— CA. AR EA AGA 2 e ENEE A | gi y Vi YY EN YM YY 44 Rasa - aa. ANAÑ € cn ue E 4 An. A a 5 ANA Po <= al SA E NTRA "A A ds na AAA” a Da e a a A No > 1 | mA ] Le ALA, EN 2 DADAMAAARDa! Aa 2 ES Lo -" e pS SA e An A a AR Ras i ¿ARAAZINA SS SA] as E EN NE "(07 E 4 e AG CUA A (CM e ET $ ¿ 5 a | pan 7 E E A ie | ANARRANAA ' pa Pl hd a AD, ADA — o, a o E NEL IN la > r ) - S No ó = Sl de | ES (N » f V o tl E TD O A h E há SD E E A ¿Ne e e > <= > a. E Ar br ” Ns $ A PTTTTAAA TAR A Mc AS ¡ES A A a TA ID ES AN he A due z A a , A RAS Ne: eS ES! Sy + Y Ww $ NE AS ( Y Yuu Yr > AO a A NS wo A + a ” Ge de Ne teatiad basl E 4 AÑ Vea - VW VAIS IL Te YY HITS A Ed > A WA. pS a” E E AGO AS N E 7 E SA Y es PRIIC a du do y iv EN v MINE Dover RA ua» A e yu 7 e = AA a CAMA VU Ud AO ARAS ) Mind IAITTTAITATIAS A ITIITIS AA A TIRITAS TAS ACOS IAN ASAS 5 AN S IM 3 w* GEMA “g— y" E "N “Y »- Ay “bs III e ST LIIRN Y III pal 13 y e pá IATA UE AA bh - y JS de A e SN j z d A pa a S y ES y q » rn GIN 4 yA a A Y. A A w h o ie N IN DIAS ue 2. Ag de ri 9" > Til A y da ys Wyiyar pl AA : Ñ i S AS DY; w So > IAN NARA > y Y sé AS a ¿TEL AS | YO w ) », VOLVI SEGEPE ES =3 E El ye AL e EIDA Jet, HAGAIS ANS Area 6 AJO se os ET RS SNS UM LA o A ut IS Ls: OC TK MORA E A Us 0 ul. A € Cn (ae «CU Sm UU ALO? TA AAA E UN OSEA «Sd € Y as á E 4 07 CU (AMA (Ol CACA MER A AA AAA AR EL CR ce - que (CAL O AAA La (AL ME AQ ACUC EC A a CACA UE ACNL 0 AE. ARONA AO A. CMA A pb AMO LAMA 4 CAC AAA ALOAA ODA (CORTA E [ KUN. CE A CALOR UC OA e (UN GE SA | (OA UA E ECULIAAR AE NAES | SÍ. cae € (3 C4 EN ca (E CAC ME ON E (¿« así CG, TT ES MUST ON ae CA € (€ HC E (E (UA ARA CAR MA AR MA 7 ETC AR US E (¿N AAA. AE MA € AA | AAA CEA AA cs AR O COM AO AC QAA a CAR EE AA € CALA ECC CHA. € L EE EA ACA A OA. MAA ME f <<. «AMA AAA. E A AE AAA MC AE E q CELA Mé aóN «' 4 5-5 TOA AAA Cia Ca HA E A ua FUE. ES. ME LA AM aa a WR NS FA O ARA e. ACA EXA A OS «da KA: Es AMA ¿At all a ¡a a E? UA. CU ARO EEE. ¿CEA RA E AAN O % AN E dl ya e rá INSTITUTO GEOLÓGICO DRMEXIOO - SECRETARIA DE FOMENTO, COLONIZACIÓN E INDUSTRIA | BOLETÍN DEL 7) O NU-MA4IROo 30 -3/ ALGUNAS PAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAMUILA Y REGIONAS LIMITROBES POR EL DOCTOB EMILIO BOSE CON OCHO LAMINAS 20 TOTS MEXICO IMPRENTA Y FOTOTIPIA DE LA SECRETARIA DE FOMENTO Primera calle de Betlemitas núm. 8 SES o SAA y - PUBLICACIONES DEL INSTITUTO GEOLOGICO DE MEXICO, BOLETIN (42) * Núm. 1.—Fauna Fósil de la Sierra de Catorce, por A. del Castillo y J. G. Aguilera.—1895—56 pp., 21 lám. E Núm. 2.—Las Rocas Eruptivas del S. O. de la Cuenca de México, por E. Ordóñez.—1895.—46 pp., 1 lám. * Núm. 3.—La Geografía Física y la Geología de la Península de Yucatán, por C. Sapper.—1896.—58 pp., 6 lám. * Núnms. 4, 5 y 6.—Bosquejo Geológico de México.—1897.—272 pp., 5 lám. * Núms. 7, 8 y 9. —El Mineral de Pachuca.—1897.—184 pp., 14 lám. * Núm. 10 isa Geológica y Minera de la República Mexicana, por R. Aguilar y Santillán.—1898.—158 pp. * Núm. 11.—Catálogos sistemático y geográfico de las especies mineralógicas de la República Mexicana, por José G. Aguilera.—1898.—158 pp. * Núm. 12.—El Real del Monte, por E. Ordóñez y M. Rangel.—1899.—108 pp., 26 lám. * Núm. 13.—Geología de los alrededores de Orizaba, con un perfil de la vertiente oriental de la Mesa Central de México, por Emilio Bóse.—1899.—54 pp., 3 lám. * Núm. 14.—Las Rhyolitas de México (Primera parte), por E. Ordóñez.—1900.—78 pp., 6 lám. * Núm. 15.—Las Rhyolitas de México (Segunda parte), por E. Ordóñez.—1901.—78 pp., 6 lám. Núm. 16.—Los Criaderos de fierro del Cerro del Mercado en Durango, por M. Rangel, y de la Hacienda de Va- querías, Estado de Hidalgo, por J. D. Villarello y E. Bóse.—1902.—144 pp., 5 lám. Núm. 17.—Bibliografía Geológica y Minera de la República Mexicana, completada hasta 1904, por R. Aguilar y Santillán.—1908.—XII1-330 pp. Núm. 20.—Reseña acerca de la geología de Chiapas y Tabasco, por el Dr. E. Bóse.—1905.—116 pp., 9 lám. Núm. 21.—La Faune Marine du Trias Supérieur de Zacatecas par le Dr. C. Burckhardt avec la collaboration du Dr. S. Scalia.—1905.—44 pp., 8 pl. Núm. 22.—Sobre algunas faunas terciarias de México, por el Dr. E. B%se.—1906.—96 pp., 12 lám. Núm. 23.—La faune jurassique de Mazapil, Zac., par le Dr. C. Burckhardt.—1906.—216 pp., 43 pl. Núm. 24.—La fauna de moluscos del Senoniano de Cárdenas, S. L. P., por el Dr. E. Bóse.—1906.—95 pp., 18 lám. Núm. 25.—Monografía Geológica y Paleontológica del Cerro de Muleros, cerca de Ciudad Juárez, Estado de Chihuahua y descripción de la Fauna Cretácea de la Encantada, cerca de Placer de Guadalupe, Estado de Chihuahua, por el Dr. E. Bóse.—1910.— 196 pp., 50 lám. Núm. 26.—Algunas regiones petrolíferas de México, por el Ing. J. D. Villarello,—1908.—122 pp. 3 lám. Núm. 27.—La Granodiorita de Concepción del Oro en el Estado de Zacatecas y sus formaciones de contacto, por el Dr. Alfred Bergeat.—1910.—109 pp., 9 láms. y 15 figs. Núm. 28.—Las aguas subterráneas en el borde meridional de la Cuenca de México, por el Ins. J. D. Villarello. —12 láminas y 1 croquis geológico (1:100,000).—Informe sobre las aguas del Río de la Magdalena, por el Prof. J. S. Agraz.—1911.—89 pp. Núm. 29.—Faunes jurasiques et crétaciques de San Pedro del Gallo, Durango, par le Dr. C. Burckhardt. 1912. —261 pp. 46 pl. Núm. 30.—Sobre algunas faunas del Cretácico superior de Coahuila y regiones limítrofes, por el Dr. E. Bóse. 56 pp. 8 láms.—1913. Núm. 31.—La Flora Liásica de la Mixteca Alta por G. R. Wieland. 50 láms. [En prensa]. Núm. 32.—La zona megaséismica Acambay-Tixmadeje, Estado de México, estudiada por F. Urbina y H. Cama- cho. 75 láms [En prensa]. PARERGONES (82) * Tomo 1. N” 1.—Los temblores de Zanatepec, Oaxaca.—Estado actual del Volcán de Tacaná, Chiapas, por Emi- lio Bóse.—1903.—25 pp., 4 lám. * Núm. 2.—Fisiografía, Geología é Hidrología de los alrededores de La Paz, Baja California, por E. Angermann. —El área cubierta por la ceniza del Volcán de Santa María, Octubre de 1902, por Emilio Búse.—1904.— 26 pp. 3 lám. * Núm. 3.—El Mineral de Angangueo, Michoacán, por E. Ordóñez.—Análisis de una muestra de granate del Mi- neral de Pihuamo, Jalisco, por J. D. Villarello.—Apuntes sobre el Paleozoico en Sonora, por E. Anger- mann.—1904.—314 pp., 2 lám. * Núm. 4.—Estudio de la teoría química propuesta por el Sr. Andrés Almaraz para explicar la formación del pe- tróleo de Aragón, México, D. F., por J. D. Villarello.—El fierro meteórico de Bacubirito, Sinaloa, por E. Angermann.—Las aguas subterráneas de Amozoc, Puebla, por E. Ordóñez.—19014.—24 pp., 1 lám. * Núm. 5.—Informe sobre el temblor del 16 de Enero de 1902 en el Estado de Guerrero, por los Dres. E. Bóse y E. Angermann.—Estudio de una muestra de mineral asbestiforme procedente del Rancho del Ahuacatillo, Distrito de Zinapécuaro, E. de Michoacán, por el Ing. J. D. Villarello.—1904.—26 pp. Núm. 6.—Estudio de la hidrología subterránea de la región de Cadereyta Méndez, E. de Querétaro, por el Ing. J. D. Villarello.—1904,—58 pp., 2 lám. ( Núm. 7.—Estudio de una muestra de grafita de Ejutla, Estado de Oaxaca, por el Ing. J. D. Villarello.—Análisis de las cenizas del Volcán de Santa María, Guatemala, por el Ing. E. Ordóñez.—1904.—26 pp. Núm. 8.—Hidrología subterránea de los alrededores de Querétaro, por el Ing. J. D. Villarello.—1905.—56 pp., 3 láminas y 2 figuras. Núm. 9.—Los Xalapazcos del Estado dl Puebla, por el Ing. E. Ordóñez (Primera parte).—1905.—54 pp., 1 plano y 4 lám. * Agotado. Núm. 19.—Los Xalapazcos del Estado de Puebla, por el Ing. E. Ordóñez (Segunda parte).—1905. —45 pp., 3 pla- nos y 8 lám. Tomo 1[.—N* 1.—Explicación del Plano Geológico de la Región de San Pedro del Gallo, Estado de Durango, por el Dr. Phil. Ernesto Angermann.—Sobre la Geología de la Bufa, Mapimí, Estado de Durango, por Er- nesto Angermann, Dr. Phil.—Notas Geológicas sobre el Cretáceo en el Estado de Colima, por el Dr. E. Angermann.—1907.—35 pp., 3 lám. Núm. 2.—Sobre algunos fósiles pleistocénicos recogidos por el Sr. Dr. E. Angermann, en la Baja California, por el Dr. E. Bóse.—Sobre la aplicación de la Potasa cáustica á la preparación de fósiles, por Emilio Búse y Víctor von Vigier.—Sobre las rocas fosforíticas de las Sierras de Mezapl y Concepción del Oro, Zacate- cas, por el Dr. Carlos Burckhardt.—1907.—31 pp., 1 lám. Núm. 3. —Hl Volcán Jorullo, por el Ingeniero de Minas AOS Villafaña.—1907.—58 pp., 8-1ám. * Números 4, 5 y 6.—El temblor del 14 de Abril de 1907, por el Dr. Emilio Bose, é Ingenieros A. Villafaña y J. García y García.—1908.—124 pp., 43 lám. y 1 cuad. Núm. 7.—El Valle de Cerritos, Estado de San Luis Potosí, por el Ing. Ezequiel Ordóñez, p. 263-273.—Fuente ter- mal en Cuitzeo de Abasolo, Estado de Guanajuato, por el Ing. Andrés Villafaña, p. 271-287, láminas LVI —LVI1.—1908. Núm. 8.—Estudio hidrológico de la región de Rioverde y Arroyo Seco, en los Estados de San Luis Potosí y Querétaro, por el Ing. Trinidad Paredes, p. 289-337, lám. LVIII.—1909. Núm. 9.—Hidrología subterránea de los alrededores de Pátzcuaro, Estado de Michoacán, por el Ing. J. D. Vi- llarello, pp. 339-362.—El hundimiento del Cerro de Sartenejas, en los alrededores de Tetecala, Estado de Morelos, por el Ing. T. Flores, pp. 363-381, láminas LIX á LXI1.—1909. Núm. 10.—Catálogo de los temblores (macroseismos) sentidos en la República Mexicana, durante los años de 1904 á 1908, pp. 389-467.—1909. : Tomo 111.—N? 1.—El Pozo de Petróleo de Dos Bocas, por el Ing. J. D.Villarello, pp. 5-112,láms. 1-XXXVII.—1909 Núm. 2.—Estudio geológico de los alrededores de una parte del Río Nazas en relación con el proyecto de una presa en el cañón de Fernández, por el Dr. C. Burckhardt é Ing. J. D. Villarello, pp. 117-135, láms. XXVIIM-XXXVI.—1909. Núm. 3.—Estudio hidrológico del Valle de Ixmiquilpan, Estado de Hidalgo, por el Ing. Trinidad Paredes, pp. 141-172, láms. XXX VII-XLIV.—Catálogo de los temblores (macro y microseismos) sentidos en la Repú- blica Mexicana, durante el primer semestre de 1909, pp. 173-199.—1909. Núm. 4.—Hidrología subterránea de la Comarca lagunera del Tlahualilo, por el Ing. J. D. Villarello, pp. 201-251 láms. XLV-XLVIM.—1910. Núm. 5.—Nuevos datos para la Estratigrafía del Cretácico en México, por el Dr. E. Búse. pp. 257-280. o datos sobre el Jurásico y el Cretácico en México, por el Dr. C. Burckhardt, pp. 281-301.—1910. Núm. 6.—Estudio Geológico de la región de San Pedro del Gallo, Durango, por el Dr. C. Burckhardt, pp. 307- 351. láms. XLIX-LT (Plano Geológico, 1:25,000) y 9 figs.—Plesiosaurus (Polyptyehodon?) Mexicanus Wieland, por el Dr. G. R. Wieland, pp. 359-365, lám. LIT.—1910. Núm. 7.—Informe acerca de una excursión geológica preliminar efectuada en el Estado de Yucatán, por Jorge Engerrand y Fernando Urbina,.con la colaboración del Ing. J. Baz y Dresch, pp. 369-424, láms. LIIT- LXXIV.—Estudio químico y óptico de una labradorita del Pinacate, Sonora, por el Ing. Y. S. Bonillas, pp. 425-132, lám. LXXV—1910. Núm. 8.—Catálogo de los temblores (macroseismos) sentidos en la República Mexicana y Microseismos regis- trados en la Estación Seismológica Central, Tacubaya, D. F., durante el segundo semestre de 1909. pp. 435-496—1911. Núm. 9.—Reconocimiento de algunos criaderos de fierro del Estado de Oaxaca, por Y. S. Bonillas, pp. 499-524, láms. LXXVI-LXXIX.—1911. Núm. 10.-—Catálogo de los temblores (macroseismos) sentidos en la República Mexicana y microseismos regis- trados en la Estación Seismológica Central, Tacubaya, D. F., durante el año de 1910 pp. 527-571.—Mi- croseismos registrados en las Estaciones Seismológicas de Mazatlán y Oaxaca, de Agosto á Diciembre de 1910, pp. 573-587.—Indices del tomo.—1911. Tomo IV.—Núm. 1.—Notas preliminares relativas á un reconocimiento geológico por el curso del Atoyac (Río Verde) de Oaxaca, por P. Waitz, pp. 3-32.—Catálogo de los microseismos registrados en la Estación Seismológica Central durante el año de 1911, pp. 33-85.—1912. Núm. 2-10. —Memoria de la Comisión que exploró la región Norte del Territorio de la Baja California, pp. 89-533, 112 láms. 1913. Tomo V.—Núms. 1-3.—Catálogo de los movimientos registrados en las Estaciones Seismológicas de Mérida, Mazatlán, y Oaxaca y de los macroseismos sentidos en la República Mexicana, durante el año de 1911.— 76 pp.—1913. Núm. 4.—Análisis hechos en el Laboratorio de Químico del Instituto Geológico. Núms. 1-279 [En prensa]. Núm. 5.—Apuntes acerca de la hidrología subterránea del Estado de Coahuila, por el Ing. J. D. Villarello.—In= forme relativo al agua solicitada por los vecinos del Pueblito, Qro.—Informe sobre el pozo de Yurécuaro, Mich., por el Ing. T. Paredes [En prensa]. = Núnms. 6, 7 y 8.—Catálogo de los seismos, registrados en la Estación Seismológica Central y en las de Mérida, Zacatecas, Oaxaca y Mazatlán, y de Macroseismos sentidos en la República Mexicana, durante el año de 1912 [En prensa]. * Agotado INSTITUTO EAN E ICOEE MEXICO BOLETIN NUM. 30 SECRETARIA DE FOMENTO LIN STA 0 0 O E EOmDOGISO 1D 2 > OO) ALGUNAS PAUNAS DEL CREFACICÓ SUPERIOR DE COMUILA REGIONES LIMITROFES POR EL DOOR TEMIPErO BOSE (CON 8 LAMINAS) MÉXICO IMPRENTA Y FOTOTIPIA DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO Primera calle de Betlemitas núm. 8 195 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Y REGIONES LIMITROFES : POR EMILIO BOSE INTRODUCCION En el presente trabajo se describen algunas fáunulas mencionadas por mí en el Livret-Guide' del X Congreso Geológico Internacional; además, el se- ñor Dr. C. Burckhardt tuvo la bondad de darme también su material de Inoceramus de Mazapil y Concepción del Oro. El Sr. Ing. José G. Aguilera, Director del Instituto Geológico de México, ha tenido la bondad de permitirme el estudio de los fósiles de Peyotes reco- gidos por él y por mí en una excursión del año antepasado; le doy por esta amabilidad las debidas gracias; además, me permitió estudiar el material co- lectado por el Sr. Dr. $. Scalia. El material descrito en las páginas siguientes contiene muy pocas espe- cies aunque es muy rico en individuos, pero se trata de capas hasta ahora no descritas de México y esta circunstancia da cierto valor a las pocas especies encontradas hasta el presente. Todas las especies provienen de depósitos tu- ronianos y senonianos. Casi todos los fósiles descritos aquí, provienen del Estado de Coahuila, algu- nos de las regiones limítrofes de Nuevo León, Chihuahua y Zacatecas. El Cre- táceo superior, es decir, el Turoniano y Senoniano, tiene una vasta distribución en estos Estados, pero hasta ahora tenemos fósiles de muy pocas localidades, una de las más ricas es la de Las Esperanzas y Múzquiz, de la cual, Aguilera? da una lista de fósiles. Las otras localidades están generalmente representadas por unos cuantos fósiles y la geología de la región es completamente desdono- cida. El texto del presente trabajo fué terminado en 1907, de modo que la li- teratura posterior sólo en algunos casos ha podido ser considerada. 1 Bóse, Monterrey et Saltillo. Boóse, Parras. 2 Aguilera, Gisements carb. Coah. págs. 10-12, N? 30.—1 LIS DE LAS ABREVIATURAS DE LA LITERATURA CITADA . Aguilera. Gisements carb. Couh.—J. G. Aguilera, Les gisements carbonife- res de Coahuila.—Livret-Guide des excursions du Xme. Congrés Géol. Intern., fasc. XXVII. . Arvraghi, Inocerami del Veneto.—C. Airaghi, Inocerami del Veneto.—Boll. Soc. geol. Italiana, vol. 23, 1904. . Blanckenhorn, Neues z. 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Bose, Excursions dans les environs de Parras.—Livret- Guide des excursions du Xme Congr. Géol. Intern., fasc. XXIII, México, 1906. 10. Bose, Monterrey et Saltillo.—E. Bose, Excursious dans les environs de Monterrey et Saltillo. — Livret-=guide des excursions du Xme Congr. Géol. Intern., fasc. XXIX, Mexico 1906. 11. Bose, Mon. Cerro de Muleros.—E. Bóse, Monografía geológica y paleon- tológica del Cerro de Muleros, cerca de Ciudad Juárez, Chih.— Bol. Inst. Geol. de México, N?* 25, ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA 12. 13. 1¿. 15. 16. Tilo 15. 23. 2L. 25. 26. 27. Burckhardt, Faune jurass. de Mazapil.—C. Burckhardt, La faune jurassi- que de Mazapil avec un appendice sur les fossiles du Crétacique inférieur. Bol. Inst. Geo. de México, N% 23, 1906. Burckhardt, Mazapi.—C. Burckhardt, Géologie de la Sierra de Mazapil et Santa Rosa.— Livret-guide des excursions du Xme Congr. Géol. Intern., fasc. XXVI, Mexico, 1906. Burckhardt, Concepción del Oro. —C. 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Juárez), en las montañas al Sur de Parras, Coah., en la Sierra de Santa Rosa cerca de Mazapil, Zac., en los alrededores de Concepción del Oro, Zac., y en Peyotes, Coahuila, una estación del Ferrocarril Internacional entre Sabinas y Eagle Pass. En el Cerro de Muleros se encuentra el Turoniano! en el Cerro Prieto y el -Cerro de la Mina ya fuera del verdadero macizo del Cerro de Muleros. La ro- ca se compone de pizarras, areniscas y calizas. El único fósil frecuente es Inoceramus labiatus. Schloth., además, se encuentran en las calizas numerosos bivalvos indeterminables (en forma de moldes) y algunos dientes de peces. En Peyotes, Coah., tenemos un afloramiento completamente aislado del Turoniano. Esta localidad fué encontrada por J. G. Aguilera, y el año ante- pasado acompañé a este señor en una excursion a la localidad. La roca es allí una caliza en parte apizarrada, gris-clara, que contiene el Inoceramus labiatus en numerosos ejemplares; algo menos frecuente es la Ostrea lugubris Conr., se encontraron, además, restos de Anomia y dientes y huesos de peces (A gui- lera? cita el Ptychodus Whipleyi) así como algunos esqueletos completos de peces bastante bien conservados. En estas localidades el Turoniano no tiene una potencia tan grande co- mo en Parras, Coah.; en este último lugar el Turoniano compone montañas enteras y tiene una potencia de varios centenares de metros, La roca repre- senta una serie de pizarras arcillosas, calizas apizarradas, calizas arenosas y calizas en bancos delgados. En todas partes se encuentra el Inoceramus labia- tus, otros fósiles son raros; se encuentran varias especies de amonitas, pero como éstas están completamente aplastadas, una determinación específica es imposible; en los ejemplares mejor conservados se distingue una serie de nó- 1 Véase el plano en Búse, Cerro de Muleros. 2 Aguilera, Gisements carb, Coah., lámina estratigráfica al fin del artículo, 12 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA dulos en el borde del ombligo y dos series cerca de la parte externa, reunidos por costillas con los primeros. Parece que otra serie de nódulos se encuentra en la parte externa. Las costillas son más numerosas que en Acanthoceras Woolgari y son casi rectas. Así es que la forma se asemeja a Acanthoce- ras Schlueterianum, Laube et Bruder,' también la evolución es semejante. Naturalmente no es posible hacer una identificación por el mal estado de con- servación de nuestros ejemplares. Todas las amonitas encontradas en Parras hasta ahora parecen haber pertenecido al mismo grupo. En Parras se encuentra sobre estas capas una serie de pizarras que no han suministrado fósiles; estas pizarras están cubiertas por el Senoniano. Las con- diciones tectónicas han sido descritas en otra parte? En Concepción del Oro y Mazapil, el Turoniano llega hasta una potencia de 200 metros; se compone también aquí, principalmente, de calizas apiza- rradas y pizarras. Estas capas contienen frecuentemente ejemplares de Ino- ceramas labiatus, Schloth, a veces relativamente bien conservados, pero Burck- hardt encontró también algunos restos de amonitas; entre éstas se reconoce un Ácamthoceras que se acerca algo al Acanthoceras Schlueterianum, Laube et Bruder, mencionado arriba, pero el ejemplar es más involuto que el ti- po. Otros fragmentos se acercan al grupo de Pachydiscus peramplus y prin- cipalmente a Pach. Aaccidicosta, Roem., pero una identificación es imposi- ble, porque se trata de ejemplares completamente aplastados. Hemos visto que nuestra fauna en las capas turonianas es muy limitada, en realidad no hemos encontrado más que dos especies determinables (dejan- do aparte los peces, todavía no estudiados); una de éstas se puede identificar con 'seguridad con una especie europea, el Inoceramus labiatus, Schloth., mien- tras que la otra se asemeja a ciertas Ostreas pequeñas del Cenomaniano y Tu- roniano de Europa. /. labiatus es un fósil característico del Turoniano infe- rior, pero también los otros restos encontrados se asemejan a formas del Turoniano, así es que podemos concluir con bastante seguridad que nuestras capas representan el Turoniano y muy probablemente el Turoniano inferior. Las capas corresponden probablemente a los Eagle Ford shales, de Texas, el horizonte donde el 7. labiatus se encuentra también. En los Eagle Ford shales se hallan también formas del grupo de Pachydiscus peramplus (A. Alaccidi- costa) y del grupo de Acanthoceras Woolgari3 Ostrea lugubris no parece en- contrarse en Texas, si no se reune con esta especie la O. bellaplicata y O. Bla- ckiñ como lo quiere Stanton. El Turoniano superior todavía no lo conocemos en México, es decir, que en las capas que probablemente lo representan, hasta ahora no se han encon- 1 Petrascheck. Amm. d. sáchs. Kreideform., pág. 150, lám. 10, fig. 3, lám. 11, fig. 3, lám. 12, fig. 1. ; E 2 Bose, Parras. 3 Hill, Check list. pág. 51 y 52. En cuanto a lo que Hill llama 4. faccidicosta, me queda cier- ta duda porque lo compara con A. geniculatus, Conr. que pertenece a un género completamente di- ferente. ] Y REGIONES LIMITROFES 13 trado fósiles; en Parras, por ejemplo, existen pizarras arcillosas entre las ca- pas con Imoceramus labiatus y las capas con Exogyra ponderosa (Senoniano superior, parte inferior), pero no se han encontrado fósiles en ellas; además, son los afloramientos pequeños y la mayor parte de las pizarras está cubierta de acarreos.' EL SENONIANO PARTE INFERIOR DEL SENONIANO SUPERIOR En varias partes del Sur de Coahuila y del Norte de Zacatecas se encuen- tran bancos gruesos de arenisca verde y pardo-— rojiza con intercalaciones de pizarras arcillosas de color verde, rojo y pardo hasta negruzco y bancos de ca- lizas arenosas de color gris. Los bancos de caliza son, en lo general, fosilíferos, pero los fósiles no se dejan separar de la roca; bancos de Ostrea son muy fre- cuentes en estas capas, pero las conchas pertenecen a una especie muy poco característica, la Ostrea glabra, especialmente la variedad ancha y redonda de esta especie. Muy frecuentes son también capas de gastrópodos, pero es im- posible determinarlos, porque o son moldes o las conchas no se separan de Ja roca. Existen también otros restos de bivalvos, pero, en lo general, son inde- terminables por ser moldes o por la imposibilidad de preparar la charnela. Frecuentemente se encuentran Exogyra costata, Say y Exogyra ponderosa, 1 Desde que se terminó este trabajo se han descubierto varias localidades nuevas del Turoniano inferior en México, las que en su mayor parte fueron enumeradas ya en mi nota “Nuevos datos pa- ra la Estratigrafía del Cretácico en México” (Parergones del I. G. d. M. T. TIL. N? 5, 1910). Al es- tudiar las faunas pude reconocer que en las localidades de San Juan de Guadalupe, Dgo., Opal, Zac., y Xilitla, S. L. P., se encuentran en gran número ejemplares típicos de 7. hercynicus Petr. al lado de I. labiatus Schloth. Una fauna mucho más importante todavía la encontré en colecciones hechas por el Dr. E. Haarmann y Dr. E. Angermann en el cerro del Macho, Hda. del Mohóvano, Coah. Es- ta fauna se compone en su mayor parte de cefalópodos del Turoniano inferior y se asemeja muchí- simo a la de los depósitos turonianos del Portugal y del Africa septentrional. El Dr. Haarmann sub- dividió las capas en tres horizontes que de arriba para abajo contienen las siguientes especies: Horizonte III: Vascoceras Angermanni m. sp. (grupo de V. Kossmati Choff.) Vascoceras ex att. Gamaz Choff. (juv.). Vascoceras (?) sp. (Grupo de 4. Arnesensis Choff.) Vascoceras Mohovanense n. sp. (Grupo de V. polimorphum Perv.) Neoptychites att. cephalotus Court. Neoptychites aff. Xetriformis Perv. Hoplitoides att. mirabilis Perv. Inoceramus labiatus Schloth. Avicula Aguilerae n. sp. (Grupo de 4, gravida Coqu.) Crassatella, sp. : Tylostoma aff. ovatum Sharpe. Horizonte 11: Mammites Mohovanensis n. sp. (Grupo de M. nodosoides Schl.) Pseudaspidoceras aít. Footeamum Petr. 14 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Roem. Ninguna de estas especies es característica de un solo horizonte; en Te- xas se encuentra K. costata tanto en el Senoniano inferior como en el supe- rior y E. ponderosa se encuentra en el Cenomaniano así como en el Seno- niano inferior y superior. Se trata aquí, evidentemente, de una fauna del litoral y como no se encon- traron hasta ahora amonitas, la determinación de la edad sería casi imposible si no fuera por la posición geológica de las capas. Estas capas yacen sobre piza- rras que probablemente representan el Turoniano superior y el Senoniano inferior y están cubiertas por rocas muy semejantes a las de nuestro horizon- te pero que contienen una fauna decididamente perteneciente al Senoniano superior como lo veremos más adelante. Esto nos hace creer que se trata aquí de un depósito del Senoniano inferior o de la parte inferior del Senoniano superior. Con esto está de acuerdo el hallazgo de Inoceramus Barabina; esta especie se halla en los Estados Unidos, en el Fort Pierre group, que represen- ta, según sus amonitas, probablemente la parte inferior del Senoniano supe- rior; además, encontramos una forma muy semejante si no idéntica en Europa en la zona del 4. Coesfeldiensis, Schlút. Esta representa para mí la base del Senoniano superior. En las determinaciones estratigráficas preliminares que publiqué en las guías del X Congreso Geológico así como en mi trabajo sobre Cárdenas, creí todavía que las capas entre Monterrey y Saltillo correspondían más o menos a los depósitos de Cárdenas, pero después ví que se trata de una facies y pro- bablemente de un horizonte diferente. Los bancos de gastrópodos de Monte- rrey no contienen principalmente Actaeonella, sino este género se encuentra sólo en pocos ejemplares genéricamente determinables, el resto de los gastró- podos no se puede determinar, pero una gran parte no pertenece a Actaeone- lla sino a Volutilithes o formas parecidas. Debajo de estas capas existe toda- vía una serie poderosa de pizarras y areniscas en las cuales no encontré fósiles. Según las Ostreas que se encuentran juntas con el horizonte de Gastropoda me parece probable que se trata de un depósito igual en edad a las capas de San Lorenzo, cerca de Parras, que contienen el Inoceramus Barabinsi. Estas ca- pas de Parras corresponden probablemente ya a la parte inferior del Senonia- no superior; esto indica no solamente el hallazgo de Inoceramus Barabina, si- Pseudaspidoceras att. Pedroamum White. Vascoceras aff. Adonense Choff. Fagesia Haarmanmi n. sp. (Grupo de F. superstes Kossm.) Fagesia Pervinquieri m. sp. (Grupo de F. Tevesthensis Peron.) Horizonte 1: Metoecoceras att. Whitei Hyatt. Metoecoceras n. sp. (Grupo de M. Geslinianum Petr.) Exogyra Hacarmanni n. sp. Exogyra cfr. Olistponensis Sharpe. Hemiaster sp. El horizonte 1 pertenece quizá todavía al Cenomaniano superior. (Nota añadida durante la impresión). Y REGIONES LIMITROFES 15 no también el de Lima Coahwilensis, que encuentra su pariente más cercana en Lima interplicosa del Ariyalur group de la India y probablemente de aque- lla parte que representa ya el Daniano. Así es quefalta el verdadero Senoniano inferior, o mejor dicho, hasta aho- ra no se ha podido demostrarlo paleontológicamente, porque debajo de las series de Parras y Monterrey viene una sucesión poderosa de capas en las cua- les no se han encontrado fósiles y que pueden representar tanto el Senonia- no inferior como el Emscheriano y el Turonianosuperior. La única fauna que muy probablemente pertenece todavía al Senoniano inferior es la de Cárde- has, y sus especies son casi completamente diferentes de las de las capas de Monterrey y Parras; pero debemos tomar en cuenta que esta última fauna es muy pequeña, de modo que una decisión definitiva hoy día es imposible. La fauna de Parras y Monterrey comprende las siguientes especies: Inoceramus Barabini, Mort. Lima Coahuilensis, n. sp. Anomia subtruncata, d'Orb. Ostrea glabra. M. et H., var. Wyomingensis, Meek. Exogyra ponderosa, Roenm. Exogyra costata, Say. PARTE SUPERIOR DEL SENONIANO SUPERIOR (Campaniano— Maestrichtiano) Las capas que representan la parte superior del Senoniano superior no se han encontrado en contacto con los depósitos de la parte inferior, es decir, que están separadas de aquéllas por distancias horizontales y por capas apa- rentemente sin fósiles. La parte superior del Senoniano se encuentra en los alrededores de Ramos Arizpe, cerca de Saltillo, Coahuila. Se compone de pi- zarras margosas y arcillosas, con intercalaciones de bancos de caliza y de are- nisca; hacia arriba siguen principalmente areniscas con intercalaciones de bancos de caliza y también de pizarras arcillosas; en todas estas capas predo- mina un color pardo. En todas partes la serie está cubierta de pizarras ver- des y rojas alternándose con areniscas del mismo color o de color pardo, sin que se hayan encontrado fósiles en estos depósitos superiores. En la serie in- ferior, bastante poderosa encontramos abajo la fauna del Cerro de la Cruz (cerca de Ramos Arizpe): Sphenodiscus lenticularis, Owen. Volutilithes Arizpensis, n. sp. Inoceramus Crippsi, Goldfss. Anomia mexicana, n. sp. Ostrea Saltillensis, n. sp. Exogyra costata, Say. 16 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Más arriba encontramos un baneo lleno de Ostrea Arizpensis, N. sp. Inoceramus Crippsi, Goldfss. Turritella sp. (moldes). todavía más arriba siguen varios bancos con Ostrea glabra, M. et. H. Esta sucesión parece ser bastante estable en los alrededores de Ramos Arizpe; las capas con Sphenodiscus se encuentran solamente en las inmedia- ciones de la población, pero las capas con Ostrea glabra y Ostrea Arizpensis se hallan en diferentes puntos. Creo que se tendrán que incluir los diferentes horizontes en el Senoniano superior, parte superior; el Sphenodiscus lenticu- laris se asemeja bastante a una especie del Maestrichtiano (Sph. Konincka, Hyatt) y de otra parte al Sph. Siva Forbes del Senoniano superior de la In- dia. El hallazgo de Inoceramus Crippsi, Goldfss, prueba solamente que nues- tras capas pertenecen al Senoniano. De cierta importancia es el hallazgo de Ostrea Arizpensis. Esta especie tiene su única pariente cercana en O. Mor- gama y O. cristatula, ambas del Campaniano de la Persia. Así es que tanto Sphenodiscus lenticularis como Ostrea Arizpensis indican que nuestras capas pertenecen al Senoniano superior. En Paredón encontró Scalia en una loma baja, Ostrea incurva, Exogyra costata y AÁnomia micronema. Ostrea incurva var. acutirostris y A. micro- nema, seencuentran, principalmente, en la parte superior de las capas. Ostrea incurva var. acutirostris se encuentra en todo el Senoniano del Viejo Mundo, pero principalmente en el Senoniano superior. Junto con estos fósiles encon- tró Scalia una amonita que es probablemente un Sphenodiscus. En Arizpe (que no se debe confundir con Ramos Arizpe) descubrió el mismo geólogo un gran número de Ostrea glabra y en las mismas capas una amonita mal con- servada que es probablemente también un Sphenodiscus. Ya lo hemos dicho que cerca de Ramos Arizpe se encuentra O. glabra también en las capas su- periores de los depósitos discutidos aquí. No conocemos esta especie del Vie- jo Mundo, pero se encuentra en los Estados Unidos en las partes superiores del Senoniano, en la división Laramie y en las mismas capas se halla tam- bién Anomia micronema. Así es que aparentemente tenemos en nuestras ca- pas la representación de las de Laramie, es decir, la facies marina de aquella división. Los estudios hechos hasta ahora son muy limitados, pero estudios posteriores tendrán que seguir en estas líneas de investigación porque es de la mayor importancia tanto científica como industrial saber si la suposición anterior es exacta o no. Si realmente nuestras capas representan la facies marina de los depósitos de Laramie, entonces indicaría esto que no tenemos que esperar carbón del Senoniano superior al Sur de Monterrey; pero debe- mos tomar en cuenta que encima de nuestras capas hay todavía depósitos de una potencia enorme, cuya edad no la conocemos, por la falta de fósiles, y que fácilmente podrían representar la parte superior de la división Laramie, Y REGIONES LIMITROFES 107, porque esta expresión realmente no significa un solo horizonte estratigráfico sino muy probablemente una sucesión de diferentes horizontes. De lo anterior resulta que los depósitos de los alrededores de Ramos Ariz- pe, Paredón y Arizpe pertenecen seguramente al Senoniano superior y pro- bablemente a una parte alta de éste. Lo limitado del número de especies no permite por lo pronto hacer una determinación más exacta. LA FACIES DEL CRETACICO SUPERIOR EN EL NORTE DE MEXICO No conociendo de propia vista las facies que predominan en el Cretácico de los Estados Unidos del Norte, me es difícil hacer una comparación petro- gráfica con nuestras capas. Nuestro Turoniano del Cerro de Muleros se aseme- ja, probablemente, a la facies de Nuevo México por el desarrollo de areniscas pardas y pizarras obscuras, pero de la fauna sabemos hasta ahora tan poco, que un verdadero paralelismo no se puede hacer. El Turoniano de Cerro de Mu- leros es petrográficamente muy diferente del de Zacatecas y Coahuila; mien- tras que allí predominan areniscas pardas, tenemos en la otra región pribci- palmente calizas apizarradas alternándose con pizarras arcillosas y calcáreas. Esta facies es seguramente diferente de la de los Eagle Ford shales de Texas que le corresponden. Tampoco veo una semejanza petrográfica muy grande con otros depósitos de los Estados Unidos que corresponden a nuestras capas, quizá se asemejan los depósitos de Kansas (Colorado Formation) algo más que otros. Nuestra fauna se reduce a unas cuantas especies, de las cuales el Inoceramus labiatus se encuentra en todas partes del: Turoniano inferior de los Estados Unidos. Algo más importante es la Ostrea lugubris; el tipo de esta especie no se encuentra en Texas, sino en Colorado y Nuevo México. El re- sultado es que nuestro Turoniano se distingue del de Texas por su carácter litológico y que una de nuestras dos especies determinables no se encuentra allí, mientras que la otra es una forma universalmente distribuída. Este piso indica ya una diferenciación de nuestro Cretácico superior pero en el Senoniano se pronuncia esta diferencia todavía más. El Senoniano se compone, en el Norte de México, principalmente, de pizarras arcillosas, par- das, areniscas pardas hasta obscuras e intercalaciones de bancos de caliza. Sobre el Senoniano inferior de Coahuila y Chihuahua no podemos decir nada, porque no está representado por fósiles; sólo en San Luis Potosí hemos encontrado una fauna relativamente rica del Senoniano inferior, esba facies es del todo nueva para Norte América; sólo en Jamaica existe probablemente una fauna semejante. El Senoniano superior no se asemeja en su fauna a los depósitos de Texas, de la misma edad; es cierto que en las dos regiones se encuentra Mxogyra ponderosa y LE. costata, pero éstas son especies de una distribución bastante N? 30.3 18 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA vasta, así como Inoceramus Crippsi. Importante es que ni el Sphenodiscus len- ticularis ni el Inoceramus Barabini* se encuentran en Texas, sino las dos for- mas parecen pertenecer a una facies más septentrional, la del interior de los Estados Unidos. Nuestro Cretácico superior es la continuación directa de aque- lla región de los Estados Unidos que comprende el Cretácico del W. de Texas, de Nuevo México, Kansas, Colorado, Nebraska, Wyoming, Dakota, Montana y que continúa en Canadá hacia el Norte, probablemente hasta el paralelo 602 lat. sept. White llama esta región: «The great interior area,» y realmente es la que demuestra el mayor desarrollo del Cretácico en Norte América. Nuestra serie del Senoniano superior se asemeja seguramente a la facies de la división Fox Hills más que a la de las Ponderosa Marls o de los Glauconitic beds de Texas. Naturalmente tiene nuestra fauna muchos elementos propios, lo que con el número pequeño de especies dificulta una comparación. Más se prestan los depósitos de las Esperanzas que representan, según la lista de Aguilera, una mezcla curiosa de formas texanas y formas de la gran área interior, pero parece que las formas de la fauna del área interior predominan. De cierto interés son también Anomia micronema, O. glabra y O. incur- va; estas especies fueron encontradas en las capas salobres de Laramie, y se hallan aquí en depósitos marinos. En Texas estas formas no parecen encon- trarse; es cierto que Hill* cita de las capas cretácicas más modernas de Eagle Pass una Anomia micronema (?), quizá se trata de una especie semejante o idéntica con la muestra, pero la región de Eagle Pass pertenece quizá ya a la facies del Norte de México y a la gran área del interior. Delo anterior vemos que nuestro Cretácico superior parece diferir bastante de la facies texana y acercarse mucho a la de Nuevo México, Colorado, Da- kota, Montana, etc., región llamada la gran área del interior por White. 1 Inoceramus Barabini se halla, según Vaughan (Bull. U. S. Geol. Surv. Núm. 164, pág. 26) en los Escondido beds de Eagle Pass, pero parece que se trata de hallazgos aislados. 2 Aguilera, Gisements carb. Coah., págs. 11 y 12. 3 Hill, Check list, págs. 7 y 29. PARTE PALEONTOLOGICA CEPHALOPODA Pachydiseus spec. ind. Lám. 1, lg. 1 El Dr. C. Burckhardt encontró en las pizarras con /noceramus labiatus algunos fragmentos de amonitas que se acercan al grupo de Pachydiscus pe- ramplus y especialmente al Pachydiscus flaccidicosta, Roem.' Las figuras ori- ginales de esta especie están mal dibujadas según Schliiter;” las costillas in- tercaladas no bajan tanto como en el dibujo, y existen cuatro entre dos costillas principales; éstas que salen de un nódulo umbilical son acompaña- das de una constricción ligera de la concha. Schlúter cree que la especie texana sea quizá idéntica con Pachydiscus peramplus. Los fragmentos de Mazapil que están a mi disposición, representan quizá la cuarta parte de una vuelta, son bastante involutos y muestran costillas poco prominentes. En el ejemplar de la Mina de Gallos Blancos vemos cua- tro costillas principales encorvadas hacia adelante, éstas comienzan en nódu- los en el borde del ombligo, los nódulos son radialmente alargados; las cos- tillas son delgadas en su principio y se ensanchan regularmente hacia la parte externa que no está visible. Entre dos costillas principales existen una, dos o cuatro costillas secundarias; éstas comienzan en la mitad del flanco. En el ejemplar del camino de Santa Rosa, existen una o dos costillas secun- darias entre dos costillas principales. Si se imaginara el Pachydiscus flaccidi- costa aplastado (tomando en cuenta las correcciones de Schliiter) entonces ofrecería probablemente el aspecto de nuestros fragmentos. Naturalmente no podemos saber si las costillas pasan sin interrupción sobre la parte externa de nuestros ejemplares, pero la ornamentación vista del lado tiene tanta se- mejanza con la de los Pachydiscus del tipo de P. peramplus, que no podemos dejar de indicar, por lo menos la posibilidad de que nuestros fragmentos per- tenezcan a este grupo, y podemos añadir que la posición geológica está de acuerdo con esta suposición. 1 Roemer, Kreidebild. v. Texas, pág. 33, lám. 1, fig. 1. 2 Sehlitter, Ceph. ob. deutsch. Kreide 1, pág. 34. 20 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Número de ejemplares: 2. Localidades: Mina de Gallos Blancos y camino de Santa Rosa, cerca de Mazapil, Zac. Edad: Turoniano inferior. Sphenodiscus lenticularis Owen sp. Lám. 1, ig. 2-5 1852 Ammonites lenticularis Owen, Rep. geol. Surv. Wisconsin, pág. 579, lám. 8, fig. 5. 1876 Placenticeras (Sphenodiscus) lenticulare. Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 473, fig. 66 del texto, lám. 34 fig. 1. 1903 Sphenodiscus lenticularis Hyatt, Pseudocerat., pág. 71, lám. 8, fig. 1, 2; lám. 9, fig. 1-6. Concha discoidal con flancos poco convexos, parte externa aguda, ombli- go muy pequeño, corte de la vuelta sagitiforme, superficie casi lisa, sólo ador- nada en la mitad exterior del flanco de cada vuelta por unas quince eminen- cias radiales muy bajas y a veces apenas perceptibles. La sutura es relativamente sencilla: el lóbulo externo es ancho, demues- tra en el centro (la quilla) una pequeñísima silla y en los lados dos ramifi- caciones, terminando cada una en tres puntas. La silla externa está dividida por dos lóbulos adventicios en tres partes; el primer lóbulo lateral es más profundo que los lóbulos adventicios de la silla externa; el segundo lóbulo lateral tiene sólo la mitad de la profundidad del primero; la primera y la se- gunda silla lateral, así como la primera y la segunda silla auxiliar son lige- ramente divididas en dos partes, mientras que las otras sillas auxiliares son enteras. Todas las sillas terminan en hojas redondas o en otras palabras: las sillas tienen formas filoides. En nuestros ejemplares (relativamente peque- ños) se encuentran seis sillas auxiliares, el quinto lóbulo auxiliar está di- vidido en dos ramas bien definidas. Nuestra especie pertenece al género Sphenodiscus Meek por su parte ex- terna aguda, su forma muy involuta, la presencia de tres sillas adventicias en la silla externa y la forma generalmente filoide de todas las sillas. J. Bóhm' menciona como el carácter distintivo principal la presencia de dos lóbulos adventicios en la silla externa. En su lista de los Sphenodiscus cono- cidos hasta entonces, cita Bóhm varias especies del Viejo Mundo, las que son naturalmente de mucho interés estratigráfico, porque su horizonte es exacta- mente conocido. Estas especies son Sph. Binkhorsti, Bohm. Sph. Rutoti, Gross- ouvre. Sph. Ubaghsi, Grossou vre. Sph. acutodorsatus, Nótling. Sph. Siva, Forbes, ph. Requiena, d'Orb. y Sph. cfr. Reguieni (d'Orb.) Peron. De éstos pertenecen 1 J. Bóhm, Ueb. A. Pedernalis, pág. 191 y lám. entre págs. 200 y 201. Y¡REGIONES LIMITROFES 21 Sph. Binkhorsti, Sph. Rutoti, Sph. Ubaghst y Sph. Siva seguramente al género Sphenodiscus, así como lo limitamos de acuerdo con Kossmat y Hyatt. Pero el Sph. acutodorsatus, Nótl. pertenece a un género diferente, porque todas las sillas de su sutura son enteras, lo que nunca es el caso en el género Spheno- discus. Además, se debe mencionar que las tres sillas adventicias de la silla externa no parecen ser de igual valor, sino la primera y la segunda de és- tas me parecen más bien ser una sola, dividida por un lóbulo secundario. Hyatt* tuvo la misma impresión y reunió por esto la referida especie con Indoceras, pero este último género, entonces todavía imperfectamente cono- cido, tiene según los estudios más modernos de Nótling? constantemente sólo un lóbulo auxiliar en la silla externa, además es la parte externa de la concha en el animal desarrollado siempre arredondada, mientras que el Sph. acu- todorsatus demuestra el aspecto exterior de Sphenodiscus; así es que Sph. acutodorsatus pertenece a un grupo diferente de Sphenodiscus y de Indoceras; sería conveniente crear para Sph. acutodorsatus un subgénero nuevo de /n- doceras. Pompeckj? reune con Indoceras el género Libycoceras, creado por Hyatt* para el Sphenodiscus Ismaelis, Zitt.? Ya J. Bóhm había reunido Sph. Ismaelis con Indoceras* por la semejanza de la sutura. Quaas” acepta el gé- nero Libycoceras,” porque cree que la sutura de Indoceras mo está tan bien desarrollada y tan complicada como la de 4. Zamaelis, pero si se comparan las nuevas figuras dadas por Nótling,? entonces se ve que la sutura de /ndo- ceras Baluchistanense en nada se distingue de la de 4. Ismaelis. Diferente es la ornamentación de las dos especies. Ind. Baluchistanense es en lo general liso y su parte externa es arredondada, mientras que A. [smaelis tiene costi- llas poco distintas y nudos agudos, y su parte externa es aguda. Como por lo pronto se trata sólo de dos especies (porque de Libycoceras chargense, Blanek. todavía no tenemos ni figura ni descripción) no podemos decidir con seguri- dad, si la diferencia de la ornamentación nos justificaría en separarlas ge- néricamente, pero como Blanckenhorn'* dice que su Libycoceras chargense no tiene nudos en los flancos, no debemos dar demasiada importancia a la ornamentación y la presencia de una parte externa aguda o redonda no tie- ne importancia muy grande porque Ind. Baluchistanense tiene también en 1 Hyatt, Pseudocerat, pág. 57. 2 Nótling, Ind. Baluchistanense, lám. 6. 3 Pompeckj, en Zittel, Grundzúge d. Palaeont. 2% ed. pág. 462. 4 Hyatt. Pseudocerat., pág. 58, (también en Zittel, Textbook of Palaeontology vol. 1 pág. 585.) 5 Zittel, Libysche Wúste, pág. LXXIV, LXXV, LXXXIX. Zittel, Handbuch d. Palaeontologie. Vol. 12, pág. 451, fig. 631. 6 J. Bóhm. Ueb. A. Pedernalis, pág. 191. 7 Quaas, Overwegischichten, pág. 305. 8 Quaas escribe Libycoceras, Eastman y Sphenodiscidae, Eeastman, esto es naturalmente un error, probablemente Quaas no vió que en la introducción a la edición inglesa del manual de Zittel,, el editor indica que las amonitas fueron revisadas por Hyatt. 9 Nótling, Ind. Baluchistanense, lám. 3, fig. 2, 3; lám. 5, fig. 2. 10 Blanckenhorn, Neues z. Geol. u. Pal. Aegyptens IL, pág. 45. 22 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA cierto estado de edad la parte externa aguda.! Así es que probablemente Bóhm y Pompeckj tienen razón en reunir Libycoceras econ Indoceras. Habiendo excluído así el Sph. acutodorsatus del género Spenodiscus, tene- mos que ocuparnos con el A, Reguiemanus. Ya Meek* notó la semejanza entre esta amonita y su grupo de Placenticeras, al cual pertenecía, según él, también Sphenodiscus lenticularis. A. Reguientamus fué descrito por d'Or- bigny.* En su dibujo vemos que la sutura es completamente diferente de Sphenodiscus. La silla externa está dividida en dos sillas adventicias de tama- ño muy diferente; la primera de éstas es ancha y dividida en cuatro sillas secundarias, la segunda silla adventicia es apenas algo más grande que la cuarta silla secundaria de la primera silla adventicia, el primer lóbulo late- ral es algo más ancho y profundo que el lóbulo adventicio de la silla externa, el segundo lóbulo lateral es mucho más pequeño y se asemeja en su forma al primer lóbulo auxiliar. La primera silla lateral es relativamente ancha, la se- gunda se asemeja en forma y tamaño a las tres sillas auxiliares. Todas las sillas son filoides. De esto resulta que la silla externa es completamente diferen- te de la de Sphenodiscus y que el número de sillas auxiliares es menor. Más tar- de describió Grossouvre* una amonita, la que identifica con A. Reguienianus, d'Orb., llamándola Sphenodiscus Requieni. El autor no da una figura de la concha, pero sí de la sutura y ésta es bastante diferente de la que da d'Or- bigny. La silla externa consiste también de dos sillas adventicias, de las cuales la primera está dividida en cuatro sillas secundarias, pero el lóbulo secundario que separa la cuarta silla secundaria de las otras tres es tan ancho y profundo que la silla secundaria casi se podría tomar por una silla adventi- cia. La primera silla lateral es muy ancha y dividida en dos partes casi igua- les, la segunda silla lateral es relativamente angosta y se asemeja en su forma a las dos sillas auxiliares. Peron? describe también una amonita bajo el nom- bre de Sph. Requieni, pero ésta se distingue también del tipo de d'Orbigny; la forma de la especie de Peron parece ser más robusta que la de d'Orbigny y la sutura es seguramente diferente. La silla externa se divide en dos si- llas adventicias, de las cuales la primera es mucho más ancha y alta que la segunda; pero la primera silla adventicia no está dividida en cuatro partes, y especialmente falta aquella rama que hemos llamado la cuarta silla secun- daria de la primera silla adventicia; el resto de la sutura se asemeja aparen- temente a la de A. Reguienianus.* Formas semejantes al 4. Reguienianus se encuentran también en América y Hyatt creó para éstas el nombre genérico de Coilopoceras” incluyendo en este grupo tanto el 4. Reguienianmus d'Orb 1 Nótling, Ind. Baluchistanense, pág. 9, lám. 4, fig, 2; lám. 5, fig. 3b. 2 Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 464. 3 D'Orbigny, Pal. franc., Terr. Crét., Ceph., pág. 815, lám. 93. 4 Grossouvre. Amm. de la Craie Sup., pág. 140, fig. 59 del texto. * : 5 Peron. Amm. du Crét, sup. de 1 Algérie, pág. 34, lám. 4, fig. 2, 3; lám. 17, fig. 4, 4 bis. 7. 6 Según Pervinquiere se trata de un Hoplitoides. 7 Hyatt, Pseudocerat., pág. 91. Y REGIONES LIMITROFES 23 como el 4. Requienas, Grossouvre, llamando este último Coilopoceras Gross- ouwvrez. Hyatt, distingue, pues, la forma descrita por Grossouvre de la des- crita por d'Orbigny, pero en realidad no podemos decir si esto es justificado, porque se sabe que las figuras de d'Orbigny no son siempre exactas. Si la sutura figurada por d'Orbigny está bien dibujada, entonces sí se debe distin- guir esta forma de la otra figurada por Grossouvre. Hyatt no menciona la es- pecie descrita y figurada por Peron; ésta seguramente pertenece a Hoplitoides y se asemeja por su forma exterior y su sutura a Hoplitoides ingens v. Koen. como ya lo menciona Pervinquiére.* Codopoceras Requieni (Grossouvre) se acerca por su sutura a Corlopoceras Springeri, Hyatt* y Coilopoceras Re- quientanum (d'Orbigny) a Corlopoceras novimexicanum, Hyatt? Habiendo así separado de Sphenodiscus las formas que pertenecen a /n- doceras, Hoplitowdes y Coilopoceras, vemos que todos los verdaderos Sphenodas- cuws del Viejo Mundo se encuentran en las capas del Senoniano superior, lo que es de una importancia estratigráfica bastante grande. Hemos identificado nuestros ejemplares descritos arriba con el Sph. len- ticularis, Owen, no obstante que no se pueda probar que la especie descrita por Owen sea idéntica con lo que hoy llamamos Sphenodiscus lenticularis. Debemos tomar como base la descripción y las figuras dadas por Meek. La forma de nuestros ejemplares está perfectamente de acuerdo con la del Sphe- nodiscus lenticularis así como lo describe Meek. La sutura de nuestros ejem- plares corresponde particularmente bien con la que se encuentra en la página 473 de la citada obra de Meek y la fig. 5en la lám. 9 de la obra de Hyatt; esto es el caso porque también nuestra sutura es la de un ejermplar no completa- mente adulto. Muy bien está de acuerdo nuestra sutura con la que figura Solger (Sphen. lenticularis pág. 72, fig. 8). Bóhm* dice que la figura en la pá- gina 473 de la obra de Meek representa el Sphenodiscus lobatus, Tuomey. Ig- noro qué circunstancia haya motivado esta opinión de Bóhm; Meek no dice en su texto que esta figura represente el Sph. lobatus, pero reune esta especie con la suya, dando una explicación algo forzada a la descripción de Tuomey. Sobre el Sph. lobatus no existe en realidad más que la descripción corta y bastante defectuosa dada por Tuomey.? A Meek le había llamado la aten- ción que Tuomey menciona los lóbulos “Terminating in large bilobed cells.” Meek presume que Tuomey haya confundido las sillas con los lóbulos. Hyatt parece haber tenido la misma opinión, porque habla de “his reference to large bilobed saddles.” A causa de estas sillas terminando en dos puntas filoides Hyatt* ha referido a Sph. lobatus una especie cuyas sillas terminan en dos puntas filoides. Es posible que la descripción de Tuomey se refiere a 1 Pervinquiére, Paléontologie Tunisienne, pág. 219. 2 Hyatt, Pseudocerat., pág. 96, lám. 12, fig. 1-3. 3 Hyatt, Pseudocerat., pág. 94, lám. 10, fig. 1-4. 4 Bóhm, Ueb. A. Pedernalis. pág. 195, nota 1. 5 Tuomey, New foss. Cret. rocks, pág. 168. 6 Hyatt, Pseudocerat., pág. 66, lám. 6, fig. 1, 2; lám. 7, fig. 1, 2; lám. 9, fig. 11-18. 24 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA un ejemplar de esta especie, de todos modos debemos ahora tomar la especie de Hyatt como tipo de Sph. lobatus, hasta que se encuentre y figure el origi- nal de Tuomey. Sphenodiscus lenticularis, Owen se acerca bastante a dos especies del Viejo Mundo, a saber Sphenodiscus Siva, Forbes de la India y Sph. Koninchi, Hyatt, de Maestricht. Ya Stoliczka vió la semejanza entre el Sph. Siva y Sph. lenticularis y Kossmat! citó como caracteres que distinguen la primera especie de la se- gunda: el ombligo más angosto, el ángulo más agudo, bajo el cual se encuen- tran los flancos en la parte externa, la falta de costillas radiales y las sillas de la sutura en lo general algo más altas. Me parece que la diferencia más grande consiste en la mayor anchura de la silla externa en Sph. Siva. La especie de la India proviene de los “Valudayur beds” (Senoniano superior). Parece que Sph. Konincki* se acerca todavía más a nuestra especie, la sutura se distingue casi únicamente por la longitud de las ramas laterales del lóbulo externo y la poca profundidad de este último. Sph. Kominclki no parece dis- tinguirse exteriormente de Sph. lenticularis; no estoy convencido de que Sph. Konincki sea una especie buena, me parece hasta más probable que se trata sólo de una variedad de Sph. lenticularis. Sph. Konincki proviene del Senoniano (superior?) de Maestricht. Grossouvre* es también de la opinión que Sph. Konincki se asemeja mucho más a Sph. lenticulams que a Sph. Binckhorsta. Número de ejemplares: 10. Localidad: Cerro de la Cruz, cerca de Ramos Arizpe, Coah. Edad: Senoniano superior. GASTROPODA ? Volutilithes Arizpensis, nm. Sp. Lám. 1, fig. 6-13 Conzha gruesa de tamaño mediano, de forma algo tosca, compuesta de cinco vueltas arredondadas, espira relativamente baja, pero perfectamente có- nica; la última vuelta es muy grande. Mientras que las vueltas del molde se distinguen perfectamente, las de la concha exterior apenas son separadas, de manera que la sutura es muy apretada. La última vuelta tiene una aber- tura oval, arredondada en su parte posterior, atenuada en la parte anterior, 1 Kossmatt, Unters, úb. d. súdind. Kreideform., IL, pág. 177. 2 Hyatt, Pseudocerat., pág. 82, lám. 12, fig. 8. 3 Grossouvre, Descr. des Amm. du Crétacé supérieur du Limbourg belge et hollandais du Hainaut. (Mém. Musée R. d'Hist. Nat. de Belgique, Bruxelles, 1908) pág. 19. Y REGIONES LIMITROFES 25 el canal anterior angosto está conservado sólo en parte. Ornamentación de la superficie consistiendo en pliegues longitudinales (axiales) poco promi- nentes en la última vuelta, la espira parece lisa, estrías espirales finas exis- ten en la parte anterior de la última vuelta. Abertura fusiforme, labio des- conocido, columela en la parte anterior con un pliegue fuerte y oblicuo, pliegues secundarios no observados. En el Libro-Guía del X Congreso Geológico Internacional mencioné' esta especie bajo el nombre de Volutoderma Arizpensis, pero esto fué un lap- sus calama, debería haber sido Volutomorpha Arizpensis. Más tarde he llegado a la convicción de que no se puede separar Volutomorpha de Volutilithes, tam- bién Cossmann? trata la primera sólo como una sección de la segunda y esto únicamente porque Dall conserva Volutomorpha como género distinto. Es cierto que la figura exterior no se asemeja mucho al tipo de Volutilithes, pero la presencia de un solo pliegue en la columela no nos permite tampoco iden- tificarlo con otro género, por eso describo la especie con duda bajo el nom- bre de Volutilithes; quizá se encontrará en otra parte algún ejemplar completo que permitirá una determinación exacta del género. La especie es de cierta importancia, porque es muy frecuente en los al- rededores de Los Bosques y Ramos Arizpe; se encuentra casi siempre en los bancos con Inoceramus Cripst. Número de ejemplares: 16. Localidad: Lomas alrededor de Ramos Arizpe y Los Bosques, especial- mente Cerro de la Cruz y su continuación hacia el W. Edad: Senoniano superior. LAMELLIBRANCHIA Inoceramus labiatus, Schloth. Lám. 1, fig. 14; lám. II, fig. 1-6; lám, III, fig. 2 1813 Ostracites labiatus, Schlotheim en Leonhards min. Taschenb. VII, pá- gina 93, (fide Geinitz). 1820 Mytilites problematicus, Schlotheim, Petrefaktenkunde pág. 302, (fide d'Orbigny). 1822 Inoceramus mytilordes, Mantell, Geol. of Sussex, pág. 215, lám. 28, fig. 2. ! 1852 ? Inoceramus mytiloides Roemer, Kreidebild, v. Texas, pág. 60, lám. 7, fig. 5. Bose, Monterrey et Saltillo, pág. 5. 1 2 Cossmann, Paléoconch, comp. III, pág. 144, N? 30.4 26- ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA 1875 Inoceramus labiatus, Geinitz, Elbthalgeb. II, pág. 46, lám. 12 (cum syn.). 1877 Inoceramus labiatus, Schlueter, Gatt. Inoceramus, pág. 262. 1893 Inoceramus labiatus, Stanton, Colorado Form., pág. 77, lám. 10, fig. 4; lám. 14, fig 2, 9 (cum. syn.). 1903 Inoceramus labiatus, Petrascheck, Inoc. a. d. Kr. Bohmens, pág. 156. Inoceramus labiatus es uno de los fósiles más comunes en el Turoniano de los Estados Unidos y México. Roemer fué el primero que creyó recono- cer la especie en Texas, después varios autores la citaron de diferentes pun- tos de los Estados Unidos. Stanton indicó en su trabajo citado arriba, la distribución geográfica de la especie y citó los autores americanos que la des- cribieron bajo diferentes nombres, pero parece que se le escapó que ya Gei- nitz' mencionó el Inoceramus labiatus de capas turonianas de Colorado City, abajo de capas con Inoceramus Brongmiarti; aquellos ejemplares fueron reco- gidos por el Sr. Dittmarsch-Flocon y se conservan en el Museo de Dresden. En México conocemos hasta ahora los lugares siguientes donde se encuen- tra el Inoceramus labiatus:?* Cerro Muleros,* cerca de Ciudad Juárez, Chi- huahua, todos los cerros al Sur de Parras, Coah.* varios puntos en los al- rededores de Concepción del Oro? y Mazapil, Zac.*, Peyotes, Coah.” (entre Sabinas y Ciudad Porfirio Díaz.) La especie es bastante variable, principalmente en cuanto a las relacio- nes entre altura y anchura. Sus caracteres son: Concha delgada, de contorno oval ancho hasta oval alargado con umbo- nes que sobresalen bastante sobre el borde cardinal; éste está siempre oblicuo al eje longitudinal y es generalmente corto, pero se vuelve bastante largo cuando la concha tiende a formar un oval ancho. Los umbones están fuerte- mente girados hacia atrás, en algunos casos casi espiralmente. En el lado postero-dorsal se forma una ligera aurícula allí donde se reune el borde pos- terior con el cardinal, una depresión que va del umbón al borde posterior 1 Geinitz, Parallelen d. Kreide form., pág. 195. Geinitz, Elbthalgeb. I, pág. 149; IT. pág. 48. 2 En los últimos años colecté Inoceramus labiatus en los alrededores de San Juan de Guadalu- pe, Dgo. y Opal, Zac. (en ambos lugares junto con noc. hercynicus Petr.), además entre Múzquiz y la Hacienda de la Babia, Coah. Tr. Paredes colectó la especie en Xilitla cerca de Tancanhuitz, San Luis Potosí y en Ixmiquilpan, Hgo. Santiago Ramírez figuró varios ejemplares de Inoc. labia- tus de la Sierra Mojada, Coah. Recientemente encontró el Dr. Haarmann varios ejemplares típicos de Inoc. labiatus en una capa con cefalópodos del Turoniano inferior en el Rcho. del Mohóvano, Mun., San Pedro, Coah. (Vascoceras, Fagesia, Pseudospidoceras, Neoptychites, Mammites, etc.). 3 Bose, Cerro de Muleros, pág. 9. Bóse, Mon. Cerro de Muleros, pág. 29. 4 Bose, Parras, pág. 3. 5 Burckhardt, Concepción del Oro, pág. 8. 6 Burckhardt, Mazapil, pág. 16. Burckhardt, Faune jurass. de Mazapil, pág. 156. 7 Aguilera, Gisements carb. Coah., lámina de horizontes. Y REGIONES LIMITROFES : 27 limita esta aurícula hacia abajo. La parte anterior de la concha es algo abo- vedada y de allí baja la superficie lentamente hacia el borde posterior. La ornamentación consiste de arrugas concéntricas gruesas cubiertas por arru- gas finísimas. Estas arrugas bajan desde el borde cardinal y posterior bas- taute enérgicamente hacia el borde inferior, luego se encorvan, pasan sobre la parte central y se levantan en curva bastante regular hacia el borde anterior. En el interior del borde cardinal se observan en algunos ejemplares la serie de pequeñas fosetas ligamentarias. Dimensiones Altura Ancho A oa coopaEoCUNROATA aaa soe 34 21 mm. A 89 e En las localidades mexicanas citadas arriba predomina una forma bas- tante ancha con arrugas relativamente regulares y fuertes; estos ejemplares parecen también ser un poco menos convexos que el tipo de Inoceramus la- biatus, pero ocurren únicamente en las calizas apizarradas, de modo que la última cireunstancia proviene probablemente de una ligera deformación por presión; en los bancos de caliza se encuentran ejemplares de convexidad normal. Petrascheck menciona ya que formas semejantes se encuentran también en las Weissenburger Schichten de Bohemia, y cita además un ejem- plar figurado por Stanton (lám. 14, fig. 2) como muy semejante a las for- mas de Bohemia. Al lado de esta forma ancha se encuentran también ejem- plares normales, pero en número mucho menor. A una forma semejante, pero algo diferente por la figura del umbón y borde cardinal pertenece el ejemplar figurado por Roemer; en este último ejemplar las costillas parecen ser débiles y finas y no bajar tanto hacia el borde inferior como en los ejemplares normales; por estas circunstancias pro- bablemente presumió G. Muller que quizá perteneciera este ejemplar! a Inoceramus sublabiatus, Múll? Roemer menciona que sus ejemplares pro- vienen de capas con Inoceramus Cripsi. Hill* cita el Imoceramus labiatus (ba- jo el nombre de /noc. mytiloides) tanto de los Eagle Ford shales como del Austin—Dallas chalk y Stanton* copia esta noticia sin criticarla. En todos los otros continentes /noc. labiatus está limitado al Turoniano, así es posible que los Inoceramus que se encuentran en el Austin—-Dallas chalk pertenez- can a una especie diferente del Inoceramus labiatus y quizá idéntica con el Inoc. sublabiatus, Múll.? Como nosotros todavía no hemos encontrado en México una fauna que corresponda a la del Austin—Dallas chalk no pode- mos resolver el problema; de todos modos parece que el /noc. mytiloides, y 1 G. Miller, Ob. Kreide a. nórdl. Harzr., pág. 411. 2 G. Miller, Ob. Kreide a. nórdl. Harzr., lám. 16, fig. 2 3 Hill, Check List., págs. 31 y 58. 4 Stanton, aa Formation, pág. 48. 5 A esta especie se le debe dar un nombre nuevo, porque el de 7. aaa ya fué empleado por Coquand (Synopsis pág. 960). 28 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Roem. es diferente del verdadero Inoc. mytiloides, Mant, o sea del /noc. la- biatus, Schlot. Número de ejemplares: varios centenares. Localidades: C. Prieto, C. de la Mina cerca de C. Juárez, Chih.; todas las lomas al Sur de Parras y las cuestas septentrional y meridional de la Sierra Grande de Parras, Coah.; Mina de Gallos Blancos, pie de la Cola del Zorro, Sierra de Santa Rosa cerca de Mazapil, Zac.; Cerro del Tanquecito cerca de Concepción del Oro, Zac.; lomas inmediatas a la Estación de Peyotes, Coah., del Ferrocarril Internacional. Edad: Turoniano inferior. Inoceramus Cripsi, Goldfss. Lám IL fig. 8. 1840 Inoceramus Oripsti Goldfuss, Petr. Germ. II, pág. 116, lám. 112, figu- ra 4 ad. 1845 > Goldfusstanus D'Orbigny, Pal. franc., terr. crét. Lamellibr., pág. 517., lám. 411. 1863 e Oripsi Strombeck, Zeltb. b. Lúneburg. pág. 152. 1871 > Cripsianus Stoliczka, Pelecyp. Cret. India, pág. 405, lámi- na 27, fig. 1-2 (non 3; non lám. 28. fig. 2): 1877 A Oripst Schlúter, Gatt. Inoceramus, pág. 277. 1880? Endocostea typica Whitfield, Black Hills, pág. 403, lám. 9, fig. 1-2 (non - 3-7). 1889 Inoceramus Cripsi Griepenkerl, Kónigslutter, pág. 50 (352). 1898 . » Miller, Untersenon v. Braunschweig, pág. 45, fig. 12 y 13 del texto. 1905 5 y Wegner, Granulatenkreide, pág. 161. Concha oblicuamente oval con un borde cardinal muy alargado y recto, mucho más ancha que alta pero algo variable en la proporción de estas di- mensiones. Los umbones están siempre dentro de la mitad anterior, pero su posición cambia. La concha es medianamente convexa especialmente en el la- do anterior. La superficie está cubierta de arrugas bastante pronunciadas de fuerza variable pero de curvatura bastante regular. Sobre la limitación del Inoceramus Cripsi ha habido una confusión bas- tante grande. Desde el tiempo de Goldfuss entraron en esta especie muchas formas peroy a d'Orbigny trató de separar varios tipos como /. regularis,' Í. impressus? e I. Goldfussianus.* Más tarde, reunió Roemer de nuevo todas 1 D'Orbigny, Pal. franc., terr. crét., Lamellibr., pág. 516, lám. 410. 2 Idem, ibid., pág. 515, lám. 409. 3 Idem, ibid., pág. 517, lám. 411. Y REGIONES LIMITROFES 29 estas especies bajo el nombre de /noceramus Cripsi y Strombeck* aceptó esta limitación de la especie. Roemer reunió también /. Barabini, Mort. e L. alveatus. Mort. con £, Cripst. Poco tiempo después Zittel* describió £. Cripsi de las capas de Grosau, pero distinguiendo cierto número de variedades, entre éstas también la var. regu- laris, d”Orb.; el autor reunió con su especie también /. convexus, Hall et Meek e [. fragilis. Hall et Meek. También Schlueter* reunió las especies de d'Or- bigny con /. Cripsi, así como las siguientes especies americanas: /. Barabin e parte, Í. convexus, Hall et Meek, 1. sublevis H. et M., £. tenuilineatus H. a. M., £. Sagensis, Meek, £. altus, Meek, 1. proximus, Meek, £. subcircularis, Meek» LI. Balchii, Meek, [. Vanuxemi, Meek. Pero Schlueter ya empezó a distinguir variedades bien definidas y separó una forma bajo el nombre de /. Oripsi ?, var. Barabini Mort. El primero que trató de limitar el nombre de /. Oripsia un grupo más pequeño fué G. Múller,? separando las formas con costillas distantes, del Se- noniano inferior, pero parece que el autor deja las especies de d'Orbigny reu- nidas con el /. Craipsi. Recientemente empezaron los dos autores Wegner* y Petrascheck” casi al mismo tiempo a dividir el grupo de /. Cripsi en diferentes especies. Petra- scheck* separó en su primer trabajo, siguiendo a Elbert* del 1. Cripsi las for- mas del Turoniano superior, reuniéndolas con /. Cuviera, Sow. Con esta última especie reune Elbert también formas del Turoniano las que él toma por /. plamus, Mstr., mientras que Schlúter'” cita esta especie del Senoniano superior de Lemfórde (Hannover); Petrascheck' parece sostener el /. planus como es- pecie independiente. En su último trabajo se ocupa Petrascheck más detenidamente con la li- mitación de /. Cripsi; separa de esta especie las formas de la Gosau bajo el nombre de 1. cfr. regularis, d'Orb. e £. Zitteli, Petr. y da a las formas con cos- tillas agudas y distantes el nombre de /. Múlleri Petr.; se trata aparentemente de aquellas formas que ya Múller quiso separar de /. Oripsi. Casi al mismo tiempo citó Wegner como /. Cripsi formas alargadas cuya altura, en lo general, iguala a la mitad de la longitud, y separó de éstas el Í. regularis d'Orb., así como una nueva especie; el /. cycloides, Wegn. Esta última se acerca al /. planus Mstr., pero se distingue por el ángulo más agu- 1 Roemer. Kreidebild. v. Texas, pág. 56. 2 Strombeck, Zeltberg b. Lúnebure, pág. 152. 3 Zittel, Biv. d. Gosaugeb., pág. 95, lám. 14, fig. 1-5; lám. 15, fig. 1-5. 4 Schlueter, Gatt. Inoceramus, pág. 277. 5 G. Muller, Untersenon v. Braunschweig, pág. 45 y 46. 6 Wegner, Granulatenkreide, pág. 161, 162, 163. 7 Petrascheck, Inoc. a. d. Gosau, pág. 155 y siguientes. 8 Petrascheck, Inoc. a. d. Kr. Bóhmens, pág. 163, 167, etc. 9 Elbert, Angoumien, pág. 111. 10 Schlúter, Gatt. Inoceramus, pág. 277. 11 Petrascheck, Inoc, a. d. Kr. Búhmens. pág. 167. 30 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA do bajo el cual encuentran las costillas al borde cardinal. Desde luego debo decir, que en /. cyclordes me parecen ser contenidos dos grupos, uno con cos- tillas muy distantes y anchas (fig. 5 del texto de Wegner) y otro con costillas numerosas, bastante angostas (fig. 6 del texto y lám. VII. fig. 3 de Wegner); el primer grupo se acerca mucho más a /. planus que el segundo. Tuve que mencionar todos estos detalles porque en el Cretáceo de Norte América se encuentran formas que corresponden a aquéllas, separadas ahora en Europa del /. Cripsi. Pero antes de entrar en la discusión de estas formas debo ocuparme del nombre de nuestra especie. Goldfuss identificó sus ejem- plares del Senoniano de Alemania con una especie descrita por Mantell bajo el nombre de /. Oripsi.* Pero esta última especie proviene del grey chalk marl, es decir, el Cenomaniano (no del Gault como supone Zittel). Roemer* com- paró ejemplares ingleses del 1. Cripsi con las formas designadas así en Alema- nia, y no encontró diferencia alguna, pero el autor no nos dice si estos ejem- plares ingleses eran del grey chalk marl o si se trataba quizá de formas del Senoniano; así es que la comparación hecha por Roemer no prueba nada. D'Orbigny ya había expresado la opinión de que el /. Cripsi Mant. era com- pletamente diferente del /. Cripsi Goldfss. y había dado a éste último el nombre de /. Goldfussianus; juzgando según la figura defectuosa de Mantell me parece que d'Orbigny tenía razón. Pero la gran mayoría de los paleonto- logistas no aceptó la opinión de d'Orbigny y así fué que se reunieron las for- mas más diferentes bajo el nombre de 1. Cripsi. La solución del problema la debemos encontrar en Inglaterra, y en este sentido hallamos una noticia muy importante en la obra reciente de Jukes- Browne? sobre el Cretáceo de Inglaterra. Este autor cita el Inoceramus Cripst de las capas con Schloenbachia varrans de Hamsey y Kent, del Red Chalk de Hunstanton y hasta del Gault de Folkstone. En la descripción del /noceramus latus dicen Jukes—-Browne y Newton que el /. latus Mant. del Upper Chalk es quizá idéntico con el £. planus Mstr. y sus palabras “by some authors (ejem- plares del Upper Chalk correspondiendo a /. latus Mant.) have been wrongly referred to Inoc. Cripsi. This latter is distinctly stated by Mantell to be a Chalk Marl form;” parecen indicar que los autores ven en el 7. latus Mant. formas del grupo de /. Cripsi Goldfss.; desgraciadamente no se expresan con elaridad sobre el punto. Los autores añaden que el /. latus Goldfss. corres- ponde probablemente al verdadero /. Cripsi Mant., así es que Goldfuss habría dado al fósil senoniano el nombre de la especie que se encuentra en el Grault- Cenomaniano, y a la especie del Gault-Cenomaniano el nombre del fósil Se- noniano. Jukes— Browne tiene seguramente razón en la primera parte de su aserción, es decir, que el /. Cripsi Mant. es una especie del Cretáceo medio, pero el /. latus Mant. seguramente no tiene nada que ver con el Z. planus o 1 Mantell. Geol. of Sussex, pág. 133, lám. 27, fig. 11. 2 Roemer, Kreidebid. v. Texas, pág. 57. 3 Jukes—-Browne. Cretaceous rocks of Britain III, pág. 449 y 476, I. pág. 467. Y REGIONES LIMITROFES 31 el 7. Cripsi Goldfes. Según la descripción y la figura de Mantell parece su es- pecie tener una aurícula en la parte posterior, lo que nunca es el caso en /. Cripsio I. planus; Mantell menciona particularmente que cuando esta parte está rota, la especie tiene una forma decididamente triangular. Ya Goldfuss presumió que su 1. anmulatus (1. Brongniarti) quizá fuera idéntico con el 1. latus Mant. y esto no me parece imposible. Petrascheck* toma el /. latus así como lo limitó Geinitz,* pero cita como autor a Sowerby. Sowerby?* da una figura mucho mejor que la de Mantell y su especie es seguramente idéntica con la que se designa en Alemania, Austria y Francia con el nombre de 1. la- tus. Jukes-Browne dice que el £. latus figurado por d'Orbigny y segura- mente idéntico con el /. latus de Goldfuss proviene del Cenomaniamo y no del Senoniano. Parece que Jukes—-Browne ignora que d'Orbigny en la Paléontologie francaise no separa el Cenomaniamo del Turoniano, pero ya en el Prodrome cita d'Orbigny* £. latus del Turoniano, indicando por medio de un ? sus dudas sobre la identidad entre la forma francesa y la de Mantell. Del Turoniano proviene también la forma descrita por Goldfuss, de modo que ninguno ha creído que la especie proviniera del Cenomaniano como lo parece creer Jukes—-Browne. Petrascheck? mandó a Jukes—-Browne ejemplares de 7. efr. regularis de la Gosau y del 7. Cripsi Goldfuss, de Haldem y Lemfórde; Jukes-Browne con- testó que el 1. cfr. regularis era seguramente diferente del original de Mantell mientras que el material del Norte de Alemania no fué suficiente para es- tablecer una identidad. Escribí lo anterior en el año 1907; más tarde publicó J. Boehm* un tra- bajo sobre la cuestión que nos ocupa aquí. Este autor ha podido estudiar moldes de los ejemplares originales de Mantell y de Goldfuss y llega a los resultados siguientes: Inoceramus Crippsi Mant.” es una especie del Cenoma- niano, idéntica con /. latus Mstr. (non Mantell) y con £. orbicularis Mstr. mientras que el /. Cripsi Goldfuss es una especie del Senoniano a la cual Boehm da el nombre de 7. balticus Boehm. Respecto al /. Orippsi Mantell e £. latus Mstr. debo decir que las figuras de los originales publicadas por J. Boehm no me couvencen de ninguna manera de su identidad. Comparando las dos valvas derechas en lám. 9, fig. 1 y lám. 10 fig. 2 vemos que la curva de las costillas concéntricas es en- teramente diferente, las costillas de /. latus Mstr. se acercan a una curva circular, las de /. Cripsi Mant. a una elipse y también la forma de la con- 1 Petrascheck, Inoc. a. d. Kr. Bóhmens, pág. 165. 2 Geinitz, Elbthalgeb. IL, pág. 45, lám. 13, fig. 4 y 5. 3 Sowerby, Min. Conch. lám. 582, fig. 1. 4 D'Orbigny, Prodrome 2, pág. 197. 5 Petrascheck, Inoc. a. d. Gosau, pág. 156. 6 J. Boehm, Inoceramus Cripsi. 7 Así debe escribirse el nombre según Boehm, porque la especie fué dedicada a John Martin Cripps. 32 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA cha me parece ser bastante diferente. Tampoco creo que se pueda reunir 7. orbicularis Mstr.