algunos cristaloides gruesos y rí- gidos, que, no cabiendo dentro de las células, rompen su débil mem- brana, sobresaliendo al exterior, lo que es inverosímil que ocurra durante la vida normal del individuo. Aunque en los diferentes animales que hemos examinado se acusan algunas diferencias en la forma, número y tamaño de los filamentos cristaloides no son aquéllas tan marcadas que nos per- mitan distinguir lo característico de cada especie, pues para nos- otros el más y el menos carecen de valor absoluto, porque depen- den del momento fisiológico en que se sorprende a las células, y acaso también de influencias extrínsecas que favorezcan o impidan su formación. Igual acontece con la ausencia o presencia de fila- mentos en algunas, en todas o en ninguna célula de un lobulillo o de extensos territorios de tejido hepático. Como resumen de las observaciones anotadas, podemos afirmar que los cristaloides intraprotoplásmicos son constantes en el híga- do, pero inconstantes en la célula hepática; que su cantidad varía en cada caso, y que en el mono parecen más abundantes que en el hombre, y en el conejo más que en el perro y en el gato. En el hígado de mono y de conejo, que parecen ser los más favorables para el estudio de las formaciones filamentosas (al me- nos en ellos hemos obtenido las mejores coloraciones), existen territorios extensos donde no se discierne ningún cristaloide intra- < DE HISTORIA NATURAL • 445 celular junto a otros donde todas las células los poseen. Evidente- mente, su presencia no se relaciona con posibles alteraciones del tejido, puesto que los núcleos y el condrioma se ofrecen con ca- racteres normales, y el empleo de diferentes métodos de teñido no permite reconocer lesión alguna. Lo que se advierte pronto es que las células obscuras, abundantes en condriosomas y grumos de glucógeno, no suelen encerrar cristaloides, y que éstos son, en cambio, más o menos numerosos en las células claras con proto- plasma laxo y aspecto vacuolar o areolar, donde hay escasas mito- condrias diseminadas por el ectoplasma y trabéculas del retículo. Con relación a las regiones central y marginal del lobulillo, no existen preferencias apreciables en la cantidad de materia filamen_ tosa intracelular. Nuestra primera observación de cristaloides intracelulares tuvo lugar, hace tiempo, en el hígado de un gato intoxicado con pilocar- pina, en el que todas las células presentaban bastante cantidad de pigmento acumulado en el polo biliar y un solo filamento corto y curvilíneo, alojado en una especie de vacuola o enrarecimiento protoplásmico (1). No sospechando entonces cuál fuera la natura- leza de tales filamentos, atribuírnosles carácter patológico, espe- rando confirmarle en otros casos. Los hechos, sin embargo, prue- ban su existencia en estado normal. En el gato es raro observar dentro de las células hepáticas más de uno o dos filamentos; pero está en lo posible que sean numerosos. En el perro adulto es ya más frecuente que las células alberguen filamentos múltiples, como lo demuestra la figura 1 (lám. XXVII). En ella se aprecia el estado de enrarecimiento del protoplasma, en el que se discierne la presencia de una o muchas vacuolas de varia- ble tamaño que albergan interiormente a uno, dos o muchos filamen- tos, tan pronto finísimos y casi imperceptibles, por su débil colora- ción, como muy gruesos, de gran longitud y teñidos de negro. Son unas veces rectilíneos, otras muy arqueados y con frecuencia fle- xuosos, estando siempre adelgazados en sus extremos. En general, hállanse incurvados, para acomodarse al espacio vacuolar donde están contenidos; pero los más gruesos y rígidos se salen de los límites de él y atraviesan el protoplasma en toda su extensión. (1) De esta observación hicimos un diseño, que nuestro maestro, el profesor Cajal, nos hizo el honor de incluir en su Manual de Anatomía Patológica, 1920, figura 18. Tomo xii.-Diciembre, 1921. 32 444 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA No es frecuente ver en el contenido filamentoso del perro as- pectos de conjunto distintos del copiado en la figura 1; pero tampo- co se precisa rebuscar mucho para descubrir células, como las co- piadas en la figura 2 (lám. XXVII), cargadísimas de cristaloides. En dicha figura hemos reunido unos pocos de los infinitos aspectos que existen en las células con protoplasma laxo y vacuolizado. Trátase, como se ve, de filamentos extraordinariamente largos y ondulosos, que llenan el espacio comprendido entre el núcleo y la membrana o yacen reunidos en la zona marginal o alrededor del núcleo, ence- rrados en amplias vacuolas y asociados de múltiples maneras. Estos aspectos celulares, que en el perro son relativamente es- casos, y en el hígado humano sólo por excepción aparecen en nues- tras preparaciones, son los más frecuentes en algunos parajes del hígado de mono y de conejo. A cualquiera de estos animales podría corresponder la figura 5 (lám. XXVIII) perteneciente al hígado de un mono adulto. Véase que en todas las células existen cristaloides grandes y abundantes, que forman las más diversas agrupaciones y son, por lo general, tanto más finos cuanto más numerosos. Unas células contienen solamente uno rectilíneo o arqueado; otras poseen tres o más bastoricitos ondulosos (A); en algunas existen cristaloi- des múltiples, rígidos y sueltos (B) o flexuosos y apelotonados en el citoplasma (C). No faltan filamentos enormes, que, no cabiendo en la célula donde se han formado, sobresalen exteriormente (D, E). En todos los mamíferos sometidos a examen hemos observado en los cristaloides intracelulares el tipo descrito, con sus infinitas variedades; pero en el lagarto se sorprende una modalidad intere- sante, que se halla reproducida en la figura 4 (lám. XXVIII). En vez de existir solamente, como en los mamíferos, filamentos rectilíneos o flexuosos, terminados en punta ligeramente agudizada, existen también, en mayor abundancia que éstos, cristaloides anulares que se acomodan justamente a las dimensiones de los espacios donde están contenidos. En todas las células del hígado de lagarto existe uno o varios filamentos de diferentes dimensiones. Unas veces se trata de hilos encorvados en asa o de anillos perfectos que se pre- sentan de plano u oblicuamente, apareciendo más o menos defor- mados; otras veces son filamentos largos que se enroscan sin llegar a soldarse por sus extremos. Bastantes células poseen un solo cris- taloide anular; pero la mayoría de ellas encierran dos o más, aunque sólo algunas exhiben hasta cuatro o seis, agrupados en un paraje protoplásmico no siempre correspondiente al polo biliar. DE HISTORIA NATURAL 445 Estas formaciones anulares no tienen mayor interés que el que dimana de su especial manera de engendrarse, por aposición y fusión de los cabos de un filamento que crece en longitud dentro de un espacio circular. Si dichos cabos no se encuentran, la solda- dura es imposible, y entonces se observa que el filamento inicia y completa una segunda y hasta una tercera vuelta o adquiere infle- xiones desordenadas. Tiene también interés en cuanto al crecimiento de los crista- loides el hecho de que existan algunos en los mamímeros que, no cabiendo dentro de las vacuolas donde se forman, cruzan de parte a parte el protoplasma, y otros que, siendo de mayor longitud que el corpúsculo donde se engendran y más resistentes que la mem- brana celular, la perforan para abrirse paso al exterior y penetrar, a veces, en otra célula contigua (fig. 3, D, E). Parece, pues, según estas observaciones, que la materia fila- mentosa existente en el protoplasma celular, al condensarse y adquirir solidez, forma cristaloides ordinariamente flexibles, que a veces adquieren dureza y rigidez suficientes para vencer la re- sistencia de las partes celulares. En ningún caso, sin .embargo, hemos observado la presencia de cristaloides absolutamente desalojados de las células. Cuando exis- te en los espacios intercelulares materia filamentosa, no adquiere el tipo cristaloide, pero sí ofrece caracteres bastante próximos a él. En el hígado de perro y de mono, y especialmente en el de co- nejo, es frecuente encontrar masas filamentosas situadas por fuera de las células. Están formadas por abundantísimas fibrillas de gran tenuidad, cruzadas en todos los sentidos formando apretadas redes. Atendiendo a la situación y caracteres de estas redes (fig. 5, lámi- na XXIX), vemos que aparecen de trecho en trecho, y a veces muy alejadas, ocupando los intersticios celulares. Unas veces corres- ponden a una sola célula (B), a la que forman una envoltura de mallas estrechas e irregulares, y otras se extienden por la super- ficie de varios elementos, recubriéndolos total o parcialmente (C). El carácter más interesante de estas redes, cuya naturaleza fibrinosa no ofrece duda alguna, es su situación preferente en íntimo contacto con las paredes vasculares (A). Tanto en las sec- ciones transversales como oblicuas de las venas más gruesas (su- prahepáticas), hállase una cubierta casi continua de fibrina, forma- da por hilos finísimos, sólo tingibles con métodos altamente electi- vos, como el de Achúcarro, modificado por nosotros (primera va- 446 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA ríante), agrupados ordinariamente en pequeñas masas reticuladas, formando a manera de festón por fuera de la pared vascular. No es desusada la existencia, junto a algunos vasos, de plexos fibrinosos más flojos y extendidos que los indicados, ni que dentro de las venas aparezcan redes de fibrina. Si a todo esto se añade la presencia en el interior de las célu- las hepáticas de cristaloides escasos y gruesos, formados por con- densación dé toda la materia filamentosa en uno o dos bastones, o abundantes y finos, aquí rígidos y entrecruzados y allí ílexuosos y reunidos en pelotón (fig. 3 B, C, y fíg. 5 D, E), con caracteres análogos a los que ofrecen los hilos fibrinosos situados fuera de las células, se tiene una serie de aspectos parecidos, que hacen pensar en la semejanza, si no identidad, de los cristaloides intra- celulares y de los hilos de fibrina que ocupan las espacios perivas- culares y envuelven a algunas células. Un estudio atento de las cualidades morfológicas y microquí- micas de la materia filamentosa intracelular da por resultado el hallazgo de semejanzas notorias entre ella y la fibrina Desde luego, no es posible confundir los cristaloides que hemos descrito con ninguna de las formaciones filares conocidas y des- critas por los autores, cuales son las masas filamentosas laxas, con aspecto de Nebenkcrne, señaladas por Policard en la rana, que, según Arnold, están formadas por sartas de granulaciones; los filamentos o laminillas de ergastoplasma descritos por Laguesse y Regaud, que tan importante papel juegan en la secreción; los bas- toneaos del condrioma, vistos por Koiransky en la rana y salaman- dra, etc. A lo que más se parecen los cristaloides hepáticos es a las formas regresivas del centrosoma descubiertas por nosotros en las células epifisarias, nerviosas y cartilagíneas. Dichas formas bacilares o filamentosas, cuyo número no puede ser mayor que el de centriolos, se tiñen también con el método tano-argéntico, pero efectuado con ligeras variaciones. La confusión de ellas con los cristaloides del hígado es imposible, no sólo por su número, sino también por la flexibilidad y finura que poseen. Como es sabido, en la célula hepática existen a menudo -inclu- siones de diverso género, unas veces con carácter normal y otras con carácter patológico. Entre ellas se cuentan los lipoides y la grasa, el glucógeno y el pigmento férrico estudiados por Altmann y Lannoy, Cl. Bernard y Dastre y Floresco, respectivamente. A estas inclusiones hay que añadir la de cristales de hemoglobina, DE HISTORIA NATURAL 447 estudiada por Browicz, y que Brandts y Carlier suponen relacio- nada con un proceso secretorio del núcleo, cuyo producto pasaría al citoplasma. Los cristaloides hallados por nosotros prueban la existencia en las células hepáticas de una substancia diferente de las mencionadas, que, a semejanza del glucógeno, cambia de ca- racteres cuando cesa la vida celular, o cuando se somete el tejido a la acción de los fijadores. Creemos que dicha substancia, capaz de cristalizar dentro de las células, se relaciona con el fribrinógeno, fundándonos no sola- mente en los aspectos vistos en el hígado, que prueban la seme- janza de los cristaloides intracelulares y de la fibrina extracelular, sino también en otras muchas observaciones parecidas, de cuyas he aquí las principales: a) En muchos tumores, principalmente sarcomatosos, más o menos abundantes en tejido conectivo (sarcomas fasciculados, de pequeñas y de grandes células, mixosarcomas, etc.) existen en los espacios intercelulares y en las lagunas conjuntivas cristaloides más o menos largos y flexibles, con extremos puntiagudos, que unas veces aparecen diseminados y otras reunidos en parajes de estructura laxa y junto a redes más o menos espesas de fibrina, formadas por hilos finos y flexuosos que sólo difieren de aquéllos por su mayor longitud. b) En algunos casos patológicos, del encéfalo principalmente, obsérvase la presencia de largos filamentos ondulados, de forma acicular, que se diseminan por el tejido, se reúnen en grupos o pa- quetes y se acumulan junto a la pared de los capilares, orientán- dose más o menos oblicuamente a la dirección vascular. c) En casos normales y patológicos es frecuente hallar en diversos tejidos (cerebro, riñon, etc.) formaciones cristaloides: 1.°, en esferas de variable tamaño, provistas de uno o muchos apéndices puntiagudos, que a veces erizan la superficie, y a ve- ces forman estrellas con abundantísimos hilos cortos e incurva- dos; 2.° (fig. 6, lám. XXIX), en filamentos aciculares de variable longitud, que si son cortos aparecen unas veces sueltos (A) y otras reunidos en elegantes estrellas (B); si son largos corren flexuosa- mente, siguiendo la pared vascular (C), y si son abundantes cons- tituyen haces enmarañados (D) que en nada difieren de las redes fibrinosas intra y extracelulares (E), en cuya génesis seguramente intervienen. d) Finalmente, en muchos epiteliomas de células pavimentosas 448 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA hállase, principalmente en regiones superficiales, filamentos neta- mente fibrinosos, que forman redes en los espacios intercelulares; en las pequeñas hendiduras del estrato córneo; allí donde los cor- púsculos neoplásicos están muy separados, y, sobre todo, en el in- terior de muchas células cuyo protoplasma posee cavidades quís- ticas, que suelen encerrar uno o más filamentos largos y apeloto- nados. Todas estas observaciones prueban la existencia frecuente, tanto en el interior de los vasos como cerca de ellos y en los es- pacios linfáticos de los tejidos y quistes celulares, de filamentos rígidos o' flexuosos, agrupados de maneras diversas, que se tiñen como la fibrina y si son largos y abundantes no pueden distinguir- se de ella. Son evidentemente formas cristaloides de una substan- cia disuelta en el plasma sanguíneo, que, si no es la fibrina misma no se aleja mucho de ella. Tiene, pues, la fibrina, o el fibrinógeno, un carácter especial, poco conocido, que es el de adquirir formas cristaloides, tanto cuando existe en la sangre vascular como cuando se halla disuelta en el plasma que impregna los tejidos y las células. Ahora bien; dada la identidad de caracteres cromáticos de los cristaloides en- cerrados en las células hepáticas y de los contenidos en los vasos y la semejanza de su forma y agrupación, es lógico pensar en la existencia de una relación estrecha entre unas y otras forma- ciones. Podría suponerse que los cristaloides hepáticos no son produc- to endógeno, pero sí una substancia extraña infiltrada en las célu- las, tal vez fibrinógeno disuelto en el plasma sanguíneo, que igual- mente se difunde en los espacios intercelulares y lagunas linfáti- cas que penetra en las células enquistádas. Pero cuando ocurre la impregnación plasmática de las células, suele verse en los espa- cios areolares o quísticos redes fibrinosas verdaderas. Aparte de esto, ningún motivo existe para que solamente en las células hepáticas ocurra tal imbibición. Trátase, pues, seguramente, de un producto elaborado por el hígado, que verosímilmente se halla disuelto en el citoplasma, para adquirir formas cristaloides después de la muerte o en circunstan- cias especiales indeterminadas. Teniendo en cuenta que el hígado elabora fibrinógeno, según afirmaciones indiscutídas de los fisiólogos; que en el hígado exis- ten cristaloides morfológica y cromáticamente parecidos a otros Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXI. -Lám. XXX. Figura 1. Figura 2. DE HISTORIA