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JOSÉ RIÑO DE LEÓN y SALVADOR JORDÁN DORÉ
I himno del pueblo
EPISODIO LÍKKO-DIüMÍTICO
EN UN ACTO, DIVIDIDO EN CINCO CUADROS, EN VERSO, ORIGINAL MÚSICA DEL MAESTRO
MIGUEL SANTONJA
eopvrisht, 1 Rovo de León v S. Jordán Doré, 1912
SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES IBúñez de Balboa, 12
1912
EL HIMNO DEL PUEBLO
Esta obra es propiedad de sus autoies, y nadie po- drá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan cele- brado, ó se celebren en adelante, tratados internacio nales de propiedad liteiaria.
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EL HIMNO DEL PUEBLO
EPISODIO LÍBICO-BRAMÍTICO
EN UN ACTO, DIVIDIDO EN CINCO CUADROS, EN VERSO LIBRO DE
JOSÉ ROVO DE LEÓN y SALVADOR JORDÁN DORÉ
música del maestro
MIGUEL SANTONJA
Istrenado con verdadero gran éxito en el TGiTiiO BIRBÍEíU la noche del 11 de Octubre de 1912
MADRID
«*. ¥£LASOO. IMP., MARQUÉS DI SAMTA AMA, 11 BOP«f
Tgiéfono número $5*
19X2
Al Pueblo £spat)oí
V á los que en español sienten V hablan m tierras de América,
José T{oyo de Xeón.
S^/vador Jordán 2)oré.
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
CARLOTA Sea. Alvabez.
MAGDALENA Seta. Conde.
JUAN ANTONIO S ALAZAR Se. Alvabo.
P1NI Pastos.
VALENTÍN Angelo.
ALCALDE DE CORTE Vila.
MARQUÉS DE SQUILACHE Don Julio Ruíz.
MARQUÉS DE GRIMALDI Se. Fuentes.
CAPITÁN DE CORPS Gbau.
HOSTELERO. . . . Bañuis.
CHISPERO l.o Gabcía.
IDEM 2.o Pebea.
UN CENTINELA Lucas.
UN GUARDIA W ALON A..., Gbau.
UN OFICIAL WALONA Gabcía.
Chisperos, mojos, manólas, gente del pueblo, soldados v guardias walonas
La acción en Madrid, durante el reinado de Carlos IIL Año 1766
. Derecha ó izquierda, las del aotoi
ACTO UNICO
CUADRO PRIMERO
Plaza Mayor, ú otra cualquiera, de aquella época, en Madrid, con calles afluyentes hasta tercer término de los laterales
ESCENA PRIMERA
MAJOS y CHISPEROS (coro de caballeros), en varios grupos, comen- tando la abolición de capas talares y sombreros gachos; van con «capingot» y «candil», (capa corta y sombrero de tres picos)
Música
ToDOS (Simultáneamente en los grupos.)
— ¡El caso es irritante!
— ¡De honor el caso es ya!
— ¡Ya no hay quien tanto aguante!
— ¡Ya no hay quien pueda más!...
— ¡No puede ser!
— ¡No puede ser!
—¡Lo que en Madrid
quieren hacer!
(Uniéndose todos los grupos.)
Por singular prohibición, capa talar, sombrero alón,
675107
ni el mismo Rey llevar podrá según la ley que rige ya... Y es de rigor que hemos de ir de capingot y de candil... De suerte que creyendo voy que ya no eé ni lo que soy.
— ¡No puede serl — ¡No puede ser! — [Lo que en Madrid quieren hacer!
(Preséntase Valentín, con capa talar y sombrero ga-
cho.)
ESCENA II
DICHOS y VALENTIN
V
CHI8PS.
Val.
AL.
Muy bien, ciudadanos, está lo que habláis; mas del dicho al hecho gran trecho lleváis. ¿Por qué dices eso?... Porque es la verdad. ¡No hay más que miraros con ese disfraz!...
Chisps. Val.
La fuerza se impone.. ¡Se impone el honor! ¡Honor de la patria que es fuerza mayor!
¡Oíd!
¡Escuchad!
— 9 -
¡Y puesta la mano en el pecho, decid
si es verdad!
Por un capricho torpe, por una insidia infame de un pésimo ministro, de un necio gohernante, las libertades patrias de nuestro pueblo huyeron ... y hoy hasta se nos deja sin capa y sin sombrero.
(Derecha.)
Esa es la evidencia...
(izquierda.)
Esa es la verdad... ¡Es una insolencia y una iniquidad!...
Por un capricho torpe, etc.
¡Mas tal rigor no triunfará, pues el honor se impone ya!.
(Atacando todos con brío y en tono brillante.)
Investidos con los fueros de española dignidad, ¡defendamos, compañeros, nuestra santa libertad!
Hablado
Val. Nada: estamos, que ni en Jauja.
¡No se puede pedir más! .. Los tributos van subiendo, suben la carne y el pan, todo sube, sin que suba nuestro mísero jornal;
Chisps. Chisps. Todos
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y como si esto no fuera muy bastante y muy de más, se nos priva hasta que usemos nuestro traje nacional...
Chis, l.o ¡Esto no hay ya quien lo trague!
Val. Y no obstante, lo tragáis.
El capingot y el candil habéis admitido ya;
(Por la capa y sombrero.)
pero yo, ni me los pongo, ni me los pondré jamás. ¡Lo juro!
ESCENA III
DICHCS y SALAZ AR Sal. (Presentándose con capa talar y sombrero gacho.)
Lo mismo jura
Juan Antonio Salazar. Val. (a los demás, por Salazar.)
Del barrio del Avapiés:
¡un valiente! CHIS . l.o (Bajo á los suyos.)
¡Y un audaz!
(a Salazar.)
El trance exige prudencia... Chis. 2.o Mucha paciencia, además... Val. Esas dos palabras hoy
deben borrarse. Sal. Sí tal.
La prudencia y la paciencia,
están aquí muy de más.
Lo que ahora está muy de menos,
es...
Chis, l.o ¿El qué?...
Sal. ¡La dignidad!
Esa dignidad del alma
que hace al alma sublevar
cuando enrojecida sube
del corazón á la faz:
;ia vergüenza del honor!
No hace falta nada más.
(Todos se han aproximado, y desde ahora van pres- tando mayor atención á Salazar.)
— 11 —
Chis, l.o Pero esa... ¿á quién hace falta?
Sal. A todos en general.
Que si la pierden arriba los que allí van á medrar, también la clvidan abajo los que medrosos están... ¡y amedrantados se dejan uncir al carro triunfal!...
Vai. Sí, señor, sí!... ¡Por vosotros
nos quieren hoy albardar!...
Chis, l.o ¿Por nosotros?
Sal, (con naturalidad.) Ciertamente.
Por esa... docilidad del pueblo español, que á todo dice amén sin protestar.
Chis, l.o Por... exceso de honradez...
Chis. 2. o Por... exceso de bondad...
Sal. ¡No: enmudecer no es virtud,
cuando es virtud el hablar! Si un insidioso ministro el reto nos lanza audaz, manchando nuestro decoro, llevándose nuestro pan, y haciéndonos sus esclavos quiere nuestra voz ahogar amordazando Ja lengua y echando al cuello un dogal, la indiferencia del pueblo dejándose atropellar como rebaño de idiotas, es entonces criminal. Que un pueblo que á todo calla, no se redime jamás... ¡Es un pueblo que se muere por su propia voluntad!