* con £. latus Mstr. e [. Crippsi Mant; la forma de la con- cha es enteramente diferente y la de las costillas también. Respecto al /. balticus Boehm debo decir que este nombre me parece superfluo y que deberíamos aceptar el nombre de 7. Goldfussianus d'Orb. Los ejemplares que encontré en los alrededores de Ramos Arizpe y Los Bosques parecen pertenecer por lo menos en parte a 1. Cripsi Gldfss.; la especie es allí muy frecuente, pero muy raras veces se encuentra un ejem- plar completo. El ejemplar figurado no es completo, pero se ve del curso de las costillas que pertenece a nuestra especie. Eu la parte inferior del Seno- niano de Monterrey parecen existir formas del grupo de 7. planus o 1. cyclor- des, pero no me fué posible encontrar un ejemplar completo; quizá pertene- cen otros fragmentos al grupo de /. regularis; sobre las formas pertenecientes al grupo de 1. Barabini hablaré en la descripción de esa especie. Las formas que pertenecen a los grupos de 7 planus Gldfss. e L. regularis d'Orb. tienen una distribución vasta en Norte América, mientras que el verdadero /. Cripsi Gldfss. parece ser relativamente raro. Los geólogos ame- ricanos han distinguido un gran número de especies, sin ocuparse de las formas europeas.” Roemer y Schlueter reunieron todas estas formas con el [. Cripsi, pero no siempre con razón según me parece. En nuestra colección se encuentra un pequeño número de /noceramus del Senoniano de Montana y Dakota; entre éstos hay varias especies dife- rentes que por Roemer y Schlúter fueron reunidos con 7. Cripsi y que se dejan referir muy bien a otros grupos europeos. Naturalmente no puedo discutir aquí todas las especies norteamericanas que se acercan a /. Cripsi, para esto necesitaría tener mucho más material, pero numerosas formas figu- radas por diferentes autores son tan característicos que se pueden referir fá- cilmente a grupos europeos. El primero que figuró formas semejantes a 1. Cripsi ha sido aparente- mente Morton.* Este describió bajo el nombre de 7. Barabini dos especies diferentes, lo que ya mencionaron Meek y Schliiter, pero parece que todos los autores han tomado el ejemplar figurado en lám. 17, fig. 3, como el tipo de la especie; así es que discutiremos esta especie aparte, porque ya se aleja bastante del grupo de 7. Cripsi. La fig. 11, lám. 13 de Morton está muy mal dibujada; Meek, nos da una copia más fiel y refiere el ejemplar a £. proximus. Tuomey var. subcircularis, Meek. Tengo dos ejemplares de esta última espe- 1 J. Boehm, Inoceramus Cripsi, lám. 11, fig. 1. 2 Me permito anotar aquí, que Logan, Inv. Benton, Niobrara a. Fort. Pierre groups págs. 490 y 192, establece dos especies nuevas bajo los nombres de Inoceramus concentricus e T. truncatus; pero ya existe el conocido fósil del Gault Z. concentricus, Parkinson (1819) y Coquand describió un Z. truncatus del Campaniano (Coquand, Synopsis, pág. 1002); así es que se tendrá que dar nombres nuevos a las especies americanas. 3 Morton. Syn. org. rem., pág. 62, lám. 17, fig. 3; lám. 18, fig. 11. 4 Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 50, figs. 3, 4 del texto. Y REGIONES LIMITROFES 33 cie del Fox Hills group de Montana; se trata seguramente sólo de ejemplares jóvenes de /. cfr. regularis d'Orb. (véase lám. 2, fig. 7); del tipo figurado por d'Orbigny* se distinguen nuestros ejemplares por el borde anterior más uniformemente arqueado, pero están casi exactamente de acuerdo con las figu- ras 3 y 4, lám. 15 de Zittel;” la fuerza y posición de los umbones cambia aparentemente un poco. El Znoc. alveatus, Mort.* es, según Roemer,* el 7. ¿mpresus, d'Orb., pero la figura es seguramente tan mala, que no se puede expresar una opinión sobre la posición de este ejemplar. Hall? figuró algunos fragmentos, los que Roemer identificó con £. Cripst; no me parece que se puedan determinar los ejemplares sólo por las figuras dadas en el lugar citado. También Owen figuró algunos ejemplares que se acercan al grupo L. Cripst y los llamó /noc. Sagensis” e Imnoc. Nebrascensis.” Meek* reunió las dos espe- cies en una, llamándola /. Sagensis con una variedad Nebrascensis Me pa- rece que estos ejemplares pertenecen al grupo de I. regularis, d'Orb. Casi al mismo tiempo que Owen figuró Roemer” un /moceramus identi- ficado por él con £. Cripsi. Si la figura es exacta, y esto parece ser el caso, porque está de acuerdo con la descripción, entonces no se trata de un /. Oripsi, sino quizá de alguna de las variedades alargadas de £. Cuvieri, por- que el ejemplar tiene nna aurícula bastante clara, lo que nunca es el caso en alguno de los tipos que se reunían antes bajo el nombre de J/. Cripsi; además parece el borde cardinal ser demasiado corto. En el año de 1872 citó Geinitz" el 7. Goldfusssiamus de los alrededores de Colorado City donde Dittmarsch-Flocon lo encontró junto con Baculites grandis en capas que cubren margas con A. peramplus, Inoc. Brongmiarta, ete. Como Geinitz cita aquí la especie bajo el nombre de /. Goldfussiamus, hay que suponer que se trata de ejemplares del verdadero 1. Cripsi, Gldfss. En 1876 figuró Meek un gran número de especies de Inoceramus, muchas de las cuales fueron reunidas por otros autores con el /. Cripsi. Ya hemos mencionado el 7. Sagensis'! que se acerca al grupo de /. regularis, el [. proxi- mus Tuomey* así como su variedad subcircularis* que seguramente pertene- D'Orbieny, Pal. franc., terr. crétb., Lamellibr., lám. 410. Zittel, Biv. d. Gosaugeb. Morton, Syn. org. rem., pág. 63, lám. 17, fig. 4. Roemer, Kreidebild, v. Texas, pág. 58. Hall, Fremont's Exped., págs. 308 y 309, lám. 4, figs. 1, 2. Owen, Rep. geol. Surv. Wisconsin, pág. 582, lám. 7, fig. 3. Owen, ibid., pág. 582, lám. 8 A., fig. 1. : Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 52, lám. 13, fig. 2. Roemer, Kreidebild, v. Texas, pág. 56, lám. 7, fig. 2. Geinitz, Parallelen d. Kreideform., pág. 196. 11 Meek, Inv. Cret. a. Tert, foss. Upp. Miss., pág. 52, lám. 13, fig. 2. 12 Meek, loc. cit., pág. 53, lám. 12, fig. 7. 13 Meek, loc. cit., pág, 55, lám. 12, fig. 2. . o000-3D0UQJI+?S0NA N0 30.5 34 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA cen al grupo de 7. regularis, d'Orb. Tengo un ejemplar (lám. 3, fig. 6) del Fox Hills group de Montana que se acerca a /. Sagensis y que no se distin- gue mucho de las formas de la Gosau. El 7. convevus de Meek” pertenece también seguramente al grupo de /. regularis. El trabajo de Hall y Meek que contiene la descripción original de Í. convexus no me es accesible. En nuestra colección existen dos ejempla- res del Fox Hills group de Montana, determinados como /. convexus. Estos ejemplares son realmente formas muy abovedadas (lám. 3, fig. 3-5) pero no se asemejan a la figura dada por Meek en el trabajo arriba citado. Estos ejemplares se acercan en su contorno decididamente al L. Cripsi, Gldfss., pe- ro son mucho más convexos, quizá se trata de una variedad de esa especie. En nuestra colección existe también un ejemplar del Fort Pierre group del Cheyenne River, Dakota, designado con el nombre de /. tenuirostris, pe- ro probablemente se trata de un error y debería ser /. tenuilineatus H. et M.;* pero nuestro ejemplar se distingue del que figura Meek, por la posición del umbón (lám. 5, fig. 2) y se aproxima más al ejemplar figurado por Whit-. field.? Se trata en nuestro caso de un molde que apenas muestra huellas de las costillas y que tiene un borde cardinal bastante grueso; restos de la con- cha demuestran que las costillas eran bien pronunciadas aunque no tan fuertes como en /. Cripsi. La forma es la de esta última especie, pero para poder decir si se trata de una variedad o de una especie diferente se necesi- taría estudiar la charnela, lo que no fué posible en el ejemplar que estuvo a mi disposición. Una especie independiente es probablemente el 7. Balchi, M. y H.* Esta especie se acerca algo al grupo de /. efr. regularis de la Gosau, pero se dis- tingue por su forma todavía más alta y las costillas muy bajas. Si las costi- llas fueran más numerosas y más pronunciadas, se podría tomarlo por un /. planus. Muy interesante es el 7. Vanmuxemi M. y H.;? este se asemeja evidente- mente a 7. cycloides, Wegn.* y especialmente a la forma figurada en la fig. 5 del texto de Wegner; ya lo he dicho que la especie de Wegner me parece contener dos especies diferentes, una con costillas distantes y otra con costi- tillas muy numerosas; el /. Vanuxemi pertenece al grupo con costillas distantes. También Whitfield figuró un gran número de formas que se asemejan al grupo de 7. Cripsi. Lo que Whitfield figura bajo el nombre de /. Sagensis” no me parece pertenecer a esta especie, las costillas son extremadamente 1 Meek, loc. cit,, pág. 51, lám. 12, fig. 5 a. d. 2 Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 57, lám. 12, fig. 6. 3 Whitfield, Black Hills, pág. 400, lám. 9, fig. 12, 13. 4 Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pás. 56, lám. 15, fig. La. b. 5 Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 57, lám. 14, fig. 2a. b. 6 Wegner, Granulatenkreide, pág. 162. 7 Whitfield, Black Hills, pág. 893, lám, 7, fig. 12; lám. 8, fig. 2. Y REGIONES LIMITROFES 3D E distantes; éstas parecen ser muy arredondadas en fig. 12, lám. 7, pero en la vista desde el umbón en lám. 8, fig. 2, parecen ser mucho más agudas. Quizá se trata de una especie que se asemeja a /. Milleri, Petrasch.' El Z. Simpson de Whitfield* seguramente no es idéntico con el /. Simp- soni, Meek* sino pertenece a /noc. Oripsi, Gldfss; el encorvamiento de las costillas de /. Simpson es completamente diferente y el borde cardinal pare- ce ser mucho más corto. L. Vanuxemi Whitfield* seguramente no pertenece a esta especie le Meek y Hayden, sino a [. procimus Meek, y se acerca mucho al grupo de /. regu- laris d'Orb. Lo que Whitfield*? describe como /. Vanuxemi, var. ? me parece ser un 1. Vanuxemi bastante típico y pertenece claramente al grupo de L. cyclordes Wegner. Whitfield* estableció un género nuevo, Endocostea, para la anormalidad que ya dió origen al nombre de /. impressus d'Orb., es decir para aquellos Inoceramus que demuestran un surco oblicuo en la mitad posterior de la con- cha. Whitfield ve en este surco del molde la posición de la impresión del músculo posterior. Ya Roemer” llamó este surco una anormalidad y ahora sabemos que esta anormalidad existe en varias especies; Petrascheck* dice que algunos ejemplares de su /. Múlleri muestran un surco igual al de /. impressus d'Orb.; Wegner* describe un /. Branco que tiene un surco en la parte superior de la concha. No existe absolutamente ningún motivo para separar estas formas genéricamente de /noceramus, porque el surco que co- rresponde a un hinchamiento interior de la concha, seguramente no tiene que ver con la impresión muscular.” Teugo un ejemplar del Fort Pierre group, de Cheyenne River, Dakota (probablemente de la localidad original de Whitfield) que está determinado como Endocostea typica; este ejemplar (véase lám. 3, fig. 1) pertenece quizá a una forma semejante a la que represen- ta la fig. 2 en lám. 9 de Whitfield. Se asemeja bastante a 1. Barabina, pero se distingue bien por la depresión que existe al lado del_borde cardinal y se acer- ca en sus contornos bastante a formas como el /. Cripsi var. sulcata Roemer.” 1 Petraschek, Inoc. a. d. Gosau, pág. 160, lám. 6, figs. 1, 2; fig. 1 del texto. 2 Whitfield, Black Hills, pág. 395, lám. 8, fig. 1. 3 Meek, Great Basin of Utah, pág. 360, lám. 4, fig. 4. Meek, 40th Parallel, IV pt. 1, pág. 142, lám. 13, fig. 4. 4 Whitfield, Black Hills, pág. 396, lám. 7, fig. 8-9; lám. 8, fig. 4-5. 5 Whitfield, Black Hills, pág. 398, lám. 7, fis. 10. 6 Whitfield, Black Hills, pág. 402. 7 Roemer, Kreidebild, v. Texas, pág. 57. 8 Petrascheck, Inoc. a. dl. Gosau, pág. 160. 9 Wegner, Granulatenkreide, pág. 159. ' 10 Todo el texto fué escrito en 1906-07, así es que no me es posible considerar la literatura pos- terior de una manera. detallada, pero no quiero dejar de mencionar que Boehm (Inoceramus Crip- si, pág. 48 y siguiente) considera Endocostes como un género bien fundado; en el surco ve Boehm la impresión de una cresta muscular. La existencia de esta cresta muscular me parece sumamente hipotética y la argumentación de Boehm no me ha podido convencer. 11 Roemer, Oberschlesien, lám. 39, fig. 9. 36 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Whitfield describió también de New Jersey varias formas que se acercan al L. COripsi Gldfss. ln este trabajo toma Whitfield el Z/. Barabini' aparente- mente en un sentido nuevo. Se refiere a la fig. 1 y 2 del texto de Meek; el umbón se acerca mucho menos al lado anterior que en los ejemplares típicos y aquella forma pertenece probablemente al grupo de /. Cripsi Gldfss. La fig. 3 de Whitfield pertenece quizá al grupo de /. regularis d'Orb. por el lado anterior tan ensanchado, y las figs. 4 y 5 pertenecen muy probablemente a esta especie; hay que notar que las costillas son demasiado regulares para 1. Barabim. Lo que Whitfield figura como /. Sagensis? representa formas del grupo de /. regularis d'Orb. Su /. Sagensis var. quadrans? es probablemente una especie nueva, si no se trata de un ejemplar enfermo. Logan* cita también el /. Sagensis, pero su figura es solamente la repro- ducción defectuosa de una figura de Meek. Hemos visto que en Norte América se encuentran los mismos grupos que en Europa; el [. regularis d'Orb. predomina, formas que se acercan a £. Crip- si Gldfss., a L. planus Gldfss., a 1. cycloides Wegn. son bastante frecuentes, pero el material necesita una revisión concienzuda porque hasta ahora no sabemos casi nada sobre las charnelas de los diferentes grupos americanos. El pequeño material que está a mi disposición no se presta a la preparación de las fosetas ligamentarias, además es el número de los individuos que poseemos muy pequeño. Meek ya separó con bastante buen tacto varias es- pecies, pero no tomó en cuenta las especies europeas; en una revisión se de- bería comparar las formas del Viejo Mundo con las del Nuevo Mundo y se- guramente se llegaría a ver que los dos continentes tienen muchos grupos COMUNES. En México los Inoceramus de los grupos que se acercan al /. Cripsi no se encuentran frecuentemente en ejemplares bien conservados, no obstante de ser las especies muy abundantes en el Senoniano. Conozco ejemplares típi- cos de /. Cripsi Gldfss. sólo de los alrededores de Ramos Arizpe. De Las Esperanzas, Cuah., conozco ejemplares que en parte se acercan a /. cycloides y en parte se acercan a £. regularis; Aguilera cita de aquella localidad el TOCTOps?. Edad: Senoniano superior. 1 Whitfield, Brach, a. Lamellibr. New Jersey, pág. 75, lám. 15, fig. 3-5. 2 Whitfield, Brach. a. Lamellibr. New Jersey, pág. 76, lám. 14, fig. 15; lám. 15, fig. 1, 2. 3 Whitfield, Brach. a. Lamellibr. New Jersey, pág. 79, lám, 14, fig. 16. 4 Logan, Inv. Benton, Niobrara a. Fort Pierre groups, pág. 506, lám. 109, fig. 1. Y REGIONES LIMITROFES 37 Inoceramus Barabini, Mort. Lám. III, fig. 7; lám. IV, fig. 1 1834 Inoceramus Barabini Morton, Syn. org. rem., pág. 62, lám. 17, fig. 3 (non. lám. 13, fig. 11). 1876 Inoceramus Cripsi ?, var. Barabini Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 49, fig. 1 y 2 del texto, lám. 13, fig. 1 a, b, c, (non lám. 12, fig. 3). 1876 Inoceramus Cripsti Lundgren, Om Inoceramusarterna, pág. 94, lám. 5, fig. 1. 1877 Inoceramus Cripst ?, var. Barabini Schliúter, Gatt. Inoceramus, pá gina 279. 1880 Inoceramus Barabimi Whitfield, Black Hills, pág. 398, lám. 7, fig. 7, lám. 9, fig. 8. 18958 Inoceramus Cripsit, var. barabina Logan. Inv. Benton, Niobrara a. Fort Pierre groups., pág. 504, lám. 109, fig. 2. 1904 Inoceramus Cripsú Airaghi, Inocerami del Veneto, pág. 194, lám. 4, fig. 11 ON figs. 8, 10, 12). 1904 Inoceramus crenistriatus Airaghi, ibid., pág. 197, lám. 4, fig. 16. Inoceramus Barabini es una de las especies más constantes entre los gru- pos que se acercan al /. Cripsi Gldfss. En nuestra colección se encuentra un ejemplar bastante típico que proviene según la etiqueta del Fox Hills group de Montana, pero como el ejemplar fué adquirido de un colector, el piso no es seguro. Sus caracteres son: Concha delgada de tamaño mediano, transversalmente oval, angostada hacia los umbones; medianamente abovedada en la parte anterior. El borde anterior forma con el borde cardinal un ángulo de casi 90%, un poco más abajo se encorva hacia atrás y pasa paulatinamente en el borde inferior; el borde posterior forma una curva bastante regular y pasa por una curva re- gular en el borde inferior. El borde cardinal es derecho y largo. Los umbo- nes son bastante prominentes y agudos, pero se levantan poco sobre el borde cardinal; se encuentran en el término anterior de la concha. La ornamen- tación consiste de costillas concéntricas, en la región anterior agudas, atrás arredondadas (ondulaciones); estas costillas se encuentran en distancias irre- gulares y tienden a desaparecer cerca del borde inferior y del borde cardinal; a veces existen costillas secundarias que se reunen adelante y atrás con una costilla principal. Charnela desconocida. A la misma especie pertenece un molde recogido por el Sr. Juan Viveros Hidalgo, topógrafo del Instituto Geológico de México, en la Loma de la Rinconada cerca de la Hacienda de San Lorenzo en los alrededores de Pa- rras, Coah. El molde no está muy bien conservado pero es tan típico que no vacilo en reunirlo con /. Barabina, 38 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Ya lo he mencionado que Morton reunió dos especies diferentes bajo el nombre de /noceramus Barabiniá Meek limitó el nombre a las formas alar- gadas con los umbones terminales o casi terminales; pero no fué completa- mente consecuente porque reunió con aquellas formas un ejemplar que per- tenece a 1. Cripsi Gldfss. (Meek. lám. 12, fig. 13). Meek, aparentemente apoyándose en las opiniones de Roemer, designó la especie con el nombre de 7. Cripsii:?, var. Barabini Mort. Schlúter aceptó este mombre para for- mas de Alemania que se angostan mucho hacia el umbón y se ensauchan hacia atrás y abajo. Sehliúiter menciona que la especie está bastante bien repre- sentada por las figuras dadas por Lundgren y Meek. Schlúter añade que ha recogido más de veinticinco ejemplares de este tipo pero que no está seguro si se trata de una especie independiente. Realmente se asemeja la forma figu- rada por Lundgren mucho a /. Barabina, especialmente por el contorno, pero me parece que las costillas son mucho más fuertes y más regulares que en el tipo de la especie americana. Lo mismo se puede decir de la forma figu- rada por Airaghi bajo el nombre de /. Cripsi; porque su contorno está bas- tante de acuerdo «con el /. Barabini, pero las costillas más prominentes y más regulares la distinguen del tipo. Quizá se trata sólo de una variedad, porque veremos más adelante que las formas encontradas en los Black Hills de Dakota tienen también costillas bastante prominentes y regulares. Parece que la forma europea se encuentra generalmente en la parte inferior de las capas con Belemnitella mueronata. Whitfield encontró ejemplares bastante típicos en el Senoniano de los Black Hills, Dakota. Probablemente se tendrá que añadir a 71. Barabini par- te de las formas designadas por Whitfield con el nombre de Endocostea typi- ca. Ya hemos mencionado en la discusión de /. Crispi que el género Endocos- tea no se puede sostener y se tendrán que reunir los ejemplares figurados en la lám. 9, fig. 3-7 de Whitfield con 7. Barabini. Los ejemplares de los Black Hills se distinguen un poco de los de Montana por sus costillas algo más fuertes y mucho más regulares, así es que se acercan a las formas europeas citadas arriba, formando una verdadera transición. Whitfield describió 1. Barabini también de New Jersey,' pero tomó como tipo la fig. 3 de la lám. 12 de Meek, la que hemos separado ya de nuestra es- pecie; así es que la fig. 3 de Whitfield seguramente no pertenece a /. Barabi- na; fig. 4-5 se acercan algo más, pero este ejemplar es demasiado alto y dema- siado corto para poder ser incluído en nuestra especie, se trata probablemente de una forma del grupo 1. regularis, d'Orb. Airaghi describe una forma de Austin, Texas, llamándola /. crenistria- atus, Roem. (nombre de manuscrito), pero me parece que se trata quizá de un ejemplar muy mutilado de 7. Barabini. Airaghi dice que proviene del Turoniano, pero se refiere quizá a la etiqueta de Roemer, y este autor inclu- 1 Whitfield, Brach. a. Lamellib. New Jersey, pág. 75, lám. 15, fig. 3-5, Y REGIONES LIMITROFES 39 yó en su Turoniano de Texas capas de diferente edad, de modo que el hori- zonte del ejemplar figurado por Airaghi no será seguro. En México 1. Barabini se encontró hasta ahora sólo en la localidad cita. da cerca de Parras, pero el Senoniano de nuestro país es tan poco estudiado y las colecciones son todavía tan pequeñas que no se puede decir de antema- no si la especie no se encontrará en otros lugares. Número de ejemplares: 1. Localidad: Loma de la Rinconada de la Hacienda de San Lorenzo, Pa- rras, Coah. Edad: Senoniano superior parte inferior. Lima (Mantellum ) Coahuilensis, n. sp. Lám. IV. Fig. 3-11 Concha pequeña bastante convexa, algo oblicua; borde postero-superior casi derecho, borde antero-superior derecho, pasando por una curva al borde antero-inferior; borde postero-inferior ligeramente encorvado, se reune con el borde postero-superior en un ángulo obtuso, borde inferior fuertemente ar- queado. Area anterior apenas desarrollada; aurículas pequeñas, la anterior más grande que la posterior. La ornamentación consiste en 30-35 costillas radiales, que no se bifurcan, y que son de corte triangular, de manera que en su parte más alta son agudas. En el fondo de cada intersticio entre las costi- llas se encuentra una costilla fina secundaria. Toda la superficie está cubier- ta de líneas concéntricas de crecimiento bastante marcadas, éstas producen frecuentemente una ligera rugosidad en las costillas, especialmente en las del lado anterior. Las aurículas no muestran costillas sino sólo líneas de creci- miento bastante pronunciadas. Dimensiones Valva derecha Valva izquierda (De otro ejemplar) MA nado 19.9 mm. 18.4 mm. AMC ea ose Op EL po ESPE mapassrans.ss deta tao DO y DI Entre las especies americanas se acerca sólo la Lima Utahensis! exterior- mente algo a nuestra especie, pero parece que las costillas de Lima Utahensis son menos numerosas (la descripción no menciona el número) y los autores no mencionan costillas secundarias en los intersticios; de manera que la for- ma pertenece probablemente a un grupo diferente. Entre las especies del Viejo Mundo conozco sólo una forma de la, India, la Lima interplicosa, Stol.* que se acerca bastante a la Lima Coahuilensis. Tie- ne más o menos el mismo número de costillas principales y éstas alternan 1 Stanton, Colorado Formation, pág. 71, lám. 9, fig. 5; cum. syn. 2 Stoliczka, Pelecyp. Cret. India, pág. 418, lám. 30, fig. 10-11. 40 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA con las costillas secundarias de los intersticios; L. interplicosa se distingue de nuestra especie por su forma algo más ancha y según parece por la granula- ción más fuerte de las costillas. L. imterplicosa se encuentra en el Ariyalur group de Ninnyur (Senoniano superior). Entre las especies europeas se acerca quizá algo la Lima britannica, Woods, pero se distingue luego por las costillas secundarias tan numerosas. Número de ejemplares: 5 completos y varios fragmentos. Localidad: Loma de la Rinconada, Hda. San Lorenzo, Parras, Coah. Edad : Senoniano superior parte inferior. Anomíia micronema, Meek Lám. IV, fig. 12-22 1875 Meek, Note on some fossils, pág. 43. 1883 White, Cont. to Pal. 4, pág. 57, lám. 25, fig. 2. Concha relativamente grande para Anomia, de contorno oval alargado, raras veces subcircular; se encontraron solamente valvas izquierdas; éstas son bastante abovedadas, especialmente en el eje longitudinal de la concha, raras veces se encuentran ejemplares poco convexos y hasta casi planos. El umbón es generalmente ancho, pero poco prominente y pasa algo sobre el margen cardinal; éste es poco encorvado y bastante claramente separado de los márgenes laterales, es también mucho más grueso que estos últimos. La superficie está adornada de costillas radiales finas y estrías concéntricas de crecimiento; las costillas radiales son de corte arredondado, irregulares en su curso, muchas veces interrumpidas o movidas a un lado por una estría con- céntrica de crecimiento, frecuentemente se bifurcan. Impresiones musculares desconocidas. No conozco ninguna especie que se acerque mucho a la nuestra. Esta fué encontrada por el Dr. $, Scalia y parece que es bastante frecuente en las ca- pas superiores de Paredón, Coah. ; Número de ejemplares: 20. Localidad: Paredón, Estación del F. C. Central entre Movie y To- rreón. Edad: Senoniano superior. 1 Woods, Cret. lamellibr. of England Il, pág. 38, lám. 6, fig. 13 a-d. Y REGIONES LIMITROFES 41 Anomia mexicana, M. sp. Lám. V, fig. 2-4 Concha pequeña, delgada, de contorno variable, algunas veces alargado oval, otras veces oval transversal y en algunos casos casi circular. La especie está representada sólo por valvas izquierdas. La valva es generalmente bas- tante abovedada, particularmente en la región del umbón. El borde cardinal es encorvado, el umbón es agudo y pasa sobre el mencionado borde. La super- ficie de la valva es lisa, las estrías de crecimiento se distinguen apenas. En algunos moldes se notan huellas de las impresiones musculares, pero no me fué posible obtener una idea clara de sus formas. Dimensiones I TI TI Iso boodos Henao a 15.4 13.4 18.9 mm. AC 12.9 14.9 201055 INJOASO esoonoaodpodaonas 4.3 5.2 DO cop Nuestra especie se acerca bastante a 4nomia semiglobosa, Gein.' pero tiene el umbón en lo general más prominente; por esta circunstancia se asemeja algo a Anomia Ewaldi, Frech,* pero en esta última especie es la concha esca- mosa a consecuencia de las fuertes estrías de crecimiento. Anomia Coquanda Zitt.* se parece a nuestra especie por su contorno y la superficie lisa, pero el umbón es menos prominente. Entre las especies americanas no conozco nin- guna que se acerque mucho a la nuestra; la única algo más parecida sería quizá Anomia tellinoides, Mort. Anomia mexicana se encuentra en muchos ejemplares en determinados bancos del Senoniano superior de los alrededores de Ramos Arizpe, Coah.; es particularmente abundante en el Cerro de la Cruz y la loma al W. de aquel cerrito. Número de ejemplares: varios centenares. Localidad: Alrededores de Ramos Arizpe, Coah. Edad : Senoniano superior. Anomia subtruncata d*Orbigny Lám. V, fig. 1 1842 Anomia truncata, Geinitz, Char. III, pág. 87, lám. 19, fig. 4-5. 1846 mA de Reuss. Bóhm. Kreidef. II, pág. 45, lám. 31, fig. 12-14. 1850 » subtruncata, d'Orbigny, Prodome Il, pág. 171. 1 Geinitz, Quadersandsteingeb, pág. 206, lám. 11, fig. 6-9. Sturm, Kieslingswalde, pág. 94, lám. 11, fig. 2. 2 Fresh, Suderode, pág. 154, lám. 11, fig. 4, lám. 12, fig. 20-28. 3 Zittel, Biv. d. Gosaugeb, Il, pág. 126, lám. 19, fig. 8. N? 30.—6 42 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA 1870 Anomia truncata, Credner, New Jersey, pág. 232. 1875 », subtruncata, Geinitz, Elbthalgeb. II, pág. 30, lám. 8, fig. 22-23. 1885 » argentaria, Whitfield, Brach. a. Lamellibr. New Jersey, pági- na 42, lám. 4, fig. 10-11 (non fig. 9). 1906 » argentaria, Bóse, Senoniano de Cárdenas, pág. 38, lám. 1, fig. 8. Concha de tamaño mediano para Anomia, delgada, de contorno cuadra- do arredondado, muy poco convexa y esto principalmente en la región cen- tral. El ápice es relativamente agudo, pero muy pequeño, apenas se levanta sobre el resto de la concha; se encuentra un poco abajo del margen cardinal. El margen cardinal es largo y casi recto, los bordes anterior y posterior son ligeramente arqueados, el borde inferior es bastante arqueado. La ornamen- tación consiste en estrías finas concéntricas y estrías finas radiales. Estas últi- mas son ligeramente onduladas por las estrías concéntricas y frecuentemente interrumpidas y algo movidas hacia el lado, allí donde se cruzan con las es- trías concéntricas más fuertes. Las estrías radiales faltan en la región cerca del margen cardinal y en la región del umbón. Dimensiones: altura, 16.5 mm.; anchura, 18.0 mm.; espesor, 3.6 mm. En mi ejemplar, la capa superior de la concha no está bien conservada, pero en ciertas partes se ve bien la forma especial de la ornamentación; en otras partes, donde la parte superior de la concha falta, las estrías radiales son más débiles, pero se distinguen todavía perfectamente. Ya he descrito un ejemplar de la misma especie, pero de otra localidad, bajo el nombre de Anomia argentaria, Mort. Entonces tomé como tipo de es- ta especie lo que Whitefield figura bajo el nombre de A. argentaria, pero aho- ra me he convencido de que la especie de Whitefield es seguramente diferen- te de la de Morton, porque 4. argentaria, Morton, tiene un ápice que pasa sobre el margen cardinal y el autor no menciona estrías radiales, mientras que Á. argentaria, Whitefield, tiene las estrías radiales características de nues- tra especie y el ápice queda bajo el margen cardinal. En esto me refiero a la figura 10 de Whitefield, porque es a la que se refiere también la descripción del autor citado, mientras que su fig.:9 está en contradicción con la descrip- ción, porque el ápice pasa sobre el margen. Me parece que el nombre de 4. argentaria no se debería usar hasta que se conozca el original de Morton, por- que con la descripción y figura dadas por aquel autor no se puede obtener una idea clara de la especie. Creo que A. subtruncata, d'Orb, es realmente idéntica con nuestra espe- cie; tiene el margen cardinal algo truncado y la ornamentación característi- ca. Esta la describe únicamente Geinitz,' pero menciona en su segundo tra- bajo que las estrías radiales no se observan en ejemplares pequeños; así se explica que algunos autores no hablen de estas estrías. También nuestro ejem- 1 Geinitz, Char. II, pág. 87. Geinitz, Elbthalgeb. II, pág. 31. Y REGIONES LIMITROFES 43 plar a la primera vista parece ser completamente liso, sólo con la lente se ob- servan las líneas radiales. Nuestro ejemplar se asemeja en su forma princi- palmente a los ejemplares originales figurados por Geinitz,' los ejemplares que el autor figura más tarde” se distinguen porel margen cardinal recto, pe- ro corto, y no sabemos si estos ejemplares no pertenecen a una especie dife- rente; Geinitz menciona también en este trabajo el margen cardinal trunca- do. Me parece que frecuentemente se han tomado estas últimas figuras de Geinitz como típicas, así, por ejemplo, se distingue la especie citada por Weg- ner? bajo el nombre de 4. subtruncata, de la forma original, pero se asemeja en su contorno a las figuras dadas por Geinitz en su Elbthalgebirge. Wegner no menciona la ornamentación radial, de modo que sus ejemplares quizá per- tenecen a otra especie. A. subtruncata se encuentra en Europa, tanto en el Turoniano como en el Senoniano inferior. Número de ejemplares: 1. Localidad: Loma de la Rinconada cerca de la Hda. de San Lorenzo, Pa- rras, Coah. Edad : Senoniano superior parte inferior. Ostrea glabra, Meek et Hayden Lám. V, fig. 5-14; lám. VI, fig, 1-10; lám. VII, fig. 1-5 1857 Ostrea glabra, Meek and Hayden, Descr. new Cret. a. Tert. fossils, pá- gina 146. 1873 —,, arcuatilis, Meek, Preliminary paleontol. Rep., pág. 477, nota 2. 1873 —, Wyomingensis, Idem., ibid., pág. 508. 1876 ,, ?imsecwris, White, Powells Rep. Geol. Uinta Mts., pág. 112 (fide White). 1876 ,, glabra, Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss. pág. 509, lámi- na 40, fig. 2 a-d. 1883 , Wyomingensis, White, Contr. to Pal. 4, pág. 56, lám. 20, fig. 1 a-c. 1883 ,, ?insecwris, Idem., ibid., pág. 56, lám. 21, fig. 1 a—b. 1883 —,, glabra, White, Rev. non marine foss. mol). N. A., pág. 421, lámi- nas 9, 10, 11, 12, fig. 1-8. 1884 ,, glabra, White, Rev. foss. Ostreidae N. A., pág. 307, lám. 58, 59, 60, 61, fig. 1-3. : LU o » Bóse, Senoniano de Cárdenas, pág. 41, lám. 2, fig. 5. Ostrea glabra es una de las especies más variables cuyas variedades nun- ca han sido figuradas en su totalidad. Sus caracteres son: 1 Geinitz, Char. III, pág. 87, lám. 19, fig. 4-5. 2 Geinitz, Elbthalgehb. TL, pág. 30, lám. 8, fig. 22-28. 3 Wegner, Granulatenkreide, pág. 177, lám. 7, fig. 5 a, d. 44 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Concha mediana hasta grande, gruesa o relativamente delgada, de con- torno suboval hasta subcircular u oval alargado, siempre angostándose hacia los umbones, arqueada hacia adelante o hacia atrás o completamente simétri- ca. Superficie lisa o con lamelas de crecimiento prominentes. Valva inferior abovedada, raras veces hasta casi plana; en los ejemplares muy grandes su- ben los bordes laterales desde el umbón en curvas hasta el último tercio de la longitud para bajarse después y reunirse en el borde inferior que es fre- cuentemente encorvado hacia abajo.* Umbón agudo hasta angular, frecuen- temente encorvado hacia adelante o hacia atrás. Valva superior menos abo- vedada que la inferior, a veces algo cóncava en su parte inferior, umbón generalmente arredondado o truncado. Impresión muscular oval-oblicua, en- tre el eje longitudinal y el borde posterior. Dimensiones I II III Iv NA vI VII VIII ALU 118.2 88.6 62.9 63.5 59.2 46.3 37.4 37.6 mm.? Anchura..... 106,2 73.1 94.5 34.0 31.6 30.7 26.3 MSI pp Espesor...... 38.5 48.1 SID 24.2 20.0 19.7 18.5 SU 2 Núms. 1-IV son ejemplares completos de dos valvas, núm. VIII[:es una sola valva. Hemos dado aquí las dimensiones de unos cuantos ejemplares escogidos para demostrar la variabilidad de las relaciones entre altura, anchura y es- pesor. Ya hemos indicado en otro lugar la semejanza entre O. glabra y O. puni- ca, Thom. et Per.; pero en realidad no se debe dar una importancia muy grande a la semejanza entre nuestra especie y las de otros continentes, por- que O. glabra es tan poco característica y al mismo tiempo tan variable, que probablemente se podrían encontrar especies semejantes en diferentes pisos. Las dos variedades principales de O. glabra son: una alargada, que es el tipo de Meek y Hayden, y otra ensanchada a la. cual pertenece en parte la variedad Wyomingensis, White, pero entre estas dos variedades existe una multitud de formas; nuestras figuras darán quizá mejor idea de la variabili- dad de la especie que una descripción. Ostrea glabra tiene una distribución bastante grande en México y parece encontrarse en todo el Senoniano; se encuentra en el Senoniano inferior de Cárdenas, S. L. P.; en el Senoniano superior parte inferior de Parras, Coah.; entre Monterrey y Saltillo y probablemente entre Monterrey y Torreón; en el Senoniano superior de Saltillo y Ramos Arizpe, Coah.; en Arizpe (Estación del F.C. Central entre Monterrey y Torreón, donde la encontró Scalia); cer- ca de Lampazos, N. L.;? cerca de Múzquiz, Coah, (encontrada por J. G. Agui- lera). Ostrea glabra se encuentra en los Estados Unidos generalmente en depó- sitos de agua salobre (Laramie), en México la hemos encontrado tanto en 1 Puesto el animal en su situación natural. 2 White, Molluscan fauna Laramie group, pág. 209, Y REGIONES LIMITROFES 45 depósitos marinos como en salobres. Jl tipo se encuentra principalmente en las capas más modernas del Senoniano, pero esto no es regla general, por ejemplo en Arizpe, que seguramente es uno de los depósitos más modernos del Senoniano, se encuentran todas las variedades. Número de ejemplares: varios centenares. Localidades: Las lomas al W. de los Bosques (cerca de Saltillo, Coah.) C. Colorado, cerca de Ramos Arizpe, Coah., Kil. 967 y 157 del F. C. Nacio- nal entre Monterrey y Saltillo; Estaciones Paredón, Arista y Arizpe del Fe- rrocarril Central entre Monterrey y Torreón; Loma de la Rinconada cerca de la Hda. de San Lorenzo, Parras, Coah. Edad : Senoniano inferior y superior. Ustrea incurya, Nilss., var. acutirostris, Nilss. Lám. VII, fig. 6-12 1827 Ostrea incurva, Nilsson, Petr. Suec., pág. 30, lám. 7, fig. 6. 1827 —,, curvirostris, Idem, ibid., pág. 30, lám. 6, fig. 5. 1827 —,, acutirostris, Idem, ibid., pág. 31, lám. 6, fig. 6. 1869 —,, Scamiensis, Coquand, Mon. genre Ostrea, pág. 44, lám. 17, figu- ras 14-16. 1876 ,, subtrigonalis, Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 510, lám. 40, fig. 1 ad. 1897 —,, incurva, Henning, Rev. Lám. i. Nilssons Petr. suec., pág. 11, lám. 1, fig. 15, 17, 21-23, 25-28. LS o So Bose, Senoniano de Cárdenas, pág. 42, lám. 1, fig. 5. Concha medianamente gruesa, pequeñainequivalva, de contorno irregu- larmente triangular hasta oval alargado, valva izquierda moderadamente abo- vedada, particularmente en la región del eje longitudinal. La superficie no tiene más ornamentación que las lamelas de crecimiento, sólo el ejemplar más grande tiene vestigios de costillas toscas. La valva superior es mucho más plana que la inferior, a veces es casi cóncava en la parte inferior, pero alre- dedor del umbón existe siempre alguna convexidad. El umbón de la valva izquierda es alargado, algo volteado hacia atrás y muy prominente; el de la valva derecha es también agudo, pero menos largo que el de la otra valva. La foseta ligamentaria es larga, triangular y ligeramente encorvada para atrás; el borde inferior de la concha está crenado en ambos lados del umbón. La impresión muscular es subcentral, algo desviada hacia atrás. Dimensiones 1 0 AU a 56.8 39.1 mn INN cosocasrogancoddos 42.0 24.3 ” ESPesoL casacas 29.5 13.0 E) 46 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Nuestros ejemplares pertenecen seguramente al grupo de O. incurva y se acercan especialmente a las formas de la India figuradas por Stoliezka! y Not- ling? bajo el nombre de O. acutirostris, Nils. Nuestros ejemplares se asemejan bastante a O. subtrigonalis (Ev. et Sh.?) Meek * pero son algo menos encorvados y menos esbeltos de figura; O. sub- trigonalis, Meek, representa seguramente formas del grupo O. imcwrva, pero se acerca más a la variedad curvirostris que la acutirostris. Sobre la distribución grande de O. incuwrva ya he hablado en otra parte. Número de ejemplares: 5. Localidad: Paredón, Estación del F. C. Central entre Mi y To- rreón. (Colectado por S, Scalia.) Edad : Senoniano superior. 4 Ostrea saltillensis, n. sp. Lám. VIII, fig. 1-3 Concha pequeña, bastante arqueada y alargada, casi de forma de hoz probablemente muy inequivalva. No he podido encontrar con seguridad más que la valva izquierda; según algunos fragmentos parece que la valva dere- cha fué plana y lisa. La valva izquierda es bastante convexa, especialmente en la parte superior, mientras que hacia el borde inferior la valva es casi pla- na. El borde anterior es regularmente encorvado y pasa paulatinamente en el borde inferior; el borde posterior es cóncavo; el umbón es bastante largo y encorvado hacia atrás. La ornamentación consiste en numerosas costillas finas que salen del umbón y se bifurcan varias veces; la bifurcación más re- gular y más frecuente sigue a la línea de simetría de la concha, de modo que frecuentemente parece que las costillas salgan de aquella línea, mientras que en realidad son solamente ramas de alguna costilla larga. Además, se ven en la superficie ondulaciones y estrías concéntricas de crecimiento. En el in- terior es la concha lisa en su mayor parte; sólo hacia los bordes se notan las costillas finas radiales: la impresión del músculo está cerca del borde poste- rior y es oval hasta piriforme. En sólo dos ejemplares se pudo reconocer la existencia de una área ligamentaria, ésta es alargada triangular. Dimensiones 5 I II AU cod 29.22 0.5 mm. ¿NAO MP1. oro sontoserosuódes 15.9 O INFO Lo bograocconóacaos 4.2 Dl op 1 Stoliczka, Pelecyp. Cret. India, pág. 471, lám. 45, fig. 1-6. 2 Nótling, Fauna of Baluchistan, pág. 37, lám. 9, fig. 1. 3 Meek, Inv. Cret. a. Tert. foss. Upp. Miss., pág. 510, lám. 40, fig. 1 a-d. 4 Bose, Senoniano de Cárdenas, pág. 21 y 48. 5 La altura fué medida del umbón al borde inferior, la anchura del borde anterior a una línea que reune el umbón con aquel punto donde se encuentran los bordes inferior y posterior. Y REGIONES LIMITROFES 47 Aguilera encontró en Las Esperanzas una especie la que llama 0. af. divaricata. Lea y realmente se asemeja también a la primera vista nuestra forma algo a O. divaricata. Lea' (O. sellaeformis según Dall) pero se nota luego que esta especie se distingue claramente tanto de la de Las Esperanzas como de la nuestra por el ensanchamiento en la región del umbón. Algo más se acerca nuestra especie a una forma de Sudamérica descrita por Burckhardt* bajo el nombre de O. aff. Bomilcaris; esta especie fué deter- minada por Bóhm* como O. Ameghinoi, Iher. y descrita por Thering* bajo el nombre de Ostrea rocana. En O. Saltallensis las costillas son mucho más finas que en la especie sudamericana, además es nuestra especie más esbelta. Una verdadera comparación de O. Saltillensis con especies europeas es casi ¡mpo- sible porque no conocemos la valva derecha. Número de ejemplares: varios centenares. Localidad: Cerro de la Cruz cerca de Ramos Arispe, Coah. Edad: Senoniano superior. Ostrea (Alectryonia) lugubris, Conr. Lám. VIU fig. 4-6. 1857 Conrad, Boundary Rep., pág. 156, lám. 10, fig. 5? b. 1876 Meek, Cret. foss. fr. New Mexico, pág. 123, lám. 1, fig 1? d. 1893 Stanton, Colorado Formation, pág. 58, lám. 4. Concha pequeña de contorno oval a circular; valva inferior generalmen- te poco convexa; umbón pequeño, poco sobresaliente y frecuentemente indis- tinto por la cicatriz de adhesión; ésta es siempre grande y ocupa por lo menos la tercera parte de la valva. La ornamentación consiste en 14-16 costillas radiales, de corte arredondado, que salen alrededor de la cicatriz y que al- gunas veces se bifurcan. Valva superior más plana que la inferior y un poco más pequeña; a la cicatriz de la valva inferior corresponde una región lisa en la parte superior de la valva superior; las costillas radiales alrededor de ésta son un poco más delgadas y más agudas que las de la valva inferior. El borde cardinal de las dos valvas es a veces algo alargado, causando así la for- mación de una especie de aurícula en las dos valvas. Dimensiones: altura 23 mm.; anchura 21.1 mm.; espesor 6 mm. (ejemplar completo con las dos valvas). Nuestros ejemplares corresponden en todos sus detalles a Ostrea lugubris, typus, así como ésta fué figurada por Conrad y Meek. Stanton reune esta 1 Lea. Contr. to Geol., pág. 91, lám. 3, fig. 70. 2 Burckhardt, Supracrét. de Roca, pag. 8, lám. 2, fig. 1-9. 3 Bóbm, General Roca, pág. 72, 4 Thering, Terr. crét. sup. de 1' Argentine Orient., pág. 203. 48 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA forma con Ostrea bellaplicata, Shum' y O. Blackii. White?; debo mencionar que sus figuras no me convencen, porque encuentro diferencias constantes entre las diferentes variedades. Ostrea lugubris es una forma pequeña con costillas numerosas, generalmente angostas y relativamente agudas; Ostrea bellaplicata es de tamaño mediano con costillas mucho menos numerosas y siempre arredondadas mientras que los intersticios son extremadamente an- gostos, lo que no es el caso en Ostrea lugaubris; Ostrea Blacki% por fin, es una forma relativamente grande con costillas muy poco numerosas y muy irre- gulares. Al tamaño de la cicatriz de adhesión no doy ninguna importancia, porque los estudios cuidadosos de G. Múller nos han enseñado que la forma y el tamaño de esta cicatriz cambian en Ostrea de la manera más variada. Por las razones expuestas me parece que las figuras 1-5 en la obra de Stanton pertenecen a una especie y “1-10 a otra. Formas semejantes a Ostrea lugubris son bastante frecuentes en el Cretá- ceo de Europa. Mucho se asemejan aquellas pequeñas Ostreas del Cenoma- niano y Turoniano que se designan generalmente con el nombre de Ostrea sulcata, Ostrea semiplana* u Ostrea macroptera? y que probablemente se po- drán separar en diferentes especies. Aquellas formas pertenecen en parte se- guramente al grupo de Ostrea semiplana Sow y la semejanza entre las formas de aquel grupo y la Ostrea lugubris se nota luego cuando se comparan las figuras dadas por Hennig”, especialmente fig. 13. Más todavía se acerca la verdadera Ostrea semiplana a la Ostrea Blackia, si no se da importancia a la cicatriz de adhesión; hay las mismas irregularida- des en las costillas, la forma triangular hasta cuadrada, el pequeño umbón, ete. De las formas cenomanianas y turonianas de Europa comprendidas bajo el nombre de O. semiplana se distingue Ostrea lugubris principalmente por el mayor número de costillas. Número de ejemplares: 10. Localidad: Peyotes, Coah. Edad: Turoniano inferior. Ostrea (Alectryonia) Arizpensis, n. Sp. Lám. VII, fig. 7-17. Concha triangular, bastante arqueada, generalmente casi de forma de hoz, casi equivalva,. La valva izquierda es poco abovedada, un poco más que la derecha, pero la diferencia es pequeña, frecuentemente apenas perceptible. 1 White, Contr. to Pal. N? 1. pag. 276, lám. 4. fig. 8%, b; lám. 8, fig. 2. b. 2 White, New cret. inv. foss., pág. 293, lám. 4, fig. 1, 2. 3 Roemer, Oberschlesien, pág. 341, lám. 29, fig. 3. 4 Geinitz, Elbtbalgeb. II, pág. 29, lám. 8, fig. 8-11, 18. 5 Geinitz, Kieslingswalda, pág. 17, lám. 3, fig. 22-24. 6 Hennig. Rev. Lam. 1 Nilssons Petr. Suec., pág. 9, lám. 1, fig. 7, 10-14, 16, 18, 19. Y REGIONES LIMITROFES 49 El borde anterior es ligeramente encorvado y pasa por una curva de radio corto en el borde inferior, que es bastante encorvado, mucho más que el an- terior; en algunos ejemplares los bordes anterior e inferior juntos forman una curva bastante regular, en otros se encuentran en una especie de esquina. El borde posterior es siempre bastante cóncavo; en este borde forman las dos valvas una especie de área falsa, cubierta por estrías de crecimiento ondula- das. La ornamentación consiste en 3-9 pliegues radiales que salen de la re- gión del umbón, pero sin llegar a él, de modo que los umbones son lisos; estos pliegues van a los bordes anterior e inferior y convierten éstos en líneas en zigzag, mientras que ninguno va al borde posterior, de modo que allí la jun- tura de las valvas es casi derecha. Los umbones son prominentes y agudos, encorvados fuertemente hacia atrás; la región del umbón es lisa o sólo cubier- ta de lamelas concéntricas. En toda la superficie de las dos valvas se notan lamelas concéntricas bastante fuertes. La foseta ligamentaria es triangular, muy alargada y encorvada hacia atrás; la impresión muscular es triangular y se acerca mucho al borde posterior. Dimensiones :' 1 10 1 AM a 46.6 41.6 48.8 mm. JAI ooucs ge couedeo 46.8 48.3 ALIAS IDO tbososssbooan9de 20.2 20.7 22.0 ,, (las dos valvas). La especie descrita aquí es de una forma muy característica. Las únicas dos especies que pertenecen al mismo grupo son Ostrea Morgana, Douv.? y Os- trea cristatula, Douv.,* formas que se han encontrado en el Campaniano de la Persia. Estas dos especies que son quizá sólo variedades de una, se asemejan a la nuestra por su forma de hoz, el pequeño número de costillas y el umbón prominente encorvado hacia atrás. Se distinguen por su forma más pequeña, el número de costillas un poco mayor (6-7) y por la valva derecha aparen- temente mucho más plana. Además tiene la O. cristatula en el lado cóncavo numerosos pliegues, que faltan tanto en O. Morgani como en O. Arizpensis. Es de deplorarse que Douvillé no haya dado una descripción algo más extensa de sus especies y que tampoco las figure de atrás o de adelante; así es que no se sabe si allí también existe aquella área falsa en el borde posterior y tampoco si éste está plegado o no. Juzgando de las figuras, las especies de la Persia parecen tener los bordes anterior e inferior fuertemente plegados, mientras que el borde posterior será casi derecho. Douvillé compara su 0. Morgami con O. Forgemoli y especialmente con la var. Tissoti, pero no me parece que exista mucha semejanza entre aquella es- pecie y la O. Morgani. 1 Mido la altura del umbón al borde inferior y la anchura del borde anterior a aquel punto donde se encuentran los bordes posterior e inferior. Las dimensiones dadas aquí son de ejemplares peque- ños porque los grandes están todos mutilados; tengo ejemplares cuya altura es de más de 150 mm. 2 Douvillé, Mission scient, en Perse, pág. 275, lám 36, fig. 1-7. y 3 Douvillé, Mission scient. en Perse, pág. 276, lám. 36, fig. 8-15. S N? 30.7 50 ALGUNAS FAUNAS DEL CRETACICO SUPERIOR DE COAHUILA Douvillé menciona también O. crenulimargo, Roem. y Ostrea quadripli- cata, White, y dice que se distinguen de la especie de Persia por sus costillas finas entre las costillas gruesas. O. cremulimargo es una especie muy imper- fectamente conocida; O. quadriplicata tiene en realidad las costillas finas mencionadas por Douvillé, pero generalmente sólo en la región del umbón; así es que existe cierta semejanza con O. Morgana, si se compara sólo la val- va inferior, pero la valva superior, completamente lisa, constituye una dife- rencia fundamental. Recientemente describieron Joukowsky y Clerc' una Ostrea, determinán- dola como O. Haitensis, Sow. Esta forma, que probablemente no es idéntica con O. Haitensis, Sow. o sea la O. Veatchir, Gabb., tiene la forma arqueada co. mo nuestra especie y además sólo unas 4-5 costillas gruesas, pero se distin- gue de ella por la valva superior mucho más plana. Joukowsk y encontró sus ejemplares en capas terciarias cuya edad exacta no se pudo determinar. De todos modos sorprende la semejanza con Ostrea Arizpensis, quizá se trata de una forma que se desarrolló de la nuestra. Número de ejemplares: varios centenares.' Localidad: Al W. de Los Bosques, Coah. (cerca de Saltillo); entre Ramos Arizpe y Los Bosques, Coah.; Cerro Colorado, cerca de Ramos Arizpe, Coah. (entre Saltillo y Monterrey); alrededores de Múzquiz, Coah. (según Agui- lera). . . i Edad : Senoniano superior. ¡xogyra ponderosa, Roem. 1852 Roemer, Kreidebild, v. Texas, pág. 72, lám. 9, fig. 1, 2. El único lugar donde encontré Exogyra ponderosa en el Senoniano es una loma al Norte de Parras, Coah., la Loma de la Rinconada. Allí se halla jun- ta con Ostrea glabra var. Wyomingensis, Inoceramus Barabini y otros fósiles, en lo general no determinables. Estas capas representan seguramente una parte baja del Senoniano superior, pero su edad exacta no se puede determi- nar por la falta de fósiles característicos. En la citada localidad se encuentra E. ponderosa en una variedad bastan- te ancha y la mayoría de los ejemplares demuestra una especie de cresta ob- tusa que sale del umbón y llega casi hasta el borde inferior. La concha es li- sa y demuestra solamente lamelas de crecimiento; costillas radiales faltan. Número de ejemplares: 10. Localidad: Loma de la Rinconada, Hda. San Lorenzo, Parras, Coah. Edad: Senoniano superior, parte inferior. 1 Joukowsky, Isthme de Panamá, pág. 170, lám. 6, fig. 20-28, 32-85. Y REGIONES LIMITROFES bl Exogyra costata, Say. 1906 Bóse, Senoniano de Cárdenas, pág. 51, lám. 6, fig. 3; lám. 7, fig. 1; lá- mina 8, fig. 2, 3; lám. 9, fig. 3 (cum syn.) He descrito la Exogyra costata ya en otra parte, donde traté también de establecer las relaciones con especies vecinas. Aquí, pues, tengo solamente que hacer algunas indicaciones sobre la distribución vertical y horizontal de la especie. Ya la describí y la figuré del Senoniano de Cárdenas; además, la encontré junta con Ostrea glabra var. Wyomingensis e Inoceramus cfr. regula- ris, en las partes inferiores del Senoniano entre Monterrey y Saltillo. Juzgan- do de estos hallazgos, creí antes que los ejemplares encontrados por Scalia en las capas inferiores de Paredón (Estación del F. C. Central entre Monterrey y Torreón) indicarían también la existencia del Senoniano inferior, pero des- pués hallé, entre el material recogido por Scalia, un gastrópodo muy mal con- servado que quizá es idéntico con nuestro Volutilithes Arizpensis; esto me ha hecho vacilar en la determinación de la edad de aquellas capas; es posible que éstas pertenezcan ya al Senoniano superior, de todos modos un estudio, del lugar será necesario antes de que se pueda decidir la cuestión. Exogyra costata se encuentra también en varias localidades del Norte de Chihuahua, pero como éstas no fueron estudiadas geológicamente, no pode- mos decir con seguridad en qué horizonte se encuentra allí la especie. Yo en- contré un ejemplar en el Senoniano Superior del Cerro Alto, en los alrede- dores de Ramos Arizpe. Aguilera la cita también del Senoniano superior de Las Esperanzas, Coah. Se ve, pues, que la especie se encuentra en todo el Se- noniano, pero que hasta ahora parece ser principalmente abundante en la parte inferior. Número de ejemplares y localidades: 1 de Cerro Alto, cerca de Ramos Arizpe, Coah.; 7 del kilómetro 966 (F. C. Nacional entre Monterrey y Salti- llo); 12 de Paredón (F. C. Central entre Monterrey y Torreón, colección Sca- lia). Edad: Senoniano inferior y superior. A Lista de géneros y especies descritos y citados en la parte paleontolósica Acanthoceras Schlueterianum, 12. —- Woolgari, 12. Alectryonia Arizpensis, 48. = lugubris, 47. Ammonites Arnesensis, 13, nota. = Ismaelis, 21. -— lenticularis, 20. — Requienianus, 22. Anomia argentaria 42. — Coquandi, 41. — Ewaldi, 41. — mexicana, 15, ¿/1. — micronema, 16, 18, ¿40. — semiglobosa, 41. — subtruncata, 15, 41. — tellinoides, 41. — truncata, 41. Avicula Aguilere, 13, nota. — gravida, 13, nota. Coipoceras, 23. = Grossouvrei, 23. = novimexicanum, 28. —= Requieni, 23. — Springeri, 23. Crassatella sp. 13, nota. Endocostea, 35. = typica, 28, 35, 38. Exogyra costata, 13, 14, 15, 16, 17, 51. — ¡ponderosa, 13, 14, 15, 17, 50. — Haarmanni, 14, nota. — Olisiponensis, 14, nota. Fagesia Haarmanni, 14, nota. — Pervinquieri, 14, nota. — superstes, 14, nota. — Tevesthensis, 14, nota. Hoplitoides ingens, 23. = mirabilis, 13, nota. Indoceras, 21, 22. — Baluchistanense, 21. Inoceramus altus, 29. alveatus, 29, 33. amnulatus, 31. Balchii, 29, 34. balticus, 31, 32. Barabini, 14, 15, 18, 29, 82, 35, 36, 37. Brancoi, 35. Brongniarti, 26, 383. concentricus, 32, nota. convexus, 29, 34. crenistriatus, 37, 38. Cripsi, 15, 16, 18, 28, 37, 38. — var. Barabini, 29, 37, 38. Inoceramus Cripsi. var. sulcata, 35. Cuvieri, 29, 33. cycloides, 29, 30, 32, 34, 35, 36. fragilis, 29. Goldfussianus, 28, 30, 32, 38. hercynicus, 13 nota, 26, impressus, 28, 33, 30. labiatus, 11, 12, 13, 17, 25. latus, 30, 31, 32. Milleri, 29, 35. mytiloides, 25, 27, 28. Nebrascensis, 33. orbicularis, 31, 32. planus, 29, 30, 31, 32, 36. proximus, 29, 33, 34, 35, = v. subcircularis, 32. regularis, 28, 29, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 38, 51. Sagensis, 29, 33, 34) 36. — var. quadrans, 36. Simpsoni, 39. subcircularis, 29. sublabiatus, 27. subleevis, 29. tenuilineatus, 29, 34. 54 LISTA DE GENEROS Y ESPECIES Inoceramus tenuirostris, 34. — truncatus, 32, nota. = Vanuxemi, 29, 34, 35. SS Zitteli, 29. Libycoceras, 21, 22. =— Chargense, 21. Lima britannica, 40. — Coahuilensis, 15, 39. — interplicosa, 15. 39, 40. — Utahensis, 89. Metoecoceras Geslianum, 14, nota. — sp. 14, nota. — Whitei, 14, nota. Mammites Mohovanensis, 13, nota. — nodosoides, 13, nota. Mantellum Coahuilense, 39. Myjtilites problematicus, 25. Neoptychites cephalotus, 13, nota. = Xetriformis, 18, nota. Ostracites labiatus, 25. Ostrea acutirostris, 45, 46. — Ameghinoi, 47. — arcuatilis, 43. — Arizpensis, 16, 48. — bellaplicata, 12, 48. — Blackii, 12, 48. — Bomilcaris, 47. — Ccrenul'margo, 50. — Cristatula, 16, 49. — curvirostris, 45. — divaricata, 47. — Forgemoli, 49. = — var. Tissoti, 49. — glabra, 13, 16, 18, 43. — — var. Wyomingensis, 15, 50, 51. — Haitensis, 50. — incurva, 16, 18, 45. = = var. acutirostris, 16, 45. — insecuris, 43. , — —lugubris, 11, 12, 17, ¿/7. — macroptera, 48. — Morgani, 16, 49. Ostrea punica, 44. — quadriplicata, 50. — rocana, 47. — Saltillensis, 15, 46. — Scaniensis, 45. — selleeformis, 47. — semiplana, 48. — subtrigonalis, 45, 46. — sulcata, 48. — Veatchii, 50. — Wyomingensis, 43. Pachydiscus flaccidicosta, 12, 19. = peramplus, 12, 19, 33. — sp. ind., 19. Placenticeras, 22. = lenticulare, 20, Pseudaspidoceras Footeanum, 15, nota. = Pedroanum, 14, nota. Ptychodus Whipleyi, 11. Sphenodiscus, 16, 20 y sig. = acutodorsatus, 20, 21, 22. = Binkhorsti, 20, 21, 24. =— Ismaelis, 21. — Konincki, 16, 24. — lenticularis, 15, 16, 20. — lobatus, 23. = Requieni, 20, 22. — Rutoti, 20, 21. = . Siva, 16, 20, 21, 24. = Ubaghsi, 20, 21. Tylostoma ovatum, 13, nota. Vascoceras Adonense, 14, nota. = Angermanni, 13, nota. = Gamai, 13, nota. = Mohovanense, 13, nota. — polymorphum, 13, nota. = sp., 13, nota, Volutilithes, 25. = Arizpensis, 15, 24, 51. Volutoderma Arizpensis, 25. Volutomorpha, 25. = Arizpensis, 25. Lista de las especies descritas y citadas en la parte paleontológrca acutirostris, Ostrea, 45, 46. acutodorsatus Sphenodiscus, 20, 21, 22. Adonense, Vascoceras, 14, nota. Aguilere, Avicula, 13, nota. altus, Inoceramus, 29. alveatus, Inoceramus, 29, 39. Ameghinoi, Ostrea, 47. Angermanni, Vascoceras, 13, nota. annulatus, Inoceramus, 31. arcuatilis, Ostrea, 43. argentaria, Anomia, 42. Arizpensis, Alectryonia, 48. = Ostrea, 16, 48. = Volutilithes, 15, 24, 51. — Volutoderma, 25. — Volutomorpha, 25. Arnesensis, Ammonites, 13, nota. Balchii, Inoceramus, 29, 34. balticus, Inoceramus, 31, 32. Baluchistanense, Indoceras, 21. Barabini, Inoceramus, 14, 15, 18, 29, 32, 35, 36, 37. bellaplicata Ostrea, 12, 48. Binkhorsti Sphenodiscus, 20, 21, 24. Blackii, Ostrea, 12, 48. Bomilcaris, Ostrea, 47. Brancoi, Inoceramus, 30. britannica, Lima, 40. Brongniarti, Inoceramus, 26, 33. cephalotus, Neoptychites, 13, nota. Chargense, Libycoceras, 21. Soahuilensis, Lima, 15, 39. Coahuilense, Mantellum, 39. concentricus, Inoceramus, 32, nota. convexus, Inoceramus, 29, 34. Coquandi, Anomia, 41. costata, Exogyra, 13, 14, 15, 16, 17, 51. crenistriatus, Inoceramus, 37, 38. crenulimargo, Ostrea, 50. Cripsi, Inoceramus, 15, 16, 18, 28, 37, 38. — var. Barabini, Inoceramus, 29, 37, 38. = —— sulcata, Inoceramus, 30. cristatula, Ostrea, 16, 49. curvirostris, Ostrea, 45. Cuvieri, Inoceramus, 29, 39. eycloides, Inoceramus, 29, 30, 32, 34, 35, 36. divaricata, Ostrea, 47. Ewaldi, Anomia, 41. flaccidicosta, Pachydiscus, 12, 49. Footeanum, Pseudaspidoceras, 18, nota. Forgemoli, Ostrea, 49. = var. Tissoti, Ostrea, 49. fragilis, Inoceramus, 29. Gamai, Vascoceras, 13, nota. Geslianum, Metoecoceras, 14, nota. elabra, Ostrea, 13, 16, 18, 43. — var. Wyomingensis, Ostrea, 15, 50, 51. Goldfussianus, Inoceramus, 28, 30, 32, 33. Gravida, Avicula, 13, nota. Grossouvrei, Coilopoceras, 32. Haarmanni, Exogyra, 14, nota. = Fagesia, 14, nota. Haitensis, Ostrea, 50. hercynicus, Inoceramus, 13, nota, 26. impressus, Inoceramus, 28, 33, 35. incurva, Ostrea, 16, 18, 45. =— var. acutirostris, Ostrea, 16, 45. ingens, Hoplitoides, 23. insecuris, Ostrea, 43. interplicosa, Lima, 15, 39, 40. Ismaelis, Ammonites, 21. = Sphenodiscus, 21. Konincki, Sphenodiscus, 16, 24. labiatus, Inoceramus, 11, 12, 18, 17, 25. — Ostracites, 25. latus, Inoceramus, 30, 31, 32. V 56 LISTA DE LAS ESPECIES lenticulare, Placenticeras, 20. lenticularis, Ammonites, 20. = Sphenodiscus, 15, 16, 20. lobatus, Sphenodiscus, 25. lugubris, Alectryonia, 47. = Ostrea, 11, 12, 17, 47. macroptera, Ostrea, 48. mexicana, Anomia, 15, 41. micronema, Anomia, 16, 18, 40. mirabilis, Hoplitoides, 13, nota. Mobovanensis, Mammites, 13, nota. Mohovanense, Vascoceras, 13, nota. Morgani, Ostrea, 16, 49. Miúlleri, Inoceramus, 29, 35. mytiloides, Inoceramus, 25, 27, 28, Nebrascensis, Inoceramus, 33. nodosoides, Mammites, 13, nota. novimexicanum, Coilopoceras, 25. Olisiponensis, Exogyra, 14, nota. orbicularis, Inoceramus, 31, 32. ovatum, Tylostoma, 13, nota. Pedroanum, Pseudaspidoceras, 14, nota. peramplus, Pachydiscus, 12, 19, 23. Pervinquieri, Fagesia, 14, nota. planus, Inoceramus, 29, 30, 31, 32, 36. polymorphum, Vascoceras, 13 nota. ponderosa, Exogyra, 13, 14, 15, 17, 50. problematicus, Mytilites, 25. proximus, Inoceramus, 29, 33, 34, 35. — y. subcircularis, Inoceramus, 32. punica, Ostrea, 44. quadriplicata, Ostrea, 50. regularis, Inoceramus, 28, 29, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 88, 51. Requieni, Coilopoceras, 23. -- Sphenodiscus, 20, 22. Requienianus, Ammonites, 22. rocana, Ostrea, 47. Rutoti, Sphenodiscus, 20, 21. Sagensis, Inoceramus, 29, 38, 34, 36. = v. quadrans, Inoceramus, 36. Saltillensis, Ostrea, 15, 46. Scaniensis, Ostrea, 45. Schluetertanum, Acanthoceras, 12. selleeformis, Ostrea, 47. semiglobosa, Anomia, 41. semiplana, Ostrea, 48. Simpsoni, Inoceramus, 30. Siva, Sphenodiscus, 16, 20, 21, 24. Springeri, Coilopoceras, 23. subcircularis, Inoceramus, 29. sublabiatus, Inoceramus, 27. subleevis, Inoceramus, 29. subtrigonalis, Ostrea, 45, 46. subtruncata, Anomia, 15, 41. superstes, Fagesia, 14, nota. sulcata, Ostrea, 48. tellinoides, Anomia, 41. tenuilineatus, Inoceramus, 29, 34. tenuirostris, Inoceramus, 34. Tevesthensis, Fagesia, 14, nota. truncata, Anomia, 41. truncatus, Inoceramus, 32, nota. typica, Endocostea, 28, 35, 38. Ubaghsi, Sphenodiscus, 20, 21. Utahensis, Lima, 39. Vanuxemi, Inoceramus, 29, 34, 35. Veatchil, Ostrea, 50. Whipleyi, Ptychodus, 11, Whitei, Metoecoceras, 14, nota. Woolgari, Acanthoceras, 12. Wyomingensis, Ostrea, 43. Xetriformis, Neoptychites, 13, nota. Zitteli, Inoceramus, 29, OA MINA T cn LAMINA I Fig. 1.—Pachydiscus sp.—Pág. 19.— Mina de Gallos Blancos.— Mazapil, Zac. —Turoniano. Fig. 2-5.—Sphenodiscus lenticularis Owen.—Pág. 20.—Cerro de la Cruz, cer- ca de Ramos Arizpe, Coah. —Senoniano superior. Fig. 2 y 3, Sutura; fig. 4, corte transversal del ejemplar figura- do en fig. 2 y 8. Fig. 5.—Vista del lado de un ejemplar adulto. Fig. 6-13.—Volutilithes Arizpensis mn. sp.—Pág. 24.—Cerro de la Cruz cerca de Ramos Arizpe, Coah.—Senoniano superior. Fig. 6.—Amplificación del ejemplar figurado en fig. 8; figuras 7-10, individuos jóvenes; fig. 11, ejemplar mediano; fig. 12-13, individuo adulto, molde interno con restos de la concha gruesa. Fig. 14.— Imnoceramus labiatus Schloth.—Pág. 25.— Loma del Santo Madero, Parras, Coah.—Turoniano. BOLETÍN N?*30. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO. LÁM. 1. | : 14 WerneraWinter, Francfoct 57M Phot. F. de P Carbajal LAMINA II Figs. 1-6.—/noceramus labiatus Schloth.—Pág. 25.—Turoniano. Fig. 1. Ejemplar típico de la loma del Santo Madero, Parras, Coah. Fig. 2.—Variedad ancha del Cerro del Tanquecito, Concepción del Oro, Zac. Fig.3.—Variedad angosta de laLoma del Santo Madero, Parras, Coah. Fig. 4.—Variedad ancha de la Loma del Santo Madero, Parras, Coah. Fig. 5.—Borde cardinal de un ejemplar normal del Cerro Prie- to, cerca de Ciudad Juárez, Chih. Fig. 6.—Ejemplar normal del Cerro de la Mina, cerca de Ciu- dad Juárez, Uhih. Fig. 7.—Inoceramus proximus Tuomey var. subcircularis Meek del Fox Hills group.—Montana.—Pág. 32. Fig. 8.—Inoceramus Oripsi Gldfs.—Pág. 28. Cerro de la Cruz, Ramos Ariz- pe, Coah. —Senoniano superior. XICO L O DE MÉ E INSTITUTO GEOLÓGI BOLETÍN N?go. Phot, F de P Carbajal CN LAMINA III LAMINA III Fig. 1. — Inoceramus Barabini Mort. (Endocostea typica Whitfield). Che- yenne River, Dakota.—Pág. 35.—Fort Pierre group. Fig. 2. —Inoceramus labiatus Schloth.—Pág. 25.—Cerro Prieto, cerca de Ciu- dad Juárez, Chih.—Turoniano. Figs. 3-5. — [noceramus convexus Meek.—Pág. 34. —Montana.—Fox Hills group. Fig. 6.— Inoceramus cfr. Sagensis, Owen.— Pág. 34.—Montana.—Fox Hills group. Fig. 7.— moceramus Barabim Mort.—Pág. 37.— Loma de San Lorenzo, Pa- rras, Coah. —Senoniano superior, parte inferior. El umbón parece demasiado agudo porque falta una parte del borde cardinal. BOLETÍN N?30. INSTITUTO GEOLÓGICO De MÉXICO. LÁM. II WerneraWinter, Francfort 59M Phot. F. de P Carbajal LAMINA IV Fig. 1.—Inoceramus Barabinmi Mort.— Pág. 37.—Montana.— Fox Hill group. Fig. 2.— Inoceramus tenuilineatus M. et H.—Pág. 34 — Cheyenne River, Dakota.—Fort Pierre group. Figs. 3-11.— Lima Coahailensis n. sp.—Pág. 39.—Loma de San Lorenzo, Parras, Coah. —Senoniano superior parte inferior. Fig. 3, valva derecha del lado; fig. 4, parte anterior de la val- va derecha figurada en fig. 3; fig. 5, parte posterior de la valva derecha figurada en figs. 3 y 4; fig. 6, valva izquierda de un ejem- plar pequeño; fig. 7, valva izquierda; fig. 8, lado anterior de la valva izquierda ilustrada en fig. 7; fig. 9, lado anterior de la valva derecha ilustrada en fig. 10; fig. 10, valva derecha; fig. 11, parte posterior de la valva derecha ilustrada en fig. 10. Figs. 12-22.—Anomia micronema Meek.—Pág. 40.—Paredón, Coah.—Seno- niano superior. Figs. 12, 13, 14.—Lado anterior de valvas izquierdas. Figs. 15-22.—Individuos de diferente edad; figs. 15, 16, 19, 20 y 21, demuestran la ornamentación característica de la concha; fig. 20 es el ejemplar figurado en fig. 14; fig. 21, vista del lado del ejemplar ilustrado en fig. 15; fig. 22, vista del lado del ejemplar figurado en fig. 12. BOLETÍN N*go. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO LÁM. Iv. Phot. F de P Carbajal WernergWinter FrancfontSM Sa Ñ Me as LAMINA V cienda de San Lorenzo, Parras, Coah, —Senoniano te inferior. Figs. 2-4.—Anomia mexicana m, Sp Arizpe, Coah. —Senoniano superic Figs. 5-14.— Ostrea glabra M. et e > — - Estac _Senoniano UPCN BOLETÍN Neo. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO. LÁM V. Phot. F. de P Carbajal. E Wernerá£Winter, Francfort 5M Fig. 1-10.— Ostrea glabra M. al H. e 43 —staci ón noniano superior. hu eS Fig. 1.—Vista del odo de ejemplar ¡lustr do Fig. 2.—Foseta ligamentaria de un ejemplar gr Fig. 10.—Vista del lado del ejemplar i ustrado BOLETÍN Neo. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO. LÁM.VI Phot F. de P Carbajal WernersWinter, Francfort 3M e dd 0 LAMINA VII Fig. 1-5.—Ostrea glabra M. et H.—Pág. 43.—Estación Arizpe, Coah.—Se- noniano superior. Fig. 1.—Es el ejemplar ilustrado en lám. 5, fig. 6 y lám. 6, fig. 1. Fig. 4.—Es el ejemplar ilustrado en lám. 5, fig. 13. Fig. 6-12.— Ostrea incurva Nilss. var. acutirostris Nilss.—Pág. 45.—Paredón, Coah.—Senoniano superior. Fig. 6.—Valva izquierda; fig. 7, valva derecha del mismo ejem- plar; fig. 8, lado posterior del mismo ejemplar. Fig. 9.—Lado anterior del ejemplar ilustrado en fig. 10; fig. 10, valva izquierda. Fig. 11.—Interior de una valva derecha, se nota el borde den- ticulado; fig. 12, parte exterior del mismo ejemplar. LÁM. VI INSTITUTO GEOLÓGICO ne MÉXICO. BOLETÍN N*30. WernersWinter, Francfort 5M Phot F de P Carbajal l Ñ E A 5 FS LAMINA VIII Fig. 1-3.— Ostrea Saltillensis nm. sp.—Pág. 46.—Cerro de la Cruz, Ramos Ariz- pe, Coah.—Senoniano superior. Valvas izquierdas; valvas derechas no se han encontrado. Fig. 4-6.— Ostrea lugubris, Conr.—Pág. 47.—Peyotes, Coah.—Turoniano. Figs. 5 y 6.— Valvas derecha e izquierda del mismo ejemplar. Fig. 1-17.—Ostrea Arizpensis n. sp.—Pág. 48.—Sierrita al Oeste de Los Bos- o ques, cerca de Ramos Arizpe, Coah. —Senoniano superior. Fig. 7.—Valva izquierda; fig. 8, valva derecha del ejemplar ilustrado en fig. 7; fig. 9, valva izquierda; fig. 10, valva derecha del ejemplar ilustrado en fig. 9; figs. 11, 12, 13, valvas izquier- das; fig. 14, valva derecha; fig. 15, fosa ligamentaria e impresión muscular de una valva derecha; fig. 16, comisura inferior del ejem- plar ilustrado en fig. 9 y 10; fig. 17, comisura entre los umbones y la punta posterior del ejemplar ilustrado en figs. 9, 10 y 11. BOLETÍN N?*30. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO. LÁM VII TN Phot. F de P Carbajal WernersWinter, Francfort zM A pa SECRETARIA DE FOMENTO, COLONIZACION E INDUSTRIA . BOLETIN INSTITUTO GEDLOKICO DE MEXICO DU O DMI el LA FLORA LIASICA DE La MIXTECA ALTA POR ys ¡e G. R. WIELAND o | "Sto, JUN 15 1916 1e.3L 34 Jonal Muse (SOT ATLAS DE 50 DAMIMD.A MEXICO IMPRENTA Y FOTOTIPIA DE LA SECRETARIA DE FOMENTO Primera calle de Betle nitas núm. 8 1914 INSTITUTO IO ETS DE MEXICO ——+4+-—— BOLETIN NUM. 31 PUBLICACIONES DEL INSTITUTO GEOLOGICO DE MEXICO BOLETIN (42) Núm. 1.—Fauna Fósil de la Sierra de Catorce, por A. del Castillo y J. G. Aguilera. —1895—56 pp., 21 lám, Núm. 2.—Las Rocas Eruptivas del S. O. de la Cuenca de México, por E. Ordóñez.—1895.—46 pp., 1 lám. Núm. 3.—La Geografía Física y la Geología de la Península de Yucatán, por C. Sapper.—1896.—58 pp., 6 lám Núms. 4, 5 y 6.—Bosquejo Geológico de México.—1897.—272 pp., 5 lám. Núms. 7, 8 y 9. —El Mineral de Pachuca.—1897.—184 pp., 14 lám. Núm. 10.—Bibliografía Geológica y Minera de la República Mexicana, por R. Aguilar y Santillán.—1898.—158 pp. Núm. 11.—Catálogos sistemático y geográfico de las especies mineralógicas de la República Mexicana, por José G. Aguilera.—1898.—158 pp. Núm. 12.—El Real del Monte, por E. Ordóñez y M. Rangel.—1899.—108 pp., 26 lám. Núm. 13.—Geología de los alrededores de Orizaba, con un perfil de la vertiente oriental de la Mesa Central de ú México, por Emilio Bóse.—1899.—54 pp., 3 lám. * Núm. 14.—Las Rhyolitas de México (Primera parte), por E. Ordóñez.—1900.—78 pp., 6 lám. * Núm. 15.—Las Rhyolitas de México (Segunda parte), por E. Ordóñez.—1901.—78 pp., 6 lám. Núm. 16.—Los Criaderos de fierro del Cerro del Mercado en Durango, por M. Rangel, y de la Hacienda de Va- querías, Estado de Hidalgo, por J. D. Villarello y E. Bóse.—1902.—141 pp., 5 lám. Núm. 17.—Bibliografía Geológica y Minera de la República Mexicana, completada hasta 1904, por R. Aguilar y Santillán.—1908.—XIII12330 pp. Núm. 20.—Reseña acerca de la geología de Chiapas y Tabasco, por el Dr. E. Bóse.—1905.—116 pp., 9 lám. Núm. 21.—La Faune Marine du Trias Supérieur de Zacatecas par le Dr. C. Burckhardt avec la collaboration du Dr. $. Scalia.—1905.—44 pp., 8 pl. Núm. 22.—Sobre algunas faunas terciarias de México, por el Dr. E. B%se.—1906.—96 pp., 12 lám. Núm. 23.—La faune jurassique de Mazapil, Zac., par le Dr. C. Burckhardt.—1906.—216 pp., 13 pl. Núm. 24.—La fauna de moluscos del Senoniano dle Cárdenas, S. L. P., por el Dr. E. Bóse.—1906.—95 pp., 18 lám. Núm. 25.—Monografía Geológica y Paleontológica del Cerro de Muleros, cerca de Ciudad Juárez, Estado de Chihuahua y descripción de la Fauna Cretácea de la Encantada, cerca de Placer de Guadalupe, Estado de Chihuahua, por el Dr. E. Búse.—1910.— 196 pp., 50 lám. * Núm. 26.—Algunas regiones petrolíferas de México, por el Ing. J. D. Villarello.—1908.—122 pp. 3 lám. Núm. 27.—La Granodiorita de Concepción del Oro en el Estado de Zacatecas y sus formaciones de contacto, por el Dr. Alfred Bergeat.—1910.—109 pp., 9 láms. y 15 figs. Núm. 28.—Las aguas subterráneas en el borde meridional de la Cuenca de México, por el Ing. J. D. Villarello. —12 láminas y l croquis geológico (1:100,000). —Informe sobre las aguas del Río de la Magdalena, por el Prof. J. S. Agraz.—1911.—89 pp. Núm. 29.—Faunes jurasiques et crétaciques de San Pedro del Gallo, Durango, par le Dr. C. Burckhardt. 1912. —261 pp. 46 pl. Núm. 30.—Sobre algunas faunas del Cretácico superior de Coahuila y regiones limítrofes, por el Dr. E. Bose. 56 pp. 8 láíms.—1913. Núm. 31.—La Flora Liásica de la Mixteca Alta por G. R. Wieland, 162 pp., 50 láms.—1914. Núm. 32.—La zona megaséismica Acambay-Tixmadeje, Estado de México, estudiada por F. Urbina y H. Cama- cho. 125 págs. 75 láms.—1913. Núm. 33.—Faunas jurásicas de Symón y Faunas cretácicas de Zumpango del Río, por el Dr. C. Burckhardt. 32 láms. [En prensa]. PARERGONES (82) * Tomo I. N? 1.—Los temblores de Zanatepec, Oaxaca.—Estado actual del Volcán de Tacaná, Chiapas, por Emi- lio Bóse.—1903.—25 pp., 4 lám. * Núm. 2.—Fisiografía, Geología é Hidrología de los alrededores de La Paz, Baja California, por E. Angermann. —El área cubierta por la ceniza del Volcán de Santa María, Octubre de 1902, por Emilio Bóse.—1904.— 26 pp. 3 lám. * Núm. 3.—El Mineral de Angangueo, Michoacán, por E. Ordóñez.—Análisis de una muestra de granate del Mi- neral de Pihuamo, Jalisco, por J. D. Villarello.—Apuntes sobre el Paleozoico en Sonora, por E. Anger- mann.—1904.—341 pp., 2 lám. * Núm. 4,—Estudio de la teoría química propuesta por el Sr. Andrés Almaraz para explicar la formación del pe- tróleo de Aragón, México, D. F., por J. D. Villarello.—El fierro meteórico de Bacubirito, Sinaloa, por E. Angermann.—Las aguas subterráneas de Amozoc, Puebla, por E. Ordóñez.—1904.—24 pp., 1 lám. * Núm. 5.—Informe sobre el temblor del 16 de Enero de 1902 en el Estado de Guerrero, por los Dres. E. Búse y E. Angermann.—Estudio de una muestra de mineral asbestiforme procedente del Rancho del Ahuacatillo, Distrito de Zinapécuaro, E. de Michoacán, por el Ing. J. D. Villarello.—1904.—26 pp. * Núm. 6.—Estudio de la hidrología subterránea de la región de Cadereyta Méndez, E. de Querétaro, por el Ing. J. D. Villarello.—1904.—58 pp., 2 lám. Núm. 7.—Estudio de una muestra de grafita de Ejutla, Estado de Oaxaca, por el Ing. J. D. Villarello.—Análisis de las cenizas del Volcán de Santa María, Guatemala, por el Ing. E. Ordóñez.—1904.—26 pp. Núm. 8.—Hidrología subterránea de los alrededores de Querétaro, por el Ing. J. D. Villarello.—1905.—56 pp., 3 láminas y 2 figuras. * Agotado. Núm. 9.—Los Xalapazcos del Estado de Puebla, por el Ing. E. Ordóñez (Primera parle).—1905.—541 pp., 1 plano y 4 lám. Núm. 10.—Los Xalapazcos del Estado de Puebla, por el Ing. E. Ordóñez (Segunda parte). a pp., 3 pla- nos y 8 lám. Tomo I1.—N? 1.—Explicación del Plano Geológico de la Región de San Pedro del Gallo, Estado de Durango, por el Dr. Phil. Ernesto Ansermann.—Sobre la Geología de la Bufa, Mapimí, Estado de Durango, por Er- nesto Angermann, Dr. Phil.—Notas Geológicas sobre el Cretáceo en el Estado de Colima, por el Dr. E. Angermann.—1907.—35 pp., 3 lám. Núm. 2.—Sobre algunos fósiles pleistocénicos recogidos por el Sr. Dr. E. Angermann, en la Baja California, por el Dr. E. B5se.—Sobre la aplicación de la Potasa cáustica á la preparación de fósiles, por Emilio Búse y Víctor von Vigier.—Sobre las rocas fosforíticas de las Sierras de Mazapil y Concepción del Oro, Zacate- cas, por el Dr. Carlos Burckhardt.—1907.—31 pp., 1 lám. Núm. 3.—El Volcán Jorullo, por el Ingeniero de Minas Andrés Villafaña.—1907.—58 pp., 8 lám. * Números 4, 5 y 6.—El temblor del 14 de Abril de 1907, por el Dr. Emilio Bóse, 6 Ingenieros A. Villafaña y J. García y García.—1908.—124 pp., 43 lám. y 1 cuad. Núm. 7.—El Valle de Cerritos, Estado de San Luis Potosí, por el Ing. Ezequiel Ordóñez, p. 263-273.—Fuente ter- mal en Cuitzeo de Abasolo, Estado de Guanajuato, por el Ing. Andrés Villafaña, p. 277-287, láminas LVI —LVIT.—1908. Núm. 8.—Estudio hidrológico de la región de Rioverde y Arroyo Seco, en los Estados de San Luis Potosí y Querétaro, por el Ing. Trinidad Paredes, p. 289-337, lám. LVIII.—1909. Núm. 9.—Hidrología subterránea de los alrededores de Pátzcuaro, Estado de Michoacán, por el Ing. J. D. Vi- llarello, pp. 339-362.—El hundimiento del Cerro de Sartenejas, en los alrededores de Tetecala, Estado de Morelos, por el Ing. T. Flores, pp. 363-384, láminas LIX á LXIT.—1909. Núm. 10.—Catálogo de los temblores (macroseismos) sentidos en la República Mexicana, durante los años de 190£á 1908, pp. 389-467.—1909. * Tomo II1.— N? 1.—El Pozo de Petróleo de Dos Bocas, por el Ing. J. D.Villarello, pp. 5-112,láms. I-XXXVI[.—1909, Núm. 2.—Estudio geológico de los alrededores de una parte del Río Nazas en relación con el proyecto de una presa en el cañón de Fernández, por el Dr. C. Burckhardt é Ing. J. D. Villarello, pp. 117-135, láms. XXVII-XXXVI.—1909. Núm. 3.—Estudio hidrológico del Valle de Ixmiquilpan, Estado de Hidalgo, por el Ing. Trinidad Paredes, pp. 141-172, láms. XXX VII-XLIV.—Catálogo de los temblores (macro y microseismos) sentidos en la Repú- blica Mexicana, durante el primer semestre de 1909, pp. 173-199,—1909. Núm. 4.—Hidrología subterránea de la Comarca lagunera del Tlahualilo, por el Ing. J. D. Villarello, pp. 201-251, láms. XLV-XLVIT.—1910, Núm. 5.—Nuevos datos para la Estratigrafía del Cretácico en México, por el Dr. E. Bóúse. pp. 257-280. Nuevos datos sobre el Jurásico y el Cretácico en México, por el Dr. C. Burckharadt, pp. 281-301.