NATURAL 449 encerrados en los vasos y que entre dichos cristaloides vasculares y los hilos fibrinosos existen transiciones, no es improbable que la existencia de filamentos en las células hepáticas se relacione con la elaboración del fibrinógeno. Nuevos estudios de orden experi- mental, que estamos efectuando en unión de Jiménez Asúa, nos da- rán motivo, sin duda, para formar juicio definitivo. Laboratorio de Histología normal y patológica de la Junta para Ampliación de Estudios. Sobre la naturaleza y significación de los filamentos epidérmicos de Herxheimer por R. Alberca. (Lámina XXX.) Ocurre a menudo, tanto en Histología como en otras ciencias, que, cuando tras amplia discusión, se llega al esclarecimiento completo de un fenómeno, persisten algunos sabios en mantener antiguas opiniones, por desconocer que el problema se halla defi- nitivamente resuelto y juzgado. Tal es eJ caso de la naturaleza y significación de los filamentos epidérmicos de Herxheimer, que, no obstante haber sido considerados con pruebas decisivas por Del Río-Hortega (1917) como epiteliofibrillas bien caracterizadas, son posteriormente incluidos por Favre (1920) entre las formacio- nes de naturaleza mitocondrial. Desde que en 1889 el dermatólogo alemán Herxheimer entrevio los filamentos epidérmicos que llevan su nombre, gran número de investigadores (Eddowes, Hermann, Argaud, Beneke, etc.) han procurado poner en claro sus caracteres, tanto por lo que respec- ta a su morfología y naturaleza como a su significación funcional. Hasta los modernos estudios de Favre y Regaud, Firket y Branca y Del Río-Hortega, las opiniones de los autores que se han ocupa- do de este asunto difieren poco de las sucesivamente expresadas por Herxheimer. Este sabio pensó primeramente que las largas espirales de la capa generatriz del epidermis eran hendiduras linfáticas, y esta 450 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA suposición fué aceptada por Eddovtfes, para quien se hallarían si- tuadas por fuara de las células, constituyendo depósitos fibrino- sos. En un trabajo ulterior, Herxheimer y Müller se inclinan a considerarlas en relación con la membrana celular. Además de las gruesas fibras espirales existirían fibrillas intraprotoplásmicas agrupadas en haces, que, según Kromayer, estarían formados por asociación de hilillos procedentes de muchas células, y, según Weidenreich, se hallarían limitados por las fibras espirales del margen celular. Frente a la creencia de que las espirales de Herxheimer eran espesamientos más o menos diferenciados de la membrana alzá- ronse Favre y Regaud para sostener que constituyen simples di- ferenciaciones del condrioma, siendo capaces de convertirse cir- cunstancialmente en mitocondrias y condriocontos más o menos alargados, de trayecto a veces onduloso y a veces espiral. Según dichos autores, «los filamentos espirales tienen significación mi- tocondrial, representan el condrioma de la célula malpighiana de evolución córnea y desaparecen más o menos completamente bajo la influencia de la inflamación para ser reemplazados por un con- drioma de tipo común, con el que coexisten en algunas células». Aunque Firket y Branca lograron demostrar la existencia de íilamentos aparentemente mitocondriales en las células epidérmi- cas del hombre adulto, no coinciden en la tesis de Favre y Regaud, por el hecho de haberlos evidenciado con métodos que ordinaria- mente no tiñen el condrioma. Pero de que, en efecto, son cosa distinta de éste hállanse pruebas decisivas en la extensa y detallada monografía de Río-Hortega sobre las epiteliofibrillas, en la que se pone de manifiesto la desemejanza enorme que existe entre el con- drioma y las epiteliofibrillas diferenciadas y la identidad de éstas con los filamentos epidérmicos de Herxheimer, que no representan sino una modalidad de las epiteliofibrillas de la capa generatriz. Después de estudiar Del Río-Hortega con todo detalle la dife- renciación de las epiteliofibrillas a expensas del espongioplasma primitivo, cuyos hilos se engruesan progresivamente; de describir los bellísimos y variados tipos de epiteliofibrillas ascendentes y descendentes que existen en los invertebrados; de analizar las re- laciones de las fibrillas diferenciales con los blefaroplastos, la cu- tícula y el conectivo subepitelial, etc., trata extensamente de la estructura fibrilar de las células epidérmicas, dedicando algunas páginas a los filamentos de Herxheimer. DE HISTORIA NATURAL 451 Del Río-Hortega prueba la identidad de las fibrillas intercelula- res y de los filamentos espirales, oponiéndose a la tesis de Favre y Regaud. *Sin discutir por ahora -dice -el papel que el condrioma pue- da desepeñar en la elaboración de fibrillas primitivas durante el desarrollo embrionario^ nos inclinamos a creer que, una vez termi- nado éste, la diferenciación fibrilar se verifica a expensas del re- tículo, cuyos hilos se hipertrofian progresivamente. Y en cuanto a los filamentos de Herxheimer, nuestras observaciones son conclu- yentes en el sentido de que constituyen una modalidad de epitelio- fibrillas idéntica por su naturaleza a las restantes del epidermis, pero diferente por sü morfología.» Y con respecto a ésta, anota Río-Hortega la existencia de di- versos tipos de filamentos, que unas veces se forman por la reunión de todos los de la célula que se aglutinan en una fibra solitaria gruesa, implantada en la basal por un pedículo ensanchado, en el que resurgen las fibrillas primitivas; otras veces resultan de la re- unión en el ectóplasma de un hacecillo de epiteliofibrillas, y otras constan de una sola fibra gruesa que por abajo acaba en punta y por arriba, como todas las demás, se continúa, a través de una o más células, con las fibrillas comunes. Desconociendo Favre los importantes estudios de Río-Hortega y la solución dada al problema por nuestro maestro, insiste nueva- mente en sus antiguas opiniones sobre el origen mitocondrial de los filamentos de Herxheimer, y aunque parece sospechar la exis- tencia de relaciones, que son evidentes entre tales filamentos y los restantes del epidermis, llega a conclusiones inadmisibles cuando afirma que «el filamento espiral es de significación mito- condrial» y «constituye el condrioma de la célula malpighiana de evolución córnea». Admite, por otra parte, que los filamentos son más gruesos al nivel de las capas granulosa y córnea, lo que no coincide con nues- tras observaciones (confirmadoras de las de Río-Hortega) sobre el condrioma y las epiteliofibrillas. Estas son más gruesas en el estrato de Malpighi y en la capa germinal que en las capas restan- tes, en las que pierden poco a poco su primitivo espesor. En cuanto a la rotura circunstancial de los filamentos y forma- ción de condríocontos, es hipótesis difícil de confirmar y que nos- otros rechazamos, previo estudio cuidadoso de la cuestión, tanto en epitelios normales como en epiteliomas; en éstos, a la desdife- 452 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA renciación celular acompaña una reducción de los filamentos uniti- vos, que, según observaciones de Río Hortega, llegan a desapare- cer casi por completo, teniendo los que persisten caracteres idén- ticos a las fibras de Herxheimer. Por nuestra parte, estamos convencidos de que si Favre y Re- gaud aplicasen al estudio de estas formaciones el método de Achú- carro-Río-Hortega, relegando a segundo término la coloración con la hematoxilina, aceptarían la significación epiteliofibrilar de los filamentos de Herxheimer, de acuerdo con Río-Hortega, como nosotros la aceptamos. Nosotros, en efecto, hemos logrado, merced a las variantes de Río-Hortega al método de Achúcarro, magníficas impregnaciones, tanto de los filamentos de la capa germinativa como de las restan- tes fibrillas epidérmicas que entrelazan a las células de los diferen- tes estratos, formando un plexo complicadísimo de armonía y be' lleza asombrosas. Para lograr perfección en las imágenes, se precisa que los cor- tes sean muy finos y que la coloración argéntica y el refuerzo en el baño de oro sean suficientemente intensos. De utilizar cortes demasiado espesos o insuficientemente teñidos, se obtienen aspec- tos algo parecidos a los que suministran los métodos a la hematoxi- lina, y que pueden hacer creer, equivocadamente, en el carácter mitocondrial de los filamentos, no por fragmentación de ellos, como piensan Favre y Regaud, sino por coloración parcial e in- completa, en la que no aparecen como líneas enteras de trazo lim- pio y correcto, sino como bastoncitos ásperos más o menos alargados o granulaciones seriadas, que imitan a las mitocondrias y condriocontos descritos por Favre y Regaud. Hay, sin embargo, un carácter, puesto en evidencia por Río Hortega, que puede ser- vir de norma para la interpretación de tales imágenes confusas: el condrioma (mitocondris y condriocontos), se sitúa siempre en la proximidad del núcleo, mientras que las epiteliofibrillas verdade- ras, si bien llegan hasta el núcleo, para ir desde unas células a otras, son muy delgadas a su nivel, engrosándose, en cambio, al cruzar por el ectoplasma. Hemos llevado a cabo nuestras observaciones en piel normal de individuos adultos perteneciente a diversas regiones (mano, pie, brazo, cara, etc.); en las mucosas de epitelio estratificado (lingual y tonsilar) y en el epidermis lindante con granulomas y neoplasias DE HISTORIA NATURAL 455 de diverso género (eplteliotnasy papilomas, especialmente). Como técnica hemos utilizado el método de Achúcarro-Río-Hortega cuya variante primera suministra resultados absolutamente segu- ros, practicada en cortes delgados. Debemos hacer constar que, aunque la técnica de Achúcarro- Río-Hortega es constante, proporciona más completos resultados, cuando existe hipertrofia e hiperplasia general de los filamentos epidérmicos o simplemente de las epiteliofribrillas que recorren el estrato germinal . Así ocurre en la piel lindante con procesos infla- matorios y neoplásicos. Pero aunque en tales casos la arquitectu- ra epiteliofribrilar no se separa ostensiblemente de la disposición típica, queremos atenernos en esta descripción exclusivamente a lo que se observa en la piel normal, buscando en los estados pato lógicos, que exageran a menudo los caracteres normales, la con- firmación de nuestras sugestiones. Aunque existen diferencias regionales bastante marcadas, tanto en el número como en el grosor de la epiteliofibrillas de la capa germinativa, no se sujetan tales variaciones a normas fijas e inva- riables. Se observa un creciente desarrollo de la diferenciación fibrilar, pasando de las mucosas ectodérmicas profundas (vejiga urinaria, cuelio uterino, esófago, etc.) a la vecindad de las abertu- ras naturales (mucosas bucal, lingual, faríngea, etc.), a la piel de la cara, tronco y miembros y a la palma de la mano y planta del pie. En el primer grupo de mucosas hállase sólo, según observacio- nes de Río-Hortega, que hemos confirmado, algún filamento aisla- do, que asciende por las capas inferiores del epitelio. En las mucosas amigdalina y lingual, por el contrario, son abundantes ya los hilillos que recorren verticalmente el protoplasma de las célu- las germinales, para perderse tan pronto cpmo penetran en el cuerpo de Malpighi. En la lengua suelen marchar paralelas, sin reunirse en haces verdaderos con categoría de auténticos filamen- tos de Herxheimer; pero no ocurre así en la amígdala, donde no es raro ver algunos de éstos bien caracterizados. En cuanto a la disposición de los filamentos unitivos de las cé- lulas epidérmicas en el tegumento externo, varía bastante de unos sitios a otros; pero no estando sujetas sus variaciones locales a reglas conocidas, y afectando solamente al número y espesor de los filamentos.de Herxheimer, no tiene tanto interés para nosotros como el estudio de las cualidades que distinguen a éstos. Basta recordar, por ahora, que tratándose de diferenciaciones celulares 454 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA verosímilmente destinadas a servir de sostén, su desarrollo se rela- ciona con el espesor del epidermis y con los rozamientos y presio- nes a que éste se halla sometido. Observando la disposición de las epiteliofibrillas en los estratos más inferiores del cuerpo mucoso de Malpighi (figuras 1 y 2, lámi- na XXX), hállase una manifiesta preponderancia de las que siguen dirección ascendente, que son prolongación de los filamentos que recorren el protoplasma de las células germinales. Estos filamentos se reparten entre las células hijas, formando otros tantos manojos, de cuyo espesor y recorrido resultan infinitos aspectos. La mayor parte de ellos se pierde pronto en las células malpighianas, donde las fibras que cruzan de un lado a otro' el protoplasma forman una trama espesa e inextricable; pero algunos pueden ser perseguidos en su ascensión, a través de dos o tres estratos celulares. Ciertas fibras mucho más gruesas que las otras destacan por su intensa co- loración en el plexo fibrilar de que parece formado el epidermis. En las epiteliofibrillas, de la capa generatriz existen, sin duda, dos variedades de filamentos homologas de las señaladas por Río- Hortega en los invertebrados: filamentos simples o primarios y filamentos secundarios. Los primeros, que son los más abundan- tes, son finísimos, y a veces simulan estrías del protoplasma mar- ginal. Los segundos están formados por asociación de fibrillas elementales y son más o menos gruesos, según el número de ellas que interviene en su constitución. Estos últimos coinciden en todos sus detalles con los filamentos espirales de Herxheimer, se- gún han sido descritos por los autores que mejor han sabido inter- pretarlos. Las fibras primarias (figs. 1, F, I, y 2, C), abundan más en unas células que en otras y están preferentemente situadas en el ectoplasma, de manera semejante a lo que se observa en los planos superiores del epidermis, donde la diferenciación celular se acusa menos en la región endoplásmica o perinuclear. Marchan casi paralelamente de abajo a arriba y muestran muchas veces ondula ciones, que acaso dependan simplemente de la retracción celular Por arriba se pierden en ei endoplasma de las primeras células donde penetran o avanzan, pasando de unos corpúsculos a otros hasta la segunda y tercera capas del cuerpo mucoso de Malpighi y por abajo llegan hasta el conectivo dérmico, en cuyo contacto terminan en punta. Si, aunque aparentemente simples, están cons tituídas por dos o tres hilos muy delicados, al disociarse estos in DE HISTORIA NATURAL 455 feriorménte, suelen formar una especie de pie de implantación en el dermis (figs. 1 y 2, B). Las fibras secundarias o filamentos de Herxheimer verdade- ros (figs. 1, A, C, D, y 2, A, D, B, F, H, J) nodifieren, en reali- dad, de las precedentes, si no es por su constitución. Son cordones formados por fibrillas delgadísimas, que unas veces se aprietan hasta el punto de parecer una sola enormemente engrosada, y otras se aproximan menos, pudiendo ser individualizadas. Algunos de tales cordones están constituidos por un solo fascículo fibrilar, pero otros se forman por asociación de dos o tres de éstos, que se relacionan con otras tantas células del estrato superior y conver- gen encima, al nivel o por bajo del núcleo. En cuanto al curso de las fibras fie Herxheimer; puede obser- varse que unas veces es casi rectilíneo, otras ligeramente ondula- do y otro francamente espiral, y en cuanto a su terminación, efec- túase.en pleno cuerpo mucoso de Malpighi, a veces- lejos del punto de partida; pero con mayor frecuencia, en el segundo o tercer plano de células. Un examen atento permite reconocer la existen- cia de varias modalidades de terminación inferior, que resultan de la manera que tienen de disociarse las fibrillas primitivas. Si esta disociación se efectúa a diferente altura, en hacecillos cada vez más finos, resultan aspectos aparentemente ramificados, semejan tes a raicillas, a menudo muy cortas (figs. 1, G, y 2, D). Estas raí- ces epiteliofibrilares abundan considerablemente en algunas regio- nes epidérmicas, alcanzando gran desarrollo, y corresponden a las digitaciones que poseen inferiormente las células epidérmicas, se- gún descripciones de Ranvier y Río-Hortega, y también, en parte, a la estriación basal mencionada por diversos autores. Si las fibras de Herxheimer son más delgadas y permanecen in- divisas hasta ponerse en contacto con el dermis, suelen disociarse en su extremo inferior para formar pies cónicos, más o menos en- sanchados, donde se reconoce la estriación correspondiente a las fibrillas primarias (figs. 1, B, y 2, B, F). Este ensanchamiento ter- minal, que denota la constitución multifibrilar de los filamentos es- pirales, no se observa en todos los casos, sino