[COLECCION UNIVERSAL. | N.* 69 y 70

TIRSO DE MOLINA

El condenado por desconfiado

COMEDIA

Precio, 0,60 ptas.

MADRID-BARCELONA

COLECCION UNIVERSAL

Tirso de Molina

EL CONDENADO POR DESCONFIADO

COMEDIA

MCMXIX

Imprenta Clásica Española, Glorieta de Chamberí, Madrid.

COLECCION UNIVERSAL

TIRSO DE MOLINA

El condenado por desconfiado

COMEDIA

La edición ha sido cuidada por Américo Castro.

MADRID-BARCELONA MCMXIX

ES PROPIBDAD

Copyright by Calpe, 1919

Papel fabricado especialmente por La Papelera Española.

La comedia de EL CONDENADO POR DESCONFIADO, cuyo asunto, actualmente, pedrá parecer pueril a muchos lectores, es una de las obras más represen- tativas de nuestro teatro nacional. lil interés por tas cuestiones relacionadas con el libre arbitrio y la pre- destinación, suscitó terribles querellas dentro de ciertas órdenes religiosas (dominicos y jesuitas); y el público se apasionaba y hasta analizaba el fondo del asunto con el mismo ardor que hoy ponemos al ovuparnos de temas sociales y políticos. La teología católica lo era casi todo en la mente de los españoles del siglo XVII, y sólo ast se comprende que el «<con- denarse por desconfiar» pudiese dar motivo para di- vertir al público de los corrales.

Tirso de Molina, por otra parte, no procedió aquí como un vulgar predicador. El núcleo del asunto procede de una antiquisima tradición, que ha vend- do representando en formas variadas, a través de las literaturas orientales y de la Edad Media, el ca- rácter de Enrico, pecador que cultiva una flor de vir- tud en medio de su desastrada vida. Y aunque el desarrollo del tema obligase al autor a introducir aquí elementos maravillosos. y aun a violentar el desarrollo normal de los principales caracteres, es lo cierto que, en conjunto, la concepción de esta obra

6

ofrece cierta grandeza. Los personajes de Paulo y Enrico pueden hasta tener un valor humano, pres- cindiendo del marco de época en que Tirso los situó. Paulo es un hombre pequeño de espíritu, sólo apto para percibir el valor inmediato y estrecho de la rea- lidad; es un alma farisaica. Enrico, en cambio, afir- ma su brutal personalidad algo ingenuamente exagerada—con conciencia vigorosa y con indepen- dencia salvaje. No podemos llamarle heroico; pero en su alma hay gérmenes de heroismo. La tesis cató- laica encerraba, pues, en último término, una posi- bilidad de amplitud ideológica y estética.

No es uno de los menores atractivos de EL CONDR- NADO POR DESCONFIADO el poder servir de punto de referencia a El burlador de Sevilla, otro célebre dra- ma de Fr. Gabriel Téllez (nombre efectivo de Tirso de Molina). En aquel drama, el héroe se pierde por exceso, no por falta de confianza, como acontece en nuestro caso.

Para imprimir esta comedia se ha tenido en cuen- ta la edición de 1635. Los paréntesis cuadrados [ ] indican que se añade algo.

No hemos puesto más indicaciones escénicas que las que figuran en el original. In el siglo XVII ape- nas seusaban las decoraciones, y los cambios y mo- vimientos escénicos se deducíian de las palabras de los actores. Ahora, el lector tendrá que deducirlos del contexto. Hemos preferido esto, a alterar el carácter original de la obra con adictones personales.

EL CONDENADO POR DESCONFIADO

Comedia famosa por el maestro Tirso de Molina, Representóla Figueroa.

Hablan en ella las personas siguientes:

PAULO, de ermitaño. ANARETO, padre de Enrico, PEDRISCO, gracioso. ALBANO, viejo.

EL DEMONIO. UN PASTOR.

OCTAVIO y LISANDRO. UN GOBERNADOR. CELIA y LIDORA, su criada. UN ALCAJTDE.

ENRICO. UN PORTERO.

GALVAN y ESCALANTE. UN JUEZ.

ROLDAN. UN MUSICO.

CHERINOS. ALGUNOS VILLANOS.

JORNADA PRIMERA (Sale Paulo de ermitano.)

PAULO

¡Dichoso albergue mio! ¡Soledad apacible y deleitosa , que [en] el calor y el frio me dais posada en esta selva umbrosa, donde el huésped se llama o verde yerba o pálida retama!

Agora, cuando el alba

cubre las esmeraldas de cristales,

haciendo al sol la salva,

que de su coche sale por jarales,

con manos de luz pura

quitando sombras de la noche oscura, salgo de aquesta cueva

que en pirámides altos de estas peñas .

naturaleza eleva,

y a las errantes nubes hace señas

pará que noche y dia,

ya que no hay otra le haga compañia. Saleo a ver este cielo,

alfombra azul de aquellos pies hermosos.

¿Quién, ¡oh celestes cielos!

aquesos tafetanes luminosos .

rasgar pudiera un poco 3

para ver...? ¡Ay de mi! Vuéjvome loco. Mas ya que es imposible.

y cierto, Señor, que me estáis viendo

desde ese inaccesible

trono de luz hermoso, a quien sirviendo

están ángeles bellos,

más que la luz del sol hermosos ellos; mil glorias quiero daros

por las mercedes que me estáis haciendo

sin saber obligaros.

¿Cuándo yo mereci que del estruendo

me sacarais del mundo,

que es umbral de las puertas del profundo? ¿Cuándo, Señor divino,

(

podrá mi indignidad agradeceros

el volverme al camino,

que, si yo lo (1) conozco, es fuerza el veros,

y tras esta victoria,

darme en aquestas selvas tanta gloria? Aqui los pajarillos,

amorosas canciones repitiendo

por juncos y tomillos,

de vos me acuerdan, y yo estoy diciendo:

«Si esta gloria da el suelo,

¿qué gloria será aquella que da el cielo?» Aqui estos arroyuelos,

jirones de cristal en campo verde,

me quitan mis desvelos,

y son causa a que de vos me acuerde:

¡Tal es el gran contento

que infunde al alma su sonoro acento! Aqui silvestres flores

el fugitivo tiempo aromatizan,

y de varios colores

aquesta vega humilde fertilizan.

Su belleza me asombra:

calle el tapete y berberisca alfombra, Pues con estos regalos,

con aquestos contentos y alegrias,

¡bendito seas mil veces,

inmenso Dios, que tanto bien me ofreces! Aqui pienso seguirte,

ya que el mundo dejé para bien mio:

El original, no.

10

aqui pienso servirte,

sin que jamás humano desvario,

por más que abra la puerta

el mundo a sus engaños, me divierta. Quiero, Señor divino,

pediros de rodillas húmilmente (1)

que en aqueste camino

siempre me conservéis piadosamente.

Ved que el hombre se hizo

de barro vil y de barro quebradizo.

(Sale Pedrisco con un haz de yerba. P'ónese Paulo de rodillas, y elévase.)

PEDRISCO

Como si fuera borrico vengo de yerba cargado, de quien el monte está rico: si esto como, ¡desdichado!, triste fin me pronostico. "¡Que he de comer yerba yo, manjar que el cielo crió para brutos animales! Deme el cielo en tantos males paciencia, Cuando me echó mi madre al mundo, decía: «Mis ojos santo te vean, Pedrisco del alma mia.» z

(1) El original, humildemente.

(1)

11

Si esto las madres desean, una suegra y una tía ¿qué desearán? Que aunque el ser santo un hombre es gran ventura, es desdicha no comer. Perdonad esta locura y este loco proceder, mi Dios; y pues conocida ya mi condición tenéis, no os enojéis porque os pida que la hambre me quitéis, o no sea santo en mi vida. Y si puede ser, Señor, pues que vuestro inmenso amor todo lo imposible doma, que sea santo y que coma, mi Dios, mejor que mejor. De mi tierra me sacó Paulo, diez años habrá, y a aqueste monte apartó; él en una cueva está, y en otra cueva estoy yo. Aqui penitencia hacemos, y sólo yerbas comemos, y a veces nos acordamos de lo mucho que dejamos por lo poco que tenemos. Aqui, al (1) sonoro raudal de un despeñado cristal,

El original, el.

12

digo a estos olmos sombrios: ¿«Dónde estáis, jamones mios, que no os doléis de mi mal? Cuando yo solía cursar a ciudad y no las peñas (¡memorias me hacen llorar!), de las hambres más pequeñas gran pesar soliais tomar. Erais, jamones, leales: bien os puedo asi llamar, pues mereccis nombres tales, aunque ya de las mortales (1) no tengáis ningún pesar.» Mas ya está todo perdido; yerbas comeré afligido, aunque llegue a presumir que algún mayo he de parir, por las flores que he comido. Mas Paulo sale de la cueva oscura: entrar quiero en la mía tenebrosa, y comerlas alli.

¡Vease y sale Paulo.)

PAULO

¡Qué desventura! ¡Y qué desgracia cierta, lastimosa! El sueño me venció, viva figura

(1) Hambres.

(1)

13 (por lo menos imagen temerosa) de la muerte cruel; y al fin, rendido, la devota oración puse en olvido. Siguióse luego al sueño otro, de suerte, sin duda, que a mi Dios tengo enojado, si no es que acaso el enemigo fuerte haya aquesta ilusión representado. Siguióse al fin, ¡ay Dios!, de ver la muerte. ¡Qué espantosa figura! ¡Ay desdichado! Si el verla en sueños causa tal quimera, el que vivo la ve, ¿qué es lo que espera? Tiróme el golpe con el brazo [diestro] (1); no cortó la guadaña. El arco toma: la flecha en el derecho; y el siniestro, el arco mismo que altiveces doma; tiróme al corazón: yo que me muestro al golpe herido, porque al cuerpo coma la madre tierra como a su despojo, desencarcelo el alma, el cuerpo arrojo. Salió el alma en un vuelo, en un instante vi de Dios la presencia, ¡Quién pudiera no verle entonces! ¡Qué cruel semblante! Resplandeciente espada y justiciera en la derecha mano, y arrogante (como ya por derecho suyo era), el fiscal de las alnras miré a un lado, que aun en ser victorioso estaba airado. Leyó mis culpas, y mi guarda santa leyó mis buenas obras, y el Justicia

El original. fuerte.

14

mayor del cielo, que es aquel que espanta de la infernal morada la malicia,

las puso en dos balanzas; mas levanta

el peso de mi culpa y mi injusticia

mis obras buenas tanto, que el Juez santo me condena a los reinos del espanto.

Con aquella fatiga y aquel miedo desperté, aunque temblando, y no vi nada sino es mi culpa, y tan confuso quedo, que si no es a mi suerte desdichada,

o traza del contrario, ardid o enredo, que vibra contra mi su ardiente espada, no a qué lo atribuya. Vos, Dios santo, me declarad la causa de este espanto.

¿Heme de condenar, mi Dios divino, como este sueño dice, o he de verme en el sagrado alcázar cristalino?

Aqueste bien, Señor, habéis de hacerme. ¿Qué fin he de tener? Pues un camino sigo tan bueno, no queráis tenerme

en esta confusión, Señor eterno.

¿He de ir a vuestro cielo, o al infierno?

Treinta años de edad tengo, Señor mio, y los diez he gastado en el desierto,

y si viviera un siglo, un siglo fio

que lo mismo ha de ser: esto os advierto. Si esto cumplo, Señor, con fuerza y brio, ¿qué fin he de tener? Lágrimas vierto. Respondedme, Señor: Señor eterno.

¿He de ir a vuestro cielo, o al infierno?

15

(Aparece el Demonio en lo alto de una peña.)

DEMONIO

Diez años ha que persigo a este monje en el desierto, recordándole memorias y pasados pensamientos; siempre le he hallado firme, como un gran peñasco opuesto. Hoy duda en su fe, que es duda de la fe lo que hoy ha hecho, porque es la fe en el cristiano que sirviendo a Dios y haciendo buenas obras, ha de ir a gozar de él en muriendo. Este, aunque ha sido tan santo, duda de la fe, pues vemos que quiere del mismo Dios, estando en duda, saberlo. En la soberbia también ha pecado: caso es cierto. Nadie como yo lo sabe, pues por soberbio padezco. Y con la desconfianza le ha ofendido, pues es cierto que desconfia de Dios el que a su fe no da crédito. Un sueño la causa ha sido; y el anteponer un sueño a la fe de Dios, ¿quién duda

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que es pecado manifiesto?

Y asi me ha dado licencia el juez más supremo y recto para que con más engaños le incite agora de nuevo. Sepa resistir valiente

los combates qne le ofrezco, pues supo desconfiar

y ser como yo, soberbio.

Su mal ha de restaurar

de la pregunta que ha hecho a Dios, pues a su. pregunta mi nuevo engaño prevengo. De ángel tomaré la forma, y responderé a su intento cosas que le han de costar su condenación, si puedo.

(Quítase el Demonio la túnica y queda de ángel.)

PAULO

¡Dios mío! Aquesto os suplico. ¿Salvaréme, Dios inmenso? ¿Iré a gozar vuestra gloria? Que me respondáis espero.

DEMONIO

Dios, Paulo, te ha escuchado, y tus lágrimas ha visto.

PAULO

| Aparte.

¡Qué mal el temor resisto! Ciego en mirarlo he quedado.

DEMONIO

Me ha mandado que te saque de esa ciega confusión, porque esa vana llusión de tu contrario se aplaque.

Ve a Nápoles, y ala puerta que llaman allá de] Mar, que es por donde has de entrar a ver tu ventura cierta

o tu desdicha, verás cerca de allá (estáme atento) un hombre...

PAULO

¡Qué gran contento con tus razones me das!

DEMONIO

Que Enrico tiene por nombre, hijo del noble Anareto. Conocerásle, en efeto,

por señas que es gentil-hombre. alto de cuerpo y gallardo.

EL CONDENADO POR DESCONFIADO

No quiero decirte más, porque apenas llegarás, cuando le veas.

PAULO Aguardo

lo que le he de preguntar cuando le llegare (1) a ver.

DEMONIO

Sólo una cosa has de hacer.

PAULO

¿Qué he de hacer?

DEMONIO

Verle y callar. contemplando sus accionez. sus obras y sus palabras.

PAULO

En mi pecho ciego labras quimeras y confusiones. ¿Sólo eso tengo de hacer?

(1) El original, legue.

19

DEMONIO

Dios que en él repares quiere, porque el fin que aquél tuviere, ese fin has de tener.

(Desaparece.) PAULO

¡Oh misterio soberano! ¿Quién este Enrico será? Por verle me muero ya. ¡Qué contento estoy, qué ufano! Algún divino varón debe de ser: ¿quién lo duda?

(Sale Pedrisco.)

PEDRISCO [Aparte.] Siempre la fortuna ayuda al más flaco.corazón. Lindamente he manducado: satisfecho quedo ya.

PAULO

Pedrisco. PEDRISCO

A esos pies está mi boca.

90 PAULO A tiempo ha llegado

Los dos habemos de hacer una jornada al momento.

PEDRISCO

Brinco y salto de contento. Mas ¿dónde, Paulo, ha de ser?

PAULO

A Nápoles. PEORISCO

¿Qué me dice? (J) Y ¿a qué, padre?

PAULO

En el camino sabrá un paso peregrino: ¡Plegue a Dios que sea felice!

PEDRISCO

¿Si seremos conocidos de los amigos de allá?

(1) El original, dices.

b pu

PAULO

Nadie nos conocerá; que vamos desconocidos en el traje y en la edad.

PYDRISCO

Diez años ha que faltamos. Seguros pienso que vamos, que es tal la seguridad

de este tiempo, que en un hora se desconoce el amigo.

PAULO Vamos.

PEPRISCO

Vaya Dios conmigo

PAULO

De contento el alma llora.

