COLECCIÓN UNIVERSAL N“ 489 a 491 ^

M. DE CERVANTES

Comedias y Entremeses

TOMO U

El gallardo español. - T^a casa de los celos.

MADRID, 1921

UNIVERSITY OF ILLINOIS LIBRARY AT URBANA-CHAMPAIGN OAK STREET LIBRARY FACILITY

M. de Cervantes

COMEDIAS Y ENTREMESES

TOMO II

MCMXXI

Papel expresamente fabricado por La Papelera Española

M. DE CERVANTES

Comedias y Entremeses

TOMO n

El gallardo español. - Ea casa de los celos.

MADRID, 1921

J

“Tipográfica Renovación** (C. A.) Larra, 6 y

8. - MADRID

COMEDIA FAMOSA DEL GALLARDO ESPAÑOL

Hablan en esta primera jornada las personas siguientes:

Arlaxa, mora.

Alimuzel, moro.

Don Alonso de Córdova. conde de Alcaudete, gene- ral de Orán.

Don Fernando de Saavedra.

Guzmán, capitán.

Fratín, ingeniero.

Un soldado.

Cebrián, moro, criado de Alimuzel.

Nacor, moro.

Don Martín de Córdova.

Uno con una petición.

Buitrago, soldado.

Un pajecillo.

Oropesa, cautivo..

Robledo, alférez.

JORNADA PRIMERA

Salen Arlaxa, mora, y Alimuzel, moro,

ARLAXA

Es el caso, Alimuzel, que, a no traerme el cristiano, te será el amor tirano, y yo te seré cruel.

Quiérele preso y rendido, aunque sano y sin cautela.

ALIMUZEL

¿Posible es que te desuela deseo tan mal nacido?

Conténtate que le mate, si no pudiere rendille; que detener al herille el brazo, será dislate.

Partiréme a Orán al punto, y desafiaré al cristiano, y haré por traerle sano, pues no le quieres difunto.

Pero si acaso el rigor de la cólera me incita y su muerte solicita,

¿tengo de perder tu amor?

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¿Está tan puesto en razón Marte, desnuda la espada, que la tenga nivelada al peso de tu afición?

ARLAXA

Alimuzel, yo confieso que tienes razón en parte; que, en las hazañas de Marte, hay muy pocas sin exceso, el cual se suele templar con la cordura y valor.

Yo he puesto precio en amor; mira si le puedes dar.

Quiero ver la bizarría deste que con miedo nombro, deste espanto, deste asombro de toda la Berbería; deste Fernando valiente, ensalzador de su crisma y coco de la morisma que nombrar su nombre siente; deste Atlante de su España, su nuevo Cid, su Bernardo, su don Manuel el Gallardo (1), por una y otra hazaña.

Quiero de cerca miralle, pero rendido a mis pies.

(1) Manuel Ponce de León, celebrado en romances.

ALIMUZEL

Haz cuenta que ya lo ves, puesto que en ayudalle todo el cielo.

ARLAXA

¿Pues qué esperas?

ALIMUZEL

Espero , a ver si te burlas; aunque para tus burlas siempre han sido puras veras. Comedido, como amante, soy, y sólo decirte que el deseo de servirte me hace ser arrogante.

Puedes de prometerte imposibles sobrehumanos, mil prisioneros cristianos que vengan a obedecerte.

ARLAXA

Tráeme solamente al fuerte don Fernando Saavedra, que con él veré que medra y se mejora mi suerte, y aun la tuya, pues te doy palabra que he de ser tuya como el hecho se concluya a mi gusto.

ALIMUZEL

Quizá hoy oirán los muros de Orán mi voz en el desafío, y aun de los cielos confío, que luz y vida nos dan, que han de acudir a mi intento con suceso venturoso.

ARLAXA

Parte, Alimuzel famoso.

ALIMUZEL

Fuerzas de tu mandamiento me llevan tan alentado, que acabaré con valor el imposible mayor que se hubiere imaginado.

ARLAXA

Ve en paz, que de aquesta guerra la Vitoria te adivino.

Entrase Arlaxa.

ALIMUZEL

¡Queda en paz, rostro divino, ángel que mora en la tierra, bizarra sobre los hombres que a guerra a Marte provocan, a quien de excelencias tocan mil títulos y renombres; en extremo poderosa

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de dar tormento y placer, hielo que nos hace arder en viva llama amorosal Queda en paz, que, sin tu sol, ya camino en noche escura; resucite mi ventura la muerte deste español.

Mas, ;ay, que no he de matalle, sino prendelle, y no más!

¿Quién tal deseo jamás vió, ni pudo imaginalle?

Entrase Alimuzel.

Salen Don Alonso de Córdova, conde de Alcaudete, general de Orán; Don Fernando de Saavedra; Guz- mán, capitán: Fratín, ingeniero.

FRATÍN

Hase de alzar, señor, esta cortina a peso de aquel cubo, que responde a éste, que descubre la marina.

De la silla esta parte no se esconde;

mas ¿qué aprovecha, si no está en defensa,

ni Almarza a nuestro intento corresponde?

DON ALONSO

El cerco es cierto, y más cierta la ofensa, si ya no son cortinas y muralla de vuestros brazos la virtud inmensa.

Donde el deseo de la fama se halla, las defensas se estiman en un cero, y a campo abierto salta a la batalla.

Venga, pues, la morisma, que yo espero en Dios y en vuestras manos vencedoras que volverá el león manso cordero.

Los argos, centinelas veladoras, miren al mar y miren a la tierra en las del día y las nocturnas horas.

No hay disculpa al descuido que en la guerra se hace, por pequeño que parezca, que pierde mucho quien en poco yerra; y si aviniere que el cabello ofrezca la ligera ocasión, ha de tomarse, antes que a espaldas vueltas desparezca: que, en la guerra, el perderse o el ganarse suele estar en un punto, que, si pasa, vendrá el de estar quejoso y no vengarse. En su pajiza, pobre y débil casa se defiende el pastor del sol ardiente que el campo agosta y la montaña abrasa. Quiero inferir que puede ser valiente detrás de un muro un corazón medroso cuando a sus lados que le animan siente.

Entra un soldado.

SOLDADO

Señor, con ademán bravo y airoso, g picando un alazán, un moro viene y a la ciudad se acerca presuroso.

Bien es verdad que a veces se detiene y mira a todas partes, recatado, como quien miedo y osadía tiene.

Adarga blanca trae, y alfanje al lado,

lanza con ban dereta de seguro, y el bonete con plunFias adornado.

Puedes, si gustas, verle desde el muro.

DON ALONSO

Bien de aquí se descubre; ya le veo.

Si es embajada, yo le doy seguro.

DON FERNANDO

Antes es desafio, a lo que creo.

Entra Alimuzel a caballo, con lanza y adarga.

ALIMUZEL

Escuchadme, los de Orán, caballeros y soldados, que firmáis con nuestra sangre vuestros hechos señalados.

Alimuzel soy, un moro de aquellos que son llamados galanes de Me liona , tan valientes como hidalgos.

No me trae aquí Mahoma a averiguar en el campo si su secta es buena o mala, que él tiene deso cuidado.

Tráeme otro dios más brioso, ^ que es tan soberbio y tan manso, que ya parece cordero, y ya león irritado.

Y este dios, que así me impele, es de una mora vasalla, que es reina de la hermosura.

de quien soy humilde esclavo.

No quiero decir que hiendo, que destrozo, parto o rajo; que animoso, y no arrogante, es el buen enamorado.

Amo, en fin, y he dicho mucho en sólo decir que amo, para daros a entender que puedo estimarme en algo.

Pero, sea yo quien fuere, basta que me muestro armado ante estos soberbios muros, de tantos buenos guardados; que si no es señal de loco, será indicio de que he dado palabra que he de cumplilla, o quedar muerto en el campo.

Y así, a ti te desafío, don Femando, el fuerte, el bravo, tan infamia de los moros cuanto prez de los cristianos.

Bien se verá en lo que he dicho que, aunque haya otros Fernandos, es aquel de Saavedra a quien a batalla llamo.

Tu fama, que no se encierra en límites, ha llegado a los oídos de Arlaxa, de la belleza milagro.

Quiere verte; mas no muerto, sino preso, y hame dado

el asunto de prenderte: mira si es pequeño el cargo.

Yo prometí de hacello, porque el que está enamorado, los más arduos imposibles facilita y hace llano.

Y para darte ocasión de que salgas mano a mano a verte conmigo agora, destas cosas te hago cargo: que peleas desde lejos, que el arcabuz es tu amparo, que en comunidad aguijas y a solas te vas despacio; que eres Ulises nocturno, no Telamón al sol claro; que nunca mides tu espada con otra, a fuer de hidalgo.

Si no sales, verdad digo; si sales, quedará llano, ya vencido o vencedor, que tu fama no habla en vano. Aquí, junto a Canastel, solo te estaré esperando hasta que mañana el Sol llegue al Poniente su carro.

Del que fuere vencedor ha de ser el otro esclavo, premio rico y premio honesto. Ven, que espero, don Fernando.

Vase,

DON ALONSO

Don Fernando, ¿qué os parece?

DON FERNANDO

Que es el moro comedido y valiente, y que merece ser de amor favorecido en el trance que se ofrece.

DON ALONSO

¿Luego pensáis de salir?

DON FERNANDO

Bien se puede esto inferir de su demanda y mi celo, pues ya se sabe que suelo a lo que es honra acudir.

Deme vuestra señoría licencia, que es bien que salga antes que se pase el día.

DON ALONSO

No es posible que ahora os valga vuestra noble valentía.

No quiero que allá salgáis, porque hallaréis, si miráis a la soldadesca ley, que obligado a vuestro rey mucho más que a vos estáis.

En la guerra usanza es vieja, y aun ley casi principal, a toda razón aneja.

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que por causa general la particular se deja.

Porque no es suyo el soldado que está en presidio encerrado, sino de aquel que le encierra, y no ha de hacer otra guerra sino a la que se ha obligado.

En ningún modo sois vuestro, sino del rey, y en su nombre sois mío, según lo muestro; y yo no aventuro un hombre que es de la guerra maestro por la simple niñería de una amorosa porfía: don Fernando, esto es verdad.

DON FERNANDO

jDe extraña reguridad usa vuestra señoría conmigo! ¿Qué dirá el moro?

DON ALONSO

Diga lo que él más quisiere; que yo guardo aquí el decoro que la guerra pide y quiere, y della ninguno ignoro.

DON FERNANDO

Respóndasele, a lo menos, y sepa que por tus buenos respetos allá no salgo.

Comedias. T. II.

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GUZMÁN

No OS tendrá por esto el galgo^ señor don Fernando, en menos.

DON ALONSO

Lleve el capitán Guzmán la respuesta.

GUZMÁN

Si haré,

y, ¡voto a tal!, si me dan licencia, que yo le al morico ganapán tal rato, que quede frío de amor con el desafio.

DON ALONSO

Respondedle cortésmente, con el término prudente que de vuestro ingenio fío.

Vanse Don Alonso y Fratín.

GUZMÁN

¿Queréis que, en vez de respuesta,.

os le una mano tal,

que se concluya la fiesta?

DON FERNANDO

Que me estará a muy mal eso, es cosa manifiesta.

Sólo a me desafía, y gran mengua me sería que otro por pelease.

Mas si el moro me esperase allí siquiera otro día, yo le saldré a responder, a pesar de todo el mundo que lo quiera defender.

GUZMÁN

i

¿En qué os fundáis?

DON FERNANDO

Yo me fundo en esto que pienso hacer: el lunes soy yo de ronda, y cuando la noche esconda la luz con su manto escuro, arrojaré me del muro a la cava.

GUZMÁN

Está muy honda, y podríais peligrar.

DON FERNANDO

Péneme en los pies el brío mil alas para volar.

Todo aquesto de vos fío.

GUZMÁN

Ya sabéis que callar.

Dejadme salir primero, porque de mi industria espero que saldréis bien deste hecho.

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DON FERNANDO

Sois amigo de provecho.

GUZMÁN

Sí, porque soy verdadero.

Vanse, y salen Alimuzel y Cebrián, su criado, que en arábigo quiere decir lacayo o mozo de caballos,

ALIMUZEL

Atale allí, Cebrián, al tronco de aquella palma; repose el fuerte alazán mientras reposa mi alma los cuidados que le dan.

Aquí a solas daré al llanto las riendas, o al pensar santo en las memorias de Arlaxa, en tanto que al campo baja aquel que se estima en tanto.

Baja la cabeza Cebrián y vase.

¡Venturoso tú, cristiano, que puedes a tus despojos añadir el más que humano que es querer verte los ojos del cielo que adoro en vano!

Y más que pena recibo desto que en el alma escribo con celoso desconcierto: que a me quieren ver muerto y a ti te quieren ver vivo.

Pero yo no haré locura

semejante; que, si venzo, o por fuerza o por ventura, daré a mis glorias comienzo dándote aquí sepultura.

Mas, si te hago morir,

¿cómo podré yo cumplir lo que Arlaxa me ha mandado?

¡Oh, triste y dudoso estado, insufrible de sufrir!

Parleras aves, que al viento esparcís quejas de amor,

¿qué haré en el mal que siento?

¿Daré la rienda al rigor o al cortés comedimiento?

Mas démosla al sueño agora; perdonadme, hermosa mora, si aplico sin tu licencia este alivio a la dolencia que en mi alma triste mora.

Echase a dormir, y sale al instante ^ Nacor, moro, con un turbante verde.

NACOR

Mahoma, ya que el amor en mis dichas no consiente, muéstrame tu favor; mira que soy tu pariente, el infelice Nacor.

Jarife soy de tu casta, y no me respeta el asta de amor que blande en mi pecho,

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un blanco a sus tiros hecho, do todas sus flechas gasta.

Y más, y no qué es esto, que, con ser enamorado, soy de tan bajo supuesto, que no hay conejo acosado más cobarde ni más presto.

Desto será buen testigo el ver aquí mi enemigo dormido, y no osar tocalle, deseando de matalle por venganza y por castigo.

Que esté celoso y con miedo, por Alá que es cosa nueva.

¿Llegaré, o estarme he quedo?

¿Cortaré en segura prueba este gordiano enredo?

Que si éste quito delante, podrá ser que vuelva amante el pecho de Arlaxa ingrato.

Muérome porque no mato; oso y tiemblo en un instante.

Entra el capitán Guzmán con espada y rodela.

GUZMÁN

¿Eres el desafiador de don Femando, por dicha?

NACOR

No tengo yo ese valor; que el corazón con desdicha

es morada del temor.

Aquél es que está allí echado; moro tan afortunado, que Arlaxa le manda y mira.

GUZMÁN

Paréceme que suspira.

NACOR

hará, que está enamorado.

GUZMÁN

.lAlimuzelI

ALIMUZEL

¿Quién me llama?

GUZMÁN

Mal acudirás, durmiendo, al servicio de tu dama.

ALIMUZEL

En el sueño va adquiriendo fuerzas la amorosa llama, porque en él se representan visiones que me atormentan, obligaciones que guarde, miedos que me hacen cobarde y celos que más me alientan. Mirándote estoy, y veo cuán propio es de la mujer tener extraño deseo.

Cosas hay en ti que ver, no que admirar.

GUZMÁN

Yo lo creo

Pero ¿por qué dices eso?

ALIMUZEL

Don Fernando, yo confieso que tu buen talle y buen brío llega y se aventaja al mío, pero no en muy grande exceso- y si no es por el gran nombre que entre la morisma tienes de ser en las armas hombre, ninguna cosa contienes que enamores ni que asombre* y yo no por qué Arlaxa tanto se angustia y trabaja por verte, y vivo, que es más.

GUZMÁN

Engañado, moro, estás* tu vano discurso ataja, que yo no soy don Fernando.

ALIMUZEL

Pues ¿quién eres?

GUZMÁN

Un su amigo

y embajador.

ALIMUZEL

Dime cuándo espera verse conmigo, porque le estoy aguardando.

GUZMÁN

Has de saber, moro diestro, que el sabio general nuestro que salga no le consiente.

ALIMUZEL

Pues ¿por qué?

GUZMÁN

Porque es prudente y en la guerra gran maestro.

Teme el cerco que se espera, y no quiere aventurar en empresa tan ligera una espada que en cortar es entre muchas primera.

Pero dice don Fernando que le estés aquí aguardando hasta el lunes, que él te jura salir en la noche escura, aunque rompa cualquier bando.

Si aquesto no te contenta, y quieres probar la suerte con menos daño y afrenta, tu brazo gallardo y fuerte con éste, que es flaco, tienta, y a tu mora llevarás.

si me vences, quizá más que en llevar a don Fernando.

ALIMUZEL

No estoy en eso pensando; muy descaminado vas.

No eres por quien me envia Arlaxa, y aunque te prenda, no saldré con mi porfía.

Haz que don Fernando entienda que le aguardaré ese día que pide, y, si le venciere, y entonces tu gusto fuere probarme en el marcial juego, mi voluntad hará luego lo que la tuya quisiere; que ya sabes que no es dado dejar la empresa primera por la segunda al soldado.

GUZMÁN

Es verdad.

ALIMUZEL

Desa manera bien quedaré disculpado.

GUZMÁN

Dices muy bien.

ALIMUZEL

Sí, bien digo. Vuélvete, y dile a tu amigo que le espero y que no tarde.

GUZMÁN

Tu Mahoma, Alí, te guarde.

ALIMUZEL

Tu Cristo vaya contigo.

Vase Guzmán.

Nacor, ¿qué es esto?, ¿a qué vienes?

NACOR

A ver cómo en esta empresa tan peligrosa te avienes; y por Alá que me pesa de ver que en punto la tienes, que el de tu muerte está a punto,

ALIMUZEL

¿En qué modo?

NACOR

En que barrunto que, si de noche peleas, sobre ti no es mucho veas todo un ejército junto.

Esto de no estar en mano de don Fernando el salir tenlo por ligero y vano; que se suele prevenir con astucias el cristiano.

De noche quieren cogerte,

por que, al matarte o prenderte,

aun el Sol no sea testigo.

No creas a tu enemigo;

Alí, procura volverte, que bien disculpado irás con Arlaxa, pues has hecho lo que es posible, y aun más.

ALIMUZEL

Consejos de sabio pecho son, Nacor, los que me das; pero no puedo admitillos, ni menos con gusto oíllos; que tiene el amor echados a mis oídos candados, a los pies y alma grillos.

NACOR

Para mejor ocasión te guarda, porque es cordura prevenir a la intención del que a su salvo procura su gloria y tu perdición.

Ven, que a Arlaxa daré cuenta de modo que diga y sienta que eres vencedor osado, pues si no sale el llamado, en se queda la afrenta.

Cuanto más que, cuando venga el cerco desta ciudad, que ya no hay quien le detenga, podrás, a tu voluntad, hacer lo que más convenga; que entonces saldrá el cristiano.

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si es arrogante y lozano, al campo abierto, sin duda.

ALIMUZEL

Bien es, Nacor, que yo acuda a tu consejo, que es sano.

Ven y vamos, pues podré, en este cerco que dices, cumplir lo que aqui falté.

Mas mira que me autorices con Arlaxa.

NACOR

(Aparte,) haré.

Sentirá Arlaxa la mengua que tanto al cristiano amengua, haciéndole della alarde; vos quedaréis por cobarde, o mal me andará la lengua.

Vanse.

Salen Don Alonso de Córdoua, general de Orán^ con- de de Alcaudetey y su hermano Don Martín de Cór- dova y Don Fernando de Saavedra.

CONDE

Señor don Martín, conviene que vuesa merced acuda a Mazalquivir, que tiene necesidad de la ayuda que vuestro esfuerzo contiene; que allí acudirá primero el enemigo ligero.

Mas que venzáis no lo dudo; que el cobarde está desnudo, aunque se vista de acero.

En su muchedumbre estriba aquesta mora canalla, que así se ncs muestra esquiva; mas cuando defensa halla, se humilla, postra y derriba.

Sus gustos, sus algazaras, si bien en ello reparas, son el canto del medroso; calla el león animoso entre las balas y jaras.

DON MARTÍN

Por mi caudillo y mi hermano te obedezco, y haré cuanto fuere, señor, en mi mano; que ni de gritos me espanto, ni de tumulto pagano.

Dame, señor, municiones, que en el trance que me pones pienso, si no faltan ellas, poner sobre las estrellas los españoles blasones.

Entra uno con una petición,

UNO

Señor, dame licencia que te lea aquesta petición.

CONDE

Lee en buen hora.

UNO

Doña Isabel de Avellaneda, en nombre de todas las mujeres desta tierra, dice que llegó ayer a su noticia que, por temor del cerco que se espera, quieres que quede la ciudad vacía de gente inútil, enviando a España las mujeres, los viejos y los niños; resolución prudente, aunque medrosa.

Y apelan desto a ti de ti, diciendo que ellas se ofrecen de acudir al muro, ya con tierra o fajina, o ya con lienzos bañados en vinagre, con que limpien el sudor de los fieros combatientes que asistan al rigor de los asaltos; que tomarán la sangre a los heridos; que las más pequeñuelas harán hilas, dando la mano al lienzo y voz al cielo, con tiernas virginales rogativas, pidiendo a Dios misericordia, en tanto que los robustos brazos de sus padres defiendan sus murallas y sus vidas; que los niños darán de buena gana para enviar a España con los viejos, pues no pueden servir de cosa alguna; mas ellas, que por útiles se tienen, no irán de ningún modo, porque piensan, por Dios, y por su ley, y por su patria,

morir sirviendo a Dios, y en la muerte, cuando el hado les fuere inexorable, dar el último vale a sus maridos, o ya cerrar los ojos a sus padres con tristes y cristianos sentimientos.

En fin, serán, señor, de más provecho que daño, por lo cual te ruegan todas que revoques, señor, lo que ordenaste, en cuanto toca a las mujeres sólo, que en ello harás a Dios servicio grande, merced a ellas, y favor inmenso.

Esto la petición, señor, contiene.

CONDE

Nunca tal me pasó por pensamiento; nunca tanto el temor se ha apoderado de mí, que hiciese prevención tan triste.

Por respuesta llevad que yo agradezco y admito su gallardo ofrecimiento, y que de su valor tendrá la fama cuidado de escribirle y de grabarle en láminas de bronce, por que viva siglos eternos. Y esto les respondo, y andad con Dios.

UNO

Por cierto que han mostrado <ie espartanas valor, de argivas brío.

Entra el capitán Guzmán.

CONDE

Pues, capitán Guzmán, ¿qué dice el moro?

GUZMÁN,

Ya se fué mal contento.

33

DON FERNANDO

(Aparte,) ¿Es ido cierto?

GUZMÁN

(Aparte.) Aguardándote está, porque es valiente, y discreto además, en lo que muestra.

DON FERNANDO

(Aparte.) Saldré, sin duda.

GUZMÁN

(Aparte.) No si lo aciertas, que está muy cerca el cerco.

DON FERNANDO

(Aparte.) Si le venzo, presto me volveré; si soy vencido, poca falta haré, pues poco valgo.

CONDE

¡Bravo parece el moro!

GUZMÁN

Bravo, cierto,

y muy enamorado y comedido.

Entra a esta sazón Buitra^o, un soldado, con la espada sin vaina, oleada con un orillo, tiros de soga, final- mente, muy malparado. Trae una tablilla con deman- da de las ánimas de purgatorio, y pide para ellas. Y esto de pedir para las ánimas es cuento verdadero, que yo lo vi, y la razón por que pedía se dice adelante. Comedias.— T. II. 3

BUITRAGO

Denme para las ánimas, señores, pues saben que me importa.

CONDE

jOh buen Buitragol

¿Cuánto ha caído hoy?

BUITRAGO

Hasta tres cuartos.

DON MARTÍN

¿Dellos qué habéis comprado?

BUITRAGO

Casi nada:

una asadura sola y cien sardinal.

DON MARTÍN

Harto habrá para hoy.

BUITRAGO

¡Por Santo Nuflo,

que apenas hay para que masque un diente!

DON MARTÍN

Comeréis hoy conmigo.

BUITRAGO

Dese modo

habrá para almorzar en lo comprado.

DON MARTÍN

¿Y la ración?

BUITRAGO

¿Qué? ¿La ración? Ya asiste a un lado del estómago, y no ocupa cuanto una casa de ajedrez pequeña.

DON FERNANDO

¡Gran comedori

GUZMÁN

Tan grande, que le ha dado el conde esta demanda por que pueda sustentarse con ella.

BUITRAGO

¿Qué aprovecha?

Que, como saben todos que no hay ánima a quien haga decir sólo un responso, si me dan medio cuarto, es por milagro; y así, pienso pedir para mi cuerpo, y no para las ánimas.

DON MARTÍN

Sería

gran discreción.

BUITRAGO

¡Oh, pese a mi linaje!,

¿no sabe todo el mundo que, si como por seis, que suelo pelear por siete?

¡Cuerpo de Dios conmigo! Denme ripio suficiente a la boca, y denme moros a las manos a pares y a millares;

verán quién es Buitrago, y si merece comer por diez, pues que pelea por veinte.

CONDE

Tiene razón Buitrago; mas agora, si llega el cerco, mostrará sus bríos, y haré yo que le den siete raciones con tal que cese la demanda.

BUITRAGO

Cese,

que entonces no habrá lengua, y habrá manos. No hay pedir, sino dar; no hay sacar almas del purgatorio entonces, sino espiches, para meter en el infierno muchas de la mora canalla que se espera.

Un pajecillo diga:

jDaca el alma, Buitrago, daca el alma!

BUITRAGO

jHijo de puta y puto, y miente, y callel ¿No sabe el cornudillo, sea quien fuere, que, aunque tenga cien cuerpos y cien almas para dar por mi rey, no daré una si me la piden dese modo infame?

DON MARTÍN

Otra vez. Cereceda.

PAJECILLO

¡Daca el almal

BUITRAGO

jPor vida de! , ; . .

^ ■’Vl' CONDE

Buitrago, con paciencia;

nólía deis vos, por más que os la demanden.

BUITRAGO

iQue tenga atrevimiento un pajecillo de pedirme a el alma! |Voto a Cristo, que, a no estar aquí el conde, don hediondo,- que os sacara la vuestra a puntillazos» aunque me lo impidiera el mismo diablo por prenda suya!

CONDE

No haya más, Buitrago; guardad vuestra alma, y dadnos vuestras manos, que serán menester, yo os lo prometo»

BUITRAGO

Denme para las ánimas agora, que todo se andará.

DON MARTÍN

Tomad.

BUITRAGO

¡Oh invicto

don Martín, generoso! Por mi diestra, que he de ser tu soldado, si,^ por dicha, vas a Mazalquivir, como se ha dicho.

DON MARTÍN

Seréis mi camarada y compañero.

BUITRAGO

|Vive Dios que eres bravo caballerol Vanse, y salen Arlaxa y Oropesa, su cautivo,

ARLAXA

(Mucho tarda Alimuzell Cristiano, no qué sea.

OROPESA

fluiste, señora, con él otra segunda Medea, famosa por ser cruel.

A una empresa le enviaste que parece que mostraste que te era en odio su vida.

ARLAXA

Yo fui parte en su partida, el todo, pues la causaste.

Las alabanzas extrañas que aplicaste a aquel Fernando, contándome sus hazañas, se me fueron estampando en medio de las entrañas, y de allí nació un deseo,

, no lascivo, torpe o feo, aupque vano por curioso, de ver un hombre famoso más de los que siempre veo.

Más que discreta, curiosa, ordené que Alimuzel fuese a la empresa dudosa;

no por mostrarme con él ingrata ni rigurosa.

Y muéstrame su tardanza que me engañó la esperanza, y que es premio merecido del deseo mal nacido tenelle quien no lo alcanza.

Yo tengo un alma bizarra y varonil, de tal suerte, que gusto del que desgarra y más allá de la muerte tira atrevido la barra. Huélgome de ver a un hombre de tal valor y tal nombre, que con los dientes tarace, con las manos despedace y con los ojos asombre.

OROPESA

Pues si viene Alimuzel y a don Fernando trae preso, no verás, señora, en él ninguna cosa en exceso de las que te he dicho dél. Tendrásme por hablador, y será más el valor de Alimuzel conocido, pues la fama del vencido se pasa en el vencedor.

Pero si acaso da el cielo a don Fernando Vitoria,

cierto está tu desconsuelo, pues tu fama en tu memoria alzará más alto el vuelo, y de no poderle ver, vendrá el deseo a crecer de velle.

ARLAXA

Tienes razón; parienta es la confusión del discurso de mujer.

Entran Alimuzel y Nacor.

ALIMUZEL

Dadle la mano, señora, o los pies a aqueste esclavo, que con el alma os adora.

ARLAXA

¿Cómo en corazón tan bravo tanta humildad, señor, mora? Alzaos, no estéis dese modo.

ALIMUZEL

A tu gusto me acomodo.

ARLAXA

¿Sois vencido» o véncedor?

ALIMUZEL

Todo lo dirá Nacor,

que se halló presente a todo.

NÁCOR

No quiso el desafiado

acudir al desafío,

aunque bien se ha disculpado.

ARLAXA

¿Ese es soldado de brío, tan temido y alabado?

¿Cómo pudo dar disculpa buena de tan fea culpa?

NACOR

Su general le detuvo, que él ninguna culpa tuvo, aunque Alimuzel le culpa; que él saliera al campo abierto a esperarle un día más, según quedó en el concierto.

ALIMUZEL

Nacor, endiablado estás; no cómo no te he muerto.

NACOR

Mal haces de amenazarme ni, soberbio, ocasión darme para que contigo rife, pues sabes que soy jarife, y que pecas en tocarme.

ARLAXA

Paso, mi señor valiente, que entiendo deste contraste, *

sin que ninguno le cuente, que ni él salió, ni esperaste.

Es así.

NACOR

ALIMUZEL

jUn jarife mientel ¡Por Alá, que es gran maldadi

NACOR

¿No se muestra la verdad en que te vienes sin él?

ALIMUZEL

¿Pude yo verme con él, encerrado en la ciudad?

¿No sabes lo que pasó, y la embajada que trujo quien por él me respondió?

NACOR

que a esperar se redujo el trance, y más no yo.

ALIMUZEL

¿Por consejo no me diste que me volviese?

NACOR

Hiciste

mal; yo bien, porque pensaba que a un cobarde aconsejaba.

43

ALIMUZEL

^E1 diablo se me reviste!

¡Incita a hacerte pedazos!

