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RS E :4 po Are Arteta TEO Y e vejis mo de at ARA va 500 a 111 my q k » e uirl ago e y cold eat, Mirto dele bd o. .. P.. iv) y : ni Areta . , | $ cado a rod elo 1 el y . y 45 sel ea ode ys DA + de dl abi acia y , PA . dn ed Le 30 pr, Le dd s . AA 4. de e ci 2 ne qe pp a . - e « se . a O . We E) IA paraba » ; E HA lOs rro aid Y! : PA 104 3 o “10 AL io a Na bl: biie y e pa es wvolo a 44 » . my 0 jojo el rad + Pl pr pa pl e les io Y ” a as Pro als lot O y] , Sr O reja eta IDAS roda) ride Eb or ado Ci na CA, - H e iaa apt q 4 A lot ezo 16,00 4/6 | -«Jab ho O gr mue PO + qrd ajo rauda boyas tp Loy 16) que AE e9 aires 1] CIA A pupas Y . h us. re . 4 » , 9 e . Arda 1 19 jee s ardor - po rt > Ns 900 a a e ; $ e) . e qe Pp de hy de IE AA AE da E . 4 y e. ' ds ..' > . SINS IRSA Dl yr aii Abra mbr per Je a pod aid AC . Me $ pde a ie A IRE e lt AN A ' y AA AGA FOR THE PEOPLE FOR EDVCATION FOR SCIENCE LIBRARY OF THE AMERICAN MUSEUM OF NATURAL HISTORY á e ' Bound att ¡A N.H.] iu 1941 ) A Ñ -u dl A k el y A pos / A E NATUR/ ESA CORY y / ; ps al a | BOLETIN / DE LA A Socie Geo váf ica ale Lima a At. 0 A EÑO XII. TOMO XIII > Y LIMA Imprenta y Librería de San Pedro Calle de San Pedro MN. 96 1903 S y O . A . a p ALTA A Au di E E ato A MEL 4 [e e En AN y Jl SOCIEDAD GEOGRA ELCA DE LIMA AD PRESIDENTE NATO Excmo. Sr. Presidente de la República VICE-PRESIDENTE NATO Sr. Ministro de Relaciones Exteriores A AS CONSEJO DIRECTIVO*—1902 PRESIDENTE..... e Ingeniero Eulogio Delgado. VICEPRESIDENTE ,...... Dr. Javier Prado y Ugarteche INSPECTOR DE TESORERÍA. D. Ricardo García Rosell INSPECTOR DE BIBLIOTECA. ,, José Toribio Polo. VOCALES Sr. D. Felipe Arancibia * Sr. D. Fernando Fuchs ” Dr. Leonidas Avendaño * ” >” Alejarftiro Garland ” D. Felipe Barreda y Osma ” ” Eduardo Habich ” Dr. Joaquín Capelo ¿ ” ” José A. de Izcue Contralmirante M. M. Carvajal: ” Dr. Ignacio La Puente Sr. D. José Castañón :* ” D. Ricardo Palma Dr. D. Olivo Chiarella ” Dr. Pablo Patrón ” Federico Elguera A SoLOL Polo Sr. Teodoro Elmore ” ” Darío Valdizán Carlos A. Romero : ? Dr. Federico Villareal ejonaniaia: SECRETARIO Sr. D. Scipión E. Llona. SUBSECRETARIO Sr. D. Carlos J. Bachmann. le ia LU AA BOLE'TIN Sorted Peográfica tle Y ti TOMO XIII AÑO XIL LIMA, MARTES 31 DE MARZO DE 1903. TRIM. ——— -.»n- MEMORIA QUE EN LA ÚLTIMA SESIÓN DE 1902, PRESENTAR LA SOCIEDAD GEOGRÁ- FICA DE LIMA, SU PRESIDENTE DON EULOGIO DELGADO. Señores: La presente reunión de Junta General tiene por objeto integrar el Consejo Directivo, renovando el tercio que conforme al Reglamen- to ha cesado hoy en sus funciones. El nuevo Consejo, en la primera reunión que celebre, designará el Vocal que debe reemplazarme, ter- minando así el honroso cargo que me fué confiado hace un año, de presidir esta importante Institución. ' Ha llegado pues el momento de que, á nombre de mis compañe- ros del Consejo Directivo y en el mío, os de cuenta del trabajo efec- uado por la Sociedad Geográfica en este año, del estado en que ella se encuentra ahora y del modo como apreciamos sus futuras necesi- dades. Al hacer este exposición, tendré la oportunidad de enumerar con profundo agrado los progresos que en ese período han ido rea- lizándose en la esfera de la Geografía nacional. Debo ante todo dejar constancia del espíritu entusiasta que ha seguido animando á nuestros socios, y del que hemos recibido numerosas pruebas. En el curso de esta memoria incluiré una lista de los obsequios hechos á la Biblioteca v al Museo de la Institución, así como la de diversos planos y estudios geográficos que han visto LS » so > Y %] >» mn + y » ad > u . / F la luz en nuestro Boletín ó que se publicarán en él próximamente. Áun_ que cada uno de esos trabajos tiene su mérito propio que le ha he- cho digno de figurar en nuestro órgano de publicidad, algunos están rodeados de circunstancias especiales que realzan su importancia y que creo justo indicar. En el segundo trimestre del año XII del Boletín, se ha pu- blicado un artículo del contralmirante M. Melitón Carvajal, sobre las coordenadas geográficas de algunos lugares de la Vía-Central. Ese documento encierra los antecedentes, los cálculos y los resulta” dos de la serie de observaciones que el autor llevó á ca- bo en La Oroya, Tarma, La Merced, San Luis de Shuaro, Eneñas, y San Nicolás, por encargo de esta Sociedad, y secundado por dos oficiales de la marina peruana, los señores Hector y Julio Carvajal. La posición geográfica de aquellos seis puntos ha quedado con esto definitivamente fijada, pues además de la fe que debe inspirar la competencia de nuestro distinguido comisionado, existe la circuns- tancia favorable de haberse podido utilizar en esta ocasión para la la comunicación de la hora, la línea telegráfica que une á Lima con A Puerto Bermúdez, loque ha permitido tomar como punto de referen. cia, sin posibilidad de error en el trasporte de la hora, la posición geográfica de la torre sur de la catedral de Lima; posición que debe S y Servir de base para los trabajos de esta clase en el Perú, puesto que sus coordenadas fueron fijadas de la manera más exacta mediante el cable y con relación á Greznwich, porla comisión americana Davis. Y es tal la superioridad de las operaciones cuando sz emplea el telé- grafo, que á pesar de que las coordenadas de la Oroya habían sido calculadas ya en diversas épocas por conocidos obsezrvadores que r< llevaron la hora de Lima en cronómetros y haciendo el viaje por ferrocarril, las que obtuvo el contralmirante Carvajal con auxilio | del telégrafo, han permitido descubrir el sorprendente error de va- rias millas de longitud en la mejor de las determinaciones ante- riores. ( Recordaré ahora, que ese medio tan eficaz, ese procedimiento tan exacto, casi no ha sido utilizado aún entre nosotros, á pesar de que el telégrafo une en la actualidad los puntos geográficos que más importaría fijar con precisión. Además de las seis coordenadas que 1 E AM » he mencionado, solo hay tres que hayan sido calculadas así: la de Pisco obtenida en 1870 por la oficialidad de la fragata francesa 4s- trée; la de la torre sur de la Catedral de Lima, cuyas coordenadas se a ME calcularon en 1883 por la gran comisión norte americana Davis, que utilizó, como he dicho, el cable para determinar con relación 4 Green- wich, la longitud de los puntos más importantes de la América del Sur; y, finalmente, la de Sup?, cuya diferencia de hora con Lima fué hallada á principios de este año, por los señores contralmirante Carvajal y capitán de fragata J. M. Ontaneda. Un país que posee 2270 kilómetros de litoral, con un movimien- to marítimo que irá aumentando día á día, tiene hasta desde el pun- to de vista internacional, la obligación de estudiar y determinar bien su costa. No necesito indicar las conszcuencias que puede traer y que ha traído ya entre nosotros el menor error en una carta ma- rítima. Mientras tanto es sabido que los comandantes de buques, al navegar entre Túmbes y Arica, juzgan poco prudente confiar dema- siado en las cartas actuales, y es necesario que la práctica les per- mita rectificar los errores de longitud que ellas contienen, errores que, justamente, son los más temibles en el litoral peruano, cuyas puntas y cabos avanzan de Este á Oeste, cruzándose, por decirlo así, uno tras otro ante el rumbo general de las embarcaciones. El remedio es relativamente sencillo, y la Sociedad Geográfica, tomando la iniciativa en este asunto, trabaja por llevar á la prácti. ca el plan que se ha trazado para determinar la posición exacta de los principales puntos de la costa y del interior. Esto dará á las cartas marítimas la precisión necesaria, y, en general, hará desapa” recer del mapa errores que ahora es imposible evitar. Las coordenadas obtenidas sobre la Vía Central representan el primer paso y constituyen una línea de buenas posiciones geográ- ficas que es indispensable prolongar hasta un río navegable del Oriente, para que los exploradores que estudien nuestra red fluvial tengan un punto de referencia de que carecen en la actualidad. Debo mencionar ahora la conferencia privada que dió en agosto último nuestro sabio consocio el Dr. Pablo Patrón, con y e) [. A [ A o Bl el objeto de probar la existencia de ideogramas y de escritura icono- mática en las piezas de cerámica y en las telas y adornos extraídos de las ruinas incáicas. Todos los que tuvieron oportunidad de asis- tir á ese acto, recordarán la impresión que produjo en el distingui- do auditorio la descifración de algunos huacos é ídolos de aquella época, que yace envuelta en el misterio, á pesar de las numerosas huellas que ha dejado, y que ofrece por consiguiente un vastocampo de estudio á la etnografía nacional. Esta conferencia se relaciona íntimamente con la que dió el mis- mo socio en diciembre de 1901, también en el local de esta Institu- tución, y que versó sobre la identidad de los elementos arquitectóni- cos del Perú primitivo y de la Mesopotamia. Ambas han servido al conferenciante para presentar nuevos aspectos de la solución que él le ha hallado al problema etnográfico preincáico, solución que, co- mo sabéis, tiene su origen en la comparación ntetódica y profun- da de los antiguos idiomas del Asia con los de la América anterior á Colón. : No será demás dejar constancia de que dicha solución ha sido robustecida últimamente por los descubrimientos hechos en Hondu- ras, con motivo de los trabajos de exhumación organizados por el Peabody Museum, sobre las ruinas de la gran ciudad prehistórica de Copan. Todos los palacios, templos y fortalezas que han sido desenterrados por los arqueólogos americanos, y, especialmente por el señor Carlos Bowditch, están adornados con figuras y signos decorativos, cuyo estilo tiene extraordinaria semejanza con la or- namentación arquitectónica de Nínive y de otras antiguas ciudades orientales. Estos hechos que tanto interés despiertan en los centros científicos americanistas, pueden servir de comprobación delasideas emitidas por el etnógrafo peruano en las conferencias á que me he referido. A” Como resultado del impulso dado por nuestra Sociedad á los estudios relativos á nuestra vasta región fluvial del Oriente, y á las ¿vías de comunicación que la unen ó deben unirla á nuestros depar- tamentos de la costa, hemos preparado este año dos conferencias más. En la primera, el entusiasta explorador, Sr. Manuel Antonio Mesones Muro, hizo la descripción del viaje que realizó en abril últi- € - 5 mo, de Chiclayo al Marañón, en cuatro jornadas, continuando en seguida hasta Puerto Meléndez, más abajo del Pongo de Manseri- che. Acompañaron al Sr. Mesones Muro en su penosa y útil empre- sa, el Sr. Enrique Brunning, representando á nuestra institución, y el ingeniero Sr. Habich comisionado por el Supremo Gobierno. Am- bos han presentado sus respectivos informes. El del Sr. Brunning será publicado en nuestro Boletín, y el del Sr. Habich en un folleto especial que está preparando la Junta de Vías Fluviales. La segunda conferencia fué dada por nuestro socio corresponsal, Sr. Manuel Pablo Villanueva, quien después de cuatro años de viajes por los ríos del departamento de Loreto, nos ha traído un grán número de datos geográficos que estamos incluyendo en nues- tro mapa del Perá, y un caudal de conocimiegtos sobre la condición actual de nuestros ríoslimítrofes, el que ha sido utilizado en el estu- dio sobre nuestras ibas: leído por el Sr. Villanueva en la mencio- nada conferencia. La versión del autor en las cuestiones de límites peruanos y la circunstancia de haber él visitado personalmente las apartadas regiones en litigio, dán á ese trabajo una importancia es- pecial, que la Sociedad Geográfica estima en todo su valor. Trabajo de aliento y de gran utilidad, es el que ha emprendido nuestro socio, Sr. Ricardo García Rossel, en su monografía del de- partamento de Piura, estudio de los más completos en su género, y cuya primera parte, la histórica, nos ha sido entregada por el autor y será dada al público en nuestro Boletín. Esta monografía ofrece el interés especial de que dará una idea exacta de los trabajos de esa clase q ue la Institución se propone llevar á cabo para cada depar- tamento. En las mismas condiciones se encuentra el mapa topográfico de la provincia de Pacasmayo, hecho por nuestro socio, el Sr. Ingenie- ro Herbert Wood, y que nos ha sido obsequiado por él. Ese plano que pronto veréis en nuestro Boletín y en el que el Sr. Wood ha pues- to al servicio de la geogratía nacional sus conocimientos profesiona- les, es de gran valor para nosotros, y no desearíamos sino que los recursos que hemos solicitado del Supremo Gobierno, y que es proba- , 1) > ( ble obtengamos, nos permitan hacer planos iguales de cada provin- —= b cia del Perú. Adoleciendo de graves errores los diversos cuadros de demarca- ción política de que disponían las autoridades y el público, se juzgó indispensable revisarla, de modo que no dejara lugar á duda alguna y que hiciera desaparecer esos errores. Ese trabajo que ha exigido mucha contracción y un estudio prolijo de todos los documentos y leyes relativos á la creación de los departamentos, provincias y dis- tritos, ha sido llevado á cabo simultáneamente por nuestro socio el Sr. Enrique Ramirez Gastón y porel Sr. Carlos J. Bachmann em- pleado de la Secretaría de esta Sociedad. Disponemos, pues, de un cuadro de demarcación política, de cuva exactitud podemos estar satisfechos, lo que no es poco obtener, dado el desorden que reinaba en la materia y del cual podrá el público formarse un concepto claro, leyendo el artículo que sobre errores en nuestra demarcación políti- “a y medios de remediarlos, ha escrito para el Boletín, nuestro socio el Sr. Ricardo Tizón y Bueno. Nuestro cuadro de demarcación política dá para el Perá 21 de- partamentos, 99 provincias y 786 distritos, números que se diferen- cian bastante de los que han obtenido antes las investigaciones in- dividuales, lo que no debe sorprender, puesto que la Sociedad dispo- ne de documentos é'informes inéditos que han sido de gran utilidad paran resolver las dudas motivadas por las creaciones de hecho de algunos distritos y por la oscuridad en la redacción de las leyes cons- titutivas de otros. El Sr. Ramirez Gastón ampliando su trabajo respecto á Piura y Tumbes y haciéndolo extensivo á las villas, aldeas, haciendas y de- más centros poblados, ha escrito para nuestro Boletín una nomencla- tura geográfica de esos departamentos, enla que ha utilizado todos los datos que poseemos en nuestro archivo, además de los que se ha- llan en el Diccionario Geográfico de Paz Soldán y en los censos de 1862 y 1876. El resultado pone de manifiesto la urgencia de continuar tan útil labor, haciendo estudios semejantes para todas las demás sec- ciones territoriales de la República, lo que facilitará mucho la gran e AA tarea de formar de nuevo el censo general de la República. Es nues- tro deber sentar inmediatamente las bases de esta obra importantí- sima cuya necesidad se deja sentir cada día con más fuerza; y el me- jor modo de contribuir á su éxito, es preparar un vasto cuadro de todos los lugares poblados que deberán ser comprendidos en el censo. Sin duda alguna la falta de un buen cuadro geográfico-político de esa clase, es lo que dió lugará las numerosas omisiones en que in- currió el censo de 1876 y de las que dá una idea clara el resultado obtenido tan solo para Piura por el Sr. Ramirez Gastón; pues, sa- bemos ahora con fijeza, que de las 802 localidades habitadas que hay en ese departamento, 314 pasaron desapercibidas el 76; y es natural suponer que una parte considerable de la población del Perú, fué omitida en el cómputo general por este raotivo. 3 Nuestro socio, el Sr. Hope Jones, ha seguido remitiendo este año, con su acostumbrada exactitud, el resultado de las observaciones termométricas tomadas en la mina San Ignacio de Cailloma. He- mos insertado con especial cuidado ese importante material meteo- rológico en el Boletín; y cumplo con manifestar al Sr. Hope Jones nuestro agradecimiento por la solicitud cun que nos viene proporcio- nando desde hace años sus cuadros de observaciones, que tienen gran valor científico, puesto que la mina San Ignacio, además de ser uno de los lugares habitados más altos del globo, es el único punto de los Andes peruanos respecto al cual tengamos datos ter- momét ricos tan completos y seguros. Habiendo resuelto el Supremo Gobierno que una comisión del Estado Mayor emprendiese un viaje de estudio de Lima á Huánuco” creyó la Sociedad debía aprovecharse esta ocasión para que se ex- plorasen las regiones del Mairo y de Chuchurras, determinándose la importancia de ellas como vías de comunicación entre los depar” tamentos de Lima, Junín y Huánuco y la red fluvial del Oriente. El apoyo que esta idea encontró en el Ministerio de la Guerra, y el en- tusiasmo con que fué acogida por nuestro distinguido socio, el Co- ronel Clement, Director del viaje de estudio, permitieron que ella fue- 3 ES yy) a so O > » «e TI = 0 4 io 10 Ea nes más notables, comenzando por las que ha organizado dicha pre- fectura. En marzo de 1901, el comandante Enrique Espinar, miembro de esta Institución y el Sr. Ramirez del Villar, emprendieron por en- cargo de la autoridad de Iquitos, un viaje á las nacientes del Vavarí. Se levantaron planos y quedaron comprobadas las observaciones del Barón de Teffé en 1874. En agosto del mismo año, el señor Manuel Pablo Villanueva, socio nuestro, emprendió un viaje por cuenta de la prefectura, des- de Iquitos hasta el alto Juruá por el Ucayali. S2 obtuvo un plano general de toda esa región hasta la boca del Moa y se reconocieron los dos varaderos que unen, por una parte al Tamaya afluente del Ucayali, con el Amuenya afluente del alto Juruá, y por otra, al Abu- jao, otro afluentedel Ucayali, con el Juruá Miripn. A fines del mismo año de 1901, el coronel Portillo, prefecto de Loreto y miembro de esta Sociedad, surcó en lancha el Marañón hasta el Pongo de Manseriche, y de allí siguió viaje en canoa hasta Nazareth en la boca del río Chuchungas, llamado también Chiriya- cu y otras veces Imasa. El objeto principal de este viaje fué el de iniciar los trabajos del camino entre Puerto Meléndez, situado al pié del Pongo, y Huancabamba. El 25 de enero de 1901, los señores Manuel P. Villanueva é in- geniero G. M. von Hassel, ambos pertenecientes á la Sociedad Geo- gráfica, salieron de Iquitos en viaje al Putumayo, por encargo dela prefectura, para reconocerlos varaderos que unen al Algodón, afluen- te del alto Putumayo, con el Ampiyacu, afluente del Amazonas, y al Cotuhé perteneciente también á la hoya del Putumayo con el Ha- macayacu que desemboca en el Amazonas. El viaje duró dos meses; levantaron los expedicionarios planos de ambos varaderos, y pre- sentaron un informe recomendando la construcción de un camino entre el Algodón y el Ampiyacu, para facilitar la comunicación con el Putumayo, ó mejor dicho, con dos afluentes navegables suyos de donde se extrae ahora el caucho en mayor abundancia. Estos dos afluentes son el Inga-Paraná, en cuyas márgenes posée un gran establecimiento comercial la casa Julio C. Arana de Iquitos, y el Ca- ra-Paraná, explotado también por caucheros loretanos. c € a 1) En mayo de 1902, el mismo señor Villanueva emprendió otro viajeal Juruá para dejar establecida en la boca del Amuenya la aduanilla peruana, que junto con la que debe haberse instalado so- bre el alto Purús, probablemente en la desembocadura del Santa Rosa, constituyen los dos puntos avanzados que el Perá jamás ha debido dejar sin autoridades. Por otro lado, el señor Oscar Mavila, miembro también de nues- tra Institución, en su viaje de regreso de Iquitos á Lima por Yuri maguas y Balsapuerto, surcaba el Paranapura y su afluente el Ca- chiyacu, estudiando el curso de esos ríos, de los que nos ha traído un plano, después de haber determinado la posición geográfica de Puerto Carv ajal en una exploración anterior por el Pachitea. Debo mencionar también el penoso viajeale Quito al Amazonas, hecho por el caballego inglés, señor Ambrose Petro, quien habiendo salido de esa capital el 24 de junio, llegó á Iquitos el 29 de julio si- guiente. Esperamos que el señor Petro publicará una relación de su interesante expedición, sobre la que no tenemos más datos que algunos recibidos en una carta particular, por nuestro socio señor Ernest H. Wands. Parece que el señor Petro, después de recorrer á mula en dos días la distancia que separa Quito de Papallacta, tuvo que seguir el viaje á pié durante ocho días, á través del bosque real, soportando grandes privaciones y sufrimientos, y viéndose obli- gado á construir, junto con Sus cargueros, un puente de árboles, ramas y cañas sobre el río Cosanga que era imposible vadear. Lle- gó á Archidona, y apesar de hallarse enfermo sólo descansó dos días, saliendo luego con dirección al pueblo de Napo y bajando el río hasta el Aguarico. Allí permaneció tres días, continuando en segui- da el viaje en canoa hasta Iquitos. Pasemos ahora á las expediciones organizadas por la Junta de Vías Fluviales. Comenzaremos por la que dirijió el señor Coronel Ernesto La Combe, miembro de esta institución. Salió de Lima para Iquitos el 30 de julio de 1901, llegando dos meses después á ese puerto flu- - vial, por la ruta Pichis-Pachitea-Ucayali. Después de organizares » 2 2 3 s> 1) + “19 en Iquitos la expedición, formada por el coronel La Combe, el in- geniero señor Juan Manuel Torres, el alferez de fragata señor Jo- se María Olivera y el cartógrafo de esta Sociedad señor Camilo Va- llejos, salió el 14 de diciembre de 1901 con destino al Madre de Díos por la ruta que siguen los caucheros; surcó pues en lancha á "apor el Amazonas y el Ucayali; entró de paso al Pachitea, regre- sando de Puerto Carvajal para seguir por el alto Ucayali, que reco- rrieron entoda su extensión, entrando al Urubamba el 25 de enero del presente año. Continuó el viaje por este impetuoso río, en don- de se perdió una de laslanchas. En la desembocadura del Mishagua, se dejó la naveg ación á vapor para seguir en canoa por el Misha- gua y el Serjalí. Después de atravesar á pié el istmo ó varadero de Fiscarrald, se entró al Caspajalí, Manu, Madre de Dios y Tambo- pata, llegando el 17, de mayo á Puerto Seco situado en la boca del Vacamayo. Como resultado de esta exploración, han sido presenta= dos planos del Urubamba, Mishagua, Serjalí, Istmo de Fiscarrald, Caspajalí y Manu. Mientras tanto, la misma Junta emprendía por el Sur importan- tes exploraciones, cuyos resultados han sido de gran trascendencia para el país y para la geografía nacional. En febrero de 1902, el alferez de fragata, Germán Stiglich, salió de Lima para Sandia, cu- yas coordenadas rectificó, encontrando para dicha ciudad un fuerte error en la situación geográfica generalmente admitida antes. Con- tinuando su viaje junto con la expedición Villalta, levantó el pla- no del río Tambopata, desd< el punto en que es navegable en canoa hasta aquel en que desemboca en el Madre de Dios. Estudió una gran parte del Carama, principal afluente de la margen izquierda del Tambopata. Estudió y levantó el plano del Madre de Dios, des- de la boca del Tambopata hasta la confluencia del Paucartambo con el Manu, reconociendo igualmente una buena parte de estos dos ríos. Surcó durante un día el Inambari desde su deszmbocadura, y estudió además los ríos Tahuantimano y Amigo, afluentes de la margen izquierda del Madre de Dios. Esta expedición que duró cua- tro meses, ha da lo como resultado un informe completo y planos de toda esa región. Casi al mismo tiempo, es decir, en julio del mismo año, el inge- e niero peruano Cesar A. Cipriani, acompañado por los señores inge nieros Voto Bernales y Plliicker, se dirigió á la hoya del Inambari, en comisión de la Junta. Estudió minuciosamente ese río, desde la con- fluencia del San Gabán, y comprobó que el Marcapata es uno de los afluentes del bajo Inambari. Dz estos estudios que duraron cua- tro meses, ha sido presentado un buen informe con sus respectivos planos. Estas dos expediciones habían sido precedidas por otra de gran importancia nacional, que salió de Sandia el 11 de marzo con desti- no al Tambopata. La formaban el señor Juan C. Villalta, jefe de ella, el ingeniero Fernando Carvajal, el alterez de fragata, Germán Stiglich, el sargento mayor señor Aurelio Rincón, el médico señor Miguel G. Maticorena, el fotógrafo señor Federico Legrand, el se- cretario señor Ernesto Hartman y el guarda almacén señor Martí- nez, además de untdestacamento de tropas. Después de salvar las montañas del Chunchusmayo, llegaron á las márgenes del Huari- huari, que un poco más abajo toma el nombre de Inambari; tras- montadas las cinco cadenas de cerros que separan el Huari-huari de la hoya del Tambopata, la expedición llegó al Vacamayo, y si- guiendo el viaje en canoas, entró al Tambopata estableciéndose en la confluencia de estos dos ríos durante varias semanas para for- mar un campamento con casas y chacras, al que se dió el nombre de Puerto Seco. El 2 de junio siguieron el viaje en” balsas y canoas, aguas abajo, en dirección al Madre de Dios, cuyas aguas surcaron el día 8, para establecer sobre la ribera izquierda de este importante río, y en el punto en que el Tambopata desemboca en él, un gran campamento que fué bautizado con el nombre de Puerto Markham. Para facilitar la comunicación con estos puertos fluviales, en donde el Gobierno ha establecido dos comisarías, la Junta ha abier- to un camino que va mejorando día á día y que une á Sandia con Puerto Markham; de modo que en la actualidad es fácil tras- ladarse desde la costa del Pacífico hasta las márgenes del Madre de Dios. Además, la Junta se está ocupando de adquirir los mejores tipos de lanchas para el servicio de policía fluvial en el mencionado río, y, en una palabra, se están adoptando las medidas necesarias 2 3 DI > 3 = ==» para darle á esa región, que por falta de vías de comunicación no estaba vigilada y carecía de autoridades, una organización perma- nente, á propósito para favorecer su rápido desarrollo. Estos esfuerzos han abierto al comercio del Madre de Dios una nueva vía hacia el Pacífico, más corta, económica y segura, que las del Atlántico, y el impulso que recibirá con ello esa región cauche- ra y shiringuera, será seguramente de grandes consecuencias. El resultado se ha dejado sentir desde luego, con la poderosa inmigra - ción de caucheros peruanos que en número de dos mil han acudido yaá establecerseenel Madre de Dios, alrededor de Puerto Markham. Otra expedición en la que ha tomado parte la Junta de Vías Fluviales, es la que se emprendió en abril último por iniciativa del señor Mesones Mugo, para estudiar la vía de Chiclayo al Marañón. En efecto, un comisionado dela Junta, el ingeniero señor Eduar- do Habich (hijo), fué uno de los expedicibnarios, y, á su regreso, ha presentado planos de todo el camino entre Chiclayo y Puerto Meléndez, y un informe favorable á la navegación á vapor por el Marañón en media creciente, desde Bellavista. El señor Habich, lo mismo que el señor Brunning, juzgan que los pocos abstáculos que existen desde de ese sitio hasta el Pongo de Manseriche, no llegan á interrumpir la navegación á vapor, y podrían desaparecer, además, con pequeño gasto. El Cuerpo de Ingenieros de Minas formado este año, y entre cu- yos fines figura el de estudiar, desde el pun to de vista geológico, los asientos mineros de que no carece ni un solo departamento del Perú, ha organizado ya cuatro comisiones, á saber: la de Yanli, la del Cerro de Pasco, la de Huánuco y la de Moquegua, encargada de es- tudiar la geología y mineralogía de aquellos asientos mineros y la de 410quezua, Islay, Camaná y Tacna. Además del impulso que ta- les estudios darán á la ciencia geológica en el Perú, los viajes que están haciendo los ingenieros de las diversas comisiones, constituí- rán para la geografía en general una fuente de datos que serán de gran valor para esta Sociedad. Os comunicaré, finalmente, que el señor Oscar Mavila se encuen- tra á la fecha en viaje de Ayacucho á [quitos por el Apurimac, Ené, Tambo y Ucayali, ruta de trascendental importancia para el depar- tamento de Ayacucho, y sobre la que nuestro entusiasta socio nos debe traer un informe, acompañado de planos de los mencionados ríos. Esta expedición, que ha sido protegida con armas y otras fa- cilidades por el Ministerio de Gobierno, tiene por principal objeto abrir el mercado de Iquitos y el Ucayali, á los productos de Ayacu- cho, cuyo comercio se encuentra abatido por falta de lugares de consumo. La Sociedad se ha ocupado en reunir los datos para el informe que el Ministerio de Fomento le ha pedido, sobre las vías de mayor importancia entre la costa y las regiones colonizables en grande es- cala de nuestro territorio Oriental. > Tres son las comisiones encargadas de informar, respectivamen- te, sobre las zonas del norte, centro y sur de la República. Hemos pensado que faltaría á su deber la Sociedad, si se limita- se á indicar los caminos existentes y sino recomendase al Supremo Gobierno el estudio de determinadas vías férrcas que, cruzando los Andes para conectarse con la vasta red fluvial del Oriente, son de forzosa necesidad para abrir, colonizar y desarrollar en debida for- ma esas regiones. Con este fin, son varias las vías principales que conviene estu- diar en las tres zonas arriba mencionadas; determinar cuál esla me- jor ruta en cada zona, ó por cuál conviene comenzar, es labor com- plicada y árdua, pues son muchos los factores que concurren y que deben tomarse necesariamente en cuenta. El ferrocarril del Norte partiría de uno de los puertos de la cos- ta y terminaría en un punto del Amazonas á donde pudieran llegar embarcaciones capaces de atravesar el Atlántico. El del Centro sería naturalmente la prolongación hacia el Este, del F. C. Central. Y el del Sur, la prolongación del F. C. de Juliaca á Sicuani has” ta un buen puerto fluvial de la hoya del Madre de Dios, para conec- tar toda esa región con la costa del Pacífico. y $ É — 16 — La primera sección del F. C.del Norte está indicada por el exce- lente puerto de Paita, de donde partiría para dirigirse hacia el paso menos elevado de la cordillera, que, en la región comprendida entre Chota y Huarmaca, presenta una fuerte depresión. Según nuestros informes, el paso de Huarmaca es el más bajo; (m. 2186) pero noel que deallíal Marañón ofrece menos dificultades. El de Chipre que se encuentra un poco más al Sur, aunque es más elevado en unos 500 metros, tiene la ventaja de que el descenso podría hacerse de un modo gradual y uniforme hasta Bellavista so- bre el Marañón. —— La segunda sección de esta importante vía que extendería la in- fluencia comercial del Perú á una buena parte de la inmensa hoya amazónica, es la más glifícil de determinar. Desde luego tres rutas se presentan: 1.—La de Bellavista á Yurimaguas, por €l Utcubamba, el río Mayo y la ciudad de Moyobamba. Atraviesa una región alta con muchos pueblos en el trayecto, de clima sano, aparente para la co- lonización con razas europeas. Aquí se producirían en abundan- cia los artículos que más necesita la hoya del Amazonas, en donde se importan ahora del extranjero. Se desarrollarían todosesos pue- blos que no progresan por falta de caminos baratos para exportar sus productos. Tendría además la ventaja de termiñar en un puer- to como el de Yurimaguas, donde llegan vapores de 700 á 1.000 tone- ladas. En cambio, esta vía presenta el grave inconveniente de te- ner que subir nuevamente desde Bellavista (441 metros), hasta una altura de 2.200 metros, bajando en seguida para llegar á Yurima- guas en el Huallaga, (182 metros), lo que es contrario al principio económico ferrocarrilero. 2.—De Bellavista á lo largo de las riberas del Marañón hasta puerto Meléndez después del Pongo de Manseriche, Ó mejor aún hasta la desembocadura del apaga. Esta vía aunque presenta un descenso gradual, tiene el inconveniente de terminar en un puerto al que no podrían arribar embarcaciones que crucen el Atlántico, lo que haría sufrir al comercio un trasbordo más en las mercaderías. Prolongarla hasta la boca del Huallaga, sería dar un gran rodeo y atravesar una región fácilmente inundable en épocas de creciente; ) IS pero esta ruta, según parece, es la ánica que dá un descenso uni forme. 3.—La tercera vía de la segunda sección del Norte, está indicada entre las dos anteriores y ha sido estudiada porel señor von Hassel Va directamente de Bellavista á la desembocadura del Apaga; es sin duda la más corta, pero adolece también del inconveniente de volver á subir desde Bellavista, (441 metros) hasta la altura de 1.600 metros, para bajar por las quebradas del Cachiyacu, Nieva, Quingisa y Apaga; y aunque el Marañón después de recibir á este río ofrece naturalmente un caudal de aguas mayor que en Puerto Meléndez, ya hemos visto que ni aún así reune todavía las condicio- nes apetecibles. Sería pues necesario seguir más allá, hasta la boca del Huallaga. Todo el territorio que atraviesa la ruta de von Hassel es virgen y su clima y producgps parecen á propósito para la colonización. El ferrocarril de Paita al Amazonas está llamado á ser una vía trascontinental y á desarrollar, conjuntamente con la red fluvial, toda la hoya superior de ese gigantesco río. El F, C. de la vía Central es de sama importancia, porque sa- liendo de la capital de la República y cruzando el corazón del Pe- rú, la uniría á la gran arteria comercial y estratégica del Ucayali; además porque en esta zona el obstáculo más formidable, el de la cordillera, está salvado ya con el F. C. de la Oroya cuya prolonga- : ción hasta el Cerro de Pasco quedará concluída este año, y en fin porque esa ruta daría salida á las producciones del rico departa- mento de Junín, en donde se encuentran gran número de artículos necesarios en la región Oriental. Por todas estas razones la pro- longación del F. C. de la Oroya hasta un puerto fluvial de la hoya p del Ucayali, se impone. Para el trazo de la línea á partir de la Oroya, también se pre- sentan varias direcciones. La primera por Tarma y Chanchamayo, camino que está ya estudiado lo bastante para conocerse bien. El trayecto de Chanchamayo á un puerto fluvial también puede ha- cerse por varias rutas. Una de ellas es la del Perené al Tambo y A a . w £ — SAD ofrece una pendiente suave y uniforme. Otra es la del Perené y Uni- ni al Ucayali; y aunque no ha sido estudiada aún su última parte, no hay razón para que ofrezca dificultades; ésta evitaría la navega- ción y vuelta del Tambo. Otra ruta es la del Pichis, que tiene, desde el punto de vista ferrocarrilero, el inconveniente de que es necesario volver á subir á gran altura para terminar en un puerto fluvial á donde llegan solo muy pequeñas embarcaciones á vapor; prolon- gándola hasta la boca del Apurucayali se aseguraría el tráfico du- rante todo el año para lanchas á vapor de 0.40 centímetros de calado. En general, la ruta por Tarma y Chanchamayo ofrecería el incon- veniente de recorrer quebradas de fuerte gradiente y de terreno de- leznable, lo que haría egstosa su conservación. Ultimamente ha sido reconocida otra ruta, que permitiría apro- vechar, en parte, la prolongación del F. C. de 1£ Oroya al Cerro de Pasco, y es la que partiendo de Carhuamayo se dirigiría por Huan- cabamba á la hoya del Pachitea. Los estudios hechos por el señor comandante Bailly Maitre y el informe que nos ha suministrado el coronel Palacios Mendiburu, demuestran que es corta, que no ofrece grandes dificultades, y que atraviesa una región colonizable, en donde ahora mismo existen muchas haciendas y varias poblacio- nes. Terminaría en un puerto fluvial, que sería de desear fuese Puerto Victoria, á donde pueden llegar en toda época del año embarcacio- nes á vapor de 0.60 centímetros de calado; pero tiene también que volver á subir para llegar á un puerto fluvial. Otra línea de importancia sería la prolongación del EF. C. de la Oroya hasta Ayacucho y el Apurímac por el Mantaro y Huanta. Es de pendiente uniforme y no ofrece grandes dificultades. El F. C. de la zona del Sur, partiría, como he dicho, de un pun- to de la línea férrea de Juliaca á Sicuani para terminar en el Madre de Dios, ó en uno de sus afluentes navegables en toda época del año. En la actualidad hay cinco rutas que comunican á esas dos re- giones y que podrían servir para el estudio de la línea. — 19 — 1.—El camino antiguo que vá de Sandia á la desembo. cadura del Chunchusmayo en el Inambari y que ha sido prolonga. do con una trocha hasta la confluencia del Rosario con el Tam- bopata. 2.—El camino abierto por la Junta de vías fluviales, del Chun. chusmayo á la confluencia del Vilcamayo y del Tambopata. 3.—El camino de herradura que parte de la estación de Tirapa- ta en la línea de Juliaca á Sicuani, y que se dirije á los pueblos de Limbani y Phara. Ha sido mejorado en parte por la compañía “In- ca Mining”, que lo ha prolongado desde el primero de dichos pue- blos hasta la mina Santo Domingo, sobre Ja margen derecha del Inambari; haciéndolo aparente para carruajes, desde Tirapata has- ta el pueblo de Asillo. 4 4..—El camino de herradura aún no terminado, cuya construc- ción ha sido emprendida por la Sociedad francesa Pacifique Amazo- ne. Va desde Sicuani hasta el Marcapata, principal afluente del Inambari. 5.—El camino de herradura abierto por la compañía gomera “Inambari”. Sale dela estación de Santa Rosa y siguiendo la quebra- da del San Gabán termina en la confluencia de este río y del Inam- bari, ó sea cerca de un punto á donde pueden llegar en toda época del año lanchas á vapor. ¿Cuál de estas rutas sería preferible para el trazo de un ferroca- rril? Los datos que sobre ellas tenemos no permiten formarse una opinión fundada; pero de un modo general puede afirmarse que la vía por Sandia sería la más larga, aunque tendría encambio la ven- taja de fomentar asientos auríferos de inmenso valor. El camino al Inambari por San Gabán es el más corto y factible de todos, á pe- sar de que beneficiaría poco á los minerales de Carabaya y en nada á los de Sandia. En cambio este camino lleva á una región riquísima en gomales y shiringales, de clima excepcionalmente sano y que presenta en la sola quebrada de San Gabán 80.000 hectáreas de terrenos coloni- zables con razas europeas. La ejecución de las vías férreas que he enumerado requiere, sin duda alguna, la inversión de grandes capitales que no sería posible tó ( e > Mi= reunir en el país mismo, y hace pocos años hubiera parecido supér- fluo hablar de semejantes empresas. Felizmente, la ignorancia en que algunos especuladores mantenían al capital extranjero sobre las condiciones favorables de nuestro territorio, va desapareciendo y hay en la actualidad capitalistas poderosos que después de estu- diar con atención nuestros recursos naturales y los medios que se deben emplear para desarrollarlos, se han convencido de que pocos países hay en el mundo donde las empresas ferrocarrileras puedan producir resultados más vastos, tanto para la prosperidad gene- ral, como para la de aquellos que acometan esas obras. Podemos, pues, confiar en que no pasará mucho tiempo sin que algunas de las grandes líneas férreas que el desarrollo completo de nuestra re- gión Oriental exije, sea ¿puesta en ejecución. La Sociedad Geográfica ha sido un factor no despreciable en el movimiento que se inicia. Cumpliendo con un deber científico y pa- triótico á la vez, no ha perdido ocasión de dar á conocer los recur- sos del país, tanto á los visitantes que se han dirigido á ella en bus- ca de datos, como á los centros científicos del exterior con quienes está en comunicación. Mientras se realizan los proyectos que deben unir la Costa con el Oriente por ferrocarriles nos parece oportuno aplaudir la idea que tiene el Gobierno de comunicar Iquitos con Lima por medio del sistema inalambrico aprovechando de la cordillera de Piura ú otras alturas. Entre los diversos trabajos realizados ó emprendidos durante el año por la Institución, mencionaremos de un modo especial los si- guientes: El tomo primero de Geología y Orografía de ““El Perú” por Rai- mondi; fué entregado al público en el mes de abril; tiene 515 pági- nas, sin contar la instroducción, los informes y un artículo bibliográ- fico del Ingeniero Sr. José Balta, quien, como es sabido, ha prepara- do la publicación del tomo. La obra ha sido recibida con interés por la prensa y por los círculos científicos del Perú y del extranjero. Disponemos además del material para un segundo tomo, que contendrá, según el plan trazado por el Sr. Balta, las especies mi- Y - nerales peruanas, los fósiles colectados por Raimondi, un catálogo de los fósiles encontrados en el Perá y cortes geológicos del territo- rio. La publicación se ha retardado, porque ha sido necesario aguardar á que las Cámaras aumenten la partida destinada á la publicación de “El Perá” Mientras tanto, hemos resuelto comenzar este año la prepara- ción de la parte etnográfica y arqueológica, para lo cual contamos con la buena voluntad y vastos conocimientos que en ese ramo po- sée el Dr. Pablo Patrón. De acuerdo con los dictámenes de las di- versas comisiones á quienes fué sometido ese proyecto, la Junta Di- rectiva, en sesión de 30 de marzo, decidió confiar á dicho doctor la preparación del primer tomo de Etnografía. La obra se halla en vía de ejecución, y yg han sido entregadas por el autor cerca de trescientas páginas manuscritas, sin contar los numerosos planos y brabados que deben ilustrarlas. Se ha calcula- do que bastarán seis ú ocho meses de trabajo tan asiduo como el actual, para que el tomo esté listo y en condiciones de pasar á ma- nos del impresor. Una obra como esta, que puede explotar los ricos filones etno- gráficos del pasado del Perú, confiada á la competencia de un pro- fesional tan bien preparado para escribir sobre tales materias, hon- rará sin duda alguna á la ciencia nacional. Por nuestra parte, no hemos omitido ni omitiremos esfuerzo alguno para asegurar el éxito, y apesar del subido precio que las obras tienen en ese ramo de la ciencia, hemos pedido todas las que el autor necesitaba con- sultar en el curso de su trabajo. No existiendo ningún mapa mural del Perá de dimensiones con- venientes. y adoleciendo de grandes errores los pequeños mapas que han sido editados por empresas particulares, la Sociedad resolvió mandar imprimir el que ella hizo á la escala de 1: 1.500,000 para ser enviado á la Exposición de París, en donde obtuvo una meda- lla. El Supremo Gobierno apoyó decididamente este proyecto y pro- porcionó los fondos, disponiendo que los diversos Ministerios se Ñ e suscribiesen á un número determinado de ejemplares, suficiente para a = 9 = cubrir los gastos de impresión en la afamada casa Justus Per- thes de Gotha. Nos han sido entregadas ya las suscripciones correspondientes á los ministerios de Gobierno y de Relaciones Exteriores, pero como estas sumas no alcanzan á formar la primera entrega del 50% que se necesita para hacer el pedido, hemos resuelto, mientras terminan las gestiones ante los demás ministerios, introducir importantes mejoras en el mapa mural, aumentando su nomenclatura, rectifican- do su demarcación política de conformidad con los últimos traba- jos quehemos hecho eneste ramo, é introduciendo el resultado de las numerosas exploraciones geográficas realizadas en el trascurso del año, Ese mapa será pues el más completo que se haya hecho hasta la fecha y corresponderá á los esfuerzos de nuestra Institución, que no ha omitido ninguno, para llegar á un bus resultado. Será de gran utilidad en el país, que no posée hoy día ningún mapa mural bueno y facil de consultar y manifestará cuáles son los límites del Perú á las Sociedades Geográficas y editores del exterior, quienes'se encuentran actualmente enla más lamentableignorancia, en un asun- to que tanto interesa al país se conozca con toda precisión. Deseando llevar á la práctica nuestro proyecto de escribir la mo- nografía y de formar el mapa de cada uno de los departamentos, nos hemos dirijido á los HH. SS. representantes de ambas Cámaras y á diversos socios corresponsales nuestros, buscando su apoyo y su concurso para la formación de Centros Geográficos en las ciuda- des más notables del Perú. Dichos Centros, además de propagar la afición á los estudios geográficos, colaborarían en el Boletín y nos remitirían los datos locales más minuciosos para las monografías y para el diccionario geográfico que deseamos emprender, sobre la base del que publicó en 1877 el ilustre Paz Soldán. Las respuestas que hemos obtenido prueban que la idea hallará buena acogida y el más decidido apoyo en las capitales de los de- partamentos y en muchas de lascapitales de provincia. Juzgo, pues, que el año próximo podrán quedar instalados los Centros Geográ- LR ficos de la República, con lo que recibirá nuevo y poderoso impulso la geografía nacional, permitiéndonos emprender trabajos de con- junto que ahora sería imposible realizar. De conformidad con ese plan, hemos aprovechado para Iquitos » la cireunstancia favorable de residir allí varios socios corresponsa- > les nuestros. Facultado por el Consejo Directivo me dirijí á ellos y autoricé al Sr.Benito E. Lores,para que los invitaraá nombre de esta Institución á establecer un Centro en aquella ciudad, y tengo la sa- tisfacción de anunciaros que el Centro Geográfico de Loreto quedó solemnemente instalado el 27 de iulio último, con el siguiente esco- gido personal: Presidente, Sr. Capitán de Navío Enrique Espinar. Vicepresidente, Sr. Benito E. Lores. is Secretario, Dr. Jeparo Herrera. Tesorero, Sr. Capitán de Navío Eduardo Raigada. El nuevo Centro está llamado á prestar importantes servicios á la geografía, siéndole posible estudiar regiones apenas conocidas y cuya estructura geográfica, progresos y necesidades, interesan vi- vamente no solo al país sino á las grandes naciones comerciales de Europa y Estados Unidos. El Supremo Gobierno, deseando que la Institución estuviera re- presentada en la Exposición Permanente de Industrias, me ha de- signado para formar parte de la Junta Administrativa y he sido nombrado además Vocal de la Junta de Vías Fluviales. “La urgente necesidad de que nuestro local sea ensanchado está A en vías de quedar satisfecha, mediante el Supremo Decreto de este año, por el que se concede á la Sociedad el local del Ateneo que co- linda con el nuestro, debiendo dicha institución trasladarse á los altos de la imprenta del Estado en cuanto le sea posible. Este arreglo, que concilia los intereses de ambas instituciones, ha comenzado á realizarse, y el Ateneo con tal fin está recibiendo por conducto de la Sociedad Geográfica una subvención mensual. 4 E A E Cumplo con el penoso deber de poner en vuestro conocimiento, que la Sociedad ha perdido este año tres de sus socios; la muerte de los señores Federico Moreno, Javier Swayne, y Dr. Emilio Lizárra- ga, recién nombrado socio corresponsal, han sido acontecimientos que hemos deplorado profundamente. En el trascurso del año han ingresado al seno de la Institución los siguientes socios activos: Dr. Francisco Alva. Sr. Enrique Ramirez Gastón. Dr. Carlos Larrabure y Correa. Sr. Ricardo Tizón y Bueno. Comandante Luis Bailly Maitre. Dr. Miguel Colungr.. Hernán Velarde. ,, Thomas B. Wood. Han sido nombrados socios corresponsales los señores: ,”» € Juan B. Ambrosetti, en Buenos Aires General Enrique Arboleda, en Bogotá. Dr. Enrique de Argaez, en Bogotá. Ernesto H. Wands, comisionado especial dela Exposición de San Luis. Dr. Julio Garavito, en Bogotá. Enrique Vignaud, en París. Dr. José María Gonzalez Benito, en Bogotá. ,, Emilio Lizárraga, en Arequipa. A. Lafone Quevedo, en Buenos Aires. Dr. Antonio R. Lorena, en el Cuzco. Grabriel Marcel, en París. Oscar Mavila, en Iquitos. | Félix F. Outes, en Buenos Aires. | Dr. Fernando Pacheco, en el Cuzco. | » Juan Rein, Director de la Universidad de Bonn. R. P. Alfredo Sachetti, en Arequipa. General Francisco Vergara y Velasco, en Bogotá. Benito E. Lores, en Iquitos. La Sociedad ha conferido el título y las prerrogativas de socio honorario al Sr. Duque de Loubat, á quien debemos entre otros muchos servicios prestados á las ciencia americanista, la creación de las Cátedras destinadas al estudio de la arqueología de nuestro continente, en las Universidades de Berlín y de París. Suceso de gran importancia en este nuevo campo de la ciencia moderna, ha sido la reunión del Congreso Internacional de Ameri- canistas, efectuada últimamente en Nueva York. Hemos deplo- rado profundamente que pordiversascircunstancias, ni el Gobierno, ni esta Sociedad, ni otra alguna del país, haya enviado represantan tes á una Asamblea cuyas reuniones atraen la atención universal, y en donde el Perá, por muchos motivos, estaba llamado á presentar y desarrollar temas deexcepcional interés. Sólo tenemos noticia de un compatriota nuestro que haya asistido Á la reunión de Nueva York: me refiero al Sr. M. González de la Rosa, cuyos recientes trabajos sobre la*vida del inmortal descubridor de la América, han sido calurosamente alabados por la prensa científica europea. En el trascurso del año el Supremo Gobierno y las Cámaras han solicitado informes deesta Sociedad sobre losexpedientes que siguen: Elevando al rango de villa el pueblo de Cárac y constituyéndo- lo en capital del distrito de Lampián. Trasladando la capital de la provincia de Cangallo al pueblo de Pomabamba. Expediente iniciado por los vecinos de Chicla acerca de unos te- rrenos. : Anexión de los caseríos de Tolón, Ventanillas, Monte Grande y Llonán, al distrito de San Jusé de la provincia de Pacasmayo. Rectificando la demarcación territorial de la provincia de Uru- bamba. Anexanudo á la provincia de Huancabamba, los distritos de Ta- baconas, Sallique y San Felipe, de la Provincia de Jaen. Creando eldistrito de Canchaque en la provincia de Huanca- bamba. Anexando el distrito de Yuramarca de la provincia de Pallasca á la de Huailas. Pl 6 / ( — 26 — Dividiendo en dos el actual departamento de Loreto. De unjuzgado de primera instancia, solicitando datos sobre dis- tancias de Lima á diversos lugares de Colombia. Además de los planos y trabajos de que ya he hablado, la Socie” dad ha recibido, tanto de sus socios como de otras personas; los si- guientes obsequios: Sr. Ramón Paz—Una colección de huacos. ,, Eulogio Delgado—Varios objetos de la época incaica. Revis- ta Tecnica de la Exposición Universal de 1900. y, Enrique Coronel Zegarra—Un plano antiguo de Miranaves (alrededores de Lima.) ,» Darío Valdizánt-Momias y antigúiedades peruanas, prove- nientes de excavaciones realizadasen las pampas de Noco. ,, Nemesio A. Raez—Un cuadro de distancias de la provincia de Tayacaja y un croquis de los lugares entre P ampas y Puerto Romaña. Craneos deformados encontrados en las cuevas de Acostambo, provincia de Tayacaja. Dr. Alberto Ulloa—Un lote de publicaciones concernientes á la República de Colombia. Sociedad “Unión y Progreso de Huanta”—Uncróquis de la pro- vincia de Huanta. Sr. Ernesto Brunning—Fotografías de huacas peruanas. Dr. Felipe de Osma y Pardo—Seografía y mapa de Bolivia. Sr. Arturo Claparede—“Paso de Anibal porlos Alpes” (estudio de Geografía histórica) y “El Milenario de la ciudad de Oran” Sr. Ricardo Palma—“Los anales del Cuzco.” “Viaje de Tadeo Haencke.” Biblioteca Nacional-Diversos tomos de la Smithsonian Institution Sr. Carlos A. Romero—4 tomos “Revista de Bibliotecas y Ar- chivos.” Ministerio de Relaciones Exteriores—“Cabildos de Lima” y colec- ción del “Consular Reports.” Sr. González de la Rosa—“Solución de todos los problemas rela- tivos á Cristóbal Colón.” scr ¿JOA Excmo. Sr. Amador F. del Solar—Geografía y mapa del Brasil. Sr. Emilio Castelar y Cobián—“Límites entre el Perá y Bolivia.” y Horacio Anagasati—Mapa de la República Argentina. sy) Alfredo Diez Canseco—Itinerarios de distancias del departa mento de junín. » Juan Pedro Paz Soldán—Geografía dela República Argen- tina. Duque de Loubat—Texto y atlas del “Códex Tejervay Mayer.” Sr. Leopoldo Ottenheim—Cuatro obras científicas. Dr. Leonidas Avendaño—“Patología del departamento fluvial de Loreto.” Carlos B. Cisneros—Un libro sobre plantas útiles de los países cálidos. ) Dr. Ramón Ribeiro—Dos mapas de Centro América y uno de Guatemala; y cuatro tomos de la “Historia de Centro América.” Sr. J. M. Valle Riestra—Un plano de la ciudad de Lima publica- do el año 1850 en Hamburgo. Sr. Manuel Pablo Villanueva—Vistas fotográficas del Perú. Dr. José Pardo—Un trazo del ferrocarril al Pongo, por Garrido. > », Pablo Patrón—Carta esférica de las costas occidentales de la América Meridional, año 1790. Sr. Coronel Pedro Portillo—Vistas fotográficas del Perú. Dr. Carlos Wiesse—Su texto de Geografía del Perú. ., W. Ross—“Saneamiento de la ciudad de Lima.” | Ministerio de Fomento—Una colección de los folletos publicados por ese Ministerio. Sr. Enrique de Argaez—Varios folletos sobre la República de Co- lombia. Sr. Director de Gobierno—Una colección de “El Peruano,” año 1901. Además de los mapas que nos remiten nuestros socios y las Sociedades extrangeras, se han adquirido por compra 4 atlas, 8 ma- pas y 60 grabados de monumentos históricos. / ( A Nuestro Boletín ha sido puesto con el día, debiéndonos entre- gar la casa impresora el cuarto trimestre de este año, número que está ya corregido é impreso. Para llegar á este resultado hemos te- nido que publicar, durante el año, seis números en lugar de cuatro, lo que ha aumentado naturalmente los gastos normales de publica- ción. obligándonos á salir de nuestro exiguo presupuesto, prévia la autorización del Consejo Directivo. En el transcurso del año, nuestra Biblioteca se ha enriquecido con un número considerable de obras científicas modernas, especial- mente encargadas, Ó que han sido obsequiadas á la Institución. Además han ingresado á ella muchos folletos y periódicos, en su ma- yor parte científicos, que hemos comprado ó adquirido por canje. Entre los anexos hallafeis una lista completa de tales adquisiciones la que dá el siguiente resultado: c Obras y folletos adquiridos por COMPlA...omcccnnno coco PS 895 Obras, folletos y periódicos adquiridos como obsequio A A encon . 481 Total NO 1376 En las memorias de años anteriores se decía ya, que era indis- pensable hacer empastar una gran cantidad de folletos y de obras que existían aglomeradas en nuestros estantes. Esa situación iba agravándose día á día, debido á la suma insignificante de que pode- mos disponer cada mes para hacer frente á ese gasto y al gran nú- mero de folletos y obras á la rústica que constantemente se nos re” miten en cambio de nuestras publicaciones. Con el fin de remediar esto, hemos celebrado un contrato para la encuadernación de un mil volúmenes, mediante la entrega mensual de una suma pequeña, y así es como han podido encuadernarse este año 527 volúmenes de diversos tamaños, además de doscientos ejemplares del tomo IV de El Perú. En cuanto á la catalogación de las obras, no habiendo podido la Comisión que se nombró ni el socio Bibliotecario disponer del tiempo que exigía ese trabajo, se ha designado á un empleado nues- tro, quien, bajo la dirección de la Secretaría, está numerando y ano- e A tando los libros en un primer registro, que será la base de los ca- tálogos por autores, materias, países é idiomas. Han sido ya ano- tadas así, 3488 obras y el trabajo avanza con rapidez. La Secretaría seguirá activando de preferencia la formación del catálogo hasta que se imprima y sea distribuido entre los socios, de modo que todos nosotros podamos utilizar*en cualquier momen.- to la valiosa Biblioteca científica de la Institución. El Consejo Directivo ha celebrado este año 23 sesiones, no ha- biéndose presentado sino un caso en que no pudo funcionar por fal- ta de quorum. La Sociedad ha establecido un premio bianual, consistente en una medalla de oro, que ella otorgará en el aniversario de su funda- ción, al mejor trabajo escrito sobre geografía peruana ó á la más no- table expedición realizada en el territorio nacional, dándose la pre- ferencia, de modo alternativo, una vezá las exploraciones y otra á los trabajos escritos. El año venidero deberemos discernir por primera vez esta meda- lla que tan alta significación tiene para nosotros, porque está lla- mada á honrar y premiar acciones y esfuerzos que benefician á la ciencia y al país, y que sin embargo quedaban antes sin recompensa. Habiéndose vencido la licencia queseconcedió á nuestro anterior Secretario, la Junta Directiva en sesión de 28 de agosto último, eli- gió, por unanimidad de votos, al Sr. Scipión E. Llona Secretario titu- lar de la Sociedad, cargo que dicho señor desempeñaba ya interina- mente hacía un año, á satisfacción de la Junta. La encuadernación de las obras á que me he referido anterio r mente y la tarea de catalogar la Biblioteca, hizo indispensable la compra de tres estantes que están hoy completamente llenos, io que muy pronto exigirá la adquisición de otros más. Tales han sido señores los detalles de la marcha progresiva de nuestra institución, tales los acontecimientos de carácter geográfi- co realizados en el Perú, y los trabajos que ha emprendido y ejecu- tado la Sociedad Geográfica de Lima durante el año de 1902. Lima, 31 de diciembre 1902. FuLocio PeLGaDo, — 30 — FRONTERAS DE LORETO Conferencia dada en la Sociedad Geográfica de Lima por el señor Manuel Pablo Villanueva, socio corresponsal en Iquitos CONCLUSIONES Aunque de derecho el Brasil no tiene r así lo ha reconocido—ju- risdicción alguna en los territorios situados al sur del 7? de latitud, de hecho extiende á ellos su autoridad como si formaran parte inte- grante de su propia nacionalidad. Así, no solo se limita á cobrar los impuestos fiscales á las go- mas de esa región que se exportan por Manaos, considerándolas para este efecto como praducto nacional, sino que hace efectivas en casi todos ellos, las diversas contribuciones estaduales y municipa- les vigentes en el Estado de Amazonas. Periódicamente, empleados fiscales dependitates del Municipio de San Felipe, en el Juruá, ó del de Labrea, en el Purás, surcan á bordo de los vapores cobrando dichas contribuciones, que son sin reparo satisfechas por los ciudadanos brasileros; no así por los peruanos. ] Son muchos los casos en que nuestros compatriotas se han ne- gado á'reconocer la intromisión de esos empleados, ya sza en la percepción de impuestos ilegales, ya en la competencia para juz- gar y conocer de asuntos sobre los cuales sólo está expedita la ac- ción de los tribunales de la República. La solución que tuvieron los graves acontecimientos del Breu, en 1897, es la demostración palmaria de que, en el terreno de los hechos y cuando de dirimir se trata cuestión en que la justicia y el derecho están de parte de hombres resueltos á sostenerlos; nuestros vecinos hidalgamente los reconocen, cejando en el temerario empeño de avasallarlos. En Nuevo Iquitos (Alto Juruá) es nula, completamente nula, la acción oficial brasilera. Allí sólo impera el elemento peruano. Fo- mentarlo á todo evento es obligación imperiosa, porque allí se en. cierra el germen reivindicador que ha de operar, aunque sea lenta- mente, la transformación política de esa comarca. — 3l — Otro de los actos depredatorios del Brasil es la concesión y am- paro de los terrenos de jebales, poseídos casi totalmente por sus nacionales; concesiones que se han otorgado sin reserva alguna y como si los ríos y quebradas que en ellos se mencionan, hubieran de pertenecer per semper á la inexerupulosa nación que tan pródiga se ha mostrado en otorgarlas. Los peruanos hemos sido imprevisores por demás, porque no hemos tenido el cuidado de solicitar concesiones análogas de nues- tro respectivo gobierno, consintiendo así y acatando en cierto mo- do la validez de tales títulos, que nos despojan arbitrariamente de lo que nos pertenece. Piensa el que babla que estas concesiones deben ser respetadas por las autoridades que se constituyan en esos territorios, fijándose un plazo para que todos los favorecidos con semejantes títulos los registren debidamentd. Trascurrido dicho plazo, sólo serán váli- dos los que se expidan por el gobierno peruano, de conformidad con la ley de la materia. Esta es la única manera de no excitar contra nosotros la ani- madversión de la población brasilera del territorio que nos ocupa, que, tratándos: del paso de dominio, se siente alarmada, por figu- rarse que, con semejante hecho, habrían de lastimarse sus intereses. Por esto, la primera cualidad que debe adornar al funcionario re- vestido del mando superior de ese territorio, debe ser la sagacidad, para conciliar el interés supremo de la patria, empeñada en la con- servación de estas montañas, con los intereses particulares de sus moradores. Este es un punto importante sobre el que conviene fijar la atención. Fcio Elmás importante de los actos jurisdiccionales del Brasil, el más vejatorio para nuestra dignidad de nación autónoma y el que más poderosamente ha lesionado y lesiona el comercio peruano de la zona limítrofe, es la prohibición del libre uso de nuestra ban- dera en la navegación de los ríos Jaruá, Jutahy y Purús, prohibi- ción que nada justifica y que choca abiertamente contra el espíritu y la letra de tratados vigentes. Formalizados los tratados de límites con Bolivia, el Brasil ha declarádo á los plenipotenciarios peruanos que, cuando nuestro país haya fijado sus límites naturales con aquella, entonces será la oportunidad de tratar aquel asunto con el Gobierno de Río Janeiro; y elex-Ministro de Relaciones Exteriores, general Cerqueira, expresó al finado doctor Rosas, que el Brasil había creído de buena fe que el alto Juruá y el alto Purás eran bolivianos, pues, de otro, modo, no se explicaban cómo el Perú, que ajustó un pacto de límites con el Imperio en la zona del Yapurá y el Vavarí, no lo completó con la delimitación de aquellos territorios. Tal excusa es inadmisible, por cuanto en el tratado de límites ajustado con el Brasil por Bolivia, tácitamente reconoció aquél que el territorio que ambos países se repartían era de la pertenencia del Perú, ó qué éste tenía derechos que alegar sobre él. Por consiguien- te, nuestra reclamación era procedente y debió ser atendida por la Cancillería brasilera. Por otro lado, cuando la comisión peruano- brasilera concluyó la demarcación de las nacientes del Yavarí á la confluencia del Apaporis con el Yapurá, nuestro Ministro de Rela- ciones Exteriores,señor Riva-Agiiero, invitó al Plenipotenciario del Brasil, señor Pereira Leal, para provocar un acuerdo con el Gobierno de Bolivia, á fin de determinar de un modo definitivo los límites de los tres países en la línea Yavarí-Madera. El incentivo despertado por la creciente prosperidad de esos ríos, influye seguramente en el ánimo del gobierno brasilero para retardar, por lo menos, el arreglo de la cuestión límites con el Perú. No de otro modo puede interpretarse la oposición que mantiene al tráfico libre de nuestra bandera en loscitados ríos y en los afluen- tes de la margen derecha del Yavarí, apesar de las estipulaciones del tratado de comercio y navegación Seoane—Chermont de 1891, que en su artículo 1? dice textualmente: “La navegación de los ríos comunes al Perú y al Brasil y la del Yavarí y sus afluentes, es li- bre para las embarcaciones peruanas y brasileras, quedando suje- tas á los reglamentos establecidos ó que se establecieren en ambos países.” 2sta estipulación es, indudablemente, clara y explícita; mas no habiéndose concertado con el Brasil cuáles son esos ríos que se con- sideran comunes, —es como letra muerta que no favorece en nada nuestro comercio. — 33 Es sabido que en toda la región limítrofe con el Brasil se en- cuentran dedicados á la explotación de la goma elástica miles de peruanos, que, aviados en parte por el comercio de Iquitos, no pue- den extraer por esas, vías fluviales los productos que colectan, sin que la administración fiscal del Estado de Amazonas exija al ex- tractor los impuestos que gravan ese artículo, los cuales ascienden al 23 % del valor que, oficialmente, se da á la goma. Y no es esto precisamente lo peor, pues de tal abandono se han originado males inmensos y sacrificios dolorosos para el pa- triotismo. El comercio, no pudiendo permanecer estacionario en vista del incremento cada día mayor de aquellas regiones, se ha visto en la dura necesidad de desnacionalizar sus naves, enarbolando la ban- dera brasilera, única para la que está reservado el tráfico en los afluentes del Amazonas. Son muchos los armadores y caucheros peruanos que han tomado tal partido, así como son muchos los que, establecidos con su personal en los ríos limítrofes, reducidos á la condición de extranjeros en Su propia patria, necesitan permiso de las autoridades brasileras para vivir y trabajar. Miles de millares de arrobas de goma elástica en sus diversas manifestaciones, salen de esas montañas y pagan sus derechos al Brasil, con notable detrimento del fisco peruano, y si á esto agre- gamos las gruesas sumas de dinero que por la expedición de títulos de propiedad percibe el Estado de Amazonas y las que por derechos deimportación recauda el Tesoro Federal, tendremos una idea aproximada delo que significa para el Perá no hallarse en tranquila posesión de los territorios que legítimamente le pertenecen. Tal estado de cosas no ha podido menos de llamar naturalmen- te la atención del Supremo Gobierno, quien, en diversas ocasiones, dió instrucciones á nuestra Legación en Rio Janeiro, para obtener de la Cancillería brasilera medidas eficaces que asegurasen á nuestra bandera la libertad de tráfico á que tiene derecho por tratados vi- gentes. Mas el criterio del Gobierno Federal se ha mantenido siempre opuesto á permitir tal cosa, y, hoy por hoy, nuestra bandera no tie- »] ol 4 ne acceso ni enel Juruá, ni enel Purás, nien el Jutahy, nien los afluen- tes brasileros del Yavarí. El asunto es más complejo de lo que ha sido generalmente apre- ciado, perque hay que distinguir entre el ingreso de la bandera pe- ruana al Alto ó al Bajo Juruá y Purús, conforme á la procedencia de la embarcación. Si el buque zarpara de un puerto peruano debería entrar libremente en toda la extensión de ambos rios y únicamente á la parte alta, de zarpar de un puerto brasilero, por cuanto el co- mercio de cabotaje está reservado por el Brasil sólo á su propia ban- dera. Pero en seguida aparece la siguiente duda que entraba el ejerci- cio de nuestro derecho: no estando fijado el límite de lo que se deno- mina Alto y Bajo Juruá ó Alto y Bajo Puráús, ¿qué es lo que serviría de base para que las autoridades de los Estados de Amazonas y el Pará, consintieran la navegación de embarcaciones peruanas? Sólo mediante una inteligencia al respecto—entretanto se deli- mita el territorio en litigio—podría la bandera nacional tener acce- so á la partealta de esos ríos cuando procediera de puerto peruano, porque hoy, desde que el Brasil, de hecho, fiscaliza la entrada y sa- lida de tales afluentes, percibiendo todas las rentas, no permitiría el pase por aguas suyas de mercaderías que no hubiesen pagado de- rechos á sus aduanas, y aduciría, además, la ley de cabotaje, para impedir la prosecución del viaje, como ha sucedido en diversos ca- sos. Ante el criterio de la Cancillería brasilera, el Juruá y el Purás no son comunes al Perá y al Brasil para los fines del tratado de co- mercio y navegación de 1891, No pretendo, desde luego, estudiar esta cuestión á la luz de la ciencia internacional y conforme con los convenios diplomáticos suscritos al respecto por nuestro Gobierno y el Gabinete de Río Ja- neiro. Sólo deseo señalar los males que embarazan y entraban nuestra expansión comercial en los territorios que nos corresponden é indi- car las medidas posibles de adoptar para prevenir daños mayores, echando las bases de una administración nacional 1] Creo la medida más conveniente la de confiar exclusivamente á nuestra bandera el comercio de cabotaje fluvial, no por vías de re- presalias, sino como medio de proteger y fomentar el tráfico de nues- tros ríos en provecho de nuestros nacionales, desde que una ley aná- loga, extensiva al cabotaje marítimo ampara á la bandera bra sile- ra, que, por esta circunstancia, se halla colocada en mejores condi- ciones que la nuestra. Es, hasta cierto punto, una anomalía que, mientras una lancha peruana, para navegar en los ríos comunes al Perú y al Brasil, ne- cesita cambiar de bandera y someterse á todas las exigencias y sus- picacias de la matrícula brasilera; una embarcación de esta nacio- nalidad tiene completamente libres todos nuestros ríos interiores. Hoy mismo tenemos dedicados al tráfico comercial del río Ucayaliá os vapores brasileros, “Preciada” y “Pritz” con comandante y la 3. z ; É mayor parte de la tripulación brasilera; y hasta el año pasado la lancha “San Martín,” estuvo viajando al Alto Marañón y al Hua. llaga. O Vese, pues, que toda la desventaja está de parte de las em- barcaciones naciónales. Coneretándonos al Juruá, nadie puede disputarnos que trafique en él libremente nuestra bandera, y siel Brasil se empeña en cerrarnos la parte baja del río que le pertenece, debemos buscar el medio de obligar á sus barcos que trafican en la parte alta, á someterse á los reglamentos fluviales que se dicten por nuestra parte. Es loable, desde luego, la honradez con que nuestro Gobierno viene cumpliendo el pacto Seoane-Chermont de 1891; pero con la misma rectitud debería exigir reciprocidad de parte del Brasil, que con fútiles pretextos elude el cumplimiento de aquellos artículos que podrían, en algún modo, favorecernos; tales, por ejemplo, los referen- tes á la libre navegación de los ríos que nos son comunes y al funcio- namiento de una aduana mixta en Tabatinga, que mate de una vez el contrabando que se practica en el Yavarí. Por la ligera exposición que precede, se ve la urgencia que hay de proceder activamente al arreglo definitivo delos límites de nuestra región colindante con el Brasil, si no queremos exponernos mañana Y ] == á mayores y más dolorosas pérdidas. El momento es oportuno; aprovechémoslo, y millares de peruanos esparcidos en esos ríos— extranjeros en su propio país—bendecirán á los hombres que hagan lucir ante ellos el hermoso bicolor, símbolo de la patria. za conveniencia de crear en el paraje más adecuado del Alto Ju- ruá y del Alto Purás una oficina encargada de recaudar los derechos de las gomas que salen al extranjero y de las mercaderías que se in- troducen al consumo, es algo que no necesita demostrarse, pues se impone al ánimo más desapasionado con abrumadora elocuencia. La comisión mixta brasilero-boliviana Thaumaturgo-Pando, procedió en 1895 Á fijar marcos delimitadores En los puntos en que la línea geodésica que liga el marco del río Madera conel del Yavarí, intercepta las orillas del Acre, Yaco y Purús; no así en el Juruá, don- de aún no ha puesto sus plantas ningún boliviano. Y como Bolivia jamás ha tenido jurisdicción sóbre los territo- rios comprendidos al sur de dicha línea divisoria, que, de hecho y de derecho, geográfica, histórica y etnográficamente, corresponden al Perú; de aquí que la aduanilla de que estamos tratando, deba esta- blecerse al sur de la referida línea, que podríamos aceptar con cargo de rectificación, porque trabajos hechos en daño nuestro, no ligan á la República; porque ellos se refieren á territorios que han sido, son y serán siempre indisputablemente nacionales, y porque el mismo protocolo Carvalho-Diez de Medina, de 19 de febrero de 1895, he- cho en cumplimiento del tratado de límites de Melgarejo de 27 de marzo de 1867, que nosotros observamos, y la comisión mixta de 1896. dejaron á salvo nuestros derechos sobre esa zona. No se puede poner en duda las ventajas que reportaría el país de la explotación de las inmensas riquezas naturales que encierran esas regiones, que incrementarían la renta fiscal con el valor de los derechos de importación y exportación. Pero la empresa ofrece dificultades por ahora insuperables, difi- cultades opuestas principalmente por el Brasil ó mejor dicho por el Estado de Amazonas, cuyos intereses están sériamente afectados por el protocolo de la comisión designada para fijar la línea di- visoria con Bolivia, pues con ella pierde una de las más productivas regiones y que ha contribuído, más que ninguna otra, al aumento de la producción de la goma elástica, durante los últimos años. Calcálase en un 64 % de la producción total ó sean 2.610,950, la pérdida que sufrirá anualmente el Amazonas brasilero, con la ejecución del protocolo Magalhaes-Salinas, en el caso de que la línea de límites no comprenda los afluentes del Juruá, y en un 68 % ó sea $ 3.859,680.00, en caso de que los comprenda. Así lo asegura en documentos que han visto la luz pública el señor Thaumaturgo d'Azevedo. En estas condiciones, explícase la porfiada oposición del Gobier- no estadual de Amazonas, á que se lleve adelante la ejecución del pacto de límites. Piheba irrefragable de lo que decimos son los es- candalosos sucesos del Acre, fomentados abiertamente por el ele- mento oficial dominante en el Pará y Manaos. Mas, con todo, creo muy conveniente la implantación de adua- nillas en la forma más sencilla posible, con el principal encargo de certificar las guías de exportación, despachar las naves, llevar la es- tadística de la producción, $. Las aduanillas cobrarían lo que bue- namente fuera factible, de conformidad con las instrucciones impar- tidas al Gobernador General que establezcamos en aquellos terri- torios, instrucciones que, á juicio del que habla, deben inspirarse en un alto espíritu patriótico; esto es, que más preferencia debe de- dicarse al hecho principal del afianzamiento de la autoridad, que a] secundario de los proventos que debe rendir esa región, que los da- rá con creces cuando aquella se afirme y se la acate sin reparo por propios y extraños. De todo lo que llevamos expuesto se desprende la necesidad de proceder, cuanto antes, á la definitiva delimitación de nuestra fron- tera con el Brasil; país con el que confina Loreto por el Noreste, por el Este y por Sureste. «AA AAA E Es de toda conveniencia que el Gobierno trate de afirmar la so- beranía de la Nación de una manera práctica, efectiva y perentoria sobre el territorio en litigio, pues salta á la vista que el dominio que, por una causa ú otra, ceda Bolivia al Brasil, está de hecho perdido para el Perú. Se comprende demasiado que por una parte losextran- jeros no se han de sentir atraídos hacia un país cuyo territorio está en disputa, y que, por otra parte, los nacionales no se han de ineli- nar á establecerse en un lugar del que podría expulsarlos mañana una autoridad extraña ó enemiga. Cabe lamentar el estado de desorga- nización en que por mucho tiempo se han hallado esos territorios, faltos del apoyo moral y material de una autoridad que fuese la re- presora severa de tales desmanes y ofreciera alguna garantía real á los viajeros que por allá se aventuran, y, más principalmente, á los que fijan allí sus moradas, dedicándose al trabajo. En esos parajes reina puede decirse una verdadera anarquía, no conociéndose en muchos lugares, otra ley que la del 44, es decir, la del Winchester de este calibre, que es el arma favorita. Los propie- tarios de shiringales vivenen disputas continuas, por la posesión de- tales ó cuales estradas, y en rigor, no existe seguridad para vidas ni haciendas, valiendo más el que más puede. En seguida, débese proceder sin pérdida de tiempo á cubrir con la bandera los puntos extremos del territorio, para salvaguardar la inviolabilidad de la frontera. Es indispensable, sobre todo, ocu- par con las debidas formalidades la boca del río Moa, enel Juruá, sin que se pierda más tiempo del que va se ha malgastado; tenién- dose presente que, tratándose de territorios casi vírgenes y de inde- finidos linderos, rige sobre ellos el derecho del primi ocupantis. Es en mérito de tales consideraciones que Bolivia, en virtud de su tratado de límites con el Brasil, ha tomado posesión de cuarenta y tres grados cuadrados de territorios, comprendidos en la confines históricos del Perú, conforme á la real cédula de 1802 y al utí pos- sidetiís de 1810. Es cierto que la diplomacia peruana formuló las in- dispensables protestas; pero no es menos cierto que protestas que no pasan de tales, no producen ningún exito. El Perá debió hacer acto inmediato de soberanía sobre tales te- rritorios desde que tuvo conocimiento de las intenciones de Bolivia; . A É y, para el caso, habría bastado el esclarecimiento de un par de sim- ples comisiones. Pero, en cambio, trascurrieron ocho años sin que procediéramos á tutclar nuestros derechos, haciendo efectivas las protestas, y Bolivia, alentada por tamaña desidia, procedió á es- tablecer su primera colonia militar, que queda á sólo treinta leguas del Cuzco. En esos terrenos se encuentran riquísimos jebales, cuyo producto, por informe del Consulado británico en el Pará, ha ascen- dido en estos últimos años á cerca de un millón de libras esterlinas! Cuando pienso en las inmensas riquezas que encierran las mon- tañas que tratan de arrebatarnos, riquezas sanas cuya explotación deberá enriquecer de capitales y pobladores á la Nación, considero muy poca cosa esa riqueza del guano y del salitre que perdimos con la guerra, primer factor hoy de la prosperidad, del adelanto, y de la fuerza militar de Chile. 7) El territorio tiene, poco más ó menos, la forma de un inmenso triángulo, cuyo vértice está próximamente en Iquitos y cuya base se apoya en los Andes, desde Amazonas al Cuzco, comprendiendo entre sus extremos la dimensión mayor de la República. Racional es guarnecer, ante todo, loscontornos deese triángulo, tanto para pro- teger los puntos centrales contra cualquier invasión futura, cuanto por la comodidad que tienen los ríos navegables para el estableci- miento de nuevas poblaciones en valles fértiles, de cultivo fácil y pues- tos en comunicación con pueblos relativamente adelantados. Es de todo punto necesario, repito—mientras se adoptan medidas definiti- vas respecto de la organización de esos territorios—mantener una au- toridad superior en el paraje más adecuado y mandar, además, á los varaderos del Tamaya y Sepahua, destacamentos de soldados, pues el numeroso tráfico de caucheros, á la par que sostiene en ellos un co- mercio activo, los convierten en determinada época del año, en pun- tos de reunión de gran número de gente de todas condiciones. De modo que para garantir el comercio, guardar el orden y ser- vir de algun respeto á los brasileros que quisieran internarse por ese == lado en busca de shiringa, la presencia de estos destacamentos será de suma utilidad. Igual cosa cabe decir del varadero del Abujao, que conduce al Juruá Miry. Este río está todo poblado por brasileros, que han llevado su temeridad al punto de internarseen las montañas que sa” len al Ucayali, abriendoestradas y explotando tranquilamente la go- ma elástica. Han entrado también al Junín y al Pumaycu! Ya no se trata tan sólo del Juruá, río al fin grande y abierto á todas las ambiciones, sino de sus afluentes, nativos de los cerros del Ucayali. El camino del varadero del Pacaíllo está todo cruzado por es- tradas que han abierto brasileros tranquilamente instalados en el Pumaycu y en el Junín. El paso de esta quebrada hállase interrum- pido en largo trecho por los mismos brasileros, que no se han im- portado de obstruirlo con inumerables troncos de árboles y rama” jes espesos, procedentes de rozos hechos en lasfmárgenes mismas de la quebrada. El nombramiento de autoridades en esos ríos se imponía con el carácter de ineludible, pues es el único medio de impedir nuevos avances de esa gente y de contener sus desmanes. Estas autoridades no hallarán dificultad ninguna para su libre ejercicio, y los mismos ciudadanos brasileros, no tardarán en pres- tarles su apoyo, convencidas de su necesidad y de los grandes bie- nes que reportarán con su establecimiento. Hasta el Ucayali saldrá ganando con esta medida, pues no se- rá más refugio cómodo y seguro de todos los criminales que pasan á él por cualquier varadero, sin temor á que la justicia lesexija cuen- ta de sus fechorías, como podría citar tantos casos si fuese necesa- rio. Para fortalecer la acción moral y material de la autoridad su- perior del alto Juruá y fomentar é incrementar el comercio de esa región con el Ucayali, hay que pensar seriamente en la compostura de los varaderos, que hasta hoy permanecen en su primitivo estado de inseguridad y abandono. Para la adopción de la medida que proponemos, no se nos pue- de oponer objeciones serias ni por el Brasil ni por Bolivia. No la pri- mera, porque, en virtud del tratado del 67 le ha reconocido á ésta ¿ 41 la propiedad del territorio al Sur de la línea que del nacimiento del Yavarí debe encontrar el punto donde se forma el Madera, sobre el cual reconoce no tener el más insignificante derecho; no la segunda, porque habiendo pactado sobre territorios queen el mejor de los casos deben considerarse sub-litis, el mismo derecho que ella tiene lo tenemos nosotros para legislar sobre ellos y administrarlos. No hay, pues, ni puede haher temor alguno de complicaciones con ninguno de los paí- ses nombrados, para el debido funcionamiento de autoridades capa- ces dle nacionalizar ese territorio. De este modo se fomentará la creación de un nuevo centro co- mercial como Iquitos, que puede desarrollarse libremente en breve tiempo, y se amparará con sólo la presencia de la administración pe- ruana vastos territorios que hoy se ven casi abandonados y ex- puestos á perderse irremisiblemente. Propongo para gsiento de la futura autoridad en el río Juruá la ínea del Moa, por razones fáciles de comprender. En primer lugar, la boca del río Moa queda bastante próxima á la del Gregorio, abajo de la que pasa nuestra legítima línea fron- teriza con el Brasil. Esta faja, comprendida entre los citados ríos, es lo suficientemente grande para responder por cualquier reclamo que pudiera suscitarse al hacerse la demarcación. Tiene, además, el Moa la gran ventaja de su comunicación con el Ucayalipor el Utuquinía y por el Breguez y Abujao, vías naturales que permitirán mantener comunicación constante con la autoridad superior de Iquitos, recibiendo, en caso dado, de este puerto, los au- xilios que se demandase. Agregaremos que, como es consiguiente, cuanto más al Norte se coloque nuestra frontera, mayores tienen que ser los beneficios que se obtengan, por la mayor extensión de territorio explotable, que caería dentro de la jurisdicción peruana. No llevo mi optimismo hasta el punto de figurarme que tales actos, practicadosen guarda de nuestros derechos y el de los bien en- tendidosintereses del país, habrían de ser recibidos conjúbilo por los moradores de esa región, porque, éstos, perteneciendo en su gran mayoría á las clases más ínfimas de la nacionalidad brasilera, es- A A tán persuadidos de que sólo el Brasil debe continuar imperando allí como hasta hoy. Es preciso haber vivido un tiempo en el medio social en que ac- tuán estos individuos, para apreciar la ninguna fuerza de su razo- namiento. Es claro que si se les diera á escoger, preferirían, como es natural, ver á su patria dueña y segura del territorio que ventajo- samente explota hace ya tantos años. Pero la cuestión noes esta. Si, como todo parece indicarlo, se lleva adelante el desastroso pac- to de límites entre el Brasil y Bolivia, la mayor partedel Alto Juruá y del Alto Purás deja de pertenecer de hecho y de derecho al primero de estos países, y si nos fuera posible obtener la línea de límites á que se refiere el tratado de 1851, nuestra frontera avanzaría algu- nos grados al Norte. En cualquiera de estos dos casos, el territorio en cuestión, en fecha más ó menos cercana, tiene que ser considera- do como extranjero por nuestra poderosa vecina, aunque ello mortifique la ambición de los políticos de Mandos y cl Pará y hiera los sentimientos de la masa ciudadana que habita esas montañas. Lo que conviene es tratar de recuperar el tiempo perdido. Sobre todas las razones que quedan expuestas, hay una de sim- ple sentido común que nos compele á proceder sin demora en la forma indicada. Esta es, que más cerca estaremos de llegar á un arreglo definiti- vo cuando se nos vea instalados en cualquier parte del territorio en litigio, con autoridades establecidas, que continuando, como has- ta ahora poco, sin sombra alguna de dominio efectivo en esa zona. Aquíes del caso manifestar que pesando enel ánimo delentusias- ta prefecto de Loreto, Sr.coronel Portillo, las razones expuestas, ha procedido á cautelar nuestros intereses en la línea del Jurúa y Pu- rás, enviando guarniciones y nombrando comisarios que represen- ten su autoridad. La Comisaría del Juruá funcionará por de pron- to en el Amuenya, á fin de proteger el paso de los caucheros del Uca- yali, que mantienen un tráfico constante por esa vía, y la del Pu- rás debe haber fijado su asiento en Santa Rosa ó el Catay, puntos á donde llegan en invierno los vapores del Brasil y que n> distan mucho del varadero del Sepahua, cuyo paso debe procurarse tener siempre expedito para la libre comunicación con Iquitos. — 43 Se estima en cien mil soles el gasto que demandaría la ejeci:- ción de las obras requeridas en los varaderos del Juruá, del Purús y del Manu, así como'en los del Napo y Putumayo, que tienen el ca- rácter de inaplazables. Hállase sometida á la ilustrada deliberación de las Cámaras Le gislativas de la República, un proyecto de nueva demarcación polí- tica, maduramente estudiado por la Sociedad Geográfica. En dicho proyecto, que tarda ya en convertirse en hecho positivo, se divide la parte despoblada del país ó sea la región oriental, en cinco gober- naciones, deleyaciones ó territorios, en donde la autoridad superior, “con mayor suma de atribuciones y de facultades que las mismas tienen en la zona occidental y con una organización apropiada en lo judicial, pueda propinder al adelanto de su territorio por la. inmi- gración prudentemente estimulada, y reglamentar la explotación de los productos naturales de la montaña, sometidos hoy á la inconsi- derada ambición del lucro inmediato, que destruye por completo la valiosa existencia que tenemos de las gomas; que estudie, en fin, el territorio de su cargo y establezca en él las garantías y seguridades de que carecen esas apartadas zonas.” El docto presidente de esta ilustre Corporación, á quien perte- necen las palabras trascritas, ha comprendido perfectamente las ne- cesidades reales de nuestra extensa región oriental, que, en verdad, no puede ser gobernada como la occidental, de la que difiere sustan- cialmente. Las montañas regadas por el Juruá, el Purús y sus numerosos afluentes, según el proyecto citado, constituirán parte del cuarto te- rritorio, al que se da una extensión inconmensurable, pues com- prenderá los ríos Juruá, Purás, Acre, Madre de Dios y Madera, sin fijarse el asiento de la capital, probablemente porque en todo este vasto circuito no existe, á juicio de la comisión, pueblo alguno digno de semejante honor. Fuertes razones existen para abogar calurosamente porque la A 44 3 demarcación propuesta por la Sociedad Geográfica sea adoptada por el H. Congreso, como uno de los factores más importantes para fomentar el progreso de nuestra región oriental; haciendo, eso sí, en ella algunas modificaciones, de las que la principal sería, á nuestro parecer, la división, en dos, del Cuarto Territorio: uno que com- prendería el Alto Juruá y el Alto Purás, y otro que abarcaría el Acre, el Madre de Dios y la ribera izquierda del río Madera. Capital del primero debería ser, por más de un motivo, “Nuevo Iquitos,” que en población, en riqueza y en recursos de todo género, es superior á Masisea, propuesto para capital del territorio del Uca- yali; y del segundo,algún paraje adecuado del Madre de Dios. Si el Perú desea que se formen empresas someras y quese pue- blen cuanto antes con elementos peruanos esos centros, debe procu- rar un arreglo amigable con Bolivia, aún cuando sólo sea de carác- ter preliminar ó transitorio, hasta tanto se concluya un acuerdo de- finitivo sobre las cuestiones de límites pendientes, porque de este modo le quitamos al Brasil el fátil fundamento de sus exagerados escrúpulos para mirarnos como colindantes suyos en esa parte del territorio Débese, en seguida, introducir en la ley sobre terrenos de montal ña las modificaciones señaladas por la experiencia. La que actual- mente rige es muy restringida, pues, entre otros gravámenes onero- sos, solo permite la adquisición de dos mil hectáreas de terrenos, co- rriendo á cada paso el concesionario el peligro de perder el depósito y de vivir en constante incertidumbre, pues el Gobierno se reserva, por diversos motivos, la facultad de quitar los terrenos y de can- gearlos por otros. En estas condiciones no puede prosperar la industria 2omera en nuestro país, y tomentarla por todos los medios posibles es.un deber de nuestros mandatarios, porque la shiringa está llamada á consti- tuir uño de los más importantes factores de la riqueza pública. Debe absolutamente prohibirse cortar los árboles de jebe bajo — 45 ningún pretexto, haciendo responsables á los que obtengan concesio- nes de terrenos para abrir estradas, de la conservación de los shirin- gales. La ley brasilera es, en este punto, la base de la inmensa riqueza y prosperidad del norte del Brasil en pocos años. He aquí las principales disposiciones vigentes en el Estado de Amazonas sobre este importante ramo: El servicio de venta, revalidación y legitimación de tierras públi- cas, se halla á cargo de una dirección especial dependiente del depar- tamento de Industria. Esta dirección entiende en lo relativo á inmi. gración, colonización, minas, agricultura, navegación, comercio, ca- tequización y civilización de los indios. Las tierras llamadas devolutas, es decir, aquellas no destinadas á ningún uso público, ni pertenecientes á dominio particular por tí- tulo legítimo, sólo se pueden adquirir por compra en las formas es- tablecidas por el gokerno. Para este efecto, las tierras se clasifican en lotes urbanos y rurales, variando el precio de unos y otros. Los lotes destinados á la industria pastoril no pueden tener más de 12 kilómetros de frente por otros tantos de fondo y los destinados á la industria extractiva, 10 kilómetros de frente por 10 de fondo. Los pedidos de adjudicación se hacen al jefe del departamento de Industria del Estado, y en ellos debe especificarsela Subprefectura ó Municipio en que está situado el lote, su extensión probable, límites naturales ó artificiales conocidos más próximos, nombre de la loca- lidad, aplicación que sele pretende dar y forma de pago. En vista del pedido, las Dirección de Tierras manda fijar avisos en el Diario Oficial por espacio de dos á cuatro meses, conforme á la dis- tancia que se halla el terreno, los mismos que se fijan, además, en la capital del Municipio á que pertenece. Si terminado el plazo no se presenta ningún reclamo, se expide al peticionario el respectivo título provisional, previo pago de los correspondientes derechos. Solamente después de haber el compra- dor recibido el título provisional, puede tomar posesión del lote y practicar en él cualquier acto de dominio. No puede, sinembargo, ena- genarlo ó hipotecarlo en todo ó en parte, sin poseer el título defini- tivo, bajo pena de perder el lote. Para entrar en posesión de título definitivo, debe el concesiona- — 46 — rio pedir la medición y demarcación del respectivo lote, dentro del plazo determinado en el término de concesión, perdiendo, en caso contrario, lo adquirido. Las tierras pretendidas por más de una persona se adjudican en subasta pública. Es prohibido vender á un solo individuo más de un lote para agricultura, otro para industria extractiva y otro pa- ra industria pastoril. / Es, asimismo, prohibido vender á la misma firma comercial ó industrial, más de un lote por cada industria; y no pueden los so- cios en sus nombres particulares adquirir ningán lote que haya sido ya adquirido por la firma. Las mediciones se hacen bajo la dirección y vigilancia de un in- geniero Ó agrimensor competentemente autorizado por el departa- mento de Industria. En la medición se observan las mismas forrtalidades queen la simple adjudicación, esto es la publicación de avisos en el Diario Ofi- cial y en los lugares públicos de las respectivas Intendencias y Muni- cipios. Entre nosotros podría dictarse una disposición análoga, de ma- nera de facilitar la adquisición perpétua de los gomales, ya sea por una cantidad fija por estrada, calculada por el rendimiento anual de un árbol, ya mediante una cuota periódica, proporcionalmente equivalente al precio fijado á aquella. En el Brasil un shiringal paga, independientemente de la patente industrial por derecho de barracón, dos mil reis (un sol) porestrada* Con el debido cuidado, un árbol sigue produciendo sin interrup- ción hasta los 40 años y quizá hasta los 50 ó 60. La producción de la goma varía mucho, así como su precio en el mercado; pero, por lo general, se calcula que un árbol sano debe producir una renta de 30 ó 40 soles al año. Por consiguiente, cada estrada compuesta de cien palos, produ- ce, término medio, de tres á cuatro mil soles al año. Tratándose de los shiringales poszídos y explotados en el territo- rio en litigio, ya hemos manifestado que deben reputarse válidos los títulos adquiridos de conformidad con las leyes brasileras, única S que han imperado hasta la fecha en esa región; medida que, á la vez — 47 - que se inspira en un levantado espíritu de justicia, nos atraería las simpatías de cuantos, de otro modo, serían nuestros primeros y más tenaces enemigos. Los brasileros saben bien que ellos saldrían ganando con el libre funcionamiento de la administración peruana en esa zona, pues que la vida se abarataría en un cincuenta por ciento, por la notable di- ferencia del arancel que rige en la Aduana de Iquitos, extensivo des. de Muego á la que allá se creara—y el que se cobra en las aduanas de Manaos y el Pará, así en los derechos de importación como en los de exportación. Tan grande es esta diferencia, que las mercaderíaS que los comerciantes peruanos llevan al Alto Juruá, con toda clase de riesgos y trabajos,por el Abujao ó el Tamaya, se venden á menor precio que las de igual calidad que conducen directamente los vapo- res. A más de un coúlkerciante brasilero, dueño de numeroso perso- nal, le he oído lamentarse de que estos varaderos no tengan más ta- cilidades, para llevar por allí sus aviamientos, comprados en Iqui- tos. Sobre contratos y prestación de servicios de los peones cauche- ros, hay mucho que decir y mucho que hacer, para corregir invete- rados abusos y reintegrar en Su libertad al trabajador, amparando y conciliando, al mismo tiempo, los derechos del patrón y los intere- ses legítimos de la industria. Los casos de huída de gente son muy frecuentes. Tal hecho revela un hondo síntoma de malestar en las relacio- nos del patrón y sus aviados, y merece serestudiado con detenimien- to, porque directamente influye en la mayor ó menor ganancia que aquél tiene derecho á esperar: se le hace faltar á sus compromisos comerciales, y se resiente el crédito, base principal sobre la que es- tán fundadas casi todas las empresas caucheras, grandes ó chicas. Pero si este mal ha de reprimirse por la autoridad competente, la misma está en el deber de investigar las causas que la motivan, que, en la generalidad de los casos, proviene de la ineserupulosidad ó poca conciencia del patrón, quien explota en todas formas al des- AS eraciado cauchero, su deudor: en el precio y calidad de las mercade- rías que le suministra; en el peso y precio del producto; hasta—se han dado casos—en la alteración de la cuenta que sólo él maneja á su antojo. De aquí que un peón que se dirige al caucho, no sabe cuándo vol- verá, y hay quien se va por uno ó dos años y regresa á los seis ú ocho, como he visto á varios que volvían al Ucayali, sin camisa que mudar, y por toda provisión de víveres, una poca fariña podrida que los animales inmundos repugnarían comer. Si no temiera cansar la atención del público que me escucha, tra- taría el asunto con la extensión que merece y conforme con los abun- dantes datos que poseo; pero aquí sólo debo señalar el mal y sus causas, indicando el medio de hacerlos cesar. Uno que creo produciría algún beneficio á patrones y peones, se- ría el siguiente: todos los individuos que regrestn del caucho por los raraderos, deberán salir provistos de una constancia del dueño del ugar en que han trabajado, visada por la autoridad más próxima: Esta constancia les serviría de pasaporte para traficar libremente, evitándose, así, que los vuelvan á tomar y los lleven de nuevo á la montaña, creyéndolos prófugos. Esta medida puede, desde luego, implantarse, facultándose al subprefecto del Ucayali á ponerse de acuerdo al respecto con el go- bernador de “Nuevo Iquitos.” El servicio de la comunicación postal debe merecer también al guna atención, por los grandes bienes que el comercio y la sociedad en general reportan de este importante ramo. Cuando menos, de he crearse una receptoría en San Lorenzo (varadero del Tamaya) que daría con creces lo suficiente para su sostenimiento; otra en la boca del Sepahua y otra en la del Mishahua, las que pueden ser aten- didas ad honorem por las muchas personas capaces de servir ese puesto. En toda la montaña limítrofe con el Brasil gira un número con- “sp siderable de cartas sin franqueo; con la creación de las receptorías que propongo, se obtendría un pequeño ingreso y, sobre todo, se prestigiaría la Administración que allí fundáramos. Por ley del congreso el territorio de la montaña ha sido dividi do en tres Prefecturas apostólicas para favorecer la conversión de os infieles. La idea es digna de aplauso y merece ser protegida por todas las personas que lamentan el estado de salvajismo de milla- res de seres, perdidos para el progreso deesa zona. Soy el más entusiasta justipreciador de los méritos y esfuerzos de los valero- sos misioneros que han acometido tan ardua empresa; pero, desgra- ciadamente, poco espgro de ella, pues estoy convencido de que la ca- ¿equización evangélica es ineficaz y nula en sus resultados, como lo prueba la experiencia. El indio es refractario á la civilización y no es, ciertamente, con oraciones como lo haremos entrar en el carril de la vida moderna. Los caucheros son más prácticos, y, descartando las demasías con que muchos han manchado su obra, hay que reconocer que, sinellos, aúm estarían poblados de infieles ricas comarcas abiertas hoy á los beneficios de la industria y el comercio. Mas, si en orden á la catequización de los indios, han sido casi nulos los esfuerzos de los misioneros, no cabe decir lo mismo en cuanto á los resultados obtenidos en sus diferentes exploraciones á los territorios confinantes de Mainas y Quijos y á los de los Char- cas y los Mojos. Los padres de Ocopa recorrieron el Pachitea, el Huallaga, el Ucayali, el Morona, el Pastaza, el Tigre, el Bobonaza y otros mu- chísimos ríos. Levantaron cartas de ellos y en todo tiempo dieron muestras de su celo evangélico y de verdadero espíritu civilizador. Sus notables trabajos movieron á la Metrópoli á anexar al Perú los territorios de Mainas, entregándolos al servicio de los religiosos de Ocopa. La orden franciscana se hizo notar siempre por su abnegación La — 50) — y fervor entre esos valerosos soldados de Cristo, y los nombres de los padres Sobreviela, Girbal, Dueñas, Plaza, Cuestas, Sala, $., de- ben ser recordados con gratitud. Mucho se ha hecho por la actual progresista administración del Excmo. señor Romaña por la conservación y resguardo de nuestra extensísima frontera septentrional y oriental, abierta hasta ahora poco á los avances sistemáticos de los países vecinos; pero aún falta no poco para ponerla enteramente á cubierto de cualquier atropello. Hoy por hoy contamos con los siguientes puestos militares Ó Comisarías: En Puerto Meléndez, al pié del Pongo de Manseriche, en el Alto Marañón, indispensable para vigilar los ríos Santiago, Morona y Pastaza, é impedir nuevas irrupciones de los indios infieles que, en distintas ocasiones, han arrasado lugares florecientes. Los ataques han dado por resultado matar á los antiguos po- bladores civilizados ó alejarlos por el terror; siendo la consecuencia que poblaciones primitivas que antes existieron, han desapareci- do por completo; y en vez de los pueblos que se levantaban en esa parte de la montaña, hoy no se encuentra ni vestigios de ellas, por- que la lozana vegetación ha borrado las huellas de lo que fué civili- zación y trabajo. Los restos únicos de algunas partidas pobladas que se conser- van, tienen por habitantes á personas que viven en contínua Zozo- bra y temor, intranquilas, por lo mismo, para contraerse á las fae- nas del trabajo, y en abandono esa zona territorial en que la natu- raleza hace gala de fecundidad por la rica importancia de sus tie- rras y por los tesoros auríferos que arrastran á sus playas los ríos de aquella región. Además, de Meléndez arranca el camino que se está construyen” do á Huancabamba, y ahí se establecerá la estación telegráfica. —El local de la Comisaría en el río Napo se encuentra á cien me- tros de la boca del Aguarico. Enel mismo sitio es conveniente que se implante, sin más tardanza, la aduanilla que debe recaudar los de- rechos á las gomas que bajan de la parte superior del Napo. La comisaría del Putumayo se halla establecida en el vértice formado por la margen derecha del Cotuhé y la de aquel, en la misma embocadura de este último. El terreno alto y onduloso se halla al abrigo de toda inundación y está perfectamente es- cogido, pues desde allí se domina todo el curso bajo y superior del Putumayo, que pasa por este sitio en una sola masa, sin que isla alguna lo divida en dos ó más brazos, como sucede en casi toda la extensión del río. La perspectiva que presenta es agradable. Situada la casa en regular altura, tiene á su izquierda el marco de límites con el Brasil, colocado allí el 26 de julio de 1873 por la Comisión mix- ta de límites. El comisario adbual se ha cuidado de hacer abrir chácaras, disponiendo ya de una hectárea cuadrada de huen terreno listo para el sembrío. En poco tiempo más se hallará en floreciente estado y se podrá decir que se encuentra asegurada la vida de la guarnición y empleados que en esos apartados territorios repre- sentan la soberanía patria. Además de esta Comisaría, guarnecida por diez plazas de la columna militar de Loreto, al mando de un oficial, existe una subcomisaría en el Inga-paraná, la que ha sido creada última- mente en vista del notable incremento que ha tomado el comer- cio de este río y también para reprimir debidamente los avances y actos delictuosos de algunos malos colombianos que en él resi- den y en el Caraparaná, con el cual se comunica por medio de un varadero. —En el Amazonas tenemos la Comisaría de Leticia, cuya juris- dicción se extiende aguas arriba hasta el pueblo de Loreto, y á toda la extensión del Yavary. Su importancia es evidente. -_—Después se cuenta la Comisaría del Juruá, establecida por ahora en la boca del Amuenya, con veinte hombres de guarnición, además de las subcomisarías del Juruá Miry y del Breu, servidas ambas por personal competente. —En el Alto Purás exíste la Comisaría instalada en el Catay, que cuenta, igualmente, con una buena dotación de soldados que hacen allí respetar nuestro derecho. —Tenemos, por fin, la Comisaría del Tambopata, en la frontera con Bolivia, si bien ésta no es de la dependencia del prefecto de Lo- reto. Los servicios que estas Comisarías están destinadas á prestar, deben corresponderse con los quefacilitaría una buena flotilla. Nuestra red fluvial fronteriza cuenta con las siguientes embar- caciones oficiales: Lancha “Loreto” Id. “Cahuapanas” Id. “Urubamba” Id. “Amazonas” Ido 1 Tquitosr e Id. UBIZARGOS Necesitamos, por lo menos, una lancha más como la “Loreto”. adquirida recientemente, y dos como la “Pizarro”, adquisición que podría facilitarse rematando en pública subasta la “Cahuapanas”, la “Amazonas”, la Urubamba” y la “Iquitos”, que cuentan largos años de servicio y no responden á las necesidades del gobierno. Como medio de favorecerel comercio nacional y alentar una pro- fesión digna del favor público, se debe patrocinar la creación del cuer- po de prácticos, al cual se dará la exclusiva para navegar enel Ama- zonas peruano y sus afluentes. No veo porqué nuestros inteligentes indígenas no han de tomar en la frontera los vapores que van para Iquitos, y se ha de seguir postergándolos con clamorosa injusticia. Si no reservamos únicamente á nuestra bandera el comercio fluvial interior, por lo menos, deberíamos reglamentarla en el sentido de que la tripulación de las lanchas ó vapores esté formada, siquiera en la mitad, por personal peruano. Así tendremos marineros, prácti- cos, maquinistas, etc., todos los que, en un momento dado, presta- rían grandes servicios al país por el conocimiento adquirido en la navegación de los ríos. Ya es tiempo de poner término, en nuestras relaciones con las repúblicas vecinas, á un statu quo que no respetan y que ha sido mal interpretado por ellas. De tener razón el Ecuador, de tenerla Bolivia, ¿4 qué quedaremos reducidos? Cabría preguntarse asombrados: ¿dónde existió el Virrei- nato de Lima? Es de suma urgencia señalar los linderos definitivos de Loreto. Concedamos algo, á fin de salvar lo que aún nos queda de nuestra rica región oriental. Sobre todo, es de absoluta necesidad que nos entendamos con el Brasil, instándolo á concluir las cuestiones que con él tenemos pendientes. Todos los años perdemos varios millo- nes por esa falta de acuerdo, dinero con el que ya habríamos paga- do varias veces el rescate de Tacna y Arica y serviría para fomen- tar las obras públicas de Loreto. He llegado, señores, al finde mi disertación. He sido, talvez, por demás difuso y me asiste, por consiguiente, el temor de no haber logrado el objeto que tuve én mira al acometer una tarea superior ciertamente á mis débiles fuerzas. Con todo, y prescindiendo de detalles quizás insignificantes, ve- reis en este trabajo, señores, un cuadro exacto de nuestra situación en el vasto territorio oriental, cuyo dominio senos disputa de una manera temeraria, y la indicación de ciertas medidas que podríamos adoptar de hecho, siguiendo el ejemplo de nuestras inescrupulosas vecinas las repúblicas del Brasil y Bolivia, que se han repartido los girones de aquél. e UE El descuido, la ignorancia y la imprevisión han conducido á nuestra patria al extremo en que la vemos, desangrándose por tc= das las venas de su poderoso organismo, borradas sus fronteras naturales que la historia ha consagrado en la lenta sucesión de) tiempo, agitándose por hacer oir su indignada voz de protesta ante la conciencia dormida de quien le debe su existencia política. Es deber de sus buenos hijos trabajar empeñosamente porque recupere algo siquiera de lo mucho que ha perdido. Esta es misión sagrada, que debemos cumplir sin temores, porque de su buen éxito depende la vida y prosperidad de la nación. Que los gobiernos que se sucedan sigan el ejemplo que les deja el actual; que el orden y la paz pública se mantengan, como hasta aquí, por todos los hombres verdaderamente patriotas, sin distin- ción política alguna, y yo aseguro, señores, que la República gozará de días mejores en un porvenir no lejano. € — MELO 4— Vias al Oriente del Perú CONFERENCIA DADA EN LA SOCIEDAD GEOGRÁFICA EN LA NOCHE DEL 13 DE DICIEMBRE ÚLTIMO POR EL SEÑOR ¡MANUEL ANTONIO ME- SONES MURO. Excmo. Señor: Señores Ministros: Señoras y señores: La inmensa y rica región oriental viene siendo desde hace algún tiempo objeto de todas nuestras atenciones. Un crecido número de exploradores y de personas amantes del progreso é interesadas vi- vamente en el bienestar del país, se han ocupado y siguen ocupán- dose con marcado tesón de buscar el camino más corto, fácil, co- mercial, estratégico, económico y de pronta y posible realización, que uniendo la costa con el Oriente del Perú y muy en especial con ms la importante hoya del Amazonas, permita aprovechar el cambio de los productos de la costa con los valiosos de esos lugares. Como consecuencia natural de este movimiento expansivo que halaga verdaderamente al patriotismo, han surgido diversos y va” riados proyectos, que se clasifican en la forma siguiente: 1% Caminos por la vía del Norte; 2% Caminos por la vía del Centro; y 32 Caminos por la vía del Sur. No permitiendo la naturaleza de esta actuación ocuparse ni si quiera brevemente de todos los trabajos enumerados, me limitaré tan solo al estudio á grandes rasgos delosdos dela vía del Norte, que á mijuicio Ofrecen mayor importancia; á saber: el presentado por el ingeniero alemán señor G. M. von Hassel del ingeniero peruano se- ñor Enrique Coronel Zegarra y finalmente el que yo he descubierto por el departamentg de Lambayeque. A fin de no fatigar la atención de la ilustrada concurrencia que me honra escuchándome, voy á dividir mi trabajo en dos partes. En la primera me ocuparé someramente del estudio de los pro” yectos de los distinguidísimos ingenieros señores von Hasse- y Coronel Zegarra, refiriéndome incidentalmente al mío, ma nifestando las razones en que me apoyo para creer sincera y hon- radamente que el camino que he descubierto es el más fácil, corto, comercial, estratégico y en una palabra el más conveniente; y en el segundo después de describir la extensa provincia de Jaen que es atravesada en su totalidad de Oeste á Este por mi camino, narra* la última exploración que he llevado á cabo del Pacífico al Pongo de Manseriche. Antes de entrar en materia séame permitido dejar pública cons- tancia de mi profunda gratitud al Excmo Sr. Presidente de la Repú- blica y á sus distinguidos colaboradores en el Gobierno, por las fa- cilidades que han otorgado á mi empresa; al Directorio de esta dig” na y progresista institución por haber dispensado á mi modesto trabajo el honor de ser el tema de una conferencia pública y finalmen” te al culto auditorio aquí reunido que, con su presencia, realza este acto y alienta mis propósitos. En uno de mis escritos he manifestado yá que con dinero se pueden — 50 E hacer caminos por los lugares más sinuosos y difíciles, pero nuestro objeto es encontrar una vía corta, fácil de hacerla y también de im- portancia comercial. La vía del señor von Hassel para llegar de Paita á Huanca bamba forzosamente suspende la cordillera real para bajar á esta última ciudad que se halla 4 1900 metros sobre el nivel del mar y tiene en su tránsito para el Marañón que atravesar ramales de cor- dillera de 2000 y 2625 metros como el paso de Huascaray y descen- der por caminos pantanosos de Montaña de difícil tráfico por el va. lle del río Tamborapa al Marañón. Esta ruta beneficia muy poco la riquísima provincia de Jaen, pasa solo al Noreste y por los luga- res más despoblados. Como este proyectado ferrocarril va muy cerca de la frontera del Ecuador, creo sea militarmente antiestratégico» pues está lejos del apoyo de la populosa y belicosa provincia de Chota y las otras muy pobladas de Cajamarca. c El proyecto del señor Coronel Zegarra, baja de Paita por Piura al Sureste buscando cordilleras más bajas por el pueblo de Huarma. ca, y efectivamente entre este pueblo y el de Olmos se encuentra la mayor depresión de los Andes. La distancia entre Olmos y Huar- maca se hace á lomo de mula en una jornada de un día. A la inciativa y entusiasmo del señor Coronel Zegarra se deben las exploraciones que se han llevado á cabo en el norte del Perú, des. graciadamente solo estudió el camino de Piura hasta el pueblo de Huarmaca, lisongeándose con la esperanza de que por el pueblo de San Felipe existiera un camino que lo llevara directamente á Bella - vista sin cambiar de dirección al Este. Trasmontando la cordillera por Huarmaca, descendiendo al río de Huancabamba nos encontramos después en el pueblo de San Fe- lipe, otra vez á 1900 metros y en la Jalca de Llamoca á 2625 ba” jando por la quebrada de Qismache para suspender de nuevo por la montaña de Mantas por el paso del Amilan á 2500 metros. No deseo cansar la ilustre atención del auditorio, pero por lo poco que acaban de oir se habrán formado una idea de lo quebrado y tortuo- so del camino, y que de nada ha servido trasmontar la cordillera por Huarmaca á 2000 metros, si después nos encontramos con ra” males cuya altura es de 2625, de 2500 y aun más. Siguiendo la di- rección al Este para Bellavista tropezaríamos enel tránsito con el famoso Corcobado que se haila 4 3500 metros de altura, para en - tonces descender también por tupidas montañas á la ciudad de Jaen y pueblo de Bellavista situado en las cálidas como fértiles playas del Marañón. Mientras tanto el camino descubierto por mí, el que partiendo del puerto de Eten en el Departamento de Lambayeque va comple- tamente por terreno plano al pueblo de Olmos, veinteleguas distan. te de Ferreñafe y trasmonta la cordillera por esos lugares á una al- tura de 2250 metros; no tiene más cadenas de cerro que pasar ni montaña alguna, pues aprovecha el valle que forma el río Chamaya hasta su unión con el Marañón cerca del pueblo de Chorros cuatro leguas antes de Bellavista. Este río Chamaya que primero con el nombre de Huancabamba baja de Norte á Sur y después de su unión con los ríos Chotano y Chunchuca toma su dirección al Este, se ha labrado un valle á ti vés de los Andes y esta casualidad favorece mi proyecto para no ascender más cordilleras. Esta apartura providencial entre cadenas de cerros nos ha brin- dado la naturaleza para conducirnos coa maravillosa facilidad del Pacífico al Atlántico. Esta vía se pone también al alcance del co- mercio de la populosa provincia de Chota, cruzando por entero de Ozste á Este la importantísima provincia de Jaen. Los chotanos y todo el departamento de Cajamarca, comprenden muy bien la im- portancia de esta vía. He recibido de muchos lugares de por allá manifestaciones de aliento y aprecio por mi iniciativa, principalmente de la tan comer- cial ciudad de Cutervo. Quién, señores, en todo el Perá puede presentar un camino tan apropiado para el objeto que buscamos? Por esta ruta me ha sido posible ponerme á lomo de mula en cuatro días de la costa á Bella- vista y en tres días más por medio de balsa y canoa á puerto Me- léndez. De este puerto al de Iquitos hay dos días en lancha á vapor. Teniendo las conexiones preparadas, balsa en Bellavista y lancha en puerto Meléndez, estoy listo á repetir el viaje: nueve días del Pa- cífico á Iquitos. Semejante éxito no ha sido alcanzado hasta la fe- cha por ningún otro explorador. — DS De Bellavista para adelantecreo se adapte mejor la orilla izquier- da del Marañón por llevar el ferrocarrilá buscar un puerto en el Amazonas que permita la navegación de vapores de mayor calado. Según todas mis observaeiones en la banda izquierda del Mara- ñón se tropieza con menos dificultades por ser más llana que la de- recha y así lo comprendieron los españoles, pues existen restos del camino que usaban estos para comunicarse de Borja en el Manseri- che con los pueblos de Jaén. Los pobladores del Chinchipe aprovechan estas huellas para acercarse de día en día más al pongo de Manseriche. Poseen ya ca- mino de bestia hasta Yusamaro. Han fundado últimamente un pue- blecito con el nombre de Santa Rosa cerca del antiguo de Pu- llaya. En la provincia de Bongará ha costado el gran esfuerzo de ocho pueblos y la constancia del cura Muñoz para hacer una trocha, que desgraciadamente principia otra vez á enmonfarse, al mismo «sitio de Yusamaro. Nadie desconoce las enormes ventajas que encierra para el co- mercio internacional el grandioso proyecto de unir por medio de una línea ferrea el Pacífico con un puerto en el Amazonas accesible á va- pores trasatlánticos. El comercio se desarrollaría de una manera maravillosa y los productos de la costa paruana tendrían una colo- cación en esas regiones que actualmente desde la sal hasta las pa- pas las importan de Europa. A mi entender creo que el camino más corto y más fácil es el de Eten al Marañón como acabo de demostrarlo, pero los intereses de los departamentos de Piura y Lambayeque pueden hermanarse. Ya he manifestado la distancia que media entre el pueblo de Ol- mos y Huarmaca que es un solo día de camino á caballo ó en mula. Pues bien, si se llevara el ferrocarril de Paita á Olmos en lugar de Huarmaca, entonees podría continuarse la línea férrea por elica- mino designado por mí, ahorrando, por lotanto, millones de soles y dando vida á más departamentos importantes. Los rieles de Ferreñafe á Olmos se tenderían en el acto. Tam- bién la línea actual Eten-Pátapo respectivamente por las haciendas Combo y Cayaltí podría prolongarse á Guadalupe, camino entre — 59 — esta población y la hacienda mencionada, relativamente muy cor- to y llano. Así es, señores, quecon una insignificante variación de una jornada podía unirse casi todo el norte del Perú. Seis departa- mentos: Piura, Lambayeque, Trujillo, Cajamarca, Amazonas y Loreto. Bien merece la pena que nuestro ilustrado gobierno medite este gran proyecto y se fije en las trascendentales consecuencias que en- cierra para nuestro país. Pero mientras se llevan á la práctica estos grandes planes, con poco dinero se podía hacer entretanto un buen camino de herradura hasta Bellavista ó Yusamaro, y de aquí adelante hasta Iquitos se- guir porel camino fluvial. En todas partes del mundo las vías acuá- ticas son las más baratas. — Permítaseme antes de principiar la relación de mi viaje, que dé á conocer á grandes rasgos la extensa provincia de Jaen. La conozco hace veinte años. Da he visitado innumerables veces y he pasado á ella por nueve diferentes rutas. He idocomo explorador, cascarillero negociante en ganado vacuno, en tabacos y en otros diversos pro- ductos. Por la fácil comunicación que existe entre el departamento de Lambayeque y la citada provincia, he estado en ella hasta diez ve- ces en un año; y con tal motivo me he formado el concepto de que es una de las más ricas que tiene el Perá, en todos los reinos de la naturaleza. Posee cinco grandes valles. El primero formado por los rios Huancabamba y Chotano situados al Oeste y Sur de la provincia; el valle del río Jaen al Este; el formado por los rios Tabaconas y Tamborapa al Noroeste; el del río Chinchipe al Noreste, y final- mente, el formado porel rio Chunchuca, que se encuentra en el corazón de la provincia, que baja de Norte á Sur yes uno de los más importantes y ricos. A los valles grandes descienden infinidad de quebradas forman- do á su vez vallecitos muy notables. Es admirable la cantidad de agua de que puede disponerse en estos valles para regadíos. En los nuevos mapas de geografía he visto con sorpresa señalar como límite de Jaen la banda derecha del Chinchipe y en otros el 4 > AS ce Pa y ú n Y Yi e” Y 1] En — 60 — lado izquierdo con una pequeña faja de terreno. Esto es completa- mente falso, pues por documentos antiguos he visto que Jaen ocu- paba todo el lado izquierdo del Marañón hasta la ciudad de Borja en el Manseriche. Mas aún, en apoyo de mi opinión diré: que las , ruinas de la antigua capital “Jaen de Bracamoros” existentes en la actualidad, están situadas dentro de la montaña al lado izquierdo del Chinchipe, por lo tanto nadie puede dudar que las mismas co- marcas del lado izquierdo del Marañón hasta Borja, efectivamente pertenecen á la provincia de Jaen. Llamo la atención del Supremo Gobierno sobre este punto. Dificilmente habrá en el país lugares que se adapten mejor para la cria de ganado vacuno que los de la provincia de Jaen. El terreno es montañoso, pero solo las altas cumbres de los ce- rros están cubiertas de bosques y casi todos estos lugares se compo- nen de lomerías de tierra vejetal cubiertas todo el año delos más ricos y variados pastos, principalmente en el valle de Chunchuca. Hubo época en que se le calculaba á la provincia 80000 reses. El ganado que se embarca en Eten para la capital de la Repá- blica, invernado en el departamento de Lambayeque, es casi en su totalidad de la provincia de Jaen; así como también una parte del que embarcan por Paita. En los lugares cálidos la cria de cabras encontrando todas las condiciones que se requieren para sa multi- plicación y desarrollo, progresa en muy poco tiempo. Hay muchos lugares principalmente á inmediaciones de la mon- taña, aparentes para dedicarlos al negocio de cerdos. Enel valle de Chunchuca he visto partidas de estos animales en el campo, ceba- dos con guayabas y chirimoyas. Hay muy pocos carneros, sin em- bargo, habiendo inmensas lomerías cubiertas leguas de leguas pu- ramente de pastos naturales, y existiendo punas como los famosos páramos del “Sallique” y el “Corcobado”, podrían subsistir miles de miles de estos útiles animales. En estas punas predomina la característica paja de Jalca, pasto tan preferido por los carneros. En la actualidad todos estos ricos lugares están deshabitados y aún en las partes templadas y cálidas son muy contados los mora- dores. Un silencio profundo reina en estos desiertos tan ricos é 12- li — norados y convida al viajero á meditar lo que significaría para el bienestar de esta provincia si fuesen explotadas sus riquezas por in- dustriales inteligentes y laboriosos. El valor de la propiedad es muy reducido. Conozco haciendas que pueden sostener miles de reses cuyo precio es tan solo de quinien- tos soles. He visto extensísimas haciendas de la Beneficencia de Jaen arrendadas al año por veinte soles. Verdaderamente causa pena caminar días enteros entre hermo- sos y fértiles pastales sin ver casi ganado, no obstante salir anual- mente miles de reses fuera de esta privilegiada provincia. Como en su mayor parte, repito, las lomas se componen de tierra vegetal, se adaptan segán su altura al cultivo de diversas plantas tropica- les. La fertilidad de las tierras es asombrosa. La planta de café llega á un tamaño extraordinario; el tabaco de Jaen tiene por sus cualidades, fama nguy merecida en todo el Perú. Los valles son generalmente llanos y muy cálidos: el arroz da dos cosechas al año, pues no existen heladas que las malogren. Es- tos valles tienen tarde ó temprano que ser un gran factor en el or- den agrícola de esta rica provincia, pues se adaptan de una manera muy especial para el sembrío del valioso producto del cacao. En los últimos años han aumentado considerablemente estos sembríos, principalmente en el valle del río de Jaen y las orillas del Marañón. Conozco un individuo que vino á radicarse á Bellavista hace muy pocos años: es oriundo del pueblo de Tacabamba y de apellido Delgado. Este hombre era pobre, hizo algunos esfuerzos y princi- pió á sembrar cacao; en la actualidad posee en su finca nada menos que 15.000 matas que represzntan un valor de 30,000 soles. Si vemos que un hombre pobre y sin capital pudo hacer tanto en tan poco tiempo, cuánto podría hacer un capitalista? Peones se pueden conseguir en la vecina provincia de Chota. La vegetación de los valles es muy parecida á las tierras de la costa, pues hay algarrobos aunque no tan grandes como los de Piura y Lambaye- que; también se observa alguna diversidad de cactus. Días enteros se viaja por estas llanuras no viendo más que una que otra choza y es de lamentarse que estas tierras tan fértiles rega- das por infinidad de arroyuelos estén sin cultivo. Estos lugares son LS A Ñ 4 yl 141 ' Ah sl ln A ly == apropiados para la inmigración; pero antes que todo se necesita ca- minos. No os fatigo con mencionar la diversilad de frutas tropicales que producen estos valles de que me ocupo, pero podeis pensar que con un clima cálido y tierras tan feraces abundarán todas las adaptables á la zona cálida, distinguiéndose por ahora las naranjas» que son, sin disputa, mejores que las de Guayaquil. Maderas hay de diversas clases en los vallecitos que descienden á los grandes, encontrándose en ellos magníficos cedros y nogales que no forman bosques tupidos; también se encuentra el corpulento árbol cuya madera es tan estimada llamado “Catagna” y cuya preciosa fruta es de un vivísimo color rojo y sirve como un activo laxante. Muy notables son las yerbas medicinales que se presentan como el “asma-chilca” y otras que merecen llamar 16 atención de los bo- tánicos. : Cascarilla hay en abundancia y otras cortezas benéficas eomo la arabisca, el valdaco y algunas otras que poseen propiedades muy apreciables. En el distrito de Cayallud se elabora bastante cera vegetal que se diferencia de la cera de abejas solo por su color verduzco. Es inmensa la cantidad de abejas de diferentes tamaños y colo res que benefician á los habitantes de esos lugares con su cera y su miel. En muchísimos lugares se alumbran con la cera elaborada por estos útiles insectos. Son dos los colores de la cera de Jaen, negra y parda. La abeja europea es desconocida, no ha penetrado todavía por allá. Algún día se admirará el mundo entero de la riqueza mineral de esta región en la que abundan minerales de todas clases, como fierro magnético en enormes capas, pirita de cobre, plata, cobre y lava- deros de oro en diferentes distritos; yacimientos de oro, carbón de piedra, cal, yeso y sal. Muchas personas están en la creencia de que en esta rica provincia, solo en el río Chinchipe, existen lavaderos de oro. No hay tal, conozco otros lugares en que existen más ricos lavaderos y aún minas de este mismo metal. Anteriormente en al- gunos distritos sus habitantes pagaban sus contribuciones en oro. e Por la historia de estos lugares se sabe que los españoles traba- jaban con gran éxito ricas minas de oro en estas comarcas; desgra- ciadamente la civilización sufrió en un solo día un terrible golpe con el espantoso levantamiento delos jíbaros y bracamoros. Para poderse formar una idea del adelanto que alc:.nzó aquí la coloniza- ción española, baste saber que las prisioneras jóvenes que cayeron en poder de les bárbaros las calcula un historiad or en once mil. Los demás seres humanos fueron pasados á cuchillo. Al probar los españoles la reconquista de estas regiones tuvieron á bien los indios bracamoros retirarse á las selvas impenetrables del Amazonas des- pués de tapiar las bocaminas. Creo que este es uno de los motivos porque seencuentra esta provincia actualmente tan deshabitada. No teniendo los españoles peones con que trabajar las minas y expuestos á los continuos ataques d2 los belicosos jíbaros, dejaron ea un semi abandondBestos ricos lugares, llamados ahora á desper- tar de su letargo. Actualmente esta provincia está, como repito, muy despoblada y casi todossus habitantes son originarios de la provincia de Cho. ta. Enel valle del rio Tamborapa hay emigraates de la provincia de Huancabamba, y finalmente en el distrito de San Ignacio se han establecido namerosos ecuatorianos. Cuando pasa la estación de las lluvias aumenta considerablemente la población con peones y comerciantes de las provincias limítrofes que después de conseguir los productos y ganado vacuno de este país, regresan á Huanca- bamba, Cutervo, Chota y departamento de Lambayeque. Los habitantes del valle d2 Chunchuca son generalmente hijos del lugar y se distinguen con pocas excepciones por su extraordina- ria pereza y costumbres licenciosas. La naturaleza “los ha dotado con tierras tan exuberantes y fértiles que sin gran esfuerzo adquieren lo necesario para vivir y alimentar sus vicios, que son por lo regular el baile y el aguardiente de caña. En su totalidad son mestizos, de constitución debil y con fre- cuencia se encuentran idiotas á los que por allá dan el nombre de gatos. , En algunos sitios hay muchos cotosos. — 64 — Hace algunos años tuvieron por allá la visita de algunos misio- neros descalzos, se celebraron con tal motivo muchísimos matrimo” nios, pero al año siguiente era difícil encontrar una pareja unida. La- moral es palabra vana para ellos. En general los habitantes de Jaen se distinguen por la hospita idad que gastan con los viajeros y cierto fondo de honradez, son muy pacíficos y sus frecuentes disturbios son originados por gentes de fuera, no por los hijos de la provincia, que sin temor de equivocar- me forman la minoría de los habitantes de Jaen, El comercio se hace cangeando mercaderías que llevan los nego- ciantes por productos del lugar, dándoseel plazo de un año, esto es de mayo á mayo para el pago. Son enormes las ventajas para el comerciante, pues como resultado de sus transacciones obtiene una utilidad líquida de doscientos á trescientos por ciento. Ya tenéis, señores, aunqueá grandes rasgqs, una idea de la pro- vincia de Jaen. Voy ahora á relatar mi viaje del Pacífico á Puerto Melendez en el pongo de Manseriche. Gracias al entusiasmo y actividad de mi digno amigo el expre- fecto de Lambayeque señor Carlos Velarde Canseco y de otros ca- balleros del mismo departamento, distinguiéndose entre ellos de manera muy particular, mi antiguo amigo don Nicanor M. Carmo. na, que no ha omitido esfuerzo, ni de dinero, ni personales, para lle. var á feliz éxito la expedición, emprendí mi viaje de Ferreñafe, tér- mino del ferrocarril de Eten y distante por lo tanto una hora del Pacífico, el día 18 de mayo del presente año. La expedición á mí encomendada era compuesta de los ingenie- ros señor Eduardo Habich comisionado por el Supremo Gobierno y del entusiasta señor Enrique Briining, de nacionalidad alemana; también nos acompañaba un secretario que tuvo á bien regresarse del Marañón. Eran las siete y media de la mañana cuando emprendimos la marcha acompañados hasta una legua de distancia por el señor go- bernador y las personas más visibles de la localidad. Tuvimos que desviarnos un poco del camino á causa de las inundaciones produci- das por los sembríos de arroz. -— 05 — Dos horas más tarde exactamente entrábamos al pueblo de Mo- chumí y á las diez de la mañana al pueblo de Pácume, después de pa- sar por los de Illimo y Pacora, llegando á las doce y cinco minutos al pueblo de Jayanca. Desde Mochumí inclusive Jayanca hay cinco pueblos, siendo es- te último el más grande; todos son regados por el río de “La Le- che”, concluyendo en este lugar la zona arrocera del departamento de Lambayeque. En Jayanca descansamos hora y media. En el tránsito para Motupe fuimos agasajados por varios ami” gos, llegando á este pueblo á las cinco de la tarde. El camino entre Jayanca y Motupe va entre algarrobales, encon- trándose muchas crías de ganado vacuno y cabrío en todo el tránsi” to. Motupe es, después de Ferreñafe, la población más grande de la provincia de Lambayáaque. Los negocios principales son los sembríoS de maíz y la cria de ganado. Existen muchas huertas de piñas y paltas. Nunca falta agua aunque sea en pequeña cantidad. Algu- nos de sus habitantes se dedican al comercio con la vecina provincia de Jaen. Con Piura tienen también contacto; se ve entrar diaria- mente á la población piaras de mulas y burros procedentes por lo general de Catacaos, Sechura y Sullana. Después de cenar en Motupe, salimos á las siete y media con di- rección á Olmos, á cuyo lugar llegamos á las d1ez de la noche. En Motupe se quedó el señor Briining con el secretario, debiendo alcanzarnos en Bellavista. De Ferreñafe hasta Olmos el camino es completamente llano, so- lo se pasa una pequeña é insignificante cadenita de cerros denomi.- nada “Portachuelo de Olmos” á 350m sobre el nivel del mar. El pueblo de Olmos se dedica puramente á la cria y ceba de ga- nado vacuno, cabrío y muy poco á la de ovejas, también se ocupan de la de caballos y asnos. El despoblado de Olmos tiene cuarenta leguas de largo con lími- tes al oeste hasta el Pacífico; pero no se crea por esto que se compo- ne de desiertos de arena, no: hay enormes tablazos de tierra cubier. tos de algarrobales y zapotales. Las tierras son de gran fertilidad, desgraciadamente sin agua de regadío, pero cuando las lluvias las rm — 66 — humedecen, aún sin regar, dan dos cosechas seguidas de maíz. El “Despoblado” no puede decirse que esté deshabitado. La condición.de Olmos va mejorando notablemente. Hace doce años más ó menos principiaron á hacer norias empalando las pare- des de ellas con madera de algarrobo y por lo tanto incorruptible. En la actualidad hay más de doscientas norias. El agua brota de treinta á ochenta pies de profundidad. Anteriormente se perdía el fruto del algarrobo que es el mejor pasto que se conoce en el Perú para los ganados por falta de agua. Muy primitivos son los medios de que se valen para sacar el agua de las norias, empleando peones que vacian el agua en artesas de madera, después de suspenderla de la profundidad por carretes en los que se va enroscando la soga de la cual pende el barrilito amarrado á ella. Conveniente fuera emplear unos molinitos de vien- to para extraer el agua con bombas. Hay hombres de dinero en Ol- mos, pero les falta iniciativa. Algún día serán estos campos regados por pozos artesianos y el porvenir de Olmos será grandioso. La distancia de Ferreñafe á Olmos es de veinte leguas. La di- rección NNE. El día 19 á las cinco de la mañana salimos de Olmos tomando la ruta del Este y muy pronto estuvimos cerca de la sierra, sin se- pararnos del río de Olmos. En el tránsito admiramos la abundancia de pastos que en este mes principia á madurar y perfuma el aire con un marcadísimo olor á heno; y encontramos á nuestro paso: multitud de reses y cabras muy gordas que retozaban en la infinidad de clases de estos riquísi- mos pastales. Los pintados chiroques y chiscos que abundan por allí nos alegraban con sus cantos. El despertar de la naturaleza en el campo siempre es hermoso. A las seis de la mañana llegamos á un sitio denominada Pirca, adonde existen posadas de crianderos. De aquí para adelante se va angostando notablemente el valle y hay que vadear infinidad de ve- ces el rio de Olmos ó propiamente dicho la quebrada, pues no hay abundancia de agua; esto es molestoso, pero un técnico puede hacer un buen camino bastante cerca de las lomas. Casi inad vertidamente se va subiendo hasta la hacienda del Y o- lino perteneciente ya á la provincia de Huancabamba. Sabíamos que estábamos á cierta altura por los árboles que nos rodeaban, pues predominan el pasalto, palo santo y el hualtaco. Para llegar á la casa de la hacienda de Chinche, que se encuen- tra á una altura de 1.370 metros sobre el nivel del mar, hay que as- cender unas subidas insignficantes. Aquí descansamos dos horas Esta hacienda es productora de ganado y de un renombrado aguar- diente de caña. De la casa de la hacienda de Chinche principia una cuesta muy parada, pero que no tiene malos pasos y la subida demora tres horas. A las tres de la tarde nos encontramos en el punto más alto de esta cordillera, á 2.590" sobre el nivel del Pacífico. En este lugar gozamos de un extraño panorama: á nuestros pies se había cerrado un mar de nubes; sobre nuestra cabeza estaba el cielo azul; las nu- bes se arremolinaban y confundían unas con otras, y algunos picos de cerros entresalían figurando islas. Este mar agitado de vapor se convertía á nuestra imaginación, por efecto de los rayos solares, en un mar de plata y fuego. La cordillera aquí no tiene ninguna planicie. A los veinte metros principia el descenso para el rio de Huancabamba que es suave y sin malos pasos. Anduvimos muy despacio llegando con buena luna á las siete y media de la nocheá Chorro, lugar una hora distante del menciona. do rio, y desde cuyo sitio sedivisa en una altura, en frente el pueblo de San Felipe. Al siguiente dia 20 de mayo, á las siete y media de la mañana, vadeamos el rio y llegamos á la hacienda del Guayabo, y después de descansar cuatro horas en la hacienda Patacón, estuvimos á las sie- te y media de la tarde en el pueblecito de Pucará. La distancia en- tre Olmos y Pucará es de veintiuna leguas. Después de vadear el rio la dirección es al Sur. El camino para Pucará es casi en su totalidad llano salvo algu- nos pequeños trechos de laderas muy angostas y hasta peligrosas, á Y e O una altura que varía entre cuatro y veinte metros sobre el nivel del rio. Con facilidad podía hacerse un espléndido camino, pero nadie se ocupa de ello, ni aun siquiera de refeccionar el existente. El clima es cálido; vimos en el tránsito muchas chácaras de arroz, plátanos, ca- cao y naranjales, é invernas de grama, pocas crias de cabras y gana- do vacuno. En frente del pueblo de Pomahuaca hay restos del camino de los Incas y en la haciendita de Ingatambho existen ruinas de un palacio incáico. Los habitantes de Pucará son muy pocos, poseen invernas de gramalote, huertas de cacao, café, siembran arroz y crían ga- nados. Cerca de Pucará, en la hacienda Huertas, se encuentra el cacao- tal más considerable de este valle. ¡ Muy de madrugada, el dia 21, emprendimos la marcha del pue- blo de Pucará hacia Chiple en el Cabramayo. El aire estaba tibio, húmedo é impregnado del perfume de las flores nocturnas. El camino hasta la hacienda Mandángula es completamente lla- no. De allá se sube una pequeña cuestecita llamada Lamparán y se descubre un hermosísimo paisaje. Bañados por la tenue luz de una luna opaca, á nuestros pies di- visamos la unión del rio Chotano con el Huancabamba, formando un hermoso valle. Hasta aquí desde el Guayabo la dirección que se- guíamos era de Norte á Sur, ahora sin abandonar el valle es directa- mente al Este y el rio cambia de nombre y se llama Cabramayo. Siempre por camino llano seguimos nuestro viaje por la orilla del río pasando por chacaritas de arroz, y al pié de cacaotales. Solo en el sitio llamado Nivinto hay laderas feas pero suscepti- bles de componerlas ó cambiar el camino á la vega que se extiende á la derecha del río. Nos encontrábamos á las nueve de la mañaua en el antiguo va- do de Chiple. No se dejaba ver ser alguno en la orilla para que nos pasara á la banda derecha. El rio aquí es hondo, y cargado de agua como se encontraba necesitábamos de una balsa para pasar. Hicimos que un sirviente buscara el vado y para que no se aho- gase le amarramos la cintura con una soga, pero fué imposible conseguirlo: era demasiado profundo el cauce. Seguimos adelante y encontramos una balsa desarmada. Con las sogas de nuestras caballerías se juntaron los palos y dos de nuestros muchachos se aventuraron á pasar sin éxito, pues la fuerza de la corriente los arrastró y pronto desaparecieron de nuestra vista. Pasamos hora tras hora enla mayor incertidumbre, hasta que al fin un amigo mio, el señor Vilches, hacendado de Chiple, vino en nuestro auxilio ayudado por bogas expertos. Había recibido aviso de nosotros por nuestros sirvientes que tuvieron la fortuna de ser arrojados á la banda derecha, seis cuadras más abajo del sitio de partida. Llegamos á Chiple y resolví caminar de noche para reemplazar el día que había peráMo á orillas del río Cabramayo por falta de balsero. Del pueblo de Pucará á Chiple hay siete leguas. Aquí desembo- ca en el Chamaya el riachuelo Chiple. A los dos lados de la quebrada se están sembrando ahora miles de metros cuadrados de terrenos de cacao, y pronto serán es” tos fundos valiosísimos. A las cuatro de la tarde emprendimos la marcha. El camino si- gue llano hasta otro riachuelo llamado Cavico y en esta quebrada también existe otro tablazo de terreno á orillas del Chamaya con diferentes sembrios. De aquí para adelante seguimos por buen camino, pero su- biendo y bajando pequeñas cuestas, siempre á la orilla del río. Po- día llevarse el camino fácilmente por la banda izquierda donde exis- ten playas llanas aunque incultas y deshabitadas. Debemos conformarnos con las existentes, pues nadie se ocupa de los caminos en estas regiones. Con la vaguedad de la luz de la luna descubrimos los más pin- torescos paisajes. La sombra proyectada porlos cerros y árboles sobre la superficie plateada del rio, le daba un encanto particular y el silencio profundo de estos deshabitados lugares tiene algo de fantástico. eS — 70 — Seguíamos nuestra marcha nocturna despacio, bajando á veces á quebradas oscuras ó á playas alumbradas por la claridad de la luna. Después de unas horas desde la altura de un barranco divisa- mos la desembocadura del rio Chunchuca en el Chamaya; esta unión se efectúa al lado izquierdo de este último río. A las dos horas de camino mas allá de este punto, el valle principiaba á ensancharse; bajamos á la llanura que sigue plana hasta el Marañón, aunque con pequeñas interrupeiones. A la una de la madrugada llegamos á la hacienda Menloago, toda la gente de la hacienda se despertó y Se prestaron gustosísimos para acompañarnos hasta la orilla del rio. En medio de una gran algazara fueron pasando en balsas, á la orilla izquierda, primero á nosotros y después nuestros equipajes Las mulas dieron bastante trabajo, pues cuando perdían el piso estornudaban ruidosamente y se regresaban á la orilla. Al fin des- pués de varias tentativas se consiguió que Sasaran. Seguimos la marcha por la hacienda “Sauces'? muy cerca de las playas del río: cuando comenzaba á colorearse el cieio con los primeros rayos del sol: estábamos en la Sánora de Jaen. Cerca del río existe el caserío de Chamaya que en otro tiempo fué un pueblo. Muchísimo trabajo me costó para decidir á dos bal- seros que nos acompañasen á Bellavista en una balsa. Nuestros sirvientes prosiguieron el viaje por tierrd á esa pobla- ción, llevando nuestros mul s y equipajes. Se formó una balsa con cinco palos viejos y nos confiamos á la rapidísima corriente del Chamaya. Como una flecha fué arrastrada por la corriente nuestra embar- cación; los barrancos y playas pasabancomo una visión ante nues- tra vista. En un rápido reventó la balsa al chocar contra una pie- dra. Un palo del lado,funo delos más fuertes, se había tronchado por mitad. Los balseros me manifestaron que con semejante balsa se- ría imposible llegar á Bellavista, pero felizmente al pasar por el puerto del Almendro, cerca del pueblo Chorros, vimos una balsa amarrada á un árbol; atracar, cortar tal amarra y tomar posesión de ella, fué cosa de un momento, y diez minutos más tarde vencíamos la barra que forma la unión del Chamaya con el Marañón. Eran las siete y cinco minutos de la mañana del dia 22 de mayo cuando navegábamos en aguas de este rio. Había cumplido mi ofrecimiento de llegar en cuatro dias al Ma- rañón, partiendo de la costa peruana. Dos horas navegamos en el Marañón, desembarcando á las nue- ve y media en Tablarumi, cerca del mencionado pueblo de Bellavista, w álas diez y diez minutos de la mañana entrábamos á pié al cita. do pueblo con gran admiración de los habitantes de esa población que estaban muy lejos de esperarnos por la vía fluvial. En ese pueblo fuimos objeto de muchas atenciones y muy espe- cialmente de la digna familia Tapia que nos prodigó los mayores ob- sequios. Bellavista con sus anexos es la más importante población de la provincia de Jaen. Fué construída por los habitantes del abando- nado pueblo de ToíAependa. Está fabricada sobre una llanura y á un kilómetro del río Marañón. Hasido arrasala varias veces por el fuego. Actualmente está casi en su totalidad en ruinas á conse- cuencia del último incendio. Delos ocho mil quintales de eacao que produce Jaen, ia mayor parte sale de este pueblo, pues está rodea- do de grandes cacaotales. Las huertas son regadas por el río de Jaen que desemboca por este lugar al Marañón. En las inmediacio- nes hay muchos planos que esperan cubrirse de cacao. La agricul- tura tiene ancho campo en este lugar, pero está en embrión. A poca distancia hay muchas grandes haciendas de la Beneficen- cia de Jaen y de particulares. Existen miles de reses en los alrede- dores. También hay un árbol de cacao muy extraño, es más gran- de que el corriente y el coco de cáscara dura es de mayor tamaño y aceitosa la almendra y muy blanca. El chocolate de estas almendras no se puede tomar puro y al mezclarse con el cacao conocido parece chocolate con leche, lo nom- bran “cacao montañés”. El Marañón aquí tiene de tres á cuatro cuadras de ancho y en general tres metros de profundidad. Bellavista, por su posición y población, es el principal puerto de Jaen, favorecida por la vecindad del departamento de Amazonas, estar cerea de la montaña y de los valles de Chinchipe, Tamborapa ASS Pm. IIA AAA il SRA A a y Jaen, tenercomunicación rápida con la provincia de Chota, ser el centro de los negocios de cacao, reses y tabaco para la mencionada provincia de Chota y el tránsito forzoso porser la ruta para la hoya del Amazonas, y si existiesen garantías individuales y no es- tuvieran las vidas y hacienda á merced de bandoleros, en breve tiem- po sería una de las ciudades más importantes del Norte del Perú. La distancia que media entre esta población y Ferreñafe, en la costa peruana, es apenas de sesenta leguas. Su clima es cálido pero no clima de montaña con continuas lluvias. Las estaciones bien marcadas. Este valle es muy parecido á los de la costa y tiene más Ó menos el mismo aspecto, abundando los cactus, los cuales le dan á los paisajes un extraño tinte. En este pueblo perdimos un tiempo precioso esperando el resto de la expedición. Visité dos veces la capital Jaen de Bracamoros, distante dos y media horas de camino llano d£ Bellavista. La capital es una pequeña población y tiene menos cacaotales que Bellavista, pero sus moradores son fuertes poseecores de gana- do vacuno. Aquíhay familias descendientes de los habitantes de la antigua Jaen, cuyas ruinas, como ya dije, están en el interior de la montaña al otro lado del rio Chinchipe. Después de pasar con el señor Briining á Bagua-chica para ha- cer preparar la balsa que nos debía conducir¡á puerto Meléndez, regre. samos á Bellavista y el 12 de junio salió por fin la comisión para el indicado puerto. El camino entre Bellavista y Bugua-chica, pa- sando en el tránsito en balsa el Marañón y el rio Utcubamba, demo- ra tres horas y puede decirse que es carretero. La vegetación en esta ruta es de lo más estrambótica, pues se ca- mina entre montañas de cactus de formas diferentes y exóticas. Los grandes valles de Bagua y Bagua-Chica producen los mis- mos productos que Bellavista, en pequeña escala; pero no por falta de terrenos ni agua. La distancia entre las dos poblaciones la estimo en cinco leguas y la dirección NE. El 16 de junio cuando hacíamos los preparativos para zarpar de Bagua-—Chica, se reunieron los habitantes de esta población con su gobernador á la cabeza y nos manifestaron que hasta la fecha 5 no había salido balsa tan pequeña para los pongos, pues secompo- nía solo decatorce palos y la mitad de estos de sauce, no de palos de balsa; temían por nuestras vidas. La tripulación la formaban tres hbogas y un sirviente particular mío, pues los otros con las fá- bulas que les refirieron de los peligrosos pongos, buscaron pretexto para abandonarnos. Nuestros recursos eran muy reducidos y nues- tros víveres pocos. Después de una consulta con mis dos compañeros resolví no per- der más tiempo y que solo nos acompañara un práctico hasta pasar algunos rápidos del Utcubamba. A las 12 del dia 16 de junio hice desplegar la bandera nacional, se recogieron las amarras y la balsa fué arrastrada suavemente por la corriente del río. Hombres y mu- jeres mientras no los perdimos de vista nos saludaron con sombre” ros y pañuelos. A las dos horas (% navegar por entre palizadas y pasar algu- nos rápidos, se separó el práctico en un sitio llamado “La Cabra” en una playa muy tendida. A última hora se había agregado un muchacho á la expedición, el cual tenía deseos de conocer Puerto Meléndez y seguir con noso- tros. El río da muchas vueltas siempre entre cerros y lomas de formas caprichosas y cubiertos de esa extraña vegetación de cactus. A las cuatro de la tarde frente á la unión de la quebrada Simon- yaco con el Utcubz mba, nuestra balsa nos condujo muy tranqui- lamente del río Uctubamba á un bracito del Marañón. y un cuarto de hora después amarramos la balsa en una playa, precisamente en un sitio donde el año 90 los aguarunas habían asesinado á dos individuos del pueblo de la Peca, padre é hijo. A diez pasos de este sitio vimos los sepulcros de estos des- dichados. En un árboi observamos incrustaciones de plomo, con- secuencias del combate. En frente de nuestro campamento tenía- mos la desembocadura del rio Chinchipe. El vallees muy ancho. El termómetro marcaba 24” centígrados. Corría un fuerte viento: en el lado del Chinchipe se levantaban en el aire enormes columnas de arena. El martes 17 de junio, á las 7 y 15 minutos, pasamos á la orilla 0 HL A A — E izquierda del Marañón y á las 7 y 25 nos encontrábamos en aguas del Chinchipe frente á las ruinas de Tomependa. La parte más vi- sible de las ruinas son las paredes de la iglesia que sobresalen. Es- taba destechada. | Cerca de un banco de arena se agregó á nuestra embarcación un palo delgado de balsa que conducíamos como reserva. Esta opera- ción nos demoró un poco; á las S y 40 minutos atracamos antes de la entrada del pongo de Rentema para prepararel almuerzo. En toda la entrada del” Marañón al pongo mencionado se jun- tan los dos ríos. Eneste día tendrían los dos ríos unidos cuatro cuadras de ancho; pero hay indicios por las playas de arena que de- jan, que se extienden á veces un kilómetro. Mientras los sirvientes preparaban el almuerzo debajo de un al. mendro, mis dos compañeros subieron la loma para sacar una vista y yo con un boga fuí á pié hasta el frente del mismo pongo con obh- jeto de examinarlo. Vícon sorpresa que habían exagerado los pe- ligros. En el lado en que me encontré, al pié de una quebrad ta lla- mada “Agua Turbia”, estaba el río desplayado; habían pequeños bloks de piedra de cal y contenían infinidad de fósiles. En frente es- taban las famosas peñas llamadas de Rentema y á un costado las huellas frescas de un derrumbe. El boga que me acompañaba me aseguró que en enero de este año el desplome de este pedazo de cerro había tapado un remolino que existía antes allí. La formación de peñas es un conglomerado muy suave. El pongo de Rentema es actualmente una estrechura de sesenta á setenta metros, sin caídas de agua ni remolinos; la co- rriente si es fuerte. Faltaban diez minutos para las once cuando nuestra balsa con nosotros entraba al pongo de Rentema. No experimentamos nin- guna sacudida, solo un poco más de velocidad. El valle en partes se ensanchaba y en las que se angostaba habían rápidos exactamente como el Rentema; no habían puntas de peñas ni casca- das que estorbasen la navegación; solo uno que otro pequeño remo- lino formado por el cambio de dirección del río, y naturalmente el choque de la corriente en las orillas producían estas contra corren- tadas. Nuestra sonda era de doce metros de largo y frecuentemen- te no encontraba fondo. Un cuarto para las doce eran cuando vimos al lado derecho for- mando una especie de cascada al caer la quebrada del Amojao al Marañón. El agua de esta quebrada es muy negra. Enfrente, al lado izquierdo del río, había una choza. Aquí existe una mina de sal, de la que se surten los habitantes del Chinchipe. Hasta aquí los cerros quehabíamos divisado en nuestra rápida navegación tenían el aspecto de componerse de arcilla ferruginosa. Desde este sitio principia la montaña real, quesin interrupción sigue hasta el Atlántico, toda la hoya del Marañón y Amazonas. A las doce y minutos pasamos el pongo de Muyo. El río forma, una S. Existen dos fuertes remolinos. En este pongo desemboca el riachuelo de Aramayo porel lado derecho. Entre rápido y rápido que se pasan en seguidos, el Marañón tiene una corriente de lo más tranquila, y durante largos trechos íbamos admirando los her- mosísimos panoramas que presentaban las diferentes formas de ce. rros cubiertos desde la orilla hasta sus cumbres de una tupida mon- taña. Nos entreteníamos en cazar brillantes mariposas que por milla- res invadían nuestra balsa y nos acompañaban en nuestra navega- ción. Más abajo de un lugar llamado Tutumberosatracó la balsaá la 1 y 15 de la tarde, á la orilla derecha, para darle descanso á los bo- gas. Enesta orilla hice esconder por precaución algunos de nues- tros pocos víveres, á fin de que al regreso cuando pasáramos á Tu- tumberos y nos dirigiéramos por esta montaña á pié á Puyava, nos sirvieran de auxilio. Principiamos nuestra navegación á las 2 y 40 y á las 3 y 15 es- tábamos en la unión de la quebrada del Mirana con el Marañón. Hicimos campamento. Nuestra navegación hasta este lugar había sido feliz. El Marañón en varios sitios se anchaba hasta dos cuadras y tal vez más. La mayor parte de su curso es hasta aquí tranquilo y profundo. su cauce solo en ciertos sitios tiene angosturas de sesenta — “6 — y ochenta metros; en estas estrechuras existen los rápidos y el más notable hasta el Mirana es el pongo de Muvo. El Mirana es una quebrada que desciende del lado derecho del Marañón. Por la tarde tuvimos la suerte de pescar con anzuelo un enorme pez llamado allá tiburón: medía un metro veinte centíme- tros y cuando menos pesaba 2 (1. Estábamos en plena montaña. Por la noche no necesitamos de toldo para dormir, ningún insecto nos molestaba. El aire era fres- co, el termómetro señalaba en la noche 20% centígrados. La veloci- dad de la corriente en el río Marañón era de 2 metros y medio por segundo y en pequeños trechos en los rápidos hasta 5 metros por segundo. Esto debe tomarse como regla general entre los pongos de Rentema y Manseriche. El día 18 de junio á las 10 y 15 minutos de la mañana seguimos nuestra navegación y á las11 menos cuarto eltábamos en el rápido de Yamburana. Alas 11 y los cerros que veíamos eran notable- mente más pequeños. Las palmeras son más abundantes. Desde aquí se ve uno que otro árbol de shiringa que produce esa goma tan valiosa conocida hajo el nombre de Weak-Fine. A las 12 y 8 minutos se sumerjió la balsa en la primera cascada famosa del Marañón llamada Mayasi. Esta es verdaderamente una cascada y el desnivel del río será de dos metros y medio; cierto que unas oleadas nos mojaban las piernas, pero no hay peligro de nin- guna clase para pasar en balsa esta pequeña catarata. Media hora más tarde pasábamos la segunda cascada llamada Mayasito, es menos alta que la primera. Ala orilla izquierda cae desde una altura de 20 metros un arroyuelo sobre el Mayasito. A la 1 menos cuarto descendíamos la tercera. Esta es la más pe- queña y el desnivel solo existe hasta la mitad del río. Llaman á esta última Oro-Cachi. Las orillas del Marañón entre estas cascadas son ásperas, sembradas de peñascos y blocks enormes de piedras” pero el cauce del río es ancho. Este se ha labrado su cauce en este lugar á través de una cadena de cerros que se extienden de Este á Oeste, exactamente como en el pongo de Rentema , y después te- nemos la repetición en el pongo de Manseriche. Estas tres mencio” nadas cascadas son las únicas entre Bellavista y Puerto Meléndez. E Creo que no serían difíciles de destruir las cascadas con dinamita El río en adelante principia á anchar notablemente, su curso es muy tranquilo. El valle también se ensancha. Desde aquí principia la verdadera región shiringuera á ambas orillas del río Marañón - como en sus afluentes y quebradas. A las dos de la tarde divisamos la primera canoa tripulada por dos hombres. Eran también los primeros shiringueros que encon- trábamos. Estaban cazando pavas. El aspecto de uno de ellos se parecía más á los salvajes, pues no usaba sombrero y se había pin- tado la cara. El horizonte se agrandaba y á las 2 y 15 minutos navegábamos en frente de Yusamaro, que según aseguran ha sido antes una pobla- ción; pero actualmente no he visto rastros de ella. La canoa con sus dos tripulantes seguía acompañando á la bal- sa. Alas 3 de la taMe llegamos á San Rafael quees un lugar de shiringueros situado á la orilla izquierda del Marañón un poco más arriba dela desembocadura del Muchinguis. A las tres y cuarto arribamos al río Muchinguis ó Imaza, nombre este último con que se le designa en las cartas geográficas. En su desembocadura mide 200 metros de ancho y de 2á 3 de profundidad, que varía na turalmente según las lluvias que aumentan su caudal. En la sección de territorio comprendida entre el pongo de Rente- ma y el río Muchinguis, creo que nos cupo la honra de serlos prime meros que han desplegado la bandera nacional, sin embargo que otros han navegado por aquí. En la desembocadura del mencionado río Muchinguis abandonamos nuestra balsa y lo seguimos surcando en canoa. Veinte minutos antes de las cuatro de la tarde nos encon- trábamos en Nazaret, en la casa habitación del principal shiringuero qe esta región. Edificada sobre una loma alta á la orilla del río se goza allí de los panoramas más pintorescos. Los pequeños cerros del frente y todos los alrededores cubiertos de bosques tropicales. El curso de las aguas del río Muchinguis es tranquilo y permite has- ta bien arriba la navegación en canoas. Las montañas ocupan una gran extensión de terreno desde el pongo de Rentema hasta el Manseriche, 250 kilómetros más ó menos de largo por una anchura desconocida á los dos lados del Marañón. E Encierra como principal riqueza la goma, valioso producto llama_ do shiringa; después tenemos lacres, copal, copaiba, incienso, brea vegetal y otras resinas; también hay infinidad de árboles de otra clase de goma con abundantísima sabia, pero aun no conocen el método para solidificar y cortar esa leche. Abundan palmeras útiles, como el bomboná con cuyo producto se tejen sombreros. La palma chambira, de cuyas fibras fabrican hamacas finas y otros utensilios; bejucos, de que se sirven los salva- jes para tejer preciosas canastas iguales á la más fina esterilla. Se en- cuentra también en abundancia la codiciada vainilla. En todas las orillas del Marañón he encontrado matas de cacao corriente y aun en el interior de la montaña grandes manchas del mismo cacao y del otro montañés. Hay diversidad de frutos y existen otros mychos productos veje- tales por ahora desconocidos para nosotros. Maderas hay en abun. dancia, de clases muy variadas y todas útiles. En los pocos sembríos que tuve ocasión de observar he visto que estas regiones se adaptan perfectamente al cultivo de la caña de azúcar, arroz, maíz, calabazas, fréjoles, etc., etc. El clima es muy sano aunque muy húmedo. Las lluvias son frecuentes. El termó.