—1910. Núm. 6.—Estudio Geológico de la región de San Pedro del Gallo, Durango, por el De. C. Burckhardt, pp. 307- 357. láms. XLIX-LI (Plano Geológico, 1:25,000) y 9 figs.—Plesiosaurus (Polyptychodon?) Mexicanus Wieland, por el Dr. G. R. Wieland, pp. 359-365, lám. LIT.—1910. Núm. 7.—Informe acerca de una excursión geológica preliminar efectuada en el Estado de Yucatán, por Jorge Engerrand y Fernando Urbina, con la colaboración del Ing. J. Baz y Dresch, pp. 369-424, láms. LIIT- LXXIV.—Estudio químico y óptico de una labradorita del Pinacate, Sonora, por el Ing. Y. S. Bonillas, pp. 425-432, lám. LXXV—1910. Núm. 8.—Catálogo de los temblores (macroseismos) sentidos en la República Mexicana y Microseismos regis- trados en la Estación Seismológica Central, Tacubaya, D. F., durante el segundo semestre de 1909, pp. 435-496—1911. Núm. 9.—Reconocimiento de algunos criaderos de fierro del Estado de Oaxaca, por Y. S. Bonillas, pp. 499-524, láms. LXXVI-LXXIX.—1911. Núm. 10.—Catálogo de los temblores (macroseismos) sentidos en la República Mexicana y microseismos regis- trados en la Estación Seismológica Central, Tacubaya, D. F., durante el año de 1910 pp. 527-571.—Mi- croseismos registrados en las Estaciones Seismológicas de Mazatlán y Oaxaca, de Agosto á Diciembre de 1910, pp 573-587.—Indices del tomo.—1911. Tomo IV.—Núm. 1.—Notas preliminares relativas á un reconocimiento geológico por el curso del Atoyac (Río Verde) de Oaxaca, por P. Waitz, pp. 3-32.—Catálogo de los microseismos registrados en la Estación Seismológica Central durante el año de 1911, pp. 33-85.—1912. Núm. 2-10.—Memoria de la Comisión que exploró la región Norte del Territorio de la Baja California, pp. 89-533, > 112 láms. 1913. Tomo V.—Núms. 1-3.—Catálogo de los movimientos registrados en las Estaciones Seismológicas de Mérida, Mazatlán, y Oaxaca y de los macroseismos sentidos en la República Mexicana, durante el año de 1911.— 76 pp.—1913. Núm. 4.—Análisis hechos en el Laboratorio de Química del Instituto Geológico. Núms. 1-279. 109 pp.—1913. Núm. 5.—Apuntes acerca de la hidrología subterránea del Estado de Coahuila, por el Ing. J. D. Villarello. 1 pla- no.—Informe relativo al agua solicitada por los vecinos del Pueblito, Qro.—Informe sobre el pozo de Yu- récuaro, Mich., por el Ing. T. Paredes. 34 pp.—1913. Núms. 6, 7 y S.—Catálugo de los seismos, registrados en la Estación Seismológica Central y en las de Mérida Zacatecas, Oaxaca y Mazatlán, y de Macroseismos sentidos en la República Mexicana, durante el año de 1912. 125 pp.—1914. Núm. 9.—Rocas mexicanas clasificadas al microscopio en el Instituto Geológico. [En prensa]. Núm. 10.—Las aguas subterráneas de los Municipios de Acatlán y Jaltepec, Distrito ee Tulancingo, Estado de Hidalgo, por el Ing. Vicente Gálvez. 17 láms.—Los recursos de aguas del Valle de Tecalitlán, Estado de Jalisco, por el Ing. Trinidod Paredes. [En prensa]. * Agotado AAA AA RAS SECRETARIA DE FOMENTO TIONSTITUTO SESOLOSIiCco. DE MEiE=z=ICO DIRECTOR. JosÉ G. AGUILERA LA EXNTOTAIETEA SECA DE LA TIME TUS UD TE OVA a IA POR sontan Instit yg, ES oy JUN 15 1916 Wational mua G. R. WIELAND (SONT ATLAS DE SO LAMIDAS) MÉXICO IMPRENTA Y FOTOTIPIA DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO Primera calle de Betlemitas núm. 8 1914 jets E TINO) o 8 NOA lo eat ties: Introducción descriptiVa.........oooooooooooo.o. DB USO O o a OS BIOO Localidades y cortes geológicos....o.oooooocomocoro ir ALIS ae ona Spas ane I. Registro preliminar y medida del corte de El Consuel0...oooooooorrrrrrrrrerrss UL Como bmanes 191 Consuelo. o.puosncossoccorboorooso poroso poro prado oooO OO Descripción de las especies: BtlophylluniMoras A lia lol slats ci til Ptilophyllum acutifolium MorTiS.....o.ooormoooor rr SO ONO Ptilophyllum acutifolium, nov. var. minor de Oaxaca. .oooooooorerrrrrr rro Ptilophyllum pulchertimuM, Sp. DO Género Otozamites Braun, 1843: Otozamites Mandelslohi Kurt... ds Otozamites (Willlamsonia) Otozamites Molinianus Zigl0......oomrr as Otozamites Molinianus Zigno var. Oaxacensis Mibd...oooooooorrr rro Otozamites Reglei Brongniart, var. Lucerensis Mihi...oooooooorcrrrrrr rr os Otozamites Reglei Brongniart, var. Oaxacensis Mibil....ooooocororrrrrr rre Otozamites hespera, var. nov. latifolia....oommmmoocorrrr rr Otozamites hespera, var. nov. intermedia ...oooooorrrrrrr Otozamites obtusus Cf. var. O0lÍtiCa......e ooo Otozamites obtusus (Lindley y Hutton), var. Liassica Mibl...oooooroooocorrrrrroros Otozamites (Otopteris) sp. ef. Otozamites (Otopteris) Bueklandi Sehenk.........o.... Otozamites cardiopteroides, SP. MOV. Otozamites bribulosus, Sp. Dor Otozamites Paratypus, SP. DOV. Otozamites hespera, SP. DOV.....0ooooooc...-> o Osio Grupo de Williamsonias del género Otozamites I. Otozamites (Williamsonia) Diazi SP. DOVercoonroorrrrorrr II. Otozamites (Williamsonia) Juarezi SP. DOV..ooooormmmrrrrrrrr TIT. Otozamites (Williamsonia) Oaxacensis var. aut. Sp. DOV..oorocrorrrrrrr rre IV. Otozamites (Williamsonia) Aguileral Sp. MOV. .oooocoocrrrrrrerr rr V. Otozamites (Williamsonia) Aguilarianus Sp. DOV...0oooooorrrrrrrer rr MA e io ale Stangerites Daxaeensis, Sp. De Distribución geológica del género PterophylluM...ooorooorrorr erre Pterozamites (Pterophyllum) Múnsteri Presl, SP..ooocorrrecrorrrrrrr rr Pterozamites (Pterophyllum) angustifolius Leckby, SPererrrorrorrrrrr rre Pterophyllum ef. contiguum Sehenk..ooomrenrr rr Anomozamites Sehimper, 1870. ...ooooocrrnnererr rr A rt Anomozamites ef. Lindleyanus Sehimper.oooororrrrr DECO. vos abia ooo op OOOO ao Oda ooo OO ADO o ao 0 0000 d 000 aba dopo ao máis de Wincom... cogoVonuascosooycoodesooc go Roco boo codo ooo ODA Género Cyeadolepis SEmOmA ouoocueconoVacob Buscoracooe dede openooson co Robo OP pooR ae as Cyacdolark mentos so seo Vobor ens peo 9 pes NOS cer oe oo oo 09060 OD o abba oa ae -Fruetificaciones de Wiliamsonias.. Williamsonia Cuanhtemoci, sp mr Aval INDICE 5 Págs. Mila msonm ad cotencaci sp SO Ae 84 Williamsonia Nathorstil, SP. DOV.......o.oomerrrrrrrr 85 Williamsonia, Pr 88 Williamsonia Netzahualeoyotli, Sp MOV... corr 89 Williamsonia Ipalnemoadi, SP. MO 92 Williamsonia Quetzalcoatl, Sp. MOV. 93 E Las Williamsonias pigmeas: an ; 3 Williamsonia Centeotl, Sp. MOV... 96 Williamsonia Tlazolteotl, SP. DOV....ooooommocoomomo mo... A ON 97 Williamsonia Tecatzoncatl, Sp. MOV. 93 Wilton De poo ovosscnpecodosiobs sous choco besooo soporossesasóncoreseoos 98 Williamsonia (2?) Huitzilopochtli, Sp. DOV....ooooorrrrrr 98 Williamsonia Mexieada, Sp. mo. 100 Resumen y discusión general. 105 Gai odono lodo poo uao oo poo ova Pboa ono old doo. UooO aah Scola dos oros 109 Phoenicopssi (4) Heer, SP. bes Noegerathiopsis Hislopi (Bunbury) ...oooomorrrrr rs 112 Yuccites Sehimperianús (9) ZiBO0....ooocoor rr 115 Yueccites OaxaCensis, MOV. Por 116 Semillas de GimMnNOSperMasS....oooooooooo..- A O 117 Trigonocarpus Oaxacensis, Sp. MOV. 118 Rhabdocarpus (9) grandis, Sp. MOV 118 Cyeadeospermum Oaxacense, SP. MOV. .oocerorr rr OO ao 0oó 119 Tallos silicificados: á Araucarioxylon Mexicana, SP. MO 120 A A 124 Cyceadofilices o Helechos: Alethopteris (2?) Oaxacensis, Sp. MOV... 126 Sphenopteris affinis, var. nov. ind........ A al baaa cl ona oa oo o.o ob. 128 Cladophle bis BIO ARAS DO 129 Cladophlebis Albertsii (9) Dunker...... 129 Coniopteris (cf. hymenophylloides Brongniart).....oooooooorrrrrrrrrrrreros OI ONO. 130 Taeniopteris (ef. vittata Brongdlart) o... 131 Taeniopteris (Zeilleri) Tonkinensis, SP. DOV...oooocoocrrre rr 132 Taentopteris ct dan codes 133 Error oa (6) Ej malos socesosoociónocoroscococoocososndooreccacracossodonoadooos 133 EEE. e sopL ooo se onodososonoocoo dor oco corno oonobaso cdo sosoa coreo arrsoecooo 134 Glossopteris (9) linearis Meloy..ooooonmmr 135 Glossopteris (2) Mexicana, Sp. MOV... 136 Equicetaceae. Equisetites (Calamites) Giúmbeli (Sehenk)...oooooooooorororrr rro 136 SECO ooo onpaoconbos oder onooceooVnodasV ooo ooo Sssss obeso prosvobsososoos 138 Sagenopteris rhoifolia Presl. var. NOV. MexiladMd.. ooo 139 Discusiones finales. Composición, edad y origen de la flora de la Mixteca Alta. .ooommoccocrrerorrrerrrr os 140 1 Composición de la flora de la Mixteca Ala. oooooocorerr rr 145 Abundancia relativa de Cycadofitas en la flora de la Mixteca Alta....oooooooerroooooos 149 Edad de las capas de plantas del corte de E Consuelo....ooooooorcorrrrrrrrr rr 152 Origen de la flora de la Mixteca Alla..coooommcccr rs 155 Referencies para la literatura de las plantas del Jurásico inferi0T....ooooooororrrrrrms- 160 Indice de géneros Y especies... es 163 y FUI IES EIA LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA POR G. R. WIELAND NOTA PRELIMINAR * El principio de esta memoria se remouta como unos diez años a mi esta: dio anterior sobre la teoría del origen polar de las razas dominantes. Esta teoría no era ni aun entonces una idea nueva, a pesar de la peculiar carencia en los libros de texto, de referencias a este respecto. Invariablemente se había establecido en los trabajos de Rútimeyer, Saporta, Gray, Nathorst, Wallace y Seribner y más tarde, colaboraron en lo mismo, Haacke y Wortman. Yo, más de acuerdo con la opinión de radiación bipolar, que es justamente la de Riiti- meyer, en paridad con la teoría de Scribner sobre el origen de la vida en los polos, intenté establecer en definitiva los factores biológicos en general que fa- vorecen el origen de razas viriles en los polos, así como su dispersión de estas regiones. Como primer resultado de mis estudios, la tesis de una dispersión polar predominante a través de los tiempos fué defendida en el artículo principal del “American Journal of Science” correspondiente al mes de Diciembre de 1908 bajo el título de “Polar Climate in Time the Major Factor in the Evo- lution of Plants and Animals.” Pero siguiendo este método ensencialmente preliminar, la teoría polar de origen y dispersión, contraria a mis primeras impresiones, pareció más que nunca resolverse por sí misma en una burda de- ducción filosófica partiendo de los factores conocidos de geofísica y condiciones de vida. En vista de esta falta de evidencia directa, llegó a ser necesario, por consecuencia, limitar publicaciones ulteriores a la accidental y débil protesta contra teorías desautorizadas de migración lateral retroactiva y progresiva entre los continentes, y especialmente, contra la aceptada costumbre de muchos naturalistas de presentar caminos hipotéticos de migración lateral en térmi- 1 Este Boletín es una traducción, revisada, corregida y aprobada por el autor, de su original inglés. 159) G. R. WIELAND nos equivalentes a la aseveración virtual de que las regiones polares no fue- ron cuna de nueva fauna, aunque sí el sitio de: vida abundante. : Al mismo tiempo el estudio histológico de las Cycadeas mesozoicas em- pezado en 1899, continuó activamente y la estructura de las flores de Cyca- deoidea sostuvo más y más la promesa de que reanudando el trabajo de campo en antiguas regiones, o descubriendo nuevos terrenos del Mesozoico inferior y medio productores de Cycadeas, deben revelarse formas de gran interés, si no es que hasta verdaderas antecesoras de las Angiospermas. Así es que se dejó sentir la necesidad doblemente urgente a primera vis- ta, de exploraciones determinadas en direcciones norte y sur y la idea de lle- varlas a cabo en México y a lejanos lugares del norte, fué en efecto mencio- nada de manera explícita y en varias ocasiones, en los proyectos presentados a la Dirección de la Carnegie Institution de Washigton desde 1901 en ade- lante. Además, formalmente se intentó en el verano de 1907 una excursión de carácter preliminar a los yacimientos mesozoicos de Spitzberg, la cual no tu- vo éxito alguno por las condiciones anormales del tiempo en aquel año. Pero a mi regreso, me cupo la buena suerte de que se me presentara la oportuni- dad de asistir a la celebración del Centenario de la Sociedad Geológica de Lon- dres. En dicha ocasión, al tomar parte en una de las excursiones, tuve la satisfacción de encontrarme en compañía del Sr. Ing. D. José G. Aguilera a quien entonces conocí. Recordando que no habían figurado Cycadeas fósiles” en los horizontes mexicanos, pregunté al expresado Sr. Aguilera a medida que atravesábamos las oólites del país de Aylesbury, si se encontraban en México estas Oycadeas. Me contestó afirmativamente, pero que hasta la fecha nadie se había interesado lo bastante para estudiarlas, y que ni se tenían coleccio- nes. Tal declaración despertó en mí muchísimo interés conviniendo en el acto en llevar a cabo las exploraciones, cuyos resultados se refieren en este Bole- tín. Pasaron dos años antes que yo llegara a México y comenzara en Oaxaca el trabajo de campo, el cual principalmente se hizo en el invierno y principios del verano de 1909. Durante el siguiente invierno hice una breve visita al Triásico de Sonora, región inmensamente fructífera desde el punto de vista de la distribución, pero la estación fué algo prematura y corto el tiempo para recoger buenas coleccio- nes, en vista del mucho trabajo que dejé incompleto acerca de las Oycadeas si- licificadas. En consecuencia han quedado en expectativa tanto el poco mate- rial que yo obtuve, como la pequeña colección de buenas especies que antes. hizo el propio Sr. Aguilera. Las grandes masas de Tweniopteris en el Triásico sonorense de Pterophyllum de especies muy diferentes a las de Oaxaca, ha de- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 3 jado la firme impresión que a los cortes estudiados en Oaxaca deben agregar- se capas más antiguas con un espesor total de 500 metros. No cabe duda por lo tanto, que los estratos ricos en plantas fósiles, alcanzan un espesor de mu- cho más de un kilómetro en la región mexicana e indican las series del Triá- sico al Jurásico medio del más grande desarrollo en el Globo. De este probable gran conjunto de rocas sedimentarias tuve la fortuna de medir metro por metro por la primera vez las capas de plantas del Rhético- Liásico con espesor total de 550 metros incluyendo el corte del Consuelo, tí- pico para las series sedimentarias en la región de Tlaxiaco. Las colecciones obtenidas indican que la riqueza de la flora fósil de las capas de plantas oaxaqueñas, compite, si no es que supera a la de la India y de la costa de Yorkshire, las únicas con las cuales puede compararse directamente. En verdad que el interés de la vasta riqueza de plantas fósiles en Oaxaca apenas puede ser estimada de una manera suficiente. Algún día, cuando el corte del Consuelo haya producido el doble o triple de la flora aquí descrita con estructura y hábitus característicos, nos propor- cionará datos de inestimable valor para la más completa historia de plantas fó- siles. Especialmente esto es cierto porque la carbonización de mucho de este material lo ha dejado en una forma tal que con frecuencia serán aprovechables los métodos químicos adoptados por Nathorst, para el estudio de plantas fósi- les parcialmente carbonizadas. La expectativa en vista del último descubrimiento de formas silicifica- das es excelente, como puede juzgarse por el gran número de moldes obtenidos y la presencia del tronco Araucarioxylon hermosamente silicificado, encontra- do cerca del cerro del Lucero. Mi interés personal en plantas fósiles y formas animales, ha sido tan sólo la: del que estudia la evolución y distribución. En consecuencia aparte del re- conocimiento de la necesidad de una cronología precisa, se incluye en este tra- bajo una ligera referencia a hechos de geología general. Sin embargo, el estu- dio de la geología y paleontología de la región de Oaxaca, se ha llevado adelante año tras año por los miembros del Instituto Geológico de una manera activa y apropiada a la excepcional importancia de la materia. Al estudiar las plantas oaxaqueñas he procurado en todos los casos en que fué posible, fundarme sobre antiguos rasgos macroscópicos, evitando con- fusos parecidos con formas conocidas y la mala resultante de dudosas propo- siciones nuevas; pero he tropezado con grandes dificultades al estudiar la lite- ratura imperfectamente ilustrada de las plantas mesozoicas, pues en ella no todo se ha visto con certeza. 4 G. R. WIELAND Es aún más severo el dilema que resultará inevitablemente un día no le- jano, cuando no solamente esta literatura, sino que nuestra propia colaboración, deberán revisarse a la luz de estudios por métodos químicos modernos, los cua- les revelarán inconcusamente extensas categorías de semejanzas y diferencias, entre plantas fósiles aún dudosas u obscuras. Por consiguiente y haciéndosenos justicia, puede decirse que no hay falta de apreciación del hecho general de que a estos estudios únicamente podrán re- lacionarse los que lleguen a resultados basados sobre datos histológicos, pues el estudio macroscópico de las Oycadeas silicificadas hecho por Ward, ha dado origen a nuestros propios estudios, basados también sobre secciones delgadas. En ambos casos, sin embargo, me ha parecido necesario usar la misma ex- presión del Prof. Ward “marcar el camino,” to blaze the way. Para aquellos que sólo buscan los resultados precisos y detallados, camino amplio podría ha- berse trazado desde el principio; pero en la práctica el sendero tortuoso y más angosto es el primero que se abre a través de la selva, y solamente con tiempo y recursos se pueden aplicar los métodos más refinados y trazarse ancho ca- mino. Mientras tanto, sin duda ninguna, a menudo ganamos más con la inme- diata aplicación de métodos toscos que lo que superficialmente aparece al prin- cipio. Nosotros diríamos que en general los grandes resultados obtenidos, apar- te de la demostración de la primera extensión de la flora liásica de Norte-Amé- rica, son tres: Primero.—Las Cycadeas oaxaqueñas más que ningunas otras, han demos- trado la presencia de numerosas flores pequeñas, las que como sabemos ya por la Wielandiella con frecuencia reducida, fueron de pequeños tallos, mostran- do que el hábito de ramificación y curso de reducción floral había adelantado mucho entre estas eycadophytas. | Segundo.—Hay relativamente pocas formas en las series de plantas de Oa- xaca, series que parecen haber venido del sur y como las plantas prominentes de la Flora de la India, están presentes donde quiera, éstas también pueden presentarse en la costa de Yorkshire, mientras que la preponderancia de seme- janzas a plantas típicas de esta última región o del continente europeo no pue- den pasar desapercibidas. En consecuencia, a causa del hecho geográfico de que la costa de Yorkshire”queda casi exactamente sobre la línea más corta entre la India y Oaxaca, regiones que están situadas en la misma latitud, parece pro- bable que grandes elementos entre las plantas de las tres regiones fueron derivados de la cuarta gran región más próxima a todas como constituída por el área ártica, aunque ciertamente los de elementos más antiguos son de ori- gen austral. Tercero.—Llama la atención la ausencia continua de cambios en el follaje de Oyceadeas hacia las angioespermas, no obstante la adaptación del mismo há- bito de ramificación y el desarrollo de flores reducidas análogas a las de las angioespermas, indicando así más permanente a la área ártica como la residen- cla primitiva de las dicotiledóneas. Que la región antártica pueda haber des- empeñado el mismo papel, es menos aparente. Es por supuesto evidente que la realización de las teorías de origen y dispersión, puede venir solamente con el transcurso del tiempo, aunque parece que ahora no es necesario y sí incorrecto invocar migración lateral por la Gondwana, tratando de discernir el origen principal de las plantas oaxa- queñas. Para terminar deseamos manifestar a todos los miembros del Instituto Geológico con la mayor cordialidad nuestra gratitud por sus bondades y corte- sías durante nuestra larga permanencia en México, pues ello contribuyó a que nos fuera ésta excesivamente grata, provechosa e instructiva. También debemos mencionar muy especialmente el hecho de que este tra- bajo no sólo no se había intentado, sino que también los descubrimientos de que vamos a ocuparnos se habrían demorado por mucho tiempo a no ser porque la Superioridad de la Carnegie Institution de Washington a ruego nues- tro, permitió que conserváramos el puesto como uno de sus miembros investi- gadores, distrayendo de este modo nuestras energías en la preparación de las Cycadeas silicificadas. Tan extraordinaria generosidad queda realmente justi- ficada porque así aceleró el descubrimiento de gran número y variedad de moldes e impresiones de formas íntimamente relacionadas con las Cycadeas si- licificadas. ñ hi DIA AO - INTRODUCCION DESCRIPTIVA En vista de que no sólo la paleobotánica de las grandes capas de plantas de Oaxaca, sino todas las interpretaciones actuales de su estructura geológica deben sufrir revisiones y amplificaciones que requieren muchos años de traba- jo, ha parecido más apropiado para este estudio puramente inicial, un título indefinido, semi-geográfico y semi-etnológico. La Mixteca Alta, o la región su- perior de la Mixteca, es solamente una porción de la gran meseta y región montañosa de Oaxaca ocupada por las tribus originales Mixtecas. El nombre usado para la tierra templada y fría es para distinguirla de la Mixteca infe- rior o región más baja de la tierra caliente, en la que se extendieron todas es- tas tribus. Por lo tanto, la Mixteca Alta es una parte de la región sur límite del sistema de cordilleras que ve al Pacífico y que se extiende a través del centro y oeste de Oaxaca hasta Guerrero, así como hacia el norte en Puebla. De suerte que la Mixteca Alta es un nombre meramente regional. No es tampoco, una parte con marcada elevación de la zona llamada meseta: de México; pues al norte se levantan los elevados picos cercanos a Puebla y por el sureste el nudo de montañas de la Sierra de Juárez, quedando esta última casi directamente al frente de la Cordillera. La región superior o montañosa de las Mixtecas en la que las capas de plantas Jurásicas tienen un gran carácter geológico, es en parte una elevación moderada pero muy fracturada y en cuenca plegada; o al menos hay cordilleras limítrofes o transversales que han protegido parcialmente los depósitos de agua dulce contra la acción completa de desecación, de ero- sión y de todos aquellos tremendos efectos tectónicos a los cuales ha estado su- jeta por largo tiempo la región soberbiamente hermosa y pintoresea de la Mix- teca Alta. ' Por ctra parte, las capas de plantas son capaces de mantener el desarrollo de bosques espesos de encinos y pinos, y ayudan a producir una región típica y plácida cubierta de bosques nada común en el norte, por lo que no es invero- símil, que los factores fisiográficos hayan afectado directamente aun la vida sencilla de los antiguos indígenas, o en diferentes sentidos determinando los lí- 8 G. R. WIELAND mites de la tribu Mixteca. La flora liásica de la Mixteca Alta, es por lo tanto una entidad bastante clara, siendo el gran carácter paleobotánico de las capas de plantas la serie superior y dominante de Williamsonias que se encuentra con abundancia en casi todo su gran espesor. Localidades y cortes geológicos Las plantas fósiles descritas en este Boletín, son todas de puntos situa- dos en el sur de México y en la costa del Pacífico del Estado de Oaxaca. Las localidades están todas dentro del rectángulo señalado en el mapa, fig. 1, rec- tángulo que se extiende al Estado de Puebia, pues el Sr. Director Aguilera nos informó que durante el reconocimiento hecho hace treinta años encontró Gy- cadeas fósiles cerca del punto prominente llamado la Peña de Ayuquila, no muy distante del pueblo del mismo nombre. En 1907 el Sr. Ing. T. Flores hizo más colecciones pequeñas en Puebla, en las que figuran ejemplares representados en la lámina XLIT, fig. 1. El material que estudiamos personalmente es el de la mitad sur del cuadro, y fué todo colectado por nosotros durante la primavera y principios del vera- no de 1908. Las principales localidades en donde se encontraron plantas muy abundantes y en las que se hicieron las colecciones, son: 1. El río Tlaxiaco al suroeste de la población de Tlaxiace en las explora- ciones de la Oaxaca Iron and Coal Company. 2. Las colinas situadas a tres o cinco kilómetros al noroeste de Tlaxiaco. 3. Mixtepec en el río Mixtepece, donde se han llevado a cabo considerables exploraciones para carbón. 4. Cerca y al este del Cerro de El Lucero y Tezoatlán en la región del Ro- sario. | 5. La Barranca de El Consuelo entre el Cerro del Lucero y el Cerro del Venado donde están situadas las explotaciones de carbón, “Mina Consuelo” de la Oaxaca Iron and Coal Company. Además, el Ing. Y. S. Bonillas que perteneció al Instituto Geológico, visi- tó de paso el valle del río Nochixtlán al suroeste del pueblo Chacaltongo du- rante la primavera de 1908 y observó un eran desarrollo en las capas que con- tienen plantas con un total de 400 metros de espesor. Suponemos que esta importante serie, será más antigua que cualquiera de los lechos estudiados, y es posible que sean directamente equivalentes a la e serie de Sonora relatada por Newberry. olrang 2201 n0xo Ear 0420) A LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 9 Las plantas características de la región de Tlaxiaco son abundantes en to- das las localidades mencionadas, y se obtendrán mayores resultados por una exploración más completa que la que nosotros pudimos hacer, exceptuando el corte de El Consuelo, al cual dedicamos nuestra atención para la colección de plantas fósiles. Pero más tarde cuando se perfeccionen las explotaciones, cuan- do se abra mayor número de canteras y de tajos a través de los horizontes su- cesivos de plantas, aparecerán pequeñas e insignificantes, tanto en conservación como en número, las colecciones de plantas que nos fué posible juntar para la presente descripción. No solamente en la barranca del Consuelo sino en toda la región donde afloran los sedimientos, hay muchos lugares en los que pueden abrirse nuevas canteras. En conclusión, esta región es una de las más notables en el mundo para la colección y estudio de las plantas jurásicas. En nuestro estudio inicial se ha considerado no solamente conveniente sino preferible, dedicar la aten- ción al corte típico de la barranca de El Consuelo, que como ya se ha dicho, las capas pueden medirse allí metro por metro en un espesor total de quinien- tos cincuenta metros. Además, al bajar por la barranca reaparecen las mismas series sobrepuestas del Jurásico y Cretácico que están en orden inverso, y que no se volvieron a medir, sino que se desatendió este último trabajo que viene a ser uno de los refinamientos del estudio de la región y que puede dar resul- tados de interés y valor. El corte del Consuelo es por lo tanto el único del cual nos ocuparemos aho- ra. Las medidas preliminares y notas de este corte, las damos primero y des- pués una sencilla división del corte como se acostumbra más generalmente. Como se verá, las medidas y datos tomados primero, cuando se hacía la activa exploración en las capas de plantas, abarcaron las capas marinas so- brepuestas del Jurásico y del Cretácico. Poco después se trató de volver a me- dir y numerar con el mayor cuidado los elementos de este corte, en forma con- cisa para usos cartográficos, medidas que se hicieron en unión del Sr. Ingeniero Bonillas que entonces estaba ocupado en el levantamiento geológico de la región Tezoatlán-Tlaxiaco. Por lo tanto, las primeras medidas se dan desde el punto de vista que interesa: al colector, y las segundas más usuales, hacen re- saltar la notable continuidad de los afloramientos a lo largo del profundo corte casi Cañón de la Barranca de El Consuelo. Este es por consiguiente el cor- te típico en su especie para el continente Norte-Americano. En la parte final de este Boletín se discutirá definitivamente la edad Rhético-Liásica de la parte in- ferior o sea de la que contiene plantas. Flora liásica.—2 10 G. R. WIELAND I.—Registro preliminar y medida del corte kel Consuelo Las capas conteniendo plantas fósiles están indicados por un *. A.—Capas de plantas. 0. Suelo eruptivo e intrusiones. Termina formando dos pequeñas esco- taduras situadas en ambos lados de la barranca. La pendiente del suelo es de 30” que es semejante a la de las capas sedimentarias. 1. Primer miembro de las rocas sedimentarias. Forma la pendiente oc- cidental de las mencionadas escotaduras. Capas de pizarras arci- llosas demasiado blandas para tener bordes afilados y cubiertas por hierba que se desarrolla formando notable contraste con el suelo eruptivo que por lo general está desprovisto de vegetación. Hay fósiles probablemente, pero no aparecen en la superficie.... 2. Capas de pizarras y areniscas con nódulos arcillosos y veteado fe- rruginoso, enteramente semejantes a las que proporcionan abun- dantes moldes de Williamsonias y que se encuentran situadas unos 50 metros más arriba en el mismo corte. Allí es clara la lamina- ción de las pizarras y las excavaciones suficientemente profundas, . pueden revelar plantas fósiles ...... O O Soo o 3.* Arcillas endurecidas y laminadas o sea arcillas apizarradas que for- man los bordes escarpados en el lecho de la barranca, excepto en algunos decímetros de la porción inferior donde el material es un poco más blando. Escaso en fósiles ...........oooooooo.o..o... 20 4. Otra capa blanda pero claramente laminada con algunas capas del- gadas arenosas. Probablemente fosilíferas ........o...oooo.oo... A 5. Capa arenosa y arcillosa, pasta endurecida que forma los bordes y el extremo de un horizonte con delgadas capas de carbón...... 6. Contiene intercalado, considerable material carbonoso en capas arci- llosas y arenosas (echado repentinamente aumentado a 60%). Fa- lla de unos 10 metros T. Arenisca, carbón y pizarras. El registro del “tiro A” de la Oaxaca Iron and Coal Company, incluye este horizonte que medido de arri- ba a abajo, es como sigue: 25” de superficie lavada; pizarra carbo- nosa 6”; carbón con arcilla “caballos,” 234”; pizarra carbonosa, 3”; caliza dura o arcillosa o arcilla margosa, 2*/,; carbón con “ca- ballos,” 134'; arcilla calcárea, 22%/'; carbón, 34”; arcilla carbono- sa, 3; margas con inclusiones carbonosas o capas carbonosas 15. DO oe La capa núm. 7 es muy rica en fósiles Noeggerathiopsis y Alethopteris con Otozamites Mandelslohi, y las series Otozamites Metros 30 4.6 15.4 17 24 18 19 ae LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 11 Metros Molinianus, fueron todas obtenidas de este horizonte. Es curioso observar que los Taemiopteris son escasos en ella. 8. Grava más o menos lenticular seguida por una capa arenosa y arci- MA A a dit a 58 (Nota.) —Primero se habían asignado a las ocho capas ante- riores los números del 1 al 18, pero como los afloramientos de es- tas capas en la barranca proporcionaron pocos fósiles se abando- nó después esa subdivisión; y por lo tanto, el número 19 se ha hecho aparecer arbitrariamente después del 8. 19. * Areillas apizarradas y arenosas, amarillas con vetas ferruginosas en ocasiones ligeramente conglomeradas. Porción superior ri- ca en plantas fósiles. Una pequeña cantera establecida en la orilla derecha de la barranca opuesta inmediatamente a un gran “ahue- huete” (Faxodium mucronatum) dió la Otozamites hespera de la AA O io e ado dale 60 20. Material arcilloso y arenoso fácilmente desintegrable que no forma capas superficiales o afloramientos a lo largo de la barranca..... 25 21. Capa claramente arenosa o conglomerada ........oocoocoocoo.... 1 CS CA o oO dl E 2 23. Guijarros pequeños pero conglomerados ........o.oo.oooo... AS 2.5 24. Marga apizarrada arenosa clara, o ligeramente pardusca .......... 2 20 ORTO canosa, Male COM wel sapo ea seo odon ops e Pala bee 4 26. Arcilla apizarrada ferruginosa semejante a la núm. 24, notablemente EONCTECIONALA ADA tatoo GR OA 2.5 27. * Arenisca gruesa con restos de plantas poco claros... .......o....... 1 2 epetición de los UM Lt dde 1 29. * Repetición del número 27 con grava abajo seguida de material más fino arriba, conteniendo Ptilophyllum o frondas de Williamsomia DAR A aa EN ola ENS ED 30. * Arenisca blanda correspondiendo a los núms. 24 y 28 con algunos fó- a lea EE AQUA Js 2 31. Capa de arena gruesa debajo, fina arriba. Repetición de los números UNED E A A EA Al 32. * Material arenoso con numerosos Ptilophyllum en la porción media. (Aquí no hay cantera aunque debe abrirse).............0..... 3 33. * Grava y arcilla arenosas con algo de plantas arriba.............. 2 34. Arcillas apizarradas repitiéndose los caracteres de los núms. 24, 26, 28 OA a e o E A 3.5 35. Gravas gruesas abajo y cambiando gradualmente en arenisca fina arriba, precisamente como en el número 33, pero no se notó la pre- senciand planta Alea ll dea. SONO laa ias e 2 12 G. R. WIELAND 36. 37. 4(). 41, 2. * Arenisca con egradaciones frecuentes de las estructuras pizarreña y 54. QU (Si Arcilla apizarrada sin aristas duras, continuando arriba otra capa de CNINEES MAUSSel Lope ea oa so polao bio oo obioO oO danos eaiblo da ao oops Arenisca con más o menos estructura fluidal aunque arcillas están también intercaladas. Aparentemente se mezclan en ésta los mismos materiales que están claramente separados en las capas números 26:23 DY LS Horizonte arenoso e arcilloso apizarrado o nodular, y no muy diferen- GEL mina Al. oooopossnos RN AI ao OIE NOR Eo ele Capa de grava y de conglomerado más dura y más cuarzosa que la an- O A AS E eat baraja Dita piero Earolo O dea EMS CANA CA CApararenos Mora cios conerecionada. Capas delgadas carbonosas se presentan. Muchas plantas arriba. Las grandes hojas de Williamsonia con grandes ye- mas, y tallos y Cycadolepis fueron encontradas primero en este im- ¡COPE AOS oosooneronos soso pos A . * Oapas arcillosas y arenosas más o menos apizarradas con plantas. (El Ptilophyllum se encuentra aquí en gran cantidad, lámina I, ete. . Arenisca algo gruesa A eE oa na aloe eo >. * Arcillas apizarradas nodulosas cor plantas imperfectamente conser- AA A OR . Arcillas apizarradas arenosas o arcillas no apizarradas............ Capa de grava o conglomerado que cruza la barranca.............. . * Arcilla apizarrada arenosa, muchas Cycadeas abajo. En su mayor parte los pequeños Ptilophyllum, Lámina VIH arcillas tapizarradas: plantas poco clara Material más o menos conglomerado más blando arriba y que proba- blemente contiene buenas plantas en algunos lugares............. Capas de arenisca con impresiones poco claras de troncos en la por- COMAS DA A O A Arcilla apizarrada arenosa terminando en una capa más arcillosa contplantas Licencia Lentes de arena y arcillas apizarradas arenosas con capas delgadas de pizarra arcillosa conteniendo plantas. Capitas carbonosas cer- ca de la mitad; pero no hay carbón en Capas..........oo.oo.oo... Material arenoso y arcilloso con una capa de arcilla bien definida y plantas muy bien conservadas. Forma un borde únicamente en la margen izquierda de la barranca, pues la margen derecha es bastan- to plan A A a AOS Sion ró sl sens Capas alternantes de material arcilloso y arenoso, algunas arcillas apizarradas carbonosas abajo sin plantas claras................. Metros 16 16 19 (311 18 5.5 13 21 LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 13 Metros 56. Areniscas conteniendo una capa de arcilla apizarrada de un tercio de metro de grueso y que pasa a ser una arenisca nodular y apiza- A a ot o Tn A a 3.5 57. Grava, conglomerado o arenisca en su mayor parte de grano fino 0 compacta con pequeñas láminas arcillosas. Algunas veces las are- niscas muestran estructura ondulada. En la parte superior tallos de plantas no definidas. Esta serie forma una colina............ 29 58. Areniscas blandas. Producen un suelo casi sin arcilla............-. 17 59. Areniscas más o menos micáceas y arcillosas y laminadas en la parte SUP O la a ic as E eS 3.5 60. Arcillas apizarradas que pasan a areniscas micáceas con Cycadeas bien conservadas arriba. Horizonte importante y el más alto del cual se obtuvieron buenas plantas fósiles ........ << ooooo..-<. 6.5 61. Una capa de conglomerado duro con echado de 60% cuarzosa en la parte inferior y formando un salto. Rasgo notable de la barranca. 125 62. Material apizarrado o arenoso que termina arriba en varias capas de arena cuarzosa de 2 metros de espesoOT. ...0ooooococrorocroass 20 Nota.—El echado aquí varía de 60? a 45” con un pequeño cam- bio en el rumbo de casi N. hasta 10? N.W. 63. Capas de pizarras ferruginosas sin aristas duras. (Braquiópodos en la verda, de menu)... son oo dos aooe se 909 0ob ooo e0 a OOOO 23 64. Cuarcita obscura y compacta conteniendo algunas buenas pínnulas de Cycadeas y difícil de romperse para sacar los fósiles.......... 1 65. Pizarras a menudo azuladas, modulares y ferruginosas. Restos de plantas muy confusos........... A O Ro doo As Ue 16.5 66. Roca arenosa, compacta y apizarrada arriba con algunas capitas arci- llosas. Forma crestones prominentes en ambas orillas de la barran- ca. Contiene restos de grandes troncos de árboles muy mal conser- VOLTS aa o Ne Oe o ato orar AE RS oa 9 67. Arcilla apizarrada a veces nodular abajo, pero no en la parte supe- rior, fácilmente desintegrable y como soporta rocas muy duras y caliza la barranca, cambió su curso en ángulo recto. En efecto, la barranca sigue este horizonte blando por casi 200 m. y luego corta las rocas más duras de la parte superior siguiendo una pequeña fa- lla cuyo salto es poco más o menos de 1 metro... .......o.o..... 5 TOTALES PRINCIPALES 1. Espesor total de las capas de plantas según medidas preliminares sin considerar algunas pequeñas fallas 600 m. o sea espesor total más SAA Neri one e de NIE A DES NOR 567 14 G. R. WIELAND Metros 2. Grueso del horizonte de moldes de Williamsonia nathorstil......... 85 3. Espesor del horizonte principal de capas de carbón con Noeggerathiop- sis. Otozamites Mandelslohi y otros Otozamites de hojas anchas y cortas ¡convAletopterideas ei DO 4. Grueso de la zona de Otozamites hespera y del horizonte aproximado de troncos silicificados de AraucarioxyloN. .........<..... ai ZA 5. Espesor del horizonte principal de Williamsonia ............ o. 800 La interpretación de las medidas anteriores es sumamente sencilla, desde el punto de vista del yacimiento de plantas. Es evidente que hubo una serie de hundimientos oscilatorios que llegaron a un máximum, cuando se hizo el depó- sito del conglomerado cuarzoso 61. Mientras se verificaban los hundimientos, se encontraron con frecuencia las aguas en condiciones apropiadas, por su tran- quilidad, su distancia a la costa y su profundidad, para depositar plantas en lodos finos que más tarde constituirían pizarras. Están caracterizadas por el depósito de abundantes restos de plantas y cuando son prominentes por el depó- sito de carbón. Con la última gran invasión de los mares oólíticos siguiendo la capa de agua profunda número 67, comienza la formación de calizas fosilíferas con intercalaciones de areniscas marinas o semi-marinas y más tarde los mares profundos Jurásico y Cretácico transgredieron completamente la región de las capas de plantas. Con respecto al número 67 no hay necesidad de dar notas pre- liminares además de lo que se dirá adelante, pues en verdad difieren muy poco de las medidas que se indican en el cuadro adjunto que hicimos con el Sr. Boni- llas. Las diferencias que existen se deben en parte al orden ligeramente alte- rado de las medidas y a las correcciones que se les hicieron. Pero el que estudia cortes a través de gruesos horizontes y especialmente los de aguas dulces de va- viado origen, sabe bien cuán variables son las medidas e identificaciones hechas por diferentes geólogos, pues ni el registro de una misma perforación es el mis- mo en los informes de dos diferentes personas. Basta consultar la larga serie de informes geológicos de los Estados Unidos para comprobar estas observa- ciones. ; Teniendo en cuenta lo expuesto encontramos notable semejanza entre el cor- te preliminar y el que le sigue y esto es debido a que en el caso del corte del Consuelo las circunstancias favorecen notablemente la exactitud en las medi- das. Hecha esta revisión del corte de las capas superpuestas Jurásico-cretácicas, pasamos a la descripción de las plantas. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 15 Número. 10 12 13 14 15 16 17 a Números pre- liminares. 26-29 44-47 Espesor Rumbo | Varió. 30.0 AN. 159 W. 5.0 NLSSoW. N. 302 W. 16.3 Cambió. N. 182 W. 1U[ 2 NEUSSWE 28.0 NSALOS wa 41.0 | N.102 We | 22.0 N 159 W. 45.5 NAS SEWE 17.0 N. 152 W. 11.5 N. 15 W. 7.1 N. 152 W. 14.0 x- 15 W. 16.0 N. 152 W 16.0 INFALOSIWV A A SECO aaaS a !.—Corte Barranca El Consuelo (Medidas tomadas por los señores Bonillas y Wieland) LALA AO AAN ABS) Echado 322 SW. 409 SW. IV 259 Sw. 252 SW. 202 SW. Cambió. | 552 SW. 602 SW. 459 SW. 45% SW. 45% SW. 45% SW. 502 502 602 609 652 fil A 0 | areniscas y arcillas más duras que 6. | Arcillas biandas con carbón. | | Arcilla y conglomorado grueso con poca ar- SS a Y e | d. 2.0, areniscas gruesas. e Y | Areniscas con bastantes arcillas revueltas y Arcillas y pizarras con dos capas o lentes de carbón. | Pizarras duras negras. Pizarras duras negras y ferruginosas. | Alternando al principio, arriba más mate- | rial blando. Arcillas carbonosas abajo con bandas duras y blandas en la cima. Areniscas y conglomerado fino con poca ar- cilla. cilla, hasta los ahuehuetes en sonda de Prole. Arcillas y areniscas muy ferruginosas. . 12.0, conglomerado fino. 21.0, arenisca arcillosa. - 8%.0, conglomerado grueso. . 2.5, arcilla arenosa. - 81.0, arenisca y conglomerado en lentes. ES S 21.5, arcilla ferruginosa y concrecionada. 1.5, arenisca gruesa. 1.3, arcilla ferruginosa y concrecionada. 211.0, arenisca gruesa, fina arriba. . 21.0, arenisca gruesa. . 1.3, arenisca gruesa a fina. - 3.0, arcillas duras a arenisca. . 31.7, arcillas. . 22.0, areniscas finas a gruesas. ) >) Arcillas y pizarras con pocas capas de are- niscas gruesas. Oapa blanda. arcillas arenosas. a. 3,5, arenisca arcillosa y concrecionada. b. 1”.0, arenisca gruesa con conglomerado. c. 21,0, arenisca fina. d. 16.0, arenisca fina a arcillas. i a. 18%.0, arenisca con arcillas y concrecio- nes, muy poco curbonosa. b. 3.1, arenisca y arcilla con algo de cuar- cita. 1.9, arenisca gruesa. | 12.9, arcillas nodulosas. | 51.6, arcillas arenosas. 1.9, areniscas gruesas. Números pre- | liminares. | 18 | 48-50 | 19 5156 20 | 57-60 | 21 | 61 | E 22 | 69-64 23 | 65-67 Espesor Ha ES =I y Rs) = Rumbo 652 SW. + | 18.0, arcillas arenosas. | 31,7, arcillas y areniscas. | 12.9, areniscas gruesas. 91,5, arenisca. | 121.5, arcillas arenosas laminadas. 19.6, areniscas y arenas arcillosas. 72,0, arenisca arcillosa. | 13.0 capas delgadas, areniscas arcillosas y | areniscas algo carbonosas en la base. 311,9, arenisca con arcilla en medio y con- | —creciones en la cima. 291.0, areniscas, conglomerado y cuarcitas | duras. 168, arenisca arcillosa blanda. 3m.6, arenisca micácea y arcillosa. 62.0, arcillas con arenisca micácea al fin. | Cuarcitas gruesas y finas. 207.0, areniscas arcillosas con dos capas de 2m.0 de cuarcita gruesa. | 221.7, arcillas arenosas y ferruginosas. ].0 cuarcita negra. | 16.0, arcillas con muy poco carbón. 9u,1, arenisca gris, poca arcilla. 4u.6, arcillas concrecionadas abajo pero no arriba. B.-JURASICO Y CRETACICO MARINO SUPERPUESTO 19.4 2.0 N. 109 W. ( 502 | | | l ¡€_---———— __—_ | | 7%,3, sucesión de caliza formada de frag- mentos negros de conchas, caliza gris ar- | cillosa y arenosa y arcilla concrecionada y ATenOsa. 9.1, como la anterior pero con más arci- ¡AL 32,0, caliza de conchas y arcillas duras are- nOSAS. | Cuarcita. f | Arenisca con arcilla blanda con concrecio- nes duras sin fósiles. | Arenisca blanquecina maciza. ¿ Arcillas blandas con cuatro capas de caliza formada por conchas. | Arenisca macisa. Arcilas azules muy blandas. Areniscas y cuarcitas con algunas bandas ferruginosas donde hay moldes de Bival- | vos. Y Arcillas y areniscas laminadas. Arcillas negras y pardas. Areniscas macizas, arcillosas al fin y con abundantes conchas en el último metro. Arcillas arenosas laminadas. | 21,4, arenisca maciza. 31,1, arcillas arenosas macizas. | Areniscas macizas gris claro. Arcillas con dos bandas caliza de conchas, LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 17 | | l E Espesor | Rumbo Echado | Z | _ | | | 0% ci | 39) 3 A A A | Areniscas macizas gris claro como el 37. > | Arcillas, calizas de conchas y capas areno- 40 84 O aca > as y | sas, todas con fósiles. a | 41 85 | LO O ano | Arenisca maciza como el 37 y 38. | 7 - | 3 | | 42 86 all aseo auocaenar (Mec SARA Tas Caliza de conchas negras. | 1 . | 43 87 132 | f | Caliza de conchas con algunas capas de are- | A a il Ad 167 U| niscas y calizas arenosas. | | | 6 | | m YO a 44 88 A O o rece Y 4m,3, caliza de conchas compactas. 45 89 O O Arenisca y cuarcita maciza calcárea. 46 6 8.1 | | Arcillas con algunas calizas y muy pocos | 90 e ¡lcopacevdeuoaneocaras || opddares (gocapona (TES S y E I ol 9 | Calizas de conchas con algunas areniscas y 47 91 O cados la 3. : CARR 5 y | U|- arcillas al principio. 48 | 92 O A o | Areniscas calcáreas, arcillosas abajo. I | | 6 | 2m.0, arcillas mE aliza arcillosa 4993 A to DEE ( DO Aa a ld. L f | Arcillas abajo con calizas duras cristalinas [LA 1 y otras capas con fósiles. POOA AA COSEDRAS | Arcillas y areniscas. soda bicaoanod | Areniscas calcáreas. | Caliza blanca compacta con algunas capas Sooohoraodococóa: | arcillosas hasta los horizontes de Rhyncho- nellas bien marcadas. + | . e la | Cretácico. J | Bol 31, Flora liásica,—3 DESCRIPCION DE LAS ESPECIES Ptilophyllum Morris, 1837 Durante cincuenta años, este género que antecedió mucho a la Williamso- ma (Carruthers 1870), fué considerado como representante de las series in- dias de frondas intermediarias entre los Pterophyllum (Brongniart, 1825) y las Zamites (Brongniart, 1828). Entre tanto las formas de la costa de Yorkshire continuaron siendo consideradas como pertenecientes a antiguos yYéneros de Pterophyllum, Zamites, Otozamites, etc., hasta que las notables series de fru- tos tan íntimamente asociados con estas frondas comenzaron a ser objeto de es- tudio, primero con el nombre de Zamites gigas como las llamó Williamson; y después como Williamsonia yigas como lo propuso Carruthers en 1870. Desde aquel año cada vez que se ha encontrado un fruto del tipo Williamsomia en ínti- ma asociación con el follaje de las llamadas Zamites u Otozamites, ha habido la tendencia de llamar esas frondas Williamsonias. Por esto hay ahora en los Mu- seos ingleses una considerable cantidad de follaje de cycadofitas jurásicas con el nombre de Williamsonias; así, la Zamites gigas es ahora la Williamsomia y gas, y la forma llamada por mucho tiempo Ptilophyllum acutifolium es al presente conocida más bien como Williamsomia pecten. De la misma manera el Profesor Nathorst ha propuesto el nombre de Williamsonia Leckenbyi para una pequeña especie de frutos de Williamsonia de Clouglton Wyke, que descubrió * hace unos treinta años íntimamente asociada con la Palaeozamia (Endlicher, 1837) con hojas exactamente de la misma forma que las llamadas generalmen- te Pterophyllum pecten. A pesar de que antes de 1870 había ya plétora de mal definidos géneros de hojas de cycadeas, hay ahora el inmediato y serio peligro de complicar más la situación, tomando especies de uno u otro género y colo- cándolas entre las Wailliamsonias sólo para encontrar que al hacer esto, se han transgredido no únicamente distinciones genéricas, sino aun de familias. La verdad es que ni en el conjunto de material disponible ni en los métodos por los que este material ha sido estudiado, hay en la actualidad una base segura ni pa- ra los menores cambios y transformaciones de géneros a géneros y de especies a LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 19 especies. Por otra parte, la costumbre de forjar nombres nuevos poco apropia- dos despreciando los antiguos que eran buenos, ha continuado por más de se senta años, a tal grado que hasta ahora no se puede determinar el punto más sencillo de taxonomía ni de nomenclatura específica en los follajes de cycado- fitas, sin la pérdida de una grande labor. Sin embargo, afortunadamente, el re- medio está a la mano. La taxonomía que había dominado fué necesaria y pres- tó grandes servicios, pero no dominará, ya por mucho tiempo. Está ahora plenamente aceptado que los caracteres morfológicos y los hechos ecológicos son de más interés que las especies mismas, por haberse introducido grandes mejoras en los métodos de estudio tanto en el campo como en el gabinete. Está próximo el día en que en lugar del estudio de simples fragmentos de hojas, se haga el his- tológico de formas completas, y en pocos años las especies de plantas fósiles quedarán tan bien definidas como lo están ya las especies de vertebrados e in- vertebrados. Volviendo al caso que está a discusión, Seward fué uno de los primeros en notar que las semejanzas entre la flora jurásica india e inglesa habían queda- do confusas, por considerar el género Prilophyllum como enteramente distin- to; correctamente asentó: “Un examen cuidadoso del tipo de Morris Ptilophy- llum cutchense (en el Museo de la Sociedad Geológica de Londres) y de otros varios ejemplares indios (en el Museo Británico) me han convencido de que una separación genérica de los fósiles indios y europeos desorienta e indica una dis- tinción que no existe.” En opinión de Seward no hay ni una diferencia clara y específica entre las especies indias Ptilophyllum cutehense y acutifollium; pues estas mismas es- pecies son también típicas de las costas de Yorkshire. Ninguna de estas formas se han separado del Ctenophyllum. El antiguo Pterophyllum pecten de Lind- ley Hutton? se considera idéntico con el Ptilophyllum indio y en lo general pa. rece que esta misma apreciación se adapta con igual fuerza a las formas mexica- nas, las que ahora serán descritas con el último nombre genérico. Esto se hace por la razón de que como se ha explicado antes, los límites del género de las cycadofitas están imperfectamente definidos. Con igual certe- za debe también considerarse que algunas de las formas de hojas aparentemente en relación estrecha, tenían fructificación muy diferente. Además, el método de colocar las formas de hojas dentro de! género de frutos de Williamsonia, aunque 1 Seward, A. C. Catalogue of the Mesozoic Plants in the Department of Geology, British Museum of Natural History. The Wealden Flora, Pt. 1, 1894. 2 Fossil Flora of Great Britain, p. 102. (Sería casi imposible, basándose únicamente en la figura, distinguir este tipo dentro de los límites genéricos), 20 G. R. WIELAND ofrece una ayuda temporal, es prolablemente errónea en principio. Equivale a decir que las partes desconocidas de las plantas nunca podrán estudiarse y es hasta probable que eventualmente pueda llegarse a menos confusión adop- tando el método contrario, de relegar « alguna otra categoría aquellas especies «ie un género dado cuyas fructificaciones quedan desconocidas hasta que los fru- tos de una de las especies sean determinados definitivamente. Al menos, tal mé: todo estaría más de acuerdo con las leyes y usos de prioridad, si, como parece desprenderse, muchos géneros usados que se basan sobre órganos fósiles diso- ciados se desecharan tan pronto como Jas partes desconocidas de las especies aclararan la verdadera naturaleza del grupo! En resumen, nos proponemos se: ñalar las mejores relaciones tomadas con las mejores formas inglesas conocidas y con el menor uso posible de nombres nuevos. Ptilophyllum acutifolium Morris Cf. var. maximum O. Feistmantel. Láminas 1, II y IV, figura 2. Feistmantel, O.—Palaeontologia Indica, Fossil Flora of the Gondwana System, vol. 1, y gran tamaño llamadas P. acuts a todas las otras figuras de frondas de mediano p. 65 and Pl. XL (con referenciaifolium en el vol. 1). Las espléndidas series de frondas de cycadofitas descritas primero como Pa- laecozamia por Oldham y Morris, y últimamente ilustradas de una manera más completa por Feistmantel como Ptilophyllwm, tienen notable semejanza con las descubiertas en México. La descripción de este material mexicano empieza aquí con la serie de frondas más grandes obtenidas en las canteras del río Con- suelo. Casi todas las frondas proceden del horizonte 16 (42). Durante mucho tiempo fuimos de la opinión de que estas grandes frondas no constituían especies distintas, y que no se podía hacer una división entre es- tos tipos y las formas más pequeñas que se ven en las láminas V-VIT. Aunque es posible que cualquiera por práctico que sea en el estudio de grandes colec- ciones, pueda considerar como frondas pequeñas las que se han creído perte- necer claramente a la variedad grande y viceversa, no es probable que considere que las series más pequeñas de las láminas V-VIT, sean enteramente juveniles. Deseraciadamente, es difícil relacionar las figuras de las frondas comple- tas de la costa de Yorkshire con las formas mexicanas, y es casi tan difícil hacer una comparación final con los contornos de frondas del Rajmahal Hills. A pe- sar del considerable número de figuras dadas por Oldham y Morris, y especial- mente en el último trabajo de Feistmantel, ninguna de las frondas más gran- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 21 des úe las representadas, están completas, habiendo en ellas escasez de bases y ápices. Las frondas mostradas en las láminas EII, están evidentemente distribuí- das con la mayor abundancia a través de ciertas capas de amplia extensión. Las láminas solamente muestran las partes más pequeñas de las grandes lajas restauradas, pues estando tan llenas de hermosas y completas frondas, fué di- fícil escoger cuál de las varias diferentes superficies estaban mejor desarro- lladas. Lo único que limita el tamaño de los fragmentos es la presencia de Jos pla- nos de erucero a lo largo de los cuales la roca se hiende en bloques rómbicos más o menos perfectos, los cuales raras veces tienen un metro cuadrado de su- perficie. Como la cantera se abrió cerca de la base del cauce del arroyo y fué traba- jada únicamente para extraer plantas fósiles, no se pudieron obtener las formas mejor conservadas como podían haberse encontrado algunos metros debajo de la superficie. No obstante, se notó que la profusión de frondas continúa aba- jo de la superficie a una distancia de más de tres metros. Un hecho del mayor interés es que en una parte de esta distancia, las fron- das parecen tener una orientación en cierto modo relacionada con el tallo com- primido, que tiene un metro o más de largo por cerca de unos veinte centíme- tros de ancho, del cual aparece un segmento en la lámina 111. Sin embargo, la determinación cierta de esta orientación, es impedida pat- cialmente por interrupciones debidas a pequeñas fracturas y para observarla exactamente se necesitaría ampliar la cantera en condiciones favorables de cru- cero y echado. De todos modos, la ocasión de obtener plantas completas pareció muy buena y la uniformidad específica de las frondas a lo largo de ciertos le- chos en algunas de las lajas, casi con la exclusión entera de otras formas, está en contraste perfecto con el conjunto variado de eyeadeas y aun con otros tipos que se encontrarán a unos cuantos decímetros arriba o abajo. La marcada uniformidad en tamaño de las presentes frondas, está indicado en el cuadro adjunto, que da la longitud, anchura y número de pínulas de diez frondas completas preparadas en el Instituto Geológico de lechos favorables de las lajas. No solamente se hicieron estas medidas con bastante exactitud, sino que el número de frondas completas pudo aumentarse fácilmente. 22 G. R. WIELAND OUAIDISVO JE Medidas de diez frondas de Ptilophyllum acutifolium de la variedad máxima del Rio Consuelo Número | Longitud Anchura Pínulas CASCACOdE doadO Ne APGPOSO0o Jar dnO BRO CO RESPEROOS | 8 ClosdadadeoposnastondJondonegos dunnobacaboSdason: | 44 8 100>+ ,, IU boodbagubcobooqeosacupondasedosaoconodo desuso 45 8 100+ ,, ¡ROMEU OonssoooVonocsacioneno ES q 7 (695) 90 (89.6) El cuadro anterior deberá compararse con el semejante relativo a las for mas pequeñas de P. acutifoliwm var. minor representadas en las láminas V-VIL Los frutos no se encontraron asociados con estas frondas, y la matriz es tal, que puede proporcionar ejemplares más bien vistosos que finamente graba- dos y perfilados. El débil brillo de las superficies cubiertas de carbón, aunque ofusca algo los grandes detalles en las superficies fracturadas, está en relación con la excelente conservación de las superficies de las hojas, favoreciendo el es- tudio posterior de raszos histológicos por los métodos químicos. En todas estas frondas se manifiesta la base decurrente inferior de la pínula con una inserción ligeramente oblicua y su borde superior arredondado carac- terístico del Ptilophyllum y tan notable, que es estrictamente intermediaria entre los Pterophyllum o de inserción lineal y las Zamites de inserción libre de las pínulas. Finalmente, con respecto a la forma indicada en la lámina IV, figura 2, se notará que mientras que la porción superior de la fronda es casi la forma habitual, las pínulas más bajas son más angostas, carácter éste que indi- ea casi con certeza el estado final de crecimiento. . En efecto, a juzgar por este ejemplar es probable que estas frondas comple- taron su crecimiento de arriba hacia abajo, siendo “basipétalas” en el orden del LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 23 desarrollo de las pínulas como la Macrozamia Miquelli, habiendo alcanzado finalmente las pínulas su completa longitud antes de obtener la anchura de” la forma madura. Por esta razón parece doblemente improbable que los ejempla- res de las láminas V-VI1I puedan ser tipos jóvenes de esta variedad. Ptilophyllum acutifolium, nov. var. minor de Oaxaca Láminas V -—VIL Las hermosas series de frondas que se ven en las láminas V-VII se obtuvie- ron en una pequeña cantera abierta en el horizonte 17 (48), unos diez metros arriba de la gran cantera de que procede la serie de frondas representadas en las láminas FU. La matriz.de estas series es una arcilla apizarrada más O menos arenosa de grano un poco más fino y más duro que la de las frondas repre- sentadas en las láminas T-1IL. Como consecuencia, el aspecto general de las fron- das de las dos series varía algo más que si ambas se hubieran presentado mez- cladas en la misma matriz y cantera. Presentándose así las referidas dos series, no es aventurado asegurar que el separarlas habría sido no sólo dificultoso, sino hasta imposible. Todas las frondas, exceptuando el único ejemplar de Ptilo- 2hyllum acutifolium, cf. maximum, Feistmantel, de la lámina IV, figura 2, tam- bién especialmente indicada que muestra un estado de crecimiento medio en las frondas más grandes, habían parecido constituir entonces una serie continuada pasando del estado muy joven a la forma de crecimiento completo por períodos apenas separados. En verdad, aun en el campo, cuando fueron colectadas las dos series, pareció más probable que fuesen continuas y no separadas en va- riedades. Pero ahora que las formas han sido mejor preparadas, fotografiadas y cui- dadosamente medidas en el gabinete, parece más probable que existen dos varie- dades distintas. De las representadas en los volúmenes primero y segundo de la Flora Fossil of Gondwana System en la Paleontología Indica, parece tam- bién que Feistmantel estuvo acertado al llegar a la conclusión de que algunas diferencias específicas y de variedad se presentan asimismo en las series in- dias de frondas de Ptilophyllum tam semejantes en todos conceptos a las de Oaxaca. No obstante, no seguiremos a Feistmantel, refiriendo las formas pequeñas a sus especies P. tenerrimum y P. minimum, sino que indicaremos su estre- cha afinidad a las formas grandes, relacionándolas a la nueva variedad P. acu- tifolium minor de Oaxaca. En la descripción de la variedad P. maximum, la 24 G. R. WIELAND riqueza del material es tal, que puede darse el siguiente cuadro conteniendo la medida de diez frondas: OUWIMAIDISUO). JEJE Longitud, anchura y número de Piínulas de diez frondas representantes ; del Ptilophyllum acutifolium minor Número Pron | a 83.7 (85+) Lo que mejor diferencía a las frodas de las diez formas dadas en el cua- dro anterior de las otras diez formas dadas en el cuadro de la serie grande, es la forma larga y relativamente mucho más angosta de las frondas, y el hecho de que el aspecto general de la serie excluye la posibilidad de que sean frondas ju- veniles que pertenezcan a la variedad. Los dos grupos de frondas pasan de uno al otro por gradaciones tan pequeñas, que cuando todas las formas se agrupan en una colección, se presenta una serie evolutiva de grandísimo interés. Será pro- vechoso volver ahora al cuadro [ que muestra la serie grande de frondas. En efecto, tomando varias formas de ese cuadro y comparándolas con los ejempla- res grandes del cuadro II, se puede obtener una serie que se asemeja muchísi- mo a la forma normal india Ptilophyllum acutifoliuúm Veistmantel. Por ejemplo, en los ejemplares indios' pueden notarse 58 (2) pínulas en una longitud de 14 centímetros, en contra de 61 (2) pínulas en la misma región 1 Feistmantel O.—In vol. 1. of the Fossil Flora of the Gondwana System (Fossil Floras of the Upper Gondwanas), pl. II, fig. 1, LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 25 de una fronda oaxaqueña seleccionada y de la misma anchura. Además? una relación de 24 (2) pínulas a 8.5 centímetros reaparece en los ejemplares de Oa- ” xaca como de 25 (2) pínulas en un caso seleccionado y de 27 (2) en otro. Y todavía en otra fronda india de tamaño mediano, 44 mm. de anchura repre- sentada por Feistmantel en una longitud de 145 mm. medida en la región media, muestra 47 (2) pínnulas mientras en una fronda oaxaqueña poco más angosta, da 43 (2) pínnulas en la misma región y longitud. La concordancia en tamaño y forma, proporción de partes, ángulo y forma de la inserción de las pínulas, es casi completa, cuando se comparan todos los Ptilophyllums in- dios, representados por Feistmantel con las series completas de Oaxaca, cual- quiera que pudiera ser eventualmente el límite verdadero en la especie y varie- dad. En efecto, es evidente que mientras la nervadura de las series mexicanas no muestren tan perfecta conservación como puede inferirse de los ejempla- res representados por Feistmantel, si existe alguna diferencia bien marcada, debe ser sólo microscópica. Ptilophyllum pulcherrium, sp. nov. Lámina IV, figura 4 y la fronda superior de la ámina V Como se nota más especialmente en la lámina V, solamente dos ejemplares de este tipo de fronda se encontraron íntimamente asociados con la serie pe- queña de frondas de Ptilophyllum. La rara belleza de esta forma, como se ve desde luego en las figuras, se observó al abrir la cantera y se esperaba que apa- recieran otros ejemplares más completos. Nosotros no tuvimos la fortuna de en- contrar sino las porciones de frondas abandonadas en la cantera antes de que se hubieran descubierto los otros ejemplares colectados. Esta descripción debe, por consiguiente, limitarse a los ejemplares fragmentarios representados en las figuras, no obstante lo que posteriormente se pruebe respecto a la abundan- cia y variedad de las frondas, su aislamiento en las canteras junto con su forma característica en cuestión, indica que representan una nueva especie. Afortunadamente, puesto que el ejemplar grande muestra las tres cuartas partes inferiores de la fronda (lámina IV, fig. 4) y pasa más allá del punto donde se inicia el angostamiento, y la cuarta parte superior de una fronda'se encuentra en la porción que se ve en la lámina V, la forma y dimensiones de la fronda completa, son enteramente evidentes, y además la fronda es de una for- ma madura. 1 Loc. cit., fig. 4. Bol, 31, Flora liásica,—4 26 G. R. WIELAND La longitud de la hoja que sostiene la pínula es casi de 17 centímetros, con la mayor anchura de cerca de 12 centímetros, como a las tres quintas par- tes de la longitud total. La forma general es por consiguiente ampliamente ova- lada y recuerda la fronda Kimeridgiana bien conocida Zamites Feneonis Bron- gniart, que es relativamente un poco más ancha y generalmente de un hábito pequeño de crecimiento. Hasta donde pudo juzgarse al preparar la superficie de la laja representada en la lámina V, esta fronda es también exactamente trun- cada. Sin embargo, otros ejemplares deberán encontrarse para probar la exacti- tud de esta idea. Las pínulas estrechas lanceoladas fuertemente lineales, son de una an- chura basal muy uniforme en casi toda la longitud raquidiana, siendo la rela-: ción del largo al ancho en las pínulas más largas de 1 a 16 y el número de pí- nulas de cerca de 45 (2). El carácter más importante de las pínnulas mencionadas, o sea su inserción, no se muestra tan claro como sería de desearse; pero como puede juzgarse por las figuras, la inserción es esencialmente semejante a las formas que preceden y siguen a la fronda Ptilophyllum. Como en ellas. la inserción de la pínnula es estrictamente intermediaria entre la inserción lineal o longitudinal de la pí- nula entera no angostada y característica del Pterophyllum por una parte y por la otra la inserción de la pínula ligeramente comprimida, algo oblicua como la de las Zamites; mientras que el simple desarrollo adicional de los bordes ba- sales de la pínula resultaría en los tipos auriculados de Otozamites, tan bien representados en casi todas las canteras del corte del Río El Consuelo. La curva basal ligeramente vertical de las pínulas, muestra que el desarro- llo de las orejas basales puede verificarse fácilmente y así se sabrá el espacio que existe entre las Pterophyllum y las Otozamites, por grande que parezca este in- tervalo cuando se comparan las variadas series triásicas de Pterophyllums, bien desarrolladas con las Otozamites o con las Cycadaceas. Pero de paso se puede asentar que aunque formas como la presente muestran de una manera tan clara su parentesco con ias Pterophyllums, no hay necesidad de considerar a todas las Otozamites como derivadas secundariamente. La serie de Otozami- tes puede ser capaz de ser comparada a las formas antiguas, así como la serie del Pterophyllum. Al mismo tiempo, las formas de transición son tan abundan- tes y notables, que no es posible que estos dos géneros estén más separados que la Magnolia y los Clematis potens monstrosa! Japonesa, por ejemplo, en la fio- ra actual. 1 Cf. Flore des Serres et des Jardins de 1*Europe, t. IX. p. 265 con lámina. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 27 Es de presumirse que considerar como una nueva especie la fronda presen- te más bien que una variedad, no requiere como mayor defensa más que la re- petición del hecho de que aunque estos ejemplares están claramente relacionados a las frondas- asociadas, no aparece algún elemento floral distinto de origen lo- cal representado por ellas. De cualquiera manera, no recordamos entre ninguna de las floras de cyea- daceas la presencia de un duplicado exacto. Pero no debe olvidarse, sin embar- go, que esta separación parcial puede ser debida a la falta de ilustraciones de frondas completas en las obras más antiguas aunque en general ha llegado a ser materia de mera conveniencia si a las menores distinciones entre formas ad- misiblemente congéneres se les da un valor específico o solamente de variedad. GENERO OTOZAMITES BRAUN, 1843 Otozamites Mandelslohi Kurr. Lámina XV, figuras 2-5; Lámina XLIT, figura 3 1846.—Zamites Mandelslohi Kurr. Beitráge zur foss. Flora Wúrtt., p. 10, Taf. I, fig. 3. 1870-72.—Otozamites Mandelslohi. Shimper, Traité, IL, p. 171. 21895.—Otozamites Mandelslohi. Feistmantel, Foss. Flora Australiens, Taf 28, fig. 9. 1875.—Cf. Otozamites Reglei. Saporta, Plantes Jurassiques, Il, p. 170, Taf. 109, figs. 2-7. 1907-08.—Otozamites Mandelslohi. Salfeld, Palaeontographica, Taf. XVI, figs. 1, a-c. En la cantera que está como a dos kilómetros al este de la mina Consuelo y en el estrato, el mismo que el del tiro “A” de aquella mina, obtuve un número considerable de frondas casi completas y pertenecientes a una hermosa Otoza- mites. Estas son especies idénticas a las procedentes del “Lias E” de Holzman- den, descritas recientemente por Salfeld. En la colección que estudiamos, hay cerca de media docena de ejemplares; todos-ellos muestran formas muy constan tes e indican regular abundancia. En efecto, tan constantes son la forma y nervadura y tan grande es la semejanza con los ejemplares de Holzmanden, que esta planta puede con toda se- guridad considerarse como una Otozanites, no solamente de amplia distribu- ción, sino de tipo notablemente constante. No obstante no haberse encontrado hasta ahora ejemplares en ninguna otra de las canteras de la Mixteca, parece i que es correcta la opinión de Salfeld, relativa a que la Otozamites Mandelslohi es una especie bien establecida, de forma claramente definida y que no debe en- lazarse con la Otozamites Feistmanteli. como recientemente lo propuso Seward. Los caracteres de las superficies de las frondas superior e inferior, se ven con precisión en las ilustraciones. De las longitudes absolutas de las partes de 28 G. R. WIELAND frondas obtenidas, se deduce una longitud de fronda de 20 a no más de 30 cen- tímetros, siendo el ancho dos centímetros. Las bases de las frondas alcanzan rápidamente su tamaño y anchura completa, pero las extremidades de éstas de- crecen más lentamente. En la región media, las pínulas tienen un tamaño muy constante de 1 centímetro de ancho por 1.5 de longitud, con forma elíptica uni- forme y una inclinación característica hacia adelante, ocasionando el encubri- miento de las bases y casi ocultando por completo los gruesos raquis en la parte ¿uperior. En hábito, tamaño y apariencia general, estas frondas igualmente nos pa: recen estar próximas a la Otozamites Trevisami Zigno, como está representada en la Flora Fossiles Formationis Oolithicae, tab. XXXVITL, figura 7. Por lo tanto, como la Otozamites Mandelslohi prueba ya tener amplio rango en el Lias inferior, puede suponerse como un tipo de fronda de origen Rhético. Además, debe mencionarse un trabajo de If. Kurtz, “Sur existence d'une Flore Rajmahalienne dans le Gouvernement de Neuquen (avec planche LIT),” Revista del Museo de la Plata. tomo X, pp. 235-242. Junto con algunas hojas fragmentarias de dudosa afinidad pterilophytica, se representan aquí varias especies o variedades de Otozamites, entre las O. Barthianus sp. nov., la cual por sólo un fragmento tan pequeño, amerita clasificarla como una variedad de Otozamites Mandelslohá. Aunque por desgracia, esta colección estudiada por el Dr. Kurtz es tan pequeña y fragmentaria, parece ser una flora de gran interés para la comparación con la de Oaxaca. Por los datos que se tienen, la Otozamites Mandelslohi de Oaxaca, tiene su primera analogía en los ejemplares de Europa central y del Sur, aunque no pue- de tomarse por sí sola para indicar un curso meridional de distribución del área polar norte. Otozamites (Williamsonia) Una de las series más notables, bien representadas y homogéneas de fron- das de cycadofitas obtenidas en la gran serie de agua dulce de la Mixteca Alta, es la constituída por las cinco formas siguientes y que aquí se consideran como una sección especial del género cosmopolita Otozamites, del grupo Williamso- nia. No sólo estas formas son demasiado cercanas a la fronda de Williamsonia gigas que con hojas insertadas se ve en el ejemplar del Museo de París, sino que se encuentran en su mayor parte en los números medios del corte del río Consuelo, en íntima asociación con las hermosas yemas y frutos del tipo Wi- lliamsonia que aparecen en las láminas XXIEXXVI y XXIX-XXXIII De LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 29 la misma manera, los tallos de las láminas XXXIV y XXXV están tan íntima- mente asociadas con estos tipos, que completan de manera evidente la presen- cia de numerosas especies de la misma parte restringida del género Otozamites, que tan bien representados se hallan en la costa de Yorkshire. La relación que exista entre las especies o variedades de las canteras del río Consuelo con las de las costas de Yorkshire, es muy difícil y probablemente imposible determinarla sólo basándose en la literatura existente sin comparación directa del material de estas regiones tan separadas. Argumentos con suposiciones, no es ya método útil en la descripción de plantas fósiles, ni de especies en globo; y es menos censurable separar formas en grupos pequeños estrechamente relacionadas. El hecho es que el progreso fu- turo en Paleobotánica—la verdadera historia del origen de las plantas, desa- rrollo y dispersión a través de largos períodos de tiempo—debe finalmente ba- sarse sobre determinaciones específicas evidentemente exactas. Los estudios recientes de Fernald sobre plantas de las costas del Atlántico, Terranova, Nueva Escocia y Este de Labrador, han mostrado especialmente una inesperada tendencia de muchas especies a ocupar lo que pudiera llamarse hábito químico, más bien que físico o más exactamente climatérico. En resu- men, al menos en el caso de plantas de la costa, el suelo parece ser un factor más importante que el clima en la distribución de las especies. No únicamente se encuentran estas plantas ocupando muchos lugares aislados del interior del valle del Mississippi, donde se encuentran suelos semejantes a los de la costa, sino que la cadena de algunas especies se extiende con vacíos accidentales en to- da la distancia entre Nueva Escocia y el Estado de Veracruz. La actual distri- bución interrumpida de esta especie de suelos arenosos, se tiene ya en cuenta partiendo de los cambios de nivel postelaciales, y hasta donde se ha podido observar, parece que aunque ninguna de las formas provistas de semilla tiene algún poder marcado para salvar áreas separadas de contornos favorables, la serie de condiciones a las cuales las especies se han adaptado se hace más exten- sa cada vez y la planta se mueve pronto hacia adelante. Sin embargo, en el caso de una raza plástica de cycadofitas liásicas, su dis- tribución puede ser un problema mucho más complexo que en el de las plantas actuales de las costas del Atlántico, cuyos caracteres dan completa garantía pa- ra enunciar que fueron enteramente fijadas durante el Cretácico. Debe atribuir- se, sin embargo, en el caso del grupo de Williamsonias del género Otozamites que la maravillosa semejanza entre las formas de la costa de Yorkshire y de Oaxaca, pueden dar alguna orientación sobre centros posibles de origen, en ca- so de que todas las especies y variedades fueran bastante conocidas. 