•NACOR

Jarife soy; no me toques

con los dientes ni los brazos, ,

ni a que te me provoques

duros y fuertes abrazos;

que ya sabes que Mahoma

-por suya la causa toma

del jarife, y le defiende,

y al soberbio que le ofende

a sus pies le humilla y doma.

Entran dos moros y traen cautivo a Don Fernando, en cuerpo y sin espada.

ALIMUZEL

¿Qué es aquesto? '

MORO PRIMERO

A este cristiano cautivó tu escuadra ayer junto a Orán.

DON FERNANDO

¡Miente el villano!

Yo me entregué, sin poner pies a huir ni a espada mano.

Si no quisiera entregarme,

no pudieran cautivarme

tres escuadras, ni aun trecientas.

44

ALIMUZEL

Estás cautivo, y revientas: de bravo.

DON FERNANDO

Puedo alabarme.

ARLAXA

¿Quién eres?

DON FERNANDO

Soy un soldado que me he venido a entregar a vuestra prisión de grado, por no poder tolerar ser valiente y mal pagado.

ARLAXA

¿Luego quieres ser cautivo?

DON FERNANDO

De serlo gusto recibo; dadme patrón que me mande.

ARLAXA

¡Qué disparate tan grande!

DON FERNANDO

Yo de disparates vivo.

OROPESA

Este es don Fernando, cierto, el que yo tanto alabé,.

y ni viene preso o muerto > jii cómo viene no sé, ni atino su desconcierto.

El callar será acertado hasta hablalle en apartado, .que me admira su venida.

ALIMUZEL

.¿Seréis, Arlaxa, servida de que os sirva este soldado? Que si ayer fué el primer día que salió de Orán, dirá si hice lo que debía; que yo entiendo que sabrá mi valor o cobardía.

Dime: ¿oíste un desafío que hizo un moro vacío de ventura, y de fe lleno?

DON FERNANDO

Y fué tenido por bueno, bien criado y de gran brío. El retado no salió, que lo estorbó el general por cierta ley que halló; pero después, por su mal que vino al campo yo, pensando de hallar allí al valeroso Alí, porque salimos los dos:

•él a combatir con vos.

yo para venir aquí,.

que ya os conozco en el talle.

ALIMUZEL

Pues esto es verdad, señoras- bien será que Nacor calle..

OROPESA

¡Ohl Si llegase la hora en que pudiese hablalle,.

¡qué de cosas le diríal

NACOR

¿No se ve tu cobardía, si el cristiano salió a verte,- y quisiste volverte sin esperar más de un día?

ALIMUZEL

Si no hicieras alarde de tu ingenio caviloso, yo volviera nunca o tarde.

NACOR

Consejos de religioso presto los toma el cobarde.

ALIMUZEL

Arlaxa, yo volveré, y a tu presencia traeré, o muerto o preso, al cristiano.

NACOR

Ya tu vuelta será en vano.

ARLAXA

No le quiero, déjale; que, pues a la voz primera no saltó de la muralla y empuñó la espada fiera, la fama que en él se halla no debe ser verdadera, y así, ya no quiero velle; aunque, si puedes traelle sin tu daño, darme has gusto.

DON FERNANDO

Es don Fernando robusto, y habrá que hacer en prende 11 Conózcole como a mí, y que es de condición que sabrá volver por sí, y aun buscará la ocasión para responder a Alí.

ARLAXA

¿Es valiente?

DON FERNANDO

Como yo.

ARLAXA

¿De buen rostro?

DON FERNANDO

Aqueso no,

porque me parece mucho.

8

ALIMUZEL

¡Todo esto con rabia escucho!

ARLAXA

¿Tiene amor?

DON FERNANDO

Ya le dejó.

ARLAXA

¿Luego túvole?

DON FERNANDO

creo.

ARLAXA

¿Será mudable?

DON FERNANDO

No es fuerza

que sea eterno un deseo.

ARLAXA

¿Tiene brío?

DON FERNANDO

Y tiene fuerza.

ARLAXA

,¿Es galán?

DON FERNANDO

De buen aseo.

49

ARLAXA

¿Raja y hiende?

DON FERNANDO

Tronca y parte.

ARLAXA

¿Es diestro?

DON FERNANDO

Como otro Marte.

ARLAXA

¿Atrevido?

DON FERNANDO

Es un león.

ARLAXA

Partes todas estas son, cristiano, para adorarle, a ser moro.

ALIMUZEL

Calla, Arlaxa, pues tienes aqui delante quien por tu gusto trabaja.

ARLAXA

Gusto yo de un arrogante que bravea, hiende y raja. Vuelve, Alí, por el cristiano; que te doy mi fe y mi mano, si le traes, de ser tu esposa. Comedias.— T. II.

4

DON FERNANDO

le mandas una cosa donde ha de sudar en vano.

NACOR

jSoberbios sois los Cristian osl

DON FERNANDO

Eslo, al menos, quien se alaba.

ALIMUZEL

Aqui hay quien con ufanos bríos quitará la clava a Hércules de las manos; aquí hay quien, a pesar de quien lo quiera estorbar. Arlaxa, hará lo que mandas.

DON FERNANDO

A veces se mandan mandas que nunca se piensan dar, y a las veces las promete quien no las quiere cumplir, ni puede.

NACOR

¿Quién te mete a ti en eso?

DON FERNANDO

decir

que en parte a me compete; que es don Fernando mi amigo.

y soy cierto y buen testigo del mucho valor que encierra.

ALIMUZEL

Traen los casos de la guerra diversos fines consigo.

El valiente y fanfarrón tal vez se ha visto vencido del flaco de corazón; que Alá da ayuda al partido que defiende la razón.

DON FERNANDO

¿Pues qué razón lleva en éste Ali?

ORÓPESA

harás que cuéste la vida tu lengua necia.

ALIMUZEL

Si al que ama, el amor precia, su santo favor me preste; que, sin razón y con él, a don Fernando el valiente vencerá el flaco Muzel.

ARLAXA

iQué plática impertinente!

ALIMUZEL

iQué corazón tan cruel!

ARLAXA

Quede el cristiano conmigo;

Alá vaya, Alí, contigo y con Nacor.

NACOR

El te guarde.

ARLAXA

Volvedme a ver esta tarde.

Entranse todos ^ si no Don Fernando y Oropesa.

OROPESA

¡Hola, soldadol ¿A quién digo?

¿Qué noramala, señor, os ha traído a este puesto, tan contrario a vuestro honor?

DON FERNANDO

En buena te diré presto de mi fortuna el rigor.

No quiso el general mío que saliese al desafío que me hizo aqueste moro.

Yo, por guardar el decoro que corresponde a mi brío, me descolgué por el muro, y cuando pensé hallar lo que aun agora procuro, un escuadrón vino a dar conmigo, estando seguro.

Era la noche cerrada, y como vi defraudada mi esperanza tan del todo, con el tiempo me acomodo.

Mentí; rendíles la espada; díjeles que mi intención era venir a ponerme de grado en su sujeción, y que quisiesen traerme a reconocer patrón. Dijéronme que este Alí era su señor, y así, vine sin fuerza y forzado.

De todo cuenta te he dado; no hay más que saber de mí. Calla mi nombre, que veo que aquesta mora hermosa tiene de verme deseo.

OROPESA

De tu fama valerosa que está enamorada creo.

No te des a conocer, que deseos de mujer se mudan a cada paso.

DON FERNANDO

Vuelve Muzel; habla paso.

OROPESA

No qué pueda querer.

Entra A li muzel,

ALIMUZEL

Oropesa, escucha y calla, y guárdame aquel secreto que en tu discreción se halla.

que a tu bondad le prometo con la mía de premialla.

Yo te daré libertad, y a ti, si tu voluntad fuere de volverte a Orán, mis designios te darán honrosa comodidad.

Sólo os pido, en cambio desto, que me descubráis un modo tan honroso y tan compuesto, que en las partes y en el todo eche de hidalguía el resto, el cual me vaya mostrando en qué parte, cómo o cuándo, ya en el campo o estacada, pueda yo medir mi espada con la del bravo Fernando. Quizá está en su vencimiento, como Arlaxa significa, de mi bien el cumplimiento, si ya mi esperanza rica no la empobrece su intento, que debe de ser doblado, pues de lo que me ha mandado todo se puede temer, y no hay bien que venga a ser seguro en el desdichado.

DON FERNANDO

Yo te daré a tu enemigo a toda tu voluntad.

55

como estoy aquí contigo, sin usar de deslealtad, que nunca albergó conmigo.

ALIMUZEL

No es enemigo el cristiano; contrario, sí; que el lozano deseo de Arlaxa bella presta para esta querella la voz, el intento y mano.

DON FERNANDO

Presto te pondré con él, y fía aquesto de mí, comedido Alimuzel; y aun pienso hacer por ti lo que un amigo fiel, porque la ley que divide nuestra amistad no me impide de mostrar hidalgo el pecho; antes, con lo que es bien hecho se acomoda, ajusta y mide.

Ve en paz, que yo pensaré el tiempo que más convenga para hacer lo que haré.

ALIMUZEL

Mahoma sobre ti venga, y lo que puede te dé.

Vase.

DON FERNANDO

¡Gentil cargal

OROPESA

Y gentil presa.

DON FERNANDO

¿Pesa mucho?

OROPESA

Poco pesa,

que está en fuego convertida.

DON FERNANDO

Mira que importa la vida tener secreto, Oropesa.

Vanse, y sale riñendo el capitán Guzmán con el alférez Robledo.

GUZMÁN

Señor alférez Robledo, póngase luego entredicho a esa plática.

ROBLEDO

No puedo;

que, lo que sin miedo he dicho, no lo desdigo por miedo.

O él se fué a renegar, o hizo mal en dejar su presidio en tiempos tales.

GUZMÁN

De los hombres principales

no se debe asi hablar.

El renegar no es posible^ y si en ello os afirmáis^ mentís.

Meten mano,.

ROBLEDO

jOh trance terrible!

GUZMÁN

Agora si que os halláis en más dudoso imposible si queréis satisfaceros.

Entran el conde de Alcaudete y Don Martín de Córdova, acompañados.

CONDE

¡Paso! ¡Teneos, caballeros!

¿Por qué ha sido la pendencia?

GUZMÁN

¡Más agudo es de conciencia este hidalgo que de aceros!

Ha afirmado que se es ida a renegar don Fernando, y ¡vive Dios! que ha mentido^ y mentirá cada y cuando lo diga.

CONDE

¡Descomedido!

Llévenle luego a una torre*

GUZMÁN

Ni me afrenta ni me corre este agravio, porque nace de la justicia que hace al que su amigo socorre.

CONDE

Vaya el alférez también, y mientras que el cerco pasa, hagan treguas.

ROBLEDO

Hazme un bien: que sea la torre mi casa.

DON MARTÍN

Sí, por que juntos no estén.

Llevan al alférez.

UNO

Señor, la guarda ha descubierto agora

un bajel por la banda de Poniente.

DON MARTÍN

¿Qué vela trae?

UNO

Entiendo que latina.

CONDE

Vamos a recebirle a la marina.

FIN DEL PRIMER ACTO

SEGUNDA JORNADA

Los que hablan en ella son:

.Arlaxa.

Don Fernando.

Oro PESA.

Nacor.

VozMEDiANO, anciano.

Doña Margarita, doncella, ¿n hábito de hombre. Buitrago.

Don Martín.

El Conde.

Guzmán, el capitán.

Alimuzel.

Bairán, renegado.

Un moro.

Salen Arlaxa, Don Fernando y Oro pesa.

ARLAXA

¿Cómo te llamas, cristiano,

^ue tu nombre aun no he sabido?

DON FERNANDO

Es mi nombre Juan Lozano; nombre que es bien conocido por el distrito africano.

ARLAXA

Nunca le he oído decir.

DON FERNANDO

Pues él suele competir con el del bravo Fernando.

ARLAXA

¡Mucho te vas alabando!

DON FERNANDO

Alábome sin mentir.

ARLAXA

¿Pues qué hazañas has hecho?

DON FERNANDO

He hecho las mismas que él, con el mismo esfuerzo y pecho,, y ya me he visto con él en más de un marcial estrecho.

Arlaxa ¿Es tu amigo?

DON FERNANDO

Es otro yo.

ARLAXA

¿Por ventura, di^ salió a combatir con mi moro?

DON FERNANDO

Siempre de bravo el decoro en todo trance guardó.

ARLAXA

De ese modo, Ali es cobarde.

DON FERNANDO

Eso no; que pudo ser salir don Fernando tarde, cuando no pudiese hacer Ali de su esfuerzo alarde.

Y imagino que este moro jarife, no con decoro de amigo, a Muzel da culpa

ARLAXA

De su esfuerzo y de su culpa toda la verdad ignoro.

DON FERNANDO

Haz cuenta que te trae preso a Fernando tu Muzel;

¿qué piensas hacer por eso?

ARLAXA

Estimaré mucho en él de su esfuerzo el grande exceso. Tendré en menos al cristiano, cuyo nombre sobrehumano me incita y mueve el deseo de velle.

OROPESA

Pues yo le veo en sólo ver a Lozano.

ARLAXA

¿Qué, tanto se le parece?

OROPESA

Yo no qué diferencia entre los dos se me ofrece: ésta es su misma presencia, y el brazo que le engrandece.

ARLAXA

¿Qué hazañas ha hecho ese hombre para alcanzar tan gran nombre como tiene?

OROPESA

Escucha una

de su esfuerzo y su fortuna, que podrá ser que te asombre^

Dió fondo en una caleta de Argel una galeota, casi de Orán cinco millas, poblada de turcos toda.

Dieron las guardas aviso al general, y, con tropa de hasta trecientos soldados,, se fué a requerir la costa.

Estaba el bajel tan junto de tierra, que se le antoja dar sobre él: ved qué batalla tan nueva y tan peligrosa. Dispararon los soldados con priesa una vez y otra;

tanto, que dejan los turcos casi la cubierta sola.

No hay ganchos para acercar a tierra la galeota; pero el bravo don Fernando ligero a la mar se arroja.

Ase recio de gúmena, que ya el turco apriesa corta, porque no le dan lugar de que el áncora recoja.

Tiró hacia si con tal fuerza que, cual si fuera una góndola, hizo que el bajel besase el arena con la popa.

Salió a tierra, y della un salto dió al bajel, cosa espantosa, que piensa el turco que el cielo cristianos llueve, y se- asombra. Reconocido su miedo, don Fernando, con voz ronca de la cólera y trabajo, grita: «¡Vitoria, Vitoria!»

La voz da al viento, y la mano a la espada vitoriosa, con que matando e hiriendo corrió de la popa a proa.

El solo rindió el bajel; mira. Arlaxa, si ésta es obra para que la fama diga los bienes que dél pregona. Probado han bien sus aceros

los lindos de Mellon a, los elches de Tremecén y los leventes de Bona.

Cien moros ha muerto en trances, siete en estacada sola, docientos sirven al remo, ciento tiene en las mazmorras.

Es muy humilde en la paz, y en la guerra no hay persona que le iguale, ya cristiana, o ya que sirva a Mahoma.

ARLAXA

jOh, qué famoso españoll

OROPESA

Hércules, Héctor, Roldán se hicieron en su crisol.

ARLAXA

Mejor no le ha visto Orán.

OROPESA

Ni tal no le ha visto el Sol. B^tra Nacor.

ARLAXA

Aqueste Nacor me enfada; no me dejéis sola.

OROPESA

Honrada

te le muestra y comedida.

65

DON FERNANDO

Da a sus razones salida;

que espere, y no espere en nada.

NACOR

Hermosa Arlaxa, yo estoy resuelto en traerte preso al cristiano, y así, voy a Orán luego.

ARLAXA

Buen suceso y agüero^espero y te doy, porque irás en gracia mía, y en verte tomó alegría desusada el corazón.

NACOR

Tienes, Arlaxa, razón, que yo la tendré algún día de rogarte que me quieras.

ARLAXA

Déjate agora de burlas, pues partes a tantas veras.

DON FERNANDO

Hará Nacor, si no burlas, sus palabras verdaderas; que amante favorecido es un león atrevido, y romperá, por su dama. Comedias.— T. II.

5

por la muerte y por la llama del fuego más encendido.

OROPESA

Concluyeras esta empresa harto mejor que no él.

DON FERNANDO

Calla y excusa, Oropesa.

NACOR

Ya en este caso, Muzel por vencido se confiesa, pues no hace diligencia por traer a tu presencia el que yo te traeré presto.

ARLAXA

Pártete, Nacor, con esto, que gusto y te doy licencia.

NACOR

Dame las manos, señora, por el favor con que animas al alma que más te adora.

ARLAXA

En poco, Nacor, te estimas, pues te humillas tanto agora. Eres jarife; levanta, que verte a mis pies me espanta. ¿Qué dirá desto Mahoma?

NACOR

Estos rendimientos toma

67

él por cosa buena y santa.

Queda en paz.

Vase Nacor.

ARLAXA

Vayas con ella, que con el fin deste trance le tendrá el de tu querella.

DON FERNANDO

¡Echado ha el moro buen lance!

OROPESA

Ella es falsa cuanto es bella.

ARLAXA

Venid, que habernos de ir los tres a ver combatir a mis amantes valientes.

OROPESA

Si nos vieren ir las gentes, tarde nos verán venir.

VansCy y salen Vozmediano, anciano y y Doña Marga- rita, en hábito de hombre.

VOZMEDIANO

¿Priesa por llegar a Orán . y priesa por salir dél?

¡Muy bien nuestras cosas van!

DOÑA MARGARITA

Préciase Amor de cruel, y tras uno da otro afán.

VOZMEDIANO

Ya OS he dicho, Margarita, que su daño solicita quien camina tras un ciego.

DOÑA MARGARITA

Ayo y señor, yo no niego que esta razón es bendita; pero ¿qué puedo hacer, si he echado la capa al toro y no la puedo coger?

VOZMEDIANO

Menos te la podrá un moro, si bien lo miras, volver.

DOÑA MARGARITA

¿Que sea moro don Fernando?

VOZMEDIANO

Así lo van pregonando los niños por la ciudad.

DOÑA MARGARITA

¡Que haya hecho tal maldad! ¡De cólera estoy rabiando!

No lo creo, Vozmediano.

VOZMEDIANO

Haces bien; pero yo veo que ni moro ni cristiano parece.

DOÑA MARGARITA

Verle deseo.

VOZMEDIANO

Siempre tu deseo es vano.

DOÑA MARGARITA

Quiérelo así mi ventura; pero no será tan dura que no fin a mis penas con darme en estas arenas berberisca sepultura.

VOZMEDIANO

No dirás, señora, al menos, que no te he dado consejos de bondad y de honor llenos-

DOÑA MARGARITA

Los prudentes y los viejos siempre dan consejos buenos; pero no ve su bondad la loca y temprana edad, que en misma se embaraza, ni cosa prudente traza fuera de su voluntad.

Entra Buitrago con la demanda,

BUITRAGO

Vuestras mercedes me den para las ánimas luego, que les estará muy bien.

DOÑA MARGARITA

Si ellas arden en mi fuego.

VOZMEDIANO

Pasito, Anastasio, ten; no digas alguna cosa malsonante, aunque curiosa.

DOÑA MARGARITA

Váyase, señor soldado, que no tenemos trocado.

BUITRAGO

¡La respuesta está donosa! Denme, pese a mis pecados. ¡Siempre yo de aquesta guisa medro con almidonados! Denme, que vengo de prisa, y ellos están muy pausados. ¡Oh qué novatos que están de lo que se usa en Orán en esto de las demandas! Descoja sus manos blandas y limosna, galán.

¿Qué me mira? Acabe ya; eche mano, y no a la espada, que su tiempo se vendrá.

VOZMEDIANO

La limosna que es rogada más fácilmente se da que la que se pide a fuerza.

BUITRAGO

Usase en aquesta fuerza

de Orán pedirse deste arte; que son las almas de Marte, y piden siempre con fuerza. Nadie muere aquí en el lecho a almidones y almendradas, a pistos y purgas hecho; ^ aquí se muere a estocadas y a balazos roto el pecho. Bajan las almas feroces tan furibundas y atroces, que piden que acá se pida para su pena afligida a cuchilladas y a voces.

En fin, las almas de Orán, que tienen comedimiento, aunque en purgatorio están, dicen que vuelva en sustento la limosna que me dan.

A la parte voy con ellas, remediando sus querellas a fuerza de avemarias, y mis hambrientas porfías con lo que me dan para ellas.

VOZMEDIANO

Hermano, yo no os entiendo, y no hay limosna que os dar.

BUITRAGO

^De gana me voy riendo!

¿Y adonde se vino a hallar •el parentesco tremendo?

72

¿Hace burla en ver el traje, entre picaro y salvaje?

Pues sepa que este sayal tiene encubierto algún al que puede honrar un linaje.

El conde es éste, ¡qué piezal, que, cuando me da, le dan mil vaguidos de cabeza.

Pobretas almas de Orán, que estáis en vuestra estrecheza, rogad a Dios que me den, porque si yo como bien, rezaré más de un rosario, y os haré un aniversario por siempre jamás. Amén.

Entran el Conde, Don Martín, el capitán Guzmán y Nacor.

N A c o R

Digo, señor, que entregaré sin duda la presa que he contado fácilmente en el silencio de la noche muda con muy poquito número de gente; y por que al hecho la verdad acuda, las manos a un cordel daré obediente; dejaréme llevar, siendo yo guía que os muestre el aduar antes del día.

Y sólo quiero desta rica presa, por quien mi industria y mi traición trabaja, un cuerpo que a mi alma tiene presa: quiero a la bella sin igual Arlaxa.

Por ella tengo tan infame empresa por ilustre, por grande, y no por baja; que, por reinar y por amor, no hay culpa que no tenga perdón y halle disculpa.

No siento ni descubro otro camino, para ser posesor de aquesta mora, que hacer este amoroso desatino, puesto que en él crueldad y traición mora. Amóla por la fuerza del destino, y aunque mi alma su beldad adora, quiérela cautivar para so Italia, por si puedo moverla u obligalla.

CONDE

No estamos en sazón que nos permita sacar de Orán un mínimo soldado; que el cerco que se espera solicita que ponga en otras cosas mi cuidado.

NACOR

La Vitoria en la palma traigo escrita; en breves horas te daré acabado, sin peligro, el negocio que he propuesto; si presto vamos, volveremos presto.

CONDE

Esta tarde os daré, Nacor, respuesta; esperad hasta entonces.

NACOR

Soy contento.

Vase Nacor,

DON MARTÍN

Empresa rica y sin peligro es ésta, si cierta fuese.

GUZMÁN

Yo por tal la cuento: hace la lengua al alma manifiesta. Declarado ha Nacor su pensamiento con tal demostración, con tal afecto, que, si vamos, el saco me prometo.

DON MARTÍN

Cubre el traidor sus malas intenciones con rostro grave y ademán sincero, y adorna su traición con las razones de que se precia un pecho verdadero. De un Sinón aprendieron mil Sinones, y así, el que es general, al blando o fiero razonar del contrario no se rinde sin que primero la intención deslinde.

CONDE

Hermano, así se hará; no tengáis miedo que yo me arroje o precipite en nada. ¿Hicistes ya las treguas con Robledo, y queda ante escribano confirmada?

DON MARTÍN

Gran cólera tenéis, Guzmán.

GUZMÁN

No puedo

tenerla en la ocasión más enfrenada.

75

CONDE

Podréis darle la rienda entre enemigos, y es prudencia cogerla con amigos.

Pues, Buitrago, ¿qué hacemos?

BUITRAGO

Aqui asisto,

procurando sacar de aqueste esparto jugo de algún plus ultra, y no le he visto siquiera de una tarja ni de un cuarto.

Asi guardan la ley de Jesucristo aquestos, como yo cuando estoy harto, que no me acuerdo si hay cielo ni tierra; sólo a mi vientre acudo y a la guerra.

DOÑA MARGARITA

Pide limosna en modo este soldado, que parece que grita o que reniega, y yo estoy en España acostumbrado a darla a quien por Dios la pide y ruega.

BUITRAGO

Quiéresela pedir arrodillado; veré si la concede o si la niega.

VOZMEDIANO

Ni tanto, ni tan poco.

BUITRAGO

Soy cristiano.

DOÑA MARGARITA

¿Ya no le han dicho que no hay blanca, hermano?

BUITRAGO

j Hermano! ¡Lleve el diablo el parentesco y el ladrón que le halló la vez primera! Descosa, pese al mundo, ese griguesco; desgarre esa olorosa faltriquera.

De aquestas pinturitas a lo fresco,

¿qué se puede esperar?

VOZMEDIANO

Esa es manera

de hacer sacar la espada y no el dinero.

CONDE

¡Paso, Buitrago!

DOÑA MARGARITA

¡A fe de caballero!

DON MARTÍN

No OS enfadéis, galán, que deste modo se pide la limosna en esta tierra; todo es aquí braveza; es aquí todo rigor y duros términos de guerra.

BUITRAGO

Y yo, que a le de Marte me acomodo, y a lo de Dios es Cristo doy por tierra con todo el bodegón, si con floreos responden a mis gustos y deseos.

DON MARTÍN

En fin, ¿que aqueste galán es de Jerez?

VOZMEDIANO

Y de nombre,

de los buenos que allí están, y hijo, señor, de un hombre que en Francia fué capitán. Quedó rico y con hacienda; de jómele a por prenda mi hermana, que fué su madre, y yo quise que del padre siguiese la honrada senda.

Supe el cerco que se espera,

y con su gusto le truje,

que sin él no le trajera,

y a esta dura le reduje

de su vida placentera;

que, en los grados de alabanza,

aunque pervierta la usanza

el adulador liviano,

no alcanza un gran cortesano

lo que un buen soldado alcanza.

CONDE

Así es verdad, y agradezco venida de tales dos, y a servírosla me ofrezco.

BUITRAGO

¡Que no me darán por Dios lo que por no merezco!

¡Voto a Cristóbal del Pino, que si una vez me amohíno, que han de ver quién es Callejas!

Busquen alivio a sus quejas, almas, por otro camino. Buscaréle yo también para mi hambre insolente, o me den, o no me den; que nunca muere un valiente de hambre.

DON MARTÍN

Dices muy bien.

BUITRAGO

No digo sino muy mal.

¿Es eso por excusarse de no sacar un real?

CONDE

Vamos, que ya de enojarse Buitrago nos da señal, y no quiero que lo esté.

Vanse el Conde y Don Martín.

BUITRAGO

Con aqueso comeré.

¡No fuera yo motilón o mozo de bodegón, y no soldado!

DOÑA MARGARITA

¿Por qué?

BUITRAGO

Yo me entiendo, so galán;

vaya y guarde su dinero. ¡Adiós, mi señor Guzmán!

GUZMÁN

No, no; convidaros quiero;

¡por vida del capitán 1 Venid, Buitrago, conmigo.

BUITRAGO

En seguirte que sigo a un Alejandro y a un Marte. Vanse el Capitán y Buitrago.

DOÑA MARGARITA

Señor, llégate a esta parte, que tengo que hablar contigo. Resuelta estoy.

VOZMEDIANO

En tu daño.

DOÑA MARGARITA

No me atajes; déjame relatar mi mal extraño.

VOZMEDIANO

¿Ya no sabes que lo sé,

por mi mal, más ha de un año?

DOÑA MARGARITA

Dime, señor: ¿tú no sientes que con nuevos accidentes cada día amor me embiste?

VOZMEDIANO

Y que no los resiste tu alma, pues los consientes.

DOÑA MARGARITA

Déjate de aconsejarme, y dame ayuda, si quieres; que lo demás es matarme.

VOZMEDIANO

Por quien soy y por quien eres, siempre te oiré sin cansarme, y siempre te ayudaré, porque a ello me obligué cuando de venir contigo como ayo y como amigo te di la palabra y fe.

Di, en fin: ¿qué piensas hacer?

DOÑA MARGARITA

Yo, por soldado a esta empresa, con extraño parecer, pues procuraré ser presa, puesto que vaya a prender. Procuraré ser cautiva; que de la dura y esquiva tormenta que siente el alma, el sosiego, gusto y palma en disparates estriba.

Sabré cautiva de quién .me cautivó sin sabello, pensando de hacerme bien;

81

daré al moro perro el cuello, por que a mi alma me den.

Que no es posible sea moro quien guardó tanto el decoro de cristiano caballero; y si fuere esclavo, quiero dar por él mil montes de oro. De que los halle no dude nadie: que el cielo al deseo del aflicto siempre acude.

VOZMEDIANO

El gran Dios dese deseo impertinente te mude.

DOÑA MARGARITA

¿Habrá más de rescatarme, dando tiempo al informarme de lo que voy a saber?

Que en el mal de irme a perder consiste el bien de ganarme. Venid, señor Vozmedianc; negociaréis mi salida con el escuadrón cristiano. VOZMEDIANO

¿Dónde quieres ir, perdida?

DOÑA MARGARITA

Aconsejarme es en vano.

VOZMEDIANO

Yo haré con su señoría que se oponga a tu partida.

Ck)MEDIAS. T. IL

6

DOÑA MARGARITA

Si esto me impedís, señor, haré otro yerro mayor, con que lloréis más de un día. Echada está ya la suerte; yo he de seguir mi destino, aunque me lleve a la muerte.

VOZMEDIANO

Del amor el desatino cualquier bien en mal convierte.

¡En mal punto me encargué de ti! ¡En mal punto dejé la patria por tus antojos!

DOÑA MARGARITA

Tal vez, tras nubes de enojos, de esperanza el sol se ve.

Vanse, y salen Arlaxa, Alimuzel, Oropesa y Don Fernando

ARLAXA

¿Adonde está Alimuzel?

Oropesa, ¿do te has ido?

Y mi Lozano, ¿qué eS dél?

¡Cielo, escucha mi gemido; no te me muestres cruel!

ALIMUZEL

Bella Arlaxa, aquí me tienes.

ARLAXA

Amigo, a buen tiempo vienes.

OROPESA

¿Qué es lo que mandas, señora?

ARLAXA

Vengas, amigo, en buen hora. Lozano, ¿en qué te detienes?

DON FERNANDO

Aqui estoy, señora mía.

¿Qué me mandas? Dilo, acaba.

ARLAXA

¡Desdichada dicha míal

ALIMUZEL

¿Qué has. Arlaxa?