- metro porlas mañanas marcaba 22* centígrados y á medio día de 28 á 30. El reino mineral es muy poco conocido. La sal existe en abun- dancia. Dicen que hay yacimientos de oro; yo no los he visto. A los aficionados al comercio de gomas les espera acá ancho campo. Por caucheros que antes habían trabajado en el Ucayali y enel Purús su- pe, y asi me lo aseguraron, que en esta región había más abundan- cia de árboles de goma que por los mencionados rios y que la dis- tancia entre árbol y árbol es más corta. En cuatro medios dias ví sacar á un individuo, y las pesé, veintiocho libras de jebe beneficiado. Esta gran región shiringuera está virgen, pues en toda la extensión ya mencionada solo existe un explotador de shiringa con treinta peones apenas. Teniendo que demorarnos en este lugar de Nazaret hasta con- seguir una canoa que nos condujese á puerto Meléndez, aproveché — 79 la ocasión de visitar á un famoso curaca de la tribu de los Aguaru- nas, llamado Antonio. A la una de la tarde más Ó menos del veinte de junio surcába- mos el Muchinguis en compañía de varios chachapoyanos shirin- gueros. El río tiene poca corriente, el agua es parda y trasparente. Las márgenes del rio son de lo más hermosas, cubiertas de una exu- berante vegetación tropical. Habían pequeños espacios compuestos puramente de elevadas palmeras; árboles habían muy grandes con hojas de formas exóticas. La tupida vegetación llegaba hasta la misma orilla del rio. En algunos puqueños claros existían sembríos de plátanos y yucas. También se admiraban helechos gigantescos. El grito agudo del tucán, vulgarmente conocido con el nombre de “Dios te dé”, interrumpía á veces el silencio majestuoso de esas montañas, y de vez en cuando bandadas de pintados huacamayos volaban en el espacio Bobre nuestras cabezas. La pesca es muy abundante en el rio y el modo de realizarla es el siguiente: Existen unas ensenaditas que más bien parecen arroyuelos que bajan al río; pues bien en la boca de estos arroyuelos habían for- mado los indios unos tejidos de caña brava dejando una abertura á la mitad, de modo que al subir las aguas del río con la corriente entran en estas quebraditas, arrastrando los pescados, y cuando el rio está en baja se apresuran los indios á tapar la abertura del te- jido y entonces desparraman en el agua un vegetal llamado bar- basco que amartajan antes. Esta yerba narcotiza á los peces que se adormecen y flotan á la superficie nadando pesadamente, ó se quedan como muertos con el vientre hacia arriba. En este estado son facil presa de los indios. Seguimos navegando despacio en nuestra canoa empujada ha- cia adelante por medio de palancas llamadas tanganas. En una curva vimos dos mujeres con sus hijos que se bañaban en el rio; no se mostraron sorprendidas, al contrario, excitamos su hilaridad y al reirse nos enseñaban sus dientes pintados de negro. Continuamos adelante y divisamos al lado derecho del río dos grandes tambos. Nos acercamos y vimos mucha gente, eran salva- jes. Entre ellos había un viejo regordete vestido grotescamente MJ o " e Za — SU — con un traje de payaso lleno de cascabeles, regalo de un shiringue- ro. Había multitud de hombres y más mujeres y niños; los adul- tos con las caras pintadas de negro y colorado hasta el pescuezo; los dientes de todos teñidos también de negro. El viejo nos recibió muy cortesmente. Era el afamado curaca Antonio, célebre por sus instintos sanguinarios y pasadas fechorías. Tenía en su cara mar- cados indicios de ferocidad; mandíbulas anchas y pronunciadas, los pómulos salientes y ojos muy pequeños y oblícuos. Entramos en uno de los tambos. Son habitaciones grandes en forma ovalada; las paredes de palmera de chonta y los techos de hojas de palma, primorosamente tejidos. En medio de la habitación una especie de estante de armas. Ha- bía carabinas Winchester, escopetas, cerbatanas y lanzas. En bar- bacoas altas infinidad de ollas de barro y platos hondos para el masato llamado “Piningas”. Alrededor, áUos lados de la pared, las camas; una especie de sofás con espaldares hechos de caña brava, elásticos; un poco separado de la cama sobre dos horconcitos un palo horizontalmente puesto á la altura del sofá. Es para estirar las piernas y calentarlas'sobre la lumbre de un fuego lento. Colga- ban multitud de cabezas de plátano. Habían canastas con maní y camotes. También había monos y loros domesticados, gallinas y multitud de perros, los cuales son muy mimados. Curaca se titula el dueño de una casa, y como son grandes las viviendas moran hasta cuarenta personas y más en un solo tambo. “Las tribus llamadas aguarunas, antipas y huambisas habitan to- do el alto Marañón, la región comprendida entre los pongos y los afluentes de ese río. Además las márgenas del Morona y Pastaza. Por más que hemos averiguado y preguntado no conocen estos indios el nombre de su nacionalidad. Los cristianos son los que les han puesto los nombres ya indicados. Todas estas tribus, las cuales viven en una continua y san- grienta guerra entre sí, poseen las mismas costumbres y el mismo idioma. Tengo fundados motivos para creer que son los descen- dientes de la gran nación de los jíbaros ó de los bracamoros. Es- tos indios son muy inteligentes, y aprenden todo lo que se les enseña con gran facilidad. A > Sa a - Tienen unos aparatos que puede decirse es una especie de telé- grato sin hilos para comunicarse. En todos los tambos hay unos troncos de árboles secos y huecos, más ó menos de dos metros de largo por medio metro de diámetro con cinco agujeros abiertos en el tronco de mayor á menor. Con golpear de una manera particu- lar con otro palo sobre este curiosísimo instrumento, se comunican á larga distancia lo que desean. En Huavico presencié la conversa- ción sostenida de dos indios cuyos tambos estaban separados cuan- do menos medio kilómetro uno de otro y el Marañón por en medio. A nuestro regreso del pongo de Manseriche nos faltaban 2 horas pa- ra llegar al Huaracayo, cuando oimos del 1% tambo por donde pasá- bamos los golpes tan conocidos que produce el tunduy, así se lla- ma este curioso instrumento. Los sonidos iban repitiéndose de tambo á tambo. Al llegar al Huaracayo habían más de doscientos indios que nos esperaban para darnos la bienvenida. Por este in- teresante telégrafo sin hilos habían tenido dos horas antes noticia de nuestra llegada. También tejen é hilan algodón con gran des- treza Disecan pajaritos y hasta ahora poco momificaban cabezas humanas reduciéndolas á tamaño increible, sin hacerlas perder las facciones ni el cabello. Hacen redes finas de la fibra de la palma llamada chambira. Le tiemblan al contagio de enfermedades, seguramente se acuerdan de alguna epidemia que tiempo atrás arrasó con ellos. Para curar á sus enfermos tienen casitas separadas lejos de los tambos, espe- cie de hospitales. Son sanguinarios y supersticiosos y también trai- cioneros. Los ataquesá sus enemigos son bien premeditados y nunca de frente. Los asaltos acostumbran darlos de madrugada. Vence- dores pasan á todo ser humano á cuchillo, perdonando soloá las niñas jóvenesá las cuales reservan para esposas. En tiempo de guerra eligen entre los curacas á un jefe generalmente al más cruel y al que ha muerto más enemigos. Después de pasada la guerra cada curaca es dueño y señor absoluto de sutambo y no guarda obedien- cia á otros. No creen en ninguna divinidad. Lo ánico que temen esá un genio maligno que creen que está metido en los remolinos del río . y en un cerro del pongo de Manseriche, No creen en la muerte natu- 07 ral y esta creencia es causa de las terribles luchas y matanzas en- tre ellos. Hay hechiceros que son médicos á la vez. Estos farsantes les anuncian álos deudos del difunto que quien ha muerto á su pariente es fulano ó sutano, y entonces para vengar esa muerte principian los odios y sus consecuencias sangrientas. A las mujeres las tratan bien. Son polígamos. Las mujeres deben ser afectas al suicidio, pues en los mesesde mi permanencia entre ellos se suicidaron dos: una porque el esposo borracho le dió una bofetada y la otra sin motivo, por hastío á la vida. El aspecto de los hombres es en general bueno, hay indios arro- gantes de pecho levantado y facciones correctas. Las mujeres, nota. blemente más chicas, algunas de cara fina, podían pasar por bonitas. Cada hombre tiene cuatro y cinco mujeres.£ Estas por mis observaciones y porlo «(ue he sabido de los shiringueros, no son precisamente castas Lucrecias; se permiten ser inconsecuentes. No faltan tenorios entre estos indios. Los esposos ofendidos tienen una manera curiosa de lavar su honra mancillada. Al tenorio le dan tres insignificantes machetazos en la cabeza y á la mujer que olvidó sus deberes le clavan una pulgada de acero en la pierna. También estos salvajes en la montaña, como los civilizados cristianos, creen que corriendo sangre queda satisfecha y lavada la honra. Uno de estos tenorios indios me enseñó con orgullo en su cabeza multitud de cicatrices, consecuencias de sus aventuras ga- lantes. La caza es muy abundante, sobretodo en el laberinto de islas de Patchuachani. En la montaña infinidad de diferentes pavos y faisa- nes, trompeteros, perdices grandes, venados, coloredos, monos de diversas clases, papagayos; diferentes roedores, entre ellos uno gi- gantesco llamado por los indios rumián, tapires, cerdos silvestres, etc. Sería cansar vuestra atención si fuese á enumerar una cantidad tan enorme de seres como la zoología nos presenta en estos lugares. Estos salvajes viven de la caza y pesca; hacen un pequeño rozo que las mujeres siembran, cuidan y cosechan. Las plantas cultiva- das son yuca, plátano, maní, camote, caña dulce y papayas. Son muy aficionadosal masato, esa chicha mascada de yuca, y muy po- co toman agua. Los hombres tejen esas mantas de algodón con quese tapan desde la cintura hasta las pantorrillas. Las mujeres usan una espe- cie de camisón sin mangas amarrada también á la cintura. Esteca- misón es de algodón ó de la cáscara fibrosa de cierto árbol, para cuyo uso machacan dicha cáscara. El curaca Antonio me hizo sentar á su lado y me obsequiaron sus diferentes mujeres, cada una con una pininga de masato. Deinstante á instante iba aumentando el número de los sal- vajes. De repente salió de la montaña una partida de ellos, medio ebrios, vestidos en traje de guerra, pues habían estado tomando un vegetal llamado Aya-Huasca, en castellano: cordel de la muerte. Narcotizados con estayplanta ven visiones, y según como estas se presentan auguran el resultado de la guerra. Parecían una parti- da de demonios con las caras pintadas de colorado y negro y en la cabeza coronas de vistosas plumas. De las orejas pendían los lar- gos aretes hechos de alas de moscones verdes y dorados, el pecho cu- bierto de collares, en la cintura tenían amarrada una trenza tejida hábilmente de pelo humano. Tenían terrible y larga lanza en la mano,de la que no se despren- dían. Se distinguía entre todos por su aspecto feroz el sobrino del cu- raca Antonio, llamado Necta, célebre en todo el Marañón por sus horribles hazañas é incend 10s de tambos. Fraternizaron mucho con nosotros y brindamos bastante masato. Me abrazaron tan á menudo que resulté pintado en la cara del contacto con ellos. Se estaba preparando una fiesta en honor de la muerte de una infeliz mujer. Había sido viuda de un curaca del río de Tuntungas que es afluente del Muchinguis. El curaca Antonio la había solicitado para esposa. Le contestó que estaba cansada de viejos y que quería jóvenes. Tan terrible ofen- sa no la olvidó el siniestro viejo y ordenó á siete de sus allegados que fueran á asesinarla, los cuales cumplieron de la manera más cruel el horrible mandato. Y Ya tardenos despedimos de nuestros nuevos amigos y regresa- mos á Nazaret. El día 26 de junio partimos de este lugar en una canoa grande de diez matros de largo pr uno de ancho. Nuestros bogaseran salvajes: el curaca de Timachto llamado Pate, su hijo y dos yernos. La hora de partida fué las Sy l% de la nañana. Diez minutos después entrábamos de nuevo -al Marañón. Al pasar por un puerto shiringuero nuestros indígenas sacaron una flauta de carrizo y se pusieron á tocar una melodía monóto.- na. Después de almorzar con el curaca Pate en Timachto, mono ahumado y tomar masato, partimos de alliálas 10 y 47 minutos de la mañana. En este sitio observamos por primera vez las famo- sas torres de combate, llamadas Cumbina, cerca de los tambos. Son unas casitas fabricadas sobre cuatro elevados postes. Las pa- redes son dobles, de madera y algunas rellenade.s con piedras. Tie- nen claraboyas y la escalera para subir Áá la torre es levadiza El Marañón sigue ancho, profundo y sin peligro alguno. Los cerros notablemente más chicos. A las 11 y 40 entramos en una pequeña correntada llamada pongo de Sasa. El pongo de Ute no tuvimos necesidad de pasarlo; existe un brazo del Marañón á la derecha bastante profundo y sin peligro. A las 12 y cuarto oímos dos tiros de carabina yen una vuelta nos encontramos con unseñor Valle que venía con dos grandes ca- noas de mercaderías de Iquitos, con destino á Nazaret. Prescindiendo de nombrar la infinidad de quebradas que desem- bocan por ambos lados en el Marañón, solo diré que algunas caen al río en forma de cascadas. A las 2 de la tarde llegamos á unos tambos situados:á la ori- lla izquierda. El caserío es deindios antipas y se llama Chipe. Cre- yéndonos atacados de enfermedad contagiosa se armaron de lanzas y refugiando sus mujeres y niños á retaguardia de ellos, con gritos y ademanes furiosos, nos hacían señales para que nos fuéramos. No nos hicimos de rogar para abandonar estas inhospitalarias playas, y la corriente del Marañón ayudada por remos, llevó muy pronto nues- tras canoas fuera del alcance de estos furiosos indígenas. Al fin des- pués de navegar largo trecho entre lomas cubiertas de montañas «livisamos una pintoresca colinita. El Marañón al parecer no tiene salida, pero formando una doble curva cambia bruscamente su an- tigua dirección. Este brusco cambio de su corriente forma ese cé- lebre remolino Eseurrebraga Ó Auqui-Chaqui como dicen los indios: Algunas personas fáciles de creer en fábulas dan crédito á los que les cuentan que en este remolino han estado halsas tres días dando vueltas sin poder salir de él. Para convencerse de lo contrario basta fijarse en las palizadas que entran y vuelven otra vez á seguir su camino arrastradas por la corriente. Al ser detenidas por el remolino tres días, pronto fuera este sitio un hacinamiento de maderas y troncos de diferentes. clases y tamaños. Nuestra canoa seguía al lado izquierdo al pié del remolino y á las 3 y 50 estábamosdfuera de él. A las cuatro y cuarenta de la tar- de llegamos á una casa enfrente de la quebrada de Huavico, donde existen muchos tambos de indios. La casa pertenecía á un viejo se. ñor apellidado YVajamanco; tenía sembríos de maíz, plátanos, etc. ademas estradas de árboles de jebe, pero no las explotaba. Dos días después ó sea el 28 de junio salimos de Huavico á las 7 y 1/2 de la mañana, acompañados del señor Yajamanco. A las 7 y 45 minutos arribamos á la desembocadura del río Sinipa. La unión con el Ma- rañón se efectúa al lado izquierdo de este último río. Después del Chinchipe el Sinipa es el rio más considerable que se encuentra en la banda izquierda del Marañón hasta el rio Santiago. En todo el tránsito desde Huavico hasta aqui el río es ancho y profundo. Aquí el Marañón ha labrado su cauce á través de una ca- dena de colinas que se extienden de Este á Oeste y forma el pongo de Huaracayo. Tiene algunas partes angostas, hasta 89 metros, pero carece de rápidos y remolinos. Eneste pongo se goza de magníficos paisa- ies. Cuando lo pasamos eran cerca de las 11 del día. De aquí adelan- te el río toma proporciones más considerables y las colinas monta- ñosas son pequeñas. ] Bajamos de la canoa á las 11 y 40 minutos frente de unos tam. bos al lado derecho. Estos lugares llamados Huaracayo, me han pa- — $560 == recido los más poblados de las riberas del alto Marañón. Existen muchos tambos en la orilla del río y cuadras más adentro en la montaña. Mientras almorzábamos nos abandonaron nuestros bogas de Timachto. Todos estos indígenas son muy inconstantes y variables. Costó grandes esfuerzos y regalos para decidir al curaca Lay- chapa del Huaracayo y á otros más, que nos llevaran al pongo de Manseriche. Para que los bogas salvajes no cambiasen de parecer salimos á la misma hora que hicimos el trato, 5 y Ya de la tarde, para descan- sar media hora después á las 6 de la tarde. Lascolinas van desapa- reciendo y hay grandes playas tendidas. Por las tardes se levantan del Marañón y la montaña espesas neblinas; como el río es ancho, cuando nos cubría la neblina nos parecía estar navegando á las ori- llas de un mar. La noche la pasamos en una isle, cubierta de carrizos. El 29, día domingo, á las 6 y 10 minutos se puso la canoa en mo- vimiento.El aireera fresco; el termómetro marcaba 21” centígrados. El panorama varía rápidamente; las orillas son llanas ó con barrancos. El río principia á dividirse en brazos formando islas. A cerca de las 7 vimos las primeras grandes palizadas que obstruyen el cauce del río. Loscerros se ven enlontananza á gran distancia. Islas é islotes pasan á nuestra vista con rapidez. A las 8 navegamos cerca de un pequeño morro que tendría diez metros de altura, situado al lado izquierdo del río, formado de piedras areniscas, amarilla la parte de arriba, cubiertas de arboles, las paredes húmedas sembradas de plantas de helecho. Este promontorio lo llaman Pati-Huachani. De aquí ade. lante existe un verdadero laberinto de islas. Seguíamos navegando á la izquierda del río y sobre un bajo barranco había un bosque de palmeras de aguaje, cuyas hojas en forma de abanico le daban al paisaje un tiente encantador y á la derecha una gran playa tendida cerrada de carrizos y caña brava. Aseguran que por estos sitios des- cubrió el ingeniero San Román placeres de oro. Conforme seguíamos nuestra navegación aumentaban las pali- zadas. A las 9 y Ya atracábamos á la orilla izquierda, en trente cas; de la confluencia del río Nieva con el Marañón. Aquí escondimos dos cabezas de plátano paraservirnos de ellas á nuestro regreso. El Nie- — va 6 el Nipa de los aguarunas baja de la cordillera oriental y por lo tanto está á la derecha del Marañón. Es más ó menos como el Mu- chinguis. El río sigue desplavándose mucho; hay sitios en que pro- bablemente tiene un kilómetro deanchura. En los bancos de arena hay enormes árboles varados que parecen gigantescas ballenas. Des. pués de descansar en la orilla una hora, volvimos á empezar nues- tra navegación á las 12 y 28 minutos del día. Allá á lolejos divisa- mos unos cerros azules por la distancia; eran los últimos contra- fuertes de los Andes, los cuales al romperel río por allí forman el men- tado pongo de Manseriche. Entre la cadena de colinas del pongo de Huaracayo y la cadena dle cerros de Manseriche hay una gran planicie. Probablemente an- tes que el río labrara su cauce á través de la última cadena mencio- nada habrá sido esta llanura un gran lago. A las 2 y 1/2 de la tar” dle nos acercábamos % la cordillera del Manseriche y á las tres y diez minutos estábamos en frente dela unión del río Santiago con el Ma- rañón. Hasta aquí, el río Santiago es el más grande afluente del Marañón. Eran las 3 y 40 minutos cuando penetramos enel tan célebre pongo de Manseriche. No veía nada de extraordinario, seguíamos en un silencio profundo navegando siempre en medio del río. Espera- ba encontrar ese terrible cañón de peñas cortadas perpendicular- mente y cortadas á pico. El río tiene á veces una cuadra y más de ancho. En pequeño tre- cho se achica á 60 metros, á un lado había una pared de peña para- da, al lado izquierdo no había tal cosa, eran lomas que descen- dían suavemente al río. La corriente era fuerte. Esperaba por momentos los espantosos remolinos y hasta cataratas de que tanto había oido hablar; también esperaba ver la famosa piedra que impi- de la navegación en medio del río. Ni á la ida ni al regreso vimos la mentada piedra. Los indios nos señalaban con terror una falda de cerro á la iz- quierda del río. Creen que es la morada del demonio. Con gran admiración mía el pongo principiaba á ensancharse, cuando más abajo divisamos los techos de zinc de la capilla de Puerto Melér dez y al frente los techos de la comisaría de Borja. Ha- + bíamos pasado el tan temido pongo. Peligros no he observado nin-- guno, salvo en las orillas donde la corriente de las aguas se estrella contra una que otra punta de peña. A las 4 y 30 minutos llegamos á Puerto Meléndez fin de nuestra expedición. La anchura del río entre Borja y Puerto Meléndez es de 460 metros. Creo firmemente que el pongo de Manseriche es navegable para lanchas á vapor que posean un andar de 15 millas por hora. Los grandes peligros de que hablan muchos viajeros son en su totalidad exagerados. Ciertamente, la navegación en canoa y balsa puede ser peligrosa; pero son embarcaciones muy primitivas: basta muchas veces cambiar de asiento para que una canoa dé vuelta de campana. Pero fijémosnos en qué siglo vivimos y es ridículo llamar peligrosa é imposible la navegación de un río, porque una canoa hecha por sal- rajes se hunda ó veinte troncos de palo de bal. amarrados con be- jucos sean arrastrados por el ímpetu de la corriente y estrellados contra una peña por carecer de timón. El río es aquí muy profundo y aun he visto en el pongo bufeos de la familia de los delfines, animales que nadan solo en aguas muy hondas. De Bellavista á Puerto Meléndez hay 70 leguas de distancia. De las cataratas de Mayasi hasta el mencionado Puerto Melén- dez que son 50 leguas, no existen otras caídas de agua y es el Mara- ñon navegable para lanchas á vapor de cinco pies de calado con un andar de 15 millas por hora. Esta fuerza de 15 millas solo se verá obligada la lancha á desarrollarla en muy pequeños trechos, no en todo el curso del río que esen la mayor parte tranquilo. De Bellavista hasta más allá de Mayasi existecamino de herra- dura. En Puerto Meléndez hay una guarnición militar tan necesa- ria para contener á las belicosas tribus del río Santiago. Desde es- te puerto puede una lancha á vapor conducirnos en dos días á Iquitos. Puerto Meléndez se encuentra á 190 metros sobre el nivel del mar. =— 89 — Aquí permanecimos 10 días, pues el Marañón había crecido en 3 días 22 pies sobre el nivel en que habíamos podido llegar. El 10 de julio emprendimos la navegación de regreso, la cual por falta de víveres fué penosísima. Nos acompañaba Fray Bernardo Calle de la misión de San Antonio de Abad en Puerto Meléndez. Lo que habíamos viajado á la venida en 33 horas tuvimos que hacerlo en un mes. Estábamos esperanzados en la caza que felizmente abunda tanto por esas regiones, principalmente en el laberinto de is- las de Palinchani. Se cazaron pavos, trompeteros, papagallos, mo- nos, perdices, etc. Después de sufrir un naufragio en el Mayasitoel 4 de agosto, en el que casi perecemos, vencimos en ocho días de mar- cha á pié entre los fangos de la montaña la distancia que media en- tre Nazaret y Bagua-chica. Llegamos en un estado calamitoso al último pueblo mencionado y el señor Briining y yo regresamos á la costa por el camino del río Chunchuca, descubriendo en el tránsito para Olmos en los linderos de la hacienda Chinche, el paso más ba- jo de esa cordillera que es de 2,260 metros sobre el nivel del mar. Por no abusar de la benevolencia de loscaballeros, no relato ex- tensamente los detalles de mi viaje de regreso de Puerto Meléndez á Ferreñafe, porque ocuparía demasiado tiempo en describir las mu- chas aventuras y trabajos que hemos pasado luchando con el ham- bre y la intemperie. Al terminar esta actuación, os doy mis más respetuosas gracias por haberos dignado escucharme. Al concluir el conferenciante su disertación, el Sr. Ministro de Fomento, Dr. David Matto, que presidía, dió por terminadoel acto, con el siguiente discurso: Señores: Es indudable que los conocimientos acerca de la geografía del Perá han tenido notable desarrollo en los últimos años, pues si has- ta mediados del siglo pasado se había estudiado más Ó menos bien la región de la costa é imperfectamente nuestras altas mesetas an- = 00. = dinas, en cambio la región oriental, la de los bosques, el país del caucho, de la quina y de las bellas orquídeas, apenas despertahan la atención de la gran masa del pueblo, no obstante que, en diversas épocas, exploradores atrevidos se internaron en la selva real y nos describieron las maravillas de esa naturaleza exuberante. El número de esos exploradores forma ya legión. Desde los mi- sioneros de Ocopa, que extendieron su acción civilizadora por los valles del centro del Perú—(1700)—y del padre Bobo de Revello que se puso en contacto con los salvajes de los valles de Paucartambo, en 1845 y 48, figuran el coronel Baltazar Latorre, que encontró tumba prematura en las cabeceras del Madre de Dios; Samanez, que sucumbe á las inclemencias de las apartadas regiones de la monta- ña; el intrépido Fiscarrald, que ha dejado nombre imperecedero; D. Benito Arana, que exploró los principales ríos afluentes del Amazo- nas y multitud de otros viajeros y naturalistas como Wertheman y el inmortal Raimondi, que se han ocupado del conocimiento de las regiones orientales. Sin embargo, á muchas de estas exploraciones, tanto las de ini- ciativa privada, como las que se realizaron por la acción oficial, les faltó carácter de continuidad, fueron, hasta cierto punto, intermi- tentes, y de aquí que sus resultados no correspondieran al esfuerzo desplegado, hasta el extremo de que algunas cayeron en el olvido. Hoy no pasa lo mismo. Hoy, merced á los beneficios dela paz, la acción gubernativa, así como la privada, son más constantes y metódicas; y por eso se ve que enel sur, en el centro y en el norte de la república, se abren nuevas trochas en medio de los bosques, se ensanchan y mejoran los caminos que, de la sierra, se dirigen á la zona oriental, y se surcan, con relativa comodidad, nuestros principales ríos. Enel sur se abre el camino que partiendo de Santa Ana debe terminar en un punto navegable del Ucayali; se organiza una expedición á los va- lles de Paucartambo, centro de numerosas haciendas durante el co- loniaje, y pronto el hilo telegráfico pondrá en comunicación las ri- heras del Madre de Dios ó Coñec, con el pueblo de Paucartambo, y, de allí, con el resto del mundo. En el centro se han hecho explora- ciones de mucha consideración, como ia llevada á cabo por el coro- "te EM nel Portillo en las montañas de Ayacucho, en Huánuco se trabaja con actividad, merced al decidido empeño de los habitantes de ese departamento, el camino hacia el Mairo, y en el norte de la repúbli- ca se estudia, desde hace algán tiempo, la vía que debe conducir al oriente amazónico, partiendo de las costas de Piura y atravesando la parte más baja de los Andes. Hay, pues, un movimiento intenso, precursor de grandes acon- tecimientos, bajo el punto de vista de la viabilidad hacia la región denominada “Montaña.” Más de una vez, la Sociedad Geográfica ha escuchado notables conferencias destinadas á propagar los conocimientos de aquella importante sección del territorio nacional. Varios exploradores, como el coronel La Combe, el señor Robledo, el coronel Palacios y Mendiburu, el viajero alemán von Hassel, etc., han dejado oir su voz para describirnos susginpresiones y sugerirnos ideas respecto á ese Perú del porvenir. Lugar prominente, entre esa pléyade de valerosos expediciona- rios, ha de ocupar, sin duda, el autor de la interesante conferencia que acabamos de escuchar, cuya abnegación para soportar penali- dades de todo género durante meses, y cuyo afanoso empeño por descubrir el sitio más conveniente por donde deba cortarse la cordi- llera andina, son testimonio de sus especiales cualidades de explora- dor y de hombre de progreso. El gobierno ve con suma complacencia el resultado satisfactorio obtenido por el Sr Mesones Muro y sas compañeros en su explora- ción, tanto porque ha sido preocupación constante dela adminis- tración del Excmo. Sr. Romaña el unir las diversas secciones orien: tales con nuestros principales centros civilizados, cuanto porque el Sr. Mesones Muro se ha ocupado en su confereneia de uno de los puntos que más interesa á la nación, cuales la comunicación rápida de la costa norte del Perú con la región del Amazonas peruano, co- municación que, si llega á reelizarse en las condiciones que se espe- ran, pondrá al país en situación ventajosísima desde los puntos de vista comercial y de seguridad del territorio. El ministerio actual secundando las patrióticas miras del jefe del Estado, no omitirá esfuerzo por proteger todo lo que se refiera á la — 9 exploración de montañas, á la navegación de nuestros ríos del inte- rior y á la colonización de esos inmensos y fértilescampos surcados por el Tambopata, el Santa Ana, el Madre de Dios, el Ucayali y el gi- gantesco Amazonas. Réstame tan solo unir mis felicitaciones á las del auditorio que ha seguido con tanto interés la conferencia del Sr. Mesones Muro, haciendo votos porque el ejemplo de los señores Mesones Muro, Ha- bich, Brúinning y demás compañeros, sea seguido por otros expedi- cionarios de igual patriotismo y de igual energía. . = = Lea +—O—=—549 La demarcación política del Perú ó medios de asegurar su reforma I €: RESEÑA HISTÓRICA DE LA GEOGRAFÍA POLÍTICA DEL PERÚ, Hacia 1770, según el doctor Cosme Bueno, el territorio del Pe- rú se dividía en 52 corregimientos, cada uno bajo la autoridad de un corregidor inmediatamente dependiente del virrey.—Esos 52 co- rregimientos estaban agrupados así: Arzobispado de Liíma.—Comprendía 14 corregimientos, que abarcaban, á su vez, en total, 136 cabezas de curato. Obispado de Arequipa. 6Gcorregimientos, 57 cabezas de curato. Obispado de Trujillo. S y Ú 55 E Obispado de Huamanga. S 36 id e SS Obispado del Cuzco. 14 3 130 Eo Lo Obispado de La Paz. 2 S 130 se p Fué hacia el año1784, y cuando gobernaba el virrey Croix, que una real cédula alteró esta demarcación política del virreinato. Esa real cédula dividió el territorio en 7 intendencias: Lima, que comprendía 8 partidos ó subdelegaciones; Cuzco, con 11 partidos; Arequipa, con 5; Trujillo, con 6; Huamanga, con 7; Huancavelica, con 4; Tarma, con 7. En 1799 se agregó al virreinato del Perá una nueva intendencia, la de Puno, que antes de ese año pertenecía al virreinato de Buenos Aires.—La intendencia de Puno comprendía 5 partidos. Los 53 partidos ó subdelegaciones que, en total, abrazaban las 8 intendencias, correspondían á los antiguos corregimientos; pero ya aquellos se encontraban agrupados en grandes divisiones políticas. En la época de la declaración de la independencia, había varia- do poco esta división territorial. Según la guía oficial de 1810, se habían agregado 2 partidos á cada una de las intendencias de Are- quipa, Trujillo y Tarma; y se habían establecido cuatro gobiernos, que eran lo que hoy nuestras provincias litorales. Esos gobiernos fueron los de Guayaquil, Mainas, Quijos y el Callao. Cuando San Martín se encontraba en Huaura al frente del ejér- cito libertador, expido, en 12 de febrero de 1821, un “reglamento provisional” que debía regir en todo el territorio ocupado por el ejército patriota; territorio que dividió en 4 departamentos: Truji- llo, Tarma, Huailas y La Costa. Las vicisitudes de la campaña libertadora, ampliaron ó restrin- gieron los límites señalados en el decreto protectoral, hasta que, con el triunfo de Ayacucho, se afianzó en todo el territorio del Perú el imperio de las instituciones nacionales. De hecho entró á regir en la república la demarcación política del virreinato; solo que las an- tiguas intendencias se llamaron desde entonces departamentos. No se dictó resolución alguna, como no se ha dictado hasta hoy, que designara la demarcación general del territorio peruano. Solo la efímera constitución vitalicia del año 26 contuvo una disposición que alguna relación tenía con el asunto, limitada á decir que eran siete los departamentos que comprendía el territorio de la repúbli- ca: Libertad, Lima, Junín, Arequipa, Cuzco, Ayacucho y Puno. Anulada esa constitución, en 3 de agosto de 1831 se expidió una ley que estatuía lo siguiente: “ocn... entretanto que se ve- rifica la demarcación general de los departamentos de la república, contorme al artículo 48 de la constitución (regía la de 1828)........... se declaran por límites de los departamentos, provincias, distritos E e A y parroquias, los que en la actualidad tienen y se hallan en quieta y legítima posesión de hecho.................. Después de esa le y, en materia de disposiciones legales que se re- fieran, ya que no propiamente á la demarcación, siquiera á la divi- sión política, no encontramos sino la también ley de 2 de enero de 1857, que señala los lugares donde debe elegirse municipalidades provinciales y distritales. En esa ley se fija la siguiente división te- rritorial: 12 departamentos con 72 provincias; y 3 provincias lito” rales: en todo 710 distritos. El censo de 1876 también nos dá á conocer la división política que regía en ese año: 18 departamentos y 3 provincias litorales; las provincias de los departamentos sumaban 95, y abarcaban, con las litorales, 765 distritos. Pero todos estos datos se refieren, como hemos dicho, á la divi- sión política y no á la demarcación propiamepte dicha, ó sea á la fijación de los límites que separan entre sí á los departamentos, pro- vincias y distritos. Para averiguar aquella, sería menester coordi- nar las innumerables leyes que se han dictado aisladamente para crear los departamentos, provincias y distritos que hoy subsisten. En virtud de esas leyes, la división territorial actual es la si- guiente: 18 departamentos y 3 provincias litorales; los departamen- tos comprenden en conjunto 96 provincias, que, con las 3 litorales, hacen un total de 99 provincias, las que á su vez abrazan 786 dis- tritos. TI DIVERSAS TENTATIVAS HECHAS PARA REFORMAR TOTALMENTE LA DE- MARCACION POLITICA Desde la independencia, se pensó sériamente en reformar la im- perfecta demarcación política que nos legara el virreinato. El 15 de enero de 1822 expidió San Martín un decreto encargan do á los presidentes de departamento nombraran comisiones con el objeto de acopiar todos los datos precisos para formular un plan de reforma general de la demarcación.—Este decreto, á lo que entende- mos, no llegó á surtir efecto práctico alguno. El 6 de diciembre de 1849 se expidió una ley, ordenando á los prefectos organizaran expedientes con la reunión de todos los datos / ¿E que pudieran alcanzar “conducentes á la mejor y más conveniente división de sus respectivos departamentosen provincias y distritos”, cuyos expedientes debían pasar á una junta nombrada por el ejecu- tivo.—-Parece que el personal de esa junta no fué nombrado, por lo que tampoco esta ley tuvo resultados prácticos. El supremo decreto de 28 de febrero de 1877 nombró una comi- sión de demarcación territorial, compuesta del doctor don Mariano Felipe Paz-Soldán, que la debía presidir; del director de estadística don J. Marchand; de los doctores don Juan M. Rodriguez, don José Antonio Roca v don Ramón de la Fuente; de los coroneles don Ma- nuel Odriozola, don Antonio Benavides y don José Castañón; del capitán de navío don Camilo N. Carrillo y del oficial 1? de la direc- ción de gobierno don Agustín de la Rosa Toro.—El presidente de es- ta comisión, que, como hemos dicho, fué el doctor Paz-Soldán, pu- blicó en 1878 la “merdoria de los trabajos de la comisión de demar- cación territorial política, judicial y eclesiástica”, haciendo en ella atinadísimas reflexiones acerca de la urgencia de reformar la demar- cación política, y proponiendo un plan que, á nuestro humilde juicio, es deficiente si se trata de una reforma general y demasiado amplio pa” ra llegar á él por medio de reformas parciales sucesivas ó simultaneas. —Casi todo ese plan se reduce á agrupar de otro modo que el actual las provincias de la república, cuyo número hace subir á 100 y el de departamentos á 23, dividiendo en dos cada uno de los de Puno y Cuzco.—Insertamos á cont inuación el cuadro dela demarcación pro puesta por Paz-Soldán: Departamento de Amazonas (hoy de Loreto) -5 provincias: An- doas, Amazonas, Moyobamba, Huallaga y Ucayali. Departamento de Piura.—5 provincias: Piura, Tumbes, Ayaba- ca, Morropón y Huancabamba. Departamento del Marañón (hoy Amazonas)—3 provincias Chachapoyas, Luya y Bongará. Departamento de Cajamarca.—5 provincias: Celendín, Cajamar- ca, Hualgayoc, Contumazá y Pacasmayo. Departamento dle la Independencia (hoy Lambayeque)—4 pro- vincias: Jaen, Chota, Lambayeque y Chiclayo. AN == Departamento de la Libertad.—5 provincias: Pataz, Cajabamba Huamachuco, Otuzco y Trujillo. Departamento de Ancash.—5 provincias: Pallasca, Pomabam- ba, Huailas, Huarás y Chiquián. Departamento de Huánuco.—3 provincias: Huánuco, Huama- líes y Dos de Mayo. De partamento de Junín.—4 provincias: Pasco, Jauja, Tarma y Huancayo. Departamento de Liíma.—8 provincias: Cajatambo, Huacho, Canta, Lima, Huarochirí, Cañete, Yauyos y Callao. Departamento de Huancavelica.—5 provincias: Tayacaja, Huan- cavelica, Castrovirreina, Angaraes y Chincha. Departamento de Ica.—3 provincias: Ica, Palpa y Lucanas. Departamento de Ayacucho.—6 provincias: Huanta, La Mar» Ayacucho, Andahuailas, Cangallo y Pampack ri. Departamento de Apurimac.—3 provincias: Abancay, Cotabam- bas, Aimaraes, Parinacochas y Caravelí. Departamento del Cuzco.—6 provincias: Convención, Anta, Cuz- co, Paucartambo, Quispicanchis y Paruro. Departamento de Pumacahua.—3 provincias: Acomayo, Canchis, Canas, Chumbivilcas y Coporaque. Departamento de Carahava.—4 provincias: Carabaya, Sandia» Ayaviri y Azángaro. Departamento de Puno.—4. provincias: Huancané, Lampa, Pu- no y Zepita. Departamento de Arequipa.—5 provincias: Cailloma, Condesu- yos, Castilla, Arequipa é Islay. Departamento de Moquegua.—2 provincias: Puquina y Moque- gua Departamento de Tacna.—3 provincias: Tacna, Arica y Tarata. epartamento de Tarapacá—2 provincias: Iquique y Tarapacá. Demás nos parece advertir que este plan no llegó á implantarse. En 20 de octubre de 1888 se expidió una resolución legislativa, autorizando al ejecutivo para nombrar ““una comisión que se encar- gue de formular un proyecto de demarcación política, judicial y ecle- siástica de la república”, comisión que no fué nombrada. — YN -— / Por suprema resolución de 24 de octubre de 1891 se organizó una oficina dependiente del ministerio de gobierno y encargada de formular un nuevo proyecto de la misma reforma.—Jefe de esa ofi- cina fué nombrado el señor José R. Idiáquez, quien, algún tiempo después, publicó un “prospecto general sobre demarcación política, judicial, eclesiástica etc, del Perú”, en que se enumeraban las propo- siciones cuyo estudio convenía anteceder á la formación de aquel plan. Finalmente, por suprema resolución de 1? de octubre de 1895 se hizo encargo semejante á la Sociedad Geográfica.—Esta nombró una comisión especial de su seno, cuya comisión trabajó con todo empe- ño hasta dar cima á su importante cometido.— Tomó toda clase de informaciones oficiales, llegando á formar 17 grandes volúmenes de documentos de esa índole con datos para el objeto perseguido; sobre el mapa de Raimondi tomó medidas planimétricas, quele dieron ra- zón lo más exacta posible de la extensión superficial del país; sobre la base del censo de 1876 y compulsando los datos que arrojaba la estadística demográfica, hizo un cálculo bastante aproximado de la población, cálculo que arrojó la cifra de 4.609,881 habitantes, mayor en cerca de 2 millones á la fijada por aquel censo, el más mo” derno que tenemos, y en 1897, por último, elevó al gobierno, en un luminoso informe, el resultado de sus trabajos.—En el plan formula- do por la Sociedad Geográfica, se considera dividido el territorio en dos grandes porciones, la oriental ó despoblada y la occidental ó po- blada.—La primera se propone dividirla en 5 territorios: del Mara- ñón, del Amazonas, del Purás, del Ucayali y de Carabaya.—La oc- cidental en 18 departamentos: Piura, Mainas, Lambayeque, Caja- marca, Libertad, Ancash, Huánuco, Junín, Lima, Huancavelica Ica, Ayacucho, Apurímac, Cuzco, Arequipa, Tacna, Vilcanota y Pu- no, departamentos para formar los cuales se propone desmembrar los existentes y dividir algunas provincias para componer las 87 que aquellos deben abrazar. En 1897 el mismo señor José R. Idiáquez que hemos citado, en el primero y hasta hoy único tomo que ha publicado de su “legisla- ción de hacienda,” combate el plan propuesto por la Sociedad Geo- gráfica; enumera los inconvenientes que á su juicio presenta; niega á = TON TE los poderes públicos facultad bastante para mutilar cireunscripcio: nes territoriales autónomas; y propone que con las actuales provin- cias, agrupadas de cierto modo en departamentos, se formen siete grandes divisiones territoriales, á saber: Jefatura Grau.-5 departamentos.-Provincias que comprendería ada uno: el primero Piura, Paita y Tumbes; el segundo Lambaye- que y Chiclayo; el tercero Trujillo y Pacasmayo; el cuarto Santa y Chancay, y quinto Lima y Callao.—Capital de la jefatura: Trujillo. Jefatura Gálvez.—Capital Cajamarca.—5 departamentos.—Uno comprendería las provincias de Ayabaca, Huancabamba y Jaén; otro Pataz, Chachapoyas, Luya y Bongará; otro las de Chota y Hualgayoc, otro las de Cajamarca, Celendín y Contumazá; y el ál- timo las provincias de Otuzco, Huamachuco y Cajabamba. Jefatura Necochea.—Capital Huánuco.—5 departamentos: —El primero con las provincias de Huarás y Cajatambo; el segundo con las de Huailas y Pallasca; el tercero con las de Huari y Pomabam- ba; el cuarto con las de Huánuco, Huamalíes y Dos de Mayo; y el quinto con las de Pasco y Canta. Jefatura Sucre.—Capital Huamanga.-También 5 departamentos. —Uno con las provincias de Huancavelica, Angaraes y Tayacaja; el segundo con las provincias de Jauja y Huancayo; el tercero con las de Tarma, Yauyos y Huarochirí; el cuarto con las de Cangallo, Lu- canas y Castrovirreina; y el quinto y último con las de Ayacucho, La Mar y Huanta. Jefatura Gamarra.—Lo mismo, 5 departamentos, siendo capi- tal de la jefatura la ciudad del Cuzco.—primer departamento: pro- vincias de Andahuailas, Aimaraes, Antabamba y Cotabambas; se- gundo Anta, Abancay, Paruro, Quispicanchis y Acomayo; tercero Cuzco, Urubamba, Calca, Convención y Paucartambo; cuarto Ca- nas y Canchis; y quinto Azángaro, Carabaya y Sandia, Jefatura Bolognesi.—Capital Arequipa.—3 departamentos.— Las provincias de Ica, Chincha, Cañete, Camaná é Islay en uno; las de Chumbivilcas, Unión y Parinacochas en otro; en el tercero las de Arequipa; Cailloma, Condesuyos y Castilla; en el cuarto las de Moquegua, Tacna, Arica y Tarata; y las de Puno, Chucuito, Lam- pa y Huancané en el último. 090 =- Jefatura Requena ó delegación de Loreto.—Comprendería 7 sub- delegaciones: Moyobamba, con 7 zonas ó distritos; San Martín con 10 zonas; Marañón con 12; Huallaga con 11; Ucayali con 10; Ama. zonas con 10 y Vavarí también con 10. Estos son los diversos esfuerzos que se han hecho para poner fin al desbarajuste que impera en nuestra demarcación política.—¿Por qué esos esfuerzos no han surtido los resultados que prometían? El problema de la demarcación es, no solo geográfico, sino tam- bién político-administrativo.—Un plan que se proponga podrá sa- tisfacer las exigencias de la ciencia geográfica, y sin embargo, no podrá llevarse á la práctica si no responde cumplidamente á las cla- ras conveniencias de los pueblos. Por otra parte, el arraigado espíritu de provincialismo que do- mina en nuestras poblaciones 1mpedirá, seguramente, que desapa- rezcan las actuales diyisiones territoriales.—De modo que antes de llevar á la práctica un plan que reforme la actual demarcación, será preciso combatir ese estrecho provincialismo. Y precisa, además, ya que no es posible implantar de golpe la reforma, estudiar los medios que á ella nos conduzcan, asegurándo- la para un futuro más ó menos próximo. Proponer alguno de esos medios es, como ya hemos dicho, el ob- jeto del presente trabajo. TTI. INCONVENIENTES QUE PRESENTA, EN LA PRÁCTICA, EL ACTUAL SISTE- MA DE REFORMA PARCIAL DE LA DEMARCACIÓN POLÍTICA. La actual división territorial ha provenido, según llevamos ase- gurado, de una multitud de disposiciones dictadas desde la indepen- dencia, yen virtud de las cuales se han formado departamentos nuevos con provincias que se han segregado de otros ya existentes, y provincias nuevas con distritos que á su vez formaban parte de otras provincias, ó dividiendo en dos algunos departamentos ó provincias. El sistema que se ha seguido, y desgraciadamente se sigue hasta O -—MO00S hoy, para reformar la demarcación territorial, presenta en la prác- tica gravísimos inconvenientes, que vamos á señalar. Ante todo, la división y subdivisión indefinidas que se han he- cho del territorio nacional, han originado una verdadera confusión en la administración general, á lo que también ha contribuido la falta de precisión en la redacción de las disposiciones pertinentes. También con este sistema se han multiplicado, inconsiderada.- mente, las autoridades departamentales y provinciales, sin necesi- dad y sin provecho para la nación, y ni aún siquiera para las mis- mas regiones materia de la división; pues dado el evidente estado de atraso en que se hallan las distintas regiones del territorio, princi- palmente las del interior, á mayor número de autoridades han co- rrespondido siempre mayores extorsiones contra los indígenas que forman el núcleo de la población, y de consiguiente, mayor atraso. “El cámulo de autoridades, como muy bign se ha dicho, mata á las pob'aciones, haciéndolas emigrar —La atmósfera administrati- va es tan pesada, que ahoga á los pueblos””.—Y así es, en efecto, por que entre la autoridad y la población sobre la que ejerce su acción esa autoridad, debe haber una relación fija de proporcionalidad, que la ciencia de la administración y la experiencia se encargan de determinar; y la fórmula de esa relación no debe romperse ni en un sentido, porque en tal caso la autoridad y con ella el orden peli- gran, ni en sentido contrario porque entonces los pueblos sufren y no prosperan. La demarcación territorial de un país debe responder principal- mente á las necesidades de ese país.—El progreso real, efectivo, de una región es el único que debe determinar la variación de su condi- ción política. Esta regla no se ha tenido en cuenta entre nosotros, creyéndose, por el contrario, que la elevación de un distrito á la ca- tegoría de provincia ó de una provincia á la categoría de departa- mento, determinarían fatalmente el progreso de la región en que ese distrito Ó esa provincia se hallan situados. Funesto error que la experiencia se ha encargado de desvanecer. El señor José Idiáquez lo hace notar muy atinadamente en su “prospecto sobre demarca- ción general del Perú”, cuyas observaciones, en esta parte, hacemos nuestras. de | | | | — 101 — Tumbes, por ejemplo, caserío de 6,000 almas, pertenecía como tal caserío á la provincia de Piura del departamento de La Libertad. Se hizo litoral la provincia de Piura, y Tumbes fué uno de sus dis- tritós. Se hizo después á Piura departamento, y una de las pro- vincias en que se le consideró dividido fué á su vez dividida en dos, una de las cuales fué Tumbes. Por último, Tumbes es hoy provin- cia litoral. Se creerá, seguramente, que Tumbes ha prosperado de una manera asombrosa, para haber merecido tan rápidos y conti- nuados ascensos en su condición política, que lo han hecho pasar, en coza de 50 años, de simple caserío al rango de departamento uni- provincial. Nó. Tumbes, contra lo que los optimistas quieran afir” mar en contrario, sigue en el mismo estado que cuando era caserío de la provincia de Piura. Y entonces no tenía más autoridad que un gobernador. Hoy tiene prefecto, subprefecto, gobernador, juez de primera instancia, jefe ge gendarmes, mayor de guardias, tesorero fiscal y demás autoridades y funcionarios á cuyo cargo corre la ad- ministración de los departamentos. Parte integrante del antiguo departamento de Tacna, —tantas veces, y aún una dolorosamente, mutilado,—era la provincia de Mo- quegua hasta 1875, año en que fué elevada al rango de litoral, su- poniendo que de ese modo se lahoraba en favor de su progreso. Los hechos han venido á probarnos el error de los que tal cosa sostuvie- ron. Y aunque en el estado actual de abatimiento en que se halla Moquegua han influido diversas causas para determinarlo, creemos que en gran parte ha contribuido á ello el cambio de la demarcación política del antiguo departamento de Tacna. Cosa semejante á esta ocurre en los departamentos de Amazo- nas, Apurimac, Huancavelica y Tacna, que no tienen razón de exis- tir como tales departamentos. Respecto á Amazonas, el prefecto de ese departamento en el año 98 óÓ 99, señor Cristian Alzamora, en la memoria que elevó al gobierno y que tuvimos ocasión de leer, asevera lo mismo que nosotros, afirmando que no hay razón para la existencia de un departamento tan pobre como ese, al que se ha- ría un positivo beneficio, que desde luego no sería de pronto aprecia- do en lo que vale, anexando sus provincias á otros departamentos. Sabemos que en una provincia, cuya ciudad principal se ha de- — 102 corado pomposamente con el título capital, no hay el número de personas legalmente aptas que se necesitan para constituir las di- versas corporaciones oficialés. El presupuesto municipal de Pataz consigna en su pliego de egre- sos partidas que alcanzan solo á 2 6 3 cientos de soles, y los serv:- cios comunales de más indispensable atención le demandan, según el pliego de egresos, 1,700 soles. La provincia de la Convención fué erigida en un valle muy rico y muy extenso, pero de escasísima población, y la capital, Santa Ana, es una hacienda, ó á mucho querer un caserío de 300 habitan- tes, en que se brinda generosa hospitalidad al subprefecto. Y eso para no citar sino algunos casos. Muchas veces, de una provincia extensa, rica, bien poblada, con abundante vitalidad, se ha hecho dos provincias pequeñas, entida- des políticas débiles, menos aptas, por congjguiente, para realizar el progreso de la región en que se hallan colocadas. Con ello, es cierto, se halaga el amor propio de las poblaciones que olvidan lo que verdaderamente les conviene, para satisfacer la vanidad de titularse capitales de provincia ó de departamento. La experiencia también ha demostrado que, al contrario de lo que ha acontecido en las provincias que acabamos de citar, aquellas que no se han dividido han prosperado visiblemente. “Angaraes tiene siete veces más población que ahora ochenta años. Huanca- velica, con todo su mal clima y paralización de las labores en los yacimientos de cinabrio, ha conseguido quintuplicar su población. Santa tiene seis veces la población que en 1796.” Hay, además, una razón de alta política en contra del sistema que nos ocupa. En principio, la federación es la forma más perfec- ta de gobierno, pero como cada país debe tenerla forma de go- bierno, no que sea mejor enel terreno de las teorías, sino la que más se avenga á su estado social y á sus necesidades, sería una locura querer implantar hoy la federación en el Perú, país cu- yo estado de abatimiento se encarga de probar el número de sus habitantes, que no llegan á dos por cada kilómetro cuadrado. Pe- ro como esa forma de gobierno debe ser el ideal de nuestra demo- eracia, es preciso que tendamos hacia ella paulatina pero segura- 108 — mente, para que la transición de un sistema político á otro no sea brusca y no suceda lo que con todos los cambios violentos que se han verificado en la forma de gobierno de los distintos países. En- pecemos por crear organismos políticos robustos, provincias en que pueda implantarse perfectamente la más avanzada autonomía municipal y departamentos en que pueda establecerse con mejor éxito que ahora la descentralización administrativa, para pasar de ahí á la más amplia descentralización fiscal, de la que no hay sino un paso á la federación. Pero, si en lugar de proceder así, se sigue alterando como hasta ahora, sin plan ni concierto, la demarcación política, haciéndose cada día más difícil su completa reforma, nos iremos alejando más y más de aquel ideal democrático, en vez de acercarnos á él. Las razones que, de ordinario, se hacen valer para justificar la división de un departamento ó de una provincia, son principalmen- te tres: > Población; Extensión superficial; Dificultad de comunicación entre las diversas localidades. A nuestro modo de ver, la población, Ó, por mejor decir, la densidad de la población, debería ser la única consideración bas- tante á justificar aquella división, como que esa densidad es el ter- mómetro que señala el estado de progreso de una región. Por eso, mientras no se cuente con un censo general de la república que nos haga conocer los aumentos que ha tenido la población de las distin- tas secciones territoriales, debemos abstenernos de dividir éstas. La división de nuestro territorio es muy grande con respecto á nuestra población. Porque se comprende perfectamente que Fran- cia, por ejemplo, abarque en un territorio la mitad que el nuestro, ochenta y tantos departamentos, siendo la densidad de su pobla- ción 36 veces mayor que la del Perá; pero tener nosotros 21 depar- tamentos donde se supone sea la población de 26 3 millones de ha- bitantes, es verdaderamente absurdo. Ahora bien, sien 1821 eran 7esos departamentos y hoy su número estriple, caso de haberse tomado en debida consideración la población para aumentar así la división territorial, lógicamente podría dedu- 5d Y — "104 := cirse que esa población ha aumentado en un triple de la independen- cia acá, lo que, desgraciadamente, no es cierto. "asando al otro punto, diremos que por ningún motivo debe to- marse en cuenta solo la extensión superficial de una provincia ó de un departamento, como algunas veces se ha hecho, para proponer su división. —Si esa extensión territorial fuera razón bastante en todos los casos, correríamos el riesgo de erigir provincias en regiones muy extensas, pero escasamente pobladas ó enteramente desiertas.—Sin ir á los vastos é inhabitados bosques del oriente, en la costa tene- mos verdaderos desiertos cuya extensión supera á la de muchas provincias. La provincia del Callao, con su reducídisima extensión, tiene mayor razón de ser como tal provincia, que muchas otras y aún que algunos departamentos.—Verdad que tampoco concedemos al Ca- llao razón de existencia como departamento independiente. En cuanto á la dificultad de comunicación entre las diversas lo- calidades, el raciocinio que se poneen juego esel siguiente:—Como la capital de la provincia ó del departamento se halla muy separada de los otros distritos ó de las otras provincias, la acción de la au- toridad política provincial ó departamental llega allá mui debilita- da.—El hecho que se sienta es cierto, pero la deducción no es lógica. —Si, como es verdad, existe entre las diversas poblaciones dificultad de comunicación, lo lógico sería pedir que esa comunicación se faci- litara para que la acción de la autoridad superior llegase fácilmenteá las poblaciones más apartadas; y si tal cosa no puede hacerse, no se haga otra que no llena cumplidamente el objeto deseado de favore- cer el progreso de una región.—La autoridad es una, llámese quien la ejerza prefecto, subprefecto Ó gobernador, puesto que uno es su origen.—La diferencia entre la autoridad ejercida por un prefecto ó un subprefecto y la ejercida por un gobernador, estriba en queá aque- lla se la rodea de mayores garantías, morales ó materiales. Rodé- ese de las mismas garantías de respetabilidad social, prestigio per- sonal, remuneración conveniente y. fuerza ejecutiva disponible el puesto de gobernador y su autoridad se ejercerá con igual provecho que el de aquella. En general puede decirse que en el Perú no hay verdaderas vías E O ' de comunicación, particularmente en la sierra; de donde resulta que las localidades se encuentran en completo aislamiento unas con res. pecto'á otras. —Siguiendo la lógica de los partidarios de la división indefinida del territotio,; en cada población debería, pues, colocarse un prefecto, ó cuando menos, un subprefecto. Proponer la división territorial de una provincia órde un depar- tamento por la única razón de la extensión territorial ó de la difi- ecultad de comunicación entre las ciudades de su territorio, es imitar á aquel sujeto que, deseando colocar en el salón de su casa un cuadro de pintura de gran mérito, como no cupiera en una de las paredes, lo dividió en dos partes y puso al pié de una de ellas esta indicación: la continuación enfrente.—Lo lógico habría sido hacer un salón más vasto, Ó, si eso no era posible, colocar en otra habitación el cuadro. Para concluir esta parte, haremos notar un hecho digno de lla- mar particularmente la atención. Comparemos la Avisión política que regía el año 57, que contie. na la ley sobre municipalidades que hemos citado, con la división ac- tual.—El Perú en 1857 comprendía 15 departamentos con 75 pro- vincias y 710 distritos, entre los cuales se comprendía el departa- mento de Tarapacá y las provincias de Tacna y Arica, que, desgra- ciadamente, no pueden tomarse en cuenta en la división actual.— Hoy tenemos 21 departamentos, con 99 provincias y 788 distritos. —El número de departamentos ha aumentado en un 33%; el de pro- vincias en la misma proporción; y el de distritos en solo 11%.—Por qué?—Porque si es facil agrupar provincias para formar nuevos de- partamentos y distritos para formar nuevas provincias, no es lo mismo agrupar poblaciones para formar nuevos distritos, porque las poblaciones no se crean, las poblaciones surgen cuando una re- gión entra en periodo de progreso.—No ha sido, pues, correlativa con ese progreso de las distintas secciones territoriales la división y sub-división que de ellas se ha hecho. Precisa, por todo esto, ejercitar propaganda activa, eficaz, en el sentido de impedir que siga alterándose á capricho la demarcación territorial, con grave daño para el país y para las secciones del te- rritorio materia de la división.—Con solo esa propaganda se conse- guirá mucho en favor de la futura reforma general de la demarca- Y — 106 — ción política, porque ya los pueblos no ercerán tan fácilmente como hoy que su cambio de condición legal determinará necesariamente su progreso, y el país en general, porsu parte, no permitirá que se persista en llevar adelante tan pernicioso sistema. IV NECESIDAD DE UNA LEY DE DEMARCACIÓN POLÍTICA GENERAL Paz-Soldán,en su diccionario geográfico-estadístico del Perú, di- ce lo siguiente: “En el Perú, la demarcación política, judicial y eclesiástica en la época del coloniaje y la que ha tenido la república desde la inde- pendencia, siempre ha sido defectuosa, porque los virreynes y los gobiernos cuidaron poco de esta importante materia; se crearon intendencias, provincias y departamentos, según las necesidades del momento, pero sin determinar con precisión cuáles eran los lí- mitesde cada una de ellas, siguiendo el ejemplo de la antigua de- marcación, que tampoco señalaba esos linderos, salvo casos muy particulares... ads. Los congresos han procedido con igual ó quizá mayor descuido; y, salvo pocas excepciones, ha sido fórmula para crear departamentos, provincias ó distritos, la siguiente: “de las antiguas provincias A, B, etc, se crea el departamento X, ó de los distritos tales se forma la provincia cual”, siempre sin orden y al acaso; en algunas leyes ó decretos se expresan los nombres de los distritos, pero no se determinan las poblaciones y fundos rásticos que comprende, ni se marcan los linderos;en otras se dice que la pro- vincia tal continuará con los distritos de que'antes constaba, y co- mo no existía real orden ni leyes ó decretos posteriores, la demarca- ción de los tales distritos continuaba tan vaga como al princi- PlOZ.- pas Mete ete: Todoel que haya prestado alguna atención al estudio de nuestra geografía política, habrá tenido oportunidad de confirmar por su cuenta estas exactas apreciaciones del doctor Paz-Soldán. Reina tal desorden en la demarcación territorial de nuestro país, que cau- sa verdadero asombro el que hasta hoy no se haya pensado seria- 7 mente en ponertérmino á un estado de cosas semejante, y, antes y por el contrario, se haya contribuído de manera tan decidida á au- Ú mentar la confusión en que á ese respeeto nos encontramos. La necesidad de la reforma de nuestro sistema de demarcación 'se impone como indispensable; pero, segán hemos dicho, antes de entrar de lleno en ese camino, precisa aprontar los medios que más dlirecta y seguramente, sin trastornos é inconvenientes de ninguna «clase, nos conduzcan á obtener la apetecida reforma. Según acaba- mos de indicar, se avanzaría mucho en ese sentido, con solo no se- guir, como hasta hoy, alterando de manera caprichosa la actual demarcación. Ahora indicaré como segundo medio, la dación de una ley de demarcación política general, en que se determinen perfecta- mente la demarcación y división políticas actuales, que distan mu- f MN) a a «Me E A ó , z Y SN Ñ “£ — SPunta de ToWto * Ny - ¿Tambo Maquiids y EN 7 > Q > Tambo de Pumayaco y) Wo E A ú AJA Tambo qe Chulluyaco PU z? e, Z aambo de Lopez > Mapalambo o Zambo de Pincullo Pe CAMINO de Moyobamba a Balsapuerto por el Sr Antonio RAIMONDI y de Balsapuerto aYurimaguas porel 5r Dscar MAVILA Escata 1 Centiímetro ¡igual a 1854 metros 1902 Long O. de Greenwich OBSERVACION : Las flechas cruzadas en el centro de este plano solo indican el angulo ae la aeciinacion NOTA: El trayecto entre Balzapuerto y kyrimaquas se hace generalmente por el curso de los rios Cachiyacu y Faranapura TS Cedrols(aNW SS R. Palometa NN : ranayaquillo SIGNOS CONVENCIONALES Es Capital de Provincia 55 Pueblo e Ranchera m Hacienda de caña Tambo = o zx y fa hd > I o rx . . k E o a A —— = A A a A -o a A A ” A A h BOLETIN ye Socie Geográl ájica dle Xima TOMO XI!If AÑ0 XII LIMA, MARTES 30 DE JUNIO DE 190% TRIM. 11 AH WMA —A—Á De Chiclayo á Plerto Meléndez en el Marañón POR j ENRIQUE BRUNNING Y Desde que los periódicos del país principiaron á ocuparse de las diferentes rutas que debían poner la costa en comunicación con la región fluvial, he seguido con mucho interés este asunto. Me acor- dé de mis viajes hechos en las provincias de Lambayeque y Jaén en años anteriores, época en la que ya me había sugerido la idea de que para el porvenir de estas provincias se podría hacer una comu- micación fácil entre la costa del Océano Pacífico y la parte navega- ble del Marañón, en razón de hallarse muy baja la cordillera en esa zona, ¡/ Siempre tenía el deseo de rectificar las observaciones hechas en aquellas regiones, sobre todo medir las alturas, que por falta de un aneroide no había podido hacer antes. Por desgracia mis ocupacio- mes no me permitían verificarlo, y ya me había resignado á no pen- Sar más en este asunto, cuando en abril de este año me informé «lel proyectado viaje del señor M. Antonio Mesones Muro al Mara- són. Por una feliz coincidencia podía yo disponer entonces de mi — 122— tiempo, y acto continuo me puse en comunicación con Mesones, á quien conocía desde muchos años, ofreciéndole acompañarlo en es- te viaje, lo que fué aceptado por él gustosamente. Supe después que en Chiclayo se había formado un comité titulado “Vía de Lamba- yeque al Oriente” bajo la presidencia del entusiasta prefecto del de- partamento de Lambayeque, señor Carlos Velarde Canseco, que se había encargado de reunirlosfondos suficientes para los gastos de la expedición. El personal de ésta se componía de Manuel Antonio Mesones Muro como jefe, Guillermo Gamarra, secretario y tesorero, y yo; además cuatro arrieros y sirvientes. A última hora la Junta de Vías Fluviales comisionó al ingeniero señor Eduardo Habieh, hijo, para que nos acompañase. La falta de experiencia en la persona encargada de equipar á los expedicionarios, y el apuro con que salimos, casi hace fraca- sar la empresa al principio del viaje, como más tarde se verá. Salimos de Chiclayo para Ferreñafe por ferrocarril, el 16 de mayo. En la tarde del siguiente día fueron despachadas de Ferreña- felas bestias de relevo y la carga quese componía de algunas conser- vas, medicinas, y artículos de canje para los indios que habitan las orillas del Marañón, quienes ignoran todavía el valor del dinero. Estos artículos se componían de cuchillos, tijeras, agujas, anzuelos, espejos, hilo para coser, tocuyos y otros géneros baratos, etc. Los arrieros recibieron orden de pasar directamente hasta Olmos. Domingo '18 de mayo.—Salimos á las 735 a. m. de Ferreñafe, término del ferrocarril de Eten, acompañados por los señores Ni- canor Carmona, Alfredo Sosa y otros amigos, quienes se despi- dieron de nosotros como á una legua de la población. El camino pasa primero por un callejón en medio de chacras sembradas de yuca, maíz, caña dulce, árboles frutales, ete. y sem- bríos más grandes de arroz; pero luego tuvimos que dejar el cami- no por estar totalmente inundado. En el terreno suelto de una cha- era donde buscamos como evitar los charcos de agua, casi nos ato- llamos, y con alguna dificultad llezamos otra vez al camino en un sitio ya en alto y seco; esta parte alta se llama La Lomada, y pa- rece ser un terraplén artificialmente hecho por en medio del terreno hajo. Este terraplén tendrá de 10 4 20 metros de ancho por la par- te alta y está como á 5 metros sobre el nivel del terreno, que cuan- «lo pasamos estaba sembrado en gran parte de arroz. En todo el trayecto de la Lomada seencuentra cementerios de los antiguos ha- bitantes, conocidos en todo el norte del Perá con elnombre de “hua- cas”, y donde encontramos muchas excavaciones hechas por los peones de las chacras vecinas, quienes se ocupan de este trabajo «cuando en las chacras hay poco que hacer. Las frecuentes inundaciones de los caminos y de los terrenos, aún en el tiempo seco, cuando todo el mundo se queja de la escasez «dlel agua, son originadas, en primer lugar, por la mala distribución «Ae este líquido, y en segundo por el poco declive que tiene el terreno «que casi se puede considerar como horizontal, y donde acequias de ««lesagije por su gran extensión serían muy costosas. Después de una hora más ó menos de camino llegamos á la gran pampa que se extiende hasta confundirse con el des- poblado de Sechura en el norte, y en el sur hasta Lambaye- «que. La vegetación consiste en unos cuantos zapotes, bichayo, «cuncun, etc., y por los restos de troncos, se nota que en tiempos pa- sados ha estado cubierto por un denso bosque de algarrobos. Se- -guimos por esta pampa hasta llegar á las 9 h. 35” a.m. á Mochumí. ¡Cerca de este pueblo había que pasar otra vez por un callejón lleno «deagua. Encontréenesta población algún adelanto, comparado eon lo que era en un viaje que hice ahora cuatro años, pues se notaban «casas nuevas hechas de adohes. En los últimos años se había fo- mentado más el sembrío de arroz y algodón, que en los anteriores. El agua para la irrigación se toma de una acequia que es prolonga- «ción del Taimi. Barómetro aneroide en la plaza de Mochumí— ISS vn. Después de 10 minutos de demora para hacer certificar la hora de pasaje por este pueblo, seguimos la marcha á las 9. 45 a.m. y llegamos al pueblo de Túcume á las 10. 10 a. m. Este pueblo, en lugar de progresar, ha quedado estacionario, ó quizás ha retroce- «dido, debido á la falta de agua para la irrigación, de que solamente “puede aprovechar en el tiempo de abundancia. Es regado por el río «dela Leche. ES TI al o ti A td de a A E: 3 AS AN ES En Túcume hay un pequeño molino de arroz junto con maqui- naria para desmotar y prensar algodón. La ocupación principal de los habitantes de este pueblo es la agricultura. Seguimos la marcha á las 10. 20 a. m., para llegar á Jllimo á las 10. 45 a. m. En todo el camino entre Pácume é Illimo encontramos charcos de agua provenientes del desagúe de las chacras. En esta travesía se ven todavía muchos algarrobos, cuyos frutos constitu— yen un buen alimento para toda clase de ganado. Illimo es un pueblo de agricultores y sufre como Túcume de es- casez de agua en el tiempo seco. Mientras que se hizo certificar por la autoridad nuestro pase poreste pueblo, tuvimos tiempo para re- frescarnos con la buena chicha del lugar. Seguimos la marcha á las 11 a. m. y llegamos al pueblo de Pa- cora á las 11. 35 a. m., pasando de frente sin demorarnos en él. Es- tá poblado por pacíficos agricultores. En Pacora se celebra todos los años la fiesta de San Pablo, fiesta cuya fama se extiende más allá del departamento de Lambayeque. A la derecha del camino en- tre Illimo y Pacora hay un cerro aislado con el nombre de Escute. A algunos centenares de metros fuera del pueblo hay que pasar un zanjón con agua estancada y hedionda, que se pone invadiable en tiempo de avenidas. Llegamos á Jayanca á las 12. 20 p.m. Jayanca es pueblo de unos 3,000 ó 4,000 habitantes y goza de un bienestar relativo, aunque el aspecto de las casas demuestra lo contrario. Vive principalmente de la agricultura; el arroz, maíz, ca- ña dulce, algodón y parra, son las plantas que más se cultivan. Una chancaca amarilla, cerosa, y la uva de Itaiia, tienen mucha fama por su buena calidad. Existen dos molinos pequeños para pilar arroz, ambos en mal estado. La campiña de Jayanca con sus mu- chos árboles frutales presenta hermosa vista. Sus terrenos son tam- bién regados con las aguas del Rio de la Leche, y como ¡éste no lle- va la suficiente en la estación seca, sufre como los pueblos anterio- res por la escasez de este elemento. Después de almorzar sesiguió la marcha á la 1. 45, acompaña- dos por varios amigos de ese lugar. La primera parte del camino 108. lesde Jayanca hasta la acequia de Sancaranco, á cuyo lugar llega- mos á las 2.35, se presenta arenoso. El barómetro marcaba 745 mm. Hasta aquí duró la compañía de las personas que salieron de Jayanca. La despedida, que fué cordial, se efectuó á las 2. 55. A poco andar se tiene á la derecha un cerro llamado de Zurita. Llegamos al pueblo de Motupe á las 5. 45. El barómetro señalaba 749 mm. Hacia la derecha del camino que se sigue se va al pueblo de Sa- las siguiendo el cerco de la hacienda La Viña. En todo el trayecto de Jayanca á Motupe hay muchos algarro. bos, que aumentan á medida que se acerca á Motupe. Más ó me- nos á una legua antes de llegar á Motupe fuimos también recibidos por personas que se mostraban interesadas en el objetivo de nues- tra expedición, y fuimos obsequiados con una comida en casa del Sr. Guerrero. Después de la comida los señores Mesones y Habich siguieron con dirección á Olmos para cumplir el compromiso de Me- sones de llegar en 4 días á Bellavista, á orillas del Marañón. Motupe es un pueblo demás de 4,000 habitantes, que se ocupan en la agricultura y cría de ganado. A la simple llegada á este lugar se nota que gozaba en tiempo no muy remoto de cierta actividad in- dustrial, fomentada por la habilitación del Sr. Barrington encarga- do por el gobierno de Chile para el cultivo de tabaco. Es de sentir, verdaderamente, que una vez que cesó la mencionada habilitación, no haya continuado el cultivo de industria tan lucrativa. Lunes, 19 de mayo.—A las 8 de la mañana mostró el baróme- Sr Salimos á las 8. 35 a. m.'El camino pasa primero por un calle- Jón entre chacras y algarrobales. A las 10 h. llegamos á un sitio en que se ve colinas bajas formadas de cascajo cubierto de una del- gada capa de tierra. Es aquí donde comienza la subida á uno de los contrafuertes que se desprenden de la cordillera occidental. (A las 10. 30, el barómetro señalaba 742.5.) A las 11” 13 se llega al punto más alto, el portachuelo de Olmos. Barómetro 731. La ca- dena de cerros que está á la izquierda del portachuelo se llama Chalpon. Después de ligero descanso seguimos á las 11* 20 para llegar á Olmos á las 12 * 30. Barómetro, 745. — 126 — Es de notar con respecto á la vegetación la presencia del palo blanco poco antes de llegar al Portachuelo, y que ya es abundante en el valle de Olmos. Nos hospedamos en la hospitalaria casa de la señora vda. de Adriansén. Aquí en Olmos encontramos ya á los arrieros que sa- lieron de Ferreñafe el 17.—Mesones y Habich habían seguido el via- je en la mañana del día de nuestra llegada. Nosotros queríamos sa- lir el 20 por la mañana, pero los sirvientes dejaron escapar dos bestias á la hora de ensillar y hubo que perseguirlas,no encontrán- dolas sino cerca de Motupe por la tarde, hasta donde las siguió el mozo guiándose porlosrastros. Así, pues, quedó postergado el via- ge para el día siguiente. El aspecto de Olmos es algo diferente del de las pobla- ciones de la costa, pues se nota que las casas tienen corredo- res en alto hacia las calles, debido á los aguaceros que se presentan con mayor frecuencia que en las poblaciones más alejadas de la sie- rra. Por este mismo motivo los techos están inclinad os y algunos cubiertos de tejas ó calamina. Sus habitantes se dedican especialmente á la cría de ga- nado vacuno, cabrío y de cerda, y se ocupa también, pero en peque- ña escala, del cultivo de los campos. Principalmente en la época de las lluvias periódicas el pasto natural es muy abundante y se apro- vechan de él por dos y tres años. En este tiempo la mayor parte de los habitantes se traslada al campo para cuidar su ganado. La po- blación es más ó menos de 2 mil almas. Al O. de Olmos hay una agrupación de cerros denominada Pumpurre, que se distingue delos demás cerros por las formas angulosas que presentan, probable- mente debido á la consistencia de la roca que los torman. En Olmos me recomendaron contra los dolores neurálgicos una yerba con el nombre de curí; esta yerba se estruja en agua, y con ésta se lava la parte dolorida repetidas veces. No me quitó el dolor, seguramente porque no era neuralgia como más tarde su- pe. También me recomendaron otra yerba la alcaparrilla. Probé también otra quecrece en las alturas de la hacienda Chin- che, y que en Olmos es conocida con el nombre de tucasquilla, pero sin producir el efecto deseado: es una clase de bejuco, cuyas hojas an- A «chas se aplican sobre la parte dolorida, habiéndolas préviamente «calentado. : Miércoles 21 de mayo.—Para compensar la pérdida del día an- terior nos propusimos salir de madrugada. Nos leyantamos álas 4. 30 a. m. y para no molestar á la familia que nos daba hospitali- dad, quisimos preparar el desayuno; pero sucedió que entre nues- tras provisiones faltaban las que principalmente lo constituían; y como quienes expenden tales artículos no se levantan temprano, sóloá4 las 6 y 30 podíamos salir. A las 6 h. a. m. el barómetro marcaba 745.5 ¡mm. La comitiva desde aquí constaba de seis personas. Además del señor Gamarra y el que habla, se había agregado un joven, Zen- (ler (que no era de la expedición) y dos arrieros Ó sirvientes y un guía proporcionado por el gobernador. Salimos dela pobBhción con dirección E. El cielo estaba cubierto lo que facilitó la marcha. El camino se presentaba cubierto de her- mosa vegetación, mantenida por las recientes lluvias. Centenares de loros animaban este cuadro con sus gritos. Como á doscientos metros fuera dela población parteá la izquier- da un camino que conduce á un caserío con el nombre de wincap que dista más ó menos una legua, perteneciente al distrito de Olmos. Al principio y á ambos lados del camino se veía potreros de "grama «con muchos árboles de algarrobo y palo blanco esparcidos en ellos. Al salir de los potreros se liega al campo cubierto con pas- to natural, sobresaliendo entre él la grama llamada cordoncillo. Existe también en abundancia un arbusto de 3 á 4 metros de altura con el nombre de orero, nombre debido á la forma del fruto que re- cuerda la de un huevo y que alcanza hasta un centímetro de diá- metro; es dulce, pero deja después un sabor astringente; la flor es infundibuliforme y de color amarillo. Es excelente alimento para en gorde de los chanchos aue libremente los recogen cuando maduros se desprenden de los arbustos. Los chanchos que hemos visto tie- nen las piernas y el hocico largos. El color de la piel es negro y ca- si no tienen cerdas. Siguiendo adelante se deja el terreno llano y se entra á unas folinas bajas formadas de cascajo mezclado con tierra. Como en esa — 128 — clase de terreno la humedad no se conserva por mucho tiempo, la vegetación se presenta marchita. A las 7 y 30 teníamos á mano derecha, más ó menos á distancia de 6 á S kilómetros, el portachuelo de Olmos. A las 7 y 45 pasamos á la orilla izquierda del rio del mismo nombre y seguimos con direc- ción NE. El camino es llano cubierto de árboles, entre los que abun- dan más el algarrobo y palo blaneo.Poco después la dirección cambia al NNE., disminuyen el algarrobo y palo blanco y aumentan las dife- rentes clases de cactus. A las 8 h. 15. el barómetro señaló 740 mm. Se sigue al NNO. porcamino llano y sin piedras. Alas8 y 40 se vuelve á la orilla derecha y en seguida á las S h. 45 ála izquierda con rumbo NE. Sale el sol. La vegetación es más tupida. Los cerros á ambos lados de la quebrada y que ya se aproximan más unos á otros, están cubiertos con árboles de hualtaco. A las 8 h. 55 se pa- sa otra vez á la derecha. Los cerros de la izquierda no dejan ya ca- mino entre el río y ellos. La roca que dejaá descubierto el agua es una clasa de pizarra con vetas de cuarzo. Alas8.58 sepasa á la izquierda. Alas 9. 4 4 la derecha; barómetro 730. A las 9.20, á la izquierda y luego se pasa á este lado una tranca que separa los terrenos que se acaban de pasar, de los de propiedad de ¡Manuel Pi- zarro. Aparecen algunos árboles llamados avila, armados de gruesas púas triangulares en el tronco y ramas; la fruta se usa como purgante. El overo se presenta ya escasamente. A la altura de 200 metros más ó menos no he notado ya el algaraobo, que iba disminuyendo conforme subíamos. A las 9.57 se volvió á pasará la derecha. A las 10.3 á la iz- quierda; se siguió la dirección NE. Alas10 25 dirección NE. La quebrada tiene en este punto de 200 4 300 metros de ancho. Los cerros á ambos lados están densamente cubiertos de árboles y ar- bustos. A las 10.33 se pasó á la derecha; dirección E. El rio ya no forma vega. Se sigue una pequeña subida para regar una ladera. El camino es bueno, bajo sombra de árboles. A las 11 se baja y se pasa al lado izquierdo, y poco después á la orilla derecha; diree- ción E; álas 11 el barómetro marcaba 715 mm.; luego á la izquier- da nuevamente. Alas 11 h. 11 á la derecha; en este sitio sube un- camino por la cuesta del Guayabo que conduce á la hacienda de Por — 129 — culla. Desde la altura más ó menos de 500 metros sobre el nivel del «mar, he notado la tillandeía, que llaman por allí “salvaje” y la usan para hacer colchones que tienen fama de ser muy frescos. A las 11.20 á la izquierda y luego á la derecha. A las 11.35 de nuevo á la izquierda. Sigue después una cuestecita muy empinada. Al bajar encontramos al señor Rosendo Pasco, representante de la hacienda Chinche, en donde íbamos á pernoctar, quien había servido de guía á los señores Mesones y Habich y estaba de regreso después de llenar su cometido; él nos informó del buen éxito que habían te- tenido. El señor Pasco se dirigía á Olmos, lugar de su residencia. Perdimos 15 minutos en conversación. A las 12.13 pasamos á una quebradita que baja de la hacien- da Santa Lucía y desemboca en la quebrada principal. A las12.22 se pasa nuevamente á la derecha de la quebrada principal; seguimos la dirección NE. A la912.27, á la izquierda. 12.30, derecha. Llega- mos á las 12.40 al sitio denominado Molino, que está de este mismo lado del río. Barómetro, 697. Aquí hallamos solamente á dos perso- nas, hombré y mujer, y fué difícil encontrar algo de comer, consi- guiéndose al fia un buen almuerzo, suministrando nosotros las ollas que decían esas gentes no tener para preparar lo que pedíamos. Fuí atacado nuevamente de un fuerte ataque neurálgico de que sufrí du- rante quince días, y casi hube de regresar; tan agudo era el dolor que experimentaba. El Molino es una sección de la hacienda Porculla; allí había an- tes un molino de harina del cual quedan como restos algunas pie- dras moledoras. Existe en la actualidad un trapiche para moler ca- ña y un alambique para extraer aguardiente. La caña que se cultiva es de corteza morada y amarilla listada á lo largo. Hasta aquí he visto el chirlalá. En este punto nos dejó el guía que nos conducía desde Olmos; para adelante nos acompañó elindividuo que encontramos en el Molino. Remangándose el pantalón y poniéndose otro poncho so- bre el que llevaba, quedó listo para el viaje. Proseguimos á las 4.10, pasando luego al lado izquierdo, siguiendo la direc- ción N. El camino para adelantees más escabroso. Los ce- rros que forman la quebrada están en muchos sitios cortados á pi- — 130 — que y la quebrada está llena de grandes piedras rodadas, por entre las"cuales hay que hacer el camino. A las 4.20, otra vez á la derecha, N.—4.30 izquierda, luego derecha, otra vez izquierda.—El lado dere- cho de la quebrada pertenece á la hacienda Porculla, y el izquierdo ála de Santa Lucía. Alas 4.35 derecha; se ve uno que otro higuerón, 4.40 izquierda: 4.45 derecha, E. La quebrada cambia á cada rato de dirección. 4.49 izquierda, luego derecha, SE, cambiando alterna- tivamente por 6 veces hasta las 5.5 de un costado á otro, hora en que se pasó un pequeño trecho en la misma agua de la quebrada. Se cambia después 4 veces del lado izquierdo al derecho, dirección N. A las 5.20 desemboca al lado izquierdo una quebrada que baja de Santa Lucía. El camino se separa de la quebrada para acortar un gran recodo de la principal; dirección NE, el camino va por ladera. Ala altura 975 mtrs. sobre el nivel del mar he visto todavía la urra- ca. Desde las 5.40 á las 5.55 sube y baja el camiaro alternativamente, A las 5.45 estábamos en frente del camino que conduce á la hacien- da La Sucsha que está al lado izquierdo de la quebrada principal. Desde las 6.4 hasta las 7.20 que llegamos á la hacienda de Chinche, la dirección es NE. variando de izquierda á derecha 17 ve- ces. Barómetro 647 (casa de la hacienda Chinche, que se encuentra á alguna altura sobre la quebrada, al lado izquierdo.) La quebrada tiene allí la dirección NNE. va Todo el trayecto de Olmos á Chinche ha sido recorrido paso á paso debido á la carga. Los arrieros quedaron muy atrás todavía. —En Chinche no encontramos á persona alguna porserla hora avanzada y no residir los encargados allí. Todo nuestro alimento esa noche consistió en chocolate que por casualidad quedaba en las alforjas y que lo tomamos á manera de postre entre trago y trago de agua. Cerradas como estaban las puertas de la casa. nos vimos obligados á acomodarnos sobre un poyo, á lo largo dela pared de la casa. En las alturas de la hacienda de Chinche se habla un dialecto del quichua. En esta hacienda la principal industria esla efia de ganado vacuno; además se cultiva la caña de azucar que la trasforman en aguardiente (cañazo), para cuyo fin hay trapi- che con mazas de bronce y alambique. Por referencias sé que la caña tarda 3 años para madurar en esas alturas. En las quebra- — 131 — das abrigadas se ve también plátanos. Solamente en las partes ba- jas, cerca de las quebradas, se ve plantas leñosas, mientras que en las alturas se nota que han sido desmontadas para utilizar tales terrenos en otros cultivos además del pasto, Jueves, 22de mayo—A las 8.80 de la mañana apareció el mayora de la: hacienda, quien, avisado por el Sr. Pasco con anticipación, nos buscaba, y á quien encomendamos buscara álos arrieros que hasta entonces no llegaban, pidiéndole también nos proporcionara algún alimento. Por finá las 10 lleg:.ron los arrieros, quienes equivocan- do el camino, habían subido á la Sucsha en donde pernoctaron para dirigirse á la mañana siguiente á Chinche. El mayoral nos propor- cionó algunas yucas que son muy pequeñas en tales alturas y zana- horias que así llaman por allí á la aracacha; además 4 huevos por 5 centavos, á lo que agregamos un tarro de ostiones de nuestras provisiones. El alimeito de la gente de por allí consiste en yuca, aracachas, maiz y un poco de carne. El sitio donde se encuentra la casa de la hacienda se llama propiamente Pacaipampa, y Chin- che toda la hacienda, A las 12.50 seguimos la marcha. Barómetro 647"m, Luego se sube por la cuesta del Coco que es bastante em- pinada. Perdimos media hora para esperará uno delos arrieros que se quedó atrasado. Al término de la subida de la Cuesta del Coco se llega al sitio denominado Portachuelo de Escacha en donde existe el cementerio de la vecindad, que llaman Panteón de Escacha. Des- dle aquí se sube sobre una lomada de no muy fuerte inclinación lla- mada Loma de la tierra colorada; dirección al E, después NE. A mano derecha del Portachuelo de Escacha hay un cerro en forma de cono truncado, llamado Tambohuaca, y parece que parte de él es hecho artificialmente. Nos dijo el guía que llevábamos desde Chinche, que este cerro contenía plata. Desde el Portachuelo está- bamos eubiertos por densa neblina. A mano derecha de la Loma se encuentra la quebrada de Chonta. A las 250 el barómetro mostraba 561.5". Por cansancio de una de las mulas tuvimos 10 minutos de pérdida y dejamos otra vez la carga atrasada por no demorar más el viaje. A las 3.10 principia la subida á ser más empinada hasta las 3.50 en que lle- gamos al punto más alto; según el guíaese cerro se llama Langlang; barómetro 561.-El cerrves solamente una cresta que tendrá á lo sumo 50 metros de ancho y allí principia otra vez la bajada hacia el río de Huancabamba. La subida por la Loma está compuesta de tierra colorada, que es en partes amarilla. Feliz- mente no había mucha humedad, cosa que hubiera dificultado el ascenso por ponerse esa tierra como jabón. Desde el Portachuelo hasta la misma cresta todo está cubier. to de árboles y algunos pequeños arbustos que recuerdan ya la ve- getación de la montaña y que desaparece como por encanto tan luego como se toma el lado E. de la cresta. Al bajar, primero hay un suave descenso, con dirección NE., después sigue ladera; dirección E. que cambia al N. E. de aquí se baja con dirección NNE, á la quebrada de Tayaca. La tierra á la ba- Jada se presenta arenosa como formada por desagregación de la ro- ca, en la que se hallan cortadas por el agua profundas excavaciones. La tierra es blanca en unas partes yen otras colorada. Siguió la ne- blina á este lado, acompañada de frío penetrante que no se experl- mentó en el lado O. La vegetación, en esas alturas, está formada por algunos individuos de la familia cactus. Los cerros á ambos lados de la quebrada presentan disemina- dos muchos arbustos, entre los cuales hay «algunos de hojas aro- máticas. A las 4.37 bajamos á la quebrada que arrastra no mucha agua en este tiempo y pasamos luego allado derecho cerca de un si- tio que llaman la Vaquería.donde llegamos á las 4.45. Aquí se .ve un corral en que reunen á las vacas para ordeñarlas; y cerca de él, una casucha que sirve de habitación al vaquero. Vimos algunas cabezas de ganado bien mantenido. En el fondo de la quebrada erecen muchos árboles de Taya, cuyos frutos, que son unas vainas, son muy ricos en tanino.—La dirección general de la quebrada es de SSO. á NNE. Poco más allá de la Vaquería pasamos otra vez á la izquierda de laquebrada, siguiendo después por ladera y bajando insensible- mente hasta las 5.20,hora en que llegamos á un sitio llamado Taya- lín; barómetro 585. Tayalín es una pequeña pampa con una casucha en que reside unindiocon su mujer y dos hijos pequeños, los que viven de la cría Puente en Bellavista sobre el río Jaén. Quebrada de Tayalí, por arriba de cabras y del cultivo del campo para sus propias necesidades. Nos prepararon un rico caldo con pierna de cabrito,cancha y queso deca- bra; encontré el queso sabroso, cosa de notar al compararlocon mu. chos otros que he comido notan buenos como este de Tayalín. Dormimos en nuestras hamacas al aire libre, por no ofrecer ningu- na comodidad la casucha. Los arrieros llegaron una hora más tarde. Viernes 23 de mayo.—Nos desayunamos con leche fresca de vaca y salimos á las 7.40 a.m.; barómetro 585.5. Aquí quedó el guía que vino de Chinche, siguiendo con nosotros el hombre que acabábamos de encontrar. De Tayalín bajamos acercándonos más á la quebrada, siguien- do allado izquierdo, quebrada abajo. El camino que sube y baja es algo pedregoso. La mayor parte delos arbustos que cubren las faldas de los cerros pBóximos, tienen hojas apergaminadas. A las 8.20 pasamos la quebradita de Pauca y á las 8.30 la de Barbacoa, ambas secas en ese tiempo. Enfrente de la última, al lado derecho de la de Tayaca, hay una eminencia que llaman Cerro negro. Los pocos arbustos que hasta ahora nos habían acompaña- do principian á desaparecer, y aumentan encambio los cactus, principalmente varias especies de cerúas. A las 8.50 barómetro600 mm. Ala derecha de la quebrada Tayaca está la eminencia llamada Cerro Huaichán. A las 910 llegamos á un sitio que llaman Chorro. Barómetro 602 mm. Esesta una pequeña pampa con dos casas cuyos habi- tantes se ocupan de la cría de cabras. El nombre deesta pampa alude á la caída de bastante altura y no muy distante de este lugar, de un verdadero chorro de agua. De aquí se ve el pueblo de San Felipe en dirección NNE. y pa- rece estar á la misma altura de estesitio de observación. Aquí cam- biamos otra vez de guía y salimos á las 9.27. Luego se bajó la que- “brada de Tayaca por un camino bastante parado,que preferí hacer- lo á pie para evitar la dificultad que noté tenía la bestia para ba- tar. Llegamos á la quebrada á las 10.5. Barómetro 633 mm. Después de dar agua á las bestias pasamos al otro lado, donde eruzamos luego una quebradita con muy poca agua que baja del — 134 — cerro Caña. El camino sigue primero en el mismo cauce dela que: brada hasta las 10.27, cuando salimos al lado izquierdo, y pasa después alternativamente por las vegas y terrenos inclinados al pie de los cerros, siendo bastante pedregoso. Encontré aquí zapote y faique (acacia). A las 11 entramos otra vez á laquebrada queencontramos com- pletamente seca. Comoel fondo es pedregoso y cascajoso puede ser que el agua sigasu curso subterráneamente; gran parte se había empeorado también.—A las 11.25 he visto una clase de pizarra con vetas de cuarzo y en algunas partestierra colorada. Se ve aquí ga- nado vacuno bien mantenido, principalmente de color negro. Los ce- rros áamboslados tomancada vez más un aspecto deesterilidad cuan- to más se baja en la quebrada.—A las 11.47 llegamos á un sitio llama- do Tasajeras; barómetro 657. Hay una casucha en medio dela que- brada la cual tiene como 150 metros de anch%. Encontramos sola- mente una joven con un chico que no atendió nuestro pedido para que nos preparara que almorzar; tampoco había nada paralas bes- tias, ni siquierasombra para guarecerlas del sol meridiano. Chan- chos, perros y cabras parece que vivieran en buena armonía con sus dueños. Después de unrato apareció un .joven que había trabajado enuna chacra cerca del río Huancabamba y logramos entonces que nos hicieran sopa con yucas y papas; también dieron de beber á las bestias. Enfrentede Tasajeras, al lado izquierdo del río Huanca- bamba, hay dos eminencias: la de la izquierda, el Chileno, en direc- ción ENE., y ála derecha, Cucuria, en dirección E de Tasajeras. El ángulo de elevación de Tasajeras y la cima de Cucuria es de 16 grados.—A las 1.5 seguimos nuestra marcha, cambiando otra vez de guía, barómetro 656. Toda la quebrada de Tayaca, cuya diree- ción general es NNE. y los cerros á amboslados pertenecen todavía á la hacienda Chinche. Los habitantes delos diferentes sitios por lós que pasamos, habían recibido orden del señor Pasco, de que nos sirvieran de guía tan luego siguiéramos la marcha. (Véase figs. 1 y 2). Alas 2.20 llegamos á la orilla del río Huancabamba, donde se varió para pasar al lado izquierdo. El río tiene aquí más ó menos 25 m. de ancho; el color del agua es verdoso y llegaenlas partes más TASAJERAS 150 Chileno 00 > y A Y 0 A y" d ar Be Ga A E 18 Ñ PS Ed E We A a a hondas á la barriga de la bestia. Barómetro 661 mm. Desde aquí, hacia adelante y á ambos lados, vegasanchas cultivadas con arroz y caña de azúcar. También aquí aparece el molle (schinus molle). El camino pasa primero á orillas del río, tan es. trech>,queá veces hay que ir por la misma agua, hasta las 2.30 que se pasa otra vez al lado derecho y á las 2.37 otra vezá la izquier- da. He visto aquí el chisco y el chilalá.—A las 3.45 llegamos al si- tio llamado el Guayabo, en donde hay una casa de mejor construc- ción que las que se han pasado y situada en una pequeña pampa seca. El camino que hemos recorrido, á veces pasa por ia vega y otras á alguna altura sobre el nivel del río, por las faldas de los ce- rros que presentan subidas y bajadas bastante fuertes, muchas ve- ces sobre la roca que presenta muchas aristas entrecortadas. Por las sinuosidades del río quedan á uno y otro lado vegas de más ó menos extensión. Todgs los años, en tiempo de avenidas, cam- bia el aspecto de estas vegas. Saliendo del Guayabo pasamos otra vezá la derecha, á las 4 p. m. Dirección SE. A las 4.30 á.la izquierda; dirección ESE. A las 5.30 llegamos á un sitio llamado Huaval. Aquí había una pequeña choza á poca altura sobre la orilla del río; barómetro 664. Todo el día tuvimos sol. Aquí nos detuvimos hasta el siguiente día. Nues- tra comida, ofrecida por el dueño del rancho, fué arroz,yuca y carne de cabrito. Mayo24.—A las 7.30 llegó uno de los arrieros quequedó atrás el] día anterior. Entrentedel Huaval, á la orilla derecha del río, está el fundo Limón. El dueño nos refirió que desde eselugar se traslada- ba á Olmos en un día, bien entendido que en buena bestia y descan- sada, saliendo á las 6 de la mañana de Fluaval para llegar á las 7 de la noche á Olmos, pasando por Limón, Cuevas, Santa Lucía, La Sucsha, el Molino y Olmos. De Huaval á Motupe se emplea 12 horas, de 6 a. m.á 6 p. m., yse pasa por Santa Lucía y por el pue— blo de Colaya. Delante de la casa de Huaval había un arbol alto y muy frondoso que llaman zaranguino y que dá muy buena madera de construcción. Alas 9.10 seguimos la marcha ya sin guía; ba- rómetro 668. Los cerros á ambos lados del río no ofrecen mucha vegetación y en todas partes se ve tierra colorada. A las 9.20 pa- samos enfrente de la quebrada de Santa Lucía, que desemboca en el lado derecho del río. Nuestro camino pasaba por una pampita in- clinada con escombros de piedra y grandes piedras rodadas. Sigue después un trecho por vega donde hay dos casas cuyos habitantes se ocupan de la cría de cabras. Alas10 h. llegamos al sitio llamado Cabeza de Vaca. El río se dirige aquí, en linea recta, sobre una peña cortada á pique, yladeándola, sigue por corto trecho. El camino se presenta como una senda angosta sobre la roca viva y llega un si- tio en que la pendiente es tan fuerte, 45á 509, en que hay escalones de 70.475 cm. de alto; en este 'sitio cast perece “una mala cargada. La roca hasta ese sitio es de pizarra; sigue el camino al- ternativamente por vegas sombreadas por grandes árboles y por ladera; la dirección del camino es ESE, A las 10.50 pasamos en- frente de la quebrada de Yerma, que desemboca al lado derecho de] río al cual tributa bastante agua. El río tie£2 aquí la dirección E. En la desembocadura, la vega enla orilla opuesta presenta una her- mosa perspectiva, formada por los cultivos de la caña dulce, pláta- nos, arroz, naranjos, cacao y pastos. A las 11.48, pasamos por una quebrada seca, el Faical,que forma el lindero de las haciendas Hua- val y Patacón. Dirección E. A las 12.55 llegamos enfrente dela quebrada Cañaryacu que desemboca también al lado derecho del río y arrastra buen caudal de agua. De esta quebrada no alcanza á verse sino corto trecho, pues parece que una pared liza y perpendi- cular cerrara la quebrada. Ala 1 p.m. llegamos á Patacón; barómetro 671 mm. En uua pampa llana y bastante extensa se encuentran diseminadas varias casitas, de las cuales, la del dueño de la hacienda, Pedro Vega,se dife- rencia por lo mejor construída de las vistas hasta ahora.—Lo nota- ble aquí y siguiendo río abajo, son las excelentes naranjas de las que cada uno tomamos 1 docena. El ciento cuesta 20 centavos.—Caldo de yuca y charqui fué nuestro almuerzo. Vega nos dijo que se ponía en undía á Motupe, pasando por Laque, Las Cuevas, Santa Lucía, Huanama,Colaya y Motupe; que la caña madura en un añojel arroz en seis meses y si no le falta agua y calor se puede cosechar varias veces más, siendo corriente dos cosechas de una misma planta.—Sa- limos en marcha á las 3. 10; barómetro 670. Caía una chirrapa,así llaman allí al aguacero de gotas gruesas y no continuas. Vega mis- mo nos servía de guía. El camino sigue por cortos trechos de vega cuyas subidas y bajadas son algo penosas. Dirección ESE. A las 3.50 pasamos al lado derecho del río y luego por ladera. A las 4.15 estuvimos, enfrente de la quebrada de Pomahuaca que de- semboca al lado izquierdo del río; su direccióa es NNE. á SSO. (que- brada).—A las4.22 pasamos un arroyo. A las 4.35 estuvimos en- frente de una cascada que baja del alto de Ninabamba á mano de- recha del camino, y tiene una caída libre de más de cien metros, á la simple apreciación. Según testimonio de varias personas conoce- doras de esos lugares, hay en la pampa de Ninabamba gran canti- dad de huesos y á estos quizás ha de referirse elínombre de Ninabam_ ba, pues aseguran haber visto como llamaradas que bien pueden ser fuegos fatuos. A la izquierda del camino hay varias huacas; pa- rece que los antiguos cóhstructores atraídos por este hermoso es- pectáculo hubieran elegido este sitio para habitarlo. Desde las huacas la cascada queda en dirección SSO. Poco más adelante se encuentra todavía restos del camino del Inca. Al lado izquierdo del río de Huancabamba hay un sitio llamado el Alumbre pertenecien- te á la hacienda Yambolón. En ese sitio se recoge en no pequeña cantidad alumbre, que se forma por eflorescencia. El rio Huanca- bamba tiene aquí la dirección SE. Alas 5.40se pasa una pequeña quebrada con poca agua. El camino va por entre cactus que abun. dan mucho. Los cerros áambos lados del río ofrecen mayor vegeta- ción. Conforme se toma río abajo las vegas aparecen másensancha- das y con lujuriosos cultivos de cacao, naranjos, caña dulce, arroz, plátanos y pastos, entre los cuales hay diseminadas pequeñas casas cuyas paredes están construídas de caña de Guayaquil con techos de paja.—A las 6.5 pasa el río pegado á un «cerro derecho, sobre el cual el camino sigue con fuerte pendiente. A las 6.30 cruzamos la quebrada de San Lorenzo que lleva regular cantidad de agua. Ha- bíamos determinado pernoctar en la hacienda Molle,pero como ano- checía perdimos el camino y llegamos á Molle cuando ya era de no- che y á esta circunstancia atribuímos el que rehusaran hospedar- nos, alegando queno había pasto para nuestras bestias y que lo en” contraríamos más abajo, donde un tal Aparicio, adonde nos condujo — 138 — el mismo dueño, llegando á las 7.30 p.m, y donde también tuvimos la mala suerte de no encontrar pasto. Preparamos chocolate que lle- vábamos felizmente, porque los arrieros se quedaban siempre atrás, Las bestias tenían que ayunar muy á nuestro pesar y nos echamos á dormir al aire libre, Mayo 25. Noslevantamosá las 4de la mañana con hermosa luna y salimos á las 5.10. Dirección SSE. Camino alternado entre vegas, laderas y subidas empinadas para salvar los sitios donde el río no deja orilla. Llegamos á las 6.55 al puente de Pucará.Barómetro 686 á orillas del río. Poco más abajo al lado izquierdo del río está el pue- blo del mismo nombre. Por Pucará desemboca la quebrada de Co- lasay que tiene allí la dirección NNE. á SSO. Pasamos á las 7.30 la quebrada de Pandachí cuya dirección general en la parte baja es de S.áN., y álas 7,10 á la hacienda Huertas donde hay extensos culti- vos de cacao y que es afamada también per sus buenas naran- jas. Aquí esperamos á los arrieros. El dueño de la hacienda, Guiller- mo Lizarzaburu, amigo mío, había partido el día anterior á Cola- say, y así no encontramos su casa abierta por haberse llevado la llave; tuvimos también que dormir esa noche al aire libre. En el án- gulo formado por el lado izquierdo de la quebrada de Pandachí y por el derecho del río de Huancabamba, hay un cerro alto cortado á pique en su parte superior que llaman el Cerro del calabozo. A las 9.50 llegaron los arrieros con dos animales de carga mal- tratados por imperfección de los aperos. Igualmente nuestras cabal- gaduras estaban bastante despeadas. Nos dirigimos al teniente go- bernador de Pucará para quenos proporcionase otras bestias y mandó un caballo solamente, que resultó ser de la hacienda Huer- tas donde estuvimos, y cuyo mayordomo lo retuvo. Mayo 26. Viendo que no podíamos conseguir otras bestias resol- vimos dejar parte de nuestra carga,llevando sólo lo indispensable;nos vimos precisados también á despedirá uno de los arrieros cuyos atra- sosestaban relacionados con la desaparición del licor que formaba la provisión, Salimos á las 2. h 45 y seguimos por ladera; á las 3 vol- teamos á la izquierda para pasar el río, buscando el sitio en que presentara varios brazos, en cuya tarea empleamos quince minutos. A las 3.15 salimos á la orilla izquierda en terrenos de la hacienda Desembocadura del Chotano en el Huancabamba. e a a Ps 4 .. H ' CONFLUENCIA DEL RIO HUANCABAMBA y EL CHOTANO MN El Pabellon. A és Clalucarz — 139 — Mandángola, en cuyo lugar el camino pasa alternativamente por ladera y vega, siendo la dirección E.—A las 4 llegamos á la con- fluencia del río Huancabamba con el Chotano; la reunión de ambos toma el nombr.: de Cabramayo (fig. 3). En el ángulo que forman el Huancabamba y el Cabramayo hay una roca perpendicular y con escalones practicados en la roca viva que es por donde hay que continuar el camino; la roca se llama Lamparán. A espal- das de esta roca, retirada de los ríos, hay una eminencia que lla. man el Pabellón. Desde la altura de Lamparán se presenta una her- mosa perspectiva de las quebradas Huancabamba, Cabramayo y Chotano. En dirección S. hay dos eminencias: Calucán á la izquierda y Santosála derecha.En dirección E.al otrolado del Cabramayo,se di- visa el lugar denominado Sura,perteneciente á la hacienda Huancas, donde en viajes antepjores he encontrado restos del Mastodonte. Continuamos en dirección NE. casi siempre por ladera. A las 4.30 llegamos al Limonal donde hay muchos limoneros que crecen sin cultivo. A las 5.15 pasamos la Sánora de Huarayasca que baja de un sitio llamado Ayahuaca y forma el lindero de la hacienda Man- dángola y los terrenos del pueblo de Colasay. Sánora se llama en Jaen una quebrada seca que lleva agua solamente en tiempo de a- guaceros. La dirección cambia al NNE. A las 5.23 pasamos frente de la quebrada Queromarca que desemboca por el lado derecho del Cabramayo. Cerca de Queromarca hay un cerro cuya cumbre afec- ta la forma de techo, llamado Huisús. Más adelante teníamos que pasar por una de las famosas barbacoas de más ó menos 50 m. de largo. (Barbacoas, clase especial de puente formado por estaca- das fijas aprovechando de las hendiduras y puntas salientes de una parte perpendicular de roca) sigue el camino por laderas y pe- queñas pampas, siempre en la proximidad del río. A las 6.10 nos hospedamos en un paraje denominado Hualinga donde nos sirvie- ron por la noche un buen chocolate y yuca sancochada, sustituto del pan en esos lugares, ofreciéndonos la excusa de que todas las provisiones tenían que traerlas de las alturas, cuando á la vista se presentaban tan buenos terrenos que podrían satisfacer todas sus necesidades. Hualinga es una reunión de terrenos pertenecientes á Y — 140 — diferentes dueños, y en los que se cultiva cacao, entre el cual hay mucho del llamado blaneo, por tener granos más claros que el co- rriente. El cacao blanco contiene más grasa que éste. Los principa- les árboles á lo largo del camino son, lishina, loretero, choloque y pasayo. Este último tiene en sus raíces de trecho en trecho grandes bulbos que parecen servir de depósito de la humedad durante el tiem- po seco; la parte fibrosa de la corteza la utilizan para envolver las guañas. Guañaes la reunión de hojas de tabaco arrolladas forman- do un cilindro más ó menos de 50 em. de largo y hasta 8 de diáme- tro. Mavo 27.—Salimos á las 7.45 después de habernos desayunado otra vez con chocolate y yuca. Hasta las 8 subimos y después baja- mos á la quebrada de Colasay donde llegamos á las 8.6. Esta quebrada corre en dirección de NO. á SE., lleva bastante agua y forma en su desembocadura al Cabramafo, una pequeña del- ta que está bien cultivada y que constituye la haciendita llama- da Opahuaca; después siguen Otras dos hacienditas Laque y Ci- lia, cultivándose en todas ellas cacao. Alas 8.40 la dirección era hacia el ENE.—A las 8.55 se pasa una pequeña quebrada con poca agua que llaman Illa. Para adelante la quebrada de Cabramayo es más estrecha; dirección NE. A las 9.8, se pasa otra quebrada con poca agua; después una subida bastante empinada. Alas 9.23 lle- gábamos al punto más alto. Barómetro 681. Se hizo una peque- ña travesía y se bajó tanto como se había subido. A las 9.55 estu- vimos nuevamente á orillas del rio. Barómetro 693; dirección del río NE. En esas subidas y bajadas que hay que hacer para rodear un peñasco derecho se emplea en ocasiones 10 veces más tiempo de lo que se necesitaría para avanzar en un camino en línea recta. Después se siguió á lo largo”del río y sobre una pequeña altura; á las 10.20 se cruzó otra quebradita con agua. Los cerros al lado izquierdo dejan un pequeño trecho para caminar por su orilla, mien- tras que por el lado derecho salen casi perpendicularmente del río. Siguiendo hacia adelante los cerros estrechan cada vez más el cauce quees muy sinuoso, siguiendo por pequeños trechos las direc- ciones N., NE., E., ENE. y E. Eseesel sítio en que el ríó se abre paso á través de una cadena de cerros. Desde las 11.10 hasta las " — ll = 11.30 se subió. Barómetro 681 mm. en el punto más alto. Después se bajó hasta las 11.48 á la orilla; barómetro 695. Se sigue un trecho de tierra plana y como á 5 m. sobre el nivel del rio. Al lado derecho desemboca una pequeña quebrada. A las 12 cruzamos otra pequeña quebrada con poca agua. Las rocas á la derecha del río se levantan perpendicularmente ácste.—A las 12.5 pasamos un peque- ño rápido, luego Otros, hasta la hacienda Chiple. Alas 12.10 el río se desvía formando un gran arco hacia la izquierda. Del lado derecho baja una quebrada angosta y profunda. Los cerros áambas orillas presentan un aspecto átido.—A las 12.20, cru- zamos una pequeña quebrada con poca agua, cuyo cauce lo forma- ban grandes piedras rodadas; idéntico aspecto presentaba la orilla donde desemboca la quebrada. Elcamino sigue por la margen del río—A las 12.30 el barómetro marcaba 696 mm.—A las 12. 45 llegamos inesperadgmente al puerto de Chiple. Bajo la denomi- nación de puerto no debe creerse ni formarse idea que haga diferen” ciar uno de estos sitios del resto del rio; cuando más indica el pasa- je que por un lugar se hace en balsas en tiempo de avenidas, y por vado en otra estación; y no existen ni casas que indiquen alguna comodidad. Como á la simple vista parecía invadeable di- mos la voz al balsero que creíamos estuviera en la banda opuesta y al no responder nadie á nuestra llamada, se echó el joven Zender como buen nadador á indagar por alguien que nos hiciera pasar, no encontrando más que tina balsa desarmada. Tratamos entonces de pasar á bestia aligerándonos de la ropa necesaria, pero las bes- tias resistieron á nuestro intento de hacerlas penetrar en el rio. Inútil fue la tentativa de pasar una soga á la orilla opuesta para halar las bestias y obligarlas á pasar; pués no lo permitió e] ancho del río de 80 metros más ó menos. En trabajos tan inútiles pasó la tarde. Hasta esos momentos no habíamos tomado otro alimento que el desayuno. El sol ardiente del día yla agitación consiguiente á nuestro deseo de avanzar, nos había rendido, y á las Á p.m., descansábamos en nuestras hamacas. 28 de mayo.—Amaneció el día con un aguacero fuerte, pero que felizmente fue de poca duración. Menos agitado que el dia anterior me puse á examinar el rio más abajo, donde encontré un lugar más — 149 desplayado, que me pareció aparente para vadearlo. Vestido so- lamente con camisa y calzonciilo, pasé á pié buscando los sitios de menos profundidad halando la bestia; una vez que hube llegado con felicidad al otro lado, pude dirigir álos compañeros que pasa- ron montados. Alas 9.40 a. m. el barómetro marcaba 698, 5. mm. y estuvimos listos para proseguic la marcha. Desde poco más arriba del puerto de Cabramayo, principia la vegetación á ser más abundante. El camino sigue á lo largo de la orilla derecha del rio, subiendo y bajando según como se presente el terreno; dirección E, Después de un rato de andar, se encuentra un camino que baja de la derecha de la hacienda Queromarca. El harrigón y orejas de burro abundan aquí, tambien se vé mucho el caracol grande,en este tiempo todos sin vida, existiendo solo las conchas. Alas11 a.m. (barómetro 700 mm.,) llegamos á la hacienda Chiple hospedándo- nos en la casa de Miguel Vilches. La haciendace halla en la quebra- da del mismo nombre, que antiguamente se llamaba Yeso, pero hoy es más conocida por el primer nombre, formando dos posesiones pertenecientes á los hermanos Santos y Miguel Vilches, quienes se ocupan principalmente del cultivo del cacao y de un poco de arroz; una parte de estos cacaotales son de los más viejos de la provincia. La quebrada de Chiple lleva bastante agua y baja de las mon- tañas de “Sal si puedes” y de “Tarros” y de las campiñas de Calla- yud; tiene la dirección SSE.á NNO. En dirección ESE. de Chi- ple, á la distancia de 7 leguas, se encuentra el pueblo de Pimpingos. De árboles que dan buenas maderas se encuentran aquí: el loritero, el guayacán y el morero en la quebrada, en las alturas de la mon- taña, el cedro y el nogal; se vé también algunos algarrobos pero ra- quíticos; además hay un árbol con una corteza lisa y de color verde llamado palmilla que suda una clase de cera vejetal la que se recoje raspando la corteza. Según el señor Vilches puede dar el arroz has- ta 300 por 1, el algodón produce muy bien en los terrenos secos. Para cualquier trabajo público se podría reclutar en los distritos de Colasay y Callayud 500 hombres diarios relevándolos semanal- mente. En la quebrada de Chiple se encuentra mucha piedra calisa con fósiles. El señor Vilches nos regaló con un buen caldo de gallina, yuca A E EN — en lugar de pan y mote. Nos sorprendimos mucho de ver los hue- sos de la gallina completamente negros, es una clase especial que llaman saninga y que la han introducido de otra parte; la sal se vende ahí á 20 centavos libra. 29 de mayo.—Por la mañana cayeron varios aguaceros fuertes y cortos. En todas partes de la provincia de Jaen en donde se cultiva el cacao, es natural hacer mucho uso del chocolate, tomándose 4 y 5 veces por día, acompañado de plátanos sancochados y queso. En la tarde me fuí á un promontorio que está situado entre Ca- bramayo y la quebrada de Chiple, conocido con el nombre de la Hua- ca. Este lugar parece que ha sido habitado antes por los indios an- tiguos y encontré en él anchas terrazas. Me dijeron que habían también restos de paredes de casas, pero la densa vegetación no me permitió encontrarlas. De este sitio han sacado antes batanes con sus chungas (manos) ¡Blos vecinos los emplean para su uso domésti- co. Desde este sitio se observa una hermosa vista de Cabramayo para arriba y para abajo, como también á la quebrada de Chiple. Examinando la roca, toqué por descuido una planta que llaman pringamosca y en Bellavista hortiga de león. Con motivo de esto tuve hinchada la mano por dos días. Los mosquitos molestan mu- cho, sobretodo de día; además existe ahí una hormiga grande color cabritilla oscuro, llamada pichilingue, que á veces invade en inmen- sas masas las casas y arrastran con cuantos comestibles é insectos encuentran. Al lado izquierdo del río Cabramayo, y en dirección N. 18 O de Chiple hay una eminencia con el nombre de “Cerro Carima.” La punta tiene 20? de elevación desde Chiple. En dirección S. 18 E. se encuentra el cerro Yuve, con 5 de ele- vación desde Chiple. Según Miguel Vilches dista Pimpingos 7 leguas de Chiple en di- rección ESE. El pueblo de Callayud dista 5 leguas de Chiple, y media del Ce- rro Yuve. (fig. 4) 30 de mayo—Salimos á las 7 y 25; barómetro 700. 75. El ca- mino pasa primero á través de la plantación de cacao, después va- dea la quebrada, que tendrá en ese sitio más ó menos 20 metros de — 144 — ancho. Como en la estación de las lluvias es invadeable se hace uso entonces de un puente que está á unos 500 m. quebrada arriba. El camino sigue por la orilla derecha del río Cabramayo, en su ma- yor parte por la falda de los cerros en dirección NE. Alas8 segui- mos por una subida corta y empinada en la roca viva, después por un trecho corto horizontal á orillas del río; á las 8.12 eruzamos la Sánora de Tabacal; á las 835 dirección NNE. A las 8.52 llega- mos á un sitio que llaman Cabico, donde hay una casa con su cha- cra de cacao, caña dulce, plátano y yuca; el río tiene la dirección NE.; desde este sitio está el Carima en la dirección O. Nos demora- mos aquí un poco hasta que el guía ensillara su bestia que había de- jado en el pasto y seguimos la marcha á las 9 y 5. El camino pasa al pié delos cerros bajo la sombra de los árboles, donde ha- bía muchas y variadas mariposas; á las 9 y 20 llegamos á la que- brada de Cabico, que aunque vadeable en ef:e tiempo la pasamos por el puente que se encuentra poco más ó menos á 150 metros de la desembocadura de esa quebrada en el río; esta quebrada lle- va la misma cantidad de agua que la de Chiple. Perdimos 15 mi- nutos para sacar una fotografía, y álas 9.50 continuamos en di- rección N. El camino es llano y ancho debajo de la sombra de ár- boles; á las 10.5 se aparta otro á la derecha que va al pueblo de Pimpingos; álas 10 y 10 cruzamos una quebradita con muy poca agua; álas 10.30 subimos á la falda de los cerros para rodear un barranco profundo; á las 11.30 dirección N.;á las 12 nos encon tramos al frente del cerro Cuico, punto culminante al lado izquier do del Cabramayo. Los cerros á ambos lados del rio se aproxi- man más uno á otro y estrechan el cauce del río; la corriente for- ma pequeños rápidos y el aguacero ha formado en los cerros pro fundos surcos que en muchas partes han causado derrumbes, en los que se puede ver queestán formados de tierra, cascajo y piedras rodadas. Elcamino se acerca á la orilla donde una roca grande sale directamente del rio, salvándose el paso de esta roca por medio de dos barbacoas; sigue el camino junto á la orilla en dirección N.; el cauce está formado por piedras grandes rodadas: á la 1.30 pasa- mos enfrente de la desembocadura del rio Chunchuca, que entra por el lado izquierdo; barómetro 707 mm. 4 3 m. sobre el nivel del río. El Desembocadura del Chunchuca en el Chamaya — 145 > Cabramayo, después de suconfluencia con el Chunchuca, toma el nom- bre de Chamava. La vegetación en los cerros de la derecha se ha reducido á grama y unos cuantos arbustos; á la 1.50 cruzamos la quebrada de Huayabamba cuyo cauce está formado de piedras grandes rodadas; á las 2.30 dirección NNE, luego se pasa una casa; á las 3.8 llegamos á un sitio llamado el Cabuyal; barómetro 708 mm á 5 m. sobre el nivel del río. El Cabuyal es una haciendita cuya casa estí situada en una pampita cerca del rio. Como desde la sali- da de Chiple, en donde nos desayunamos, no habíamos tomado na- da, pensamos comer algo aquí; pero cuando nos aseguraron que había apenas dos leguas de camino llano al puerto de Menlohago, á donde debíamos llegar ese día, no perdimos tiempo en esperar la preparación de algunas viandas y seguimos la marcha á las S y 20. Elcamino pasagprimero en corto trecho por la pampita á lo largo del rio en dirección NE.; después había una subida hasta las 4.8 p. m.; barómetro 695. A las 5.25 el camino que está cortado en la roca sube con mu- chos recodos. Según nos dijo el guía se encuentra aquí colpa, nombre quedáná la tierra y piedra salada, y el ganado llega á ese sitio á la- merla. Después de bajar de ese cerro sigue el camino por corto tre- cho en la vega del rio y luego pasa sobre una pequeña altura; á las 6.5 principiamosá pasar poruna llanura entre árboles y arbustos, la única parte de todoel camino que se puede llamar llana. A las 6.50 llegamos á Menlohago (ó Melohago como lo llarzan vulgarmente), barómetro 713. Menlohago es una pequeña hacien- da cuyo dueño es la señora Guillermina Vilches, quien parece que con mucha energía maneja su fundo. Nos sirvieron allí un caldo de charqui y huevo y como segundo plato una tasa de chupe, yuca y queso que llaman irónicamente churrumbo y una tasa de chocola- te endulzado con chancaca, con lo que concluyó la cena. Las casas comprenden una vivienda, cocina, un depósito Ó granero cuyas pa- redes son hechas de caña de Guayaquil partida y con techo dle pa- ja, rodeado todo por una estacada de palos gruesos; fuera de la es- tacada había unas hermosas cataguas. En todo el derredor pulu- laban gallinas, patos, pavos y chanchos, los que tíenen en el pu- ma un enemigo terrible. "Y DU. 31 de mavo.—A las 7 señalaba el barómetro 716.5. Salimos á las 7.39, regresando un poco rio arriba y llegamos á las 7.50 al puerto de Menlohago, en donde encontramos la balsa, en seco, so- bra la playa. Aquí hubo que desensillar las bestias. En el primer via- je la balsa llevó las monturas y parte del equipaje, enel segundo el resto del equipaje y dos compañeros de viaje y en el último pasamos yo y el arriero; las bestias cruzaron el ríoá nado habiendo necesidad d> tirarles piedras para animarlas. Pagamos ochenta centavos por os tres viajes. El balsero nos dijo que á veces, en los meses de agosto y setiembre, era vadeable el rio. Después de ensillar seguimos la marcha álas 9.30. El camino pasa primero por la falda de cerros bajos formados de arcilla y pie- dras rodadas, donde también he encontrado fósiles; en seguida pa- sa un largo trecho por una vega del rio cortárboles grandes y ar- bustos con dirección N. Luego se pasa una altura de 30640 me- tros sobre el nivel del río, por planos inclinados, formados de arcilla y piedras rodadas, cortados en muchas partes por barrancos; hay muy poca vegetación en esa parte; el cauce del río es ancho y la co- rriente se divide en varios brazos. Desde Chiple acá se vé poco, pero bien mantenido ganado. A las 11.12 llegamos á la Sánora de Jaen que baja delas alturas de este pueblo. El terreno es muy seco y hay solamente unos pocos arbustos bajos, principalmente cullushina, cuyas hojas son muy aromáticas. Dirección del río N. y después N NE: A las 11 llegamos á un sitio que llaman Cha- maya; existen ahíunas cuantas chozas desiminadas en el monte y queda en la vega del río donde hay grandes árboles que dan buena sombra. Aquí nos dejó el guía que ibaá Jaen, mientras nosotros tomamos el camino de Bellavista; pero siguiendo la ruta más trilla- da, llegamos á puerto Salado á orillas del rio Chamaya, donde los balseros nos dijeron que habíamos equivocado el camino. Regresa- mos, v después de habernos extraviado otras varias veces, encon- tramos el camino de Bellavista: habíamos perdido como una hora. El camino sub con un poco de inclinación á un1s lomas con grama; á la 1.30 divisamos por primera vez el Marañón; barómetro 699.5. Descansamos media hora y seguimos á las 2; dirección del camino NNO. En esta altura las estratas están completamente horizon- Vista de una parte del camino entre Bellavista y el río Cramaya UFSbatiwell Táma- Desembocadura del Chamaya en el Marañón — 147 tales, alternando capas de roca con otras más gruesas de tierra; to- do está dividido por profundas quebradas y en todas partes se en- cuentran fósiles; esos terrenos son conocidos con el nombre de Ru- miaco. Alas 4.15 principia la bajada; en el punto más alto el ba- rómetro marcaba 689. Alas 6.15 llegamos á orillas del Marañón y seguimos en la vega de este río debajo de árboles y arbustos has- ta llegar á Bellavista á las 7.30. Fuera de una tasa de chocolate porla mañana, no habíamos tomado sino un plátano cada uno, pero ni una gota de agua en todo el día; habíamos andado bien des- pacio, por estar todas las bestias despiadas. Supimos que el señor Noel Tapia donde íbamos á hospedarnos, se encontraba en su cha- era, en el caserío de Shuape,más ó menos á un kilómetro al norte de Bellavista. Fuimos recibidos con mucho cariño por el señor Tapia y su familia y allí engpntramos también Áá nuestros compañeros Mesones y Habich; después de la comida regresamos todos á Bella- vista. 1? de janio.—Como la mayor parte delequipaje se había quedado en Huertas, hubo que mandar de aquí bestias descansadas para traer- lo. Mientras regresaban fuimos Mesones y yo á Bagua Chica para ver la construcción de la balsa; entre tanto Habich se entretenía en construir un puente sobre la quebrada que pasa al norte de Bella- vista y baja del pueblo de Jaen. Habíamos decidido pasar todo el camino desde aquí hasta mas allá del pongo de Manseriche por agua, alentados por la noticia que desde esos parajes se llevaba ganado en balsas hasta Iquitos. Lo mejor habría sido embarcar- se directamente en Bellavista; pero como no se encuentra palo de balsa ahí ni bogas, había que ocurrir á Bagua Chica á la orilla lerecha del río Uteubamba, donde se encuentran todas las facilida- des para la navegación. Mesones había contratado de antema- no á Inocente Salinas, recomendado por Noel Tapia como buen boga y conocedor del Alto Marañón. 3 de junio.—Mesones, Salinas y yó íbamos á salir temprano pa- ra Bagua Chica, perosolamente á las 12.45 pudimos emprender la marcha. La orilla del Marañón dista más Ó menos un kilómetro á Bellavista; el camino pasa poren medio de caña brava y árboles, en los cualescuelgan bejucos que hacen á veces molestoso el pasaje. A MS la 1 y 5llegamos á la playa del Marañón. á un sitioque llaman el puerto, y que no se distingue nada de las demás playas. No encon- tramos ni balsa ni balsero. Salinas se desvistió entonces hasta que- darse solo en camisa, y siguió por la playa de pierlras rodadas aguas abajo, hasta que se perdió de vista en un recodo del río; mientras tan- to llegaba el balsero quien también se desvistió hasta quedarse sola- mente con la ingahuara (faja que amarran en la cintura y la pa- san por entre las piernas, sujetándola por detrás); luego tomó un palo de balsa y lo echó al río, colocándose él á lo largo encima de éste, de manera que el palo por la parte de la cabeza estaba sobre el agua, lo que llaman allá guambo, y se dejó llevar por la co- rriente. Después de largo rato regresaron los dos con la balsa, uno ha- lándola por la playa y empujándola el oteo. La balsa consistía en siete palos unidos por otros dos delgados atravesados enci- ma, uno 'á cada extremo, y á los cuales estaban amarrados por medio de bejucos y pedazos de' cabestro. Tenía 125 cen- tímetros de ancho y 350 de largo, y por su aspecto no inspi- raba mucha confianza. En un extremo que llaman la popa se aco- modaron las monturas y las alforjas, sobre unas tablas sueltas para que no se mojasen; sobre el equipaje Mesones y yo tomába- mos asiento; las bestias fueron amarradas á la misma balsa pa- ra pasar á nado, pero como se notó que tenían miedo de en- trar al agua desistimos para que no corriera peligro la balsa. El balsero arrodillado á la proa trataba de atravesar el río tan derecho como podía haciendo uso de su canalete, pero fuimos arrastrados un gran trecho por la correntada. El Marañón ten- dría en ese sitio unos 200 metros de ancho. Después de desembar= car todo el equipaje el balsero llevó la balsa aguas arriba has- ta cierto punto adecuado para que bajara de por sí con la co- rriente y seguir ese mismo sistema para ir avanzando. En el se- gundo viaje fueron amarradas las bestias á la balsa y echadas al agua á palos y piedras; una vez que han perdido el fondo, na- dan perfectamente y tratan de avanzar; cobran por una balsada 40 centavos. Después de ensillar otra vez, estuvimos listos á las 3 para continuar la marcha. El camino sigue primero allado dere- TS chodel río y próximo á él aguas abajo, en dirección NNE. que es el rumbo general del Marañón, hasta el pongo de Rentema. Después de andar un cuarto de hora torcimos á la derecha subien- do una pequeña cuesta en dirección S$SS. A las3. 35 nos apar- tamos del camino principal tomando una senda á la izquierda. El camino principal llega á Bagua, que está situado á la orilla iz- quierda del Utcubamba; pero nosotros seguimos á Bagua chica en dirección NNE. El camino vá primero por una pampa un tanto desnivelada que forma un verdadero bosque de cactus, entre los cuales sobresalen dos especies de cereus conocidos ahí con el nom- bre de pishiol, otra parecida á la tuna, pero que no crece tan al- to, llamada cajaruru, y otra en forma de melón llamada cabeza de negro; estas dos últimas clases, aunque crecen en grandes cantida- des, por su escaso tamaño no se hacen tan visibles; una quinta clase aparece en corto número diseminadas entre loscactus; abun- da un arbusto llamado cullashina de hojas de un color verde su- cio; esas hojas contienen una resina aromática que en algunas par- tes seusa para zahumar. A las 4. 8 cruzamos la quebrada de Na- ranjo que corre de SE. á NO. Esa quebrada está como á3 me- tros de profundidad cortada en un terreno arcilloso y llevaba muy poca agua. El camino es ENE. A las 4 48 principiamosá subir una loma llamada Loma lar- ga, en la que desaparecen los cactus y solamente hay grama. Es- tas alturas están formadas principalmente de piedras rodadas y cascajo, y desde ellas se nota que todo el terreno situado entre el Marañón y el Utcubamba ha sido de esa formación, quizá antes que el Marañón rompiese la cordillera. De Loma larga bajamos por un barranco hecho por las llu- vias, y donde otra vez aparecen los cactus, hasta llegar á las 5 y 50 á un paraje donde la vegetación cambia de golpe y por su exu- berancia indica la proximidad de un río, alque llegamos después de 7 minutos. Era éste el río Utcubamba: el camino sigue de aquí río arriba hasta llegar á las 6 30 en frente del pueblo de Bagua chica. Todo este camino se hace bajo la sombra de los árboles que acom- pañan al río á ambas orillas. A nuestra llamada apareció el balse- ro y principió á armar subalsa, que tenía desatada enla playa; de — 150 — la orilla opuesta vino nadando un muchacho grande, quien trató de llevar nuestras bestias, sin conseguir su objeto. El Uteubamba tiene en ese sitio más Ó menos SO metros de ancho y lleva un poco más de agua que el Chamaya. En Bagua chica el Utcubamba es también conocido bajo el nombre de Meiillo. Ya era completamen- te oscuro cuando llegamos á la orilla derecha; felizmente no tenía- mos que andar sino 15 minutos para llegar á Bagua chica, subien- do un barranco como de 10 metros de altura; nos apeamos en la casa de la señora Petronila Palacios, comadre del boga Salinas; to- mamos un poco de arroz y una tasa de chocolate; la luz que nos alumbraba era una mecha larga y delgada de cualquier trapo em- badurnada con cera vegetal que constantemente había que estar arreglándola, pues arde muy pronto; luego se presentó un amigo antiguo de Mesones llamado Tomás de Aquizo Torres, quien cono- cía bien el alto Marañón y había bajado varias veces en balsa con el objeto de llevar ganado á Iquitos; supimos entonces que este via- je no era tan peligroso como siempre lo habían pintado; lo mismo afirmó el boga Domingo Peralta que había bajado muchas veces en balsa por los pongos y que nos iba también á acompañar. 4 de junio—El pueblo de Bagua chica quese halla al lado de- recho del Utecubamba, más ómenos á15 metros sobre el nivel del río, solamente cuenta de 154 20 pequeñas casas situadas al rede- dor de una plaza cuadrada. La iglesia está casi destruída por los aguaceros fuertes y aunque se ha principiado otra vez á levantar las paredes de adobes, parece que nunca van á concluírla, como fre- cuentemente sucede con esa clase de construcciones. Según datos del gobernador José Nieves Córdova había hasta ese día 35 hombres de trabajo en el pueblo, pero como por la maña- na habían emigrado dos, quedaban solamente 33. Según esto pare- ce que toda la población no pasa de 100 almas y es curioso que no existan verdaderos habitantes del lugar; pues todosá los que he hablado eran de Cutervo, Tactabamba, Huancabamba y Chacha- poyas. Muchos de ellos viven en sus chacras en las cercanías del pueblo y á pesar de la poca población existe una escuela en el lugar. Los habitantes son en general hospitalarios, desp:.jados y progresis- tas. Aunque no les gusta mucho el trabajo, se cultiva poco pero Orillas del Pongo de Mayasí. — 151 — buen cacao, el arroz dáel 100 por 1;el poco algodón que se cul- tiva es muy bueno, pero detodo se cosecha tan pocas cantidades que apenas alcanza para el consumo del lugar. El motivo de esto es que una sola producción no se podría explotar con facilidad, por falta de vías de comunicación. Por el cacao se pagaba en ese tiempo 3 soles por la arroba y cuando está algo escaso llega has- ta 4. Una cabeza de ganado vacuno de partida costaba de 20 á 25 soles. Sobre un cerro al NNE. del pueblo se encuentra una cruz á donde me dirijí esa tarde con tres vecinos del lugar con el objeto de tener una vista de la comarca; hasta el pié del cerro llevamos un buen camino que va de Bagua chica al pueblo de la Peca y que es á la vez el camino á Nazaret á orillas del rio Muchingis; la mitad del cerro pudingps subir á bestia, la otra parte había que hacerla á pié; la cruz se encuentra á una distancia de más ó menos de 2 Ó6 3 kilómetros de Bagua Chica.” De esta altura hay una bonita vista á una gran parte del Utcubamba hacia arriba y por otra parte se vé hasta Bellavista; las vegas á ambos lados del río están cubiertas de árboles grandes y arbustos; un poco más arriba á don- de ya no alcanza la humedad del río hay bosques de cactus que lle- gan hasta los pies de los cerros, los mismos que están cubiertos de arbustos, paja y algunos cactus. El río en esa parte baja con mu- chas sinuosidades. Desde la cruz se encuentra Bellavista en la dirección OSO. Ba- gua chica al SSO. Bagua al SE. La Peca al ENE. El pongo de Ren- tena al NNO. De la Peca baja una pequeña quebrada con bastante agua que desemboca mucho más abajo de Bagua chica en el Utcu- bamba y con cuya agua riegan sus terrenos de cultivo. De toda la tierra cultivable, solamente una parte mínima está trabajada, 5 de junio.—El objeto de nuestro viaje á Bagua chica había si- do de apurar la construcción de la balsa cuyos palos nos había faci- litado Juan Muñoz, vecino del lugar, quien la necesitaba para llevar ganado á Iquitos; pero examinando los palos nos aseguraban los bogas que nos iban á acompañar que eran muy gruesos é imadecuados para una embarcación que llevaba poco peso, por la dificultad de manejarla; era preciso cortar otros, delo que se de = 159 — encargó el gobernador, quien lo mismo que Tomás Aquino Torres nos han servido mucho para alistar nuestro viaje. Aprovechamos también del tiempo para comprarcarne y trasformarla en char- quí, una arroba de cacao crudo que también tuvimos que mandar tostar y moler, lo mismo que había que pilar el arroz que debía ser- vir para el viaje. Gracias á la demora de la carga que había que- dado en Huertas, había tiempo para todo eso. En la tarde nos llevó el gobernador á una chacra cerca del pueblo donde encontramos la proa de una canoa decedro, que tenía conexión con partede la his- toria del lugar y que nos refirió ahímismo en pocas palabras compro- metiéndose á mandarnos á Santiago Lara que había sido testigo ocular y activo del acontecimiento de esetiempo. Se trataba de la matanza de unos 20 indios aguarunas en Bagua chica. Por la ma- ñana del siguiente día 6 de junio se nos presentó Lara, mestizo como de 56 años de edad como él mismo dijo, y nos contó lo siguiente: Nací en el pueblo de Copallín (viejo). En el año 1856 (?) llegaron jíbaros y atacaron las casas que estaban diseminadas al rededor del pueb lo; los pobladores avisados por la bulla del ataque tuvieron tiempo de huir; mi padre me tomó á mí sobre sus hom- bros huvendo junto con los demás habitantes á la quebrada arriba salvándonos de esta manera. Cuando llegaron los jíbaros encon- traron el pueblo completamente abandonado y se llevaron todos los objetos que lespudo ser útil; por lo demás no hicieron ningún daño á las casas. Al mismo tiempo era atacado por otra partida de jíba- ros el pueblo de Puyaya. Los habitantes de Copallen formaron más tarde otro pueblo con el mismo nombre en otro sitio y los de Puya- va formaron el de Guarango al lado izquierdo del rio Chinchipe y más arriba que el antiguo pueblo de Puyaya. En el año 1871 (?) su- bieron a vez los indios por el pongo de Rentema, aparentemente con intenciones pacíficas; de allí fueron llevados por habitantes de Bagua chica á este pueblo, dejando sus canoas en la desembocadu- ra del río Utcubamba, bajo la custodia de uno ó dos de ellos. Los que fueron á Bagua chica serían 25 más ó menos, y entre ellos iba una mujer. Santiago Lara que nos refirió lo anterior, era teniente gobernador de Bagua chica, y el que avisó algohernador de Desembocadura del Chinchipe en el Marañón. Camino entre Bellavista y Bagua Chica. "y" — 153 — lo acaecido; éste ordenó entretener á los indios dándoles de comer y beber mientras reunía á los habitantes de la Peca, Copallín (Nuevo) y la Montería. Entre esos habitantes se encontraban varios sobre- vivientes á la destrucción hecha por los indios de los antiguos pue- blos de Copallín y Puyaya y reconocieron á algunos de los que to- maron parte activa en ella. Doterminaron entonces vengarse ma- tándolos y con astucia los hicieron entrar al Cabildo donde los encerraron y desdelos techos tiraban con escopetas sobre los inde- fensos. Solamente dos de los indios pudieron escapar por la puerta; uno de ellos fué llevado á Chachapoyas donde el prefecto, y allí mu- rió más tarde de viruela. La misma mala suerte tuvo la mujer que habían llevado á una hacienda próxima, muriendo también de vi- ruela. A la orilla izquierda, conocida hoy con el nombre de “Playa de los Jíbaros,” fué dopde enterraron á los desgraciados indios que perecieron á sus manos. Una de las canoas que no pudieron llevar los indios, sirvió después dos años más en el tráfico entre las orillas del río Utcubamba hasta que se inutilizó; como era de buen cedro se hizo de él un altar para la iglesia; la parte que encontramos no era más que la proa. Aunque en general son tenidos por traicioneros estos indios» siempre he oído decir á gente de juicio recto que los blancos son los causantes de lo que más bien podría llamarse represalia que estos indios toman por la exacciones cometidas por aquellos. Yo mismo he podido apreciar los malos procedimientos de los caucheros para con los indios, así como las conversaciones que éstos tenían rela- cionadas con sus venganzas. En las cercanías de Bagua chica hemos encontrado varias clases de abejas, entre ellas una que llaman allí castellana, del tamaño de un mosquito grande y que no tiene aguijón: hace sus panales en cavidades de la tierra; otra del tamaño de la abeja común, de color negro, hace sus panales en sitios prominentes de los barrancos de tierra: la llaman morocuje; tampoco tiene aguijón, pero sí la parti- cularidad de cortar el pelo, como con tijeras, de los que tratan de hacerse de los panales. 