Val. ¡Eso es lo que ahora nos pasa!
Sal. ¡Y eso es lo que hay que evitarí
Chis, l.o Mas... ¿cómo?
Sal . ¡ Alzando la voz,
y alzando el brazo además! ¡Pidiendo á gritos justicia, y haciéndola respetar!
Chis, l.o Mas sin armas...
Sal. Las tenemos.
Chis, l.o ¿Que las tenemos?...
Sal. Sí, tal.
~ 12 ~
Chis, l.o Dinos, pues, lo que hay que hacer. Sal. Decid vosotros: ¿estáis
decididos á ser libres
y á romper ese dogal
de la esclavitud?...
TODOS (Con solemnidad y decisión.)
|Si!
Sal. ¿Sí?...
(Bajando la voz con cierto misterio y estrechando to dos el círculo.)
Pues mañana...— oid mi plan. —
En punto del medio día
y al punto en que «á rancho» oigáis
en el cuartel de walonas
de Antón Martín, pasará
por allí un hombre embozado
en amplia capa talar, (por él.)
Dará el alto el centinela,
saldrá al punto el oficial,
se entablará una disputa,
un bofetón sonará ..
y entonces, todos vosotros
que en acecho habéis de estar,
como un alud poderoso
sobre el cuartel os lanzáis;
allí los guardias walonas
sin armas han de quedar,
y con ellas lucharemos
¡al grito de libertad! Val. ¡Para defender los fueros
de la capa nacional! Sal. No solamente para eso;
ese el pretexto será.
Pero lo que más importa,
lo que es preciso salvar,
¡es nuestro pobre Madrid
y nuestro mísero pan! Val. ¡Muera el despotismol
Todos (con furor, pero sin gritos ) ¡Muera! Sal. ¡El pueblo es quien lo ha de ahogar!
y
Música
(Final del número primero.)
Todos {Investidos con los fueros
de española dignidad
13 —
defendamos, compañeros, nuestra santa libertad!
(Desaparecen todos por distintos lados, y seguidamen- te salen por segundo término izquierda Valentín y Magdalena.)
ESCENA IV
VALENTÍN y MAGDALENA
Hablado
Mag. ¡Por Dios, Valentín! Val. ¡Por Dios, Magdalena!
¡Que calles te digo! Mag, ¡Que calle quien pueda!
Se expone al castigo
quien lleva esas prendas.
(Por la capa y el sombrero.)
Val. Es sólo un gallina
quien hoy no las lleva.
MaG. (Con acción de quererle quitar la capa.)
¡Pues yo te las quito!
Val. (Resistiendo.)
¡Pues tú te estas quieta!
Mag. ¡Que no, Valentín!
Val. ¡Que sí, Magdalena!
Mag. ¡Me enojas! Val. ¡Me irritas!
Mag. ¡Me enciendes! Vai. ¡Me quemas!
Mag. ¡Si no fueras macho!
Val. ¡Si no fueras hembra!
Mag. ¡Sin ojcs quedabas!
Val. ¡Quedabas sin lengua!
ESCENA V
DICHOS y el ALCALDE DE COR1E con una ó dos parejas d© Al- guacilillos
ALC. (Desde el foro derecha y como indicando á los Algua-
ciles lo que han de hacer.)
Ya hicimos caza.
— 14 —
MAG. (Bajo á Valentín al notar la presencia del Alcalde.)
¿Lo ves?
¡Un Alcalde!
Val. (Como queriendo huir por la izquierda.)
¡Pues al trote! Alc. ¡Alto el chispero en mantillas!
(Los Alguaciles, distribuidos convenientemente, le cor tan la retirada por la izquierda y por el fondo; coló- case el Alcalde á la derecha y Valentín no puede es. capar. Contesta sin perder la serenidad.)
Val. ¿Rn... mantillas?... ¡Vamos, hombre!
¡Si ya me apunta... la barba! Mag. ¡Y... le raspea el bigote! Alc. Pues, ea, doce ducados^
si que los tendrás entonces. Val. Entonces... tal vez los tenga,
pero ahora .. ¡ni uno! Alc. Pues doce
te reclama la justicia.
Porque á ti te corresponde,
por la capa y el sombrero,
no una multa, multa doble. Val, ¿Y vuesa merced no sabe,
señor Alcalde de Corte,
que el que no tiene . no paga? Alc. Paga en cárcel ó en azotes.
¡Al calabozo!
(A los Alguaciles que prenden á Valentín, éste trata de resistir al verse sujeto.)
Val. ¿Eh?
Mag. ¡Perdón!
Alc. Si resiste, tiempo doble;
si protesta, un doble más;
si bravea... Val. ¿Otro... redoble?
¡Pues si seguís redoblando...
ni una banda de redobles!
MaG . (Gimiendo.)
¡Yo no quiero que te lleven!
Val. ¡Que van á doblar, no llores!
Alc. ¡Vamos! ¡Vamos! (a ios Alguaciles.)
Mag. ¡Ay, no no!
Señor Alcalde de Corte: ¡por Dios, que no me lo quiten, que quiero que sea mi hombre! El que sostenga mis días
— 15 —
y el que consuele mis noches... el que pene con mis penas y el que goce con mis goces... ¡y el que me ponga al morirme una corona... de flores!
(Déjase caer de rodillas lloriqueando y juntando las manos. Carlota aparece ahora por el foro izquierda, y al fijarse en el grupo se detiene como atraída por la situación de aquellos jóvenes.)
ESCENA VI
DICHOS y CARLOTA, de manóla
Alc. Sólo tiene eso un remedio,
y ese ya lo rechazasteis. Val. ¿El de los doce ducados?
jComo no echemos un guante! Mag. ¡No los tenemos!
ALC. (indicando que ee pongan en marcha.)
Entonces...
Car. (Adelantando hasta el Alcalde y dándole unas mo-
nedas.)
Aquí están, señor Alcalde. Alc. ¿El qué?
Car. Los doce ducados.
Val. i Cómo!
Mag. ¡Es posible!
Alc. (contándolos.) Cabales.
Ya está la multa pagada. Car. Pues libres y en paz dejadles.
Alc. Quedad con Dios... y esas prendas
que no salgan á la calle,
que si en la calle las veo
has de verte tú en la cárcel.
(Vanse Alcalde y Alguaciles.)
ESCENA VII
CARLOTA, VALENTÍN y MAGDALENA
Val. ¿Cómo podría pagaros
lo que ahora por mí habéis hecho? Car. No fué tanto.
— 16 —
Val. ¡Caracoles!
¡¡Doce ducados!! (Dando mucha importancia.)
Car Con ellos
yo un guardapiés me comprara
de sedas y madroñeros;
mas puedo pasar sin él
mejor que tú en ese encierro.
Comprendí vuestra tortura
y daros quise el remedio. Mag. ¡Sois tan buena como hermosa! Val. ¡Y hermosa como un lucero!
Mag. Disponed de Magdalena.. . Val. Y Valentín el chispero.
Cap. Gracias. Sois agradecidos
y con eso me contento.
¡Sed. pues, felices! Mag. Lo somos...
Val. Como las aves...
Mag, v ¡Queriéndonos!
(Se enlazan el brazo por la cintura y se van rebosando felicidad. Carlota queda contemplándolos.)