que, en algunos, las fibras acaban bruscamente, por haber sido seccionadas, o se adel- gazan progresivamente, para terminar en punta más o menos fina (figuras 1, J, y 2, A, E). La diversa manera de terminar los filamentos de Herxheimer se relaciona, principalmente, con la longitud de las fibras prima- 456 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA rías. Si éstas no son todas igualmente largas, y siguen reunidas hasta llegar al dermis, engéndranse cordones puntiagudos; si, por el contrario, se disocian al tocar en la base de las células, dan ori- gen a fibras ensanchadas. En ocasiones, sin embargo, el deshila chamiento de las espirales de Herxheimer ocurre al nivel o por de- bajo del núcleo, marchando entonces sueltas las fibrillas primarias, que se entrelazan, formando pequeños bucles (fig. 2, J). Puede ocurrir también que la asociación íntima de tales fibrillas, para constituir el filamento de Herxheimer, no se efectúe, y que aparez- can reunidas en haz flojo, acabado en punta (fig. 1,, E), o disociado, en forma de abanico (fig. 2, H). Existen, como se ve, en la terminación de fibras secundarias modalidades diversas, de lasque predominan unas u otras, según los casos. Aunque la mayor parte de las veces los filamentos de Herxhei- mer están evidentemente formados por asociación de fibrillas más finas, cuya convergencia superior y disociación inferior son bien apreciables, si se observan con atención preparaciones bien logra- das, no es fácil, en ocasiones, descubrir vestigio alguno de fibrillas primarias, lo que obliga a suponer que se trata de fibrillas simples muy engrosadas (figs. 1, D, J, y 2, Q). Por el número y situación de los filamentos de Herxheimer, cabe distinguir algunas variedades, que no siempre son perfecta- mente clasificables, por las transiciones que, con frecuencia, exis- ten entre ellas. Prescindiendo del mayor o menor número de fibri- llas elementales contenidas en cada célula, y ateniéndonos sola- mente al número de filamentos gruesos o secundarios visibles en el protoplasma, podemos admitir tres tipos principales bien carac- terizados: a) Células con filamento único, de situación central o margi- nal (figs. 1, J, y 2, A, H), que unas veces tienen un cordoncito delgado y otras un filamento grueso, en el que entran multitud de fibrillas elementales, que se engendra por confluencia de las que comunican con una sola o con dos o tres células, y termina en pun- ta aguda, descomponiéndose en raicillas o por un pedículo ensan- chado, con estriaciones más o menos apreciables. b) Células con doble filamento marginal (figs. 1, Q, I, y 2, E), cuyo protoplasma se halla recorrido por hilos finos rectilí- neos o espiroidales, que en gran parte se reúnen en el ectoplasma, DE HISTORIA NATURAL 457 para formar gruesos cordones superficiales que dibujan correcta- mente al cuerpo celular. c) Células con filamentos múltiples (figs. 1 , B, C, y 2, B, I, J), que unas veces son finos, como formados por escaso número de fibrillas elementales, y otras veces muy gruesos. Todos ellos pue- den terminar en la forma conocida, siendo muy frecuente que cada uno corresponda a una digitación de la base celular, que se apoya en el conectivo del dermis o engrana con sus fibras. De todo lo expuesto, resulta que en el epidermis normal del adulto los filamentos de*Herxheimer bordean a las células epitelia- les u ocupan una situación francamente axial, siguiendo en ambos casos el mismo curso tortuoso antes de perderse por arriba en el plexo fibrilar del cuerpo mucoso de Malpighi y de terminar por abajo en contacto con el dermis. Analizando sus relaciones con los filamentos epidérmicos que constituyen los puentes intercelulares, compruébase que entre am- bas formaciones sólo existen diferencias de tamaño. Las epitelio- fibrillas epidérmicas, en efecto, están constituidas, según la des- cripción de Río-Hortega, confirmada recientemente por Cajal, por fibrillas delicadas que surcan el protoplasma de varias células, atravesando ios espacios que las separan, y que, siendo muy deli- cadas al pasar cerca del núcleo, se engruesan considerablemente en el espacio intercelular, donde poseen un espesamiento de re- fuerzo (dermatosoma). Los filamentos de Herxheimer. que tienen con aquéllas insensibles gradaciones de espesor, no son otra cosa que una variedad de ellas, más resistente y mejor diferenciada para servir de sostén, perteneciendo a la categoría de tonof ¡brillas estu- diada por Heidenhain. El examen de numerosas preparaciones nos ha convencido de la certeza de la interpretación de Río-Hortega, de que los filamentos de Herxheimer tienen significación claramente epiteliofibrilar; pri- mero, por la continuidad manifiesta entre ellos y los filamentos epidérmicos comunes, y segundo, porque el condrioma de las célu- las epidérmicas adopta disposiciones muy diferentes, según lo prue- ban las observaciones de Río Hortega, citadas por Cajal en su re* ciente Manual de Histología, y nuestras propias observaciones. La posibilidad de colorear a la vez con igual técnica las formaciones epiteliofibrilares y condriómicas, más que una demostración de su parentesco, sirve para probar sus grandes diferencias morfológicas. 458 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Conclusiones.— 1 .a Las células pertenecientes al estrato ger- minativo del epidermis poseen, generalmente, algunas fibrillas finas o primarias y una o más fibras gruesas o secundarias, que son los verdaderos filamentos de Herxheimer. 2.a Estos están constituidos por una sola fibra engrosada o por asociación de las pertenecientes a uno o ¿torios hacecillos de fibras primarias procedentes del cuerpo mucoso de Malpighi. 3.a En contacto con el dermis, terminan unas veces en punta y otras disociándose a variable altura, simulando raicillas o forman- do, pequeños pies de implantación. ' 4.a El método de Achúcarro y RíoHortega, que tiñe perfecta- mente las fibras epidérmicas, y revela también a menudo las forma- ciones granulosas y fibrilares que constituyen el condrioma, prue- ba que los filamentos de Herxheimer no son condriocontos, sino que pertenecen a las epiteliofibrillas mejor caracterizadas. 5.a Entre los filamentos de Herxheimer y las epiteliofibrillas que enlazan a las células del cuerpo mucoso de Malpighi, existen indudables transiciones que confirman su identidad." 6.a Los filamentos de Herxheimer son diferenciaciones epite- liofibrilares destinadas a servir de sostén. No hemos de terminar este trabajo sin expresar nuestro agra- decimiento a nuestro maestro el Dr. Del Río-Hortega, por la ayu- da que nos ha prestado en su laboratorio para llevar a efecto nuestras investigaciones. Nota bibliográfica. Argaud.— Epithelium, Filaments d'Herxheimer. Compíes rendas de la Soc. de Biologie. T. LXXV1I, 1914. 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XXXIII. o es u 3 3 ■o* Cu C8 l- 3 Y DÉ HISTORIA NATURAL 459 Hermann.- Ueber die Herxheimer'schen Fasern in der Epidermis. Arch. für Derm. und Syphil. T. XXIV, 1892. Herxheimer. — Ueber eigenthümliche Fasern in der Epidermis und im Epithel verschiedener Schleimháute der Menschen. Arch für Der- mat. und Syphil. T XXI, 1889. — Ueber die Sruktur des Protóplasmas der menschlichen Epi- dermiszelle. Arch. für mikr Anat. T. LUÍ, 1898. Herxheimkr y MüLLER-Uebet die Dentung der sog. Epidermisspi- ralen. Arch. für Derm. und Syphil. T. XXXVI, 1896. Kromayer. — Die Protoplasmafaserung der Epithelzelle. Arch. für mikr. Anat. T. XXXIX, 1892. — Ueber die Bedentung der Von Herxheimer im Epithel besch- riebenen Fasern. Arch. für Dermat. und Syphil. T. XXII, 1890. Regaud y Favke. - Sur la nature des fibi es d'Herxheimer ou filaments basaux de Tépiderme. Comptes rend. de l'Acad. des Se, 1910. — Nouvelles recherches sur les formations mitocondriales de Tépiderme humain á l'état normal et pathologique. 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Ambos problemas, cuyas relaciones son evidentes, son inaborda- bles, en su enorme complejidad, con las técnicas histológicas y microquímicas de que podemos disponer todavía, y es muy proba- Tomo xxi.— Diciembre, 1921. 33 460 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA ble que transcurra cierto tiempo antes de que lleguemos a saber cómo se fraguan en el riñon los diversos cuerpos púricos disueltos en la orina y qué trastornos del metabolismo acontecen en las cé- lulas renales durante los procesos albuminúricos. El ánimo que infunde al investigador la importancia de tales problemas se trueca en apocamiento ante la dificultad creciente de resolverlos con métodos de fortuna que, cuando más, revelan detalles morfológicos o microquímicos, muy interesantes, a lo sumo, como punto de partida. Pero aunque cada uno de estos de- talles tiene valor por sí, como índice de modificaciones funciona- les del epitelio, sólo acumulando muchos de ellos podremos llegar a entrever algo de ¡o que afecta al metabolismo normal y patológi- co y al ciclo estructural de las células renales en actividad y en reposo. Con el fin de aportar algún dato utilizable para el objeto indi- cado, vamos a referir en esta nota la existencia en los nefrocitos de algunas estructuras secretoras, que difieren por algunos carac- teres de las que han sido descritas hasta hoy, y a señalar de paso la utilidad de los métodos de impregnación argéntica para el estu- dio de las estructuras funcionales de las glándulas endo y exocri- nas, en las que revelan detalles difícilmente apreciables con otras técnicas. Nuestras observaciones están basadas precisamente en el empleo de dichos métodos, que permiten reconocer en el híga- do, suprarrenales, riñon, etc., tipos especiales de granulaciones, indicadores de otros tantos procesos de secreción, de los que hay aun noticias incompletas. De las estructuras secretoras del hígado y suprarrenales tene- mos en curso una amplia revisión a favor de nuestros métodos ci- tológicos, de cuyos resultados daremos oportunamente noticia. Anticipamos, sin embargo, en cuanto al hígado, que el carbonato argéntico revela en las células lobulillares granulaciones diminutas (situadas cerca de los canalículos biliares), que siendo por su forma semejantes a mitocondrias discrepan de ellas por su colorabilidad, y, en cuanto a la suprarrenal, que las granulaciones secretoras que son propias de las células corticales, zona glomerular especialmen- te, y de las células medulares (que muestran granulos finos y-muy voluminosos, con todos los tamaños intermedios) se tiñen con al- guna constancia con aquel reactivo. No carece de interés para estos estudios el hecho de que la solución amoniacal de carbonato argéntico sea incapaz de teñir al DÉ HISTORIA NATURAL 461 condrioma y ergastoplasma (bastoncitos de Heidenhain) de las cé- lulas renales, y, en cambio, tina las granulaciones que van a ser descritas, pues esta sola circunstancia permite establecer con fa- cilidad la distinción morfológica y microquímica de unas y otras formaciones. Al estudiar comparativamente dos preparaciones de un mismo riñon, obtenidas una por el método de Achúcarro o nuestra prime- ra variante (1), y otra por el procedimiento seguido por nosotros para teñir el conectivo con el carbonato argéntico amoniacal (2), obsérvase pronto la falta de equivalencia entre las estructuras re- veladas por uno y otro procedimiento. Con el método tano-argénti- co se obtiene la tinción perfecta del condrioma, con sus granulos y filamentos cortos, y de los bastoncitos ergastoplásmicos de Heidenhain; el carbonato de plata no tiñe dichas formaciones, y, en cambio, revela estructuras granulosas de composición especial, con caracteres perfectamente acusados. Esta dualidad de aspectos se debe especialmente al empleo del tanino, que es necesario para unas e innecesario para otras granu- laciones específicas, como lo prueba el hecho de que siendo el carbonato argéntico incapaz por sí solo de teñir a los condriocon- tos y bastoncitos básales, los tina muy bien, gracias al mordiente, cuando sustituye a la plata de Bielschowsky en el método de Achúcarro y variantes. Uno y otro método mencionados dan imágenes muy demostra- tivas de las células renales en actividad y en aparente reposo, que coinciden en su mayor parte con las que han sido dadas a conocer por gran número de autores. Estos han probado que las células del riñon, como las de la generalidad de las glándulas, cambian de as- pecto a medida que se opera en su protoplasma la elaboración de productos secretores, y que en ellas existen, por consiguiente, es- tructuras incesantemente renovadas, que surgen, evolucionan y desaparecen, siguiendo un ciclo cuyas principales fases son bien conocidas. Ahora bien, comoquiera que cada tubo renal, que, en unión del glomérulo, viene a ser la unidad anatómica y fisiológica del órgano (Renaut), funciona independientemente de los demás, (1) P. del Río Hortega: «Varias modificaciones al método de Achú- carro.» Bol. de la Soc. esp. de Biol, 1917. (2) «Un nuevo método de investigación histológica e histopatológi- ca » Bol de la Soc esp. de Biol., 1918. 462 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA en alternancia funcional que no alcanza a las células que los cons-. tituyen, no es difícil percibir en un solo campo microscópico los, diversos estadios de la secreción, ni seguirlos desde el comienzo hasta el final a través de las variaciones que sufre el protoplasma diferenciado (1). El contenido granular y filamentoso del tubo urinario es bastan- te bien conocido desde las investigaciones de Heidenhain, Benda y otros autores, por lo que no creemos necesario reproducir aquí al detalle sus caracteres. Es forzoso, sin embargo, que demos a conocer el aspecto que presenta en las preparaciones obtenidas con el método taño-argéntico, para comparar los resultados- de éste con los del método al carbonato de plata y esclarecer la exis- tencia de diferentes tipos de granulaciones argentófilas, verosímil- mente relacionados con la génesis intracelular de diversas subs- tancias químicas. Las descripciones de los autores son bastante explícitas en cuanto a las mutaciones que sufre el citoplasma en actividad V en reposo, pero no hacen alusión a la existencia de variaciones del tipo estructural, relacionadas con las diversas actividades celula- res; y aunque se sabe que en la célula renal se forman las substan- cias púricas y las sales disueltas en la orina, se ignora si a cada cuerpo segregado corresponde una modalidad de estructura. La creencia general asigna a los bastones de Heidenhain el principal papel en los actos secretores, pero el carbonato argéntico denun- cia la presencia de formaciones granulares independientes de aquéllos, con los que participan, sin duda, en las funciones de ela- boración. De la existencia de tal diferenciación granular del protoplasma, sólo constan en la literatura indicios confusos, pues aunque hayan sido vistas granulaciones supranucleares en las células de los tubos contorneados, no siempre se ha logrado diferenciarlas seguramen- te del cordrioma. He aquí la principal razón para que nos ocupe- mos de este tema, haciéndolo brevemente, con el pensamiento puesto en futuras investigaciones que nos permitan conjeturar algo (1) La alternancia funcional de los tubos renales ha sido estudiada por Wittich, Rothstein, Sjobring, Van der Stricht, Disse, Trambusti, Ribadeau-Dumas, Castaigne y Rathery, Courmont y André, quienes han seguido las variaciones del epitelio en actividad y en reposo, y por Arnold, Gurwisch, Regaud y Policard, mediante el sistema de las colo- raciones-vitales. DE HISTORIA NATURAL 465 referente a su significación en las secreciones celulares espe- cíficas. En los conductillos urinarios de los mamíferos se reconoce la existencia de dos segmentos fisiológicamente diferentes: el pri- mero, propiamente elaborador o secretor, comprende los tubos contorneados, las asas de Henle (sobre todo la rama ascendente) y las porciones intermediarias de Scheweigger-Seidel; al segundo, eminentemente conductor, pertenecen los tubos excretores y colectores. La diferente función de ambas partes exige adecuadas estructuras. Las células secretoras son altas, y a veces conoideas; tienen límites imprecisos por sus caras laterales, pero vistas por encima ofrecen una silueta irregular, con anchos dentellones de engrane; se hallan guarnecidas superficialmente de una cubierta pestañosa muy delgada (1), cuyos bastoncitos, cortos y rígidos, se implantan en los diminutos granos básales (2) que forman la línea de Nico- lás; carecen de centrosoma bicentriolar (5); tienen un grueso nú- cleo redondeado, con nucléolo grande, y exhiben, por último, una serie de estrías o bastones paralelos (bastoncintos de Heidenhain, que representa la más alta diferenciación del protoplasma (4). Que la función más importante del riñon corresponde a las cé- lulas con bastones básales es un hecho probado por las experien- cias de Heidenhain y otros autores, que muestran la eliminación del índigo, azul de metileno, toluidina, carmín y rojo neutro por los tubos contorneados. De que en éstos se opera la secreción de los cuerpos púricos (ácidos úrico e hipúrico, uratos, creatinina, urobi- lina) existentes normalmente en la orina, tenemos pruebas en las (1) Descubierta por Nussbaum, ha sido objeto de estudios espe- ciales por parte de Cornil, Klein, Carlier, Solger, Nicolás, Van der Stricht, Policard y Rathery. (2) Policard y Qarnier han considerado como estructura artificiosa a estos blefaroplastos, de cuya existencia poseemos observaciones muy demostrativas. (3) Zimmermann admite la existencia de este diplosoma, que nos- otros no hemos hallado nunca en las preparaciones que mejor demues- tran el que poseen los conductos excretores. (4) Vistos por Roth y Sauer, han sido especialmente estudiados por R. Heidenhain, Rothstein, H. Martin, Benda, Landsteiner, Szymono- wicz, etc. Bohm, Landauer y Davidoff los interpretan como hendiduras longitudinales y Van der Stricht y Théohari, como espesamientos del retículo protoplásmico. 