7 de junio.—Después de almorzar nos encaminamos de nuevo á Bellavista. A las 10.55 salimos de la orilla izquierda del Utcubamba — 154 — y á las 11.25 del bosque que por ambos lados limita al río, Aquí se entró nuevamente á la región de los cactus y culluchina. La parte de terreno comprendido entre el Uteubamba y el Marañón, perteneciente á la provincia de Luya, y que tenemos que recorrer, pertenece á tres haciendas que son Ingenio, Naranjos y Huangarilla. A la 1.12 pasamos otra vez la quebrada de Naranjos y cuando llegamos á la última altura á orillas del Marañón, enfrente de Be- llavista, llamamos al balsero que debía estar al otro lado. Poco más ahajo encontramos como un campamento que por todas las se- ñales parecía abandonado precipitadamente y cuya causa se conc- cerá más adelante. A las 2.25 llegamos á la playa del Marañón, llamado Puerto, y como el balsero no había aparecido apesar de las contínuas lla- madas, se echaron al agua para cruzar el Magañón á nado, Salinas y Francisco León y traer la balsa queestaba en la otra orilla. En la primera balsada se llevó el equipaje, las monturas y dos bes- tias; mientras tanto llegaba el balsero y los tres regresaron con la balsa. En el intervalo se nos asoció un joven armado con carabina quien nos fué presentado como Montenegro, dueño de la hacienda Huangarilla y nos contó que él y sus parientes eran perseguidos por una familia poderosa de Bellavista, que habían muerto ya á varios parientes suyos y quemado su casa. Supimos también que él y varios amigosestaban en el campamento y recelosos siempre se ocultaroná nuestra presencia. Difícil es formarse idea de la manera como viven por estos lugares en relación á la lucha que sostienen por intereses personales y de política.—A las 5 estuvimos listos para seguir la marcha á Bellavista, lugar distante algo más de 1 kilómetro. Toda- vía no llegaba la carga que dejamos en Huertas, así que debíamos esperar otra vez hasta que llegara. 8 de junio.—A las 9 a. m. mi barómetro señalaba 722.25 y el de Habich 724.5. En la tarde subimos un cerro cerca de Bellavista donde hay una cruz que se encuentra más ó menos á 150 metros os- bre el nivel de Bellavista. Desde aquí se domina todo el valle del Marañón y gran parte de las cercanías y hasta la montaña al otro lado del Utcubamba. El nombre de este lugar Bellavista, correspon- de con mucha propiedad á sus condiciones. De aquí se ve la capilla — 155 — del pueblo La Peca en dirección ENE. La subida á la cruz se pue- de hacer á bestia. Los cerros están formados de cascajo y piedras rodadas. Bellavista está situado al lado izquierdo del Marañón, poco más Ó menos á un kilómetro de distancia de la playa de este río. Los te- rrenos sobre los que se encuentra pertenecían á la antigua hacien- da Tablarumi; una parte de las casas encierran la espaciosa plaza en cuya cabecera se edificó la iglesia; la otra forma dos calles paralelas á los costados de la plaza. Las casas son bajas, con techos de paja. A los pocos años de su fundación llegó á ser pueblo floreciente, pero después ha ido decayendo á consecuencia de incendios que se han realizado de tiempo en tiempo; el último y quizá el más desastro- so fué el de 2 de diciempre de 1901, que destruyó el templo y tres la- dos de la plaza, quedando en pie sólo un costado. Casi todas las fa- milias damnificadas, de las cuales muchas habían perdido cuanto tenían, han preferido establecerse en otro lugar, principalmente en Jaén, capital de la provincia, creyéndose que en tal decisión ha in- fluído no poco la carencia de garantías en ese lugar. La mayor parte de los habitantes de esta parte de la provincia de Jaén son forasteros, principalmente de Chota y Cutervo y de las inmediaciones. Se nota la desproporción entre los hombres y las mujeres, faltando casi éstas; la población, pues, no aumenta y se ne- cesita siempre nuevas remesas. En estas regiones no son raros los gatos, como llaman á los cretinos en esos lugares. También he visto no pocos cotosos, y hasta cabras que padecen de esta enfermedad. AlN. de Bellavista y á poca distancia del pueblo baja un ria” chuelo de Jaén, conocido ahí con el nombre de la Quebrada. Pasado éste, se llega al caserío de Shuape, perteneciente á Bellavista y que parece tener más habitantes que el mismo pueblo. Aquí se encuen- tran también extensos cultivos de cacao, que forman la principal in- dustria de Bellavista. Todos estos cacaotales son regados por agua de la Quebrada. En general, el cultivo es poco esmerado; gracias á la exuberante naturaleza se obtiene una gran producción. He visto sembrar directamente los granos de cacao sin tomarse la pena de formar almácigo; solamente lo cuidan de los rayos directos del sol — 156 — mientras está tierno. Los troncos y ramas gruesas de los árboles estaban llenos de líquenes y musgos, que á pesar del parecer de los cultivadores, que dicen disminuye la cosecha, no quitan esos musgos y líquenes. Se ha observado que el agua turbia de las avenidas ha- ce caer la flor. Un peón de campo gana 20 centavos por día, más una taza de chocolate con yuca sancochada á las 2 de la tarde. Di- cen los mismos trabajadores que prefieren este jornal al mayor dia- rio que reciben en la costa, dando esto la medida del carácter indo- lente de esa gente; porque en las haciendas de caña el trabajo es más exigente. Los alimentos principales son plátanos, yucas y chocola- te; una arroba de arroz valía en ese tiempo en Bellavista 4 soles. Como cercos se emplea mucho estacadas de ciruelos, que luego echan raíz y forman un cerco vivo. El 10 de junio llegó al fin la carga y pudimos entonces preparar definitivamente el viaje, notando que faltaban muchas cosas necesa- rias y que habían otras que eran inútiles, á consecuencia de la poca experiencia para formar el equipaje. Además, el secretario-tesorero no tenía más que 60 soles, cuando comenzaba la parte más pesada del viaje; felizmente yo había llevado una cantidad en oro y les pro- puse continuar el viaje á mi costo, y Mesones, que pudo hacer un empréstito, prometió hacerse cargo de la mitad de los gastos, lle- vando á Habich, y regresando las otras dos personas á la costa por lo limitado de nuestros recursos. Hasta este lugar, por indisposición y por la vigilancia que había que tener con la carga, no pude practicar con la regularidad que había pensado mis observaciones. En cuanto al objeto mismo del viaje, buscar un camino fácil y corto á orillas del Marañón, creo que puedo asegurar, sin lugar á equivocación, que es uno de los caminos más hacederos y rápidos de los que trasmontan la cordillera. Desde Ferreñafe ó Lambaye- que, estaciones terminales del ferrocarril de Eten, hasta el pueblo de Olmos, se puede considerar el terreno como completamente horizon- tal, salvo un paso como de 120 metros de altura, entre Motupe y Olmos. El camino pasa aquí por regiones bastante pobladas, que de por sí dan ya las ventajas para un ferrocarril, y más si se tiene en cuenta que hay miles y miles de kilómetroscuadrados de terrenos — 157 de aluvión que se pueden cultivar previa realización de los trabajos requeridos para una buena irrigación. De Olmos se sube al paso más alto de la cordillera, que no tiene más de 2,500 metros, y de ahí sebaja por la quebrada de Tayaca sin mayor declive, siguiendo después la inclinación natural del río de Huancabamba hasta orillas del Marañón. Todo este trayecto se presta admirablemente para la construcción de un buen camino, por las especiales condiciones topográficas y geognósticas. Además, des- de Olmos hasta Bellavista no llueve sino tres Ó cuatro meses en el año, y el terreno se seca prontamente, debido á la falta de vegeta- ción exuberante como la de la montaña; siendo también muy raros los derrumbes por la poca inclinación y la misma formación geoló- gica de los cerros. En toda la quebrada del Río de Huancabamba, Cabramayo y Chamaya, he visto principalmente caras blancas; los indios son ra- ros. Obedece esto á q ue la población primitiva casi toda ha desapare cido, y está reemplazada por habitantes de las provincias veci- nas, principalmente de la de Chota. Todos tienen un semblante pálido y amarillento, á causa de las fiebres que abundan en esta quebrada angosta y mal ventilada. Desde el puerto de Chiple hasta Bagua Chica, he visto en gran abundancia un caracol grande, pero en este tiempo había muy pocos ya con animales vivos. De pájaros de la costa he visto en Chiple todavía al chilalá, putilla, el violín (este último visita solo temporalmente la costa) (Chiclayo). PALABRAS NO CASTELLANAS QUE SE USAN EN LA PROVINCIA DE JAÉN, Y EN PARTE DE LA DE BONGARÁ. Cajaruru.—(Bagua Chica). Clase de cactus, semejante á la tuna. Chiranga.—(Bagua Chica). Gallina con plumaje crespo. Chirapa.—(Patacón, río Huancabamba). Lluvia de poca du- ración. Chuchuhuáz.—(Bella-Vista). La planta cuya corteza se usa co- mo afrodisiaco. — 158 — Chuarambo.—( Hacienda Menlohago. Provincia de Jaén). Nombre que dan irónicamente á un plato de yuca y hueso cocido en agua; clase de chupe. Cullushina.—(Bella-Vista, Bagua Chica). Mosquera. (San Feli- pe). Arbusto muy abundante, con hojas aromáticas. Las hojas ma- chucadas se usan contra la mordedura de culebras, poniéndolas sobre la herida. El sumo que sale, cuando se arranca una hoja, suelta las espinas que por descuido han entrado en cualquiera parte del cuerpo Cushpin.—(Bagua Chica). Lombríz de tierra, que usan como carnada en los anzuelos para pescar. Ergón.—(Bagua Chica). Abeja sin aguijón decolor negro. Abun- da en las orillas del Marañón, del pongo de Rentema para abajo. Guambo.- (Bagua Chica).—Vejiga natatoria de los pescados. Palo que usanlos nadadores para ayudarlot á quedar á flote. Huituno.—(Bagua Chica). Clase de caña brava delgada á orillas del Utcubamba. Ingahuara.—(Bagua Chica). Faja que usan los bogas de las balsas. Jeme.—(Bagua Chica). Sesma (medida). Morocuje.—(Bagua Chica. Provincia de Bongará). Abeja sin aguigón de color negro. Munsha. (Bagua Chica). Clase de plátanos de cáscara verde en estado maduro. Piria.—(Bella-Vista). Pumapara (Colasay). Arbol grande, cu- ya corteza se emplea para curar mataduras de las bestias, y heridas en general. : Pishcol.—(Bella-Vista). Clase de cactus alto. Punana.—(Bagua Chica). Clase de cactus alto. Quienquién.—(Bagua Chica, Bella-Vista). Pájaro de plumaje amarillo y azul [clase de urraca] llamado así por su grito. Abun- da entre los bosques de cactus. Saninga.—(Chiple. Provincia de Jaén). Especie de gallina con huesos negros, Sánora.—(Provincia de Jaén). Quebrada seca, que solamente en tiempo de aguaceros lleva agua. y IE pe AA TE A, —- 159 Shantipa.—(Hacienda Menlohago. Provincia de Jaén). Flor que crece en la Jalca, y que sirve como afrodisiaco. Dicen de ella cue canta, llamando de esa manera la atención hacia sí de las personas que pasan cerca de ella. Torocepimma.—(Bagua Chica). Clase de bejuco resistente, usado para amarrar las balsas. Tuñe.—(Bagua Chica). Arhol pequeño de corteza liza y co- lor verde claro. (Continuará) — MH Enumeración de los vestigios de la antigua civilización ENTRE PACASMAYO Y LA CORDILLERA 3 >: DNA del hospital de la empresa del ferrocarril en Pacasmayo > líneas de piedras, que se dirige al mar. Dicen, (1) que enla dirección se encuentra en el pedregal un camino antiguo, marcado por dos indicada por aquel camino, se hallan debajo del mar ruinas de un antiguo pueblo. Junto al mismo hospital. cavando el suelo, se han encontrado numerosos cántaros de barro y huesos de gentiles. Cerca del pueblo de Chepén hay uncerro que contiene ruinas bastante grandiosas para indicar que aquel lugar era de gran im- portancia. La cuchilla misma del cerro es una muralla de piedras, la cual subiendo y bajando, según las sinuosidades del terreno y juntándose con otras iguales al otro lado del cerro, encerrabancom- pletamente una gran extensión de terreno. En ciertas partes la mu- ralla de contorno es tan alta. que aún hoy mismo es inaccesible. La parte más alta del espacio interior, la que está próxima á la cuchi- lla del cerro, contiene una multitud de murallas que en partes re- presentan como callejones, en otras como casuchas de todos tamaños, algunas muy chicas, algunas sin entrada; todo colo- cado sin orden aparente. Las dos entradas que tiene la mu- ralla de contorno, comunican con dos harrancos del cerro. (1) El Dr, Hearth. Bajando la falda llena de esas casuchas y sin salir todavía del espacio encerrado, se llega á una plazuela llana, que es la cima de un promontorio situado entrelos dos barrancos. Unlado de la plazuela representa un par de escalones largos; más allá se ven vestigios de un edificio cuadrado, dentro del cual hay otra muralla más baja, como un poyo, al rededor interior del edifi- cio. Los aficionados no cavan el suelo entre las ruinas en busca de curiosidades; pues estas se encuentran más abajo, en la falda del mismo cerro, en terreno arenoso. Como mis amigos de Chepén no me han dado una explicación, he tratado yo mismo de hacer una suposición sobre el destino pro- bable de este lugar. No han podido allí tener otra agua que la traída desde la lla- nura al hombro. Casi nose ven calles entfe estas rumas, ¿cómo circulaba, pues, la gente si esto era un pueblo? Muchas casas apa- recen demasiado chicas; las murallas muy débiles para suponérse- las componentes de las viviendas; algunas entradas de las casuchas sumamente angostas para servir de puertas. Por otro lado, no es fácil admitir que en aquellos tiempos feu- dales los ricos no tuviesen otro lugar para el reposo de sus restos mortales que el mismo panteón de la plebe. Sino se encuentran hoy entre las ruinas, se puede atribuir á la codicia tanto de los conquistadores como de la plebe indígena. Se puede suponer tam- bíén que en el antiguo Perú, cuya civilización debía tener origen en época sumamente lejana, con una gerarquía aristocrática y guber- nativa y gozando por muchos siglos de paz interna, las riquezas se acumulaban sin duda en las familias acristocráticas. Si esto es cierto, más fácil sería creer en la expoliación de los cementerios de los ricos, que admitir la ausencia primitiva ¡de preciosidades. Ya los pobres sacrificaban con profusión cántaros, ropa y utensilios de cobre, enterrando estos objetos con sus cadáveres. ¿Tenían acaso los ricos menos avaricia? ¿Se puede suponer que no había otra dife- rencia entre ricos y pobres.que la que se ve comunmenteentrelos ob- jetos sacados de las antiguas tumbas, y que los primeros no tenían adornos más preciosos? Esto sería casi lo mismo que negar la exis. tencia de la nobleza y de la plebe, circunstancia afirmada por los historiadores. Todo esto me induce á pensar que aquellas casitas eran tumbas de los nobles, como el cementerio de la falda era el de la ple- be. En cuanto á la plazuela con sus escalones y el edificio cuadrado, tiene en su aspecto algo solemne y era tal vez un templo. Saliendo de Chepén con dirección á San Gregorio, y después de pasar la última hacienda, que esla de “Manecocha”, se atraviesa en el arenal una gran acequia sin agua hecha por los gentiles según el dicho popular. Esta acequia queda casi paralela á la grande que hoy existe, y utilizándola se podría regar un perímetro mucho mayor. A siete leguas de Chepén, que al viajero parecen menos, se divide el camino en dos: á la derecha queda el deSan Gregorio, si- guiendo la DR principal; y ála izquierda, en ángulo casi recto, en una quebrada lateral, el de Nanchó (1). Esta quebrada, como la principal, carece de agua, y solo en los meses de invierno (enero, febrero, marzo y abril) provocan las llu- vias una abundante aparición de vegetales, que sirven de pasto al hambiento ganado de Nanchó. Sin embargo, algunos huecos de la roca llamados jagiieyes, guardan el agua por mucho tiempo, la que es aprovechada por el ganado y por los numerosos venados. Siguiendo esta quebrada en dirección NO., se llega á un punto en que se ensancha considerablemente yel terreno deja de ser pe- dregosa, presentándore esa clase de tierra fina bien conocida en la costa y que hace tanta polvareda. A poca distancia deeste punto, dejándose el thalweg del valle, hay que pasar un cerro para en- trar en una quebradita árida, quedesemboca enel río de Zaña. En este punto se encuentra la parte más elevada del camino en- tre Chepén y Nanchó, quedando á más de 2000 pies sobre el nivel del mar. Si mal no recuerdo la llaman cuesta de Chécos: es una a- bra á cuyos lados se elevan cerros mucho más altos, De Chécos parten dos caminos: el dela derecha, subiendo, con- (1) Así pronuncian y escriben los vecinos de allí. — 169 —- duceá Carahuasi y Paucal, el de la izquierda baja por la quebradita y conduce á Nanchó. En esta parte del camino no encontré rastros de la civilización antigua; pero sí numerosos huecos en la peña calcárea, bien regu- lares, redondos y producidos como por trituración de alguna cosa en el mismo sitio y por mucho tiempo. Huecos semejantes hallé tam- bién en Huaillay, cerca de Huanta, donde se dice que servían de rnorteros para la trituración de metales. Los huecos de que me o- cupo quedan junto al camino y á pocas cuadras de la pampa de la hacienda vieja de Nanchó. (1000 á 1100 metros). En la cima del cerro más próximo á esta hacienda hay unas an- tiguas ruinas ya muy obliteradas. El camino para Paucal, que dista de Nanchó unos 25 kilómetros, sigue al pié de los cerros á cierta distancia degla orilla derecha del río de Zaña. Como á 5 kilómetros de Nanchó, después de pasar el sitio llamado Pampa Cruz, se vadea el río que tiene un ancho de 1.700 metros. En esta primera parte del camino se encuentran numerosos restos de edificios cuadrangulares no muy grandes, y que al decir de los vecinos tienen su origen en los tiempos de la gentili- dad. Hoy existe allí una pared larga de un cerco hecha de pedazos rectangulares de una roca calcárea (trías?) Considerando que to- dos los cercos nuevos se hacen de espino, lo que cuesta menos tra- bajo, y que la base de los edificios antiguos son de piedracuadrada, se puede suponer que el material para el cerco fué tomado delas antiguas ruinas. En la actualidad las casas se hacen allí tinicamen- te de cañas. Entre 700 y 1100 metros de altura el camino de Paucal atra- viesa un barrizal (1) extenso. Según recuerdo hay rastros de un edificio antiguo entre el taral (Coulteria), junto á un riachuelito á la altura de 1265 metros. La última parte del camino para llegar al sitio llamado Trial (1.524 m.) es muy parada y difícil para las bestias. En el barrizal aparece únicamente la arenisca. Desde aquí no recuerdo haber visto (1) Terreno arcilloso; en tiempo de aguas se vuelve camino dificilisimo. — 163 — peña alguna hasta las proximidades de Trigal. Como la roca que aparece ahora es la calcárea que cae en pedazos cuadrados y suapa” rición corresponde á la fuerte inclinación del camino, no sería tal vez improbable que este fuera el escalón obliterado ahora por el tra- jín de las bestias. Trigal es una pequeña pampita encima de un cerro, ó más bien tal sitio es una abra por donde se puede pasar á otra quebradita, la de Carahuasi. Solo hay tres casas en ella y muy poco cultivo. Cuan- do se mira desde Trigal hacia lo más alto de los cerros, se ve á la izquierda un promontorio, el cual termina de modo sumamente a- brupto; á la derecha se divisa el “Mirador” (2529 m. 79.), llamado también el “Calvario”, por estar adornado con una cruz de madera. Entre los dos exíste una pequeña abra hacia la cual se dirije el ca- mino de Paucal. . Al salir del Trigal aparece por un rato el mismo calcáreo del promontorio con aspecto de tufo; pero pronto cambia en una arci- lla amarilla que hace á veces impracticable el camino en tiempo de aguas, en que se pone resbaloso. La última parte del camino antes de escalar el abra (2033 m.), es la peor, pues se halla embarazada en partes por unas piedras bastante grandes y es demasiado para- da. Aquí también se encuentra lo que los arrieros suelen llamar es- calones, y en ciertas partes las bestias no bajan sino á brincos. Entre Paucal y el abra, en el camino como en el monte, se dis- tinguen claramente en dos partes restos de antiguos edificios. El promontorio que se halla á la izquierda del abra es abrupto por tres lados y cubierto en gran parte con restos de edificios antiguos. Según mi modo de ver, han servido para la defensa; pero los nanchoneños tienen la idea de que esto era un ingenio para mo- ler metales. Solo á pié se puede seguir la margen delantera del promontorio, y en casi todo su largo baja casi perpendicularmente una mura- lla de piedras de una altura de tres hombres aproximadamente. En ciertas partes se nota que la muralla sobresale de la superfi- cie del promontorio, formando una verdadera pared con unos tre- chos bienejecutados y otros hechos apuradamente. Otra pared a- traviesa el promontorio casi por el medio. En su base y hacia este — 1614 — lado de la pared trasversal, cerca del abra, se encuentran restos de construcciones. Pero lo que más particularmente llama la atención de los vía- jeros, es el resto de un edificio cuadrado hecho de piedras per- fectamente labradas, de 14 pasos por lado. Una estrecha entrada se ve al medio de la pared oriental, estando ésta formada por un solo estrato de piedras y hallándose desparramadas al rededor gran cantidad de ellas. Se conoce que algunas fueron labradas en el mismo sitio, por no estar del todo concluídas. Un pedazo de una de esas piedras labradas se halla en el depó- sito del Jardín Botánico, la que tomé por ser hasta entonces des- conocida para mí esa roca; sin duda se encuentra no lejos del pro- montorio, pero no averigué en qué parte. Esta piedra se parece en todo á una arenisca, sin embargo debe ser una variedad de diori- ta; es blanda al trabajarla, pero muy dificil bara sacar una mues- tra algo grande, pues los golpes repetidos del martillo la reducen á polvo formándose un hueco antes de saltar el trozo. Todo lo que queda del edificio esta compuesto exclusivamente de esas gran- des piedras con aspecto de arenisca; y al derredor se ven despa- rramadas en grancantidad otras piedras más pequeñas, de una dio- rita más dura, de color verde claro, labradas aun mejor que las grandes. Algunas de éstas están labradas al modo europeo, pues tienen cerca del canto un borde marcado por diferentes golpes de martillo, quedando sin embargo la superficie entera bien llana, á yeces casi lisa. ¿sto me hacía pensar que acaso algán conquistador entusiasta de la hermosa vista que desde aquí gozaba, mandara construír pa- ra sí este palacio; pero hallando esas mismas piedras labradas en- treveradas con otras brutas en ciertas partes de la pared defensora, y considerando el tamaño, la forma del edificio, su estrecha entra- da, así como la circunstancia de que ese sitio no era el mejor para un palacio; deseché la idea del origen español de Semejante cons- trucción. Parece que cuando fué abandonado no estaba concluído toda vía. Para entrar á la parte terminal del promontorio, es preciso es- calar la muralla trasversal. Enesta parte, si mal no recuerdo, A A e TR tiene el promontorio 30 pasos de ancho, La muralla que tendrá más Ó menos dos hombres de alto, está hecho de calcáreo cuadrado que debe haber sido traído desde Trigal, y en su composición entran también algunas piedras labradas. Esta parte terminal del pro- montorio estaba al parecer mejor defendi 4 y podía haber servido de último refugio. Desde la muralla hasta cerca de la punta, se encuentran divisiones en forma de eminencias también trasversales. ¿Serían acaso trincheras? En algunas de estas divisiones se dis- tinguen asimismo como restos de pequeños edificios cuadrados; pero al parecer hechos de tierra. Según recuerdo hay más de diez divisiones trasversales: la última es de pieúra como la primera, pe- ro mucho más baja. El promontorio no tiene más de 14 pasos de ancho. | Desde aquí, dirigiénglose á la misma punta del promontorio, se baja primeramente como cien metros por una cuchilla inclinada con rocas de diorita salientes, y se llega á una plazuela terminal calcárea. En esta última parte hay como una gran rajadura en la direc- ción del largo del promontorio, que me parece haber sido cortada por el agua, suponiendo (que terminaba allí una acequia, aunque también parece haber sido hecha por mano del hombre como una mina; hasta ahora no sé á cual de estas causas deba atribuirse. De todos modos, puede suponerse que los pocos sitiados que queda- ron, puestos en fuga por los españoles, huyeron por esta rajadura á un piso inferior, donde hay cuevas, así como posibilidad de enga- ñar á los sitiadores tomando el dificilísimo camino del chorro ó el del precipicio abajo, que no es absolutamente imposible. Como acabo de decir, se puede bajar algo más por el camino de la rajadura. Allí se encuentran anfractuosidades y abrigos, algu- nos de los cuales eran tumbas humanas, violadas desgraciadamen- te desde tiempo atrás, pues sólo han quedado muy pocos huesos y ningún cráneo. La plebe del Perá estima de diversos modos los restos de los gentiles: algunos los miran con indiferencia, pero esto no sucede con todos. En Pumamarca, un tal Timoteo Condor encontró en su chacra gran cantidad de esqueletos antiguos; y no conseguí que — 166 — me indicara el sitio, por más que ofrecí pagarle un peso por cada esqueleto que extrajera. Después supe que Condor había metido hojas de coca en la boca de algunos cadáveres y á otros regaló ci- garros, con la esperanza de que, por gratitud, le indicaran un entie- rro. Enotros casos manifiestan un fanatismo extraordinario que no comprendo. En el mismo Pumamarca descubrieron unos peones numerosos esqueletos debajo de un abrigo de la peña, y después de chancar casi todos los cráneos, desparramaron la mayor parte de los huesos. Hasta hombres notables tienen idénticas preocupacio- nes. Entre otros, don Tiburcio Espinoza, rico gobernador de Ju- nín, me dijo que enuvba gran cueva, creo que por el lado de Ica, chancó con su propia mano cerca de tres mil calaveras, lo que ex- plica por qué encontré pocos huesos antiguos en las tumbas de Paucal. Basta que las descubra algún indiopara echarse á buscar tesoros, y entonces las más de las veces se ven los huesos arrojados álo lejos. Sin embargo no dudo que aun queden intactas algunas tumbas. En la parte más abrupta de la peña se distingue solamente el calcareo tan poroso, que contiene hasta huecos grandes y cuevas. Tiene alguna semejanza con el tufo, debido, á mi parecer, á la ac- ción disolvente del agua. Tratando de reconocer si la diorita que se ve cerca de la punta eran blocks erráticos, parecióme que era allí su sitio primitivo. Siesto fuera así, sería más interesante aquel punto, porque mucho más abajo, en la banda del riachuelo de Pau- cal, yacen en la falda blocks erráticos de granito los más gigantes- cos que jamás he visto, rajados algunos en dos ó más partes, algo distantes hoy, formando las rajaduras como galerías de minas. Uno de esos blocks forma un abrigo espacioso en una cueva que tiene una muralla exterior, y hace algunos años contenía muchísi- mos huesos. En la actualidad la pared está casi completamente destruída, los huesos desparramados, y el abrigo sirve para las va- cas que se crían en aquella montaña. Sólo encontré un par de fému- res humanos. Otro abrigo, sin duda funeral, debajo de un block errático de granito, transformado también en cueva por medio de una mura- NT > lla, se halla frente á la hacienda de Paucal, en la banda del río, y distante como cien metros de la orilla. Este abrigo es curioso, porque el granito por delante está cu- bierto de esculturas. No pude descifrar letras ni signo alguno, pero creo han sido hechas por mano del hombre, aunque no se nota dife- rencia apreciable de estructura en los huecos y relieves. Desde el abra hasta Paucal habrá tal vez 2 1% kilómetros. El camino va subiendo siempre; pero es tanta la diferencia de inclina- ción con el precedente, que algunos designan con el nombre de Pam- pa los alrededores de Paucal, y por este mismo motivo queda invi- sible esta quebrada desde Trigal y Nanchó. Entre el abra y la ha- cienda se vén restos de numerosas paredes, pero apenas se elevan del suelo. Algunas piedras alineadas formando á veces cuadro, es todo lo que atestiguayla existencia de un pueblo allí. Muchos blocks erráticos de granito cubren este espacio; entre ellos hay dos muy grandes, uno junto al otro, y el tamaño y desigualdades de los dos se corresponden tan bien, que fácilmente se reconoce que componían una sola piedra rajada por el hombre; todavía se distinguen muy bien los golpes del lapidario en el canto que corresponde á la línea de acometimiento. En la misma hacienda de Paucal se guarda un gran batán de piedra de forma rectangular llano; tiene los bordes realzados como dos dedos y cortados en dos partes. Ninguno de los vecinos cree que haya sido batán sino instrumento para lavar oro; y tiene de notable que está hecho de calcareo con amonitas, el mismo que se encuentra á la altura de 300 metros más ó menos antes de llegar á Nanchó. Saliendo de Paucal al cerro llamado Mirador (2.530 metros), se vé poco antes de la cumbre una piedra parada enterrada en par- te. Su forma y posición hacen creer que.fué trabajada y colocada allí por el hom bre. En la orilla del río de Paucal, bajandoel camini- to que conduce al sitio llamado Chonta, se encuentra junto al ca- mino numerosos vestigios de edificios rectangulares. Paucal es una dependencia de la hacienda de Nanchó. Su mo- desta casa es visitada por el dueño dos veces al año, para averi- guar el estado del ganado que tiene allí. La fama de su huerto de — 168 — . manzanas establecido por el padre del dueño actual, se extiende hasta Guadalupe. Un largo trecho del lado izquierdo de la quebra- da forma un potrero natural dividido en dos partes, que sirven al- ternativamente al ganado del dueño. El resto del mismo lado, en- tre el abra y la quebrada de San Gregorio, ya no tiene del monte grande sino maizales, cebadales y bosquecitos de canoal (monte tierno). El lado derecho que es mucho más extenso, está cubierto todavía en su mayor parte de monte. La parte baja de la quebra-. da entre el abra y la margen san gregoriana, no tiene bastante agua para beneficiar todala extensión del terreno. Las chácras, el potrero, el Trigal y Carahuasi, que reciben agua de aquí, padecen por falta de ella, y no se permite á los arrendatarios sacar más agua del río, por no disminuir el riego de la campiña de Nanchó. Los antiguos desmontes están cubiertos gn parte de Camande- la; en el monte nuevo dominan: Ichor, Ayajeru, Lauche, Rumilau- che, Tolmush, Curab, Tandal, Espuela, (Berbería), Maqui-maqui, Moho-moho, QOuimsarapra, Tres hojas, Uanga chica, Chamchajeru, Rosariojeru, Chucharajeru, (Pumajeru), Salvia. Chochocón ó Chu- gur, Llojtarab, Garroche, Mutuy, Sarza, Palo amarillo, Peladera, Aylambo, Uaruar, Yaeuchilco y varios otros chilcos, Mayucay. Más cerca del río se encuentran también: Alcaparillo, Pauco, Aliso y Palo ñudillo. Desde la margen san gregoriana hasta la Jalca (2682m>—3048), el aire parece más húmedo, el terreno más fértil y menos inclinado y hasta verdaderas pampas encuéntranse allí. Se nota también en los habitantes más robustez y salud que en los vecinos de más aba- jo. Esta es la región del kishuar y del pino; éste, sin embargo, apa- rece ya á los 2438 metros. Más de una vez había llamado la atención de los dueños sobre esas ventajas del plano superior de la quebrada, donde puede pre- verse que algún día se formará un pueblecito como había en la antigiiedad. El negocio del dueño del terreno consiste en un poco de ganado. También viven allí arrendatarios en unas veinte casas desparramadas por toda la quebrada. Abajo, frente á la casa de la hacienda, la familia Chavarrez es la principal, y arriba (2748m.), se estableció la numerosa familia de los Montenegro. Además de "169 —= pequeños maizales y modestos cebadales, los arrendatarios enlti- van en pequeña escala trigo, habas y papas; casi todos tienen tam- bién un poco de ganado vacuno y algunos chanchos; los Montene- gro poseen un rebaño de carneros. No se cultiva alfalfa, por lo que el ganado sufre mucho cuando se acaban los rastrojos de las chá- cras hasta que llegan los aguaceros. Los chanchos engordan en el monte cuando el suelo se cubre con el fruto del pumajeru. Enton- ces, como hacen los chanchos silvestres, se reunen en manadas más Óó menos grandes y recorriendo el monte devoran cuanto en- cuentran. Con sus quijadas quiebran las duras semillas del puma- jeru haciendo un ruido considerable. El león aparece regularmente cada dos Ó tres meses, marcando siempre su pasaje por algún da- ño en los carneros, chanchos ó burros. Ahora cosa de dos años envenenaron con estienina un jaguar muy grande. Se dice que no es muy antigua la introducción del cultivo en la quebrada de Paucal. El padre del actual propietario vino de San Pablo, así como varios de los arrendatarios; otros vinieron de San Miguel. Todavía no se ve un sólo anciano nacido en Paucal. El camino de Paucal á Agua Blanca y San Miguel, sigue la fal- da del lado izquierdo del río de Paucal, en línea casi recta, hasta la altura de 2682 metros. El terreno es en parte traquítico y en parte arcilloso,pero de origen traquítico. En esta altura se llega á la cum- bre de una cuchilla; si se dá un paso más puede uno rodar hasta San Gregorio, pues el precipicio es muy abrupto. Aquí se divide el camino en dos, ambos en ángulo recto con el que se ha seguido has- ta ahora, y siguen largo trecho la margen del precipicio, que es al mismo tiempo la falda derecha de la quebrada de San Gregorio. Poco antes de alcanzar la cuchilla es tan malo el camino, que ha- ciéndolo á pié y sin carga alguna, no pude hajarlo después del agua- cero sino con muchísimo trabajo. Tomando primero el camino de la derecha que conduce á unas chacras de cebada, se encuentra á poca distancia una obra antigua. En un barranquito bastante hondo que hace incómodo el camino y que separa dos cerros pequeños, los gentiles habían hecho una calzadita reforzada por una pared de piedras por el lado de afuera (San Gregorio). Los paucalinos, aunque andando muchas veces h por allí, no sabían antes de indicárselos yo, que eso ero una calzada artificial. Cerca de este punto mi conductor buscó entre los Pteris una cuevita sepuleral conocida, perono pudo hallarla. Aparece aquí una acequia honda y ancha, que por muchas cuadras sigue el borde del precipicio, y ya cerca del sitio donde se eleva el terreno, tuerce casi en ángulo recto y sigue la faldade Paucal casi paralelo al río y al camino que hemos recorrido ya, pero mucho más alto. No he averiguado dónde se pierde. En más de una ocasión había observado en el Perú, que la su- perioridad de la distribución de las aguas en los antiguos tiempos, consistía en darles una inclinación mucho menor para poder regar un espacio mucho más grande, necesario para producir el alimento de una población numerosísima. No tuve tiempo para examinar esa acequia en toda suextensión; pero compgendí que por medio de ella se suministraba el agua con la misma facilidad á la quebrada de San Gregorio como á la de Paucal y Carahuasi, pues dominaba á las tres. Además puede creerse que en aquellos tiempos una gran parte del lecho del río de Paucal estaba suprimida, porque, excepto el tiempo de avenidas, las dimensiones de la acequia le permitían recibir todo el caudal de agua. Siguiendo todavía á lo largo de la quebrada de San Gregorio, se encuentra una parte donde no es difícil bajar algún tanto. Allí se encuentran un par de abrigos espaciosos, aunque muy abiertos y por tanto completamente claros. La roca diorítica descompo- niéndose un poco, se separa en pedazos más ó menos redondos, por lo que se asemeja á un conglomerado. De esta piedra gotea el agua, formando abajo bastante humedad, casi un pantanillo. Ambos abrigos son panteones de los gentiles. La curiosidad de miconduc. tor le hizo buscar tesoros en este sitio. Me hablaba de una cuchari- ta de madera muy bonita y de unos cantaritos que encontró allí, Creo, y mi conductor participa de esta creencia, de que aún hay tumbas intactas. Me indicó un orificio grande y negro á cierta al. tura en la peña abrupta, asegurándome que debe haber algo allí, pero quecostaría mucho trabajo para penetrar. Las mismas exca- vaciones que hice yo no me dieron resultado favorable: sólo hallé pequeños fragmentos de platitos de barro amarillo con pinturas — 111 — rojas, pedazos de ponchos, lana de vicuña, algún instrumento de cobre y varios huesos pero en desorden. Evidentemente había ca- vado en terreno buscado ya. Siguiendo el segundo curso del camino y llegando á la región del kishuar á una altura como de 3048 metros, se encuentran nu- merosísimos restos de casas de piedra. El pantano que allí existe formaba antes una lagunita cuyas orillas están todavía bien mar- cadas. Un edificio grande, cuadrado, hecho de piedra bruta, se ve á la orilla misma de la laguna. Más allá de este punto se atraviesa un riachuelo, se entra en el monte por un caminito que no es el principal, y se encuentra junto á los dos gigantescos podocarpus (2m 25 de circunferencia) una acequia antigua de enormes dimensiones. No he recorrido todo su Curso, pero pienso qug es el principio de la que ví más abajo. Estas son todas las ant igitedades que he visto por allá; me han hablado de algunas otras, y sin duda alguna existen aún varias des- conocidas dentro del monte. , A. RAIMONDI. ¿bre las vías del Norte á Iquitos, tengo manifestado que la ruta del departamento de Lambayeque es la más corta, de menor gradiente, más económica y de mayor estabilidad por 14 dureza de su suelo, y que, tratándose de la construcción de un ferrocarril, se- ría necesario estudiar la conveniencia de sustituirlo por una vía hi- drográfica en conexión con un ferrocarril de corto trayecto; que la vía hidrográfica podría formarse desde la confluenciade los ríos Obraje ó Puchaca con el Chotano ó continuándola con el Huanca- bamba, Chamaya ó Marañón, rompiendo los pongos de éste, etec., - para establecer la gradiente correspondiente á una fácil navegación, extendiéndola á los ríos Chinchipe y Utcubamba, formando así la red fluvial más importante de la República, bajoel doble aspecto político y comercial sobre Iquitos y todo nuestro oriente. La ley que dispuso se invirtiesen £ 2000 en el estudio del trazo de la vía férrea al Manseriche, partiendo de Paita, obligó al Supre- mo Gobierno á oficiar á la Sociedad Geográfica, á fin de que hiciera un estudio sobre la ruta más corta á Iquitos, tomando en conside- ración las ideas emitidas por el señor Von Hassel, lo que ha provo- cado unconcurso de ideas sobre el tema, induciendo al señor Meso- nes Muro, con el patriotismo que lo caracteriza, á sustentar que la ruta de Olmos á la ribera de los ríos ya mencionados, es la más corta, ofreciendo probarlo, haciendo un viaje que ya ha comenzado. Mi amigo, el señor ingeniero Coronel Zegarra, con la clarovi- dencia que lo distingue en los asuntos primofdiales de engrandeci- miento nacional, insiste en “El Comercio” número 25285 en la con- veniencia del ferrocarril por Paita, y el señor X. apoya la idea en el mismo periódico número 23,310. Obligado al mismo asunto, me he dedicado á estudiar las diver- sas rutas del Norte, cuyo estudio acompaño al presente, y por él puede apreciarse con facilidad, teniendo á la vista las cartas del sá- bio Raimondi, las rutas trazadas; resultando favorecidas las del de- partamento de Lambayeque, donde tienen que converger las de Paita. La construcción de un ferrocarril me parece por hoy muy es: temporánea, porquees principio sine-quanon, paraemprender obras de esta clase, no los negocios que han de desarrollarse, sino los que ya están desarrollados, los que han de tomentar la movilidad del ferrocarril para poder cubrir sus gastos naturales y atenderá la amortización é intereses del capital imvertido. Lo más juicioso será promover el desarrollo del progreso tan necesario á tal fin, emprendiendo obras preliminares, que puedan ser sustentadas por nuestros medios, como sería la construcción de un buen camino de herradura primero, mejorándolo después para hacerlo carretero; dándonos tiempo para estudiar la conveniencia de un ferrocarril ó la vía hidrográfica propuesta, teniendo en consi- deración que, si optamos por esta última, Piura como Lambayeque pueden construir un ferrocarril de pocos kilómetros, que se conexio— nen con aquella, dejando al comercio la conveniencia de elegir uno otro, según los casos. Suplico á mi amigo el señor Coronel Zegarra y alincógnito señor X, que sin apasionarse por las conveniencias de su departamento, estudien el asunto propuesto bajo todas sus fases. Lima, á 31 de mayo de 1902. ROSENDO RAMBLA. FERROCARRIL AL MANSERICHE ESTUDIO DE LAS VÍAS DEL NORTE 57 Distancias 3 ERE ez El % 823 BR Kilómetros TOTAL < Vía de Paita N* 1 AN A 50| 525/10 VE e A AN ti E BOT A A 4001 60. ,, A A E A E 106/10 A A A OSLO EA Cad oil 2,400| 20 2/10 MEScCenso —trente á Sallique.......ooooocioncoloccnonadonos US, Id. hasta el rio de Huancabamba... AOS Ereblo:San Feltipes.coccdol 1914 =5:2/10 Ascenso á la montaña, siguiendo las na- cientes del río San Felipe frente al pue- — A 2,400| 35 3/10 AI AA TALOAOB O: ISE VISTA ar oconniaconacods 441| 25 ,, Renta iba Lodo 20 6/10 Aa nsetiche ii 165 U: ————- 499 9/10 Vía de Paita N* 2 De Paita á la ribera del río Huancabam- GAMA A 238 8/10 E IO JUST — 174 -— ON Colasay Jaén Bellavista Pana rs Hrs rs rr “a de Paita N? 8 De Paita á la ribera del río Huancabam- nono oonnnronsarosano. e. ononcoronassrsrsossnrssooo. A pe Ribera de los ríos Huancabamba, Cha- maya, hasta la confluencia con el Ma- rro rr rr rr ara nonss ono nmono9nsnoonoooos Vía de Eten N* 1 De Eten á Chiclayo .—Ferrocarril - Ferreñafe—Ferrocarril DMIOTAPE Acce Portachuelo de Olmos.......... RUSOS MOS. Porcullo.—(Cordillera) Pomahuaca Huertas Vega de los rios ya nombrados.............. | on... ra. Vía de Eten N* 2 De Eten á Motupe Guayabo ianasiads hamia | Por la quebrada de Sta. Lucía á Cañaris Descenso al río Chotano no. roo oassrstrrsssn..on...... mon oonnonoranssanaan.no.. Po. no onoonssrassrsr».sosss. Vía de Eten N? 3 De Eten á Ferreñafe OO Altura en metros sobre el nivel del mar coo ........ roo. o. on.” eo. .n ooo... Pone .on.o..» Dista ncias Kilómetros 30 -1Es, A 20 6/10 1 238 8/10 1 256 1/10 719/10 514 4/10 450 1/10 399 4/10 EY Distancias 03É 32 Kilómetros TOTAL 4 E PES 25 9/10 Mañaguanar ls aid 406/10 AOS AA 102/10 Mie los rios hasta Huertas.......cooomoo|ooomoos.o.os 40 7/10 Vega de los ríos hasta Manseriche.....ooo.[ooccoonon..» 2561/10 —— 1404. 5/10 Vía de Eten N* 4 ANS Sd y A A E Y ON 259/10 adrede a Med tE de) 40 6/10 A II 20 5/10 E AA O 20 Vega de los ríos hasta el Manserich€.....loooo....o... 1256 1/10 —————-399 6/10 Vía de Eten N* 5 MeBten'a Patapo.—(Ferrocarril)..........[............ 20 4/10 hon gorape: Ln aa A do 158/10 MN artizal al, ÍzCO.:...., dolor.” CONQUISTA ESPAÑOLA Cerca de cuatro años después de su primera visita á la costa, por segunda vez se presentó Pizarro en territorio del Perú. Había tenido que marchar á España en demanda de títulos, nombramien- tos y concesiones del gobierno, para legalizar su autoridad y había tenido también que demorar mucho sus arreglos y preparativosá fin de reunir una fuerza militar, en relación con la empresa que intentaba. En 1531 salió de Panamá con ciento ochenta y cinco hombres y veinte y siete caballos, embarcados en tres naves, con más las ne- cesarias provisiones de boca y guerra. La expedición hizo rumbo directo á Tumbes; pero los vientos contrarios le obligaron á arribar al puerto de San Mateo, donde desembarcó la mayor parte de la fuerza para continuar viaje por ticrra, mientras los buques seguían sin alejarse mucho de la ribera. Durante siete meses vagaron los expedicionarios merodeando por la costa, hasta lograr botín considerable que remitieron con la 0998 — escuadra á Panamá y Nicaragua en demanda de refuerzos. Por fin, sobreponiéndose á las fatigas del viaje y á los obstáculos natura- les, llegaron á las riberas del Guayas, donde se les unió Sebastián de Benalcazarcon treinta hombres, que venían á tomar parte en la con- quista. La situación de los aventureros no era de las más próspe- ras. Habían sufrido terriblemente por la falta de provisiones, por la hostilidad de los indios y muy particularmente por una funesta playa de verrugas que les había atormentado con mucha tenacidad. Allí, Pizarro, impaciente por adelantar la conquista, resolvió pasar á la isla de Puná, donde esperaba hacerse de refuerzos, con- tando con la enemistad que prevalecía entre aquellos isleños y los habitantes de Tumbes. Los intérpretes, pertenecientes á esta última provincia que acompañaban la expedición, hicieron presente la fama de pérfidos que tenían los isleños y que podía suceder desba- trataran sus balsas en n?edio del golfo para hacer que se ahogasen los españoles. El Cacique de la isla, Tumbalá, protestó de su ino- cencia y su lealtad, en términos satisfactorios. Los expedicionarios desembarcaron en Puná, borrándose todos sus recelos con la amis- tosa acogida que recibiero1; pero la armonía no podía ser de larga duración. A poco los españoles se volvieron insoportables por sus multiplicados abusos y exacciones y más que todo por la protec- ción que dispensaban á los tumbesinos, que en número de seiscien- tos se conservaban esclavos, como resultado de la última contienda. Por fin, noticioso un día Pizarro de que diecisiete jefes indios se concertaban para un ataque repentino, los sorprendió reunidos, y reservando á Tumbalá, entregó los demás al furor de sus implaca- bles enemigos los de Tumbes. Estos en el acto les cortaron las ca- bezas, y los isleños exasperados hasta el último extremo, atacaron á un tiempo los buques y el campamento español. El combate se hizo encarnizado, pero su éxito no podía ser du- doso. Los isleños eran muchos y peleaban con el valor de la deses- peración, pero luchaban en desorden, con armas de madera y el cuerpo indefenso. Sus opositores, cubiertos de hierro, los recibían con la punta de sus picas, por cuyos claros salían balas certeras y espadas aceradas contra el que osaba acercarse. Perdidos los indios después de tres ataques sucesivos, huyeron despavoridos, perse- —=P996. — guidos por la caballería que, á órdenes de Hernando Pizarro, les dió una carga furiosa. El campo quedó cubierto de cadáveres dein- dios, mientras los vencedores solo tuvieron tres muertos y algunos heridos. La refriega, sin embargo, fué tan ruda éimpetuosa. que los castellanos asustados con los espantosos rugidos que lanzaban los isleños, atribuyeron el éxito á la intervención del arcangel San Miguel. Algunos aseguraron haber visto, mientras se peleaba en tierra, otro campo de batalla en las nubes en que luchaban ánge- les y demonios con igual encarnizamiento, hasta que una voz po- tente y sobrenatural repitió “Venciste Miguel, Venciste Miguel” La derrota de los indios salvó de inmediato peligro á los espa- ñoles; pero no los puso á cubierto de nuevas hostilidades. Noche tras noche se repetían los asaltos con gran gritería, lanzando los indios flechas y atacando porentre los manglares á las partidas sueltas que se alejaban del campamento eh busca de provisiones. Inátil fué negociar con el Curaca para contener á los indios, pues estos enfurecidos no escuchaban razones, ni desperdiciaban ocasión de dañar á los invasores. Como poco á poco comenzaban á perderjunto con la pacien- cia el aliento los compañeros de Pizarro, éste creyó reanimarlos, haciendo circular un escrito traído por un indio, que decía: “Sea quien fuere el que desembarque en este país, sepa que contiene más plata y oro que hierro hay en Viscaya.” El artificio no produjo efecto. Los aventureros se burlaron del aviso. Fueron menester sucesos de más alta trascendencia, para levantar los espíritus abatidos. Llegó con cien soldados y algunos caballos Hernando de Soto, y á la vez noticias ciertas de la guerra civil en que estaban empeñados los hijos de Huayna-Capac. Decidió Pizarro pasar á Tumbes, y para halagar á los tumbe- sinos puso en libertad á los seiscientos prisioneros de esta provin- cia, hombres y mujeres, y entre ellos á un señor principal, que man- tenían cautivos los isleños, autorizándolos para quese vengasen co- mo pudieran en sus antiguos enemigos. Hechos los aprestos de marcha, parte de los castellanos se em- barcó en los buques, y parte en balsas, atendidos por algunos tuam- hesinos que se prestaron á ayudar en la travesía, mientras la ma- AA yor parte se mostraba reunida er la costa con el propósito aparen- te de favorecer el desembarco. Llegó á la playa la primera balsa en que iban tres españoles. Para que saltaran en tierra, los indios con rostro afable les ten- dieron las manos; mas, apenas desembarcados, los internaron al bosque y allí les sacaron los ojos y los degollaron. Tras estos entró por el río una segunda balsa montada por Hernando de Soto que iba con un solo criado y varios indios. Estaba para tocar la orilla, cuando se presentaron Diego de Agiiero y Rodrigo Lozano, que al pisar tierra se vieron también acometidos y que corrían avisando el peligro, con lo que se comunicó instantaneamente la alarma. Her- nando Pizarro que llegaba á la sazón con varios hombres á caballo, no obstante estar separado por un estero al parecer invadeable, se lanzó al agua para proteger á sús compañeros. Aunque la corriente era fuerte y muchala p?ofundidad, salvó contoda fortuna el peligro, y la vista de los caballos, que semejaban para los indios mónstruos terribles, mitad hombres mitad fieras, espantó á los acometedores que abandonaron el campo amedrentados. ” Como las balsas no volvieran á la escuadra, faltaron medios para desembarcar la gente llegada en ella y los caballos. Al caer la tarde eran muy pocos los que se encontraron en tierra. Entre es- tos estaban Francisco, Hernando y Juan Pizarro, fray Vicente Val- verde y Hernando de Soto, los que pasaron una noche azarosísi- ma, sin desmontarse ni por un instante de sus caballos. Tal fué el recibimiento que tuvieron los españoles al pisar por segunda vez la tierra de Tumbes, antes tan hospitalaria para ellos. Ignórase hasta ahora los motivos que obligaron á los tumbe- sinos á tan repentino cambio. Dadas las relaciones amistosas que acababan de mostrar, su reciente corducta en la Puná, y los ser- vicios que allí habían recibido, su proceder, al mismo tiempo que artero, fué muy contrario á lo queera de esperar. Ignórase tem- biénla suerte que corrieron Alonso de Molina y el marinero Ginés que quedaron de huéspedes en Tumbes en el viaje anterior, y de quienes nunca más se volvió á saber. El inesperado ataque desconcertó por completo. á los invaso- — res. Reunidos en tierra á la mañana siguiente, hallaron que la costa se ofrecía desierta. Todos los pobladores habían huído. En vez de la ciudad primorosa y opulenta que acariciaban sus esperanzas, en- contraron únicamente desolación y ruinas. Acompañado Pizarro con el capitán Mena, Juan de Salcedo y otros más de á caballo, re- corrió como dos leguas sin veren los alrededores ningún indio. Habían desaparecido también las antiguas construcciones y solo uno que otro montón de escombros señalaba los sitios antes ocu- pados por la fortaleza, por el templo del Sol y por los cómodos y extensos edificios que habitaron el Curaca y losjefes principales. Apenas dos ó tres casas permanecían en pie, destacándose aisladas entre las ruinas, como para acreditar que fueron semejantes á ellas las demás que yacían derribadas. La guerra había pasado por ahí con todosu cortejo de males, destruyendo las obras de la paz y aniquilando en un momento los esfuerzos adumulados por la labor paciente de varias generaciones. Los isleños de Puná, en el asalto provocado por el ataque que les hiciera Atahualpa, nada habían respetado. Por veinte días consecutivos estuvieron los españoles recorrien- do las inmediaciones, sinencontrarexplicación para lo que les acon- tecía. Los tumbesinos ocultos entre los montes no se dejaban acer- car y hostilizaban cuanto podían. En vano mandó Pizarro mensa- jeros al Curaca llamándolo á composición. Sus propuestas eran te- nazmente rechazadas, hasta que por fin un tumbesino se presentó suplicando por la conservación de su casa que era una de las pocas que permanecía en pie. Le trataron bien y se accedió á sus ruegos, poniendo una cruz delante de esa propiedad para que fuese respeta- da. Tal conducta bondadosa dió animo á otros naturales para se- guir el ejemplo del primero, y así algunos se unieron á los españo- les. En este estado, proyectó Pizarro someter á los indios por un golpe de mano. Prevenidas secretamente algunas barcas, pasó el río denochecon cincuenta caballos, y después de una marcha peno- sa por los cerros, sorprendió al amanecer el campamento de los naturales y tuvo la suerte de coger entre los prisioneros al propio Curaca, tras cruda y sangrienta refriega. — 299 — Con este golpe, vinieron los indios á la paz, trayendo varios presentes de oro y plata; pero la fe dudosa de los rendidos no brindaba seguridad para establecerse allí. Pizarro acordó abando- nar esos lugares y pasar á Paita. El 16 de mayo de 1532 salió de Tumbes, dejando una guarni- ción al mando de Antonio Navarro, y del tesorero Alonso Riquel- me, con los enfermos y ciertos equipajes. Para avanzar con segu- ridad, se destacó á Hernando de Soto con una partida que debía adelantar por las cabeceras de Loja, mientras el grueso de las fuerzas seguía por la costa. Los indios de la sierra, creyendo acabar fácilmente con el corto número de aventureros que acompañaban á Soto, le hostilizaron decididos; pero sintiendo de cerca el poder de las armas invasoras, entraron pronto en avenimientos. Soto bajó á la costa á juntarse con Pizarro trayendo muchas informaciones y mostrándose encan- tado con las muestras de cultura encontradas en la serranía. No había perdido en su expedición de descubierta, más que á un sol- dado de nombre Jiménez. En la costa, los naturales también procuraron oponerse al avance de Pizarro. Unos abandonaban sus hogares y otros acu- dían presurosos á las armas. La marcha se emprendió primero á Solana, donde habían muchas poblaciones, grandes edificios y de- pósitos, siguiendo luego por el camino del Inca al valle de Poechos, también muy poblado, como lo acreditan las ruinas que se conser. van. En todas partes se encontraba resistencia, mas ó menos de- clarada; pero negociando unas veces y haciendo otras terribles es- carmientos, se consiguió sosegar á los alzados. Así se llegó á las ri- beras del Turicara, río caudaloso, que después se llamó Chira, nom- bre del principal cacique de esos contornos. Allí volvieron á repe- tirse los ataques y se netaron conatos de levantamiento general. Un capitán del ejército de Atahualpa, nombrado Maizavilca, en virtud probablemente de instrucciones del Inca, alentaha á los na- turales y dirigíalas hostilidades. Con ejecuciones terribles procuró Pizarro contener el alzamiento. En Poechos tuvieron lugar san- grientos encuentros. Allí se mandó quemar vivo al cacique de Amo- tape con sus jefes principales y algunos indios, así como á otros per- — 230 — sonajes de La Chira. Tan tremendo castigo sembró el terror en la tierra, y para en adelante, viendo los naturales la inutilidad de su arrojo y la impotencia de sus armas, se tranquilizaron. Con el propósito de asegurar el dominio conquistado, se resol. vió fundar allí un establecimiento formal, á fin de que sirviera de centro para las futuras operaciones. En el valle de Tangarará, so- bre las riberas del Turicara Ó La Chira, y no lejos de la bahía de Paita, se levantó la primera población española, por el mes de ju- lio de 1532. En recuerdo de la batalla de Puná y en honor del Ar- cangel á cuya protección se atribuía el triunfo, se le puso por nom- bre San Miguel. Pronto tuvo templo, casa capitular, un fuerte, un almacén y varios edificios particulares; pero noestaba llamada á perpetuarse en ese sitio, pues la insalubridad de su asiento obligó á trasladarla muy luego á márgenes más sanas. Para radicar en ella á los vecinos, se las distribuyó solares, tierrás y determinado núme- ro de indios tributarios á título de encomiendas. Nombróse Ayun- tamiento; se establecieron ordenanzas y se acordaron reglas de buen gobierno tanto religioso como político en interés de indígenas y es- pañoles. Quedó á cargo de la colonia Antonio de Navarro, conta- dor de S. M., y establecido como cura de almas al padre Juan de Sosa. Los primeros vecinos fueron cincuenta y cinco españoles, más diez Ó doce que se agregaron después, como voluntarios, sin derecho de vecindad. Con la expedición se encontraban el padre Reginaldo de Pedra- za, Vicario General de la Orden de Santo Domingo y seis religiosos más mercedarios, á saber: Tomás de San Martín, Vicente Valverde, primo de don Francisco Pizarro y el primer Obispo del Cuzco, Mar- tín Esquivel, Pedro Ulloa, Alonso Montenegre y Domingo de Santo Tomás, Obispo más tarde de Chuquisaca. Estos secundados por el conquistador y ayudados por los indios, edificaron la primera igle- sia, echando los fundamentos del primer convento para la Orden mercedaria. Aquí sucedió un incidente digno de mencionarse. El Vicario Pe- draza, sea porerror ó por malicia, afirmaba que las esmeraldas finas eran tan fuertes como el acero y que podían resistir golpes de martillo. Para salir de dudas respecto á la calidad de las que ha- — 231 — bían cogido en gran número en Tumbes, los soldados las sometie- ron á la prueba propuesta y así malograron muchas. Se asegura que Pedraza no probó las suyas. Por varios meses aguardó Pizarro los refuerzos que Almagro tenía preparados en Panamá, adquiriendo mientras tanto noticias precisas sobre las provincias que se proponía invadir; pero habién- dose alargado mucho tan penosa espectativa, comprendió que no podía permanecer más tiempo en inacción, sin comprometer el éxito de la empresa en que estaba empeñado. Por entonces el ejército de Atahualpa marchaba de triunfo en triunfo al encuentro de Huascar. Pizarro calculaba que la oportu- nidad merecía aprovecharse, porque terminando la guerra civil, sus espectativas de acomodo con uno ú otro de los bandos rivales, po- dían desaparecer completamente. Decidió partir, no obstante lo re- ducido de las tropas que contaba. Se dijo que esta determinación, reputada entonces extrema y muy aventurada, obedecía al arribo de Huaman Malqui Tupac, amigo de Huascar, que había sido co- misionado por éste para solicitar el auxilio de los españoles; pero tal versión no está confirmada. La repentina marcha la aconse- jaban razones de mucho peso, tanto militares como políticas. Dejando en San Miguel los oficiales reales, los enfermos venidos de Támbes y algunos españoles más para formar una corta guarni- ción, después de separar del oro obtenido en las últimas presas el quinto perteneciente al rey y remitir al istmo, en busca de socorros, las naves queestaban en Paita, decidió partir Pizarro para la sierra donde esperaba encontrarse con Atahualpa, llevando sesenta y dos hombres de á caballo y ciento dos de á pie. En consecuencia, pro- veidas las cosas en San Miguel, salió el día 24 de setiembre de 1532, pasando la gente el río en dos balsas y los caballos á nado. A las tres jornadas llegó al valle de Piura, á donde más tarde fué trasladada la población de San Miguel. Allí se juntó con un ca- pitán que había mandado á pacificar al cacique Óó curaca de aquella tierra y demoró diez días reformando la organización de las tropas y proveyéndolas de lo que habían menester. Hizo se reconociera co- mo segundo jefe de la expedición á su hermano Hernando Pizarro, dándole á Hernando de Soto como encomienda la provincia de => IDE 40 Túmbes para resarcirlo de la pérdida de dicho cargo que le había sido prometido, y continuó su viaje, publicando que iba al servicio de Huascar y en defensa de sus derechos. Hecha larga y bucnajornada, al caer el Sol, llegaron á una plaza grande cerca da de tapias, perteneciente á un cacique de nom- bre Pavor y allí se hizo campamento. Por los informes obtenidos, averiguando acerca del camino más corto para Cajamarca, donde se hallaba el Inca, se supo que á dosjornadas había un pueblo gran- de de nombre Cajas, al que se mandó al capttán Soto con algunos hombres de descubierta. De Pavor se pasó, en otra jornada, al pueblo deZarán, en elcual aguardaron ocho días, al cabo de cuyo tiempo regresó el capitán Soto mandado á Cajas. Con este vino un personaje, embajador de Atahualpa, que se dice pertenecía á la más alta nobleza y se lla- maba Urco Inca Roca. e Soto había reconocido las poblaciones de Cajas y Huancabam- ba. En la primera halló á los habitantes armados para resistirle; pero depusieron las armas luego que se persuadieron que sus inten- ciones eran pacíficas. Encontró también un cobrador de tributos que le dió informes sobre Atahualpa y sobre los varios ramos de la administración imperial. Vió muchas mujeres ocupadas en tejer ropa para el ejército y colgados de pies en los árboles algunos de- lincuentes que habían profanado la casa de las escogidas. En Huancabamba, ciudad principal, cabeza de varias provin- cias, vió con admiración un templo, una fortaleza, un palacio y va- rios edificios notables en que las piedras estaban dispuestas con una labor exquisita. Recorrió en parte el camino del Inca, atravesando un hermoso puente sobre el Huancabamba y allí una especie de aduana donde se cobraban derechos de tránsito. Encontró almace- nes bien surtidos, tambos para los comerciantes, acueductos con- ductores de agua, campos esmeradamente cultivados y todos los indicios de una civilización adelantada. El enviado de Atahualpa presentóá Pizarro unos vasos de piedra, labrados en forma de fortaleza, una carga de patos secos, que hechos polvo servían de sahumerio y varios tejidos finísimos de lana de vicuña, adornados con oro y plata. Dijo que su soberano — 233 — el Inca quería tener á los españoles por amigos y que les esperaba de paz en Cajamarca. Pizarro atendió al mensajero indio con mu- cha cortesía, le instó á que permaneciera en el campamento algunos días y visto que no quería detenerse le despidió cordialmente, ob- sequiándole una camisa de hilo, un bonete encarnado, cuchillos, ti- jeras, cascabeles y algunos otros objetos europeos. La marcha se había hecho en gran parte por los deliciosos valles de la costa que rebosan fertilidad y alegría. Numerosas corrientes que bajan de la sierra, alimentan enesos lugares bosques prolonga- dos de eterna magnificencia. En aquel entonces, la industria delos peruanos mantenía en ejercicio numerosos canales que llevaban la fecundidad á campos extensos, cultivados con esmero y que seme-. jaban bellísimos jardines. Los naturales, francos y de suyo hospi- talarios, recibían con agrado la expedición, y sin mayores esfuerzos la abastecían de provisioxes y vituayas, alojándolos en tambos le- vantados en los caminos por los Incas, para comodidad de sus ejér- citos. Era grato el contraste que ofrecía esta tierra feliz, con las es- pantosas soledades y áridos desiertos que habían atravesado los conquistadores para llegar al Perú. Campos de buen cultivo, pue- blos numerosos y arreglados, daban alta idea del imperio poderoso que recorrían; pero estos indicios manifiestos de grandeza, al par que impresionaban los ánimos, hacían vacilar el espíritu de los ex- pedicionarios, representándoles la temeridad de su propósito. No se ocultó á Pizarro este sentimiento de flaqueza, y para cortar de raíz los males que preveía, si el desaliento de los menos llegaba á contagiar á los demás, los arengó, diciendo: “Los que desconfíen del éxito dela empresa ó teman sus peligros, pueden regresar á San Miguel. La guarnición que ha quedado allí es corta y no estará demás el reforzarla. Aquellos que prefieran quedarse, tendrán repartimientos de tierras é indios como los pri- meros vecinos. Yo seguiré adelante conlos que se hallan dispues- tos á arrostrarlo todo. Sean estos pocos Ó muchos, estoy segu- ro que un corto número de valientes bastan para alcanzar la victoria.” - Nueve expedicionarios, cuatro infantes y cinco de á caballo, O qe únicamente, se aprovecharon de este permiso. El resto sintió re- animado su entusiasmo y reforzadas sus esperanzas con la mag- nánima resolución de su jefe. Mandó Pizarro, con los que regresaban, los regalos recibidos del Inca, á San Miguel, junto con una carta en que refería á los vecinos los sucesos del viaje y las grandezas del país, recomendán- doles conservar la paz con los naturales de la comarca. Luego, com- pulsando las noticias adquiridas, en la inteligencia de que la ruta por la sierra podía ser peligrosa, abandonó el camino de Huanca- bamba y emprendió por el Sur en dirección á la costa. En esta vuelta, á lo largo de los despoblados de Sechura, sutrieron mucho por falta de agua los expedicionarios, hasta que alcanzaron la ve- ga de Motupe, en donde descansaron cuatro días, siguiendo luego la marcha, por entre áridas colinas y llanuras desoladas, para en- trar en los fértiles campos que forman las provincias de Lambaye- que y Chiclayo. De allí siguieron á Cajamarca, y se alejaron del territorio de Piura, para ir al encuentro de Atahualpa. La colonia de San Miguel, mientras tanto, afirmaba su influ- jo, manteniendo obedientes á los pobladores de la costa. Su vecin- dario, como una plaza de guerra fronteriza, conservaba disciplina militar, dispuesta á servir de refugio en caso de retirada necesaria, y á hospedar los refuerzos que se habían pedido y que estaban por llegar. Poco después de la partida de Pizarro, se presentó el Mariscal don Diego de Almagro con tres buques y doscientos soldados. Ha- bía salido de Panamá algunos meses antes, y arribado á las cos- tas de) Ecuador con ciento cincuenta hombres, donde después de graves penalidades logró que se le incorporaran cincuenta más alis- tados en Nicaragua, y tuvo la suerte de encontrar un buque proce- dente de Túmbes, que le dió noticias de la colonia y le sacó de la cruel incertidumbre en que se hallaba, respecto de la suerte de Pi- zarro y el lugar de su existencia. En San Miguel se tenía ya noticia de la captura de Atahualpa. Ciertos espíritus turbulentos, ponderando las riquezas obtenidas por el socio de Almagro, tentaron de sembrar la discordia, estimu- =- 235 — lándole para que emprendiera conquistas por su cuenta; pero tan mezquinos consejos no lograron seducir al viejo militar. Envió aviso á Cajamarca de su arribo, y con la respuesta de Pizarro que lo invitaba á participar de sus triunfos, emprendió la marcha para unírsele. En el camino, habiendo descubierto que su secretario Ro- drígo Pérez, escribía pérfidamente cartas alarmantes para sembrar recelos respecto á sus intenciones, le mandó ahorcar, haciéndole rápida y expedita justicia. Junto con Almagro, salieron también para Cajamarca el teso- rero Riquelme y demás oficiales reales. Ocupados allí en la reunión del rescate de Atahualpa y en des- pachar emisarios al Cuzco, á fin de apresurar la remisión de los te- soros, poco se preocupaban de la colonia de San Miguel; pero Piza- rro que conocía su importancia, despachó á Sebastián de Benalcá- zar, con nueve hombres de á caballo, para que se hiciera cargo de ella, con el título de Teniente Gobernador, encargándole la defendie- ra y acrecentara, como que estaba llamada á servir de base para ulteriores operaciones. Benalcázar, tan hábil como valeroso, supo cumplir á satisfac- ción las instrucciones recibidas. San Miguel aumentó rápidamente sus recursos, de manera que á poco convirtióse en un centro de cier- ta importancia. Cuando Pizarro, después de la ejecución de Atahualpa y la dis- tribución de su rescate, emprendía para el Sur en demanda del Cuz- co, la colonia de San Miguel impuso respeto á Rumiñahui que se había alzado en Quito, y se mantuvo exenta de conflictos en medio de los disturbios que provocara la desastrosa muerte del Inca. Por entonces llegaron de Panamá muchos aventureros, y el vecindario español se acrecentó considerablemente. Como circularan abultadas consejas sobre las riquezas acumu- ladas en Quito durante el reinado de Huayna Capac, que había he- cho allí su residencia y el asiento de su gobierno, los vecinos de San Miguel instaron á Benalcázar para que emprendiera esa conquis- ta. En vista de la resistencia de éste, celebraron sesión pública en cabildo y declararon que si el Teniente Gobernador no los acaudi- llaba, elegirían otro Capitán para la empresa. Al mismo tiempo vinieron noticias de que Pedro de Alvarado, Gobernador de Guatemala, (á quien había excitado con sus infor- mes el piloto Fernández salido de San Miguel, de riña con Benalcá- zar,) se preparaba, por su parte, con una fuerte expedición para in- radir el Ecuador y tomar su capital antes que los del Perú pudieran estorbarlo. Tales nuevas, reforzadas con los datos traídos por Ga- briel de Rojas, á quien Alvarado había impedido alistar gente en Nicaragua,despojándolo de los buques que mandaba,pusieron al col- mo la excitación de los aventureros. Su codicia exaltada les hacía contar perdido para ellos el botín de Quito, sino se apresuraban á tomarlo. Benalcázar, aun cuando carecía de órdenes para abandonar la colonia, en presencia de tal situación no pudo permanecer tranqui. lo. Creía lo mismo que todos en las opulentas riquezas acumula- das en Quito, que de acuerdo con los demás éstimaba próximas á ser aprovechadas por otros. Sus subordinados le presionaban de un lado, y del otro, su propia ambición le atraía en igual sentido. No pudo resistirse. Reunió con diligencia cuantas fuerzas pudo alistar y con dos- cientos infantes y ochenta caballos, emprendió sobre Quito. Lle- vaba por Alferez Real á su pariente Miguel Muñoz, por Maestre de Campo á Halcón de la Cerda y por Capitanes á Francisco Pacheco, Juan Gutiérrez, Juan Días Hidalgo, Diego Daza, Pedro Tapia, Alon- so Sánchez, Pedro Añasco, Hernando Rodríguez, Pedro Villar, Bal- tazar Ledesma y Francisco Tovar. Nombró Teniente Generalá Juan Ampudia y capellán al franciscano Marcos Nisa que ade- más servía de intérprete. Congregó un cuerpo considerable de indios auxiliares y al fren- te de su pequeño ejército, salió de San Miguel á mediados de octu- bre de 1533, llevando los votos que hacía el vecindario por su triunfo. Era la primera expedición que se armaba en la colonia y en ella se cifraban grandes esperanzas de provecho. En momentos de partir llegaron emisarios de los Cañaris, pidiendo auxilio contra el furor de Rumiñahui que trataba de exterminarlos y este nuevo mo- tivo acrecentó el entusiasmo de los conquistadores. Tomando por el camino más corto:se internaron á la sierra, no DB — sin sufrir algunas penalidades al pasar los despoblados; pero una vez en el territorio de los Cañaris, reforzados con algunos miles de éstos, atacaron á Rumiñahui en Tiocajas, donde se libró sangrienta batalla, quedando la acción indecisa. Poresta fecha se instaló una pequeña colonia á veinticinco le- guas de Paita, en el lugar conocido con el nombre de Monte de los Padres, en el que sejuntan tres valles, no lejos del delta que tra- zan el Chalaco y el Santo Domingo, dando campo á las fértiles ve- gas de Morropón. Allí, poco antes de que desemboque en el Piura el pequeño Charanal que baja de las sierras de Frias, atraídos por la feracidad del sitio, se establecieron algunos soldados venidos con sus esposas y familia, pues parece que en aquellos tiempos las muje- res participaban también del impulso aventurero que dominaba á los hombres. Allí se aclimataron pronto viñas, higos y. otros árho- les traídos de Castilla, pues apesar de sus tendencias guerreras, los aventureros de entonces no descuidaban trasportar semillas y plan. tas útiles. Allí se radicó un centro de población española, que sir- vió para que se trasladara poco más tarde el vecindario de San Mi- guel, porque su primer asiento en Tangarará resultó insalubre; y de allí le viene el nombre de Piura á la ciudad actual, por ser el pro- pio de ese valle que ha prevalecido sobre el que le pusieron sus fun- dadores, aun cuando no se ha perpetuado en el mismo sitio. Al partir Benalcázar, salieron con Gabriel de Rojas, para unir- se en el Sur á Pizarro, como treinta hombres de á caballo. En San Miguel solo quedaron por guarnición veinte hombres de á caballo, aparte de los vecinos, y por Teniente Gobernador Juan de Soto; pe- ro luego llegó Almagro con un grueso destacamento, que venía per- siguiendo al general quiteño Quisquis quien conlos restos de su ejér- cito batido en el Cuzco se replegaba hacia el Norte. Sabedor de la expedición de Benalcázar, continuó Almagro al Ecuador, llegando á tiempo para decidir su conquista y atajar las pretensiones de Alvarado que había invadido el territorio, subiendo 4 la sierra desde la bahía de Caraques. No obstante que la conquista de Quito no produjo los resulta- dos que se esperaban, en cuanto á los tesoros que se creyó encontrar acumulados, fué de gran trascendencia para arraigarel influjo es- — 238 — pañol. Con ese golpe quedó destruído el dominio del imperio, ha- biéndose fijado y reforzado casualmente, por fortuita coincidencia, la fuerza española en el Norte, en los momentos precisos, y en el teatro mismo donde concentraban sus tropas los generales de Ata- hualpa. El antiguo poder de los Incas sucumbió allí, en la con- quista de Quito. La resistencia posterior no tuvo ya carácter de unidad, ni el prestigio suficiente para uniformar las voluntades. El imperio desorganizado por la anarquía, destrozado por los com- bates y abatido por las alianzas parciales, falto de fuerza moral, cayó entonces para no levantarse más, al mismo tiempo que hacía terrible erupción el Cotopaxi, aterrorizando por igual con sus estu- pendos estragos á los indios y á los españoles, que á sus faldas lu- chaban á muerte para asegurar su predominio. Para San Miguel, la conquista de Quito resultó provechosa, porque acrecentó su importancia comercial. Los Incas habían construído dos caminos de grande aliento. Uno cruzaba porla sierra desde Pasto hasta Chile, teniendo cosa de seis metros de ancho la calzada, con tambos bien provistos de cuatro en cuatroleguas y pos- tas ó guardias de indios de media en media legua para el servicio. Otro por la costa atravesando los llanos en toda su extensión, desde Tumbes hasta Chile, con cinco metros de calzada y dos al- tas paredes que lo defendían de la arena. De Quito directamente al mar por la costa ecuatoriana no había camino. Huayna Ca- pac intentó construir uno desde las riberas del Guayas, pero no lo consiguió; y el tráfico para Quito, en consecuencia, muchos años se mantuvo por la ruta de San Miguel y el puerto de Paita. Hacia este tiempo, calmados los alzamientos indígenas, se contrajo Pizarro á organizar su gobierno. Fundada la ciudad de Limacon elnombre de Los Reyes, para formarotro centro de cultu- ra española, que hiciera escala en el camino de San Miguel, pasó al ralle de Chimá y echó los cimientos de Trujillo, que poco antes había escogido Almagro, con idéntico objeto. Desde allí impartió órdenes para que se atendiera al adelanto de los pueblos y confir- mó á Benalcázar en el gobierno de Quito y á Juan de Soto como Teniente en San Miguel, acordando gracias y mercedes entre sus servidores, las que se traducían casi siempre en repartimientos de indios y tierras próximas á las ciudades recién fundadas. La organización anterior de los Incas, en cuanto al régimen de gobierno en los pueblos, quedó subsistente, conservándose la au- toridad de los caciques. Había tres clases de indios que consti- tuían diversas gerarquías, Curacas ó Caciques, Hatunrunas y Ya- naconas. Entre los Caciques, unos eran principales ó cabezas de gobierno que imperaban en toda una región como primeras perso- nas y otros menores como segundos ó subalternos que, bajo la or- den de los primeros, regían los ayllos ó parcialidades. Cada pue- hlo contaba diez principales obedientes al Cacique de mayor gerar- quía Ó á su segundo durante la ausencia de éste. Los Hatunru- nas formaban el comán del vecindario, consagrados al trabajo, agricultura é industrias, siendo la parte laboriosa de la población y por consiguiente la que soportaba las cargas del reino. Los Ya- naconas constituían una especie de servidumbre, distribuídos cual repartimientos por todo el territorio, consagrados á las labores más rudas, como cargueros, ayudantes ó domésticos. Los españoles respetaron estas instituciones, que facilitaron su dominio. En consecuencia, los caciques, sostenidos en sus puestos, y se- guros de la obediencia de las clases inferiores, no trepidaron en reconocer la autoridad española, que aparentaba considerarlos y que los dejaba libres para explotar á sus gobernados. Los Yanaco- nas, acostumbrados de muy atrás á la servidumbre, con viejos re- sentimientos que cobrar, cambiaron fácilmente de señores, ansio- sos de compensación y de revancha. Ambas clases, escuchando in- conscientes los dictados de su egoismo, contribuyeron á facilitar la conquista y á consolidar su predominio. En pocos años la transformación del país fuécompleta. Pizarro pudo contar con una nación sumisa y con un poder relativamente cimentado; pero pronto las disrordias entre los colonos envolvie- ron al país en graves desórdenes, provocando un alzamiento de las indiadas en el Sur que no se propagó en el Norte, pero que causó in- quietudes á San Mignel. El 26 de junio de 1541 fué asesinado Pizarro en Lima. Sus ase- — Y40-— sinos, los partidarios de Almagro, proclamaron por Gobernador al joven don Diego, y éste mandó por Teniente al Norte, á García de Alvarado, que se apoderó de San Miguel. En el camino, habiendo hecho prisioneros al camarero del marqués difunto, Alfonso de Ca- hrera y otros dos compañeros, Hernando de Villegas y Bernardino Vozmediano, que andaban porel valle de Santa invocando resis- tencia, los condujo á la colonia, y en la plaza pública los mandó ahorcar por amotinadores, siendo esta la primera ejecución hecha en San Miguel, de que se conserva memoria. Algunas extor- siones practicó allí García de Alvarado, y se volvió al Sur á unirse con Almagro, para morir en el Cuzco á manos de su propio caudi- llo, por culpa de su carácter inquieto y presuntuoso. En medio de estos desórdenes se presentó Vaca de Castro, co- misionado regio, encargado por el gobierno español de pacificar el país, :4 Recibido en San Miguel con lisongeras atenciones, pasó á Tru- jillo, y con los elementos de estas ciudades, más los de Quito y Guayaquil, organizó un cuerpo de tropas regulares, queenvió al valle de Jauja, mientras él siguió para Lima, de donde, después de varia- das operaciones militares, alcanzó á los almagristas en las llanu- ras de Chupas, obteniendo una completa victoria el 16 de setiembre de 1542. El hijo de Almagro subió al patíbulo, y por segunda vez se apaciguó la discordia. Vaca de Castro consagróse, como lo había hecho antes Piza- rro, á regularizar las formas de la administración. Mandó á Pe- dro de Anzures á San Miguel, como visitador, y éste secuestró allí $ 18,000 á N. Santiago acusado de cómplice de Almagro, y regresó á Lima, dejando tranquila la colonia. Indios y españoles comenzaban á relacionarse, vinculándose por los lazos de familia. La autoridad política y la propaganda religiosa, tendían á amalgamar los intereses de ambas razas. Por entonces se operaba profunda transformación en el modo de ser del país, en su comercio, hábitos y costumbres. Los es- tragos de la guerra habían sido tan considerables, que por do- quiera manifestábanse sus huellas. Los antiguos caminos del In- d | ñ 1 241 ca, cortados y destruídos en muchos puntos por razón de exi. gencias militares, tanto por los españoles como por los indios, en interés del ataque ó de la defensa, ya no podían traficarse con seguridad. En muchas partes ofrecían barrancos infranqueables por la destrucción intencional de las calzadas ó por los efectos naturales del abandono y los rigores delclima. La condición, por Otra parte, del comercio que se establecía con la costa para procurarse artículos europeos, reclamó otras rutas. De Quito tra- zaron un camino hasta Guayaquil, que no obstante ofrecer mu- chos malos pasos, por acortar considerablemente las distancias, disminuyó el tráfico que se hacía por San Miguel, que no ganó ya en importancia, por razón de su insalubre clima, y por haberse cambiado hacia esta fecha su primer asiento, trasladándose al valle de Piura en busca de aires más sanos. Támbes había contimuado su marcha de decadencia. Don Alon- so Enriquez de Guzmán, que lo visitó en 1555, declaró ante el es- cribano público de San Miguel, Pedro de Najera, entre otras mu- chas particularidades de su viaje, que allí residía no más que un español, y que sólo existía bien labrada la casa del señor de la tie- rra, el Curaca, que tenía paredes de adobe á modo de ladrillos, con muchos colores muy lindos pintados y barnizados, y con techos de paja tejidos con gran primor. Respecto al camino que salía de Tumbes, corriendo la costa, dice: “es un camino derecho sin torcerse, muy Hano entre muchos y altos cerros pelados sin yerba ni árboles. En muchos de ellos, así en los altos como en los bajos, hay infinita arena que los vientos suben y llevan, dándoles á veces ála distancia el aspecto blanco delos nevados. El camino es tan ancho que caben seis de á caballo. De una parte y otra tiene pa: redes de dos varas y media de ancho y seis en alto, en algunas partes, y en otras, menos, con árboles del lado del campo, gran- des y espesos para dar sombra, plantados á mano y que verda- deramente son algarrobos que producen fruto. Cada tres leguas hay una casa ó tambo, suntuosamente edificada, para cuando es- te señor, Huayna Capac, iba de Túmbes al Cuzco,” Este camino permaneció abandonado. Rotas las antiguas rela- ciones entre los pueblos, no había corrido tiempo bastante para que se iniciaran otras nuevas. Túmbes no reunía atractivos sufi- cientes para radicar allí á los españoles. Como puerto era una pla- ya abierta y sin abrigo, que sólo frecuentaban los buques muy de tarde en tarde. El comercio de los indígenas con el Chocó estaba suspendido, en los alrededores no se ofrecían minas que alentaran la codicia y los pobladores muy disminuidos por las calamidades su- fridas, vejetaban en pobreza deplorable, aún cuando prevalecía la creencia de existir allí una mina de esmeraldas, cuyo venero habían ocultado, según se decía, intencionalmente los indios. En 1540, el padre Valverde, ya obispo del Cuzco, fugado de Li- ma con motivo del asesinato de Pizarro, se refugió en Tumbes, pa- ra caer víctima de la venganza de los indios de Puná álos que qui- zo catequizar. La conquista estaba consumada, Elvasto imperio delos In- cas, con rapidez que confunde y turba la calreza, cayó desmorona- do al empuje de un grupo de aventureros. Derrumbáronse los ca= minos, se obstruyeron los acueductos, se relajaron los vínculos que unían los pueblos, se arruinaron las ciudades indígenas y los tem- plos y las fortalezas quedaron reducidos á escombros á la vez que las pestes, la guerra y las miserias consiguientes, disminuían en pro- porción alarmante el número de pobladores. Si la destrucción material había sido estupenda, las pérdidas en el orden moral las sobrepujaron en mucho. Perdióse el hábito del trabajo, las buenas costumbres, el orden y la justicia. Nada ni na- die quedó en susitio. Las clases elevadas se extinguieron consu- midas por sufrimientos indecibles, cayendo abatidas por la pobre- za á confundirse con el vulgo, y las gentes inferiores, padeciendo pro- fundo malestar, disminuyeron, segadas por la opresión al combinar- se con la anarquía y el despotismo. Bajo tales auspicios comienza nueva era; se inicia el gobierno colonial, perdidos para el imperio del Perá su autonomía, su nombre y hasta la conciencia de sus derechos. (Continuará) > MM ARÁáA RA — 243 — VIAS AL MADRE DE DIOS El supremo gobierno, deseoso de dar á conocer las vías que comunican el Pacífico con nuestra aún poco conocida región fluvial del oriente, estableció la Junta de Vías Fluviales, con el objeto de que organizara expediciones que hicieran estudios y levantaran planos de las regiones que recorrieran. Dos de estas han cumplido ya su comisión: la de Eten al Marañón y la de Mollendo al Madre de Dios. En este número de nuestro Boletín principiamos á publicar el detallado trabajo de nuestro so- cio corresponsal señor Briining, que acompañó al señor Mesones Muro en su expedición al Marañón, ilustrándolo con algunos foto- grabados y croquis; y á continuación insertamos la nota que el jefe del Archivo de Límites nos dirije, enviándonos ejemplares de los ma- pas que la comisión al Madre de Dios ha levantado recientemente, y uno de los cuales, el del Huari-huari y alto Tambopata, hallarán nuestros lectores al final de este fascículo. He aquí la referida nota: Lima, á 27 de junio de 19083. Señor Presidente de la Sociedad Geográfica. SP. Cumplo con el mayor agrado el encargo dela Junta de Vías Fluviales, al remitir á U..á más deochenta clisés con vistas de dis- tintos puntos de las montañas del Marañón, Tambopata, Madre de Dios é Inambari, los siguientes planos, cuya inserción en el Bo- letín de esa Sociedad, que con tanto acierto y entusiasmo U. presi- de, sería de interés: 1,000 ejemplares de la rectificación de las cartas de Raimondi en los ríos Huari-huari y alto Tambopata, por el alferez de fragata don Germán Stiglich. 800 ejemplares del plano del río Tambopata, por el mismo, 0 — 165 ejemplares del plano del camino de Sandia al Huari-huari y senda eje del camino Forga entre el Huari-huari y el Tambopata, por el ingeniero don Fernando Carbajal. 950 ejemplares del plano del Madre de Dios, por don Germán Stiglich; y 1,000 ejemplares del plano del río Inambari, porel ingeniero don César A. Cipriani. No habiéndose aún terminado la impresión de los distintos tra- bajos que á esos mapas deben acompañar, creo conveniente hacer una suscinta explicación de ellos. Por decreto supremo de 22 de abril de 1901 se creó la Junta de Vías Fluviales, á la que, entre otras atribuciones importantísimas, le tué designada la de proponer al ministerio de relaciones exterio- res el envío de comisiones científicas á nuestra región oriental con el objeto de explorarla, estudiar los intereses industriales allí radi- cados é insinuar las reformas administrativas más convenientes. La Junta dió principio á su patriótico cuanto difícil cometido celebrando un contrato con la casa Forga de Arequipa, para la construcción de un camino é implantación de una línea telefónica desde Sandia al punto en que empieza á ser navegable por lanchas á vapor el río Tambopata y organizando una expedición para el estudio del varadero ó 1tsmo que comunica el río Serjalí de la hoya del Ucayali con el Caspajalí de la del Madre de Dios,esto esel paso de Fiscarrald. Mandó después al ingeniero Eduardo Habich (hijo) para que acompañara á los señores Mesones Muro y Enrique Brii- ning en los trabajos que se proponían hacer sobreel camido de Eten al Marañón, y, finalmente, envió expediciones á los ríos Tambopa- ta, Madre de Dios é Inambari, acopiando hoy con especial perseve- rancia y recomendable empeño, multitud de datos para emprender nuevos estudios en otras zonas de la montaña. La expedición á los ríos Madre de Dios y Tambopata, en que iban, como jefe, el señor José S. Villalta, como ingeniero el señor Fernando Carbaial, como marino el alférez de fragata de la arma- da nacional don Germán Stiglich, y como médico, encargado de es- tudiar la climatología, flora y fauna de aquellos lugares, el señor don Mignel C. Maticorena, salió del Callao el 3 de febrero de 1902, > llegando á Puerto Markham, en la dis:mbocadura del Vacamayo en el Tambopata, el 29 de marzo, de donde partió el 2 de junio en dirección á Puerto Maldonado, situado á la margen izquierda de. la desembocadura del Tambopata. En el trayecto, el ingeniero Carbajal levantó el plano del cami- no recorrido desde Sandia al Huari-huari poco más abajo del punto en que afluye á este último río el Chunchusmayo, y desde ese sitio á Puerto Markham; camino de una extensión de 221 kilómetros. e su estudio, con designación de las distancias recorridas, alturas sobre el nivel del mar, vados en los ríos Sandía, Huari- huari, Rosa- rio, Vacamayo y sus respectivos afluentes, trata el plano del señor Carbajal. En cuanto á los planos del señor Stiglich, el primero es una rec- tificación de las cartas de Raimondi sobre el curso de los ríos Huari huari y Tambopata, el segundo se ocupa detalladamente de este último y desus afluentes y el tercero fué hecho por orden del señor Vi- llalta, quien comisionó al señor Stiglich para que remontara el Ma- dre de Dios y determinara las coordenadas que fuera posible, tanto en este río como en el Inambari y Manu. En el tercer plano del se- ñor Stiglich, además, se encuentra trazado el curso probable del río Paucartambo. (1) Los resultados de la expedición al Tambopata, como se vé, no pueden ser más importantes; ellos han revelado puntos antes igno- rados por la geografía de esa importante zona de nuestro territo- rio—cuyas fabulosas riquezas han sido descritas desde tiempo inme- morial con el más atrayente colorido por nuestros connacionales allí radicados, pero que nunca había sido estudiada con fines pura- mente científicos—y servirán para llenar los vacíos y corregir los errores en que, sin poderlo evitar, incurrieron el sabio Raimondi y otros géografos de menor nota. Pero, para que los trabajos sobre el Madre de Díos., río íntegra- mente peruano y cuya parte alta apenas es conocida, fueran com- (1) Estudios posteriores han comprobado que el Paucartambo pertenece á la ho- ya del Ucayali, pues el misionero domínico Zubieta ha descubierto que este río no es otro que el Yavero, anluente derechodel Urubamba. — 246 — pletos, no bastaba el estudio y levantamiento de planos de los ríos Tambopata y parte del Manu y boca del Inambari; era necesario, además, explorar este último río, el más rico afluente que recibe el Madre de Dios en su largo curso y que ha sido erróneamente con- siderado por algunos como su origen principal. A llenar esta pri- mordial necesidad, obedeció el nombramiento del ingeniero don Cé- sar A. Cipriani que recorrió, no sólo el Inambari en toda su exten- sión á partir de su afluente izquierdo, el San Gabán; sino también una gran parte de sus caudalosos afluentes, el Vaguarmayo y el Marcapata.—Del estudio del Inambari y de sus ya expresados afluentes, con indicación de la velocidad de corrientes, de sus pro- fundidades, rápidos, depósitos de leña en sus orillas, perfiles y pun- tos hasta donde son navegables, trata el plano levaartado por el señor Cipriani. Antes de terminar, y teniendo en cofisideración los perjuicios que para el perfecto conocimiento de la geografía oriental acarrean las confusiones de nombres, me permito llamar, su ilustrada aten- ción hacia lo siguiente. En cl plano del río Tambopata levantado por el señor Stiglich, el punto situado en la orilla occidertal de la desembocadura del Vacamayo aparece con el nombre de Puerto Seco, y con el de Puerto Markham el que se halla en la misma ori. lla de la desembocadura del río Imatu ó Távara. Aunque en realidad deberían conservarse dichas denominacio- nes, pues el propósito de la Junta ha sido ofrecer al ilustre historia- dor y geografo Markham un testimonio de la estimación y simpatía con que el Perá lo recuerda, dando su nombre al lugar donde princi- pia la navegacióná vapor en el río Tambopata,que es la desemboca- dura del Távara, y Puerto Seco fué la designación con qu- primiti. vamente se conocía el punto situado cerca de la margen izquierda de la desembocadura del Vacamayo, como, por datos suministra- dos por las personas que habitan en las inmediaciones del Tambo- pata, resulta que hoy ha desaparecido el nombre de Puerto Seco que correspondía al segundo para ser sustituido por el de Markham, pa- rece conveniente aceptar dicha innovación introducida por la cos- tumbre, llamando en lo sucesivo Markham el puerto situado cerca Pi ¿+ ec 0 ¿pd PS so E de la desembocadura del Vacamayo á los 72%1' 18”7 de longitud occidental de Farís y 13% 31/57” de latitud austral. Al dejar cumplido el honroso encargo de la Junta de Vías Fluyia- les, me es grato ofrecer á U., señor presidente, las seguridades de mi especial y muy distinguida consideración. Dios guarde á U. CirLos LARRABURE Y CORREA. AO Premio bi-anual.—El Consejo Directivo de la Sociedad Geográ- fica de Lima, en sesión de 19 de mayo del año en curso, aprobó el informe de los señores fosé Toribio Polo y Ricardo García Rosell, recaído en una proposición del señor José A. de Izcue, creando un premio consistente en una medalla de oro, que la Sociedad concede- rá cada dos años, á fin de estimular á los que se dedican á trabajos geográficos nacionales. Las conclusiones aprobadas dicen así: 1* La Sociedad establece un premio de honor consistente en una medalla de oro que será otorgada cada dos años el día 22 de febrero, aniversario de la fundación de la Sociedad, al mejor traba- jo escrito sobre geografía peruana ó la más notable exploración realizada durante cada bienio en el territorio nacional, dándose la preferencia de modo alternativo una vez á las exploraciones y otra á los trabajos escritos. 2* Este premio será otorgado por una junta de cinco socios nombrados por el Consejo Directivo. 3% Eljurado deberá emitir su dictamen indefectiblemente en la primera quincena de diciembre del año que antecede al del premio, de modo que dicho dictamen pueda ser discutido y aprobado por el consejo directivo y por la junta general. 42 La Sociedad acordará el peso y dimensiones de la medalla, así como su grabado é inscripciones y procurará dar al acto de la adjudicación de ella, la mayor solemnidad posible. — 248 — OBSERVACIONES TOMADAS EN SAN IGNACIO, CAILLOMA, ' DEPARTAMENTO DE AREQUIPA MARZO, 1903 ¡| ABRIL, 1903 m Mínimum Aguacero y Mínimum | Aguaecero £ |[Máximuam|-— | e £ |[Máximum — Ve eta a Bajo cero Pulgada inglesa = Bajo cero |Pulg. inglesa 1) 14.— e 11 13.5 4 5 1 211.5, | 4= 1 2 14 5 Si 8) 12.— l. — ALZAS: 8.— 4| 12.— 5.— 4 16.— Dd e q AL qa: 4 6 15.5 Do 14 6 14.5 2.5 E 7| 13.— 5.— Ud A o + Soo pa - 1 gir ara e 9| 16.— 10.— oa 7— 3.— 10| -16.— e O 2.— 11 16. --- 7 | 111 12—= 8.— 19 15.— 4.— (DIST 1. — 131 12.— 3.— 13, 14.— S.— ALO. 1 2 EA hs 1519. — ES 2 151 14. 5 pee 16| 16.— Es 1 16 1 grEl ay 14 47 a 17 13: 18| 15.— l— | 18 14. 5 Eb UN 13. 2.— + [TOS B19 20| 12, — Po El 90 14.— a AÑ io Gr 2 o LÑ aa 32 dE: AL A == 23 13, — 5 El 93| 17 ge YA == 4. DANS SANO MS a 1 951 15 10. 5 nl A e El 96 13.— Si O TA. — 4,— + 211 11.— 4. 5 28| 12.— > 3 98s| 12. 5 8 5 29) 13— |, 6.— 1 291-1058 382.5 + 30 14.— 1.— 301 8.5 6.— 3 Sul 6 ARO A - -Máximum 16.— [Máximum 17.— Mínimam —10. Mínimum -—10. 5 Máximum término medio 13.57 [¡Máximum término medio 19.87 Minimum témino medio —4.01 [Mínimum término medio --5.97 Aguacero 4.4” |Aguacero 1 H. HOPE JoNESs, Socio Corresponsal de la Sociedad Geográfica de Lima. - == DST TZ VA HIRE — == = A a sy ARE EE EN | | f . . | . | . A > ya nato o === ==--.- LOL 30 TUD DABA | UA AA . ( W ERE Ja -- ES SY NE TS 47 E z Y iz ps i ES A E .mDEÉ q Ñ e — “2 == o a E a y y z = — Y E O, => y) 2» o ES w 3 « o Z = 1 z YE e [e] E = 5 z s 5 S S Ñ mi o, > —— x MONTE BELLO z < x= E n < z RO ELA y ur? Pos > Coen 4, lO Muexo-cacm o cuyo cuyo . años O Nacco, ¡URUNANE ne gue RECTIFICACION DE LAS (GARTAS DE RAIMONDI EN Los RIOS 7 HUAREHUARI v ALTO TAMBOPATA Y SUS VIAS DE COMUNICACION POR EL ALFEREZ DE FRAGATA DE LA ARMADA NACIONAL D" GERMÁN STIGLICH Dibujado por RAFAEL E, BALUARTE Lima — 1902 NOTA: — HAY DIFERENCIAS HASTA DE 16 MILLAS AL SUR Y OESTE. 4 E «LIT TIP. e FABBRI SUC DE FABBRI MOS. LIMA —PERÚ: 4 ' > DEPAR TA JNIEIN TOS > 2.1 === - ROVINCIAS 120 > O — DISTR ITOS » 787 Depart, amento Capital,—Cindud E Procincia de Aimaraes, —Cupital Chal pita. e eta res Capital Chnlhuanca. > 3 PROVINCIAS SHO Ci 5 DISTRITOS Provincia de Huamanga.—O: pronta da re oleRURaDA Soraya Si Inpital Ayacucho, De t E 'ongará.—Capit 7 hnlhoane: A 0 7 DISTRITOS y ari 6 nisTrIr apta] Sn Oros Olhapimarr n CopalEpion AESEN EOS Sa a z Ao ON Cico De % 5 OR Ayncucho o de y la Ml 0) = O 1 Cárl Peorincia de Andahuail Chiara a a La Sir partamento de Huánuco as Poco Shipasbumba per Capital Andahunilas| Qhinua Pambille A PROVINCIAN: 5) DISTRITOS | Capital. —Ciudud de Huánuco, Departamento de la Lib | ¿ E e PISTRITOS o rorincía de «Aeomnyo.—Capita | 3 PROVINCIAS PE = Libertad prortmcta de CROATAS Oo O honilas as TO A de Acomayo. Provincia Dor de Mi DOES pital, — Ciudad de Trujillo. | Departamento de Loreto P 1 17 DISTRITO a ln Huamangnill R DISTRITOS ; oO] Rondocán | er A U'PLOVIXCIAS—50 DISTRITO: | Capital.—Cindad de Iquit AS NS alan sal MANE = Jerónimo amangoilla concha on 06: DISTRITOS rovincia de 3) ue 08 $ al Asángaro. e o Enuncara Sart EAN Laricocha Sungarará EE y de Huamachuco. - Capital Hoamach 6 PROVINCIAS.—83 DIST 13 pistrrros aro TO dS Omán pi Di de 1 Provincia de Ana. —Capital A IA Euunnol 5 DISTRITOS aohuco| Provincia dle lío Amazonar=0 es AA Potosí Ohuqu uinjale Mocinría de. AMADO MD Om orincia de La Mor.—C ¿Capital Anta, Jesús Ahueo Es Amazonas=Cnpital Yor Arapi Poton Oo quibamba os tabamba.—Cupical Antabamba, m.—Onpital San Mignel Anti A DISTRITOS. Ohupán Obas | Anrcabal Sarín | $ DISTRITOS urimagols Asingaro Papaja alcas E olás A 5 DISTILITOS Anta 1 Pachas Sanagorán Sartimbamba | Asillo Putina bae Son Nicolás 7 5, Antabamba moros Anco s ontocenda Amitambo Provincia de H | Joboro: Caminnel Samán Loimobamba bamba Oropesa Paohaconas Chíilcas San Miguel S ica mamalie.—Capital Llat Provincia de h ROA OS SANTA Levante oo: Sabino ¡Ou 'Pambo' Provincia de Galán, 6: e lata. ¡ciar de Otuzco.—Capital € O O A O a ASQulA Provincia de Cotabambas.—C. nl + —Cnpital Calca. IDAnCA Y T DISTIUITOS 4 pital Otuzco |'Calhmapanas Santa Cro Muñani San José a Totora 7 ad Tambobamba. Prorincia de Lucanas Ci y o Huecalbgnba mod BEEN rs | Provincia de Hajo A a 1 rosincla AAA Cotaba RITOS anas —Capital Poquio Piñac nacrachuco Pinra HATANO Dinzco a de Bajo Ayázonas.—C. 'rovineia de Ca Ñ ió ua veabilla Mara Kucorá 14 DISTIITOS co hue a Singa Uat Dal 5 DISTIN As to o O DISTIUTOS Ha , ari AUCOTÓ, a, vovincia de ( » Tnoma Sincicap | IS D DE TRIO luquira . Cabana Paíco anar—Capital Y A Provincia de Huánu mí v Iquitos Ajo: * 7 da A Hunillati Tambobimba Carhuiwnca Pugquio y Pos AUNOCA, Ms co.—Capital Huánuco. Marmot squid Loreto Porinart JUST ES Colón pa Ohipát Querobamba Coporaque in Ghinchno ADISIITOS Provincia de Pacasmayo. —Capital o S Coast MNacusaol aida ucan Sincos peca lcornro > Panno "—Cupital S | "rovin Goran: Mac! Jamalea | Departamento de Arequipa Daramata SiwJnan Lacguí Pichi Aaa POruda dle Lloc AS Provincia de Huallago. Capital Saposon eucaro! Dalcayos mud Capital. —Oludad de Aye Otoca Santa Lucía Layo CAUaoca Huánuco Santa María del Va Chepá A naTOS A DISTRITOS Lonya E ds le Arequipa. Sorns 5 , Yin el Valle ah REGION Jusufuí , Lonya chico Ingo. 7 PROVINCIAS —17 DISTRI 1 rovincia de Canalla. —Ca = ¿uadalupe Pneblo Nuevo Prol Sapo: "provincia de € 3 RITOS. rovincia de Pe Ca —= E "chi Saposom Auca 01 Yamón Provincio de Arequipa — Capital A acia de Parinacoch apital Coracora 6 DISTRITO: plo Sicont: a NS 5 E a ” E Pingo: Marín vor o — 206 —Capital Arequipa. 10 DI5; 0 " s 'ACASIDAYO dro de Llo: | Provincia de Moyo > A te Departame 10 DISTRITOS 10oPa: Colta te apa Prumpamarca Departamento > S > Hoyobomba.—Capital Moy ol P nento de Ancash AJA, ) Coracors Oyolo OD Sicuí € £ Ica Provincia de Parás. —-C | dot SOS A ( > cho Jomoora > Macnganí pod pila, —G tds Capital A 5 DISTRITOS Santa Row upital.—Ciudnd do E ima inca CAS Ran Tinta iudad de Tc 'abamba | Calznd y z 1d do Hunrás | Charente San Juan de Sign: 3) PhFArO Province 3 Pr . 18 DISTIUTO: ndo Ri Juli UNEDY $ PROVINCIAS ñ , Saura Kgivol de Bigo Chumpi "rarca ncía de la Convencrin—C. , LOVINCIAS. 15 DISTIUTOS Bambamare SS Habaun e Pisacol Zopit pi ERES AS—52 DISTRITOS Ohlbionte ds Sigons | Lampa ue pl Onpital Santa Ama. | P9vincia de Chincha. Cs A BalAaya Ongón | Moyobamba Sorltor A Lo a pelo oo llo Fharato puros a 'apital Chincha, | Cidomarquila 7 IN rorfncia de'S Provincia de 1 Ro A Priata Uolinaso e uayopata Santa Am Guasón IN A Soledad | a de San Martin.—Capital Tarapoto le Huanesrné.—Capital Huancané . Do y S va Ñ hucha al Chincha ba llas DNS le 0 DISTRITOS , D DISTRITOS as RT Quequeña Yanabuora epartamento de Caja: 2 | a Yaubo de Mo Fnancaspata (oe Ade (iba E a Pu Cajon ia Sabandía Yura Capital. —Cl marca Provincia del Cuecp | Provincia de Teo,—Cs as ¡¡Shúsuta. San Jos6 da Blta EE po ( o un Doro | 5 , > 0 ludad de Cajamarca. ; 'e apital Cuzco | 1.—Capital Ica Pp. > 1 Lamas ze: Hunne ed ta hiquián Pacllón rorincia de Cnillema Ga pltal O 7 moviera 08111 Ll Dira 3 DISTRITOS s 'eorincia de Santiago de €. Tarapoto Tchupal! Tarneo Honillacayán 'Ticllos ma Capital Cailloma covincia REC ojal 3 pISTIITOS Cueca ES | ; 4 | ap uaaro > OMp! | Provincia de Uenyali.=C Moho Vilquechico ) 10 DISTRITOS ujabamba.—Capitai Co Sun Jorónimo E Sebastián Sun José de 1 po haco | yali.—Capital Co Provincia:de Cs | Achomn 1 = pitai Cajabamba. | p | Palpa San Juan Bavt LQUDN 4 DISTRIT 5 LISI o ajutambo,— Capital Cojatambo, Cabamoonde Liu Jachnehi is | Provincia de Chuwhivileda. Cs 5 | Pueblo nuev Sab ROLES | Cnehicadán ETA Callaría ados | Provincia de Lam y 10 pis a alloma Say '3 La al Santo Tomá AUCO Mollepata S ago de Chue: atalina Einslsan I 2 pital Lamp Ambar ISTRATOS JA TE abarmnba yapullo DI apital Santo Tomás ; o Ynuca del Rosario Mollepa o a o o eo | pa.—Capital Lampa, x Co pa 7 Madrigal Coudubamba Sitacocha Capacmarca pp | Provincia de Pisco. —Cupital Pi P, e iS js Cabanil Pos 'Oporig ja Do S so rovincia de 'aba Cajatambo CEPSA Tnpay A Colquemarca Llusco, RS ECO, peña de Trujillo. Capital Trojillo as Ocuviri Mort a As Deo rea Ola Cajamar Ohumaca Suuto Tomás Huáncano eN 12 Distros === Lampa Pale Po Osón O ua 4 a 9 y Livitaca lille Humay ixca Ascope TON Nola: Pucará Ñ 'changorá , anque sunción | Salas Province Vilnvila O Provincia de Camoná=Opiq Camaná Cajamarca Suc Provincia de P'arnip,—Capital Parar D 0 | cia Litoral o o ma can 13 blemas > Nusclidena IES la e epartamento de Junín [NE NUMTO Simbnl e | ( acc e AO q Atico Fono diana Encañuda Mutará lCenpi Hunuoquita Capital. —Ciudad del Corro de Pi Mocho del IO 'apital.—Ciudral de Moquegna, Ador LDINOn o AO Juani Talioudn ¡0 Máncos Loa AA A E lo Pasco. ir L PROVINCIA, —S DISTIRYTN Atuncolla Julinoa Ar onda ad coña ' Pablo E ¡Earuro OR —30 DIStTITOS Provincia de Moqu SS Cabana Paucarcolla Macat Pueblo Libre Curavoll ao | Provincia de Celendin.—Capital Ci rovineia de Pancartambo.—Capi cia de Humcoyo —Capital E == quegua Capital Moquegan. | EU Piehacani ' Shuploy Pr ALU 7 DIST pital! Colondín ani —Cnpital Pancartambo. D DISTRITO: pd lo A a modo A onineiade ITuarda; 0: háparra ae [econ LrOS 5 DISTRITOS Cole AS Departamer pc o Conta pe OEA 'npital Huarás. o sto Ara USE Chullabomta Shoucos ahmanca Ns ito de Lima Tola CA Chucuito Carhuás 10 pis pital Aplno. Huancapampa di Colquepata Paucartambo H AS de De Moquegua IrormtL da . e Andalua Maca Huesharfa Sorochuco O 1 | Ho ( PROVINCIAS—Ú8 DISTRYTS ON Prorincia de Samtia.—Capital Sand E Aplao Machno-uay rrOadR da/L incia de Quéspicanela.—Capil Proriició de O És 7 > pa , S incia de Contumazá:—01 . ¡tal Uro e jo de Canta. —Capi z ISTIRITOS AuDOta hachas Decora | lunas —Onpitl Contomazá. 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Joyarmd s ca 14 ns pe hd Mar: B DISTIITOR MIMOS Orcot | Provincia le Cañete, —C: Provincia de Araba >, epa Sa Chaquibamba OS Cachón as Ollantarcam Urubamba ls PEE te Capital Cañeto | jubaca.—Capital Ayabaca partamento de Tacna Huántar Sun Márcos + Peorincia de Ti | Cochabamba e sil j | Prorineircde Pasco Capital C [cu al Ñ dá ! Ca UE Taca aja Uco de Islay. Capital Mollendo Concha Elia | 11.Corro de Pasco 'nlango Louvalanná mulas Yríns (Capital provistonul proble INIA 0 S A Cutervo echo De e BR DIStITOS E á | Gunbicus pueblo de Locumba. Capital Cabana Cocachacra JTOS Chigui partamento de | Crina | Mu Chula Santo Domingo Y PROVINCIAS. A 6 pIsTIITOS ; Islay Mollundo gnlip ONTONIE Prado Enanoubanjba Chilca Coca | Suyo Prori ñ 18 DISTINTOS Gorong Pallasen pue uta dle Bombón ono Ma. hs co jan Luis V' Provincia de HI mejo de Arica, Capital Aries 'o ñ IA AA Ta > nmbos A ancayv nyán Prorinei , aneabambr.—C ' rica Vlepo la PDA da de la Unión —Oapitol. Gofóhansi os EN calera Copital Ciao MAS avelica | Huwllay | a de Chancay. Capital Huncho O Capital Hua | 1 pIsTRITOS an pa . ovincia! de Hualgayor=C; nuenvelica ! reovincia de Pomnbamh ze Men 10 DISTRITOS Tualgayoc.—Capital Hua gayoo. 4 PROVINCIAS 20 Pas wincia de Tarmo.= Ci ; ON 3 DISTIITOS ll Belén IL bambo.=Capital Pomady Cotahunsi Puica o Ba T LISTRITOS , Pror 20 DISTRITOS 'apital Tarma Tivari Huancabamba Si Codpa Llata Llompa 5 pisTIIrOs ambar Charcana Quechonila as San ineva de Angardr —Capital Lár Acohamh 10 DISTRITOS Ohvcra Puecho Huurmncn rica ' Socoroma, >, > > Si malayos 1 Grogoric al Lircay. cobamba or 5 ' Parobamta Pominade | Huauncotas Sula AEREAS Sau Migael do Po 4 pisturros Cie huamayo CA Huncho Putivilea E EUOUA DAA Ol Peoincia. de Tacna O E Piscobamba Sihons CO lia e Niopox unta Grua aljngua SOLD Jul Chncanalpa | ¡vara er A pros o Me AICA s oro o enmares eL NINA Supe 7 Dis provisional Haba Provineía de $ Province 3 J cl Chanchamayo unura A RITOS ) ile Santa, Capital O q == incia de Juén.—Capital Jné : Lon Jonf > y ¿ie Amotapo e 6 pisrnrTOS La pa al Casma ¡Departamento de S A ad A Tn 2 O Prorincia de Huarochiró Arenal Fa a mr Cicarasol Por de Capo tala =S Ayacucho | Bellavista 3 DISTRITOS ÓN Capital: Castro: A A 10 DISTIUTOS Sen EEES Hlnbaya a sm A .—Ciuilad de Ayao z Pp irampema Huaat Locuwl sama Honra Quillo 6.Pno tar yan ncho. Callayne pin zos 8 pISTILTO: E 5 1 Joséle l 0 des Taena eri Santa OE : SA DISTRITOS Colamay Arerocótilo 'ASiOR da Departamento de Lamb: ad a Lo o de Quit Provincia de Piuro,—Copital Pi " cs Ss TOCAN ET $ A ato virvol Clos ñ e Matnci S a Ú Ci. rorineia de 7 , CER tal Copias Obwxabd 1 Cagilo a Custroviricina Hontará E eE nbayeque Su Dumii Sun Mareo pio ura , Ja Tarora,—Cnpital Tamto.—( Capita] — 1 e] s o Jórdoba P «dad e Chio S y E edro de O » 0% provisio b Departament Canaria DIPERITOS Choros San lenacio Chupamarca (Enttelinos: 2 PROVINOI o o En lei Sulit e o de Apu: » [Cm Hon Jaén Tubaconas >, tiago de Choco: 'AS.—11 DISTRITOS Olleros. os! Catacaos SQL DB DISTIITOS Capital. Gi rimac mndlo Ñ ambalpa Provincia de Huancavelica — GC; mu Provincia de Chiel 3) Proriney Morropón hura Cundarav Ñ AA A Jampo uan lla PRES E lica— Capital Honucaveolio: ¡elayo. Capital Chiclayo. rorineia de Limo.—Cupital Lim | Piura Pumbo graudo ds nrave: arta a RE y Colca Paras 5 DISTIN Cuón $ DISTRITOS E | = apulton 'uribaya mrucaci Pad SL DISTINTOS Chusohi Sanvos Provincia € Acoria H os hiclaw ee 11 DISTIUTOS re Estique e de Abancay. Capital Ab Hunlla DO la Constitucional — [Hume amo Ohomrapo Monsetd A Lurín —- Aba Ñ nistutros NNCAF. Visclongo del Callao a Hunncavelica 5d Eten y a sl Carabuill | == Abancay ) Laguno que Jura bulo D Circo Huanipaco Ao Capra Ciudad del O Protincia:de Tayacall ee Sana Chorrillos epartame: e a IN er sept puro no a 1el Cullno. 1.0 Tayacaja an pitalromapnes | Prorincia de Lambaye p ER Pichaenios E ato de Puno Provincia litoral de Tú ¡inñaba: e RES —1' DISTRITO De e e e iapltal Lamuny oque | Pa riRnielo Sun José de 'apital. Ciudad de Pano. TAE y úmbes o A cia del Callao.—Ci S Ano = ERITOS p ) $ PROVINO - 'apital—Puéblo Ñ e cda Cnpital Cnllao. ORO Pampas Forroñofo a Prurineia Me Yimayos. Cn S ; PROVINCIAS. —T8 DISTRITOS DN a mos Us DISTITO Pa ucarbamba AFM ala ES 'apital Yanyos Trrovincin de yariri 01 PROVINCIA 4 DISTIUTOS Cullio Louroja Saleabaruba mbiyeqne enra PA DISTIITOS bl 'apital Ayavirt Provineia de Pumbes —Capital Tú EDO Surcubaniba Mocleint É arado as Anínato o E qee Mórrope y > pa Anto OS ero Fu Huimincar A AN Curl En d mí da fa Virgen Zaromfl [Exa ino | con Sa Rae sa Tonn de la Virgen Zaromilla Macari machi IMP MORKNO — LIMA. BOLETIN DE LA Sel penca Sociedad Ureográfica de | TOMO XIII AÑO XI LIMA, MIERCOLES 30 DE SETIEMBRE DE 1903 —— TRIM. 1. AO AAA AH—Á cá má ta De Chiclayo á Puerto Meléndez en el Marañón POR ENRIQUE BRÚNING (Continuación) DE BELLAVISTA Á NAZARET El 12 de junio pudimos al fin pensar en la continuación de nues. tro viaje. Teniendo en cuenta el muy corriente proverbio de esos lugares: “De tu casa á la agena, sal con la barriga llena”, aprove- chamos todavía del almuerzo que nos brindó la familia Tapia en su chacra Shuape, donde habíamos sido por tanto tiempo tratados como pertenecientes á la familia. En esos lugares donde no existen hoteles y se encuentra tantas dificultades para conseguir lo más necesario para la vida, no hay palabras de agradecimiento pa- ra esos extremos de hospitalidad de que hemos sido objetos por parte de la mencionada familia. Alas 11 h. 40 m. salimos de Shuape y llegamos á las 12h.15 m. á la playa del Marañón (Barómetro 724,25). El sitio donde pasa la balsa para cruzar el Marañón esconocido con el nombre de Puer- to de Tablarumi. Los mozos con las bestias de carga quese habían adelantado estaban ya en la otra banda. En dos viajes que hizo la balsa estu- vimos todosjuntos á la orilla derecha del Marañón perteneciente á la provincia de Luya, y á la 1 h. 17: m. proseguimos nuestro viaje, HS El terreno es primero un poco quebrado ,con unos cerros de no mucha altura. La roca es caliza y se encuentra algunos fósiles. Son cu- riosas las pequeñas cavidades y canales que hay en la superficie de la roca; parece como siá la roca, en estado blanda, se la hubier: “ascado con los dedos. Poco más adelante se encuentra grandes manchas de tierra colorada. A las 2 h. 25 m. pasamos la quebrada de Naranjos, barranco de más ó menos 5 metros de profundidad cortado en el aluvión, que se ha acumulado en este sitio, abajo; el plano así formado está cu- bierto con un verdadero bosque de cactas y abunda el quiriquiri, pájaro de plumaje amarillo y azul, perteneciente á la familia de las Urracas, que parece se mantiene de la fruta de los cactus. Tam- bién se ven no pocos iguanos diferentes de los de la costa. Nos de- moramos 15 minutos para tomar unas vistas. A las 3 h. 15m. alcanzamos el punto mís alto de la cresta lla- mada Loma Larga formada de cascajo y piedra rodada (Baróme- tro 709). Termómetro de honda en todo el sol29%. En estas altu- ras no existen cactus, solamente un poco de grama y muy pocos ar- bustos. De estepunto se tiene una bonita vista sobre el valle del Ma- rañón, desde la desembocadura del Chamaya hasta el Pongo de Ren- tema; hacia el este se ve la montaña que se encuentra á la derecha del Utcubamba. De Loma Larga se baja siguiendo diferentes quebradas y barrancos, encontrándonos en la parte baja otra vez con el bosque decactus, hasta que álas 4h. 40 m. cambia degolp: la vegetación y entramos á la vega del río Utcubamba. Dz árboles grandes cu- biertos de parásitos cuelgan raices aereas; en las partes pantanosas, antiguos lechos del río, abunda la caña. brava y la enea; no exis- ten aquí como en la verdadera montaña, árboles con troncos lar- gos y el piso está más cubierto de una vegetación menuda. Tam- bién se encuentra varias clases de cactus, pero se diferencian de los de la pampa, que ensu mayor parte es trepador. El terre- no estaba sembrado de caracoles vacíos, todos pertenecientes á la misma clase y que había visto en todo el camino desde Chiple acá, donde la vegetación es propicia para la vida de ellos. - Desde Bellavista en el Marañón hasta Bagua chica en el Utcu- bamba, empleamos 3 h. 40 m. útiles. 251 —- (Barómetro 722,25)—A las 5 h. 20. llegando á la orilla izquier- da del río Utcubamba en frente de Bagua Chica que está so- bre nn barranco á la orilla derecha, encontramos el río un poco creci- do, pero pasamos sin dificultad, salvo las demoras propias á esta clase de navegación en balsa. Alas 6 h. 45 m. estaban nuestras bestias nuevamente ensilladas y después de un cuarto de hora podíamos tomar otra vez posesión de nuestra antigua posada en Bagua Chica, y donde no faltaba el rico chocolate de estas comarcas. 18 de junio. -Creímos encontrar nuestra balsa lista, peronos ha- bíamos equivocado grandemente, pues no se había puesto mano á la obra; nos decían que faltaba todavía la caña brava para la bar- bacoa, y los bejucos y travesaños para unirlos palos de balsa; al fin en los días 13 y 14 de junio se pudo juntar este material de los bosques vecinos, no sin vencer con nuestro trabajo la pereza in- nata de las personas encargadas de hacerlo; así es que el 15 de ju- nio pudimos definitivamente pensar en armar la balsa. Los palos de balsa nos los alquiló en S. 10 el señor Juan Muñoz, hermano del explorador señor cura Muñoz, á quien desgraciadamente no lo en- contramos en Bagua Chica, bajo la condición de dejarlos en Naza- ret; allí iba á hacer uso de ellos para mandar reses á Iquitos, las cuales no las embarcan directamente en Bagua Chica para evitar los pongos de Mayasí, sino que prefieren llevarlas por tierra, á pe- sar de lo malo de esta trocha. Nuestros tres bogas eran: Inocente Salinas, quien fue contrata- do porS.80 para acompañarnos hasta Puerto Meléndez; Domin- go Peralta y el Morropano, cada uno contratado por 16 soles hasta Nazaret, de donde debían regresar por su cuenta. En el curso del viaje encontramos á Peralta, boga de espe- riencia y hombre sereno en los malos pasos. Salinas es también experimentado, pero algo temeroso; el Morropano es hombre voluntario, pero un poco bruto. Los bogas están obli- gados á armar la balsa, pero para apurar el trabajo contrata- mos dos peones más; á pesar de esto no pudieron concluír comple- tamente en un día el trabajo, debido á que, según las. costumbres de aquellos lugares, solo van al trabajo después de almuerzo, así es que casi la mitad del día se pierde. Si se trata á esta gente con rigor, está uno expuesto á perderlo todo, porque abandonan el tra- bajo; de modo que se necesita armarse de mucha paciencia. La balsa es sin duda una de las embarcaciones más primitivas, y consiste,en su estado más simple,solamente de unos palos de más Ó menos grueso y largo, que se amarran en mayor ó menor número uno al lado del otro;segán la aplicación que se quiere darles se agrega á esta base otras añadiduras, como el caso lo requiera, Se emplea casi sin excepción el palo de balsa, que es madera muy fofa y liviana, y que crece en los bosques de las orillas del Uteu- bamba y del Marañón más abajo. Los palos que nos enseñaron como aquellos de que debíamos hacer uso, eran en sa mayor parte muy gruesos, y nuestros bogas rehusaron emplearlos: habían sido cortados para formar balsa para reses y como ya no había tiempo de busca: palos á propósito, re- solvimos reemplazar los que faltaban con sauces. Nuestra balsa se componía de 7 palos de balsa y 7 sauces, cada uno de 20 á 25 centímetros de diámetro y 5—6, de 5 metros de lar- go, que daba una balsa de 3, 20 de ancho y 5, 30 m. de largo. Los palos sé arreglan de tal manera que en la proa quedan todos pare- jos. Se unenunos á otros por medio de tres travesaños que se co- locan encima, á los que se amarra cada palo de por sícon unos be- jucos nombrados torocepina; hay otro bejuco conocido con el nom- hre de mandinga que es mucho mejor, pero que escaseaba ya en la vecindad, En la popa, 70 cm. sobre la balsa, se formó una plataforma de caña brava para nosotros y nuestros equipajes; con tal fin se cla- varon palos puntiagudos directamente en los palos de bal- sa, formando 12 caballetes de á 4 palos cada uno, sobre los cuales descansaba la plataforma. El todo se amarró bien con bejuco. Al rededor dela plataforma se arregló todavía una baranda, abierta en el costado delantero para subir y bajar, y toda la balsa quedó lista. Para dirigirla, cada boga hace uso de un remo de sau- ce de más ó menos 1, 60 m. de largo total y de 20 ctm. el ancho de la hoja. (Fig. 6) En Bagua Chica se entiende con el nombre de halsa solamente 9 "913 IWSYIASVEL NOIOVA373 IVNIANLIDNOA1 NOIOVA373 ÚN DOSQ P 1 1 l 1 o S Y I I ! 1 1 1 ) E =-=0L JIYVZVN of A de , A A eta 1d a, A e ma d a E / 7 / h y .* Ñ O 2, 7 Ss pa = pe Li AVIV BT a pun 4 8 NEDELAONE 201 mn el palo óárbol; el conjunto de palos amarrados como embarca- ción se llama parada de balsas; ó simplemente parada. El gobernador, quien nos había ayudado con mucha voluntad en todos nuestros trabajos, nos contaba queen cel año 1900 ha- bían salido de Bagua Chica 12 615 paradas; en 1901, 22 y para el presente año 1902, calculaba que la cifra iba á subir4á40ó650 pa- radas. Como se vé por estos números está aumentando el tráfico. Además de éstas salen también algunas balsas del Chinchipe, casi todas destinadas á llevar reses á Iquitos. En este último lugar venden la res de S. 1004200 y pueden llegar en los meses de fe- brero á abril al exorbitante precio de 300 soles. En las provincias de Jaén, Luya y Bongará se compra la res por 25, 30 y 40 soles. Durante nuestra estadía en Bagua Chica llegó un negociante de Chachapoyas que había comprado reses en este último lugar para llevarlas á Iquitos. , Comparando los precios de compra y venta, parece que resulta una ganancia muy buena, pero en realidad no es tanta; muchas veces sucumben en el trasporte por la montaña de Bagua Chica á Nazaret, en cuyo camino se emplea con reses hasta diez días y don- de hay poco ó nada que comer para ellas. Después las balsas están expuestas á que los bogas, que casi siempre son infieles, las dejen varar para escapar del servicio á que están obligados por la fuerza ó cuando menos muy mal remunerados. Un ejemplo de una balsa así abandonada lo vimos en nuestro regreso del pongo de Manse- riche; las reses se ahogan ó se pierden en la montaña, donde por falta de alimento también sucumben con el tiempo. 16 de junio.—Hoy por la mañana se puso la última mano á la balsa y principiamos á embarcar nuestro equipaje. Como víve- res llevamos chocolate, chancaca, arroz y chifle; esto último con- siste en carne seca machucada con tajaditas de plátano verde, fri- to en manteca, llamados torteros. El chifle tuvimos que botarlo casi todo porque se dañó con la humedad de la montaña; el choco- late resultó en el curso del viaje uno de los mejores alimentos que habíamos llevado. Después de almorzar nos embarcamos; casi toda la población de Bagua Chica estaba reunida en la plaza, según costumbre cuan- — 24 — do sale una balsa, Principiaron entonces las críticas sobre nuestra débil embarcación y las habladurías sobre los peligros del viaje. To- dos estaban conformes en que nuestra balsa era demasiado pequeña, y decían que nunca habían visto una tan chica; tanto hablaron, que al fin nos indujeron á comprar tres palos más para agregarlos en tiempo oportuno. A las 12h. en punto desatracamos. Eramos las siguientes per- sonas: M. Antonio Mesones Muro, Eluardo Habich, H. Enrique Brúnivg, Carmen Cajo (sirviente), los tres bogas Inocente Sali- nas, Domingo Peralta y el Morropano; además llevamos un prác- tico Julio Achaca parala primera parte del Utcubamba; y después encontramos todavía un muchacho Rafael Muñoz que se había me- tido como pavo para conocer la montaña. A todos los que piensen hacer una expedición séria, puedo reco- mendar á los dos bogas Domingo Peralta yeJulio Achaca,como hom- bres experimentados y serenos. Los bogas, vestidos solamente con ingahuara y un pañuelo en la cabeza, se arrodillan en la proa de la balsa, los dos más expertos toman las esquinas, y con sus remos tratan de mantener la balsa iempre derecha en la corriente y evitar los choques con los peñas- cos y las palizadas; por lo demás la embarcación es solamente lleva- da por la corriente. El río Utcubamba desde Bagua Chica hasta su desembocadura en el Marañón forma muchas curvas, y cerca de Bagua Chica está también desplavado, formando lo que se llama ahí desparramade- ros, donde no escasean las palizadas. En estos desparramaderos saltan los bogas al agua, tanto para aliviar la carga de la embar- cación, como para empujar la balsa, que por falta de agua va ro- zando con el fondo; cuando escasea mucho tienen también los pasa- jeros que meterse al agua. Las orillas están cubiertas densamente de árboles y arbustos hasta el nivel de la misma agua. Poco más atrás de esta vegetación se ve asomarse la cadena de cerros bajos, cubiertos de arbustos pe- queños y cactus. En varios derrumbes se nota bien la estratifica- ción, como por ejemplo en el cerro Ushurco ó cerro de la Capita, por donde pasamos á la 1 h.35” A de A LN.) A las 2 h. nos abandonó el práctico en un sitio llamado La Ca- bra; de acá adelante ya no existen desparramaderos, y el agua es- tá más concentrada en un solu cance. Desde este punto se alejan un poco más las cadenas de cerros á ambos lados. Alas 2 h. 50 pasamos por puerto de la Papaya, una pequeña chacra á la orilla izquierda del río, cultivada por un habitante de Bagua Chica. Desde acá principia á disminuir la altura de los barrancos; las orillas están cubiertas de caña brava, carrizo, sauce, huavillo, etc. A las 4 h. 5” se pasa por una pequeña quebrada con poca agua, con el nombre de Limonyacu, que desemboca por el lado derecho y baja de un paraje llamado Queto, enla montaña, donde siembran va- rios habitantes del pueblo La Peca. | "Cerca de la desembocadura del Urubamba en el Marañón he vis- to muchos huacos (garxa nocturna), patos grandes negros y pesca- dores; según los bogas abundan también las nutrias, pero he visto solamente una. 11 Marañón forma antes de entrar al pongo de Rentema varios brazos en la estación seca, separados unos de otros por anchos pla- nos de arena, que en tiempo de abundancia se convierten en una sola laguna de más ó menos dos kilómetros de ancho. A las 5h. 5” nos encontramos con el primer brazc del Marañón (barómetro 721,5) de agua un poco turbia. El fuerte viento que baja- ba por la quebrada del río Chinchipe levantaba elevadas nubes den- sas de arena,que limitaban la distancia visual por aquella dirección. A las 5h, 15” atracamos á la orilla derecha para pernoctar en este sitio; pronto se cocinó un poco de arroz, carne y chocolate, y álas 7 p.m. estábamos acostados. Yo había llevado una hamaca formada de una red fuerte de cáñamo, de poco peso, que me ha prestado durante el viaje muy buenos servicios; por desgracia no se encuentra siempre sitio á propósito para tenderla. En este mismo lugar fueron asesinados, hace más ó menos S años, dos pescadores, padre é hijo, por indios aguarunas. Los bogas nos enseñaron el sepulcro y un hueco en un árbol donde había entrado una bala; una tercera persona se salvó, aunque herida, y pudo dar cuenta del acontecimiento. Martes 17 dejunio.—A las 6 h. a.m. tenía el aire 21%, el agua 20%; á las 7h. a.m. el barómetro marcaba 727,5 mum. Después de tomar una taza de chozolatz nos pusimos á las 7h.5* en marcha; á las 7h. 15 entramos en el brazo prizcipal del Mara- ñón; se nota un aumento considerable de correntada. Nos habíamos propuesto atracar á la orilla izquierda del Mara- ñón, un poco más abajo de la desembocadura del*Chinchipe, para última hora en Bagua Chica; y mientras se hacía este trabajo su- bir áun cerro del cual se pudiera tomar una vista general de la confluencia de los tres ríos. Acercándonosá este sitio vimos que la correntada fuerte impedía el trabajo, y preferimos hacerlo en un bajo de arena entre los ríos Chinchipe y Marañón. Comenzamos á las 7 y 20 y á las Sh. 30" seguimos para atracar 5 minutos más tarde á la orilla izquierda del Marañón. Solamente habíamos puesto uno de las palos, por la incomodidad en que nos hallábamos y también lo juzzgábamos suficiente. Barómetro 729,25. Mientras Habich y yo subíamos al cerro mencionado, se preparaba el almuerzo, para no tener necesidad más tarde de atracar otra vez. En la orilla encontramos piedra caliza con fósiles. Se veían se: ñales de que el río había subido últimamente dos metros sobre el nivel actual, pero se notaba que en tiempos anteriores había subido hasta 4 Ó 5 matros. Para llegar al cerroera preciso ascender primero un barrancoco- mode 25 á 30 metros de altura cubierto de árboles y arbustos, des- pués deesto se encuentra uno sobre un plano un poco inclinado hacia el río, cubierto densa mente de arbustos de cullashina y unos pocos zapotes y cactus. Entre esta vegetación se cruzaban sendas hechas por animales, de los cuales aprovechamos para subir al cerro. Vi. mos dos mulas y un venado. Enla punta más alta marcaba el barómetro 717,75 mm. Al sur y á la orilla derecha del Chinchipe vimos las paredes de una iglesia, únicos restos visibles del antiguo pueblo de Tomependa. (Fig. 7.) Hace exactamente un siglo que A. de Humboldt se hospedaba RUINAS DE LA IGLESIA DE TOMEPENDA SECCION TRASVERSAL DEL PONGO DE RENTEMA CONFLUENCIA DE LOS RIOS MARAÑON, CHINCHIPE Y UTCUBAMBA Aqua Turba —> Clunchpe — Utcubamba MY Playas de Arena MARAÑON FIG. 9 PONGO MUYOC. AIDA EAU UA A LAA A ARIAS [ni dr ir, A A A A A A A AA XV A A A rd a HORATAN . - CF eiii A o il PA e y M 97 —- YO — todavía en este lugar. Parece que el río se ha llevado poco á poco el barranco sobre que estaba construído el pueblo; las ruinas de la lelesia se encuentran ahora cerca del filo del barranco, y quizás en tiempo no muy lejano este último vestigio también desaparezca. D: regreso del cerro tomamos nuestro almuerzo y á las 10h. 43” nos entregamos otra vez á la corriente; después de un par de minu- tos entramos al pongo de Rentema. El cauce del río se reduce aquí á más ó menos 60 á 70 metros de ancho, y la corriente del agua aumenta un poco. La orilla derecha forma una peña cortada á pi- que; la izquierda, de grandes piedras rodadas, tiene un talud como de 45% (Fig 8). El nombre de pongo se aplica á los malos pasos en el alto Ma- rañión, sea este una estrechura, un remolino, un rápido, una corren- tada fuerte, Ó cualquier otro paso difícil en el río. Cerca de la orilla? izquierda se ve un peñasco grande. Existela tradición de queen el pongo seencuentra una peña en la cual se ve el nombre Rentema ejecutado en letras de oro. Si esta peña es la misma que hemos visto, no hemos notado el letrero. Los bogas nos dijeron que tolavía el año pasado habían encontra- do un remolino fuerte en un sitio donde ahora vimos un gran de- rrumbe; el remolino había desaparecido. Así poco á poco está cam- biando el cauce del río, y la naturaleza misma está allanando el ca- mino haciéndolo cada día más apto para la navegación. Un poco más abajo desemboca por la izquierda una pequeña quebrada, que por el aspecto del agua que lleva, se llama Agua Tur- bia [Fig. 9]. Al pasar el pongo no he tropezado con los peligros de que tanto me habían hablado, y que pasan de boca en boca sin que nadie los haya palpado. Es verdad que para una embarcación tan difícilmen- te dirigible como lo es una balsa, hay que tener mucho cuidado por las vueltas cortas que ofrece el cauce por este pongo; pero con muy poco esfuerzo por parte de los bogas se mantiene la balsa en medio de la corriente, y se evita que se estrelle contra las peñas. Bajando se van acercando más los cerros á ambos lados del río; las orillas están llenas de grandes piedras que han rodado delos — 258 — cerros. En partes donde unas piedras sobresalen un poco en el cauce, el agua forma pequeños remolinos. A las 11 y 10 pasamos el pongo de Yauque Huaiñuna, que se distingue solamente por una fuerte correntada. Los cerros á ambos lados del río están cubiertos de yerbas y pequeños arbustos verdes; hay pocos árboles grandes. Alas 11 y 30 pasamos por la boca de una quebrada que entra por la derecha. Según señales en las orillas, había estado el nivel del río, últimamente, dos metros más alto. A las 11 y 45 pasamos por la quebrada de Amojada que desem- boca por el lado derecho; ésta lleva bastante agua de un color roji- zo oscuro; los bogas atribuyeron este color á los zarzales por donde «pasa el 1iachuelo. Un poco más abajo llegamos á un sitio nombrado la Salina; á ambos lados del río vienen, de vez en cuando, los escasos poblado- res de la vecindad á proveerse de sal. Alas 11 y 55 noté que los cerros principiaban á cubrirse con bosques de árboles, los de la orilla izquierda un poco antes; á las 12 y 10 aparecen en el bosque muchas palmeras; estábamos ya medio de la vegetación montañosa. Describir el regocijo que expe- rimenté al hallarme rodeado de esta vegetación exorbitante, sería tarea ociosa; solamente un amigo de la naturaleza puede juzgar del placer que uno siente en tal situación. A las 12 y 13 pasamos por el pongo de Muyoc. El río forma aquí una S muy cerrada (Fig. 10); las orillas son de peña viva y hay una correntada bastante fuerte. A la entrada de este pongo y cer- ea de la orilla izquierda, hay un peñasco grande, pero que deja bastante sitio pata el libre paso de las embarcaciones, aún entre sí y la orilla izquierda. Como la corriente se va de frente sobre la pe- ña en la primera curva, se forma allí un fuerte remolino que hay que evitar á todo trance. Debido al golpe del agua contra la peña resulta una regular oleada, que al pasar con nuestra balsa cu- brió á los bogas hasta medio cuerpo, y para que estas olas no los arrastre, se asen de unas sogas fijas á propósito allado de ca- da boga. AÑ ITINERARIO DE BELLA VISTA A TUTUMBEROS A Pongo Yamburana Ni Wo de Fomnarea p /l 11 O Qi rt (1% - , ra A A Y) Ll Ñ AGE DE Y Pongo dejao. AH ú r P l ¡yA bs % £ 7) por? pad Tranca de la Hoya e Bagua chica a a a A e A A A A A AA ANT A 7 e € ' =< BS ' : ; ad a E Mr E pt] a o ra WS : : 1 1] Ñ > rad Ñ po. 2 eS Ñ = E rm y 5 7 | | A E y . y z 1 po 23 eL. - wi 0 A rl ¡ me” á Ñ - ME E $4 L pl e | A A SS De E > ae o A A A e o e mi te a . : 4 * A de MLS — 259 — Para hacer esta parte navegable por vapores, bastaría volar la punta (a), que no importaría muchos gastos. Después de la última vuelta del pongo, desemboca por la dere- cha la quebrada de Aramango, que lleva un poco más de agua que la de Amojada. La orilla izquierda del Marañón, en ese sitio, desde el pongo ha- cia abajo, es una peña cortada á pique. La anchura del Marañón está cambiando entre 50 y 100 me- tros más ó menos. El caudal de agua es aumentado insensiblemen- te por arroyuelos que bajan de ambos lados de la montaña. A las 12 y 37 pasamos por la hoca de la quebrada de Pomará, que desemboca con bastante cantidad de agua por el lado izquierdo. Habíamos determinado descansar en esta quebrada para pescar, pero los bogas no podían ó no querían atracar; el caso es que fui- mos arrastrados por lg corriente, siguiendo forzados nuestro viaje. - Alas12 y 43 pasamos por el ponguito de Pomará, que noes más que un aumento dela corriente que forma una pequeña oleada. probablemente originada por una barra de roca que atraviesa el cauce del río. La roca á ambos lados es pizarrosa. Ala 1 y 4 pasamos por el pongo de Tangariza, correntada alzo fuerte pero de muy poca ext-nsión. - Alaly15 teníamos á la izquierda un paraje con el nombre de Tutumbheros. Según datos tomados en Bellavista y Bagua Chica, existe desde aquel á este lugar un camino traficable para bestias. El itinerario que conseguí de varias personas que conocían este ca- mino, es el siguiente: Bella Vistará Ea Eranca:idela HoyA...icoioncinnióds 15 kilómetros Tranca de la Hoya al río Chinchipe........... RS Or Rio Chinchipe á la quebrada de Agua turbia....... 2% ,, Agua Turbia á Puyaya........ Pres eo EEES DANI IO Puyaya á la quebrada de Pomará...omocccnnn.... AAA Quebrada. de Pomará á Tutumberos............ EA 5 Ñ Total dias dia 559 kilómetros De Tutumberos á Nazaret, enla boca del río Muchingis, se cuenta 80 kilómetros de distancia. En Tutumberos se pasa á la orilla derecha — 260 — del Marañón y de acá se toma una trocha en las inmediaciones del río, que por la desembocadura de la quebrada de Miraná se une con la trocha del cura Muñoz que va de Bagua Chica á Nazaret. Mu- cho nos habían recomendado este camino para nuestro regreso de preferencia al de Bagua Chica, y habíamos también conve- nido volver por esta ruta; con tal finatracamos ála1 y 17ála orilla derecha y en un banco de arena dejamos los dos palos que habíamos traído para el manejo de la balsa y algunos comesti- bles, para que pudieran servirnos á nuestro regreso. Asombrosa es la cantidad y variedad de mariposas en estos lu- gares; ya desde la entrada á la vegetación montañosa nos habían acompañado, posándose sobre la balsa y aún sobre nuestros cuer- pos, alegrándonos con sus vivos colores. También hay gran diver- sidad de himenópteros y dipteros, pero ninguno nos ha molestado con picaduras. Debajo de las peñas y árboles £e levantaban nubes de murciélagos cuando pasó nuestra balsa. A estos animales les gus- ta mucho hacer sangríasen la noche, y es preciso guardarse de ellos. Dicen que es suficiente tener algo blanco cerca de sí, por ejemplo una sábana, para ahuyentarlos. Mientras que Mesones cazaba mariposas, Habich y yo averiguamos la corriente, midiendo un trecho en la orilla y dejando flotar un pedazo de palo con la corriente. Encontramos en este si- tió 120 metros por minuto. espués de tomar una fotografía de nuestra balsa proseguimos el viaje á las2 h.40.; á las 3h. 10 atracamos otra vezenla desembocadura de la quebrada de Miraná, que entra por la orilla derecha del Marañón con bastante agua de color verdoso. La quebrada tiene aquí la dirección Este á Oeste. A la derecha de la quebrada encontramos un sitio á propósito para pasar la noche; parece por los indicios de cenizas y carbón que es estación fija de descanso. La playa en esta parte está formada por grandes piedras redon- das, y algunas con concavidades producidas seguramente por otra piedra mas pequeña movida porel agua. Allado izquierdo de la quebrada he visto conglomerado. En los pozos y remansos vimos algunos pescados, de los cuales A Ae pa SATA a Ñ y “«K » 5 sy AR RRA ali A A A AD GAN AAA Am A a sl q o, ns mi A a a a A A A A A A n 3 1 P AS . Mesones pudo matar uno con su carabina; era de más Ó menos de 30 ctm. de largo, llamado por los bogas boquechico y cuya carne es agradable al paladar. Pusimos los intestinos en un anzuelo mayor y tuvimos la suerte de coger otro pescado grande llamado tí- hurón, pero que no tiene nada común con su tocayo del mar. Me- día éste 1.20 etm. de largo; su pellejoera liso y viscoso, y la cabeza y boca anchas; encima de la boca, á cada lado, un largo hilo de barba, y abajo 4 más cortos; no tiene espinas. Segán los bogas existen todavía peces más grandes de esta especie. A las 6 h. p. m. tenía el aire 28? C.; el agua del Miraná 202 18 de janio.—Mucho me extrañaba no haber sentido ni zancu- dos ni mosquitos; en general no había notado en la selva nada de vida, con excepción de unos zapos y cicadas, cuyos monótonos can- tos oí toda la noche. ; 6 h. a. m., aire 20%; 8h. a. m., barómetro 729, 5 mm.; 10 h. 30, barómetro 729,5 mm. El aire durante la noche y por la mañana era húmedo, pero claro; á las6 a. m. había á más ó menos 50 metros de altura, una densa capa de neblina, que en el día se dispersó. Después de haber almorzado de nuestro tiburón, y haber sala- do el resto, nos pusimos otra vuelta en marcha álas10h.35 a.m. Lo scerros del lado izquierdo del Marañón me parecieron más bajos que los del derecho. Un pozo más abajo del Miraná se divide el Marañón en dos brazos. El más angosto es el de la izquierda que se toma cuando hay suficiente agua; es más directo y por consiguiente de un poco más corriente que el derecho; en este último se encuentra el pongo Yamburana formado por un peñasco en medio del cauce. (Fig. 12) Para evitar este pongo nuestros bogas dirigieron la balsa hacia el brazo izquierdo, pero notaron luego que no había suficiente agua para pasar y cuando trataron de tomar el otro brazo, la corriente nos varó sobre la punta pedregosa de la isla que divide el río. Los bogas se echaron al agua y empujando, sali- mos á flote después de mucho esfuerzo, pero atracamos luego á la isla á la entrada del brazo derecho, para reconocerla. "969 => Alas 11 y 10 seguimos nuestro viaje después de haber per- dido en todo más ó menos 20 minutos. "asamos el pongo con felicidad, que no resultó tan peligroso como los bogas se habían imaginado. El peñasco que se encuentra más cerca de la orilla derecha de este brazo, estrecha un poco el cauce, y por este motivo la correntada es más fuerte. Del pongo hacia abajo el cauce del Marañón es más ancho que arriba; de trecho en trecho se ve pequeñas playas de piedras roda- das en una ú otra orilla; la profundidad varía entre 3y10Ó6 más metros. A las 11 y 35 pasamos por la desembocadura de la quebrada del Tambillo con poca agua, cae al Marañón por la derecha. La anchura del cauce del Marañón cambia ucho; ambas partes que se asemejan á pequeñas lagunas, se alternan con canales angostos; la corriente en general es muy tranquila en todo este trayecto. A las12 y 10 llegamos al tan temido pongo Mayasí. En una vuelta abrupta hacia la izquierda existeuna diferencia de ni- vel de 1 y medio á 2 metros en el río, probablemente producido por una barra de roca que atraviesa el río de orilla á orilla. El rápido que se forma debe sermás pronunciado cuando menos agua pasa por él. Cuando nosotros pasamos tenía el río regular cau- dal; el talud que formaba el chorro y sobre el que sedeslizaba la balsa, podría ser de 15* con el horizonte. Silos bogas consiguen meter la balsa bien derecho á este rá- pido, no puede haber peligro alguno. A) pié del chorro, natural- mente, se forma una fuerte oleada, que en nuestro caso llegó hasta la plataforma, mojándonos hasta la rodilla. Los bogas desapa- recían por momentos debajo del agua. Como no habíamos logra- do entrar bien derecho al chorro, sino un poco diagonal, se hundió la esquina delantera al pié del rápido, levantando el lado opuesto, de modo que parecía que ibamos á volcar; todo esto duró sola- mente momentos, y cuando habíamos escapado ya del peligro, pu- dimos darnos cuenta cabal de lo ocurrido. En este pongo han habido varias desgracias que deplorar, pero averiguando bien las causas, hemos sabido que eran motivadas A RIO MARAÑON, después de la cascada de Mayasito. 0 | ' 4 i — 263 — por la inexperiencia de los bogas, ó por la excesiva carga de las balsas. Este pongo se podría hacer navegable cortando la esqui- na á la izquierda, lo que relativamente con poco costo sería factible. Los pequeños arroyos á ambas Orillas van aumentando en número; algunos de ellos forman sobre las peñas pequeñas cas- cadas muy pintorescas; pero como la corriente nos llevaba dema- siado pronto, apenas pudimos gozar de tan hermosa vista. A las 12h. 35m. pasamos por una quebrada con bastante agua, que desemboca por el lado izquierdo al Marañón. Alas 12 y 43 pasamos el pongo Mayasito. Es este un rápi- do como el Mayasí, pero de menor escala; el oleaje al pié de éste tapaba casi por completo á los bogas. Tiene la ventaja sobre el de Mayasí de tener el cauce casi recto en esta parte, de manera que es mucho más fácil dirigir la balsa. También este pongo parece ser originado por una barra de ro- cas que atraviesa el cauce del río,y que no sería difícil destruir por medio de la dinamita. La roca á ambas orillas es de color negro y la superficie lustrosa, como pulida, originado probablemente por las sustancias minerales finas que arrastra el río en tiempo de avenidas. Los cerros á ambos lados están un poco más altos que por la parte que acabamos de recorrer. A las 12 h. 56 m. pasamos el pongo Lorocachi, que es un peque- ño rápido con poco oleaje. Desde este pongo hasta abajo la co- rriente del Marañón es suave; los cerros áambas márgenes, cubier- tos de una vegetación montañosa exorbitante, presentan á la vista un espectáculo muy hermoso y pintoresco. A la 1h. 55 m. oímos un tiro y luego una voz; pudimos entonces divisar entre las sombras de la orilla una canoa tripulada por dos personas que estaban cazando. A las 2 h. pasamos por una parte llana, pero cubierta como el resto de vegetación, se llama Yusamara. La canoa nos alcanzó en esta parte, y supimos que sus tripulantes eran trabajadores de jebe conocidos de nuestros bogas. Habían cazado una pava de plumaje — 264 -— color mulato en el pecho, barriga y debajo de las alas. Como la balsa no podía llegar al mismo Nazaret, punto de nuestro descanso hoy y final del viaje en balsa,arreglamos con estos dos peones para que nos llevaran, junto con nuestros eyguipajes, á dicho lugar. Los cerros á ambos lados se retiran más del río. En el cauce de éste se forman playas de pequeñas piedras rodadas y tierra,en parte cubier- tas de caña brava. El río está limitado por barrancos de 5 66 metros de altura, sobre los cuales se extienden llanuras hasta el pie de los cerros. Alas 3 h. p. m. pasamos por unsitio, á la izquierda, bautizado. con el nombre de San Rafael, puesto de un trabajador de jebe. De acá se desprende á la izquierda un brazo grande del río que se lleva más ó menos la quinta parte del agua. A las 3 h. 20 llegamos al sitio llamado Desembarcadero (Baró- metro 731), donde varamos nuestra balsa Sobre la playa pedregosa de una islita, formada por la división del Marañón en varios bra- zos. La canoa que nos había acompañado hasta aquí nos puso com- pletamente sobre tierra seca, y á pié pasamos por la isla hasta la desembocadura del Imaza, mientras que la canoa tenía que hacer un considerable rodeo para llegar al mismo sitio. De aquí se podía ver la casa de Amadeo Burga, situada sobre una altura á la mar- gen izquierda del Imaza y como á 800 metros desde la desemboca- dura. A este sitio le ha dado el nombre de Nazaret. Desde el pongo de Rentema á Desembarcadero Muchingis, em- pleamos 7 h. 27 m. útiles. A las 3h.40 m. nos embarcamos otra vez y después de 15 minutos fuimos recibidos por los señores Amadeo Burga y Mi- guel y Telésfono Hurtado,cuñado y sobrino estos últimos del primero. Enestetrayecto vimos un pequeño lagarto, que segán dicen se en- cuentran frecuentemente; el tamaño de este animal no pasa de un metro de largo. Experimenté por primera vez la instabilidad de la canoa, pues el menor movimiento le hacía perder elequilibrio. La primera impresión que me hizo este movimiento no me fué muy agradable; á cada ins- tante creí que se iba á volcar y para restablecer el equi- librio incliné involuntariamente el cuerpo al lado contrario dan- do pot resultado otro movimiento de la canoa, quizás mayor que el primitivo. Darante el subsiguiente viaje tuve tiempo de sobra para familarizarme con estas embarcaciones. En varios viajes que hizo la canoa trajo también todo nuestro equipaje. La balsa fué desarmada y los palos guardados en la isla á disposición de su dueño. Para abrir un camino por tierra en el trayecto que nosotros ha- bíamos hecho por agua, creo que se dehe preferir el lado izquierdo del Marañón por tener menos quebradas grandes que el lado derecho; loque deja llegar á la conclusión de que la montaña es mucho más seca por este lado.También me parece, según he podido observar, que loscerros al lado izquierdo son más bajos que los de la margen dere- cha. El camino debía construirse lo más pegado posible al cauce; solamente donde se pueda ahorrar grandes distancias, cortando eurvas, debía ser permitido alejarse del río. Creo también que la navegabilidad de esta parte del Marañón y hasta más arriba de Bellavista, se podía hacer con relativamen- te poco gasto, haciendo volar algunos peñascos ya indicados ante- riormente. El Marañón, por lo encajonado de su cauce, tiene en to- do tiempo bastante profundidad: su anchura no baja de 50 metros. El único inconveniente sería la eorriente fuerte en algunas partes; pero esto fácilmente se vence con vapores que puedan desarrollar en caso dado un gran andar, que no habría necesidad que pasara de 15 millas por hora como máximo. Como sistema de vapores, quizás sería preferible aquellos de una ancha rueda en la popa por ser de más fácil manejo. También se podría emplear vapores con dos hélices. Como ya he dicho, se encuentra Nazaret á la margen izquierda del río Imaza, cerca de su desembocadura al Marañón. No existe ahí mas que una casa semejante á los tambos delos indios, y como anexo una ramada que sirve de cocina; todo se encuentra sobre una altura de 11 metros sobre el nivel del Imaza é inmediatamente á la orilla de este rio. Es esta la vivienda del señor Amadeo Burga, ex- plotador de shiringa en esta región. A ambos lados del río hay grandes trozos sembrados principalmente con plátanos y un poco de yuca, alimento principal de los trabajadores dejebe, que tie- — 26 — nen sus puestos en la vecindad, y quienes ó compran este alimento,, Ó lo reciben á cuenta del jebe que tienen que entregar. Casi toda la gente que tiene el señor Burga es chachapoyana. Respecto á los nombres de los rios y parajes reina gran confusión. El nombre de Imaza era dado porA. Burga equivocadamente á esterio, creyendo él que era el verdadero Imaza que desemboca al Marañón más aba- jo, y cuando notó su equivocación, en lugar de remediarlo, aumen- tó la confusión llamando al verdadero Imaza, Imacito. El falso Imaza desde antes tenía el nombre de Chiriaco dado por un señor Polis; pero los indios aguarunas que habitan en sus orillas le llaman Muchingis: este nombre me parece debe prevale- cer. El nombre Chuchunga que aparece además en el mapa de Rai- mondi, equivale probablemente á Chuchungis como llaman los agua- runas un confluente del Muchingis. En Nazaret vimos á los primeros aguarímas, hombres de buena presencia, vestidos solamente con el itipe, pedazo de género en que se envuelven desde la cintura para abajo hasta casi el tobillo; eran de untambo perteneciente al curaca Antonio, en el Muchingis hacia arriba. Los indios son llamados infieles por los pocos blancos trabaja- dores en jebe, en contraposición de cristianos, como se llaman ellos mismos: el nombre de eriístiano lo usan también los indios, refirién- dose á los que no son de su raza. La gente de Nazaret se entiende con los indios en un idioma que los primeros llaman quichua, pero un quechua que tiene que aprender en la mayor parte de los casos de los mismos indios Fácil es imaginarse qué clase de idioma será este. ¿No sería mucho mejor enseñar á los indios el castellano, Ó aprender ellos el agua- runa? De este modo se evitaría este destrozamiento de la lengua clásica del Tahuantinsuyu, que ni uno ni otro habla bien y en la que mezclan de cualquier modo trozos de castellano y aguaruna. Jueves 19 de junio.