ESCENA VIII
C \ RLOTA y PINI luego
Car. La alegría del querer
les retoza por el cuerpo, y cómo dos pajarillos van volando... ¡Feliz vuelo!
(Viendo á Pini que sale por la izquierda.)
(¿Otra vez ese walone?) Pini (¡Al fin la encuentro de nuevo!)
Car. (Pues yo no me voy de aquí,
que aquí á Juan Antonio espero.)
PlNI ¿Niña? (Acercándose.)
Car. (Desviándose.) ¡Apartad!
Pini (insistiendo.) Escuchadme.
CAR. (Empujándole y pasando al otro lado.)
¡Arre allál ' Pini (contrariado.) ¡Sois mi tormento!
(Carlota se echa á reii.)
Música
;Ja, ja, ja, ja! Risa me dais. ¡Pero por qué no me escucháis! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ay, qué moscón! ¡Oidme ya por compasiónl
Mas y qué podéis decirme que no os llegue á adivinar, Muchas cosas, muchas cosas que vos no podéis soñar.
(Enfatuado.)
Os diré'que soy un Pini, en primer lugar.
Pues seréis muy conocido en algún... pinar.
¡Es mi tío un Esquilache!
íes un gran Marqués! En efecto, muy gran ¿¿o,
vuestro tío es.
Y á más de esto soy bravo militar, y á probaros voy que sé conquistar.
¡Rataplán!
los tambores
se oyen redoblar.
¡Rataplán!
y las mozas
que me ven pasar...
(Marcial.)
De esta gentileza de marcialidad, se enamoran todas por necesidad. Y á la que declaro guerra pasional... ¡es rendida plaza de mi amor marcial!
¡ Rataplán I Todo eso al revés hallaréis en mí, que en el Avapiés te contesta así:
(Con rumbo.)
¡Arre allá! ¡Corra el viento libre entre los dos!
¡Arre allá! ¡que me estorba! ¡miste qué rediósl
No es este palmito, ni este contoneo, para un pobre diablo que es la mar de feo. Y si es que se acerca bien podéis contar., ¡que se le escarmienta de una bofetá! ¡Arre allá!
Hablado
¡Ja, jar ja! ¡Me hacéis reirl ¿Sabiendo quien soy?
¿Y qué? ¿Sabéis quién soy yo?
No sé...
Pues OS lo voy á decir. (Breve pausa.) Del barrio del Avapiés, de pura raza española, yo soy...
— 19 —
«Pini ¿Quién?
'CAR. (Con soberana altivez.)
¡Una manóla!
*PlNI (Con menosprecio.)
Mas una manóla... ¿qué es? <Jar. Es... la flor de más primor
del pensil de nuestra tierra, . ¡el rico pomo que encierra los perfumes del amor! Es la hembra que sabe amar con todo su corazón, jy convertirse en león para defender su hogar! La que en la Plaza de Toros luce la blanca mantilla sobre un palmito que brilla más que todos los tesoros. La que lleva en la cabeza y sobre el pecho las flores .. ¡prendidas con los primores de sin igual gentileza! Es esa que con su hechura y seductor contoneo... ¿sabe encender el deseo... da una bendición del cura! Esa que la sal á mares lleva en su cuerpo hechicero; esa que con pie ligero cautiva por sus andares. La Sultana en las verbenas, la Reina en las romerías... lj el sol de las alegrías que hace evaporar las penas! Esa es la gentil manóla de alma noble y faz risueña: ¡la manóla madrileña, es la mujer española!
(Carlota vuelve la espalda á Pini.)
1?ini Por eso, manóla hermosa,
hoy os van á hacer dichosa
mis amores... jVos no pudisteis, ni en sueños, tenerlos más halagüeños,
ni mejores!
1
— 20 —
ESCENA IX
DICHOS y SALA ZAR
Sal, (Que aparece por el foro derecha á tiempo de oir á
Pini, acercándose cautelosamente y cruzándose de bra- zos.)
¿Estáis bien seguro de ello?
Car. (Pasando rápidamente al lado de Salazar, entre éste y
Pini.)
¡Juan Antonio!
PlNI (Separándose contrariado.)
jVoto al draque! ¿Quién os da derecho. .
Car. (interrumpiéndole.) Yo.
Sál. Lo tengo, pues, muy bastante
para exigiros respuesta... Pini Sois vos quien Va á contestarme.
¿Por qué usáis capa y sombrero
que el poderoso Squilache,
con la sanción del Monarca,
ha prohibido que usasen?
[Sois, por tanto, un delincuente
digno de estar en la cárcell Sal. Procurad guardar la lengua
si es que alguna falta os hace,
porque está muy en peligro
de que esta mano la arranque. Pini ¡Que soy un guardia walona:
cuidado con lo que se hace! Sal. ¡Yo soy un hijo del pueblo:
cuidado con sublevarme!
Car. (interponiéndose entre los dos.)
Pues yo digo que todo eso no merece incomodarse.
(A Pini.)
Guardad, señor oficial, esos bélicos arranques para defender la patria cuando el hon< r lo reclame; pero no hagáis los oficios de alguacilillo cte alcalde queriendo haceros valer • con amenazas de cárcel,
— 21 —
porque ese, no es vuestro ofioio. Idos, pues... y Dios os guarde.
(Le vuelve la espalda, procurando llevarse á Salazar por el lado opuesto. Queda Pini como humillado é in- deciso.)
Píni ' Decís bien... Ya me olvidaba de que, los de. . cierta clase, no merecen contender con los de mi alto linaje...
(Haciendo mutis por la izquierda.)
Sal, ¿Qué es lo que dice ese imMcil?
{Jar. (Conteniendo á Salazar que pasa á la izquierda,)
¡Que... debemos despreciarle! Pini (¡Pues no te perdona un Pini,
el desprecio que ahora le haces!)
(Desaparece foro izquierda.)
ESCENA X
SALAZAR y CARLOTA
S\L. [No sé como me contuve!
Car. ¡Esoá risa ha de tomarse!
(Pequeña pausa y transición.)
Pero, mira, no es lo mismo
reírse de un Squilacbe
usando sombrero y capa
que él prohibe, como sabes...
y ya sabes que no quiero
verte en peligrosos trances. Sal, Pues desecha esos temores
por pueriles y triviales,
y pensando como piensan
las mujeres de tu clase,
las manólas de tu rumbo
y las hembras de tu sangre,
nunca mires el peligro
que se venga por delante,
cuando al peligro, las voces
de nuestro deber nos llamen. Car. ¡Pero, mira!
(Mirando el foro izquierda por donde aparecen Piui y el Alcalde de corte, á quien aquél parece indicar la presencia de Salazar con sombrero y capa de los pro- hibidos.)
— 22 —
Sal. ¿Qué?
Car. (Bajo á 8aiazar.) ¡Un Alcalde
de Corte y Pini con él!
¡Ten prudencia! Sal. (ídem.) No te alarmes.
(Embozándose y dando el brazo á Carlota.^
Me embozo, me das el brazo: y si se obstinan, ¡bien vale la multa de seis ducados, esta gloria de llevarte con arrogancia española, ante un Pini y un Alcalde!
(Salazar, llevando del brazo á Carlota, y loe dos conv* arrogante porte, dirlgense hacia la derecha. Pero ape- nas iniciado este movimiento, les da la voz de alto el Alcalde.)
