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Comedia

de

Calisto z Melib

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MACON, PROTAT HERMANOS, IMPRESORES.

Comedia

de

Calisto s Melibea

(Burgos, 1499) Reimpresión publicada

POR

R. FOULCHÉ-DELBOSG

A MI AMIGO JAMES FITZMA URICE-KELL Y

ADVERTENCIA

Hace dos años y medio, dimos d conocer por primera ve% Ja Comedia de Calisto z Melibea, forma primitiva de la Celestina, reproduciendo la edición sevillana de 1501. Ignorábase entonces el paradero del único ejemplar de una edición anterior: después de no pocas dificultades, pudi- mos dar con este libro, impreso en Burgos, el año de por el célebre « Fadrique Alemán de Basilea » (Friedrich BieT). Describimos minuciosamente el incunable en la Revue hispanique (tomo IX, 1902, pdg. 1 85-190), y lo reimprimimos aquí al pie de la letra, limitándonos d extender las abreviaturas, arreglar la puntuación, y subsanar las erra- tas y deficiencias tipográficas. Diciembre de 1902.

R. Foulché-Delbosc.

V

COMEDIA DE CALISTO Z MELIBEA

ARGUMENTO DEL PRIMER AUTO DESTA COMEDIA

Entrando Calisto vna huerta empos de vn falcon suyo, fallo y a Meli- bea, de cuyo amor preso, comentóle de hablar ; de la qual rigorosamente despedido, fue para su casa muy sangustiado. Hablo con vn criado suyo llamado Sempronio, el qual, después de muchas razones, le endereco a vna vieja llamada Celestina, en cuya casa tenia el mesmo criado vna enamo- rada llamada Elicia, la qual, viniendo Sempronio a casa de Celestina con el negocio de su amo, tenia a otro consigo llamado Crito, al qual escondieron. Entretanto que Sempronio esta negociando con Celestina, Calisto esta razo- nando con otro criado suyo por nombre Parmeno ; el qual razonamiento dura fasta que llega Sempronio z Celestina a casa de Calisto. Parmeno fue conos- cido de Celestina, la qual mucho le dize de los fechos z conoscimiento de su madre, induziendole a amor z concordia de Sempronio.

Caljsto. En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios. Melibea. En que, Calisto?

Calisto. En dar poder a natura que de tan perfeta her- mosura te dotasse, z fazer a mi inmérito tanta merced que verte alcancasse, z en tan conueniente lugar que mi secreto 5 dolor manifestarte pudiesse. Sin duda incomparablemente es mayor tal galardón que el seruicio, sacrificio,' deuocion, z obras pias que por este lugar alcanzar tengo yo a Dios ofres- cido, ni otro poder mi voluntad humana puede complir. Quien vido en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre 10 como agora el mió ? Por cierto los gloriosos sanctos que se deleytan en la visión diuina, no gozan mas que yo agora en el acatamiento tuyo. Mas, o triste ! que en esto diferimos : que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal

bienauenturanca, z yo misto me alegro con recelo del esquiuo tormento que tu absencia me ha de causar.

Melibea. Por grand premio tienes esto, Calisto ?

Calisto. Tengolo por tanto en verdad, que si Dios me diesse en el cielo la silla sobre sus sanctos, no lo ternia por tanta felicidad.

Melibea. Pues avn mas ygual galardón te daré yo, si per- seueras.

Calisto. O bienauenturadas orejas mias, que indigna- mente tan gran palabra haueys oydo !

Melibea. Mas desauenturadas de que me acabes de oyr; porque la paga sera tan fiera qual la merece tu loco atreui- miento ; z el intento de tus palabras, Calisto, ha seydo de ingenio de tal hombre como tu, hauer de salir para se perder en la virtud de tal muger como yo. Vete, vete de ay, torpe, que no puede mi paciencia tollerar que aya subido en coraron humano comigo el ylicito amor comunicar su deleyte.

Calisto. Yre como aquel contra quien solamente la aduersa fortuna pone su estudio con odio cruel. Sempronio, Sempro- nio, Sempronio ! Donde esta este maldito ?

Sempronio. Aqui estoy, señor, curando destos cauallos.

Calisto. Pues como sales de la sala?

Sempronio. Abatióse el girifalte, z vinele enderecar en el alcándara.

Calisto. Assi los diablos te ganen ; assi por infortunio arrebatado perezcas, o perpetuo intollerable tormento consi- gas, el qual en grado incomparable a la penosa z desastrada muerte que espero traspassa. Anda, anda, maluado, abre la cámara z endereza la cama.

Sempronio. Señor, luego, hecho es.

Calisto. Cierra la ventana z dexa la teniebla acompañar al triste, y al desdichado la ceguedad. Mis pensamientos tristes

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no son dignos de luz. O bienauenturada muerte aquella que deseada a los afligidos viene ! O si viniessedes agora, Eras z Grato, médicos, sentiriades mi mal! O piedad de silencio, inspira en el pleberico coracon, porque sin esperanca de salud no embie el espíritu perdido con el desastrado Piramo z 5 de la desdichada Tisbe ! Sempronio. Que cosa es?

Calisto. Vete de ay, no me fables ; sino quica ante del tiempo de mi rabiosa muerte mis manos causaran tu arreba- tado fin. 10

Sempronio. Yre, pues solo quieres padecer tu mal.

Calisto. Ve con el diablo.

Sempronio. No creo, según pienso, yr comigo el que contigo queda. O desauentura ! O súbito mal ! Qual fue tan contrario acontescimiento, que assi tan presto robo el alegría 1 5 deste hombre, z lo que peor es, junto con ella el seso ? Dexarle he solo, o entrare alia ? Si le dexo, matarse ha ; si entro alia, matarme ha. Quédese, no me curo : mas vale que muera aquel a quien es enojosa la vida, que no yo que huelgo con ella. Avnque por al no deseasse viuir, sino por 20 ver a mi Elicia, me deuria guardar de peligros. Pero si se mata sin otro testigo, yo quedo obligado a dar cuenta de su vida. Quiero entrar; mas puesto que entre, no quiere conso- lación ni consejo. Asaz es señal mortal no querer sanar. Con todo, quierole dexar vn poco desbraue, madure; que 25 oydo he dezir, que es peligro abrir o apremiar las postemas duras, porque mas se enconan. Este vn poco: dexemos llorar al que dolor tiene ; que las lagrimas z sospiros mucho desen- conan el coraron dolorido. E avn si delante me tiene, mas comigo se encenderá: que el sol mas arde donde puede 30 reuerberar; la vista a quien objecto no se antepone, cansa; z quando aquel es cerca, aguzase. Por esso quierome sofrir vn poco : si entretanto se matare, muera. Quica con algo

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me quedare ; que otro no lo sabe con que mude el pelo malo : avnque malo es esperar salud en muerte agena. z quica me engaña el diablo; z si muere matarme han, z yran alia la soga z el calderón. Por otra parte dizen los sabios, que es grande descanso a los afligidos tener con quien puedan sus cuytas llorar, z que la llaga interior mas empece. Pues en estos estremos en que estoy perplexo, lo mas sano es entrar, z sofrirle, z consolarle : porque si possible es sanar sin arte ni aparejo, mas ligero es guarescer por arte z por cura. Calisto. Sempronio. Sempronio. Señor. Calisto. Dame acá el laúd. Sempronio. Señor, vesle aqui. Calisto. Qual dolor puede ser tal,

que se yguale con mi mal ? Sempronio. Destemplado esta esse laúd. Calisto. Como templara el destemplado? Como sentirá el armonía aquel que consigo esta tan discorde ? Aquel a quien la voluntad a la razón no obedece ? Quien tiene dentro del pecho aguijones, paz, guerra, tregua, amor, enemistad, injurias, pecados, sospechas, todo a vna causa? Pero tañe z canta la mas triste canción que sepas. Sempronio. Mira Ñero de Tarpeya a Roma como se ardia; gritos dan niños z viejos, z el de nada se dolia. Calisto. Mayor es mi fuego, z menor la piedad de quien yo agora digo. t -

Sempronio. No me engaño yo, que loco esta este mi amo. Calisto. Que estas murmurando, Sempronio? Sempronio. No digo nada. Calisto. Di lo que dizes, no temas.

Sempronio. Digo, que como puede ser mayor el'fuego que

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atormenta vn viuo, que el que quemo tal cibdad z tanta mul- titud de gente ?

Calisto. Como? Yo te lo diré : mayor es la llama que dura ochenta años, que la que en vn dia passa ; z mayor la que mata vna anima, que la que quema cient mili cuerpos. Como de la aparencia a la existencia, como de lo viuo a lo pintado, como de la sombra a lo real, tanta diferencia ay del fuego que dizes al que me quema. Por cierto si el purgatorio es tal, mas querria que mi spiritu fuesse con los de los brutos animales, que por medio de aquel yr a la gloria de los sanctos.

Sempronio. Algo es lo que digo : a mas ha de yr este hecho. No basta loco, sino ereje.

Calisto. No te digo que fables alto quando fablares ? Que dizes ?

Sempronio. Digo, que nunca Dios quiera tal : que es espe- cie de heregia lo que agora dixiste. Calisto. Porque ?

Sempronio. Porque lo que dizes contradize la cristiana religión.

Calisto. Que a mi ? Sempronio. Tu no eres cristiano ?

Calisto. Yo ? melibeo soy, z a Melibea adoro, z en Melibea creo, z a Melibea amo.

Sempronio. Tu te lo dirás. Como Melibea es grande, no cabe en el coracon de mi amo, que por la boca le sale a bor- bollones. No es mas menester; bien se de que pie coxqueas : yo te sanare.

Calisto. Increyble cosa prometes.

Sempronio. Antes fácil : que el comiendo de la salud es conoscer hombre la dolencia del enfermo.

Calisto. Qual consejo puede regir lo que en si no tiene orden ni consejo ?

Sempronio. Ha, ha, ha! Esto es el fuego de Calisto ? Estas son sus congoxas ? Como si solamente el amor contra el asestara sus tiros! O soberano Dios, quan altos son tus misterios ! Quanta premia pusiste en el amor, que es necessa- ria turbación en el amante ! Su limite posiste por marauilla. Paresce al amante que atrás queda : todos passan, todos rom- pen, pungidos z esgarrochados como ligeros toros, sin freno saltan por las barreras. Mandaste al hombre por la muger dexar el padre z la madre : agora no solo aquello, mas a ti z a tu ley desamparan, como agora Calisto : del qual no me marauillo, pues los sabios, los santos, los profetas por el te oluidaron.

Calisto. Sempronio.

Sempronio. Señor.

Calisto. No me dexes.

Sempronio. De otro temple esta esta gayta.

Calisto. Que te paresce de mi mal?

Sempronio. Que amas a Melibea.

Calisto. z no otra cosa?

Sempronio. Harto mal es tener la voluntad en vn solo lugar catiua.

Calisto. Poco sabes de firmeza.

Sempronio. La perseuerancia en el mal no es constancia; mas dureza o pertinacia la llaman en mi tierra. Vosotros los filósofos de Cupido llamalda como quisierdes.

Calisto. Torpe cosa es mentir al que enseña a otro ; pues que tu te precias de loar a tu amiga Elicia.

Sempronio. Haz tu lo que bien digo, z no lo que mal hago.

Calisto. Que me reprobas?

Sempronio. Que sometes la dignidad del hombre a la imperfecion de la flaca muger.

Calisto. Muger? O grosero ! dios, dios ! Sempronio. z assi lo crees, o burlas?

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Calisto. Que burlo ? Por dios la creo, por dios la con- fiesso, z no creo que ay otro soberano en el cielo, avnque entre nosotros mora.

Sempronio. Ha, ha, ha! Oystes que blasfemia ? Vistes que ceguedad ?

Calisto. De que te ries ?

Sempronio, Rióme, que no pensaua que hauia peor inuen- cion de pecado que en Sodoma. Calisto. Como ? '

Sempronio. Porque aquellos procuraron abominable vso con los angeles no conoscidos, z tu con el que confiessas ser dios.

Calisto. Maldito seas, que fecho me has reyr, lo que no pense ogaño.

Sempronio. Pues que, toda tu vida auias de llorar? Calisto. Si. Sempronio. Porque?

Calisto. Porque amo a aquella, ante quien tan indigno me hallo, que no la espero alcanzar.

Sempronio. O pusilanimo, o fideputa ! Que Nembrot, que magno Alexandre, los quales no solo del señorío del mundo, mas del cielo se juzgaron ser dignos !

Calisto. No te oy bien esso que dixiste. Torna, dilo, no procedas.

Sempronio. Dixe que tu, que tienes mas coracon que Nembrot ni Alexandre, desesperas de alcancar vna muger ; muchas de las quales en grandes estados constituydas se sometieron a los pechos z resollos de viles acemileros, z otras a brutos animales. No has leydo de Pasife con el toro? de Minerua con el can ?

Calisto. No lo creo, hablillas son.

Sempronio. Lo de tu abuela con el ximio, fablílla fue ? Testigo es el cuchillo de tu abuelo.

Calisto. Maldito sea este necio, z que porradas dize !

Sempronio. Escoziote ? Lee los ystoriales, estudia los filó- sofos, mira los poetas ; llenos están los libros de sus viles z malos exemplos, z de las cay das que leuaron los que en algo, como tu, las reputaron. Oye a Salomón do dize, que las mugeres z el vino hazen a los hombres renegar. Conséjate con Séneca, z veras en que las tiene. Escucha al Aristóteles ; mira a Bernardo. Gentiles, judíos, cristianos z moros, todos en esta concordia están. Pero lo dicho z lo que dellas dixere, no te contezca error de tomarlo en común : que muchas houo z ay sanctas z virtuosas z notables, cuya resplandes- ciente corona quita el general vituperio. Pero destas otras, quien te contaría sus mentiras, sus tráfagos, sus cambios, su liuiandad, sus lagrimillas, sus alteraciones, sus osadías? Que todo lo que piensan, osan sin deliberar : sus dissimula- ciones, su lengua, su engaño, su oluido, su desamor, su ingratitud, su inconstancia, su testimoniar, su negar, su reboluer, su presunción, su vanagloria, su abatimiento, su locura, su desden, su soberuia, su subjecion, su parlería, su golosina, su luxuria z suziedad, su miedo, su atreuimiento, sus hechizerias, sus embaymientos, sus escarnios, su des- lenguamiento, su desuergüenca, su alcahuetería. Consi- dera que sesito esta debaxo de aquellas grandes z delgadas tocas! que pensamientos so aquellas gorgueras, so aquel fausto, so aquellas largas z autorizantes ropas ! que imperfi- cion, que aluañares debaxo de templos pintados ! Por ellas es dicho : arma del diablo, cabeca de pecado, destruycion de parayso. No has rezado en la festiuidad de sant Juan, do dize : las mugeres z el vino hazen los hombres renegar; do dize : esta es la muger, antigua malicia que a Adam echo de los deleytes de parayso ; esta el linaje humano metió en el infierno ; a esta menosprecio Helias propheta, zc. ? ^ Calisto. Di pues, esse Adam, esse Salomón, esse Dauid,

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esse Aristóteles, esse Vergilio, essos que dizes, como se sometieron a ellas ? Soy mas que ellos?

Sempronio. A los que las vencieron querría que reme- dasses, que no a los que dellas fueron vencidos. Huye de sus engaños. Sabes que fazen ? cosa que es difícil enten- 5 derlas : no tienen modo, no razón, no intención ; por rigor comienzan el ofrescimiento que de si quieren hazer. A los que meten por los agujeros denuestan en la calle. Combi- dan, despiden, llaman, niegan, señalan amor, pronuncian enemiga; ensañanse presto, apaciguanse luego ; quieren que 10 adeuinen lo que quieren. O que plaga, o que enojo, o que fastio es conferir con ellas mas de aquel breue tiempo que son aparejadas al deleyte!

Calisto. Ve : mientra mas me dizes z mas inconuenien- tes me pones, mas la quiero. No se que ses. 15

Sempronio. No es este juyzio para mocos, según veo, que no.se saben a razón someter; no se saben administrar. Mise- rable cosa es pensar ser maestro el que nunca fue discípulo .

Calisto. z tu, que sabes? quien te mostró esto?

Sempronio. Quien? ellas; que desque se descubren, assi 20 pierden la vergüenza, que todo esto z avn mas a los hom- bres manifiestan. Ponte pues en la medida de honrra, piensa ser mas digno de lo que te reputas : que cierto peor estremo es dexarse hombre caer de su merescimiento, que ponerse en mas alto lugar que deue. 25

Calisto. Pues, quien yo para esso ?

Sempronio. Quien? Lo primero eres hombre z de claro ingenio, z mas, a quien la natura doto de los mejores bienes que tuuo : conuiene a saber, fermosura, gracia, grandeza de miembros, fuerga, ligereza; z allende desto, fortuna media- 30 ñámente partió contigo lo suyo en tal quantidad, que los bienes que tienes de dentro con los de fuera resplandescen, porque sin los bienes de fuera, de los qüales la fortuna es

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señora, a ninguno acaece en esta vida ser bienauenturado ; z mas, a constelación de todos eres amado.

Calisto. Pero no de Melibea; e en todo lo que me as gloriado, Sempronio, sin proporción ni comparación se 5 auentaja Melibea. Miras la nobleza z antigüedad de su linaje? el grandissimo patrimonio? el excelentísimo ingenio ? las resplandescientes virtudes? la altitud z inefable gracia? la soberana hermosura? de la qual te ruego me dexes hablar vn poco, porque aya algún refrigerio, z lo que te dixere sera 10 de lo descubierto, que si de lo oculto yo hablar te supiera, no nos fuera necessario altercar tan miserablemente estas razones.

Sempronio. Que mentiras, z que locuras dirá agora este cautiuo de mi amo ! 15 Calisto. Como es esso ?

Sempronio. Dixe que digas, que muy gran plazer haure de lo oyr. Asi te medre Dios, como me sera agradable esse sermón.

Calisto. Que?

20 Sempronio. Que assi me medre Dios, como me sera gra- cioso de oyr.

Calisto. Pues porque ayas plazer, yo lo figurare por partes mucho por estenso.

Sempronio. Duelos tenemos: esto es tras lo que yo 25 andaua. De passar se haura ya esta importunidad.

Calisto. Comienco por los cabellos : vees tu las madexas del oro delgado que hilan en Arabia? Mas lindos son z no resplandecen menos. Su longura hasta el postrero assiento de sus pies : después, crinados z atados con la delgada cuerda, 30 como ella se los pone, no ha mas menester paraconuertir los hombres en piedras.

Sempronio. Mas en asnos.

Calisto. Que dizes ?

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Sempronio. Dixe que essos tales no serian cerdas de asno.

Calisto. Veed, que torpe, z que comparación ! ^Sempronio. Tu cuerdo.

Calisto. Los ojos verdes, rasgados, las pestañas luengas, las cejas delgadas z aleadas, la nariz mediana, la boca pequeña, los dientes menudos z blancos, los labrios colo- rados z grosezuelos, el torno del rostro poco mas luengo que redondo, el pecho alto, la redondeza z forma de las pequeñas tetas, quien tela podra figurar? que se despereza el hombre quando las mira! La tez lisa lustrosa, el cuero suyo escuresce la nieue, la color mezclada, qual ella la esco- gió para si.

Sempronio. En sus treze esta este necio.

Calisto. Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos, las vñas en ellos largas z coloradas, que parescen rubies entre perlas. Aquella proporción que veer yo no pude, no sin duda por el bulto de fuera juzgo incomparablemente ser mejor que la que Paris juzgo entre las tres deesas.

Sempronio. Has dicho?

Calisto. Quan breuemente pude.

Sempronio. Puesto que sea todo esso verdad, por ser tu hombre eres mas digno. Calisto. En que?

Sempronio. En que ella es imperfeta, por el qual defeto desea z apetece a ti, z a otro menor que tu. No as leydo el filosofo do dize : assi como la materia apetece a la forma, asi la mujer al varón ?

Calisto. O triste, z quando veré yo esso entre mi z Melibea!

Sempronio. Posible es, z avn que la aborrezcas quanto agora la amas, podra ser alcanzándola, z viéndola con otros ojos, libres del engaño en que agora estas.

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C alisto. Con que ojos ?

Sempronio. Con ojos claros. v Calisto. z agora, con que la veo?

Sempronio. Con ojos de alinde, con que lo poco parece 5 mucho, z lo pequeño grande. E porque no te desesperes, yo quiero tomar esta empresa de complir tu desseo.

Calisto. O, Dios te de lo que desseas, que glorioso me es oyrte, avnque no espero que lo has de hazer! Sempronio. Antes lo haré cierto. 10 Calisto. Dios te consuele. El jubón de brocado que ayer vesti, Sempronio, vístetele tu.

Sempronio. Prospérete Dios por este z por muchos mas que me darás. De la burla yo me lleuo lo mejor: con todo, si destos aguijones me da, traergela he hasta la cama. 15 Bueno ando! Hazelo esto que me dio mi amo ; que sin mer- ced, impossible es obrarse bien ninguna cosa. Calisto. No seas agora negligente.

Sempronio. No lo seas tu ; que impossible es fazer sieruo diligente el amo perezoso. 20 Calisto. Como has pensado de fazer esta piedad ?

Sempronio. Yo te lo diré. Dias ha grandes que conozco en fin desta vezindad vna vieja barbuda que se dize Celestina, hechizera, astuta, sagaz en quantas maldades ay. Entiendo que passan de cinco mili virgos los que se 25 han hecho z deshecho por su auctoridad en esta cibdad. A las duras peñas promouera z prouocara a luxuria, si quiere.

Calisto. Podríala yo fablar ?

Sempronio. Yo te la traeré hasta acá. Por esso aparéjate ; seyle gracioso, seyle franco: estudia, mientra vo yo, de le 30 dezir tu pena tan bien como ella te dará el remedio. Calisto. Y tardas ?

Sempronio. Ya voy: quede Dios contigo.

Calisto. z contigo vaya. O todopoderoso, perdurable

Dios! tu que guias los perdidos, e los reyes orientales por el estrella precedente a Belén truxiste, z en su patria los reduxiste, humilmente te ruego que guies a mi Sempronio, en manera que conuierta mi pena z tristeza en gozo, z yo indigno merezca venir en el deseado fin. 5

Celestina. Albricias, albricias, Elicia. Sempronio, Sem- pronio.

Elicia. Ce, ce, ce.

Celestina. Porque ?

Elicia. Porque esta aqui Crito. 10 Celestina. Mételo en la camarilla de las escobas : presto. Dile que viene tu primo z mi familiar.

Elicia. Crito, retráete ay. Mi primo viene : perdida soy. Crito. Plazeme, no te congoxes.

Sempronio. Madre bendita! Que desseo traygo ! Gracias a 15 Dios que te me dexo ver.

Celestina. Fijo mió, rey mió, turbado me has : no te puedo fablar. Torna z dame otro abraco, z tres dias podiste estar sin vernos? Elicia, Elicia, cátale aqui.

Elicia. A quien, madre? 20

Celestina. Sempronio.

Elicia. Ay triste ! Que saltos me da el coracon ! z que es del ?

Celestina. Vesle aqui, vesle. Yo me lo abracare, que no tu.

Elicia. Ay ! maldito seas, traydor. Postemas landre te 25 mate, z a manos de tus enemigos mueras, z por crimines dignos de cruel muerte en poder de rigurosa justicia te veas ! Ay, ay !

Sempronio. Hy, hy, hy! Que has, mi Elicia? de que te congoxas? 30

Elicia. Tres dias ha que no me ves. Nunca Dios te vea ; nunca Dios te consuele ni visite. Guay de la triste que en ti tiene su esperanza z el fin de todo su bien !

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Sempronio. Calla, señora mia ; tu piensas que la distancia del lugar es poderosa de apartar el entrañable amor, el fuego que esta en mi coracon? Do yo vo, comigo vas, comigo estas: no te aflijas* ni me atormentes mas de lo que yo he padecido. Mas di, que passos suenan arriba?

Elicia. Quien ? Vn mi enamorado.

Sempronio. Pues creólo.

Elicia. A la he, verdad es : sube alia z verle has. Sempronio. Voy.

Celestina. Anda acá : dexa essa loca, que ella es liuiana, z turbada de tu absencia, sacasla agora de seso. Dirá mili locuras. Ven z fablemos : no dexemos passar el tiempo en balde.

Sempronio. Pues quien esta arriba? Celestina. Quiereslo saber? Sempronio. Quiero.

Celestina. Vna moca que me encomendó vn frayle. Sempronio. Que frayle? Celestina. No lo procures. Sempronio. Por mi vida, madre, que frayle? Celestina. Porfías? El ministro, el gordo. Sempronio. O desauenturada, z que carga espera! Celestina. Todo lo leuamos. Pocas mataduras as tu visto en la barriga.

Sempronio. Mataduras no, mas petreras si. Celestina. Ay burlador !

Sempronio. Dexa si soy burlador, z muestramela.^ Elicia. Ha! don maluado, verla quieres? Los ojos se te

salten : que no basta a ti vna ni otra. Anda, veela, z dexa a

mi para siempre.

Sempronio. Calla, dios mió, z enojaste? que ni la quiero

veer a ella ni a muger nascida. A mi madre quiero fablar, z

quedare a Dios.

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Elicia. Anda, anda, vete, desconoscido, z esta otros tres años que no me bueluas a ver.

Sempronio. Madre mia, bien ternas confianca, z creerás que no te burlo. Toma el manto, z vamos : que por el camino sabrás lo que si aqui me tardasse en dezirte, impe- 5 diria tu prouecho z el mió.

Celestina. Vamos. Elicia, quédate a Dios, cierra la puerta. Adiós, paredes.

Sempronio. O madre mia, todas cosas dexadas aparte, solamente se atenta, z ymagina en lo que te dixere ; z no 10 derrames tu pensamiento en muchas partes3 que quien junto en diuersos lugares le pone, en ninguno le tiene, sino por caso determina lo cierto, z quiero que sepas de mi lo que no has oydo, e es que jamas pude, después que mi fe contigo puse, desear bien de que no te cupiesse parte. 1 5

Celestina. Parta Dios, fijo, de lo suyo contigo, que no sin causa lo hará, siquiera porque has piedad desta pecadora de vieja. Pero di, no te detengas; que la amistad que entre ti z mi se afirma, no ha menester preámbulos, ni correlarios, ni aparejos para ganar voluntad. Abreuia z ven al fecho; que 20 vanamente se dize por muchas palabras lo que por pocas se puede entender.

Sempronio. Assi es: Calisto arde en amores de Melibea; de ti z de mi tiene necessidad. Pues juntos nos ha menester, juntos nos aprouechemos : que conoscer el tiempo z vsar 25 el hombre de la oportunidad, haze los hombres pros- peros.

Celestina. Bien as dicho, al cabo estoy: basta para mi mescer el ojo. Digo, que me alegro destas nueuas, como los cirujanos de los descalabrados. E como aquellos dañan en 30 los principios las llagas z encarecen el prometimiento de la salud, assi entiendo yo fazer a Calisto. Alargarle he la certe- nidad del remedio, porque, como dizen, el esperanza luenga

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aflige el coracon, z quanto el la perdiere, tanto ge la pro- mete. Bien me entiendes.

Sempronio. Callemos, que ala puerta estamos; z como dizen, las paredes han oydos.

Celestina. Llama.

Sempronio. Tha, tha, tha.

Calisto. Parmeno.

Parmeno. Señor.

Calisto. No oyes, maldito sordo ?

Parmeno. Qus es, señor?

Calisto. A la puerta llaman; corre.

Parmeno. Quien es ?

Sempronio. Abre a mi z a esta dueña.

Parmeno. Señor, Sempronio z vna puta vieja alcoholada dauan aquellas porradas.

Calisto. Calla, calla, maluado, que es mi tia: corre, corre, abre. Siempre lo vi, que por huyr hombre de vri peligro, cae en otro mayor. Por encubrir yo este fecho de Parmeno, a quien amor, o fidelidad, o temor pusieran freno, cay en indignación desta que no tiene menor poderío en mi vida que Dios.

Parmeno. Porque, señor, te matas? Porque, señor, te congoxas ? z tu piensas que es vituperio en las orejas desta el nombre que la llame? No lo creas ; que assi se glorifica en le oyr, como tu quando dizen : diestro cauallero es Calisto. E demás desto es nombrada, z por tal titulo conocida. Si entre cient mugeres va, z alguno dize puta vieja, sin ningún empacho luego buelue la cabeca, z responde con alegre cara. En los conbites, en las fiestas, en las bodas, en las confadrias, en los mortuorios, en todos los ayuntamien- tos de gentes, con ella passan tiempo. Si passa por los I perros, aquello suena su ladrido ; si esta cerca las aues, otra Cd§a no cantan; si cerca los ganados, balando lo pre- 1

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gonan ; si cerca las bestias, rebuznando dizen puta vieja. Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar ; si va entre los herreros, aquello dizen sus martillos, carpinte- ros z armeros, herradores, caldereros, arcadores. Todo oficio de instrumento forma en el ayre su nombre : cantanla los 5 carpinteros; peynanla los peynadores, texedores ; labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas, con ella passan el afán cotidiano : al perder en los tableros, luego suenan sus loores : todas cosas que son fazen, a do quiera que ella esta, el tal nombre representan. O que 10 comedor de hueuos asados era su marido ! Que quieres mas ! sino si vna piedra toca con otra, luego suena puta vieja !

Calisto. z tu como lo sabes y la conosces ?

Parmeno. Saberlo has. Dias grandes son passados que mi 15 madre, muger pobre, moraua en su vezindad, la qual, rogada por esta Celestina, me dio a ella por simiente, avnque ella no me conoce, por lo poco que la serui, z por la mudanza que la edad ha hecho.

Calisto. De que la seruias ? 20

Parmeno. Señor, yua a la placa, z trayale de comer, z acompañauala : suplia en aquellos menesteres que mi tierna merca bastaua. Pero de aquel poco tiempo que la serui, recogia la nueua memoria lo que la vejez no ha podido quitar. Tiene esta buena dueña al cabo de la cibdad, alia 25 cerca de las tenerias en la cuesta del rio, vna casa apartada, medio cayda, poco compuesta z menos abastada. Ella tenia seys oficios, conuiene a saber : labrandera, perfumera, maestra de fazer afeytes z de fazer virgos, alcahueta, z vn poquito hechizera. Era el primero oficio cobertura de los 30 otros, so color del qual muchas mogas destas simientes entrauan en su casa a labrarse, z a labrar camisas z gorgue- ras z otras muchas cosas. Ninguna venia sin torrezno, trigo,

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harina, o jarro de vino, z de las otras prouisiones que podían a sus amas furtar, z avn otros furtillos de mas qualidad allí se encubrían. Asaz era amiga de estudiantes, z despenseros, z mogos de abades : e a estos vendía ella aquella sangre 5 innocente de las cuytadillas, la qual ligeramente auenturauan en esfuerco de la restitución que ella les prometió. Subió su fecho a mas : que por medio de aquellas, comunicaua con las mas encerradas, hasta traher a execucion su proposito, z aquestas, en tiempo onesto como estaciones, processiones

10 de noche, missas del gallo, missas del alúa, z otras secretas deuociones, muchas encubiertas vi entrar en su casa : tras ellas hombres descalzos, contritos, z rebocados, desatacados, que entrauan alli a llorar sus pecados. Que tráfagos, si pien- sas, traya? faziase física de niños, tomaua estambre de vnas

15 casas, daualo a filar en otras, por achaque de entrar en todas. Las vnas, madre acá; las otras, madre acullá; cata la vieja, ya viene el ama, de todos muy conocida. Con todos estos afanes, nunca pasaua sin missa ni bisperas; ni dexaua monesterios de frayles ni de monjas : esto porque alli fazia

20 ella sus aleluyas z conciertos, z en su casa fazia perfumes, falsaua estoraques, menjuy, animes, ámbar, algalia, poluillos, almizcles, mosquetes. Tenia vna cámara llena de alambiques, de redomillas, de barrilejos de barro, de vidrio, de arambre, de estaño, hechos de mili faziones ; hazia solimán, afeyte

25 cozido, argentadas, bujelladas, cerillas, llanillas, vnturillas, lustres, luzentores, clarimientes, alualinos, e otras aguas de rostro, de rasuras de gamones, de cortezas de spantalobos, de taraguntia, de hieles, de agraz, de mosto, destiladas z acucaradas. Adelgazaua los cueros con <;umos de limones,

30 con turuino, con tuétano de corqo z de garca, z otras confa- ciones. Sacaua aguas para oler de rosas, de azahar, de jasmin, de trébol, de madreselua, z clauellinas mosquetas z almiz- cladas, poluorizadas con vino. Hazia lexias para enrubiar,

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de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre, z millifolia, z otras diuersas cosas. E los vntos z mantecas que tenia, es hastio de dezir : de vaca, de osso, de cauallos, z de camellos, de culebra, z de conejo, de vallena, de garc,a, z de alcarauan, z de gamo, z de gato 5 montes, z de texon, de harda, de herizo, de nutria. Apare- jos para baños : esto es vna marauilla, de las yemas z rayzes que tenia en el techo de su casa colgadas : manganilla z romero, maluaviscos, culantrillo, coronillas, flor de saúco z de mostaza, espliego z laurel blanco, tortarosa z gramo- 10 nilla, flor saluaje z higueruela, pico de oro z hoja tinta. Los azeytes que sacaua para el rostro, no es cosa de creer. De estoraque, z de jazmin, de limón, de pepitas, de viole- tas, de menjuy, de alfocigos, de piñones, de granillo, de a^ofeyfas, de neguilla, de altramuzes, de aruejas, z de cari- 15 lias, z de yerua paxarera ; e vn poquillo de balsamo tenia ella en vna redomilla, que guardaua para aquel rascuño que tiene por las narizes. Esto de los virgos, vnos fazia de bexiga, z otros curaua de punto. Tenia en vn tabladillo, en vna caxuela pintada, agujas delgadas de pellejeros, z hilos de seda encera- 20 dos, z colgadas allí rayzes de hojaplasma z fuste sanguino, cebolla albarrana, z cepacauallo : hazia con esto marauillas, que quando vino por aqui el embaxador francés, tres vezes vendió por virgen vna criada que tenia.

Calisto. Asi pudiera ciento. 25 Parmeno. Si, santo Dios ! z remediaua por caridad muchas huérfanas z erradas que se encomendauan a ella. E en otro apartado tenia para remediar amores, z para se querer bien. Tenia huessos de coraron de cieruo, lengua de biuora, cabe- cas de codornizes, sesos de asno, tela de cauallo, mantillo de 30 niño, haua morisca, guija marina, soga de ahorcado, flor de yedra, espina de erizo, pie de texo, granos de helehecho, la piedra del nido del águila, z otras mili cosas. Venían a ella

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muchos hombres z mugeres ; z a vnos demandaua el pan do mordían, a otros de su ropa, a otros de sus cabellos : a otros pintaua en la palma letras con azafrán, a otros con bermellón, a otros daua vnos corazones de cera llenos de agujas quebra- 5 das, z otras cosas en barro z en plomo hechas, muy espan- tables al ver. Pintaua figuras, dezia palabras en tierra. Quien te podra dezir lo que esta vieja fazia? z todo era burla z mentira.

Calisto. Bien esta, Parmeno, dexalo para mas oportuni-

io dad. Asaz soy de ti auisado, tengotelo en gracia. No nos detengamos, que la necessidad desecha la tardanza. Oye, aquella viene rogada ; espera mas que deue : vamos, no se indigne. Yo temo, z el temor reduze la memoria z a la pro- uidencia despierta. Sus : vamos, proueamos. Pero ruegote,

15 Parmeno, la embidia de Sempronio, que en esto me sirue z complaze, no ponga impedimento en el remedio de mi vida : que si para el houo jubón, para ti no faltara sayo. Ni pienses que tengo en menos tu consejo z auiso que su trabajo z obra : como lo espiritual sepa yo que precede a lo corporal,

20 z que puesto que las bestias corporalmente trabajen mas que los hombres, por esso son pensadas z curadas, pero no ami- gas dellos. En la tal diferencia seras comigo en respeto de Sempronio; z so secreto sello, pospuesto el dominio, por tal amigo a ti me concedo.

25 Parmeno. Quexome, Calisto, de la dubda de mi fidelidad z seruicio, por los prometimientos z amonestaciones tuyas. Quando me viste, señor, embidiar, o por ningún interesse ni resabio tu prouecho estorcer ?

Calisto. No te escandalizes : que sin dubda tus costum-

30 bres z gentil crianca en mis ojos ante todos los que me simen están. Mas como en caso tan arduo, do todo mi bien z vida pende, es necessario proueer, proueo a los contescimientos : como quiera que creo que tus buenas costumbres sobre buen

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natural flore-scen, como el buen natural sea principio del artifi- cio. E no mas, sino vamos a ver la salud.

Celestina. Pasos oyó : acá descienden. Haz, Sempronio, que no lo oyes; escucha, zdexame hablar lo que a ti z a mi conuiene. 5

Sempronio. Habla.

Celestina. No me congoxes, ni me importunes : que sobre- cargar el cuydado, es aguijar al animal congoxoso. Assi sien- tes la pena de tu amo Calisto, que parece que tu eres el z el tu, z que los tormentos son en vn mismo subjeto. Pues cree 10 que yo no vine acá por dexar este pleyto indeciso, o morir en la demanda.

Calisto. Parmeno, detente, ce, escucha, que hablan estos : veamos en que viuimos. O notable muger, o bienes munda- nos, indignos de ser poseydos de tan alto coraron ! O fiel z 15 verdadero Sempronio ! Has visto, mi Parmeno ? oyste ? tengo razón ? Que me dizes, rincón de mi secreto, z consejo z alma mia ?

Parmeno. Protestando mi innocencia en la primera sos- pecha, z cumpliendo con la fidelidad, porque te me conce- 20 diste, hablare. Oyeme, z el afecto no te ensorde, ni la espe- ranza del deleyte te ciegue. Tiemplate, z no te apresures; que muchos, con codicia de dar en el fiel, yerran el blanco. Avnque soy moco, cosas he visto asaz, z el seso z la vista de las muchas cosas demuestran la experiencia. De verte o de 25 oyrte descender por la escalera, parlan lo que estos fingida- mente han dicho, en cuyas falsas palabras pones el fin de tu deseo.

Sempronio. Celestina, ruynmente suena lo que Parmeno dize.

Celestina. Calla, que para la mi santiguada, do vino el asno vendrá el albarda. Dexame tu a Parmeno, que yo te le haré vno de nos : z de lo que houieremos, démosle parte ;

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que los bienes, si no son comunicados, no son bienes. Gane- mos todos, partamos todos, holguemos todos : yo te le traeré manso z benigno a picar el pan en el puño, z seremos dos a dos, z como dizen, tres al mohíno. 5 Calisto. Sempronio. Sempronio. Señor.

Calisto. Que hazes, llaue de mi vida? Abre. O Parmeno, ya la veo; sano soy, viuo so. Miras que reuerenda persona? que acatamiento? Por la mayor parte, por la philosomia es

io conocida la virtud interior. O vejez virtuosa! O virtud enueje- cida ! O gloriosa esperanza de mi desseado fin ! O fin de mi deleytosa esperanza ! O salud de mi passion, reparo de mi tormento, regeneración mia, viuificacion de mi vida, resur- recion de mi muerte ! Deseo llegar a ti, cobdicio besar essas

15 manos llenas de remedio. La indignidad de mi persona lo embarga. Dende aqui adoro la tierra que huellas z en reue- rencia tuya beso.