ARLAXA

Yo soñaba

que esta noche, al alba fría, daban sobre este aduar cristianos, y, a mi pesar,

Nacor me llevaba presa, y desperté con la presa del asalto y del gritar, y he venido a socorrerme de vosotros con el miedo que el sueño pudo ponerme, y, aunque os veo, apenas puedo sosegarme ni valerme.

Tengo a Nacor por traidor, y no me deja el temor fiar de vuestra lealtad.

ALIMUZEL

No son los sueños verdad; no tengas miedo, mi amor; y si lo son, juzga y piensa que a tu lado hallarás quien no consienta tu ofensa.

ARLAXA

Contra el hado es por demás que valga humana defensa.

DON FERNANDO

No te congojes, señora,

que si llegare la hora

de verte en aquese aprieto,

librarte dél te prometo

por el Dios que mi alma adora.

Si no quedase cristiano

en Orán, y aquí viniese

tan arrojado y ufano

que la Vitoria tuviese

tan cierta como en la mano,

será esta mía bastante

para que el más arrogante

vuelva humilde y sin despojos.

Tiemple aquesto tus enojos,

no pase el miedo adelante,

que haré más de lo que digo;

y de que prometo poco,

mis obras serán testigo.

OROPESA

O está don Fernando loco, o es ya de Cristo enemigo. Pelear contra cristianos promete. Venid, hermanos, que yo, con mejor conciencia, pasaré la diligencia a los pies, y no a las manos.

DON FERNANDO

Alí, dame una espada y un turbante, oon que pueda la cabeza estar guardada.

OROPESA

Señora, ¿dónde se queda tu condición arrojada?

Ahora verás hender, herir, matar y romper.

Deja venir al cristiano.

ARLAXA

Es accidental y vano tal deseo en la mujer, y fácilmente se trueca; y antes que la espada, agora tomaría ver la rueca.

ALIMUZEL

El que te ofende, señora, contra todo el mundo peca. Ven, cristiano, a tomar armas.

86

OROPESA

Mira contra quién te armas,

Lozano.

DON FERNANDO

¡Calla, Oropesa!

OROPESA

En armarte a tal empresa, de tu valor te desarmas.

Entranse todos.

Salen Nacor, atadas las manos atrás con un cordel, y tráenle Buitrago, el capitán Guzmán, Doña Margarita y otros soldados con sus arcabuces,

NACOR

Valeroso Guzmán, éste es, sin duda, el vendido aduar, el paraíso do está la gloria que mi alma busca.

Con la caballería, como es uso, le puedes coronar a la redonda, por que apenas escape un solo moro.

GUZMÁN

No tengo tanta gente para tanto.

NACOR

Cerca, pues, por lo menos, esta parte, que responde derecha a una montaña que está cerca de aquí, donde, sin duda, harán designio de acogerse cuantos sobresaltados fueren esta noche.

GUZMÁN

Dices muy bien.

NACOR

Pues manda que me suelten, por que vaya a buscar el grande premio que pide la amorosa traición mía.

BUITRAGO

Eso no, ¡vive Dios!, hasta que vea cómo se entabla el juego, ¡so Mahomal Estése atraillado como galgo, porque hasta ver las liebres no le suelto.

NACOR

Señor Guzmán, agravio se me hace.

GUZMÁN

Buitrago, suéltale, y adiós, y embiste.

BUITRAGO

Contra mi voluntad le suelto. Vaya.

NACOR

Venid, que yo pondré la gente en orden de modo que no haya algún desorden.

Vanse, y queda sola Doña Margarita.

DOÑA MARGARITA

¡Pobre de mil ¿Dónde quedo?

¿Adónde me trae la suerte, confusa y llena de miedo?

¿Qué cosa haré con que acierte, si ninguna cosa puedo?

¡Oh, amoroso desvarío,

88

que ciegas el albedrío y la razón tienes presa!

¿Qué sacaré desta empresa, de quién temo y de quién fío?

Soy mariposa inocente que, despreciando el sosiego, simple y presurosamente me voy entregando al fuego de la llama más ardiente.

Estos pasos son testigos que huyo de los amigos, y, llena de ceguedad, de mi propia voluntad me entrego a los enemigos.

Suena dentro: «¡Arma, arma! ¡Santiago, cierra, cierra España, España!» Salga al teatro Nacor, abraza- do con Arlaxa, y a su encuentro, Buitrago.

BUITRAGO

¡Por aqueste portillo se desagua el aduar! ¡Soldados, aquí; amigos!

¡Tente, perro cargado; tente, galgo!

NACOR

Amigo soy, señor.

BUITRAGO

¡No es este tiempo para estas amistades! ¡Tente, perro!

NACOR

¡Muerto soy, por Alá!

89

BUITRAGO

jPor San Benito,

que he pasado a Nacor de parte a parte, * y que ésta debe ser su amada ingrata!

ARLAXA

Cristiano, yo me rindo; no ensangrientes tu espada en mujeril sangre mezquina. Llévame do quisieres.

Sale Alí,

A L I M U Z E L

La voz oigo

de Arlaxa bella, que socorro pide.

¡Ah, perro, suelta!

BUITRAGO

¡Suéltala tú, podenco sin provecho!

¿No hay quien me ayude aquí?

ARLAXA

Mientras pelean

aquestos dos, podrá ser escaparme, si acaso acierto de tomar la parte que lleva a la montaña.

DOÑA MARGARITA

Si me guías,

seré tu esclavo, tu defensa y guarda hasta ponerte en ella. Ven, señora.

Vanse Arlaxa y Doña Margarita; salen Don Fernán- do y Guzmán.

BUITRAGO

¡Animas de purgatorio, favorecedme, señoras, que mi peligro es notorio, si ya no estáis a estas horas durmiendo en el dormitorio!

De vuestro divino aliento con mayor fuerza me siento. ¡Perro, el huir no te cale!

¡Ahora verán si vale Buitrago por más de ciento! Entrase Álí, y Buitrago tras él.

GUZMÁN

¡o eres diablo, o no eres hombre! ¿Quién te dió tal fuerza, perro?

DON FERNANDO

No OS admire ni os asombre, Guzmán, que haga este yerro quien respeta vuestro nombre.

GUZMÁN

¿Sois, a dicha, don Fernando?

DON FERNANDO

El mismo que estáis mirando, aunque no me veis, amigo.

GUZMÁN

¿Sois ya de Cristo enemigo?

DON FERNANDO

Ni de veras, ni burlando.

GUZMÁN

¿Pues cómo sacas la espada contra él?

DON FERNANDO

Vendrá sazón más llana y acomodada en que te relación de mi pretensión honrada.

Cristiano soy, no lo dudes.

GUZMÁN

¿Por qué a defender acudes este aduar?

DON FERNANDO

Porque encierra la paz que causa esta guerra, la salud de mis saludes.

Dos prendas has de dejar, y carga, amigo, con todo cuanto hay en este aduar.

GUZMÁN

A tu gusto me acomodo, no quiero más preguntar: pero, por que no se diga que tengo contigo liga, tú, pues bastas, lo defiende.

Vase Guzmán, y vuelven Buitrago y AlimuzeL

BUITRAGO

En vano, moro, pretende

92

tu miedo que no te siga, que tengo para ofenderte dos manos y dos mil almas, que a mis pies han de ponerte.

DON FERNANDO

Otros despojos y palmas puedes, amigo, ofrecerte, que éste no.

ALIMUZEL

Deja, Lozano; que este valiente cristiano en grande aprieto me ha puesto.

DON FERNANDO

Ve a socorrer el resto, y éste déjale en mi mano, que yo daré cuenta dél.

ARLAXA

(Dentro.) ¡Lozano, que voy cautivaí ¡Que voy cautiva, Muzel!

ALIMUZEL

¡Fortuna, a mi suerte esquiva, cielo envidioso y cruel, ejecutad vuestra rabia en mi vida, si os agravia; dejad libre la de aquélla, que os podéis honrar con ella por hermosa, honesta y sabia!

Sale Arlaxa, defendiéndola Doña Margarita del capitán Guzmán y de otros tres soldados.

DON FERNANDO

jTodos sois pocos soldados!

GUZMÁN

Esta es la mora en quien tiene don Fernando sus cuidados; dejársela me conviene.

Vase.

BU ITRAGO

Aqui hay moros encantados o cristianos fementidos, que ha llegado a mis oídos, creo, el nombre de Lozano.

-DON FERNANDO

Vuestro trabajo es en vano, cristianos mal advertidos, que esta mora no ha de ir presa. Entrad en el aduar y hallaréis más rica presa.

BUITRAGO

jDesta irás a señalar, perro, ^1 tanto de tu fuesa!

ALIMUZEL

¡Muerto soy; Alá me ayude!

ARLAXA

¡Acude, Lozano, acude, que han muerto a tu grande amigo! Cae Alí dentro, y éntrase Arlaxa tras él.

DON FERNANDO

Vengaréle en su enemigo, aunque de intención me mude. ¡No te retires; aguarda!

BUITRAGO

¿Yo retirar? ¡Bueno es eso!

Si tuviera una alabarda, le partiera hasta el hueso.

¡Oh, cómo el perro se guarda!

DON FERNANDO

Este que va a dar el pago de tus bravatas, Buitrago, mejor cristiano es que tú.

BUITRAGO

¡Que te valga Belcebú, y a mi Dios y Santiago!

Di quién eres, que, sonando el eco, me trae con miedo la habla de don Fernando.

DON FERNANDO

El mismo soy.

BUITRAGO

¡Oh Robledo

verdadero y memorando, y cuánta verdad dijiste!

Sin razón le desmentiste, Guzmán atrevido y fuerte.

Yo quiero huir de la muerte que en esas m.anos asiste.

DON FERNANDO

¿Cómo, di, no peleas?

¿Te retiras, o te vas antes que tu prisión veas?

DOÑA MARGARITA

j Extraños consejos das a quien la muerte deseas!

Mas no puedo retirarme ni pelear, y he de darme de cansado a moras manos, que se van ya los cristianos, y no querrás dejarme.

Dentro y diga Guzmán: i Al retirar, cristianos! ¡Toca, Robles!

¡A retirar, a retirar, amigos!

No se quede ninguno, y los cansados, a las ancas los suban los jinetes, y en la mitad del escuadrón recojan la presa. ¡Al retirar, que viene el día!

DON FERNANDO

Yo te pondré en las ancas de un caballo de los tuyos, amigo; no desmayes.

DOÑA MARGARITA

Mayor merced me harás si aquí me dejas.

DON FERNANDO

¿Quieres quedar cautivo por tu gusto?

DOÑA MARGARITA

Quizá mi libertad consiste en eso.

96

DON FERNANDO

¿Hay otros don Fernandos en el mundo? Demos lugar que los cristianos pasen; retiraos a esta parte.

DOÑA MARGARITA

Yo no puedo.

DON FERNANDO

Dadme la mano, pues.

DOÑA MARGARITA

De buena gana.

DON FERNANDO

¡Jesús, y qué desmayo!

DOÑA Margarita

Gentilhombre,

¿lleváisme a los cristianos, o a los moros?

DON FERNANDO

A los moros os llevo.

DOÑA MARGARITA

No querría

que fuésedes cristiano y me engañásedes.

DON FERNANDO

Cristiano soy; pero, ¡por Dios!, que os llevo a entregar a los moros.

DOÑA MARGARITA

¡Dios lo haga!

97

DON FERNANDO

De novedades anda el mundo lleno.

¿Estáis herido acaso?

DOÑA MARGARITA

No estoy bueno.

Vanse.

Sale Oropesa cargado de despojos.

OROPESA

No sino estaos atenido a los consejos de un loco, enamorado y perdido.

Mucho llevo en esto poco; voy libre y enriquecido.

Ya en mi libertad contemplo un nuevo y extraño ejemplo de los casos de fortuna, y adornarán la coluna mis cadenas de algún templo.

Salen el Conde y Don Martín, y Bairán, el renegado.

BAIRÁN

Digo, señor, que la venida es cierta, y que este mar verás y esta ribera, él de bajeles lleno, ella cubierta de gente inumerable y vocinglera.

De Barbarroja el hijo se concierta con Alabez y el Cuco, de manera que en su favor más moros dan y ofrecen que en clara ‘noche estrellas se parecen. Comedias.— T. II.

7

98

Los turcos son seis mil, y los leventes (1) siete mil, toda gente vencedora; veinte y seis las galeras, suficientes a traer municiones de hora en hora. Andan en pareceres diferentes sobre cuál destas plazas se mejora en fortaleza y sitio, y creo se ordena de dar a San Miguel la buena estrena.

Esto es, señor, lo que hay del campo moro, y en Argel el armada queda a punto, y Azán, el rey, guardando su decoro, que es diligente, la traerá aqui al punto.

CONDE

De sus designios poco o nada ignoro; mas por tu relación cuerda barrunto que a San Miguel el bárbaro amenaza, como más flaca, aunque importante plaza. Pero, puesto le tengo en tal reparo, tales soldados dentro dél he puesto, que al bárbaro el ganarle será caro muy más que en su designio trae propuesto. Idos a reposar, mi amigo caro, y el agradecimiento y paga desto esperadla de mí, con la ventaja que aquel merece que cual vos trabaja.

Vase B dirán.

¿No tarda ya Guzmán?

(1) Corsarios.

99

DON MARTÍN

Las centinelas

le han descubierto ya.

CONDE

Venga en buen hora. DON MARTÍN

Su premio habrá Nacor de sus cautelas cobrado, su adorada ingrata mora.

{Amor, como otro Marte nos desvelas; furia y rigor en tus entrañas mora; hasta las religiosas almas dañas, y fundas en traiciones tus hazañas!

Entran el capitán Guzmán, Oropesa, Buiirago, V ozmediano y otros soldados.

GUZMÁN

Tus manos pido, y de las mías toma, o, por mejor decir, de tus soldados, amorosos despojos de Mahoma.

Volvemos, como fuimos, alentados, mejorados en honra y buena fama, y en ropa y en esclavos mejorados.

Nacor no trae a su hermosa dama; que Buitrago apagó con fuerte acero del moro infame la amorosa llama.

BUITRAGO

Pasóle, por la fe de caballero, por entrambas ijadas, ignorando que fuese el que el aviso. dió primero; y si no lo estorbara don Fernando,

diera con más de dos patas arriba, que con él se me fueron escapando.

CONDE

¿Qué, en fin se volvió moro?

OROPESA

No se escriba,

se diga o piense tal de quien su intento en ser honrado y valeroso estriba.

Yo de don Fernando el pensamiento, y que presto volverá a servirte con las veras que ofrece su ardimiento.

GUZMÁN

Que él es cristiano, sé, señor, decirte; que él se. nombró conmigo combatiendo.

DON MARTÍN

¿Y procuraba, por ventura, herirte?

GUZMÁN.

Con tiento pareció que iba esgrimiendo, y palabras me dijo en el combate por quiéh 'fui sus designios conociendo.

DON MARTÍN

Deste. caso, señores, no se trate; ya, por lo ..menos, ha caído en culpa, y no hay disculpa a tanto disparate.

CONDE

Salió sin mi licencia, ya le culpa, y más el escalar de la muralla, insulto que: jamás tendrá disculpa.

rol

GUZMÁN

Precipitóle honor; vistió la malla por conservar su crédito famoso; huyóle el moro; fué a buscar batalla.

DON MARTÍN

¡Por cierto, oh buen Guzmán, que estáis donoso I Pues ¿cómo no se ha vuelto, o cómo muestra contra cristianos ánimo brioso?

OROPESA

El dará presto de su intento muestra» sacando, en gloria de la ley cristiana.» a luz la fuerza de su honrada diestra.. .

CONDE

Venid; repartiré de buena gana lo que deste despojo a todos toca; . que el gusto crece lo que asi se gana.

Vanse, y quedan Buitrago y Vozmediano,

VOZMEDIANO

¡Válgame Dios, si se quedó la loca,. ... .

si se quedó la sin ventura y triste, que así su suerte y su valor apoca!

Dime, señor, si por ventura viste. ; aquel soldado que partió conmigo .: cuando a la empresa do has venido fuiste; aquel bisoño manicorto, digo, que no te quiso dar limosna un día y habrá hasta seis que vino aquí cO:nmigo.

102

BU ITRAGO

¿No es aquel del entono y bizarría, de las plumas volantes y del rizo, que me habló con remoques y acedía?

VOZMEDIANO

Aquese mismo,

BUITRAGO

No qué se hizo.

Vase.

VOZMEDIANO

¿Adónde estarás agora, moza por tus pies llevada . do toda miseria mora, de mandar a ser mandada, esclava de ser señora?

¿Qué es posible que un deseo incite a tal devaneo?

Y éste es, en fin, de tal ser, que no lo puedo creer, y con los ojos lo veo.

Salen Arlaxa, Don Fernando y Doña Margarita,

DON FERNANDO

Para ser mozo y galán, y al parecer bien nacido, muchos desmayos os dan; señal de que habéis comido mucha liebre y poco pan.

Quien se rinde a su enemigo

en presenta testigo de que es cobarde.

DOÑA MARGARITA

Es verdad;

pero trae mi poca edad grande disculpa consigo.

El que mis cuitas no siente, hará de mi miedo alarde; pero yo claramente que hice más en ser cobarde que no hiciera en ser valiente. {Desdichada de la vida a términos reducida que busca con ceguedad en la prisión libertad y a lo imposible salida!

ARLAXA

¿Qué sabes si este soldado, cual tú, tiene aquella queja de valiente mal pagado?

DON FERNANDO

Fácil conocer se deja que le aflige otro cuidado; que sus años, cual él muestra, no habrán podido dar muestra, por ser pocos, de los hechos que, por ser mal satisfechos, muestran voluntad siniestra.

Y el ofrecerle caballo para que volviese a Orán,

y el no querer acetallo, unas sospechas me dan que por su honra las callo.

Quizá la vida le enfada soldadesca y desgarrada, y como el vicio le doma, viene tras la de Mahoma, que es más ancha y regalada.

DOÑA MARGARITA

En mi edad, aunque está en flor, he alcanzado y conocido que no hay mal de tal rigor que llegue al verse ofendido, el que es honrado, en su honor.

Y más si culpa no tiene; que cuando la infamia viene a quien la busca y procura, es menor la desventura que la deshonra contiene.

Y así, me será forzoso,

para huir la infamia y mengua de mal cristiano y medroso, que os descubra aquí mi lengua lo que apenas pensar oso.

Si gustáis de estarme atentos, veréis que paran los vientos su veloz curso a escucharme, y veréis que fué el quedarme honra de mis pensamientos.

Entra Alimuzel.

ALIMUZEL

El remedio que aplicaste,

bella Arlaxa, de tu mano

fué tal, que en él te mostraste

ser un ángel soberano

que a la vida me tornaste.

Conságretela dos veces:

una porque la mereces,

y la otra te consagro

por el extraño milagro

con que tu fama engrandeces.

ARLAXA

Sosiégate y no me alabes, que el médico ha sido Alá de tus heridas tan graves. Comienza', cristiano, ya la historia que alegre acabes.

DOÑA MARGARITA

haré; mas verás, en el cuento que me oirás, que no dan los duros hados a principios desdichados alegres fines jamás.

Nací en un lugar famoso, de los mejores de España, de padres que fueron ricos y de antigua y noble casta; los cuales, como prudentes, apenas mi edad temprana dió muestras de entendimiento.

cuando me encierran y guardan en un santo monesterio de la virgen Santa Clara;

¡que soy mujer sin ventura, que soy mujer desdichada!

ARLAXA

¡Santo Alá! ¿Qué es lo que dices?

DOÑA MARGARITA

¿Desto poquito te espantas?

Ten silencio, hermosa mora, hasta el fin de mis desgracias, que, aunque ellas jamás le tengan, yo me animaré a contallas, si es posible, en breve espacio y con sucintas palabras.

No me encerraron mis padres sino para la crianza, y fué su intención que fuese, i no monja, sino casada.

Faltáronme antes de tiempo; que la inexorable Parca cortó el hilo de sus vidas para añadirle a mis ansias.

Quedé con sólo un hermano, de condición tan bizarra, que parece que en él sólo hizo asiento la arrogancia.

Llegó la edad de casarme; hiciéronle mil demandas de mi; no acudió a ninguna.

'fundándose en leves causas; y entre los que me pidieron, fué uno que con la espada satisfizo a la respuesta,

.según se la dieron mala.

Suenan dentro atambores.

ALIMUZEL

lEscucha, que oigo clarines, oigo trompetas y cajas; algún escuadrón es éste ^e turcos que hacia Orán marcha. Entra un moro.

MORO

Si lo que dejó el cristiano no quieres, hermosa Arlaxa, no lo acaben de talar diez escuadrones que pasan, ven, señora, a defenderlo;

‘que con tu presencia. Arlaxa, pararás al Sol su curso y suspenderás las armas.

ALIMUZEL

Bien dice, señora; vamos, que lugar habrá mañana para oír si aquesta historia en fin triste o alegre acaba.

ARLAXA

Vamos, pues. Y vos, hermosa

108

y lastimada cristiana,

no os pene si a vuestras penas

el oillas se dilata".

Vanse Arlaxa, y Alí tras ella, y Doña Margarita a lo último, y Don Fernando tras, ella, y dicen antes:

DOÑA MARGARITA.

Como no tengo, señora, ningún alivio en contarlas,- tengo a ventura el estorbo que de tal silencio es causa..

DON FERNANDO

iVálgame Dios, qué sospechas me van encendiendo el almal Muchas cosas imagino, y todas me sobresaltan.

Desesperado, esperando he de estar hasta mañana, o hasta el punto que el fin sepa- de la historia comenzada.

FIN DEL SEGUNDO ACTO

TERCERA JORNADA

Los que hablan en ella son:

Arlaxa.

Doña Margarita.

VOZMEDIANO.

Don Fernando de Saavedra.

Guzmán.

Buitrago.

El conde de Alcaudete.

Don Francisco de Mendoza.

Don Martín.

Don Juan de Valderrama.

Alimuzel.

Roama, moro.

Azán, rey de Argel.

Bairán.

El del Cuco.

El de Alabez.

Y acompañamiento.

Salen los reyes del Cuco y Alabez, Don Fernando, de moro; Alimuzel, Arlaxa y Doña Margarita.

cuco

Hermosísima Arlaxa, tu belleza

puede volver del mesmo Marte airada* en mansedumbre su mayor braveza, y dar leyes al mundo alborotado.

ALABEZ

Puedes, con tu extremada gentileza, suspender los extremos del cuidado que amor pone en el alma que cautiva^, y hacer que en gloria sosegada viva, cuco

Puede la luz desos serenos ojos prestarla al Sol y hacerle más hermoso;, puede colmar el carro de despojos del dios antojadizo y riguroso.

ALABEZ

Puede templar la ira, los enojos del amante olvidado y del celoso; puedes, en fin, parar, sin duda alguna,, el curso volador de la fortuna.

ARLAXA

Nace de vuestra rara cortesía la sin par que me dais dulce alabanza,, porque no llega la bajeza mía adonde su pequeña parte alcanza.

Tendré por felicísimo este día, pues en él toma fuerzas mi esperanza, de ver mis aduares mejorados, viendo a sus robadores castigados.

Cien canastos de pan blanco apurado, con treinta orzas de miel aun no tocada,.

y del menudo y más gordo ganado casi os ofrezco entera una manada; dulce lebeni (1) en zaques encerrado, agrio yagurt (2). Y todo aquesto es nada si mi deseo no tomáis en cuenta, que en su virtud la dádiva se aumenta.

cuco

Admitimos tu oferta, y prometemos de vengarte de aquel que te ha ofendido; que, en fe de haberte visto, bien podemos mostrar el corazón algo atrevido.

ALABEZ

Arlaxa, queda en paz, porque tenemos el tiempo limitado y encogido.

ARLAXA

Viváis alegres siglos y infinitos, reyes del Cuco y Alabez invitos.

Vanse los reyes.

Vuelve a seguir tu comenzada historia, cristiana, sin que dejes cosa alguna que puedas reducir a la memoria de tu adversa o tu próspera fortuna.

DOÑA MARGARITA

Pasadas penas en presente gloria el contarlas la lengua no repugna; mas si el mal está en ser que se padece.

(1) Arroz con leche.

(2) Hoy yogurt, leche cuajada agria.

al contarle, la lengua se enmudece. Quedé, si mal no me acuerdo, en una mala respuesta que dió mi bizarro hermano a un caballero de prendas, el cual, por satisfacerse, muy mal herido le deja.

Ausentóse y fuése a Italia, según después tuve nuevas.

Tardó mi hermano en sanar mucho tiempo, y no se acuerda en mucho más de su hermana, como si ya muerta fuera.

Vi que volaban los tiempos, y que encerraban las rejas el cuerpo, mas no el deseo, que es libre y muy mal se encierra. Vi que mi hermano aspiraba, codicioso de mi hacienda, a dejarme entre paredes, medio viva y medio muerta.

Quise casarme yo misma; mas no supe en qué manera ni con quién; que pocos años en pocos casos aciertan.

Dejóme un viejo mi padre, hidalgo y de intención buena, con el cual me aconsejase en mis burlas y en mis veras. Comuniquéle mi intento; respondióme que él quisiera

113

que el caballero que tuvo con mi hermano la pendencia, fuera aquél que me alcanzara por su legítima prenda, porque eran tales las suyas, que por extremo se cuentan. Pintómele tan galán, tan gallardo en paz y en guerra, que en relación vi a un Adonis, y a otro Marte vi en la tierra. Dijo que su discreción igualaba con sus fuerzas, puesto que valiente y sabio pocas veces se conciertan.

Estaba yo a sus loores tan descuidada y atenta, que tomó el pincel la fama, y en el alma las asienta, y amor, que por los oídos pocas veces dicen que entra, se entró entonces hasta el alma con blanda y honrada fuerza; y fué de tanta eficacia la relación verdadera, que adoré lo que los ojos no vieron, ni ver esperan; que, rendida a la inclemencia de un antojo honrado y simple, mudé traje y mudé tierra.

A mi sabio consejero fuerzo a que conmigo venga;

Comedias.— T. II.

8

que ánimo determinado, de imposibles no hace cuenta,

ARLAXA

No te suspendas; prosigue tu bien comenzado cuento, que ninguna cosa siento en él que a gusto no obligue, y aun a pesar.

DON FERNANDO

(Aparte.) Y es de modo, según que voy discurriendo, que al alma va suspendiendo con la parte y con el todo.

DOÑA MARGARITA

Enamorada de oídss del caballero que dije, me sali del monesterio, y en traje de hombre vestíme. Dejé el hermano y la patria, y, entre alegre y entre triste, con mi consejero anciano a la bella Italia vine.

De la mitad de mi alma, para que yo más le estime, supe allí que en estacada venció a tres, y quedó libre, y que la parlera fama, que más de lo que oye dice, le trujo a encerrar a Orán, que espera el cerco terrible.

En alas de mi deseo, desde Nápoles partíme; llegué a Orán, facilitando cualquier dudoso imposible, y apenas pisé su arena, cuando alborotada fuíme a saber, sin preguntallo, de quien me tiene tan triste. Dél supe, y pluguiera al cielo, que consuela a los que aflige, que nunca yo lo supiera.

DON FERNANDO

Di presto lo que supiste.

DOÑA MARGARITA

Supe que a volverse moro, cosa, a pensarla, imposible, dejó los muros de Orán, y que en vuestra secta vive. Yo, por no vivir muriendo entre sospechas tan tristes, a trueco de ser cautiva, todo el hecho saber quise; y así, arrojada y ansiosa, entre los cristianos vine, de quien fué Nacor la guía, que los trujo a lo que vistes. Ya me quedé, y soy cautiva, y ya os pregunto si vistes a este cristiano que busco, o a este moro que acogistes.

Llamábase don Fernando de Saavedra, de insignes costumbres y claro nombre, como su fama lo dice.

Por él y por mi rescate, si dél sabéis, se apercibe mi lengua a ofreceros tanto, que pase de lo posible.

Esta es mi historia, señores; nunca alegre, siempre triste; si os he cansado en contalla, lo que me mandastes hice.

ARLAXA

Cristiana, de tu dolor casi siento la mitad;, que tal vez curiosidad fatiga como el amor.

Y al que te enciende en la llama de amor con tantos extremos, como tú, le conocemos solamente por la fama.

. ALIMUZEL

¿Debajo de cuál estrella ese cristiano ha nacido, que aun de quien no es conocido los deseos atropella? ^

Ese amigo pof quien lloras, y en quién pones tus tesoros, las vidas quita a los moros, y las áímas a las moras.

DON FERNANDO

Que no es moro está en razón; que no muda un bien nacido, por más que se vea ofendido, por otra su religión.

Puede ser que a ese español, que agora tanto se encubre, alguna causa le encubre, como alguna nube al Sol.

Mas dime: ¿quién te asegura que, después de haberle visto, quede en tu pecho bien quisto? Que engendra amor la hermosura, y si él carece della, como imagino y aun creo, faltando causa, el deseo faltará, faltando en ella.

DOÑA MARGARITA

La fama de su cordura y valor es la qué ha hecho la herida dentro del pecho; no del rostro la hermosura; que esa es prenda que la quita el tiempo breve y ligero, flor que se muestra en enero, que a la sombra se marchita.

Ansí que, aunque en él hallase no el rostro y la lozanía que pinté en mi fantasía, no hay pensar que no le amase.

DON FERNANDO

Con esa seguridad, presto me ofrezco mostrarte al que puede asegurarte el gusto y la libertad.

Muda ese traje indecente, que en parte tu ser desdora, y vístete en el de mora, que la ocasión lo consiente, y con Arlaxa y Muzel los muros de Orán veremos, donde, sin duda, hallaremos tu piadoso o tu cruel; que no es posible dejar de hallarse en aquesta guerra, si no le ha hundido la tierra o le ha sorbido la mar. Alimuzel, no te tardes; yen, y mira que es razón; que en semejante ocasión no es bien parecer cobarde.

ALIMUZEL

Haz cuenta que a punto estoy.

ARLAXA

A nada me detiene.

DOÑA MARGARITA

Ya veis si a mi me conviene seguiros.

DON FERNANDO

Pues pase hoy; y mañana, cuando dan las aves el alborada, demos a nuestra jornada principio, y al fin de Orán.

¿Queda así?

ALIMUZEL

No hay que dudar.

ARLAXA

¿Cómo te llamas, señora?

DOÑA MARGARITA

Margarita; mar do mora gustos que me han de amargar.

ARLAXA

Ven, que el amor favorece siempre a honestos pensamientos.