—Hoy hicimos una visita al curaca Antonio, que tiene su tambo en la margen izquierda del rio Muchingis. El viaje se hizo como de costumbre en canoa, y dista este sitio, al que el Sr. Burga ha bautizado con el nombre de San Antonio, más Ó menos una hora de surcada de Nazaret. o En un rozo grande inmediato al río había dos tambos gran- des, uno completamente concluído y otro solamente con techo, sin paredes. Muchos infieles se habían reunido cuando desembarcamos, principalmente mujeres y niños. El curaca Antonio nos recibió ves- tido de saco y pantalón color kaki, adornados con trenzas imita- ción oro, y botones de metal. Aunque todo estaba bien desaseado y mostraba señales indudables de vejez, parecía estar no poco or- gulloso de este tesoro de la civilización; era un regalo de A. Burga para captarse la voluntad de este curaca. Nos convidó á entrar en uno de los tambos, donde se sentó so- bre un asiento bajo de madera, y nos hizo señas de que lo imitára- mos. Luego nos invitó masato, bebida hecha de yuca, y á la que son muy aficionados los infieles; el nombre propio en aguaruna es nijamanchi; el primer nombre esusado por los cristianos, pero ya los infieleslo emplean muchd también. A una orden del curaca desfilaron las mujeres, cada una con su taza de masato; habíaque tomar de todas ellas. Esta bebida de que nos habían hecho tanto asco, por ser compuesta de yuca mascada, no me pareció tan malacomo me la habían pintado. Tiene gusto un poco agrio, semejante al sabor de la leche que queda después de sacar la mantequilla, y á la que también se parece en el aspecto. Al examinareltambo mesorprendió agradablementeel aseo y or- den que reinaba en él, así como la construcción esmerada del te- cho; todo contrastaba mucho con la casa de Burga, donde estuvi- mos hospedados. Todas las ollas y vasijas de barro, en gran náú- mero, estaban arregladas sobre barbacoas altas hechas á propósito. Sus armas, como lanzas, cerbatanas y no pocas escopetas y cara- binas estaban todas colocadas en estantes. Los tambos, como son llamados por los cristianos las casas de los infieles, son grandes y albergan de 20 hasta 50 personas; cada familia tiene su cama y delante de ella su fogón. El tambo del cura- ca Antonio, por ejemplo, tenía 8 camas. Hombres y mujeres llevan el pelo largo y suelto; se pintan la ca- ra con achiote en forma de grandes manchas del tamaño de una pieza de Ya sol de plata. Poco después aparecieron más hombres todos vestidos de gala = a = y en más ó menos estado de beodez. Nos dijeron que habían estado en una fiesta en otro tambo, donde habían bebido una cocción de ayahuasca, un bejuco narcótico; acostumbran tomar este narcóti- co antes de una empresa, para deducir de las visiones que les pro- duce la bebida el maló buen éxito. En este caso se trataba de una correría contra los huambisas que habitan el alto Santiago. En cambio de agujas, espejitos, tijeras, etc, pudimos conseguir algunos objetos de los infieles, Habíamos contado con encontrar facilidad en Nazaret para se- guir nuestro viaje en canoa Marañón abajo; pero pasó día tras otro sin poder conseguir la canoa consu dotación de gente para manejarla. Burga nos dijo que los infieles no querían irse, tanto por los preparativos para la correría contra los huambisas, cuanto por que había corrido la voz que en puerto Meléndez tomaban presos á los infieles para forzarlos á trabajar en esterlugar, haciéndonos en- tender así que nuestro viaje era arriesgado en estas circunstancias. Insistiendo nosotros en seguir nuestro proyectado viaje y como los infieles del Muchingis no se prestaban á acompañarnos, nos consoló Burga diciéndonos que Valle, empleado suyo, debía venir en estos días, y con él podíamos emprender el viaje, rio abajo, hasta el puesto de este empleado. Días pasaron y no apareció Valle. Mandó enton- ces un empleado á Puerto Alejandro, puesto suyo, Marañón abajo, para traer bogas de allá, y por fin el 25 de junio apareció el curaca Pati con sus dos hijos y su yerno; nuestro viaje fué entonces fijado para el siguiente. Burga pretende tener cierta influencia sobre los infieles, y es muy celoso de esto; no le agrada que los pocos transeuntes del alto Marañón traten directamente con los indios, y no se consigue ninguna facilidad de ellos sin su intervención. En los siete días que gozamos de la hospitalidad de Burga, tuvimos tiempo de acostum- brarnos álos alimentos de la montaña, que consisten principalmente en plátanos verdes y vucas. De la yuca hacen una clase de chupe y el plátano verde lo mondan y lo sancochan simplemente, todo muy escaso de sal ó enteramente sin ella. Cuando mostré mi extrañeza porque no dejaban madurar los plátanos, me contestó Burga que así verdes eran mucho más alimenticios, puesto que necesitaban cin- 47,1, 08 co horas para ser digeridos, mientras que los maduros eran digeri- dos en menos de dos horas. Yuca con un poco de arroz y plátanos se comía dos veces por dia, á lo que en los primeros dias se agregó un pastel hecho de harina con huevos. Esta comida monótona y desa- brida fue reemplazada una noche en que Habich mató una sachava- ca (tapirus). Resultó ser hembra, con un feto con manchas blancas completamente desarrollado. La carne fresca me ha parecido del sa- bor de la de vaca. La mayor parte de la carne era sajada y salada, y se comió de ella hasta que tenía ya un olor muy pronunciado, y producía una gran cantidad de gas en los intestinos. El clima de Nazaret y de sus alrededores es considerado sano, y exento de insectos molestosos, como zancudos y mosquitos. Burga considera como suyo más ó menos todo el terreno que se encuentra entre los pongos de Rentema y Manseriche, á ambos la- dos del Marañón. El cuia Muñoz, que ha sido uno de los primeros que ha entrado en estas montañas, y á quien se debe en gran parte la abertura de la trocha de Bagua Chica al rio Embarcadero, tenía en el Tutungis, afluente derecho del Muchingis, unos cuan- tos peones trabajando para arreglar una chacra de plátanos y yuca y establecer estradas para explotar jebe. El domingo 22 de junio mandó Burga dos canoas tripuladas con 15 hombres arma- dos con carabinas Winchester, para hacer retirar álos peones de ese lugar, pues decía que era suyo. No puedo juzgar á quien perte- necenestos terrenos; pero parece que Burga y Muñoz han sido antes socios. Los expedicionarios no encontraron á los peones, pues cuando llegaron se habían ya retirado aquellos: al único que hallaron fué al contratista de ellos con su mujer gravemente enterma y por compasión la dejaron. Cuando regresamos del pongo de Man- seriche supimos que el mismo Burga había capitaneado otra ex- pedición, y entonces había traído á toda la gente de Muñoz. Los días que forzosamente tuvimos que pasar esperando nues- tra movilización, fueron bastantefastidiosos. Grandes excursiones no podíamos hacer, por no existir caminos por tierra, y nos falta- ban bogas para emprenderlas por agua; además no pasó día sin que lloviera una ó más veces. En tales circunstancias uno podía A considerarse preso. Yo me ocupé en tomar algunas observaciones barométricas. Lunes 28 de junio.—A las 11 a. m. aparecieron los señores Sol. sol y César Ruiz, que habían salido el mismo dia que nosotros de Bagua Chica, ellos á pié tomando la trocha por la montaña y noso- tros en balsa. Ellos emplearon por consiguiente 7 dias y 4 horas, mientras que nosotros lo hicimos en solo 2 dias 4 horas, con todas nuestras demoras voluntarias. Llegaron completamente mojados y cubiertos de barro. Nos dijeron que su demora había sido ocasiona- da por no existir camino para bestias y ellos traían dos de carga, habiendo tenido que cortar ramas para hacerlo medianamente practicable. Solsol, natural de Chachapoyas, tiene una peque- ña hacienda cerca de Iquitos, y esperaba en Nazaret ganado vacuno que venía atrás, para embarcarlo en balsas y llevarlo á Iquitos. A nuestro regreso del pongo de Manserichetos encontramos ya ba- jando el Marañón. Como ya he dicho, el 25 de junio, á medio dia, llegó el curaca Pati con sus dos hijos Yampís y Huisán y su yerno Tanchim quie- nes nos debían servir de bogas hasta puerto Meléndez v de regreso á Nazaret. Burea nos dió una canoa grande, por la que le pagamos la sama de £4. incluso el salario de los bogas. Nos dijo que por favor nos cobraba ese precio, pues el corriente era £ $. Lás canoas son embarcaciones hechas de una sola pieza; las hay de toros tamaños. La en que íbamos hacer el viaje tenía 10, 50 me- tros de largo, arriba un metro y abajo 60 ctms. de ancho por 42 ctms. de profundidad (Fig. 13). Pertenecía á las que se puede lla= mar grandes, aunque existen otras mayores. Con preferencia las hacen de cedro, pero hay también otras maderas que se prestan para su fabricación. El precio á que venden una los infieles, únicos que las hacen, es, según el tamaño, un machete, una hacha ó una escopeta de un ca- ñón; rara vez se paga una carabina. Nuestra canoa tenía la buena cualidad de ser poco celosa. Nos servía de asientos el equipaje que se coloca sobre una barbacoa de aña partida en el fondo; si no hay equipaje se atraviesa cualquier palo entre las dos paredes de la canoa, y como ésta tiene tau poca "913 VIINVO a Ea IVSYIASVHL NOIDIIS y <=-=00--> J30NVY9 VONVO VYLSINN a qe E 6 re m5 3 %: 7 0 JA H rm Li NN AR profundidad, quedan los asientos samamente bajos, lo que es muy molestoso, subretodo cuando se tiene las piernas algo largas. Para amarrar las canoas se pasa un bejuco por un hueco que hay en la proa, pues las sogas son desconocidas en estas regiones. A causa de las repentinas crecientes y bajas de los ríos, se arrancan muy á menudo estos débiles bejucos, principalmente cuando están un poco viejos y quebradizos y entonces la canoa es llevada por la corriente. Nosotros encontramos en un día tres canoas varadas en diferentes partes. Las canoas son impulsadas por medio de canetas y tanganas, las últimas solamente en las surcadas. Los bogas que manejan las canoas son paperos unos y punteros otros. Los primeros, como lo indica su nombre, tienen su sitio en la popa, donde van sentados sobre la parte chata y alta, y principalmente tienen á su cargo el dar dirección á la canoa, para lo que, como carece de timón, se va- len delos remos. En la mayor parte de los casos hay solamente un popero, pero en canoas grandes como la nuestra se emplean dos, los que ordenan á los punteros, que se encuentran en la proa, las maniobras que tienen que hacer. Los remos son hojas anchas en la parte inferior, y en la superior, por donde se les toma, son redon- dos. El tamaño varía según el gusto y costumbre del individuo que los haceó maneja. (Fig .14.) Jueves 26 dejunio.—A las 8 y 30 a. m. salimos de Nazaret (Ba- rómetro al nivel del rio 737). Eramos nueve personas: Meso- nes, Habich y yo, un sirviente, el boga Salinas y los cuatro infieles ya mencionados; un poco más abajo tomamos todavía al muchacho Muñoz, que había venido con nosotros desde Bagua Chi- ca, y que deseaba seguir el viaje en nuestra compañía. Aunque la canoa resistía bien esta carga, había muy pocacomodidad, y era di- fícil hacer las observaciones necesarias. En el Marañón noté á veces un ruído, como el que produceelaguaen una olla antes dela ebullición, cuando comienzan á escaparse los globulitos de aire, cosa que no podía explicarme; más tarde me dijeron que este ruído era origina- do por las piedrecitas que la corriente hace rozar unas con otras, lo que parece probable. Alas 9 a. m. se estrecha uu poco más el cauce y aumenta la IS corriente. El Marañón pasa aquí por entre una hilera de cerros no muy altos y luego entra á una llanura; los cerros de la derecha pa- recen más lejos que los de la izquierda. Alas 9 y 25 pasamos por dos tambos de infieles situados sobre el barranco de la margen izquierda en medio de un rozo. Nuestros bogas llevaban una flauta grande de caña brava, que pasaba de boca en boca y de la cual cada uno de ellos sacaba la misma monótona melodía. Esta misma tonada la he cído después en todas partes del Marañón donde he encontrado indios. Alas 9 y 49 llegamos al paraje llamado Timash ó puerto Ale- jandro, como lo ha bautizado Burga. Hay aquí varios tambos de infieles, entre otros el de nuestros bogas, y era preciso desembar- car. Enel llamado puerto era difícil atracar por la correnta- da fuerte y las palizadas; no menos lo era subir al barranco á causa de un derrumbe de tierra colorada y reshalosa por la humedad; pero después de varios resbalones nos encontramos salvos y seguros sobre el barranco, donde hallamos tres tambos en medio de un rozo; otro tambo estaba en construcción, para reem- plazar uno que se encontraba ya muy cerca al barranco y en peli- gro de irse al Marañón con el primer derrumbe. Junto al tambo ha- bía una casita cuadrada sobre cuatro palos, cinco ó seis metros so- bre el piso, que constituía una torre de combate. Parece que des- de que se ha introducido armas de fuego entre los indios, ya no construyen estas torres, por lo menos no las he visto en los tam- bos recién construídos. En un segundo tambo vivía un joven Benjamín Reina, emplea- do de A. Burga, para recoger jebe. El tercer tambo, el más chico y el más viejo, era de nuestro curaca Pati. Fuimos convidados por éste para tomar masato, y sobre una hoja nos presentaron tam- bién yucas sancochadas y carne de mono ahumada. Después de ha- ber comido todos nos embarcamos nuevamente. El viejo curaca llevó de aquí su lanza, uno de los hijos su escopeta y el otro su cer- batana; pero lo principal era una olla grande con masato. Por las gesticulaciones y gritos de las mujeres al embarcarnos, nos pareció que no querían dejar ir á nuestros bogas, y á veces vacilaban éstos; ds E S S Ñ S 3 z <= DESEMBOCADURA DEL RIO MUCHINGIS EN EL MARAÑON PONGO ESCURREBRAGAS ó HANGICHAC RO d ro Pe ' > O AR A A A A ART A XX A rr | | | O da a j A ' 4 ¡ ¡ ¡ ¿ 5 4 a * Ñ í 13 FIOMIRD M3 e "| 23 HARAR 216nú $ Ñ PP. me + AN ES ¡0d E A pero al fin conseguimos embarcarnos, y á las 10 y 45 nos entrega- mos de nuevo á la corriente. A las 11 y 3 pasamos por la boca del Imaza, cambiado por A. Burga en Imacito, que desemboca por el lado izquierdo al Mara- nón. A las 11 y 12 llegamos á un punto donde el Marañón se divide en dos brazos, dejando al centro una playa grande y pedregosa; pa- samos por el brazo izquierdo; había un poco de remolinos (Fig. 15). A las 11 y 37 llegamos al pongo de Sasa; el cauce está aquí un poco más estrecho y la corriente más fuerte con remolinos; después, por un trecho largo, la corriente aumenta todavía más en veloci- dad; el cauce se conserva estrecho. A las 11 y 45 se abre de repente el cauce donde se forman peque ños remolinos, y luego sz divide en dos brazos, dejando una playa de piedras rodadas en medio; en el brazo izquierdo se encuentra el pongo de Uta; nosotros pasamos por el de la derecha. Alas 11 y 54 desemboca por la derecha la quebradita de Uta. A las 12 m. nos encontramos con dos canoas que estaban sur- cando; era el tanto tiempo esperado Valle. Nos dijo quese había demorado por las fuertes correntadas originadas por aguaceros en días pasados. A las 12 y 15 p. m. seguimos nuestro viaje. A las 12 y 30 pasamos por la quebrada Chimutasti que desem- boca al lado izquierdo del Marañón con bastante caudal de agua. El cauce del Marañón se estrecha otra vez; tiene aquí más ó menos 50 metros de ancho. A las 12 y 35 pasamos por la desembocadura de la quebradita de Bumbó que cae al Marañón por la izquierda. A las 12 y 43 llegamosá la quebrada de Tange, cuya agua for- ma una cascada pequeña al desembocar por el lado derech:» en el mismo río. A las 1 y 20 p. m. pasamos por la quebrada de Taiyñunsa que desemboca también por la derecha. A la 1 y 30 por la quebrada Numpátcay que desemboca por la izquierda. A ambos lados sobre los harrancos de esta quebrada se ve tambos. Al lado derecho se encuentra ei de Miguel Hurtado, (San Miguel de Numpátcay), quien recoge jebe en esta región. A las 2 pasamos por una pequeña chácara llamada Chinimpe, que se encuentra al lado izquierdo del Marañón. A las 2 y 10 llegamos á Chipe, también al lado izquierdo, donde hay varios tambos de infieles. Burga nos había dicho que en este lugar podíamos encontrar con facilidad víveres, como gallinas, yucas, plátanos y maní, que necesitábamos para nuestro viaje; y hasta nos dió los precios co- rrientes poresos lugares, que eran: 1 gallina, igual á 1 vara de to- cuyo; 1 cabeza de plátanos, igual á 1 vara de tocuyo y 1 canasta de maní, igual á 4 varas de tocuyo. Atracamos, y después que nuestros bogas cambiaron algunas palabras con los habitantes de Chipe, que habían acudido á la ori- lla, notamos un gran movimiento entre ellos; las mujeres gritaban y tomando á sus hijos los llevaban hacia sus tambos; los hombres ges- ticulaban y hablaban de una manera que no nos pareció muy amis- tosa para nosotros, y por fin los bogas nos hicieron entender por señas que nos embarcáramos. No pudimos comprender el proceder de estos indios. Como ninguno de nosotros entendía la lengua de los aguarunas, ni los bogas la castellana, no había por lo pronto cómo indagar este asunto. Más tarde, cuando encontramos indios que hablaban un poco de castellano, supimos cue en Chipe se ha- bía esparcido la voz de que estábamos infestados de tos, enferme- dad muy temida por los indios, y que nuestros mismos bogas ha- bían sido los portadores de esta noticia por orden superior. Todo esto pasó en cinco minutos, y á las 2 y 15 dejamos esas inhospita- larias playas. Ha sido esta la única vez en todo nuestro viaje que los indios nos han negado algo. Alas 2 y 27 vimos tambos sobre el barranco á la orilla dere- cha, y luego también sobre el de la izquierda. A las 2 y 35 pasamos por la quebrada Codsó, bastante gran- de, que cae al Marañón por el lado izquierdo; entendimos de nues- tros bogas que era navegable en canoas, y que más arriba vivían algunos indios. hr == lO A las 2 y 55 llegamos al pongo Escurrebragas Óó Hangichac,co- mo lo llaman los indios aguarunas. (Fig. 16). De Nazaret á Escurrebragas, empleamos 5 h. 9 m. útiles. El paisaje aquí es muy pintoresco. Antes de llegar al pongo hay un corto trecho del Marañón perfectamente derecho, á ambos lados se encuentran alturas con vegetación montañosa; enfrente está este canal cerrado por un cerro cónico, que tiene otro de la misma altu- ra y forma á su lado derecho; parece que el río se concluyera de re- pente, pero llegando más cerca se ve al pie de este cerro el temido re- molino, y luego por la derecha el desagiúe. La corriente hiere á las peñas del nombrado cerro un poco al sesgo y como el agua no pue- de escaparse porningán lado, sino al través de la misma corriente, se forma un fuerte remolino con un embudo en su centro, que calcu- lé hasta de 1,5 m de profundidad. Para pasar este pongo, nuestros bogas saltaron al agua por la orilla izquierda, llegando cerca del remo!ino; por medio de una soga tiraron entonces la canoa contra la córriente del remolino, siempre pegadoá la orilla izquierda, la que está formada de peñas que casi perpendicularmente salen del agua. Allípudimos admirar la destreza de los indios: aprovechando de los pequeños arbustos y algunas puntas sobresalientes, avanzaban poco á poco, pasándose la soga el uno al otro. En medio de este trabajo fuimos detenidos por un árbol quese había inclinado sobre el agua, y no era posible pasar sin cortarlo. D>sgraciadamente no llevábamos hacha, herramienta indispensable en semejantes expediciones; pero pocc á poco logramos cortar el duro tronco zon nuestros machetes, el que fué arrastrado luego por la corriente. A las 3 y 50 habíamos vencido, y salimos otra vez á la corriente regular del río. Habíamos empleado casi una hora para pasar. Nuestro boga Salinas nos contó quealgunas balsas habían estado detenidas hasta cinco días en este remolino, y lo creo posible, pues si se dejan arrastrar por la corriente pueden llegar al centro, donde dan vueltas sobre sí mismas, sin punto de apoyo para ayudarse á salir, hasta que por una coincidencia feliz son arrastradas por la corriente. Ví palos que de esta manera daban vueltas incesante- mente. Cortando la punta (a) (Fig. 17) se facilitaría mucho la navegación y no habría obstáculo para que pudieran subir y bajar "apores de algún tamaño. No siendo esta punta muy alta costaría relativamente poco, si se considera las grandes ventajas que resul- tarían de esta obra. A las 4 y 55 atracamos á la orilla izquierda del Marañón en un sitio llamado Huavico, donde habita don José Fabriciano Yaja- manco, huancabambino. Al frente, por la orilla derecha, desemboca la quebrada del mismo nombre, que afluye con bastante agua al Marañón y es navegable en canoas por algunos días de surcada. La casa habitación es, como todas las de esta región, del tipo de los tambos de los indios, y son construídas por ellos mismos. El ba- rranco tiene aquí 6 metros de altura; pero como el río puede subir y bajar unos 2 Ó 3 metros, varía esta medida naturalmente. El ha- rómetro mostraba sobre el barranco á las 5p. m., 736 mm. Alrededor de la casa había un gran platanal en buen estado de aseo, y muchos papayales de hermosasfrutas diseminados entre los platanares; pero parece que nadie hace caso de esta saludable fruta, y que solamente sirve para la manutención de gallinas. Yajamanco nos contó que había tenido varias chácaras en dis- tintos sitios del Marañón, pero que de todas había sido despojado por Burga bajo el pretexto deque todos los terrenos del alto Mara- ñón le pertenecían. En estas regiones, más que en otras partes, rei- na también la ley del más fuerte. Noté con gusto que todos los indios de este lugar hablaban un poco de castellano, gracias al buen tino de Yajamanco de hablar so- lamente en este idioma con ellos. Tres jóvenes indios que viven con él en el mismo tambo, hablaban bastante bien. Como contraposición había allí un joven Honorato Yajamanco, sobrino del dueño del tambo, que había aprendido bien el aguaruna, y se había vuelto hasta medio aguaruna por sus costumbres. Debido á estas felices circunstuncias he podido hacer un peque- ño vocabulario de ese idioma, tomar algunas fotografías de grupos de indios y cambiar objetos de su uso é industria por otros de fabri- ación europea. Nuestros bogas trataron de abandonarnos aquí y regresar á — 27 — su hogar, diciendo que ellos fueron contratados por Burga sola- mente hasta un punto más abajo llamado Patahuachana,; pero co- mo aquí habían oído que íbamos á pasar el pongo de Manseriche. preferían regresar. Al fin, prometiéndoles no ir hasta este lugar, quedaron aparentemente satisfechos y listos para acompañarnos. En Huavico encontramos también á unjoven Luis Felipe Man- zanares, quien estaba alí desde algunos meses forzosamente dete- nido, sin poder pasar adelante por falta de medios de movilización. Había venido de Jaen con algunas cabezas de ganado vacuno, pero los balseros lo habían abandonado y su ganado estaba disperso en el monte. Según nos dijo,obedecía esto á la voz que había esparcido mali- ciosamente Burga, que los huambisas, enemigos de los aguarunas, estaban en la desembocadura del río Santiago. Manzanares nos su- plicó le permitiéramos acompañarnos hasta puerto Meléndez, cre- yendo tener así alguna xarantía, y aprovechar á la vez de nuestra canoa. Sábado 23 de junio.—Por la mañana neblina espesa. El ter- mómetro mostraba en el aire 27” y en el agua del Marañón 25%. Alas 7 y 40 salimos de Huavico; fuera de los que habíamos sa- lido de Nazaret, se embarcaron también en nuestra canoa: Yaja- manco, Manzanares y Gos indios Huatingi y Laichape del servicio de Yajamanco, en todo, 14 personas. Una segunda canoa más chi- ca, cargada de plátanos y tripulada por Honorato Yajamanco y un indio Ungucha, nos seguían. Esta carga de plátanos iba tam- bién bajo nuestra protección á puerto Meléndez, para ser vendidos allí. Yajamanco se había prestado á acompañarnos hasta Huara- cayo para hacer allí para nosotros algunas adquisiciones de curio- sidades de los indios. A las 7h. 45/ vimos una quebradita porla derecha llamada Pan- gínsa; en este mismo sitio voltea el río con una curva aguda hacia la izquierda y se forma un remolino de extenso radio, pero sin peli- gro. Sucesivamente encontramos las siguientes quebraditas: 7h. 50 Chichijamuntá por la derecha. 7h. 53 Chonyún por la derecha. Sh. 2 Tuti por la izquierda. | bo -T 0 | Sh. 8 Sasa por la izquierda. 8h. 14” Umucáy por la izquierda. A las Sh. 19 parte á la izquierda un pequeño ramal de la co- rriente principal. 8h. 25 quebrada Ináiyhua por la derecha. Hay cerros bajos á ambos lados del Marañón. Sh. 30” parte á la izquierda un pequeño brazo del cauce princi- pal; desde aquí principian á aparecer con más frecuencia pequeñas plavas, tanto á ambas orillas como en medio del río. Sh. 40 quebradita Apingánsa por la derecha. Sh. 50 quebrada Chicáis por la izquierda. A las 9h. voltea el río en ángulo recto hacia la izquierda, pro- duciendo un remolino llamado Papágo. El río tiene aquí más d€ 100 metros de ancho. 9h. 6 quebradita Chaipe por la derecl. 9h. 35' llegamos á una isla en medio del río que se eleva poco sobre el nivel del agua. 9h. 45” atracamos en la desembocadura del río Senepa ó Sinipa como lo llaman algunos. Est2 río tiene como SO metros de ancho en su boca, y corre ahí de NE. á SE. En la confluencia del Senepa con el Marañón, llamado por Jos indios Senepatocúga, que quiere decir “desembocadura del Senepa” se produce una fuerte correnta- da. volteándose el Marañón abruptamente hacia la derecha toman- do la dirección del Senepa. En el ángulo entre el Senepa y el Marañón se encuentra una ca- sa nueva habitada solamente por un hombre y una mujer cristia- nos, quienes estaban ocupados en hacer los primeros trabajos para formar un puesto nuevo, ó sea rozar y sembrar yuca y plátanos. Inmediato á la casa había ya yuca y plátanos maduros; mandó hacer este puesto Yajamanco. Manzanares había vivido aquí algún tiempo y le había dado el nombre de Vista Hermosa. Después de comer algunos plátanos maduros, seguimos nuestro viaje á las 10h. 11”. A las 10h. 37' viene una quebradita de la derecha con el nom- bre de Huachinta. Los cerros á ambos lados del río principian á aumentar en altura. — NN Ví echado en la playa un pequeño lagarto, igual al que había visto en la boca del Muchingis. A las 10h. 40' llegamos á la entrada del pongo de Huaracayo. De Escurrebragas al pongo de Huaracayo, 3h. 44" útiles. El cauce del río se estrecha aquí m ás; las orillas están formadas por grandes pedazos de roca. Alas 101.55” pasamos por un re- molino bastante fuerte, el verdadero pongo; luego principian á ba- ar en altura los cerros, y el cauce se ensancha otra vez. El río rompe en esta parte una cadena de cerros de 200 á 300 metros de altura. Alas 11h. 5 pasamos por una quebradita que cae al Marañón porel lado izquierdo con el nombre de hug (sal); el agua es salo- bre, y á este sitio van los indiosá proveerse de sal, evaporan- do el agua en grandes ollas. El Marañón forma*tn esta región muchos recodos encerrados por bajos cerros; el conjunto es muy pintoresco. 11h. 13 quebrada Aháchin por la izquierda. 11h. 30' divide una isla el cauce en dos brazos; pasamos por el derecho. A las 11h. 40' atracamos á la orilla derecha en un sitio llama- do Huaracayo, por donde desemboca la quebradita Cayamsa. El barómetro en la playa mostraba 741,5mm. Sobre el barranco había dos tambos, uno de indios y el otro nuevo de empleados de Burga, quienes se ocupaban de recoger jebe. -— Unpoco más abajo sobre un planito cerca dela playa, había ade- más un techado sobre postes; este último había sido construído por Yajamanco y un Marulanda, quienes hace tiempo principiaron á formar una chacra, pero Burga los expulsó después de allí. El tambo de los empleados de Burga estaba cerrado. Nos dije- ron que los ocupantes estaban de viaje. Mientras preparaban el almuerzo bajo la ramada, visitamos el tambo delosindios (Fig. 17). Como todoslos de los aguarunas era de forma oblonga, con dos costados derechos y los otros dos en semi- círculo; cada uno de estos tenía una puerta de tablones, cortados rústicamente de un tronco; una tenía solamente una hoja y la otra dos. — 280 — Ala izquierda de la puerta de atrás se veía un montón de tie- rra; nos dijeron que era el sepulcro de una de las mujeres del curaca de este tambo, quien se había ahorcado hacía poco “tiempo por de- licadeza, porque su marido, en estado de beodez, la había dada una bofetada. Esto muestra, por una parte, que las mujeres á quienes llaman salvajes, tienen sentimientos bien delicados, y por otra se puede deducir que los hombres tratan á sus mujeres en general con consideración. El sepulero estaba más ó menos áuna altura de 70 centímetros sobre el piso; encima se veían las ollas y demás útiles de la difunta. En el tambo no encontramos más que mujeres con sus hijos y un indio viejo enfermo de los ojos Una mujer se ocupabaen hacer ollas, otras en hacer masato; la mayor parte estaban sentadas ocio- sas sobre sus camas ó entretenidas con sus hijos. Aparentemente no les extrañó nuestra visita. En este tamlm como en el del río Mu- chingis, reinaba buen orden. Encontramos también algunas cara- binas y escopetas. Despuésde un rato, y uno tras otro, aparecieron los hombres del tambo. Uno, con el nombre de Nanche, había cazado con la cerba- tana varios pajaritos de hermoso plumaje; con mucha destreza los despellejó luego para que le sirvieran de adorno. La carne, sin sa- car los intestinos préviamente, la ensartan en un palito puntiagu- do y lo asan sobre la candela para comérselo. Para la historia natural son estos pellejos desgraciadamente in útiles, porque lescor- tan á todos las piernas y les sacan el cráneo. Le enseñé la manera de preparar un buen pellejo, pero dudo que haya seguido mis indi- caciones. Vino luego el curaca del tambo Laichape: estaba vestido de pantalón y camisa; hablaba un poco de castellano. A pesar de ha- berse ahorcado una de sus mujeres, le quedaban todavía cuatro. Después del almuerzo pudimos cangear muchos objetos curio- sos de los indios, les que dejamos hasta nuestro regreso con Yaja- manco, á quien también dimos una parte de nuestras mercaderías para que continuara la adquisición. Pero, cuál no sería nuestra sorpresa cuando al llamar á los bo- gas no apareció ni uno de ellos? Hicimos averiguaciones y supi- HT mos que se habían internado en el monte; los mandamos buscar en otros tambos que se encontraban más adentro, pero todo en vano, los indios se habían escapado por no seguir el viaje, opinión que confirmamos al ver unas mujeres del tambo y al indio Laicha- pe que había venido con nosotros de Huavico, buscando el poco equipaje delos bogas en nuestra canoa. Era, pues, evidente que to- dos estaban enterados del secreto; fuera de un tubito para saetas de cerbatana, se habían llevado todo. Nuestra situación era bien difícil. Podíamos bajar hasta puer- to Meléndez sin los bogas, pero ¿cómo regresar contra la corrien- te? Gracias á la buena inteligencia en que estaba Yajamanco con los indios del tambo pudo conseguir, después de unas horas de pa- ciente trabajo, que nos acompañasen el curaca Laichape y sus dos parientes Nanche y Casípe. Enel curso del viaje pudimos conven- cernos que no habíamos,podido conseguir bogas mejores. Además nos daba Yajamanco ásu sobrino Honorato y alindio Ungucha para que nos acompañasen, dejando su carga de plátanos aquí abandonada. Tal desinterés no se puede pagar, mucho más cuan- do se trata de apartadas regiones, donde no se encuentra recursos de ningán género, y donde acude la gente solamente para enrique- cerse. Dimos como pago á nuestros hogas unas varas de tocuyo, es- pejos, agujas, anzuelos, hilo de coser y tijeras; y cuando regresaron, un pantalón y una camisa á cada uno. Para que nuestros bogas no tuvieran tiempo de cambiar de idea, determinamos salir el mismo día, aunque era ya algo tarde. Parti- mos á las 5h. 25m. La temperatura del aire era 23, la del agua del Marañón 22". Las alturas á ambos lados del río van desapareciendo poco á poco conforme avanzamos. A las 5h. 35 m. llegamos á una isla llamada Camatac, que divi- de el río en dos brazos; pasamos por el derecho. A las 5h. 49 m. pasamos por la quebrada Uhacús que cae al Marañón por la derecha. Hasta las 6 h. p. m. he visto sobre el barranco, á la derecha del río: varios tambos de indios; dijeron los bogas que también al lado — 989 = izquierdo existían algunos. Las orillas del Marañón están forma- das de barrancos de más ó menos 6 metros de altura; abajo se en cuentra roca, y encima de esta una capa de aluvión con la exube- rante vegetación propia de la montaña. Desde el Muchingis hasta acá he visto en las márgenes del río muchos rozos pequeños que han servido para chacras, pero que después han sido otra vuelta abandonados. Entre la vegetación que había crecido de nuevo en estos terrenos, ví todavía algunas plan” tas de yuca y plátano. Noté que en estos rozos no crecían ya las mismas plantas que lo habían cubierto antes. Sobresale entre to- dos un arbol por el que siempre se puede conocer estas chacras, el cual es llamado por los cristianos Pumamaqui, y por los aguaru- nas Satica. : A las 6h. 7 p.m. atracamos en la playa baja de una isla para pasar la noche. Por primera vez hicimos aquí uso de nuestra car- pa. Los bogas tienen la obligación de hacer las chozas en los via: jes por los ríos. Paraeste fin se procura tomar tierra antes de las 4h. sies posible, para que tengan tiempo de hacer estos arreglos y preparar la comida. Hicieron para nuestra carpa el esqueleto de palos, sobre el cual tendieron la tela; sobre la arena húmeda echa- ron unas hojas verdes de caña brava. Para ellos hicieron una cho- za enteramente de hojas de cañá brava. Donde existen palmeras, emplean las hojas de éstas. En todas las playas del Marañón se encuentran estas chozas, que quedan después abandonadas. Domingo 29 de junio.—Después de desayunarnos con charqui, yuca, plátanos y chocolate, salimosá las 6 h. 10 m. La mañana es- taba oscura y triste; una neblina fría y espesa dejaba ver solamen- te algunos metros alrededor. A las 6h. 30m. la temperatura del aire era de 21? y la del Marañón de 19%. En el monte había más vida animal á juzgar por el canto de los pájaros; quizás cerca de las habitaciones hayan destruido gran parte de los animales los cazadores. Desde el río Muchingis hasta puerto Meléndez he visto una pequeña gaviota de color blanco su- cio, volando sobre el Marañón. A las 6 h. 42 m. pasamos por la quebradita Napújo que de- semboca al Marañón porla orilla izquierda. — 283 — Desde aauí hay numerosas islas que dividen el río en varios brazos, lo que disminuye la corriente y la profundidad, y da lugar á que los árboles que arrancan las crecientes, se que- den en las partes bajas y formen palizadas. Muchas de las islas tienen una vegetación montañosa; son es- tas las que dan la mayor parte del material para las palizadas, cuando en tiempo de crecientes grandes trechos de las orillas des. aparecen. Como pude notar en muchas partes, son estas islas ori- ginadas por otras palizadas anteriores, que han servido de base pa- ra que poco á poco se haya ido acumulando tierra, hasta que la vegetación le hadado más firmeza. Alas 6 h. 57 m. desemboca por la izquierda una quebrada con bastante agua que tiene el nombre de Yamacáy. 7h. 22 m. Quebrada Huiánda de la derecha. Alas 7 h. 53 m. pasamos poruna pared de roca cortada á pi- que y como de 10 metros de altura; seencuentra á la mano izquier- da y se llama Patahuachana; en frente de ésta, á la derecha, había .- playas bajas de arena. Mucho nos había hablado Burga de esta región, como cunte- niendo sitios auríferos, pero atracando á las 8 h. un poco más allá, en una playa baja, no he encontrado señales de oro, á pesar de haber buscado por media hora en diferentes sitios. Mientras tanto Honorato, buen cazador, mató una perdiz grande y nuestros bo- gas se lavaron, peinaron y pintaron con achiote. A las 8 h. 30m. seguimos nuestro viaje. Alas 8 h.50 m. vimos á la orilla izquierda un bosque de la pal. mera social llamada por loseristianos aguaje y por los aguarunas áchu. Es este un bonito árbol con corona ancha y tupida. A las 9h. 15 m. encontramos muchas palizadas; el río es muy desplayado. A las 9 h. 35m. atracamos á la izquierda en una playa casca” josa, baja, donde depositamos una cabezas de plátanos para que nos sirviesen á nuestro regreso; álas 9h. 43m seguimos nuestro viaje. A las 9 h. 50 m. pasamos por la boca del río Nieva, al que los aguarunas llaman Nepa, (ó6 algunos Nipa); desemboca al Marañón 281 — » porel lado derecho, y tiene ahí más ó menos 60 metros de ancho. En el vértice del Nieva con el Marañón había un pequeño rozo con casita, perono vimos gente. Más ó menos en frente del Nieva, de= sembocando por la orilla izquierda al Marañón, nos dijeron que hay una quebrada grande que se llama Domingusa, habitada por aguarunas. Nosotros no pudimos ver esa quebrada porque el Mara- ñnón se divideen esta parte en varios brazos, y había una isla entre nosotros y la dicha quebrada. A las 11 h. 20 m. atracamos en una pequeña playa á la orilla izquierda del Marañón, tanto para tomar un poco de fiambre co- mo para dejar pasar un aguacero. Internándonos un poco en la selva, encontré mucho bombonaje Óó bomboná como lo. llaman los aguarunas. Esesta una palmera sin verdadero tronco; cada hoja en torma de abanico, sale directamente del suelo por un tallo largo y. redondo; muchas hojas tienen naturalmente una raíz comán. El tallo se puede extraer con un poco de fuerza de su alveolo; cuando está tierno se come la punta inferior blanca de este tallo. Alas 12h. 26 m. p. m. continuamos nuestro viaje. Ala1 h. salió el sol. A lo lejos, y hacia la derecha, aparece una cadena de cerros que es la que encierra la hoya en que nos encontramos, y por la cual el Marañón se ha hecho camino, formando el famoso pongo de Manseriche. Alas 2 h. p. m. teníamosá la derecha, un poco retirados y pa= ralelos al río, unos cerros bajos, que son los primeros contrafuertes de la cadena principal; las orillas son siempre barrancos de más ó menos 6 ú S metros de altura. Vimos sobre una playita una familia de grandes patos negros; atracamos á las 2 h. 30m. y tuvimos la felicidad de cazar dos de ellos; continuamos nuestro viaje á las 3 h. Alas 3 h. 5m. nos encontramos al frente de la desembocadura del río Santiago, llamado Canóce por los aguarunas. A las 3 h. 10 m, atracamos otra vez á la orilla derecha del Ma- rañón en un sitio en que había un techado sobre el barranco. Deja- mos aquí la mayor parte de nuestros víveres, como plátanos, yuca» maní, masato, etc. Para aliviar un poco nuestra canoa, conserva- mos solamente lo suficiente para tres días, tiempo en que pensa- e — 285 — mos estar de regreso. En este sitio tienen los bogas sus señales en las que se fijan para ver si pueden pasar el pongo ó no; cuando el río está muy crecido no se atreven á pasar. Felizmente para nos- otros encontramos la altura del río favorable y seguimos nuestro viaje á las 3 h. 27 m. A las 3 h. 35 m. pasamos por una quebrada que desemboca por la derecha al Marañón; es llamada Sungasáút. A las 3h. 40 m. cerros á ambos lados del río, bajando hasta el mismo cauce; y este va estrechándose más y más; las orillas son de roca; eseste el principio delpongo de Manseriche. Aun lado y otro hay puntas de rocas que sobresalen; la corriente que golpea contra estas puntas se desvía y forma remolinos de más ó menos poder. Las puntas son restos de estratas de una roca más dura que la de la mayor parte de esta Cadena, por donde enel trascurso del tiempo el Marañón se ha abierto paso. Los aguarunas dan el nombre de Amgpuhá al pongo de Man- seriche. He oído también á algunos usar el nombre Manseriche como genérico, aplicándolo á todos los pongos, principalmente cuando tratan de explicar á un forastero lo que es pongo, imagí- nándose, quizás, que así se hacen más comprensibles. Un poco antes de entrar á la parte más estrecha del pongo, nos llamaban desde la orilla derecha; acercándonos, nos encontramos con el ingeniero Rafael Benavides, quien con varios acompañantes estaban dando pasos para encontrar á su segundo, Linares, que se había desviado, viniendo del río Nieva. Como más tarde se nos contó, había sucedido esta desgracia de la manera siguiente: Bena- vides estaba ocupado en abrir un camino de puerto Meléndez á las cabeceras del río Nieva, y de allá Nazaret. Entando con su gente en las cabeceras del río Nieva, regresó por tierra á puerto Meléndez con el fin de estudiar esta región, ordenando á Linares que con dos hombres más bajara el río Nieva y después al Marañón, para llegar allíporagua á la misma estación. Como al re- greso de Benavides á puerto Meléndez no encontrara á Linares, que debía haber ya llegado, por ser el viaje por agua mucho más corto y menos molestoso., suponía que le había sucedido alguna desgra- cia, y luego remontó por el pongo para rastrearlo. Fué entónces que lo encontramos á nuestra bajada. Benavides había hallado en este sitio la canoa de Linares con su equipaje, y rastros que indica- ban que se había internado en el monte. Después de 10 minutos de conversación continuamos nuestro viaje. A las 4 h. 5 llegamos al sitio más estrecho; los cerrosá ambos lados de una altura de más Ó menos 150 á 200 metros, se levantan casi perpendicularmente del agua; el cauce tiene como 60 metros de ancho. Un poco antes de llegar á este sitio se forma un remolino algo fuerte en el río, que se extiende por casí toda su anchura. To- dos echamos manos á los remos para ayudar á los bogas y atra- vesamos por en medio del remolino, sin ser arrastrados por la co- rriente. Una vez pasado el pongo, desaparecen los cerros á ambos lados del río; divisamos luego un techo de calamina sobre el ba- rranco de la orilla derecha, era puerto MeEndez. Cuando ya ha- bíamos puesto proa hacia este lugar nos llamaron de la orilla opuesta donde también veíamos un techado de calamina y mucha gente; atracamos en este sitio á las 4:30” p. m. Fuimos recibidos por el comisario del alto Marañón Benjamín Arce, capitán Augus- to Montes, teniente Valderrama y R. P. Bernardo Cayo; además había tropa y varias familias de aguarunas, que venían de Barran- ca y seiban otra vez á sus hogares en la quebraba Ampuja, cabe- cera del río Nieva. A las 6 h. p.m. y á 5metros sobre el nivel del río, mostraba el barómetro 743,25 mm. El comisario con su gente se había instalado aquí provisional- mente á fin de rozar un pedazo de terreno para sembrar y construír el edificio de la comisaría. Mientras estuvimos sabo- reando una buena taza de café regresó también Benavides; había dejado su gente para que siguiesen á Linares. Después de tomar todavía la comida, nos fuimos todos juntos á puerto Meléndez á la orilla opuesta, cuando ya estaba oscuro. Puerto Meléndez fué fundado por el prefecto P. Portillo en noviembre de 1901 y sirve como puerto militar. Cada tres meses una lancha á vapor lo pone en comunicación con Iquitos, trayen- do los víveres necesarios para la guarnición. Al tiempo de nuestra visita no existía más que una casa vivien- ad FEBRUNIN A ón. Salida del Pongo de Manseriche. Entrada al Pongo de Manseriche por el Este. pim 3 da para los oficiales, que servía al mismo tiempo como desp-nsa, y junto á esta una ramada para la tropa y otra aislada que ser- vía de cocina. Además había ahí una capilla y una casita para el padre. Todo se encuentra sobre el barrancojunto al río en un ro- zo bastante grande. Lunes 30 de junio.—Este día lo habíamos destinado para descansar y principiar nuestro regreso el día siguiente, pero en la tarde me repitió con más fuerza un ataque de ficbre que había sentido ya enel áltimo día de nuestro viaje, teniendo que guardar cama todo el martes 1* de julio. Sentí todos los síntomas de influenza, y me alarmé bastante de verme obligado por tiempo indeterminado á guardar cama. Por la noche me sentí un poco mejor é hice un esfuerzo para levantarme, tomando siempre quinina en grandes dosis. Supongo que esta en- fermedad la adquirí la mañana del 29 de junio en que me levanté á medio vestir, porque me parecía oir un ruído sospechoso en nues- tra canoa; me imaginé que pudieran huir nuestras hbogas recién conseguidos. Hoy se mató á bala dos tortugas de tamaño mediano, de las cuales dicen que hay varias especias aquí, y son bastante abundan- tes. La comida toda se compuso de platos de tortuga. Miércoles 2 de julio.—Fuertes lluvias; el Marañón empieza á crecer, y sepronosticaba queiba á seguir la creciente; determinamos postergar nuestro viaje de regreso hasta que bajase el río. El comisario del alto Marañón, Arce, había hecho ya algunas plantaciones en los dos roces; en el de la orilla derecha ví plátanos y yucas ya bastante grandes, y además muchas clases de legumbres; pero dá lástima ver en estos roces troncos gigantes, muchos de muy huenas maderas, podrirse, sin que se pueda hacer uso de ellos. En el roce sobre la orilla izquierda estaban preparados almá- cigas de 60 diferentes clases de legumbres, etc. Nos dijo Arce que ahí había encontrado cimientos de antiguos edificios; es, pues, el sitio donde estuvo el antigua Borja; también había notado un camino hacía el Oeste, conocido por la vegetación un poco menos desarro- llada que la demás. —- 28 (0,9) A las órdenes del comisario estaba el teniente Valderrama y más ó menos 20 hombres de tropa. De puerto Meléndez, á la derecha del río, debe partir el camino á Nazaret; esta obra está encargada al ingeniero Benavides, quien tiene á sus órdenes al capitán Montes con algunos hombres de tro- pa, y peones en número tal como puede conseguirlos. Cuando estu- vimos ahí, parecía paralizado el trabajo por falta de peones. Jueves 3 de julio.—En la noche y por la mañana fuertes llu- vias; por la tarde llovía un poco menos; el Marañón sigue cre- ciendo. Por la mañana encontramos nuestra canoa suelta, pnes hahía estado mal amarrada; solamente una circunstancia muy feliz nos salvó de perderla del todo: la corriente la había sujetado en la ori- lia entre la ramazón de un arbol. Es este un ejemplo, entre muchos, de que no se puede fiar de la gente, y es pretiso, para evitar des- gracias, que uno mismo revise todo. Nuestros cazadores Honorato y Ungucha regresaron por la tarde con dos cotomonos (yacúm, en aguaruna). Como lo dice su nombre, tiene este mono un bulto grueso en el pescuezo debajo de la barba que parece coto. Tiene más ó menos 40 ctms. de alto y 50 de largo, y es de color mulato OSCUTO. Viérnes 4 de julio.—Todo el día fuertes lluvias; el Marañón crece más; la corriente aumenta y arrastra palizadas, algunas de ellas de formas muy curiosas, que parecen canoas volteadas con sente etes Como almuerzo tuvimos estofado de mono. Sábado 5 de julio.—A las 7'30 a. m. mostraba el barómetro 748 mm.; á las 4h. p. m. 745 mm. Luna nueva. Todo eldía seco y casi siempre con sol. El Marañón comienza á bajar insensiblemente. En la tarde trajeron nuestros cazadores un cotomono (yacúm) tres maquisapas (huashi, en aguaruna); de estosuno era chico. Ade- más trajeron la mitad posterior de un mahás = LJ [== l= o > X la => = o E 011 € 24113 IND 271904 TAMBO DEL CURACA HAICHAPE EN HUARACAYO Lit. y Tip. Nacional M. Badiola y Cia. Baquijano 278 Lima, Peru. e río, apoyando una punta de la tangana en el fondo dela misma orilla; el viaje de esta manera es necesariamente pesado, más to- davía, si se encuentra con obstáculos, como ramas y peñas sa- lientes. Subimos primero un trecho por la orilla derecha, pasando des- pués á remo á la izquierda, donde hubimos de desembarcar para pasar la canoa por una correntada. Estas correntadas en las ori- llas son motivadas por las puntas sobresalientes de las peñas. El agua que corre por la orilla cuando encuentra estos obstáculos se represa, y se forma un desnivel más ó menos grande entre la parte superior é inferior de la paña, á la vez que aunienta la corriente. Por el choque del agua contra estas peñas sobresalientes, se forman en- cima de ellas contracorrientes que ayudan mucho para avanzar con la canoa (Fig. 18.) Para pasar estos sitios los pasajeros por precaución y para alivlar más la canoa, se desembarcan, quedan- do en ella uno ó dos para darle la dirección con las tanganas; la embarcación es tirada por medio de una soga por entre la co- rrentada. Si ésta es muy fuerte, se descarga completamente; en este "procedimiento se emplea mucho tiempo, pero es necesario; nuestro popero Laichape quizás era demasiado precavido, pues cuatro ve- ces tuvimos que descargar completamente la canoa al pasar el pon- go, y muchísimas otras hubimos de desembarcar. Encontré en el sitio del primer desembarque amonitas y otros fósiles en roca pizarrosa. A la 1 descargamos por tercera vez todo el equipaje. Encon- tramos en este sitio, con gran sorpresa, unos indios aguarunas, pe- ro ño había señal de canoa, eran: un hombre y dos jóvenes, una mujer de edad con una criatura, un muchacho y una mucha- cha grandes. Todos tenían semblante enfermizo y cuerpo delgado; los perros que llevaban estaban más escuálidos aún. Se veía que su- frían de hambre, pues lo primero que pidieron fué algo de comer. Por medio de nuestros hogas supimos que formaban parte de los indios que habíamios encontrado á nuestra llegada á puerto Me- léndez. De allí habían salido el 30 de junio en dos canoas, pero en este mismo sitio perdieron una con todo lo que contenía. La otra — 299 había seguido su camino para dejar la gente y equipaje fuera del pongo, en un sitio aparente, para después regresar y lleyar á estos; pero en este tiempo sobrevino la creciente, y hasta hoy habían es- tado allí incomunicados. La desgracia que habían tenido estos indios aquí y la correntada un poco más fuerte que en los demás si- tios que habíamos pasado, indujo á Laichape á pasar la canoa sobre las rocas. Para este fin se cortó palos, sobre los cuales se hizo res- balar la canoa; alguna dificultad dió por su tamaño, por no haber camino recto entre las peñas, pero al fin logramos nuestro propó- sito, trabajando todos, como si nuestras vidas dependiesen de esto; á las 4 p. m. continuamos nuestro viaje, Mientras pasábamos nuestra canoa, regresó también la de los indios, que se llevó á los náufragos. A las 5 y 12 atracamos sobre una playa de arena á la orilla de- recha del pongo, donde estaba también al tampamento de los in- dios; eran como 20 personas entre hombres, mujeres y niños, más los indispensables perros. El padre nos contó que hacía poco más ó menos un año que estos indios habían bajado á Barrancas. Durante su perma- nencia huyó de allí una mujer huambisa, tomada seguramente por los barranquinos como prisionera, en una de las correrías contra es- ta tribu. Instigados los aguarunas por su propio amor por estas correrías, siguieron á la huambisa, rio Morona arriba. No hallan- do á la prófuga, cayeron sobre el primer tambo que encontraron; el dueño de éste fue muerto y su hija, muchacha de10úá 11 años, tuvo que seguir al asesino de sa padre para ser después su mujer. Esta muchacha era aquella que encontramos entre los náufragos. Más tarde hicimos preguntar á la muchacha sobre este asunto y entonces confirmó la verdad del acontecimiento. Parece que se ha- bía conformado con su suerte; ella servía á su futuro marido con bastante voluntad. He notado que la orilla derecha del pongo es más empinada que la izquierda; en esta última noté más derrumbes, forman do los grandes bloks de peñas un verdadero caos. En general sola- mente á la altura de unos cinco metros sobre el nivel del agua ha- bía roca cortada á pique; de allí para arriba puede tener un talud A E . > . E a a $ | > 3 y 1 AE E A A ' E ) E / . a J ' A : h Mr , > him - » ” 3 BN za de las cosas, y no delos actos de los hombres, es mejor invertir el concepto. Cabe declarar, en confirmación, que las distancias, alturas y proporciones son intencionalmente "tomadas en sentido lo menos favorable al objeto de este estudio; de tal manera que su rectifica— ción, lejos de desautorizarlo, pueda resultar en apoyo del proyecto principal desarrollado. El interés que él excite habrá de determinar de pronto una serie de reconocimientos que partan ó se combinen en Cajabamba, po- blación más directamente interesada en elloque cualquiera otra. Nada más fácil que acopiar datos y organizar pequeñas expedicio- nes, teniendo en cuenta que la única incógnita por aclarar nueva- mente esla de Tubaybal á Pajatén. Elrío Huayabamba es fácil- mente explorable, remontándolo, y podría contribuir eficazmente á ello la autoridad superiorde Loreto, que tiene los diversos medios á su disposición. La Junta de Vías Fluviales, porsu parte, puede nombrar una comisión para que trace el curso del Huayabamba y afluentes, re- corriéndolos con detención, y para que levante el plano del ca- mino señalando sus condiciones técnicas y costo definitivo, á fin de otorgar la concesión y asegurar la ejecución de la obra. Tres años después, á lo sumo, estaría concluido el camino. Huelga decir que desde ese momento, comenzará á desarrollar- se, tangiblemente, la prosperidad inesperada y vasta, que es conse- cuencia natural, y por lo mismo inequívoca, del restablecimiento de la Vía Fluvial del Huayahbamba. Lima, 1903. GERMÁN TORRES CALDERÓN. Miembro corresponsal de la Sociedad Geográfica de Lima. AO AA — 310 -— DEPARTAMENTO DE PIURA MONOGRAFÍA ESCRITA POR DON RICARDO GARCÍA ROSELL Á SOLICITUD DE LA SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE LIMA (Continuación) PERIODO COLONIAL, SIGLO El 4 de marzo de 1544 desembarcó en Tumbes el primer virrey del Perá don Blasco Núñez Vela. Tuvo lisonjera acogida y de allí pasó á San Miguel, donde mereció idéntico recibimiento. Traía la nueva autoridad instrucciones ámplias para cimentar su gobierno, bajo las bases de equidad yjusticia, capaces de reparar los estragos de la conquista. Mediante la diligencia infatigable de Bartolomé Las Casas, venerable sacerdote que lleno de piedad por los infelices indios abogaba en su favor, $e habían abierto camino en los consejos del gobierno de España, ideas humanitarias y pru- dentes, junto con vivo interés por losasuntos de las colonias. Por- tador de ordenanzas terminantes para poner atajo á los abusos, suprimirlas encomiendas y sacar de la esclavitud á los naturales, Blas- co Náñez venía resuelto á darles estricto cumplimiento. Junto con él lle- garon cuatro magistrados, Diego Cepeda, Lizón de Tejada, Diego Alvarez, y Pedro Ortiz de Zárate, que con el título de Oidores de- bían constituír la real Chancillería Ó Audiencia de Lima, como alto tribunal llamado á administrar justicia. En San Miguel, las primeras providencias del virrey fueron fa- vorables á los indios. Dispuso que no se les cobrara tributos ex- cesivos, no se les maltratase, ni se les hiciera violencia con nin- guna clase de pretestos. Para dar ejemplo de moderación, prohi- bió cargarlos por fuerza con sus propios equipajes, para su trasla- lación á Lima, disponiendo les fuera acordado un jornal conve- niente y un peso de acarreo en proporción á las fuerzas de los que se ocuparan. Con estas medidas y con la noticia de las ordenanzas que traía, cundieron nuevas alarmantes respecto á sus propósitos. La mayor parte de los conquistadores, cuyas riquezas tenían por único fundamento la explotación de los vencidos, vieron en el — 311 — Virrey un peligro para la subsistencia de sus explotaciones. Pronto el desagrado y el disgusto se hicieron manifiestos. Habiendo el virrey atendido las quejas de algunos caciques, y puesto en libertad á varios siervos, la indignación de los perjudi- :ados no pudo ocultarse. Al salir de San Miguel con su comitiva, para emprender viaje á Lima, las mujeres le despidieron con re- criminaciones y denuestos. A poco, habiéndose hecho generales las quejas, Gonzalo Pizarro, á la sazón enel Cuzco. creyéndose con derecho para suceder á su hermano, se resolvió á encabezar la oposición al virrey, pronun- ciándose en su contra. Las ciudades del norte, San Miguel, Tru- jillo, Lima y Huamanga, habían reconocido la nueva autoridad, paro el Cuzco y Arequipa, apoyando á Gonzalo, se declararon en abierta rebelión. Después de variadas diligencias é infructuosas negociaciones, Blasco Núñez Vela que no encontraba bastante decisión en los vecinos de la capital, fué depuesto con el voto de tres de los Oido- res de la Audiencia y embarcado en un buqu> con destino á Pana- má. Enel viaje, sus conductores amedrentados con tan grave de- sacato, se le sometieron y permitieron su desembarco en Tumbes, mientras Pizarro entraba triunfante á Lima el28de octubre de 1554. : En Tumbes el virreyrecibió auxilios de San Miguel, de Quito y de Guayaquil, y hasta de algunos descontentos de Lima, como Iñigo Cardo y Pedro Vello, que con cuatro ó cinco soldados se fueron en un buque del Callao. Sabedor de que los capitanes Gon- zalo Diaz, Hernando de Alvarado y Jerónimo de Villegas iban por tierra en su contra se preparaba á resistirlos; pero las operaciones de la guerra le obligaron á cambiar tal resolución. Gonzalo Pizarro había hecho aderezar precipitadamente bu- ques y embarcado en ellos á Hernando Bachicao con cincuenta ar- cabuceros, para que fuese si era posible á Tumbes en persecución del Virrey, pasando luego á Panamá con el Dr. Tejada y Francisco Maldonado, á quienes comisionaba como delegados suyos á Espa- ña. Los elementos de Bachicao no le permitían acometer con es- peranza deéxitoá las tropas reunidas en Tumbes; pero la suerte — $12: — quiso secundarlo prestándole inesperados refuerzos. Habiendo arri- bado ocasionalmente al puerto de Huanchaco, halló en él un na- vío grande, perteneciente á Baltazar Diaz yecino de Panamá, car- gando mercaderías. Lo tomó, lo proveyó de artillería y gente y partió, ya suficientemente fuerte, sobre Tumbes, á donde supo á punto fijo que se encontraba el virrey, La pequeña flota de Bachicao, con apariencias de escuadra espetable, surgió de improviso en el puerto de Tumbes, una ma- ñana al rayar el día. Allí sorprendió un navío mandado por el ca- pitán Bartolomé Pérez, muy partidario del virrey, que quiso huir, pero que tuvo que rendirse por estar su buqne desarmado. Tras esta captura, con el propósito de alarmar á las gentes de tierra, simuló Bachicao un desembarco aparatoso, sin ánimo de lle- varlo á cabo; pero que surtió mayor efecto del que podía espe- rarse. ( La vista de tantos alardes militares y el influjo muy espe- cialmente de ciertas noticias que circulaban en el campo del virrey obre la gran cantidad de gente y pujanza que traían los acomete- dores, obligaron á éste, después da consultar con el Oidor Diego Alvarez, á retirarse á Quito que era á la sazón la ciudad que mejores auspicios prometía. Con la retirada del virrey, Bachicao quedó dueño de Tum: bes. Allí aumentó algo su gente, tomó algunas armas y abundan- tes provisiones y continuó su viaje á Panamá. Como fuera bien acogido el virrey en Quito, pronto se rehizo, amon"*onó nueva gente y cobró nuevos bríos. Con cuatrocientos hombres de tropa regresó al Sur, llegando hasta Ayabaca, donde tuvo noticia que Hernando de Alvarado, teniente gobernador de Trujillo porGonzalo Pizarro, don Jerómino de Villegas y Gonzalo Diez, habían sorprendido y muerto á Juan de Pereyra, que venía con sesenta hombres de Chachapoyas en su apoyo. Acelerando la marcha con el pesar de tan infausta nueva, tomó cinco arcabu-: ceros que constituían una avanzada de Alvarado y supo por éstos que el real de los ca pitanes de Pizarro estaba en Chinchacha- ra, á nueve leguas del lugar en que se encontraba. Apresurada- mente se enmendó el camino con dirección al indicado sitio y en la € PP — — 513 — madrugada cayó el virrey de sorpresa sobre sus enemigos. Los to- mó dormidos y los desbarató en el acto, sin que los tres capitanes tuvieran tiempo para nada más que para huir. Hernando de Alva- rado, escondido por los cerros, fué asesinado por unos indios, Gon- Zalo Diez, perdido en despoblade, murió de hambre, y Jerónimo de Villegas, con unos cuantos soldados, logró escapar hasta Trujillo. Piura quedaba no más que á siete leguas de distancia del sitio de esta sorpresa. El virrey determinó avanzar sobre ella; pero como tenía fundadas quejas contra el vecindario que había reconocido por Gobernador á Gonzalo Pizarro, dispuso hacer la marcha muy despacio para que tuviera tiempo de llegar la noticia de su venida y de su reciente victoria, á fin de que se modificara la disposición de los ánimos. Mandó mensajeros anunciando que no traía planes hostiles, ni propósito de cobrar resentimientos; pero no encontró la población con mucha gante, ni con la decisión y lealtad que pensa- ba. Sabiendo su venida, la mayoría de los vecinos se había mar- chado donde Pizarro, por quien tenían simpatías. En la ciudad ha- bían quedado solamente, entre las gentes de calidad, Juan de Esco- hedo, Lucena y Farfán. Don Bernardo de Quiroz, persona acaudala- da que estaba en su hacienda, vino al encuentro del virrey y le hos- pedó en su casa, tratándolo con mucha distinción. Gonzalo Pizarro había salido, entretanto, de Lima por mar con sus tropas, desembarcado en Santa y seguido por tierra á Trujillo, donde asentó su cuartel general. Alí un mozo de uombre Olivera que había sido paje de Blasco Nuñez Vela, se ofreció á asesinarlo y con el consentimiento de Pizarro marchó á Piura. En presencia del virrey, le significó haberse huido de Trujillo por el deseo de ser- virlo y para cubrir mejor su intensión traicionera, lecontó multitud de cosas del campo enemigo, haciendo manifestaciones repetidas de lealtad. No tuvo nunca, sin embargo, ocasión de poner por obra su dañado intento. Pizarro, habiendo averiguado las condiciones en que estaba el virrey en Piura, salió de Trujillo y pasó á Jayanca, recogiendo en el camino algunos dispersos de Chinchachara, y entre estos á Manuel Estacio, que era uno de sus amigos. En Jayanca aligeró cuanto pu- do los equipajes de sus tropas, para hacer la marcha lo más desem- barazadamente posible. — 314 — El virrey, lleno de sobresaltos en Piura, hizo degollar á un Alon- so García sospechado de andar en servicio de Pizarro y á un Mi- guel Ibañez, viscaíno, acusado de haber echado trigo en los “Ja- gueyes'”” del despoblado por donde debían pasar las tropas reales, para que no encontrasen agua que beber, pues el trigo en agua es-. tancada la vuelve venenosa. Con encargo de practicar un buen reconocimiento y guardar el paso si era posible, salió de Piura con alguna gente Vela Núñez, hermano del virrey y avanzó hasta Motupe. Allí supo que Pizarro estaba en Jayanca, apenasá cuatro leguas de distancia, y sabiendo que disponía de bastantes fuerzas, quemó el tambo de Motupe y abandonó precipitadamente el lugar, regresándose á Piura. Estaba el virrey determinado á esperar á Gonzalo y darle ba- talla; pero ai poner por obra sus planes halló tan poca gente y es: ta tan falta de aliento y de salud, que conspltado el concejo de sus capitanes se resolvió la retirada para Quito otra vez. Gonzalo Pizarro, aligerado su campo de todos los equipajes, emprendió marcha desde Motupe con gran recato, llevando siem: pre tropas de descubierta suficientemente avanzadas. Como de Mo- tupeá Piura había un despoblado de más de veinte y dos leguas, sin agua ni refrigerio alguno, dispuso que los indios comarcanos con- dujesen agua y provisiones para la gente y los caballos. Al entrar por el despoblado, envió por el camino ordinario veinte y cinco hombres de caballería y con el resto de sus tropas tomó por Serrán para caer de sorpresa sobre Piura. Ya próximoá la ciudad tuvo co- nocimiento de la retirada del virrey y entonces, sin entrar en ella, continuó la marcha, destacando en su persecución á Francisco de Carbajal con cincuenta ginetes y disponiendo á la vez que fuese un mensajero á Tumbes, dende estaba Bachicao con la escuadra, para ordenarle que pasase á la Puná y de allí por el puerto de Chimbo subiese con su gente á Quito. La persecución de Carbajal se fué estrechando desde el primer día. Los partidarios del virrey, en su mayor parte enfermos, iban dejando muchos resagados Al caer la noche, habiendo corrido ocho leguas, se creyeron fuera del alcance de sus perseguidores y acampa- ron para descansar, pero Carbajal que no se daba reposo llegó + las pocas horas, obligándolos á emprender de nuevo la fuga y á caminar toda la noche. A la mañana siguiente, al pie de la cuesta que lleva á Cajas, estuvieron á la vista los dos campos enemigos. El virrey, sea por efecto de inesperada reacción ó porque no le que- dó otro recurso, detuvo su gente y la puso en son de combate; pe- ro Carbajal no quiso acometerle, retirándose á su vezcon pruden- cia ó maña, repitiendo el antiguo aforismo que dice: “al enemigo que huye puente de plata”. De allí continuó la persecución, alternánduse entre la huida precipitada y los aprestos de combate que no llegaban á Ayabaca, donde elsanguinario Carbajal mandó ahorcará algunos delos resa- gados del campo contrario, entre Otros un pariente del virrey lla- mado Rafael Vela, á un Montoya, vecino de Piura, á un Briceño de Puerto Viejo y á un Balcazar. Sin que estas ejecuciones distrajeran mayormente el tiempo, la persecución continuó hasta Quito primero y después hasta Popa- yán, secundado Pizarro por Bachicao que conforme, á sus instruc- ciones, subió á la sierra dejando la escuadra en Guayaquil. Por fin, después de haber asumido esta campaña proporciones colosales por la extensión de las operaciones y por los esfuerzos desplegados, fué derrotado y muerto el virrey enla batalla de Aña- quito: Gonzalo Pizarro, vencedor, se apresuró á regresar al Sur pa- ra asegurar los frutos de su victoria. Antes que él llegó á San Mi- guel de Piura el Maestre de Campo Carbajal con solo doce com- pañeros sacados de Quito y á quienes decía los doce apóstoles. Este fiero militar, de ordinario implacable con los enemigos, no obstan- te sus ochenta años, apenas llegado á la ciudad, hizo demostración de ajusticiar á algunos vecinos principales por los auxilios que ha- bían prestado al virrey. Luego, admitiendo los ruegos que se le hi- cieron les perdonó la vida, imponiéndoles una multa de cuatro mil pesos y condenándolos á la pérdida de sus encomiendas. Es- taba en esta ocasión preso en la cárcel pública Francisco Hur- tado, vecino de Santiago de Guayaquil, que había sido capitán del virrey y que como grabador le había fabricado un facsímil del sello real. Carbajal lo mandó poner en libertad reprendien- do á los alcaldes por haberlo mantenido en prisión tanto tien1- — 316 — po. Hurtado una vez libre fué á dar las gracias á Carbajal, con quien había sido antes amigo y éste le convidó á comer. Después que hubieron comido, mandó Carbajal por el cura y dijo: “señor Francisco Hurtado, yo siempre fuí amigo y servidor suyo. Como tal lo he sacado de prisión, cumpliendo mi deber de buen amigo. Ahora tengo que cumplir mis obligaciones como Gobernador y así no puedo dejar de matarlo. Aquí está el padre cura, póngase, amigo, bien con Dios” y diciendo esto le mandó dar garrote. Prac- ticados dichos escarmientos, pasó Carbajal para Trujillo, reco- giendo y alistando por el camino toda la gente que podía. Gonzalo Pizarro, nombró por Teniente de Gobernador en San Miguel á Alonso Mercadillo, quien conservó sucargo hasta 1546, hasta que en dicho año, á causa de practicarse muchos robos en el camino para Quito, donde solían ser atacados y mu+rtoslos espa- ñoles por los naturales que no tenían cerca ningún respeto, fundó con autorización superior, la ciudad de Loja, en el valle de Cuxi: bamba, lugar ameno, entonces muy poblado por tribus Cañaris, altas y Malacatas. En San Miguel, cuyo nombre de Piura tiende ya á prevalecer, quedó de Teniente Gobernador Pedro Puelles. Por entonces ocurrió un hecho digno de mención: aparecieron de improviso las ratas, primoro en San Miguel y después en otras tierras, creciendo pronto en tanto námero que royeron los árboles, las cañasde azúcar recien traídas de México, los maizales y cuanta yerba presentaban los campos. De noche andaban en gruesos pelo- tones, impidiendo el sueño á los españoles y espantando á los in- dios que no las conocían. Habían venido en uno de los buyues de la escuadra que trajo Blasco Núñez Vela y desembarcado en Paita, para realizar á su modo la conquista también de estos territorios. Gonzalo Pizarro disfrutaba en Lima los halagos del poder, pues su Maestre de Campo Carbajal expedicionaba por el Sur paci- ficando ó mejor dicho amedrentando á los descontentos; mas llegó á Tumbes Pedro Hernandez Paniagua, comisionado de don Pedro de la Gasca cue había arribado á Panamá con el título de Presi- dente de la Real Audiencia y con el encargo de pacificar el país. Bartolomé de Villalobos que estaba de Teniente en Tumbes por — 3817 — Pizarro, prendió al comisionado, le quitó sus comunicaciones y las remitió á San Miguel con Francisco Maldonado que era amizo y venía de regreso de Panamá, el que siguió sin detenerse á Lima. Paniagua, mientras tanto, continuó preso en Tumbes, hasta que llegó allí Gómez de Solis, que influyó para quelo mandaran á un pueblo de indios, llamado Maricavelica áunas veinte y cinco le- guas de distancia, á casa de Juan Rubio, vecino y encomendero de Piura que allí residía; pero luego, á indicación del Obispo Loayza que pasó por Paita en tránsito para Panamá, lo dejaron conti- nuar su viaje hasta Lima á conferenciar con Gonzalo Pizarro. Estas diligencias no dieron ningún resultado. La guerra civi- se encendió de nuevo con todo su cortejo de calamidades y de intri- gas y traiciones. El presidente Gasca tenía reunidos en Panamá veinte buques . ( y mil hombres de desembarco. Gonzalo Pizarro no se desalentaba. Mandó reconcentrar todas sus fuerzas en Lima; pero junto con las noticias de los progresos militares del Presidente, cundía la indecisión y las vacilaciones en sus Tenientes. El de Puerto Viejo, Francisco Olmos mató al de Guayaquil, Manuel Estacio, y puso ambas ciudades por el rey. El de Trujillo, Diego de Mora, se alistó para cumplir la orden de Pizarro, pero al ponerse en marcha, en la primerajornada, ca- yósele la espada de la vaina en tan mala forma que le hirió su ca- ballo, cosa que tomó por mal agiiero, volviéndose con su gente del camino. La Gasca, salió de Panamá el 10 abril de 1547 con dieciocho buques y ochocientos veinte hombres de guerra. Navegando con aus picios favorables llegó á Tumbes en los últimos días de junio. Poco antes, avisado Bartolomé Villalobos que los de Trujillo estaban por el rey y que se habían visto en la costa algunos navíos de la arma- da del Presidente, procuró sacar todos los hombres que pudo de Tumbes, Piura y Maricavelica y se encaminó por la ruta de la sie- rra. Comenzaba á subir á ella, cuando supo que Gonzalo de Alvara do y Juan de Saavedra venían con mayor número de tropas y en- tonces, al hacer alto, sus soldados, encabezados por Hernando de => Cárdenas, madrileño que iba en la expedición, le prendieron y obli- garon que alzase bandera por el rey, regresando á Piura. La Gasca encontró, al llegar á Tumbes, que la tierra estaba por su causa y que allílo aguardaban mensageros de diversas partes, como Pablo de Meneses, Baltazar de Loayza, Manuel Carbajal, Juan Sandoval y otros que le traían noticia de la sumisión de Lo- renzo de Aldana, de Mercadillo, de Juan de Saavedra, de Diego de Mora y de las ciudades de Quito y Cochabamba. El Presidente los recibió con mucha cortesía y dió comisión y Órdenes á todos eseri— biendo instrucciones delo que se debía hacer. Dió órdenesá Guayaquil para que le mandaran caballos, á Quito para que Pedro Salazar vi- niese con toda sa gente y á Benalcázar y Almendari para que le mandaran los voluntarios que fuese posible obtener, con Antonio Garay á quien envió al efecto. Inmediatamente designó por Teniente “Gobernador y Justicia Mayor de Piura á Juan Sandoval. Le dió instrucciones para la de- fensa del pueblo y para que mantuviese estricto servicio de informa- ciones sobre la actitud de los parciales de Pizarro. Después de haber estado algunos días en Tumbes, hecho y orde- nado lo que dejamos referido, partió el Presidente por tierra, en compañía del Obispo de Lima don Jerónimo de Loayza, del general Hinojosa y del Mariscal Alvarado. Llegado al tambo de Catacaos, despachó nuevos mensajeros con cartas para Lima y Cuzco y re- cibió á Ventura Beltrán, que mandado por Pizarro á Huaura como descubierta, había huido con Hernando Alonso, Diego del Casti- llo, Juan de Agreda y Alonso de Esquivel. Mandó el Presidente que Juan Porcel, que vino á pedir instruc- cíones sobre el camino que debían seguir los varios capitanes, fuese por delante á Cajamarca para proveer lo necesario y que de la gen- te armada que había disponible, parte continuase por mar hasta el puerto de Trujillo y la otra viniese á Piura, para que juntán- dose con la de Cajamarca, emprendiese por la sierra sobre Lima; mientras él, con el Obispo Loayza y el Mariscal Alvarado, seguían al mismo destino por la costa, disponiendo á la vez que las naveS sobrantes que estaban en Paita reygresasen á Panamá, para seguir libremente en su interrumpido tráfico comercial. — UNS En Piura volvió el Presidente á reiterar sus primitivas órdenes y allí recibió al licenciado Sánchez, con cartas de muchos vecinos de Lima y de Huamanga, y continuó su viaje. Su propósito era operar una concentración de fuerzas en el valle de Jauja, para encerrar á Pizarro que operaba en el Sur contra Die- go Centeno. Todas sus disposiciones se cumplieron á satisfacción. Casi sin contrariedades para el partido de Gasca se llevó á termino la cam- paña pacificadora. Gonzalo Pizarro fué derrotado en Sacsahuana y tanto él, su Maestre de Campo Carbajal, y otros varios, pagaron con la vida sus deseos de proponderancia y soñorío. | De regreso á Lima vencedor, Gasca, para sustraerse á los com- promisos contraídos durante la campaña, el 2 de febrero de 1550 se embarcó en el Callao para Panamá, en viaje de regreso á España, dejando las atenciones del Gobierno á la Real Audiencia ó Chanci- llería, como se titulaba entonces, mientras llegaba su sucesor, el nuevo virrey, ya nombrado, don Antonio de Mendoza. Por esta fecha, la ciudad de San Miguel asentada en el valle de Piura, á veinticinco leguas del mar, había alcanzado cierto desa- rrollo, no obstante tacharse su clima de poco sano. La relación general de poblaciones españolas del Perú, del licen- ciado Salazar de Villasante; dice: “Desde Trujillo hay otra ciudad que se llama San Miguel de Piura. Por los llanos hacia Quito hay cincuenta y cinco leguas. Esta ciudad será de vecindad de gen- te y casas como cuarenta á cuarenta y cinco. Está junto á un río pequeño (Río de Tallanes dice Miguel Astete que le llamaron los españoles por la nación de los Tallancas que habitan sus riberas, más tarde trocó su nombre por el de Piura y últimamente se llama Sechura). Hay una iglesia parroquial con su cura y vicario y un monasterio de Nuestra Señora de la Merced que fué fundado al mis- mo tiempo que la villa por Fr. Miguel Orenes y Fr. Vicente Mar- ti. Nunca hay en él sino dos frailes, el Comendador y su compa- ñero. Dáse trigo y maíz, aunque hay riego, lluve aquí más que el rocio de Los Reyes, pero no tanto como en la sierra. El pueblo muy enfermo, en especial para los ojos que ciegan muchos allí, á causa que hay metales de cobre y hierro, que no de oro y plata, y — 320 — dicen qne la gran reverberación del Sol que da en el metal y les re- percute en losojos les causa la enfermedad. Estando yo por Oidor en Los Reyes, (1559-62) mudaron la ciudad cuatro leguas más abajo y estuvieron allí aún no dos años, íbales peor la salud y se han tornado á la población primera, junto á un río en uno alto, donde tienen harta leña.” Otra relación dice: “La villa de San Miguel, primera población de españoles en el Perá, se apellidó primero de Tangarará y des- pués de Piura, según los lugares que mudó buscando sitio sano y libre de reverberación de las arenas que producen oftalmias cróni- cas. Por eso la nación tallana y otras de indios de aquella comar- ca envolvían sus cabezas con una especie de turbante para librar- se del reflejo del sol y arenas, y aún así, dice G. F. Oviedo, bien se podía asegurar que de dos indios de aquellos que se vieran, uno era tuerto. La verdad es que las figuras dehombres y personajes de los vasos de barro Ó huacos encontrados en aquellas costas y la vecina del Sur con bastante frecuencia son de tuertos ó ciegos. Des- de Piuraá Paita que es su puerto á donde vienen á reconocer to- dos los navíos que pasan de tierra firme, Guayaquil y Nueva Espa- ña y surjen allí para tomar agua y refresco hay veinticinco le- guas. Está junto al puerto un pueblo de indios. No hay más po- blación de españoles que hasta seis ú ocho y estos t: dos son tra- antes en biscochos y provisión para vender á los navíos. Los in- dios pertenecen á un vecino de Piura quese llama Diego Gonzales de Prado. Es jurisdicción de Piura. No llueve que es llanos y no sie- rra. De este punto, falto de agua, van cuatro leguas á un río por la mar en balzas los indios y entran allí el agua en pipas y tienen bodegas de ellas como de vino y las venden bien caro á los navíos. La grangería es lo dicho y pescado; especialmente no hay en todo el Perú á donde se pesquen tollos como a í en gran abundancia mejores que los de Castilla. También hay otro pescado que llaman lizas qne son tan buenas como truchas”. Don Juan de Salinas, militar que emprendió en 1556 la con- quista del país denominado Yahuarsonco ó Pacamoros (Jaen de Bracamoros), refiriéndose á San Miguel, dice: “El sitio y valle don- de está poblada la ciudad es muy caliente por causa de estar des- Se y (AP . viado de la mar veinte y cinco leguas y no alcanzar aires de ella. El aire que corre es poco, delgado y sin nieblas. Corren pocos vien- tos y los ordinarios son de los propios llanos, á cuya causa son ca. lientes; también vienen aires de la sierra y estos son frescos y sanos. El cielo de continuo está muy claro, sino es cuando llueve que se ve pocas veces. Algunos años suele llover aguaceros recios, y tiénese por dañoso cuando así llueve. Tiénese por enfermo el sitio, especial- mente para mozos; los que en edad se hallan mejor, por ser tierra tan caliente. Particularmente ha habido enfermedades de ojos y así muchos de los naturales muy faltos de vista y con nubes. Las demás enfermedades ordinarias son calenturas. El valle de Piura es muy llano, aunque donde está asentada la ciudad, por más sa- no se eligió una loma, y cerca de ella hay mucha serranía, porque está poblada casi al piede la sierra. La traza de la ciudad es: la plaza enmedio y de ella salen ocho calles y por ellas cuadras de solares de á ciento ochenta pies cada un solar encuadra y cada cuadra tiene cuatro solares; las calles de ancho de treinta pies. Po- drá haber hasta cien casas, con cimientos de piedra y lo demás de adobe y tapias y cal y ladrillo, y las cubijas de paja, como llue- ve poco. Hay casas de ayuntamiento y carnecería, de los materia- les y edificio de las demás. Hay una iglesia que se edificó al prin- cipio que se pobló la ciudad, á costa de los vecinos y los naturales. Hay también un monasterio de la orden de Nuestra Sra. de la Mer- ced, edificado de la misma suerte y á costa de los dichos. Hay un hospital, bien edificado de mandas de hombres que han muerto y tiene renta, aunque poca. También hay dos ermitas fuera de la ciu- dad.” Una cuarta relación que se titula “Demarcación y División de las Indias” que no trae fecha, pero que corresponde á los primeros años de la colonia, dice: “La ciudad de San Miguel á ciento veinte leguas de Quito y veinte y cinco de la mar hasta el puerto de Paita, de cien casas de españoles, veinte y tres vecinos encomenderos, co- rregimiento á provisión del Virrey y un monasterio de la Merced y en la Comarca como seis mil indios tributarios, y aunque no llueve sino es por maravilla, hay buenos regadíos donde se da bien el trigo, el maíz y las semillas y frutos de España. Está enla jurisdicción de — 329 — esta ciudad el puerto de Paita, en cinco grados australes, muy buen puerto, grande y seguro, donde hacen escala los navíos que van y vienen de Guatemala al Perú y así hay en él como diez casas de vecinos.” Una quinta relación titulada “Geografía y Descripción Univer- sal de Indias,” por Juan López Velásco, escrita en el año de 1571, dice: “San Miguel de Piura que primero se dijo Tangarará á ciento cuarenta y cinco leguas de Los Reyes, ciento veinte de Quito, se- senta de Trujillo y veinte y cinco de la mar, es pueblo de cien casas de españoles y veinte y tres vecinos encomenderos. Al principio en . su fundación se pobló con treinta. En su comarca (ejidos) hay co- mo seis mil indios tributarios tasados en treinta y cuatro mil pesos, aunque no están reducidos en pueblos.” “¿Dicen los indios que antiguamente no llovía en esta comarca y de algunos años á esta parte llueve algunos aguaceros muy gran- des.” “Hay así mismo en la jurisdicción el puerto de Tumbes que so- lía ser frecuentado; pero que ya por maravilla llega buque, porque es puerto abierto y playa brava.” La población indígena por ese entonces era muy numerosa. Su-. misa y obediente á las exigencias de los conquistadores, se presta- ba dócil á cualquier género de trabajo. Lo mismo servía para car- gar losequipajes de las tr opas y apoyar las operaciones de guerra, como para levantar edificios, formar ciudades y trabajar enlas faenas de la asricultura. No debe, por lo tanto, sorprender que ape- nas fundado San Miguel en el valle de Tangarará, á la ribera dere- cha del Chira, tuviera iglesia, almacén, casa de cabildo, un proyec- to de convento y algunos edificios particulares. No dehe tampoco llamar la atención la facilidad con que se abandonaron esas ad- quisiciones, para cambiar el asiento de la ciudad al valle de Piura, al sitio que hoy comprende la hacienda llamada Santa Ana ó Mon- te de los Padres, ni los rápidos progresos realizados allí en cons- trucciones tanto públicas como particulares. La abundancia de población indígena lo explica todo, y la labor gratuita á que se le tenía obligada justifica ámpliamente el escaso apego que despertaban las construcciones. O9 A dd No se puede precisar el número de pobladores que habitaban el te rritorio de Piura al realizarse la conquista, por falta de documen- tos detallados; pero todos los antecedentes que existen sobre el particular, están conformes en asignarle una cantidad muy conside- rable. Por orden del Rey de España, en 1551, el Arzobispo de Li- ma, fray Jerónimo de Loayza, secundado por el Oidor don Andrés Siancas y por fray Domingo de Santo Tomás de la Orden de Predi- cadores, numeraron y empadronaron sin incluir el Reino de Chile y algunas otras provincias, ocho millones dosciensos ochenta y cinco mil personas de ambos scxos. En Tumbes, algunos cronistas calculan la población indígena á la llegada de Pizarroen ochenta mil habitantes y otros sólo en treinta mil. La cifra exacta no puede determinarse, pero es seguro que fné considerable, puesen la isla de Puná, cuyo territorio es comparativamente insigrjficante, habían doce milindios. La po- blación del valle del Chira, dehió ser igualmente densa, lo mismo que la de Piura. En el primero se reconcentraba en Poechos y en el segundo en Chulucanas que fué, sinduda, á juzgar por las ruinas que se conservan, una ciudad de extensión considerable. La despoblación comenzó apenas iniciada la conquista, pero co- mo es natural no se hizo notar desde luego. Por losprimerosaños, los españoles contaron con brazos abundantes, casi voluntarios y absolutamente libres de todo costo. Bastaba pedirlos y señalarles empleo, sin tener que preocuparse en nada de sus necesidades, ni que subvenir para las subsistencias. Eran obreros sumisos, obe- dientes y gratuitos, dispuestos para todo género de labor mecá- nica. Por eso apenas fundadas las ciudades, pudieron constituír cen- tros de recursos y de comodidad, con elementos de relativa cultura. En 1551, llegó á Paita, procedente de Acapulco don Antonio de Mendoza, virrey que había sido de Méjico y que con idéntico títu-. la venía á gobernar en el Perú, como sucesor del Presidente Gasca. Traía los mejores propósitos y muy buena reputación; pero nada, favorable era por entonces el estado de las cosas en el país. Los re- cientes disturbios tenían desmoralizados los pueblos y habían re- lajado todo vínculo de respeto y disciplina. Los descontentos á causa de las recompensas distribuidas por Gasca, traían revueltos y agitados los ánimos, que para colmar su exaltación acababan de tener nuevo motivo de desagrado por haber la audiencia abolido los servicios personales hasta entonces obligatorios de los indios. El nuevo virrey que hizo su entrada en Lima el 23 de setiembre de 1551, no se mostró con carácter aparente cual exigía la situa- ción. Era anciano, con poca salud yescaso, por lo mismo, de energía y voluntad. Comenzó procurando con blandura concilia- ción y avenimiento, pero no obtuvo mayores resultados. Los áni- mos continuaron tan encontrados y tan divididos como antes, has- ta que murió el virrey cargado de disgustos, el 21 de julio de 1552, dejando las cosas en igual pie que las encontró al llegar. : De nuevo volvió á encenderse la guerra civil. Don Francisco Hernández Girón, sublevado en el Cuzco, avanzó hasta Ica ponien- do en confusiones á la Audiencia. Sus tródpas lograron algunas ventajas, y tal noticia, abultada por los parciales, corría sembran- do alarmas en todas partes. El corregidor de San Miguel de Piu- ra, que lo era á la sazón Juan Delgadillo, como medida de pruden- cia, dispuso se reconcentrasen en la ciudad todos los elementos milita- res de su distrito. Alefecto ordenó á Francisco de Silva que esta- ba en Tumbes recogiera toda la gente, armas y caballos que por allí hubiera y los condujese á la ciudad. Cumplida la orden, como los soldados traídos eran pobres, solicitaron del corregidor les diese licencia para marchar á unirse con el ejército Real en Lima, á fin de servir mejor á la causa y disfrutar al mismo tiempo del prest correspondiente que no tenían en Piura. El corregidor les conce- dió el permiso; pero queriendo acompañarlos Francisco de Silva y cinco Ó seis personas más de alguna gerarquía, estando en momen- tos de partir, el 13 de marzo de 1554, se los impidió el corregidor. Como Silva argumentara reclamando su derecho, fué arrestado en su propia casa, donde acudieron á visitarlo sus amigos igualmente contrariados. Estando en ella, se concertó con unos doce que ha- bía decididos para prender y matará Delgadillo y alzarse con las armas y municiones que tenía. Tomada esta determinación, fueron á donde el corregidor directamente Francisco Ortíz, Juan de Ponte, Francisco del Castillo y Bartolomé Sánchez; mientras Fran- Dor 0%) cisco Silva, con Guerrero, Martín Zavala, Juan Balmaceda, Romero y Baltazar Gómez de Espinoza por diferente camino, iban á tomar las espaldas de la casa. Se trataba de un asalto en regla. Los cuatro primeros llegaron al domicilio del corregidor, pe- netraron á la sala donde hallaron á los alcaldes Francisco Morán y Suero de Cangas con dos personas más. Preguntaron por Delga- dillo y habiéndoles indicado quese hallaba en unaposento inme- diato, Francisco de Ortíz pasó adelante, mientras sus otros tres compañeros se sentaban tranquilamente en la sala. El corregidor estaba recostado en una cama. Francisco de Ortíz le dijo que allí tenía ciertos despachos para la Real Audiencia de Lima y que venía á solicitar licencia para llevarlos á su destino. El corregidor le contestó que fuese donde el escribano Miguel de Saucedo para que éste remitiera los despachos y con tal respuesta se salió Ortíz á la sala. 2 A este tiempo entraba Silva con los demás conjurados, acompa- ñado de algunos negros, todos bien armados. Sin prevención de ninguna clase mataron al alcalde Morán y á otro de los presentes, penetrando al aposento donde reposaba el corregidor, á quien pren- dieron en el acto, junto con el otro alcalde. Se apoderaron de las armas que había y sacando consigo á los apresados, se fueron á la plaza vivando al Rey. Allí trajeron el estandarte real y en medio de gran vocerío y algazara, se proclamó por bando que tenía pena de la vida quien no se alistara en el escuadrón que debía formarse. Luego la tropa de conjurados se fué por todas las casas de la ciu- dad buscando armas, caballos y negros, que caían en comiso don- de quiera que se encontrasen. Después de poner en seguridad á los presos, Francisco de Silva se hizo reconocer en el regimiento recién formado como capitán y Justicia Mavor, conforme á la costumbre de la época. Abrió la Caja Real y la de Bienes de Difuntos y repartió el oro y plata que encon- tró en ellas á los soldados, que lo aclamaron con entusiasmo resuel- to y vivas muestras de gratitud. La primera revolución de Piura quedó consumada. Las cosas en este punto, acertó á presentarse un soldado, Fran- cisco Mansilla, á quien Pablo de Meneses había separado del ejérci- — 326: = to real y condenado á destierro en Tierra firme, y que había logrado huir en Paita del navío que lo conducía. Sea por mandato de Silva Ó sea por inspiración personal, publicó noticias muy contrarias á la causa del rey y de la Audiencia. Dijo que Francisco Hernández Gi- rón estaba muy pujante en Jauja, donde tenía más de mil doscientos hombres de guerra y donde sin duda alguna obtendría la victoria, pues estaban desalentados sus contrarios, por haber perdido al li- cenciado Santillana, pasado al bando de Girón con cien hombres. Por varios días se entretuvieron los sublevados en requisas de todo género, entregándose á reprensibles desmanes. Silva para con- tener en parte la desmoralización y afianzar su autoridad, mató á su compañero Francisco Ortiz, en el hecho por sospechas de que se proponía hacer otro tanto con él, pero en apariencia por castigarlo de un delito cometido contra una mujer. 3 Proclamó Silva á Hernández Girón y determinó partir á la ca- beza de la tropa reunida en apoyo de su causa. Con el corregidor Delgadillo y el alcalde Suero de Cangas, bien asegurados con cade- nas y prisiones, emprendió camino de la sierra. Después de algunas correrías y no pocas extorsiones, llegó á Ca- jamarca. Allí supo la retirada de Hernández Girón, y que le seguían tropas reales, estrechándolo de cerca. Silva, con estas noticias, se desalentó por completo. Pensó pri- mero poner en libertad á sus presos, diciéndole al corregidor que podía volver á Piura; pero luego avisado por Mansilla y Alonso Sánchez, custodios de Delgadillo, que éste decía le bastaban cuatro soldados para deshbaratarlos á todos y prenderlos cual merecían por traidores á su rey, resolvió dejarlo en el camino sín zapatos, para que pereciese de fatiga Óó cuando menos no pudiera llegar á poblado antes que los sublevados alcanzasen Paita y tomaran alguna nave ó balzas para huír á la bahía de Caraques, donde confiaban verse libres de persecución. Estaba para ponerse por obra este plan, cuandó pudo huír el corregidor, acompañado de Alonso Sánchez y de algunos indios. Silva, cada vez más amedrentado, de Cajamarca pasó á los Guambos, y desde allí, por el camino más corto, á Motupe, bien arrepentido de sus errores. Comprendiendo que no podía ya fiar en — 397 — la lealtad de sus compañeros, les propuso separarse y convinieron en hacerlo, disolviéndose el regimiento. De dos en dos, cada cual to- mó rumbo diverso. El corregidor Juan Delgadillo, entre tanto, llegó á Jayanca. Tu- vo noticia de lo que pasaba y con el apoyo de Baltazar Calderón, vecino influyente, prendió allí cerca á Baltazar Gómez de Espinosa. Poco á poco aumentó su fuerza y logró juntar hasta catorce hom- bres á caballo y se lanzó en persecución de Silva. Siguiendo las huellas que le parecieron más claras, alcanzó á Po. rras, Balmaceda, Romero y Martín de Zavala. Los prendió y siguió sus pesquisas, pero sabiendo que estaban en Lambayeque Agiiero, Cárdenas y Mansilla, no quiso avanzar más, por quedar esos luga- res fuera de su jurisdicción y se regresó á Piura, llevando presos á los cinco que había cogido. En Lima, por entonces, sabiendo la sublevación de Piura, desta- caron al corregidor Bernardino de Romaní con cuarenta soldados, para que fuese á castigar el delito. Por mar llegó esta expedición á Trujillo, donde sapo que los revolucionarios andaban por los Guam- bos, en marcha para juntarse con Hernández Girón, por lo que mon. tando á caballo toda la gente para acelerar las marchas, se internó Romaní á la sierra. Francisco de Silva y Juan Aponte, que habían acordado caminar juntos, decidieron refugiars2 en Trujillo, y dejando sus armas y ca. balgaduras en las inmediaciones, pusieron por obra su intento, con tan buena suerte, que apercibidos una noche por las mechas encen- didas de los arcabuceros que estaban cerca sus perseguidores, pudie- ron burlar su vigilancia é introducirse desapercibidos en la ciudad. Romaní cogió en su tránsito á cuatro de los dispersos y se encaminó á San Miguel de Piura, donde echó mano á otros seis, á quienes ahorcó Delgadillo; por su parte, hizo lo mismo con Antonio Gómez de Espinosa, Luis Balmaceda y Francisco Aramonte, mandando además descuartizar sus cadáveres. A Francisco del Castillo le hizo cortar la cabeza, y Alonso de Aguilar, Bernabé García y Francisco Mansilla fueron mandados á galeras. Así terminó la primera revolución fraguada en Piura. Silva y Aponte lograron salir de Trujillo y embarcarse disfraza- 328 — dos de frailes con hábitos que les proporcionó el Convento de San Francisco, y mediante tal expediente regresaron libres á España. Para tranquilizar los pueblos, Romaní permaneció dos meses en Piura, en cuyo período no descansó buscando á los dispersos que andaban escondidos por las inmediaciones. Mientras pasaba esto en Piura, Francisco Hernández Girón, es- trechado por las tropas de la Audiencia, hubo de rendir su espada á Gómez Arias de Avila, encomendero de Huancabamba y entregóse prisionero en el valle de Jauja, para ser conducido á Lima y ajusti- ciado luego en la plaza principal. Con este escarmiento se tranquilizó el país. Nombrado virrey para suceder á don Antonio de Mendoza, don Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, llegó á Paita. De allí escogió uno de sus servidores y lo mandó como mensajero á Lima, para dar cuentá de su venida. El cómisionado, joven ligero de carácter, una vez en San Miguel de Piura olvidóse de su honroso encargo y se entretuv o en fiestas y devaneos. Al entrar el virrey á la ciudad, se encontró con que estaba todavía en ella su comisiona- do. Sin reprensión de ninguna especie, lo hizo tomar en el acto, lo mandó á Paita y obligó á regresar directamente á España. En San Miguel dictó el de Cañete algunas providencias y siguió su viaje á Lima, donde fué recibido con la acostumbrada solemni- dad. Allí se mostró severo con los comprometidos en los últimos disturbios y ordenó algunas ejecuciones. Habiéndose suscitado mu- chos reclamos y quejas, alguien hizo presente al virrey que los des- contentos podían encontrar reparación en España y éste contestó: “cuando así sea, un año han de tardar en ir, otro en negociar y otro en volver. Por mi parte, con besar las providencias que traigan, de. cir que las obedezco, pero que su cumplimiento no ha lugar, creo que les habré pagado. Cuando vuelvan por sobre cartas y las traigan, se habrán pasado otrostresaños y de aquí allá Dios sabe lo que ha- brá”. Tales palabras pintan á lo vivo las condiciones en que seejercita- ba el gobierno de la colonia y la impotencia manifiesta de la metró- poli para discernir justicia. Por esta fecha se tundaron, entre Loja y Quito, la ciudad de — 329 — Cuenca, y entre Trujillo y Piura la de Saña. Estas nuevas poblacio- nes, aunque no muy directamente, no dejaban sin embargo de inte- resar algún tanto al vecindario de San Miguel, por ser puntos de escala para su comercio con Quito y con Lima. También interesó por entonces la expedición emprendida por Gómez Arias de Avila, encomendero de Huancabamba á la provincia de Rupa Rupa. Se ereía á la sazón que el vasto territorio que com- prende la región de la montaña, estaba habitado por pueblos que disponían le riquezas colosales. La fantasía estimulada por lacodi. cia, acariciaba multitud de leyendas á cual más alucinante y seduc- tora. - Aparte de las fantásticas relaciones de ““El Dorado” y “El reino del Gran Paytiti”, se hablaba d: un cerro de nombre Jalpay, que era de oro y que debía encontrarse en las tierras de los indios Panata- guas. Como el punto preliso no estaba marcado y la región tan va- gamente designada comprende una zona muy extensa, seinternaban á la montaña en busca del precioso Jalpay, lo mismo por el Norte como por el Centro y Sur del territorio. Así Gómez Arias salió de Huancabamba, Juan de Salinas subió por Loja y Juan Cortéz por Huánuco. Ninguno de ellos, por supuesto, llegó á descubrir el pon- derado cerro. La administración del Marqués de Cañete fué tranquila, cimen- tándose el orden y estableciéndose á firme el respeto por el gobierno. Este no se cuidaba mucho de los verdaderos intereses públicos, ni de la suerte de los indios, pero como habían cesado los tu- multos y los atropellos de la guerra, la situación general de las co- sas se hizo menos desesperada. Los eclesiásticos, hasta la fecha, no habían demostrado mayor afición por doctrinar indígenas, ni por establecerse entre ellos. Cubiertos sus emolumentos por los enco- menderos, por una parte nada los relacionaba con los indios, y por otra nunca estaban puntualmente pagados, así que difícilmente se prestaban á servir de curas en los pueblos que no eran de españoles. Para corregir estos inconvenientes, se dispuso, por provisión de 23 de abril de 1557, que en adelante los curas fueran pagados por los caciques, á quienes debían presentar cartas ó cuentas de sus servl- cios. Esta medida, origen y causa probablemente de los aranceles — 330 -- parroquiales de actualidad, sirvió para vincular á los sacerdotes con la población indígena y para acelerar su conversión al cristianismo. En 1560 se pretendió establecer una contribución ecl esiástica: el pa- go obligatorio de diezmos (10 % sobre todo género de productos de la agricultura) como estaba dispuesto en Méjico; pero se reservó para un poco más tarde, mientras quedaba absuelta la respectiva consulta á España. Las ideas de gobierno, las prácticas y las preocupaciones do- minantes á la sazón, hacían muy dificiles las operaciones de tráfico y comercio, viviendo los pueblos dedicados casi exclusivamente á las labores de agricultura. Allí donde el suelo no ofrecía yacimientos de oro y plata, únicos minerales entonces codiciados, no había alicien- tes que fomentaran las relaciones ni el cambio de productos. Pre- valecía el estacionarismo que fomenta el aislamiento. Cada pueblo procuraba bastarse para sus necesidades feduciendo sus aspiracio- nes. Las ordenanzas municipales señalaban precio á la mayoría de los artículos de consumo y se tenía por práctica saludable y de buen gobierno que cada cual se obligase al abasto de un renglón deter- minado ó de una cosa particular bajo condiciones y tipo fijo. Así unos eran proveedores de velas de sebo, con cargo de fabricarlas de señalado peso y venderlas siempre al mismo precio, gozando en cambio privilegio exclusivo en el comercio del artículo. Otroseran proveedores de harina, de carne ó de cualquier producto, bajo aná- logos compromisos y con la seguridad del monopolio. En semejantes términos, las poblaciones del Norte como Piura, lejos de los centros mineros de importancia, no despertaban mayor interés. Olvidadas casi por completo, su significación é influencia tendía á descender. La atención del gobierno, del comercio y del país en general, cra absorbida por Potosí, Huancavelica y Cara- baya que representaban los yacimientos de plata, de oro y de azo- gue de más opulenta producción. San Miguel de Piura que en 1556 había sido considerada entre las ciudades españolas de importancia, mereciendo que Carlos V oficiara á su Cabildo, dándole cuenta de su voluntaria abdicación en favor de Felipe II; San Miguel de Piura que había contribuido á la fundación de Loja y de Trujillo en 1561, al llegar el virrey don . — 83 Diego López de Zuñiga, Conde de Nieva, no fué ni siquiera visitada por este funcionario. Su importancia había ya decaido. El virrey estuvo solo en Paita. Ninguna medida digna de mención dictó el Conde de Nieva en Su tránsito, ni en los tres años que tuvo de gobierno. Su sucesor el Licenciado don Lope García de Castro, no fué tampoco más solícito en providencias relativas á Piura. Apenas si hay constancia de que en 1589, vacó el repartimiento de Olmos y Santovelino que produ- cía 1200 $ al año, por muerte de Juan Cortez quese hallaba resi- diendo en Tierra firme y de que en Piura murió Diego de Salcedo, dejando vacante también el repartimiento de Chalaco cuyo produc- to alcanzaba á $ 700 anuales. Por esta época, el 17 de octubre de 1566 hizo erupción el Pichincha, volcán á cuyas faldas se asienta la ciudad de Quito. En noviembre de 1559 llegó don Francisco de Toledo nombra- do virrey del Perú. Este funcionario, el más notable del período Co- lonial, desde Paita emprendió marcha por tierra á Lima, haciendo examen prolijo de cuantas cosas ofrecían algún interés para su cri- terio observador y minucioso. En el valle de Catacaos, dejó orden para hacer una represa en el río, probablemente en el sitio en que se asienta hoy la ciudad de Piura, á fin de levantar las aguas y regar las tierras eriasas dela región. “Para recoger, dice textualmente una relación de la época, álos españoles, ociosos y mal entretenidos que andan por aquellos valles hasta Trujillo, con bullicios y bríos que traen apariencia de desasosiego, mandó se hiciera una buena población, ordenando con pena grave á los españoles que abando” nasen los lugares de indios”. El virrey Toledo que recorrió todo el territorio para enterarse de sus necesidades, empleando en tan dilatado viaje cinco años, ca- minando mil quinientas leguas y manejando dos mil negocios dis- tintos, lo mismo que en otras partes se ocupó de Piura y dictó va- rias providencias de provecho. Hizo reunir en pueblos ciertos indios que andaban por la sierra dispersos. Para instruirlos y civilizarlos fijó: los límites de las parroquias y del territorio sujeto á las auto- ridades establecidas. Dividió el reino en setenta y un corregimien- tos, en los que distribuyó seiscientos catorce repartimientos, modi- — 382 — ficando en parte las condiciones de las primitivas encomiendas. Mandó abrir calles en los pueblos de indios y reconoció la autori- dad de los Caciques, trasmisible por herencia, pero dispuso que ca- da uno solo tuviera un segundo y dos inferiores á su servicio, no pudiendo haber más de un cacique por cada quinientos indios. Habiendo hallado en ruina y casí despoblado el puerto de Pai- ta, procuró favorecerlo. Le puso por nombre San Francisco de Bue- na Esperanza y ordenó algunas providencias de protección. El padrón levantado entonces, aun cuando muy inferior al he- cho por el arzobispo Loayza anteriormente, revela todavía una po- blación considerable, Excluídas las provincias de Quito, Tucumán, Chile y Buenos Aires, arroja un millón sesenta y siete mil seiscien- tos noventa y siete indios tributarios, es decir, varones de diecio- cho á cincuenta años. Sobre estos pesaban todas las cargas públicas, incluso la obli- gación de alimentar á los españoles en tránsito con sus sirvientes y cabalgaduras. Los tributos impuestos por Toledo, aunque regla- mentados y mermados, fueron sin embargo todavía excesivos. Ca- da indio resultó tasado en doce ó catorce pesos ensallados, no va- liendo de ordinario todo lo que el indio poseía, ni cincuenta reales, esto es, tres ó cuatro pesos, por lo que las cárceles de los pueblos se vieron desde entonces llenas de deudores á quienes nadie alimentaba y que sufrían miserias indecibles. Los indios eran mantenidos en una condición muy cercana á la esclavitud. Al principio, siguiendo las prácticas establecidas en las Antillas y Méjico desde los primeros años del descubrimiento, se asignaron encomiendas á los conquistadores, distribuyéndoles in- dios para el cultivo de las tierras que se les señaló por propiedad, cuyos indios, como siervos ó colonos adheridos al suelo, no podían salir á otros distritos. Después de variadas resoluciones, se acabó por declarar las encomiendas con duración primero por una y luego por dos vidas. El venerable Las Casas, con sus representaciones en favor de los indios, logr*+ que fuera revocada esta disposición. Una Real Orden traida por el primer virrey don Blasco Nuñez Vela, mandaba quedasen libres todos los indios y se incorporasen como súbditos directos de la corona. Como esta disposición provocó la 35 — 333 — guerra civil, cuyos partidarios alegaban que don Francisco Pizarro había tenido autorización del Rey para “Encomendar”, no tuvo cumplimiento. Vaca de Castro trajo á la vez que la revocación de las instrucciones de Blasco Nuñez, nueva autorización para en- comiendas, lo mismo que La Gasca, que hizo una distribución con- siderable para recompensar á sus parciales en Guaynarina. Don Francisco de Toledo en este punto, como en otros muchos, introdujo reformas sustanciales. Los encomenderos que iban mu- riendo dejaban vacantes que tenían numerosos pretendientes. Don Francisco de Toledo estableció '““Repartimientos”' por dos vidas, ta- sando los tributos que debían imponerse. Enel territorio de Piura señaló los siguientes: AUDE dildos iguanas condo .. COn 543 indios tributarios— tasados en $. 2017 ANA AA D. 41 ES A IO A AS SN po EA OS Moscalaque y Malingas.. 82 es E AA 20) A ORCOS sehen eocdós 63 les si SS Sechura y Laminera......... AS A de 2. 304. Paita, Lacilla y Chaparro ,, 41 > > E SS ea e AMES CE O > a 3% 56 Huancabamba y Chillaco. ,, 377 E pe ATI OO Olmos, Santovelo y Coton ,, 382 54 e » 1417 Mena Ci Salas. orion E ye $ MS Catacaos, Minguala, So- colan y Poechos......... a > 5 sr SO Socolán Indios de Castillo ,, 14 ES y sto y Ls e Camacho.) “IS A S s 68 Sechura y Punta de aguja ,, 79 po 4 308 A cido AN a <% ESA NICO 3D E 2 Pe ZA WIATICAVEÍCA aid dados A E e » 146 AA CO a tdi 5 ¿209 eS E ea Tía 57€ IMM ACUAO li iiinó LOS > a AS Mt dd a 24 2 ADO, e E 20 a po y 90 — 331 — Miecache tacencadis iso: da ES sy SE TETAS Lata sida ae Gil E 5 DO NMIDERS ooo cs oaioaioe as cBU Sa RO EL si de IS Bitanera y Micama........ So A e A NO MO OL cado ca gcaghdone dei 74 5 iO 2 SOM A a UA e > SS 06 CUA A A EZ 3 se ni a Estos repartimientos formaban un total de tres mil quinientos treinta y siete indios, tasados en doce mil ochocientos noventa pe- sos, de los cuales correspondía como quinto al rey la suma de dos mil quinientos setenta y ocho pesos. Aparte de esta distribución se hizo otras en 1575, de acuerdo con los caciques de los pueblos, á las que se les dió el nombre de Mitas, como servicio extraordinario para el laboreo de minas y ocasionalmente para la cultura d- los campos y cria de ganados. En esta fecha, gobernando el virrey Toledo, por solicitud veni- da de España se siguió prolija investigación sobre una conseja re- lacionada con la conquista del Perá y que venía haciéndose tradi- cional. Porno sabemos qué circunstancias, en las que probable- mente han debido intervenir las exaltadas ideas religiosas de la época, se había sostenido que al saltar en tierra en Tumbes, por primera vez, Pedro de Candia, fue acometido porunleónó tigre que le echaron los naturales para poner á prueba su energía, y que este animal furioso se había humillado en presencia de una cruz de madera que Candia llevaba consigo y que mostró á la fiera cuando se lanzaba á devorarlo. De la investigación resultó que la tal con seja no tenía fundamento alguno, siendo completa falsedad. En 1574, la ciudad de San Miguel de Piura experimentó terri- bles aguaceros. Los vecinos, poco satisfechos con las condiciones de salubridad del lugar, en precencia de este suceso que produjo considerables daños, comenzaron á abandonarla, emigrando á Paita. En 15758, las lluvias se repitieron igualmente recias y la es- casa población que permanecía en San Miguel, concluyó por deser- tar del todo, dejando la ciudad en completo desamparo. Se habla de que ciertas fieras, como leones y tigres, entonces abundantes en 00 == 100 => los bosques vecinos, invadieron las calles de la antigua ciudad, ya desamparada, haciendo huir á los últimos pobladores que queda- ban rezagados. No podemos garantizar la autenticidad de esta úl tima afirmación. En 1578 entró al Pacífico por el estrecho de Magallanes el cor- sario Francisco Drake, con una escuadra de cinco navíos. Trajo al- gunos presos hechos en Valdivia, y sin ser sentido llegó al Callao y de doce buques que había en el puerto, apresó unocargado de plata y quemó á los demás. Siguió viaje á Paita y allí hizo idéntica cosa con los pequeños barquitos que navegaban la costa, tomando fren- te al cabo San Francisco uno con diez cajones de plata y ochenta libras de oro. Don Pedro Sarmiento Gamboa, mandado por el vi- rrey con una escuadra poderosa no pudo darle caza. Drake burló la vigilancia de las naves españolas y regresó á Europa por.el Cabo de Buena Esperanza. » La población de San Miguel, por esta época, se había reconcen- trado en Paita que, conforme hemos dicho, se denominaba San Francisco de Buena Esperanza. Allí habíanse trasladado los veci- nos poseedores de repartimientos, el corregidor, el escribano y las | Cajas Reales. Habíase convertido el puerto encabeza ó capital del corregimiento; pero duró poco su preponderancia. En 1587 se presentó el corsario Tomás Cavendich: quemó el pueblo de Puná después de haberlo saqueado y en seguida en los primeros días de enero surgió en Paita, población que tomó sin resistencia y proce- dió á incendiarla, haciendo huir á sus pobladores. Allí tomó bastan- te caudal que se había reunido para la compra de géneros ultrama- rinos. Estando delante del oficio del escribano, por donde comenzó á pegar fuego, dijo, en presencia delos legajos del archivo que al- guien se interesaba por salvar: “saquen las trampas fuera”—y dió fuego á los papeles. Entrelos edificios destruídos se contó la igle- sia Matriz y un convento de mercaderías. En este mismo año, el 9 de julio, hacia las primeras horas de la noche, ocurrió un terremoto formidable, que corrió ciento setenta leguas por la costa. Elmar abandonó su lecho y avanzó sobre la laya impulsado por una ola gigante. Parece que destruyó el pue- - >. 5 ? blo de Sechura. situado entonces junto á la ribera y que fué trasla- DD O dado al sitio que hoy ocupa, á una legua más ó menos de distancia. Una tradición, que los hechos actuales tienden á confirmar, refiere que entonces el mar echó á tierra gran cantidad de conchas perle- ras cerca de Paita, indicio manifiesto de existir en las inmediaciones algún banco de dichos moluscos. Esta catástrofe y la poca seguridad que ofrecía Paita para re- sidencia de las autoridades, por su condición de puerto de mar ex- puesto á las acometidas de los piratas, inspiró á los residentes del corregimiento la convicción de que era preciso buscar en el interior un sitio más seguro para establecer la capital. Cuando llegó el virrey don Fernando de Torres y Portugal, conde del Villar don Pardo, halló el puerto en escombros y el 17 de febrero de 1588, á solicitud” de los vecinos y habitantes de la provincia, expidió las provisiones convenientes para trasladar la capital de Paita al va- lle de Catacaos, distante quince leguas del puerto, ordenando que la nueva ciudad se fundara en el punto conocido por el asiento del Chilcal, frente al Tacalá ó represa hecha en el río de Piura, por dis- posición del virrey Toledo, Con este particular encargo, comisionó el virrey á don Juan de Cadalso y Salazar, persona de valimiento y vecino de Lima, donde había ejercido dos veces el cargo de alcalde, para que procediera á la fundación de la nueva ciudad, conservando el nombre que tenía la antigua y radicándola á dos leguas, antes más que menos del pueblo de Catacaos, á fin de que se les evitase á losindios todo per- juicio y vejamen de parte de los nuevos pobladores. El 20 de setiembre de 1588, el comisionado del virrey, asociado con don Alfonso Forero de Ureña, corregidor y justicia mayor del partido, con los alcaldes don Gonzales Farfán y don Antonio de Frias, con el contador don. Gabriel Miranda, conel tesorero don Luis López Calderón y con varios vecinos, observando religiosa- mente todas las prescripciones contenidas en la provisión del vi- rrey, acordó quedase fundada la nueva ciudad encima dela obre del Tacalá, ó represa del río Piura, en el asiento del Chilcal del va- lle de Catacaos, con el nombre de San Miguel del Villar, que solici- taron los vecinos. El escribano Melchor de Escalante leyó el acta del cabildo y las provisiones del virrey. Seseñaló sitio para la d0o- Uni => plaza pública, colocando en ella Rollo, Picota y Horca y el comisio- nado capitán don Juan de Cadalzo Salazar, desenvaimando su es- pada dió en el Rollo dos cuchilladas de tajo y revés en señal de po- sesión y fundamento de la ciudad, declarando 5er su jurisdicción “desde el pueblo y valle de Pacora y Jayanca, por la parte y térmi- nos de los valles que dicen de Trujillo, éde allí subiendo á la sie- rra de Penachí, Salas y Huarmaca é Huancabamba, provincia de Cajas é Ayabaca que confinan con términos de Jaén en Loja, y á Poechos, Marcavelica, Motape, Máncora, Pariñas, Tumbes y So- lana hasta la costa de este Mar del Sur.” Se señaló sitio para la iglesia y el cementerio de que tomó posesión el cura vicario don Antonio Moreta de Aldrete. Señalóse sitio para el cabildo y cár- cel de que tomó posesión el procurador de la ciudad, así como para hospital y para una hospedería de pasajeros, con los terrenos y si- tios para que cada vecino edificase su casa y solar. Se nombró al- ferez de la ciudad, al procurador general Pedro de Saavedra y se resolvió procedieran á redactar las ordenanzas el comisionado Ca- dalgo Salazar, asociado con el corregidor Forero de Ureña y el te- sorero López Calderón. Concurrieron al acto de la fundación, además de las personas que dejamos nombradas, los siguientes: Juan López del Puerto, re- gidor; Pedro Marquez Botello, escribano público w de cabildo; Gaspar de Valladolid, vecino encomendero y Diego Muñoz, Baca de Soto Mayor, Nicolás de Villacorta, Juan Lozada de Quiroga, Fran- cisco García, Juan Francisco Baca, Ambrosio Gallego, Alonso San- chez y Juan García Pulido. Así se echaron los primeros cimientos de la ciudad actual de Piura, la que más feliz que sus predecesoras se conserva hasta el día y sigue en camino manifiesto de progreso. El nombre de San Mi- guel del Villar que le dieron sus fundadores se ha olvidado. Sobre esa designación inspirada parte por sentimientos piadosos y parte por gratitud, adulación ó cortesía, se ha impuesto el nombre primi- tivo dellugar, sobreponiéndose á los dictados oportunistas y de me- ra convención. Como por cédula de 1% de noviembre de 1591 mandase cl rey de España cobrar en estas provincias, bajo el nombre de alcaba- la, un derecho de 2 % sobre todas las mercaderías que cambiasen de poscedor, lo mismo en la primera, como en la segunda venta; tal impuesto, enteramente nuevo en el Perá, aunque antiquísimo en Castilla, produjo intenso desagrado y suscitó graves resistencias. En Quito, particularmente el vecindario se amotinó y sus protes- tas asumieron carácter de abierta rebelión, hasta el punto de ha- blarse de la independencia y restablecimiento del antiguo reino. El virrey don García Hurtado de Mendoza mandó ádon Pedro de Arana, quien logró pacificar todo el Norte, incluso Piura, donde también habíanse manifestado tendencias revoltosas, tanto por el indicado motivo cuanto por la manera y forma en que se cum- plían las instrucciones para componer ó distribuir las tierras y re- parto de los indios. Desde los primeros días de la conquista se había establecido el derecho de almojarifazgo que hoy llamaríamos de aduana, cuyo monto sufrió varias alternativas. Al cerrar” el siglo XVI la tasa alcanzaba 5 % ad valorem sobre el precio de las mercaderías cal- eulado en Panamá. Esta renta añadida al gravamen de cabotaje que representaba 2 Ya % sobre los productos de embarque en el puerto de salida y 5% al desembarque en los puertos de entrada, representaba el más facil y saneado ingreso de aquel entonces. En Paita, al principio, se reconcentraba el tráfico marítimo, como punto de escala necesario para los navíos que iban ó venían de Pa- namá. Siendo en aquel entonces más seguras las rutas por tierra, este puerto y la ciudad de Piura constituían mercados importan- tes de comercio. Desde su fundación, en consecuencia, se establecie- ron cajas reales para centralizar la contabilidad, y la significación é importancia de estos lugares fué por entonces considerable, has- ta el siglo siguiente, como lo veremos luego, que por diversas causas decayeron estos pueblos, hasta reducirse á proporciones in- significantes. Otra fuente de recursos la constituían las encomiendas que iban vacando por muerte de los encomenderos. Estaba mandado no renovarlas sino en las dos terceras partes y la cobranza de los tributos de la otra tercera, según la tasación correspondiente, co- rría á cargo de los corregidores; pero el rendimiento decaía cons- — 339 — tantemente porla disminución de los indios que hacía áÁ veces im- posible la cobranza, como por la malicia de los caciques y corre- gidores que intervenían en su recaudación. Cerrando este período, los anales de la época dan cuenta de una empresa de aliento. Don Alvaro de Mendaña, protegido por su tio el virrey Lópe García de Castro, había salido del Callao en 1568, en via- je deexploración al Occidente y descubierto las Islas de Salomón. En 1595, con una escuadra considerable, repitió sus exploraciones en busca de la “tierra incógnita austral” que se suponía entonces, no sin fundamento, existir en esos mares. Acompañado de su esposa doña Isabel Barreto y del distinguido marino don Pedro Fernán- dez Quiroz, hechos sus últimos aprestos en Paita, salió para Occi- dente. Muerto, por desgracia, Mendañna en la travecía, la expedi- ción se malogró. La mayor parte de los buques que la componían perecieron en el Océano, y solo la nave capitana, debido á la ener- gía de doña Isabel Barreto, pudo llegar á Manila. PERIODO COLONIAL SiGLo XVII Al advenimiento del siglo diecisiete, entra el Perú en una si- tuación nueva: la administración colonial asume faz marcada- mente definida, muy «distinta de la que antes tuviera. Se han borra- do casi los recuerdos de la conquista; la población originaria ha cedido el campo por entero á sus dominadores, los usos y las cos- tumbres importadas prevalecen, y el país, sumiso á la voluntad de sus gobernantes. apenas conserva uno que otro rasgo del pasado. Las indiadas antes numerosas, que ocupaban extensos pueblos, han desaparecido con alarmante rapidez. Ya en 1574, basándose en cálculos recogidoscon esmero, López Velasco manifiesta que en to- do el reino del Perá habían solo seiscientos ochenta mil indios. Más disminuidos aún se ofrecen el año 1600. Los ocho millones que empadronó el arzobispo Loayza, han sido arrebatados por las pestes, la guerra, las minas y las mil y mil calamidades que despiadados los conquistadores hicieron pesar sobre ellos. — 340 — El 24 de noviembre de 1601, el rey Felipe III, informado de que los trabajos forzosos impuestos á losindios constituían verda- dera esclavitud, dictó una cédula llamada de servicio personal, pa- ra libertarlos de tan penosa carga. Sus principales disposiciones mandaban cesar los repartimentos, siempre que no perjudicaran las industrias establecidas, ni fomentaran el ocio de los indíos. Es- tos, ea vez de ser repartidos como antes entre los favoritos del po- der, para el cultivo de los campos y para labores domésticas, de- bían acudir á las poblaciones á fin de buscar trabaio conveniente- mente retribuido. Se prohibía á los encomenderos cobrar tributo en servicios personales y á las autoridades imponer trabajos for- zados como pena por los delitos justiciables. Tal disposición mejoró algún tanto la triste suerte de los indí- genas; pero de un lado conservaba el régimen de las mitas para la explotación de minas y del otro vino excesivamente tarde para ata- jar la despoblación del territorio. La raza vencida con rapidez sin ejemplo, había quedado casi casi aniquilada. Todo el afán del gobierno se concretaba á acrecentar los ren- dimientos del tesoro público, fomentando arbitrios, para remitir cuantiosos caudales á España y satisfacer las exigencias de lujo y disipación que prevalecían en la corte. Con este fin se proyectó el estanco de la sal, contando con la producción de las salinas de S2- chura para abastecer el Norte y hasta se aconsejó, cosa que parece increíble, establecer casas de juego en las principales ciudades, pa- ra usufructuar los vicios del vecindario. Una y otra «medida, feliz- mente, se reputó de ejecución dificil y ninguna de las dos fué puesta por obra. La única industria en prosperidad era la minería y ésta solo en cuanto se contraía á la explotación del oro y de la plata. Potosi, como centro principal de cuantiosa producción, absorbía todas las atenciones del Gobierno. Piura, lo mismo que una gran parte del Norte, desprovista de estos metales, no despertó mayor interés. En todo el territorio del partido no había ningán trabajo minero de importancia. Solo en el asiento de Zaruma, á veinte y cinco le- guas de Tumbes, en territorio que hoy pertenece al Ecuador, se ex- plotaban minas de oro de cierta consideración. Allí descubrió ri- cos filones Rodrigo Dárcon en 1580 y plantífico trabajos en bas- tante escala con los varios ingenios usados en la época, llegando á producir algunos años hasta cuarenta mil pesos como quintos per- tenccientes al rey. Este yacimiento, separado de Tumbes por fra- gosos caminos cubiertos de bosques, estando más cerca de Loja, re- clutaba allí la mayoría de sus operarios; pero la distancia y las di- ficultades no fueron obstáculo para que Piura contribuyera á sus labores con las respectivas mitas de indios, que felizmente no dura- ron mucho, porque á poco vino la decadencia en Zaruma y sus mi- nas fueron abandonadas. La situación de Piura, por esta época, nada tenía de próspera. Escaso comercio, industria pobrísima, agricultura descuidada y to- das las fuerzas sociales inactivas, no podían producir mayores pro- vechos. Contraídos los dominadores á la explotación de los indios, viviendo á expensas de stís fatigas, adquirieron hábitos indolentes, incapaces de ningún esfuerzo que turbara su reposo. Por otra parte las preocupaciones y las ideas dominantes en aquella sociedad y en aquel gobierno, eran un obstáculo insuperable para todo. Muchas disposiciones de orden económico mantenían al Perú enteramente dependiente de España. Estaba prohibido establecer obrages, plan- tar viñas, olivares, hacer aguardiente de caña, comerciar con la China y imuchas otrascosas que cegaban los campos de trabajo y as fuentes de bienestar y riqueza para los particulares. El princi- Ipal renglón de producto en Piura, erala crianza de ganado, espe- cialmente cabrío, del que se beneficiaban en los llanos de Piura, se- gún Montesinos, hasta doce mil cabezas por año, á fin de aprove- char el cuero para fabricar cordobanes y la grasa para elaborar ja- bón, repartiendo la carne de regalo á cuantos la solicitaban, por carecer de precio. El acarreo de mercaderías para Lima y para Quito que se recibían en Paita de Panamá, al principio de la conquista muy activo, poco á poco fué declinando, hasta disminuír casi del todo por el adelanto de Guayaquil y por el descubrimiento en 1616 del Cabo de Hornos, que abrió nuevas rutas marítimas por el Sur. En 1607 Don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montes- claros, que había sido virrey en México, fué trasladado con el mis- mo cargo al Perú, y pasó de Acapulco á Paita por mar y de allí á No Lima en idéntica forma, variando la costumbre establecida por sus antecesores de hacer el viaje desde Paita por tierra con grandes gastos, trabajo para los indios del tránsito y costosas diligencias de alojamiento. Con este motivo se dictó una providencia mandan- do que en adelante los virreyes hicieran siempre su viaje por mar. Tal medida, inspirada por la creciente disminución de las indiadas y por los progresos de la navegación, no dejó deimfluir sobre la suer- te de Piura. Los virreyes que pasaban sin visitar el partido, ignoran- do sus necesidades, no encontraron después motivo de tenerlo pre- sente. Se quedó entregado á sus propias fuerzas y completamente olvidado, en tiempos en que todo se hacía por favor y en queen traban por muy poco las consideraciones de conveniencia en los con- sejos del gobierno. Por entonces el corregidor de Piura era de provisión real, es decir, que no podía ser nombrado por el “virrey, sino directamen- te por la Corte en España. El término de su encargo duraba cinco años, si se había provisto en persona residente en la península, obligada á trasladarse por lo tanto soportando las penalidades de un largo viaje; y de tres años solamente si la designación recaía en vecino del Perú. Su salario montaba á un mil doscientos pesos en- sallados por año, suma que revela la secundaria importancia del oficio, pues el corregidor de Trujillo gozaba de dos mil pesos de asig- nación. Pocos son los datos que se conservan para formar concepto cabal de la situación de Piura en el período que tratamos. Los asun- tos económicos interesaban poco por aquel entonces. En cambio los eclesiásticos tenían enorme resonancia y su acción trascendía en to- do el orden administrativo y social. En 1609 se erigió el Obispado de Trujillo. Piura que antes dependía del obispo de Quito, quedó comprendido en la jurisdicción de la nueva sede espiscopal. El primer obispo designado fué fray Alonso Guzmán de Talavera que renun- ció la mitra sin tomar posesión de ella, Le sucedió el Iltmo. Cárlos Marcelo Corni. En Piura existían doce doctrinas ó curatos, cuyos sínodos, productos del diezmo que estaba obligado á satisfacer la agricultura, alcanzaba á seis mil quinientos setenta y cuatro pesos. Basta la enunciación de esta suma, de por sí bastante módica, para — 343 — formar concepto de la escasa riqueza del territorio. Un partido tan «vasto, cuyos productos agrícolas se tasen en sesenta y cinco mil setecientos cuarenta pesos, por mucho que se ponderen los defectos «de tasación y el valor que representaba entonces la moneda, no pue- de reputarse en prosperidad bajo ningún punto de vista, máxime si se atiende á que las industrias fabriles y el comercio ocupaban á la sazón grado. muy subalterno. En 1615 Jorge Spilberg, con una escuadra holandesa compues- ta de seis navíos, entró por ei estrecho de Magallanes y después de hacer muchos daños en la costa de Chile, pasó al Perú. Frenteá Ca- mete encontró la escuadra de don Rodrigo de Mendoza, general del Callao, compuesta de seis buques, enla que iba el almirante Pulgar y muchos nobles de Lima. Al caer la tarde del 17 de julio de 1615, empeñó un recio combate, que trajo por consecuencia el hun- dimiento de la nave capitana y del navío “Patache” con innume- rables pérdidas de vidas, entre otras la del valeroso marino Pulgar. En la necesidad de reparar sus averías, las dos escuadras se sepe- raron. La española, en lastimoso estado, se refugió en el Callao, don- de la siguió la de Spilberg, presentándose en són de ataque, para acercarse á la isla de San Lorenzo á carenar sus buques, después de un corto cañoneo que resultó ineficaz. De allí pasó á Huarmey que incendió y luego á Paita que pudo librarse mediante la enérgica disposición de una mujer. Doña Paula Piraldo, encomendera de Colán, esposa de don Juan de Andrade y Colmenero, la misma que en 1604 aparece haciendo una donación de importancia para fundar el convento de Belén de Lima, alistó gente, contribuyendo con eficacia á la defensa del puerto é impidiendo que fuese tomado. El conde de la Granja en el Canto XII de su poema “Santa Rosa de Lima”, re- cuerda y elogia la enérgica actitud de la Sra. Piraldo, que dice ha- ber sido aplaudida en el extrangero. La administración del virrey, don Francisco de Borja, conde de Esquilache, no ofrece ningún suceso digno de mención, lo mismo que la le don Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadal- cazar. En este tiempo, los temores. de invasión por los piratas, que aconsejaron mejorar las fortalezas delCallao y levantar un pequeño fuerte en Paita y los daños sufridos por los sacudimientos — 344 — de tierra, son los únicos asuntos que turban la pacífica quietud del virreinato, consagrado exclusivamente á las prácticas piadosas, entre rogativas, novenas y fiestas de iglesia. El 16 de febrero de 1619, día jueves, apenas corrido el carnaval, á las 11 v do de la mañana, se sintió en Piura un temblor formida- ble que alcanzó hasta Saña y Trujillo, demoliendo los edificios de la costa y despedazando los cerros en la sierra, donde hizo brotar ig- norados manantiales. Esta conmoción fué terrible, El fenómeno se extendió por más de trescientas leguas de Sur á Norte y de sesenta de Este á Oeste, causando la muerte de trescientas cincuenta perso- nas en toda la zona perturbada, comprendidas ciento treinta que perecieron en Trujillo. En 1629 llegó á Paita don Luis Fernández de Cabrera, conde de Chinchón, nombrado virrey del Perú. La virreina doña Ana de Osorio que venía en estado interesante, quedóse en Paita para se- guir viaje por tierra, mientras el virrey continuaba á Lima por mar. Corrían muchas alarmas de piratas que se decían recorrien- do la costa, y el conde de Chinchón prefirió dejar sola á la virreí- na en la penosa travesía por tierra, por nocontrariar la disposición recientemente dictada al efecto, y más que todo porque no se le til- dase de poco animoso para afrontar el peligro de los piratas. Feliz- mente ambos lograron viaje sin tropiezos. La costa estaba libre de intrusos. Durante la administración de don Luis Fernández de Cabrera, no ocurrieron en Piura sucesos políticos de trascendencia; pero tuvo sí lugar un descubrimiento médico de alta importancia. En 1638, atacada la virreina de unas tercianas persistentes, tal hecho llegó á noticia de don Francisco López de Cañizares, corregidor de Loja, quien le remitió muestras de corteza de cascarilla, árbol silvestre que abundaba en las montañas de ese partido. El remedio era desco- nocido para los indios del Sur del Perú en tiempo delos Incas, pues ni Garcilazo de la Vega, ni Acosta lo mencionan en su lista de medici- nas indígenas. Sólo los pobladores de Loja y sus alrrededores lo usa- ban y conocían sus virtudes. Administrado á la condesa de Chin- chón por el médico don Juan de la Vega, sus efectos fueron de efica- cia manifiesta y el crédito de dicha droga creció en prestigio inme- — 345 — diato, pues la ciencia de entonces carecía de un específico aparente para las dolencias palúdicas, que en la mayoría de los casos eran re- putadas incurables. Las tercianas que hoy son fáciles de combatir, á la sazón eran un mal terrible que degeneraba en cuartana y aniqui- laba sin remedio á los pacientes. El nuevo medicamento constituyó bien pronto un renglón im- portante de comercio. De Loja se conducía á Piura y de allíá Paita, para su remisión al resto del país y á Europa. Por mucho tiempo, hasta hace pocos años, figuraba entre los productos valiosos de ex- portación y su comercio alimentaba el tráfico entre Piura y las pro- vincias del Ecuador por la ruta de Ayabaca. Desgraciadamente pa- ra nosotros, aún cuando para bien general de la humanidad, habién- dose abaratado el precio de la quinina, alcaloide que se extrae de la preciosa corteza que tratamos, y que al principio fué conocido con el nombre de polvos de la Condesa, ha desaparecido por entero ese renglón de provecho y ha terminado el tráfico que ántes entretenía. La cascarilla es hoy producto de las colonias inglesas del Asia y de Oceanía, en donde se ha establecido su cultivo en forma tan bien organizada, que desafía toda competencia. Piura no deriva más nin- gún beneficio de su vecindad á los bosques de Loja, que no frecuen- tan ya los antiguos cascarilleros, ni producen ningún otro artículo de valor comercial en su reemplazo. Después del Conde de Chinchón, vino á gobernarel Perú el virrey don Pedro de Toledo y Leiva, Marqués de Mancera. En tiempo de éste último, en 1642, se mandó empadronar la gente en estado de tomar las armas, y en el Corregimiento de Piura, comprendidos Sa- ña y Paita, se halló ochocientos hombres expeditos. Este dato, to. mado de los anales de Montesinos, que terminan precisamente en ese año, revela que la población de los territorios que tratamos cada vez se presentaba más escasa. La decadencia y poca significación del partido, por esta época, es evidente. En 1657 se fundó en la ciudad de Piura una cofradía para erigir iglesia á la virgen de Agua Santa, imagen por entonces muy venera- da y que se reputaba particularmente milagrosa. En 1659 el capi- tán don Pedro Sergio de Morales, vecino acaudalado, inspirándose en sentimientos piadosos, labró un oratorio y varias casas para hos- — 346 — pedar á los sacerdotes que pasaban en tránsito Ó que demoraban en la ciudad para predicar y dar misiones, como era costumbre frecuen- te en aquel entonces, y con autorización del corregidor capitán don Francisco Suárez de Solís y del alcalde don Sebastián Calderón, ce- dió dichos edificios al servicio de la Iglesia. Esta donación formó la base del Convento de la Orden franciscana, que bajo la advocación de la nombrada virgen de Agua Santa, se constituyó más tarde en la ciudad, sirviendo además de origen al primer hospital que se esta- bleció en ella, consagrado á Santa Axa, como recuerdo de otro más antiguo que había existido en Piura la vieja. El Convento de la Merced, que había sufrido las mismas vicisitudes que la ciudad, cam- biando de asiento y trasladándose con ésta también á Paita, estaba ya restablecido. Refieren las crónicas de esta época que Francisco Cortez, cura de Salas, doctrina entonces de Piura y que hoy corresponde á Lam- bayeque, sacó de una cueva del distrito á una mujer robada por un oso y mantenida allí durante cuatro meses. La dicha mujer, que ha- bía sufrido indecibles angustias en su extraña prisión, física y moral- mente aniquilada, falleció al tercer día de su rescate. En el año de 1657, el padre Betancur creó en Guatemala una or- den religiosa con el nombre de Boiethmitas, consagrada al cuidado de hospitales de convalecencia, para atender á los enfermos pobres y ejercer la caridad en su forma más abnegada y meritoria. El padre fray Rodrigo de la Cruz, originariamente militar, retirado del siglo por eontrariedades amorosas y discípulo del fundador de la Orden, vino al Perá en 1672 para cumplir la misión de su instituto. Auxi- liado por el gobierno, estableció en Lima un hospital que luego lla- mó “Barbones” el mismo que hoy sirve de cuartel de caballería, y en 1678 estuvo en Piura y tomó á su cargo el hospital de Santa Ana, que desde entonces se dijo de Belén, por quedar á cargo de padres Belethmitas. Don Domingo Seiza, presidente más tarde de la Au- diencia de Quito, hizo con tal motivo edificar á sus expensas una es- paciosa y bien dispuesta enfermería, y fray Bartolomé de la Cruz, con el carácter de prefecto del hospital, construyó la iglesia y algu- nas habitaciones, á donde se trasladó más tarde en 1688 la venera- da imagen de Agua Santa, mandada entregar por disposición expre- — 347 — sa del Obispo de la Diócesis, siendo cura vicario de Piura Domingo Cabero y Canas y notario público Bernardo Díaz Mendoza, quienes en unión del escribano Domingo de Valencia Quevedo intervinieron en la entrega. Al terminar su período el virrey don Baltazar de la Cueva, Conde de Castellar, en 1678, se le tomó residencia con inusitado rigor. El virrey había sido muy severo con ios deudores del fisco y mediante sus providencias, sobreponiéndose á todo género de contemporiza- ciones, había logrado la restitución de sumas cuantiosas distraídas del tesoro público. Tal conducta le acarreó numerosas enemistades y al verse su expediente de residencia, aún cuando el juezlo absolvió, se multiplicaron los cargos en su contra, hasta ser condenado á des- tierro en Paita. Allí permaneció veinte meses, aislado y enfermo, su- friendo las contrariedades consiguientes á tan anómala situación, hasta que se le permitió regresar á Lima, para vindicarse y seguir á España, rehabilitado de las acusaciones que se le hacían. Los piratas, preocupación constante de los pobladores de la cos- ta en aquellos tiempos, no dejaban de amenazar con sus correrías. En 1682, Cawley, corsario inglés, se presentó en Paita y apresó dos navíos de comercio. En 1684, Eduardo David, salido de Flandescon una fragata de treinta y seis cañones, llamada Tigre y dos buques más, recorrió la costa desde Magallanes hasta Panamá. En Santa Elena se le reumieron doscientos sesenta y cuatro filibusteros ingleses que habían atravesado el itsmo, y con este refuerzo comenzó á hos- tilizar las poblaciones y los buques de comercio. El virrey envió la escuadra con siete navíos al Norte en persecución de los piratas. Am- bas flotas se avistaron en la ensenada de Panamá. La española mandada por el general don Pedro Pontejos y el almirante don An- tonio Beas, llevando á su bordo á don Tomás Palavisino, hermano político del virrey y general del presidio del Callao, era notable- mente superior en fuerza al enemigo. El combate se empeñó el 11 dejunio de 1685 y los piratas estuvieron á punto de rendirse; pe- ro habiéndose entablado disputa sobre el derecho de preferencia en el mando, se perdió un tiempo precioso y los piratas se escaparon. Infructuosas luego las pesquisas para darles caza, la escuadra se re- tiró á Paita. Estando anclados los buques en este puerto, surgió un > accidente gravísimo. Por descuido se incendió la nave capitana, pe- reciendo cuatrocientos hombres, que constituían casi el total de su tripulación, pues sólo consiguió salvarse don Pedro Pontejos, hijo del general de la armada. Los piratas, con este siniestro, se envalentonaron y volvieron a] Sur, saqueando Saña, Santa, Casma y Huaura y atacando Pisco. Sus tropelías asumieron proporcionesconsiderables. Se hizo peligro- sísima la travesía de embarcaciones por la costa y por mucho tiem- po reinó general zozobra, hasta que se formalizó en Lima por inicia- tiva particular una Compañía Marítima con el nombre de “Nuestra Señora de la Guía” y con su auxilio, tras varios y porfiados encuen- tros, se logró amedrentar á los piratas y limpiar los mares. El pira- ta David se regresó por Magallanes, rindiendo en el camino al navío español Bonita Cataluña, después de cinco horas de combate. Pasadas de pronto estas inquietudes, renacieron á poco con la noticia de haber entrado al Pacífico algunos buques franceses. Su presencia temida como una calamidad, por cuanto se les presumía piratas, no tuvo consecuencias militares; pero vino á causar profun- da alteración en otro orden de intereses y á tener la mayor trascen- dencia. Persiguiendo la venta de manufacturas francesas por medio del contrabando, que apela de preferencia á la astucia antes que á la violencia, hirió de muerte el monopolio de España en el comercio colonial y su política secular de aislamiento. El 20 de octubre de 1687, á las 4h. 30 m. p. m., sobrevino un terrible terremoto que se extendió por la costa desde Lima hasta Piura, causando en todas partes serios perjuicios y haciendo pere- cer como quinientas personas en las diversas poblaciones que alcan- z6. En Trujillo este sacudimiento produjo graves males, entre ellos haber inhabilitado el valle de Chicama para la producción del trigo, lo mismo que en el resto de la costa, cuyas tierras desde entonces son inaparentes para su cultivo, lo mismo en los alrededores de Li- ma como en los de Piura que antes lo producían. El precioso grano volvióse muy escaso, elevando su precio hasta veinte y cinco y trein- ta pesos la fanega, por cuyo motivo fué menester acudir al reino de Chile para procurarlo, y este renglón importante de comercio se perdió para los agricultores del Norte. y Pr A UR El producto de las rentas recaudadas en Piura por los últimos años del siglo XVII, conforme al estado de la respectiva Caja real, acredita que la situación del partido era en extremo reducida. Por rendimiento del tercio de tributos sobre las encomiendas, es decir, la parte correspondiente al rey en la contribución personal, cuya tasa- ción en algunos casos montaba á diez y doce pesos por cabeza, se acusan en el primer semestre de 1681 mil doscientos cuarenta y un pesos, lo que hace presumir que el producto total de ese ramo por el año, comprendidos el gobierno y los encomenderos, alcanzó única. mente á siete milcuatrocientos cuarenta y seis pesos, suma mucho me- nor que la de doce mil ochocientos noventa pesos, valor de la tasa- ción hecha por el virrey Toledo en el siglo anterior. El rendimiento de alcabalas fué en el año sólo de mil ciento ochenta y ocho pesos, todo lo cual revela que las circunstancias del partido nada tenían de preponderantes ni halagiieñas. En 1680 fué tomado preso Carlos Clerk, que con dieciocho pi- ratas más se presentaron en Tumbes. Como por entonces estaba vi- gente una disposición ordenando que fueran ajusticiados sólo losca- pitanes y cabos de los buques piratas que se rindieran, mandando á galeras al resto de los tripulantes, el virrey observó esta disposición tachándolo de alentadora de la piratería y con tal motivo Clerk per- maneció en la cárcel por espacio de diez años, para ser ejecutado al fin de tan larga prisión junto con sus demás compañeros. Por esta fecha, 1690, se hicieron trabajos en Paita para sacar lá artillería de la fragata Capitana, sumergida en el puerto con mo- tivo del incendio ocurrido algunos años antes. Todos los esfuerzos resultaron infructuosos. Los elementos para descender al fondo del mar y los recursos mecánicos de la época, nu permitían realizar con facilidad ese género de operaciones. Aún cuando en todo el reino se dejasen sentir los efectos de la abundancia ó escasez de productos en las minas de Potosí y Huan- cavelica, objeto principal de las atenciones del gobierno, en Piura no se advertían tales variaciones, porque su comercio abarcaba radio más restringido. Así, cuando en 1659 se desacreditó la moneda cir- culante por el fraud> realizado en Potosí, cuyos pesos se sellaban faltos de seis granos, circunstancia que perturhbó las transacciones — 250 — A y A de todo el virreinato, en Pinra ni se dieron siquiera cuenta de lo: Las Cajas Reales, que en todas partes establecieron un recargo de 21% por ciento en sus recaudaciones, en Piura no lo llevaron á cabo por la escasa cuantía de sus rendimientos y por la dificultad que ofrecía la percepción de los impuestos. La Caja Real de Piura pre- sentaba balances tan mezquinos que no acusaban más que siete mil pesos, tanto de entrada como de salida, saldándose el monto de los servicios con la totalidad de los impuestos, sin dejar fruto, como de- cían entonces los empleados de hacienda, para envíos ni provechos al rey. Por varias veces se había intentado, durante el siglo, supri- mir esta Caja, refundiéndola en la de Trujillo; pero por ser Paita puerto de primera escala para los navíos procedentes de Panamá, en interés de la vigilancia general, á fin de disponer de empleados de cierta categoría que efectuasen los reconocimientos y visitas, se con- servó siempre, reputándola necesaria, no por sus productos, sino por su misión. Los renglones de impuesto á la sazón y que la Caja administraba cran, al terminar el siglo XVII: alcabalas, papel se- llado, novenos reales del diezmo eclesiástico, tributos de pulpería, tercio de encomiendas y almojarifazgos. Los corregidores estaban sometidos á juicio de residencia al terminar el período de su encargo. Antes de tomar posesión daban dos fianzas, una á la Caja Real y otra al cabildo de la población, que hacía cabeza en el corregimiento. Para la residencia al dejar sus puestos, el juez publicaba avisos por cuarenta días haciendo sa- ber la apertura del juicio, para que plautearan sus quejas los quere- llantes, y después de-oír en justicia los descargos, fallaba, decretan- lo la absolución ó el castigo, que generalmente se traducía en maul- tas pecuniarias. No obstante estas medidas de prudencia, encami- nadas á mantener la disciplina é impedir abusos, los corregidores combinados con los demás oficiales reales y á veces de acuerdo con los caciques, mantenían un sisterra opresor de especulaciones y frau- des permanentes. Sobre las indiadas recaía todo el peso de los servi- cios públicos y éstas agobiadas con cargas de todo género, no po- dían menos que sucumbir. Todo el siglo XVII fué un período de opresión y malestar para las poblaciones indígenas, sin que las ciu- an — Di) a dades españolas pudieran tampoco conseguir desarrollo capaz de contrabalancear la decadencia general, producto de un régimen negligente, basado en el favoritismo y en la más torpe explotación. (Continuará) Ol AÁ Itinerario de los viajes de Raimondi en el Perú 9 De Yurimahuas á Tarapoto por el río Shanusi.