Celestina. Sempronio, de aquellas viuo yo ? Los huessos que yo roy piensa este necio de tu amo de darme a comer :

20 pues al le sueño, al freyr lo vera. Dile que cierre la boca z comience abrir la bolsa, que de las obras dudo, quanto mas de las palabras. Xo, que te estriego, asna coxa : mas hauias de madrugar.

Parmeno. Guay de orejas que tal oyen ! Perdido es, quien 25 tras perdido anda. O Calisto desauenturado, abatido, ciego! z en tierra esta adorando a la mas antigua z puta tierra, que fregaron sus espaldas en todos los burdeles ! Deshecho es, vencido es, caydo es, no es capaz de ninguna redención, ni consejo, ni esfuerco. 3o Calisto. Que dezia la madre? Paresceme que pensaua que le ofrescia palabras por escusar galardón. Sempronio. Assi lo sentí.

Calisto. Pues ven comigo, trae las llaues, que yo sanare su duda.

Sempronio. Bien faras, z luego vamos ; que no se deue dexar crescer la yerua entre los panes, ni la sospecha en los coracones de los amigos, sino alimpiarla luego con el escar- dilla de las buenas obras.

■^Celestina. Plazeme, Parmeno, que hauemos auido opor- tunidad para que conozcas el amor mió contigo, z la parte que en mi inmérito tienes ; z digo inmérito, por lo que te he oydo dezir, de que no hago caso. Porque virtud nos amonesta sufrir las tentaciones, z no dar mal por mal; z especial 10 quando somos tentados por mo^os, z no bien instruios en lo mundano, en que con necia lealdad pierdan a si z sus amos, como agora tu a Calisto. Bien te oy ; z no pienses que el oyr con los otros exteriores sesos mi vejez aya perdido : que no solo lo que veo, oyó z conozco, mas avn lo intrinseco con 15 los intelectuales ojos penetro. Has de saber, Parmeno, que Calisto anda de amor quexoso ; z no lo juzgues por eso por flaco, que el amor imperuio todas las cosas vence, z sabe, si no sabes, que dos conclusiones son verdaderas : la primera, que es ,forcoso el hombre amar a la muger z la muger al 20 hombre; la segunda, que el que verdaderamente ama, es necessario que se turbe con la dulcura del soberano deleyte que por el hazedor de las cosas fue puesto, porque el linaje de los hombres perpetuase, sin lo qual peresceria. E no solo en la humana especie, mas en los pesces, en las bestias, 25 en las aues, en las reptilias, e en lo vegetatiuo algunas plantas han este respeto, si sin interposición de otra cosa en poca distancia de tierra están puestas : en que ay deter- minación de heruolarios z agricultores ser machos z hembras. Que dirás a esto, Parmeno ? Neciuelo, loquito, 30 angélico, perlica, simplezico, lobitos en tal gestico ? Llégate acá, putico, que no sabes nada del mundo, ni de sus deleytes. Mas rauia mala me mate, si te llego a

Calisto. Astuto hablas, vamos, z no tardemos.

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mi, avnque vieja ; que la voz tienes ronca, las barbas te apuntan. Mal sosegadilla deues tener la punta de la barriga.

Parmeno. Como cola de alacrán. 5 Celestina, z avn peor : que la otra muerde sin hinchar, z la tuya hincha por nueue meses. Parmeno. Hy, hy, hy! Celestina. Rieste, landrezilla, fijo ?

Parmeno. Calla, madre, no me culpes, ni me tengas, 10 avnque mo^o, por insipiente. Amo a Calisto, porque le deuo fidelidad, por enanca, por beneficios, por ser del honrrado z bien tratado, que es la mayor cadena que el amor del seruidor al seruicio del señor prende, quanto lo contrario aparta. Veole perdido ; z no ay cosa peor, que yr tras desseo sin esperanza 15 de buen fin; z especial, pensando remediar su hecho tan arduo z difícil con vanos consejos z necias razones de aquel bruto Sempronio, que es pensar sacar aradores a pala z aca- don. No lo puedo sufrir; digolo, z lloro.

Celestina. Parmeno, tu no vees que es necedad o simpleza 20 llorar por lo que con llorar no se puede remediar ?

Parmeno. Por esso lloro, que si con llorar fuesse possible traer a mi amo el remedio, tan grande seria el plazer de la tal esperanza, que de gozo no podria llorar ; pero assi perdida ya la esperanza, pierdo el alegría, z lloro. 25 Celestina. Lloraras sin prouecho por lo que llorando estoruar no podras, ni sanarlo presumas. A otros no ha con- tecido esto, Parmeno ?

Parmeno. Si ; pero a mi amo no le querría doliente. Celestina. No lo es : mas avnque fuesse doliente, podria 30 sanar.

Parmeno. No curo de lo que dizes, porque en los bienes mejor es el acto que la potencia; z en los males mejor la potencia que el acto. Assi que mejor es ser sano, que

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poderlo ser ; z mejor es poder ser doliente, que ser enfermo por acto, z por tanto es mejor tener la potencia en el mal, que el acto.

Celestina. O maluado, como que no se te entiende ! Tu no sientes su enfermedad. Que has dicho hasta agora? De 5 que te quexas ? Pues burla, o di por verdad lo falso, z cree lo que quisieres : que el es enfermo por acto, z el poder ser sano es en mano desta flaca vieja.

Parmeno. Mas desta flaca puta vieja.

Celestina. Putos dias viuas, vellaquillo : z como te 10 atreues ?

Parmeno. Como te conozco. Celestina. Quien eres tu ?

Parmeno. Quien? Parmeno, hijo de Alberto tu compa- dre, que estuue contigo vn mes, que te me dio mi madre 15 quando morauas a la cuesta del rio, cerca de las tenerias.

Celestina. Jesu, Jesu, Jesu ! e tu eres Parmeno, hijo de la Claudiana ?

Parmeno. A la he, yo.

Celestina. Pues fuego malo te queme, que tan puta . 20 vieja era tu madre como yo. Porque me persigues, Parme- nico? El es, el es, por los sanctos de Dios. Allégate a mi; ven acá, que mili agotes z puñadas te di en este mundo, z otros tantos besos. Acuerdaste quando dormías a mis pies, loquito ? 25

Parmeno. Si, en buena fe ; z algunas vezes, avnque era niño, me subias a la cabecera, z me apretauas contigo, z porque olias a vieja me fuya de ti.

Celestina. Mala landre te mate : z como lo dize el desuer- gongado ! Dexadas burlas z pasatiempos, oye agora, mi fijo, 30 z escucha : que avnque a vn fin soy llamada, a otro so venida, z maguera que contigo me aya fecho de nueuas, tu eres la causa. Hijo, bien sabes como tu madre, que Dios aya,

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te me dio, viniendo tu padre ; el qual, como de mi te fueste, con otra ansia no murió, sino con la incertedumbre de tu vida z persona : por la qual absencia algunos años de su vejez sufrió angustiosa z cuydosa vida ; z al tiempo que 5 della passo, embio por mi, z en su secreto te me encargo, z me dixo sin otro testigo, sino aquel que es testigo de todas las obras z pensamientos, z los corazones z entrañas escu- driña, al qual puso entre el z mi, que te buscasse, z alle- gasse, z abrigase, z quando de complida edad fueses, tal que

io en tu viuir supieses tener manera z forma, te descubriesse adonde dexo encerrada tal copia de oro z plata, que basta mas que la renta de tu amo Caliste z porque ge lo prometí, z con mi promessa lleuo descanso, z la fe es de guardar mas que a los viuos a los muertos, que no pueden hazer por si,

15 en pesquisar seguimiento tuyo yo he gastado asaz tiempo z quantias, hasta agora que ha plazido aquel, que todos los cuydados tiene, z remedia las justas peticiones, z las pia- dosas obras endereca, que te hallase aqui, donde solos ha tres dias que se que moras. Sin duda dolor he sentido,

20 porque has por tantas partes vagado z peregrinado, que ni has hauido prouecho, ni ganado debdo ni amistad. Que, como Séneca nos dize, los peregrinos tienen muchas posa- das z pocas amistades, porque en breue tiempo con nin- guno no pueden firmar amistad. E el que esta en muchos

25 cabos, no esta en ninguno ; ni puede aprouechar el manjar a los cuerpos, que en comiendo se langa ; ni ay cosa que mas la sanidad impida, que la diuersidad z mudanca z varia- ción de los manjares ; z nunca la llaga viene a cicatrizar, en la qual muchas melezinas se tientan ; ni conualesce la

30 planta que muchas vezes es traspuesta ; ni ay cosa tan prouechosa, que en llegando aproueche. Por tanto, mi hijo, dexa los Ímpetus de la juuentud, z tórnate con la doctrina de tus mayores a la razón ; reposa en alguna parte, z donde

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mejor qué en mi voluntad, en mi animo, en mi consejo, a quien tus padres te remetieron ? z yo assi como verdadera madre tuya te digo, so las maldiciones que tus padres te pusieron si me fuesses inobediente, que por el presente sufras z siruas a este tu amo que procuraste, hasta en ello 5 hauer otro consejo mió. Pero no con necia lealdad, propo- niendo firmeza sobre lo mouible, como son estos señores deste tiempo. E tu, gana amigos, que es cosa durable; ten con ellos constancia, no viuas en flores ; dexa los vanos pro- metimientos de los señores, los quales desechan la substan- 10 cia de sus simientes con huecos z vanos prometimientos : como la sanguijuela saca la sangre, desagradescen, injurian, oluidan seruicios, niegan galardón. Guay de quien en pala- cio enuejece ! Como se escriue de la probatica piscina, que de ciento que entrauan, sanaua vno. Estos señores 15 deste tiempo mas aman a si, que a los suyos ; z no yerran : los suyos ygualmente lo deuen hazer. Perdidas son las mer- cedes, las magnificencias, los actos nobles : cada vno destos catiuan, z mezquinamente procuran su interesse con los suyos. Pues aquellos no deuen menos hazer, como sean en 20 facultades menores, sino viuir a su ley. Digolo, fijo Parmeno, porque este tu amo, como dizen, me parece rompenecios : de todos se quiere seruir sin merced. Mira bien, créeme : en su casa cobra amigos, que es el mayor precio mundano ; que con el no pienses tener amistad, como por la diferencia de 25 los estados o condiciones pocas vezes contezca. Caso es ofre- cido, como sabes, en que todos medremos, z tu por el pre- sente te remedies : que lo al que te he dicho, guardado te esta a su tiempo, z mucho te aprouecharas siendo amigo de Sempronio. 30

Parmeno. Celestina, todo tremo de oyrte : no se que haga; perplexo esto. Por vna parte tengote por madre, por otra a Calisto por amo. Riqueza desseo ; pero quien torpe-

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mente sube a lo alto, mas ayna caye que subió. No querría bienes mal ganados.

Celestina. Yo si : a tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo.

5 Parmeno. Pues yo con ellos no viuiria contento, z tengo por onesta cosa la pobreza alegre ; e avn mas te digo, que no los que poco tienen son pobres, mas los que mucho des- sean, z por esto, avnque mas digas, no te creo en esta parte. Querría pasar la vida sin embidia, los yermos z aspereza 10 sin temor, el sueño sin sobresalto, las injurias con res- puesta, las fuerzas sin denuesto, las premias con resis- tencia.

Celestina. O hijo, bien dizen que la prudencia no puede ser sino en los viejos : z tu mucho eres mogo.

15 Parmeno. Mucho segura es la mansa pobreza.

Celestina. Mas di, como Mayor, que la 'fortuna ayuda a los osados : z demás desto, quien que tenga bienes en la república, que escoja viuir sin amigos? Pues, loado Dios, bienes tienes ; z no sabes que has menester amigos para los

20 conseruar ? z no pienses que tu priuanca con este señor te haze seguro : que quanto mayor es la fortuna, tanto es menos segura ; z por tanto, en los infortunios el remedio es a los amigos. E adonde puedes ganar mejor este debdo, que donde las tres maneras de amistad concurren ? conuiene a saber :

25 por bien, z prouecho, z deleyte. Por bien, mira la voluntad de Sempronio conforme a la tuya, z la gran similitud que tu z el en la virtud teneys. Por prouecho, en la mano esta, si soys concordes. Por deleyte, semejable es, como seays en edad dispuestos para todo linaje de plazer, en que mas

30 los mogos que los viejos se juntan : assi como para jugar, para vestir, para burlar, para comer z beuer, para negociar amores, juntos de compañía. O si quisiesses, Parmeno, que vida gozaríamos! Sempronio ama a Elicia, prima de Areusa.

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Parmen.o. De Areusa ? Celestina. De Areusa. Parmeno. De Areusa, hija de Eliso ? Celestina. De Areusa, hija de Eliso.

Parmeno. Cierto? 5

Celestina. Cierto.

Parmeno. Marauillosa cosa es.

Celestina. Pero bien te parece ?

Parmeno. No cosa mejor.

Celestina. Pues tu buena dicha quiere, aqui esta quien te 10 la dará.

Parmeno. Mi fe, madre, no creo a nadie. Celestina. Estremo es creer a todos, z yerro no creer a ninguno.

Parmeno. Digo que te creo, pero no me atreuo : 15 dexame.

Celestina. O mezquino ! De enfermo coraron es no poder sufrir el bien. Da Dios hauas a quien no tiene quixadas. O simple! Dirás que adonde ay mayor entendimiento, ay menor fortuna.; z donde mas discreción, alli es menor la fortuna; 20 dichas son.

Parmeno. O Celestina! Oydo he a mis mayores, que vn enxemplo de luxuria o auaricia mucho mal haze ; z que con aquellos deue hombre conuersar, que le fagan mejor ; z aquellos dexar, a quien el mejores piensa hazer. E Sempro- 25 nio en su exemplo no me hará mejor, ni yo a el sanare su vicio. E puesto que yo a lo que dizes me incline, solo yo querria saberlo ; porque a lo menos por el exemplo fuese oculto el pecado. E si hombre vencido del deleyte va contra la virtud, no se atreua a la honestad. 30

Celestina. Sin prudencia hablas, que de ninguna cosa es alegre possession sin compañia. No te retrayas ni amargues, que la natura huye lo triste, z apetece lo delectable. El

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deleyte es con los amigos en las cosas sensuales, z especial en recontar las cosas de amores z comunicarlas : esto hize, esto otro me dixo, tal donayre passamos, de tal manera la tome, assi la bese, assi me mordió, assi la abrace, assi se 5 allego. O que fabla, o que gracia, o que juegos, p que besos! Vamos alia, boluamos acá, ande la música, pintemos los motes, canten canciones, inuenciones, justemos. Que cimera sacaremos, o que letra ? Ya va a la missa, mañana saldrá, rondemos su calle, mira su carta, vamos de noche, tenme el

10 escala, aguarda a la puerta, como te fue? cata el cornudo, sola la dexa, dale otra buelta, tornemos alia. E para esto, Parmeno, ay deleyte sin compañia ? A la he, a la he, la que las sabe las tañe : este es el deleyte, que lo al mejor fazen los asnos en el prado.

15 Parmeno. No querría, madre, me combidasses a consejo con amonestación de deleyte, como hizieron los que cares- ciendo de razonable fundamento, opinando hizieron sectas embueltas en dulce veneno para captar z tomar las voluntades de los flacos, z con poluos de sabroso afeto cegaron los ojos

20 de la razón.

Celestina. Que es razón, loco ? Que es afeto, asnillo ? La discreción que no tienes lo determina : e de la discreción mayor es la prudencia : z la prudencia no puede ser sin espe- rimento : z la esperiencia no puede ser mas que en los vie-

25 jos : e los ancianos somos llamados padres : e los buenos padres bien aconsejan a sus hijos : z especial yo a ti, cuya vida z honrra mas que la mia deseo. E quando me pagaras tu esto ? Nunca, pues a los padres z a los maestros no puede ser fecho seruicio ygualmente.

30 Parmeno. Todo me recelo, madre, de recebir dudoso con- sejo.

Celestina. No quieres ? Pues dezirte he lo que dize el sabio : al varón que con dura ceruiz al que le castiga

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menosprecia, arrebatado quebrantamiento le verna, z sani- dad ninguna le consiguira. E assi, Parmeno, me despido de ti, z deste negocio.

Parmeno. Ensañada esta mi madre : duda tengo en su con- sejo : yerro es no creer, z culpa creerlo todo. Mas humano 5 es confiar, mayormente en esta que interesse promete, ado prouecho nos puede allende de amor conseguir. Oydo he, que deue hombre a sus mayores creer. Esta, que me acon- seja? Paz con Sempronio : la paz no se deue negar; que bienauenturados son los pacificos, que fijos de Dios serán 10 llamados. Amor no se deue rehuyr, caridad a los hermanos : interesse pocos le apartan ; pues quierola complazer z oyr. Madre, no se deue ensañar el maestro de la ignorancia del discipulo ; sino raras vezes por la sciencia, que es de su natural comunicable, z en pocos lugares se podria infun- 15 dir. Por eso, perdóname, habíame; que no solo quiero oyrte z creerte, mas en singular merced rescibir tu consejo. E no me lo agradezcas, pues el loor z las gracias de la ación, mas al dante que no al recibiente se deuen dar. Por essp manda, que a tu mandado mi consentimiento se 20 humilla.

Celestina. De los hombres es errar, z bestial es la porfía : por ende gozóme, Parmeno, que ayas limpiado las turbias telas de tus ojos, z respondido al recognoscimiento, discre- ción z ingenio sotil de tu padre ; cuya persona, agora repre- 25 sentada en mi memoria, enternece los ojos piadosos por do tan abundantes lagrimas vees derramar. Algunas vezes duros propósitos, como tu, defendia ; pero luego tornaua a lo cierto. En Dios z en mi anima, que en ver agora lo que has porfiado, z como a la verdad eres reduzido, no parece sino 30 que viuo le tengo delante. O que persona, o que hartura, o que cara tan venerable ! Pero callemos, que se acerca Calisto, z tu nueuo amigo Sempronio, con quien tu con-

3*

formidad para mas oportunidad dexo : que dos en vn coracon viuiendo, son mas poderosos de hazer z de enten- der.

Calisto. Dubda traygo, madre, según mis infortunios, de 5 hallarte viua; pero mas es marauilla, según el deseo de como llego viuo. Recibe la dadiua pobre de aquel que con ella la vida te ofrece.

Celestina. Como en el oro muy fino labrado por la mano del sotil artífice, la obra sobrepuja a la materia, asi se auen- 10 taja a tu magnifico dar la gracia z forma de tu dulce liberali- dad, z sin duda la presta dadiua su efeto ha doblado ; porque la que tarda, el prometimiento muestra negar z arrepentirse del don prometido.

Parmeno. Que le dio, Sempronio ? 15 Sempronio. Cient monedas de oro. Parmeno. Hy, hy, hy! Sempronio. Hablo contigo la madre? Parmeno. Calla, que si. Sempronio. Pues como estamos? 20 Parmeno. Como quisieres, avnque estoy espantado.

Sempronio. Pues calla, que yo te haré espantar dos tanto.

Parmeno. O Dios! No ay pestilencia mas eficaz quel ene- migo de casa para empecer. 25 Calisto. Ve agora, madre, z consuela tu casa : z después ven, z consuela la mia, z luego. Celestina. Quede Dios contigo. Calisto. z el te me guarde.

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ARGUMENTO DEL SEGUNDO AUTO

Partida Celestina de Calisto para su casa, queda Calisto hablando coft Sempronio, criado suyo; al qual, como quien en alguna esperanea puesto esta, tpdo aguijar le parece tardanca. Embia de si a Sempronio a solicitar a Celestina para el concebido negocio. Quedan entretanto Calisto z Parmeno juntos razonando.

Calisto. Hermanos mios, cient monedas di a la madre : hize bien ?

Sempronio. Hay, si fiziste bien ! Allende de remediar tu vida, ganaste muy gran honrra. z para que es la fortuna fauorable z prospera, sino para seruir a la honrra, que es el 5 mayor de los mundanos bienes? Que esto es premio z galar- dón de la virtud ; z por esso la damos a Dios, porque no tenemos mayor cosa que le dar; la mayor parte de la qual consiste en la liberalidad z franqueza. A esta los duros teso- ros comunicables la escurescen z pierden, z la magnificencia 10 z liberalidad la ganan z subliman. Que aprouecha tener lo que se niega aprouechar ? Sin dubda te digo, que es mejor el vso de las riquezas que la possesion dellas. O que glorioso es el dar ! o que miserable es el recebir ! Quanto es mejor el acto que la posession, tanto es mas noble el dante quel 15 recibiente. Entrelos elementos el fuego, por ser mas actiuo, es mas noble, z en las esperas puesto en mas noble lugar. E dizen algunos, que la nobleza es vna alabanca que prouiene de los merecimientos z antigüedad de los padres : yo digo, que la agena luz nunca te hará claro, si la propia no tienes. 20 E por tanto no te estimes en la claridad de tu padre, que tan magnifico fue, sino en la tuya, z assi se gana la honrra, que es el mayor bien de los que son fuera de hombre : de lo qual no el malo, mas el bueno, como tu, es digno que tenga

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perfeta virtud. E avn mas te digo, que la virtud perfeta no pone que sea fecha con digno honor: por ende goza de hauer seydo assi magnifico z liberal ; z de mi consejo, tórnate a la cámara z reposa, pues que tu negocio en tales manos esta depositado : de donde ten por cierto, pues el comiendo lleuo bueno, el fin sera muy mejor ; z vamos luego, porque sobre este negocio quiero hablar contigo mas largo.

Calisto. Sempronio, no me parece buen consejo quedar yo acompañado, z que vaya sola aquella que busca el reme- dio de mi mal. Mejor sera que vayas con ella, z la aquexes ; pues sabes que de su diligencia pende mi salud, de su tardanca mi pena, de su oluido mi desesperanza. Sabido eres, fiel te siento, por buen criado te tengo: faz de manera, que en solo verte ella a ti, juzgue la pena que a mi queda, z fuego que me atormenta; cuyo ardor me causo no poder mostrarle la tercia parte de mi secreta enfermedad, según tiene mi lengua z sentido ocupados z consumidos. Tu, como hombre libre de tal passion, hablarla has a rienda suelta.

Sempronio. Señor, querría yr por complir tu mandado, querria quedar por aliuiar tu cuydado. Tu temor me aquexa, tu soledad me detiene. Quiero tomar consejo con la obe- diencia, que es yr, z dar priessa a la vieja. Mas como yre, que en viéndote solo, dizes desuarios de hombre sin seso ? Sospirando, gimiendo, mal trobando, holgando con lo escuro, deseando soledad, buscando nueuos modos de pensatiuo tormento; donde si perseueras, o de muerto o loco no podras escapar, si siempre no te acompaña quien te allegue plazeres, diga donayres, tanga canciones alegres, cante romances, cuente ystorias, pinte motes, finja cuentos, juegue a naypes, arme mates: finalmente que sepa buscar todo genero de dulce passatiempo para no dexar trasponer tu pensamiento en aquellos crueles desuios que rescebiste de aquella señora en el primer trance de tus amores.

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Calisto. Como, simple, no sabes que aliuia la pena llorar la causa ? quanto es dulce a los tristes quexar su passion ? quanto descanso traen consigo los quebrantados sospiros ? quanto relieuan z diminuyen los lagrimosos gemidos el dolor ? Quantos escriuieron consuelos, no dizen otra 5 cosa.

Sempronio. Lee mas adelante, buelue la hoja, fallaras que dizen que fiar en lo temporal, z buscar materia de tristeza, que es ygual genero de locura, z aquel Macias, ydolo de los amantes, del oluido porque le oluidaua, se quexaua. En el 10 contemplar esta la pena de amor, en el oiuidar el descanso. Huye de tirar cozes al aguijón : finge alegría z consuelo, z serlo ha. Que muchas vezes la opinión trae las cosas donde quiere, no para que mude la verdad, pero para moderar nuestro sentido z regir nuestro juyzio. 15

Calisto. Sempronio amigo, pues tanto sientes mi sole- dad, llama a Parmeno, quedara comigo. z de aqui ade- lante sey, como sueles, leal; que en el seruicio del criado esta el galardón del señor.

Parmeno. Aqui estoy, señor. 20

Calisto. Yo no, pues no te veya. No te partas della, Sempronio, ni me oluides a mi, z ve con Dios. Tu, Par- meno, que te parece de lo que oy ha pasado ? Mi pena es grande, Melibea alta, Celestina sabia z buena maestra destos negocios. No podemos errar: tu me la has aprouado con 25 toda tu enemistad. Yo te creo; que tanta es la fuerza de la verdad, que las lenguas de los enemigos trae a si. Assi que, pues ella es tal, mas quiero dar a esta cient monedas que a otra cinco.

Parmeno. Ya las lloras? Duelos tenemos : en casa se 30 hauran de ayunar estas franquezas.

Calisto. Pues pido tu parecer, seyme agradable, Par- meno. No abaxes la cabera al responder : mas como la embi-

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día es triste, la tristeza sin lengua, puede mas contigo voluntad que mi temor. Que dixíste, enojoso ?

Parmeno. Digo, señor, que yrian mejor empleadas tus franquezas en presentes z seruicios a Melibea, que no dar 5 dineros aquella que yo me conozco ; z lo que peor es, fazerte su catiuo.

Calisto. Como, loco, su catiuo?

Parmeno. Porque a quien dizes el secreto, das tu libertad.

Calisto. Algo dize el necio ; pero quiero que sepas que 10 quando ay mucha distancia del que ruega al rogado, o por grauedad de obediencia, o por señorio de estado, o esquiui- dad de genero, como entre esta mi señora z mi, es necessa- rio intercessor o medianero, que suba de mano en mano mi mensaje hasta los oydos de aquella a quien yo segunda vez 15 hablar tengo por impossible. z pues que asi es, dime si lo fecho aprueuas.

Parmeno. Aprueuelo el diablo.

Calisto. Que dizes?

Parmeno. Digo, señor, que nunca yerro vino desacom- 20 pañado, z que vn inconueniente es causa z puerta de muchos.

Calisto. El dicho yo le aprueuo : el proposito no entiendo.

Parmeno. Señor, porque perderse el otro dia el nebli fue 25 causa de tu entrada en la huerta de Melibea a le buscar: la entrada causa de la ver z hablar : la habla engendro amor : el amor parió tu pena : la pena causara perder tu cuerpo, raima, z hazienda : z lo que mas dello siento, es venir a manos de aquella trotaconuentos, después de tres vezes emplumada. 30 Calisto. Assi, Parmeno, di mas deso, que me agrada, pues mejor me parece, quanto mas la desalabas. Cumpla comigo, z emplúmenla la quarta. Desentido eres, sin pena hablas : no te duele donde a mi, Parmeno.

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Parmeno. Señor, mas quiero que ayrado me reprehendas, porque te do enojo, que arrepentido me condenes, porque no te di consejo : pues perdiste el nombre de libre, quando cautiuaste la voluntad.

Calisto. Palos querrá este vellaco. Di, mal criado, 5 porque dizes mal de lo que yo adoro ? z tu, que sabes de honrra? Dime, que es amor? En que consiste buena crianca, que te me vendes por discreto ? No sabes que el primer escalón de locura es creerse ser sciente ? Si tu sintiesses mi dolor, con otra agua rociarías aquella ardiente 10 llaga que la cruel frecha de Cupido me ha causado. Quanto remedio Sempronio acarrea con sus pies, tanto apartas tu con tu lengua, con tus vanas palabras. Fingiéndote fiel, eres vn terrón de lisonja, bote de malicias, el mismo mesón z aposentamiento de la embidia, que por disfamar la vieja a 15 tuerto o a derecho, pones en mis amores desconfianza; pues sabe que esta mi pena z flutuoso dolor no se^rí^e por razón, no quiere auisos, carece de consejo : z si alguno se le diere, tal que no parte ni desgozne lo que sin las entrañas no podra despegarse. Sempronio temió su yda z tu quedada: yo qui- 20 selo to^o ; z assi me padezco su absencia z tu presencia. Valiera mas solo, que mal acompañado.

Parmeno. Señor, flaca es la fidelidad que temor de pena la conuierte en lisonja, mayormente con señor a quien dolor o afición priua z tiene ageno de su natural juyzio. Quitarse 25 ha el velo de la ceguedad : passaran estos momentáneos fuegos : conosceras mis agras palabras ser mejores para matar este fuerte cáncer, que las blandas de Sempronio que lo ceuan, atizan tu fuego, abiuan tu amor, encienden tu llama, añaden astillas, que tenga que gastar fasta ponerte en la 30 sepultura.

Calisto. Calla, calla, perdido : esto yo penando z tu filosofando. No te espero mas. Saquen vn cauallo, limpienle

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mucho, aprieten bien la cincha, porque si pasare por casa

de mi señora z mi dios.

Parmeno. Mocos ! No ay mogo en casa, yo me lo haure de

hazer : que a peor vernemos desta vez, que ser mogos despue- 5 las. Andar, pase. Mal me quieren mis comadres zc. Rehin-

chays, don cauallo ? No basta vn celoso en casa, o barrun-

tays a Melibea ?

Calisto. Viene esse cauallo ? Que hazes, Parmeno ? Parmeno. Señor, veesle aqui : que no esta Sosia en casa. 10 Calisto. Pues ten esse estribo, abre mas essa puerta, z si

viniere Sempronio con aquella señora, di que esperen, que

presto sera mi buelta.

Parmeno. Mas nunca sea. Alia yras con el diablo. A estos

locos dezildes lo que les cumple : no os podran ver. O des- 15 dichado de mi ! Por ser leal padezco mal. Otros se ganan

por malos, yo me pierdo por bueno, el mundo es tal.

Quiero yrme al hilo de la gente, pues a los traydores llaman

discretos, a los fieles nescios. Si yo creyera a Celestina con

sus seys dozenas de años acuestas, no me maltratara Calisto. 20 Mas esto me poma escarmiento daqui adelante con el ; que

si dixere comamos, yo también ; si quisiere derrocar la casa,

aprouarlo ; si quemar su hazienda, .yr por fuego. Destruya,

rompa, quiebre, dañe, de a alcahuetas lo suyo, que mi parte

me cabra. Pues dizen : a rio buelto, ganancia de pescadores; 25 nunca mas perro al molino.

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ARGUMENTO DEL TERCERO AUTO

Sempronio vase a casa de Celestina, a la qual reprende por la tardanca : ponense a buscar que manera tomen en el negocio de Calisto con Melibea. En fin sobreuiene Elicia. Vase Celestina a casa de Pleberio : queda Sempro- nio y Elicia en casa.

Sempronio, Que espacio lleua la baruuda ! Menos sosiego trayan sus pies a la venida. A dineros pagados, bracos que- brados. Ce, señora Celestina, poco as aguijado.

Celestina. A que vienes, hijo ?

Sempronio. Este nuestro enfermo no sabe que pedir: de 5 sus manos no se contenta, no se le cueze el pan : teme tu negligencia ; maldize su auaricia z cortedad, porque te dio tan poco dinero.

Celestina. No es cosa mas propia del que ama, que la impaciencia : toda tardanca les es tormento: ninguna dila- 10 cion les agrada ; en vn momento querrían poner en efeto sus cogitaciones : antes las querrían ver concluydas que empe- gadas ; mayormente estos nouicios, que contra qualquiera .señuelo buelan sin deliberación, sin pensar el daño que el ceuo de su desseo trae mezclado en su exercicio z negocia- 1 5 cion para sus personas z simientes.

Sempronio. Que dizes de simientes ? Paresce por tu razón que nos puede venir a nosotros daño deste negocio, z que- marnos con las centellas que resultan deste fuego de Calisto ? Avn al diablo daría yo sus amores. Al primer desconcierto 20 que vea en este negocio, no como mas su pan. Mas vale perder lo seruido, que la vida por cobrallo. El tiempo me dirá que faga : que, primero que cayga del todo, dará señal, como casa que se acuesta. Si te parece, madre, guardemos nuestras personas de peligro: fágase lo que se hiziere, si la 25 ouiere ogaño, sino otro año, sino nunca: que no ay cosa

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tan dificile de gofrir en sus principios, que el tiempo no la ablande z faga comportable. Ninguna llaga tanto se sintió, que por luengo tiempo no afloxase su tormento; ni plazer tan alegre fue, que no le amengüe su antigüedad. El mal z 5 el bien, la prosperidad z aduersidad, la gloria z pena, todo pierde con el tiempo la fuerza de su acelerado principio. Pues los casos de admiración z venidos con gran desseo, tan presto como passados, oluidados. Cada dia vemos nouedades, z las oymos, z las passamos, z dexamos atrás : diminuyelas el

10 tiempo, fazelas contingibles. Que tanto te marauillarias, si dixesen : la tierra tembló, o otra semejante cosa, que no oluidases luego ? Assi como : elado esta el ri<3,,el ciego vee, ya muerto es tu padre, vn rá^o cayo, ganada es Granada, el rey entra oy, el turco'^s* vencido, eclips?*ay mañana, la

15 puente es Ueuada, aquel es ya obispo, a Pedro robaron, Ynes se ahorco. Que me dirás, sino que a tres dias passados o a la segunda vista, no ay quien dello se marauille ? Todo es assi, todo passa desta manera, todo se oluida, todo queda atrás. Pues assi sera este amor de mi amo : quanto mas fuere

20 andando, tanto mas diminuyendo. Procuremos prouecho, mientra pendiere la contienda ; z si a pie enxuto le pudié- remos remediar, lo mejor, mejor es ; z sino, poco a poco le soldaremos el reproche o menosprecio de Melibea contra el. Donde no, mas vale que pene el amo, que no que peligre el

25 mo<;o.

Celestina. Bien as dicho : contigo estoy, agradado me has, no podemos errar. Pero todavia, hijo, es necessario que el buen procurador ponga de su casa algún trabajo, algunas fingidas razones, algunos sofísticos actos, yr evenir a juyzio, 30 avnque reciba malas^gcilabras del juez : siquiera por los presentes que lo vieren, no digan que se gana holgando el salario : z assi verna cada vno a el con su pleyto, z a Celes- tina con sus amores.

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Sempronio. Haz a tu voluntad, que no sera este el primer negocio que has tomado a cargo.

Celestina. El primero, hijo ? Pocas virgines, a Dios gra- cias, has tu visto en esta cibdad, que hayan abierto tienda a vender, de quien yo no aya sido corredora de su primer 5 hilado. En nasciendo la mochacha, la hago escriuir en mi registro, para saber quantas se me salen de la red. Que pensauas ? Auiame de mantener del viento ? Herede otra herencia ? Tengo otra casa o viña ? Conocesme otra hazienda mas deste oficio? De que como z beuo ? De que 10 visto z cal^o ? En esta cibdad nascida, en ella criada, man- teniendo honrra, como todo el mundo sabe, conoscida, pues, no soy? Quien no supiere mi nombre z mi casa, tenle por estranjero.

Sempronio. Dime, madre, que passaste con mi compañero 15 Parmeno, quando subi cgn^Calisto por el dinero ?

Celestina. Dixele el sueno z la soltura, z como ganaria mas con nuestra compañia, que con las lisonjas que dize a su amo ; como viuiria siempre pobre z baldonado, si no mudaua el consejo ; que no se hiziesse sancto a tal perra 20 vieja como yo ; acordele quien era su madre, porque no menospreciase mi oficio ; porque queriendo de mi dezir mal, trope^asse primero en ella.

Sempronio. Tantos dias ha que le conoces, madre ?

Celestina. Aqui esta Celestina que le vido nascer, z le 25 ayudo a criar : su madre z yo, vña z carne. Della aprendí todo lo mejor que se de mi oficio : juntas comíamos, jun- tas dormíamos, juntas hauiamos nuestros solazes, nuestros plazeres, nuestros consejos z conciertos; en casa z fuera como dos hermanas : nunca blanca gane en que no touiesse 30 su meytad; pero no viuia yo engañada, si mi fortuna qui- siera que ella me durara. O muerte, muerte ! a quantos priuas de agradable compañia! a quantos desconsuela tu

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enojosa visitación ! Por vno que comes con tiempo, cortas mil en agraz. Que siendo ella viua, no fueran estos mis passos desacompañados; buen siglo aya, que leal amiga z buena compañera me fue. Si tal fuesse su hijo, a mi cargo 5 que tu amo quedasse sin pluma, z nosotros sin quexa. Pero yo le haré de mi fierro, si viuo; yo le contare en el numero de los mios.

Sempronto. Como has pensado hazerlo, que es vn tray- dor?

10 Celestina. A esse tal dos aleuosos ; harele auer a Areusa : sera de los nuestros. Darnos ha lugar a tender las redes sin embarazo por aquellas doblas de Calisto.

Sempronio. Pues crees que podras alcanzar algo de Meli- bea ?Ay algún buen ramo?

15 Celestina. No ay curujano que a la primera cura juzgue la herida ; lo que yo al presente veo, te diré. Melibea es hermosa, Calisto loco z franco ; ni a el penara gastar, ni a mi andar. Bulla moneda, z dure el pleyto lo que durare. Todo lo puede el dinero : las peñas quebranta ; los rios passa

20 en seco ; no ay lugar tan alto, que vn asno cargado de oro no le suba. Su desatino z ardor basta para perder a si z ganar a nosotros. Esto he sentido; esto he calado; esto se del z della ; esto es lo que nos ha de aprouechar. A casa voy de Pleberio : quédate a Dios, que avnque este braua Melibea, no

25 es esta, si a Dios ha plazido, la primera a quien yo he hecho perder el cacarear. Coxquillosicas son todas; mas des- pués que vna vez consienten la silla en el enues del lomo, nunca querrían folgar. Por ellas queda el campo : muertas si, cansadas no; si de noche caminan, nunca querrían que ama-

30 neciesse : maldizen los gallos porque annuncian el dia, z el relox porque da tan apriessa. Camino es, hijo, que nunca me harte de andar : nunca me vi cansada : z avn assi vieja como soy, sabe Dios mi buen deseo ; quanto mas estas que

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hieruen sin fuego. Catiuanse del primer abraco, ruegan a quien rogo, penan por el penado, hazense sieruas de quien eran señoras, dexan el mando z son mandadas, rompen pare- des, abren ventanas, fingen enfermedades, a los chirriado- res quicios de las puertas hazen con azeytes vsar su oficio 5 sin ruydo. No te sabré dezir lo mucho que obra en ellas aquel dulcor que les queda de los primeros besos' de quien aman. Son enemigas todas del medio, contino están posadas en los estreñios.

Sempronio. No te entiendo essos términos, madre. ío

Celestina. Digo, que la muger o ama mucho aquel de quien es requerida, o le tiene grande odio. Assi, si al que- rer despiden, no pueden tener las riendas al desamor : e con esto que se cierto, voy mas consolada a casa de Meli- bea, que si en la mano la touiese, porque se, que avnque 15 al presente la ruegue, al fin me ha de rogar : avnque al principio me amenaze, al cabo me ha de halagar. Aquí lleuo vn poco de hilado en esta mi faltriquera, con otros aparejos que comigo siempre traygo, para tener causa de entrar, donde mucho no soy conocida, la primera vez : 20 assi como gorgueras, garuines, franjas, rodeos, tenazuelas, alcohol, aluayalde, z solimán, hasta agujas z alfileres. Que tal ay que tal quiere ; porque donde me tomare la boz, me halle apercebida para les echar ceuo, o requerir de la pri- mera vista. 25

Sempronio. Madre, mira bien lo que hazes ; porque quando el principio se yerra, no puede seguirse buen fin. Piensa en su padre que es noble z esforzado, su madre celosa z braua, tu la misma sospecha. Melibea es vnica a ellos : faltándoles ella, fáltales todo el bien. En pensallo, 30 tiemblo ; no vayas por lana z vengas sin pluma.