DON FERNANDO

jQué atropellados contentos la ventura aquí me ofrece! Entranse todos.

Sale Buitrago solo a la muralla.

BUITRAGO

¡Arma, arma, señor, con toda priesa, porque en el charco azul columbro y veo pintados leños de una armada gruesa hacer un medio círculo y rodeo!

120

El viento el remo impele, el lienzo atesa; el mar tranquilo ayuda a su deseo.

Arma, pues, que en un vuelo se avecina, y viene a tomar tierra a la marina.

A la muralla d Conde y Guzmán.

CONDE

Turcos cubren el mar, moros la tierra; don Fernando de Cárcamo al momento a San Miguel defienda, y a la guerra se principio con furor sangriento.

Mi hermano, que en Almarza ya se encierra, mostrará de quién es el bravo intento; que este perro, que nunca otra vez ladre, es el que en Mostagán mordió a su padre (1).

GUZMÁN

Mal puedes defenderle la ribera.

CONDE

No hay para qué, si todo el campo cubre del Cuco y Alabez la gente fiera, tanta, que hace horizonte lo que encubre, y los que van poblando la ladera de aquel cerro empinado que descubre y mira exento nuestros prados secos, son los moros de Fez y de Marruecos.

Coronen las murallas los soldados, y reitérese el arma en toda parte; estén los artilleros alistados,

(1) Alusión a las expediciones del conde de Alcaudete (padre del de la comedia) contra Mostagán.

121

y usen certeros de su industria y arte; los a cosas diversas diputados, acudan a su oficio, y dese a Marte el que a Venus se daba, y haga cosas que sean increíbles de espantosas.

Entrese de la muralla el Conde y Guzmán.

BUITRAGO

Animas, si queréis que al ejercicio vuelva de mis plegarias y rosario, pedid que me haga el cielo beneficio que siquiera no falte el ordinario; que, aunque de Marte el trabajoso oficio en mi estómago pide extraordinario, con diez hogazas que me envíe, sienta que a seis bravos soldados alimenta.

Entranse, y suenan chirimías y cajas; entran Azán Bajá y Bairán con el rey del Cuco y el Álabez.

BAIRÁN

Don Francisco, el hermano del valiente don Juan, que naufragó en la Herradura, apercibe gran número de gente, y socorrer a esta ciudad procura.

Don Alvaro Bazán, otro excelente caballero famoso y de ventura, tiene cuatro galeras a su cargo, y éste ha de ser de tu designio embargo.

AZÁN.

Su arena piso ya; de Orán colijo no aquella lozanía que dijiste;

122

sólo por tocar arma ya me aflijo, y ver quién será aquel que me resiste.

ALABEZ

Quien al padre venció, vencerá al hijo.

No hay que esperar, ¡oh grande Azán!; embiste; que el tiempo que te tardas, ese quitas a tus Vitorias raras e infinitas.

Entren a esta sazón Arlaxa y Doña Margarita en hábito de moro, Don Fernando como moro, y Ali- muzeL

cuco

Tienes presente, ¡oh rey Azán!, 'la gloria de la Africa y la flor de Berbería; un ángel es que anuncia tu Vitoria, que el cielo, donde él vive, te le envía.

AZÁN

Tendré yo para siempre en la memoria esta merced, ¡oh gran señora mía!, bella y sin par Arlaxa, en cuanto el cielo pudo de bien comunicar al suelo.

¿Qué buscas entre el áspero ruido del cóncavo metal, que, el aire hiriendo, no ha de llevar a tu sabroso oído de Apolo el son, mas el de Marte horrendo?

ARLAXA

El tantarán del atabal herido, el bullicio de guerra y el estruendo de gruesa y disparada artillería es para suave melodía.

123

Cuanto más, que yo vengo a ser testigo de tus raras hazañas y excelentes, y a servirte estos dos truje conmigo, que cuanto son gallardos son valientes.

AZÁN

De agradecer tanta merced me obligo cuando corran los tiempos diferentes de aquestos, porque el fruto de la guerra en la paz felicísima se encierra.

Entra Roama, moro, con un cristiano galán atadas las manos.

ROAMA

El bergantín que de la Vez se llama cautivaron anoche tus fragatas, y éste, que es un don Juan de Valderrama, venía en él.

AZÁN

¿Por qué no le desatas?

Como entra el cautivo, se cubre Doña Margarita el rostro con un velo,

ALABEZ

¿Cómo sabes su nombre tú, Roama?

ROAMA

El me lo ha dicho así.

AZÁN ,

Pues mal le tratas; si es caballero, suéltale las manos.

DON JUAN

¿Qué es lo que veo, cielos soberanos? Mira a Don Fernando,

AZÁN

¿De qué lierra eres, cristiano?

DON JUAN

De Jerez de la Frontera.

AZÁN

¿Eres hidalgo, o villano?

ALABEZ

Vestir de aquella manera los villanos no es muy llano.

DON JUAN

Caballero soy.

' AZÁN

¿Y rico?

DON JUAN

Eso no; pues que me aplico a ser soldado, señal que de bienes me va mal; y esto os juro y certifico.

ALABEZ

De cristianos juramentos

está preñada la tierra,

lleno el mar, densos los vientos.

AZÁN

¿Y venias?

DON JUAN

A la guerra.

AZÁN

^Honrados son tus intentos!

DOÑA MARGARITA

¡Este es mi hermano, señora!

ARLAXA

Disimula como mora, y cúbrete el rostro más.

cuco

j Buena guerra agora harás!

DON JUAN

¿Y cómo la hago agora?

AZÁN

¿Qué nuevas hay en España?

DON JUAN

No más de la desta guerra, y que ya estás en campaña.

AZÁN

Dirán que mi intento yerra -en emprender tal hazaña;

=el socorro aprestarán,

-el mundo amenazarán, y, estándole amenazando, llegarán a tiempo cuando yo esté en sosiego en Orán. éntote este cristiano,

126

Arlaxa, como en indicio de lo que en servirte gano; y acepta el primer servicio que recibes de mi mano; que otros pienso de hacerte con que mejores la suerte de tu aduar saqueado.

ARLAXA

Tenga el grande Alá cuidado, grande Azán, de engrandecerte,

AZÁN

Vamos, que Marte nos llama

a ejercitar el rigor

que enciende tu ardiente llama.

ARLAXA

Mahoma te favor

que aumente tu buena fama.

Ven, cristiano, y darme has cuenta de quién eres.

Entranse todos, excepto Don Juan y Don Fernando,

DON JUAN

¡No consienta el cielo que éste sea aquel que, enamorado y cruel, pudo hacerme honrada afrental

DON FERNANDO

Escucha, cristiano, espera.

DON JUAN

Ya espero, ya escucho, y veo lo que nunca ver quisiera, si me pinta aquí el deseo esta visión verdadera.

DON FERNANDO

¿Qué murmuras entre dientes?

DON JUAN

¿Qué me quieres?

DON FERNANDO

Que me cuentes

quién eres.

DON JUAN

¿Pues qué te importa?

DON FERNANDO

Hacer tu desgracia corta.

DON JUAN

¡Podrá ser que me la aumentesl Muestran que no es opinión los sobresaltos que paso, mas cosa puesta en razón, que, sin duda, hace caso tal vez la imaginación, pues pienso que estoy mirando el rostro de don Fernando, su habla, su talle y brío; pero que esto es desvarío su traje me va mostrando.

DON FERNANDO

¿Todo ha de ser murmurar, cristiano?

DON JUAN

Perdona, moro, que no me dejan guardar el cortesano decoro las ansias de mi pesar.

Y más, que me enmudeces; porque tanto te pareces a un cristiano, que me admiro, que le veo si te miro, y él mismo en ti mismo ofreces.

DON FERNANDO

En Orán hay un cristiano que dicen que me parece como esta mano a esta mano, y que si acaso se ofrece vestir hábito africano, ningún moro hay que le vea que no diga que yo sea, y juzgue con evidencia que sólo nos diferencia su vestido y mi librea.

No le he visto, y voy trazando verle, que verle deseo, ya en paz, o ya peleando.

DON JUAN

¿Cómo se llama?

DON FERNANDO

Yo creo

que se llama don Fernando, y tiene por sobrenombre Saavedra.

DON JUAN

Ese es el hombre por quien con mil males lucho.

DON FERNANDO

Desa manera, no es mucho que mi presencia te asombre. Entra Roama, el moro.

ROAMA

Arlaxa y Fátima están esperándote, cautivo.

DON FERNANDO

Ve en paz; que, rendido Orán, si el otro yo queda vivo, tendrá remedio tu afán.

DON JUAN

Estimo tu buen deseo; mas, con todo aquesto, creo... Pero no, no creo nada; que es cosa desvariada dar crédito a lo que veo.

Entranse Don Juan y Roama.

DON FERNANDO

Entre sospechas y antojos, Comedias.— T. II.

130

y en gran confusión metido, va don Juan lleno de enojos, pues le estorba este vestido no dar crédito a sus ojos.

No se puede persuadir que yo pudiese venir a ser moro y renegar, y asi, se deja llevar de lo que quise fingir.

Su confesión está llana, y más lo estará si mira y si conoce a su hermana; que entonces no habrá mentira que no se tenga por vana.

Pregunto: ¿en qué ha de parar este mi disimular y este vestirme de moro?

En que guardaré el decoro con que más me pueda honrar.

Entrase,

Tócase arma; salen a la muralla el Conde y Guzmán, y al teatro, Azán, el Cuco y Alabez.

CONDE

Veinte asaltos creo que son los que han dado a San Miguel, y éste, según es cruel, me muestra su perdición.

No podrá más don Fernando de Cárcamo.

131

GUZMÁN

No, sin duda; mas, si no se le da ayuda, su fin le está amenazando.

Fuerza que no se socorre, haz cuenta que está rendida.

AZÁN ,

San Miguel va de vencida, que gran morisma allá corre.

Suena mucha vocería de «¡Li, li, y atambores; sale Roama,

R o A M A

San Miguel se ha entrado ya, y sobre el muro español son tus medias lunas sol, el más bello que hizo Alá.

Fuéronse a Mazalquivir algunos que se escaparon.

AZÁN

Algún tanto dilataron esos perros el vivir.

ALABEZ

Desta huida no se arguye el refrán que el vulgo trata, que es hacer puente de plata al enemigo que huye.

132

cuco

Hoy de aquel gran capilludo (1) las memorias quedarán enterradas en Orán, pues puedes más que él pudo.

AZÁN

¡Valeroso don Martín, que te precias de otro Marte, espera, que voy a darte, a tu usanza, un San Martín I Entranse todos; salen Arlaxa y Doña Margarita, cu bierto el rostro con un velo, y Don Juan, como cau tivo.

DON JUAN

Ayer me entró por la vista cruda rabia a los sentidos, y hoy me entra por los oídos, sin haber quien la resista.

Ayer la suerte inhumana, a quien mil veces maldigo, me hizo ver mi enemigo, y hoy me hace oír mi hermana. Quítate el velo, señora, y sacarme has de una duda por quien tiembla el alma y suda.

DOÑA MARGARITA

¿Otra vez? No puedo agora.

(1) El cardenal Jiménez de Cisneros, conquistador de Orán.

133

DON JUAN

lAy, Dios, que la voz es ésta ' de mi buscada enemiga!

m--

DOÑA MARGARITA

Si el oírme te fatiga, jamás te daré respuesta.

DON JUAN

No me tengas más suspenso; descúbrete; que me das, mientras que cubierta estás, un dolor que llega a inmenso.

ARLAXA

Fátima, por vida mía, que te descubras; veremos por qué hace estos extremos este cristiano.

DOÑA MARGARITA

haría,

si no me importase mucho encubrirme desta suerte.

DON JUAN

Los ecos son de mi muerte los que en esta voz escucho.

ARLAXA

Descúbrete, no te asombres; que has de saber, si lo ignoras, que nunca para las moras los cristianos fueron hombres.

134

Ya no es nadie el que es esclavo; no tienes que recelarte.

DOÑA MARGARITA

Yo daré, por contentarte, con mis designios al cabo.

ARLAXA

(Aparte,) Que te conozca, no importa; cuanto más, que has de negallo.

DOÑA MARGARITA

(Aparte,) Dudosa en todo me hallo.

ARLAXA

(Aparte,) Ten ánimo, no seas corta.

DOÑA MARGARITA

Descúbrome; vesme aquí, cristiano; mírame bien.

DON JUAN

¡Oh, el mismo rostro de quien aquí me tiene sin mil ¡Oh hembra la más liviana que el Sol ha visto jamás!

¡Oh hermana de Satanás primero que no mi hermana!

Por ejemplos más de dos he visto puesto en efeto que, en perdiéndose el respeto al mundo, se pierde a Dios.

ARLAXA

¿Qué dices, perro?

DON JUAN

Que es ésta

mi^hermana.

ARLAXA

¿Fátima?

DON JUAN

Sí.

ARLAXA

|En mi vida vi ni tan linda y graciosa fiesta! jTuya mi hermana! ¿Estás loco? Mírala bien.

DON JUAN

Ya la miro.

ARLAXA

¿Qué dices, pues?

DON JUAN

Que me admiro, y en el juicio me apoco.

Por dicha, ¿hace Mahoma milagros?

ARLAXA

Mil a montones.

DON JUAN

¿Y hace transformaciones?

ARLAXA

Cuando voluntad le toma.

DON JUAN

¿Y suele mudar tal vez en mora alguna cristiana?

ARLAXA

Sí.

DON JUAN

Pues aquesta es mi hermana y la tuya está en Jerez.

ARLAXA

¡Roama, Roama, veni

Entra Roama.

ROAMA

Señora, ¿qué es lo que mandas?

ARLAXA

Que pongas las carnes blandas a este perro.

ROAMA

Está bien. Vuélvese.

ARLAXA

Con un corbacho procura sacarle de la intención una cierta discreción que da indicios de locura.

DOÑA MARGARITA

De cualquiera maleficio,

Arlaxa, que al hombre culpa.

le viene a sobrar disculpa en la falta del juicio.

No le castigues ansí por cosa que es tan liviana.

DON JUAN

jjuro a Dios que eres mi hermana, o el diablo está hablando en til

Suena dentro asalto,

ARLAXA

¿No oyes, Fátima, que dan asalto a Mazalquivir, que hasta aquí se hace sentir en el conflito en que están?

Deja a ese perro, y acude, por si lo podemos ver.

Entranse Arlaxa y Doña Margarita,

DOÑA MARGARITA

Siempre te he de obedecer.

DON JUAN

jY quieren que desto dude!

Por ser grande la distancia

que hay de mi hermana a ser mora,

imagino que en mora

gran cantidad de ignorancia.

Extraño es el devaneo

con quien vengo a contender.

138

pues no me deja creer lo que con los ojos veo.

Entrase.

Salen a la muralla Don Martín, el capitán Guzmán, y Buitrago con una mochila a las espaldas y una bota de vino, comiendo un pedazo de pan.

DON MARTÍN

¡Gente soberbia y cruel, a quien ayuda la suerte, no penséis que es éste el fuerte tan flaco de San Miguel I ¡Bravo Guzmán, gran Buitrago, hoy ha de ser vuestro día!

BUITRAGO

( Bebe.) Déjeme vueseñoría que me esfuerce con un trago.

¡Echenme destos alanos agora de dos en dos, porque yo les juro a Dios que han de ver si tengo manos!

Salen al teatro Azán, el Cuco, el Alabez, Don Fer- nando y otros moros con escalas.

AZÁN

Al embestir no se tarde; porque quiero estar presente, para honrar al que es valiente y dar infamia al cobarde.

Muzel, una escala toma

139

y muéstranos que te dan, como a mellones galán, manos las del gran Mahoma.

¡Ea; al embestir, amigos; amigos, al embestir; que hoy será Mazalquivir sepultura de enemigosi

Embisten; anda la grita; lleva Alimuzel una escala; sube por ella, y otro moro por otra; deciende al moro Bui- trago, y Don Fernando ase a Alimuzel y derríbale; pelea con otros, y mátalos. Todos han de caer dentro del vestuario. Desde un cabo miran Azán, el Cuco y el Alabez lo que pasa,

DON FERNANDO

Ya no es tiempo de aguardar a designios prevenidos, viendo que están oprimidos los que yo debo ayudar.

¡Baja, Muzell

ALIMUZEL

¿Por ventura, quiéresme quitar la gloria desta ganada Vitoria?

DON FERNANDO

Aun más mi intento procura.

ALIMUZEL

¡Que me derribas! ¡Espera, que ya abajo a castigarte!

DON FERNANDO

Aunque bajase el dios Marte acá de su quinta esfera, no le estimaré en un higo. jOh cómo que trepa el galgo! Derriba al otro que sube.

ALIMUZEL

Poco puedo y poco valgo con este amigo enemigo.

¿Por qué contra mí, Lozano, esgrimes el fuerte acero?

Riñen los dos.

DON FERNANDO

Porque soy cristiano, y quiero mostrarte que soy cristiano.

DON MARTÍN

i Disparen la artillería!

¡Aquí, Buitrago y Guzmánf ¡Robledo, venga alquitrán! ¡Arrojad esa alcancía!

¡Allí, que se sube aquél!

DON FERNANDO

Donde yo estoy, este muro estará siempre seguro; y, aunque le pese a Muzel, e^te perro vendrá al suelo. Derriba a otro.

141

AZÁN

¿Quién es aquel que derriba a cuantos suben arriba?

cuco

Que es renegado recelo; pero yo lo veré presto, y le haré que se arrepienta.

AZÁN

A un rey no toca esa afrenta.

Vase el del Cuco contra Don Fernando. cuco

Mahoma se sirve en esto.

GUZMÁN

Buitrago, el que nos defiende es, sin duda, don Fernando.

BUITRAGO

Aqueso estaba pensando, porque a los moros ofende.

cuco

¡Renegado, perro, aguarda!

DON FERNANDO

¡Rey del Cuco, perro, aguardo! cuco

¿Cómo en tu muerte me tardo?

DON FERNANDO

Pues la tuya ya se tarda.

Alimuzel, desta vas, y tú, rey, irás de aquesta. jConcluyóse ya esta fiesta!

cuco

|Muy mal herido me has!

ALIMUZEL

¡Muerto me has, moro fingido y cristiano mal cristiano!

Caen dentro del vestuario.

DON FERNANDO

Tengo pesada la mano y alborotado el sentido;

Dios sabe si a me pesa.

Gran don Martin valeroso, haz que deciendan al foso y recojan esta presa.

GUZMÁN

Don Fernando, señor, es, que viene a hacer recompensa de la cometida ofensa: diez ha herido, y muerto a tres; y el rey del Cuco es aquel que yace casi difunto.

DON MARTÍN

Pues socorrámosle al punto.

GUZMÁN

Y el otro es Alimuzel.

DON MARTÍN

Vayan por la casamata al foso, y retírenlos.

BUITRAGO

Vamos por ellos los dos.

Quítanse del muro Guzmán y B ultra go,

AZÁN

Ya no es la empresa barata, pues me cuesta un rey y tantos que en veinte asaltos han muerto. ¿Alboroto, y en el puerto (¿qué podrá ser?) de los Santos?

Suena todo.

Campanas en la ciudad suenan, señal de alegrías, y tocan las chirimías; aquesta es gran novedad.

Vamos a ver lo que es esto, y toquen a recoger.

ALABEZ

No lo que pueda ser.

AZÁN

Pues yo lo sabré bien presto. Eniranse.

Salen B ultra go y Guzmán.

GUZMÁN

Al retirar, don Fernando, que en gran peligro estás puesto.

144

DON FERNANDO

No lo pienso hacer tan presto.

BUITRAGO

¿Pues cuándo?

DON FERNANDO

Menos cuándo. Yo, que escalé estas murallas, aunque no para huir dellas, he de morir al pie dellas, y con la vida amparabas.

G)nozco lo que me culpa, y, aunque a la muerte me entregue, haré la disculpa llegue adonde llegó la culpa.

BUITRAGO

Yo muy poco, y diría, y está muy puesto en razón, que la desesperación no puede ser valentía.

GUZMÁN

Menos riesgo está en ponerte del conde a la voluntad que hacer la temeridad donde está cierto el perderte. Procúrate retirar, pues es cosa conocida que al mal de perder la Vida no hay mal que pueda llegar.

145

En efecto; has de ir por fuerza, si ya no quieres de grado.

DON FERNANDO

De vuestra fuerza me agrado, pues más obliga que fuerza.

Retirad aquesos dos

del foso, que es gente ilustre.

BUITRAGO Locura fuera de lustre el quedarte, (juro a Dios!

Entranse todos.

Salen Azán, Arlaxa, Doña Margarita, Don Juan y Roama, que trae preso a Vozmediano.

ROAMA

Este, pasando de Orán a Mazalquivir, fué preso,

AZÁN

Este nos dirá el suceso y por qué alegres están.

VOZMEDIANO

Porque les entró un socorro, que por él, |oh gran señor!, a la hambre y al temor han dado carta de horro.

Un don Alvaro Bazán, terror de naciones fieras, a pesar de tus galeras, ha dado socorro a Orán.

Comedias.— T. II.

10

En la cantidad es poco, y en el valor, sobrehumano.

DON JUAN

Si aqueste no es Vozmediano„ concluyo con que estoy loco.

VOZMEDIANO

jSuerte airada, por quien vivo en pena casi infinita!

Aquélla, ¿no es Margarita, y su hermano aquel cautivo?

AZÁN

¿Hay nuevas de otro socorro,, cristiano?

VOZMEDIANO

Dicen que sí.

DON JUAN

De haber dudado hasta aqui ya me avergüenzo y me corro.

¿No os llamáis vos Vozmediano?

VOZMEDIANO

No, señor.

DON JUAN

¿Qué me decís?

VOZMEDIANO

Que no.

DON JUAN

¡Por Dios, que mentís^

147

VOZMEDIANO

Estoy preso y soy cristiano, y así, no os respondo nada.

DON JUAN

¿Aquélla no es Margarita, viejo ruin?

VOZMEDIANO

Es infinita

vuestra necedad pensada.

Pedro Alvarez es mi nombre; ved si os habéis engañado.

DON JUAN

El seso tengo turbado;

no hay cosa que no me asombre.

Que si éste no es Vozmediano y no es Margarita aquélla, y el que causó mi querella no es el otro mal cristiano, tampoco soy yo don Juan, sino algún hombre encantado.

Entra un moro,

MORO

¿Cómo estás tan sosegado, valeroso y fuerte Azán?

Si tardas un momento, no habrá fusta, galera ni bajel de cuantos tienes en este mar que no sea miserable presa del español, que a remo y vela viene a embestirte. Rey Azán, ¿qué aguardas?

148

AZÁN

Todo moro se salve, que los turcos solos se han de embarcar. {Adiós, amigos!

Vase.

ARLAXA

Fátima, no me dejes, ven conmigo, que tiempo habrá donde a tu gusto acudas.

DOÑA MARGARITA

No te puedo faltar; guía, señora.

Entranse las dos.

DON JUAN

Solos quedamos, hombre, y sólo quiero que me digas quién eres; que yo pienso que eres un Vozmediano de mi tierra.

VOZMEDIANO

0

No es este tiempo para tantas largas; la libertad tenemos en las manos; de jalla de cobrar será locura.

Pedro Alvarez me llamo, por agora.

Entrase.

DON JUAN

¿Cómo podré dejarte, hermana o mora?

Entrase.

Salen a la muralla Don Martín, Guzmán, Don Fer~ nando y Buitra^o.

DON MARTÍN

{Oh, que se embarca el perro y que se escapa!

Dobla la punta, general invicto, y embístele.

GUZMÁN

Por más que lo procura, no es posible alcanzarle.

DON FERNANDO

¡A orza, a orza,

con la vela hasta el tope! jOb, que se escapa! De Canastel el cabo dobla, y vase.

DON MARTÍN

Los perros de la tierra, en remolinos confusos, con el miedo a las espaldas, huyen y dejan la campaña libre.

BUITRAGO

Toda la artillería se han dejado.

GUZMÁN

Las proas endereza nuestra armada al puerto, y ya de Orán el conde insigne ha salido también.

DON MARTÍN

A la marina,

que el bravo don Francisco de Mendoza no tardará en llegar.

Entranse Don Martín y Buitrago.

DON FERNANDO

Amigo, escucha:

¿no ves aquel montón que va huyendo de moros por la falda del ribazo?

150

GUZMÁN

Muy bien. ¿Por qué lo dices?

DON FERNANDO

Allí creo

que va desta alma la mitad.

GUZMÁN

¿Va Arlaxa?

DON FERNANDO

Arlaxa va.

GUZMÁN

¡Mahoma la acompañe!

DON FERNANDO

Ven, que con ella va la que me lleva el alma, y me conviene detenellas; sígueme, que has de hacer por otras cosas que me importan la honra.

GUZMÁN

Yo te sigo;

que hasta las aras he de serte amigo.

Entranse.

Sale, como que se desembarca, Don Francisco de Men- doza; recítenle el Conde y Don Martín, Büitrago y otros.

CONDE

Sea vuesa señoría bien venido,

cuanto ha sido el deseo

que de verle estas fuerzas han tenido.

DON FRANCISCO

El cielo, a lo que creo,

en mi mucha tardanza ha sido parte,

por que viese esta tierra más de un Marte;

que de aquestas murallas las ruinas

muestran que aquí hubo brazos

de fuerzas que llegaron a divinas.

BUITRAGO

Rompen por embarazos imposibles los hartos y valientes, y esto saben mis brazos y mis dientes.

DON MARTÍN

jPaso, Buitragol

BUITRAGO

Yo, señor, bien puedo hablar, pues soy soldado tal, que a la hambre sola tengo miedo.

Ya el cerco es acabado.

DON MARTÍN

No es para aquí, Buitrago, aqueso. ¡Pasol

BUITRAGO

Nadie sabe la hambre que yo paso.

CONDE

Cincuenta y siete asaltos reforzados dieron los turcos fieros a estos terrones por el suelo echados.

BUITRAGO

Cincuenta y siete aceros

152

tajantes respondieron a sus bríos, todos en peso destos brazos míos.

Corté y tajé más de una turca estambre.

CONDE

¡Buitrago, basta agora!

BUITRAGO

Bastara, a no morirme yo de hambre.

DON FRANCISCO

En vuestro pecho mora, famoso don Martin, la valentía.

BUITRAGO

Y en el mío la hambre y sed se cría.

Entra el capitán Guzmán y lee un billete a Don Fran^ cisco, y, en leyéndole, dice

DON FRANCISCO

Haráse lo que pide don Fernando;

que todo lo merece

lo que dél va la fama publicando.

Coyuntura se ofrece

donde alegre y seguro venir puede.

GUZMÁN

Tu gran valor al que es mayor excede.

Entrase Guzmán.

DON FRANCISCO

Pido, en albricias deste buen suceso, señor conde, una cosa

153

que por algo atrevida la confieso, mas no dificultosa.

CONDE

¿Qué me puede mandar vueseñoría que no haga por deuda o cortesía?

DON FRANCISCO

De don Fernando Saavedra pido perdón, porque su culpa con su fogoso corazón la mido, y él dará su disculpa.

CONDE

Muy mal la podrá dar; pero, con todo, señor, a vuestro gusto me acomodo.

Entran Don Fernando y Alimuzel, con una banda, como que está herido; Arlaxa, Doña Margarita, Don Juan y Vozmediano.

DON FERNANDO

Si confesar el delito, con claro arrepentimiento, mitiga en parte la ira del juez que es sabio y recto, yo, arrepentido, aunque tarde, el mal que hice confieso, sin dar más disculpa dél que un honrado pensamiento.

A la voz del desafío deste moro corrí ciego, sin echar de ver los bandos, que al más bravo ponen freno.

Pero no es este lugar para alargarme en el cuento de mi extraña y rara historia, que dejo para otro tiempo.

CONDE

Agradecedlo al padrino que habéis tenido, que creo que allí llegará la pena do llegó el delito vuestro.

Pero ¿qué moras son éstas y qué cautivos? ¿Qué es esto?

DON FERNANDO

Todo lo sabrás después, y por agora te ruego que me des, señor, licencia para hablar sólo un momento y acomodar muchas causas de quien verás los efectos.

CONDE

Hablad lo que os diere gusto, que del vuestro le tendremos; que siempre vuestras palabras responden a vuestros hechos.

DON FERNANDO

Yo soy. Arlaxa, el cristiano, y entiende que ya no miento, don Fernando, el de la fama, que te enamoró el deseo.

La palabra que le diste

a Alimuzel tenga efecto, que él hará entrega de mí, pues yo en sus manos me entrego. Y vos, don Juan valeroso, cuyo honrado y noble intento os trujo a tal confusión que os turbó el conocimiento, perdonad a vuestra hermana, que el romper del monesterio redundará en su alabanza, señor, vos gustáis dello.

Sin dote será mi esposa; que nunca falta el dinero donde los gustos se miden y se estrechan los deseos.

En esta mora en el traje a vuestra hermana os ofrezco, y a mi esposa, si ella quiere.

DOÑA MARGARITA

Yo quiero.

DON FERNANDO

Yo quiero.

DON JUAN

¿No es aqueste Vozmediano?

VOZMEDIANO

El mismo.

DON JUAN

¡Gracias al cielo que, tras de tantos nublados.

claro el Sol y alegre veo!

No es este famoso día de venganzas, y no tengo corazón a quien no ablande tal sumisión y tal ruego.

Yo perdono a Margarita, y por esposa os la entrego^ Alejandro de mi hacienda, pues la mitad os ofrezco.

ARLAXA

Y yo la mano a Muzel; que, aunque mora, valor tenga para cumplir mi palabra; cuanto más que lo deseo.

CONDE

Tan alegre destas cosas estoy, cuanto estoy suspenso,, porque dellas veo el fin, y no imagino el comienzo.

DON FERNANDO

¿Ya no te he dicho, señor, que te lo diré a su tiempo? Entra uno.

UNO

En este punto expiró el buen alférez Robledo.

GUZMÁN

Dios le perdone, y mil gracias doy al piadoso cielo.

que me quitó de los hombros tan pesado sobrehueso.

Quien quiera tener la vida rendida a cualquier encuentro, y no tener gusto en ella ni velando ni durmiendo, afrente a algún bien nacido, y verá presente luego el rostro que el temor tiene, las sospechas y el recelo.

BUITRAGO

Quien quisiere se le quite todo temor, todo miedo, tenga hambre, y verá cómo cesa todo en no comiendo.