=-Moyo- bamba(18609) SALIDA DE YURIMAGUAS PARA IR Á TARAPOTO POR LA VÍA DE SHANUSI Febrero 16.—Aunque en Yurimaguas se ve pocas casas, sin em- bargo hay muchos indios que viven diseminados á poca distancia. Los indios de Yurimaguas no son tan diestros en el manejo de las canoas como los de Chasuta y como cargueros son muy inferiores á los indios de Jeberos, pues son muy perezosos. Habiendo entrado ¡a viruela á Balsapuerto y Jeberos todos los indios se retiraron al monte, quedando dichos pueblos casi entera- mente desiertos, de modo que no se puede encontrar un solo cargue- ro y los transeuntes que vienen de abajo ó de Moyobamba, quedan como estancados en dichos lugares por falta de movilidad. Por esta razón casi todos los pasajeros prefieren, actualmente, la vía de Shanusi y Tarapoto, aunque es mucho más larga y más cara. Algunos, aún sin esta circunstancia, la prefieren á la de Bal- | sapuerto, como más segura, porque sies verdad que el camino de tierra es tan malo, si no es más que el de Balsapuerto, hay sin em- bargo la ventaja de no tener que vadear tantas veces los ríos como porel otro. El río Shanusi es mucho más pequeño que el Paranapura y cuando está bajo es casi intransitable por una canoa algo grande y es preciso arrastrarla largos trechos. El Shanusi no presenta nivgún mial paso, porque su corriente (1 Véase el Boletín, trim. 3.—año XII, tomo XII,—1902. 359 — AA AMA es muy tranquila, pero en la parte alta tiene muchos palos, plan- tados en su cauce, lo que hace muy trabajosa la marcha. Muchos de estos palos están tendidos debajo del agua y ofre- cen un obstáculo á la marcha de las canoas pesadas que se hunden mucho; pero los más molestos son los tendidos á flor de agua en dirección trasversal al rio y tan largos que se extienden de una ori- lla á otra formando verdadera barrera, que no deja paso alguno á las canoas. En estas circunstancias, los indios cortan algún árbol de setiza (Cecropta) le quitan la corteza que tienden sobre el palo atravesado y entrando todos al agua, empujan la canoa de modo que la hacen pasar rápidamente sobre él. Como la corteza fresca de la setica es muy viscosa, facilita admirablemente el paso de la canoa desempeñando la función de matería grasa al disminuir el Ote Este río como el Cachiyaco de Balsapuerto, crece muy pronto por la caída de fuertes lluvias; pero con la misma prontitud baja, vá veces tanto de un día á otro, que la canoa no halla agua sufi- ciente para marchar. Así que el río Shanust es navegable solo en la estación de aguas, reduciéndose muchísimo en tiempo de secas. Como todos los ríos de la montaña que tienen poca corriente dá muchas vueltas, por ser su curso muy sinuoso. En tiempo de vaciante deja algunas playas las cuales están en- teramente cubiertas en tiempo de creciente. En las orillas hay muchas palmeras y phytelephas llamadas ya- vina, materia que emplean los indios en los techados Ó tambitos que fabrican para ahrigarse de las lluvias durante la noche. En to- do el curso del río no hay un tambo, pero hay varias chacras en una y otra banda con algunas casas. De Yurimaguas al pueblo de Shanusi hay dos días largos de ca- mino ó tres cortos. Dz Shanusi á Tarapoto comunmente se emplean tres días; pero de escotero se puede ir en dos y los peones con car- ga emplean á veces cuatro. El camino de tierra puede dividirse en tres partes; la primera de terreno llano en medio de bosques pasando por el pueblecito de San Juan Loma. Esta parte tendrá unos 25 kms. La segunda parte es de terreno muy quebrado y muy malo, su- 0:00 —- 39 — biéndose cuestas muy paradasen las que hay trechos en quees preciso escalar peñascos de gres que forman pasos bastante peligrosos. Por fortuna toda la subida está llena de raíces de árboles que salen del terreno y presentan admirables y sólidos pasamanos, de los que se puede asir el viajero con comodidad para facilitar la subida. Esta parte del camino se extiende desde el río Sitariaco hasta el caserío de Cumbaza-huma. El tercer trecho tiene más de 10 kilómetros extendiéndose des- de Cumbaza-huma hasta Tarapoto. Los cerros son tan parados que aunque parece quese anda mu- cho, en línea horizontal, se adelanta muy poco. En el camino entre Shanusi y San Juan Loma hay dos tambos grandes y cómodos; pero más adelante no se ve sino tambitos pro- visionales. Desde Sitariaco las palmeras escasean mucho, de manera que no hay la comodidad de improvisar el tambito para abrigarse de las lluvias y es preciso hacerlo con hojas de distintas plantas. SALIDA DE YURIMAGUAS Febrero 7.—En una canoa con seis bogas cuyos nombres son: Espíritu Panayco, Gregorio Macoy, Félix Putapay, Pedro Ara- huacari, Andrés Asipali y Juan Ruamayna, salí de Yurimaguas á las10:374a. m. al S. 50 E. Se navega por el Huallaga contra el curso del río. 10.45 a. m. al S. 42 E. Isla á la izquierda; 11, alS. Corren- tada producida por un recodo que forma el río;11.4 S. E.; 11.10, acaba la isla á la izquierda. Se deja el Huallaga que viene de ESE.; para entrar al Shanusi marchando al SE.; 11.18 al SO.; el río Shanusi en este lugartiene como 40 metros de ancho; 11.21 AOS 112 als: 11:31 al ESE; 11.34 al SE.; 11.40 chacra con plátanos á la izquierda; 11.45 N.80 0O.; 11.528. 11.58$S. 15 O; 12.3 p. m. al SSE; 12.5 SSE. Caño que entra por la izquier- daa io SE 1215. B.12.20550.; 12.22 “al 'SO.; 12.82 al S. Terrenos no muy elevados pero que raras veces se inundan; — 301 — 12.35 Descanso; 1.35 N. 3800.; 1.44. SS0.; 1.45 SSE.; 1.487k;; 1.52 S3E.; 1.53 5.; y después al S50.; L57O 2.1 PSOE 2.6 ESE,, E.; 2. 11. Plazuela desmontada. Chacra, lena Uca pirona preparada para el vapor. Esta chacra está en la ori- lla. izquierda. Se sigue al S.; 2.13. Se ve una casa. Descane so. 2.16. Continúa al SO.; 2.20 0.; (2.35 SO; 2.40 DeScanS so. Plátanos; 2.42. Continúa al S.; 2.50. Descanso. Plátanos; 3 p. m. Continúa alS;; 3.3 S. 15 0. 3.9 5. 15 E AO E.; 3.14. Playa con dos casas y canoas en la orilla izquierda. Al S5SE.; »90; 3.20 0;3.27 :ONO.; 3.30 N.; S0"0. “3132 3.33 050.; 3.41. Descanso; 3.47. Continúa alS.; 3515 S.; SSO, 9.; 4 NO.; 4.4. S.; 4.6 SSE.; 4.11 SE.; 4.15. Descanso; 4.27 Continúa al S. 15 E.: Playas; 4,32 O.; 4,853 ONO'; 4,38 0S0; 4.40 S., SSE.; 4.43 S.; 4.47 ONO.; 4.505. 80 0.; 4.53 Ni4SOHOs 4.535 NO ; 4.58 al N.; 5 al NNO.; se descansó en una playa en la ori- lla derecha para pasar la noche. CONTINÚA LA NAVEGACIÓN POR EL RÍO SHANUSI Febrero 8.—6.55 a. m. Al SO. alS:; 7. ESE. TS al NO: al O: TIOS. MUSEE: TIS SO. TIDONO ALONSO O.: 7.27 NO.;:7.30 N.; al N. 15 E. 7.33 NNO% 1.4 O RES 7.51 :NO. greda ligosa; 8. S.; 8.7 SO.: 8.12 0. 8.11 NO ASAS: 75 0.: 8:25 S5S0.; 8.34 SE.; 8:36 E.: 8.4253 [8,43 UNAS 8.48 N.55 O.; 8.52 N. 75 0:; 9.250:; "9:05 SE; (DI9 MS SE IES Ss0.,:al S. 80.0; 9.18 ONO:; .9.21 SO. Aguaje; 923 SAIs 9.27 ESE.; 9.32 SE.; 9.8% $S:; 9.35 SO., al OS0!, alcO IS OMNOS 9.42 N: 40.0.; 9,47. S. 735. 0., al O.; 9:48 5S:; 9:50SE. ISSO al SO.; 10.2 0O.; 10:55. 50 O:;.L10. 7. SSO:; “al S: ¡10/03 10.13 ENE.; 10.15 NNE.; 10.26 NE.; 10.30 S. 80 E.; 10.33550%, al OSO. Terrenos elevados; 10.42 SSE. Caño que entra por la iz- quierda en ángulo agudo; 10.47 S., al SSE. al S; 10.52 S5SO.; 10.55 E.; 10.57 Cañito: á la izquierda, al N. 75. E.; 1L24aN 11.5 N. 40 E.; 11.8 E, al S. 75 E.; 11.105. 40 E.; LLO OT ONO.; 11.26 O.; 11.27 0S0.; 11.32..50.;.11.33%5:, al SSeieO SE.; 11.458. 10 0O.; 11.46 $. 40 O.; 11.52 S,, al SSE LESS an — 300 — 012 1pm,al E: 12.7 ENB.12.9.N,10E.;12.13NNE.; 12.17 NE. 12.20 E.; 12.27 SSO.; 12.30 O. Hermosos bosques con variz da palmeras; 12.37 SO. Milelias palos plantados en el cauce y que van aumentando á medida que se adelanta; 12.40 S. 10 O.; 12.43 SE,; IAS O od SO IDO ISO: 12.98 Descanso:; 1.9 Continúa al SE.; 1.15. SSE.; 1.22 SO., O.; 1.24 Chacras de barbasco, en la banda derecha; 1. 28 5:90 0% 1: 328 . 40 E.; 1.45 S.; 1.49 S. 10 O.; 1198 5501; 2:SO:; 2.4 S. 75 0.; -2.1 N. 80 O; 2135. y alS. 15 Bo. AO Ea. 23 93 10. Es 2.275,80: 0.5 2.32 NNO:; 2.35. ONO; 2.39 S0.; 2.42 dos enormes palos atravesados de banda á banda cierran el paso del ño arS:2:41 5 SODE57259153N:- 19:50 20754: ESB DOT IS. 15.0... 3. Palos diseminados: en todo. el río; :al Nao o.) LOS SSB 3.10, E: 3. Lo, ESB. 3.18 S. caño que entra por la derecha; 3.21 OSO., 3.30 SO.; 3.35 descanso; 3.41 OSO. continúa; 3,45 SS.E.; 3.48 N. 80 E.; 3.53 SE.; y al SSE ; 3.54 río de Yanayaco que entra por la derecha. Al SSO.; 4.2 N. 80 O.; 4.4 N. 50 0.; 4.7 descanso; 4.30 continúa. Se hace pasar la canoa sobre un palo á flor de agua con la corteza de Ce- cropía. Se notan pecueñas piedras. AlN.80 O.; 4.33 SO.; 4.35 S5S0.; 4.40 SO.;4.46 05S0.; 4.50 NO., al NNO.; 4.53 N., 4.55 S. 80 O,; 4.58 riachuelo que entra por la derecha. Al SSO.; 4.58 S50.; 5. S.; 5.7 SS0.; 5.10 descanso en una playa para pasar la noche. Febrero 9.—Hora 6.45 a. m. Salida de la playa al N. 15 E.; 327 NO -00 ¡NNO;;16:58:50%;. 17. 5..80.:0:57.2,.0N0.;:7.6 0.;7.10 SES IAEA SETAS S. TOO 7.201 50.5. 7,22 S9Bs 7.25 SE., al ESE.; 7.33 E.; 7.37 SE.; 7.39 S.; y al SSE., después 7.41 quebradita de Desa aco queentra por la derecha. A10.,alN.75 O.; 7.47 $SO., SOUTO OSO: 3 O SOS Os. 91 0.7 S-LOÍN: 9590. y al N. 75:10: després 5.130 8:15 N. 1797 0.5,8.18,N. 79, O. y :alN.; 8.205. EAS DIS SIE SO 0. O 2 S. 10/0:;8.88:S. 75.0... y al 0.; 8.38 S5S0.; 8,40 5. 40 O.; 8.47, se navega por un pequeño tre- cho á la sombra de los Amoles; Sol Nal NNE: 3.09 NNO:* SUSIUNDO 9:35. 190 57 DR OO 09 SERLO E. 9:22:50. hilito de agua queentra por la derecha; 9.23 S.750.,; 9.27 8 S 505,05; 9.30/N. 10 O; 9:32 N.; 9. 36 NNO.; 9:40 NO.; 9.44. SSE.; 9.47 SO.; 0.00 SE, :9.55 $ LO E NS LOS NOS y al ONO;:. 10.15 5: 75 — 336 — 0.; 10.20 SSE.; 10.26 S.; 10:28 55S0.;- 10.30 050%; 10.330 O.; 10:37 S. 75 O.; 10.40 ONO.; 10,42 NO; 10:47 ONO! 10052005 10.54 S0. y al SSO.; 11.2. quebradita de Chanvirayaco que entra por la izquierda; 11.115: 10 E.; 11.15::SS0.; 11.18 SSB An S.; 11.23 SO.; 11.33 hilito de agua que entra por la izquierda; 11.34'S. 15 E.; 11.35 SE.; 1142 SS0.; 11.45.55. TIAS SEAS ESE., 11.55 S.; 11.58 descanso; 12.5 p.m. Continta alu al'SO.; 12.13 N. 75 0.;, después al ONO'y:al N. 35:01; 1218 ANDES mero y al NNO después; 12.23 N. 80 O.; 12.25 OSO.; 12.33 ONO.; 12.35 SO.; 12.40"SE., al SSE.; 12.45 E.112:.49 5: SOME S. 50 E;; 12.55:S0: yal 050:; 1: Or; 1.4. SOS 1.15 8050 INE 80'0.; 115 SSO.; 1.20 'SSE.; 1:27 S.; 1.3050. Los hosquesidetias orillas presentan una vista muy pintoresca al ONO.; 1.32 NNO.; 1.35 N.; 1.38 NO.; 1.40 O. y al S. 80 O.; 1.45 quebradita de Tipis- ka que entra por la izquierda. Al SSE.; 1,47 ESE.; 1.50 descan- so; 1.52 continúa. Se pasa por un polo; 1.54 S.; 1.58 SSO., y al SO 22050 290 950% 20 SE: DAL ISS DAN EIA de yuca en la orilla derecha; 2.20 E.; 2.22 ESE.; 2.23 ¡S5E. Cas noas y chacras con yucas y plátanos en la orilla derecha; 2.25 SO. y al 0SO, muchos plátanes; 2.27 0.; 2.325: 2:35 quebradita que entra por la izquierda al SE chacras; 2.41 S.; 2.45 O. y al ONO.; 2.49 S. 75 0.; 2.33 S550.; 2.06 5. 15 01; 3, OSO y al 053 SON 3.7 NNO:; '3.10'"03.-3.135: 15 E.; 3.2078; "sionen Mastienaers: 3.22 B.; 3.24 ENB.; 3.26 descanso; 3:35 continía al b. 3 0 SD 3.41 SE., descanso; 4 cortinta ' al SSE 2275. OS 4,8 SSO.; alS. 10 E, casas; 4.10 SSO.; 4.11 S. llegada á la po- blación de Shanus1. Shanusi es pequeño pueblo situado en la orilla derecha del río del mismo nombre. Data solamente de 1862. Antes de esta época había una Ó dos casitas y solo se le conocía por ser el puerto en que se embarcaban los de Tarapoto, que no querían arries- garse en los malos pasos del Huallaga. Actualmente Shanusi tiene 150 4 200 almas. Suscasasestán, co- mo todas las de los pueblecitos de esta región, construídas de caña brava y con techos de hojas de palmeras. d — 351 — Tiene su capilla, que no difiere mucho de una casa comán, y chacaritas de plátanos y yuca que son los dos elementos indis- peznsables para el indio, porque el primero sustituye al pan y el segundo sirve para preparar su bebida que llaman masato. En Shanusi, como en muchos pueblos ribereños del Amazonas, preparan con los frutos del piíshuayo una bebida mentada. Estos frutos los comeza también cocidos y sacan además una manteca Ó aceite con el que se alumbran. Para esto cocinan los frutos y reco- gen la grasa que sobrenada cen el agua. Shanusi es pueblecito que puede prestar grandes servicios, porque habiéndose establecido en el luyar varias familias hay fa- cilidad de conseguir peones para trasportar las cargas que vienen de abajo y para hallar remeros y canoas para bajar, al menos, en la época en que el río tiene bastante agua. Comunmente cuentah de Shanusi á Cumbaza-huma de 75 á 80 kmos, pero en realidad hay solamente 5. Esta falsa apreciación resulta de lo malo que es el camino y de consiguiente del tiempo que se emplea en recorrerlo, como sucede con el camino de Balsa- puerto. DE SHANUSI Á TARAPOTO PASOS Febrero 10.—Hora 9.3 a. m. Salida de Shanust al S......... 500 E e ART ARE nt ARA 120 Se pasa una quebradita sobre un palo al OSO.....o...o........ 300 A O E E EA 200 El camino sigue á pocos pasos del río. A O A A RN 200 AAA AT A A A 30 A A 300 TO SERE SELLO. LE TA ARTE A A 300 NN 850 AA init 500 — 208 — ADOS iio qa srropodas coi OA Pa 100 Quebrada con agua que se pasa sobre un palo y que de- semboca al río á una cuadra de distancia al OSO... 36 AUS coca re A 200 Alejándose del. rio al: S SO ii a AN 400 ASIA ao cogio ptr e SNA bdo dt CP 400 LS O o O oro aldo ceros macacos 400 AL A 500 O cda cb onto oc Unpsooden ? 100 NA 100 AMO dei once tN 200 ATas 103 410. Mi o 5,706 Se llega á una chacra de yucas y plátanos. Se notan casas en un lugar llamado Chanvira. Chanvira es bonito lugar rodeado por todas partes por el monte. Hay dos casas formadas de palizadas y cubiertas con cris- nejas de palmeras. Tiene su pequeño cultivo de caña, que les sirve para hacer huarapo yembriagars>, y al efecto tienen su trapichito de mano. Las mujeres su cubren el cuerpo tan solo con una pampanilla, dejando desnuda toda la parte superior. Fabrican chicha de yuca y pishuayo y sacan manteca de estos últimos frutos. Los hombres usan los mismos vestidos que en todas partes Pantalón y una pequeña camisa. Usan cerbatana y virotes enve- nenados. PASOS Suma ¡antena a IA 5,706 IS Sica ae Ciemat als. O ea poncccenone coca: : 50 ASI iii ca a a 300 AUSER A aa 120 NISSAN 500 TO A o co rooo o oc aropoTorucoDbdáNes 54 Se pasa una pequeña zanja con agua estancada, al S. 15E 300 AMENA 120 ASE on a NA 500 ci A AA A A A Se pasa la misma zanja de arriba; al SSE........cmnneccconone.. SEN A o ao etnias RRA Dd anales Dalmata meno da anal eds VO A A A Se pasa una zanja transversal al camino; al SE............... aa lcalin cinco sn O A rs Iton aci Inns to cantina nl ia E TT elsa rea maiavdesa atenas ma EEE A A SO A APT MeEScanso. Luego se” continúa al SSO cuicio coomcnancan oo o menors A O Andrada acción A II ISORA ess caida ges O A A Ab A E ta Ai iscácáns a ordcnin edita A A aro A a da ide daa eee o iaa A A MA AA Slpasa ga zanja con aguas al Satin rides A O Oe IA ON AISE. Se pasa una quebrada con agua sobre un palo. El agua estancada y la quebradita tienen rumbo N. á S O E osea oe aa pio Is IDE I dina seme atenivo cat sales Se pasa una pequeña zanja con agua; al SE.oooncoonccninccnnc... A A A A AN A E Hora 1. 24 p. m. Se pasa una pequeña zanja al S............ A A a ON A e A A E AAN Se pasa una zanja en el punto donde se une á otra que E AAA EA A O A O nd a LT dica ans ecaoin ds TELE E A A a E A AA IA E A IIS O A A 140 900 500 300 4.80 200 80 100 120 250 500 100 50 100 400 200 200 400 500 50 17,540 — 360 — : Se entra al tambo llamado Mojarasyaco para pasar la noche. El tambo es regular tanto por su tamaño, cuanto por su construcción, solo que en él hay una plaga de piques ó niguas. A pocos pasos del tambo existe aguaen una quebradita. SALIDA DEL TAMBO DE MOJARASYACO PARA CONTINUAR EL CAMINO Á TARAPOTO » Febrero 11.—Hora6. 45 a. m. Salida del tambo. PASOS SEMA ANTE o o IS 174540 Al Bien Era 20 ASS. era ae eE Oe eS 170 SEPASAMUNLA ZA er aa E Aina AA 100 Se ¡pasafotra;con agua pao 100 AMS TO O 400 Al. SBiticnccnnniao andan ae den IE ÓN 3 300 ASS 500 AS Banana e OATES A 60 Se pasa un pequeño: pantalOt aceonatn di clee ro iS 40 Sessabe alos. LO Eds de R AE Esciccose 450 Se pasalótro pantano¡al SE od AN 90 SSI uta coanco ads Senos e pc 300 Alita 0. ounoo ont iaemae e q Is isiSN 90 PAD Obs... .omorstoodcsnenidcnn ca e 90 ALSO coo riot lor eN q TO Alis od e 200 Se pasa una pequeña zanja con agua á la derecha. En sen- tido contrario baja un riachuelo. CUL edo E 200 ALS. TO B 00. lio LL TAS e E II 300 AUSEJO A A 500 PACA o. DE CAE tie AN 100 SILO E O E AN LAT 600 ALOE Aina ss O E ra o y oncanca 150 Llegada al tambo llamado Atuntambo. El tambo de Atuntamboes poco más ó menos como el pre- 'edente de Mojarasyaco y como en él hay muchos pi- ques. NASA CATIcanDO arSSO V coodacnnennnar odon novo ronianoraranorariana 358 antano ...... aaa loro ndeso es tasado ados ae 4.8 AE A AA AE AE A 560 catador Lastra Laine 250) AO EA a e Ao ANDAR 300 A ccoo atar sas ed IS ne aoioses 300 A A A A AA 300 A a AAA ORNATO USA A IO A A A 128 Luego hay arroyo que baja á la derecha. Se sube pocos PASOS 2 Crnces: A OSO. Se SUD O acorta noca ros cocnonia nono 150 A A RIO 2 AA AE 600 SI cocinada opened cardo rnd as dni 100 A A A O AA AN 2900 LA A 500 asadas zanjitas a AL ido 300 Se pasa un río que baja al E. y va al río Shanusi (tal vez es el Yanavaco; pero aquí se llama Pintoyaco)—Al S... 300 Se pasan dos zanjas situadas á pocos pasos una de otra. At A A RS AAA ERA 300 E A A A E A E 134 A UN AA A OA 900 Mica Selsie teen el monteal SO. camcizas stodaónes eno covaeniicaes 200 ME cn RE TO LR CARES CASONA ARRE 300 A A O E MAA E ORO 3. SEEN TO OA 100 Llegada á San Juan-Loma. San Juan Loma es caserío situado sobre una lomita en la banda izquierda del río Yuracyaco, el que es origen principal del río Cainarach. Está formado por más de 40 casas con unos 1560 habitantes.—Las casas son de la misma construcción que las de Shanusi. Tiene tam- — 362 — bién una capillita. Su autoridad es un curaca que no habla el castellano. Los hombres y las mujeres visten igual que los de Shanusi. Este pueblecito es bastante útil, porque los cargueros que vienen de Shanusi encuentran aquí plátanos para su provisión, sin cargar mucho desde aquel lugar. Los transeuntes encuentran algún recurso (comida y peo- nes.) Desde Shanusi hasta San Juan Loma todo el camino es completamente llano. SALIDA DE SAN JUAN LOMA 12.55 p.m —A MU cons bandola cionado IAS ¿ ESO ANA R DUDA A Lac vr emos cra coc Se pasan arroyo al S....omionnetoninci ato rl Se baja al E. y se pasa una quebrada sobre un palo........... a Se pasa un riachuelo que baja al NNE., de más de 12 me- tros de ancho llamado. Pacayaco. Al SEl cuado AA ALS ita ERAS Scion vis ASS O talca cea: ai A AR A e ALSO e co cocinado a an Se pasa un riachuelo que baja al ENE. y cuyo cauce tiene muchas piedras de gres rojizo Al EN A1S. 40 O; al S; al SSE. Se pasa un riachuelito que baja de SO, 4 NE y luego se sigue aloe ON Se llega al río d» Yuracyaco que baja deS750áN 75 E. El Yuracyaco tiene 25 metros de ancho y muchas piedras de gres rojizo en sucauce, el cual no es muy profundo por ser el río bastante esplay ado. En este punto el río Yuracyaco no es navegable, pero más abajo en que toma el nombre de Cainarach lo es por canoas. El punto en que empieza á ser navegable sellama Huai- ruro y hay un caserío que lleva en dicho lugar el mismo nombre, el cual está situado en la orilla derecha del Cai- narach y dista de Lamas un día para los que van de escote- ro y dos días para los cargueros. SALIDA DEL YURACYACO O O O O A A OPS Sas on arroyito que baja al NO...ccuo nn siones MERO CLON UBE OE caera aaa dos ds le seo scudo A A rr Tambito en la orilla del río Yuracyaco, el cual baja hasta 20m tros de distancia. Al iia quetaaciidda y uoaenicrondraens Se pasa un arroyo.—Camino algo quebrado.....cccconomoc.momm.. NS PASA MINA NO ideada EI PTA CA E En el camino hay trechos muy malos.—Al SSO...oooocoo... pad cas Quebrada grande con muchas piedras, pero casi sin agua, que viene de SSO.—Se atraviesa y luego se ve un tam- bito donde se pasa la noche. SALIDA DE LA PASCANA PARA CONTINUAR LA MARCHA Eebreno 2: —Elora: 7 a.m. Salida .al SO.:ido. PA A A EA Pasando por la orilla del río Sitariaco se sube al SS0O........ A Y E A E E A A A: A AN RAR O Orilla del Sitariaco. Se pasa este río que baja á la derecha para unirse más abajo con el Yuracyaco. El Sitariaco es un río más pequeño que .el YVuracyaco; tie- ne muchas piedras, de modo que cuando está bajo. se le puede atravesar saltando de piedra en piedra, des- pués se sube una cuesta muy parada con dirección ge- neral SSO. 400 200 300 129 400 100 ASS O tri a c ON AT SO irc A o a A ON Al 050, marchando por una cuchilla con escalones forma- dosipor las tallés. mesures aa Caminito casi llano:en la cuchilla. Al 5.10 Oiicccsatiisid Se suberal iS. VO EL td Incio SN A NUSIAOMO E IT AN AlO. Malpaso sobreuna peña.—Al SO nccaccninonacccnncnencaecnns Cumbre ó alto.—A1S0:=S8 Daft maes oa SA Se marcha por una cuchilla casi llana y ondulada... ..... Trecho de canino Mio cio A dócido AMSE a A E A A O A A A E A Nc Tambito en la cuchilla. Este tambito se llama Gohberna- dor y bajando á la derecha por un caminito se llega á un manantial de agua. SALIDA DE GOBERNADOR AUS TOO. SO O O A A A A a oiédocanoysenos Pequeño malpaso.—AlS. 40 O............. A cs, AMSTAOO de A INSISTE NE A E Se marcha por una cuchilla casi llana.—Al S. 50 O.occconncnn. APO SO rita ASTON Derrumbe en la: cuchilla =Sessubes east piods qe AA Caminopoco inclinado al aca: ANO ASS OR SUDIENAO ads en aIIzO) IL. ISS TEN ESE AI AVUSO ir dv ti NI TO AA IIA ANI Camino ondulado.—Al OSO. o... A A edite AUSO tt stas diia t sind) AAVV IO ANACO CAR NON 100 200 50 05 <= 220 50 150 45 70 200 30 60 150 60 50 10 á — 365 — Se sube por escalones elevados, sobre terreno casi vertical. Desde este punto se ve San Juan Loma al N. 40 E. y la confluencia'del río Sitariaco con el Yuracyaco al N. A1SO.. Se baja al O Al O.—Se sube Al SSO rr rr rr rr rr rr rr rr o rr 2 2 rr rro rr rr rr rr rr rr rr rr ss rr rr rr rr rr rro rorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr rss rro rr rr rr rr rs sr rr rr rr rr rr rr rr rr rr rr rs rr AAA AAA RRE camino poco inclinado rr rr rr rr rr rr rs Pequeña cruz.—Capas de gres grossiere en posición verti- SMN TO 45: do O:=AU SO. setaoaioacio stoner siniannnnesss A SN ON A A A AAA IEA EE Lati o Descanso gotera de agua.—Al S. 10 Ovncacaninocniónicurmecianio Arroyito y ranchito.—A1S. 100 - Se sube al SSO Al SSO Goterita de agua.—Al SSO con .nnnrsrssrsr9rsrrrrnrrrr.$.$.3n<”.2”.$.arsss rr rr rr rr rr rss rr no n.onnanorsraronnonoo.. rn rr rr rr rr rr rr no. ensrrasnasarrsogrranasonooo e. orosrrrnsarsronarosrssorsrssorssr$.$..2<”.2.2.2..s.o no. orrrrrrrnrrr. o... ..... sona orororacossonsnsracoronsrarossono..roo» Prorrrr rr rr rr rr rr sr rro Mal paso sobre raíces.—Se sube por camino casi vertical sobre peñas y raíces.—Se sale al S. bajando Al SSO Al SSE Ruinas Tambito en terreno inclinado.—Al S. 10 0 Al 550 ES: O tin o a A E. O A A A A A A ER A A ARA A A A EN A A A AA de un tambo grande.—Al S reno ncoronsrsorsssrrarcransnoonoo...o oros sor rr cr... rr rr rr rr. .roornsr rro roms ros rosso ross sr rr rr 150 50 50 100 100 38 100 378 500 yO s4 de 100 45 100 100 100 LO 161 400 500 5590 100 100 600 180 100 500 120 600 300 — 366 — SM in OS EA A SA A E o E Abono bar ob a de En este trecho de camino hay mucho Darro..ieianpea tocas Arroyo que baja al ENE. Al SE aneror aos aras AIR OS Llegada al lugar llamado Ponasa, adonde hay unos tam- bitos pequeños. SALIDA DE LA PASCANA PARA CONTINUAR LA MARCHA Dia 18 de febrero. AloS. GO WE. ..ouenmennera nene e E A A co rod cano dos: IS O a O usos loo cnéSicaco: ASA O NE OO Qoszzo LA USO ti nic ci O AP EN o SA O E PEO ansoboaccodos Se ve un tambo y. se sigue al SS Oca ANSSO ticrrrcnican oo A1SO.—Al ONO.—Malpaso sobre una peña; luego se si- gue por camino,ondalado..voonma iO ALOSO:Se. Dafa iia AS AÑO tito rroor or OS Se pasa un arroyito, luego un arroyo y luego un trecho de terreno llano O RA Ed ic Tambito lugar lanado La Empieza la última cuesta marchando sobre capas de gres. CO Oi di ON Goteritaide agua. Al OSO eacceresometaaienenoclmtrs oerEaR AL NNO:Se trepa por escalones elevados. caso iaa aaaad : “Tambitos en una plazuelita—(Tal vez este punto es el que se llama Lejía). AN 50 O.- Continfa Ja subida oral ali ALOSO cr ANS ÓN Cumbre y en ella una pequeña cruz. —Al OSO—Se baja....... Al S0.—Camino muy inelinado sobre una cuchilla........ mm. 400 500 300 180 40 100 100 110 100 100 300 300 300 200 1100. 200 500 230 60 so 300 60 300 500 50 == AN Se'sube al SS ....ccooocoo ES E da ÍA ete tc CS A Otra cumbre.—S2 marcha sobre terreno ondulado... A A A AS iS. O A O dO A A A A A A Se marcha sobre una cuchilla que no tiene un pie de an- CHO COn precipicio € ambos: ladOS asociacion A A Ae O RN Se marcha por un camino malísimo y peligroso, por una cuchilla muy inclinada y angosta. A O A A A Se sale del monte.—Desdg este punto se desplega á la vista los terrenos de Lamas y Cumbaza-huma, el cue queda alS. 200. Se baja por un morrito desinontado. O ls o AO rat dee Acaba el morrito descubierto y se entra al monte, cami- nando, por la cuchilla de la lomada al S. 10 O.............. OA A A A A IA A A A Ote O A A e AE O o e oacis «lotes A E A E A ER Ie A, E MOS A A E A POR S, DTSON La formación geológica varía, desaparece el gres y empie- za una roca calcárea. O IE celica RENA NAS a Palmito y chacras.—Al O rr rr ss ro rr rra Se pasa una tranca.—Al ONO Llegada al pueblo de Cumbaza-huma. Lotalde pasos eps CT AA AO 100 320 120 100 300 200 200 300 400 236 340 — 368 — CUMBAZA-HUMA Este pueblo se halla situado en la orilla izquierda del río llamado de Cumbaza, el cual se pasa al entrar al pueblo de Morales en el camino de Chachapoyas á Moyobamba. Como hay dos pueblos que llevan el mismo nombre, para distinguirlos se llama á este Cum- baza-huma de San Antonio y al otro de los Fanchos. La posición del pueblo es bastante bonita: está situado en un llano y á la orilla del río. Las casas se hallan disemi- nadas y tienen sus chacaritas de plátanos, yucas, etc. Hay algunos árboles de ciruela agria y huayabos en el intervalo de una y otra casa. Las casas son casi todas de palizadas, con techos de palmera. Tiene una capilla. En Cumbaza—huma se ve una que otra bestia. El pueblo tiene indios cargueros que prestan auxilios á los viaje- ros y al comercio. SALIDA DE LA POBLACIÓN IN A A RI E A Rd bo cocoa: : Se pasa el río y se entra á la población de Cumbaza-huma. Esta población es poco más ó menos como la otra, con so- lo la diferencia que se halla en la orilla derecha del río y sellama de los Fanchos. El río tendrá treinta y tan- tos metros de ancho y baja al N. 80 E. SALIDA DE CUMBAZA-HUMA PARA TARAPOTO Febrero 14.—Hora de salida—7 30 a. m.—AlS. 40 B........ , Se pasa una tranca y Se DUDE. ucraba dla: OA 100 200 200 350 500 500 250 O E A A 500 AO A A 80 O SA O AO 100 A A A A A 300 A A AS E AA 300 A NAAA RS 700 Motor almsante.Se bajaal Suman» iros cioianontadrano cis idos 300 ES 1000 A AN A AAA 1300 A. ARA AR O AAA 1400 O AAA PAE TA LEO AE A 300 a ts ia dass 300 A E A A A A 500 A A A 100 BOE anpor camino. pedregOSo.:--armemaosdnesgonaringarncartespatazas 200 A A A A A AAA 200 A e EAS A 200 Al SSO0.—Se llega al río de Cumbaza que baja de E. á O. Salida del río al S eiii deals 300 E OE A E AR A 250 E A A A 1000 A O A A AN 1000 Mur parmentrariá la población ...omasrareadiós yde ace ponioneciónocons 400 Entrada á la calle principal de Tarapoto. MOta re pasos Ned ato cos des A GaOdO 77213 Elnúmero de pasoses de 77,213 entre Shanusi y Tarapoto, lo que dá una distancia de 11 leguas y media (geográficas de 6666 varas ó 57'5 kilómetros). SALIDA DE TARAPOTO PARA SHAPACA Febrero 16 de 1869.—El camino entre Tarapoto y Shapaca ten- drá unos 17 kilómetros. La mitad es llano y la otra mitad algo quebrado, alternando las subidas y bajadas.—6 17 a.m.—Se sale de Tarapoto bajando al NE., se pasa el río Chilcayo y se marcha al E. y luego al SE. — 310 — A 600 metros al $. está el pueblo de Cumbaza. Continuando al ESE. se nota un camino que viene por la dere- cha del pueblo de Cumbaza. Se continúa al SE., y se pasa el río Aguashyaco. Se sigue al N. SO E., luego al ESE. Se deja el camino de Cha- suta á la izquierda.—Se continúa al S. 50 E. Se pasa la quebradita de Sanirarca, que toma origen de unos terrenos elevados á la derecha del camino.—Se pasa un puentecito de palos.—El puente Pucayaco baja á la izquierda del camino. Se ve una haciendita con trapiche para caña, movido por bue- yes, lugar llamado Pucayaco. Quebradita del mismo nombre que viene ladeando el camino á la izquierda pasando cerca de la casa. 8.5 a. m. Se sale de Pucayaco; 8.28 a. m. Se pasa el riachuclo de Pu- cayaco el cual vá al río de Cumbaza, 8.32 a. m. Se vé una quebra- dita de Colocontayaco con grande arroyo«que se reune al Pucaya- co y baja al Mayo. Se llama Colocanta á una especie de Phytele- phas más pequeña (sin duda el Microcaría de Ruiz y Pavon); 8.35, E, 8.37, ESE; 8.42, camino ondulado, 8.52, se sube al ESE unos cerritos que son la prolongación de la cadena del Huaynaputina; 9.4. Llegada á la cumbre llamada la punta de Estoraque. Se baja al SE., 9.10. Capirrona, 9.10. Se pasa un riachuelo llamado Shacayaco que baja directamente al Huallaga. Se sube al S. 40 E; 9.18 a. m. Catirina, 9.26 a. m. punta de Parma-cruz. En este punto empiezan los terrenos de propiedad de D. Juan José Castillo. Se baja luego al SE; 9.43 a. m. camino ondulado, 9.55 a. m. yu- cal cercado con palos y zaña brava, perteneciente á la hacienda; 9.57 a. m. pequeño acueducto formado de palos excavados, á ma- nera de canal y sostenidos por una armazón de madera, que condu- ce el agua á la casa y oficina de destilación, desde un puquial que dista algunos centenares de metros; 10.1 a. m. Sellega á la casa de la hacienda del Sr. Castillo. Esta hacienda lleva el mismo nombre que el puerto de Shapaca, y del cual dista 400 metros. La hacienda se halla situada en la orilla izquierda del Hualla- ga, entre el saserío de Shapaca y la desembocadura del río Puca- yaco, la que se efectúa 500 Ó 600 metros más arriba. — 3711 — La desembocadura del río Mayo se halla (2'5 kms.) más arrí- ba y el puerto de Juan Guerra en el Mayo dista casi 14 kilómetros. Shapaca queda casi á la mitad del camino entre Juan Guerra y Chasuta. Entre Juan Guerra y Shapaca no hay malos pasos y la navega- ción se hace sin obstáculos de ninguna clase. No sucede lo mismo entre Shapaca y Chasuta, adonde se en- cuentran muchos malos pasos del Huallaga, los que están situados en los puntos en queeste rio corta la cadena del Huainaputina. El principal se llama Canoayaco. La hacienda del Señor Castilloes de caña, pero en ella nose bene- ficia azúcar ni chancaca, sino que se hace fermentar directamente el y caldo y se destila aguardiente. Para este beneficio, la hacienda cuenta con un trapiche de fierro puesto en movimiento pbr mulas y un buen alambique de cobre, construído en la factoría de Iquitos. Este alambique tiene dos serpentines, el primero es enfriado por el mismo mosto que se destila y el segundo por el agua. Aún cuando este alambique es de construcción sencilla, sin em- bargo es bastante económico; puesto que el mosto entra al alam bique ya caliente y no interrumpe la destilación. La fermentación del caldo de caña se hace en canoas y es tanto el calor del lugar, que basta un solo día para que esté fermentado y preparado para destilar. Además de la caña se ha sembrado café y entre poco tiempo producirá buenas cosechas que podrán expenderse con provecho en Iquitos, donde se consume mucho. Un buen negocio para Tarapoto, Juan Guerra y Shapaca, sería la exportación del matico en grande escala, cuya plan ta se encuen- tra en mucha abundancia en todos estos lugares. Ningún punto del Perú y Bolivia podría dar esta preciosa plan- ta á más bajo precio, porque aquí se encuentra inmediato al sitio de embarque, mientras queen otros lugares se halla á grande dis- tancia. El matico de las inmediaciones de Tarapoto, Shapaca y Juan == Guerra es de muy buena calidad y de consiguiente sería muy apre- ciado en los mercados de Europa. De Tarapoto á Juan Guerra el camino se presenta muy bueno, pues el terreno es completamente llano y á puco costo hasta po- drían rodar carretas. Otra industria que podía establecerse es la del beneficio del añil que se halla en estado silvestre. Lo mejor sería importar la semilla de indigófera que se cultiva en Guatemala, la cual produce el añil de mejor calidad. La fabricación del añil es bastante sencilla y podría establecerse sindificultad alguna con la seguridad de queproduciría perfectamen- te, y sería producto muy ventajoso para la exportación, pues que bajo pequeño volumen se encierra gran valor. Habiendo hecho un ligero ensaye con las dos especies de llan- gua, la pequeña, esto es, la indigófera, dió en dos horas una infusión bastante cargada de izatina, que depositó con facilidad fuerte can- tidad de añil. La llangua grande, esto es, la bignoniacea tardó j más de doce horas en disolverse y en seguida precipitó pequeña pro. porción de añil de calidad inferior. SALIDA DE TARAPOTO PARA MOYOBAMBA Febrero 27.—Llegada al tambo de Jilcarumi. Se sale de este punto para continuar el camino á Moyobamba sin pasar por el pueblo de Jepelacio. El tambo de Jilcarumi se halla situado al pié de un gran pajo- nal, de manera que esta pascana es cómoda por tener pasto para las bestias. A las 2 y 17 p.m. salimos de Jilcarumi caminando al NO, á las 2 y 20 pasamos al NNO, siguiendo al pié del pajonal. A las 2 y 24 al NO y á las 2 y 26 al N. 40 O por una ladera casi llana. La bestia anda 687 pasos en siete minutos. A las 2 y 33 descanso. Continuamos después la marcha, encon- trando> la división delcamino que vá por la izquierda á Jepelacio. Se sigue al O., luego se baja al N., se pasa un arroyito que baja A —Á al NNE, se cuntinúa al NE, se sube al NO, se encuentra un camino casi llano y se llega al tambo de Ojerillo. Se sale del tambo, se pasa un arroyito, se sube ai N. 60 O., se pasa un nuevo arroyito que, como los demás, baja á la derecha, al río Mayo, y se continúa al NO. Alos lados del camino se notan hermosos bosques. El camino ha sido demontado formando un callejón de 16617 metros de an- cho, pero como crece pronto, ha cubierto todo el terreno de arbus- tos y solo hay una senda por la cual se marcha. Se continúa al N. 20 O.; se pasa una zanja sobre un puente bueno y se continúa sucesivamente al ONO, al O, al 0SO y alONO pasando otra zanja sobre otro puente bueno para llegar altambo de Jerilla. En las inmediaciones de este tambo no se encuentra pastos para las bestias. El tambo está situado en medio del monte. DEL TAMBO DE JERILLA PARA MOYOBAMBA Se sale del tambo de Jerilla al N., se pasa un hilito de agua. Continúase después al N. 50 O. y luego al ONO, se pasa una pe- queña Zanja y después otra más grande sobre un pequeño puente. Se continúa al NNO, se sube al O y luego al NO, se pasa por ca- mino ondulado, se baja al N. por camino gredoso y resbaladizo, y concluída la bajada se sigue al NNO para llegar al río de Jera, pa- sando 100 metros á la derecha, el río Mayo. El río de Jera se pasa á pocos pasos de distancia del río Mayo. Como á veces crece mucho y se hace impasable, hay un tambito en cada orilla. Se sale del río Jera al NNO, se pasa un arroyo y se sube al NO. Se marcha luego por un camino ondulado. Se pasan tres arroyos con dirección general al NNO; se baja al ONO, se pasa otro arroyo y se sube, se camina por un terreno ondulado, se vuelve á bajar al NO. Se sigue después al OSO, comunicando por terreno casi llano, luego al O y al ONO. Se ve un arroyo al NO. Se pasa otro. Se cor- tinúa alOSO y se pasa un nuevo arroyo, Todos estos arroyos ha- jan de izquierda á derecha de la cadena de cerritos de Jepelacio. — 34 — Se sube luego al NNO; se camina por terreno ondulado, se baja á cada arroyo para subir en la otra banda y se continúa al N. 75 0. subiendo hasta llegar á un pajonal. Se continúa al O por camino bueno, en seguida se baja por terreno en declive, se entra al monte, se sigue al N. 55 O; luego por un camino resbaladizo y se pasa al N. 80 O. Se sigue por un arroyo que viene de S.áN., se marcha por un callejón abierto en el monte, se pasa otro arroyo, se camina por terreno inundado, terminado el cual se sigue al SO. En esta direc- ción se pasa un arroyo sobre un puente, se encuentra el camino de Jepelacio por el que se marchó en el viaje de Moyobamba á Tara- poto. Moyobamba.—T Ya kilómetros al S de esta población, cerca del cerro llamado Oro Mina, existe un manantial de agua sulfurosa. El agua es termal y muy rica en azufre que se deposita sobre las hojas por donde pasa el agua, en tanta abundancia, que á veces, cuando ha faltado azufre en el comercio, han ido á recogerlo para fabricar con él la pólvora necesaria para los cohetes que usan los naturales en sus fiestas religiosas. Parece que en el cerro de Oro Mina se ha trabajado una mina de oro y todavía existen dos piedras para moler el mineral. Una de ellas ha sido trasportada á la ciudud de Moyobamba y la otra se encuentra todavía al pie del cerro. La meseta de Moyobamba está rodeada de un barranco eleva- do, excepto por el lado que vá hacia los baños termales en donde el terreno baja insensiblemente, de modo que esta parte sería la única que podría servir de paseo. DE MOYOBAMBA AL RIACHUELO RUMIACO Se sale de la ciudad con dirección al S 10 E, se prosigue después al S. marchando por el camino que conduce á los haños termales que es muy bueno; se baja insensiblemente, encontrándose en la par- te más baja del camino un arroyito que sigue de OSO al ENE. Después se deja el camino de los baños y se marcha por otro al SSO, Luego al S 10 0, subiendo con poco declive, se marcha suce- sivamente al S, al S 10 E, al $, al SSE, alS 10 0 y al S para llegar al riachuelo Rumiaco que baja de OSO al ENE. Dx este riachuelo se proyecta proveer de agua á la población de Moyobamba, CAMINO DE TAULIA AL VALLE DE HUANCABAMBA De Taulia se va al tambo de Hualama, que se halla en la cumbre del cerro del mismo nombre. De Hualama se va al pueblecito de Cochamal. En este punto se divide en dos el camino uno para cada lado del valle. El de la derecha pasa por los caseríos de Ríos y Totora y el de la izquierda por el pueblo de San Nicolás; estos dos caminos conducen al pueblo de Santa Rosa que es la capital. De la punta del cerro de Hualama se presenta hermoso cuadro del valle con un gran lazo en medio de él. Se entra á una llanura y se deja á la derecha la pascana llama- da Cueva, que consiste en un gran peñasco de carbonato de cal que sale muy afuera en su parte superior, de modo que los transeuntes pueden abrigarse de las lluvias durante la noche. Pasada la Cue- va se llega de nuevo á la orilla del río que se sigue por largo trayec- to y se pasa después sobre puerte de madera; se continúa el camino en la otra banda y después, para llegar á un lugar llamado Tingo, se pasa dos veces el río, por vado, porque en estos puntos no tiene puente. Cuando el río está crecido es muy peligroso pasar y á ve- ces es enteramente intransitable, lo que se evita, tomando un ca mi- no completamente inundado y lleno de barro llamado el deshecho. Este camino tendrá 1 klm. 25 y se llega al Tingo sin pasar los dos vados. Del Tingo el camino sigue á trechos sobre grandes piedras y so- bre palos casi hasta el pueblo de Taulia. El verdade3o pueblo, como hemos dicho, está situado sobre un cerrito y para ir á él no es necesario pasar el río. Pero con el nom- bre de Taulia se comprende también la gran pampa de la otra ban- da del río y el pueblo de Jesús del Carmen de Molinopampa. Si se quiere entrar en Jesús del Carmen, es indispensable pasar el rís por — 3816 — vado ó dar gran vuelta, ir hasta el camino de Chachapoyas y pasar el río sobre el puente llamado de Molinopampa. Saliendo de Jesús del Carmen para Chachapoyas, se pasa este puente y se sube una cuesta dejando la quebrada á la derecha; lle-* gando á la parte elevada se va sobre terreno casi llano, sólo inte- rrumpido por piedras y surcos excavados por el agua de los fuertes aguaceros que caen en estos lugares. Después de 71% kilómetros se baja la cuesta de Pipos, se atraviesa un riachuelo y se entra nueva- mente enla quebrada del río de Taulia y Ventilla. Pasada una gran llanura y dejando á la izquierda el pueblecito de Pipos, se pasa al otro lado del río sobre puente de madera con techo como el de Molinopampa y se sigue el de la orilla derecha como 15 kilómetros; se vuelve á pasar el río sobre el puente de Paucachaca; se sigue 21% kilómetros y se llega al lugar llamado Molino; se pasa un riachuelo y empieza una cuesta, dejando el río á la derecha, que sigue su curso en una profunda quebrada y vaá tributar sus aguas al río de Ut- cubamba. Subiendo la cuesta se entra poco á poco á una quebra- da secundaria que se faldea, se baja un poco, se pasa el riachuelo que la baña v se sube al otro lado una cuesta todavía mayor que la primera, y después, yendo por terreno ondulado, se llega á la ciu- dad de Chachapoyas después de 35 640 kilómetros desde Taulia. Apenas se termina la gran cuesta, se llega áun lugar que en tiempo de lluvias se cubre completamente de barro que cansa tan- to á las bestias. Este camino de Chachapoyas á Moyobamba reclama atención del Gobierno no sólo para su reparación sino también para fomen- tar población en este llano que no proporciona recursos absoluta- mente. Excelente medida para seradoptada por el Gobierno sería el que proporcionase facilidades para el estab'ecimiento de algunas fami- lias, á condición que éstas fundasen chacras y fomentasen de esta manera la población. Cerca de Pipos, casi 10 kms. más al S., se halla un lugar lla- mado Cheto, donde se encuentra una mina de carbón de piedra. Otra existe cerca de Santa Cruz, 4 20 kilómetros más ó menos de Chachapovas, en el camino de San Carlos. 0 =1 —I | SALIDA DE CHACHAPOYAS PARA LA ESTANCIA DE CELCAS Enero 8 de 1860.—Para irá este lugar hay dos caminos, uno un poco más largo por la orilla del río Uteubamb a; el otro más corto por el alto. El de la crilla es mejor porque es más llano y además porque es más distraído por las chacritas que se suceden. Comoconocía gran parte de este camino seguí el otro que va por por la parte elevada, para lo que se sale de Chachapoyas como para ir al puente de Utcubamba y como á distancia de un kilómetro se deja á la derecha este camino para tomar otro que Se dirije á la parte elevada. La dirección constante del camino es hacia el $. que sigue por unos 8 kilómetros. A 7 kilómetros, casi todos de subida, se llega á un punto cono- cido con el nombre de Ayahuma (cabeza de muerto). En este punto termina la formación de “res que alterna con arcillas para empezar calcáreo gris en capas inclinadas; á cosa de un kilómetro más arri- ba, el calcáreo se cubre de capa de arcilla ferruginosa. En este lu- gar conocidocon el nombre de Mito-pampa, la arcilla, en tiempo de lluvia, forma barro, que á su vez da origen á una calzada de pie- dra. Al principiar la calzada de Mito se ve Chachapoyas al N. y el río de Utcubamba queda al O. Después de 2 y medio kilómetros, continuando la cuesta, se llega á un punto elevado, de donde se vé Colcamar y Chachapoyas. Colcamar queda al O. de este punto y Chachapoyas al NNO. Cerca de este lugar hay dos caminos, de los cuales, uno á la derecha va á la montaña y no pasa por el pue- blo de Levanto, mientras que el de la izquierda pasa por él. Seguí el de la izquierda para ver el pueblo de Levanto y después de corto trecho de subida empieza la bajada. La dirección es hacia SSE. y SE. Levanto se halla situado en un punto poco elevado, á 15 kms. de Chachapoyas. En el día está formado de muy pocas casas y una iglesia; pero en otro tiempo ha sido mucho más grande y en tiempo de los Incas, habiéndose insurreccionado los indios de Cha- chapoyas contra su soberano el Inca; éste por castigarlos hizo de Levanto la capital. De este pueblo se baja y sigue sobre laderas 4 — 318 — y terrenos bastante quebrados, las direcciones SE, E, y S.; bajando todavía se llega al valle de Condechaca bañado por el río del mis- mo nombre, que tiene por el punto que se pasa dirección de E. á O., trasversal al camino que va de N. 4S. Con las aguas del río Con- dechaca se ha pensado surtir á la ciudad de Chachapoyas que esca- sea tanto de este precioso elemento. Ei valle de Condechaca es bastante estrecho, pero sus terrenos están bien cultivados, de modo que vistos de punto elevado ofrecen bonito aspecto. De Pilcacunga siguiendo por terreno casi llanó en medio de mu- cha vegetación y después de pasar una gran loma, se baja á una quebrada llamada de Pampahuario que tiene dirección de NO. á SE. Se sube al otro lado y después se baja á otra quebrada que se dirige de O á E., llamada deSchachacsacha; se vuelve á subir y se entra en una tercera quebrada con dirección deS á N. llamada de Quillailón; se pasa la quebrada y se sube una cuesta para entrar en el pueblo de Santo Tomás. Santo Tomásestá situado sobre una lomada al pié de la cual se reunen muchas quebradas con la de Utcubamba. Sus casas están construídas con piedras de cal y cubiertas con techo de paja; tiene plaza delante de la iglesia con 4 capillas pequeñas en las esquinas. El cabildo se halla frente de la iglesia que sirve también de escuela. Los habitantes de Santo Tomás tienen facciones regulares y en ge- neral buenos colores, son muy blancos. Todos hablan castellano, aunque entre si nablan casi siempre en quechua. Los habitantes de Santo Tomás se dedican parte del año al cultivo de sus chacras y parte al trabajo de las minas de oro que se hallan en su cercanía. El clima es templado, pero, como en todos los puntos de la sierra, está y sujeto á cambios bruscos muy perjudiciales á los sembríos. Esté situado á 2891 metros sobre el nivel del mar. Del pueblo de Santo Tomás á Leimebamba se puede ir por dos :aminos. Uno es mejor pero mucho más largo, porque da gran ro- deo. Siguiendo este camino se baja por la parte NNO., se entra á la quebrada grande, se pasa el puente llamado de Santo Tomás, y des” pués se entra en el camino real que conduce de Chachapoyas á Ca- . jamarca. El otro camino es mucho más corto, pero no tan bueno — 379 — como el primero. Por este camino habrán de Santo Tomásá Lei- mebamba, poco más de 20 kms. Para esto se sale de Santo Tomás por el S y después de 2 Ya kms. se llega á una abra y sebajaá una quebrada llamada de Secocho por un camino lleno de barro, prin- cipalmente en la parte baja y en la estación de lluvias. Llegado al fondo de la quebrada cuya dirección es de SO á NE. se pasa el pe- queño río que la baña; se sigue un poco este río por la otra orilla y después se sube una larga cuesta en cuya parte superior se nota la formación de carbonato calcáreo que hemos citado muchas veces, en capas que se hunden hacia el O. con ángulo de casi 45 grados. Llegando á la cumbre de este cerro cortado casi perpendicularmen- te hacia el N, se pasa por una abra situada al ESE del pueblo de Santo Tomás y al SE de la parte más saliente de la lomada sobre la que se ha fundado el pueblo. Se baja al otro lado del abra y se pasa sobre terreno de gres situado debajo del calcáreo citado, al- ternando con arcillas de varios colores. Este camino es muy malo á causa de lo blando del terreno y lleno de profundos surcos. La ba- jada es hacia el SE llegando á una quebradita dirigida de NO. á SE. Poco más abajo aparece nuevamente el calcareo que continúa en la quebrada grande siguiendo el camino por la orilla izquierda del río hasta casi 13 kilómetros de Santo Tomás. En este punto se pasa una quebrada llamada de Salayán que viene del O vel río grande en el mismo punto viene casi del E y forma recodo para marchar deS. á N. hacia Chachapoyas. 3006400 metros más allá de esta quebrada, por camino lle- no de barro, se pasa un puente y seentra en el camino real que conduce de Chachapoyas á Cajamarca. Apenas pasado el puente se llega á un lugar llamado Chilingote adonde hay varias casas. Dos y m-dio kilómetros más allá entra porla otra banda una quebrada y desde este punto la otra por la que corre el río de Uteubamba, se estrecha mucho para ensanchar- ise de nuevo cerca de Leimebanba, donde se pasa por un puente Lotro río que entra por la izquierda para entrar después al pueblo de “Leimebamba. La formación de la quebrada es de cal y la dirección del río después de pasado el primer puente es de NNO. á SSE. El pueblo de Leimebamba es muy pequeño, situado en el delta — 3580 — formado por la reunión dedos quebradas; una que viene del $. y otra del SO. No se sabe á punto fijo cual sea la de Utcubamba por. que las dos llevan casi igual cantidad de agua. Las pocas casas están construídas con piedras de cal y techo de paja. La iglesia es- tá destruída y existe solo una especie de capilla sin puerta. Su eli- ma es bastante templado, siendo más abrigado que Santo Tomás, debido á que se encuentra casi al mismo nivel del río, y al contra- rio, Santo Tomás está sobre una alta lomada. De Leimebamba se sale hacia el O y se entra en la quebrada . que viene de SO á NE. Se sube por un camino con bastante vege- tación sobre formación calcárea, notándose al otro lado de la que- brada, en la parte elevada, la gran faja de esta roca con sus capas inclinadas hacía el O. como en las inmediaciones de Santo Tomás. Del río de Condechaca se vuelve á subir una cuesta, la que se baja en seguida un poco para entrar al puublo de la Magdalena, que está situado en lugar poco elevado en la banda derecha del río Ut- cubamba. , De Condechaca á la Magdalena habrá como 3 kms. La Mag- dalena es pueblo poco más grande que Levanto; ofrece triste aspec- to apesar de estar mejor situado que el primero y gozar de la vista del río Utcubamba y del pueblecito de Tingo que está en la otra banda del río. Las casas como en Levanto tienen paredes 'cons- truídas con piedra de cal y techo de paja; son generalmente oscuras é infestadas de garrapatas. La Magdalena dista de Chachapoyas como 30 kms. Es wuy transitado por hallarse en el camino que viene de la costa. De la Magdalena continúa el camino real para Suta, Leimebam- ba y Balzas, sobre una ladera sin pasar el río de Utcubamba. Para continuar el camino hacia Celcas se baja al río que se pasa sobre un puente cubierto como el de Condechaca y se sigue la otra orilla ála izquierda. A pocos pasos á la derecha, después de haber pasado el puente, se halla el pueblo de Tingo en la confluencia de la quebrada del mismo nombrecon la de Utcubamba. Este pueblecito tient temperamento mucho más cálido que Chachapoyas y Levanto, estando situado en parte más baja. En Tingo se” produce caña, 85) — plátanos, chirimoyas, pacaes etc.—En la Magdalena se producen las chirimoyas más estimadas en estos lugares. En Tingo se conoce una enfermedad llamada uta, de naturale- za canceroide; ataca las partes descubiertas, produciendo llagas muy difíciles de sanar. Es tan general que casino hay individuo que ny tenga señal de haber padecido de ella. —Esta enfermedad es comúná otras quebradas del Perá y hasta ahora es enteramente desconocido su origen verdadero; algunos lo atribuyen á picadura de un pequeño insecto propio de ciertas partes del Perú. Tomando informes al respecto he podido saber que cualquier picadura puede producir la uta, ya sea de mosquitos ó de sancudos y hasta las es- pinas de las tunas, tan abundantes en el lugar. Parece, pues, que la causa está en el individuo mismo Óen la atmósfera; silo prime- ro debe existir virus que se trasmite por herencia y de naturaleza sifilítica; si es lo segund >, la uta debe atacar también á los foraste- ros establecidos allí. Preguntando si sucedía esto, me contestaron cue sí y que bastaba á veces pasar por la quebrada de Utcubamba para ser atacado. Esta enfermedad dá sólo una vez y no se cono- ce caso que haya repetido á una misma persona. Nose conoce tampoco el remedio, pues lo que produce buen efecto en un caso, no lo produce en otro. Sinembargo en el Tingo usan á veces con feliz resultado la copaiba y según otros ha probado bien la zarzaparri- lla, lo que hace creer que las llagas tienen analogía con las de natu- raleza sifilítica. He visto un niño al que atacó la uta en las narices sin que nin- gún remedio pudiese detener sus estragos y sanó completamente con la erupción de las viruelas. El río de Utcubamba tiene dirección casi de SE. á NO. en Tingo y la quebrada de este nombre entra á aquel casi perpendicularmen- te. Del Tingo para ir á Celcas; como hemos dicho, no hay más que tomar la orilla izquierda del río, se sigue casi 5 kms. por la orilla, se sube después larga cuesta y se baja al otro lado en la quebrada de Celcas la que se continúa otros 5 kms., pasando el río 42 Y ki- lómetros y subiendo otra cuesta. Celcas es hacienda perteneciente á la provincia de Luya, de te- rrenos bastante extensos. En esta hacienda no se conoce la uta. E De Celcas á Cuelap hay 5 kms.; para llegar se vá por la misma quebrada y como á un kilómetro se pasa á la otra banda del río, á pocos centenares de metros de la casa y después subiendo larga cuesta á la derecha hasta el mismo lugar llamado Cuelap, donde se encuentran varias casitas. De este punto á las ruinas habrá algo más de un kilómetro. Estas ruinas, conocidas en el lugar con el nombre de muralla ó ciudad de Malta, están situadas sobre la cuchilla que divide la quebrada de Celcas de la de Huijilla que baja al Tingo. De Celcas á Santo Tomás hay varios caminos que casi todos tie- nen 35 kilómetros más ó menos. El más corto, aunque no el mejor, fué el que tomé, empleando 10 horas, desde las 8 de la mañana, ho- ra que salí de Celcas hasta las 6 p. m. que llegué á Santo Tomás. De Celcas tomé el mismo camino pordonde vine;ál km. 25 cuando empieza á bajar, se deja este camine á la izquierda y toman- do el de la derecha, que continúa por una ladera muy inclinada, y siguiendo toda la quebrada de Celcas, se sale á la quebrada grande de Utcubamba. Continuando siempre sobre elevada ladera, en frente del camino real que vá de Chachapoyasá Cajamarca, se pasan algunas lomadas formadas por las taldas de los cerros del costado derecho de la quebrada (siguiendo el camino hacia Santo Tomás) y después de más de 10 kms. se baja á la quebrada Sumin que se dirige de O. á E. S2 pasa el río que la baña, que desemboca en la quebrada de Uteubambaá cosa de un kilómetro de dis- tancia. Se vá después por algunos trechos llanos que alternan con otros de subida hasta llegar al punto más elevado, desde el cual la vista domina gran extensión. Enel sitio más culminante de este camino se notan algunas ruinas de los antiguos habitantes del Perá, que llaman la atención del viajero por su extraña forma. Estas ruinas conocidas con el nombre de Pilcacunga tienen la for- ma circular. El lugar donde existen estas ruinas recibe el mismo nombre de ellas. AZ SEO — 38%: OBSERVACIONES TOMADAS EN SAN IGNACIO, CAILLOMA, YO, 1903 DEPARTAMENTO DE AREQUIPA MA JUNIO, 1903 E Mínimum Aguacero e Minimum Aguacero 2 [Máximum|-— - ——[£ [Máximum =— A a Bajo cero |[Pulgada inglesa | Bajo cero |Pulg. inglesa AA: 9.— á 1| 11.— 14.-—- 9 11.5 a A SE E 38 11.— 1 $ 4 ALO, <= (E 51 15.5 rs es 61 10. 5 1 6| 10. 5 | 16 MSLO:. 3 12 — T| 11.— 1325 ALL 500 13. SL O 1 9 9— DUO 2 0 19. 3 12.5 10. 6— 11.— 11 13.— 11.— UE 1 12 16.— LOS 21 10. 14.- - ES 15D 13. 5 15d DS TE a 13.— IO MO La] 13,— 13. - 15| 12. — 14.— 1 A LEE e IS 17 2, — 14.5 17 12.— TORE> DIA 14, — PACTO E 1 191 13.— 13.-- LAA 14.— OIE 12, — 201 12 — 1. == 21| 12.— 12,— 21| 13.— 16.— 22) 12. 5 11.— A 1 > 10. — ZO 1)= AS 1d. + ZU PISIS | 14. 5. 2 12. — 10.— 2D Ud) Sade) 261 11.— MI 20 TT T.— E 27| 11.-- 8. — 21| 11.— E 28| 12.— 13. — 29] 12.— 9.— 29| 12.— li. — 201 10.= 1 S0| 12.= 11.— 301 10. 5 IDAS 31] 12— 12, — Máximum 16.— |Máximum EA Mínimun bajo cero 15.— [Mínimam bajo cero 19. Maximurn término medio 12.04 [Máximum término medio 10.29 Mínimum bajo cero 11.28 [Minimum bajo cero 19.33 Aguacero 2-2 Aguacero : 45 H. HopE Joxes, Socio Corresponsal de la Sociedad Geográfica de Lima. — 384 — OBSERVACIONES TOMADAS EN SAN IGNACIO, CAILLOMA, DEPARTAMENTO DE AREQUIPA | | AGOSTO, 1903 FULIO, 1903 ! 0o Mínimam Aguacero Z Minimum | Aguacero = 'Máximum a = -- £ |Máximum - A A B.ujo cero [Pulgada inglesa | Bajo cero [Palg. inglesa —— A O O => o E 7.5 or: | 313,4: O AP A A (ASAS 3. — A A A e [4 12,5 AS - O A E ES py 14. — 13, — 61 12. — 15.— No bl laá¿— | 15. — A A A IA a 1 — 1.5 os] 1L.— | 19.5 a O E al 14 5 101 TL, (14. |] ¡10 13. | 16.— 5? 115.05 1 LE A A MI O A AA 15 1 OR 14 10. —: 1.15, 5 14 15:= 13.-- 15. 10.— | 16.— 15 15.— 13,— e e — 14.5 16 14. 5 1 1 14. 5 Li 145 13.— 18| “LL; — 1ORED 1s 13.-- 3. — 19. 8Si=. |-15.— LA GHES 13.— 201 10,— a) 201 10: = IS NÓ DL 1 lA 927 T.—, | 165 1222) 11. = qpaa 23 8. ==" | A5.— : A Al 9— | 8.— O 951 5 — | 13.— 125 3. | 10: A E O (A O A A A O IS 10.— | 12— asi18, 51] AD 99) 12, — 1.— DAA E) 45 301 10.=' |.12.— Sale, | 10,— $ UE 13.=-* Su TOD QUE Máximum 13.— ¡Máximum 16% Mínimum bajo cero 16. 5 'Mínimam bajo cero 20.75 Máximum término medio 10.19 |Máximum término medio 12.08 Míbimum bajo cero 13. 7 [Minimum tajo cero 19.77, Aguacero nada ¡Aguacero E ce ll H. HoPE Jones, Socio Corresponsal de la Sociedad Geográfica de Lima. Plano General DEL RIO INAMBARI a Levantado por el Ingeniero CMINVINI Y OTROS Dn. C. A CIPRIANI N.M, A | | AL. (E) fe PoR RAFAEL E. BALUARTE Lima 1902 ESCALA= DN LEYENDA Rapidos ld. — fuertes Cultivos — de la Compañía Gomera Inambari Almacenes ,, ,, e on 2” Chozas de salvajes Campamento general de la expedición ld, en el viaje de bajada Camino Trocha Puente Punto en que principia la navegación Deposito de leña Platanales e HUIR e AMAS O AIDA ———_ REDUCIDO A LA MITAD DE LA ESCALA DEL PLANO ORIGINAL PoR RAFAEL E. BALUARTE Lima 1902 —. —— ESCALA=_ > 200.000 LEYENDA Rápidos ld. — fuertes Cultivos de la Compañía Gomera Inambari Almacenes ,, ,, O ” Chozas de salvajes Campamento general de la expedición ld. en el viaje de bajada Camino Trocha Puente all . Punto en que principia la navegación ==W BCa parias * Deposito de leña Platanales $ $ HUIR Cultivos<_ an proyecto LLINQUIPATA > Cultivos Lit. y Tip. Nacional M. Badiola y Cia. Baquijano 278. Lima, Perú. * tua SITUACIÓN GEOORÁ rica rs MADRE DÉ Djos FRIO E ario PERRO CAM CAMINO. AN Y SUS TRIBUTARIOS, ÚN A | E O RA UNS y PLANO LEVANTADO POR EL ALFÉREZ DE FRAGATA DE LA ARMADA NACIONAL DON GERMAN STIGLICH escu Lando) li Ñ rr l 1 El Rio MADRE DE DIOS se llama tal desde la confluencia del CHILIVE-CONDEJA, hacia el E. Es navegable en toda epoca del año hasta la isla FISCARRAL para lanchas de 6' de OS ' calado y siete millas de velocidad. Con lanchas de 15 de calado se puede entrar á los afluentes en la estación siguiente: RIO INAMBARI y TAMBOPATA, Removiendo obstaculos hasta el 13? de latitud S RIO CHILIVE, hasta el 12933 según informes verbales RIO CONDEJA, hasta diez dias de surcada en canoa RIO MANU, hasta el SAHUINTO NOTA:—Las cifras á la margen derecha indican elevación métrica sobre el nivel del mar. o g Las oifras 4 la margen ¡izquierda indican la velocidad de la corriente media en junio y julio, en millas E o > A TA sem Barrancos CARLA Man | E 2 Mancha de Caucho o Shiringa INDIOS MASHCO-/NAPARIS > E 7 í » AA ART q . S POR RAFAEL E. BALUARTE. m” “E ss ¡9 ¿ES ; LIMA- 1902. E Y 3 5 , o ez” Q * do > 7] - o 1 - Does INDIOS. MASHCO INAPARIS. - ; e a neto , ap) $ : , 8 “ HE e % a 2600 Isla Fiscarrala € y E A E ep tr pS | la Laguia dé a S ” te = Ñ - : E pS: 4 ¿ , ES o === , , , / > Y. MS el e E | 3 ta : A Lg Pastora e ii SO E ria EXA 3 SN LL RE 9))) Maldóñado 25518 NS INDIOS HUACHIPARIS , y 5 ' de De A A, AN el eo INDIOS, SIRIMEIRIS EA > PA ; ! lo 5 >. . $ A AS . E Ñ pi de $ MS s “e INDIOS TIAT/NACUAS E ás ENCASTADOS CON ay : Qe HUACHIPARIS » Lit Nacional M Badiola y C* Baguijano 278 LIMA mM > 1 76 75 T4 73 72 711 TO 69 68 66 65 6 | 5 | > | | N ¿ Ñ | - MD R ASÍS Ms ¡e <16 6 y / AN E iS | Ñ | AUN J Ñ ¿e LIA DN AS a) Di S A TE | Ñ A / Da e Ll MEA PE SAN! VLEDERONZO | DE IEUTIT k rr rrrrn+t+++++.+.+ ++ dl e o rra ac o ll ll al a le HA + ++ j DEZA! n - Í 1 1 pai 3 LIMITE DE fe] DERECHO 3 DEL v | | q 1 ercrnnoLtss 3 Y E | _— A AN | 2. > A y: CA ÁS Y: La Bpra 3 VA | OS > Sl SY ' Ú SIN A e 1] 3 AS N | al í de | ) Í | ñ S , ñ - AR / | dE / ' ge a . Y s y po ls 3 O A ; 3 e / ES y J / (5/50 o ENE Y » | é O NA y pl : / + Z ar S > NS ENS S he 2 4 2 LA e | ES SIP "sin diuromo y Y Ni é A > =S NES E ( v 1 A . ¿ÓN Cacneria| Piocames _ re ÉS > PNuukrRrnis y pecan / P., ergo o 5 Y E DEL | TRA a E E 2 VILLA Del E A esro 2 llames pa! B (0 eo | " l o_S 0% uneracrá Y PALESTINA, Y «MW == 2) 500 £ zi é LOMO 1 E y 10 ) IS E y OENen o S z E y E | le ey CONGEPCION| ( S ) SON A / A, SE a a 7 y A AE = A T Y a Ne % Amara! E Ñ Az > a a , El P S ñ AS y hi $ E zá [ o Larco ¿yn Loa w “ € IAH a É—= E Saw Juan > E A 3 WS 2 > £ y AN PANON SN a E > So A 0 , : e == - y Ñ aa > lion ps Ss « El $ o E m ed I < « a q N = concepción S y / | E .) 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ANO + De Chiclayo á Puerto Meléndez en el Marañón POR ENRIQUE BRUNING (Continuación) Sábado 22 de julio.—Después de tomar un poco de chocolate continuamos la marcha á las 7 h. 10m. La canoa había salido ya álas6. Los indios siempre están listos temprano para seguir su marcha, y lo mejor es seguir su ejemplo. Cruzamos á la banda derecha del rio, donde encontramos una playa larga, adaptable para tirar la canoa. Vimos ahí mana- das de una clase de ánades (?), llamados atash por nuestros bogas. Unos disparos que les hice con la pistola Mauser no dieron resulta- do. Luego nos encontramos con la canoa de los indios; estaban descansando en la playa; nuestros bogas sostuvieron con ellos una conversación de media hora. Pasamos luego á una playa de la orilla izquierda. Mientras subimos por ella mataron nuestros caza- dores dos paujiles. Tomé un grupo de todos en este sitio. A las 10 noté que la creciente había subido en este sitio so- lamente dos metros sobre el nivel actual. La orilla está aquíá 3 6 4 metros de altura sobre la capa de cascajo y pieáras rodadas; so- bre esta capa se encuentran troncos y ramas de árboles, antiguas — 586 — palizadas; todo está cubierto con tierra sobre la cual ha crecido otra vuelta una vegetación exuberante. / Seguimos después de 10 minutos la marcha yá las 11 atra- camos otra vez para almorzar. Continuamos á la 1 h. S m. cuan- do con toda fuerza salía el sol. En esta región abunda un árbol grande con corteza lisa de co- lor amarillo; se le halla siempre en grupos, y dicen que dá muy bue- na leña, ardiendo aunque no se halle seca. Losindios lo llaman apihón. Durante el viaje se mató una garza de color plomo. Alas 3 y 15 principiaba á llover y nos refugiamos debajo de unos árboles grandes y coposos; las canoas fueron cubiertas en un momento con hojas de palmeras, que forman un techo impermeable. Mientras que duró la lluvia torrencial, nuestros indios busca- ron unas palmeras que llaman tuntuam, que derribaban á mache- tazos para llegar al cogollo el que comen, crudo ó cocido en agua. Crudo tiene un sabor como el del coco fresco y me ha parecido agra- dable al paladar. A la 3 y 50 cesó al fin al aguacero, y entonces nos pusimos otra vez en marcha. En los embarques y desembarques que á cada rato había que verificar, acostumbrábamos hacernos cargar en hombros por nues- tros bogas; porque rara vez la canoa se puede acercar tantoá la playa para saltar á tierra sin mojarse los piés. Por una par- te para abreviar el tiempo que se perdía con este trabajo, y por otra para facilitarles más el servició, me quité botas y medias, y calzado solamente con unos zapatos de baño, pude llegar á la bal- sa. Igual método observé “en todo el resto del viaje y lo he en- contrado muy cómodo. Puedo recomendar á los que viajen por es- tas regiones, lleven varios pares de estos zapatos, pero con la pre- caución de mandarlos hacer más durables que los que de ordinario se compran en las tiendas. Para andar sobre las piedras mojadas y resbaladizas no tienen precio. Mis compañeros continuaron con la costumbre de hacerse cargar. Tiene esto, además, otra ventaja: la de hacerse más amigo de los indios de los que uno depende en estos viajes. Les gusta mucho A 887 -— que se les ayude en sus faenas, tomando cuando lo requiere el caso, el remo, la tangana ó la soga para adelantar la canoa. Alas 5 p.m. atracamos en una playa de piedras rodadas y arena para acampar en la noche. En todo el día habíamos estado 9 h. 50 m. en viaje; de estas 6 h. 27 útiles. Domingo 13 de julio.—La canoa de nuestros compañeros de viaje del Ampuja salió á las 6 de la mañana; nosotros nos de- moramos todavía para oir la misa que celebraba el Padre. Lleva- ba para tal fin un altar portátil que cerrado parecía una maleta; esta contenía á la vez todos los útiles, como paramentos, cáliz, pa- tena, etc. E. Habich hacía de sacristán. Curioso era ver á nuestros salvajes, pintados de nuevo, recos- tados uno sobre el hombro del otro, seguir con asombro los dife- rentes movimientos del celebrante. Como la mayor parte de los que se llaman cristianos, no pudieron formarse idea de lo que signi- ficaba la misa con sus misterios. Pero cuando pasaron por encima de nosotros unas gaviotas, perdieron su tranquilidad y á pedradas las persiguieron. A las 7 y 35 nos fuimos. Una densa bruma se extendía sobre la hoya del río; este había subido un tanto durante la noche, así es que avanzamos con un poco. más de dificultad. A las 12 atracamos para almorzar; nuestros cazadores mata- ron un pavo. A la 1 y 30 continuamos la marcha; sale el sol. En la punta superior de la isla, donde tomamos nuestro almuerzo, se había for- mado una palizada que represó el agua, y producía por consiguien- te una fuerte correntada que nos impedía subir porese sitio; pa- samos entonces al otro lado donde entramos en un brazo algo es- trecho. Estos brazos son de lo más lindo que hay en el río; pare- ce que en estos canales an o la flora como la fauna son todavía más ricas que en las otras partes de la montaña; sería el paraíso del naturalista. Nos demoramos media hora para cortar unas palmeras que lla- man los aguarunas uyay, cuyo cogollo se come comoel del tun- tuam. Saliendo de este canal hermoso, pasamos á la orilla iz- —- 388 — quierda del cauce principal para hacer el campamento para la no- che. Mesones llegó con fuerte fiebre. Como era todavía temprano, 3 h. 30, tuvieron tiempo nuestros cazadores de matar un pavo y tres paujiles. Esta región es muy rica en caza; los indios de más arriba del Marañón van muchas veces á estos parajes para hacer acopio de provisiones. Existen en abundancia varias clases de pavos, pauji- les y monos. De pavos he visto cinco clases diferentes, de paujiles dos. Para que la carne pueda guardarse por algún tiempo, los in- fieles la secan y ahuman á la vez. Sobre cuatro horcones arreglan una pequeña barbacoa de caña brava, sobre la que ponen la car- ne; sobre el todo hacen una ramada de hojas de palmera que lo en- cierra estrechamente, después echan candela debajo de la barbacoa, volteando con frecuencia la carne. El mismo procedimiento se repi- te si es necesario. Estos secadores, llamados por los indios punga- mo, forman en las noches de descanso el centro de reunión de ellos. Sentados al rededor de la candela entranen conversación, y á juzgar por las frecuentes risas, debe ser muy chistosa; á la vez están secan- do su poca ropa «que tienden sobre la ramada, ó la tienen en las manos cerca del fuego. Las playas de arena están llenas de rastros del ronsoco (ungu- mióg en aguaruna) y de la sachavaca (pamáu en aguaruna) que salen del monte para comer los brotes tiernos de la caña brava y del carrizo. El ronsoco es un roedor grande como de un metro de altura. Con el nombre sachavaca designan el tapirus, llamado en la serranía del norte gran bestia. Niuno ni otro animal, como tampoco el venado, son comidos por los aguarunas. 7 h. 55 m. en todo el viaje; 5 h. 55 útiles. En la noche tuvimos un poco de aguacero. Lunes 14 de julio.—Salimos á las 7 y 20m. En la orilla dere- cha del Marañón había una altura como de 50 metros que se ex- tendía á lo largo del río. Como el Marañón durante la noche ha- bía crecido un poco más, entramos en uno de los muchos brazos donde por regla general la corriente es más debil, y donde además se encuentra más fácil fondo para las tanganas. — 380 — Mucho nos entretuvimos cazando y derribando palmeras para comer los cogollos; pero toda la caza se limitó á una pava. Vimos aquí un grupo de aves que llaman los indios zaza, en nú- mero de 20 á 30 juntas, sentados sobre las ramas de la orilla; ha- cen mucha bulla con sus gritos rongos. Su plumaje es de color par- do amarillento; en la cabeza tienen plumitas como el pavo real. Me parece que es una clase de faisán. Los indios no lo comen por lo amargo de su carne. Después tuve ocasión de probar la carne de esta ave, y en verdad que la he hallado un poco amarga, pero no tanto que no se pudiera comer, principalmente si uno está algo escaso de víveres como lo estuvimos nosotros. Con alguna dificultad pudimos avanzar; el río estaba lo sufi- cientemente crecido para que al nivel del agua llegaran las ramas de los árboles. Para pasar por estos sitios es preciso cortarlas, pues es imposible hacer un rodeo, porque las tanganas no en- contrarían fondo y los remos son insuficientes para vencer la co- rriente. El mejor nivel del agua es cuando la canoa puede pasar con libertad debajo de las ramas y troncos, entonces estos mismos sirven como puntos de apoyo, sea para las manos ó para las tan- ganás. Hubo veces que la canoa sola pasaba perfectamente deba- jo de un tronco, y nosotros, de uno en uno, tuvimos que saltar so- bre él mientras la canoa pasaba por debajo. Habíamos tomado un brazo que parte del cauce principal, frente á la desembocadura del río Nieva (Nepa ó Nipa) y al salir de éste vimos ya al frente en el roce, junto á la boca del Nieva, los in- dios del Ampuja, con quienes no habíamos estado juntos desde la noche anterior, por haber ellos avanzado más. A las 2 y 16 pasamos por el frente del rio Nieva. Los indios tu- vieron una larga conversación, como es su costumbre cuando pa- san unos á otros. Para hacerse oir en estas largas distancias, ha- cen verdaderos prodigios de voces que salen de lo profundo del pe- cho; las últimas sílabas las pronuncian siempre muy largas. En estas conversaciones ponen muy á menudo la mano con los dedos medio cerrados sobre la boca mientras hablan, quedando abajo el antebrazo derecho. Los cuatro náufragos quedaron para seguir el viaje con noso- — 300 — bo tros, para que desde Huaracavyo hicieran el camino por tierra al Ampuja. Alas 2 y 54 atracamos á la playa, dondeen nuestra bajada habíamos dejado unas cabezas de plátanos; encontramos la mayor parte podridos. Preparamos aquí un poco de almuerzo; continua- mos el viaje á las 4 y 20 y nos detuvimos para hacer campamento para la noche á las 5 h. 10 m. Habíamos andado 9 h. 50; de este tiempo 6 h. útiles Hoy había mucha ocasión de ir á pié. Casi siempre hemos pa- sado por brazos laterales. Martes 15 de julio.—La mañana estaba oscura con una densa bruma sobre el valle; el río había bajado bastante durante la noche. Salimos á las 6 y 45. A las 11 y 20 ví cerca de la orilla izquier- da en una palizada grande una balsa que estaba sostenida por la corriente contra la palizada, con un costado al aire y el otro debajo del agua. e : A la 1 y 30 atracamos para almorzar; matamos á un pabjil. A las 2 y 55 continuamos nuestro viaje y pasamos á las 3 y 10 por la roca llamada Patahuachana. Examinamos la arena de la playa sin hallar en ella vestigios de oro. Alas 5 h. 50 atracamos para pasar la noche. Casi todo el día habíamos pasado por los brazos y canales la- terales. Anduvimos en el día 11 h. 5 m.; de estas 9 h. 40 útiles. Miércoles 16 de julio.—Por la mañana bruma espesa Los infieles se habían pintado y peinado con más esmero, por que íbamos á llegar hoy á su tambo. j Alas 6 y 35 emprendimos nuestro viaje. El Marañón había bajado durante lá noche un poco más. A las 7 h. 40 pasamos por la quebrada Huiánta, que desembo- a por la derecha con bastante agua. E A las 10 y 10 pasamos por la quebrada Yamacáy; esta de- semboca en un brazo del Marañón que está al lado» izquierdo de este y cerca al cauce principal. 5 Alas 11 h. 4 m. pasamos por la quebrada Nampáújo que afluye desde la izquierda. 3 En un seno del río de poca profundidad y de agua tibia mata- mos una raya de pua, que abunda enestos sitios, así como otros de semejantes condiciones y de los cuales hay que cuidarse mucho evitando pisarlos, porque con la pua pueden inferir malas heridas. Ala 1 y 56 llegamos al sitio de la isla donde en nuestra baja- da pasamos la primera noche bajo la carpa. Un poco más arriba se vé á la orilla izquierda un tambo econ torre de combate abando- nado; las enredaderas habían principiado ya ácubrirlo y el agua es- taba minándolo por sus piés. A las 2 y 30 desembarcamos á los indios náufragos en la orilla derecha; de allá iban á hacer el viaje á pié hasta la quebrada Am- puja. Vimos luego untambo almismo lado, y desde entonces principiaron nuestros bogas á comunicarse con los habitantes del tambo, pidiendo sobre todo masato de que habíamos carecido tanto tiempo; pero solamente en un segundo tambo donde pasa- mos á las 3 p. m, logramos nuestros deseos. Vimos como una ca- noa tripulada por tres hombres y dos mujeres que se dirigía hacia nosotros y después de un par de minutos nos encontramos juntos en la playa; traían yuca sancochada y masato; luego pasaron la pininga con el refrescante nijámansi de boca á boca, teniendo las mujeres que llenarlo varias veces. A las 3 y 20 continuamos nuestro viaje. A las 3 y 37 pasamos por la quebrada Ohacús que desemboca por la derecha al Marañón. A las 4 pasamos por otra quebrada al mismo lado llamada Cayamás; á ambos lados de esta quebrada ví in tambo de indios. A las 5 y 15 llegamos á Huaracayo. 10h. 40m. total del via- je; 9 h. de tiempo útil. | Hoy no almorzamos porque no había qué. He encontrado en toda la parte superior de la hoya entre el pongc de Manseriche y el pongo de Huaracayo, colinas de roca arenisca, pero no en mucha abundancia. Habíamos andado algo despacio, porque teníamos solamente 3 punteros lo que era poco para una canoa tan grande. Desde la salida de Puerto Meléndez habíamos estado 7 días en viaje. Avisados por los golpes del tántui desde los primeros tambos donde habíamos pasado, se habían reunido en la playa como 100 — 392 — personas entre hombres, mujeres y niños, y grande era el placer del encuentro entre parientes y amigos. Supimos entonces que nos ba- bían tenido á todos por muertos; el gran brajo Cuja había tomado sus bebidas narcóticas, y en sus visiones nos había visto á todos nosotros muertos por la viruela, que tanto temen los indios. Se- y gún nos decían tenían todo preparado para celebrar la fiesta que acostumbran hacer á los difuntos. Pero como no era propio que se perdiera el masato, se realizó siempre la fiesta, pero ya era más bien de regocijo. Nuestros bogas estaban contratados para dejarnos en Huavico; nos pidieron dos días de permiso para descansar y divertirse. Nos- otros mismos deseosos de salir por algún tiempo de la canoa, con- cedímoslo con placer; además nos había tocado gente muy buena y Obediente y era un deber nuestro acceder á cuanto nos pedían. 6 p. m., en la playa marcaba el barómetro 739. 5 mm. ' Fuimos invitados al tambo de los empleados de A. Burga, quie- nes habían regresado de su viaje. En la noche visité el tambo de nuestro popero Haichape y otro que existía más adentro en el monte. En ambos tambos se notaba ya el efecto del masato. Los hombres de.dos en dos, con pasos al- go inseguros, daban la vuelta en el tambo. Estaban vestidos de gala, cada uno llevaba una flauta larga de caña brava en la que to- caban una tonada monótona, ó cantaban unas canciones no menos tristes. Otros estaban sentados sobre sus camas ó asientos, y al- gunos va rendidos yacían sobre sus originales lechos. . Las mujeres, bajo las mismas influencias del masato, cantaban á su vez, y daban también la vuelta, llevando en las manos las pinin- gas llenas de esa bebida, que la ofrecían incesantemente á los hom- bres. Todo el cuadro tenía algo de fantástico. No he notado in- dicios de pendencias, salvo por los cristianos, quienes armados de carabinas disparaban. tiros, y casi matan á un indio perteneciente á una balsa que llevaba el ganado de Manzanares y que había atracado aquí para pasar la noche. Jueves 17 de julio.—9 h.50 a.m. Barómetro 742 mm. 3.45 p.m., haróm. 738, 75; ambas observaciones tomadas en la playa. Hoy hice una visita á varios otros tambos de infieles, que se — 8983_— encontraban diseminados por el monte. En todos estos tambos se vé una multitud de animales domesticados, principalmente loros, guacamayos, monos, paujiles, trompeteros y diostedé. Algu- nos crían también unas pocas gallinas. A nuestro regreso fuimos sorprendidos por un fuerte aguacero. Los indios en este caso se quitan su itipe y lo guardan para que no se moje. En la tarde llegó Burga de Nazaret á Huaracayo. Trajo un buen pedazo de carne fresca de una de las reses de Solsol que ha- bían naufragado más arriba. Era esta para nosotros una comida de fiesta, que nos había he- cho falta por tanto tiempo. En la noche se verificó el bautismo de un hijo de un trabajador de jebe. Viernes 18 de julio.—6'30. a. m.: abajo bruma, arriba claro; ba- rómetro 741,5 mm. en la playa, á nivel del agua. Sol á las 5 h. p. m. Barómetro 738,5 mm. en la playa, á nivel del agua. : z En la noche tuvimos oportunidad de asistir ála curación de una enferma por el brujo. Una de las mujeres del tambo de Haichape te- nía un dolor fuerte en una pierna. Todo el tambo estaba oscuro y sólo se oían la voz del brujo y las quejas de la paciente. Alternati- | vamente el brujo cantaba con fuerte voz, fumaba rápidamente tra- gando el humo, y chupaba con mucho ruido la parte enferma de la mujer; después rechinaba los dientes, erutaba y escupía como si hu- biera sacado de la pierna algún objeto, repitiendo todo esto por muchas veces; yo tuve que retirarme pronto, porque me daban ga nas de vomitar. En la noche cayeron lluvias fuertes. Sábado 19 de julio.—9 a. m. Barómetro 74.3. 3 mum. A las 9'30 salimos de Huaracayo. Para regresar de Huavico llevaba Haichape otra canoa, que él mismo condujo como popero; dos mujeres manejaban las tanganas. El Marañón había bajado más. A las 11 pasamos por la pequeña quebrada Ahachi que entra por la orilla izquierda al Marañón. — 394 — A las 11 h. 49 entra por la izquierda la quebrada Huig, que eun su parte superior tiene depósitos de sal, según informaciones de los indios. Huig en aguaruna quiere decir Sal. A las 12 y 20 llegamos á la entrada inferior del Pongo de Hua- racayo. Los indios lo llaman Huahacay; no puedo asegurar si es- te es el nombre original, ó si es solamente una corrupción de Hua- racayo. Los indios también llaman al Marañón, Mahanó. (Maha. no amohine el Marañón está crecido). La cadena de cerros por la que ha forzado el Marañón su cami- no tiene en este sitio más ó menos la dirección NO-SE. Si he enten- dido bien á los indios, llaman á esta cadena Apang Múha. A la 1'45 salimos del pongo por su parte superior. El pongo de Huaracayo es uno de los puntos más pintorescos del alto Marañón. junto con los de Manseriche y Escurrebrragas. Alas 2h. 30 nos sorprendió una lluvia fuerte que nos mojó completamente en un instante. A las 4'50 llegamos á la desembocadura del río Senepa, y to- mamos posada en Vista Hermosa. 5 h. p. m. Barómetro 739 mm. En todo el día se ha podido econ frecuencia tirar la canoa desde las playas, muchas de las cuales no habíamos visto en nuestra ba- jada por estar el río más crecido y las márgenes cubiertas por el agua. Desde el Pongo de Huaracayo hasta el Senepa se ven cerros de poca altura á ambos lados del Marañón. La cadena alta del Pongo de Huaracayo está cerca del lado iz quierdo del río Senepa y parecen correr paralelas una con otro. A las 8 p. m. cuando ya estábamos acostados, oímos golpes de remos sobre una canoa, señal que usan los indios cuando se aproxi- man á una habitación; era Yajamanco, quien, intranquilo por nues- tra larga auseucia, vino de Huavico á ruestro encuentro. Domingo 20 dejulio.—8” h a. m. Barómetro 743 mm. Desemboca dura del Senepa. Después de habercelebrado misa el padre y del des- ayuno salimos á las 8” 12. Un ejemplo de lo poco seguros que son los hejucos con que acos- tumbran amarrar sus canoas, nos contaron en Vista Hermosa. Ha- t MiS Yi W a Y lo tl a e E,» AAN + f NO ANA y ] a Ñ | o ES .. 7 TIRO MEA sama d pa PX «e 20 S S « YN] S S SS AS IS Dd 3 ¡UN wm O SS S ES ES . Y y Q E < S SS ES Y 3 a = S S Á Qay 3 a) SS = == SS JS S S A Vegetación Terra Piedras rodadas Conglormerado FIG. 21 Lit. y Tip. Nacional M. Badiola y Cia. Baquijano 278 Lima, Peru. - 895 — cía dos días estaba una mujer en una de las canoas amarradasen la orilla lavando ropa, cuando de repente se rompió el bejuco, y la corriente principiaba á llevarse la canoa; felizmente lo notó luego y también tuvo bastante presencia de ánimo para tirarse al agua, si no hace un viaje involuntario Marañón abajo, 6 lo que es más probable, sucumbe en el primer malpaso. La canoa se perdi5. El uso de los bejucos obedece solamente á lo poco precavidos que son, y á la pereza de la gente, porque hay una palmera que dá una fibra muy buena, semejante á la cabuya, que llaman chambira Ó cumay en aguaruna; de esta podrían hacer buenas sogas. El Senepa es por algunos días surcable por canoas. Más arri- ba hay tambos de indios que han tenido poca conexión con los cristianos, y los que, según informaciones, visten todavía con ropa de corteza de arbol, que en épocas anteriores han usado todos en las orillas del Marañón.. Esta ropa así como el árbol de que la hacen, llaman camásh los aguarunas. Por el río Senepa comercian los aguarunas con el Ecuador, re- cibiendo una gran parte de sus lanzas de fierro por esta vía. Antes usaban solamente lanzas de chonta. Yajamanco me ha facilitado el croquis adjunto (fig. 20); que en parte es resultado de sus propias observaciones y en parte de infor maciones que ha recibido de los indios. Me dijo además que de las cabeceras del Senepa era fácil ir á unos afluentes del Santiago. A las 11 h. pasamos tres balsas con reses y una canoa: eran Solsol y C. Ruiz que bajaban á Iquitos. A las 11 h. 25” atracamos á una playa á la izquierda del Mare- ñón para tomar un poco de fiambre; cuando estuvimos embar- cándonos sobrevino unfuerte aguacero y buscamos abrigo bajo los árboles; felizmente duró poco y pudimos seguir nuestro viaje á las 11 h. 50. Luego volteando una punta, nos encontramos con un pequeño rápido y remolino llamado por los indios Papaung; pasamos al otro lado para aprovechar de una playa. A las 12 h. 40 vimos en el lado izquierdo, opuesto á nosotros, una balsa en buen estado encallada, y en tierra dos reses, que des- —- 396, — pués se metieron al monte. En un trecho pequeño más arriba de la balsa vimos otra res empinada enla orilla, pero como no podía sos- tenerse ahí, cayó al agua, siendo llevada por la corriente; mas, luego pudo vencerla y nadó hacia nosotros, que le quitamos la soga para que no se enredase con ella en el.monte. Mientras que todo esto pa- só, vimos un bulto desprenderse de la balsa, flotando río abajo. Temiendo que fuese un hombre, iba una de nuestas canoas á per- seguirlo, pero resultó ser una canasta con maní. De todas estas circunstancias pudimos l-ducir que la balsa ha- bía encallado en este sitio solamente momentos antes que nosotros llegáramos. Supusimos que la tripulación, obligada por la fuerza á servir, había huído, dejando la balsa por su cuenta. Supimos después que así era en efecto; también otra halsa de Solsol se había perdido cerca de Numpatcay, ahogándose unas re ses: A las 5 h. 40 llegamos á Huavico. Casi toda la tarde cayeron- fuertes lluvias. : Lunes 21 de julio. —Regresaron á su hogar en Huaracayo nues- tras bogas Haichape, Nanche y Casípa, después de haber recibido cada uno una camisa colorada y un pantalón azul, además de otras cosas pequeñas. Según mi parecer se presentan estos hijos de la naturaleza mucho más ventajosamiente en su vestido original; su cuerpo bien formado con la musculatura desarrollada, luce la salud y la tuerza, mientras con la ropa de la civilización desmerecen mu- chosus formas; en lugar del guerrero arrogante se ve un cholo cualquiera. Aquí hubiéramos estado otra vez detenidos por falta de bogas, si Yajamanco no nos hubiera favorecido de nuevo, comprometién- dose á acompañarnos hasta Bellavista, subiendo en canoa por to- do el Marañón, ruta que habíamos determinado tomar y que él fre- cuentaba mucho. Pero antes era preciso conseguir buenos bogas: y para tal fin subió Yajamanco la quebrada de Huavico, que desemboca enfrente de su tambo por la orilla derecha del Mara- nón. _De3á +h. p. m. hubo fuertes lluvias. Om Tuvimos muchas visitas de los indios que viven diseminados en la vecindad. Martes 22 de julio.—Hasta-las 9 h. a. m. y después casi toda la tarde llovió con fuerza. 9 h. a. m., barómetro 742, 25 mm. El Marañón está creciendo. Por la tarde nos convidó el curaca Suingi, quien vive á la mar- gen derecha del Marañón, casi al frentedel tambo de Yajamanco. Está haciendo ahí un roce y los preparativos necesarios para cons- truir un tambo nuevo. Este ha sido el único indio á quien he visto criar cerdos. Suingi ya viste de pantalón y saco de tocuyo y sombrero de junco; habla algunas palabras de castellano. Aquí nos sirvieron masato y un caldo de mono con hojas de yuca; parece que cocinan todo en gran cantidad y lo guardan después para el consumo cuoti- diano, porque encontré el caldo frio. Toda la comida se prepara sin sal y al tiempo de comer ó echan sal molida en el caldo, ó lamen un pedazo de piedra de vez en cuan- do. Un hecho curioso: cuando el dueño tuvo que salir desu casa durante un fuerte aguacero, desató la puerta hecha de hojas de pal- mera y se la puso como paraguas sobre la cabeza. Miércoles 28 de julio. —A_ las 9 h. marcaba el barómetro 742,75; aguacero fino. Encontré el estuche de mi barómetro lleno de unas hormigas pequeñas de color rojo, que desde el día anterior ya ha- bían formado su nido en él; llaman á esta hormiga campa. Casi toda la mañana llovió con pocas interrupciones. El Ma- rañón creció hasta por la noche. A las 7 h. 30, principió otra vez á llover; en la noche llovió poco. 4 h. p. m. Barómetro 740,25 mm., el cielo casi en su totalidad claro. Jueves 24 de julio.—El Marañón había durante la noche creci- do más; desde las 9 h. a. m. principió á bajar, y siguió así durante todo el día Barómetro á las 9 h.a. m. 742,75: un poco de sol; 3 h. p. m. 739 mm., sol. - Los cerros que están atrás de la casa de Yajamanco, separados del Marañón por un llano de más ó menos 200 á 300 metros, tienen una altura de 60 á 70 metros, y están formados de grandes pie- "SN e dras rodadas mezcladas con cascajo y tierra. El terreno llano en- tre estos cerros y el Marañón está cortado por profundos barran- cos que sirven de desaguaderos. Á pesar de lo pedregoso de los cerros, están cubiertos de una densa vegetación montañosa. En la tarde regresó Yajamanco de su expedición, con la noticia poco favorable de haber conseguido solamente á dos infieles para que nos sirviesen de bogas, estando todavía expuestos á que no cumpliesen con venir. Nos ofreció Yajamanco suplir la falta con sus propios peones. La dificultad de conseguir infieles en esta región para cualquier servicio, obedece á que temen ser castigados por Burga, según ellos mismos nos manifestaron en varias ocasiones. Viérnes 25 de julio—Temprano por la mañana hubo un fuerte aguacero; todo el día sol. El Marañón había bajado un poco durante la noche. Por la mañana celebró misa el Padre en el tambo de Yajaman- co por ser día de San Santiago. Después de la misa bautizó ádos mu- chachos grandes de los indios de la vecindad. Recibieron como regalo del padrino cada uno un pañuelo con figuras. Parece que el regalo es el móvil principal de los padres para hacer bautizar á sus hi” jos. Dudo que estos nuevos cristianos dejen las costumbres de sus progenitores. Según noticias de los indios, caminan ellos en un día de Huavi- co al Chiangos afluente del río Nieva. En la tarde aparecieron los dos indios contratados para acom- pañarnos. El uno tenía el nombre de Andrés, y en aguaruna Cunána; el otro se llamaba Hisam. Ambos eran hombres de alguna edad, pero tuer- tes y de buena estatura; en el curso del viaje se mostraron muy obedientes y callados. Llegaron con sus mujeres é hijos, pero des- pués regresaron éstos á sus residencias. Sabado 26 de julio.—El Marañón había bajado más durante la noche. La mañana brumosa. A las 8 h. 30 a. m. sale el sol. A las 7 h. barómetro 741,5 mm.; á las 8 h. 742,25 mm. Para completar los hogas que nos faltaban, nos facilitó Yaja- manco, de su propia gente, dos peones, natural de Huancabamba el — 3099 — uno y chileno el otro, que había desertado de uno de los buques de la armada durante la guerra peruano-chilena, y que después de mu- chas peregrinaciones había al fin llegado á Huavic>. Además dos infieles Huatinga y Haichape que vivían en el mismo tambo con Yajamanco; hablaban regularmente el castellano. Un mucha- cho infiel que tenía deseo de conocer la tierra de los cristia- nos se agregó también. Fuera de estas personas nos acompa- ñaba todavía el sobrino de Yajamanco, Honorato, quien iba á regresar después de pasar los Mayasí, y un curaca viejo de Ti- mashto con su mujer y dos hijos. Estos últimos se iban, des- pués de una larga ausencia, de regreso á Timashto, y querían aprovechar de nuestra compañía. Nos embarcamos todos en cua- tro canoas. Salimos á las 8 h. 30" de Huavico. A las 9 h. 55' encontramos una canoa de infieles que bajaba el río, tripulada por un hombre, una mujer y duos chicos. Por la lar- ga conversación de costumbre que sostenían los infieles, supimos que habían traído sal de un punto situado más arriba. A las 11 h. 45” llegamos á un sitio llamado Cocamshi. Encon- tramos aquí varios peñascos grandes en medio del río, que no ha- bíamos visto en nuestra bajada por estar el Marañón más crecido. El cauce principal quedaba á la derecha. Hasta acá había- mos tenido á ambas márgenes colinas bajas. Las orillas se levan- tan como precipitadas del agua, y se componen de paredes de roca y grandes pedrones; en ninguna parte hay playa. Desde Cocamshi adelante las margenes son menos precipitadas; de trecho en trecho hay enormes derrumbes, que forman montones de grandes piedras que sobresalen de la orilla recta, contra las cuales golpea el agua, for- mando remolinos y contracorrientes. Entre estos promontorios hay bancos de arena. Ala 1 h. 30" más ó menos llegamos á un seno grande del río, que está un poco más abajo del pongo de Escurrebragas [Hangichac]. Nos sorprerdió mucho ver en medio del cauce un peñasco, que so- hresalía más ó menos un metro del agua, y que no habíamos visto en nuestra bajada; también estaba descubierta una ancha plava de piedras rodadas y cascajo enfrente del seno. Acercándonos al pe — 300 tasco, que desde más abajo parecía estar en medio del río, encontra- mos que se hallaba cerca de la orilla derecha. Quizás el mismo en- gaño pasa con el peñasco en el Pongo de Manseriche. En este sitio he visto la única culebra grande durante todo el viaje. Tendría unos dos metros de largo y era de color negro con algo de amarillo por la cabeza; cruzaba el río á alguna distancia atrás de nuestra canoa. A las 2 h. 5” entramos al pongo de Escurrebragas [Hangichac] y á las 2 h. 20” lo habíamos pasado atracando en una playa de are- na al lado izquierdo del río para almorzar. Encontramos el remo- lino mucho menos fuerte, por estar el nivel del agua más bajo. Como se había hecho ya algo tarde, mientras se preparaba y consumía el almuerzo, determinamos pasar de una vez la noche en este sitio. Me fijé atentamente en la punta del lado derecho del río, que guía á la corriente contra los cerros por donde se forma el remoli- no, y llegué á la conclusión de que, con relativamente poco costo, se podría abrir un canal al través de esta punta, con lo que se evi- taría el Pongo de Escurrebragas. Lanchas á vapor de buen andar podrían entonces subir sin más trabajo hasta Yusamaro. Pasando revista á los animales que llevábamos y que pertene- cían en sua mavor parte 4 Mesones, conté: 4 guacamayos de color azul y amarillo, 3 diostedé, 7 loros de cuatro distintas clases, 2 pavas y 2 monos diferentes; fuera de estos animales había media do- cena de gallinas para nuestra provisión. Domingo 27 de julio.—La noche y la mañana fueron brumosas; el río había bajado un poco durante la noche. El barranco en esta parte estaba formado: abajo de roca are- nisca con piedrecitas rodadas incrustadas; encima de ésta un metro de piedras rodadas sueltas, y sobre esta capa un par de metros de tierra con vegetación encima. [Fig. 21] Después de una misa celebrada por el Padre Cayo y de haber desayunado, salimos de este sitio á las 7 h. 30.” A las 7 h. 54 llegamos á un remolino bastante fuerte que se en- cuentra al lado izquierdo del río, producido por una punta sobresa- liente de pedrones, que se encuentran como á un metro sobre el a £ nivel del agua. Estos pedrones no estuvieron á la vista en nuestra bajada. El río tiene una corriente bastante fuerte en este sitio. Alas 8 h. 10 llegamos á una playa de piedras rodadas en me- dio del cauce, donde se podía halar la canon por poco tiempo. A las 8h. 40" desembarcamos otra vez en una isla grande, en su mayor parte cubierta de vegetación, pero con una ancha playa de piedras rodadas, donde pudimos andar á pié por 33 minutos. Se despeja el cielo y sale el sol. A las 8h. 55 pasamos por la quebrada Cozó, que afluye por el lado izquierdo al Marañón; lleva bastante agua, y dicen que por sus orillas hay algunos tambos de infieles, pero que antes hubo más. Los cerros á ambos lados están un poco má: altos y las crestas más pronunciadas. Perdimos 28 minutos por esperar á una canoa que se había que- dado atrás. A las 9 h. 50” llegamos á una peña grande, que se levanta per- pendicularmente del agua á la orilla derecha: tiene el nombre de Chipe. Enfrente hay un tambo de infieles, y hasta las 10h. 35- encontramos tambos diseminados á lo largo de ambos lados del río. Todo este distrito se llama Chipe. Enuno de los tambos de éste fue donde no querían recibirnos por pestosos en nuestra bajada. A las 10 h. 42” pazamos por unos peñascos grandes que se en cuentran en el cauce cerca de la orilla izquierda, que tampoco vi: mos en nuestra bajada. A las 10 h. 55' atracamos en un roce á la orilla derecha, donde había una choza y un tambo en construcción. Este sitio se llama Chinimpi. Hallamos solamente á una mujer y varios chicos, pero tuvimos la felicidad de encontrar bastante masato; el sol ardía con fuerza y todos estábamos con sed. Los habitantes masculinos de este tambo se habían ido á cazar hacía quince días. Continuamos nuestro viaje á las 11 h. 35”. A las 12 llegamos al lugar donde una pequeña cordillera cruza el cauce del Marañón. A las 12 h. 40” atracamos para descansar un poco. Los rayos — 4092 -— del sol ardían con toda fuerza, y todos aprovecharon para tomar un baño. Hubo largos trechos de pedrones y peñascos provenientes de de- rrumbes; éstos como la roca firme, eran conglomerado de arenisca y hormigón grueso; este último se encuentra en capas perfectamente derechas en la arenisca, que demuestra la formación tranquila en capas horizontales. A las 12 h. 57” continuamos nuestro viaje, y llegamos á las 2 h. 23 á Numpatcay, donde tiene su puesto Miguel Hurtado, quien, al nombre indígena de este lugar ha prepuesto el nombre de San Miguel. Aquí desemboca una quebrada del mismo nombre, que tiene á ambos lados tambos de infieles. Todo se encuentra á la orilla iz- quierda del Marañón. La casa de M. Hurtado está construída co- mo los tambos de los indios, con la diferencia de que tiene un an- cho corredor que lo circunda, cercado afuera con una estacada baja de caña brava; además su posición dominante sobre el barranco del Marañón, le dá un aspecto bonito. Encontramos á M. Hurtado en su casa y nos recibió con mucho aprecio, sirviéndonos un buen caldo de gallina, que hizo revivir nuestros espíritus medio decaídos. Parece que vive en buena armo- nía con los infieles, quienes le tienen cariño. Se dice que estos indios, como todos aquellos de la margen izquierda del Alto Marañón, per- tenecen á la tribu de los antipas. No se distinguen aparentemente en nada de los aguarunas. Se visten igual y hablan el mismo idio- ma. Preguntados algunos de ellos, dijeron ser aguarunas; que en el sentido de la palabra también lo son. Había entre ellos dos hombres viejos, que tenían pedacitos de carrizo en el lóbulo de las orejas, más ó menos de un centímetro de diámetro por 5 centímetros de largo. Me dijeron que este era el distintivo de los antipas, y que antes ha- bían llevado estos carrizos mucho más largos. Encontré bastantes muchachos y muchachas con pelo castaño, que, según informes, se les va oscureciendo con la edad. | La colección de animales de Mesones se aumentó con un guaca- mayo de plumaje colorado y azul, que son más raros que los azules 408, = con amarillo; no pudo conseguirlo por menor precio que un machete nuevo. Lunes 28 de julio.--El Marañón había bajado más durante la noche. Delante de Numpatcay había aparecido una ancha playa de vascajo y piedras rodadas durante nuestro viaje á Puerto Melén- dez. Amaneció el día con neblina, pero como á las 8 h. salió el sol y disipó la última bruma. Después de fortificarnos con otro caldo de gallina salimos á las Sh. a. m. A ambos lados del río hay cerros, y el ríc da muchas vueltas para pasar entre ellos. A las 8 h. 37” pasamos enfrente de una quebrada con bastante agua y con cauce de grandes piedras; desemboca por ellado derecho del Marañón; los indios me dieron los nombres Nayúmpin y Tótin. Un poco más adelante gritaban nuestros bogas de repente: Hapa, Hapa, (Venado, venado) y vimoseste animal al otro lado del Ma- rañón tomando agua á una distancia de cerca de 300 metros. Prepa- ré mi pistola Mauser y tuve la felicidad de matarlo. Con dificultad eruzamos el río y hallamos al animal caído entre el agua atracado entre dos piedras. Nos pusimos á pelarlo y destriparlo; era hembra y tenía un feto ya bien formado, pero todavía sin pelo. Estuvimos todos muy contentos por poder celebrar con una comida de fiesta el 28 de julio, día de la independencia del Perú; solamente los indios se mostraban indiferentes porque no comen la carne del venado. Mientras que estuvimos en este trabajo, llegó una canoa con in- fieles de Numpatceay para pescar en la quebrada, Cuando nuestros bogas les contaban el hecho, querían ver el arma, y se asombraban mucho de que con esta yapa, como ellos llaman al revólver, se hu- biera podido matar un animal á esa distancia. Seguramente han tenido después respeto á todos los que han visto armados con la pistola Mauser. A las 9 h. 35 continuamos nuestra marcha. A las 10 h. 20” llegamos á un sitio donde habían muchas puntas de peñas que entraban al cauce del río; son estas las duras estra- tas de la formación que no se gan gastado tanto como las capas más suaves. Ví aquí muchos huecos redondos en la roca hechos — 401 — por animales. Estos huecos también los he visto en otras partes del Marañón que hemos recorrido. A las 10 h. 55” atracamos para almorzar en la orilla derecha del río formada de roca. Hubo caldo devenado y venado asado. La roca era arenisca, en que se veía claramente la estratifica- ción, con nidos y estratas de cascajo grueso. En la parte superior, había hoyos, grandes y chicos, forrados con una capa delgada de Óxido de fierro (?); gran parte de la roca estaba cubierta con esta misma capa; parecía que antes todo lo había estado, pero que con el tiempo había desaparecido. Hubo un poco de aguacero: Después de tomar una fotografía de la flotilla de canoas, segui- mos la marcha á la 1 h. 48”. A las 4 p. m. atracamos á la orilla derecha para pasar la noche. Todo el día tuvimos cerros de poca altura á ambos lados del Marañón, lo que no impedía andar á pie halando la canoa por las playas. 4 h. 17/ útiles de marcha. Martes 29 de julio. —Temprano hubo lluvia fuerte; el Marañón había crecido un poco durante la noche. Salimos á las 6 h. 35”; luego á las 6 h. 40” pasamos por una cas- cada de bastante agua, la que resbala como 5 metros de altura so- bre una peña inclinada en la misma orilla dereha del Marañón; se llama Tute. He encontrado varias veces el nombre Tute aplicado á cascadas, entre otros lugares de la provincia de Jaén, en el camino de Cañares á Las Huertas. Lo orillas son precipitadas y de peña. El cauce del río está más encajonado. A las 7 h. 11/ pasamos por la quebrada Pombo, que desemboca por la izquierda del Marañón: lleva bastante cantidad de agua; sus orillas son de peña y precipitadas. A las 7 h. 35 pasamos por el pequeño río Chimutás, que desem- boca por la izquierda. Es navegable en canoas por algunos días de surcada. En su cabecera dicen que hay tambos de indios. Un poco más arriba hubo lugar para ir á pié; el cauce sigueen- cajonado. A las 8 h. 20 llegamos á un sitio llamado Acaiquichit; como — 405 — había en la orilla derecha fuerte correntada, salimos todos de la canoa para tirar ésta desde la orilla alta contra la corriente. Generalmente, cuando la corriente en una orilla es muy fuerte, se cruza el río para seguir la marcha al otro lado, pero en este ca- so era algo peligroso, porque al lado izquierdo, un poco más aba- jo de donde estuvimos nosotros, había otra corriente fuerte, y si- no lográbamos tomar playa más arriba de este punto, hubiéramos estado peor que antes. Con mucho trabajo subimos hasta donde se pudo, y tuvimos la felicidad de pasar el río, tomando tierra más arriba de la corrien- te fuerte; todos remaban con voluntad; la única pérdida que tuvimos fué dos loros que, amarrados á una hoja de palmera, cayeron con ésta al agua, desapareciendo luego de nuestra vista; sus gritos fue- ron ahogados por el ruído del río. Tuvimos luego para andar á pie, una buena playa de piedras rodadas y arena. De 9 h. 40 hasta 10 h. 30 fuerte lluvia. A las 10 h. 37 llegamos á la quebrada Uta, que desemboca por el lado derecho al Marañón, con regular cantidad de agua; delante de la boca de esta quebrada había una ancha playa de piedras ro- dadas y arena, sobre la cual se esparcía el agua de ella. Descansa- mos aguí 10 minutos para buscar la pequeña concha que usan los infieles como adorno en sus collares, los cuales dijeron que la saca- ban de este sitio; pero no encontramos ninguna. A las 11 h. 15 llegamos á la punta inferior de una islita, que divide al Marañón en dos brazos. En el de la izquierda se encuentra el pongo de Uta, producido por grandes pedrones en el cauce, contra los cuales golpea la corriente y forma mucho oleaje. Nuestra ca- noa grande subió por este brazo, halada desde la playa de la isla, * las otras tres canoas surcaron el brazo de la derecha, que es más estrecho, y por donde habíamos pasado también en nuestra ba- jada. A las 11 h. 25 atracamos en la punta superior de la isla para hacer el almuerzo. Sobre esta isla encontramos volando muchas gaviotas, que se encuentran en corto número por todo el Marañón entre el Muchin- gis y Puerto Méndez; puede ser que en esta isla estén anidando. > MN. == Entre las piedras rodadas hallé también un pedazo de madera pe- trificada. Ala 1 h. 20 continuamos nuestro viaje y entramos luego en un canal estrecho por donde pasa el Marañón, pero que á pesar de es- ta estrechez tiene relativamente poca corriente. La orilla derecha está formada de precipitadas peñas; la izquierda de grandes pedro- nes que se han separado de las peñas, como por derrumbes. Alas 2h.5 pasamos por una quebrada que afluye con bastan- te cantidad de agua por el lado derecho, tiene el nombre de Sasa. Un poco más abajo de la desembocadura de esta quebrada se forman remolinos, conocidos como el Pongo de Sasa. »asando la quebrada hacia arriba se encuentra la parte más angosta del Marañón, tendrá apenas 50 metros de ancho. Desde las 2 h. 20 principia el cauce á ensancharse; las peñas de las orillas desaparecen. A las 2 h. 55 pasamos una balsita con 3 infieles; los había lle- vado A. Burga de Huaracayo á Nazaret, como hbogas y regresaban ahora á su hogar. Se encuentra playa para andar; los cerros están muy bajos, y desde las 4. h. se retiran completamente las aguas y queda el terre- no casi llano. Matamos un pato grande (cuvucuyo, en aguaruna). Alas 4 h. 54 desembarcamos en la orilla derecha en una playa de arena para pasar la noche. El río dá aquí una gran vuelta en forma de “U”., Aquí como en todas las demás playas encontramos muchos rastros del ronsoco, un roedor grande. También hallamos rastros de reses, seguramente provenientes de una balsa que había naufragado por ahí cerca. Miércoles 30 de julio.—La mañana estaba oscura, sin estar nebulosa; en el día hubo un poco de sol. Después de preparar un buen caldo de pato y de desayunarnos, salimos á las 7 h. 20. El Marañón se divideá vecesen varios brazos, pero no tanto co- mo enla hoya entre los pongos de Huaracayo y de Manseriche. En partes he visto conglomerado. ! A las 9 h. 30 llegamos á Timashto; también he oído pronun- ciar este nombre: Timasto y Timastum A. Burga ha dado á este si- tio el nombre de Puerto Alejandro. 00 Hasta este sitio no habíamos encontrado playa, á excepción de un punto enfrente de las mismas casas, donde vimos una ancha playa en el lado derecho del cauce; esta no existía á nuestra baja- da. Tocamos en este punto, por ver si podíamos hallar más bogas y un poco de víveres; pero en lugar de conseguir más bogas, se ausentó Hichape, y era imposible conseguirlos al día siguiente. Ha sido este el íínico infiel de quien podemos quejarnos por in- formal, sin que hubiera precedido causa alguna. En cuanto á víveres, conseguimos varias canastas de yuca; pa- gando por cada canasta un espejito redondo. Se quedó en este lugar el viejo curaca con su mujer é hijos, quie- nes nos habían acompañado desde Huavico. Poseía un gran tan- bo situado sobre una prominencia, habitado solamente por ellos. El Padre Cayo había perdido su breviario; creyendo que lo ha- bía olvidado en el sitio de nuestro último descanso, se fué en una canoa con dos infieles á buscarlo, pero regresó muy desconsolado, por no haberlo encontrado; solamente el 7 de agosto en Nazaret se le fué entregado: uno de nuestra partida lo había tenido escondido. Este padre fué para nosotros un buen compañero; quitándose la sotana y quedándose solamente con pantalón y camiseta y conel machete á la cintura, nos ayudó á remar, tirar ó empujar la ca- noa, así como á todo trabajo quese ofrecía; y siempre con buen hu- mor, animando á todos; salvo algunas veces que el celo le arrastra- ba demasiado, volviéndose algo brusco, como verdadero batalla- dor por la fé. Ala 1 h. 30 se desencadenó una pequeña tempestad, con lluvia fuerte. En la casa de B. Reina tuvimos oportunidad de probar la carne del ronsoco, que tenía en gran cantidad ahumada; me pareció de buen gústo. Ahí mismo había un ronsoco tierno, que ya estaba medio domesticado. Dicen que fácilmente se amansa. Jueves 31 de julio.—En la noche había llovido bastante; el Marañón había crecido algo también, pero luego principió á bajar. Cuando esa mañana fuimos á ver nuestras canoas, encontramos que una de ellas había desaparecido; precisamente aquella donde el — 405 — día anterior habíamos guardado las yucas compradas; además te- nía la mayor parte de nuestra provisión anterior, como plátanos y un par de gallinas. Buscando, hallamos la canoa volteada debajo de una palizada; el bejuco con que había sido amarrada no había podido resistir la fuerza de la corriente y se había roto. Felizmente se atracó la canoa en la palizada, de donde pudimos sacarla aun- que con mucho trabajo, perdiendo sin embargo todo el contenido. Las gallinas como habían estado amarradas, las encontramos ahogadas, pero en consideración á la escasez de carne no desdeña- mos hacer un caldo de ellas. En Timashto encontramos álos tres indios que nos habían abandonado en Huaracayo; dijeron que solamente les habían pa- gado un cuchillo á cada uno, por el viaje de ida y regreso al pongo. Alas 9 h. 15 salimos con las tres canoas, escasos de bogas y víveres. Por la corriente algo fuerte, avanzamos despacio. Al lado iz- quierdo del Maraiión y casi paralelo á él se veía á la distancia una cresta de cerros, que encerraba por ese lado la hoya en que nos en- contrábamos. A las 11 h. 25 llegamos á dos tambos, uno habitado por cristia- nos, empleados de A. Burga, y otro de infieles, pertenecientes estos to- davía al distrito llamado Timashto. Acercándonos, ví que desapare- cieron algunas personas en el monte; cuando desembarcaron Meso- nes y Habich no encontraron á nadie. Lo mismo lepasó á Yajaman- coen el tambo delos infieles: todos habían desaparecido. Yajamanco y su gente sinembargo quedó allí para conseguir plátanos y yu- cas, mientras que nosotros avanzamos. Habíamos andado como diez minutos, cuando de la orilla entre el monte salió una voz que decía: aishman, alishman (hombre, hombre ). Nuestros bogas atracaron y saltaron á tierra, y luego los vimos conversar con una india vieja. Cuando al fin por nuestra orden regresaron á la canoa estaban muy excitados, y por sus ademanes pudimos enten- der que deseaban regresar, sin comprender el motivo. Más tarde, cuando se nos habían unido las otras canoas, supimos que la vieja les había anunciado que Burga había mandado una comi- sión de indios á la quebrada de Huavico para matar á cierto in- ADO dio por ahí; por este motivo nuestros bogas, que eran de la misma quebrada, temían por sus familias y querían regresar para defen- derlas. Un indio joven, que hablaba bastante castellano, exclamó dirigiéndose á Yajamanco: ¿Por qué no nos permiten matar á este cristiano de quien nosotros los aguarunas sufrimos tanto? A las 12 h. 30 atracamos á la orilla derecha para esperar las otras dos canoas. Existían en este sitio dos chozas de trabajado- res en jebe, naturales de Chachapoyas. Las chozas apenas dan albergue para sí y sus fainilias, ni tenían sembríos de ninguna clase en su vecindad. La razón que nos dieron fué que eran removidos muy á menudo por Burga de un puesto á otro, y que todas las mejoras quedarían de esta manera para otros. Con dificultad con- seguimos un par de plátanos. Después de reunirnos con las otras dos canoas continuamos nuestro viajeá la 1 h. 55. A la 1h. 45 pasamos la cadena de cerros que separa las dos Hoyas. +. La cadena tiene aquí más ó menos la dirección SE. NO. Entrando á la otra hoya tuvimos luego buena playa, donde pudimos andar á pié y tirar la canoa. A las 4 h. 30 atracamos en un brazo del Marañón, que se sepa- ra lel cauce principal, más arriba de la desembocadura del Muchin- gis, en el sitio llamado San Rafael. Queríamos surcar por este bra- zO para no pasar por Nazaret, donde debíamos entregar la canoa grande, pues nos era indispensable para nuestro viaje hasta Bella Vista. No era este un medio muy legal, pero la mayoría era de opi- nión de hacerlo así. Los indios hablaron otra vez de regresar para defender sus fa- milias; temiendo que pudieran escaparse por la noche, montamos guardias, pero no intentaron huir. Viérnes 19 de agosto.—Salimos á las 6. h. 55. El río había ba jado durante la noche. Cielo entoldado. A las 7 h. 50 entramos otra vez al cauce principal del Mara- ñón. El pasaje por este brazo es mucho más corto, que por el cauce principal, pero no tiene siempre suficiente agua para hacerlo en cualquier tiempo. — 410 — Aquí bajaron Mesones y Habich en una canoa chica á Nazaret, para recoger parte de nuestro equipaje que habíamos dejado ahí, los otros seguimos viaje Marañón arriba para aguardarlos en un sitio conveniente. Continuamos á las S h. 20. Barómetro 738 mum. Pasando á las S h. 40 por una quebradita en el paraje llama. do San Rafael, encontramos sentado á la orilla un hombre que re- sultó ser Morropanoelboga de nuestra balsa, quese había quedado aquí hasta nuestro regreso. No hizo más que traer sualforja y es- tuvo listo para seguir el viaje con nosotros. La orilla izquierda del Marañón, por donde subimos, es ur ba- rranco perpendicular de más ó menos 10 metros de altura sobre el nivel del agua. Abajo había dos metros de roca, y sobre esta 8 de piedras rodadas contierra colorada, cubierta arriba con vegetación. Había luego una larga playa donde se podía andará pié y ti- rar la canoa. A las 10 h. 30 descansamos para tomar un poco de fiambre, y continuamos el viaje á las 11 h. 10. s A las 12 h. 10 encontramos una canoa con aguarunas, que ve- nían de arriba. A las 12 h. 20 estuvimos en medio de la cadena de cerros que separa dos hoyas. Ala 1 h. 25 atracamos en una playa de arena en la orilla iz- quierda del Marañón para aguardar la otra canoa que había ido á Nazaret. En frente de este sitio, en la banda opuesta del río, estuvo an- tes el pueblo Yusamaro, cuyos habitantes lo abandonaron después y fundaron otro más arriba en Tutumberos en la margen iz- quierda del Marañón; pero tampoco quedaron en este lugar, se trasladaron á Puyaya y cuando los indios asaltaron este último se retiraron á Huarango, pueblo que existe hasta ahora. Pare- ce que esas emigraciones han obedecido á la hostilidad de losindios. En este sitio donde desembocamos dá el río una pequeña vuel- ta, y se forma una corriente un poco más fuerte y un remolino. Alas 2 h. vimos pasar otra canoa con aguarunas que también venían de arriba y una tercera con tres hombres y una mujer á las 3h. 20%; parece que todos habían estado pescando. A A las 5 h. 15' regresó la canoa con Mesones y Habich. Antes de entrar á la hoya donde se encuentra Nazaret, habíamos hablado deconseguir más bogas, siendo elnámero de lo s que llevábamos def ciente, y además era probable que uno ú otro nos abandonasen- Con este motivo deseaba Yajamanco irse al río Tuntunjis afluente del Muchingi s, donde aseguraba poder conseguir bogas; pero Me- sones no quiso consentir en esto por no demorar un día más, tiem_ po que se empleaba para ir y volver, alegando además que había contratado dos hombres en Nazaret, cuando pasamos por primera vez por ese lugar. Resultó que la canoa no trajo ningún refuerzo de bogas, y nuestros dos indios hablaban otra vez de regresar, lo que nos obligó á montar guardia por toda la noche. Todo esto no dejaba presagiar buen éxito á nuestra empresa. Recogiendo leña sentí un olor fuerte y aromático, más ó menos como el del palo santo, pero no podía encontrar la causa, hasta que uno de los indios, notando mi empeño, me trajo unas hor- migas pequeñas, las cuales, aplastadas, exhalaban este olor; llaman á esta hormiga cúpicho. Sábado 2 de agosto.—Encontramos el río un poco más bajo. Salimos para continuar nuestro viaje á las, 7 h.10”. Alas 8 h. 30" llegamos á una estrechura del rio; á la derecha golpea la c orriente contra una peña, que causa una correntada fuer. te. La orilla izquierda es baja, formada de grandes piedras roda- das. Poreste mismo sitio desemboca una quebrada llamada Na- yúmpim [?]. Se concluye la hoya, y adel ante hay cerros á ambos lados del río, creciendo su altura conforme íbamos avanzando, los cuales se lev antan bastante precipitados del cauce dejando en su base grandes peñascos, que muestran filos cortantes en las partes que han estado cubiertas por el agua. Noté conglomerado con fósiles. La est ratificación es perpendicular. En las orillas existen muchas contracorrientes. Entre la vegetación ví bastante siringa. Alas11 h. 9 atracamos en un banco alto de arena para hacer el almuerzo; un poco más abajo y cerca de la orilla derecha había un peña sco aislado en el cauce del río. En este sitio había estado el nivel del río últimamente 6 metros más alto que el actual. ES Mientras que preparaban el almuerzo me interné por una que- bradita que desemboca por esesitio, donde había una gran variedad de helechos. Los indios recogieron una fruta de cáscara gruesa y de color amarillo, que llamaban nahahaip. Tiene un hueso grue- so y jugo escaso y dulce. Continuamos nuestro viaje á las 1h. 20” encontramos luego una corriente bastante fuerte. Ala 1h. 54” llegamos al Pongo Horocachi. Hay un rápido bastante fuerte, pero corto, causado por una barra de roca que atraviesa el río. Pasamos las canoas una por una por medio de sogas largas. Con el nivel del agua, tan bajo como lo encontra- mos, no podrían pasar vapores; pero rompiendo la barra se puede hacerlo navegable. A las 3 h. 26' estaban las tres canoas arriba y pudimos conti- nuar el viaje. Llegamos á las 5 h. al pié del Pongo Mayasito. El agua caía como un metro sobre una barra de roca que atravesaba el cauce. La caída era más pronunciada que en nuestra bajada, por estar ahora el nivel del agua más bajo; para pasar hubo necesidad de descargar las canoas, lo que hicimos luego en la orilla derecha como el sitio más á propósito. Ambas orillas eran de peña, que se levan- tan casi perpendicularmente del agua y con grandes pedrones caídos de arriba. Porellado izquierdo, exactamente enfrente del Mayasito, desemboca una quebrada con bastante cantidad de agua, que forma una cascada de más ó menos 6 metros de altura, pero que sólo es visible poniéndose directamente enfrente de ella, por estar encerrada á ambos lados por peñas perpendiculares; por es- ta razón no la habíamos visto en nuestra bajada. Apesar de ser algo tarde y estar todos más Ó menos cansados, quería Mesones todavía subir por este pongo. Principiamos con la canoa grande; atando todas las sogas unas á otras, tirábamos desde un sitio más arriba del pongo para subir la canoa por el pla- no inclinado que formaba el agua, pero ya cerca de éste la canoa fué botada por la ccrriente contra las peñas y luego se llenó de agua. Los plátanos, parte de nuestra provisión que se había dejado en la canoa, se perdieron, llevados por la corriente. Hubo que abandonar A EA la idea de subir la canoa en este estado; no había más remedio (que pusarla por tierra; felizmente se prestaba el sitio á esta maniobra. Con mucha dificultad logramos al fin con todas las fuerzas reuni- das poner la canoa sobrala peña y vaciar el agua, donde la dejamos hasta el día siguiente; á las 6 h. p. m. estaba todo listo. ara pasar la noche cada uno buscó sobre las peñas el sitio más á propósito para su comodidad. La mayor parte nos refugiamos bajo una peña grande que nos podía guarecer en algo de una lluvia casual, aquí cada uno se acomodó lo mejor que pudo; medio senta- dos y medio echados pasamos la noche, en que no faltaron lluvias fuertes, pero que directamente no podían hacernos daño; lo que te- míamos era que creciera el río y llegara al punto en que nos encon- trábamos, que estaba solamente 3 metros sobre el nivel del agua; el sueño naturalmente no era muy tranquilo con esta perspectiva; y muchas veces me desperté sobresaltado del medio sueño, parecién- dome que oía el sonido del agua cerca de nuestro refugio; pero feliz- mente todo era efecto de la sobreexcitación de los nervios; la noche pasó sin novedad. Los que no lograron albergarse debajo de nues- tro peñasco, se mojaron completamente. Domingo 3 de agosto.—Una de las dificultades en la montaña es hacer candela para la preparación de lascomidas; depende esto dela falta de leña seca. Todo destila agua como una esponja. Nosotros lle- vamos una canasta con copal, que nos servía en mucho para te- ner fuego. Mientras preparábamos una taza de chocolate y alistábamos todo para botar otra vez al agua la canoa, desapare- cieron los dos bogas Andrés (Cunám) é Hisám; averiguando supi- mos que habían pedido un machete para cortar tanganas. Seguir- los era una locura; en primer lugar tenían como una hora de delan- tera y por otro ninguno de nosotros podía compararse en el cono- cimiento de la montaña con los indios. Supimos más tarde que ha- bían bajado el Marañón en una pequeña balsa que habían cons- truido. Bajo lluvias torrenciales pudimos al fin á las 11 h. botar al agua -la canoa grande. Después de almorzar llegó el turno á la segunda canoa. La teníamos ya en la mitad de la caida del agua, cuando por una maniobra mal hecha fué tomada por la corriente y apreta- — 4l4 — da por el centro de ella contra la peña que forma la Orilla en esta parte: estuvo la canoa en esta posición expuesta á ser quebrada por la fuerza del agua. Al fin salvamos también esta dificultad, y en- tonces pudimos pensar en cargar otra vez las canoas, lo que no se hizo sin alguna molestia, por tener que cargar todo el equipaje en el trayecto de 300 metros sobre las peñas y grandes pedrones res- haladizos en gran parte por la hamedad delos musgos y otras plan- tas pequeñas. A las 3 h. 20" estaba todo listo y pudimos continuar nuestro viaje. La tercera canoa quedaba abajo; en ésta iba á regresarse el sobrino de Yajamanco una vez que hubiéramos pasado con felicidad los dos Mayasí. Continuó por toda la tarde el aguacero. Ambas orillas se com- ponían de peñas y pedrones grandes, en partes con filos que corta- ban como cuchillo; la roca es en gran parte calcarea. A las 5h. atracamos en la orilla izquierda delante de una pequeña cueva formada por un peñasco inclinado, pero con dificultad cupi- mos en ella 5 personas, las otras buscaron otro abrigo en el río más arriba. Sentados sobre las piedras dormitamos, sin podernos recostar, porque por las paredes chorreaba el agua. En estas situa- ciones se muestra el egoismo humano en toda su desnudez. Al tin pasó esta noche y amaneció el día. Lunes 4 de agosto.—Nos embarcamos á las 7 h. sin desayunar- nos y continuamos nuestro viaje. Había que cargar antes el equi- paje por la orilla sobre la peña por un trecho de más ó menos 100 metros, por motivo de una pequeña correntada que existía ahí. Encontramos luego á la otra partida de nuestra expedición, que se había refugiado la noche anterior en otra cueva, donde habían logrado hacer candela. Aprovechamos entonces de preparar una taza de chocolate y sancochar unos plátanos verdes. En la noche habían muerto de las aves un diostedé y dos pavas de monte; por una parte las continuas lluvias y por otra la falta de alimento, las habían hecho sucumbir, porque estaban bien flacas, pero esto no obstó para que la gente no se comiera el diostedé; las pavas las re- servamos para nosotros, y las guardamos para más tarde. Con lo que había pasado, estaba toda la gente desanimada y — 415 —- hasta acobardada para seguir adelante y afrontar el trabajo pa- ra pasar el pongo Mayasí á donde debíamos llegar hoy. Entre ellos habían conversado ya de hacer una balsa y regresar río abajo. Para evitar esto escondimos todos los machetes, sin los cuales no podían pensar en construir balsa. A las8 h. 30” continuamos nuestro viaje halando la canoa siempre por la soga, quedándose en la canoa solamente uno ó dos para tenerla libre de la orilla, por medio de las tanganas, cuando por un lado era sbsolutamente imposible de seguir, se cruzaba el río á remo para comenzar el mismo trabajo por el otro. El cauce del río era bien encajonado, limitado á ambos lados por rocas y peñas, so- bre las cuales con dificultad se podía andar. Nuestra maniobra era la siguiente: "asamos primero la punta de la soga por toda su extensión adelante, y una vez que estuvimos todos reunidos, halamos la ca- noa hacia nosotros. Era este procedimiento algo moroso, pero ine- vitable; nos consolamos con llegar hoy al pongo Mayasí donde acababa este canal molestoso y principiaba otra vez playa. Habíamos andado de esta manera hasta las 3 h. más ó menos, y nos encontrábamos en la orilla derecha, cuando nos sucedió una desgracia. Estuve pasando la punta de la soga adelante, y no ha- bía más que dos hombres listos para tirar, [los otros estaban toda- vía buscando camino por las peñas], cuando de la canoa dieron la voz de halar, botando á la vez la canoa en la corriente; mis contra- ordenes quizás no fueron oidas, el resultado fué que los dos hom- bres no podían sujetar la canoa: el uno soltó la soga y el otro que tenía la punta, sujetaba, pero se arrancó ésta y la canoa con Meso. nes, Habich, Salinas y todo nuestro equipaje, fué llevado por la co- rriente río abajo. Sea porque no tenían suficiente sangre fría, ó sea por inexperiencia le manejar los remos, el caso es que no podían abordar la playa; cuando ya creíamos que iban á tomar una orilla se volteaba de repente otra vez la canoa y se dirigía al centro del río, arrastrados siempre por la corriente hasta que los perdimos de vista. Temíamos en estas circunstancias mucho por la vida de ellos, porque podía suceder que no pasasen bien el Pongo de Mayasito. Habíamos quedado en la orilla: el Padre Cayo, Carmen Cajo, — E el Morropano, Santos y Vicente, los dos peones de Yajamanco y yo. La canoa chica con Yajamanceo y S personas más había avanzado va bastante. Mandé luego que regresara para determinar lo que se podía hacer. Yajamanco era de opinión de seguir luego á la canoa perdida, pero como no cupiéramos las 12 personas en la canoa chi- ca, 6 á lo menos era muy expuesto, me resistí de hacer esto; conve- nimos al fin construir una balsa para bajar otra vez á Nazaret. El fracaso de nuestra expedición era el resultado dela deficiencia de bo- gas y la falta de paciencia que requieren esta clase de trabajos. En el sitio donde nos encontramos había un grupo de árboles buenos, y comenzamos luego á cortarlos; felizmente, por una gran casualidad, llevaba uno de nosotros un machete. El primer árbol que se cortó reshaló luego por la orilla precipitado al río y fué lle- vado por la corriente. Para esto amarramos el segundo antes de cortarlo, pero se arrancó la soga y siguió á su compañero. Mientras tanto venía la noche, todos estábamos bien cansados y suspendimos el trabajo por este dí2. Felizmente llevaba la canoa chica parte de nuestras provisiones, entre las que seencontraba tam- bién una de las pavas muertas en la noche anterior; con ésta y los inevitables plátanos verdes hicimos nuestra comida. Sentados al- rededor de la candela, que con dificultad manteníamos ardiendo con la leña mojada, nos desvestimos una pieza de ropa tras otra para secarla. La noche la pasamos lo mejor que se pudo, sentados ó me- dio recostados sobre las rocas, felizmente no llovió. Martes 5 de agosto.—No prestándose este sitio para hacer la bal- sa, bajamos por la orilla para buscar otro grupo de árboles en un lugar más aparente, pero no habíamos andado mucho cuando fuimos detenidos por una pared de roca que salía perpendicularmen- te del río. Para salvar este obstáculo era preciso hacer un rodeo. Como en lacanoa nocabíamos todos, tuvimos que subir por la falda escabrosa del cerro. Por peñas resbaladizas á causa de la humedad, asidos de las raíces y bejucos, íbamos ganando poco á poco una al- tura donde el cerro era menos parado y donde pudimos avanzar otra vez horizontalmente. 1 v7-— Por medio de gritos nos quedamos siempre encomunicación con lacanoa, que tripulada por tres hombres seguía por la orilla del río hacia abajo. A una señal de éstos bajamos á la playa, pero no ha- bíamos andado mucho, cuando otra pared interceptó por segunda vez nuestro camino, y hubo que subir de nuevo para salvar este in- conveniente. Al fin llegamos á un sitio donde existía un derrumbe, y donde la orilla estaba, en consecuencia, menos escabrosa; para mayor felicidad encontramos también en este mismo lugar un gru- po de balsas. Durante esta marcha por la selva me ha extrañado bastante la poca vida animal que he encontrado; la hormiga de varias especies, es lo único que abunda. Con sólo un machete que teníamos principiamos á cortar ma- dera, y por la tarde tuvimos el número suficiente para hacer la bal- sa, pero no sin que algunos árboles fueran llevados por la corriente. Un gallo, que había ayunado ya durante algunos días, sirvió esta noche de comida para doce expedicionarios hambrientos. La noche la pasamos como la anteriorsentados sobre las peñas. Miércoles 6 de agosto.—Amanecí con los piés bien hinchados; principalmente las plantas me hicieron sufrir, y no me dejaban dar un paso sin que sintiese un agudo dolor. Creo que la causa ha sido dle que acerqué demasiado los pies mojados á la candela para secar- los, y en parte también de andar sobre las peñas ariscas. Por la mañana hubo fuerte lluvia, después salió el sol. Nos pusimos á unir los palos de balsa, la misma corteza de ellos servía para amarrarlos unos á otros. El chileno, como buen cocine— ro, preparó los últimos plátanos verdes. Nunca había yo podido co- mer esta fruta en tal estado, pero esta vez los comí con apetito, ya fuera por el hambre ó por el modo como estaban preparados, que era el siguiente: Después de sancocharlos plátanos, se les muele bien, esta masa secocina de nuevo en agua con una suficientecantidad de sal, loque da una sopa espesa. A la 1, más ó menos, pudimos embarcarnos en la balsa; la ca- noa se amarró á un costado de ella. Pasamoscon felicidad el rápido Mayasito. Un poco más abajo, pasando por el sitio donde había- — 418 — mos almorzado el día 2 de agosto, vimos plantado en la arena una caña con un trapo; suponiendo que esto fuera una señal de nuestros tres compañeros, atracamos y encontramos un papel en que decía: Avancen á Nazaret; hemos salvado. Mesones, Habich, Salinas, Aunque no habíamos dudado de que tal cosa sucediera, esta noticia nos llenó de alegría. A las 4 más ó menos llegamos á la playa quese encuentra de- lante de la desembocadura del río Mushingis en el Marañón. Aquí se quedó Yajamanco con su gente, los demás seguimos en canoa hasta Nazaret, donde nos reunimos otra vez con nuestros tres com- pañeros, quienes involuntariamente habían hecho el viaje hasta allá. Nos contaban que con toda felicidad habían pasado el rápido, ha- biendo solamente entrado un poco de agua á la canoa en la oleada que existe al pié de la caída. Ahora no nos quedaba otro remedio que hacer nuestro regreso á pie por la trocha Nazaret-Bagua Chica. El camino por Tutumbe- ros directamente á Bellavista, que nos habíamos propuesto antes hacer, lo rechazó nuestro jefe, aunque habíamos hecho ya prepara- tivos, como lo dije más adelante. La dificultad estribaba ahora en conseguir cargueros para nues- tros equipajes: otra vez nos salvó Yajamanco, quien ofreció acom- pañarnos con su gente; no conseguimos esto sin bastante trabajo, porque existía cierta tirantes entre Yajamanco y Mesones. El padre Cayo regresó de Nazaret á Puerto Meléndez, pues de- sistió de conocer Bellavista. Jueves 7 de agosto.