Celestina, Sin pluma, fijo ?

Sempronio. O emplumada, madre, que es peor.

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Celestina. A la he, en mal ora a ti he yo menester para compañero : avn si quisieses auisar a Celestina en su oficio, pues quando tu nasciste, ya comia yo pan con corteza. Para adalid eres bueno, cargado de agüeros z recelo. 5 Sempronio. No te marauilles, madre, de mi temor; pues es común condición humana, que lo que mucho se dessea, jamas se piensa verconcluydo : mayormente que en este caso temo tu pena z mia. Desseo prouecho, querría que este negocio houiesse buen fin ; no porque saliesse mi amo de id pena, mas por salir yo de lazeria. z assi miro mas inconue- nientes con mi poca esperiencia, que no tu como maestra vieja.

Elicia. Santiguarme quiero, Sempronio ; quiero hazer vna raya en el agua.* Que nouedad es esta, venir oy acá dos vezes ? 15 Celestina. Calla, boua, dexale, que otro pensamiento traemos en que mas nos va. Dime, esta desocupada la casa ? Fuese la mo<;a que esperaua al ministro ? Elicia. z avn después vino otra, z se fue. Celestina. Si que no embalde ? 20 Elicia. No en buena fe, ni Dios lo quiera : que avnque vino tarde, mas vale a quien Dios ayuda zc.

Celestina. Pues sube presto al sobrado alto de la solana, z baxa acá el bote del azeyte serpentino, que hallaras col- gado del pedaco de soga que traxe del campo la otra noche, 25 quando llouia z hazia escuro : z abre el arca de los lizos, z hazia la mano derecha hallaras vil papel escrito con sangre de morciegalo, debaxo de aquel ala de drago a que sacamos ayer las vñas. Mira no derrames el agua de mayo que me traxeron a confecionar. 30 Elicia. Madre, no esta donde dizes : jamas te acuerdas cosa que guardas.

Celestina. No me castigues, por Dios, a mi vegez ; no me maltrates, Elicia. No infinjas, porque esta aqui Sempronio,

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ni te soberuezcas : que mas me quiere a mi por consejera, que a ti por amiga, avnque tu le ames mucho. Entra en la cámara de los vnguentos, z en la pelleja del gato negro, donde te mande meter los ojos de la loba, le fallaras : z baxa la sangre del cabrón, z vnas poquitas de las baruas que 5 tu le cortaste.

Elicia. Toma, madre, veslo aqui : yo me subo z Sempronio arriba.

Celestina. Conjuróte, triste Pluton, señor de la profun- didad infernal, emperador de la corte dañada, capitán 10 soberuio de los condenados angeles, señor de los sulfúreos fuegos, que los heruientes étnicos montes manan, gouer- nador z veedor de los tormentos z atormentadores de las pecadoras animas ; yo, Celestina, tu mas conocida clientula, te conjuro por la virtud z fuerca destas vermejas letras ; por 1 5 la sangre de aquella noturna aue, con que están escripias; por la grauedad de aquestos nombres z signos, que en este papel se contienen ; por la áspera poncoña de las biuoras, de que este azeyte fue fecho, con el qual vnto este hilado ; vengas sin tardanza a obedescer mi voluntad, z en ello te 20 embuejuas, z con ello estes sin vn momento te partir, hasta que Melibea con aparejada oportunidad que aya, lo compre ; e con ello de tal manera quede enredada, que quanto mas lo mirare, tanto mas su coracon se ablande a conceder mi petición; z se le abras z lastimes de crudo z fuerte amor de 25 Calisto, tanto que despedida toda honestidad, se descubra a mi, z me galardone mis passos z mensaje, z esto hecho, pide z demanda de mi a tu voluntad. Si no lo hazes con presto mouimiento, ternasme por capital enemiga : heriré con luz tus carceres tristes z escuras ; acusare cruelmente tus 30 continuas mentiras ; apremiare con mis ásperas palabras tu horrible nombre ; z otra z otra vez te conjuro, z assi con- fiando en mi mucho poder, me parto para alia con mi hilado, donde creo te lleuo ya embuelto.

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ARGUMENTO DEL QUARTO AUTO

Celestina andando por el camino habla consigo misma, fasta llegar a la puerta de Pleberio, onde hallo a Lucrecia, criada de Pleberio. Ponese con ella en razones : sentidas por Alisa, madre de Melibea, z sabido que es Celestina, fazela entrar en casa. Viene vn mensajero a llamar a Alisa : vase; queda Celestina en casa con Melibea, z le descubre la causa de su venida.

Celestina. Agora que voy sola, quiero mirar bien lo que Sempronio a temido deste mi camino ; porque aque- llas cosas que bien no son pensadas, avnque algunas vezes ayan buen fin, comunmente crian desuariados efetos. Assi que la mucha especulación nunca carece de buen fruto: que avnque yo he disimulado con el, podria ser que si me sintiessen en estos passos de parte de Melibea, que no pagasse con pena que menor fuesse que la vida, o muy amenguada quedasse, quando matar no me quisiessen, manteándome o acotándome cruelmente. Pues amargas cient monedas serian estas. Ay cuytada de mi! En que lazo me he metido, que por me mostrar solicita z esforcada pongo mi persona al tablero! Que haré, cuytada, mezquina de mi, que ni el salir afuera es prouechoso, ni la perseue- rancia carece de peligro ! Pues yre, o tornarme he ? O dub- dosa z dura perplexidad ! No se qual escoja por mas sano : en el osar manifiesto peligro ; en la couardia denostada perdida. Adonde yra el buey que no are ? Cada camino descubre sus dañosos z hondos barrancos. Si con el furto soy tomada, nunca de muerta o encorozada falto, a bien librar : si no voy, que dirá Sempronio ? Que todas estas eran mis fuerzas, saber z esfuerco, ardid z ofrecimiento, astucia z solicitud? z su amo Calisto, que dirá ? que hará ? que pen-

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sara ? sino que ay nueuo engaño en mis pisadas, z que yo he descubierto la celada, por hauer mas prouecho desta otra parte, como sofistica preuaricadora. O si no se le ofrece pensamiento tan odioso, dará bozes como loco; dirame en mi cara denuestos rabiosos ; proporna mili inconuenientes, 5 que mi deliberación presta le puso, diziendo : tu, puta vieja, porque acrecentaste mis pasiones con tus promessas? Alcahueta falsa, para todo el mundo tienes pies, para mi lengua ; para todos obra, para mi palabra ; para todos remedio, para mi pena; para todos esfuerzo, para mi te falto; para 10 todos luz, para mi tiniebla. Pues, vieja traydora, porque te me ofreciste ? que tu ofrecimiento me puso esperanza ; la esperanca dilato mi muerte, sostuuo mi viuir, púsome titulo de hombre alegre : pues no hauiendo efeto, ni tu carecerás de pena, ni yo de triste desesperación. Pues, triste yo ! mal 15 acá, mal acullá: pena en ambas partes. Quando a los estre- ñios falta el medio, arrimarse el hombre al mas sano, es discreción. Mas quiero ofender a Pleberio, que enojar a Calisto. Yr quiero ; que mayor es la vergüenza de quedar por couarde, que la pena cumpliendo como osada lo que pro- 20 meti, pues jamas al esfuerzo desayudo la fortuna. Ya veo su puerta: en mayores afrentas me he visto. Esfuerza, esfuerca, Celestina, no desmayes ; que nunca faltan rogadores para miti- gar las penas. Todos los agüeros se aderezan fauorables, o yo no se nada desta arte. Quatro hombres que he topado, a los 25 tres llaman Juanes z los dos son cornudos. La primera pala- bra que oy por la calle fue de achaque de amores. Nunca he tropezado como otras vezes. Ni perro me ha ladrado, ni aue negra he visto, tordo, ni cueruo, ni otras noturnas ; e lo mejor de todo es, que veo a Lucrecia a la puerta de Meli- 30 bea: prima es de Elicia; no me sera contraria.

Lucrecia. Quien es esta vieja que viene haldeando ?

Celestina. Paz sea en esta casa.

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Lucrecia. Celestina, madre, seas bienvenida. Qual Dios te traxo por estos barrios no acostumbrados?

Celestina. Hija, mi amor; desseo de todos vosotros; traerte encomiendas de Elicia, z avn ver a tus señoras vieja 5 z moca; que después que me mude al otro barrio, no han sido de mi visitadas.

Lucrecia. A esso solo saliste de tu casa? Marauillome de ti, que no es essa tu costumbre, ni sueles dar passo sin prouecho.

10 Celestina. Mas prouecho quieres, boua, que complir hom- bre sus desseos ? E también como a las viejas nunca nos fallecen necessidades, mayormente a mi que tengo de man- tener hijas agenas, ando a vender vn poco de hilado.

Lucrecia. Algo es lo que yo digo ; en mi seso estoy : 1 5 que nunca metes aguja sin sacar reja. Pero mi señora la vieja vrdio vna tela : tiene necessidad dello, z tu de venderlo. Entra z espera aqui, que no os desauenires. Alisa. Con quien hablas, Lucrecia?

Lucrecia. Señora, con aquella vieja de la cuchillada, que 2o solia viuir aqui en las tenerias, a la cuesta del rio.

Alisa. Agora la conozco menos: si tu me das a entender lo incógnito por lo menos conocido, es coger agua en cesto.

Lucrecia. Jesu, señora, mas conoscida es esta vieja que la ruda. No se como no tienes memoria de la que empico- 25 taron por hechizera, que vendía las mocas a los abades, z descasaua mili casados.

Alisa. Que oficio tiene? Quica por aqui la conoceré mejor.

Lucrecia. Señora, perfuma tocas, haze solimán z otros 30 treynta oficios; conoce mucho en yeruas, cura niños, z avn algunos la llaman la vieja lapidaria.

Alisa. Todo esso dicho no me la da a conocer. Dime su nombre, si le sabes.

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Lucrecia. Si le se, señora? No ay niño ni viejo en toda la cibdad que no le sepa : hauiale yo de ignorar ? Alisa. Pues porque no le dizes ? Lucrecia. He vergüenza.

Alisa. Anda, boua, dile : no me indignes con tu tar- 5 dan<;a.

Lucrecia. Celestina, hablando con reuerencia, es su nombre.

Alisa. Hy, hy, hy ! Mala landre te mate, si de risa puedo estar, viendo el desamor que deues detener a essa vieja, que 10 su nombre has vergüenza nombrar ! Ya me voy recordando delia; vna buena piega ! No me digas mas. Algo me verna a pedir : di que suba.

Lucrecia. Sube, tia.

Celestina. Señora buena, la gracia de Dios sea contigo z 15 con la noble hija. Mis passiones z enfermedades han impe- dido mi visitar tu casa, como era razón ; mas Dios conoce mis limpias entrañas, mi verdadero amor, que la distancia de las moradas no despega el querer de- los corazones. Assi que lo que mucho dessee, la necessidad me lo ha hecho 20 complir. Con mis fortunas aduersas otras, me sobreuino mengua de dinero : no supe mejor remedio que vender vn poco de hilado, que para vnas toquillas tenia allegado ; supe de tu criada que tenias dello necessidad : avnque pobre, z no de la merced de Dios, veslo aqui, si dello z de mi te 25 quieres seruir.

Alisa. Vezina honrrada, tu razón z ofrecimiento me mueuen a compassion, z tanto que quisiera cierto mas hallarme en tiempo de poder complir tu falta, que menguar tu tela. Lo dicho te agradezco: si el hilado es tal, serte ha 30 bien pagado.

Celestina. Tal, señora ? Tal sea mi vida z mi vejez, z la de quien parte quisiere de mi jura. Delgado como el pelo de

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la cabeca, ygual, rezio como cuerdas de vihuela, blanco como el copo de la nieue, hilado todo por estos pulgares, aspado z adregado. Veslo aqui en madexitas : tres monedas me dauan ayer por la onca, assi goze desta alma pecadora.

Alisa. Hija Melibea, quédese esta muger honrrada con- tigo, que ya me parece que es tarde para yr a visitar a mi hermana, su muger de Cremes, que desde ayer no la he visto; z también que viene su paje a llamarme, que se le arrezio desde vn rato acá el mal.

Celestina. Por aqui anda el diablo aparejando oportuni- dad, arreziando el mal a la otra.

Alisa. Que dizes, amiga?

Celestina. Señora, que maldito sea el diablo z mi pecado, porque en tal tiempo houo de crescer el mal de tu her- mana, que no haura para nuestro negocio oportunidad, z que mal es el suyo ?

Alisa Dolor de costado, z tal, que según del mogo supe que quedaua, temo no sea mortal. Ruega tu, vezina, por amor mió, en tus deuociones, por su salud a Dios.

Celestina. Yo te prometo, señora, en yendo de aqui, me vaya por essos monesterios, donde tengo frayles deuotos mios, z les de el mismo cargo que tu me das, z demás desto, ante que me desayune, de quatro bueltas a mis cuentas.

Alisa. Pues, Melibea, contenta a la vezina en todo lo que razón fuere darle por el hilado, z tu, madre, perdóname, que otro dia se verna en que mas nos veamos.

Celestina. Señora, el perdón sobraria donde el yerro falta: de Dios seas perdonada, que buena compañia me queda. Dios la dexe gozar su noble juuentud z florida moce- dad, que es el tiempo en que mas plazeres z mayores deley- tes se alcancaran : que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de renzi- llas, congoxa continua, llaga incurable, manzilla de lo pas-

Si- sado, pena de lo presente, cuydado triste de lo por venir, vezina de la muerte, cho<;a sin rama que se llueue por cada parte, cayado de mimbre que con poca carga se doblega.

Melibea. Porque dizes, madre, tanto mal de lo que todo el mundo con tanta eficacia gozar z ver dessean ? j

Celestina. Dessean harto mal para si, dessean harto tra- bajo : dessean llegar alia, porque llegando viuen, z el viuir es dulce, z viuiendo enuegescen. Assi que el niño dessea ser moco, z el moco viejo, z el viejo mas, avnque con dolor : todo por vivir ; porque como dizen, viua la gallina con su I0 pepita. Pero, quien te podria contar, señora, sus daños, sus inconuenientes, sus fatigas, sus cuydados, sus enfermedades, su frió, su calor, su descontentamiento, su renzilla, su pesa- dumbre, aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos, su primera z fresca color, aquel poco oyr, aquel debilitado ver, 15 puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco andar, aquel espacioso comer ? Pues ay, ay, señora, si lo dicho viene acompañado de pobreza : alli veras callar todos los otros trabajos, quando sobra la gana z falta la prouision, 20 que jamas senti peor ahito que de hambre !

Melibea. Bien conozco que dize cada vno de la feria segund le va en ella : assi que otra canción cantaran los ricos.

Celestina. Señora hija, a cada cabo ay tres leguas de mal quebranto. A los ricos se les va la bienauenturanga, la gloria 25 z descanso, por otros aluañares de acechanzas, que no se parescen, ladrillados por encima con lisonjas. Cada rico tiene vna dozena de hijos z nietos que no rezan otra oración, no otra petición, sino rogar a Dios que le saque den medio; no veen la hora que tener a el so la tierra, z lo suyo entre 30 sus manos, z darle a poca costa su casa para siempre.

Melibea. Madre, pues que assi es, gran pena ternas por la edad que perdiste. Querrías boluer a la primera ?

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Celestina. Loco es, señora, el caminante que enojado del trabajo del día, quisiesse boluer de comienco la jornada para tornar otra vez aquel lugar. Que todas aquellas cosas cuya possession no es agradable, mas vale poseellas que 5 esperallas ; porque mas cerca esta el fin dellas, quanto mas andado del comiendo. No ay cosa mas dulce ni graciosa al muy cansado que el mesón : assi que avnque la mocedad sea alegre, el verdadero viejo no la dessea ; porque el que de razón z seso carece, quasi otra cosa no ama sino lo que io perdió.

Melibea. Siquiera por viuir mas, es bueno dessear lo que digo.

Celestina. Tan presto, señora, se va el cordero como el carnero. Ninguno es tan viejo que no pueda viuir vn año, 15 ni tan moco que oy no pudiesse morir. Assi que en esto poca auantaja nos leuays.

Melibea. Espantada me tienes con lo que has hablado ; indicio me dan tus razones que te aya visto otro tiempo. Dime, madre, eres tu Celestina, la que solia morar a las 20 tenerías, cabe el rio ?

Celestina. Señora, hasta que Dios quiera.

Melibea. Vieja teas parado: bien dizen que los dias no se van en balde. Assi goze de mi, no te conosciera, sino por essa señaleja de la cara. Figúraseme que eras hermosa: otra 25 pareces, muy mudada estas.

Lucrecia. Hi, hi, hi ! Mudada esta el diablo : hermosa era con aquel su Dios os salue que trauiessa la media cara?

Melibea. Que hablas, loca? Que es lo que dizes? De que te ríes ?

30 Lucrecia. De como no conoscias a la madre en tan poco tiempo en la filosomia de la cara.

Melibea. No es tan poco tiempo dos años ; z mas que la tiene arrugada.

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Celestina. Señora, ten tu el tiempo que no ande, terne yo mi forma que no se mude. No has leydo que dizen : verna el dia que en el espejo no te conozcas ? Pero también yo encanecí temprano, z parezco de doblada edad : que assi goze desta alma pecadora, z tu desse cuerpo gracioso, que de 5 quatro hijas que parió mi madre yo fuy la menor. Mira como no so vieja como me juzgan.

Melibea. Celestina amiga, yo he holgado mucho en verte z conoscerte : también hasme dado plazer con tus razones. Toma tu dinero z vete con Dios, que me parece que no 10 deues hauer comido.

Celestina. O angélica ymagen, o perla preciosa, z como te lo dizes ! Gozo me toma en verte fablar. z no sabes que por la diuina boca fue dicho contra aquel infernal tentador, que no de solo paa viuiremos ? Pues assi es, que no el solo 1 5 comer mantiene : mayormente a mi que me suelo estar vno z dos dias negociando encomiendas agenas ayuna : saluo hazer por los buenos, morir por ellos. Esto tuue siempre, querer mas trabajar siruiendo a otros, que holgar contentan- do a mi. Pues si tu me das licencia, direte la necessitada 20 causa , de mi venida, que es otra que la que fasta agora as oydo, z tal que todos perderíamos en me tornar en balde sin que la sepas.

Melibea. Di, madre, todas tus necessidades, que si yo las pudiere remediar, de muy buen grado lo haré por el 25 passado conoscimiento z vezindad, que pone obligación a los buenos.

Celestina. Mias, señora? Antes agenas, como tengo dicho: que las mias de mi puerta adentro me las passo, sin que las sienta la tierra, comiendo quando puedo, beuiendo 30 quando lo tengo, que con mi pobreza jamas me falto, a Dios gracias, vna blanca para pan, z vn quarto para vino, después que embiude ; que antes no tenia yo cuydado de lo buscar.

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que sobrado estaua vn cuero en mi casa, z vno lleno z otro vazio. Jamas me acosté sin comer vna tostada envino, z dos dozenas de somos, por amor de la madre, tras cada sopa. Agora, como todo cuelga de mi, en vn jarrillo mal pegado 5 me lo traen, que no cabe dos adumbres. Assi que donde no ay varón, todo bien fallesce : con mal esta el huso, quando la barua no anda de suso. Ha venido esto, señora, por lo que dezia de las agenas necessidades z no mias.

Melibea. Pide lo que querrás, sea para quien fuere.

10 Celestina. Donzella graciosa z de alto linaje, tu suaue fabla z alegre gesto, junto con el aparejo de liberalidad que muestras con esta pobre vieja, me dan osadia a te lo dezir. Yo dexo vn enfermo a la muerte, que con sola vna palabra de tu noble boca salida, que le lleue metida en mi seno,

15 tiene por fe que sanara, según la mucha deuocion tiene en tu gentileza.

Melibea. Vieja honrrada, no te entiendo, si mas no declaras tu demanda : por vna parte me alteras z prouocas a enojo, por otra me mueues a compasión. No te sabria

20 boluer respuesta conueniente, según lo poco que he sentido de tu habla. Que yo soy dichosa, si de mi palabra ay neces- sidad para salud de algún cristiano. Porque hazer beneficio es semejar a Dios : z el que le da le recibe, quando a persona digna del le haze. z demás desto, dizen que el que puede

25 sanar al que padece, no lo faziendo, le mata. Assi que no cesses tu petición por empacho ni temor.

Celestina. El temor perdi, mirando, señora, tu beldad: que no puedo creer que embalde pintasse Dios vnos gestos mas perfetos que otros, mas dotados de gracias, mas her-

30 mosas faciones, sino para fazerlos almazen de virtudes, de misericordia, de compassion ; ministros de sus mercedes z dadiuas, como a ti. z pues como todos seamos humanos nascidos para morir, sea cierto que no se puede dezir na-

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cido el que para si solo nascio ; porque seria semejante a los brutos animales, en los quales avn ay algunos piadosos, como se dize del vnicornio que se humilla a qualquiera donzella. Pues las aues ? Ninguna cosa el gallo come que no participe z llame las gallinas a comer dello. Pues porque los hombres 5 hauemos de ser mas crueles ? Porque no daremos parte de nuestras gracias z personas a los próximos, mayormente quando están embueltos en secretan enfermedades, z tales, que donde esta la melezina salió la causa de la enfermedad ?

Melibea. Por Dios, que sin mas dilatar, me digas quien es 10 esse doliente, que de mal tan perplexo se siente, que su pas- sion z remedio salen de vna mesma fuente.

Celestina. Bien ternas, señora, noticia en esta cibdad de vn cauallero mancebo, gentil hombre, de clara sangre, que llaman Calisto. 1 5

Melibea. Ya, ya, ya, buena vieja, no me digas mas : no pases adelante. Esse es el doliente por quien as fecho tan- tas premissas en tu demanda ? por quien has venido a buscar la muerte para ti ? por quien has dado tan dañosos passos, desuergoncada baruuda? Que siente esse perdido, que con 20 tanta passion vienes ? De locura sera su mal. Que te parece ? Si me fallaras sin sospecha desse loco, con que palabras me entrauas ! No se dize en vano, que el mas empecible miem- bro del mal hombre o muger es la lengua. Quemada seas, alcahueta falsa, hechizera, enemiga de onestad, causa- 25 dora de secretos yerros ! Jesu, Jesu, quítamela, Lucrecia, de delante, que me fino, que no me ha dexado gota de sangre en el cuerpo. Bien se lo merece esto z mas, quien a estas tales da oydos. Por cierto, si no mirasse a mi honestidad, z por no publicar su osadía desse atreuido, yo te fiziera, 30 maluada, que tu razón z vida acabaran en vn tiempo.

Celestina. En hora mala acá vine, si me falta mi conjuro. Ea pues, bien se a quien digo.

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Melibea. Avn hablas entre dientes delante mi, para acre- centar mi enojo z 'doblar tu pena? Querrías condenar mi onestidad por dar vida a vn loco? dexar a mi triste por alegrar a el, z lleuar tu el prouecho de mi perdición, el 5 galardón de mi yerro ? perder z destruyr la casa z la honrra de mi padre, por ganar la de vna vieja maldita como tu? Pien- sas que no tengo sentidas tus pisadas, z entendido tu dañado mensaje ? Pues yo te certifico que las albricias que de aqui saques, no sean sino estoruarte de mas ofender a Dios, 10 dando fin a tus dias. Respóndeme, traydora : como osaste tanto fazer ?

Celestina. Tu temor, señora, tiene ocupada mi desculpa. Mi innocencia me da osadia, tu presencia me turba en verla yrada; z lo que mas siento z me pena es recibir enojo sin

15 razón ninguna. Por Dios, señora, que me dexes concluyr mi dicho, que ni el quedara culpado, ni yo condenada; z veras como es todo mas seruicio de Dios, que passos desho- nestos: mas para dar salud al enfermo, que para dañar la fama al medico. Si pensara, señora, que tan de ligero hauias

20 de conjecturar de lo passado nocibles sospechas, no bastara tu licencia para me dar osadia a hablar en cosa que a Calisto ni a otro hombre tocasse.

Melibea. Jesu, no oyga yo mentar mas esse loco, salta- paredes, fantasma de noche, luengo como cigüeña, figura de

^51 paramento mal pintado, sino aqui me caeré muerta. Este es ' ' el que el otro dia me vido, z comento a desuariar comigo en razones, haziendo mucho del galán. Dirasle, buena vieja, que si pensó que ya era todo suyo z quedaua por el el campo, porque holgué mas de consentir sus necedades que

30 castigar su yerro, quise mas dexarle por loco que publicar su grande atreuimiento. Pues auisale que se aparte deste propo- sito, z serle ha sano, sino podra ser que no aya comprado tan cara habla en su vida. Pues sabe que no es vencido

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sino el que se cree serlo ; z yo quede bien segura, z el vfano. De los locos es estimar a todos los otros de su calidad ; z tu tórnate con su mesma razón, que respuesta de mi otra no hauras, ni la esperes: que por demás es ruego a quien no puede hauer misericordia ; z da gracias a Dios, pues tan libre vas desta feria. Bien me hauian dicho quien tu eras, z auisado de tus propiedades, avnque agora no te conocia.

Celestina. Mas fuerte estaua Troya, z avn otras mas brauas he yo amansado : ninguna tempestad mucho dura.

Melibea. Que dizes, enemiga? Fabla que te pueda oyr. Tienes desculpa alguna para satisfazer mi enojo, z escusar tu yerro z osadia ?

Celestina. Mientra viuiere tu yra, mas dañara mi des- cargo, que estas muy rigurosa ; z no me marauillo, que la sangre nueua poco calor ha menester para heruir.

Melibea. Poco calor ? Poco lo puedes llamar, pues que- daste tu viua, z yo quexosa, sobre tan gran atreuimiento. Que palabra podias tu querer para esse tal hombre que a mi bien me estuuiesse? Responde; pues dizes que no has con- cluydo, quica pagaras lo passado.

Celestina. Vna oración, señora, que le dixeron que sabias de sancta Polonia para el dolor de las muelas ; assi- mismo tu cordón, que es fama que ha tocado todas las reli- quias que ay en Roma z Jerusalem : aquel cauallero que dixe, pena z muere deltas. Esta fue mi venida ; pero pues en mi dicha estaua tu ayrada respuesta, padézcase el su dolor, en pago de buscar tan desdichada mensajera: que pues en tu mucha virtud me falto piedad, también me faltara agua, si a lámar me embiara.

Melibea. Si esso querías, porque luego no me lo espre- saste ? Porque me lo dixiste en tan pocas palabras ?

Celestina. Señora, porque mi limpio motiuo me hizo creer, que avnque en menos lo propusiera, no se hauia de

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sospechar mal: que si falto el deuido preámbulo, fue porque la verdad no es necessario abundar de muchas colores. Compassion de su dolor, confianza de tu magnificencia aho- garon en mi boca la espression de la causa ; z pues conoces, 5 señora, que el dolor turba, la turbación desmanda z altera la lengua, la qual hauia de estar siempre atada con el seso, por Dios, que no me culpes, z si el otro yerro ha fecho, no redunde en mi daño ; pues no tengo otra culpa sino ser men- sajera del culpado. No quiebre la soga por lo mas delgado :

10 no seas la telaraña que no muestra su fuerza sino contra los flacos animales : no paguen justos por pecadores. Imita a la diuina justicia, que dixo : el anima que pecare, aquella misma muera; ala humana, que jamas condena al padre por el delicio del hijo, ni al hijo por el del padre. Ni es,

15 señora, razón que su atreuimiento acarree mi perdición, aun- que según su merecimiento, no ternia en mucho que fuese el el delinquente, z yo la condemnada; que no es otro mi oficio sino seruir a los semejantes : desto viuo, z desto me arreo. Nunca fue mi voluntad enojar a vnos por agradar a otros,

20 avnque ayan dicho a tu merced en mi absencia otra cosa. Al fin, señora, a la firme verdad el viento del vulgo no la empece.

Melibea. Por cierto, tantos z tantos .loores me han dicho de tus mañas, que no se si crea que pedias oración. 25 Celestina. Nunca yo la reze, z: si la rezare no sea oyda, si otra cosa de mi se saque, avnque mili tormentos me diessen.

Melibea. Mi passada alteración me impide a reyr de tu desculpa: que bien se que ni juramento ni tormento te tor- cera a dezir verdad, que no es en tu mano. 30 Celestina. Eres mi señora, tengote de callar, hete yo de seruir, hasme tu de mandar : tu mala palabra sera víspera de vna saya. *7

Melibea. Bien la has merecido.

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Celestina. Si no la he ganado con la lengua, no k he perdido con la intención.

Melibea. Tanto afirmas tu ignorancia, que me hazes creer lo que puede ser. Quiero pues en tu dubdosa desculpa tener la sentencia en peso, z no disponer de tu demanda al sabor de ligera interpretación. No tengas en mucho, ni te marauilles de mi passado sentimiento, porque concurrieron dos cosas en tu habla, que qualquiera dellas era bastante para me sacar de seso: nombrarme esse tu cauallero que comigo se atreuio a hablar, z también pedirme palabra sin mas causa, que no se podia sospechar sino daño para mi honrra. Pero pues todo viene de buena parte, de lo passado aya per- don; que en alguna manera es aliuiado mi coraron, viendo que es obra pia z santa sanar los passionados z enfermos. $ Celestina, z tal enfermo, señora. Por Dios, si bien le conosciesses, no le juzgasses por el que has dichoz: mostrado con tu yra. En Dios z en mi alma, no tiene hiél ; gracias dos mili; en franqueza Alexandre ; en esfuerco Etor; gesto de vn rey; gracioso, alegre; jamas reyna en el tristeza; de noble sangre, como sabes; gran justador; pues verle armado, vn sant George ; merca z esfuerco, no tuuo Ercules tanta: la presencia z faciones, dispusicion, desemboltura, otra lengua hauia menester para las contar: todo junto semeja ángel del cielo. Por fe tengo que no era tan hermoso aquel gentil Narciso que se enamoro de su propia figura, quando se vido en las aguas de la fuente. Agora, señora, tienele der- ribado vna sola muela, que jamas cessa de quexar. Melibea, z que tanto tiempo ha ?

Celestina. Podra ser, señora, de veynte z tres años : que aqui esta Celestina que le vido nascer, z le tomo a los pies de su madre.

Melibea. Ni te pregunto esso, ni tengo necessidad de saber su edad : sino que tanto ha que tiene el mal,

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Celestina. Señora, ocho dias, que parece que ha vn año en su flaqueza: e el mayor remedio que tiene, es tomar vial vihuela, z tañe tantas canciones z tan lastimeras, que no creo que fueron otras las que compuso aquel emperador z 5 gran músico Adriano de la partida del anima, por sofrir sin desmayo la ya vezina muerte. Que avnque yo se poco de música, parece que faze aquella vihuela fablar. Pues si acaso canta, de mejor gana se paran las aues a le oyr, que no aquel antico, de quien se dize, que mouia los arboles z pie-

10 dras con su canto. Siendo este nascido, no alabaran a Orfeo. Mira, señora, si vna pobre vieja como yo si se fallara dichosa en dar la vida a quien tales gracias tiene ! Ninguna muger le vee que no alabe a Dios, que assi le pinto : pues si le habla acaso, no es mas señora de si, de lo que el ordena. E pues

15 tanta razón tengo, juzga, señora, por bueno mi proposito, mis passos saludables z vazios de sospecha.

Melibea. O quanto me pesa con la falta de mi paciencia! Porque siendo el ignorante z tu ynocente, haues padecido las alteraciones de my ayrada lengua. Pero la mucha razón

20 me relieua de culpa, la qual tu habla sospechosa causo. En pago de tu buen sofrimiento, quiero complir tu demanda, z darte luego mi cordón : e porque para escriuir la oración no haura tiempo sin que venga mi madre, si esto no bastare ven mañana por ella muy secretamente.

25 Lucrecia. Ya, ya, perdida es mi ama. Secretament quiere que venga Celestina? Fraude ay : mas le querrá d que lo dicho.

Melibea. Que dizes, Lucrecia? Lucrecia. Señora, que baste lo dicho, que es tarde.

30 Melibea. Pues, madre, no le des parte de lo que passo ese cauallero, porque no me tenga por cruel, o arrebatada o deshonesta.

Lucrecia. No miento yo, que mal va este fecho.

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Celestina. Mucho me marauillo, señora Melibea, de la j dubda que tienes de mi secreto. No temas, que todo lo se sofrir z encubrir: que bien veo que tu mucha sospecha echo, como suele, mis razones a la mas triste parte. Yo voy con tu cordón tan alegre, que se me figura que esta dizien- 5 dolé alia su coracon la merced que nos heziste, z que le tengo de hallar aliuiado.

Melibea. Mas haré por tu doliente, si menester fuere, en pago de lo sofrido.

Celestina. Mas sera menester z mas harás, z avnque no 10' se te agradezca.

Melibea. Que dizes, madre, de agradescer ?

Celestina. Digo, señora, que todos lo agradescemos z seruiremos, z todos quedamos obligados, que la paga mas cierta es, quando mas la tienen de complir. 15

Lucrecia. Trastrocame essas palabras.

Celestina, Hija Lucrecia, ce, yras a casa, z darte he vna lexia con que pares essos cau ellos mas que oro ; no lo digas a tu señora, z avn darte he vnos poluos para quitarte esse olor de la boca, que te huele vn poco, que en el reyno no 20 lo sabe(fazer otri sino yo : z no ay cosa que peor en la muger parezca.

Melibea. Que le dizes, madre ?

Celestina. Señora, acá nos entendemos.

Melibea. Dimelo, que me enojo quando yo presente se 25 habla cosa de que no aya parte.

Celestina. Señora, que te acuerde la oración, para que la mandes escriuir, z que aprenda de mi a tener mesura en el tiempo de tu yra, en la qual yo vse lo que se dize : que del ayrado es de apartar por poco tiempo, del enemigo por 30 mucho. Pues tu, señora, tenias yra con lo que sospechaste de mis palabras, no enemistad ; porque avnque fueran las que tu pensauas, en si no eran malas ; que cada dia ay

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hombres penados por mugeres, z mugeres por hombres: r esto obra la natura, z la natura ordenóla Dios, z Dios no hizo cosa mala, z assi quedaua mi demanda como quiera que fuesse en si loable, pues de tal tronco procede, z yo 5 libre de pena. Mas razones destas te diria, sino porque la prolixidad es enojosa al que oye, z dañosa al que habla.

Melibea. En todo has tenido buen tiento : assi en lo poco hablar en mi enojo, como con el mucho sofrir.

Celestina. Señora, sofrite con temor, porque te ayraste 10 con razón. Porque con la yra morando poder, no es sino rayo : z por esto passe tu rigurosa habla, hasta que su alma- zen houiesse gastado.

Melibea. En cargo te es esse cauallero.

Celestina. Señora, mas merece : z si algo con mi ruego 15 para el he alcancado, con la tardanca lo he dañado. Yo me parto para el, si licencia me das.

Melibea. Mientra mas ayna la houieras pedido, mas de grado la houieras recabdado. Ve con Dios, que ni tu mensaje me ha traydo prouecho, ni de tu yda me puede venir daño.

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ARGUMENTO DEL QUINTO AUTO

Despedida Celestina de Melibea, va por la calle hablando consigo misma entre dientes: llegada a su casa, hablo a Sempronio que la aguardaua. Ambos van hablando hasta llegar a casa de Calisto, z vistos por Parmeno, cuéntalo a Calisto su amo, el qual le mando abrir la puerta.

Celestina. O rigurosos trances! o cruda osadía! o gran sofrimiento ! z que tan cercana estuue de la muerte, si mi mucha astucia no rigera con el tiempo las velas de la peti- ción ! O amenazas de donzella braua ! o ayrada donzella ! o dia- blo a quien yo conjure ! Como compliste tu palabra en todo lo 5 que te pedi ! En cargo te soy. Assi amansaste la cruel hembra con tu poder, z diste tan oportuno lugar a mi habla quanto quise, con la absencia de su madre. O vieja Celestina, vas alegre! Sábete que la meytad esta hecha, quando tienen buen principio las cosas ! O serpentino azeyte ! o blanco filado ! 10 Como os parejastes todos en mi fauor ! O yo rompiera todos mis atamientos hechos z por fazer, ni creyera en yeruas, ni en piedras, ni en palabras. Pues alégrate, vieja, que mas sacaras deste pleyto que de quinze virgos que renouaras. O malditas haldas, prolixas z largas, como me estoruays de 15 llegar adonde han de reposar mis nueuas ! O buena fortuna, como ayudas a los osados, z a los timidos eres contraria ! Nunca huyendo huyo la muerte al couarde. O quantas erra- ran en lo que yo he acertado ! Que fizieran en tan fuerte estrecho estas nueuas maestras de mi oficio, sino responder 20 algo a vlelibea, por donde se perdiera quanto yo con buen callar he ganado ? Por esto dizen : quien las sabe las tañe ; z que es mas cierto medico el esperimentado que el letrado ; z la esperiencia z escarmiento haze los hombres arteros; z la vieja, como yo, que alce sus haldas al passar del vado como 25

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maestra. Ay cordón, cordón ! Yo te fare traer por fuerca, si viuo, a la que no quiso darme su buena habla de grado. Sempronio. O yo no veo bien, o aquella es Celestina. ~> Yalala^el diablo haldear que trae : parlando viene entre 5 dientes.

Celestina. De que te santiguas, Sempronio? Creo que en verme.

Sempronio. Yo te lo diré : la raleza de las cosas es madre de la admiración ; la admiración concebida en los ojos, de-

io ciende al animo por ellos; el animo es forjado descubrillo por estas esteriores señales. Quien jamas te vido por la calle, abaxada la cabeca, puestos los ojos en el suelo, z no mirar a ninguno como agora ? Quien te vido hablar entre dientes por las calles, z venir aguijando, como quien va a

15 ganar beneficio? Cata, que todo esto nouedad es para se marauillar quien te conoce. Pero esto dexado, dime, por Dios, con que vienes? Dime si tenemos hijo o hija; que desde que dio la vna te espero aqui, z no he sentido mejor señal que tu tardanza.

20 Celestina. Hijo, essa regla de bouos no es siempre cierta, que otra hora me pudiera mas tardar z dexar alia las narizes, z otras dos, z narizes z lengua ; z assi que mientra mas tardasse, mas caro me costasse.

Sempronio. Por amor mió, madre, no pases de aqui sin

25 me lo contar.

Celestina. Sempronio amigo, ni yo me podria parar, ni el lugar es aparejado. Vete comigo delante Calisto, oyras marauillas : que sera desflorar mi embaxada comunicándola con muchos. De mi boca quiero que sepa lo que se ha

30 hecho, que avnque ayas de hauer alguna partezilla del proue- cho, quiero yo todas las gracias del trabajo.

Sempronio. Partezilla, Celestina ? Mal me parece eso que dizes.