30 G. E. WIELAND En verdad, estos grupos de plantas bien marcados y limitados deben pro- porcionar alguna evidencia negativa o positiva de dispersión y centros de origen de carácter descifrable aun cuando se consideren aisladamente, siempre que la determinación específica aumente la exactitud obtenida en las especies de plan- tas existentes, ideal por ningún motivo impracticable. Además, las cuestiones actuales acerca del registro de plantas fósiles, son de importancia inmediata; ¿fueron las especies originales de Otozamites borea- les o australes o de ambas procedencias, v pasaron al Este o al Oeste rápidamente rodeando al globo desde México a la India por el camino de la tierra de Gond- wana? ¿Formas como éstas son originadas francamente como subespecies y va- riedades todas ellas a lo largo de amplias extensiones del hipotético continente ecuatorial del Postpaleozoico, de la tierra de Gondwana, el cual, según Andrews persistió como una cadena de islas ecuatoriales hasta el Eoceno? Además ¿son las concepciones de este género sugeridas por ideas de orígenes específicos y emigraciones que tienen pocas relaciones con las formas que se extienden más allá en la era de las plantas cosmopolitas? Tales son algunas de las cuestiones, la resolución total o parcial de las cua- les depende de la determinación exacta de las formas fósiles semejantes a las de que nos ocupamos. Pero aunque es importante tener presentes aleunos de los fines principales del estudio de las plantas fósiles, al lado de las simples exigencias de la estrati- erafía local, es igualmente obvio que los límites específicos de estas formas no pueden darse todavía. La determinación final depende del estudio comparativo de las referidas formas de todas las localidades que proporcionan series exten- sas. Las dificultades desde el antiguo punto de vista puramente macroscópico, han sido bien expresadas por Seward en su discusión de las especies de Otoza- mites obtusus del modo siguiente: La gran semejanza entre las especies que se agrupan alrededor de la Otozamites obtusus, está bien ilustrada por la lista de sinónimos dada por diferentes autores. Hay falta de unanimidad en la inter- pretación de las diferencias excesivamente pequeñas que puedan ser descubier- tas comparando las frondas de los horizontes Rhético, Liásico y Oolítico, lo que demuestra la ausencia de algunos rasgos satisfactoriamente característicos, dignos de una distinción específica. Las diferencias entre las frondas jóvenes y antiguás de una misma planta, son en verdad más grandes que entre algunas de las llamadas especies de este tipo de fronda. Es más prudente admitir que no podemos esperar el separar con exactitud especies por medio de distinciones tan pequeñas como las que han sido flescubiertas en la forma de pinnas de frondas de diferentes localidades. Una li- TA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 31 gera diferencia en edad geológica es a menudo responsable de la indebida im- portancia asignada a todas las distinciones casi imperceptibles, las que han al- canzado el rango de caracteres específicos. Es claro que esta es la mejor defensa que puede hacerse de especies en un sentido amplio para evitar el peligro de distinciones artificiales sugeridas por la aplicación de nombres específicos que en su forma general concuerdan a fron- das entre sí, pero que difieren por variaciones pequeñas en las formas de las pin- nas, ápices y otros caracteres inconstantes y sin importancia. Pero justamente, las frondas muy semejantes en el exterior, pueden ser histológicamente distin- tas y como los requisitos finales de todo aquel que se dedique al estudio de los climas antiguos y distribuciones, unido a las necesidades de la paleogeografía, van más allá de la acumulación de datos de uso inmediato en estratigrafía, y mucho más allá también de la simple conveniencia de catalogar; el hecho es que, en el caso de registro de plantas fósiles, los que las estudian han abusado en utilizar antiguos métodos de descripción, ignorando enteramente todos los ca- racteres listológicos virtualmente requeridos y hasta exigiendo la identificación de plantas sobre una base de primitiva descripción y faltas de ilustraciones de tipos que en muchos casos nadie ha visto en el registro de muchos años, o que se han perdido de vista. Por supuesto, es probable que en algunos casos sería ca- si imposible confrontar los ejemplares originales o tipos con los dibujos que se suponen los representan. Ni parece enteramente necesario excluir siempre los autores y artistas originales al hacer la sugestión de que existe actualmente un conjunto considerable de ilustraciones desaparecidas. No significa esto que ningún progreso se haya hecho, pues lo contrario es cierto. Sin embargo, sería tan justo come ocioso tratar de ocultar el hecho de que se ha llegado al punto en que menos métodos deben emplearse. Indudable- mente el trabajo de campo ha alcanzado o pronto alcanzará la refinada exaeti- tud que proporcionará ejemplares que en cualquier momento podrían identifi- carse haciendo uso de buenos fotograbados, que los acompañan, por dibujos y descripciones y no por la antigua sinonimia, descripciones aisladas e ilustracio- nes imperfectas que en todas partes han surgido. i El hecho es que para salir avante de las presentes dificultades al identificar plantas fósiles, el métedo de confrontación debe emplearse ampliamente y por consiguiente los que se dedican a dichas plantas deben estudiar las localidades por pares o en grupos. Particularmente en el caso de las cycadeas mencionadas en este trabajo y que son cosmopolitas en su distribución, aunque en gran parte de hoja con for- ma estereotípica; el uso juicioso de las descripciones antiguas, es por consi- 32 G. R. WIELAND guiente más bien un ideal, que un camino que pueda ahora de una manera más segura llegar a una exactitud final. Por las varias descripciones existentes y figuras, una estrecha semejanza específica o aun de variedad, se pudiera ver que existe entre las formas dadas en Oaxaca y las de Yorkshire o de la India, pero a menos que exista certeza mayor que la que puede adquirirse sin confrontar los ejemplares actuales de es- tas localidades tan separadas, será mejor en fin colocar las formas occidentales en nuevas especies o variedades, aunque se entiende que deben ser invencible- mente sometidas a un estudio y comparación más riguroso que el que ahora es dable darles. Esto, por supuesto, es casi el método opuesto al sugerido por Seward al tratar de la Otozamites obtusus, aunque en verdad es un camino que accidentalmente puede guiarnos a los mejores resultados en el estudio de los ele- mentos característicos de las cycadofitas de la flora oaxaqueña. Por otra parte, el uso de los Paleobotánicos ingleses, es hasta cierto punto diferente al continuar colocando el follaje de Williamsonia en el antiguo géne- ro Otozamites (Braun, 1843). Hay varias razones para esto: hasta ahora, la ho- ja y el tallo se conocen solamente por el ejemplar de James Yates que existe en el Museo de París, aunque es casi seguro que las grandes yemas de la costa de Yorkshire son frutos genuinos de la planta del Museo de París, idénticamente de la misma especie, son de desearse pruebas ulteriores. Además, los futuros hombres de estudio podrán no querer retener esta planta en el género original de Otozamites. Negar la exactitud de esto sería lo mismo que declarar que un género establecido por un follaje aislado, debe conservarse como si fuera imposible saber más acerca de ellos. A la vez, esto es tan cierto, que una gran cantidad de Otozamites llevan frutos del tipo William- sonia, y como las frondas de Oaxaca pasan por gradaciones de forma a forma,- es no sólo conveniente, sino natural reunirlas como un grupo de Williamso- nias del género Otozamites. Pu A A Otozamites Molinianus Zigno Flora Fossilis Formationis Ooliticee, Laminae XXXVI Con una breve advertencia, se verá que las especies antes descritas com: prenden una serie interesante de frondas de las capas de Oaxaca, las que por pequeñas gradaciones cierran el vacío entre los antiguos y primitivos tipos con nervaduras dicotómicas Otozamites Mandelslohi por una parte y por la otra con formas como la Otozamites obtusus. Como se verá en las figuras, estos tipos TA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 33 de pínula difieren el uno del otro por tan ligeras gradaciones, que su separa- ción en especies implicaría diferencias no observadas. En efecto, un perfecto estudio por el método químico de Nathorst, pudie- ra mostrar más tarde mayor semejanza que la que aparentemente indican los caracteres externos. Mientras estos tipos se han incorporado a la O. Molinia- mus para marcar más su semejanza a las formas europeas continentales lla- mando así la atención al hecho de que al menos en el caso presente parecen ser unas especies del Oeste más bien que especies indias del viejo mundo, deberá notarse también que no hay sino muy poca variación en las otras especies de Otozamites como la O. obtusus u O. Terquemi Saporta, del Infra-Lias (pre- sentadas en los Eléments de Paléobotanique de Zeiller, p. 231) o también O. Regles Brongniart. Evidentemente, la nomenclatura científica en uso para las especies y varie- dades da lugar a que se objete que, el nombre específico o de variedad, muy po- ca idea da acerca de que tan estrechamente ligada se encuentra una forma dada con algunas otras especies de su género Ningún método numérico o método de relación por ciento, ha sido capaz de aplicación; o más bien, tales métodos de no- menclatura, aunque propuestos varias veces, nunca han sido seriamente en- sayados. De esto resulta, que no es conveniente designar formas íntimamente re- lacionadas como las que componen las series de que nos ocupamos, aplicando algunos nombres en gradación o números para los tipos pequeños o miembros /i- yados en serie. En consecuencia, sucede a menudo que tales tipos relacionados en serie, son segregados como tipos mayores; esto es, distinguiéndose como espe- cies nuevas O variadas. 4 Y de esta manera han aparecido en la actualidad una multitud de descrip- ciones sinónimas. La razón más plausible para esta nomenclatura binominal, sin duda se coloca en el peligro extremo de agrupar íntimamente formas real- mente distintas. Por fortuna, con la creciente exactitud en las ilustraciones, los erandes progresos en los métodos de labcratorio y las comparaciones ya más frecuentes de ejemplares de localidades muy separadas, se podrá asentar con confianza que las determinaciones de las formas de plantas fósiles en muchos casos van más allá de los límites artificiales que implican los nombres especie y variedad. Al mismo tiempo, los paleontólogos de ahora están tan inclinados a localizar antiguos centros de origen, trazar rutas de distribución y determinar climas en los tiempos geológicos, que jamás en ningún período de la historia de la paleontología ha sido tan insistente como al presente la solicitud de deter- minaciones ciertas de plantas fósiles. En vista de la gran cantidad de descripciones y de variantes en las ilustra- Bol. 31, Flora liásica.—5 34 G. R. WIELAND ciones de las que ya hablamos al considerar el grupo Williamsonia del género Otozamites, el taxonomista concienzudo está por lo tanto más y más obligado a admitir las dificultades de su tarea. Con estas ideas más bien que con el de- seo de introducir innovaciones, nos hemos apartado algo de los métodos más usuales de nomenclatura de las plantas fósiles, colocando este grupo entero de Otozamites, bajo la especie única O. Molinianus, en vez de referir el extremo final de las series a alguna especie secundaria. Otozamites Molinianus Zigvo var. 0oaxacensis mihi Grupo I. Láminas XII, figura 2; XIV figs. 2 y 6; y XXXVIIL Grupo 11. Lámina XVI, figuras 2-5. Las frondas del grupo 1 proceden de las más anchas venillas de carbón del corte VII del río Consuelo, excepto el ejemplar mostrado en la lámina XIV, figura 6, que es del 19 (53); mientras que las del grupo II son del río Tlaxiaco. Con alguna vacilación, la serie entera de frondas que figuran en las lámi- nas aquí citadas, ha sido considerada como una sola subvariedad. Que estos erupos se relacionan estrechamente, no cabe duda; así como que son cercanos a las Otozamites Molimiaamus Zigno del Liásico italiano. Sus formas externas nos autorizan para inferir que son claramente intermediarias entre esos tipos de hojas y la Otozamites Mandelsloli. Además, ambas formas, las europeas y sus equivalentes las oaxaqueñas, concuerdan con la forma algo más ancha y bien co- nocida de Otozamites Beani de la costa de Yorkshire según las volvió a repre- sentar Seward en los catálogos del Museo Británico; e igualmente con forma grande y ostentosa del Wealdeano, Otozamites Klipsteimái Dunker (ef. Seward's Fossil Plants of the Wealden, pt. 1, pl. VII). No obstante la estrecha semejanza de los tipos de Oaxaca con las especies anteriores, es seguro atribuirles por lo menos, una diferencia de variedad. De- be tenerse en cuenta la posibilidad de que las frondas completas que induda- blemente se lleguen a encontrar, muestren ciertas variaciones no reveladas por la forma de las pínulas. El grupo de ejemplares del río de Tlaxiaco, como se ve en las figuras 2-5 de la lámina XVI, muestran un hábito de fronda claramente más laxo que las del grupo del río Consuelo; y es de importancia añadir la creencia de que más de un fitopaleontólogo no vacilaría en referir este grupo de ejempla- res a las Zamites, más bien que a las Otozamites, las cuales se considerarían LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 35 como un grupo aislado de frondas. Esto otra vez menciona el hecho de que la acumulación de formas ha roto la distinción entre Zamites y Otozamites co- rrespondiendo claramente esta forma al límite. De igual interés es la ligera. variación que muestra la fronda entera representada en la figura 6 de la lámi- na XIV, que tanto se aproxima al gran erupo de ejemplares que a continua- ción vamos a describir. Otozamites Reglei Brongniart, var. Lucerensis mihi Láminas VIII (las frondas más pequeñas) IX, figura 1, XI (tres frondas completamente variados); XXXIII, figuras 4, 6; XIV, figuras 1, 4, 6 (hábitos ligetas); XII figuras 1, 3-5, XIII, figura 3 en parte (joven o forma angosta). 1824. Filicites Reglei Brongniart. (A) Notes sur les végétaux fossiles de Oólithe á Fougéres á Mamers. Ann. d. Sci. Nat., t. IV, pl. XIX, fig. 2. (B) Histoire des Végétaux fossiles. Diet. Univ. d*Hist. Nat., t. XIII, p. 5, pl. CXAXX, fig. 2 (1828-1837). 1828. Pecopteris Reglei. In Brongniart?s Prodrome d'une Histoire des Végétaux fossiles. 1873-1891. Otozamites Reglei. Saporta, in Plantes Jurassique, pl. CIX, fig. 2. 1910. Zamites Reglei, M. O. Lignier. Végétaux fossiles de Normandie. VI. Flore Jurassique de Mamers (Sarthe), pl. 1, fig. 13. Cerca del origen de la Barranca del Lucero, aproximadamente a unos 200 metros arriba de la capa principal de carbón, así como en los números 16 y 19 del corte del río Consuelo, se encuentrran muchas frondas de Otozamites de pequeño tamaño, como las ilustradas en las láminas citadas. En la ladera sur del Cerro del Lucero, estas frondas son más numerosas, tendidas en número considerable sobre hojas de gran tamaño de aspecto nodu- lar que se encuentran en capas más o menos arcillosas. Las frondas varían mu- cho de tamaño, como se ve por las dimensiones de diez ejemplares completos dados en el cuadro 111 adjunto. 36 , —G.R. WIELAND = == = = == CULAIDISYO) IAE 5 Número | Longitud Anchura Pínnulas | | | | | em. em. Ora con dOnP E UOcPOpRIOcÓ | 10+ 1.5 21 Estas frondas tienen todas pecíolos cortos y pequeños, con las pínulas ba- sales más bien grandes y su variación en tamaño pudiera hacer sospechar que son pínulas dehiscentes de una fronda bipinnada. Esto, sin embargo, parece poco probable, por conocerse ya la gran variación en tallos de Williamsomia y el carácter de los segmentos cubiertos de larga hoja escamosa con el follaje cor- to de nudos que llevan hojas. Estas hojas son muy abundantes en la localidad citada y, de las más espat- cidas de las cycadeas vaxaqueñas, pues el señor Ing. Y. S. Bonillas, obtuvo en el valle del río de Nochixtlán, al Noreste de Chalcotongo, un ejemplar peque- ño procedente de un horizonte quizá más bajo. = Afortunadamente el abundante material de esta nueva variedad de fron- das, según se representa profusamente en las láminas citadas, comprende “di- ferentes tipos de conservación, así como algunas de las formas más jóvenes. En consecuencia, uno mismo puede juzgar si está representada una sola variedad o si se trata de dos formas ligeramente variantes. En apoyo de la última posi- bilidad, se tiene: primero, el hecho de que las superficies de las pínnulas son aparentemente más lisas en ciertos casos, como el de la hermosa laja de la lámina IX, que en las pínnulas de la figura 4, lámina XIT; y en segundo lugar, la curvatura del borde basal anterior y la forma más bien angosta de la fronda perfectamente conservada representada en la lámina XIV, figura 6. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 37 Despreciando pequeñas variaciones, estas diferencias en proporción sugie- ren la posibilidad de que investigaciones ulteriores de los caracteres histológi- cos de las frondas por métodos químicos, puedan revelar la presencia de varie- dades. En ausencia de estos estudios, puede muy bien decirse que en muchos sentidos, la serie es notablemente homogénea y que considerándola en su con- junto, las diferencias anotadas llenan muy bien el vacío y explican que la ma- triz o el estado de crecimiento de la fronda obedecen a variación en la conser- vación. E Debido a la ligera incertidumbre Ge que si todas estas formas se pueden en lo absoluto asignar a una sola variedad, parece más prudente no referirlas co- mo idénticas a las formas notablemente semejantes del Bajociano u Oólítico inferior del Oeste de Francia conocidas como Otozamites o Zamites Reglen. Afortunadamente, tenemos la ventaja de la determinación reciente y dis- cusión de ejemplares de esta especie de fronda en el Bajociano de Normandia (Saint-Remi-du-Plain, Sarthe), por Lignier (loc. cit.) quien las refiere a las frondas de las Zamites en vez de las Otozamites como lo hizo Saporta (loc. cit.) Sin embargo, el último género será empleado para describir este ejemplar a fin de hacer su descripción compatible con la señalada para las otras especies y variedades de las frondas de Oaxaca; pero como no hay una separación realmente fija entre las Zamites y las Otozamites, a esto debe darse poca im- portancia. Al mismo tiempo, es evidente que de la gran variación en fructifica- ciones ya conocidas en la fusión de las Williamsonias, lo que aparentemente son formas de frondas estrechamente relacionadas, pueden en realidad pertene- cer a plantas, no sólo de diferente género, sino aun de familias. Por el estudio cuidadoso de los ejemplares, se puede notar desde luego que la inserción pinnular es realmente muy estrecha y que se encuentra una condi- ción auricular, siendo ésta la que más comúnmente se conoce como la condición de las Otozamites. Además, se recordará que tanto los contornos de fronda, como los de la pínnula se encuentran de modo peculiar repetidos en algunas formas del Norte, las que varias ocasiones se han referido a las Pterophyllum. De suerte que este tipo proporciona otro ejemplo que indica notoriamente en todos sus ca- racteres externos, la proximidad de las Zamites y aun de las Otozamites, a las Pterophylium. Queda todavía por probarse, la posibilidad de que exista alguna diferencia fundamental o genérica, entre la mayor parte de estas diversas for- mas. Como ya se sabe y se ve, por ejemplo, en el caso de la Williamsonia y de la Wielandiella, las fructificaciones hembras fueron esencialmente semejantes en una completa variedad de formas de hojas, aunque la muy diferente fructi- 38 G. R. WIELAND ficación estaminada de la Wielandiella deja cuestiones más o menos abiertas respecto al parentesco general. Otozamites Reglei Brongniart, var Oaxacensis mihi Láminas X, figuras 3, 4; XXVIl, fig. 7; y XXVIIL En la descripción anterior de la variedad de fronda Otozamites Reglei Lu- cerensis, no se creyó necesario separar en una variedad las frondas mostradas en la lámina XI; pero en el caso presente, aunque las diferencias que pue- den señalarse son igualmente pequeñas, parece ser necesaria la separación. Como se ve en las láminas XXVII y XXVIIL estas pequeñas frondas son muy numerosas y es también interesante observar que se encuentran juntas con las lajas procedentes del río Mixtepec. Es posible que las hojas y los frutos perte- nezcan a los tallos ramosos no bien conservados que tan íntimamente los acom- pañan; pero a pesar de esto, es necesario describir por separado las hojas y los frutos. La marcada pequeñez de las frondas de las láminas, X, XXVII y XXVIII comparadas con las de las láminas VII, IX, etc., no parece ser simplemente juvenil, y estos ejemplares son del mayor interés para los futuros colectores, de- bido a la asociación que hay en ellos de tallos y frutos. Todos éstos proceden de la margen derecha del río Mixtepec, cerca de las exploraciones de carbón y como a dos kilómetros del pueblo de Mixtepec, en la Mixteca Alta. De ma- nera que los ejemplares pertenecen al tercio inferior de la serie que contiene plantas descubiertas en el río Mixtepec y en la región de la barranca Consuelo. Otozamites hespera, var. nov. latifolia Láminas IV, figura 3; XIX, figura 1; XXI! (la fronda pequeña más próxima al disco estaminado); XXIX, figuras 1 y 3; y XXXIII, figura 3. Si el grupo de frondas incluído en la nueva especie Otozamites hespera que se acaba de describir y la que aquí se le agrega como una variedad de esa es- pecie estuvieron únicamente representadas por la fronda que se muestra en las láminas VII y XXIX, figura 3, no se tendría suficiente razón para dudar de la presencia de una especie más grande y de una variedad muy cercana. Con una profusión de formas a la mano, tiende ya a desaparecer la costumbre de hasar la clasificación específica de las hojas sobre rasgos insignificantes, como LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 39 son los relativos al ancho de la fronda, número de pínnulas, anchura de éstas, longitud y forma de la base y ápice. No obstante, después de revisar la serie repetidas veces, nos inciinamos a creer que los extremos pasan más allá de los límites de una sola especie y que están presentes, según ya se indicó, las dos series que representan una especie y una variedad. Las dos formas que vienen a estar más próximas para servir de puente en el pequeño vacío que los separa, son la ilustrada en la Jámina X, figura 2 y la fronda que está al lado del disco estaminado representado en la lámina XXIL ; Indudablemente todas estas frondas tienen la misma forma común traso- vada y ancha, precisamente con el misiio hábito, las pínulas terminales y en los extremos inferiores, mientras que el número de éstas fluctúa de 30 (2) a 40 (2) o a lo más 45 (2). Se notará también que, mientras las pínulas de la pri- mera serie de frondas referidas al grupo distinto de O. hespera tienden cons- tantemente a ápices obtusos y hasta arredondados, los de la segunda serie propenden siempre a ápices más afilados y aun agudos; también sus pínulas tie-. nen una tendencia hacia una forma más angosta, no obstante que la fronda misma tiende a ancharse. En consecuencia, estas diferencias no son meramen- te juveniles, y requiere darles valor específico, al menos de variedad, en vista de la ausencia de estudio histológico y especialmente de plantas enteras que den mejor idea dentro de su posible especie respecto a la variación de las hojas. La íntima asociación de estas formas con los frutos estaminados y ovula- dos, les da un inmenso interés biológico. Con referencia a la cuestión de corre- lación con las formas de la India y de la costa de Yorkshire, estas series de frondas son de notable interés. Si por un lado las formas referidas a la O. hes- pera sugieren gran proximidad a la O. obtusus, por el otro la variedad de estas series acentúan su parentesco al Ptilophyllum acutifolvwm. Tomadas to- das estas especies en conjunto, constituyen una sección cosmopolita de Otoza- mites tan rica en formas, que solamente colecciones detalladas de todas las lo- calidades originales, con un estudio histológico continuado de todas las especies carbonizadas, pueden servir para mostrar cuál puede haber sido su centro ori- ginal de distribución. No cabe duda que esto es posible de determinarse y pa- rece muy razonable que con tal profusión y representación cosmopolita de es- pecies estrechamente relacionadas, será posible descifrar algo de la ecología de las Otozamites. En total, las series manifiestan su más perfecta analogía con las formas de la costa de Yorkshire. 40 G. R. WIELAND Utozamites hespera, var. nov. intermedia Lámina X, figura 1 La hermosa fronda representada aquí, es una forma escasa hasta ahora en la región oaxaqueña, habiéndose encontrado solamente una en las arcillas apizarradas y carbonosas del horizonte 7.al Norte de la barranca Consuelo en el “tiro A” de la mina Consuelo. Estaba asociada con las formas de la lámina X, figura 2, que muchos botánicos pudieran inclinarse a clasificarla como una forma específicamente distinta. En todo lo que se refiere a su aspecto exterior, habrá indudablemente di- ferencias de opinión respecto al grado de-afinidad con los tipos colocados en una variedad de la sección O. Moliniamus; pero debe tenerse presente que estas denominaciones son únicamente ensayos de conveniencia inmediata. Es claro que la fronda de que se trata, presenta positivo interés, por el acuerdo perfec- to de todos sus caracteres. Si aisladamente este ejemplar se tomara en cuenta su semejanza a las for- mas asociadas, no sería tan clara; pero como por los grupos ya indicados en conjunto puede verse hasta dónde puede considerarse intermediaria esta fron- da entre los tipos antiguos de hojas cortas y anchas como O. Mandelslohi y aun Otopteris y las formas llamadas O. hespera, las cuales pasan rápidamente a los tipos de hojas de cycadofitas modernas. Al estudiar precisamente tales formas, se encuentra que los tipos de hojas de eycadea no están tan marcados como parece al principio, así es que la tran- sición de las últimas eycadofilicalas paleozoicas a follaje típico de cCy- cadea, queda por lo tanto bastante bien enlazada. En verdad, las formas inter- mediarias ya conocidas son tan numerosas, que dado lo que se lleva estudiado, es en muchos casos totalmente imposible determinar en qué dirección ha pro- eresado el cambio de forma de frondas, sea de tipos con pínnulas más anchas a formas xerofíticas con pínnulas más angostas o viceversa, sino es que en am- bas direcciones. Es claro que sobre este asunto hay mucho que aprender toda- vía. Por ejemplo, se encuentra en la división del Talchir de la Gondwana de la India, una forma de pínnula de cycadofita llamada por Feistmantel Glossoza- mites Stoliezkanus!, la cual hay razón para considerarla como una serie ances- tral de este tipo mexicano. Pero apenas puede ser posible que alguno de los horizontes mexicanos aquí estudiados, sea tan antiguo como el grupo Talchir, 1 Fossil Flora of the Gondwana System, Vol. III, pl. 1, plate XX, figs. 4 and 5. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 41 que se considera como paralelo a las rocas del Carbonífero superior de Buro- pa y de los grupos Dwyka y Ecca de Africa del Sur. En México, como en la India, la asociación con Noeggerathiopsis es tan sorprendente, que sugiere re- novar los estudios en el campo. Un segundo punto de gran interés concerniente a esta fronda, es su tipo de conservación, cuya observación requiere digresión ulterior. Según lo que pudo determinarse por un examen accidental, la hoja es reemplazada aquí por una substancia blanca arcillosa semejando bastante a uno de los materiales conoci- dos como “Scabroita” encontrada en un molde de Williamsonia en la costa de Yorkshire, pero más bien parecida al kaolín, según lo demostró el análisis he- cho por el señor Carlos Castro, del Instituto Geológico, que encontró: agua, 13.514; sílice, 44.974; y sesquióxido de fierro más alúmina, 41.59%, siendo la cantidad de fierro muy pequeña. La Beauxita puede colocarse en lejano paralelo con esta substancia; pe- ro cualquiera que sea su composición real, parece en parte haber resultado de algunos de los procesos químicos conectados con la descomposición de la celu- losa y así no haber tenido ninguna conexión con el fenómeno de petrificación. En efecto, si nuestra opinión no es errónea al considerar el depósito como lo representa en parte la hoja misma, esta es una forma de petrificación parcial. Puede verse en el ejemplar que el proceso afecta las partes adyacentes de al- gunas otras frondas de eycadeas de especies no determinables, mientras que la hermosa fronda representada en la figura 2, está conservada de la misma ma- nera peculiar que la fronda presente. Pero estos son los únicos ejemplos claros observados. La forma de conservación merece observación posterior. Otozamites obtusus cf. var. Oolitica Lámina XL, figuras 11 y 12 Las dos pínnulas encontradas en los trabajos del río de Tlaxiaco de la Oaxaca Iron and Coal Company, representadas en la lámina XL, figuras 11 y 192, fueron las únicas que vimos y son de interés debido a la seguridad que ellas indican de otro equivalente oaxaqueño del Lias de la costa de Yorkshire. Esta forma es muy característica y probablemente una especie nueva; aun cuando seguramente otros ejemplares mejores se encontrarán, no es necesario pa- ra sugerir un nombre específico o de variedad para estas pínnulas aisladas. Esto no acrecentaría nada su importancia presente, debido al hecho de que dichas pínnulas son de un tipo de follaje distinto y cosmopolita, cuyo duplicado ha sido Bol. 31. Flora liásica.—6 42 G. R. WIELAND representado por los de la costa de Yorkshire como Otozamites obtusus, va- riedad Oolitica.: Tales formas deben ser de valor específico al determinar la extensión del paralelismo entre la Flora de Yorkshire y de Oaxaca. Otozamites obtusus (Lindley y Hutton), var. Liassica mibi d S , Lámina XIII, figura 1 La porción basal de la fronda discutida aquí es un ejemplar aislado de un punto distante como unos 300 metros al SE de la base del cerro del Lucero y que se supone procede de la parte superior del tercio inferior del corte del Consuelo. El ejemplar es un molde más bien que una impresión, pues esta forma de conservación dejó ver con notable claridad la inserción, contorno basal y so- breposición de las pínnulas y merece la pena mencionar que cerca del lugar se encontraron los moldes fragmentarios que anteriormente encerraron las yemas florales y las cuales se representan en la lámina XXX, figuras 8 y 9. El molde de cono ovulado de Williamsonia mostrado en la misma lámina figuras 2 y 3, procede de un horizonte semejante arcilloso a nodular como a dos kilómetros de distancia de la barranca del río Consuelo. Por lo tanto, debe concluirse que como se encuentran en una área considerable moldes de hojas y frutos, pueden existir en estas capas actualmente hermosas flores de plantas enteras que al fin se encontrarán. Esta fronda, como se halla representada en la figura 1, lámina XIIL no requiere mayor descripción porque es notable su semejanza a la de Scarborough representada por Seward en su Catálogo de la Jurassic Flora of Yorkshire, Part 1, Plate II Ciertamente estos dos fósiles son de las mismas especies que han emigrado o al menos especies que se han repetido. Debido a que el ejemplar de la costa de Yorkshire es del tercio superior de la fronda y este ejemplar es del tercio inferior, no puede hacerse una comparación concluyente. Aparentemente vale la pena notar que el lóbulo anterior basal de la pínnula está ligeramente más pronunciado, en el ápice del fragmento de la fronda de Scarborough que en la base de la fronda del cerro del Lucero, en el que el lóbu- lo también tiende a disminuir ascendentemente a lo largo del raquis. Por esta 1 Véase Seward, Jurassic Flora of Yorkshire, Part I, plate I, figs. 1, 2. (Los ejemplares re- presentados de ““lower shale?” de Scarborough, son probablemente diferentes de otros varios ejem- plares de la costa de Yorkshire referidos a la O. obtusus var. Oolitica. Las frondas anchas y finas de este tipo notable, se presentan claras en la serie más baja de la costa de Yorkshire de la mis- ma manera que se presentan cerca de la base de las capas de plantas del Río Tlaxiaco.) LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 43 razón y por la probabilidad de que las especies oaxaqueñas sean Liásicas o más antiguas más bien que de edad Oblítica, puede usarse liassicus como su dis- tinción en variedad. Estas casi equivalen a la Otozamites obtusus, aunque no se han encontrado con la abundancia que se observa en la costa de Yorkshire. En el estudio de la región oaxaqueña, es anticipado asignarles mucha significa- ción, debido a no encontrarse el mismo desarrollo de grandes frondas de O. obtusus, como pasa en las costas de Yorkshire. Interesa mucho indagar hasta qué grado las frondas de este tipo pueden faltar en la flora India, ya que el tipo es decididamente característico del Ju- vásico inferior de toda la área del Norte de Europa, como puede verse por las figuras de Ettineshausen de esta misma especie bajo el nombre específico, lige- ramente posterior de Zamites brevifolius (de Braun, 1843), en su Zur Lias und Oólithflora (Abh. K. k. geol. Reichs Anst; vol. T. Abth. 3, Taf. II, fig. 6). EN menos, la semejanza de estas formas continentales y europeas de las costas de Yorkshire con las frondas oaxaqueñas es tan marcada, que constitu- ye otro ejemplo de la serie de Williamsonias, necesitándose trabajo de campo y confrontación de ejemplares, antes de que se puedan hacer progresos reales en el estudio. Otozamites (Otopteris) sp. Ef. Otozamites (Otopteris), Bucklandi Schenk Lámina XLIV, figura 2 Este es un pequeño ejemplar de mano del horizonte número 12 del corte del río Consuelo, en el que puede observarse un gran número de pínnulas con grue- sa nervadura y característicamente dicctómico. Desgraciadamente, la textura delgada de las hojas y lo blando de la roca no produce buenos bordes. Sin em- bargo, la planta quizá tenga más importancia que las que presentan algunas es pecies mejor conservadas, pues puede asegurarse que se relaciona íntimamente con las Otozamites llamadas por Schenk Otopteris Buclklanda, cuidadosamente delineadas por él y descritas a grandes rasgos como una Neuropteris más bien que como una eycadea. En todo caso, vale la pena anotar esta forma y referirse a la descripción de Schenk, con sus referencias que abarcan a las series de formas muy semejan tes, las que principalmente parecen Rhéticas y Liásicas. stas formas marca damente dicotómicas, son de interés, pues demuestran que la verdadera nerva- dura de las cycadeas es dicótoma; y oue no hay más que un paso de tales formas a las de nervaduras reticuladas o al tipo Dictyozamites, Aunque hasta 44 G. R. WIELAND ahora, llama la atención la ausencia en la flora Mixteca de las Dictyozamites, todas las hojas con nervaduras reticuladas las hemos visto con tanta constancia que no podemos creer que alguna se nos -haya escapado. Tales hojas, por su: puesto, pueden aparecer en futuras colecciones. : Por otra parte, la semejanza a las antiguas Oycadofilicalas por su referen- cia a tales formas, como Otopteris o Cyclopteris es tan clara, que toda discu- sión sobre el punto resultaría inútil. Otozamites cardiopteroides. sp. nov. Láminas XXXIX, figura 2; y XLVI, figura 4 No cabe duda que esta pequeña pínnula elíptica de nervaduras dicotómicas sujeta a un raquis grueso y presentando así una fronda pinnada, es distinta de todos los otros ejemplares encontrados por nosotros en la Mixteca Alta, y .es al menos específicamente distinta de cualquiera otra planta, con la que has- ta ahora se haya comparado. Requiere por lo tanto un nombre. Fig. 2 El nombre ha sido tomado del antiguo género Neuropteris Cardiopteris, y puede servir como de recordación al hecho de que en el presente tipo de folia- ción, se ven todavía otras de las formas intermediarias de cycadofitas que retienen el sello evidente de su afinidad con los helechos de semillas y derivacio- nes, y que no obstante fácilmente se ligan ellos mismos con los tipos caracterís- ticos mesozoicos de frondas de ecycadeas. En lo que se refiere a los contornos, esta forma puede colocarse muy cerca de la Otozamites Molinianus o mejor de la O. Beani y no parece del todo, aparte de la Otozamites (Otopteris). Sin em- bargo, los caracteres combinados del raquis y pínnulas, sirven para separar- las de todas estas formas. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 45 Es por supuesto imposible hallar la relación exacta de un tipo como el presente. Puede estar estrechamente ligado o quizá no sea sino una variedad distinta de las bien conocidas especies de Otozamites mencionadas arriba; o pue- de separarse de tales tipos por un intermedio de familia. En cualquier caso, la indicación de formas como la presente, en una posición cercana al límite de los helechos con semilla, parece aproximarse a la verdad, cuando las frondas se comparan con las de una especie como la del Ourdiopteris polymorpha (Goep- pert) Schimper. En una palabra, tales formas acentúan la necesidad de un trabajo continuo en las canteras, que puede en cualquier tiempo producir ejem- plares mucho más completos y tal vez completamente determinables. El tipo que es solamente el único ejemplar recogido, es de la cantera de la barranca Consuelo en la capa 16 (42) que ha producido una serie tan va- riada de frondas de Otozamites y frutos de Williamsonia. Otozamites tribulosus sp. nov. Lámina XIV, figura 3 El único ejemplo de esta nueva especie hasta ahora obtenido, es la porción media de una fronda cycadoidea larga y angosta con pínnulas algo inclinadas hacia adelante y que se representa en la lámina XIV, fig. 3, carbonizada y des- prendida por completo de una manera irregular de la matriz de arcilla arenosa, de color obscuro y de textura gruesa. Sus caracteres son dudosos por haberlos deducido de un examen más o menos casual, de suerte que al principio nos contentamos con referirlos a la Zamites confusus de Saporta. Sin embargo, más tarde, al hacer varias comprobaciones, se aclaró que aunque cn la fotografía citada la gruesa nervadura de las pínnulas más bien rígidas, es satisfactoriamente clara la forma de la pínnula no tiene su base cons- treñida, como pasa en las llamadas Zamites, sino que es claramente auricula- da. En consecuencia, se llevó a cabo la restauración muy cuidadosa que aquí representamos en la fig. 3, por la que se ve con bastante claridad que el ejem- plar tiene una importancia palpable y merece registrarlo como perteneciente a una especie distinta. 46 G. R. WIELAND Fig. 3.—Otozamites tfibulosus (tipo) X X?/, Restauración de la fronda que procede de la capa 9 (19) del corte del Consuelo. Como se ve en la lámina XIV, fig. 3, la nervadura es clara, pero no sucede lo mismo con la inserción o contorno pinular. Tanto más cierto es esto, como que esta fronda íntimamente acompañó al hermoso tipo espatulado representado en las láminas VIII y IX, fig. 3. Todo es- te interesante material procede únicamente de una pequeña cantera en la capa 9 (19) del corte del Consuelo, la cual pedía haberse ampliado fácilmente. El tipo de fronda de que nos ocupamos, es cercano, aunque no exacto pro- totipo de la forma más grande Otozamites Juarezii, procedente de un horizonte considerablemente más alto en el corte del Consuelo. Pero esta última fronda, tiene sus pínnulas insertadas casi en ángulo rec to al raquis y los bordes anterior y posterior, respectivamente, de la pínnmula, son de curvatura más igual o de simetría bilateral al eje de la pínnula. La relación complementaria de estas dos formas del Consuelo, está casi en paralelo, con la que existe entre los tipos Otozamites acuminatus de la costa de Yorkshire y los de O. acuminatus var. brevifolia, (Cf. Seward's Jurassic Flora of Yorkshire, láminas VI, fig. 1 y Il, fig. 1, respectivamente). Además de la variación en la forma de las pínnulas y habitus de la fronda, la gruesa nervadura de O. tribulosus, hace necesaria una separación específica de todas las formas precedentes y se cree no se vacilará ya al considerar esta fronda como nueva y característica. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 47 Otozamites paratypus sp. nov. Lámina XVI, figura 8 De la porción baja de las capas de plantas de la Mixteca Alta, descubiertas a lo largo del río Tlaxiaco, a unos ocho kilómetros al suroeste de la población de Tlaxiaco, proviene este tipo de tamaño medio de fronda representada en la lámina XVI, figura S. A primera vista aparece este ejemplar muy poco dife- rente de Otozamites (Williamsonia) Juarezii, o de la forma de la Otozamites acuminatus de la costa de Yorkshire (Of. Seward's Catalogue of the Jurassic Flora of Yorkshire, Part IL, plate VI, figure 1). Un examen más cuidadoso, pue- de llevarnos a la conclusión de que por el contorno general y la inserción de las pínnulas, difiere de ambos fósiles. Tampoco se puede mencionar otra especie que evitara la necesidad de crear una nueva para colocar este tipo de fronda. Mientras que las diferencias de especies descritas hasta aquí y representa- das en las figuras no estén bien definidas, ofrecen campo para discusiones espe-. ciales. Llama la atención que el talón lobular, que aquí es el prominente, en vez de serlo el lóbulo anterior u oreja, como pasa en casi todas las otras especies de Otozamites. En efecto, la finura de las nervaduras impide que la figura deje ver la oreja distintiva de un modo tan claro como puede verse el ejemplar mismo. Sea o no muy significativo que tal diferencia en el contorno basal esté acom- pañado de otra variación, no puede resolverse fácilmente mientras no se conoZz- can todos los caracteres florales acompañantes. Esta variación de las cinco es- pecies precedentes, en lugar de ser de un valor específico absoluto, pudiera ser simplemente de variedad o también acompañar a las distinciones genéricas más definidas. | Desde el punto de vista de la taxonomía, tiene mucha importancia este ti- po de pínnula como el de la Otozamites paratypus, porque deja ver claramente la dificultad que en efecto existe de fijar límites entre las Otozamites y las Za- mites. La antigua línea de contraste es indudablemente el Pterophyllum, una forma laminar con inserciones lineal y lateral de la pínnula, como bien se no- ta en el Pterophyllum Minsteri, lámina XVIII, figura 1. Tan pronto como co- imienza la contracción de la inserción de la pínnmula, resulta la forma típica de Zamites, especialmente si hay después entrelazamiento o torsión de las pínnulas. Si la contracción continúa, pueden aparecer formas de pínnulas como las de las Podozamites; o inversamente la expansión de los lóbulos basales pueden 48 GQ. R. WIELAND dar lugar au las formas de Otozamites. Ordinariamente esta expansión se ve- rifica en el borde basal anterior, ocasionando contornos de pínnulas como los de las Otozamites obtusus Lindley y Hutton, de las costas de Yorkshire. Sin embargo, en la Otozamites paratypus, la oreja posterior es la desarro- Nada, mientras que en la división Williamsonia de las Otozamites, ambos 1ló- bulos son los que sufren una expansión más o menos igual. Es de suponerse que la O. puratypus es una forma que no difiere mucho de los ejemplares anteriores. Su principal interés estriba en que es una de las series de formas hojosas que justamente llenan el vacío entre el Pterophyllum generalizado de origen paleozoico y los tipos más especializados de cycadofitas como los de las Otozamites. A algunos puede parecerles que, no pudiendo establecerse hasta ahora sa- tisfactoriamente una línea divisoria entre las Otozamites y las Zamites de Bron- gniart, ninguna forma debería mezclarse con los géneros antiguos O viceversa. Sin embargo, creemos que esto sería inadmisible por el gran número de espe- cies que abarca, y porque si fueran conocidos todos los tipos acompañados de fructificaciones, podrían encontrarse hasta variaciones en la familia. Teórica- mente la serie es continua, pasando de extremo a extremo la estructura de las hojas por gradaciones comparativamente pequeñas. Pero es razonable suponer que sólo una pequeña cantidad de las formas que han existido son conocidas, y que las encontradas deben estar muy irregularmente distribuidas en las series tomadas en conjunto. En consecuencia, en el curso del descubrimiento, algu- nos géneros se acercan eventualmente uno al otro, o aun se sobreponen, mientras que algunos otros quedan separados por amplias distinciones de familia. Por lo tanto, no es nada ilógico la conservación del género fósil que no tenga linea diwisoria bien marcada, y en realidad no hay dificultad que sea insuperable al aplicar tal género una vez que el límite entre ellos se ha establecido con relati- va exactitud. Sin embargo, se tropieza con gran dificultad porque diferentes in- vestigadores constantemente tienen que cuidarse de no colocar en el género más remoto sus especies hasta entonces generalizadas. Así puede suceder que una forma con orejas basales ligeramente desarro- lladas pueda ser tomada como una Zamites por un autor y con mayor propie- dad como una Otozamites por otro, ocasionando obstáculos difíciles de franquear para la correlación de la flora. No se puede esperar que en este caso esta difi- cultad de confrontación con una serie bien representada de Otozamites y Za- mites pueda en parte contrarrestarse siquiera fuese en las tres grandes regio- nes de estos fósiles: la costa de Yorkshire, India y Oaxaca. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 49 Otozamites hespera sp. nov. Láminas V (base de una gran fronda); VIII (la fronda más grande); IX, figuras 2 y 3; X, figu- ra 2; XIT, figura 3; y XXII. » El hermoso tipo largo y trasovado de fronda de tamaño medio represen- tado en las láminas VIH y IX, probablemente se presenta en todas las capas de plantas de la región del río Consuelo. El ejemplar representado en la figura 2 de la lámina X es del “tiro A” de la mina Consuelo, en el horizonte 7 del corte del río Consuelo, o como 180 me tros sobre el suelo eruptivo. Los ejemplares que se presentan en la lámina VITI y la fronda ligeramente más estrecha de la lámina IX, figura 3, son del hori- zonte 9 (19) cerca de la margen derecha de la barranca; múentras la fronda de la lámina X, figura 2, es del horizonte 16 (42) que fué el que proporcionó tantas frondas y frutos de Otozamites (Williamsonia). La última es, por su- puesto, el hallazgo más interesante de todos a causa de la íntima asociación en el disco estaminado de Williamsonia mexicana representada en la lámina XXIT. Esta fronda se presenta en el tercio superior del corte, en el horizonte 19, como se ve en la lámina XII, figura 3. Como puede juzgarse por las excelentes ilustraciones, no es enteramente cierto que la fronda de la lámina X, figura 2, no sea variedad separada de las otras. Igualmente debe llamarse la atención acerca de la gran semejanza de las formas tomadas como un grupo con las frondas de la costa de Yorkshire, refe- ridas varias veces a O. obtusus y sus variedades. Son muy semejantes al tipo de frondas referido a la Williamsonia pecten y particularmente el fragmento de una fronda ilustrada por Seward en Jurassic Flora of the Yorkshire coast, Part L, plate III, figure 6. Por desgracia, estas comparaciones generalmente tienen que hacerse con frondas europeas ilustradas con menos liberalidad que en el caso de las formas completas que consideramos. En consecuencia, las semejanzas que probable- mente existen no son evidentes y no queda otro camino que el de la creación de una nueva especie. Llamar a estas frondas una nueva variedad de O. obtu- sus, podría tal vez ser el camino elegido por algunos, pues es muy probable que muchos críticos admitirán desde luego que alguna distinción es aparente- mente necesaria. El punto de mayor importancia en las cuestiones tan disen- tibles respecto a variedades. y especies que pronto serán definidas por su es- tructura histológica, es que estas formas oaxaqueñas representan un tico desenvolvimiento de la sección, exactamente del género Otozamites que está tan Bol. 31, Flora liásica.— 7 50 G. R. WIELAND claramente representado por la O. obtusus de la serie de la costa de Yorkshire; mientras que inversamente, según lo que conocemos, las formas análogas caracte- rísticas no se han descubierto en el Rajmahal u otra serie de la India. No debe pasar desapercibida la semejanza de la forma general de fronda a las Zamites Feneonis. Sin intentar posteriores comparaciones, a continua- ción trataremos de una interesante variedad, asociada íntimamente con los fru- tos de Williamsomia. (A) GRUPO DE LAS WILLTIAMSONIAS DEL GENERO OTOZAMITES I.—Utozamites (Williamsonia) Diazii sp. nov. Lámina XXI El más hermoso tipo de hoja de eycadofita obtenido en el río Consuelo, es el representado en la lámina XXI y denominado en honor del inmortal oaxa- queño y gran presidente mexicano General Porfirio Díaz, quien ha protegido bastante los estudios geológicos en México. Como se ve por la ilustración, la porción de fronda recogida lleva una me- dia docena de pínnulas completas, mostrando en un orden bastante regular y alternante las superficies superiores con las bases auriculadas características. El fósil manifiesta que las pínnulas han sido extraordinariamente corpulentas y de textura coriácea y a juzgar por la forma de la parte recubierta de la fron- da, es claro que la longitud total debe haber sido entre uno y dos metros. Las pínnulas más bien anchas terminaron en una punta casi como de aguja, pues es muy larga, ligeramente encorvada y acuminada; con una relación de anchura a la longitud como de 1 a 6. Su inserción con ura sobreposición de ca- si un tercio de su anchura, da a las grandes frondas una apariencia gallarda y compacta. En la misma laja pueden verse asociadas con la hoja: un fruto en la base, según se muestra en la forma amplificada en la lámina XXIX, figura 4. la hermosa extremidad de una fronda de Pterophyllum Minsteri, la base de cuna fronda de Otozamites y el helecho Cladophlebis. Además debe mencionarse que en la misma cantera sólo se.encontró com- pleta una pínnula de una forma ligeramente ancha, midiendo exactamente cinco centímetros de un extremo a otro, la cual desgraciadamente se extravió., Esta quizá pertenecía a una especia distinta pues, no parecía tener una textu- ra tan coriácea ni tampoco era claramente acuminada. El hecho de que fué vis- ta es digno de mencionarse, ya que futuras excavaciones indudablemente darán TA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 51 más ejemplares, y es también importante anotar la anchura máxima de la pín- nula hasta ahora conocida. 11.—0Otozamites (Williamsonia) Juarezii sp. nov. Lámina XXII, gran fronda de la derecha La fronda relativamente grande colocada a la derecha en la parte superior de la interesante laja representada en la lámina XXIL, pertenece claramente a otra especie, la que por conveniencia ha sido descrita en el grupo de William- sonias del género de Otozamites. Es indudabie que si sólo se hubieran tratado las pínnulas aisladamente, este follaje se habría clasificado como una variedad de la anterior O. (William- sonia) Diazúi; pero puede hacerse una comparación mucho más exacta, puesto que se conoce la forma de una porción típicade la región media de la fronda que como puede verse por las puntas ligeramente apicales de esta forma, com- prende cuando menos tres quintas partes de la fronda entera. Esto revela la pre- sencia de una especie diferente de una forma notablemente más pequeña; con las pínnulas insertadas en ángulo recto con el raquis, en vez de inclinadas más hacia adelante como en la O. (Williamsonia) Diazil. Tampoco las pínuulas tienen su ápice tan acuminado, casi como punta de aguja, y graciosamente encorvado como sucede en la especie anterior; al con- trario, terminan más rápidamente en una forma más corta de ápice agudo con una ligera tendencia de acortamiento del borde anterior. El hábito marrada- mente diferente que así se presenta, Mama desde luego la atención y constituye la distinción principal entre la hermosa fronda de O. (Williamsonia) Diazh y este tipo más estricto que con toda propiedad puede llevar el nombre de otro presidente oaxaqueño de México, el gran Juárez. En la Otozamites (Williamsonia) Juarez la correspondiente oaxaqueña de la forma de la costa de Yorkshire, Otozamites acunuinatus Lindley y Hut- ton, se ve claramente que se manifiesta tan próxima a la división latifolius de aquellas especies, que si pudiera uno confrontar ejemplares de ambas regiones, quizá se desvanecerían las pequeñas diferencias en las orejas basales de las pín- nulas y en los ápices. ¡ Hacia la extremidad de la fronda las pínnulas indudablemente se inclina- ron más y más hacia el ápice, justamente como están ligera y gradualmente vuel- tas hacia abajo de la base de la fronda; pero no se puede asegurar si la fron- da fué fuertemente acuminada o truncada, Considerando la longitud de la 52 G. R. WIELAND parte preservada como cerca de tres quintos de la longitud total, puede es- timarse que las frondas completas no midieron más de medio metro. La relación de la longitud de la pínnula a la anchura gradualmente decrece desde 1 a 3.7 cerca de la base de la fronda y de 1 a 4.5, diez y ocho o veinte pínnulas más allá. Las pínnulas están atravesadas por treinta o más nervaduras. Además del hermoso conjunto de plantas recogidas de la cantera en la ca- pa 42 que dió la O. (Williamsonia) Juarezii, la asociación de formas sobre el mismo fragmento en este tipo es extraordinariamente interesante, mostran- do desde luego la futilidad de referir aislados frutos fósiles de cualquier clase a las hojas que los acompañan, a menos que la idéntica asociación se haya en- contrado, con frecuencia repetida, pues aquí se ven no solamente frondas frag- mentarias de Cladophlebis sino de Pterophyllum Mimsteri, y por lo menos otra forma de Otozamites con el disco estaminado de la Williamsonia mexicana. Se- eún se ve por alguno de los registros de asociaciones, en las costas de Yorkshi- re es eran casualidad que el disco correspondiente a la fronda quede junto a -Clla; sin embargo, muchas repeticiones de estas asociaciones en diferentes can- teras tendrían que encontrarse con la exclusión primero de una forma y des- pués de otra, antes de que se pudiera determinar la fronda a que perteneció el disco. Por supuesto, no queremos decir que pertenezca a cualquiera de las tres especies de follajes vistos aquí, y es bueno recordar que los Pterophyllum pueden fácilmente ser de diferente familia de las Otozamites. . T11.—Otozamites (Williamsonia) Caxacensis var. aut. sp. nov. Lámina XIX, figuras 4 y 5 Un tercer tipo de frondas de la capa 42 del río Consuelo es el que se ilus- tra en la lámina XIX figuras 4 y 5 y en ambos tamaños y rasgos entre la O. Williamsomia Diazi y la Juarezil. Aproximadamente dos tercios de la longitud entera de la fronda se obtu- vieron del nódulo de arcilla suave en la cual la hoja estaba embutida, pero la parte representada es suficiente para mostrar sus caracteres. La fronda entera debe haber sido de cerca de 75 centímetros de longitud y las pínnulas represen- tadas en la figura 4, son del punto donde comienza el ápice terminado en punta. La relación de la anchura y la longitud de la pínnula es como de 1 a 4.2 y aunque las pínnulas tienen las puntas más cortas que en la O. (Williamso- mia) Juarezii, están inclinadas hacia adelante como en la O. (Williunsonia) Diazii, pero difieren además de esa forma en que su sobreposición es menos ba- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 53 sal. Del mismo modo este ejemplar difiere de los ejemplares de Zamites gigas de la costa de Yorkshire, tales como Seward lo expresa en su Catálogo de la Plo- ra Jurásica, parte LI, lámina VIL, figura 5. Aunque él refiere esta forma a la Williamsonia como ya se explicó, parece mejor referirlas al grupo de William- sonias del género Otozamites el que, por supuesto, pasa al género Zamaites por eradaciones tan ligeras, que sólo es posible hacer al presente una distinción arbitraria. Será igualmente razonable hablar del grupo Williamsonias del género Za- mites. Estas descripciones pueden seguir adelante sin tratar de fijar este pun- to; pues es muy probable que un grupo inmenso de especies bien marcadas. se hallen ocultas aún entre el tipo de base de pinnula donde terminan las Podoza- mites y comienzan las Zamites y el tipo visto en las formas extremas de Oto- samites, tales como la O. graphicus y tales formas quizá aún más anormales como la de la O. Klipsteinú Dunker. En efecto, varias subfamilias pueden es- tar presentes en este complexo de formas hojosas, de suerte que por pequeñas que puedan ulteriormente ser las gradaciones desde las frondas de la Zamites (Broneniart, 1828) a las de las Otozamites (Braun, 1843), es probable que la retención de ambos géneros demostrarán en lo esencial su utilidad todavía mu- cho tiempo. Refiriéndose otra vez a las figuras, debería agregarse que la conservación es excelente y sin duda permitirá el estudio de las superficies de las frondas, pues probablemente bastante material carbonoso quedó conservando los rasgos de la estructura de las celdillas superficiales. A juzgar por las nervaduras, es elaro que hubo bandas escleróticas sobre las superficies superior o inferior, y alternando con haces de esclerenquima. 1V.— Otozamites (Williamsonia) Aguilera sp. nov. Lámina XIV, figuras 7 y XX En las series tan íntimamente asociadas con las fructificaciones de Wi- lliamsonias de las canteras del río Consuelo en la capa 42 y también arriba, pero que no se observaron más abajo del 42, hay todavía un cuarto tipo de fron- da grande que es claramente distinta de las frondas precedentes. Al mismo tiem- po es evidente un tipo de transición en la dirección de la especie Zamites gigas, de la costa de Yorkshire, según se ve en el tronco con hojas insertadas existen- te en el Museo de París En verdad, la separación de aquella planta y de la hermosa fronda representada por Seward en su Catalog of the Jurassic Flora, 54 G. R. WIELAND part L, lámina V, puede hacerse sobre diferencias mínimas y sólo en los casos en que se pudiera estudiar la planta entera, las variaciones específicas po- drían demostrar ser suficientemente características. De la misma manera, si se dispusiera de hojas enteras, quizá se probaría que las partes de frondas mostradas en la lámina XIV, figura 7, y en la XX, figura 1, son distintas de las pínnulas representadas en las figuras 2 y 3 de esta última lámina. Como hasta ahora no hay certeza en ninguno de estos casos de que las pínnulas sean de una región dada de la fronda, como en el caso de los tipos en el que se fundan las tres especies precedentes, parece mejor unir esta serie de pínnulas en una sola especie con dos variedades major y minor. La relación de anchura a longitud de las pínnulas varía de 1 a 6, de la 6.3 y de l a 7; estas variaciones son muy posibles siempre que las pínnulas vengan de frondas de diferentes tamaños o como debe ser de partes más o me- nos de la región media de una fronda. Los ejemplares de la costa de Yorks- hire ya mencionados, varían de 1 a 7, y de1a8.3 hasta 1 a 9, siendo ligeramen- te angostos. Los ejemplares pueden ser denominados en honor del señor Ing. J. G. Agui- lera, Director del Instituto Geológico Nacional de México, que visitó la región del río Consuelo hace treinta años y recogió muchas de las cycadeas fósiles tan abundantes allí; aunque estas colecciones fueron destruídas desgraciadamente cuando el barco “City of Merida” se incendió en el puerto de la Habana en el año 1884. La intención del señor Aguilera fué llevar este material a Washington y allí estudiarlo junto con una gran cantidad de material de invertebrados de la Mixteca Alta que también se perdió en parte. Las dificultades encontradas por este explorador en las ciencias geológicas, puede decirse con justicia que en este caso, no acabaron ni en las playas del mar! V.—Otozamites (Williamsonia) Aguilarianus sp nov. Lámina XIX, figura 2 Una quinta forma de la división de las Williamsonia, del género Otoza- mites, con el mismo tipo de la pínnula grande, ancha y vista en las cuatro es- pecies precedentes, está representada en la lámina XIX, figura 2. Como en otros casos, las especies parecen ser diferentes, aunque el tipo de fronda indica es- trecho paralelismo con las frondas más erandes de la costa de Yorkshire que están tan íntimamente asociadas con las yemas de Williamsonias. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 55 En efecto, la única pínnula encontrada dentro del perímetro de ochenta metros del límite superior de las capas de plantas del ríc Consuelo es tan ca- racterística, que bastan sus rasgos para tener idea clara de las frondas comple- tas, cuyos ejemplares de seguro se encontrarán al hacer futuras colecciones en la región del río Consuelo. Como se ha representado en la lámina XIX, figura 2, este tipo de pínnula queda cerca de la Otozamites (Williamsomia) Oaxacensis de la lámina XIX, figura 4; pero difiere estructuralmente por tener una nervadura muy fina, sin la doble estriación clara, debidas ambas a los haces e interhaces de escieren- quima. El lóbulo basal anterior claramente más grande, atrae desde luego la aten- ción como un carácter que, tomado en conjunto con la distante curvatura hacia abajo, dió un habitus muy hermoso al follaje de la planta a la cual perteneció esta pínnula aislada. Formó evidentemente parte de una vegetación de William- - sonias notablemente exuberante y entre el centenar de especies raras de cyca- deas ahora existentes, no hay otra forma tan ornamentada. Con fundamento de esta especie y las cuatro precedentes cuando se consideran por sí solas, se pu- diera suponer más bien un bosque de clima tropical, de abundantes lluvias, que de un clima en parte o periódicamente seco. Esta cuestión será discutida más tarde. Considerando la claridad de los caracteres de los ejemplares originales y la certeza virtual de que otros ejemplares más completos puedan ser colecta dos después, no se necesita vacilar en considerarlos con una nueva especie. Te- -—nemos, per lo tanto, especial gusto en llamarla en honor de nuestro muy es- timado amigo el señor R. Aguilar y Santillán, del Instituto Geológico Naciónal de México, en conmemoración de su útil y desinteresada labor favoreciendo la erandeza de la sociedad científica “Antonio Alzate.” Su amplio conocimiento de la literatura científica perteneciente a México, y la feliz combinación de atribu- tos de caballero y de erudito no son menos dignos de hacerse constar. Stangerites, Bornemann* Al ilustrar y describir bajo este género varias especies del Rajmahal Hills, Oldham y Morris?, dan la siguiente e interesante discusión: ; “Tel género Stangerites fué establecido por Bornemann (1856) al recibir 1 Bornemann, J. G.—Ueber Organische Reste der Lettenkohlengruppe Thiúringens, Leipzig, 1856, p. 59. 2 Oldham, T. and Morris, J.—Fossil Flora of the Gondwana System, Vol. I, Pt. 1. Fossil Flora of the Rajmahal series in the Rajmahal Hills, pp. 31-35. Mem. Geol. Surv. of India. 56 G. R. WIELAND ciertas plantas fósiles que se habían atribuído previamente a las Teeniopteris, pero que se parecía al género reciente Stangeria, planta considerada ahora como eyeadacea y al prineipio como un helecho. El género reciente Stangeria fué designado en honor del doctor Stanger, el último entusiasta naturalista de la expedición al Níger, que ayudó en los trabajos del Cabo de Buena Esperan- za y en el puerto de Natal. De esta última localidad fué traída la Stangeria pauradoxa.” “Algunas de las hojas fósiles (de la India) referidas han sido designadas hasta aquí en el género Teniopteris, de Brongniart, pero el carácter pinnado de la fronda y el hábito general de los ejemplares descritos abajo, permite refe- rirlos a la Stangerites Bornemann. Puede dudarse también de que algunas otras hojas de Teniopterideas no sean simplemente sino las pinnas separadas de una fronda compuesta de este género, mientras que por otra parte, otras formas simples pueden aún perte- necer a un helecho, y a la Teeniopteris, como fué originalmente descrita por Brongniart; al mismo tiempo que las frondas pinnadas, como lo observó el mis- mo autor, pudieran ser análogas al género reciente de Angiopteris. Hasta que no se encuentren ejemplares mostrando el modo de fructificación, esta cuestión no podrá ser determinada satisfactoriamente.” Es interesante notar que la creación del género Stangerites por Borne- man y las referencias a él por Oldham y Morris, de hojas semejantes a hele- chos perfectamente asociadas con una abundancia de eycadeas en Bindrabun, Amrapara y otras partes, fué hecha poco tiempo después de que Smith había observado el fruto de Stangeria de Natal y de que se dió cuenta de su natura- leza de eycadaceas!, observación que desde luego excitó un grandísimo interés entre los botánicos del mundo entero, y que por primera vez atrajo la atención a las relaciones fundamentales entre cycadeas y helechos. Pero los métodos químicos como el de Nathorst, por medio de los cuales la verdadera naturaleza de estos follajes pudieron incuestionablemente establecerse sin ayuda de ejem- lares “mostrando los modos de fructificación”, eran por supuesto desconocidos cuando Oldham y Morris escribieron. Por consiguiente, su excelente indicación encontró poca aceptación, y en 1890 se encuentra la cuestión de la Stangerites didácticamente suprimida en el Handbuch de Zittel (II. Palaeophytologie, p. 134): MceClelland hat in der Palaentologia Indica? eine Rehie obiger (Teeniopte- 1 Smith, J.—Observations on a remarkable Cyeadaceous Plant from Port Natal. Hooker?s Jour- nal of Botany and Kew Garden Miscellany, vol. VI. London, 1854, pp. 88-90. 2 Este es un error, MeClelland, refiriéndose a lo mostrado por Oldham y Morris, dió solamente para estas hojas un interrogatorio refiriéndose a las Taeniopteris. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA ridee) Diagnose entsprechender formen als Stangerites bezeichnet. Sehon die Anheftungsweise der Fiederbláttehen spricht durchaus gegen eine Analogie mit Stangeria, bei welcher diese decurrent sind und sich nicht abgliedern. Es gehóren diese Ueberreste aus dem untern Jura bestimmt zu den Farnen und mússen einstweilen, da ihre Frúchte unbekannt sind, in der Sammelfamilie der Teeniopteriden untergebracht werden.” Como se verá a primera vista, el carácter no ecycadáceo aducido en esta crí- lica, es solamente la falta de confluencia entre las pínnulas y los raquis. Esto, sin embargo, puede ser considerado como una diferencia, más bien que como un valor específico, especialmente ahora que ya se tiene un conocimiento claro de las gradaciones muy pequeñas por medio de las cuales las cycadeas con distintas pínnulas dehiscentes y aun enteras pasan a las Pterophyllum y for- mas semejantes a Wielandiella, las que escasamente se apartan de láminas co- mo las de VNilssonwa. Todavía más, puede que se encuentren parientes desapare- cidos de la Stangeria con la inserción de las pínnulas tan claras como en todas las series de la Zamites u Otozamites asociadas tan íntimamente con la Stan- gerites tanto en la India como en México. La opinión de Oldham y Morris, de que las frondas de Stangerites tenían el hábito de las frondas cycadáceas, mere- ce tomarse en consideración, especialmente en vista de que los dibujos que ellos dieron, son mucho mejores que muchos de los dibujos de hace cuarenta años. De manera que, entonces, lo embarazoso de la prueba queda sobre aque- llos que habían relegado la Stangerites, enteramente a las Teeniopterideas. El único ejemplar, descrito más abajo, puede por lo tanto sin vacilación referirse a este debatido, pero probablemente bien encontrado género. Stangerites Oaxacensis, sp. nov. Lámina XL, figura 5 No hay duda de que la única pínnula de las capas de carbón de la parte infe- rior del corte del río Consuelo (número 6 más o menos), representada en la lámina XL, figura 5, debe pertenecer al género Stangerites como lo usaron Oldham y Morris en la discusión arriba citada. Y basándose solamente en los rasgos macroscópicos, parece cierto que esta pínnula está muy próxima a la S. McClellandi (loc. cit.) lámina XXITI. El hábito, género, tamaño y desarrollo de la vena central y nervaduras, son casi las mismas en ambos casos. La nueva forma debía específicamente mantenerse distinta, basándose en los hechos de que (1) la nervadura central Bol, 31. Flora liásica.—8 58 G. R. WIELAND es ligeramente más mediana en posición (2) la forma es algo más ancha y (3) la oreja basal muestra pocas diferencias. Además, las investigaciones en la literatura de las plantas del Carbonífero y Pérmico para el tipo Stangerites, parecen ser completamente innecesarias, puesto que lo primero que se hará en el estudio futuro de este material será evidentemente un examen riguroso por los métodos químicos. Entretanto, de- be decirse que aunque esta forma descrita aquí se encontró una sola vez, sus caracteres son más claros que lo que pueden revelar las ilustraciones dadas. La certidumbre de nuevos hallazgos, así como su asociación íntima con las va- riedades de Otozamites Molinianus, distinguen esta Stanmgerites como una de las plantas fósiles de Oaxaca más interesantes. Distribución geológica del Género Pterophyllum El Pterophyllum predominó alcanzando su desarrollo máximo, al menos en el Rhético, o un poco más antes en las capas de Lunz de Austria. Una de las floras más características con Pterophyllum conocida, es la del Rhético de Tonkin, descrita por Zeiller. Es de suponerse, asimismo, que el Pte- rophyllum fué mucho más abundante en el pre-Rhético que en el post-Rhético o en el Liásico. Fundándose en la abundancia hasta ahora observada, el limitado pero típi- co elemento Pterophyllum persistente en la Flora Oaxaqueña, está ciertamente por su aspecto más lejos del Liásico superior que del Rhético. Pero este asun- to volverá a tratarse en el resumen general. No entraremos aquí en una discusión académica acerca de los límites del género Pterophyllum. Para este objeto, como se dijo en la descripción de Ano- mozamites, no es necesario rectificar ni modificar nada en la nomenclatura. En la actualidad no es oportuno esto, tanto más que parece inevitable que descu- brimientos futuros ampliarán mucho los límites de los Pterophyllums. Los ca- racteres de la hoja y de la indudable reducción floral, son lo más interesante de todo el grupo de las Cycadofitas; y puede ser que la eran abundancia pri- mera de formas de hojas del género Pterophyllum con una escasez relativa en el Liásico, esté de alguna manera ligada con una completa metamorfosis, de un Pte- rophyllum análogo a la Anomozamites en las primitivas Angiospermas. Esta in- teresante posibilidad será definitivamente discutida más adelante. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 59 Pterozamites (Pterophyllum) Munsteri Presi. sp. Láminas: XXI las dos quintas partes superiores de la fronda; XXII, porción media baja de la fron- da; XIII, figura 3 y XVIILL fig. 1 y 2. 1867. Schenk.—Die Fossile Flora der Grenzschichten des Keupers und Lias Frankens, Ta- fel XXXIX, fig. 1-3, 9. Entre las plantas procedentes de la cantera central en el corte del río Con- suelo, división número 16, fueron encontrados varios ejemplares que se ase- mejan muchísimo a las figuras de Schenk citadas antes. En particular la porción de una fronda de 23 centímetros de largo, con un ápice completo bien conserva- do, parece haber estado unida a una porción basal como la mostrada por Schenk figura 1, y esto nos hace completar una fronda de cerca de 40 centímetros de longitud con una anchura máxima de cerca de 34 milímetros, y un raquis de 2 milímetros de ancho. En un gran ejemplar, las pínnulas aunque de la misma forma y tamaño y naciendo del mismo ángulo de raquis como en la figura 1 de Schenk, aparecen ligeramente más regulares en su tamaño e inserción. Pero esto es probablemen- te una diferencia incidental en el dibujo del ejemplar del Rhético alemán y por lo tanto de poca importancia. Además, aunque estas frondas no se han en contrado en abundancia en localidades oaxaqueñas, en otra cantera se vió un ápice de fronda que concuerda exactamente con la figura 3 de Schenk, excep tuando que esta última muestra la superficie inferior en vez de la superior. Formas muy semejantes, si no específicamente idénticas con estas frondas procedentes de las minas de Hongay, están representadas por Zeiller en la Flo- re Fossile du Tonkin, pl. XLV, donde aparece que el tipo general es antiguo. Pterozamites (Pterophyllum> angustifolius Leckby, sp. Lámina XVIII, fig. 3 = 1864. Pterophyllum angustifolium Leckenby. On the Sandstones, and Shales of the Oólites of Scarborough with descriptions of some new species of Fossil Plants, pl. VIIL fig. 3. La porción media de una fronda de as especies citadas, se encontró en las capas bajas de plantas a lo largo del río Consuelo, a unos tres o cuatro kiló- metros abajo de la mina Consuelo. Es el único ejemplar de esta clase hasta aquí conocido, y recuerda el hecho de que estas especies son poco comunes en otras localidades. 