ooo rea A inn srt. X AS ¿da Fe Ss Er eS riada e > A ota Pci cade ea cadete robe qe Era inde trctns dt rta ro Ae pá Y A IO ALLA A : AA FIERA AN ee oi AAA ANS o Mu | A . vy rr RE LDya yy y an UI rn ivan | | A CNA o Pedir HA NR a “n A SORA Alla, A : UVIriyw A ¡ NAT 0Ñ ve" A a E Do IAS A a o MAL TINA E IIA A PASAS GR e ALLA Uds va mo AN III FEA 0 adi VAT Www IH Do 0 dl AAA Lido , vw ATA Lema h a Ur ver YY ' son pd Ts ..” , y Pes ] Sy” "Uy RE nta Ay tercero p AAN Ub AR AA Mi S ys sra TN LAA q 20 ie Jr? b NÁhA= dd mt ¡ye ¡ HELENA A AGIGN AS AS > IS y de es : ” O Mor | | y A AA] A Ll a AAA) RRA A ya LTS re e o AA 05] pl AA v A 3 “AA mas $ Divnes yl AA e sell J" FIRST B y Ll MH vy yt ef AS y" A A mas Y, yy: A ld O 0 TAN LE E A Ev y 3 Hell yr: 04m a E Mr * Al AE da PEPE 1 : É ] = = a AOS .. 3 lapa yy ne iia ps y po p) q 3 mv ros) h ds | yl? 2 $ As e LEN : y" ao A aporte id IIA +7 US Y A : Cr did h z Je 2 NS A eeeevitasa ur tos dar A PEPPER ¡ada del Pu Ed : : po : 17 ! E dd LL PODA AA cr ran A AMA A 3 . NE z y cd s- A y ES , », SENS A A A E E Han “207 9 A a. o S ce : ¡DM ie oye 8d) A Mer de ETT Tr Uve e y . Las SS NY: ls » ol : ul (TOR AO e rá ET ISE Suso - ERES : g CRE a DAN Una AS , Mw 4. vb a Si Ni EN e En. a ] A A Nui o VPUIE AD Me ds Ef QUEoS de cl Me ” vv parón me) JA did Le ¡DEN HA PEAD E e A TAS PARIBEE pp AA IS Y a + moves O Nvo roy AMÓ 4 E HA a pa A mm 1) nidad munts : "Ivy U0N y SE 2o AAA dd a] ; 1d , y d A . % | O AA PON Ao INTA IL ds l y " EU IE a ios ESE IRE ] IV N SY i Ñ ] BA A, ETA A ob hd O AE dl =>b A | UN Mia DELE ARA LAA ñ RA AJA , , su WN Ay Y 4 W ey AA AA vY AL > Ñ A MA US A add ¡0% Ds nx YOR A a e “uy A Y TS, MAUI Udala A >] Y Uwe A FIFA , ITA PLuULYOn ORTA DI UY a VAT a AA l wr“ RIA ADAL A ds AR A SL 394 ALP | ; JAS Me, NU AA » y PU ES YY MAY xQ BS . > ñ Ñ ATAT! SA AAA ¡00N Dr III AA Me y co, w " -% uED A 4 0 a 7 y AOSTA » » SIN GV A NUVUEOE est d Ma asi La] e" q vo ¡UND AY ¿uo uña ¡WNAEVO AA INV AAA Ye. ! val uu o! we 94 Uy po Y A A o JPA z ES a ls 414 DA e 77 yor ll LAVA V WO O uv yd” Pad BTSCNy * 97 HEEE | USANAN AANRO: e sá yan y pl ye, » AA, wr E kl Wu ur 355: E US »é Mer djs EN tai EIA Sa y AS 4 1447] AS v A ARA 5 SUS Y Y Je AS POVI E A hó ENANA In, Bin PO A illes il nd, da EE n ñ tez EH "A A E Md ' Mm UNYy 343 Woyw mp al vit gar Mo IN A Put. na w HA AA. A / A | Na, L NAAA gl .Hoa Ar So dde AS A E Y q po Mi B PARA SE 5 HU ARA OO va A 17 A vi a AAA AAA ASIS A GA Us AS PEO y WO v E] qn PY Um E A TOM We Uy Y yaa w ss lu IU E 3 EN SAY S ÍN UN p IVAR Yo A mi PA e AA 257 4 0 Ms! bj br MUDO e A ae 00) y Ha EE Ye me a! APR > e LA WOJYS Ss A VER LA Mg AAA Mw PIS 1 y v yr y 4 Shu Nu! De > 0 Po . 47] ¿G7w a. do hoy a A UN Al AT PRAO vw vEcLL pa Yoyo! MAS ua "PON SAA A ¿We e usa a al TTM! A "y E al UNA HA v 5 > Ñ e y m5 > IS he ' * bo! Ji1 Py Aa Muliión SOSA dll 7 A Ad Ll ad A A Vio mol o al DO O ul AS A DA e IS ma OGG TH AN rs Yo AR A il : 44 LE : my ATA JA | AAA "OU me 3 S l E 9 F FS e pa! AA EL AA] A A IR AAA po Y . mt 0 0 Ml E 00 al dl NN A ARDAA l A AU rre Da ms ll “oO A Mu O A PS dr CNN o TO! Ol abs “Win AA +9 "WAY ul has , ¿ P E A re w 00) Me tran os Dos DD ATA A A GA PP: E "oy | > e Ús 1 nt» $ | a O A A as So UN: Das ] 0, Z SN SUN oO dd ¡JUSU UIT ORES ay! PL Ny y 1 ya A SoY Ue - pla . JON : - wd ¡NED E a IL Ñ MA aut? yo ERA m.' ,( - » - rm. OPE Vw ANIOS | LL O 7 ¡ 3h y/ AO! To A 13, us QU, 33 Que, q ; ba 1 yl Vw A O os TITS di 1d LT] Mun oy w A A ie AMEN bob a oe dl, A MAA A (í . AS Al US NS e dd MID EL AT ERA y PA pe E DARAS Ayer qn! e contan Ins ES ! EN de) ETT GN EL HORNERO VOLUMEN 1 EL HBOKNERO REVISTA DE LA SOSMEDAD ORNTrOLOGlO/A DELE PIE ATA PARA EL ESTUDIO Y PROTECCION DE LAS AVES DE LA ARGENTINA Y PAISES VECINOS VOLUMEN il HORNERO (Furnarius rufus) SECRETARIA DE LA $. O. P. MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL PERÚ, 208 BUENOS AIRES 1920 - 1922 SUMARIO DEL VOLUMEN ll Lista de miembros honorarios, correspondientes y activos de la S. O. P. Asta II il EStatutos ido iO dae atada . N* I, JULIO DE 1920 R. Dabbene. — Los pingúines de las costas e islas de los mares argentinos (11 figuras) J. Tremoleras. — Lista de aves UTUBGUAYAS' .......ccooconcooncrcar o A. G. Bennett. — Breves notas sobre las aves antárticas (6 figs.) M. Fernández. — Los pichones de nuestra cigúieña (láminas I y II) F. Lahille. — Los malófagos de la Argentina (3 figs.) L. Kraglievich. — Las aves fósiles de la República Argentina (3 figs.) ..... R. Dabbene. — Miscelánea ornitológica: El Canindé de Azara es el Ara ara- rauna (L.).— La perdiz de California en Chile. — La perdiz Nothoproc- ta perdicaria (Kitt.) en la isla de Pascua. — El contenido del buche de un mnandú (1 fig.) B. L. San Martín. — Mutua protección entre las aves A. Renard. — Notas sobre aves de Canhuelas ...........ooooooocooocomomm.... A. Castellanos. — El alimento de algunos picaflores ........o.oooooooomo mo... J. B. Daguerre. — Observación sobre los patos M. peposaca y H. atricapilla. Movimiento social. — «El Hornero» a sus lectores. — El volumen primero de «El Hornero». — Nuevos miembros activos. — Comisión para unifor- mar los nombres vulgares de las aves. — Visitas de miembros de la S. O. P. — Donaciones en efectivo. — Donaciones de aves, nidos y hue- vos. — Donaciones de libros, folletos y revistas. — Nuestro próximo nú- mero. — Ernesto Gibson + el 26 de Octubre de 1919. — Balance social.— Revistas ornitológicas recibidas. — Ultimas publicaciones sobre aves... Canje y correspondencia Informaciones. — Para la protección de los chorlos. —¿Es perjudicial el gorrión? — Importancia de las aves para el hombre, (cont.) J, Buckland. Bibliografía. — Recientes publicaciones ornitológicas sobre Sud América y especialmente la Argentina y países vecinos (1915-1916), por R. D.... — 11 — N* 2, DICIEMBRE DE 1920 PÁG R. Dabbene. — Los ñandúes de la República Argentina (2 fig5.) ......... s1 E. Lynch Arribálzaga. — Las aves del CORHACO ito 85 R. Dabbene. — Notas sobre los chorlos de Norte América que invernan en la República Argentina (2 Mapas) ....oooococccoconerra rre 99 P. Serié. — Sobre recolección de nidos y huevos de aves (2 figs.) .........- 129 R. Dabbene. — Miscelánea ornitológica: El pollo de la gallineta Porphyriops melanops. — Sobre distribución geográfica de algunas aves. — El huevo de la perdiz Tinamotis ingoufi (1 fig.). —Sobre nidificación del fla- menco Phoenicopterus chilensis (1 fig.). — Descripción de una nueva forma de Leptasthenura aeyithaloides. — Melanismo en cautividad del 'BORYDINUREAGUS UCA RR NTRA ARAS NA 133 R. Dabbene. — Gallineta Aramides ypacaha, con nido y huevos (lám. III). 136 JM. P.— La mansedumbre de Un HKOrnero 1... o... none 136 K. Wolffhúgel. — Protección a las gaviotas en el Uruguay ......ooooooo... 137 C. Spegazzini. — El gigante de los picaflores en La Plata .........o.ooo... 138 C. Spegazzini. ——Un congreso de lechuzas .....oooccoocorconccnrrn 138 E. Boman. — La danza de los avestruces ......... NA E ET 140 A. Castellanos. — Cbservación sobre una costumbre del ñandú .......... 141 Movimiento social. — Nuevos miembros activos e instituciones. — Donacio- nes de aves. — Donaciones de libros y folletos. — Donaciones en efectivo. — El doctor Hermann von Ihering.—Necrología: Coronel Dr. Luis J. Fontana. G. A. Baer. — Asamblea ordinaria de la S. O. P. — Memoria del Presidente correspondiente al período 1918-1920. — Balance social. — Revistas ornitológicas recibidas. — Lista de otras publicaciones.... 142 L. Lugones. — Las aves argentinas en la poesía: la tijereta, el boyero, la curmuca;, la cachila la monjita mel arca e 149 Informaciones. — La protección de las aves (G. Mottin). — Importancia de las aves para el hombre (concl.), J. Buckland. — Anotaciones sobre algunas aves de Buenos Aires (M. Doello-Jurado) ........oooooocoomom... 150 N? 3, AGOSTO DE 1921 R. Dabbene. — Los petreles y albatros del Atlántico austral (2 cuadros y AMADA ta es NERO Tide ENS 157 C. E. Hellmayr. — Sur les especes néotropicales du genre ANÉAUS ......... 180 R. H. Wace. — Lista de aves de las islas Falkland ..................... 194 C. Fiebrig. — Algunos datos sobre aves del Paraguay (9 figs.) ......... 205 F. Lahille. — Estudio de las aves en relación con la agricultura (4 figs.)... 214 W. B. Alexander. — Tubinares observados desde Buenos Aires hasta Cape- COW AL MAD a a TE NR 224 R. Dabbene. — Nido de los carpinteros Dryobates mixtus y Picumnus cirr- RALUS" AAA A AR o E RS OE 225 R. Dabbene. — Miscelánea ornitológica: Algunas palabras más sobre el cam- bio de nombre del Ara caninde auct. — Pseudocolopteryz Sclateri en la Prov. de Buenos Aires. — Pandion haliaetus carolinensis en Tucumán. — El pirincho (Guira guira) en Carmen de Patagones, Río Negro. — El gorrión (Passer domesticus) en las islas Falkland. — Un pichón del pingúin (Eudyptes chrysocome nigrivestis) 2 figs. — Huevos del pato = 111 — PÁG. pardo (Heteronetta atricapilla) en el nido del carao (Aramus scolopa- COS NN aio atole dotadas lalo stos 225 F. Sathicq. — Datos sobre nidos de horneros ......... ORCOS Ro 227 G. Casale. — Influencia de la luz eléctrica sobre las faunas locales ....... 227 A. Castellanos. — ¿Las golondrinas emigran o se aletargan? ............ 228 J. B. Daguerre. — Costumbres y nidificación del hornero .....oo.o.ooo.... 228 P. Serié. — Sobre la alimentación de la perdiz CoMmÚN .................. 230 Movimiento social. — Nuevos miembros activos e instituciones. — Donacio- nes de aves y huevos. — Donaciones de libros y folletos. — Colaboración de los encargados de los Faros de las costas argentinas en el estudio de la fauna marina. — Excursiones de consocios. — Necrología: Profe- sor Renato Sanzin. — Revistas ornitológicas recibidas. — Recientes pu- blicaciones sobre aves (especialmente sudamericanas) CANTEN CO LL ESPONA CAC tl aaa Informaciones. — Société Ornithologique de France. — Un censo de las aves en Estados Unidos. — La utilidad del Cormorán. — Los estragos del gorrión en el Sudán. — Parasitismo del cuclillo N* 4, ABRIL DE 1922 R. Dabbene. — Los petreles y albatros del Atlántico austral (5 mapas y ESC IO a tt ere e l dlo aiiials A. G. Bennett. — Notas sobre aves subantárticas ........oooooocooooooo... J. B. Daguerre. — Lista de aves coleccionadas y observadas en Rosas (EF. C. S.) R. Dabbene. — Captura del albatros Th. eximius en la Prov. de Buenos LEA NO ac Sao COD ODO an da OIR R. Lehmann-Nitsche. — Las aves en el ELOTE sudamericano ............ C. E. Hellmayr. — Notas sobre algunas “especies del género Cinclodes R. D.—Una gallareta nueva para la ArgentiDa .......oo.oooocooocanmono. R. D.—El picaflor Lesbia sparganura con su nido (lám. VI) ........... A Castellanosi—Lomquer se dice del GTespin aaa ata aaa ae A. Wetmore. — Una especie de hocó nueva para la fauna argentina ...... R. Lehmann-Nitsche. — Aclimatación de la perdiz y martineta en Alemania. C. Spegazzini. — Aves y batracios Movimiento social. — Nuevos miembros activos. — Donaciones en efectivo. — Donaciones de aves, nidos y huevos. — Dr. Angel Gallardo. — Prof. M. Doello-Jurado. — Dr. Hermann von Ihering.— La S. O. P. y la Aso- ciación Cristiana de Señoritas. — Excursiones de consocios. — La expor- tación de perdices a Norte América. — Para la protección de los anima- les silvestres. — El homenaje a don Félix de Azara. — Balance social. — Revistas de ornitología. — Publicaciones de Ciencias Naturales. — New Jersey Audubon Society. — Necrología: Demetrio Rodríguez (1 O A e al a e RRE EL Informaciones. — Costumbres de golondrinas (Bug. Tant).— Aves produc- toras del guano (1 fig.). — Nueva reglamentación de la caza en la pro- vincia de Buenos Aires. — Notas biológicas sobre aves de Tucumán.... Bibliografía ornitológica, por el doctor Hans Seckt EIFROTNASTON (POR ADORABLE a di A Indice alfabético de autores y otras personas citadas Indice alfabético de materias 239 296 305 314 324 325 334 SOCIEDAD ORNITOLOGICA DEL PLATA COMISION DIRECTIVA 1920 - 1922 Presidente: Dr. Roberto Dabbene Secretario tesorero: Pedro Serié Vocales: Julio Koslowsky — Cap. de Fragata Pedro $S. Casal Prof. M. Doello-Jurado — Cap. de Navío Abel Renard — Carlos Ameghinc Dr. José L. Suárez — Dr. Fernando Lahille — Alberto T. Cowell MIEMBROS HONORARIOS Chapman, Dr. Frank M. Chubb, Charles Grant, Claude H. B. Hartert, Dr. Ernst Hellmayr, Dr. Carl E. Holmberg, Dr. Eduardo L. Hudson, W. H. Ihering, Dr. H. von Lynch Arribálzaga, Enrique Menegaux, A. Ridgway, Dr. Roberto Salvadori, Conde Tomás Sclater, William L. Museo de N. York (Estados Unidos). Londres (Inglaterra). Londres (Inglaterra). Londres (Inglaterra). Muséo de Munich (Alemania). (presidente honorario, Capital Federal). Londres (Inglaterra). Frankfurt A. M. (Alemania). Resistencia (Argentina). Museo de París (Francia). Museo de Wáshington (Estados Unidos). Museo de Turín (Italia). Londres (Inglaterra). MIEMBROS CORRESPONDIENTES Alfaro, Dr. Anastasio Baer, G. A. Bertoni, Prof. A. de W. Borelli, Dr. Alfredo Brasil, Dr. L. Cherrie, George K. Costes, Prof. Nathanáel Doering, Dr. Adolfo Fiebrig, Prof. Carlos Fontana, Coronel Dr. Luis J. Giacomelli, Dr. Eugenio Gibson, Ernesto Museo de San José (Costa Rica). París. 1916, + Puerto Bertoni (Paraguay). Museo de Turín (Italia). Caen (Francia). 1916, Museo de N. York (Estados Unidos). Santiago (Chile). Córdoba (Argentina). Asunción (Paraguay). San Juan (Argentina). 1916, La Rioja (Argentina). Capital Federal, 1916, 1916. 1918. 1918. 1918. 1916. 1916. 1916. 1916. 1916. 1916. 1916. 1916. 1918. 1916. 1920. 1916. 1916. 1918. 1916. 1917. 1916. 1916. 1920. 1916. 1919, Tiering, R. von Lillo, Dr. Miguel Miller, Leo E. Murphy, Robert Cushman Porter, Prof. Carlos E. Reed, Prof. Carlos S. Snethlage, Dra. E. Todd, W. E. Clyde Aberg Cobo, Arturo Aberg Cobo, Hialmar Acevedo, Ing. Agr. Pedro U. Afferni (h.), Andrés Alday, Carlos Alexander, Wilfrid B. Altgelt, Carlos A. * Ambrosetti, Héctor T. * Ambrosetti, Dr. Juan B. Ameghino, Carlos Ámico, Sta. María C. Anitua, Dr. Gabriel Antuñano, Isidoro Aramburu (h.), Fabio S. Aravena, Reynaldo Arditi, Prof. Horacio Artayeta, Enrique A. Aula, Augusto V. Avalle, J. Bautista Báez, Ing. Agr. J. Romualdo Barattini, Luis P. Barrán, Prof. Euclides F. Barraza, Manuel A. Barreto, Gustavo M. Basile, Prof. Angel Basterreix, Francisco Beder, Dr. Roberto Beierle, C. M. Belloto, José Benn Pott, C. W. Bennett, Arturo G. Bergalli, Prof. Alejandro Bernasconi, Sta. Irene Berro, Mariano B. Birabén, Dr. Max Bonduel, Octavio P. * Miembros fundadores, PES San Pablo (Brasil). Tucumán (Argentina). Museo de N. York (Estados Unidos). Museo de N. York (Estados Unidos). Santiago (Chile). Santiago (Chile). Pará (Brasil). Museo Carnegie, Pittsb. MIEMBROS ACTIVOS Hasta Junio 1922 Capital Federal. > > Bell Ville (Córdoba). Capital Federal. La Plata. Brisbane (Australia). Tigre (Buenos Aires). Capital Federal. > > La Plata. Capital Federal. > > » > San Nicolás Capital Federal. > > > > Sáenz Peña (Chaco). Capital Federal. Bell Ville (Córdoba). Montevideo. Capital Federal. > > > > > > > > > > > > > > Olivos (Buenos Aires). P. Stanley (Malvinas). Mar del Plata Capital Federal. Montevideo La Plata. Capital Federal. (Est. (Buenos Aires). Unidos). 1916, t 1916, t 1918, t 1916. 1916. 1916. 1922. 1916. 1916. 1916. 1916. 1918. 1920. 1921. 1920. 1921. 1921. 1920. 1918. 1917. 1917. 1920. 1918. 1920. 1921. 1921. 1917. 1921. 1918. 1921. 1918, 1919. 1918. 1922. 1921. 1918. 1921. 1916. 1920. 1922. 1919. 1918. 1917. 1922. 1919. 1922. 1916. Bonduel, René Bordalé, Luis F.. * Brethes, Prof. Juan Bruschi, Juan A. Budin, Emilio Bullock, DS: Bullrich, Jorge Bustos (h.), Carlos N. Calcagno, Dr. Alfredo D. Carbonell, José J. Carcelles, Alberto * Casal, Cap. de Fragata Pe- dro $. Casal, Juan A. Casale, Dr. Guido Casares, Dr. Jorge Casey, Lorenzo Castellano, Ing. Agr. José C. Castellanos, Alberto Castellanos, Alfredo Castellanos, Sra. Bertha W. de Castro Bibiloni, Antonio Catinari, Ing. Juan N. Cerruti, Dr. Tomás Chambon, Luis A, Comi, Prof. Pedro L. Copello, Dr. Andrés Cordero, Dr. Ergasto H. Correa Morales, Lucio A. Cortelezzi, Sta. Juana Cowell, Alberto: T. Crivelli, Francisco Dabat, Srta. Dolores * Dabbene, Dr. Roberto Daguerre, Juan B. Dallas, Dr. E. D. Danni, Juan A. Deautier, Enrique A. Debenedetti, Dr. Salvador De Boni, Dr. Antonio De Giacomi, Juan De la Rua, Dr. José M. De la Vega, Tte. de Fragata E. Del Campo, Alberto * Delétang, Luis Dinelli, Luis Dobrée, Tte. Coronel Des. * Doello-Jurado, Prof. M. Domínica, Hermana Doradau, Ovidio Dunn, Guillermo C. Fazio, Prof, Alfredo => Capital Federal. > > > > Tucumán. Capital Federal. > > San Nicolás (Buenos Aires). La Plata. Capital Federal. » > > > > > Chacabuco (Buenos Aires). Capital Federal. S. Eladio (Buenos Aires). Córdoba. Capital Federal. Rosario (Santa Fe). Rosario. Capital Federal. > > Rosario (Santa Fe). La Plata. Capital Federal. > > Montevideo. Capital Federal. La Plata. Capital Federal. > > Rosario (Santa Fe). Capital Federal. Rosas (Buenos Aires). Capital Federal. Carcarañá (Santa Fe). Capital Federal. > > Monteviedo. Capital Federal. > > > > > > > > Tucumán. Montevideo. Capital Federal. > > > > > > > 1917. 1917. 1916. 1919. 1917. 1921. 1921. 1921. 1918. 1916. 1920. 1916. 1922. 1918. 1922. 1921. 1918. 1917. 1917. 1919. 1916. 1916. 1919. 1920. 1917. 1922. 1918. 1918. 1918. 1918. 1917. 1918. 1916. 1917. 1921. 1919. 1921. 1918. 1918. 1918. 1916. 1922. 1916. 1916. 1917. 1922. 1916. 1920. 1919. 1921, 1918. Felippone, Dr. Florentino Fernández, Dr. Julio Fernández, Dr. Miguel Fernández Beyro, Dr. A. Florit, Carlos J. Fortabat, Carlos Franchi, Juan * Frers, Arturo G. * Gallardo, Dr. Angel Gallo, Dr. Abelardo Gazzano, Nicolás A. Gendrón, Sta. Sara Gesell, Ernesto F. Gez, Prof. Juan W. Giambiagi, Dra. Deidamia Girard, Pablo Gómez, Adolfo S. González Fernández, Almte. R. González, Juan A. González, Dr. Juan B. Grierson, Dra. Cecilia Groupierre, Dr. Pablo R. Harper, Eduardo C. Hauge, Haraldo Herrera, Prof. Anastasio J. Herrera, Prof. Martín Hottier, P. Hughes, Jorge Hume, Alberto $. Irizar, Srta. Esther M. Islas, Srta. María 1. Ilajobi Prado, Francisco Iwan, Trevor ap. Jacobé, Martín Keene, Guy * Koslowsky, Julio Kraglievich, Prof. Lucas Kyle, Dr. J. M. * Lahille, Dr. Fernando Lanfranco, Ing. Agr. Silvio Lehmann-Nitsche, Dr. R. Licursi, Dr. Ariosto Lincoln, Frederick Lista, Dr. Héctor Lizer, Ing. Agr. Carlos Lobo, Dr. Bruno — VII — Montevideo. Capital Federal. La Plata. Capital Federal. > » Olavarría (Buenos Aires). Capital Federal. > > Do) > >» > > » Rosario (Santa Fe). Capital Federal. > ») > > Tucumán. Capital Federal. > »> > > > > > > Alberdi (Buenos Aires). Pradere (Buenos Aires). Agustina (Buenos Aires). Capital Federal. Rosario (Santa Fe). Capital Federal. > > > > 2 > Azucena (Buenos Aires). S. Paulo (Brasil). Capital Federal. > po Río Ceballos (Córdoba). Capital Federal. > > Conchillas (Uruguay). Capital Federal. La Plata. > > Córdoba. Wáshington (Estados Unidos). Capital Federal. > > Río de Janeiro. Mac Bean, W. R. Maciel, Martín J. Maechling, Dr. Carlos Maglione, Dr. Ernesto $. Magnano, Francisco Magnano, Juan Maldonado Bruzzone, Rodolfo Marasso Rocca, Prof. A. Marcó del Pont, José Marcó del Pont, V. M. Marek, Carlos * Marelli, Dr. Carlos A. Mariani, $. Mas, Prof. José Marzoratti, P. Luis Mata, Antonio B. Mathew, D. H. Méndez Casariego, Sra, Carmen C. de Mercado, Prof. Nazario Mestroni, Prof. Valentín Miguelez, Maximino Míguez, Dr. Víctor E. Miller, Ansel B. Milne, Tomás A. $. Mogensen, Juan Molfino, José F. Monguillot, Srta. María A. Moore, Rev. Cyril Morello, Sta. María A. Moreno, Dr. Julio del C. Moyano, Dr. Osmán Murray, Edmundo G. * Nágera, Dr. Juan J. Nágera Ezcurra, Sta. Angela Naylor, W. B. Nelthorpe, C. S. Niedfeld, Gregorio Nielsen, Prof. Juan Oberholser, Harry C. Onelli, Prof. Clemente Ormaechea, D. Parodi, Lorenzo R. Parodié Mantero, Sta. A. M. Pastore, Dr. Franco Pastore, Srta. Victoria Pellerano, Glorialdo Péndola, Agustín J. Péndola, Prof. Agustín. Pennington, Dr. Miles $, VA Montevideo. Capital Federal. > > > > Montevideo. Passo (Buenos Aires). La Plata. Capital Federal. > > > > Córdoba. La Plata. Capital Federal. > > Montevideo. Capital Federal. Arias (Córdoba). Capital Federal. Azul (Buenos Aires). Capital Federal. » 000) Mercedes (Buenos Aires). Springs' Pa. (Estados Unidos). Drabble (Buenos Aires). Skjelhoje (Dinamarca). Capital . Federal. > > Concordia (E. Ríos). Rosario. La Plata. Calchaquí (Santa Fé). Capital Federal. > > > > C. Salas (Buenos Aires). Arias (Córdoba). Río I (Córdoba). Capital Federal. Wáshington (Estados Unidos). Capital Federal. Santa Elena (Entre Ríos). Capital Federal. C. del Uruguay (Entre Ríos). Capital Federal. > > > > > > >» > Quilmes (Buenos Aires), 1919, + 1921. 1921. 1921. 1917. 1919. 1919. 1922. 1918. 1919. 1922. 1917. 1916. 1918. 1918. 1920. 1921. 1920. 1917. 1918. 1918. 1918. 1918. 1921. 1921. 1917. 1921. 1919. 1922. 1921. 1917. 1920. 1921. 1916. 1916. 1918. 1920. 1918. 1920. 1921. 1917. 1921. 1920. 1922. 1917. 1917. 1917. 1917. 1918. 1913, Pereyra, José A. Peters, James L. Philip, A. Piñero García, Dr. Pedro Posner, Félix * Pozzi, Antonio * Pozzi, Santiago Quiroga, Dr. Isidro Radice, Angel L. Raíces, Adolfo E. Ramírez, Cap. de frag. Eduardo Ramírez, Prof. Segismundo Renard, Capitán de navío Abel Renard, Adolfo Reto, Mario Ricagno, Prof. Alberto A. Riley, J. H. Rivas Míguez, Leandro Rivero, Sta. Helena S. * Rodríguez, Demetrio Rodríguez, Dr. Enrique * Rodríguez, Francisco M. Rolleri, Humberto Rollerí, Vicente Romero, Prof. Romualdo Ruiz Capilla, Arturo Saffores, Dr. P. A. Salomon, Dr. Hugo Salvañá, Cayetano San Martín Baldomero L. Santillán, Prof. Emiliano Sanzin, Prof. Renato Sathicqg, Francisco Savón, Dr. Julio C. Scala, Prof. Augusto C. Scasso, Prof. Mario C. Schurmann, Prof. Jorge Seckt, Dr. Hans "Selva Manuel Semprún, Rodolfo J. * Seríé Pedro Shipton, Stewart Smith, Walter B. Smyth, C. H. * Spegazzini, Dr. Carlos Steinbach, José Steullet, Alfredo Strassberger, Osvaldo Suárez, Dr. José L. —TIX-— Capital Federal. Harvard (Estados Unidos). Santa Elena (Entre Ríos). S. J. de la Esquina (Santa Fe). M. Sociedad (Paraguay). La Plata. > > Rosario (Santa Fe). La Plata. Capital Federal. > > Rosario (Santa Fe). Capital Federal. > > > > > > Wáshington (Estados Unidos). Santa Fe. Capital Federal. Sarandí (Buenos Alres). Ñorquincó (Río Negro). S. Ana (Misiones). Capital Federal. San Miguel (Buenos Aires). Gualeguaychú (Entre Ríos). Bahía Blanca. Bahía Blanca. Capital Federal Rosario (Santa Fe). Balcarce (Buenos Aires). Santiago del Estero. Mendoza. Dudignac (Buenos Aires). Embarcación (Salta). Capital Federal. > > Montevideo. Córdoba. Capital Federal » » » > Concepción (Tucumán). Valeria (San Luis). Santa Elena (Entre Ríos). La Plata. Santa Cruz (Bolivia). Capital Federal. > > > > 1916, t 1917, 1920, t + 1921. 1921. 1921. 1919. 1918. 1916. 1916. 1918. 1917. 1918. 1917. 1918. 1917. 1918. 1922. 1920. 1922. 1918. 1920. 1922. 1916. 1916. 1916 1919. 1917. 1920. 1920. 1922. 1916. 1920. 1917. 1921. 1919. 1917. 1917. 1922. 1921. 1918. 1916. 1919. 1916. 1917. 1920. 1921. 1916. 1919. 1921. 1919. 1920. Tettamanti, Asdrúbal Tombolini, Santos Tonina, Dr. Teodoro C. Toranzo Calderón, Dr. C. Torres de la Llosa, Dr. Carlos Tracchia, Dr. Oliverio Tremoleras, Juan Vedia, Gral. Nicolás A. de Venturi, Santiago Venzano Botet, Carlos Vignati, Milcíades A. Violante, Vicente M. Vogelsang, Enrique G. Wetmore, Dr. Alexander Wilson, Andrés $. Wilson, Charles J. Wolffhigel, Dr. Kurt Xhardez, Juan E. Yepes, José Zotta, Angel Zubiaur, Dr. José B. — Xi La Plata. Firmat (Santa Fe). Capital Federal. > > Montevideo. Capital Federal. Montevideo. Capital Federal. Tucumán. Adrogué (Buenos Aires). Capital Federal. > > Montevideo. Wáshington (Estados Unidos). Venado Tuerto (Santa Fe). Londres (Inglaterra). Montevideo. Gral. Pirán (Buenos Aires). Capital Federal. INSTITUCIONES ADHERENTES Biblioteca Nacional de Maestros Biblioteca Popular Biblioteca «Sarmiento» Colegio del Sagrado Corazón Colegio del Sagrado Corazón Colegio Nacional Colegio San José Escuela Normal N? 3 Facultad de Agr. y Veterinaria Instituto Nnal. de Agronomía Instituto Nacional Prof. Secund- —Secc. Ciencias Biológicas Museo de La Plata Museo de Historia Natural Museo Educacional Museo Regional de la Provincia Capital Federal. Azul (Buenos Aires). Santiago del Estero. Rosario. La Plata. San Nicolás (Buenos Aires). Capital Federal. > > > > Montevideo Capital Federal. Montevideo. Mendoza. Corrientes, 1917, 5 1921. - 1922. 1920. 1917. 1918. 1920. 1917. 1919 1918. 1921. 1921. 1918. 1919. 1920. 1922. 1919. 1918. 1917. 1920. 1917, 1921. 1920. 1922. 1921. 1921. 1918. 1919. 1921. 1920. 1920. 1921. 1920. 1922. 1920. 1917. 1920. ESTATUTOS DE LA SOCIEDAD ORNITOLOGICA DEL PLATA Artículo 1?— La asociación que con el nombre de «Sociedad Ornitológica del Plata» queda fundada en Buenos Aires el 28 de Julio de 1916, tiene por objeto el estudio sistemático, biológico y económico de las aves — así como también la protección y conservación de las especies útiles —de la República Argentina y países vecinos. Art. 22—La $. O. P. tendrá su sede en el local del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires. Art. 32>—La. S. O. P. tendrá cuatro categorías de miembros: 1) activos; 2) correspondientes; 3) protectores; y 4) honorarios. Art. 44 — Los miembros activos abonarán una cuota mínima de $ 0.50 por mes, pagadera por año o semestre adelantado. Art.5%—Los miembros correspondientes, serán personas residentes fuera de Buenos Aires y que se dediquen a estudios ornitológicos. No abonarán cuota alguna obligatoria. Los miembros correspondientes son los representantes de la S. O. P. fuera de Buenos Aires. Art. 6? — Los miembros protectores serán aquellos que deseen proteger el estudio de la ornitología, abonando a la S. O. P. una cuota mínima de 50 pesos moneda nacional anuales, y protectores vitalicios los que abonen una cantidad mínima de $ 500 moneda nacional. Art. 7? — Los miembros honorarios serán aquellos que hayan sobresalido en el estudio de la ornitología, particularmente de la de Sud-América. Tampoco abonarán una cuota obligatoria. Se podrá designar de entre ellos un presidente honorario. : Art. 8? —Las personas que deseen ser miembros activos, deberán solicitarlo de la Comisión Directiva, la cual resolverá su aceptación. Los miembros correspondientes y protectores serán nombrados por la Comi- sión Directiva a propuesta de dos miembros de la misma. Los miembros honorarios serán nombrados en asamblea, a propuesta de diez miembros activos. Art. 9% — (Modificado). La marcha científica y administrativa de la sociedad, estará regida una Comisión Directiva, compuesta de un presidente, un secre- tario tesorero y ocho vocales, elegidos por mayoría de votos, en asamblea, cuyo quórum estará constituído por el número de los socios activos de Buenos Aires que concurran a la primera citación, siempre que haya transcurrido una hora después de la fijada en la convocatoria. Art. 10. — (Modificado). Los miembros de la Comisión Directiva durarán dos años en el ejercicio de sus funciones: serán socios activos residentes en Buenos Aires o alrededores, hasta La Plata. — XII — La Comisión Directiva deberá reunirse por lo menos una vez al mes, y dictará su reglamento interno. Art. 11.— La Comisión Directiva podrá sesionar y tomar resoluciones con la presencia de tres de sus miembros, incluso el secretario. Art. 12.—La Comisión Directiva estará encargada de las publicaciones de la Sociedad. Podrá, al efecto, designar un cuerpo de redactores, constituído por miembros de cualquiera de las categorías. Art. 13. —La Sociedad celebrará reuniones periódicas para la comunicación de los trabajos de sus miembros o de las personas especialmente invitadas. Art. 14 —La Sociedad celebrará reuniones nacionales, cada dos años y en diferentes ciudades de la República, en unión con la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Art. 15.—La Sociedad editará en la forma y condiciones que la Comisión Directiva determine, una publicación periódica que se denominará El Hornero, órgano de la S. O. P. Sin perjuicio de ésta u otra publicación que la Sociedad crea conveniente editar, los extractos de sus reuniones, iniciativas, etc., serán publi- cados en Physis, revista de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Art. 16.— Todos los miembros tendrán derecho a recibir gratuitamente las publicaciones de la S. O. P., y a colaborar en las mismas. Art, 17. — En caso de disolución de la S. O. P., todas sus colecciones, publi- caciones, propias o recibidas en canje, etc., quedarán como propiedad del Museo - Nacional de Historia Natural de Buenos Aires. : Todos los ejemplares de aves que la $. O. P. reciba, serán depositados en las colecciones del Museo Nacional de Historia Natural, de cuyo catálogo llevarán el número de orden y además las iniciales «S. O. P., y cuando sea posible, serán guardados en una sección aparte, Revista de la SOCIEDAD ORNITOLÓGICA pe PLATA * para el estudio y protección de las aves de la Argentina y países vecinos Volumen II, N.” 1 Julio de 1920 HORNERO [Furnarius rufus) SECRETARÍA DE La $. O. P. “Museo NACIONAL DE HISTORIA NATURAL Peru, 208 BUENOS AIRES ES SOCIEDAD ORNITOLOGICA DEL PLATA COMISION DIRECTIVA 1918 - 1920. Presidente: DR. ROBERTO DABBENE Secretario tesorero: PEDRO SERIÉ Vocales: JuLIo KOSLOWSkKY — Cap. de fragata PEDRO S. CASAL e Prof. M. DOELLO-FURADO MIEMBROS HONORARIOS CHAPMAN, Dr. FRANE M. Museo de N. York (Estados Unidos). CHUBB, CHARLES Londres (Inglaterra). GRANT, CLAUDE H. B. Londres (Inglaterra). HARTERT, Dr. ErNSg Londres (Inglaterra). HELLMAYR, Dr, CarL E. Museo de Munich (Alemania). HoLmBERG, Dr. EDUARDO L. (presidente honorario) Capital Federal. Hunbson, W. H. a Londres (Inglaterra). THERING, Dr. H. voN Florianópolis (Brasil). LYNCH ARRIBÁLZAGA, ENR. Resistencia (Argentina). MENEGAUX, A. : : Museo de París (Francia). RiDGwAY, Dr. ROBERTO Museo de Wáshington (Estados Unidos). SALVADORI, CONDE Tomás Museo de Turín (Italia). SCLATER, WILLIAM L. Londres (Inghaterra).. S MIEMBROS CORRESPONDIENTES ALFARO, Dr. ANASTASIO Museo de $S. José (Costa Rica). Barr, G. A, : París. BERTONI, Prof. A. DE W. Puerto Bertoni (Paraguay). BorELLI, DR. ALFREDO Museo de Turín (Italia). . CHERRIE, GEORGE K. Museo de N, York (Estados Unidos). Costes, PROF. NATHANÁEL Santiago (Chile). 1 DorRrING, Dr. ADOLFO Córdoba (Argentina). FIEBRIG, Prof. CARLOS Asunción (Paraguay). FONTANA, Cnel. Dr. Luis J. San Juan (Argentina). GIACOMELLI, Dr. EUGENIO La Rioja (Argentina). JIHERING, R. VON San Pablo (Brasil). LizLo, Dr. MIGUEL Tueumán (Argentina). MiLLER, Leo E. Museo de N. York (Estados Unidos). PormTEr, Próf. CARLOS E. Santiago (Chile). REED, Prof. CARLOS $. Mendoza (Argentina). SNETHLAGE, Dra. E. Pará (Brasil). Topo, W. E. CLYDE Museo Carnegie, Pittsb. (Est. Unidos). EL HORNERO REVISTA DE LA SOCIEDAD ORNITOLÓGICA DEL PLATA DIRECTOR SECRETARIO ROBERTO DABBENE PEDRO SERIÉ WO 1ul BUENOS AIRES, JULIO DE 1920 Noa SUMARIO R. DABBENE.— Los pingúnes de las costas e islas de los mares argentinos (11 figuras). pág. 1 TBREMOTERAS ABLA de Naves URUJUAYAS SS a a ena ale a 10 A. €. BENNETT. — Breves notas sobre laz aves antárticas (6 figuras)........... ooo... 25 M. FERNANDEZ. — Los pichones de muestra cigúueña (láminas I y ID)................. » 35 Y. LAHILLE. —Los malófagos de la Argentina (3 Ñiguras).......o.ooooooo ooo. » 39 L. KRaGLIEVICH. — Las aves fósiles de la República Argentina (3 figuras)............ » 49 RARADABBE NES Miscelánea ormmtologica (Mi o » 56 B. L. San MarTÍN. Mutua protección entre las aves........... » 7 87 RENARD: — Notas sóUre aves de Obruclas asa a tear dat OS] A, CASTELLANOS. -— El alimento de algunos picaflores....oo.ooooooonc » 60 J. B. DAGUERRE. — Observación sobre los patos M. peposaca y H. atricapilld.....o.... » 61 OREA Na NA » 62 QarmeRuECOr TES PONIENTE a ICA 01569 TRJORMUCIONC 1 IRA a A NA Mo OO o RON 02 RN » 70 EN A O a O, A ee » 715 LOS PINGUINES DE LAS COSTAS E ISLAS DE LOS MARES ARGENTINOS TOR ROBERTO DABBENE Los pingitines forman el orden Sphenisciformes y comprenden aves bien «caracterizadas por carecer de plumas en las alas, Jas cuales, funcionando como remos, sólo les sirven para la natación. Por este motivo han recibido también el nombre de Impennes. El resto del plumaje que cubre el cuerpo no tiene espacios desnudos y está formado de pequeñas plumas parecidas a escamas y con mástil algo encorvado. Sin embargo, algunas especies poseen en los lados de la cabeza mechones de plumas ornamentales y en otras las plumas de la cola son más o menos alargadas y en número que varía de 12 a 20. Otro carácter que distingue los pingiiines de todas las demás aves, consiste en la forma del metatarso, el cual es extraordinariamente corto, siendo casi tan ancho como largo, y en que los huesos metatarsianos están más o menos separados unos de otros por profundos surcos. a Los pingúines son aves casi exclusivamente nadadoras, que zambullen muy bien; sobre el suelo, por el contrario, son muy torpes en los movimientos. Cuando están parados conservan una posición casi vertical y descansan apoyando los tarsos sobre el suelo, pero para caminar se sostienen sobre los dedos del pie. Estas aves son peculiares al hemisferio austral y están distribuídas general- mente sobre todas las regiones cireumpolares. Para la mayoría de las especies, los límites septentrionales se extienden a las islas desiertas del sur del Océano 2. EL HORNERO Vol. TI Indico, a las costas sur de Australia, Nueva Zelandia y a las islas próximas al Cabo de Buena Esperanza. Pero en la costa atlántica de la América del Sur llegan hasta el Brasil meridional y en la costa del Pacífico, en el mismo continente, la distribución de una especie aleanza hasta el Perú y otra se encuentra en las islas A4ptenodytes patagonica Miller Aplenodytes Forsteri G. R. Gray Pyyoscelis papua (Forster). Pygoscelis antarctica * (Forster). Pyyoscelis adeliae (Hombron et Jacquinot) (adulto). 