Celestina. Calla, loquillo, que parte o parteziüa, quántó tu quisieres te daré. Todo lo mió es tuyo: gozemonos z aprouechemonos, que sobre el partir nunca reñiremos, z también sabes tu, quantamas necessidad tienen los viejos que los mocos, mayormente tu que vas a mesa puesta.

Sempronio. Otras cosas he menester mas de comer.

Celestina. Que, hijo ? Vna dozena de agujetas, z vn torce para el bonete, z vn arco para andarte de casa en casa tirando a paxaros, z aojando paxaras a las ventanas. Mas ay, Sempronio, de quien tiene de mantener honrra z se va haziendo vieja como yo.

Sempronio. O lisonjera vieja, o vieja llena de mal ! O cobdiciosa z auarienta garganta ! También quiere a mi enga- ñar como a mi amo, por ser rica. Pues mala medra tiene; no le arriendo la ganancia : que quien con modo torpe sube en lo alto, mas presto cae que sube. O que mala cosa es de cono- cer el hombre! Biendizen, que ninguna mercaduría ni animal es tan difícil. Mala vieja falsa es esta: el diablo me metió con ella ; mas seguro me fuera huyr desta venenosa biuora que tomalla. Mia fue la culpa; pero gane arto, que por bien o mal no negara la promessa.

Celestina. Que dizes, Sempronio? con quien hablas? vienesme royendo las haldas; porque no aguijas ?

Sempronio. Lo que vengo diziendo, madre mia, es que no me marauillo que seas mudable, que sigues el camino de las muchas. Dicho me auias que diferirías este negocio : agora vas sin seso por dezir a Calisto quanto passa. No sabes que aquello es en algo tenido, que es por tiempo deseado, z que cada día que el penase era doblarnos el prouecho ?

Celestina. El proposito muda el sabio, el nescio per- seuera. A nueuo negocio, nueuo consejo se requiere. No pense yo, hijo Sempronio, que assi me respondiera mi

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buena fortuna. De los discretos mensajeros es fazer lo que el tiempo quiere : assi que la calidad de lo fecho no puede encubrir tiempo dissimulado, z mas que yo se que tu amo, según lo que del senti, es liberal, z algo antojadizo : mas 5 dará en vn dia de buenas nueuas, que en ciento que ande penando, z yo yendo z viniendo : que los acelerados z súpitos plazeres crian alteración, la mucha alteración estorua el deliberar. Pues, en que podra parar el bien sino en bien? z el alto mensaje sino en luengas albricias? Calla, 10 bouo, dexa fazer a tu vieja.

Sempronio. Pues dime lo que passo con aquella gentil donzella : dime alguna palabra de su boca : que, por Dios, assi peno por sabella, como mi amo penaria.

Celestina. Calla, loco, altérasete la complesion : yo lo 1 5 veo en ti, que querrías mas estar al sabor que al olor deste negocio. Andemos presto, que estara loco tu amo con mi mucha tardanza.

Sempronio. z avn sin ella se lo esta.

Parmeno. Señor, señor! 2o Calisto. Que quieres, loco?

Parmeno. A Sempronio z a Celestina veo venir cerca de casa, faziendo paradillas de rato en rato.

Calisto. O desuariado, negligente! veslos venir, no puedes decir corriendo a abrir la puerta? O alto Dios! o 25 soberana deydad! Con que vienen ? Que nueuas traen ? Que tanta ha sido su tardanza, que ya mas esperaua su venida que el fin de mi remedio. O mis tristes oydos, aparejaos a lo que os viniere, que en su boca de Celestina esta agora aposentado el aliuio o pena de mi coraron ! O si en sueño 30 se passase este poco tiempo hasta ver el principio z fin de su habla ! Agora tengo por cierto, que es mas penoso al delinquente esperar la cruda z capital sentencia, que el acto de la ya sabida muerte. O espacioso Parmeno, manos de

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muerto ! Quita ya essa enojosa aldaua : entrara essa honrrada dueña, en cuya lengua esta mi vida.

Celestina. Oyes, Sempronio? De otro temple anda nuestro amo. Bien difieren estas razones de las que oymos a Parmeno z a el la primera venida : de mal en bien me paresce que va. No ay palabra de las que dize, que no vale a la vieja Celestina mas que vna saya.

Sempronio. Pues mira que entrando hagas que no ves a Calisto, z hables algo bueno.

Celestina. Calla, Sempronio, que avnque aya auenturado mi vida, mas meresce Calisto z su ruego z tuyo, z mas mercedes espero yo del.

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ARGUMENTO DEL SESTO AUTO

Entrada Celestina en casa de Calisto, con grande afición z desseo Calisto le pregunta de lo que le ha acontescido con Melibea. Mientra ellos están hablando, Parmeno oyendo fablar a Celestina de su parte, contra Sem- pronio a cada razón le pone vn mote, reprendiéndolo Sempronio. En fin la vieja Celestina le descubre todo lo negociado, z vn cordón de Melibea : z despedida de Calisto, vase para su casa z con ella Parmeno.

Calisto. Que dizes, señora z madre mia?

Celestina. O mi señor Calisto ! z aquí estas ? O mi nueuo amador de la muy hermosa Melibea, z con mucha razón ! Con que pagaras a la vieja que oy ha puesto 5 su vida al tablero por tu seruicio ? Qual muger jamas se vido en tan estrecha afrenta como yo, que en tornallo a pensar se menguan z vazian todas las venas de mi cuerpo de sangre ? Mi vida diera por menor precio que agora daria este manto raydo z viejo. 10 Parmeno. Tu dirás lo tuyo : entre col z col lechuga. Sobido has vn escalón, mas adelante te espero a la saya. Todo para ti, z no nada de que puedas dar parte. Pelechar quiere la vieja : tu me sacaras a mi verdadero, z a mi amo loco. No le pierdas palabra, Sempronio, z veras como no 15 quiere pedir dinero, porque es diuisible.

Sempronio. Calla, hombre desesperado, que te matara Calisto si te oye.

Calisto. Madre mia, abreuia tu razón, o toma esta espada z mátame.

20 Parmeno. Temblando esta el diablo como azogado ; no se puede tener en sus pies ; su lengua le querria prestar para que fablasse presto ; no es mucha su vida ; luto hauremos de medrar destos amores.

Celestina. Espada, señor, o que? Espada mala mate a tus enemigos z a quien mal te quiere ; que yo la vida te quiero dar con buena esperanca que traygo de aquella que tu mas amas.

Calisto. Buena esperanca, señora ?

Celestina. Buena se puede dezir, pues queda abierta puerta para mi tornada ; z antes me recibirá a mi con esta saya rota, que a otro con seda z brocado.

Parmeno. Sempronio, cóseme esta boca, que no lo puedo sofrir : encaxado ha la saya.

Sempronio. Callaras, pardios, o te echare dende con el diablo. Que si anda rodeando su vestido, haze bien ; pues tiene dello necessidad : que el abad de do canta de allí

viste. . .

Parmeno. z avn viste como canta ; z esta puta vieja quer- ría en vn dia por tres pasos desechar todo el pelo malo, quanto en cincuenta años no ha podido medrar.

Sempronio. z todo esso es lo que te castigo, z el cono- cimiento que os teniades, z lo que te crio ?

Parmeno. Bien sofrire mas que pidas pele, pero no todo para su prouecho.

Sempronio. No tiene otra tacha sino ser cobdiciosa ; pero dexala varde sus paredes, que después vardara las nuestras, o en mal punto nos conoció.

Calisto. Dime, por Dios, señora, que fazia? Como entraste? Que tenia vestido? A que parte de casa estaua? Que cara te mostró al principio?

Celestina. Aquella cara, señor, que suelen los brauos toros mostrar contra los que lanean las agudas frechas en el coso : la que los monteses puercos contra los sabuesos que mucho los aquexan.

Calisto. z a essas llamas señales de salud ? Pues quales serán mortales? No por cierto la misma muerte, que aquella

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aliuio seria en tal caso deste mi tormento, que es mayor i duele mas.

Sempronio. Estos son los fuegos pasados de mi amo: que es esto ? no ternia este hombre sofrimiento para oyr lo 5 que siempre ha deseado ?

Parmeno. z que calle yo, Sempronio? Pues si nuestro amo te oye, también te castigara a ti, como a mi.

Sempronio. O mal fuego te abrase, que tu fablas en daño de todos, z yo a ninguno ofendo, o intolerable pes- io tilencia z mortal te consuma, rixoso, embidioso, maldito! Toda esta es la amistad que con Celestina z comigo hauias concertado ? Vete de aqui a la mala ventura.

Calisto. Si no quieres, reyna z señora mia, que deses- pere, z vaya mi anima condenada a perpetua pena, oyendo 15 essas cosas, certifícame breuemente si houo buen fin tu demanda gloriosa, z la cruda z rigurosa muestra de aquel gesto angélico z matador : pues todo esso mas es señal de odio que de amor.

Celestina. La mayor gloria que al secreto oficio de la 20 abeja se da, a la qual los discretos deuen imitar, es que todas las cosas por ella tocadas conuierte en mejor de lo que son. Desta manera me he hauido con las cahareñas razónese esquiuas de Melibea. Todo su rigor traygo conuertido en miel, su yra en mansedumbre, su aceleramiento en sosiego. 25 Pues, a que piensas que yua alíala vieja Celestina, a quien tu demás de tu merecimiento magnificamente galardonaste, sino ablandar su saña, sofrir su acidente, a ser escudo de tu absencia, a recebir en mi manto los golpes, los desuios, los menosprecios, desdenes que muestran aquellas en losprin- 30 cipios de sus requerimientos de amor, para que sea después en mas tenida su dadiua ? Que a quien mas quieren, peor hablan : z si assi no fuesse, ninguna diferencia hauria entre las publicas que aman, a las escondidas donzellas, si todas

dixessen si a la entrada de su primer requerimiento, en viendo que de alguno eran amadas : las quales, avnque están abrasadas z encendidas de viuos fuegos de amor, por su honestidad muestran vn frió esterior, vn sosegado vulto, vn aplazible desuio, vn constante animo z casto proposito, vnas palabras agras que la propia lengua se marauilla del gran sofrimiento suyo, que la fazen fogosamente confessar el contrario de lo que sienten. Assi que para que tu descanses z tengas reposo, mientra te contare por estenso el proceso de mi habla z la causa que tuue para entrar, sabe que el fin de su razón z habla fue muy bueno.

Calisto. Agora, señora, que me has dado seguro para que ose esperar todos los rigores de la respuesta, di quanto mandares z como quisieres, que yo estare atento. Ya me reposa el coracon, ya descansa mi pensamiento, ya reciben las venas z recobran su perdida sangre, ya he perdido temor, ya tengo alegria. Subamos, si mandas, arriba : en mi cámara" me dirás por estenso lo que aqui he sabido en suma.

Celestina. Subamos, señor.

Calisto. Asiéntate, señora, que de rodillas quiero escu- char tu suaue respuesta: dime luego, la causa de tu entrada que fue ?

Celestina. Vender vn poco de hilado, con que tengo cacadas mas de treynta de su estado, si a Dios ha plazido, en este mundo, z algunas mayores.

Calisto. Esso sera de cuerpo, madre ; pero no de genti- leza, no de estado, no de gracia z discreción, no de linaje, no de presunción con merecimiento, no en virtud, no en habla.

Parmeno. Ya escurre eslauones el perdido ; ya se descon- ciertan sus badajadas. Nunca da menos de doze, siempre esta hecho relox de medio dia. Cuenta, cuenta, Sempronio,

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que estas desbauando oyéndole a el locuras, z a ella mentiras.

Sempronio. Maldiziente venenoso ! Porque cierras las orejas a lo que todos los del mundo las aguzan, hecho ser- piente que huye la boz del encantador? Que solo por ser de 5 amores estas razones, avnque mentiras, las hauias de escuchar con gana.

Celestina. Oye, señor Calisto, z veras tu dicha z mi solicitud que obraron : que en comencando yo a vender z poner en precio mi hilado, fue su madre de Melibea llamada 10 para que fuesse a visitar vna hermana suya enferma : e como le fuesse necessario absentarse, dexo en su lugar a Melibea.

Calisto. O gozo sin par! o singular oportunidad ! o oportuno tiempo! O quien estuuiera allí debaxo de tu 15 manto, escuchando que hablaría sola aquella en quien Dios tan estremadas gracias puso !

Celestina. Debaxo de mi manto dizes ? Ay mezquina! Que fueras visto por treynta agujeros que tiene, si Dios no le mejora.

20 Parmeno. Salgóme fuera, Sempronio : ya no digo nada, escúchatelo tu todo. Si este perdido de mi amo no midiesse con el pensamiento quantos pasos ay daqui a casa de Melibea, z contemplasse en su gesto, z considerasse como estaria hauiniendo el hilado, todo el sentido puesto z

25 ocupado en ella, el veria que mis consejos le eran mas salu- dables que estos engaños de Celestina.

Calisto. Que es esto, mocos ? Esto yo escuchando atento que me va la vida, vosotros susurrays como soleys, por fazerme mala obra z enojo? Por mi amor, que calleys :

30 morires de plazer con esta señora, según su buena diligen- cia. Di, señora, que fiziste quando te viste sola?

Celestina. Recebi, señor, tanta alteración de plazer, que qualquiera que me viera, me lo conosciera en el rostro.

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Calisto. Agora la rescibo yo, quanto mas quien ante si contemplaua tal ymagen. Enmudescerias con la nouedad incogitada.

Celestina. Antes me dio mas osadía a hablar lo que quise, verme sola con ella. Abri mis entrañas; dixele mi 5 embaxada, como penauas tanto por vna palabra de su boca salida en fauor tuyo para sanar vn tan grand dolor. E como ella estuuiesse suspensa, mirándome, espantada del nueuo mensaje, escuchando fasta ver quien podia ser el que assi por necessidad de su palabra penaua, o quien pudiesse sanar 10 su lengua, en nombrando tu nombre atajo mis palabras, diose en la frente vna grand palmada, como quien cosa de grande espanto houiesse oydo, diziendo que cessasse mi habla z me quitasse delante, si queria no hazer a sus seruidores ver- dugos de mi postremeria. Yo que en este tiempo no dexaua i$ mis pensamientos vagos ni ociosos, viendo quanto almazen gastaua su yra, agrauando mi osadia, llamándome hechizera, alcahueta, vieja falsa, z otros muchos inominiosos nombres, con cuyos títulos se asombran los niños, tuue lugar de saluar lo dicho. 20

Calisto. Esso me di, señora madre, que yo he rebuelto en mi juyzio mientra te escucho, z no he fallado desculpa que buena fuesse ni conueniente, con que lo dicho se cubriesse ni colorasse, sin quedar terrible sospecha de tu demanda ; porque conozca tu mucho saber, que en todo me pareces 25 mas que muger; que como su respuesta tu prenosticaste, proueyste con tiempo tu replica. Que mas hazia aquella Tusca Adeleta, cuya fama, siendo tu viua, se perdiera, la qual tres dias ante de su fin prenuncio la muerte de su viejo marido z de dos fijos que tenia? Ya creo lo que dizes, que 30 el genero flaco de las hembras es mas apto para las prestas cautelas que de los varones.

Celestina. Que, señor? Dixe que tu pena era mal de

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muelas, z que la palabra que della quería, era vna oración que ella sabia muy deuota para ellas.

Calisto. O marauillosa astucia ! O singular muger en su oficio, o cautelosa hembra, o melezina presta, o discreta en 5 mensajes ! Qual humano seso bastara a pensar tan alta manera de remedio ? De cierto creo si nuestra edad alcancara aquellos passados Eneas z Dido, no trabajara tanto Venus para traer a su fijo el amor de Elisa, haziendo tomar a Cupido Ascanica forma, para la engañar: antes por euitar prolixidad,

10 pusiera a ti por medianera. Agora doy por bien empleada mi muerte, puesta en tales manos, z creeré que si mi desseo no houiere efeto qual querría, que no se pudo obrar mas según natura en mi salud. Que os paresce, mocos? Que mas se pudiera pensar ? Ay tal muger nascida en el mundo?

I 5 Celestina. Señor, no atajes mis razones: dexame dezir, que se va haziendo noche. Ya sabes : quien mal haze, abor- rece claridad; z yendo a mi casa podre hauer algún mal encuentro.

Calisto. Que? que? Si, que hachas z pajes ay que te 20 acompañen.

Parmeno. Si, si, porque no fuercen a la niña. Tu yras con JU ella, Sempronio, que ha temor de los grillos que cantan con lo escuro.

Calisto. Dizes algo, hijo Parmeno? 25 Parmeno. Señor, que yo z Sempronio sera bueno que la acompañemos hasta su casa, que haze mucho escuro.

Calisto. Bien dicho es : después sera. Procede en tu habla, z dime que mas passaste ; que te respondió a la demanda de la, oración ? 30 Celestina. Que la daria de su grado.

Calisto. De su grado? O Dios mió, que alto don ! Celestina. Pues mas le pedi. Calisto. Que, mi vieja honrrada?

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Celestina. Vn cordón que ella trae contino ceñido, diziendo que era prouechoso para tu mal, porque hauia tocado muchas reliquias.

Calisto. Pues que dixo ?

Celestina. Dame albricias, dezirtelo he.

Calisto. O por Dios, toma toda esta casa z quanto en ella ay, z dimelo ; o pide lo que querrás.

Celestina. Por vn manto que tu des a la vieja, te dará en tus manos el mesmo que en su cuerpo ella traya.

Calisto. Que dizes de manto ? z saya, z quanto yo tengo.

Celestina. Manto he menester, z este terne yo en harto. No te alargues mas, no pongas sospechosa duda en mi pedir : que dizen, que ofrescer mucho al que poco pide, es especie de negar.

Calisto. Corre, Parmeno, llama a mi sastre; z corte luego vn manto z vna saya de aquel contray que se saco para frisado.

Parmeno. Assi, assi: a la vieja todo, porque venga car- gada de mentiras, como abeja, umi que me arrastren. Tras esto anda ella oy todo el dia con sus rodeos.

Calisto. De que gana va el diablo ! No ay cierto tan mal seruido hombre como yo, manteniendo mo^os adeuinos, rezongadores, enemigos de mi bien. Que vas, vellaco, rezando? Embidioso, que dizes? que no te entiendo. Ve donde te mando presto, z no me enojes : que harto basta mi pena para me acabar : que tanbien haura para ti sayo en aquella pie<;a.

Parmeno. No digo, señor, otra cosa, sino ques tarde para que venga el sastre.

Calisto. No digo yo que adeuinas? Pues quédese para mañana, z tu, señora, por amor mió te sufras, que no se pierde lo que se dilata; z mándame mostrar aquel sancto

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cordón, que tales miembros fue digno de ceñir. Gozaran mis ojos con todos los otros sentidos, pues juntos han sido apassionados : gozara mi lastimado coracon, aquel que nunca recibió momento de plazer, después que aquella 5 señora conoscio. Todos los sentidos le llegaron, todos acor- rieron a el con sus esportillas de trabajo, cada vno le lasti- mo quanto mas pudo : los ojos en vella, los oydos en oylla, las manos en tocalla.

Celestina. Que la has tocado, dizes ? Mucho me io espantas !

Calisto. Entre sueños, digo.

Celestina. En sueños?

Calisto. En sueños la veo tantas noches, que temo no me acontezca como a Alcibiades o a Sócrates, que el vno soñó

1 5 que se veya embuelto en el manto de su amiga, z otro dia matáronle, z no houo quien le alease de la calle, ni cubriesse, sino ella con su manto; el otro vía que le llamauan por nombre, z murió dende a tres dias : pero en vida o en muerte, alegre me seria vestir su vestidura.

2o Celestina. Asaz tienes pena ; pues quando los otros reposan en sus camas, preparas tu el trabajo para sofrir otro dia. Esfuercate, señor, que no hizo Dios a quien desmampa- rasse; da espacio a tu desseo : toma este cordón, que si yo on me muero, yo te daré a su ama.

25 Calisto. O nueuo huésped ! o bienauenturado cordón! que tanto poder z merescimiento touiste de ceñir aquel cuerpo que yo no soy digno de seruir! O ñudos de mi pasión, vosotros enlazastes mis desseos ! Dezidme si os hallastes presentes en la desconsolada respuesta de aquella a quien

30 vosotros seruis z yo adoro, z por mas que trabajo noches z dias, no me vale ni aprouecha ?

Celestina. Refrán viejo es : quien menos procura, alcanza mas bien. Pero yo te haré procurando conseguir lo que

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siendo negligente no haurias. Consuélate, señoí, que en Vná hora no se gano £amora ; pero no por esso desconfiaron los combatientes.

Calisto. O desdichado! Que las cibdades están con pie- ^ dras cercadas, z a piedras, piedras las vencen; pero esta mi j señora tiene el coraron de azero. No ay metal que con el pueda; no ay tiro que le melle. Pues poned escalas en su muro. Vnos ojos tiene con que echa saetas : vna lengua llena de reproches z desuios: el asiento tiene en parte que a media legua no le pueden poner cerco. 10

Celestina. Calla, señor, que el buen atreuimiento de vn solo hombre gano a Troya. No desconfies, que vna muger puede ganar otra. Poco has tratado mi casa : no sabes bien lo que yo puedo.

Calisto. Quanto dixeres, señora, te quiero creer, pues 15 tal joya como esta me truxiste. O mi gloria, z ceñidero de aquella angélica cintura! Yo te veo z no lo creo. O cor- don, cordón! Fuisteme tu enemigo? Dilo cierto. Si lo fuiste, yo te perdono, que de los buenos es propio las culpas perdonar. No lo creo: que si fueras contrario, no vinieras 20 tan presto a mi poder, saluo si vienes a desculparte. Conju- róte me respondas, por la virtud del gran poder que aquella señora sobre mi tiene.

Celestina. Cessa ya, señor, esse deuanear: que a mi tienes cansada de escucharte, z al cordón roto de tratarlo. 25

Calisto. O mezquino de mi ! Que asaz bien me fuera del cielo otorgado, que de mis bracos fueras fecho z texido, no de seda como eres, porque ellos gozaran cada dia de rodear z ceñir con deuida reuerencia aquellos miembros que tu, sin sentir ni gozar de la gloria, siempre tienes abracados. 30 O que secretos hauras visto de aquella excelente ymagen!

Celestina. Mas veras tu z con mas sentido, si no lo pier- des fablando lo que fablas.

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Calisto. Calla, señora, que el z yo nos entendemos. O mis ojos ! acordaos como fuistes causa z puerta por donde fue mi coraron llagado, z que aquel es visto hazer el daño que da la causa ; acordaos que soys debdores de la salud ; remira la melezina que os viene hasta casa.

Sempronio. Señor, por holgar con el cordón, no querrás gozar de Melibea.

Calisto. Que loco, desuariado, atajasolazes ! Como es esso ?

10 Sempronio. Que mucho fablando matas a ti z a los que te oyen; z assi que perderás la vida o el seso. Qualquiera que falte, basta para quedarte ascuras. Abreuia tus razones, darás lugar a las de Celestina.

Calisto. Enojóte, madre, con mi luenga razón, o esta

1 5 borracho este mogo ?

Celestina. Avnque no lo este, deues, señor, cessar tu razón, dar fin a tus luengas querellas, tratar al cordón como cordón, porque sepas fazer diferencia de fabla quando con Melibea te veas : no haga tu lengua yguales la

20 persona z el vestido.

Calisto. O mi señora, mi madre, mi consoladora! dexame gozar con este mensajero de mi gloria. O lengua mia, porque te impides en otras razones, dexando de adorar presente la excelencia de quien por ventura jamas veras en

25 tu poder ? O mis manos, con que at^^iento, con quan poco acatamiento teneys y tratays la triaca de mi llaga ! Ya no podran empecer las yemas, que aquel crudo casquillo traya embueltas en su aguda punta : seguro soy, pues quien dio la herida la cura. O tu, señora, alegria de las viejas

30 mugeres, gozo de las mocas, descanso de los fatigados como yo, no me fagas mas penado con tu temor, que faze mi vergüenza : suelta la rienda a mi contemplación, dexame salir por las calles con esta joya, porque los que

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me vieren sepan que no ay mas bienandante hombre que yo.

Sempronio. No afistoles tu llaga cargándola de mas desseo: no es, señor, el solo cordón del que pende tu remedio.

Calisto. Bien lo conozco; pero no tengo sofrimiento 5 para me abstener de adorar tan alta empresa.

Celestina. Empresa? Aquella es empresa que de grado es dada ; pero ya sabes que lo hizo por amor de Dios, para guarecer tus muelas, no por el tuyo para cerrar tus llagas; pero si yo viuo, ella boluera la hoja. 10

Calisto. z la oración?

Celestina. No se me dio por agora.

Calisto. Que fue la causa?

Celestina. La breuedad del tiempo; pero quedo, que si tu pena no afloxase, que tornasse mañana por ella. 15

Calisto, Afloxar? Entonce afloxara mi pena, quando su crueldad.

Celestina. Asaz, señor, basta lo dicho z hecho : obli- gada queda, segund lo que mostró, a todo lo que para esta enfermedad yo quisiere pedir, según su poder. Mira, señor, 20 si esto basta para la primera vista. Yo me voy : cumple, señor, que si salieres mañana, lleues rebocado vn paño, porque si della fueres visto, no acuse de falsa mi petición.

Calisto. z avn quatro por tu seruicio. Pero dime, par- dios, passo mas? que muero por oyr palabras de aquella 25 dulce boca. Como fuiste tan osada, que sin la conocer, te mostraste tan familiar en tu entrada z demanda?

Celestina. Sin la conoscer? Quatro años fueron mis vezinas, trataua con ellas, hablaua z reya de dia z de noche. Mejor me conosce su madre que a sus mismas manos, 30 avnque Melibea se ha fecho grande, muger discreta, gentil.

Parmeno. Ea, mira, Sempronio, que te digo al oydo.

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Sempronío. Dime, que dizes ?

Parmeno. Aquel atento escuchar de Celestina da materia de alargar en su razón a nuestro amo. Llégate a ella, dale del pie, hagámosle de señas que no espere mas, sino que se 5 vaya: que no ay tan loco hombre nacido, que solo mucho hable.

Calisto. Gentil dizes, señora, que es Melibea ? Paresce que lo dizes burlando. Ay nascida su par en el mundo ? Crio Dios otro mejor cuerpo ? Puedense pintar tales faciones,

io dechado de hermosura? Si oy fuera viua Elena, por quien tanta muerte houo de griegos z tróvanos, o la hermosa Puli- cena, todas obedescerian a esta señora por quien yo peno. Si ella se hallara presente en aquel debate de la mangana con las tres diosas, nunca sobrenombre de discordia le

1 5 pusieran ; porque sin contrariar ninguna, todas concedieran z viuieran conformes en que la lleuara Melibea : assi que se llamara mancana de concordia. Pues quantas oy son nas- cidas que della tengan noticia, se maldizen: querellan a Dios, porque no se acordó dellas quando a esta mi señora

20 fizo. Consumen sus vidas, comen sus carnes con embidia, danles siempre crudos martirios, pensando con artificio ygualar con la perfecion, que sin trabajo doto a ella natura ; dellas pelan sus cejas con tenazicas, z pegones, z corde- lejos; dellas buscan las doradas yeruas, rayzes, ramas z flores

25 para hazer lexias, con que sus cabellos semejasen a los della, las caras martillando, enuistiendolas en diuersos matizes con vnguentos z vnturas, aguas fuertes, posturas blancas z coloradas, que por euitar prolixidad no las cuento. Pues la que todo esto fallo fecho, mira si merece de vn

30 triste hombre como yo ser seruida.

Celestina. Bien te entiendo, Sempronio. Dexale, que el caerá de su asno : ya acaba.

Calisto. En la que toda la natura se remiro por la fazer

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perfeta: que las gracias que en todas repartió, las junto ett ella. Allí hizieron alarde quanto mas acabadas pudieron allegarse, porque conociessen los que la viessen, quanta era la grandeza de su pintor, Solo vn poco de agua clara con vn ebúrneo peyne basta para exceder a las nacidas en gentileza. 5 Estas son sus armas : con estas mata z vence ; con estas me catiuo ; con estas- me tiene ligado z puesto en dura cadena.

¿^Celestina. Calla z no te fatigues : que mas aguda es la Mima que yo tengo, que fuerte essa cadena que te atormenta. 10

Yo la cortare con ella, porque tu quedes suelto. Por ende,

dame licencia, que es muy tarde, z dexame lleuar el cordón,

porque tengo del necessidad.

Calisto. O desconsolado de mi! La fortuna aduersa me

sigue junta: que contigo, o con el cordón, o con entramos 15

quisiera yo estar acompañado esta noche luenga z escura.

Pero pues no ay bien complido en esta penosa vida, venga

entera la soledad. Mocos, mocos! Parmeno. Señor.

Calisto. Acompaña a esta señora hasta su casa, z vaya 20 con ella tanto plazer z alegría, quanta comigo queda tris- teza z soledad.

Celestina. Quede, señor, Dios contigo : mañana sera mi buelta, donde mi manto z la respuesta vernan a vn punto ; pues oy no huuo tiempo : z súfrete, señor, z piensa en 25 otras cosas.

Calisto. Esso no, que es eregia oluidar aquella por quien la vida me aplaze.

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ARGUMENTO DEL SETIMO AUTO

Celestina habla con Parmeno, induziendole a concordia z amistad de Sempronio. Traele Parmeno a memoria la promessa que le hiziera, de le fazerauer a Areusa, quel mucho amaua. Vanse a. casa de Areusa : queda ay la noche Parmeno. Celestina va para su casa, llama a la puerta : Elicia le viene abrir, increpándole su tardanca.

Celestina. Parmeno, hijo, después de las passadas razones, no he hauido oportuno tiempo para te dezir z mostrar el mucho amor que te tengo, y asi mismo, como de mi boca todo el mundo ha oydo hasta agora en absencia bien de ti. La razón no es menester repetirla, porque yo te tenia por hijo, a lo menos quasi adotiuo, z assi que imitauas a natural; z tu dasme el pago en mi presencia, pareciendote mal quanto digo, susurrando z murmurando contra mi en presencia de Calisto. Bien pensaua yo que después que concediste en mi buen consejo, que no hauias de tornarte atrás. Todavía me parece que te quedan reliquias vanas, hablando por antojo mas que por razón : desechas el próuecho, por conten- tar la lengua. Oyeme si no me has oydo, z mira que soy vieja, z el buen consejo mora en los viejos, i de los mancebos es propio el deleyte. Bien creo que de tu yerro sola la edad tiene culpa : espero en Dios, que variaran tus costumbres variando el cabello, digo, hijo, cresciendo z viendo cosas nueuas cada dia, porque la mocedad en solo lo presente se impide z ocupa a mirar ; mas la madura edad no dexa presente, ni passado, ni por venir. Si tu touieras memoria, hijo Parmeno, del pasado amor que te tuue, la primera posada que tomaste, venido nueuamente a esta cibdad, auia de ser la mia; pero los

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mocos curays poco de los viejos , regisvos a sabor de pala- dar, nunca pensays que teneys ni haueys de tener necessidad dellos, nunca pensays en enfermedades, nunca pensays que os puede faltar esta florezilla de juuentud. Pues mira, amigo, que para tales necessidades como estas, 5 buen acorro es vna vieja conoscida, amiga, madre, z mas que madre; buen mesón para descansar sano, buen hospital para sanar enfermo, buena bolsa para necessidad, buena arca para guardar dinero en prosperidad, buen fuego de inuierno, rodeado de asadores, buena sombra de verano, 10 buena tauerna para comer z beuer. Que dirás, loquillo, a todo esto? Bien se que estas confuso por lo que oy has hablado : pues no quiero mas de ti, que Dios no pide mas del pecador de arrepentirse z emendarse. Mira a Sempronio, yo le fize hombre, de Dios en ayuso; querría que fuesedes como her- 15 manos, porque estando bien con el, con tu amo z con todo el mundo lo estañas. Mira que es bien quisto, diligente^ palanciano, buen seruidor, gracioso ; quiere tu amistad : cre- cería vuestro prouecho dándoos el vno al otro la mano, n[ avn hauria mas priuados con vuestro amo que vosotros. E 20 pues? sabe que es menester que ames, si quieres ser amado; que no se toman truchas zc. Ni te lo deue Sempronio de fuero : simpleza es no querer amar, z esperar ser amado ; locura es pagar el amistad con odio.

Parmeno. Madre, para contigo digo que mi segundo 25 yerro te confiesso, z con perdón de lo passado, quiero que ordenes lo por venir; pero con Sempronio me paresce que es impossible sostenerse mi amistad. El es desuariado, yo mal sofrido : conciértame essos amigos.

Celestina. Pues no era essa tu condición ? 30 Parmeno. A la mi fe, mientra mas fui creciendo, mas la primera paciencia me oluidaua : no soy el que solia, z assi mismo Sempronio no ay ni tiene en que me aproueche.

Celestina. El cierto amigo en la cosa incierta se conosce, en las aduersidades se prueua: entonces se allega z con mas desseo visita la casa que la fortuna prospera desamparo. Que te diré, fijo, de las virtudes del buen amigo? No ay cosa mas amada ni mas rara : ninguna carga rehusa. Voso- tros soys yguales : la paridad de las costumbres z la seme- janca de los coracones es la que mas la sostiene. Cata, hijo, que si algo tienes, guardado se te esta : sabe tu ganar mas, que aquello ganado lo fallaste. Buen siglo aya aquel padre que lo trabajo. No se te puede dar hasta que viuas mas reposado z vengas en edad complida.

Parmeno. A que llamas reposado, tia?

Celestina. Hijo, a viuir por ti : a no andar por casas agenas, lo qual siempre andaras, mientra no te supieres aprouechar de tu seruicio ; que de lastima que houe de verte roto, pedi oy manto, como viste, a Calisto : no por mi manto, pero porque estando el sastre en casa z tu delante sin sayo, te le diesse ; assi que, no por mi prouecho, como yo senti que dixiste, mas por el tuyo : que si esperas al ordinario galardón destos galanes, es tal, que lo que en diez años sacaras, ataras en la manga. Goza tu mocedad, el buen dia, la buena noche, el buen comer z beuer, quando pudieres hauerlo no lo dexes, piérdase lo que se perdiere ; no llores tu la fazienda que tu amo heredo, que esto te lleuaras deste mundo, pues no le tenemos mas de por nuestra vida. O fijo mió Parmeno ! que bien te puedo dezir fijo, pues tanto tiempo te crie, toma mi consejo, pues sale con limpio deseo de verte en alguna honrra. O quan dichosa me. hallaría, en que tu z Sempronio estouiesedes muy conformes, muy amigos, hermanos en todo ; viéndoos venir a mi pobre casa a holgar a verme, z avn a deseno- jaros con sendas mochachas !

Parmeno. Mochachas, madre mia?

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Celestina. A la he, mochachas digo, que viejas harto me soy yo. Qual se la tiene Sempronio, z avn sin hauer tanta razón, ni tenerle tanta afición como a ti : que de las entra- ñas me sale quanto te digo.

Parmeno. Señora, no viues engañada ? 5 Celestina, z avnque lo viua, no me pena mucho, que tanbien lo hago por amor de Dios, z por verte solo en tierra agena, z mas por aquellos huessos de quien te me enco- mendó : que tu seras hombre z vernas en buen conoci- miento z verdadero, z dirás : la vieja Celestina bien me 10 consejaua.

Parmeno. z avn agora lo siento, avnque soy mo^o: que avnque oy veyas que aquello dezia, no era porque me paresciesse mal lo que tu fazias ; pero porque veya que le consejaua yo lo cierto, z me daua malas gracias. Pero de 15 aqui adelante demos tras el ; faz de las tuyas, que yo callare ; que ya tropecé en no te creer cerca deste negocio con el.

Celestina. Cerca deste z de otros tropezaras z caerás, mientra no tomares mis consejos, que son de amiga verdadera.

Parmeno. Agora doy por bien empleado el tiempo que 20 siendp niño te serui, pues tanto fruto trae para la mayor edad, z rogare a Dios por el anima de mi padre que tal tutriz me dexo, z de mi madre que a tal muger me enco- mendó.

Celestina. No me la nombres, fijo, por Dios, que se 25 me hinchen los ojos de agua, z tuue yo en este mundo otra tal amiga? otra tal compañera? tal aliuiadora de mis trabajos z fatigas? Quien suplia mis faltas? Quien sabia mis secretos? A quien descobria mi coraron? Quien era todo mi bien z descanso, sino tu madre, mas que mi her- 30 mana z comadre? O que graciosa era! o que desem- buelta, limpia, varonil ! Tan sin pena ni temor se andaua a media noche de cimenterio en cimenterio, buscando apa-

rejos para nuestro oficio, como de dia. Ni dexaua chris- tianos, ni moros, ni judios, cuyos enterramientos no visi- taua : de dia los acechaua, de noche los desenterraua. Assi se holgaua con la noche escura, como tu con el dia claro : dezia que aquella era capa de pecadores. Pues maña no tenia con todas las otras gracias ? Vna cosa te diré, porque veas que madre perdiste, avnque era para callar ; pero contigo todo passa. Siete dientes quito a vn ahorcado con vnas tenazicas de pelacejas, mientra yo le descalce los capatos. Puesentraua en vn cerco mejor que yo z con mas esfuerco, avnque yo tenia farto buena fama, mas que agora, que por mis pecados todo se oluido con su muerte. Que mas quieres, sino que los mesmos diablos la hauian miedo ? Atemorizados z espantados los tenia con las crudas bozes que les daua : assi era ella dellos conoscida, como tu en tu casa : tumbando venían vnos sobre otros a su llamado ; no le osauan dezir mentira, según la fuerza con que los apre- miaua. Después que la perdi, jamas les oy verdad.

Parmeno. No la medre Dios mas esta vieja, que ella me da plazer con estos loores de sus palabras.

Celestina. Que dizes, mi honrrado Parmeno, mi hijo, z mas que hijo?

Parmeno. Digo que como tenia esa ventaja mi madre, pues las palabras que ella z tu deziades, eran todas vnas?

Celestina. Como, z deso te marauillas? No sabes que dize el refrán, que mucho va de Pedro a Pedro? Aquella gracia de mi comadre no alcancauamos todas. No as visto en los oficios vnos buenos z otros mejores ? Assi era tu madre, que Dios aya, la prima de nuestro oficio, z por tal era de todo el mundo conocida z querida: assi de caualle- ros, como clérigos, casados, viejos, mocos z niños. Pues mocas z donzellas? Asi rogauan a Dios por su vida, como de sus mesmos padres. Con todos tenia que hazer, con todos

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fablaua: si saliamos por la calle, quantos topauamos eran sus ahijados ; que fue su principal oficio partera diez z seis años. Asi que, avnque tu no sabias sus secretos por la tierna edad que auias, agora es razón que los sepas, pues ella es finada, z tu hombre. # 5

Parmeno. Dime, señora : quando la justicia te mando prender, estando yo en tu casa, teniades mucho conoci- miento ?

Celestina. Si teniamos, me dizes como por burla? Juntas lo hizimos, juntas nos sintieron, juntas nos prendie- 10 ron z acusaron, juntas nos dieron la pena essa vez, que creo que fue la primera. Pero muy pequeño eras tu; yo me espanto como te acuerdas, que es la cosa que mas oluidada esta en la cibdad. Cosas son que pasan por el mundo: cada dia veras quien peque z pague, si sales a esse mercado. 15

Parmeno. Verdad es ; pero del pecado lo peor es la per / seuerancia: que assi como el primer mouimiento no es en mano del hombre, assi el primer yerro: donde dizen, que quien yerra z se emienda, re.