60 G. R. WIELAND La porción de la fronda obtenida es de 12 centímetros de largo y aparen- temente excede al punto en que las pínnulas basales se aproximan finalmente a su longitud completa; más allá del cual principia la disminución apical en el tamaño de las pínnulas. Por lo tanto, la longitud máxima está comprendida en- tre 20 y 25 centímetros. El ejemplar es completamente diferente del P. Miúnsteri, de los límites orientales de las capas de plantas del río Consuelo, pero estrechamente rela- cionado dentro de los límites genéricos. Aunque la conservación no es muy bue- na, son suficientemente claras la nervadura característica de las pínnulas y su inserción. En todo caso, por dudas hay necesidad de referir el ejemplar a la forma representada, (loc. cit.) y descrita por Leckenby, como sigue: “Frondas atenuadas igualmente arriba y abajo, pínnulas muy largas y an- eostándose, perpendiculares al raquis alternando irregularmente, longitud de seis a ocho veces su anchura, ápices agudos. (La especie se distingue bien por sus foliolos derechos y rigurosamente aguzados, y fué mencionada en el MS. por Mr. Bean muchos años antes. Como P. medianum, se le ha encontrado solamente en el Gristhorpe en donde tam- bién es escaso).” Por lo tanto, este hallazgo del P. anyustifolitum puede considerarse como la continuación, no sólo geográfica, sino estratigráfica de la serie, siendo proba- blemente más antiguos los ejemplares mexicanos. Pterophyllum ef. contiguum Schenk Lámina XVII, figs. 1 y 3 En la lámina XVII está representado un ejemplar fragmentario, no muy bien conservado, de considerable interés, porque hasta ahora solamente se le ha encontrado una vez en las capas de plantas de Oaxaca, y se encuentran sus análogos como los de la forma anterior, en remotas comarcas del globo. Hasta donde es posible decidirlo ahora, creemos que esta es una especie nueva, no obstante que en otros casos, cuando el material es escaso, aunque pue- de reaparecer en colecciones posteriores, se ha evitado hacer alusión a nuevas especies o variedades. Por otra parte, cuando se tenga disponible un material adecuado para comparación, podrá probarse que la especie pertenece a una ya establecida, o a una muy cercana, LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 61 Anomozamites Schimper, 1870 (Traité de Paléontologie Végétale, Vol. 11, p. 140) Conservamos arbitrariamente el género Anomozamites, tan sólo con la in- tención de seguir la práctica establecida en este Boletín, de alterar lo menos posible la antigua sinonimia. Además, entre los Paleobotánicos en general, no hay realmente sino ligera variación en opinión en lo que concierne a la serie de los Pterophyllums y sus límites. El hecho de que Zeiller ha dado recientemente una excelente discusión de tres antiguos géneros de hojas, Pterophyllum (Brongniart, 1827), Pterozami- tes y Anomozamites (Schimper, 1870), en su flora de Tonkin (pp. 174-177)!, enteramente elimina toda necesidad de renovar una discusión general. Es necesario, sin embargo, llamar la atención sobre el hecho de que con la riqueza de Pterophyllums en la flora existente de Tonkin, Zeiller no encontró línea divisoria entre Pterophyllum y Anomozamites, ni se inclinó a segregar una sección de Anomozamites, equivalente en lo general a la sección de Wi- lliamsonias de Otozamites, mencionada en este trabajo. Pero, como observó Seward, Nathorst anticipadamente colocó como un género separado las Anomozamites de nervadura dicotómica; aunque sólo tres años antes de la publicación de su trabajo acerca de la flora de Tonkin, Zeiller también definió las Anomozamites como distintas en su admirable libro de tex- to “Eléments de Paléobotanique” (p. 237). No obstante, conforme a los métodos antiguos, es evidente que los miem- bros de la flora bien desarrollada de Pterophyllum son obscuros o totalmen- te imposibles de separar en elementos claramente genéricos. Por otra parte, las flores de Wielandiella son hasta ahora las únicas conocidas del grupo y queda la gran probabilidad de que las frondas semejantes a Pterophyllum general- mente llamadas antes Anomozamites pueden en parte llegar a ser plantas con estructuras florales mucho más semejantes a las de Wielandiella. Sería singu- lar, en verdad, que los frutos de Pterophyllum que con más seguridad puedan obtenerse en los trabajos de campo en los próximos diez años, mostraran nada más grupos genéricos de estructura. ; Sin embargo, semejante procedimiento artificial que parece ahora la reten- ción consecuente del antiguo género Anomozamites, puede por esta razón pro- bar al fin que es no sólo necesario, sino completamente factible con mejores mé- 1 Zeiller, R.—Flore Fossile de Gites de Charbon du Tonkin, Paris 1903. 62 G. R. WIELAND todos de estudio. Por esta razón, la forma característica que describimos en seguida, puede colocarse en este género; después sigue una discusión general del follaje de Pterophyllum, que se considera más bien como el de una familia hipotética y no como el de un simple género. Anomozamites cf. Lindleyanus Schimper Lámina XVI, figuras 6 y 7 1870-72. Anomozamites Lindleyanus Schimper. Traité Pal. Vég. 11, p. 141. 11878. Anomozamites Lindleyanus. Feistmantel in Paleontologia Indica. Fossil Flora of Gondwana System, Vol. I. Section in Upper Gondwanas on the Ma- dras Coast. Pl. XVI, fig. 3. Por el título anterior no hay necesidad de agregar la referencia primitiva al ejemplar llamado por Lindley y Hutton Pterophyllum minus o P. comptum y P. Buckmanmi Phillips, puesto que Seward (Jurassic Flora, Pt. IL p. 81) no pudo identificar la especie original. Por el contrario, es indudable que el fragmento de fronda colectado en el río Tlaxiaco representado en la lámina XVI, es casi idéntico al ejemplar europeo llamado por Schimper Anomozamites Lindleyanus y al ejemplar de la India posteriormente representado por Feist- mantel (ef. supra) con el mismo nombre. Este hallazgo de Anomozamites es por lo tanto otro ejemplo en el cual un fragemento único pequeño de fósil, pero característico, indica con toda claridad una distribución amplia en el mundo y hace ver el gran trabajo que cuesta to- davía en descifrar los registros de la disposición de plantas. Este es además un ejemplo notable del hecho de que en general, las plantas oaxaqueñas que son tan parecidas a las de la India, están también representadas en la costa de Yorkshire. Como las figuras dadas son enteramente claras y muestran la nervadura perfectamente, no necesitan descripción especial. Puede verse que se trata cla- ramente de la nervadura dicotómica tenue con desigual longitud y anchura de las pínnulas características del ejemplar hasta ahora referido a la A. Lindle- yanus. La razón para retener arbitrariamente el género Anomozamites ha sido ya indicada, y solamente falta asentar una vez más el hecho de que tipos como el presente son lo más generalizados en todas las formas de hojas de ceycadofitas, hecho muy significativo cuando se toma en conjunto con la reducción estamina- da que se ve en la Wielandiella (Anomozamites) de Nathorst. Este tipo de hoja debe llamarse sub-pinnuliforme, puesto que las pínnulas tienden habitualmen- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 63 te a irregularidades de amplitud; y las frondas semejantes a las de la Nilsso- ma polymorpha deben llamarse sub-laminares, porque la división de la hoja rara vez alcanza suficiente regularidad para ser llamadas pínnulas. Sin em- bargo, ambas formas de frondas pueden realmente considerarse como transi- ciones en el desarrollo hacia láminas hojosas con nervadura central domi- nante. Podemos decir, además, que no parece necesario darle más que un valor específico a la mayor parte de las variaciones de dicotomía a hojas de nerva- dura paralela de Pterophyllum. Retrocediendo por un momento, y recordando la forma general de las ho- jas de Anomozamites, aparecen muy claras las relaciones que las ligan con las de las Pteridospermas o COycadofilicalas. Especialmente es esto cierto, si recor- damos que tanto las formas monopinnadas como las bipinnadas pueden in- cluirse en alguna comparación más extensa de las Anomozamites con las anti- guas formas. Entre las antiguas eycadeas, su aparición no está bien marcada, varía entre las formas simplemente pinnadas y las bipinnadas, aunque esta úl- tima se halla solamente en la Bowemia entre las cycadeas existentes y parece que el follaje de las Anomozamites debe haber sido derivado de alguna Odontopte- rídea como la O. genuina de Grand Eury. Aunque es indudable que se han des- cubierto ya hermosas estructuras de estas y de los tipos de hojas de Anomoza- mites para decidir esa estrecha relación. Discusión ¿Fué transformado en frondas hojosas de Dicotiledóneas el follaje de Pte- rophyllum? El tipo de Angiospermas de ramas compactas que producen frutos biesporangiados de desarrollo limitado, o “flores” con sus periantos, fué pri- mero desarrollado en el Permo-Triásico según los registros paleontológicos en- contrados hasta ahora. El más antiguo ejemplar recogido es la Wielandiella del Trias superior o Rhético, que es de un tamaño más pequeño que las Magno- lias actuales. Aunque el tipo de follaje acompañante se conoce hace tiempo, sólo hasta estos últimos años fué descubierta esta flor. Sin embargo, si se to- man en cuenta los escasos hallazeos de flores típicas de Angiospermas que se sabe fueron muy abundantes en el Cretácico, es evidente que es de poca signifi- cación su ausencia en las colecciones de flores de Oycadofitas del Triásico in- ferior. ; Otro gran acontecimiento en la historia de plantas mesozoicas fué el des- alojamiento de antiguos tipos de hojas macrofilas de Oycadáceas por las hojas 64 G. R. WIELAND microfilas laminadas con nervadura reticulada, en el aspecto general de las sel- vas del post-Wealdeano. Hasta qué punto fueron absolutos y completos estos cambios, cualquiera lo puede investigar revisando el registro paleontológico, como si pasara a través de cualquiera selva actual, tropical o templada y así sencillamente obtendrá el resultado claro acerca del desarrollo de las plantas en el Mesozoico, ya sea que desee dejar subsistentes las Monocotiledóneas o que con mucha razón sospeche que son un vástago secundario o primitivamente la- teral de un tronco principal dicotiledóneo. ¿Pero cómo fué la gran transición actualmente ya realizada de 1n bosque de Cycadofitas dominantes con tipos de hojas de nervaduras característicamente dicotómicas a hojas de nervaduras reticuladas? El Profesor Seward ha declarado recientemente que la estructura de los tallos no se opone a la hipótesis de que las dicotiledóneas descienden de tipos de Gimnospermas, puesto que las magnoliáceas del género Drimys tienen tan sim- ple estructura de tallo como las coníferas, lo cual las acerca a los tallos de ey- cadeas, especialmente a algunos de los antiguos. Aunque por otra parte, el doctor Berry, de la Universidad de Jolms Hopkins, dice que las flores son más plásticas que la estructura de los tallos, lo cual es ser “conservador.” No vería gran dificultad en el hecho de la derivación de las dicotiledóneas de miembros de la tribu de las Williamsonias o formas aliadas, si los tallos no fueran un obstáculo para ello! Y como es bien sabido Arber y Parkin, el doctor Scott, el profesor Bessey y muchos otros, no ven dificultades insuperables para la deri- vación de las dicotiledóneas de algunas de las comprendidas dentro del grupo de las cycadeas mesozoicas. Evidentemente, la observación de estos últimos investigadores eminentes, no solamente se acerca a los hechos verdaderos, sino que representa en lo esen- cial la opinión general de los botánicos acerca del origen de las Angiospermas, hasta donde esta opinión ha tomado forma. En cualquier caso, la cuestión que parece difícil resolver y que coloca al paleobotánico en una posición más embrollada que cualquiera otra, no es el origen de las estructuras hojosas o florales, sino cómo fué que las dicotiledó- neas aparecieron tan repentinamente. El botánico histologista desea con cierto grado de honradez pasar por alto la estructura de los tallos. Puede también, te- niendo en cuenta cómo han sido encontradas algunas flores fósiles, concebir co- mo relativamente fáciles reducciones florales y transformaciones. No podemos por lo mismo pasar por alto la estructura del follaje, porque en vez de formas esparcidas y aisladas en que apoyar una opinión filosófica ge- neral y verdaderamente exacta, hay una enorme cantidad de material de hojas. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 65 en terrenos que contienen plantas en el Mesozoico; y con todos los caracteres de un post-Wealdeano avanzado de tipos comparativamente modernos de An- viospermas aparentemente del norte, y tal vez más repentino y esparcido que cualquiera otra fauna o flora supuestas a través de la historia geológica, una revolución, como Saporta dice: “aussi rapide duns sa marche qwunmwerselle dans ses ejfets.” Y aún estamos frente al problema en su serio aspecto cuando un botánico notoriamente conservador como Seward declara la idea general de que “el estu- dio de la vida de las plantas de edades pasadas lleva a la convicción de que debe darse mucho valor a la imperfección de los registros geológicos como un factor en la interpretación de los datos paleontológicos.” Hay que aceptar, sin embargo, con la, esperanza de alcanzar algún resulta- do, que otros hombres de estudio puedan estar dispuestos a tomar en cuenta las difíciles condiciones de solución en que se encuentra el problema, del origen de las dicotiledóneas, pues es evidente que algunos de los factores han quedado abandonados, y ahora se trata de juntar algunos de estos de la manera más sen- cilla. Las primitivas hojas de dicotiledóneas del Potomac, las más antiguas que se conocen, no indican directa afinidad a otras formas; muestran solamente que las formas primitivas cualesquiera que fueran, pronto se convirtieron en tipos modernos. Por eso es que estamos obligados a ocuparnos de hechos más venerales. Los helechos son frecuentemente de nervadura reticulada, y las magníficas frondas de un metro de ancho palmeadas y en forma de lira de Dictyophyllum y Camptopteris prueban que las de nervadura reticulada, aun en la supuesta ausencia de retener y almacenar alimento, florecieron notablemente magaespo- ras o semillas en las condiciones climatéricas del Mesozoico. Por otra parte, hay una ausencia notable de tipos de gimnospermas con nervadura reticulada, pero que estos existieron realmente, está probado por la hoja de nervadura típicamente reticulada de Gnetum gnemon y también por las erandes hojas de Welwitschia con una nervadura típica intermediaria entre las mono y dicotiledóneas. Mucho más significativo, sin embargo, que las hojas de Gnetum, pueden ser las cycadeas Dictyozamites dde nervadura reticulada. Aunque un hecho fundamentalmente importante debe agregarse aquí, y es que, como se ha tratado ampliamente en otra parte de este Boletín, las plantas del gran grupo de las Williamsonias, han desarrollado un libre hábito de ramifica- ción con nodos extendidos llevando hojas y la presencia de numerosas escamas de Oycadolepis rápidamente dehiscentes o exactamente yemas escamosas. Bol. 31, Flora liásica.—9 66 G. R. WIELAND Además, en los principios del Mesozoico, gran número de las eycadofitas no fueron ampliamente megafilas, y tenían contornos de frondas notablemen- te reducidos como algunos tipos de dicotiledóneas. Muchas hojas de Otozamites y Pterophyllum tenían igualmente a través de todo el Jurásico, formas elíptica, ovalada o trasovada que, pudiendo las pínnulas haberse desarrollado a la vez que aparecía la nervadura reticular, debieron haberse producido hojas de ta- maño y forma como las de los robles, castaños, magnolias y muchas plantas de hojas pequeñas. Por supuesto, una hoja como la Pterophyllum fissum de la In- dia, de Feistmantel, debe tener siempre las nervaduras bien conservadas para evitar que se confunda con algunas formas pequeñas de angiospermas, como la pequeña de Dryophyllum. Que yo sepa nadie ha llamado la atención acerca de este hecho sencillo de microfilas virtuales en el Jurásico ni aun en las cycadofitas triásicas. Además, en la Wielandiella, los pecíolos se ensanchan basalmente, por lo tanto se concibe otro método de derivación de hojas de Pterophyllum, el cual sería el desarrollo gradual hacia adelante de las alas basales a lo largo de la nervadura media con adopción de la nervadura reticular y supresión de las pínnulas apicales. La transformación en orquídeas no permite que tal método de derivación se deje sólo como una posibilidad nunca observada, pero no habiendo prueba directa de que la ala basal avance más allá de las condiciones observadas en la Wielandiella, es necesario considerar ulteriormente el método de origen por fu- sión de pínnmulas. La nervadura y especialmente el tamaño y forma de Dryophyllum y Lúrio- dendropsis, para citar ejemplos genéricos definidos, dan considerable apoyo 2 las observaciones de Arber y Parkin!, que un tipo de follaje de eycadeas fué pro- bablemente conservado durante largo tiempo en las angiospermas ancestrales, y que el hábito de ramificación de plantas megafilas fué substituído por una ra- za de plantas microfilas de nervadura reticular; la llamada “repentina apari- ción de las angiospermas en el Neocomiano, probablemente resulta tan sólo como consecuencia de una transición rápida de un grupo ya muy desarrollado y variado. - Pero no es fuera de lugar decir que esta teoría del follaje de las dicotiledó- neas es ni más ni menos un corolario de nuestra primera teoría acerca del ori- gen de las flores de angiospermas expresada en términos generales. Pero Arber y Parkin no se refieren directamente a alguna de las formas existentes; simple- mente hacen ver el hecho bien conocido que mientras las angiospermas apare- 1 The Origin of Angiosperms. Linn. Soc”s Journal-Botany, Vol. XXXVIII, July. 1907, p. 69. n= LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 67 cen bruscamente como formas muy desarrolladas que pertenecen a los órdenes existentes, y que llegan a ser dominantes, la botánica fósil no proporciona prue- ba directa de tipos de follaje conocidos como de transición de los grupos peculia- res para principios del Mesozoico. Por esta falta de datos no es posible decir mucho acerca del follaje; aunque la reducida condición de las flores de Wielandiella nos conduce después a ver en esa forma la aproximación más cercana conocida a la línea hipotética de las angiospermas primitivas, a pesar de la nervadura reticulada de las Dictyo- zamites,* porque vemos en esas flores una prueba incontestable de la manera de evolución de las angiospermas. Por fuerza esa opinión deja las pequeñas hojas espadiformes de Wielandiella como forma claramente de Pterophyllum, la más cercana a las hojas conocidas de dicotiledóneas. Pero pudiendo entonces haber sido así, como es actualmente, una conjetura gratuita, afirma que las hojas de Pterophyllum tal como las conocemos en el Triásico, fueron en general trans- formadas en tipos de magnolias. Tal posibilidad, exc verdad no excluye nuestra teoría; pero falta una prue- ba directa. Por cambio de estos caracteres, se pasa a muchos géneros simultá- neamente, a otros con menos regularidad, pero en todas partes del globo, deben haber dejado sus impresiones tan indeleblemente grabadas en el Mesozoico eo- nocido, como formas de transición que hace mucho se han encontrado. Si no hubiera gran cantidad de follaje de cycadeas en las capas mesozoi- cas, y sólo fueran conocidas algunas formas, el que se dedique al estudio de la morfología podría muy bien contentarse con la teoría de que los tipos de hojas de la Wielandiella fueron muy metamorfoseados, pasando a formas de nerya- duras reticuladas. Sin embargo, esta manera de ver se ha dejado en reserva, no porque sea increíble, ni porque en sí misma sea considerada como imposible o inverosímil, sino precisamente por esa falta sorprendente de pruebas para ella; tal es la ausencia extraordinaria de las formas bosquejadas, mientras en la flo- ra existente indudablemente hubieran sido clasificadas como tipos precursores si hubieran sido conocidas, aunque con escasez en el Liásico o en capas posterio- res. Tales son la Gnetaceas, Welwitschia, ete. Luego, en contraste notable, los antiguos tipos característicos son los Pterophyllums; y aunque ellos son cos- mopolitas en todo el Mesozoico, en ninguna parte mostraron trazas de nervadu- ra reticular, los últimos miembros del grupo continúan tan libres de tales tra- zas como los primeros. Por supuesto, que las cycadeas del Wealdeano son en su conjunto aun más fijas y estrictamente eycadofitas por su aspecto gene- 1. Wieland G. R.—Historic fossil Cycads, Am. Jour. Sc., Feb. 1908, p. 93. 68 G. R. WIELAND ral y estructura, que las formas triásicas. En resumen, la raza de las eycadofi- tas, a medida que el tiempo pasa, fija netamente los caracteres de la hoja, hasta llegar a la senilidad más bien que exhibir tipos de transiciones hipotéticas ha- cia la nervadura reticulada. Nosotros no podemos, en último análisis, considerar la Dictyozamites co- mo forma bosquejada; es no solamente cycadácea especializada y excepcional, sino de forma tan clara que ella acentúa la ausencia en todo el globo desde el Triásico al Wealdeano de formas de transición que conducen hacia los tipos de hojas de dicotiledóneas. Afirmamos que lo que indica el Dictyozamites de la India, es el hecho fun- damentalmente importante de que la tribu de las Williamsonias tenía otros miembros que estaban íntimamente relacionados con Dictyozamites, y los cua- les eran las verdaderas formas Proangiospermas. Estas las consideramos como habiendo tenido una forma acentuada de pínnulas guarnecidas de nervaduras reticulares comparable con la de la Stangeria, aunque por razón de su natura- leza y estructura la forma mesozoica de esta verdadera dicotiledónea anteceso- ra fué indudablemente encontrada en el mismo corte de las eycadofitas como las Williamsonias típicas conocidas. ¿Dónde estuvo su origen? En las areas Artica y Antártica de consiguiente. Esta es la conclusión inevitable a que prueba negativa pueda conducir. Teóricamente aun en este Boletín se encontrará en algún lugar la idea de ver transiciones de las hojas de cycadeas a las de dicotiledóneas; pero esa tran- sición no pudo haber pasado de formas conocidas. Repetimos que en la India, en Turkestán, en Norte América y en toda Europa, la ausencia de formas pre- cursoras y bosquejos de nervaduras reticulares, es tan universal que puede afir- marse fundándose sólo en los hechos de distribución conocida, que su origen estuvo en las condiciones peculiares climatéricas de las regiones polares, y que revela ese poder de invasión que tan rápidamente transformó el aspecto de las selvas del globo en el post-Wealdeano. La opinión del origen septentrional de las dicotiledóneas, ha sido discutida por muchos botánicos del tiempo de Forbes y Darwin. Le fué dada forma especulativa por Saporta, Nathorst y Gray, mostrando un gran movimiento ter- ciario de plantas de la área Artica, como concluyó también Alfredo Russell Wa- llace en su Island Life. Y unos años después, G. Hilton Seribner, con un dis- cernimiento filosófico grande, concibe—que la vida misma puede haber empezado en los polos y que continuamente avanzó a través del tiempo—la llamada “teo- ría Scribneriana del origen de la vida.” Antes que ninguno de los anteriores, el sabio Rútimeyer, en su famoso en- na LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 69 sayo de 1867 “Ueber die Herkunft unserer Thierwelt,” reconoce claramente que los continentes Artico y Antártico han desempeñado un gran papel en la dis- tribución presente y pasada. Mientras Haacke en una publicación posterior acerca del Polo Norte, considerado como el gran “Schopfunescentrum” de los mamíferos, está de acuerdo en la obra de intervención de Wallace, que es sim- plemente una opinión de retroceso más bien que un paso hacia adelante. Finalmente Wortman considera el paralelismo de la fauna mamífera fósil de Europa y América, precisamente de origen ártico. Mientras nosotros examina- mos el asunto general, probablemente por primera vez, apoyando sobre una base geofísica suficientemente amplia la opinión del origen bipolar, que es justa- mente lo que de una manera acertada establecen Rútimeyer y Scribner en su teoría polar de la vida. Hay, por lo tanto, no sólo pruebas negativas de que el origen de las dico- tiledóneas estuvo en las áreas polares, sino que todas las consideraciones filosó- ficas tienden a confirmar éste como la mejor hipótesis. Las dicotiledóneas presentan tal variedad de estructuras, que creemos in- fundado concebirlas como de origen monophylético o restringido de alguna ma- nera. Es mucho mejor considerarlas como de origen simultáneo con otros grupos también de las áreas polares, cuando las condiciones climatéricas y geográficas variaron notablemente, y tal vez más o menos en el período en que los prime- ros cambios diferenciales principiaron en los helados climas polares. La subsecuente propagación de estas primeras dicotiledóneas sobre el glo- bo, creemos que tuvo lugar con gran rapidez; grandes ensanchamientos de la ve- getación xerófita de cycadofitas siempre verdes, vinieron a ser substituídas por dicotiledóneas con cambios en cada estación. Todas las causas de tan rápido movimiento no pueden explicarse. Pero es fácil ver en relación con las dicoti- ledóneas que las eycadofitas probablemente fueron formas demasiado tenaces que conservaban su follaje siempre verde y colocado en la generalidad de las plan- tas con mucha persistencia, aunque sus flores maduraban lentamente. Mientras que las dicotiledóneas con su eran posibilidad de producir semillas y su creci- miento continuo de hojas jugosas en veranoincluyen un gran número de formas que se desarrollan con rapidez y imueren pronto. Según esto, parece que las pri- meras dicotiledóneas fueron las más enérgicas. Capaces para formar y mantener en las laderas con cada caída de hojas un rico humus, favorecían un continuo desarrollo de plantas nuevas, que crecían prontamente mucho más que sus eser- cialmente conservativas competidoras. 70 G. R. WIELAND Tallos de Willamsonia Láminas núms. XXXIV y XXXV con referencia a la lámina XXXVI En la cantera central del estrato número 16 del corte de El Consuelo, en- contramos íntimamente asociados con las frondas de Williamsonia de las lámi- nas XIX-XXII, etc., y con las grandes yemas florales de las láminas XXIUL, XXIV, ete., los tallos notablemente característicos representados en las lámi- nas XXXIV y XXXV. Estos tallos son numerosos en la laja en que se encuentran y aunque bas- tante aplastados, casi siempre es posible separar de la matriz blanda arcillosa o ligeramente arenácea, tallos completos que muestran igualmente bien ambos lados; así, pues, aunque todavía quedan algunas partes carbonizadas que per- mitirán un estudio posterior por medio del método químico de Nathorst, estos fósiles son en realidad moldes interiores de tallos muy aplastados, con sus ca- racteres superficiales conservados con mucha belleza de detalles. Los tallos obtenidos muestran pocas pruebas de estrechamiento y general: mente tienen un ancho de 3 a 5 centímetros, lo que representa un diámetro de 2 a 3 centímetros, por lo menos, antes de la compresión. Formas más peque- ñas con un ancho que varía de 1.5 a 1.8 centímetros, evidentemente representan ramas de las formas grandes. Todas están uniformemente aplastadas con un grueso de 1 a 2 milímetros y la longitud total de los tallos puede solamente su- ponerse. Debido al mayor o menor fracturamiento, los mayores bloques extraídos no excedieron de medio metro de longitud no interrumpida. Sin embargo, varios de los tallos atraviesan tales bloques de extremo a extremo, con poco cambio de espesor. Aunque no tuvimos la fortuna de obtener una porción de la base o del ápice de un tallo, es muy probable que pueda haberlas llevando coronas de frondas semejantes a los de las especies encontradas en la cantera, y yemas flo- rales como las de la lámina XXIIT. En consecuencia, parecería que la planta representada por estos tallos tenía una altura por lo menos de un metro, y aun es posible que varios metros. Sería conveniente que al estarse abriendo la cantera, se buscaran de nuevo las plantas completas por medio de una prepara- ción cuidadosa de los bloques que se extrajeran. Dos series de cicatrices dan a estos tallos una apariencia perfectamente ca- racterística y ornamental. Primero, todos los tallos muestran amplias series de cicatrices bien limitadas y de forma rómbica con una quilla central y arregla- das en espiral; y en segundo lugar, a intervalos regulares de 8 a 10 centíme- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 71 tros, la mayor parte de los tallos muestran nodos de cicatrices más pequeñas, menos bien delimitadas y verticalmente comprimidas. Sería muy conveniente llamar a estas cicatrices más pequeñas, cicatrices nodales, puesto que no sabe- mos con certidumbre que resultan de frondas dehiscentes. Las cicatrices más grandes delineadas claramente, pueden llamarse series internodales, pues en este caso por el momento no podemos todavía declarar con — seguridad que son debidas a hojas dehiscentes o a escamas hojosas marchitadas. Aunque estas dos conjeturas, que se consideran más adelante, resultaran co- rrectas, estas denominaciones podrán quedarse en uso. Debido principalmente a su compacto agrupamiento y compresión, las cicatrices nodales no muestran claramente el orden espiral que se puede suponer existió y que probablemente existe todavía en el verticilo de los órganos llevados por los nodos. El orden espiral de las cicatrices internodales, es por el contrario su as- pecto notable, aunque varían lo suficiente en los diferentes tallos para hacer sos- pechar diferentes especies, si los segmentos fueren encontrados en diferentes localidades o aun en diferentes horizóntes de la cantera, en vez de estar tan ín- timamente asociados y con un carácter de conservación tan constante. Así, aun- que el ángulo formado entre las espirales derecha e iequierda, es uniforme de cerca de 60%, el ángulo de ascenso de ambas espirales derecha e izquierda pue- de variar considerablemente, siendo siempre más grande el de la espiral iz- quierda. Pueden tomarse como valores medios bastante aproximados para la espiral derecha un ascenso de 30 y para la espiral izquierda un ascenso de 60%. Estas variaciones en el ángulo de ascenso para las espirales, son de considerable in- terés, puesto que indican que un cierto grado de cuidado debe emplearse al asentar conclusiones respecto a los caracteres específicos provenientes de las medidas de las espirales de las bases de las hojas en los tallos silicificados de Oycadeas. Evidentemente el orden de las espirales es como en los pinos de las cyca- deas mucho más que ?*/,,; y con un cuidadoso examen de una larga serie de ejem- plares intactos, tal como pueden obtenerse por un preparador cuidadoso, pue- de indudablemente determinarse el orden exacto. Las cicatrices grandes internodales de forma subrómbica o romboidal, son generalmente de 1 cm. de altura por 1.2 centímetros de ancho y aunque algu- nas veces este tamaño decrece a la mitad en el caso de algunos de los tallos más pequeños, hay bastante constancia de forma. Los trazos de las hojas o haces principales emergen evidentemente cerca del ápice del ángulo superior, o sea la posición normal;sin embargo, cuando la -J (3 G. R. WIELAND zona de preservación corta un poco más profundamente, puede observarse una posición más central. Una estriación fina superficial que sale de las dos hende- duras laterales y basales, es un resultado secundario del avance de la formación de periderma después de la separación de cualquiera de los órganos que fue- ron sostenidos en la posición de estas cicatrices finamente limitadas y escul- turadas. 7 Siguiendo el precedente establecido por Feistmantel, hace 40 años, al des- cribir iguales tallos de las colinas de Rajmahal, nos abstendremos de dar nom- bres específicos a las series del río Consuelo; porque no solamente estos ejem- plares oaxaqueños se relacionan específicamente con las formas de la India, sino que en ambos casos el trabajo continuado en el campo y en el gabinete conducirá indudablemente a restauraciones precisas. Con estas se podrán establecer nom- bres mucho más apropiados para la planta restaurada, que los que se pueden elegir actualmente, sin tener en cuenta la posibilidad de que hayan sido ya de- nominadas las hojas, frutos, escamas de Cycadolepis aislados. El verdadero interés de estos tallos es actualmente biológico, no taxonómi- co. Lo que más se desea conocer es el habitus de las plantas representadas; por- que aunque ya está plenamente probado que la alianza a la cual pertenece la Williamsonia constituyó una raza variable y cosmopolita,' en ningún caso se ha logrado dar una restauración completa de cualquiera de los miembros del grupo. La aproximación más cercana relativa a tal restauración, es la parcial de la Wielandiella por Nathorst, en 1902.2 La exactitud de las restauraciones anteriores de la Wailliamsonia gigas por Williamson, en 1870 (Lámina 53)* fué por largo tiempo puesta en duda por muchos botánicos, pero aceptada actual- mente como una representación razonablemente exacta de las características principales. Por supuesto, no es tan detallada como la restauración de la Wie- landiella, de Nathorst, y debe simplemente ser reconsiderada como un intento loable de reconstrucción que corresponde a las primeras etapas del estudio de la Williamsonia. No se puede decir otro tanto acerca de la reciente restauración de la Wel- trichia mirabilis r. Braun, por Schuster,* basada en el material recogido en Franconia a mediados del siglo pasado y más antes. A primera vista esta res- 1 Wieland, G. R.—American Journal of Science, vol. XXXII, December 1911, pp. 433-466. 2 Nathorst, A. G. Beitráge zur Kenntnis einiger Mesozoischen Cycadophyten. Kungl. Svensk. Vet. Ak., vol. XXXVI núm. 4, pp. 28, pl. 3. 3. Williamson, W. C.—Contributions towards the History of Zamia gigas, Lindl. and Hutton. Trans. Linn. Soc. of London, vol. XXXI, pp. 25-51, pls. 32. 4 Sehuster, Julius. —Weltrichia un die Bennettitales. Kungl. Svensk. Vet. Ak. Handl., vol. XLVI, núm. 11, pp. 57 and 7 pls. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 73 tauración parece ser precursora a las restauraciones de Williamson y Nathorst; pero un examen cuidadoso muestra que de ningún modo tiene el mérito del estu- dio de Nathorst. Por supuesto, haciendo a un lado los conocimientos más am- plios y los resultados obtenidos por los métodos de estudio actuales, tiene to- das las faltas que pudieran señalarse en la anterior restauración de Williamson. Nathorst ha mostrado que las microsporofilas tenían una estructura dife- rente de la dada por Schuster, que la prueba de que la Otozamites brevifolius estaba insertada a tallos cónicos en vez de tallos ramificados, es insuficiente, y finalmente que son de poco valor las pruebas de que las hojas y tallos repre- sentados por Schuster* pertenecieron a las flores de Weltrichia. Esta probabilidad de que Schuster está completamente en un error al re- presentar las megasporofilas del Lepidanthium como carpelos homólogos a los de las Cycas, con varios óvulos abortados lateralmente la hemos indicado ya, aunque estos caracteres no aparezcan en la restauración de que nos ocupamos, estando correctos los otros caracteres podrán discútirse mejor más tarde. No es en las flores en donde existe la mayor dificultad para hacer la restau- ración. Estas descripciones que hacemos ahora de las flores de Oycadeoidea y el estudio de Nathorst de las formas de la costa de Yorkshire, unido a las formas adicionales descritas en este Boletín, dan una bella ilustración aunque no exten- sa de la estructura floral de la tribu Williamsonia. La dificultad realmente no estriba sólo en no encontrar la hoja unida al tallo, sino más bien en la inespe- rada falta de talios con caracteres superficiales bien conservados. Aun en el ejemplar de Williamsomia gigas del Museo de París, ilustrada por nosotros (loc. cit.), es difícil ver hasta qué punto fueron persistentes las hojas escamo- sas y ninguno de los otros ejemplares ingleses hasta ahora conocidos han sido concluyentes en esto; aunque el conocimiento de que los nodos se presentan en la Wielandiella, y que el follaje se ha desarrollado por ciclos, se ha basado sola- mente sobre pequeños fragmentos de tallos de los cuales Nathorst presenta la fig. (loc. cit.). De este modo hasta que no se encontraron tallos con internodos bien marcados representados en las láminas adjuntas, ha venido a comprender- se que los tallos con largos internodos con señales de hojas escamosas rápida- mente dehiscentes o deciduas son características de la Williamsonia. En verdad teníamos los tallos indios descritos por Feistmantel, y como Nathorst nos ha recordado en una carta reciente su Buelklandia saportuna? era evidentemente un tallo ramificado con las mismas contracciones (nodos de las 1 Nathorst, A. G.—Bemerkungen úber Weltrichia Fr. Braun. Arkiv for Botanik, Kungl. Svensk. Vet. Ak., vol. 11, núm. 7, Stockholm, 1910, pp. 10 $5 1 pl. 2 Nathorst, A. G.—Om Floram i Skanes Kolfórande Bildningar (I. Floran vid Bjuf). Sver. Geol. Undersókn, Stockholm, 1878-1886 (ef. pl. 18). Bol. 31, Flora liásica.—10 74 G. R. WIELAND cicatrices de las bases de las hojas) como las de estos tallos oaxaqueños; mientras que las excelentes figuras de los tallos del género Bucklandia esta- blecidos en 1825 por Presl, dada por Carruthers! son bien conocidas y sin du- da representan la variedad de especies que él les asignó. Pero aunque los tallos con nodos habían estado apareciendo en las colec- ciones de una manera regular por cerca de un siglo, fueron siempre interpreta- dos como relacionados a las Cycas y representando tallos con alternación de lro- jas foliares y carpelares. Solamente en el caso de Wielandiella (loc. cit.) fué inferida por Nathorst la verdadera condición de alternación entre las hojas escamosas y foliares. Aquí, sin embargo, la conservación de los caracteres su- perficiales no se encontró muy clara, debido en parte al pequeño tamaño de los tallos; y aparece por la descripción que aunque la alternación de pequeñas y grandes cicatrices está claramente representada, la cuestión de que si las ho- jas o series de hojas escamosas son o no invertidas, todavía está por resolver. El argumento en favor de que estos tallos sean de la naturaleza de las Williamsonias, se ve que se apoya principalmente sobre su notable y persis- tente asociación con la foliación de la Williamsonia en la India y México y la presencia de nodos de cicatrices alargadas horizontalmente y más aglomera- das como en la Wielandiella. Estos nodos fueron notados por Oldham, Morris y Feistmantel, dando representaciones claras que demuestran los caracteres de estos tallos. Oldham y Morris en particular parecen no haber tenido duda acerca de su naturaleza de cyvcadaceas (y por lo tanto de Williamsonia!) puesto que fueron siempre encontrados con foliaciones del Ptilophyllum y Dictyozamites (Die- tyopteris). Pero Feistmantel, aunque igualmente supone que estos tallos son de naturaleza de cycadacea y de las Williamsonias, en una ocasión ha repre- sentado formas delgadas como Brachyphyllum, por lo cual hay realmente difi- cultad de separación no estando completamente cierto de que los nodos consi- derados como característicos de formas como las representadas en las láminas están presentes en la mayor parte de las Williamsonias, o ausentes en todos los Brachyphyloides. Por supuesto, como ciertos caracteres de los Cordaites son comunes a am- bos de estos grupos, la dificultad de separación puede esperarse que aumente al encontrar formas nuevas y más variadas. Aun dejando a un lado los caracte- res anatómicos, sería mucho creer que el grupo de tallos con nodos son principal- mente Brachyphylloides en vez de Williamsonias, en cuyo caso hojas y frutos 1 Carruthers, William.—On Fossil Cycadean Stems from the Secondary Rocks of Britain. Trans. Linn. Soc. London, vol. XXXI, pp. 675-708, pls. LIV-LXIIT (ef. pls. 54 and 55). LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 75 sólo del último tipo acompañarían con uniformidad tallos solamente de los primeros en localidades tan separadas como la costa de Yorkshire, India y Mé- xico. Tales anomalías de conservación y asociación pueden ser posibles, pero parecen improbables. En los ejemplares oaxaqueños los caracteres superficiales claros de las an- chas cicatrices internodales, probablemente resuelven la cuestión de cuales se- rán las cicatrices de las hojas y cuáles las de las hojas escamosas. El pequeño tamaño de gran número de frondas ascciadas, la reunión de otros tallos con hojas o bases de hojas escamosas aparentemente persistentes y también la per- fecta asociación de escamas de Cycadolepis, todo indica que las cicatrices más erandes, son las de hojas escamosas primitivas y dehiscentes. Especialmente notable es el hecho de que las cicatrices dehiscentes de las escamas de Otcado- lepis de la lámina XXXVI son muy claras, y que en el caso de la escama fina de la figura 3, la forma y tamaño de la superficie dehiscente es muy semejante a las cicatrices grandes de los tallos representados en las láminas XXXIV y XXXV; aunque es muy significativo lo peludo de las bases de las hojas de Oycadeoidea, la certeza de que algunas hojas escamosas de este género ten- drían el contorno peludo de las Cycadolepis y la completa analogía ofrecida por las brácteas. Por otra parte, estas concordancias en forma y analogía mucho más que el hallazgo en la cantera como el de la figura 4, lámina XXXIV, donde el tallo y escamas de Oycadolepis se encuentran en contacto, después de la conside- ración de los varios hechos y factores de morfología y conservación, han con- ducido a la creencia de que en el caso del tallo y la escama ya citados, pue- den verse actualmente como óreanos de una misma especie de planta. La principal objeción respecto a esta relación radica en el hecho de que mien- tras las bases de Cycadolepis no son esculpidas, las cicatrices de los tallos son aquilladas y estriadas. Sin embargo, las cicatrices de los tallos estarían sujetas a la formación peridérmica y las escamas de Oycadolepis se marchitan, de manera que la prueba o refutación final debe de basarse sobre futuras colec- ciones de partes de tallos que no hayan perdido los órganos portados por las erandes cicatrices, a menos que la carbonización hubiera probado ser suficien- te para permitir la determinación de estructuras parecidas en ambas series de Órganos, especialmente de semejanza en los haces. ' Por muy cerca que esta conjetura pueda estar de la verdad, debe tenerse presente que la variedad de escamas de Cycadolepis en otras localidades, es muy considerable. Por lo tanto, es doblemente probable que si los tallos de las láminas XXXIV y XXXV no llevaban las idénticas únicas escamas ] y 76 G. R. WIELAND de Cycadolepis encontradas en perfecta asociación con ellas, deben de haber lle- vado formas muy semejantes; y que, inversamente, las escamas de Cycadole- pis de la lámina XXXVI deben haber sido llevadas por alguna especie de tallos de Williamsonias muy semejantes a las formas presentes. En cualquier caso se obtiene interesante conocimiento sobre el habitus de las plantas de Williamsonia, y es probable que estemos ya muy cerca de una nueva serie de observaciones acerca de la relación entre hojas verdaderas y escamosas en las gimnospermas y el papel evolutivo que estos órganos hayan desempeñado; pues no solamente representamos ahora las plantas de William- sonia con largos internodos de hojas escamosas grandes y primitivas de Cyca- dolepis y cortas espirales de frondas pequeñas y típicas de Cycadeas, sino que también conocemos tipos florales variados llevados por estas plantas. Y lo mismo que hay actualmente eycadeas como la Macrozamia spiralis, sin hojas escamosas, es posible que haya habido formas de Williamsonia sin hojas escamosas; aunque inversamente es también posible que en las últimas series, teniendo en cuenta su bien desarrollado hábito de ramificación y diver- sidad de tamaño en el tallo, puede igualmente haber habido formas en las cuales la serie de hojas escamosas insertadas espiralmente predominó con ex- clusión de las hojas foliares más típicas. Además, gran variedad de formas está indicada por el fuerte desarrollo de escamas hojosas del tipo Cycadolepis pri- mitivo y antiguo que está muy desarrollado. En verdad está completamente dentro de los límites razonables suponer la anterior existencia de tipos con los órganos de Cycadolepis, predominando por completo y más semejantes primitivamente a las hojas que en el ejemplo pre- sente; y es una opinión aproximada que tales formas de hábito semejante a la Yucca habrían podido también desempeñar el papel de progenitores de las mo- nocotiledóneas. Finalmente, al terminar esta discusión algo teórica acerca de los tallos de Williamsonia y escamas de Cycadolepis, vale la pena llamar la ateución al hecho general de que hasta aquí el mayor obstáculo para aceptar la teo- ría de que las angiospermas se han derivado de los miembros antiguos de la familia de la Williamsonia, ha sido la supuesta fijeza de la estructura del ta- llo de las eycadeas. Primeramente, se creyó que las flores estaban separadas por un abismo in- franqueable, pero ahora que se ha visto que las posibilidades de las variaciones florales en la familia de las Williamsonias es bastante erande, las flores son miradas como órganos variantes y los tallos como órganos conservadores. Den- tro de ciertos límites, el tallo debe de verse como muy lento en sus transfor- maciones, pues es aún más concebible que los cambios más profundos en las es- tructuras hojosas o florales pudieran reflejar algo de ellas en la estructura del tallo; aunque tan simple estructura como la del Cycadolepis a escamas hojo- sas deciduas se ve que hacen los más profundos cambios morfológicamente po- sibles en la estructura, tanto de la del tallo como en la de la hoja. Toda la cuestión de la ramosidad del tallo, crecimiento de vástagos y formaciones de corteza, se ve ahora que se ensancha; y al hacer la hipótesis de los antecesores de las angiospermas, los tipos de tallos estrictamente de cyeadaceas no forman ya líneas limítrofes fijas. Sin embargo, la más interesante consideración con res- pecto a esto, es la explicación que los nodos se producen actualmente como los discos de Williamsonia y Cycadeioidea. Nuestra explicación de que el disco estaminado' es simplemente “un emplazamiento” alcanzado por las gimnospermas eycadeioideas sin la pér- dida de sus caracteres de eycadea es evidentemente, correcta. Ahora es fácil ver cómo la segregación del follaje y de las hojas fértiles en espirales más y más cortas conduce a adoptar una inserción cíclica. Además, no parece ya ni ex- traña ni imposible la concepción del cambio de formas aun antiguas como las de los helechos arborescentes con grandes hojas fértiles y foliares en un arreglo espiral uniforme a pequeñas formas con flores cargadas de brazos. - Género Cycadolepis Saporta (Pal. Franc. sér. II, Végétaux, vol. 11, 1875, p. 200) Desde que se estableció el género Cycadolepis, ha resultado conveniente pa- ra recibir yemas escamosas disociadas y crecimientos deciduos más o menos hojosos o escamosos de plantas cycadáceas. Al año siguiente de que había sido propuesto el nombre, Feistmantel diseña una forma lineal lanceolada y cubier- ta de pelo procedente de Kach,? que es la más estrechamente relacionada a las variedades mexicanas representadas aquí. Seward también refiere un número muy considerable de estos crecimientos subhojosos3 en la mayor parte del Wealdeano de Ecclesbourne, entre las que hay una forma de un gran tamaño, siendo en efecto tan anchas como algunas de las escamas hojosas de los más grandes troncos de Cycas. Además, es muy posible que varios ejemplares no representados hasta la fecha hayan sido vis- 1 American Fossil Cyeads, p. 230. 2 Feistmantel, O.—Paleontologia Indica, ser XI, 1. Jurassic (Oolitic) Flora of Kach. Mem. Geol. Surv. of India, 1876, pl. VII, fig. 5. 3 Seward, A. C.—Fossil Plants of the Wealden, pt. II, pp. 94-101, pl. 5, fig. 2. 78 G. R. WIELAND tos, ya que las Cycadolepis es una forma abundante. En efecto, no hay razón para pensar que no las había en cualquiera de las grandes localidades del globo que producen Williamsonias y otras Cycadofitas. Las escamas llamadas Cyeadolepis, aunque todavía no de especies muy claras, pueden tener algún valor para justificar el diagnóstico, si se les encuen- tra en tal abundancia y de una forma tan característica, o constantemente aso- ciadas con hojas, tallos y frutos de las afines de las Williamsonias, como en Oaxaca. Estas formas también tienen un cierto interés en conexión con teorías del desarrollo de tallos desnudos, de tallos antes cubiertos con viejo follaje o bases de escamas hojosas, ahora que conocemos que las formas de Wi- lliamsonias tenían internodos largos cubiertos de hojas escamosas entre las coronas de frondas sucesivas. Hasta la fecha, sin embargo, no hemos descubierto los pedúnculos exactos o tallos que llevan alguna de estas escamas de Oycadole- pis. No obstante, la inferencia es de tante peso que, aunque contrariamente a las cycadeas existentes, hubo miembros de la familia de las Williamsonias, que lle- varon hojas escamosas de Oycadolepis que efectuaron la dehiscencia debido a las estaciones en vez de marchitarse lentamente y experimentando una escisión por el avance de las capas de periderma. Aunque las escamas de Oycadolepis se asemejan mucho a las brácteas de grandes flores de Williamsonia, en ninguno de los ejemplos conocidos hay una prueba directa de origen floral, siendo más seguro considerar estas formas como representando en su mayor parte escamas hojosas. Cycadolepis Mexicana, sp. nov. Lámina XXXVI (todas las figuras) y lámina XX, fig. 20. De la cantera del río Consuelo en la capa número 16 (42) que contiene la hermosa fronda y grueso tallo representados en la lámina III, las espléndidas frondas de las láminas XXI y XXTII, los frutos de las láminas XXIV-XXX, etc., y los tallos de Williamsonia de las láminas XXXIV y XXXV, con otras nume- rosas frondas de eycadeas, se sacó la hermosa muestra de Cycadolepis conteni- da en la lámina XXXVI. Es bastante curioso que ninguna otra especie o forma de estas escamas fueron encontradas en cualquiera otra parte de la Mixteca Alta. Como se ve en la lámina, se trata aquí de un tipo de escamas abundan- temente representado, que probablemente perteneció a algún miembro particu- * lar del conjunto de las hermosas COycadofitas con las cuales las escamas estaban íntimamente asociadas. Es también evidente que las escamas eran de una de- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 79 hiscencia notable, siendo muy clara la cicatriz basal de forma más o menos rom- boidal. Debido a la abundancia de frutos de Williamsonia asociados con brác- teas persistentes y a la ausencia de frutos ovulados de gran tamaño de las cuales pudieran haber caído brácteas con grandes cicatrices dehiscentes, pare- ce más probable que estas escamas de Cy cadolepis sean realmente escamas hojo- sas deliscentes. Sin embargo, esto no es más que una buena inferencia, la cual puede ser discutida mejor en otra parte en conexión con la descripción de los tallos de Williamsonia más íntimamente asociados. Además, una serie de veinte plantas en un metro cúbico de roca extraída de una cantera fosilífera como las del río del Consuelo, puede haber sido derivada de la ribera de un río, estero, arroyo 0 lago, a lo largo de la cual crecieron centenares de especies. Además, debemos siempre concebir estas especies de las tierras interiores como contribuyendo, bajo la acción de las estaciones con sus cambios de vientos, lluvias, tempesta- des, inundaciones, dejando caer un fruto, una semilla, un estambre o flor, una fronda, una escama, una ramita o un trozo de árbol desarrollado, pero de tal manera que pasaban muchos años para que una planta completa pudiera fosili- zarse, dejando a la buena suerte del coleccionador el hallazgo de esos ejem- plares cuando escudriña en estas colinas lentamente formadas en las edades an- tiguas. Con respecto al nuevo nombre específico propuesto para las escamas de OCycadolepis representadas en la lámina XXXVI, sólo son necesarias unas cuan- tas palabras como explicación. Estamos completamente de acuerdo con Seward en que los nombres espe- cíficos para fósiles como éstos, son generalmente embrollados e innecesarios. Pero en el presente caso la forma acompaña a una serie de plantas de Cycada- ceas muy características, y está bien conservada y bien representada. Además, entre todas las formas hasta ahora conocidas está más estrechamente relacio- nada a la de Kach a la cual Feistmantel (loc. cit.) dió el nombre específico de C. pilosa, difiriendo, sin embargo, de estas especies en la estructura más tosca del desarrollo ramoso. Cualquiera que esté familiarizado con las plantas Oycadaceas, sabe desde luego que cualquiera especie de escamas es de menos valor para el diagnóstico que las especies fundadas sobre frondas o flores y que inversamente no se po- dría hablar fácilmente de variedades de tales especies, en vista de que dos es- camas aparentemente muy semejantes, pudiesen verdaderamente pertenecer a diferentes géneros o aun a familias. Aun cuando hemos dado a propósito esta re- servada consideración y descripción de la posible afinidad de los presentes ejem- 80 G. R. WIELAND plares, porque ellos no han sido nunca encontrados en conexión con tallos o pedúnculos, suplicamos especialmente al lector que busque la descripción de los tallos ilustrados en las láminas XXXIV y XXX. Al concluir esta reseña, deseo dar las gracias al profesor Seward por ha- berme llamado la atención sobre las Cycadolepis, basándose en una fotografía primeramente mandada al doctor Scott y sin faltar a la cortesía, ni él ni no- sotros jamás habíamos visto tan hermosos ejemplares de brácteas dehiscentes o escamas hojosas. Por nuestra parte con gusto hacemos notar que nuestro pri- mer pensamiento fué de que estas formas pudieran representar algunas Lepido- dendreas. FRUCTIFICACIONES DE WILLIAMSONIAS Láminas XXIT XXXII Desde fines de 1899, fecha de nuestro descubrimiento de que la fructifica- ción de Oycadeoideas era en realidad biesporangiada y que el centro de la flor estaba ocupado por un gineceo justamente como el de las angiospermas, un gran interés han traído las yemas florales de Williamsonias, cuya verdadera es- tructura llegó a ser comprendida por primera vez. En verdad, este interés ha aumentado año por año. No solamente la venido a ser más y más evidente que las Cycadeoideas tuvieron un tipo de tronco limitado y más o menos raro, si- no que cada temporada del trabajo de campo ha hecho más palpable que la línea de Williamsonias fué inmensamente diversificada. Además, la primera predicción, de que al fin se encontró el origen de las angiospermas, ha merecido la aceptación creciente de los botánicos. Tan cierto es esto, en efecto, que hay que recordar un segundo hecho y es que sólo han pa- sado doce años desde que las angiospermas parecieron a los morfologistas que hayan emergido repentinamente tras del impenetrable y obscuro velo del Jurá- sico inferior. Y la intensidad de aquella obscuridad puede ser apreciada mejor cuando recordamos que el solo bosquejo de la verdad, dado en las líneas de descendencia hace doce años, estaba en atribuir el papel de precursoras de las angiospermas a las Cordaites, consideradas ahora más razonablemente como ha- biendo conducido a las Coníferas o en parte haberse metamorfoseado en ellas. Hace doce años no se hacía más que una simple mención de la posibilidad de una antigua derivación directa de las más altas plantas de helechos. Las Cy- cadofilicaliáceas eran formas hipotéticas hasta fines de 1902, varios años antes de su descubrimiento. Además, aunque los que estudian plantas fósiles hayan laborado diligente- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 81 mente desde la época de Brongniart, en la acumulación de un largo y extenso registro de la antigua vegetación, no hace sino veinticuatro años que la botá- nica fósil fué llamada a contribuir un poco al conocimiento de las afinidades de las plantas. En verdad, no hay una persona de las que se dedican al estu- dio de las plantas fósiles, que no recuerde el tiempo en que parecía difícil se- falar resultados aplicables a la teoría general de la evolución comparable a los obtenidos por los que se han dedicado al estudio de vertebrados e invertebrados. Pero los tiempos han cambiado y hoy no parece absurdo concebir un tiem- po no muy distante en que los especialistas en vertebrados e invertebrados pue- dan considerar sus campos relativamente infértiles en inmediatos resultados. Además, desde el obscuro día de la Paleobotánica de hace veinticuatro años un vasto acopio de datos estructurales o aun de ecológicos, se ha añadido al conocimiento de las antiguas selvas. Por medio del notable género de Calcífera Cheirostrobus, Scott ha determinado el lugar de las Sphenophylltaceas como las representantes del tronco del cual se han derivado las Licopodiáceas y co- las de caballo; mientras que Oliver y Scott por su descubrimiento de hele- chos con semillas, han dado una gran luz en la evolución de las plantas en el Carbonífero. l La investigación de frutos como la Codonotl:eca de Sellards, y las cubier- tas de las antiguas semillas, también indican que se presentan desde tiempos remotos, cuando la semilla pudiera haberse originado de la fusión de esporofilas primitivas. Siguiendo nuestra demostración de las verdaderas fructificaciones de Cycadeoideas, Nathorst ha tenido especial éxito al mostrar nuevos y variados tipos de Cycadofitas. De mayor importancia es aún el desarrollo del método de teñir y laminar de Hollick y Jeffrey, y el método químico de Nathorst, para el estudio de todas las plantas carbonizadas; haciendo posible así la determinación segura de es- pecies que requieren el completo estudio de distribución y ecología de la anti- gua flora. Con la luz dada por estos variados descubrimientos de importancia fundamental, los morfologistas han redoblado sus esfuerzos en la investigación de los caracteres antiguos y persistentes. Tales eran los resultados completamente adquiridos en Paleobotánica cuan- do el descubrimiento de la flora fósil de Cycadeas de la Mixteca Alta, que fué al principio anunciada bajo los auspicios del Instituto Geológico de México, en la Botamical Gazette de Diciembre de 1909. No puede pasar desapercibida para nadie la importancia que tiene la Mixteca Alta para los futuros exploradores, porque es la tercera gran región del globo en donde se encuentran en abun- dancia, frutos de Williamsonia. En verdad, esta región parece producir estos Bol. 31, Flora liásica.— 11 82 ¿ G. R. WIELAND frutos en mayor abundancia que en la India o en la costa de Yorkshire, con la certidumbre de que los trabajos continuados en el campo revelarán diversidad de formas. Los afloramientos son numerosos, el clima soberbio; y el paisaje maravillo- so. Aquí el colector puede trabajar durante todo el invierno, y aun las distan- cias pueden ser vencidas arreglando el material en el campo, con una cuida- dosa selección de los mejores ejemplares. Basándose en la riqueza evidente de formas de la Mixteca Alta, la polifilia de las angiospermas se presentó por pri- mera vez de una manera muy sugestiva. La gran variedad de tamaño e induda- blemente en la estructura de las flores vistas ya, nos permitió pensar que en la Mixteca Alta, más que en cualquiera otra área Rhético-Liásica, podemos es- perar encontrar representantes actuales de los tipos inmediatos que presidieron a las angiospermas. La siguiente descripción macroscópica de las flores de Wi- lliamsonia constituye un simple prodromo para el estudio de la riqueza de plantas fósiles que seguramente queda oculta en el fracturado y plegado Rhéti- co-Liásico de la Mixteca Alta. E Sin embargo, tal como fué concretamente indicado en la primera reseña del descubrimiento de las Williamsonias de la Mixteca Alta, se debe siempre re- cordar que las flores de las formas descritas y otras más reducidas, que indu- dablemente también se encuentran presentes, deben ser muy notables. Hasta la fecha, solamente se han visto formas campanuladas de textura resistente. For- mas estrechamente relacionadas con estambres separados o ya dehiscentes, si existieron, probarán mayor dificultad de observación. Cuán raros son los estam- bres o flores observados aun en los más ricos conjuntos de hojas de dicotiledóneas del Cretácico o capas posteriores! Williamsonia Cuauhtemoci, sp. nov. Lámina XXIIT, fig. 2; láminas XXIV y XXV Las láminas aquí citadas representan las flores más grandes encontradas en la región del río Consuelo. Muchos duplicados fueron recogidos y todos pro- cedentes de la única cantera en el horizonte 16 (42). En un ejemplar al menos, se pudo observar un pequeño fruto de óvulo cen- tral. Este ejemplar no está representado, sin embargo, pues la conservación no fué favorable para sacar el estróbilo en una forma conveniente para observar- lo macroscópicamente; aunque es completamente verosímil que el cono central pueda no obstante ser estudiado por el método químico. Este cono parece cla- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 83 ramente ser joven; al menos, su tamaño no está en proporción al de las brácteas cubiertas de ramentum, y por analogía con las Oycadeoideas, los últimos al- canzaron un tamaño grande más bien por desarrollo del fruto incluído. Por otra parte, estos frutos parecen ser bastante semejantes a los Zamia Fig. 4.—Williamsonia gigas X */, Ejemplares típicos de la yema envuelta por grandes brácteas del Oolítico inferior de la cos- ta de Yorkshire. Nótese la proyección de pelos finos ramentales del borde de una de las brácteas a la derecha. El rementum fino cubriendo las brácteas que fueron marcadamente delgadas y como cáscara Ejemplar ahora en las colecciones Yale-James Gates de Wieland gigas, de la costa de Yorkshire primeramente representados por Williamson; los de las Gondwanas de la India representadas después por Feistmantel, y finalmente a las celebradas series de James Yates de la costa de Yorkshire que recientemente hemos estudiado y representado.* Aun el carácter ramoso esplén- 1 (a) Williamson, W. C.—Contributions towards the history of Zamia gigas Lindl. 4% Hutton. Trans. Linn. Soc. of London, vol. XXXI, pp. 675-708, pls. 52-53. (b) Feistmantel, O.—Palaeontologische Beitráge II. Ueberdie Gattung Williamsonia Carr in Indien. Palaeontographica, Supp. 111, Lief. 1T, Heft 11, pp. 25-51, with 3 plates, Cassel, 1877, (e) Saporta, le comt.—Pal francaise, 2e. sér., Végétaux, Plantes jurassiques, vol. IV. (d) Wieland, G. R.—The Williamsonian Tribe Amer. Jour. Sci. 4th. ser., vol. XXXII, Decenm- ber 1911, pp. 433-466, with illustrations in text. 84 G. R. WIELAND dido de los ejemplares representados en la lámina XXIV, es estrictamente de Williamsonia. En efecto, no pueden ser descubiertas con certidumbre las diferencias espe- cíficas de las formas de la India o de la costa de Yorkshire en las presentes series mexicanas, las cuales están también acompañadas por tallos perfectamen- te característicos con nodos de grandes y pequeñas cicatrices (lámina XXXIV), justamente como en la India. Aun así, parece prudente conservar separada- mente en la literatura los ejemplares mexicanos, debido especialmente a que la serie floral es bastante grande y pueden encontrarse incluídas formas más va- riadas en el curso del tiempo. De acuerdo con el título de envolturas bracteales del río Consuelo, puede tal vez dárseles un nombre local de preferencia al que les correspondería en la embrollada nomenclatura floral de Williamsonias con una larga serie de variedades. Esta práctica ha sido difícil de evitar al tratar de los tipos foliares, pero habrá poca confusión si a estas notables flores se permite denominarlas en memoria del guerrero Cuauhtémoc, último empe- rador Azteca. Las montañas cubiertas de nieve alrededor de cuyas bases los az- tecas desplegaron el más alto tipo de semi-civilización conocida en el continen- te norte-americano, son visibles a unos 320 kilómetros de distancia desde los puntos elevados de las crestas que se levantan sobre el río Consuelo. Por lo tanto, el nombre escogido verdaderamente va bien con los magníficos panora- mas de montañas vistos desde la Mixteca Alta. Williamsonia Xicotencatli, sp. nov. Lámina XXIITI, fig. 1 Este ejemplar íntimamente acompaña al anterior, pero es completamente distinto. No solamente es un tipo de yema más compacto, sino que las bases estrechas, en vez de las bases anchas características de las brácteas (?) servi- rá desde luego para distinguirla. Por el aspecto del lado izquierdo, donde una de las brácteas está en parte hendida, parece perfectamente cierto que más bien está representada una serie de brácteas que una serie de esporofilas. Sin embargo, debe hacerse un examen posterior, porque es muy notable la extraordinaria semejanza general a las Cycadocephalus Sewardi del profesor Nathorst, del Rhético de Skone, sur de Suecia.! Pero el carácter de crestas pronunciadas de las esporofilas vistas en ese fósil, no es tan evidente en la forma presente, la cual es provisionalmente 1 Vathorst, A. G.—Paláobotanische Mitteilungen II. Zur Kentniss der Cycadocephalus-Blúte. Kungl. Svenska Vet.-Ak. Handl., Bd. 46, N.” 2, pp. 12, 2 plates. (C£. pl. 1, fig. 1). LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 85 considerada simplemente como una serie de brácteas cubiertas de pelos. En cualquier caso, la forma puede convenientemente conmemorar al célebre azteca Xicotencatl. Williamsonia Nathorstii, sp. nov. Lámina XXX, fig. 1-3 Con el nombre de Podocarya había representado Buckland en el famoso Bridgewater Treatises, en 1836, el molde de un grande y hermoso fruto al que desde hace mucho tiempo se supuso ser de una monocotiledónea relacionada a los Pandamus, pero ahora se sabe que pertenece a especies muy próximas o que queda dentro de las Cycadeoideas de Robert Brown.! Este fósil tiene también la misma estructura general que los frutos de Bennettites Morierei Sap. et Mar. del Oxfordiano de Normandía. El original de la figura de Buekland pu- do haber sido un soberbio estróbilo como de más de diez centímetros de diáme- tro, y mostrando casi entera, una superficie esculturada característica. Tam- bién es completamente el tipo de fruto más grande de Williamsonia conocido o citado hasta ahora; pero desgraciadamente parece haber sido extraviado el original como ha pasado con otros fósiles importantes. Al menos este histórico tipo no se ha visto por mucho tiempo y en una carta recibida hace algunos años, por el Profesor Seward de Cambridge, nos informó que una investiga- ción hecha en la Universidad de Oxford donde el ejemplar debía estar, resultó infructuosa. ” Ninguno de los moldes de frutos de la costa de Yorkshire en las diversas colecciones británicas o en la colección James Yates del Museo de París, tie- nen el gran tamaño y el hermoso aspecto del ejemplar perdido en Oxford. En efecto el que solamente se le aproxima antes del descubrimiento de la gran se- rie silicificada de Black Hills, puede verse en las hermosas formas comprimidas de Williamsonmia Leckenbyi coleccionadas en Cloughton Wyke hace treinta años por el Profesor Nathorst. Con excepción de varios fragmentos indeterminados que figuran en varias reseñas con variedad de nombres, los únicos ejemplares conocidos son los de las interesantes series descritas por Feistmantel de las Gondwanas de la India en 1877. Esta escasez de material, es debida en gran parte al descuido de las personas empleadas en coleccionar sistemáticamente en la localidad original y en otras importantes. Un testimonio interesante y útil en este punto contenido en una carta reciente del Profesor Nathorst justi- fica completamente su inserción en seguida: 1 La figura original está representada por Saporta, en la Paléontologie Francaise, vol. IV, atlas, plantes jurassiques; y también por Wieland, en American fossil Cycads, pl. XLVII, fig. 5. 86 G. R. WIELAND “Es una gran coincidencia el que Ud. haya ido a México para la investi- gación de Williamsonias al mismo tiempo que yo volvía a visitar la costa de Yorkshire. Creo que la posibilidad para coleccionar flores es muy grande tam- bién allí. Solamente pude permanecer tres días en los cortes y de éstos los dos primeros días pocas horas solamente debido a las mareas, pero observé a primera vista la gran cantidad de hojas que se presentan en algunos horizontes en unión de fragmentos de tallos y flores. A pesar del corto tiempo que per- manecí, encontré al lado de las flores masculinas (con los sinangios sujetos a ellas) mencionadas en mi carta anterior, ejemplares más o menos fragmenta- Cos de siete u ocho flores! Y no dudo que si me hubiera sido posible permanecer más tiempo hubiera podido hacer una rica colección. En Inelaterra en 1879 co- mo Ud. recordará encontré mi tipo de la Williamsonia Leckenbyi en Clough- ton Wyke; pero las colecciones se quedaron en el museo casi lo mismo que cuando Williamson publicó su trabajo. Parece que no hay especialistas que por sí mismos trabajen en el campo, y los colectores no conocen si un ejemplar tie- ne o no valor. Tenía adelante un trabajador con un pico, pero yo no había observado que la flor masculina mencionada, la había arrojado por considerar- la sin ningún valor. No obstante, este hombre había sido coleccionador de ejem- plares durante algunos años.” Sería fácil multiplicar estos ejemplos de todos los países. En verdad, ex- traña que en casi todos los museos falta realmente mucho material bueno por los procedimientos para coleccionar lentos, inciertos y no satisfactorios. Después de esta digresión volvemos ahora al estudio del cono de William. sonia representado en la lámina XXX, y dedicado al Profesor Nathorst. Mientras que el ejemplar perdido de Buckland era una impresión, este co- no ovulado está representado por la mitad de un hermoso molde mostrando la vista lateral completa de un fruto revestido de sus brácteas envolventes. Clara- mente muestra la impresión de los extremos en forma de cabeza de clavo de escamas interseminales rodeando las extremidades de pequeñas semillas en las rosetas intercaladas de cinco a seis escamas cada una y excelentes moldes de medio fruto hechos fácilmente del molde natural, como están representadas en la lámina XXX, fig. 2. Sin embargo, en vez de la forma triangular o cuadran- sgular de los extremos de las escamas vistas en la Willamsonia (Podocarya), es- tos óreanos son claramente redondos, diferencia que sin duda merece la distin- ción específica de la Williamsonia Nathorstíi, siendo este el primer ejemplar de su clase que está relacionado no solamente con el de México, sino también con el del Continente occidental. Otra diferencia es que las escamas estériles tie- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 87 ren la región basal más ancha y la apical mucho más ancha en el fruto mexi- cano que en el ejemplar de Buckland. En tamaño, esta nueva especie está exactamente de acuerdo con el estró- bilo de la Bucklandia; pero aunque el molde representado no tiene sino seis centímetros de diámetro por cerca de cuatro centímetros de longitud excluyen- do la porción indicada del “eje piriforme,” otro ejemplar aún más grande en excelentes condiciones se encontró en esta localidad típica, pero se rompió des- eraciadamente al hacer la investigación. por otros fósiles. -El ejemplar representado fué obtenido de un guijarro desprendido de una capa de arcilla arenosa en el horizonte núm. 6, a lo largo de la primera ba- rranca en los lechos de plantas que están colocados dentro del Río Consuelo lilacia el Norte. Fué bastante fácil encontrar la procedencia del suijarro, y se hallan gran número de moldes parciales de una gran variedad de eycadeas y de otros tallos; no obstante se requerirá bastante cuidado para encontrar un buen lugar en el cual se abra la cantera. Que este lugar se encontrará con el tiem- po es.indudable, puesto que se han colectado moldes de otras especies aliadas aunque no fácilmente determinables en una capa un poco más alta, varios ki- lómetros. al noreste hacia la base del Cerro del Lucero cerca de la vereda de Tezoatlán. De estos ejemplares se hablará más ampliamente en las descripcio- nes siguientes. La más grande de estas formas fué observada en la superficie de una roca suelta, en el momento en que dejábamos la región del Consuelo al fin del tra- bajo de esa temporada de campo y una muy breve investigación bastó para encontrar el segundo molde de fruto in situ. Investigaciones anteriores se ha- bían hecho sobre la misma ladera para recoger moldes o impresiones, pero des- eraciadamente no se hallaron más ejemplares. Debido al interés de estas for- mas y su gran rareza en las colecciones es conveniente representarlas, así como llamar la atención acerca de la localidad y de la posibilidad de encontrar mu- cho más material de esta clase. La descripción es como sigue: 88 G. R. WIELAND Williamsonia, sp. Lámina XXX, figs. 8 y 9 A.—El molde de cono ovoide de semillas de tres centímetros de largo por dos centímetros y medio de diámetro muestra los surcos laterales producidos por la cáscara envolvente de las brácteas semejantes a las observadas en varios de los conos silicificados procedentes de Black Hills.* Este cono es en forma y tamaño semejante a los conos medianos de Black Hills, pero no puede referirse a ninguna especie particular de aquella gran se- rie (cf. lámina XXX, fig. 8). Indudablemente que indica una especie diferen- te; pero estando asociadas las hojas como en la región del Cerro del Lucero y habiendo oportunidades tan favorables para los futuros coleccionadores, no es prudente dar un nuevo nombre específico. Sin embargo, un hecho puede men- cionarse: Las formas de Black Hills que se desarrollan en un espacio circun- dado en parte por las armaduras de bases de antiguas hojas, y estando el pri- mero rodeado por los miembros doblados hacia adentro del disco estaminal, tienen a menudo una forma invertida de pera en vez de la regular de forma ovoide vista aquí y encontrada cerca del Cerro del Lucero, como dijimos antes. B. El molde de un pequeño fruto o más bien de una yema, fué encontrado in situ en la ladera oriental del Lucero, como indicamos antes en la descrip- ción de la Williamsonmia mexicana. Este fruto (cf. lámina XXX, fig. 9) puede ser o no de la misma especie que la anterior. Lo que parece más probable es que un disco y su línea de inserción están indicados aquí. Conos biesporangia- dos tan pequeños como éstos, esto es de cerca de un centímetro y medio de diá- metro y tres centímetros de longitud, se sabe que han sido abundantes entre los ejemplares silicificados de Black Hills. Para una descripción de éstos, véase nuestro trabajo reciente acerca de las pequeñas yemas florales de Oycadeoideas.? 1 Cf. American Fossil Cycads, pl. XLIV, fig. 3; pl. XL, fig. 3. 2 Amer. Jour. Se. 4th. ser. vol. XXXIII, February 1912, pp. 73-91. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 89 Williamsonia Netzahualcoyotl, sp. nov. Lámina XXI, (base de fruto cerca del centro de la cuarta parte superior); lámina XXXI, figu- ras 1, 2, 4 y 5; lámina XXIT; lámina XXXIII, figuras 3, 5, 6 y la impresión de la base en la lámina XXX, figuras 6 y 7. Williamsonia sp.—Wieland, G. R.