6. Pyygoscelis adeliae (Hombron et Jacquinot) (joven). (Y aproximadamente del natural). IrDA Galápagos, casi bajo la: línea equinoccial. El extremo límite sur que se conoce de su distribución aleanza, durante los meses del verano, los 78% de latitud en el mar de Ross, para el pingúín de la tierra de Adelia y el pingiiín emperador (Wilson, Nat. antarct. Expedit. 1, 1907, p. 18). 1920 R. Dabbene: Pingiiines de las costas e islas argentinas 3 Durante la época de la reproducción, se reunen en número extraordinario, pudiéndose contar por centenares de miles los individuos que componen las roke- rías establecidas generalmente en las islas más remotas esparcidas al sur de los océanos Indico y Atlántico y sobre las playas desoladas del continente antártico. 000 e yy Y) 7) 1 yg NS 11 7. Eudyptes chrysocome nigrivestis Gould. 8. Eudyptes chrysolophus (Brandt). Y. Spheniscus magellanicus * (Forster) (adulto). 10. Spheniscus magellanicus (Forster) (joven). 11. Spheniscus Humboldti Meyen. (14 aproximadamente del natural). El nido se reduce a un pequeño hoyo que el ave escarba en el suelo helado y en el cual reune algunas piedras. Ponen de 1 a 3 huevos piriformes, anchamente ovalados o esféricos y de color blanco azulado u oliváceo verdoso claro. Los pingitines comprenden una sola familia Spheniscidae, con 6 géneros, de los cuales 4 se encuentran en la Argentina, la mayor parte de cuyas especies se encuentran también en las islas al sur del continente americano. 4 : EL HOENERO Vol. II Clave para distinguir los géneros: a. Pico largo y relativamente delgado; su altura al nivel de las aberturas nasales está contenida generalmente mucho más de tres veces en la longitud de la parte ex- puesta del caballete del pico. Ambas mandíbulas encor- vadas hacia abajo cerca de la extremidad. Cola siempre compuesta de 20 rectrices. Dimensiones del ave muy grandes. La longitud total es generalmente más de 90 COntimetros NA gén. APTENODYTES. aa. Pico corto o de mediana longitud y no delgado, relati- vamente al cuerpo del ave, su altura al nivel de las aberturas nosales no está contenida más de tres veces, generalmente mucho menos, en la longitud de la parte expuesta del caballete del pico. Mandíbula inferior nunca encorvada hacia abajo, cerca de la extremidad. Cola compuesta de 12 a 20 rectrices. Dimensiones del ave, mo- deradas. Longitud total siempre mucho menos de 90 cen- tímetros. b. Cola relativamente larga, siempre más larga que el dedo medio con la uña, y compuesta de 12 a 16 rectrices. Cobijas de la cola, cortas. Base del pico, lisa y desprovista de finas aristas longitudinales. Pecho, en el adulto, enteramente blanco como las demás partes inferiores y no cruzado por fajas ne- gruzcas transversalse. c. Pico no hinchado cerca de la base, Sin plumas alargadas amarillas en los lados de la cabeza. Sén. PYGOSCELIS. ec. Pico muy hinchado cerca de la base. Lados de la cabeza con largas plumas ornamentales ama- UI o US Eo cobos BORO O a ON gén. EUDYPTES. bb. Cola corta, siempre más corta que el dedo medio con la uña y compuesta de 18 a 20 rectrices. Cobijas de la cola largas. Base del pico con finas aristas longi- tudinales. Pecho blanco, eruzado transversalmente en la parte superior por una o dos anchas fajas ne- VE ono a ono aloo oa po ola vo doo a ooo gén. SPHENISCUS. Gén. APTENODYTES Miller, Var. Subjects Nat. Hist., Pt. IV, Pl. 23 (1778). Tipo: 4. patagonica. Este género comprende las especies mayores entre los pingiines. El pico es casi tan largo como la cabeza y comparativamente delgado, y encorvado cerca de la extremidad. La cola se compone de 20 rectrices. Huevos subpiriformes, algo rugo- sos y de un color oliva verdoso muy pálido o blanquizcos, a veces con nódulos calcáreos distribuídos sobre la superficie. El género está distribuído sobre todo el continente antártico, alcanzando al Sur los 78 de latitud y al norte el extremo sur del continente americano (raro actualmente) y las islas subantárticas situadas al sur y sureste del mismo; las islas del sur del Océano Indico y de los mares de Nueva Zelandia. Comprende dos especies, que también habitan las islas al sur y sureste del continente americano. Clave para distinguir las especies del género Aptenodytes : a. Pico largo, casi tan largo como la cabeza. La mitad basal de la mandíbula inferior no está cubierta de plu- mas. El negro de la garganta concluye en una punta sobre la parte anterior del cuello. 1920 04. a. Adulto. — Partes superiores de un gris azulado; parte superior de la cabeza, mejillas, barba, garganta y parte superior del cuello anteriormente, negras. Una mancha amarillo-anaranjada sobre cada lado de la cabeza, conti- nuada por una estrecha faja del mismo color sobre los costados de la garganta y unidas una a otra en la base de la parte anterior del cuello. Partes inferiores blancas. Tarsos y dedos negros. Mandíbula superior negra, la in- ferior, negra anteriormente y color carne en la mitad basal. Longitud del pico, desde la comisura a le extre- midad 119 —136 mm.; ala, desde la axila, 320 — 341. El ave inmatura se disingue por tener las manchas a los lados de la cabeza y el cuello anteriormente amarillos en vez de anaranjados. El pichón está revestido de plumón parecido a pelo, de un color pardo obscuro enteramente. ....o.ooo.oo.... Pico más corto que la cabeza. La mitad. basal de la man- díbula inferior está cubierta de plumas. El negro de la garganta concluye inferiormente sobre el cuello en un semicírculo cóncavo. Adulto. — Partes superiores de un gris azulado; supe- rior de la cabeza, mejillas, barbas y garganta, negras. Una ancha mancha semicircular sobre cada lado de la cabeza, de un amarillo anaranjado, el cual se va gra- dualmente esfumando hasta confundirse con el blanco de la parte anterior del cuello. Partes inferiores blancas. Pico del color del de la especie precedente y mide, desde la comisura, 115 mm.; ala, desde la axila, 330 — 345 mm. En el ave inmatura, la mancha semicircular de los costados de la cabeza es blanquizea, con poco o nada de amarillo. El pichón tiene la cabeza negra, con una mancha blanca que rodea los ojos, la cual se extiende sobre las Sapults 1 Peras e daco pasa. aaa oe adobo R. Dabbene: Pingíiines de las costas e islas argentinas 5 Aptenodytes patagonica. Aptenodytes Forster. Gén. PycosckeLIs Wagler, Isis 1832, p. 281. Tipo: P. papua. Comprende pingitines de regulares dimensiones, con un pico moderadamente largo o algo corto, pero no maeizo ni econ latericornio abultado en la base. Las plumas del ángulo de la comisura casi ocultan el tercio basal de la tomia (margen cortante de las mandíbulas). La cola se compone de 12, 14 y 16 rectrices. Carecen de penachos amarillos en los lados de la cabeza. Ponen unos huevos más o menos redondos y de un color blanco azulado o blanquizco verdoso. La distribución del género se extiende desde las islas subantárticas al sur del continente americano, a las islas del sur del Océano Indico y a las Macquarie. Al sur se extiende por todo el continente antártico hasta los 77? de latitud. El género comprende 3 especies, todas encontradas también en las islas al sud y sureste del continente americano, y las cuales pueden distinenirse por los carac- teres abajo indicados: Adulto. — Con una faja blanca que eruza la parte supe- rior de la cabeza, desde un ojo al otro. Resto de la ca- beza, garganta y cuello, pardo obscuro; dorso gris api- zarrado; partes inferiores blaneas. Pico con la mandíbula inferior y margen inferior de la superior amarillo-ana- ranjados, lo demás negro; tarsos y dedos anaranjados. Longitud del pico, desde la comisura, 72— 85 mm.; ale- tas, desde la axila, 231 — 242 mm.; cola, 109 — 144 mm. 6 EL HORNERO Vol. II Pichón. — Tiene el plumón, que cubre las partes supe- riores, gris; la barba, garganta, lado de la cabeza, cuello y restos de las partes inferiores, blancas.............. Pyyoscelis papua. «a. Sin faja blanca sobre la parte superior de la cabeza, que es más o menos negra. b. Adulto. — Con una línea negra transversal, que cruza la garganta blanca de uno a otro oído. Partes superiores gris azulado; garganta, lados de la ca- beza y del cuello y partes inferiores, blancas. Pico negro, tarsos y dedos amarillentos o anaranjados, según la edad. Longitud del pico, desde la comisura, 65— 66 mm.; ala, desde la axila, 120 — 190 mm.; cola, 111 — 127 mm. Pichón. — Al salir del huevo, cubierto de plumón enteramente blanco. Más tarde el plumón toma un color gris ratón, pasando al gris blanquizco pálido sobre la cabeza ,y algún tiempo después, las partes inferiores se vuelven blanceas......o.o.m...ooo.o.... Pygoscelis antarctica. bb. Adulto. — Toda la parte superior de la cabeza, gar- ganta, mejillas, negras. Este color termina en punta en la base de la garganta. Partes superiores de un negruzco algo azulado. Resto de las partes inferio- res, blancas. Pico negruzco. Tarso y dedos, blan- quizco-rosados. Longitud del pico, desde la comisura, 55 —56 mm.; alas, desde la axila, 177 mm.; cola, 160 — 170 mm. El ¡joven tiene la garganta blanca como las de- más partes inferiores. El pichón tiene la cabeza enteramente negruzca, como lasopartes Den Pyyoscciis adeliac. Gén. Eubypres Vieillot, Analyse, p. 67; 1816. Tipo: E. chrysocome. Sinon. Catarracies Brisson. Pico macizo, con el latericornio muy hinchado cerca de la base. La parte emplumada del ángulo de la comisura del pico deja descubierta gran parte de la base de las mandíbulas y la tomia. Cola larga, con 14 o 16 rectrices. Una línea supereiliar, compuesta de largas plumas amarillo doradas, que se prolonga a los costados de la cabeza. Huevos de forma esferoidal o anchamente ovalados, rara- mente con tendencia a piriformes. El género comprende 5 especies, con varias subespecies, distribuídas desde las islas Malvinas y la Tierra del Fuego a la Nueva Zelandia y Sur de Australia. La distribución hacia el Sur no llega más allá de las Islas Orcadas del Sur y Shetland del Sur. Al norte llegan hasta las costas de la Provincia de Buenos Aires. Dos especies habitan los mares y las eostas argentinas y pueden distinguirse por los caracteres siguientes: a. Las líneas superciliares de plumas amarillas no se unen sobre la frente, la cual es negra. Partes superiores, gris azulado obscuro. Cabeza con las plumas del oecipucio alargadas; barba y garganta negruzcas. Resto de las partes inferiores blancas. Cola compuesta de 16 rectri- ces. Pico anaranjado; tarsos y dedos blanquizeos. Longi- tud del pico, desde la comisura, 49 — 53 mm.; ala, desde la axila, 168 —173 mm.; cola, 87 — 102 mm. Jl joven tiene las líneas superciliares de un amarillo blanquizco y la garganta grisácea........ Eudyptes chrysocome nigrivestis. 1920 ada. O. ad. 1. Aptenodytes Forsteri G. R Las líneas superciliares amarillas están unidas sobre la frente. Coloración del plumaje como el de la especie an- terior. Cola compuesta de 14 plumas. Longitud del pico, desde la comisura, 63 mm.; ala, desde la axila, 176 mm.; OS mimos cococonon ooo os ODO oo puto aaa R. Dabbene: Pingiines de las costas e islas argentinas ] Eudyptes chrysolophus. Gén. SpPaArnIscus Brisson, Orn., VI, p. 96, 1760. Tipo: $. demersus. Pico algo largo y macizo; en la parte basal con finas aristas longitudinales. Cola muy corta y compuesta de 18 a 20 plunas, casi ocultas por las cobijas supe- riores de la cola. Huevos de forma generalmente esferoidal o ligeramente ovalados. Este género es propio de regiones más templadas, casi tropicales, y se extiende desde las regiones magallánicas a las Malvinas y al Cabo de Buena Esperanza. Al Norte aleanza, en la costa Atlántica de Sud América, hasta el Brasil meri- dional, pero en la costa del Pacífico llega hasta el Perú y una especie se encuentra en las islas Galápagos. Comprende 4 especies, dos de las cuales se encuentran sobre las costas argen- tinas y pueden ser distinguidas por los caracteres siguientes : En el adulto, la parte anterior del cuello, entre el negro de la garganta y la faja del mismo color que cruza el pecho, es blanca. Partes superiores, gris apizarrado o gris parduzco; barba, garganta y lados de a clabeza negruz- cos. Una estrecha línea superciliar blanca. Lados del cuello y partes inferiores blancas, con algunos pocos puntos negruzcos. La faja negra que cruza el pecho se prolonga en los costados del cuerpo hasta la cola, la cual se compone de 20 rectrices. Resto de las partes inferiores blancas. Pico negruzco, color carne en la base. Longitud del pico, desde la comisura, 77 mm.; ala, desde la axila, 175— 190 nmm.; cola, 36 mm. El ave inmatura tiene la barba, garganta y lado de la cabeza gris de humo y carece de la banda pectoral negra 1 adulto tiene una faja nesra sobre la parte anterior del cuello, entre el negro de la garganta y la faja negra pectoral. En las demás es semejante en coloración a la especie precedente. Pico negruzco. Longitud del pico, “desde la comisura, 558—71 mm.; ala, desde la axila, 190 — 229 mm.; cola, 36 mm. El joven tiene la garganta y una ancha faja sobre la parte anterior del cuello, gris ODSCUrO...oooooocoooo..- Spheniscus Humboldti. Spheniscus magellanicus. La distribución de las especies de pingúines que habitan los mares argentinos es la siguiente: . Gray. — Pingúín emperador. Aptenodytes forsteri G. R. Gray, Ann. Mag. Nat. Hist. XIII, p. 315 (1844 — continente antártico). — Kagle Clarke, Birds South Orkney Isl.; The Ibis, 1906, p. 166. Distribución. — Toda la región cireumpolar del continente antártico, hasta los 779 de latitud Sur. Durante los meses de primavera aparecen algunos ejem- plares en las Orcadas del Sur. Es la especie más polar. 2. Aptenodytes patagonica patagonica Miller. — Pingiiín real. Aptenodytes patagonica Miller, Var. Subj. Nat. Hist., pl. 23 (1778 — South Georgia). Distribución. — La especie comprende 3 formas, distribuídas en la región magallánica, en las islas del Sur del Océano Indico y en las islas de los mares 8 EL HORNERO Vol. LE de Nueva Zelandia. Es una especie subantártica. La forma típica está restrin- gida a la parte S. E. del Estrecho de Magallanes, las islas Malvinas y la Georgia del Sur. En la región magallánica es hoy muy escasa. 3. Pygoscelis papua papua (Forster). — Pingiín de pieo rojo; conocido por los marinos ingleses con los nombres de «Gentoo» y «Jehnny». Aptenodytes papua Forster, Comment. Gotting., vol. 111, p. 140 (1781 — Falkland Isl.) Distribución. — Como la especie precedente, comprende varias formas geográ- ficas, distribuídas desde las Malvinas, Sud Georgia y Orcadas del Sur a las islas del Sur del Océano Indico y a la isla Macquarie, en los mares de Nueva Zelandia. La forma típica se encuentra en las Malvinas, Georgia del Sur, Orcadas del Sur y en las islas más próximas al continente antártico, directa- mente al sur de Sud América. 4. Pygoscelis antarctica (Forster). — Pingiún de barbijo. Aptenodytes antarctica Forster, Comment. Gotting., LI, p. 141, pl. IV (1781 — South Shetland). Distribución. — Esta especie parece confinada al cuadrante que corresponde a las regiones antártica y subantártica, situadas al Sur y Sureste del conti- nente americano. Ha sida señalada en las Malvinas, Georgia del Sur, Orcadas del Sur, Shetland del Sur y en las islas más próximas al continente antártico. 5. Pygoscelis adeliae (Hombr. et Jacq.) — Pingúín de la Tierra de Adelia. Catarrhactes adeliae Hombron et Jaequinot, Ann. Sei. Nat. (2), XVI, p. 320 (1841 — Tierra de Adelia). Distribución. — Habita toda la región ceireumpolar del continente antártico, llegando hasta los 77 de latitud S. Al norte se encuentra en las Orcadas del Sur y Shetland del Sur. Más al norte de dichas islas no ha sido señalada. 6. Eudyptes chrysocome nigrivestis Gould. — Pingitín de penachos amarillos. «Rocky», «Rock Happer» de los marinos ingleses. Eudyptes nigrivestis Gould, Proe. Zool. Soe. Lond. 1860, p. 418 (1860 — Falkland Is.) Distribución. — Es especie exclusivamente subantártica y comprende varias formas distribuídas desde la costa patagónica, islas Malvinas, islas de Tristán da Cunha, Gough e islas del sur del Océano Indico a los mares de Australia y Nueva Zelandia. La forma Z. chrys. migrivestis habita las Malvinas, Tierra del Fuego y las costas de Patagonia. Al norte alcanza a veces hasta la costa de la provincia de Buenos Aires. Los especímenes de las islas Gough y Tristán de Cunha pertenecen probablemente a la misma forma. No hay seguridad de que exista en la Georgia del Sur. 7. Eudyptes chrysolophus (Brandt). —Pingiíín de frente amarilla. «Macaroni Penguin», de los marinos ingleses. Catarrhactes chysolophus Brandt, Bull. Acad. St. Petersb., IL, p. 315 (1837 — Falkland Isl.) , Distribución. — Esta especie está distribuída desde las islas Malvinas, las Orcadas y Shetland del Sur y Georgia del Sur, a las islas del sur del Océano Indico. En la Georgia del Sur es escasa. Los especímenes que habitan y se reproducen en las islas del sur del Océano Indico pertenecen, probablemente, a una forma distinta. 8. Spheniscus magellanicus (Forster). — Pajaro niño. Aptenodytes magellanicus Forster, Comment. Gotting., 111, p. 143, pl. V (1871 — Straits of Magellan). 1920 R. Dabbene: Pingiiines de las costas e islas argentinas 9 Distribución. — Habita desde el Archipiélago Magallánico, ambas costas de Sud América, llegando hasta el estado de Río Grande do Sul, en el Brasil, y a Taleahuano, en la costa de Chile; Islas Malvinas. 9. Spheniscus Humboldti Meyen. — Pájaro niño. Spheniscus humboldi Meyen, Nov. Act. Acad. Caes. Leop. — Carol., XVI Suppl., p. 110, pl. XXI (1834— Callao, Perú). Distribución. — Tierra del Fuego y costa cecidental de Sud América, hasta el Callao, Perú. Con excepción de la especie extralimital, Spheniscus mendiculus Sundevall, la cual habita las islas Galápagos, casi bajo la línea equinoccial, es esta la especie cuya distribución alcanza más hacia el Norte. BIBLIOGRAFIA ABBOTT, €. C.—Birds of Falkland. The Ibis, 1860, pp. 336-338. ANDERSSON, K. A. — Wissen. Erg. Schwed. Súdpolar Exp. (1901-03). Stockholm, Bd. V, Lief. 2, 1905, pp. 19-38. BreEwsmTEr, W.— Field Notes on Birds observed in South Georgia. Bull. Nutt. Orn. 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Para su redacción me he valido de una colección de aves capturadas y preparadas por mí desde 1888 a 1891 (que llegó a alcanzar a unas ciento cincuenta especies), y de numerosos ejemplares que, ulteriormente, he tenido oportunidad de cazar y observar durante mis excursiones por varias regiones del país. Las procedencias que menciono se refieren siempre a los departamentos de la República y no a sus capitales, que suelen llevar el mismo nombre que aquéllos. Se observará que en esta enumeración cito con mavor frecuencia los departamentos del sur, este y nordeste del país. Esto se debe a que casi todos mis viajes los he llevado a cabo por dichas regiones. Cuando eito “Uruguay” como procedencia, lo hago porque no he tenido oportunidad de conocer ejemplares de la especie res- pectiva en nuestro territorio, en cuyo caso me apoyo en el testimonio de autores fidedignos. He añadido los nombres vulgares a los científicos para cierto número de es- pecies, siempre que los primeros hayan sido consagrados por el uso entre cazadores, aficionados a aves y habitantes de la campaña. En casos de duda sobre la especie 2 la cual debía adseribirse el respectivo nombre vernacular, he preferido omitirlo. Calculo que la cantidad de especies, subespecies y variedades de nuestra ornis, aumentará casi en un tercio más el número de las comprendidas en esta lista, una vez que el país haya sido explorado científicamente, sobre todo en lo que se refiere a los departamentos del extremo norte y orilla del río Uruguay. Parece superfluo decir que el presente trabajo no está quizás exento de errores y omisiones, por otra parte inevitables en quien, como el autor, sólo dispone de aleún tiempo que roba a sus contados momentos de deseanso para contribuir de manera modesta, pero desinteresada, al conocimiento de la fauna uruguaya. Más adelante publicará las adiciones y correcciones a que haya lugar, siempre que no se adelanten (como es de desear) quienes, en el país, tienen el deber moral y material de aportar su contingente a la obra común. Finalmente, séame permitido presentar mis agradecimientos a nuestro caro Presidente, el distinguido ornitólogo doetor Roberto Dabbene, por la determinación de varias especies y la revisión de la presente lista, así como al señor Pedro Serié por la corrección de pruebas de la misma. OrDEN RHEIFORMES Familia Rheidae 1. Rhea americana Rothschildi Brab. et Chubb. « Avestruz >»; <«Ñandú ». — San José; Flores; Minas; Maldonado; Treinta y Tres; Cerro Largo; Florida; Rocha. Rhea americana Aplin, The Ibis, 1894, p. 214. 1920 Juan Tremoleras: Lista de aves uruguayas 11 11. 12. 13. OrbeN TINAMIFORMES Familia Tinamidae Rhynchotus rufescens (Temm.). «Perdiz grande»; « Martineta ». — San José; Flores; Treinta y Tres; Cerro Largo. Rhynchotus rufescens Aplin, The Ibis, 1894, p. 212 (Santa Elena y Santa Florencia). Nothura maculosa (Tenmm.). «Perdiz». — Montevideo; Canelones; San José; Flores; Maldonado; Minas; Colonia; Florida; Durazno; Treinta y Tres; Cerro Largo; Rocha. al Nothura maculosa Aylin, The Ibis, 1894, p. 214 (Santa Elena). OrDEN GALLIFORMES Familia Cracidae Penelope obscura Temm. «Pava de monte >». — Paysandú; Salto; Arti- cas; Minas; Treinta y Tres. OrbeN COLUMBIFORMES Familia Columbidae Picazurus picazuro (Temin.) « Paloma de monte». — Minas; Maldonado; Treinta y Tres; Montevideo; Rocha. Columba picazuro Aplin, The Ibis, 1894, p. 201. Notioenas maculosa (Temm.). — Treinta y Tres; Cerro Largo; Rocha. Columba maculosa Aplin, The Ibis, 1894, p. 201 (Río Negro, Mouzón, Arroyo Grande, Santa Elena). lamilia Peristeridae Zenaida auriculata (Des Muxrs). « Torecaza »; « Paloma toreaz ». — Canelo- nes; San José; Minas; Maldonado; Flores; Treinta y Tres; Rocha; Cerro Largo. Zenaida maculata Aplin, The Ibis, 1894, p. 202 (Santa Elena, Arroyo Grande). Columbina picui (Temm.) « Palomita >»; « Palomita de la Virgen ». — Mon- tevideo; Canelones; Minas; Maldonado. Columbula picui Aplin, The Ibis, 1894, p. 202 (Montevideo). Leptoptila Reichenbachi Pelz. — Paysandú. Leptoptila ochroptera chloroauchenia Giel. et Salvad. — Flores; Soriano; Río Negro; Rocha. Engyptila chalcauchenia Aplin, The Ibis, 1894, p. 202 (Río Negro, Arroyo Grande, Santa Elena). OrpbeN RALLIFORMES (Gallinetas) Familia Rallidae Pardirallus maculatus (Bodd.) — Montevideo; Canelones, Maldonado; Treinta y Tres; Cerro Largo. Pardirallus rytirhynchus (Vieill.) — Montevideo; Canelones; Maldonado; Colonia; Rocha; Treinta y Tres. Rallus rhytirhynchus Aplin, The Tbis, 15894, p. 203 (Río Sauce). Aramides chiricote (Vieill.) — Canelones. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. EL HORNERO Vol. IF Aramides ypacaha (Vieill.) — Montevideo; Canelones; Colonia. Aramides ypecaha Aplin, The Ibis, 1894, p. 204 (Perdido). Ortygops notata (Gould). — Durazno. Gallinula chloropus galeata (Lieht.) — Canelones; San José; Colonia. Gallinula galeata Aplin, The Ibis, 1894, p. 204 (Monzon). Porphyriops melanops (Vieill.) Montevideo; Canelones; Maldonado; Rocha. Fulica armillata Vieill. — Montevideo; Canelones; San José; Maldonado. Fulica leucoptera Vicill. — Montevideo; Canelones; Colonia; Maldonado. Fulica leucoptera Aplin, The Ibis, 1894, p. 205. OrneN PODICIPEDIFORMES Familia Podicipedidao Podiceps americanus Garn. — Montevideo; Canelones; Colonia. Podiceps rollandi (nec Q.et G.) Aplin, The Ibis, 1894, p. 212 (Arroyo Grande). Podiceps dominicus hrachyrhynchus (Chapm.) — Montevideo; Canelones; Maldonado. Aechmophorus major (Bodd.) — Montevideo; Canelones; Maldonado. Aechmophorus major Aplin, The Ibis, 1894, p. 211 (Costa uruguaya). Podilymbus podiceps (Linn.) —- Montevideo. OrpeN SPHENISCIFORMES Familia Spheniscidae Spheniscus magellanicus (Forster). — Costas de Montevideo, Canelones y Maldonado. Spheniscus magellanicus Aplin, The Ibis, 1894, p. 212 (Maldonado). OrpeN PROCELLARIIFORMES Wamilia Procellariidae Oceanites oceanica (Kuhl). — Costa de Maldonado. Pelagodroma marina (Lath.) — Costa uruguaya del estuario del Plata. Pelagodroma marina Aplin, The Ibis, 1894, p. 212 (cerca de la isla de Palma). Familia Puffinidae Pufíinus griseus (Gm.). — Costa uruguaya del estuario del Plata (Aplin). Puffinus griseus Aplin, The Tbis, 1894, p. 212 (Costa uruguaya). Procellaria aequinoctialis Linn. — Costa de Montevideo, Canelones y Maldonado. Petrella capensis (Linn.) « Paloma del Cabo ». — Costa de Maldonado. Daption capensis Aplin, The Ibis, 1894, p. 212 (Costa uruguaya). Heteroprion desolatus Banksi (Smith). — Costa de Montevideo. Familia Diomedeidae Thalassarche melanophrys (Temm.) « Albatros >»; « Pato carnero ». — Costa de Montevideo. 1920 Juan Tremoleras: Lista de aves uruguayas 13 41. 42. 43. 44, 45. 46. 47, 48, 49, 50. 51. 52. 53. OrpeN LARIFORMES Familia Laridae . Phaéthusa chloropoda (Vieill.) — Costa de Montevideo. . Thalasseus maximus (Bodd.) — Costas de Montevideo, Canelones y Mal- donado. Sterna hirundinacea Less. — Costas de Montevideo, Canelones. Maldo- nado y Rocha. Sterna hirundinacea Aplin, The Ibis, 1894, p. 210 (Montevideo). Sterna Trudeaui Audub. — Costas de Montevideo, Canelones y Maldonado. . Sternula superciliaris (Vieill.) — Costas de Colonia y Montevideo. . Rynchops intercedens Saunders. « Rayador ». — Costa de Montevideo. . Larus cirrhocephalus Vieill. « Gaviota». — Montevideo; Canelones; Mal- donado; Rocha. Larus cirrhocephalus Aplin, The Tbis, 1894, p. 211 (Montevideo). . Larus maculipennis Licht. « Gaviota ». — Montevideo; Canelones. Larus maculipenmis Aplin, The Ibis, 1894, p. 211 (Montevideo). . Larus dominicanus Licht. « Gaviota cocinera». — Montevideo; Canelo- nes; Maldonado; Rocha. Larus dominicanus Aplin, The Ibis, 1894, p. 210 (Montevideo, Santa Ana). OrDbeN CHARADRIIFORMES Pamilia Charadriidae Haematopus palliatus Temm. — Colonia. Haematopus palliatus Aplin, The Ibis, 1894, p. 207. Oreophilus ruficollis (Wagl.). — Montevideo; Canelones. Oreophilus ruficollis Aplin, The Ibis, 1894, p. 207. Belonopterus cayennensis grisescens (Prázak). « Terutero »; «Tero ».— Montevideo; Canelones; San José; Flores; Colonia; Durazno; Soriano; Río Negro; Florida; Maldonado; Minas; Treinta y Tres; Rocha; Cerro Largo. Vanellus cayennensis Aplin, The Ibis, 1894, p. 205. Pluvialis dominicus (P. L. S. Miill.) —San José; Montevideo. Charadrius dominicus Aplin, The Ibis, 1894, p. 206. Zonibyx modestus (Licht.) — Montevideo; Soriano. Eudromias modesta Aplin, The Ibis, 1894, p. 206 Aegialitis collaris (Vieill.) — Montevideo; Canelones; Maldonado. Aegialitis collaris Aplin, The Ibis, 1894, p. 206 (Río Negro). Leucopolius (Pernettyva) falklandica (Lath.). — Montevideo; Canelones; Colonia. Himantopus melanurus (Vieill.). « Terutero real >; « Tero real ». — Monte- video; Canelones; Maldonado; Cerro Largo. Himantopus brasiliensis Aplin, The Ibis, 1894, p. 207. Mesoscolopax borealis (Forst.). — Montevideo; Colonia. Numenius borealis Aplin, The Ibis, 1894, p. 210 (Montevideo). Limosa haemastica (Linn.) — Montevideo; Canelones. Micropalama himantopus (Bp.) — Maldonado. : Neoglottis melanoleuca (Gm.). — Montevideo; Canelones, Maldonado. Totanus melanoleucus Aplin, The Ibis, 1894, p. 209. Neoglottis flavipes (Gm.). — Montevideo; San José; Colonia; Canelones; Maldonado. 62. 63. 64. 73. EL HORNERO Vol. II Tringa solitaria (Wils.) — San José. Rhyacophilus solitarius Aplin, The Ibis, 1894, p. 209. Bartramia longicauda (Bechst.) — Montevideo; Colonia. Actiturus bartramius Aplin, The Ibis, 1894, p. 209. Calidris alba (Pallas) — Colonia; San José; Montevideo; Canelones; Mal- donado. . Pisobia maculata (Vieill.) — San José; Montevideo. Pisobia fuscicollis (Vieill.) — Montevideo; Canelones. Gallinago paraguaiae (Viecill.) « Becasina ». — Canelones; Florida; Maldo- nado; San José; Treinta y Tres; Cerro Largo. Gallinago paraguaiae Aplin, The Ibis, 1894, p. 207. Homoptilura undulata gigantea (Temm.) — San José. Rostratula semicoilaris (Vieill.) « Asuatero ». — Montevideo; Canelones; Treinta y Tres; Cerro Largo. Familia Parridae Jacana jacana (Linn.) Janelones; Cerro Largo; Rocha. Parra jacana Aplin, The Ibis, 1894, p. 205 (Río Negro). ORDEN GRUIFORMES Familia Aramidae Aramus scolopaceus carau (*) Vieill. «Carao» o < Carau ». — Canelones; Florida; Treinta y Tres; Cerro Largo. Familia Cariamidae Cariama cristata (Limn.). « Seriema > o < Sariema ». — Cerro Largo. OrDbeN ARDEIFORMES Familia Ardeidae Ardea cocoi Linn. « Garza»; «Garza mora»; «Juan Grande ». — Cane- lones; Maldonado; Rocha; Treinta y Tres; Cerro Largo. Ardea cocos Aplin, The Ibis, 1894, p. 197. Casmerodius albus egretta (Gm.) « Garza blanca ». — Maldonado; Rocha. Ardea egretta Aplin, The Ibis, 1894, p. 198 (Santa Ana). Florida caerulea Linn. — Cerro Largo. Ardea caerulea Aplin, The Ibis, 1894, p. 198 (Río Negro). Egretta thula (Mol.) « Garza blanca chica ». — Maldonado. [= candidissima (Gmel.) ]. Nycticorax nycticorax naevius (Bodd.) — Montevideo; Canelones; Mal- donado. Nycticorax obscurus Aplin, The Ibis, 1894, p. 199 (Mouzon). Syrigma sibilatrix (Temm.) « Garza amarilla ». — Cerro Largo. Butorides striata (Linn.) — Montevideo; Canelones. Butorides cyanurus Aplin, The Ibis, 1894, p. 198. Ixobrychus involucris (Vieill.) « Mirasol >». — Montevideo; Canelones; Ce- rro Largo. y Ardetta inmvolucris Aplin, The Ibis, 1894, p. 199. Botaurus pinnatus (Wagl.) — Canelones; Maldonado. (1) Cf. Bangs and Penard, Bull. Mus. Comp. Zool. Harvard Coll. LXII, No 2, April, 1918, p. 42. 1920 Juan Tremoleras: Lista de aves uruguayas 15 74, 81. 82. 83. Familia Ciconiidas Tantalus americanus (Linn.) « Cieñieña »; <« Tuyuyú». — Canelones; Mal- donado; Rocha; Treinta y Tres. Tantalus loculator Aplin, The Ibis, 1894, p. 199 (Arroyo Grande, Río Negro). Euxenura maguari (Gm.) « Cigiieña ». — Maldonado; Rocha; Cerro Largo. Buxenura maguari Aplin, The Ibis, 1894, p. 199 (Santa Elena). Mycteria mycteria (Lieht.). « Jabirú »; « Cieieña blanca ».—Rocha; Trein- ta y Tres. Familia Ibididae Theristicus caudatus (Bodd.) — Treinta y Tres. Molybdophanes cerulescens (Vieill.) — Cerro Largo; Rocha. Phimosus nudifrons Azare Berl. et Hart. — Uruguay. Phimosus infuscatus Aplin, The Ibis, 1894, p. 199. Plegadis guarauna (Linn.) « Banduria ».— Canelones; Treinta y Tres; Ce- rro Largo. Familia Plataleidae Ajaja ajaja (Linn.) « Espátula >»; « Garza rosada ».— Canelones; San José; Florida; Maldonado; Treinta y Tres; Cerro Largo. Ajaja rosea Aplin, The Ibis, 1894, p. 199 (Río Negro). OrbeN ANSERIFORMES Familia Anatidae Cygnus melanocoryphus (MoJ.) « Cisne >»; « Cisne de cuello negro ». — Ca- nelones; Rocha; Cerro Largo. Cygnus nigricollis Aplin, The Ibis, 1894, p. 200 (Estancia Santa Adelaida, Estancia Miguelette, Colonia). Cairina moschata (Linn.) «Pato real»; «Pato grande ». — Montevideo; Canelones; Rocha; Treinta y Tres. Coscoroba coscoroba (Mol.) «Ganso»; «Ganso silvestre ». — Canelones; Maldonado. Coscoroba candida Aplin, The Ibis, 1894, p. 200 (Río Santa Lucía). Dendrocygna viduata (Linn.) — Montevideo; Cerro Largo. Dendrocygna fulva (Gm.) — Canelones; Cerro Largo. Dendrocygna fulva Aplin, The Ibis, 1894, p. 200. Mareca sibilatrix (Pappis). — Canelones; Cerro Largo. Nettium flavirostris (Vieill.) — Montevideo; Canelones; Cerro Larco. Querquedula flavirostris Aplin, The Ibis, 1894, p. 200. Nettium brasiliensis (Gm.) — Montevideo; Cerro Largo. Querquedula brasiliensis Aplin, The Ibis, 1894, p. 201. Nettium torquatum (Vieill.) — Cerro Largo. Querquedula torquata Aplin, The Ibis, 1894, p. 201. Dafila spinicauda (Vicill.) — Montevideo; Canelones; Rocha. Dafila spinicauda Aplin, The Ibis, 1894, p. 201. Pecilonetta bahamensis (Linn.) — Canelones. Querquedula versicolor (Vieill.) «Patito marrueco »; « Marruequito ». — San José; Montevideo: Canelones; Maldonado; Rocha; Cerro Lareo. Querquedula versicolor Aylin, The Ibis, 1894, p. 200. 16 EL HORNERO Vol. II 94. Querquedula cyanoptera (Vieill.) — Montevideo; Cerro Largo. Querquedula cyanoptera Aplin, The Ibis, 1894, p. 200 (Las Coronas). 