A obedeceros me aplico, mi Dios; nada me desmaya, pues vos me mandáis que vaya a ver al dichoso Enrico.

¡Gran santo debe de ser! Lieno de contento estoy.

PEDRISCO

Y yo, pues contigo voy.

(Aparte.)

No puedo dejar de ver, pues que mi bien es tan cierto, con tan alta maravilla, el bodegón de Juanilla y la taberna del Tuerto.

(Vanse y sale el Demonio.)

EL DEMONIO -

Bien mi engaño va trazado. Hoy verá el desconfiado de Dios y de su poder el fin que viene a tener, pues él propio lo ha buscado.

(Vase y salen Octavio y Tisandro.) LISANDRO

La fama de esta mujer sólo a verla me ha traido.

OCTAVIO

¿De qué es la fama?

L ¡Uy

LISANDRO La fama

que de ella, Octavio, hertenido, es, de que es la más discreta mujer que en aqueste siglo ha visto el napolitano reino.

OCTAVIO

Verdad os han dicho; pero aquesa discreción es el cebo de sus vicios: con esa engaña a los necics, con esa estafa a los lindos. Con una octava o soneto, que con picaresco estilo suele hacer de cuando en cuando, trae a mil hombres perdidos; y por parecer discretos, alaban el artificio, el lenguaje y los concetos.

LISANDRO

Notables cosas me han dicho de esta mujer.

OCTAVIO

Está bien. ¿No os dijo el que aqueso os dijo,

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que es de esta mujer la casa un depósito de vivos,

y que nunca está cerrada

al napolitano rico,

nial alemán, ni al inglés,

nial húngaro, armenio o indio, niaun al español tampoco

con ser tan aborrecido

en Nápoles?

LISANDRO

¿Eso pasa?

UCTAVIO La verdad es lo que digo.

como es verdad que venis de ella enamorado.

LISANDRO

Afirmo

(Que me enamoró su fama. GOPAVIO Pues más hay.

HDISANDRO

Sois fiel amigo.

OCTAVIO

(Que tiene cierto mancebo por galán, que no ha nacido hombre tan mal inclinado en Nápoles.

LISANDRO

Será Enrico, hijo de Anareto el viejo que pienso que ha cuatro o cinco años que está en una cama el pobre viejo, tullido.

OCTAVIO

12l mismo.

LISANDRO

Noticia tengo «dle ese mancebo.

OCTAVIO

Os afirmo, Lisandro, que es el peor hombre que en Nápoles ha nacido. Aquesta mujer le da cuanto puede; y cuando el vicio de juego suele apretalle, se viene a su casa él mismo,

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y le quita a bofetadas las cadenas, los anillos...

LISANDRO

¡Pobre mujer!

OCTAVIO

También ella suele hacer sus ciertos tiros,

quitando la hacienda a muchos.

que son en su amor novicios, con esta falsa poesia.

LISANDRO

Pues ya que estoy advertido de amigo tan buen maestro alli veréis si yo os sirvo.

OCTAVIO

Yo entraré con vos también; mas Ojo al dinero, amigo.

LISANDRO

Con invención entraremos.

OCTAVIO

Diréisle que habéis sabido que hace versos elegantes, y que a precio de un anillo unos versos os escriba

a una dama.

LISANDRO

¡Buen adbitrio! (1)

. OCTAVIO

Y yo, pues entro con vos, le diré también lo mismo. Esta es la casa. :

LISANDRO

Y aun pienso que está en el patio.

OCTAVIO

Si Enrico nos cogé dentro, por Dios, que recelo algún peligro.

(1) Arbitrio,

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LISANDRO

¿No es un hombre solo?

OCTAVIO

LISANDRO

Ni le temo, ni le estimo.

(Salen Celia, leyendo un papel, y Lidora, con recado de escribir.)

CBLIA

Bien escrito está el papel (1)

LIDORA

Es discreto Severino.

CELIA

Pues no se le echa de ver notablemente.

(1) Este pasaje está muy alterado en el original. Lo añadido en- tre corchetes es de Hartizenbusch, editor de esta obra en la Biblio- teca de Rivadeneyra.

LIDORA

¿No has dicho que escribe bien?

CELIA

[Si, por cierto.

La letra es buena: esto digo.)

LIDORA

Ya entiendo. [La mano y pluma

son de maestro de niños...|

CELIA

Las razones, de ignorante

OCTAVIO

Llega, Lisandro, atrevido.

LISANDiO

Hermosa es, por vida mia. Muy pocas veces se ha visto belleza y entendimiento tanto en un sujeto misnio

29

30

LIDORA

Dos caballeros, si ya se juzgan por el vestido, han entrado.

CELIA

¿Qué querrán?

LIDORA

Lo ordinario. OCTAVIO

Ya te ha visto.

CELIA

¿Qué mandan vuesas mercedes?

LISANDRO

Hemos llegado atrevidos, porque en casas de poetas y de señores, no ha sido vedada la entrada a nadie.

LIDORA [Aparte.]

Gran sufrimiento ha tenido,

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pues la llamaron poeta, y ha callado.

LISANDRO

Yo he sabido que sois discreta en extremo, y que de Homero y de Ovidio excedéis la misma fama:

y así yo y aqueste amigo

que vuestro ingenio me alaba, en competencia venimos

de que para cierta dama,

que mi amor puso en olvido

y se casó asu disgusto,

le hagáis algo; que yo afirmo el premio a vuestra hermosura, si es, señora, premio digno

el daros mi corazón.

LIDORA

[Aparte a Celia.]

Por Belerma te ha tenido.

OCTAVIO

Yo vine también, señora (pues vuestro ingenio divino obliga a los que se precian de discretos, a lo mismo.

CELIA

¿Sobre quién tiene de ser?

LISANDRO

Una mujer que me quiso cuando tuvo que quitarme, y ya que pobre me ha visto, se recogió a buen vivir.

LIDORA «Aparte.|

Muy como discreta hizo.

CELIA

A buen tiempo habéis llegado; que a un papel que me han escrito, querria responder ahora; y pues decis que de Ovidio excedo la antigua fama, haré ahora más que él hizo. . A un tiempo se han de escribir vuestros papeles y el mio.

14 Lidora.|

Da a todos tinta y papel.

AN 33

LISANDRO

¡Bravo ingenio!

OCTAVIO

Peregrino.

CELIA Aqui está tinta y papel.

CELIA

Escribid, pues.

LISANDRO

Ya escribimos.

CBLIA

dices que [a] ana mujer que se casó...

LISANDRO

Aqueso digo

Er CONDENADO POR DESCONFIADO

CELIA

Y a la que te dejó después que no fuiste rico. OCTAVIO

Asi es verdad. CELIA

Y yo aqui le respondo a Severino.

(Escriben y salen Galván y Enrico con espada y broquel.)

ENRICO

¿Qué se busca en esta casa, hidalgos?

LISANDRO

Nada buscamos: estaba abierta, y entramos.

ENRICO

¿Conóceme?

LISANDRO

Aquesto pasa.

ENRICO

Pues váyanse noramala; que voto a Dios, si me enojo... no me haga, Celia, del ojo.

OCTAVIO ¿Qué locura a aquesta iguala?

ENRICO

Que los arroje en el mar, aunque está lejos de aqui.

CELIA [Aparte a Enrico.)

Mi bien, por amor de mi.

ENRICO ¿Tú te atreves a llegar?

Apártate: voto a Dios, que te una bofetada.

OCTAVIO

Si el estar aqui os enfada, ya nos iremos los dos.

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36

LISANDRO

¿Sois pariente, o sois hermano de aquesta señora?

ENRICO

Soy el diablo.

GALVÁN

Ya yo estoy con la hojarasca en la mano.

Sacúdelos. OCTAVIO Deteneos.

CELIA

Mi bien, por amor de Dios.

OCTAVIO

Aqui venimos los dos,

no con lascivos descos, sino a que nos escribiese

unos papeles...

ENRICO Pues ellos

que se precian de tan bellos ¿no saben escribir?

OCTAVIO

Cese vuestro enojo.

ENRICO ¿Qué es cesar?

¿Qué es de lo escrito?

OCTAVIO

Esto es.

ENRICO

Uasga los papeles.)

Vuelvan por ellos después, porque ahora no hay lugar.

CELIA

¿Los rompiste?

ENRICO Claro está. Y si me enojo... CELIA [Aparte a Enrico.] ¡Mi bien! ENKICO

Haré lo mismo también de sus caras.

LISANDRO

Basta ya.

BNRICO

Mi gusto tengo de hacer en todo cuanto quisiere; y si voarcé lo quiere, sor (1) hidalgo, defender, cuéntese sin piernas ya, porque yo nunca temi hombres como ellos.

(1) Seor. señor.

39 LISANDRO

¡Que ansí' nos trate un hombre!

OCTAVIO

Callá.

ENRICO

Ellos se precian de hombres, siendo de mujer las almas si pretenden llevar palmas, y ganar honrosos nombres, defiéndanss de esta espada.

(Acuchillalos.) CELIA

¡Mi bien! ENRICO

Aparta. a CELIA

Detente.

ENKICO

[Nadie detenerme intente] (1).

(1) El original, no me detendrá el mismo infierno.

40

CELIA ¡Qué es aquesto! ¡Ay desdichada!

LIDORA

Huyendo van, que es belleza,

GALVÁN

¡Qué cuchillada le di!

ENRICO

Viles gallinas, ¿ansi afrentáis vuestra destreza?

CELIA

Mi bien ¿Qué has hecho?

ENRICO

¡Nonada! ¡Gallardamente le di a aquél más alto! Le abri un jeme de cuchillada.

LIDORA

¡Bien el que entra a verte gana!

(1)

GALVÁN

Una punta le tiré

a aquél más bajo, y le eché

fuera una arroba de lana. ¡Terrible peto traia!

ENRICO

¡Siempre, Celia, me has de dar disgusto! CELIA

Basta el pesar; sosieg'a, por vida mía.

ENRICO

¿No te he dicho que no gusto que entren estos marquesotes, todos guedejas, bigotes, adonde me dan disgusto?

¿Qué provecho tienes dellos? ¿Qué te ofrecen, qué te dan éstos que contino están rizándose los cabellos?

De peña, de roble o risco es [a]l (1) dar su condición: su bolsa hizo profesión

El original, el.

41

42

en la orden de San Francisco. Pues ¿para qué los admites?

¿Para qué los das entrada?

¿No te tengo yo avisada?

harás algo que me incites a cólera.

CBLIA

Bueno está.

ENRICO

Apártate. CELIA

Oye, mi bien, porque sepas que hay también alguno en estos que da. Aqueste anillo y cadena me dieron éstos.

ENRICO

A ver. La cadena he menester, que me parece muy buena.

CELIA

¿La cadena?

ENRICO

Y el anillo [también me has de dar agora] (1).

LIDORA

Déjale algo a mi señora.

ENRICO

Ella, ¿no sabrá pedillo? ¿Para qué lo pides tú?

GALVÁN

Esta por hablar se muere.

LIDORA [Aparte.]

¡Mal haya quien bien os quiere, rufianes de Bercebú!

CELIA

Todo es tuyo, vida mía; y, pues, yo tan tuya soy, escúchame.

(1) El original, me has de asegurar.

3 y

ENRICO

Atento estoy.

CELIA

Sólo pedirte querria que nos lleves esta tarde a la Puerta de la Mar.

ENRICO

El manto puedes tomar.

CELIA

Yo haré que allá nos aguarde la merienda.

ENRICO

Oyes, Galván, ve a. avisar luego al instante a nuestro amigo Escalante, a Cherinos y Roldán,

que voy con Celia.

GALVÁN

Si haré.

lr

Qt

ENRICO

Di que a la Puerta del Mar nos vayan luego a esperar con sus mozas.

LIDORA

¡Bien a fe!

GALVÁN Ello habrá lindo bureo. Mas que (1) ha de haber cuchilladas? CEIJA

¿Quieres que vamos tapadas?

ENRICO

Ne es eso lo que deseo. Descubiertas habéis de ir,

porque quiero en este día

que sepan que eres mía.

CELIA

¿Cómo te podré servir? Vamos.

(1) ¿A que ha de huber?

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LIDORA [A Celia.) eres inocente: ¿Todas las joyas le has dado?

CELIA Todo está bien empleado

en hombre que es tan valiente.

GALVÁN

¿Mas que no te acuerdas ya que te dijeron ayer que una muerte habias de hacer?

ENRICO

Cobrada y gastada está ya la mitad del dinero.

GALVÁN

Pues, ¿para qué vas al mar?

ENRICO

Después se podrá trazar, que ahora, Galván, no quiero. Anillo y cadena tengo,

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que me dió la tal señora: dineros sobran ahora.

GALVÁN

Ya tus intentos prevengo.

BNRICO

Viva alegre el desdichado, libre de cuidado y pena; que en gastando la cadena, le daremos su recado.

(Vanse y sale Parwlo y Pedrisco de camino, graciosamente.) (1). PEDRISCO

Maravillado estoy de tal suceso.

PAULO

Secretos son de Dios.

PRDRISCO

¿De modo, padre. que el fin que ha de tener aqueste Enrico, ha de tener también?

(1) Vestido de gracioso.

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PAULO

Faltar no puede la palabra de Dios: el ángel suyo me dijo que si Enrico se condena, me he de condenar; y si él se salva, también me he de salvar.

PEDRISCO

Sin duda, padre,

que es un santo varón aqueste Enrico.

PAULO

Eso mismo imagino.

PEDRISCO

Esta es la puerta que llaman de la Mar.

PAULO

Aqui me manda el ángel que le aguarde.

PEDRISCO

Aqui vivia un tabernero gordo, padre mio,

adonde yo acudía muchas veces;

y más allá, si acaso se le acuerda, vivía aquella moza rubia y alta, que archero de la guardia parecía, a quien él requebraba.

PAULO

¡Oh vil contrario! Livianos pensamientos me fatigan. ¡Cuerpo flaco! Hermano, escuche.

PEDRISCO Escucho. PAULO

El contrario me tiene con memoria y con pasados gustos...

PEDRISCO

Pues, ¿qué hace?

PAULO (Fchase en el suelo.) En el suelo me arrojo de esta suerte,

para que en él me pise: llegue, hermano, piseme muchas veces.

EL CONDENADO POR DESCONFTA DO

49

PEDRISCO

En buen hora: que soy muy obediente, padre mio.

¡Písale.)

¿Pisole bien? PAULO Si. hermnano.

PEDRISCO

¿No Je duele?

PAULO

Pise, y no tenga pena.

PEDRISCO

¡Pena, padre! ¿Por qué razón he yo de tener pena? Piso y repiso, padre de mi vida; mas temo no reviente, padre mio.

PAULO Piseme, hermano,

(Dan voces, deteniendo a linrico.

ROLDÁN

Deteneos, Enrico.

ENRICO

Alomar he de arrojalle, vive el cielo,

PAULO A Enrico oi nombrar.

ENRICO

¿Gente mendizn ha de haber en el mundo?

CHERINOS Deteneos. ENKICO Podrasme, detener en arrojándole. CELIA

¿Dónde 115? Detente.

52

ENRICO

No hay remedio: harta merced te hago, pues te saco de tan grande miseria.

ROLDÁN

¡Qué habéis hecho!

(Salen todos.) ».

ENRICO Llegóme a pedir un pobre una limosna; dolióme el verle con tan gran miseria; y porque no llegase a avergonzarse

otro desde hoy, cogile en brazos, y le arrojé en el mar.

PAULO ¡Delito inmenso! ENRICO Ya no será más pobre, según pienso.

PEDRISCO

¡Algún diablo limosna te pidiera

CELLA ¡Siempre has de ser cruel!

ENRICO

No me repliques; que aré contigo y los demás lo mismo.