—American Journal of Science, 4th. series, vol. XXXII, December 1911, p. 457, fig. 14 Es posible que la serie de conos ovulados reunidos en estas láminas puedan comprender más de una sola especie. Sin embargo, en este caso las formas pue- den estar tan estrechamente relacionadas que sin un estudio histológico, pa- rece prudente referirlos entonces a un solo nombre específico. Como lo indican las ilustraciones, estos frutos son cuerpos verticalmente aplastados y subcónicos aproximadamente de tres centímetros de diámetro, re- cordando el contorno general del estróbilo ovulado de Nelumbiwum. Sin embargo, esta semejanza es en muchos casos debida en gran parte a la conservación de una porción basal estéril del fruto solamente, con más o me- nos mala conservación de toda la región media de la semilla o zona superficial Ge las semillas. La zona superficial de la semilla puede también ser conserva- da como lo manifiestan las figuras 1, 2 y 5 de la lámina XXXI. Es obvia a primera vista la semejanza estructural de estos frutos a la de las Cycadeoideas, como las descritas en nuestra American Fossil Cycads, y par- ticularmente los conos como los representados en la figura 67 de aquel volu- men. Sin embargo, en el presente ejemplo debido al modo de conservación, no es enteramente cierto que el receptáculo en que la masa esporofílica está sopor- tada era tan alargada como en el cono de Oycadeoidea ya citado, o fué un “tipo de cojín parenquimatoso” ligeramente convexo, como parece más probable. Sin embargo, es bastante verosímil que la región apical terminaba en un penacho pequeño proyectado de escamas estériles precisamente como en el cono repre- sentado en la lámina XXXI, figura 3, en el que el vértice está conservado. La forma de conservación es de considerable interés, y puede ser fácilmen- te comprendida, notando primero la conexión con las explicaciones de las figu- ras de superficies detalladas de conos, tanto en las regiones basales estériles co- mo en las semillas representadas en la lámina XXI y comparando en seguida las dos figuras de la lámina XXXIL. En esta la figura superior muestra la impresión convexa hendida y estriada de la masa de tallos con semillas y es- camas interseminales; mientras que la figura inferior muestra la masa carbo- nizada de la capa de escamas mucho más exteriores de cerca de un centímetro Bol. 31. Flora liásica.—12 90 G. R. WIELAND de espesor y todavía adherida a la matriz. Al lado izquierdo de la lámina está la masa todavía in situ; pero en el lado derecho está cuidadosamente rota pa- ra mostrar la impresión o molde de la superficie exterior del fruto con la capa más exterior de escamas interseminales hendidas como una masa carbonizada delicadamente conservada, la que puede estudiarse histológicamente por los métodos químicos. En la lámina XXX, figuras 6 y Y“, pueden verse otros ejem- plares también del molde de la región interior en la capa estéril o zona basal de las escamas interseminales y esos mouldes son abundantes y extensamente di- seminados en la región de la Mixteca Alta. Fig. 5.—Williamsonia Netzahualcoyotl x 2 Moldes carbonosos de la porción exterior de frutos ovulados; muestran la estructura en la re- gión basal estéril (A). En la que los órganos están insertados en orden espiral y la región fértil superior (B), en la cual el orden espiral de los órganos pasa encima al orden de ““roseta,”” los órgamos estériles rodean así al tallo con semillas como formando igualmente una serie de rosetas entrelazadas. Véanse láminas XXXIII, fig. 6, y XXXI, figu- ras 1, 2, 4, 5, con las leyendas respectivas. Conservando esos moldes una hendedura superficial hacia afuera de la Zzo- na basal estéril interior o borde exterior de escamas interseminales, correspon- den casi exactamente por lo tanto a la masa interior de los tallos en que es- tán las semillas y escamas interseminales como los de las Cycadeoideas bien conocidos ahora. Hay pues, falta de preservación de la región del tallo en que están las semillas y que es susceptible de algunas explicaciones. En algunos casos en que los frutos fueran jóvenes, la zona de la semilla puede haber sido más jugosa que la masa externa de madera esclerotizada de las escamas in- terseminales, y así menos aptos para la carbonización. Por el contrario, los frutos pudieran ser formas completamente maduras en las cuales las semillas han sido desprendidas y la zona de semillas en el tallo generalmente hendida. El orden espiral pronunciado de las escamas basales reunido a la forma general estrobilar, separan específicamente de este fruto todos los conos hasta ahora conocidos. De acuerdo con los tipos precedentes puede por lo tanto de- nominarse con el nombre de uno de los más notables personajes aztecas, Ne- tzahualcoyotl, rey poeta de Texcoco, que construyó un templo de nueve pisos LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 91 con un techo tachonado de estrellas, en honor de Ipalnemoani, “aquel por quien vivimos,” un invisible espíritu propiciatorio que no exigía sacrificios sangrien- tos sino florales e incienso. La espiral simétrica de la región basal que divide la W. Netzahualcoyotl oradualmente se pierde en la región fértil, no habiendo una línea precisa de de- limitación entre la espiral basal y la zona de donde emerge y está perdida en la masa de tallos de semillas, y escamas interseminales. En las Cycadeoi- deas con pocas semillas, no ha habido hasta ahora una buena oportunidad para observar la región basal de un cono de semillas, de manera que no puede determinarse si aún persiste una buella del orden espiral original. Pero desde el punto de vista anatómico en nuestras American Fossil Oycads (p. 231), expresamos de una manera decidida la opinión de que las escamas inter- seminales y los tallos de semillas, son estrictamente de una estructura homólo- ga, siendo los primeros simplemente abortivos. Además, se concluye por analo- gía, que el cono de Cycadeordea puede derivarse de un estróbilo con todos sus órganos insertados espiralmente. La exactitud de esta opinión está completa- mente demostrada por estas formas, cor la notable persistencia de la antigua inserción espiral. También ilustra esto el hecho notable de que las Williamso- nias por el simple proceso de ramificación seguido por la esterilización y reduc- ción de los órganos florales, llega finalmente al más fácil “emplazamiento” concebible, permiten fácilmente comenzar un nuevo esquema y muy variado de esterilización y reducción. Formación de ramas, emplazamiento y reducción fueron pues los tres grandes medios por las cuales las plantas progresaron en el Mesozoico. Su progreso más grande en el Paleozoico había sido en lo que se refiere al desarrollo de la semilla. En la actualidad no es necesario seguir esta línea de especulación, si se re- cuerda que la teoría del emplazamiento en el origen de las angiospermas se ha visto como uno de los grandes factores en la producción de variadas familias. En segundo lugar es también obvio que como los más evidentes emplazamien- tos en el curso del tiempo se realizaron por líneas que condujeron a las angios- permas, varios grupos de plantas se adhirieron primero sobre una y después sobre otra línea de cambio posible. De aquí que las formas finales o existentes, pueden ahora parecer muy distintas, aunque sus diferencias fueron al principio debidas a ligeras variaciones en el desarrollo. Hablando más ampliamente, el importante vacío estructural entre Angiospermas y Coníferas parece ahora con- finarse a las semillas. Si por una parte las Coníferas han retenido a través del tiempo una inserción espiral de esporofilas, por otra parte esta es seguida igual- mente por las l/agnoliáceas de las que, como se nota ahora frecuentemente, la 92 G. R. WIELAND Drimys Winteri de las mesetas mexicanas y andinas tienen la estructura sim- ple del tallo de las Coníferas. Mientras que el paralelismo no solamente en el hábito general sino en nervadura reticular de una hoja de Magnolia tripetala joven y el Gnetum gnemon, lleva aún más lejos la atención a la amplia relación entre las Coníferas y Gnetáceas por un lado y las Cicadofitas y Angiospermas por otro. Resumiendo, las grandes clases de plantas con semilla, muestran gran comunidad de origen, y son definidas no tanto por la exclusiva posesión de cier- tos caracteres únicos, sino por el agrupamiento característico y especial de ca- racteres ocasionalmente poseídos por todas. Williamsonia Ipalnemoani, sp. nov. Lámina XXXI, figuras 3, 6 y 7; y lámina XLVI, figuras 1 y 2 (?) El cuidadoso estudio de los rasgos macroscópicos de los ejemplares de es- tróbilos ovulados representados en las láminas citadas, indican desde luego que son de distintas especies. Estos estróbilos son de la cantera principal en el estrato 18 (42) del corte del Río Consuelo, que proporcionó muchas formas de interés. La W. Neteahualcoyotl es la más próxima relativamente. Originalmente empotrado dentro de su matriz, el tipo primario fué un co- nc completamente carbonizado comprimido hacia abajo en dirección vertical te- niendo exactamente el tamaño y forma de botón de uno de los nummulites de las grandes pirámides de Egipto, Nummulites nummularis. El agrietamiento de la matriz que puso el estróbilo a la vista destrozó y rompió la mayor parte, por lo tanto la ilustración sólo muestra el molde de las regiones basal y del vértice conteniendo más o menos fragmentos discontinuos de la parte exterior del estróbilo (véase la lámina XXXI, fig. 3 y lámina XLVI, fig. 1, respectiva- mente). Habiendo quitado cuidadosamente estas partes destrozadas del estró- bilo carbonizado, pudo verse perfectamente la impresión o molde natural del fruto. Aunque el molde está roto exactamente en la zona ecuatorial, podría aprovecharse para obtener impresiones del fruto como se ha hecho con el estró- bilo de la W. Vathorsti. Sin embargo es interesante no olvidar que como el agrietamiento no es extremado y como la carbonización es casi perfecta, pueden obtenerse en la región otros frutos de esta especie y tipo de preservación. Todos estos casos pueden ser estudiados histológicamente por el método químico de Nathorst y por los métodos de laminación y coloración de Hollick y Jeffrey, pa- ra obtener resultados satisfactorios como en las formas silicificadas. Es de presumirse que este estróbile es un fruto maduro desprendido y en LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 93 cualquier caso es específicamente distinto. Comparándolo con el de la W. Ne- teahualcoyotl designado como la especie más relacionada, es mucho más peque- ño pero tiene en cambio más grandes tubos micropilares o brazuelos de semilla; mientras las escamas interseminales más pequeñas relativamente terminan en una protuberancia más o menos cónica muy prominente. Puede también verse que el cono aunque marcadamente más pequeño que el de la W. Netzahualco- yotl tenía una superficie más claramente esculturada. Moviendo los moldes más o menos llenos de carbón, en varias luces, pueden notarse en algunos lugares los contornos de los extremos de las escamas interseminales que circundan los soportes de las semillas en rosetas intercaladas en número de cinco o seis. No obstante, hacia la base del fruto las escamas interseminales aparecen en orden claramente espiral. Este fruto ha sido dedicado a la divinidad azteca de forma invisible Ipalnemoani ya aludida en la descripción de la W. Neteahualeoyotl. Williamsonia Quetzalcoatl, sp. nov. Lám. XXVI Un americano que ha conservado muchas especies de hojas fósiles dicotile- dóneas, encontró recientemente en sus colecciones una pequeña pero hermosa flor tetradina o tetrafila-tetracarpelar, que no se parece en nada a ninguna for- ma conocida y fué con ese modesto pere justo fundamento considerada como una nueva especie. De la misma manera después estuvo mucho tiempo de “mo- da” deseribir como nuevas las formas de hojas de eycadeas fósiles encontradas en varias partes del mundo, pero los que se dedican a estos estudios pueden te- ner duda de que sea acertado añadir otras especies de alguna nueva forma en- contrada como la contenida en la lámina XXVI. Sin embargo, un nuevo nombre específico puede ser confiadamente aplicado a esta hermosa yema de Williamsonia. Esto se basa en la creencia de que, me- dido por cualquier modelo claro basado en la abundancia de las Angiospermas hoy día, Scott estaba en lo cierto cuando indicó que las Cycadofitas domina- ron en el globo precedentemente en los tiempos mesozoicos, pudiendo haber com- prendido de treinta a cuarenta mil especies. Como quiera que sea solamente pueden ser conocidas una pequeña parte de las formas que existieron en el' Liá- sico, y si las especies de hojas merecen ser descritas entonces los tipos florales igualmente variados lo son doblemente. En aquellos casos raros en que se en- cuentran hojas y frutos teniendo diferentes nombres específicos en el curso de una exploración afortunada probará que pertenecen a una nueva planta, los 94 G. R. WIELAND nombres originales pudiendo ser retenidos sin dificultad uniéndolos por un guión en orden cronológico. La yema representada en la lámina XXVI fué encontrada en la misma ca- pa 16 (42) del corte del Consuelo como la especie estrechamente relacionada a la Williamsonia Cuauhtémoc, pero a un nivel poco más bajo y en una arcilla - algo arenosa mucho más clara. La matriz podría conservar las estructuras más delicadas pero no produce tan claros contornos de las plantas conservadas en ella como las marcadas en la lámina XXIIT. La fotografía de este ejemplar es excelente siendo una reproducción exacta, puesto que solamente han sido reto- cadas con sepia la yema floral y las dos pínnulas de la Otozamites (W.) Juarezúi Este tercer miembro del grupo de los frutos envueltos por brácteas del Río del Consuelo lo designamos con el nombre de la divinidad azteca Quetzal- coatl, que, como lo relatan en las antiguas leyendas vino al mundo a enseñar a los hombres a labrar la tierra, a trabajar los metales y a gobernar bien sus Estados. Como en el caso anterior este nombre recuerda la región cercana a la Malinche, otro de los grandes volcanes cuya cumbre es perfectamente visible des- de la región del Río Consuelo. Además señalamos la estrecha asociación de la yema Quetzalcoatl con las dos pínnulas teñidas de sepia más obscuras de la Otozamites (W.) Juarezi, puesto que ésta misma fronda está también perfectamente asociada con el disco estaminado de la W. Mexicana en la laja de la lámina XXTT. Aquí sin embar- go, hay seguramente, unas especies más grandes referidas a la Otozamites (W.) Aguilerar, representada en la lámina XX, cuyo ejemplar proviene de la misma matriz gris y capa de la cantera de la cual procede ésta. Es evidente que si la W. mexicana proviene de la dehiscencia de tal grupo de brácteas como la W. Quetzacoatl, la fijeza de asociación de ambas con las hojas llamadas Otozamites (W.) Juarez, conduce a creer en la posibilidad de que todas estas partes per- tenezcan a una misma planta. Pero una conjetura directa no puede estar basada en tal asociación; y sería constituir una suposición gratuita sugerir la unión de los notables fragmentos fértiles semejantes a helechos o pínnulas cycadofilica- lialas, tan estrechamente asociadas con yemas y pínnulas de la naturaleza de Otozamites en la lámina XXVI. Precisamente el mismo método de reconstrucción de plantas antiguas ha sido publicado muy recientemente por Schuster de Munich. Su pretendida res- tauración de la Weltrichia es tan notable como cualquier cosa que haya apa- recido en su género desde el Profesor Johann Bartholomáus Adam Beringer,' 1 Lithographia Wirceburgensis, ducentis lapidum figuatorum, a potiori, insectiformium, pro- digiosis imaginibus exornata, Wirceburgi, 1726, Edit. II, Francofurti et Lipsiae, 1767. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 95 que hace cerca de 200 años veía en toda forma extraña en las laderas pedre- gosas y en las burdas conjuraciones de los estudiantes jocosos, no los “hum- buges” atribuídos a Huxley, maravillosos animales y plantas “que jamás exis- tieron en el mar o tierra.” Puesto que esta reseña fué publicada por la Academia Sueca, lo mejor es referirse a la revista satírica del Profesor Nothorst,' además de tomarnos la libertad de notar que Schuster de Munich aparentemente se imagina que otros autores son tan poco capaces de reconocer sus figuras como sus teorías. No es necesario exponer las falsedades en esta absurda restauración de Weltri- chia en la cual aparece que a un disco aislado de Williamsomia, están uni- Fig. 6.—Helecho sphenopteroide x 4. Cf. Dicksonia. (Schenopteris) Bindrabunensis Feistmantel. Pal. Indica, Vol. 1. Plate XXXVII, figs. 2, 2.* Esta forma oaxaqueña es muy próxima al tipo indio de Feistmantel, y probablemente es igualmente próxima a cierta fronda fértil de helecho asociada con frondas de Otozamites y yemas de Williamsonia en el Rhético de Bayreuth. Compárese con la lámina XXVI. das esporofilas del tipo muy variado de las eycadofiliáceas, algún tallo rami- fcado de Williamsonia o de Medulosa, y hojas aisladas de Otozamites brevifo- lius con las ramas vegetativas presumiblemente del tipo conífero Lepidantheum añadido finalmente como buena medida. Sin embargo, es de importancia observar la perfecta asociación de las pe- queñas esporofilas fértiles semejantes a pínnulas esparcidas alrededor de la ye- ma de la W. Quetzacoatl y nunca observados en ningún segmento más grande que los que pueden fácilmente ser vistos en la lámina, esto es no excediendo de una longitud de S a 10 centímetros. La primera sospecha es que éstas pueden ser microsporofilas de alguna Pecopterídea relacionada a la Williamsonia; y es también del todo posible que pueden haber estado dispuestas en espiral o en cortos verticilos. El hecho de que se encuentran sueltas se opone a que sean partes de grandes hojas fértiles de follaje de Pecopteris abundantes todavía en el Lías. Por otra parte hay pode- 1 Bemerkungen úber Weltrichia Fr. Br. Arkiv fór Botanik, K. Svensk. Vet. Ak., bd. II, No. 7, pp. 10, and 1 plate. Stockholm, November, 1911. Es] 96 G. R. WIELAND rosas razones para suponer que los antiguos tipos de Williamsonia a menudo tenían estambres con muy claras expansiones a láminas hojosas semejantes a las de Pecopteris o que pudieran parecerse a cualquiera de los otros géneros de las cycadofiliáceas. En cualquier caso debido a la complexidad de estructura y a las infinitas posibilidades de interparentesco abarcado, es ahora cierto que los botánicos no aceptan reconstrucciones al azar y que solamente la ba- se segura para unir tallos, hojas y frutos es actualmente la continuidad de estructuras histológicamente homogéneas. Afortunadamente para el desarrollo de la Paleobotánica y la acumulación del testimonio que ofrecen las plantas fósiles para el estudio de la naturaleza y curso de la evolución, las restaura- ciones aunque agradables a la vista no son necesarias. No tienen utilidad en estudios estratigráficos, mientras que en toda comparación de flores y estudios morfológicos los órganos separados de las plantas son totalmente instructivos. LAS WILLIAMSONIAS PIGMEAS Williamsonia Centeotl, sp. nov. Lámina XXVII, figura 3 El verticilo de brácteas de la figura 3, lámina XXVII, forma la primera de una serie de cuatro especies pigmeas las que hay bastante razón para creer que representan flores de crecimiento completo o próximas a éste y por lo tanto sen de mucho interés, aunque poco se puede decir actualmente acerca de su es- tructura. : Las ideas que sugiere la marcada variación estructural en estas diminu- tas formas, está en completo acuerdo con la gran diferenciación vista en el fo- Tlaje de ecycadophitas que las acompaña; además de que formas semejantes pigmeas que se encuentran en la costa de Yorkshire ofrecen una ayuda de im- portancia. Es seguro que esos tipos pequeños florales se encontrarán en abun- dancia ahora que la atención se está dirigiendo notablemente a ellos; y a medi- da que se continúa el estudio de las Oycadeoidea se muestra finalmente la presencia de las que fueron primitivamente observadas y por lo tanto la inves- tigación revelará un variado conjunto de tipos florales más pequeños. Este ejemplar es de la capa 19 (53) y se halla con hojas de Ptilophyllum pecten, más semejantes a las de la costa de Yorkshire que ningunas otras de las observadas entre todas las series del corte del Río Consuelo. En efecto no pueden encontrarse diferencias específicas ni de variedad clara, hasta donde puede juz- a LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 97 garse por las más recientes descripciones disponibles, como las de Nathorst cu- yas láminas facilitan una comparación interesante con este fósil.* Lámina I, figuras 1 y 2, y lámina Il, figura 11 de la obra aquí citada muestran frondas Whitby exactamente semejantes a las de la lámina XXVII, fig. 3, mientras que la lámina IV de Nathorst, figs. 1 y 2 representan una flora asociada llamada Williamsonia Ligmieri que recuerda igualmente esta forma pequeña. Sin embargo no hay razón para asignar al verticilo de brácteas del Con- suelo como especies Whitby, pues las brácteas, si son tales, tienen una forma claramente espatulada, representando con bastante precisión la envoltura de brácteas de varias flores tropicales existentes. En la ilustración, las frondas no están retocadas pero algunas de las brácteas están teñidas con sepia, producien- do así una semi-restauración. No obstante la flor está presentada bastante bien y puede con seguridad dársele un rango específico. La designamos con el nom- bre de la divinidad azteca Centeotl, patrona y protectora de la tierra, diosa de la nutrición y madre de los dioses. : Williamsonia Tlazolteotl, sp. nov. Lámina XXVII, figura 6 y lámina XXX, figura 4 De las figuras aquí citadas, la de la lámina XXVII muestra una forma de la capa 19 (52) del corte de El Consuelo ligeramente restaurada con sepia en el bloque original, mientras la lámina XXX representa un segundo ejemplar no restaurado semejante a los observados en el Río Mixtepec. Esta analogía ca- racterística de los tipos florales pequeños en localidades distantes treinta kiló- metros una de la otra, favorece ciertamente la creencia de que está representa- úáa una forma constante. La huella clara que muestra que la flor estaba sostenida por un tallo largo y delgado como está indicado en la lámina XXX, es de gran valor, y da a este fósil una apariencia moderna. En verdad había sido encontrada esta flor hace diez años en el Cretácico superior o un horizonte posterior, siendo incuestiona- blemente mirado como una angiosperma. -La variación de la Williamsonia Centeotl es evidente; mientras que refi- riéndose a la Walliamsonia Lignieri de Nathorst (cit. sup.) se muestra a prime- ra vista que el tipo presente es distinto por tener brácteas más bien aguzadas que arredondadas. Las brácteas son también en menor número que en cual- 1 Nathorst, A. G.—Paláobotanische Mitteilungen 8. Ueber Williamsonia, Wielandia, Cycado- cephalus und: Weltrichia. Kungl. Svenska Vet. Ak, Handl., bd. 45, pp. 38, 8 pls., Stockholm, 1909. Bol. 31, Flora liásica.— 13 98 G. R. WIELAND quiera de las dos especies mencionadas. Esta flor o perianto es por lo tanto dis- tinta y puede dársele el nombre de la divinidad azteca Tlazolteotl, dios de los placeres. Williamsonia Tecatzoncatl, sp. nov. Lámina XXXVII, figura 4 No es de dudarse que los frutos carbonizados, aunque algunas veces ro- tos e indeterminados como variantes de los tipos precedentes tengan valor co- mo registros. Es de esperarse que no sea imposible colocar la forma sobre una base mejor a medida que el material aumente. El ejemplar es de la capa 19 (52), que promete dar ejemplares especialmente bien carbonizados con rasgos histológicos bien conservados. Este hecho puede servir para eximir la inclu- sión de otras especies encontradas con formas externas aisladas. Tecatzoncatl divinidad azteca de la embriaguez, puede servir para denominarla. Williamsonia Xipe Lámina XXX, figura 5 Este pequeño fruto ovulado del Río Mixtepec acompaña a la especie pre- cedente de Williamsonia Tlazolteotl. Es evidentemente uno de los estróbilos ovulados del grupo de la W. Netezahualcoyotl y el contorno claro indica aproxima- da madurez a pesar de la pequeñez de su tamaño. Este fruto no está tan cla- ramente carbonizado como algunos de los anteriores; por lo tanto hay menos oportunidad para el estudio histológico entretanto no se obtengan otras formas procedentes de horizontes favorecidos por la carbonización. Puede sin embargo- asentarse aquí que la región de Mixtepee proporcionará más material. El nom- bre específico se da en conmemoración de Xipe, el patrono de los orífices en la mitología azteca. Williamsonia (2) Huitzilopochtli, sp. nov. Lámina XXVII, figura 7 y lámina XXVIII 1911. Especie y afinidad no determinada. Wieland, G. R. The Williamsonian Tribe. American Journal of Science, 4th. series, vol. XXXII, December, pp. 457-9, figure 15 A. Son muy interesantes las lajas del Río Mixtepec, representadas en las lá- minas XXVII y XXVIII, porque forman una superficie única sobre la cual las ramas están libremente repartidas aunque los tallos se encuentran mail conser- PRE “LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 99 vados y a éstas se unen muchas hojas de Otozamites Reglei (var. Oaxacensis) y numerosas flores. La conservación no es muy clara y hemos llamado la aten- ción ya (cit. sup.) sobre el hecho de que juzgando por su forma externa hay le posibilidad de que estos órganos representen semillas parecidas a las Gnetá- ceas. Hasta donde es posible con el estudio macroscópico, esta posibilidad pue- de ser investigada más cuidadosamente. Los órganos de fructificación y las hojas asociadas como las representadas ¿aquí han sido restauradas con sepia, aunque esto ha sido hecho con bastante cuidado para guardar el contorno exacto y la posición. En consecuencia estas ilustraciones no tienen el valor de una fotografía sino el de los mejores dibu- Jos que se pudieran haber hecho. Lo importante es que el dibujo es correcto, pues lo que se ve de incierto es más o menos obscuro en el ejemplar original. Por ejemplo, no puede ser completamente determinado el modo de inserción del sépalo ancho o cuerpo semejante a bráctea que es tan importante como el carác- ter del fruto. La inserción puede ser o una muy corta espira O ser verdadera- mente un cielo; por supuesto en último caso habría la posibilidad de que los órganos hojosos sean o sepalinos o parte de la envoltura exterior de una semi- lla. Puede que esté presente una flor de Williamsonia con estos órganos per- fectamente cíclicos y más pequeños en número que muchas especies. El pequeño órgano central hemisférico comprimido que puede ser una sim- ple semilla o estróbilo ovulado de alguna Williamsonia y la depresión apical débil, poco visible en la figura, no debe de ser tomada como indicación de un carácter de semilla, aunque pudiese mostrar algunas Williamsonias conserva- das. Como todos los rasgos y asociaciones permiten la afinidad con las William- sonias, es de interés notar la posibilidad de que una semilla de Gnetácea tome también la forma y tamaño de esos órganos florales. Esa incertidumbre así como el carácter de este fósil puede a primera vista disminuirle su valor; sin embargo lo consideramos como una de las más impor- tantes plantas fósiles representadas en este Boletín. En primer lugar estos ejemplares son interesantes por ser los primeros frutos de Williamsonia encontrados en el Rhético-Liásico de México. Los co- lectamos el 18 de marzo de 1909 en compañía del Sr. Aguilera y otros miem- bros del Instituto Geológico de México, en una visita a las exploraciones por carbón del Río Mixtepec cerca del pueblo de este nombre de la Mixteca Alta. Sin embargo muy pocas frondas de cycadeas fueron observadas en las capas de carbón durante aquella visita; pero habiendo encontrado plantas en un cor- te del río, apresuradamente colectamos las lajas representadas aquí ayudados por el Sr. Y. S. Bonillas. Las lajas contienen también pequeñas flores o frutos 100 G. R. WIELAND de W. Tlazoltcotl y W. Xipe. La capa era sobresaliente y los contornos de las flores notablemente claros, quedando asentado así en la historia de la Paleobo- tánica Americana que por primera vez habían sido descubiertas abundantes Williamsonias. Pudo verse fácilmente que aun canteras pequeñas podrían propor- cionar mucho material, y es creible que otras capas en las cercanías proporcio- narán formas mejor conservadas. Desgraciadamente por estar en su principio los trabajos de las canteras en ésta interesante localidad, no se presentó la oca- sión para otros descubrimientos después del de la serie asombrosamente rica de flores de Williamsonia en el corte del Consuelo. En vista, de su forma característica, su abundancia y el interés eronológi- co de su descubrimiento, es perfectamente apropiado asignar a esta estructura floral el nombre de la primera deidad del Panteón azteca Huitzilopochtli, dios de la guerra y de la tempestad, divinidad azteca semejante a Jove. Williamsonia mexicana, 3, sp. nov. Lámina XXII, y lámina XXIX, figura 1 con otro ejemplar fragmentario en el lado superior de la figura 2, lámina XXIHT Williamsonia sp.—Wieland, G. R.—Botanical Gazette, vol. 48, No. 6, December, 1900, p. 429. Williamsonia mexicana Ms. sp.—Wieland G. R.—On the Williamsonia Tribe, American Journal of Science 4th. ser. vol. XXXII, December, 1911, p. 461. INTRODUCCION HISTORICA La descripción inicial del disco estaminal de Cycadeoidea en 1899,* y espe: cialmente la más completa explicación de la estructura del disco, en 1901, in- dicaron por primera vez la verdadera naturaleza de la Williamsonia. Ya des- de el trabajo de 1899 se aclaró que las formas americanas pueden explicar el enigma de la Williamsonia. En aquel tiempo, se pensó equivocadamente que las eycadeas mesozóicas fueron en su mayoría dióicas; y el modo de ver muy limita- do dió lugar a que se refirieran los frutos ovulados a la Williamsonia gigas per- tenecientes en la actualidad al género Cycadeoidea. Esto resultó en contravención con la restauración de la Williamsonía gigas por Williamson, pero la equivocación se explica fácilmente debido a la carencia de referencias para esta meritoria restauración en casi todos los trabajos pa- leobotánicos anteriores a la primera edición de la Botánica fósil de Scott en 1900 (Junio). 1 American Journal of Science, March-May. 2 American Journal of Science, June. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 101 En verdad, no es fuera de lugar recordar que Seward cuatro años antes ha- bía iniciado este error, con la excepción que había hecho de las Bennetírtes de Carruther el género total. El estado exacto del caso, en efecto, se puede pre- sentar mejor por la cita de Seward. Después de declarar su creencia de que los ejemplares del Wealdeano de Williamsonia son generalmente idénticos a las Ben- nettites, dice: “Con respecto a la cuestión de la inflorescencia masculina y femenina, no puedo reconocer ninguna diferencia sexual en los diversos ejemplares de las ca- pas del Wealdeano, y no parece haber ninguna razón para considerar las llama- das Williamsonias masculinas entre los ejemplares jurásicos, pues nada prue- ba que son de esa naturaleza. Comparando la Williamsonia con las Bennettites tenemos que confiarnos únicamente a la inflorescencia femenina de la última planta, y parecería por la prueba que tenemos, que hay más razón para hablar de Williamsonia como la inflorescencia femenina. En lo que se refiere a la in- florescencia masculina, estamos aún sin prueba satisfactoria.” Sin embargo, las estructuras actuales fueron más claramente comprendidas cn un breve trabajo, que publicamos primero en 1900 (Marzo)? y en el trabajo de junio 1901, asentamos que: “La presencia en estas formas de cyeadeas de un eje central ovulado ro- deadas por una serie estrellada de frondas estaminadas con pecíolos atenuados en la base, proporcionan bastante luz sobre la naturaleza de las Williamsonias, cuestión que ha agitado la Paleobotánica por treinta años. Los ejes que William- son y Saporta han descrito como machos (véase Williamson, Trans. Linn. Soc., vol. XXVI, lámina 52, y muchas figuras en la Paléontologie Francaise, Plantes Jurassiques, par le Marquis de Saporta) son indudablemente inflorescencias mucho más ovuladas alrededor de las bases a las cuales estaban insertados los discos peculiares ya ilustrados que se pueden interpretar como estaminados más bien que como carpelares.” El asunto general fué proseguido más tarde en nuestra American Fossil Oy- cads, 1906. Al mismo tiempo sin embargo los sinangios de Williamsonia no han sido vistos definitivamente en ninguno de los discos de Williamsonia de la India o de la costa de Yorkshire. Estas localidades aisladas son las únicas en el mundo que prometen principalmente posibilidad para las colecciones de discos. En efecto, al lado de las series escasas de estas dos principales localidades, so- 1 Catalogue of the Mesozoic Plants in the British Museum. The Wealden Flora, Part. II, p. 154. 2 Wieland, G. R.—The Yale Collection of Fossil Cycads. Yale Scientific Monthly, 11 pp. and illustrations. 102 G. R. WIELAND lamente se han visto uno que otro disco: Uno en la colección de Weltrichia formada por el tipo de Weltrichia mirabilis Fr. Br., que nadie sabe acompañe al tipo de Williamsonia virginiensis Fontaine, y las pequeñas, pero excesivamen- te interesantes Williamsonias de Estocolmo de las localidades de Skone, fueron al principio poco comprendidas, aunque más tarde proporcionaron resultados señaladamente interesantes en manos del Profesor Nathorst. Esto indica que todo conocimiento de la gran serie de discos estaminados de Williamsonia, tan claramente indicado ahora, estaba limitado en el tiempo que principió nuestra exploración en la Mixteca Alta en Marzo de 1909, sola- mente a la interpretación hipotética de la Williamsonia gigas como basada so- bre la demostración de la estructura floral en las Cycadeoideas. Además los discos eran en aquel tiempo tan raros que no llamó la atención su ausencia aparente mientras se exploraba la Barranca Consuelo, colectando las series de flores ovuladas y yemas descritas en este Boletín. En efecto, no se pensaba en- tonces que el trabajo asiduo en el campo podía revelar una representación cla- ra de flores estaminadas así como de flores ovuladas. Volvimos de la Mixteca Alta en julio de 1909, sin haber reconocido un ver- dadero disco en el material colectado. El disco que puede verse precisamente arriba de la gran yema de Williamsonia en la figura 2, lámina XXTIIL, se vió. en el campo sospechándose que era estaminado, pero no fué mejor determina- do que las formas ya conocidas, ni lo fué sino algún tiempo después, en octu- bre siguiente cuando los hermosos discos conteniendo los sinangios que for- man el asunto de la lámina XXIIT, fueron al fin descubiertos al limpiar mejor la laja que los contenía. Sin embargo, posteriormente a nuestra salida para la Mixteca Alta, el Profesor Nathorst fué a principios del verano a la costa de Yorkhire, como lo supimos al regresar al Instituto Geológico, en donde encon- tramos su carta fechada en Inglaterra diciendo que acababa de visitar la costa de Yorkshire, en que había tenido éxito, pues halló las primeras flores mascu- linas de Williamsonia, perfectamente reconocibles que concuerdan en lo esencial con los discos más grandes de Cycadeoidea, y que creó más tarde el tipo de Wil- liamsonia spectabilis. Con esta información, como puede comprenderse, la inves- tigación en el material oaxaqueño fué hecha con más cuidado, aunque en el cur- so de la preparación el disco representado en la figura, fué por fin descubierto ccmo por accidente. Las primeras flores estaminadas de Williamsonia colectadas y descritas como tales, por el sinangio definitivamente observado, fueron así simultánea- mente colectadas en la costa de Yorkshire y en la Mixteca Alta. Sin embargo, el Profesor Nathorst, como se ha dicho, tuvo la suerte de ver las flores estami- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 103 nadas entre su material cuando todavía estaba en el campo y dió sus resulta- dos a una primera publicación en un trabajo espléndido comunicado el 10 de noviembre! mientras que nuestra reseña del disco de El Consuelo, por el mis- mo tiempo apareció en la Botanical Gazette de diciembre de 1909.2 Como se ve en el año de 1909 se reanudó el trabajo activo en el campo: en Whitby en la costa de Yorkshire después de un lapso de casi setenta años, y en Oaxaca descubriendo la gran región de Williamsonias y haciéndose la publi- cación simultánea de importantes resultados en ambas regiones. Dos años más tarde el Profesor Nathorst volvió otra vez al asunto en un trabajo más impor- tante sobre los tipos de Williamsonias,? y nosotros dimos el sumario general mostrando los notables progresos hechos en el estudio del grupo de Williamso- nias.* ESTRUCTURA DEL DISCO (Fig. 7) El disco estaminado de la Williamsonmia de El Consuelo, es una forma re- ducida, campanulada y aplastada. Los rasgos característicos están claramente representados en la lámina XXIT y en la amplificación, figura 1, lámina XXIX. No se deduce claramente que la forma del disco imperfecto, que puede verse en el borde superior de la figura 2, lámina XXITI, pertenezca a la misma es- pecie. En efecto, la última forma parece haber tenido un pedúnculo largo, dis- tinto de cualquier otro lo cual puede indicar una especie distinta y quizá bies- porangiada. Pero los caracteres no son suficientemente bien marcados para merecer mayor descripción. El tipo de W. mexicana, de disco con sinangio pudiera estar sin pedúnculo y simplemente dehiscente. Cuando se observó, primero se supuso que había si- do desprendido de la base de un cono ovulado; pero este punto no ha sido de- terminado. Las observaciones del Profesor Nathorst respecto a la W. spectabi: lis unisexuada, así como otras formas, sugiere una variedad de la forma floral. En la primera noticia de la W. mexicana, se mostró un segmento de cinco frondas tomado arbitrariamente y se asentó que no se podría estar seguro del 1 Nathorst, A. G.—Paláobotanische Mitteil. (8) Ueber Williamsonia, Wielandia, Cycadocepha- lus und Weltrichia. Kungl. Svensk. Vet. Ak. Handl., vol. XLV, 1909, No. 4, pp. 38, with 8 pls. 2 Wieland, G. R.—The Williamsonias of the Mixteca Alta. Botanical Gazette, vol. 48, No. 6, December, 1909, pp. 427-441. 3 Nathorst, A. G.—Paláobotanische Mitteilungen (9). Neue Beitráge sur Kenntniss der Wi- lliamsonia Bliiten. Kungl. Svensk. Vet. Ak. Handl., vol. XLVI, No. 4, 1911, pp. 33, with 6 pls. 4 Wieland, G. R.—The Williamsonian Tribe. Amer. Jour. Sci.,4th. ser., vol. XXXII, December 1911, pp. 433-465. 104 G. R. WIELAND número exacto en ese ejemplar, aunque se pensó que era de ocho a diez. Más tarde nos pareció que pudiera haberse hecho una estimación mejor y que el nú- mero de frondas debía ser más de diez, tal vez hasta quince. De acuerdo con esto fué dibujada una restauración de la flor que no es concomitante con el número de las frondas. Muestra la parte exterior en vez de la interior de un segmento y no pretende indicar si representa una flor com- Figura 7.—Cuatro tipos del Jurásico inferior de órganos de Williamsonia, conteniendo polen. A. y B. están aproximadamente a la mitad, C. y D. del tamaño natural. (A) Williamsonia whitbynsis. (Costa de Yorkshire). Restaurada por Nat- horst., (B) Williamsonia spectabilis. Pinnada y tal vez flor unisexual. Restaurada por Nathorst., (C) Williamsonia mexicana. Restauración del disco de la mina El Consue- lo. Véase lámina XXITI. (D) Williamsonia (?) rajmahalensis. (Wieland sp.) Según la figura de Feist- mantel de un ejemplar de Bindrabun, Rajmahal Hills, India. pleta con un gran número dado de frondas o si es un anillo estaminado aplas- tado que se abre sobre el lado visible. Ambas figuras pueden ser reproducidas aquí como convenientes interpretaciones suplementarias de los caracteres del disco; pero si el disco fué unisexual pudo caer por marchitarse o si bisexual por dehiscencia más directa justamente como los discos campanulados de ta- maño casi semejante a algunos de los árboles de convolbuláceas tan abundantes en los límites inferiores de la Tierra Templada de México. Además, el número LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 105 menor de estambres que se supuso al principio estaban presentes, es exacta- mente en paralelo con las más reducidas flores de Oycadeoidea. En efecto las de las Cycadeoidea Marshiana que recientemente hemos descrito en detalle, tie- nen solamente diez a once estambres, estos están reducidos casi a la condi- ción pinnada del disco que consideramos.* En esta especie el disco es desde lue- go más pequeño que en la W. mexicana, aunque la última muestra claramente el estado más avanzado de reducción. Hasta donde puede verse, los sinangios están todos directamente insertados al raquis en la W. mexicana y no parecen haber sido numerosos. En efecto no sen sino pocos sinangios los que pare- cen haber sido soportados dentro de la campánula aunque los bordes raquidianos no puedan ser descubiertos bajo el labio. La copa o campánula propiamente parece haber sido más bien de una tex- tura delgada o ligeramente coriácea y es poco o casi nada rugosa exteriormen- te, teniendo una superficie más pulida que en la Oycadeoidea. El desarrollo li- bre de la flor, como opuesto al desarrollo incluído entre las bases de las hojas, explica esta diferencia. El sinangio puede ser mejor estudiado para determinar la forma y el ca- rácter del polen. Este ejemplar no podría ayudar para descubrir la forma de los granos de polen, pero es indudable que podrían encontrarse otros ejemplos que puedan servir para eso. Sin embargo, debe aceptarse como más probable que el polen no es de forma tetragonal, sino muy semejante al de las Cycadeoi- deas puesto que el tamaño general y forma del sinangio son precisamente los mismos que en la Cycadeoidea dacotensis, representada en la figura 162 de nuestras American Fossil Oycads. Así como los contornos generales del espo- rangio en las formas de Oycadeoideas silicificadas citadas, pueden verse aquí tam- bién en ciertas flores con la ayuda de la lente, huellas esporangiales distintas de forma parecida y posición sobre las superficies más ásperas que resultan de la laminación abierta de los sinangios aplastados por la fractura de la matriz. Resumen y discusión general El disco de W. mexicana con sus frondas desde luego pinnadas y pocos si- nangios relativamente llevados directamente en el raquis, es mucho más redu- cido comparándolo con los grandes discos de frondas bipinnadas vistas en las especies Oycadeoidea dacotensis y W. spectabilis. Se ve un estado intermedio 1 Wieland, G. R.—A Study of Some American Fossil Cycads. Part. VI. On the Smaller Flow- er-Buds of Cycadeoidea..-Am. Jour. Sci. 4th. ser.,vol. XXXIII, February, 1912. Bol. 31. Flora liásica.—14 106 G. R. WIELAND en la Cycadeoidea Marshiana, que tiene flores aún más pequeñas que la W. me- ricana, pero que todavía retiene claras espinas. Estas dos últimas formas fue- ron encontradas entre las Cycadeoideas solas, o entre las Williamsonias solas, sus diferencias en discos, tomadas separadamente, sirvieron únicamente para aistinción específica. Así pues, es evidente que hay estados del disco, del todo notables, y re- ducción de estambres en ambos tipos flcrales de Cycadeoideas y Williamsonias. Pero retrocediendo un poco entre los últimos, nos conducen a los discos hipo- téticos llevando pocos o sólo dos sinangios. Que esto existe es sugerido nota- blemente por la figura de Williamson del disco carpelar con las supuestas dos semillas de la fronda. La figura original dada por Williamson fué reproduci- da en nuestra American Fossil Cycads y correctamente interpretada como es- taminada, aunque se tuvo la idea de que las impresiones pudieron ser debidas a las cicatrices de pínnulas dehiscentes. Sin embargo, más recientemente Nat- horst ha tenido la oportunidad de volver a estudiar satisfactoriamente el ejem- plar original y encuentra que cualesquiera que sean estas impresiones son directamente debidas al sinangio. De aquí, que el disco representa una forma más reducida, aunque no se tiene la certidumbre de que las frondas contengan sólo dos sinangios cada una. La figura de Williamsonia había sido enteramen- te correcta, sinangios dehiscentes en vez de pínnulas se habían indicado de ma- nera que nuestra primera interpretación alternativa no fué un error; porque no pudo haber duda de que uno de los últin:os estados de reducción de una forma pinnada llevando muchos sinangios, era una forma que contenía menos y menos pares de éstos y al fin uno solo. Sin proseguir las interesantes teorías de reducción final dadas a los tipos de discos de las angiospermas, que aquí se presentan, una última palabra puede añadirse sobre el asunto de la diversidad de sexo en las Williamsonias. En 1901 el rango general fué expresado en una palabra en nuestro cuarto estudio preliminar de American Fossil Oycads.: Allí se señaló plenamente que la fronda estaminada de Cycadeoidea y las hojas carpelares de Cycadeas se pueden interpretar como estructuras complementarias, y ambas, las Oycadeas y las Gycadeoideas, consideradas como teniendo un antecesor común Cycadofili- caliano. De donde vino a aclararse, como se asentó entonces, que: “Las BennettiteGceas son microesporofilas que permanecieron primitivas mientras las macroesporofilas han sufrido una extrema alternación y consolida- ción, bien que, sobre antiguas líneas de desarrollo encontrando su analogía más 1 Wieland, G. R.—A Study of Some American Fossil Cycads. Part IV. The Miecrosporangiate Fructification of Cycadeoidea. Amer. Jour. Sci., 4th. ser., vol. XI, June 1901, pp. 423-436. TA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 107 próxima en las Cordaites, y tal vez en el Gingko. Parece por los hechos que se tienen ahora a la mano, que ambas ramas de Cycadáceas pueden no haber pasa- do precisamente a través de la misma sucesión evolutiva de heteroespororia, bi o monoesporangiadas monoicas y finalmente a fruetificaciones dioicas.” Esta opi- nión fué después amplificada en el mismo trabajo por la pertinente observación de que el arreglo de las partes de las flores de Cycadeoidea entonces reciente- mente descubiertas fué “exactamente la más capaz de variación,” habiéndose decidido que como en la Tumboa, aunque sea o no abortivo, fué el eje central ovulado, centro del disco estaminado “en un tiempo no muy distante en la his- toria de estas plantas, estrictamente funcional.? Se asentó entonces además que: “Aunque se dificulta aquí conjeturar si el eje biesporangiado es la conda- ción primitiva llevada por las gimnospermas, es claro al menos que se presentan más frecuentemente en las formas más antiguas y que en este grupo el proceso de evolución se ha separado del eje por gradaciones monoicas y finalmente di01- cas.” Se señaló entonces en vista de esta conexión inmediata, que existe una posible relación con las flores de angiospermas del tipo del Liriodendron. Más tarde en nuestra “American Fossil Cycads” nos ocupamos principalmente en una demostración de estructura, expresando de nuevo la probabilidad de una más amplia variación de sexo. El punto que se aclaró fué, que con las Cordar- tes, las Coníferas y las Oycadaceas también en primer término, no hubo necesi- dad de sostener la existencia de las flores dioicas o unisexuales de Cycadofitas. Cada analogía permitió suponer la existencia de aquellas ad infinitum, previa- mente al descubrimiento de flores de Oycadeoideas. Mucho menos hicieron las últimas para impedir la presencia ya de flores unisexuales o de formas dioicas en el plexus al cual pertenecieron las Cycadeoideas y en el cual se sostuvo, “que en el caso de cada tipo de planta altamente organizado, se presentan miembros de infinita variedad.” Quedando también asentado que: “En todo caso el disco debe de ser considerado como un emplazamiento adquirido por las gimnmospermas cycadcoideas sin la pérdida de sus caracteres de Cycadaceas; y a pesar de la importancia evidente de nuestra concepción de forma en las angiospermas hipotéticas primitivas, no pueden en sí mismas Ccon- siderarse, indicando amplias divergencias de otras gimnospermas.” Tres años más tarde en el anuncio preliminar del descubrimiento de, este disco, reiteramos la opinión de que las Cycadofitas eran una raza variada pre- sentando gran diversidad floral que dió nacimiento polifilíticamente a las an- giospermas. Debe de ser descartada como un lapsus logica la otra idea enton- ces introducida de que había existido alguna vez una fronda biesporangiada 108 G. R. WIELAND bipotética, sin embargo que se encontró desde luego demasiado distante una analogía en tales esporofilas de antiguas Pteridofitas conteniendo micro y megaesporas. Sin embargo, en cualquier otro concepto, las ideas avanzaron respecto al cambio más variado en la separación de órganos de las flores de Oycadofitas, con cada fase de bisexualidad, monoicos y dioicos estuvieron es- trictamente de acuerdo con nuestras ideas primitivamente dadas y son todavía consideradas correctas. No creemos de ninguna manera que seamos los únicos que sostenemos el desarrollo de estas ideas e hipótesis, pues los nombres dis- tinguidos de Scott, de Ressey, de Arber, Parkin y Nathorst, no pueden omitirse aquí, y nuestro principal objeto en los párrafos anteriores ha sido mostrar el desarrollo de la teoría de la descendencia de las angiospermas. Es interesante decir, que aunque la tendencia original había sido consi- derada como excepción las formas biesporangiadas, el descubrimiento subse- cuente que muchas Cycadeoideas fueron funcionalmente biesporangiadas, no con- dujo al error de sugerir que las Oycadofitas tenían frutos biesporangiados. Por el contrario como ya se ha visto fué claramente reconocido y sostenido que teó- ricamente sus flores deben haber mostrado tanta diversidad de sexualidad co- mo las mismas angiospermas. No obstante, hasta donde los descubrimientos directos han llegado, la cues- tión ha oscilado al extremo opuesto; y contrario a toda previsión, las formas biesporangiadas son las mejor conocidas, pues ellas parecen caracterizar a las Oycadeoideas, y deben de haber sido igualmente conspicuas en varias líneas de la tribu de Williamsonias. Sin embargo, la evidencia de formas unisexuales, está limitada a las Williamsonias estaminadas descubiertas simultáneamente en la costa de Yorkshire y en Oaxaca como ya se ha dicho y en una sola flor pequeña de la India. Evidentemente esta prueba no es tan concluyente como pudiera desearse. La Williamsomia mexicana se supone ser unisexual, ya mo- noica, ya dioica, pero la verdadera estructura no está definitivamente conocida, Mejor prueba de tipo unisexual presenta ciertamente la Williamsomia spectabi- lis de Nathorst, con su pedúnculo más delgado y careciendo de toda huella ex- terior de un eje central ovulado posible de ser observado, aunque algunos pu- dieran inclinarse a creer que la opinión de Nathorst de que esta flor es unisexual, puede ser aceptada de una manera probablemente correcta, pero no probada de una manera completa. Finalmente, parecería que la flor pequeña de Rajhmahal Hills, primeramente representada por Feistmantel como una for- ma de COycadacea poco conocida y recientemente representada de nuevo por nosotros como Williamsonia (?) rajmahalensis mihi, es más claramente uni- sexual que cualquiera de las formas precedentes. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 109 Sin embargo, aunque puede quedar alguna duda, acerca de si las estr :c- turas unisexuales características han probado su presencia en las Williamsonias, la teoría de que existieron alguna vez en abundancia ha sido persistentemente sostenida por nosotros y es de creer que es completamente justificada por todos los últimos hechos y analogías capaces de estructuras conocidas. Si las formas unisexuales fueron en gran parte de mayor antigiiedad relativa o en parte de derivación secundaria y moderna, es una cuestión posterior que no puede dis- cutirse satisfactoriamente a menos que se tenga la acumulación de pruebas que se espera deben aclararse con el transcurso del tiempo. Cordaites En último análisis la clasificación en ¿11,0s particulares de los varios ti- pos de follajes separados de las rocas antiguas, es casi siempre más o menos pro- visional. Aun el más breve examen de ta literatura paleobotánica, muestra cuán constante es el cambio de opinión. 1:sto es verdad sobre todo en los tipos de hojas de las Cordaites. Hace diez años nadie habría puesto en duda esta cuestión, pero en 1907 Arber! llamó la atención sobre estas vaxiadas consideraciones y determinacio- nes en un interesante y valioso trabajo ilustrando las especies triásicas britá- nicas previamente llamadas Yuccites, Ptecrophyllum, Macropterygium, y Noeg- geranthia, las que fueron variablemente colocadas dentro del género de las eycadofitas, Zamites y Pteropyllum. Necesariamente esta atribución también in- cluye la Kranera, Nwyyerathiopsis y probablemente casi todas las especies me- sezoicas generalmente supuestas de aspecto más o menos claro de Cordaites. Al concluir este trabajo Arber admite sin embargo, que las hojillas de los tipos discutidos son, cuando se les consideran individualmente, notablemente seme- jantes a las hojas del género paleozoico Cordaites y Negygeratimopsis. Y su conclusión final es como sigue: “Es quizá muy necesario añadir que es imposible correlacionar cualquiera de estas frondas con los géneros vivientes de Cycadeas. Wieland ha señalado recientemente que se encuentran grandes variedades en tamaño y forma de las hojas dentro de un solo género de estas plantas. Dice: “Las pínnulas de las Za- mias presentan muchas gradaciones desde las formas lineales tan estrechás y largas como agujas de pino, hasta las formas gruesas y carnosas como las de la 1 On Triassic Species of the Genera Zamites and Pterophyllum; Types of Fronds belonging to the Cycadophyta; by E. A. Newell Arber. Trans. Linn. Soc. of London, 2d. ser., Botany, vol. VIL, part 7; London, Nov., 1907, pp. 109-127, pls. 17-19. 110 G. R. WIELAND Zamia furfuracea, la cual recuerda notablemente las láminas de ciertas espe- cies de Cordaites. Además sabemos que varias especies de las Zamites mesozoi- cas han probado ser el follaje no de Cycadeas, sino de una raza muy distinta, las Bennettitales.” No solamente Arber alcanzó así esta tentadora conclusión; sino que fué más tarde aceptada sin reserva especial en una nota que colocamos como sigue: “En este trabajo se muestra que la forma del género Zamites incluye varias frondas de gran tamaño con hojas como las de las monocotiledóneas a veces de 50 centímetros de longitud, aunque en casi todos los casos se encuentran sepa- rados. Es claro que varias de las impresiones primitivas del Mesozoico descritas como, Yuccites, Cordaites, Bambusium, ete., son realmente eycadofitas y no evi- dencian en sí mismas Monocotiledóneas primitivas, Proangiospermas o formas persistentes de Cordaites.” Sin embargo, después de haber recogido estas formas interesantes en el campo y de perseguir el ausnto general de las gimnosper- mas antiguas, estamos obligados a invertir esas opiniones primitivas. Al volver a estudiar el trabajo de Arber (loc. cit.) desde luego la prueba de la presencia de frondas pinnadas en sus ejemplares desde Browsgrove (Worcestershire), lámi- na XVII, no parece concluyente. Ni es seguro a nuestro juicio que los ejem- plares, del Museo de Munich del Keuper inferior al Raibl, Carinthia, repre- sentados de nuevo por Arber en su lámina XVIIL, fig. 1, no sean algunos vástagos cortos de Cordaites, y esencialmente de la misma forma general así como la de los cortos vástagos del “pino Kauri” moderno, Agathis loranthifolia de Nueva Zelanda. : No debemos olvidar con este motivo las formas en conexión con las seme- jantes a las de Neyyerathiopsis de los campos de carbón de la India del Gond- wana inferior llamado por Feistmantel Xuryphyllum, en el cual la inserción es- piral sobre un largo tallo es posible, si no probable.? De cualquiera manera es claro que en el estado fósil los vástagos como los de Agathis que soportan hojas anchas espatuliformes insertadas a grandes inter- valos, podrían simular frondas como las de cycadeas. No obstante los ejemplos de pínnulas adheridas como las de Negyerathiopsis no son estratigráficamente concluyentes con respecto al carácter de inserción. En casi todas hay una cier a indicación de una larga espiral; especialmente puede citarse en un ejemplar de estas hojas como cuñas, en las series del Instituto Geológico colectadas por el Sr. Aguilera en el Trías de Sonora. Entre las pruebas que pueden citarse de 1 Wieland, G. R.—American Journal of Science, vol. XXV, April, 1908, p 358. 9 Feistmantel, O.—Paleontologia Indica, Ser. XII, Fossil Flora of the Lower Gondwanas, (L. The Flora of Talchir-Kharharbari Beds), Plate XXI. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 111 las muchas posibilidades de estructuras en las plantas triásicas, hay que recor- dar la inclusión de ciertos grupos hipotéticos, muy bien requeridos como inter- mediarios entre las razas antiguas y las modernas. 6 Primeramente entre éstos debe haber tipos de transición de las antiguas Cordaites a las formas modernas de Coníferas, por avenimiento común deriva- do del tronco de las Cordaites, y cualquiera de ellas sostendría sus hojas espi- ralmente sobre los vástagos. Además, no es improbable de ningún modo que exis- tieron ciertas razas de plantas intermediarias entre las Cordaites y razas más 'aracterísticas de Cycadaceas. Phoenicopssi (?) Heer, sp. Lámina IX, figura 2 Desgraciadamente, el interesante grupo de hojas lineales lanceoladas re- presentadas en la lámina IX, figura 2, fué el único ejemplar encontrado, pero como la roca en la cantera en la capa 1€ (42) del corte del Consuelo está tan llena de Cycadaceas, se podrán colectar otros ejemplares mejores. Se debe recordar a los futuros colectores que este follaje representa un ti- po muy poco conocido que pudiera demostrar ser de un interés extraordinario. Aparentemente pertenece al límite entre dos de los grandes grupos de gimnos- permas. La relación más probable estaría entre las Oordaites y algunas formas de Araucarináceas; aunque no es imposible que por su fruectificación la planta fuera esencialmente cycadofita. Escamas más pequeñas no pudieror. encontrarse bajo el ciclo de las hojas - grandes, así es que queda pendiente el género al cual pertenece este follaje y que ahora se establece arbitrariamente. Al menos las hojas son específicamente dis- tintas de las de un género y especie nuevos de Phyllotemia longifoliía al cual Sal- feld* ha asienado recientemente una serie de especies del Oolítico coralígeno (Korallenoolith). No debe finalmente de olvidarse la posibilidad de que estas hojas sean so- amente unas especies más pequeñas de Yuccites. La inserción cíclica que mues- tran, sugiere también que las hojas aisladas de la forma de Yuccites puedan ha- ber sido derivadas raras veces de frondas pinnadas y que ellas tenían mucha más afinidad con las Cordaites que con las Cycadofitas. Tal foliación por su- puesto no da una prueba directa de lo correcto de esta opinión relativa a las 1 Salfeld, Hans.—Beitráge zur Kenntniss Jurassischer Pflanzenreste aus Norddeutschland. Palacontographica, Bd. LVI, 1909, p. 26 (Cf, pl. 4, figs. 3, 5). 112 G. R. WIELAND Yuccites. Sin embargo sugiere que la exploración dará tarde o temprano mate- rial que solucionará la relación del grupo problemático de formas incluídas en Eolirion, Yuccites y Phoemnicopsis, y las cuales pudieron haber tenido ya hojas únicas largas como láminas, manifestando un aspecto exterior decididamente co- mo las Cordaites o por el contrario frondas más parecidas a las de las Cycadeas. Teniendo en cuenta las ideas de variación estructural y relaciones y la fal- 2 de pruebas de alguna raza considerable de cycadofitas que explicara la gran serie cosmopolita de pínnulas u hojas como las de las Neggerathiopsis y Yucci- tes, parece mucho más lógico y más conveniente volver ahora a las primitivas ideas y clasificaciones colocando estas formas con las Cordaites. Gran cantidad de material es conocido ahora procedente de varias regiones que prometen mucho al colector cuidadoso y a él y solamente a él le corresponde resolver este y muchos de los otros enigmas de la Paleobotánica, que ahora es- tán pendientes de solución. Con estas explicaciones podemos ya comprender mejor el procedimiento pa- ra enumerar las hermosas series de los tipos de hojas de Cordaites colectadas en la Barranca Consuelo. Neggerathiopsis Hislopi (Bunbury) Láminas XXXVII, fig. 1; XXXVII, XXXIX, fig. 1; LX, figs. 2, 3 La literatura más importante de que he podido disponer relativa a estas especies, es la siguiente: 1 Feistmantel, 1879.—Flora of the Gondwana System, vol. TIT. Pt. I, p. 23, pl. XIX, figures 1-6; pl., XX, figures 1, la. Cf. también vol. IV. 2 Feistmantel, Palaeozoische und Mesozoische Flora des Oestlichen Australien, Palaeontogra- phica, Suppl. 3, II, 1879, figures 2-4. E 3 Lethaea Geognostica, I. Theil, 11. Bd., Tafel 66, figure 4. 4 Zeiller, Eléments de Paléobotanique, París, 1900. 5 Zeiller, Flore Fossile des Gítes de Charbon du Tonkin. 6 Arber, Catalogue of the Fossil Plants of the Glossopteris Flora in the British Museum, 1905. 7 Kurz. Sobre la existencia del Gondwana inferior en la República Argentina (Plantas Fósi- les del Bajo de Velis), Revista del Museo de la Plata, Tomo VI, 1895, pp. 125-139, Lám. 1-1V. El tiro “A” de la mina Consuelo, está aproximadamente en la capa número Y del corte de la Barranca Consuelo, es decir, casi a ciento veinte metros arriba de la base de las capas de plantas. Aquí en los terreros se encuentra abundan- cia de plantas tanto en las capas muy delgadas conteniendo hulla impura, co- mo en el material más o menos arcilloso y carbonoso situado arriba y debajo de estas capas. Pero casi siempre las plantas están muy carbonizadas o las ar- cillas apizarradas muy quebradizas y ¿ menudo conteniendo considerable canti- dad de pyrita. | A ER REA LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 113 Los restos de plantas que claramente incluyen muchos helechos y gran abundancia de cycadeas, quedan frecuentemente distribuidas en ángulos varia- bles con respecto al plano de estratificación. Como consecuencia las colecciones de estas capas no incluyen sino una pequeña porción de las formas que contie- nen y que obtendrá el colector cuando estudie algún punto en donde halle me- nos carbón y en el cual las impresiones de las plantas sean más claras. Figura 8.—Noeggerathiopsis. (Cf. N. Hislopi) x */,. Del corte de El Consuelo, capa N*. 7. Nervadura del mismo tipo dicotómi- co como Otozamites cardiopteroides. Series de haces gruesos reforzados por haces de eselarenquima. (Estas hermosas hojas o pínnulas carbonizadas y perfectamente conservadas se ven como una forma” específica clara de N. Hislopi, pero para darle un nombre es mejor esperar un estudio con material más abundante). : Sin embargo, en una laja de tamaño mediano a una profundidad de unos 15 metros, en el tiro, se encontraron cinco hojas de Neyyerathiopsis Hislops (Bunbury), cuatro de las cuales están bastante perfectas, mientras que a la quinta más grande no le falta sino una pequeña porción de su base. Estas ho- jas muestran sus superficies superior e iaferior y varían mucho en tamaño y un poco en el contorno; pero están todas unidas con otras formas pequeñas y muy perfectas encontradas en los bloques acompañantes y son claramente de una misma especie. Todas son de forma espatulada con su anchura más grande aproximadamente tres cuartos hacia afuera y como las hojas más pequeñas son relativamente anchas, se puede suponer o que son jóvenes o diferentes partes de una planta mostrando mucha variación en el tamaño de las hojas, y esto por la posibilidad de que sean pínnulas. La hoja más grande debe haber sido de cerca de 25 centímetros de longitud, siendo su anchura de un quinto de la longi- tud, mientras que las hojas de tamaño medio completo de la mitad de esta lon- gitud conservan la misma proporción. Las dos formas espatuladas elegante- mente, Lámina XL, figuras 2 y 3, son relativamente un poco más anchas, mientras que varias formas conservadas con menor perfección son notablemen- te anchas. Arber (6) ha referido a la N. Hislopi no solamente la más grande de las formas representadas por Feistmantel (1) en la Flora del sistema Gondwana, si- no las formas australianas más pequeñas de los lechos del Mesozoico inferior Bol. 31, Flora liásica.—15 114 G. R. WIELAND de New Castle de Nueva Gales del Sur (2, Tafel XVI, figs. 2-4, y Tafel VIII XXXI, fig. 3); y la forma muy semejante representada en la Lethaea Geognos- tica (3) como N. Hislopi debe citarse tembién. La exactitud general de estas referencias y determinaciones están comprobadas en estos ejemplares oaxaque- ños; pero por otra parte aleunas formas más estrechas de Tonkin representadas por Zeiller (4 lámina XL, figuras 1-6) se manifiestan más semejantes a algu- nas formas de variedad de N. Hislopi. Hasta donde la asociación de hojas y frutos pueda indicar afinidades, aquí proporcionan pruebas de afinidades de Cordaites a las Naegyerathiopsis. Como fué notado por Zeiller, Potonié, y otros observando el carácter de hojas y follaje de las Cordaites, las Neggeratiiopsis han sido encontradas muchas veces asociadas con las semillas de Cordaites y aquí hallamos como acompañan- . te una semilla de Trigonocarpus bien conservada y ligeramente comprimida (Lámina XXXVII, fig. 3). Es por lo tanto creible que tenemos aquí el fruto y hojas de la WN. Hislopi o al menos el fruto de una forma relacionada. Por supuesto tal evidencia no disminuirá el deseo de obtener la prueba absoluta que podrían proporcionar las hojas y frutos adheridos a sus tallos; pues en la flora del Rhético había quedado un gran elemento de Cordaites, sin tener en cuenta la presencia del gran erupo de Cycadofitas, tanto Oycadaceas como Cycadeoideas, pudiendo muy bien haber simulado el Trigoniocarpus las semi- llas de más de una de esas especies. No es necesario suponer una afinidad con las Cycadofitas, porque la simple variación en tamaño de las hojas de formas pequeñas como las representadas en lz lámina XL, figs. 2 y 3 y la posibilidad de la presencia de formas pinnadas sugerida por estas variaciones de tamaño, no es razón para creer que algunas de las Cordaites puedan no haber llevado frondas pinnadas y tan variadas en este respecto como las Cycadofitas, pues además existe la posibilidad de que las ho- jas pequeñas sean jóvenes o que indiquen simplemente la presencia de una va- riedad pigmea. Y con este motivo debe recordarse la forma presumiblemente relacionada de Neggerathea foliosa. Notra.—Después de escrito el texto anterior ha aparecido una obra muy interesante por Zalessky, probando la equivalencia de Cordaites «gnalis Goep- pert y Neggerathiopsis Hislopi. La opinión emitida aquí de que hay en el Ju- rásico numerosas Oordaites persistentes demanda naturalmente muchas otras pruebas. Sin embargo creo que estas pruebas aparecerán de tiempo en tiempo. Véase: Zalessky, M. D.—Sur le Cordaites «egnalis Goppert sp. de Siberie sur son identité avec la Negygerathiopsis Hislopi de la Flore du Gondwana. Comité Géologique de Rusie. Nouvelle Serie. Liv. 86, pp. 28, pls. 7. St. Petersburg, 1912. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 115 Yuccites Schimperianus (2) Zigno Lamina XXXIX, fig. 3 Hojas largas y anchas con nervadura dicotómica casi paralela son muy fre- cuentes en todas las localidades de planías oaxaqueñas. A menudo estas hojas no son solamente anchas sino largas, aproximándose en tamaño aún a las ho- jas más grandes de Cordaites; y a este género creemos que pertenecen la mayor parte de estas hojas más bien que a las Cycadeas o a las monocotiledóneas pri- mitivas tales como las formas hipotéticas de Yuccites, Holirion, ete., que se pen- só representar al principio. En la lámina XXXIX, fig. 3, se ilustra la porción basal de una forma incompleta de 50 centímetros de longitud. En la base que es de una inserción oblicua creciente como en las Cordaites, la anchura es de 1.8 centímetros, más afuera conserva una anchura de 3 centímetros y sugiere un ápice acuminado y una longitud total de no menos de 75 centímetros. : Cerca de la base hay 20 nervaduras por centímetro y más allá, 18 y 16, cer- ca de la mitad de la hoja. Las nervaduras son de un tamaño marcadamente igual, rasgo que diferencia estos ejemplares de algunas hojas, tales como las lla- madas Zamites megaphyllous (Phillips) con pequeñas y grandes venas alternan- do regularmente. Pero no deben olvidarse ambos tipos de nervaduras que es de esperarse estén igualmente en las Cordaites y Oycadofitas. Nuestra forma está muy cercana a la Yuccites Schimperianus Zigno.! Hasta donde puede juzgarse por la figura únicamente, las diferencias notadas en ese fósil son las bases de las hojas relativamente más anchas y las láminas más cortas. Pero como estas pequeñas diferencias pueden desaparecer al estudiar más material, y como no estamos seguros de tener una hoja completa, estamos mal dispuestos a sugerir una nueva especie y por ahora la dejamos provisio- nalmente referida a la de Zigno. Recientemente una breve discusión del grupo de Yuccites-Eolirion y de su posible afinidad, ha sido dada por Arber,? y basándose en la forma general de esta vegetación cree en su probable afinidad a las Cordaites, haciendo notar al mismo tiempo la persistencia extremadamen- te grande del tipo de las Cordaites. Otra confirmación que hace los hechos más notables, es la reciente determi- nación de la estructura de las Cordaites en la madera silicificada del Cretácico inferior por Lignier.? Con esta nueva prueba parece ser más probable que 1 Zigno.—Flora Fossilis Formationis Oolithicae, Vol. 11. Lámina XXVI. 2 Arber.—Geol. Mag. No. 535, Jan. 1909, pp. 11-14. 3 Lignier.—Bois divers. Bull. de la Soc. Linn. de Normandie, Caen (1897). 116 G. R. WIELAND las Cordaites típicas fueron característicamente prominentes en la vegetación del Jurásico inferior; por lo tanto es correcta sin duda la interpretación de Ligner de la estructura de la madera cretácica ya citada. Yuccites VUaxacensis nov. sp. Lámina XXXIX, fig. 2 El segmento de la porción media de la hoja acuminada muy bien conser- vada de aspecto de Cordaite, representada en la lámina XXXIX, es de la can- tera en la capa 16 (42), que como ya hemos dicho, dió tan extensa serie de hojas y frutos de Cycadofitas exclusivamente. Este hallazgo único pero típico, agregado a la excelente conservación y a que se encontrarán otros ejemplares que pueden ser aún identificados con la figura dada, nos hace asignar esta ho- ía a una nueva especie por conveniencia. Es decir, es un elemento completa- mente característico en la flora fósil de Oaxaca, y la parte de la fronda repre- sentada es típica. En efecto, la nervadura se presenta con tal precisión que cualquiera puede distinguir las venas en todo su trayecto a través de la hoja, unos 46 mm. de ancho, y contar su número en la ilustración tan fácilmente como en el ejemplar original. Como se puede notar desde luego estas venas son notablemente paralelas y separadas un milímetro una de otra. En varios puntos la distancia es tan próxima a un milímetro, que se pueden contar diez nervaduras en un centímetro. ; Por otra parte, son escasas las frondas largas para poder compararlas sa- tisfactoriamente con otras hojas bien determinadas de aspecto semejante y por esta razón podemos caracterizar la nueva especie como una especie de conve- niencia. Sería posible que la forma fuera alguna especie gigante de Yuccites per- teneciente a la raza de las Cordaites, por la cual se puede dejar en este título. Pero por supuesto no se sigue que esta clasificación indique una afinidad ac- tual terminante; pues algunas hojas pueden haber pertenecido a monocotiledó- -neas o puede hacerse la hipótesis considerándolas como representantes de la foliación del “árbol del dragón” y frutos del tipo Williamsonia. Además pue- den representar algunos antecesores muy primitivos del Pandamus. Es de mucha importancia añadir que la razón principal para asignar estas frondas a la Yuccites es la uniformidad de su gran tamaño y clara concordan- cia con la Y. Schimperianus. Pero la descripción de la Zamites megaphyllus (Phillips) de la costa de Yorkshire debe tenerse presente en el curso del sub- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 117 secuente estudio y comparación de estas especies con la anterior también o0a- xaqueña. En general Seward se inclina a creer que son derivadas de frondas pinnadas las pínnulas grandes aisladas de Yorkshire 4%. megaphyllus que ri- valizan en tamaño con las descritas antes y que son como él dice paralelas con la Ceratozamia mexicana existente.* A pesar del hecho de que las píntulas más pequeñas, aparentemente de la misma especie, se encuentran en el material de Yorkshire, esto no está sa- - tisfactoriamente decidido. En todo caso es de mucho interés que la forma me- xicana así como las formas más pequeñas que hemos llamado Yuccites Schim- perianus probablemente están muy cerca. a la Zamites megaphyllus de la costa de Yorkshire. Y es de indudable interés observar en relación con el hallazgo de Yuccites Schimperianus que este paralelismo se extiende hasta la presencia de una forma secundaria más grande. La única diferencia que aparece aquí es la ausencia de frondas más pequeñas en el corte de El Consuelo, a lo menos por lo revelado en lo que se recogió en una sola expedición. » SEMILLAS DE GIMNOSPERMAS Semillas silicificadas o más bien petrificadas no han sido encontradas en las capas de plantas de Oaxaca. Sin embargo, varias especies claras de semi- llas están conservadas como moldes, principalmente en las capas de carbón de la parte más baja del corte de El Consuelo. Y puesto que como estas for- mas son características, indudablemente merecen los nuevos nombres específi- cos dados a continuación. Es sin embargo casi innecesario decir que tales espe- cies tienen un valor local más bien que general, siendo principalmente útiles en la distribución de los horizontes locales. Es claro que éstos tipos de semi- llas son difícilmente comparables con otras formas conocidas, desde hace tiem- po; pero deseamos insistir, que tienen algún valor general y mucho valor local si se hace de su estudio un punto de partida aunque esto sea arbitrariamente. 1 Seward.—Catalogue of the Jurassic Flora, Part II, page 111 and plate X, 4, 5. 