95. Spatula platalea (Vieill.) — Montevideo; Canelones. Spatula platalea Aplin, The Ibis, 1894, p. 201. 96. Heteronetta atricapilla (Merrem). — Uruguay. 97. Metopiana peposaca (Vicill.) «Pato picazo ». — Montevideo; Canelones; Maldonado; Rocha; Cerro Largo. Metopiana peposaca Aplin, The Ibis, 1894, p. 201. 98. Oxyura vittata (Phil.) — Montevideo. ORDEN PHENICOPTERIFORMES Familia Phoenicopteridae 99. Phonicopterus chilensis Mol. « Flamenco ». — Canelones; Rocha. Phoenicopterus ignipalliatus Aplin, The Ibis, 1894, p. 199 (Maldonado). OrDEN -PALAMEDEIFORMES Vamilia Palamedeidae 100. Chauna torquata (Oken). «Chajá>»; « Yajá ». — Canelones; Maldonado; Minas; Rocha; Treinta y Tres; Cerro Largo; Flores. [ = Chauna Salvador Brab. et Chubb. (Cf. Hellmayr, Verhandi. Ornith. Gesell. Bayern, XIII; 2, Sept. 20, 1917, p. 209)]. Chauwna chavaria Aplin, The Tbis, 1894, p. 200 (Río Negro). OrbeN PELECANIFORMES Familia Phalacrocoracidae 101. Phalacrocorax vigua (Vieill.). « Vieuá >; « Zaramagullón ». — Colonia; San José; Montevideo; Canelones. Phalacrocorazr brasilianus Aplin, The Ibis, 1594, p. 197 (Isla de EE So- riano y Río Negro). OrDEN CATHARTIDIFORMES Familia Cathartidae 102. Coragyps urubu fcotens (Wied.). «Cuervo ». — Minas; Florida; Flores; Treinta y Tres; Cerro Largo. Cathartes atratus Aplin, The Ibis, 1894, p. 196 (Río Negro). 103. Cathartes aura jota (Mol.). « Cuervo real ». — Cerro Largo. [ Cathartes falplandica Sharpe. Cf. Bangs and Penard, Bull. Mus. Comp. Zool. Harvard College LXIT. N* 2, April 1918, p. 34]. Cathartes aura Aplin, The Ibis, 1894, p. 196 (Río Negro, Santa Elena). OrbeN ACCIPITRIFORMES Familia Falconidae 104. Polyborus plancus (Miller). « Carancho». — Minas; Maldonado; Cerro Largo; Flores. Polyborus tharus Aplin, The Ibis, 1894, p. 196 (Arroyo Grande). 1920 Juan Tremoleras: Lista de aves uruguayas aL7 105. 106. 107. 108. 109. 110. TILL, 112. 113. 114. 115. 116. 117. 118. 119. 120. 121. 122. 123. Milvago chimango (Vieill.). « Chimango >». — Canelones; Florida; Flores; San José; Maldonado; Minas; Cerro Largo. Milvago chimango Aplin, The Tbis, 1894, p. 196 (Río Negro, Santa Flo- rencia). Milvago chimachima (Vieill.). — Uruguay. Circus cinereus (Vieill.). « Gavilán ». — Rivera; Cerro Largo. Circus Buffoni (Gmel.) [= maculosus (Vieill.) ]. — Flores. Circus macropterus Aplin, The Ibis, 1894, p. 194. Geranoaetus melanoleucus (Vicill.). « Aenila ». — Florida; Minas. Geranoetus melanoleucus Aplin, The Ibis, 1894, p. 194. Buteo erythronotus (Kin=). — Flores; San José. Buteo erythronotus Aplin, The Ibis, 1894, p. 194. Rostrhamus sociabilis (Vieill.). « Halcón ». — Canelones; Flores. Rostrhamus sociabilis Aplin, The Ibis, 1894, p. 195. Elanus leucurus (Vieill.). « Haleón blaneo >. — Minas; Florida; Durazno; Treinta y Tres; Cerro Largo. Elanus leucurus Aplin, The Ibis, 1894, p. 195. Falco peregrinus anatum By. — Flores; San José. Faleo peregrinus Aplin, The Ibis, 1894, p. 195. Cerchneis sparverius australis (Ridew.). « Haleoncito ». — Flores; Maldo- nado; Minas; Florida; Durazno; Treinta yv Tres; Rocha; Cerro Largo. Tinmunculus connamominas Aplin, The Ibis, 1894, p. 195 (Santa Elena, Las Coronas). ORDEN STRIGIFORMES Familia Strigidae Asio flammeus breviauris (*) (Schlegel). « Leehuzón ». — Montevideo; Ca- nelones; San José; Florida; Treinta y Tres. Asio brachyotus Aplin, The Ibis, 1894, p. 193. Asio clamator midas (Sehl.). « Lechuzón ». — Montevideo. Bubo virginianus nacurutu (Vieill.). « Nacurutú >. — Flores; Maldonado. Otus choliba (Vieill.). — Florida; Canelones. Speotyto cunicularia (Mol.). « Coruja»; «Lechuza del campo». — Mon- tevideo; Canelones; San José; Colonia; Florida; Flores; Río Negro; Soriano; Maldonado; Minas; Rocha; Treinta y Trés; Cerro Largo. Speotyto cunicularia Aplin, The Ibis, 1894, p. 193. Tito alba tuidara (Gray) [= Zyto perlata (2)]. « Lechuza »; « Lechuza de campanario ». — Montevideo: Canelones; San José; Maldonado; Minas; Cerro Largo. OrbeN PSITTACIFORMES Familia Psittacidae Anodorhynchus glaucus (Vieill.). — Urueuay. Aratinga acuticaudata (Vicill.). — Uruguay. Aratinga leucophthalmus (P. L. S. Miill.). « Lorito ». — Flores; Río Nero; Paysandú. Conurus leucophthalmus Aplin, The Ibis, 1894, p. 191 (Río Negro). (1) Cf. Bangs, Proc. New Engl. Zool. Cl, VI, 1919, p. 96. (2) Bangs and Penard, Bull. Mus. Comp. Zool., LXIT, NY 2, 1918, p. 52 Ly oe. 18 EL HORNERO Vol. II 124. 125. 126. 127. 128. 129. 130. 137. 138 139. Cyanolyseus patagonus (Vieill.). «Loro barranquero >».— San José. "Pyrrhura vittata chiripepe (Vieill.). « Periquito ». — Rocha; Treinta y Trés; Cerro Largo; Rivera. Myiopsitta monacha (Bodd.). « Cotorra ». — Minas; Maldonado; Rocha; Treinta y Trés; Cerro Largo; Tacuarembó; Durazno; Flores; Florida. Bolborhynchus monachus Aplin, The This, 1894, p. 192 (Río Negro, Santa Adelaida). : Amazona pretrei (Temm.). — Uruguay. OrDbex CORACIIFORMES Familia Haleyonidae (Martín Pescadores) Streptoceryle torquata cyanea (Vieill.). — Río Negro; Paysandú. Ceryle torquata Aplin, The Ibis, 1894, p .190 (Arroyo Grande, Santa Elena). Chloroceryle amazona (Lath.). — Montevideo; Canelones; Florida; Minas; Treinta y Tres; Cerro Largo. Ceryle amazona Aplin, The Ibis, 1894, p. 191 (Santa Ana, Santa Elena). Chloroceryle americana viridis (Vieill.). — Montevideo; Canelones; Flores; Minas; Cerro Largo. Ceryle americana Aplin, The Tbis, 1894, p. 191. Familia Caprimulsidae (Dormilones) . Podager nacunda (Vieill.). — Canelones; Flores; Río Negro; Maldonado. Podager nacunda Aplin, The Ibis, 1894, p. 186 (Santa Elena). Hydropsalis torquatus (Gm.). — Montevideo. Hydropsalis furcifer (Vieill.). — Montevideo; Flores; Minas; Maldonado. Hydropsalis furcifera Aplin, The Tbis, 1894, p. 188 (Arroyo Grande). Familia Trochilidae Hylocharis ruficollis (Vieill.). « Picaflor». — Montevideo. .- Chlorostilhon aureoventris egregius Heine. « Picaflor >»; «Tente-en-el-aire» ; « Tente ». — Montevideo; Canelones; Maldonado; San José; Flores; So- riano; Florida; Treinta y Tres. Chlorostilbon splendidus Aplin, The Ibis, 1894, p. 185 (Santa Elena). . Heliomaster furcifer (Shaw). « Picaflor ». — Flores; Soriano. Calliperidia furcifera Aplin, The Tbis, 1894, p. 185. Ornex TROGONIFORMES Familia Trogonidae Trogonurus surrucura (Vieill.). — Uruguay. OrDbeEN CUCULIFORMES Familia Cuculidae Piaya cayana macroura Gambel. — Montevideo; Minas. Guira guira (Gm.). «Pirincho»; «Urraca ».-— Montevideo; Canelones; San José; Flores; Florida; Durazno; Minas; Maldonado; Treinta y Tres; Cerro Largo; Rocha. Guira piririgua Aplin, The Ibis, 1894, p. 191. 1920 Juan Tremoleras: Lista de aves uruguayas 19 140. 141. 142. 143. 144. 145. 146. 147. 148. 149. 150. 151. 152. 153. 154. 155. 156. 157. 158. OrpeN PICIFORMES Familia Picidae (Picapalos, Carpinteros) Soroplex campestris (Vieill.). — Canelones. Soroplex campestroides (Malh.). — Canelones; Flores; Florida; Minas; Treinta y Tres; Cerro Largo. Colaptes agricola Aplin, The Ibis, 1894, p. 189 (Santa Elena, Santa Ade- laida). Chloronerpes aurulentus (Temm.). — Paysandú; Salto. Chrysoptilus melanolaemus (Malh.). — Canelones; Florida; Cerro Largo. Chrysoptilus cristatus Aplin, The Ibis, 1894, p. 189. Leuconerpes candidus (Otto). — Paysandú; Cerro Largo. Trichopicus cactorum (Lafr. et Orb.). — Uruguay. Dyctiopicus mixtus (Bodd.) — Uruguay. Veniliornis spilogaster (Wagl.). — Uruguay. Scapaneus leucopogon (Valene.). — Paysandú. Campephilus boiei Aplin, The Ibis, 1994, p. 189 (Santa Florencia). OrpeN PASSERIFORMES Familia Formicariidac Erionotus caerulescens (Vieill.). — Uruguay. Erionotus gilvigaster (Pelz.). — Uruguay. Thamnophilus cerulescens Aplin (1), The Ibis, 1894, p. 185 (Arroyo Grande, Santa Elena). Rhopochares ruficapillus (Vieill.). — Montevideo; Canelones; Colonia. Thamnophilus ruficapillus Aplin, The Ibis, 1894, p. 185. Familia Dendrocolaptidae Maldonado; Canelones; Geositta cunicularia (Vieill.). « Corre-caminos ». San José; Flores. Geositta cunicularia Aplin, The Ibis, 1894, p. 181. Furnarius rufus (Gm.). « Hornero >». — Montevideo; Canelones; Maldo- nado; San José; Colonia; Flores; Florida; Treinta y Tres; Cerro Largo. Furnarius rufus Aplin, The Ibis, 1894, p. 181. , Cinclodes fuscus (Vieill.). — Montevideo; Canelones; Maldonado. Cinclodes fuscus Aplin, The Ibis, 1894, p. 182. Lochmias nematura (Licht.). — Montevideo; Canelones. Phloeocryptes melanops (Vieill.). « Junquero ». — Montevideo; Canelones; San José; Flores; Maldonado; Rocha. Phloeocryptes melanops Aplin, The Ibis, 1894, p. 182. Leptasthenura platensis Reichenb. — Durazno; Flores. Leptasthenura aegithaloides Aplin, The Ibis, 1894, p. 182. Synallaxis frontalis Pelz. — Montevideo; Canelones. Synallaxis ruficapilla Vieill. — Canelones. Synallaxis Spixi Sel. — Uruguay. Schoeniophylax phryganophila (Vicill.). — Montevideo; Colonia. (1) Cf. Hellmayr, Abbandl. K. Bayer, Akad. Wiss., XXIT, p. 661, 1906, 20 162. 163. 164. 165. 166. 167. 168. 169. 170. 171. 172. 173. 174. 175. 176. 177. 178. 179. 180. 181. 182. 183. EL HORNERO Vol. II Asthenes striaticeps heterocerca (Berl. et Leverk.). —Río Negro; Pay- sandú. Synallaxis striaticeps Aplin, The Ibis, 1894, p. 182. Asthenes anthoides Hudsoni (Sel.). — Uruguay. Synallaxis hudsoni Aplin, The Ibis, 1894, p. 182 (Santa Ana). Anumbius anumbi (Vieill.). « Espinero >»; « Chinchibirri ». — Montevideo ; Canelones; San José; Maldonado; Florida; Flores; Minas; Treinta y Tres; Cerro Largo. Anumbius acuticaudatus Aplin, The Ibis, 1894, p. 183. Thryolegus curvirostris (Gould). — Uruguay. Phaceloscenus striaticollis (Lafr. et Orb.). — Uruguay. Phacellodomus striaticollis Aplin, The Ibis, 1894, p. 185. Pseudoseisura lophotes (Reichenb.). « Hornero grande »; « Caserote ».— Río Negro; Paysandú . Homorus lophotes Aplin, The Ibis, 1894, p. 184 (Santa Elena, Santa Ade- laida, Arroyo Grande). Xenicopsis rufosuperciliatus oleagineus Sel. — Paysandú. Picolaptes angustirostris (Vieill.). — Uruguay. Picolaptes angustirostris Aplin, The Ibis, 1894, p. 184 (Río Negro). Drymornis Bridgesi (Eyton). Canelones; Paysandú. Familia Tyrannidae Myiotheretes rufiventris (Vieill.). — Colonia; Flores; Río Negro. Muyiotheretes rufiventris, Aplin, The Ibis, 1894, p. 175. Taenioptera cinerea (Vieill.) .« Escarchero ».—Canelones; Minas; Florida; Treinta y Tres; Cerro Largo. Tenioptera nengeta Aplin, The Ibis, 1894, p. 175 (Arroyo Grande, Santa Elena, Paso de Navarro, Río Negro). > Taenioptera coronata (Vieill.). — Canelones; Florida; Río Negro. Taenioptera dominicana (Vieill.). — Canelones; Minas; Cerro Largo. Tenmioptera dominicana Aplin, The Ibis, 1894, p. 176. Taenioptera irupero (Vieill.). « Viudita ». — Canelones; Florida; Flores; Minas; Cerro Largo. Tamptera irupero Aplin, The Ibis, 1894, p. 176 (Santa Elena). Alectrurus tricolor (Vieill.). — Uruguay. Alectrurus risorius (Vieill.). — Paysandú; Flores. Alectrurus risorius Aplin, The Ibis, 1894, p. 177. Sisopygis icterophrys (Vieill.). « Amarillo ». — Montevideo; Canelones; Florida; San José; Colonia. Sisopygis icterophrys Aplin, The Ibis, 1894, p. 177 (Santa Elena). Knipolegus cyanirostris (Vieill.). — Uruguay. Cmnipolegus cyanirostris Aplin, The Ibis, 1894, p. 177 (Arroyo Grande, Santa Elena). Lichenops perspicillata (Gm.). «Pico de plata»; « Viudita ». — Montevi- deo; Canelones; Minas; Maldonado. Lichenops perspicillatus Aplin, he Ibis, 1894, p. 177. Machetornis rixosa (Vieill.). « Picamata »; « Margarita »; « Feliz pecho ». — Montevideo; Canelones; Maldonado; Colonia; San José; Minas. Machetornis rizosa Aplin, The Ibis, 1894, p. 178. Lessonia nigra (Bodd.). — Montevideo; Canelones; San José. Centrites niger Aplin, The Ibis, 1894, p. 178. Hemitriccus diops (Tenm.). — Uruguay. 1920 Juan Tremoleras: Lista de aves uruguayas 21 196. 197. 198. 199. 200. . Hapalocercus flaviventris (Lafr. et Orb.). — Montevideo; Canelones. . Polystictus pectoralis minima (Gould). — Uruguay. Habrura pectoralis Aplin, The Ibis, 1894, p. 178. Serpophaga subcristata (Vieill.). « Tiqui-tiqui »; « Piojito ».— Montevi- deo; Canelones; Flores; Colonia; San José; Río Negro. Serpophaga subcristata Avlin, The Ibis, 1894, p. 178. Serpophaga nigricans (Vieill.). — Montevideo; Canelones. Serpophaga nigricans Aplin, The Ibis, 1894, p. 178. Tachuris (1) rubrigastra (Vieill.). « Siete colores ». — Montevideo; Canelo- nes; Florida. Cyanotis azare Aplin, he Ibis, 1894, p .179 (Santa Ana). . Elaenia parvirostris Pelz. — Montevideo; Canelones. Elainea albiceps Aylin, The Ibis, 1894, p. 179 (Santa Elena). Cf. Berlepsch. Proc. fourth Intern. Ornith. Congress Lond. 1905 (1907), p. 413. . Empidagra suiriri (Vieill.). — Montevideo; Canelones; Colonia; Río Negro. . Pitangus sulphuratus bolivianus (Lafr.). « Bienteveo ». — Montevideo; Ca- nelones; San José; Flores; Colonia; Maldonado; Minas; Treinta y Tres; Cerro Largo; Río Neero; Paysandú. Pitangus bolivianus Aplin, The Ibis, 1894, p. 179. . Myiodynastes solitarius (Vieill.). — Paysandú; Río Negro; Colonia. . Myiophobus fasciatus (P. L. S. Mill.) — Montevideo; Canelones; Florida. Myiobíus naevius Aplin, The Ibis, 1894, p. 179. . Pyrocephalus rubinus (Bodd.). « Churrinche ». — Montevideo; Canelones; Florida; Flores; Colonia; San José. Pyrocephalus rubineus Aplin, The Ibis, 1894, p. 180 (Montevideo, Santa Elena). . Myiarchus ferox ferocior Cab. — Paysandú; Cerro Largo. Myiarchus feroz Aplin, The Ibis, 1894, p. 180 (Río Negro). Tyrannus melancholicus Vicill. « Bienteveo real ». — Colonia; San José; Flores; Río Negro. Tyrannus melancholicus Aplin, The Ibis, 1894, p. 180. Muscivora tyrannus (Linn.). « Tijereta ». — Montevideo; Canelones; San José; Minas; Maldonado; Treinta y Tres; Rocha; Cerro Largo. Milvulus tyrannus Aplin, The Ibis, 1894, p. 180 (Santa Elena). Familia Cotingidae Pachyrhamphus polychropterus notius Brewst. et Banos. — Montevideo; Erismatura ferruginea (nee Eyton) Aplin ,The Ibis, 1894, p. 201. Pachyrhamphus polychropterus Aplin, The Ibis, 1894, p. 191 (Río Negro). Familia Turdidae Planesticus amaurochalinus (Cab.). «Sabiá » (« Sabiá blanco » en la fron- tera brasileña); « Hachea » o « Achea ». — Montevideo; Canelones; Flo rida; Flores; Colonia; Minas; Cerro Larzo; Treinta y Tres. Turdus leucomelas Aplin, The Ibis, 1894, p. 161 (Río Negro, Santa Elena). Planesticus rufiventris (Vieill.). «Zorzal» (« Sabiá en la frontera brasi- leña). —San José; Colonia; Flores; Florida; Canelones; Maldonado; Minas; Treinta y Tres; Cerro Largo. Turdus rufiventris Aplin, The Tbis, 1894, p. 161 (Río Neero, Arroyo Grande). (1) Cf. Bangs and Penard, Bull. Mus. Comp. Zool., Harvard Coll. LXIM, 1919, p. 32. N [Ku] 201. 202. 203. 204. 205. 206. 207. 208. 209. 210. 211. 212. 213. 214. EL HORNERO Vol. II Familia Troglodytidae Troglodytes musculus bonariae Hellm. (1). «Ratonera »; « Tacuarita ». — Montevideo; Canelones; San José; Flores; Colonia; Maldonado; Florida. Troglodytes furvus Aplin, The Ibis, 1894, p. 163. Familia Mimidae Mimus modulator (Gould). « Calandria ». — Canelones; San José; Colonia; Flores; Florida; Durazno; Maldonado; Minas; Treinta y Tres; Cerro Largo; Río Negro; Paysandú; Tacuarembó. Mimus modulator Aplin, The Ibis, 1894, p. 162. Mimus triurus (Vieill.). « Calandria ». — Canelones; Flores. Familia Sylviidae Polioptila dumicola (Vieill.). « Azulejo ». — Canelones; Montevideo. Polioptila dumicola Aplin, The Ibis, 1894, p. 163. Familiv Motacillidae Anthus correndera Vieill. « Cachila >». — Montevideo; Canelones; San José; Florida; Maldonado. Anthus correndera Aplin, The Ibis 1894, p. 165. Familia Mniotiltidae Compsothlypis pitiayumi (Vieill.). —San José; Flores; Cerro Largo. Porula pitiayumi Aplin, The Ibis, 1894, p. 165 (Río Negro). Geothlypis aequinoctialis cucullata (Lath.). — Montevideo; Canelones; San José; Flores. Geothlypis velata Aplin, The Ibis, 1894, p. 165 (Santa Ana). Tamilia Vireonidae Cyclarhis ochrocephala Tschudi. « Juan Chiviro ». — Canelones; San José; Flores. : Ñ Cyclorhis ochrocephala Aplin, The Ibis, 1894, p. 165 (Arroyo Grande, Río Negro). Familia Hirundinidae (Golondrinas) Tachycineta leucorrhoa (Vieill.) —Montevideo; Colonia; San José; Flores. Tachycineta leucorrhoa Aplin, The Ibis, 1894, p. 166 (Montevideo). - Progne chalybea domestica (Vieill.). — Montevideo; Canelones; San José; Colonia; Río Negro; Rocha. Progne furcata Baird. — Montevideo; Canelones; San José. Progne furcata Aplin, The Ibis, 1894, p. 165. Phaeoprogne tapera (Linn.). — Canelones. Progne tapera Aplin, The Ibis, 1894, p. 166. Pygochelidon cyanoleuca patagonica (Lafr. et Orb.). — Montevideo; Co- lonia; Flores; Río Negro. Atticora cyanoleuca Aplin, The Ibis, 1894, p. 165. Alopochelidon fucatus (Temm.). — Uruguay. Atticora fucata Aplin, The Ibis, 1894, p. 167 (Cuchilla Grande). (1) Anzeiger Ornith. Gesell. in Bayern, N? 1, 1919, p. 2. 1920 Juan Tremoleras: Lista de aves uruguayas 23 215. 216. 217. 218. 219. 220. 221. 222. 223. 224. 225. 226.. 227, 228. 229. 230. 231. 232. 233. 234. Familia Tanagridae Tanagra aureata (2) Vieill. [=Euphonia nigricollis (Vieill.) 1819 y Tana- gra cyanocephala Vieill. 1819]. — Uruguay. Pipraeidea melanonota (Vieill.). — Canelones; Florida. Tangara pretiosa (Cab.). — Rocha; Cerro Largo. Stephanophorus diadematus (Mikan). « Cardenal azul»; « Cardenal de la patria »; «Cardenal de la sierra >. — Minas; Treinta y Tres; Rocha; Cerro Largo. Stephanophorus leucocephalus Aplin, The Ibis, 1894, p. 167 (Río Negro). Thraupis sayaca (Linn.). — Uruguay. Thraupis bonariensis (Gm.). « Naranjero »; « Siete colores ».—Montevideo; Canelones; San José; Flores; Florida; Cerro Largo. Tanagra bonariensis Aplin, The Ibis, 1894, p. 168 (Río Negro). Piranga flava (Vieill.). — Río Negro; Paysandú; Salto. Familia Fringillidae Cyanoloxia glaucocaeruea (D'Orb. et Lafr.). —San José; Flores; Río Negro. Guiraca glaucocerulea Aplin, The Ibis, 1894, p. 168. Saltator aurantiirostris Vieill. — Río Negro. Saltator aurantitrostris Aplin, The Ibis, 1894, p. 168. Stelgidostomus maxillosus (Cab.). — Uruguay. Sporophila hypoxantha Cab. — Uruguay. Sporophila pileata Sel. — Uruguay. Sporophila caerulescens (Vieill.). « Gargantillo » o < Gargantilla »; « Cor- batita ». — Montevideo; Canelones; San José; Flores; Río Negro. Spermophila cerulescens Aplin, The Ibis, 1894, p. 168. Spinus ictericus (Licht.). « Jilouero >»; « Cabecita negra ». Canelones; Colonia; San José; Florida. Chrysomitris ¿cterica Aplin, The Ibis, 1894, p. 170. Sicalis Pelzelni Sel. « Dorado >»; <« Canario ». — Montevideo; Canelones; Florida; Maldonado; Minas. Sycalis pelzelni Aplin, The Ibis, 1894, p. 171. Sicalis arvensis (Kittl.). « Mixto» o « Misto ». — Montevideo; Canelones; Maldonado; San José; Colonia; Flores. Sycalis luteola Aplin, The Ibis, 1894, p. 171. Brachyspiza capensis (P. L. S. Mill.) « Chingolo ». — Maldonado; Cane- lones; San José; Colonia; Flores; Florida; Maldonado; Minas; Rocha; Treinta y Tres; Cerro Largo. Zomotrichia pileata Aplin, The Ibis, 1894, p. 169. Poospiza nigrorufa (Lafr. et Orb.). « Siete vestidos ». — Montevideo; Ca- nelones; Flores. Poospiza mgrorufa Aplin, The Ibis, 1894, p. 169. Myospiza humeralis (2) (Bose). « Chingolo de tierra ». — Montevideo; Ca- nelones; Maldonado; Flores; San José. Coturniculus peruanus Aplin, The Ibis, 1894, p. 170. Embernagra platensis poliocephala (Gray). « Cotorra (!) de bañado ». — Montevideo: Canelones; Maldonado; Flores. Embernagra platensis Aplin, The Ibis, 1894, p. 170. Montevideo; (1) Cf. Bangs and Penard, Bull. Mvs. Comp. Zool., LXIIT, N? 2, 1919, p. 34 (2) Cf. Meneganx, Revue Franc. d'Ornith., N? 98, 1917, p. 87 EL HORNERO Vol. II . Coryphospiza albifrons (Vieill.) — Uruguay. Donacospiza albifrons Aplin, The Ibis, 1894, p. 169. 236. Coryphospingus cucullatus araguira (Vieill.). — Montevideo; Canelones. 237. Paroaria cristata (Bodd.) [== Paroaria cucullata aut.] « Cardenal ». — Ca- nelones; Minas; Maldonado; San José; Flores; Florida; Treinta y Tres; Cerro Largo. Paroaria cucullata Aplin, The Ibis, 1894, p. 168 (Santa Elena). 238. Gubernatrix cristata (Vieill.). « Cardenal amarillo ». — Canelones; Minas. Gubernatrix cristatella Aplin, The Ibis, 1894, p. 169 (Arroyo Grande, Arroyo Ojosmin). Familia Icteridae 239. Cacicus chrysopterus (Vig.). « Boyero ». — Flores; Soriano; Río Negro. 240. Amblycercus solitarius (Vieill.). « Boyero grande »; « Boyero ». — Soriano; Río Negro. Amblycercus solitarius Aplin, The Tbis, 1894, p. 171 (Río Negro). 241. Molothrus bonariensis (Gm.). « Tordo ». — Montevideo; Canelones; Mal- donado; Minas; Colonia; Flores; San José; Treinta y Tres; Cerro Largo. Molothrus bonariensis Aplin, The Ibis, 1894, p. 172. 242. Molothrus brevirostris (D*Orb. et Lafr.). — Canelones; Maldonado. Molothrus rufoaxillaris Aplin, The Tbis, 1894, p. 172 (Santa Elena, Santa Ana). 243. Molothrus badius (Vieill.). « Músico »; « Tordo mulato ». — Montevideo; Canelones; Florida; Maldonado; Cerro Largo. Molothrus badius Aplin, The Ibis, 1894, p. 172. 244. Agelaius thilius chrysocarpus (Vig.). « Alférez ». — Montevideo; Canelo- nes; Maldonado; Flores. Agelaeus thilius Aplin, The Ibis, 1894, p. 173. 245. Agelaius flavus (Gm.). — Cerro Largo; Rocha. Agelaeus flavus Aplin, The Ibis, 1894, p. 173. 246. Agelaius ruficapillus Vieill. — Canelones. 247. Leistes militaris superciliaris (Bp.). « Pecho colorado ehico ». — Canelones; Flores; San José. > 248. Amblyrhamphus holosericeus (Seop.). « Federal ». — Treinta y Tres; Ro- cha; Cerro Largo. Amblyrhamphus holosericeus Aplin, The Ibis, 1894, p. 173 (Santa Ana, Arroyo Grande, Santa Elena). 249. Pseudoleistes virescens (Vieill.). «Pecho amarillo »; « Dragón ». — Cane- lones; Minas; Maldonado; Treinta y Tres; Cerro Largo. Pseudoleistes virescens Aplin, The Ibis, 1894, p. 173. 250. Trupialis Defilippii Bp. « Pecho colorado ». — Canelones; Flores; San José; Cerro Largo. Trupialis defilippiú Aplin, The Ibis, 1894, p. 174 (Río Negro). 251. Xanthornus pyrrhopterus (Vieill.). — Canelones; Paysandú. 252. Gnorimopsar chopi (Vieill.). « Charrúa ». — Río Negro; Paysandú. Familia Corvidae 253. Cyanocorax chrysops (Vieill.). « Urraca ». — Salto. Cyanocorax chrysops Aplin, The Ibis, 1894, p. 174 (Arroyo Grande, Paso de los Loros, Río Negro). 254, Cyanocorax cyanomelas (Vieill.). — Uruguay. 1920 A. G. Bennett: Breves notas sobre las aves antárticas 25 Aplin (Birds of Uruguay, in The Ibis 1894, pp. 149-214), cita además las siguientes especies encontradas por él: Craxw Selateri Gray. — Aplin, 1. e. p. 203 (Río Negro). Fulica rufifrons Phil. et Landb. — Aplin, 1. e. p. 204 (Fulica leucopyga). Pisobia Bairdi (Coues). — Aplin, 1. e. p. 209 (Sauce). Caprimugus parvulus Gould. — Aplin, 1. e. p. 188 (Anthrostomus parvulus), (Río Negro). Darwin señaló también: Limnornis rectirostris Gould. — Maldonado. Y, en fin, Rothschild y Chubb (Novit. Zoolog., XXI, N* 2, 1914), han descrito una nueva forma de Rhea, procedente de Barra San Juan, Colonia, con el nombre de Rhea americana intermedia. BREVES NOTAS SOBRE LAS AVES ANTÁRTICAS () POR A. G. BENNETT, M.A.s.O.P. PORT STANLEY (MALVINAS) Los siguientes apuntes han sido reunidos por mí, durante una estadía en las islas Shetland del Sur, durante los años 1913-14 y 1917-19, y en las islas Orcadas del Sur, en los años 1914-15. -— Sterna hirundinacea Less. '“Gaviotín de lomo blanco””. —La distribución de esta especie se extiende desde Bahía, en el Brasil, y Chimbote en el Perú, hasta las tierras antárticas. Es bastante común y hasta abunda en algunas regiones. Se reproduce en las islas Shetland del Sur, Orcadas del Sur y en las islas Malvinas (Falkland). Llega a esas regiones en el mes de Noviembre, para emigrar en Abril. Su alimento consiste prineipalmente en pequeños peces y crustáceos del plankton, que recoge zambulléndose, no dejando de perseguir su presa aun cuando el mar está agitado. Su vuelo es rápido y elegante, y realzan aun más las gracias de esta ave, la coloración de su plumaje eris perla sobre el dorso, con la parte superior de la ca- beza negra, el vientre blanco y el pico y las patas rojo de sangre. En el suelo, sin embargo, es muy torpe para caminar, debido a sus cortas piernas. Como sucede con varias otras especies de esta familia, la época de la postura perece variar consi- derablemente, en especial modo en las regiones antárticas, en donde yo he observado con frecuencia huevos y pichones en la misma fecha y comunmente en el mismo nido. En las Malvinas anidan de preferencia en las barrancas de la costa, junto con le gaviota cocinera (Larus dominicanus Lieht.). Esta asociación no se observa, sin embargo, en las Shetland del Sur y en las Orcadas del Sur, en donde los gaviotines suelen atacar y expulsar a las gaviotas de las vecindades de sus nidos. En estas islas, los lugares de reproducción están situados generalmente en las gradas terminales de una morena que ya se encuentran libres de nieve. Para hacer el nido, cavan un hoyo de algunas pulgadas de profundidad, en el cual la hembra deposita uno o dos huevos. Los nidos están algo distanciados uno de otro, por lo común no menos de unas 12 yardas, a veces mucho más, encontrándose esparcidos (1) Al traducir el presente trabajo, que nuestro consocio. señor A. G. Bennett, escribió en inglés para EL HORNERO, hemos reproducido los nombres comunes citados por el autor, traducién- dolos literalmente del inglés. — R. D. 26 EL HOBNERO Vol. II sobre grandes extensiones de terreno, desde pocos pies sobre el nivel del mar hasta 600 pies de altitud. Cuando los nidos contienen varios pichones, la mayor parte de estos son de diferente edades, encontrándose también huevos y pichones al mismo tiempo. Esto parece ser debido al hecho de que los padres están obligados a cubrir continuamente los huevos después de la postura, a fin de protegerlos contra las gaviotas y los skuas (Megalestris), las cuales están siempre en acecho para robarlos. La incubación queda de este modo muy avanzada en un huevo antes de que el otro haya sido puesto. Los pichones nacidos en Enero ya pueden volar en Marzo. Los huevos son del tipo usual de aquellos de todos los gaviotines, de color bizcocho, con variaciones en los matices desde el pardo claro al oliváceo, manchados y salpicados de pardo más obscuro. Nunca encontré huevos antes de la mitad de Diciembre, pero los he eon- seguido frescos también hacia la mitad de Enero. Larus dominicanus Lieht. “Gaviota austral de dorso negro”. — Su distribu- ción es cireumpolar en el Sur, extediéndose al Norte hasta los 10” de latitud Sur, sobre las costas de la América meridional. Es muy abundante, llegando a ser una plaga. Aun no está bien averiguado si la coloración más obscura de los ejemplares inmaturos de las Malvinas es debido al hecho de habitar esas islas muy húmedas, pero lo cierto es que en las Sheiland del Sur y en las Orcadas del Sur los especí- menes inmaturos tienen el plumaje de una coloración mucho más clara. A pesar de encontrarse en grandísimo número en la isla Decepción (Shetland del Sur), se encuentran allí, comparativamente, muy pocos nidos, por cuyo motivo yo ereo que los lugares de reproducción son muy escasos en el Sur. En aquellas desoladas regiones, los materiales que juntan para formar el nido se reducen a viejas plumas, fragmentos de huesos de ballena, musgos, liquenes, alguna hierba, y frecuentemente también el nido no contiene ningún material. En las Malvinas ya se pueden encontrar huevos frescos hacia el 10 de Di- ciembre, pero en las Shetland del Sur los encontré el 7 de ese mismo mes y en 1918, el día 20 vi en la bahía del Almirantazgo (S. S.) un pichón de esta especie, el cual podía tener ya unos 14 días de edad. En la isla Decepción (Shetland del Sur), que es de origen volcánico, no es raro encontrar huevos rotos a causa del roce contra los fragmentos de escorias; pero, a pesar de esto, los pollos nacen igualmente, como yo he tenido ocasión de observarlo repetidas veces. ; El alimento de estas gaviotas consiste en restos de cadáveres de animales, pero con frecuencia prefieren quitarlo a las aves más pequeñas más bien que buscarlo ellas mismas. Desde que la caza de la ballena y su explotación ha tomado incremento en aquellas regiones, el alimento de las aves oceánicas aumentó de tal manera con los desperdicios arrojados sobre la eosta del mar, que ha llegado a notarse, en cierta parte, un aumento considerable en el número de aquellas aves y ha llegado, por otro lado, hasta alterar en cierto modo su distribución, cuando las faenas del despedazamiento de las ballenas ha coneluído en algunas partes. Catharacta antarctica (Less.). '“Skua del Sur*?”.—Es cireumpolar en el hemisferio austral, en donde es común y muy abundante en ciertas regiones. Nidifica en cualquier parte, generalmente sin construir nido. Tiene hábitos de ra- piña y su alimento consiste en despojos de animales, pero también le gustan los huevos y la carne de otras aves, a las cuales suele dar activa caza. Durante el tiempo de la cría es verdaderamente peligroso el acercarse a los lugares en donde se han establecido, porque entonces ataca valientemente tanto a los animales como al hombre, y trata de herir con su fuerte pico la cabeza del intruso. Estos ataques son tan briosos, que permiten matar al ave fácilmente, con sólo mantener la mano armada de un cuchillo frente a la cara. En el Sur, gene- valmente, pone dos huevos a fines de Diciembre. En: la isla Decepción (Shetland del Sur), he podido observar que-existe una notable diferencia entre los individuos 1920 A. G. Bennett: Breves notas sobre las aves antárticas 21 de esta especie. Algunos son más corpulentos y tienen unas plumas blanquizcas en el cuello y en el dorso, mientras que otros son más pequeños y de coloración más obscura. Sin embargo, todos viven juntos en la misma colonia y tienen iguales costumbres. Oceanites oceanicus (Kuhl). “Petrel de las tormentas, petrel de Wilson”. — Su distribución es cireumpolar en el hemisferio austral, pero al Norte se extiende por el Atlántico hasta las islas británicas. Esta pequeña ave se encuentra en gran número en cualquier parte del Sur, y se las ve volar como mariposa sobre las aguas de los océanos australes, pero con mucho menos frecuencia sobre las tierras. Para anidar eligen algún agujero natural entre las rocas, más o menos hondo y de un ancho suficiente para permitir la entrada del ave. Generalmente no hay vestigio de materiales para el nido, pero en las Orcadas del Sur encontré varios, en los Fig. 1. — Pingiín de barbijo (Pygoscelis antarctica). Isla Decepción, Shetland del Sur. 8, 1 1918. (Fotografía A. G. Bennett.) cuales estaban acumulados restos de las aves de las crías anteriores, las cuales habían muerto, sin duda, por el frío intenso que sobrevino antes de finalizar el corto verano, Ponen generalmente un solo huevo, algo grande en proporción al tamaño del ave, blanco econ una faja de puntos rojizos en torno al polo mayor. No encontré huevos antes del 26 de Diciembre y observé que varios nidos están frecuentemente situados en un mismo lugar. Este petrel parece un ave solitaria, aunque se le puede ver reunida en gran número, cuando el alimento abunda. Este consiste en glóbulos de grasa que se desprenden de los restos de las ballenas. Estas aves parece que nunca se reposan, sobre el agua. En tierra son muy torpes y se enredan fácilmente los tarsos con el material del nido, tardando algunos segundos antes de desprenderse y levantar el vuelo. Durante el tiempo de la cría hacen oir un pequeño grito, pero, por lo eomún, son aves silenciosas. 28 EL HORNERO Vol. IL Contrariamente a la mayoría de los petreles, los cuales se distinguen por sus costumbres batalladoras, disputándose y quitándose mutuamente el alimento, el petrel de las tormentas nunea se pelea con otra ave ni con sus congéneres. Debido a estas costumbres tranquilas, los marinos noruegos le dieron el nombre (tal vez apropiado) de “alma del perdido capitán”. Priocella antarctica (Steph.). “Petrel plateado”. — Su distribución comprende toda la región cireumpolar del Sur y se extiende al Norte hasta el estado de Wáshington, en la América del Norte. Esta ave es mansa, y es muy numerosa, aunque no tanto como la paloma del Cabo (Petrella capense). Yo supongo que debe nidificar muy al Sur, pues sus huevos, por lo que yo sepa, no han sido hallados, ni he observado ningún ejemplar con el plumaje gastado por haber estado incubando. Se la ve constantemente junto eon las palomas del Cabo, comiendo los despojos de ballenas y frecuentemente peleándose con aquellas para quitarles el alimento. En alguna ocasión zambulle para atrapar el alimento que se está hun- Fig. 2. — Colonias de pingiiines de barbijo (Pyyoscelis antarctica). Isla Decepción, Shetland del Sur. En el fondo y en la parte más clara la tierra está cubierta por estas uves. Los sitios más obscuros están ocupados por los pingiiines macaroni (Hudyptes chrysolophus), 8, I, 1918. (Fot. A. G. Bennett.) diendo en el mar. Como los demás petreles, tiene la costumbre de devolver el contenido del estómago sobre quien se le acerea para cojerlas. Pagodroma nivea (Gmel.). “Petrel de las nieves”.