ESCENA XI
DICHOS, PINI, ALCALDE y ALGUACILES
ALC (Bajando con los Alguaciles. Pini queda en el fondo
en actitud expectante.)
¡Hola! ¡Embozado: Alto al Rey!
SAL. (Volviéndose de medio lado, sin soltar el brazo de-
Carlota y mirando al Alcalde como extrañado.}
¿Al... Rey?
Alc. En este momento, %
soy yo quien le represento
por los fueros de la ley. Sal. Provisto vais, pues, de fueros,
señor Alcalde de Corte... Alc. Fueros que, por vuestro porte,.
van el castigo á imponeros. Sal. Decid de qué me acusáis,
y acabe ya esta porfía. Alc. Os acusa en rebeldía,
la justicia que ultrajáis. Sal. Vuesamerced se equivoca;
pues nadie cual yo codicia
el respeto á la justicia,
¡cuando justicia se invoca! Alc. jYo invoco la ley del Rey!
Sal. (Soltando el brazo de Carlota y ya con cierto brío.)»'
[Pues yo apelo á la sanción
— 23 —
de la ley de la razón, que es razón de toda ley! Alc. ¿Así os atrevéis á hablar?
PlNI (Acercándose al Alcalde.)
Ya lo veis: se ha rebelado... Prendedle, y será juzgado por el fuero militar.
Sal . (Con valentía y arrogancia.)
¿Por qué invocas esos fueros
y de soldado blasonas,
si solo sois los walonas
una turba de extranjeros?
¡No se gana aquel blasón
con tan bajo servilismo!
Y aunque con todo el cinismo
de una cobarde traición
hoy á tus iras me inmoles,
¡yo con mis iras te reto
á que hables con más respeto
de los fueros españoles! Pini ¡Insolente! Alc. ¡Malhablado!
¡Prendedle!
(A los Alguaciles. Estos se acercan á Salazar.)
Sal. ¡No me toquéis!
Iré donde me llevéis. .
¡pero iré como hombre honrado! Car. Ma3 tú, ¿qué delito has hecho?
Sal. ¡El de tener dignidad!
CAR. (Por el Alcalde.)
¿Y es esa la autoridad
que ampara nuestro derecho?
S al. (Bajo á Carlota.)
¿Comprendes ahora por qué
siento mis odios mortales? Car. ¡Ya los míos son iguales!
¡Con ellos te vengaré! Alc ¡Ea, vamos al instante!
(Los Alguaciles han rodeado á Salazar y éste va con ellos sin resistencia,- después de estrechar la mano de * Carlota y lanzar una mirada de desprecio á Pini.) PlNI (Mirando á Salazar.)
¡A la cárcel!... (¡Me he vengado!)
(Dirigiéndose á Carlota con aire de triunfo.)
El... ya vistéis: ¡derrotado!
y yo... ya lo véis: ¡triunfante!...
— 24 —
Car. ¿Triunfante decís?... ¡Pues bien!
Soy mujer, soy española, soy de Madrí y soy manóla. ¡¡Veremos quién vence á quiéDÜ (Carlota vuelve la espalda á Pini y desaparece rápida- mente por la derecha.)
MUTACION
CUADRO SEGUNDO
Plaza de Antón Martin. Cuartel de Guardias walonas al foro derecha con puerta abierta, üna modesta hostería en primer término iz- quierda, también con puerta practicable y, frente á esta, una me- sita y un par de sillas.
ESCENA PRIMERA
VALENTÍN, MAGDALENA, CHISPEROS 1.° y 2.°, HOSTELERO, HOMBRES y MUJERES del pueblo (coro general). Todos de pie ba - tiendo palmas y Valentín acompañándose con la guitarra
üú&ica
Val. Leopoldo Primero,
el de Squilache, al buen Carlos Tercero
tiene hoy en jaque.
Mas con el pueblo, me parece que tiene
perdido el juego.
Todos ¡Ole con ole,
ole que sí! ¡Viva la gracia de Valentín!
Val. Para ser un Ministro
como se estilan, solamente tres cosas se necesitan.
— 25 —
Pico de loro, de gavilán las uñas, y alma de zorro,
Todos [Ole con ole! etc.
(üna pareja de baile, con castañuelas, acompaña tanr bién las seguidillas.)
Hablado
VAL. (Al Hostelero.)
Venga otra jarra de vino, que tengo el gaznate seco.
HOST. Al punto. (Se mete en la hostería.)
CHIS. 1.° (Aprovechando la ausencia del Hostelero y dirigién- dose á Valentín, al que todos se aproximan como de- seando saber su respuesta.)
¿Pero es verdad
que Salazar eitá, preso? Val. (Bajo.)
Ahí lo tienen los walonas,
y hay que hacer un escarmiento...
No olvidéis, pues, la consigna,
ni desmaye vuestro empeño,
que aunque no haga él la señal,
otro ocupará su puesto...
Idos ahora á vuestro sitio,
y cuando llegue el momento... Chis. 1.° No digas más... Chis. 2 o Entendido...
HoST. (Saliendo con una jarra.)
Aquí está el vino.
VAL. (Bajo á los que le rodean, y todos van ensanchando el
. circulo.) -
Silencio.
Host. ¡Y á fe que es de rechupete!
Val. (Llenando los vasos y cogiendo uno.)
Pues á beber, compañeros: porque un vaso de lo tinto, cuando dice «allá va eso»,
(Bajando la voz para recatarse del centinela.)
¡no ha nacido un Squilache que se atreva á contenerlo!
(Todos beben.)
— 26 —
Hosr ¡Bien dicho!
VaL. (Dando unas monedas al Hostelero.)
Y ahora, tomad; y Dios os guarde, hostelero.
(Se van todos por distintos lados.)
Host. Vayan con Dios vuesarcedes...
(Al quedarse feolo y retirando mesa y sillas en ia hos- tería.)
Pues, señor... mucho me temo que al cabo nob den que hacer... las capas y los sombreros. (Mutis.)
ESCENA II
CARLOTA, el CENTINELA y PINI luego
Una campana da las doce. Se oye á continuación un toque de corne- ta «á rancho». Al terminar, sale por primer término izquierda Carlo- ta, vestida de hombre, con mucho rumbo, embozada hasta los ojos con capa talar y cubierta con sombrero gacho. Al salir, dirige una mirada en torno, fíjase en el centinela que está én último término derecha y se dirige á él; pero cuando llega á mitad del escenario el centinela da la voz de «lalto!» y párase Carlota
Cen í . ¡Alto! ¿quién vive?
Car Mi España.
Cent. ¿Y qué gente?
Car Un embozado.
Cent. ¡Abajo embozo!
Car. ¡Cuidado!
Tenéis la voz muy uraña,
y á mí no hay quien me hable gordo.
PlNI (Que ha salido del cuartel al oir la voz del centinela.)
¿Desoís la ley marcial?
C^R. (Simulando en todo lo posible una voz varonil hasta
descubrirse.)
Ya veis, señor oficial,
hoy, por lo visto... estoy sordo.
Pini Y á más de sordo, imprudente.
Car. ¿La razón?
Pini Ese ropaje.
Car. Es de mi uso.
Pini ¡Es un ultraje!
Car. Y bien...
Pini Que no se consiente.