118 G. R. WIELAND Trigonocarpus Oaxacensis, sp. nov. Lámina XXXVII, figs. 2 y 3 La semilla de la lámina XXXVII, fig. 3, es algo tosca pero en realidad poco comprimida y el molde bien delineado separado de la misma roca que dió las hojas de Nagygeratiiopsis Hislopi de la lámina XXXVIIT. En lo que se refiere a los caracteres externos esta semilla no muestra diferencia marcada con varios Trigonocarpus paleozoicos. En efecto, su forma y tamaño recuerdan inmediatamente formas semejantes bien conocidas como el Trigonocarpon Nweg- gerathi del Westphaliano. Comparando con ésta y probablemente con otras formas europeas, la se- milla oaxaqueña presenta suficientes diferencias para justificar la asignación en una nueva especie basándonos en lo que dijimos antes. Como en la semilla Westphaliana, los tres ángulos mayores e costillas aladas atraviesan la longitud entera de la semilla, pero son mucho más pronunciados. Mientras que inversa- mente las tres costillas menores que están interpuestas son poco prominentes y no pasan bajo la parte saliente o tercio superior de ésta. En vista de que la semilla es de forma característica y que sólo fué encon- trado un ejemplar, no se juzgó conveniente partirla en dos, pues en el tiempo en que fueron hechos estos estudios no había sierra capaz para cortarla con cuidado, y observar la estructura interior que probablemente está en parte con- servada. Rhabdocarpus (2) gramdis, sp. nov. Lámina XXXVII, fig. 4 Es probable que esta forma trasovada y aplanada de gran tamaño, contor- no y caracteres superficiales claros, es una semilla platispérmica o con dos alas, Ge afinidad con las Cordaites o Araucarias. La verdadera naturaleza de estos fó- siles debe permanecer dudosa mientras que no se encuentren más ejemplares, pues no es posible determinarla con las zonas preservadas encontradas. El aspecto general, y especialmente la área del contorno central reforzado en blanco en la lámina, parece indicar unu gruesa hoja coriácea. Es difícil decir si hay una testa dura rodeada por una episperma delgada más bien que coriá- cea o si hay una semilla estrechamente apresada por un cuerpo como bráctea, tal como Feistmantel lo observó en ciertos fósiles de Rajmahal que él llamó Arwucarites. 1] Feismantel.—Fossil Flora of the Gondwana System, vol. 1, Pt. III, Plate VIIL ns LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 119 De todos modos un nombre específicc se hace necesario indicar, pues el fósil es claro y desigual a cualquiera otro de los de El Consuelo. Hay la probabili- dad de que en otros ejemplares la carbonización pueda permitir su estudio his- tclógico. El ejemplar acompaña a la semilla de Trigonocarpon ya descrita y las hermosas series de hojas de Neg-gyerathiopsis de las láminas XXXVIII y XXXIX. Cycadeospermum Oaxacense, sp. nov. Lámina XXXVII, fig. 5 Es dudoso que las tres semillas que se representan en la lámina XXXVII 19. 5 1n situ tal como se les sacó de su matriz, estén sostenidas en un tallo común y que sea éste un tipo de hoja carpelar de eycadofita o represente alguna inflo- rescencia del tipo de Cordaite. En cualquier caso no cabe duda de que son moldes comprimidos de semi- las, son demasiado gruesos y se separan fácilmente de la matriz. No presentan ángulos o costillas pronunciados, excepto los dos ángulos de compresión, que pueden indicar o no una forma platispérmica. Que estas semillas son platispérmicas y nacidas sobre hojas carpelares del tipo de Oycas, parece indicarlo un segundo ejemplar representado en la lámina XXXVII, fig. 6; aquí los moldes son de tres o cuatro milímetros de grueso y los caracteres de la semilla son perfectamente claros. La orientación de estas se- millas no debe considerarse accidental, pues los ejemplares originales muestran no solamente las semillas sino una seric clara de tallos divergentes que forman una masa que puede muy bien representar los raquis de una serie de hojas car- pelares. El ejemplar está representado exactamente como se extrajo de la ma- triz. El aspecto general es el que ofrecería al romperse por casualidad una matriz conteniendo un ápice fértil de Cycas hembra. En este caso se observarían trazas de hojas carpelares con semillas casualmente orientadas como en la figura. El grupo de semillas representado en la fig. 5 es del tiro “A” de la Mina Consuelo, mientras que el de la figura 6 es de la capa 20 (60) o cerca del límite superior de la serie de capas de plantas del corte del Consuelo. Por lo tanto es de considerable interés la prueba clara aunque no conelu- yente de la persistencia de semillas como las de Cycas a través de todo el grueso del corte de El Consuelo. Pero desde luego es significativo que ésta sea la única prueba que puede citarse hasta ahora, de la presencia de verdaderos miembros de las Oycadáceas en el Rhético-Liásico oaxaqueño, siendo evidente que esta rica flora de ecyeadofitas estaba íntimamente mezclada con las Williamsonias. 120 G. R. WIELAND TALLOS SILICIFICADOS Araucarioxylon mexicanum, sp. nov. Lámina XLI, todas las figuras Debido al gran número e interés de las cycadeas fósiles de la Mixteca Al- ta, una constante atención por las plantas calcificadas o silificadas se tuvo du- rante toda la exploración de aquella región. La presencia de moldes de las por- ciones externas de frutos del tipo Williamsonia, así como de moldes internos no podría quitar la esperanza de encontrar también ejemplares silicificados. Podemos esperar que las cycadeas silicificadas de gram interés podrán aún encontrarse en la Mixteca Alta; pues en las colinas a poca distancia al W. del cerro del Lucero encontramos una perción de tallos silicificados de cer- ca de dos metros de longitud y quizás originalmente de medio metro de diáme- tro. Aunque considerablemente maltratados por una rápida erosión de la capa en la cual estaban empotrados, aparentemente en el horizonte 8 del corte, la preservación ha llegado a ser muy buena haciendo a un lado algún fractura- miento y aplastamiento. No se encontró una ancha médula como la de las Cor- daites, y las láminas delgadas hechas de la madera indican una especie nueva bien marcada de Araucarioxylon. Esta especie puede ser más convenientemente nombrada A. mexicanum. : - Debido no tanto a este hecho de que una especie nueva está indicada, sino principalmente por el testimonio concluyente que este ejemplar dió de la posibi- lidad de encontrar eycadeas silicificadas y otras plantas en la Mixteca Alta, una determinación de carbón y sílice fué hecha por el Sr. C. Castro del Imsti- tuto Geológico. Su resultado (análisis núm. 992) fué: Del dos por ciento restante, la cal no está en proporción apreciable y no tiene más fierro que el que generalmente se encuentra. Se sospechó una gran proporción de carbón no reemplazado y podía haberse previsto un promedio muy grande, por eso se hizo un análisis completo. Los caracteres principales de la Araucaria Mexicana se ven todos claramen- te en las fotomicrografías de la lámina XLI y están también en los cuadros que se acompañan. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 1121 Esto desde luego da la semejanza a las formas más cercanas relacionadas tanto como se puede determinar con la literatura que se tiene. En el corte transversal son más notables los efectos de maceración con el decaimiento de las paredes celulares. Todavía un examen más profundo mues- tra que ninguno de los rasgos esenciales están confusos. No hay anillos de cre- cimiento. Los rayos medulares tienen una y dos celdillas gruesas. No hay cá- maras resinosas, pero vasos traqueoides y resinosos se ven en varias partes. En el corte radial las celdilias medulares radiales se ven terminando obli- cuamente y deben ser largas, puesto que no aparecen en su longitud completa, debido a que la longitud total es visible en la sección transversal. Pero se ve desde luego que las celdillas radiales son del tipo normal y solamente de la clase parenquimatosa, aparentemente desprovistas de puntuaciones conservadas oO visi- bles en sus paredes aunque pueda ser que no comprendamos perfectamente esta parte de la estructura. Porque aparecen diseminadas en el corte radial man- chas circulares intensamente negras rodeadas por un anillo claro y casi siem- pre caen directamente dentro de las paredes «dle las celdillas radiales. Pueden descubrirse otras acumulaciones menos regulares de carbón; pero aquellas de las que nos ocupamos pueden ser debidas a una serie de puntuaciones circula- res o a veces regularmente elípticas de las celdillas radiales, que varían en diá- metro desde muy pequeñas hasta casi la completa anchura de las celdillas. En algunos cortes que hicimos hace algunos años de un ejemplar silicificado, ad- mirablemente bien conservado, de Corduites próxima a Cordartes Newberrys de Indiana, se presentaban estas mismas peculiaridades. Las puntuaciones marginales traqueoides están dispuestas en dos o tres hi- leras. Accidentalmente son redondas pero la forma normal es exagonal, con aleunas modificaciones en sus contornos irregularmente pentagonales, o más o menos romboidales. En el centro hay una larga incisión oblicua como en los demás miembros del grupo Araucaria. Los caracteres del corte tangencial son todos claros. Debido a la proximi- dad de las Traqueoides se ve frecuentemente una hilera de puntuaciones mar- ginales en conjunción con las celdillas radiales, que están uni o biseriadas casi en el mismo grado. Los rayos medulares parecen haberse enjutado como se ve en todos los ca- “sos en que han sido partidos en el contacto con los traqueoides de uno, o de otro lado. Las capas radiales son de 20 « 30 celdillas en lo alto, pero pueden ser a veces de 40 celdillas, extraordinario tamaño que nos permitirá relacionar a las especies de COordaioxylon, el tronco que se parece tanto a los troncos usua- les de Araucariozylon con médula pequeña. Frecuentemente también se pre- : Bol. 31. Flora liásica. -16 122 G. R. WIELAND sentan tilosis. Dejando la cuestión de afinidad más próxima, puede notarse que el tamaño sólo de la médula raras veces indica más que una fuerte inferencia de la afinidad de las Cordaites. En el Rhético es muy posible que algunas de las formas de Cordaites tuvieron una pequeña médula; pero en general notamos una gran semejanza de nuestra forma con la Araucaria Cunninghamu entre las formas existentes. Mientras que entre las 8 especies de Araucarioxrylon de Norte América (excepto A. Heerii de Groenlandia de la cual no tengo una des- cripción completa a la mano), no hay especies relacionadas. No pensamos que todas estas especies designadas serán finalmente encontradas y colocadas en un sólo género. Entre las especies europeas cuyo conjunto de caracteres no hemos tenido posibilidad de determinar con la literatura de que disponemos, la A. Deringil puede mencionarse como cercana y también la A. Felizianum, pero las des son distintas. Por primera vez hemos estado obligados a hacer la comparación para de- terminar definitivamente una nueva especie de madera fósil y nos hemos sor- prendido por varios hechos dignos de consignar. Los géneros parecen demasia- do pocos en número y es una desgracia que el nombre de Asterodendron dado por Eichwald para un tronco muy bien silicificado no parece estar justificado. El tipo original requiere urgentemente representarse otra vez, por ser uno de los más viejos. En las dos especies de Cordaixylon, C. pennsylvanicum y O. Clar- led, tenemos formas que son genéricamente distintas de todas las otras de Nor- te América, y nos abstenemos de dar nombres genéricos hasta que los nombres apropiados puedan ser fácilmente determinados sin más cuidado del que se pue- de emplear ahora sobre esta materia. Finalmente se puede notar que un or- den de caracteres está realmente presente en la madera fósil, especialmente si se considera cuantitativamente. En el cuadro adjunto de comparación de made- ras de Araucariozylon solamente los rasgos simples se han usado. (Véase el cuadro anexo). Las maderas fósiles no son fáciles de distinguir; hay una semejanza de carácter en todas ellas, y aparentemente muchas especies asignadas de tiempo en tiempo no quedan como habían sido descritas al hacer un análisis suficiente- mente perfecto de esas formas. Esto último puede ser verdad aunque quizás Lo tanto como en el caso de muchas plantas fósiles. Parecería que comparado con las largas series de caracteres realmente presentes, pocas personas tienen cuidado de hacer un buen análisis de las especies de madera y que en lo princi- pal las especies están justificadas. Una de las grandes causas de deficiencia en estos estudios es que siempre LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA ESTRUCTURA DE LAS MADERAS DE ARAUCARIOXYLON Araucaría A. IMÓTICA A .ccacannnoos Bid aoaatons 1) Brasiliand......o... ET CE US taa » Cunninghamil..... QU CA as Dammara australis... Araucarioxylon A. mexicanum, Wiel. y) 0bscurum, Kn...... 1») Prosseri, Penh.... y arizonicum, Kn... y virgimianum, Kn. y) Woodworthia, Kn.. »)» Hoppertonice, Kn. y Edwardianum, Dn. a Jaro (EN leccccacoos ») Urgilliacold......... y aemenicum (1)... vogesiacum, End.. ) egiptiacum (2)... Issedonum(15).... Ue) y australe(10)....... y Deringii (8)... 1 UMDAQUU MN eran » Sehmidtianumn..... )») Huegelianum....... 00 AU O ooncocococanacos y» Robertianum....... yy wúrttembergianum y COrDOMACCUMN mocos y ambiguium, End... 3) LatiporosuM...o.oo... y FPeliwianum ....o.... y) Rodeamus, Goep... 1” Wallacer, KD........ ,») Lindlei, Witham. Series de radiomedulares A E Xx XxX Altura de las capas medulares 30o4a10 3a10 4, 20,30, 40 3a5o6a12 . | Diseminados la 22 326,182.27 1,3, 4a12 Series de puntuaciones de las paredes radiales de los vasos Anillos de crecimiento traqueales 0 E u nr Iv O IS || cnsoo EX ANS o MON 0600 AE A X 2 || assoo || coco secas d000S AE ooo ON OEA EE AC A ll oocoo E ONO (MP2 E A XxX d00co adaco | AE MEA ll iaasss | :ons0s AC 'o000s || ooo [| somos MX llrocoos Jl rosaca: | “obaco A O E cuen ||. osouo || voce XxX MS |ocado || 0000 050% >: O: OA MESS EA eds ENS DAL. || esoo. || cósno || voncco ¿odos Xx | NC. || sono Ex | EX | EA AS | Fuerte | Débil Ninguno Puntuaciones laterales en las celdillas radiales 124 G. R. WIELAND se cree que podrían hacerse cortes de diferentes partes de troncos fósiles que pu- dieran mostrar importantes variaciones no indicadas en los cortes que general. mente se hacen de una porción del tronco del tamaño de un ejemplar de mano. Hay que trabajar algo más detalladamente con alguno de los más grandes ár- boles conocidos en varios bosques petrificados de Norte América. Lo cierto es que los métodos de tabulación deben ser empleados extensa- mente en el examen de maderas fósiles antes que pueda conocerse hasta donde pueda llevarse esa investigación. Sin embargo hay que esperar que un estudio correcto pueda dar diagnósticos de valor en esas maderas, en la determinación de horizontes, y en manos de algún paciente investigador, esta materia en ge- neral podría ser estrictamente matemática. LITERATURA 1. Girich.—Ein Neues Fossiles Holz aus der Kreide Armeniens nebst Bemer- kungen úber paleozoische Hólzer. Zeit. d. deutsch. Geol. Ges., 1885. Heft 2, pp. 433-440. . Schenk, A.—PFossile Hólzer der Libyschen Wúste (19 p. Taf.) in Palaeonto- eraphica, Band XXX, Erster Theil, 1883. 3. Conwentz, H.—Sobre algunos árboles fósiles del Río Negro. Bol. de la Acad. Nac. de Ciencias de Córdoba; tom. VII, p. 435-456, Buenos Aires, 1885. 4. Beust, Fritz.—Untersuchungen iber fossile Hólzer aus Grónland. Inaug. Dis. Zúrich 1884. 43 Seiten mit 6 Taf. und 4 Tabellen. Auch in Denk. d. Schweiz. Naturf. Ges., Band XXIX. ($e) Araucariorylon Heerú es de Atanekerdluk. 5. Caspary, Robert.—Einige Fossile Hólzer Preussens nebst Bemerkungen úber die Anatomie des Holzes und die Bezeichnung Fossile Hólzer. Sehriften der physik-ókonom. Gesell. von Kónigsberg, 1887, pp. 29-45, 4". 6. Schenk, A. — Ueber die Pflanzenreste des Muschelkalkes von Recoaro. Be- necke's geognost. paláontolog. Beitráge II, Múnchen 1868, pp. 72-87, Taf. 5-12. . Goeppert.—Beitráge zur Pathologie und Morphologie fossiler Stámme. Cas- E | sel 1881 (Palaeontographica, Band 28, mit 5 Tafeln). 8. Goeppert, H. R.—Ueber die Versteinerten Hólzer des Kyffháuser. Neues Jahrb. fúr Min. Geol. und Pal. Stutteart 1880, II. pp. 89-92. 9. Schenk, A.—Die von Gebrider Schlagintweit in Indien gesammelten fossilen Hólzer (Adolf Engler, Botan. Jahrbicher. 1882, Band. II, Heft, 4, pp. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 125 10. 11. 12. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 90. 353-388). Vorláufige Mittheil. in Neues Jahrb. f. Min. Geol. Pal., 1883, L, p. 527. Crié L.—Beitráge zur Kenntniss der fossilen Flora einiger Tnseln des Súd- pacifischen und Indischen Oceans. Pal. Abhandl. 5 Band, Neue Folge, 1 Bd. Jena 1889-1894, S. 77, Taf. IX-X VIII. Caspary Robert. — Einige Fossile Hólzer Preussens (Nach dem Hand- schriftlichen Nachlasse des Verfasers bearbeitet von R. Triebel. Heraus- vegeben von der Kóngl. Preuss. geclogischen Landesanstalt. Hierzu ein Atlas mit 15 Tafeln. Berlin 1889). Stenzel, G.—Nachtráge zur Kenntniss der Coniferenhólzer der Palaeozoi- schen Formationen. Aus dem Nachlass von H. R. Gueppert, im Auftrage der Kegl. Akademie der Wissenschaften bearbeitet (Abh. der Kgl. preuss. Akad. d. Wiss. zu Berlin, vom Jahre 1887. Berlin 1888, 68 $S., 2 Tafeln). . Gaeppert, H. R.—Beschreibung der fossilen Pflanzen, welche P. v. Tehi- hatscheff in Sibirien gesammelt hat (in Tchihatscheff, Voyage scientifique dans 1'Altai oriental et les parties adjacentes de la frontiéere de China, pp. 319-390, pl. 25-35, mit Anatomie der Araucaria Cunnminghamú auf Taf. 35). Merklin, €. E. von.—Palaeodendrologikon Rossicus. Vergleichende anato- misch mikroskopische Untersuchungen fossiler Hólzer aus Russland, ein Beitrag zur Vorweltlichen Flora. 4.” pp. 100 mit 20 Tafeln. St. Peters- burg 1855, und bei Leopold Voss in Leipzig. Eichwald, Ed.—Lethaea Rossica, Vol. 3, p. 429, Atlas Pl. XIV, figs. 4-9. Stutteart, 1853. (Describe el corte de un tronco de 2 pies de diámetro bajo el nombre genérico de Asterodendron. Evidentemente es un Araucario- xylon). Penhallow, D. P.—Manual of North American Gymnosperms, pp. 314 £ 55 (half) plates. Boston 1907. Knowlton, F. H.—Araucariozylon Woodworthi n. sp. XIXth. Ann. Rep. U. S. Geol Surv., Washington 1897 :98, Part. II, pp. 517-519. Pl. LIT, figs. 1-6. Knowlton, E. H.—Araucarioxylon Arizonicum. Proc. U. S. National Mu- seum, Vol. XI, Washington 1888, p. 3, pl. 1. Knowlton, F. H.—Deseription of Araucarioxzylon Wallace in XVIth. Ann. Rept. U. S. Geol. Surv., p. 495, pl. GIL (1896). Lignier, O.—Végétaux Fossiles de Normandie, IV. Bois Divers, (1"* Série Mém. Soc. Linn. de Normandie, T. XXIT, Caen 1907, pp. 237-333, con láms. XVIEXXIIEL). (Nora.—Desde que el M. S. del estudio anterior de la A. mexicana fué es- erito, otros varios estudios de maderas fósiles han aparecido, pero no hay nece- 126 G. R. WIELAND sidad de añadirlos al análisis dado aquí. Como sus precursores, estos estudios están todos a la crítica, por la razón de que un estudio de maderas fósiles de coníferas puede llevarse a cabo sin revisión de la literatura. Pero al presente es muy necesario que se tenga un estudio basado sobre maderas tomadas en di- ferentes puntos sobre el tronco en todo su paso desde la base hasta el vértice para determinar los límites de variación). Entre estas obras recientes está la siguiente del Profesor R. B. Thomson sobre Araucarinez : 21. Thomson R. B.—On the Comparative Anatomy and Affinities of the Arau- carinez. Philosophical Transactions of the KR. Soc. of London, Ser. B., vol. 204, pp. 1-50, pls. 1-7, Nov. 1912. CYCADOFILICES 0 HELECHOS Alethopteris (2) Oaxacensis, sp. nov. Láminas XLII, figuras 1 a 4, y XLIV, figuras 5 y 6 Las series de frondas de helechos revresentados en las láminas citadas nos han dado mucho trabajo para su determinación, en parte tal vez por la falta de familiaridad con la flora de los helechos. Como quiera que esto sea un medio provisional, estas formas están aquí arbitrariamente reunidas bajo un nombre específico que por lo menos tendrá valor local. El primer intento de comparar estas frondas nos condujo a percibir en ellas un hábito de Pecopterideas más bien que de semejanza a las Alethopteris. Las formas del Paleozoico parecerían en verdad presentarse en primer lugar para comparación. Todavía es difícil ver por qué este follaje no puede representar al- gún miembro retrasado de las Pecopterideas como el Pecopteris (Asterotheca) Daubréci de Zeiller.! : Pero al explicar esta duda respecto a la identidad de estas formas el doctor David White, bondadosamente examinó nuestras láminas y nos explicó más ela- vamente sus relaciones generales. En conexión con las figuras, sus observacio- nes son en nuestro concepto tan absolutamente claras que no requieren ningu- na revisión y por lo tanto las transcribimos en seguida: “Los ejemplares que están a mi vista tienen una apariencia mesozoica. El aspecto Alethopteridio de la lámina y la nervadura media gruesa que desapare- 1 Bassin Houiller et Permien de Blanzy et du Creusot, pl. IX, fig. Sa. (París, 1896). LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 127 ce algo repentinamente cerca del ápice del lóbulo, la posición algo irregular de la pínnula, el origen apenas decurrente de las nervaduras medias, me recuer- dan algunos tipos triásicos que creo haber visto en algún lugar aunque no puedo recordarlos ahora o encontrarlos con facilidad. La lámina parece un pequeño trozo macerado, y las nervaduras en algunas de sus figuras parece que pudie- ran anastomosarse algo irregularmente. ¿Es posible? “Me imagino que la fructificación estará próxima a la Asterotheca si la tie- ne Ud. En una inspección ligera diría yo que la mayor parte de los fragmentos en la figura 4, láminas XLIIT, y el segmento de la fronda lámina XLIV, figura 4, pertenecen a la misma especie que lu indicada en la fig. 1, lámina XLIL, en la que también el segmento de la lámina XUII, fig. 2, puede tal vez ser refe- rida. “El segmento de la fronda en la fig. 4, lámina XLII, sospecho, que represen- ta tal vez una especie diferente, no obstante el arreglo y la forma de la pinna, y de las pínmulas, las láminas ahuecadas y las nervaduras medias que desapa- recen rápidamente y quizás la nervadura que no puedo distinguir bien en algu- ro de los ejemplares son tan parecidasque hacen difícil dar indicaciones de valor acerca del número de especies presentes. “Para terminar permítaseme que haga una vigorosa protesta contra sus de- signaciones de ejemplares como ésta “helechos con semillas.” El punto principal que debe probarse en los comentarios del Dr. White so- Lre estos ejemplares, es que el único ejemplo en el grupo en el cual las nerva- duras están bastante bien indicadas, es el de la figura 1, lámina XLIT, y como él supone al referirse a ese mismo ejemplar, se revela una nervadura claramen- te anastomosada hasta ligeramente reticulada. Este último ejemplar es del Es- tado de Puebla, escogido entre varios ejemplares colectados por el Sr. Ing. T. Flores. Las otras muestras son de la región de la mina Consuelo, donde son abundantes y características en los mantos de carbón de la capa número 6 del corte de El Consuelo. También puede añadirse que hasta aquí hay una carencia singular de frue- tificaciones en todos estos ejemplares, de modo que aunque la fuerte objeción del Dr. White, provocada por una designación no probada como “Helechos con semillas” es una advertencia necesaria, seguramente no es imposible que en al- gunas de estas formas se encuentren indicaciones del hábito de contener semi- llas. La separación estructural entre las verdaderas frondas con semillas paleo- zoicas y las Cycadeas del Mesozoico inferior es tan grande que pudiera uno protestar con igual energía que el follaje como el de que se trata no debería llamarse follaje de helechos. Porque sin duda aunque muchos de los tipos exis- 128 G. R. WIELAND tentes de éstos deben de haber estado ya bien establecidos en los primeros tiem- pos triásicos, un elemento considerable de helechos con semillas indudablemente persistió a través de: todo el Mesozoico. Finalmente se debe notar que en la figura 1, lámina XLIL, un pequeño fragmento de una pínnula se ve cerca de la base izquierda de la fronda de Zamites, que puede pertenecer a la Lomatopteris. Pero esta es casi la única forma presente cercana. Otra forma instructiva es la Alethopteris minuta, de Zeiller, tal como está representada en el Bassin Houiller et Permien du Blanzy et du Creusot, lámina XIV, fig. 3. El tipo de frondas de helechos descritos arriba, fué una fase notable en la vegetación mesozoica de Oaxaca, como se puede ver por las masas de frondas da: das en las figuras; aunque las cycadofitas parecen haber sido grandes, si no es que las principales contribuyentes a la formación de los mantos de carbón del Consuelo y Río Tlaxiaco. Sphenopteris affinis, var. nov. ind. (cf. S. Williamsoni) Lámina XLIV, figura 1 La fronda típica de Sphenopteris, representada en la lámina XLIV, fig. 1, es rara en el corte del Río Consuelo, habiéndose notado sólo una vez acompa: ñando a las numerosas frondas Ptilophyllum de la capa número 16 (42). Apenas es factible determinar la variedad exacta que representan estas frondas, por ser muy escasas en las colecciones por ahora. Que sea alguna variedad nue- va, no es imposible si se tienen en cuenta las variaciones en la edad geológica de las formas descritas, y lo lejano de otras localidades. Como se ha indicado, lo interesante es que entretanto no se tenga confian- za en los caracteres de las frondas, no parece que el tipo paleozoico de Sphe- nopterideas que se ve en la bien conocida especie de $. affimis L. y H., persis- te en el Mesozoico como una forma ampliamente distribuída. En la costa de Yorkshire se encuentra la S. Wailliamsoni Brongn., la cual puede ser algo más que una variedad de $. affinis; y esta forma es casi seguro representante de £. Williamsoni de la costa de Yorkshire; definida a lo más por pequeños o inter- mediarios caracteres del ejemplar representado por Zeiller, procedente de las Minas de Hongay, en la Flore Fossile du Tonkin, pl. XLVIII, fig. 5. Aquí tam- bién hay escasez de material; fundándose sólo en dos ejemplares, la única di- ferencia notada es que las pínnulas de la. planta oaxaqueña son relativamente un poco más anchas, la superficie del raquis y de las inserciones de las pínnu- las son casi semejantes. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 129 El ejemplar es de la capa número 18 del corte del Río Consuelo que ha proporcionado numerosas frondas jóvenes del tipo Ptilophyllum acutifolium. Estos tipos de Pterophyllum son evidentemente cosmopolitas y restos de una flora claramente rhética. Mientras que la persistencia de Sphenopteris y de otros tipos de Cycado- filicalas parecen ciertos een el Jurásico, sin embargo se recordará siempre que es de desearse la determinación más exacta O al menos la separación definitiva de los tipos de helechos modernos. En el caso de material carbonizado son po- sibles esas determinaciones exactas por medio del método químico de Nathorst. Cladophlebis Brongniart (Tableau, 1849, p. 25) Lámina XXIT y lámina XLV, figura 1 Como en otras capas rhético-liásicas del globo y principalmente en la costa de Yorkshire, el género de helechos Cladophlebis, es escaso en la parte me- dia del corte del Río Consuelo. Probablemente se encontrará más tarde en el corte este tipo de frondas de helechos mucho más generalizado con caracteres in- termediarios entre los Pecopteris como hojas antiguas eycadofilicalianas y una larga lista de formas modernas como la Onoclea, Pteris, Alsophila y otras, no obstante que las varias especies proporcionan hasta ahora pruebas poco claras de su afinidad familiar. A causa de esta afinidad incierta, se necesita un considerable estudio se- guido de una exploración excesivamente afortunada, para establecer la edad de las capas en las cuales es característico y frecuente el Cladophlebis como puede ser justo presumir lo es en toda la región de la Mixteca Alta, en las partes me- día y superior de las series de agua dulce. Cladophlebis Albertsii (2) Dunker Lámina XXIIT y lámina XLV, figura 1 En la hermosa laja representada en la lámina XXII y que contiene la so- berbia fronda de las especies de Otozamites (Williamsonia) Diazii, y la forma liásica europea característica de Pterozamites ( pterophyllum) Mimsteri, como es mejor conocido, se notan además de las varias pínnulas de helechos esparci- das, dos hermosos ápices de frondas de cerca de 20 em. de longitud, colocados justamente debajo de la base de un fruto de Williamsonia. Bol 31. Flora liásica.—17 130 G. R. WIELAND Estos ápices son paralelos y tal vez son los miembros adyacentes de una fronda tri o cuatripinnada. Sin embargo, la semejanza con la Cladophlebis Al- bertsii es tan clara que puede referirse a aquellas especies. La misma peculia- ridad de aspecto y la misma conservación tienen los representados por Seward en un ejemplar de una fronda ligeramente más ancha, o porción de una fronda (Lámina VIII) de Ecclesbourne. Tiene la superficie superior ancha y plana del raquis y la proporción y forma de las hojas con nervadura obscura conser- vada claramente y las márgenes diminutemente denticuladas enteras. Solamente porque los ejemplares oaxaqueños no han sido comparados con los ejemplares actuales de los horizontes de Europa, parece mejor indicar el error posible poniendo una interrogación en el nombre específico, por temor de que se trate de una nueva variedad. Es posible que esto pueda ser una práctica conveniente en la determinación de muchas plantas en las que no pueden ha- cerse las comparaciones actuales de ejemplares. La forma referida por los paleobotánicos ingleses a la Sphenopteris Fitto- ni requiere también consideraciones en algunas otras comparaciones. Debe desde luego notarse que el ejemplar de Ecclesbourne que es tan di- rectamente comparable, es una forma del Wealdeano; y a pesar de la incierta afinidad de las frondas estériles ya referidas al Cladophlebis, este género debe ser realmente considerado como del pre y post Wealdeanmo. El punto principal es que creció libremente en el mismo suelo y en condiciones climatéricas que fa- vorecieron al más variado y exuberante desarrollo de formas de Williamsonias, y teniendo rasgos típicos de las facies rhético-liásicas. Coniopteris, (cf. hymenophylloides Brongniart) Lámina XLV, figura 2 En el Seward's Catalogue of the Jurassic Flora of Yorkshire, Part I, hay un examen completo del género Comiopteris conservado en parte para ciertas plantas de aspecto de Pecopterideas o Sphenopterideas, pero ahora definitiva- mente usado para varios helechos jurásicos correspondientes a las Cyatheaceas. El Profesor Seward prosigue también explicando que se inclina a ver a muchas de las frondas de helechos de la costa de Yorkshire, descritas en varias ocasio- nes bajo el nombre de Sphenopteris Pecopteris, Thyrsopteris, y Comiopteris Murrayana, como idénticas a los Sphenopteris hymenophylloides de Brongniart; mientras que otras dos formas de la costa de Yorkshire igualmente de afinidad con las Cyatheaceas, son Coniopteris quinqueloba (Phillips) y C. arguta (Lind- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 131 ley y Hutton). Desde aquí el género Comiopteris estuvo bien representado y claramente homogéneo en el Jurásico inferior de la costa de Yorkshire, y pare- ce tener un desarrollo semejante en la Mixteca Alta. Por lo tanto en vista de estos hechos, es quizás más prudente esperar una colecta de más material antes de hacer una designación final de la Coniopterisea del Río Consuelo mostrada en la lámine XLV, fig. 2. La fronda es muy cerca- na al €. hymenophylloides y se ha encontrado frecuentemente asociada con frondas fértiles a menudo de contornos confusos. A falta del estudio de la úl- tima por métodos químicos puede sospecharse sin embargo, que la forma oaxa- queña es una variedad de la especie C. hymenophylloides. El punto principal mostrado en la ilustración es el hábitus de la fronda no siendo imposible que algunos helechos arborescentes como la Dicksonia, verdaderos helechos estén representados por las frondas tri o cuatripinnadas. Es probable que la forma sea claramente cosmopolita, tal vez de valor secundario comparándola con las plantas de semilla al trazar paralelos entre floras separadas por largas distan- cias. 'Teniopteris, (cf. vittata Brongniart) Lámina XV, figura 4 Hay poca duda que esta hojuela fragmentaria de Famiopteris se refiera a la especie anterior Brongniart y sea una de las del mismo grupo que es abun- dante en la costa de Yorkshire. Las Teniopterideas son por supuesto dema- siado antiguas y numerosas en conjunto para referencias basándose sólo en la forma macroscópica. Ciertamente es necesario algún estudio histológico de es- te grupo. Aunque la forma procedente de la costa de Yorkshire es tan característica y su longitud media de cerca de 20 centímetros con una anchura de 3 centíme- tros, están de acuerdo con las medidas de este ejemplar, que tiene la misma nervadura mediana prominente con la tendencia de la lámina foliar a formar márgenes onduladas características de muchas Temiopteris,' la separación de estas formas es enteramente necesaria. Además, el que sólo una hojuela se haya encontrado es debido indudable- mente a la falta de canteras en la capa en que se encuentran, pero con toda probabilidad la forma es igualmente abundante en la región del Río Consuelo y en la costa de Yorkshire. La estrecha asociación con Pecopterideas y con la Oycadea característica, 1 Cf. Seward. Jurassic Flora of Yorkshire, Part 1, pl. XVI, fig. 1. 7 132 G. R. WIELAND Otozamites Mandelslohi, es de más significación. Para la localización de la can- tera véase la descripción de los ejemplares de las últimas especies liásicas bien conocidas. 'Teniopteris (Zeilleri) tonkinensis, sp. nov. Lámina XLIII En su flora fósil de Tonkin* Zeiller refiere con duda una simple lámi- na foliar grande de Teeniopteris a la forma rhética del Sur de Suecia, descrita por Nathorst como /'. (Daneopsis?) immersa. * Ciertas diferencias de nervadu- ra deben notarse, particularmente que mientras el ejemplar de Bjuf tiene 12 u 15 nervaduras pos centímetro, la hoje de Tonkin tiene 16 a 20. Es de interés encontrar entre las plantas oaxaqueñas del corte del Con- suelo 16 (42) varias frondas casi completas que concuerdan perfectamente cun el ejemplar de Tonkin, y que confirman así su identidad específica; pues cuando dos ejemplares tan separados en espacio y tiempo como estas hojas, va: rían igualmente de una tercera, deben considerarse distintas. Aunque en ningún caso están los ejemplares completos, revelan enteramente los caracteres del ejemplar de Tonkin. Las proporciones, así como el gran tamaño y el número de nervaduras por centímetro son idénticas, como son también la textura más o menos coriácea y el borde ondulado. Además un pecíolo ancho y largo (cf. la: mina XLIII) que se coloca a lo largo del lado de la hoja y que con toda pro- babilidad pertenece a otra hoja de la misma forma, sugiere un hábito muy característico. Es de presumirse que están al menos las tres cuartas partes de la hoja entera como se muestra en la lámina puesto que puede verse el princi- pio del angostamiento basal de la fronda. Es claro que esta hermosa planta se debe referir a una nueva especie, con toda probabilidad representada en la más antigua flora de Tonkin y que debe tener el nombre del distinguido especialista que más se ha dedicado al estudio de plantas fósiles en Francia. El Prof. Zeiller nos hace notar bondadosamente que el nombre 7. ZeWleri ya ha sido empleado por Bertrand (Annales de la Société Géologique du Nord, t. XXXIX, p. 353 sig., fig. 1, pl. IV, fig. 1-5) El nombre Temopteris (Leilleri) tonlcinensis seria por lo tanto más apropiado para hacer resaltar el hecho más interesante respecto a este fósil, que es su amplia distribución en el mundo. 1 1903 Taeniopteris ef. immersa of Nathorst, Zeiller. Flore Fossile des Gites de Charbon du Tonkin, pp. 292-294, pl. LIV, figs. 5, 5a. 2 1878. Taeniopteris (Danaeopsis) immersa. Nathorst. Flora vid Bjuf, pp. 45, 87, pl. 1, fig. 16; pl. XIX, fig. 6. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 133 Toeniopteris cf. danseoides (Royle) Corte Río Consuelo 16 (42) Lámina XVII, figura 4 Sólo un fragmento de una gran fronda de esta especie se encontró, siendo visible evidentemente la superficie inferior de la hoja. La porción encontrada puede ser de la mitad inferior de la fronda. Es de 18 centímetros de largo, 5 centímetros de ancho en la base y 7 centímetros de ancho en el ápice, retenien- do una gruesa nervadura central con una anchura bastante uniforme de 3 mi- límetros. La nervadura está claramente indicada, viniendo a tener cerca de 11 rervaduras por centímetro. A primera vista, las nervaduras aparecen claramen- te paralelas como en la Nilssonia, pero por un examen mejor se encuentra que ro son muy raras las nervaduras bifurcadas. La tendencia de nervaduras sim- ples y paralelas es desarrollarse casi normalmente a la nervadura central, mientras que las nervaduras que se dicotomizan se desarrollan un poco más en ángulo agudo con la nervadura central y toman entonces la dirección normal. No dudamos comparar estos ejemplares con la Temiopteris danwoides (Roy- le), y citar juntamente la figura de una planta de las series Raniganj y Bara- kar de la división Damuda en la India, dada por Arber en la lámina V del British Museum Catalogue of the GHlossopteris Flora. Laccopteris (2) sp ind. Lámina XLIV, figura 3 Esta planta es la más antigua en toda la colección oaxaqueña. Fué encon- trada en las arcillas apizarradas de la capa número 3 del Corte del Consuelo, a unos 35 metros arriba del contacto eruptivo. El ejemplar está en parte algo desgastado por el agua, pero muestra muy bien la forma general y la nervadura, al menos hay una nervadura fina entre las que corren hacia afuera de la nervadura central que no es visible. Los con- tornos de las pínnulas son claros, están estrechamente colocados y adheridos en la base con una gruesa nervadura central o costilla de la cual las nervaduras laterales se desarrollan con regularidad y se levantan perpendicularmente cer- ca de un milímetro de distancia, con bifurcaciones al margen, aunque el último carácter rara vez aparece en la figura. La atribución genérica de esta planta es muy difícil de determinar, pues 134 G. R. WIELAND pudiera ser cycadácea o cycadofilicala más bien que Pteridofitica. Su hábito no difiere claramente de la planta más grande de Tiemiopteris Miúmsteri (ef. Schimper, Pal. Vég. pl. XXXVIII, fig. 1); por otra parte la nervadura no es diferente de la de la Nathorstia (cf. Kungl. Sven. Vet.-Ak. Handl. Band 43, Taf. TIT, fig. 61). Sin embargo considerando que se encuentra el Laccopteris en los depósitos más antiguos y más claros del Rhético de Sonora muy bien conservado, distinguiéndose como una variedad del bien conocido Laccopteris Mimsteri, es probable que también se encuentre en Oaxaca el Laccopteris. Glossopteris' Las Glossopteris están entre las más notables plantas del Paleozoico supe- rior y del Mesozoico inferior, por su amplia existencia en la Gondwana y la ápa- rente indicación del primer gran desarrollo de provincias botánicas ya determi- nadas. Aparecieron a fines del Carbonífero, culminaron en el Pérmico y sus restos esparcidos desaparecieron en el Triásico-Rhético. Pero en todas partes este género ha estado en el hemisferio Sur solamente dirigiéndose al Norte del Ecuador en Tonkin, en la India, donde tuvo gran des- arrollo, y en áreas aisladas rusas. SN El género Glossopteris tal vez se encuentra aunque escasamente en el Rhé- tico-liásico de la Mixteca Alta, y en tal caso son cuestiones de interés saber si la representación sigue su camino por el cinturón ecuatorial de la Gondwana, o hacia el Norte de la área brasileña. La primera de estas cuestiones, es decir, si se encuentran en Oaxaca, ver- daderas Glossopteris, puede dejarse en parte al lector y al crítico. Nosotros punca hemos visto una buena representación de Glossopterideas; en consecuencia nuestra aversión para designar como T'eniopteris todas las frondas que colec- tamos y nuestra suposición de que algunas Glossopteris retardadas se hallen todavía en la serie de la Mixteca, no pueden tomarse en consideración sino has- ta que haya nuevas colecciones y verificaciones. Por lo tanto el asunto puede quedar a discusión, a menos que el lector esté capaz para juzgar directamente por sí mismo. Si las Glossopterideas están presentes, como nos inclinamos a creer, la re- gión de derivación es más probable que haya sido el Brasil; pero si estas for- mas no se encuentran en la costa de Yorkshire solamente, la única procedencia probable debe ser la región brasileño-argentina. En cualquier caso, no hay 1 Consúltese: Arber, The Glossopteris Flora, British Museum Catalogue, 1905. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 135 duda que la Neggeratliopsis es principal constituyente de las capas un poco abajo en el corte del Consuelo, en donde aparece una flora de eycadofitas muy clara. En consecuencia, hay una doble razón para suponer que en el Triásico inferior muy pocas especies de Neggerathiopsis y Glossopteris pudieran haber- se dirigido hacia el Norte hasta la región de la Mixteca. Aquí pueden haber es- tado una de las últimas de éstas formas ampliamente asociadas; sin, embargo como tales consideraciones puede ser más propio tratarlas en la discusión gene- ral, nos ocuparemos en la descripción de las dos formas de Glossopteris encon- tradas en la Mixteca Alta. Glossopteris (?) linearis McCoy Lámina XVII, figura 2 1 1847. Glossopteris linearis MeCoy, Ann. Mag Nat. Hist., vol. XX, p. 151. pl. IX, figs. 5, 5a. 2 1878. Glossopteris linearis Feistmantel. Palaeontographica, Taf. VIII, figs. 1, 2, y Taf. figu- ras 3, 4. - y El delicado contorno de hoja representado en la lámina XVII, figura 2, es un ejemplar tomado en la parte alta de la capa 20 (60) en el corte El Consuelo. La nervadura que aparece ligeramente reticulada, no quedó representada tan bien como se deseara. Sin embargo, tante la nervadura como la forma se aseme- jan mucho a la de los fósiles antes citados; por lo tanto este elemento, si no es de Glossopteridea, está al menos distribuído extensamente en toda la región ecuatorial y sur del globo; lo que parece estar confirmado por la semejanza con las formas descritas por Feistmantel (2) del Triásico superior de Newcas- tle, Australia. Es también digna de notarse la relación de este ejemplar con un fósil de Africa del Sur representado por Tate. Además una forma muy semejante de Africa del Sur ha sido recientemente representada por Seward,? como Gloss0p- teris angustifolia. Es posible por lo tanto que la (G. linearis pueda quedar dentro de la forma primitiva de G. angustifolia. 1 Tate. R.—On some Secondary Fossils from South Africa. Journ. Geol. Soc. for 1867, p. 139. Cf. pl. VI, figs. 5a, 5b. 2 Seward A. C.—Permo-Carboniferous Plants from Vereenigung (Transvaal) Quart. Journ. Geol. Soc. London, pp. 109-126. pls. IX, X. Cf. pl. IX, fig. 2. ¡ 136 G. R. WIELAND Glossopteris (2) mexicana sp. nov. Lámina XLVI, figura 3 Este tipo de hoja acompaña raras veces a las Cycadofitas y Teeniopteri- deas bien claras en la capa 16 (42) rica en plantas del corte de El Consuelo. Estas hojas tienen una nervadura central muy marcada y ligeramente estriada, con una nervadura reticulada y ondulada diseminada denotando claramente un tipo que es más Glossopteridea que Teeniopteridea. Las hojas no tienen la for- ma espatulada de lados desiguales de las Sagenopterideas. La nervadura es mucho más gruesa que en muchas Glossopterideas, pero no tan gruesa como en la especie G. conspicua, ni tan fina como el tipo no dife- rente de nervadura que se ve en la (f. ammpla (cf. las figuras en Aber's Catalo: gue of the Glossopteris Flora). Pero la forma, un tanto intermediaria entre la G. indica y G. damudica, con la cual se puede creer semejante, debe ser más bien la Glossopteris indica repre- sentada por Zeiller en la Flore Fossile du Tonkin (lámina LVE, fig. 1). Además es interesante notar que Zeiller también encontró asociadas for- mas angostas igualmente comparables a la hoja descrita antes como G. linearis, que llamó G. angustifolia (Flore Fossile du Tonkin, pl. LVL, figs. 2, 2a); mien- tras la misma localidad (Tai-Piu Tschang, Yunnan) también proporcionó a Zeiller (L. e., pl. LIV, figs. 5, 5a) su Temniopteris cf. immersa. Esta reaparece sin variación en la flora oaxaqueña y consideramos apropiado dedicársela al Profesor Zeiller como una especie distinta que aparece en el Boletín. Con estas y algunas otras semejanzas curiosas entre las floras de Oaxaca y Tonkin, termi- na el parecido y una decidida desemejarza aparece en concordancia con la lar- ga separación que interviene tanto en espacio como en tiempo. : Si esto no es concluyente, esos hechos generales son de interés, porque su- gieren la posibilidad de futuros descubrimientos. Equisetacez Equisetites (Calamites) Giimbeli (Schenk) En varios puntos de las capas de plantas de Oaxaca, hay una gran abundan- cia de tallos de Hquisetites. Durante la visita al afloramiento de carbón del Río Mixtepec, cerca del pueblo de Mixtepec, se observaron varios ejemplares. Asimismo fué muy interesante ver endurecidas algunas de las grandes colas de eaballo, plantas que frecuentemente alcanzan una altura de 3 m. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 187 Aunque observadas en el corte del Río Consuelo, los tallos de Hquisetites no son abundantes; pero entre los ejemplares colectados en Alolotitlán (Distri- tu de Tehuacán, Puebla), por el Sr. Ing. T. Flores, hay muchos tallos semejan- tes que pueden referirse sin vacilación a la Equisctites (Calamites) Gúmbeli, especie del Trías superior representada por Schenk.* La semejanza al tipo euro- peo es tan completa que son innecesarias figuras que confirmen sus caracteres. Es de algún interés llamar la atención al hecho de que mientras las qui setites no han sido un género útil para determinar la edad geológica, cas1 siempre son un constituyente notable de las floras de Williamsonias de muchos países. Así, bajo el nombre de Phyllotheca (Hquisetites) columnaris Phillips, del Cabo Stephen, tierra de Francisco José, Newton y Teall? representan una planta casi como ésta. Los tallos en cuestión están representados por segmentos de considerable longitud existiendo probablemente en la matriz tallos completos. Son varios ta- maños hasta de un diámetro normal de 3 cm. en formas poco comprimidas, y teniendo una longitud internodal de 42 8 cm. Es inverosímil que alguna unión definida pueda ahora hacerse de las espe- cies de Equisetáceas del Triásico, para determinar ya la edad o ya el horizonte. El asunto podría dar un paso más adelantado consultando las obras de Oldham y Morris, y de Feistmantel sobre las especies Indias Eqwisetites rajmahalensis * representadas por varios ejemplares fragmentarios y específicamente diferen- tes de la forma precedente o de la E. Múnsteri. Es evidente que la última es una especie característica de las regiones boreales de Yorkshire y Escocia como igualmente de Europa continental y de Caxaca. Que la E. rajmahalensis es también la forma predominante en la India, así como de Europa continental y de Oaxaca, es evidente; pero está muy lejos de probarse que alguna conclusión especial puede darse de esta distribución. 1 Schenk.—Die Fossile Flora der Grenzschichten des Keupers und Lias Frankens, Wiesbaden, 1867. Cf. Tafel I, figs. S und 9. 2 Newton E. T. and Teall, J. J. H.—Notes on a collection of Rocks and Fossils from Franz Josef Land made by the Jackson-Harmsworth Expedition during 1895-96. Quart Jour. Geol. Soc. London, vol liii, 1897, pl. xli, figs. 1-3. 3 Feistmantel, O.—Jurassic (Liassic) Flora of the Rajmahal Group, in the Rajmahal Hills, Pa- lacontologia India, ser. ii, pp. 63-66. Bol. 31. Flora liásica.—18 138 G. R. WIELAND SAGENOPTERIS Lámina XL, figuras 8-10 Probablemente no se conoce en la actualidad si las hojuelas de las llama- das Sagenopteris que están representadas en casi todas las descripciones de la flora mesozoica, representan unas cuantas o abundantes especies; tampoco se ha probado que algunas de estas hojas no sean en realidad Glossopteris. Todo lo que positivamente puede afirmarse es la gran probabilidad que, con referencia a espacio y tiempo, las Glossopteris pueden haber estado más de una vez ocultas a la vista para referirse a las Sagenopteris, aunque este último género es claramente cosmopolita en el Mesozoico. Evidentemente, aquí se pre- senta otro ejemplo en donde los “métodos químicos” pueden llamarse en ayuda para la determinación de formas. Antes de que se haga esto, parece mejor no formar nuevas especies a menos que pudieran señalarse amplias y claras distin- ciones. ; Al mismo tiempo, debe recordarse que no teniendo especies bien delimita- das, las Sagenopteris, muy poco valor puede asignárseles al compararlas con floras ampliamente separadas. Por lo tanto antes de hacer un examen cuida- doso de las Sagenopteris, debe permanecerse en el terreno medio y evitar los peligros taxonómicos llamados “acumulando” o “separando” especies. Clara- mente en el caso de éste o de cualquier otro grupo los hechos de origen y dis- persión, no pueden nunca ser invocados sino hasta después de una intrincada la- bor para demostrar cuáles son verdaderas especies. Ahora muchas Sagenopteris del Mesozoico están asignadas ya a la Sage- nopteris rhoifolia Presl, la forma laminada más ancha del Rhético o a la 8. Phillips del Lias, a menudo representada como una forma laminada más an- gosta. Sin embargo se encuentran formas intermediarias, y hay incertidum- Lre en determinar en dónde concluye una especie y en dónde comienza otra, sin tener en cuenta lo dudoso de las varias especies propuestas subsecuente- mente. Cuando se encuentran hojas con la forma palmeada cuadrifoliada caracte- rística de afinidad presumible, aunque no probada a la Marsilia, hay por supues- to poca responsabilidad en la confusión con las Glossopteris; pero queda el hecho interesante de que cuando primero se dieron estas formas a la publici- dad, Brongniart las llamó entonces Glossopteris y más tarde fué seguido por Lindley y Hutton. Por las razones indicadas probablemente es mejor adscribir distinción de variedades solamente a las hojuelas aisladas encontradas hasta LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 139 la fecha en Oaxaca. Nunca son abundantes, y hasta donde se les ha observado en la parte inferior de las capas, parece lo más acertado relacionarlas a la £. rhorfolia. Sagenopteris rhoifolia Presl. var. nov. mexicana Lámina XL, figuras 8-10 La fronda de Sagenopteris de la Mixteca Alta aparece en la porción infe- rior de la serie de plantas, muy diseminada aunque no abundante. La hojuela perfectamente conservada con las nervaduras finamente anastomosadas como se presentan en la figura 10, lámina XL, son del Río Tlaxiaco, mientras que la bojilla más fragmentaria y menos claramente conservada de las figuras 8 y 9, lámina XL, son del tiro A de la mina del Consuelo al pie de El Cerro del Ve- 774 nado, en la capa número 7 cerca de los mantos de carbón. Más arriba en el corte no se encontraron las Sagenopteris de este tipo a menos que la forma des- crita en cualquiera otra parte como Glossopteris linearis McCoy resulte ser una $. Pinllipsil. Que estas tres formas representadas en la lámina XL son ciertamente de la misma variedad o especie, queda por demostrar; por lo tanto es de más interés indicar cuáles formas fueron encontradas, que proponer nuevos nombres en vis- ta de pequeñas diferencias. Sin embargo, debe notarse que en la hojuela que se muestra en la figura 9, el ángulo entre la nervadura lateral y la nervadura mediana es poco más grande que en la hojuela de la figura 10. En la forma ge- neral y en la pequeñez de las nervaduras, las hojuelas de las figuras 8 y 9 están estrechamente relacionadas con las formas de las costas escocesas descritas por Seward como $. Phillipsti.. Casi la única diferencia que existe es el ángulo entre la nervadura mediana y el curso de la anastomosis lateral, la cual es de cerca de 45? en el ejemplar escocés y de 60? en el oaxaqueño. Con respeto a lo que concierne a los ejemplares americanos es probable que la relación más próxima a las hojuelas oaxaqueñas pudiera verse en la S. oregonensis Fontame, de la formación Shasta más bien que en la S. paucifolia del Jurásico de Oregon.” 1 Seward, A. C.—Jurassic Flora of Sutherland. Trans. Roy. Soc. of Edinburgh, vol. xlvii, pt. iv session 1910-11 (cf. Plate vi figures 4, 5). 2 Véase Fontaine, in Monograph XLVITI, U. S. Geol. Survey: 1) Sagenopteris Goeppertiana, pl. xiv, figs. 5-11. 2) S. paucifolia and $. grandifiora, pl. xv, figs. 1-3. 3) S. alaskensis, pl. xxxviii, fig. 21. 4) S. oregonensis, pl. lxv, figs, 36-38. Para las figuras véase: A) Schenk, Die Fossile Flora der Grenzschichten des Keupers und Lias Frankens, Wiesbaden, 1867, taf xii, figs. 1-6. 140 G. R. WIELAND DISCUSIONES FINALES Composición, edad y origen de la flora de la Mixteca Alta” (Fig. 9). Comparando floras jurásicas como las de Italia, Bronholm, Yorkshire, In- dia y California, parece que es correcta la edad que se asigna generalmente a las plantas de estas diversas regiones. Es decir, que no obstante lo variado de la aplicación y lo mal definido e incierto de los métodos para determinar la su- cesión de la flora del Mesozoico inferior, el modo general de proceder es al me- nos suficientemente comprendido y con tendencia a aproximarse a la verdadera edad. Pero aparte de las exigencias de fosilización, variaciones climatéricas, y grado de emigraciones o dispersiones, todas las comparaciones de flores tan se- paradas como las ya citadas, son indudablemente muy obscuras por el hecho de que cada flora puede ser antigua o joven para la región en que se encuentra. Las plantas de ciertas regiones pueden ser ya juveniles o ya seniles. Así como diremos adelante, es de creerse que las plantas del Oolítico inferior de las cos- tas de Yorkshire son antiguas, en realidad un residuo líasico más bien que una facie típica del Jurásico medio. Estas plantas pueden haber existido durante el depósito de las “midford sands” subyacentes. Estas contienen en su parte su- B) Zigno, Flora Fossilis Formationis Oolithicae, Vol. TI, pl. 1, Padova, 1856-1885, tav. xxi, figs. 1-6a, and tav. xxii, figs. 1-2. p GC) Lindley and Hutton, Fossil Flora of Great Britain. London, 1831-3, vol i, pl. 63. Estas figuras son del antiguo tipo generalizado innecesariamente. La anastomosis de las ner- vaduras se hace casi sobre la lámina entera. D) Zeiller, Eléments de Paléobotanique, p. 137, fig. 99.—La nervadura está aquí debidamente marcada y es de mucho interés notar en justificación de la opinión acerca de las especies de Sagenopterideas y la identificación dada en las páginas anteriores, que la forma dada por Zeiller como típica de S. rhoifolia efectivamente difiere notablemente de varias formas asignadas para esta especie por otros autores. E) Halle, Thore G.—On the Surdish Species of Sagenopteris Presl and on Hydropteridium Nov. gen Kungl. Svenska Vet. Ak. Handl. Bd 45. No. 7. pp. 16, pls. 3. Stockholm, 1910. Esta obra de Halle es la más importante citada. Es seguro que el aumento de citas de referencia a las autoridades no desembrollará la histo- ria de las Sagenopteris. En el caso de la figura de Zeiller ya citada hay una semejanza notable a la nervadura de la Glossopteris (loe. cit., p. 113, fig. 86); especialmente este hecho está rea- lizado cuando la gran variedad y tamaño de las Glossopteris son consideradas con referencia a la diversidad de Sagenopterideas semejante. En el caso de esos tipos de hojas, es probable que ni la nervadura entera ni los detalles mi- eroseópicos obtenidos por el método químico de Nathorst, unidos al habitus presentado por un número de ejemplares de una región dada, puedan indicar el verdadero valor específico. 1 Se verán referencias de mayor importancia en el estudio de la flora jurásica en el siguiente capítulo. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 141 perior la famosa “Cephalopoda Bed” de Gloucestershire que no tiene plantas fósiles. Además son admitidas como capas de transición y en la actualidad asig- nadas algunas veces al Liásico. Inversamente, como aparece de una manera clara la comparación más es- erupulosa de la flora del Rajmahal Hills con la de Oaxaca, indica que la última es esencialmente juvenil. Al menos se registra aquí que el estudio de estas re- 50 k 8 0 — o EX] o EX $0 $0 105—Tio Tao > 160 TS Figura 9.—Planisferio que muestra las localidades principales rhético-liásicas o el Triá- sico medio al Jurásico medio, conteniendo follaje y fruetificaciones de Williamsonias. Varias áreas diseminadas en el Liásico y otras en el Mesozoico medio o inferior en Europa, América, Madagascar, y en otras partes no están indicadas; aunque algunas de éstas, como por ejemplo el Lunz, Austria y el Liásico de Italia, contienen importan- tes floras. Modificado del de Seward. Los nuevos hechos notables son la cadena de lo- calidades en las costas del Pacífico de América y el descubrimiento de la serie oaxa- queña. La situación de la última en la misma latitud en el lado exactamente opuesto del globo de las colinas del Rajmahal y Gondwana de la India, es geográficamente notable. El camino más corto entre estas dos regiones es así por lo tanto por el polo; mientras la costa de Yorkshire está a medio camino precisamente fuera del bor- de de la principal masa de tierras árticas y sub-árticas. giones prolíficas en plantas fósiles viene a demostrar probablemente que las plantas en las porciones bajas de las capas fueron fosilizadas poco después de su incursión del Norte o del Sur, o siguiendo inmediatamente al rápido des- arrollo local de nuevas especies. También considerando el Mesozoico como un período de cambios marcados en facies de plantas, es claro que las comunidades de plantas recientemente establecidas como parece haber sido la de Oaxaca, pu- dieron retener antiguos elementos; mientras la flora establecida desde hace mucho tiempo podrá estarlos eliminando. 142 G. R. WIELAND Por lo tanto, en ausencia de pruebas evidentes de edad tal como la revelan muchos tipos de plantas jurásicas en el estado actual de nuestros conocimien- tos, es más difícil determinar si los grupos de plantas que parecen más semejan- tes son de la misma edad o no. Todo lo que puede hacerse es por conjetura o aproximación. En todo caso lo más probable es que no sean exactamente sin- crónicas estas dos floras tan alejadas. No obstante su gran semejanza, lo más probable es que una es antigua o establecida hace tiempo, la otra joven o esta- blecida recientemente y experimentando todavía cambios. La pérdida de tipos antiguos, en el último caso y su retención en el primero, podrían dar por lo tanto un resultado claro si se combina mejor la sucesión de las plantas jurá- sicas. Evidentemente cada una de las fases de la evolución de las plantas indi- cando épocas sucesivas, deben haber tenido su principio, su culminación máxima y su descenso; mientras que la extinción en cualquier período debe haber teni- do también sus fases inicial, máxima y mínima. De lo que resulta que los problemas de la edad de las plantas y su dispersión pueden aún quedar fuera de los hechos conocidos de homotaxis, que comprenden factores de grandísima difcultad. Sin especular más sobre estas dificultades es más conveniente, como prelu- dio para la discusión de la edad y origen de las plantas de Oaxaca, lo que puede hacerse es colocar las formas al lado de los representantes más cercanos del antiguo continente como se ve en el cuadro I. LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 143 CUADRO I Cuadro de recapitulación de la Flora de la Mixteca Alta, que muestra las relaciones generales de las floras aproximadamente afines conocidas hasta ahora Especies de la Mixteca Alta Ptilophyllum acutifolium, cf. var. UNDIAVZAAA corso co coruonacco estonenar Ptilophyllum acutifollMiccooom... Ptilophyllum acutifolium minor... Ptilophyllum pulcherrimum. Otozamites obtusus, var. Oaxacen- ES VU OOO Otozamites Molinianus ..oomococommmm.. O. 1. var: OaracensiS sencenocaoncannen Otozamites Mandelslohd..oocoocomomo.. Otozamites cardiopteroides..ommoooo. Otozamites Reglevnnsocosacosanocnaieós OO lucen US aaa Otozamites (Otopteris), SPo.omcoro.. Otozamites paratypus. Otozamites (Williamsonia): (1) Diazid, (2) Juarezilacoc.... (8) Aguilera, (4) Aguilarianus (5) Oaracensis.oomcnomooononmemnoo. Zamites Rolkelbccccncenocconanoooonosos Zamites Cf. CONJUSUS c.ooomnoonnnconcnns Pterozamites (Pterophyllum)...... Podozamites. Especies repetidas Otozamites MolinianUS....ooomo.. Lías, italiano y de Bornholm.. Otozamites Mandelslohd .....oo.. Lías, del Continente europeo... Otozamites Reglela.cocnononinmmm.. Lías, de BornholM.....ooomomco... El equivalente oriental se lla- ma Otozamites pterophylloi- des. Lías de Europa conti- nental y de Bornholm....... Zamites Rolkerk coocoomcmmmmmmmm.*... Trías de Honduras. ...ooooomocoo... Pterozamites (Pterophyllum ) angustifolia. Lías de Sud Africa. Pterophyllum Múnsteri. Rhé- tico-Liásico del Continente ERNUS goporosacossteconoonad0 | Otozamites Bunburyanus. Formas afiliadas (a) Ptilophyllum acutifolium ma- wimum. Gondwana superior. (b) Ptilophyllum (Williamsonia) pecten. Oolítico inferior euro- peo. (e) Ptilophyllum acutifolium. Ju- rásico europeo y de la India. (a) Otozamites obtusus, Rhát. Lías de Europa. (b) Otozamites obtusus, var. O0li- tica. Oolítico inferior de Yorkshire. Oolítico de Yorkshire. Lías de la India y de Bornholm. (a) Otozamites Reglei. Continua- ción del Lías de Europa. (b) Otozamites Hislopi. Grupo Ja- balpur. (Próximo del O. Molinianus). (a) Otozamites acuminatus y (b) Williamsonia gigas. Oolítico inferior de Yorkshire. Zamites cf. confusus. Lías francés. Podozamites. Pterophyllum contiguum. Rhético europeo. Pterophyllum cf. equale. Lías de Bornholm. 144 G. R. WIELAND Especies de la Mixteca Alta Anomozamites Lindleyanus, Var... Williamsonia MeniclNA.ococmncccno Williamsonia Nathorstil...... SS Williamsonia Cuauhtemoc. Williamsonia Xicotencatl..oommo..... Williamsonia Quetzalcoatl...ooom.o. a Williamsonia Ipalnemoald..cooo.... Williamsonia Netzahualcoyotl. Williamsonia Cente0tlecocccnonn.mom.. Williamsonia Tlazolteotl. (2) W. Tezcatzoncatl. (3) W. Huitzilopochtli. (4) W. Xipi. Williamsonia (tallos).....ooooooo.. se Cycadolepis MExicaM....... A DÉcOSS Cycadeospermum O4.racense..... Araucariozylon MEexicanuM com... Neggerathiopsis HislOpin..ooromo... FPueccites SchimperiallS.comoommnonoo Y. OALACENSIS c.omnononnono ASEOS Trigonocarpus OALACeNSiSc.momooo. 000 Rhabdocarpus grandis (Y)... e Phonicopsis (Sp. )reccccnnanoccoooo nens 0 Stangerites OARACONSIS..... OOSOCOJCIuoN Equisetites (Calamites) GEumbeli... Temiopteris cf. vIttata ....oo.. Teniopteris (Zeilleri) tonkinensis. Glossopteras ÚINCariS.ooomnoononeoono.. Glossopteris (7) MecicANAoccomooo. Sagenopteris rhoifolid...oocoooo 609000 Alethopteris MCxiclN davnnnononanoncon. Especies repetidas Williamsonia (tallos Gondwa- na superior. Neggerathiopsis Hislopi. Trías de la India y Sud-América. Yuccites Schimperianus. Oolítico italiano. (Phenicopsis) Lías europeo ........ S00no00bOdPScOs Equisetites Guúmbeli. Trías su- perior de Franconia. Temiopteris Zewlleri. Rhético de Tonkin. Glossopteris linearis. Austra- lia. Sagenopteris rhoifolia. Rhéti- CO europeo. Formas afiliadas Anomozamites Lindleyanus, Lías europeo y Sripermatur, India. Williamsonia Whitbyensis. Oolíti- co inferior de Yorkshire. Williamsonia Bucklandi. Oolítico inferior. Dorsetshire. Williamsonia gigas. Oolítico inferior de Yorkshire y y Gondwana superior. Williamsomia pecten. Oolítico infe- rior de Yorkshire. Williamsonia Lignieri. Oolítico in- ferior de Yorkshire. Cycadolepis pilosa. Oolítico supe- rior de Gondwana. Cycadeospermum o Cycadospadizr. Araucarioxylon Doeringii. Catal- pulichi, Patagonia. Trigonocarpus. Paleozoico cosmo- polita. Rhabdocarpus grandis. Permiano. Stangerites McClellandi, Gondwa- na superior y Lías europeo (?). Teniopteris vittata (2). Glossopteris Browniana. Permo- Trías de la India y €. comunis del grupo de Jabalpur. (Alepthopterides rhética). LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 145 Especies de la Mixteca Alta Especies repetidas | Formas afiliadas | | ¡Sprenopierisicj Walla msoricans | Messcanncecancnonaoa olores neomonocnonls | Sphenopteris Williamsont. Coniopteris ef. hymenophylloides... | cmmcenncnnnnacinnonnccnnancnicccccannnos Coniopteris hymenophylloides (cos- mopolita). Cladophlebis Albertsil (P)eoooccnooo.. Hadophlebis Albertsit. Laccopteris sp. Dicksomia (¡Sphenopteris)ocooommm... Dicksonia (Sphenopteris). Cf. Bindrabunensis. (Bindrabunensis). Liásico del Rajmahal Hills. Composición de la flora de la Mixteca Alta En la interpretación del cuadro 1, es muy interesante notar que en las capas de plantas del Corte de El Consuelo, la mayor parte del carbón se encuentra cerca del centro de la mitad inferior del espesor total de 550 o más metros. El carbón está seguido en la porción superior de la mitad inferior de los lechos, por una serie bien marcada de arenas ferruginosas alternadas, arcillas apizarradas y gravas, durante el depósito de las cuales parecen haber ocurrido cambios en la flora. Por eso están aquí los más antiguos tipos de helechos y las Cordaites desaparecen. De cualquier modo no vale la pena arreglar las plantas de la mitad inferior de las capas frente a frente con las de la mitad superior, recordan- do que las más grandes extensiones comparativamente áridas en el gran Corte Ge la Barranca Consuelo, se encuentran en los primeros y últimos cien metros. véase el cuadro II anexo. Bol. 31. Flora liásica.—19 146 G. R. WIELAND CUADRO ST REGISTRO DE LAS PLANTAS EN EL CORTE DE “EL CONSUELO” 250 metros hacia abajo Otozamites obtusus. (1) n. var. Oazacensis. (2) n. var. liassica. Otozamites Molimianus. n. var. Oaxacense. Otozamites Mandelslohi. Otozamites cf. Reglei. Otozamites hespera. Otozamites paratypus. Zamites Rolkeri (?). Zamites cf. confusus. Pterophyllum angustifoliuwm. Podozamíites sp. Pterophyllum Muúnsteri. Anomozamites Lindleyanus. Stangerites oaxracensis. Williamsonia Nathorstit. Williamsonia sp. (?) Williamsonia Xipe. Cycadeospermum oaxacense. Araucarioxylon mexicanum. Neggerathiopsis Hislopr. Trigonocarpus oaxacensis. Rhabdocarpus grandis. Sagenopteris rhoifolia. Alethopteris mexicana. Laccopteris (o Dictyophyllum). 300 metros hacia arriba Ptilophyllum acutifolium. P. acutifoliuwm cf. var. maxima. P. acutifolium cf. var. minor. Ptilophyllum pulcherrimumn. Otozamites cardiopteroides. Otozamites Reglen. N. var. lucerensis. Otozamites hespera. Otozawmites (Williamsonia). (1) Diazii. (2) Aguilerai. (8) Juarezii. (4) Aguilarianus. (5) Oaracensis. Pterophyllum Múnsteri. Pterophyllum cf. contiguum. Williamsonia mexicana. Williamsonia Cuauhtemoc. Williamsonia Xicotencatl. Williamsonia Quetzalcoatl. Williamsonia Ipalnemoani. Williamsoma Netzahualcoyotl. Williamsonia Centeotl. Williamsonia Tlazolteotl. Williamsonia Huitzilopochtli. Williamsonia (tallos). Cycadolepsis mexicana. Cycadeospermaum oa.xcacense. VFuecites Schimperianus. Fuccites oaxacensis. Phenicopsis (sp.)! Equisetites Giúmbeli. Teniopteris (Zeilleri) tonkinensis. Glossopteris linearis. Glossopteris mexicana. Sphenopteris cf. Williamsoni. Coniopteris cf. hymenophylloides. Cladophlebis Albertsil. Dicksonia (Sphenopteris) Bindrabunensis. A LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 147 Examinando el cuadro II, aparecen varios hechos muy interesantes. En primer lugar es sorprendente que tan pocas especies de la mitad inferior del corte continúen con certidumbre en la mitad superior. Este hecho, no debido enteramente al éxito obtenido al hacer las colecciones, parece el más inesperado; por lo tanto cualquiera división de las capas del corte en series inferior y su- perior, sería completamente arbitraria, pues aunque hay algunos cambios en echado, no existe verdadera discordancia. : En segundo lugar la gran proporción de Cycadeas en la mitad inferior fué - escasa como se había previsto; pero no obstante las diferencias observadas, exis- te en las dos series de plantas estrecha unidad y semejanza, lo cual era de esperarse. El hecho más importante que se presenta agrupando las plantas. como en el cuadro Il, es la gran proporción de cycadeas en la mitad inferior. Tomando las capas en conjunto, contienen el gran elemento de cycadofitas ya indicado, y el hecho de que éstas plantas parezcan culminar en número, más abajo en el corte de El Consuelo prueba que: donde quiera que encontramos capas conte- miendo 60% o más de cycadofitas en el total representado por las colecciones, podemos seguramente referirlas a la parte baja del Lías inferior. Hemos señalado ya en nuestro trabajo reciente acerca de la Tribu de Wil- liamsonias, que el género de las Cycadofitas culminó en el Lías y puede verse ahora claramente establecido que el principio de ese período presenció el des- arrollo máximo de plantas cycadáceas, tanto en variedad de especies como en número. Además, aunque se tiene la fortuna de que podamos tratar aquí con una sucesión real en gran escala, y aunque es verdad que las especies de la mitad su- perior de las capas no varíen grandemente en tipo general, no es menos alenta- dor saber que con las dos series halladas muy alejadas, muchos paleofitologis- tas podrían con poca duda llegar a deducciones algo correctas acerca de la verdadera edad relativa. La presencia de Neggerathiopsis, al menos en dos especies claras de hojas, podría por sí sola favorecer la opinión de la antigiiedad de las plantas de las capas inferiores, mientras que la apariencia antigua de los helechos ape- nas podría creerse. Puede asegurarse que comparaciones como las ya estableci- das podrían tener valor para ayudarnos a juzgar la edad de los cortes geológi- cos muy separados. En el cuadro III se compara por el tanto por ciento la afinidad general de las plantas de las mitades inferior y superior del corte. Una comparación se- niejante entre floras más ampliamente separadas siguiendo el sistema del cua- 148 G. R. WIELAND dro, es interesante porque la semejanza de edad o de posición geográfica llega a ser instructiva. CUADRO III Tanto por ciento de especies para las mitades más alta y más baja del corte de “El Consuelo ” Esveties a Proporción directa species Especies 3 en los 250 m. inferiores | en los 300 m. superiores Eras a total de la serie (ON ENCEAS ooaooonraVnaodooVocaodONjascogorosVon 18-72 % 20-66 % 10% ¡RAN odecuonoroncvoVcOmcádonocoosdocratosiao 3-12,, 1-28 ,, 18,, Cordaltasic lacteos tersa 3-12,, (2) S-10,, Sos Canis eovacoooconradsaduopsobcoDmocacosdacocel Mn IA E sopusdten (2%) INEA UN aV0na no saVVON VU SOpOorOcORacOsOs o IG): ecopo oc (61) cooocoooc (2%) Total de especies...oocccooocoo... 25 30 En el cuadro III se han hecho algunas pequeñas rectificaciones, la princi- pal viene a ser la separación de la mayor parte de los frutos de cycadeas de las :apas superiores. Puesto que en una clase se encontraron sólo tres especies de frutos de las capas inferiores es mejor tomar arbitrariamente un número seme- jante al de las capas superiores en vez de las ocho o diez especies encontradas allí. Por tanto debe hacerse la comparación basándose en formas de follaje co- mo generalmente se dice, mientras el número de especies comparadas perma- nezca aproximadamente el mismo por el paso del Pterophyllum y Otozamítes Reglei de las capas inferiores a las superiores. Se ve así la gran preponde- rancia de especies de frondas de Cycadofitas en las capas inferiores y en efecto parece cierto que este exceso es más probable que aumente y no que disminuya por las futuras colecciones. Mucho material no determinable se encuentra en las capas inferiores y parece probable que siempre encuntramos en estas capas de 6% a 10% más de especies de Oycadeas que en las capas superiores. La aparente supresión de los helechos en las colecciones de capas más ba- jas que contienen plantas en el corte de El Consuelo, es de creerse que sea de- bido solamente al hecho de que las colecciones no han progresado lo bastante para tener lista representativa como en el caso de las Cycadeas. Una lista de helechos comparable en variedad de especies a las Oólites de las costas de LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 149 Yorkshire o del Lías de Bornholm es muy posible que se obtenga, pero que las eycadeas continúen formando más de la mitad de la flora dominante, parece más probable. No es sorprendente que hasta ahora no haya ningún vestigio de coníferas entre los muchos fósiles del corte de El Consuelo; pero es prematuro decir que en las condiciones secas del Liásico de Oaxaca no existieron Conífe- ras de tipos modernos. Al menos es cierto que se encuentran en la región Neo- comiana de Tlaxiaco, formas más o menos cosmopolitas mencionadas por Nat- horst en Felix y Lenk Pseudofrevelopsis Felixi, Sequoia ambigua, y Sequoia Reichenbachi. Como no visitamos las localidades originales, no podemos decir cuál es la edad de estas coníferas. e Abundancia relativa de Cycadofitas en la flora de la Mixteca Alta. Como hemos dicho ya, el carácter dominante de la flora de la Mixteca Al- ta es el 70% de Cycadofitas. En efecto, estas formas son tan abundantes, que la comparación con otras floras hace que la referencia directa a las Cycadeas sea más de desearse. Procedemos en seguida a darlas. Como prueba de la presencia de varias especies bien marcadas de Cyca- deas, además de las que se describen en este Boletín fueron observadas otras varias ocasiones en el campo. También hemos seguido un método claramente conservador al referir como variedades, una gran proporción de cycadeas colec- tadas con objeto de evitar el duplicar especies, las cuales serían embarazosas al estudiar material más abundante. Así estamos dispuestos a dar un valor com- pleto de unidad a cada especie y variedad de frondas de cycadeas, y a cada fruto representado. No creemos estar seriamente equivocados al hacer esto, pues la abundancia de eycadofitas es claramente extraordinaria en las capas de la Mixteca, no obs- tante toda duplicación posible de especies debida a la disociación de frutos y hojas a que pertenecieron. En efecto, sin contar las formas obtenidas directa- mente de los ejemplares, asunto considerablemente difícil, la impresión general persiste de que es probable que el 90% de todas las formas colectadas son hojas o frutos de eycadofitas. Por lo tanto, es poco dudoso que cualquiera que sea el aumento de otros tipos a medida que aumenten las colecciones, se encontrarán en los horizontes de la Mixteca cuando menos cincuenta especies admisibles de eycadeas y probablemente muchas más. Anotando las formas diferentes hasta donde se les ha determinado definitivamente, se obtiene el siguiente por cient« que damos en el cuadro IV. 150 G. R. WIELAND CUADRO IV FLORA RHETICO-LIASICA DE LA MIXTECA ALTA CycadophytaS...coomoococcoo.. 