—Mientras se preparaba la carga, de la cual mucha quedaba por falta de cargueros en Nazaret, hice algunas observaciones meteorológicas. (Continuará) .t . + DEPARTAMENTO DE PIURA MONOGRAFÍA ESCRITA POR DON RICARDO GARCÍA ROSELL Á SOLICT- TUD DE LA SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE Lima. PARTE HISTÓRICA (Continuación) PERÍODO COLONIAL SIGLO XVILI En los últimos años del siglo XVU, la comunidad y el cacique del pueblo de Catacaos solicitaron el apoyo del gobierno para re- parar los desperfectos del tajamar ó represa (tacalá) que mandó construir el virrey Toledo en el río Piura, mediante el cual se abas- tecía una acequia que llevaba sus agaas por cuatro lezuas de dis- tancia, para regar las chacras de esa jurisdicción. Acogida con bue- na voluntad lademanda, el virrey conde de la Monclova y la real Audiencia acordaron diferir á ella, ordenando se entregaran por la tesorería de Piura cuatro mil pesos con tal objeto; pero como en dicha caja no tuvieran fondos suficientes, informados el virrey v la Audiencia de que entre los terrenos aprovechados por los in- dios con las aguas de la acequia, no habían más que cuatró vecinos españoles, propietarios de unas huertas que no les dejaban mayor utilidad, dispusieron que de los fondos propios del repartimento de Catacaos se enntregasen dos mil pesos al superintendente de la obra, con cargo de reintegro por la comunidad, y que los otros dos mil restantes se obtuviesen dle los encomenderos de la doctrina, que eran seis á la sazón, deduciéndoles de la tercera parte de la renta que les correspondía. Con este motivo se siguió una larga tramitación, dando lugar á que no se terminasen los reparos hasta la época que nos ocupa. La empresa tenía bastante importancia, como lo acredita el si- guiente documento que trascribimos para que se aprecien los pro- cedimientos de entonces y porque recién en la actualidad se ha res- tablecido esa irrigación, después de haber estado interrumpida pos- teriormente varias veces y vuelta á reparar para olvidarse casi en los últimos cien años: “En la ciudad de Piura á cuatro días del mes de enero de 1696 — 420 —- í años: —Ante el señor don Agustín Velásquez de Espinosa corregidor y justicia mayor y teniente de capitán general de esta ciudad y su jurisdicción por S. M., el Protector de los naturales de esta ciudad y su jurisdicción presentó la provisión de esta foja y de los antece- dentes y por petición dijo: que habiéndose ajustado la cuenta del tercio que deben pagar por dicha provisión los encomenderos del pueblo de Catacaos por las tercias partes de las encomiendas, pa- rece haberse hallado importar cuatrocientos y más pesos de que no se ha dado satisfacción para los reparos de la obra del tacalá y acequia del río que de esta ciudad va á dicho pueblo, y por dicha petición pidió que la dicha cantidad se entregase al capitán Fran- cisco Nieto superintendente de la dicha obra para que se acabe de trabajar con todo cuidado, respecto de haber poco tiempo para las avenidas y crecientes de dicho río. Y por cuanto la dicha provi- sión se presentó el día tres de julio del año pasado de 1694 ante el señor don Luis Antonio Bejarano, Fernández de Cordova, conde de Villaseñor, corregidor que fué de esta ciudad y su jurisdicción, an- tecesor á su merced, quien debió haber dado el entero cumplimiento á dicha provisión, mandaba y mandó que el dicho Protector y los caciques y comán de dicho pueblo ocurran ante su señoría dicho se- ñor conde de Villaseñor, para que les pague la cantidad pertene- ciente á dicha tercera parte de encomiendas del tercio que por dicha provisión se las manda entregar: asi lo proveyó, mandó y firmó—= Agustín Velásquez—Ante mi don Domingo Valencia, Escribano pú- blico, Real y de Cabildo.” “En la ciudad de Piura á siete días del mes de enero de 1696— Yo el Escribano dí noticia del auto de su uso al Protector de los naturales de esta ciudad y su jurisdicción, en nombre de sus partes, en su persona, que lo oyó, de ello doy fé:—Domingo Valencia.” En 1700 concluyeron los reparos y la acequia continuó en ser- vicio por algunos años. Sea por falta de derecho ó por negligencia y descuido, existían en esta fecha multitud de tierras en poder de particulares sin título de propiedad. En 1707 el rey de España, para sacar recursos, comi- sionó á den Gonzalo Ramírez de Baquedano, Oidor de la real Audiencia de Lima, para la composición de las tierras de la corona, * — 421 — “por las que no se hubiese dado satisfacción en todo ó en parte”. La operación de deslinde se llevó á cabo con bastante minuciosidad y dió origen en esta jurisdicción al documento llamado “Título de Composición de las haciendas de Piura”: Las últimas composicio- nes autorizadas por Baquedano son de 1717, y para todas ellas se formó un cuaderno ó toma de razón. Con motivo de la guerra de sucesión en España, la Inglaterra tomó partido contra Felipe V, nieto de Luis XIV, llamado á reinar desde 1700 conforme al testamento de Carlos II. Por tal causa las colonias de América se vieron hostilizadas de numerosos corsarios que armados en las costas británicas, á iniciativa de los particula- res y del gobierno, vinieron unos tras otros á cruzar delante de es- tas costas, persiguiendo y apresando los harcos de comercio y ata- cando ocasionalmente los puertos mal preparados para su de- fensa. Durante la primera parte del siglo XVIII, domina en el Perá el temor á los piratas. Es la preocupación constante del gobierno, de los comerciantes y de los pobladores del litoral. Volteando el Cabo de Hornos, que ya no inspira los recelos que antes despertaba, se estacionan en las islas de Juan Fernández y de allí se dirigen á cruzar primero la costa de Chile y después la del Pe- rú, alcanzando hasta Centro América y Méjico. En estas correrías sorprenden y apresan innumerables bugues de comercio, impotentes las escuadras coloniales para atajarlos en sus depredaciones. Así en 1707 Rogers y Dampier, con solo dos buques se atreven á atacar Guayaquil, donde imponen una gruesa contribución. Poco después en 1715, otros dos corsarios ingleses, que oculta- ban sus nombres porque á la sazón estaba ajustada la paz con Es- paña, tomaron á la altura de Paita dos navíos despachados de Lima, uno de ellos con más de cuatrocientos mil duros en plata acuñada. Se llamaba “Jesás Maria” y era propio del capitán don Juan Bautista Palacios. El virrey don Diego Ladrón de Guevara, Obispo de Quito, fletó por cinco mil pesos mensuales una fragata francesa de cincuenta cañones, surta á la sazón en el Callao, y la despachó con tripulación española, pero bajo las órdenes de su co- mandante Monsieur de Saint Jean, la que secundada porotro buque » que había armado el presidente de Panamá, don José Hurtado de' Amézaga, apresó en el puerto de Piñas á uno de los buques corsa- rios que huía cargado de tesoros y prisioneros. En 1719 Juan Clipperton salió de Plymouth econ dos buques, el “Succes” de 36 cañones y el “Speedwell” de veinte y cuatro, bajo las inmediatas órdenes del capitán Sperwek. A los dos días de su salida del puerto, el viento separó á los dos buques que no volvieron ájurtarse, niá tener noticia uno de otro hasta dos años después. Ambos voltearon el Cabo de Hornos y cada cual por su cuenta ví- no ácruzar las costas del Perá en demanda de presas y botín. El “Succes,'? con Juan Clipperton, hallándose á la altura del Callao el 25 de octubre, dió caza á un pequeño buque. Era su pri- mera presa. Abordo no se encontró más que un cargamento de guano destinado á la agricultura, siete indios, dos negros, una ca- nasta de huevos y sólo dos pesos en moneda. Cor tan pobre ha- llazgo se descorazonaron los tripulantes y comenzaron á entrete- ner muy tristes presentimientos. La travesía había sido poco afor- tunada. Cosa de cuarenta hombres habían muerto durante el via- je. Sin embargo, al día siguiente tomaron al navío “San Vicente,” de ciento cincuenta toneladas cargado con madera de Guayaquil, á cuyo hordo habían dos sacerdotes y dieciseis indios; luego al “Tri- nidad” de cuatrocientas, que conducía numerosos pasajeros y valio- sa carga, y poco después, frente á Paita, un otro de setenta en que se trasportaba para Guayaquil la condesa de las Lagunas, mujer de don Fran:isco Ontañón, gobernador de Popayán. En este último buque se halló bastante dinero y un buen cargamento de vino: y aguardiente. Era la señora de las Lagunas mujer hermosa y discre- ta. Tratóla Clipperton con singular respeto y cortesía, ofreciéndo- le que escogiese permanecer abordo del buque apresado ó pasar al “Succes,” donde se le prepararía alojamiento. Ella optó por conti- nuar en donde estaba, y se designó un oficial para que la atendiese, prohibiéndose á todos la entrada en su camarote. Así continuó Clipperton haciendo presas, como sí en vez de un sólo buque conta- se con toda una escuadra, entrando al puerto de Huanchaco donde encontró dos pequeños navíos, que hizo presa. De allí pasó á Paita donde dejó libre á la condesa de las Lagunas, con sus muebles y! equipaje, despachándola en la propia embarcación en que fué toma- da. Luego siguió á refrescar su gente en la isla de Galápagos, á cu- ya altura apresó al navío “Príncipe Eugenio,” en que navegaba pa- ra Paita el marqués de Villa Rocha, expresidente de Panamá, que se dirigía á Lima con su familia. Esta última fué puesta en liber- tad, con cargo de pagar rescate por el marqués, cosa que no tuvo efecto, porque éste consiguió escapar en las islas Marianas. Shelvock, después de varias correrías en el Sur, perdido el “Speedwell” y trasbordada latripulación á una de sus presas, nave- gó para el Norte del Callao y visitó Huanchaco sin encontrar bu- (ques que apresar, con excepción de una balandra en que habían dos indios y un muchacho, que le informaron existir en la bahía de "aita un buque con rico cargamento. “El 21 de marzo de 1720, á las 3 de la tarde, : vimos la Peña Horadada, dice la relación inglesa de este viaje, y una hora más tar- de entramos á la rada de Paita enarbolando el pabellón de EFran- cia. Allíencontramos únicamente un buque anclado, falto del palo trinquete; pero como la toma de la ciudad estaba considerada en el plan de viaje entre los asuntos de importancia, consulté «el con- sejo de mis oficiales sobre la mejor forma de realizarla. A las dos de la tarde del día siguiente, desembarqué con cuarenta y' seis hombres, dejando á Mr. Coldsea, el piloto y algunos otros, para ácercar el buque á tierra á fin de facilitar el embarque del botín que pudiéramos hacer. Estando en tierra marché hasta la iglesia principal sin hallar oposición, encontrando la población entera- mente desierta. A la luz de la tarde vimos grandes grupos de gen- teen las alturas, de los que esperabamos una visita cuando se hu- bieran cerciorado de nuestras fuerzas; pero pronto me apercibí que al avanzár sobre ellos se alejaban de nosotros. El resto del día lo empleamos en recoger el botín, que consistía en chanchos, gallinas, calabazas, maíz, fréjoles, trigo, harina, azúcar y muchísimo cacao con los útiles para preparar chocolate, de manera que nos proveí- mos de víveres para el viaje. Al caer el sol vino á vernos un men- sajero á preguntar cuánto pedíamos de rescate por la población y por el buque, á lo que respondimos que diez mil pesos que debían ser pagados en veinticuatro horas. El gobernador, sin embargo, —- 4941 — nos hizo saber perentoriamente que no podía ni quería rescatar la población y que no le importaba lo que hiciéramos en ella, con tal que respetáramos las iglesias. Habiendo recibido esta nega- tiva y tomado cuanto era útil, ordené en el acto pegar fuego y como los edificios eran muy secos se incendiaron en un instante. Apenas había comenzado el incendio en tierra, la gente de á bordo nos hizo señal para embarcarnos, disparando sus cañones al mis- mo tiempo hacia la entrada del puerto. Con tal motivo dispuse se alistara la gente y me dirijí primero por delante con solo tres hombres en el bote. Antes de haber avanzado medio camino, descubrí un buque de gran porte, con bandera española al tope de trinquete. Ante este espectáculo, dos de mis tres hombres estuvieron á punto de caerse y yo mismo no pude menos que de- plorar no haber procedido con mayor diligencia.” “Cuando el buque enemigo avanzaba con todas sus velas desplegadas, Mr. Coldsea, asistido por los pocos que se hallaban abordo, disparó sobre él con tanta bizarría, que le atajó en su ca- mino. Sospechando los españoles que iban á tener serio empeño con nosotros, preparaban su buque para ponerlo en condiciones de comprometer el ataque con vigor. Esta falta de diligencia del ene. migo me permitió llegar abordo y á la vez dió tiempo á mi gen” te para hacerlo; pero al tomar la escala estábamos á tiro de pis- tola, por lo cual cortamos las amarras y como el navío contrario venía por mal rumbo, tuvimos campo de alejarnos. Habíamos podido apreciar su potencia y su aspecto formidable amedrentó todos los ánimos y yo mismo no pude atinar con otro medio de defensa que la huída, pues podía hacernos pedazos. Por instantes esperaba que nos abordara y como me apercibí que vivaban y mantenían lleno de gente el castillo de proa, no podía dudar que tal era su propósito; pero pronto comprendí que el motivo de su entusiasmo consistía en que habían hecho volar de un balazo nuestra insignia que flotaba al tope y que cayó al agua. Luego hice enarbolar otra insignia.” “En vista de esto viraron por redondo y nos dispararon una. andanada, felizmente con poco éxito. Todo dependía de nuestra actividad y como ellos seenredaron un tanto en sus maniobras — 4295 — me dieron tiempo para avanzar la proa y ganarles el barlovento antes que pudieran hinchar de nuevo sus velas. “Comprendí luego que si nuestros palos, por entonces mal se- guros, hubieran podido soportar todo el trapo que teníamos á bordo, muy fácilmente nos hubiéramos escapado de ellos. “Con gran precipitación desplegaron la cangreja de mesana y nos persiguieron con empeño para darnos caza; pero pronto es- tuvimos fuera de su alcance y todas nuestras gentes ocupadas en reparar los desperfectos. Este buque se llamaba el “Peregrino” de cincuenta y seis cañones y con cuatrocientos cincuenta hombres de equipaje.” “En esta ocasión no tuvimos ningún hombre muertoni heri- do, no obstante que el enemigo nos acribilló á tiros y una bala en- trando por una de las portas desmontó un cañón y lo rompió en varios trozos que volaron hacia proa y popa por la batería entre la gente, sin herir á nadie. En la popa sufrimos sérias averías y también en el aparejo. Nuestro palo mayor se astilló un tanto y aún cuando nuestro trinquete no andaba mejor, soltamos todas las velas. Una baila tomó el pescante de la lancha y comunicó fue- go á algunos cartuchos de pólvora, descuidadamente olvidados en ella, lo que la inutilizó y la perdimos. “En conclusión, escapamos con felicidad del **Peregrino”, lo que fué una suerte dada la diferencia de fuerzas. Los españoles te- nían cincuenta y seis cañones, nosotros sólo veinte; ellos cuatro- cientos cuarenta hombres y nosotros no más que setenta y tres incluyendo once negros y dos indios. “A las 5de la misma tarde vimos una vela á sotavento, que tomé por la presa dejada para cruzar cerca de la silla de Paita y por consecuencia nos mantuvimos á la capa toda la noche y á la mañana siguiente descubrimos dos velas por nuestra popa. Nos dirigimos hacia ellas y pronto nos apercibimos que mientras una hacía rumbo á Paita, la otra navegaba hacia noso- tros. A medida que nos íbamos aproximando, menos me satisfacía su apariencia, de manera que resolví soltar toda vela y alejarme. Sin embargo, nos ganaba terreno y avanzó hastante para que re- conociéramos al “Brillante”, compañero del navío “Peregrino” que — 426 — habíamos dejado en Paita, de construcción francesa como aquel y de treinta y seis cañones. Nosiba entrando, pero como se acer- cara la noche, apelé á una estratagema abandonando una linterna en un barril, cubriéndola en parte á fin que simulara la luz de un buque y cambié en el acto de rumbo. Cuando amaneció el día, no distinguimos ya al enemigo”. De Paita Shelvock se dirigió á la costa de Chile, para regresa de nuevo á Paita, lo que efectuó en noviembre del mismo año, to— cando en Huanchaco, Malabrigo v Chérrepe, sin encontrar presas. Frente á la silla de Paita, habiendo hecho algunos prisioneros entre las embarcaciones pescadoras, averiguó que las condiciones del puerto eran en extremo pobres, no existiendo de momento ni di- nero, ni mercaderías. La llegada, poco antes, de la condesa de las Lagunas, puesta en libertad por Clipperton, había comunicado la alarma, y los vecinos habían procurado internar todos sus efectos de valor. No obstante tales referencias poco alentadoras, Shelvock izando al tope bandera española, penetró en el puerto, largando el ancla como si fuera en efecto buque amigo. “Acabados de fondear, continúa la relación que traducimos, enviamos á tierra á Mr. Brooks con dos botes tripulados por vein- ticuatro hombres bien armados, haciéndolos acomodar tendidos en el fondo bajo los bancos de los remeros para que solo se apercibiese áestos. Así bogaron hasta el puerto sin dar motivo de sospecha á sus pobladores, los que estaban tan persuadidos de que eramos es- pañoles, que al desembarcar encontramos á los muchachosjugando en la playa, siendo ellos los primeros que comunicaron la alarma huyendo en presencia de los humbres armados. En un instante to- da la ciudad estaba en confusión, y era en el acto abandonada, que- dando en ella únicamente algunos fardos de paño ordinario y qui- nientos tercios de pescado salado, dos Ó tres paquetes de hbuhonero y una pequeña cantidad de galleta y carne salada; de manera que muy poco era utilizable para nuestro buque. “Mientras estábamos al ancla, tomamos un bote con cerca de cincuenta tinajas de vino peruano y aguardiente, cuyo dueño nos dijo haber salido furtivamente del Callao, donde estaba prohibido se hicieran á la mar buques que no representaran cierta fuerz? para 17 defeaderse. Este hombre fué el primero que nos avisó que al haber desembarcado el capitán Clipperton la primera vez que pasó por aquí, habría cogido cuatrocientos mil pesos que habían deposita- dos, aparte de una gran cantidad decascarilla y otros efectos valio- sos; pero que le faltó coraje. Algo de los tesoros del rey de España, se encuentran trecuentemente bajo la custodia del gobernador, y si hubiese hecho una tentativa, aún en su segundo paso, siempre ha- bría hallado algo que valía la pena. En cuanto á Colán, que está á dos millas distante hacia el Norte, situado cerca de un río, es un lu- gar sin importancia, habitado únicamente por indios.” Shelvock abandonó Paita, visto el poco éxito de su asalto y si- guió para el Norte. Poco después sufrió Paita otro género de perjuicios. En 1728 sobrevino una lluvia muy abundante y se derrumbaron algunos de sus edificios. En Piura el río rompió la represa ó tajamar que exis- tía frente á la ciudad y que había sido compuesto y reparado algu- nos años antes. La avenida alcanzó tales proporciones, que arras- tró todas las manzanas de la calle de San Francisco, del lado del río, hasta la Merced. Habiéndose suscitado, porentonces, en Europa cuestionesentrelos hombres de ciencia sobre la figura de la tierra, el gobierno francés des- pachó una comisión al Ecuador, compuesta de tres miembros de la academia de ciencias, señores Luis Godin, María de la Condamine y Pedro Bauguer. Para secundar los trabajos de dicha comisión y ha- cer Observaciones náuticas y astronómicas, el gobierno español, ad- hiriéndose á los propósitos del de Francia, nombró á don Jorge Juan, Comendador de Aliaga de la Orden de Malta, Sub-brigadier de las Guardias de la Marina, y á don Antonio de Ulloa, Teniente de Navío, los que salieron de Cádiz el 26 de mayo de 1735. Don]Jor- ge Juan vino en el navío “Conquistador,” y don Antonio de Ulloa en el “Incendio.” Después de haber estado en Quito los dos sabios españoles, em- prendieron viaje á Lima, y bajando á Guayaquil, se embarcaron pa- ra pasar á la Puná y luego á Machala, y de allí á Tumbes, á fin de seguir camino por tierra. La relación de su travesía es muy intere- sante. Describe y retrata el estado del partido de Piura en la épo- E, a, dando cuenta de varias particularidades relacionadas con la forma y condiciones en que se realizaba el viaje en aquel entonces. La transcribimos á continuación: “Llegué al pueblo de Tumbes, cuya distancia desde el Salto es de siete leguas. “Hace vecindad á Tumbes un río del mismo nombre, que desem- boca en la ensenada del de Guayaquil, casi enfrente de la isla del Amortajado, ó Santa Clara; por él entran lanchas, chatas, y balsas hasta el pueblo, porque tiene de dos ó tres brazas de profundidad, y veinticinco toesas de ancho; pero en el invierno se hace dificulto- sa la navegación de subida para toda suerte de embarcación por la mucha corriente que lleva con el aumento de aguas que bajan de la sierra. Poco distante de ésta, y en una de las orillas del río se halla situado el pueblo sobre un terreno muy arenoso, y con algunas d esigualdades ó pequeñas eminencias de arena muerta; y entre ellas con poco orden y sin unión setenta casas, todas de caña, cubiertas de paja, que sirven de habitación á ciento cincuenta familias de mes- tizos, indios, mulatos y algunos españoles. Además de éstas hay otras en las orillas de aquel río, donde gozan de amenidad en sus tierras, por la comodidad que tienen para regarlas. ““Su temple es cálido en extremo y muy seco, de suerte que rara vez llueve, y cuando sucede, que es al cabo de muchos años, no cesa en todo el invierno. Desde este pueblo de Tumbes hasta Lima, es conocido todo aquel país con el nombre de valles en la parte que se extiende desde las faldas de la cordillera de los Andes hasta el mar. “Fué Tumbes el paraje donde desembarcaron la primera vez los españoles por aquella parte de la América Meridional, comandados por don Francisco Pizarro en el año 1526, tratando entonces pací- fica mente con los caciques, señores de la comarca y vasallos ya de los incas. Si fué grande la admiración de los indios al ver á los es- pañoles, no fué menor la que causó á estos la noticia de tantas rl- quezas, y la grandeza de los palacios, fortalezas y templos, que eran todos de piedra, y de que al presente solo han quedado algu- nos vestigios. A la otra parte del río se ven las ruinas de la primi- tiva población, que tuvieron los indios, y mudaron después los es- pañoles á donde está hoy; y allí existen las ruinas del templo de] 090 — Sol, de una fortaleza, y de una calle de piedra que hizo el Inca Tu- pac Yupanqui, cuando conquistó este país y lo unió al Imperio. Tumbes está á los 3% 33' 16” de latitud austral, 4 62 leguas de Piura. “En las amenas orillas de este río, en cuanto alcanza el riego de las acequias, se cría el maíz con suma abundancia, y asímismo las frutas y raíces de temple cálido; en lo interior de las tierras á don- de no llega este beneficio, hay algarrobales, con cuya fruta se man- tiene toda suerte de ganados. No es ésta en todo semejante á la que se conoce en España con el nombre de Valencia; su vaina tiene de 4 45 pulgadas de largo, y como cuatro líneas solamente de an- cho, de un color blanquizco con un viso amarillo. Con este mante- nimiento adquieren grandes tuerzas los ganados del tráfico, y los animales domésticos engordan mucho, tomando tan buen gusto sus carnes, que se distinguen por esta circunstancia. “Continuando mi viaje, llegué á la ciudad de Piura, siéndome forzoso detenerme allí algún tiempo, así para que pudiese incorpo- rarse don Jorge Juan, como para curarme y convalecerde mi caída, experimentando entonces la eficaz virtud de la calaguala en el pron- to efecto con que obra, tan recomendable y digna de que en Europa haya merecido el alto concepto en que está. “Hay desde el pueblo de Tumbes hasta la ciudad de Piura, se- gún el más recto cómputo, 62 leguás que anduvimos en 54 horas, sin contar las de descanso; el paso largo y permanente de aquellas bestias se debe regular á más de legua por hora. Hasta el pueblo de Amotape, quees la única población de este tránsito, se cuentan 48 leguas; lo restante es despoblado, y por esta razón no se hace más que dar dos ó tres horas de descanso á los bagajes, cuando lo necesitan, ó hay comodidad para que beban algunas aguas salobres y encharcadas, que son las que se suelen encontrar. Sálese de Tum- bes atravesando su río en balsas, y después se continúa por entre espesos bosques de algarrobales y de otros árboles, cosa de dos le- guas, las que concluídas se sale á la playa y ésta no se deja hasta Máncora, distante de aquel pueblo 24 leguas. Para esto se procura coger en la fuerza de la vaciante un paraje llamado Malpaso, que está como á seis leguas de Tumbes; porque siendo un eminente pe- NW) ñón cortado á escarp> á donde bate y sube el mar con la creciente y no habiendo comodidad de camino sobre él por las muchas pe- ñas, quebradas y precipicios que lo estorban, es forzoso pasar per allí y no arriesgarse en toda su distancia, que ocupará media legua, á que creciendo el mar, cierre el estrecho camino que deja cuando está bajo. En lo demás de este primer tránsito hasta Máncora, es preciso lograr la coyuntura de que el mar no s2 halle en plena cre- ciente, porque como todo aquel territorio se compone de arenales muertos, á la primera legua se fatigarían las cabalgaduras y no podrían seguir. Por este motivo se busca el camino por la playa que lava la resaca con el agua ó batidero de las olas, donde encon- trando alguna mayor firmeza, evitan lo más pesado de la arena. Máncora es un sitio por donde en invierno corre un pequeño arro- yo de agua dulce y en él hallan bebida las mulas. En verano ape- nas quedan unas pozas en su madre, de agua tan salobre que solo la necesidad puede hacerla tolerable. En las orillas de este río hay muchos algarrobales crecidos y tan espesos que forman un monte muy sombrío. “Desde Máncora continúa el camino otras catorce leguas por entre áridos cerros, algo apartados de la playa, con algunas subi- das y bajadas hasta una quebrada que llaman de Pariñas, en la cual sucede lo mismo que en Máncora y es la segunda parada. Desde esta prosiguen otras diez por llanos de arenal hasta el pue- blo de Amotape, siempre á alguna distancia del mar. “Este pueblo, cuya latitud austral es de 4% 51” 43”, es anexo del curato de Tumbes, y pertenece á su tenientazgo, que lo es del corregimiento de Piura. Compónese de 30 casas de caña cubiertas de paja y su vecindario de indios y mestizos. A un cuarto de legua de él está un río de sa mismo nombre, cuyas aguas fertilizan mucho su terreno; y por ésto se ve todo él sembrado y reducido á cháca- * ras, en donde se cogen en abundancia semillas, raíces y frutas de temple cálido, cual es el de aquel pueblo, de donde le proviene tan- to á éste como á Tambes la continua plaga de mosquitos. Pásase este río á vado en el verano y en balsas cuando es tiempo de aguas en la sierra, porque con ellas aumenta excesivamente su caudal y rapidez. Su tránsito es forzoso para ir á Piura, y después de él se — 431 — continúa cosa de cuatro leguas por bosques de algarrobales, cuyos árboles tienen mucha altura. Al fin de estos comienza un arenal, donde los arrieros más diestros y los indios más prácticos suelen perder la dirección del camino; pues mudando el viento los montes dearena que pudieran servir de señal, borran lassendas y no queda más arbitrio que el de gobernarse por el oriente del sol, si de día, 6 si es la noche por algunas estrellas. “De lo dicho podrá inferirse lo molesto de este tránsito, en que además de ser preciso llevar lo que se ha de comer hasta Amotape, se ha de hacer lo mismo con el agua y tener la precaución de llevar llesca y todo lo necesario para encender fuego, pues sin ello no hay otro recurso que el (ie comer fiambre. En el territorio de este último tránsito se halla una mina de copé, y de ella se saca mucha porción para llevar al Callao y otros puertos, donde tiene bastante consu- mo, porque se emplea en las embarcaciones en lugar de alquitrán, bien que tiene el defecto de quemar las jarcias, pero su poco costo hace que mezclándolo con aquél, se sirvan de él. “La ciudad de Piura fué la primera población de los españoles en el Perá: fundóla don Francisco Pizarro el año de 1531, edifican- do en ella el primer templo. Diósele á esta ciudad el nombre de San Miguel de Piura y tuvo su primitivo asiento en el valle de Targasa- la, donde permaneció poco tiempo por la mala calidad del tempe- ramento y se trasladó al paraje que ahora ocupa. Su latitud aus- tral es de 5% 11” 1” y se observó que variaba allí la aguja 8* y 13”. Nordeste. Susituación es un llano de arena de mediana extensión y las casas de adobes ó de quinchas, que por lo regular no tienen alto. Es residencia ordinaria del Corregidor y de la Caja Real, con un Contador y Tesorero, los cuales alternan cada seis meses, resi- diendo el uno en el puerto de Paita y el otro en aquella ciudad; el primero con el fin de percibir los derechos de entrada por los géne- ros que se desembarcan para tomar su eurso por allí y celar las in- troducciones de ilícito comercio; y el segundo con el de practicar lo mismo en Piura conlos efectos que bajan de la sierra por Loja, ó pa- san de Tumbes para Lima. “Se compone aquella ciudad de 1,500 vecinos, y entre estos hay familias de calidad distinguida, otras de españoles, mestizos, in- dios y mulatos: su temperamento es cálido y tan seco, que en él llue- ve menos frecuentemente que en Tumbes, pero sano. Tiene un río que pasa inmediato á sus casas y fertiliza las tierras. Como es are- noso todo el país, se ensancha lo bastante, y con el auxilio de las acequias y llano del territorio, se conducz fácilmente á donde se de- sea. No lleva agua en el verano, ni se conoce en el terreno señal que dé indicios de tal río; pues la poca que baja de la serranía, corre oculta por su madre y no teniendo la ciudad otro recurso para to- dos los menesteres d> la vida, se hacen pozos en ella, y ahondando á proporción de la estirilidad d+l año, se saca el agua que se ne- cesita. “Tiene Piura un hospital al cuidado de la religión bethlemítica, y aunque se curan en él toda suerte de enfermedades, es famoso por la del mal venereo, pues contribuyendo sensiblemente para su mejor curación la cualidad del clima, acuden á él de todas partes los que se hallan infestados de este mal. En muchos se experimenta que con menos cantidad del específico que se suele aplicar en otros paí- ses, y sin tanta molestia del paciente, se logra el fin de restablecerse á la primera salud. “¿Como todo el territorio de este corregimiento en lo pertene- ciente á valles no tiene más fruto que el de la algarroba, fuera de las chácaras de maíz, algodón, simientes, frutos y raíces con que se ali- mentan sus moradores, lo más de él se compone de haciendas para apacentar ganados de cabrío. De éste se hacen matanzas muy cre- cidas, y con el sebo se fabrica el jabón, de que se hace muy grande consumo en Lima, Quit» y Panamá. De los cueros se curten cordo- banes que tienen la misma salida, y contribuye á su comercio la ca- buya ó pita, de que abunda mucho la parte de serranía pertenecien- te á su jurisdicción. Además de este comercio tiene el de las recuas de mulas, porque todos los géneros de ropas de la tierra que se re- miten de Quito á Lima, y los que van de España, que precisamente se deszmbarcan en el puerto de Paita, han de hacer el viaje en mu- las de aquella provincia; y siendo uno y otro tan numeroso, se pue- de conjeturar cuánto lo será la cantidad de recuas y mulas aplica- das á este tráfico, que dura más Ó menos incesantemente todo el 1008 -— año, y conespecialidad cuando están los ríos secos Ó llevan poca agua. “Continuando nuestra marcha, entramos en el pueblo de Sechu- ra, distante de aquella ciudad 10 leguas, computadas por el tiempo que se tardó en caminarlas. Todo este tránsito es despoblado y llano; pero su suelo de arena muerta que fatiga bastantemente los bagajes. “Aunque es lo regular en el Perá viajar en mula, porque la ma- leza y peligro de los caminos no parimiten otra comodidad, desde Piura, se logra el descanso de literas hasta Lima. Éstas las suspen- den en lugar de varas con dos cañas gruesas de las de Guayaquil, y disponen su fibrica de suerte que no toquen al agua al vadear los ríos, ni tengan embarazo en las subidas ó bajadas que se ofrecen cuando el camino es desigual. “¿Como suelen ser los bagajes que se sacan de Piura, los que ha- cen todo el viaje hasta Líma, y en esta distancia hay muchos trán- sitos algo largos de despoblado, donde no es menor la fatiga origi- nada de su mucha distancia, que la que ocasiona la mala calidad del terreno arenoso, se hace preciso darles algunos días de descanso en todo el discurso de él, y principalmente en Sechura, porque des- de allí se entra inmediatamente en el despoblado que tiene el mismo nombre. Con este motivo nos fué preciso detenernos, y en los días que estuvimos se observó la latitud, la cual quedó establecida de ASIAN medio: “Este pueblo estuvo fundado antiguamente en la inmediación del mar, no distante de una punta que llaman de la Aguja; pero ha- biéndose sumergido por inundación del mar, le retiraron al sitio que hoy ocupa, cosa de una legua distante de la playa; cerca de él pasa un río que toma el mismo nombre del pueblo, y sucede en él lo mismo que en el de Piura. Cuando le pasamos no habhía indicios de él; pero desde febrero y marzo hasta agosto óÓ setiembre recoje tanta agua, que no se puede vadear y es preciso pasarlo en balsa, lo que experimentamos enelsegundo y tercer viaje que hicimos á Lima. Cuando está seco, se valen del mismo arbitrio de abrir pozosensu ma- dre, y de ellos se proveen de agua, aunque muy gruesa y salobre. Contendrá Sechura como 200 casas de caña, y una iglesia muy ca- — 434 — paz y decente de adobes: su vecindario es todo de familias de indios, que ascenderán al número de 400, y se ocupan en el ejercicio de arrieros Ó pescadores, “Las casas de todos estos pueblos son tan sencillas, que sólo se componen de cañas regulares ó carrizos endebles clavados en el sue- lo, y de lo mismo el techo llano, pues como no llueve excusan el hacerlo á dos aguas; así por todas partes se clarean, y el sol no menos que el viento las penetra fácilmente. Los indios, sas morado- res, usan distinta lengua que la común de los demás pueblos, tanto de Quito como de lo restante del Perá, y esto sucede frecuentemen- te en muchas partes de valles. No solo se distinguen en lo formal de la lengua, sino también en el acento, porque además le pronun- ciar con un tono como de canto triste, suprimen la mitad de las pa- labras finales, como si les faltase la respiración para concluirlas. “El traje de estas indias, también algo desemejante, se reduce á un anaco como el de las de Quito, á excepción de ser tan largo que les arrastra bastante por el suelo: es mucho más ancho y nolo sujetan á la cintura, pero sin mangas; para andar lo levantan un poco y recogen debajo de los brazos. Cúbrense la cabeza con unos paños blancos de algodón bordados ó labrados en el telar de otros colores, con la circunstanzia de que las viudas lo usan negros. Dis- tínguese por el modo de peinado el estado de cada una, porque las solteras y viudas dividen el cabello en dos trenzas, una á cada lado de la espalda, y las casadas lo recogen en una. Son trabajadoras, y su común ocupación es tejer servilletas, y otras cosas semejantes de algodón. Los indios visten á la española: todos ellos usan cal- zado, pero las mujeres por el contrario no lo acostumbran: son por naturaleza altivos, muy racionales, y sus costumbres algo diversas de los de Quito. En ellos se ve comprobado lo que he dicho en otra parte acerca de lo mucho que contribuye para la civilización é ins- trucción de los indios, el aprender la lengua castellana, ninguno de estos la ignora y la usan promiscuamente con la suya; se imponen fácilmente en cualquier asunto, y dan muy regular salida á todo lo que se les propone. No son tan supersticiosos ni tan sujetos al desorden como los otros; y finalmente, en todo, á excepción del co- lor y los demás accidentes corporales, son muy diversos, y hasta la propensión á la bebida y demás costumbrescaracterísticas delosin- dios, se notan en estos con cierta moderación y regularidad. Estas buenas cualidades se advierten en todos los indios de los valles des- de Tumbes hasta Lima, y lo he reservado para este lugar por evitar repeticiones. “Este pueblo de Sechura es el último de la jurisdicción de Piura por esta parte, y suas moradores no solo no dan voluntariamente mulas á ningún pasajero, sino que impiden el paso á cualquiera per- sona,sin distinción de carácter, si no lleva pasaporte del corregidor, providencia establecida para estorbar contrabandos y fraudes en el comercio; pues no habiendo fuera de aquel camino que sale al despoblado mas que otro llamado el rodeo, es forzoso pasar por uno de los dos. Para seguir el del despoblado se sacan de Sechura otras mulas cargadas de agua, con que dan de beber en el camino á las que llevan cargas. El modo de conducirla es en unos calabazos ó totumos muy grandes, para cada 4 mulas una de agua y otra pa- ra las dos de litera. Cuando van á silla la llevan en las mismas caballerías los ginetes, y cada uno de los pasajeros, sea en litera ó en cabalgadura, se provee de la que ha de heber en el camino, porque no la hay en todo él y no se descubre más que arena, y á trechos pie” dras de sal, sin ningún arbol ni yerba. “Salimos de Sechura, y entrando en el despoblado caminamos por él, con algunas cortas paradas de descanso, hasta el día siguien- te que á las cinco de la tarde llegamos al de Mórrope, cuya distan-- cia será en todo de 28 4 30 leguas; y aunque* cuentan más los de] país, no se debe estar 4 su cómputo. Lo igual y unido de este llano, su espaciosa distancia y facilidad de borrarse el camino por la in- constancia del suelo, hace que pierdan la senda aún los más prácti- cos: para volverle á encontrar se valen de dos medios que les ha en- señado la experiencia. El primero es llevar el viento de cara cuando van hacia Lima y al contrario al tiempo de volver, porque reinando constantemente los vientos sures, están seguros de no padecer en- gaño con esta regla: y el segundo, coger arena en distintas partes y olerla, pues por el olfato distinguen si es ó no por allí la vereda, en la cual siempre queda alguna impresión del estiércol de las mulas Los-que no se hallan con suficiente práctica de tales sitios, corren mucho peligro si rendidos del sueño ó del cansancio se atrasan y se paran, pues cuando recuerdan no aciertan con el rumbo que deben seguir, y perdido el tino una vez perecen de necesidad y fatiga, como ha sucedido á algunos.” Tales eran las circunstancias del partido de Piura en la época en que lo visitaron don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa. El año de 1740 despachó el gobierno inglés una escuadra com- puesta de seis buques, “Centurión” y “Severn” de sesenta cañones, “Glocester” de cincuenta y tres, '“'Perle”” de cuarenta, “Wager” de veinte y ocho y “Tryal” de ocho. Además de su equipaje propio, fuerte de mil cuatrocientos hombres, contaba la escuadra con cua- trocientos setenta soldados de marina de desembarco. Burlando á los destacamentos de vigilancia española, elalmirante Jorge Anzón á quien se encomendó la expedición, arribó sin contratiempo á las costas del Brasil, y después de esperar en la isla de Santa Catalina la estación que le ¡areció conveniente para doblar el Cabo de Hor- nos, tras serias contrariedades, ocasionadas por malos tiempos, ancló con solo una parte de sus buques en las islas de Juan Fernán- dez el 9 de junio de 1741. En la costa de Chiie hizo algunas presas entre los buques del comercio y se dirigió al Perú. Cruzando frente á San Gallán, descu- br:ó al navío “Santa Teresa”, mandado por el capitán Bartolomé Urunaga, que hacía el viaje de Guayaquil al Callao conduciendo trescientas toneladas de carga, en su mayor parte madera, cacao, paños de Quito, nueces de coco, tabaco y cera, que no le fueron de ningún provecho, y cuarenta y cinco hombres de tripulación que hi- zO prisioneros, junto con tres señoras que iban de pasaje para Li- ma. Siguió para el Norte y cerca de las islas de Lobos se apoderó de otro navío llamado “Nuestra Señora del Carmen”, mandado por el capitán veneciano Marcos Morena, con madera de cedro, fiarro, tabaco, canela y pimienta, que acababa de salir de Paita el día ante- rior con destino al Callao. Abordo de este venía un escocés llamado Juan Williams, que se trasportaba de Méjico, donde había ejercido el oficio de huhonero. Este manifestóse muy satisfecho de hallar á sus compatriotas é informó que en Paita existía una buena suma de dinero listo para ser enviado á Méjico á fin de comprar géne- ros de Manila que conducían allí los galeones ocupados de ese tráfi- Der — co. Informó además que Paita era un puerto desnudo de guarni- ción y de defensas militares. Con estas noticias se le ocurrió al al- mirante Anzon sorprender dicho puerto. El 24 denoviembre de 1741, á las 10 de la noche, se presenta- ron en Paita una lancha y un bote concincuenta y ocho hombres. Comunicada la alarma por los tripulantes de uno de los buques surtos en el puerto. el oficial real don Nicolás Salazar, contador de Piura, á la sazón en Paita, con la asistencia únicamente de un ne- gro esciavo fue al pequeño fuerte que estaba abandonado. No encon- tró balas, ni metralla, ni ninguna clase de proyectiles. Urgido por las circunstancias cargó dos de los cañoncitos, con un talego de pe- sos fuertes y los disparó sobre los acometedores. Nc se hizo más re- sistencia. Los asaltantes se enseñorearon de la población, haciendo huir al vecindario. Al día siguiente, noticiado del hecho el corregidor de Piura, sub- delegado Juan de Vinatea y Torres, se puso en marcha con ciento cincuenta hombres, en socorro de Paita que ocupaban solo cincuen- ta; pero no se decidió el ataque porque la gente se hallaba desar- mada. Apenas se pudieron juncar por todo veinte y cinco armas de fuego. El subdelegado, creyendo amedrentar á los acometedores, desde una legua antes de llegar al puerto mandó tocar pífanos y tambo: res, á fin de simular fuerzas muy considerables. La estratagema, sin embargo, no surtió bue» efecto. Los ingleses saquearon la pobla- ción y se apoderaron de todas las riquezas que contenía, las cuales eran á la sazón considerables. Al volverse á bordo pegaron tuego á los edificios y redujeron la ciudad á escombros, porqueno se atendió á sus indicaciones de rescate. Uno de los miembros de esta expedición filibustera relata el hecho en los siguientes términos, relato que trascribimos íntegro, traduciéndolo del original impreso en 1750, por la importancia de los datos que contiene y por el sabor que les comunica el carácter propio de la época: '.- “Lactudad de Paita. á los 5212” de latitud meridional, está si- tuada en un cantón esteril, cuyo terreno se compone de arena y piedra. No tiene sino cosa de doscientas familias y puede juzezarse de su extención por el plano que acompañamos. Las casas son de un solo piso y tienen sus muros hechos de cañas cubiertas de barro con los techos de paja. Esta clase de construcciones, por más que pare- ce demasiado débil y ligera, es bastante sólida para un país donde son rarísimaslas lluvias. Cayó, sin embargo, un aguacero en 1728. y aún cuando no fué muy grande, tuvo fuerza bastante para da- ñar los muros de algunos de estos edificios y derribarlos. “La mayoría de los habitantes de Paita son indios, negros es- clavos, mulatos y mestizos. Hay pocos blancos. '“*El puerto no puede estimarse sino como una bahía, siendo por lo mismo el mejor de la costa, con fondeadero seguro y bueno. Es muy frecuentado por los buques que vienen del Norte, particu- larmente, como único lugar de recalada para los que van de Aca- pulco, Sonsonate, Realejo y Panamá al Callao. La demora de estos viajes, que casi todo el año no pueden hacerse sino remontando contra el viento, obliga á estos buques á tocar en tierra para hacer aguada. Es cierto que los alrededores de Paita son tan áridos que no se encuentra una gota de agua que beber, ni ningún género de verdura, ni provisiones de ninguna clase, con excepción de pescados y algunas cabras; pero á dos ó tres leguas hacia el Norte existe una población de indios llamada Colán, de la cual se trasporta á 'aita, en balzas, agua, maíz, legumbres, aves y otros ví veres frescos para los marinos que tocan en estas playas. Tam bién se trae ganado de Piura, ciudad situada más al interior á catorce leguas de distancia. “El agua que se trae de Colán es de un color blanquisco, peor aunque no de buen aspecto, se asegura ser saludable, pues se pre- tende que cruzando bosques de zarzaparrilla, se impregna con la virtud de esta planta. El puerto de Paita, además de las comodi- dades apuntadas, porporciona á los buques destinados al Callao lu- gar de desembarco para los pasajeros que trafican entre Acapulco, Panamá y Lima, porque hallándose á cosa de doscientas leguas del Callao que sirve de puerto á esta última ciudad y encontrándose en esta ruta vientos contrarios casi siempre, el viaje por mar es en extremo penoso y se prefiere hacerlo per tierra, pues á lo largo de la costa se encuentran algunos pueblos y pascanas soporta bles. — 430 — “Se ve en el plano que Paita es una ciudad abierta que solo está defendida por un fuerte. “Nos importaba mucho informarnos sobre el estado exacto de” este fuerte. Examinamos, por lo mismo, al respecto, á nuestros pri. sioneros y ellos participaron que el fuerte se hallaba provisto de ocho cañones montados en cureñas, pero que carecía de foso, de obras exteriores y de glasis, disponiendo solo de un simple muro de ladrillos; y que su guarnición constaba no más que de una com- pañía debil, no obstante que la ciudad podía alistar además tres- cientos hombres armados. “Recogidas estas informaciones, el almirante Anzon resolvió atacar la plaza aquella misma noche. Estábamos á doce leguas de la costa, distancia suficiente para no ser vistos, pero no tanta que nos impidiera, haciendo fuerza de vela, llegar á la bahía con la no- che. Sin embargo, nuestro jefe juzgó con prudencia que siendo nues- tros buques bastante gran les podían ser notados desde lejos aún de noche, y que á su vista, los habitantes alarmados polían traspor- tar sus mejores efectos al interior. De otro lado la plaza no era su- licientemente fuerte para reclamar todos nuestros elementos. Así se resolvió mandar la expedición en solo las chalupas. Por consiguien- te se aprontó la lancha de diez y ocho remos, la pinaza de la capitana y la del Tryal, y habiendo escojido cincuenta y ocho hombres, ba jo las órdenes del teniente Brett, se les comunicaron las órdenes del caso. Para prevenir contratiempos y evitar la confusión que pudie- ra ofrecer la oscuridad de la noche y la ignorancia de los lugares, se ordenó á dos pilotos españoles acompañar al teniente Brett, pa- ra conducirlo al lugar más conveniente para el desembarque, con encargo además de servirle de guías una vez en tierra. Para asegu- rarse más firmemente de la fidelidad de estos españoles, en coyun- tura tan delicada, el almirante Anzon aseguró á todos los prisio- neros que si aquellos dos hombres le servían bien, les daría liber- tad á tolos, dejándolos en el lugar; pero que al menor indicio de traición, los dos pilotos serían decapitados y que los demás pri- sioneros sin remisión serían conducidos á Inglaterra. Así encontra- mos medio de interesar á nuestros prisioneros en el éxito de la em- MA presa y de ponernosá cubierto de lascons2cuencias de la nexligencia ó de la perfidia de nuestros guías. “No puedo pasar desapercibida en esta ocasión una circunstan- cia bastantz sinzalar con relación á uno de estos pilotos y de que n>s informamos en seguida. Este mismo hombre había sido toma- do veinte años antes por el capitán Clipperton, quien le obligó á ser- virle de guía en un asalto para sorprender á Trujillo, ciudad si- tuada al sur de Paita. Este piloto encontró medio de dar la alarma á los habitantes, los que tuvieron tienpo de salvarse, aun cuando la ciudad fué tomada. De tal manera este hombre, apesar, suyo, sirvió de guía á las dos únicas expediciones hechas en tierra en esta costa dentro de tan largo intervalo de tiempo. “Volvamos á nuestro asunto. “Durante estos preparativos nuestros buques avanzaban á to- da vela hacia el puerto, pues estábamos muy lejos aún para ser apercibidos. A las diez de la noche, estando á cinco leguas de dis- tancia, partieron las chalupas con el teniente Brett y llegó éste á la entrada de la bahía, sin ser descubierto; pero apenas se había acerca- do que la tripulación de una nave anclada en el puerto le distin- guió. Se echaron ásus botes y remaron precipitadamente hacia el fuerte, dando la voz de alarma y gritando con todas sus fuerzas: ¡¡los ingleses, los perros ingleses!! “En an instante toda la ciudad se puso en alarma y nuestra gente vió numerosas luces que iban y venían en el fuerte y otros in- dicios de agitación que daban los habitantes. “El teniente Brett exhortó á sus gentes para remar con empe- ño y acercarse á la plava, á fin de dar el menor tiempo posible al enemigo para ponerse en defensa. Sin embargo antes que las chalu- pas pudiesen ganar tierra, la guarnición del fuerte había puesto ya algunos cañones en estado Ge disparar y los había apuntado al pun- to dedesembarque; y ocasionalmente, más por casualidad que por destreza, dada la oscaridad de la noche, uno de los tiros fué tan bien dirigido, para que la bala pasase por encima de la cabeza de los que montaban una de las chalupas. “Esto hizo redoblar sus esfuerzos al equipaje, de manera que ganamos la playa y desembarcamos antes que hubiese tiempo de — 44l — disparar una segunda descarga. En cuanto estuvimosen tierra, uno de los guías nos condujo á una calle estrecha á cincuenta pasos de la orilla, donde nos encontramos á cubierto de los fuegos del fuerte, y habiéndonos formado allí tan bien como lo permitían las circuns- tancias marchamos hacia la plaza principal. “Esta plaza consistía en un gran cualrado al extremo de la calle por donde habíamos entrado. El fuerte hacía uno de los costa - dos de esta plaza y la casa del gobernador el otro. “Aunque nuestras gentes marchaban en muy buen orden, el ruido que hacían y sus hur-as! exeitados por la alegría natural de los ma- rineros, cuando se hallan en tierra después de larga navegación, por el ardor que les inspiraba la presencia del enemigo y la espe- ranza del botin, todo ello junto con la bulla de los tambores que sonaban á toda fuerza, hacía aparecer su número mucho mayor que en realidad; de manera quelos habitantes persuadidos que tenían que habérselas con más de trescientos hombres, convinieron en que más segura era lafuga que la defensa. Así nuestras gentes no tuvieron que soportar más que una descarga que les hicieron los comerciantes á quienes pertenecían los tesoros que á la sazón se encontraban en la ciudad y por algunos otros que se les habían unido. Ese grujo se ha- bía apostado en un portal que rodeaba la casa del gobernador; pero luego que los nuestros hicieron fuego sobre ellos, abandonaron su puesto y nos dejaron dueños de la plaza. “Después de tan buen éxito, el teniente Brett dividió su tropa en dos mitades. Ordenó que una rodeara la residencia del goberna- dor y tratara de apoderarse de su persona, y personalmente se puso á la cabeza de la otra para marchar sobre el fuerte, para asaltarlo; pero lo encontró abandonado, habiendo la guarnición saltado por encima de los muros para escapar. Así, en menos de un cuarto de hora, á partir del desembarco, nos encontramos dueños de la ciu- dad, sin más pérdida que un hombre muerto y dos heridos, de los cuales el uno fué el piloto español de la “Teresa”, al que una bala de mosquete destrozó la muñeca. “El oficial Keppel, hijo de lord Albemarle, escapó con suerte» pues una bala le arrancó el pico de un bonete de postillón que lleva. ba puesto y le rozó el cráneo, sin herirlo. — 449 — “El teniente Brett puso una guardia en el fuerte, y otra en la casa del gobernador y centinelas en todas las avenidas de la ciudad, tanto para prevenir sorpresas de parte del enzmigo, cuanto para impedir el desorden y el pillaje. Su primer cuidado, en seguida, fué to- mar posesión de la Aduana, donde se hallaba depositado el tesoro de los comerciantes y de examinar cuantos españoles habían que- dado en la población, á fin de juzgar de las precauciones por adop- tar. “Sobre este último punto se tranquilizó luego. La mayor parte de los habitantes, despertados en sobresalto por la alarma, se ha- bían huído en camisa. El mismo gobernador, había sido uno de los más precipitados, pues había escapado con un pié calzado y otro desnudo, abandonando á su mujer, señora joven, que apenas llevaba tres ó cuatro días de casada, á la que no se pudo tomar, sin embar- go, porque dos centinelas españoles la habían sacado en camisa en momentos que los nuestros rodeaban la casa. “Nos causó mucho desagrado el que se hubiera escapado el go- bernador. El almirante había recomendado expresamente hacer cuanto fuere posible por apoderarnos de su persona, persuadido de que el hecho contribuiría eficazmente para conseguir rescate por la ciudad, pero no hubo medio de cojerlo. “Los pocos habitantes quedados, fueron puestos bajo buena guardia en una de las iglesias, con excepción de ciertos negros vi- gorosos, que seemplearon enel resto de la noche en trasladar al fuer- te los tesoros encontrados en la aduana y otros lugares, bien en- tendido que se les hacía acompañar por algunos mosqueteros. “Mientras Brett se ocupaba de estos asuntos importantes, los marineros aunque dedicados á objetos igualmente útiles, se permi tieron asaltar las casas vecinas de sus puestos y entregarse al pilla - je. La primera cosa que se ofreció á sus ojos fueron los vestidos que los españoles olvidaron llevarse y que conforme á la moda del país, estaban adornados de galones y bordados. Nuestras gentes ávidas se echaron sobre ellos y se los pusieron desde luego encima de sus chaquetas grasosas y sus calzas embreadas, sin descuidar las hermosas pelucas y los sombreros bordados. El «proceder muy lue- go fué seguido por todoel destacamento, y como los últimos no — 443 — pudieran encontrar bastantes vestidos lujosos de hombre, s2 in demnizaron con los de mujer, echándose encima los trajes y fusta- nes qne les parecieron suficientemente elegantes. Los primeros de estos disfrazados que se presentaron á Brett, estaban tan tras- formados que apenas costaba trabajo reconocerlos. “Pasóse de este modo la «primera noche en tierra. “Mientras tanto volvamos al “Centurión”. “Después que partieron las chalupas, quedamos al pairo, hasta la una de la mañana y como á dicha hora suponíamos á nuestro destacamento próximo á desembarcar, bogamos lentamente hacia la bahía. A las siete nos encontramos á la entrada y muy pronto divisamos la ciudad. Aún cuando no teníamos motivo para des- confiar del éxito de nuestra empresa, fué sia embargo sensación muy grata descubrir, mediante los anteojos, el pabellón inglés ar- bolado al tope en el fuerte. “Bogamos con ardor para aproximarnos á la ciudad, tan pron- to como lo permitía el viento que soplaba de tierra á lasazón. A las once la pinasa del “Tryal”, regresó abordo cargada de monedas y de objetos de platería de las iglesias y el oficial que la mandaba, hizo «l relato de los acontecimientos de la noche. “A las dos y media de la tarde echamos ancla en dos y media brazadas de agua á una milla y media del puerto y por consiguten- te en condiciones de tener facil comunicación con tierra. Encontra- mos que Mr. Brett se había empleado sin descanso en reunir los te- soros que había encontrado, en cuya operación no había sido mo- lestado. Sin embargo el enemigo reunía todas las fuerzas de los al- rededores sobre una altura que se veía detrás de la ciudad, cuyo número no parecía despreciable. Distinguíamos, entre otras, cosa de doscientos hombres de caballería bien montados y armados en la apariencia. Todos se mostraban alineados en buen orden, con nu- merosos tambores, trompetas y banderas. Hacían cuanto ruido po- dían con sus músicas militares y aires guerreros, mostrando gran ostentación, con la esperanza de intimidarnos y obligarnos á la reti- rada antes de recoger el botín, porque ya se habían informado del escaso número que contábamos. '*No nos arredrábamos con su caballería, sobre la que parecían — 4di — contar de preferencia aún cuando no se aventuraban á entrar en las calles y venir á atacarnos entre las casas. Continuamos, por lo mis- mo, tanto como duró el día, tranquilos, embarcando el tesoro, las provisiones y víveres frescos como chanchos, aves, €, que encontra- mos en gran abundancia en la población. “Hacia la noche el jefe de la escuadra para prevenir sorpresas, envió un refuerzo á tierra. Se tomó posesión de las calles que con- ducen á la plaza y se les cruzó de barricadas de seis pies de alto. El enemigo se mantuvo tranquilo durante la noche y al día siguiente, desde la mañana, recomenzamos el carguío de las chalupas y su re- misión con efectos á bordo. “Tuvimos oportunidad de apercibirnos que las órdenes dadas por el almirante Anzon para la toma del gobernador habían sido muy sabias y que resultaba una desgracia para nosotros el no haberse ejecutado. Encontramos los almacenes llenos de mercaderías de gran precio, que nos eran del todo inútiles, porque carecíamos de espacio abordo para cargarlas. Si hubiéramos cogido al goberna.- dor, él probablemente habría ajustado con nosotros su rescate y la salvación de la ciudad, 19 que habría sido de provecho para una y otra parte. Más hallándose en libertad y habiendo reunido todas las fuerzas de la comarca en muchas leguas á la redonda, pues le habían venido refuerzos hasta de Piura, estaba tan encantado de vers? general, que no s2 prescupaba de la suzrte de la plaza. Aun- que M. Anzon le envió muchos mensajes por medio de los habitan tes que habíamos cogido invitándolo á tratar del rescate, el que le- anunciaba que sería barato y que se contentaría con un poco de ga- mado y otros víveres, asegurándole al mismo tiempo que en caso de rechazo haría pegar fuego á la ciudad; á pesar de todas esas pro- mesas, el gobernador se mostró tan soberbio que no se dignó si- quiera dar respuesta. “El segundo día, después del que nos apoderamos de la ciudad, varios esclavos negros desertaron del cuartel español que estaba sobre la altura y vinieron á entregarse: uno de ellos fué reconocido por uno de los prisioneros de abordo, que lo había vistoen Pana- má. De otro lado, los españoles que ocupaban la altura, sufrían es- trema escasez de agua y muchos de sus esclavos se deslizaban dies — 445 tramente en las casas y tomaban jarras de agua que llevaban luego á sus patrones. No obstante que los nuestros cogían algunas, la sed era tan exigente en sa campo, que continuaron en el indicado ma- nejo todo el tiempo que permanecimos en la población. “Pronto supimos por los desertores y prisioneros, que los es- pañoles cuyo número había aumentado mucho, estaban resueltos á atacarnos á la noche siguiente y que un tal Gordon, escocés, ca- tólico y capitán de buque en estos mares, debía tomar á su cargo la dirección del ataque. Apesar de tales avisos continuamos nues- tros trabajos sin inquietud, hasta la tarde en que el jefe de la es- cuadra mandó otro refuerzo á tierra. Mr. Brett dobló la guardia en las barricadas y unió los puestos por medio de centinelas, colo- ados unos de otros al alcancz de la voz é hizo practicar rondas incesantes acompañadas de un tambor. Tales muestras de vigilan- cia, no pudiendo permanecer desconocidas al enemigo, que oía los tambores y tal vez la voz de los centinelas, resfriaron su ardor y le hicieron olvidar los propósitos del día. Nos dejó pasar esa noche tan tranquilamente como las precedentes. “En la tarde de ese día, los tesoros estuvieron á bordo del “Centurión”; así el día siguiente, 15 de noviembre, se ocuparon las chalupas en trasportar los otros efectos de precio que juzgamos dignos de llevar. El almirante, habiendo resuelto partir, envió á tierra á las diez de la mañana todos los prisioneros que habían á bordo, tal como lo tenía prometido. Eran noventa personas y Mr. Brett tuvo orden de encerrarlos en una iglesia hasta el momen- to en que debiera embarcarse. En ese mismo instante debía pren- derle fuego á la ciudad, exceptuando únicamente las dos iglesias que felizmente estaban separadas del resto de los edificios. Tales órdenes fueron puntualmente ejecutadas. El teniente Brett hizo po- ner pez y alquitrán que se encontró en grandes cantidades en la ciudad, á fin de que el fuego se iniciara por varios lugares á la vez y la acción se realizara tan pronto y tan generalmente que no es- tuviera en el poder del enemigo apagarlo después de nuestra parti- da. Hechos los preparativos, clavados los cañones del fuerte, Mr. Brett hizo poner fuego en las casas que estaban del lado del viento y reuniendo su gente, se dirigió á la playa donde aguardaban las e chalupas. Este lugar dela playa era un espacio descampado fuera de la población, cerca del sitio que ocupaban las iglesias; de manera que los españoles viendo claramente que se preparaba la retirada, resolvieron turbarla y tratar de ganar algana ventaja de que pu- dieran vanagloriarse. Al efecto, un escuadroncito, escogido sin du- da entre toda su caballería, bajó de la altura y avanzó con una resolución capaz de hacer creer á nuestras gentes que venía á ata- carlas, sacando partido de un campo despejado, á no haber tenido idea justa del alcance de su valor. Juzgamos, pues, y no nos equi vocamos que todas esas apariencias no eran más que pura ostenta- ción; de manera que tan luego como Mr. Brett mandó hacer alto y dar frente al enemigo, este se detuvo en el acto y desde ese mio- mento no avanzó ni un paso más. Llegadas nuestras gentes á sus chalupas, se detuvieron y esperaron largo rato porque cayeron en cuenta que les faltaba un hombre; pero en vista de que no parecía. ni era posible averiguar qué se había hecho, se resolvió partir. sin él. Estaba ya toda la gente embarcada y las chalupas abandona- ban la orilla, cuando oimos gritar con todas sus fuerzas al hombre que aguardábamos. La ciudad estaba toda en llamas y el humo cubría la playa, de manera que no se podía ver, aún cuando se le oía muy bien. Mr. Brett mandó una chalupa en su socorro, la que encontró al hombre retrasado con el agua hasta el cuello, pues ha- bía entrado en el mar tanto como pudo, atorinentado del miedo de caer en manos del enemigo, furioso naturalmente por el saqueo de sus bienes y el incendio de sus hogares. Confesó que la causa de su retardo dependía de haber bebido una dosis un tanto fuerte de aguar- aiente y de haberse quedado dormido, sueño del que no había des: pertado, sino por la acción del fuego que le llegó á rodear y se hizo sentir muy vivamente. Sorprendido al abrir los ojos de hallarse ro- deado de llamas y de ver correr aquí y allí á los españoles é indios, su horror fué tan violento y tan rápido que se disipó intantánea- mente su borrachera y le volvió el ánimo para escapar en medio del humo sin ser advertido por el enemigo. Corrió con todas sus fuer- zas hacia la playa y entró en el mar tanto como podía hacerlo un hombre inhábil para nadar: haciendo todo esto sin «liento para volver la cara atrás ni darse cuenta de lo que pasaba. E ” “Debo decir en honor de nuestras gences, que aún cuando en- contraron gran cantidad de vino y licores espirituosos en la ciudad, este hombre fué el único queseextravió hasta elextremo deemborra- charse. La conducta de los demás, mientras estuvieron en tierra, ué más sobria de lo que era dado esperar de marinos largo tiempo confinados en el mar y rodeados de privaciones. Es verdad que una gran parte de esta prudencia era debida á la vigilancia de los of- ciales y á laexacta disciplina que el almirante Anzon hacía observar abordo; pero, con todo, conviene confesar que noes común en lo marineros el esfuerzo que les impone mostrarse moderados en el uso de los licores, cuando los tienen á su alcance. “A este caso único de embriaguez, hay que añadir una falta de otra especie, que cometió uno de nuestros hombres y que estuvo acompañada de circunstancias bastante singulares. Un inglés que había anteriormente estado empleado en los astilleros de Ports- mouth, como carpintero de ribera y que luego había pasado al servicio delosespañoles, ejercía su oficio en Guayaquil, y sus parien- tes informados de que estaba en este país le habían escrito por me- dio del 'Centurión.” Este sujeto se encontraba ahora en el campo español apostado en las alturas de Paita y deseando distinguirse y hacerse recomendable á sus nuevos Jefes, se acercó hacia la ciudad sinarmas y abordó á uno de nuestros centinelas, manifestándose dispuesto á abandonar á los españoles y pasarse á nosotros. El centinela tenía una pistola en bandolera, pero habiéndose dejado impresionar con las declaraciones de este hombre, le consintió que se le acercara mucho. El carpintero aprovechó la oportunidad y se apoderó de la pistola y arrancándosela al centinela, se huyó para el campo enemigo. Dos de los nuestros avanzados en esa dirección, inmediatamente que vieron la acción del centinela, procuraron co- rrer tras el asaltante, pero ganó este la altura sin que pudieran cojerlo y cuando se creyó en seguridad se volvió y.disparó un tiro de pistola al que contestaron los perseguidores y aún que se ha- llaban á bastante distancia y que la cresta de la altura le defendía cuando dispararon sobre él, pronto supimos que le habían acertado y muerto de porrazo, Al centinela que tontamente se había dejado — 448 — sorprender se le castigó cual merecía, para que sirviera de ejemplo á los demás. “Mientras que nuestras chalupas bogaban con vigor para al- canzar la escuadra, después de haber recogido del agua al camara da retrasado, el fueyo había invadido toda la ciudad y había hecho enormes estragos, debido á la manera en-que fueron distribuidas las materias combustibles, la estructura de los edificios y los mate- riales de que estaban hechos. El enemigo por más numeroso que fuera, se encontró en la imposibilidad de atajar el incendio, y de salvar las casas y mercaderías. Poda una ciudad ardiendo y sobre todo cuando arde con toda violencia, presenta un espectáculo sin- gular y hasta cierto punto imponente y grandioso. Mr. Brett juz- gó que valía la pena de tomar un dibujo. Lo damos en la plana, y en él se ve también los buques anclados en el puerto. “Tan luego como las chalupas se unieron á la escuadra, el almi- rante se preparó á dejar el puerto en la misma tarde. Al llegar ha- bíamos encontrado seis buques anclados, el mejor de ellos era el des- tinado á trasportar el tesoro á la costa de Méjico y como estába- mos persuadidos de que era un buen velero resolvimos llevarlo con nosotros. Los demás eran dos goletas, una barca y dos galeras de treinta remos cada una. Sapimos después que las dos últimas y al- gunas otras semejantes que se han construído en diferentes puer- tos, estaban destinadas á impedirnos desembarcar á las inmedia” ciones del Callao, porque los españoles desde los primeros avisos que tuvieron del equipo de nuestra escuadra y de su fuerza, la su” pusieron destinada á atacar Lima. “Mr. Anzon no sabiendo que hacer de estos cinco buques, á los que había hecho á nuestro arribo cortar los palos, á nuestra parti- da los remolcamos fuera del puerto y les horadamos los fondos é hizimos sumergir. “Mr. Hughs, teniente d el ““Tryal” con diez hombres, montó el sexto que llevamos con nosotros y que se llamaba “soledad”. “Con esto nuestra escuadra levó anclas á media noche y salió con seis buques, “Centurión”, “Tryal”, “Carmelo”, “Teresa” y “Soledad”. “Antes de continuar adelante, estimó conveniente instruir al o — 449 — lector sobre el valor del botín que hicimos en esta ocasión y de los daños que causamos á los españoles. “He dicho queencontramos gran cantidad¡de efectos de valor, que no podían sernos de ninguna utilidad y que no podíamos traspor” tar. Por consecuencia en estos renglones no puedo estimar sino muy al tanteo su costo. Los españoles en la representación que hicieron á lacorte de Madrid, hacen montar sus pérdidas, como lo supimos después, á uno y medio millones de pesos y creo muy bien que dicha suma nada tiene de exagerada, pues buena parte de las mercaderías que entregamos á las llamas eran de precio, como paños finos, sede- rías y batistas. Nuestra utilidad, aunque muy inferior á la pérdida del enemigo, no fué sin embargo pequeña: la vajilla y la plata sella- da montaba á treinta mil libras esterlinas, sin incluir muchas jo- yas, collares, brazaletes 8, á las queno es dado fijar unjusto valor. Además, los pícaros se apropiaron algo que no está comprendido en esta suma. En una palabra este fué el botín más considerable que hicimos en esta costa. “No está demás deje constancia de la conducta observada por Mr. Anzon en relación con sus personeros, conducta que no ha de- jado de contribuir á levantar el crédito de la nación. “He dicho ya que á los prisioneros los dejamos en Paita. En- tre ellos había algunas personas de consideración, entre otros, un joven de diez y siete años, hijo del vice-presidente del Consejo de Chile. Sabidas son todas las barbaridades que los filibusteros y bu- caneros han cometido y de que las gentes de iglesia se han servido para dar á los habitantes de estos países las ideas más horrorosas de la nación británica y de los ingleses. Nuestros prisioneros la pri mera vez que los obligamos á pasará nuestros buques, montaron en ellos del todo consternados, abrumados de miedo y de espanto. Eljoven á que nos hemos referido, entre otros, que nunca había alido de la casa paterna, deploraba su mala suerte en la forma _más conmovedora; recordaba á su padre, á su madre, á sus herma- nos y hermanas, y su tierra natal, detodo lo que se consideraba separado para siempre, condenado por el resto de su vida á la es”. clavitud más dura y más humillante. Más ó menos era igual la ma — 450 — nera de pensar de todos los españoles que caían en nuestras ma- nos. “Mr. Anzon no excusó nada para desvanecer las ideas erróneas que se habían formado de nosotros. Tuvo cuidado de hacer comer en su mesa por turno álos más importantes de ellos y dió las Órde- nes más extrictas para que fueran tratados con toda la decencia y humanidad posibles. “Apesar de estas precauciones fueron menester muchos días pa- ra quese tranquilizaran y quitaran de suespíritu el temor de quetras estas manifestaciones de dulzura vendrían crueldades increibles. Ha- biéndose, al fin, tranquilizado con el tiempo, volvióles la alegría, sucediéndose á sus temores, en forma que parecían no inquietarse más de Su prisión. El jovená que me he referido cambió tanto de opinión, que concibió especial respeto y ternura por el almirante y tomó tal gusto á nuestra manera de vivir, completamente nueva para él, que cuando lo dejamos en Paita, dudo si no hubiera esti- mado mejor continuar el viaje con nosotros á Inglaterra. “Esta conducta de Mr. Anzon para con los prisioneros, les dió gran concepto de su humanidad y bondadoso caracter y como los hombres gustan siempre de deducir consecuencias generales, se dis- pusicron á juzgar muy ventajosamente á la nación inglesa. Sin em- bargo fuese cual fuere la veneración que nuestros primeros prisione- ros hubiesen concebido por Mr. Anzon, se aumentó mucho por la mans*ra como se condujo con las mujeres que encontramos en la “Teresa”, cuando este buque cayó en nuestras manos. Les dejó el departamento que ocupaban, prohibiendo expresamente á los tri- pulantes de aproximárseles y encargando al piloto español queda- ra á cargo de ellas para su custodia. Tales maneras de parte de un enemigo y de un hereje, sorprendió hasta á los mismosespañoles que habían usufructuado los efectos de su amabilidad. No podían com- prender cómo resistía al deseo de ver á las interesantes personas que había y entre las que iguraba una con los prestigios de una he- lleza. Estas señoras fueron sensibles á tantas atenciones, de manera que cuando se trató de su desembarque en Paita y de ponerlas en libertad, rehusaron ir á tierra antes que las condujeran al “Centu. rión” y que hubieran personalmente testificado su reconocimiento A ES yw gratitud para el jefe de la escuadra. Puedo asegurar que no hubo uno solo de nuestros prisioneros que no se lisongease del tratamien- to recibido. Un padrejesuita, entre otros, que era hombre de mucha eonsideración entre ellos, no se cansaba de expresar su gratitud por todas las atenciones recibidas, lo mismo que los demás presos. Ase- guró á Mr. Anzon que se sentía obligado á hacerle justicia y que en toda cirennstancia lo haría, asegurando que su conducta generosa no podía olvidarse, sobre todo la manera como se había portado con las señoras, proceder noble y desinteresado, que temía no fuera ereído cuando lo repitiese entre los suyos. “Hemos sabido posteriormente que nuestros prisioneros no han cambiado de tono después de salir de nuestras manos y que han llenado Lima y el Perú entero con los elogios de nuestro jefe. El buen padre, particularmente, no agotaba sus aplausos y llevó las cosas hasta explicar en sentido hipotético el artículo de fé de su credo que asegura ser condenados todos los herejes. “La manera como los españoles aprecian á nuestros nacionales no es de ningún modo indiferente. Su estimación nos interesa tal vez más que la de las otras naciones del mundo. El comercio que en otras ocasiones hemos hecho con ellos y podemos hacer todavía en adelante, es no solo considerable, sino de una naturaleza particular: exige de una y otra parte honestidad y buena fé. Aunque no hu- bieran, con todo, existido estas consideraciones, Mr. Auzon no ha- bría procedido de otro modo. Habría sido completamente opuesto á las tendencias propias de su caracter, tratar con dureza á los que la suerte de las armas ponía en sus manos. Es esto de que están persuadidos todos los españoles de la América y su nombre es ob- jeto de veneración en los vastos territorios que habitan.” Al salir de Paita el 26 de noviembre la escuadra de Anzon hi- zo rumbo al O>ste, dirigiéndose á Qaito, isla de la costa que queda al Sur del istmo de Panamá, donde esperaba juntarse con el “Glo- cester”, al que encontraron en el camino conduciendo á remolque una nueva presa cargada de fardos de algodón, entre los que se hallaron ocultos ea moneda sellada por valor de doce mil li- bras esterlinas, dinero que iba á Paita y que pertenecía á los mis- mos comerciantes propietarios del tesoro apresado allí. — 452 — En Paita se concentraba, por entonces, el comercio ilícito, segán dice el virrey Villagarcía, haciéndose muchas defraudaciones con la complicidad de los funcionarios del rey. En Cartagena se negocia- ban contrabandos y se internaban mercaderías al Perú con guías de Quito. Los oficiales reales de Piura fueron en consecuencia encausa- dos por tales delitos, continúa el virrey, que reiteraban sin dar es- peranza de enmienda á pesar de lasconminaciones. Portales abusos, agrega, Anzón encontró en Paita tanto caudal y mercaderías. Dados estos motivos, se comisionó al alcalde don José An- tonio de Villalta para que fuese á formar juicio á los comprometi- dos, en el que resultaron probados todos los cargos. Sin embargo, como mediaron influencias, el proceso lo dejó sin continuar el virrey Villagarcía, para que lo terminase su sucesor, disculpándose con los cuidados del gobierno y la falta de tiempo. El alcalde, sin embargo, envió presos á Lima al corregidor y oficiales reales de Piura y Paita los que permanecieron algún tiempo en la cárcel. Siguió Anzón á Méjico, para sorprender al galeón de Ma- nila, queno pudo encontrar y después se dirigió á las costas de la China, á donde llegó, superando algunos contratiempos de mar en la travesía, para regresar á Inglaterra dando la vuelta al mundo* Con estas empresas piráticas es indecible lo que sufrió el co mercio, pues por esta misma fecha, una otra escuadra inglesa ha- cía correrías enel Atlántico, impidiendo el tráfico por el istmo de Pa- : namá. No habían calmado aún los temores de piratas, cuando sobre- vino el 28 de octubre de 1746, á las diez y media de la noche, un es” pantoso terremoto que sumergió el puerto del Callao y convirtió Lima en escombros. Esta terrible catástrofe alcanzó por tierra con sus efectos desastrosos desde Cañete por el Sur hasta Huaura enel Norte. El mar se retiró en gran parte de la costa para volver lue- go con ímpetu á invadir la tierra. En Santa se hundió el navío “Concepción”, propiedad de don Tomás de Chavaque; peroen Paita no se experimentaron sus consecuencias. Harto había sufrido el partido para merecer la buena suerte de verse exento de esta nueva calamidad. Tranquilos sus pobladores después de los daños sufridos por los piratas y las lluvias, se contrajeron á reparar sus perjuicios. En 1750 el cura don Nicolás Montero del Aguila se contrajo á compo- ner los templos de Piura, á la sazón muy deteriorados, éhizo varias obras de provecho. En 1756 se desarrolló en Paita y Piura una epidemia de virue- qas. Las tripulaciones de los buques de comercio, “Encarnación” procedente de Panamá, y “San Juan” procedente de Realejo en Cen- tro América, se infestaron al hacer escala en Paita y condujeron la «epidemia á Lima, apesar de la estrecha cuarentena á que fueron so- metidosen el Callao. La vacuna no se conocía aún y la viruela asumía en aquel entonces proporciones alarmantes, haciendo es- tragos en las poblaciones. Solo en 1796 se hizo público el descubri- miento de Jenner y la vacuna llegó por primera vez al Perú en 1805, para desterrar el flajelo de las viruelas que constituyeron durante el siglo XVIIT un azote terrible. No ocurren en estos años sucesos de importancia. El guardián del convento de San Francisco Juan de Vidanegui, en 1759, al formar en una ceremonia para sacar en procesión á la vírgen de Agua Santa, siendo cura de la Matriz el doctor Luis de Quevedo y Zevallos, suscitó cuestión de precedencia al comendador del con- vento de la Merced, Manuel Loaiza. La controversía se hizo muy grave, los franciscanos alegaban tener prerrogativas de preferencia en todo el Perú y los mercedarios ser los fundadores del primer convento establecido en Piura. Formóse un voluminoso expediente que pasó á Trujillo para ser resuelto por el obispo de la Diócesis, quien declaró que si era verdad que el primer puesto correspondía en todo el Perú á los franciscanos, en Piura pertenecía de derecho á la comunidad de la Merced, por ser el convento más antiguo, fun- dado al mismo tiempo que la ciudad. En 1763, con motivo de la guerra contra Portugal é Inglaterra, entre las disposiciones dictadas por el virrey don Manuel de Amat y Junient, para la defensa de las costas, se dispuso levantar en Piura varios cuerpos de cívicos. Así se formaron 2,025 hombres que se adiestraron é instruyeron con gran celeridad. Entre las disposicio- nes que se adoptaron entonces, figura la orden de echar fuera del te- rritorio del Perú á cuantosextranjeros residiesen en él y para favore- ES cer el comercio se dispuso fuera libre de derechos el algodón que se remitiera á España, lo mismo que los géneros que se fabricasen de esa materia. - La primera medida alejó á uno que otro artesano que ejercitaba su oficio en el país, con provecho general, y la segunda no influyó ma- vormente en el desarrollo de la industria, porque no se remitían al- godones de Piura á España. Figuran nacidos por esta fecha en Piura dos hombres de impor- tancia don José Antonio Navarrete, que fué más tarde director del colegio de San Carlos de Lima, diputado secretario de las cortes es- pañolas en 1812 y luego fiscal de la audiencia de Chile y oidor de las Canarias, y don Pedro Gutiérrez Coz, obispa primero de Hua- manga y después de Puerto Rico. Los trabajos de irrigación de los campos de Catacaos y Sechu- ra, preocupaban siempre á estas dos comunidades y al vecindario de Piura. Las obras hechas en la represa Ó tacala, á principios del si- elo, exigían constantes reparaciones, interrampiéndose el curso de las aguas en el canal abierto para el regadío, á consecuencia de las crecientes y avenidas anormales que de cuando en cuando cargan con demasiada violencia. En 1774, la represa se hallaba obstruída. Un vecino deseoso del bien público se propuso repararla á su costa y con tal motivo se tomaron las medidas que aparecen de los docu- mentos que siguen: “* Sépase por esta carta como nos el doctor José de la Sierra, cu- ra y vicario de la doctrina de Catacaos y don Juan Alvalobo, re- sidente en esta ciudad de Piura y el comán de los indios naturales de dicho pueblo de Catacaos, por medio de su protector don Ma- nuel Caballero de Quiroz, decimos: que habiendo yo el dicho don Juan de Alvalobo, movido del deseo de servir á ambas majestades y del amor del público de esta dicha ciudad y pueblos de Catacaos, y Sechura, propuesto al ilustre cabildo reparar y hacer de nuevo en la parte que se halla destruída el tacala y acequias que antes corrían para regar los terrenos de eomunidad del dicho pueblo de Catacaos, supliendo para ello todo el dinero que fuese necesario para la paga del maestro albañil y oficiales y la mantención de peones en todo el tiempo que durase la labor de dicha obra, en los términos que cons: — 455 — tan de mi propuesta; en su consecuencia el procurador de esta ciu- dad capitán don Francisco Garcés pidió por escrito á dicho ilustre cabildo que se hiciese y juntase uno abierto para que á voz viva, y en concurso de este vecindario y del expresado comán, y asistiendo yo cl referido doctor don José de la Sierra, se deliberase sobre el asunto y se pusiesen las condiciones que deben guardarse y cumplir- se por las partes contratantes para que dicha obra tenga el debido efecto, junto y congregado que fué dicho cabildo abierto se deliberó, pactó y determinó lo que consta en el acta ó sesión de dicho cabildo que todo á la letra es como sigue: “En la ciudad de San Miguel de Piura en primero de diciembre de 1774: Estando en las casas del Ayuntamiento: Nos el cabildo, justicia y regimiento, con nuestro procurador general, conforme al auto que se proveyó el día veinte y nueve del próximo pasado no- viembre á que igualmente concurrió el señor cura vicario del pueblo de Catacaos doctor don José de la Sierra y todo el común de indios de dicho pueblo, y así mismo los muy reverendos padres prelados de las religiones que hay en esta ciudad y bastante concurso de vecin. dario del mayor lustre eclesiástico y secular, y mucha gente de los gremios de San Juan y de la Cruz que concurrió movida de la noti- cia que se había propagado de la causa prima para que se hacía el cabildo abierto, por el deseo y anhelo general que se tiene de que se haga la obra del tacala de los habitantes y estantes de esta dicha ciudad indistintamente, porque todos conocen y se hacen cargo del berreficio que se le sigue á la causa pública y servicio de ambas ma- jestades; y para que todo el concurso quedase satisfecho y se resol- viera la causa con el dictamen que cada uno de los vecinos concu- rrentes prestase, se mandó por nos el cabildo, se leyese en alta y cla- ra voz la representación de don Juan Alvalobo que está por cabeza y principio de estas diligencias; y habiendo esto tenido efecto, pare- ció desde luego lo que propone y pide dicho don Juan, que igualmen- te estaba presente, una obra grande del mayor beneficio á esta repú- blica y al común del pueblo de Catacaos, que se haya reducido á la más lamentable y notoria miseria, de que resultó que plural- mente se le dieron las gracias á dicho don Juan por vos el cabildo, el referido cura y vicario, el vecindario noble y común de indios que se halló presente, confesando todos á viva voz el bien y obra buena que proponía el dicho don Juan con ánimo generoso, del cual meramente movido con conocimiento de la plaga y miseria que nos cerca con la falta de agua por la quiebra del río, se dedica á gastar su propio caudal en semejante obra, y después de haberse conferido la materia y expuesto cada cual su sentir, se resolvió que se llevase á puro y debido efecto el poner en planta y ejecución esta obra, y prestar to- dos los auxilios que pudiese v fuese posible á este cabildo, hasta la aplicación de las obras de sus propios, como Obra tan necesaria para la conservación de la república, que vé la amenaza, entera ruina y destrucción, por la falta de agua, pues cada año va en aumento la escasez. por lo que se teme, como cosa visible, que pueda llegar el ca- so de que falte en él todo; y fuera de esto se ofreció por parte de ca- da uno de nuestros miembros, sufragar con todo el auxilio que pu- diera personal y pecuniario; y después de todo, el referido cura vica- rio doctor don José de la Sierra ofreció que daría todos los materia- les de cal y ladrillo que fuesen necesarios á dicha obra y en voz al. ta y paladinamente ofreció sacrificarse hasta coneluir con dicha obra, ayudando con todas sus fuerzas y facultades al bienhechor don Juan de Alvalobo, solo por el amor que tenía á su pueblo y á sus ovejas encomendadas y puestas á su cargo por su Majestad Di- vina y humana, á cuya voz siguió todo el común prometiendo que rendiría la vida en el trabajo para asegurar el bien de su pueblo, y la comodidad de los vivientes y venideros, y que no desampararíaá su bienhechor don Juan de Alvalobo, avudándolo hasta la conclusión de la obra, y que acabada esta se le asignaría al referido bienhechor en la parte que eligiese á su satisfacción y beneplácito un cuerpo de tierras de las de su común de cuatro cuadras en cuadro, para que las cultivase en calidad de quinta é como le pareciese y las disfruta- se como y de la manera que quisiera, lo que desde luego aceptó di- cho don Juan, prometiendo que solo sería esto durante su vida, y que después de ella quedaría dicho cuadro y la fábrica que en él hu- biera á beneficio de la cofradía de Animas de dicho pueblo de Cata- caos, para que sus mayordomos corriesen con dicho cuadro de tie- rras, aplicando todos sus proventos y cuanto justificase á dicha co- fradía, sin reservar para sí cosa alguna, ni un solo arbol de los que - — 47 — se plantasen en dicho cuadro, quedando igualmente asentado por el reverendo padre prefecto del convento del hospital de esta ciudad fray Juan de las Animas, que era de su cargo dar todas las herra- mientas necesarias para dicha obra, por el interés que reporta á su convento, corriendo la acequia que baña un cuerpo de tierras que se denomina Yupita pertenecientes á dicho su convento; y después de todo se acordó que se harían las escrituras que pedía dicho don Juan de Alvalobo en su escrito, tanto por su parte como de la referida del cura vicario para que se entienda y sepa que se han de cumplir los tratados que recíprocamente se han asentado por los dos nomina- dos interesados en esta causa y en nuestra presencia y la de todo el concurso, y respecto á lo que pedía el referido don Juan en su escri- to, y lo que á nos el cabildo toca, desde luego nombramos por jue- ces diputados para que entiendan, cumplan y celen todo lo que fuese peculiar á esta obra, al alguacil mayor del Santo Tribunal don Es- teban Martín de Blas y Fernández y al capitán don Franciseo Gar- cés, por las buenas calidades que concurren en los susodicnos para esta ocupación, siendo la principal su propención al bien de la causa pública y notoria inclinación que tienen al remedio de esta obra tan necesaria, y que tantos años ha se clama por ella, cuyo cargo debe- rán aceptar en forma para que den sus providencias, y que los seño- res jueces reales que son y fueren durante su ministerio, les impartan y comuniquen todos los auxilios necesarios y por cualquiera de los presentes serán requeridos para que hagan su aceptación: con lo cual se acabó este cabildo abierto que se firmó por primera vez el cu- ra y vicario doctor don José de la Sierra, don Juan Alvalobo, el es- eribano del pueblo de Catacaos á nombre de su común y testigos de nuestra asistencia, á falta de escribano público y real—Luis de Me- sones y la Portilla—maestre de campo, regidor perpétuo y alcalde ordinario de primer voto de esta ciudad, su jurisdicción, y justicia mayor en ella por ausencia del señor corregidor, señor Antonio Gon- zález Carrasco.” En 1776, nombrado Virrey del Perú don Manuel Guirior, que lo era de Santa Fe, vino de Panamá á Paita, é hizo el viaje por tierra hasta Lima conforme las prácticas antiguas. En 1779, llegó la noticia de la nueva declaración de guerra á In- glaterra. Con tal motivo se estudió la defensa de la costa, situándo- se una división militar en destacamentos escalonados desde Santa hasta Paita, y se constituyó en esta última población un oficial de milicias marítimas. Queriendo el rey Carlos III mejorar la organización de la ha- cienda del Perá, examinar el orígen y aplicación de los ramos de ella y conocer el sistema que se observaba para la recaudación, determinó formar un tribanal de visita que estudiara las reformas que debían hacerse. Confirió tan delicado cargo en 11 de marzo de 1776 al intendente del ejército y consejero de Indias don José An- tonio de Areche, dándole el título de visitador general del virreina- to del Perú, Chile y Provincias del Río de la Plata. Recibióse Are- che en Lima el 14 de Jani> de 1777 y al año siguiente dispuso la su- presión de las Cajas Reales de Piura por su escaso rendimiento y el ningún sobrante que dejaban, después de cubiertos los sueldos del personal administrativo de la jurisdicción. El estado económico del partido no era por entonces próspero Habíase reducido mucho el comercio por Pamaná para Europa. La ruta del Cabo de Hornos no se presentaba con los caracteres peli- grosos de las épocas anteriores. No solo se prefería para el traspor- te de mercaderías, sino que también los pasajeros se decidían por ella. El arte de la navegación había alcanzado progresos de impor- tancia. Ya el virrey don Antonio José de Mendoza, Caamauo y So- tomayor, conde de Villagarcía, en 1745, había optado por esa vía para regresar á España, procedimiento que otros im.taron después á fin de ahorrarse las penalidades del itsmo. Piura y Paita, por lo tanto, perdieron sus ventajas, como escalas de tránsito. Entre las industrias lucrativas, aparte de la fabricación de cor- dobánes y jabón, se desarrollaba el algodón, cuyo cultivo entrete- nía crecido número de individuos, así como en su tejido é hilado pa ra fabricar mantas, camisas y trajes que se remitían á Quito, á Li- ma y á Chile. Otro artículo de importancia continuaba siendo la ascarilla; pero solo en los últimos años del siglo adquirió este ren- glón verdadero valor por su ensanche, puesen los años de 1785 al88* su tráfico alcanzó á sesenta mil arrobas que seembarcaron en Paita 00. — con destino á Lima, así como añil y caña fístola cuya exportación solía llegar á setenta mil pesos anuales. Los negros, considerados entonces como mercadería, satisfa- cían nueve pasos por derecho de almojarifazzo; pero en 1799 se declararon libres deimpuestolosques2internaran por Paita y el Ca- llao de cuenta de los mismos dueños que los traían de Africa. En esta época, en que no son muy abundantes los datos que nos suministran las relaciones impresas respecto á la situación y condiciones de la provincia, encontramos una que dice: “Hubo en Piura cajas reales que instituyó Pizarro y subsistie- ron hasta 1773, templos y conventos de San Francisco y la Merced y el hospital de Santa Ana que después tué de la orden de Bethle- mitas. Además de la iglesia Matriz se crearon dos parroquias de in- dios San Sebastián y la viceparroquia de Santa Lucía y el tem- plo del Carmen que sirvió de colegio ó congregación á los clérigos del Salvador. El emperador Carlos V notificó la erección del Cabil- do y título de ciudad y le concedió escudo de armas. “La dicha ciudad de Piura, tiene por armas los rayos y nubes en lo alto del escudo, dentro de la orla de donde sale una mano con un peso y en medio dél un castillo de oro con puertas y ventanas de azul y esta letra: San Miguel; á los lados dos cruces con dos ban- deras revueltas á unas varas de lanzas con cruces coloradas en campo colorado”. En 1786 se estableció en el virreinato una nueva demarcación territorial: creáronse las intendencias. Piura formó parte de la de Trujillo y en lugar del corregidor y justicia mayor que gobernaba hasta entonces el partido, quedó bajo la autoridad de un subdele- gado, subalterno del intendente de Trujillo. La cajas reales, suprimidas en 1778 por disposición del Visita- dor General don Antonio de Arech2, reconcentraron las Opera- “ciones que antes corrían á su cargo en las de Trujillo, con excepción de la alcabala y naipes, para cuya venta y giro se crearon dos ad- ministraciones en Paita y Piura, bajo el título de Rentas reales las que subsistieron mientras duró la colonia. En la visita eclesiástica que terminó en 1785 el obispo de la dió- — 460 — cesis, ilustrísimo señor don Baltazar Jaime Martínez Compañón, levantó el censo del partido y se numeraron sus publadores. En 23 poblaciones grandes y pequeñas, 58 fincas rústicas y algunas cabañas, se contaron 44,497 personas de todos sexos, estados y condiciones, así: | | Españoles Indios Mestizos | Pardos Negros Votales Eclesiásticos......... 81 3 | 1 S5 Sasos 941 '10,510| 3,252! 1,646 244 ' [16,620 Soltero hi poes 914 4,458| 3,609 | 1,814 439 [11,629 VMiBdos ARI Ica e a TS 374 309 62 | 2,946 Barril vedat 709 | 7,603 | 3,324; 1,434| 139 13,217 Total general....... 12,975 24,237 (10,757 | 7,903 884 |44,497' “La clase más distinguida, dice la relación que acompaña al censo anterior, en quien reside el gobierno de la República, y la principal riqueza es la española: en ella están reunidos los empleos políticos, civiles y eclesiásticos, el mayor comercio y mucha parte de la industira: ella es poseedora de las haciendas más poderosas y en fin de todo lo más importante de su universal giro y produccio- nes naturales. “Los genios de estos moradores estan conocidos por muy atentos; y reina en ellos la virtud de la piedad para con los extran- geros. Son muy hábiles y laboriosos, pero tenaces en la defensa de sus fueros. Para ello les preseqnta materia la suma afición que tie- nen al ejercicio de papeles, habiendo producido este país insignes juristas. “El idioma general que hablan es el romance (castellano). Sus trajes son semejantes á los de la península en los hombres; pues las mujeres siguen el de Lima y demás países de esta América. “La más abundante numeración es la de los indios que se dis- tinguen en originarios y forasteros. Son humildes, expertos y labo- 10s0s; pero dados á las mujeres. Están sujetos como los demás del — 461 — ceino al tributo, siendo aquí tan moderado, que más es recuerdo de subordinación que penoso gravamen. Sus repúblicas solas, es decir, aquellas que no tienen mezcla de españoles, ú otras castas, son del gobierno más pacífico y de mejor economía. Rara vez se oye decir que en sus pueblos sejha hecho una muerte, un robo ni otros ex- cesos criminales que escandalizan. Son muy crueles como los demás de la América en los castigos, entre ellos, cuando demanan de la dis- posición de sujusticia. Es grande la sujeción que tienen á losespañoles, y particularmente á los jueces espirituales y temporales. En euanto á sus trajes, son con muy corta diferencia iguales á los que quedan demostrados, á excepción de los de Paita y Colán, que es de mari- neros comunes. Las mujeres algo difieren en sus trajes; pero entre ellos se conoce uno el más armonioso, lucido y magestuoso de to- dos los que usan estas en la América, que son las del pueblo de Co- lán”, En 1790 recorrió la costa la expedición de Malespina, compues- ta de lasfragatas “Descubierta” y “Atrevida,” destinadas á rectificar las cartas marinas y comprobar las observaciones hechas por don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa, en su viaje científico de 1736. Porelañode1791 se repitieron las grandes lluvias que parece se han presentado siempre á períodos másó menos largos. Entonces, di- ce una relación que ocurrió un accidente desgraciado. “Mucha gente se hallaba sobre la represa delrío, (tacala) divirtiéndose ócontem- plando la creciente, cuando se rompió la pared y arrastró á los que estaban colocados encima de ella. Hubo muertos del golpe y ahoga- dos, salvando las señoras, que usando entonces aros, quedaron sus- pendidas en la superficie, porque el agua metida entre el faldellín y contenida por el aro y parte inferior de aquel, hacía el oficio de una boya. Hasta el año de 1849 existía la señora Soto, una de las que salvó. En esta ocasión se llevo el río parte de las dos manzanas de la plaza para abajo.” El constante anhelo de los ribereños del caudaloso Chira, que lo ven correr á perderse en el mar, mientras los campos Suspiran por agua, estuvo á punto de cumplirse en 1796. Don Vicente Gil de Ta- boada, sobrino del virrey Conde de Lemos, intendente de Trujillo, ordenó una mita extraordinaria de dos mil quinientos indios de los — 409: pueblos de Colán, Amotape y otros, para cabar un canal de irriga- ción. La obra se emprendió con mucho entusiasmo; pero por mala apreciación de los niveles y falta de dirección téenica, se malogra- ron los trabajos. La arena obstruyó el canal abierto á fuerza de brazos y en el que no fué posible hacer correr el agua. ==. —— LIGEROS APUNTES S BRE MUESTRAS REGIONES LIMITROFES CONFERENCIA DADA EN LA SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE IMA, EN EL MES DE NOVIEMBRE, POR EL INGENIERO JORGE M. VON HASSEL. Señores: pá NG E regreso de mi último viaje al Oriente del Perá por las regio- SS nes del Juruá, Purúás, Madre de Dios, Putumayo, Napo, 8z, ha sido para mi muy honroso y satisfactorio ponerme á disposi- ción de esta Sociedad, para comunicaros algunos datos y observa- ciones que considero de interés. Reuniendo los diversos planos de rios que he levantado durante diez años de exploraciones en el territorio peruano, se ha formado la carta cuya reducción está en poder de los señores que me escu- chan. La totalidad del territorio litigioso, con excepción de una faja de tierra en el N. (Tumbes) está constituida por la región de los bosques, por la inmensa planicie que se extiende al Oriente de los Andes en dirección al Atlántico. No hace mucho tiempo que esa re- gión era considerada como sumamente peligrosa para el hombre civilizado, de modo que su desarrollo fué mirado con indiferencia á pesar de la profecía de Humboldt. Hasta el mundo científico la trató con bastante descuido, como lo demuestra la carencia de es- tudios y de datos en los mapas y obras de esa época. Sería injusto no mencionar á un hombre de estado peruano que constituye una 1408 — excepción: el general Castilla Estedistinguido político, dotado de una inteligencia práctica y de un golpe de vista genial, comprendiendo el valor futuro de esas regiones, adoptó varias medidas para ase- eurar la parte correspondiente al Perú. A uno y medio kilómetros de la actual Comisaría en Leticia se ve aúnel fortín Castilla le- vantarse con sus paredes de ladrillos, murallas y troneras en defen- sa de la frontera peruana. La buena disposición y solidez de ese for- tín que he logrado ver en uno de mis viajes, á pesar de que está ca- si cubierto por la vegetación, forma contraste con la pobre y ma construída casa de la Comisaría actual. Es poco conocido elensayo que se hizo entonces de colonizar las fronteras del Perá con habi- tantes de Chachapoyas y Moyobamba, y de introducir 60 familias al Napo por la vía de Andoas y Pastaza, cruzando las cabeceras del Tigre y Curaray al puerto Napo. Con el descubrimiento de la cascarilla y del caucho la situación cambió completamente. El cauchero se internó en las selvas en pos del oro negro, el explorador recorrió ¿la red de los ríos, el comer- ciante surcó en sus vapores el Amazonas y los grandes afluentes de este río, y los estadistas reconocieron poco á poco la importancia de aquellos productivos territorios. Todo esto hizo que se desperta- se la ambición de los países vecinos que, guiados por el deseo de que ingresaran á sus arcas fiscales las fuertes rentas que pueden ob - tenerse allí, buscaron pretextos para alegar derechos, pretextos que presentados por hábiles comisionados han creado la situación actual, de cuya complicación da idea suficiente el mapa geográfico con las diferentes líneas de reclamaciones. Los límites á los cuales tiene de- recho el Perá, están marcados en el mapa que teneis á la vista por una línea de cruces. No necesito indicar los documentos que sirven de base á esos derechos, porque existen publicaciones amplias so- bre ese tema. Me limitaré puesá mencionar en el curso de esta con- ferencia ciertos acontecimientos que son hasta ahora pococonocidos. Presentaré primero los datos que conozca sobre la región del norte que está en litigio con el Ecuador y Colombia. — 464 — REGIÓN LIMÍTROFE CON EL ECUADOR Es sabido que la línea divisoria á que el Perú tiene derecho se- gún el mapa publicado en Inglaterra por orden del Sr. Larrabure y Unánue, avanza hasta un grado treinta de latitud N. siguiendo las alturas de la cordillera en las cuales se efectúa el divortium aqua- ram de las aguas que van al Pacífico y de las que se dirigen al Atlántico. En varios cambios de notas y negociaciones entre las 'ancillerías peruana y ecuatoriana, se ha citado como base de arre- elo la boca del río Coca, afluente del Napo, río quees la arteria principal en la región litigiosa. Se ha citado tam bién como hase de arreglo Tiputini ó Fortaleza situados también en el Napo. En un viaje que hice á esa región, por encargo del prefecto de Loreto en febrero de este año, pude ver que el estado de las cosas allí actualmente es como sigue: un destacamento ecuatoriano cons- tituído por unos cuarenta hombres y una autoridad política com- puesta de un prefecto y varios empleados tiznea su residencia en la banda izquierda del río Aguarico, en el mismo lugar donde este pe- netra en el Napo. La comisaría peruana tiene su residencia en la boca del Cura- ray, afluente del Napo. Los puestos y chacras, desde la boca del Napo hasta la confluen_ 'cia del río Coca, no pasan de treinta, y el número de habitantes civilizados llega á doscientos más ó menos. Estos puestos y chacras son miserables chozas á cuyo alrede- dor hay pequeños sembríos de yuca y plátanos. Pertenecen á cauche- ros que sólo residen en ellas cuando regresan de sus excursiones al bosque en busca de caucho; de allí es que embarcan dicho producto con destino á Iquitos, y allí es donde reciben las mercaderías que necesitan para alimentarse y vestirse durante sus largas permanen- cias en el bosque. Esos puestos no producen, pues, para la exportación sino el caucho y también un poco de oro extraído en su mayor parte de la- vaderos conocidos desde la época de los españoles. El método em” pleado allá para beneficiar el oro es muy primitivo, pero con insta- — 465 — laciones modernas bien dirigidas los lavaderos podrían dar muy buenos resultados. Cada dueño de chacra dispone de un número variable de indios pertenecientes á las tribus que viven en esa región. En el Napo, como en toda la cuenca del Amazonas, el caucho ra extinguiéndose y cada vez hay necesidad de irlo á buscar á ma- yor distancia de los puestos. Dentro de diez años puede calcularse que habrá desaparecido por completo. El Napo es pobre en árboles de jebe fino (shiringa); existen solo 60 estradas en explotación. El jebz bravo, llamado también urco- shiringa Ó weack fine existe en abundancia, pero en las condicio- nes actuales, con la escasez de brazos no es lucrativa su explota- ción. En efecto, el arbol de jebe bravo solo rinde de dos á dos y me- dio kilos por año contra cinco kilos que da la shiringa, la que ade- más tiene la ventaja de que su producto por ser más blanco, elás- tico y duradero, alcanza mejores precios en el mercado; diferencia que puede estimarse en un 20 %. La región del Napo como la del Tigre, Pastaza, Morona y San- tiago, se presta mucho á la colonización, tanto por su clima como por la situación alta de los terrenos que en sa mayor parte no son inundables. El Napo tiene, por sus afluentes Tamboryaco, Santa María y Aguarico, comunicaciones con afluentes del Putumavo, pudiéndose pasar así de un río á otro mediante esas comunicaciones Ó varade- ros. Por la banda derecha, cerca de Tiputini, comunicación con el alto Curaray el que á su vez comunica con el Tigre por las quebra- das Aravela, Alemán é Infiel. El Tigre también se comunica por me- dio de varios afluentes con el Pastaza, éste con el Morona, el Mo- rona con el Santiago. Se ve, pues, que la red fluvial es enesta región tan concentrada que facilita mucho las comunicaciones entre las ar- terias principales, como son el Yapurá, Putumayo, Morona, Napo» Tigre, Pastaza y Santiago. Los varaderos que permiten el paso de un río á otro tienen de cinco á veinte kilómetros de largc. Todo esto es de mucho valor para el desarrollo de la región. Al mismo tiempo, como esos rios se aproximan unos á otros á medida que eacercan á la cordillera de donde nacen, la comunicación por las — 466 — cabeceras de ellos es todavía más corta, lo que permitiría á un des- tacamento invasor, pasar fácilmente de una hoya á otra. La importancia económica de los rios Curaray, Tigre, Pastaza, Morona y Santiago, es más ó menos la misma que la del Napo. La minería puede desarrollarse en grande escala en las faldas de la cordillera y cabeceras de los rios, donde existen ricos lavaderos y filones de oro aún no explotados. Por lo demás, igual cosa pasa con la cordillera que acompaña al Marañón y después tuerce á la izquierda en el pongo de Manseriche, la que es también riquísima en minas y lavaderos de oro, siendo bajo ese punto de vista muy conocidos desde el tiempo del virreinato el Chinchipe y otros afluen- tes del alto Marañón. En la región comprendida entre el Chinchipe y el Pastaza no hay habitantes civilizados, pero sí tribus salvajes, siendo este el país de los Antipas, Aguarunas, Huambisas y Muratos. El único establecimiento que haya habido allí es el de un cauchero peruano que se situó en el río Morona, endonde vivió hasta hace poco tiem- po; era oriundo de Chachapoyas. Desde el Pastaza hasta el Napo, el total de los habitantes pue- de estimarse de esta manera: 800 personas civilizadas, 1,000 infie- les al servicio de blancos y de 15,000 á 20,000 indios salvajes. La cantidad de caucho que producen todos estos rios, puede esti- marseen 6,000 arrobas anuales dejebe fino y el valor de las mercade- rías importadas, representa más ó menos 250,000 soles. El oro ex- traído de los lavaderos situados en las cabeceras de los mencio- nados ríos y sus afluentes no pasa de unos diez kilos. Todosestos datos son aproximados, como puede suponerse, dada la gran extensión de esta zona y las dificultades que hay para reunir- los. En dichos cálculos no están comprendidos naturalmente nilos habitantes ni los productos de las orillas del Marañón y del Ama- zonas. La base de las operaciones comerciales por parte del Perú, es el puerto de Iquitos que se comunica con lanchas á vapor particula- res, con los rios Napo y Curaray. Los ríos Tigre, Pastaza y Morona, también son navegables por lanchas á vapor hasta determinados 4 LB -— puntos. El Santiago no es navegable á vapor, pues lo impide, en primer lugar, el pongo de Manseriche, y en segundo lugar la índole torrentosa y llena de obstáculos de su cauce. La extensión navega- ble de estos rios varía según la época del año; por ejemplo, en cre- ciente el Napo es navegable para lanchas á vapor de poco calado y mucha fuerza hasta más allá de la boca del río Coca, mientras que en la mayor vaciante solo pueden ir las lanchas hasta el Agua- rico. | Las poblaciones ecuatorianas más próximas á estos ríos son Macas y Canelos, y de allí salen las trochas que permiten llegar á puntos navegables de los rios indicados. En el caso de que las dos repúblicas aceptasen para arreglar sus cuestiones, una línea que pase cerca del Coca y corte los demás rios más ó menos á la misma altura, quedará dividida la región en la forma siguiente: la parte aurífera pertenecería al Ecuador yla re” gión de los rios navegables á vapor, así como la desembocadura de éstos, seguiría bajo el dominio peruano; por consiguiente el Perú tendría el control del comercio de toda la región. Es seguro que el Ecuador hará todo género de esfuerzos para conseguir un afluente del Amazonas que le dé salida al Atlántico, Esto es de gran importancia para esa república, pues por medio de un camino que corte transversalmente las cabeceras de los demás afluentes puede dirigir el comercio de todos ellos, en su parte alta, para concentrarlo en aquel que le pertenezca. Hoy día el Perú puede moverse libremente en toda esa red de afluentes navegables á vapor, y le conviene dar todas las facilida- des para el tráfico, tanto en la parte alta como en la baja de los rios, con la seguridad de quela corriente del comercio se diri- glrá á Iquitos. Los obstáculos que se opongan al tráfico obligarán á los habitantes ecuatorianos de la región alta á buscar salida con dirección á Quito, cosa que de ningún modo le conviene al Perú. Libre tráfico por la vía de Iquitos, protección y apoyo al ele- mento peruano, al comerciante, al cauchero y al shiringuero, es el mejor modo de asegurar los límites del Perú en esta zona. El arreglo definitivo dela cuestión fronteras será muy provecho- so para dicha zona, que si no ha progresado aún, es debido justa- — 468 — mente á esas cuestiones, como lo comprueba el caso del coronel inglés Wilston. Este señor, representante de un fuerte sindicato, llegó á Iquitos por la vía del Ecuador y el Napo, dirigiéndose lue- go á Lima por la vía del Pichis para entablar negociaciones sobre colonización del Napo con el Supremo Gobierno del Perú. El Ecua- dor, sabiendo esto, presentó una reclamación alegando que ese te” rritorio le pertenecía, lo que desanimó al sindicato inglés, quien iquidó sus negociaciones en Lima respecto al Napo y amparó te- rrenos en San Pablo (Brasil). Podría citar muchos casos semejantes que manifiestan la im- periosa necesidad de que terminen los litigios sobre límites, si se desea que el Norte del Amazonas peruano prospere y Jlegueá ser una fuente de entradas para el Fisco. LÍMITES CON COLOMBIA La región disputada es la del Putumayo y Yapurá, dos ríos cuyas bocas están bajo el dominio del Brasil, la parte central bajo el dominio del Perú y las cabecera s bajo el de Colombia. Una co- misión brasilero-peruana fijó en 1874 los marcos que se encuentran en los extremos de la línea divisoria con el Brasil. Uno de esos marcos está situado en la orilla derecha de la boca del Cotuhé y otro en el Yapurá, en donde comienza la línea divisoria con Colombia. Estos límites han sido objeto de dos demandas extremas, una peruana y otra colombiana como lo demuestra el mapa. Por lo que yo conozco de los sentimientos de los colombianos residentes en aquella región, hay una marcada buena voluntad de ellos para con los peruanos. El Putumayo como el Yapurá, tienen en sus extensos bosques todavía grandes riquezas en caucho. También hay allíjebe bravo. En cuanto aljebe fino existe en la parte baja de los citados ríos. En las cabeceras de ambos ríos y de sus afluentes hoy ricos lavaderos de oro. La explotación delcaucho por peruanos se ha extendido en el lgara-Paraná, afluente de la orilla izquierda del Putumayo. Allí se ha formado un centro importante alrededor de un punto llamado — 469 — Chorrera, fin de la navegación á vapor. Los caucheros han subh- yugado varios millares de indios salvajes que viven en esa re” gión y que ahora trabajan como peones en la extracción del caucho. El Putumayo comunica con el Amazonas por medio de dos va- raderos: uno saliendo del Putumayo sube su afluente el rio Algodón, pasa el varadero y bajando por los rios Supay, Zavala y Ampiyacu llega al río Amazonas. El segundo deja al Putumayo cerca del lugar en donde éste es cortado por la línea divisoria con el Brasil, sube por el río Cotuhé, pasa el varadero y baja por el Amacayacu al Amazonas. Estas dos comunicaciones son muy importantes, pues permiten ir de Iquitosá loscitados'establecimientos sin salir del terri- torio peruano. Los colombianos que han llegado al Putumayo y al Yapurá lo han hecho bajando por estos rios desde sus cabeceras á donde llegan desde el interior de Colombia por caminos malísimos que jamás podrán competir con las vías de navegación. Así, pues, si el Perú establece medios fáciles de comunicar al Putumayo con el Amazonas, ya sea por lanchasá vapor, ya por esos varaderos, laco- rriente comercial se dirigirá voluntariamente hasta Iquitos. En mi último viaje al Napo, en enero de este año, me encontré con un sacerdote y dos personas más enviadas por el gobierno colombiano para estudiar esta región desde la banda izquier- da del Aguarico hacia arriba, zona que según parece tiene in- tención de reclamar Colombia. Esa parte de la región amazónica es disputada, pues, por tres naciones: el Verá, Colombia y el Ecua. dor. Loscomisionadoscolombianos tenían instrucciones de averiguar bien el número de compatriotas suyos que allí residen y la impor- tancia del comercio. En la parte del río Putumayo comprendida en- tre las bocas del Igara-Paraná y del Cotuhé hay tres puestos de menor significación. LÍMITES CON EL BRASIL Como sabéis, los límites del Perú con la república del Brasil es- tán constituidos por el río Yavarí y desde las nacientes de este río por una línea que se dirige á la semidistancia del Madera. En 1874 una comisión mixta Perú-brasilera fijó el nacimiento del — MENO Yavarí colocando un marco en el cual apoya uno de sus extremos la línea divisoria que cruza los ríos Yuruá, Tarahuacá y Purás en di- rección al Madera. Como el otro extremo, es decir, la semidistancia del Madera, es fijo, el Brasil procura probar que el origen del Vavarí está situado más al sur y más al ocste que el marco indicado y busca argumentos más Ó menos complicados para apoyar esta aseveración. El interés que guía al Brasil salta á la vista con sólo echar una mirada sobre el mapa, pues bajando la naciente del Yavarí hacia elisur, baja tam- bién la línea divisoria indicada en el tratado de San Ildefonso y le viene á corresponder al territorio brasilero mayor parte en los ríos Yuruá, Tarahuacá y Puráús. El carácter especial de las nacientes de los ríos en la inmensa lla- nura amazónica hace difícil, casi imposible á veces, fijar el origen de ellos, de modo que el asunto se presta á una discusión indefinida. En efecto, cada uno de estos ríos es formado por la reunión de un gran número de canales, cuyo poder de agua varía no solamente de un día á otro, sino á veces en horas. Un canal queestá seco á las nueve de la mañana puede tener considerable caudal de agua por la tarde, mientras que otro por el cual corría bastante agua al amanecer, no presenta ni una gota dos horas después. Todo depende del sitio, á veces muy circunscrito, en que las depresiones atmosféricas se des- cargan. Este es el motivo de las versiones tan diferentes é informes contradictorios de los viajeros que visitan esos parajes y muchos de los cuales no están bien informados de las condiciones especiales de la montaña. Se comprende, pues, fácilmente que un ingeniero ó geó- grafo interesado en sostener que las nacientes de un río están situa- das en determinado punto y no en otro, encuentre argumentos y datos en apoyo de su aseveración. Convencidos los diplomáticos de Río Janeiro de que era más fá- cil conseguir de Bolivia un arreglo favorable á los intereses brasile- ros, celebró con esta república un convenio, según el cual la línea di- visoria une las nacientes del Yavarí con la confluencia del Madre de Dios y el Mamoré. Este arreglo beneficiaba,á expensas del Perú,tan- to al Brasil como á Bolivia, pues el primero se apropiaba de una rasta extensión de territorio debajo de la línea del tratado de San A Ildefonso, adjudicándole á Bolivia territorios valiosos, en cuyo des- arrollo ésta no había ejercido influencia alguna, especialmente en la región de los ríos Purás, Tarahuacá y Yuruá. Esta zona es una de las más ricas y productivas en jehbe fino. En el río Vuruá se explotan más ó menos 12,000 estradas de shiringa, en el Tarahuacá 6 á 7,000, en el Purás otro tanto, en el Yacu 3 á 4,000 y en el Acre de 15 á 20,000 estradas. La región del Yuruá y Tarahuacá fué conquistada por los cau- cheros peruanos después de sangrientos combates con las tribus sal- vajes, que hasta entonces habían impedido á los brasilerts explotar la shiringa que allí abunda. Los caucheros peruanos prefieren gene- ralmente el trabajo del caucho, y permitieron que los inmigrantes llegados del Brasil comenzaran á explotar la shiringa, loque dió por resultado que una vez agotados los árboles que producen aquella sustancia, no quedaran sino shiringales que estaban todos en poder decomerciantes de los estados brasileros de Manaos y de Amazonas. Este proceso explica que en territorio peruano desdeel Breu has- ta el San Gregorio se hayan radicados unos seis mil brasileros, mien- tras que el número de peruanos no llega á mil, y que las propieda- des cuyo conjunto forman las doce mil estradas de shiringa de que he hablado, pertenezcan á comerciantes de Manaos. Este es el ori- gen de los esfuerzos diplomáticos que viene haciendo el Brasil para ¡agregar esta región más á sus inmensos dominios. El estado de Manaos favorece directamente el citado proyecto: por todos los medios posibles. Está formado en su mayor parte por comerciantes que sólo atienden al fomento de sus intereses y que procuran incesantemente extender la esfera de acción de sus nego- cios en el Purús y el Yuruá. Ese estado hará cuanto le sea posible para impedir que los derechos aduaneros que hoy percibe Manaos sobre el jebe proveniente de dichos ríos, vaya á dar aunque sea en pequeña parte álasarcas peruanas. Eseestado esel que ha organiza- do y fomentado las revoluciones en el Acre, con el objeto de anexar- lo al Brasil y conseguir que los derechos de exportación antes cobra- dos por Bolivia vayan á aumentar las entradas de Manaos. El gobierno central de Río Janeiro teme siempre que el riquísimo y poco escrupuloso estado federal de Amazonas pueda independizar- — 472 — se, de modo que su acción en este asunto es tímida y muy poco efi- caz. En caso de que el Perú se viera obligado por el deseo de la paz y sus propios intereses á hacer con cesiones al sur de la línea del trata- do de San Ildefonso, debía exigir en cambio de los territorios cedi- dos, además de las indemnizaciones que se juzgue convenientes, un tratado que abra todos los ríos brasileños al comercio peruano. El | habitante de Loreto prefiere, como he dicho, la explotación del cau- cho, y gran número de peruanos, persiguiendo este producto, han pasado á ríos cuyas desembocaduras están en territorio brasilero. Por este motivo gran parte del caucho obtenido por el sudor y mu- chas veces á costa de la sangre de habitantes de Loreto, pasa por manos extranjeras, sin que el país natal obtenga ningún provecho en cambio del esfuerzo y sacrificio de sus hijos. La libre navegación de lanchas peruanas en ríos del Brasil, permitiría que cierta cantidad no despreciable del caucho sacado en esas condiciones, pagara dere- chos al gobierno del Perú. LÍMITES CON BOLIVIA El arreglo últimamente celebrado por los gobiernos del Perú y Bolivia y aprobado por los respectivos Congresos, da la seguridad de que la cuestión de límites por ese lado hallará una solución justa. Como los territorios en litigio por'esa parteson bastanteconocidos, me limitaré á recordar de paso algunos puntos. Los primeros exploradores peruanos que se internaron en la re- gión del Madre de Dios, fueron: Maldonado, que murió ahogado en Calderón del Infierno; el coronel La Torre, que fué asesinado por in- dios syrineiris; y Fiscarrald, ,que llegado del Urubamba, entró al Manu después de pasar el istmo que lleva su nombre. El trasporte de la lanchita Contamana á través del istmo y los trabajosempren- - didos en el Madre de Dios por Fiscarrald se hallan todavía en la me- moria de todos. La comisaría peruana tiene su residencia en el sitio llamado Puerto Maldonado, es decir, en la confluencia del Tambopata con el Madre de Dios. La falta de lanchas no ha permitido aún á esta co- misaría extender su jurisdicción más abajo, hasta el río Heath, de 70 69 68 67 66 65 A 3 IS EA a 2 Pa DEL NORTE Y ORIENTE DEL PERÚ opL AMPLIADA Y RECTIFICADA | las png 0/5 S, A A PonocaTses y. sua eN e E, losa - = ) y A y e) 5 a o y . 2 > E Ley - == ESCURA QS a E cn a E a SIGNOS pS E YESA guiris 7 X= (ami, PAI SAR/A y A Á , CE DESTACAMENSONAANCOsI58 1 py + Marco Pando Acevedo Tratado García Herrera pS YE lin ADA, Vías de Comunicación Prison tres -- Modificación del Congreso Peruano e: Es ps A, Caminos proyectados uueños coLoraoos Altura sobre el nivel del Mar ] 2 E > O nasssaaso Límites del Perú nousres co.omoos Tribus de Indios pol 7 y a Arreglo Brasil Bolivia b Fin de la navegación á vapor en 9) o . . / acia Propuesta por Bolivia tiempo de río bajo oe E 'Ñ r=+-=+=»-»-» Demanda extrema del Ecuador EZ | a 1d, id. — de Colombia | E | A j Lo Y y Pra al MA! Ú SI SENSACIONES re QS roma ora, is estudio es extracto de los o ES ios 4. poo Al —Cotuhó — Varaderos de Pebas y originales levantados en escalas 1: ; all en- Loreto. N N DESIERTO aos al Supremo Gobierno ó á la Sociedad Geográfica de 5. Pachitea—Pichis—Palcazu-—Puerto Bermudez á la Oroya. Lo A. 6. Mishagua—Serjhall--Istmo Fitzcarrald—Manú. Las expediciones relativas á este estudio se efectuaron en 7. Sepahua é Istmo al Purus y río Purus. el dobles, los años de 1894 á 1903: 8. Tamaya—Amuenya—Istmo al Yurúa y río Yurúan. Aguja 9. Mishagua—Istmo Fitzcarrald—Manú—Madre de Dios— 6 28 dojerT La exploración de la región del Tambopata—Martham á Pucará CN o 1. Vilcanota—Urubamba—Ucayall—Amazonas. 10. Bajo y Alto Maranón—Apaga—Nleve—Imasia— Uteubam- Ñ 2. A plo ete. e an Lt adn á pao ; , . Itaya—N — L —Sabal — Supay— A- . Napo—COuraray elc. de 10d O Hora s Es ESA id Lo ho nes e LO ddtaltos vo en las relaciones correspondientes. SN NÓ Na A s ! ta | 7 IN peto = bre + trr+rirrrrrr rr» + er rorrrrrernlmrrrrriys+4 PA + AENA RAREASAN En | 7 l. Lobos ar Aluera py %, N Arena Es A JU. y AN: 1 ope 2220 : o da y Ese Es a fama mag! q a e El : o AA 47 R A 2h remo AR AE E 0 ; » 0% ed s É ; Ñ f E pa » Ss TALA ny y S MOTTA Hada! | deb! tama 20% re Sm , y y e 4 Millas 66 +, ¡En co» ro AIN e y y £ a ri : E [n/d y eL , E LY ==. LR ; SS apa Tia 014 E | Uy; 3 ri Pi Ll samba 7% + ES! yy Pa A Y 5 ”' ad A EN BEA aso 1 ) ¿ari e 10 = Ñ Ce Ponralaes ? Arno : Mar ¡AD a EF 7 us Tea ¿A e per a ; nz e: e, e LA ¿ Pur ley id py y ASA ; E rs LAR A Ap E. 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Mishagua—Istmo Fitzcarrald—Manú—Madre de Dios— | 6 » z La exploración de la región del Tambopata—Martham á Pucará =- Ni 1. Vilcanota—Urubamba—Ucayali—Amazonas. 10. Bajo y Alto Marañón—Apaga—Nleve—Imassa—Uteubam- 2. Yavarí—Tapiche—Rio Blanco ete. ba—Bellavista ú Palta. 3. Ttaya—Nanay— Amplyacu—Sabalayacu— Supay— Hama- 11. Napo—Curaray etc. l. Lobdx do Prorra cayacu ete. Los detalles vóanso en las relaciones correspondientes. B R s I 2 | /. Lobos se AlUera pío y AA O DO .r o o as prota il qee tr irerqreren rca ness Ñ O 1 - - A E E, lamamag!5 A wi a 2 e S Le 14, 2 main ; ¿ Anand % Ad os a el ; t Millas 66 era a z eno tr UY ¿ a ll y jsou Es a LS + - 7 HPTTA ñ ; K A pS Herespaco r E Laly > S e 5) SALA y, Mon, Ñ g k 13, F . e 1) e ¿ae S anne] Lo, "Y > Eláñapal erano Y) > INS 2 £ 6u9Ad) y ñ pe CALA últos 61 5 7) q E IN 1 tn A E 0 l AE NS (A ps ES Mis DS => o AMAR) o Ayo : am Primos nerd dd es] : IO E E) | "TL I A V > Y lira z , ] j Pamart cendaro a ap ES p A S tias plaga $ E ar y 1 A A ns Pl 3 cta sia . aurnin x es pe am H P y paca RUS o $ / a pa $ Ci gg 17 0 Dni os ho pa ms ar a 4 5 AN 12 xi 2 us hs - . derazos | nat, A E he 2. mm. Parral AENA Arere | == ON F) 6 COcLazos A ORTO AAA 4 JA > Anar. ¿ Pácahuaras J Chacobas [| Cuamayos y mtncears +1 ARIS PS ón ” DN afluente de la orilla derecha del Madre de Dios. En un punto llama- do Puerto Chivé, existía antes una colonia peruana de shiringueros que trabajaban estradas de jebe por cuenta de un caballero cuzque- ño llamado Astete, socio del boliviano Nicolás Suárez. Los comerciantes bolivianos trafican desde San Antonio hasta la boca del río Heath, mediante cuatro vapores fluviales. Señores: Profundamente agradecido estoy á la henévola atención con que habéis honrado la lectura de estos apuntes y me pongo por comple- to á vuestra disposición para absolver cualquier pregunta que, so- bre el tema expuesto, deseárais hacerme. APUNTES. SOBRE CAILLOMA Este provincia, del departamento de Arequipa, está dividida en dos por la cordillera principal, desaguando la mitad al Pacífico y la mitad al Atlántico. Debido á la ignorancia de las autoridades subalternas, la subprefectura no ha podido conseguir censo alguno. En todo caso sería difícil, debido á los hábitos nómades de los indí- genas. Con excepción de la quebrada del río Colca, es todo puna; te- niendo la provincia en término medio una altura de más ó menos 15,000 pies. El ingenio mineral de San Ignacio, adonde se han tomado algu- nas observaciones meteorológicas durante los últimos siete años, está ubicado á tres kilómetros al sur de Ja capital. Su altura según el término medio de 30 observaciones del punto de ebullición del agua destilada, con la corrección por la temperatura, es de 14196 pies, lo que daría 14400 pies para la capital. El Toro, el campamento prin- cipal de la Compañía inglesa, con 600 habitantes, tiene una altura de 16000 pies. Solo en la parte baja de la quebrada de Colca se en- cuentra algo de agricultura; el resto de la provincia produce un es- — 474 == “aso pasto, que alimenta á gran número de alpacas. Para las obser- vaciones meteorológicasnos hemos validode dos termómetros que) marcan automáticamente la máxima y mínima) adheridos á una tabla con techo de madera colgada á un poste á 1.50 metros del suelo, y de un pluviómetro cilíndrico de latón de 75 centímetros de alto por 22 centímetros de diámetro, con un tubo de vidrio márca- do en octavos de pulgada inglesa. Dicho pluviómetro está colocado á dos metros del suelo y tiene adentro un embudo, provisto de una 'álvula, con el objeto de evitar la evaporación, hasta donde sea po- -sible. Los termómetros han sido cotejados mensualmente con el que remitió la Sociedad, sin encontrar diferencias notables; pero de abril á julro de 1898 no se podía anotar las máximas, por haberse pasa- do arriba del index un glóbulo de mercurio. Las anotaciones se han hecho diariamente á las 10.30 a. m., y se ha notado que la máxima tiene lugar de 243 p.m., y la mí- nima de446a.m. Sobrelas mínimas no hay advertencia que hacer, pudiendo acep- tarse como verídicas; pero debe tenerse en cuenta que la sombra co- locada para el termómetro no es perfecta y que dentro de una casa con techo de paja las máximas hubieran sido mucho menores. Enlos piques de las minas, adonde no hay corrientes de atre, el agua no se deshiela todo el año; pero en las galerías que tengan conexiones con la superficie, solo se encuentra hielo en el invierno. Para traba- jar los turbales, es preciso descubrir el terreno, dejando penetrar los rayos del sol; de otro modo no se puede cortar la turba, por es- tar sólidamente helada. De todo esto se deduce que verdaderamen- te en la sombra el hielo es perpétuo. Los aguaceros duran cuatro meses, de diciembre á marzo, y va- rían mucho, desde S á 36 pulgadas, con un término medio de 23.8 pulgadas. La noche antes de un aguacero se nota generalmente po- co frío; debido, sin duda, á la presencia de nubes que impiden la ra- diación. La temperatura más baja notada, 19 grados bajo cero, no sería considerada muy severa en Europa ó en los Estados Uni- dos; sinembargo aquí causa hasta un dolor fuerte y en los alcohóli- cos muchas veces produce la muerte. Después de cerrar estas tablas hemos anotado el 7 de agosto 20.75 grados bajo cero. De junio á O setiembre experimentamos fuertes vientos y los remolinos á veces llevan los techos. Es probable que, en la denudación geológica, es- tos vientos llenen un papel tan importante como los aguaceros y los hielos. RESUMEN DE LAS OBSERVACIONES TERMOMÉTRICAS TOMADAS EN CAI- LLOMA DURANTE SIETE AÑOS CONSECUTIVOS, Y PUBLICADAS EN LOS BOLETINES DE ESTA SOCIEDAD. BoL0 Cero Término medio — Puloodos inglestis ENERO Máximum Minimum Máximun Minimum. AgNacero E AN O 22.5 I= TS =2 — :1% MS o dl aiadasas 1O:a 4— 15.8 2 > 3 7% ES IIA ZA 25 OS +1 26 65% O 20 05 20 24 HABS 4. Y O: cn dera 20= 55 6 1 DT 4 — 1 A 21-- Tia 167 —3 5 2 1 A 20 125 1505 —6 06 3 Ya Extremos y media 25— 123 1733 —164 3 857 FEBRERO dee ree OA 23— T= 16 4 17 2 Y Mo 17— 3— 139 —1 66 121% MOS cesado 2 0= 16 4 eZ 95% ME. DOTA 22 9 > 18 4 2109 6 Y Mad Er AA A Ss Sa 15 31 +0 63 3% O ot UA, 715 16 — AS 3 Ya A AAA 19— 8 14 7 —4. 3 9 Extremos y media 23— (E 15.S7.. 30496 6714 B010 Cero Término medio — Pulgodes irglesos Maximum Minimum Maximum Minimum AgUACETO MARZO MS OS 17 SD 14. 74 Fe 19% PSSS AA LS S— 14 — —2 4 DÁ SI A 215 US 16 9 +12 11 5% MO O in SS 25 17 4 087 5 % ON ASE Y 18— > 1413 +0 54 4 3% AI 20 a 146 A Mi Ao o 16 105 13-57 El: 4. Y Extremos y media 215 10= 1505 —118 5 607 ABRIL MODO MA AS Lo 75 1291 —3 49 5% MITA a AT MO —= == 12 08 —3 42 5 MSM Rs Setas 1= —4. 2 3% O eo Res INS: 55 158 +0 4 3 Y OOO 20 5 = 15 83 —1 8 5 MIO to 2 SS YE —4. 32 Ye LID A ON 18— 95 14 4 —5 2 15% POD A 105 128% —5.97 17% Extremos y media 21— 105 14 43 —3.504. 1156 Mayo ISO A oa 14— 85 Te —0 di Y SIT PE AS 14— 10 TAS —616 ISO e colmó 14— 0 Y MS aro 165 85 147 —3 42 3% OOO ra ou: 0 ES 138 9/96 3% E A A 24— 125 163% —T7 34 TOA A Re 16= 145 12 63 —8 8 3% Extremos y media 24— 145 1316075068 0 357 Bolo Cero MáxiMuM Minimum Junio UNO. rn is AS 15 O ás 10 14— E dl rio MOS IS A AA E 15— 10— MIO O hos 15— SNS EL. A 23 145 MODA dos brea 165 19— JULIO MO o 143 O it e E MS o o 15— IDO. 145 MA is o 19— MODA A. blues 15— AGOSTO A ON 1 A 15— MISA o ao ns 165 A os A 21— OOO nene 12 MOM a cto ip as 19= MOOD e tasas 19— Extremos y media 21— Es 16— 165 1235 1 135 165 165 135 12— LES 1s— = Término medio — Pulgadas. inglesas Máximom Nin imun Agnacero 9181" <=. 1088 10/43 9.68 Y6 19078 5.758 Ya PICS A, de 18 — —11 65 10) a 1256 —1129 0.036 E 1 105 8-18 Lro0% 88 1342 -—1018 11-76). —11:68 193 2 0 109 — 8S— DA — 97 Ya 139 745 1 TS Ya DIA. 6/8 1 — 110 da 12182 1384 — 904 0 036 — 418 — Bolo Cero Término medio — Pulgados inglesas Máximum Minimum Máximum Ninimun Aguacero SETIEMBRE MO O stan SIS 14— APTO IZ MOM Ad 185 13— 1458 — 9— Ya MS O Y 10— 1773 — 483 A a: 20-- 6— ISO = 28 Ya OOO teni 19— 15— 1553 — 69 MOL 225 EZES 19 4. —= 16 IA O 17— 13— 1378 — 945 Y Extremos y media 225 15— 1589 — 68 0.571 OCTUBRE SAA es 21— 95 163 = 505 MOM citas o 21— 14— IFE — 9=— Y MS das 24— S— 2013 — 4.93 Ya OO cd 23 6— 19 — 158 S MODO... 20— 8— 1652 — 28 11% O A 23 11— NAS — 31 2 Ya MONDO. eros tlaa 18— 14— tro = 901 15% Extremos y media 24— 14— A SE 0 982 NOVIEMBRE ESOO: A RE 245 8— 1943 — 465 MA cod 245 11— ZO “MS ESOS. 205 — 2265 — 345 e SD E e IED DO 216 — 01 e MODO: A 21— 8— 1814 — 298 13 A e 22 5 6: — 16.35 1692 IA 22— 11— 1707 —643 15% Extremos y media 275 11— SE PAS A 0661 A Bolo Cero Término medio — Pulgadas nglesos Máximun Minimum Maximum Minimum Agnacero DICIEMBRE A 23— 4— de! — 1— 2 Ya O cnt mon ios 24— 95 1655 — 2-— 7 1898...... NAS 28— 2 20 3 0 Z 3 Ya a aaa reoiaw 245 85 2020 ESOS 5% A 21— > 1738, == ETT 7 a nas lanzas 25 5 JS 2056 — 564 a EN) e O 20— a MIO 20109 69% Extremos y media 28— 115 1831 — 224 3 839 EXTREMOS Y MEDIA DURANTE SIETE AÑOS BAJO CERO O tatoo 25— 125 SS O DS a 15:87 IAE ZORO ias 2 10— 3305 A A 21— ORO, 14 43 1 A 24— 145 316 O Eb amango ass 23— 19 12 56 MAI A 19— M6 14893 LO ASA ZAS 18— 13 84 SEbIembDES sd. tics O 15— 15 89 DECIDE ica 24— 14.— 17 61 Noviembre............ NS 11— 19 42 DICIENDO cooonooos 28— ES PS Extremos y media 28— 19 — 1545 1 64 0 96 118 3 54 670 1029 12 27 9 04 6 SO 515 3 88 224 5 31 AGUACERO DE JULIO Á JUNIO DURANTE SIETE AÑOS 1896/7 Sy 1897 /8 31 4/8” 3 857 6714 5 607 1AS6 0357 0036 0000 0036 0571 0982 0661 3839 23 816 — 480 — 1898/9 86 1/8” 1899/1900 27 6/8” 1900/1 16 3/8” 1901 /2 18 3/8” 1902/3 28 4/8” Término medio....... ES 23 804. pulgadas inglesas H. Hope Jones, Socio corresponsal de la Sociedad Geográfica de Lima. A € Ñ —> Ú Miscelanea Plano del rio Mishagua-—En la memoria anual que próximamente Jeerá ante la junta General el presidente de la Sociedad Geográfica de Lima, ha de tratarse de las exploraciones y viajes que se han llevado á cabo en el territorio de la Repú- blica en el decurso del año, especialmente en la región oriental: las primeras enviadas especialmente por la Junta de Vías Fluvia- les y los segundos emprendidos por misioneros, caucheros ó per- sonas amantes de ese género de estudios. Dicha memoria irá acompañada de gran número de planos y eroquis, y á fin de no hacerla tan voluminosa, insertamos en el presente fascículo, además del mapa de la región norte y este del Perá que acompaña la conferencia del ingeniero Sr. Von Hassel, tres planos del rio Mishagua que corresponden á la memoria del presidente. Estos son: Plano del rio Mishagua Perfil longitudinal y Perfiles transversales del mismo, levantados por el ingeniero Juan M. Torres, en el viaje de exploración que hizo como miembro de la expedición del coronel La Combe á los ríos orientales, enviada por la precitada Junta de Vías Fluviales, á mediados de 1901. [NDICE De los artículos insertos en los Boletines de la Sociedad Geográfica de Lima, correspondientes á los cuatro trimestres del tomo décimo-terció TRITIESTRE PRIMERO PÁGS. Memoria del presidente de la Sociedad Geográfica de Lima, don Eulogio Del- gado; correspondiente al:ado 10D. .a..ooidaadidicnnido coca toccaróriccdo nico tii arvrersciadonenoo 1 Fronteras de Loreto: conferencia dada en la Sociedad Geográfica de Lima, por el-señor Manuel P.. Villanueva. (Conclusión) mv... itiooocooocicaracidónoccninocciónoo co 30 Vías al oriente del Perú: conferencia dada en la Sociedad Geográfica de Lima, por el señor Manuel Antonio Mesones MurO...omoconnnodonónncocónncicónnnnoro 0 o o . 54 Discurso del señor Ministro de Fomento, doctor David Matto, al terminar la CONESTOICIA ADÉOLIOT cvs ocodococódocnadia do cictlr ici dic ridad toniadinea A DUDO o) La demarcación política del Perú y medios de asegurar su reforma, por Ricar- do Ti O AS SE a TS a Estación seismológica, por Felipe Bueáda y DES It ita LLO Párrafos relatiyos al Perú extractados de la memoria anual doll 1902 que presen- ta el director del observatorio de Harvard College, señor Edward C. Picke- cae A A A lr Miscelánea, —Cerro de Pasco... OL O ae EE - IN de ple dra ads cas LM E) Observaciones termométricas tomadas en San do! Cailloma, departamen- to de Arequipa, en los meses de enero y febrero de 1903, por H. Hope Jones.. Cura AS CA IO RSS E os a 21) Plano del camino ab er okamia á OS por_Antonio Raimondi, y de Balsapuerto á Yurimaguas, por Oscar Mavila. TRIMIESTRE SEGUNDO De Chiclayo á Puerto Meléndez en el Marañón, por Enrique Brinning, (1* par- te) con diez fotograbados y algunos croquis. .. O ON A Enumeración de los vestigios de la antigua civ ilización entre nabo y la cordillera por Antonio! RalmYONdl.annoicda arto cacicdan dra ii ttcelindaris 159 Del Pacífico al Amazonas—Ferrocarril al Manseriche. —Estudio de las vías del Nontesporkosendo Ramblas tacita ia abr coreo ce ct qeda de dOa 1 Censo de Iquitos, por el doctor Genaro'E. HerreTQ....omioccoconnonnnncnannacnoncinnnanocconnnono 178 Pedro Sarmiento de Gamboa y su historia de los Incas, por el doctor Manuel L. A A E e O a PÁGS. Y Monografia histórica del departamento de Piura, primera parte, por Ricardo García Rosell .. O O a ooo o Vias al Madre de Dios, por Carlos Lar bi A A roedor Miscelanea. —Premio bi-anual de la Sociedad Geogr áfica de Lido OÍ C'bservaciones termométricas tomadas en San Ignacio, Caillomh, departamento de Arequipa, en los meses de marzo y abril de 1903, por H. Hope Jones.. 248 /Plano de los rios Huari-Huari y alto Tambopata, por Germán Stiglich. Pag! 248 TRIMESTRE TERCERO Cuadro de la división política del Perú en 1908 ....concononioo ajoonscanos bla noe loss cóandOS 249 De Chiclayo á Puerto Meléndez en el Marañón, por Enrique Brining (continua- ción) con /fotograbados Y Ll CROQUIS Y ATOUJOS Hectaaacer alan ao al rre RON 249 La via fluvial de Huayabamba, por Germán Torres Calderón (con unmapa).... 295 Monografía histórica del departamento de Piura, segunda parta, por Ricardo Garcia Rosello iria hiba dl a cai ods SC OO o OS «5 DA Itinerario de los viajes de Raimondi en el. Perú.——De Yurimaguas á Tarapoto por el rio Shanusi. —Moyobamba—1869 ...oommocciconcenics cu den o enonccin ala OL Observaciones termométricas tomadas en San Ignacio, Chica] departamento. é de Arequipa, por H. Hope Jones, en los meses de mayo, junio, julio y - agosto de 1908). 0otitencaco ctm iacotiaioles veopertajo Monsizo solicita OS | Plano del rio Inambari, por César A. Cipriani. —Plano del riy Madre de Dios, | por Germán Stiglich. 105% =*%- TRIMESTRE CUARTO De Chiclayo á puerto Meléndez en el Marañón, por Enrique Brúning (continua- Ción)-con OS .CrOQUÍS. oca a da TN Monografia histórica del departamento de Piura (continuación) por Ricardo : Garcia Rosell... iS AN A Y Ligeros apuntes sobre nuestras regiones limítrofes: Conferencia dada en la .So- ciedad Geográfica de Lima, por el ingeniero Jorge M. von Hassel (con un Apuntes sobre Cailloma, con un resumen de las observaciones termométricas tomadas en esa ciudad durante siete años consecutivos, por H. Hope TONES> 100 0 A MS INDICE GENERAL DEL TOMO XIUIL. ts ot SAN . 481 /Plano del rio Mishagua. Perfil Moción del io AS btransversa- les de id., por el ingeniero Juan M. Torres. Curs yz a f -=23 c——y e Qr HEAT ¿Me ¿ . bl ” ' mo. PE * . o úl EA 94 > » y e y Pa ' vt * A ul » * y Ñ . > 7 1 “ . Y a * ” ¿8 0 e” a 1 de des . + 7 E E PERFIL LONGITUDINAL DEL TALWEG DEL RIO MISHAHUA POR EL INGENIERO h Don JUAN M. TORRES REDUCIDO DEL PLANO ORIGINAL ROR RAFAEL E. BALUARTE ñ 1 Escala de longitudes: Mood 1 Escala de alturas: 5.906 1505 FIG 2 ABACO Y Corte /en ShitSlaoja DE LA ESCALA HIDROMETRICA EN LA NAVEGACION nó rt A Escala de longitudes: O:"001=1" 8 ES NAL / Y ' Escala de alturas: O."001=0:06 A 7 % Greda plmirazo% 4 ¿ > he 14) ) S AS A ! Form Z LrreX o PS 6 y 2 a Terra vejeta 12 f , ' ; i AS Tra rat de —- MARZO DE 1902 Cotto A Dia ce os 21 RIF Y TIP NACIONAL Mi BADIOLA Y CIA. Nivel debas agvos hd > A A PERFILES TRASVERSALES DEL RIO MIS de, HANVA ROI >, curenja, o Chendie:: Oeseameris a Curonya A 70 E] YAA OA AAA Ate nea. O Mestala dere, Nica belen SRL Cujar 2 E S ¿str > 2 Ñ z - ) y AI Ñ 2 (o) l AS , 5] > = 7 Asunción S i l RAR OS LASYASID ts y 2 NS X $ S7Vicento Chopuri* -- ES y AO = $ | Puerto bhondless E J ps E llo segañva Y pS > 5 Ho vn/ | 5 A 9/ mo A Op ws q ió rule lia QYE anu ya __—— 1 — Barraca nuripa | ¡Puesda Primo E 7 y 1 4ná8 y, ae nia ae Cerro Pontiecallas > 7 Pal y mesera or l RIO PAMPAS . . Lavnión? A Y Ñ o] > e 3 apuss en ran rayon Mg | Tres Mining CF EZ pe 4 Ej 14 INDICANDO EL RESULTADO DE LAS ÚLTIMAS EXPLORACIONES EN LOS RIOS PAUCARTAMBO MADRE oe DIOS | Ne: Un centimetro por10 Kilómetros we Pina LITOGRAFIA+TIP CARLOS FABBRI. LIMA-PERÚ BAS e ES] DE LA —SODIEDAD GEOGRÁFICA DE LIMA ciar debidamente nuestra situación actual y dirigir una mirada interro- gadora al porvenir, para comprender que el Perú, con más motivos que cualquier otro país, y ahora más que en cualquier otro momento de su historia, necesita conocerse bien y darse á conocer en el exte- rior. : Apreciándolo así, y deseando cumplir satisfactoriamente los de- beres que esa situación le impone, esta Sociedad ha resuelto dirigirse á V. E solicitando los elementos que necesita, para ejecutar en ese orden de cosas trabajos de incuestionable urgencia y utilidad. El mapa del Perú que la Sociedad ha impreso sobre la base de los datos del sabio Raimondi, y el mapa mural que ella ha hecho y que va á imprimirse con el apoyo del Gobierno, representan sin du- da un gran progreso realizado; pero es necesario no detenerse allí, continuar las rectificaciones del mapa general, y emprender al mismo tiempo el trazo en grande escala de las cartas de los departamentos, para lo cual será forzoso adoptar métodos más rigurosos que los em- pleados hasta hoy y hacer una recopilación de los más minuciosos datos. Es necesario, en relación con ese mismo Eabajol determinar las posiciones geográficas de las capitales de departamento, cuyas coorde- nadas no estén fijadas aún, y rectificar las ya conocidas, enviando Á todos los puntos importantes de la República comisiones especiales que ejecuten esas operaciones tan delicadas, aprovechando de la red telegráfica que hoy une los principales puntos de la costa y del interior. Debemos emprender la obra de un nuevo Diccionario Geográfico del Perú, que podrá contener, según cálculos que no parecen exage- rados, de 20,000 á 30,000 nombres más que el de Paz Soldán, cuyos datos deben sufrir á la vez numerosas ampliaciones y rectificaciones, como resultado de los cambios realizados desde la época en que el ilustre geógrafo mencionado hizo aquella publicación. nn >. — 29 — Las nuevas cartas de los departamentos deben ir acompañadas por monografías extensas, que reunan más tarde, en un solo volumen, una completa geografía nacional, obra que no poseemos y que han ejecutado ya, ó están realizando, las repúblicas limítrofes con la nues tra. Para que esos trabajos, y especialmente los dos últimos que se han indicado, tengan toda la precisión y amplitud posibles, estamos preparando la organización en las principales ciudades del Perú de Centros Geográficos correspondientes de esta Sociedad, semejantes á los que se han establecido ya en Arequipa é Iquitos. Dichos Centros, formados por las personas más ilustradas y que másse interesan por el progreso de la geografía de sus respectivos departamentos, harán la monografía de éstos, completarán los diccionarios departamentales, y además de mantener y estimular el espíritu científico en todo el país, constituirán la mejor fuente de información á que puede ocu- rrir la Sociedad, en demanda de los datos nuevos que sus estudios exigen constantemente. Tenemos, en fin, en el archivo de esta Sociedad, de tres ácua- tro mil folletos y libros sin empastar que hemos ido adquiriendo ó que diferentes sociedades científicas nos han enviado. Para facilitar su empleo, para que pudieran ser manejados y utilizados conve- nientemente, sería necesario empastarlos, y formar así cerca de dos mil volúmenes, que enriquecerían nuestra biblioteca con una suma de documentos y datos de un valor inapreciable. En presencia de necesidades que tanto interesa á la Nación sa- tisfacer, la Sociedad Geográfica ha resuelto emprender sin demora esos trabajos; y solicita de VE. incluya en el presupuesto de este año la suma de tres mil libras, que, bien distribuidas, permitirán ejecutar al- gunos de los trabajos indicados y dejar iniciados los demás. Esta suma parecerá sin duda pequeña, comparada con la impor- — 30 — tancia del fin que se persigue y con las aspiraciones que, en este orden de cosas, ha comenzado á manifestarse en el país; parecerá aún más pequeña si se le compara con los gastos enormes de esa clase que sin vaciliar se imponen otras naciones, á las que interesa mucho menos que al Perú el estudio geográfico de su territorio; pero esta Sociedad, como es natural, ha calculado el piéen que deben ejecutarse esos tra- bajos, teniendo en cuenta la situación económica del país. La Sociedad espera que, en vista de las razones expuestas, el Su- premo Gobierno se dignara tomar en consideración este pedido, señalan - do en el Fresupuesto General de la República la partida correspon- diente. Lima, 29 de setiembre de 1903. Excmo. Señor: Eulogio Delgado. —R. (G. Rosell, —J. Prado Ugarteche. — E, Habich.—Federico Villareal.—L. Avendaño.—/J. Toribio Polo.—F, Barreda y Osma.—Olivo Chiarella.—M. Melitón Carvajal.—Solón Polo.— Alejandro Garland.—P. Patrón.—A. Espinoza. — Carlos A. Romero.—F. Elguera.—Darto Valdizán.—T. E. Elmore—J. E. Cas- tañón.—/. A. de Tzcue.—I. La Puente.—J. Capelo. MEMORANDUM DE LOS TRABAJOS QUE MOTIVAN EL PEDIDO DE £ 30,000 HECHO POR ESTA SOCIEDAD 1. Posiciones geográficas. —- Hay que determinar las de los princi- pales puntos de la costa é interior del Perú, unidos por telégrafo con la capital. Importancia y urgencia de ese trabajo. —Solo el telégrafo permite dar una precisión satisfactoria á la determinación de la longitud en un lugar. En prueba de ello basta citar el caso de los observatorios de Greenwich y de París, en cuyas longitudes relativas existía un error que se descubrió cuando ambos fueron unidos por el hilo eléc- — 31 — trico. La longitud de la Oroya, calculada por conocidos ingenieros que llevaron la hora de Lima en cronómetros y por ferrocarril, adole- cía de un error de varias millas, descubierto asímismo cuando se em- pleó el telégrafo para conocer la hora de esta capital. Pues bien, solo hay en el territorio nacional nueve puntos fijados por medio del telé- grafo: Lima, Supe y Pisco en la costa, y Oroya, Tarma, La Merced, San Luis de Shuaro, Eneñas y San Nicolás sobre la vía central. Los demás lugares de nuestro territorio no han sido fijados ó, en el mejor caso, lo están por medio de métodos que solo dan lejanas aproxima- ciones, como lo manifiesta el ejemplo ya citado de la longitud de la Oroya. En nuestro mapa del sur, del norte y del oriente de la Repúbli- ca hay, pues, sin duda alguna, grandes errores que subsistirán mien- tras no se aproveche la red telegráfica que cruza el territorio nacional. La Sociedad Geográfica propone prolongar hacia el sur, hacia el norte y hacia los rios navegables, las líneas de posiciones geográficas exac- tas. Para determinar tan solo las coordenadas de Oroya, Tarma, La Merced, San Luis de Shuaro, Eneñas y San Nicolás, fueron necesarios seis meses y que la Sociedad Geográfica gastara, de sus fondos, más de dos milsoles en movilidad y mantención del cuerpo técnico, habiendo hecho los tres miembros de él ese trabajo con instrumentos propios y sin remuneración alguna, En esta ocasión se enviarán tres ó más comisiones, en proporción al personal adecuado que sea posible conseguir, remunerándolo, y pro- veyendo á las comisiones de todos los instrumentos del caso. Se dedi- caráá esto 1,500 libras, y la sociedad se daría por satisfecha si lograra, con esta pequeña suma, determinar durante el año, diez de los pun- tos principales que se hallan en comunicación telegráfica con la capi- tal. — 30 == 2. Diccionario geográfico.—Conocida es la utilidad de un buen dic- cionario geográfico y los servicios que puede prestar á la administra- ción y á los particulares. El único que poseemos, el de Paz Soldán, publicado hace 26 años, necesita ya ser sustituido por otro. La So- ciedad propone que se emprenda ese trabajo. El medio de ejecutarlo con relativa rapidez y gran economía, es aprovechar de los centros geográficos que la institución está creando en las capitales de los de- partamentos, encargándoles que formen diccionarios departamentales, en donde figuren todos los nombres que no aparezcan en el de Paz Soldán. Esas obras locales servirán de base á la Sociedad para hacer el diccionario geográfico general. Se pedirá ademas á cada centro una monografía departamental, sirviendo también esos trabajos para que la sociedad pueda empren- der la obra de una buena geografía del Perú. Aunque los centros están formados por personas que cooperarán gratuitamente, será necesario al pedirles trabajo de tanto aliento, abo- nar, por lo menos, los gastos de amanuense y escritorio. Se espera poder establecer este año cuatro centros, además de los de Arequipa é Iquitos, que están ya organizados; y calculándose en 100 soles el gasto mensual que cada uno ocasione, mientras esté ejecutando la labor arriba indicada, representará ello 720 libras durante el año. Al hacerse el diccionario se podrá formar la nomenclatura com- pleta de los lugares habitados en la República, sentándose así la base indispensable para los trabajos de un nuevo censo general. Está pro- bado que, debido á la falta de una buena nomenclatura, quedaron sin empadronarse en los censos anteriores, 314 puntos habitados, sobre 802 que hay en sólo el departamento de Piura. 3. Publicaciones. —Los trabajos aislados que remitan las comisio- nes y los centros, se irán publicando en el Boletín, con los grabados, ls otografías y planos correspondientes. Se destinará á este objeto la suma de 400 libras. 4. Encuadernación. —La de los mil volúmenes que pueden formar- se con los boletines de cange y folletos sueltos que hay en nuestro archivo, ocasionará un gasto de 200 libras. 5. Con las ciento ochenta libras restantes, se hará frente á los gastos que esas labores ocasionen en la oficina que las centralizará en Lima. En resumen, la partida de libras 3,000, se distribuirá así: Eosíciones. geopracaso va ios IESO Diccionario geográfico y monografías de- pantamentales, 20 US AL ON 720 Brbliicaciones hn. do o 400 Encuadernación de folletos y boletines. . 200 Miena dema. Ta 180 Mota IEA AS;000 Lima, 10 de octubre de 1903. Eulogio Delgado. El Supremo Gobierno acogió con interés nuestra solicitud, y el Señor Ministro de Relaciones Exteriores, doctor José Pardo, la remi- tió al Congreso apoyándola por medio de un oficio, rubricado por S. E. el Presidente de la República don Manuel Candamo. Las comi- siones de Presupuesto de ambas Cámaras tuvieron á bien prestarnos su apoyo y la partida fué aprobada por unanimidad, lo que ha com- prometido en alto grado la gratitud de la Sociedad hacia todos y cada uno de los HH. SS. Representantes. Aunque el Presupuesto fijado por las Cámaras señalaba á esa partida la suma de 3,000 libras que, según nuestros cálculos, eran ne- 5 cesarios, la ley complementaria hubo de rebajar dicha suma á 2,000, lo que reduce desde luego los trabajos que podremos emprender este año. Dos son los Centros Geográficos que hemos organizado ya: el de Iquitos, que cuenta ahora con numeroso y selecto personal, y el de Arequipa creado este año y en donde figuran hombres de ciencia de los que se enorgullece no solo el departamento de Arequipa, sino toda la Nación. Seguro estoy de que al ver el personal de esos centros experimen- tareis la misma satisfacción que siente el Consejo Directivo al presen- taros en las comunicaciones que hallareis al final de esta Memoria las listas de nombres que aseguran el éxito de nuestros proyectos, pues no cabe duda de que con tales adherentes, los estudios confiados á los Centros de Arequipa y de Loreto corresponderán ó mejor dicho superarán á los esfuerzos que nos indujeron á promover su creación. Por lo pronto el Centro Geográfico de Loreto nos ha enviado un plano y un valioso trabajo sobre el río Igara—Paraná, importante afluente izquierdo del Putumayo y cuyo curso no había sido estudiado aún. El Vice-Presidente del Centro Geográfico de Arequipa, señor Solon Bailey, nos ha trasmitido el resultado corregido y final de sus observaciones y cálculos para determinar la posición del Observa- torio astronómico de Arequipa y la de la torre oeste ue la Catedral de esa ciudad. El Centro, además, desde sus primeras reuniones, ha organizado una comisión presidida por el señor Bailey, la que se ha, encargado de hacer el mapa de esa provincia. En la actualidad nos ocupamos de la formación de otros dos cen- tros geográficos: el del Cuzco y el deTrujillo, y si ningún obstáculo ines- perado se presenta, confiamos en poder organizarlo en los primeros meses del próximo año. Al mismo tiempo hemos encargado á Europa, por conducto del Ministerio de Relaciones Exteriores, al cónsul del Perú en Londres señor Lembcke, asesorado por nuestro distinguido socio honorario se- ñor Clemente R. Markham, presidente de la Real Sociedad Geográ- fica de Londres, los instrumentos científicos que necesitamos y cuyo valor asciende á £ 600 más ó menos. Una vez que los recibamos, se nombrará las comisiones que sean precisas para que fijen posiciones geográficas, determinen distancias, hagan observaciones meteorológi- cas, tomen alturas, vistas fotográficas, etc., á fin de ir acumulando poco á poco el material que exige la redacción de una obra lo más completa posible sobre el Perú, ya sea en conjunto ó separadamente por medio de monografías departamentales, para lo que contaremos, como he dicho, con la eficaz ayuda de los centros geográficos de Are- quipa y de Iquitos. y con los que sigamos creando en las demás capitales de departamentos. * * * Juzgando que no conviene postergar por más tiempo la triangu- lación de nuestro territorio, estimo llegado el caso de que nos ocupe- mos cuanto antes de este asunto, principiando por la triangulación primordial; para llevar á cabo, más tarde, poco á poco, la interme- diaria. La ocasión en la actualidad no puede ser más propicia. Tenemos como base los trabajos emprendidos en el Ecuador por la Comisión Científica Francesa enviada para medir allí un arco de meridiano, y tendremos pronto la triangulación que dicha Comisión se propone hacer hasta Paita, de la cual podremos aprovechar para ligar ambas mediciones. Desgraciadamente carecemos por ahora, en el país, de personal práctico para este género de estudios, por lo que me propongo escri- bir á Mr. O. C. Tittman, superintendente del Cuerpo Geodésico de los Estados Unidos, suplicándole indique á cuánto ascendería más ó menos el gasto anual de uno ó dos especialistas competentes, miem- —= 36 — bros de ese Cuerpo, que viniesen á iniciar y dirigir tan importante tra- bajo. Según la respuesta que recibamos, solicitaríamos del H. Con- greso, por conducto del Ministerio de Relaciones Exteriores, consigne en el Presupuesto General, para el año próximo, la suma que sea necesaria, la que, por otra parte, no creo sea muy crecida, dados los adelantos realizados últimamente en los Estados Unidos para el esta- blecimiento de bases de triangulación. y 4 El Consejo Directivo, deseoso de traer á su seno el mayor contin- gente posible de luces para el mejor acierto en sus decisiones, ha estimado conveniente elevar su número de 25á 34 miembros, sin alterar por esto el quorum fijado para sus sesiones. La comisión hidrográfica, dependencia del Ministerio de Guerra y Marina, ha sido constituida por decreto supremo de 20 de junio úl- timo, con el fin de estudiar nuestra costa y nuestros rios orientales, levantando los planos y reuniendo los datos que puedan contribuir á facilitar la navegación á lo largo de la primera y del curso de estos úl- timos. Al levantar los planos de los ríos explorará y trazará el mapa de las zonas orientales colindantes con las repúblicas vecinas. Ya en la memoria correspondiente al último año, hicimos notar cuan urgente era que el Perú practicara un estudio serio de su costa para rectificar las cartas marítimas actuales, cuyos errores crean difi- cultades y aún peligros á la navegación. La Sociedad Geográfica no puede, pues, sino ver, con suma com- placencia la creación de un cuerpo científico, especialmente encarga- do de este estudio y llamado á contribuir al progreso de la geografía 5 5 ; . ., nacional y á ayudarnos de modo muy eficaz en la determinación de coordenadas, fijando las de todos los puntos de la costa á donde lle- gue ó pueda fácilmente llevarse el hilo telegráfico. Esa comisión le- vantará, además, planos de los puertos, caletas, ancones y cabos, fi- jados hoy día solo de una manera aproximada en los mapas, y está llamada, asímismo, á estudiar la meteorología marítima aún no bien conocida. Sus trabajos de sondeos nos permitirán averiguar la natu- raleza del fondo en los puertos y así tendríamos datos con que pro- yectar mejoras para el embarque ó desembarque de pasajeros y mer- caderías, en aquellos puertos donde hoy estas operaciones son peli- grosas y costosísimas. Bien sabeis, señores, que nuestro extenso litoral cuenta con magní- ficos puertos como Paita, Callao, y Chimbote, pero que tiene otros, co- mo Eten, Salaverry y Mollendo, que apesar de su importante situación, están muy lejos de reunir las condiciones exigidas por el movimiento comercial que por ellos se realiza. Paita, con su hermosa rada de bastante fondo y de tranquilas aguas, es sin duda el mejor de ¿toda la costa sudamericana del Pacífico; y por su posición geográfica está llamado, cual ninguno, á ser el término del ferrocarril al Amazonas. Tenemos demasiado cerca la excelente rada del Callao para que necesite hablar de ella, y son bien conocidas también las excepciona- les condiciones que reune la bahía de Chimbote. En cambio Eten, Salaverry y Mollendo, como he dicho, son fon- deaderos sin abrigo que el comercio ha utilizado en fuerza de circuns- tancias superiores á los inconvenientes que ellos presentan; Mollendo especialmente no tiene de puerto sino el hecho de ser el término del fe- rrocarril del sur, y apesar de ocupar el primer rango por su importan- q 38 == cia comercial, después del Callao, es el peor de todos en cuanto á fa- cilidades para el desembarque. . Sería, pues, muy útil y oportuno que la Comisión Hidrográfica estudiara, por medio de sondeos, las capas que constituyen el fondo de estos malos puertos y el subsuelo de sus playas, á fin de saber cuál es el material de que están formadas, pues si resultaren fáciles de exca- var, sería posible abriren las playas pequeños puertos mediterráneos bien abrigados y provistos de un canal marítimo para que las naves ingresaran á ellos y atracaran á sus muros, verificándose así las opera- ciones de embarque y desembarque de la manera más rápida y segu- ra y á reducidísimo costo. Dichas obras no serían tan difíciles de ejecu- tarcomo á primera vista parece. Los puertos de Eten y Salaverry, por ejemplo, cuentan con fon- do suficiente para que las naves se acerquen bastante á la orilla en épocas de bonanza; sus mareas son menores de un metro; tienen pla- yas bajas desprovistas de barrancos y sus morros les proporcionan por lo general suficiente abrigo. Se prestan, pues, admirablemente para construir una dársena ó dock mediterráneo, con un canal marítimo de poca extensión, y ¿cuánto no ganaría el comercio y esos puertos con tales obras? Para lograrlo bastaría, por ahora, un dock con capacidad para solo cuatro naves, y un canal con ancho suficiente para que ingresara una sola nave sin peligro en época de bravezas de mar. Si aumentara más tarde el tráfico se procedería al ensanche de la dársena y á proteger el canal marítimo, para impedir su arenamiento. Si el fondo de la bahía de Paracas estuviera constituido por un material fácil de excavar ó dragar, se podría allí construir un muelle al que atracarían las naves, obteniéndose así un pusrto mejor que el ac- tual de Pisco. En Mollendo es de estudiar cuidadosamente un sitio más al sur, de AAA y presbatadere 87 a SO Rx yqvizai al ¿Istmo Llto sepatva m0 PAMPAS Cobelyen ¿mo A k — de 7 | MAPA INDICANDO EL RESULTADO DE LAS ÚLTIMAS EXPLORACIONES EN LOS RIOS PAUCARTAMBO y MADRE oe DIOS SECRETARIA DE La SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE LIMA . 30 E e Xmts. ESCALA 1.000.000 Un centimetro por 10 Kilómetros A 1904 | Long W. de Greenwich ooo + Ñ A Chen diez: a Curanja lez: A. AU - coramaro í Curanya R Manichje 9. Cor ES Carienamo y, y l e LIS Sor) qe ZA Independencia y 0) Es Suu 4 2 a (2 ES AC E Vs paE EA | 1 / ) Ñ > 5d Ñ TTTTA poa Ara A = = g = = 2 a DEE ra rcEraa $ an E == Apu PERO A AAA, SN QA ES NS Sal Lo, z xn > Ñ [E > A NS IS Al ASS EN SE ; 4 Asunción | So AÑ luv _ 3, UASB ta E SN 57 Vrientg Chapuri* NS P PUN "Puerto ronda y ) 3" Proncisco y a , HA Ñ E E ] Ty Puesda Primo A e - | ps A Ne Casen > a y APOLOBAMBA lamani LITOGRAFIAYTIP. CARLOS FABBRI-LIMA:PERÚ. . 