Celestina. Lastimasteme, don loquillo. Alas verdades nos 20 andamos. Pues espera, que yo te tocare donde te duela.

Parmeno. Que dizes, madre?

Celestina. Hijo, digo, que sin aquella prendieron quatro vezes a tu madre, que Dios aya sola, z avn la vna le leuan- taron que era bruxa, porque la hallaron de noche con vnas 25 candelillas cogendo tierra de vna encruzijada, z la touieron medio dia en vna escalera en la plaga, puesto vno como rocadero pintado en la cabera. Pero cosas son que passan : algo han de sofrir los hombres en este triste mundo para sustentar sus vidas, z mira en que tan poco lo tuuo con su 30 buen seso, que ni por esso dexo dende en adelante de vsar mejor su oficio. Esto ha venido por lo que dezias del per- seuerar en lo que vna vez se yerra. En todo tenia gracia :

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que en Dios z en mi conciencia, avn en aquella escalera estaua, z parecía que a todos los debaxo no tenia en vna blanca, según su meneo z presencia. Assi que los que algo son como ella, z saben, z valen, son los que mas presto 5 yerran. Veras quien fue Virgilio, z que tanto supo : mas ya hauras oydo como estouo en vn cesto colgado de vna torre, mirándole toda Roma ; pero por eso no dexo de ser hon- rrado, ni perdió el nombre de Virgilio.

Parmeno. Verdad es lo que dizes ; pero esso no fue por 10 justicia.

Celestina. Calla, bouo, poco sabes de achaque de ygle- sia. z quando es mejor por mano de justicia que de otra manera ? Sabialo mejor el cura, que Dios aya, que veniendo- le a consolar, dixo que la sancta escritura tenia, que bien- Vi 5 auenturados eran los que padescian persecución por la justicia, que aquellos poseerian el reyno de los cielos. Mira si es mucho passar algo en este mundo por gozar de la gloria del otro; z mas que según todos dezian, a tuerto z a sin razón, z con falsos testigos z rezios tormentos la hizie-

20 ron aquella vez confessar lo que no era ; pero con su buen esfuerzo, z como el coraron abezado a sofrir haze las cosas mas leues de lo que son, todo lo tuuo en nada. Que mili vezes le oya dezir : si me quebré el pie, fue por bien, por- que soy mas conoscida que antes. Assi que todo esto paso

25 tu buena madre acá, deuemos creer que le dará Dios buen pago alia, si es verdad lo que nuestro cúranos dixo: z con esto me consuelo. Pues seme tu, como ella, amigo verda- dero, z trabaja por ser bueno, pues tienes a quien parezcas : >/ que lo que tu padre dexo, a buen seguro lo tienes.

30 Parmeno. Bien lo creo, madre, pero querría saber que tanto es.

Celestina. No puede ser agora : verna tu tiempo, como te dixe, para que lo sepas z lo oyas.

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Parmeno. Agora dexemos los muertos z las herencias, que si poco me dexaron poco hallare; hablemos en los pre- sentes negocios, que nos va mas que en traer los passados a la memoria. Bien se te acordara, no ha mucho que me prometiste que me harías hauer a Areusa, quando en mi casa te dixe como moria por sus amores.

Celestina. Si te lo prometí, no lo he oluidado, ni creas que he perdido con los años la memoria : que mas de tres xaques ha rescebido de mi sobre ello en tu absencia. Ya creo que estara bien madura : vamos de camino por casa, que no se podra escapar de mate ; que esto es lo menos que yo por ti tengo de hazer.

Parmeno. Yo ya desconfiaua de la poder alcanzar, porque jamas podia acabar con ella, que me esperasse a poderle dezir vna palabra; z como dizen, mala señal es de amor, huyr z boluer la cara, sentia en mi grande desfuzia desto.

Celestina. No tengo en mucho tu desconfianza, no me conosciendo, ni sabiendo como agora que tienes tan de tu mano la maestra destas labores. Pues agora veras quanto por mi causa vales, quanto con las tales puedo, quanto se en casos de amor. Anda passo : ves aqui su puerta : entremos quedo, no nos sientan sus vezinas. Atiende, z espera debaxo desta escalera ; sobire yo a ver que se podra fazer sobre lo fablado ; z por ventura haremos rías que tu ni yo traemos pensado.

Areusa. Quien anda ay ? Quien sube a tal hora en mi cámara ?

Celestina. Quien no te quiere mal, cierto, que nunca da passo que no piense en tu prouecho; quien tiene mas memoria de ti que de si mesma ; vna enamorada tuya, avnque vieja.

Areusa. Valala el diablo a esta vieja, con que viene como

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huestantigua a tal hora. Tia señora, que buena venida es esta tan tarde ? Ya me desnudaua para acostar.

Celestina. Con las gallinas, hija ? Asi se hará la hazienda. Andar, passe : otro es el que ha de llorar las necessidades, que no tu : yema pasee quien lo cumple : tal vida, quien- quiera se la querría.

Areusa. Jesu ! Quierome tornar a vestir, que he frió.

Celestina. No harás, por mi vida, sino éntrate en la cama, que desde alli hablaremos.

Areusa. Assi goze de mi, pues que lo he bien menester, que me siento mala oy todo el dia : assi que necesidad-mas que vicio me fizo tomar con tiempo las sauanas por falde- tas.

Celestina. Pues no estes asentada, acuéstate z metete debaxo de la ropa, que paresces serena. Areusa. Bien me dizes, señora tia.

Celestina. Ay, como huele toda la ropa en bulléndote! A osadas que está todo a punto: siempre me pague de tus cosas z hechos, de tu limpiezas atauio. Fresca que estas, bendígate Dios! Que sauanas z colcha! que almoadas ! z que blancura! Tal sea mi vejez, qual todo me parece. Perla de oro, veras si te quiere bien quien te visita a tales horas : dexame mirarte toda a mi voluntad, que me huelgo.

Areusa. Passo, madre, no llegues a mi, que me fazes coxquillas, z prouocasme a reyr, z la risa acreciéntame el dolor.

Celestina. Que dolor, mis amores ? Burlaste, por mi vida, comigo ?

Areusa. Mal gozo vea de mi, si burlo; sino que ha quatro horas que muero de la madre, que la tengo en los pechos, que me quiere sacar del mundo : que no soy tan viciosa como piensas.

Celestina. Pues dame lugar, tentare; que avn algo se

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yo deste mal por mi pecado, que cada vna se tiene o ha tenido su madre, z sus encobras della.

Areusa. Mas arriba la siento, sobre el estomago.

Celestina. Bendígate Dios, z señor sant Miguel, ángel, z que gorda z fresca que estas ! Que pechos z que genti- leza ! Por hermosa te tenia hasta agora, viendo lo que todos podían ver; pero agora te digo que no ay en la cibdad tres cuerpos tales como el tuyo, en quanto yo conozco. No paresce que ayas quinze años. O quien fuera hombre, z tanta parte alcancara de ti para gozar tal vista ! Por Dios, pecado ganas en no dar parte destas gracias a todos los que bien te quieren ; que no te las dio Dios para que pasasen en balde por la frescor de tu juuentud debaxo de seys dobles de paño z liento. Cata que no seas auarienta de lo que poco te costo : no atesores tu gentileza, pues es de su natura tan comunicable como el dinero ; no seas el perro del ortolano ; z pues tu no puedes de ti propia gozar, goze quien puede. Que no creas que en balde fueste criada, que quando nasce ella, nasce el, z quando el, ella. Ninguna cosa ay criada al mundo superflua, ni que con acordada razón no proueyesse della natura. Mira que es pecado fatigar z dar pena a los hombres, podiendolos remediar.

Areusa. Alábame agora, madre, z no me quiere ninguno : dame algún remedio para mi mal, z no estes burlando de mi.

Celestina. Deste tan común dolor todas somos, mal pecado, maestras. Lo que he visto a muchas fazer, z lo que a mi siempre aprouecha, te diré ; porque como las calida- des de las personas son diuersas, assi las melezinas hazen diuersas sus operaciones, z diferentes. Todo olor fuerte es bueno, assi como poleo, ruda, axiensos, humo de plumas de perdiz, de romero, de moxquete, de encienso ; recebido con mucha diligencia, aprouecha z afloxa el dolor, z buelue

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poco a poco la madre a su lugar. Pero otra cosa hallaua yo siempre mejor que todas, z esta no te quiero dezir, pues tan santa te me hazes.

Areusa. Que, por mi vida, madre ? Vesme penada, z encubresme la salud ?

Celestina. Anda, que bien me entiendes, no te hagas boua.

Areusa. Ya, ya: mala landre me mate, si te entendía; pero que quieres que haga ? Sabes que se partió ayer aquel mi amigo con su capitán a la guerra: hauia de fazerle ruyndad ?

Celestina. Veras, z que daño, z que gran ruyndad !

Areusa. Por cierto si seria: que me da todo lo que he menester, tieneme honrrada, fauoreceme, z trátame como si fuesse su señora.

Celestina. Pero avnque todo esso sea, mientra no parie- res, nunca te faltara este mal z dolor que agora, de lo qual el deue ser causa.

Areusa. No es sino mi mala dicha: maldición mala que mis padres me echaron, que no esta ya por prouar todo esso. Pero dexemos esso, que es tarde, z dime a que fue tu buena venida ?

Celestina. Ya sabes lo que de Parmeno te oue dicho : quexaseme que avn verle no quieres; no se por que, sino porque sabes que le quiero yo bien, z le tengo por hijo. Pues por cierto de otra manera miro yo tus cosas ; que hasta tus vezinas me parescen bien, z se rne alegra el coracon cada vez que las veo, porque se que hablan contigo.

Areusa. No viues, tia señora, engañada.

Celestina. No lo se : a las obras creo, que las palabras de balde las venden donde quiera; pero el amor nunca se paga sino con puro amor, z a las obras con obras. Ya sabes el debdo que ay entre ti z Elicia, la qual tiene Sempronio en

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mi casa : Parmeno z el son compañeros, simen a este seño? que ta conoces, z por quien tanto fauor podras tener. No niegues lo que tan poco fazer te cuesta. Vosotras parientas, ellos compañeros : mira como viene mejor medido que lo queremos : aqui viene comigo ; veras si quieres que suba.

Areusa. Amarga de mi, z si nos ha oydo !

Celestina. No, que abaxo queda: quierole hazer subir, resciba tanta gracia que le conozcas z hables, z muestres buena cara ; z si tal te paresciere, goze el de ti, z tu del ; que avnque el gane mucho, tu no pierdes nada.

Areusa. Bien tengo, señora, conoscimiento como todas tus razones, estas z las passadas, se enderecan en mi proue- cho ; pero como quieres que haga tal cosa, que tengo a quien dar cuenta, como has oydo, z si soy sentida, matarme ha? Tengo vezinas embidiosas : luego lo dirán. Assi que, avnque no aya mas mal de perderle, sera mas que ganare en agradar al que me mandas.

Celestina. Esso que temes, yo lo prouey primero, que muy passo entramos.

Areusa. No lo digo por esta noche, sino por otras muchas.

Celestina. Como, z dessas eres ? Dessa manera te tratas ? Nunca tu harás casa con sobrado. Absenté le has miedo ? que harias si estouiesse en la cibdad ? En dicha me cabe, que jamas cesso de dar consejos a bouos, z todavia ay quien yerre ; pero no me marauillo, flue es grande el mundo, z pocos los esperimentados. Ay, ay, hija! Si viesses el saber de tu prima, z que tanto le ha aprouechado mi crianza z consejos, z que gran maestra esta, z avn que no se halla ella mal con mis castigos: que vno en la cama, z otro en la puerta, z otro que sospira por ella en su casa se precia de tener; z con todos cumple, z a todos muestra

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buena cara, z todos piensan que son muy queridos, z cada vno piensa que no ay otro, z que el solo es priuado, z el solo es el que le da lo que ha menester, z tu piensas que con dos que tengas, que las tablas de la cama 5 lo han de descobrir ? De vna sola gotera te mantienes? No te sobraran muchos manjares : no quiero arrendar tus esgamoches. Nunca vno me agrado, nunca en vno puse toda mi afición. Mas pueden dos, z mas quatro, z mas dan z mas tienen, z mas ay en que escoger. No ay

io cosa mas perdida, hija, que el mur que no sabe sino vn horado; si aquel le tapan, no haura donde se esconda del gato. Quien no tiene sino vn ojo, mira a quanto peligro anda. Vna alma sola ni canta ni llora ; vn solo acto no haze habito ; vn frayle solo pocas vezes le encontraras por la

15 calle; vna perdiz sola por marauilla buela, mayormente en verano. Que quieres, hija, de este numero de vno? Mas inconuenientes te diré del, que años tengo a cuestas. Ten siquiera dos, que es compañía loable, z tal qual es este. Sube, hijo Parmeno.

20 Areusa. No suba: landre me mate, que me fino de empacho : que no le conozco ; siempre houe vergüenza del.

Celestina. Aqui esto yo que te la quitare, z cobrire, z hablare por entramos, que otro tan empachado es el. Parmeno. Señora, Dios salue tu graciosa presencia.

25 Areusa. Gentil hombre, buena sea tu venida.

Celestina. Llégate acá, asno : adonde te vas alia assen- tar al rincón ? No seas empachado, que al hombre ver- gonzoso el diablo le traxo a palacio. Oydme entrambos lo que digo : ya sabes tu, Parmeno amigo, lo que te prometi,

30 z tu, hija mia, lo que te tengo rogado ; dexada la dificultad con que me lo has concedido aparte, pocas razones son necessarias, porque el tiempo no lo padece. El ha siempre viuido penado por ti ; pues viendo su pena, se que no le

querrás matar, z avn conozco que el te paresce tal, que no sera malo para quedarse acá esta noche en casa.

Areusa. Por mi vida, madre, que tal no se haga. Jesu, no me lo mandes.

Parmeno. Madre mia, por amor de Dios, que no salga yo de aqui sin buen concierto, que me ha muerto de amores su vista : ofrescele quanto mi padre te dexo para mi ; dile que le daré quanto tengo. Ea, diselo, que me parece que no me quiere mirar.

Areusa. Que te dize esse señor a la oreja? Piensa que i tengo de fazer nada de lo que pides?

Celestina. No dize, hija, sino que se huelga mucho con tu amistad, porque eres persona tan honrrada z en quien qualquier beneficio cabra bien. E assi mismo que pues que esto por mi intercession se haze, que el me promete daqui i adelante ser muy amigo de Sempronio, z venir en todo lo que quisiere contra su amo en vn negocio que traemos entre manos. Es verdad, Parmeno ? prometeslo assi como digo ?

Parmeno. Si prometo sin dubda.

Celestina. Ha, don ruyn, palabra te tengo, a buen tiempo te asi.' Llégate acá, negligente, vergonzoso, que quiero ver para quanto eres, ante que me vaya: retóbala en esta cama.

Areusa. No sera el tan descortes, que entre en lo vedado sin licencia.

Celestina. En cortesías z licencias estas? No espero mas aqui yo, fiadora que tu amanezcas sin dolor, z el sin color ; mas como es vn putillo, gallillo, barbiponiente, entiendo que en tres noches no se le demude la cresta. Destos me man- dauan a mi comer en mi tiempo los médicos de mi tierra, quando tenia mejores dientes. Quedaos a Dios, voyme, que me hazes dentera con vuestro besar z retobar ; que avn el sabor en las enzias me quedo, no le perdi con las muelas.

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Areusa. Dios vaya» contigo.

Parmeno. Madre, mandas que te acompañe?

Celestina. Seria quitar a vn sancto por poner en otro. Acompáñeos Dios, que yo vieja soy, no he temor que me 5 fuercen en la calle.

Elicia. El perro ladra: si viene este diablo de vieja?

Celestina. Tha, tha.

Elicia. Quien es? quien llama?

Celestina. Baxame abrir, fija, io Elicia. Estas son tus venidas : andar de noche es tu plazer : porque lo hazes ? Que larga estada fue esta ? Nunca sales para boluer a casa. Por costumbre lo tienes : cum- pliendo con vno, dexas ciento descontentos ; que has sido oy buscada del padre de la desposada que leuaste el dia de 15 Pascua al racionero, que la quiere casar daqui a tres dias, z es menester que la remedies, pues que se lo prometiste, para que no sienta su marido la falta de la virginidad.

Celestina. No me acuerdo, hija, por quien dizes.

Elicia. Como no te acuerdas ? Desacordada eres, cierto. 20 O como caduca la memoria ! Pues por cierto tu me dixiste quando la leuauas, que la auias renouado siete vezes.

Celestina. No te marauilles, hija, quien en muchas partes derrama su memoria, en ninguna la puede tener. Pero dime si tornara.

25 Elicia. Mira si tornara! Tienete dada vna manilla de oro en prendas de tu trabajo, z no hauia de venir ?

Celestina. La de la manilla es? Ya se por quien dizes. Porque tu no tomauas el aparejo, z comengauas a hazer algo? Pues en aquellas tales te hauias de abezar z prouar,

30 de quantas vezes me lo as visto hazer ! Si no, ay te estaras toda tu vida fecha bestia sin oficio ni renta; z quando seas de mi edad, lloraras la folgura de agora : que la mocedad ociosa acarrea la vejez arrepentida z trabajosa. Hazialo yo

mejor quando tu abuela, que Dios aya, me mostraua este oficio, que a cabo de vn año sabia mas que ella.

Elicia. No me marauillo, que muchas vezes, como dizen, al maestro sobrepuja el buen díscipulo, z no va esto sino en la gana con que se aprende. Ninguna sciencia es bien empleada en el que no le tiene afición : yo le tengo a este oficio odio, tu mueres tras ello.

Celestina. Tu te lo dirás todo. Pobre vejez quieres. Piensas que nunca has de salir de mi lado?

Elicia. Por Dios, dexemos enojo, z al tiempo el concejo. Ayamos mucho plazer. Mientra oy touieremos de comer, no pensemos en mañana. También se muere el que mucho allega como el que pobremente viue, z el dotor como el pastor, z el papa como el sacristán, z el señor como el* sieruo, z el de alto linaje como el baxo, z tu con tu oficio como yo sin ninguno ; no ñauemos de viuir para siempre : gozemos z holguemos, que la vejez pocos la veen, z de los que la veen ninguno murió de hambre. Acostémonos, que es hora.

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ARGUMENTO DEL OTAUO AUTO

La mañana viene : despierta Parmeno. Despedido de Areusa, va para casa de Calisto su señor : falla a la puerta a Sempronio, conciertan su amistad. Van juntos a la cámara de Calisto : hallanle hablando consigo mismo ; leuantado, va a la yglesia.

Parmeno. Amanece, o que es esto que tanta claridad esta en esta cámara ?

Areusa. Que amanecer? Duerme, señor, que avn agora nos acostamos. No he yo pegado bien los ojos, ya hauia de 5 ser de dia ? Abre, por Dios, essa ventana de tu cabecera, z verlo has.

Parmeno. En mi seso esto yo, señora, que es de dia claro, en ver entrar luz entre las puertas. O traydor de mi ! En que gran falta he caydo con mi amo ! De mucha pena soy 10 digno : o que tarde que es !

Areusa. Tarde ?

Parmeno. z muy tarde.

Areusa. Pues assi goze de mi alma, no se me ha quitad el mal de la madre. No se como pueda ser. 15 Parmeno. Pues que quieres, mi vida ? Areusa. Que hablemos en mi mal.

Parmeno. Señora mia, si lo hablado no basta, lo que ma es necessario me perdona, porque es ya mediodía. Si vo mas tarde, no seré bien recebido de mi amo : yo vern 20 mañana z quantas vezes después mandares ; que por ess hizo Dios vn dia tras otro, porque lo que el vno no bas tasse, se cumpliesse en otro, z avn porque mas no veamos, reciba de ti esta gracia, que te vayas oy a las doz del dia a comer con nosotros a su casa de Celestina.

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Areusa. Que me plaze, de buen grado. Ve con Dios, junta tras ti la puerta.

Parmeno. A Dios te quedes. O plazer singular ! o singular alegria ! Qual hombre es, ni ha sido mas bienauenturado que yo ? qual mas dichoso z bienandante ? Que vn tan 5 excelente don sea por mi posseido ; z quan presto pedido, tan presto alcancado ! Por cierto si las trayciones desta vieja con mi coracon yo pudiesse sofrir, de rodillas hauia de andar a la complazer. Con que pagare yo esto ? O alto Dios ! A quien contaría yo este gozo ? a quien descobriria tan gran 10 secreto ? a quien daré parte de mi gloria? Bien me dezia la vieja, que de ninguna prosperidad es buena la posesión sin compañía. El plazer no comunicado, no es plazer. Quien * sentiría esta mi dicha como yo la siento ? A Sempronio veo ala puerta de casa: mucho ha madrugado. Trabajo tengo 15 con mi amo, si es salido fuera : no sera, que no es acostum- brado; pero como agora no anda en su seso, no me marauillo que aya peruertido su costumbre.

Sempronio. Parmeno hermano, si yo supiesse aquella tierra donde se gana el sueldo dormiendo, mucho haría por 20 yr alia, que no daría ventaja a ninguno : tanto ganaría como otro qualquiera. E como, holgazán, descuydado fueste para no tornar? No se que crea de tu tardanga, sino que te que- daste a escallentar la vieja esta noche, o a rascarle los pies, como quando chiquito. 25

Parmeno. O Sempronio, amigo z mas que hermano ! Por Dios, no corrumpas mi plazer, no mezcles tu yra con mi sofrimiento, no rebueluas tu descontentamiento con mi des- canso, no agües con tan turbia agua el claro liquor del pensamiento que traygo, no enturuies con tus embidiosos 30 castigos z odiosas reprehensiones mi plazer. Recíbeme con alegria, z contarte he marauillas de mi buena andanca pas- sada.

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Sempronio. Dilo, dilo : es algo de Melibea ? Hasla

visto ?

Parmeno. Que de Melibea? Es de otra que yo mas quiero ; z avn tal, que si no estoy engañado, puede viuir 5 con ella en gracia z hermosura ; si que no se encerró el mundo z todas sus gracias en ella.

Sempronio. Que es esto, desuariado ? Reyrme querría, sino que no puedo. Ya todos amamos ? el mundo se va a perder. Calisto a Melibea, yo a Elicia, tu de embidia has bus- 10 cado con quien perder esse poco de seso que tienes. Parmeno. Luego locura es amar?

Sempronio. Según tu opinión, si es ; que yo te he oydo dar consejos vanos a Calisto, z contradezir a Celestina en quanto habla ; e por impedir mi prouecho z el suyo, huelgas de no

15 gozar tu parte. Pues a las manos me has venido donde te podre dañar, z lo haré.

Parmeno. No es, Sempronio, verdadera fuerca ni poderio dañar z empecer ; mas aprouechar z guarecer, z muy mayor quererlo hazer. Yo siempre te tuue por hermano : no

20 se cumpla por Dios en ti lo que se dize : que pequeña causa desparte conformes amigos. Muy mal me tratas, no se donde nazca este rencor.

Sempronio. No digo mal en esto, sino que se eche otra sardina para el mo<;o de cauallos, pues tu tienes amiga.

25 Parmeno. Estas enojado ; quierote sofrir, avnque mas mal me trates.

Sempronio. Mas mal tratas tu a Calisto, aconsejando a el lo que para ti huyes, diziendo que se aparte de amar a Melibea, hecho tablilla de mesón, que para si no tiene 30 abrigo z dale a todos. O Parmeno ! agora podras ver quan facile cosa es reprehender vida agena, z quan duro guardar cada qual la suya ! No digas mas, pues tu eres testigo ; z daqui adelante veremos como te has, pues ya tienes tu escu-

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dilla como cada qual. Si tu mi amigo fueras, en la necessidad que de ti tuue me hauias de fauórecer, z ayudar a Celestina en mi prouecho, que no fincar vn clauo de malicia a cada palabra. Sabe que como la hez de la tauerna despide a los borrachos, asi la aduersidad o necessidad al fingido amigo : 5 luego se descubre el falso metal dorado por encima.

Parmeno. Oydo lo hauia dezir, z por esperiencia lo veo, nunca venir plazer sin contraria cocobra en esta triste vida : X a los alegres, serenos, z claros soles, nublados escuros z pluuias vemos suceder ; a ios solazes z plazeres, dolores z 10 muertes los ocupan ; a las risas z deleytes, llantos z lloros z passiones mortales los siguen ; finalmente, a mucho des- canso z sosiego, mucho pesar z tristeza. Quien pudiera tan alegre venir como yo agora ? quien tan triste recebimiento padescer? quien verse como yo me vi, con tanta gloria 15 alcancada con mi querida Areusa ? quien caer della, siendo tan mal tratado tan presto, como yo de ti ? que no me has dado lugar a poderte dezir quanto soy tuyo, quanto te he de fauórecer en todo, quanto soy arepiso de lo passado, quantos consejos z castigos buenos he recebido de Celestina 20 en tu fauor z prouecho, z de todos : como, pues este juego de nuestro amo z Melibea esta entre las manos, podemos agora medrar, o nunca.

Sempronio. Bien me agradan tus palabras, si tales touiesses las obras, a las quales espero para auerte de creer. 25 Pero, por Dios, me digas, que es esso que dixiste de Areusa? Paresce que conozcas tu a Areusa, su prima de Elicia ?

Parmeno. Pues que es todo el plazer que traygo, sino hauerla alcancado?

Sempronio. Como se lo dize el bouo ! de risa no puede 30 hablar. A que llamas hauerla alcanzado ? Estaua a alguna ven- tana, o que es esso ?

Parmeno. A ponerla en duda si queda preñada o no.

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Sempronio. Espantado me tienes: mucho puede el con- tinuo trabajo ; vna continua gotera horaca vna piedra.

Parmeno. Veras que tan continuo, que ayer lo pense, ya la tengo por mia. 5 Sempronio. La vieja anda por ay. Parmeno. En que lo vees ?

Sempronio. Que ella me hauia dicho que te queria mucho z que te la haria hauer. Dichoso fuiste, no hiziste sino llegar z recabdar; por esto dizen : mas vale a quien Dios ayuda, 10 que quien mucho madruga; pero tal padrino touiste.

Parmeno. Di madrina, que es mas cierto ; asi que, quien a buen árbol se arrima... Tarde fuy ; pero temprano recabde. O hermano ! que te contaria de sus gracias de aquella muger, de su habla, z hermosura de cuerpo ! Pero quede para mas 15 oportunidad.

Sempronio. Puede ser sino prima de Elicia ? No me dirás tanto, quanto estotra no tenga mas : todo te lo creo ; pero que te cuesta ? hasle dado algo ?

Parmeno. No cierto ; mas avnque houiera, era bien 20 empleado : de todo bien es capaz. En tanto son las tales tenidas, quanto caras son compradas; tanto valen quanto cuestan ; nunca mucho costo poco, sino a mi esta señora. A comer la combide para casa de Celestina, z si te plaze vamos todos alia. 25 Sempronio. Quien, hermano?

Parmeno. Tu z ella, z alia esta la vieja z Elicia : auremos plazer.

V Sempronio. O Dios! z como me as alegrado! Franco eres, nunca te faltare. Como te tengo por hombre, como 30 creo que Dios te ha de hazer bien, todo el enojo que de tus passadas fablas tenia, se me ha tornado en amor. No dudo ya tu confederación con nosotros ser la que deue. Abracarte quiero, seamos como hermanos, vaya el diablo para ruyn :

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sea lo pasado question de sant Juan, z assi paz para todo el año, que las yras de los amigos siempre suelen ser reinte- gración del amor. Comamos z holguemos, que nuestro amo ayunara por todos.

Parmeno. z que haze el desesperado ?

Sempronio. Allí esta tendido en el estrado cabo la cama, donde le dexaste anoche : que ni ha dormido, ni esta des- pierto. Si alia entro, ronca ; si me salgo, canta o deuanea; no le tomo tiento, si con aquello pena o descansa.

Parmeno. Que dizes ? z nunca me ha 'llamado, ni ha tenido memoria de mi ?

Sempronio. No se acuerda de si : acordarse ha de ti?

Parmeno. Avn hasta en esto me ha corrido buen tiempo. Pues que assi es, mientra recuerda, quiero embiar la comida que la aderecen.

Sempronio. Que has pensado embiar para que aquellas loquillas te tengan por hombre complido, bien criado, z franco ?

Parmeno. En casa llena presto se adereca cena: de lo que ay en la despensa basta para no caer en falta. Pan blanco, vino de Monuiedro, vn pemil de tocino, z mas seys pares de pollos que traxeron estotro dia los renteros de nuestro amo; que si los pidiere, harele creer que los ha comido : z las tórtolas que mando para oy guardar, diré que hedian ; tu seras testigo. Tememos manera como a el no haga mal lo que dellas comiere, z nuestra mesa este como es razón, z alia hablaremos largamente en su daño z nuestro prouecho con la vieja cerca destos amores.

Sempronio. Mas dolores: que por fe tengo que de muerto o loco no escapa desta vez. Pues que assi es, despacha, subamos a ver que faze.

Calisto. En gran peligro me veo :

en mi muerte no ay tardanza,

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pues que me pide el deseo lo que me niega esperanza. Parmeno. Escucha, escucha, Sempronio, trobando esta nuestro amo.

5 Sempronio. O hideputa, el trobador! El gran Antipater Sidonio, el gran poeta Ouidio, los quales de improuiso se les venian las razones metrificadas a la boca. Si, si, desos es : trobara el diablo ; esta deuaneando entre sueños. Calisto. Coraron, bien se te emplea io que *penes z viuas triste,

pues tan presto te venciste del amor de Melibea. Parmeno. No digo yo que troba ? Calisto. Quien fabla en la sala ? Mo<;os ! i S Parmeno. Señor.

Calisto. Es muy noche? Es hora de acostar? Parmeno. Mas ya es, señor, tarde para leuantar. Calisto. Que dizes, loco ? Toda la noche es passada ? Parmeno. z avn harta parte del dia. 2o Calisto. Di, Sempronio : miente este desuariado que me haze creer que es de dia?

Sempronio. Oluida, señor, vn poco a Melibea, z veras la claridad : que con la mucha que en su gesto contemplas, no puedes ver de encandelado, como perdiz con la calderuela. 25 Calisto. Agora lo creo, que tañen a missa. Daca mis ropas, yre a la Madalena, rogare a Dios aderece a Celestina, z ponga en coraron a Melibea mi remedio, o de fin en breue a mis tristes dias.

Sempronio. No te fatigues tanto ; no lo quieras todo en 30 vna hora, que no es de discretos desear con grande efica- cia lo que puede tristemente acabar. Si tu pides que se concluya en vn dia lo que en vn año seria harto, no es mucha tu vida.

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Calisto.' Quieres dezir que soy como el moco del escu- dero gallego?

Sempronio. No mande Dios que tal cosa yo diga, que eres mi señor: z demás desto se, que como me galardonas el buen consejo, me castigarías lo mal hablado. Verdad es que nunca es ygual la alabanca del seruicio o buena habla, que la reprehensión z pena de lo mal hecho o hablado.

Calisto. No se quien te abezo tanta filosofía, Sempronio.

Sempronio. Señor, no es todo blanco aquello que de negro no tiene semejanza. Tus acelerados deseos, no medi- dos por razón, hazen parecer claros mis consejos. Quisieras tu ayer que te traxeran a la primera habla amanojada z embuelta en su cordón a Melibea, como si horneras embiado por otra qualquiera mercaduría a la placa, en que no houiera mas trabajo de llegar z pagalla. Da, señor, aliuio al coracon, U que en poco espacio de tiempo no cabe gran bienauentu- ranca. Vn solo golpe no derriba vn roble. Apercíbete con sofrimiento, porque la prouidencia es cosa loable, z el apercibimiento resiste el fuerte combate.

Calisto. Bien has dicho, si la qualidad de mi mal lo consintiesse. , Sempronio. Para que, señor, es el seso, si la voluntad *

priua la razón ?

Calisto. O loco, loco ! Dize el sano al doliente : Dios te de salud ; no quiero consejo, ni esperarte mas razones, que 25 mas auiuas z enciendes las flamas que me consumen. Yo me voy solo a missa, z no tornare a casa fasta que me llameys, pidiéndome las albricias de mi gozo con la buena venida de "Celestina : ni comeré hasta entonce, avnque primero sean los cauallos de Febo apacentados en aquellos verdes prados 30 que suelen, quando han dado fin a su jornada.

Sempronio. Dexa, señor, essos rodeos : dexa essas poesías, que no es fabla conueniente la que a todos no es común,

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la que todos no participan, la que pocos entienden. Di : avnque se ponga el sol, z sabrán todos lo que dizes ; z come alguna conserua, con que tanto espacio de tiempo te sos- tengas.

5 Calisto. Sempronio, mi fiel criado, mi buen consejero, mi leal seruidor, sea como a ti te paresce, porque cierto tengo, según tu limpieza de seruicio, quieres tanto mi vida como la tuya.

Sempronio. Creeslo tu, Parmeno? Bien seque no lo júra- lo rias. Acuérdate si fueres por conserua, apañes vn bote para aquella gentezilla, que nos va mas ; z a buen entendedor en la bragueta cabra.

Calisto. Que dizes, Sempronio ?

Sempronio. Dixe, señor, a Parmeno, que fuesse por vna 15 tajada de diacitron.

Parmeno. Hela aqui, señor. Calisto. Daca.

Sempronio. Veras que engullir haze el diablo : entero lo querria tragar por mas apriesa hazer. 20 Calisto. El alma me ha tornado. Quedaos con Dios, hijos; esperad la vieja, z yd por buenas albricias.

Parmeno. Alia yras con el diablo tu z malos años, z en tal hora comiesses el diacitron, como Apuleyo el veneno que le conuertio en asno.

ARGUMENTO DEL NOVENO AUTO

Sempronio z Parmeno van a casa de Celestina, entre si hablando. Llegados alia, hallan a Elida z Areusa : ponense a comer; entre comer riñe Elicia con Sempronio, leuantase de la mesa, tornanla apaciguar. Estando ellos todos entre si razonando, viene Lucrecia, criada de Melibea, llamar a Celestina, que vaya a estar con Melibea.

Sempronio. Baxa, Parmeno, nuestras capas z espadas, si te parece, que es hora que vamos a comer.

Parmeno. Vamos presto: ya creo que se quexaran de nuestra tardanca. No por essa calle, sino por estotra, por- que nos entremos por la yglesia, z veremos si ouiere aca- bado Celestina sus deuociones, lleuarla hemos de camino.

Sempronio. A donosa hora ha de estar rezando.

Parmeno. No se puede dezir sin tiempo fecho lo que en todo tiempo se puede fazer.

Sempronio. Verdad es; pero mal conoces a Celestina : quando ella tiene que hazer, no se acuerda de Dios, ni cura de santidades. Quando ay que roer en casa, sanos están los santos : quando va a la yglesia con sus cuentas en la mano, no sobra el comer en casa. Avnque ella te crio, mejor conozco yo sus propiedades que tu : lo que en sus cuentas reza, es los virgos que tiene a cargo, z quantos enamorados ay en la cibdad, z quantas mocas tiene encomendadas, z que despenseros ay en la cibdad, z que canónigo es mas mo^o z franco. Quando menea los labios, es fengir mentiras, ordenar cautelas para hauer dinero : por aqui le entrare ; esto me responderá, estotro replicare. Assi viue esta que noso- tros mucho honrramos.

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Parmeno. Masque essoseyo; sino porque te enojaste estotro día, no quiero hablar; quando lo dixe a Calisto.

Sempronio. Avnque lo sepamos para nuestro prouecho, no lo publiquemos para nuestro daño. Saberlo nuestro amo, 5 es echalla por quien es, z no curar della. Dexandola, verna forcado otra, de cuyo trabajo no esperemos parte como desta, que de grado o por fuerca nos dará de lo que le diere.

Parmeno. Bien has dicho : calla, que esta abierta su io puerta. En casa esta: llama antes que entres, que por ventura estaran embueltas z no querrán ser assi vistas.

Sempronio. Entra, no cures, que todos somos de casa: ya ponen la mesa.

Celestina. O mis perlas de oro ! Tal me venga el año, 15 qual me parece vuestra venida.

Parmeno. Que palabras tiene la noble ! Bien ves, hermano, estos halagos fengidos.

Sempronio. Dexala, que deso viue : que no se quien diablos le mostró tanta ruyndad. 20 Parmeno. La necessidad z pobreza; la fambre, que no ay mejor maestra en el mundo : no ay mejor despertadora z auiuadora de ingenios. Quien mostró a las picacas z papa- gayos imitar nuestra propia habla con sus harpadas lenguas, nuestro órgano z boz, sino esta ? 25 Celestina. Mochachas, mochachas bouas, andad acá baxo, presto ; que están aqui dos hombres que me quieren forjar.

Elicia. Mas nunca acá vinieran : z mucho combidar con tiempo, que ha tres horas que esta aqui mi prima. Este 30 perezoso de Sempronio haura sido causa de la tardanza, que no ha ojos por do verme.

Sempronio. Calla, mi señora, mi vida, mis amores; que quien a otro sirue no es libre : assi que sujeción me

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relieua de culpa. No ayamos enojo, assentemonos a comer.

Elicia. Assi: para assentar a comer muy diligente; a mesa puesta con tus manos lauadas z poca verguenca.

Sempronio. Después reñiremos: comamos agora. Asién- tate, madre Celestina, tu primero. 5

Celestina. Assentaos, vosotros mis hijos, que harto lugar ay para todos, a Dios gracias ; tanto nos diessen del parayso quando alia vamos. Poneos en orden, cada vno cabo la suya : yo que estoy sola, porne cabo mi este jarro z taca, que no es mas mi vida de quanto con ello hablo. 10 Después que me fui faziendo vieja, no se mejor oficio a la mesa que escanciar; porque quien la miel trata, siempre se le pega della. Pues de noche en inuierno, no ay tal esca- llentador de cama ; que con dos jarrillos destos que beua quando me quiero acostar, no siento frió en toda la noche. 15 Desto aforro todos mis vestidos quando viene la Nauidad ; esto me callenta la sangre, esto me sostiene continuo en vn ser; esto me faze andar siempre alegre ; esto me para fresca; desto vea yo sobrado en casa, que nunca temeré el mal año : que vn cortezon de pan ratonado me basta para tres dias. 20

Sempronio. Tia señora, a todos nos sabe bien ; comiendo z hablando, porque después no haura tiempo para entender en los amores deste perdido de nuestro amo, z de aquella graciosa z gentil Melibea.