464 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA experiencias de Heidenhain, Nicolaiér, Ebstein, Sauer, Courmont y André. Por último, de que la mayor parte de las sales se elimina también por los tubos contorneados, han aportado pruebas Nuss- baum, Adami, Hasley, Gurwisch, Lamy, Mayer y Rathery (1). Las células excretoras son cuboides o prismáticas (2); están bien limitadas y, vistas por encima, tienen contorno poligonal, si- luetado por espesa banda de cierre; carecen de cutícula estriada; poseen un centrosoma bicentriocolar, cuyo grano externo tiene for- ma nabicular y termina en un flagelo y cuyo grano interno enlaza con tenue hilillo radicular; encierran un núcleo redondo no escaso en cromatina; carecen de bastones citoplásmicos diferenciados y muestran, en fin, un espongioplasma sutil, que en las grandes células de los tubos colectores se diferencia en filamentos largos y flexuosos, que corren, adelgazándose progresivamente, desde la basal hasta la superficie. Si a estos detalles, en gran parte conocidos, se añade la exis- tencia de pequeñas variaciones en las células de las asas de Henle, cuya cutícula es inapreciable, y la presencia de algunas células con largos flagelos intercaladas en el epitelio de los tubos secreto- res, se tiene una síntesis de las estructuras reveladas por los dife- rentes procederes de impregnación argéntica usados por nosotros. Tocante al contenido granular de los segmentos secretor y excretor de los tubos urinarios, sus variaciones son tan acusadas como las del conjunto de los caracteres citológicos. En la porción superior o secretora, coincide la presencia de bastones de Heiden- hain y de granulaciones cobrables con carbonato argéntico; la porción inferior o conductora no encierra formación alguna granu- lar ni bacilar diferenciada con fines secretores, conteniendo, en cambio, un condrioma bien desarrollado, en el que predominan los condriocontos. Bastorwitos de Heidenhain y condrioma.— Las figuras 1 y 2 (lámina XXXI) reproducen los caracteres de estas formaciones en las zonas cortical y medular del riñon de conejo, según aparecen (1) Las importantes investigaciones experimentales de Suzuki (¡912) en la intoxicación con cromo, urano, sublimado y cantaridina prueban que la eliminación de estos venenos se efectúa también por los tubos contorneados. (2) Muron y Steiger han descrito elementos obscuros bicóncavos, tingibles por el ácido ósmico, que representan para Renaut y Dubreuil células de reparación o sustitución. DE HISTORIA NATURAL 465 con la primera variante del método tano-argéntico. Las células de los tubos contorneados (fig. 1) contienen abundantísimos bastones más o menos paralelos, rectos o ligeramente curvos, cuyo espesor, de media a una miera en su parte media, aumenta en los extremos; tales bastones son lisos o nudosos, parecen hallarse implantados in- feriormente en la basal y por arriba terminan hacia la parte media del núcleo. Frecuentemente existen cerca de éste, y hasta en la región supranuclear, granulaciones redondeadas u ovoideas, que no parecen discrepar por su naturaleza de los bastoncitos básales. Por el predominio de granulos o de bastones y por las dimen- siones de unos y otros, muestran los tubos contorneados aspectos muy diferentes, entre los que existen, sin embargo, graduales transiciones: 1.a, tubos con bastoncitos delgados y abundantes, que apenas dejan percibir el protoplasma indiferenciado que los envuelve (B, C); 2.a, tubos con bastones gruesos y cortos, que poseen extremos abultados y puntiagudos y formas variadas en bastón, maza, bizcocho, etc. (D, E); 5.a, tubos con escaso número de bastones, muy gruesos y cortos, que parecen haberse fragmenta- do en bloques ovoideos y granulos (F, Q); 4.a, tubos que solamente encierran granulaciones voluminosas y desiguales, de forma redon- deada (H), y 5.a, tubos cuyas células están sembradas de finos gra- nos, situados por debajo y por encima del núcleo (I). En algunos casos existe tal variedad de aspectos, que difícilmente se encuentra dos tubos iguales, lo que da clara idea de la mutabilidad de las es- tructuras descritas, en relación con las funciones celulares. Los segmentos del tubo urinario secretor muestran algunas di- ferencias en el aspecto del contenido granular y bacilar. Los bas- toncitos largos y paralelos abundan más en los tubos contorneados que en las asas de Henle, en las que predominan los bastones cortos y gruesos, que son escasos en la rama delgada y abundantes en la rama gruesa y porción intermediaria de Schweigger-Seidel. El condrioma de los tubos excretores y colectores se halla re- producido en la figura 2 (lám. XXXI), que está tomada de un corte transversal del riñon de conejo adulto. Las células tubulares con- tienen abundantes condriocontos, diseminados en el protoplasma, que ofrecen, por su situación y orientación, diferentes aspectos. Unos tubos contienen filamentos largos, que siguen una dirección más o menos vertical, entrecruzándose en las partes laterales de las células; otros tubos poseen condriocontos orientados alrededor del núcleo y situados, con preferencia, por encima de este órgano; 466 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA en ocasiones existen, además, mitocondrias, escasas o abundantes, situadas en el protoplasma supranuclear. Un examen atento de los caracteres del condrioma de los tubos excretores y su comparación con los del aparato bacilar y granular de los tubos secretores prueba la existencia de cualidades propias de una y otra formación, pero no acredita la falta de parentesco entre ellas. Son, evidentemente, estructuras en distinto grado de diferenciación, que corresponden a la actividad elaboradora y a la vida pasiva de las células. Granulaciones m (1).— Si se observa a mediano aumento un corte de riñon de gato, conejo, etc., coloreado con la solución amo- niacal de carbonato argéntico y dorado en caliente, sorprende el aspecto variadísimo de los tubos urinarios, en los que se descubre pronto la existencia de diversos matices de coloración y de varia- ciones texturales. Unos tubos aparecen difusamente teñidos de color rosáceo intenso; otros ofrecen un tinte rosa pálido y otros presentan un fondo incoloro. Tal tubo posee todas las células llenas de granulaciones negras o rojizas, pequeñas o voluminosas; tal otro muestra solamente escaso y diminuto punteado; tal otro, en fin, se presenta desprovisto de granos. Uñase a estas variaciones del contenido granular las de la gama cromática del protoplasma, y se tendrá una riqueza de aspectos en los tubos urinarios difícil- mente sospechada conociendo su idéntica estructura y perfecta- mente explicable sabiendo que cada tubo urinario funciona separa- damente de los demás y que cada uno de ellos aparece en un mo- mento distinto de su función elaboradora. De que, efectivamente, las mencionadas variaciones son estadios diversos de un mismo proceso de elaboración, localizado en las célu- las corticales, es fácii cerciorarse si se las estudia a gran aumento. En la figura 3 (lám. XXXII) hemos copiado un campo de la subs- tancia cortical del riñon de conejo adulto, en el que aparecen los principales aspectos estructurales de los tubos contorneados. Con- venientemente ordenadas, a nuestro juicio, he aquí las principales fases de dicho proceso de secreción: 1.a El protoplasma aparece difusamente teñido de color rosa- do, y no encierra granulaciones ni grumos en la porción supranu- (1) Con el objeto de evitar perífrasis, y hasta que sepamos su natu- raleza, designaremos así, en lo sucesivo, a las granulaciones tingibles con el carbonato argéntico. DE HISTORIA NATURAL 467 clear. En la mitad inferior de las células se acusa claramente la estriación vertical correspondiente a los bastones de Heidenhain, que son incolorables por este procedimiento (B). 2.a El protoplasma, pálidamente teñido o casi incoloro, exhibe un número creciente de granulaciones finísimas, que destacan por su color negro en el fondo transparente. En el momento culminan- te de esta fase existen abundantísimos granitos de tamaño sensi- blemente igual, que se diseminan con uniformidad por el protoplas- ma de las zonas peri y supranuclear (D). 5.a Las granulaciones argentófilas no han adquirido dimensio- nes mayores, evolucionando sincrónicamente. Muéstranse aún de color negro, ensombreciendo considerablemente a las células. Há- llanse difundidas en el protoplasma, irradiando desordenadamente de la vecindad del núcleo, y escasean más en la base y costados celulares (E). 4.a Sin que varíe el tamaño de las granulaciones, o con muy ligero aumento de él, acontece una interesante modificación de los caracteres cromáticos, cuyo resultado es que las granulaciones se tiñen más pálidamente, ofreciendo Un color violeta o pardo-rojizo, según que las preparaciones hayan sido o no tratadas por cloruro de oro en caliente, después de la coloración argéntica (F). 5.a Las granulaciones han aumentado de volumen con escasa uniformidad, difiriendo más sus dimensiones al final que al princi- pio de esta fase. La coloración rojo-parda o violácea iniciada en la fase precedente ha descendido de intensidad en la misma gama de color (Q). Con frecuencia, las gruesas granulaciones irradian del contorno nuclear, adquiriendo apariencias estrelladas en las células vistas por su cara libre. Al final de esta fase iniciase la desapari- ción progresiva de las granulaciones. 6.a Hácese cada vez más apreciabfe la reducción del contenido granular de las células, llegando un instante en que solamente exis ten en el protoplasma algunos corpúsculos de desigual tamaño y forma irregular, situados cerca del núcleo (H). Resulta de ia descripción que antecede, que en los tubos rena- les tiene lugar un proceso de secreción, cuyas principales fases son tres, claramente visibles en la figura 1 del texto: creación de gra- nulaciones (A), que aumentan progresivamente de número (B) y luego de volumen (C); modificación de los caracteres químicos (D, E) que señala el final de la elaboración, y disolución progre- siva de la materia granular engendrada (F, Q, H, I, J). 468 • BULETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA A la vez que se crean y disuelven las granulaciones secretoras, tienen lugar en las células los conocidos fenómenos de aumento de volumen del protoplasma, que para nosotros carecen de interés por el momento. Nos atrae con mayor fuerza el estudio de una singular estructura observada en los núcleos de ciertas células en plena actividad granulógena. Modificaciones nucleares.— En las células activamente secre- toras, cual las del hígado, suprarrenales, etc., es frecuente que exista un voluminoso nucléolo situado en el centro nuclear y ro- deado de granulaciones cromáticas más o menos numerosas, pero no lo es que el nucléolo adquiera caracteres parecidos a los que posee en ciertas células de los tubos renales. Ya en los tubos contorneados se nota la hipertrofia del nucléolo en coincidencia con la actividad celular (figs. 3, E, y 4, B); pero donde tal hipertrofia llega al máximum es en la porción ascendente de las asas de Henle, donde suele verse aspectos como los copiados en la figura 4 (lám. XXXII). Véase que en algunos tubos (D, E) todas las células presentan modificaciones nucleolares. Muchas veces, existe en los núcleos una sola masa central, que ofrece vo- lumen enorme y tiene forma redondeada o irregular, con dos, tres o más lóbulos semejantes a los del núcleo de los leucocitos. En ocasiones, obsérvase un nucléolo menos voluminoso rodeado de número variable de esférulas, que se diseminan por el carioplasma. La figura del texto (a—/) copia algunos de los múltiples aspec- tos nucleares hallados en las asas de Henle de un conejo sometido a la acción de la pilocarpina (1). Dado el carácter de esta comunicación, en la que sólo preten- demos dar a conocer estructuras que serán objeto ulteriormente de minucioso estudio, nos creemos dispensados de hacer conjetu- ras respecto a la significación de las modificaciones nucleolares descritas. No hemos de ocultar, sin embargo, nuestra impresión favorable, por el momento, a la intervención del nucléolo en los actos secretorios de la célula, según admiten algunos autores. Pre- cisa reconocer que, en punto a fisiología nuclear, sólo es bien co- nocido lo que concierne a la mitosis. Todavía hemos de anotar la presencia en las asas de Henle de (1) Todas las estructuras que estamos describiendo son perfecta- mente visibles en el riñon normal, pero sus caracteres se presentan exagerados en los animales sometidos a la acción estimulante de la pilo- carpina. DE HISTORIA NATURAL 469 una modalidad de núcleos, chocante por su pequenez, que corres- ponde a células de un tipo especial estrellado. Células estrelladas.— En las preparaciones de riñon de gato, perro y conejo obtenidas con carbonato argéntico, nótase la exis- tencia, a nivel de las asas de Henle, de ciertos núcleos (fig. 5, lá- mina XXXIII), redondos u ovales (A, B, C, D, E, F), que aparecen intercalados con los ordinarios, diferenciándose de ellos por la mayor intensidad de su coloración y por su notable pequenez. Con frecuencia, tales núcleos enanos aparecen envueltos por un proto- plasma encogido, en el que se adivina la existencia de prolongacio- nes o aparecen éstas bien acusadas, mostrando las células silueta angulosa, más o menos estelar y hasta, a veces, ramificada. Para observar los caracteres de dichas células se precisa recu- rrir al empleo del método de Achúcarro, con nuestras variantes primera y tercera, en material fijado en formol simple o bromura- do. Aunque por lo general se obtiene la coloración conjunta de los diversos tipos de células, hay casos favorables en los que sola- mente se presenta bien teñido el que ahora nos interesa, que se halla así en las mejores condiciones para ser observado. Trátase de corpúsculos granulosos intercalados en el epitelio 470 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA de las asas de Henle, que se sitúan de trecho en trecho, más a menudo aislados que reunidos en grupos de dos a cuatro, rara vez de más, y que siendo bastante abundantes en algunos tubos, esca- sean en otros (figs. 6 y 7, lám. XXXIII). Este tipo de células no existe en los tubos contorneados. Si se observa a tales corpúsculos de plano, puede creérselos situados al mismo nivel que los del epitelio común; pero en las secciones longitudinales o transversales de los tubos se aprecia bien su emplazamiento algo más elevado, por encima de las células epiteliales, insinuando la mayor parte del protoplasma entre los resquicios que las separan. Tres caracteres esenciales definen a dichas células: el núcleo diminutísimo, la forma irregularmente estrellada y la abundancia de granos de secreción voluminosos (figs. 5, 6 y 7, lám. XXXIII). El núcleo es redondo u oval, de un volumen no mayor de 5 a 6 1¿, y se presenta intensamente teñido. La substancia argentófila di- suelta en el carioplásma impide ver los caracteres estructurales. El protoplasma se insinúa por los resquicios del epitelio; está constituido por trabéculas irregulares que irradian del núcleo; se anastomosan, originando, a veces, un retículo de anchos espacios, y descienden por los costados de las células epiteliales en forma de estrechas bandas que llegan a la basal. El contenido granular es abundantísimo y aparece diseminado por las radiaciones protoplásmicas, formando series o acúmulos irregulares. Las granulaciones son redondas u ovoideas, y tienen tamaño relativamente pequeño o adquieren talla poco menor que la