ESCALANTE

Dejemos eso agora, por tu vida. Sentémonos los dos. Enrico amigo

PAULO A Pedrisco.!

A este han lNamado Enrico.

PRDRISCO

Será otro. ¿Querías que fuese este mal hombre, que en vida está ya ardiendo en los infiernos? Aguardemos a ver en lo que para.

ENRICO

Pues siéntense voarcedes, porque quiero haya conversación.

53

ESCALANTE Muy bien ha dicho.

ENRICO

Siéntese Celia aqui.

CELIA Ya estoy sentada. ESCALANTE Tú, conmigo. Lidora. LIDORA

Lo mismo digo yo. seor Escalante.

CHERINOS

Sientese aqui. Roldán.

ROLDÁN

Ya voy. Cherinos.

PEDKISCO ¡Mire qué buenas abinas, padre mio!

Lléguese más, verá (des lo que tratan.

PAULO

¡Que no viene mi Enrico!

PEDRISCO

Mire y cule: que somos pobres, y este desalmado no nos eche en la mar.

ENRICO

Agora quiero que cuente cada uno de vuarcedes las hazañas que ha hecho en esta vida. Quiero decir... hazañas... latrocinios. cuchilladas, heridas, robos, muertes, salteamientos y cosas de este modo

ESCALANTI Muv bien ha dicho Enrico. ENRICO Y al que hubiere hecho mayores males, al momento

una corona de laurel le pongan, cantándole alabanzas y motetes.

56 ESCALANTE Soy contento.

ENRICO Comience, seo (1) Escalante.

PAULO

¡Que esto sufre el Señor!

PRDRISCO

Nada le espante.

ESCALANTE Yo digo ansi.

PEDRISCO ¡Qué alegre y satisfecho!

ESCALANTE

Veinticinco pobretes tengo muertos, seis casas he escalado, y treinta heridas he dado con la chica.

(1) Eloriginal, seor,

PEDRISCO

¡Quién te viera hacer en una horca cabriolas!

ENRICO

Diga, Cherinos. PEDRISCO

¡Qué ruin nombre tiene!

¡Cherinos! Cosa poca.

CHERINOS

Yo comienzo. No he muerto a ningún hombre; pero he dado más de cien puñaladas.

»

ENRICO

¿Y ninguna fué mortal?

CHERINOS Amparóles la fortuna.

De capas que he quitado en esta vida y he vendido a un ropero, está ya rico

97

ENRICO

¿Vendelas ¿1?

CHERINOS ¿Pues no? ENRICO ¿No las conocen?

CHERINOS

Por quitarse de aquestas ocasiones, las convierte en ropillas y calzonos.

ENRICO

¿Habéis hecho otra cosa?

CHERINOS No me acuerdo

PEDRISCO ¿Mas que le absuelve ahora el ladronazo? CELIA

Y tú, ¿qué has hecho, Enrico?

ENRICO Vigan voarcedes, ESCALANTE Nadie cuente mentiras.

ENRICO

Yo soy hombre que en mi vida las dije.

GALVÁN

Tal se entiendo. PEDRISCO

¿No escucha, padre mio, estas razones? PAULO

Estoy mirando a ver si viene Enrico. ENRICO

Haya, pues, atención. CELTA

Nadie te impide

60

PEDRISCO ¡Miren a qué sermón atención pide!

ENRICO

Yo naci mal inclinado, como se ve en los efectos del discurso de mi vida que referiros pretendo.

Con regalos me crié

en Nápoles; que ya pienso que conoccis a mi padre, que aunque no fué caballero ni de sangre generosa,

era muy rico; y yo entiendo que es la mayor calidad

el tener, en este tiempo. Crióme, al fin, como digo, entre regalos, haciendo travesuras cuando niño, locuras cuando mancebo. Hurtaba a mi viejo padre, arcas y cofres abriendo,

los vestidos que tenia,

las joyas y los dineros. Jugaba, y digo jugaba, para que sepáis con esto que de cuantos vicios hay, es el primer padre el juego. Quedé pobre y sin hacienda

y yo, —me [he] enseñado a hacerlo—, di en robar de casa en casa cosas de pequeño precio. Iba a jugar, y perdia;

mis vicios iban «creciendo. Di luego en acompañarme con otros del arte mesmo: escalamos siete casas,

dimos la muerte a sus dueños; lo robado repartimos

para dar caudal al juego. De cinco que éramos todos, sólo los cuatro prendieron, y nadie me descubrió, aunque les dieron tormento. Pagaron en una plaze

su delito, y yo con esto,

de escarmentado, acogime

a hacer a solas mis hechos. Ibame todas las noches, solo, a la casa del juego, donde a su puerta aguardaba a que saliesen de adentro. Pedia con cortesia

el barato, y cuando ellos iban a sacar qué darme, sacaba yo el fuerte acero, que riguroso escondia

en sus inocentes pechos,

y por fuerza me llevaba

que ganando perdieron.

(uitaba de noche capas; tenia diversos hierros

para abrir cualquiera puerta, v hacerme capaz del dueño. Las mujeres estafaba:

yv no dándome el dinero, visitaba una navaja

su rostro luego, al momento. Aquestas cosas hacía

el tiempo que fui mancebo: pero escuchadme y sabréis, siendo hombre, las que he hecho. A treinta desventurados

vo solo y aqueste acero,

que es de la muerte ministro, del mundo sacado habemos: los diez, muertos por mi gusto; y los veinte me salieron,

uno «on otro a doblón.

Diréis que es pequeño precio: es verdad; mas voto a Dios. que en faltándome el dinero, que mate por un doblón

a cuantos me están oyendo. Seis doncellas he forzado: ¡dichoso llamarme puedo, pues seis he podido hallar

en este Felice tiempo!

De wma principal casada

me aficioné: ya resuelto, habiendo entrado en su casa

a ejecutar mi deseo,

dió voces, vino el marido:

v yo, enojado y resuelto, llegué con ¿l a los brazos;

y tanto en ellos Je aprieto, que perdió tierra; y apenas en este punto le veo,

cuando de un balcón le arrojo. y en el suelo cayó muerto.” Dió voces le tal señora:

y yo, sacando el acero,

le meti cinco o seis veces

en el cristal de su pecho, donde puertas (1) de rubies en campos (2) de cristal bellos le dieron salida al alma

para que se fuese huyendo. Por hacer mal solamente,

he jurado juramentos

falsos, fingiendo quimeras; hecho máquinas, enredos:

v un sacerdote que quiso reprenderme con buen celo. de un bofetón que le di, cayó en tierra medio muerto. Porque supe que encerrado en casa de un pobre viejo estaba un contrario mio,

(1) Ll original, puestas. (2) El original, compas.

64

a la casa puse fuego;

y sin poder remediallo,

todos se quemaron dentro,

y hasta dos niños, hermanos, ceniza quedaron hechos.

No digo jamás palabra

si no es con un juramento, un pesfia] (1) o un por vida, porque sérque ofendo al cielo. En mi vida misa 0í,

ni estando en peligros ciertos de morir, me he confesado, ni invocado a Dios eterno. No he dado limosna nunca, aunque tuviese dineros: antes persigo a los pobres, como habéis visto el ejemplo. No respeto a religiosos:

de sus iglesias y templos seis cálices he robado

y diversos ornamentos

que sus altares adornan.

Nia la justicia respeto:

mil veces me he resistido

v asus ministros he muerto; tanto, que para prenderme no tienen ya atrevimiento. Y, finalmente, yo estoy preso por los ojos bellos

(1)

El oreginal, pese.

de Celia, que está presente: todos la tienen respeto

por mi, que la adoro; y cuando que la sobran dineros,

con lo que me da, aunque poco, mi viejo padre sustento,

que ya le conoceréis

por el nombre de Anareto. Jinco años ha que tullido d

en una cama le tengo,

y tengo piedad con él

por estar pobre el buen viejo; y como soy causa al fin

de ponelle en tal extremo,

por jugarle yo su hacienda

el tiempo que fui mancebo. Todo es verdad lo que he dicho, voto a Dios, y que no miento. Juzgad ahora vosotros

cuál merece mayor premio.

PEDRISCO

Cierto, padre de mi vida, que con servicios tan buenos, que puede ir a pretender éste a la corte.

ESCALANTE

Confieso

EL CONDENADO POR DESCONFIADO

66 que el lauro has merecido. ROLDÁN

Y yo confieso lo mesmo.

CHERINOS

Todos lo mesmo decimos.

CELIA

El laure! darte pretendo.

ENRICO Vivas, Celia, muchos años.

CELIA Toma, mi bien; y con esto,

pues que la merienda aguarda, nos vamos.

GALVÁN

Muy bien has hecho.

CELIA

Digan todos: «Viva Enrico»

TODOS

Viva el hijo de Anareto.

ENRICO

Al punto todos nos vamos a holgarnos y entretenernos.

(Vanse.) PAULO Salid, lágrimas; salid, salid apriesa del pecho,

no lo dejéis de vergiienza. ¡Qué lastimoso suceso!

PEDRISCO

¿Qué tiene, padre?

PAULO

¡Ay hermano! Penas y desdichas tengo. Este mal hombre que he visto, es Enrico. PEDRISCO

¿Cómo es eso?

67

PAULO

Las señas que me dió el ángel son SUyas.

PEDRISCO ¿Es [eso] cierto?

PAULO

Si, hermano, porque me dijo que era hijo de Anareto, y aqueste también lo ha dicho.

PEDRISCO

Pues aqueste ya está ardiendo en los infiernos.

PAULO

Eso sólo es lo que temo.

El ángel de Dios me dijo

que si éste se va al infierno, que al infierno tengo de ir. Y al cielo, si éste va al cielo. Pues al cielo, hermano mio, ¿cómo ha de ir éste, si vemos tantas maldades en él, tantos robos manifiestos,

crueldades y latrocinios, y tan viles pensamientos?

PEDRISCO

En eso, ¿quién pone duda? Tan cierto se irá al infierno como el despensero Judas.

PAULO

¡Gran Señor! ¡Señor eterno! ¿Por qué me habéis castigado con castigo tan inmenso? . Diez años y más, Señor,

ha que vivo en el desierto comiendo hierbas amargas, salobres aguas bebiendo, sólo porque vos, Señor, juez piadoso, sabio, recto, perdonarais mis pecados. ¡Cuán diferente lo veo!

Al infierno tengo de ir.

¡Ya me parece que siento que aquellas voraces llamas van abrasando mi cuerpo! ¡Ay! ¡Qué rigor!

PEDRISCO

Ten paciencia.

70

PAULO

¿Qué paciencia o sufrimiento

ha de tener el que sab3

que se ha de ir a los infiernos?

¡Al infierno!, centro oscuro,

donde ha de ser el tormento

eterno y ha de durar

lo que Dios durare. ¡Ah cielo!

¡Que nunca se ha de acabar!

¡Que siempre han de estar ardiendo las almas! ¡Siempre! ¡Ay de mi!

PEDRISCO

Sólo oírle me da miedo. Padre, volvamos al monte,

PAULO

Que allá volvamos pretendo; pero no a hacer penitencia, pues que ya no es de provecho. Dios me dijo que si aqueste

se ibu al cielo, me iria al cielo, y al profundo, si al profundo. Pues es ansi, seguir quiero

su misma vida; perdone

Dios aqueste atrevimiento:

si su fin he de tener,

tenga su vida y sus hechos;

que no es bien que yo en el mundo esté penitencia haciendo,

y que él viva en la ciudad

con gustos y con contentos,

y que a la muerte tengamos

un fin.

PEDRISCO

Es discreto acuerdo. Bien has dicho, padre mio.

PAULO

En el monte hay bandoleros: bandolero quiero ser,

porque asi igualar pretendo mi vida con la de Enrico, pues un mismo fin tenemos. Tan malo tengo de ser

como él, y peor si puedo; que pues ya los dos estamos condenados al infierno,

bien es que antes de ir allá, en el mundo nos venguemos.

PEDRISCO

¡Ah señor! ¿Quién tal pensara? Vamos, y déjate de eso, y de esos árboles altos

“1

72

los hábitos ahorquemos. Viste galán.

PAULO

Si haré; y yo haré que tengan miedo a un hombre que, siendo justo, se ha condenado al infierno. Rayo del mundo he de ser.

PEDRISCO

¿Qué se ha de hacer de dineros? Yo los quitaré al demonio, si fuere cierto el traerlos.

PEDRISCO Vamos, pues.

PAULO

Señor, perdona

" si injustamente me vengo.

me has condenado ya: tu palabra, es caso cierto que atrás no puede volver. Pues si es ansi, tener quiero en el mundo buena vida, pues tan triste fin espero.

Los pasos pienso seguir de Enrico.

PEDRISCO Ya voy temiendo

que he de ir contigo a las ancas, cuando vayas al infierno.

FIN DE LA PRIMERA JORNADA

13

JORNADA SEGUNDA

(Salen Enrico y Galván.)

ENRICO

¡Válgate el diablo, el juego! ¡Qué mal que me has tratado!

GALVÁN Siempre eres desdichado. ENRICO

¡Fuego en las manos, fuego! ¿Estáis descomulgadas?

GALVÁN

¿cháronte a perder suertes trocadas.

ENRICO

Derechas no las gano; si las trueco, tampoco.

GALVÁN

El es un juego loco.

ENRICO

Esta derecha mano me tiene destruido: noventa y nueve escudos he perdido.

GALVÁN

¿Pues para qué estás triste, que nada te costaron?

ENRICO

¡Qué poco que duraron! ¿Viste tal cosa? ¿Viste tal multitud de suertes?

GALVÁN

Con esa pesadumbre te diviertes, y no cuidas de nada:

y has de matar a Albano;

que de Laura el hermano

te tiene ya pagada

la mitad del dinero.

76

ENRICO

Sin blanca estoy: matar a Albano quiero.

GALVÁN

¿Y aquesta noche, Enrico, Cherinos y Escalante?... (1)

ENRICO

A ayudallos me aplico. ¿No han de robar la casa de Octavio el Genovés?

GALVÁN

Aqueso pasa. BNRICO

Pues yo seré el primero que suba a sus balcones: en tales ocasiones ventajarme quiero. Ve y diles que aqui aguardo.

GALVÁN

Volando voy, que en todo eres gallardo. (Vase.

(1) . Falta un verso para la estrofa, pero no para el sentido

(1)

BNRICO

Pues mientras ellos se tardan, y el manto lóbrego aguardan que su remedio ha de ser, quiero un viejo padre ver que aquestas paredes guardan.

Cinco años ha que le tengo en una cama tullido,

y tanto a estimarle vengo, que con andar tan perdido, a mi costa le mantengo.

De lo que Celia me da,

o yo por fuerza le quito, traigo lo que puedo acá, y su vida solicito,

que acabando el curso va.

De lo que de noche puedo, varias casas escalando, robar con cuidado o miedo, voy [su sustento] (1) aumentando y a veces sin él me quedo.

Que esta virtud solamente en mi virtud distraída conservo piadosamente; que es deuda al padre debida el serle el hijo obediente.

En mi vida le ofendí, ni pesadumbre le di:

El original, sustentando.

7

en todo cuanto mandó, obediente me halló desde el día en que naci; que aquestas mis travesuras, mocedades y locuras, nunca a saberlas llegó; que a saberlas, bien yo que aunque mis entrañas duras, de peña, al blanco cristal (1) opuesta, fueron formadas, y mi corazón, igual a las fieras encerradas, en riscos de pedernal, que las hubiera atajado (2); pero siempre le he tenido donde de nadie informado, ni un disgusto ha recibido de tantos como he causado.

(Descubre su padre en una silla.)

Aqui está: quiérole ver. Durmiendo está, al parecer. Padre.

(1) El original, despeña el. El sentido es: mis entrañas fueron formadas de peña, opuesta en dureza al agua cristalina (que discu- rre sobre ellas).