DON MARTÍN

Yo añadiré las raciones, Buitrago.

BUITRAGO

¡Hágate el cielo vencedor nunca vencido por casi siglos eternos!

CONDE

Entremos en la ciudad, señor don Francisco.

DON FRANCISCO

Entremos,

porque a la vuelta me llaman estos favorables vientos.

y quiero deste principio entender estos sucesos, porque, en ser de don Fernando, gustaré de que sean buenos.

BUITRAGO

Toqúense las chirimías, y serán, si bien comemos, dulces y alegres las fiestas.

GUZMÁN

¿Y si no?

BUITRAGO

Renegaremos.

UNO

jBuitrago, daca el almal

BUITRAGO

¡Hijo de puta! ¿Tenemos más almas que dar, bellaco?

UNO

¡Daca el alma!

BUITRAGO

¡Por San Pedro, que si os asgo, hi de poltrón, que habéis de saber si tengo alma que daros!

GUZMÁN

Buitrago,

no haya más, que llega el tiempo

de dar fin a esta comedia, cuyo principal intento ha sido mezclar verdades con fabulosos intentos.

FIN DE ESTA COMEDIA

COMEDIA FAMOSA DE LA CASA DE LOS CELOS Y SELVAS DE ARDENIA

Los que hablan en ella son:

Reinaldos.

Malgesí.

Roldan.

Galalón.

Emperador Carlomagno.

Angélica.

Bernardo del Carpió.

Una dueña.

Un escudero.

Argalia.

Espíritu de Merlín.

Marfisa.

Lauso, pastor.

CoRiNTo, pastor.

Rústico, pastor.

Clori, pastora.

El Temor.

La Sospecha.

La Curiosidad.

Comedias. —T. II.

11

162

La Desesperación. Los Celos.

La diosa Venus. Cupido.

Mala fama.

Buena fama.

Ferraguto.

Castilla.

Un ángel.

Un paje.

TORNADA PRIMERA

Entran Reinaldos y Malgesí,

REINALDOS

Sin duda que el ser pobre es causa desto. Pues, ¡vive DiosI, que pueden estas manos echar a todas horas todo el resto con bárbaros, franceses y paganos.

¿A mí, Roldán, a se ha de hacer esto? Levántate a los cielos soberanos el confalón (1) que tienes de la Iglesia.

O reniego, o descreo.

MALGESÍ

¡Oh hermanol

REINALDOS

¡Oh pesia!.

MALGESÍ

Mira que suenan mal esas razones.

REINALDOS

Nunca las pasa mi intención del techo.

0) Bandera.

164

MALGESÍ

Pues ¿por qué a pronunciallas te dispones?

REINALDOS

{Rabio de enojo y muero de despechol

MALGESÍ

Pdnesme en confusión.

REINALDOS

Y me pones...

{Déjame, que revienta de ira el pecho!

MALGESÍ

{Por Dios!, que has de decirme en este instante con quién las has.

REINALDOS

Con el señor de Agíante.

Con aquese bastardo, mal nacido, arrogante, hablador, antojadizo, más de soberbia que de honor vestido.

MALGESÍ

¿No me dirás, Reinaldos, qué te hizo?

REINALDOS -

¿Qué a tanto desprecio he yo venido, que asi ose atrevérseme un mestizo?

{Pues juro a fe que, aunque le valga Roma, que le mate, y le guise, y me le comal En un balcón estaba de palacio, y con él GalalÓn, junto a su lado;^ yo entraba por el patio, muy de espacio, cual suelo, de mismo acompañado. .

Los dos miraron mi bohemio lacio (1) y no de perlas mi capelo ornado; tomáronse a reír, y, a lo que creo, la risa fué de ver mi pobre arreo.

Subí como con alas la escalera, de rabia lleno y de temor vacío; no los hallé donde los vi, y quisiera ejecutar en mi furia y brío.

Entráronse allá dentro, y, si no fuera porque debo respeto al señor mío, en su presencia le sacara el alma, pequeña a tanta injuria, y débil palma.

De aquel traidor de Galalón no hago cuenta ninguna, que es cobarde y necio; de Roldán, sí, y en ira me deshago, pues me conoce, y no me tiene en precio.

Pero presto tendrán los dos el pago, pagando con sus vidas mi desprecio, aunque lo estorbe...

MALGESÍ

¿No ves que desatinas?

REINALDOS

Ck)n aquesas palabras más me indinas.

MALGESÍ

Roldán es éste; vesle aquí que sale, y con él Galalón.

(1) Capotillo, capa pequeña.

REINALDOS

Hazte a una parte, que quiero ver lo que este infame vale, que es tenido en el mundo por un Marte.

EnUan Roldán y Galalón.

¡Agora sí, burlón, que no te cale en la estancia de Carlos retirarte, ni a ti forjar traiciones y mentiras para volver pacíficas mis iras!

GALALÓN

Vuélveme, porque es éste un atrevido, y el decir y hacer pone en un punto. Vase,

REINALDOS

¡Bien os habéis de mi ademán reída los dos, a fe!

ROLDAN

Que está loco barrunto.

REINALDOS

¿Dónde está aquel cobarde?

MALGESÍ

. Ya se ha ido.

REINALDOS

Tuvo temor de no quedar difunto si un soplo le alcanzara de ,mi boca.

ROLDAN

¡A risa su arrogancia me provoca!

^*Con quién las has, Reinaldos?

REINALDOS

¿Yo? Contigo.

ROLDAN

¿Conmigo? ¿Pues por qué?

REINALDOS

Ya lo sabes.

ROLDAN

No más de que siempre fui tu amigo, pues de mi voluntad tienes las llaves.

REINALDOS

Tu risa ha sido deso buen testigo; no hay para qué tan sin porqué te alabes. Dime: ¿puede, ppr dicha, la pobreza quitar lo que nos da Naturaleza?

Que yo trujera con anillos de oro adornadas mis manos, y trujera con pompa, a modo de real decoro, mi persona compuesta; ¿adóndequiera rindiera yo con esto al fuerte moro o al gallardo español, que nos espera? No; que no dan costosos atavíos fuerza a los brazos y a los pechos bríos. Mi persona desnuda, y esta espada, y este indomable pecho que conoces, ancha se harán adondequiera entrada, como en la seca mies agudas hoces.

Mi fuerza conocida y estimada está por todo el orbe dando voces, diciendo quién soy yo, y así, tu burla contra toda razón de se burla.

Y por que veas que en razón me fundo, mete mano a la espada y haz la prueba; verás que en nada no te soy segundo.

Ni es para el probarte cosa nueva. ¿Qué de nuevo te ríes, pese al mundo?

ROLDAN

¿Qué endiablado furor, primo, te lleva a romper nuestras paces, o qué risa así el aviso tuyo desavisa?

MALGESÍ

Dice que dél hiciste burla cuando entraba por el patio de palacio, su poco fausto y soledad mirando, y su bohemio, por antiguo, lacio. Pensólo, y, su estrecheza contemplando, y creyendo la burla, en poco espacio la escalera subió, y si allí os hallara, en llanto vuestra risa se tornara.

ROLDAN

Hiciera mal, porque por Dios os juro que no me pasó tal por pensamiento; y desto puede estar cierto y seguro, pues yo lo digo, y más con juramento. Al pilar de la Iglesia, al fuerte muro, al amparo de Francia y al aliento de los pechos valientes, ¿quién osara, aunque en ello la vida le importara? Esta disculpa baste, ¡oh primo amado!, para templar vuestra no vista furia;

169

que no es costumbre de mi pecho honrado hacer a nadie semejante injuria.

Y más a vos, que solo habéis ganado más oro que tendrá y tiene Liguria, si es que la honra vale más que el oro que en Tíbar cierne el mal vestido moro.

Dadme esa mano, ¡oh primo!, porque en uno estas dos que imagino sin iguales, no siento yo que habrá valor alguno que de su puerta llegue a los umbrales.

Vuelve Galalón con el emperador Carlomagno.

EMPERADOR

¿Qué asi comenzó a hablar el importuno, y descubrió en el modo indicios tales que presto de la lengua desmandada pasaría la cólera a la espada?

GALALÓN

No los pongas en paz, porque es prudencia,

y en materia de estado esto se advierte,

tener a tales dos en diferencia,

que son ministros de tu vida y muerte;

que habiendo entre dos grandes competencia

y entre dos consejeros, de tal suerte

el uno y otro a sus contrarios temen,

que es fuerza que en virtud ambos se extremen,.

por temor de las ciertas parlerías

que te podrá decir aquél de aqueste;

y no desprecies las razones mías,

si no quieres que caro no te cueste.

170

EMPERADOR

No están de aquel talante que decías.

Di: ¿Roldán no es aquél? ¿Reinaldos éste?

En paz están, y asidos de la mano.

GALALÓN

Señores, ¿no habéis visto a Carlomagno?

ROLDAN

jOh grande emperador!

EMPERADOR

¡Oh amados primos! ¿Habéis tenido algún enojo acaso?

ROLDAN

Sin padrinos, los dos nos avenimos cuando torcemos de amistad el paso.

Muchas veces confieso que reñimos; mas ninguna de veras.

GALALÓN

A hablar paso

Reinaldos y sin cólera, no hiciera que nuestro emperador aquí viniera; que yo le truje imaginando, cierto, que estábades los dos ya en gran batalla.

MALGESÍ

Holgáraste que el uno fuera muerto, y aun los dos; que este intento en ti se halla.

EMPERADOR

Tu temor ha salido en todo incierto.

De lo que a me place, es que la malla

171

y los aceros de estos dos varones requieren más honrosas ocasiones.

ROLDAN

Reinaldos, no le tengas ojeriza a Galalón, que a fe que es nuestro amigo.

MALGESÍ

¡Así le viese yo hecho ceniza,

‘O de la suerte que en mi mente digo!

-Este es el soplo que aquel fuego atiza y enciende, por quien siempre es enemigo íiuestro buen rey de nuestro buen linaje.

REINALDOS

]Cuán sin aliento viene aqueste pajel

PAJE

Señor, si quieres ver una ventura que en la vida se ha visto semejante, ponte a este corredor; que te aseguro que es aventicio (1) hermoso y elegante.

REINALDOS

jDonoso ha estado el paje!

PAJE

Yo lo juro

por vida de mi padre. Trae delante una diosa del cielo dos salvajes que sirven de escuderos y de pajes;

(l) Suceso.

172

una que debe ser su bisabuela viene detrás sobre una muía puesta.

Digo que es cosa de admirar. Mas hela do asoma; ved si viene bien compuesta..

MALGESÍ

¿Si viene con mistura de cautela tan grande novedad?

EMPERADOR

Poco te cuesta

saberlo, si tu libro traes a mano.

MALGESÍ

Aquí le tengo, y el saberlo es llano.

Apártase Malgesí a un lado del teatro, saca un librea pequeño, pénese a leer en él, y luego sale una figura de demonio por lo hueco del teatro y pénese al lado de Malgesí; y han de haber comenzado a entrar por el patio Angélica la bella sobre un palafrén, embo- zada y lo más ricamente vestida que ser pudiere; traen la rienda dos salvajes vestidos de yedra o de cáñamo teñido de verde; detrás viene una dueña sobre una muía con gualdrapa; trae delante de un rico cofre- cillo y a una perrilla de falda; en dando una vuelta al patio, la apean los salvajes, y va donde está el Emperador, el cual, como la ve,, dice:

EMPERADOR

Digo que trae gallarda compostura y que es gallardo el traje y peregrino,

y que si llega al brío la hermosura, que pasa de lo humano a lo divino.

MALGESÍ

¿Aventura es aquesta? Es desventura.

EMPERADOR

¿Qué dices, Malgesi?

MALGESÍ

No determino

aún bien lo que es.

EMPERADOR

Pues mira más atento.

MALGESÍ

Ya procuro cumplir tu mandamiento.

EMPERADOR

Salid a la escalera a recebilla, y traed a la dama a mi presencia.

REINALDOS

Cierto que es ésta extraña maravilla.

MALGESÍ

Cierto que no yerra aquí mi ciencia.,

EMPERADOR

¿Qué es eso, Malgesi?

MALGESÍ

i.. Darás a oílla

gratos oídos, pero no creencia;

174

que esta dama que ves... Aun no el resto; escúchala, que yo lo sabré presto.

Entra en el teatro Angélica con los salvajes y la Dueña, acompañada de Reinaldos, Roldán y Galalón; viene Angélica embozada.

ANGÉLICA

Prospere el alto cielo,

poderoso señor, tu real estado,

y seas en el suelo

por uno y otro siglo prolongado

de tan rara ventura,

que del tiempo mudable esté segura.

Puesto que tu presciencia

de un cortés me tiene asegurada,

no osaré sin licencia

decirte, ¡oh gran señor!, una embajada

que aumentará la fama

que a tanto prez y a tanto honor te llama.

EMPERADOR

Decid lo que os pluguiere.

ANGÉLICA

Hizo verdad tu si mi pensamiento.

Presta a lo que dijere, sagrado emperador, oído atento, y préstenmele aquellos a quien la gola señaló sus cuellos.

Soy única heredera

del gran rey Galafrón, cuyo ancho imperio deste mar la ribera.

175

ni aun casi la mitad del hemisferio,

sus límites describe;

que en otros mares y otros cielos vive.

A su grandeza iguala

su saber, en el cual tuvo noticia

ser mi ventura mala,

si así como el estado real codicia,

a varón me entregase

que en sangre y en grandeza me igualase.

Halló por cierto y llano

que el que venciese en singular batalla

a un mi pequeño hermano

que viste honrosa, aunque temprana malla,

éste, cierto, sería

bien de su reino y la ventura mía.

Por provincias diversas

he venido con él, donde he tenido,

ya prósperas, ya adversas

venturas, y a la fin me he conducido

a este reino de Francia,

donde tengo por cierta mi ganancia.

De Ardenia en las umbrosas

selvas queda mi hermano, allí esperando

quien, ya por codiciosas

prendas, o esta belleza átsQznáo (Desembózase.), su fuerte brazo pruebe; y es lo que he de decir lo que hacer debe.

Quien fuere derribado

del golpe de la lanza, ha de ser preso,

porque le está vedado

poner mano a la espada; y es expreso

del rey este mandato,

o, por mejor decir, concierto y pacto.

Y si tocare el suelo

mi hermano, quedará quien le venciere

levantado a mi cielo,

o noble sea, o sea el que se fuere,

y no de otra manera.

MALGESÍ

¡Qué bien que lo relata la hechiceral

ANGÉLICA

Ea, pues, caballeros;

quien reinos apetece y gentileza,

aprestad los aceros,

que a poco precio venden la belleza

que veis; venid en vuelo.

ROLDAN

¡Por Dios, que encanta!

REINALDOS

Admira, ¡vive el cielo!

ANGÉLICA

Ya te he dicho mi intento; conviéneme que la vuelta luego.

Entrase la sombra.

EMPERADOR

Deteneos un momento,

si es que puede con vos mi mando o ruego,

por que seáis servida

según vuestra grandeza conocida.

ANGÉLICA

Lo imposible me pides; dame licencia y queda en paz.

EMPERADOR

Pues veo

que a tu gusto te mides,

en buen hora te vuelve, y el deseo

de servirte recibe.

MALGESÍ

¡El mismo engaño en esta falsa vive! Vase Angélica y su compañía.

REINALDOS

¿Para qué vas tras ella,

Roldán?

ROLDÁN

Son excusadas tus demandas.

REINALDOS

Yo solo he de ir con ella.

ROLDÁN

¡Qué impertinente y qué soberbio andas!

REINALDOS

¡Detente, no la sigas!

ROLDÁN

Reinaldos, bueno está; no me persigas.

MALGESÍ

Deten los, no los dejes; haz, señor, que se prenda aquella maga. Comedias.— T. II.

REINALDOS

Como de aquí te alejes, daréte de tu intento justa paga.

EMPERADOR

¿Qué desvergüenza es ésta?

MALO ESI

Manda prender aquella deshonesta,

que será, a lo que veo,

la ruina de Francia en cierto modo.

ROLDAN

Cumpliré mi deseo

a tu pesar, y aun al del mundo todo.

REINALDOS

Camina, pues, y guarte.

EMPERADOR

Acaba, Malgesí, de declararte.

MALGESÍ

Esta que has visto es hija

del Galafrón, cual dijo; mas su intento,

que el cielo le corrija,

es diferente del fingido cuento,

porque su padre ordena

tener tus doce Pares en cadena,

y, si los prende, piensa

venir sobre tu reino y conquistalle;

y trázase esta ofensa

con enviar su hijo y adornalle

con una hermosa lanza,

con que de todos la Vitoria alcanza.

La lanza es encantada,

y tiene tal virtud, que, aquel que toca,

le atierra, y es dorada;

por eso pide aquella infame y loca

que la espada no prueben

los que a la empresa con valor se atreven.

Por añagaza pone

aquella incom.parable hermosura;

que el corazón dispone

aun de la más cobarde criatura

para que el hecho intente,

do, aunque se pierda, nunca se arrepiente.

Serán tus doce Pares

presos si no lo estorbas, señor mío,

y otros muchos millares

de los tuyos qué tienen fuerza y brío

para mayores cosas.

EMPERADOR

Las que has contado son bien espantosas; mas no remediallas, y es porque no las creo. A ti te queda creellas y estorballas.

MALGESÍ

Haré cuanto mi industria y ciencia pueda.

GALALÓN

No son muy verdaderos, a decirte verdad, tus consejeros.

Entranse el Emperador y Galalón.

180

MALGESÍ

Mi hermano va enojado

con Roldán; estorbar quiero su daño.

En laberinto he entrado

que apenas saldré dél. ¡Oh ciego engaño,

oh fuerza poderosa

de la mujer que es, sobre falsa, hermosal Entrase Malgesí, y entra Bernardo del Carpió armado^ y tráele la celada un Vizcaíno , su escudero, con botas y fieltro, y su espada,

BERNARDO

Aqui, fuera de camino, podré reposar un poco.

VIZCAÍNO

Señor sabio, que estás loco, tino vuelves desatino.

Vizcaíno que escudero llevas contigo, te avisa camines no tanta prisa,

paso lleves de arriero.

Tierra buscas, tierra dejas, tanta parece hazaña,

. pues, metiendo en tierra extraña, por Dios, de propria te alejas.

Bien que en España hay qi;e hacer; moros tienes en fronteras, tambores, pitos, banderas hay allá; ya puedes ver.

BERNARDO

¿Ya no te he dicho el intento que a esta tierra me ha traído?

VIZCAÍNO

Curioso mucho atrevido goza nunca pensamiento.

Bien podrás, bien podrás dejar mala tanta hazaña; a las de guerra y España llama.

BERNARDO

Ya te entiendo, Blas.

VIZCAÍNO

Bien es que sepas de yo buenos que consejos doy; que, por Juan Gaicoa (1), soy vizcaíno; burro, no.

Señor, mira, si es que ver poder quieres del francés, camino aqueste no es derecho; puedes volver.

BERNARDO

Dicen que estas selvas son donde se hallan de contino, por cualquier senda o camino, venturas de admiración, y que en la mitad o al fin.

(1) Dios, en vascuence, es Jaungoicoa. .

o al principio o no dónde, entre unos bosques se esconde el gran padrón de Merlín, aquel grande encantador, que fué su padre el demonio.

VIZCAÍNO

Echado está testimonio, y levántanle, señor.

BERNARDO

Hele de buscar y hallar, si mil veces rodease estas selvas.

VIZCAÍNO

Tiempo vase;

duerme, o vuelve a caminar. BERNARDO

Vuelve, y ve si Ferraguto viene, que se quedó atrás, y a do quedo le dirás.

VIZCAÍNO

Escudero siempre puto.

BERNARDO

Dura y detestable guerra, por sólo aquesto eres buena; que en pluma vuelves la arena, y en blanda cama la tierra.

ofreces, doquier que estás, anchos y extendidos lechos.

183

si no es que hay campos estrechos por donde los pasos das.

Eres un cierto beleño que, entre cuidados y enojos, ofreces siempre a los ojos blando, aunque forzoso sueño.

Eres de su calidad, según muestra la experiencia, madre de la diligencia, . madrastra de ociosidad.

Venid acá vos, cimera, rica y extremada pieza, y, pues sois de la cabeza, servidme de cabecera, que ya el sueño de rondón va ocupando mis sentidos.

¡Bien dicen que los dormidos imagen de muerte son!

Echase a dormir Bernardo junto al padrón de Mer- Un, que ha de ser un mármol jaspeado que se pueda abrir y cerrar, y a este instante aparece encima de la montaña el mancebo Argalia, hermano de Angélica la bella, armado y con una lanza dorada.

ARGALIA

Mucha tierra se descubre de encima desta montaña: de aquesta parte es campaña, de estotra el bosque la cubre; allí el camino blanquea, y hasta París va derecho.

184

|Si mi hermana hubiese hecho el gran caso que deseal Mas, si no me miente acaso la vista, aquella es, sin duda, que el camino trueca y muda, y hacia aquí endereza el paso.

Los palafrenes envía por el camino real.

En cuanto hace, no hace mal; recebirla es cortesía.

Entrase Argalia, y sale Angélica con los salvajes y la Dueña,

ANGÉLICA

Cierto que es ésta la senda, o no acierto bien las señas, y a la vuelta destas peñas sin duda está nuestra tienda.

DUEÑA

¿Cuándo, señora, veremos el fin de nuestros caminos?

¿Cuándo destos desatinos a buen acuerdo saldremos?

¿Cuándo me veré, ¡ay de mí!, con mi almohadilla, sentada en estrado y descansada, como algún tiempo me vi?

¿Cuándo dejaré de andar, cuando el Sol salga o tramonte, deste monte en aquel monte, de un lugar a otro lugar?

¿Cuándo de mis redomillas veré los blancos afeites, las unturas, los aceites, las adobadas pasillas?

¿Cuándo me daré un buen rato en reposo y sin sospecha?

Que traigo esta cara hecha una suela de zapato.

Los crudos aires de Francia me tienen de aqueste modo.

ANGÉLICA

Calla, que bien se hará todo.

DUEÑA

No te arriendo la ganancia; que, según yo vi el denuedo de aquellos dos paladines, de tus caminos y fines esperar buen fin no puedo.

ANGÉLICA

No atinas con la verdad; calla, que mi hermano viene.

Entra Árgalia.

ARGALIA

¡Oh rico archivo, do tiene sus tesoros la beldadi ¿Cómo vienes, y en qué modo has salido con tu intento?

186

ANGÉLICA

Midióse a mi pensamiento la ventura casi en todo.

Vámonos al pabellón, que allí, de espacio y sentada, contaré de mi embajada el principio y conclusión.

ARGALIA

Bien dices, hermana; ven, que bien cerca de aquí está.

DUEÑA

La triste que cual yo va, yo que no va muy bien; que de la madre me aprieta un gran dolor en verdad.

Todo aquesto es frialdad deste andar a la jineta.

Entranse todos ^ si no Bernardo, que aun duerme; suene música de flautas tristes; despierta Bernardo, ábrese el padrón, pare una figura de muerto, y dice

ESPÍRITU

Valeroso español, cuyo alto intento de tu patria y amigos te destierra, vuelve a tu amado padre el pensamiento, a quien larga prisión y escura encierra.

A tal hazaña es gran razón que atento estés, y no en buscar inútil guerra por tan remotas partes y excusadas,

adonde son las dichas desdichadas.

Tiempo vendrá que del francés valiente, al margen de los montes Pireneos, bajes la altiva y generosa frente y goces de honrosísimos trofeos.

Sigue de tu ventura la corriente, que iguala al gran valor de tus deseos; verás cómo te sube tu fortuna sobre la faz convexa de la Luna.

Por ti tu patria se verá en sosiego, libre de ajeno mando y señorío; serás agua al encendido fuego que arde en el pecho que de casto es frío. Deja estas selvas, do caminas ciego, llevado de un curioso desvarío.

Vuelve, vuelve, Bernardo, a do te llama MU inmortal renombre y clara fama.

De Merlín el espíritu encantado soy, que aquí yago, en esta selva obscura, del cielo para bien y mal guardado, aunque en mis males siempre se conjura; y no seré deste lugar llevado a la negra región do el llanto dura hasta que crucen estas selvas fieras muchas y cristianísimas banderas.

Mil cosas se me quedan por contarte, que otra vez te diré, porque ahora importa detrás de aquestas ramas ocultarte, donde será tu estada breve y corta.

A dos, que cada cual por es un Marte, pondrás en paz, o mostrarás que corta

188

tu espada. Y, sin hablar, haz lo que digo, y entiende que te soy y seré amigo.

Ciérrase el padrón, éntrase en él Bernardo sin hablar palabra, y luego sale Reinaldos.

REINALDOS

En vano mis pasos muevo, pues, entre estas flores tantas,, no hay señales de las plantas* que por guía y norte llevo.

Que si aquí hubieran pisado,.» claro estaba que este suelo fuera un traslado del cielo,, de varias lumbres pintado.

¿Qué flor tocará la bella planta a tan dulce y cara,, que luego no se tornara, o ya en Sol, o en clara estrella?"

Lejos estoy del camino que a do está mi cielo guía, pues este suelo no envía, o luz clara, u olor divino.

Mas ya no tendré pereza en buscar este sol bello, pues me han de guiar a vello ya su luz, ya su belleza.

Pero ¿qué es esto, que el sueñe-» así me acosa y aprieta? jOh fuerza libre, sujeta a fuerzas de tan vil dueñol Aquí me habré de acostar,.

189

al pie deste risco yerto, haciendo imagen de un muerto, pues estoy para expirar.

Recuéstase Reinaldos, pone el escudo por cabecera, y entra luego Roldán embrazado del suyo,

ROLDAN

¡Tantas vueltas sin provecho!

¿Dónde, ¡oh sol!, te tramontaste después que tu luz dejaste en lo mejor de mi pecho?

Descúbrete, sol hermoso, que voy buscando tu lumbre por el llano y por la cumbre,

•desalentado y ansioso.

¡Oh Angélica, luz divina de mi humana ceguedad, norte cuya claridad ,a nuevo ser me encamina!

¿^Cuándo te verán mis ojos, o cuándo, si no he de verte, vendrá la espantosa muerte n triunfar de mis despojos?

Mas ¿quién es este holgazán que duerme con tal remanso?

^No hay quien no viva en descanso sino el mísero Roldán.

¿,Qué es esto? Reinaldos es el que yace aquí dormido. jOh primo, al mundo nacido

para grillos de mis pies, para esposas de mis manos,, para infierno de mis glorias, para opuesto a mis Vitorias, para hacer mis triunfos vanos,, para acíbar de mi gusto!

Mas yo haré que no lo seas; sin que el mundo ni veas que paso el término justo, quitarte quiero la vida.

Mas, |ay Roldán! ¿Cómo es esto? ¿Ansí os arrojáis tan presto a ser traidor y homicida?

¿Qué decís, mal pensamiento? ¿Decísme que es mi rival, y que consiste en su mal todo el bien de mi tormento?

decís; mas yo sé, al fin, que el que es buen enamorada tiene más de pecho honrado que de traidor y de ruin.

Yo fui Roldán sin amor, y seré Roldán con él, en todo tiempo fiel, pues en todo busco honor.

Duerme, pues, primo, en sazón;- que arrimo te sea mi escudo; que, aunque amor vencerme pudo no me vence la traición.

El tuyo quiero tomar,

por que adviertas, si despiertas,.

191;

que amistades que son ciertas nadie las puede turbar.

Echase Roldán junto a Reinaldos y pone a su cabecera el escudo de Reinaldos, y luego despierta Reinaldos^

REINALDOS

¡Angélica! ¡Oh extraña vista!

¿No es Roldán este que veo, y el que del bien que deseo procura hacer la conquista?

El es; pero ¿quién me puso su escudo para mi arrimo?

Tu cortés bondad, ¡oh primo!, sin duda que esto dispuso.

Bien me pudieras matar, pues durmiendo me hallaste, por quitar aquel contraste que en mi vida has de hallar; empero tu cortesía más que amor pudo en tu pecho, por la costumbre que has hecho de hacer actos de hidalguía.

Mas ¿si fué por menosprecio el dejarme con la vida?

No, por ser cosa sabida que yo soy hombre de precio, y mismo lo has probado una y otra vez y ciento.

No atino cuál pensamiento tenga por más acertado: si me deja de arrogante.

192

o si fué por amistad; que tal vez la deslealtad vive en el celoso amante.

¡Oh! Si aqueste me dejase señero en mi pretensión, con el alma y corazón vive Dios que le adorase; pero si no, no imagines, primo, que por tu bondad dejará mi voluntad de seguir sus dulces fines.

Y de aquesta intención mía '' no me debes de culpar, porque el amor y el reinar nunca admiten compañía. Seguramente a mi lado pudiste echarte a dormir, pues no se puede herir un hombre que es encantado (1), y así la ocasión quitaste que tu sueño me ofrecía para usar la cortesía de que conmigo usaste.

Pero, despierto, veremos tu intención a do se inclina, y si donde yo camina, pondré medio en sus extremos. Irá el parentesco afuera, la cortesía a una parte,

(1) El cuerpo de Roldán estaba encantado e invulnerable.

193

si bajase el mismo Marte a impedirlo de su esfera.

^Ah Roldán! jRoldán, despiertal, que es gran descuido el que tienes, y más si, por dicha, vienes donde mi sospecha acierta.

Toma tu escudo, y el mío me vuelve. ¡Despierta agoral

ROLDÁN

]Ay Angélica, señora de mi vida y mi albedrío!

¿A do se esconde tu faz, que todo mi bien encierra?

REINALDOS

Declarada es nuestra guerra y perdida nuestra paz. jRoldán, acaba, levanta; destroquemos los escudos!

ROLDAN

¡Con qué dulces, ciegos nudos me añudaste la garganta; ia voluntad decir quiero, y el alma que te entregué!

REINALDOS

]Si no despiertas, a fe que te despierte este acero, y aun te mate, pues me matas, ahora duermas, ahora veles!

Estos intentos crueles Comedias.— T. II.

13

nacen de entrañas ingratas. Estoy por dejar de ser quien soy. ¡Acudid al punto, respetos, que está difunto mi acertado procéder!

¡Ansias que me consumís, sospechas que me cansáis, recelos que me acabáis, celos que me pervertísl

Roldán despierta.

ROLDAN

Reinaldos, ¿qué quies hacer?