del núcleo. Entre sus variaciones de número y volumen existen gra- dos correspondientes a las fases diversas del proceso elaborador. De que entre las células estelares y las prismáticas comunes existen transiciones protoplásmicas y nucleares presentamos una prueba en la figura 5, que está copiada de un preparado de riñon de conejo adulto. Los caracteres de las radiaciones protoplásmicas hállanse reproducidos en la figura 6, que muestra algunas células de frente y de perfil, aisladas o reunidas en grupos (B). Al obser- varlas superficialmente (D), puede creérselas situadas por encima del epitelio; pero en las observaciones de perfil (C, E) se com- prueba que sus prolongaciones recorren los espacios intercelulares, dividiéndose repetidamente al descender a la basal, donde acaban en ensanchamientos que se confunden con las granulaciones exis- tentes en las células vecinas. • .' ■ ' s¡ DE HISTORIA NATURA^ ,, , 471 La figura 7 (riñon de gato pilocarpinizado) muestra el contenido granular de las células estrelladas, cuyos apéndices parecen ha- berse resuelto enteramente en granos redondos, ovoideos o piri- formes. En algunos corpúsculos (C) percíbese el aspecto ramifica- do de las prolongaciones granulosas prendidas en el núcleo, pero en otros (A, B, D,. E, F) sólo existen esférulas sueltas, voluminosas y abundantes o diminutas y escasas, que irradian formando elegan- tes estrellas electivamente coloreadas por la plata. No tenemos todavía datos suficientes para interpretar la natu- raleza y significación de estas células centrotubulosas, que por el aspecto del núcleo y del protoplasma reticular parecen hallarse en regresión avanzada y por los caracteres de las granulaciones que encierran parecen hallarse en activa función secretoria. La particularidad de que aparezcan teñidas dichas granulacio- nes en algunos casos en que no es colorable el contenido granular de los nefrocitos ordinarios obliga a imaginar que tienen diferente naturaleza, o a suponer que son células cuya actividad secretoria sigue un ciclo diferente, anticipado o retardado, con respecto a las demás. Así lo hemos sospechado algunas veces al observar la exis- tencia de células prismáticas cargadas de granulaciones pálidas junto a las células estelares con granulaciones obscuras. Hemos de confesar, no obstante, que la situación superficial y el aspecto reticulado de estas células desorienta mucho al querer interpre- tarlas. Como hechos seguros, aparte los caracteres texturales, res- pecto a las células estrelladas, puede considerarse su naturaleza epitelial, con modificaciones especiales, su carácter Secretor y su diferencia en ritmo, y acaso en composición de la materia elabo- rada, de las células renales ordinarias. Nuestro propósito de presentar algunas estructuras revelables con métodos argénticos, no con la idea absurda de resolver nin- guno de los problemas relativos a las funciones que se atribuyen a las células renales (para lo que se requiere efectuar copiosas ob- servaciones de orden experimental), sino para incitar a los investi- gadores al estudio de tales problemas, nos disculpa de extender- nos en consideraciones teóricas, que aplazamos hasta el momento en que podamos presentar algo más que simples conjeturas. Laboratorio de Histología normal y patológica de la Junta para Am- pliación de Estudios. 472 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Sección bibliográfica. Fallot (P.) y Termier (H ).-Sur ¡'extensión verticale du faciés mar- neux á Céphalopodes pyriteux dans l'ile d'Ibiza. C. R. Acad. Se. t. 173, núm. 2 (11 julio 1921), págs. 91-95. Un detenido estudio de las faunas piritosas del Cretácico en Ibiza permite a los autores señalar algunos hechos nuevos referentes a la Paleogeografía de España. He aquí en resumen las principales conclu- siones: El Cretácico de la provincia de Alicante y el de las escamas infe- riores de Ibiza y Menorca han debido pertenecer al borde septentrional de la Thetys neocomiense en el SE. de España. Este borde es invadido en el Barremo-Aptiense por las formaciones urgonienses. Inmediata- mente al SE. comenzaban las porciones profundas del geosinclinal. En Mallorca, la presencia de las facies de alta mar con exclusión de toda formación litoral puede ser la consecuencia del avance hacia el NW. de las partes profundas del geosinclinal, pero los fenómenos de corri- miento (charriage) permitirían también explicar el carácter de los sedi- mentos cretácicos por el origen meridional de los factores tectónicos que los manifiestan. Menorca corresponde a una región autóctona, único jalón Verdade- ramente ¡n situ entre los que sirven para situar las diversas zonas de sedimentación del mar neocomiense en el archipiélago balear.— L. F. Navarro. Stuart-Menteath (M.).— Sur les pointements granitisés de la lisiére des Fyrenées. C. R. Acad. Se, t. 173, núm. 11 (12 de septiembre de 1921), págs. 479-481. Aunque el trabajo se refiere más particularmente a los apuntamien- tos de la Vertiente francesa de la cadena, le señalamos por hacerse en él alusiones a localidades españolas y por el interés que todo lo refe- rente al Pirineo tiene para los. geólogos españoles.— L. F. Navarro. Jiménez de Cisneros (Daniel).- Sobre preparación de fósiles. Revis- ta «Ibérica». Año VIII, núm. 383. Tortosa, junio de 1921. Con 9 figuras. Interesante para los paleontólogos y para todos los que recolectan o coleccionan fósiles.- L. F. Navarro. DE HISTORIA NATURAL. 473 Candel Vila (Rafael). — Cuadro elemental para la clasificación de las rocas eruptivas. Revista «Ibérica*. Año VIII, núm. 385. Tortosa, junio de 1921. Destinado a facilitar a los principiantes la determinación del grupo primario a que pertenece una roca eruptiva. — L. F. Navarro. Hernández-Pacheco (E).— La llanura manchega y sus mamíferos fósiles (Yacimiento de la Puebla de Almoradier). 1921, Madrid Me- moria núm. 28 de la Com. de Invest. Paleont. y Prehis., 43 páginas, 12 figs., 2 láms. y un mapa. Trabajo muy interesante, porque en él, mediante las especies de mamíferos, se fija de un modo exacto el Pontiense para la submeseta del Tajo. Después de reseñar la fisiografía, geología y paleogeografía de la llanura manchega, se pasa a estudiar el yacimiento fosilífero de La Puebla de Almoradier (Toledo) y las especies de vertebrados en él encontradas. Estas son: Hipparion gracile subesp. rocinantis Hern.- Pach., Hyaena eximia, Gazella deperdita y restos de huesos y huevos de aves indeterminables. Tiene gran importancia el hallazgo de aquella subespecie nueva de Hipparion gracile, por las grandes relaciones que ésta tiene con las especies americanas del mismo género, lo cual, unido a las afinidades que poseen los moluscos de aquella época de ambos países, indica una vez más el que nuestra Península ha estado unida al Continente americano hasta tiempos muy recientes.— Royo Gómez. Inglada Ors (V .).— Nueva s fórmulas para abreviar el cálculo de la profundidad aproximada del foco sísmico por el método de Kóves- ligethy, y su aplicación a algunos temblores de tierra. 1921, Ma- drid, Publ. del Inst. Geogr. y Estadístico, 61 págs., 3 figs. y 1 mapa. Memoria de gran interés, en la que se estudia un nuevo procedi- miento, rápido y fácil, para el cálculo, con muy poco error, de la dis- tancia hipocentral de los sismos. El método de Kóvesligethy, base de aquél, es demasiado complicado, requiriendo largos cálculos que impi- den la obtención de una pronta solución, inconvenientes que desapa- recen con las nuevas fórmulas que propone el Sr. Inglada. Dedica el autor los primeros capítulos a la obtención de las ecua- ciones fundamentales y su resolución; en el tercero se trata de la ob- tención de algunas fórmulas que abrevian el cálculo de la distancia hipocentral, y en los últimos se aplica el nuevo método al sismo de He- reford (Inglaterra, 17-XII-896), y a varios ocurridos en España, como son los de la Sierra de Salinas (28-XI-1916, Alicante), de Bellmunt de Ciurana (26-1-1917, Tarragona), de Cotillas (28-1-1917, Murcia) y del Bajo Segura (10-IX-1919, Alicante). Las consecuencias que se pueden 474 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA obtener, mediante estos trabajos, acerca de la geología de nuestro país, son muy interesantes, por lo cual es de alabar el que se intensifi- quen aquellos estudios.— Royo Gómez. Fernández Navarro (L.) - Marruecos físico. Valor económico del Protectorado español, 1921. Madrid, Extr. del Bol. R. Soc Geogr., 21 págs., 1 lámina. Es una conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid por este profesor el día 16 de abril. En ella, además de hacer historia sobre los trabajos científicos efectuados en aquella zona por los españoles, se bosqueja su orografía y su meteorología y se estudia su riqueza mine- ra.—Royo Gómez. Hernández-Pacheco (E.).— Exposición de Arte Prehistórico Español, 1921. Madrid, «Arte español», Rev. de la Soc. Esp. de Amigos del Arte, 27 págs., 13 figs. » Es un trabajo en el cual, de un modo muy conciso, al mismo tiempo que se relata lo que ha sido aquella Exposición, se describen los méto- dos de investigación empleados en Prehistoria y se resumen los cono- cimientos que se tienen acerca de aquel arte. Se hace resaltar también; la labor llevada a cabo por los investigadores españoles, y en particular de López de Cárdenas, Góngora, Sautuola y Vilanova, que fueron los precursores de estos estudios. — Royo Gómez. Cavaco (F.).— Análisis químico da rocha do Cao Grande (Ilha de S. Tomé). Coimbra, 1921. Publicacóes do Mus. Miner. e Geol da Universidade de Coimbra, núm. 1 (Memorias e Noticias), pági- nas 24 a 25. La roca analizada tiene la composición generar de las fonolitas, sin- gularizándose por la gran proporción de titano, por la existencia del zirconio y del ácido fosfórico y por la cantidad elevada de agua de cons- titución.—L. F. Navarro. Carandell ( J.).— Las teorías cosmogónicas y físicas modernas y sus relaciones con la Geología. Cabra, 1921, 24 págs. Conferencia dada en el Ateneo de Madrid el 13 de abril de 1921. Es una revisión razonada de las teorías de Chamberlin, Schwarz, Beloty Crehore, con revisión del punto de vista cartesiano ante el problema de la constitución de la materia.— L. F. Navarro. DE HISTORIA NATURAL 475 • Ferraz do Carvalho ( A.).- Estudio microscópico de algunas rochas da /¡ha de S. Tomé. Coimbra, 1921, Publicacóes do Mus. Miner. e Geol. da Universidade de Coimbra, núm. 1 (Memorias e Noticias), páginas 9 a 24, 5 láminas. La colección de rocas de S. Tomé que posee el Museo Geológico de la Universidad de Coimbra es bastante incompleta, por lo cual este trabajo no puede considerarse más que como ima contribución a la gea de la isla. Las rocas descritas se agrupan específicamente en fonolitas, andesitas fonolíticas y basaltos, con numerosas variedades dentro de cada grupo; todas ellas pertenecen al grupo de las rocas alcalinas o per alcalinas, ricas en feldespatoides (nefelina, haüyna), mostrando parentesco con las de otras islas atlánticas, especialmente con las de Canarias.— L. F. Navarro. Cortázar (D. de).- Mallada (Necrología). Bol. del Inst. Geol. de Es- paña.t. XLII (1921), p. XV-XXVII. Con un retrato del biografiado. - L. F. Navarro. Ferraz do Carvalho (A.) - Notas biográficas do Dr. Goncalves Gui- maráes. Coimbra, 1921, Publicacóes do Mus. Miner. e Geol. da Uni- versidade de Coimbra, núm. 1 (Memorias e Noticias), págs. 5 a 8, y un retrato. El sabio y modesto profesor Goncalves Guimaráes era, a la vez que un naturalista de sólidos conocimientos, un matemático notable y un gran humanista. Dedicó toda su vida, laboriosa y fecunda, a la ense- ñanza y ha muerto regentando la cátedra de Cristalografía, Mineralo- gía y Petrografía de la gloriosa Universidad de Coimbra. Cultivó mu- cho los estudios cristalográficos, y entre sus trabajos, merece señalarse muy especialmente la «Sinopsis de Cristalografía», seguida de una «In- troducáo á Cristalografías También fué muy notable su labor para fomento del Museo Geológico de la Universidad. Su muerte fué una pérdida considerable para las Ciencias Naturales portuguesas. — L. F. Navarro. Gavala ( J.). — Los alumbramientos de aguas subterráneas en ¡as man- chas terciarias que rodean la bahía de Cádiz. Bol. del Inst. Geol. de España, t. XLII (1921); 35 págs., 1 mapa en colores. Este trabajo fué presentado al Congreso de Ingeniería de Madrid en octubre de 1919. En él se llega a la conclusión interesante de que los pueblos enclavados en las costas de la bahía de Cádiz, muy mal surtidos en la actualidad de agua potable, podrían tenerla abundante alumbran- do las subterráneas que indudablemente existen en las manchas ter- ciarias de Puerto Real y Puerto de Santa María. Tomo xxt.— Diciembre, 1921. 34 476 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Para hacer esta afirmación, el autor bosqueja la constitución geoló- gica de la comarca y estudia las condiciones de permeabilidad de sus diversos materiales. De esto y de los datos referentes a pluviosidad y evaporación, deduce el almacenamiento en las capas permeables ter- ciarias de un caudal acuífero muy considerable y de alumbramiento relativamente fácil.- L. F. Navarro. Gavala ( J.).— Ñola acerca de los yacimientos de lignitos y pizarras bituminosas de Rubielos de Mora (Teruel). Bol. del Inst. Geol. de España, t. XLII (1921); 40 págs . 17 figs., 1 mapa geol. en colores. El autor considera de menor desarrollo del que les hemos asignado los geólogos que antes describimos esta cuenca, los estratos de piza- rras bituminosas que constituyen su mena explotable. En cuanto a los demás extremos, viene a confirmar casi totalmente nuestros puntos de Vista. Estudia con algún detenimiento los depósitos de lignito.— L. F. Navarro. Marín (A.).— Nota sobre la constitución petrográfica del Monte Mauro (Beni-Said). Bol. del Inst. Geol. de España, t. XLII (1921), 12 págs. Ejemplares recogidos en una breve excursión al apenas conquistado cuando perdido Monte Mauro, han demostrado que este famoso macizo eruptivo está formado esencialmente por una andesita piróxenica, con biotita. Hay también tipos de transición hacia rocas basaltoides, pero sin olivino, algunas obsidianas andesíticas y zonas en que las acciones secundarias han transformado profundamente la primitiva roca Volcá- nica.—L. F. Navarro. Valle (A. del) y F. Iruegas (P.).— Bosquejo geológico de la cabila de Beni Said, del Rif oriental. Bol. del Inst. Geol. de España, t. XLII (1921); 8 págs., 1 mapa en colores. Según esta nota, preliminar de un estudio más extenso que piensan hacer les autores, el territorio de los Beni-Said está integrado junto a la costa por una banda de materiales arcaicos, sobre los que se apoya el terciario marino (mioceno principalmente), que es el que constituye la mayor parte del territorio. En el contacto oriental de ambos terre- nos surge la potente erupción andesítica del Yebel Mauro, muy análoga a la del Gurugú. Los materiales cuaternarios forman una estrecha banda costera y ocupan alguna extensión en el Valle del río Kert.— L. F. Navarro. DE HISTORIA NATURAL 477 Mengel (O.). -Le Canigou et la Maladetta,póles de l'axe primitifdes Pyrénees. C. R. Acad. Se, t. 175, núm. 21 (21 noviembre 1921), páginas 990 993. Basándose en los datos suministrados por la estratigrafía y en su interpretación tectónica, llega el autor a la siguiente conclusión: «El Canigú y la Maladeta pueden ser considerados como los polos del nú- cleo primitivo de los Pirineos. Este núcleo resulta de la inversión de un geosinclinal caledoniano en geanticlinal herciniano; es el eje alrededor del cual, en el curso de los tiempos geológicos, la cadena ha evolucio- nado según un modo original.» — L. F. Navarro. H. del Villar (E.) .- Una obra de Davis y el problema entre Geogra- fía y Geología en España. Bol. Soc. Ibérica de Cieñe. Nat., t. XX, número 5-6 (mayo-junio de 1921), págs. 125 a 125. Una nota bibliográfica acerca de la obra de W. M. Davis y G. Braun Grundzügc der Physiogeographie (ed. Teubner, Leipzig, 1915-17) da motivo al Sr. Villar para hacer muy atinadas consideraciones acerca de las conexiones entre la Geología y Geografía física y sobre la labor de Davis en relación con este problema. — L. F. Navarro. Obermaier (H.).— El glaciarismo cuaternario en el valle del rio Ara y en el Parque Nacional de Ordesa (Pirineos). Bol. Soc. Ibérica de Cieñe. Nat., t. XX, núms. 5 6 (mayo-junio de 1921), págs. 106 a 110. El trabajo puede considerarse como nota preliminar a otro más ex- tenso que se propone publicar el autor. En él se llama la atención de los geólogos acerca de la belleza y claridad con que los fenómenos gla- ciológicos se presentan en esta región y se discuten afirmaciones de otros naturalistas. — L. F. Navarro. Pérez de Barradas (J.) y Wernert (P.).- Instrumentos paleolíticos de superficie de la ciudad de Madrid. 