— 27 —
Car. Pues no habrá quien me lo quite.
Pini ¿Y si fuese yo?
Car. Prcbad.
Pini Vais á verlo ...
Car, (Desembozándose rápidamente al acercarse Pini y dán-
dole un sonoro bofetón.)
¡Pues tomad!
(Se precipita inmediatamente en escena toda la gente sublevada, que, con Valentín á la cabeza, estaba en acecho en las boca-calles del fondo. El Chispero 1.° y otro, que, ocultándose detrás de la garita, se habrán aproximado convenientemente al centinela, se abalan- zan ahora sobre éste con rapidez, le sujetan y le me- ten en el cuartel.) CHIS. 1.0 (Al sujetar con otro al centinela.)
¡Date!
Pini (Asombrado.) jQué es esto!
Car. ¡El desquite!
ESCENA III \
CARLOTA, PINI, VALENTÍN y demás HOMBRES y MUJERES del pueblo
Val. (Amenazando cómicamente con una pistola á Pini, á
quien todas las Mujeres sujetan.)
¡Y cuidado con chistar.!
Car. (Dirigiéndose á los hombres después de echar mano á
la espada de Pini.)
¡Vamos adentro al instante!...
(Carlota, espada en mano, entra corriendo en el cuar- tel seguida de todos los hombres, menos Valentín, que queda con las mujeres, amenazando con su pistola á> Pini, á cualquier movimiento de éste.)
ESCENA IV
PINI, VALENTÍN y MUJERES
Pini ¡Pero qué atropello es este!
(Apuntándole con ia pistola*)
Val. Este... es de los que hacen sangre. Mag. No habrá nunca un atropello tan sin razón ni tan grande,
— 28 ~
como aquel que cometieron los vuestros, dos años hace. Sin más pretexto que abrir espacio para formarse, en un popular festejo de ciertas bodas reales, los walonas á la plebe atropellaron brutales, ¡dejando allí entre otras víctimas el cadáver de mi madre! ¡Canallas!... No habéis pagado aún esa deuda de sangre, y no es extraño que el pueblo venganzas quiera tomarse.., ¡como las que yo me tomo para vengar á mi madre!
(Arrojándose sobre Pini. Todas la secundan.)
¡Mueran los Guardias walonas!
Todas ¡Mueran! Mag. ¡Vamos á arrastrarle!
Todas ¡Vamos!... Pini ¡Por Dios!...
Val. (cómicamente.) ¡Dios te valga!
PlNI (Cayendo al suelo arrollado por las mujeres.)
¡Quién me salva!...
ESCENA V
DICHOS, SALAZAR, CARLOTA, y todos los demás hombres del pue- blo, que van saliendo del cuartel armados de fusiles
Sal. (saliendo.) ¡Yo! ¡Dejadle!
(Una pausa de expectación.)
Mag. ¡Es mi venganza!
tí al. ¡Y la mía!
¡De ese quiero yo vengarme!
(Dejan libre á Pini. Este se levanta, pero siempre vi- gilado por la pistola de Valentín.)
Mag* ¡Pues mátale!
Sal. Poco es eso...
Mas cruel castigo he de darle.
(Pausa. Salazar se aproxima á Pini.)
Por canalla y por villano, por pequeño y por cobarde, me vengo... ¡con el desprecio!
- 29 ~~
¡Mayor venganza no cabe! Y en 'prueba de que, ni os temo, ni me importáis un adarme, libre os dejo... ¡Ved ahora quién de los dos es más grande!
CAR. (a Pini, y marcando con intención.)
«¡Veremos quién vence á quién!» ¿Recordáis?. . ¡Pues así se hace!...
PlNI (Haciendo mutis por la izquierda.)
(¡Qué humillación!...)
Sal, (Que se ha reunido con los suyos.)
¡Madrileños: á derribar á Squilache!
(Todos contestan con una exclamación de bélico cora je. Salazar y Carlota inician el mutis por la izquierda,, y el coro comienza á cantar el Himno, pero retroce- den entonces Carlota y Salazar imponiendo el silen- cio.)
Música
Coro Ya el despotismo
cayó al abismo, y está en su trono la libertad...
Car. ¡Callad! ¡Callad!...
Si hoy aún ese trono hemos de conquistar, todavía el gran himno no debemos cantar...
Sal. ¡Tiene razón!
Val. ¡Es la verdad!
Car. ¡Conquistemos primero el blasón
de ese trono de la libertad!...
Todos ¡Vamos, pues, á por ese blasón
que es el trono de la libertad!...
Hablado
Car. ¡Abajo el tirano!...
Todos (con virilidad.) ¡Abajo!...
Sal. ¡Vamcs á pedir justicia
para la honrada milicia de los hijos del trabajo!...
— 30 -
Y, pues, nuestra dignidad es quien nos lanza á la lid, ¡viva el pueblo de Madrid! jy viva la libertad!
(?e van todos bulliciosos por la derecha dando gritos de «¡Muera el despotismo!» «lAbajo la tiranía!» al mis- mo tiempo que ataca fuerte la orquesta y baja el telón.)
MUTACIÓN
CUADRO TERCERO
Salón lujoso, de época, en casa del Marqués de Squilacbe. Puerta de entrada á la izquierda y un balcón al foro
ESCENA PRIMERA
SQU1LACHE, GRIMALDI, un CAPITAN DE CORPS, y algunof OFICIALES WA LONAS. Los dos primeros jugando al Ajedrez sobre una mesita á la derecha: los demás en un grupo á la izquierda co- mentando el contenido de un papel que les enseña con misterio el
Capitán
M. Squi. Perdido os veo, Grimaldi...
M. Grim. Peor yo os miro, Squilache...
M. Squi. Yo estoy fuerte... en realezas. (Por el juego.)
M. Grim. Yo lo estoy... en baluartes... (ídem.)
M. Squi. Perdéis terreno...
M. Grim. Vos más...
Cap Esas sí que son verdades...
Los dos perdéis gran terreno,
en las masas populares. M. Squi. ¡Qué me importa el populacho! M. Grim. [Cuidad de que os ponga en jaque...
porque perdéis la partida! M. Squi. No tengo por qué apurarme;
mientras esté ante el tablero..,
sigo mi juego adelante.
¿Me entendisteis, Capitán? Cap. Ya sé que hacéis cuanto os place. .
Y á propósito del ca3o.
Permitidme que os relate
— 31 —
una sátira que el pueblo
os ha compuesto: escuchadme.
(Lee el papel que lleva en la mano.)
«Yo, el gran Leopoldo primero, marqués de Squilache Augusto, rijo la España á mi gusto, y mando en Carlos tercero. Hago en los dos cuanto quiero; nada consulto ni informo, todo á mi gusto lo formo y á los pueblos aniquilo... y el buen Carlos, mi pupilo, dice á todo: me conformo.» ¿Qué os parecer
M. Squi. jUna insolencia!
Cap. Pues... ya eupipieza á insolentarse con vos... ese populacho que en poca cosa juzgásteis.
M. Squi. ¡Ay de él, si al desmán se atreve!
Cap. O ¡ay de nosotros!... ¡Quién sabe!
ESCENA II
DICHOS y PINI PlNI (Entrando precipitadamente.)
¡Ay, nobles amigos! ¡Ay, tío del alma! ¡Qué cosas que ocurrenl ¡Qué cosas que pasan!