REINALDOS

¡Deshacerme, o deshacerte!

ROLDAN

¿Quieres, primo, darme muerte?

REINALDOS

Tu vida está en mi querer.

ROLDAN

¿Cómo en mi querer?

REINALDOS

Dirélo:

no más de en querer decirme si vienes a perseguirme en la busca de mi cielo; si es tu venida a buscar a Angélica. ¿No me entiendes?

ROLDÁN

¿De saber lo que pretendes...?

REINALDOS

¡Acabarte, o acabar!

ROLDAN

¿Tanto el vivir te embaraza, que tras tu muerte caminas?

REINALDOS

Profeta falso, adivinas el mal que así te amenaza.

ROLDAN

Contigo las cortesías siempre fueron por demás.

REINALDOS

Dame mi escudo, y verás cómo siempre desvarías.

Si a París no te vuelves, verás también en un punto tu culpa y castigo junto.

ROLDAN

¡Fácilmente te resuelves!

Ni a París he de volver, ni a Angélica he de dejar. Mira qué quieres.

REINALDOS

Cortar

tu insolente proceder.

196

¡Desharéte entre mis brazos, aunque seas encantado!

ROLDAN

¡Eres villano atestado (1), y quieres luchar a brazos!

REINALDOS

¡Mientes! ¡Y ven con la espada, que, aunque seas de diamante, verás, infame arrogante, mi verdad averiguada!

Vanse a herir con las espadas; salen del hueco del teatro llamas de fuego, que no los deja llegar,

ROLDAN

Bien que anda por aquí, temeroso de tu muerte, mas no ha de poder valerte, tu hechicero Malgesí; que pasaré de Aqueronte la barca por castigarte.

REINALDOS

Yo pondré por alcanzarte un monte sobre otro monte; arrojaré me en el fuego, como ves que aquí lo hago.

ROLDAN

No te deja dar tu pago tu hermano.

(1) Cabezudo, pertinaz.

REINALDOS

¡Pues dél reniego! Dice el espíritu de Merlín: Fuerte Bernardo, sal fuera, y a los dos en paz pondrás.

Sale Bernardo.

BERNARDO

¡Caballeros, no haya más! ¡Guerreros fuertes, afuera!

REINALDOS

¿Mate el cielo aquí llovido?

¿Qué quieres, o qué nos mandas?

BERNARDO

Son tan justas mis demandas, que he de ser obedecido.

Y es que dejéis la dudosa lid de tan esquivo trance.

REINALDOS

has echado muy buen lance, y la demanda es donosa.

¿Eres español, a dicha?

BERNARDO

Por dicha, soy español.

REINALDOS

Vete, porque sólo el Sol ha de ver nuestra desdicha;

que no queremos testigos mas que el Sol en la lid nuestra

BERNARDO

No me he de ir sin que la diestra os deis de buenos amigos.

ROLDAN

{Pesado estás!

BERNARDO

Más pesados estáis los dos si advertís.

REINALDOS

Español, ¿cómo no os is?

BERNARDO

Por corteses o rogados, vuestra quistión, por ahora, no ha de pasar adelante.

ROLDAN

Yo soy el señor de Agíante.

REINALDOS

Yo, Reinaldos.

BERNARDO

Sea en buen hora; que ser quien sois os obliga a conceder con mi ruego.

ROLDAN

Esa razón no la niego.

REINALDOS

Este español me atosiga; que siempre aquesta nación fué arrogante y porfiada.

ROLDAN

Señor, pues que no os va nada, no impidáis nuestra quistión; dejadnos llevar al fin nuestro deseo, que es justo.

BERNARDO

Aquese fuera mi gusto, a serlo así el de Merlín.

ROLDAN

jOh cuerpo de San Dionís, con el español marranol (1). BERNARDO

¡Mientes, infame villano!

REINALDOS

A plomo cayó el mentís.

¡Afuera, Roldán, no más!

ROLDÁN

¡Deja, que me abraso en ira!

¿Qué es esto? ¿Quién me retira? ¿El pie de Roldán atrás?

¿Roldán el pie atrás? ¿Qué es esto? ¡Ni huyo, ni me retiro!

Judío mal converso.

200

REINALDOS

De Merlín es este tiro.

BERNARDO

Pues yo haré que huyáis presto.

Vase retirando Roldán hacia atrás, y sube por la montaña como por fuerza de oculta virtud.

REINALDOS

i Por cierto, a gentiles manos te ha traído tu fortuna!

BERNARDO

Manos yo no veo ninguna; pies sí, ligeros y sanos.

¿Y qué os importa tenellos para huir de mi presencia?

REINALDOS

|Sin igual es tu insolencia!

Sube Bernardo por la peña arriba, siguiendo a Rol- dán, y va tras él Reinaldos. Sale Marfisa, armada ricamente; trae por timbre un ave fénix y un águila blanca pintada en el escudo, y mirando subir a los tres de la montaña con las espadas desnudas y que se acaban de desparecer, dice

MARFISA

¿Si se combaten aquéllos?

Si hacen, ponerlos quiero en paz, si fuere posible.

¡Oh, qué montaña j;erriblel Subir por ella no espero.

Ni podré a caballo ir.

201

aunque le vuelva a tomar; mas, con todo, he de probar el trabajo del subir.

Bien se queda en la espesura mi caballo hasta que vuelva; nunca falta en esta selva o buena o mala ventura.

Sube Marfisa por la montaña, y vuelven a salir al teatro, riñendo, Roldán, Bernardo y Reinaldos.

ROLDAN

No yo cómo sea

que contra ti no tengo alguna saña,

ni puedo en tal pelea

mover la espada. ¡Cosa es ésta extraña!

BERNARDO

La razón que me ayuda

pone tus fuerzas y tu esfuerzo en duda.

REINALDOS

De Merlín es el hecho,

que no hay razón que valga con su encanto;

que, aunque fuera su pecho

león en furia y en dureza un canto,

si hechiceros no hubiera,

nunca mi primo atrás el pie volviera.

Entra Angélica llorando, y con ella el Vizcaíno, escu- dero de Bernardo.

' VIZCAÍNO

jPardiós, echóte al río!

¡Tienes, Granada, bravo Ferragutol

ANGÉLICA

|Ay, triste hermano mío!

ROLDAN

¿Por qué ese cielo al suelo da tributo

de lágrimas tan bellas,

si el mismo cielo se le debe a ellas?

ANGÉLICA

Un español ha muerto a mi querido hermano, y es un moro que no guardó el concierto debido a la milicia y su decoro, y arrojóle en un río.

ROLDAN

¿Quién es el moro?

BERNARDO

Es un amigo mío.

ROLDAN

¿Amigo tuyo? ¡Oh perro, llevarás de su maldad la penal

REINALDOS

Roldán, no hagas tal yerro; deja a el castigo.

ANGÉLICA

Aquí^se ordena mi muerte, y más desdicha si de los dos me coge alguno, a dicha.

A esta selva escura

203

quiero entregar ya mis ligeras plantas, mi guarda y mi ventura.

BERNARDO

¿Cómo, Reinaldos, di, no te adelantas a herirme con tu primo?

Por la honra, la vida en poco estimo.

Sale Marfisa poniendo paz y poniendo mano a la espada; éntrase huyendo Angélica.

MARFISA

¿Qué es esto? ¡Afuera, afuera;

afuera, caballeros!; que os lo pide

quien mandarlo pudiera;

que, si no es que mi luz la vista impide,

mirando esta divisa,

veréis que soy la sin igual Marfisa.

VIZCAÍNO

La puta, la doncella se es ida.

ROLDAN

¡Oh nunca vista desventura!

Forzoso he de ir tras ella.

REINALDOS

Yo, sí; tú, no.

ROLDAN

¡Notable es tu locura!

REINALDOS

No muevas de aquí el paso.

204

ROLDAN

No hago yo de tus locuras caso.

REINALDOS

jPor Dios que, si te mueves, que te haga pedazos al instantel

ROLDAN

¿Qué? ¿A estorbarme te atreves, fanfarrón, pordiosero y arrogante?

¿Cómo te estás tan quedo?

iQue no me tenga este cobarde miedo!

Bntranse Roldán y Reinaldos.

VIZCAÍNO

Señor, déjale vaya;

que pues no por alli, que por la senda

quedan arriz (I), en playa

poned a la dama.

MARFISA

¿Por qué fué la contienda?

BERNARDO

Por celos que ha sido.

Dime: ¿Ferraguto quedó herido?

VIZCAÍNO

Bueno, puto y qué sano.

BERNARDO ¿Con quién tuvo batalla?

(1) Asombrado, pasmado.

' 205

VIZCAINO

¿Ya no oíste?

Batalla con hermano

de bella huidora, y pobre, y muerto, y triste,

de moro enojo, brío

teniendo, dió con él todo en el río,

y queda aquí aguardando

espaldas de montaña.

MARFISA

Iréte acompañando,

que quiero saber más de tu hazaña;

que descubro en ti muestras

que muestran que eres más de lo que muestras.

Y advierte que contigo

llevas a la sin par sola Marfisa,

que, en señas y testigo

que és única en el mundo, la divisa

trae de aquella ave nueva

que en el fuego la vida se renueva.

BERNARDO

Haréte compañía,

subas al cielo o bajes al abismo.

MARFISA

Tan grande cortesía

no puede parecer sino a ti mismo,

y, usando deste gusto,

yo he de seguir el tuyo, que es muy justo.

JORNADA SEGUNDA

Salen Lauso, pastor, por una parte de la montaña, con su guitarra, y Corinto por la otra, con otra,

LA uso

;Ah Corinto, Corintol

CORINTO

¿Quién me llama?

LAUSO

Lauso, tu amigo.

CORINTO

¿Adónde estás?

LAUSO

¿No miras?

CORINTO

Algún árbol te encubre, alguna rama, o estás en el lugar donde suspiras cuando Clori te muestra el rostro airado, y en solitaria parte te retiras.

Baja, si quieres, Lauso, al verde prado, en tanto que de Febo la carrera declina desta cumbre al otro lado. Cantaremos de Clori lisonjera

al pie de un verde sauce o mirto umbroso; que pasa el pensamiento en ser ligera.

LAUSO

Ya abajo; pero no a buscar reposo, sino a cumplir lo que amistad me obliga y a pasar a la sombra el sol fogoso; que en tanto que la dulce mi enemiga se esté fortalecida en su dureza, no hay mal que huya ni placer que siga. Bajan los dos de la montaña.

CORINTO

Pesado contrapeso es la pobreza para volar de amor, joh Lausol, al cielo, aunque tengas cien alas de firmeza.

No hay amor que se abata ya al señuelo de un ingenio sutil, de un tierno pecho, de un raro proceder, de un casto celo. Granjeria común amor se ha hecho, y dél hay feria franca dondequiera, do cada cual atiende a su provecho.

LAUSO

jOh Clori, para mi serpiente fiera

por mi estrecheza, aunque paloma mansa

para un alma de piedra verdadera!

¿Qué es posible, cruel, que no te cansa de Rústico el ingenio, que es de robre, y que el tuyo estimado en él descansa?

CORINTO

Vuélvese el oro más cendrado en cobre

208

y el ingenio más claro en tonta ciencia, si le toca o le tiene el hombre pobre, y desto es buen testigo la experiencia.

Pero escucha, que cantan en la sierra, y aun es la voz bien para dalle audiencia.

Canta Clori en la montaña, y sale cociendo fiches,

CLORI

«Derramastes el agua, la niña, y no dijistes: «¡Agua val»

La justicia os prenderá.»

LAUSO

De aquella que el placer de destierra es el suave y regalado acento, y aun quien sus gustos el amor encierra.

CORINTO

Escuchémosla, pues.

LAUSO

Ya estoy atento.

CLORI

-«Derramástesla a deshora, y fué con tan poca cuenta, que mojastes con afrenta al que os sirve y os adora.

Pero llegada la hora donde el daño se sabrá, la justicia os prenderá.»

LAUSO

Bien es que la ayudemos; acuerda con el mío tu instrumento.

CORINTO

Yo creo que está bien; mas ¿qué diremos?

LAUSO

Su mismo villancico trastrocado, cual sabrás hacer.

CORINTO

Los dos le haremos. Canta Corinto.

CORINTO

Cautivástesme el alma, la niña, y tenéisla siempre allá; el amor me vengará.

Vuestros ojos salteadores, sin ser de nadie impedidos, se entraron por mis sentidos, y se hicieron salteadores; lleváronme los mejores, y tenéislos siempre allá; el amor me vengará.

LAUSO

Así, Clori gentil, te ofrezca el prado, en mitad del invierno, flores bellas, y cuando el campo esté más agostado, y que siempre te halles al cogellas con el júbilo alegre que nos muestra la voz con que se ahuyentan mis querellas; que esa rara beldad, que nos adiestra a conocer el Hacedor del cielo, en este sitio haga alegre muestra.

Comedias.— T. II.

14

210

Volverás paraíso aqueste suelo, y este calor que nos abrasa ardiente, en aura blanda y regalado yelo.

CLORI

Porque no es tu demanda impertinente, cual otras veces suele, haré tu gusto, que es en todo del mío diferente.

CORINTO

Dime, Clori gentil: ¿do está el robusto, el bronce, el robre, el mármol, leño o tronco que así a tu gusto le ha venido al justo?

Por aquel, digo, desarmado y bronco, calzado de la frente y de pies ancho, corto de zancas y de pecho ronco, cuyo dios es el extendido pancho, y a do tiene la crápula su estancia, él tiene siempre su manida y rancho.

CLORI

Con él tengo, Corinto, más ganancia que contigo, con Lauso y con Riselo, que vendéis discreción con arrogancia. Rústica el alma, y rústico es el velo que al alma cubre, y Rústico es el nombre del pastor que me tiene por su cielo.

Mas, por rústico que es, en fin es hombre que de sus manos llueve plata y oro, Júpiter nuevo y con mejor renombre.

El guarda de mis gustos el decoro, ora le envíe al blanco Cita frío o al tostado engañoso Libio moro.

211

Tiene por justa ley el gusto mío, y el levantado cuello humilde indigna al yugo que le pone mi albedrío.

No tiene el rico Oriente otra tal mina como es la que yo saco de sus manos, ora cruel me muestre, ora benigna.

Quédense los pastores cortesanos con la melifluidad de sus razones y dichos, aunque agudos, siempre vanos. No se sustenta el cuerpo de intenciones, ni de conceptos trasnochados hace sus muchas y forzosas provisiones.

El rústico, si es rico, satisface aun a los ojos del entendimiento, y el más sabio, si es pobre, en nada aplace. Dirán Corinto y Lause que yo miento, y muestra la experiencia lo contrario, y Rústico lo sabe, y yo lo siento.

LAUSO

Es gusto de mujeres ordinario, en lo que es opinión, tener la parte que más descubra ser su ingenio vario. Quisiera dese error, Clori, sacarte; mas ya estás pertinaz en tu locura, y en vano será agora predicarte.

CORINTO

Así, pastora, goces tu hermosura, que me dejes hacer una experiencia; quizá te hará volver a tu locura.

212

Verás, pastora, al vivo la inocencia de Rústico el pastor, por quien nos dejas.

CLORI

¿Para qué es el pedirme a licencia?

LAUSO

Paréceme que llega a mis orejas de Rústico la voz

CORÍNTO

El es, sin duda, que a sestear recoge sus ovejas.

Rústico aparece por la montaña,

RÚSTICO

Mirad si se cayó en aquella azuda una oveja, pastores; corred luego, y cada cual a su remedio acuda.

Dejad mal hora del herrón (1) el juego. Aguija, Coridón. ¡Oh, cómo corre!

¡Quién quitara a Damón de su sosiego! Llegó* ya ^e arrojó, ya la socorre y la saca en los brazos medio muerta, y parece que un río de ambos corre. Esta noche tú, hola, está alerta, no venga, como hizo en la pasada, el lobo que la cabra dejó muerta.

acudirás, Cloanto, a la majada

(1) Rodaja de hierro horadada en el centro. Se tiraba desde lejos, procurando hacer entrar el agujero central por un clavo puesto en el suelo.

213

del valle de la Enceña, y darás orden que estén todos aquí de madrugada.

¡Oh Compo! harás que se concorden en el pasto Corbato con Francenio; que me da pesadumbre su desorden.

CLORI

¡Mirad si tiene Rústico el ingenio para mandar acomodado y presto!

RÚSTICO

acude a las colmenas, buen Partenio. Llévese de las vacas todo el resto al padrón de Merlín, y de las cabras al monte o soto de ciprés funesto.

CLORI

¿Parécenos de pobre las palabras que dice?

CORINTO

Pues aquí, en esta espesura, te has de esconder, y mira que no abras la boca, porque importa a la aventura que queremos probar de nuestro intento por ver si es suya o nuestra la locura.

CLORI

Yo enmudezco y me escondo, y vuestro cuento sea, si puede ser, breve y ligero; que, si es pesado y grande, da tormento. Escóndese Clori.

LAUSO

Corínto, ¿qué has de hacer?

CORINTO

Estáme atento.

Rústico amigo, al llano abaja; aguija, que es cosa que te importa; corre, corre.

RÚSTICO

Ya voy, Corinto amigo; espera, espera mientras que cuento un centenar de bueyes, y tres hatos de ovejas, y otros cinco de cabras desde encima deste pico do estoy sentado. ¿No me ves?

CORINTO

¡Acabal

¿Haces burla de mí?

RÚSTICO

Por Dios, no hago; mas yo lo dejo todo por servirte.

Vesme aquí. ¿Qué me mandas?

CORINTO

Que me ayudes

a alcanzar deste ramo un papagayo que viene del camino de las Indias, y esta noche hizo venta en aquel hueco deste árbol, y alcanzalle me conviene.

RÚSTICO

¿Qué llamas papagayo? ¿Es un pintado que al barquero da voces y a la barca y se llama real por fantasía?

CORINTO

Desa ralea es éste; pero entiendo que es bachiller y sabe muchas lenguas, principal la que llaman bergamasca.

RÚSTICO

¿Pues qué se ha de hacer para alcanzalle?

CORINTO

Conviene que te pongas desta suerte.

Daca este brazo, y lígale tú, Lauso, y átale bien, que yo le ataré esotro. RÚSTICO

¿Pues yo no estaré quedo sin atarme?

CORINTO

Si te meneas, espantarse ha el pájaro; y asi, conviene que aun los pies te atemos.

RÚSTICO

Atad cuanto quisiéredes; que a trueco de tener esa joya entre mis manos, para que luego esté en las de mi Clori, dejaré que me atéis dentro de un saco.

Ya bien átado estoy. ¿Qué falta agora?

CORINTO

Que yo me suba encima de tus hombros y que Lauso, pasito y con silencio, me ayude a levantar las verdes hojas que cubren, según pienso, el dulce nido.

RÚSTICO

Sube, pues. ¿A qué esperas?

CORINTO

Ten paciencia;

que no soy tan pesado como piensas.

RÚSTICO

¡Vive Dios, que me brumas las costillas? ¿Has llegado a la cumbre?

CORINTO

Ya estoy cerca.

RÚSTICO

Avisa a Lauso que las ramas mueva pasito, no se vaya el pajaróte.

LAUSO

No se nos puede ir, que ya le he visto.

RÚSTICO

Pregúntale, Corinto, lo que suelen

preguntar a los otros papagayos,

por ver si entiende bien nuestro lenguaje.

CORINTO

¿Cómo estás, loro, di? «¿Cómo? Cautivo.»

RÚSTICO

¡Hi de puta, qué piezal Di otra cosa.

CORINTO

«¡Daca la barca, hao; daca la barcal»

RÚSTICO

Y aqueso, ¿quién lo dijo?

CORINTO

El papagayo.

RÚSTICO

jOh Clori, qué presente que te hago!

CORINTO

«¡Clori, Clori, Clori, Clori, Cloril»

RÚSTICO

¿Es todavía el papagayo aquese?

CORINTO

¿Pues quién había de ser?

RÚSTICO

¿Hasle ya asido?

CORINTO

Dentro en mi caperuza está ya preso.

RÚSTICO

Deciende, pues, y véndemele, amigo, que te daré por él cuatro novillos que aun no ha llegado el yugo a sus cervices, no más de por que dél mi Clori goce.

LAUSO

No se dará por treinta mil florines.

RÚSTICO

¡Ah, por amor de Dios! Yo daré ciento. Desatadme de aquí, por que a mi gusto le vea y le contemple.

CORINTO

Es ceremonia

que en semejantes cazas suele usarse, que tan sola una mano se desate

218

del que las dos tuviere y pies atados; con ésta suelta, puedes blandamente alzar mi caperuza venturosa, que tal tesoro encubre. Despabila los ojos para ver belleza tanta.

Pasito, no le ahajes (1). Mas espera, que está la mano sucia; con saliva te la puedes limpiar.

RÚSTICO

Ya está bien^limpia.

CORINTO

Agora, si. ¡Dichoso aquel que llega a descubrir tan codiciosa prendal

RÚSTICO

¡Donosa está la burla! Di, Corinto:

¿es ese el papagayo?

CORINTO

Este es el pico;

las alas, éstas; éstas, las orejas del asno de mi Rústico y amigo.

RÚSTICO

¡Desátenme, que a fe que yo me vengue! Sale Clori.

CLORI

¡Ah simple, ah simple!

(1) Ajes.

A

RÚSTICO

¿Y haslo visto, Clori? Por ti la burla siento, y no por otrie.

CLORI

Calla, que para aquello que me sirves, más sabes que trecientos Salomones.

Di que se vista Lauso desta burla, o que compre Corinto algún tributo, o me envie mañana una patena y unos ricos corales, como espero que podrás y querrás, con tu simpleza, enviármelos luego.

RÚSTICO

¿Y cómo, Clori?

Y aun dos sartas de perlas hermosísimas.

CLORI

¿Compárase con esto algún soneto,

Lauso? Y dime, Corinto: ¿habrá sonada, aunque se cante a tres ni aun a trecientos, que a la patena y sartas se compare?

LAUSO

Eres mujer, y sigues tu costumbre.

CLORI

Sigo lo que es razón.

LAUSO

Será milagro hallarla en las mujeres.

220

CLORI

¿Qué razones

puede decir la lengua que se mueve guiada del desdén y de los celos?

eres la causa.

Entra Angélica alborotada.

ANGÉLICA

{Socorredme, cielos, si en vuestros pechos mora misericordia alguna!

Hermosa y agradable compañía:

en os ofrece agora

el cielo y la fortuna,

sujeto igual a vuestra cortesía;

que, la desdicha mía

sabida, me asegura

que podrá enterneceros

y al remedio moveros,

si es que le tiene tanta desventura.

CLORI

Señora, di qué tienes.

ANGÉLICA

Sin tasa males, y ningunos bienes.

Pero no estoy en tiempo

en que pueda contaros

de mi dolor la parte más pequeña,

ni vuestro pasatiempo

será bien estorbaros

contando el mal que ablandará esta peña.

¿No hay por aquí una breña donde me esconda, amigos?

LAUSO

¿Luego quies esconderte?

¿Quién podrá aquí ofenderte?

ANGÉLICA

Persígnenme dos bravos enemigos.

CORINTO

¿No somos tres nosotros?

ANGÉLICA

Ni aun a tres mil no temerán los otros. Llevadme a vuestras chozas, mudadme este vestido; amigos, escondedme.

LAUSO

No te espantes.

¿Para qué te alborozas,

si has a parte venido

do se estiman en poco los gigantes?

Montalvanes y Aglantes

se tienen aquí en nada;

porque, (por Dios!, si quiero,

que los compre a dinero.

ANGÉLICA

jHoy acaba mi vida su jornada!

CORINTO

¿Quieres que te escondamos?

RÚSTICO

¿Dice que si?

LAUSO

Pues, ¡susl, ¿en qué tardamos? Ven; mudarás de traje y de lugar y todo.

ANGÉLICA

De mis contrarios casi veo la sombra.

CORINTO

Parece de linaje, y su habla y su modo a me admira.

RÚSTICO

Pues a me asombra. Entranse Angélica y Lauso,

¿Sabéis cómo se nombra?

CORINTO

¿Pues cómo he de sabello?

RÚSTICO

Busca algún nuevo ensayo.

CORINTO

Buscaré un papagayo que me lo diga.

CLORI

Ganarás en ello.

CORINTO

Ganarás patenas.

223

CLORI

Siempre tus burlas para son buenas.

Eniranse todoSy y sale Reinaldos.

REINALDOS

¿Eres Dafne, por ventura, que de Apolo va huyendo, o eres Juno, que procura librarse del monstruo horrendo cerrada en la nube obscura?

|Oh selvas de encantos llenas, do jamás se ha visto apenas cosa en su ser verdadero, contar de vosotras quiero aun las menudas arenasi Quizá esta fiera homicida, que cual sombra desparece por que padezca mi vida, adonde menos se ofrece la tendrá amor escondida.

De nuevo vuelvan mis plantas a buscar entre estas plantas a la bella fugitiva.

¡Dura ocasión, que yo viva muriendo de muertes tantasl Crujidos de cadenas^ ayes y suspiros dentro. ¡Válgame Dios! ¿Qué ruido es este que suena extraño?

¿Estoy despierto, o dormido? ¿Engáñome, o no me engaño?

Otra vez llega al oido.

De entre estas hojas entiendo que sale el horrible estruendo.

Mas, ¡ay!, ¿qué boca espantosa, terrible y extraña cosa, es aquesta que estoy viendo?

Mientras más vomitas llamas, boca horrenda o cueva obscura, más me incitas y me inflamas.

A ver si en esta aventura para algún buen fin me llamas.

Descúbrese la boca de la sierpe. Acógeme allá en tu centro, porque por tus fuegos entro a tu estómago de azufre.

Malgesí, vestido como diré, sale por la boca de la sierpe.

MALGESÍ

¿Adónde aquesto se sufre?

REINALDOS

¡Este que es mal encuentro!

¿Quién eres?

MALGESÍ

Soy el Horror, portero de aquesta puerta, adonde vive el temor y la sospecha más cierta que engendra el cielo de amor.

Soy ministro de los duelos.

225

embajador de los celos, que habitan en esta cueva.

REINALDOS

Pues adonde están me lleva.

MALO ESI

Espera, y avisarélos.

Mas primero has de mirar las guardas que puestas tiene en este triste lugar, y esto es lo que te conviene.

REINALDOS

Comiénzalas a mostrar; que, aunque me muestres cifrados en ellas los condenados rostros que encierra el abismo, seré en este trance el mismo que he sido en los regalados.

Suena dentro música triste, como la pasada del pa- drón) sale el Temor vestido como diré, con una tu- nicela parda, ceñida con culebras.

MALGESÍ

Esta figura que ves es el Temor sospechoso, que engendra ajeno interés, impertinente curioso, que mira siempre al través; y así el mezquino se admira de cada cosa que mira, ora sea mala o buena;

Comedias. —T. II.

15

226

la verdad le causa pena, y tiembla con la mentira.

Sale la Sospecha con una tunicela de varias colores.

Esta es la infame Sospecha, de los celos muy parienta, toda de contrarios hecha, siempre de saber sedienta lo que menos le aprovecha.

Aquí nace, y muere allí, y torna a nacer aquí; tiene mil padres a un punto: éste, vivo; aquél, difunto, y ella vive y muere así.

Sale la Curiosidad.

La vana Curiosidad es esta que ves presente, hija de la Liviandad, con cien ojos en la frente, y los más con ceguedad.

Es en todo entremetida, y susténtale la vida estar contino despierta, y hace la guarda a una puerta de muy difícil salida.

Con una soga a la garganta y una daga desenvaina- da en la mano, sale la Desesperación como diré.

Es la Desesperación esta espantosa figura, sohrp todas cuántas son,

227

y, aunque es mala su hechura, es peor su condición.

Esta sigue las pisadas de los celos desdichadas, y anda tan junto con ellos, que desde aquí puedes vellos si cesan las llamaradas.

Suena la música triste, y salen los Celos como diré, con una tunicela azul, pintada en ella sierpes y la- gartos, con una tabeller a blanca, negra y azul.

Mas veslos salen; advierte que cuanto con ellos miras \ amenazan triste suerte, ciertos y luengos pesares y, al fin, desdichada muerte.

Todos sus secuaces son, puestos en comparación, de sus males una sombra, que, puesto que nos asombra, no desmaya el corazón.

Toca su mano, y verás en el estado que quedas, diferente del que estás, y tal quedes, que no puedas ni quieras ya querer más.

Tocan los Celos la mano a Reinaldos,

REINALDOS

¡Celos, que se me abrasa el pecho y se celal ¡En duro estrecho me pone el señor de Agíante!

iCelds, quitáosme delante;

basta el mal que me habéis hecho!

MALO ESI

¿Cómo que con la invención de quien yo tanto fié no se cela el corazón de mi primo?, Yo no la causa ni la razón.

Dice de dentro Merlín: Malgesí, |cuán poco sabesi Mas yo haré que no te alabes de tu invención, aunque extraña. Pártete desta montaña antes que la vida acabes.

MALGESÍ

Ya te conqzpQ, Merlín; pero , yo veré si puedo ver de mi deseo el fin, porque no me pone miedo desa tu voz el retín.

MERLÍN

A tu primo entre esa yerba pondrás, que a se reserva y a mi fuente su salud; que hasta agora su virtud el .cielo en ella conserva.

MALGESÍ

Volvéos por do venistes,

229

figuras feas y tristes, que mi primo quedará adonde esperar podrá el remedio que no distes.

Entranse las sombras,

Y yo, en tanto, buscaré - . A . medio para remedialle, y creo que lo hallaré, *

Desvía de allí a Reinaldos.

MERLÍN ,

Calla, y procura dejalle,

Malgesí.

MALGESÍ

Asi lo haré.

Entrase Malgesí, ,

Aparece a este instante el carro de íptego,. tirado (I) de los leones de la montaña^ y en él la dio^a. Venus.

VEÑUS ,

De Adonis la compañía

dejo casi de mi grado

por seguir la fantasía ' "

deste espíritu ericantadó ' - ^

que en apremiarme porfía.

Espérame hasta que vuelva, mi Adonis, y amor resuelva* '

tu brío, que no le alabo; *' ' *

(1) El texto dice: fuedo. Algunos editores han leído: tirado

230

mira que es el puerco bravo de la Calidonia selva.

Pero ¿qué puedo hacer sin mi hijo en este trance, donde tanto es menester? Merlín ha errado este lance; que a veces yerra el saber. Mas yo le quiero llamar, que a las veces suele estar mezclado entre los pastores, y entonces son los amores para mirar y admirar.