1920, Madrid, «Coleccionismo», con 6 figuras. —Excursión geológica por el valle inferior del Manzanares. Bol. Soc. ibérica de Cieñe. Nat., t. XX, núm. 7 (julio de 1921), págs. 138 a 158, 10 figuras. - El nuevo yacimiento paleolítico de La Gavia (Madrid). «Colec- cionismo*, núm. 99(1920?), 1 figura y 1 lámina. — Contribución al estudio del paleolítico superior del Manzana- res. «Coleccionismo», núm 104 (1920?), 18 figuras. - L. F. Navarro. 478 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Pérez de Barradas (].). — Algunos datos sobre el cuaternario de las inmediaciones de Toledo. Bol. de la R. Acad. de Bellas Artes y Cien- cias hist. de Toledo, núms 8-9 (1920). págs. 229 a 231 , una figura. —Paleo/i tos musterienses de la Casa de Campo (Madrid). Bol. de la Soc. Esp. de Excursiones, t. XXIX (1921), págs. 151 a 153, una figura. -L. F. Navarro. Obermaier (H.), Wernert (P.) y Pérez de Barradas (J ).— El cuater- nario de las canteras de Va/lecas (Madrid). Bol. del Inst. Geol. de España, t. XLII (1921), 30 págs., 4 láms. y 11 figs.-L F. Navarro. Gutiérrez (P. M.).— Estructura geológica del acantilado de Comillas (Santander). Madrid, 1921, Asoc. esp. para el progreso de las Cien- cias, Congreso de Bilbao, t. VI, 2.a parte, págs. 27 a 34, 4 figs. La región estudiada comprende un trozo de costa de unos tres kiló- metros entre la ría de La Rabia y el puerto de Comillas. El estudio se divide en tres epígrafes: Topografía, Estratigrafía y Tectónica.— L. F. Navarro. Bezzi (M.).--// genere «Lasiopogon» Loew. (Dipt. Asilidae) Portici. 1916. Boíl. Laboratorio Zool. Qener. e Agraria. Vol. XI. Aunque no lo dice el título, se refiere sólo a las especies del mondo antico, de las cuales describe 16, de ellas 9 nuevas para la Ciencia. Tiene dibujos, cuadros de clasificación y lista bibliográfica.— José M.a DüSMET. Caradja {k.).—Beitrag zur Kenntniss der geographischen Verbrei- tung der Mikrolepidopteren des palaarktischen Faunengebietes nebst Beschreibung neuer Formen. III Teil. Deutsche Entom. Zeitschr. «Iris», zu Dresden, Jahrg. 1920, Band XXXIV, H. 1-2. Publicadas en 1910 y 1916 las partes 1.a y 2.a; en esta 3.a hay gran número de especies nuevas y de datos interesantes para España. Hay que leerla con cuidado, porque, sin duda por ahorro de espacio, las especies no van en párrafo aparte, sino solamente los géneros.— José M.a Dusmet. Codina (A.).— Recull de Dipters de Catalunya. 1921. Barcelona. Butll. Inst. Cat. H. Nat , Vol. I., núm. 2., págs. 39-50. Tiene esta nota el núm. IV, porque su autor publicó otras de 1912 a 1915. En la presente se ocupa de las familias Tabánidos y Dolicopó- didos, citando 31 y 28 formas catalanas, respectivamente, números muy superiores a los señalados por Arias, Antiga, StrobI y otros; 14 de ellas tampoco se habían citado del resto de España.— José M.a Dusmet. DE HISTORIA NATURAL 479 Junta de Ciencies Naturals de Barcelona.— Anuari III, 1918. Conviene a los entomólogos revisar en este tomo los artículos Re- gencia de Lepidópters i Neurópters, por I. de Sagarra; Catálech deis Insecíes del Museu pertanyents al ordre hemíptera, por A. Sánchez; Les Colleccions coleopterológiques darant l'any 1918, por A. Codina, y L'aquari i el vivan del Pare, por S. Maluquer.— José M.a Dusmet. Mas de Xaxars (J. IAa). — Dues formes de «Carabas rugosas» F. Bar- celona, 1921. Butll. Inst. Cat. Hist. Natural, Vol. I , núms. 3-4. Estas nuevas variedades son: rugosus Barnolai, de Vallvidrera y St. Boy del Llobregat, y rugosas Braznani Schauf., formada con la especie así descrita y que cree el autor que es sólo variedad. -José M.a Dusmet. Navas (R. P. L.).—Socópteros nuevos. 1921. Bol. Soc. Entomológica de España, t. IV, núms. 5 6, Junio, págs. 90-94. Describe 5 especies nuevas, de ellas 4 de Tonquín o Bolivia, y otra, Ccecilius Cabrerai, hallada en Canarias por nuestro consocio Sr. Ca- brera Díaz.— José M.a Dusmet. Navas (R. P. L.).— Excursiones entomológicas del verano de 1920. Tortosa, «Ibérica*, año VIII, núm. 370, 19 de marzo de 1921. Hay numerosas citas de especies interesantes, entre ellas seis que resultaron nuevas, encontradas en Andorra y en diversas localidades de Cataluña.— José M.a Dusmet. Reitter (Edm.) . — Bestimmungstabelle der Trixagidae, Eucnemidae, Cerophytidae und Phylloceridae .der palaarktischen Fauna. Viena, 1921. Wiener Entom. Zeitung, XXXVIII Band, H. IV-V1II. Basta leer el título para ver que se trata de una de las obras más consultadas por todo coleopterólogo. En estas familias hay varias es- pecies nuevas.— José M.a Dusmet. Weiss {k.). — Contribució al coneixement de la fauna lepidopterológi- ca d'Aragó.— Treballs Museu Cieñe. Nat. de Barcelona. Vol. IV, número 2 (1920). El autor considera este trabajo como un complemento del Catálogo de los Lepidópteros de la provincia de Teruel por Zapater y Korb, 1883 92. Comprende unas 600 formas, recogidas en tres regiones: la pri- mera, Albarracín y su Sierra; la segunda, el pueblo de Panticosa, sus 480 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Baños y las alturas próximas; la tercera, el valle de Ordesa. De gran interés para todo lepidopterólogo, esta obra del Dr. Weiss (hoy resi- dente en Kónigsberg, después de pasar varios años en España), ha sido puesta en catalán por D. Ignacio de Sagarra.— José M.a Dusmet. F. Nonídez (J.) —The Meiotic Phenomena in tlie Spermatogenesis of Blaps, with Special Reference to the XComplex.—]o\xr. of Morph., Vol. 34, núm. 1, págs. 69-103, con dos diagramas y seis láminas. Ju- nio de 1920. En este trabajo prosigue el autor sus investigaciones sobre los cro- mosomas, fijándose particularmente en el desarrollo y marcha del complejo cromosómico formado por cinco cromosomas que en su evo- lución se apartan del proceso generalmente seguido en las profases maturativas. Según sus observaciones, de los 35 cromosomas que se encuentran en los espermatocitos de Blaps, 30 siguen el proceso ordi- nario, originando por parasindesis 15 cromosomas bivalentes, de tama- ño distinto entre sí. Los otros cinco forman el complejo, que constan de tres cromosomas grandes y dos pequeños. Uno de los grandes co- rresponde al X cromosoma, que en su evolución se aparta del modo de portarse los demás del complejo. Al llegar la primera mitosis, el com- plejo se desdobla en dos porciones: una formada por un solo M-cromo- soma, y la otra, por los cuatro restantes; por consiguiente, los núcleos- hijos reciben distinto número de cromosomas, lo que originará esper- matozoos diferentes. La segunda meiosis es, en cambio, de tipo ordi- nario.—M. Bordas. Bordas, Sch. P. (R. P. M.).— La pro fase de reducción en la ovogéne- sis de (íDendroccelum lacteum» Oerst. Madrid, 1921, Trab. del Mus. Nac. de Cieñe. Nat., Ser. Zool. núm. 44, 101 págs., 4 figs. y 13 láms. El trabajo es continuación de la serie de los que el autor Viene pu- blicando sobre el problema de la reducción cromática, tan íntimamente ligado con el de la herencia. Estudia primero la anatomía de los ovarios de Dendroccelum, entrando en seguida en la descripción de los diversos estados por los que pasa la célula reproductora en su desarrollo hasta el punto culminante de la profase, que es el estado del paquinema, en el que existen 8 asas cromosómicas. Cada una de éstas se origina por la conjugación parasindética de dos filamentos del leptonema; por con- siguiente, la profase es pseudorreductora. También describe el proceso evolutivo que sigue el nucléolo. El trabajo, como todos los del autor, es muy acabado, y las nume- rosas figuras, dibujadas por el mismo, que lo ilustran son rigurosamen- te exactas y muy instructivas e interesantes.— A. de Zulueta. índice alfabético DE LOS GÉNEROS Y ESPECIES MENCIONADOS O DESCRITOS EN EL TOMO XXI DEL «BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL» (1> Acalles barbarus, 291. Acantholeberis, 175. Acantholepis Frauenfeldi, var. Ii- banica, 115. Acanthoplites, 122. Acanthus mollis, 280. Acelga, 405. Acercus lutescens, 518. Actinota, 124. Aecidium asperifolii, 196. Aegilops ovata, 281. Ágata, 227. Agave, 94. Agropyrum pungens, 99. Ajuga Iva, 205. Akis baccarozzo, 559. Álamo, 556 Alga, 406, 407. Aliaga, 555, 556. Allium Cupani, 204. Almendro, 556. Alternaría tenuis, 99. Alúmina, 528. Aluminio, 527. Alveolina, 180, 415. Alyssum campestre, 275. — maritimum, 200, 275. Amaranthus deflexus, 205. Amaurobius inermis, 102. Amia calva, 108. Ampelita, 124. Amygdalus communis, 96. Anacyclus Vaientinus, 278. Anagallis arvensis, 278. Anas boschas, 160. Anchusa itálica. 279. Andesita fonolítica, 475. — pirogénica, 476. Andricus, 102. Andryala integrifolia, 201. — laxiflora, 278. Anethum graveolens, 196. Anfibio, 286. Anguila, 127, 229, 265, 266. Anagyris foetida, 97. Anodontophora, 101. Anthophora Alluaudi, 509. Anthyllis tetraphylla, 276. Antirrhinum Orontium, 279. Antofilita, 124. Anuro, 286. Apium graveolens, 200. Aplita, 124. Aptichus, 122. Aquilegia monsicciana, 120. — Paui, 120. Árbol fósil, 410. Arbutus unedo, 201. (1) Un asterisco * indica que el género o especie a que precede está descrito en este tomo, y dos asteriscos **, que se describe por primera vez. Sólo figuran en el índice las variedades nuevas. Los nombres vulgares van en cursiva. 482 boletín de la real sociedad española Arca Fichsteli, 211. Arcilla, 210, 271, 329, 332, 338, 342, 343, 410, 412, 417, 418. Arena, 325. Arenaria, 200. Arenaria intrincata, 144. — valentina, 144. Arenisca, 60, 100, 153, 206, 210, 342,349,410,411, 416,417. Argulus, 108. — americanus, 108. — catostomi, 108. — ** matritensis, 108. Argyope acuminata, 102. Argyroneta, 174. Arisarum Simorrhinum, 280. — Vulgare, 94. Arroz, 314. Artemisia arborescens, 278. — herba alba, 201 . Arthrocnemum glaucum, 205. Arthrinium sporophleum, 93. Arundo Isiaca, 195. Asida, 106, 397, 427. — elongata, 428. Asparagus albus, 204. — horridus, 204. Asperula Paui, 120. Asphodelus fistulosus, 99. Asteria asteriana, 208. — Sayni, 208. Athyris globularis, 60, 61. ' Atilax galera, 261. — paludinosus, 261, 262. — paludinosus pluto, 263. — paludinosus ** spadiceus, 262, 265. Atriplex Halimus, 203. — hastata, 203. — mauritanica, 205. — portulacoides, 205. Attalus anthicoides, 505. — ** chamaeleon, 502. var. nigra,505. — ** euphorbiae, 506, 508. — ** pallidior, 505. — pellucidus, 508. — ruficollis, 508. Attalus ** subaenescens, 504, 508 — tuberculatus, 508. — — var. pallidipes, 508. Avena crassifolia, 120. Bacillus radicicola, 257, 258, 259. Ballena, 228. Barbarea Vulgaris, 195. Barremite?, 122. Barretia, 404. Basalto, 475. Basanita nefelínica, 124. Belemnites, 122, 207, 209. — niger, 207. Bellerophon sub-Urii, 61. — Urii, 61. Berza, 405. Beta cycla, 97. — marítima, 205. — Vulgaris, 196. Beudanticeras, 122. Biorrhiza paluda, 102. Biscutella, 196. — Apula, 275. Biserrula pelecinus, 276. Bismita, 291,295. Bismutina, 295. Bismutita, 295. Bismuto, 291,292. Bizcornil, 180 Blaps, 480. Blennius * rouxi, 596- ** Bolivarita, 524, 526, 527, 528. Borrago officinalis, 279. Brassica Cossoneana, 275. — olerácea, 121, 196. Brecha caliza, 106. Breunerita, 125. Bryonia acuta, 277. — dioica, 196, 197, 277. Bryophyllum, 585. Bulimus, 212- — gerundensis, 416. Bupleurum parviílorum, 196. — rotundifolium, 196. Bythinia, 414. Cabra montes, 547. Caecilius Cabrerai, 479. DE HISTORIA NATURAL 483 Calathus acuminatus, 297. — ** amplius, 296. — ciliatus,-297. — depressus, 296, 297. Calcedonia, 227. Calcio, 328. Caléndula algeriensis, 196. — arVensis, 278. — malacinata, 278. — micrantha, 278. — parviflora, 278. Caliza, 60, 62, 100, 107, 205, 209, 210, 329, 333, 342, 349, 410, 411,412,413,415,416,418. — con alveolinas, 180. — cretácica, 342. Callitris quadrivalvis, 203. Campánula afra, 278. — decumbens, 278. — lusitanica, 278. — specularioides, 278. — ** Vincaeflora, 278. Camponotus aethiops, 116. — compressus, 116. — compressus thoracicus, var. cosensis, 116. — Gestroi. 116. — sanctus, var. ionia, 116. Canis variegatus, 264. Cáñamo, 281. Capsella bursapastoris, 196, 275. Carabus rugosus, 479. Carbón, 100, 413. Cardiophorus bipunctatus, 102. Cardium danubianus, 211. — edule, 212. Carex basilaris, 95. Carlina corymbosa, 201. Carniola, 203, 207. Carnívoro, 2¿S. Carrasca, 356. Cassianella decussata, 101. Cataglyphis bicolor, 116. — cursor, 116. Catostomus, IOS. Cattleya, 250, 254, 260. — áurea, 254. — labiata, 254. Cattleya mossiae, 254. Cebus, 240, 245. Centaurea calcitrapa, 201. — polyacantha, 201. — pullata,278. — pungens, 201. Centranthus calcitrapa, 277. Cephalogonia cerasina, 299, 300. — (Troglops) ** Mephistophe- les, 298, 300. — (Troglops) ** Satanás, 500, 301. Cercospora Anagyridis, 97. — beticola, 97. — Bolleana, 97. — depazeoides, 98. — latens, f. ** europea, 97. — lythri, 98. — malvarum, 98. — microsora, 97. — smilacina, 97. — smilacis, 96. — tinea, 98. — Violae-tricoloris, 97. Cerinthe major, 279. Ceroptres, 102. Cervus elaphus, 154. Cetáceo, 229. Chaparro, 355. Cicindela circumflexa, 295. — maura, 295. — (Chaetostyla) fl exitosa, 295. Ciervo, 356. Cistus ladaniferus, 98. — monspeliensis, 275. Citrus aurantium, 95, 95. Cladosporium arundinicola, 95. — compactum, 95. — epiphyllum, 94. — eucalypti, 95. — fasciculatum,95. — graminum, 95. — herbarum, 94. — pisi, 95. — typharum, 94. Clasterosporiumcarpophilum,96 Cleome spinosa, 196. Clypeaster, 211. 484 boletín de la real sociedad española Cobalto, 295. Cobre, 328. Coepparis spinosa, 200. Conejo, 66, 78, 442, 464, 468, 470. Conglomerado, 153. Conifera, 286, .417. Coniosporium arundinis, 93. Coniothecium applanatum, 98. — effusum, 98. — epidermidis, 98. Conus, 128,211. Convolvulus althaeoides, 196, 279. — arvensis, 279. — Durandoi, 155. — tricolor, 279 — ** Vidali, 279. Copris hispanus, 178. Coptodinus Mengaudi, 224. Cordierita, 124. Coriandrum sativum, 277. Coronilla scorpioides, 276. Coryza ambigua, 200. Corzo, 556. Cotyledon ¿Wucizonia, 277. Cratocryptoides, 54- Cratocryptus, 52. Crematogaster * Alluaudi, 168. — Auberti, 168. — — laevithorax, 168. — — melancholica, 168. — (Orthocrema)sordidula, 114. — Var. osmanica, 114. Crioceras Duvali, 203. Cromo, 464. Cuscuta epithymum, 279. Cryptonerita, 101. Cyathocrinus, 61. Cycloconium oleagineum, 95. Cyclostoma, 212. — Vilanovum, 415. ** Cylindrocryptus, 50, 52, 54. — ** nitidus, 52, 55. Cynips, 121. — Kollari, 102. — quercus-tozae, 102. Cynodon Dactylor, 204. Cynoglossum creticum, 279. — cheirifolium, 196, 279. Cypraea, 128, 211. Cysticercoide acanthotetra, 427. — dipylidii trinchesei, 421. Cuarcita, 292. Cuarzo, 292, 294. Chacal, 261 , 264. Chamaerops humilis, 185. Chenopodium ambrosioides,205. — multifidum, 205 — múrale, 205, 280. Cherleria, 200. Chrysanthemum coronarium, 278. — regetum,278. Daonella Lommeli?, 101. Dactylon officinale, 204. Daphne Gnidium, 205. Datura stramonium, 202. Delphinium cardiopetalum, 199. — gracile, 199. — halteratum, 198, 199. — junceum, 199. — peregrinum, 198. 199. — longipes, 199 — verdunensis, 199, 200. Demophorus, 193. Dendrocoelum lacteum, 480. Dentalium, 101. Desmolerás, 122. — dificilis, 208. Deverra scoparia, 200. Diamante, 235. Dianthus anticarius?, 142. — attenuatus, 142. — Cintranus, 145. — caespitosifolius, 145. — Costae, 142. — hispanicus, 145. — laricifolius, 143, 144. — legionensis, 143, 144. — lusitanicus, 143. — ** multiafffnis, 142. — Planellae, 145. — pungens, 142. — Requieni, 142. — subbiflorus, 142. DE HISTORIA NATURAL 485 Dianthus turolensis, 142, 143. Diapsia, 174. Diaptomus castaneti, 104. — castor, 104. — cyaneus, 104. Dicotiledónea, 288. Digitaüs laciniata, 280. — obscura, 280. Diorita, 404. Diplolepis, 121 . Diplopora, 101 . Díptero, 286. Dipylidium caninum, 422. — * Columbae, 423. — * monoophorum, 423. — ** quinquecoronatus, 401, 421,423, 424. 425,426. — * trinchesei, 421, 422, 423, 424, 425, 426. — * triseriale, 423, 424. — * Zschokkei, 423. Dolomía, 180, 206. Dolomita, 349, 401. Dryops algiricus, 178. — Championi, 178. — Ernesti, 178. — griseus, 178. — intermedius, 178. — luridus, 178. — lutulentus, 178. — subincanus, 178. — viennensis, 178. Duvalia dilatata, 208. Echinolampas, 209. Echium hiunile, 202. — italicum, 202. — maritimum, 279. — plantagineum, 196. — setosum, 202. Echthrus, 54. Elephas primigenius, 154. Eleusine barcinonensis, 95. Elongasida alonensis, 117. — asperata, 117. — calumniata, 117. — grandipalpis, 117. — ** granosa, 118. — elongata, 118. Elongasida rectipennis, 118. — ** inesperata, 117. Emex spinosa, 280. Enebro, 356. Epeira sericea, 102. Epidendrum, 256, 257, 230. — máximum, 257. — tampense, 257. Epidota, 124. Equus, 154. — Capensis, 154. — Cazurroi, 154. Erica multiflora, 201. Erigeron crispus, 200. — linearifolium, 200. Erimyson, 108. Eritrodextrina, 256. Erodium, 196. — cicutarium, 276. — malacoides, 276. — moschatum, 276. Erucastrum obtusangulum, 196. Eryngium ilicifolium, 200. — triquetrum, 277. Erysimum cheirantoides, 195. Estaño, 99. Esturión, 173. Eucalipto, 325. Eucalyptus globulus, 95. Eucremastus, 195, 194. — brevicornis, 194. Eucrysalis, 101 . Eugnomus, 191, 192, 193, 194. — manni, 192, 193, 194. Eulimus decollatus, 136, 137. Euphorbia balsamifera, 299, 300, 301,508. — canariensis, 508. — Chamaesyce, 203. — exigua, 280. — luteola, 205. — Paral ias, 203. — Peplus, 280. Eylaisdegenerata hispánica, 518. — soari Valenciana, 318. Fedia decipiens, 277. Feldespato rosado, 327. Felis domestica, 424. 