13 14 EN A > playa baja, sin barrancos, donde construir una dársena. Toda esta cos- taes defondo profundo y el canal marítimo sería corto. Si dicha playa, caso de existir, no conviniere por hallarse demasia- do lejos del actual puerto, habría llegado el caso de estudiar un bajo que hay al otro lado de la isla que proteje á esa bahía y en donde podría esta- blecerse una base para una ó más líneas funiculares á la playa, por las cuales se verificaría el desembarque de las mercaderías con la pronti- tud, economía y seguridad apetecibles. Bastaría para ello sumerjir en el bajo unos cuantos pontones llenos de piedra y concreto hidráulico, que formarían una isla artificial para asegurar el anclaje de los cables y establecer los castillos. Al abrigo de esa pequeña isla se construiría un muelle al que atracarían las lanchas. Es obra que prestaría grandes servicios al movimiento comercial por Mollendo, mientras se construye el proyectado rompe-olas, el que siendo muy costoso, tardará algún tiempo para que pueda realizarse. En Mollendo se acumulan hoy las mercaderías en lanchas por la dificultad que presenta el mar para desembarcarlas, por cuyo motivo mucha carga en tránsito para Bolivia va al puerto de Antofagasta con perjuicio de Mollendo y del comercio mismo. Es probable que estas obras ú otras semejantes destinadas á mejo- rar nuestros puertos se realicen por iniciativa particular una vez que existan estudios que sirvan de base al cálculo sobre el costo de los tra- bajos; y siendo dificil que los capitalistas aventuren su dinero en inves- tigaciones de suyo costosas, corresponde al Gobierno emprenderlas, para lo cual se presenta una buena oportunidad, pues ningún cuerpo técnico haría esos estudios en condiciones más favorables que la Comi- sión Hidrográfica y pocos trabajos puede emprender que resulten más útiles para la nación. — 40 — El plan de trabajos que el Gobierno trazó al Cuerpo de Ingenie- ros de Minas en el decreto de su creación, ajustado al artículo 39 del Código de Minería y á su reglamento orgánico, se ha ido desarrollando metódicamente. Su oficina directiva, establecida en el mismo edificio que la Sociedad Geográfica, cuenta ya con una biblivteca donde se pue- den consultar gran número de obras y periódicos, referentes á geolo gía y minería, y dondese puede encontrar mucho de lo publicado en ese orden sobre Sud América y gran parte de lo relativo al Perú. Ade- más posee un laboratorio de química y un gabinete petrográfico. Su museo posee numerosos ejemplares del reino mineral peruano, Está para publicarse la estadística minera de los des últimos años. En cuanto á planos de asientos mineros se levantan actualmente los de Yauli y el Cerro de Pasco, debiéndose determinar además las coordenadas geográficas de las dos localidades. Los estudios y exploraciones han sido numerosos: 1) Se ha reco- nocido el importante yacimiento de fierro de Tambo Grande; 2) Los filones auríferos de Huánuco; 3) Los famosos, pero poco estudiados, yacimientos mercuriales de Huancavelica; 4) Los de nickel y cobalto de La Mar; 5) Los de tungsteno de Lircay; 6) Se ha explorado y re- conocido minuciosamente los recursos minerales de Moquegua y Tac- na, y se continuará haciendo lo mismo con los de Arequipa, Islay y Camaná; 7) En la actualidad se efectúa la exploración del departa- mento de Apurímac. Esta labor se ha completado con la adquisición de trabajos inonográficos referentes á provincias d á yacimientos mi- nerales, entre los que puede citarse los que están en vía de publicación: Provincia de Hualgayoc, Provincia de Cajabamba, Provincia de Caja- tambo, Carbón de Checras, Filones argentíferos de Castrovirreina. Los trabajos que emprende esta institución requieren la publica- ción de bibliografías y resúmenes históricos de los asientos mineros, y — 41 — esto tampoco se ha descuidado, pues están en preparación dos traba- jos bibliográficos generales, un catálogo de los manuscritos de minería que se conservan en el archivo nacional, y una historia documentada de la mina de mercurio de Huancavelica. El Gobierno ha encargado á este Cuerpo el estudio del agua sub- terránea de la costa, tan abundante como poco aprovechada, y al mis- mo tiempo se levantará el plano de esa región, se trazarán canales para irrigación y se estudiarán sitios para represas. Ese estudio ha comen- zado ya por los departamentos de Ica y Piura y los alrededores de Li- ma. Se ha contratado un paleontólogo en Francia y dos hidrólogos en Estados Unidos; estos dos últimos para el estudio del agua subterránea. El cuerpo de Ingenieros de Minas propuso á la Sociedad Geográfica, y ésta aceptó, que los manuscritos del sabio Raimondi sobre Geolo- gía y Mineralogía se publicaran por las dos instituciones, bajo la ins- pección y vigilancia del Director de la primera, Por último, el Cuerpo de que me ocupo está en arreglos con el profesor Steinnmann, jefe de la expedición científica alemana que ac- tualmente se encuentra en La Paz, para que extienda sus estudios por lo menos al sur del Perú. Esta expedición tiene fines geológicos prin- cipalmente, y poresa razón es el Cuerpo la institución nacional que ha tomado la iniciativa para lograr su venida. Como base para una buena demarcación, es de necesidad ina- plazable levantar el censo general de la República. De la independencia á la fecha sólo se han levantado tres censos generales en los años 1850, 1862 y 1876, siendo este último hecho con mayor cuidado, pero falto como ¡os anteriores de la debida prepara- ción y desprovisto de una base científica. Mis dignos predecesores en la presidencia de esta Sociedad se han 6 — 42 — ocupado varias veces de esta importante medida, por lo cual no insis- tiremos sobre la necesidad y utilidad de un censo general, estando ella demostrada hasta la evidencia. Sólo haremos presente que al llevarlo á cabo deben adoptarse todas las medidas científicas cuya eficacia haya demostrado la experiencia, sin fijarse tanto en hacer un censo econó- mico. La importancia y utilidad de un censo general es tan grande que merece un esfuerzo de parte de la Nación y debe recordarse que la República Argentina empleó más de un millón de pesos en su últi- mo censo general, con resultados apreciables; y si Bolivia gastó en el suyo sólo 12,000, en cambio las cifras que arroja el resumen total, al decir de los mismos bolivianos, apenas si merecen tomarse con seriedad. Bien es cierto que la masa de nuestra población no se halla pre- parada para contribuir con su buena voluntad, seriedad € inteligencia á un recuento de los habitantes del país que arroje coeficientes aproxima- dos, pero esto mismo aunque hace más delicada y costosa la operación, no le quita su caracter de necesidad imprescindible y urgente para la buena organización del país. Por eso hemos visto con verdadera sa- tisfacción el loable esfuerzo que el actual municipio de Lima ha hecho para levantar un censo de la ciudad, el cual promete dar una cifra que se aproxime mucho á la verdad. Recordaréis que en 1891, el mismo Concejo Provincial hizo un ceuso, valiéndose de medios empíricos, por decirlo así, el cual dió co- mo población de Lima la cifra de 103,956 habitantes. Posteriormente la subprefectura de Lima, en 1898, hizo también un empadronamiento, tan imperfecto como el anterior, dando como resultado 113,409 mora- dores. Para llevar á cabo el censo actual, la H. Municipalidad, en sesión de 23 de mayo del año anterior, á iniciativa del inspector de estadísti- ca, doctor Victor M. Maurtua, nombró una comisión compuesta de los señores Julián Arce, Rómulo Eyzaguirre, Lizandro Maúrtua y José M. Fernández, como jefes de sección de las oficinas del censo. Se en- cargó además al señor Alejandro Garland que presentara el plan á que debían sujetarse las operaciones del empadronamiento. Este plan fué sometido á la consideración de la junta consultiva del censo, la que lo aprobó con algunas modificaciones, adoptándose el sistema de cédulas de familia y boletines individuales ó cédulas nominativas, á más de la cédula de previsión considerablemente ampliada. Para preparar el terreno, la oficina distribuyó profusamente dí- versos anuncios al público, tratando de persuadirlo acerca de la impor- tancia del censo y del ningún perjuicio que pudiera acarrearle. Como documento preparatorio se distribuyó en cada casa una guia censal ó cédula de previsión, con la que se obtuvo un censo de edificios muy útil para limitar los errores posibles del censo de habitantes y útil también desde el punto de vista de la higiene y de la policía sanitaria. Reunidos los que aspiraban á ser empadronadores, les fueron dic- tadas algunas lecciones orales y gráficas acerca del modo como debían actuar en la primera operación que se les encomendaba, esto es, la for- mación de la guía censal; y por vía de ensayo se les sometió á una prueba práctica, eligiéndose para el efecto la populosa calle de Malam- bo, dividida provisionalmente en secciones, bajo la inmediata vigilancia de inspectores y la presencia de los jefes. Una vez expeditos se contrataron por un mes 186 empadronado- res, divididos en grupos con su respectivo inspector, y el 23 de octu- bre se dió principio á la ejecución del censo de edificios, de que hemos hablado, es decir, á llenar las cédulas de previsión. Terminadas estas labores, se siguió con el empadronamiento de los habitantes, para lo cual se distribuyeron cédulas de familia arregladas en 17 columnas con las preguntas más necesarias, y en conformidad con las más sencillas estadísticas francesas, belgas, alemanas, inglesas y ar- gentinas. Se señaló la noche del viernes 13 de noviembre de este año para levantar el censo, y como esta operación exigiese rapidez y exactitud, hubo de aumentarse el número de empadronadores á 434, los que procedieron á entregar á cada familia los ejemplares suficien- tes de las cédulas respectivas, habiéndose efectuado la recolección de ellas en tres días, á partir del 14 de ese mes. Como cierta clase de moradores estuviese en particulares condicio- nes para ser hallados, el empadronamiento en los callejones y casas de vecindad comenzó á hacerse por los mismos empleados en la noche del 13, con el mayor esmero, llevándose el detalle en esa misma no- che hasta haber recorrido las riberas del río desde el Martinete hasta las fronteras del Camal, los atrios de los templos, los patios de las im- prentas, etc., para lograr el empadronamiento del mayor número de sujetos sin hogar. Las colectividades, como conventos, cuarteles, colegios de inter- nados, casas de reclusión y prisiones, fueron objeto de empadrona- miento por medio de hojas especiales ó cédulas colectivas. Realizada esta operación, se practicó una prolija y minuciosa re- visión de las cédulas de familia en comparación con los asientos respec- tivos de las cédulas de revisión ó guía censal, lo que permitía descu- brir las omisiones posibles é inherentes á los cómputos que se verifi- can sobre altos guarismos. El primer cálculo hecho sobre las hojas mismas de los legajos re- cibidos, ascendió á poco más de 130,000 habitantes, cifra que desde luego está sujeta á las rectificaciones y comprobaciones del caso. El levantamiento de este censo que solo se ha limitado á la ciudad y no á los distritos, como los que se hicieron en 1891 y 1898, ha importado un gasto, según cálculos aproximados, de £ 2.500, suma no muy crecida por cierto, desde que careciéndose de toda clase de elementos para este género de labores, hubo que instalar oficina, con- tratar gran número de empadronadores, comprar obras de consulta, A A etc., é improvisar jefes y empleados, los que solo llevaron como con- tingente su buena voluntad, inteligencia y contracción al trabajo. Solo es de sentir que este empadronamiento, como hemos dicho, no se hubiera hecho extensivo también á los distritos, los que hubie- ran suministrado una cifra que es seguro habría sobrepasado en mu- cho á las 17.140 almas del último censo provincial de 1891 y á la de 18.673 que arrojó el censo policial de 1898 para los otros 10 distritos políticos de la provincia del cercado. RESÚMEN DE LOS CENSOS PRACTICADOS EN LA CAPITAL Años Habitantes es (echa desu fundación). Joc odos 70 CO ar da Sine e a 14.262 MA 0 O A 20154 -A) (A) Montesinos en sus “Anales del Perú,” obra inédita que en copia existe en la Bi- blioteca Nacional, dice que este empadronamiento ordenado por el virrey Marqués de Mon- tesclaros dió el siguiente resultado: IA O a SO 5,257 ETA A A A OR A 45350 Clérigos sin las dignidades y canónigos... ..0.o.oooo... 300 Frailes de todas órdenes. ....... A A A 894 Ent Canmdaddelas Recopidasi a 79 Monasidertodos los monasterios. as 820 EmEserviciodelellas, MepTos 4,250 Id. DEA elo 4.5209 MOS os A A PUMAS SENS RN MO ES 5,857 NM A A A ra 326 LA a O 418 ASA A A A IIS NERO 1,116 DESIL Or tres ra O E 862 MESAS A MAA A A 097 Años Habitantes E o O re a odo ARTES A E A a A O do 60.000 E O o E Y a e 54.000 EII A A RE RN 60.000 6 o e gún Córdova y Urrutia, OO a A RE 121027 E A EE eE OREAA A DIS E OO OO e 64.000 A ld E ut nl 54.628 O iio o io le 63.116 A A A AR Sa o 85. 116 DS AS NA 94.195 (*) e E o o ia ojeda jols 100.341 ISORA A OA eS AN 89.434 (1) TAI E 121362 En estacifta ostán compren. distritos So sir OE 101.488 (2) EII E 103.956 (3) AO a ASA 113.409 (4) 1903 aproximado E 130.000 k (*) Fuentes calculaba, en vista del crecimiento de la población hasta este año, que en 1900 la ciudad tendría 270.031, fundándose en el balance de nacidos y muertos y de entra- das y salidas delos viajeros. (+) Paz Soldán (M. F.), tomando por base la mortalidad, consumos de carne y pan, aumento natural proglesivo y número de casas, calculaba que el promedio de la población de Lima en 1877, fecha de su Diccionario, debía ser de 209,755 habitantes. (1) En los 12 distritos que entonces tenía se contaban 15.498, lo que da un total para la provincia de 104,932. (2) Con los distritos 20,838, hacen 122,326. (3, Con los distritos 17,140, dan para la provincia 121,096. (4) Con los distritos 18.673, suman 132,082. (5) Pues hasta la fecha nose ha terminado la labor definitiva. En varias ocasiones, mis antecesores en la presidencia de la Sociedad, habían abogado por la necesidad imperiosa de que el Gobierno dirigiera su atención, de preferencia, á la construcción de apropiadas vias de comunicación que unieran la costa con el inte- rior del Perú, y es para el Consejo motivo de especial complacen- cia, manifestaros la satisfacción con que ha visto las iniciativas del Gobierno del Excmo. señor Candamo, quien presentó al Congreso diversos proyectos sobre construcción de nuevas vias férreas. Estas son: De la Oroya á Jauja y Huancayo, via que desarrollará el sur del departamento de Junín y el de Huancavelica. De Sicuaní al Cuzco, ó sea la prolongación del ferrocarril del sur desde su término actual hasta la capital del Perú antiguo, que- dando así los populosos departamentos de Arequipa, Cuzco y Pu- no atravesados por una gran línea férrea, que activará su comercio con el Pacífico. De un punto de la sección comprendida entre la Oroya y Ce- rro de Pasco, á otro navegable á vapor, en toda época del año, si- tuado en el río Ucayali ó en uno de sus afluentes, con lo que se conseguiría unir el oriente del Perú con la capital de la república. Para la ejecución de estas importantes obras, se ha destinado, por ley del Congreso, el producto íntegro de la renta de tabacos, cu- yo monto se empleará ya sea en primas á las empresas construc- toras ya en garantías del interés del capital invertido, ya en la cons- trucción de esas vías ferreas por cuenta del Estado. De esas tres líneas, como muy bien lo ha previsto la ley, la de mayor importancia y á la que se dará preferencia, es la de la sec- ción Oroya—Cerro de Pasco á un punto navegable de la red fluvial del Oriente, línea que desde el punto de vista político, es de incuestiona- ble necesidad nacional. Entre los diversos estudios que se han llevado á cabo para la construcción de ferrocarriles que unan la costa con la montaña, pa- récenos que el más útil sería el que partiendo del Cerro de Pasco fuera á Huánuco pasando por Huariaca y Ambo, distritos importan- tes de la provincia de Pasco y Huánuco, respectivamente, de Huariaca seguiría por Santa María del Valle ó por Panao 6 á lo largo del río Huallaga hasta el de Tulumayo, pasando por Tingo María, y de Tu- lumayo se dirigiría por las márgenes del Aguaitia hasta el punto Em- barcadero en el Bajo Ucayali, casi frente á Callería. La nueva ley. además, autoriza al Ejecutivo para que mande hacer estudios y presupuestos de las siguientes líneas : De Huancayo al Cuzco, línea de vastos resultados económicos, que uniría Lima y Cuzco por ferrocarril y atravesaría en una exten- sión de 1000 kilómetros, más ó menos, los departamentos de Lima, Junín, Huancavelica, Ayacucho, Apurimac y Cuzco. De un punto de la costa comprendido entre Salaverry y Paita, á un punto navegable á vapor en todo el año en el Marañón ó en uno de sus afluentes. Del puerto de Paita al río Marañón, más allá del pongo de Man- seriche, vía cuyo estudio preliminar ya se ha hecho pasando por Be- llavista en la provincia de Jaen y que no tiene pendiente mayor de 2%/,, lo que la hace muy practicable, fácil y económica. Esta línea férrea de incalculables consecuencias comerciales y políticas, intere- saría á todo el continente sud-americano, pues abriría al comercio de la costa del Pacífico, la rica é inmensa hoya del Amazonas y co- mo el canal de Panamá, pondría en comunicación los dos océanos. De un punto del ferrocarril de Juliaca á un punto navegable de uno de nuestros ríos del sur; línea que abriría al comercio de la cos- ta del Pacífico las hoyas del Madre de Dios, Beni, Madera y Ma- moré. Una vez terminada la construcción de todas estas líneas ferreas, contará el Perú con cuatro grandes arterias ferroviarias que comuni- quen el litoral con el oriente y no habrá departamento alguno, ex- cepción hecha de la provincia litoral de Tumbes, que no cuente para su desarrollo comercial é industrial, con un ferrocarril. Esto puede verse en el mapita que hallareis entre los anexos, y en el que se han trazado todas las vías ferreas en estudio ó en proyecto, á que alude la citada ley de 30 de marzo del año en curso, así como los actual- mente en uso y el ferrocarril proyectado por los Estados Unidos y conocido. con el nombre de intercontinental. Cs Dada la naturaleza volcánica de nuestro suelo, los fenómenos sísmicos se repitencon mucha frecuencia, sobre todo en el centro y sur de la república. Apesar del interés creciente con que la ciencia estudia ahora esa clase de fenómenos á fin de sorprender las leyes ignoradas aún quelos rigen, no disponemos en el Perú de un obser- vatorio apropiado á ese género de estudios, y era necesidad desde ha tiempo sentida la instalación de un sismógrafo en lugar adecuado de nuestra capital. Estas consideraciones y la gran intensidad con que se presentó en Lima el movimiento terráqueo del 4 de marzo del presente año, así como los datos solicitados por la Sociedad Científica Argentina, por el Sr. Otto Lahrius, cónsul del imperio alemán en Lima, para la oficina sismológica recientemente establecida en Hamburgo, y por la Comisión organizadora del Congreso Sismológico y Volcánico que debe reunirse en París próximamente, determinaron á la Sociedad á comisionar á uno de sus socios, el señor José Toribio Polo, para que reuniera en un folleto cuantas informaciones pudieran adquirirse sobre temblores en el Perú desde la época de la colonia. El señor Polo 7 — 50 — cumplió debidamente este encargo y su minucioso trabajo fué pu- blicado en nuestro Boletín. Al mismo tiempo el señor Higginson, cónsul general del Perú en Londres y socio corresponsal nuestro, tu- vo laamabilidad de enviarnos el estudio leído por el profesor Milne ante la Sociedad Geográfica de Londres, sobre los métodos é instru- mentos modernos para la observación de temblores y sobre el esta- do actual dela sismología; y por su parteel señor Felipe Barreda y Osma, uno de nuestros socios más entusiastas, quevenía dedicándo- se conasiduidad á estos estudios, pidió y obtuvo en una de las últi- mas sesiones del Consejo, que la Sociedad encargara á Europa un instrumento adecuado, que el proponente había tenido oportunidad de ver funcionar con éxito durante su larga permanencia en Inglaterra y Francia. Dentro de poco llegará á Lima ese aparato y será conveniente- mente instalado, bajo la dirección del mismo señor Barreda, comisiona- do al efecto por el Concejo Directivo; y entretanto hemos resuelto con- tinuar la sinopsis de temblores y volcanes hecha por el señor Polo, la que solo alcanza hasta 1893, y se ha solicitado del señor Director de Correos y Telégrafos, capitán de navío don Carlos Ferreyros, que or- dene á las diversas oficinas telegráficas: de la república, dén cono- cimiento inmediato á nuestra Sociedad de los temblores que se dejaran percibir en sus respectivas localidades. El señor Ferreyros, miembro de nuestra institución, accedió benévolamente á nuestro pedido y des- de entonces recibimos datos de todos los puntos unidos por telégrafo á Lima, los que iremos publicando anualmente en nuestro Boletín. Tam- bién el señor Wiliam England jefe en Lima de «The Central and South American Telegraph C?%, ha tenido la bondad de ofrecernos que nos enviará todos los datos que sus oficinas reciban sobre temblores en la costa del Perú. Entre los anexos hallareis un complemento que hemos hecho á la interesante sinopsis del señor Poio, para incluir algunos mo- — 51 — vimientos terrestres dejados de consignar en los casi cuatro y medio siglos que abraza ese paciente estudio, así como los temblores observa- dos desde 1898, fecha de esa publicación, hasta el día. * Y xk Terminada la corrección y ampliación del mapa de la Sociedad y fijados los límites, según lo dispuesto por el Ministerio de Relaciones Exteriores, se hizo un arreglo con la casa editora de Gil, para que se encargara de mandarlo imprimir en Europa, sacándose préviamente una copia fotográfica. De conformidad con ese arreglo y dada la se- riedad de la citada casa, podemos estar seguros de que no trascurrirá mucho tiempo sin que esté publicado con todo esmero nuestro mapa mural. * * % La Secretaría de la Sociedad se ha ocupado de suministrar á la Dirección de Primera Enseñanza, diversos informes relacionados con nuestra demarcación política, y con las poblaciones que se hallan den- tro del territorio que el Gobierno sustenta como indiscutiblemente na- cional. Además, hemos recibido para informe de los diversos ministerios y Cámaras Legislativas, los siguientes expedientes: Rectificando la demarcación del distrito de Magdalena, en la pro- vincia de Cajamarca. Sobre distancios entre Paccha, Muquiyauyo y Huaripampa. Trasladando la capital de la provincia de Cangallo. Creando la provincia de Morropón. “Sobre la obra ““Reseña histórica de la demarcación política del Perú”, del señor Carlos J. Bachmann. Creando el departamento de ““Los Andes”. Anexando el distrito de Quillo á la provincia de Santa. —= 52 — Elevando á ciudad la villa de Pampas. Anexando el caserío de Quihuay á villa Macate. Fijando límites entre los departamentos de Amazonas y Loreto. Elevando á ciudad el pueblo de Jumbilla. En la solicitud de la señora viuda de Carranza, solicitando gracia del Congreso, por los servicios prestados al país por su esposo el doc- tor Luis Carranza, fundador y presidente de la Sociedad Geográfica. Dividiendo el departamento de Loreto, Sobre nueva demarcación del mismo departamento. Dividiendo el distrito de Huamantanga para crear el de Sumbilca. Trasladando la capital del distrito de Cabana al pueblo de Ca- baúñillas. Creando dos nuevos distritos en la provincia de Anta y trasla- dando su capital al pueblo de Surite. En el memorial de los vecinos de Ñahuimpuquio, pidiendo su erección en distrito. Anexando el caserío de Cojata á la provincia de Huancané. Anexando el caserío de Copta de Angaraes á Acobamba. El proyecto de ley que establece un fortín, una guarnición de 200 hombres y una aduanilla en la confluencia de los rios Madre de Dics y Manu. En la reclamación de la señora viuda de Raimondi, para que el Gobierno le cancele lo que le adeuda por la librería de su esposo el sabio Raimondi, que se adquirió para la biblioteca de la Sociedad Geográfica de Lima. La Sociedad ha llevado á cabo en el período social que reseña- mos, las siguientes publicaciones y trabajos. Plano del camino entre Moyobamba y Balsapuerto por Antonio Raimondi y de Balsapuerto á Yurimaguas por Oscar Mavila, publica- do en el Boletín. Cuadro de la división política del Perú en 1903, inserto también en el Boletín, y que ha sido solicitado por el Estado Mayor General del Ejército, por la Dirección de Gobierno, por la Dirección de Pri- mera Enseñanza y por otras oficinas. Mapa de la provincia de Pacasmayo en tres colores, cuyo origi- nal fué obsequiad> á la institución por su socio corresponsal señor Herbert Wood, y que próximamente se incluirá en nuestro Boletín, acompañado de una reseña geográfica de esa provincia. Monografía histórica del departamento de Piura que el vocal del Consejo señor Ricardo García Rosell viene publicando por partes en nuestro Boletín. Estudio sobre el paludismo en el Perú que próximamente presen- tará al Consejo el doctor Ignacio La Puente. Viaje de Chiclayo á Puerto Meléndez en el Marañón, por el so- cio corresponsal señor Enrique Brúning, trabajo que hemos comen- zado á publicar con numerosos fotograbados y croquis. Vía fluvial del Huayabamba, interesante estudio del socio co- rresponsal señor Germán Torres Calderón; se ha publicado también en el Boletín acompañado de un mapa. Después de la impresión del tomo IV de la obra “El Perú” de Raimondi que trata de mineralogía y que la Sociedad dió á luz bajo la dirección de nuestro socio el ingeniero señor José Balta, prosegui- mos en unión del Cuerpo de Ingenieros de Minas la preparación del tomo V, que abrazará la parte que Raimondi dejó escrita sobre geo- logía del Perú. Probablemente á principios de 19035 quedarán expe- ditos los originales para ser entregados á la imprenta. El doctor Pablo Patrón, á quien se encomendó el arreglo y redacción de la parte de la misma obra que trata de etnografía, ha terminado ya el primer tomo que próximamente se empezará á publi- car en Europa, pues ha de ir ilustrado con gran número de fotogra- bados y vistas que harían muy costosa su impresión en Lima. En cuanto á la parte geográfica, se continúan insertando en el Boletín los apuntes itinerarios dejados por Raimondi, pues aunque ellos datan de ahora más de treinta años, contienen tal número de datos útiles, que hacen de gran interés su publicación. * E El señor Alberto Martín, editor de Barcelona, se ocupa actual- mente de la recopilación de datos para la confección de una obra que se titulará “Biblioteca Geográfica Hispano-Americana”. Con este motivo y deseando tenerrinformaciones seguras sobre el Perú, se ha dirigido á nuestra sociedad, pidiendo que se le remitan datos y ma- pas. El Consejo Directivo, cumpliendo con su programa que deter- mina la mayor difusión de los conocimientos geográficos del país, en- vió al señor Martín una colección de las fojas de Raimondi y otros datos y folletos recientemente impresos relativos al Perú. Representando nuestra valiosa biblioteca así como los mapas, muebles, estantes, y diversos objetos que hay en la Sociedad, un ca- pital de bastante significación, el Consejo Directivo creyó prudente asegurar la oficina contra incendios. Acatando esta resolución, muy previsora por cierto y á todas luces conveniente, se ha tomado en la Compañía de seguros ““Rimac'” una póliza por tres mil libras. E Los trabajos para dotar al Observatorio Meteorológico '*Unánue” de una instalación más perfecta, se llevan actualmente á cabo en la Plazuela de la Exposición. Una vez terminados, contará esa oficina con local apropiado y los datos que suministre serán más completos aún que los que hasta hoy ha venido proporcionando. Nuestra Socie- dad que de modo particular acoge en sus páginas todo lo que se re- laciona con la meteorología y climatología del Perú, se ha visto pri- vada por cinco años de los cuadros mensuales de observaciones que antes le proporcionaba la Academia de Medicina, bajo cuya vigilan- cia está dicho Observatorio, y apesar de sus muchos esfuerzos, no ha podido conseguir que el director del Observatorio le facilite los dia- gramas de los termómetros registradores que deseaban consultar los miembros de nuestro Consejo Directivo, los señores contralmirante Carvajal y Felipe Barreda y Osma, quienes se proponían trazar las curvas y mediante ellas hacer estudios sobre el clima de Lima. Oja- lá que la nueva instalación que vaá tener el Observatorio “*Unánue””, sea parte para que se den más facilidades á nuestra Comisión de Me- teorología y se obtengan mayores ventajas en la publicación de tan interesantes datos. Nuestro Boletín ha continuado su labor de propagar los nuevos conocimientos geográficos sobre nuestro territorio. Su material, siem- pre inédito, ha mejorado con las diversas ilustraciones, vistas, ma- pas y croquis que acompaña á muchos de los artículos. La demanda que de él se nota, debido al interés que despierta entre los hombres de ciencia del mundo la adquisición de datos mo- dernos sobre el Perú, ha hecho que se agote la edición de algunos trimestres, lo que ha inducido al Consejo á aumentar en adelante la ti- rada á 1,200 ejemplares, pues era ya insuficiente la de 1,000 que has- => 56 -— ta ahora se imprimía. Además el Ministerio de aio nos trascribió la resolución suprema que dispone el envío á la Dirección del Ramo de 50 ejemplares de toda publicación que haga la Sociedad, pues se ne- : > A . . > cesita para atender al cange internacional con las institucicnes cienti- ficas extranjeras. A consecuencia del tiempo limitado de que disponía la comisión nombrada para otorgar la medalla de oro que cada dos años ha acor- dado dar la Sociedad al autor del mejor trabajo geográfico nacional ó á la mejor exploración de nuestro territorio, se ha postergado esta ce- remonia hasta las fiestas patrias, habiéndose convenido en esta prime- ra ocasión conceder dicho premio al explorador que más haya contri- buído con sus viajes y estudios á la adquisición de nuevos conocimien- tos respecto al territorio nacional. - La comprobada estrechez de nuestras oficinas nos obliga, una vez más, á consignar en esta Memoria la urgencia de que el Gobierno faci- lite los medios de que podamos entrar en posesión del local que nos ha cedido y que hoy ocupa el “Ateneo”. Acordada dicha cesión, la falta de otro local aparente donde se traslade esa institución va retar- dando el ensanche del nuestro, y se hace ya de necesidad inaplazable gestionar ante el Supremo Gobierno la adopción de una medida pronta al respecto, pues nuestras labores se entorpecen á causa de la falta de comodidades; no hay donde colocar los libros que ingresan á nuestra biblioteca, y los papeles del archivo se malogran por carencia de luga- res donde construír estantes y anaqueles apropiados. Toca al nuevo Consejo Directivo dar los pasos que juzgue convenientes para el logro de este fin. No obstante los diversos inconvenientes con que hemos tropezado para el arreglo definitivo de la Biblioteca, se ha llevado á cabo el catá- logo numérico de las obras empastadas, se ha hecho un contrato con las Casas de Gil y de Aponte para la encuadernación de mil volúmenes cada una, se ha empezado el catálogo por tarjetas de la sección folletos y se prosigue el arreglo de las publicaciones científicas para ser tam- bién acartonadas. Como el aumento de volúmenes empastados hacía indispensable nuevos estantes, se hizo construír uno en la casa de Maurer por S. 350, y aunque tenemos aún gran número de libros sin colocación, no se han procurado otros muebles por falta de sitio. Aunque hemos continuado la encuadernación de folletos, hay aún número suficiente para formar unos mil volúmenes y realmente no sa- bemos dónde podremos colocarlos. El movimiento de nuestra librería ha sido en el tiempo que abra- za esta Memoria, el siguiente. IMbros pito llstos. Opsequiados...o aaa na ado iaa 127 Id. ICO Mprados.. ml ra et 416 Id. a adquiridos: por Cange. caia. ae 670 123 Obras encuadernadas por la Casa Gil durante el año de 1903, incluso 200 ejemplares del cuarto tomo de “El Perú”, PORN QIMONn di: 2: o. O E O da as 564 Id. id. E 0 PLA 705 La Sociedad hace público su agradecimiento á las siguientes per- sonas é instituciones que han tenido la bondad de obsequiar libros ó fo- lletos; E Ministerio de Relaciones Exteriores; Enrique Silgado; C. Nebe- hay, de Viena; Enrique de Argaes, de Bogotá; Eduardo F. Forga, de Arequipa; Dirección de Instrucción; Oficina Hidrográfica de Chile; Eduardo Higginson, cónsul del Perú en Southampton; Ricardo Lleras Codazzi, de Bogotá; Juan Salaverry; Alberto Martín, de Barcelona; Francisco J. Ross, de Montevideo; Felipe Barreda y Osma; Duque de Loubat, de París; doctor Pablo Patrón; José Balta, Director de Fomen- to; Federico Alfonso Pezet, cónsul del Perú en Centro América; Ro. dolfo A. Philippi; Joaquín Capelo; Eulogio Delgado; Casa editora Gil; Ricardo Tizón y Bueno; Juan B. Ambrosetti, de Buenos Aires; T. C. Banner; Cárlos B. Cisneros; Instituto Smithsoniano de Washington; Carlos A. Romero y Froilán Sánchez Rodríguez. Nuestra mapoteca ha sido debidamente arreglada también, sepa- rando, por naciones, las cartas, mapas, planos y croquis que en gran número poseemos, y se lleva actualmente á cabo el catálogo numerado y clasificado, lo que facilitará mucho su manejo. En la actualidad poseemos en nuestra mapoteca las siguientes cartas y atlas: Universales. 20d. A Sn 4 Generales de ¿-Aménica.:. Us o AS 466 EUTOPaños Ll o CA 116 A AN A 11 IO E A E 22 Oceanía a E E E 14 PA A A A A 648 1,201 Pi Las comisiones técnicas que según los Estatutos deben nombrarse cada año, han sido aumentadas con las de geografía médica, bibliogra- fía y demarcación eclesiástica; pues la práctica hizo ver la necesidad de ellas. En la actualidad, la Comisión de geografía médica se ocupa de un estudio importantísimo que su presidente doctor Ignacio La Puente va realizando, sobre las causas que producen el paludismo en el Perú y medios de combatirlo. Otro miembro de la Sociedad, el se- ñor Weberbauer, se propone escribir para nuestro Boletín un estu- dio sobre la geografía botánica del Perú, con lo que prestará un im- portante servicio al país. * kk En el curso del año han sido aceptados como socios las siguien- tes personas: HONORARIO Julián Irizar, Capitán de Fragata de la marina argentina. CORRESPONSALES Enrique Briining, en Chiclayo. Alfredo Fox, ingeniero, en Cailloma, José María Barreto, en Tacna. Juan Ugaz, en Lambayeque. Ricardo Lleras Codazzi, en Bogotá. Augusto Plane, en París. Eduardo Higginson, en Southampton. Carlos Honoré, en Montevideo. Ernesto Otto Ruck, en Sucre. Carlos Nebehay, en Viena. ACTIVOS Eduardo de Habich Brando, ingeniero. Pablo Berthon, de la Misión Militar Francesa. José J. Bravo, ingeniero. _— 60 — Rosendo Melo, capitán de marina mercante. Fray Bernardino González, misionero descalzo. Manuel Enrique Perla, director de la Escuela Técnica de Co- mercio. Carlos A. Velarde Canseco, prefecto de Ica. Chester Brown, ingeniero. Edmundo N. de Habich, abogado. A la vez tenemos que manifestar nuestro sentimiento por la muer- te de los siguientes socios: Doctor Gabino Pacheco Zegarra, activo. Capitán de Navío Ramón Freyre, activo, Hipólito Valdez, corresponsal. S. Em. el cardenal Vaughan, honorario. Caballero de Schertzer, honorario, Doctor Enrique Perla, activo. Coronel Elías La Torre, activo. Además de las obras y folletos obsequiados por los socios, parti- culares é instituciones, de que ya he dado cuenta, debemos también agradecer los donativos que hemos recibido y que reseñamos á conti- nuación, que han venido á aumentar nuestras colecciones: El señor Nemesio A. Raez, una »rupicola y un alcedinido, á que ha dado el nombre Alcedo-Raimondi y una muestra de arcilla especial para ser analizada. El señor José A. de Izcue, una colección de objetos incaicos, ex- traídos de una huaca cerca de Ica. El señor Eulogio Delgado, huacos y objetos antiguos hallados en un cementerio indígena, en su hacienda Naña. ES La Junta de Vías Fluviales, buen número de mapas y fotograbados. El señor Pablo Villanueva, datos meteorológicos de Manaos. La sociedad “Unión y Progreso” de Huanta, un cuadro de dis- tancias de esa provincia. La Dirección de Gobierno, 71 cuadros análogos de otras tantas provincias, ofreciendo enviar los 29 que faltan tan luego como los re- ciba. La dirección de primera enseñanza, cuadros de estadística escolar. El señor O. Mavila, un croquis del río Napo. El señor Chester Brown, datos y copia de un mapa del alto Tam. bopata. El P. Manuel Navarro, vocabulario Castellano-Quechua-Pano. ES ES Tales han sido, Señores, los hechos de que deseaba daros cuenta, por relacionarse más ó ménos directamente con el desarrollo de las ciencias geográficas en el Perú ó con el progreso y prestigio de nues- tra Institución. Lima, 31 de diciembre de 1903. EULOGIO DELGADO, Reseña histórico-geográfica de los ríos Paucartambo y Madre de Dios I Ha correspondido al Prefecto Apostólico de las Misiones de Santo Domingo de Urubamba R. P. Fray Ramón Zubieta, resolver en octubre de 1902 uno de los más antiguos y curiosos problemas de hidrografía fluvial que ofrecía nuestro país. Emulo y sucesor del R. P, Fray Ramón Bousquet—intrépido misionero que hace un siglo bajó del valle de Santa Ana al Uca- yala, descubriendo el curso del Urubamba—el P. Zubieta ha sido el primer explorador que haya seguido el río Paucartambo, Mapa- cho, Challabamba ú Ocongate desde los valles en donde la historia y la geografía lo han designado con estos nombres, hasta la con- fluencia con el Urubamba, en donde se le conocía con el nombre de Yaviro ó Yavero desde 1846. El P. Zubieta ha efectuado su notable exploración acce- diendo á una solicitud que le dirigió nuestra Sociedad, con el fin de terminar la controversia que ha durado varios siglos entre geó- grafos y exploradores,sosteniendo unos que el Paucartambo lleva- ba sus aguas al Amarumayo ó Madre de Dios, y otros que se unía al Urubamba y así formaba parte de la red fluvial del Ucayalz. El hábil explorador se dirigió en octubre del año pasado al pueblo de Paucartambo, capital de la provincia de este nombre, y habiendo averiguado qué ruta podía ser más favorable á su pro- pósito, eligió un antiguo camino que hasta cerca de Lacco sigue de cerca al Paucartambo por las alturas que acompañan el rio al Oriente. Ese camino hoy abandonado y sobre el cual existen en algunos documentos vagas referencias, permitió al explorador recorrer en cabalgadura los 152 kilómetros itinerarios que separan el pueblo de Paucartambo de la hacienda Lacco. Allí tuvo que seguir á pié la margen derecha del río para salvar la distancia de 170 kilóme- tros hasta Palo Santo (1), en cuyo lugar comenzó al fin la navega- ción en canoa, que debía termínar 60 kilómetros mas allá, cerca de la confluencia con el Urubamba. En resumen la distancia itineraria á lo largo del Paucartam- bo, ha sido de 382 kilómetros, distribuidos así : De Paucartambo á Lacco, en cabalgadura.... 152 kmts. De Lacco arPalo Santo ma pen LOA De Palo Santo al Urubamba, en canoa........ 0 Tot So 382 kmts. Estimamos que desde su llegada á Lacco el P. Zubieta ha podido comprobar que el río Paucartambo, llamado Mapacho al pasar por el valle de Lacco, iba á cambiar nuevamente de nombre más abajo para tomar el de Yavero, pues las numerosas familias campas que viven á orillas del río lo surcan en canoas entre el Urubamba y Palo Santo y, á veces, llegan hasta la hacienda de Lacco. Pero cualquiera duda ha tenido que desaparecer al en- contrarse el explorador con nuestro socio corresponsal el señor Luis M, Robledo, quien venía surcando el Yavero desde su entra- da en el Urubamba. Por una singular coincidencia, el señor Robledo era justamen- te uno de los escritores que había sostenido, en los últimos años, la teoría exacta del curso del Paucartambo. A la sorpresa que expe- rimentó al distinguir á un sacerdote bajando por las poco frecuen- tadas aguas del río, se unió en seguida la satisfacción de quien ve confirmadas sus inducciones. Así lo manifiesta en un párrafo del interesante informe sobre el Bajo Urubamba, presentado á la Junta Económica del camino al Sihuaniro, y publicado en el Bo- letín del Ministerio de Fomento. En esa comunicación, describiendo el señor Robledo su viaje (1) El R. P. Zubieta ha designado con este nombre una playa en donde se embarcó para recorrer el Bajo Vavero; no debe confundirse dicho lugar con otro del mismo nombre, que se encuentra en las márgenes del Urubamba, entre las desembocaduras del Chapo y del Chirumbia, — 65 — en canoa por el Urubamba, refiere que la expedición organizada por él llegó el 6 de julio á la boca del Yavero, y luego agrega: “No pude descubrir en esta sección unas peñas que se dice tienen geroglíficos, como otras que se encuentran en el Urubamba, aguas arriba de la boca del Yavero, donde ya no me era posible ir. Me han hablado de figuras raras talladas en las rocas que acaso da- rían alguna luz histórica (1). “¿Aquella tarde acampamos, Yavero adentro, 425 kilómetros de la desembocadura. En ella se presenta muy cerrado entre mu- ros de pizarra con un ancho de 50 metros próximamente. Su curso sumamente sinuoso en todo el trayecto recorrido, está limi- tado en ambas riberas por empinadas colinas cubiertas de som- bría y densa vegetación; el valle no ofrece vegas importantes y es notable la carencia de afluentes que se reducen á meros arro- yos hasta el Maturiato, de segundo orden, siguiéndole en impor- tancia el Manitiare y el Trapitariato por la derecha. Corre for- mando zigzags, muy abiertos, de tramos cortos, y á cada trecho de poca corriente, sucede en los codos una correntada ó un rápido. Los más notables son los conocidos por los nombres Quiringana, Mahuasari, Chumbarini y Chigueriato; los tres últimos son ver- daderos saltos, difíciles de vencer”. “El 8 de junio nos encontramos, unas cuadras arriba del salto de Chumbarini, con el R. P. Fray Ramón Zubieta, Prefecto de las misiones dominicanas del Urubamba, que bajaba de la población de Paucartambo. Tan agradable sorpresa nos hizo ver próxima la etapa final. Nuestro encuentro confirmaba de una vez para siempre, el hecho de ser el Yavero la continuación del Paucar- tambo que se consideraba antes como del Camisea ó del Manu, hasta que los importantes documentos reunidos por el doctor Ro- mualdo Aguilar, la expedición Castañeda y el testimonio de nu- merosos vecinos, demostraron lo erróneo de esta conjetura. En una hermosa monografía del valle hacia Lacco inserta en el Bole- tín del Centro Científico del Cuzco, el señor Benjamín Mendizabal volvió á llamar la atención sobre este error que ha seguido perpetuándose en mapas y documentos oficiales muy posteriores; y hace un excelente bosquejo de la topografía del valle hacia (1) El señor Von Hassel, en su viaje porel Urubamba, vió estos signos y figuras, que en su concepto son idiogramas antiquísimos, (N, del A,) 9 E 5 a Lacco que puede aplicarse perfectamente al Bajo Yavero. El via- je simultáneo del P. Zubieta y el mío resuelven de hecho el pro- blema. Las fuentes del Manu, que aún la última misión La Com- be refiere al Paucartambo, deben buscarse pues en otra zona, pro- bablemente la comprendida entre la cadena del Yavero hacia Lacco y la sierra del Piñipiñt ó Paucartambo en la hoya del Ma- dre de Dios. Hs sumamente interesante á este respecto el trabajo del doctor Aguilar (1). Los datos que publique el atrevido misio- nero completarán el conocimiento de toda la hoya del Paucar- tambo.” *“*El curso del Yavero hasta el Maturiato y más arriba, corre en un paralelo invariable de E. á O. sobre el cual se desarrollan las sinuosidades del lecho. La formación es de pizarra cuarzosa y arcillosa y de cuarcita; en largos trayectos la ribera está formada por un conglomerado de pizarra con base de hierro y son frecuen- tes también los mantos de arcilla como la de Mapirontini. La corriente en la generalidad de los tramos, no pasa de 4 millas por hora, mucho menos en los remansos; queda dicho que los rápidos, las correntadas y los saltos son frecuentes en los codos. Los sal- vajes recorren frecuentemente las distancias del Maturiato al Mantalo (2) en cinco ó seis horas, de las que tres por lo menos se emplean en salvar los malos pasos”. Según el mismo autor, la distancia de la boca del Yavero á la de su afluente el Maturzato se subdivide así: Boca del Yavero al rápido de Quiringana... 2,530 mts. De éste al Arroyo y salto Mahuasire......... 2,410 ,, De éste á los Saltos de Chumbarini.......... 3,140. ,, De éstos á la Boca del riachuelo Manitiere.. 3,530 ,, De éste á la Boca del Muturiato...... a O: ss 13,620 mts. —_ (1) No menos interesante es el trabajo que el mismo señor Robledo publicó en el Tomo VIII de nuestro Boletin y que él no cita aquí, sin duda por modestia. Más adelante veremos que su autor apoyándose en datos suministrados por una expedición al Bajo Yavero di- rigida por el señor Castañeda, ingeniero de la compañía Sihuaniro, manifiesta que el Vavero debe ser la prolongación del Paucartambo. (N. del A.) (2) Afluente del Urubamba. Su desembocadura se halla solo á 2,220 mts. de la del Ya- vero, (N, del A,) De regreso al Cuzco el P. Zubieta comunicó á la Secretaría de la Sociedad Geográfica el éxito de su expedición, en carta fe- chada en 12 de julio de 1903 y de la que juzgamos indispensable re- producir los siguientes párrafos, en vista de la importancia que tiene para la historia de la Geografía del Perú el acontecimien- to á que ella se refiere: “De Paucartamboá Lacco caminé por las alturas de la cordi- llera que separa las vertientes del río Paucartambo y las de los ríos Tono, Piñaipiña y Manu, llegando á Lacceo donde dejé las bestias. “De Laccoá Palo Santo caminé á pié y de ese lugar fuí en ca- noa á la confluencia del río Maturiato con el Yavero. Después de descansar un día en Maturiato emprendí el viaje en canoa has- ta el mismo río Urubamba á donde no llegué por encontrarme po- co antes con el señor Luis M. Robledo, director de los trabajos del camino de Sihuaniro, que venía surcando el Yavero desde su con- fluencia con el Urubamba”. “He aguí un resumen de las distancias: De Paucartambo á Lacco 303 leguas. De Lacco al Urubamba 46 leguas. Total de Pau- cartambo al Urubamba 76 y 3 leguas”. “El río Yavero ó Paucartambo no es navegable; solamente puede utilizarse la canoa en las 14 leguas antes de llegar al río Urubamba; yo la utilicé 12 leguas, pero con gran peligro y siem- pre creyendo hallar el río tranquilo, en vista de las alturas baro- métricas. Del Yavero emprendí el camino de regreso á la misión establecida en Chirumbia á orillas del Urubamba. La distancia en- tre estos dos puntos es de 14 leguas. El camino es el mismo que se ha abierto para el Sihuaniro, dista 11 leguas á pié y 3á bestia. “Este camino del Sihuaniro resulta excelente; máxime hacien- do una pequeña reforma. “Pasado un mes se podrá ir al Vavero en bestia; pues en la actualidad se está arreglando los derrumbes ocasionados por las últimas lluvias”. “Como dejo indicado arriba, escribiré la relación detallada del viaje, arreglaré el croquis del río y pondré todo á disposición de ese Centro”. Aún no ha llegado á nuestro poder el informe detallado, pero sí hemos recibido un croquis, hecho por el explorador con todos los datos necesarios para trazar, á partir de Acobamba, el curso del A Paucartambo tal como aparece en la carta inserta al final de esta reseña, II Como ya se ha dicho, la cuestión que acaba de resolverse es muy antigua, aunque no es imposible que en la época incaica se conociera este río hasta su desembocadura, pues hay motivos pa- ra suponer que una vez conquistados los valles de Paucartambo por el príncipe Yahuar Huacca, ejércitos de los soberanos del Cuzco siguieron bajando por las márgenes del Mapacho y ocupa- ron la quebrada hasta mas allá de la actual hacienda de Lacco. Expondremos dichas razones al ocuparnos del misterioso camino incaico, citado en algunos documentos y que en nuestro concepto ha servido para unir directamente, con fines militares, el pu=blo de Paucartambo ó el valle de Lares con el Manu ó algunos de sus afluentes navegables. Desde el punto de vista español el problema del curso del Pau- cartambo se presentó en 1538, cuando el conquistador Pedro de Candia cruzó por primera vez ese río,con motivo de la famosa ex- pedición que emprendió á los valles de Paqual y de Tono, en busca de la tierra de Ambaya. No hay, en efecto, duda alguna que el valle de Paqual, en don- de según el historiador Herrera, (1) Candia se detuvo mes y medio preparando su expedición, es el mismo en que se encuentra la ac- tual población de Paucartambo. Raimondi en su obra “El Pe- rú” (2), observa que todos los lugares que tienen ahora la termi- nación “tambo”, antiguamente no la llevaban y que así el nombre incaico del valle sería “Paucar”. Además, hace notar que en la relación del viaje de Simón Pérez de Torres (3) se designa á ese lugar con el nombre de Paquar-bambo, modificándose el pri- mer radical “Paucar” en “Paquar” y el segundo “tambo” en “bam- bo”; y no resulta extraño, así, que Herrera haya escrito Paqual por Paquar variante española de la voz indígena Paucar. En apoyo, Raimondi hace notar que el Cuzco se halla del ac- tual Paucartambo á la misma distancia indicada para ese antiguo (1) Herrera. Década VI, Libro IV, Caps. VII y VIII. (2) Raimondi. Historia de la geografía del Perú, pag. 94 y siguientes. (3) Barcia. Historiadores primitivos. Tomo III. valle de Paqual; pues si bien Herrera señala textualmente 10 leguas y nolas 15 calculadas hoy, debe considerarse que la medida anti- gua era mucho mas larga y correspondía casi á legua y media de las que se usan ahora en el Perú. Agregaremos que, para llegará la evidencia en ese punto, bas ta decir que hay mapas del siglo XVII en donde el valle de la ac- tual población de Paucartambo se llama de Paqual. Sinembargo, no es un hecho comprobado que el nombre incai- co del valle haya sido Paucar, pues aunque Herrera en 1601 le lla- ma Paqual evidente modificación de Paucar, y Garcilaso en 1606 le designa ya como Paucartampu (1) debe recordarse que cuando estos historiadores escribían hacía ya más de medio siglo que los españoles se hallaban establecidos en el Cuzco y en ese tiempo han podido designar al valle con el nombre de Paucar y fun- dar la población de Paucartambo, que ninguno de los primitivos historiadores menciona. La relación del viaje hecho á fines del siglo XVI por Simón Pérez de Torres (2), tampoco es terminante por la misma razón y, además, porque el lugar que él llama Paquarbambo ha podido muy bien hallarse en la región que se ha designado siempre con el nombre de valles de Paucartambo, los que se encuentran, como es sabido, á bastante distancia del río Paucartambo y separados de este por una elevada cadena de cerros. Veamos lo que dice Simón Pérez de Torres: “De aquí (Vilca- bamba) me fuí á Paquarbambo Puerto delos Andes del Cuzco don- de se cojela Coca, que es la yerba que comen los indios; esta yerba es de mucho trato, por ser comida común de los indios, que se ba- jan donde se coje esta yerba; que me pesó harto el hacerlo; que bajé uña cuesta abajo tres días, y por espesuras de árboles, que apenas veia el Cielo. Esta coca se beneficia como las viñas; son unos ár- boles poco mayores que Arraian; hechan una simiente muy colo- rada, como granos de pimienta. Hay del Onzco á los Andes trein- ta leguas; es tierra muy caliente; no estuve en ella un día, que luego me torné al Cuzco”. Esta descripción y la estructura gramatical de las primeras —_—. a (1) Garcilaso—Comentarios reales. (2) Barcia—Obra ya citada. = 0 — frases, permite suponer que ese Paquarbambo Puerto de los Andes del Cuzco” no es el que Herrera poco tiempo después, llama valle de Paqual, situado á 10 leguas del Cuzco, sino la entrada de lo que ahora llamamos “valles de Paucartambo” que son efectivamente muy cálidos, renombrados por la coca que se ha cultivado en ellos desde la época incaica y están situa- dos á 30 leguas, más ó menos, del Cuzco, debiéndose bajar una larga cuesta para llegar á ellos. Además, dichonombre geográfico aparece por primera vez en la relación de la conquista de los valles de Paucartambo y del río Magno (Madre de Dios) emprendida en 1567 por Juan Alvarez Maldonado, y en ese documento escrito mas de treinta años antes de que se publicaran las citadas obras de Herrera y de Garcilaso, se vé que nuestro actual Manu era llamado río de Paucarguambo. Ha- biendo sido sus riberas elegidas por Alvarez Maldonado como obje- tivo de su segunda expedición, cuando intentó en 1572 fundar allí una colonia, parece probable que ese nombre adquiriese tal im- portancia que, predominando sobre los antiguos de Avisca y Cpo- tar, se extendiera á los valles dedicados al cultivo de la coca, y más tarde al pueblo y rio que seencontraban, viniendo del Cuzco, antes de penetrar á ellos, ó sea al pueblo y río actuales de Pau- cartambo. La etimología proporciona otra prueba más. En efecto la voz “Paucar”, en quechua, expresa la calidad de “florido, hermoso, fino” y es más probable que se haya aplicado en un principio á lu- gares situados en los hermosos y floridos valles de Avisca y Pau- cartambo que no á un “tambo” de las tristes regiones en donde se encuentran la población que hoy lleva ese nombre y rio que la baña. Hay cartas que señalan en los mismos valles de Avisca, á in- mediaciones del río Tono, una antigua hacienda con el nombre de Paucarbambo. Alvarez Maldonado según hemos visto dice que el Manu era llamado río de ““Paucarguambo” y el Amazonas, “*Pau- carmayo”. Se observa pues que los quechuas del Cuzco han hecho uso frecuente de tal palabra al designar lugares ó accidentes geográficos en los valles del Madre de Dios, y ello se explica pues la vegetación exuberante de esos cálidos climas ha debido grabar- se en la imaginación de hombres acostumbrados á las frías altipla” — 71 — nicies delos Andes. Todoslos viajeros modernos que, de paso por el Cuzco, han resuelto ir á visitar el Tono y el Cosñipata manifiestan la admiración que han experimentado al bajar desde la altura de las tristes punas á las selvas bañadas por estos afluentes del Ma- dre de Dios. En una región del Perú, distante de la que nos ocupa, existe un pueblo y caserío que también se llaman Paucartambo; y puede afirmarse que el orígen de este nombre ha sido una impresión semejante á la que hemos señalado. En efecto, si después de eru- zar la pampa de Junín á más de 4200 metros sobre el nivel del mar, bajamos por Ninacaca hacia el Oriente peruano, en pocas ho- ras nos hallamos en el pintoresco valle del Paucartambo de Junín, río de curso no muy extenso por cierto, y cuya desembocadura marca solo 654 metros cuando se une al Chanchamayo para tor- mar el Perené. Con rapidez igual á la de este descenso, la fecundi- dad de las tierras tropicales va revelándose en todo su vigor, y el viajero que al atravesar los páramos de Chinchaicocha se creia transportado á algún desierto de la región polar, se en- cuentra frente á frente á espléndidos paisajes amazónicos y ro- deado por maravillas del reino vegetal. Allí, como en los Andes del Cuzco, el quechua ha elegido para designar lugares la mis- ma voz *““paucar”, inspirada por la sensación que produce el con- traste de dos climas, de dos escenarios tan opuestos á corta dis- tancia uno de otro. Tal conjunto de razones inclina pues el ánimo á admitir: 1.* que ni el río ni la población de Paucartambo en el Departamento del Cuzco, llevaron ese nombre en el período incaico y 2.” que se les designó así después de 1567, como consecuencia de la gran expedi- ción organizada por españoles del Cuzco para establecer poblacio- nes en las márgenes del Manu y en las del Madre de Dios. ¿nl Durante el largo período comprendido entre la jornada de Candia y el viaje del P. Bousquet en 1866, los datos y opiniones sobre la desembocadura del Paucartambo fueron sumamente va- gos por falta de exploraciones en esa quebrada, más allá de Aco- bamba, no habiéndose recorrido tampoco el Urubamba ni descu- bierto aún la boca del Yavero. Además, en los documentos de TS entonces, los ríos, montañas. y hasta las aldeas y haciendas de aquella zona, se indican, por ignorancia ó despreocupación de los conquistadores con nombres muy diversos, haciéndose difícil y á veces imposible reconocer los lugares á que se refiere cada autor. Aumenta la confusión el hecho de haberse también designado con el nombre de Paucartambo á los valles del Tono, Piñaipiña, Pilcopata, Cosñipata y Querus, apesar de pertenecer éstos á una hoya hidrográfica completamente distinta, pues están separados del río Paucartambo por una elevada cadena que dirije las aguas de esteal Urubamba y las de aquellos al Madre de Dios. Como una prueba de la indecisión y oscuridad geográfica que reinaba entonces, bastaría citar la cantidad de nombres que algu- nas de estas grandes corrientes fluviales han recibido de geógrafos, historiadores y misioneros. Así, mientras el Paucartambo es á veces llamado Mapacho y otras Ocongate, Challubamba, Chapo, Huano, y Huallo; el Urubamba se llama también Vileamayo ó Huilcama- yo, Paro, Santa Ana, Yami, Turaba, Río de Urcos, Coporaque Quiquijana y Yanatart; y al Madre de Dios se le designa como Amarumayo 6 Río Serpiente, Opotari, Tono, Manu, Magno, Chau- pimayo, Toaima, Apuparo, Enivm, Río de Castela, Parabart, Cu- ja, Chunchu, Araza, Inambari, Manutata, Parabau, Pacabara, confundiéndosele además, no pocas veces, con el Marcapata, Pil- copata, Cosñipata, Piñaipiña, Querus, San Gabán, etc. A ese respecto es tan curioso como instructivo leer la exposi- ción que, ahora solo medio siglo, hacía el R. P. Fray Julián Bobo de Revello, demostrando la gran variedad de opiniones que reinaba en geografía sobre el curso de seis grandes afluentes me- ridionales del Amazonas, algunos de los cuales, según creencia ge- neral, nacían en la provincia de Paucartambo. Dice el referido autor (1). “Esta circunstancia y las localida- des que aún hoy se conocen por Avisca y Tono en los valles de Paucartambo, nos confirman de que el Madre de Dios es el co- nocido de los antiguos por los sinónimos de río Amaru-Mayu, Chunchu, Manu, Opotari, Tono; y aún más, añadiré que alguna vez se aumentaron estos sinónimos por el capricho de los geógra- (1) Bobo de Revello, Brillante porvenir del Cuzco, fos, en dar á todo el caudal de aguas el nombre de uno de sus tri- butarios principales; por ejemplo ha y quien le llama 4Araza en to- do su curso hasta entrar en el Marañón, siendo aquél al que cono- cemos por rio de Marcapata; otros Inambar?, confluente caudalo- so que baja del valle de Carabaya”. Continuando dice: “Para de- mostrar con extensión la gran divergencia de opiniones que hay hasta hoy sobre los ríos que bajan delos Andes Orientales del Pe- rú, paso á hacer una reseña delos más caudalosos que median en- tre el Ucayali y el Madeira. Los principales de estos son seis y todos deben tener sus vertientes en el territorio de este depar- tamento (Cuzco) y del de Puno y son: Yavarí, Yutay, Yuruá, Te- fé, Coari y Purus.” Bobo de Revello declara primeramente que es un hecho averi- guado ya que el Madeira se formapor la unión de los ríos Benz, Mamoré é Itines y que el Ucuyalt, Apuparau 6 Gran Paro es el mis- mo Vileamayo Ó Santa Ana engrosado por varios tributarios y entre ellos el Yunat+!1; en seguida comienza por dicho: Vilcamayo (Urubamba).—dice que este río tiene su origen en la cordillera de Vilcanota, baja por los pueblos de Tintac, Urcos, Calca, Urubamba y Santa Ana y después de recibir entre otros afluentes al Vilcabamba y al Yanatili se incorpora al Apurimac ó Tambo, y corriendo desde allí con los nombre de Apupara, Ya- natili, Yam?, se une con el Pachitea, desde cuya confluencia es conocido como rio Ucayali hasta su entrada al Marañón. Yavarí.—El autor cita al coronel Espinar (1) quien cree que el verdadero orígen de este ríoes el Mano ó Madre de Dios; son del mismo parecer algunos padres misioneros de Ocopa, que al reco- rrerel Ucayali á principios del siglo XIX han obtenido de los in- dios Piros y Conivos noticias sobre la existencia de un río cau- daloso, llamado por ellos Cuja, el cual pasa al este del Ucayal?, y es el mismo que enlos establecimientos brasileros se designa con el nombre de Yavarí; según los mismos indios. el Cuja se forma por la unión del Paucartambo, Marcapata y demás ríos que bajan de Carabaya, y se comunica con el Ucayali por dos caños natura- les: el S2pahua y el Tamaya; sin embargo, en el mapa del P. So- (1) Memoria sobre los valles de Paucartambo y adyacentes, por el Coronel José Do- mingo Espinar.—Cuzco 1846, 10 breviela que ha sido aprovechado por Chaumette Desfosses, el Cu- Ja sejunta con el Apuparu en la latitud de cerca del 10%; por otro lado los geógrafos Brué y D'Orbigny en sus mapas dela América del Sur, hacen correr entre el Yavari y el Ucayali un caudaloso río que desemboca en este último con el nombre de Paro, más ó menos á los 540” S. El autor agrega que el supuesto Paro de los antedichos geógrafos se halla citado así en una relación manuscri- ta, sin firma, de un viaje antíguo por el Ucayali: “á poco forma el Paro (Ucayali) una isla regular; sigue su curso al NE, y por la ri- bera del S. recibe un río compuesto de tres que le viene á distancia de estas partes y le entra en la altura de más de 5%40” ” posición geo- gráfica que concuerda con los mapas ya citados de Brué y D'Or- bigny. Yutay.—dice que es el llamado también Yetaú. El autor cita á Alcedo, quien en su Diccionario Geográfico, copia una parte de la descripción hecha en 1639 por el P. Acuña, la que reproduciremos ín- tegra aquí: “A las 5U leguas de estaboca (del Putumayo) á la parte contraria encontramos la le un hermoso y caudaloso río que trayen- do su origen de azia el Cuzco fenece en el de las 4mazonas en al- tura de 3” 30”; llámanle los naturales Yelaú y tiene entre ellos muchos nombres así por sus riquezas como por la multitud de na- ciones que sustenta, como son los Tipunas, Gunarús, Ozuanas, Morúas, Naunos, Conomonas, Marianas, y los últimos que más se avezindan á los Españoles que pueblan el Perú son los Omaguas, que dicen son gente riquísimas de oro, que trae en grandes plan- chas pendientes de las orejas y narices”.... “Es este rio de Vetaú muy abundante en pesca y caza, y quesegún las informaciones de sus moradores se puede navegar por él con facilidad porser de su- ficiente fondo y las corrientes moderadas” (1) Recuerda en seguida el P. Bobo de Revello que en el mapa de don Juan de la Cruz se dice que D. L'lsle llama á este rio Opotari haciéndolo entrar al Marañón por dos brazos distintos que forman una isla El mismo Alcedo en el artículo concerniente al Opotari (2) dice que es caudaloso y tiene su nacimiento entre el /nambart y el Cuchihuará, cerca de la provincia de Paucartambo; y que des- (1) P, Cristoval de Acuña. Nuevo descubrimiento del gran Río de las Amazonas. (2) Alcedo, Diccionario Geográfico de las Indias Occidentales. pués de haber corrido infinitas leguas por tierras de infieles, entra en el Marañón dividido en dos brazos;sin embargo otros geógrafos le hacen entrar al Maderra. Cita, por fin, el autor un manuscrito que él posee y que incorpora el Yutay al Ucayali en esta forma: “De los Cunivos y Cepibos lleva (el Paro) el rumbo S-N. muy profun- do y ancho, luego muda el nombre en Uecayal: y á poco mas de 100 leguas por la derecha y banda del KE. le entra el gran río Yuctaz, navegable, que trae su origen de las provinciasde Carabaya, Lari- caja y otras cercanas, de cuyas vertientes se forma un río grande compuesto de los llamados Camata, Toiche, Amaru—-mayu, Tono, Sandia y Laricaja; viene con el nombre de Tono, corre asímuchas leguas hasta decirse Vuctaz, con el quese entra al Ucayali.” El Yuruá.—Cita el autor al P. Acuña, quien manifiesta que á este río puede llamársele con razón “del Cuzco”, pués según Fran- cisco de Arellano, está N.-S. con dicha misma ciudad, y agrega el P. Acuña: “Entra en el de las 4muzonas en 5' de altura y á las 24 leguas del último pueblo de las Aguas; llámanle los naturales Yu- rua; es muy poblado de gente que por labanda de la mano dere- cha entrando por él arriba, no es otra sino la que indiqué habitaba las riberas del Vetaú, que tendiéndose hasta sus orillas queda co- mo aislada entrambos ríos. Y este es por donde Pedro de Ur- sua bajó del Perú, simi fantasía no me engaña”. (1) Tefé.—Corresponde al Tapi del P. Acuña, quien le describe así: “Es la altura de la boca de ese río (el Yapurá) de 2” y 3 co- mo también la de una pob'ación que 4 leguas más abajo, en la banda del S. está situada sobre una grande barranca al desem- bocar de un caudaloso y claro río que los naturales llaman Tap; y tiene en sus riberas mucha multitud de Gentiles que llaman “Pa- naguas”. Esto, observa Bobo de Revello, es confirmado por Alcedo; el geógrafo Balbi en su compendio de geografía hablando de la gran laguna Rogaguado, es de parecer que en ella tienen su origen el Yavari, Yutar, Yuruá, Tefé y Purus. así como otros dos ríos me- nos considerables que desaguan en el Madeira. ““La existencia de dicha laguna, agrega el P. Bobo de Revello, tampoco está averigua- da hasta ahora. Balbi que hace aún al Beni afluente del A4Apuparu ó sea el misino Paro, la pone á la derecha del Benz; Brué que la pone á la izquierda hace ingresar este rio al Madeira. El señor Ladis- (1) Acuña. Obra ya citada. = 6 — lao Marín, miembro de la comisión topográfica encargada por el ge- neral don José Ballivián de reconocer las provincias del Benz, di- ce no haber encontrado tal laguna, pero podría no haberla visto porno haber sido tiempo de aguas.” Coari.— “Este río es el quinto de los que entran en el Mara- ñón por la banda del $S. entre el Ucayali y el Madeira; su naci- miento y curso se ignoran, pero poniéndolo todos los geógrafos entre el Tefé y el Purús, deben hallarse sus vertientes en el ámbito en que éstos tienen suorígen. El P. Acuña no hace mención expresa del Coart; sin embargo, antes de encontrar su CuchihuWráó Purús, dice que la nación de Yoriman,á mas de las islas, (que ofrece allí el Amazonas) habitaba la tierra firme de la ribera $., y que “de ella le fluye un río cristalino que muestra ser muy caudaloso por la gran fuerza con que impele las aguas del Amazonas.” Algunos his- toriadores y geógrafos quieren que el Coaurí, con el Tefé y Yutay, sean los que salen de la laguna de Rogaguado”. Y en apoyo de es- ta aseveración, Bobo de Revello indica lo que sobre el particular se lee en la Hist»ria de Las Misiones del Perú, por el PP. Tena, así co- mo en el antiguo Mercurio Peruano, en el informe del Intendente Urrutia y en un editorial con que los redactores del Museo Erudito del Cuzco pretenden esclarecer una descripción del río Apurimac tomada del Mercurio Peruano. En seguida pasa al Purús.—El autor cita al P. Acuña cuya descripción reprodu- cimos aquí: 22 leguas de la primera población de Yoriman tiene su sitio la mayor que en todo el río (Amazonas) encontramos, ocu- pando sus casas mas de una legua de largo, y no vive en cada ca- sa una sola familia, como de ordinario sucede en nuestra España, sino que las menos que debajo de cada techo se sustentan, son cua- tro ó cinco y muchas veces más; de donde se podrá colegirla mul- titud de solo este pueblo; el cual nos aguardó pacífico en Sus casas sin faltar persona dellas, dándonos todos los mantenimientos que hubimos menester, de que ya nuestro ejército necesitaba. Aquí estuvimos cinco días y en ellos se hicieron para matalotaje mas de 500 fanegas de harina de mandioca, con que hubo de comer para todo lo restante del camino. Proseguimos, topando muy á menudo poblaciones de esta misma nación. Pero donde asiste junta la ma- yor fuerza de ella es 3) leguas mas abajo, en una erande Isla cercada de un brazo que arroja el río principal en busca de otro que le vie- PP ne á pagar tributo; y juntamente por las riberas de este nue- vo huesped, dondeson tantos estos naturales que con razón, aun- que no sea mas que por su multitud, son temidos y respetados de todos los demás.” “Diez leguas adelante del sitio referido da fin la provincia de Yoriman, y pasadas otras dos, desemboca á la banda del S. un famoso río que los indios llaman Cuchiguará.” (Purús). Es navegable, aunque en partes con algunas piedras; tie- ne mucho pescado, gran suma de tortugas, abundancia de maíz y mandioca y todo lonecesario para facilitar su entrada. Está po- blado este río de varias naciones que, comenzabrdo por su boca y prosiguiendo por él arriba, son las siguientes: los Cuchiguarás que toman el mísm>nombre del río, los Cumayaris, Guaquiaris, Cu- yariyayanas, Curucurus, Quatansis, Mutuanis. y por fin y remate de todos están los Curiguarés, que según las informaciones de los que los habían visto y que se ofrecían á llevarnos á su tierra son gigantes de 16 palmos de altura (1) muy valientes; andan desnu- dos, traen grandes patenas de oro en las orejas y narices y para llegar á sus pueblos son necesarios dos meses continuos de cami- no, desde la boca del Cuchiguará.” Bobo de Revello, después de citar esa antigua descripción del Purús, apoya con gran número de razones la opinión emitida en 1799 por el sabio Tadeo Haenke. quien suponía que el verdadero origen de dicho río era el Manu, con cuyo nombre designaban las tribus del otro lado de los Andes al Mudre de Dios de los valles de Paucartambo ó sea al Amurumayo. * * * Recordaremos, de paso, que las citadas descripciones del R P, Cristóbal de Acuña son las que éste presentó en su famoso infor- me á la Corona de España, después del viaje realizado en 1639 acompañando á la expedición del Capitán Mayor Pedro Texeira, cuando éste regresó de Quito al Pará. No era la primera vez que hombres de nuestra raza efectuaban la hazaña de recorrer, en frágiles embarcaciones. el gigantesco río de la América del Sur. Como es sabido, el primero te todos fué el Conquistador Francisco de (1) Con este motivo Acuña llama también al Purá%s, Rio de los Gigantes. — 78 — Orellana, quien abandonó á pocas jornadas del río Coca, junto con 60 hombres que estaban bajo sus órdenes, la expedición que Gon- zalo Pizarro había organizado en Quito. Bajando dicho río Coca y el Napo, Orellana penetró al Santa María de la Mar Dulce 6 Río San Juan de las Amuzonas y después de un largo viaje siguiendo el curso del río, llegó al Atlántico el 26 de agosto de 1542, descubrien- do así la inmensa vía fluvial que desde ese Océano penetra al co- razón del Perú. Dieciocho años después Pedro de Ursúa salía de la ciudad de Lamas, al frente de una expedición destinada á conquistar el reino de Omaguas. La expedición, de la que formaba parte el maniá- tico sanguinario que los historiadores llaman “tirano López de Aguirre”, bajó el río Muyo y el Huallaga y penetró al Marañón. Como consecuencia de una conspiración militar encabezada por López de Aguirre, fueron asesinados Ursúa ysu teniente Juan Vargas ,el 1.” de enero de 1561, cerca de la desembocadura del Pu- tumayo. Aguirre, proclamado jefe de la expedición. siguió bajando el gran río y llegó á su afluente el río Negro ó Curiguanacú. Por mucho tiempo se ha admitido que la expedición penetró á este afluente y. remontándolo. pasó al Orinoco porel Casiquía- 112, yendo á salir al Océano Atlántico frente á la isla Trinidad; pero esta opinión ha sido combatida con exito, como puede verse en los siguientes párrafos, que copiamos del notable trabajo que el doctor Pablo Patrón ha publicado con el título de “Observaciones á la obra» “El Perú”: “La rapidez con que Aguirre apareció en las costas de Vene- znela ha sido suficiente para que se admita por mucho tiempo que no llegó á la boca del Amazonas sino que salió por una comunica- ción interior de los ríos. El mismo Acuña dice “mo es creible que Dios permitiese que un tirano tuviese la ventaja de descubrir la embocadura del Marañón” y cree que fué hasta el mar por el “río Felipe” que se encuentra á alguna distancia áel Cabo Norte. Co- mo lo ha probudo Humboldt esta suposición no es admisIble, pues es- tá fundada en datos erróneos. Además no faltan historiadores co- mo el Padre Piedrahita que digan terminantemente que salió por la boca del río de las Amazonas”. Debían trascurrir muchos años antes de que la imponente vía fluvial descubierta por Orellana viese pasar nuevos expedicio- narios españoles, hasta que en 1637 repitióse esta hazaña en cir- cunstancias que la harían completamente inverosímil sin los nume- rosos testimonios que ha dejado y la resonancia que tuvo. Hallá- base en 1636 el capitin español Juan Palacios expedicionando, con beneplácito de las autoridades de Quito, en la provincia de los En- cabellados que ocupaban en las márgenes del Napo, más abajo de la boca del Aguarico ó Río del Oro, territorios en que hoy se en- cuentran los indios Angoteros, cuando el s de octubre de ese año fué atacado por los indígenas y sostuvo con ellos un combate en que dicho jefe sucumbió. Doslegos franciscanos Fr. Domingo de Brieva y Fr. Andrés de Toledo, y seis de los soldados que forma- ban parte de la expedición, viendo que ésta iba á regresar á los es- tablecimientos españoles del Aguarco y del Río Coca y teniendo noticias por un marinero portugués, llamado Francisco Hernán- dez, «le que bajando el Napo se podia llegar á “El Dorado” y “Casa del Sol”, resolvieron seguir la corriente de este rio, lo que verificaron partiendo el 17 de octubre de 1636 en una pequeña canoa. Habiendo penetrado así al gran Amazonas, y después de ciento once días de viaje, llegaron el 5 de febrero de 1637 á Curupa, establecimiento portugues situado no lejos de la bo- ca de ese río. La noticia produjo gran sensación en el Pará y dió lugar á que Texeira organizase allí una flotilla y saliese de Curupá el 17 de octubre de ¡637 con 47 embarcaciones tripuladas por 70 soldados portugueses, 4 de los castellanos que acababan de hacer el viaje de bajada y cerca de 20060 entre indios remeros, mu- jeres y muchachos. Subiendo el Amazonas y el Napo siguió por el Palomino y su afluente el Puninz, en cuyas playas de- sembarcó la vanguardia, para trasladarse por tierraá la ciudad Avila de los Quijos, ádonde llegó el 24 de junio de 1638. En Quito permaneció algunos meses hasta que, por orden del virrey del Pe- rú Conde de Chinchón, emprendió, junto con el Padre Acuña, el viaje de regreso, saliendo el 16 de febrero de 1639 para llegar al Pará en 12 de diciembre de ese mismo año. Benito de Acosta, piloto de la flotilla de Texeira, trazó una car- taó mejor dicho un croquis del Amazonas notable para su época, pues los anteriores adolecian de errores verdaderamente extrava- gantes, Jiménez de la Espada cita uno, hecho poco después de 1554 O y que dicho erudito escritor califica de “especie de diagrama”. Otro existe en el Mapamundi de Ortelio trazado aproximadamente en 1587 y en donde el Marañón y el Orellana son dos ríos distintos que en su parte media se unen para separarse luego. En el que pu- blicó en Sevilla el año 1608 el cosmógrafo del Perú, licenciado Die- go Méndez, capellán de las monjas de la Encarnación de Lima, el Amazonas, en su tercio inferior, se divide en dos brazos, de los cua- les uno es el Marañón y otro el Orellana. Lomismo se ve en la carta de la América Meridional que hizo en 1618 el cosmógrafo del Perú Lucas de Quiroz; error que provenía de que dividiéndose el Amazonas para penetrar en el Océano, en dos grandes brazos prin- cipales, se confundía á uno de estos con la bahia situada más al Sur donde se había fundado la ciudad San Luis de Marañón. Pero la primera carta verdaderamente científica del Amazonas es la que publicó el R P. Fr. Samuel Fritz en 1707, de conformidad con las observaciones astronómicas hechas por éste célebre misio- nero jesuita, enel viaje que efectuó en los años de 1689491, bajando el Amazonas hasta la ciudad del Pará. Esta digresión que nos ha permitido bosquejar el pasado del inmenso ríoen cuyo cauce van á confundirse las aguas de todos los que vamos á mencionar aquí, nos ha dado también una idea de la ignorancia en que se hallaba la geografía respecto al curso de los grandes afluentes amazónicos. Hemos visto que varios siglos después del casual descubrimiento de Orellana, se ingnoraba aún el curso verdadero y el origen exacto del Purús y demis afluentes de la margen derecha del 4ma1zonas, comprendidos entre la boca del Yavary y la del Madera; y hombres como Haenke y Bobo de Revello debían, en ese punto, buscar informaciones en el parecer de las tribus salvajes ó sujetar sus cálculos á los datos que, por este mismo conducto, había adquirido el Padre Acuña trescientos años antes. La historia del progreso en geografía refleja muchas veces los incomprensibles caprichos del espíritu humano, y así es difícil explicarse que mientras los exploradores se han dedicado con sin igual perseverancia y energía á solucionar, por ejemplo. el estéril problema ártico, dejaran casi abandonadas las regiones interiores A de la América del Sur, llevas de tesoros naturales y de promesas para la industria y la civilización. Pero sigamos examinando algunos documentos que nos daran á conocer la opinión de los geógrafos sobre el Paucartambo antes de 1806 y al mismo tiempo lo que ellos pensaban sobre el Amarumayo 6 Madre de Dios, dato que será útil cuando, más ade- lante, nos ocupemos de este río. En un manuscrito muy antiguo, pero que debe ser de fecha posterior á la expedición de Juan Alvarez Maldonado en 1567 y que cita Bobo de Revello, se dice que “los ríos Totes, Cabanga, Tayma, Paucartambo, Inga y Mano, Curiguay, Callirmani, Pule-Pule y otros van á humillarse y postrarse ante la grandeza del Tono”, dando á entender que todos ellos son afluentes del Madre de Dios. En un plano hecho el año 1590 por Didaco Mendezio y titu- lado “Peruviz auríferee regionis typus” los ríos que se forman en la región del Cuzco se unen con el de los Moxos, es decir con el Beni. Este recibe luego por la derecha el río Paucarmayo que des- pués de unirse con el Río de Xauxa, toma el nombre de Amazonas. En el mapa hecho por Johau Bussemecher, en 1598, y titulado “Peruvia id est Noni Orbis pars Meridionalis á proestantíssima eius in Occidentem regione sic appellata” los ríos que bajan de la región del Cuzco y Carabaya llevan sus aguas á uno, que debe ser el Beni y este, después de recibír por la izquierda al río de Xauxa- Chibanigua entra al Amazonas, que es designado como Río Pau- - carmaño. En el plano del Perú, hecho en Amsterdam por Guillermo Bla- euw en 1635, el valle del río Paucartambo se llama Val Paqual. El Opotar: se dirije hacia el Norte, alejíndose del Urubamba que con el nombre de Río Yucay, (1)va al N O. al encuentro del 4pu- rímac. En 1656 publicó el geógrafo del Rey de Francia N. Sanson d” Abbeville un “Mapa del Perú y curso del río Amazonas. "No figu- ra allí el Paucartambo. El Amarumayo es un río independiente del Opotari, que es afluente del Tapy. Ambos ríos Tapy y Ama- (1) En efecto este y el de Quillabamba son nombres con que ha figurado el Urubamba, además de los que hemos mencionado, 11 — ED == rumayo, siguen un curso casi paralelo, el segundo al Este del pri- mero, y así van á desembocar en el Amazonas. En el mapa del río Amazonas, hecho por el Padre Fritz en 1707 y corregido por La Condamine, el Paucartambo se uneal Urubam- ba que lleva el nombre de rio de Urcos. En 1730 se dió á luz una “Carte particuliére du Pérou” y allí se ve al Tapy afluente derecho del Amazonas, recibir en sus oríge- nes un río que por su situación es sin duda el Opotari. El Pau- cartambo no figura. El Amarumayo es afluente directo del 4ma- ZONAS. E En 1740 ge publicó un mapa del Perú por Philippe Buache, se- gún observaciones suministradas á la Academia de Ciencias de París, en los años 1736a1l 39, por M. M. Godin, Bouguer y La Conda- mine y con datos del P. Feuillée, M. Frezier y otros viajeros;se ve al Amarumayo ó Yurua afluir directamente al 4mazonas. Pero este mapa no comprende la región del Paucartambo. El mapa de la América Meridional publicado en 1748 por Mr. d' Anville, bajo los auspicios del duque de Orleans y con datos su- ministrados por La Coudamine, Bouguer de la Academia de Cien- cias de París, y Maldonado, Gobernador de la provincia de las Es- meraldas, el rív Paucartambo se une al Yucay y lleva sus aguas al Apurímac, mientras el Amarumayo ó río Serpiente se supone ser el Purús. En un mapa del Perú hecho por Bellín en 1754, el Paucartam- bo se une al Urubamba. Los ríos Chunchu ó Amarumay y Opota- rió Yutay sonambos afluentes directos del Amazonas. En un plano del Obispado del Cuzco sin fecha pero trazado al parecer á mediados del siglo XVIII, el río Paucartambo desemboca en el Tono, que lleva sus aguas al Bens. Otro plano del mismo Obispado y de fecha posterior, represen- ta al Paucartambo como afluente del Tono, quese dirije al N E. alejándose del Urubamba. En 1768 el doctor Cosme Bueno en su descripción geográ- fica de la provincia de Paucartambo, dice: “El río Paucartambo que tiene el nombre de la provincia y para el comercio varias puen- tes de criznejas, entra en los Andes y junto con el de Vilcamayo y el de Vilcabamba y después con el de Apurímac, va á aumentar — 83 — las aguas de otros y llega al Marañón con el nombre de Uca: yal?”. No menciona ni al Magno ni al Opotari ó alto Madre de Dios de los valles de Paucartambo, sin duda por creerlo, según opinión generaldeentonces, afluente del “Inambar+”, cuyo curso indica así, en su descripción de la provincia de Carabaya: “Se ven algunos ríos en esta provincia mayores y menores que van á desaguar al Inambari, río muy grande y confin de esta provincia por el Norte y Nordeste con losindios iufieles, hacia donde hay muchos cocales y sementeras de arroz con muchas y muy buenas frutas de mon- taña. En este río hay abundancia de pescado, especialmente sa- balos y dorados grandes, que se pescan á tiros de fusiles y de fle- chas. Entra enel Marañón engrosado con otros con el nombre de Ucayals”. A pesar de esto al describir el ““Araza”, dice que las nacientes de dicho río se encuentran en lós términos de la jurisdicción de las dos Audiencias de Lima y la Plata y que después de correr por la montaña ó Andes de Cuchoa “penetra la montaña de los indios infieles y juntándose con otros desagua á unas 150 leguas en el Marañón”. Esindudable que existe aquí un error, porque sería imposible que el 4raza ó Marcapata, cuyas fuentes se encuentran situadas entre las de esos ríos Inambari y Ucayali, pudiera desa- guar directamente en el Marañón, siaquellos se unen antes de in- gresar á éste. Presumimos que los informes obtenidos por el doc- tor Cosme Bueno sobre la probable desembocadura del 4raza, se referían al actual Tambopata cuyas nacientes se hallaban en los términos de la jurisdicción de aquellas Audiencias y que ha sido designado á veces por antiguos exploradores y misioneros, con los nombres de Araza y de Inambar!. Esta confusión, que se podrá observar en algunas relaciones y documentos antiguos, explica además porque llevan hasta hoy el nombre de Arazairis no sólo algunas tribus que viven en los valles del Marcapataó Araza,sinotambien otras que habitan las márge- nes del Tambopata; y explica que en el mapa de don Juan de la Cruz Cano y Olmedilla el 4razaó Marcapata sea el más oriental de los ríos que nacen en las montañas del Cuzco y lleva la siguiente anota- ción: “El caudaloso Araza cuyo origen comparado con el que corresponde al famoso Cuchivaru ó río Purús, parece ser el mismo, — 84 — como se infiere de la descripción del Obispado del Cuzco por el doctor Cosme Bueno, inserta al fin del Conocimiento de tíempos impreso en Lima año de 1768”. Aldescribir la provincia de Moxos, C»sme Bueno cita al Beni entre los ríos que la bañan y, después de indicar el origen de éste, agrega que: “pasa inmediato al 10 de Reyes y caminando muchas leguas y recibiendo otro gran río porel poniente con el nombre de Purabaré ó Río de Castela entra en el Mamoré é Iténes juntos, to- mando el nombre de Río de la Madera como se ha dicho; el cual va á desembocar en el Marañón”. Digno de observarse es que el nombre de Purabaré, indicado en este y muchos otros documentos de entonces, es sin duda el mismo de Parabre con que designó Alvarez Maldonado en 1567 el Tambopa- ta. Hoy es sabido que el gran Parabaré ó Río de Castela á que se refería Cosme Bueno no era otro que el Madre de Dios de los va- lles de Paucartambo; hecho que la Geografía ignoraba entonces y que á pesar de la luz que sobre este asunto debió arrojar la expe- dición del conquistador Alvarez Maldonado en el siglo XVI, no quedó comprobado sino en el siglo XIX, como adelante veremos. En 1769 fué trazado el “Mapa del gran Río de las Amazonas con todos los principales ríos que le componen; ó mapa de las con- versiones geográficas en el río Huallaga” por el P. Prefecto Apos- tólico Fr. José Amich.” Allí el Paucartambo recibe por la derecha dos ríos sin nombre que parecen ser el Amarumayo y el Inambar?, formando entonces el Poru (Puro). Mientras tanto el Apurímac se une al Vilcamayo que más allá recibe además al Abancay y consti- tuye así el Taraba. Por otro lado el Anapar: y el Enne uniéndose marchan juntos á recibir por la derecha, primero al Taraba y en seguida el Poru, y todos estos ríos, asíincorporados, van á juntarse con el Pachitea para formar el Ucayalt. En 1771 el P. Fernando Rodríguez Tena en su “Historia de las misiones” asegura que el río Paucartambo “aunque entra en los Andes y se junta con el de Vilcamuyo y Vilcabamba, no vaá jun- tarse con el río Apurímac, sino con el que viene de J/o.xos, en una palabra con el río Ben”. En el gran mapa de la América Meridional, publicado en 1776, por don Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, geógrafo pensionado — 85 — del Rey de España, el río Paucartambo seune conel Vilcamayo y en seguida entra al Apurímac, y éste mezclando sus aguas con las del Antiguo Marañón constituye el Perené. Mientras tanto el Inambart corriendo al E. y paralelamente al Puucartambo y Apurímac, va ádesembocar también en el Perené, y por consiguien- te forma parte de la hoya del Ucayal?. En dicho mapa los llama: dos valles de Paucartambo al Oriente de “Las Tres Cruces”, dan origen, además del Inambarz, á los siguientes grandes ríos, que dirigiéndose al N. E. desembocan directamente en el Amazonas: 1. el Otopart, que lleva la siguiente indicación: “según M” De Isle viene á ser el Yutay”; 2.” el Yavarí; 3. el Madre de Dios, con esta indicación: “Río Amarumayu, como el señor Bo- wen llama en sus cabeceras al propio Yurba”; 4.” el Marca: pata con la extensa anotación yacitada: “El caudaloso 4Araza, cuyo origen, comparado con el que corresponde al famoso Cuchi- varu Ó6 río Purús, parece ser uno mismo, como se infiere de la descripción del Obispado del Cuzco inserta al fin del Conoci- miento de tiempos, impreso en Lima año de 1768”. El “Plano de las provincias del Cazco y demás para la di- rección de las tropas del R+y contra el rebelde Joseph Gabriel Tupac-Amaru” hecho á fines de 1730 trae al Puucartambo como afluente del Panatile río que en seguida va á desembocar en el Santa Ana. En un mapa de gran parte de la América Meridional y cuyo tí- bulo es ““Les pays de Pérou et Chili” hecho en 1780 por Mateo Seu- ter, géografo del Emperador de Augsburgo, el río Yuma ó Amaru- may es el afluente directo del Amazonas. No está indicado el río Paucartambo. El Diccionario Geográfico de Alcedo publicado en 1786 dice en el artículo sobre el “Vilcamayo” quees río caudaloso y grande, que nace en la Provincia y Corregimiento de Lampa al O. de la Capi- tal, corre al N. N. O. regando en su curso “las Quispu, Cuanches, Quispicanchi, Calca y Lares y se une en el territorio de las Misio- nes de Caxamarquilla (:) con el de Paucartambo, para entrar en el de Apurimac.” Agrega que también es llamado Coporaque. (2) (1) Alcedo se refiere á las Misiones establecidas por los jesuitas y franciscanos en el valle de Santa Ana y márgenes del Urubamba en el siglo XVIII. Las de Cajamarquilla se hallaban situadas en el norte del Perú, en la Provincia de Pataz. (2) Río que sinembargo noes afluente del Vilcanota ni del Urubamba, sino del Apurimac. E En el artículo sobre el “Vilcabamba” se lee que este río “nace al N. de la Villa de San Francisco de la Victoria anexa al curato de Vílcabamba y situada 20 leguas al Oriente del Cuzco; que corre al N. y entra en el río Paucartambo en el territorio de las misiones de Caxamarquilla.” (1) El mismo diccionario dice que el “Araza” es río caudaloso cu- yo nacimiento se halla en los “Andes de Cuchoa” Provincia y Corregimiento de Pomabamba”, y agrega “Corre al N. y luego al E., haciendo varios giros hasta entrar caudalosísimo en el Ma- rañón por diferentes bocas, después de haber corrido muchísimas leguas.” Respecto al ““Amarumatu” lo describe como “Río caudaloso cu- yas fuentes seencuentran á los 13" 30” de lat. aust. y que después de pasar por la Provincia de los Mojos y de bañar ensu dilatado cur- so tierras y parajes desconocidos, mudando de nombre en todos ellos, entra por fin al Marañon á los 4? 36* de latitud austral”. En el artículo relativo al “Paucartambo” dice que este río tiene su orígen cerca del pueblo del mismo nombre y que, entrando en las montañas de los Andes, se une con el de Vilcamayo y Vilca- bamba y luego con el Apurimac, y corre muchas leguas haciendo “varios tornos y rodeos por el territorio de las Misiones de Caxa- marquilla (2) para llegar por fin al Marañón con el nombre de Uca- yale, muy crecido y caudaloso,” Finalmente al ocupars : del “Opotari” lo describe como “río caudaloso quenace entre el Inambar: y el Cuchihuará áinmediacio- nes de la provincia de Paucartambo, y que, después de un dilatado curso por tierras de infieles, entra en el Marañón dividido en dos brazos, aunque otros geógrafos le hacen entrar al Madeira.” En un plano de la Intendencia del Cuzco hecho en 1788 por don Pablo José Oricain, el Paucartambo se une al Vilcanota, después de recibir por la izquierda al Yanatils. En otro plano del Asiento de Paucartambo, probablemente de la misma fecha que el anterior, se ha trazado desde Ampa- raes una línea recta ála Montaña y al N. se lee “país incogni- to” El Paucartambo se dirije al E. alegándose de los ríos Tono y Piñipiña, que constituyen las cabeceras del A marumayo. (1) Véase la nota anterior. (2) Véase la nota anterior. — 87 — En el mapa de las montañas y fronteras del Perú, hecho por el misionero y geógrafo Fray Manuel Sobreviela, en 1789 y dedicado ál virrey Teodoro de la Croix, el Paucartambo se une al Tono ale- jándose este del Par”, En el Mapa del Huallaga, Ucayali y Pampas del Sacramento, hecho en 1791 por el mismo autor, el río Paro entra por la derecha al Ucayal:. En el Mapa del Virreynato del Perú, hecho en 1792 pordon An- drés Baleato, casi todos los ríos que nacen en la región cisandina del Cuzco, inclusive el San Gavan, llevan sus aguas al Ucayali. Se exeptúa al otro lado de la Cordillera Oriental, el Río Serpiente que se dirije al Benz. En el plano que acompaña la memoria presentada en 1796 por el virrey D. Francisco Gil de Taboada y Lemos á su sucesor, el río que pasa á inmediaciones de la población de *Paultambo” va al Apurimac. En la carta geográfica de la mayor parte de la América Meri- dional, trazada en 1796 por don Francisco Requena, para fijar la línea divisoria de los dominios de España y Portugal, el Paucar- tambo desemboca en el Vilcamayo y unidos entran al Apurimac, formando luego, junto con el Mantaro, el río Perené. Este recibe luego al Río grande de Inamoa que nace cerca de la laguna Titi- caca, y ambos uniéndose constituyen el Paro. En el mapa de una parte del Virreynato de Lima hecho en 1803 por el Prebendado de la Iglesia Catedral del Cuzco don Francisco Carrascon, el río Paucartambo con el nombre de Gua- pay ó Chapo se dirije al Parobeni, que desemboca en el Ucayali antes del Perené. El Tono, afluye igualmente al Purobent, Los mapas y documentos que venimos examinando comprue- ban que antes del año de 1806 en que el P. Bousquets misionero del Colegio de Moquegua navegó todo el Urubamba, predominó la creencia exacta de que el río Paucartambo formaba parte del sistema fluvial del Ucayal:z. “Delos veintisiete autores citados solo uno, el Padre Tena, asien- ta en forma precisa la opinión de que el río lleva sus aguas al Be- ni, pero agregando que antes se une con el Vilcamayo ó Urubam- OS ba. Mas adelante, al tratar de las expediciones de los jesuitas por el Alto Urubamba, esplicaremos el origen probable de este error. Es cierto que cuatro de los documentos revisados, á saber: el manuscrito antiguo que poseia Bobo de Revello, el mapa del Pa- dre Sobreviela y los dos planos del Obispado del Cuzco, incluyen entre los afluentes del Tono ó Magno á un rio. Paucartambo pero esto sin duda alguna se refiere al Paucarguambo de Alvarez Maldo- nado, ó sea alactual Manu confluente del Tono ( Madre de Dios) Esta explicación permite comprender facilmente el orígen de las singulares dudas de los geógrafos sobre el curso del río cuya historia venimos desarrollando. Las expediciones de aquel con- quistador revelaron la existencia de un río llamado Paucartambo que desembocaba en el Tono ó Magno, y comodicho nombre se tras- portó indebidamente al Mapacho, algunos geógrafos creyeron que este último llevaba sus aguas al Tono ó Magno ó río de la Madre de Dios. Ningún explorador científico tuvo ocasión de bajar por el apar- tado valle del Mapacho hasta la desembocadura en el Uru- bamba y el error pudo subsistir, aunque en lucha siempre con los datos que proporcionaban vecinos del valle de Lacco ó indios y traficantes de esas montañas; informes que acojidos por otros au- tores, dieron origen á la teoríaexacta de la unión del Mapacho con el Urubamba, confirmada en forma definitiva por la expedición Zu- bieta. IV Para llegar á descubrir la boca del Yavero era necesario ó bajar desde la región del Cuzco, siguiendo el cursodel Vilcanota y Uru- bamba ó surcar éste río, penetrando por el Ucayali ó el Tambo. Ambas rutas ofrecían grandes obstáculos á causa de las peligro- sas 33 cascadas y de los 185 rápidos que presenta el Urubamba diseminados antes y después de la desembocadura del Yavero, como si procuraran aislarlo de la civilización. Sin embargo, era mas probable que los nuevos dueños del Perú llegarán antes á esa desembocadura bajando del Cuzco por el Vicanota que entrando por el Ucayali; en primer lugar, por- que es más fácil vencer los obstáculos del Urubamba siguiendo la corriente impetuosa de los malos pasos que, luchando contra ella; — 89 — y además, porque la boca del Vavero se encuentra mucho mas próxi- ma á los altos valles del Vilcanota ocupados por los españoles desde los primeros años de la conquista, que de las inmensas pam- pas del Ucayali recorridas por tribus salvajes errantes, y en donde hoy mismo—á pesar de la influencia comercial de Iquitos—la raza conquistadora lucha aún con las distancias, el clima, las inundacio- nes, y demás obstáculos que le han opuesto esos bosques y desier- tos amazónicos. Indicaremos, pues, algunos de los datos que fué obtenien- do la geografía sobre el curso del Urubamba, hasta que los explo- radores, bajando gradualmente el río, llegaron ála desembocadura del Yavero. La resistencia opuesta por los sucesores del Inca Huáscar á los españoles que se habían apoderado del Cuzco, cerró por algún tiem- po á la raza europea el Urubamba y el Paucartambo. Mantuvié- ronse por muchos años las actuales Provincias de Calca, Conven- ción y gran parte de la de Urubamba, fieles á los Incas que se ha- bían refugiado en aquellas quebradas y montañas, y con los restos del granimperio derrumbado organizó allí Manco Inca, el patrio- ta hijo de Huayna-Capac una soberanía cuyo límite hacia el Sur comenzaba á pocas leguas del Cuzco y que, dominando posiciones estratégicas incomparables, detuvo por ese lado, durante largos años, la invasión española. Los conocimientos sobre el curso medio é inferior del Urubam- ba eran pues nulos, cuando las demás partes del Imperio se halla- ban descritas en las relaciones de los conquistadores; y así no sor- prende ver que en una monografía de la región del Cuzco, en 1650, se mencione al “Quiquijana”, hoy Vilcanota, solo hasta Ollantai- tambo, omitiéndose indicar qué se hace el río desde esta población hasta la confluencia con el Apurimac, en el cual, segán dicha mo- nografía, termina el Quiquijana. Insertaremos aquí la parte de la relación en que se describen los ríos. Fué hecha por el dean de la Catedral del Cuzco, Dr. Vas- co de Contreras y Valverde, á quien se debía considerar en esa épo- ca como una autoridad en la materia, puesto que el virrey Conde de Salvatierra le confió ese trabajo con el fin de remitirlo al Gobier- 12 — 90 — no español, siguiendo instrucciones que éste le había impartido en una cédula real. (1) “RÍOS, FUENTES Y SALINAS DE ESTA CIUDAD.—Los ríos son tan- tos que, siendo en sus principios pequeños arroyos, se pueden con- tar entre los mayores, y puedo afirmar con razón que, como esta ciu- dad fué la cabeza del Perú, no lo fué solo en cuanto á las varias naciones que sujetaron sus reyes sino también por las cosas gran- des y maravillosas que se admiran en su distrito, punas y valles, fertilizándolos con sus vertientes. Algunos tienen su origen en su contorno, pero con sus prolijas corrientes, arrojándose por varias partes, pasan y llegan á fenecer en otros que, recorriendo la banda del Sur, acaban su curso en la gran laguna de Chucuyto que los indios llaman Titicaca.” ““Y para tratar primero de las que en ella se embeben, convie- ne advertir primero, que treinta y cinco leguas de esta ciudad, yen- do hacia el Sur, por el camino real que vá á los Charcas, ála Paz, Chucuyto, valles de Cochabamba y Laricaja, se levanta un cerro, que, según el parecer de los matemáticos y astrónomos, es el lugar mas alto y eminente de todo el Perú, el cual llaman los indios Vill- canota (2) y por su celsitud y altura, siempre está vestido de nieve, (1) Jiménez de la Espada. Relaciones Geográficas de Indias. Tomo II. (2) Su altura que según Pentland es de 5362 metros sobre el nivel del mar, no solo es infer'or á la de muchas otras cumbres del Perú, sino aún á la de lugares habitados en nuestra Cordillera de los Andes, como puede verse por la siguiente lista extractada del diccionario hecho por el Subsecretario de esta Sociedad, señor Carlos J. Bachmann, sobre alturas del Perú, que próximamente verá la luz pública. Apucuncurani, nevado de Lampa, en Puno... ..==--<=<==.---- 5347 Mts. Pentland. Monte Meiggs, punto más alto junto al Ferrocarril Central---. 5356.80 Cancharani ó el Manto, mineral de la provincia de Puno.----- 5435 Pentland. Carabaya, cerro; departamento de Burn 5486 G. Smith. MIO o 5520 OEA Dario El Mod. sososo pososesossab socoss sosa seso 5620 Pichu=pichu;, volcán en Arequipacoooo oa aos 5678.32 Pickering. Abra entre lanque y Cailloma, en el camino de Arequipa al CUZCO LE A a 5705 Raimondi. Sarasara meva doler acc OS Neyra-Valbuena Quen pco a A OS) Pentland. Pichicanio Facora. cumbre OO Rivero Candarave ó Yucumani, cima del volcán, Tacna......o». e.o==..-- 5779.51. E, Delgado — 91 — fin que el verano y el estio le desnuden de ella. Este cerro pues que se desvía un poco del camino real, despide de sus faldas una emi nencia tan larga como el mismo camino, que ocupándole menos y tirando hacia el Poniente, divide las aguas que se desgajan de su cumbre en dos partes; las de la banda del Sur se recojen y rebal- san en una pequeña laguna que tendrá de boj. poco menos de una legua; de la cual salen algunos ríos (1) que tirando al Poniente, y torciendo su curso por varias partes, embebidos unos en otros, desaguan en la laguna de Chucuyto. Las de la banda del Norte que mira al camino real que viene á esta ciudad y va á la de los Reyes, son manantial de una fuente que tiene su nacimiento en la misma Chachani, volcán cerca del Misti, Arequipa, ===. <-> o.o==..o==... 5791 Raimondi Amanea nevado de Carabaya, Puno. ooo coco B79N.10, 1. Tweddle. ISC Oca ene quipa avs catics aa case ess BOLLO Bailey: Oyarvide ó Barrancos, nevado en Tarapacd...oooooocmonommor.... 5800 Ela cai Cerro !sobxe Garhuas cios se o tas Soja 6081 Hindle Laguna, volcán en Tarapaca, (más ó menos, 20,000 piés)....--- 6095 Charchani, volcán extinguido, Arequipa... o.0=2===... NE 6005.89 Pickering. Caucoso, cerro en la cordillera, provincia de Tarapacá.....---- 6096 G. Smith Choja, estancia en el cerro de este nombre, al E. de Tquique..... 6096 G. Smith. Corpasancerto al E sdeflarapaca... io iodo cuasi eee e 6096 G. Smith. Eaecrchara, minas/¡a 125 kms; de Puno; ==eocociose ccoo SR OOO M. Basadre Ausungate, cumbre de este nevado de la provincia Quispicanchi, Cuat papu sobuoboton ao A O REE ER E A E 60153 E. de la Combe Atucasquilcha nevado ¡en Rarapaca- emy so daa ato ca aaa ela 6180 Huaina -Putina, Omate 6 Quinistaquillas, volcán en Moquegua.. 6l97.82 Fiuandoy certo sobre Catas icacoocaocanano ae 2 noia: Jeg=oen 6428 Hindle Quenamari, cerro de Carabaya......-.--- A o Sn 6450 M. Basadre Portaapemnmeva do Nena cna ou eta des de aan 6614 Pentland Guatatieri, pico nevado al S. de Parinacochas --... ==... --.. 6693 Pentland. Banmnacotaneyado len aca o sei o e lolas a ueno dea OA Pentland. Huascán, cerro de dos picos en Yungay; el pico más alto --.-.. 6724 Raimondi. Pallagua ó Paliahuari, picos nevados de Tacna: el más alto .-.. 6797 Pentland. Coropuna, cerro de la provincia de Condesuyos. +>>==coomooo... 6949 (1) Entre las numerosas lagunas como las de Orurillo, Cacapi, Salinas, Arapa, etc. que se forman al SI, del Vilcanota, y las de Saracocha y Cachipascana situadas al S. de ese gran nevado, aunque á gran distancia de él (133 kmts. en línea recta)—ninguna es origen de yarios ríos. Juzgamos que el autor se refiere á aquellas, cada una de las cuales tiene desaguaderos propios que van á eng: osar el río de 4Azángaro; están situadas á corta distan- cialunas de otras y es fácil que el dean del Cuzco, no habiéndolas visitado, haya creido que el grupo de ellas constituía una laguna sola, — 92 — raiz de dicho cerro, y de este pequeño principio tiene el suyo el río grande que llaman de Quiquijana (1), el cual cuando llega á este | pueblo, que dista de esta ciudad diez leguas, viene tan crecido que - en el invierno no se puede pasar sin puente, ni el verano sin peli- gro; y así tiene muchos por todos los pueblos que están esparcidos en su ribera, los cuales son de crisnejas de vara de mimbre, teji- das con notable fortaleza y curiosidad; si bien en el paraje de Tin- ta, en una estrechura por donde se encanala, lo tiene de piedra; y desde seis leguas mas adelante viene ya tan caudaloso que no su- fre otras mas que las dichas crisnejas, que empiezan desde Qui- quijana, Caycay, el valle de Pisac, donde hay dos, junto á Calca otra, y otras muchas que sirven de pasarle, hasta que pierde el nombre y se embebe en el furioso río de Apurímac”. “Y la razón de tanto crecimiento con tan pequeño principio, es por juntarse con él los ríos de Cacha y San Pablo (2) el de Checa- cupt (3); y primero que estos el de Secuan: (4), el cual baja con arre- batada corriente de los altos de Pito-marca, recogiendo primero las aguas que mansamente salen de las fuentes y esteros de San Bartolomé, questan de la banda del Sur una legua pequeña del pueblo de Tinta; y con diez mas adelante se incorporan en él los arroyos Guatanaes (5) tres que pasan por medio de la ciudad, el de San Jerónimo, el de la Angostura, el de Quispicanchi, y el que sale de la laguna y cenegales de Moyna; (6) todos los cuales y otros que se van recojiendo mas abajo de la pueute de Cay-Cay, se incorpo- ran con él; con los cuales y otro riachuelo que se desgaja de una laguna que está en el valle de Chita (7) que baja furioso y talvez (1) En una nota Jimenez de la Espada agrega “y también de” Coporaque, mas conocido por Vilcamayo”; pero bueno es advertir que solo han podido llamar Coporague al Vilcanota los que le han confundido con el 4furimac, pues el Coporaque es afluente de este río y no de aquel, (2) Son simples riachuelos en tiempo de secas. (3) Este afluente del Vi/canota ha sido llamado también Vilcamayo y de allí que algu- nos geógrafos hayan dado este nombre al río principal, (4) Río de /Zercca. (5) Huatanay, (6) Laguna formada por el riachuelo de Zacre, la queen seguida desagua en el //ua tanay. (7) Chitapanmpa.—Como se ve el autor menciona afluentes de escaso caudal, omitiendo citar otros de mucho mayor importancia como el Combapata ó río de Saleca, se lleva los buhios y casas de los indios, se hace tan poderoso co- mo queda dicho”. “Pero, volviendo á los que dejamos atras, de la banda del Sur de aquel desmesurado monte de Villcanota, está el río de Laja (1) que toma el nombre de un pueblo de indios por donde pasa; es pe- ligroso por el mal suelo, y en tiempo de aguas por la mucha co- rriente, pero en el verano lleva tan poca que por cualquier parte se puede vadear. Otro río hay que llaman el Colorado (2) porque co- rriendo siempre por unos barriales, sus aguas le parecen, aunque sacadas de la madre, vuelven á su nativo color; el invierno se va- dea con peligro y el verano se puede saltar de una ribera á otra. El río de /laví también toma el nombre del lugar mas cercano por donde pasa caudaloso, y en tiempo de aguas es como Guadiana y como Turnes junto á Alva. Una legua mas hácia esta ciudad pasa otro que llaman Atuncolla pequeño arroyo en tiempo de seca y río grande en tiempo de aguas, por las muchas que se descuelgan de las quebradas y cordilleras que tiene vecinas; con que se hace tan poderoso que puede competir con el Betis ó con el Guadalquivir que pasa por Sevilla. Llámase Hutuncolla por un pueblo de este nombre. El de 4yauvair: (3) nace en las vertientes del dicho Villca- nota; el cual dando la vuelta por el Collao y recibiendo de camino el de Azángaro ambos á dos con los demás que quedan referidos van á parar al de Chucuyto; como también hace el mismo viaje el de Juliaca (4) que está antes de este río, menos poderoso y grande que los referidos”. “Esta general madre y paradero de todos los ríos del Collao, y los demás que despide de si la nieve de Villcanota, y los demás que bajan de aquellas serranías que se extienden hasta la cordillera de Chile, que como queda dicho, es la laguna de Chucuyto, (5) tiene un desaguadero aunque angosto pero de tan notable profundidad, como si fuera algún brazo de mar; este guia su corriente por de- tras del pueblo de Horuro y llegando al paraje de la Hoya (6), que (1) Afluente del P/ague, río que desagua en el lago 7Ziticaca. (2) Afluente del Coxeroma que en seguida desemboca en el Vilaque. (3) Río Ramis. (4) Río Coata ó de Lampa. (53) Lago Titicaca, (6) La Joya. es un asiento de minas de plata, tres leguas mas abajo hace una laguna que llaman Challacollo (1) por un pueblo de indios del mis- mo nombre, de donde pasa por la provincia de los indios Aullagas, y poco mas abajo se pierde y esconde debajo de tierra, sepultando aquella máquina de agua en tan diversos veneros, que no se sabe de cierto adonde salen; si bien algunos, que se han dado en discu- rrir en esto, afirman que caminando hacia la Mar del Sur por las entrañas de las tierras de Arica, se embeben en unos grandes are- nales que escapan su corriente; fundados en que al trasminarse por unos esteros que caen á la mar, nacen ciertos carrizales, toto- ras y eneas que se dan en la dicha laguna de Chucuyto”. “Con esta breve noticia, aunque en sustancia es toda la que se puede dar de los ríos que bajan al Sur de dicho monte Vilcano- ta, es forzoso volver á los que están al Norte de esta ciudad. Siete leguas de ella por el camino de Lima se pasa el Río Bermejo (2) que lo es por los barrales que tiñen sus aguas. Este fertiliza algu- nas “chácaras” de indios y españoles que están en sus riberas (así llaman las haciendas de maís y trigo los naturales de este reyno); tiene por vecinos el Río Blanco que, juntándose ambos mas abajo, vienen á perder el nombre y las aguas en el soberbio río de Apurí- mac. Tres leguas está antes una lagnna en el fertilísimo valle de “Xaquixajuana” (3) euyo desagiie con los arroyos quele acrecien- (1) Lago Poopó Ó de Pampa Aullagas, (2) Ko Colorado; se forma por la unión del río Sondor con el Peste, (3) El valle de Jaquijahuana es hoy conocido en geografía como Pampa de Anta, por ha- llarse situada la población de este nombre, capital de la provincia, en el fondo de esa gran llanura pantanosa sobre una eminencia que ladomina. No lejos se encuentran los pueblos de Zurite, Huarocondo, Anta, y Puquiura, Según una “Descripción de la tierra y corregimiento de Abancay, perteneciente al partido de Chinchaysuyo” presentada por el c»rregidor Niculoso de Fornoe al Virrey D, Fernando de Torres y Portugal, conde del Villar, y fechada el 14 de marzo de 1586, el verdadero nom- bre antiguo del lugar era Jajahuana por existir una huaca con piedras talladias en forma de unos animales que llevaban, en el idioma de los indios, el nombre de ““ajahuanas”, El valle es célebre en la Historia del Perú por la victoria decisiva que obtuvo alí, elg de abril de 1548, el Presidente de la Real Audiencia, Licenciado Pedro de la Gasca, sobre el ejército rebelde de Gonzalo Pizarro. Es regado por el río Huarocondo ó Huarocondor cuyas márgenes pantanosas fueron fatales para el temible veterano Don Francisco de Carbajal, se- gundo de Pizarro; pues habiéndose atollado el caballo que montaba, al intentar ponerse á sal- vo después de la batalla de Jaquijahuana, fué alcanzado, hecho prisionero y poco después sentenciado á muerte en el Cuzco, Según la misma descripción antes mencionada, el pueblo de Huarocondo era llamado tan, forma un río pequeño que viene á juntarse con el de Quiqus- jana, arriba referido, que pasa por los valles de Calca y Yucay, una legua antes del Tambo”. (1) “Desde el río Bermejo se va al de Apurimac que es el de mas nombre de todas estas serranías y el mas necesario y dificultoso de todo el Piru y de quien hacen especial memoria todas las cróni- cas de este reino, principalmente cuando refieren las revueltas y alteración que hubo en su principio; pues para defender ú ofender- lo y á quien supiere los ríos y arroyos que de si recibe y las varias opiniones que hay sobre los círculos y vueltas que hace su corrien- te, no parecerá mucho compararle con los ríos de mas nombre que hay en toda Asia, Africa y Europa; porque sus aguas no son me- nores, si bien, por caminar encanaladas por altas peñas y quebra- das estrechas, no parecen tantas, pero es cierto son muchas y su profundidad grande, pues hay partes donde tiene cien brazas de fondo entre unas peñas que sirven de estribos á un puente, cosa no vista en ninguno de los ríos famosos de las tres partes del Orbe”. “Este famoso río tiene su nacimiento en un píramo ó puna fri- gidísima (2) que está entre el pueblo de Vellille y el de Alca, am- bos de la provincia de Chumbivilcas; y comienza su curso entre los asientos de Aserviri y Ocororo, por donde rompe su camino y se in- clina y tuerce unas veces á Levante y otrasá Poniente, recibiendo en estas vueltas varios arroyos, con que va creciendo; y después de una larga carrera en que hace ¡algunas cataratas, recojiéndose en estrecha madre por ciertos horribles montes que la ciñen los costados, se precipita impetuosamente por las vertientes y quebra- duras de Curahuast y Marcahuasi; y aunque sus aguas se mez- clan con diferentes ríos, y muchos de salobres aguas, en Apurimac son dulces, y más adelante, cuando ya vá junto con el de Quiqui- Jana y con los demás con quien se va incorporando, hecho un mar dulce camina por el Valle de las Palmas hasta el Mar del Norte; en ““Huaro-condor” en tiempo de los Incas y más tarde por los españoles ““San Martín de Hua- rocondor,” El pueblo de Zurite se llamó antiguamente Sicllabamba, de ““sic//a”” cascajal, y bamba el llano, y más tarde “San Nicolas de Zurite Sillabamba”; siendo el significado de ““z2- ?ite” penacho de plumas de garza. Los pueblos de Anta y Puquiura llevaban los mismos nombres que hoy, provenientes de las voces ““anta” cobre y “puguiura” fuente que corre hacia abajo. (1) Ollantaitambo, (2) En la laguna de Vilafro, — 96 — que hay varias opiniones: unos dicen que este es el río de las Amazonas que va por Quito y el que vbavegó Gonzalo Pizarro cuando fué al descubrimiento de La Canela, y después prosiguió Orellana, de quien también tuvo el nombre, siendo uno mismo el de Orellana y el de las Amazonas. Otros dicen que este es el río Marañón, que también desagua en el Mar del Norte, lo cual no me toca averiguarlo”. (1) “Después de este grande y famoso río, se topa en el camino real con el de Abancay, que aunque de pocas aguas, viene á embeber- se en el referido; tiene puente de piedra, por donde pasa todo el comercio de Lima, Ouzco y Potosí, y las demás provincias de arri- ba. A este se sigue el de Cochacajas, que aunque pequeño, tiene su orígen en una laguna pequeña que está media legua de aquel parage. Otros muchos arroyos hay que en tiempo de seca lo pare- cen, pero en el de las aguas son ríos peligrosos; como lo es el Río Bermejo que atrás queda referido, pues viniendo de avenida, co- rre tan horrible, que parece hace temblar los montes; y la razón es porque de esta ciudad á la de Los Reyes el camino tira por cuestas y serranías altísimas; muchas quebradas, cuyos arroyos no tienen nombre, con las aguas del invierno se hacen ríos, como es el de Pincos, á quien ciñen dos grandes repechos, y con las ver- tientes de aquellas sierras se hace río harto provechoso, porque riega los cañaverales que hay en aquella quebrada”. “Las fuentes en esta ciudad y su contorno son muchas, de ad- mirable agua; y una entre otras, entre 21 pueblo de Quiquijana y Chicacupi, es agria, como la de Almagro junto á Ciudad Real. También hay otra en el pueblo de Urcos, seis leguas de esta ciu- dad, que debiera tener más nombre del que tiene, por la propie- dad de sus aguas, por ser la misma que tiene en Flandes la fuente de Lieja, siendo único remedio para la dificultad de la orina, pues bebiendo de ella con moderación, se orina fácilmente; es experien- cia confirmada de los que han bebido y usado de ella, en sus re- tenciones”. “Tiene así mismo cuatro extensísimas salinas de linda sal blanca; las dos en el distrito de la parroquia de San Sebastián, me- dia legua de esta ciudad, la otra en el pueblo de Maras, y en la (1) Esta confusión del lMZaranhao portugués y el lZarañón español Orellana Ó Amazo- mas, es muy frecuente en los geógrafos del siglo XVII (nota de Jiménez de la Espada). última se hacen pájaros, cazoletas y otras invenciones, de que usan para venderla los indios.” * * o* Sinembargo, mucho antes de que comenzara el siglo XVlII los españoles, dueños del Cuzco, bajando la quebrada del Lucumayo afluente del Urubamba, habíanse apoderado de las grandes planta- ciones de coca explotadas bajo la dominación de los Incas, estable- ciepado allí haciendas de caña y otros cultivos destinados á abastecer, con productos de los climas cálidos, las poblaciones de la elevada región andina, en donde se halla situada la antigua capital incaica. La civilización española se había esparcido así en el fértil y cálido valle de Santa Ana, donde los Jesuitas poseían la hacienda de ese nombre, la que, erigida más tarde en pueblo, es desde 1856 capital de la provincia de la Convención. Existían, más allá de Santa Ana, bajando el valle del Urubam- ba, los fundos de Chinche, Maranura, Guayanay y lícharate, y la última hacienda, límite extremo de la civilización por ese lado, era la de Cocabamba, situada como á tres kilómetros del actual puebleci- to de Echarate, y en la cual debían establecerse más tarde las mi- siones de Cocabambilla. Detenidos los españoles por las dificultades que presenta la navegación del Urubamba no tenían el menor dato de las regiones montañosas en que ese río penetra, y aún las creían deshabita- das por completo, cuando en 1711 varios indios de una tribu que fué luego designada con el nombre de Antis, subieron en canoas por el río venciendo sus malos pasos y se presentaron en la ha- cienda de Cocabamba, cuyos propietarios les recibieron con cariño, colmándoles de agasajos y regalos. Se retiraron, pues, tan satisfe- echos que ofrecieron regresar, efectuándolo así en diversas ocasiones. Por ellos se tuvo conocimiento de que, más allá de Cocabamba, en las márgenes del río y quebradas laterales, vivían nume- rosas tribus de infieles, y fué entonces que los padres jesuitas del Cuzco, á quienes pertenecía la hacienda Santa Ana, resolvieron seguir bajando el Urubamba y fundar reducciones en aquellos te- rritorios inexplorados aún. En 1714 el Maese de campo don Luis de Zoto, dueño de la ha- cienda Virú del valle de Vilcabamba, aprovechando una de las visitas anuales que los Antis acostumbraban yá hacer á las ha- ciendas del valle de Santa Ana, ordenó que se retuviera con cua- 13 — 98 $ lesquier pretexto, á uno de los muchachos que venían con ellos. El pequeño Antis fué llevado al Cuzco, en donde los padres jesui- tas le enseñaron el español, é instruído en la religión católica, fué luego bautizado con el nombre de Luis Juan José, siendo padrino el Marqués del Valle Umbroso, vecino del Cuzco y patrocinador de la empresa que se proyectaba. Contando ya con buen intérprete los dichos misioneros prepa- raron la expedición, que debía embarcarse en Cocabamba y bajar el río en balsas, dejándose llevar por la corriente. En efecto, siguiendo las instrucciones dadas por el padre pro- vincial Antonio Garriga, el 23 de junio de 1715 salió del Cuzco una pequeña expedición formada por el padre Cristobal de Quevedo, el hermano Juan Días y Luis Juan José, bien provista de bayeta, cascabeles, machetes, hachas y cuchillos, obsequiados por el Mar- qués y destinados á ganarse la buena voluntad de los infieles. Del Cuzco, caminando unas veces al norte y otras al oeste, pasaron á la hacienda Huacollay, distante 7 leguas y pertenecien- te á la Compañía de Jesús; de allí á Ollantaitambo 3 leguas al oeste; en seguida á Piri, hacienda de los religiosos Agustinos, una legua al norte; de allí á las Peñas, dos leguas al norte; y siguieron por la Vaquería, dos leguas al oeste; para dejar la quebrada de Urubamba, y pasar por el Puerto, una legua al oeste; y Panticalla, dos leguas al oeste; á la quebrada de Lucumayo, que bajaron por Pabellon-pata, una legua al oeste; Lucumayo, tres leguas al oeste; Chilcapata, dos leguas con rambo unas veces al norte y otras al oeste; Mayabamba, una legua al oeste; Umuto, una y media legua al oeste; y Uíro, media legua al oeste. Dichas distancias comparadas con las que realmente hay entre los lugares indicados, demuestran una vez más los errores en que puede incurrir un viajero al apreciar el camino que recorre. Distancia | Según MEA O sea cada aproximada (1) | P. Quevedo legua igual á Del Cuzco á Ollantaitambo..... 58.000 mts. 7 leguas 8.285 mts. De Olleria) A lato. sa so. 7.500 (21 » 7.500 Pira Penas e AO AO 9.200 2 » |4.600 Benasal Buertoa ie | 8.300 rs 2.767 Se nciio + lecamicalleho o o 00000 0) 6.000 [o 3.000 » Panticalla á Lucumayo.....| 22.500 A » Lucumayo a Euro ae 30.000 50. 2 16-000 | E Total ree 141.500 más. 24 leguas¡5.896 (1) Anales de Obras Públicas «del Perú, —Caminos de Calca y Convención, por el Inge- niero Mauro Valderrama. = 0x0) — En la hacienda “Uiro” descansaron dos días, reuniéndoseles otro intérprete que les enviaba el corregidor de Calca. Dos años antes, aquel individuo que trabajaba en las haciendas del valle de Santa Ana huyó de ellas, se ignora por qué moti- vo, y bajando el río buscó un refugio entre los infieles Antis que le recibieron bien y le enseñaron el dialecto que ellos hablaban. De regreso de Santa Ana refirió sus aventuras, agregando noticias que fueron acogidas allí con aparente incredulidad, aunque en el fondo despertaron vivo interés. Además de asegurar que los An- tis le habían hecho cacique, dándole una ““mascapaycha” de oro, signo de autoridad, decía que, pasado el río y las montañas, existía una opulenta ciudad con soberbios edificios y numerosos poblado- res. Sin embargo, interrogado por el Padre Quevedo confesó, por lo menos, que el hecho nole constaba Esto fué ur: desengaño para ciertos espíritus aventureros que, sin duda, hablaban ya de unirse á la expedición. El Padre refiere que reunió á varias personas á fin de que el intérprete declarase, en presencia de éstas, la falsedad de aquellas noticias y se desengañaran todos, pues se había esparcido la voz de que el objeto de la expedición organizada por los padres de la Compañía era, no tanto la conquista de las almas, como la de los tesoros que debían existir en aquella gran ciudad. Continuando el viaje la expedición se dirigió á Chonta, situa- da al oeste de Uiro, distante una legua; de allí á Chavillay, dos le- guas al oeste; de allí á Chinchibamba, tres leguas al oeste y dos al norte; en seguida á Maranura, media legua al norte; de allí á Guallanay, cinco leguas al norte; luego al puente de Alcusama, cuatro y media leguas al norte; y continuando una legua más al norte, llegaron el 11 de julio á la hacienda Cocabamba, en donde supieron que los Antis que debían esperarles allí para guiarles en la bajada del río, habían regresado á sus tribus. Estas distancias, consignadas en la relación que estamos repro- duciendo, son tan inexactas como las anteriores,según puede verse por la siguiente comparación. A o De Uiro á Chabuillay. . .... . 13.300 mts. | 3 leguas 4.432 » Chahuillay á Maranura..... 12.000 53 id. [2.182 » Maranura á Alcusama......| 39.550 93 id. |4.163 Otal 2 | 64.850 18 3.603 — UA —= Resolvieron entonces permanecer en Cocabamba y enviar al intérprete y al pequeño Antis para dar alcance á los infieles; aven- turada comisión que desempeñaron, sin embargo, con tan buena suerte, que 5 días después ó sea el 16 de julio, estaban de regreso acompañados de un grupo de indios Antis que venían en balsas á recibir á los misioneros. Formaban purte de ese grupo dos infie- les que hablaban el español, uno de los cuales venía en representa- ción del cacique y en prueba de su misión, traía la ““mascapaycha” de plata, ornamento que según parece representaba en ciertas oca- siones entre los Antis la persona y voluntad del jefe, pues en el in- forme del R. P. Quevedo se lee lo siguiente: “enseñome un gran- de como apartador de plata que traia en la cabeza, lleno de aguje- ros, y de dos de ellos ensartado un hilo para que estuviese pendiente en la frente, en seña de que su cacique gustaba de que yo entrase y que el no haber él venido era la causa la caida de un arbol y por esto hallábase enfermo, y que asi él como su lugar—teniente nos conduciría río abajo.” Dos de esos infieles interrogados por los misioneros sobre el Beni y el Mamoré y las tribus, ya conocidas, que vivían en sus már- genes, declararon que se llegaba á dichos rios bajando el Urubam- ba ó “Vilcomayo.” Uno aseguró que desde su tierra al Beni había quince días de navegación “río abajo”, y que también se podía lle- gar á Huamanga y al pueblo de Ancoó Aco, perteneciente á esa jurisdicción, y cuyo cura llamado don Alonso Bellido le había ya hecho cristiano. Otro declaró que habiendo salido de su tierra hizo dos viajes hasta el Mamoré “bajando el río” y demorando la prime- ra vez, mes y melio y tres la segunda; que en esa distancia vió mu- chas tribus, mencionando especialmente á los temibles Panataguas que poseían rancherías ó poblaciones tanto á orillas del Benz como en las del Urubamba ó “Vilcomayo.” Dieron á entender que este río uniéndose con losde “Apurimac, Pampas, Chinchero y Masha” lle- vabasusaguas al Beni el que á distancia de un dia de navegación de dicha confluencia desembocaba en el gran Mamoré; que las ma- yores poblaciones de Panataguas se hallaban situadas en las már- genes de este último río. Refiriéndose á dicha tribu dijo que acostumbraba agugerear- se la ternilla de las orejas, el labio inferior y el pié más arriba del talón, atravesándolos con pequeños palos adornados, el del labio — 101 — con una especie de pequeña banderilla, y los de las orejas con pen- dientes de diminutos caracoles. En orden al número de infieles que vivían en las márgenes del río, dijeron que los Antis eran pocos, pero que las demás tribus eran numerosas. (1) Juzgamos oportuno indicar que dichos Antis pertenecían á la tribu Campa ó Tampa, descrita más tarde por varios exploradores y entre otros en 1846 por el capitán de fragata don Francisco Ca- rrasco. El territorio ocupado por los Campas del Urubumba se ex- tendía entonces en las márgenes del río y quebradas laterales des- de Chaguaris 4 kilómetros antes de la bova del YVanatilt, hasta la desembocadura del Camisea. Según Carrasco, son estos indios por lo general de mediana estatura; su color es bronceado, la frente pequeña, la naríz corta y roma, los ojos negros y sin vivacidad, los labios gruesos y salientes, las manos y pies pequeños; son im- berbes á lo que ellos contribuyen, pues acostumbran arrancarse de raíz las pocas hebras de pelo que les salen sobre el labio, valién- dose para esta operación de las dos tapas de una concha que ma- nejan á manera de pequeña tenaza. Su fisonomía es agradable cuando no llevan pintado el rostro, pero las mujeres son feas por lo común. El vestido consiste en una túnica de lana de algodón, sin man- gas, tejida por ellos y abiertas las de los varones en el pecho y es- palda, y las de las mujeres en los hombros. Esa túnica que cubre á las mujeres Antis, hace que su aspecto sea más honesto que en las demás tribus del Urubamba y Ucayalí. Algunos hombres sue- len adornarse la cabeza con un aro de madera, al cual están suje- tas las brillantes plumas de las aves que ellos cazan, pero este es un simple adorno y no indica gerarquía. “Es común entre todos estos infieles de ambos sexos, agrega Carrasco, colgarse en la ter- nilla de la naríz una especie de medalla de plata y debajo del labio inferior hacerse un agujero por el cual atraviesan una estaquita de madera que les sirve de entretenimiento; es costumbre ligarse el nacimiento del pié y las muñecas de las manos con cintas de al- godón que ellos tejen, y adornarse el cuello con gargantillas de abalorios ó bolitas de madera de las que penden hilos que caen sobre la espalda y á cuyos extremos atan pájaros disecados de diversos colores”. (1) Revista de Archivos y Bibliotecas T, IV, MOR E “Su modo de hablar es agradable por ser suave y con cierta entonación que le hace parecido á un canto. El caracter de ellos es melancólico y son poco francos, interesados y sobre todo domi- nados por el ocio, siendo exclusivamente las mujeres quienes cul- tivan las tierras. Rara vez está alegre un Tampa, y por más que se haga con ese fin, nunca se consigue de ellos sino á lo más un signo de aprobación. Si son interesados proviene esto de su misma in- digencia y es necesario hacerles justicia declarando que no son mal intencionados.” Prosiguiendo diremos que al asegurar estos indígenas al P. Quevedo que bajando el Urubamba se podía llegar fácilmente á los ríos Ben? y Mamoré, no se proponían inducir en error á los misioneros, pues sabemos que esa comunicación existe, refiriéndo- se ellos sin duda alguna á los famosos istmos que permiten pasar, yá siguiendo el Mishagua yá el Camisea afluente del Urubamba, al Manu subafluente del Beni y del Mamoré. Pero esta importante noticia, que se adelantaba en 178 años al descubrimiento de Fitz- carrald, era demasiado complicada para los conocimientos geográ- ficos de aquella época y expresada de manera confusa porlos An- tis ó mal traducida por los intérpretes. tenía que inducir á dichos misioneros á admitir: ó bien que el Urubamba unido al Apurimac se dirijía al Beni y Mamoré. ó bien que estos venían á juntarse con aquellos rios. Ahora bien, no era posible que acogieran la primera suposi- ción los autores que se hallaban al corriente de las exploraciones hechas por misioneros en la región del Mantaro y Apurimac desde fines del siglo XVI y por el Ucayalt á mediados del siglo XVII. Comenzando por la aventurada expedición “álos Chunchos Pilco- zones” verificada en octubre y noviembre de 1545 por los padres jesuitas Juan Font y Nicolas Duran ó Mastrillo, entrando por el valle de Jauja á Andamarca, en cuya montaña “toparon con un indio que había sido criado en el Cuzco” (1)—siguiendo con la que el mismo P. Font y el P. Antonio de Bivar emprendieron en 1602 por el valle del “Cintiguarlas”. afluente del “Angoyacu” ó “Rio de Xuuxa” 6 Mantaro con el triple objeto de catequizar á los infieles que ¿]lí vivían, de establecer una hacienda en el valle del Aconma- (1) Relaciones geográficas de Indias, por M. Jiménez de la Espada. T. LT. — 103 — yo (1) y de reconocer la mina de plata Machocay situada junto al cerro de Huacra en la “Islade Jauja”, hoy península de Tayacaja, expedición en la que dichas misioneros después de bajar el río en balsas por treinta leguas, regresaron con la noticia de que más ade- lante á un día de camino entraba el “Enne” á otro río mayor por el cual en un mos de bajada se lleyaba al 4mazonas (2) —y conti- nuando en fin con la expedición del P, Fray Manuel de Biedma en 1685 por el Perené, Ene y Tambo y en la que fueron reconocidas las desembocaduras del 4purimac y Urubamba—todas las noti- cias suministradas por estas exploraciones, anteriores á la del P. Quevedo, probaban que los dos grandes ríos de la región del Cuz- co, lejos de desviarse para retroceder en dirección al Benz, se diri- gían al Gran Paro ó Ucayalz. No quedaba, pues, sino la segunda teoría y algún autor al co- rriente de aquellos datos obteni:los por los jesuitas sobre una co- municación directa entre el Beni y el Urubam) 1, emitió la idea de que el primero, por un rodeo inmenso, venía á unirse con el Paro ó Urubamba en su parte baja, aún descrnocida. Tal ha sido el origen del error en que incurrió el P. Rodríguez Tena en 1780 al tratar del curso de estos ríos en su Historia de las Misiones, y de ahí también que algunos escritores que tuvieron ocasión de conocer los datos proporcionados por los Antis á los primeros misioneros del valle de Santa Ana, al referirse al Uru- bamba, le designaran á veces con el nombre de Paroben:. EE La expedición del P. Quevedo tuvo que aguardar varios días en la hacienda de Cocabamba que terminara la construcción de unas balsas de palos “unidos con clavos de chonta” y el 21 de julio embarcóse por fin en una playa próxima á la confluencia del Rio de Cocabimbilla. Después de un penoso viaje, en que fueron salvadas con felicidad las correntadas que presenta el Urubamba, descubrieron al anochecer la desembocadura del río de Musha, (1) Río de 4cor, penúltimo afluente algo considerable de la margen izquierda del 4pur7* mac, antes de su confluencia con el Mantaro, (2) Relaciones geográficas de Indias, Y, IV. nombre con que el explorador designa al actual Occobamba y ade- más al río que resulta de su unión con el ““Anatilde;” por donde in- curre en el error de suponer que el Occobamba era el río principal y el Yanatili un simple afluente suyo. Agrega que el Masha es seis veces más caudaloso que el Urubamba al pasar por la población de este nombre. Tenemos, pues, que en esa primera jornada los exploradores penetraron en territorio aún desconocido, los 30 kilómetros que separan las desembocaduras de los ríos Cocabambilla y Yanatilz, habiendo vencido varios malos pasos y entre ellos el rápido que se presenta poco después de Chahuaris y en donde en 1846 casi ZOZo- bra la canoa que conducía á M. d'Osery, compañero del Conde de Castelnau. Era además la primera vez que un explorador si- guiendo el Urubamba llegaba al Vanatili y proporcionaba datos á la geografía sobre la confluencia de ambos ríos. Trascurrió la noche en una playa cerca del lugar liamado hoy El Encuentro y á las 5 de la mañana continuó el viaje por el Uru- bamba, navegando unas veces en las balsas y caminando otras por la orilla del río cuando se presentaban rápidos peligrosos ó casca- das. Después de salvar así las de Chutituqui y Ayavirini y el mal paso de Macuriani, á las 9 de la mañana, una de las balsas se volcó en un gran rápido que talvez sea el de Hillapiani (1) y los explorado- res tuvieron que arribar á la playa, en donde encontraron una ran- chería de indios Antis. ““Aquí, dice el P. Quevedo, contamos diez almas con disimulo. Después volvimos á navegar con menos raudales aunque no con pocos peligros y continuando el caminar por la orilla con trabajo por las muchas peñas y piedras grandes que hay por don- de pasamos; y con no menos fatiga por el ardor del Sol y muche- dumbre de mosquitos. A las 3 de la tarde vimos el río mas trata- ble y al parecer ó acabadosó dismiuuídos los raudales y corriendo con lentitud y mas esplayado, pues un tiro de piedra solo llegaba á la mitad del río. Llegamos á las 4 de la tarde á la segunda ran- (1; Han existido en las márgenes del Urubamba, entre las desembocaduras de los ríos Vanatili y Chirumbía varios lugares habitados, con el nombre de Hillapiani. El Hillapiani viejo y el nuevo sobre la orilla izquierda, yla hacienda de ese nombre, situada sobre la ori= lla derecha, y en donde Wienner permaneció algunos días antes de internarse entre las tri- bus indígenas para estudiar sus costumbres en 1876, chería de donde salieron, al llegar nuestras balsas, las mujeres é hijos de todos los gentiles”. El sitio donde termina la primera serie de rápidos y cascadas, aguas abajo de ““El Encuentro” ó boca del Yanatili, se halla aproximadamente á 12 kilómetros de este lugar, distancia que co- rresponde á la que ha podido recorrer la expedición en 10 horas de bajada, teniendo en cuenta el tiempo perdido en el trasporte de la carga y halar las balsas al vencer los 9 malos pasos que en ese trayecto existen. Según esto la ranchería de los Antis, punto extre- mo que alcanzó el P. Quevedo, estaba situada entre el arroyo Cha- rumbiato y la boca del Chirumbia, sección en donde hoy solo tene- mos un lugar habitado, el de Rosalina, á 16 kilómetros de la boca del Yanatilz. Allí tuvo que aguardar nuestro explorador la visita del Caci- que de esa región, quien llegó al día siguiente ““por el camino de tierra”, uniéndose en la ranchería como noventa infieles. Tuvie- ron lugar animadas entrevistas que el P. Quevedo describe con minuciosidad, y en las que pidió y aún llegó á exigir que su amigo el jefe de los Antis, le proporcionara balsas y prácticos para seguir explorando el Urubamba y visitando las rancherías de la tribu en las orillas del río; pero el Cacique se negó á ello declarando que el Urubamba más abajo era muy peligroso, pues presentaba muchas cascadas y habían “culebras, víboras y chunchos que mataban á los Padres y selos comían”. El sacerdote creyó que su interlocu- tor inventaba esos peligros para evitar que los expedicionarios pe- netraran á sus tierras, pero si consideramos hoy los obstáculos que hubieran encontrado mas allá, desde la desembocadura del Sirzalo distante solo 50 kilómetros, la actitud del jefe indio parecerá más bien inspirada por un sentimiento humanitario, porque es muy po- sible que el P. Quevedo y los suyos jamás hubieran regresado á Santa Ana, caso de seguir bajando el rio para aventurarse en la formidable sucesión de cascadas, raudales y remolinos que van pre- sentándose en el fondo de los profundos callejones que el Urubam- ba ha labrado, en secular trabajo de erosión, al abrirse paso á tra- vés de la última cadena de los Andes; laberinto colosal de rocas y aguas que comienza en el Gran Sirialo y termina solo 129 kiló- metros mas allá, en la famosa portada de Tonquini, por la que el río, ya libre y tranquilo, penetra á las llanuras orientales. El temor revelado por el jefe Antis, de encontrar en los malos 14 — MOS == pasos del Urubamba chunchos feroces, tampoco era finjido, porque este río ha sido frecuentado desde épocas remotas por la tribu va- gabunda y comerciante de los Piros, que en sus continuos viajes por el Ucayali, Bajo Urubamba y Camisea, han acostumbrado siempre cruzar en sangrientas excursiones, los lugares habitados por los Antis, para obtener prisioneros que reducían á la esclavitud, ó robarles sus mujeres ó sus canoas; manteniéndose ambas tribus, como consecuencias de estos crímenes, en una incesante guerra. Las escenas descritas por el padre misionero Fray Luis Saba- te (1) prueban el terror que inspiraba á los infieles del Urubamba la idea de encontrarse con alguna partida de esos audaces mero- deadores, á quienes creían brujos, dada su destreza en el manejo de las armas, su astucia, actividad é inteligencia muy superior á la de sus rivales. Parece además que los legendarios Pucapacuris, á quienes Go- hring supone descendientes de los guerreros incáicos refugiados en las cabeceras de los afluentes occidentales del Mann, llegaban á veces, siguiendo los valles del Timpia ó del Yavero, hasta orillas del Urubamba, y situándose en las alturas cubiertas de bosques del pongo de Tonquinz, acribillaban á flechazos á los infelices viajeros ocupados en descargar y arrastrar sus canoas para salvar el mal paso de Migantons. Hallándose estos en el fondo del profundo ca- llejón, de solo 24 metros de ancho. por donde pasa el río, y debiendo además atender á los peligros y dificultades del pasaje junto á la cascada, no tenían defensa ni medio alguno de evitar ó rechazar la sorpresa, de modo que las víctimas de esas terribles embosca- das deben haber sido numerosas. El recelo que ese desfiladero inspiraba ha sido atestiguado por el P. Bousquet y por Castelnau. En la relación del primero de estos exploradores, publicada por Raimondi, se dice que el 11 de setiembre vencióse con trabajo tres malos pasos (que debieron ser los de Challhuancani, Chibuguni y cascada de Migantona) en el úl- timo de los cuales tuvieron que descargar las canoas y halarlas, y agrega: “Este punto es también peligroso por unos infieles lla- mados *“Cocapacoris” que se aprovechan de la estrechez del río para flechar á los transeuntes.” (1) “Viajes de los Padres Misioneros del Convento del Cuzco.” por el R. P. Fray Luis Sabate—1897. — 107 — En cuanto á Castelnau, he aquí como describe la travesía por aquel sitio: “El 27 (1) en lamañana, Antuco (2) declaró que no se- guiría adelante pues habiendo muerto el Padre, el juramento que le había hecho á este quedaba anulado. (3) Esa resolución nos ponía en un gran conflicto, porque íbamos á llegar al territorio de los Chontaquiros (4) y debíamos temerlo todo del carácter feroz de esa tribu, si no nos acompañaba un hombre que conociera perso- nalmente álos jefes y comprendiera su dialecto. Salazar jamás se había internado en sus excursiones hasta el punto en que nos ha- llábamos, y por lo general había tratado á los Chontaquiros en los viajes que estos hacían al territorio ocupado por los Antis. A fuerza de promesas conseguimos, por fin, que ese hombre tan astuto como inteligente consintiera en seguir con nosotros. Los peones indígenas miraban con el mayor respeto el barómetro; habían comprendido que al interrogar ese instrumento, procurábamos apreciar el tiempo que faltaba aún para que llegara la expedición á la región baja de las Pampas, y esa columna de mercurio, cuyo movimiento habían observado, les infundía ideas supersticiosas. Nos pedían con frecuencia que la consultáramos para saber si es- tábamos próximos al término de las cascadas.” “Inmediatamente después emprendimos la tarea de pasar la segunda gran caída, en cuyas inmediaciones habíamos descansa- do esa noche; se llama Chalioncani (5) y se encuentra frente al pequeño río Yuyato. Trepábamos por la roca de la izquierda mien- tras los indios descargaban las canoas y las pasaban sujetándolas con sogas de mimbre. Como las paredes á pico no presentaran ya ningun pasaje, tuvimos que reembarcarnos á pesar de que la co- rriente era impetuosa; pero 200 metros más adelante volvimos á tierra, después de contornear la base de una gran roca. En ese 8 (1) De agosto de 1846. (2) Antonio Salazar era el guía contratado por los expedicionarios. (3) Se refiere al R, P. Fray Ramón Bousquet, quien acompañaba á la expedición y había perecido el día anterior en las cascadas de Sintulini y la siguiente. Pocos dias antes el Capitán Carrasco, viendo que lo adios contratados como bogas iban desertando uno á uno, había exigido que Salazar jurase sobre un crucifijo, ante el misionero, que guiaría á la expedición - hasta Sarayacu. , (4) Nombre con que se ha designado también á los Piros, (5) Challhuancani, — MOS lugar comienza la famosa caída de Chibuani (1) conocida tradi- cionalmente por la gente de Echarate con el nombre de Puerto; allí el río se angosta mucho y hay un sitio en que solo mide $ me- tros de ancho, pasando la masa de agua, así comprimida, entre in. mensas murallas de rocas perpendiculares. Sería dificil describir la furia con que el río se precipita en ese estrecúáo paso. Toda la formación es de esquista arcillosa. Se descargaron una vez más las canoas en la márgen izquierda y los peones se echaron los bultos á la espalda. Las dificultades para avanzar eran tales que, en cuanto á nosotros, apenas podíamos atender á ellas, á pesar de que no llevábamos carga alguna. Tuvimos que encaramarnos á lo alto de las rocas verticales, y las crestas de las estratificaciones eran tan elevadas que en algunos trechos nos sujetábamos unos á otros, asidos por las manos, para alcanzar la cumbre de ellas. La pizarra resbaladiza por la humedad de la cascada, aumentaba el peligro, y el menor descuido nos hubiera precipitado en el abismo. del horrible torrente que nos habría hecho pedazos”. “Ese trayecto es horroroso, pero pronto llegamos á un sitio más temible aún. La roca perpendicular detenía allí nuestra marcha y vimos con espanto que era forzoso embarcarnos, en medio del hervidero del agua, al pié de la cascada. La manera de salir del pa- so es muy curiosa. Al principio los indios conducen las canoas sujetándolas, como antes, con sogas desde tierra; pero al llegar á un sitio en que la fuerza de la corriente aumenta y les arrastraría, vuelcan las canoas y se dejan llevar entre dos aguas con vertigi- nosa rapidez; otros indios aguardan al final del rápido, y lan- zándose á nado las detienen.” “Sentados en las peñas, seguíamos con el mayor interés las di- versas peripecias de esta singular operación. Los indios que se habían quedado junto á nosotros parecían inquietos y nos die- ron á entender que una nación hostil, designada por ellos con el nombre de “Pauca-pacoris”, se emboscaba á veces en la cumbre suspendida frente á nosotros, para lanzar descargas de flechas so- bre los viajeros, harto preocupados yá por las dificultades del pa- so de la cascada. Procuré averiguar de dónde venían esos indios hostiles, pero solo pudieron informarme nuestras guías que llega- o » ¡1) Chibuguni. (MAS A » A > A P ¿34 > E ) 2000 Vero Craz EE (( oChinchibambi á4 1 A hAtalaya (Monte) 4382* TA Long. 0. de Paris DEL ¿AR[O MANU Ó PAUCARGUAMEO ? Po ViSca ANDES DE 4 LITOGRAFIAYTIP.CARLOS FABBRI LIMA: PERÚ. AE ÁS go eS Sl y e) ge ¿ALLAN MESETA Ss , DE PANTIACOLLA E 7 Ts hi 7 ise, LOS CHONTAQUIROS ES | Jer 1] ee VA MACHIGANGAS N LOS PUCAPACURIS 30 | ps, JS > = PS 40 A N S y 1 lí E ¡ $ Al 0 lalo dela Masrte 143) 2 $ 7 de] Coronel LaTorre Ly + PrAgripina 2 IS á SANIYUYOS nchebamaa y jente de Merde NT MA GUARIGUART Vu fan / LOMADA DF INGLAN ” A pa “e Ps ¡pimayey O Tono o La Constancia COSÑIPATA PAMPA te 4 _——— e gig 51 Isabel ) D S/ Antonio o Cajon QA y 7 E eS bf == í . PAMPA D. 7 e ( (mbo a > K ( a 5% PEDRO 0/ [ AS AE A mba we San NazariX > Jpalbrmoo AD (2yhs Amara Asi S E 2097 E CUApucañaciósy 0 s QS , Es Dis (raso or Pres cauces 3 - O) a... y 2 , EA Jo sa” Se, Nes e Piaicho Sihvaip: Soledad ETE K z á > € y ¡ 577 %. y Cerrile de Yy Z. % y 'oshipala ¿As AIN Ymamarca 5 á E a a 5 N Cerro ao = A 3 ¿Perolni, ) :á le) REA A 2 z € E? Chachimoco NA — Cf Chuchunampt 4 perno pr QUERUS - > hA o o Hapo Cerro Alcupnbrera 74 SOCIEDAD GEOGRAFICA DE LIMA MAPA HISTÓRICO GEOGRAFICO DE LO8 VALLES DE PAUCARTAMBO ESCALA m3 — UM CENTIMETRO POR DOS KILOMETROS 4 n 16 [ Kilometros 1904 Scimion E. LLONA , Segrelario de la Sociedad Geográfica de Lima * 7 pu? LEYENDA Los nombres antiguos estan indicados con letra roja. Los números indican alturas en metros sobre el nivel del mar. CAPITAL DE PROVINCIA. Capital de Distrito... Pueblo, hacienda, caserio y aldea CaminoS..roo.- pl AE A Trazo probable del antiauo camino incaico en las secciones en donde ha desaparecido [0] o o 20 CAMILO VALLEJOS 1. Cartigrafo de la Sociedad Dosgráfica de Lima. A — 109 — ban de una quebrada paralela á la de Urubamba, que talvez sea el valle de Paucartambo”. (1) Agregaremos que talvez pueda explicarse hoy tan singular costumbre, si los Pucapacuris son descendientes de guerreros in- cáicos, como piensa Gohring. Creemos. en efecto, que después de la derrota y muerte del inca Tupac Amaru, los restos de su ejército hallaron un último y seguro refugio en los valles situados entre el Yavero y el Manu, y han debido mantener destacamentos durante mucho tiempo para vigilar el Urubamba é impedir que los espa- ñoles llegaran al T¿impia, cuyo valle les hubiera permitido pene- trar á la región que aquellos ocupaban; y ninguna posición estraté- gica podía llenar mejor ese fin que las alturas de Migantoni. Es- ta continua vigilancia habrá sido abandonada más tarde, cuando aquel resto de los antiguos civilizadores del Tahuantinsuyo, aislados en medio de las selvas, retrogradó rápidamente al estado de bar- barie; y solo habrá quedado entre los descendientes la costumbre tradicional de visitar, en determinados casos. aquella posición inex- pugnable, para atacar á los viajeros á quienes su mala estrella ha- cía pasar en esos días fatales por el pongo de Mainiqus. No consiguiendo el Padre Quevedo que el jefe Antis le propor- cionara canoas y prácticos, envió al intérprete á unas rancherías de infieles que, según informó dicho jefe, hallábanse á distancia de un día de bajada, en las márgenes del río. El comisionado regre- só con la noticia de que las rancherías habían sido abandonadas por sus moradores, y no quedó al explorador más recurso que re- gresar á Santa Ana para comunicar á sus superiores del Cuzco los datos que había obtenido. a La balsa del intérprete llevada por la corriente, quees allí más ó menos de 3 metros por segundo, (2) habría podido en 7 horas de marcha efectiva (3) recorrer los 77 kmts. que hay de Rosalina á la desembocadura del Quiteni; pero á distancia de 50 kmts. de aquel lugar la quebrada se estrecha, é inmediatamente después de la boca del Sirialo viene una sucesión de cascadas enormes que comienza por la Gran Sirialo—la mayor de todo el Urubamba—si- (1) “Expedition dans les parties centrales de l'Amérique du Sud”, por Francis de Cas- telnau, Ñ (2) Según determinaciones muy exactas del señor Luis M. Robledo, al pié de la porta- da de Tonquini, en donde la corriente del Urubamba es menor que en la región de Rosali- na, la velocidad media es de 2 mts. 50 por segundo. (3) Teniendo en cuenta la pérdida de tiempo en el paso de las correntadas. Entre Rosa. lina y Palo Santo hay seis muy impetuosas, fuera de varios rápidos suaves. DR guiendo de cerca las otras dos Sirialo, otra cascada más llamada Sarhuantariqui y las dos de Erimuqui; digna obertura de la for- midable serie de obstáculos que hallará el viajero antes de llegar á la portada de Tonquini. No es admisible que en solo un día de viaje la expedición del intérprete, después de recorrer 530 kilómetros, haya tenido tiempo de pasar esas cascadas, operación que ha detenido á veces horas á los exploradores del río. La boca del Siríalo es así el punto ex- tremo á que ha podido llegar, sitio que aún distaba más de 115 ki- lómetros de la desembocadura del VYavero, como se verá por el si- guiente cuadro de distancias desde Pavayoc hasta la portada de Tonquini, hecho según cálculos y relaciones de diversos viaje- ros que han visitado la región: De Pavayoc (puente sobre el Urubamba pistancias|Distancias á 1,250 metros de Santa Ana) á la parciales colalés metros metros Boca del Alcusama ta a AER: 28,000 28,000 Playa, rente a E chatate o o e 6,000 34,000 Boca del Cocobambula e A 2,200 36.200 1d del SAAUAJYACA A A ARA 15,500 51.700 Antiguo puente de Chahuaris.............. 