(2) El sentido es: mi corazón, igual al de las fieras, formado de pedernal, habría detenido a las que viven encerradas en sus gua- ridas. E

719

ANARBETO ¡Mi Enrico querido!

ENRICO

Del descuido que he tenido, perdón espero tener

de vos, padre de mis ojos. ¿Heme tardado?

ANARETO

No, hijo.

ENRICO

No os quisiera dar enojos.

ANARETO

En verte me regocijo.

ENKICO

No el sol por celajes rojos saliendo a dar resplandor

a la tiniebla mayor

que esp[ejra (1) tan alto bien,

(1) El original, espara.

parece al día tan bien, como vos a mi, señor. Que vos para mi sois sol, y los rayos que arrojáis dese divino arrebol, son las canas con que honráis este reino.

ANARETO

Eres crisol donde la virtud se apura.

ENRICO ¿Habéis comido? ANARBTO

Yo, no.

ENRICO

Hambre tendréis.

ANARETO

La ventura de mirarte me quitó la hambre.

ENRICO

No me asegura, padre mio, esa razón, nacida de la afición tan grande que me tenéis; pero agora comeréis, que las dos pienso que son de la tarde. Ya la mesa os quiero, padre, poner.

ANARBTO

Doe tu cuidado me pesa.

ENRICO

Todo esto y más ha de hacer el que obediencia profesa.

[Aparte.]

(Del dinero que jugué, un escudo reservé para comprar qué comiese; porque aunque al juego le pese, no ha de faltar esta fe.)

Aqui traigo en el lenzuelo, padre mio, qué comáis. Estimad mi justo celo.

EL CONDENADO POR DESCONFIADO

32

tl)

ANARETO

Bendito, mi Dios, seáis

en la tierra y en el cielo, pues que tal hijo me distes

cuando tullidc me vistes (1),

que mis pies y manos sea.

ENRICO Comed, porque yo lo vea. ANARETO

Miembros cansados y tristes, ayudadme a levantar,

ENRICO Yo, padre, os quiero ayudar. ANARETO

Fuerza me infunden tus brazos.

ENRICO

: Quisiera en estos abrazos la vida poderos dar.

El original, visteis.

83 Y digo, padre, la vida, porque tanta enfermedad es ya muerte conocida.

ANARETO La [divina voluntad] (1) se cumpla. ENRICO

Ya la comida os espera. ¿Llegaré la mesa?

ANARETO

No, hijo mio; que el sueño me vence.

ENRICO

¿A fe? Pues dormid.

ANARETO

Dádome ha un frio muy grande.

ENRICO

Yo os lleyaré la ropa.

(1) Bl original, voluntad de Dios.

84 ANARETO

No es menester.

ENRICO Dormid.

ANARETO

. Yo, Enrico, quisiera, por llegar siempre a temer que en viéndote es la postrera

yez que te tengo de ver... Porque aquesta enfermedad me trata con tal crueldad, que quisiera que tomaras estado. ENRICO

¿En eso reparas? Cúmplase tu voluntad. Mañana pienso casarme. ¡Aparte.] Quiero darle aqueste gusto,

aunque finja.

ANARETO

Será darme la salud.

ENRICO

Hacer es justo lo que puedes mandarme.

ANARETO

Moriré, Enrico, contento.

ENRICO

Darte gusto en todo, intento, porque veas de esta suerte que por sólo obedecerte,

me sujeto al casamiento.

ANARETO

Pues, Enrico, como viejo te quiero dar un consejo. No busques mujer hermosa, porque es cosa peligrosa

ser en cárcel mal segura alcaide de una hermosura, donde es la afrenta forzosa. Está atento, Enrico.

ENRICO

Di.

85

86

ANARETO

Y nunca entienda de ti

que de su amor no te fias; que viendo que desconfias, todo lo ha de hacer ansi. Con tu mismo ser la iguala: ámala, sirve y regala;

con celos no la des pena; que no hay mujer que sea buena, si ve que piensan que es mala. No declares tu pasión hasta llegar la ocasión,

y luego...

(Duérmese.) ENRICO

Vencióle el sueño; que es de los sentidos dueño, a dar la mejor lición.

Quiero la ropa llegalle, y de esta suerte dejalle hasta que repose.

(Cúbrele y sale Galván.)

GALVÁN

Ya todo prevenido está,

y mira que por la calle (1) viene Albano, a quien la muerte has de dar,

ENRICO

¿Pues yo he de ser tan tirano?

GALVÁN ¡Cómo! INRICO

¿Yo le he de matar por un interés liviano?

GALVÁN

¿Ya tienes temor?

ENRICO

Galván,

estos dos ojos que están con este sueño cubiertos, por mirar que están despiertos, aqueste temor me dan.

No me atrevo, aunque mi nombre tiene su altivo renombre en las memorias escrito,

Quintilla incompleta.

Si

88

intentar tan gran delito donde está durmiendo este hombre.

GALVÁN

¿Quién es?

ENRICO

Un hombre eminente a quien temo solamente, y en esta vida respeto: que para el hijo discreto es el padre muy valiente.

Si conmigo le llevara siempre, nunca yo intentara los delitos que condeno, pues fuera su vista el freno que la ocasión me tirara.

Pero corre esa cortina; que el no verla, podrá ser (pues mi favor afemina) que rigor venga a tener si ahora piedad me inclina.

GALVÁN

(Corre la cortina.)

Ya está cerrada.

ENRICO

Galván, agora que no le veo, ni sus ojos luz me dan, matemos, si es tu deseo, cuantos en el mundo están.

GALVÁN

Pues mira que viene Albano, y que de Laura al hermano que le des muerte conviene.

ENRICO

Pues él a buscarla viene, dale por muerto. GALVÁN

Es llano (1). [Vanse.|] (Sale Albano, viejo, y pasa.)

ALBANO

El sol a poniente va,

(1) Verso incompleto.

89

9

como va mi edad también, y con cuidado estará mi esposa.

ENRICO

Brazo, detén.

GALVÁN

¿Qué aguardas ya? (1)

ENRICO

Miro un hombre que es retrato y viva imagen de aquel a quien siempre de honrar trato: pues di, si aqui soy cruel, ¿no seré a mi padre ingrato? Hoy de mis manos tiranas por ser viejo, Albano, ganas la cortesia que esperas; que son piadosas terceras, aunque mudas, esas canas. Vete libre; que repara mi honor (que asi se declara, aunque a mi opinión no cuadre) que pensara que a mi padre mataba, si te matara. ¡Ay, canas, las que aborrecen!

(1) Verso incompleto.

Pocos las ofenderán, pues tan seguras se van cuando enemigos se ofrecen.

GALVÁN

Vive Dios, que no te entiendo: otro eres ya del que fuiste.

ENRICO

Poco mi valor ofendo.

GALVÁN

Darle la muerte pudiste.

ENRICO

No es eso lo que pretendo. A nadie temí en mi vida; varios delitos he hecho, he sido fiero homicida, y no hay maldad que en mi pecho no tenga siempre acogida; pero en llegando a mirar las canas que supe honrar porque en mi padre las vi, todo el furor reprimi, y las procuré estimar. Si yo supiera que Albano

91

92

era de tan larga edad,

nunca de Laura al hermano prometiera tal crueldad.

GALVÁN Respeto fué necio y vano. El dinero que te dió,

por fuerza habrás de volver, ya que Albano no murió.

ENRICO

Podrá ser. GALVÁN

¿Qué es podrá ser?

ENRICO Podrá ser, si quiero yo.

GALVÁN

Él viene.

(Sale Octavio.)

OCTAVIO

A Albano encontré vivo y sano como yo.

93

BNRICO

Yo lo creo.

OCTAVIO

Y no pensé que la palabra que dió de matarle vuesasté, no se cumpliera tan bien como se cumplió la paga. ¿Esto es ser hombre de bien?

GALVÁN

Este busca que le den un bofetón con la daga.

ENRICO

No mato a hombres viejos yo; y sia voarcé le ofendió, vaya y mátele al momento; que yo quedo muy contento con la paga que me dió.

OCTAVIO

El dinero ha de volverme..

ENRICO Váyase voarcé con Dios.

No quiera enojado verme; que, ¡juro a Dios!...

GALVÁN

Ya los dos riñen; el diablo no duerme.

OCTAVIO

Mi dinero he de cobrar.

INRICO Pues yo no lo pienso dar.

OCTAVIO Eres un gallina. RICO Mientes. OCTAVIO

Muerto soy.

ENRICO Mucho lo sientes.

GALVÁN

Hubiérase ido a acostar.

ENRICO

A hombres, como tú, arrogantes, doy la muerte yo, no a viejos, que con canas y consejos vencen ánimos gigantes. Y si quisieres probar lo que llego a sustentar, pide a Dios, si él lo permite, que otra vez te resucite, y te volveré a matar.

(Dentro dice el Gobernador.)

GOBERNADOR

Prendedle, dadle la muerte.

GALVÁN

Aquesto es malo. Más de cien hombres vienen a prenderte con el gobernador.

96 ENRICO Vengan seiscientos. Si me prenden, Galván, mi muerte es cierta; si me defiendo, puede hacer mi dicha que no me maten, y que yo me escape;

y más quiero morir con honra y fama.— Aqui está Enrico: ¿no llegáis, cobardes?

GALVÁN

Cercado te: han por todas partes.

BNRICO

Cerquen; que, vive Dios, que tengo de arrojarme por entre todos.

GALVÁN Yo tus pasos sigo.

ENRICO

Pues haz cuenta que César va contigo.

(Sale el Gobernador y mucha gente, y Enrico los mete a todos a cuchilladas.)

GOBERNADOR

¿Eres demonio?

ENRICO

Soy un hombre solo que huye de morir.

GOBERNADOR

Pues date preso, y yo te libraré,

EN RICO

No pienso en eso. Ansi habéis de prenderme.

GALVÁN

Sois cobardes.

GOBERNADOR ¡Ay de mi! Muerto soy. UNO

¡Gran desdicha! ¡Mató al gobernador! ¡Mala palabra!

(Retiralmjlos, y sale Enrico.) ENRICO

Y aunque la tierra sus entrañas abra, y en ella me sepulte, es imposible

EL CONDENADO POR DESCONFTADO

97

98

que me pueda escapar; tú, mar soberbio, en tu centro me esconde: con la espada en la boca tengo de arrojarme.

Tened misericordia de mi alma,

Señor inmenso; que aunque soy tan malo, no dejo de tener conocimiento

de vuestra santa fe. Pero ¿qué hago? ¡Al mar quiero arrojarme cuando dejo triste, afligido un miserable viejo!

Al padre de mi vida volver quiero,

y llevarle conmigo; a ser Enéas

del viejo Anquises.

GALVÁN ¿Dónde vas? Detente. (Dentro.)

Seguidme por aqui.

GALVÁN

Guarda tu vida.

ENRICO

Perdonad, padre de mis ojos, .

el no poder llevaros en mis brazos,

aunque en el alma bien yo que os llevo. Sigueme tú, Galván.

Y)

GALVÁN Ya yo te sigo.

ENRICO

Por tierra.no podemos escaparnos.

GALVÁN

Pues arrójome al mar.

ENRICO

Su centro airado sea sepulcro mio. ¡Ay padre amado! ¡Cuánto siento el dejaros!

GALVÁN Ven conmigo.

ENRICO

Cobarde soy, Galván, si no te sigo.

(Sale Paulo de bandolero, y otros, y traen tres hom- bres; y Pedrisco de bandolero gracioso.)

[BANDOLERO] 1.”

A ti solo, Paulo fuerte, pues que ya todos te damos

100

palabra de obedecerte, . que sentencies esperamos estos tres a vida o muerte.

PAULO ¿Dejáronnos ya el dinero? PEDRISCO Ni una blauca nos han dado. PAULO Pues ¿qué aguardas, majadero? PEDRISCO Habémoselo quitado.

PAULO

¿(Jue ellos no lo dieron? Quiero sentenciar a todos tres.

PEDRISCO Ya esperamos ver lo que es. [LOS TRES HOMBRES]

Ten con nosotros piedad.

PAULO

De ese roble los colgad.

[LOs TRES HOMBRES]

¡Gran señor! PEDRISCO

Moved los pies; que seréis fruta extremada, en esta selva apartada, de todas aves rapantes.

PAULO

De esta crueldad no te espantes.

PEDRISCO

Ya no me espanto de nada. Porque verte ayer, señor, ayunar con tal fervor, y en la oración ocupado, en tu Dios arrebatado, pedirle ánimo y fervor para proseguir tu vida en tan grande penitencia; y en esta selva escondida verte hoy con tanta violencia, capitán de foragida

101

102

(mM

gente, matar pasajeros, tras robarles los dineros; ¿qué más se puede esperar? Ya no me pienso espantar [de nada].

PAULO

Los hechos fieros

de Enrico imitar pretendo, y aun le quisiera exceder. Perdone Dios si le ofendo; que si uno el fin ha de ser,

esto es justo, y yo me entiendo.

PEDRISCO

[AJsi (1) al otro le decian que la escalera rodaba, otros que rodar le vian.

PAULO

¡Y a mi que a Dios adoraba, y por santo me tenian

en este circunvecino monte, el globo cristalino rompiendo el ángel veloz, me obligase con su voz a dejar tan buen camino,

El original. Y sí.

dándome el premio tan malo! Pues hoy verá el cielo en mi si en las maldades no igualo a Enrico.

PEDRISCO

¡Triste de ti!

PAULO

Fuego por la vista exhalo. Hoy, fieras, que en horizontes y en napolitanos montes hacéis dnlce habitación, veréis que mi corazón vence a soberbios faetontes. Hoy, árboles, que plumajes sois de la tierra, o salvajes por lo verde que os vestis, el huésped que recibis, os hará varios ultrajes. Más que la naturaleza he de hacer por cobrar fama; pues para mayor grandeza, he de dar a cada rama cada dia una cabeza. Vosotros dais, por ser graves, frutos al hombre silaves; mas yo con tales racimos pienso dar frutos opimos a las voladoras aves:

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104

en verano y en inviérno será vuestro fruto eterno; y si pudiera hacer más, más hiciera. PEDRISCO

te vas gallardamente al infierno.

PAULO

Ve, y cuélgalos al momento de un roble. PEDRISCO

Voy como el viento.

HOMBRE] 1.9 ¡Señor!

PAUIO

No me repliquéis _si acaso ver no queréis el castigo más violento.

PEDRISCO

Venid los tres.

105

[HOMBRE] 2.* ¡Ay de mi!

PEDRISCO

Yo he de ser verdugo aqui, pues a mi dicha le plugo, para enseñar al verdugo cuando me ahorquen a mi.

ase.) PAULO

Enrico, si de esta suerte yo tengo de acompañarte, y si te has de condenar, contiyo me has de llevar; que nunca pienso dejarte. Palabra de ángel fué; tu camino seguiré; pues cuando Dios, juez eterno, nos condenare al infierno, ya habremos hecho por qué.

(Cantan dentro.)

MÚSICOS

No desconfie ninguno, aunque grande pecador, de aquella misericordia de que más se precia Dios.

106

PAULO

¿Qué voz es esta que suena?

BANDOLBRO 2.”

La gran multitud, señor, Desos robles nos impide ver dónde viene la voz.

MÚSICOS

Con firme arrepentimiento de no ofender al Señor llegue el pecador humilde; que Dios le dará perdón.

PAULO Subid los dos por el monte,

y ved si es algún pastor el que canta este romance.

BANDOLERO 2.

A verlo vamos los dos.

MÚSICOS

Su majestad soberana da voces al pecador,

107

porque le llegue a pedir lo que a ninguno negó.

(Sale por el monte un pastorcillo tejiendo una corona de flores.)