Hijo mío, ¿dónde estáis?

Si acaso la voz oís y como a madre me amáis, decid: ¿cómo no venís?

Que si venís, ya tardáis.

Mas los músicos acentos que van rompiendo los vientos su venida manifiestan.

|Oh hijo, y cuánto que cuestan aun tus fingidos contentos!

Suena música de chirimías; sale la nube, y en ella el dios Cupido, vestido, y con alas, flecha y arco des- armado,

AMOR

¿Qué quieres, madre querida, que con tal priesa me llamas?

VENUS

Está en peligro una vida.

ardiendo en tus vivas llamas, y en un yelo consumida.

Los celos, que en opinión están que tus hijos son, ciego y simple desvario, le tienen el pecho frío y abrasado el corazón. Conviene que te resuelvas en su bien, y que le vuelvas en su antigua libertad.

AMOR

Remedio a su enfermedad ha de hallar en estas selvas. Por tiempo hallará una fuente, cuyo corriente templado apaga mi fuego ardiente, y mi 'pena enamorada vuelve en desdén insolente. Beberá Reinaldos della, y de Angélica la bella la hermosura que así quiere, si agora por vella muere, ha de morir por no vella. Levanta, guerrero invicto, y tiende otra vez el paso cerca de aqueste distrito, que en él hallarás acaso medio a tu mal infinito. Aunque has de pasar primero

trances que callarlos quiero, pues decillos no conviene.

REINALDOS

Aquel que celos no tiene no tiene amor verdadero.

Entrase Reinaldos.

VENUS

Ya aqueste negocio es hecho.

¿No me dirás, hijo amado, si es invención de provecho andar en traje no usado y el arco roto y deshecho?

¿Quién te le rompió? ¿Y quién pudo cubrir tu cuerpo desnudo, que su libertad mostraba?

¿Quién te ha quitado el aljaba y la venda? Di; ¿estás mudo?

AMOR

Has de saber, madre mía, que en la corte donde he estado no hay amor sin granjeria, y el interés se ha usurpado mi reino y mi monarquía.

Yo, viendo que mi poder poco me podía valer, usé de astucia, y vestíme, y con él entremetíme, y todo fué menester.

Quité a mis alas el pelo.

y en su lugar me dispuse a volar con terciopelo, y, al instante que lo puse, sentí aligerar mi vuelo.

Del carcaj hice bolsón, y del dorado arpón de cada flecha, un escudo, y con esto, y no ir desnudo, alcancé mi pretensión.

Hallé entradas en los pechos que a la vista parecían de acero o de mármol hechos; pero luego se rendían al golpe de mis provechos.

No valen en nuestros días las antiguas bizarrías de Heros ni de Leandros, y valen dos Alejandros más que docientos Macías.

Entra Rústico.

RÚSTICO

Lauso, acude; y tú, Corinto, acude, que, a lo que creo, otro papagayo veo, o si no, pájaro pinto.

Acude, Clori, y verás la verdad de lo que digo; y trae a esotra contigo, y más, si quisieres más.

234

AMOR

Yo bien que estos pastores nos han de dar un buen rato.

Entran Lauso, Corinto y Clori, y Angélica como pastora.

LAUSO

¿Tú no miras, insensato,

que aquél es el dios de amores?

RÚSTICO

Como con alas le vi, entendí que era alcotán.

CORINTO

¡Quítate de aquí, pausán!

RÚSTICO

¿Pues yo qué te hago aquí?

CORINTO

No te me pongas delante, que quiero hacer reverencia a este niño.

RÚSTICO

¡Qué inocencia!

¿Niño es éste?

CORINTO

Y es gigante.

RÚSTICO

Niñazo le llamo yo, pues ya le apunta el bigote.

No os burléis con el cogote. ;]Mal haya quien me vistió!

AMOR

No quiero que me hagáis, buena gente, sacrificio, y téngoos en gran servicio la voluntad que mostráis, y en pago quiero deciros la ventura que os espera.

VENUS

Harás, hijo, de manera que den vado a sus suspiros.

AMOR

Tú, Lauso, jamás serás desechado ni admitido; tú, Corinto, da al olvido tu pretensión desde hoy más; ,Rústico, mientras tuviere riquezas, tendrá contento; mudará cada momento Clori el bien que poseyere; la pastora disfrazada suplicará a quien la ruega.

Y, esto dicho, el fin se llega de dar fin a esta jornada.

LAUSO

En tanto. Amor, que te vas, por que algún contento goces,

236

de nuestras rústicas voces el rústico acento oirás.

Corinto y Clori, ayudadme; ^

cantaréis lo que diré.

CLORI

¿Qué hemos de cantar?

CORINTO

No sé.

LAUSO

Diréis después, y escuchadme,

—Venga norabuena Cupido a nuestras selvas, norabuena venga.

Sea bien venido , médico tan grave que así curar sabe de desdén y olvido; hémosle entendido, y lo que él ordena sea norabuena.

Quedan estas peñas ricas de ventura, pues tanta hermosura hoy en ella enseñas.

Brotarán sus breñas néctar dondequiera.

¡Norabuena seal

Mientras cantan se va el carro de Venus, y Cupido en él, y suenan las chirimías, y luego dice Lauso: Vamos a nuestras cabañas

.a hacer nuevas alegrías, pues vemos en nuestros días tan ricas estas montañas; y si aquello que desea cada cual no ha sucedido, pues el Amor lo ha querido, decid: ¡Norabuena sea!

TODOS

¡Norabuena sea, sea norabuenal Bniranse, y salen Bernardo y su escudero

BERNARDO

¿Cómo no viene Marfisa?

ESCUDERO

Detrás quedó de aquel monte.

BERNARDO

Pues sobre ese risco ponte, y mira si se divisa.

ESCUDERO

Ella dijo que al momento tras nosotros se vendría.

BERNARDO

^'Extraña es su bizarría!

ESCUDERO

Y su valor, según siento.

BERNARDO

A lo menos su arrogancia, pues la lleva sin parar

238

a sola desafiar los doce Pares de Francia; y tengo de acompañalla, que ya se lo he prometido.

ESCUDERO

En negocio te has metido harto extraño.

BERNARDO

¡Simple, callal Que siempre es mi intención buscar y ver aventuras.

En París están seguras, si se traba esta quistión,. y veré do llegar puede el valor de aquesta dama..

ESCUDERO

Llegará donde su fama, que a las mejores excede.

BERNARDO

¿Qué, se nos fué Ferraguto?

ESCUDERO

Siempre, en cuanto hacía aquel moro,.. le vi guardar un decoro arrojado y resoluto.

Después que mató a Argalia y en el río le arrojó, al momentó se partió.

BERNARDO

Tiene loca fantasía.

Mas dime: ¿no es el que asoma aquel gallardo francés de la pendencia?

ESCUDERO

Si es,

y es confaloner de Roma.

BERNARDO

¿No es Roldán?

ESCUDERO

Roldán es, cierto.

BERNARDO

Agora quiero proballo, pues nadie podrá estorballo en este solo desierto.

¡Qué pensativo que viene!

¿No parece que algo busca?

ESCUDERO

Todo el sentido le ofusca amor que en el pecho tiene.

BERNARDO

¿Cómo lo sabes?

ESCUDERO

¿No viste

que la pendencia dejó

y tras la dama corrió

que allí se mostró tan triste?

BERNARDO

¡Ah Roldán, Roldánl

ROLDAN

¿Qüién llama?

BERNARDO .

Deciende acá y lo verás.

ROLDAN

¡Oh Angélical, ¿dónde estás?

ESCUDERO

¿Ves si le abrasa su llama?

ROLDAN

¿Qué me quieres, caballero?

BERNARDO

¿No me conoces?

ROLDAN

No, cierto.

ESCUDERO

Bien en lo que digo acierto: él es de amor prisionero.

Haré yo una buena apuesta que está puesto en tal abismo, que no sabe de mismo.

BERNARDO

¿Hay cosa que iguale a ésta? ¿Qué, no me conoces?

ROLDAN

No.

241

BERNARDO

Pues yo te conozco a ti.

¿No eres Roldán?

ROLDAN

Creo que sí.

ESCUDERO

Mirad si lo digo yo.

En «creo» pone si es él;

(cuál le tiene amor esquivol

BERNARDO

El estar tan pensativo nos muestra su mal cruel. jAh Roldán, señor, señor!

ROLDAN

¿Habláis conmigo, por dicha?

BERNARDO

¡Esta que es gran desdicha!

ESCUDERO

Como desdicha de amor. ¡Extraño embelesamiento!

ROLDAN

¡Oh Angélica dulce y cara! ¿Adonde escondes la cara, que es gloria de mi tormento? El corazón se me quema,

¡oh Angélica, mi reposo! Comedias.— T. II.

16

242

ESCUDERO

Deste sermón amoroso esta Angélica es el tema.

Parece que está en ser que puedes desafialle.

BERNARDO

Quisiera yo remedialle si lo pudiera hacer.

Aparece Angélica, y va tras ella Roldán; pénese en la tramoya y desaparece, y a la vuelta aparece la Mala Fama vestida como diré, con una tunicela negra, una trompeta negra en la mano, y alas negras y ca- bellera negra.

ROLDAN

¿No es aquel mi cielo, cielos?

El es; pero ya se encubre; pues cuando él se me descubre, es por que me cubran duelos.

Tras ti voy, nueva Atalanta; que, si quiere socorrerme amor, puede aquí ponerme mil alas en cada planta.

Mi sol, ¿do te transmontaste, y qué sombra te sucede?

Más bien es que en noche quede el que de tu luz privaste.

BERNARDO

De aventuras están llenas estas selvas, según veo.

ESCUDERO

Viendo estoy lo que no creo.

BERNARDO

¡Calla!

ESCUDERO

No respiro apenas.

MALA FAMA

Detén el paso, senador romano, y aun la intención pudieras detenella si tras sí, en vuelo presuroso y vano, . no la llevara Angélica la bella.

¿Mas tu consejo y proceder liviano asi la entregas, que cebado en ella quieres que quede, ¡oh grave desventura!, tu clara fama para siempre obscura?

La Mala Fama ^y, que tiene cuenta con las torpezas de excelentes hombres, para entregallas a perpetua afrenta, y a viva muerte sus subidos nombres.

Mi mano en este libro negro asienta, borrando la altivez de sus renombres, los hechos malos que en el tiempo hicieron, cuando de amor la vana ley siguieron. Aquí está el grande Alcides, no cortando de la hidra Lernea las cabezas, sino a los pies de Deyanira hilando, con mujeriles paños y ternezas.

Está el rey Salomón; mas no juzgando las diferencias faltas de certezas, _

sino dando ocasión por mil razones que esté su salvación en opiniones.

Uno de aquel famoso triunvirato aquí le tengo escrito y señalado cuando, a su patria y a su honor ingrato, cegó en la luz del rostro delicado.

En mitad de la pompa y aparato del bélico furor, de miedo armado, los ojos vuelve y ánimo a la nueva Angélica egipciana que le lleva.

Es infinito el número que encierran aquestas negras hojas de los hechos de aquellos que su nombre y fama atierran porque amor sujetó sus duros pechos; y si quieres ser de los que yerran, aunque están los renglones tan estrechos, ancho lugar haré para quie escriba tu nombre, y en infamia eterna viva. Vuélvese la tramoya,

ROLDAN

Yo mudaré parecer, a pesar de lo que quiero.

BERNARDO

¿Coriocéisme, caballero?

ROLDAN

¿Pues no os he de conocer?

Bien que sois español, y que Bernardo os llamáis.

BERNARDO

Gracias a Dios que miráis ya sin nublados el Solí

ROLDÁN

¿Habéis estado presente al caso de admiración?

BERNARDO

Si he estado.

ROLDAN

¿Y no es gran razón que yo vuelva diferente, siendo una joya la honra que no se puede estimar?

BERNARDO

Verdad es; mas por amar no se adquiere la deshonra.

ROLDAN

No hay amador que no haga mil disparates, si es fino; mas ya que he cobrado el tino y sanado de mi llaga, mis pasos caminarán por diferente sendero.

Entra Marfisa.

MARFISA

Bernardo, ¿no es el guerrero este a quien llaman Roldán?

46

BERNARDO

El es. Mas ¿por qué lo dices?

MARFISA

Porque su fama me fuerza a probar con él mi fuerza, por que la solenices y veas qué compañero te ha dado en la fortuna.

ROLDAN

|No hay cual Angélica alguna en todo nuestro hemisfero!

ESCUDERO

¡Por Dios, que se ha vuelto al tema!

ROLDAN

Falsa fué aquella visión, y de nuevo el corazón parece que se me quema.

Aparece otra vez Angélica, y huye a la tramoya, y vuélvese, y aparece la Buena Fama vestida de blanco, con una corona en la cabeza, alas pintadas de varias colores y una trompeta,

¿Has tornado a amanecer, sol mío? Pues ya te sigo.

ESCUDERO

Poco ha durado el amigo en su honroso parecer.

MARFISA

Bernardo, ¿qué es lo que veo?

247

BERNARDO

Calla y escucha, y verás misterios.

ESCUDERO

No digas más,

que quiere hablar, según creo.

BUENA FAMA

Pues temor de la infamia no ha podido tus deseos volver a mejor parte, vuélvalos el amor de ser tenido en todo el orbe por segundo Marte.

En este libro de oro está esculpido, como en mármol o en bronce, en esta parte, tu nombre y el de aquellos esforzados que dieron a las armas sus cuidados.

Aquí, con inmortal, alto trofeo, notado tengo en la verdad que sigo aquel gran caballero Macabeo, guía del pueblo que de Dios fué amigo.

Casi a su lado el nombre escrito veo de aquel batallador que fué enemigo de la pereza infame, del que, en suma, puso en igual balanza lanza y pluma.

Tengo otros mil que no puedo contarte, porque el tiempo y lugar no lo concede, y porque yo le tenga de avisarte lo que mi voz con mis escritos puede.

Della verás y dellos levantarte sobre el altura que aun al cielo excede,

si dejas de seguir del niño ciego la blandura y regalo y dulce fuego.

Huye, Roldán, de Angélica, y advierte que, en seguir la belleza que te inflama, la vida pierdes, y granjeas la muerte, perdiendo a mí, que soy la Buena Fama. Deben estas razones convencerte, pues Marte a nombre sin igual te llama, amor a un abatido. En paz te queda, y lo que te deseo te suceda.

Vuélvese la tramoya,

ROLDAN

Bien que de Malgesi son todas estas visiones.

BERNARDO

Pues dime: ¿a qué te dispones?

MARFISA

De espanto no estoy en mí.

Mal dije; de admiración, que espanto jamás le tuve.

ROLDAN

Corto de manos anduve con una y otra visión; si pedazos las hiciera, no me dejaran confuso.

Mas volverán; que es su uso asaltarme dondequiera. Respondiendo, pues, Bernardo, a lo que me preguntaste.

249

digo que no hay mar que baste templar el fuego en que ardo. Y quedaos en paz los dos, porque ir de aquí me conviene.

MARFISA

¡Extremado brío tienel

BERNARDO

Dios vaya, Roldán, con vos.

MARFISA

Vilo, y no puedo creello; tal es lo que visto habernos.

BERNARDO

Por el camino podremos hacer discurso sobre ello.

ESCUDERO

¿En fin, vamos a París?

BERNARDO

¿Ya no te he dicho que sí?

MARFISA

Yo, a lo menos.

ESCUDERO

Por allí

hay camino, si advertís.

BERNARDO

Los caballos, ¿dónde están?

ESCUDERO

Aquí junto.

BERNARDO

Ve por ellos.

ESCUDERO

Allá subiréis con ellos.

MARFISA

¡Pensativo iba Roldánl

JORNADA TERCERA

Salen Lauso y Corinto, pastores.

LAUSO

En el silencio de la noche, cuando ocupa el dulce sueño a los mortales, la pobre cuenta de mis ricos males ostoy al cielo y a mi Clori dando.

Y al tiempo cuando el Sol se va mostrando por las rosadas puertas orientales,

con gemidos y acentos desiguales voy la antigua querella renovando.

Y cuando el Sol de su estrellado asiento derechos rayos a la tierra envía,

el llanto crece, y doblo los gemidos.

Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento, y siempre hallo en mi mortal porfía .al cielo sordo, a Clori sin oídos.

CORINTO

.¿Para qué tantas endechas?

Lauso amigo, déjalas; pues mientras más dices, más, siempre menos te aprovechas.

Yo tengo el corazón negro

252

por Clori y por sus desdenes; mas, pues no me vienen bienes, ya con los males me alegro.

Clori y la nueva pastora, ajenas de nuestros males, con voces claras e iguales, venían cantando agora.

Al encuentro les salgamos y ayudemos su canticio; que’ tanto llorar es vicio, si bien lo consideramos.

LAUSO

¿Viene Rústico con ellas?

CORINTO

No se les quita del lado.

LAUSO

|Ah pastor afortunado!

Ni quiero oillas, ni vellas.

CORINTO Eso ya no puede ser, que veslas, vienen allí; canta por amor de mí.

LAUSO

Procúralas de entender.

Entra Clori cantando, y Rústico con ellas, y Angélica.

CLORI

¡Bien haya quien hizo cadenitas, cadenas;

bien haya quien hizo cadenas de amor!

]Bien haya el acero de que se formaron, y los que inventaron amor verdadero! jBien haya el dinero de metal mejor; bien haya quien hizo cadenas de amor!

LAUSO

jBien haya el amante que a tantos vaivenes, iras y desdenes firme está y constante!

Este se adelante al rico mayor. jBien haya quien hizo cadenas de amor!

RÚSTICO

jOh, quién supiera cantar!

CORINTO

¿Qué, no lo sabes, pastor?

RÚSTICO

Ni contralto, ni tenor; que estoy para reventar.

CORINTO

Mas ¿va que tienes agallas? Muestra; abre bien la boca,

254

que esta cura a me toca; abre más, si he de curallas.

Ven acá. ¡Mal hayas y el padre que te engendróF

RÚSTICO

¿Pues qué culpa tengo yo?

CORINTO

¡Ofrézcote a Belcebúi ¿Y no has caído en la cuenta de que tenías agallas?

RÚSTICO

¿Pues hay más sino sacallas?

CLORIS

Esta burla me contenta; que, puesto que bien le quiero,, que le burlen me da gusto.

CORINTO

Yo te sacaré, a tu gusto, o cantor, o pregonero.

¿Tienes algún senojil? (1).

RÚSTICO

Una ligapierna tengo, y buena.

CORINTQ

Ya me preven ge? a hacerte cantor sutil.

(1) Cinta con que se ataba la media calza por debajo de la rodilfe-

Aquesta poco aprovecha; que, para este menester, izquierda tiene de ser, que no vale la derecha.

¿Qué me darás, y te haré cantor subido y notable?

RÚSTICO

En la paga no se hable, que un novillo te daré.

La liga izquierda es aquesta; tómala, y pon diligencia en mostrar aquí tu ciencia.

CORINTO

Dios sabe cuánto me cuesta.

Mas con esta liga y lazo saldré muy bien con mi intento.

RÚSTICO

Hacia esta parte las siento.

CORINTO»

Déjame atar; quita el brazo. ¿Con qué voz quieres quedar: tiple, contralto o tenor?

RÚSTICO

Contrabajo es muy mejor.

CORINTO

Ese no te ha de faltar mientras tratares conmigo.

Ten paciencia, sufre y calla; ya se ha quebrado una agalla.

RÚSTICO

jQue me ahogas, enemigo!

CORINTO

Contralto quedas, sin duda, que la voz lo manifiesta,

pues aun ahora está en muda; a otro estirón que le dé, estará como ha de estar.

RÚSTICO

Ladrón, ¿quiéresme ahogar?

CORINTO

No lo sé; mas probaré.

CLORIS

;¡Acaba; la burla baste!

RÚSTICO

|A semejantes burlas!

CORINTO

Rústico: ¿de mi te burlas, que no me pagas y vaste? jPues a fee que has de llevar ^comida y sobrecomida!

Todo, amigo, se comida a ayudarme a este cantar: -•«Corrido va el abad ,por el cañaveral.

257

Corrido va el abad, corrido va y muy mohino, porque, por su desatino, cierto desastre le vino que le hizo caminar por el cañaveral.

Confiado en que es muy rico, no ha caído en que es borrico; y por aquesto me aplico a decirle este cantar: por el cañaveral.»

Aparece Reinaldos por la montaña.

LAUSO

La burla ha estado, a lo menos, como al sujeto conviene.

ANGÉLICA

jOtra vez mi muerte viene!

¡Abrid, tierra, vuestros senos y encerradme en ellos luego!

LAUSO

¿De qué, pastora, te espantas?

ANGÉLICA

¡A vosotras, tiernas plantas, mi vida o mi muerte entrego!

Entrase Angélica huyendo,

CLORIS

Lauso, vámonos tras ella, a ver qué -le ha sucedido.

Comedias.— T. II. 17

LAUSO

A tu voluntad rendido estoy siempre, ingrata bella.

Bntranse todos, y quédase Corinto,

CORINTO

Quedar quiero, a ver quién es este pensativo y bravo.

El ademán yo le alabo; mas ¿si es paladín francés?

REINALDOS

o le falta al amor conocimiento, o le sobra crueldad, o no es mi pena igual a la ocasión que me condena al género más duro de tormento.

Pero si amor es dios, es argumento que nada ignora, y es razón muy buena que un dios no sea cruel. Pues ¿quién ordena el terrible dolor que adoro y siento?

Si digo que es Angélica, no acierto; que tanto mal en tanto bien no cabe, ni me viene del cielo esta ruina.

Presto habré de morir, que es lo más cierto; que, al mal de quien la causa no se sabe, milagro es acertar la medicina.

CORINTO

jTa, tal De amor viene herido; bien tenemos que hacer.

REINALDOS

¿Qué, no quieres parecer, joh bien!, por mi mal perdido? ¿Has visto, pastor, acaso, por entre aquesta espesura, un milagro de hermosura por quien yo mil muertes paso? ¿Has visto unos ojos bellos que dos estrellas semejan, y unos cabellos que dejan, por ser oro, ser cabellos?

¿Has visto, a dicha, una frente como espaciosa ribera, y una hilera y otra hilera de ricas perlas de Oriente?

Dime si has visto una boca que respira olor sabeo y unos labios por quien creo que el fino coral se apoca.

Di si has visto una garganta que es coluna deste cielo, y un blanco pecho de yelo, do su fuego amor quebranta, y unas manos que son hechas a torno de marfil blanco, y un compuesto que es el blanco do amor despunta sus flechas.

CORINTO

¿Tiene, por dicha, señor, ombligo aquesa quimera,

260

o pies de barro, como era la de aquel rey Donosor?

Porque, a decirte verdad, no he visto en estas montañas cosas tan ricas y extrañas y de tanta calidad.

Y fuera muy fácil cosa,

si ellas por aquí anduvieran, por invisibles que fueran, verlas mi vista curiosa.

Que una espaciosa ribera, dos estrellas y un tesoro de cabellos, ¡qué sonoro!,

¿dónde esconderse pudiera?

Y el sabeo olor que dices,

¿no me llevara tras sí?

Porque en mi vida sentí romadizo en mis narices.

Mas, en. fin, decirte quiero

lo que he hallado, y no ser terco.

REINALDOS

¿Qué son? Habla.

CORINTO

Tres pies de puerco y unas manos de carnero.

REINALDOS

¡Oh hi de puta, bellaco!; pues ¿con Reinaldos de burlas?

261

CORINTO

De mis donaires y burlas siempre tales premios saco.

Entrase huyendo Corinio. Suena dentro esta voz de Angélica:

jSocorredme, Reinaldos, que me matan!

(Mira que soy la sin ventura Angélica!

REINALDOS

La voz es ésta de mi amada diosa.

¿Adonde estás, tesoro de mi alma, única al mundo en hermosura y gracia?

La triste barca del barquero horrendo pasaré por hallarte, y al abismo, cual nuevo Orfeo, bajaré llorando y romperé las puertas de diamante.

ANGÉLICA

(Moriré si te tardas; date prisa!

REINALDOS

¿Qué camino he de hacer, amada mía?

¿Estás en las entrañas de la tierra, o enciérrante estas peñas en su centro?

Doquier que estás te buscaré, viviendo, o ya desnudo espíritu sin carne.

Salen dos sátiros que traen a Angélica como arras- trando, con un cordel a la garganta.

ANGÉLICA

¡Socorredme, Reinaldos, que me matan!

REINALDOS

No corráis más; volved, ligeras plantas, que no os va menos que la vida en esto. jMiserable de mí! ¿Quién me detiene? ¿Quién mis pies ha clavado con la tierra? ¡Verdugos infernales, deteneos; no añudéis el cordel a la garganta, que es basa donde asienta y donde estriba el cielo de hermosura sobrehumana! ¡Miserable de cien mil vegadas, que no puedo moverme ni dar paso! Canalla infame, ¿para qué os dais prisa a acabar esa vida de mi vida, a escurecer el Sol que alumbra el mundo? ¡Tate, traidores, que apretáis un cuello adonde el amor forma tales voces, que el mal desmenguan y la gloria aumentan del venturoso que escucharlas puede!

¡Oh, que la ahogan! ¡Socorredla, cielos, pues yo no puedo! ¡Oh sátiros lascivos! ¿Cómo tanta belleza no os ablanda?

Vanse los sátiros.

Ya dieron fin a su cruel empresa; muerta queda mi vida, muerta queda ia esperanza que en pie la sostenía.

Ahora os moveré, pies, sin provecho; otra vez y otras mil soy miserable; ahora, pies, me llevaréis do vea la imagen de la muerte más hermosa

que vieron ni verán ojos humanos; joh pies, al bien enfermos y al mal sanosi

Llégase Reinaldos a Angélica.

¿Es posible que ante te mataron, dulce amiga?

¿Y es posible que se diga que yo no te socorrí?

¿Qué es posible que la muerte ha sido tan atrevida, que acábó tu dulce vida oon trance amargo y tan fuerte?

¿Y que mi ventura encierra tanta desventura y duelo, que hoy tengo de ver mi cielo puesto debajo la tierra?

¿Qué antropófagos, qué escitas contra ti se conjuraron, y qué manos te acabaron sacrilegas y malditas?

Sin duda, el infierno todo fué en tan desdichada empresa; que así lo afirma y confiesa de tu muerte el triste modo.

Mas yo le moveré guerra, si es que me alcanza la vida en tu triste despedida para vivir en la tierra.

¿Yo vivir? Démoste agora sepultura, |oh ángel bello!, y después me veré en ello

cuando se llegue la hora.

Será de azada esta daga, que abrirá la estrecha fuesa, y daráse en ello priesa, porque ha de hacer otra llaga. Brazo en valor sin segundo, trabajad con entereza para enterrar la riqueza mayor que ha tenido el mundo. Vuestro afán, y no mi celo, parece que en esto yerra, si he de sacar tanta tierra que venga a dubrir el cielo.

La tierra te sea liviana, extremo de la beldad que crió en cualquier edad la naturaleza humana.

El tesoro desentierra el que halla algún tesoro; mas yo sigo otro decoro, que cubro el mió con tierra. Esta parte es concluida; otra falta, y concluiráse, si bien el alma costase, como ha de costar la vida.

Otra sepultura esquiva abriréis, daga, en mi pecho, con que daréis fin a un hecho que por luengos siglos viva.

Mi cuerpo, mi dulce y bella, quede en esta tierra dura

265

cual piedra de sepultura, que dice quién yace en ella.

|Ea, cobarde francés, morid con bríos ufanos, pues no os ataron las manos como os ligaron los piesl

Vase a dar Reinaldos con la daga; sale Malgesí en su misma figura, y detiénele el brazo, diciendo:

No hagas tal, hermano amado; porque, en este desconcierto, antes que no verte muerto, quiero verte enamorado.

Aquesa enterrada y muerta no es Angélica la bella, sino sombra o imagen della, que su vista desconcierta.

Para volverte en tu ser hice aquesta semejanza; que el amor sin esperanza no suele permanecer.

Mas pues es tal tu locura, que aun sin ella perseveras, mira, para que rio mueras, vacía la sepultura.

REINALDOS

¿Qué estos sobresaltos das al que tienes por hermano?

Hechicero, mal cristiano; mas me lo pagarás.

266

Pues lo sabes, ¿por qué gustas de tratarme deste modo?

MALGESÍ

Porque te extremas en todo y a ningún medio te ajustas.

Ven, y pondréte en la mano a Angélica, y no fingida.

REINALDOS

Seréte toda mi vida humilde, obediente hermano.

Entranse todos.

Suena una trompeta bastarda ( 1 ) lejos, y entran en el teatro Carlomagno y Galalón.

CARLOMAGNO

¿Qué trompeta es la que suena?

¿Si es acaso otra aventura que nos ponga en desventura, que la otra no fué buena?

Bien lo dijo Malgesí; mas yo, incrédulo y cristiano, tuve su aviso por vano, y crédito no le di.

Otra vez suena. ¿No habrá quien nos avise qué es esto?

GALALÓN

Yo te lo diré bien presto.

(1) Cuyo sonido es intermedio entre grave y agudo.

267

CARLOMAGNO

Mejor éste lo dirá.

Entra un paje.

PAJE

Por San Dionis han entrado dos apuestos caballeros que parecen forasteros, pero de esfuerzo sobrado: uno mayor y robusto, otro mancebo y galán.

GALALÓN

é

¿Dónde llegan?

PAJE

Llegarán.

Mas miradlos, si os da gusto, que veis do asoman allí.

Entran Marfisa y Bernardo a caballo.

CARLOMAGNO

i Bravo ademán y valientel

GALALÓN

¡Qué gran número de gente que traen los dos tras de sil

CARLOMAGNO

Pondré yo que es desafio.

GALALÓN

El continente así muestra.

CARLOMAGNO

¿Dónde está agora la diestra de Roldán?

GALALÓN

¡Ah, señor míol ¿Faltan en tu corte iguales a Roldán?

CARLOMAGNO

Yo no lo sé.

Calla, que hablan.

GALALÓN

Si haré.

CARLOMAGNO

Si dijeras desiguales...