486 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Fenestella, 61 . — crassa, 61 . — membranácea, 61 . Festuca Fenas, 99. — rubra, 99. Ficus carica, 97, 99. Fibrolita, 47, 48. Filago spathulata, 277. Foeniculum vulgare, 200. Fonolita, 474, 475. Fórmica rufibarbis, 116. Fosfato, 326, 327. Fosforita, 100. Franckenia corymbosa, 200. Friona, 54. Fructosa, 254, 255, 256. Fucoides, 205. Fumana glutinosa, 275. Fumaria gaditana, 275. — officinalis, 275. Fusicladium depressum, 94. — radiosum, 93. Galactites tomentosa, 27S. Galeopsis Tettrahit, 196. Galena, 123. Galio, 327. Galium saccharatum, 277. Gallina, 324, 386. Gallo, 586. Gasterópodo, 411. Gato, 66, 78, 401, 442, 436, 471. Gaudryceras, 122. Gazella deperdita, 473. Genetta ** insularis, 261, 262. — pardina, 261 . — poensis, 261, 262. Geranium molle, 276. — Robertianum, 276. — rotundifolium, 276. Gervilleia costata, 101. — substriata, 101. Gineta, 261, 262. Gladiolus segetum, 99, 280. Glaucium corniculatum, 275. Gledistchia triacanthos, 98. Globasida ** Barrosi, 119. — intermedia, 120. — ** monchiquensis, 118. Globasida oblonga, 120, 428. Gnaphalium lúteo álbum, 277. Gmsis, 48. — micáceo, 401. Goma, 259. Gomphocarpus fruticosus, 279, 281. Gorila, 245, 246. Gracilasida, 427, 436. — Ariasi, 436- — ** Zaida, 437. — ** Zoraida, 336, 437 . Granito, 48,99, 124, 153, 326, 327. * Granulasida, 427. — ** alcoyana, 436. — * basiplicata. 435. — Brucki, 359, 428. — — Var. aproximata, 429. Var. garruchensis, 429. Var. larrinuae, 430. — — Var. puda, 430. — **fallax,431. — — var. granularis, 431. — ** granatensis, 427, 428, 431. — ** Laufferi, 434, 436. — ** Moroderi, 435. — ** Murciana, 453, 456. — ** Oertzeni, 434, 436. — ** paludosa, 456. — ** pseudosetipennis, 431. — * Ricoi, 433, 436. — ** salinosa, 433, 436. — * setipennis, 431. — ** valentina, 432. Graptolites, 154. Grauwacka, 60, 124, 153. ** Gymnademia conopea x Or- chis Morio, 153. Halobia Hoernesi?, 101 . Hamites, 122, 208. Hüayna, 475. Helix, 212,411,412, 414,415, 416. — aspersa, 155, 136. — candidissima, 136, 137. — conspurcata, 136. — ericetorum, 135, 136, 137. — hispida, 136. DE HISTORIA NATURAL 487 Helix hortensis, 156. — láctea, 136. — nemoralis, 155, 156. — pisana, 156, 157. — striata, 156. — variabilis, 155, 156, 157. Helminthosporiumfragilissimum, 96. — Petersii, 96. — siliquosum, 96. — ** smilacinum, 96. Hendersonia Donacis, 95. Herpestes almodovari, 265. . — naso, 265. Heteraster oblongus, 520. Heterosporium asperatum, 96. — variabilis, 98. Hieracium ** Aguilari, 148. — ** Aguilari x sonchifolium, 148. — amplexicaule, 145. — ** amplexicaule x lanife- rum, 149. — androsaceum, 149. — anchusoides, 145, 146. — anchusoides x Pilosella, 145. — - aragonense, 145, 150. — ** aragonense X laniferum, 148. — bellidifolium, 150. — ** Boixarense, 149. — caesium, 150. — echioides, 145, 146. — flocciferum, 149. — ** Fontqueri, 144. — ** Grosii, 148. — ** Ilergabonum, 148. — laniferum, 146, 150. — Lawsonii, 149. — leptobrachium, 145. — Loscosianum, 149. — myagrifolium, 145. — pilosella, 146. — praealtum, 145. — sabinum, 145. — setigerum, 145, 146. — sonchifolium, 145. Hieracium spathulatum, 150. — zizianum, 146. — zizianum-pilosella, 146. Hierro, 100, 122, 179, 180, 419. Hilobites, 122. Hiperstena, 124. Hipparion gracile rocinantis, 475. Hippurites, 404. Holcodiscus intermedius, 208. Holcus lanatus, 95. Hologyra cfr. laevissinia, 101. Homo sapiens, 259. Hoplites neocomiensis, 208. — Rouboudianum, 208. Hordeum murinum, 94. Hyaena eximia, 475. Hyoscyamus albus, 279. Hypochocris radicata, 99. Iberis linifolia, 141 . — ** paularensis, 141 . — Reynevalli, 141. Ichneumia, 265. ínula crithmoides, 201. — graveolens, 201 . — viscosa, 201 . Isatis tinctoria, 196. Iris sisyrinchium, 280. Jacinto, 406. Jasione corymbosa, 278. Jasonia rupestris, 201 . Jaubertella, 122. Juncus acutus, 204. — obtusiflorus, 95. Juniperus oxycedrus, 280. — phcenicea, 205. Kopsia Muteli, 280. Kriegeria, 54. Labrador, 124. Laelia, 255, 254, 260. Lamarckia áurea, 281 . Lamium amplexicaule, 280. — purpureum, 196. Lamprea, 175. Lariosaurus balsami, 597. Lasiopogon, 478. Lasius niger, 170. turcica, 115. 488 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Lathyrus Aphaca, 277. — setifolius, 277. Latidorsella, 122. Launaia nudicaulis, 201 . — spinosa, 201 . Laurus nobilis, 94, 98. Lava, 401 , 403. Lavandula dentata, 202. — multifida, 202, 230. Lavatera rotundata, 129. Lemna minor, 258, 259. Lepidium campestre, 195. — Draba, 195. — perfoliatum, 195. Lepidosteido, 417, 418, 419. Lepidotus, 410. , Leptothorax rottenbergi semi- ruber, var. gabatica, 111. — tuberum, 110. Leucanthemum glabrum, 278. — murcicum, 278. Leucoium autumnale, 204. Lignito, 179, 205, 413,419,476. Lima, 101, 211. Limnaea. 415, 416, 418. — Michelini?, 410, 411, 412. Limnesia Arevaloi, 318. Linaria reflexa, 196. — spuria, 202. Linum grandiflorum, 275. « — maritimum, 276. — Moroderorum, 275. — Mumbyanum, 200, 276. — tenue, 200, 275. Lirio, 405. Lithodomus, 211. - ¡ Lithospermum arvense, 196. Lophophyllum costatum, 61,62. Lotus edulis, 276. Lucióla, 401. Lutraria oblonga, 211 . Lycium intricatum, 202. Lychnus, 416, 418, 420. — aragonensi?, 414. — Bourguignati, 414. — Collombi, 410, 411. — Dalloni, 414. — ellipticus, 410,412, 414, 415. Lychnus giganteus, 414. — Hermitei, 414. — Matheroni, 413, 414, 415. — Pradoanus, 412, 413, 414. — Repelini, 414. — Sanchezi, 414. — Vidali, 414 Lycosa virgulata, 102. Lymantria dispar, 272. Lynx pardellus, 154. Lythrum, 135. — hyssopifolia, 277. — salicaria, 98. Lytoceras, 12-'. — municipale, 207. Llantén, 405. Macrosporium asphodeli, 99. — commune, 98, 99. — striaeforme, 99 Malacosoma neustria, 272. Malthodes ** canariensis, 297. Malva hispánica, 275. — moschata, 98. parviflora, 275. Mamífero, 228. Mantillo, 258. Marga, 122, 210, 211, 330, 338, 542, 343, 412, 413, 416, 418. — yesífera, 229, 333. Mármol, 180, 401. Marrubium vulgare, 202. Medicago Gerardi, 276. — hispióla, 276. — littoralis, 276. — marina, 276. — orbicularis, 276. — sativa, 257. — tribuloides, 276. Medon, 59. — ** Breuili, 57, 58, 59. — brunneus, 59. — dilutus, 58, 59. Melanopsis turricula, 415. Melilotus sulcata, 276. Meláfido dolerítico, 124. Meloé murinus, 310. — rugostis, 310. — tuccius, 510. DE HISTORIA NATURAL 48a Mentha, 135. — pulegium, 202. — rotundifolia, 202. Mercurialis annua, 280. — Reverchonii, 280. — serratifolia, 280. Mesembryanthemum, 94. Mesostenini, 54. Messor barbarus, 110. — oerzenitor, 1 10. Meta nigra, 102. Mica, 327. Micacita, 124. Micraster, 208. Micropus supinus, 277. Milium multiflorum. 95. Minuartia austríaca, 144. — ** palentiana, 144. Modiola (Septiola)pygm.aea,101. Mono, 66, 72, 81, 82, 442, 445. Mono antropomorfo, 48. Monograptus capillaceus, 178. — dubius, 178. — priodon, 178. — Vomerinus, 178. — cyphus, 154. — Hinsingeri, 154. — jaculum, 154. Monomorium * Salomonis, 168. var. transversalis, 169. — — var. obcuriceps, 169. var. scipionis, 169. — Sommieri, 170. Monotis, 101. Mosca del olivo, 127. Mosquito, 178. Muscari comosum, 280. Myophoria, 101. — aff. elegans, 101. — Goldfussi, 101. — vestita, 10!. Myosotis intermedia, 196. Myrmica scabrinodis, 110. Mystrosporium polytrichum, 99. Narciso, 405, 406. Nasturtium officinale, 275. — palustre, 195. Natica, 208. Navita, 124. Nefelina, 475. Nemesia Athiasi, 102. Neohilobites, 122. Nepetaagrestis, 152. — amethystinam, 152. — angustifolia, 152. — aragonensis, 152. — ** civitiana, 152. — mallophora, 152. — murcica, 152. — nepetella, 152. Nerium oleander, 20?, 279. Nigella damascena, 274. Níquel, 230. Nómada fucata, 224. — pectoralis, 224. — regina, 224. — scutellata, 224. Nonnea nigricans, 279. Notonecta, 174. ^lototrachys, 191, 192,193,194. — foliator, 192, 193. — fuscipennis, 192. Nummulites, 209. Obsidiana andesítica, 476. Odontifes purpurea, 202. Odontomerus, 54. Odontospermummaritimum,277. Olea europea, 93. Oligoclasa, 327. Ofita, 124, 153. Oliva, 12S. OliVino, 476. Olivo, 127, 336, 338. Ononis cintrana, 276. — hispánica, 276. — péndula, 276. — reclinatam, 276. — Sieberi, 276. — tetuanensis, 276. Ophion, 195. Orangután, 240. Orchis carpetana, 155. — ** celtibérica, 152. — coriophora. 152. — coriop4iora X purpurea, 152. — coriophoraxsambucina,153- 490 BOLETÍN DK LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Orchis purpurea, 152. — ** reserata, 153. Orobanca, 405. Oropimente, 401 . Orquídea, 228, 250, 252, 258. Orthomus, 296. Oruetita, 122. Oryctolagus cuniculus, 107, 154. Oryzopsis miliacea, 204. Ostrea, 211. Pachylaelaps anovillosus, 178. Palmera, 406, 417. Pallenis spinosa, 278. Panicum repens, 93. Papaver dubium, 274. — hybridum, 274. — Rhoeas, 274» Parahoplites, 122. Parasmilia centralis, 222. Paronychia argéntea, 280. Pato, 324. Pectén discites, 101. — praescabriusculus, 211. Pedernal, 343. Periclistus, 102. Periploca Iaevigata, 202. Perisphinctes, 207. — transitorius, 207. Peritelus setabensis, 325 Perro, 64, 66, 76, 78, 442, 445, 469. Petroselinum sativum, 94. Phaseolus Vulgaris, 95. Pheidole pallidula, 110. Phillyraea media, 94. Phragmidium, 133. Phragmites communis, 195, 196. — gigantea, 195. — Trabutii, 195. Phylloceras, 122. — mediterraneus, 207. — tethys, 208. Physa prisca, 414. Physalidis aristata, 300. Piedras de rayo, 47. Pilosella Rothiana, 146. Pimpinella, 196. Pino, 325, 535. • Piridina. 368, 369, 370. Pirita, 401, 419, 472. Pisidium, 416. Pistacia lentiscus, 200. Pistomesita, 123. Pizarra, 60, 155, 185. — ampelítica, 154. — bituminosa, 476. — cristalina, 48- Plagiolepis maura, 114. Plagiolophus Fraasi, 187. Plagioscauna itálica, 160. Plagiotrochus, 102. Planasida, 427. — ** acuticollis, 555, 355, 356. — ** akisoides, 558 — ** amplicollis, 353, 356. — ** Breuili, 352, 354. — ** curvicollis, 355, 355 — inquinata, 550, 557, 558. — ** inquinatoides, 556. — marginicollis, 355, 356. — Morae, 350, 552, 554, 556. — Paulinoi, 550, 551, 552, 556. — ** planidorsis, 357. — ** rufa, 551 . — ** timida, 550. Planorbis, 414,415,416,418. — subringulatus?,410, 41 1 , 412, 415. Plantago Lagopus, 280. — coronopus, 203. Plata, 564, 365, 567,570, 377,378, 441,471. Platanus orientalis, 94. Platyderus, 56. — ** Breuili, 55, 56, 57. — ruficollis, 55, 56, 57. — testaceus, 57. Pleonasto, 124. Pleospora albicans, 99. Pleurotomaria radula, 61. — Vidalina, 61. Plomo, 122. Plumbago europaea, 205. Poa pratense, 95. Polycarpon tetraphyllum, 275. Polygonum aviculare, 205. — maritimum, 203, 280. DE HISTORIA NATURAL 491 Polygonum persicaria, 280. Polypogon monspeliensis, 281, Polytrincium trifolii, £6. Ponera abeillei, 167. — Bondroiti, 166. — * coarctata, 165, 166, 167. — crassisquamis, 167. — Edouardi, 165, 166, 167. — ergatandria, 166. — glyptis, 166. — ** punctatissima, 165. — Ragussae, 165. Populus alba, 98. Pórfido, 124, 155. Poteriocrinus, 61. — cf. crassus, 61. Poterium mauritanicum, 277. Pristomerus, 195. Productus costatus, 61 . — punctatus. 60. — semirreticulatus, 60. — striatus. 60. Proteína, 259. Pseudocorbula, 101 . Pseudonucleus, 520. Pseudoplanasida, 427, 428. — **Lindaraja, 561,565. — ** mínima, 565. — ** Moraima. 562. — *pusillima, 560, 565. — * pygmaea, 560, 561, 565. Psoralea bituminosa, 97. Ptychoceras, 122. Puccinia, 107. — androginis, 107. — Chamsecyparissi, 289. — Isiaca, 185, 195, 196, 197. Pudinga, 209. Pupa, 414. — tridens. 156, 157. ■ Puzosia, 122. Pycnocryptus, 52. Pygope diphya, 207. — janitor. 207. Quercus coccifera, 205. — pedunculata, 102. Radiolites radiosus, 411. Raphanus sativus, 195. Tomo xxt.— Diciembre, 1921. Rana, 446. — fósil, 404. Ratón, 66, 185, 186, 188, 189. Rattus rattus, 159. Rejalgar, 401. Remolacha, 254. Reseda alba, 196, 275. — phyteuma, 196. Retzia radial is, 60,62. Rhus pentephylle, 200. Ricia, 272. Roble, 155. Rosmarinus officinalis, 202. Rostellaria, 208 Rubus rusticanus, 94. Rumex bucephalophorus, 280. pulcher, 280 Sabina, 555- Saboga, 175. Sacarosa, 254 Sal común, 229. Salamandra, 446. Salicornia fruticosa, 205. •Salix, 155. Salmón, 175. Salsola Kali, 205. Salvia Grahami, 202. — verbenaca, 280. Sambuctis nigra, 98. Samolus Valerandi, 205, 279. Santolina Chamaecyparissus,289. — rosmarinifolia, 289. Saphonecrus, 102. — connatus, 102. Saponaria vaccaria, 275. Satureia Barceloi, 202. — Fontanesii, 202. — heterotricha, 202. — inodora, 202. — Nepeta,202. Scandix Pectem Veneris, 277. Scilla autumnalis, 94, 204. — fallax, 204. — obtusifolia. 204. Scirpus Holoschoenus, 95. — lacustris, 272. Scleropoa hemipoa, 281 . — rígida, 281. 35 492 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD hSPANOLA Scolecotrichum graminis, 95 Scrophularia auriculata, 279, — canina. 280- — laevigata. 279. Sedum sedoides, 277. Senecio vulgaris, 278. Serpentina, 180, 226. Serratula ** Abulensis, 150. — bsetica, 150. — flavescens, 150. — Monardi, 150. — pinnatifida, 150. Sherardia arvensis, 277. Siderites, 120 — spinulosa, 120. — ** brachycalyx, 151. — Bubani, 151. — ** Pauli, 151. — romana, 280. Silans virescens, 94. Suene** Bolivari, 141, 142. — gallica, 275. — infiata, 275. — muscipula, 275. — obtusifolia, 275. — portensis, 142. Silesites, 122. Silex, 48, 207. Silicato, 226. Sílice, 226, 328. Sinapis alba, 196* — arvensis, 275. Sisymbrium Alliaria, 196. — Sophia, 195. Sitaris Solieri, var. Cabrerai, 308. Smilax, 96. — áspera, 97, 204. Solanum, 135. -- lycopersicum, 98. — nigrum, 202, 279. — sodomeum, 202. Solarium, 61. Sonchus asper, 278. — Dianius, 201- — fragilis, 201. — oleraceus, 578. — pectinatus, 201. Sonchus pustulatus, 201. — tenerrimus, 196. 201 Speira toruloides, 98. Spergularia media, 200. — salina, 200. Sphagr.um, 258. Sphserella alucina, 94. Sphecodes, 103. Sphenidius, 518. Spicilegium, 201 . Spinacia olerácea, 98, 196. Spirif 3r lineatus, 61. — semicircularis, 61. Spirif era bisulcata, 60, 61. Spiroctenus lusitanus, 102. Stachys hirta, 280. Statice delicatula, 203. — delicatula xgummifera, 203- — gummifera, 203. — sinuata, 278. Stegosaurus, 272, 291. Stellaria media, 196, 275. Stenocryptus, 52. Stenoria canariensis, 310. Streptorynchus crenistia, 60. Strongylognathus ** Kervillei, 113. Sueda marítima, 205. Synergus, 102. — evanescens, 102. — gallaicus, 102. — ibericus, 102. — insuetus, 102. — maculatus, 102. — umbraculus, 102. Taenia solium, 422. Tamarix articulata, 200. — gallica, 200. Tapinoma erraticum, 114. Tarentola mauritanica, 421, 425, 426. Tegenaria nigra, 102. Terebratula astata, 61. — moutoniana, 208. Testudo Bolivari, 184 285. Tetragonites, 122. Tetramorium caespitum, 111, 112, 114, 170. DE HISTOR'A NATURAL 495 Tetramorium csespitum ferox, var. perspicax, 111, 112. Thlaspi arvense, 195. — certocarpum, 195. Thos anthus, 264. — aureus nubianus, 264. — aureus riparius, 264. — lupaster algirensis, 263, 264. — — maroccanus, 263. Thymus inodorus, 202. Tillia silvestris, 97. — ulmifolia, 97. Titano, 474. Tolpis barbata. 278. Torilis nodosa,277. Tortrix viridina, 271, 272, 273. Torula conglutinata, 93. — chartarum, 93. Toxaster retusus, 320. Trachynotus, 191. Traquites, 20S Tremolita, 124. Tricliocryptus, 52, 51. Trifolium, 96. — Alexandrinum, 144. — arvense, 96. — campestre, 276. — procumbens, 96. — repens, 276. Trigonella polycerata, 276. Troglops, 303. Tropidonotus. 174. Trypanostylus, 101. Tulipa, 406 . Tungsteno, 99. Turba, 258, 416, 420. Turbo, 128. Turquesa, 328. Typha angustifolia, 94. Uhligella, 122. Unió, 417. Urano, 464. Uredo Isiaca, 195. Urginea marítima, 204. Urodelo, 286. Valerianella discoidea, 277. — ** fusiformis, 144. — olitoria, 196. Venturia tremulae, 94. Venus umbonaria, 211. Verbascum sinuatum, 202. Verbena officinalis, 203. — supina, 203. Verónica anagallis, 280, — arvensis, 196. — hederifolia, 196. — polita, 280. Viburnum tinus, 98, 200. Vicia bythinica, 325. — faba, 276. — sativa, 277. Vid, 336, 338. Vinca difformis, 279. Viola, 135. — arborescenc, 275. — tricolor, 97. Vitis. 