PAULO

Baja, [baja] pastorcillo;

que ya estaba, vive Dios, confuso con tus razones, admirado con tu voz.

¿Quién te enseñó ese romance, que le escucho con temor,

pues parece que en ti [habla] (1) mi propia imaginación?

PASTORCILLO

Este romance que he dicho Dios, señor, me le enseñó; o la iglesia su esposa,

a quien en la tierra dió poder suyo.

PAULO Bien dijiste

(1) El original, falta.

108

PASTORCILLO

Advierte que creo en Dios

a pies juntillas, y sé, aunque rústico pastor,

todos los diez mandamientos. preceptos que Dios nos dió.

PAULO

¿Y Dios ha de perdonar

a un hombre que le ofendió con obras y con palabras

y pensamientos?

PASTORCILLO

¿Pues no? Aunque sus ofensas sean más que átomos del sol, y que estrellas tiene el cielo, y rayos la luna dió, y peces el mar salado en sus cóncavos guardó. Esta es su misericordia; que con decirle al Señor: Pequé, pequé, muchas veces, le recibe al pecador en sus amorosos brazos; que en fin hace como Dios. Porque sino fuera aquesto.

cuando a los hombres crió, no los criara sujetos

a su frágil condición.

Porque si Dios, sumo bien, de nada al hombre formó para ofrecerle su gloria,

no fuera ningún blasón

en su majestad divina

dalle aquella imperfección. Dióle Dios libre albedrio,

y fragilidad le dió

al cuerpo y al alma; luego dió potestad con acción

de pedir misericordia,

que a ninguno le negó.

De modo, que si en pecando el hombre, el justo rigor procediera contra él,

fuera el número menor

de los que en el sacro alcázar están contemplando a Dios. La fragilidad del cuerpo

es grande; que en una acción, en un mirar solamente

con deshonesta afición,

se ofende a Dios: de ese modo, porque este triste ofensor, con la imperfección que tuvo, le ofende una vez o dos,

¿se había de condenar?

No, señor, aqueso, no;

110

que es Dios misericordioso, y estima al más pecador, porque todos igualmente

le costaron el sudor

que sabéis, y aquella sangre que liberal derramó, haciendo un mar a su cuerpo, que amoroso dividió

en cinco sangrientos rios; que su espiritu formó

nueve meses en el vientre de aquella que mereció

ser virgen cuando fué madre, y el claro oriente del sol, que como clara vidriera,

sin que la rompiese, entró. Y si os guiáis por ejemplos, decid: ¿no fué pecador Pedro, y mereció después ser de las almas pastor? Mateo, su coronista,

¿no fué también su ofensor? y luego, ¿no fué su apóstol, y tan gran cargo le dió?

¿No fué pecador Francisco? Luego, ¿no le perdonó

y a modo de honrosa empresa en su cuerpo le imprimió aquellas llagas divinas

que le dieron tanto honor, dignándole de tener

411

tan excelente blasón?

¿La pública pecadora, Palestina no llamó

a Magdalena, y fué santa

por su santa conversión?

Mil ejemplos os dijera,

a estar despacio, señor;

mas mi ganado me aguarda,

y ha mucho que ausente estoy.

PAULO

Tente, pastor, no te vayas.

PASTORCILLO

No puedo tenerme, no;

que ando por aquestos valles recogiendo con amor

una ovejuela perdida

que del rebaño huyó;

y esta corona que veis hacerme con tanto amor,

es para ella, si parece porque hacérmela mandó

el mayoral, que la estima del modo que le costó.

El que a Dios tiene ofendido, pidale perdón a Dios,

porque es Señor tan piadoso, que a ninguno le negó.

112 z

PAULO

Aguarda, pastor.

PASTORCILLO

No puedo.

PAULO

Por fuerza te tendré yo.

PASTORCILLO

Será detenerme a mi parar en su curso al sol.

PAULO

Este pastor me ha avisado en su forma peregrina, no humana sino divina, que tengo a Dios enojado por haber desconfiado

de su piedad (claro está); y con ejemplos me da a entender piadosamente que el hombre.que se arrepiente perdón en Dios hallará.

Pues si Enrico es pecador, ¿no puede también hallar

115 perdón? Ya vengo a pensar que ha sido grande mi error. Mas ¿cómo dará el Señor

perdón a quien tiene nombre ¡ay de mi! del más mal hombre que en este mundo ha nacido?

Pastor, que de mi has huido, no te espantes que me asombre.

Si él tuviera aleún intento de tal vez arrepentirse, lo que por engaño siento, bien pudiera resistirse,

y yo viviera contento.

¿Por qué, pastor, queréis vos que halle su remedio medio? Alma, ya no hay más remedio que el condenamos los dos.

(Sale Pedrisco.) PEDRISCO

Escucha, Paulo, y sabrás, aunque de ello ajeno estás y lo atribuyas a engaño, el suceso más extrano que habrás visto jamás.

En esa verde ribera de tantas fieras aprisco, donde el cristal reverbera, «uando el afligido risco

EL CONDENADO POR DESEONFIADO

114

su tremendo golpe espera; después de dejar colgados aquellos tres desdichados, estábamos Celio y yo, cuando una voz que se oyó nos dejó medio turbados. «Que me ahogo» dijo, y vimos cuando la vista tendimos,

como en el mar hay tormenta,

y está de sangre cubierta,

para anegallos bramaba.

+ Ya en las estrellas los clava,

ya en su centro los a[s)ienta. En los cristales no helados

las dos cabezas se vian

de aquestos dos desdichados

y las olas parecian

ser tablas de degollados. Llegaron al fin, mostrando

el valor que significo;

mas por no estarte cansando,

has de saber que es Enrico

el uno.

PAULO

Estoilo dudando.

(1) Faltan versos, que debian decir que se veian dos hombres he- ridos luchando con las olas. Todo el pasaje estú c'terado.

PEDRISCO

No lo dudes, pues yo llego a decirlo, yzno estoy ciego.

PAULO ¿Vistele tú? PEDRISCO Vile yo. PAULO

¿Qué hizo al salir?

PEDRISCO

Echó un por vida y un reniego. Mira ¡qué gracias le daba a Dios que ansi le libraba!

PAULO

¡Y dirá ahora el pastor

que le ha de dar el Señor

perdón! El juicio me acaba. Mas poco puedo perder,

pues aqui le llego a ver,

en proballe la intención.

115

116

PEDRISCO Ya le trae tu escuadrón, PAULO Pues oye lo que has de hacer. (Sacan a Enrico y a. Galván atados y mojados.) ENRICO: ¿Dónde me lleváis ansi? BANDOLERO 1.*:

El capitán está aqui, que la respuesta os dará.

(Vase.) PAULO

Haz esto. PEDRISCO

Todo se hará.

¿ANDOLERO 1."

Pues ¿vase el capitán?

PEDRISCO

Si. ¿Dónde iban vuesas mercedes, que en tan gran peligro dieron, como es caminar por agua? ¿No responden?

ENRICO

Al infierno.

PEDRISCO

Pues ¿quién Je mete en cansarse, cuando hay diablos tan ligeros que le llevarán de balde?

ENRICO Por aoradecerles y S or agradecerles menos.

PEDRISCO

Habla voarcé muy bien,

y hace muy a lo discreto

en no agradecer al diablo cosa que haga en su provecho. ¿Cómo se llama voarcé?

EY

118

ENRICO

Llámome el diablo.

PEDRISCO

Y por eso se quiso arrojar al mar, para remojar el fuego.

¿De dónde es?

ENRICO

Si de cansado de reñir con agua y viento no arrojara al mar la espada, yo os respondiera bien presto a vuestras necias preguntas con los filos de su acero.

PEDRISCO

Oye, hidalgo, no se atufe,

ni nos eche tantos retos;

que juro a Dios, si me enojo, que le barrene ese cuerpo

más de setecientas veces,

sin las que [en] su nacimiento barrenó naturaleza.

Y ha de advertir que está preso,

119

y que si es valiente, yo

soy valiente como un Héctor; y que si él ha hecho muertes, sepa que también yo he muerto muchas hambres y candiles,

y muchas pulgas a tiento.

Y si es ladrón, soy ladrón,

y soy el demonio mesmo,

y ¡por vida...!

BANDOLBRO 1,% Bueno está. ENRICO ¿Esto sufro, y no me vengo? PEDRISCO

Ahora ha de quedar atado a un árbol.

ENRICO

No me defiendo. Haced de mi vuestro gusto.

PEDRISCO

Y él también.

120

GALVÁN

De esta vez muero.

PEDRISCO

Si son como vuestra cara. vos tenéis bellacos hechos. Ea, llegaldos a atar;

que el capitán gusta de ello. Llegad al árbol.

¿Atalos.)

ENRICO

¡Que ansi me quiera tratar el cielo!

PEDRISCO Llegad vos.

GALVÁN ¡Tened piedad!

PEDRISCO

Vendarles los ojos quiero con las ligas a los dos.

121

GALVÁN

¿Vióse tan extraño aprieto? Mire vuesarcé que yo

vivo de su oficio mesmo,

y que soy ladrón también.

PEDRISCO

Ahorrará con (1) aquesto de trabajo a la justicia y al verdugo de. contento.

BANDOLERO 1.”

Ya están vendados y atados.

PEDRISCO

Las flechas y arcos tomemos. y dos docenas, no más, clavemos en cada cuerpo.

BANDOLERO 1.2 Vamos. ] ñ PEDRISCO [Aparte.] Aquesto es fingido: nadie los ofenda,

(1) El original, ahorra razón,

122

BANDOLERO 1.?

Creo que el capitán los conoce.

PEDRISCO

Vamos, y ansí los dejemos.

GALVÁN Ya se van a asaetearnos.

ENRICO Pues no por aqueso pienso

mostrar flaqueza ninguna.

GALVÁN

Ya me parece que siento una jara en estas tripas.

ENRICO

Véngnese en mi el justo cielo; que quisiera arrepentirme, y cuando quiero, no puedo.

123

1

(Sale Paulo, de ermitaño, con cruz y rosario.)

PAULO

Con esta traza he querido probar si este hombre se acuerda de Dios, a quien ha ofendido.

ENRICO

¡Que un hombre la vida pierda, de nadie visto ni oido!

GALVÁN

Cada mosquito que pasa, me parece que es saeta.

ENRICO

El corazón se me abrasa. ¡Que mi fuerza esté sujeta! ¡Ah fortuna, en todo escasa!

PAULO Alabado sea el Señor.

ENRICO

Sea por siempre alabado.

124

PAULO

Sabed con vuestro valor llevar este golpe airado de fortuna.

ENRICO

¡Gran rigor! ¿Quién sois vos, que ansí me habláis?

PAULO

Un monje, que este desierto, donde la muerte esperáis, habita.

ENRICO

¡Bueno, por cierto! Y ahora, ¿qué nos mandáis?

PAULO

A los que al roble os ataron y a mataros se apartaron, supliqué con humildad que ya que con tal crueldad de daros muerte trataron, que me dejasen llegar a hablaros.

125 ENRICO

¿Y para qué?

PAULO

Por si os queréis confesar, pues seguis de Dios la fe._

ENRICO

Pues bien se puede tomar, padre, o lo que es.

PAULO ¿Qué decis? ¿No sois cristiano? UNRICO Si soy. ; PAULO

No lo sois, pues no admitis el último bien que Os doy. ¿Por qué no lo recibis?

ENRICO

Porque no quiero.

126

y PAULO [Aparte. | y ¡Ay de mi! Esto mismo presumi. - ¿No véis que os han de matar ahora?

ENRICO

¿Quiere callar, hermano, y lejarme aqui? Si esos señores ladrones me dieren muerte, aqui estoy.

PAULO | Aparte. ]

¡En qué grandes confusiones tengo el alma!

ENRICO

Yo no doy a nadie satisfacciones.

PAULO A Dios, sí. ENRICO

Si Dios ya sabe que soy tan gram pecador, ¿para qué?

PAULO

¡Delito grave! Para que su sacro amor de darle perdón acabe.

ENRICO

Padre, lo que nunca he hecho, tampoco he de hacer ahora.

PAULO

Duro peñasco es su pecho,

ENRICO

Galván, ¿qué hará la señora Celia? GALVÁN

Puesto en tanto estrecho, ¿quién se ha de acordar de nada?

PAULO

No se acuerde de esas cosas.

ENRICO

Padre mío, ya me enfada.

128

PAULO

Estas palabras piadosas ¿le ofenden?

ENRICO

Cosa es cansada; pues si no estuviera atado, ya yo le hubiera arrojado de una coz dentro del mar.

PAULO

Mire que le han de matar.

ENRICO Ya estoy de aguardar cansado. GALVÁN Padre, confiéseme a mi,

que ya pienso que estoy muerto.

ENRICO

Quite esa liga de aqui, padre.

PAULO

Si haré, por cierto.

(Quitales las vendas.)

ENRICO

Gracias a Dios que ya vi.

GALVÁN Y a mi también.

PAULO

En buen hora, Y vuelvan la vista ahora a los que a matarlos vienen.

(Salen los bandoleros con escopetas y ballestas.) ENRICO

Pues ¿para qué se detienen?

PEDRISCO

Pues que ya su fin no ignora, digo, ¿por qué no confiesa?

ENRICO

No me quiero confesar.

PEDRISCO

Celio, el pecho le atraviesa,

EL CONDENADO POR DESCONFIADO 9

129

130 PAULO

Dejad que le vuelva a hablar. Desesperación es esa (1).

PEDRISCO

Ea, llegalde a matar. PAULO

Deteneos, (¡triste pena!) Porque si éste se condena, me queda más que dudar.

ENRICO

Cobardes sois; ¿no lleyáis, y puerta a mi pecho abris?

PEDRISCO

De esta vez no os detengáis.

PAULO

Aguardad, que si le heris, más confuso me dejáis.

Mira que eres pecador, hijo.

(1) El original, esta.

131

. ENRICO

Y del mundo el mayor: ya lo sé, PAULO

Tu bien espero. Confiésate a Dios.

ENRICO

No quiero, cansado predicador.

PAULO

Pues salga del pecho mio, si no dilatado rio de lágrimas, tanta copia, que se anegue el alma propia pues ya de Dios desconfio.

Dejad de cubrir, sayal, mi cuerpo; pues está mal, según siente el corazón, una rica guarnición sobre tan falso cristal.

En mis torpezas resbalo, y a la culebra me igualo; mas mi parecer condeno, porque yo desecho el bueno, mas ella desecha el malo.

132

Mi adverso fin no resisto, pues mi desventura he visto, y da claro testimonio, el vestirme de demonio,

y el desnudarme de Cristo.

Colgad ese saco ahi, para que diga, ¡ay de mil!: «En tal puesto me colgó Paulo, que no mereció la gloria que encierro en mi.»

Dadme la daga y la espada; esa cruz podéis tomar; ya no hay esperanza en nada, pues no me aprovechar de aquella sangre sagrada

Desatadlos.

ENRICO

Ya lo estoy. y lo que no he visto creo.

GALVÁN

Gracias a los cielos doy.

[ENRICO]

Saber Ja verdad deseo.

PAULO

¡Qué desdichado que soy!

¡Ah Enrico! Nunca naciéras, nunca tu madre te echara donde gozando la luz, fuiste de mis males causa;

o pluguiera a Dios que ya

que infundido el cuerpo y alma, saliste a luz, en sus brazos

te diera la muerte un ama,

un león te deshiciera, una osa despedazara,

tus tiernos miembros entonces, o cayeras en tu casa

del más altivo balcón

primero que a mi esperanza hubiera[s] cortado el hilo.

ENRICO

Esta novedad me espanta.

PAULO

Yo soy Paulo, un ermitaño, que dejé mi amada patria de poco más de quince años, y en esta oscura montaña otros diez servi al Señor.

153

134

ENRICO

¡Qué ventura!