Elicia. Apártateme alia, desabrido, enojoso ! Mal proue- 25 cho te haga lo que comes, tal comida me has dado. Por mi alma, reuesar quiero quanto tengo en el cuerpo, de asco de oyrte llamar aquella gentil. Mirad quien gentil! Jesu, Jesu ! z que hastio z enojo es ver tu poca verguenca! A quien gentil ! Mal me haga Dios si ella lo es, ni tiene parte dello, 30 sino que ay ojos que de lagaña se agradan. Santiguarme quiero de tu necedad z poco conocimiento. O quien esto- uiesse de gana para disputar contigo su hermosura z genti-

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leza! Gentil, gentil es Melibea? Entonce lo es, entone acertaran, quando andan a pares los diez mandamientos aquella hermosura por vna moneda se compra de la tienda Por cierto, que conozco yo en la calle donde ella viu 5 quatro donzellas, en quien Dios mas repartió su gracia que no en Melibea; que si algo tiene de hermosura, es por buenos atauios que trae. Poneldos en vn palo, también dires que es gentil. Por mi vida, que no lo digo por alabarme mas que creo que soy tan hermosa como vuestra Melibea.

10 Areusa. Pues no la has tu visto como yo, hermana mia : Dios me lo demande, si en ayunas la topasses, si aquel dia pudieses comer de asco. Todo el año se esta encerrada con mudas de mili suziedades ; por vna vez que aya de salir donde pueda ser vista, enuiste su cara con hiél z miel, con

1 5 vnas z con otras cosas que por reuerencia de la mesa dexo de dezir. Las riquezas las hazen a estas hermosas z ser alaba- das, que no las gracias de su cuerpo ; que assi goze de mi, vnas tetas tiene para ser donzella, como si tres vezes houiesse parido : no parecen sino dos grandes calabacas. El vientre

2o no se le he visto : pero juzgando por lo otro, creo que le tiene tan floxo como vieja de cincuenta años. No se que se ha visto Calisto, porque dexa de amar otras que mas ligera- mente podría hauer, z con quien mas el holgasse.

Sempronio. Hermana, pareceme aqui que cada bohonero

25 alaba sus agujas : que el contrario desso se suena por la cibdad. Areusa. Ninguna cosa es mas lexos de verdad que la ^ vulgar opinión : nunca alegre viuiras si por voluntad de muchos te riges, porque estas son conclusiones verdaderas, que qualquier cosa que el vulgo piensa es vanidad ^lo que

30 fabla, falsedad; lo que reprueua es bondad ; lo que aprueua, maldad, z pues este es su mas cierto vso z costumbre, no « juzgues la bondad z hermosura de Melibea por esso ser la que afirmas.

III

Sempronio. Señora, el vulgo parlero no perdona las tachas de sus señores : z asi yo creo que si alguna touiesse Melibea, ya seria descubierta de los que con ella mas que con nosotros tratan. E avnque lo que dizes concediesse, j Calisto es cauallero, Melibea fijadalgo: assi que los nacidos I 5 por linaje escogidos, buscanse vnos a otros. Por ende no es de marauillar, que ame antes a esta que a otra.

Areusa. Ruyn sea quien por ruyn se tiene : las obras hazen linaje, que al fin todos somos hijos de Adán z Eua. Procure de ser cada vno bueno por si, z no vaya buscar en 10 la nobleza de sus pasados la virtud. )C

Celestina. Hijos, por mi vida, que cessen essas razo- nes de enojo ; z tu, Elicia, que te tornes a la mesa z dexes essos enojos.

Elicia. Con tal que mala pro me hiziesse : con tal que 15 rebentasse comiéndolo. Hauiayode comer con esse maluado, que en mi cara me ha porfiado que es mas gentil su an- drajo de Melibea que yo?

Sempronio. Calla, mi vida, que tu la comparaste ; toda comparación es odiosa : tu tienes la culpa, z no yo. 20

Areusa. Ven, hermana, a comer, no hagas agora esse plazer a estos locos porfiados: sino leuantarme he yo de la mesa.

Elicia. Necessidad de complazerte me haze contentar a esse enemigo mió, z vsar de virtud con todos.

Sempronio. He, he, he ! 25

Elicia. De que te ríes ? De mala cáncer sea comida essa boca desgraciada enojosa.

Celestina. No le respondas, hijo, sino nunca acabaremos. Entendamos en lo que faze a nuestro caso. Dezidme, como quedo Calisto? Como lo dexastes ? Como os pudistes 30 entramos descabullir del ?

Parmeno. Alia fue a la maldición echando fuego, desespe- rado, perdido, medio loco, a missa a la Magdalena, a rogar a

Dios que te de gracia que puedas bien roer los huessos destos pollos, z protestando no boluer a casa hasta oyr que eres venida con Melibea en tu arremango. Tu saya z manto, z avn mi sayo, cierto esta : lo otro vaya z venga ; el 5 quando lo dará, no lo se.

>J^ Celestina. Sea quando fuere : buenas son mangas, passada la pascua. Todo aquello alegra que con poco trabajo se gana, mayormente viniendo de parte donde tan poca mella haze : de hombre tan rico, que con los saluados de su casa

io podria yo salir de lazeria, según lo mucho le sobra. No les duele a los tales lo que gastan, z según la causa por que lo dan; no sienten con el embeuecimiento del amor, no les pena, no veen, no oyen : lo qual yo juzgo por otros que he conocido menos apassionados z metidos en este fuego de

15 amor, que a Calisto veo. Que ni comen, ni beuen, ni rien, ni lloran, ni duermen, ni velan, ni hablan, ni callan, ni penan, ni descansan, ni están contentos, ni se quexan, según la perplexidad de aquella dulce z fiera llaga de sus corazo- nes ; e si alguna cosa destas la natural necessidad les fuerca a

20 hazer, están en el acto tan oluidados, que comiendo se oluida la mano de lleuar la vianda a la boca. Pues si con ellos hablan, jamas conuiniente respuesta bueluen. Alli tienen los cuerpos; con sus amigas los corazones z sentidos. Mucha fuerza tiene el amor : no solo la tierra, mas avn las

25 mares traspassa, según su poder. Ygual mando tiene en todo genero de hombres; todas las dificultades quiebra. Ansiosa cosa es, temerosa z solicita ; todas las cosas mira en derre- dor; assi que si vosotros buenos enamorados haues sido, juzgares yo dezir verdad.

30 Sempronio. Señora, en todo concedo con tu razón, que aqui esta quien me causo algún tiempo andar fecho otro Calisto, perdido el sentido, cansado el cuerpo, la cabera vana, los dias dormiendo, las noches todas velando,

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dando alboradas, haziendo momos, saltando paredes, poniendo cada dia la vida al tablero, esperando toros, corriendo cauallos, tirando barra, echando lan^a, cansando amigos, quebrando espadas, haziendo escalas, vistiendo armas, z otros mili actos de enamorado : haziendo coplas, 5 pintando motes, sacando inuenciones ; pero todo lo doy por bien empleado, pues tal joya gane.

Elicia. Mucho piensas que me tienes ganada ? pues hagote cierto, que no as tu buelto la cabera, quando esta en casa otro que mas quiero, mas gracioso que tu, z avn 10 que no anda buscando como me dar enojo : a cabo de vn año que me vienes a ver, tarde z con mal.

Celestina. Hijo, dexala dezir, que deuanea; mientra mas desso le oyeres, mas se confirma en su amor. Todo es porque haues aqui alabado a Melibea: no sabe otra cosa 15 en que os lo pagar, sino en dezir esso ; z creo que no vee la hora que hauer comido para lo que yo me se. Pues esotra su prima, yo me la conozco. Goza vuestras frescas moce- dades ; que quien tiempo tiene z mejor le espera, tiempo VS viene que se arrepiente : como yo hago agora por algunas 20 horas que dexe perder, quando mocji, quando me preciauan, quando me quedan ; que ya, mal pecado, caducado he, nadie no me quiere, que sabe Dios mi buen desseo ! Besaos z abrasaos, que a mi no me queda otra cosa sino gozarme de vello. Mientra a la mesa estays, de la cinta arriba todo se ^ 25 perdona : quando seays aparte, no quiero poner tassa, pues que el rey no la pone. Que yo se por las mochachas que nunca de importunos os acusen ; e la vieja Celestina mascara de dentera con sus botas enzias las migajas de los manteles. Bendígaos Dios, como lo reys z holgays, putillos, 30 loquillos, trauiesos ! En esto auia de parar el nublado de las questioncillas que aues tenido : mira no derribes la mesa.

Eligía. Madre, a la puerta llaman. El solaz es derramado.

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Celestina. Mira, hija, quien es : por ventura sera quien lo acreciente z allegue.

Elicia. O la voz me engaña, o es mi prima Lucrecia.

Celestina. Abrela, z entre ella, z buenos años ; que 5 avn a ella algo se le entiende desto que aqui hablamos, avnque su mucho encerramiento le impide el gozo de su mocedad.

^ Areusa. Assi goze de mi, que es verdad, que estas que simen a señoras, ni gozan de deleyte, ni conocen los dulces

10 premios de amor. Por esto me viuo sobre mi, desde que me se conocer; que jamas me precie de llamarme de otrie, sino mia. Mayormente destas señoras que agora se vsan : gastase con ellas lo mejor del tiempo, z con vna saya rota de las que ellas desechan, pagan seruicio de diez años. Denos-

15 tadas, maltratadas las traen, contino sojuzgadas, que hablar delante dellas no osan : e quando veen cerca el tiempo de la obligación de casallas, leuantanles vn caramillo, que se echan con el mo<;o o con el hijo, o pidenles celos del marido, o que mete hombres en casa, o que hurto la taca o perdió el

20 anillo; danles vn ciento de acotes, z echanlas la puerta fuera, las haldas en la cabeca, diziendo : alia yras, ladrona, puta, no destruyras mi casa z honrra. Assi que esperan galardón, sacan baldón : esperan salir casadas, salen amen- guadas ; esperan vestidos z joyas de boda, salen desnudas z

25 denostadas. Estos son sus premios, estos son sus beneficios z pagos : obliganseles a dar marido, quitanles el vestido : la mejor honrra que en sus casas tienen, es andar fechas calle- jeras de dueña en dueña con sus mensajes acuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca dellas, sino puta acá,

30 puta acullá; a do vas, tiñosa? que heziste, vellaca ? porque comiste esto, golosa? como fregaste la sartén, puerca ? por- que no limpiaste el manto, suzia ? como dixiste esto, necia? quien perdió el plato, desaliñada? como falto el

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paño de manos, ladrona ? a tu rufián le hauras dado ! ven acá, mala muger, la gallina hauada no paresce ; pues búscala presto, sino en la primera blanca de tu soldada la contare. E tras esto mili chapinazos z pellizcos, palos z acotes. No ay quien les sepa contentar ; no quien pueda sofriHas. Su plazer es dar vozes, su gloria es reñir : de lo mejor fecho, menos contentamiento muestran. Por esto, madre, he quesido mas viuir en mi pequeña casa, esenta z señora, que no en sus ricos palacios sojuzgada z catiua.

Celestina. En tu seso has estado, bien sabes lo que hazes, que los sabios dizen, que vale mas vna migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con renzilla. Mas agora cesse esta razón, que entra Lucrecia.

Lucrecia. Buena pro os haga, tia, z la compaña. Dios bendiga tanta gente z tan honrrada.

Celestina. Tanta, hija? Por mucha has esta ? Bien parece que no me conociste en mi prosperidad, oy ha veynte años. Ay, quien me vido z quien me vee agora ! No se como no quiebra su coraron de dolor ! Yo vi, mi amor, a esta mesa donde agora están tus primas assentadas, nueue mo<;as de tus dias, que la mayor no passaua de deziocho años, z ninguna hauia menor de catorze. Mundo es, passe, ande su rueda, rodee sus alcaduzes, vnos llenos, otros vazios. Ley es de fortuna, que ninguna cosa en vn ser mucho tiempo permanesce, su orden es mudanzas. No puedo dezir sin lagri- mas la mucha honrra que entonces tenia, avnque por mis pecados z mala dicha poco a poco ha venido en diminución : como declinauan mis dias, assi se diminuya z menguaua mi prouecho. Prouerbio es antigo, que quanto al mundo es, o crece o descrece : todo tiene sus limites, todo tiene sus grados. Mi honrra llego a la cumbre, según quien yo era; de necessidad es que desmengue z abaxe : cerca ando de mi fin. En esto veo que me queda poca vida.

Lucrecia. Trabajo ternias, madre, con tantas mó£ás, que es ganado muy trabajoso de guardar.

Celestina. Trabajo, mi amor? Antes descanso z aliuio. Todas me obedescian, todas me honrrauan, de todas era 5 acatada, ninguna salia de mi querer, lo qué yo dezia era lo bueno, a cada qual daua su cobro. No escogian mas de lo que yo les mandarra : coxo, o tuerto, o manco, aquel hauian por sano que mas dinero me daua. Mió era el prouecho, suyo el afán. Pues seruidores, no tenia por su causa dellas ?

io Caualleros viejos z mogos, abades de todas dignidades, desde X obispos hasta sacristanes. En entrando por la yglesia, via

derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera vna duquesa : el que menos auia que negociar comigo, por mas ruyn se tenia. De media legua que me viessen, dexauan las

15 horas : vno a vno, z dos a dos, venían adonde yo estaua, a ver si mandarra algo, a preguntarme cada vno por la suya; que hombre hauia que estando diziendo missa, en viéndome entrar, se turbaua que no fazia ni dezia cosa a derechas. Vnos me llamauan señora, otros tia, otros enamorada, otros

20 vieja honrrada. Alli se concertauan sus venidas a mi casa; allí las ydasa la suya; alli se me ofrecian dineros, alli prome- sas, alli otras dadiuas, besando el cabo de mi manto, z avn algunos en la cara por me tener mas contenta. Agora hame traydo la fortuna a tal estado, que me digas : buena pro

25 hagan las (¿apatas.

Sempronio. Espantados nos tienes con tales cosas como nos cuentas de essa religiosa gente z benditas coronas. Si que no serian todos ?

Celestina. No, hijo : ni Dios lo mande que yo tal cosa

30 leuante, que muchos viejos deuotos hauia con quien yo poco medraría, z avn que no me podian ver ; pero creo que de embidia de los otros que me hablauan. Como la clerezia era grande, hauia de todos : vnos muy castos, otros que tenían

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cargo de mantener a las de mi oficio ; z avn todavía creo que no faltan, z embiauan sus escuderos z mogos a que me acompañassen ; z apenas era llegada a mi casa, quando entrauan por mi puerta muchos pollos z gallinas, ansarones, anadones, perdizes, tórtolas, pemiles de tocino, tortas de trigo, lechones ; cada qual como lo recebia de aquellos diezmos de Dios, assi lo venian luego a registrar, para que comiese yo z aquellas sus deuotas. Pues vino, no me sobraua? de lo mejor que se beuia en la cibdad, venido de diuersas partes : de Monuiedro, de Luque, de Toro, de Madrigal, de Sant Martin, z de otros muchos lugares, z tantos, que avnque tengo la diferencia de los gustos z sabor en la boca, no tengo la diuersidad de sus tierras en la me- moria; que harto es que vna vieja como yo, en oliendo qualquiera vino diga de donde es. Pues otros curas sin renta : no era ofrecido el bodigo, quando en besando el feligrés la estola, era del primer boleo en mi casa. Espessos como piedras a tablado entrauan mochachos cargados de prouisiones por mi puerta. No se como puedo viuir cayendo de tal estado.

Areusa. Por Dios, pues somos venidas a hauer plazer, no llores, madre, ni te fatigues; que Dios lo remediara todo.

Celestina. Harto tengo, hija, que llorar, acordándome de tan alegre tiempo, z tal vida como yo tenia, z quan seruida era de todo el mundo que jamas houo fruta nueua, de que yo primero no gozasse que otros supiessen si era nascida: en mi casa se hauia de hallar si para alguna preñada se buscasse.

Sempronio. Madre, ningún prouecho trae la memoria del buen tiempo, si cobrar no se puede, antes tristeza : como a ti agora que nos has sacado el plazer dentre las manos. Alcese la mesa, yrnos hemos a holgar, z tu darás respuesta a essa donzella que aqui es venida.

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Celestina. Hija Lucrecia, dexadas estas razones, querría que me dixiesses, a que fue agora tu buena venida ?

Lucrecia. Por cierto ya se me hauia oluidado mi principal demanda z mensaje con la memoria de esse tan alegre tiempo 5 como has contado, z assi me estuuiera vn año sin comer escuchándote, z pensando en aquella vida buena que aquellas mocas gozarían, que me parece z semeja que esto yo agora en ella. Mi venida, señora, es lo que tu sabrás : pedirte el ceñidero ; z demás desto, te ruega mi señora 10 sea de ti visitada, z muy presto ; porque se siente muy fati- gada de desmayos z dolor del coraron.

Celestina. Hija, destos dolorcillos tales, mas es el ruydo que las nuezes. Marauillada estoy, sentirse del coracon muger tan mo<;a. 15 Lucrecia. Assi te arrastren, traydora; tu no sabes que es? Haze la vieja falsa sus hechizos z vase ; después hazese de nueuas.

Celestina. Que dizes, hija ?

Lucrecia. Madre, que vamos presto, z me des 20 cordón.

Celestina. Vamos, que yo le lleuo.

ARGUMENTO DEL DECIMO AUTO

Mientra andan Celestina z Lucrecia por camino, esta hablando Melibea consigo misma. Llegan a la puerta, entra Lucrecia primero ; haze entrar a Celestina. Melibea después de muchas razones descubre a Celestina arder en amor de Calisto. Veen venir a Alisa, madre de Melibea : despidense den vno. Pregunta Alisa a Melibea de los negocios de Celestina, defendiéndole su mucha conuersacion.

1 Melibea. O lastimada de mi, o mal proueyda donzella ! z no me fuera mejor conceder su petición z demanda ayer a Celestina, quando de parte de aquel señor, cuya vista me catiuo, me fue rogado ? z contentarle a el z sanar a mi, que no venir por fuerza a descobrir mi llaga quando no me sea 5 agradecido ? quando ya desconfiando de mi buena respuesta K, aya puesto sus ojos en amor de otra ? Quanta mas ventaja touiera mi prometimiento rogado, que mi ofrecimiento forcoso ! O mi fiel criada Lucrecia ! que dirás de mi ? que pensaras de mi seso, quando me veas publicar lo que a ti 10 jamas he quesido descobrir? Como te espantaras del rompi- miento de mi honestidad z vergüenza, que siempre como encerrada donzella acostumbre tener ! No se si auras barrun- tado de donde procede mi dolor. O si ya viniesses con aquella medianera de mi salud ! O soberano Dios ! A ti, que 15 todos los atribulados llaman, los apassionados piden reme- dio, los llagados medicina, a ti que los cielos, mar, z tierra, con los infernales centros obedecen, a ti, el qual todas las cosas a los hombres sojuzgaste, humilmente suplico des a mi herido coraron sofrimiento z paciencia, con que mi terrible 20 passion pueda dissimular. No se desdore aquella hoja de castidad que tengo assentada sobre este amoroso desseo,

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publicando ser otro mi dolor, que no el que me atormenta. Pero como lo podre hazer, lastimándome tan cruelmente el poncoñoso bocado que la vista de su presencia de aquel cauallero me dio ? O genero femíneo, encogido z fragüe ! 5 Porque no fue tanbien a las hembras concedido poder des- ^ cobrir su congoxoso z ardiente amor, como a los varones ? Que no Calisto viuiera quexoso, ni yo penada.

Lucrecia. Tia, detente vn poquito cabo esta puerta : entrare a ver con quien esta hablando mi señora. Entra, 10 entra, que consigo lo ha.

Melibea. Lucrecia, echa essa antepuerta. O vieja sabia z honrrada, tu seas bienvenida/Que te parece como que ha sido mi dicha, z la fortuna ha rodeado, que yo tuuiesse de tu saber necessidad, para que tan presto me houiesses de 15 pagar en la misma moneda el beneficio que por ti me fue demandado para esse gentil hombre que curauas con la virtud de mi cordón !

Celestina. Que es, señora, tu mal, que assi muestra las señas de su tormento en las coloradas colores de tu gesto ? 20 Melibea. Madre mia, que me comen este coraron ser- pientes dentro de mi cuerpo.

Celestina. Bien esta : assi lo quería yo. Tu me pagaras, doña loca, la sobra de tu yra.

Melibea. Que dizes ? Has sentido, en verme, alguna 25 causa donde mi mal proceda?

Celestina. No me as, señora, declarado la calidad del mal : quieres que adeuine la causa ? Lo que yo digo es que rescibo mucha pena de ver triste tu graciosa presencia. Melibea. Vieja honrrada, alégramela tu ; que grandes 30 nueuas me han dado de tu saber.

Celestina. Señora, el sabidor solo Dios es; pero como para salud z remedio de las enfermedades fueron repartidas las gracias en las gentes de hallar las melezinas, dellas por

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esperiencia, dellas por arte, dellas por natural instinto, alguna partezica alcanzo a esta pobre vieja, de la qual al presente podras ser seruida.

Melibea. O que gracioso z agradable me es oyrte ! Salu- dable es al enfermo la alegre cara del que le visita. Pares- 5 cerne que veo mi coraron entre tus manos fecho pedamos ; el qual, si tu quisiesses, con muy poco trabajo juntarias con la virtud de tu lengua: no de otra manera, que quando vio en sueños aquel grande Alexandre, rey de Macedonia, en la boca del dragón la saludable rayz con que sano a su 10 criado Tolomeo del bocado de la biuora. Pues por amor de Dios te despojes para muy diligente entender en mi mal, z me des algún remedio.

Celestina. Gran parte de la salud es dessearla: por lo qual creo menos peligroso ser tu dolor. Pero para yo dar, 1 5 mediante Dios, congrua z saludable melezina, es necessario saber de ti tres cosas. La primera, a que parte de tu cuerpo mas declina z aquexa el sentimiento. Otra, si es nueuamente por ti sentido, porque mas presto se curan las tiernas enfermedades en sus principios, que quando han 20 hecho curso en la perseueracion de su oficio : mejor se doman los animales en su primera edad, que quando ya es su cuero endurecido para venir mansos a la melena; mejor crescen las plantas que tiernas z nueuas se trasponen, que las que frutificando ya se mudan; muy mejor se despide 25 el nueuo pecado, que aquel que por costumbre antigua cometemos cada dia. La tercera, si procede de algún cruel pensamiento que asento en aquel lugar, z esto sabido, veras obrar mi cura. Por ende cumple que al medico como al confessor se hable toda verdad abiertamente. 30

Melibea. Amiga Celestina, muger bien sabia z maestra grande, mucho has abierto el camino por donde mi mal te pueda especificar. Por cierto tu lo pides como muger

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bien esperta en curar tales enfermedades. Mi mal es de coraron : la ysquierda teta es su aposentamiento ; tiende sus rayos a todas partes. Lo segundo es nueuamente nacido en mi cuerpo ; que no pense jamas que podia dolor priuar 5 el seso, como este haze : túrbame la cara, quítame el comer, no puedo dormir, ningún genero de risa querría ver. La causa o pensamiento, que es la final cosa por ti preguntada de mi mal, esta no sabré dezir; porque ni muerte de debdo, ni perdida de temporales bienes, ni sobresalto de

10 visión, ni sueño desuariado, ni otra cosa puedo sentir que fuesse, saluo la alteración que tu me causaste con la demanda que sospeche de parte de aquel cauallero Calisto, quando me pediste la oración.

Celestina. Como, señora, tan mal hombre es aquel?

15 Tan mal nombre es el suyo, que en solo ser nombrado trae consigo ponzoña su sonido ? No creas que sea essa la causa de tu sentimiento, antes otra que yo barrunto ; z pues que assi es, si tu licencia me das, yo, señora, te la diré.

■ni Melibea. Como, Celestina, que es esse nueuo salario que

20 pides ? De licencia tienes tu necessidad para me dar la salud ? Qual físico jamas pidió tal seguro para curar al paciente? Di, di, que siempre la tienes de mi, tal Jjuejin honrra_no da¿£s^con tus palabras.

Celestina. Veote, señora, por vna parte quexar el dolor,

25 por otra temer la melezina. Tu temor me pone miedo, el miedo silencio, el silencio tregua entre tu llaga z mi mele- zina. Assi que sera causa que ni tu dolor cesse, ni mi venida aproueche. $

Melibea. Quanto mas dilatas la cura, tanto mas acre-

30 cientas z multiplicas la pena z passion. O tus melezinas son de poluos de infamia z licor de corrupción, conficio- nados con otro mas crudo dolor que el que de parte del paciente se siente, o no es ninguno tu saber. Porque si lo

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vno o lo otro no abastasse, qualquiera remedio otro darías sin temor, pues te pido le muestres, qil^dando libj£4m£a^

Celestina. Señora, no tengas por nueuo ser mas fuerte de sofrir al herido la ardiente trementina, z los ásperos puntos que lastiman lo llagado z doblan la passion, que no la primera lision que dio sobre sano. Pues si tu quieres ser sana, z que te descubra la punta de mi sotil aguja sin temor, haz para tus manos z pies vna ligadura de sosiego, para tus ojos vna cobertura de piedad, para tu lengua vn freno de sosiego, para tus oydos vnos algodones de sofrimiento z paciencia ; z veras obrar a la antigua maestra destas llagas. V Melibea. O como me muero con tu dilatar ! Di, por Dios, lo que quisieres, haz lo que supieres, que no podra ser tu remedio tan áspero, que yguale con mi pena z tormento. Agora toque en mi honrra, agora dañe mi fama, agora lastime mi cuerpo, avnque sea romper mis carnes para sacar mi dolorido coraron, te doy mi fe ser segura, z si siento aliuio bien galardonada.

Lucrecia. El seso tiene perdido mi señora: gran mal es este : catiuadola ha esta fechizera.

Celestina. Nunca me ha de faltar vn diablo acá z acullá escapóme Dios de Parmeno, topóme con Lucrecia. ^

Melibea. Que dizes, amada maestra? Que te fablaua essa mo<;a?

Celestina. No le oy nada ; lo que yo digo es que es muy necessario para tu salud, que no este persona delante : z assi que la deues mandar salir; z tu, hija Lucrecia, perdona.

Melibea. Salte fuera presto.

Lucrecia. Ya, ya, todo es perdido : ya me salgo, señora.

Celestina. Tanbien me da osadía tu gran pena, como ver que con tu sospecha has ya tragado alguna parte de mi cura ; pero todavía es necessario traer mas clara melezina z mas saludable descanso de casa de aquel cauallero Calisto.

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Melibea. Calla, por Dios, madre : no traygan de su casa cosa para mi prouecho, ni le nombres aqui.

Celestina. Sufre, señora, con paciencia, que es el primer punto z principal : no se quiebre, sino todo nuestro trabajo 5 es perdido. Tu llaga es grande, tiene necessidad de áspera cura ; z lo duro con duro se ablanda mas eficacemente. E dizen los sabios, que la cura del lastimero medico dexa mayor señal, z que nunca peligro sin peligro se vence. Tem- perancia, que pocas vezes lo molesto sin molestia se cura, z 10 vn clauo con otro se espele, z vn dolor con otro. No con- cibas odio ni desamor, ni consientas a tu lengua dezir mal de persona tan virtuosa como Calisto, que si conoscido fuesse...

Melibea. O, por Dios, que me matas ! z no te tengo dicho que no me alabes esse hombre, ni me le nombres en 15 bueno ni en malo ?

Celestina. Señora, este es otro z segundo punto, si tu con tu mal sofrimiento no consientes, poco aprouechara mi venida : z si como prometiste lo sufres, tu quedaras sana z sin debda, z Calisto sin quexa z pagado. Primero te auise 20 de mi cura, z desta inuisible aguja, que, sin llegar a ti, sientes en solo mentarla en mi boca.

Melibea. Tantas vezes me nombraras esse tu cauallero, que ni mi promessa baste, ni la fe que te di a sofrir tus dichos ? De que ha de quedar pagado ? Que le deuo yo a 25 el ? Que le soy a cargo ? Que ha hecho por mi ? Que neces- sario es el aqui para el proposito de mi mal ? Mas agradabl me seria que rasgases mis carnes, z sacasses mi coracon que no traer essas palabras aqui.

Celestina. Sin te romper las vestiduras se lango en t 30 pecho el amor: no rasgare yo tus carnes para le curar.

Melibea. Como dizes que llaman a este mi dolor, qu assi se ha enseñoreado en lo mejor de mi cuerpo ?

Celestina. Amor dulce.

Melibea. Esso me declara que es, que en solo óyrlo me alegro.

Celestina. Es vn fuego escondido, vna agradable llaga, vn sabroso veneno, vna dulce amargura, vna delectable dolencia, vn alegre tormento, vna dulce z fiera herida, vna blanda muerte.

Melibea. Ay mezquina de mi! Que si verdad es tu rela- ción, dudosa sera mi salud; porque según la contrariedad que essos nombres entre si muestran, lo que al vno fuere prouechoso, acarreara al otro mas passionJ

Celestina. No desconfie, señora, tu noble juuentud de salud, que quando el alto Dios da la llaga, tras ella embia el remedio : mayormente que se yo al mundo nascida vna flor, que de todo esto te delibre.

Melibea. Como se llama?

Celestina. No te lo oso dezir.

Melibea. Di, no temas.

Celestina. Calisto. O, por Dios, señora Melibea, que poco esfuerzo es este? Que descaescimiento ? O mezquina yo, alca la cabera ! O malauenturada vieja, en esto han de parar mis passos ? Si muere, matarme han ; avnque viua, seré sentida, que ya no podra sofrirse de no publicar su mal z mi cura. Señora mia Melibea, ángel mió, que has sentido ? Que es de tu habla graciosa ? Que es de tu color alegre? Abre tus claros ojos. Lucrecia, Lucrecia, entra presto acá : veras amortescida a tu señora entre mis manos ; baxo presto por vn jarro de agua.

Melibea. Passo, passo, que yo me esforzare: no escan- dalizes la casa.

Celestina. O cuytada de mi ! No te descaezcas, señora, habíame como sueles.

Melibea, z muy mejor; calla, no me fatigues.

Celestina. Pues que me mandas que faga, perla graciosa?

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Que ha sido este tu sentimiento? Creo que se van que- brando mis puntos. ^ Melibea. Quebróse mi honestidad, quebróse mi empa- cho, afloxo mi mucha verguenca ; e como muy naturales, 5 como muy domésticos, no pudieron tan liuianamente despedirse de mi cara, que no lleuassen consigo su color por algún poco de espacio, mi merca, mi lengua, z gran parte de mi sentido. O pues ya, mi nueua maestra, mi fiel secretaria, lo que tu tan abiertamente conoces, en vano

10 trabajo por te lo encubrir. Muchos z muchos dias son pas- sados que esse noble cauallero me hablo en amor: tanto me fue entonces su habla enojosa, quanto, después que tu me le tornaste a nombrar, alegre. Cerrado han tus puntos mi llaga, venida soy en tu querer. En mi cordón le lleuaste

15 embuelta la posesión de mi libertad. Su dolor de muelas era mi mayor tormento ; su pena era la mayor mia. Alabo z loo tu buen sofrimiento, tu cuerda osadia, tu liberal tra- bajo, tus solícitos z fieles passos, tu agradable habla, tu buen saber, tu demasiada solicitud, tu prouechosa impor-

20 tunidad. Mucho te deue esse señor, z mas yo, que jamas pudieron mis reproches aflacar tu esfuerco z perseuerar, confiando en tu mucha astucia. Antes, como fiel seruidora, quando mas denostada, mas diligente; quando mas disfauor, mas esfuergo ; quando peor respuesta, mejor cara ; quando

25 yo mas ayrada, tu mas humilde. Pospuesto todo temor, has sacado de mi pecho lo que jamas a ti ni a otro pense des- cobrir.

^Celestina. Amiga z señora mia, no te marauilles, porque estos fines con efecto me dan osadia a sofrir los ásperos z 30 escrupulosos desuios de las encerradas donzellas como tu. Verdad es que ante que me determinasse, assipor el camino, como en tu casa, estuue en grandes dubdas, si te descobri- ria mi petición. Visto el gran poder de tu padre, temia;

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mirando la gentileza de Calisto, osaua; vista tu discreción, merecelaua: mirando tu virtud z humanidad, esfor^aua. En lo vno fallaua el miedo, z en lo otro la seguridad. E pues assi, señora, as quesido descubrir la gran merced que nos has hecho, declara tu voluntad, echa tus secretos 5 en mi regado, pon en mis manos el concierto deste con- cierto : yo daré forma como tu desseo z el de Calisto sean en breue complidos.

Melibea. O mi Calisto z mi señor! mi dulce z suaue alegria! Si tu coraron siente lo que agora el mío, maraui- 10 liada estoy como la absencia te consiente viuir. O mi madre z mi señora ! haz de manera como luego le pueda v¿r, si mi vida quieres.

Celestina. Ver z hablar.

Melibea. Hablar? es impossible. 15 Celestina. Ninguna cosa a los hombres que quieren hazerla es impossible. Melibea. Dime como.

Celestina. Yo lo tengo pensado, yo te lo diré: por entre las puertas de tu casa. 20 Melibea. Quando? Celestina. Esta noche.

Melibea. Gloriosa me seras si lo ordenas. Di a que hora. Celestina, A las doze.

Melibea. Pues ve, mi señora, mi leal amiga, z fabla con 25 aquel señor, z que venga muy paso, z dalli se dará con- cierto, según su voluntad, a la hora que has ordenado.

Celestina. Adiós, que viene hazia acá tu madre.

Melibea. Amiga Lucrecia z mi fiel secretaria, ya has visto como no ha sido mas en mi mano. Catiuome el amor de 30 aquel cauallero : ruegote, por Dios, se cubra con secreto sello, porque yo goze de tan suaue amor. Tu seras de mi tenida en aquel lugar que merece tu fiel seruicio .

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Lucrecia. Antes de agora lo he sentido z me ha pesado ; pero pues ya no tiene tu merced otro medio sino morir o amar, mucha razón es que se escoja por mejor aquello que en si lo es.

5 Alisa. En que andas acá, vezina, cadadia?

Celestina. Señora, falto ayer vn poco de hilado al peso, z vinelo a cumplir, porque di mi palabra; z traydo, voyme. Quede Dios contigo.

Alisa, z contigo vaya. Hija Melibea, que quería la vieja? 10 Melibea. Señora, venderme vn poquito de solimán.

S. Alisa. Esso creo yo mas, que lo que la vieja ruyn dixo. Pensó que recibiría yo pena dello, z mintióme. Guarte, hija, della, que es gran traydora ; que el sotil ladrón siempre rodea las ricas moradas. Sabe esta con sus trayciones, con 15 sus falsas mercadurías, mudar los propósitos castos ; daña la fama : a tres vezes que entra en vna casa, engendra sos- pecha.

Lucrecia. Tarde acuerda nuestra ama.

Alisa. Por amor mió, hija, que si acá tornare sin verla 20 yo, que no ayas por bien su venida, ni la recibas con plazer. Halle en ti onestidad en tu respuesta, z jamas boluera ; que la verdadera virtud mas se teme que espada.

Melibea. Dessas es ? Nunca mas : bien huelgo, señora, de ser auisada, por saber de quien me tengo de guardar.

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ARGUMENTO DEL ONZENO AUTO

Despedida Celestina de Melibea, va por la calle sola hablando ; vee a Sem- pronio z Parmeno que van a la Magdalena por su señor. Sempronio habla con Calisto. Sobreuiene Celestina, van a casa de Calisto : declárale Celestina su mensaje z negocio recaudado con Melibea : mientra ellos en essas razones están, Parmeno z Sempronio entre si hablan. Despidese Celestina de Calisto, va para su casa : llama a la puerta, Elicia le viene abrir ; cenan z vanse a dormir.

Celestina. Ay Dios, si llegasse a mi casa con mi mucha alegria acuestas ! A Parmeno z a Sempronio veo yr a la Magdalena : tras ellos me voy ; z si ay no estouiere Calisto, passaremos a su casa a pedirle las albricias de su gran gozo\

Sempronio. Señor, mira que tu estada es dar a todo el 5 mundo que dezir; por Dios, que huygas de ser traydo en lenguas, que al muy deuoto llaman ypocrita : que dirán, sino que andas royéndolos sanctosPSi passion tienes, súfrela en tu casa, no te sienta la tierra. No descubras tu pena a los estrañes, pues esta en manos el pandero que lo sabrá bien 10 tañer.

Calisto. En que manos ? Sempronio. De Celestina. Celestina. Que nombrays a Celestina? Que dezis desta esclaua de Calisto ? Toda la calle del Arcediano vengo a mas 15 andar tras vosotros por alcanzaros, z jamas he podido con mis luengas haldas.

Calisto. O joya del mundo, acorro de mis passiones, espejo de mi vista ! El coragon se me alegra en ver essa hon- rrada presencia, essa noble senetud. Dime, con que vienes ? 20 Que nueuas traes, que te veo alegre, z no se en que esta mi vida ?

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Celestina. En mi lengua.

Calisto. Que dizes, gloria z descanso mió? Declárame mas lo dicho.

Celestina. Salgamos, señor, de la yglesia, z de aqui a casa te contare algo con que te alegres de verdad.

Parmeno. Buena viene la vieja, hermano, recabdado deue hauer.

Sempronio. Escúchala.

Celestina. Todo este dia, señor, he trabajado en tu nego- cio, z he dexado perder otros en que harto me yua. Muchos tengo quexosos por tenerte a ti contento: mas he dexado de ganar que piensas ; pero todo vaya en buena hora, pues tan buen recabdo traygo, que te traygo muchas buenas palabras de Melibea, z la dexo a tu seruicio.

Calisto. Que es esto que oygo?

Celestina. Que es mas tuya que de si misma; mas esta a tu mandado z querer, que de su padre Pleberio.

Calisto. Habla cortes, madre, no digas tal cosa, que dirán estos mocos que estas loca. Melibea es mi señora, Meli- bea es mi dios, Melibea es mi vida; yo su catiuo, yo su sieruo.

Sempronio. Con tu desconfianza, señor, con tu poco pre- ciarte, con tenerte en poco, hablas essas cosas con que atajas su razón. A todo el mundo turbas diziendo desconciertos. De que te santiguas? Dale algo por su trabajo, harás mejor, que esso esperan essas palabras.

Calisto. Bien has dicho. Madre mia, yo se cierto que jamas ygualara tu trabajo z mi liuiano galardón. En lugar de manto z saya, porque no se de parte a oficiales, toma esta cadenilla, ponía al cuello, z procede en tu razón z mi alegría.

Parmeno. Cadenilla la llama? No lo oyes, Sempronio? No estima el gasto; pues yo te certifico no diesse mi

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parte por medio marco de oro, por mal que la vieja la reparta.

Sempronio. Oyrte ha nuestro amo : tememos en el que amansar, z en ti que sanar, según esta inchado de tu mucho murmurar. Por mi amor, hermano, que oygas z calles, que 5 por esso te dio Dios dos oydos, z vna lengua sola.

Parmeno. Oyra el diablo ; esta colgado de la boca de la vieja, sordo z mudo z ciego, hecho personaje sin son, que avnque le diésemos higas, diría que alcauamos las manos a Dios, rogando por buen fin de sus amores. 10

Sempronio. Calla, oye, escucha bien a Celestina : en mi alma todo lo merece, z mas que le diese ; mucho dize.

Celestina. Señor Calisto, para tan flaca vieja como yo? mucha franqueza vsaste ; pero como todo don o dadiua se juzgue grande o chica respecto del que lo da, no quiero traer 15 a consequencia mi poco merecer, ante quien sobra en cali- dad z en cantidad ; mas medirse ha con tu magnificencia, ante quien no es nada. En pago de la qual te restituyo tu salud que yua perdida, tu coraron que te faltaua, tu seso que se alteraua. Melibea pena por ti mas que tu por ella; Meli- 20 bea te ama z dessea ver; Melibea piensa mas horas en tu persona que en la suya ; Melibea se llama tuya, z esto tiene por titulo de libertad, z con esto amansa el fuego que mas que a ti la quema.