—Su distribución es cireum- polar en el Sur. Raramente se encuentra en las Shetland del Sur, pero es muy abundante en las Orcadas del Sur, en donde se la encontró nidificando. Esto puede explicarse por la presencia en estas últimas islas de una gran cantidad de bloques de hielo que la cireundan, a pesar de estar situadas más al Norte de las Shetland del Sur, en torno de las cuales usualmente el hielo es transportado en menor can- tidad por las aguas. He observado que esta ave vuela con igual frecuencia sobre las tierras como sobre las aguas. Macronectes giganteus (Gumel.). “Petrel gigante”, “Nelly”. — Su distribución es cireumpolar en el Sur, desde los 50? de latitud. Se reproduce en gran número en las Orcadas del Sur. He observado que existen varias fases en la. coloración del plumaje, el cual es en algunos ejemplares blanco, en otros gris y pardo obscuro. 1920 A. G. Bennett: Breves notas sobre las aves antárticas 29 Los especímenes que tienen el plumaje de estas dos últimas coloraciones se encuen- iran en número casi igual, mientras que los especímenes blancos representan sólo el 5 o el 10 por ciento del número total. Estas proporciones las he observado en varias ocasiones, contando los ejemplares que estaban reposando sobre las aguas. Para nidificar eligen una grada en las barrancas, pues estas aves no pueden levantar fácilmente el vuelo en un suelo parejo, a no ser que sople un fuerte viento. El nido se compone de algunas piedras, entre las cuales la hembra pone un solo huevo blanco. El plumón que cubre los pichones pertenecientes a la forma obseura es de un azulado gris, mientras que en los pichones de la forma blanea el plumón tiene también esta coloración. Si alguna persona se acerea al nido, Fig. 3. — Colonia de pingitines macaroni nidificundo en la isla Decepción, Shetland del Sur, entre millones de Pyyoscetis antarclica. S, T. 1918. (Fot. A. G. Bennett.) tanto los padres como los pichones arrojan el contenido del estómago sobre los importunos visitantes. Estas aves se alimentan de los restos de ballena o de otros animales, y es probable que también cacen y coman a los pingiiines. Con frecuencia las he visto quitar el alimento a otras aves más pequeñas, y para esto avanzan nadando sobre el agua, teniendo las alas extendidas a fin de espantarlas. La ex- presión, del rostro de estas aves, con sus ojos relativamente pequeños, salpicados de puntos rojizos claros y en contraste con el enorme pico, es tan feroz que infunde terror entre las aves terrestres. Su poder de despedazar es grande y reducen pronto en pequeños trozos la carne de ballena. Posiblemente podrían despedazar una ballena entera en tiempo relativamente corto. Petrella capense (Linn.). “Paloma del Cabo”. — Su distribución es cireum- polar en el Sur. Esta graciosa ave es una de las más comunes y se puede observar en cualquier parte de las regiones antárticas, casi siempre en gran número. Nidifican en barrancas casi inaccesibles, así que muy difícil es conseguir los 0 EL HORNERO Vol. II huevos. Generalmente no construyen nido y el único huevo lo deposita la hembra sobre las rocas desnudas. El pichón está cubierto con plumón negro, y ya desde los primeros días tiene la costumbre de arrojar las substancias aceitosas contenidas en el estómago sobre quien se le acerca. Cuando están reunidas en gran número, se observa entre ellas una conside- rable diferencia en la distribución del blanco y del negro sobre su plumaje. Algunos ejemplares que yo vi en alta mar, en 1918, tenían las partes negras reemplazadas por gris. Esta ave zambulle con habilidad para conseguir el alimento que se hunde en el mar. Prion vittatus Keyteli Math. “Petrel azul”?. — Es especie cireumpolar entre los grados 35 y 60 de latitud Sur. Sólo pude observarla e identificarla con certeza afuera de las Orcadas del Sur, pero también la encontré después nidificando en estas islas, cerca de los 61” latitud Sur. El nido está situado en un agujero natural, debajo de las rocas y se compone de algunas plumas. Ponen un solo huevo blanco. El pichón está vestido de un plumón azul y blanco y hasta el fin de Marzo no puede volar, en una época en que el frío es ya muy intenso. Por esta razón, pro- bablemente, se debe el haber encontrado numerosos restos de pichones muertos en los agujeros en donde nidifican. Diomedea exulans Linn. **Albatros errante”?. — Sólo lo he observado en alta mar. Probablemente nidifica en estas regiones, pero aun no está bien conocido el límite de su distribución en el Sur. Chionis alba (Gmel.). “Pico de estuche”. — Es abundante en donde se encuen- tran los pingiiines, pero, aunque tenga la seguridad de que nidifica en estas regio- nes, no he podido encontrar nunca el nido. Al ver esta ave, blanca como la nieve, mansa e impudente, uno está muy lejos de suponer que sea la más insaciable comilona de cadáveres de animales. Los balleneros le pusieron el nombre de Ptarmigon. Erismatura vittata Phil. “Pato zambullidor de Chile””. — Un cierto número de estos patos alcanzó hacia el Sur, a las Shetland del Sur, durante la gran mi- gración que tuyo lugar en 1916-17, motivada por la sequía prolongada que sufrió la República Argentina en dicha época y en la cual muchas aves, especialmente patos, llegaron también a las Malvinas. Encontré numerosos restos de estas aves, como ser: cráneos, esternones, ete., en la isla Decepción (Shetland del Sur), y las cuales habían perecido por extenuación. Varias, sin embargo, fueron cazadas en los años anteriores. Aptenodytes Forsteri Gray. ““Pingúín emperador”?. —Es de distribución eir- cumpolar, especialmente en la barrera de hielos. Esta ave no se muestra nunca durante los meses de verano, ni a las Shetland del Sur ni a las Orcadas del Sur, pero ha sido cazada en pequeño número easi todos los años, en los primeros días de la Primavera (si Septiembre y Octubre, en esas latitudes pueden considerarse como esta estación), en la isla Laurie (Orcadas del Sur) por el personal del Obser- vatorio Meteorológico Argentino. En el mes de Enero de 1918, en ese mismo punto vi los restos de tres individuos, dos de los cuales habían sido cazados en el mes de Septiembre del año anterior. Pygoscelis papua (Forster). Pingiiín “gentoo”. — Es de distribución cireum- polar y se encuentra formando colonias, con numerosa ería, en varios puntos. Su rúmero varía según los lugares, desde algunos pares hasta mucho millares de individuos. En las islas antárticas, tanto en las que tienen una costa fácilmente abordable, como las que la tienen escarpada, se pueden encontrar pingilines repro- duciéndose y en número tal que cualquier punto está casi ocupado por ellos. Las costumbres de nidificación de esta especie son bien conocidas y no difieren en los tres grupos de islas, Shetland, Orcadas del Sur y Malvinas. Algunas veces ponen tres huevos. He observado que, durante la época de la ería, el pico de los ejemplares 1920 A. G. Bennett: Breves notas sobre las aves antárticas 31 que habitan las islas del Sur es más rojizo que el de los que habitan las Malvinas, en los cuales es anaranjado. Pygoscelis Adeliae (Hombr. et Jaeq.). “Pingiiín de Adelia”.—Es de distribu- ción cireumpolar. Sólo pude observar especímenes inmaturos durante mi estadía en las Shetland del Sur. En estas islas no lo encontré eriando, pero vi grandes roke- rias en las Orcadas del Sur, en las cuales, durante mi visita en Enero-Marzo de 1915, había muchos pichones ya grandecitos. Pygoscelis antarctica (Forster). “Pingiúín de collar”.—Habita todas las islas al Sur del continente americano. Ponen los huevos hacia la mitad de Noviembre y su número varía de uno a tres. No es posible saber nunca con exactitud el número de huevos de eada pareja, porque estos pingiiines tienen la costumbre de cambiarse mutuamente los huevos, de modo que probablemente poeos de ellos están ineubando Fig. 4. —Shag. (probablemente Phalacrocorax atriceps yeorgianus Lonnberg) en la Tierra de Luis Felipe. Marzo 7, 1919. (Fot. A. G. Bennett.) sus propios huevos. Esto puede explicar las frecuentes diferencias en la edad que se observan en los pichones de un mismo nido. Este consiste en-un hoyo en forma de platillo, que cavan en el suelo y contiene sólo algunas piedras con algunas plumas de la cola como ornamentación. Vi varios nidos situados sobre la nieve y la cual se había derretido por una profundidad de cerca de dos pies, debido al calor emitido por el ave que estaba ineubando. A veces los nidos están frecuente- mente bañados por el agua, sin que aparentemente sufran los huevos. Cuando alguien camina entre ellos, estos pingiiines suelen atacar, dirigiendo fuertes pico- tazos a las piernas. Los pichones están vestidos de un plumón azul pálido o blan- quizco, el cual, cuando es sucio los oculta a la vista. Cuando los padres quieren alimentar a la cría, llaman a los pichones tan lejos como es posible del nido, de modo que a veces sucede que llegan hasta la playa del mar, en donde deben hacer su primera zambullida en el agua, al mismo tiempo que hacer frente a los nume- rosos lobos que continuamente están en acecho para comérselos. El ruido producido 32 EL HORNERO Vol. 11 por una colonia de pingúines quede ser oído desde millas de distancia, porque tanto de noche como de día, están peleando continuamente unas con otras parejas por los nidos, y si se considera que a veces son millones de individuos en una colonia, puede imaginarse el ruido considerable que producen. Eudyptes chrysolophus (Brandt). “Pineiúín Macaroni”. — No es, tan abun- dante como el anterior; sin embargo, se encuentra en buen número tanto en las Shetland del Sur como en las Orcadas del Sur. Vi algunos millares eriando en la isla Decepción (Shetland del Sur), mezclados con los pinguines de collar. Generalmente es un ave más limpia y mucho más atrayente que esta última. Sus costumbres de nidificación se parecen a las de la anterior especie, exceptuando tal vez el hábito de robarse los huevos y también porque la hembra pone uno solo. Fig. 5. — Algunas aves antárticas (Priocclla antarctica, Petrella capense. Ma- cronectes givanteus). Isla Decepción, Shetland del Sur, Diciembre 1918. (Fot. A. G. Bennett.) El pichón está vestide de un plumón negruzco, algo más elaro sobre las partes inferiores. Como todos los pingiiines en general, el crecimiento es rápido y ya pueden ir al mar en el espacio de 6 a 10 semanas. En esta época son algo más gruesos que los adultos a causa de la gordura. Phalacrocorax georgianus Lónnb. “Shas de ojos azules”. — Tanto en las Orcadas del Sur como en las Shetland del Sur, estos cormoranes abundan en ciertos lugares que eligen. Lamento no haber podido obtener especímenes adultos en las primeras de esas islas. Los que vi en las Shetland del Sur me parecen mayores que los de la Georgia del Sur, y tienen una mancha dorsal blanca. No eonozeo sus nidos... Todas las aves de la región antártica abundan en un modo extraordinario, contándose algunas especies por millones de individuos. La mayor parte persigue a las más pequeñas para alimentarse econ su carne, y esto sucede aun en los puntos en donde existen grandes despojos de ballenas. lr O 1920 A. G. Bennett: Breves notas sobre las aves antárticas 33 Los skuas (Megalestris) y también los petreles gigantes (Macronectes), cazan a los pingitines, tanto los adultos como los pichones y además se apoderan de los huevos de estas aves apenas quedan deseubiertos. Es imposible caleular el número de pingiiines que consumen la foca de Weddel y los leopardos de mar, pues algunos de estos amimales los matan puramente por placer, como he tenido ocasión de observarlo en las Orcadas del Sur. Las varias clases de pingiines que habitan las islas antárcticas pueden ser distinguidos unos de otros por los caracteres siguientes y por la clase de ali- mentación : Aptenodytes Forsteri, se distingue por su gran tamaño. Ignoro de qué se alimenta. ; Fig. 6. — Petrel plateado (Priocella anturctica), petrel del Cabo (Petrella ca- pense), Isla Decepción, Shetland del Sur, Diciembre 1918. (Foto- grafía A. G. Bennett.) Pyyoscelis papua, tiene una mancha blanca sobre la cabeza. Se alimenta de peces. l Pyyoscelis Adeliae, tiene un anillo blanco entorno del ojo; se alimenta de crustáceos. Pygoscelis antarctica, tiene la garganta blanca atravesada por una línea negra. Se alimenta de crustáceos. Eudyptes chrysolophus, tiene dos bandas de plumas amarillas sobre la cabeza, las cuales se unen sobre la frente. Se alimenta de crustáceos. Eudyptes chrysocome nigrivestis, tiene dos bandas de plumas amarillas como la anterior, pero no unidas sobre la frente. Se alimenta de peces. Sphemscus magellanicus, blaneo en la parte inferior, con dos líneas negras so- bre la parte superior del pecho. Se alimenta de peces. Aptenodyles palagonica, se distingue por su tamaño y por tener la garganta amarillo dorado. 34 EL HORNERO Vol. 11 El alimento que he indicado para las diferentes especies, es aquel que yo he encontrado al examinar el estómago de los especímenes que he preparado. * Aunque en el mar los pingilines parecen ser los seres más aseados, nadie puede imaginar la suciedad de estas aves durante la época de la nidificación, y quien ha probado una vez el olor que despiden los lugares en donde se reunen, nunea lo podrá olvidar. Notas sobre las aves marinas observadas cerca de la Tierra de Graham, entre los 6£'50 y los 66” latitud sur, por A. Gr. Bennett. El día 6 del mes de Marzo 1919, desde las 5 a. m. hasta las 6 p. m., me encon- traba navegando en las aguas de la Tierra de Graham. El hielo era abundante, pero los iceberg pequeños, y aunque el tiempo era muy frío, no helaba ni había viento y el mar tenía largas ondulaciones. En esa ocasión pude observar las siguientes especies por orden de cantidad: Phaebetria palpebrata antarctica Math. — Un gran número de albatros obs- euros volaban en torno del buque, algunos tenían el dorso y el cuello de una colo- ración muy pálida, muchos tenían también una faja clara en torno del cuello, cerca de la cabeza. Esta especie es nueva para mí en esas regiones. Priocella antarctica (Steph.). “Petrel plateado”. — Este petrel se veía en buen número. Oceanites oceanicus (IKuhl). “Petrel de Wilson”. — En pequeño número. Megalestris antarctica (Less.). “Skua”. — Algunos ejemplares. Larus dominicanus Licht. “Gaviota de dorso negro”. — $e veían varias. Pagodroma nivea (Gwmel.). “Pétrel de las nieves”. — Vi un solo ejemplar. No vi ninguna paloma del Cabo, Petrella capense (Linn.) Es interesante recordar que hoy, 10 de Abril de 1919, la bahía de la isla Decepción, a los 63” latitud Sur, está completamente eubierta de aves de las especies comunes, excepto los pingiiincs, y esto aunque el frío es intenso. LOS PICHONES DE NUESTRA CIGUEÑA Enxenura maguarí (Gxm.) POR MIGUEL FERNANDEZ (LA PLATA) Las fotografías de pichones de cigiieña (Huxenura maguari) que constituyen el objeto de esta comunicación, han sido tomadas en la estancia “Juan Gerónimo”, en Monte Veloz, en la que tuve ocasión de pasar algunos días (del 10 al 15 de Noviembre), gentilmente invitado por el señor Benjamín Muniz Barreto. La estancia, que llega por un lado al Río de la Plata, en esta región ya de aguas salobres, y que comprende zonas de vegetación muy variada: costa con médanos, grandes montes de talas, campos de pastoreo, y una que otra laguna, puede com- petir de cierta manera con la célebre “Ascania Nova” de Falz-Fein, en Crimea, pues es, como aquella, un verdadero paraíso animal. Prohibiendo el señor Barreto estrictamente la caza, no habrá ave de la provincia de Buenos Aires que allí no viva, y muchos de nuestros pájaros cantores, de los que en los alrededores de La Plata o de Buenos Aires apenas se ve uno que otro ejemplar, como ser cardenales (Paroaria cucullata) y cabecitas negras (Spinus ictericus), existen en número enorme; y lo que es más, son tan mansos, que el fotógrafo-naturalista puede apro- ximarse con la mayor facilidad (*). El mismo señor Barreto tuvo la amabilidad de acompañarme dos veces a una pequeña laguna o bañado de algunas hectáreas de superficie, conocido como lugar predilecto para anidar de cigiieñas, chajaes y diversas especies de patos. Estaba completamente cubierto por altos juneos y sus aguas tenían entonces unos 50 cen- tímetros de profundidad. Los nidos de cigiieñas, de los que encontramos unas dos docenas, son grandes (1) Hace más de diez años, que dedico muchos de mis ratos de ocio al sport, poco conocido entre nosotros, pero muy difundido en Inglaterra, Norte América y Alemania, de sacar fotografías de los animales indígenas en sus ambientes naturales. Fotografías de esta clase no permitirán, por lo general, “determinar” al animal representado, sino que son más bien documentos fehacientes de su existencia en cierto paraje y época, y además nos lo muestran las más de las veces en alguna actitud característica. Tienen, además, un encanto especial de que carecen, por ejemplo, la mayoría de los portraits sacados en jardines zoológicos o de animales domesticados, en los que siempre alguna verja, tejido u otro atributo del cautiverio suelen quitarnos toda ilusión. Las dificultades a vencer en fotografías de esta índole, son bastante grandes, y aparte de trabajar.con aparatos adecuados, debe disponerse de mucha práctica, tiempo y paciencia. Y las dos últimas cosas, tan preciosas, el autor nunca las ha poseído en abundancia. En lo que al instrumentario técnico se refiere, es necesario, debido al movimiento continuo de los objetos, enfocar hasta el último momé nto, y deberá recurrirse por eso a una máquina de tipo Graflex, en las que, por medio de un espejo inclinado a 45%, es posible observar la imagen hasta dis- parar el obturador. Es conveniente, que el aparato esté provisto de un lente de gran luminosidad y de foco relativamente largo. La luminosidad del objetivo por mí empleado es de 5,5 y su foco de 21 cm.; a veces he recurrido a focos más largos, pero hay que tener presente que el peso del objetivo y la dificultad de su manejo aumentan con el foco. Si me he detenido un instante en estos detalles técnicos, es porque desearía que muchos de los jóvenes lectores de EL HORNERO, que tienen para esta clase de trabajos mayores facilidades que yo, se dedicaran a ellos, a fin de que podamos disponer dentro de poco de toda una serie de “documentos fotográficos”” de nuestra fauna, sobre todo de aquellos animales que ya comienzan a ser raros. 36 EL HORNERO Vol. 11 construcciones cireulares, de más de un metro de diámetro, y que se levantaban entonces unos 20 o 30 centímetros sobre la superficie del agua. Están fabricados exclusivamente de juncos, y su centro forma una cavidad poco honda, en la que suelen hallarse por lo común tres huevos blancos. Algunos nidos, pertenecientes sin duda a aves que aún no habían terminado la postura, contenían sólo uno o dos huevos; en otros hallamos pichones desde los reción nacidos (fig. 1 y 2) hasta los ya perfectamente eubiertos de plumas, casi del tamaño de los adultos y ya perfectamente capacitados para el vuelo (fig. 6). Sobre el borde de muchos de los nidos con pichones, encontramos una o varias anguilas criollas (Symbranchus marmoratus), que parecen constituir, pues, uno de los principales alimentos de la cigiieña; también suelen encontrarse con frecuencia culebras, como me aseguró el señor Barreto. Pasemos ahora a las fotografías que, dieho de paso, no han sufrido ningún retoque en el ave misma, habiéndose sólo eliminado una que otra mancha en el fondo, a fin de que éste resulte algo más uniforme y tranquilo. Los pichones más jóvenes que he podido observar son los reproducidos en las figuras 1 y 2, en distintas actitudes. Fn el mismo nido se hallaba además un huevo, aun no empollado, el que en la figura 2 no se destaca bien del pichón acos- tado, apareciendo como si fuera la continuación del cuerpo de aquél. El escaso volumen de los pichones, no mayor al de un huevo, su aspecto general algo “em- brionario”, y sus movimientos poco enérgicos e indecisos indican que han hecho eclosión no ha mucho; quizá no tengan más de uno o dos días. Como se nota también en las fotografías, estaban cubiertos por plumones (neossoptiles) blancos, poco densos, quedando la piel bastante descubierta. El pico no es aún de un tamaño considerablemente mayor que en los pichones de otras aves. En las figuras 1, 2, 4, 5 y 6, puede seguirse el rápido aumento en longitud del pico, y esta transformación podría considerarse como una de las tantas com- probaciones de la “ley biogenética fundamental”. Que el poder intelectual de estos pichones muy jóvenes está aun poco des- arrollado, puede deducirse de que, al aproximarme a ellos, lejos de tomar una actitud defensiva o-agresiva, como invariablemente lo hacían los más creeidos, uno de ellos (fig. 1) alareaba el cuello -abriendo desmesuradamente el pico, según parece, porque esperaba obtener algún alimento. Los tres pichones del nido de la figura 3 están bastante más adelantados. Dos de ellos tienen la cabeza dirigida hacia la izquierda de la figura, el de más adelante, hacia la derecha. Estaban profundamente dormidos y no parecían sentirse mayor- mente molestados por nuestra presencia; es probable que hace poeo habían llenado su buche y no sentían hambre. Llama la atención el color negro, mejor dicho gris-obseuro, de todos los plumones de la eabeza y del dorso, el eual, sin embargo, aparece como salpicado por pequeñas manchitas blancas, probablemente restos de las primeras plúmulas, de color blaneo, que cubrían el cuerpo de los: pichones más jóvenes. En unos pichones bastante más adelantados, armados en el Museo de La Plata, debidos también a la amabilidad del señor Barreto, aún quedaba una que otra plúmula blanca sobre el fondo velloso de plumones- gris obseuros que cubren el euerpo, y observando con mayor euidado, se veía que los restos de las plúmulas blancas estaban adheridos al extremo libre de las plumas negras, que ya comenzaban a salir por entre los plumones gris obseuros. No puede haber duda que los plumones negros constituyen ya una segunda generación (son teleoptiles), mientras que las escasas blancas forman la primera. La región del ano está, sin embargo, eubierta, como puede verse bien en dos de los pichones de la figura 3, por plumones blancos (que no por ser blaneos deben necesariamente ser de primera generación) y algo más dorsal hay otra mancha más EL HORNERO (Vel. Il — 1920) LÁMINA 1. 4 Diversos estados de desarrollo de la Cigiieña Euxenura maguari. LALA VS, EL HORNERO (Vol. Il — 1920) LÁMINA ll. o a y A Ss es e 6 Diversos estados de desarrollo de la Cigieña Fuxenura maguar,. 1920 Miguel Fernandez: Los pichones de muestra cigieña 37 pequeña, también blanca, separada de la anterior por una delgada banda transversal regra. Vemos las mismas dos manchas en el ejemplar acostado de la fig. 6, ya cu- bierto enteramente por las plumas definitivas de los pichones crecidos, netamente negras con reflejos verde-metálicos. Resulta de la observación de Gibson, abajo transcripta, y de un ejemplar joven, casi ya de tamaño definitivo, conservado en el Museo de La Plata, que la región alrededor del ano y las plumas debajo de la cola conservan siempre el color blanco. En la cigiieña criolla, la “cola” en realidad está compuesta (véase el catálogo del Museo Británico) por dos clases de plumas: las rectrices o plumas de la ver- dadera cola, que son negras y ocupan los lados, y las tectrices subeaudales (under- tail coverts) blancas, que ocupan todo el centro y en vez de ser cortas como en la cigiieña europea, afectan la forma de rectrices, desarrollándose más que las ver- daderas, y son ellas las que constituyen la mayor parte de la llamada cola. Según nuestras observaciones, las verdaderas plumas de la cola (“rectrices”), toman su origen de la delgada banda negra entre las dos manchas blancas, las tectrices subcaudales de la mancha grande inferior, conjuntamente con las pequeñas plumas blancas de la región anal. La pequeña mancha más dorsal corresponde, proba- blemente, a la glándula uropigiana. En cambio, las dos delgadas bandas blancas que se ven sobre el ala del pichón del centro de la figura 3, no se deben al color de los plumones, sino que son los cañones descubiertos de las grandes plumas del ala ya aparecidas. En el nido de la figura 4, es interesante que los dos pichones, el de la izquierda y el otro de la derecha difieren bastante en cuanto al grado de su desarrollo. El huevo aun sin empollar, que el mismo nido contiene, probablemente no se desarro- llará. La actitud del pichón mayor, sentado sobre su metatarso, es muy caracte- rística; la hemos observado en muchos otros no fotografiados y también dos del alegre trío de la figura 5 la har adoptado. Es conocida, además, no sólo de los pichones de la cigiienña europea, sino hasta parece ser una posición favorita de las cigúieñas europeas adultas. (Evans: Birds en Cambridgve Nat. Hist., 1900, página 96.) Son ya sumamente llamativas en pichones como el mayor de la figura 4, pero más en los de la figura 5 las dos manchas de color naranja subido, que también el adulto posee debajo de la base del pieo, y cuyo color es debido a la piel des- nuda, no cubierta por plumas, que forman en esta región la bolsa faringeal. Podríamos preguntar si estas manchas pueden prestar algún servicio, aunque pa- sivo, al animal, o si constituyen un simple adorno. Personalmente debo confesar que esta mancha reluciente sobre los cuerpos negros aumenta considerablemente la impresión de maldad que los pequeños ogros nos producen, y es muy posible que sean para los pichones un medio de defensa pasiva. En cambio, si bien recuerdo, la piel desnuda alrededor del ojo, que en el adulto es también de color vivo, era obseura en todos los pichenes, hasta en los ya muy grandes. Fué posible comprobar esto en dos pichones conservados en el Museo de La Plata, uno algo mayor que el de la figura 4, el otro va perfectamente crecido, y que aunque los colores de la piel habían desaparecido, como siempre en pieles preparadas, permi- tían distinguir con absoluta seguridad que partes en vida habían sido obscuras y cuáles claras. Vemos, pues, que los pichones de muestra cigiteña criolla, retienen durante todo su desarrollo su plumaje negro. Pichones del tamaño de el de la última figura (6), ya pueden echarse a volar, y era muy curioso ver, entre la gran cantidad de ci- giieñas que, huyendo ante los intrusos, habían abandonado el bañado congregán- dose en uno de sus bordes, muchos individuos casi del mismo tamaño que los adultos, pero del todo negros, y que a primera vista parecían pertenecer a una especie distinta. 38 EL HORNERO Vol. II Gibson (citado según Selater € Hudson : Argentine Ormthology, Londres, 1889), ha criado una cigiieña criolla, que el 5 de Octubre, al ser recogida, era del tamaño de una gallina (e. d., parecida al pichón mayor de la figura 4), y dice que dos meses después de la captura tenía los siguientes colores: la cola era blanca (*), el resto del plumaje de un negro verdoso reluciente, el pico negro, las patas y las piernas grises. Aparecieron luego manchas blancas en la cabeza, el dorso y las alas, y a fines de Mayo, 'o sea a los ocho meses, ya había adquirido el plumaje del adulto. No fué observado en forma detallada cómo se efectúa el pase del plumaje del adolescente al del adulto. Aunque entre las aves sea frecuente que los pichones tengan otro color que los adultos, el cambio de color tan llamativo en la cigiieña criolla, es especialmente notable, por no existir en la europea (Cicomia alba), tan parecida a la nuestra en el colorido del plumaje del adulto. Los pichones de ésta son blancos. Según un artículo de popularización de Braess (en Meerwarth, Lebensbilder aus der Tierwelt, Aves, 1908, t. 1), los pequeñuelos de la cigiieña europea están cubiertos por muy escasas plúmulas. Después de dos semanas aparecen primero las plumas negras de las remeras y las de la cola, cubriéndose luego el tórax, cuello y dorso. de nuevos plumones lanudos de un eolor blanco puro, que despuées de unas tres semanas ceden su lugar a las plumas definitivas blaneas y negras. El pichón de la cigiieña europea adquiere pues, desde un comienzo, los colores del adulto, mientras que en la americana el ave joven posee un plumaje muy distinto, que es reemplazado — según resulta de las observaciones de Gibson — recién a los ocho meses, es decir inmediatamente antes de la época de reproducción. Vale la pena aclarar, euál podría ser la causa de esta diferencia entre ambas especies. Considerando la cuestión del punto de vista filogenético, podríamos preguntarnos cuál de los dos plumajes del adolescente, el negro o el blanco, sería el más primitivo, o expresado en otra forma, si los antepasados de todas las cigiieñas han tenido en su juventud un plumaje negro que luego, en alguna especie más reciente fué substituído por el blanco, o si, al revés, el traje negro hubiera sido adquirido secundariamente debido a condiciones biológicas especiales en que vivían los pichones, p. e., por constituir un medio para hacerlos menos visibles, mientras están en el nido, o porque, debido a él, estuviesen menos éxpuestos a los mos- quitos, tan frecuentes en los pantanos, o porque el color negro concentrara más el calor, o por cualquier otra causa. Por ahora creo que no podemos dar nuestro fallo ni en favor de una ni de otra posibilidad. : Sería posible también que el plumaje negro del animal joven representara el vestido definitivo de algún antepasado en estado adulto que se conservó sólo en los adolescentes de algunas especies, p.e. de la cigieña eriolla, mientras que en otras, como en la europea, se habría perdido por completo. La existencia de varias especies de cigiieñas, que en estado adulto son mucho más negras que la eriolla o la europea, parece apoyar esta suposición. La que posee este color en mayor grado es la cigieña negra de Europa (Ciconia nigra), cuyo plumaje es casi tan neero como el de los pichones de la cigiteña criolla, siendo sólo el lado ventral, a partir del pecho y las axilares blancas, y todo lo demás negro con reflejos más o menos metálicos. No deja de tener interés para nuestro problema, que los pichones de esta especie son — si hemos de atenernos al catálogo del Museo Británico — no blaneos sino negros, aunque de un tinte más pardo y pálido que los adultos; sus plumas del tórax poseen un borde blanco-castaño y las de la eabeza y cuello puntos blanquecinos en sus extremos (quizás restos de plúmulas de primera generación). (1) Es decir las tectrices subcaudales. 1920 39 NOTA SOBRE LOS MALOFAGOS DE LAS AVES ARGENTINAS POR F. LAHILLE Por sus formas tan extrañas y tan variadas, por su vastísima distribución geográfica, por sus afinidades aún bastante imprecisas, los malófagos forman entre los insectos un grupo singular que bien merece una atención especial de parte de los biólogos. Según Kellog, el número actual de las especies ya se eleva a 1250. Viven en su mayoría sobre las aves a título de comensales, título que merecen si se restringe el sentido de parásitos a los insectos ehupadores de sangre o que producen lesiones de los tejidos infra-epidérmicos. El profesor Vernon L. Kellog, en su valiosa monografía del grupo (in Genera imsectorum, 1908), hizo notar su sorpresa al constatar que sobre unas trescientas especies de malófagos encontrados sobre aves de Norte América, más del tereio de estas especies había sido anteriormente encontrado y deseripto sobre huéspedes que viven en Eurasia, y como las aves-huéspedes de los mismos malófagos, en los distintos continentes pertenecen, en general a un mismo género, Kellos piensa que el comensal se adaptó, al prineipio, a un huésped ancestral, y al modificarse éste por las migraciones hasta constituir razas geográficas y luego formas específicas distintas, el malófago conservó sus primeros caracteres, encontrándose siempre en un medio que no experimentaba variaciones sensibles de temperatura, de natu- raleza, de plumaje, ete. Según esta opinión, la constatación de la presencia de la misma especie de malófago sobre distintas variedades, razas geográficas o especies. de un mismo género de aves, permitiría considerar a todas estas formas, hoy diferenciadas, como las descendientes de una misma forma ancestral. Habría, sin embargo, que suponer —lo que parece probable — que en general las especies de malófagos no son polífagas. En la lista siguiente he indicado econ un asterisco las especies avícolas que he encontrado en el país, y agradezco a mi distinguido amigo, el señor L. Dinelli, de Tucumán, el envío de algunas de ellas. Agradezco, también, a mi distinguido colega y amigo el doctor R. Dabbene, la preciosa colaboración que me ha prestado al revisar los nombres sistemáticos de las aves mencionadas en el trabajo del profesor Kellog, señalándome algunas que pertenecen a nuestra avifauna y que hubieran podido escaparme. Para la nomenclatura de los géneros de malófagos, me he adherido a las conclusiones presentadas por G. Neumann, en su trabajo de 1906 (Notes sur les Mallophages, Bull. Soe. Zool. de France, T. XX). He reemplazado, por lo tanto, — y respectivamente, —los nombres de Docophorus, Nirmus, Oncophorus, Orni- thobius, Eurymetopus, Colpocephalum, por los de Philopterus Neh., Degeeriella Neum., Trabeculus Rud., Metopeuron Neh., Taschenbergius Neum., Liotheum Nch. El pequeño cuadro siguiente indica que de los 14 géneros de malófagos, 40 EL HORNERO Vol. 11 señalados como comensales de aves representadas en el país, he encontrado repre- sentantes de 12 géneros distintos y que de las 159 especies probables — y segura- mente, un día la lista de los malófagos que viven en la Argentina será mucho mayor — 31 especies han sido observadas personalmente por el que escribe esta nota, es decir, que sólo menos de una quinta parte ha sido hallada por él. NÚMERO DE ESPECIES GÉNEROS Existencia en Argentina comprobada o muy. probable Encontradas por el aulor Bhilopterus Nc E 18 2 Degeeriella Neum...... Da 29 2 Gontocotes BUM. ....ooococo o. 11 3 Akidoproctus Plaget.......o...o.o... 1 - Tripeurus NC ee 31 7 Trabeculus Rudow.................. 