M. Squi. ¿Qué es ello?
Pini Que el pueblo
ya en furias estalla, y vuestra cabeza pidiendo en voz alta aquí se dirije, y aquí se abalanza...
Cap. ¿No os dije, Squilache,
que había borrasca? ¡Pues ya la tenemos muy cerca! Miradla.
(indicando por el balcón.) VOZ (Dentro.)
¡Abajo Squilache!
- 32 -
VARIAS (ídem, ídem.)
(¡Abajo!!...
M. Sqüi. ¡Canallas!...
(Hacer frente, es necio... ¿Mas quién se acobarda teniendo caudales de astucias y mañas?...) Que suba uno en nombre de toda esa masa, y que de sus quejas exponga la causa. Con este pretexto buen tiempo se gana, y mientras... (ai Capitán.)
Cap. Comprendo... Fiad en mí.
M. Sqüi. Gracias.
(Vase el Capitán.)
ESCENA III
DICHOS menos el CAPITAN DE CORPS
Ofic. Wal. ¿Y qué hacemos nosotros? Pini ¿Nosotros? Prudencia y cachaza.
VOZ (Fuera.)
¡Mueran los tiranos! (Murmullos.)
Otras (ídem.)
¡Viva libre España! (ídem.) M. Squi. ¡Esas necias voces!...
Sal. (Presentándose en la puerta de la izquierda»
¡Son voces honradas!... (pausa.)
ESCENA IV
DICHOS y SALAZAR
M. Sqüi. Y bien, explicaos:
esa turba en motín sublevada... Sal. ¡Es el pueblo! El que habéis olvidado
los que estáis del poder en las gradas;
ese pueblo que dócil y honrado
llenó vuestras arcas,
— 33 —
t
arrancando á la tierra sus frutos,
manteniendo el calor de las fraguas,
y al trabajo rindiendo tributos
con firmes constancias.
Es aquel que alcanzó la victoria
en las lides de rudas batallas...
¡con su sangre comprando la gloria
de vuestras hazañas!
Es aquel que está siempre dispuesto
á morir defendiendo la patria,
¡y que nunca tolera el denuesto
ni teme arrogancias!
Atended, atended sus acentos,
que salen del alma...
y temblad, pues boy viene rugiendo...
¡como ola que avanza! M. Squi. ¿Y qué quiere esa gente"? Sal. ¡Justicia!
Justicia hoy reclama,
¡ese pueblo que tan pocas veces
justicias alcanza!...
Oprimido por crueles insidias
de gentes extrañas,
cansado de intrigas
y ahito de farsas,
¡al fin rompe el pueblo
cadena y mordaza,
y os arroja á todos
fuera de su casa! M. Squi. Mas... ¿con qué derecho?... Sal. ¿No es él el qne os paga?...
¡Pues él es el amo,
y no el siervo domable á la tralla!
(Apenas termina Salazar el último verso, «e oyen den- tro los clarines de Caballería tocando á «ataque*; gran- des murmullos, en seguida; voces, lamento?, algún tiro, etc.)
PlNI (Con grandes muestras de júbilo.)
¡Los de Corps!... M. Squi. (Mis salvadores!...)
(a Salazar, por la batida de los de Corps.)
Así os contesto yo á vos... Sai.. ¿Qué?
(Hace un movimiento como para acometer á Squila- che, pero al mismo tiempo queda aterrado al oir, como un lamento de muerte, la voz de Carlota.)
3
(Dentro.) (¡Juan Antonio!!...
(Yendo al balcón.) ¡Gran Diosl...
¡Carlota!... ¡¡Muerta!!... ¡Ah!...
(Aprovechan e3te momento los Walonas para prender por detrás á Salazar.)
¡Traidores!...
¡Daos preso!...
¡Viles, soltad!... Ya es inútil que breguéis... Y ahora, invocad si queréis esa vuestra libertad...
(En el colmo de la indignación.)
¡Así vencen los tirano?!
¡Así triunfa el despotismo!
¡Cobardes! ¡Vuestro heroísmo
siempre es ese: el de inhumanos!
¡Unid á vuestro blasón
el blasón de esta proeza!
¡De qué os sirve la nobleza,
si no tenéis corazón!... (Telón rápido.)
MUTACIÓN
CUADRO CUARTO
Decoración de calabozo. Puerta de entrada á la izquierda. A la de- recha una reja alta. Un jergón, un banquillo de dos cuerpos,
etcétera.
ESCENA PRIMERA
SALAZAR
Se oye una voz que parece cantar en el interior de otro calabozo, y levántase el telón al promediar la canción, apareciendo Salazar en* cadenado, sentado en el banquillo, triste y meditabundo
Música
Car. Sal.
Oficiales Sal. M. Sqüi.
Sal.
VOZ (Dentro.)
En un calabozo oscuro encadenado me veo,
— 35 —
por defender con mi sangre las libertades del pueblo.
jQué triste es la vida
sin la libertad! ¡Qué amargas las horas
de mi soledadl
Ya todos me dejan, me olvidan quizá... Tan solo mi madre no me olvidará...
♦ ¡Pobrecita
madrecita!
Tú jamás
dejarás de llorarme ni un día... jAy, madre del alma mía!
Hablado
También ese como yo cautivo en amarras férreas, por no rendir vasallajes á servilismos que afrentan...
(Pausa.)
¡Pobre Madrid!... Pobre pueblo en manos de esa caterva de explotadores de oficio, políticos de alma negra, enjambre de vividores y farsantes sin vergüenza... ¡de la libertad verdugos y ladrones de la Hacienda!
(Levantándose y creciendo su agitación.)
Y ese rebaño insaciable, «sa legión de hombres fieras, nos oprime, nos estruja, nos aplasta, nos patea, y al infeliz ultrajado
- ^ _
que el ultraje no tolera, lo persiguen, lo amordazan, lo abarrotan, lo encadenan... ¡y si es que no lo asesinan, lo hacen morir de vergüenza!
(Pausa y transición convenientes.)
¡Cuán desdichada jornada fué hace dos días la nuestra! Invocando los derechos de legítima defensa, la «milicia del trabajo» lanza el grito de protesta. Mas sonó el clarín guerrero, y al punto, y sin más alertar los escuadrones de Corps embisten á la carrera; á los del pueblo afcuchillfcn, la libertad atropellan, olas de sangre levantan, asesinando bravean... ¡y una de aquellas espadas dignas de mejor contienda,, implacable, á mi Carlota alcanza y la deja muerta! ¡Muerta, sí!... Bañada en sangre, inmóvil besó la tierra... ¡Tal vez el último beso de aquella boca hechicera, que como panal de mieles endulzaba mi existencia!
caer la cabeza entre las manos, apoyados los codos sobre el segundo cuerpo del banquillo. Pausa. Se oye dentro, como al pie de los muros de la cárcel, por el lado de la reja, la voz de Carlota que canta. Queda encomendado al talento del actor la transición que se opera en Salazar y su actitud mientras se oye la canción.)
Música
CAR, (Dentro.")
Juan Antonio de mi vida, que en esa cárcel estás, y á tu Carlota querida muerta tal vez llorará?.
Oye mi voz que te llama y consuela tu aflicción, «que Carlota aun vive y te ama con todo su corazón.
Y acaso muy pronto amanezca el día que con alegría te pueda abrazar. Espera entre tanto que suene dichoso el himno glorioso de la libertad.