PAULO

¡Qué desgracia! Un ángel, rompiendo nubes y cortinas de oro y plata, preguntándole yo a Dios qué fin tendria: «Repara, (me dijo), ve a la ciudad, y verás a Enrico, (¡ay alma!), hijo del noble Anareto, que en Nápoles tiene fama. Advierte bien en sus hechos, y contempla en sus palabras; que si Enrico al cielo fuere, el cielo también te aguarda; y si al infierno, el infierno.» Yo entonces imaginaba que era algún santo este Enrico; pero los deseos se engañan. Fui allá, vite luego al punto, y de tu boca y por fama supe que eras el peor hombre que en todo el mundo se halla, Y ansi, por tener tu fin, quitéme el saco, y las armas tomé, y el cargo me dieron de esta foragida escuadra.

Quise probar tu intención, por saber si te acordabas de Dios en tan fiero trance; pero salióme muy vana. Volvi a desnudarme aqui, como viste, dando al alma nuevas tan tristes, pues ya la tiene Dios condenada.

ENRICO

Las palabras que Dios dice

por un ángel, son palabras, Paulo amigo, en que se encierran cosas que el hombre no alcanza. No dejara yo la vida

que seguias; pues fué causa

de que quizá te condenes

el atreverte a dejarla, Desesperación ha sido

lo que has hecho, y aun venganza de la palabra de Dios,

y una oposición tirana

a su inefable poder;

y al ver que no desenvaina

la espada de su justicia

contra el rigor de tu causa,

veo que tu salvación

desea; mas ¿qué no alcanza aquella piedad divina,

136

blasón de que más se al[llaba? (1) Yo soy el hombre más malo que naturaleza humana

en el mundo ha producido;

el que nunca habló palabra sin juramento; el que a tantos hombres dió muertes tiranas; el que nunca confesó

sus culpas, aunque son tantas; el gue jamás se acordó

de Dios y su Madre Santa;

ni aun ahora lo hiciera,

con ver puestas las espadas

a mi valeroso pecho;

mas siempre tengo esperanza en que tengo de salvarme; puesto que no va fundada

mi esperanza en obras mias, sino en saber que se humana Dios con el más pecador,

y con su piedad se salva.

Pero ya, Paulo, que has hecho ese desatino, traza

de que alegres y contentos

los dos en esta montaña pasemos alegre vida,

mientras la vida se acaba.

Un fin ha de ser el nuestro: .

si fuere nuestra desgracia

(1) El original, acaba.

el carecer de la gloria que Dios al bueno señala, mal de muchos, g0zo es; pero tengo confianza

en su piedad, que siempre vence a su justicia sacra.

PAULO

Consoládome has un poco.

GALVÁN

Cosa es, por Dios, que me espanta.

PAULO

Vamos donde descanséis.

ENRICO [Aparte.]

¡Ay padre de mis entrañas! Una joya, Paulo amigo,

en la ciudad olvidada

se me queda; y aunque temo el rigor que me amenaza,

si allá muero, he de ir por ella, pereciendo en la demanda.

Un soldado de los tuyos

irá conmigo.

138

PAULO

Pues vaya Pedrisco, que es animoso.

PEDRISCO

Por Dios, que ya me espantaba que no encontraba conmigo.

PAULO

Dalde la mejor espada

a Enrico, y en esas yeguas que al ligero viento igualan, os pondréis allá en dos horas.

GALVÁN

Yo me quedo en la montaña a hacer tu oficio.

PEDRISCO

Yo voy donde paguen mis espaldas los delitos que has hecho

ENRICO

Adiós, amigo.

139 PAULO

Ya basta el nombre para abrazarte.

ENRICO Aunque malo, confianza tengo en Dios.

PAULO

Yo no la tengo cuando son mis culpas tantas. Muy desconfiado soy.

ENRICO

Aquesa desconfianza te tiene de condenar.

PAULO

Ya lo estoy; no importa nada. ¡Ah Enrico! Nunca nacieras.

ENRICO

Es verdad; mas la esperanza que tengo en Dios, ha de hacer que haya piedad de mi causa.

FIN DE LA JORNADA SEGUNDA

JORNADA TERCERA

(Salen Pedrisco y Enrico en la cárcel presos.) PEDRISCO

¡Buenos estamos los dos!

ENRICO

¿Qué diablos estás llorando?

PEDRISCO

¿Qué diablos he de llorar? ¿No puedo yo lamentar pecados que estoy pagando sin culpa? ENRICO

¿Hay vida como ésta?

PEDRISCO

¡Cuerpo de Dios con la vida!

141

ENKICO

¿Fáltate aqui la comida? ¿No tienes la mesa puesta a todas horas?

PEDRISCO ¿Qué importa

que la mesa llegue a ver, sino hay nada que comer?

ENRICO

De necedades acorta.

PEDRISCO

Alarga de comida.

ENRICO

¿No sufrirás como yo?

PEDRISCO

Que pague aquel que pecó, es sentencia conocida;

pero yo que no pequé, ¿por qué tengo de pagar?

142

ENRICO Pedrisco, ¿quieres callar?

PEDRISCO

Enrico, yo callaré; pero la hambre hará

que hable el que muerto se vió,

y que calle aquel que habló más que un correo.

ENRICO

¡Que ya piensas que no has de salir de la cárcel!

PEDRISCO

Error fué. Desde el día que aqui entré, he llegado a presumir que hemos de salir los dos...

ENRICO

Pues ¿de qué estamos turbados?

PEDRISCO

Para ser ajusticiados, sino Jo remedia Dios.

143

ENRICO

No hayas miedo.

PEDRISCO

Bueno está; pero teme el corazón que hemos de danzar sin son.

ENRICO

Mejor la suerte lo hará.

(Salen Celia y Lidora.;

CELIA

No quisiera que las dos, aunque a nadie tengo miedo, fuéramos juntas.

LIDORA

Bien puedo pues soy criada, ir con vos.

ENRICO

Quedo, que Celia es aquesta,

144 PEDRISCO ¿Quién? ENRICO

Quien más que a si me adora. mi remedio llega ahora.

PEDRISCO

Bravamente me molesta la hambre.

ENRICO

¿Tienes acaso en qué echar todo el dinero que ahora de Celia espero?

PEDRISCO

Con toda la hambre que paso, me he acordado, vive Dios, de un talego que aqui tengo.

(Saca un talego.) ENRICO

Pequeño es. PEDRISCO

A pensar vengo que estamos locos los dos: en pedirle, en darle yo.

ENKICO

¡Celia hermosa de mi vida!

CELIA [Aparte.]

¡Ay de mi! Yo soy perdida. Enrico es el que llamó. Señor Enrico.

PEDRISCO

¿Señor? No es buena tanta crianza.

ENRICO

Ya no tenia esperanza, Celia, de tan gran favor.

CELIA

¿Cómo estás? ENRICO

Bueno, y ahora mejor, pues ven a costa de mil suspiros, (1) mis ojos los tuyos graves.

(1) Falta un verso para la redondilla pero no para el sentido.

EL CONDENADO POR DESCONFIADO 10

146 CBLIA

Yo os quiero dar...

PEDRISCO

¡Linda cosa! ¡Oh! ¡Qué mujer tan hermosa! ¡Qué palabras tan siiaves! Alto, prevengo el talego. Pienso que no han de caber...

ENRICO

Celia, quisiera saber (1) qué me das. PEDRISCO

Tu dicha es llana.

CELIA

Las nuevas de que mañana a ajusticiaros saldrán.

PEDRISCO

El talego está ya lleno; otro es menester buscar.

(1) Falta un verso para la redondilla pero no para el sentido.

ENRICO

¡Que aquesto llegue a escuchar! Celia, escucha.

-PEDRISCO

¡Aquesto es bueno!

CELIA

Ya estoy casada.

ENRICO ¡Casada! ¡Vive Dios! PEDRISCO Tente. BNRICO

¿Qué aguardo? ¿Con quién, Celia?

CELIA

Con Lisardo, y estoy muy bien empleada.

147

148

ENRICO

Mataréle. CELIA

Dejaos de eso, y poneos bien con Dios.

LIDORA

Vamos, Celia. ENRICO

Pierdo el seso. Celia, mira. CELIA

Estoy de prisa.

PEDRISCO Por Dios, que estoy por reirme.

CELIA Ya qué queréis decirme:

que se os diga alguna misa. Yo lo haré; quedad con Dios.

ENRICO

¡Quién rompiera aquestas rejas!

LIDORA

No escuches, Celia, más quejas; vámonos de aqui las dos.

ENRICO ¡Que esto sufro!

PEDRISCO

¿Hay tal crueldad? ¡Lo que pesa este talego!

CBLIA

¡Qué braveza! (Vase.) ENRICO

Yo estoy ciego. ¿Hay tan grande libertad?

PEBDRISCO

Yo no entiendo la inoneda que hay en aquests: tajego, que vive Dios que no pesa una paja.

Q

150

“ENRICO

¡Santos cielos! ¡Que aquestas afrentas sufra! ¿Cómo no rompo estos hierros? ¿Cómo estas rejas no arranco?

PEDRISCO

Detente. ENRICO

Déjame, necio. ¡Vive Dios, que he de rompellas, y he de castigar mis celos!

PEDRISCO Los porteros vienen.

ENRICO

Vengan.

(Sale un portero.)

PORTERO

¿Ha perdido acaso el seso el homicida ladrón?

ENRICO

Moriré si no me vengo. De mi cadena haré espada.

151 PEDRISCO

Que te detengas te ruego.

PORTERO

Asilde, matalde, muera.

ENRICO

Hoy veréis, infames presos, de los celos el poder en desesperados pechos.

PORTERO

Un eslabón me alcanzó, y dió conmigo en el suelo.

ENRICO

¿Por qué, cobardes, huis?

PEDRISCO

Un portero deja muerto.

(Dentro.)

Matalde.

152

ENRICO

¿Qué es matar? A falta de noble acero, no es mala aquesta cadena con que mis agravios vengo. ¿Para qué de mi huis?

PEDKRISCO

Al alboroto y estruendo se ha levantado el alcaide.

(Sale el alcaide y gente, y asen a Enrico.)

ALCAIDE

¡Hola! Teneos. ¿Qué es esto?

PORTERO

Ha muerto aquese ladrón a Fidelio.

ALCAIDE

Vive el cielo, que a no saber que mañana dando público escarmiento has de morir ahorcado, que hiciera en tu aleve pecho mil bocas con esta daga.

ENRICO

¡Que esto sufro, Dios eterno! ¡Que mal me traten ansi! Fuego por los ojos vierto. No pienses, alcaide infame, que te tengo algún respeto por el oficio que tienes,

sino porque más no puedo; que a poder, ¡ah cielo airado! entre mis brazos soberbios te hiciera dos mil pedazos;

y despedazado el cuerpo

me le comiera a bocados,

y que no quedara, pienso, satisfecho de mi agravio.

ALCAIDE

Mañana, a las diez, veremos si es más valiente un verdugo que todos vuestros aceros. Otra cadena le echad.

ENRICO

Eso, si, vengan más hierros; que de hierros no se escapa hombre que tantos ha hecho.

154

ALCAIDE

Metelde en un calabozo.

ENRICO

Aquese si es justo premio; que hombre de Dios enemigo, no es justo que mire el cielo.

PEDRISCO

¡Pobre y desdichado Enrico!

PORTERO

Más desdichado es el muerto; que el cadenazo cruel le echó en la tierra los sesos.

PEDRISCO

Ya quieren dar la comida. (Dentro.)

Vayan llegando, mancebos, por la comida.

PEDRISCO

En buen hora, porque mañana sospecho

155

que han de añudarme el tragar, y será acertado medio

que lleve la alforja hecha para que allá convidemos

a los demonios magnates

a la entrada del infierno.

Vase, y sale Enrico.

En lóbrega confusión, ya, valiente Enrico, os veis: pero nunca desmayéis; tened fuerte el corazón, porque aquesta es la ocasión en que tenéis de mostrar el valor que os ha de dar nombre altivo, ilustre fama. Mirad...

(Dentro.) Enrico.

ENRICO

¿Quién llama? Esta voz me hace temblar. Los cabellos erizados pronostican mi temor; mas ¿dónde está mi valor? ¿Dónde mis hechos pasados?

(Dentro.)

Enrico.

156

ENRICO

Muchos cuidados siente el alma. ¡Cielo santo! ¿Cúya es voz que tal espanto infunde en el alma mia?

(Dentro.) Enrico ENRICO

A llamar porfia. De mi flaqueza me espanto. A esta parte la voz suena, que tanto temor me da, ¿Si es algún preso que está amarrado a la cadena? Vive Dios que me da pena.

(Sale el Demonio y no le ve.)

DEMONIO

Tu desgracia lastimosa Ea] siento. ENRICO

¡Qué confuso abismo! No me conozco a mi mismo, y el corazón no reposa. Las alas está batiendo

157

con impulsos de temor; Enrico, ¿este es el valor?— Otra vez se oye el estruendo.

DEMONIO Librarte, Enrico, pretendo.

ENRICO

¿Cómo te puedo creer, voz, si no llego a saber quién eres y adónde estás?

DEMONIO

Pues agora me verás.

ENRICO

Ya no te quisiera ver.

DEMONIO No temas

ENRICO

Un sudor frio por mis venas se derrama.

158

DEMONIO

Hoy cobrarás nueva fama.

ENRICO

Poco de mis. fuerzas fío. No te acerques.

DEMONIO

Desvario es el temer la ocasión.

ENRICO Sosiégate, corazón DEMONIO ¿Ves aquel postigo? ENRICO Si. DEMONIO

Pues salte por él, y ansi no estarás en la prisión.

159

ENRICO

¿Quién eres? DEMONIO

Salte al momento, y no preguntes quién soy; que yo también preso estoy, y que te libres intento.

ENRICO

¿Qué me dices, pensamiento? ¿Libraréme? Claro está.

Aliento el temor me da

de la muerte que me aguarda. Voime. Mas, ¿quién me acobarda? Mas otra voz suena ya

(Cantan dentro.)

MÚSICOS

Detén el paso violento; mira que te está mejor que de la prisión librarte, el estarte en la prisión:

ENRICO

Al revés me ha aconsejado la voz que en el aire he oido,

160

pues mi paso ha detenido,

si le has acelerado.

Que me está bien he escuchado el estar en la prisión.

DEMONIO

Esa, Enrico, es ilusión que te representa el miedo.

ENRICO

Yo he de morir si [me] quedo: quiérome ir; tienes razón.

MÚSICOS

Detente, engañado Enrico, no huyas de la prisión; pues morirás si salieres, y te estuvieres, no.

ENRICO Que si salgo he de morir,

y si quedo viviré, Dice la voz que escuché.

DEMONIO

¿Que al fin no te quieres ir?

161

ENRICO

(Juedarme es mucho mejor.

DEMONIO

Atribúyelo a temor;

pero, pues tan ciego estás, quédate preso, y verás cómo te ha estado peor.

(Vase.) ENRICO

Desapareció la sombra, y confuso me dejó. ¿No es este el portillo? No. Este prodigio me asombra. ¿Estaba ciego yo, o vi en la pared un portillo? Pero yo me maravillo del gran temor que hay en mi. ¿No puedo salirme yo? Si; bien me puedo salir. Pues, ¿cómo?...—¡Que he de morir! La voz me atemorizó. Algún gran daño se infiere de lo turbado que estoy. No importa, ya estoy aqui para el mal que me viniere.

(Sale el alcaide con la sentencia.)

EL CONDENADO POR DESCONFIADO 11

!

ALCAIDE

Yo solo tengo de entrar: los demás pueden quedarse.— Enrico. ENRICO

¿Qué [me] mandáis?

ALCAIDE

En los rigurosos trances se echa de ver el valor: agora podréis mostrarle. Estad atento.