1 => Gomiodes Neh..... 6 4 Metopeuron Neh 1 1 Taschenbergius NeuM............ Hei 1 Jl TAO CU MIN CI A NES 21 de ¡Menopum NO oa 24 4 Laemobothrium Neh......o.o..o.ooo.o.o.. 6 4 2 | 2 159 | 31 Aunque los malófagos tengan formas sumamente variables, ofreceré a los lectores de En HORNERO, tres dibujos que darán siquiera una idea de este grupo de insectos. Las figuras 1, 2 y 3 representan la ninfa, la hembra y el macho de un parásito del albatros (Diomedea melanophrys), que debo a la gentileza del doctor R. Dabbene. Dufour (An. Soc. Ent. Franc.), hizo conocer este malófago, en 1834, econ el nombre de Philopterus brevis. Luego se llamó un tiempo Lipeurus taurus Nitsch, y actualmente lleva el nombre de Taschenbergius brevis (Duf.) Neumann. Sus huéspedes conocidos son Diomedea epomophora (=D. regia) (mares de Nueva Zelandia y costas argentinas); D. exulans (Argentina y Cabo de Buena Esperanza) ; Arenaria interpres (!) (Islas Galápagos); D. albatrus (California); D. nigripes (Pacífico Norte); Fulmarus glarialis , var. Rodgusi y Glupischa, y Puffinus opisthomelas (California). El insecto es, como todos los malófagos, enteramente áptero, achatado, y su boca está adaptada para la masticación; no puede, por lo tanto, ni perforar la piel ni chupar la sangre. En 7. brevis, la boca es ventral. Se notan dos uñas a la extremidad de cada pata y las antenas, de cinco artejos, difieren en ambos sexos. En el macho, no llegan, sin embargo, a tener apéndices, como es el caso en algunos otros géneros afines. El tercer segmento del torax está fusionado con el segundo. El género Taschenbergius Neun., 1906 (antes Hurymetopus Taschenberg, 1882) se caracteriza del modo siguiente: ““ Cuerpo ancho, parecido a Docophorus; antenas del macho y de la hembra difieren; elipeo aneho, trunco; ángulo anterior de la fosa antenar, prolongado y puntiagudo; metatorax ancho, sin indicación de una constricción entre el meso 1920 TF. Lahille: Nota sobre los malófagos de las.aves argentinas 41 2 fo) Taschenbergius brevis (Dufour) Neum. — o ninfa. Aumento: 26 veces. — 2 hembra. Aumento: 24 veces. — $3 macho. Aumento: 23 veces. Dibujados a la cámara clara por la Srta. T. Joan. 42 EL HORNERO Vol. II y metasegmento; coxae no se proyecta al lado del borde lateral del torax; el segmento posterior del abdomen es anchamente redondeado, con una pequeña escotadura más profunda en la hembra que en el macho.” El cuadro siguiente indica los valores absolutos (en mm.) y centesimales de las principales medidas que tomé de los tres ejemplares del 7. brevis que tuve última- mente entre manos. MEDIDAS NINFA - MACHO HEMBRA Abs. Cent. Abs. Cent. Abs. Cent. Largo cabeza........... 0.77 345 0.81 26.5 0.81 26.9 OA in: 0.46 20.6 0.71 241 074 24.6 » abdomen......... 0.99 444 152 51.7 146 48.5 » total del cuerpo... 2.23 100. 2.94 100.— 3.01 100.— amen aria 0.28 126 0.47 16— 0.36 12. — Diám.. máx. cabeza...... 0.81 36.3 0.90 30.6 0.88 29.2 > CORA Uri 0.68 30.5 0.77 26.2 0.74 24.6 > » abdomen.... 0.99 444 1.08 36.6 1.22 40.5 Ancho del protórax..... 0.53 23.8 0.59 20.1. 0.59. 19.6 En Taschenbergius brevis, el segundo artejo de las antenas es mucho más desarrollado en el macho (176 micrones de largo), que en la hembra (110 micrones). COLECCION DE ECTOPARASITOS DE LAS AVES Como el estudio de los parásitos de las aves reviste verdadera importancia, no estará quizás de más dar unas indicaciones para que las personas de buena voluntad contribuyan a facilitar estos conocimientos, cada vez que la ocasión se presente de recoger unas muestras. Examinando sólo a las aves domésticas, podrán hacer sobre éstas abundantes cosechas. A. — RECOLECCIÓN La captura sobre aves vivas no es difícil. Los parásitos se agarran con una pinza muy fina o con un pincel seeo, o mojado con alcohol diluído, o se hacen trepar sobre una tirita de cartulina que sirve para transportarlos dentro de los tubitos de vidrio que se utilizan para guardarlos. La mayoría de los ectoparásitos de las aves se alejan de sus huéspedes tan pronto como éstos mueren. Colocando entonces el ave sobre una hoja de papel blaneo o, mejor, sobre una franela blanca, es fácil observar y capturar a los parásitos que emigran. Pero, como algunos parásitos pueden quedar prendidos de las plumas o de la piel, conviene siempre efectuar un examen directo de los tegumentos de las aves, antes de proceder a la preparación de las pieles. Conviene recordar que los parásitos de tamaño más grande, no son siempre los más interesantes, y si bien hay que recogerlos, hay que prestar una atención especial para descubrir las formas pequeñas: Larvas, minfas, y también algunos machos. Si se notan huevos o liendres en la base de las plumas, se recogerán adheridos a la misma pluma y se conservarán en seco, dentro de un tubito. 1920 F. Lamlle: Nota sobre los malófagos de las aves argentinas 43 B. — MUERTE Y CONSERVACIÓN Cada vez que sea posible, es mejor echar a los parásitos dentro de tubitos de vidrio, con tapón de corcho, conteniendo aleohol a 309, al cual se habrá agre- gado 2 a 3 gotas de éter. De este modo los parásitos mueren, en general, con las patas extendidas, y así se facilita el exámen de la muestra. Después de uno o dos días, se cambiará el alcohol a 30%, reemplazándolo con alcohol a 60%. Este, para los insectos, resulta el mejor y más sencillo de los líquidos conservadores. Alcoholes de graduación más elevada endurecen tanto a las muestras, que éstas se ponen demasiado frágiles para los exámenes ulteriores. Hay que rechazar el formol, por los mismos motivos y otros más. En el caso de no tener ni tubos ni alcohol, se pueden colocar los parásitos en cajitas de cartón, conteniendo tiritas arrugadas de papel de seda. En este caso no se debe usar nunca algodón. Las muestras así conservadas se destrozan muy fácilmente, y hay que manipularlas y acondicionarlas con mucho cuidado. C.— RómuLo Es de la mayor importancia acompañar cada muestra con un rótulo adecuado, que se colocará en el interior del tubo. Hay que eseribir de un modo muy claro y muy legible, con un lápiz blando, con mina de plomo (H. B.) y con punta bien aguda, sobre una tira de papel bueno y blanco. Hay que inseribir sobre el rótulo: 1” un número de orden; 2* el nombre del huésped (su nombre científico, si se conoce); 3* la fecha; 4” el lugar de la cosecha, y 5* el nombre del coleccionista. Todos los parásitos recogidos en una misma localidad, pueden colocarse dentro del mismo tubo, cuando provengan de varios representantes de la misma especie de animales. Si provienen, 1? de distintos huéspedes, 2% de procedencias distintas, se pondrán en tubos separados. Nunca conviene poner muchos parásitos dentro de un mismo tubo. Cuando haya que hacer notar algunas particularidades (frecuencia y abun- dancia del parásito, región del cuerpo del huésped en la cual los parásitos se han encontrado, ete.), estos datos se apuntarán sobre hojas sueltas, que llevarán un número correspondiente al de las muestras conservadas en los tubos. D. — ACONDICIONAMIENTO 1” Los tubos llenos de alcohol, estarán herméticamente cerrados con tapones de corcho. Si es posible, y como medida de protección suplementaria contra la evaporación, la extremidad tapada será inmergida un momento en cera derretida, estearina o parafina. 2% Cada tubo tendrá que ser envuelto en un papel separado, y este rodeado de algodón, o por lo menos, de aserrin. De este modo, si el tubo llegara a rom- perse, los parásitos quedarían dentro del papel, y el algodón o el aserrin absor- bería el alcohol. .3"” Se recomienda especialmente embalar los tubos en cajas de madera dura. 44 Familia: MES JE P. communis, var. passeris, (Sin: Docophorus Neh.) ESPECIES DE MALÓFAGOS coceygi, Osborn communis, Neh. Piag. 5 S . cordiceps, Piaget . dentatus, Giebel excisus, Neh. . fuliginosus, Kell. . fusiformis, Denny . heteropygus, Neh. lari, var. parva, Denny * . melanocephalus, Neh. * . melanocephalus, Neh. . obscurus, Giebel . platystomus, Neh. . rostratus, Neh. . speotyti, Osborn . speotyti, Osborn . subincompletus, Neh. unmfasciatus, Piaget . virilis, Piaget Género: Degeeriella (Sin: Nirmus Neh.) . actophila, Kell. . acuminata, Piaget . albescens, Piaget . angulata, Piaget . angulicollis, Giebel . antarctica, (Val.) Lah. * . cingulata, Neh. . complexiva, Kell. y Chap. . complexiva, Kell. cordata, Osborn . crassipes, Piaget depressa, Rudow * . euprepes, Kell. y Chap. . funebris, Neh. - fusca, Neh. . fusca, Neh. . galagapensis, Kell. . giganticola, Kell. EL HORNERO PHILOPTERIDYE Género: Philoperus, Nitzch AVES DE LA FAUNA ARGENTINA Coccyzus americanus Compsothlypis pitiayumi Passer domesticus Calidris leucophea Diomedea exulans Petrochelidon lunifrons BEgialitis semipalmata Tringa canutus Tantalus americanus Larus dominicanus Larus cirrhocephalus Sterna maxima — Stercorarius parasíticus Rosthramus sociabilis Buteo swainsoni Strix perlata Speotyto cunicularia Asto accipilrinus Euxenura maguari Polyborus plancus Polyborus plancus Calidris leucophea Herodias egretta Sarcorhamphus griphus Strix perlata Diomedea exulanms Daption capensis — Pagodroma mven Calidris leucophea Tringa canutus Calidris leucophea Limosa hemastica Thinocorus rumicivorus Phalacrocoraz vigua Arenaria interpres Aramus scolopaceus Buteo swainsoni Elanus leucurus Actitis macularia Puffinus griseus Vol. II PROCEDENCIA DEL HUÉSPED DEL MALÓFAGO Nebraska Costa Rica Panamá California, Kansas California, Kansas Gran Bretaña Valdivia Paraguay California, Alaska Towa California Nebraska Alaska California California Alaska California Estados Unidos California California Baja California Galápagos Island California 1920 F. Lahille: Nota sobre los malófagos de las aves argentinas 45 ;. hebes, Kell. - holopaas, Neh. - infecta, Kell. . longa, Kel. . longa, Kell. oraria, Kell. . parabolocybe, Carriker . prestans, Kell. . punctata, Neh. . sculpta, Kell. . setosa, Giebel . triangulata, Neh. - truncata, Neh. . virgata, IKell. Género: Goniocotes Burm. . abnormis, Kell. *. alatofasciatus, Piag. . compar, Neh. * ¡. coxatús, Piaget - gigas, Tasch. * - galline (Retz.) . rectangulatus, Piaget . rotundatus, Rudow . sexsetosus, Piaget Género: Lipeurus Nch. . argentinas, Kell. . assesor, Giebel . asymmetricus, Piaget . bergi, Kell. . breviceps, Piaget . caponis, (L.) * . caudatus, Rudow . columbe, (L.) * erassicornis, (OMf.) Raill * . feroz, Giebel . fuliginosus, Tasch. . grandis, Piaget . gurlti, Tasch. . heterographus, Neh. * . latus, Piaget . limitatus, Kell. . loculator, Giebel Sterna maxima Tringa canutus — Arenaria im- lerpres Crymophilus fulicarius Petrochelidon lumfrons Hirundo erythrogaster Charadriíus dominicus Muscivora tyrannmus—Tyrannmus melancholicus Sterna maxima Larus dominicanus Tapera nevia chochi Pelecanoides urinatrix Stercorarius parasiticus Phalaropus hyperboreus Amblycercus holosericeus Ara chloroptera Ehynchotus rufescens Columba livia Tinamus solitarius Gallus gallus Gallus gallus Pavo cristatus Ehynchotus rufescens Rhynchotus rufescens Plegadis guarauna Sarcorhamphus gryphus — Gy- pagus papa Ehea pennata Guira guira Diomedea exulans Gallus gallus Priocella antarctica Columba livia Anser anser Diomedea melanophrys. — D. exulans D. exulans — Talassogeron chlororhynchus Priocella antarctica Petrella capensis—Priocella an- tarctica y Gallus gallus Rhea americana rothschildi Puffinus griseus Tantalus americanus California Alaska California California Kansas Costa Rica California Chile Alaska Panamá Argentina Europa y E. U. A. Argentina Costa Rica Argentina O. Pacífico Norte Clarion Island E. de Magallanes California 46 L. longisetaceus, Piaget . marginalis, Osborn . marginellus, Piaget . melanocnemis, Giebel L. meleagridis, (L.) Raill. L. mutabilis, Piaget . Nigricans, Rudow . numide, Denny L. polibori, Rudow * L. quadrimaculatus, Piaget L. squallidus, Neh. . toxoceros, Neh. L. tricolor, Piaget L. versicolor, Neh. * Género: Trabeculus Rudow (Sin: Oncophorus Rudow) T. schillingi, Rudow Género: Goniodes Nitzeh. G. brevipes, Giebel 7. dissimilis, Neh. * G. lipegomus, Neh. G. meleagridis, Raill. * *(. pavonis, Neh. * G. sexpunctatus, Piaget * Género: Taschenbergius Neuz (Sin: Eurymetopus Tasch.) T. brevis (Dufour) * Familia: RICINIDZE (Sin: Liotheride) Género Liotheum Neh. (Sin: Colpocephalum Neh.) L. bicolor, Piaget L. breve, Giebel L. burmeisteri, Kell. I. caudatum, Giebel, var. longipes, Piaget L. cinctum, Rudow L. commune, Rudow * L. extraneum, Carriker L. femoratum, Piaget L. flavescens, Neh, EL HORNERO Tinamus solitarius Cathartes aura Chlephaga magellanica Macronectes gigantes Meleagris gallopavo Petrella capensis Aestrelata mollis Numida meleagris Polyborus plancus Rhea americana rothschildi Merganetta armata — Anas do- mestica Phalacrocorax vigua Phebetria palpebrata Euxenura maguari ¿Estrelata mollis Aptenodytes patagonica Gallus gallus Rhynchotus rufescens Meleagris gallopavo Pavo cristatus Rhynchotus rufescens 1. Diomedea epomophora—D. exu- lans. Arenaria interpres Cariama cristata Ara chloroptera Chunga burmeisteri Priocella antarctica Phalacrocorazx vigua Nyctidromus albicollis Mycteria americana Falco peregrinus Cabo de Hornos *Gran Bretaña Estados Unidos Perú Argentina Argentina Costa Rica Kansas y Alaska SS 1920 . flavescens, Neh. - furcatum, Rudow . fuscipes, Piaget . guirensis, Kell. - gupagi, Carriker - kelloggí, Osborn . laticeps, Kell. . megalops, Giebel . notatum, Piaget - nyetarde, Denny . obscurum, Giebel . pachygaster, Giebel - pastulum, Kell. - polybori, Rudow - scalariforme, Rudow . setosum, Piaget - timidum, Kell. - trispinum, Piaget Género: Menopum Nch. (Sin: Menopon Neh.) . affine, Piaget . alternatum, Osborn . arctifasciatum, Piag. . breviceps, Giebel brevicolle, Piaget - brevithoracium, Piaget - cingulatum, Piaget . crocatum, Neh. ¡. eurygaster, Kell. . fasciatum, Kell. - giganteum, Denny * - gryphus, Giebel - longithoracicum, Piag. . malleus, Neh. . mamillatus, Piaget . numide, Giebel * . palloris, Carriker . snodgrassi, Kell. . spimferum, Piaget . stramineum, Neh. * DM. M. M. translucidum, Piaget trigonocephalum, Olf. * zonaltum, Piaget Elanoides forficatus Estrelata mollis Larus dominicanus Cura guira Gypagus papa Cathartes aura Herodias egretta Gypagus papa Cariama eristata Nyeticorar nevius Herodias egretta Pandion haliaetus Arenaria interpres Polyborus plancus Tantalus americanus Sarcorhamphus gryphus Charadrius domimicus Theristicus caudatus Diomedea exulans Cathartes ara Ehynchotus rufescens Gypagus papa Thinocorus rumicivorus Cygnus melanocoryplus Polyborus plancus Limosa haemastica Phalacrocoraz vigua Gypagus papa Columba livia Sarcorhamphus gryphus Priafinus cinereus Petrochelidon lumfrons Theristicus caudatus Numida meleagris Stelgidopteryzx ruficollis Coceyzus melanocoryphus Cyanocorax chrysops Meleagris gallopavo A4mblyrhamphus holosericeus Gallus gallus Sarcorhamphus gryplvus Género: Lemobothrium Nch. L. DL. L. L. brasiliense, Rudow caracarens, Kell. * giganteum, Neh. * glutinans, Giebel Halieus brasiliensis Polyborus plancus Thrysaétus harpyia Gypagus papa F. Lahille: Nota sobre los malófagos de las aves argentinas 47 Towa Estados Unidos Argentina Costa Rica Towa-Nebraska Kansas Gran Bretaña Alaska Nueva Zelandia Kansas Towa Estados Unidos Costa Rica California Costa Rica Galápagos Island Rotterd. (J. Zool.) Argentina Estados Unidos 48 EL HORNERO Vol. II Género: Ancistroma West. A procellarie, West. Petrella capensis = Género: Trinotum Neh. (Sin: Trinoton Neh.) T. lwridum, Neh. * Querquedula versicolor Tucumán El autor, deseoso de seguir eon el estudio de los malófagos de la avifauna argentina, agradecería mucho el envío de todas las especies — aun al parecer ceo- munes — que los lectores de EL HORNERO pudiesen tener ocasión de encontrar. Las últimas investigaciones de Kellog han proporcionado datos sobre los malófagos de las aves del Atlántico Sud, Georeia del Sud y Kerguelen. Teniéndolos en cuenta, completaré la presente nota indicando en el cuadro siguiente los malófagos encontrados y sus huéspedes. El signo + designa las especies que no figuraban en la lista faunística que antecede. Familia: PHILOPTERIDZE + Plulopterus atlanticus, Kell. Philopterms lari, Denny, var. parva, Pet. Taschenbergius brevis (Duf.) + Taschenbergius Kell. Murphy, Degeeriella triangulata(Neh.) + Lipereus celer, Keller + Lipereus catoni, Kell. E Lipereus densus, Kell. + Lipereus diversus, Kell. . 7 . . 14 Lipereus fuliginosus, Tsch. + Lipereus Gain, Neum. Lipereus grandis, Pgt. Lipereus gurtli, Tsch. Familia: RICINIDA 2 Ancistrona gigas, Pet. Sterna paradisca Larus dominicanus Diomedea exulans 2Wstrelata mollis? Diomedea melanophrys Ossifraya gigantea Megalestris antarctica Priocella glacialis Pelicanoides urinatrizx Diomedea exulans Diomedea melanophrys Sierna paradisea Priofinus cinereus Ossifraga gigantea 1Zhalassogeron chlororhynchus ZEstrelata mollis Diomedea melanophrys Ossifraga gigantea Thalassogeron chlororhynchus Megalestris antarctica Daption capensis Daption capensis Bistrelata mollis? Atlántico Sud Sud - Georgia Atlántico Sud Atlántico Sud Atlántico Sud Sud - Georgia Sud - Georgia Atlántico Sud Atlántico Sud Atlántico Sud Sud Sud Sud Atlántico Atlántico Atlántico Atlántico 1920 ; 49 SOBRE AVES FOSILES DE LA REPUBLICA ARGENTINA POR LUCAS KRAGLIEVICH Todas las maravillas que la Naturaleza nos proporciona en el enjambre innu- merable de seres que la pueblan actualmente, se exaltan y magnifican ante la contemplación del mundo de los seres extinguidos, cuyos restos, diseminados en los estratos de las edades pasadas, son elocuente testimonio de la estupenda diversifi- cación adquirida por las formas orgánicas en la infinita ramificación de sus troncos ancestrales. Sobre las leyendas de los siglos aparece ahora la realidad tangible de este mundo ignorado de seres tan extraños y tan fantásticos que el espíritu se pre- gunta, a veces confundido, si efectivamente todo cuanto vemos y palpamos, nosotros mismos, no seremos, en definitiva, sino simples lusus naturae, y si el pretendido orden y la armonía que atribuimos, con cierta galantería muy humana, a las cosas de la Naturaleza, serán esencialmente diversos del capricho, el des- “orden y el caos que parecen condicionar la totalidad de los sucesos de este mundo. Dejo a los moralistas y a los filósofos la tarea ingrata de explicar la signifi- cación precisa del concepto de orden que para nosotros, los naturalistas, es casi sinónimo de desorden. La contemplación de esos mudos despojos fósiles, sugiere al espíritu del inves- tigador algo que está evidentemente por encima de la vulgar emoción estética del artista, plasmada en el molde de sentimientos afectivos, exclusivamente personales y limitados, que se despiertan bajo la impresión de supuestas armonías de colo- rido, de forma o de movimiento. En el investigador científico, la emoción estética es de categoría más elevada; penetra, también, más profundamente que en el artista y se despierta vigorosa cuando las impresiones, alcanzando los dominios del entendimiento, se coordinan allí con los conceptos fundamentales que permiten la emisión de una idea y la elaboración de un ¿juicio acabado sobre el significado de los fenómenos del Cosmos. Compárese sino, a este respecto, la diversa emotividad de un artista y de un sabio en presencia de una pieza fósil. Lo que para el primero carece en abso- Into de significación, por no encuadrarse en el marco subjetivo de sus emociones, adquiere relieve de maravilla para el segundo, cuya concepción de la belleza es intelectiva y se vacía en un molde eminentemente impersonal. Y aún cuando este eserito nada tiene que hacer con la psicología del arte, ni con la teoría de las emociones, y sí con las aves fósiles de la República Argentina, ereo se me dispensará esta digresión, que he intercalado exprofeso, para justificar, por lo menos, el epíteto de maravillas, aplicado a un conjunto de osamentas que si nada inducen al profano, ni al literato, ni al poeta, adquieren el valor de tesoros de incalculable mérito para el investigador de los problemas de la evolución y filogenia de los seres. La solución de estos problemas se complica, en lo que se refiere a las aves, por las dificultades naturales que se oponen a la fosilización y conservación de los restos de estos animales, y la consiguiente imposibilidad de obtener series que permitan vincular los variados órdenes y familias que integran esta interesante clase de vertebrados. 50 E EL HORNERO Vol. II La delicadeza de las piezas del esqueleto favorece su destrucción y sólo cuando por los hábitos del animal, o por otras cireunstancias, sus despojos se entierran en el limo o fango de los esteros, de las lagunas o de las costas marinas, los débiles huesos resisten a los agentes destructores y se fosilizan, aun cuando en estos mismos casos generalmente en un estado de conservación menos perfecto que los mismos elementos en los mamíferos. El número de géneros de aves fósiles, conocido en la «actualidad, es verdade- ramente exiguo, si se le compara con el de los mamíferos exhumados de las capas fosilíferas de los diversos horizontes geológicos. Puede afirmarse, por esta cireunstancia, que la Palaeornitología es todavía una ciencia embrionaria y que pasarán aun muchos años antes que los ornitólogos puedan proporcionarnos un árbol genealógico aproximado de estos seres, cuya inmensa multitud de especies vivientes ha sido precedida, sin duda, por incontables formas ancestrales, de algunas de las cuales, por los obstáculos ya mencionados, no será factible obtener quizás, jamás, elementos determinativos que permitan restaurar sus caracteres y asignarles una ubicación rigurosa en la sistemática. El continente americano que tanto ha contribuído, con sus ricos yacimientos de moluscos y mamíferos fósiles, al asombroso incremento de la Paleontología, descriptiva y filosófica, ha proporcionado también, en lo referente a las aves, un caudal valioso, no tanto por su número como por la bizarría de ciertas formas grotescas y aberrantes; mientras otras, más armónicas en el conjunto, se dejan involucrar en algunos de los grupos en que han sido subdivididos estos vertebrados. Europa y la América Boreal han sido todo una revelación al suministrarnos . restos de aves que indiscutiblemente se vinculan, por la morfología de su esqueleto y la presencia de dientes en sus mandíbulas, con los representantes de la clase de los reptiles. Es ya un hecho, perfectamente constatado, que ambas clases convergen estrechamente en el pretérito, y que las aves deben considerarse como una deriva- ción evolutiva de ciertos reptiles mesozoieos. Así lo prueba la anatomía comparada, por múltiples afinidades, y así lo comprueban los hallazgos paleontológicos de Europa y Norte América. El super-orden Odontoleae Marsh, comprende los Hesperormithes del eretáceo superior de Norte América. Hesperornis regalis era un ave por la conformación general del esqueleto y miembros posteriores, pero el cráneo difería del de todas las aves conocidas y se acercaba, al contrario, al tipo reptiloide por la presencia en ambos maxilares, excepto en los intermaxilares, de numerosos dientes cónicos dispuestos en fila, de una manera exactamente similar a lo que ocurre en los Sau- rios y también en los delfines o cetáceos odontocetos, entre los mamíferos. Ambas- ramas mandibulares, en vez de estar soldadas en la región sinfisaria formando un solo hueso, como en las aves actuales, se mantenían unidas por un simple liga- mento durante toda la vida del animal, como es el caso en ciertos órdenes de mamíferos. Es indudable, no obstante, que estos seres no constituyen el lazo de unión directo entre aves y reptiles; representan, más exactamente, ramas divergentes de la gran clase de las aves que han conservado, en el detalle de su sistema dentario, el carácter de sus ancestrales reptiloides. Para encontrar el tronco de unión originario entre ambas clases, preciso es remontarse a épocas geológicas más lejanas, posiblemente al Trias, pues ya en el Jurásico la presencia del Archaeopteryw, de la subclase SAURURAE de Haeekel, 2 pesar de su aspecto mixto de ave y de reptil, implica un estadio evolutivo ya avanzado en el camino de la especialización hacia el tipo normal de las aves. Entre estas formas del Jurásico y los verdaderos reptiles la laguna a colmar es inmensa, como lo es, también, la que separa el Archaeopteryx de los ODONTOLEAE (Hesperornis, Baptornis) y ODONTORMAE (Iehtyornis, Hargeria, Apatornis) del cretáceo superior de Norte América. HAD L. Kraglievich: Aves fósiles de la R. Argentina 51 De cualquier manera, y por grandes que sean estas soluciones de continuidad, la Paleontología confirma las inducciones de la Anatomía comparada y de la Ontogenia al establecer, por una síntesis regresiva, la comunidad de origen de aves y reptiles y la descendencia de aquellas de algún género de éstos extinguido en las remotas edades triásicas. Dejando de lado los hallazeos tan interesantes de aves fósiles cn el territorio de Norte América, así como en Europa y, más especialmente, en Madagascar y Nueva Zelandia, procuraremos dar un ligero bosquejo de ciertas aves descubiertas en el territorio de nuestro país. Prescindiendo de los numerosos impennes fósiles de Patagonia, limitaremos nuestra atención a un grupo aberrante de aves, euyos restos han sido exhumados de las formaciones antiguas de la Patagonia Austral. E pr val elle Fig. 1. — Vista lateral del cráneo y mandíbula del Phororhacos inflatus Amegh., reducido a un tercio del tamaño natural. Reproducción fotográfica de la Pl. XIV, vol. XV, “Transactions of the Zoological Society of London”, 1901. P.mi., premaxilar; n, nasal; lac., lacrimal; 7, o, s, septum interorbital; sup., 0, lámina supraorbital; p.orb.p., proceso post-orbitario; o. q., proceso orbitario del cuadrada; t. f., fosa temporal; l. r., cresta lambdoide; s. q., escama del temporal; Z.Y., proceso zigomático; t.y., cavidad timpánica; q., cuadrado; q.ju., cuadrato yugal; pal., palatino; eth., ethmoide. Según Ameghino, en el horizonte eretáceo del Notostylops se encuentran ya representados varios de los órdenes de aves existentes, incluso el Avestruz. En los sucesivos períodos, pyrotheriense y santaeruceño, las aves de Patagonia alean- zan extraordinario desarrollo en tamaño. Como no es nuestro intento, ni lo permite la índole de esta publicación, de- tallar minuciosamente la morfología de los huesos, extractaremos algunos de los caracteres más salientes del género Phororhacos, una de las aves más extrañas y gigantescas que, haya habitado el Planeta. Los primeros restos de este ser fantástico, consistentes en una porción de la mandíbula, fueron atribuídos por F. Ameghino en 1887 a un edentado anómalo; ni remotamente pudo sospechar el gran paleontólogo que aquella extraña sínfisis pudiera pertenecer a un ave gigantesca. El hallazgo, hecho por Carlos Ameghino, de otros vestigios, ineluso cráneos completos y huesos de los miembros, permitió al ilustre sabio corregir su error inicial y el Phororhacos longissimus con otros géneros, tam aberrantes como él, al (8) EL HORNERO Vol. II fueron descriptos y figurados en varios trabajos que llamaron particularmente la atención del mundo científico. Moreno y Mercerat erearon para estos seres extraños el nuevo orden de los Stereornithes, y en verdad que esta clasificación merece respetarse, pues aun hoy día las afinidades con las restantes aves, actuales y extinguidas, son tan dudosas que no es lícito referirlo a ninguno de los órdenes existentes. Lo que caracteriza sobre todo al Phororhacos, aparte del enorme tamaño y grotesco aspecto del eráneo, es la coexistencia de caracteres mixtos que lo acercan ya a los Ratitae ya a los Carinatae en que antiguamente se subdividían las aves. También el Gastornis del Eoceno y Paleoceno inferior de Francia, Bélgica e Inglaterra, y el Diatryma del Eoceno inferior de Notre América, constituyen formas anómalas que no encuadran en los órdenes conocidos. Esta incertidumbre se transparenta en la ubicación que les ha sido asignada por diversos autores, pues mientras algunos incluyen Phororhacos y Diatryma en los Grallae, otros los separan en órdenes independientes y distintos, sin vinculaciones apreciables entre sí y con las restantes aves. Lo que es un hecho constatado es que la antigua denominación de Ratitae y Carinatae se limita a expresar, solamente, una conformación estructural determi- nada, y que los primeros no constituyen la cepa originariamente primitiva de la clase de las aves. La porción superior del eráneo de Phororhacos es plana, pero estrangulada posteriormente por las grandes fosas temporales separadas en el medio y hacia arriba por un breve intervalo. A este estrangulamiento sigue hacia adelante un ensanchamiento que aleanza sua máximum al nivel de los procesos post-orbitarios, desde donde nuevamente se angosta hasta alcanzar la región de la base del pico (formado este último, en su mayor parte, a expensas de los premaxilares), el cual se prolonga por una longitud aproximadamente igual a la del eráneo cerebral, en forma de una lámina vertical o de una hacha (Ameghino), fuertemente compri- mida y muy alta. La extremidad puntiaguda del pico es curvada hacia abajo, cubriendo la punta de la mandíbula inferior, de un modo similar a lo que ocurre en las aves rapaces. La región occipital es aplanada, de gran diámetro transverso, y limitada a los costados por erestas lambdoides prominentes que se identifican, hacia abajo, con los amplios procesos paraoceipitales (Andrews). El foramen magno, oval y a gran eje vertical, es de dimensiones reducidas en comparación al tamaño del cráneo. ; En norma lateral, el cráneo se caracteriza, aparte de otros detalles impor- tantes, por la profundidad y extensión de la gran fosa temporal, donde se inser- taba el múseulo homónimo, excesivamente voluminoso como corresponde al tamaño y peso de la mandíbula. El hueso cuadrado, que se articula eon el eráneo por medio de dos cóndilos, es de dimensiones enormes, en relación con la sclidez de la mandíbula y el gran des- arrollo de la parte posterior del eráneo (Ameghino). La mandíbula; se singulariza por su robustez, especialmente en la región anterior, donde ambas ramas se fusionan formando una sínfisis alargada y espesa. Para aquilatar las dimensiones del eráneo y mandíbulas del Phororhacos, inser- tamos, en el siguiente cuadro, las que corresponden al Ph. inflatus, especie relati- vamente pequeña, y al Ph. longissimus, de gigantescas proporciones: Longitud del cráneo y piC0........ OIE 34 ems. 65 ems. Bonsitud depor cdo elo 17,5 >» 32 >» Altura del cráneo con mandíbula......... 16 » 35 >» Diám. transverso máximo del occipital.... 11,6 >» 30 > Longitud de la mandíbula........... e 30 > 56» 1920 L. Kraglievich: Aves fósiles de la R. Argentina 53 Júzguese, dice Ameghino, del formidable poder destruetor de un ave cuyo cráneo excedía en longitud al de un caballo! La estrecha pelvis aleanza una longitud de casi medio metro. La cola se compone de un número relativamente considerable de vértebras libres que dismi- nuyen en tamaño hacia la última. El esternón es de tamaño reducido, pero los huesos eoracoides están bien desarrollados. Los huesos de las alas, cortos y espesos, son demasiado pequeños, en propor- ción al tamaño del animal, para que los miembros anteriores pudiesen servir para | Ñ y 2 HEET Wig. 2. — Reproducción fotográfica del diagrama del esqueleto del Phororhacos inflatus Amegh. según C. W. Andrews en “Transactions of the Zoologi- cal Society of London”, vol. XV, fig. 3, pág. 66, London, 1901. 1/16 del tamaño natural. el vuelo; pero ciertas particularidades, en la morfología de los huesos, revelan que allí se implantaban fuertes rómiges que pueden haber sido empleadas para auxiliar al animal en la carrera, 0, también, como un escudo protector en la defensa (Andrews). Los miembros posteriores no son demasiado macizos y sus huesos son más bien delgados y largos, particularmente la tibia, que siendo de doble longitud que el femur, media 39.5 ems. en Ph. imflatus. De los dedos del pie, el mediano, que es el más largo y robusto, alcanza a 25 ems. en Ph. longissimus. Las falanges ungueales son comprimidas, arqueadas y puntiagudas como en las aves de presa; la falange ungueal del dedo mediano de Ph. longissimus medía 6 ems. de longitud. 