No sufras, no temas, oonfía en mi amor... jY adiós, Juan Antonio de mi corazón!
^Perdiéndose la voz.)
Hablado
Sal. ¡Ella!... ¡Aun vive mi Carlota!...
¡Oh, Dios grande y Dios eterno!
¡Recibe mi gratitud
por el bien de este consuelo!
(Cae de rodillas. Se abre la puerta del calabozo y apa- recen Pini, un Escribano y un Fraile.)
ESCENA II
DICHO. PINI, ESCRIBANO y VALENTÍN, de fraile, cubierta la cara con el capuchón
PlNI (Desde la puerta.)
Pasad, señor Escribano.
Y vos, Padre Reverendo...
(Entran y el Escribano desdobla unos papeles que se dispone á leer.)
Y bien, (a saiazar.) Oid la sentencia que á notificaros vengo.
Leed. (Al Escribano.)
Sal, Señor Escribano,
38
no os molestéis, os lo ruego. Ya esa sentencia de muerte por notificada tengo, pues la tuve por sabida desde que entré en este encierro. Pini Pues, ea, sabed que en ella
manda el Consejo Supremo que se os fusile á las diez... y á las diez contaos muerto. Vamos, señor Escribano...
(El Escribano se dirige á la pue
Y vos, Padre Reverendo, cumplid con el sentenciado vuestro santo ministerio...
(Acercándose á Salazar, bajando la voz y como expre sando la satisfacción de la venganza.)
Con desprecio me humillasteis... y no perdono el desprecio... Hoy moriréis á mis manos, y quedarán satisfechos los furores de mis odios y los odios de mis celos...
(Pini y el Escribano hacen mutis.)
ESCENA III
SALAZAR y VALENTÍN SAL. ÍCon sonrisa de desprecio por Pini.)
¡Qué ruindad!... ¡Qué miseria!... 53
\ AL. (Quitándose la capucha y como terminando la frase.)'
¡Y qué cobarde y qué necio!... Sal. ¡Cómo! ¿quién sois vos? ¡Ah! tú eres...
Val. Soy Valentín el chispero.
Sal. ¿Y cómo aquí en ese traje?
Val. Al punto vais á saberlo.
(Pausa conveniente.)
A la calle salí un día con mi capa y mi sombrero, y por solo este delito querían llevarme preso. Mas quiso mi buena suerte que presenciara el suceso... ¿Quién diréis?... ¡Vuestra Carlota, que fué entonces mi ángel buenol
— 39 —
Por eso al verla después herida, en trance funesto, del arroyo la recojo, á mi casa me la llevo, mi madre y mi Magdalena Ja han cuidado con esmero, y hoy, al cabo de dos días, tiene ya curado el cuerpo... ¡Pero no el alma!... y al ver su llanto y su desconsuelo, me dió tal pena, que dije: «¡Valentín, á echar el restol» Recordé en ello pensando mi noviciado de lego; sé que estos hábitos tienen donde quiera entrada y puesto, y no vacilé: aquí vine; la triste nueva me dieron de vuestra sentencia, y pude lograr mi fin, con pretexto de administrar los auxilios de la religión al reo. Conque ya lo sabéis todo, y no perdamos más tiempo.
(Comenzando á despojarse de los hábitos.) SAL. (Conteniéndole.)
¿Qué vas á hacer? Val. Despojarme
de mi disfraz al momento
para que con él podáis
vos ahora salvaros ... Sal. ¡Quieto!
Ven acá... dame un abrazo...
(Se abrazan.)
¡Con toda el alma agradezco
esa generosidad
de que la tuya da ejemplo!
Pero víctima por víctima,
deja que ocupe mi puesto... Val. ¡Rah! yo no estoy sentenciado
y habrá de salvarme tiempo.
¡Salvaos vos ahora!... Sal. ¡Basta! Val. ¡Por vuestra Carlota os ruego!...
Sal. ¡Por ella yo te suplico
que no hablemos ya más de ello!
— 40 —
(Pausa.)
Y mira... cuando la veas... después... cuando yo haya muerto... dila que solo en el mundo una esperanza me dejo: ¡la de tener siempre vida viviendo en su pensamiento!... Val. ¿Luego... no aceptáis mi plan?...
¡Pues será por otro medio! ¿Cuál?... ¡No sé!... ¿Cómo?... ¡Lo ignoro!... ¡Cualquiera, y á cualquier precio! Si es atrevido, ¡no importa!... si es arriesgado, ¡no hay miedo!... Y, en fin, sea como sea, ¡os salvaré, lo prometo!...
(Va á hacer mutis por la izquierda, pero cuando llega á la puerta se oye una campana que da las diez, y se detiene con terror.)
(¡Las diez!...)
SAL . (Sin desfallecimiento.)
(¡Las diez!...)
(Se oye redoblar de tambor.)
Val. (¡Ya se acercan!
¡Ya llegó el trance funesto!...)
(Cubriéndose con la capucha y acercándose á Salazar echando latines, al ver aparecer en la puerta á Pini y soldados.)
ESCENA IV
DICHOS, PINI y SOLDADOS PlNI (Después de formar el cuadro.)
Las diez han dado en la torre... Sal. Vamos, pues, cuando queráis...
PlNI (a los soldados.)
Desatadle y conducidle...
(Los soldados van á desatarle.) Val. (Acercándose á Pini, fingiendo la voz algo grave, pero
sin matiz cómico.)
Decid, señor Oficial, ¿y dónde es la ejecución?... Pini Con objeto de evitar
que hoy se entere el populacho y cometa algún desmán,
— 41 —
ahí fuera en el amplio patio
y á puertas cerradas... Val. Ya... Pini Ea, vamos.
(A los soldados. Dos de estos llevan sujeto á Sala zar, y apenas da este algunos pasos se oye lejano el himno del pueblo.)
Sal. (Parándose de repente y cambiando de expresión su
semblante.)
¡Un momento!
¡Sí!... ¡no es un sueño!... ¿Escucháis?
¡La voz del pueblo triunfante!...
¡El himno de libertad!... Pini Son voces del populacho
que no nos han de importar ..
Se ha de cumplir lo que ordena
la justicia, y nada más. Sal. ¡La justicia, no!... ¡no es eso!...
¡Yo no soy un criminal!...
¿Lo han sido los comuneros
ante la historia?... ¡Jamás!,..
Pues el crimen de Padilla
es hoy el de Salazar,
y el patrio amor de Lanuza
el que hoy conmigo inmoláis...
Mas no pido á mis verdugos
clemencia... ¡no!... ¡asesinad!...
¡La vida dejo contento,
que oyendo ese himno cantar,
ya no me importa morir!...
¡¡Matadme, matadme ya!!...
(Con la gallardía y entusiasmo de un héroe. Telón rá- pido.)
MUTACION
CUADRO QUINTO
Amplia plaza con calles laterales
ESCENA PRIMERA
MAGDALENA, CHISPEROS 1.° y 2.° y demás HOMBRES y MUJE- RES del pueble. Al levantarse el telón van apareciendo en escena cantando el mismo himno que se oyó en el cuadro anterior y que sin cesar se ha ido acercando hasta ahora
Música
Todos Ya el despotismo
cayó al abismo, y está en su trono la libertad. Somos milicia de la justicia, y es nuestro lema: «¡fraternidad!»