MARFISA

Escúchame, Carlomagno, que yo hablaré como alcance mi voz hasta tus orejas, por más que estemos distantes y denme también oídos tus famosos doce Pares, que yo les daré mis manos cada y cuando que gustaren. Una mujer soy que encierra deseos en tan grandes, que compiten con el cielo, porque en la tierra no caben. Soy más varón en las obras

que mujer en el semblante; ciño espada y traigo escudo, huygo a Venus, sigo a Marte; poco me curo de Cristo;

*de Mahoma no hay hablarme; es mi Dios mi brazo solo, y mis obras, mis penates.

Fama quiero y honra busco, no entre bailes ni cantares, sino entre acerados petos, entre lanzas y entre alfanjes.

Y es fama que las que vibran y las que ciñen tus Pares vuelan y cortan más que otras regidas de brazos tales.

Por probar si esto es verdad, vivos deseos me traen, y a todos los desafío, pero a singular certamen; y para que no se afrenten de una mujer que esto hace,

. mi nombre quiero decilles: soy Marfisa, y esto baste.

BERNARDO

En el padrón de Merlín va Marfisa a posentarse, donde esperará tres días el deseado combate; y si tantos acudieren que no puedan despacharse.

ella desde aqui me escoge y elige por su ayudante.

Soy caballero español, de prendas y de linaje, y quizá el mismo deseo de Marfisa aqui me trae.

Y entended que el desafío ha de ser a todo trance, porque grandes honras deben comprarse a peligros grandes.

MARFISA

Decid que deje Roldán amorosos disparates; que con Venus y Cupido se aviene mal el dios Marte.

Lo que el español ha dicho lo confirmo, y porque es tarde y el padrón no está muy cerca, el Dios que adoráis os guarde.

CARLOMAGNO

¿Hay, por dicha, Galalón, en París otros Roldanes?

¿Hay otro alguno que pueda con Reinaldos igualarse?

Si los hay, ¿cómo han callado, oyendo desafiarse?

¡Oh, mal hubieses, Angélica, que tantos males me haces! Colgados de tu hermosura todos mis valientes traes;

271

solo han dejado a París, solo por ir a buscarte.

GALALÓN

Mientras vive Galalón, ninguno podrá agraviarte, y mañana con las obras haré mis dichos verdades.

Dame licencia, señor,

por que al punto vaya a armarme.

CARLOMAGNO

No hay para qué me la pida quien es de los doce Pares.

Entranse y

Entran Perra guto y Roldán riñendo, con las espadas desnudas,

ROLDAN

le mataste, y fué alevosamente, moro español, sin fe y sin Dios nacido.

FERRAGUTO

Tu falsa lengua como falso miente, y mentirá mil veces, y ha mentido.

ROLDAN

¿No fué maldad echarle en la corriente del río?

FERRAGUTO

Muy bien puede del vencido hacer el vencedor lo que quisiere.

272

ROLDAN

De tu falso argüir eso se infiere.

No te retires, bárbaro arrogante, que quiero castigar tu alevosía.

FERRAGUTO

Si me retiro, fanfarrón de Agíante; el paso, sí; la voluntad no es mía.

Por Mahoma te juro, y Trivigante, que no quién me impele y me desvía de tu presencia, joh paladín gallardo!

ROLDAN

Con ésta acabarás, que ya me tardo.

Retírase Ferraguto, y" puesto en la tramoya, al tirarle Rcldán una estocada, se vuelve la tramoya, y apa- recen en ella Angélica y Roldán, echándose a los pies della; al punto que se inclina se vuelve la tra- moya, y aparece uno de los sátiros, y hállase Roldán abrazado con sus pies,

ROLDAN

¿Qué milagros son éstos. Dios inmenso?

¿Es piedad del amor esta que veo?

Arrójome a tus pies, y en esto pienso que satisfago en todo a mi deseo.

Coge, amada enemiga, el fruto y censo que estos labios te dan, y por trofeo ponga amor en su templo que un Orlando está tus bellas plantas adorando.

De ámbar pensé, mas no es sino de azufre, el olor que despiden estas plantas.

273

¿Adónde tanto engaño, amor, se sufre, o quién puede formar visiones tantas?

Esta veré si esta estocada sufre.

Vuélvese la tramoya, y aparece Malgesí en su forma.

MALGESÍ

Primo, ¿qué, no te enmiendas ni te espantas?

ROLDAN

¡Oh Malgesíl Hazaña ha sido aquesta que mi amor y tu ciencia manifiesta.

Mas dime: ¿de qué sirven tantas pruebas para ver que estoy loco y que me pierdo, sabiendo que el estilo que llevas ni le cree ni le admite el hombre cuerdo?

MALGESÍ

Ven conmigo, Roldán; daréte nuevas de tu bien por tu mal.

ROLDAN

¡Oh sabio acuerdol Llévame, primo, en presuroso vuelo deste infierno de ausencia a ver mi cielo.

MALGESÍ

Arrima las espaldas a esa caña, los ojos cierra y de Jesús te olvida.

ROLDAN

Grave cosa me pides.

MALGESÍ

Date maña,

que importa a tu contento esta venida.

Comedias. —T. H. 18

274

ROLDAN

¿Estoy bien puesto?

MALGESÍ

Bien.

ROLDAN

Jesús me valga,

aunque jamás con esta empresa salga.

Vuélvese la tramoya con Roldán; salen Bernardo y Marfisa, y suena dentro una trompeta,

BERNARDO

Trompeta y caballos siento, y, según mi parecer, paladín debe de ser que viene al padrón contento y seguro de alcanzar de ti, Marfisa, el trofeo.

MARFISA

A pie viene, a lo que veo.

BERNARDO

¿Pues quién le hizo apear?

MARFISA

Lo que a nosotros. ¿No ves que aquí caballo no llega?

BERNARDO

Sin duda es de la refriega; que me parece francés.

Entra Galalón armado de peto y espaldar^

GALALÓN

Sálveos Dios, copia dichosa, tan bella como valiente.

BERNARDO

Dios te salve y te contente.

MARFISA

[Salutación enfadosal Sálveme mi brazo a mí, y conténteme mi fuerza.

GALALÓN

Vuestro desafio me fuerza ^y mueve a venir aquí,

MARFISA Dime si eres paladín.

GALALÓN

Paladín digo que soy. -

BERNARDO

¿Partiste de París hoy?

GALALÓN

Anoche.

BERNARDO

¿Pues a qué fin?

GALALÓN

No más de a ver si hay que ver en ti y la bella Marfisa.

BERNARDO

te has dado buena prisa.

GALALÓN

Conviene, porque hay que hacer.

MARFISA

¿Qué tienes que hacer?

GALALÓN

Venceros

y dar a París la vuelta.

BERNARDO

Si cual tienes lengua suelta tienes agudos aceros, bien saldrás con tu intención. Mas dime: ¿cómo es tu nombre?

GALALÓN

Diréoslo, por que os asombre: es mi nombre Galalón, el gran señor de Manganza, de los doce el escogido.

BERNARDO

Días ha que yo he sabido que eres una buena lanza, un crisol de la verdad, un abismo de elocuencia, un imposible de ciencia, un archivo de lealtad.

MARFISA

Contra la razón te pones, Bernardo, porque la fama por todo el mundo derrama

que éste es saco de traiciones, y aun enemigo mortal de todos los paladines, malsín sobre los malsines, mentiroso y desleal, y, sobre todo, cobarde.

GALALÓN

A la prueba me remito, y vengamos al conflito, que se va haciendo tarde. Empero si queréis iros sin comenzar esta empresa, yo os juro y hago promesa de eternamente serviros y de no desenvainar en contra vuestra mi espada.

BERNARDO

Promesa calificada y muy digna de estimar.

MARFISA

Dame la mano, que quiero aceptarte por amigo.

GALALÓN

Doila, porque siempre sigo proceder de caballero.

¡Cuerpo de quien me parió, que los huesos me quebrantas!

MARFISA

¿Pues desto poco te espantas?

GALALÓN

De menos me espanto yo.

De modo vas apretando, que se acerca ya mi fin.

BERNARDO

¿Un famoso paladín ansi se ha de estar quejando porque le una doncella la mane con gran favor?

GALALÓN

¿Esta es doncella? Es furor, es rayo que me atropella, es de mi vida el contraste, pues que ya me la ha quitado.

MARFISA

jPor Dios, que se ha desmayadol

BERNARDO

¿Cómo, y tanto le apretaste?

MARFISA

La mano le hice pedazos.

BERNARDO

jOh desdichado francés!

MARFISA

Quitarle quiero el arnés, pues viene sin guardabrazos, y ponerle por trofeo colgado de alguna rama, con un mote que su fama

descubra, como deseo.

Pero fáltanme instrumentos con que ponello en efecto.

Malgesí dice de dentro:

No faltarán, te prometo, pues tus buenos intentos.

Esos ministros que envío cumplirán tu voluntad.

BERNARDO

|Oh que extraña novedadi

M AREIS A

¿Quién sabe el intento mío?

Los versos dicen lo mismo que imaginé en mi intención.

¿Si llevan a Galalón estos diablos al abismo?

GALALÓN

Ya yo entiendo que aquí andas; a ti digo, Malgesí.

Di: ¿no hallaste para otro coche ni otras andas?

Llévanle los sátiros en brazos a Galalón

MARFISA

Di cómo dice el trofeo; quizá yo no lo he entendido.

BERNARDO

Agudo está y escogido.

MARFISA

Léelo en voz.

BERNARDO

En voz lo leo.

«Estar tan limpio y terso aqueste acero^ con la entereza que por todo alcanza, nos dice que es, y es dicho verdadero del señor de la casa de Maganza.»

Estas selvas está cierto que están llenas de aventuras.

MARFISA

Quedado habernos a escuras, por el sol que se ha encubierto; y entretanto que él visita los antípodas de abajo, demos al sueño el trabajo que el reposo solicita.

A esta parte dormiré; tú, Bernardo, duerme a aquélla,, hasta que salga la estrella que a Febo guarda la fe.

Y si en aquestos tres días no vinieren paladines, buscaremos otros fines de más altas bizarrías.

BERNARDO

Bien dices; aunque el sosiego . pocas veces le procuro.

281

con todo, a este peñón duro el sueño y cabeza entrego.

Echase a dormir.

Sale por lo hueco del teatro Castilla con un león en la una mano y en la otra un castilla.

CASTILLA

¿Duermes, Bernardo amigo,

y aun de pesado sueño,

como el que de cuidados no procede?

¿Huyes de ser testigo

de que un extraño dueño

tu amada patria sin razón herede?

¿Esto sufrirse puede?

Advierte que tu tío,

contra todo derecho,

forma en el casto pecho

una opinión, un miedo, un desvario

que le mueve a hacer cosa

ingrata a ti, infame a mí, y dañosa.

Quiere entregarme a Francia,

temeroso que, él muerto,

en mis despojos no se entregue el moro,

y está en esta ignorancia

de mi valor incierto

y dese tuyo sin igual que adoro.

No mira que el decoro

de animosa y valiente,

sin cansancio o desmayo,

que me infundió Pelayo,

he guardado en mi pecho eternamente.

y he de guardar contino,

sin que pavor le tuerza su camino.

Ven, y con tu presencia

.infundirás un nuevo

corazón en los pechos desmayados;

curarás la dolencia

del rey, que, ciego al cebo

de pensamientos en temor fundados,

sigue vanos cuidados,

tan en deshonra mía,

que, si no me acorres

y luego me socorres,

huiré la luz del Sol, huiré del día,

y en noche eterna obscura

lloraré sin cesar mi desventura.

Por oculto camino

del centro de la tierra

te llevaré, Bernardo, al patrio suelo.

Ven luego, que el destino

propicio tuyo encierra

en tu brazo tu honra y mi consuelo.

Ven, que el benigno cielo

a tu favor se inclina.

Llevaré a tu escudero por el mismo sendero.

Y tú, sin par, que aspiras a divina,

procura otras empresas,

que es poco lo que en éstas interesas

Nadie en esta querella

batallará contigo,

que tras se les lleva la hermosura

283

de Angélica la bella, común fiero enemigo de los que en esto ponen su ventura

Y está cierta y segura que dentro en pocos años verás extrañas cosas, amargas y gustosas,

engaños falsos, ciertos desengaños.

Y en tanto, en paz te queda, y así cual lo deseo te suceda.

Entrase Castilla con Bernardo por lo hueco del teatro,

MARFISA

Selvas de encantos llenas,

¿qué es aquesto que veo?

¿Qué figuras son éstas que se ofrecen?

¿Son malas, o son buenas?

Entre creo y no creo

me tienen estas sombras que parecen;

admiraciones crecen

en mí, no ningún miedo.

Lleváronme a Bernardo, y aquí sin causa aguardo.

Ir quiero a do mostrar mi esfuerzo puedo. Vuelto me he en un instante; derecha voy campo de Agramante.

CorintOf pastor, y Angélica como pastora,

CORINTO

Digo que te llevaré si fuese a cabo del mundo.

284

ANGÉLICA

En tu valor sin segundo bien que bien me fié.

CORINTO

Háya guelte (1), y verás si te llevo do quisieres.

ANGÉLICA

Mira cuánto pudieres, que eso mismo gastarás; que tengo joyas que son de valor y parecer.

CORINTO

¿Y adonde se ha de vender?

ANGÉLICA

Ahí está la confusión.

CORINTO

No reparar en el precio; que, cuando hay necesidad, es punto de habilidad dar la cosa a menos precio. Y más, que todo lo allana un buen ingenio cursado.

¿Y cuándo has determinado que partamos?

ANGÉLICA

Yo, mañana.

(1) Dinero*

285

CORINTO

Daremos de aquí en Marsella, y allí nos embarcaremos, y el camino tomaremos para España, rica y bella.

Y en saliendo del estrecho, tomar el rumbo a esta mano por el mar profundo y cano que tantas burlas me ha hecho. Digo que si naves hay y en el viento no hay reveses, en menos de trece meses yo te pondré en el Catay (1). ¿Quieres más?

ANGÉLICA

Eso me basta, si así lo ordenase el cielo.

CORINTO

Aunque me ves deste pelo, soy marinero en de casta, y nado como un atún, y descubro como un lince, y trabajo más que quince, y más que veinte, y aun.

Pues en el guardar secreto haz cuenta que mudo soy. ¿Quieres que nos vamos hoy? Entra Reinaldos.

<1) Chiiu.

ANGÉLICA

i Oh nuevo y terrible aprieto l Si éste me conoce, ' es cierta mi muerte y mi sepultura.

CORINTO

Pues encubre tu hermosura, si es que puede estar cubierta,

Pero dime: ¿qué éste es el francés del otro día?

¡Adiós, pastoraza mía, que está mi vida en mis piesl Huye Corinto.

ANGÉLICA

No es acertado esperalle; muy mejor será huir.

REINALDOS

¿Sabrásme, amiga, decir de un rostro, donaire y talle que es, más que humano, divino? Alza el rostro. ¿A qué te encubres, que parece que descubres un no qué peregrino?

Alza a ver. ¡Oh santos cielosl ¿Qué es esto que ven mis ojos?

¡Oh gloria de mis enojos, oh quietud de mis recelos!

¿Quién os puso en este traje? ¿Huisos? Pues, ¡vive Dios!, ingrata, que he de ir tras vos

287

hasta que al infierno baje o hasta que al cielo me encumbre, si allá os pensáis esconder; que el tino no he de perder, pues va delante tal lumbre.

Corre Angélica y entra por una puerta, y Reinaldos tras ella, y, al salir por otra, haya entrado Roldán, y encuentra con ella,

ANGÉLICA

De mi dolor conmovido,

te ha puesto el cielo en mis brazos.

REINALDOS

Suelta, que te haré pedazos, amante descomedido; suelta, digo; considera la grosería que haces.

ROLDÁN

¿Para qué turbas mis paces, sombra despiadada y fiera?

¿No ves que esta prenda es mía de razón y de derecho?

REINALDOS

¡Por Dios, que te pase el pechol

ANGÉLICA

¡Suerte airada, estrella impíal

REINALDOS

¿Fiaste en ser encantado, que no quieres defenderte?

2^8

ROLDAN

No fio sino en tenerte por un simple enamorado.

REINALDOS

jMataréte, vive el cielol

ROLDAN

Si puedes, luego me acaba,

REINALDOS

¿Hay desvergüenza tan brava?

ROLDAN

¿Hay tan necio y simple celo?

ANGÉLICA

¿Hay hembra tan sin ventura como yo? Dúdolo, cierto.

¡Suelta, cruel, que me has muerto a manos de tu locura!

REINALDOS

¡Suéltala, digol

ROLDAN

jNo quiero!

REINALDOS

¡Defiéndete, pues!

ROLDAN

|Ni aquesol

REINALDOS

¡Loco estás!

ROLDAN

289

Yo lo confieso,

aunque de estar cuerdo espero.

ANGÉLICA

Divididme en dos pedazos, y repartid por mitad.

ROLDAN

No parto yo la beldad

que tengo puesta en mis brazos

REINALDOS

Dejarla tienes entera, o la vida en estas manos.

ANGÉLICA

|Oh hambrientos lobos tiranos, cuál tenéis esta corderal El cielo se viene abajo, de mi angustia condolido.

ROLDAN

¡Oh salteador atrevido, cuán sin fruto es tu trabajol

Descuélgase la nube y cubre a todos tres, que se escon- den por lo hueco del teatro, y salen luego el empera- dor Carlomagno y Galalón, la mano en una ban- da, lastimada cuando se la apretó Mari isa.

CARLOMAGNO

¿Qué, vencistes a Marfisa?

Comedias.— T. II.

19

GALALÓN

Llegué y vencí todo junto, porque yo no pierdo punto si acaso importa la prisa. Maltratóme aquesta mano de un bravo golpe de espada, de que quedó magullada, porque fué el golpe de llano.

CARLOMAGNO

¿Qué se hizo el español?

GALALÓN

Como vió en a toda Francia, se deshizo su arrogancia como las nubes al Sol.

También le dejé vencido.

CARLOMAGNO

¡Brava hazaña, Galalón!

GALALÓN

Hazaña de un corazón que es de ti favorecido.

CARLOMAGNO

¿Quién es éste?

GALALÓN

Malgesí.

CARLOMAGNO

¡Oh! ¡A qué buen tiempo que viene!

291

Parece que se detiene.

¿Viene armado?

GALALÓN

Creo que sí.

Entra Malgesí con el escudo de Galalón, donde vienen escritos los cuatro versos de antes.

CARLOMAGNO

Extraña armadura es ésta,

¡oh Malgesíl, caro amigo.

GALALÓN

La ciencia deste enemigo honra y vida y más me cuesta.

MALGESÍ

Señor, pues sabéis leer, leed aquesta escritura.

GALALÓN

Mi cobardía se apura si más quiero aquí atender.

Irme quiero a, procurar venganza deste embaidor.

Entra Galalón.

MALGESÍ

Después os diré, señor,

. cosas que os han de admirar.

* CARLOMAGNO

¿Adonde queda Roldán, y adónde queda Reinaldos?

292

MALGESÍ

Sacro emperador, miraldos de la manera que están.

Vuelven a salir Roldán, Reinaldos y Angélica, de la misma manera como se entraron cuando les cubrió la nube.

REINALDOS

Mi trabajo doy al viento, por más que mi fuerza empleo.

ROLDAN

Reinaldos, no soy Anteo, que me ha de faltar aliento.

ANGÉLICA

(Cobardes como arrogantes, de tal modo me tratáis, que no es posible seáis ni caballeros ni amantesi

MALGESÍ

Vuelve la vista, emperador supremo; verás el genio de París rompiendo los aires y las nubes, paraninfo despachado del cielo en favor tuyo.

CARLOMAGNO

(Hermosa vista y novedad es ésta!

Aparece un. ángel en una nube volante.

ÁNGEL

Préstame, Cario, atento y grato oído, y escucha del divino acuerdo cuanto

293

tiene en tu daño y gusto estatuido allá en las aulas del alcázar santo. Presto estos campos con marcial ruido retumbarán, y con horror y espanto volverá las espaldas la cristiana a la gente agarena y africana.

En honor de Macón y Trivigante, con torcida y errada fantasía, viste las duras armas Agramante y deja Ferragut a Andalucía, Rodamonte feroz viene delante; sus fuertes moros Zaragoza envía, con Marsilio, su rey, y el rey Sobrino, tan prudente, que casi es adivino. Queda Libia desierta, sin un moro; de Africa quedan solas las mezquitas, y todos a una voz tus lirios de oro afrentan con palabras inauditas.

Mas tú, guardando el sin igual decoro que guardas en empresas exquisitas, sal al encuentro luego a esta canalla, puesto que perderás en la batalla.

Pero después la poderosa mano ayudarte de modo determina, que del moro español y el afric^o seas el miedo y la total ruina.

Vuelvo con esto al trono soberano, a ver si en tu favor se determina de nuevo alguna cosa, y en. un punto tendrás mi vista y el aviso junto,

Vase,

Í^ARLOMAGNO

iGracias te doy, Dios inmenso, por el aviso y merced!

ROLDAN

Pues ella cayó en mi red, gozalla, sin duda, pienso.

REINALDOS

¿Todavía estás en eso?

ROLDAN

¿Y en eso todavía?

CARLOMAGNO

De vuestra loca porfía he de sacar buen suceso, y ha de ser desta manera: aquesta dama llevad y al momento la entregad al gran duque de Baviera, y el que más daño hiciere en el contrario escuadrón, llevará por galardón la prenda que tanto quiere.

ROLDAN

Soy contento.

REINALDOS

Soy contento.

ROLDAN

(Morirán luego a mis manos andaluces y africanos!

MALGESÍ

¡Vano saldrá vuestro intento!

ROLDAN

¡Despedazaré a Agramante y a su ejército en un punto! Cuéntenle ya por difunto.

MALGESÍ

No te alargues, arrogante, que Dios dispone otra cosa, como en efecto verás.

ROLDAN

¡Oh Agramante! ¿Dónde estás?

REINALDOS

¡Por mía cuento esta diosa! Cuando con victoria vuelvas, crecerá tu gusto y fama, que por ahora nos llama fin suspenso a nuestras selvas.

Suenan chirimías, y dase fin a la comedia.

INDICE DEL TOMO SEGUNDO

Páginas-

El gallardo español

Jornada - 7

Segunda jornada 59

Tercera jornada 109

La casa de los celos

Jornada primera 163

Jornada segunda 206

Jornada tercera 251

Nuevas obras CALPE

mmm Hiim y mm

Han aparecido cinco libros interesantísimos y trascendentales:

PEQUEÑA HISTORIA DE LA GRAN GUE- RRA, de H. Vast, Descripción y recopila- ción minuciosa y exacta de la enorme trage- dia europea. 300 páginas. 19 mapas.- Cinco pesetas.

LAS CONSECUENCIAS ECONOMICAS DE LA PAZ. J, M. KeyneSf profesor de Cam- bridge y miembro que fué de la Conferencia de la Paz, estudia profundamente la situa- ción económica de Europa después de la gue- rra. 264 páginas. Diez pesetas.

Tres obras sobre Rusia:

LA REPUBLICA RUSA

por el Coronel Malone (3 ptas.).

EL BOLCHEVISMO EN ACCION

por W, T. Goode (3 ptas.).

RUSIA EN LAS TINIEBLAS

por Wells (4 ptas.).

Quien quiera conocer a fondo el problema de la revolución rusa y sus probables conse- cuencias para Europa, debe leer estas tres obras, documentadísimas y de poderoso interés dramático.

Publicaciones CALPE

Las obras de éxito indiscutible de la litera- tura universal contemporánea forman, escru- pulosamente traducidas a nuestro idioma, este grupo de publicaciones CALPE. Es necesario poseerlas para seguir el movimiento literario de nuestros días en todos los pueblos cultos.

He aquí las primeras obras de esta serie:

FKANCIA. Anthinea, de Maurrás; La coli- na INSPIRADA, Amore et dolori sacrum. El VIAJE DE Esparta y Los desarraigados, de Barrés; PoR EL camino de Swann y A la SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR, de Proust; Laura, de Clermont; Cressida, de Suarés; El cabaret, de Amoux; La es- cuela DE los indiferentes, SiMON el PATE- TICO y Lecturas para una sombra, de raudoux; El rosario al sol, de Francis Jammes; Obras escogidas, de Peguy; Fer- mina Márquez, de Larband,

INGLATERRA.— La vuelta al hogar. Lejos

DE LA LOCA MULTITUD, LA MANO DE ETHEL-

berta. Los woodlanders y El bien amado, de Hardy; El caso de Ricardo Meynell y Roberto Elsmere, de Word; Los hijos del Ghetto y El manto de Elias, de Zangwill.

ALEMANIA. El subdito, Diana, Minerva, Venus y Los pobres, de Enrique Mann; La MUERTE EN Venecia, de Tomás Mann.

PORTUGAL. La alegría, el dolor y la gra- cia, de Coimbra.

ESPAÑA. Tres novelas ejemplares y un PROLOGO, de Unamuno.

RUSIA. El JARDIN DE LOS CEREZOS, de Che- jov; El diácono de Santa Sofía y El espí- ritu DE LAS TIERRAS NEGRAS, de Siviniakof ; Historia de una bomba, de Strugi-Andrei.

ITALIA. Tres dramas, de Giacomo; Los de- VORADORES, de Annie Vivanti; Eva moder- na y La mujer y el amor, de Sighele.

Todos los ejemplares de esta Colección apa- recen encuadernados y editados primorosa- mente.

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TOMOS QUE COMPRENDE

§ Ptas.

I. Electricidad y magnetismo 3

II. Corrientes alternas. Unidades 3,50

III. Pilas eléctricas 3

IV. Dínamos de corriente continua. . . . . 3,50

V. Motores de corriente continua 3

VI. Alternadores 3,50

VII. Motores de corriente alternativa. ... 3

VIII. Transformadores y convertidores. ... . 3,50

IX. Devanados 4

X. Reóstatos industriales 3,50

XI. Acumuladores 3

XII. ^Averías en las máquinas eléctricas. . 3

XIII. Líneas eléctricas 3,50

XIV. Transporte y distribución de la energía

eléctrica 3

XV. Pararrayos 3,50

XVI. Centrales eléctricas 3,50

XVII. Contadores de electricidad 3

XVIII. Mediciones de laboratorio 3,50

XIX. Mediciones eléctricas de taller 3

XX. Instalaciones eléctricas 3

XXI. Electroquímica 3

XXII. Galvanoplastia y galvanostogia 3

XXIII. Electrometalurgia 3

XXIV. Lámparas eléctricas 3

XXV.— Telegrafía 4

XXVI. Timbres y teléfonos 3,50

XXVII. Centrales telefónicas 3,50

XXVIII. Telegrafía y telefonía sin hilos. . . . 3,50

XXIX. Tranvías y ferrocarriles eléctricos. . . 3,50

XXX. Electroterapia y Rontgenología . ... 3,50

PRECIO DE LA COLECCION, Qn A PLAZOS O AL CONTADO: pCdCUlíl

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Los suscriptores a 30 volúmenes de que consta la obra disfrutarán del precio excepcional de 90 pesetas la co- lección, mediante firma del contrato que facilita la Com- pañía editora, con lo cual se benefician de la notable di- ferencia que existe entre el precio de la obra completa y lo que suman los precios fijados para los volúmenes sueltos.

Publicaciones CALPB

LIBROS DE AVENTURAS

Las obras más importantes de la literatura universal de este género. Se ha puesto exqui- sito cuidado en seleccionarlas de tal modo, que formen una Biblioteca de extraordinario in- terés y de positiva cultura, eliminando aque- llas que pueden perturbar la imaginación de los lectores jóvenes.

Publicadas hasta ahora:

Pesetas.

LOS TRAMPEROS DEL ARKANSAS,

de Aímard 4

AVENTURAS DEL CAPITAN COR- CORAN, de Assollant 4,50

EL CAZADOR DE CIERVOS, de Coa-

per (dos tomos) 3

LOS TIRADORES DE RIFLE, de

l\/f n^/71 £> fíp'íyJ Á.

LA ISLA DEL TESORO,’ Stévensoñ. 4 DE LA TIERRA A LA LUNA, de Veme 3,50

Todos estos volúmenes están lujosamente presentados e ilustrados con profusión.

COLECCION UNIVERSAI.

NO VEI FILOSOF mSTORI

UNIVERSITY OF ILLINOIS-URBANA

Aparecen veinte números de unas cien páginas, cada mes, al precio de CIN- CUENTA CENTIMOS cada número.

POR SUSCRIPCION TRIMEJSTRAL, SEMESTRAL O ANUAL

(OCHO PESETAS AL MES)

CUARENTA CENTIMOS CADA NUMERO

Los 500 números publicados desde julio de 1919 a julio de 1921 contienen obras de

LOPE DE VEGA, KANT, GOLDSMITH, LA ROCHEFOU- CAULD, ORTEGA MUNILLA, PROSPERO MERIMEE. STE- VENSON STENDHAL, GOETHE. MACHADO. CERVAN- TES, ANDREIEV, CASTELLO-BRANCO, CICERON, VILLA- LON, KOROLENKO. ESTEBANEZ CALDERON, LEIBNITZ, PLUTARCO, ABATE PREVOST, RUIZ DE ALARCON. VE- LEZ DE GUEVARA. GEORGE ELIOT, KUPRIN, COELHO, Mmb. STAEL, TIRSO DE MOLINA, MUSSET. CLARÍN, STERNB. JULIO CESAR, CHEJOV, GARCILASO, TACITO. ABOUT, BEAUMARCHAIS. S A N D E A U, LAMARTINE, D’AZEGLIO. DANTE. HERCZEG, AUSTEN, FLAUBERT. PENBLON, GORKI, MORETO. FILMER, NODIER. VERGA, ARNOLD, G. DELEDDA, HAUFF, VOLTAIRE, THACKE- RAY. GK)LDONI. VICTOR HUGO. TORRES VILLAKROEL, DOZY, TEIXEIRA DE QUEHIOZ, MONTESQUIEU, VIGNY, BALZAC, TAINE, EUGENIO D’ORS, MOLIERE. GOMEZ CARRILLO. CHMELEY. FOSCOLO. KOBOR, WEBSTER. HBINB, D’AUREVILLY. DAUDET. F. DE ROJAS. GAS- KBLL, ECKBRMANN. N. GARIN. D'ALEMBERT, SHAKE- SPEARE. CHERBULIEZ, fXXlAZZARO. OSCAR WH^DE, TILLIER. APULEYO y SCHILLER

OAI.RE

CJornpañía Anónima de Librería, Publicaciones y Ediciones. MADRID SAN MATEO, 13