04 EL HORNERO - Vol. 11 La conformación tan particular del cráneo de estas aves aleja completamente todo posible parentesco de ellas con los avestruces y Ratites en general. Más bien la configuración del paladar sugiere una leve relación con los Albatros (Diomedea); pero estas afinidades se disipan comparando la estructura de la pelvis en ambos grupos. : En cambio existen relaciones más íntimas y afinidades más numerosas con los Gruiformes y especialmente con los géneros aberrantes Cariama y Chunga (Chu- ñas). Estas afinidades se manifiestan, sobre todo, en la morfología de la pelvis y miembros posteriores; pero, con todo, las diferencias son demasiado profundas en Fig. 3. —Dialryma steíni Matthew y Granger. 1/30 del tamaño natural. Reproducción foto- gráfica de la restauración de este animal, según Mathew y Granger, en “Bulletin of the American Museum of Natural History”, vol. XXXVII, Pl. XXXIII, N. York, 1917. la configuración del eráneo para que estos fantásticos seres puedan agruparse en un mismo orden con las Grullas. Es preferible mantenerlos sistemáticamente ale- Jados del resto de las aves, en el orden especial de los Stereornithes. Es indudable que estas aves representan un alto grado de especialización, adquirido por una adaptación singular a un género de vida que ha determinado la hipertrofia del pico y del cráneo, con su enorme expansión lateral de la región occipital, y también el tamaño voluminoso de las vértebras cervicales, suficiente- mente robustas para dar inserción a los poderosos músculos encargados de sostener y mover la formidable maza cráneana cuando el animal hundía su pico, con extra- ordinaria violencia, en el cuerpo de sus víctimas, o en los despojos de los mamí- feros que pululaban en las praderas de los tiempos de la formación santacruceña. 1920 L. Kraglievich: Aves fósiles de la R. Argentino, 55 A pesar de algunas diferencias que pueden ser familiares, nosotros juzgamos que el gigantesco Diatryma, del Eoceno de Estados Unidos, cuya restauración, según Mattheu y Granger, ofrecemos al lector, está vinculado ordinalmente al Phororhacos y que no existen suficientes razones para crear con aquél un orden aparte, como lo hacen dichos autores. La coexistencia de una avifauna extinguida emparentada tan estrechamente en ambas Américas, habla en favor del sinero- nismo de los respectivos estratos fosilíferos y de la edad por lo menos Kocena superior de la formación santacruceña. : Estas gigantescas, terribles y sanguinarias aves de las edades eogenas son, en su clase, lo que el Smilodon, de los últimos tiempos neogenos, en la suya. Ambos grupos de animales evidencian el poder transformador que supone la adaptación de los seres a condiciones especiales, determinadas por la concurrencia vital en la lucha por la existeneia. El monstruoso pito del Phororhacos y los estu- pendos caninos eultriformes del Smilodon, atestiguan un proceso evolutivo tenaz- mente proseguido a través de múltiples generaciones, como resultado del uso repetido de estos órganos en una misma función. Ambos golpeaban, sin duda, con extraordinaria potencia al ineidir su pico o sus colmillos en el cuerpo de sus presas; ambos adquirieron paralelamente un desarrollo insólito del cráneo, espe- cialmente en la región oceipital; y enando, por una modificación elimatérica, o por circunstancias combinadas de clima y de relieve, disminuyó el número de sus víetimas, estos seres especializados, verdaderos tiranos de las pampas, faltos de sustento e incapacitados ya para adaptarse, con ventaja, a las nuevas exigencias del ambiente, debilitaron su capacidad prolífica, se volvieron más escasos. y sueun- bieron, finalmente, sin dejar descendencia. Ante la realidad de la existencia de estos monstruos legendarios que asistieron a la milenaria aparición y desaparición de continentes y de mares, la mitología griega encontraría plena justificación a sus imaginativas y fantásticas creaciones. A nuestros poetas del porvenir reservo la historia rimada de las aventuras de estos colosos y de sus luchas en las dilatadas mesetas patagónicas, que fueron entonces, quizá, jardines de ensueño y de misterio donde Flora, la divina, vengá- base de Fauno adormeciendo en el encanto de sus regias galas a indefensos Gravigrados e incautos Litopternos, para ofrendarlos en holocausto a la amistad protectora del tirano, el voraz y maligno Phororhacos! Y cuán lejos estaría de sospechar éste, que uno de sus contemporáneos, el travieso y diminuto HTomunculus, bufón de los habitantes de la comarca entera, a quienes divertía, encaramado en los árboles, parodiando con gentil donaire la majestuosa gravedad y tiesura del gigante, habría de tomar en serio su papel y con el correr de centurias y milenios, lleraría a arrebatarle el cetro del dominio hasta convertirse en tiranuelo de todos los seres de la tierra, ineluso los de su propia estirpe... La verdad es que son extraños todos estos seres de Patagonia. Tan extraños y anómalos que su triste destino ha consistido, y consiste aún, en peregrinar por todos los órdenes de sus respectivas clases, sin encontrar albergue que les acomode; tanto que ni el mismo venerable Cronos, habituado a dispensar franca y generosa acogida para todo lo bueno y lo malo de este mundo, se ha dienado refugiarlos en su seno y se complace en arrojarlos, con despiadada ironía, del uno al otro confín de sus amplios dominios del Terciario. Consecuencia, quizá, de sus achaques, es el caso que esta amnesia del anciano Tiempo favorece, involuntariamente, los afanes de aquellos que, juzgando a la distancia, se muestran recalcitrantes y empeñados en rejuvenecer el rostro y tocar las canas de esta joven-vieja América. 56 EL HORNERO Vol. II NOTAS MISCELANEA ORNITOLOGICA I El « Canindé » de Azara es el Ara ararauna (Lin.). — El señor Winkelried Bertoni ha regresado últimamente de un viaje por el norte del Paraguay y me comunicó que tuvo ocasión de observar el guacamayo azul y amarillo, Ara ara- rauna (L.), confirmando así la existencia de esa especie en aquella república (*). Al mismo tiempo, el señor Bertoni me hizo observar que el guacamayo que él vió (Ara ararauna) es el verdadero « Canindé » de Azara, mientras que la otra es- pecie que figura con este último nombre no ha sido vista ni descripta por ese naturalista. Leyendo atentamente la descripción del « Canindé» (Azara, Apunt. etec., IL, p. 400, N* CCLXXIT) he podido comprobar que efectivamente todos los caracte- res que el autor indica, corresponden sin duda alguna a la especie de Linneo, a la cual ya la había referido Vieillot (Nouwv. Dict., TI, p. 260; 1816). Azara describe el canindé diciendo que tiene «una ancha gola azul turquí en lo más alto de la garganta », designando con estas palabras el color negro azulado con ciertos reflejos que tiene esta parte del cuerpo y que caracteriza en parte a la especie. El mismo autor, refiriéndose a la coloración de la parte superior de la cabeza, dice que es verde y que las tres hileras horizontales de plumas que cruzan la parte desnuda de la cara son negras. Todos estos caracteres son los que distinguen la especie, Ara ararauna (L.), la cual es entonces el verdadero « canindé » de Azara, y de ningún modo corres- ponden a la especie Ara caninde de los autores, en la cual la faja de la garganta es de un azul verdoso; y de ese mismo eolor son la parte superior de la cabeza y las hileras de plumas que eruzan la parte desnuda de la cara. En un ejemplar de la colección del Museo Nacional de Buenos Aires, que he observado, estas hileras de plumitas son, además, más numerosas y el espacio desnudo es mucho más reducido que en Ara ararauna (L.). Es posible que Wagler, al fundar su nueva especie, Sittace caninde, sobre la descripción del «canindé» de Azara, haya interpretado mal el significado de la coloración «azul turquí » con la cual el autor español quiso indicar con más pro- piedad al tinte negro azulado que se observa en la parte alta de la garganta del Ara ararauna. Esta última especie es conocida vulgarmente, en el Brasil, también con el nombre de « canindé ». Por consiguiente, el guacamayo canindé de Azara debe figurar como sinónimo de Ara ararauna (Linneo), mientras que a la especie conocida por los autores con el nombre de Ara caninde, le corresponderá el de Ara Azare (Reichenow) (?). TI La perdiz de California en Chile. — La perdiz de California [(Lophortyx californica (Shaw) ] ha sido introducida en la vecina república hacia el año 1870 (1) Brabourne and Chubb, The Birds of South America, I, 1912, p. 79, incluyen el Paraguay en la zona de distribución del Ara ararauna. (2) Sittace Azarae Reichenow, Journ. f. Ornith., 29 Jahrg., N* 155, Juli 1881, p. 267 (Sur del Brasil). 1920 Notas a a] y el señor Rafael Barros (*), en Septiembre de 1914, llevó desde Santiago algunos ejemplares al valle de Nilahué. Estos se han multiplicado en buenas condiciones y se extendieron de prefe- rencia en los cerros del poniente, mostrándose pocas veces en la llanura. TIT La perdiz Nothoprocta perdicaria (Kittl.) en la isla de Pascua. — Según me lo ha comunicado el prof. C. S. Reed, esta perdiz ha sido introducida en la lejana isla de Rapa Nui, situada en el Pacífico, a unas 2000 millas de la costa sudamericana. Se ha aclimatado y parece ser abundante. IV El contenido del buche de un ñandú (Rhea americana Rothschildi). — Hace algunos meses ingresó al Museo Nacional de Historia Natural un avestruz muerto en una pajarería próxima a este establecimiento. Al preparar la piel, se abrió el buche, el cual contenía los objetos que se ven en la fotografía adjunta. Eran tuercas, bulones, argollas, pedazos de hoja de lata, algunos con bordes cortantes, E 272 zm —Á —_—_ _—— ad y fragmentos de hierro euyo peso total era de 950 gramos. El animal había vivido encerrado en un pequeño terreno baldío, el cual estaba separado de un taller de herrería por una pared baja. Los obreros de dicho taller acostumbraban arrojar por arriba de la pared los fragmentos de hierro que no utilizaban y que el animal engullía a medida que caían. Sin embargo, por más que parezca extraño, el ave no murió a consecuencia de esto, sino porque trató de tragar también un pedazo de trapo, el que no pudo pasar por el esófago, determinando así la muerte por asfixia. RoberrTo DABBENE. MUTUA PROTECCION ENTRE LAS AVES El señor Baldomero L. San Martín, M.A.S.0.P., nos comunica la siguiente observación hecha hace algunos años en Balcarce, provincia de Buenos Aires: «Al salir una mañana a recorrer los potreros de nuestro campo, como es (1) Revista chilena de Hist. Nat., XXIII, Abril 30, 1910, Nos. 1-2, pp. 15-16. 58 EL HORNERO Vol. 11 costumbre hacerlo todos los que nos oeupamos en ganadería, noté, al aproxi- marme a una lagunita, varias gallaretas (Mulica) dispersadas y un casal de chajáes (Chauna Salvadorii) en un lado de la orilla. De pronto vi llegar dos caranchos (Polyborus plancus), los cuales atropellaron briosamente a las gallaretas, sin conseguir cazar ninguna en la embestida. Al advertir esto, los chajáes volaron rápidamente al centro de la laguna y allí, con las alas abiertas, esperaron a las gallaretas que, en número de unas sesenta, venían a toda prisa sobre el agua para reunirse en torno y debajo de las alas de los chajáes; mientras que éstos, furiosos, lanzaban gritos amenazadores y hacían sonar fuertemente el pico desafiando a los caranchos. Durante ese tiempo, las gallaretas se desperezaban tranquilamente al lado de sus buenos protectores. En vano los caranchos daban vueltas volando a poca altura por eneima de tan poderosos de- fensores, y, sin atreverse a atacarlos, tuvieron al fin que retirarse sin la presa que, sin la intervención de los chajáes, hubiera sido segura. Tan pronto como los caranchos se alejaron, los chajáes plegaron las alas y se ealmaron, mientras que las gallaretas volvieron a dispersarse por la laguna. » NOTAS SOBRE AVES DE CAÑUELAS (Prov. de Buenos Aires) I Observaciones sobre el jilguero (Sicalis Pelzelmi Selater).— Habiendo pasado los meses de Enero y Febrero en Cañuelas (provincia de Buenos Aires), he podido observar una costumbre del jilguero (Sicalis Pelzelni). Como a mediados de Enero próximo pasado, una pareja de gorriones, Passer domesticus (Linn.) construyó su nido entre las cañas del techo de un troje, como a ocho metros del suelo, donde depositó cuatro huevos. A los dos o tres días de la postura, unos jilgueros desposeyeron del nido a los gorriones y construyeron el suyo sobre el anterior, tapando así los huevos. Inmediatamente pusieron los suyos, que no alcanzaron a desarrollarse por la destrucción del troje. Unas golondrinas, Progne tapera (Linn.) habían ocupado un nido abando- nado de hornero (Furnorius rufus) y fueron ahuyentadas tambiín por el jilguero, quien hizo su nido sobre el anterior, tapando los huevos y depositando los suyos. Un fuerte golpe de viento allojó mucho el nido y como estaba expuesto a caerse lo saqué. II Lista de aves observadas en Cañuelas, provincia de Buenos Aires, durante los meses de Enero y Febrero. — Topografía del lugar: Terreno alto con res- pecto a los adyacentes (34 m. sobre el nivel del mar). Llanura completamente horizontal con numerosos pantanos y lagunas, algunas permanentes. Muchos montes pequeños y aislados; árboles más comunes: acacia blanca, aroma, álamo, sauce. Tinamide Berdiz Chica nro forte cod Nothura maculosa (Temm.) Columbide Torcacita...... AE ETT E ARTS Columbina pieui (Temm.) Torcaza o Tortola is So Zenaida auriculata (Des Murs) 1920 Notas 59 Rallide Galarecta a aerayo ala let Fulica armillata Vieill. Laride Gaviota de cabeza griS.......o....... Larus cirrhocephalus Viell. Charadriide rotar ocie jas Sodan A Belonopterus grisescens (Prázák) Mero od SUI TOOO OE Himantopus melanurus (Vieill.) Parride Galia: Esc ossucoroooomoVooooe Facana jacana (Linn.) Ciconiide Caio oovoncos SD PARCSASA TARO Euxenura maguori (Linn.) Tbididee Cuervo de cad Plegadiís guarauna (Linn.) Palamedeide Cos oo ae Chauna Salvador Brab. y Chubb. Falconide Chano ross a orion RENE Milvago chimango (Vieill.) Ca eS daa EAS Parabuteo unicinelus (Temm.) Asionide AA o Es Speolyto cunicularia (Mol.) MECA UL a Rabo Asio flammeus (Pontoppidan) Cuculide Urraca..... O sapo CGuira guira (Gm.) Purnariide HIM v00sovocdceVcono O Furnarius rufus rufus (Gm.) Leñatero......... tt TO la Anumbius anumbi (Vieill.) Tyrannide Pico de plata...... A Lichenops perspicillata (Gm.) LONE Lone caca nooo nao paonon Pitangus sulphauratus bolivianus (Lafr.) Corn Ia Pyrocephalus rubinus (Bodd.) [dad Muscivora tyrannus (Linn.) Hirundinide Coat. oo bo0VoJoDodVOVOrE e... Progne tapera (Linn.) ñ Mimide Calanda oda seis o... Múimus tríurus (Vieill.) 60 EL HORNERO Vol. II Trogloditidee AO a Troglodytes musculus bonariae Hellm. Motacillide Ca ds Antlivus correndera Vieill. Fringillide Corbatas qlo O ETA Sporophila carulescens (Vieill.) Cabecera Spimus ictericus (Licht.) JUE O O oo Sicalis Pelzelm Selater Gorrión ed ME A LEO EOS O Passer domesticus (Linn.) Ci air dos oido bo Brachyspiza capensis (P. L. S. Mill.) Icteridee Mordo rene 'ordo bayo o Mulata Pecho colorado Pecho amarillo Molothrus bonariensis (Gm.) Molothrus badius (Vieill.) Trupialis militaris (Linn.) Pseudoleistes virescens (Vieill.) ADOLFO RENARD, M. A. S. 0. P., EL ALIMENTO DE ALGUNOS PICAFLORES En Enero de 1919, en la Sierra Chica, valle de los Reartes, provincia de Córdoba, tuve ocasión de anotar en mis repetidos paseos, que hacía en busca de plantas, algunos datos biológicos sobre una especie de colibrí de las tres que allí existen. Es común en las faldas de la sierra la Lobeliácea Siphocampylus foliosus, que sus tallos erguidos con flores rojas la hacen destacar y a la que acuden los picaflores o rundunes. Noté, una vez, que un Chlorostilbon aureoventris visitaba las flores de la mencionada planta y me aproximé con precaución basta él. Pude luego comprobar que varios individuos de la misma especie, para visitar la flor (1), «como el tubo corolino es algo largo, se prende con las patas de las hojas próximas y hunde su cabecita en la flor, sólo dejando de batir sus alas en el momento de introducir el pico en el fondo. Preocupado en esta operación, deja aproximarse al cazador sigiloso que le interrampirá para siempre su faena >». En las vísceras de un ejemplar de la misma especie, encontré pequeñas hor- migas que recogí, pero no pude obtener la determinación, por extraviársele a quien fueron entregadas. En otra oportunidad pude ver cómo hacían para comerlas. Les vi introducirse en medio de esas bandadas de hormiguitas que se levantan como humo, y sacando su lengua acieular, apresar los inseetos con los lados de ella e introducirlos en su aparato digestivo. Sabía por personas fidedignas, que se alimentaban, cuando pequeños, eon almíbar, y para convencerme de ello me dispuse eriarlos. En el verano pasado encontré, en el alero de un rancho, un nido de Lesbia (1) Del diario de viaje. 1920 Notas 61 sparganura con dos pequeños huevos blancos que fueron ineubados y sacó dos polluelos; mas, cuando caleulé estuviesen emplumados, no encontré más que uno, que me llevé para criarlo. Había visto a la madre varias veces visitar un ciprés (Cupresus sp.) como buscando alimento, mas no pude cerciorarme de lo que recogía. Una vez en mi poder el pequeñuelo, lo alimenté con agua saturada con azúcar, que le daba alzando gotas con un mondadientes; él las recibía frotando su lengua contra el palito o, cuando estaba muy hambriento, llegaba a abrir un poco el pico y emitir un grito como un silbido; entonces le depositaba las gotas en su garganta. Llegó al estado adulto y andaba libre por las piezas; para que se alimentase sólo le llenaba con aquella agua, flores de gladiolo. Mas su vida, a pesar de los mimos que se le prodigaban, no pasó de ser efímera. 5 Tenía mala estrella; murió aplastado contra el suelo por la presión del pie, causa de sus vivos colores que lo confundían con los de la alfombra de la alcoba. ALBERTO CASTELLANOS, M.A.S.0.P. (Córdoba). OBSERVACIONES SOBRE LOS PATOS «METOPIANA PEPOSACA » Y «HETERONETTA ATRICAPILLA » Es muy común hallar en los nidos de aves acuáticas huevos que por sus dimensiones y color parecen ser de pato picazo (Metopiana peposaca), en número variable, desde 1 hasta 6 ó 7 en cada nido, y lo eurioso es que huevos idénticos se hallan en nidos de especies distintas. Los he visto en los de ganso (Coscoroba), chajá (Chauna), gaviota (Larus), gallaretas (Fulica), cuervos de laguna (Plegadis) y hasta en nidos de la gallineta /“Pardirallus rythirhynchus), y lo que sale de lo común es que se les vea en nidos de chimango (Milvago). En el verano próximo pasado, vi en dos nidos de chimango y en estado avan- zado de incubación, huevos de esta especie de pato, en un nido, uno, y en otro, dos, Juntos con los de chimango. Los nidos estaban construídos en el centro de matas de paja rodeadas de agua. Un colaborador de EL HorxerRO (páginas 185-187, vol. 1) atribuye estos huevos al pato picazo, pero observándolos atentamente, he notado algunas dife- rencias. El huevo de esta especie es de cáscara pulida, blanco, con un tinte algo verdoso O grisáceo. El huevo parásito es más blanco, su cáscara casi siempre formada de peque- ñísimas granmulaciones; es algo más grueso y de extremos más agudos. Atribuyo estos huevos al pato de color pardo (Heteronelta atricapilla), el que es muy común en esta localidad, en toda época, a pesar de lo cual nunca he podido verlos nidificar, ni con pichones. Fundo mi opinión por haber cazado un ejemplar hembra de esta especie, de la cual extraje un huevo idéntico a los que son objeto de esta nota. El pato picazo (Metopiarna peposaca) es una de las especies más abundantes en esta localidad. En invierno, en maizales inundados, se reunen formando ban- dadas de muchos miles de ejemplares, donde comen los granos de maíz de las espigas que están a flor de agua. Nidifica desde Octubre hasta Diciembre, construyendo el nido en los cañado- nes, oculto entre juneos o plantas acuáticas (*). Está construído con camalotes o (1) Esta observación ha sido confirmada por nuestro consocio Sr. B. L. San Martín, residente en Balearce (prov. de Buenos Aires), quien nos ha comunicado que en dicha región el pato pi cazo nidifica y cría sus pichones como todos los demás patos. (Nota de la Dirección.) 62 EL HORNERO Vol. II tallos herbáceos verdes, de un diámetro de 40 a 50 centímetros y de un alto de 10 centímetros desde flor de agua. Los bordes son en declive y de forma circular. He observado que la hembra tapa los huevos con los materiales que forman el nido cada vez que sale de él. La eoncavidad del nido cuando los huevos están incubándose, está forrada de plumón. Pone hasta catorce huevos de color blanco con tinte algo verdoso o grisáceo. Miden 51x 40 mm. He visto nidos en el centro de matas de paja a orillas de las lagunas, especialmente en matas rodeadas de agua. A principios de Enero de este año, un hermano mío vió una hembra de pato picazo seguida de nueve pichones que marchaban uno tras de otro en dirección a una laguna, siguiendo una huella del ganado. Los desvió del rumbo que seguían y los arreó a una distancia de tres cuadras hasta un cercado próximo a la casa, donde la pata, al verse en peligro, voló, y fueron capturados los pichones. Estos, después de dos meses de encierro, fueron puestos en libertad y algu- nos de ellos venían durante algún tiempo a juntarse con las aves caseras en busca de alimento. JuAN B. DAGUERRE, M. A. S. 0. P. (Rosas, F. C. $.). E MOVIMIENTO SOCIAL «El Hornero » a sus lectores. — Las dificultades crecientes, originadas por la crisis del papel y la carestía de la obra tipográfica, han entorpecido notablemente los primeros vuelos de EL HORNERO, y le obligan ahora — terminado el primer volumen — a modificar ligeramente su forma. Como habrán advertido nuestros lectores por el aspecto del presente número, el cambio introducido resulta ventajoso. En efecto, el empleo de una letra menor — que no amengua la nitidez del texto — y la mayor amplitud de las páginas, permiten aumentar la composición en cerca de un tercio más que en la forma anterior, en igualdad de páginas. Resulta, así, que nuestro propósito inicial, de dar al año unos tres números de 48 páginas, ha sido sobrepasado, pues una sola entrega como la presente equivale cierta- mente a tres como la primera. Confiamos en que será apreciado el esfuerzo que significa la publicación de nuestra revista en las actuales circunstancias, y que podremos contar con el apoyo de los estu- diosos y amigos de la primera hora, a fin de poder publicarla con mayor frecuencia y hacerla más atrayente, incluyendo de vez en cuando alguna lámina en color. El volúmen 1 de “El Hornero””. — Con el Sumario general e Indice analítico — que habrán recibido oportunamente nuestros consocios — ha quedado completado el volumen primero de nuestra revista, el que consta de 340 páginas, con 41 fotograbados, 4 láminas fuera de texto, 1 cuadro, 1 mapa y 1 retrato. Se ha hecho encuadernar a la rústica un cierto número de ejemplares del volumen, para la venta, habiéndosele fijado el precio general de $ 6.50 ($ 5 para nuestros con- socios). Nuevos miembros activos. — Desde la publicación del número anterior, fueron aceptados los siguientes: Capital. — Juan A. Bruschi, Alberto Carcelles, general Nicolás A. de Vedia, doctor Juan B. González, José Marcó del Pont, V. M. Marcó del Pont, Lorenzo R. Parodi, profesor Alberto A. Ricagno, Rodolfo J. Semprun, doctor José L. Suárez, doctor Oliverio Tracchia, José Yepes. 1920 Notas 63 Intericr. — Luis A. Chambon, La Plata; señorita María R. Cotta, Huetel (F.C. $S.); soñorita Sara Gendrcn, Rosario (Santa Fe); Eduardo C. Harper, Pradere (F.C.O.); doctor Roberto Lelmann-Nitsehe, La Plata; doctor Pedro P. Piñero García, San José de la Esquina (Santa Fe); Arturo Ruiz Capilla, Bahía Blanca; Baldomero L. San Martín, Balcarce (F. C. S.). Exterior. — Francisco Itajori Prado, S. Pablo (Brasil); P. Luis Marzoratti, Mon- tevideo; José Steinbach, Buena Vista (ERE): ; Charles J. Wilson, Londres; doctor A. Wetmore, Washington (Estados Unidos). Instituciones. — Colegio Nacional de San Nicolás (Buenos Aires); Facultad de Agronomía y Veterinaria (Biblioteca), Capital; Instituto Nacional del Profesorado Secundario (Sección Ciencias Biológicas), Capital; Museo de Historia Natural, Mon- tevideo. Comisión para uniformar los nombres vulgares de las aves. — Siguen reuniéndose los miembros de esta comisión, residentes en la capital, habiendo ya estudiado algunos grupos de aves, cuya lista se publicará oportunamente. Dispone de varias listas remiti- das por consocios de las distintas regiones del país, conocedores de los nombres comunes; entro las cuales, una muy completa enviada por el señor E. Lynch Arribálzaga. La Comisión ha sido integrada con los señores Carlos S. Reed, de Mendoza; Juan Tremoleras, de Montevideo; Carlos E. Porter, de Santiago de Chile, y A. de W. Bertoni, de Puerto Bertoni (Paraguay). Visitas de miembros de la S. O. P.— Siguen visitando la sociedad personas deseosas de conocer sus colecciones o de obtener algunos datos sobre clasificación o costumbres de aves. Entre los últimos visitantes, hemos anotado los siguientes nombres de consocios residentes en el interior y exterior, y que se destacan por sus aficiones a la ornitología: Prof. A. de Winkelried Bertoni, M.C.S.O.P. y de la American Ornmithologists Union, conocido naturalista residente en Puerto Bertoni (Paraguay). De regreso de una expedición a Matto Grosso, con una comisión médica. Es autor de varios impor- tantes trabajos de ornitología y uno de los mejores conocedores de las aves del Para- guay, de las que posee numerosas colecciones. Colaborador asiduo de EL HorNERO. Doctor Guido Casale, de Chacabuco, F. C. P. (provincia de Buenos Aires. — Activo corresponsal de la S. O. P., a la que sigue remitiendo numerosas aves de la región, con observaciones interesantes acerca de sus hábitos. Ha reunido muchos datos sobre las aves de aquella localidad y formulado una lista de las especies observadas durante muchos años. Ha publicado, en el diario local La Sveglia, una serie de artículos de vulgarización ornitológica. Doctor Pedro P. Piñero García, de San José de la Esquina (Santa Fe). —$Se ha dedicado con éxito al estudio de las costumbres de las zancudas y anátidos, habiendo obtenido cría en cautividad de varias especies de patos silvestres, gallaretas, garzas, ete. Ha reunido numerosos datos al respecto, de los que ha ofrecido algunos para EL HORNERO. Señor Thos. M. Young, Las Toscas, Y. C. O. (provincia de Buenos Aires). — Coleccionista aficionado, de huevos de aves de la provincia de Buenos Aires, habiendo establecido relaciones de canje con varios de nuestros consocios. Señor Eduardo C. Harper, Pradere, Y. C. O. (provincia de Buenos Aires). — Aficionado a la ornitología en su parte biológica. Colecciona aves, nidos y huevos de la provincia y posee una apreciable biblioteca ornitológica. Señor José Steinbach, antiguo y activo coleccionista residente en Buena Vista (Bolivia). De paso para Norte América, con valiosas colecciones botánicas y zoológicas (cerca de 3.000 cueros de aves), destinadas al Museo Carnegie. Hasta ahora ha eolee- 64 EL HORNERO Vol. II cionado para los museos europeos y americanos, alrededor de diez mil cueros de aves de esa región boliviana. Las numerosas observaciones biológicas que ha recogido apa- recerán en las publicaciones del Museo Carnegie, juntamente con la enumeración siste- mática de sus colecciones. Además de los miembros citados, han visitado la Sociedad: el señor James Lee Peters, naturalista del Museum of Comparative Zoology, de Cambridge, Mass., U. S. A. Enviado por esa institución, con objeto de coleccionar aves del país y estudiar sus costumbres, especialmente los patos. Permanecerá algún tiempo, recorriendo las dis- tintas regiones del territorio y se relacionará con varios de nuestros consocios. El doctor Alejandro A. Wetmore, ornitólogo, comisionado por el Biological Survey, Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, para estudiar las con- diciones en que se encuentran las aves que emigran a Norte América y especialmente los chorlos. Donaciones en efectivo. — Para contribuir a costear la impresión del número anterior, hemos recibido de nuestros consocios: señor Julio Koslowsky, $ 55 mln.; doctor Miguel Lillo, $ 47.50 m|n.: señor M. Doello Jurado, $ 9 mi|n.; N. N., $ 5 min. Además, el señor Charles J. Wilson, residente en Londres, abonó $ 60 m|[n., equivalente a diez cuotas anuales. Donaciones de aves, nidos y huevos. — Hemos recibido las siguientes, de nues- tros consocios: A. G. Bennett, 2 cráneos y 27 huevos de aves de las Malvinas. Doctor G. Casale, 39 aves frescas, de Chacabuco (F. C. P.). A. Castro Bibiloni, 1 ave fresca, de Buenos Aires. Juan B. Daguerre, 53 cueros de aves, de Las Rosas (T. C. S.). Doctor A. De Boni, 2 eráneos de aves, del Uruguay. O. y A. Gallo, 1 cuero de ave, de Balcarce (F. C. $S.). E. C. Harper, 5 aves frescas, de Pradere (F. C. O.). B. L. San Martín, 1 ave fresca, de Balcarce (F. C. $S.). E. Santillán, 1 ave fresca, de Santiago del Estero. F. Sathicq (hijo), 2 cueros de aves, 1 ejemplar fresco y 120 huevos, de Mos- coni (F. C. $S.). Además, el doctor C. €. Hosseus remitió 4 cueros de aves, de Córdoba. Donaciones de libros, folletos y revistas. — Se han recibido las siguientes, de. nuestros consocios: Doctor Guido Casale, 1 folleto; doctor F. M. Chapman, 2 folletos; doctor R. Dabbene, 1 volumen, 6 folletos y 7 revistas; doctor A, De Boni, 1 volumen; profesor M. Doello Jurado, 8 folletos; doctor R. Lehmann-Nitsche, 2 folletos; ingeniero C. Lizer, 2 folletos; ingeniero L. R. Parodi, 1 folleto y 3 revistas. Además, nos remitieron las siguientes instituciones: Museo Nacional de Buenos Aires, 5 volúmenes; Museo de Nueva York, 46 revistas; revista Bird-Lore, de Nueva York, 23 revistas; Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, Capital, 1 volumen; So- ciedad Protectora de Niños, Pájaros y Plantas, Capital, 5 revistas; Smithsonian Insti- tution, Wáshington, 10 folletos; Universidad de Tucumán, 7 folletos. Nuestro próximo número. — Contendrá, entre otros, los siguientes trabajos: Sobre los chorlos que emigran a Norte América, por R. Dabbene. Rheiformes de la Argentina, por R. Dabbene. Sobre nidos de horneros (segunda parte), por M. Doello Jurado. Recolección de nidos y huevos de aves, por P. Serié, 1920 Notas 55) Ernesto Gibson, + el 26 de Octubre de 1919. — En la fecha indicada dejaba de existir en su estancia ““Los Ingleses”, Ajó, provincia de Buenos Aires, nuestro esti- mado socio correspondiente don Ernesto Gibson. Desde muy joven había mostrado gran interés por los estudios ornitológicos y sus trabajos, publicados en la Revista “The Ibis”?, sobre las aves de la parte este de la provincia de Buenos Aires, son de los más interesantes por la gran cantidad de notas sobre las costúmbres y nidificación, que había reunido durante largos años de observa- ciones. Sus últimas notas aparecieron recientemente en la revista nombrada, en los volúmenes correspondientes a los años 1918, 1919 y 1920. Con la muerte de don Ernesto Gibson el país pierde uno de los mejores observa- dores que después de Hudson se han dedicado al estudio de las costumbres de las aves de la República Argentina. Las principales publicaciones de Erneste Gibson son las siguientes: pp . Ornithological Notes from the neighbourhood of Cape San Antonio, Buenos Aires, in The Ibis, 1879, pp. 405-425; 188€, pp. 1-38, 153-169. 2. Notes on the Birds of Paysandú, Rep. of Uruguay, communicated by J. J. Dalg- leiseh, in The Ibis, 1885, pp. 275-283. 3. Further Ornithological Notes from the neighbourhood of Cape San Antonio, prov. of Buenos Aires, Part L., The Ibis, July 1918, pp. 563-415; Part 1L, The Ibis, July 1919, pp. 495-537; Part TIL, The Ibis, Jan. 1920, pp. 1-97. Balance social. — Resumen del movimiento habido en la Secretaría y Tesorería de la S. O. P. durante el año 1919 (presentado a la C. D. el 30 de Enero de 1920): SECRETARÍA Mindo de mcnaa0s EQU oovdeVosocao ol boo unoona cor oodoos oa do 193 > > instituciones ta dh id 6 199 aca Cao El a, ECU VNs000co0roocVeoocrcosbodeoonoo ooo 34 > > TS AC tds 2 36 ES ALC O ie 4 > alle ota fat 1 > DEE ooo ca da bio. ele 2 7 Reuniones coladas po lla 10 Notastent das ct asta errar 247 CCD A e a ca 164 Lio edo oa oO OSO oO RSE 123 OO A y A ia a 488 EDDIcaciones eS o IS s0 AO RS O A OS NO IO TON 1596 IMA yOs SAR O A Sa aaa Duo eS 20 O a o ido a 90 ACCES A A IS Saad 15 TESORERÍA SUTOMACINAN O EAS ads lado elote $ 621.50 Entradas: POr Cuotas Nal $ 1.205.18 DE ADRO Cibao» dd rodon o poo ao PD ASOAO O > 111.50 » VERA TIE OS Da IS O OO > 88.10 66 EL HORNERO Vol, II (De las cuotas subscriptas, fueron 32 superiores a $ 6 moneda nacional; o sean: 1 de $ 8; 1 de $ 9; 21 de $ 10; 5 de $ 12; 3 de $ 15; 1 de $ 20.) Cuotas del año anterior, a cobrar: 34. Salidas: Pago del saldo por impresión del N? 3.............. $ 450.