(Se oye una descarga, y dejan de cantar de pronto )
Hablado
TODOS (Al oirse la descarga.)
¡AhL.
Mag. ¡Dios santo!...
Chis, l.o ¡Una descarga!...
Chis. 2.o ¡Y ha sido allí!...
(Señalando foro izquierda.)
Chis, l.o ¡Sí, allí dentro!...
¡en el patio de la cárcel! ... ¡Ya no hay duda ni hay remedio: nosotros hemos triunfado... pero Salazar ha muerto!...
CAR. (Muy alborozada dentro.)
¡¡El indulto!!... Mag. ¡Tarde llega!...
Mas cómo decirle..
— 43 —
ESCENA II
DICHOS y CARLOTA
Car. (Que sale por la derecha, corriendo con un papel en la
mano.)
¡Vedlo!...
¡Aquí traigo ya su indulto!. .
I Vamos, pues; vamos corriendo!...
CHIS. 1.° (Procurando contenerla.)
Espera, mujer... ten calma. . Car. ¡Pero qué me estás diciendo!...
¿Sabes tú lo que me pides
pidiendo calma á mi pecho?. .
¡Volando iré!... Chis, l.o Mas... ¿Adónde?...
Car. ¡Pero no lo estás oyendo!
¡A darle la libertad!...
¡Libertad y amor á un tiempo!...
(Se va corriendo foro izquierda.) CHIS. 2.° ¡Espera!... (Yendo tras ella.)
Chis, l.o ¡Detente!...
Chis. 2.° (Ya dentro.) ¡Escucha!
(Se van todos detrás de Carlota, como para detenerla; pero al oir á Valentín que viene por la derecha, vuel- ven y se detienen en escena el Chispero 1.°, Magdalena y algunos otros.)
ESCENA III
VALENTIN, MAGDALENA, CHISPEROS y varios HOMBRES y MU- JERES y varios WALONAS luego
Val. (Que viene por el foro derecha, corriendo y como es-
pantado.)
¡¡Favor!!...
MaG. (Volviéndose á él.)
¡Valentín!... Chis, l.o (ídem.) ¡Qué es eso!...
Val. ¡Ay!... ¡los malditos Walonas
que me vienen persiguiendo!...
¡Ahí los tenéis!...
(Tratando de ocultarse entre un grupo de mujeres, é
— 44 —
indicando al foro derecha por donde aparecen varios Walonas.)
Güar. l.o ¡Entregadnos
á ese frailucho al momento! Mag . ¡No es frailucho, que es mi novio! Chis, l.o ¿Sepamos, pues, lo que ha hecho. Güar. l.o ¡Un crimen!... Val. * Pero ese crimen...
¡fué por evitar el vuestro!...
(a los suyos.)
Formado estaba en el patio el piquete frente al reo, y yo que echando latines iba también detrás de ello?, me subo sobre la tapia, echo mano á mi chispero, apunto, tiro... ¡y rodando f ué ese Pini por el suelo! Entonces los del piquete, claro está, ¡prum!... me hacen fuego, al punto que yo en la calle libre de un salto me veo... Es decir, eso de libre... es porque corro más que ellos. Güar. l.o Ea, entregádnosle al punto ó le apunto y hago fuego...
(Amenazando con el fusil.) MaG. (Abrazándose á Valentín.)
¡Pues ya podéis apuntar,
y apuntad después dos muertos!
(Los hombres se colocan delante con arrogancia ame-, nazadora y algunos sacan una pistola; pero al ver este movimiento los Walonas, apuntan con los fusiles rápi- damente.)
Hombres ¡Atrás!...
Guar. l.o (Apuntando.) ¡En nombre del Rey!...
ESCENA IV
DICHOS, SALAZAR, CARLOTA, y demás HOMBRES y MUJERES del pueblo
Sal. (Presentándose de pronto gallardamente.)
¡En nombre del Rey, teneosl
— 45 —
Val. (y todos los que con él estaban.)
¡Salazar!...
(Salazar abraza á Valentín y estrecha la mano de los suyos; también Carlota fraterniza con ellos.) GüAR. 1.0 (a Salazar.) ¿Y quién SOÍS VOS
para impedir nuestros fueros? Sal. Quien tiene en esta ocasión,
fuerza y poder para hacerlo.
Sabed que el Rey se ha servido
atender la voz del pueblo,
y á Squilaches y á Walonas
los condena á extrañamiento ..
Hoy mismo saldréis de aquí...
¡Del poder, vais al destierro!...
[Desde la cumbre, al abismo!...
¡Verdugos ayer, y hoy reos!...
En nuestra casa os metisteis,
con la altivez del soberbio,
y en nuestra casa no caben
soberbias de tiranuelos,
que aunque humilde, ¡no es de esclavos
el honrado hogar del pueblo!... Mag . ¡Fuera los Walonas!... Todos ¡Fuera!... Chis, l.o ¡Idos de aquí!...
(Se van retirando los Walonas.)
Chis. 2.o ¡Idos lejos!,..
Val. ¡No queremos gente extraña!. .
Car. ¡Queremos soldados nuestros!...
(Los Walonas han desaparecido y Salazar queda en el centro de los del pueblo.)
Sal. Y queremos, sobre todo,
que los hombres de gobierno, sean justos y respeten la libertad y el derecho. El modo de conseguirlo, ya pudimos aprenderlo: lo hemos visto en mi derrota y en vuestro triunfo lo vemos. Consiste en la unión de todos, y todos formando un cuerpo: con una sola bandera, con un mismo pensamiento, y sin olvidar deberes para mantener derechos. ¡Rinda, pues, culto de amor
— 46 —
la gran familia de obreros, y únanse todos sus hijos cantando El Himno del Pueblo!
(Ataca briosamente la orquesta los primeros compases del himno, y baja el telón.)
FIN DE LA ZARZUELA
Obras cU Qosé Rovo cU £eón
El puñal de la envidia. (Drama en verso.)
Un inglés de bona pasta. (Saínete en verso.)
Un tenorio <!t espardeña. (Saínete en verso.)
El palleter. (Zarzuela en verso.)
La barraca del Turia. (Zarzuela en prosa y verso )
Entre naranjos. (Zarzuela en prosa.)
La borrasca. (Zarzuela en verso y prosa.)
Los miserables. (Zarzuela en prosa.)
Noche de bodas. (1) (Zarzuela en prosa y verso.)
El príncipe soñador. (Zarzuela en prosa y verso.)
El himno del pueblo. (2) (Zarzuela en verso.)
(i)
(2)
En colaboración con los Sres. Asensio Más y Sepúlveda. Idem con D. Salvador Jordán,
Obras cU Salvador (Jor&án Doré
Infamia y nobleza , drama en tres actos y en verso. Estre- nado en Canarias (Orotava), el 2 de Mayo de 1907.
El broquü. (Sin estrenar.) Disparate cómico en verso, bilingüe. Escena en Tarragona.
Ave de paso ¡cañazo! ó á falta de pan, buenas son tortas. (Sin estrenar.) Zarzuela cómica de escenas militares en un acto, dividido en tres cuadros, en prosa y verso, en colaboración con D. Aureliano Martínez Ulibarry.
El himno del pueblo, zarzuela en verso, en colaboración con D. José Royo de León.
Precio: UNO. peseta