95. Vulpia membranácea, 231. Waagenia, 122. Weiselbargita, 124. Withania somnífera, 202. Xilol, 37S Xoridini, 54. Yeso, 217, 226, 329, 330, 336, 342. — fibroso, 343. Yuca, 406. Yucca gloriosa, 99. Zamenis viridiflavus, 421, 425. Zanahoria, 254. Zancuda, 272. Zea mays, 95. Zirconio, 474. Zoisita, 124. Zollikoferia spinosa, 201. índice de lo contenido en el tomo 1(1(1 del "Boletín, ASUNTOS OFICIALES Págs. Junta directiva de la Real Sociedad Española de Historia Natu- ral para ig2i 5 Socios fundadores de la Real Sociedad Española de Historia Na- tural 5 Presidentes que ha tenido esta Sociedad desde su fundación en 8 de febrero de i8yi 6 Lista de socios de la Real Sociedad Española de Historia Natural en 1 2 de enero de i Q2 1 7 índice geográfico de los spcios 33 Relaciones del estado de la Sociedad y de su Biblioteca 41 Sesión del 1 2 de enero de 1 021 45 Sesión del 2 de febrero de 1 Q21 1 05 Sesión del 2 de mar\o de iQ2i 125 Sesión del 6 de abril de IQ21 ' 157 Sesión del 4 de mayo de IQ2I 183 Sesión extraordinaria del i.° de junio de iQ2i 225 Sesión del i.° de junio de ig2i 226 Sesión del 6 de julio de iQ2i 269 Sesión del 5 de octubre de ig2i 285 Sesión del g de noviembre de ig2i 323 Sesión extraordinaria del 7 de diciembre de ig2i 395 Sesión del 7 de diciembre de rg2i 395 Rendición de cuentas . . 398 Renovación de cargos ' 400 índice alfabético de los géneros y especies mencionados o descritos en el tomo XXI del Boletín 481 NOTAS Y COMUNICACIONES Alberca (R.).— Sobre la naturaleza y significación de los fila- mentos epidérmicos de Herxheimer 449 Aranzadi (T.).— Triangulación déla calvaría en cráneos de Viz- caya 234 Arévalo (C.)- - Un nuevo Argulus español 103 496 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Págs. Arévalo (C). -Sobre el concepto preciso déla palabra «hidro- biología» en su sentido estricto 171 Aulló (M.) — La puesta del Tortrix viridana 272 Barras de Aragón (F. de las).— Noticia de las relaciones habi- das entre la Sociedad Regia de Medicina y Ciencias de Sevilla y el Padre Feijóo 286 Cabrera (A.).— Algunos carnívoros africanos nuevos 261 Carandell (J.).— El punto de vista matemático ante el proble- ma de la barisfera terrestre 230 Carandell (J.).— Procesos constructivos en algunos puntos del litoral español (tómbolos) . Lám . XVII 311 Carandell (J.).— (Véase Fernández Navarro.) Carballo (J.).— LascuevasdeAtapuercaySanGarcía (Burgos). 138 Carballo (J.).— El Neolítico en el Norte de España 348 Castellarnau (J. M.). -Terminología botánica. «Tallo y talo; talofitas o thallophytas» 405 Castro Barea (P.).— Sobre los minerales bismutíferos de la provincia de Córdoba.— Presencia de la «bismita» 291 Castro Barea (P.).— (Véase Fernández Navarro.) Ceballos (G.). — Notas sobre Icneumónidos. III 50 Ceballos (Q.). — Notas sobre Icneumónidos. IV. Observaciones sobre los Nototraquinos 191 Darder (B.). — Nota preliminar sobre la tectónica de la región de Arta (Mallorca) 204 Fernández Navarro (L).— Sobre las «piedras de rayo», de Illescas (Toledo) '. 47 Fernández Navarro (L.). — Sobre unos análisis de rocas de la Península efectuados por el Dr. Henry S. Washington 286 Fernández Navarro (L.) y Castro Barea (P.).-La «boliva- rita», nueva especie mineral 326 Fernández Navarro (L.) y Carandell (J ).— El borde de la meseta terciaria en Alcalá de Henares. (Segunda nota.) 329 González Fragoso (R.).— Algunos Demaciáceos de la Flora española 93 González Fragoso (R.) — Nuevas facies ecidianas de la Pucci- nia Isiaca (Thiim.) Winter 195 Hernández-Pacheco (F.). — Fisiografía del Mioceno aragonés. Láminas XVIII-XX 334 Hernández-Pacheco (E.).- Noticia del hallazgo de pinturas ru- pestres en Ti Visa (Tarragona). Lám. XXI 343 Jeannel (R.). — Deux coléoptéres troglobies découverts par H. Breuil, en Espagne 55 Jiménez Asúa (F.).— (Véase Río-Hortega.) Knudson (L.)— La germinación no simbiótica de las semillas de orquídeas . Lám . XVI 250 López Agós (E.).— Yacimientos de fósiles carboníferos de Are ñas de Cabrales (Asturias) 59 DE HISTORIA NATURAL 497 Págs. Lozano (L.).— Sobre el Blennius rouxi Coceo, y un reptil fósil de Tortosa . 396 Martínez de la Escalera (M.). -Descripciones de especies nuevas de Asida, de la Península ibérica 117 Martínez de la Escalera (M.).— Especies nuevas de coleóp- teros de Tenerife. (Primera nota.) 296 Martínez déla Escalera (M.).- Especies nuevas de Asida, de la Península ibérica 350 Martínez de la Escalera (M.) —Especies nuevas de Asida, de la Península ibérica 427 Muñoz Medina (J. M ). - (Véase Rodríguez López-Neyra.) Olazábal (D). - Dunas de Vejer de la Frontera (Cádiz) 525 Pan (I. del)- Sobre un dato biogeográfico observado en los al- rededores de la capital riojana 155 Pardo (Lj. - Una anomalía en la cola de la anguila.. 265 Pau (C) — Plantas críticas o nuevas 141 Pau (C.). — Una centuria de plantas del Riff oriental 198 Río-Hortega (P. del).-- -La glía de escasas radiaciones (oligo- dendroglia). Láms. I-XII ■ 65 Río Hortega (P. del). -Una sencilla técnica para- teñir rápida- mente neurofibrillas y fibras nerviosas 364 Río-Hortega (P. del) y Jiménez Asúa(F.) Naturaleza y ca- racteres de la trama reticular del bazo. Láms. XXII-XXIII. . . . 371 Río-Hortega (P. del).— Sobre la existencia de filamentos espe- ciales en el interior délas células hepáticas. (Datos para el co- nocimiento de la fibrogénesis.) Láms. XXV1I-XX1X 438 Río-Hortega (P. del).— Sobre las granulaciones argentófilas y otras estructuras de las células renales. Láms. XXXI-XXXIIL 459 Rodríguez López-Neyra (C.) y Muñoz Medina (J. N[.).—Di- pylidium quinqnecoronatum, noV. sp. parásito intestinal del gato doméstico 421 Royo Gómez (J ).— Brecha osífera dé Gilena (Sevilla) 106 Royo Gómez (J ). -Acerca de una excursión a Ribesalbes (Cas- tellón) y del hallazgo de Testudo Bolivari en Madrid 285 San Miguel de la Cámara (M.).— Estudios geológicos en el macizo cretácico del este de la provincia de Burgos. Láminas XXIVyXXV 410 Santschi (F.). -Notes sur les Fourmis paléarctiques. II. Fourmis d'Asie Mineure 110 Santschi (F.).— Nouvelles Fourmis paléarctiques, 3éme note . 165 Tello (J F.). -Sobre la existencia de un retículo argentófilo semejante al de las células nerviosas en las células conectivas del ratón blanco. Láms. XIII- XV 186 Vidal y López (M.). —Materiales para la flora marroquí 274 Vidal y López (M ).— Notas sobre Cicindélidos (Col.). V. Algu- nas localidades y tres formas de Cicindela nuevas para Ma- rruecos 294 498 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA NOTAS NECROLÓGICAS Págs. Fernández-Navarro (L.)--Excmo. Sr. D. Lucas Mallada. . .. 161 González Fragoso (R.). -D. Blas Lázaro e Ibiza (con un re- trato) 128 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Arévalo (C.)-— Burckhardt, Zooplankton aus spanische Ge- birgsseen 1, Ein zoogeographisch Wertvoller neuer Diaptomus. 105 Bolívar Pieltain (C). - Chopard, Recherches sur la confor- mation et le développement des derniers segments abdominaux chez les Orthoptéres ] 55 Bolívar Pieltain (C.).— Moroder (E.), Introducción al catá- logo de los Hemípteros de la región valenciana; Viets (K.), Al- gunos Hidrácnidos de Valencia 318 Bordas (M.)--F. Nonídez, Studies on the Gonads of the Fowl. I Hematopoietic Processes in the Gonads of Embryos and Ma- ture Birds 386 Bordas (M.). - F. Nonídez, The Meiotic Phenomena in the Spermatogenesis oí Blaps with Special Reference to the X- Complex , 480 Cossmann (M.) — Dollé, Note sur les graphites du «Valí de Ri- bes» Pyrenées orientales (Espagne) 178 Dusmet (J. M.). -Fernández (P. A.), Catálogo de los macro- lepidópteros heteróceros de España; Lafuente (R. J. M.), Nota sobre coleópteros españoles; Franganillo (P. P.), Con- tribution á l'étude des Arachnides du Portugal; Silva Ta va- res (S. da), Synergariee ou les Cynipides conmmensaux d'au- tres Cynipides dans la Peninsule Ibérique; Ohaus (F.), Be- richtigungen und Nachtrage zur Kenntniss der afrikanischen Popillien; Meyer (R.), Apida?. Sphecodinae; Codina (A.), Lista inédita de Homópteros (Hemípteros) de Cataluña 101 Dusmet (J. M.).— Berlese, Centuria quinta di Acari nuovi; Kuntze, Bestimmungstabelle der europaischen Culiciden; Do- dero, Primo studio delle specie europee del genere Dryops. . 178 Dusmet (J. M.) — Codina (A.), Recull de zoocedies catalanes; Friese, Neue Arten der Schmarotzerbienen 223 Dusmet (J. M.)- — Bezzi, II genere «Lasiopogon» LoeW; Ca- radja, Beitrag zur Kenntniss der geographischen Verbrei- tung der Mikrolepidopteren des palaarktischen Faunengebietes nebst Beschreibung neuer Furmen; Codina, Recull de Díp- ters de Catalunya; Junta de Ciencies Naturals de Barcelona; DE HISTORIA NATURAL 499 Mas de Xaxars, Dues formes de «Carabus rugosus». F.; Navas, Socópteros nuevos; Navas, Excursiones entomoló- gicas del verano de 1920; Reitter, Bestimmungstabelle der Trixagidae, Eucnemidae, Cerophytidae und Phylloreridae der paláarktischen Fauna; Weiss, Contribució al coneixement de la fauna lepidopterológica d'Aragó 478 Fernández Navarro (L.).— Labarta (E.), Memoria correspon- diente al estudio de los criaderos de menas de estaño y tungs- teno del distrito de Orense; Revilla (J.). Estudio de los cria- deros de la zona de Prado y cuenca de Santa Olaja y Argovejo (León); Cascajosa (F.), Estudio de yacimientos de hierro y fosfato de La Aliseda 99 Fernández Navarro (L.).— García Pueyes, Estudio de yaci- mientos minerales de la Sierra de Francia (Salamanca); Pina de Rubíes, Acerca de una nueva variedad de sulfuro de bis- muto antimonífero; Mengel (O), Mouvements tectoniques in- terglaciaires et postglaciaires de l'extremité oriéntale des Py- rénées; Carandell (J.), Breves apuntes acerca del curso del Guadalquivir entre Villa del Río y Alcolea (Córdoba) 122 Fernández Navarro (L.).— Kindelán y Gorostizaga, Sobre los terremotos ocurridos en las provincias de Alicante y Mur- cia en 1919 154 Fernández Navarro.— Al varado, Zona oriental de Málaga. Notas sobre estratigrafía y descripción de algunos yacimien- tos metalíferos; Pérez-Cossío, El terreno carbonífero de Ta- majón, Retiendas y Valdesotos, en la provincia de Guadalajara; Depéret et Fallot, Sur l'áge des formations á lignite de Tile de Majorque; La Estación sismológica y el Observatorio astro- nómico y meteorológico de Cartuja (Granada); Carandell(J.), Bosquejo geográfico del Tajo de Ronda (Málaga); Miláns del Bosch, Yacimientos de hierro del partido de Riaza, en la pro- vincia de Segovia; Rubio, Apuntes para el estudio de las rocas de ornamentación de la Serranía de Ronda 178 Fernández Navarro (L.).— Joly(H), Sur la géologie et la géo- graphie physique de la dépression du Rio Guadiato (Sierra Mo- rena), Espagne; Puig de la Bellacasa (N.), Nociones de Geología y Geografía Física aplicadas a la Ingeniería; Royo Gómez (J.), La Sierra de Altomira y sus relaciones con la sub- meseta del Tajo 267 Fernández Navarro (L.). — Novo Chicarro (P.), Discurso pre- liminar a una versión española de la obra de Ed. Suess «La Faz de la Tierra» 281 Fernández Navarro (L.)-— Mengel (O.), Rélations de sismici- té et de géotectonique dans les Pyrénées; Pereira de Sou- sa (F. L.), O terremoto do 1.° de novembre de 1755 em Por- tugal e um estudo demográfico 282 Fernández Navarro (L.).— Fábreg a (P.), Petróleos en España; Págs. 500 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Págs. Estudios relativos a la Geología de Marruecos, II; Pala- cios (P.), Observations touchant une Note sur le tectonique des Pyrénées occidentales; Galitzin (P. B.), Conferencias sobre Sismometría 318 Fernández Navarro (L.).— Fallot y Termier, Sur l'exten- sion verticale du facies marneux á Céphalopodes pyriteux dans l'íle d'Ibiza; Stuart-Menteath, Sur les pointements graniti- sés de la lisiére des Pyrénées; Jiménez de Cisneros, Sobre preparación de fósiles; Candel, Cuadro elemental para la clasificación de las rocas eruptivas; Ferraz do Carvalho, Estudio microscópico de algunas rochas da Una de S. Tomé; Cortázar, Mallada (Necrología); Ferraz do Carvalho, No- tas biográficas do Dr. Goncalvez Guimaráes; Gavala, Los alumbramientos de aguas subterráneas en las manchas tercia rias que rodean la bahía de Cádiz; Gavala, Nota acerca de los yacimientos de lignitos y pizarras bituminosas de Rubielos de Mora (Teruel); Marín, Nota sobre la constitución petro- gráfica del Monte Mauro (Beni-Said); Valle e Yruegas, Bos- quejo geológico de la cabila de Beni Said, del Rif oriental; Mengel, Le Canigou et la Maladetta, póles de l'axe primitif des Pyrénées; H. del Villar, Una obra de Davis y el pro- blema entre Geografía y Geología en España; Obermaier, El glaciarismo cuaternario en el valle del Río Ara y en el Parque Nacional de Ordesa (Pirineos); Pérez de Barradas y Wer- nert, Instrumentos paleolíticos de superficie de la ciudad de Madrid; Ídem, Excursión geológica por el valle inferior del Manzanares; Ídem, El nuevo yacimiento paleolítico de La Ga- via (Madrid); Ídem, Contribución al estudio del paleolítico su- perior del Manzanares; Pérez de Barradas, Algunos datos sobre el cuaternario de las inmediaciones de Toledo; Ídem, Pa- leolitos musterienses de la Casa de Campo (Madrid); Ober- maier, Wernert y Pérez de Barradas, El cuaternario de las canteras de Vallecas (Madrid); Gutiérrez, Estructura geo lógica del acantilado de Comillas; Fernández Carago, Aná- lisis químico da rocha do Cao Grande (Ilha de S. Tomé); Ca- randell, Las teorías cosmogónicas y físicas modernas y sus relaciones con la Geología 472 González Fragoso (R ).— Font Quer, Contribució al coneixe- ment de la Flora catalana occidental; Ídem, El Dr. Cadeval i la seva obra; Ídem, Una Asperula i una Avena noves de les lies Pitiuses; Ídem, Acerca de las Siderites aragonesas, del grupo de la 5. spinulosa Barnades con sus híbridos; Trotter, Una rara publicazione cecidológica; Ídem, Ricerche ed obs. sulla pres. del tanino, negli organi sessuali dei fiori, etc.; Moniz da Maia, Urna doenca da couve-flor 120 González Fragoso (R.).— Dantín (J.), Catálogo metódico de DE HISTORIA NATURAL 501 Pág8. las plantas cultivadas (especies y variedades) en España y de las principales especies arbóreas 155 Hernández Pacheco (E)— Mengaud, Recherches géologiques dans la Región Cantabrique 180 López Agós(E.)-~ Carbonell (A.), Nuevos antecedentes acer- ca de la prolongación oriental de la cuenca de Bélmez 282 Rioja (E.).— Scott, La teoría de la evolución y las pruebas en que se funda 283 Rioja (E ).— Darwin (Ch ), El origen de las especies por medio de la selección natural 517 Rioja (E.)-— Loeb (J.), El organismo Vivo en la biología moder- na desde un punto de Vista físico-químico 384 Royo Gómez (J.)- Gómez-Llueca (F.), Sur la géologie de Ca- brera, Conejera et autres íles voisines; Elias (J.), Notes pa- leogeográfiques del Valles: Curs del Llobregat peí Valles du- rant la época Sarmantiana; Wurm (A.), Contribució al conei- xement del Triásic de Catalunya; Ídem, Quelcom sobre el Triá- sic de la provincia de Tarragona 100 Royo Gómez (J.).— Fallot (P ), La faune des mames aptiennes et albiennes de la región d'Andraitx (Majorque) 122 Royo Gómez (J.).— Nueva especie en nuestra fauna fósil 182 Royo Gómez (J.) — Castex et Lambert, Revisión des Échini- des des Falaises de Biarritz; Lambert, Échinides fóssiles des environs de Santander, recueillis par M. L. Mengaud 224 Royo Gómez (J.).— Lambert (J.), Étude sur quelques formes primitives de Spantagides; Lambert (J.), Sur quelques genres nouveaux d'Echinides 520 Royo Gómez (J ). -Hernández-Pacheco, La llanura manchega y sus mamíferos fósiles (Yacimiento de la Puebla de Almora- dier); Inglada, Nuevas fórmulas para abreviar el cálculo de la profundidad aproximada del foco sísmico por el método de Koverligethy, y su aplicación a algunos temblores de tierra; Fernández Navarro, Marruecos físico, Valor económico del Protectorado español; Hernández-Pacheco, Exposición de Arte Prehistórico Español 475 San Miguel de la Cámara (M.).— Bataller, Nota mineraló- gica; San Miguel, Nota sobre las rocas de las Minas del Prio- rato (Tarragona); Ídem, Nota petrográfica sobre algunas rocas eruptivas de Castellón y Valencia; Faura (M.), Un période d'activitat sísmica en els Pirineus Centráis, desde el 20 de novembre al 4 de decembre de 1919; Marcet (J.), Nous mine- rals i roques de la zona metamórfica de Toledo 125 San Miguel (M.).— Vilaseca, Contribució al estudi deis terre- nos triasics de la provincia de Tarragona; Ídem, Las pizarras ampelíticas de Santa Cruz d'Olorde; Cabrera (A.), Mamí- feros del yacimiento solutrense de San Julián de Ramis 155 502 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Págs. Zulueta (A. de).— Boletín del Museo Pedagógico de Ciencias Naturales; Soler y Pujol (L.), Manual de taxidermia 104 Zulueta (A.de).— Bofill,Haas i AGUiLAR-AMAT,Estudi sobre la fauna malacológica de la valí de l'Essera 154 Zulueta (A. de).— Hegner y Cort, Diagnosis de los Protozoa- rios y Gusanos parásitos del Hombre . 285 Zulueta (A. de).— Bordas, La profase de reducción en la ovo- génesis de «Dendrocoelum lacteum» Oerst 480 Advertencia Se ha publicado este tomo en cuadernos, que han aparecido en las siguientes fechas: 1.°- 25 febrero 1921. 2.° y 3."— 25 mayo 1921. 4.* y 5.°-25 julio 1921. 6.° y 7.°— 14 octubre 1921. 8.°— 15 noviembre 1921. 9.°-31 diciembre 1921. 10.- 28 enero 1922. C- — *'"/; W'HOI UBRARY WH IflMfl < I ■