Calisto. Mocos, esto «yo aqui? Mogos, oygo yo esto? 25 Mogos, mira si estoy despierto. Es de dia o de noche ? O señor Dios, padre celestial ! ruegote que esto no sea sueño! Despierto, pues, estoy. Si burlas, señora, de mi, por me pagar en palabras, no temas, di verdad, que para lo que tu de mi has recebido, mas merecen tus passos. 30

Celestina. Nunca el coraron lastimado de deseo toma la buena nueua por cierta, ni la mala por dudosa ; pero si burlo, o si no, verlo has yendo esta noche, según el con-

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cierto dexo con ella, a su casa, en dando el relox doze, a la hablar por entre las puertas : de cuya boca sabrás mas por entero mi solicitud z tu desseo, z el amor que te tiene, z quien lo ha causado. 5 Calisto. Ya, ya, tal cosa espero? Tal cosa es possible hauer de passar por mi? Muerto soy de aqui alia; no soy capaz de tanta gloria, no merecedor de tan gran merced, no digno de fablar con tal señora de su voluntad z grado. Celestina. Siempre lo oy dezir, que es mas dificile de

io sofrir la prospera fortuna, que la aduersa : que la vna no i tiene sosiego, z la otra tiene consuelo. Como, señor Calisto, z no mirarías quien tu eres? no mirarías el tiempo que has gastado en su seruicio ? no mirarías a quien has puesto entremedias ? z asi mismo que hasta agora siempre as

15 estado dudoso de la alcancar z tenias sofrimiento, agora que te certifico el fin de tu penar, quieres poner fin a tu vida ? Mira, mira, que esta Celestina de tu parte, z que avnque todo te faltasse lo que en vn enamorado se requiere, te vendería por el mas acabado galán del mundo ;

20 que haria llanas las peñas para andar, que te faria las mas crescidas aguas corrientes pasar sin mojarte. Mal conoces a quien das tu dinero.

Calisto. Cata, señora, que me dizes ? que venia de su grado ?

25 Celestina, z avn de rodillas.

Sempronio. No sea ruydo, hechizo que nos quieran 1 tomar a manos a todos. Cata, madre, que assi se suelen dar las garatas en pan embueltas, porque no las sienta el gusto.

30 Parmeno. Nunca te oy dezir mejor cosa. Mucha sospecha me pone el presto conceder de aquella señora, z venir tan ayna en todo su querer de Celestina, engañando nuestra voluntad con sus palabras dulces z prestas por hurtar por

otra parte, como hazen los de Egito, quando el signo nos catan en la mano.

Calisto. Callad, locos, vellacos, sospechosos : paresce que days a entender que los angeles sepan hazer mal ? Si, que Melibea ángel dissimulado es, que viue entre nosotros.

Sempronio. Todavía te buelues a tus eregias ? Escúchale, Parmeno, no te pene nada, que si fuere trato doble el lo pagara, que nosotros buenos pies tenemos.

Celestina. Señor, tu estas en lo cierto; vosotros carga- dos de sospechas vanas. Yo he hecho todo lo que a mi era a cargo ; alegre te dexo, Dios te libre z aderece ; partome muy contenta. Si fuere menester para esto o para mas, alli estoy muy aparejada a tu seruicio.

Parmeno. Hi, hi, hi !

Sempronio. De que te ries, por tu vida, Parmeno ?

Parmeno. De la priessa que la vieja tiene por yrse : no vee la hora que hauer despegado la cadena de casa ; no puede creer que la tenga en su poder, ni que se la han dado de verdad ; no se halla digna de tal don, tan poco como Calisto de Melibea.

Sempronio. Que quieres que haga vna puta alcahueta, que sabe z entiende lo que nosotros nos callamos, z suele hazer siete virgos por dos monedas, después de verse car- gada de oro, sino ponerse en saluo con la possession, con temor no se la tornen a tomar, después que ha complido de su parte aquello para que era menester ? Pues guárdese del diablo, que sobre el partir no le saquemos el alma.

Calisto. Dios vaya contigo, mi madre. Yo quiero dormir z reposar vn rato para satisfazer a las passadas noches, z complir con la por venir.

Celestina. Tha, tha.

Elicia. Quien llama?

Celestina. Abre, hija Elicia.

Elicia. Como vienes tan tarde? No lo deues hazer, que eres vieja: tropezaras donde caygas z mueras.

Celestina. No temo esso, que de dia me auiso por do venga de noche ; no te duele a ti en esse lugar.

Elicia. Pues que me ha de doler ?

Celestina. Que se fue la compañía que te dexe, z que- daste sola.

Elicia. Son passadas quatro horas después: z hauiaseme de acordar desso ?

Celestina. Quanto mas presto te dexaron, mas con razón lo sentiste ; pero dexemos su yda z mi tardanca : entendamos en cenar z dormir.

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ARGUMENTO DEL DOZENO AUTO

Llegando media noche, Calisto, Sempronio z Parmeno armados van para casa de Melibea. Lucrecia z Melibea están cabe la puerta aguardando a Calisto. Viene Calisto ; habíale primero Lucrecia; llama a Melibea; apartase Lucrecia; habíanse por entre las puertas Melibea z Calisto. Parmeno z Sem- pronio de su cabo departen. Oyen gentes por la calle ; aperscibense para huyr. Despídese Calisto de Melibea, dexando concertada la tornada para la noche siguiente. Pleberio al son del ruydo que hauia en la calle, despierta : llama a su muger Alisa ; preguntan a Melibea quien da patadas en su cámara; res- ponde Melibea a su padre Pleberio, fingendo que tenia sed. Calisto con sus criados va para su casa, hablando; echase a dormir. Parmeno z Sempronio van a casa de Celestina, demandan su parte de la ganancia : dissimula Celes- tina ; vienen a reñir ; echanle mano a Celestina : matanla. Da vozes Elicia ; viene la justicia z préndelos amos.

Calisto. Mogos, que hora da el relox ? Sempronio. Las diez.

Calisto. O como me descontenta el oluido en los mogos ! De mi mucho acuerdo en esta noche, z tu descuydar z oluido, se hária vna razonable memoria z cuydado. Como, desati- 5 nado, sabiendo quanto me va, Sempronio, en ser diez o onze, me respondías a tiento lo que mas ayna se te vino a la boca ? O cuytado de mi ! Si por caso me houiera dormido, z colgara mi pregunta de la respuesta de Sempronio para hazerme de onze diez, z assi de doze onze, saliera Meli- 10 bea, yo no fuera ydo, tornarase ; de manera, que ni mi mal houiera fin, ni mi desseo execucion. No se dize embalde, que mal ageno de pelo cuelga.

Sempronio. Tanto yerro, señor, me parece, sabiendo, preguntar, como ignorando, responder. Mas este mi amo 15 tiene gana de reñir z no sabe como.

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Parmeno. Mejor seria, señor, que se gastasse esta hora que queda en aderezar armas, que en buscar questiones. Ve, señor, bien apercebido, seras medio combatido.

Calisto. Pues descuelga mis coracas. 5 Parmeno. Helas aqui, señor.

Calisto. Ayúdame aqui a vestirlas; mira tu, Sempro- nio, si parece alguno por la calle.

Sempronio. Señor, ninguna gente parece ; z avnque la houiesse, la mucha escuridad priuaria el viso z conosci- 10 miento a los que nos encontrasen.

Calisto. Pues andemos por esta calle, avnque se rodee alguna cosa, porque mas encubiertos vamos. Las doze da ya : buena hora es.

Parmeno. Cerca estamos. 15 Calisto. A buen tiempo llegamos : párate tu, Parmeno, a ver si es venida aquella señora por entre las puertas.

Parmeno. Yo, señor? Nunca Dios mande que sea en dañar lo que no concerté ; mejor sera que tu presencia sea su primer encuentro : porque viéndome a mi no se turbe de 20 ver que de tantos es sabido lo que tan ocultamente quería hazer z con tanto temor faze, o porque quica pensara que la burlaste.

Calisto. O que bien has dicho ! La vida me has dado con tu sotil auiso ; pues no era mas menester para me lleuar

25 muerto a casa, que boluerse ella por mi mala prouidencia. Yo me llego alia, quedaos vosotros en esse lugar.

Parmeno. Que te parece, Sempronio, como el necio de nuestro amo pensaua tomarme por broquel, para el encuen- tro del primer peligro ? Que se yo quien esta tras las

30 puertas cerradas? Que se yo si ay traycion? Que se yo si Melibea anda porque le pague nuestro amo su mucho atreuimiento desta manera ? E avn no somos muy ciertos dezir verdad la vieja. No sepas fablar, Parmeno, sacarte

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han el alma, sin saber quien; no seas lisongero, como tu amo quiere, z jamas lloraras duelos ágenos ; no tomes en lo que te cumple el consejo de Celestina, z hallarte as ascuras; ándate ay con tus consejos z amonestaciones fieles, darte han de palos; no bueluas la hoja, z quedarte has a buenas 5 noches. Quiero hazer cuenta que oy me nasci, pues de tal peligro me escape.

Sempronio. "Passo, passo, Parmeno, no saltes, ni hagas esse bollicio de plazer, que darás causa a que seas sentido.

Parmeno. Calla, hermano; que no me hallo de alegria. 10 Como le hize creer que por lo que a el cumplía dexaua de yr, z era por mi seguridad ! Quien supiera assi rodear su prouecho, como yo ? Muchas cosas me veras hazer, si estas daqui adelante atento, que no las sientan todas personas, assi con Calisto como con quantos en este negocio suyo se 1 5 entremetieren ; porque soy cierto que esta donzella ha de ser para el ceuo de anzuelo, o carne de buytrera, que suelen pagar bien el escote los que a comerla vienen.

Sempronicl Anda, no te penen a ti essas sospechas, avnque salgan verdaderas. Apercíbete, a la primer voz que 20 oyeres, tomar calcas de Villadiego.

Parmeno. Leydo has donde yo : en vn coracon estamos. Calcas traygo, z avn borzeguies de essos ligeros que tudizes, para mejor huyr que otro. Plazeme que me has, hermano, auisado de lo que yo no hiziera de verguenca de ti ; que 25 nuestro amo, si es sentido, no temo que se escapara de manos de esta gente de Pleberio, para podernos después demandar como lo hezimos, z incusarnos el huyr.

Sempronio. O Parmeno amigo, quan alegre z prouechosa es la conformidad en los compañeros! Avnque por otra cosa 30 no nos fuera buena Celestina, era harta la vtilidad que por su causa nos ha venido.

Parmeno. Ninguno podra negar lo que por si se muestra,

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Manifiesto es que con vergüenza el vno del otro, por no ser odiosamente acusado de couarde, esperáramos aqui la muerte con nuestro amo, no siendo mas de el merecedor della. Sempronio. Salido deue auer Melibea : escucha, que 5 hablan quedito.

Parmeno. O como temo que no sea ella, sino alguno que finja su voz !

Sempronio. Dios nos libre de traydores, no nos ayan tomado la calle por do tenemos de huyr, que de otra cosa io no tengo temor.

Calisto. Este bullicio mas de vna persona le haze : quiero hablar, sea quien fuere. Ce, señora mia ?

Lucrecia. La voz de Calisto es esta : quiero llegar. Quien habla ? Quien esta fuera? 15 Calisto. Aquel que viene a cumplir tu mandado.

Lucrecia. Porque no llegas, señora? Llega sin temor acá, que aquel cauallero esta aqui.

Melibea. Loca, habla passo: mira bien si es el. Lucrecia. Allégate, señora, que si es ; que yo le conozc 20 en la voz.

Calisto. Cierto soy burlado: no era Melibea la que mi hablo. Bullicio oygo : perdido soy; pues viua o muera, qu no he de yr de aqui.

Melibea. Vete, Lucrecia, acostar vn poco. Ce, señor 25 como es tu nombre? Quien es el que te mando ay venir?

Calisto. Es la que tiene merecimiento de mandar todo el mundo, la que dignamente seruir yo no merezc No tema tu merced de se descobrir a este catiuo de tu ge tileza ; que el dulce sonido de tu habla, que jamas de m 3o oydos se cae, me certifica ser tu mi señora Melibea : yo s tu sieruo Calisto.

Melibea. La sobrada osadía de tus mensajes me ha forcado a hauerte de hablar, señor Calisto : qu^hauiendo hauido de mi la

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passada respuesta a tus razones, no se que piensas mas sacar de mi amor de lo que entonces te mostré. Desuia estos vanos z locos pensamientos de ti; porque mi honrra z persona estén sin detrimento de mala sospecha seguras. A esto fue aquí mi venida, a dar concierto en tu despedida z mi reposo. 5 No quieras poner mi fama en la balanca de las lenguas mal- dezientes.

Calisto. A los coracones aparejados con apercibimiento rezio contra las aduersidades, ninguna puede venir que passe de claro en claro la fuerca de su muro. Pero el triste que 10 desarmado, z sin proueer los engaños z celadas, se vino a meter por las puertas de tu seguridad, qualquiera cosa que en contrario vea, es razón que me atormente, z passe rom- piendo todos los almazenes en que la dulce nueua estaua aposentada. O malauenturado Calisto! o quan burlado has 15 sido de tus simientes ! O engañosa muger Celestina ! dexa- rasme acabar de morir, z no tornaras a viuificar miesperanca para que tuuiesse mas que gastar el fuego que ya me aquexa! Porque falsaste la palabra desta mi señora ? Porque has assi dado con tu lengua causa a mi desesperación ? A que me 20 mandaste aqui venir para que me fuese mostrado el dis- fauor, el entredicho, la desconfianza, el odió por la mesma boca desta que tiene las llaues de mi perdición z gloria ? O enemiga! z tu no me dixiste que esta mi señora me era fauorable ? No me dixiste que de su grado mandaua venir 25 este su catiuo al presente lugar, no para me desterrar nueua- mente de su presencia, pero para alcancar el destierro ya por otro su mandamiento puesto ante de agora ? En quien fallare yo fe? A donde ay verdad ? Quien carece de engaño ? A donde no moran falsarios? Quien es claro enemigo? 30 Quienes verdadero amigo ? Donde no se fabrican trayciones? Quien oso darme tan cruda esperanca de perdición ?

Melibea. Cesen, señor mió, tus verdaderas querellas ; que

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ni mi coracon basta para lo sofrir, ni mis ojos para lo dis- simular. Tu lloras de tristeza, juzgándome cruel ; yo lloro de plazer, viéndote tan fiel. O mi señor z mi bien todo ! quanto mas alegre me fuera poder ver tu haz, que oyr tu 5 voz! Pero pues no se puede al presente mas fazer, toma la firma z sello de las razones que te embie escritas en la len- gua de aquella solicita mensajera. Todo lo que te dixo con- firmo : todo lo he por bueno. Limpia, señor, tus ojos: ordena de mi a tu voluntad.

io Calisto. O señora mia, esperanca de mi gloria, des- canso z aliuio de mi pena, alegria de mi coracon ! que len- gua sera bastante para te dar yguales gracias a la sobrada z incomparable merced, que en este punto de tanta congoxa para mi, me has quesido hazer, en querer que vn tan flaco z

15 indigno hombre pueda gozar de tu suauissimo amor? del qual, avnque muy desseoso, siempre me juzgaua indigno, mirando tu grandeza, considerando tu estado, remirando tu perfecion, contemplando tu gentileza, acatando mi poco merescer z tu alto merescimiento, tus estremadas gracias,

20 tus loadas z manifiestas virtudes! Pues, o alto Dios! como te podre ser ingrato, que tan milagrosamente has obrado comigo tus singulares marauillas ? O quantos dias antes de agora passados me fue venido este pensamiento a mi coraron, z por impossible le rechacaua de mi memoria, hasta que ya

25 los rayos ylustrantes de tu claro gesto dieron luz en mis ojos, encendieron mi coracon, despertaron mi lengua, esten- dieron mi merecer, acortaron mi couardia, destorcieron mi encogimiento, doblaron mis mercas, desadormescieron mis pies z manos; finalmente, me dieron tal osadia, que me han

30 traydo con su mucho poder a este sublimado estado en que agora me veo, oyendo de grado tu suaue voz, la qual si ante de agora no conociesse, z no sintiesse tus saludables olo- res, no podría creer que careciessen de engaño tus palabras,

Pero como soy cierto de tu limpieza de sangre z fechos, me estoy remirando si soy yo Calisto, a quien tanto bien se le haze.

Melibea. Señor Calisto, tu mucho merecer, tus estremadas gracias, tu alto nascimiento han obrado, que después que de ti houe entera noticia, ningún momento de mi coraron te partiesses ; e avnque muchos dias he pugnado por lo dissi- mular, no he podido tanto, que en tornándome aquella* muger tu dulce nombre a la memoria, no descubriesse mi desseo, z viniesse a este lugar z tiempo, donde te suplico ordenes z dispongas de mi persona segund querrás. Las puertas impiden nuestro gozo, las quales yo maldigo, z sus fuertes cerrojos z mis flacas fuerzas, que ni tu estarias que- xoso, ni yo descontenta.

Calisto. Como, señora mia, z mandas que consienta a vn palo impedir nuestro gozo ? Nunca yo pense que demás de tu voluntad lo pudiera cosa estoruar. O molestas z enojo- sas puertas! ruego a Dios que tal huego os abrase, como a mi da guerra; que con la tercia parte seriades en vn punto quemadas. Pues, por Dios, señora mia, permite que llame a mis criados para que las quiebren.

Parmeno. No oyes, no oyes, Sempronio ? A buscarnos quiere venir para que nos den mal año. No me agrada cosa esta venida : en mal punto creo que se empecaron estos amores; yo no espero aqui mas.

Sempronio. Calla, calla, escucha, que ella no consiente que vamos alia.

Melibea. Quieres, amor mió, perderme a mi z dañar mi fama ? No sueltes las riendas a la voluntad ; la esperanza es cierta, el tiempo breue quanto tu ordenares. E pues tu sien- tes tu pena senzilla, z yo la de entramos, tu solo dolor, yo el tuyo z el mió, conténtate con venir mañana a esta hora por las paredes de mi huerto : que si agora quebrasses las

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crueles puertas, avnque al presente no fuessemos sentidos, amanesceria en casa de mi padre terrible sospecha de mi yerro. E pues sabes que tanto mayor es el yerro, quanto mayor es el que yerra, en vn punto sera por la cibdad publi- 5 cado.

Sempronio. Enoramala acá esta noche venimos: aqui nos ha de amanescer, según del espacio que nuestro amo lo toma ; que avnque mas la dicha nos ayude, nos han en tanto tiempo de sentir de su casa o vezinos. I0 Parmeno. Ya ha dos horas que te requiero que nos vamos, que no faltara vn achaque.

Calisto. O mi señora z mi bien todo! porque llamas yerro aquello que por los sanctos de Dios me fue concedido? Rezando oy ante el altar de la Madalena, me vino con tu mensaje alegre aquella solicita muger.

Parmeno. Desuariar, Calisto, desuariar. Por fe tengo, her- mano, que no es cristiano. Lo que la vieja traydora con s pestiferos hechizos ha rodeado z fecho, dize que los sanct de Dios se lo han concedido z impetrado, z con esta con 20 fianza quiere quebrar las puertas ; z no haura dado el prim golpe quando sea sentido, z tomada por los criados de padre que duermen cerca.

Sempronio. Ya no temas, Parmeno, que harto desuiad estamos : en sintiendo bullicio, el buen huyr nos ha de vale 25 Dexalehazer, que si mal hiziere, el lo pagara. m

Parmeno. Bien hablas, en mi coracon estas, assi se hag huyamos la muerte, que somos mocos. O si me viesse hermano, como esto, plazer haurias : a medio lado, abiert las piernas, el pie ysquierdo adelante, puesto en huyda, 1 30 haldas en la cinta, la adarga arrollada z so el sobaco, porqu no me enpache; que por Dios que creo corriesse como vn gamo, según el temor tengo destar aqui.

Sempronio. Mejor esto yo, que tengo liado el broquel z

el espada con las correas, porque no se me caygan al correr, z el caxquete en la capilla.

Parmeno. z las piedras que trayas en ella ?

Sempronio. Todas las verti por yr mas liuiano, que harto tengo que lleuar en estas corabas que me hiziste vestir por tu importunidad ; que bien las rehusaua de traer, porque me parescian para huyr muy pesadas. Escucha, escucha : oyes, Parmeno? A malas andan; muertos somos. Bota presto; echa hazia casa de Celestina, no nos atajen por nuestra casa.

Parmeno. Huye, huye, que corres poco. O pecador de mi! si nos han de alcanzar, dexa broquel z todo.

Sempronio. Si han muerto ya a nuestro amo ?

Parmeno. No se, no me digas nada : corre z calla; que el menor cuydado mió es esse.

Sempronio. Ce, ce, Parmeno, torna, torna callando, que no es sino la gente del alguazil, que passaua haziendo estruendo por la otra calle.

Parmeno. Miraio bien : no te fies en los ojos, que se antoja muchas vezes vno por otro. No me auian dexado gota de sangre : tragada tenia ya la muerte, que me parescia que me yuan dando en estas espaldas golpes. En mi vida me acuerdo hauer tan gran temor, ni verme en tal afrenta, avnque he andado por casas agenas farto tiempo, z en lugares de harto trabajo ; que nueue años serui a los frayles de Guada- lupe, que mili vezes nos apuñeauamos yo z otros : pero nunca como esta houe miedo de morir.

Sempronio. z yo no serui al cura de sant Miguel ? Pero guárdete Dios de verte con armas, que aquel es el verdadero temor; no embalde dizen, cargado de hierro z cargado de miedo. Buelue, buelue, que el alguazil es cierto.

Melibea. Señor Calisto, que es esso que en la calle suena? Parescen vozes de gente que van en huyda. Por Dios, mirate, que estas a peligro.

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Calisto. Señora, no temas, que a buen seguro vengo: los mios deuen de ser, que son vnos locos, z desarman a | quantos passan, z huyriales alguno.

Melibea. Son muchos los que traes ? 5 Calisto. No, sino dos; pero avnque sean seys sus con- trarios, no recebiran mucha pena para les quitar las armas z hazerlos huyr, según su esfuerco : escogidos son, señora, que no vengo a lumbre de pajas. Si no fuesse por lo que a tu honrra toca, pedamos harían estas puertas, z si sentidos fues- io sernos, a ti z a mi librarian de toda la gente de tu padre.

Melibea. O, por Dios, no se cometa tal cosa ! Pero mucho plazer tengo, que de tan fiel gente andes acompañado ; bien empleado es el pan que tan esforzados siruientes comen. Por mi amor, señor, pues tal gracia la natura les quiso dar, sean 15 de ti bien tratados z galardonados, porque en todo te guarden secreto.

Parmeno. Ce, ce, señor, señor, quitate presto dende, que viene mucha gente con hachas, z seras visto z conoscido, que no ay donde te metas. 20 Calisto. O mezquino yo! z como es forjado, señora, partirme de ti ! Por cierto temor de la muerte no obrara tanto, como el de tu honrra. Pues que assi es, los angeles queden con tu presencia : mi venida sera, como ordenaste, por el huerto. 25 Melibea. Assi sea, z vaya Dios contigo.

Pleberio. Señora muger, duermes?

Alisa. Señor, no.

Pleberio. No oyes bullicio en el retraimiento de tu hija ? Alisa. Si oygo. Melibea, Melibea! 30 Pleberio. No te oye: yo la llamare mas rezio. Hija mia Melibea! Melibea. Señor.

Pleberio. Quien da patadas z haze bullicio en tu cámara?

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Melibea. Señor, Lucrecia es, que salió por vn jarro de agua para mi, que hauia gran sed.

Pleberio. Duerme, hija, que pense que era otra cosa.

Lucrecia. Poco estruendo los despertó : con gran pauor hablauan. j

Melibea. No ay tan manso animal, que con amor o temor de sus hijos no asperece : pues que harían, si mi cierta salida supiessen ?

Calisto. Cerrad essa puerta, hijos, z tu, Parmeno, sube vna vela arriba. 10

Sempronio. Deues, señor, reposar z dormir esto que queda daqui al dia.

Calisto. Plazeme, que bien lo he menester. Que te parece, Parmeno, de la vieja que tu me desalabauas ? que obra ha salido de sus manos que fuera hecha sin ella? 15

Parmeno. Ni yo sentía tu gran pena, ni conoscia la gen- tileza z merescimiento de Melibea ; z assi no tengo culpa. Conoscia a Celestina z sus mañas, auisauate como a señor; pero ya me paresce que es otra : todas las ha mudado.

Calisto. z como mudado ! 20

Parmeno. Tanto, que si no lo ouiesse visto, no lo creería; mas assi viuas tu como es verdad.

Caltsto. Pues aues oydo lo que con aquella mi señora he passado ? Que haziades ? Teniades temor?

Sempronio. Temor, señor, o que? Por cierto todo el 25 mundo no nos le hiziera tener. Fallado auias los temerosos : allí estouimos esperándote muy aparejados, z nuestras armas muy a mano.

Calisto. Aues dormido algún rato ?

Sempronio. Dormir, señor? Dormilones son los mocos; 30 nunca me asente ni avn junte por Dios los pies, mirando a todas partes, para en sintiendo porque, saltar presto, z hazer todo lo que mis mercas me ayudaran. Pues Parmeno,

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que te parecía que no te seruia hasta aqui de buena gana, assi se holgó quando vido los de las hachas, como lobo quando siente poluo de ganado, pensando poder quitarleslas, hasta que vido que eran muchos.

Calisto. No te marauilles, que procede de su natural ser osado, z avnque no fuesse por mi, hazialo porque no pueden los tales venir contra su vso, que avnque muda el pelo la raposa, su natural no despoja. Por cierto yo dixe a mi señora Melibea lo que en vosotros ay, z quan seguras tenia mis espaldas con vuestra ayuda z guarda. Fijos, en mucho cargo os soy : rogad a Dios por salud, que yo os galar- donare mas conplidamente vuestro buen seruicio. Yd con Dios a reposar.

Parmexo. Adonde yremos, Sempronio? A la cama a dormir, o a la cozina a almorzar?

Semproxio. Ve tu donde quisieres, que antes que venga el dia quiero yo yr a Celestina a cobrar mi parte de la cadena, que es vna puta vieja : no le quiero dar tiempo en que fabrique alguna ruyndad con que nos escluya.

Parmexo. Bien dizes: oluidado lo auia. Vamos entramos, z si en esso se pone, espantémosla de manera que le pese, que sobre dinero no ay amistad.

Semproxio. Ce, ce, calla, que duerme cabo esta venta- nilla. Tha, tha, señora Celestina, ábrenos.

Celestixa. Quien llama ?

Semproxio. Abre, que son tus hijos.

Celestixa. No tengo yo hijos que anden a tal hora.

Semproxio. Abrenos a Parmeno z Sempronio, que nos venimos acá almorzar contigo.

Celestixa. O locos trauiessos ! entrad, entrad ; como venis a tal hora, que ya amanesce ? Que haues hecho? Que os ha passado? Despidióse la esperanca de Calisto? o viue todavia con ella ? o como queda ?

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Sempronio. Como, madre? Si por nosotros no fuera, ya andouiera su alma buscando posada para siempre ; que si estimarse pudiesse a lo que de allí nos queda obligado, no seria su hazienda bastante a complir la debda, si verdad es lo que dizen, que la vida z persona es mas digna z de mas 5 valor que otra cosa ninguna.

Celestina. Jesu! que en tanta afrenta os haues visto? Cuentamelo, por Dios.

Sempronio. Mira que tanta, que por mi vida la sangre me hierue en el cuerpo en tornarlo a pensar. 10

Celestina. Reposa, por Dios, z dimelo.

Parmeno. Cosa larga le pides, según venimos alterados z cansados del enojo que ñauemos hauido. Farias mejor en aparejarnos a el z a mi de almorzar, quica nos amansaría algo la alteración que traemos; que cierto te digo, que no 15 querría ya topar hombre que paz quisiesse. Mi gloria seria agora hallar en quien vengar la yra, que no pude en los que nos la causaron, por su mucho huyr.

Celestina. Landre me mate si no me espanto en verte tanJiero; creo que burlas. Dimelo agora, Sempronio, tu, 20 por mi vida : que os ha passado ?

Sempronio. Por Dios, sin seso vengo, desesperado ; avnque para contigo por demás es no templar la yra z todo enojo, z mostrar otro semblante que con los hombres. Jamas me mostré poder mucho con los que poco pue- 25 den. Traygo, señora, todas las armas despedazadas, el broquel sin aro, la espada como sierra, el caxquete abollado en la capilla, que no tengo con que salir vn passo con mi amo, quando menester me aya, que quedo concertado de yr esta noche que viene a verse por el huerto ; pues com- 30 prarlo de nueuo, no mando vn marauedi, en que caya muerto.

Celestina. Pídelo, fijo, a tu amo, pues, en su seruicio

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se gasto z quebró ; pues sabes que es persona que luego lo complira, que no es de los que dizen : viue comigo, z busca quien te mantenga. El es tan franco, que te dará para esso z para mas.

5 Sempronio. Ha ! trae también Parmeno perdidas las suyas : a este cuento en armas se le yra su hazienda. Como quieres que le sea tan importuno ,en pedirle mas de lo que el de su propio grado haze, pues es arto ? No digan por mi, que dando vn palmo pido quatro. Dionos las cient 10 monedas; dionos después la cadena: a tres tales aguijones no terna cera en el oydo. Caro le costaría este negocio: contentémonos con lo razonable, no lo perdamos todo por querer mas de la razón ; que quien mucho abraca, poco suele apretar.

15 Celestina. Gracioso es el asno! Por mi vejez, que si sobre comer fuera, que dixera que hauiamos todos cargado demasiado. Estas en tu seso, Sempronio? Que tiene que hazer tu galardón con mi salario ? tu soldada con mis mer- cedes ? So yo obligada a soldar vuestras armas ? a complir

20 vuestras faltas ? A osadas que me maten, si no te has asido a vna palabrilla que te dixe el otro dia, viniendo por la calle, que quanto yo tenia era tuyo, z que en quanto pudiesse con mis pocas fuerzas jamas te faltada, z que si Dios me diesse buena manderecha con tu amo que tu no perderias nada.

25 Pues ya sabes, Sempronio, que estos ofrescimientos, estas palabras de buen amor no obligan : no ha de ser oro quanto reluze, sino mas barato valdría. Dime, estoy en tu coracon, Sempronio? Veras si avnque soy vieja, si acierto lo que tu puedes pensar. Tengo, hijo, en buena fe, mas

30 pesar, que se me quiere salir esta alma de enojo: di a esta loca de Elicia, como vine de tu casa, la cadenilla que traxe para que se holgasse con ella, z no se puede acordar donde la puso ; que en toda esta noche ella ni yo no auemos

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dormido sueño de pesar: no por su valor de la cadena, que no era mucho, pero por su mal cobro della, z de mi mala dicha. Entraron vnos conoscidos z familiares mios en aquella sazón aqui : temo no la ayan leuado, diziendo : si te vi, búrleme, zc. Assi que, hijos, agora que quiero hablar con 5 entramos, si algo vuestro amo a mi me dio, deues mirar que es mió ; que de tu jubón de brocado no te pedi yo parte, ni la quiero. Simarnos todos, que a todos dará según viere que lo merescen : que si me ha dado algo, dos vezes he puesto por el mi vida al tablero. Mas herramienta se me 10 ha embotado en su seruicio, que a vosotros ; mas materiales he gastado. Pues aues de pensar, hijos, que todo me cuesta dinero, e avn mi saber, que no lo he alcanzado holgando ; de lo qual fuera buen testigo su madre de Parmeno, Dios aya su alma. Esto trabaje yo, a vosotros se os deue essotro ; esto 15 tengo yo por oficio z trabajo, vosotros por recreación z deleyte. Pues assi no haues vosotros de auer ygual galar- dón de holgar, que yo de penar : pero avn con todo lo que he dicho, no os despidays, si mi cadena parece, de sendos pares de calcas de grana, que es el abito que mejor en los 20 mancebos paresce ; z si no, recebid la voluntad, que yo me callare con mi perdida : z todo esso de buen amor, porque holgastes que houiese yo antes el prouecho destos passos que no otra, z si no os contentardes, de vuestro daño fares. 25

Sempronio. No es esta la primera vez que yo he dicho quanto en los viejos reyna este vicio de cobdicia: quando pobre, franca, quando rica, auarienta. Assi que aquiriendo cresce la cobdicia, z la pobreza cobdiciando ; z ninguna cosa haze pobre al auariento, sino la riqueza. O Dios, z como 30 cresce la necessidad con la abundancia ! Quien la oyó esta vieja dezir que me lleuasse yo todo el prouecho, si quisiesse, deste negocio, pensando que seria poco ; agora que lo vee

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crescido, no quiere dar nada, por complir el reirán de los niños, que dizen : de lo poco poco, de lo mucho nada.

Parmeno. Déte lo que te prometió, o tomémoslo todo. Harto te dezia yo quien era esta vieja, si tu me creyeras. 5 Celestina. Si mucho enojo traes con vosotros, o con vuestro amo, o armas, no lo quebreys en mi ; que bien se donde nasce esto ; bien se z barrunto de que pie coxqueays. No cierto de la necessidad que teneys de lo que pedis, ni avn por la mucha cobdicia que lo teneys, sino pensando

io que os he de tener toda vuestra vida atados z catiuos con Elicia z Areusa, sin quereros buscar otras. Moueysme estas amenazas de dinero, poneysme estos temores de la parti- ción : pues calla, que quien estas os supo acarrear os dará otras diez, agora que ay mas conoscimiento z mas razón, z

15 mas merecido de vuestra parte, z si se complir lo que prometo en este caso, digalo Parmeno : dilo, dilo, no ayas empacho de contar como nos passo quando a la otra dolia la madre.

Sempronio. Dexate comigo de razones: a perro viejo, 20 no cuz, cuz; danos las dos partes por cuenta de quanto de Calisto has recebido, no quieras que se descubra quien tu eres. A los otros, a los otros con essos halagos, vieja.

Celestina. Quien so yo, Sempronio? Quitasteme de la puteria? Calla tu lengua, no amengües mis canas; que soy 25 vna vieja qual Dios me hizo, no peor que todas. Viuo de mi oficio, como cada qual oficial del suyo, muy limpiamente. A quien no me quiere no le busco, de mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan : si bien o mal viuo, Dios es el testigo de mi coracon. E no pienses con tu yra maltratarme, 30 que justicia ay para todos ; a todos es ygual : tan bien seré oyda avnque muger, como vosotros muy peynados. Dexame en mi casa con mi fortuna ; z tu, Parmeno, piensas que soy tu catiua por saber mis secretos, z mi passada vida, z los casos

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que nos acaescieron a mi z a la desdichada de tu madre ? z avn assi me trataua ella quando Dios quería.

Parmeno. No me hinches las narizes con essas memorias; sino embiarte he con nueuas a ella, donde mejor te puedas quexar. 5

Celestina. Elicia, Elicia, leuantate dessa cama, daca mi manto presto, que por los sanctos de Dios para aquella justi- cia me vaya bramando como vna loca. Que es esto? Que quieren dezir tales amenazas en mi casa? Con vna oueja mansa tenes vosotros manos z braueza? con vna gallina 10 atada? con vna vieja de sesenta años? Alia, alia, con los hombres como vosotros, contra los que ciñen espada mostra vuestras yras, no contra mi flaca rueca.

Sempronio. O vieja auarienta, garganta muerta de sed por dinero, no seras contenta con la tercia parte de lo 15 ganado ?

Celestina. Que tercia parte ? Vete con Dios de mi casa, tu z essotro ; no de vozes ; no allegue la vezindad ; no me hagays salir de seso ; no querays que salgan a plaza las cosas de Calisto z vuestras. 20

Sempronio. Da vozes o gritos, que tu compliras lo que tu prometiste, o se compliran oy tus dias.

Elicia. Mete por Dios el espada. Tenle, Parmeno, tenle, no la mate esse desuariado.

Celestina. Justicia, justicia, señores vezinos, justicia, 25 que me matan en mi casa estos rufianes !

Sempronio. Rufianes, o que? Espera, doña hechizera, que yo te haré yr al infierno con cartas.

Celestina. Ay, que me ha muerto ! Ay, ay ! confes- sion, confession ! 30

Parmeno. Dale, dale, acabala, pues comentaste, que nos sentirán : muera, muera! de los enemigos los menos.

Celestina. Confession !

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Elicia. O crueles enemigos ! en mal poder os veays. z para quien touistes manos? Muerta es mi madre z mi bien todo.

Sempronio. Huye, huye, Parmeno, que carga mucha gente. Guarte, guarte, que viene el alguazil.

Parmeno. O pecador de mi ! que no ay por do nos vamos, que esta tomada la puerta.

Sempronio. Saltemos destas ventanas; no muramos en poder de justicia.

Parmeno. Salta, que tras ti voy.

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ARGUMENTO DEL XIIJ AUTO

Despertado Calisto de dormir, esta hablando consigo mismo : dende vn poco esta llamando a Tristan z a otros sus criados. Torna dormir Calisto. Ponese Tristan a la puerta, viene Sosia llorando : preguntado de Tristan, Sosia cuéntale la muerte de Sempronio z Parmeno. Van a dezir las nueuas a Calisto, el qual, sabiendo la verdad, faze grande lamen- tación.

Calisto. O como he dormido tan a mi plazer, después de aquel azucarado rato, después de aquel angélico razona- miento ! Gran reposo he tenido : el sosiego z descanso proceden de mi alegría, o causo el trabajo corporal mi mucho dormir, o la gloria z plazer del animo: z no me marauillo 5 que lo vno z lo otro se juntassen a cerrar los candados de mis ojos; pues trabaje con el cuerpo z persona, z holgué con el espiritu z sentido la passada noche. Muy cierto es que la tristeza acarrea pensamiento, z el mucho pensar impide el sueño, como a mi estos dias es acaescido con la 10 desconfianza que tenia de la mayor gloria que ya poseo. O señora z amor mió, Melibea! que piensas agora? si duermes o estas despierta ? si piensas en mi o en otro ? si estas leuantada o acostada? O dichoso z bien andante Calisto, si verdad es que no ha sido sueño lo pasado! 15 Soñelo, o no ? Fue fantaseado, o passo en verdad? Pues no estuue solo: mis criados me acompañaron, dos eran: si ellos dizen que passo en verdad, creerlo he segund derecho. Quiero mandarlos llamar para mas firmar mi gozo. Trista- nico! mo^os! Tristanico, leuantate de ay. 20

Tristan. Señor, leuantado estoy.

Calisto. Corre, llama a Sempronio z a Parmeno.

154 Tristan. Ya voy, señor. Calisto. Duerme z descansa, penado, desde agora ; pues le ama tu señora 5 de su grado.

Venca plazer al cuydado,

z no le vea, pues te ha fecho su priuado Melibea.

10 Tristan. Señor, no ay ningún moco en casa.

Calisto. Pues abre essas ventanas, veras que hora es. Tristan. Señor, bien de dia.