— por la impresión del A ASS > 10. > >» sobres, fajas y demás útiles.............. > 55.50 > > compra de sellos postales................. > SN > Sas LOS Menta NAO E > 24.40 $ 1.314.90 Saldoque pasao O Na > 7111.38 $ 2.026.28 REVISTAS ORNITOLOGICAS RECIBIDAS The Auk, Vol. XXXVI, N* 53, Julio 1919; N* 4, Octubre 1919; XXXVII, N* 1, ¿nero 1920, N* 2, Abril 1920. — Estos números contienen interesantes trabajos, espe- cialmente sobre aves del continente americano. Charles B. Cory (vol. XXXVI, 1919, pp. 540-41) describe las siguientes nuevas especies y subespecies: Aiphocolaptes bahie, tipo, Bahía, Brasil; 4utomolus leucophthalmus bangsi, tipo, Bahía; Deudrocolaptes picumnus cearensis, tipo Ceará, Brasil. Bird-Lore, Vols. XX, Nos. 4-6, 1918; XXI, Nos. 3-6, 1919; XXII, Nos. 1-2, 1920. — Esta simpática revista, al mismo tiempo popular y científica, dirigida por el doctor Frank M. Chapman, contiene un gran número de observaciones interesantísimas sobre las costumbres de las aves. En el N* 5, 1919, el doctor Chapman da un resumen del artículo del señor A. Pozzi, publicado en nuestra revista (N* 3), sobre las curiosas costumbres de cazar del lechuzón. En otros números, el mismo autor ha publicado un extracto de sus apuntes de viaje por Sud América y algunas notas sobre las aves que ha tenido ocasión de observar. Entre las cuales es muy interesante la relación de la costumbre que tiene el picaflor gigante (Patagona gigas) de dar la caza a otras espe- cies de su familia. En una lámina está representada la especie nombrada, llevándose en las garras a otro picaflor común en el sur de nuestro territorio y en Chile, el Zustepha- mus galeritus, tal como el autor pudo observar. The Condor, Vols. XXI, 1919, Nos. 3-6; XXII, 1920, N* 2. — Como de costumbre, esta revista contiene excelentes fotografías de nidos y huevos de aves, especialmente de la parte oeste de los Estados Unidos, e importantes artículos sobre la biología de varias especies. El N* 3 (vol. XXI) contiene un trabajo del señor W. C. Bradburry “sobre el huevo del ave gigantesca, Aepyornis maximus, hoy extinguida. El huevo está reproducido en varias fotografías, mostrando además la comparación con los huevos de algunas aves actuales. El ejemplar, conseguido con mucha dificultad por el autor, mide 99/16 por 13 pulgadas. o The Ibis, Serie undécima, vol. 1, 1919, Nos. 3-4; vol. TI, 1920, N* 1.— El N* 3 (1919) de esta importante revista inglesa, contiene un trabajo del señor F. E. Blaauw, sobre el desarrollo del plumaje del pato Nettion torquatum. En el mismo número y en el N* 1 (1920), el señor E. Gibson publicó la conclusión de sus notas sobre las aves de la región del Cabo San Antonio, Provincia de Buenos Aires. Natural History, Vols. XIX, 1919, Nos. 4-5, y vol. XX, 1920, N* 1.— Este es el nuevo nombre bajo el cual se continúa la publicación del “* American Museum Joumnal””, revista general, dedicada especialmente a la Historia Natural y exploraciones cientí- ficas. Contiene interesantes artículos sobre zoología en general y numerosas ilustraciones. Revue Francaise d'Ornithologie, XTe année, Nos. 126-128, 1919; XITe année, Nos. 129-131, 1920. — El N* 126 eontiene un artículo de M. Boubier sobre la distri- bución de los pingúines. =n =Á 1920 Notas Verhandlungen Ornithologischen Gesellschaft in Bayern, Band XII, Heft 1-2, 1917; 3-4; 1918; Band XIV, Heft 1-2, 1919. — Esta revista, dirigida por el doctor C. E, Hellmayr, contiene varios artículos de este autor sobre aves sudamericanas, algunas de las cuales representadas en nuestra avifauna. En el N* 1, vol. XIV, 1919, está des- crita una nueva forma de ratona o tacuarita (Troglodytes musculus bonaricee), tipo La Plata. También el autor indica la distribución de esta forma y del Troglodytes muscu- lus magellamicus. En el N* 1, vol. X[1I, 1917, describe las siguientes especies y sub- especies: Siptornis berlepschi, tipo Chicani, N. Bolivia; Ateleodacnis speciosa amazonum, tipo Tarapoto, N. E. Perú; Moloihrus badius bolivianus, tipo Chuquisaca, Bolivia. En el N? 2, vol. XIII, 1917, describe: Sittasomus griscicapillus reiseri, tipo Pedrinha, $. Pianhy, N. E. Brasil; Dendrocopus griseicapillus Vieillot, 1818, es nombre más antiguo que 5. chupadensis Ridgway. Las varias formas geográficas de S. griscicapillus y su respectiva distribución están, asimismo indicadas. The Journal of the Museum of Comparative OOlogy, Santa Barbara, California, Vol. I, Nos. 3-4, 1920. — Esta nueva e importante revista, dedicada exclusivamente al estudio de los huevos de las aves, dedica, en un párrafo, honrosos conceptos para EL HORNERO y el progreso de los estudios ornitológicos en la Argentina. Revista do Museo Paulista (Sáo Paulo, Brasil), t. XI, 1919. — En este número, el señor Luederwaldt ha publicado una breve lista de las aves observadas cerca de Santos (Estado de Sáo Paulo). ULTIMAS PUBLICACIONES SOBRE AVES (1) 1918 Bangs, Outrang. — Notes on the species and subspecies of Poecilonetta Eyton. Proc. New England Zool. Club, VI, 1918, pp. 87-S9. Beck Rollo H. — Photographs of Falkland Island Bird-Life, Bird-Lore, vol. XX, Jan.-Febr. 1918, N* 1, pp. 1-8. Beck Rollo H. — Narative of a Bird Quest in the Vieinity of Cape Horn. — The Amer. Mus. Journ., vol. XVIITL, Jan. 1918, N* 1, pp. 5-24. Grinnell Joseph, Bryant H. Child and Storer Tracy Irwin. — The game Birds of California, 1918, vol. 1, pp. 1-641, 16 pl. col. — En esta hermosa obra, los autores des- criben todas las especies de aves de caza que se encuentran en California, dando la clave para distinguir las especies, y además una pequeña descripción para ser recono- cidas en el campo mismo. El trabajo está acompañado de 16 láminas en color y nume- rosas figuras esquemáticas en-el texto. Loomis, Leverett Mills. — A Review of the Albatrosses, Petrels and Diving Petrels. Proc. California Acad. Sciences. Fourth Series, Vol. TI, Pt. 11, N* 12, April 22, 1918, pp. 1-187, pl. 1-17. 1919 3arros V. Rafael. — Aves del valle de Nilahué. Revista chilena de Hist. Nat., Año XXITI, Abril 30, 1919, Nos. 1-2, pp. 12-17. Barros V. Rafael. — La rara (Phytotoma rara, Mol.). Anales de Zoolog. aplicada, Santiago de Chile, Año VI, Abril 30, 1919, N* 1, pp. 11-16, lam. II. Bent, Arthur Cleveland. — Life Histories of North American Diving Birds. Order Pygopodes. United States Nat. Mus., Bull, 107; 1919, pp. 1-XIII, 1-239. Chapman, Frank M. — Deseriptions of proposed new Birds from Perú, Bolivia, Argentina and Chile. Bull. Amer. Mus. Nat. Hist., vol. XLI, Art. V, Sept. 1, 1919, Chapman, Frank M. — Deseriptions of proposed new Birds from Perú, Bolivia, 3razil and Colombia. Proe. Biol. Soc. Wash., vol. 32, Dec. 31, 1919, pp. 255-268. Coker Robert, E. — Habits and economic relations of the Guano Birds of Perú. Proc. U. S. Nat. Mus., vol. 56, pp. 449-511. 1919. (1) En esta lista se indican solamente los trabajos que mencionan especies pertenecientes también a nuestra avifauna; los que serán debidamente analizados en la sección bibliográfica correspondiente, al final de cada número de esta Revista. 68 EL HORNERO Vol. 11 Cory, Charles B. — Deseriptions of three new South American Birds. Auk, XXXVI, Oct. 1919, N* 4, pp. 540-541. “» Cory, Charles B. — The relationships and geographical distribution of the spe- cies and races belonging to the genus Rhynchocyclus. Proc. Biol. Soc. Wash., vol. 32, Dec. 31, 1919, pp. 217-224. ' Cory, Charles B. — A Review of Reichenbach's genera Siptornis and Cramioleuca, with descriptions of new allied genera and a subgenus. Proc. Biol. Soe. Wash., vol. 32, 1919, pp. 149-160. Cory, Charles B. — Catalogue of Birds of the America, Part 11 N* 2, Field Mus. Nat. Hist. Zool. Ser., XIII, Dec. 31, 1919. — Este volumen contiene la lista completa de todas las especies y subespecies de las familias: Trogonidae, Cuculidae, Capitonidae, Ramphastidae, Galbulidae, Bucconidae y Picidae. Generalmente cada especie está acom- pañada de la principal sinonimia, y además hay algunas claves para la distinción de ciertas especies y subespecies. Cory, Charles B. — Deseriptions of New Birds from South America, Auk. XXXVI, Jan. N* 1, 1919, pp. 88-89. Dabbene, Roberto. — Los nidos de las aves. Boletín de la Soc. Protectora de Niños, Pájaros y Plantas. Año VI, Nov. 1919, N* 35, pp. 10-14, con 8 figuras. Dabbene, Roberto. — Las especies y subespecies argentinas de los géneros Geositta Swainson y Cinclodes Gray. Anales Mus. Nac. Hist. Nat. Buenos Aires, XXX, páginas 113-196, Julio 11, 1919, con 2 láminas, 2 mapas y figuras en el texto. Hellmayr, C. E. — Miscellanea Ornithologica, IV, XIL. Vier neue Formen aus dem tropischen Amerika. Verhandl. Ornith. Gesell. Bayern, XIV, Heft 1, Juni 26, 1919, pp. 126-130. — XIII. Nomenklatorische., íd., ibid., pp. 131-133. Miranda Ribeiro, A. de — A fauna vertebrada de Ilha da Trinidade. Aves, pp. 179-192. Archivos do Museo Nacional do Rio de Janeiro, XXIT, 1919. Ridgway, Robert. — The Birds of North and Middle America, pt. VIIT. Bull. U. $. Nat. Mus. N* 50, June, 1919. — Esta parte comprende los órdenes Limicolae (Chor- los), Lariformes y Alciformes. 1920 Dabbene Roberto. — Los grandes viajes de las aves. Sarmiento, Boletín de la So- ciedad Protectora de Niños, Pájaros y Plantas, Año VI, N* 37, pp. 8-11, 1920. Lynch Arribálzaga, Enrique. — Las aves del Chaco, en **El Heraldo del Chaco””, Resistencia, Año IV, N* 289, Julio S, 1920, pp. 3-14. — En una forma amena, el señor Lynch Arribálzaga hace la enumeración de las aves señaladas en el Chaco, añadiendo datos generales sobre las familias y las especies, muchas de las cuales están acompa- ñadas de sus respectivos nombres vulgares. Es esta la primera lista de aves del Chaco que se publica. Penard, Th. E. — Two new american Hawks. Proc. New England Zool. Club., vol. VII, Febr. 19, 1920, pp. 45-47. 1920 - 69 CANJE Y CORRESPONDENCIA CUEROS DE RAPACES. — El señor F. Kirk Swann, miembro de la Sociedad Zoológica de Londres, desea obtener cueros de rapaces de la Argentina, no siendo lechuzas. Dirigirse al señor C. W. Benn Pott, M.A.S. 0. P., calle Moreno 872, Quilmes, F. C. $. PARÁSITOS DE AVES. — El doctor Fernando Lahille, M. A. S. O. P., solicita la remisión de parásitos de las plumas de aves (malófagos), los que pueden ser enviados en tubos con alcohol, a la Oficina de Zoología aplicada del Ministerio de Agricultura, callo Azopardo 900, Capital Federal. Indica en este número el modo de capturarlos y conservarlos. LEYENDAS POPULARES SOBRE AVES. — El doctor R. Lehmann-Nitsche, M. A. S. O. P. (Museo de La Plata, F. C. S.), solicita, para un estudio comparativo sobre los mitos ornitológicos, que tiene en preparación, el envío de cualquier clase de leyendas popu- lares relacionadas con aves, sean o no generalmente conocidas; pues, para el objeto comparativo, las variaciones de una leyenda son de importancia. De interés especial son las leyendas referentes al coráu, al cacuy y al urutañ. CANJE DE CUEROS, NIDOS Y HUEVOS. — El señor Samuel Henshaw, director del Mu- seum of Comparative Zoólogy, de Cambridge, Mass. (U. S. A.), desea obtener cueros, nidos y huevos de aves argentinas, ofreciendo en canje ejemplares de los Estados Unidos. CANJE DE NIDOS Y HUEVOS. — El señor W. León Dawson, director del Museum of Comparative Oology, de Santa Barbara, California (Estados Unidos), desea establecer relaciones de canje con coleccionistas o instituciones, con el fin de obtener nidos y huevos de aves de la Argentina. Desea particularmente huevos de Tinamús o perdices america- nas, y de otros grupos que no existen en Norte América. Ofrece colecciones selectas de ese país y especialmente de California. ADQUISICIÓN DE HUEVOS. — El editor de ““The Oologists””, señor K. L. Skinner, de Brooklands State Office, Weybridge, Surrey (Inglaterra), desea adquirir huevos de aves de la Argentina, especialmente dle fringílidos (por ejemplo, de cabecita negra, mixto, chingolo, cardenal y otras granívoras), por nidadas. CANJE DE CUEROS DE AVES. — El señor M. Bon, juez del Tribunal Civil de Mont- morillon, Vienne (Francia), desea relacionarse con coleccionistas de aves argentinas, y establecer el canje por cueros de especies de Francia. 70 EL HORVNERO Vol. 11 INFORMACIONES Para la protección de los chorlos. — La progresiva y notoria escasez de los Charadriformes o chorlos, debido a la incesante persecución que les vale en todas partes su sabrosa carne, preocupa actualmente a los departamentos de biología y agricultura de varios países, los que aconsejan la adopción de leyes restrictivas a fin de evitar la completa extinción en breve de algunas especies. Lo que ya está ocurriendo, entre otras, con la especie de chorlo Numenius borealis. En los Estados Unidos llega esta preocupación, hasta tratar de proteger en los países en donde emigran las especies de chorlos norteamericanos. Y este propósito es el que ha motivado el viaje oficial a la Argentina del doctor Alexander psunos, enviado por el Departamento de Agricultura de Washington. La $. O. P., por su parte, y en su modesta esfera, no ha dejado de considerar este mismo problema de la desaparición de los chorlos, acerca del cual se propone proyectar en breve una ley restrictiva de la caza, que será presentada a la aprobación del Minis- terio de Agricultura, habiendo sido designados por la C. D. para formular el proyecto de reglamentación correspondiente, el comandante Pedro $S. Casal y el doctor Carlos A. Marelli. ¿Es perjudicial el gorrión? — Acerca de este punto, aun discutido, el doctor Holmberg escribía lo siguiente en su lista de *“Aves libres en el Jardín Zoológico de Buenos Aires””, publicada en la Revista del Jardín Zoológico, del 15 de Junio de 1893, de donde lo reproducimos: » Aunque exótico, pero ya naturalizado, el gorrión debe figurar en esta lista. Hace algunos años, pasando cerca de la Recoleta, oí cantos de avecillas que no conocía, y noté que en los eucaliptos en que se posaban las había en abundancia. Causóme sorpresa el hecho, y no fué menor cuando reconocí en la calle, muy familiar al gorrión, del que había visto buenos retratos. Más tarde me dijeron que el floricultor Peluffo había traído de Europa algunas docenas de ellos y los había soltado. Los gorriones fueron ampliando poco a poco el área de su dispersión invasora. En las calles de Buenos Aires se ven por todas partes, metiéndose hasta por debajo de los carruajes, y con un desenfado tal que parecen antiguos señores del campo. Anidan sin temor entre los acantos y volutas de los capiteles corintios que tanto abun- dan en nuestra arquitectura urbana; en Palermo, los eucaliptos se llenan de sus nidos; los he visto en Belgrano, en Flores y en San Fernando, y me aseguran que ya se ex- tienden hasta algunas leguas de Buenos Aires, por el lado del Sur. Por lo pronto, destierran al chingolo, el pájaro criollo por excelencia. Vamos, ahora, a una cuestión importante, que puede tratarse aquí, aunque no sea estrictamente de la índole de este trabajo. ¿Conviene el gorrión en Buenos Aires? Hace algunos años se dictó en Hungría una ley de exterminio contra el gorrión, por el daño que hacía, devorando una cantidad enorme de granos, y fué tan eficaz la ley, que al cabo de algún tiempo no quedó uno. Al año siguiente los insectos devoraron la cosecha; al otro, lo mismo. Repitiéndose estas pérdidas, fueron consultados algunos naturalistas, y ellos declararon que se debía a la supresión de los gorriones. En efecto, los gorriones, que son granívoros, son muy voraces; pero, en la época de la cría, destru- yen una cantidad enorme de insectos. Suprimido el gorrión, tomó incremento el des- arrollo de los insectos destructores de los gramos, y ellos dieron cuenta de las cosechas. Se anuló la ley; volvieron los pajarracos protegidos por los premios ofrecidos a los introductores y al año siguiente se obtuvo una buena cosecha. Ultimamente el señor Albert de Saint-Hilaire, director del Jardín Zoológico de Aclimatación del Bosque de Bolonia en París, ha ordenado el exterminio de los gorriones porque no dejan granos en las faisaneras y otros departamentos de cría. 1920 Informaciones 71 Recuerdo siempre una anécdota que leí hace años en un libro escrito por gentes de buen humor. Un buen cura, cuyo granero estaba repleto de trigo, vió cierto día con disgusto que los gorriones le mermaban su haber de un modo desastroso, y después de golpearse la frente con la punta del índice, tuvo una idea: tomó un levitón viejo, lo armó sobre una escoba, coronó la obra con un sombrero, y, después de fabricado aquel espantajo en medio del granero, se retiró satisfecho, con la seguridad que los ladrones mo vol- verían. Algunos días después tornó a visitar su trigo. Jl desastre era indecible, y los gorriones desvergonzados habían llevado su audacia hasta fabricar sus nidos en los bolsillos del viejo levitón. Ahora que los conozco, los creo capaces de anidar aun en la tabaquera del buen cura. Los gorriones son pájaros de mucha resistencia. Véase donde buscan su alimento, en las calles. Menos eserupulosos que el profeta Ezequiel, hacen su banquete con lo que el profeta no quería; las plumas negras de su garganta les dan un aire de fuertes y barbudos; pero, en realidad, su verdadera fuerza está en su astucia y viveza. He visto- en el Jardín al encargado de las aves, el más hábil cazador que conozco, desesperarse con los gorriones. ““Los mixtos y chingolos caen en la red por cientos — me decía, — los gorriones necquaquam??. Nuestro clima les conviene admirablemente, y el alimento lo encuentran en abun- dancia. Prolíficos en extremo, hacen, a lo menos, dos crías al año, y he visto a un gorrión, en menos de media hora, cubrir a la hembra catorce veces. Por eso será que los alemanes dicen: ““Es ist verliebt wie ein Sperling”? — (enamorado como un gorrión). Hoy los tenemos por millones; ¿qué sería si en tal número hubiesen sido im- portados? , El gorrión no es animal de campo abierto; así como los atorrantes buscan las ciudades, busca él las arboledas, y éstas, en la formación fitogeográfica de la Pampa, sólo existen cerca de las habitaciones humanas. Total: el gorrión se aclimata fácilmente, y se ha naturalizado ya aquí; encuentra su alimento en cualquier parte; no emigra; es muy resistente y prolífico, y en Hungría se le deben cosechas por él salvadas; es animal de arboledas o de ciudad y nos sirve o no NOS SÍTVEe. Veamos algo más. . Un ave granívora es siempre dañina. Pero un ave que, a lo menos en cierta época del año, es insectívora, es útil a medias, y digo a medias, porque la mitad, por lo menos, de los insectos que consume, són útiles, y la otra mitad se compone de especies dañinas, muchas de las cuales sólo dañan a las plantas incómodas, a los yuyos. De este modo, su utilidad disminuye mucho. Pero es que existen diversos tipos de insectos muy dañinos, que quizá destruye el gorrión. En Buenos Aires, los que lo son en mayor grado, son: Los Taladros (Cerambícidos) porque forman galerías en los troncos. ll gorrión no los ataca. Los Bichos de cesto (Oeceticus), jamás los toca. En cambio, el Benteveo los con- sume por centenares. Las Hormigas, como si no existieran para él. La langosta! —jamás he visto un gorrión atacar a una sola— y eso que en el último verano, cuando la invasión, algunos miles de ellas visitaron el Jardín. Hace unos tres años, la cosecha de lino fué perdida a causa de un desarrollo inaudito de orugas de cierta mariposa de alas anaranjadas (Colias Lesbia). ¡He ahí el problema! Pero tales plantaciones, en grande escala, son de campo abierto, y el gorrión no ama sino las arboledas y las ciudades. ¿Qué insectos puede atacar? Las Vaquitas de San José (Coccinella) que destruyen los pulgones (Aphis) de las plantas? ¿Los Crisomélidos, que jamás han hecho daño de importancia en nuestros cultivos? En cambio, consumen muchas arañas tejedoras (LEpeiras, Teridios, etc.), en cuyas redes caen los mosquitos y moscas, incómodos, fastidiosos, a veces desesperantes. Por este lado, por cualquier perspectiva que busque su utilidad en tal sentido, no la encuentro. =l 18%) EL HORNERO Vol. IL Si su canto fuera agradable, si tuviesen una sola nota que permitiera, por amor al arte, perdonarles los daños que hacen, estaría bien; pero no vale un centavo; lo único que hacen es alborotar en muchedumbre, y son entonces tan incómodos como las campanas cuando uno tiene jaqueca y necesita reposo y silencio para el trabajo — y en otros casos, ¡cuánto más vale el chingolo, con su flautita de la tierruca, cuando despide al sol poniente! Nos amenaza la perspectiva de un ladrón de los graneros, una vez que haya tomado teda su confianza con nosotros. Dentro de poco vendrá la época de la cría. Prometo para entonces inventarios del contenido del estómago de los pichones. ¿Los pichones, he dicho? Me aseguró cierto día un francés meridional, que en su tierra eran considerados como gran golosina. No los he probado. Otros me han asegu- rado que el gorrión adulto tiene en la carne un sabor sui generis, y que puede pasar como bocado superior. ¡Guerra, pues, al gorrión! ¡A la sartén los pichones! ¡Abajo los intrusos, inútiles e hipócritas, que hacen sus nidos hasta en los faldones del viejo levitón del buen cura! IMPORTANCIA DE -LAS AVES PARA EL HOMBRE (Continuación de la pág. 305, vol. 1) Utilidad de las aves en las huertas. — Para los propósitos del hombre, el trabajo de las aves en los huertos no es tan completo como aquel que realizan en las selvas. Las aves son esclavas de la naturaleza, y en lo esencial, los esfuerzos de la naturaleza son puestos en juego sólo para producir frutos tales que puedan asegurar la perpetuidad de cada especie de árbol. Con el hombre las cosas cambian radicalmente. Su principal objeto no es la propagación de árboles, sino la producción de frutas gigantes. Más aún, con la introducción del espolvoreado arsenical, bandas alquitranadas y engrasadas y otros procedimientos por el estilo para contrarrestar la acción dañina de los insectos, ha desempeñado hasta cierto punto, el oficio que corresponde a las aves. En esto, él es juicioso, porque se debe admitir que si se desea obtener una cosecha abundante de frutos, él mismo debe evitar la irrupción de aquellos insectos que atacan la fruta direc- tamente. No debe esperarse que las aves llegnen a ser un aliado eficiente del hombre en proteger la producción artificial de frutas de un ataque, de los numerosos insectos que son atraídos a la huerta pox el gran incremento en la cantidad de aquella, como también por su calidad, en mucho superior al producto silvestre. A pesar de todo esto, los cultivadores de frutas deben a las aves gran parte del éxito de sus cosechas anuales. En la Unión de Sud Africa, vor ejemplo, se ha comprobado que cerca de las ciudades donde las aves han sido más especialmente perseguidas o desalojadas, el cul- tivo de frutas y otros productos vegetales ha llegado a ser de una dificultad siempre creciente, o aún imposible, debido a la prevalencia de pestes de insectos los cuales no resultan afectados por la acción de los espolvoreadores. Pero, supongamos por un mo- mento — aunque la suposición sea absurda —que el moderno cultivador de frutas pudiera hacer bien su trabajo sin el concurso de las aves. ¿Le daría esto el derecho de matarlas? Dejando de un lado a los agricultores, ¿no hay todavía millones de gentes que, para acrecentar sus medios ordinarios de vida, cultivan frutas, pero a quienes no les es posible dedicar el tiempo y dinero suficientes para hacer su cultivo por medios más superiores y científicos? Lo que sucedería a estas pobres clases de cultivadores de frutas si se vieran pri- vados de los servicios de las aves, puede verse en lo que sucedió a Federico el Grande. Este hombre ilustre, en un arrebato de rabia porque una banda de gorriones había picoteado algunas de sus cerezas, ordenó que todo pajarillo que pudiera encontrarse fuera matado inmediatamente. En dos años, sus cerezos, aunque desprovistos de frutas, inclinaban sus ramas bajo el peso de una espléndida producción de orugas. Llámese a las aves en el huerto si se quiere, un daño, pero él es un daño necesario y el cultivador debe tener muy presente que debe pagar a las aves un salario corres- pondiente, al menos para evitar que algo peor pueda acaecerle. 1920 Informaciones 73 Utilidad de las aves en los jardines. — El jardín es el paraíso de los insectos. AMí se regalan cada día con los más suculentos alimentos vegetales. Cada oportunidad se presenta allí favorablemente a su multiplicación. El más grande de los insectos enemigos del jardinero es una oruga pequeña, de color obscuro y sin pelos, conocida con el nombre de Cut Worm, que es la larva de uma polilla. Este jefe de bandidos entre las pestes de los jardines se oculta durante el día debajo del pasto rastrero o debajo del suelo removido a lo largo de los sureos plantados. Sale de su escondite al llegar la noche para alimentarse. El ave que despierta y se pone en acción al primer despunte del alba, encuentra al ladrón antes de haberse retirado a su lugar favorito de confinamiento. Pero las aves deben visitar el jardín cautelosamente para hacer su presa. Su visita es considerada por el hombre como más que sospechosa, y debe darse por afortunada si escapa con vida. En consecuencia, apenas arrebata una oruga y se escapa otra vez, dejando miles que hubiera podido comer si no hubiera sido molestada, y dejada en libertad entre los vegetales. Ocasionalmente un ave más atrevida que sus compañeras visitará el jardín en pleno día para desenterrar las orugas de sus propias guaridas; y, como la naturaleza no le ha mezquinado ¡jamás la recompensa que reclama de su derecho, el ave coge unas cuantas arvejas antes de retirarse. El jardinero descubre el daño hecho a sus arvejas, y a la mañana siguiente se levanta con tiempo. Percibe un ave corriendo a lo largo de las hileras de arvejas, deteniéndose frecuentemente para picotear algo sobre la tierra. Se siente una deto- nación, seguida de una nube de humo. El humo lentamente se disipa, para descubrir el cuerpo del ave muerta. Las orugas no están dotadas de voz, y si lo estuvieran, difícilmente se reprimirían de aplaudir. Bien. El ave está muerta. Nótese la consesuencia. Una mañana el ¡jardinero se lanza orgullosamente a cortar su repollo gigante, con el cual él ha ercído trimmfar sobre todos sus competidores en Ja exposición local de frutas y vegetales; pero ¡ah!, consternado, descubre las depredaciones de las orugas. El repollo está agujereado como un colador. Yl jardinero cuando hizo fuego sobre el ave, olvidó, si ciertamente alguna vez lo supo, que las leyes antiguas prohibían enmorralar al buey que laboraba en trillar la espigu. Utilidad de las aves en los prados. — En cierta estación, inmediatamente antes de que la siega del forraje comience, el pasto ofrece una cubierta protectora a los nidos de las aves que amidan en el suelo. El campo provee el alimento para las aves, así como también para los insectos que a su vez sirven para alimentar a las aves. Queda de este modo establecida una interrelación e interdependencia entre las aves y su ali- mentación y refugio —es decir —los insectos y el pasto. Esto refleja admirablemente las condiciones de la tierra antes que el hombre viniera a establecer la discordancia en la grande y sabia armonía de las leyes naturales. Donde las aves de los prados no son molestadas, ellas tienden a mantener en jaque la irrupción de insectos. Mientras que por otra parte, cuando el número de aves llega a ser insuficiente por cualquier razón, el ineremento de los insectos se hace rápidamente visible. He aquí un ejemplo de esto: hace algunos años, en Bridgewater, Massachussett, las gentes ignorantes de la ciudad hicieron una gran batida en los campos vecinos en la primavera del año, y el número de aves muertas fué tan grande que sus cuerpos fueron utilizados para servir de abono a la tierra. En el verano siguiente, campos enteros de pasto se marchitaban y morían. Esto fué debido solamente al hecho de que el número de aves había sido reducido, y en consecuencia la presión que la naturaleza manda que las aves ejerzan sobre los insectos había sido casi del todo suprimida. Otra vez, en otra ocasión, en Nueva Zelandia, fué algo demasiado común ver que el pasto inglés se marchitaba o secaba en grandes manchas, como si hubiera sido cha- muscado por el fuego. Esto era debido al trabajo de una especie de mosca y un esca- vabajo, cuyas larvas tenían el hábito de comer la raíz del pasto, inmediatamente debajo de la superficie del suelo. El pasto inglés quedó así comparativamente muy limitado en los distritos más elevados, y, como hay grandes extensiones en Nueva Zelandia despro- 74 ED ITORNERO Vol. II vistas de pasto nativo, las depredaciones de estos insectos llegó a ser una cuestión muy seria para aquellos 'colonos que tenían ganado que alimentar y quienes basaban su manutención únicamente en el pasto inglés. Esta dificultad se acrecentó aún porque esos insectos se desarrollaban sin que nada se opusiera a ello; como que las aves nativas, que habían desempeñado el papel de controladoras antes del advenimiento del hombre blanco, habían sido muertas o ahuyentadas de la vecindad de los colonos. Así los gor- gojos continuaban su tarea alegremente y se multiplicaban a su antojo. En ama pro- porción correspondiente, el pasto continuaba marchitándose y muriendo. En esta situación llegó el estornino inglés, y tan vorazmente persiguió a las larvas que los campos pronto volvieron a reverdecer. Un caso similar al anterior ocurrió hace unos cinco años en un distrito interior de Australia, donde, debido a la cruel destrucción de las aves silvestres, los gusanos se posesionaron de la tierra, y, devorando el pasto por las raíces, transformaron lo que hasta entonces había sido una rica pradera en un desolado desierto. Sin la ayuda de las aves el pasto no podría crecer. Las larvas de una sola especie de gorgojo, si no se oponen obstáculos a su multiplicación, podría destruir todas las raices de muestras praderas, o cualquiera de las muchas especies de gusanos, si su reproducción no fuera restringida por las aves, podrían ser suficientes para destruir toda la verdura del suelo. Halcones y lechuzas. — Los daños hechos a los árboles, a las cosechas y pastos, no son los únicos perjuicios que el hombre recibe como consecuencia de la destrucción de las aves. Las aves rapaces ocupan un lugar prominente entre las fuerzas que están destinadas a controlar a los pequeños roedores, los que se multiplican rápidamente, y a menos que no se les opongan obstáculos, son excesivamente destructores. Aún, no obstante de que los testimonios de prolijos estudiosos de las aves y de sus hábitos de alimentación son unánimes en considerar a casi todas las especies de halcones y le- chuzas como benéficas, existe todavía un prejuicio muy común contra la mayor parte de estas aves. Ellas son perseguidas despiadadamente como si fueran enemigas en vez de amigas de los campesinos. Los hábitos destructivos de los pequeños roedores, los cuales son la presa natural de los halcones y lechuzas, son, puede decirse, lo mismo en todo el mundo. lllos hacen un daño incalculable a los cereales en pie, o cuando han sido hacinados, a los granos, a las cosechas de tubérculos cuando se desarrollan, cuando se apilan en la tierra o cuando se almacenan en pozos; a las huertas y frutos silvestres, a las raíces del trébol y otros pastos, a las frutas de plantas rastreras, y en los jardines tanto a las flores como a los vegetales. Ahora, en adición a toda esta lista de agravios, ciertos roedores son agentes activos en conducir y diseminar los gérmenes de plagas y otras enfermedades. Aquí en Inglaterra — aunque por razón de su pequeña parte y hábitos secretos, pasan comúnmente desapercibidos a los ojos del hombre — ellos hormiguean en tal nú- mero por los campos y cercados que los perjuicios que ellos causan deben naturalmente menoscabar en alto grado los recursos de los campesinos. El número de pequeños roe- dores comidos por aves rapaces es casi tan sorprendente en proporción a su tamaño, como el número de insectos comidos por las pequeñas aves insectívoras. Durante el verano de 1890, un par de lechuzas ocupaban una torre en un edificio de Washington. Después de su partida fueron encontrados, entre pellejos y restos desgarrados eon los cuales el piso estaba cubierto, 454 cráneos de pequeños roedores. Los halcones y le- chuzas nuevos permanecen largo tiempo en el nido, y requieren una gran cantidad de alimento. Durante ese período los recursos de los padres deben ser aumentados e in- tensificados hasta el exceso, en el afán de satisfacer el apetito insaciable de sus retoños, y así no es de extrañar que algún individuo se vea forzado a apoderarse de algún polluelo sin contar con el debido permiso; pero, ¿cuál es el valor de un polluelo, o de un faisán joven, ocasionalmente tomado, comparado con los cientos de miles de libras de pérdidas en los campos y huertos causadas por los roedores que los halcones y le- chuzas, si hubieran sido conservados, hubiesen destruído, para alimentarse y conservar su propia especie? En 1885, el poder legislativo de Pensilvania aprobó una ley, conocida con el nombre de *““Scalp act?”, según la cual se proveía el pago de una prima de cincuenta centavos por cada halcón o lechuza que se matara dentro de los límites del Estado, y =1 [91] 1920 Bibliografía un derecho de veinte centavos al Notario que tomara nota del acto. Como resultado de esta ley se pagaron 90.000 pesos en primas durante un año y medio que siguió inme- datamente después de la aprobación de dicha ley. Una irrupción de pequeños roedores siguió e hizo daños a los intereses agriculturales del Estado, que se estimaron en $ 3.850.000 oro sellado, y aún estas cifras, enormes como son, no representan la pérdida total. En Montana la destrucción de halcones y lechuzas fué tan completo, que los roedo- res, libres de toda presión ejercida por sus enemigos naturales, llegaron a ser una de las plagas del Libro del Exodo. Entonces la legislatura aprobó una ley ofreciendo primas para destruir esa peste de roedores. Durante seis meses en 1887, tan grandes sumas fueron pagadas en primas por la destrucción de pequeños roedores — trabajo que los halcones y lechuzas habíam hecho previamente sin gravamen alguno — que la legislatura. fué convocada a una sesión especial para derogar la ley, porque de otra manera el Estado habría caído pronto en bancarrota. En 1907, Nevada tuvo una buena experiencia con ratas, mientras Utah, Wyeming, California y varios otros estados más al Este, habían tenido ocasión de deplorar amar- gamente el día en que habían sido fusilados sus halcones y lechuzas. Pero la destrucción de pequeños roedores, no es la única función de las aves de rapiña en la economía de la naturaleza. Varias especies son destructoras voraces de insectos. Ni es esto todo. Es bien sabido que cuando las pequeñas aves insectívoras se acrecientan anormalmente en número, ellas, también, se convierten en peste. Pues bien, halcones y lechuzas asisten a aquellos otros agentes de la naturaleza que actúan como un control de un indebido incremento de aves pequeñas. Si las aves rapaces fueran protegidas por leyes rigurosas en este país, tendríamos muy pocas quejas de daños causados por gorriones. Las aves de presa, si no fueran molestadas, no sólo im- pedirían el exceso de multiplicación de las aves pequeñas, sino que también prestarían saludables beneficios a las especies que ellas controlan, destruyendo comúnmente a las más débiles y enfermas, y evitando así la degeneración de la especie, porque, sin duda alguna, aquellas menos aptas o raquíticas serán más fácilmente vistas y. capturadas con mayor rapidez. Esto es particularmente cierto entre las aves de caza, y una de las más plausibles hipótesis sobre la irrupción ocasional de enfermedades en la gallina silvestre, ha sido la de haber suprimido este correctivo por la ignorancia de los guarda-caza. Aún, “es mi opinión, de que nada sino un milagro podría hacer ver a esos hombres jonorantes el error en su modo de proceder. Kaffirs dice: “Aquel que mate a un halcón debería ser condenado a muerte. ??” JAMES BUCKLAND (Concluirá.) Smithsonian Report — Washington. BIBLIOGRAFÍA Recientes publicaciones ornitológicas sobre Sud América y especialmente la Argentina y países vecinos 1915 - 1916 (Continuación de la pág. 308, vol. I) Levick, sobre el pingúin Adelia. Natural History of the Adelie Pinguin. By C. Murray Levick, Vat. Hist. Rep. of the Brit. Antarct. (Terra Nova) Exped. 