10,000 61,700 Bocawdel ona NE 4,000 65,700 Puente osa IE 16,000 81,700 Chacanaris 2 FA e e lt ra 7,200 88,900 Palo Santo VPO ETA, A AL 21,600 110,500 Bocardel. SETAQLOL da as eo 21.600 132,100 id¿del ¿Sangoba tea te a leia 5,400 137,500 1d del ¿QUISO RN POE 21,600 159,100 id del Comprrusato 6 Comberciato...... 11,000 170,100 Sangururhuato, playa poco más arriba del caserío YUMBO 3000. o a 16,200 186,300 Pisquiatini, playa algo más arriba de la de- sembocadura del Manugalt... oo... 0.. 21,600 207,900 Boca del Pachiria a O MERO 21,600 229,500 Playa de Complrisquii e. AS 10,800 240,500 Boca del YA VERO La IIA NE 7,200 247,500 1d del. .Mantalo E MM o de E 2,220 249,720 Malanquiato ....... O VI e 3,580 253,300 Boca del SanertaoR. MM 1,200 254,500 Codosde Sit A iS OEA 750 250.200 Parte superior de las caídas de Maptrontont 2,290 257,540 Riachuelo Lomeront a 1,150 258,690 Boca del VDuyato 0. GO 0 ERAS e 910 259,600 Challhuancanr, al pié de la tercera cascada. 380 259,980 Cascada y remolino Chibugunt............ 450 | 260,430 Cascada de Migantont...... EA A ARIS 370 260,800 Portada de Tonquinit ss OA A 680 261,480 —LLIT == Si el intérprete hubiera visto las primeras grandes cascadas de que hemos hablado, la relación del P. Quevedo no omitiría citar obstáculo tan considerable, y menos supondría después de los ma- los pasos de Hillapani, que desde allí ““el río es más tratable, pareciendo ó acabados ó disminuidos los raudales”. Además, aunque han existido en la confluencia del mismo Sirialo y en las de otros afluentes próximos, como el Sangobatea, Paluatini y Co- siren?, pequeños cultivos de los Antis, la quebrada es tan angosta allí que no había sitio para las numerosas chácaras y rancherías abandonadas que vió el intérprete. Es natural, pues, suponer que estas se hallaran en el lugar más espacioso que ha ocupado Palo Santo, ó entre ese punto y Chacanaris donde la hoya es más am- plia y ofrece, á uno y otro lado del río, pequeñas llanuras y aun hermosos pastales en los cerros vecinos. Resulta pues que la expedición Quevedo solo pudo llegar, en cuanto al jefe de ella, á la región de Hillapauni ó de Rosalina que dista 82,950 metros de Santa Ana, y en cuanto al intérprete, hasta Chacanaris ó á lo sumo hasta Palo Santo, que dista 111,750 metros de dicha población, quedando aún por descubrir 137 kilómetros hasta la boca del Vavero. La relación del P. Quevedo añade algunos datos que reprodu- ciremos. Las habitaciones de los Antis son tan cálidas que pa- recen hornos, porque á pesar de que miden más de 12 varas de largo y 5 deancho, solo tienen una puerta de vara y cuarta y nin- guna ventana ó respiradero. Esto sorprende tratándose de una re- gión ardiente, pero tiene su explicación : las casas son de dos pisos y en el superior se depositan el maní y el maíz, de modo que el humo de las fogatas encendidas en el piso bajo, acumulándose evita que di- chos comestibles sean atacados por insectos y roedores ó que se pu- dran. Las casas son hechas con maderas finas y los techos fabrica- dos con unas cañas macizas, cuyas hojas sirven para repajarlos é impedir así que pase el agua. Son tan pobres esos Anúis que cuando más tienen dos sacos ó túnicas, una vieja para el trabajo y otra nue- va para las fiestas: las que se reducen á tocar unas flautas y á beber cierta chicha de yuca ó camote que no llega áembriagarlos, pues es mucho más débil que la de maíz. Los dos sexos visten de igual modo, con un gransaco ó túnica, sin mangas y suelta, que llega hasta los — 112 — tobillos, diferenciándose las mujeres en quese adornan con muchas gargantillas de caracoles y de huesos y diversidad de anillos. Los hombres llevan, al rededor del cuello, tres ó cuatro mazos de diver- sos cordeles, que les sirven para subirá los árboles “poniéndoselos cual maneas”. Al comparar esa antigua descripción de los Antis con los es- tudios y relaciones modernas de Carrasco, (1) Castelnau (2) Wie- ner (3) Grandidier (4) el Padre Sabate (5) Samanez (6) Fry (7) Saint-Cricq (8), se ve que allí, como en casi toda la región oriental, los esfuerzos de los misioneros y las diversas tentativas oficiales, así como la proximidad de la civilización, no han conseguido modi- ficar de modo apreciable las costumbres y mentalidad de las tribus indígenas. Agrega la relación que “la tierra de estos bárbaros es muy fér- til como lo manifiesta lo crecido de los frutos, pues plátanos hay de media vara, yucas de más de vara y así lo demás. “Ellos se precian de cristianos, agrega el padre Quevedo; no ví adoratorios aunque el muchacho Luis Juan José le dijo á un mozo que me acompañaba, que los Antis tenían un santo de bulto en la cumbre de un cerro, y que le daban tabaco hervido á comer. La madera que hay en sus montes es mucha y corpulenta; no ví palmas aun- que supe las había río abajo; hay unos árboles que llaman de bál- samo, hay incienso, canela como en nuestras misiones, miel de abe- jas mucha. Desde la población dunde estuve, los montes van en (1) “Viaje por los ríos Zauillcamayo y parte del Ucayali”? porel Capitán de Fragata don Francisco Carrasco. Ese trabajo que fué publicado por primera vezen el Tomo III de “El Perú” por Raimondi, existe manuscrito en la biblioteca de la Sociedad Geográfica de Lima, obsequiado por el distinguido socio Iltmo. monseñor Manuel Tovar, arzobispo de Lima. (2) “Expeditions dans les parties centrales de Amérique du Sud”, por Francis de Cas- telnau. (3) “Pérou et Bolivie””, por Charles Wiener. (4) “Voyage dans 1” Amérique du Sud”, por Ernest Grandidier. (5) “Viaje de los Padres Misioneros del Convento del Cuzco”, por el R, P- Fray Luis Sabate. (6) “*Exploración de los ríos peruanos Apurimac, Eni, Tambo, Ucayali y Urubamba”, por José B, Samanez y Ocampo. (7) “Ríos peruanos navegables Ucayali, Amazonas, Pachitea y Palcazu”, por Carlos Fry. (8) “Voyage á travers l'Amérique”, por Paul Marcoy, : : e” "A — 113 — disminución. (1) El río lleva abundancia de pescado según di....; Tienen para su sustento caza suficiente de antas, monos, venados, puercos, jabalíes, pavas y gallinas del monte, llamadas en su idio- má naca, con quienes hacen una cosa singular: que en los árboles ó en las casas les ponen los huevos de las gallinas peruanas ó case- ras que han llevado de Cocabamba y haciéndolas empollar estos huevos, crian los polluelos de las dichas gallinas, y así tienen mu- CAS”... ¿3E-: “Tienen también caña sembrada, para comer, habien- do llevado la planta de Cocabamba; y tendrán todo cuanto quisie- ran porque son sus tierras fértiles y no tan cálidas como las de San Pablo de nuestras misiones, pero con innumerables mosquitos— causa de ser los más (Antis) joveros y renegridos por el mucho achiote y color negro con que se untan.” El Padre Quevedo, además de ser el primer explorador español que llegó á la boca del Vanatili y valle de Hillapani bajando el Uru- bamba desde el valle de Santa Ana, fué también el primero que dió con fundamento la noticia de que este río se unía al Apurímac, pues los indios Antisle refirieron que muchos de ellos habían sido bauti- zados en Huamanga (Ayacucho) y en Anco (2) que los infieles lla- maban Tocate y á donde van á veces, en busca desal, bajando el Uru- bamba y surcando luego el Tambo, el Apurímac, el Pampas, y el San Miguel. Con tal motivo incluye en el número de los caminos que pueden servir á la Compañía de Jesús para entrará los Antis, el de Ninabamba (3) y la hacienda de coca Chepita en donde los Agus- tinos habían intentado ya fundar una misión; lugares que habían sido objeto de un viaje de reconocimiento efectuado por el Padre jesuita Bovini. 4 (1) Es otra prueba de que ninguno de los miembros de la expedición llegó cerca de la confluencia del .S7r7a/o, pues allí se nota ya que el río vaá cruzar una gran cadena trasversal que se interpone en su camino y ocasiona todos los malos pasos entre Sirialo y Tonquinz. Esa cadena ha sido llamada últimamente sierra del Pongo por el señor Luis M. Robledo, quien estima en 1000 metros la altura media de ella. (2) Anco. capital del distrito de su nombre, en la provincia de Lamar del departamento de Ayacucho. Esa población está situada sobre el pequeño río del mismo nombre, afluente del Pampas y dista de San Miguel, capital de la provincia, 60 kilómetros, y de Ayacucho 120. (3) Antigua hacienda y aldea hoy perteneciente al distrito de San Miguel, provincia de Lamar. Está situada en las márgenes del Río San Miguel, afluente del Pampas, y dista de Ayacucho 62 kilómetros. I5 — 114 — ¿Realizaron los misioneros de la Compañía nuevas explora- ciones á la región descubierta por el Padre Quevedo? Los docu- mentos que hemos examinado dejan esto en la oscuridad, pero existen pruebas de que la expedición indujo, yáálos jesuitas, yá á otras congregaciones ó particulares del Cuzco, á establecer fundos y cultivos más allá de la hacienda Cocabamba, que era, como he- mos visto, el último lugar ocupado entonces por españoles á orillas del Urubamba. Raimondi, en sus viajes al valle de Santa Ana, que él visitó dos veces, en los años 1858 y 1865, expone como una tradición entre los habitantes del lugar, que á principios del siglo último no existía desde el río Alcusama para adelante, ningún lugar habitado fuera de la misión de Cocabambilla, en donde vivían los misioneros fran- ciscanos del Colegio de Moquegua; agregando sinembargo que esa parte del valle debió ser poblada anteriormente, pues cuando se establecieron en 1329 las haciendas del Retiro, Pucamoco y Sahua- yaco, sobre terrenos cedidos por el Estado al Representante de la provincia señor José Rueda, halláronse restos de antiguas hacien- das, y además pudo notarse que los cerros desmontados continua- ban hasta poco más allá de la boca del Yanatals. “Si reflexionamos, escribe el sabio naturalista, que la hacien- da de Santa Ana fué fundada por los jesuitas y que los padres de esta Compañía entraron los primeros á la conversión de lus infieles que vivían más allá, parece probable que dichos misioneros se in- trodujeran mucho más adentro, fundando haciendas y poblando varios puntos, lugares que fueron abandonados en la época de la expulsión de los jesuitas del Perú.” “Más tarde se hicieron cargo de las misiones los padres fran- ciscanos, y el R. P. Fray Pablo Forjas que entró á principios de es- te siglo (XIX), me dijo que no halló casa alguna más allá de la misión de Cocabambrilla y que, poco más abajo, yá no existía mon- te sino pajonales, en donde la misión tenía una vaquería. Mientras tanto se vé que todos los cerros del valle de Santa Ana han sido desmontados por la mano del hombre, y como los chunchosno acos- tumbran, aun en el día, rozar los cerros, sino que se contentan con algún trecho de terreno llano para cultivar un poco de plátanos y yucas, se puede deducir que dichos lugares han sido habitados en época posterior á la conquista”. “Prueba convincente de que estos lugares fueron habita- 4 > dos en el siglo pasado y antes de que los padres Forjas y Bous- quet se encargaran de las misiones, es que en una cuesta mucho más abajo de Cocabambilla, entre la hacienda del Retiro y la de Hillapiani, existen muchos arbolillos de limones silvestres. Dicho lugar se llama Limonhuayco”. (1) En efecto, no siendo el limón planta indígena del Perú, es pro- bable que los ejemplares silvestres que vió Raimondi, fueron sem- brados cuando se establecieron las haciendas cuyas ruinas se ha- llan cerca de ese lugar. Sinembargo, Cosme Bueno en su descripción del Obispado del Cuzco, nada consigna sobre misiones de la Compañía de Jesús en la hacienda de Santa Ana, á pesar de que menciona otras, funda- das en el mismo valle por los franciscanos. Dicho autor designa el valle con el nombre de Quillabamba. que pertenece á una ha- cienda contigua á la de Santa Ana y situada á orillas del mismo riachuelo Chuyapí que la baña. Reproduciremos esa parte de la descripción: “En los valles de Amaybamba (2) y Quillabamba (3) frontera de los Chunchos, no hay pueblo formal pero habita mucha gente en algunas haciendas, cañaverales de aZúcar y coca, que hay en una y otra banda del rio Vilcamayo (4) que, por aquella parte cria bastante pescado, como sabalos, dorados y pejerreyes. Para que den pasto espiritual, se nombran por el Obispo del Cuzco dos sacerdotes con título de Beneficiados ó Curas de Andes, que hacen los oficios en las capillas de las haciendas. En estos confines, aun- que á distancia, tienen sus rancherías los Chunchos, de los cuales empezaron á hacer una conversión los padres de S. Francisco; pero cuando fundaba su fervor mayores esperanzas, se desvanecieron con varias irrupciones que hicieron los gentiles, en que mataron mu- chos neófitos y ahuyentaron á otros. Esto fué el año 1744”. Aunque el mapa de Cano y Olmedilla dá como fecha delas irrupciones de infieles el año 1741, la indicada por Cosme Bueno es exacta, pues la destrucción de fundos en las márgenes del Urubam- ba no fué á juicio nuestro, sino un episodio lejano de la gran suble- (1) Boletin de la Sociedad Geográfica de Lima Tomo VIII N.?* t, 2 y 3; “Itinerarios de los viajes de Raimondi en el Perú”. (2) Lucumayo. (3) Santa ana. (4) Urubamba. — 116 — vación de Juan Santos Atahualpa, que comenzó el 2 de junio de 1742 con el ataque á las conversiones del Cerro de la Sal. Dichojefe, na- cido en el Cuzco, no podía olvidar el Urubamba al emprender su ta- rea sangrienta en las montañas de Huánuco, Tarma y Jauja, cuan- do logró rechazar cuatro expediciones militares enviadas con- ¿ra él, en los años de 1743, 1750, 1752 y 1756; acordóse pues de aquél río Paro ó Urubamba que conducía á su ciudad natal, y mientras aniquilaba la guarnición de 80 hombres que al mando del capitán Bertoli, defendía el fuerte de Quimiri; mientras se apoderaba de ]0s pueblos y conversiones Chanaza, Quimiri, Nijandaris (1) Cerro de la Sal, Metraro, Eneno, Pichana (2) San Tadeo de los Andes, Sauyria, Aporaquiaqui, San José, Tampianiqui, Comarosqui, (3) Quisipango, Capotequi, Savirosqui, Jesus María, Cathalipango, Sonomoro, Pirintoqui ó Chipaniqui, Chavini, Parúa, (4) Tiguanas- qui, Amiriqui, Chinchaqui (5) Caretequi (6) Pozuzo, Trama, Tilin- go; mientras arrasaba las numerosas haciendas establecidas en esas montañas y al mismo pueblo de Andamarca—sus emisarios lanzaron á las tribus del Urubamba sobre el valle de Santa Ana, destruyendo en breve tiempo la obra iniciada á consecuencia de la expedición del P. Cristobal de Quevedo. Es Pocos años después, en 1750, algunos misioneros del Colegio de Ocopa establecieron un Hospicio en la Recoleta de Urubamba, pe- ro esa tentativa, cuyo principal objeto fué sin duda emprender las misiones á los Antis, fracasó, viéndose obligados dichos reli- giosos á abandonar la idea en 1754. : A Uno de los fines que persiguió la Compañía de Jesús al pro- mover su expedición á los Antis en 1715, fué talvez la de cum- (1) Nigrandaris, según Llanos Zapata; Nijandonis, segun Urrutia y Las Casas. (2) Pichanalos, según el mismo autor Llanos Zapata. (3) Coromarosqui, según el mismo. (4) Pariaca, segun Amich. (5) Cuichaqui, según Raimondi. (6) Carete, segun Llanos Zapata. — 117 — plir en forma notoria y solemne, la disposición testamentaria del acaudalado vecino de Moquegua Don Joseph Urtado de Icha- goyen, mantenida por la real cédula de ¿de octubre de 1711, según la cual se entregaba á la Compañía una hacienda que le había sido legada por aquél, bajo la expresa condición de fundar en la ciudad un colegio de misiones. A tenor del testamento y de la real disposición, se autorizaba la creación del Colegio de Moque- gua, siempre que las dos tercias partes del número de religiosos que sustentara, fueran misioneros en ejercicio. Expulsada del Perú la Compañía de Jesús, el convento é igle- sia que poseían en Moquegua fueron interinamente confiados á los Regulares observantes del Orden de San Francisco, pertene- cientes á la provincia de San Antonio de los Charcas. En 1775 los religiosos de la misma Orden de San Francisco establecidos en el Colegio de Propaganda fide de la villa de Tarija, obtuvieron en Lima que el virrey don Manuel de Amat les otorga- ra en propiedad la iglesia, el convento y bienes anexos al Colegio supreso de Moquegua. Pero los Regulares observantes consiguie- ron á su vez en Madrid la real cédula de 15 de julio de 1778, que les restituía en la posesión interina de ese Colegio jesuita. Sinem- bargo los franciscanos de Tarija lograron que dicha real cédula fuese revocada en 1785 por otra que dejó subsistente lo dispuesto por el virrey Amat, quedando ellos en posesión del Convento el 19 de Setiembre de 1787. Finalmente la comunidad establecida allí, pidió y obtuvo independizarse del colegio de Tarija; y así quedó fundado, en vir- tud de la real cédula de 20 de enero de 1795, el Colegio de Propa- ganda fide de Moquegua, con 11 religiosos, cuyo número podía llegar hasta 40, y uno de cuyos primeros actos fué la creación de las misiones de Cocabambilla, fomentadas por la Audiencia del Cuzco, y de donde salieron tres de los exploradores que debían emprender la navegación de todo el Urubamba y descubrir Ja desembocadura del Yavero. v Consta de un documento sobre el “estado de la misión de Nues- tra Señora de la Expectación de Cocabambilla en el año 1803”, que fué establecida en setiembre de 1799 por los padres del Colegio — 118 — de propaganda fide de Moquegua Fray Tomás Nicolau, que la pre- sidió ese año, Fray Antonio Avellá y Fray Francisco Girbal y Bar- celó, que le acompañaron en los primeros tiempos. Ninguno de estos nombres es desconocido para los que se hayau ocupado de la historia de la Geografía del Perú. Los misioneros encontraron preparado el terreno en que de- bían ejercitar su celo apostólico, pues á pesar de la destrucción de haciendas en 1744 y de la gran sublevación de Tupac Amaru, que puso en peligro las comunicaciones con el valle de Santa Ana (1), la esperanza de seguir conquistando ála civilización la cuenca del. Urubamba, se mantuvo viva en el Cuzco. Varios vecinos de esta ciudad trabajaban activamente por organizar expediciones á los Antis, Chontaquiros y Simirinchis, Un religioso domínico Fray Juan Hurtado, se había puesto en relación con los infieles, y el mismo Presidente de la Real Audiencia del Cuzco, Conde Ruiz del Castillo, había recorrido el valle en varias ocasiones y patrocinaba los trabajos. En 1802 los misioneros de Cocabambilla alistaron una pri- mera expedición que debía llegar al Mantalo (2) pero no pasó del Coribent, por los obstáculos inesperados que halló en el río y ade- más, á causa de la guerra que ese año declararon las tribus del Mantalo y Paucartambo á los Antis y Chontaquiros. Vencidos estos se refugiaron muchos de ellos con sus familias en Cocabam- billa, que desde entonces contó con cerca de 100 pobladores. Dos años después, existiendo yá un camino hasta el Chirum- bía, organizóse una segunda expedición al Mantalo, la que también fracasó, pues habiéndose volcado la canoa del Padre Fray Juan Monserrat jefe de la expedición, tuvo este que arribar á la playa Churitiali en donde enfermó repentinamente. Perdida entonces la esperanza de proseguir el viaje, propuso á los 20 infieles que (1) El 4 de enero de 1781 Diego Tupac Amaru, hermano del famoso patriota insurgen- te, sitió el pueblo de Paucartambo del que no consiguió apoderarse por el oportuno refuerzo que recibieron los sitiados y que les llegó de Urubamba, al mando del coronel Isidro Gu- tierrez y del cacique de Chincheros. Desde Paucartambo las fuerzas insurgentes podían muy bien bajar hasta Amparaes y, porel camino de Lares, llegar á Ollantaitambo é inco- municar el Cuzco y Urubamba con las haciendas del valle de Santa Ana. (2) Este y los demás ríos que citamos en seguida, son afluentes del Urubamba. ia E — 119 — le acompañaban establecer allí una reducción, y habiendo estos aceptado, eligió una gran pampa á orillas del Urubamba, fundán- dose el 24 de Junio de ese año de 1804 el pueblo de Santa María de Timbari ó Timbau. Ese lugar, qne las comunicaciones de los misio- neros sitúan unas veces “4 30 Ó 40 leguas de Cocabambilla” otras “á 7leguas más allá de Talaganto” ó también “distante día y medio de navegación del Pachiri” ó en fin ““aguas abajo de los ríos y playas llamadas Yanatili, Tumbo, Maropanco, Sanaunato, Chapo, Pocaripanco, Talangato, Chiay, Frani”—se encontraba probable- mente entre el Chapo y el Coribent cerca del sitio que ha ocupado en nuestra época Palo Santo. El pueblo de Timbari se hizo en bre- ve tiempo el centro de las reducciones de estos misioneros. *o* Al mencionar otra expedición realizada en 1805, ha llegado el momento de advertir que si bien Fray Ramón Bousquet fué, co- mo lo manifiesta Raimondi, el primero que proporcionó datos so- bre la navegación de “todo el Urubamba” bajando desde el valle de Santa Anaal Ucayali—meses antes otro misionero de Cocabam- billa, acompañado ó mejor dicho guiado por el sargento de mili- cias del Cuzco Gregorio Zúñiga (1) habían al fin vencido la serie de cascadas y malos pasos que el río presenta; siendo ellos los pri- meros civilizados que cruzaron el pongo de Mainiquí y penetraron, por esa vía fluvial, á las llanuras del Oriente peruano. Algunos fragmentos de cartas de esa época prueban en efec- to, que en agosto de 1805 el Padre Fray Cristóbal Rocamora, y el Sargento Zúñiga, acompañados por algunos infieles, emprendieron una gran expedición, rio abajo, de la que regresaron después de una prolongada ausencia. Desgraciadamente los únicos datos que hallamos sobre ese largo viaje son los de una carta dirijida, con fecha 3 de Agosto de 1806, por el P. Fray José Coll al P. Prefecto de las misiones Fr. Antonio Avellá; dice así: “El P. Rocamora al cabo de un año ca- (1) Dicho veterano que acompaño también á Fray Ramón Bousquet en su I.* viaje por el Urubamba, debió conocer una parte del río, aun antes de su viaje con el P. Rocamora, pues en sus declaraciones fundaban los misioneros de Cocabambilla la opinión, que hasta 1806 abrigaron, de que el rio Magno era el mismo de Santa 4na, ó pasaba muy cerca de él. — 120. — bal, ha aparecido en esta región con más de 600 Chontaquiros, de- jando un pueblo formado con casas, iglesia, chácaras y demás ad- herentes en el sitio de Siapa; otro mayor en plantío en el río y sitio de Sipana, y preparación para otra conquista entre los indios Co- nivos, quienes le enviaron una canoa diforme de grande, para que en ella fuesen á buscar más padres que vayan á hacer pue- blos en su nación.” va Estas noticias se hallan confirmadas. en lo que á Siapa se re- fiere, por el diario del primer viaje del P. Bousquet, pues uno de + los párrafos del extracto publicado por Raimondi, en el Tomo III de *“*El Perú”, dice que el 16 de Setiembre de 1806 hallaron los ex- pedicionarios (entre los cuales se encontraba el P, Rocamora) ““otro río con regular cantidad de agua, que entra por la derecha y pasado el cual se encuentra la misión de Siapa fundada por el mismo P. Rocamora que hacia parte de la expedición. En este lu- gar descansaron dos dias etc.” Aunque el nombre de Siapa no figura en las modernas rela- ciones de viajes por el Urubamba, ni en el reciente plano hecho por el señor Robledo, puede afirmarse que dicho lugar se encon- traba mucho más allá del Pongo de Mainiqui, pues el diario de Bousquet sitúa á la misión después de la confluencia de “un gran río que viene porla derecha habitado tres jornadas arriba por indios Guerineris (1)”, rio que según el mismo Raimondi no pue- de ser otro que el Camisea. El Capitán Carrasco en su diario de viaje y plano del Urubamba, indica al Stapa como un afluente iz- quierdo y coloca su desembocadura entre las de otros dos aftuen- tes de la derecha, el Tahuaya y el Pacría. Combinando esos datos puede asegurarse que el pequeño pueblo estuvo situado como á 20 kilómetros antes de la desembocadura del Mishagua, ósea á 104 kilómetros más allá del Pongo de Mainiqua. Para llegar á ese punto desde Cocabambilla, el P. Rocamora ha tenido que pasar no solamente las cascadas de Sirialo, á donde no pudieron llegar las exploraciones anteriores, sino toda la se- rie de malos pasos del Urubamba; y es casi seguro también que el viaje se efectuó siguiendo, el curso del río, porquejamás antes de los modernos trabajos de la Compañía Sihuaniro, ha existido ca- mino sino hasta el Sangobatea, y aún es2 en 1804, solo llegaba (1) Sirineyris. a " ha r Y al Chirumbia, siendo uno de los proyectos de los misioneros pro- longarlo hasta el Coribeni. Podía pues deducirse de aquellas bre- ves líneas transcritas, que un año antes de realizarse la expedi- ción del P. Bousquet, otro misionero explorador pasó frente á la boca del Yuvero, después de salvar los centenares de caídas, co- rrentadas, remolinos y hervideros que presenta el río, especial- mente desde el S/rsalo. Prosiguiendo venció, además de otros obstáculos, las famosas cascadas de Hinancaruna. (1) Mantalo, Bonganiki, las tres de Sintulin:, (2) las tres de Patirini, las dos de Mapirontona, (3) las tres de Challhuancani, (4) la caída y formidable remolino de Chi- bugun: (5)6 Macanapero y la gran cascada de Migantoni, (6) y des- pués de pasar el pongo de Mainiqui, el cual vió por primera vez á un hombre blanco nivegando en sus sombríos callejones—entró á las llannras del Oriente. El P. Rocamora en este viaje debe haber descubierto además la desembocadura del Mishagua, puesto que el P. Coll en su carta dice: “que había dejado en plantío otra misión mayor que la de Siapa, en el río y sitio de Sipana” refiriéndose al Sapaní que aflu- ye al Urubamba, por la izquierda, entre el Shepagua y el Capria, ó (1) De “hinan”, madre en el dialecto Anti ó Campa. Según Fry allí comienza el pongo de Mainiqui y esa cascada por ser la primera del pongo puede considerarse “madre” de las que se presentan en seguida; el pongo tendría así 121% kilómetros de largo. Según el se- ñor Luis M. Robledo el verdadero pongo, es decir la última garganta, de 20 á 50 metros de ancho en donde penetra el Urubamba antes de ingresar á las llanuras, comienza inmediata- mente después de las tres caídas de Challhuancani y termina en la portada de Tonquini, mi- diendo así 1500 metros de largo. (2) De “sintuli”, jabali en campa; esta palabra se emplea también como insulto y equi- BO vale a “malvado horroroso.” Iichas cascadas fueron las que ocasionaron la muerte del P, Bousquet, cuando éste bajaba en 1846 acompañando la expedición Carrasco—Castelnau, pues los hervideros y correntadas que forma la masa de agua en su caida, lanzaron la canoa del misionero á la cascada siguiente, en donde desapareció; siendo llamadas estas últimas desde entonces '*Patirini”, mata-padre. (3) “La rómpe canoas”. (4) ““De mapironi”, piedra negra en el dialecto Piro. Se ve allí un manto de tierra negra arcillosa, que algunos viajeros han confundido con una veta de carbón. (5) Nido de huacamayo en Anti. (6) “De chibugu”, cofre. Hay en esta cascada una piedra en forma de cofre, de la que se refiere, según asegura Fry, una hermosa tradición, que se remonta á la época incáica. 16 La MA * ve A 0 EE A dt: = 122 — , sea más allá del Mishagua; y hasta es posible que el explorador llegara al Tampuó Tambo, en cuya confluencia termina, co- mo es sabido, el Urubamba, porque el trayecto que hay del Sapant á ese punto es relativamente corto y no ofrece el menor obstácu- lo, y además porque debe deducirse de la mencionada carta que el P. Rocamora llegó á un lugar cercano álos Conibos, puesto que recibió mensajes y obsequios de esa tribu, cuyos territorios co- menzaban en el Símpa, en pleno Ucayals, y mucho más allá de la confluencia del Tambo con el Urubamba. Pero, sea cual fuese la importancia que en sí haya ofrecido es- ta empresa, careció de ella ante los geógrafos porque ningún in- forme les proporcionó. Ni Raimondi, ni autor alguno la han men- cionado siquiera, y ninguna relación de este viaje ha sido publi- cada hasta hoy; quizá el P. Rocamora omitió escribirla, ya sea por- que lo creyera inútil, al ver que iba á emprenderse otra expedición á los mismos lugares, ya porque el tiempo le faltara, pues lle- gado en agosto de 1806 a Cocabambilla, le vemos regresar en se- guida al Bajo Urubamba, acompañando, ó mejor dicho, guian- do la conocida expedición del P. Bousquet. % Salió esta de Cocabambilla el 1.? de setiembre de ese año, trasladándose por tierra hasta Chahuaris. Al siguiente día tres de los misioneros de Cocabambilla: los Padres Bousquet. Rocamora y Monserrat, y el sargento cuzqueño Gregorio Zúñiga (1) que había regresado junto con el P. Rocamora de la ante- rior expedición—embarcáronse en 10 canoas tripuladas quizá por los mismos Piros llegados con este misionero. Ese día 2 de setiembre la expedición, después de pasar por la desembocadura del Yanatili, sólo pudo llegar hasta “Iripayani”, (2) pues en el peligroso rápido que allí existe, zozobraron dos ca- noas, escapando de la muerte el P. Rocamora, y perdiéndose varios (1) El nombre de este modesto y leal compañero de los primeros exploradores del Lazo Urubamba no figura en el diario de viaje del P. Bousquet; felizmente ha sido mencionado por el Intendente Urrutia y Las Casas en su Memoria sobre las ventajas de un camino á Chanchamayo. (2) Hillapiani ó Hillapani, según la mayoría de los viajeros y tal como se escribe ahora. Y . — 123 — objetos en el río. Los afluentes que el diario no consigna son: el Sahmayaco, de la derecha y el Mangorríali, que entra por la iz- quierda al Urubamba, antes de la confluencia con el Vanatil1; y despues hasta Hillapani. los riachuelos Hipal é Ichitariato, que afluyen por la derecha. El día 3 llegaron á la reducción de Santa María Magdalena de Timbari (1). después de pasar frente á la entrada de los ríos Ch:- rumbia y Chapo. Allí descansaron un día. Los afluentes que no menciona el diario entre Hillapani y el Chirumbia son: los ria- chuelos de Mapituncri por la izquierda; de Santa Rosa á la dere- cha; en seguida á la izquierda, el Sinkitend; á la derecha el Ch1- rumbiato; y por fin á la otra margen, el Rosalina. El 5 llegaron al río C'or7ben?, descansando allí tres días. El 9 continuaron el viaje y pasaron frente á la boca del S?- nmalo. El 10 siguieron avanzando hasta una playa situada poco an- tes del Mantalo y que, por consiguiente, se hallaba poco después del Yavero, pues la distancia que separa á uno y otro río es solo de 2,220 metros. Llama la atención que el diario de viaje, tal co- mo ha sido publicado en el Tomo III de “El Perú”. omita mencio- narlos numerosos afluentes que los expedicionarios debieron en- contrar ese día: el Sangobatea. á la derecha; el Paluatint, por la margen opuesta; el Quitent, el Cosirent, el Combe ciato ó Com- pirusato, el Manugal!. á la izquierda; y el Pachiri y finalmente el Yavero á la derecha. La omisión de este último se explicaría sinembargo, recordando que al penetrar dicho río al Urubamba, corre oprimido entre altas rocas que disimulan su desembocadura, y es fácil que en la oscuridad de la tarde no se la haya distingui- do. Que la expedición ha pasado por allí casi de noche, se deduce de haber arribado á una playa cercana, después de una penosa y larga jornada. que el P. Bousquet calcula en 20 leguas. El 11, poco después de haber empezado la navegación. vieron por la izquierda al Mantalo en cuyas márgenes vivían unos 300 (1) En algunos de los documentos publicados por los señores Cárlos A. Romero y Ri- ; cardo Rey y Boza en la '“Revista de Archivos y Bibliotecas”, esta misión es llamada de ' ““Timbau”. — 124 — infieles Antis. Según el diario ese día llegaron á la portada de Tonquini, pues menciona entre los malos pasos vencidos, aquel desfiladero en donde los Pucapacuris flechaban á veces á los via- jeros, lugar que solo dista 450 metros de Tonquini. Los diver- sos afluentes que el diario no cita, más allá del Mantalo, son los riachuelos Zalancato por la derecha y Mahuankiali y Mulan- keiato por, la izquierda; el río Saneriato por la derecha. el ria- chuelo Chiguriato por la ribera opuesta; el pequeño río Obicara- chato por la derecha; los riachuelos Mapirontoni de la izquierda, y Materiato de la margen derecha; el pequeño río Pomerona1 de la izquierda; el río Yuyato y riachuelo Migantoni por la otra margen; y, en fin, los dos riachuelos Macanapero dela izquierda, y Prakin- lato de la derecha, cuyas quebradas, abiertas una enfrente de la otra, separan la portada de Tonquini del resto del pongo de Mar- NIQUÍ, Según las distancias parciales consignadas en el diario, el P. Bousquet calculaba haber avanzado desde Cocabambilla s1 le- guas, y como la verdadera distancia, indicada en el cuadro ante- rior, es de 225 280 metros, resulta que cada legua apreciada por el explorador equivale á 2,718 metros. Continuando el día 12 llegaron á la confluencia del Ticumpt- nia, que el P. Rocamora había sin duda explorado algo en su pri- mera expedición, pues el diario dice que dicho misionero pensaba fundar allí una misión, por ser la quebrada muy espaciosa y muy abundante en cacao silvestre, Siguieron adelante el mismo día y avanzaron *'21 leguas más”. Los afluentes omitidos entre la porta- da de Tonquini y el Ticumpinta, río que entra al Urubamba por la derecha, son los siguientes: riachuelos Ocerohuato y Arosehuato por la derecha; Chunkiriarí porla izquierda; Kitaplaya por la derecha; y Kutertarí por la izquierda. En los días 13, 14 y 15 siguieron bajando el Urubamba sin que el diario consigne más que á un gran afluente de la derecha '““ha- bitado tres jornadas arriba por indios Guirineris” (1) y que no pue- de ser sino el Camisea. Los afluentes omitidos desde el 7icumpinta, que entra por la derecha, son: por la izquierda el Sirincavent, y los riachuelos Chigalositato y Malankiato; por la derecha el ria- chuelo Kimariato; luego por la otra margen el riachuelo Piria- ventini: por la ribera opuesta los riachuelos Chigueriato, Sam- (1) Sirineyris. bambungari y Capashiari; por la izquierda el río Simatent; porla derecha el riachuelo Hetoriato y el rio Timpta con su afluente el Sihuaniro; luego por la izquierda los riachuelos Siyuertato y Ma- boroari, el río Saveti, el riachuelo Kimatohuato; por la derecha el riachuelo Comp+rustart; por la otra margen los riachuelos Ya- variato y Antiboart; en la del frente el río Concanato; por la iz- quierda los riachuelos Chopirohuato, Imponiriato y Ketohuato; por la derecha el río Saboroari; por la margen opuesta los ria- chuelos Chirikerchuari: y Cachenkiato; y el Muchoncholeato por la derecha; luego vienen por la opuesta orilla nueve afluentes seguidos, á saber: los tres riachuelos Retariato, Kibochiari y Pantinporake, el río Capunashiare, el riachuelo Kiretiari, el río Tamalohuato, el riachuelo Camuanahato, el río Patogohuato, y el riachuelo Atabohuato; y finalmente por la derecha el riachuelo Ohiguerokiato. El día 16 dice el diario que “hallaron otro río con regular can- tidad de agua que entra por la derecha al Urubamba, y pasado el cual, se encuentra la misión de Siapa, fundada por el mismo P. Ro- camora que hacía parte de la expedición”. Ya hemos indicado cual debió ser la situación de Siapa, en cuya misión los expedi- cionarios descansaron dos días, dejando allí al P. Monserrat, que se hizo cargo de ella. Los afluentes no consignados ese día, tam- bién son numerosos, á partir del Camisea: por la derecha los ríos Capariato, Cayonalohuato y Malankiato; por la otra orilla los riachuelos Saboroari y Machoncholiato; luego en la ribera del frente el río Cahuaya 6 Cahuayo, y riachuelo Sababantiare; por la izquierda el riachuelo /betohuato, y el río Picha; por la margen opuesta el riachuelo Aumanguinato; por la otra los ríos Pitomato y Hurpaya; por la derecha otro riachuelo el Chobibiari; por la ori- lla del frente el riachuelo Huaramehue y el río Huitiricaya; (1) por la margen opuesta los riachuelos Chibocohuato y Capirosan- tiare, y el río Yamehua; luego por la izquierda el río Piyoya; (2) por la otra margen el riachuelo Tahuaya, el río Pacria (3) y el (1) Vitiricaya según Carrasco; Utrecaya según Torres. (2) Pilluyato según Carrasco; Piuya según Samanez; Pajoya 6 Camasheri según To- rres. Carrasco, que designa á casi todos los afluentes pequeños con nombres completamente distintos á los que tienen hoy, pone entre el Piyoya y el Vamegua un afluente izquierdo, el Comanjato, que ningún otro explorador menciona, (3) Pacrila según Torres. e — 126 — riachuelo Fuacaruya; y finalmente por la izquierda el río Sen- cha. (1) El 19 de setiembre continuaron el viaje, llegando luego á la desembocadura del “Maeria” (2) que entra por la izquierda, y un poco más adelante por el mismo lado el “Ascuya”. El único afluen- te omitido en ese trayecto es el río C12pria que desemboca por la margen izquierda después del Sencha y antes del Maria; en cam- bio el Ascuya señalado como afluente sólo puede ser un canal que se desprende del Urubamba por la orilla izquierda, poco más allá del Míaria y que después de alejarse unos 800 metros del cauce principal y de recorrer tres y medio kilómetros, desemboca en el mismo Urubamba. formando así una gran isla. Después vienen por la derecha el Mishagua; y por la izquierda los riachuelos Umanta y Ascunta. (3) El día 20, poco después de comenzar la navegación, vieron en- trar por la derecha el río Shepagua “en cuyas márgenes diez le- guas aguas arriba, se había fundado la misión del Capitán Cauti.” Dicha misión debió establecerla el P. Rocamora en su primer viaje, pues ningún otro misionero había visitado antes que él esas regiones. Cauti parece ser el nombre del jefe de tribu á cuyo cargo quedaría el establecimiento. El diario agrega que siguiendo por el Shepagua. aun más arriba, se halla el pueblo de infieles Chontaqui- rosllamado “Cuja”, y atravesando dos días por el monte se llega á un río grande casi igual al Urubamba, que debía ser el Yavarí ó el Beni, “lo que prueba que este río no entra al Urubamba”. Sabe- mos que en efecto surcando el Shepagua y luego su afluente el Pu- quant (4) se llega á un corto istmo ó varadero, pasado el cual se baja por el río Cujar (5) á otro rio grande que no es el Vavarí, ni menos aun el Bent, como pensaba el P. Bousquet, sino el Purús. Los afluentes omitidos en este día más allá del Shepagua son por la izquierda los riachuelos Puletali, Imashía y Pahoya; y por la derecha el Shaupuyacu. El 21, á las pocas leguas de navegación, hallaron por la iz- (1) Sensa según Samanez; Sinchagui según Carrasco; Sintzaa según Torres. (2) Miaria según el P. Sabate y el ingeniero señor Luis M. Robledo, cuya nomenclatu- ra desde el Vavero hasta el Mishagua hemos adoptado con ligeras modificaciones; Millaria según Torres. (3. Cumarinia según Torres, quien además coloca al primero de estos riachuelos des- pués del que le sigue. (4; Según Von Hassel; Pucani según otros exploradores. ís) Según Von Hassel; Cuja según Bousquet y otros viajeros. — 127 — quierda el Sapaní, que no está indicado en el plano del Capitán Carrasco, pero que corresponde al Pacchaha (1) de Samanez; luego por la otra margen vieron el Pigiria (2); en seguida por la izquier- da se presentó el “Agicha” (3); luego vieron al Sipa (4) que el diario hace entrar al Urubamba por la derecha siendo un afluente de la margen izquierda. El único omitido en este día es el Yarpuya, (5) riachuelo que entra por la derecha antes del río Sípa, y que podría creerse el Agyicha si este no se hallara indicado como afluente 1z- quierdo. El 22 vieron los pequeños ríos “Humaria” (6) y Cantpreglt (1) que entran por la izquierda; y en seguida el Mapchiría (8); omitiendo el diario indicar al Mupuya entre los dos primeros. El 23 encontraron por la derecha el Chiriapa (9), luego el Miruali (10); y finalmente llegaron á la confluencia del Tambo con el Urubamba. Los expedicionarios se hallaban en el Ucayalt, rio explorado mucho antes por otros misioneros; y no les seguiremos en sus peregrinaciones á lo largo de esta gran arteria fluvial, las que se prolongaron muchos meses, hasta que el P. Bousquet, pasando al Huallaga, regresó á Lima por la vía de Chachapoyas, Cajamarca y Trujillo. Xx * *X Los viajes de los PP. Rocamora y Buusquet habían conseguido, (U(Pachaná según Fry; varece ser la quebrada MZaman citada por Torres. (2) Picría según Carrasco; Piguirea y también Piquería según el P. Sabate; Cipria egún Samanez. (3) El P. Sabate lo coloca mucho más abajo, despues del /muya 6 /tulapi; Carrasco ha- ce de su 4guisca un afluente de la derecha, situáandolo de modo que corresponde al /nuya que él no menciona; los demás exploradores no indican á este afluente. (4) Shepa según Torres. (5; Parece ser la quebrada Kemogue consignada por Torres y que ningún otro explora- dor menciona con este nombre. (6) El Cumaria del Urubamba. (7) Corresponde á la quebrada Sapo de Torres que ningún otro explorador llama así. (9) Puede ser por su situación el /2uya al que también corresponde el 4guisca de Carrasco. (9) Corresponde al Zuabo, llamado /uaho por Torres; y también al Cumanjiapa de Carrasco. (10) Puede ser el llamado lMZasherja por Torres, y Zucane por Carrasco. — 1281. pues, demostrar prácticamente que el Vilcanota ó Paro ó Uru- bamba lleva sus aguas al Gran Paro ó Ucayalt, y que no recibe las del Benz, como algunos geógrafos suponían, fundándose en las noticias que daban los infieles sobre sus excursiones entre el Bajo Urubamba y el Bent; dijimos ya que ello era cierto, pero no signifi- caba que existiese una comunicación fluvial directa, sino que las ra- mificaciones de estos ríos se aproximan tanto en las cabeceras del Mishagua y Camisea, afluentes del Urubamba, y del Manu sub- afluente del Ben, que es fácil pasar por tierra de una hoya á otra, en puntos donde la navegación en canoas de ambas cuencas solo dista unos cuantos kilómetros. Estas expediciones probaron además que, si bien el Urubamba presenta grandes obstáculos entre Sír/alo y Tonquini, no eran in superables; y que desde allí la navegación es fácil, pudiendo utili- zarse dicha vía fluvial para la comunicación entre el Departamen- to del Cuzco y los rios Ucayali y Amazonas. Hemos dicho yá que según los cálculos del P. Bousquet, el trayecto recorrido en 7 días de viaje de Cocabambilla á Tonquini fué de 81 leguas; esa distancia es de 225,280 metros lo que daría para cada legua 2,781 metros; por donde se ve que hubo un fuerte error en la apreciación del indicado misionero. El cálculo desde Tonquini á la boca del Tambo es más exage- rado aún. Según el diario los dias de viaje efectivo, para llegar de un punto á otro, fueron 9. y el avance en las jornadas por término medio fué de 20 leguas, lo que dá un total de 180 leguas; cuando en realidad solo hay 250 kilómetros, como resulta del siguiente cua- dro, basado en una crítica minuciosa de los datos proporcionados por diversos exploradores del Urubamba. Distancias|Distancias parciales totales metros metros Portada de Tonqui Rio TICUMPTULA e a e 5,130 5,130 STELNCAVCIAS NANI A 1,200 6,330 Riac huelo Chiguer VADO a a Ud 4.930 11,260 Rio DAMNMAPLA la RIRS ON 6,220 17,480 e SECAR ER IN NA 1,977 19,457 Riachuelo: Ki2mMatoRUIii e IES 1.084 20,541 Rio CONCAMALO 30 a Se 3,949 24,490 Riachuelo Chopirohuato Ed 2,471 26,961 o Sabor darte cia E TU 4,299 31,260 Riachuelo Capana sita rear ASNO 5,070 36,230 Rio TORO ROS a ode E e TA AA E :0 CAMISCES or UA, ZU he CAPDARTVINS. e EOS Ad E AS CatonaloRuato MR Er MOLIREVOIO e hs A A dS Cahuaya. A RA HE TAE AR O E AN A A Miehtelo Huaraméhue.. -.. oonocoiiioa, Rio ETICO 2 IE lila E ye AITOR LA 0 Id A e MEECRUAR NS 1 AI 5h O AI, MR A AE > MALO do DD A A A E AOS lo iaa 4 ARSENAL IA E LR AA Rio E A NO OTE ar O AA AN ;A A O A > IE ze Da A AA a eE VEA A NATA Rio VET AI A elo: VAT DEYO lic e SS e cl IPR IR RATA AA o 1 $3 A O A e p AIN CA EA d> DE A A A AA Rio E O NS ARIS IE A AN A y E A. O A Rio NA e E Distancias|iDistancias parciales totales metros metros 4,399 40,729 4,848 45,517 6,632 52,209 3,939 56,142 6,51 62,593 2,540 65,133 7,974 13,107 4 150 78,057 4, 700 82, 157 a 89,097 4,932 14,029 4, í da 98.754 6,075 104,829 5,695 | 110,524 7,510 118,034 5.705 123,739 6,240 129.979 1,625 131.604 1,560 133,164 1,250 134,414 2.500 136,914 2,125 | 339,059 1,448 146,487 24,825 171,312 6,206 177,518 15,600 193,118 11,867 204,985 1,637 | 206,622 2,078 | 208.700 4,812 PIE 1,825 215,337 5,227 223.564 e 1 931.791 17.843 | 249,634 La distancia general vencida por la expedición desde Santa Ana al Ucayalt, puede calcularse, pues, en 512 kilómetros. en esta forma: De Santa Ana á Pavayoc De Pavayoc á Tonquini De Tonquini al Tambo a ojete o 1,250 metros 261,480 >» 249,634, ae a o ae 512,364 metros 17 — 130 — El diario, según hemos visto, solo menciona algunos de los nn- merosos tributarios que recibe el Urubamba; daremos idea más exacta de la importancia del viaje, exponiendo en el siguiente cua- dro todos los afluentes por cuyas desembocaduras ha tenido que pasar la expedición; las que debemos considerar, así, como descu- biertas por dichos misioneros Rocamora y Bousquet. AFLUENTES DEL “UKUBAMBA” DESDE LA BOCA DEL RIO DE “COCA- BAMBILLA” HASTA EL “TAMBO” (1) R Cocabambilla D R Saneriato D r Sahuayaco D r Chiguriato I R Mangorriali I R Obicarachato D R Yanatili D r Mapirontoni I r Hipal D r Materiato D r Ichitariato D | R Pomeroni J r Mapitunari I R Yuyato D r Santa Rosa D r Migantoni D r Sinkiteni (2) I r Macanapero I r Chirumbiato D r Prakinlato D r Rosalina I r Ocerohuato D R Chirumbia D r Arosehuato D R Chapo D r Chunkiriari I R Coribeni I | r Kitaplaya D R Sirialo I | r Kiteriari I R Sangobatea D R Ticumpinia D r Paluatini I | R Sirincaveni a R Quiteni I | r Chigalosiato I R Cosireni I r Malankiato I R Comberciato I r Kimariato D r Manugali 1 r Piriaventeni 1 E Pachir D * Chigueriato D R Yavero D r Sambambugari D R Mantalo I r Capashiari D r Talancato D R Simateni I r Mahuankiali I r Hetoriato D r Mulankiato I R Timpia D (1) Los ríos de primer á tercer orden van precedidos por una R; los ríos pequeños y aguadas por una 7, Las letras D Ó 1 que se ven después de cada nombre, sirven para indicar respectivamente la margen derecha ó izquierda del Urubamba por donde estos afluentes de- sembocan. (2) Siguiendo el fundado parecer del señor Eulogio Delgado, autor del más completo “Vocabulario Campa” que conocemos, se ha hecho aquí uso de la ““k” en vez de “qu” al escribir los nombres que provienen de ese dialecto; sinembargo hemos exceptuado los de “Tonquini” y “Quiteni” porque figuran así en tan crecido número de relaciones mapas y documentos, que modificarlos causaría confusión. ASS PANAS a ya A Sigueriato Maboroari Saveti Kimatohuato Comperuseari Yavariato Antiboari Concanato Chopirohuato Imponiriato Ketohuato Saboroari Chirikerchuari Cachenkiato Machoncholeato Retariato Kibochiari Pantinporake Capanashiare Kiretiari Tamalohuato Camanahato Patogohuato Atabohuato Chiguerokiato Camisea Capariato Cayonalohuato Malankiato Saboroari Machoncholiato Cahuaya Sababantiare Ibetohuato Picha AAA O AO O ES SA A AA A A e a A | | | | ARIAS SS AAA A O gs A a EA Aumanguinato Pitomato Huipaya Chobibiari Huaramehue Huitiricaya Chibocohuato Capirosantiare Yamehua Piyoya Tahuaya Pacria Huacaruya Sencha Cipria Miaria Mishagua Umania Ascunia Shepagua Puletali Imashia Pahoya Shaupuyacu Pachaná Picria Yarpuya Sipa Cumaria Mapuya Canipregli Inuya Huabo Masherja Tambo =O0UD=ODrRRyyDr ORAR RA. -U | Conociéndose ya, ó cuando menos habiendo llegado una expe- dición mas allá de la desembocadura del Yavero, debía suponerse que la incertidumbre sobre el curso del Paucartambo pronto de- saparecería, pues al navegar el Urubamba se podía averiguar cual de sus afluentes de la derecha era ese río. Si la simple com- paración del caudal de ellos no bastaba para resolver el punto, nada más fácil que explorarlos desde el Urubamba, surcándolos uno por uno, hasta un lugar en que se obtuvieran noticias segu- — 132 — ras sobre el río que pasa por Challabamba y la población de Pau- cartambo. Eso, que tan lógico parece, no fué sin embargo loque sucedió, y al indicar la opinión de los geógrafos y autores del siglo XIX veremos, en efecto, Que por más de 90 años ese afluente sin- gular se ha conocido, en la desembocadura bajo el nombre de Yavero, en su parte media con el de Mapacho y más arriba con el de Paucartambo, sin que nadie presentase suficientes pruebas de que los tres constituían en realidad un solo y mismo río. Parece que el P. Bousquet ignoraba ó no dió importancia al curioso problema de geografía, que su viaje podía talvez diluci- dar. En su diario para nada menciona al Paucartambo ó al Ma- pacho y se ha visto que no cita al Vavero, á pesar de que si anota afluentes más pequeños y describe al río de los Guirineris ó Ca- misea como el tributario más considerable del Urubamba. Fué dicho juicio y los de Carrasco y Castelnau, lo que desvió á Raimon- di, que el citar al río de los Guirineris pone la indicación que sigue: “En la relación del viaje del conde de Castelnan es llamado este río Camisea y casi no hay duda alguna de que es el mismo que, con el nombre de Mapacho, baña la población de Paucartambo.” Sigamos ahora examinando planos y documentos posteriores al viaje del P. Bousquet. El “Mapa Geográfico de la mayor parte de la América Meri- dional” hecho en 1796 por don Francisco Requena “para el trazo de la línea divisoria entre los dominios de España y Portugal”—re- presenta al Paucartambo como afluente del “Vilcomayo” que de- semboca en el Apurimac, el cual uniéndose al Mantaro constituye el Perené, Más abajo, dicho río Perené recibe por la derecha al “Río grande de Inamoa,” que nace muy cerca del Titicaca, y jun- tos forman el Paro. En el gran mapa de Sud-América publicado en 1810 por A. Arrowsmith, el Paucartambo recibe por su orilla izquierda al Ya- natili, y siguiendo al NNO. va á desembocar en el Apurimac. De otro lado el fnambarz, uniéndose con el Benz, da orígen al río Paro, que mezcla luego sus aguas con el Apurimac y forma un gran río con esta indicación: **Paro (Ucayali of Ft. Fritz 1707)”. — 133 — En la carta geográfica de “Guanta al Cuzco” adjunta á las Memorias del General Miller publicadas en 1829, el “Quillabamba, Urubamba ó Villcabamba” se une al Apurímac poco antes de re- cibir éste al Mantaro. El Paucartambo, en el límite de la carta, vá al N. O. dirigiéndose al encuentro del Apurímac que corre hacia el N. En la carta física de Sud América, adjunta á la ' Historia de la Geografía del Nuevo Continente”, por Alejandro de Humboldt y publicada en los años de 1836 á 1839, se ve un río sin nombre que por su posición es sin duda el Paucartambo, afluír al Quillabamba, que después de recibir por la derecha otro río, probablemente el Yanatili, se une al Apurímac para formar el Ucayali. Por su lado el Tono y dos ríos más (probablemente el Araza y el Inam- bart) se unen constituyendo el Purús, indicado por puntos desde el paralelo 5” lat. S. hasta la desembocadura en el Amazonas á los 3 30' lat. S. Es una antigua carta geográfica del Departamento del Cuzco, existente en el Archivo de Límites de nuestro Ministerio de Re- laciones Exteriores, y que por el sistema cartográfico de re- presentación debió trazarse á principios del siglo XIX, el Paucar- tambo se une al Yanatili y juntos siguen al NO. alejándose del rio que baña los valles de Paucartambo, ó sea del Alto Madre de Dios. En el plano de los rios *“*Hutllcamayo” y parte del Ucayalz, hecho en 1846 por el capitán de fragata don Francisco Carrasco, después de su navegación del Urubamba junto con la expedición Castelnau, el “Yaviro” es afluente de la derecha del “Huillcama- yo”. En el informe que acompaña al plano, solo se dice del Yavero que es un afluente de la derecha; sobre el Camisea incluye algunos datos, asegurando que es el más caudaloso de todos los afluentes del Urubamba y que tiene en su desembocadura 70 varas de ancho, El mismo año de 1846, el coronel José Domingo Espinar recibía del Supremo Gobierno encargo de estudiar los valles de Paucartambo y Marcapata, y al dar cuenta del desempeño de su comisión, presentó un informe acompañado por un croquis. En este se ve al rio ““Challabamba” ó Mapacho dirigirse al NO. ale- jándose al parecer del Manu, rio que se encamina al E. y es for- mado por la uvión del Madre de Dios con el Tono y Piñaipiin. El — 134 — Madre de Dios, que en sus nacientes se llama “Apucañachuay”, en seguida Tambo y después Toayma para tomar luego su nombre definitivo, recibe por la margen izquierda al ““Puchupata” y á otro río que no lleva nombre, y por la derecha al Ocoñec, el que á su vez proviene de la unión del Ollachea con el Araza ó Marcapata. Pe- ro en la memoria correspondiente á dicho croquis, el coronel Es- pinar dice que el rio Ocongate después de pasar por los pueblos de Paucartambo y ““Chayabamba”, da la vuelta por ** Yuracmayo” entra en los valles, faldea la sierra de P:1p11, recibe los rios Tono y Coquiricon sus tributarios, y mezclando sus aguas con el Toayma ó Madre de Dios forma el gran río Manu; y luego agrega que así queda resuelto “lo que hasta ahora diez años estaba en cuestión. á saber si el rio Oconyate ó Mapacho mezcla sus aguas con el rio Vilcamayo ó Santa Ana; ó si mudaba de dirección de N. á NE. para salir al Marañón (Amazonas), por la diagonal ó el camino más corto”. Apesar de esto, dos años después, en 1848, el R. P. Fray Julián Bobo de Revello en su “Brillante porvenir del Cuzco”, declara que “acerca del rio Mapacho ó Paucartambo dura hasta hoy la incertidumbre de su desemboque”. Cita en apoyo de esto el ma- pa del doctor Carrascón y la memoria del coronel Espinar, quien piensa además que el Mano ó Madre de Dios se imcorpora con el Yavarí. Esta opinión, agrega el citado Padre, la veo seguida por algunos padres misioneros de Ocopa, que han recorrido el Uca ya (1 á principios de este siglo, quienes presumen así por algunos in- formes de los indios Piros y Cunibos que aseguran haber al E. del Ucayali un rio tan caudaloso como este conocido por ellos con el nombre de Cuja, siendo este el mismo que en los establecimientos brasileros se llama el Yavarí y formarse bajo el nombre de Cuja de los ríos Paucartambo, Marcapata y de los que descienden de Carabaya; según noticias de los mismos Piros este río Cuja tiene comunicación con el Ucayali por dos caños naturales el Sipahua y el Tamaya”. Hemos visto ya al mismo autor enumerar los variados pare- ceres de los géografos sobre el curso del Madre de Dios, que ha sido confundido con todos los grandes afluentes que recibe el Amazonas por su margen derecha, del Ucayali al Madera. Nos hemos explicado esto, pues la falta de exploraciones científicas dejó ignorar por varios siglos el curso y origen de ellos, de modo que era posible situarlo en el famoso río de las montañas del Cuz- co. Así para algunos autores el Madre de Dios llevaba sus aguas al Ucayali incorporándose antes con el Parobeni; otros creían que era el Vavarí; otros el Yuctay ó el Tapi ó el Tefé; otros afirmaban que todos ellos nacían en la misteriosa laguna Rogaguado, origen también del Madera; y el propio folleto de Bobo de Revello en sus disertaciones geográficas apoya la opinión emitída en 1799 por el conocido viajero y naturalista Haenke, de ser el río Cuchihuará ó Purús el mismo río Manu ó Madre de Dios de los valles de Pau- cartambo. Veremos prevalecer esa idea en geografía, hasta que Faustino Maldonado bajando este rio, y Chandless explorando aquel la desautorizaron para siempre. En el mapa adjunto á la “Histoire Naturelle des Quinquinas” publicada en 1849 por el naturalista agregado á la expedición Cas- telnau, Doctor Hugues A. Weddel, como resultado de sus viajes por Bolivia, San Juan del Oro y Carabaya, en 1847—el río Paucar- tambo está indicado por líneas punteadas y se une al Inambar: que recibe, además, todos los ríos de la región oriental del Cuzco. El mapa no alcanza á indicar la desembocadura de éste, pero la última parte visible va orientada, no hacia al Benz, sino en dere- chura al Amazonas. En la carta general de la América del Sur dibujada en 1853 bajo la dirección del explorador Alcide d'Orbigny, el Paucartambo recibe al Yanatili por la izquierda y entra por la derecha del Uru- bamba. En su parte baja el Paucartambo y el Urubamba van indi- cados con puntos, manifestando que el trazo es solo probable. Con el nombre de Inambar:z, el Madre de Dios se dirige primero al N. y desde el paralelo 11” 30/ lat. austral comienza un trazo de puntos al N. NE. dividiéndose el río desde los 7?” 20' lat. austral, en dos brazos, llamados respectivamente río Maquía y río Paro; ingre- sando así al Ucayalz. En el mapa hecho en Huánuco por Potemski el año 1853, el Bent y otro río que no lleva nombre, pero que es sin duda el Madre de Dios, se unen con el Apurímac para trasformarse en el _4pu- Paro ó Gran Paro. La carta que acompaña el informe presentado en 1854 por Mr. Gibbon sobre sus viajes en el Perú y Bolivia, indica el curso del “Mapacho” solo como probable desde el paralelo 12? 25' S. yen- do este río á unirse así al de “Santa Ana”. El Madre de Dios cons- tituido por la junta de los ríos Piñ1piña1, Tono, Cosñirpata, (Juerus y Marcapata se dirije al N. NE, con la siguiente indicación “sup- posed to be Purus”. En el croquis del “río de Santa Ana, denominado más abajo Ucayal+,” presentado por la Sociedad Exploradora Forjas y Cia., después de la expedición hecha en Setiembre y Octubre de 1856 por los socios Forjas, Valencia, Valverde y Tejada, se ven ocho de los afluentes izquierdos del Urubamba, desde Yanatili á Tonquini. y tres de los que llegan por la izquierda; pero el río Vavero no está indicado allí, aunque figuran riachuelos como el Chuyapt. El “Nuevo mapa general del Perú, Ecuador y Bolivia” revisa- do por don Antonio Dupard y editado en Lima por Felipe Bailly en 1861, trae al Paucartambo llamado “Timbari ó Mapacho” como afluente del “Santa Ana”, que después desemboca en el Ucayalz. Los ríos Piñaipiñi y Tono con su afluente el Tambo, el río Inamba- ri con sus afluentes Quiróz, Araza y Sangaban, y el rio San Juan del Oro, hoy Tambopata, forman juntos la continuación del Inam- bart, que con este nombre y el de Paro ó Mano, corre paralela- mente al Bent en dirección al Amazonas. En la carta que acompaña la obra “Travels in Perú and India”, publicada en 1862 por Mr. Clements R. Markham, el río Paucar- tambo desde más allá de Acobamba está indicado con puntos, co- mo de trazo probable, y se dirije al N. NO. hacia el “Santa Ana;” mientras el Madre de Dios formado por el Piñipiñt, Ccescenta, Pi: tama, Tono y Cosñipata, va francamente al N. E. hacia el 4mazo- nas. Examinando el plano del departamento de Puno, hecho en 1863 por don Jaime Thompson, ingeniero de Estado, se ve al Pau- cartambo y al Madre de Dios dirigirse al NO. hacia la región del Urubamba y Ucayalt. En la “Carta Oro-Hidrográfica” y Mapa del Perú hecho por Paz Soldán en 1863, el Paucartambo se une al “Inambari ó Madre de Dios” y ambos forman el Yurua. En 1865 en un mapa del departamento de Puno, por don Emi- lio Colpaert, se ve por primera vez al Mapacho ó Paucartambo se- guir su verdadero curso, y desembocar en el rio Urubamba con el nombre de Yavero. A 137 — Hemos dejado de anotar en el año 1835 un trabajo interesante que se publicó bajo el título de “Plano que manifiesta el origen, curso y confluencia de los rios Pachitea, Huallaga, Ucayali y Ama- zonas para entender los reconocimientos hechos por la expedición al Pachitea, compuesta de los oficiales facultativos Sargento Ma- yor Pedro Beltrán y Teniente 1. Don Ramón Azcarate, en No- viembre de 1835”. Allí el Urubamba es llamado “Río de Santa Ana ú origen del Ucayalr”, y recibe por la derecha en 120 lat. $. al Yanatila, luego en 119 30” lat. S. y por el mismo lado el Manta- ro (1) y entonces lleva el nombre de “Tamai”. Este río acoje en 109 30' lat, S. al Mapacho, que nace en la provincia de Quispican- chis, cerca de la población de Paucartambo; y más allá, por la margen izquierda al Tambo, formado por la unión del “Angayaco ó Mantaro” y del Apurímac. Desde aquel punto el rio principal cambia su nombre de Tamar, (2) en el de Puro, recibe por la orilla iz- quierda al Uninz, formado por el Perené y el Ené ó Pangoa, y pro- siguiendo se junta con el Pachitea, para constituir el Ucayals. En el Atlas del Perú editado en 1867 por P. V. Jouanny y grabado por el Instituto Geográfico de Justus Perthes de Gotha, el Paucartambo pasa al E. del '“Yanatilde” y desemboca en el “Santa Ana”, que después de su unión con el Tambo y el Unina, toma el nombre de “(Gran Paro”. Este rio recibe luego al Pachitea para formar el Ucayal?. En el pequeño mapa del Perú, que acompaña el informe pre- sentado al Gobierno en 1868 por el ingeniero John W. Nystrom, s0obre su expedición á los valles de Paucartambo, el rio de este nom- bre ingresa al Urubamba. Se habrá observado como en el penúltimo de los mapas indi- cados se vislumbra ya toda la verdad sobre el curso del Paucartam- bo, á la vez que el último se aproxima á ella; mas no provenía esto de que un viajero conocido hubiese explorado el río, sino de los in- formes exactos que de un modo privado suministraban los hacen- dados del valle de Lacco regado por el rio del mismo nombre ó las tribus Campas que habitan los valles del Yavero. Individuos per- tenecientes á esas tribus acostumbraban, como ya se ha dicho, (1) Mantalo; uno de los afluentes del Urubamba, (2) Yamí, nombre con que las tribus indígenas han designado al et 1 — 138 — surcar el Yavero hasta Palo Santo y subían en busca de trabajo hasta la hacienda de Lacco. A su vez, las personas allí estableci- das afirmaban ser el río que pasa por ese lugar el mismo que baña la población de Paucartambo, y reuniendo tales informes, era fácil deducir que el Yavero, el rio de Lacco y el Mapacho 6 Paucartam- bo constituían un solo río, conocido con distintos nombres en la parte alta, media y baja de su curso; secciones que ciertas parti- cularidades de esa cuenca mantenían casi incomunicadas entre sí. Prosiguiendo nuestra revisión de planos y documenios, señala- remos de paso el **Mapa de las misiones y descubrimientos efec- tuados por el P. Samuel Mancini” en los Lerritorios. CoOImMprenuldos entre el Bujo Madre de Dios y el Beni, fechado el año de 1868. Aunque es sulo un croquis de la citada reglon y aunque no figu- ran ni el Paucurtambo, ni el Alto Madre de Dios ue los valles de ese nombre, ofrece la interesante particularidad ue serel primer documento cartogratico que confirma el descubrimiento hecho, sle- le años antes, por Faustino Maldonado, sobre la union del Madre de Dios con el Sent, Se ve alli, en efecto, á un gran rio Manutata, que no puede ser sino el Bajo Mudre de Dios, afluir al Beny y JUnLos desembocar despues en el Madera. ¿Recibió el autor algún informe de haber bajado por el Manutata la gloriosa é infortunada expedi- ción de Faustino Maldonado? Tal vez nó. Juzgamos que asi como Colpaert dibujó bien el rio Yavero, el P. Mancini indicó la verdad sobre la confluencia del Madre de Dios con el Bena, ftundándose no en los resultados de la expedición Maldonado ni en una explora- ción propia —dicho misionero en ninguno de sus viajes surcó O bajó el Munutata—sinmo en los datos que le proporcionaron las tribus rl- bereñas ó los navegantes indígenas del río. En el mapa del Perú que Daniel Barrera publicó en 1871, el Urubamba recibe por la derecha 40' más abajo de Santa Ana á un rio formado por la unión del Yanatili y el Occobamba; en seguida, cerca de Mainiqui le afluye también por la derecha el Paucartam- bo que en su parte media es llamado Río del valle de Lacco. Mien- tras tanto, por el lado de Sandia el Río y quebrada de San Juan del Oro dirigiéndose al E, pasa junto á las poblaciones “Versa- lles” é “Inambari”, recibiendo luego por la izquierda al San Ga- bán, desde cuya confluencia toma el nombre de Madre de Dios. Prosiguiendo le afluye por la izquierda el Marcapata, y poco des- pués un río formado por la unión de los cinco que bañan los valles — 139 — de Paucartambo. Algo más allá el Madre de Dios cambia de rum- bo y de nombre, y como Río Serpiente se dirige al N. NE. desa- pareciendo así de los confines del mapa. En 1872 se publicó el “Mapa del Perú, por el ingeniero de Es- tado Babinski, de conformidad con los documentos del archivo de la Junta Central de Ingenieros”. Alí el rio Paucartambo entra al Urubamba. Los ríos San Gabán y San Juan del Oro forman el Ma- dre de Dios, que uniéndose luego al Marcapata, Tono y Piñipiña da origen al rio Serpiente, el cual se dirije al N.NE. hacia el Purús. Puede verse en el mapa de los valles de Paucartambo por Ger- mán Gohring, ingeniero de Estado, año 1874, al Mapacho ó río de Paucartambo dirigirse al NO. hacia el Urubamba. El Madre de Dios se une con el Pilcopata. el que después de recibir al Querus por la izquierda y al Tono, Cosñipata y Piñipiña se junta con el Inambar?. constituyendo esa unión el Alto Madera. En el “Library Map of South América” hecho por Keith Johns- ton. miembro de las Reales Sociedades Geográficas de Londres y de Edimburgo y publicado en 1874. en Nueva York. por Gaylord Watson, el Paucartambo está indicado como de trazo probable desde Acobamba. v así constituye el origen del Purús. La unión de los ríos Tono. Piñipiñi, Crescenti y Cosñítpata, forma el Ama- rumayo. también detrazo probable y que además lleva los nombres de Madre de Dios y Purús, desembocando luego en el Amazonas. En el “Nuevo mapa del Perú” publicado en ese mismo año de 1874 por el ingeniero F. Gautherot el “rio de Sandia” recibe por la izquierda al “Inambari ó Madre de Dios”, luego por el mismo lado al Piñipiñt, y forma entonces el Paro. Mientras tanto el “Urubamba ó Santa Ana” recibe por la margen derecha al Yana- tili, luego por la otra margen al Paucartambo ó Mapacho y de- semboca en el Apurímac. Este rio se une entonces al Paro y for- ma el Ucayalz. La carta geográfica que acompaña la obra escrita por Carlos Wienner como resultado de sus estudios hechos en los años de 1875 al 77 en el Perú y Bolivia— presenta al río Paucartambo uniéndose al de Santa Ana, que á su vez desemboca en el Ucayali; mientras los rios de los valles de Paucartambo y Carabaya se in- corporan todos al Madre de Dios, que se dirije al Benz. En el pequeño Mapa de las fronteras del Perú, que publicó — 140 — don Antonio Raimondi en 1877, el Paucartambo entra al Uru- bamba. Es sabido que dicho géografo combatía la opinión de que el río que pasa por el pueblo de Paucartambo se uniera al Madre de Dios, y creía que llevaba sus aguas al Urubamba después del Pongo de Mainiqui, constituyendo el Camisea. Raimondi expresa terminantemente su opinión en la obra “El Perú”, editada en 1879, pues al combatir allí lo afirmado por el co- ronel Espinar de ser el Mapacho tributario del Madre de Dios, de- clara que el primero de estos ríos forma una hoya muy distinta, pues reuniéndose con el río Vilceamayo ó de Santa Ana va á formar el Ucayal?, separándolo del Madre de Dios una cadena de cerros bastante elevados; y más abajo agrega: “Aunque, como he dicho, el río de Ocongate 6 Mapacho no forma parte de la hoya del Madre de Dios y de consiguiente no se une con el Marcapata, como lo creía el señor Espinar, tampoco se junta con el YVanatili que baña el valle de Lares. sino que pasa al E. de este último, corriendo casi paralelo detrás de una cadena de cerros que ladea por la derecha el dicho valle de Lares, y con el nombre de Cam?sea se une más abajo con el Vilcamayo ó Santa Ana, al terminar los malos pasos árápidos de este rio'” En 1884 el explorador don José Benigno Samanez surcando el Urubamba, pasa el 13 de octubre frente á la desembocadura del Camisea y escribe en su diario de viaje lo siguiente: “A las 11 pasamos cerca de laboca del río Camisea, bastante caudaloso y muy manso. Entra por la derecha, viniendo del E. SE. Su caudal igual ó menor que el del Picha, es muy inferior al que los señores Castelnau y Capitán Carrasco creyeron que tenía, y des- pués agrega: “sabiendo que es opinión generalmente admitida la de que este río (el Camisea) es el mismo Mapacho que pasa por la población de Paucartambo, he hecho las más prolijas averigua- ciones respecto á su origen y he tenido la buena suerte de hablar con tres personas que lo han remontado por cinco días. Ellos me han asegurado queá esa distancia se divide en tres ramas que son: los ríos Camisea, Ksuterizhapa y Serhapa, los cuales unidos siguen engrosando en la llanura con infinitas agudaas y riachuelos que afluyen por ambos lados, hasta formar el caudal de agua visto por nosotros; pero que antes de su reunión son ríos pequeños que des- cienden por quebradas de mucha gradiente que arrancan de la falda de una montaña”. — 141 — “He sabido además que subiendo á la cumbre de dicha mon- taña, cuya dirección general es de S. á N. se desciende por la falda opuesta en un solo día hasta encontrar un pequeño río que los pi- ros mascos llaman Manu-pequeño, por el que se puede bajar en pequeñas canvas hasta su desembocadura en un río muy grande, llamado Mano.” “Según esos salvajes dicho río se une á otro mayor que viene de los valles de Paucartambo y que no puede ser otro que aquel que los tarapoteños Maldonado y compañeros vieron entrar por la iz- quierda al Madre de Dios con dos cuadras de anchura en su boca, y al que el 8Sde febrero de 1861 pusieron por nombre Rio del Com- bate en la desgraciada expedición que hicieron por el Madre de Dios, yendo á dar al río Madera, en el ceal perecieron cuatro de ellos.” “Otra prueba de que el Mapacho, Mano ó Río del Combate es uno mismo y que se une al Madre de Dios, es la de haber sabido los piros mascos por esa vía la catástrofe ocurrida con los salvajes sirineiris al coronel La Torre, Prefecto del Cuzco, en el valle de Paucartambo. Estos vinieron á anunciarla, poco después, á los pi- ros de este lado, ó sea del Camisea, por la vía terrestre de que he hablado. Continuando suarriesgdaa navegación el mismo explorador, el 7 de noviembre, tiene el río YVavero á la vista, y escribe: “Los ríos que entran son: por la izquierda el Mantalo, como á seis millas de Malanquiato, y por la derecha el Yuvero. dos millas más arriba del anterior. Ambos son bastante considerables, algo mayor el se- gundo, y se les remonta en canoas, sin embargo de ser muy rápi- dos.” ““Se me asegura que las quebradas recorridas por estos ríos están bastante pobladas por campas, los cuales se ocupan ya de la explotación del caucho, negociándolo con varios tarapoteños que residen en Malanquiato, quienes les proveen de herramientas y mercaderías.” Por fin, dos días antes de llegar á Rosalina escribe, el 18 de noviembre: “En el trayecto dejamos la boca del Chapo, río bas- tante fuerte que entra por la derecha y me aseguran ser el mismo ' del valle de Lacco.” Concluiremos la presente revisión indicando que en el Mapa del Perú publicado en Lima por Viellerobe, el año de 1896, el Ca- — 142 — misea afluente del Urubamba resulta formado por el Paucartambo y el Serhapa. En cuanto al Manu desemboca por la izquierda en el Madre de Dios, quelleva sus aguas al Madera, Este segundo grupo de mapas y documentos prueba cuan poco se avanzará, hasta 1890, en el estudio del Paucartambo, aún des- pues de conocerse la desembocadura del Yavero. En noventa y tantos años trascurridos desde las expediciones de los misioneros Rocamora y Bousquet, ningún viajero había explorado este río, y aunque seguía la emisión de hipótesis sobre la desembocadura. lo cierto es que el verdadero curso del río era ignorado en geografía, no pareciendo extraño así que al refutar á los demás, ningún autor expusiera los datos geográficos en que fundaba su opinión perso- nal. Predominaba sin embargo la idea de que el Paucartambo se dirijía al Urubamba y de los 31 autores que hemos enumerado al revisar el siglo XIX, solo 5 opinan que dicho río forma parte del complicado sistema hidrográfico del Madre de Dros; pero esa gran mayoría, conocidos ya los tributarios del Urubamba, se había di- vidido también y disputaba sobre sobre cual de estos afluentes de la margen derecha: el Chapo, el Yavero, ó el Camisea, debía cons- tituír la desembocadura del Mapacho. Varios de estos pareceres exigen una aclaración. Ha pareci- do raro por ejemplo ver al Chapo como fin del Paucartambo en el mapa de Carrascon, fechado en 1802, ósea antes de que el P. Bous- quet navegara el Urubamba. Nace tal asombro de haberse igno- rado las empresas efectuadas por los exploradores de Cocabambi- lla antes de 1806. Pero sabiéndose ahora que avanzaron casi hasta el Sirialo, fundando el pueblo de Timbari más allá de la desembo- cadura del Chapo, es fácil comprender como supo el autor del ma- pa, que ese afluente del Urubamba existía y era, tal vez, la conti- nuación del río que baña la quebrada de Paucartambo. Después ningún explorador vuelve á mentar esa hipótesis, hasta que en 1884, llegando frente al Chapo, Samanéz refiere que “le aseguran ser este río el mismo que pasa por el valle de Lacco.” ¿Ignoraba dicho explorador que el río de Latco era á su vez considerado entre los pobladores del valle, como el mismo que ba- ña la quebrada del Mapacho ó Paucartambo? Nada agrega él que - = 143 = pueda aclarar ese punto; quizá juzgaría inútil comentar dicha opi- nión, habiendo ya expuesto las razones que le asistían para creer que el Paucartambo era el Manú, afluente del Madre de Dios y no del Urubamba. Siendo Raimondi, con sobrada razón, el escritor que ha domi- nado en los últimos treinta años el campo de la geografía del Pe- rú, su opinión envuelve especial interés. Ya le hemos oído negar que el Paucartambo sea uno de los tributarios del Madre de Dios y declarar que, por el contrario, “pasa al E. del Yanatilde y co- rriendo paralelamente detrás de una cadena de cerros que ladea por la derecha del valle de Lares se une al Vílcamayo ó Santa Ana con el nombre de Camisea.” Es tan parecida esta descripción á lo que sabemos hoy del cur- so del Yavero que sorprende ver al concluír el nombre de otro río; pero reflexionando se comprende que tal error fuera entonces ine- vitable y lógico, Raimondi en sus expediciones jamás llegó á la boca del Yarve- ro ni á la del Camisea. En 1865 visitó los departamentos del Sur, y en el mes de junio salió del Cuzco dirigiéndose por Lucre y Pi- sac á la población de Paucartambo. Allí comenzó á bajar la que- brada; más al llegar á Challabamba, lo desvía la fuerza atávica que ha impulsado á los exploradores de aquella zona, y adoptando el camino de Tres Cruces, pasa á los famosos valles de Paucartam- bo; de manera que los siguientes apuntes de su cuaderno de viaje, representan simples informaciones que obtuvo en aquella población de las personas conocedoras del lugar. “La quebrada de Paucartambo, más abajo de Challabamba, ya no tiene pueblo, pero se encuentran en ella muchas fincas peque- ñas. Más abajo se estrecha mucho, y á distancia de 40 kilóme- tros está tan estrechada que hay un puente de palo de una peña á otra. Este puente, llamado Chimor, está muy elevado sobre el ni- vel del río y da miedo pasarlo.” “La última hacienda que se encuentra en esta quebrada, es la de Lacco y dista 145 kilómetros de Iquilpata; está sobre la banda izquierda del rio. La última hacienda sobre la banda derecha, es la de Chinchibamba, situada como á 30 kilómetros antes de Lacco.” De modo que el gran explorador y sabio á quien, durante diez y seis años, se vió recorrer el territorio peruano, estudiándolo en "dq Ñ sus variados aspectos y procurando descifrar todos los enigmas de su naturaleza, no llegó á visitar sino una pequeña extensión del Paucartambo, y los mismos informes que obtuvo alcanzan apenas hasta LaCro. Sin embargo, en el mes de abril, había expedicionado por el rio Yunatili, bajando desde Lares hasta la confluencia con el Urubamba, y fué en ese viaje, sin duda, que adivinó en parte la verdad, esto es que el Puucartambo pasando al E. debía seguir pa- ralelamente al Yanatili, tras las cumbres orientales del valle. ¿Pero cuál de las desembocaduras descritas por los explora- dores, en la margen derecha del Urubamba, podía atribuirse al Mapacho? Indudablemente la mayor; porque aún las más consi- derables eran de segundo orden, y al mismo tiempo el Mapacho de- bía ser bastante caudaloso al llegar áesa región, En efecto, cuan- do pasa junto al pueblo de Paucartambo, mide ya veinte metros de ancho por uno de fondo, y más allá debía engrosar mucho, por- que el desarrollo probable de su cuenca sumaba centenares de kiló- metros, ó sea 145 hasta Lacco y de allí al Urubamba una distancia en verdad desconocida, pero que todo inducía á suponer mayor aún. Ahora bien la desembocadura más ancha era justa mente la de Camisea, de modo que en la época en que Raimondi publicó el to- mo III de “El Perú” se creía que este río, inexplorado aún, era el mayor de aquellos afluentes; así opinaron el P. Bousquet y los miembros de la expedición Carrasco-Castelnau, error que más tarde Samanéz ha explicado así: “engañóles sin duda el enor- meensanche que recibe, formando una gran poza, al ser rechazado por las aguas del Urubamba.” En cambio y por una singular coincidencia, la entrada del Yavero otrece el fenómeno opuesto; su desembocadura es tan an- gosta que parece la de un río sin importancia, y por eso ningu- no de los exploradores del Urubamba lo ha descrito como un tri- butario de consideración. El P. Luis Sabate, en su viaje del Cuz- zo al Ucayalt, dice, al pasar frente al Vavero: “Es este un peque- ño río que desagua á la derecha y cuya confluencia ofrece un difi- cilísimo paso.” El mismo Samanez escribe: que “es apenas algo mayor que el Mantalo.” La causa de tan errada aprecia- ción, nos la explicó, á su vez, el señor Luis M. Robledo en la con- ferencia que dió en nuestra Sociedad, en 1899. “El Yavero no de- o == 145 — muestra en su desembocadura tener mucho caudal por una dispo- sición peculiar de su cauce, lo que ha motivado que todos los via- ¡eros que se ocupan de él, le den un caudal cuando más igual al de otros ríos reconocidamente pequeños.” Raimondi, sin poderlo evitar, hubo de formar su opinión á tra- vés de ese juego de errores que invertía la proporción compara- da de ambos ríos; y seguro de que el Paucartambo debía llegar caudaloso por la margen derecha del Urubamba, más allá de la boca del YVanatilt, juzgó que no podía ser el mezquino VYavero, sino el que los viajeros presentaban como ancho y poderoso afluen- te Camisea. Volviendo ahora á los mapas y documentos revisados, llama la atención ver identificados al Paucartambo con el Yavero desde 1865, en el plano de Colpaert. Es probable que le trasmitiera esa información alguna persona residente en el valle de Lacco, adonde llegaban á veces, según hemos dicho, los Campas del Urubamba, remontando el Vavero. Anotaremos, en fin, el hecho de haber sido Samanez el primer explorador que haya proporcionado á la Geografía algunos datos sobre la hoya del Camisea. Respecto á las cartas geográficas publicadas después de 1896, juzgamos inútil citarlas por demasiado conocidas, y porque todas se basan en el gran mapa del Perú comenzado por Raimon- di y que nuestra Sociedad terminó. Allíse ha trazado el curso del Paucartambo de conformidad con la opinión del malogrado sa- bio; pero en vista de los resultados de la expedición Samanez, re- solvióse indicar solo con puntos la parte inexplorada, anotándola como “curso probable del Paucartambo.” Una vez más, los hechos han probado cuán necesaria es esta precaución, que la exactitud prescribe, pero que una viciosa costumbre relega con frecuencia al olvido. * * o * Explorado el Camisea y descubierto el Manu por Fitzcarrald, las opiniones siguieron divididas; pero existiendo mayor suma de informes sobre toda la región, comenzaron á exponerse los datos - en que podía fundarse cada teoría. Las conferencias dadas en los salones de nuestra Sociedad por los señores Romualdo Aguilar y Luis M. Robledo, en 1896 y 9 — 146 — 1899 respectivamente, comprendieron un estudio razonado so- bre el curso del río Paucartambo. El trabajo que leyó el señor Aguilar ha sido publicado en el tomo VI de nuestro Boletín y se contrae á probar que el Paucar- tambo no puede ser el Camisea sino el Vavero, ó en último térmi- no el Chapo. Cita en apoyo de esto el mapa del Cuzco por Col- paert, el viaje de Fitzcarrald por el Camisea, la opinión de Sama- nez, y agrega las siguientes pruebas: 1*, que los hacendados del valle de Lacco, regado por el Mapacho, se han comunicado fre- cuentemente con los caucheros y cascarilleros del Yavero me- diante los salvajes Piros y Campas, quienes aseguran que de La- eco al Urubamba hay pocos días de navegación, bajándose en ca- noa el río que es muy torrentoso, y teniendo que salvarse varios trechos por la ribera; 2.* que el nombre de “Yavero” proviene de una agrupación de chozas situadas cerca de la boca de este río, y cuyos moradores acostumbran ir á las haciendas de Lacco, en pos de trabajo y víveres. Finalmente, reproduce la carta de un vecino y conocedor de las regiones interiores del Urubamba, quien asegura que el Yavero pasa por el valle de Lacco “de lo que tiene pleno conocimento”; que suben canoas por este río, sur- cándolo, aunque con alguna dificultad; y que apesar de no cono- cer al Yavero más allá de Lacco, juzga muy probable que sea el Paucartambo. La conferencia del señor Luis M. Robledo se dedica á probar la importancia de la vía fluvial del Urubamba y envuelve un buen estudio geográfico-estadístico de toda esa región, pero al mentar la quebrada del Yavero, el autor se ocupa del problema que venimos estudiando y expone los motivos que tiene para creer que este río es el Paucartambo. Dicho trabajo ha sido publicado en el tomo VIII de nuestro Boletín, pero juzgamos oportuno reproducir los párrafos siguien- tes: “En una conferencia que leí en el Centro Científico del Cuzco, afirmé que todas las probabilidades tendían á hacer considerar el Paucartambo como el origen del Manu, fundándome en considera- ciones sobre la orografía de esa zona, que yo conocía en parte. Pos- teriormente á mi permanencia en el valle de Santa Ana y á la ex- pedición del ingeniero señor Castañeda, encargado del trazo de la trocha al puerto del Urubamba Sihuaniro ó Puerto Samanez, emprendido por la Sociedad Sihuaniro, he compulsado todos los =- 147 — datos existentes. Por los datos adquiridos y por las referencias personales del señor Castañeda y las del guia de la expedición, es forzoso convencerse de que el Yavero es el mismo Paucartambo.” “En efecto, la expedición Castañeda recorriendo la cuerda de la gran curva que forma el Urubamba entre la boca del río Yana- tili y el Pongo de Mainiqui, cruzó el río Yavero en canoa á una distancia de dos días de surcada de su desembocadura en el río grande, según testimonio de los salvajes campas que acompaña- ban la expedición, encontrando que el río, aunque rápido, era apto para la navegación en canoas y con un caudal comparable al del Urubamba en la población de este nombre. El guía de la expe- dición, antiguo quinero y experto montañés, se sorprendió de que se dudara de si el río de Lacco era el mismo VYuvero, que él asegura haber remontado en canoa hasta la hacienda Lacco, que, como es sabido, es continuación de la quebrada Huallo que á su vez lo es de la de Challabamba y Paucartambo.” La expedición á que alude el señor Robledo, es la que efectuó en 1898 el ingeniero don Jacinto Castañeda, por cuenta de la So- ciedad ““Sihuaniro”, para estudiar el trazo de un camino entre Santa Ana y un puerto fluvial en el Urubamba más allá del Pongo de Marniqui. Juzgamos necesario describir brevemente esa ex- ploración en vista de los nuevos datos que se obtuvieron sobre el rio Yavero, al que podemos llamar hoy Bajo Paucartambo. Saliendo de Santa Ana el 19 de marzo de ese año, los expedi- cionarios llegaron el 22 á Mercedes, donde terminaba entonces el camino de herradura que sigue la margen derecha del Urubamba, y en cuyo punto hubieron de aguardar 6 días para reunir cargue- ros, pues desde allí la falta de caminos y dificultades consiguien- tes no permitían emplear bestias de carga en el trasporte de los víveres, bagajes é instrumentos. El2s la expedición formada por diecinueve personas, de las que once eran cargueros y dos guías é intérpretes, se puso en marcha á través del monte, y después de recorrer 6 kilómetros se detuvo en la choza de uno de los guías. El 29 avanzaron 20 kilómetros y pasaron la noche á orillas del Alto Chirumbia, afluente del Urubamba. El 30 vadearon aquel río con gran dificultad, ascendieron la falda Atahuahuitone y después de salvar por el portachuelo de es- A 148 LS te nombre las cumbres divisorias entre las quebradas del Chirum- bia y del Chapo, bajaron á esta por una quebrada transversal lla- mada Tintinikiato, y acamparon á 9 kilómetros de la pascana an- terior. El 31 siguieron por la falda izquierda de la quebrada del Cha- po grande cuyo rumbo constante es de S. á N. Cubren el terreno» en todo ese trayecto, arbustos y maleza, alternándose con pajona- les que se extienden por las lomas hasta la cumbre de los cerros- Después de una pesada cuesta llegaron á la parte alta de esas lo- mas cubiertas de pajonales, por donde avanzaron con más facili dad hasta llegar á la choza de un indio campa llamado Mariano- Distancia recorrida 15 kilómetros. El 1.* de abril siguieron por la vertiente izquierda del Chapo grande aprovechando un sendero bastante ancho y transitable que sirve á los montañeses. Trasmontaron una loma, 6 kilómetros más allá, pasando así a la vertiente meridional del Chapo chico á cuya margen llegaron, después de bajaren tres horas la inmensa ¡adera.inclinada del cerro Chapo. La distancia recorrida fué de 16 kilómetros. El día 2 la ignorancia de los guías hízoles dar un gran rodeo, Vadearon el Chapo chico una vez y tres su afluente el Atiíngai- ma, subieron una empivadísima ladera y regresaron álas már- genes de aquel río en su encuentro con el Anchihuay; ha- viendo recorrido 8 kilómetros para llegar á esta confluencia que por otro camino solo dista 1 kilómetro del lugar anterior. El 3 continuaron por la vertiente occidental del Anchihuay, so- bre terreno arcilloso y resbaladizo, y pasaron la noche en la choza de un montañés llamado Nicolás, situada á corta distancia del an- terior campamento. El día 4 siguieron faldeando la misma vertiente del río An- chihuay, lo cruzaron y se detuvieron en la chozade un campa lla- mado Francisco, en la vertiente derecha de la quebrada del Toca- te. Habían avanzado 9 kilómetros. El 5 faldearon la misma vertiente del Tocate para llegar á- su confluencia con el Chilenohuato, á 10 kilómetros del lugar ante- rior. — 149 — El 6 continuaron por la orilla misma del río, pues sus vertien- tes muy inclinadas son inaccesibles, y después de 16 kilómetros lle- garon á las cabeceras del Pachiri, en cuyo lugar se detuvieron dos días. Continuando el 9 faldearon la vertiente N. del Pachiri, atra- vezaron un gran llano en donde tuvieron que vadear dos veces este río y una el Tintinikiato. Luego ascendieron por una cuchi- lla á lo alto de un cerro que reparte sus aguas entre las hoyas del Yavero, del Chapo y del Pachiri. Acamparon en esa monta- ña, habiendo recorrido 26 kilómetros. El 10 trasmontando dicha cumbre avanzaron por la ver- tiente izquierda del Maturiíato, cuya quebrada se dirije de $. á N. Continuaron todo el día por la orilla de este río, vadeán- dolo repetidas veces, y acamparon á 16 kilómetros del lugar de sa- lida. El día 11 construyeron una pequeña balza en la que siguieron bajando el Maturiato, y 9 kilómetros después llegaron á su desem- bocadura en el Yavero. El 12 tuvieron que hacer una balsa mís grande para cruzar el Yavero; ambas operaciones les ocuparon todo el día. El 13 alejándose de la margen derecha del Yavero, avanzaron ú kilómetros hasta un riachuelo sin nombre afluente del Manta- tiart. ] El 14 avanzaron por la vertiente oriental del Maniatiari, siempre al N. en medio del monte real. Poco antes del medio día alcanzaron el filo de una cuchilla y después de orientarse allí, su- biendo uno de los expedicionarios á la copa elevada de un arbol, siguieron con el mismo rumbo N. hasta acampar cerca de la cum- bre de un gran cerro, á 8 kilómetros del punto de partida. El 15 la expedición hallábase en muy desfavorables condicio- nes para seguir adelante; muchos de los cargueros habían deser” tado en las jornadas anteriores, haciendo forzoso dejar en el tra- yecto parte de los víveres, de modo que estos escaseaban yá. El jefe señor Castañeda resolvió pues que su gente contramarchara y le aguardase á orillas del Yavero, en tanto que él acompañado — 150 — por dos sendeadores, seguía avanzando hasta donde les fuera po- sible. Separándose, pues, del resto de la expedición continuó su- biendo la alta montaña en donde habían acampado y cuyos cor- pulentos árboles crecen retorcidas en las más caprichosas y varia- das actitudes, sin duda á causa de los frecuentes huracanes que deben desencadenarse allí. A la1p. m. llegó á la cumbre de este gran macizo que uno de los sendeadores había bautizado con el nombre de “Babel”, por su gran elevación y el aspecto desor- denado de la arboleda que lo cubre. Pudo observarse desde allí toda la región cireunvecina, examinar su topografía general y la dirección de sus quebradas, distinguiéndose con claridad una par- te del valle del Yavero Continuando, bajaron por el curso de un riachuelo que se di- rije al N. y acamparon hallándose aun en la parte alta del maci- zO. Distancia recorrida 12 kilómetros. El 16 siguieron bajando la misma quebrada del día anterior. A las 12 m. distinguiéronse al NE. unos cerros que juzgaron ser los del Pongo de Mainiqui. Más allá encontraron un sendero que los condujo á una chácara abandonada en donde pasaron la noche: Avanzaron ese día 9 kilómetros. El 17 continuó la bajada con rumbo N. por las márgenes del riachuelo antes indicado. Cinco horas después vieron otro río más Ó menos del mismo caudal, quese une al primero; y siguiendo al que se forma en esta confluencia, llegaron por fin á un río ma- yor que viene del SE. y se dirije al NE. y que más tarde supieron ser el Yuyeato, que desemboca en el Urubamba más abajo de las cascadas de Challhuancan? y antes de la portada de Tonquini. Siguieron de bajada por la margen izquierda hasta llegar á un si: tio en donde el río, encajonado por cerros inaccesibles, penetra con violencia y ruido ensordecedor en un callejón de sólo 4 metros de ancho, que las aguas llenan por completo. Esefué el límite á que llegó esta exploración, pues detenido por ese infranqueable obs- táculo y careciendo de víveres, el ingeniero Castañeda contramar- chó hacia la chácara abandonada de donde habían salido «en la mañana. La distancia recorrida fué de 6 kilómetros. — 151 — El 19 de abril salieron de Chimoato, lugar habitado por algu- nos montañeses, 6 kilómetros al O. de la chácara abandonada, y regresando con rapidez por el mismo camino que les sirvió á la venida, uniéronse con el grueso de la expedición á orillas del Ya- vero. El21 subieron por el Maturziato, llegando á las cabeceras de este afluente. El 22 siguieron por las alturas de la vertiente meridional del Yavero, para visitar la cumbre de Tocate que á la ida no habían estudiado bien. El 23 se hallaban en las nacientes del Pachirz, Al día siguien- te llegaron por la ruta de Anchihuay ála chácara del campa Francisco, después de pasar por Chalenohuato. El 25, después de medio día, llegaron á la confluencia del Anchihuay con el Chapo chico, y en la tarde se detuvieron en la choza del campa Juanico. El 26 desviáronse algo para reconocer en su parte media las lade- ras del Chapo grande; á medio día pasaron por el campamento de Tintinikiato, una hora más tarde por el Chirumbia y después de salvar el pequeño portachuelo de Cocayoc, llegaron al anochecer á Mercedes. En ese lugar descansaron dos dias; y habiendo salido el 29 lle- garon á Santa Ana siguiendo el camino de herradura. El señor Castañeda, en el informe que presentó á la Sociedad Sihuaniro, ha proporcionado algunos datos sobre esta zona que nadie había estudiado anteriormente. Reproducimos á continua- ción las distancias itinerarias calculadas para el trazo del ca- mino, algunas alturas y la descripción geográfica, acompa- ñada por apuntes geológicos sobre la región del Yavero y demás tributarios del Urubamba, mencionados en el diario de la expedi- ción. — 1582 — DISTANCIAS ITINERARIAS SEGÚN EL ESTUDIO PRELIMINAR DEUN CAMINO (1) ENTRE EL PUENTE DE QUELLOUNO Y EL RÍO “YUYEATO” Distancias pareiales | Distancias totales Puente Quellouno (sobre el Vanatils)... El Encuentro (desembocadura del Yana EAU AAA RNE E AA O 6 kmts. 6 kmóts. Contratuerte Mercedes NAS PA Chirumibrato o AE A 2 Chirumbria (en el puente del camino ena YECLA dote a o SE 3 res Pia Atahuahuitone (abra en el camino).. e ADE Tintintkiato (río pequeño)... ton SE 49 Chapo chico (en la confluencia con el 4n- CRTRUAQ)S LANE RARE ATINA O 0 A taa Anchihuay (cerca de su confluencia con el Cobrriarel atan EA NON Dia EE a Tocaté (rio pequeño) a SUL Tocate (abra en el camino Aa ¡0 SEA Yavero (en el puente de 30 mts. de luz proyectado sobre este TÍo)......coomcoccincios. ES 105 Chimoato (abra en el caMino)....oocconcocom.. ES AI Chimoato (en la pampa junto al río de este LOMA E os 1450, yA uyeato (playa en esteril ds AE 12 ALTURAS SOBRE El. NIVEL DEL MAR Santa, Amar(poblacion) aaa 10s1 mts. según Silgado Echarati A IIPEZ ,», Nystrom Yanatili (en el puente Quellouno)... SI2-,, ,», Castañeda Ohirumbra (puente en el camino pro- yertado escri datos o ao ea OS 108 a, ke 1d. Atahuahuitone (abra O SA PE id. Confluencia Chapo chico-Anchihuay.. 1193), E id. Tocate (abra en el camino)......omon....... 162345, e id. Yavero (en el puente proyectado)...... AS S id. Yavero (abra sobre la pampa)............ ty 5 id. S Chimoato (PIO A ai id. Yuyeato (playa en este río)..............o.. ED E 1d. (1) Las mediciones para el trazo definitivo han psobado que estas distancias son casi el doble de las verdaderas. Así entre Quellouno y Tintinikiato en lugar de 49 kmts. solo hay 26 kmts, según mensuras hechas con la cinta y el decámetro. Además de los errores con- siguientes á tan rápido reconocimiento, el mismo señor Castañeda declara en su informe que “de una manera estudiosa ha alargado las distancias, con el objeto de no alimentar ilusio- nes” y probar que aún así dicha importante obra podía ejecutarse con menos dinero y en menos tiempo de lo que se creía necesario, — 153 — SOMERA DESCRIPCIÓN OROGRÁFICA Y GEOLÓGICA DE ESTA REGIÓN La cordillera oriental de los Andes peruanos, al atravesar el Departamento del Cuzco, forma un arco bien definido, cuya con- vexidad mira hacia la ciudad de este nombre; de él se desprenden numerosas cadenas de montañas que forman los accidentados re- lieves de las provincias cuzqueñas: Paucartambo, Calca y Conven- ción, Según el ingeniero señor H. Gohring, es de la provincia de Paucartambo de donde arranca una cadena de montañas que avanza deS. á N. y cuyas cumbres constituyen la linea separatriz de aguas, entre la hoya del Madre de Dios por el Oriente, y por el Occidente la del Urubamba. Dicha línea sigue al N. hasta perder sus últimos relieves en las pampas del Sacramento, determinando el régimen hidrográfico oriental del Urubamba y Ucayali y occi- dental del Mano, afluente del Mudre de Dios y de los rios Purús y Yuruá, tributarios directos del 4mazonas. Desde el valle del Vanatilo hasta el del Zicumpinea se des- prenden tres hileras de montañas, bien definidas, cuyos ejes oro- gráficos, forman arcos paralelos al parecer, y que arrancando del macizo de aquella cadena oriental de S. á N., cambian al E. y termiuan eniunumerabies ramales y contrafuertes en la margen derecha del río Urubamba; estos cordones determinan la región hidrográfica de los siguientes valles principales: Yanatili, Yaviro y Ticumpinea y de otros secundarios como el Chirumbia, Chaco, Chacanares, Sangobatea, Pachiri, Yaneriato y Yuyeato. De esos cordones el de mayor importancia es el que separa el valle de Ya- natili del valle de Yaviro; al mismo tiempo que ofrece los picos más elevados, es el más ancho y accidentado presentando ramales y contrafuertes de notable importancia; el macizo de esta montaña tiene una potencia en su base de cien kilómetros aproximadamente. El segundo y tercer cordón sin importancia alguna en la par- te media, finalizan por cerros elevados en la margen derecha del Urubamba, originando las temidas cascadas del Pongo. Casi todas las vertientes meridionales de estos cordones, tienen pendientes más rápidas y su respectivo eje orográfico se inclina más hacia éstas que hacia las vertientes septentrionales; de donde resulta que hay en los valles principales grandes y vastos ensan- chamientos del lado Sur, siendo escarpadas las laderas del Norte. 20 pon 154 — El valle del Vanatilz, el más meridional en la región de que me ocupo, es regado por el río de este nombre; nace en los neva- dos de Maman, provincia de Calca, engrosa sus corrientes con las aguas de los ríos Huancahuas: por la izquierda, y el Chancamayo por la derecha; estos son los principales tributarios del Yanatailt. En los valles laterales y en el principal, existen variosingenios de caña de azúcar y numerosos cultivos de coca. Después de reco- rrer 23 leguas penetra por el E. al Urubamba ó río Santa Ana. Mas al N. se encuentra el Chirumbia, que sigue inmediata- mente al Yanatilt; es rio de menor caudal, de fuerte gradiente, tiene 6 leguas ó más de curso, sin cultivos en su parte baja; nace en los estribos del cordón de montañas que separa al Vanatili del Vaviro y penetra por el E. al Urubamba; sa quebrada es angosta, profunda y bordeada al S. por los elevados picos de Tarcuyoc, El Chapo grande como el anterior, nace en los innumerables estribos que forma el cordón meridional del Yaviro, viene de N. á S.; una legua, antes de su desembocadura, cambia bruscamente su curso, retrocede al N. y después de formar casi un círculo com- pleto, vierte sus aguas por el N. O. en el Urubamba. Desde la confluencia del Anchihuay con el Chapo chico, sus constituyentes, mide 6 leguas de curso recibiendo por la izquierda el Tocate y el Cobiriare que vienen del N.; el último de estos afluentes penetra al E., mide tres leguas ó más de curso y recibe por la derecha al Otingamtia que corre casi paralelo á él. Dicho rio Chapo grande se precipita en una quebrada profunda y sobre un cauce muy tortuo- so de márgenes escarpadas; dejando á su izquierda el cerro de Chapo y á su derecha el de Anchiguay de cuya vertiente occiden- tal se desprenden los ríos Chacanares, Sangobatea y Pachiri”., El Yaviro, baña el segundo valle, toma su nombre de una yerba que crece, con relativa abundancia en sus orillas, y que los montañeses conocen con el nombre de ““yaviro”. (1) Es rio cauda- (1) El sonido de la i en “campa” es tan semejante al de la e, que en la generalidad de los casos puede emplearse indistintamente cualquiera de estas dos vocales para escribir una voz que provenga de ese dialecto. La yerba que ha dado su nombre campa al río es llama- da “yaviro” por unos y por otros “yavero” sin que pueda asegurarse que una de estas dos palabras esta equivocada, pues si las pronunciara un individuo de esa tribu resultarían idénticas, = 1558 — loso el doble ó más que el Yanatili. Mucho se ha discutido su ori- gen; suponen algunos como el doctor Aguilar que el Yaviro es la continuación del rio Mapacho ó Paucartambo, otros, al contrario no le conceden importancia alguna; entre estos, que son los más, se encuentran el capitan Carrasco el explorador Sr. Samanez, mi amigo el señor Montes y otros que lo han reconocido en su de- sembocadura. Yo he cruzado este rio á 6 leguas, poco más ó me- nos, antes de que penetre al Urubamba, lo he visto de avenida y en su estado normal, he medido la velocidad de sus aguas, y he determinado su sección transversal, de la manera más aproxima- da que me ha sido posible, encontrando un gasto por cada segun- do de 1220"* en el primer caso y de 1004”” en el otro; sus orillas acusan crecientes mucho mayores; se percibe á la simple vista una sucesión de gradientes en el terreno, indicio de que el rio va pro- fundizando su cauce de roca, pizarra anfibólica, y esto mismo con- tribuye á dar mayor velocidad á sus aguas. Estas son turbias, plomizas, oscuras. cemento de pizarra ar- cillosa lo mismo que asevera el señor Gohring del Mapacho; pero la prueba irrefutable de que ambos rios constituyen uno solo en realidad estriba en que los montañeses conocen al Yaviro con el nombre de río de Lacco, pues segun ellos viene de dicha hacien- da que han visitado en años anteriores, haciendo el viaje por el rio. Aceptando como cierta la opinión de que el VYaviro es la con- tinuación del rio de Paucartambo, su curso tendría un desarrollo longitudinal de 70 leguas ó más; los tributarios que engrosan sus corrientes no son de gran importancia; según los datos que he re- cojido de los montañeses y los tomados por mí, directamente, en la región que recorre el camino proyectado recibe dos de mediano caudal: el Maturiato que desagua por la izquierda y tiene 4 le- guas de curso y el Manitiari por la derecha, y cuyo curso mide 3 leguas; en la confluencia de estos rios el valle principal recibe en- sanchamientos considerables, de tierras planas, inundadizas y de corpulenta vegetación. p Trasmontando el primer ramal del cordón N. del Yaviro sé penetra á un valle extenso, bordeado por cerros poco elevados; es- te valle es regado por el Vuyato rio de curso corto y mediano cau- dal. Recoje las aguas de los riachuelos Chimoato y Umariane por — 156 — la izquierda y más al Oriente por la derecha el Pascuape. Tras- montando el segundo estribo ó ramal é inmediatamente después, se encuentra el Ticumpinta, de aguas tranquilas y claras; riega un valle ancho y espacioso. Desde el Vuyato el terreno está surcado por canales de escasa gradiente, que permiten el desagiie de los te- rrenos filtrantes superiores. De la ruta seguida por la expedición, hacia el occidente se desprenden los rios Sangobatea, Pachiri, Saneriato, y otros de me- nor importancia que tributan sus aguas directamente al Urubam- ba. La roca predominante en dicha región esla pizarra en todas sus variedades; en el Vaviro, Chimoato y Yuyato se presentan los conglomerados (pudinga) subordinados á la pizarra anfibólica que le sirve de base; sus estratas apenas alcanzan una potencia de 4á 5 metros con la misma inclinación de la pizarra, El cerro Pabellón presenta en su base las estratas de pizarra anfibólica, sobre la cual descansa la pizarra arcillosa y micácea, formando los taludes naturales de la montaña; dichos taludes con - tinúan por espacio de 6 leguas hasta el Chirumbra donde se pre- senta nuevamente la pizarra anfibólica; por trechos occidental- mente y entre el desmonte de los taludes se encuentran algunas muestras de arenisca gris. » Sigue la misma formación en la margen opuesta del Chirum- bía, es decir la pizarra arcillosa descompuesta en la parte supe- rior de la montaña, y la anfibólica formando el terreno compacto de su base, hasta la quebrada de Chapo Chico. En el contrafuerte que separa el Anchiguay del Chapo Chico se presenta la arenisca gris en las mismas condiciones que anteriormente, lo mismo suce- de con la pizarra micácea; esta formación continúa hasta Chileno- huato, 4leguas próximamente. Las laderas compuestas de los de- tritus de estas rocas constituyen los terrenos de cultivo que aprovechan los montañeses. En las cumbres que forman la diviso- ria de aguas entre el Pachir:i y el Chileno-huato se presenta la pi- zarra arcillosa metamórfica de grano grueso; pasa completamente á arenisca en las vertientes del Pachiri; muy pronto se presenta una sección de terreno arcilloso, ocráceo, amarillento, de bastan- te espesor, en ambas márgenes del Pachiri, descansando sobre las pizarras anfibólicas que se descubren en el lecho del rio. Esta sec- ción avanza por espacio de 6 leguas hasta el nacimiento del Ma- — 157 — turíato, donde por primera vez se descubren las pizarras verdes, talcosa y clorítica. Desde el nacimiento del Maturiato que recorrimos en toda su exteusión. aproximadamente de 4 leguas, hasta el mismo Yaviro en el que desemboca, sesuceden las pizarras clorítica y tal cosa sir- viéndoles de base siempre la pizarra anfibólica; las primeras en es- tado de descomposición forman los taludes de las montañas, junto con las pizarras arcillosas; de la disgregación de estas rocas pro- viene el color de las aguas del Maturiato, cenicientas, oscuras, lo mismo que las del Vaviro. En el lecho de los rios transversales se perciben algunos rodados de arenisca roja y de pórfido, sin que haya sido posible encontrar basamiento alguno de rocas eruptivas en mas de 30 leguas recorridas. En las orillas del Vavzro se presentan por primera vez los con- glomerados, descansando sobre la pizarra anfibólica, compacta y de gran densidad, formando el álveo del rio, lo que contribuye á dar la gran velocidad que tienen sus aguas: su velocidad media es de 3.70 m. por segundo, Continúan las pizarras anfibólicas en la otra margen del Vavt- ro sirviendo de base á las montañas del segundo cordón; en los te- rrenos altos persisten la pizarra arcillosa y la arenisca gris, pro- veniente, sinduda, de la primera y siguen hasta Chimoato, seis le- guas al Norte del Vaviro, donde se presenta bruscamente la piza- rra carbonífera; en esta región es donde por primera vez se pre- sentan fósiles; su estratificación ofrece una discordancia comple- ta. Conviene advertir que el rio Chimoato corre por una quebra- da transversal al valle; no tiene importancia hidrógráfica alguna y tod) hace presumir provenga de una dislocación parcial de las estratas, por donde encontraron libre curso las aguas de los terre- nos superiores. En la confluencia del Chiímoato con el Umariane vuelve á pre- sentarse el conglomerado suboardinado á la pizarra anfibólica que lo envuelve. En esta misma quebrada han sido encontradas algu- nas muestras de pórfilos y cuarcitas, en rodados más ó menos grandes, pero ninguna de granito ni de sus variedades. El Chimoato después de unirse al Umariane penetra en el Yuyeato, y en las orrillas de este rio continua persistiendo la piza- rra anfibólica, pero los rodados de su álveo están teñidos de un ocre rojo de fierro, de donde le viene su nombre (““yuye” rojo); los ú => 158 a rodados son los mismos que existen en los rios transversales: cuar- cita, arenisca roja y pórfido anfibólico. La estratificación de la pizarra anfibólica, que es la roca per- sistente y característica de la región, es concordante y forma al parecer un mismo horizonte desde el rio Yanatila hasta el T?cum- pinea, cerca de 30 leguas de Sur á Norte. Los ángulos de ¡inclina- ción de sus estratas mas comunes son: s0” en las vertientes seten- trionales y 46” en las meridionales,salvo el caso de Chimoato, don- de la pizarra carbonuífera ofrece todas las inclinaciones inclusive la vertical. : Llama la atención la ansencia completa del granito y del emeis en una región relativamente ancha; mientras que en la ca- dena occidental del Urubamba, las vertientes se hallan consti- tuidas esencialmente por el granito y sus variedades, siendo es- tas y las pizarras las rocas predominantes de los terrenos. Queda por descubrir qué roca eruptiva ha determinado los relieves de ésta región; no existiendo más que coronas de levantamiento y ningun crater eruptivo no es posible precisar la cuestión; sin em- bargo, por analogía puede suponerse la erupción del granito como la causa que allí ha determinado los accidentes. A los rodados de pórfido no les concedo importancia por ser puramente locales y solo podrían afectar la región del Chimoato. Deseo con mas da- tos arribar á las consecuencias que se derivan del estudio de esta importante región, estudio que reservo para mas tarde, por no creerlo oportuno en el presente informe. DATOS PARA LA COLONIZACIÓN. —Según informes el camino desde el YVanatili hasta el Chirumbia recorre propiedades parti- culares. Desde la margen derecha del Chirumbia comienza le re- gión explotada por montañeses en proporción á las pequeñas ne- cesidades de estos. $ El camino proyectado desde el Chirumbia hasta el Yuyeato habilita para su inmediata colonización y consiguiente explota- ción las quebradas y valles siguientes: Ohapo grande, quebrada profunda, estrecha y tortuosa en el rio; abierta en la altura y de lomas tendidas, cubiertas de exten- sos pajonales, con pequeños riachuelos ó arroyos que bajan desde la cumbre de los cerros. No se presta para cultivos en vasta esca- la Ó centros agrícolas de importancia; en cambio es la sección más aparente para cria de ganado y en efecto los montañeses que ocupan la quebrada se dedican á dicha industria. Comprende una extensión superficial de 600 kilómetros cuadrados en cada una de sus bandas. Las quebradas de Anchiguay y de Tocate, y cada una de sus transversales, ofrecen muy buenosterrenos de cultivo, cubiertos de elevados bosques, pero todos en laderas de rápida gradiente, sin ningún llano ó meseta adecuada al establecimiento de los caseríos y oficinas que acompañan á los centros industriales de alguna im- portancia. Trasmontando el abra de Tocate se descubre el rio Yavero y el gran ensanchamiento que ofrece este valle en el lugar donde se le une el Maturiato. Este último en la sección alta de su cuenca pasa rodeado de anchas mesetas con una hermosa vegetación; abundan las palmeras, el bombonaje, el marfil vegetal, la vainilla y la gutapercha; el terreno en esos planos es arcilloso, de mucho fondo y apropiado á la agricultura. La sección más baja del rio presenta una extensa llanura con pequeñas colinas, todo ello cu- bierto de vegetación crecida y robusta; las copas de los árboles se juntan impidiendo la entrada á los rayos solares, de modo que los arbustos y yerbas no pueden crecer bajo esta sombra que cubre centenares de hectáreas alfombradas de hojas muertas sobre las cuales puede el viajero caminar libremente. En esta región se encuentran el jebe, el cacao y gran diversidad de maderas im- portantísimas para toda clase de construcciones. Una vez abierto el camino dicho valle está llamado á un gran porvenir industrial; la agricultura tiene campo vasto para su desarrollo; la explota- ción del jebe y su incremento por medio de plantaciones sistema- das constituírá su principal riqueza. Los demás cultivos de que es susceptible aseguran vida propia y estable á la población coloni- zadora. La extensión superficial del valle en la zona regada por el Maturiato es de más de 50 kilómetros cuadrados. El Yavero presenta sobre la margen derecha,áunos 5 kilómetros del Maturiato,un nuevo ensanche en su valle,semejante al anterior en la desembocadura del Manitiart; y es de suponer que en su largo curso presente algunas más que á la expedición le ha sido imposible reconocer. Se ha dicho que la hilera de montañas que limita por el nor- te el valle del Yavero es de gradiente rápida; los terrenos llanos — 160 — ó de playa son pocos, estrechos y sin importancia, salvo en los lu- gares donde un afluente de cierta consideración determina un en- * sanche del valle principal, como sucede con el Manitiari. El descenso al otro lado de la citada hilera de cerros es muy suave y su topografía carece de relieves importantes; sus princi- pales accidentes son los riachuelos y canales naturales de desagúe que en relativa abundancia surcan estas lomas. La parte baja es una llanura extensa que termina en las playas del Yuyato: está surcada por dos riachuelos: el Chimoato y el Umariane. La vege- tación en esos terrenos adquiere un desarrollo extraordinario; los árboles de sus bosques son de colosales dimensiones, tanto ó más que en el valle del Yavzro; sus producciones expontaneas son las mismas. No hay vestígio alguno que atestigúe su explotación por hombres civilizados; existe solo una familia de montañeses quie- nes manifestaron al intérprete ser la primera vez que habían co- nocido cristianos, refiriéndose á nosotros. Dicha zona quedará ha- bilitada por el camino; será en el porvenir un centro agrícola de notable importancia y comprende una extensión de más de 80 ki- lómetros cuadrados. Los demás datos que el informe abarca se refieren á la ejecu- ción y costo del camino y carecería de objeto su inserción en un estudio de la índole del nuestro. Las pruebas aducidas por los señores Robledo, Aguilar y Casta - ñeda aumentaron las probabilidades que favorecían al Yavero, pe- ro dejaban campo á las siguientes objeciones: primera, que solo caucheros y salvajes campas aseguraban que habían surcado el río hasta Lacco, y testimonios como esos no coustituyen una prueba inobjetable en cuestiones de esta clase; y además que no habiéndo- se estudiado el rio entre Lacco y Challabamba, ignorábase qué des- viaciones ó accidentes sufre, en ese trayecto, la quebrada. Así, apesar de tales conferencias é informes, la idea de que el Paucartambo llevaba sus aguas al Manu y Madre de Dios,fué toman- do cuerpo y llegó á predominar en los últimos años, como puede verse en mapas y atlas modernos. Fundábase además tal reacción en va- rios hechos, que debemos indicar, pues no tienen hoy mismo explica- ción satisfactoria y exigen que uhuevas exploraciones de índole científica, los aclaren. Raciocinábase de esta manera: Los datos conseguidos por Samanez prueban que el Paucar- TOS tambo no es el Camisea; entonces ¿cuál de los afluentes del Uru- bamba puede ser? Aún suponiendo que los viajeros exajeren las pequeñas dimensiones del Vavero ¿podemos admitir que un río co- mo el Paucartambo llegue tam reducido, habiendo atravesado desde esa población varios centenares de kilómetros por regiones lluviosas, en las que recibe sin duda numerosos afluentes? De otro lalo, si el Mapacho 6 Paucartambo se dirije al Uru- bamba debe ir acompañado al Oriente por una cadena de cerros que lo separe de la hoya del Mana, río que solo pasaría en dicho caso á cien kilómetros de esa línea decumbres. Ahora bien, llegaban no- ticias, cada vez más seguras, de que el Manu recoje por su margen derecha y antes de unirse conel Alto Madre de Dios, un gran afluente desconocido, navegable en canoas por diez días. ¿Podía admitirse que en 100 kilómetros se tornara este río navegable, y que en 300 Ó 400 kilómetros otro río de la misma zona engro- sara apenas su caudal, juzgándose dificultoso removtarlo en ca- noas en su misma desembocadura? Más lógico era suponer: 1.” que el orígen del pequeño afluente Yavero se ocultaba en la región comprendida entre Lacco y el Urubamba, ó cerca de las nacientes del Camisea: y 2. que el Ma- pacho 6 Puucartambo, inclinándose al E. más allá de Lacco, for- maba ese gran afluente desconocido del Manu. vV Precisamente en vísperas de que se descubriera el error en que sefundaban dichas objeciones fué que adquirieron el mayor grado de verosimilitud, con la exploración al Madre de Dios y Manu reali- zada por el alférez de fragata de la marina peruana Germán Sti- glich; resultando que no solo recibe el Manu por su margen dere- cha un gran afluente, el Condeja, cuya desembocadura mide 300 metros de ancho, pudiendo surcársele por 15 días para llegar “hasta los cocales del valle de Paucartambo”, sino que le afluyen por esa margen tributarios de consideración, como el Abulija, ó el Pinquin navegable por 10 dias. ¿Cómo pueden formarse en el reducido campo de 80 á 100 ki- lómetros rios de esa magnitud? Envuelve tal pregunta uno de los varios enigmas que han surgido al solucionarse el vetusto proble- ma de que tanto nos hemos ocupado aquí.. Eliminado ya el Mapacho ó Paucartambo de todas las combi- ; 21 Ñ = 102 = naciones que podían explicar la existencia de rios navegables acu- diendo del oriente de Laceoá unirse con el Manu, se presentan des- de luego y por ese mismo hecho, nuevos problemas que interesan asiála geografía como al departamento del Cuzco y aún á la nación. ¿En dónde se halla el origen de estos afluentes del Manu? Cuál de ellos constituye la prolongación del 4/to Madre de Dios? En el estado de nuestros conocimientos sobre la región com- prendida entre el Yavero y el Mana, sería aventurado afirmar algo, y desde ahora declaramos que solo podría resolver esto una expedi- ción bien dirigida; pero sí conviene revisar los datos que poseemos, á fin de averiguar la fuerza de cada una de las hipótesis posibles é indicar las incógnitas que deben atraer la atención de los explora- pores. Veamos, en primer lugar, los informes que proporciona el via- je del señor Stiglich en el Madre de Dios. El explorador entró á este rio por el Tambopata y comenzó á surcarlo en dirección al Manu, dejando atrás Puerto Maldonado cuya posición geográfica fué calculada en 12% 35 36” 1 lat. S. y 71" 52 26” 55 long. O. de París; siendo la desviación magnética de 13" 30 al N.E.; y 255 metros la altura sobre el mar. La desembocadu- ra del Tambopata mide 150 metros de ancho y 5 de fondo, por 300 metros de ancho y 12 de fondo que tiene allí el- Madre de Dios. Le acompañaba el conocido cauchero Galdo, que había prestado ya grandes servicios á otros exploradores, pues figuró en la expedi- ción del coronel La Torre á los valles de Paucartambo, acompañó á Fitzcarrald en alguno de sus viajes y en el trasporte dela lancha “Contamana” del Urubamba al Madre de Dios por el varadero Mis- hagua-—Caspajali, y había además guiado á la expedición del coro- nel La Combe, lo mismo que á Viellerobe y al coronel Samanez, en sus viajes por el Urubamba. Llevaba, pues, un buen guía. El primer afluente grande que vieron por la margen izquierda del rio, fué: el. Tacuatúmano 4. Tos 127531 1 AMS OO Jong. O. de París. Mide 150 metros de ancho en la boca por 400 metros que tiene el Madre de Dios. La altura sobre el nivel del mar, según Stiglich, es de-260 metros. Es navegable casi hasta sus nacientes, en donde existe un varadero que facilita el paso al Aquirz, Llegó luego por la margen derecha el Inambart, que se preci- — 163 — pita al Madre de Dios por un canal de 80 metros en vaciante, pu- diendo llegar á 400 metros en época de lluvias. El Madre de Dios tiene allí 300 metros mínimum de ancho por 12 metros mínimum de profundidad. La posición geográfica obtenida fué 129 42 21” lat, S. Y 712 25 42” long. O. de París. Vino en seguida, por el mismo lado, el rio 4migo en 12" 36 40” lat. S y 72 46” 15” long. O. de París. Mide allí 50 metros de ancho y 1 de fondo, al bajar las aguas; y cuando suben adquiere un máximum de 100 metros de ancho por 10 de fondo. Presentóse luego á la derecha el Puca-puca ó río Colorado en 12 37 13” lat. S. y 732 01* 09” 2 long. O. de París. La desemboca- dura con las grandes crecientes, puede alcanzar 400 metros de an- cho por 10 de fondo, pero al disminuir mucho el nivel de las aguas solo mide unos 70 metros de ancho por 2 de fondo. En ese lugar se distingue un gran nevado hecia el sur. Después vino por la derecha en 12” 28 30” lat. S. y 73% 11 45” long. O. de París el rio Pilcopata Vlamado Chilive porlas tribus de Mashcos radicadas allí. Copiamos literalmente lo que sigue: “El rio Chilive no es sino la continuación del Pilcopata, habitado por Sirineiris á quienes hostilizan los Mashcos. A los dos dias aguas arriba, se encuentra por la derecha un gran afluente y hay otros tres más antes de llegar al Pantiacoya”. No duda pues el explora- dor que este río sea el mismo que se forma en los valles de Pau- cartambo por la unión del Pileopata, Cosñipata, (Querus ó San Juan ó rio de Nuestra Señora, Piñipiñi y Tono. Eu una palabra el señor Stiglich cree que el Ohilive es la verdadera continuación del Alto Madre de Dios de los valles de Paucartambo. ¿Por qué entonces llamar Paucartambo al otro rio, al Condeja, cuyas aguas vamos á subir hasta llegar al Manu? Si el Chilive nace en dichos valles ¿cuál es el origen de ese confluente suyo? Luego veremos que según Stiglich baja de los *“cocales de Paucartambo,” es decir de los valles mismos. Pero en estos solo nace un gran río que según el mismo explorador es el Chilive; de modo que este ó el Condeja tendría sus nacientes fuera de esa región. Siguiendo el viaje surquemos este último, y divisaremos en se- guida la boca del 4bdul¿ja, afluente de la margen derecha; trae un ancho de 40 metros en vaciante por 70 en época de lluvias y es na- vegable en canoas por varios días. Mn — 164 — Llegamos después, con los viajeros, á un lugar notable cuya posición geográfica fué calculada en 12* 16 89” lat. S. y 73% 33 39” 25 long. O. de París. Divídese allí el rio nuevamente en dos gran- des brazos: uno por donde siguió el explorador es el Manu de Fitz- carrald, tiene 150 metros de ancho por 10 de fondo; el otro llega del oeste y es mucho más caudaloso, pues sus dos canales de entra- da miden 300 metros uno y 20 el otro. Esta es, por consiguiente, la verdadera continuación del rio que venim os subiendo; en efecto lleva el mismo nombre, los indios le llaman Condeja y los cauche- ros Paucartambo. De lamentar es que el explorador no subiera este rio en vez de estudiar el conocido Manu, porque habría muchas probabilidades de que su viaje resultara entonces decisivo, enlazando las explora- ciones efectuadas en la parte media y baja del Madre de Dios con las realizadas, en época anterior, desde los valles de Paucartambo. Pero obedeciendo á otro plan, siguió la ruta del Manu, y solo pudo trasmitir las siguientes referencias á propósito del rio principal. “El rio Paucartambo, mejor dicho Condeja, llamado de este modo por la profusión de árboles de goma que tiene en su quebra_ da (conde significa goma) puede continuarse surcando durante 15 días con buena gente, es decir avanza lo suficiente para probar que es un rio de gran curso. A los 15 dias de surcada se descubren los cocales de la provincia de Paucartambo y esto puede probar que si se surca bien en canoa, también se puede bajar”; y poco después agrega: “peones del Manu, por no pagar su cuenta, han escapado surcando este río, y llegado á Puucartambo sin novedad”. Todo en este párrafo se opone á lo aseverado antes sobre iden- tidad del Chilive con el Pilcopata ó Alto Madre de Dios, porque siendo así ¿cómo puede venir también el Condeja de los valles de Paucartambo cuyos rios se unen, poco antes del estrecho de Co- ñec, para formar el 4A/to Madre de Dios? En otra época la oposi- ción habríase explicado sin esfuerzo: el Condeja no es el rio que nace en aquellos valles sino el que baña la población de Paucartam- bo; pero hoy, seguros de que el último se dirije al Urubamba, es- tos datos sobre el origen del Ch/live y del Condeja encierran un enigma que solo otra exploración podría resolver definitivamente. Sigamos con Stiglich por el Manu, y á los 12? 11” 30” de lat. $. y 137 38 45” long. O. de París, hallaremos al Pinquin, afluente de la == 165 E margen derecha; mide 100 metros de ancho en la desembocadura y puede surcarse por 10 dias. Trece y medio kilómetros más allá veremos por fin al últi- mode los afluentes que anotó el explorador en su interrumpido via- je: el Codo, rio que también llegaal Manu por su margen derecha. El siguiente cuadro comprende las posiciones geográficas y al- gunos otros datos que hemos hallado al revisar las relaciones de este viaje y de los que efectuó el mismo explorador entre Arequi- pa y el Madre de Dios por Sandia, Chunchosmayo y rio Tambopa- ta. De Sandia á la desembocadura del “Vacamayo” en el “Tambopata” LUGARES POSICIÓN GEOGRÁFICA latitud S. long. w. de Greenwich | VARIACIÓN magnética | | altura [sobre el mar Sandia; población.... Tunasanama;lugar.. Huascaraya; id .... Amacasani; id .... Charubamba; id .... Riachuelo Asalaya; en los tambos de es- te nombre Cachipata; lugar ....| Chinchamali: id.....| Yuncaccolla; Macho cruz; cumbre del camino Cachi-cachi: pascana Siyacunca; cumbre del camino ........ Murunani; lugar .... Maccari; aldea Añaipampa; chácara Chunchosmayo; tam- bos en la confluen- cia del rio de este OA RICO PIO 6945726” 85 O A AO a a OO ICO a a a 2140" 2110 1650 1640 1870 2290 1850 1220 1640 1380 1000 350 => 166, E LUGARES POSICIÓN EOS VARIACIÓN Biei latitud S. long. w. de Greenwich E el mar Cumbre junto al ori- ) gen del Chunchos- | mayo, en el camino entre -la-boca de estra la e E AN 2140" te rio y la del Va- | cuamayo,afluente del Tambopata. 2... ) Curu-yanacocha; la: ganila dos ln e ere ON 2100 Santa: Isabel; lugar la An Aca, MAA 790 Angosturas Múiear ia NA 960 Cumbre de Vacamayol... bi dol ae loo E AR 1500 da junto á) la bocaridel. Maca a e mayo afluente del 133157”15| 69% 41” 04” 3 |13-28"11”5N.E,] 320 LO MDAC EE BTEO TAS O PASS LUGARES POSICIÓN GEOGRÁFICA ación latitud S. long. w, de Greenwich ¡magnética el mar Límite de la navega- ción en (canoas. de|+18+43 30006903 AN 3 de pié de calado. . h bre hr I¡sStiRodadero ae 1324030” 11 E O A O ios Anda timel 1338'48”4.1 CCA de HS Cucanhi; playa.) TIRITAS A E A 358 Rio Vacamayo; boca.| 13315715 | 69%1'04”3- |132811”5N.E| 320 El Morro: lugar...... 1321310909536 q O Puerto Markham;¿jun- toá la desemboca- dura del rio Távara| 1322210” III El Derrumbe; lugar..| 1320909” A EE ola e Cuatro islas........ EN E Rio Carama; bocas. 1D 0% SAO Pto. Maldonado; en la confluencia del Tam bopata con el Ma A 1235 96'1 1 69331210 SON 200 dre de Dios Py — 167 — Madre de Dios entre el Tambopata y el Manu POSICIÓN GEOGRÁFICA | [a |s32 [232 O | E vou a a Jn DES > =— ll 2lioss3|sS LUGARES ; 33 loselesals y long, W | Ia Lat, S. de Greenwich 2 200 | al = 5 | AA l Rio Madre de Dios; en su mtrs confluencia con el Za2- Ea ¿NE A bopata e na SABER 1293526” 699321215 ps de Y 300 p 12125) Rio Tambopata; boca. . +. [12935'36%1 A EE: qe ? E 255 Rio Tacuatimana; boca... [120 31 vaeÓ 09 360176. . LOA ? ¿[260 IIS a 12? 34'20” 0934 29 183 Lugar sin nombre; 432,915 mts. aguas arriba de es- y Pr ta isla SiticO. --...-....|12"32'40”91 69 41'56 05 | E MIA yo: e LS 157 6944-4008. : . Rio Znambari, boca ...,|1242'21” 70%05'28”365 400 $0 12 | 4 1305 Rio Madre de Dios; en su | confluencia con el /- ; | | | ER 1242218 |70%05'28305 2 390,123.21 2241805 Isla á 49 437 mts. aguas arriba del Inambari.... 12400033 |70"16'04"6 05, Rio Amigo; boca. ........ 12936'y0” 70"26'00"6 100 50 ÑO | 1221825 Chacras '*Mashcos” ..... 120 36'39”6 70" 40'06”95 | | Rio Pucapuca; boca .....|12%37'13” 70 40"54"652 450 70 lo ¡| 2 [345 Isla Fitzcarrald...... 129301177 [70%48'25"982 a Rio Chilive; boca.. 2 12028 30” 70%51'30'6 450 130 — [profdo [profdo. [350 Rio Abulijaz boca....... O o 17 ? Rio Paucartambo 6 Con- deja (Madre de Dios); |” en su confluencia con o 2028 30” | 70%51'30”6 ago | r20o | ? |? [350 Rio Condeja, en su con- - fluencia con el Wanu..|12716'2189 [711324785 12? 320 ? 1o | ? 1365 Rio Manu; boca ---... .uae16'21 89 |71"13'24%85 120 150 ? 10 | ? [365 Rio Pinquin; bOCAa ..o..... 1291130” 71918306 100 50 ? ? Rio Codo; boca.. --....- ? ? Lugar enel Manu á 1063 metros aguas arriba del O os 4 l2ros' 15” > [715264576 En resumen, el señor Stiglich saliendo del Tambopata con di- rección al Manu ha visto llegar por su izquierda los importantes afluentes que vamos á enumerar: 1.” El Inambart; 2.2 El Puca- puca; 3.” El Chilive que él llama Pilcopata; 4” El Abul1ja; 5.” El Condeja ó Paucartambo; 6. El Pinquin; siendo los más poderosos el Inambart respecto del cual nada hay que objetar, el Chilive que el explorador identifica con el antiguo Madre de Dios de los valles de Paucartambo y el Condeja por el cual “se llega á los co- cales de Paucartambo”. Veamos, ahora, lo que dice otro explorador reciente del Ma- DA — 168 — dre de Dios, el señor ingeniero Juan M. Torres, del cuerpo expedi- cionario que dirigió el señor coronel Ernesto de La Combe. En el informe publicado por la Junta de vías fluviales, con el título de “Itsmo de Fitzcarrald”, vemos que esta expedición llega- da de Iquitos por el Ucayali y el Urubamba, entró al Mishahua, surcó su afluente el Serjalí y desembarcó en el “Varadero” situa- do á los siete días de surcada desde la boca del Serjalí, distancia que se calculó en 129 kilómetros. Luego pasó á pié la trocha que va de dicho varadero al Caspajalí, afluente del Manu. El largo de ella es de 10 kilómetros, Embarcándose la expedición en el varadero Caspajalí, cuya posición geográfica, según el señor Olivera, es 11%49'10”, Lat. Sur y 132807” Long. Oeste de Paris, bajó por ese rio hasta su entrada en el Manu, exigiendo esto solo un dia de navegación y calculán- dose en 39 kilómetros la distancia recorrida. Desde allí continuó la expedición su viaje de bajada por el Manu viendo desfilar muchos tributarios, de los cuales solo men. cionaremos los de alguna significación. Shahuinto por la margen derecha del Manu. El ancho de su desembocadura es de 30 metros. Sottlija por la derecha con 80 metros de ancho y 445 de pro- fundidad. Cumerjali, por la derecha, con 25 metros de ancho y 080 de profundidad. Panahua, derecha; 30 metros de ancho por 0.70 de fondo. Punquient, margen derecha; 95 metros de ancho por 4 de fon- do. Al mencionar á este río dice el señor Torres: “Según los prác- ticos de la región sus nacientes alcanzan á las del Sottlija en opues- ta vertiente. Ha sido surcado en otro tiempo durante 14 días, lo que hace maliciar lo largo de su curso. Según se afirma, aguas arriba sus aguas son más azuladas que amarillas, lo que indica que este color lo comunican solo sus últimos afluentes que recibe por la margen izquierda, esencialmente montañosos. A mimodo de ver y como se muestra en el mapa de conjunto, este es el único río que puede venir de la Cordillera”. Tan firme es esta convic- ción que el señor Torres, en el capítulo especial que ha dedicado, en su informe, al problema del curso del Mapacho ó Paucartambo, des- pués dé manifestar que este río no desemboca en el Urubamba si- A 169 e no lleva sus aguas á la hoya del Madre de Dios, concluye decla- rando que el Mapacho ó6 Paucartambo debe ser el Pinquient; y así le vemos trazado en el mapa de conjunto de la expedición. Luego vieron entrar por la derecha el Madre de Dios ó Ama- rumayo 6 Pilcopata con 500 metros de ancho y cuatro metros de fondo; y en seguida por la derecha también el Tarapoto, de 50 metros de ancho y de poco fondo; el Clatjali, que en el mapa de conjunto lleva también el nom- bre de río Colorado y que “parece ser un río grande .y cauda- loso”; el Inambar? con 300 metros de ancho; y por fin el Tambopata. Comparando ambas listas, se verá desde luego que un gran afluente de la margen derecha, consignado por Stiglich, falta en la relación del ingeniero Torres. Cuál es él? Poco ó nada avanzaríamos confrontando los nombres, Sabido es que para averiguar el de un sitio los viajeros tienen que infor- marse de ello con el guía ó con las diversas tribus que por allí tra- fican, obteniéndose las respuestas más caprichosas y variadas. Así vemos que el río Clatjalt, del señor Torres, es el Puca-puca del se- ñor Stiglich, de lo que nos imponemos porque en el plano del pri- mero ese río es llamado también Colorado lo mismo que en el in- forme del segundo. Vemos también que el Abulija, descrito por el señor Stiglich, es probablemente el llamado Tarapoto—quebrada por el otro explorador. Reuniendo en cuadros las distancias itinerarias consignadas en las relaciones de ambos viajes, tampoco se proyecta mucha luz, aún agregando el itinerario que hallamos en el interesante diario de viaje del señor Camilo Vallejos Z., miembro de la expedivión del coronel La Combe. He aquí esos cuadros: $ 22 í1 X Ml. — 170 — Según Stiglich Según Vallejos Según Torres | lem. lem. km. | Tambopata... Tambopata ..; Lo A O O as "1 16,000 Tacuatimano Inambar?....) Predras 5 es ) al (100,035 y sal ' 39,940 a j 75,000 Inambart.... ÁMIJO o. o... | Inambart....) , | al 171,254 : parasol a 38,000 ANULDO a Colorado.... AMIGO LAI ? al. ' 64,292 al 58,920 a í ' 59,500 UCA-PUCO. . Mdre de Dios a gue (Pelo ño | cl e al a 39,270 al ' 13,290 e a bi ' 81,000 1 de Pinquient .... re de Dios e E 43,205 Nal ' e A ' 36,000 ¡ADU da, EA Cda inquIEena... a 56,840 62,500, al 54,000 ¡Con Era o) Sotttija A ) ANÑAYJUA .... ; ua - 35,020 (40,514 A ' 42,000 RIRNQUUIA as. 2) Cumerjhal.. e al y 13,460 e del 17,286 uti y 61,000 A O ottlaja..... | | ASPAJhatr., ie 42,000 | Shalacnto. ON | j Caspajhali. : Las distancias fijadas por el señor Vallejos son aproximada- mente la mitad de las que indica el señor Stiglich. Podría expli- carse por el hecho de haberse calculado el camino según el avance de la canoa respecto de las aguas del río, yendo la de Stiglich contra la corriente y la de Vallejos á favor; pero ¿de qué proviene la diferencia en los cálculos de los señores Torres y Vallejos, miembros de la misma expedición? Hay, pues, que seguir otro método; quizá comparando las descripciones de los ríos esclarezcamos ese punto que nos precisa averiguar. ¿ Desde luego, no hay error posible sobre el Tambopata, río por donde el señor Stiglích bajó de la costa al Madre de Dios y por donde los señores Torres y Vallejos regresaron del Madre de Dios á la costa. Igual cosa diremos en cuanto al Inambar?, último gran tribu- tario que recibe el Madre de Dios por la derecha, antes del Tam- bopata. Ambas descripciones coinciden: fondo cascajoso, aguas a! ) = 171 — muy limpias y azuladas formando contraste con las del Madre de Dios, que son de un color amarillento verduzco; ancho de 300 me- tros, según Torres, de hasta 400 metros en creciente según Sti- elich; la barra y oleaje producidos por la fuerza con que aftuye el Imambari, se hallan igualmente descritos por ambos; la velocidad media de la corriente es de 4 k 2 por hora según Torres, de 4k3 según Stiglich. El Clatjali ó río Colorado es el Puca-puca ó río Colorado de Stiglich, quien lo sitúa á 1353 kmts. del [nambar?, número que re- ducido en la proporción constante de que hemos hablado, aproxí- mase á los 78 kmts. indicados por Vallejos. Además la posición aislada de este río, á mucha distancia de los demás tributarios grandes, no permite confundirle con ellos. Pasando ahora al Pinquin se ve claramente que es el Pin- quieni de Torres, así en la semejanza de los nombres como en la de ambas descripciones. Es el último afluente de la derecha del Manu, de cuya boca dista 17 kmts. según Stiglich (35: 2) y 13 kmts. según Vallejos; aquel le calcula un ancho máximum de 100 metros y Torres 95; pudiendo surcársele por 10 dias según uno y 14 días según otro. En la región situada entre el Pinquieni y el Puca—-puca, Sti- glich vió llegar tres afluentes por la margen derecha: el Condeja ó Paucartambo, el Abulija y el Chilive; mientras que el señor To- rres solo vió dos: el 4lto Madre de Dios y el Tarapoto. La situación del Tarapoto y sus dimensiones de 50 metros de ancho y poco fondo, manifiestan que no puede ser el Condeja de 320 metros de boca y 10 de fondo, ni el Chilive de 130 metros y hasta 45) metros de ancho y aguas profundas. En cambio las di- mensiones del Abulija, 40 metros en vaciante y hasta 70 en cre- ciente, sí corresponden á aquellas. Las distancias á la boca del Pinquienz concuerdan igualmente; 46 kmts 600, según Vallejos y 45 kmts. 930, (91.860:2) según Stiglich. La cuestión se reduce, pues, á determinar cuál de estos rios que vió Stiglich: el Condeja y el Chilive, es el Alto Madre de Dios de la expedición La Combe, para averiguar luego si el río que sobra existe ó no. La comparación de los datos inclina la opinión en el sentido de que ese río llamado Alto Madre de Dios por Torres es el Condeja ó Paucartambo de Stiglich y no su río Chilive. He aquí esos datos: tv Nu — 172 = Álto Madre de Dios —Tiene de ancho, antes de unirse con el Munu, hasta 500 metros por 4 de fondo. Ninguna isla cubre su de- sembocadura, pues leemos en el diario de Vallejos: “El espectácu- lo que ofrece esta confluencia es hermoso. El Madre de Dios se presenta imponente tanto por su ancho como por la velocidad de su corriente en ese lugar”. Allí termina el Manu que tiene 150 metros de ancho y que presenta un rápido á la entrada, puesá pesar de aquella veloz corriente del otro río, dice el diario refi- riéndose al Manu: “en este sitio es bastante ancho y corre más que en todo su curso;” y luego agrega: “El Manu amaneció muy crecido, no así el Madre de Dios, cuyas aguas eran algo detenidas en su curso por la fuerte corriente del primero.” Comparemos esto con la descripción del Condeja ó Paucar- tambo: ancho en una de sus bocas 300 metros y 20 en la otra; 10 metros de profundidad; allí desemboca el Manu que mide 150 me- tros por 10 de fondo; hay un rápido frente á la confluencia de am- bos, pues según Stiglich “antes de entrar al Manu se presenta un gran rápido en donde casi zozobra la lancha Suárez.” Y veamos luego la descripción del Ch+live: mide 100 metros en una de las bocas y 30 en la otra; las crecientes muy fuertes lle- gan á unir ambas entradas cubriendo la isla intermedia y solo en - tonces ofrece la desembocadura hasta 450 metros de ancho; delan- te hay en el río principal una extensa isla muy cerca de las bocas, de modo que las oculta y los viajeros pasan generalmente por el canal grande que hay entre la isla y la margen izquierda “sin no- tar las entradas del Chilive”. Se ve pues que la descripción del llamado 4/to Madre de Dio$ corresponde mejor al Condeja que al Chilive; y si comparamos las distancias que hay de las respectivas desembocaduras á las de otros ríos, aumenta la presunción, rayando en certeza. Del Madre de Dios según Vallejos Del Condeja según Stielieh Del Chilive sezún Stielich Al Pinquine| 13k 0 (SO A (1385. k 7 26d » Colorado| 58 920. (139k :2) 69k 5 (-391k 2) 10UkGS ,, Inambar1 137 240, (275k :2)137k 5 (174k :2)87k Isla ONO E rrald e 49 320 (1283k:2)50k5 (22k:2)11k t / / > Puede, pues, considerarse como indudable que el rio que la ex- pedición La Combe llamó 4lto Madre de Dios, es el mismo que el señor Stiglich llamó Condeja ó Paucartambo. Esta es además la opinión del señor Torres, quien dice, refiriéndose á aquel río, lo si- guiente: “El marino Stiglich, en el mapa que ha arreglado, le da el nombre de Condeja y le hace recibir las aguas del Manu, denomi- nando solo Madre de Dios desde la confluencia de un Chilive que señala ser el Pilcopata. Según esto el rio que nace de la confluen- cia Tono, Piñipiñi y Cosñipata no recibe directamente las aguas del Manu sino las del Puucartambo, reforzadas por las de éste. “Cierto es, agrega, que aguas arriba de la desembocadura del Manu denominan los Mashcos Condeja (que quiere decir shiringa) ó Paucartambo; pero en este mismo rio surcado apenas cuatro dias, los piros encontraron, en poder de aquellos, puñales, agujas, ropa de soldado, que no podían ser sino de la expedición del malogrado coronel La Torre. Además conocían ya el modo como se podían evadir de las armas de fuego, lo que hace maliciar que fueron los que sostuvieron los repetidos encuentros con aquel. ¿Cómo pues, si el coronel La Torre, constatando el orígen del Madre de Dios, ba- jó este y allí perdió todo, han podido aparecer los restos en el rio que señala ser Condeja ó Paucartambo el señor Stiglich? Además, yo no he visto el tal rio Chilive y el indio piro que conservo en mi poder también dice no conocerlo. Hay pues en esto algún error que se soluciona del siguiente modo: el Condeja y el Chilive es el mismo, lo llaman Paucartambo y Madre de Dios.” Seguros ya de que el Condeja de Stiglich es el Alto Madre de Dios señalado por Torres y Vallejos, resulta que entre ese rio y el Clatjali ó Pucapuca ó Colorado, el primero de estos exploradores ha visto llegar por la margen derecha del rio principal, un gran afluente que él llama Chilive ó Pilcopata, rio cuya existencia po- ne en duda el señor Torres. Si el Chilive fuese en realidad una equivocación de Stiglich, la hidrografía del lugar no encerraría ya ningún secreto. Ese Madre de Dios que figura tantas veces en la historia de la geografía y que: se forma por la confluencia del Cosñipata, Tono, Piñipiña, Pil- copata y Querus; ese rio por el cual bajaron en 1567 Juan Alvarez Maldonado, Faustino Maldonado en 1860, y que aún guarda en so- litaria tumba los restos de un prefecto del Cuzco envueltos en la Ás = 174 — bandera nacional; ese rio que estudiaron Gibbon, Góhring hasta siete leguas mas allá de Ccoñec y Raimondi hasta la hacienda Cosñipata, sería el mismo que vieron Stiglich y Torres unirse al Manu en un punto que el primero de estos exploradores sitúa á los 12*16'21” de Lat. S. y 73%33'39” Long. O. de París. Pero, hay motivos para creer que el rio Chilive existe además de lo aseverado por Stiglich y de los datos precisos que nos da so- bre este gran afluente, de los que necesitamos dejar constancia aquí: “sus aguas son profundas, de verde oscuro y resaltan con las aguas amarillas terrosas del Paucartambo (Stiglich llama así al rio principal) que son de poco fondo. Está habitado por Sirineiris á quienes hostilizan los Mashcos. A dos dias de la desembocadura . y en surcada, se encuentra por la margen derecha un gran afluen- te, y hay otros tres más adentro antes de llegar al Pantracoya.” Hace luego mención de una granisla que oculta la desembocadu- ra, “motivo de que se haya desconocido este rio.” Además, deter- minó en la boca la altura sobre el nivel del marque resulta ser de 350 metros y las coordenadas que dan 12%28'30” de Lat. S. y 7311/45" Long. O. de París. Después de leer esto no es posible admitir con el señor Torres que el Condeja y el Chilive sean un solo y mismo rio con nombres diversos. Stiglich no puede diferenciarlos más: los sitúa á 100 ki- lómetros uno de otro; hace por separado sus descripciones, calcu- lando en cada una de sus respectivas desembocaduras, un ancho, una profundidad y una altura sobre el nivel del mar, que en nada se parecen entre sí, y determina en fin posiciones geográficas dis- tintas. Para establecer con más solidez nuestra opinión. consultemos ahora los datos que proporciona otro reciente estudio del Manu y del Madre de Dios. Me refiero al plano é informes presentados por elingeniero señor Von Hassel, cuyo profundo conocimiento en la hidrografía del Oriente peruano y pericia como explorador, son bien conocidos y apreciados por los geógrafos. Manifiesta el señor Von Hassel que bajando desde el istmo de Fitzcarrald por el Caspajhalt se ve, al llegará la boca de este rio, venir al Manu por la derecha con un ancho de 30 metros en vacian- te y de%50 en época de lluvias. De allí aun podrá tener el Manu de - 54 7 dias de surcada en canoa, calculándose cada dia de stircada solo en 12á 14 kilómetros, pues hácia arriba el Manu es torrentoso. Bajándolo desde el Caspajhali, recibe luego muchos afluentes, siendo los principales de la derecha: 1.* el Sottlija, 2.” el Cumer- jhalt, 3." el Punahua y 4. el Penquene. Todos ellos deben tener sus nacientes próximas unas á otras, incluyendo las del mismo Manu, pues existen varaderos en sus respectivas cabeceras que los comu- nican entre sí. El más caudaloso es el Penquene que se presenta con 50 me- tros de ancho y hasta 200 en creciente. Los caucheros que han traficado por allí dicen que puede surcarse porSá 10 dias, divi- diéndose á los 6. en dos brazos casi iguales. El orígen de estos afluentes no puede estar lejano, y el hecho de traer ellos cascajo y piedras en lugar de arena sola, prueba que llegan directamente de la cordillera. El Manu se une por finá un rio más caudaloso que él; pues tendrá 80 metros en vaciante y 250 en creciente, siendo indiscuti- lle que este es el rio principal y que esa unión ó confluencia debe considerarse como término de aquél. Los indios le llaman Condeja, y todos los caucheros desde la época de Fitzcarrald lo designan con el nombre de Paucartambo. Informaciones obtenidas de algunos indios piros que viven en las márgenes del Condeja á un dia de surcada, prueban que es navegable por cinco dias, llegándose á un paso muy estrecho y encajonado donde la profundidad de las aguas no permite impul- sar las canoas con tanganas. Desembarcando alli y siguiendo al oeste, se trasmontan cinco hileras de cerros hasta llegar á un valle en donde hay cultivos y ganado. El señor Von Ilassel juzga muy posible que el Condeja sea el Madre de Dios de los valles de Paucartambo y así lo ha señalado en su mapa; de todos modos sostiene que ese río es más caudaloso que el Manu, siendo éste por consiguiente un afluente suyo, Más abajo el río pincipal acoje por la derecha otro afluente considerable llamado rio Blanco. Sus aguas son limpias, traspa- rentes y profundas. Una larga isla cubre esta desembocadura y divide al Madre de Dios en dos brazos: el de la izquierda muy an- cho en el que generalmente siguen los viajeros, y solo pasando por el otro, que es muy angosto, es que se ve la boca del Blanco. ty y Ah M q ef, — 176 — Viene después otro afluente aún más caudaloso llamado rio Colorado, porque en época de lluvias sus aguas son muy turbias y rojizas. El señor Von Hassel crée que es el tributario de mayor consideración que recibe el Madre de Dios entre el Condeja y el Inambart. Se presenta luego el rio Amigo por la izquierda; más allá por la derecha el rio Azul chico; y por fin el Inambart, etc. Comparando las descripciones no es posible dudar de que el rio Blánco del señor Von Hassel sea el Chilive del señor Stiglich, Ca y esta prueba, uniéndose á las anteriores, basta para dejar estable- cida la existencia de ese afluente del Madre de Dios. Una vez comprobado el hecho, debemos exponer sus conse- cuencias queinteresan extraordinariamente á la geografía, aun- que por ahora sean de caracter negativo. j NA NS j > >, En primer lugar nos hallamos en un nuevo é inesperado con flicto geográfico. El Pilecopata Ó sea el Alto Madre de Dios, estu- diado por todos los viajeros de los valles de Paucartambo. ¿es el COhilive como crée el señor Stiglich ó es el Condeja como piensan los señores Von Hassel, y Torres? En rigor, los informes de que disponemos hoy no dan lugar á una solución definitiva, pero el atento análisis de ellos inclina el ánimo á admitir la última de aquellas dos apreciaciones. Para demostrarlo vamos á examinar el resultado de las explo- raciones y viajes que han dado á conocer la hidrografía del Alto Madre de Dios, y á la vez aprovecharemos esta revisión de docu- mentos antiguos y modernos, para reunir aquí los datos de carác- ter geográfico que hallemos sobre los valles de Paucartambo. Ci- taremos, de paso, guardando el orden cronológico, las expedicio- nes que han penetrado por diversos caminos á la conquista de las inmensas llanuras que baña el viejo Amarumayo:; lo que haremos en próxima oportunidad. Scipion Elona € de] HATO ICAA í U de > bj Y K Ñ E, MN o, AN) 5 had UN AS -Ww_* $ ni . " y " 1] a y E | Ae 47 - na A y me e h k qe á Ñ ' Ue Y y ol $ q AH Ú él TAN E á BA AE | Ú j 1 » d ' E y / A q an 100215563