Calisto. Pues tórnalas a cerrar, z dexame dormir hasta que sea hora de comer. 15 Tristan. Quiero baxarme a la puerta, porque duerma mi amo sin que ninguno le inpida, z a quantos le buscaren se le negare. O que grita suena en el mercado ! Que es esto ? alguna justicia se haze, o madrugaron a correr toros ? No se que me diga de tan grandes vozes como se dan. De alia 20 viene Sosia, el mogo despuelas : el me dirá que es esto. Desgreñado viene el vellaco : en alguna tauerna se deue hauer rebolcado ; z si mi amo le cae en el rastro, mandarle ha dar dos mil palos; que avnque es algo loco, la pena le hará cuerdo. Parece que viene llorando: que es esto, Sosia ? Por- ! 25 que lloras? De do vienes?

Sosia. O malauenturado yo! O que perdida tan grande! O desonrra de la casa de mi amo ! O que mal dia amanes- cio este ! O desdichados mancebos !

Tristan. Que has ? Que quexas ? Porque te matas ? Que 30 mal es este ?

Sosia. Sempronio z Parmeno...

Tristan. Que dizes Sempronio z Parmeno? Que es esto, loco? Aclárate mas, que me turbas.

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Sosia. Nuestros compañeros, nuestros hermanos...

Trtstan. O tu estas borracho, o has perdido el seso, o traes alguna mala nueua. No me dirás que es esto que dizes destos mogos?

Sosia. Que quedan degollados en la plaga. 5 Tristan. O mala fortuna nuestra, si es verdad ! Vamos presto con las tristes nueuas a nuestro amo. Sosia. Señor, señor!

Calisto. Que es esso, locos ? no os mande que no me recordasedes? 10

Sosia. Recuerda z leuanta, que si tu no buelues por los tuyos, de cayda vamos. Sempronio z Parmeno quedan des- cabezados en la placa, como públicos malhechores, con pregones que manifestauan su delito.

Calisto. O valasme Dios! z que es esto que me dizes? 15 No se si te crea tan acelerada z triste nueua. Vistelos tu ?

Sosia. Yo los vi.

Calisto. Cata, mira que dizes, que esta noche han estado comigo.

Sosia. Pues madrugaron a morir. 20

Calisto. O mis leales criados ! o mis grandes seruidores ! o mis fieles secretarios z consejeros ! Puede ser tal cosa verdad ? O amenguado Calisto ! desonrrado quedas para toda tu vida. Que sera de ti, muertos tal par de criados? Dime por Dios, Sosia, que fue la causa? que dezia el pre- 25 gon ? donde los tomaron ? que justicia lo hizo ?

Sosia. Señor, la causa de su muerte publicaua el cruel verdugo a vozes, diziendo: manda la justicia que mueran los violentos matadores.

Calisto. A quien mataron tan presto ? Que puede ser 30 esto? No ha quatro horas que de mi se despidieron. Como se llamaua el muerto?

Sosia. Vna muger era que se llamaua Celestina.

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Calisto. Que me dizes ? Sosia. Esto que oyes.

Calisto. Pues si esso es verdad, mátame tu a mi, yo te perdono ; que mas mal ay que viste ni puedes pensar, si 5 Celestina, la de la cuchillada, es la muerta.

Sosia. Ella mesma es : de mas de treynta estocadas la vi llagada, tendida en su casa, llorándola vna su criada.

Calisto. O tristes mocos ! Como yuan ? vieronte ? habláronte?

10 Sosia. O señor! que si los vieras, quebraras el coracon de dolor. El vno lleuaua todos los sesos de la cabeca de fuera sin ningún sentido ; el otro quebrados entramos bracos z la cara magullada : todos llenos de sangre, que sal- taron de vnas ventanas muy altas por huyr del alguazil ; z

15 assi casi muertos les cortaron las cabecas, que creo que ya no sintieron nada.

Calisto. Pues yo bien siento mi honrra. Pluguiera a Dios que fuera yo ellos, z perdiera la vida, z no la honrra, z no la esperanca de conseguir mi comencado proposito, que es

20 lo que mas en este caso desastrado siento. O mi triste nombre z fama, como andas al tablero de boca en boca ! O mis secretos mas secretos, quan públicos andares por las plazas z mercados ! Que sera de mi ? adonde yre ? Que salga alia? a los muertos no puedo ya remediar. Que me este

25 aqui? parescera couardia. Que consejo tomare ? Dime, Sosia, que era la causa por que la mataron ?

Sosia. Señor, aquella su criada dando vozes, llorando su muerte, la publicaua a quantos la querian oyr, diziendo que porque no quiso partir con ellos vna cadena de oro que tu

30 le diste.

Calisto. O dia de congoxa ! O fuerte tribulación ! z en que anda mi hazienda de mano en mano, z mi nombre de lengua en lengua ! Todo sera publico quanto con ella z con ellos

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hablaua, quanto de mi sabían, el negocio en que andauan ; no osare salir ante gentes. O pecadores de mancebos, padecer por tan súpito desastre ! O mi gozo, como te vas diminuiendo ! Prouerbio es antigo, que de muy alto gran- des caydas se dan. Mucho hauia anoche alcancado : mucho 5 tengo oy perdido. Rara es la bonanca en el piélago. Yoestaua en titulo de alegre, si mi ventura quisiera tener quedos los ondosos vientos de mi perdición. O fortuna, quanto z por quantas partes me has combatido ! Pues por mas que sigas mi morada, z seas contraria a mi persona, las aduersidades 10 con ygual animo se han de sofrir, z en ellas se prueua el coraron rezio o flaco. No ay mejor toque para conoscer que quilates de virtud o esfuerco tiene el hombre ; pues por mas mal z daño que me venga, no dexare de complir el mandado de aquella por quien todo esto se ha causado; que mas me 15 va en conseguir la ganancia de la gloria que espero, que en la perdida de morir los que murieron. Ellos eran sobrados z esforcados ; agora o en otro tiempo de pagar hauian. La vieja era mala z falsa, según parece que hazia trato con ellos, z assi que riñieron sobre la capa del justo. Permission fue diuina 20 que assi acabasse, en pago de muchos adulterios que por su intercession o causa son cometidos. Quiero hazer aderecar a Sosia z a Tristanico; yran comigo este tan esperado camino ; lleuaran escalas, que son muy altas las paredes. Mañana haré que vengo de fuera, si pudiere vengar estas 25 muertes ; sino, pagare mi inocencia con mi fingida absencia.

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ARGUMENTO DEL QUATOUZENO AUTO

Esperando Melibea la venida de Calisto en la huerta, habla con Lucre- cia. Viene Calisto con dos criados suyos Tristan z Sosia : ponenle el escalera, sube por ella z métese en la huerta onde halla a Melibea. Apar- tase Lucrecia ; quedan los dos solos. Acabado su negocio, quiere salir Calisto, el qual por la escuridad de la noche erro la escala: cae z muere. Melibea por las vozes z lamientos de sus criados sabe la desastrada muerte de su amado: amortesce ; Lucrecia la consuela.

Melibea. Mucho se tarda aquel cauallero que esperamos : que crees tu o sospechas de su estada, Lucrecia?

Lucrecia. Señora, que tiene justo impedimiento, z que no es en su mano venir mas presto. 5 Melibea. Los angeles sean en su guarda; su persona este sin peligro, que su tardanza no me es pena. Mas, cuytada, pienso muchas cosas, que desde su casa acá le podrian acaecer. Mas escucha, que passos suenan en la calle, z avn parece que hablan destotra parte del huerto. 10 Sosia. Arrima essa escalera, Tristan, que este es el mejor lugar avnque alto.

Tristan. Sube, señor: yo yre contigo, porque no sabe- mos quien esta dentro: hablando están.

Calisto. Quedaos, locos, que yo entrare solo, que a mi 15 señora oygo.

Melibea. Es tu sierua, es tu catiua, es la que mas tu vida que la suya estima. O mi señor ! no saltes de tan alto, que me moriré en verlo : baxa, baxa poco a poco por el escala, no vengas con tanta pressura. 20 Calisto. O angélica ymagen ! o preciosa perla, ante quien el mundo es feo! O mi señora z mi gloria ! en mis bracos te

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tengo, z no lo creo ! Mora en mi persona tanta turbación de plazer, que me haze no sentir todo el gozo que poseo.

Melibea. Señor mió, pues me fie en tus manos, pues quise complir tu voluntad, no sea de peor condición por ser piadosa que si fuera esquiua z sin misericordia; no quieras 5 perderme por tan breue deleyte, z en tan poco espacio : que las mal fechas cosas, después de cometidas, mas presto se pueden reprehender que emendar. Goza de lo que yo gozo, que es ver z llegar a tu persona : no pidas ni tomes aquello, que tomado, no sera en tu mano boluer. Guarte, señor, de 10 dañar lo que con todos los tesoros del mundo no se res- taura.

Calisto. Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he gastado, que seria, quando me la diessen dese- challa? Ni tu, señora, me lo mandaras, ni yo podria acabarlo 15 comigo. No me pidas tal couardia: no es fazer tal cosa de ninguno que hombre sea, mayormente amando como yo. Nadando por este fuego de tu desseo toda mi vida, no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis passados trabajos ? 20

Melibea. Por mi vida, que avnque hable tu lengua quanto quisiere, no obren las manos quanto pueden. Esta quedo, señor mió.

Calisto. Para que, señora? Para que no este queda mi passion ? para penar de nueuo ? para tornar al juego de 25 comienco ? Perdona, señora, a mis desuergoncadas manos, que jamas pensaron de tocar tu ropa con su indignidad z poco merecer; agora gozan de llegar a tu gentil cuerpo, z lindas z delicadas carnes.

Melibea. Apártate alia, Lucrecia. 30

Calisto. Porque, mi señora? Bien me huelgo que estén semejantes testigos de mi gloria.

Melibea. Yo no los quiero de mi yerro. Si pensara que

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tan desmesuradamente te auias de hauer comigo, no fiara mi persona de tu cruel conuersacion.

Sosia. Tristan, bien oyes lo que passa. En que términos anda el negocio ! 5 Tristan. Oygo tanto, que juzgo a mi amo por el mas bienauenturado hombre que nascio : e por mi vida, que avnque soy mochacho, que diesse tan buena cuenta como mi amo.

Sosia. Para con tal joya quienquiera se ternia manos ;

10 pero con su pan se la coma, que bien caro le cuesta: dos mo^os entraron en la salsa destos amores.

Tristan. Ya los tiene oluidados. Dexaos morir siruiendo a ruynes ; hazed locuras en confianca de su defensión ! Viuiendo con el conde, que no matase el hombre, me daua

15 mi madre por consejo. Veslos a ellos alegres z abracados, z sus seruidores con harta mengua degollados.

Melibea. O mi vida z mi señor! como has quisido que pierda el nombre z corona de virgen por tan breue deleyte ? O pecadora de mi madre ! si de tal cosa fueses sabidora,

20 como tomarias de grado tu muerte, z me la darias a mi por fuerza ! Como serias cruel verdugo de tu propia sangre ! Como seria yo fin quexosa de tus dias ! O mi padre hon- rrado ! como he dañado tu fama, z dado causa z lugar a que- brantar tu casa ! O traydora de mi ! como no mire primero

25 el gran yerro que seguia de tu entrada, el gran peligro que esperaua !

Sosia. Ante quisiera yo oyrte esos miraglos : todas sabes essa oración, después que no puede dexar de ser hecho; z el bouo de Calisto que se lo escucha! 30 Calisto. Ya quiere amanecer: que es esto? No me paresce que ha vna hora que estamos aqui, z da el relox las tres.

Melibea. Señor, por Dios, pues ya todo queda por ti,

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pues ya soy tu dueña, pues ya no puedes negar mi amor, no me niegues tu vista de dia passando por mi puerta, de noche donde tu ordenares, z por el presente te ve con Dios, que no seras visto, que haze escuro, ni yo en casa sentida, que avn no amanesce. 5

Calisto. Mocos, pone el escala.

Sosia. Señor, vesla aqui, baxa.

Melibea. Lucrecia, vente acá, que estoy sola; aquel señor mió es ydo : comigo dexa su coracon, consigo lleua el mió. Asnos oydo ? 10

Lucrecia. No, señora, dormiendo he estado. Escucha, escucha : gran mal es este!

Melibea. Que es esto que oygo, amarga de mi?

Tristan. O mi señor z mi bien muerto! O mi señor z nuestra honrra despeñado ! O triste muerte z sin confession ! 15 Coge, Sosia, essos sesos de essos cantos, júntalos con la cabeca del desdichado amo nuestro. O dia de aziago ! O arrebatado fin !

Melibea. O desconsolada de mi ! Que es esto ? Que puede ser tan áspero contescimiento como oygo ? Ayúdame a sobir, 20 Lucrecia, por estas paredes, veré mi dolor, sino hundiré con alaridos la casa de mi padre. Mi bien z plazer todo es ydo en humo, mi alegria es perdida, consumióse mi gloria.

Lucrecia. Tristan, que dizes, mi amor? que es esso que lloras tan sin mesura ? 25

Tristan. Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores : cayo mi señor Calisto del escala, z es muerto ; su cabeca esta en tres partes ; sin confession pereció. Diselo a la triste z nueua amiga, que no espere mas su penado amor. Toma tu, Sosia, dessos pies : lleuemos el cuerpo de nuestro que- 30 rido amo donde no padezca su honrra detrimento, avnque sea muerto en este lugar. Vaya con nosotros llanto, acompá- ñenos soledad, síganos desconsuelo, visítenos tristeza, cubra- nos luto z dolorosa xerga.

8

Melibea. O la mas de las tristes triste ! Tan tarde alcancado el plazer, tan presto venido el dolor !

Lucrecia. Señora, no rasgues tu cara, ni meses tus cabe- llos. Agora en plazer, agora en tristeza, que planeta houo que tan presto contrario su operación ? Que poco coracon es este? Leuanta, por Dios, no seas hallada de tu padre en tan sospe- choso lugar, que seras sentida. Señora, señora, no me oyes ? No te amortezcas, por Dios ; ten esfuerco para sofrir la penax pues touiste osadia para el plazer.

Melibea. Oyes lo que aquellos mocos van hablando? Oyes sus tristes cantares ? Rezando lleuan con responso mi bien todo ; muerta lleuan mi alegria ; no es tiempo de yo viuir. Como no goze mas del gozo ? Como tuue en tan poco la gloria que entre mis manos toue ? O ingratos mortales ! jamas conosces vuestros bienes, sino quando dellos cares- ceys !

Lucrecia. Abiuate, abiua, que mayor mengua sera ha- llarte en el huerto, que plazer sentiste con la venida, ni pena con ver que es muerto. Entremos en la cámara, acostarte as : llamare a tu padre, z fingiremos otro mal ; pues este no es para poderse encobrir.

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ARGUMENTO DEL QUINZENO AUTO

Lucrecia llama a la puerta de la cámara de Pleberio. Pregúntale Pleberio lo que quiere. Lucrecia le da priessa que vaya a ver su hija Melibea. Le- uantado Pleberio, va a la cámara de Melibea: consuélala, preguntando que mal tiene. Finge Melibea dolor de coraron. Embia Melibea a su padre por algunos estrumentos músicos ; sube ella z Lucrecia en vna torre ; embia de si a Lucrecia ; cierra tras ella la puerta. Llegase su padre al pie de la torre : descúbrele Melibea todo el negocio que hauia passado : en fin dexase caer de la torre abaxo.

Pleberio. Que quieres, Lucrecia? Que quieres tan pre- surosa? Que pides con tanta importunidad z poco sosiego? Que es lo que mi hija ha sentido? Que mal tan arrebatado puede ser, que no aya yo tiempo de me vestir, ni me des avn espacio a me leuantar? 5

Lucrecia. Señor, apresúrate mucho, si la quieres ver viua, que ni su mal conozco de fuerte, ni a ella ya de desfigurada.

Pleberio. Que es esto, hija mia? Que dolor z sentimiento es el tuyo ?Quenouedad es esta ? Que poco esfuerzo es este ? Mirame que soy tu padre: fabla comigo, cuéntame la causa 10 de tu arrebatada pena. Que has ? que sientes ? que quieres ? habíame, mirame, dime la razón de tu dolor, porque presto sea remediado: no quieras embiarme con triste postrimería al sepulcro. Ya sabes que no tengo otro bien sino a ti : abre essos alegres ojos z mirame. 15

Melibea. Ay dolor !

Pleberio. Que dolor puede ser, que yguale con ver yo el tuyo ? Tu madre esta sin seso en oyr tu mal ; no pudo venir a verte de turbada. Esfuerza tu fuerza, abiua tu coraron, arreziate de manera que puedas tu comigo yr a visitar a ella. 20 Dime, anima mia, la causa de tu sentimiento.

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Melibea. Pereció mi remedio.

Pleberio. Hija, mi bien amada z querida del viejo padre, por Dios, no te ponga desesperación el cruel tormento desta tu enfermedad z passion ; que a los flacos corazones el dolor 5 los arguye. Si tu me cuentas tu mal, luego sera remediado; que ni faltaran medicinas, ni médicos, ni simientes para buscar tu salud, agora consista en yeruas, o en piedras, o en palabras, o este secreta en cuerpos de animales. Pues no me fatigues mas, no me atormentes, no me hagas salir de mi 10 seso, z dime, que sientes?

Melibea. Vna mortal llaga en medio del coracon, que no me consiente hablar. No es ygual a los otros males ; menes- ter es sacarle para ser curada, que esta en lo mas secreto del.

Pleberio. Temprano cobraste los sentimientos de la vegez : 15 la mocedad toda suele ser plazer z alegría, enemiga de enojo. Leuantate de ay; vamos a ver los frescos ayres de la ribera, alegrarte has con tu madre, descansara tu pena. Cata, si huyes de plazer, no ay cosa mas contraria a tu mal.

Melibea. Vamos donde mandares : subamos, señor, al 20 azotea alta, porque desde alli goze de la deleytosa vista de los nauios ; por ventura afloxara algo mi congoxa.

Pleberio. Subamos, z Lucrecia con nosotros.

Melibea. Mas si a ti plazera, padre mió, mandar traer algún instrumento de cuerdas con que se sufra mi dolor o 25 tañiendo, o cantando : de manera, que avnque aquexe por vna parte la fuerza de su acídente, mitigarlo han por otra los dulces sones z alegre armonía.

Pleberio. Esso, hija mia, luego es fecho: yo lo voy aparejar.

30 Melibea. Lucrecia amiga, muy alto es esto. Ya me pesa por dexar la compañía de mi padre : baxa a el, z dile que se pare al pie desta torre, que le quiero dezir vna palabra, que se me oluido que fablasse a mi madre.

- tés -

Lucrecia. Ya voy, señora,

Melibea. De todos soy dexada : bien se ha aderezado la manera de mi morir : algún aliuio siento en ver que tan presto seremos juntos, yo z aquel mi querido z amado Calisto. Quiero cerrar la puerta, porque ninguno suba a me 5 estoruar mi muerte, no me impidan la partida, no me atajen el camino, por el qual en breue tiempo podre visitar en este dia al que me visito la passada noche. Todo se ha hecho a mi voluntad : buen tiempo terne para contar a Ple- berio mi señor la causa de mi ya acordado fin. Gran sin- 10 razón hago a sus canas, gran ofensa a su vegez, gran fatiga le acarreo con mi falta, en gran soledad le dexo, pero no es mas en mi mano. Tu, Señor, que de mi habla eres testigo, ves mi poco poder: ves quan catiua tengo mi libertad, quan presos mis sentidos de tan poderoso amor del muerto caua- 1 5 •llero, que priua al que tengo con los viuos padres !

Pleberio. Hija mia Melibea, que hazes sola? Que es tu voluntad dezirme ? Quieres que suba alia ?

Melibea. Padre mió, no pugnes ni trabajes por venir adonde yo esto, que estoruaras la presente habla que te 20 quiero fazer. Lastimado seras breuemente con la muerte de tu vnica fija : mi fin es llegado, llegado es mi descanso z tu passion, llegado es mi aliuio z tu pena, llegada es mi acom- pañada hora z tu tiempo de soledad. No hauras, honrrado padre, menester instrumentos para aplacar mi dolor, sino 25 campanas para sepultar mi cuerpo. Si me escuchas sin lagri- mas, oyrasla causa desesperada de mi forcada z alegre partida : no la interrumpas con lloro ni palabras ; sino quedaras mas quexoso en no saber porque me mato, que doloroso por verme muerta. Ninguna cosa me preguntes, ni respondas, 30 mas de lo que de mi grado dezirte quisiere; porque quando el coraron esta embargado de passion, están cerrados los oydos al consejo, z en tal tiempo las frutuosas palabras, en

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lugar de amansar, acrecientan la saña. Oye, padre viejo, mis vltimas palabras, z si como yo espero las recibes, no culparas mi yerro. Bien vees z oyes este triste z doloroso sentimiento que toda la cibdad haze : bien vees este clamor 5 de campanas, este alarido de gentes, este aullido de canes, este grande estrepito de armas ; de todo esto fuy yo la causa. Yo cobri de luto z xergas en este dia quasi la mayor parte de la cibdadana caualleria; yo dexe oy muchos siruientes des- cubiertos de señor ; yo quite muchas raciones z limosnas a

10 pobres z enuergon^antes ; yo fuy ocasión que los muertos touiessen compañía del mas acabado hombre que en gracia nascio ; yo quite a los viuos el dechado de gentileza, de inuenciones galanas, de atauios z bordaduras, de habla, de andar, de cortesía, de virtud ; yo fuy causa que la tierra

15 goze sin tiempo el mas noble cuerpo z mas fresca juuentud, que al mundo era en nuestra edad criada. E porque estaras espantado con el son de mis no acostumbrados delitos, te quiero mas aclarar el hecho. Muchos dias son passados, padre mío, que penaua por mi amor vn cauallero que se

20 llamaua Calisto, el qual tu bien conociste ; conosciste assi- mismo sus padres, z claro linaje; sus virtudes z bondad a todos eran manifiestas. Era tanta su pena de amor, z tan poco el lugar para hablarme, que descubrió su passion a vna astuta z sagaz muger, que llamauan Celestina : la qual, de

25 su parte venida a mi, saco mi secreto amor de mi pecho. Descobria a ella lo que a mi querida madre encubría ; touo manera como gano mi querer; ordeno como su desseo z el mió houiessen efeto. Si el mucho me amaua, no viuia enga- ñado : concertó el triste concierto de la dulce z desdichada

30 execucion de su voluntad. Vencida de su amor, dile entrada en tu casa : quebranto con escalas las paredes de tu huerto ; quebranto mi proposito ; perdí mi virginidad. A la buelta de su venida, como de la fortuna mudable estouiese dispuesto

167

z ordenado, según su desordenada costumbre, como las paredes eran altas, la noche escura, la escala delgada, los simientes que traya no diestros en aquel genero de seruicio, no vido bien los passos, puso el pie en vazio z cayo : de la triste cayda sus mas escondidos sesos quedaron repartí- 5 dos por las piedras z paredes. Cortaron las hadas sus hilos, cortáronle sin confession su vida, cortaron mi esperanza, cortaron mi gloria, cortaron mi compañía. Pues, que cruel- dad seria, padre mió, muriendo el despeñado, que viuiesse yo penada? Su muerte combida a la mia; combidame, z 10 fuerca que sea presto sin dilación ; muéstrame que ha de ser despeñada por seguille en todo. No digan por mi: a muertos z a ydos... E assi contentarle he en la muerte, pues no tuue tiempo en la vida. O mi amor z señor Calisto ! espérame, ya voy : detente, si me esperas ; no me incuses la tardanza 1 5 que hago, dando esta vltima cuenta a mi viejo padre, pues le deuo mucho mas. O padre mió muy amado ! ruegote, si amor en esta passada z penosa vida me has tenido, que sean juntas nuestras sepulturas, juntas nos hagan nuestras obse- quias. Algunas consolatorias palabras te diría antes de mi 20 agradable fin, coligidas z sacadas de aquellos antigos libros, que tu por mas aclarar mi ingenio, me mandauas leer; sino que ya la dañada memoria con la grand turbación las ha perdido, z avn porque veo tus lagrimas mal sofridas decir por tu arrugada haz. Salúdame a mi cara z amada madre : 25 sepa de ti largamente la triste razón por que muero. Gran plazer lleuo de no la ver presente ! Toma, padre viejo, los dones de tu vegez, que en largos dias largas se sufren tris- tezas ; recibe las arras de tu senetud antigua, rescibe alia tu amada hija. Gran dolor lleuo de mi, mayor de ti, muy 30 mayor de mi vieja madre. Dios quede contigo z con ella : a el ofrezco mi alma : pon tu en cobro este cuerpo que alia baxa.

168

ARGUMENTO DEL DIEZ Z SEYS Z VLTIMO AUTO

Pleberío tornado a su cámara con grandissimo llanto, pregúntale Alisa su muger la causa de tan súpito mal : cuéntale la muerte de su hija Meli- bea, mostrándole el cuerpo della todo hecho pedamos, z haziendo su planto concluye.

Alisa. Que es esto, señor Pleberio? Por que son tus fuertes alaridos ? Sin seso estaua adormida del pesar que oue quando oy dezir que sentía dolor nuestra hija : agora oyendo tus gemidos, tus vozes tan altas, tus quexas no acostumbra- 5 das, tu llanto z congoxa de tanto sentimiento, en tal manera penetraron mis entrañas, en tal manera traspasaron mi coracon, assi abiuaron mis turbados sentidos, que el ya rescebido pesar alance de mi. Vn dolor saco otro, vn senti- miento otro. Dime la causa de tus quexas : porque maldizes

10 tu honrrada vegez ? porque pides la muerte ? porque arrancas tus blancos cabellos ? porque hieres tu honrrada cara ? Es algún mal de Melibea? Por Dios, que meló digas, porque si ella pena no quiero yo viuir.

Pleberio. Ay, ay, noble muger ! nuestro gozo en el pozo;

]5 nuestro bien todo es perdido; no queramos mas viuir! E porque el incogitado dolor te de mas pena todo junto sin pensarle, porque mas presto vayas al sepulcro, porque no llore yo solo la perdida dolorida de entramos, ves alli a la que tu pariste z yo engendre, hecha pedacos. La causa supe

20 della, mas la he sabido por estenso desta su triste siruienta : ayúdame a llorar nuestra llagada postremeria. O gentes que venis a mi dolor, o amigos z señores, ayúdame a sentir mi pena ! O mi hija z mi bien todo ! crueldad seria que viua yo sobre ti. Mas dignos eran mis sesenta años de la sepultura

169

que tus veynte. Turbóse la orden del morir con la tristeza que te aquexaua. O mis canas, salidas para auer pesar! mejor gozara de vosotros la tierra, que de aquellos ruuios cabellos que presentes veo. Fuertes dias me sobran para viuir; quexar- me he de la muerte? Incusarla de su dilación? Quanto 5 tiempo me dexare solo después de ti, fálteme la vida, pues me falto tu agradable compañía. O muger mia ! leuantate de sobre ella, z si alguna vida te queda, gástala comigo en tristes gemidos, en quebrantamiento z sospirar; e si por caso tu espiritu reposa con el suyo, si ya has dexado esta vida 10 de dolor, porque quesiste que lo passe yo todo ? En esto tenes ventaja las hembras a los varones, que puede vn gran dolor sacaros del mundo sin lo sentir ; o a lo menos perdeys el sentido que es parte de descanso. O duro coracon de padre! como no te quiebras de dolor, que ya quedas sin tu 15 amada heredera? Para quien edifique torres? Para quien aquiri honrras ? Para quien plante arbores ? Para quien fabrique nauios? O tierra dura! como me sostienes? Adonde hallara abrigo mi desconsolada vegez ? O fortuna variable, ministra z mayordoma de los temporales bienes ! porque no executaste 20 tu .cruel ira, tus mudables ondas, en aquello que a ti es sub- jeto ? porque no destruyste mi patrimonio ? porque no quemaste mi morada? porque no asolaste mis grandes heredamientos ? Dexarasme aquella florida planta, en quien tu poder no tenias: dierasme, fortuna flutuosa, triste la 25 mocedad con vegez alegre, no peruertieras la orden. Mejor sufriera persecuciones de tus engaños en la rezia z robusta edad, que no en flaca postremeria. O vida de congoxas llena, de miserias acompañada! O mundo, mundo! muchos mucho de ti dixeron ; muchos en tus qualidades metieron 30 la mano. A diuersas cosas por oydas te compararon ; yo por triste esperiencia lo contare, como a quien las ventas z com- pras de tu engañosa feria no prósperamente sucedieron,

170

como aquel que mucho ha fasta agora callado tus falsas propiedades, por no encender con odio tu yra ; porque no me sacasses sin tiempo esta flor, que este dia echaste de tu poder : pues agora sin temor, como quien no tiene que per- 5 der, como aquel a quien tu compañia es ya enojosa, como caminante pobre, que sin temor de los crueles salteadores va cantando en alta voz. Yo pensaua en mi mas tierna edad que eras z eran tus hechos regidos por alguna orden ; agora visto el pro z la contra de tus bienandanzas, me pareces vn labe- lo rinto de errores, vn desierto espantable, vna morada de fieras, juego de hombres que andan en corro, laguna llena de cieno, región llena de espinas, monte alto, campo pedre- goso, prado lleno de serpientes, huerto florido z sin fruto, fuente de cuydados, rio de lagrimas, mar de miserias, tra- 15 bajo sin prouecho, dulce poncona, vana esperanza, falsa alegria, verdadero dolor. Ceuasnos, mundo falso, con el manjar de tus deleytes ; al mejor sabor nos descubres el anzuelo ; no lo podemos huyr, que nos tiene ya cacadas las voluntades. Prometes mucho, nada no cumples: echasnos 20 de ti, porque no te podamos pedir que mantengas tus vanos prometimientos. Corremos por los prados de tus viciosos vicios, muy descuydados, a rienda suelta ; descubresnos la celada, quando ya no ay lugar de boluer. Muchos te dexaron con temor de tu arrebatado dexar; bienauenturados sellama- 25 ran, quando vean el galardón que a este triste viejo has dado en pago de tan largo seruicio. Quiebrasnos el ojo, z vntasnos con consuelos el casco : hazes mal a todos, porque ningún triste se halle solo en ninguna aduersidad, diziendo que es aliuio a los miseros como yo, tener compañeros en la pena; 30 pues, desconsolado viejo, que solo estoy! Yo fui lastimado sin hauer ygual compañero de semejante dolor, avnque mas en mi fatigada memoria rebueluo presentes z passados. Que si aquella seueridad z paciencia de Paulo Emilio me viniere

171

a consolar con perdida de dos hijos muertos en siete dias, diziendo que su animosidad obro que consolasse el al pueblo romano, z no el pueblo a el, no me satisfaze, que otros dos le quedauan dados en adobcion. Que compañia me teman en mi dolor aquel Pericles, capitán ateniense, ni 5 el fuerte Xenofon ? pues sus perdidas fueron de hijos absen- tes de sus tierras. Ni fue mucho no mudar su frente z tenerla serena, z el otro responder al mensajero, que las tris- tes albricias de la muerte de su hijo le venia a pedir, que no recibiesse el pena, que el no sentía pesar: que todo esto bien 10 diferente es a mi mal. Pues menos podras dezir, mundo lleno de males, que fuimos semejantes en perdida aquel Anaxagoras z yo, que seamos yguales en sentir, z que res- ponda yo, muerta mi amada hija, lo que el su vnico hijo, que dixo: como yo fuesse mortal, sabia que hauia de morir 15 el que yo engendraua ; porque mi Melibea mato a si misma de su voluntad a mis ojos con la gran fatiga de amor que la aquexaua, el otro matáronle en muy licita batalla. O incom- parable perdida! O lastimado viejo! que quanto mas busco consuelos, menos razón fallo para me consolar: que si el 20 profeta z rey Dauid al hijo que enfermo lloraua, muerto no quiso llorar, diziendo que era casi locura llorar lo irre- cuperable; quedauanle otros muchos, con que soldase su llaga. E yo no lloro triste a ella muerta, pero la causa desas- trada de su morir. Agora perderé contigo, mi desdichada 25 hija, los miedos z temores, que cada dia me espauorecian : sola tu muerte es la que a mi me haze seguro de sospecha. Que harer guando entre en tu cámara z retraymientoT z la halle. ,sj)k? Que haré de que no me respondas si te llamo ? Quien me podra cobrir la gran falta que tu me hazes ? Nin- 30 guno perdió lo que yo el dia de oy, avnque algo conforme parescia la fuerte animosidad de Lambas de Auria, duque de los atenienses, que a su hijo herido con sus bracos desde la

172

nao echo en la mar : porque todas estas son muertes, que .Jf*^ si roban la vida, es forjado complir con la fama. Pero quien

forcc^m^ Pues' 0 . ¿¿mundo "halaguero, que remedio das a mi fatigada vegez? ^5 como me mandas quedar en ti, conosciendo tus falacias, tus lazos, tus cadenas z redes, con que pescas nuestras flacas voluntades ? a do me pones mi hija ? Quien acompañara mi , desacompañada morada? Quien terna en regafós mis años que caducan? O amor, amor! que no pense que tenias

10 merca ni poder de matar a tus subjetos ! Herida fue de ti mi juuentud : por medio de tus brasas passe; como me sol- taste, para me dar la paga de la huyda en mi vegez ? Bien pense que de tus lazos me auia librado, quando los quarenta años toque, quando fui contento con mi conjugal compa-

15 ñera, quando me vi con el fruto que me cortaste el dia de oy. No pense que tomauas en los hijos la venganza de los padres: ni se si hieres con hierro, ni si quemas con fuego ; sana dexas la ropa, lastimas el coracon. Hazes que feo amen, z hermoso les parezca. Quien te dio tanto poder?

20 quien te puso nombre que no te conuiene ? Si amor fues- ses, amarías a tus siruientes : si los amases, no les darías pena : si alegres viuiesen, no se matarian, como agora mi amada hija. En que pararon tus siruientes, z sus ministros? La falsa alcahueta Celestina murió a manos de los mas fieles

25 compañeros que ella para tu seruicio enponcoñado jamas hallo ; ellos murieron degollados, Calisto despeñado : mi triste fija quiso tomar la misma muerte por seguirle. Esto todo causas : dulce nombre te dieron, amargos hechos hazes. No das yguales galardones : iniqua es la ley, que a

30 todos ygual no es. Alegra tu sonido, entristece tu trato. Bien- auenturados los que no conociste, o de los que no te curaste. Dios te llamaron otros, no se con que error de su sentido traydos. Cata que Dios mata los que crio : tu matas los que

173

te siguen. Enemigo de toda razón, a los que menos te siruen das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congoxosa danca. Enemigo de amigos, amigo de enemigos, porque te riges sin orden ni concierto? Ciego te pintan, pobre z mogo : ponente vn arco en la mano, con que tiras a tiento ; 5 mas ciegos son tus ministros, que jamas sienten ni veen el desabrido galardón que saca de tu seruicio. Tu fuego es de ardiente rayo, que jamas haze señal do llega. La leña que gasta tu llama son almas z vidas de humanas criaturas ; las quales son tantas, que de quien comentar pueda, apenas me 10 ocurre. No solo de christianos, mas de gentiles z judíos, z todo en pago de buenos seruicios. Que me dirás de aquel Macias de nuestro tiempo, como acabo amando, cuyo triste fin tu fuiste la causa ? Que hizo por ti París ? que Elena ? que hizo Ypermestra ? que Egisto ? Todo el mundo 1 5 lo sabe. Pues a Sapho, Ariadna, Leandro, que pago les diste ? Hasta Dauid z Salomón non quisiste dexar sin pena.- Por tu amistad Sansón pago lo que mereció, por creerse de quien tu le forjaste a darle fe: otros muchos que callo, porque tengo harto que contar en mi mal. Del mundo me 20 quexo, porque en si me crio : porque no me dando vida, no engendrara en el a Melibea : no nascida, no amara : no amando, cessarami quexosa z desconsolada postrimería. O mi compañera buena, o mi hija despedazada! porque no quesiste que estoruasse tu muerte ? porque no houiste lastima de tu 25 querida z amada madre? porque te mostraste tan cruel con tu viejo padre ? porque me dexaste quando yo te hauia de dexar? porque me dexaste penado? porque me dexaste triste z solo in hac lachrimarum valle ?

174

ERRATAS Y DEFICIENCIAS DE LA EDICIÓN DE BURGOS 1499 QUE SE HAN SUBSANADO EN LA PRESENTE REIMPRESIÓN

REIMPRESION BURGOS i499

gina

1.

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incomparablemente

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1.

diferimos

deferimos

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1.

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viniessedes

vinissedes

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regenreacion

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Claudiana

Clandiana

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48, l. 30

48, l. 31

175

REIMPRESION

gozaríamos ninguno delectable de

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ninguna

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BURGOS i499

gozoriamos nieguno delctable da

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- i76 -

REIMPRESION

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l 13

veyas

BURGOS 1499

cerno cuerdas

diccho

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rozón

Niguno

enejo

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donosos

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Imita la

ya

cojure timididos partizilla a las haremos la vida de Maldeziente Melibea para, caso

susurays

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177

REIMPRESION BURGOS i09

Página 8j, l 18 caerás cavaras

8;, l. 22 por per

8y, l. 4 los lo

#7, /. 12 la primera le primera ~ 9°y l- 6 querria quería

92, /. 24 quexaseme quexasseme

94, I- 16 numero unmero

94, l> 27 empachado emachado

9/, /. 28 gallillo galillo

98, l 2

del Argum. falla fallo

99, 1. 24 noche nocho

100, /. 7 querria quería

101, L 2 Celestina Celistina

10), L ij aderecen adrecen

103, l. 31 subamos . subamas

104, l. 10 penes penas

106, l i9 querria quería

108, 1. 7 grado o por grado z por

io9, l i3 della dello

1051, /. 2/ desabrido dessabrido

110, l. 20 le he visto le visto " 111 9 l- 26 cáncer cancre

l- iJ-16 no sabe otra cosa en nosabeenotra que cosa que

ir?, 1. 21 preciauan preciaua

114, l- 2; denostadas desnostadas

114, L 31 sartén serten

iij, 7. 19 amor, a esta amor, esta 116, L 10 Caualleros viejos Cauellerosvejos

116, /. 13 duquesa dequesa

116, L 18 entrar enttar

- i78 -

Página 117, I. 17

117, /. 2)-2

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n?> L 5 del Argutn.

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l. 27

REIMPRESION

feligrés

acordándome de ningún

defendiéndole

viniesses

coraron

dentro

en

melena

llagado z doblan presto

escrupulosos

cauallero

Arcediano

saya

cuello

otra tiene

tardanca

donde

catiuo de tu

las llaues

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tu grandeza sangre casa de mucho con

buscando querría mate broquel

BURGOS 1499

filigres

acordándome a ningund

defendióle

veniesses

coro^on

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melezina llagado doblan preste

escropulosos

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179

REIMPRESION

manderecha aya

voluntad

Sosia

corporal

recordasedes

plazas

partes

cometidas

pueden

diessen

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consumióse

siganos

razón

hago

muerte

laberinto

porque

BURGOS t499

maderecha ay

valuntad

Sosias

coporal

rocordasedes

palzas

pertes

cometidos

puedan

diesse

el

consumiosse

sigamos

rozón

haho

murte

labarinto

prque

MACON, PROTAT HERMANOS, IMPRESORES.

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