42 formas 10% Medios (ys antiguos. Oo | 105, tipos recientes. DI So OA o toa seo: Da 8», CON AR A 25, PUES ooccondonocoonobnVnraoTónso a b9ORPODonoVeVNdcONesnadbadaVOSórono ón. A 25, Considerando el cuadro 1V, debe recordarse que en vista de la gran propor- ción de frutos de cycadeas y la relativa mala conservación de helechos en to- da la parte superior de las capas del corte de El Consuelo, el número actual de éstos resulta bajo. Es probable por lo tanto, que no varíe mucho de un tercio del total de plantas colectadas la proporción usual de helechos liásicos. No es menos sorprendente el descenso de una mitad en el Rhético, y aunque los hele- chos nuevamente parecen alcanzar números relativamente grandes con el aumen- tc de numerosos tipos recientes al fin del Jurásico y del Wealdeano, son claros el desalojamiento de helechos liásicos y predominio de las eycadofitas. Estas relaciones aparecen comparando la flora rhética de Tonkin que fué estudiada amplia y completamente por Zeiller. CUADRO IVa FLORA RHETICA DE TONHKIN Helechos (principalmente tipos más antiguos )..oooomcconcnonennnooo 26 especies 48% Cycadeas (Pterophyllum en abundancia) .omoccoococnrenecenenoneconina 18 5 395 ,, ClomitnES ecoaroceccuaocióonaronón e SSA EDA MEPRO E O OcTEToOR AUECOOGOTA ABACRDuOS 5 Se Dos EUA noe aolenos 3 00 59), (Ola ENUES varosronogocoosdod Joconn ana co OSOS o TOdSO Ir OdadedaO djdpBaoGoRoVOOdO 1 ES 2. (EME pavaa9na9 nore9dadas0N dos scgaRÓbs eercocconodtocc nabos ocnccsnLocos 1 08 2 Es evidente, como ya hemos dicho, que en el Rhético superior y en el Lías inferior se experimentaron los cambios más notables en la historia de las plan- tas. En el Rhético la incursión de Pteropryllums con la completa desaparición LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 151 de Equisetums y Cordaites fué el hecho dominante, pero los antiguos tipos de helechos, tal vez aun incluyendo muchas especies que contenían semillas, conti- núan excediendo en número a todos los otros grupos. Las Cordaites también llegaron a ser escasas, aunque no hubo marcada abundancia de coníferas para ocupar su lugar. La variación con el avance del Liásico está bien indicada por la flora de Bornholm y de las costas de Yorkshire, las cuales están colocadas en seguida en su orden correspondiente. CUADRO IVb FLORA LIASICA DE BORNHOLM Frutos con ambos tipos, antiguos y MOdernoS.coccoccoonocicicncnnnse 27 especies. Cycadophytas con algunos Pterophyllum 25 Coníferas : 15 Ginkgos 7 ID ALEC ooo caca tE IIRO nooo OOEioS Pou Ucoo o eoo da Ss 4 76 especies. CUADRO IVe FLORA DEL OOLÍTICO INFERIOR DE LA COSTA DE YORKSHIRE Cyacadophytas con algunos Pterophyllum 23 especies. Helechos 20 Conta y CURRO sescranos oo sono cd oOo OTAN EpTON EOS SEEaci0O 9 IA O ASEO 2 54 especies. Parece conveniente conservar los últimos cuatro cuadros separados para consignar el número de las especies hasta la fecha recogidas en estas regiones típicas. En algún sentido estos cuadros representan solamente fases de ciertos estudios. Todo puede ser ahora condensado y con la adición de la flora de Oro- ville, en California, y Rajmahal Hills, colocándolas juntas en el cuadro si- guiente: 152 G. R. WIELAND CUADRO V ELEMENTOS DE LA FLORA RHÉTICO-OOLÍTICA TÍPICA z A ¿ E , A : E s 23 Z E = S di E 3 | 5 ES a E 2 ¡SES a SE gn 3 E. [CES ESG Di EE la 55 [ EA a! | 33 ES el ¡NS [S) pS] ¡MS a A ¡Helechosa ooo [ 46 37 35 32 18 48 Cycadophytas ».coomononerccoronronos | 38 43 33% 34% 70 33 Contes darass 12 17 8 (2) 9 | 16 (Extallgorsacocnoanoacocodanococio9o | 4 ) 9 (2) 2 (Ara MES ooo osooduono dado O OPRcOSnODd e (2) Sea (2) 8 2 Equisetums...oococcoorncconenenncnnns 00 4 5D” 2 2 5.5 il | 4 Los cuadros precedentes, muestran claramente el curso general de los cam-. bios del Rhético al Jurásico medio, cuando se tienen en consideración las modi- ficaciones necesarias. Así el tanto por ciento de cycadeas en la flora de Born- holm es relativamente más bajo, porque no hay el aumento de frutos; mientras. el tanto por ciento de cycadeas en las de las costas de Yorkshire es alto por ha- ber incluído los frutos recientemente descubiertos por Nathorst. En general hay. mucha semejanza en esas cifras, y son ciertamente de interés, si las especies son, aumentadas y revisadas de año en año, para hacer las correcciones necesarias, así como para añadir las estadísticas de otras regiones. Habiendo estudiado la composición general de la flora de la Mixteca Alta y aclarado el hecho que con- tiene un número relativamente mayor de elementos de cycadeas que cualquiera otra, pasamos a hacer consideraciones acerca de la edad indicada. Edad de las capas de plantas del corte de £l Consuelo El cuadro II muestra que la mitad inferior de las capas de plantas de El. Consuelo contiene elementos que cualquicr paleobotánico podría reconocer, como ya dijimos antes, como pertenecientes a una facies un poco más antigua que las plantas de la mitad superior. Aun cuando fueron obtenidas estas dos series de plantas en capas muy separadas, es evidente que muestran una sucesión más bien que una relación de equivalencia, no obstante que en el estado actual de nuestros conocimientos de la flora del Jurásico inferior la diferencia no es bas- A LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 152 tante pronunciada para permitirnos razonar mas que por suposiciones. Esto es debido especialmente a la falta de otros cortes que proporcionen formas tan abundantes como exactamente localizadas en un espesor tan grande de capas, pues el corte de El Consuelo es el único que ha sido encontrado y será necesa- rio considerarlo como una unidad cuando se le compare con otros cortes. En consecuencia en un primer esfuerzo para determinar la edail relativa de estas capas, hay que tener en cuenta una lista simplificada de las plantas de to- do el corte y esa lista de valor positivo se obtiene excluyendo las variedades en el cuadro I, el único Equisetum, el Teniopteris, las Glossopteris dudosas, y muchos de los frutos de las eycadeas que hasta aquí se han presentado con de- masiada rareza para poder agruparlos de acuerdo con la edad. Tratando así con el mínimum irreducible de género y especie para que no pue la haber excep- ción, la causa de error puede ser notablemente aminorada. La lista condensada es la siguiente: PP o eee CUADRO VI LISTA CONDENSADA DE PLANTAS DE LA MIXTECA ALTA | Gimnospermas Cycadeas | de tipos más antiguos, Helechos 0% + | no Cycadáceas 20% + 15% + A Ptilophyllum. Ñ Otozamites obtusus. Reglel. Mandelslohi. hespera. ¿ 00 paratupus. Zamutes Rolkeri. Podozamites sp. Pterophyllum cf. contiguum. 00 Mimnsteri. Stangerites oaracensis. Anomozamites Lindleyanus. Williamsonia mexicana. $ (frutos en profusión). Cycadolepis. Pterozamites (Pterophyllum) angustifolia. | Trigonocarpus. Rhadocarpus. Araucariozxylon. Neygyerathiopsis. Alethopteris. Teniopteris Zeillert. Cladophlebis. Laccopteris (2). Sagyenopteris rhoifolia. Bol. 31. Flora liásica.—20 154 G. R. WIELAND F == =- = recordando ahora que no son los nuevos elementos de una flora estudiada por la primera vez aunque ampliamente identificada, sino los elementos anti- guos mejor conocidos, es bueno tener en cuenta la perturbación y el espacio pa- ra dar la edad asignada a los elementos mejor conocidos, corrigiendo la flora de la Mixteca Alta en el cuadro siguiente: > CUADRO Vla EDAD ASIGNADA Rhético Liásico Oolítico inferior Zamiles Rolkeri. Ptilophyllum. É | Ptilophyllum. » confusus. | Otozamites obtusus. Otozamites (William- Pterophyllum Sh contiguuum. | 0 Molinianes. sonia). Laccopteris (2). E Mandelslohi. Williamsonia (frutos). Negyerathiopsis. pe Reglei. | Fuccites. Alecihopteris. Si Juarezii. Glossopteris. | Pterozamites (Pterophyllum). | Pterophyllum Munster. | Anomozamites Lindleyanus. Cycadolepis. | Plenicopsis. Stangerites. Sagenopteris (del Rhético al Liásico). Se ve por este cuadro que cerca de ocho de los antiguos elementos son del Triásico superior o Rhético, y solamente cuatro son de algunas impresiones del Oolítico inferior, mientras la grar mayoría de formas es liásica. Por lo tanto se deduce que las capas de plantas del corte de El Comsuelo están en el límite superior del rhético y probablemente se extienden al Liásico, cerca del Oolítico inferior. En tanto que esta determinación se discuta aprovechando estudios críticos que aparecerán fundándose en los invertebrados de la gran superposición de depósitos marinos en el corte de El Consuelo, comenzaríamos a ceder clasifi- cando las capas de plantas más sencillamente, como del Jurásico inferior. La flora, como ya se explicó, parece haber sido de establecimiento reciente más bien que antiguo, hecho completamente de acuerdo con la sucesión de aconteci- mientos geológicos que conducen a los depósitos de las capas de plantas. (3) LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 15: Tal es el resultado académico pare. sostener que ninguna parte de las ca- pas de plantas puede ser rhética. Como ya dijimos, Zeiller ha demostrado que una fiora rhética típica (como la de Tonkin) que actualmente contiene algu- nos elementos que persisten en Oaxaca, la mitad es de helechos de tipos anti- guos, mientras que un décimo de plantas son coníferas y solamente un tercio son cycadeas. Por otra parte hay mucha correlación: en las proporciones liási- cas de esas formas como ya se manifiesta en los cuadros IV y V. Además, encontramos dificultades ulteriores tan pronto como vamos al otro extremo tratando de establecer estrechos paralelos con la supuesta flora post-liásica. La de Oroville, California, parece de un tipo mucho más reciente. Origen de la flora de la Mixteca Alta ¿Tienen las plantas oaxaqueñas su origen en el Norte o en el Sur o son esen- cialmente ecuatoriales y forman parte tan distintiva de la vegetación estricta- mente cosmopolita del Jurásico que no pueda discernirse el origen de los ele- mentos principales? Desgraciadamente aún no se ha satisfecho la necesidad de un buen corte a través de las capas de plantas de la Argentina o de otras localidades de la América del Sur que contienen restos de plantas jurásicas, ni tenemos a la mano resultados completos de algunos de los estudios de las capas de plantas antár- ticas que ahora se están haciendo. Sin embargo, se sabe por una corta nota de Nathrost en C. R. Ac. Se. París (p. 1449, Junio 6, 1904), que floreció en la región Antártica, una vegetación variada parecida a la de las capas del Jabal- pur-Kach de la India, y por lo tanto afiliadas a la flora del Norte del Jurásico inferior al medio. Ñ Las plantas típicas de las tierras de Luis Felipe son Cladophlebis, Todites, Thinmfeldia, Sphenopteris hymeno-phylloides, Williamsonia pecten, un magnífi- co Pterophyllum Morrissianum y un conspicuo grupo de coníferas incluyendo Araucarites eutehensis, Taxites, Brachyphyllum y Palissya. Además hay re- presentada en la descripción de la Expedición Antárctica de Nordenskjóld (“An- taretica,” published in 1905) una Cladophlebis muy próxima al €. denticulata un Pterophyllum apenas distinguible del P. Falconerianum Morris, un hermoso erupo de frondas de eycadeas que se refieren al Ptilophyllum acutifolium, y una delicada Palissya muy próxima o idéntica al P. conferta Oldham. Evidentemente muchas de las plantas más conspicuas del Jurásico inferior y superior, fueron casi tan cosmopolitas como los tipos paleozoicos, hecho que puede aclarar el curso de las plantas desde su origen y su emigración en el Me- 156 G. R. WIELAND sozoico medio, tarea muy complicada si no imposible. Pero es inútil decir, que esta dificultad debe incitar a los paleobotánicos a hacer todo esfuerzo antes de aceptar definitivamente resultados negativos. Mientras tanto, las pruebas que nosotros poseemos hacen al menos posible varias inferencias interesantes. Como se ha indicado ya la Noggerathiopsis pa- rece haber venido del Sur, y lo mismo debe haber pasado con algunas Glossopte- ris, y aunque es difícil descubrir otros elementos meridionales, en Oaxaca no hay coníferas del tipo septentrional y especialmente del Ginkgo, que es la for- ma claramente boreal. La eycadea de nervadura reticulada Dictyozamites, fal- ta también aunque se menciona tanto de las costas de Yorkshire como de Born- holm y que probablemente se deriva originalmente del área polar Norte. Pero no podemos hacer mucho con estos hechos. Más digna de atención es la ausencia de las grandes formas de Pterophyllum y especialmente de Otenis; pues la reaparición de estos elementos mayores del Liásico de la India en la flora de Oroville, que se supone más joven, sugiere un gran centro de origen o ruta septentrional. Pero es también digno de notarse que el aparente aumento o multiplicación de tipos de Pterophyllum en el Jurásico medio siguiendo su disminución clara en cuanto al número relativo después de su predominio en el Rhético, es de fundamental importancia y aun sugiere una directa transfor- mación en Angiospermas. La equivalencia del Liásico de la India y California es como sigue: CUADRO VIL EQUIVALENCIA DE LOS TIPOS DE LA INDIA Y DE CALIFORNIA Liásico de la India Oolítico de California Pterophyllum vajmahalense.comoonomonciarooo Pterophyllum rajmahalense. sl Morrisiamum (propinquo) ..mcoooo... Ctenophyllum densifollium. 20 princeps. 09 CPASSUM:. AS Ctenis grandifolia. A distans ... Tieniopteris latd.......o.. , . LES: E É 0) asesoncocono Macroteniopteris californica. Macrotemiopteris lata... Continuando un poco más esta línea de observación, parece que las capas de plantas oaxaqueñas no fueron notablemente debidas a las regiones de la In- LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 157 dia o meridionales. Por lo menos esta es la conclusión clara que se obtiene del cuadro siguiente de tipos importantes del viejo mundo que no han sido encon- trados todavía en Oaxaca. CUADRO VII Tipos notables del Antiguo Mundo aun no encontrados en Oaxaca India | Costa de Yorkshire (1) Liásico: Rajmahal Hills: (1) Liásico: Teniopteris lata. Macroteniopteris lata. | Cycadites rajmahalensis.ooommnconocociicicnn Cicadites rectangularis. Una forma seme- jante al Ctenis. Pterophyllum Morrisianum. 09 princeps. A rajmahalense. | e CIASSUM. | o distans. Paleozomia bengalensis. Dictyozamites IMAICUS <.oomonooo cooonenencconona | En Bornholm, se presenta la Dictyozami- tes Johnstrupi. 0% falcatus. | Alethopteris Hislopi. | Tarodites indicus. Palissya conferta. Gingko crassipes. Thinnfeldia indica. | (2) Oolítico: Kach-Jabalpur: (2) Oolítico inferior: (ExLaliaJo (va onccocroosoboddVOVorooaVnoan9cinaRaS Ginkgo digitata. Baiera gracilis. Palissya indica jabalpurensis. Tawites Zamioides. | Dictyozamites Hawells. | Ctenis Nathorstiz. (Flora de Bornholm.,) Matonidium Goepperti. Dictyophyllum rugosum. ' Al cuadro VIII precedente se podrían agregar plantas que son conocidas en Bornholm; pero es más conveniente darlas separadamente como sigue: 158 G. R. WIELAND (1) Dicksonia Pingelii. (2) » pauciloba. (8) Otozamites pusillimaus. (9) » tenuissianas . (8) Asplenites Cladophleboides. (10) Dictyozamites Johnstrupi. (4) Hausmannia acutidens. (11) Pagiophyllum falcatum. (5) Ctenis Nathorstii. (12) en triangulare. (6) Otozamites bornholmiensis. (13) Taxites subzamioides. (7) 00 Bartholini. (14) Carpolithes nummularius. Bornholm está únicamente separada de la costa de Yorkshire 15? de longi- tud en el paralelo 55% de latitud Norte; sus capas de plantas del Jurásico infe- rior deben ser casi una sucesión del Rhético de Skone. Con la última, la flora de Bornholm tiene diez y nueve especies comunes; con el Rhético de Franco- nia el mismo número; con el Rhético de Polonia quince, y con el Oólítico infe- rior de Scarborough cerca de doce. Estas especies comunes a Bornholm y Scar- borough es conveniente reunirlas aquí como sigue: (1) Equisetites columnaris. (7) Podozamites cf. lanceolatus. (2) Sagenopteras Phillipsii. (8) Ginkgo cf. digitata. (38) Cladophlebis denticulata. (9) Baiera cf. aracilis, (4) Coniopteris cf. hymenophylloides. (10) Ciekanowskia cf. Murrayana. (5) (11) Otozamites obtusus. (6) (12) Dictyozamites cf. D. Hawelli. (15) Vilssonia cf. Compta. Dictyophyllum Cf. TUJOSUM. Laccopteris polypodioides. Por lo tanto, puesto que las plantas de Bornholm incluyen Dictyozamites, coníferas y Ginlgo, o sea un tipo solamente septentrional, el paralelismo con las costas de Yorkshire es notable a pesar de la diferencia de edad; pero al mis- mo tiempo los elementos de cycadeas de la flora de Bornholm incluyen las dos especies importantes Otozamites Molinianus y O. Mandelslohi características del Liásico del Continente Europeo y encontradas en Oaxaca. Cuando se compara (cf. cuadro 1), la semejanza de la flora oaxaqueña con las encontradas en Bornholm y las costas de Yorkshire y en el continente Europeo, se ve que es pre- ponderante la semejanza que se nota con las de las series Indias. Además hay considerable unidad en la flora de las latitudes septentrionales y estos hechos su- gieren que las rutas Norte y Sur fueron de las más recorridas por las plantas en el Jurásico inferior. También se dudó mucho de la existencia de una ruta ecua- torial en la Gondwana en el tiempo en que florecieron las plantas oaxaque- ñas. Semejante conexión directa con el viejo mundo había dado como resultado una semejanza muy bien definida con las floras ya sea europea o índica, que hemos determinado hasta aquí. Es más segura la hipótesis de un origen boreal y austral. Parece injustificada la opinión opuesta de que con toda probabilidad la serie oaxaqueña pertenece al Jurásico inferior, y es la precursora de flores más sep- tentrionales. La falta de Dictyozamites de origen indio o más probablemente pa LA FLORA LIASICA DE LA MIXTECA ALTA 159 septentrional, juntamente con la falta de coníferas y Ginkgos, señalan el otro camino. El movimiento general de plantas en tiempos más recientes está tam- bién en contra de esta opinión y es pertinente repetir aquí que los paleontólogos han acostumbrado cuando comparan los fósiles de horizontes distantes, imagi- nar que las semejanzas observadas son debidas a algún intercambio constante de especies, localizando orígenes más o menos al azahar. Muy a menudo esta idea del cruzamiento de las especies y recruzamiento a la mitad del globo es una hipótesis en términos que excluyen las áreas polares; pues es razonable suponer solamente que esas han sido siempre relativamente más y no menos prolíficas de nuevas especies que otras regiones más ecuatoriales. Incuestionablemente cuando localidades aisladas están vigorosamente pobla- das, especialmente las islas, resultan considerables variaciones específicas. Pe- rc es una deducción clara que especies así producidas tienen mucho menos poder de invasión que las que resultan de cambios geológicos profundos que afectan a todo el globo o tal vez más bien dicho, que aquellas especies que marcan y for- an la cima de la gran onda del desarrollo evolutivo. Es por lo tanto una bue- na deducción de los hechos generales, así como de los especiales citados, que la flora caxaqueña aunque sin duda incluye muchas formas o variedades de des- arrollo local, fué de aspecto preponderante boreal más bien que austral o ecua- torial. a Las muy pocas generalizaciones que se han intentado bosquejar aquí deben por supuesto esperar los resultados de futuros trabajos de campo para su com- probación o refutación. Sin embargo parece que la sobreposición de formas nuevas y antiguas en las diversas floras jurásicas podrán distribuirse de una manera satisfactoria tan pronto como las especies sean mejor conocidas. La eran semejanza entre floras tan ampliamente separadas como las que considera- mos, significan regularidad en el movimiento y desarrollo de la vida de las plan- tas jurásicas. Es por lo tanto casi seguro que aunque nunca será posible na- rrar la historia completa de los géneros o familias uno después de otro, será efectiva la acumulación de grandes grupos de especies definitivamente deter- minadas. Las grupos de especies nos facilitarán determinar la edad con exacti- tud basándose en el tanto por ciento de los más grandes elementos, como son las eycadeas, coníferas, helechos y equisetáceas como está aproximadamente en el cuadro V. Ciertamente parece que eventualmente podría ser posible estable- cer la curva de frecuencia del orden de las plantas en varias floras, que aunque erráticas pueden haber sido el desarrollo y diseminación de algunos de los géne- ros o familias. Esta posibilidad es un gran estímulo para la determinación exac- ta de las especies jurásicas. 160 G. R. WIELAND Keferencias para la literatura de las plantas del Jurásico Inferior Los números corresponden a la carta adjunta. Esta lista se ha añadido principalmente en relación con el estudio de distribución geográfica. También se incluyen los trabajos de principal importancia para identificación, pero se la restringido intencionalmente. Tomada junto con las bibliocrafías del Bri- tish Museum Catalogues, se tiene una lista casi completa de todas las fuentes ori- ginales para el estudio de las plantas jurásicas. (e MOMO. s030voocosas 1834. —Williamson, W. C. 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(Nouvelle Série, Livraison 71). (ticos o aonaoa did 1903.—Zeiller, R.—Flore Fossile des Gites de Charbon du Tonkin, pp. 327, mapes et planches. 1906.—Yokoyama, M. Mesozoic Plants from China, Jour. Coll. Sci. Imp. Univ. Tokyo. Vol. XXVI, Art. 9. 1911.—Seward, A. C. Jurassic Plants from Chinese Dzungaria (85* E. long. 45. N. lat.). Mém. du Comité Géol. Nouvelle Série, Livraison 75. Graham Land.......... 1913.—Halle, T. G.—The Mesozoie Flora of Graham Land. Schwe- dischen Siidpolar-Expedition. (Wiss. Ergebnisse). Band UI, Lieferung 14, pp. 123, pls. 9. INDICE DE GENEROS Y ESPECIES Págs acutifolium (PtilophylluM).......ooooomooormomo mo... PasbososreanoDopoS o AR o O 20 acutifolium nov. var. minor de Oaxaca (PtilophylluM).......ooooooocorororoorrrrarrrr o 23 affinis (Sphenopteris) var. DnOV. Md. ...o.oooomomoommo...-. BoODVOpD0DOOoroco odon doo ooo oro odas 128 Aguilarianus, Otozamites (Williamsonia) SP. DOV.....oooooooooooomm.... IS gonoSidoUds o coo 54 Aguilerai, Otozamites (Williamsonia) SP. MOV. ..0ooococoooocorccrrs DOVoNsPnoDoVo oran 53 Ma (0) (ECO MENE) soc... or coo aoasoo nac coro so OOOO ADO OLOO OOO UPooNas 129 Alethopteris (?) Oaxacensis, SP. DOV....oooooocorrrrr 126 angustifolius, Pterozamites (PterophylluM) ...oooommooroooo or 59 AO MOZA CO iii 62 AO MOZA Is Ddo0V0dOJd09 area a. 61 Araucarioxylon mexicanuM, SP. DOV-..ooooocoorrrenroo.. A A aaa Ea 120 Bornemann (Stangerites). co o da00cooosoobdo oooO Oo oooO 55 Brongniart (Cladophlebis)....... ooo... 129 Bucklandi, Otozamites (OtopterisS).....o.oooooooorrr 43 cardiopteroides (Otozamites) Sp. MOV... 44 Centeotl (Williamsonia), Sp. DO. a. 00 Cladophlebis Albertsii (Pm... 129 Cladophlebis Brongniatt......ooooooooromo ooo... do ooo daa opuso aaa ooo dp LANSo 129 Coniopteris (ef. hymenophylloides).............. dO000OADAIOODAOROLANNOIIANSA OSO 130 contiguum (PterophylluM)......ooooooooooo ooo... desoodrodosocbeoV ooo opio oooO ob noo aa 60 Cuauhtemoci (Williamsonia) Sp. DOV o... 82 Cycadeospermum Oaxacense, SP. DOV.....ooooo... 0d 00vO0VdD00VVODOVLOAVIONP odo odo doors 119 Oyeadolepis Mexilada. 78 Ccado lp Iii: 77 danaeoides (Taeneopteris Ch.)....o.o.o...o.ooooooor 133 Diazi, Otozamites (Williamsonla), SP. MOV... 50 Equisetites (Calamites) Gúmbeli....ooooo.oooorrr 136 Glossopteris (2?) lineariS.....ooooooro 135 Glossopteris Mexilaa, Sp. DO 136 grandis (Rhabdocarpus?) Sp. DOV...0.ooooooocoo..- cd 0odoDosodoOc ooo ono roRr odon PoR pao on 118 Giimbeli, Equisetites (Calamites)................ dodO0OVLoV oooO Doo Von Doo ano odon 136 Heer (Phoenicopssi?) SP...ooooocccocrrorrrr rs ISR Sab aaa ae 111 hespera (OtozamMites), SP. DO 49 hespera (Otozamites), var. nov. intermedia....... dono Obroco oa rro oro do rana ao 40 hespera (Otozamites) var. nov. latifolia.....ooommooooooorrrrr rr 38 Hislopi (DNoegerathiopsis).. rr 112 Huitzilopochtli (Williamsonia?) Sp. DOV.... 98 hymenophylloides (Coniopteris Ch.).o.ooooocooorrrrar 130 Ipalnemoani (Williamsonia), Sp. DOV........... D00 Sao ooo oooopeorocon odo odo U eV Udnóeoe, y 92 Juarezi, Otozamites (Williamsonia) Sp. DOV....oooommocrrrrrrm... toa aii las 51 Iaccopteris (sp mM lo lo le 133 Lindleyanus (Anomozamites Cll. 62 linearis (Glossopteris?)...ooomooorrrrrr Donocnesooodo 135 Mandelslohi (Otozamites)....ooooocrorrrrrr e 27 mexicana (Cycadolepis).....o.ooomoommrrrrrrrrr Cora 0 O 78 mexicana (Glossopteris?) SP. MOV. 136 Bol, 21, Flora liásiea —21* 164 INDICE DE GENEROS Y ESPECIES Págs AC A 100 mal (ae camoion) Ed MO Vecovooouocosooroconuscobooccoronoor sor coca rocuocccacos 120 Molina OI OO OS ea A SIaO 32 Molinianus (O b0zantes) varo aa con 34 Morris PEI A TS DE 18 Múnsteri, Pterozamites (Pterophyllum) Presl. SDP............... Bobo ayoOa CO noo Dial nia obio, 59 Nabborstun (Mallas ona) 85 Netzahual cono NAS O 89 Noegerathiopsis iso RN 112 obtusus (Otozamites) var. Liassica Mibi.......oc............ A DS a ao 42 obtususM(O oz amis) Cta 41 Oaxacenso(Uycade open 119 Oaxacensis EM e hope 126 Oaxacensis, Otozamites (Williamsonia) var. aut. Sp. DOV.ooocoooccero rr 52 Oaxacensisi (Stangerites) Spill NE 57 Oaxacensis MEM on oca pu 118 DARACENSAS UN SECA 116 Otozamites cardiopteroides, Sp. MOV. .......o.o.o... EAS dao oso 44 Ot oZAaMtES DESPA A 49 Ot 0zamitvesAhes pera aran oy e 40 Oroz AMES MES CLAN 38 Ojozamites: Mande ES 27 Otozamites: MOM ON 32 Otozamites Molinianus var. Oaxacensis Mibi...............o..o. IAE SSI doo, a 34 Otozamitvestob usas a 42 Ot0Z7AMIESTO PLUS SCA VA A 41 Otozamites (Otopteris) sp. ef. Otozamites (Otopteris) Buekladdi....oooooooooorocoorco 43 DAA A a ls AO 47 OtozamitesHkre iia 35 Otozamites presi aro O 38 Otozamites tribulosus, Sp. NOV. ...o.0ooocoocooo... O OOOO o DaaOS ao een. pio 45 Dias AO A Aid 28 Otozamites (Williamsonia) Aguilarianus Sp. MOV......o.o...o.oo.. a lao aorta Dana lo dos 54 Otozanmitesi Williamson Ar 53 OtozamitesAWMWilMans o IS 50 OtozanmtesiWillbansoma aa 51 Otozamites (Williamsonia) Oaxacensis Var. aut. Pp. DOV.....0o.ooooecorccror 52 paratypus (Oboe e O RUN: 47 PROEnICOPsSI IP ted 111 A A NN NUS N ANNA 58 ELeropiyllun Cc CO SN 60 Pterozamites (Pterophyllum) angustifolius.......0o.o.o.o.ooooo. SS da Oe OOO ocIaR aid apio 59 ESerozamitesi(Bterophyllunm) Mins ter 59 Brniopiyldaa O O Sosa o etioo 20 Rophyllunfacutito lun no ar A IA 23 PElopiy lua Mor REST E RO Dolor 18 IA lanos soon oobe co dabaccoo la dadon asoció ado ao o ooo daa osas ae oso 25 puc OS 25 Quetzalcoatl (Williamsonia), SP. MOV. ..o.oooocornroo...- AAN NN 93 Restan cerensis oa (O oa SO) Reglei var. Oaxacensis mihi (Otozamites).....oooooooccrocoro oo a aio 38 Rhabdocarpus (9) grandis, Sp. DOV....ooo.ooooooramicc IO A NS 118 Mottola) yen 10 osea (AiO). osoconocooosoceVsoVoarponoonoo rar oboso ocupa sos 139 NASenopiens hoola an A NS 139 Saporta M(Cyeadolepi rl SRT 77 SCHIMperi (An On oe OS 61 Sechimperianus (?) Yuecites....... o00anodOa go aooorodaDdnaoo sopa droD dor cora ro roces, 115 SUCIOS EME VE MO 1 losporasoconosoooóosconsonsspcccoccoocnscasasa soopoonansoso 128 Stangerites BO A NES E A yn ETE 55 INDICE DE GENEROS Y ESPECIES 165 Págs Stangerites Daxaeensis, SP. MOV 57 Daemiopteris CE dana e 135 aenopterns (CN 131 Taeniopteris (Zeilleri) tonkinensis, SP. MOV... ooo. 132 Tecatzoncatl (Williamsonia), Sp. MOV. 98 Tlazolteotl (Willlamsonia) Sp. Dm 97 Tonkinensis, Taeniopteris (Zeilleri) SP. DOV...ooomerrrrrr rro 132 tribulosus (Obozamites) p.m es 45 Trigonocarpus Daxacensis SP. DIV. to 118 vital (Mae opi 131 Willard, Edesoccsooscopooropocorscoobooo cone obio oo dos oops ada: Saa e OO eOn 88 Williamsonia Centeotl, Sp. DOV....oooooooooooo... Sosa aora OOOO 96 Williamsonia Cuauhtemoc, pao e 82 Williamsonia (2) Huitzilopoehtli, SP. DOV +. ..ooooerorrrr rro 98 Williamsonia Ipalmemoandi, Sp. MOV. 92 Williamsonia Mexicana, sp mor 100 Williamsonia Nathorstil, Sp. MOV... 85 Williamsonia Netzahualeoyotl, Sp. MOV. 89 Williamsonia Quetzalcoatl, Sp. O re 93 Williamsonia Tecatzoncatl, Sp. DIV 98 Williamsonia Tlazolteotl, sp. mor. 97 Williamsonia Xicotencatli, sp. aos 84 Williamsonia XiPe......ooooororrrrr ooo0DonSongronoooo od0eboo yoo po Yao 98 Xaicotencatli (Willamsonia) SP. Do 84 po (Wilkoamequio) o ..onosooo oo 09009009 0ooo On orRo aro oo oP oO AsOr OB O00 IAS 0 ARO aa '98 Yucecites Daxacensis DOY. 116 Wu ecitesiS chape Ai 115 PACA AO AAN: e ul 6 A TE (5%, OA y HIP En A to vu INSTITUTO o o MEXICO FLORA LIASICA = 2 DE-LA JUN 15 1916, Mario ES b 3 Á da POR E G. R. WIELAND A ATLAS—LAMINAS I-L | 1 o DA MEXICO. a DEPARTAMENTO DE IMPRENTA DE LA SECRETARIA DE FOMENTO Af Primera calle de Betlemitas núm. 8 : 1916 SECRETARIA DE FOMENTO 1 Sa a al aa O. ESE AO 20) a 1 os a (ee) JA AAA ICA SEO A DE LA DIME JE O IDA, AI nsonian Instit y ¿Qe “bo, : JUN 15 1916 Aationa Museu G. R. WIELAND ATLAS—LAMINAS 1-L MEXICO DEPARTAMENTO DE IMPRENTA DE LA SECRETARIA DE FOMENTO Primera calle de Betlemitas núm. 8 1916 di GAMIMAN-BATTA: 09m ba. A Es 2 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 ' 3 LAMINA I Todas las figuras son del tamaño natural, a menos que se especifique lo contrario. Ptilophyllum acutifolium Morris. cf. var. maximum O. Feistmantel. Porción de una gran laja casi exclusivamente cubierta por frondas maduras, mostrando las dos superficies dorsal y ventral. Antes de ser tomada la foto- grafía, la fronda central fué cuidadosa y correctamente retocada con sepla en toda su superficie por nosotros mismos; - por esto el color vivo contrasta con las frondas, lo cual le da la apariencia de haber sido grabada en la laja. (Co- mo la laja fué invertida cuando se fotografió, la lámina debe ser volteada si se quieren estudiar pequeños detalles). : LAMINA II Ptilophallum acutifoliwm Morris. cf. var. maximum O. Feistmantel. Porción de otra gran laja conteniendo varias frondas de tamaño mediano, probablemente no tan completamente desarrolladas como las de la lámina 1. La fronda del centro es perfecta de la base al ápice, pero manifestando la ten- dencia habitual a rajarse abriéndose de modo que la prueba obtenida dividi- da en porciones no muestra exactamente la superficie superior continua. Es- to es verdad, especialmente en la región media de la fronda, donde el aspecto es casi el de un molde o de una superficie inferior. Se ve esencialmente la su- perficie superior tanto en la base como cerca de ella. La ancha base peciolada es interesante y parece indicar que la fronda debhis- cente es muy tupida en la superficie del tallo, así solamente ha quedado una cicatriz más bien que una antigua base de hoja. Se ven algunas otras trondas fragmentarias. La hoja pequeña de la derecha con anchas pínmulas la llama- mos en este Boletín Otozamites Reglei var. lucerensis, y la pínnula grande y si- métrica es tal vez una Otozamites paratypus. (Compárese lámina XVI, fig. 8). El contorno de la pínnula, asícomo la base de la fronda de Ptilophyllum y al- 4 : BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO, NUM. 31 gunos fragmentos estructurales de tallo, los retocamos con sepia con el mayor cuidado siguiendo el contorno. Las otras superficies se encuentran como esta- ban en la laja. LAMINA III Ptilophyllum acutifolium Morris. cf. var. maximum O. Feistmantel. (Acompañada por un gran tronco de árbol no determinable). Esta hermosa fronda completa aparece más cerca de su madurez que la re- presentada en la lámina TI, y mostrando completamente el mismo hábito de la fronda de la lámina I. ; Aun cuando no es imposible que la fronda pertenezca al tronco de árbol aplastado, de 20 centímetros de diámetro por el lado donde está expuesto, pa- rece más probable que estas dos frondas no estén así relacionadas. El tronco, sin embargo, puede haber sido cicadáceo, ya que parece tener una clara arma- Ñ dura y la zona de madera que se muestra claramente, puede haberse destruí- do solamente después de la compresión de una gran médula interior. . LAMINA IV Ptilophyllum y Williamsonia [2]. Figura 1.—Tallo de Williamsonia o Cicas de la cantera en la capa 16 (42) del corte del Con- suelo, 3 metros más bajo que el tallo representado en la lámina IIT. Se ven porciones de restos de antiguas bases de hojas, no habiendo progre- sado la extirpación tanto.como en los tallos mostrados en las láminas XXIV y XXV, los que son, sin duda, de especie diferente. El tallo fué muy retocado con sepia, tan ancho como comprimido, total- mente aplastado. 6 centímetros. Figura 2.—Ptilophyllum acutifolvum Morris, cf. var. maximum O. Feistmantel. La impresión del lado bajo del raquis y pínnulas de una forma juvenil ca- si en su completo desarrollo. Figura 3.—Otozamites hespera. var. nov. latifolia. (Compárense con la lámina XXIIL, fig. 3, las dos grandes frondas, etc.) asociadas íntimamente con las frondas de Fuc- cites schimperianus representadas en la lámina XXIX. Figura 4.—Ptilophyllum pulcherrimum sp. nov. Esta forma, está tan próxima a la línea divisoria entre la forma asignada co- mo característica de Ptilophyllum y de la Otozamites con pínnulas angostas, que es casi imposible determinar dónde termina una serie y empieza la otra, ha- sándose en las formas externas solamente. BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 hs) LAMINA V Porción de una gran laja de la cantera en la capa 18 (48) del corte de la barranca El Consuelo, mostrando Ptilophyllum pulcherrimum, P. acutifolium y Otozamites hespera. A.—Puilophyllum pulcherrimum.—La punta adornada de la fronda en el ángulo superior dere- cho de la lámina. B.—Ptilophyilum acutifolvum Morris var. NOV. minor.—Las frondas completas en el centro de la lámina. A la derecha de la fronda más larga está la parte media supe- rior de la impresión o molde de la superficie superior de la fronda. Forma de fronda muy próxima a Williamsonta pecten. S C.—Otozamites hespera sp. nov.—Porción basal de fronda a la derecha, en la parte inferior de la lámina. LAMINA VI Ptilophyllum acutifolvum var. NOV. minor, Ilustración que continúa la de la lámina anterior. Porción de otra laja más grande de la misma cantera, La laja recién sacada de la cantera tenía cerca de un metro de largo por sesenta centímetros de ancho, y la superficie entera estaba cubierta con estas frondas desde mediano tamaño a muy peque- ñas. E Además de la serie Ptilophyllum, la laja tiene otras especies de frondas mucho más grandes. De éstas deben ser mencionadas las frondas de Otozami- tes (Williamsonia) Juarezú. LAMINA VII Ptilophyjilum, continuación. Fig. 1.—Ptilophyllum acutifolvum Morris var. nov. minor. Otra fronda completa de la mis- ma laja que los ejemplares de la lámina precedente. Al lado de ésta! puede notarse la punta de una fronda de Otozamites cf. obtusus. Con dificultad pue- de distinguirse de las formas europeas de O. obtusus. Fig.2.—Otozamites sp. Porción de la corona de frondas jóvenes colectadas en la cantera del lado derecho de la barranca El Consuelo, en la capa 12 (32). Evidentemente 6 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO, Num. 31 es una Otozamites del grupo Otozamites hespera, y puede resultar una variedad distinta. Fig. 3.—Ptilophyllum acutifoliwm Morris var. nov. minor. Grupo de frondas muy jóvenes con numerosas pínnulas haciendo contraste marcado con las de tipo de hojas más cortas mostradas en la fig. 2. LAMINA VIII Otozamites hespera (impresión completa de la superficie superior de la tronda), con Otozami- tes Reglei. var. Lucerensis (compárese con las láminas IX y X). j Las frondas fueron retocadas con sepia en toda su superficie antes de fo- tografiarlas. Nótese la base esbelta de la fronda comparada con la de Ptilophy- llum de las láminas 1 a LIT. Pínnulas 2 (40). LAMINA IX Otozamites y Phoenicopsis. Fig. 1.—Otozamites Reglei Brongniart, var. nov. Lucerensis. (Probablemente tipos de fronda ancha y angosta están indicados por estas partes complementarias). Localidad: El Cerro del Lucero, en medio de la mitad superior de las capas de plantas. Fig. 2.—Otozamites hespera sp. nov. con Phoenicopsis (?) Heer, sp. De la capa 16 (42) del corte El Consuelo. Fig. 3.—Otozamites hespera sp. nov. Superficie superior de la fronda. Compárese con el molde de la superficie superior de la fronda un poco más ancha de la lámina VIM. En la XX porciones de pínnulas fueron quitadas con objeto de mostrar la extensión de la cubierta. De la capa 19 del corte preliminar. LAMINA X Otozamites continuación). Fig. 1.—Otozamites hespera var. nov. intermedius. Fronda con el tejido dela pínnula original aparentemente substituída por kaolín de una manera semejante a la substitu- ción de la celulosa en la silicificación. Nótese que el depósito del kaolín es de un espesor notable, y que la nervadura de las pínnulas aparece en su superficie BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. Num. 31 7 superior así como en el molde de la matriz de la superficie inferior. (La pseu- domorfosis de kaolín por llenamiento secundario de una cavidad dejada por la remoción de la celulosa original, es de una explicación dudosa). De la ex- plotación de carbón correspondiente a la capa 6 del corte El Consuelo. Fig. 2.—Otozamites hespera sp. nov. Pínnulas kaolinizadas semejantes a las precedentes. Ambos ejemplares son de la roca que contiene mucho carbón, con vetillas de carbón de la capa número 6 del corte El Consuelo. Figs. 3, 4. —Otozamites Regler var. nov. Oaxacensis. La figura 3 es un ejemplar precisamente de abajo de la capa media de carbón en el Río de Mixtepec. Esta forma reaparece en el tercio superior del corte El Consuelo como se indica en la figura 4 siguiente. Fig. 4.—Frondas de la capa 19 (57) del corte El Consuelo. LAMINA XI Porción de una laja de la cantera en la capa 16 (42) del corte de la Barranca Consuelo: conteniendo Otozamites Reglei, O. hespera y O. (Williamsonia) Juarezit. A.—Otozamites Reglei Brongniart var. nov. lucerensis. Las dos frondas completas colocadas lado a lado y parcialmente sobrepuestas en medio de la lámina con una for- ma tal vez joven en el ángulo izquierdo inferior. B.—Otozamites hespera var. latifolius sp. et var. nov. La fronda con pínnulas angostas colo- cada en el borde de la lámina, a la derecha y a la izquierda de las dos frondas anteriores de la parte central. Indudablemente juvenil. ('.—Otozamites Regler. var. nov. lucerensis. D.—Otozamites (Williamsonia) Juarezii sp. nov. La pínnula aislada de 65 milímetros de largo por 12 milímetros de ancho en la parte inferior de la lámina. Casi igual a Za- mites acerosus Saporta. Compárese con la mitad basal de la fronda en la lá- mina XXIT. LAMINA XII Otozamites (continuación). Figs. 1,3 en parte 4, y 5.—Otozamites Regles Broneniart, var. nov. lucerensis. Obsérvese que la figura 4 muestra una nervadura gruesa, lo que sugiere que alguna de las otras frondas tiene una pínnula de superficie más lisa, lo que no se explica bien como una diferencia en crecimiento o conservación. : Fig. 2.—Otozamites Molinianus Zigno var. oaxacense (A). Cf. lámina XVI, figura 2. Fig. 3.—Otozamites hespera sp. nov. Con una fronda casi completa de Otozamites Reglei var. nov. lucerensis. Nótese que la última, muestra una clara divergencia de la fron-, da que se ve en la figura 5. Es o bien una variedad o una fronda un poco más joven. 8 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 LAMINA XIII Otozamites y Pterozamites ( Pterophyllum). Fig. 1.—Otozamites obtusus (Lindley y Hutton) var. nov. liassicus. Superficie superior de la íronda quese ha conservado en perfecto relieve. Corte de El Consuelo, capa == 6. Fig. 2.—Otozamites. Cf. sp. NOV. hespera. Fig. 3.—Pterozamites (Pterophyllum) Mimnsteri Preslye. Corte de El Consuelo, capa 16 (42). Figs. 4 y 6.—Otozamites Reglei Brongniart, var. nov. lucerensis. De en medio de las capas de plantas. LAMINA XIV Otozamites, continuación. Figuras 1, 4 y 6.—Otozamites Reglei Brongniart, var. nov. lucerencis. —Núms. 1 y 4 del Ce- rro Lucero. Núm. 6 de la capa 58 del Corte del Consuelo. Figura 2.—Otozamites Molinianus Zigno var. nov. oaxacense. Cf. Láms. XII, fig. 2; XVI, fig. 2, y XXXVIIL. Del carbón en el tercio inferior de la capa de plantas. Fig. 3.—Zamites cf. confusus, de Lignier. Próxima a la Zamites Moreawi en forma de pínnu- las, pero mostrando una fuerte inserción verticilar de las pínnulas, recordan- do una sección de las Podazamites. De la parte superior de la capa 9 (19) del corte de la barranca El Consuelo. Fig. 5.—(?) Otozamites sp. La nervadura de esta forma interesante de la capa de carbón de las capas bajas de plantas de corte de la Barranca Consuelo, no puede ser de- finida claramente hasta que el ejemplar sea sometido a un tratamiento quí- mico. En el carbón en el tercio más bajo de las capas de plantas. LAMINA XV Otozamites y Taeniopteris. Figs. 1, 2, 3 y 5.—Otozamites Mandelslohi Kurr. Estas series de figuras muestran muy bien cual ha sido el hábito y tamaño de la fronda completa, pues en la fig. 4 la pínnula basal aumenta en tama- fio mientras el vértice de la fronda en la fig. 5 permanece exactamente com- pleta, fig. 4; así la fronda entera tenía una longitud de 20 a 25 centímetros excluyendo el pecíolo y llevando cerca de 25 pares de pínnulas. Lanervadura es estrictamente del tipo cycadácea y está bien conservada, Sas BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO, NUM. 31 9 pero demasiado fina para mostrarse bien en el grabado. La carbonización par- cial habría favorecido muy bien el estudio histológico. Las frondas son incuestionablemente completas, pero el carácter quebra- dizo de la matriz arcillosa carbonosa hace difícil el descubrimiento completo del ejemplar. La cantera de la capa núm. 6 del corte de la Barranca El Consuelo, de la cual proviene un ejemplar, fué localizado cerca de 1 y medio kilómetros al Este de la Mina Consuelo, en uno de los ramales de la Barranca Consuelo, a lo largo de la cual aparecen frecuentemente crestones de pizarras carbonosas y se pre- sentan pequeñas capas de carbón. Todas llevan plantas más o menos claramen - te conservadas, y el futuro desarrollo de las canteras con selección adecuadas del material, producirá una rica cosecha de plantas fósiles, pues las Pecopteri- deas y Cycadofitas son muy numerosas en la matriz. Como en el ejemplar de Otozamites hespera, de la lámina X del mismo horizonte, a 1 y medio kilóme- tros hacia el W., las frondas muestran más o menos kaolinización. Sin embar- go, aquí el kaolín aparece más bien como un depósito superficial. E Entre las pínnulas de cycadeas, acompañantes de este ejemplar, están al- gunas con las inserciones primitivas o estrictas de Zamites, incluyendo quizás verdaderos ejemplares de Zamites acerosus Saporta. Fig. 4.— Taeniopteris, ct. vittata Brongniart. Nótese que los helechos asociados con Alethopterideas, con casi las mismas formas europeas de Lias, especialmente el Lomathopteris Schimpert Schenk. Ct. continuación de la lámina XLIT. LAMINA XVI Otozamites (continuación) y Anomazamites. Todos los ejemplares en esta lámina son del afloramiento de la capa de car- bón en la margen izquierda del Río de Tlaxiaco, al Oeste del pueblo de Tla- xlaco. Fig. 1.—Otozamites cf. (próxima a la Zamites). Figs. 2 a 5.—Otozamites Molinianus Zigno var. nov. oaracense. (Grupo de frondas núm. II). Para. otras formas véase lámina XXVIII. : Figs. 6 y 7. —Anomozamites cf. Lindeyanus. Tamaño natural (fig. 6 y aumentado fig. 7). El único ejemplar recogido. Fig. 8.—Otozamites paratipus sp. nov. Nora.—Puede recordarse que todas las formas representadas en esta lámina, pudieron haberse recogido en abundancia si las colecciones se hubieran hecho cuando se hacía la exploración de carbón. Desgraciadamente mucho material muy rico en plantas había sido arrojado al río, y fué transportado en la estación de lluvias que precedió a nuestra expedición. Sólo quedó material más o menos quebrado y agrietado. i 10 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO, NUM, 31 LAMINA XVI * Pterophyllum, Taeniopteris y Glossopteris (?). Figs. 1 y 3.—Pterophyllum cf. contiguum Schenk. Fig. 1, parte superior; fig. 3, impresión correspondiente. Ambos retocados con sepia. Del corte de El Consuelo capa 18 (48). Fig. 2.— Gosopteris (2?) linearis. Mc. Coy. Corte de El Consuelo, capa 20 (60) de los me- jores representantes de la Sección Consuelo de plantas, que contiene plantas bien conservadas. Fig. 4.—Taeniopteris cf. danaeoides Royle, con Pterophyllum (sp.) capa 16 (42) del corte El Consuelo. LAMINA XVIII Pterophyllum. Figs. 1 y 2.—Pterozamites (Pterophyllum) Múnsteri Presel. Fig. 1.—Fronda casi completa. Véase el otro ejemplar en la lámina XXI, ambos son de la capa 16 (42). Fig. 2.—Pequeño ejemplar de la capa núm. 5.0 6. Fig. 3.—Pterozamites (o Peterophyllum) angustifolius Leckemby. Ejemplar de las capas infe- riores de plantas donde reaparecen éstas debajo de la superposición del Jurá- sico-Cretácico en la Barranca de El Consuelo a unos 3 kilómetros al Oeste de la Mina Consuelo. Los tres ejemplares de esta lámina son todos de lugares separados en la Barranca Consuelo, y tienen una amplia diseminación en el rango de Ptero- phyllum a través de toda la mitad inferior de capas de plantas. LAMINA XIX Otozamites. Fig. 1.—Otozamites hespera var. nov. latifolius. Corte Consuelo capa 16 (42). Fig. 2.—Otozamites (Williamsonia) Aguilarianus sp. nov. Corte Consuelo capa 20 (60), acom- pañando a las plantas mostradas en la fig. 2 de la lámina XVII. Fig. 3.—Zamites (sp.). Corte Consuelo en capa inferior bajo de carbón, acompañando Noeg- gerathiopsis, etc. Figs. 4 y 5.—Otozamites (Williamsonia) oaxacensis. Corte Consuelo capa 16 (42). Figs. 6 y 7.—Otozamites o Zamites (sp.). Ejemplares mostrando inserciones de pínnulas y ner- ENEE A BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 11 vaduras, fig. 7, mostrando la superficie haja de la base de pínnula como ra- jada en el anverso, fig. 6. Una especie clara, pero no determinable acompaña- da por frutos de Williamsonta. De los crestones de capas superiores de plantas que afloran en el camino de Tezoatlán, a 6 kilómetros más o menos al NE, del Cerro del Lucero. LAMINA XX Otozamites y Cycadolepis. Figs. 1 y 3.—Otozamites Aguilerrt sp. nov. Fig. 2.—Cicadolepis Mexicana (con Otozamites). La pínnula de Otozamites de la fig. 2, está acompañada por Cycadolepis, el cual es abundante, pero también íntimamente asociada con otras varias espe- cies de frondas en la capa 16 (42), del Consuelo. El ejemplar representado en la fig. 1, fué retocado con sepia antes de foto- grafiarlo. De la misma manera la escama de Oycadolepis está retocada más tos- camente, puesto que el rambatum peloso llevado es fino, no grueso como la ilustración parece indicarlo. LAMINA XXI Otozamites (continuación). Otozamites (Williamsonia) Diazii sp. nov. Gran fronda, superficie superior de la pínnula. Estas son de textura gruesa coriácea, y la base completamente oculta el raquis. Acompañada por el hele- cho Cycadolepis, una fronda casi completa de Pterophyllum Múnsteri, la base al lado inferior de unas frondas de Otozamites hespera y un fruto de William- sonía. De la capa 16 (42) de El Consuelo. LAMINA XXI Otozamites (continuación). ' Porción de una gran laja de la capa 16 (42) del corte El Consuelo, conte- niendo: ; A.—Otozamites Juarezii sp. nov. la gran fronda de la derecha con pínnulas rígidas perpendicularmente. 12 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 B.—Pterophyllum, Ainsteri, la pequeña fronda a la izquierda de la anterior, en la porción de la mitad superior izquierda de la lámina. C.—Otozamites hespera, la fronda imperfectamente conservada en la porción central izquierda de la lámina. D.—Otozamites hespera, var. nov. latifolvus, la más pequeña fronda casi com- pleta del lado izquierdo bajo de la lámina. E.—Williamsonia Mexicana. El disco está minado casi al centro del bordo inferior de la lámina, parte aumentada en la lámina XXIX, fig. 1. Todos los ejemplares anteriores fueron parcialmente retocados con sepia. Están presentes restos de ótras especies de eycadeas, pero no determinados. LAMINA XXIHI Fructificaciones de Williasonias. Fig. 1.—Williamsonia Xicotencatl, sp. NOV. Fig. 2.—Williamsonia Cuauhtemoc, sp. NOV. Ambas brácteas envolviendo los estróbilos, fueron retocadas con sepia antes de fotografiarse. Los dos son de la capa 16 (42) del corte Consuelo, y están separados unos cuantos decímetros verticalmente del sorprendente conjunto de follaje mostrado en la lámina precedente. La diferencia en la forma de bráctea se ha indicado como una distinción suficiente entre ambas especies, Compárese el ancho del contorno de la brác- tea espatuliforme de la fig. 1 con la base ancha de la bráctea acuminadamente aguda de la fig. 2. Esta diferéncia es aún más clara en la siguiente lámina. LAMINA XXIV Fructificaciones de Williamsonia (continuación). Figuras 1, 2.—Wiiliamsonia Ouauhtemoc, sp. NOV. Fig. 1.—Muestra muy bien la inserción bracteal y la gran envoltura de pelos largos de la bráctea. Fig. 2.—Es un espléndido ejemplar de envoltura de bráctea, tallo bifurca- do o pedúnculo llevando un truto cubierto por grandes brácteas, muy seme- jantes a las del famoso ejemplar del Museo de París, en el que las hojas tam- bién están sujetas en un punto bajo.como se ve aquí. Evidentemente el tallo principal tenía el poder de enviar a distancia ramas laterales fértiles y rami- ficar varias veces en la forma de un vástago fértil desprendido. poten PE BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. Num. 31 13 LAMINA XXV Fructificaciones de Williamsonia (continuación ). Figuras 1, 2.—IWilllamsonta Cuwuhtemoc sp. nov. Continuación. Otro ejem- plo que muestra los hábitos de esos frutos no desarrollados. En la fig. 1 la impresión más o menos elíptica del cono ovulado central aplastado que del tipo se representa en las láminas siguientes. LAMINA XXVI Fructificaciones de Williamsonia (continúa). Una laja de la capa 16 (42) del corte del Consuelo conteniendo. A. —Williamsonia Quetzalcoatl, sp. nov. la yema del fruto a la derecha * abajo. > B.— Otozamites (Willimsonia) Juarezii. Las pínnulas de tamaño mediano alsladas de cycadeas. C.—Dicksonia (Sphenopteris) Lindrabunesis Feistmantel. Pínnulas fértiles - de helecho o de Cycadofilicala. Estas no están determinadas por los caracte- res de las figuras. No hay ninguna razón para probar que son microespore- filas de una forma relacionada a la Weltrichia Fr. Braun. Por el contrario estas pínnulas fértiles son de la misma o casi la misma forma de la descrita por Feis- mantel de Brindrabun (Pal. Indica, vol. I. Plate XXXVII, fig. 2%). Esta asociación también recuerda la de Rhetico de Bayrruth, Franconia . LAMINA XXVII Fructificaciones de Williamsonia (continuación). Figuras 1. y 2.—Williamsonta Netzahualcoyotl, sp. nov. Figura 1, base del cono con escamas estériles muy hendida. Figura 2, impresión de la base de un fruto mostrando claramente la impre- sión de los extremos de las escamas estériles o contornos del fruto. Figura 3.—Williamsonia Centeotl, sp. nov. Flor- pequeña cubierta'de brác- teas, comprimida, aplanada, entremezclada a una masa de frondas de Ptero- phyllum pecten, ' 1 Figura 4.—Williamsonía Texcatzoncatl, sp. nov. x 4. Pequeña yema floral, más o menos carbonizada con estructura parcialmente conservada. 14 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 Figura 5.—Williamsonia Xipe, sp. nov. Base pequeña de fruto ovulado, del río Mixtepec. Figura 6.—Williamsonia Tlazolteotl, sp. nov. Flor pequeña llevando un largo y delgado pedúnculo; estructura ovulada central no conservada. Figura 7.— Williamsonia Huiteilopochtli, sp. nov. Flor o fruto envuelto por sépalos o rodeado de brácteas, acompañado por tallo y hojas de Otozamites Re- glei var. noy. oaxacense. Esta laja estaba unida a la que se muestra en la lá- mina siguiente. LAMINA XXVII Fructificaciones de Williamsonia (continuación). Porción de una gran laja de las exploraciones de carbón en la margen de- recha del río Tlaxiaco (o río Mixtepec), cerca del pueblo de Mixtepec. Otra porción de esta laja aparece en la lámina XXVII, fig. 2. La laja contiene casi exclusivamente follaje y flores llamadas: A.—Otozamites Reglei, var. nov. Oaxacense: follaje y tallos (?). B.—Williamsonia Huitzilopochtli, sp. nov. Flores. La estructura de ésta es incierta. Una sola semilla grande parece encontrarse más bien que un cono con numerosas semillas pequeñas. Puede notarse cierto contorno semejante a la semilla de Gnotum gnemon, pero el fruto es ahora provisionalmente asignado ala Wllitamsonta. LAMINA XXIX Fructificaciones de Williamsonia (continuación). Figuras 1 y 2.—Williamsonia Mexicana (cf. Lámina XXIT por asociación). Figura 1.—Disco estaminado amplificado al doble. Figura 2. Porción del borde del anterior, tomado de la impresión del anverso aumentado cuatro ve- ces para mostrar las frondas que salen libres del disco y conteniendo sinangios adheridos del tipo aproximadamente Cycadeoidea. La porción libre de las mi- erosporofilas es simplemente pinnada, esto es que lleva dos hileras de sinan- gios cada una de las cuales corresponde a una sola pínnula. Probablemente no es el raquis bastante ancho para ocultar el sinangio cuando se le ve por el lado exterior, pero esto es incierto. Figura 3.— Williamsomia Netzahualcoyotl, sp. nov. con frondas de Ota- zamites hespera, var. nov. latifolius, Compárese esta base de cono ovulado con la mostrada en la lámina XXXITI, figura 3. Para una figura aumentada interesante, véase la lámina XLVI, figura 2. SS BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 831 15 Figura 4.— Willamsonia, sp. Un estróbilo ovulado visto del lado de la base, con escamas estériles exteriores hendidas; aumentado cuatro veces. Véase en tamaño natural y asociada con frondas en la lámina XXT. LAMINA XXX Fructificaciones de Williamsonia (continuación). Figuras 1 y 3.— Williamsonia Nathorstít, sp. nov. Figura 1.—Impresión natural de un estróbilo ovulado, encontrado roto a abierto de un lado y desplegando ambas regiones basal y apical para tener la perspectiva exacta, véase esta figura por el margen izquierdo de la lámina. Figura 2.—Molde de un fruto ovulado obtenido directamente del molde natural por el empleo del modelador de arcilla. Este molde es el de la super- ficie exterior del fruto y muestra las rosetas entrelazadas de extremos terminales de escamas interseminales rodeando los tubos micropilares de las semillas. Así la figura es precisamente la que se obtendría del fruto original, viéndolo de lado. La proyección apical de las escamas estériles aparece completamente, la forma de los estróbilos, viene a ser exactamente intermediaria entre la Bennettites Morierei ferruginosa donde el eje no está prolongado, y los frutos de varias Cycadeoideas con ejes prolongados. Figura 3.—Porción de la impresión natural aumentada cuatro veces. Figura 4.— Williamsoma Tlazolteotl, sp. nov. flor pequeña largamente pedunculada, x 4 cf. lámina XXVII, figura 6. Figuras 6 y 7.— Williamsoma Netzahualcoyotl, sp, nov. x 4. Figura 6. Ejemplar de la barranca de El Consuelo del camino de Tezcatlán. Figu- ra 7. Ejemplar de la región del cerro del Rosario. La región del contrario de la base exterior de la escama interseminal está más profundamente hendida en el último ejemplar. : Figuras 8 y 9.— Willamsonta, sp. Dos impresiones naturales de la parte superior de frutos encontrados en asociación cerca de la base del cerro del Lu- cero en el camino de Tezoatlán, mostrando ambos Ja impresión de la corteza de la bráctea. LAMINA XXXI Fructificaciones de Williamsonia (continuación). Figuras 1, 2, 4 y 5.— Williamsonta Netzahualcoyotl, sp. nov. Figuras 1 y 2.—Porción de la región lateral fértil de conos carbonizados . parcialmente. Casi la mitad inferior del cono o justamente la parte superior de la base estéril. Los tubos micropilares de la semilla están irregularmente 16 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 interpuestos en el centro de las rosetas entremezcladas formadas por los extre- mos de las escamas estériles que los rodean, x 4. Figuras 4 y 5.—Impresión dejada por la: ruptura de su matriz de frutos en parte carbonizados, o la superficie basal estéril de tales partes exteriores de frutos carbonizados, x 4. Figuras 3, 6 y 7. — Williamsoma Ipalnomoant, sp. nov. Figura 3. —Impresión de la base de un fruto ovulado carbonizado, compri- mido verticalmente hacia abajo, casi del tamaño y espesor de la Nummulites nummularius, como quedó por la ruptura desprendida de la matriz carboni- zada, cuando se hendió primeramente, x 4. Figura 6.—Impresión de la extremidad del mismo fruto que el anterior. Para la amplificación véase la lámina XLVI, (figura 1). Figura 7.—Región estéril basal o apical de una impresión de cono seme- jante a la anterior, x 4. ' LAMINA XXXII Fructificaciones de Williamsonia (continuación). Williamsonia Netzahualcoyotl, sp. nov. Porción basal de un cono ovulado del cual han sido carbonizados los órga- nos externos estériles y las escamas interseminales. En la figura superior, la masa carbonizada ha sido desprendida dejando la superficie convexa exterior del conjunto de escamas fértiles. La escama del pedúnculo aparece completamente y el contorno aproximado del anillo de ha- ces del pedúnculo está también claro. En la figura inferior, las escamas estériles exteriormente carbonizadas se muestran todavía en el lado izquierdo, mientras que en el lado derecho del fru- to, han sido cuidadosamente desprendidas hasta poner a la vista la impresión dejada por la superficie exterior, esculpida del fruto así formada por la extre- midad del tubo micropilar y las rosetas que los rodean de escamas estériles. Hay alguna indicación de que un disco basalmente estaminado había sido hen- dido anteriormente o marchitado. | LAMINA XXXIII —— Fructificaciones de Williamsonia (continuación). (Con un tallo. Todo de la capa 16 (42) del corte de El Consuelo). Figuras 1, 2 y 4.—Tallos de Williamsonia. Moldes de tallos de dimensión mediana, que muestran contornos esculpidos debido a las cicatrices rómbicas dejadas por la; dehiscencia de escamas de Cycadolepis o de antiguas bases de hojas. BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. Num. 31 17 Figuras 3, 5 y 6.— Williamsonia Netzahualcoyotl, sp. nov. Figuras 3 y 5.— Las mismas figuras aumentadas de la lámina anterior (XXXII); dadas para mostrar las asociaciones de frondas. En la figura 3, la mitad de la gran fronda con pínnulas anchas y cortas es la Otozamites Re- glei var. nov. lucerensis, y las dos grandes frondas con pínnulas angostas son la Otozamites hespera, var. nov. latifolvus. También aparecen porciones de hojas de Vuccites Schimperianus Zigno. Figura 6.—Fruto como el mostrado en la figura 3, comprimido lateral- mente en vez de verticalmente; a la derecha se encuentran todavía partes ex- _ teriores carbonizadas, x 4. LAMINA XXXIV Tallos de la Williamsonia. . De la capa 16 (42) del corte de El Consuelo. Figura 1.—Impresión de tallo de mediano a gran tamaño, mostrando un arreglo espiral en las cicatrices de Cycadolepis y dos de los nodos más peque- ños verticalmente comprimidos y contornos poco claros de escamas que pare- cen ser las que dejaron las hojas. La distancia entre los nodos es de 5 a 6 cen- tímetros. Figura 2.—El mismo que la anterior. Figura del mismo molde como se separó de la matriz. Figura 3.—El mismo que los dos anteriores. Figura de la superficie del tallo antes de quitarlo de su impresión como se ve en la fig. 1, siendo ésta la superficie opuesta a la de la fig. 2. Por lo tanto ambas superficies del molde del tallo y de la impresión de una de éstas se ven en las tres figuras. El espe- sor del molde aplastado ez de 3 a 5 milímetros. Figura 4.—Tallo poco más pequeño que el precedente. Figura 5.—Otro tallo de tamaño mediano, con una base de hoja en con- tacto con el nodo, mostrando cómo fueron probablemente llevadas las hojas, aunque no conectadas orgánicamente en este caso. LAMINA XXXV Tallos de Williamsonia (continuación). Figura 1.—Molde de un tallo, pero con ligeras indicaciones de nodos, la distancia internodal viene siendo mucho más grande que en el tallo de la lámina precedente. Estos caracteres pueden denotar una variación específica. Figura 2.—Impresión de un tallo grande con nodos separados 7 centíme- 18 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NuM. 31 tros y con la cicatriz de Cycadolecia del mismo tipo que el tallo de la figura 1. Figura 3.—Molde de otro tallo con grandes internodos. Si la distancia internodal varía rigurosamente, todos estos ejemplares pue- den haber sido de una misma planta, ya que son todos de un gran bloque to- mado de la cantera de la capa 16 (42) del corte El Consuelo, LAMINA XXXVI YWendolenis Mexico Oycadolepis Mexicana, sp. NOV. Figura 1.—Ejemplar característico tal vez de gran tamaño, mostrando cla- ramente la lámina central, y llevando una masa de material peloso indicado toscamente en contorno por el dibujo en sepia: vista dorsal o superior. El contorno subrómbico de la gran escama dehiscente entera, y concuerda con las escamas internodales de los tallos asociados de Wllvamsonia, mostra- dos en la lámina precedente. | E Figura 2.—Lo mismo que la anterior: vista ventral. Figura 3.—Lo mismo que la anterior, pero indicando claramente los ca- racteres y apariencia general de la masa densa y uniforme de pelos apendicu- lares o ramentum. La escama subrómbica dehiscente se ve también. Figura 4.—Lo mismo que la anterior, vista dorsal mostrando una vez más escamas dehiscentes del mismo contorno que las escamas del tallo de William- sonia. Este ejemplar ilustra, además, la íntima asociación de esas escamas de Cycadolepis y la serie de tallos de Williamsonias. Tan compacta, en efecto, es esta asociación, que la conexión orgánica de los dos es muy probable. Figura 5.—Apice de una escama amplificada cuatro veces, para mostrar la fina cicatrización de la lámina central dejada por el hundimiento de la en- voltura del material peloso fino (el sombreado en sepia podría haber sido de un color uniforme en vez de estriado). LAMINA XXXVII Semillas carpelares, cuerpos semejantes a discos, del corte de El Consuelo. Figura 1.—Noeggerathiopsis Hislopi Bunbury. Tipo ancho de hojas. De las capas de carbón de la núm. 6 del corte de El Consuelo. Figuras 2 y 3.—Trigonocarpus oaxacense, sp. nov., dos vistas de la mis- ma semilla. Las tres alas mayores de la semilla característicamente triradiada, alternando con muchas costillas delgadas que solamente pasan debajo del ter- cio del ápice. La fig. 2 muestra la costilla alada más grande o preponderan- BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 19 te. La fig. 3 indica claramente la presencia de costillas menores. De las capas de carbón de la núm. 7 del corte de El Consuelo. Fig. 4.—Rhabdocarpus grandis (?). Del mismo horizonte que el anterior. Figuras 5 y 6.—Oycadoespermum oaxacense, sp. nov. Estos dos ejem- plares están muy separados en el corte de El Consuelo, casi 300 metros separan las semillas de la fig. 5 que son de la capa 6, y las de la fig. 6 que son de la 20 (60). Si son de diferente atribución específica, la serie carpelar de la fig. 6 podría ser conocida con el tipo de Cycadolepis Oaxacense, y las semillas de la fig. 5 podrían entonces referirse al Rhabdocarpus grandis (?). LAMINA XXXVIII Noegygeratliopsis y Otozamites. Cordaitas. A.—Noeggerathiopsis Hislop? Bunbury. Las hojas asimétricamente es- patuladas son en número de cinco. Una porción de la gran hoja se levantó para poder descubrir la hoja más pequeña que estaba debajo y así mostrar las variaciones encontradas en tamaño y forma de la hoja en el grupo. Pero la impresión del anverso de la gran hoja es más perfecta, y continúa en la figu- ra 1 de la lámina XXXIX. Para otras formas pequeñas véase la lámina XL, figs. 2, 4, 6. B.—Otozamites molimianus n. var. oaxacense. Porción basal de una fron- da y también una pínnula aislada. LAMINA XXXIX Figura 1.—Noeggeratinopsis Hislopi Bunbury. Anverso de dos de las hojas del grupo representado en la lámina XXXVIII. - Figura 2.—Grupo de diversos tipos de hojas de la capa 16 (42) del corte de El Consuelo, como sigue: A.—Otozamites (Williamsómia) oaxacense, los vértices de la pínnula a la derecha. B.—Yuccites oaxacense, sp. nov., la hoja ancha de nervadura paralela en el centro. Para otras formas véase la lámina XIX, figs. 4 y 5. i C.—Otozamites cardiopteroides, sp. nov., a la izquierda el raquis y la pínnula adherida. Figura 3.— Vuccites Schimperianus Zigno; porción basal de una hoja que estimamos haber tenido tres veces la longitud de la porción representada aquí. 20 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. Num. 31 LAMINA XL Cycadophytas y otros follajes. De la capa 6 del corte de El Consuelo. Figura 1.—Podozamites o Noeggerathiopsis sp. nov. det. Esta hojuela es distinta de cualquiera otra forma colectada pero no se encontraron dupli- cados. Figuras 2, 3 y 6.—Noeggerathiopsis Hislopi Bunbury formas pequeñas, compárense con las hojas representadas en la lámina XXXVIII, figura 2, po- sitiva y figura 6, impresión del anverso de una hojuela. Figura 3.—Forma ancha. Figura 4.—Podozamites o Zamites, sp. nov. det.: forma clara acompaña- da Noeggerathiopsis. Cercanas a Zamites confusus, pero especie grande. Figura 5.—Stangerttes o0xacensis, sp. nov. Figura 7.—Sagenopteris (?), sp. 4 Figuras 8 y 10.—Sagenopteris rhorfolis, nov. var. Mexicana. Figuras 11 y 12.—Otozamites obtusus, nov. var. oaxacense. (Para exa- minar estas dos hojas, colóquese la gran oreja basal hacia arriba). LAMINA XLI Araucariorylon mexicanum, sp. DOV. Fotomicrografías de cortes de láminas delgadas de segmento considerable- mente cariáceo de un tronco silicificado de cerca de dos metros de longitud por medio metro de diámetro, x 95 I. Figura 2.—Sección radial mostrando las puntuaciones aereolares coloca- das en dos o tres hileras contiguas. Figura 3.—Sección radial a través de una madera nudosa mostrando ca- pas de celdillas de madera, dos celdillas profundas, entre dos rayos medulares cortándose transversalmente. El corte pasa casi en la verdadera dirección radial, exhibiendo las series de puntuaciones aereolares. Figura 4.—Corte tangencial mostrando el aspecto alto y angosto de los ra- dios medulares. Figura 5.—Corte transversal mostrando los caracteres de la madera com- primida, debido a la maceración, pero exhibiendo claramente todos los prin- cipales detalles estructurales. 3 Z BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 21 LAMINA XUEII Alethopteris con Zamites y Otozamites : Figura 1.— Alethopteris oaxacenses, sp. nov. con Zamites Rolkeri Newberry (Estado de Puebla). Figuras 2 y 4.—Alethopteris oaxacenses, sp. nov.; tal vez una variedad pequeña de la anterior. Del corte de El Consuelo. Figura 3.—Otozamites Mandelsloht, íntimamente asociada a las Alelhop- teris. Of. lámina XV. LAMINA XLHII Taeniopteris Zeillert, sp. nov. Porción deuna gran laja de cantera de la capa 16 (42) del corte de El Con- suelo. Muestra los dos tercios superiores de la lámina con un margen ondu- lado. El tallo de la izquierda es probablemente el pecíolo de otra fronda. Estas especies también se encuentran en Tonkin. Se hallan numerosas fron- das de Ptilophyllum acutifolium, así como Cycadolepis y algunos helechos. LAMINA XLIV Sphenopteris, Alethopteris, etc. Figura 1.—Sphenopteris afjinis, var. nov. idet. Cf. s. Willlamsonta del corte de El Consuelo 16 (43), Figura 2.— Otozamites [Otopteris] sp. corte de El Consuelo. Figura 3.—Laccopterts (?) sp. non. det. corte de El Consuelo. Figuras 4 y 6.—Alethopterís oaxacense, sp. nov. corte de El Consuelo. Figura 7.—Comiopteris. Cf. arguta (Lindey y Hutton).—Esta forma de- bería ser comparada con los ejemplares de la costa de Yorkshire, véase British Mus. Cat. Jurassic plants. Pl. XVII, figura 4. Las mismas denticulaciones características del margen de las pínnulas se encuentran en ambas, con ner- vaduras poco claras. Ejemplares del corte de El Consuelo capa 16 (42), estos tipos de helechos estrictamente modernos excepto el Sphenopteris William- soma, son los únicos encontrados en la mitad superior del corte de El Con- suelo; las formas semejantes del Laccopteris y Alethopteris no se encontra- rán en la mitad superior de las capas de plantas de El Consuelo. [89] (59) BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 LAMINA XLV Verdaderos tipos de helechos de los horizontes de Uycadeas. Figura 1.—Cladophlebis Albertsti Dunken. Acompañando Otozamites [Williamsonia] Diazii y frutos de Williamsonias. Figura 2.—Oomopteris, cf. hymenophylloides, mostrando la forma tal vez de gran tamaño y tripinida de estas frondas. Se ven también frondas fértiles más pequeñas, pero sus caracteres son di- fíciles de obtener por cualquier método directo de estudio de las i IS Las estructuras cuticulares están aparentemente conservadas. LAMINA XLVI Willlamsonia, Otozamites y Glossopteris. N Figura 1.— Williamsonia Ipalnemoani, sp. nov. Figura de la impresión de- jada por el ápice de un cono carbonizado x 4. Suplemento de la figura 3, lá- mina XXXT. Figura 2.—Williamsonia Netzahualcoyotl, sp. nov. Figura de la base del fru- to, con una zona externa de escamas estériles interseminales conservada como una masa carbonosa, pero hendida aquí. Suplemento a otra ilustración de la lámina XXXI. Figura 3.—Glosopteris (?) mexicana sp. nov. Apice de fronda con ner- vadura reticulada esparcida. Figura 4.—Otozamites cardiopteroides, sp. nov. x 4. Suplemento a la figura de! mismo ejemplar mostrado en tamaño natural en la lámina XXXIX, fig. 2. LAMINA XLVII Magnolia y Zamia. l Figuras de formas actuales para comparación, con follaje fósil y frutos de Williamsomia. Figuras 1 y 2.—Magnolia grandiflora, Cuernavaca, Mor. La figura 1 muestra la base amplificada del estróbilo ovulado con la colocación inferior de las escamas de los estambres dehiscentes. El fruto completo aparece en tama- ño natural en la figura 2. Esa inserción se ve también en la M. soulangeana, e a BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. Num. 31 ES) Y) alba-superba, Lannet, stellata, Watsonit, etc., pero no en el Lirioden- dron, que tiene los estambres numerósos y aglomerados. Figura 3, —Zamiaprotea Willlamsonia sp. prov. Fronda completa pin- nada con tendencia de las pínnulas a asumir una falsa nervadura reticular. Por el aspecto delicado, de las pínnulas fué posible hacer la fotografía del ejemplar seco por transparencia, y colectamos una planta con un tronco bajo subterráneo que encontramos al pie de los cerros que limitan la estrecha pla- nicie costera a 6 kilómetros al N. de Minizo, en la costa de Oaxaca en el Pa- cífico. LAMINA XLVIII Vistas del Rhético-Liásico del Río de Tlaxiaco. -LAMINA XLIX Vista de las capas inferiores de plantas del corte del Consuelo. Figura superior.—Paisaje de la mina Consuelo mirando al norte en la di- rección del cerro del Lucero, y mostrando el aspecto característico de las capas de plantas liásicas. La barranca cubierta de árboles hacia la derecha está en la zona del car- bón, mientras la colina cubierta por un bosque de encinos poco espeso, un poco más retirado, en su mayoría pertenece al terreno eruptivo. Toda la parte media del primer término pertenece a las capas inferiores de la zona de Noeggerathiopsis, mientras que los cerros del extremo izquierdo pertenecen a los estratos superiores de las capas de plantas superiores; no ha- biendo una línea de división bien marcada. La zona de transición puede co- locarse aproximadamente a la izquierda del espacio abierto más allá del Ahue- huete (Toxodíuwm mucronatum), en la parte media del primer término en la margen izquierda de la barranca del Consuelo. La parte superior de las capas de arenisca potentes y arcillas apizarradas menos gruesas que hacen un total de 300 metros de espesor, forma la parte más o menos perceptible de los cerros del segundo término. Se ven cinco picos cubiertos de bosques: el de la dere- cha es el cerro del Lucero, con una cubierta gruesa de areniscas más o menos áridas de las capas superiores de plantas. A poca distancia, fuera del terreno que se ve a la izquierda del segundo término, se presenta el jurásico marino superpuesto. : Figura inferior.—Detalle de los cien metros más abajo de las capas de plan- tas. La parte media del campo se ve cortada por la barranca Consuelo, cuya margen derecha forma todo el primer término y comprende la parte de las ca- pas de plantas que pasan desde cerca del carbón la zona eruptiva. Esta úl- 24 BOLETIN DEL INSTITUTO GEOLOGICO. NUM. 31 tima forma la loma con pocos árboles que está en el segundo término, pero se puede ver con claridad que pasa bajo las capas de plantas a la derecha. Precisamente en la línea de contacto se formó una pequeña hondonada y el terreno con escasa vegetación de pinos sirve de paso a la zona boscosa de en- cinos y pinos que se apoya sobre las capas de plantas. LAMINA L Williamsoma de la costa de Yorkshire. (Figura 1 es 0.43 y figura 2 es 0.56 del tamaño natural.) Estas fotografías retocadas de Cycadeas de la costa de Yorkshire se dan para compararlas con las de Oaxaca. Los fragmentos de fronda, figura 1, pertene- cen a la colección de Yale-James Gates. El tronco con hojas insertas, figura 2, es el ejemplar histórico de la colección James Gates (Museo de París), que ha sido objeto de controversia entre los paleobotánicos durante mucho tiempo. Una descripción de esta famosa planta fósil puede encontrarse en nuestro ar- tículo «Historic Fossil Cycads» Amer. Jour. of Sc. Febrero de 1908. Es claro que este tronco tenía frutos del tipo de Williamsonia, indudable- mente los que Williamson llamó Zamia gigas. De todos modos las frondas deben tener el nombre específico de gigas. El aspecto general de este tipo de frondas se nota con toda claridad por la excelente figura de la mitad de la fronda representada en la lámina V de Seward (Jurassic Flora of Yorkshire.» Las pro- porciones son precisamente iguales en ambos ejemplares. Sin embargo, las proporciones de las pínnulas de la figura 1 son, como se demuestra con una medida cuidadosa, diferentes de los de la figura 2, lo que hace probable que se trate de dos variedades o aun de especies distintas. Por lo menos nc es com- pletamente satisfactoria la explicación de esta diferencia por diversos estados de crecimiento. Como se dijo en el texto en varios lugares, la existencia en Oaxaca precisamente de las especies de frondas representadas aquí, no se ha- bía observado hasta ahora. Hay evidentemente una estrecha relación de la Otozamites (Williamsonia) Juarezú, Lámina XXIl y la O. (Williamso- ma) Aguilerú, Lámina XX. Aparentemente las dos últimas son formas de : una vegetación poco más exuberante que la de sus parientes más cercanos de Yorkshire. (Quedamos profundamente agradecidos al Conservador de la co- lección paleobotánica del Jardín des Plantes, París, Prof. H. Lecomte, por la magnífica fotografía que se aprovechó para hacer la fig. 2.) La eycadea con fo- Maje del Museo de París demuestra que la explicación de los antiguos tallos de Williamsonia, representados en las láminas XXIV y XXV, es correcta. Es decir, que las escamas cortas y comprimidas de los nodos son las que dejaron las frondas mientras que las largas, de los grandes espacios internodales, fue- ron las de las hojas escamosas. De esto se desprende que las tres frondas in-. feriores de la derecha, fig. 2, son viejas, secas y marchitas, en tanto que la que le sucede es una hoja escamosa cubierta interiormente, como 9 centímetros de su longitud y seguida por la corona de hojas terminales a través de las cuales el tallo había crecido para formar ramas menores o pedúnculos. Al envejecer- se este tallo se habría parecido a los de Oaxaca; la distancia internodal siendo de 8 a 9 centímetros y el grueso de 2a 3. BOLETÍN N?*31. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO LAM TL WerneraWinter, Francfort3M Phot. F de P Carbajal AN BOLETÍN N? 31. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO. 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