ENRICO Decid.

ALCAIDE "Aparte. | Aun no ha mudado el semblante.

«En el pleito que es entre partes, de la una, el pro »motor fiscal de su majestad, ausente, y de la otra, reo »acusado, Enrico, por los delitos que tiene en el proce- »so por ser matador, facineroso, incorregible y otras co- »sas. —Vista, etc. —Fallamos que le debemos de conde- »nar y condenamos a que sea sacado de la cárcel donde »está, con soga a la garganta y pregoneros delante que >digan su delito, y sea llevado a la plaza pública, don-

163

»de estará una horca de tres palos, alta del suelo, en la »cual sea ahorcado naturalmente. Y ninguna persona »sea osada a quitalle de ella sin nuestra licencia y »mandado. Y por esta sentencia definitiva juzgando, »amsi lo pronunciamos y mandamos, etc.»

ENRICO

¡Qué aquesto escuchando estoy!

ALCAIDE

¿Qué dices?

ENRICO

Mira, ignorante, que eres opuesto muy flaco a mis brazos arrogantes; que si no, yo te hiciera...

ALCAIDE

Nada puede remediarse

con arrogancias, Enrico:

lo que aqui es más importante es poneros bien con Dios.

ENRICO

¿Y vienes a predicarme con leerme la sentencia?

164 Vive Dios, canalla, infame, que he de dar fin con vosotros.

ALCAIDE

El demonio que te aguarde.

(Vase.)

ENRICO

Ya estoy sentenciado a muerte: ya mi vida miserable

tiene de plazo dos horas.

Voz que mi daño causaste,

¿no dijiste que mi vida

si me quedaba en la cárcel sería cierta? ¡Triste suerte! Con razón debo culparte,

pues en esta cárcel muero, cuando pudiera librarme.

¿Sale un portero.)

PORTERO

Dos padres de San Francisco están para confesarte aguardando afuera.

.

ENRICO

¡Bueno! ¡Por Dios que es gentil donaire! Digan que se vuelvan luego a su convento los frailes, si no es que quieran saber a lo que estos hierros saben.

PORTERO Advierte que has de morir.

ENRICO

Moriré sin confesarme, que no ha de pagar ninguno las penas que yo pasare.

PORTERO

¿Qué más hiciera un gentil?

ENRICO

Esto que le he dicho baste; que por Dios, si me amohino, que ha de llevar las señales de la cadena en el cuerpo.

166

PORTERO

No aguardo más.

(Vase.)

ENRICO

Muy bien hace. ¿Qué cuenta daré yo a. Dios de mi vida, ya que el trance último llega de mi? ¿Yo tengo de confesarme? Parece que es necedad. ¿Quién podrá ahora acordarse de tantos pecados viejos? ¿Qué memoria habrá que baste a recorrer las ofensas que a Dios he hecho? Más vale no tratar de aquestas cosas. Dios es piadoso y es grande: su misericordia alabo; con ella podré salvarme.

(Sale Pedrisco.)

PEDRISCO

Advierte que has de morir, y que ya aquestos dos padres están de aguardar cansados.

167

ENRICO ¿Pues he dicho yo que aguarden?

PEDRISCO ¿No crees en Dios? * ENRICO

Juro a Cristo, que pienso que he de enojarme, y que en los padres y en ti he de vengar mis pesares. Demonios, ¿qué me queréis?

PEDRISCO

Antes pienso que son ángeles los que esto a decirte vienen.

ENRICO

No acabes de amohinarme; que por Dios, que de una coz, te eche fuera de la cárcel.

PEDRISCO

Yo te agradezco el cuidado.

168

(Vase.

ENRICO Vete fuera y no me canses.

PEDRISCO

te vas, Enrico mio, al infierno, como un padre.

)

ENRICO

Voz, que por mi mal te en esa región del aire, ¿fuiste de algún enemigo que asi pretendió veigarse? ¿No dijiste que a mi vida

la importaba de la cárcel no hacer ausencia? Pues di, ¿cómo quieren ya sacarme a ajusticiar? Falsa fuiste; pero yo también cobarde, pues que me pude salir

y no dar venganza a nadie. Sombra triste, que piadosa la verdad me aconsejaste, vuelve otra vez, y verás cómo con pecho arrogante salgo a tu tremenda voz

de tantas oscuridades.— Gente suena; ya sin duda se acerca mi fin.

(Sale el padre de Enrico y un portero.)

PORTERO

Hablalde; podrá ser que vuestras canas mueyan tan duro diamante.

ANARETO

Enrico, querido hijo, puesto que en verte me aflijo de tantos hierros cargado, ver que pagues tu pecado me da sumo regocijo.

¡Venturoso del que acá, pagando sus culpas, va con firme arrepentimiento; que es pintado este tormento si se compara al de allá!

La cama, Enrico, dejé,

y arrimado a este bordón por quien me sustento en pie, vengo en aquesta ocasión.

ENRICO ¡Ay padre! ANARETO

No sé. Enrico, si aquese nombre

169

170

será razón que me cuadre, aunque mi rigor te asombre.

BNRICO

Eso, ¿es palabra de padre?

ANARETO

No es bien que padre me nombre un hijo que no cree en Dios.

ENRICO

Padre mio, ¿eso decis?

ANARETO No sois ya mi hijo vos,

Pues que mi ley no seguis. Solos estamos los dos.

ENRICO

No os entiendo.

ANARETO

¡Enrico, Enrico! A reprenderos me aplico vuestro loco pensamiento,

siendo la muerte instrumento que tan cierto os pronostico.

Hoy os han de ajusticiar, ¡y no os queréis confesar! ¡Buena cristiandad, por Dios!, pues el mal es para vos,

y para vos el pesar.

Aqueso es tomar venganza de Dios; el poder alcanza del impirio cielo eterno. Enrico, ved que hay infierno para tan larga esperanza.

Es el quererte vengar de esa suerte, pelear con un monte o una roca, pues cuando el brazo le toca, es para el brazo el pesar.

Es, con dañoso desvelo, [escupir el hombre al cielo] presumiendo darle enojos, pues que le cae en los ojos lo mismo que arroja al cielo.

Hoy has de morir: advierte que ya está echada la suerte; confiesa a Dios tus pecados, y ansi, siendo perdonados, será vida lo que es muerte.

Si quieres mi hijo ser, lo que te digo has de hacer: Si no (de pesar me aflijo), ni te has de llamar mi hijo,

171

172

ni yo te he de conocer.

ENRICO

Bueno está, padre querido; que más el alma ha sentido (buen testigo de ello es Dios) el pesar que tenéis vos, que el mal que espero afligido.

Confieso, padre, que erré; pero yo confesaré mis pecados, y después besaré a todos los pies, para mostraros mi fe.

Basta que vos lo mandéis, padre mio de mis ojos.

ANARETO Pues ya mi hijo seréis, ¿NRICO

No os quisiera dar enojos.

ANARETO

Vamos, porque os confeséis. ENRICO

¡Oh cuánto siento el dejaros!

173

ANARETO

¡Oh cuánto siento el perderos!

ENRICO

¡Ay ojos! Espejos claros, antes hermosos luceros, pero ya de luz avaros.

ANARETO Vamos, hijo. ENRICO

A morir voy: todo el valor he perdido,

ANARETO Sin juicio y sin alma estoy. ENRICO Aguardad, padre querido.

ANARETO

¡Qué desdichado que soy!

174

ENRICO

Señor piadoso y eterno, que en vuestro alcázar pisáis cándidos montes de estrellas, mi petición escuchad.

Yo he sido el hombre más malo que la luz llegó a alcanzar de este mundo, el que os ha hecho más que arenas tiene el mar, ofensas; mas, señor mio, mayor es vuestra piedad. . Vos, por redimir el mundo, por el pecado de Adán,

en una cruz os pusisteis: pues merezca yo alcanzar una gota solamente

de aquella sangre real.

Vos, Aurora de los cielos, Vos, Virgen bella, que estáis de paranintos cercada,

y siempre amparo os llamáis de todos los pecadores,

yo lo soy, por mi rogad. Decilde que se le acuerde

a su sacra Majestad

de cuando en aqueste mundo empezó a peregrinar. Acordalde los trabajos

que pasó en él por salvar

los que inocentes pagaron

175

por ajena voluntad. Decilde que yo quisiera, cuando comience a gozar entendimiento y razón, pasar mil muertes y más, antes que haberle ofendido.

ANARETO

Adentro priesa [me] dan. (1)

ENRICO

¡Gran Señor, misericordia! No puedo deciros más.

ANARETO

¡Que esto llegue a ver un padre!

ENRICO [Para si. ]

La enigma he entendido ya de la voz y de la sombra: La voz era angelical.

y la sombra era el demonio.

(1) El original, Adentro dan priesa.

176

ANARETO

Vamos, hijo. ENRICO

¿Quién oirá ese nombre, que no haga de sus dos ojos un mar? No os apartéis, padre mio, hasta que hayan de espirar mis ojos.

ANARETO

No hayas miedo. Dios te favor.

BNRICO

Si hará, que es mar de misericordia, aunque yo voy muerto yal

ANARETO Ten valor.

ENRICO

En Dios confio. Vamos, padre, donde están

177 los que han de quitarme el ser que vos me pudisteis dar.

(Vanse y sale Paulo.) PAULO

Cansado de correr vengo por este monte intrincado; atrás la gente he dejado que a ajena costa mantengo.

Al pie deste sauce verde quiero un poco descansar, por ver si acaso el pesar de mi memoria se pierde.

Tú, fuente, que murmurando vas entre guijas corriendo, en tu fugitivo estruendo plantas y aves alegrando,

dame algún contento ahora. infunde al alma alegria con esa corriente fria y con esa vOz sonora.

Lisonjeros pajarillos que no entendidos cantáis, y holgazanes gorjeáis entre juncos y tomillos;

dad con picos sonorosos y con acentos silaves gloria a mis pesares graves y sucesos lastimosos.

En este verde tapete,

EL CONDENADO POR DESCONFIADO 12

178

jironado de cristal, quiero divertir mi mal que mi triste fin promete.

(Echase a dormir y sale el pastor con la corona, des- haciéndola. )

PASTOR

Selvas intrincadas, verdes alamedas, a quien de esperanzas adorna Amaltea; fuentes que corréis, murmurando apriesa por menudas guijas, por blandas arenas; ya vuelvo otra vez a mirar la selva, a pisar los valles que tanto me cuestan. Yo soy el pastor que en vuestras riberas guardé un tiempo alegre cándidas ovejas. Sus blancos vellones entre verdes felpas jirones de plata a los ojos eran. Era yo envidiado, por ser guarda buena, de muchos zagales

179

que ocupan la selva; y mi mayoral,

que en ajena tierra vive, me tenia . voluntad inmensa, porque le llevaba, cuando queria verlas, las ovejas blancas como nieve en pellas. Pero desde el día

que una, la más buena, huyó del rebaño, lágrimas me anegan. Mis contentos todos converti en tristezas, mis placeres vivos

en memorias muertas. Cantaba en los valles canciones y letras; mas ya en triste llanto funestas endechas. Por tenerla amor,

en esta floresta aquesta guirnalda comencé a tejerla. Mas no la gozó;

que engañada y necia dejó a quien la amaba con mayor firmeza,

Y pues no la quiso fuerza es que ya vuelva,

- 180

por venganza justa, hoy a deshacerla.

PAULO

Pastor, que otra vez te vi en esta sierra, si no muy alegre, no con tal tristeza, el verte me admira.

PASTOR

Ay perdida oveja! ¡De qué gloria huyes, y a qué mal te allegas!

PAUJO

¿No es esa guirnalda la que en las florestas entonces tejias

con gran diligencia?

PASTOR

Esta misma es;

mas la oveja, necia, no quiere volver

al bien que le espera, y ansi la deshago.

181

PAULO

Si acaso volviera, zagalejo amigo, ¿no la recibieras?

PASTOR

Enojado estoy,

mas la gran clemencia

de mi mayoral

dice que aunque vuelvan, si antes fueron blancas, al rebaño negras,

que las mis brazos

y, sin extrañeza, requiebros Jas diga

y palabras tiernas.

PAULO

Pues es superior, fuerza es que obedezcas.

PASTOR

Yo obedeceré;

pero no quiere ella volver a mis voces,

en sus vicios ciega. Ya de aquestos montes

182

en las altas peñas

la llamé con silbos

y avisé con señas. Ya por los jarales, por incultas selvas, la an:luve a buscar: ¡qué de ello me cuesta! Ya traigo las plantas de jaras diversas

y agudos espinos, rotas y sangrientas. No puedo hacer más.

PAULO

En lágrimas tiernas baña el pastorcillo las mejillas bellas. Pues te desconoce, olvidate de ella

y no llores más.

PASTOR

Que lo haga es fuerza. Volved, bellas flores, a cubrir la tierra, pues que no fué digna de vuestra belleza. Veamos si allá

con la tierra nueva *

183

la pondrán guirnalda tan rica y tan bella. Quedaos, montes míos, desiertos y selvas; adiós, porque voy

con la: triste nueva

a mi mayoral;

y cuando lo sepa (aunque ya lo sabe) sentirá su mengua,

no la ofensa suya, aunque es tanta ofensa. Lleno voy a verle

de miedo y vergiienza: lo que ha de decirme fuerza es que lo sienta. Diráme: «Zagal,

¿ansi las ovejas

que yo os encomiendo guardáis?» ¡Triste pena! Yo responderé...

No hallaré respuesta,

si no es que mi llanto la respuesta sea. (Vase.)

PAULO

La historia parece de mi vida aquesta. De este pastorcillo no lo que sienta; que tales palabras

184

fuerza es que prometan oscuras enigmas...

Mas ¿qué luz es esta que a la luz del sol

sus rayos se afrentan?

(Con la música suben dos ángeles al alma de mNRICO por una apariencia, y prosigue Paulo.)

Música celeste

en los aires suena,

y, a lo que diviso, dos ángeles llevan una alma gloriosa

a la excelsa esfera. ¡Dichosa mil veces, alma, pues hoy llegas do 1de tus trabajos

fin alegre tengan!

Grutas y plantas agrestes, a quien el hielo corrompe, ¿no veis cómo el cielo rompe ya sus cortinas celestes?

Ya rompiendo densas nubes y esos transparentes velos, alma, a gozar de los cielos feliz y gloriosa subes.

Ya vas a gozar la palma que la ventura te ofrece: ¡triste del que no merece lo que mereces, alma!

(Sale Galván.)

GALVÁN

Advierte, Paulo famoso, que por el monte ha bajado un escuadrón concertado, de gente y armas copioso,

que viene sólo a prendernos. Si no pretendes morir, solamente, Pablo, huir es lo que puede valernos.

PAULO

¿Escuadrón viene?

GALVÁN

Esto es cierto: ya se divisa la hilera con su caja y su bandera. No escapas de preso o muerto, si aguardas. PAULO

¿Quién la ha traido?

-GALVÁN

Villanos, si no me engaño (como hacemos tanto daño en este monte escondido), .

185-

186:

de aldeas circunvecinas se han juntado...

PAULO

Pues matallos.

GALVÁN ¡Qué! ¿Te animas a esperallos?

PAULO

Mal quién es Paulo imaginas

GALVÁN

Nuestros peligros.son llanos.

PAULO

Si, pero advierte también que basta un hombre de bien para cuatro mil villanos.

“GALVÁN

Ya tocan. ¿No lo oyes?

187

PAULO

Cierra, y no receles el daño, que antes que fuese ermitaño supe también qué era guerra.

(Salen los labradores que pudieren, con armas, y un juez.)

JUEZ Hoy pagaréis las maldades

que en este monte habéis hecho.

PAULO

En ira se abrasa el pecho. Soy Enrico en las crueldades.

(Entralos acuchillando y sale GALVÁN por otra puer- ta, huyendo, y tras él muchos villanos.)

VILLANO 1.2

Ea, ladrones, rendios.

GALVÁN

Mejor nos está el morir... mas yo presumo huir; que para eso tengo brios.

(Vanse, y dice dentro Paulo): y

188

PAULO

Con las flechas me acosáis, y con ventaja reñis: más de doscientos venis para veinte que buscáis.

JUEZ

Por el monte va corriendo. (Baje Paulo por el monte, rodando, lleno de sangre.)

PAULO

Ya no bastan pies ni manos;

muerte me han dado villanos;

de mi cobardía me ofendo. Volveré a darles la muerte...

Pero no puedo,—¡ay de mi!,

el cielo, a quien ofendi,

se venga de aquella suerte.

(Sale Pedrisco.)

PEDRISCO

Como en las culpas de Enrico no me hallaron culpado, luego que públicamente los jueces le ajusticiaron, me echaron la puerta afuera, y vengo al monte.—¿Qué aguardo?

189

¡Qué miro! La selva y monte anda todo alborotado.

Allí dos villanos corren,

las espadas en las manos.

Alli va herido Fineo,

y alli huyen Celio y Fabio,

y aqui, que es grande ventura, tendido está el fuerte Paulo.

PAULO

¿Volvéis, villanos, volvéis? La espada tengo en la mano: no estoy muerto, vivo estoy, aunque ya de aliento falto.

PEDRISCO

Pedrisco soy, Paulo mio.

PAULO Pedrisco, llega a mis brazos. PEDRISCO ¿Cómo estás ansi?

PAULO

¡Ay de mi! Muerte me han dado villanos.

190

Pero ya que estoy muriendo, saber de ti, amigo, aguardo qué hay del suceso de Enrico,

PEDRISCO

En la plaza le ahorcaron de Nápoles.

PAULO

Pues ansií, ¿quién duda que condenado estará al infierno ya?

PEDRISCO

Mira lo que dices, Paulo; que murió cristianamente, confesado y comulgado

y abrazado con un Cristo, en cuya vista enclavados los ojos, pidió perdón

y misericordia, dando tierno llanto a sus mejillas, y a los presentes espanto. Fuera de aqueso, en muriendo resonó en los aires claros una música divina;

y para mayor milagro

y evidencia más notoria, dos paraninfos alados

191

se vieron patentemente, que llevaban entre ambos el alma de Enrico al cielo.

PAULO

¡A Enrico, el hombre más malo que crió naturaleza!

PEDRISCO

¿De aquesto te espantas, Paulo, cuando es tan piadoso Dios?

PAULO

Pedrisco, eso ha sido engaño: otra alma fué la que vieron, no la de Enrico.

PEDRISCO

¡Dios santo, reducidle vos! PAULO

Yo muero.

PEDRISCO

Mira que Enrico gozando

:199

está de Dios: pide a Dios perdón.

PAULO

¿Y cómo ha de darlo a un hombre que le ha ofendido como yo?

PEDRISCO

¿Qué estás dudando? ¿No perdonó a Enrico?

PAULO

Dios es piadoso...

PEDRISCO Es muy claro.

PAULO

Pero no con tales hombres Ya muero, llega tus brazos.

PEDRISCO

Procura tener su fin.

PAULO

Esa palabra me ha dado Dios; si Enrico se salvó, también yo salvarme aguardo:

[Muere.]

PEDRISCO

Lleno el cuerpo de lanzadas, quedó muerto el desdichado. Las suertes fueron trocadas. Enrico, con ser tan malo,

se salvó, y éste al infierno

se fué por desconfiado. [Cubriré] (1) el cuerpo infeliz, cortando a estos sauces ramos.

Mas ¿qué gente es la que viene?

(Salen los villanos.)

JUEZ

Si el capitán se ha escapado, poca diligencia ha sido.

VILLANO 1.2

Yo le vi caer rodando, pasado de mil saetas, de los altivos peñascos.

El original, cubran.

EL CONDENADO POR DESCONFIADO

193:

13

194

JUEZ

Un hombre está aqui.

PEDRISCO

¡Ay Pedrisco desdichado! esta vez te dan carena.

VILLANO 1.2

Este es criado de Paulo, y cómplice en sus delitos.

GALVÁN

mientes como villano; que sólo lo fui de Enrico, que de Dios está gozando.

PEDRISCO

Y yo, Galván. (Aparte a Galván.)

Galvanito, hermano, no me descubras aqui, por amor de Dios.

JUEZ

Si acaso me dices dónde se esconde el capitán que buscamos, yo te daré libertad: habla.

PEDRISCO

Buscarle es en vano cuando es muerto.

JUBZ

¿Cómo muerto?

PEDRISCO

De varias flechas y dardos pasado le hallé, señor, con la muerte agonizando en aqueste mismo sitio.

JUEZ ¿Y dónde está?

PEDRISCO

Entre aquestos ramos le meti.

(Descúbrese fuego, y Paulo lleno de llamas.)

195

196

Mas, ¡qué visión es causa de tanto espanto!

PAULO

Si a Paulo buscando vais bien podéis ya ver a Paulo, ceñido el cuerpo de fuego,

y de culebras cercado,

No doy la culpa a ninguno de los tormentos que paso: sólo a mi me doy la culpa, pues fui causa de mi daño, Pedi a Dios que me dijese

el fin que tendria, en llegando de mi vida el postrer dia: ofendile, caso es llano;

y como la ofensa vió

de las almas el contrario, incitóme con querer perseguirme con engaños. Forma de un ángel tomó,

y engañóme; que a ser sabio, con su engaño me salvara; pero fui desconfiado

de la gran piedad de Dios, que hoy a su juicio llegando, me dijo: «Baja, maldito

de mi padre, al centro airado de los oscuros abismos, adonde has de estar penando.»

197

¡Malditos mis padres sean

mil veces, pues me engendraron! ¡Y yo también sea maldito,

pues que fui desconfiado!

(Húndese por el tablado, y sale fuego.) JUEZ Misterios son del Señor. GALVÁN

¡Pobre y desdichado Paulo!

PEDRISCO

¡Y venturoso de Enrico, que de Dios está gozando!

. JUEZ

Porque toméis escarmiento, no pretendo castigaros: libertad doy a los dos.

PEDRISCO

Vivas infinitos años,

hermano Galván, pues ya

de esta nos hemos librado; ¿qué piensas hacer desde hoy?

198

GALVÁN

Desde hoy pienso ser un santo.

PEDRISCO

Mirando estoy con los ojos que no haréis muchos milagros.

GALVÁN

Esperanza en Dios.

PEDRISCO

Amigo, quien fuere desconfiado mire el ejemplo presente.

JUEZ

No más: a Nápoles vamos a contar este suceso.

PEDRISCO

Y porque éste es tan arduo y dificil de creer,

siendo verdadero el caso, vaya el que fuése curioso (porque sin ser escribanó

199

fe de ello), a Belarmino; y si no, más dilatado

en la vida de los padres podrá fácilmente hallarlo. Y con aquesto da fin

El Mayor Desconfiado,

y pena y gloria trocadas. El cielo os guarde mil años

Jornada

INDICE

COLECCIÓN UNIVERSAL

OBRAS PUBLICADAS

1-4.—Poema del Cid. Texto y traducción, por Alfonso Reyes.

5-6.—LoPm DB veca: Fuente Ovejuna. Co- media. Edición revisada por Américo Castro.

7,—M. Kant: La paz perpetua. Ensayo filo- sófico. Traducción, por F. Rivera Pastor.

8-10.—0. Gornosmiru: El Vicario de Wake- field. Novela. Traducción, por Felipe Vi- llaverdo,

11-13.-—-La Rocaerorcario: Memorias. Tra-

ducción, por Cipriano de Rivas Cherif.

14-15.—J. OrteGA MuniLLaA, de la Real Aca: demia Española. Relaciones contemporá-

neas.

DAD DTD DDT

16.—P. Miérimig: Doble error. Novela. Tra- ducción por A. Sánchez Rivero.

17-20.—STmaENDAL: Rojo y negro. Novela. Tomo 1.—Traducción, por Enrique de Mesa.

21-24. —SruBNDAL: Rojo y negro. Novela. Tomo 11. Traducción, por Enrique de Mesa.

25-26.—W. Gonrmn: Las cuitas de Werther. Novela. Traducción, por José Mor de Fuen- tes, revisada y corregida.

97.—AwNronIo Macumano: Soledades, Galerías y otros poemas. Segunda edición.

98-29. —CmrvantTmBSs. Novelas ejemplares. Tomo 1.—«La Gitanilla» y «El amante Li- beral».

30-33.—L. Anbreimv: Sachka Yegulev. No- vela. Traducción del ruso, por N. Tasin.

34-35.—C. CasreLLo-BrRANCO: Dos novelas del Miño, Traducción del portugués, por P. Blanco Suárez.

36-37. —Cicmrón: Cuestiones Académicas. Tra- ducción del latin, por A. Millares.

38-40.—ViLLaLóN: Viaje de Turquía. Edición, por A. Solalinde, del Centro de Estudios Históricos. Tomo 1.

AAA DAS A)

41-43.—VinLaLnóN: Viaje de Turquia. Tomo 11. Edición, por A. Solalinde.

44-45, —Vuabimiro KoroLenox: El día del jui- cio. Traducción del ruso, por N. Tasin.

46-47.— Novelas, de Serafin Estébanez Calde- rón «El Solitario».

48.--Limnrrz: Opúsculos filosóficos. Traduc- ción de Manuel Garcia Morente.

49-51.—PruTArco: Tomo 1. Vidas paralelas. Traducción de Antonio Ranz Romanillos, revisada y corregida.

52-54.—A ate Prevost: Manon Lescaut. No- vela. Traducción del francés, por Enrique de Mesa.

55-56. -Ruiz Ararcón: Los pechos privile- giados. Comedia. Edición cuidada por Al- fonso Reyes.

57.—Lvis VéLez be Guevara: El diablo co- juelo.

58-60.— Guorer ELtor: Silas Marne”. Traduc- ción de Isabel de Oyarzábal.

61-62. —ALEJANDRO Kurrix: El dios implaca- _ ble. Novela. Traducción del ruso, por N. Ta- sin.

COTA TT

ETT TTD O AT

63-65.—TrINDADÍ Comruo: Mis amores. Cuen- tos. Traducción del portugués, por P. Blan- co Suárez.

65-68.—MADAMB DE Sram: Diez años en el destierro. Memorias. Traducción del fran- cés, por N. Azaña.

69-70.—Tirso be MoLixa: El condenado por desconfiado. Comedia. Edición cuidada por Américo Castro.

71.—Kawr: Lo bello y lo sublime. Ensayos de crítica. Traducción del alemán, por A. Sán- chez Rivero.

792-78.—ALrreDO py Musser: Cuentos. Tomo 1. Traducción del francés, por L. Fernández Ardavin.

74-75.— LeopoLDo ALas (CLARiN): El señor y los demas son cuentos.

76-77.—L. Srarna: Viaje sentimental. Traduc- ción del inglés, por A. Reyes.

78-80.—J. Cisar: Comentario de la guerra de las Galias. Traducción dél latin, por J. Go- ya y Muniain; revisada y corregida.

TTD

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lectores de habla española un elemento indis-

pensable de educación y cultura. Hace asequi-

bles a todo el mundo los beneficios y los goces

del trato espiritual con los más grandes genios de la humanidad.

La Colección Universal publica las obras en su ABSOLUTA INTEGRIDAD, sin supresiones ni adiciones de ninguna especie.

La Colección Universal cuida con extremado

celo de que las traducciones sean siempre fideli-

simas y correctas; no publica traducciones anó-

nimas; encarga sus traducciones a reputados escritores.

La Colección Universal cuenta, para las edi- ciones de autores españoles, con el consejo y .la colaboración de eminentes filólogos.

AAA AAN

La Coleceión Universal se vende a 0,30 el nú- mero. La extensión de un número es, aproxima- damente, de 100 páginas. Las obras que tengan mayor extensión irán publicadas en volúmenes de 200, 300, 200 y más páginas, valuándose cada volumen como 2, 3, 4 y más números.

La Colección Universal, por su extraordinaria baratura, representa un esfuerzo editorial nun- ca realizado en España.

La Colección Universal publica todos los me- ses VEINTE números, o sean unas DOS MIL pá- ginas de selecta lectura, repartidas en ocho o diez tomos de presentación elegante y de cómodo uso. Los 240 números anuales de la Colección Universal constituirán una copiosa y elegida biblioteca de unos 100 tomos.

La Colección Universal admite suscripciones por un trimestre, un semestre y un año. Para los suscriptores, el precio del número será de 0,25.

Suscripción trimestral......... 15 ptas. Ss semestral ......... 30 anual...o.mooocmmm. 60

Para las suscripciones y pedidos de volúmenes:

sueltos, dirigirse a COMPAÑÍA +-ANÓNIMA “CALPE“ CONSEJO DE CIENTO, 416 Y 418 :: APARTADO 89

BARCELONA

corroe ogannna

a

COLECCIÓN UNIVERSAL

Precio del número, 0,30 ptas.

ALGUNAS DE LAS OBRAS PUBLICADAS

z Teatro. N.05 y 6.—LOPE DE VD-

ción preparada por Al-

GA: FUENTE OVEJU- NA. Comedia.—Edición revisada por Américo Castro.

N.2 65 y 56.—RUIZ DE ALARCON: LOS PE- CHOS PRIVILEGEA- DOs. Comedia. Edi-

N.0 1, 2, 3 y 4—POEMA DEL CID, Texto y tra-

Traducción del inglés por Felipe Villaverde. N.0 14 y 15,—J, ORTEGA MUNILLA, de la Real Academia Española: RELACIONES CON- TEMPORANIAS.

N.0 16.—P. MERIMEE: DOBLE ERROR.—Tra- ducción del francés por A. Sánchez Rivero. '

N.0 17, 183, 19 y 20.— STENDHAL : ROJO Y NEGRO. Tomo 1.—Tra- «ducción del francés por

N Enrique de Mesa.

Y.0 21, 22, 23 y 214— STENDHAL: ROJO YX ¿NEGRO. Tomo 1.— Traducción del francés por Enrique de Mesa.

N.9 25 y 26.—W. GOETHE: LAS CUITAS DE WERTMER, Tra- ducción del alemán por D. José Mor de Fuen-

tes, revisada y corre= |

sida.

fonso Reyes.

N.90 69 y 70.—TIRSO DE MOLINA: EL CONDE- NADO POR DESCON- FIADO. Comedia.— Edición cuidada por Américo Castro,

Poesía.

N.o 27.—ANTONIO MA- CHADO: SOLEDADES, GALERIAS Y OTROS

ducción, por Alfonso POEMAS. Segunda Reyes. edición, Novela. N.% 8, 9 y 10.—0. GOLDS- N.2 23 y 29 —CERVAN- MITH: EL VICARIO TES: NOVELAS DE WAKEFIELD.— EJEMPLARES. Tomo I.

“La glitanilla” y “El amante liberal”. ,

N.9 30, 31, 32 y 33.—L.AN- DREIEV: SACHKA XEGULEV, Traduc- ción del ruso, por N. Tasin.

N.9 34 y 35.—C. CASTEL-

*“LO-BRANCO: DOS NOVELAS DIL MiE- NO .— Traducción del portugués por P. Blan- co Suárez.

N.0 44 y 45.—V. KORO- LUNKO: EL DIA DEL JUICIO. Traducción del ruso, por N, 'Tasin.

N.0 46 y 47.—S. ESTE- BANEZ CALDERON: NOVELAS Y CUEN-. TOS.

N.0% 52, 53 y 51 —ABATE PREVOST: MANON LESCAUT. 'Traduc- ción del francés por Enrique de Mesa.