1910, Zool., vol. I, N* 2, 1915, pp. 54-84, pl. EXXXTI. MILLER, sobre Ptilosis. Notes on Ptilosis with special reference to the feathering of the wing. By W. Dw. MinLER, Bull. Amer. Mus. N. H. New York, vol. XXXIV, art. VI, March 19, 1915, pp. 129-140. 76 EL HORNERO Vol. II MILLER, sobre la expedición ROOSEVELT-RONDON. The RoosEvELT-RONDON Scientific Expedition. By L. E. MILLER. Amer. Mus. Journal, Febr. 1915. El autor da varias interesantes noticias sobre el viaje a través de Sud América. MURPHY, sobre los pingúiines de la Georgia del Sur. The Pinguins of South Georgia. By ROBERT CUSHMAN MURPHY. Science Bull. Mus. Brooklyn Inst. Arts and Sci., vol. 2, N* 5, 1915, pp. 108-133, 25 lams. El autor ha quedado cinco meses en esa apartada isla (de Noviembre 1911 a Marzo 1912) y durante ese tiempo ha coleccionado numerosas aves marinas y ha estudiado especialmente las costumbres de los pingúines. En el trabajo citado hay una gran cantidad de datos sobre las especies: Aptenodytes patagonica y Pygosce- lis papua, acompañados de numerosas fotografías. MURPHY, sobre las aves de Fernando Noronha. Ten hours at Fernando Noronha. By R. €. MURPHY, The Auk, vol. XXXII, N? 1, Jan. 1915, pp. 41-50. Durante su viaje desde Nueva York a la Georgia del Sur, a bordo del brik Daisy, el autor hizo una corta escala en la isla de Fernando Noronha, y da una breve lista de las aves por él observadas. MURPHY, sobre aves del islote Trinidad (Brasil). The Bird Life of Trinidad Islet. By R. €. MurpPHy. The 4ul, vol. XXXII, Jul. 1915, pp. 332-348, Plates XXIUL-XXV. En una escala hecha en ese islote, el autor anotó un cierto número de especies de aves marinas por él observadas. RICHMOND, sobre el nombre genérico de Bolborhynchus Bp. Notes on the generic name Bolborhynchus Bp. By CH. W. RICHMOND. Proc. Biol. Soc. Wash., XXVIIM, Nov. 29, 1915, pp. 179-184. El autor propone el nombre genérico Amoropsittaca para Bolborhynchus aymara (D”OrB.). RICHMOND, notas sobre nombres genéricos anteocupados. Note on several preoceupied generic names (Aves). By CH. W. RICHMOND. Proc. Biol. Soc. Wash., XXVIII, Nov. 29, 1915, pp. 179-184. El autor propone el gén. Thermochalcis, tipo Caprimulgus cayennensis GMEL., para reemplazar Stenopsis CASSIN 1851, el cual ya ha sido ocupado por RAFINESQUE 1815, para un gen. de coleóptero. RIDGWAY, sobre nuevas formas americanas de cucúlidos, loros y palomas. Descriptions of some new Forms of American Cuckoos, Parrots and Pigeons. By RobBErRT RiDgGway. Proc. Biol.-Soc. Wash., t. XXVIII, Mai 1915, pp. 105-108. Describe nuevas formas pertenecientes a los géneros Coccyzus, Ara, Conurus, Grammpsittaca, Amazona, Chlorenas, Zenaida, Leptoptila. Ara militaris mexi- canas es una nueva forma del norte; para Columba maculosa, propone el nuevo género Notioenas. Tobp, sobre nuevas formas de aves sudamericanas. Preliminary diagnoses of apparently new South Amer. Birds. By E. W. CLYDE Tonp. Proc. Biol. Soc. Wash., XXXVIIL, April 1915, pp. 79-82. El autor describe nuevas formas pertenecientes a los géneros Brachyspiza, Sporo- phila, Erionotus, Drymophila, Herpsilochmus, Formicarius, Grallaria, Setopagis, Pionus, Psittacula, Aratinga, Pyrrhura y Penclope de Bolivia, N. W. Argentina y sierra de Santa Marta, Colombia. 1916 ASTLEY, sobre la denudación del mástil de las plumas de la cola en Momotus. The denudation of the shaft in the Momot's Tail. By Hubert D. AstLey. The Ibis, tenth. Ser., vol. IV, N* 2, April 1916, pp. 337-340. El autor observó el desarrollo de Jas plumas durante la época de la muda en un 1920 Bibliografía 0 Momotus cautivo y hace notar que, contrariamente a la opinión emitida, estas aves no se arrancan las barbas en una parte de la extremidad de las dos rectrices centrales. BLAAUW, sobre aves acuáticas de la Argentina, Chile y Tierra del Fuego. Field notes on some of the Waterfowl of the Argentine Republic, Chile and Tierra del Fuego. By Y. E. BLaauw. The Ibis, tenth Ser., vol. IV, N* 3, July 1916, pp. 478-492, Plate XIV. El autor enumera varias especies de aves acuáticas que ha encontrado durante sus viajes por las regiones indicadas y hace observaciones sobre las costumbres y sobre el plumaje en las diferentes edades, sexo y estación. Respecto de los patos vapores, confirma la existencia de dos especies distintas, una que no vuela (Tachye- res cinereus) y la otra que puede volar (Tachyeres patachonicus), indicando los caracteres que las distinguen y los cuales serían los siguientes: Fl macho adulto de Tachyeres patachonicus (la especie que vuela) es más pequeño que el macho adulto de T. cinereus (la especie que no vuela) aunque la coloración general del plumaje sea la misma en ambas especies. fl pico, sin embargo, es más ancho y más corto en la segunda especie. La hembra de 7. patachonicus es mucho más pequeña que el macho y muy distinta en la coloración, siendo la cabeza pardo obscuro y el resto del cuerpo de un pardo vináceo, con excepción de las partes blancas en lo inferior del cuerpo y de la faja del ala que son blaneo puro. El pico es pardo o negruzco. Asegura haber visto en varias ocasiones esta especie volar 2 gran altura. En 7. cinereus, el pico es en ambos sexos amarillo anaranjado, más largo y con una débil depresión en el caballete. Los adultos de ambos sexos son grises, con la parte inferior del cuerpo y la faja del ala blanca. BLAAUW, F. L., sobre el picafior: Eustephanus galeritus. Avicultural Magazine, Third Ser., vol. VII, Nov. 1915 y Oct. 1916. El autor hace observaciones sobre esta especie de picaflor, cuyas costumbres ha estudiado durante sus viajes por la parte austral de Sud América. CHANDLER, sobre la estructura de las plumas, con referencia a su significación taxo- nómica. Study of the structure of Feathers with reference to their taxonomic significanee. By CHANDLER, C. A. Univers. Calif. Publ. Zool., vol. 13, N* 11, April 17, 1916, pp. 243-445, pl. 13-27. El autor describe las diferentes estructuras de plumas en distintos grupos de aves, aplicando a este carácter un valor taxonómico. CHERRIE, sobre aves aparentemente nuevas, colectadas por los naturalistas de la expe- dición ROOSEVELT a Sud América. Some apparently undescribed Birds from the collection of the Roosevelt South American Expedition. By GEORGE K. CHERRIE. Bull. Amer. Mus. N. H. New York, vol. XXV, art. XVII, May 20, 1916, pp. 183-190. El autor describe varias formas relacionadas con especies argentinas: Phacello- domus ruber rubicola subsp. nov., tipo, Río San Lorenzo, Matto Grosso; Xiphoco- laptes major saturatus, subsp. nov., tipo, Urucum, Matto Grosso; Picolaptes angus- tirostris praedatus, subsp. nov., tipo Concepción del Uruguay, Entre Ríos; Myiopagis viridicata rondoni, subsp. nov., tipo, Urucum, Matto Grosso; Myospiza manimbe nigrostriata, subsp. nov., tipo, Río Negro, Chaco Paraguayo. CHERRIE, sobre nuevas aves de Venezuela y de la expedición CoLLINS-DAY a Sud América. 1. Two new Birds from Venezuela; 2. New Birds from the collection of the CoLLIiNs-Day Expedition to South America. By GEORGE K. CHERRIE. Bull. Amer. Mus. N. H. New York, vol. XXXV, arts. XXIL, XKITI, Jun. 16, 1916, pp. 389-397. En estos dos artículos, el autor describe nuevas formas de aves, algunas de las cuales relacionadas con especies argentinas: Taraba major virgultorum, subsp. nov., tipo, Todos Santos, Río Chaparé, Bolivia; Formicivora rufa chapmans, subsp. nov., tipo Altar do Chao, Río Tapajoz, Brasil. 78 EL HORNERO Vol. II CHUBB, sobre las aves de la Guayana inglesa. The Birds of British Guiana, based on the Collection of FREDERIK VAVASOUR MC. CONNELL. By CHARLES CHUBB, with a preface by Mrs. F. V. Mc. CONNELL. Vol. I, pp. LIV-528, 10 pl. col., map and 95 text-figs. London, 1916. En esta importante obra sobre las aves de la Guayana inglesa, el autor describe algunas formas nuevas, las que se relacionan con especies argentinas: Ortygops notata Duncam; Creciscus melanophaeus macconnelli, ete. CORY, sobre nuevas aves de Sud América. Descriptions of apparently new South American Birds, with notes on some little known species. By CHarLeS B. CorY. Field Mus. Nat. Hist. Publ. 190. Ornith. Ser., Vol. 1, N* 10, Aug. 30, 1916, pp. 337-346. Describe varias formas relacionadas con especies argentinas: Conopophaga lincata cearae, subsp. nov., tipo Serra Baturité, Ceará, Brasil; Dysithammus mentalis leuco- bronehialis, subsp. nov., tipo, Lagoa Santa, Minas. Geraes, - Brasil; Synallaxis cinnamomea cearensis, subsp. nov., tipo, Jua, cerca Ceará; Siptornis Orbigníi nc- glecta, subsp. nov., tipo, Macate, Perú central; Picolaptes fuscus atlanticus, súbsp. nov., tipo, Serra de Beturité, Ceará; Taenioptero cinerea obscura, subsp. nov., tipo, Sáo Marcello, Rio Preto, Bahía; Muscisaxicola rufivertex ruficrissa, subsp. nov., tipo, Macate, Perú central; Myiarchus tyranmulus pallescens, subsp. nov., tipo, Juá, cerca de Ceará, Brasil; Cistothorus platensis tamae, subsp. nov., tipo, Parama de Tama, Venezuela; Troglodytes musculus beckeri, subsp. nov., tipo, Serra Baturité, Ceará; Planesticus rufiventer juensis, subsp. nov., tipo, Juá, Ceará, Brasil; Anthus bogo- tensis immaculatus, subsp. nov., tipo, Montes al este de Balsa, Perú, alt. 10.000 pies; Coryphospingus pileatus brevicaudatus, subsp. nov., tipo, Isla Margarita, Venezuela. DABBENE, sobre una nueva forma de Neophloeotomus Sehulzi. Una subespecie aparentemente nueva de Neophloeotomus Schulzi (Cab.). Por ROBERTO DABEENE. Physis, Bol. Soc. Arg. C. Nat., t. 11, N* 10, Febr. 12, 1916, pp. 167-169. Describe una nueva forma de cesa rara especie de carpintero, la cual se distingue de la típica por sus dimensiones mayores. El autor hace notar también que la dis- tribución de esta especie es mucho más grande que la que se conocía, pues la forma indicada ha sido obtenida por el señor J. MOGENSEN en Resistencia (Chaco Austral), sobre el Río Paraná, mientras que la especie era sólo conocida en Tucumán. DABBENE, Distribución de Muscisaxicola macloviana (GARN.). Sóbre la distribución de Muscisaxicola macloviana (GARN.). Por ROBERTO Daz: BENE. Physis, t. TI N* 11, Ag. 14, 1916, p. 291. Esta especia, conocida de las Malvinas, Patagonia, Chile y Perú, ha sido hallada - en Quilmes, cerca de Buenos Aires, en Mayo 20 de 1916, por el señor DEMETRIO RODRÍGUEZ. DABBENE, sobre casos de albinismo y xantoísmo en aves argentinas. Casos de albinismo y xantoísmo en aves de la Argentina. Por ROBERTO DABBENE. Physis, t. II, N* 11, Ag. 14, 1916, p. 177. Cita varios casos de albinismo en especies de aves argentinas y de xantoísmo en el loro 4mazona estiva (L.). DABBENE, sobre aves nuevas para la Argentina. Dos rapaces nuevas para la fauna argentina. Por RoBErRTO DABBENE. Physis, t. IT, N* 11, Ag. 14, 1916, p. 291. El autor menciona Leptodon palliatus (Temm.) [=Leptodon cayennensis (GM.)] de Loreto, Misiones, y Cooperastur poliogaster (Temm.) de Santa Ana, Misiones, cazados por el señor M. RODRÍGUEZ. DABBENE, otras especies de aves nuevas para la Argentina. Otras dos rapaces nuevas para la Argentina. Por ROBERTO DixBBENE. Physis, t. II, N* 12, Dic. 30, 1916, p. 428. 1920 Bibliografía 79 Menciona Asturina nitida (LaTH.) de Las Palmas, Chaco, y Spizaétus tyranmus (W1zD), de Santa Ana, y de Bompland, Misiones. DABBENE, sobre biología de las gallaretas y macáes. Notas biológicas sobre gallaretas y macáúes. Por ROBERTO DABBEXE, Anales Mus. Nac. Hist. Nat. Buenos Aires, t. XXVIII, 1916, pp. 183-192, pl. 1-V. En este trabajo el autor da noticias sobre la nidificación de las gallaretas Fulica armillata, Fulica rufifrons y de los macáes, Podiceps americanus y Podilymbus podiceps, según las observaciones hechas por los señores F. M. y DemerriIo Ro- DRÍGUEZ en la estancia Charles, prov. de Buenos Aires, durante los meses de Octubre y Noviembre. En una lámina en color está representada la curiosa coloración del pico de los pichones de gallaretas, y en otra las diferentes fases de coloración del plumaje. HusseY, notas sobre las aves de los alrededores del Observatorio de La Plata. Spring Birds met with near the Astronomical Observatory at La Plata. By PF. Hussey. The 4Aul, t. XXXIII, 1916. Lowe, notas sobre la posición sistemática de las Charadriiformes (Chiónidos). Studies on the Charadriiformes, III. Notes in relation to the systematic position of the Sheath-bills (Chionidide). By Percy R. Lowe. The Ibis, tenth ser., vol. IV, N* 1, Jan. 1916, pp. 122-155. É En este tercer artículo, el autor da noticias sobre la distribución geográfica, las costumbres y notas comparativas sobre la osteología de este grupo bien definido de Charadriiformes. MURPHY, sobre los cormoranes de la región subantártica de Sud América. Notes on American subantaretic Cormorants. By ROBERT CUSHMAN MURPHY. Bull. Amer. Mus. N. H. New York, t. XXXV, 1916, pp. 31-48, 13 phot. Es un estudio sobre los cormoranes de la Georgia del Sud, fundado sobre los especímenes colectados por el autor en esa isla y acompañado de descripciones de las costumbres y notas sobre la nidificación, coloración del plumaje, ete. El autor considera la especie Phalacrocorax georgianus como más cercana a Ph. albiventer que a Ph. atriceps. MURPHY, sobre los Anátidos de la Georgia del Sur. Anatide of South Georgia. By R. C. MurpPay. The Aul, t. XXXIII, 1916, pp: 270-277, pl. XIV. En este artículo el autor describe el nido, huevos y las costumbres del pato Nettion georgiamum, único anátido que habitaba la Georgia del Sur antes de la reciente introducción de la avutarda de las Malvinas (Chloéphaga magellamica). Según el autor, Nettion georgianum no está relacionado con las otras especies. americanas de ese género, como N. cxypterum, N. didium y N. flavirostris, pero es más afín a Dafila spinicauda. MURPHY y Harper, sobre dos nuevos Petreles zambullidores. Two new Diving-Petrels. By RoBerT C. MURPHY and Francis Harper. Bull. Amer. Mus. N. H. New York, t. XXXV, 1916, pp. 65-67. Los autores describen dos nuevos petreles zambullidores: Pelecanoides uwrinatriz chathamensis, de la isla de Chatam (Australia), distinto de la forma típica que habita Nueva Zelandia, y Pelecanoides georgica, de la Georgia del Sur. PuInnips, J. C., en The Auk, XXXIII, 1916, deseribe una nueva forma de avutarda de las islas Malvinas: Chloéphaga hybrida malvinarun. PORTER, sobre un pájaro destructor de pulgones. Un pajarillo destructor de pulgones. Por C. E. Porter. Anales Zoología Apli- cada, Santiago de Chile, Año ITI, Febr. 29, 1916, N* 1, p. 30. El colilargo (Leptasthenura ayithaloides) come los pulgones de los rosales. S0 EL HORNERO VANA LirED, sobre aves de la provincia de Mendoza. Aves de la provincia de Mendoza, por C. REED. Museo Educacional de Mendoza, 1916, pp. 5-47. En este trabajo presentado a la Primera Reunión de la Sociedad de Ciencias Naturales, efectuada en Tucumán, el 30 de Nov. de 1916, el autor da una lista de las aves de la provincia de Mendoza. RiDGWAY, sobre aves de Norte y Centro América, The Birds of North and Middle America, a descriptive catalogue. By RoBERT RinGway, Part. VII. Families Cuculide, Prittacide, and Columbide. Pp. XII+543, 24 pls. Bull. U. S. Nat. Mus., N* 50, Washington, 1916. Es el VIT volumen de esta gran obra sobre las aves de Norte y Centro América y un buen número de especies extralimitales están incluídas en las clases para explicar mejor las relaciones entre las diferentes familias. El autor introduce varias modificaciones en la nomenclatura, las principales de las cuales son las citadas a continuación: Coceyzus americanus juliena, es la forma que habita gran parte de Sud América y se extiende al sur hasta la Argentina. Para Coccyzus pumilus STRICKLAND y C. ciínereus VIEILL., el autor usa el nuevo nombre genérico Micrococcyz. La subfamilia Conurine, Salvad. Cat. B. B. Mus. XX, es llamada 4Arine. Para Conurus acuticaudatus y C. haomorrhous usa el gen. Thec- tocercus; para Comurus leucopthalmus, C. callogenys, C. mitratus y especies afines, el género Aratinga; para Conurus auricapillus, C. jendaya, C. aureus y especies afines, el género Bupsittula; para Conurus nanday, el género Nandayus; para Bolborhynchus aymara, el género Amoro psittaca; para Bolborhynchus rubirostris, B. orbignesia, ete., el género Psilopsiagon; para Brotogerys chiriri, B. virescens, etcétera, el género Tirica. En los Columbiformes, usa el género Notioenas para Columba maculosa y C. al- bipennis y Picazurus para Columba picazurus; para Columba albilinea, C. araucana y C. rufina el género Chlorenas; para Geotrygon violacea y E. montana, el género Oreopeleia. Tonp, sobre Dysithamnus mentalis y sus formas. On Dysithamnus mentalis and its Allies. By W. E. CLype Top. Bull. Amer. Mus. N. H. New York, XXXV, Art. XXIX, Aug. 10, 1916, pp. 533-560, with Maps of distribution. 5 Describe varias nuevas formas de Dysithamnus mentalis y da las claves fundadas sobre los machos adultos para distinguir las diferentes especies y subespecies. Tam- bién indica la sinonimia y distribución de las mismas, acompañándola con mapas. R. D. (Continuará.) : Gabriel — Capital Federal : 0), Juan. — Mercedes (Corrientes). Prof. Horacio. — Capital Federal. - rayag ro, Sra. Teófila A. de. — Tandil (Bs. 'Ajres): usi, D: Enrique J. _—-25 de Mayo: se Aires). AiO! (Santa. E t, C. W. — Quilmes (Buenos Gros nett Arturo G.— P. Stanley (Malvinas). de Prof. ¿2lejandzo; Carita Federal. sE Bosch, Ing. Aga ones E del: aruanás (E. Ríos). na B thes, Prof. Juan. — Capital Federal. Bruschi Juan A. — Capital Federal. Budin, Emilio. — Tucumán. A nacos lia, Victor. — Capital Federal. A - Ca bone 1 José T— Japital Federal, á - E ” Ñ Srta. Laura E. — Tandil (Búenda Aires). a al Cap. de Fragata Pedro S. — Capital Federal. r. Guido. — Chacabuco (Buenos Aires). y o, Ing. Agr. José C.—Villa Nueva (Córdoba). Cas! sllanos, Alberto. — Córdoba. astro Bibiloni, e catol Federal, ad e Juan pa Federal. Co, : Ote. Srta. María No (Santa Fe). Cortelezzi, .Srta. Juana. — La Plata. _Cotta, Srta. María R.—Huetel (Proy. Buenos Aires). Cowell, Alberto T. — Capital Federal. -Crivelli, Francisco. — Capital Federal. Cuesta, Dr. Luis. — Rosario. (Santa Pe). a Dr. Salvador. — Capital Federal. 3oni, Dr, Antonio. — Montevideo. e Giacomi, Juan. — Capital Fedéral. la Rúa, Dr. José M. — Capital Federal. , elétang, Luis. — Capital Federal. * Miembros fundadores, - Doradau, Ovidio. — Capital Federal. _*Frers, Arturo G. — Capital Federal. y Pe “* Lahille, Dr. Fernando. — Capital Federal. Dinelli, Luis. rabino e ; 2 E tE * Doello-Juraiio, Proí. M. — Capital medorale ) Dominique, Miguel. — Capital Federal. Escarcena, Juan. — Capital Federal. Farfán, Prof. Carlos. — Mercedes (San Lis). Fazio, Prof. Alfredo. — Capital Federal. Felippone, Dr. Florentino. — Montevideo. Fernández, Dr. Miguel. — La Plata. y Fernández Beyro, Dr. A. — Capital Federal. 0 Vd Florit, Carlos J. — Capital Federal. TOS Fortabat, Carlos. — Olavarría (Buenos Aires). + Gaillat, Juan A. —C, de Areco (Buenos Aires). * Gallardo, Dr. Angel. — Capital Federal. 7 Gallo, Dr. Abelardo. — Capital Federal. Gazzano, Nicolás A. — Capital Federal. Gendron, Srta. Sara. — Rosario (Santa Fe). A Gez, Prof. Juan W. — Capital Federal. SAS Girard, Pablo. — Tucumán. de Gómez, Adolfo S. — Capital Federal. E González Fernández, Almir. R.—Pto. Militar (B. e González, Juan A. — Capital Federal. González, Dr. Juan B. — Capital Federal. Guerrico, Ing. Federico. — Capital Federal. > Harper, Eduardo C.— Pradere (Buenos Aires). y Herrera, Prof. Anastasio J. — Capital Federal. | Herrera, Prof. Martín. — Rosario (Santa Fe). . Hume, Alberto S. — Capital Federal. Irizar, Srta. Estker M.— Capital Federal. Islas, Srta. María 1, — Azucena: (Buenos Aires). Issouribehere, Ing. Agr. Pedro J.— Córdoba. ' Itajobi Prado, Francisco. —$S. Paulo (Brasil). Korn (h.), Guillermo. — La Plata. er -2 * Koslowsky, Julio. — Capital Federal. - Kraglievich, Prof. Lucas. — Capital Federal. Lanfranco, Ing. Agr. Silvio. — La Plata, Latorre, Celso. — La Plata. - Lehman-Nitsche, Dr. Roberto. — La Plata. Dicursi, Ariosto. — Córdoba. Lista, Dr. Héctor. — Capital Federal. Lizer, Ing. Agr. Carlos. — Capital Federal. Maglione, Dr. Ernesto S. — Capital Federal. Magnano, Francisco. — Montevideo. Magnano, Juan. — Passo (Buenos Aires). Marasso Rocca, Prof. A. — Capital Federal. Marcó del Pont, José. — Capital Federal. Marcó del Pont, V. M. —Capital Federal. - Marek, Carlos. — Córdoba. * Marelli, Dr. Carlos A.— La Plata. Mariani, S. — Capital Federal. Marty, Guillermo. — Viedma (Río Negro). Mas, Prof. José. — Capital Federal. DViarzoratti, P. Luis. — Montevideo. Méndez Casariego, Sra. Carmen C. de. — Capital Federa. Mercado, Prof. Nazario. — Azul' (Buenos Aires). Mestroni, Prof. Valentín. — Oapital Federal, Miguelez, Maximino. -— Capital Federal, Míguez, Dr, Víctor E. — Mercedes (Bmenos Aires). 'Mogensen, Juan: — Skjelhoje (Dinamarca), Monguillot, Sta. María .A. — Oapital Federal. Moreno, Dr, Julio del C. — La Plata. Moxham, Jorge. — Córdoba. Muratorio, José L. — Pirovano (Buenos CAlnes).- * Nájera, Dr. Juan J. — Capital Federal. Nájera Ezcurra, Sta. Angela. — Capital Federal, Naylor, W. B.—-C. Salas (Buenos Aires). Niedfeld, Gregorio. — Santo Tomé (Santa Fe). Onelli, Prof, Clemente. — Capital Federal. Parodi, Ing. Agr. Lorenzo R.— Capital Federal. Pastore, Dr. Franco, — Capital Federal. Pastore, Srta. Victoria. — Capital Federal. Pellerano, Glorialdo. — Gorehs (Buenos Aires). Péndola, Agustín J. — Capital Federal. Péndola, Prof. Agustín. — Capital Federal. Pennington, Dr. Miles S. — Quilmes (Buenos Aires). Pereyra (h.), Ezequiel A. — Y. Varela (Buenos Aires). Piñero García, Dr. Pedro.—S, J. de la Esquina ($. Posner, Félix. —M. Sociedad (Paraguay). Pouysségur, Hipólito. — Azul (Buenos Aires), * Pozzi, Antonio. — La Plata. * Pozzi, Santiago. — La Plata. Quiroga, Dr. Isidro. — Rosario (Santa Fe). Radice, Angel L.— La Plata. Baices, Adolfo E. — Capital Federal. Fe). Ramírez, Cap de frag. Eduardo. — Capital Federal. Ramírez, Prof. Segismundo. — Rosario (Santa Fe). Reboratti, José H. — Concepción (Corrientes).* Renard, Cap. de navío Abel. — Capital Federal. Renard, Adolfo. — Capital Federal. Ricagno, Prof. Alberto A. — Capital Federal. Riis, Guillermo. — 1. Correas (Buenos Aires). Rivas Míguez, Leandro. — Tucumán: * Rodríguez, Demetrio. — Sarandí (Buenos Aires). Rodríguez, Dr. Enrique. — Ñorquincó (Río Negro). + Rodríguez, Francisco M.— S. Ana (Misiones). Rojas Acosta, Prof. N. — Resistencia (Chaco).. Rolleri, Humberto. — Capital Federal. Rolleri, Vicente. — San Miguel (Buenos Aires). Romero, Prof. Romualdo. — Gualeguaychú (E. Ríos). Ronco, Srta. Beatriz M. — Tandil (Buenos Aires). Rothsché, Carlos. — Dolores (Buenos Aires). Salguero, Tomás: — E. de la Oruz (Buenos Aires). Salvañá, Cayetano. — Rosario (Santa Fe). San Martín, Baldomero L. — Balcarce (Buenos Aires). Santillán, Prof. Emiliano. — Santiago del Estero. Sanzín, Prof. Renato. — Mendoza. Sathica, Francisco. — Mosconi (Buenos Aires). Savon, Julio C. — Capital Federal. Scala, Prof. Augusto C. — Capital Federal. Seckt, Dr. Hans. — Capital Vederal. Selva, Manuel. — Capital Federal. Semprun, Rodoifo J.— Capital Federal. * Serié, Pedro. — Capital Federal. - Shipton, Stewart, — Concepción (Tucumán). y Sierra, Sra. Esperanza de. — Montevideo. * Spegazzini, Dr. Carlos. — La Plata. _Steinbach, José. — Santa Oruz (Bolivia). Strassberger, Osvaldo. — Capital Federal. Suárez, Dr. José L. — Capital Federal. Tellechea, Ing. Agr. Manuel, — Córdoba. Toranzo Calderón, Dr. C. — Capital Federal. Torres de la Llosa, Dr. Carlos. — Montevideo. Tracchia, Dr. Oliverio. — Capital Federal. Tremoleras, «Alberto. — Montevideo. Tremoleras, Juan. — Montevideo. Vedia, Gral. Nicolás A. de. — Capital Federal. Velasco, Sra. Sara M. de. — Rosario (Santa Fe). Venturi, Santiago. — Tucumán. Violante, Vicente M. — Capital Federal. Vogelsang, Enrique G. — Montevideo... Wetmore, Dr. A. — Washington (Estados Unidos). Williams, Ing. Orlando. — Capital Federal. Wilson, Charles J. — Londres (Inglaterra). Wolffhiigel, Dr. Kurt. — Montevideo. Wyler Girardet, Srta. Bertha. — Córdoba. Xhardez, Juan E. — General Pirán (Buenos Aires). Yepes, José. — Capital Federal. Young, Thos. M.— Las Toscas (Buenos AS Zotta, Angel. — Capital Federal. Zubiaur, Dr. José B. — Capital Federal. INSTITUCIONES ADHERENTES Biblicicca Popular «Mariano Moreno». — Chacabuco (Provincia de Buenos Aires). Colegio del Sagrado Corazón. — La Plata. Colegio Nacional. -— San Nicolás (Provincia de nos Aires). Escuela Normal N? 2. — Rosario (Santa Fe). Bue- Facultad de Agronomía y Veterinaria (Biblioteca). — Capital Federal. > Instituto Nacional del Profesorado Secundario. Sec- ción Ciencias Biológicas. — Capital Federal. Tíuseo Educacional. — Mendoza, Museo de Historia Natural. — Montevideo. Precio del presente número......- > » volumen primero, con caca] MAA Ao o A VA ca l0) y > > > > » > >» para los socios. TAS O Cuota amual de los miembros activos de la S. O. P. (patenta a la suscripción de « El Hornero >»). A, MOLINARI—TALCAHUANO, 1256—BsS. AIRES Ruiz Capilla, Arturo, — Bahía Blanca (Buenos Aires). y 0 ta de la SOCIEDAD ORNITOLÓGICA per PLATA de f el *% e para el estudio y protección de las aves de la Argentina y paises vecinos Volumen II, N- 2 Diciembre de 1920 A A ENT AC : +88 SECRETARÍA DE LA S. O. P. Museo NACIONAL DE HISTORIA NATURAL PrEruú, 208 BUENOS AIRES SOCIEDAD ORNITOLOGICA DEL PLATA COMISION DIRECTIVA 1920 - 1922 Presidente: DR. ROBERTO DABBENE A Secretario tesorero: PEDRO SERIÉ Vocales: JULIO KOSLOWsSKY — Cap. de Fragata PEDRO $S. CASAL Prof. M. DorLLo “Juro — Cap. de Navío ABEL RENARD — CARLOS AMEGHINO Dr. José L. Suárez — Dr. FERNANDO LAHILLE— ALBERTO T. CowELL MIEMBROS. HONORARIOS CHAPMAN, Dr. FRANK M. + Museo de N. York (Estados Unidos). CHUrB, CHARLES Londres (Inglaterra). : GRANT, CLAUDE H. B. Londres (Inglaterra). HarmeErT, Dr. ErNsT » Londres (Inglaterra). FIELLMAYR, Dr. Car E. , Museo de Munich (Alemania). FIOLMBERG, Dr. EbuarDo L, (presidente honorario) Capital Federal, Hunson, W. H.., Londres (Inglaterra). TuErING, Dr. M., von Nápoles (Italia). LYNCH ARRIBÁLZAGA, ENR, Resistencia (Argentina). MENEGAUX, Ns Museo de París (Francia). RiDGWAY, Lr. ROBERTO Museo de Wáshington (Estados Unidos). SALVYADORI, CONDE Towmís Museo de 'Durín (Ttalia). SCLATER, WILLIAM L. , Londres (Inglaterra). y MIEMBROS CORRESPONDIENTES ALFARO, Dr. ANASTASIO Museo de S. Fosé (Costa Rica). BxrTONL, Prof. A. DE W. EN Puerto Bertoni (Paraguay). BORELLI, DR. ALFREDO : Museo de Turín (Italia). CHERRIE, GEORGE K. - Museo de N. Yorx (Estados Unidos). CosTEs, PROF. NATHANÍEL Santiago (Chile). DozrING, Dr. ADpoLro Córdoba-( Argentina). FiebrIG, Prof. CARLOS Asunción (Paraguay). CHACOMELLI, Dr. EUGENIO La Rioja (Argentina). IHERING, R. vON 3 San Pablo (Brasil). - Lino, Dr. MIGUEL -. < Titcumán (Argentina). MiLLER, Leo E. . Muséo de N. York (Estados Unidos). Porver, Prof. Carros E. Santiago (Chile). y ReED, Prof. CArLOS 8. Mendoza (Argentina).: y SNETILAGE, Dra. E. Pará (Bram). Top, W. E. CLYDE Museo, Carnegie, Pittisb. (Est, Unidos). EL HORNERO REVISTA DE LA SOCIEDAD ORNITOLÓGICA DEL PLATA DIRECTOR SECRETARIO ROBERTO DABBENE PEDRO SERIÉ Vol. II BuENOS AIRES, DICIEMBRE DE 1920 N. 2 SUMARIO R DABBENE.—Los Ñandúes de la República Argentina (2 figuras) ...........--.. pág. 8l E. LYNCH ARRIBÁLZAGA.—Las aves del Chaco..... LOST CAI NOAA ROO sde 85 R. DABBENE.—Notas sobre los chorlos de N. América que invernan en la R. A. (2 figs.) ” 99 P. SERIÉ.—Sobre recolección de midos y huevos de aves (2 ÑBS.) ..... ooo... AR) R DABBENE.—Miscelánea ornitológica (2 BBS.) -...coocoococoorooorrrcr 33 e óS Gallineta Aramides ypacaha, con nido y huevos (Lám. TI) ...... AS 6 Me WE IL OREA WE 2 LOPDER) enoesorrocoor oooO co orcos Nooo ooo E 136 K, WoLrFFHUGEL—Protección a las gaviotas en el Uruguay ooo... 2 37 C. SPEGA7zZINI—El gigante de los picaflores en La "Plata ....ooo.o.o.o.ooon...o.. LS 3: Z E Um- congreso de lechuzas Ronin a e AC ES E OA NE 110788 dl IZ eN LO SINO ESTACA a z 140 A. CASTELLANOS.—Observación sobre una costumbre del RandÚú ..oooooooon.n.o... 141 OVEANENLOS C 1 142 _LEOPOLDO LUGONES. Las aves argentinas en la posi TAO) VNORIAARDAES o o o a bos IEA 27 150 LOS ÑANDÚES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA»= POR / FEDO ED¿4 . ROBERTO DABBENE » Los nandúes o avestruces americanos, forman el orden de los Rheiformes, y representan en Sud América a los avestruces del antiguo continente, disti- guiéndose de éstos por ciertos caracteres de estructura y exteriormente por tener tres dedos en el pie, en vez de dos. Los ñandúes tienen el pico aplanado y ancho, con el culmen encorvado en su extremidad sobre la mandíbula inferior; las ventanas nasales anchas, ovaladas y situadas en la parte mediana del pico, en un surco membranoso. El cuello es largo y emplumado, las alas son en proporción largas, pero provistas de plumas blandas y delgadas; la cola es rudimentaria. Los tarsos son largos, “muy robustos y cubiertos anteriormente con escudos transversales. Los dedos cortos y fuertes tienen uñas robustas y comprimidas lateralmente. Viven en las llanuras en pequeñas bandadas haciéndose cada día siempre más escasos al estado libre. El mes de julio, es la época en que empiezan a ¿juntarse las parejas, y entonces los machos luchan entre si por la posesión de las hembras. El nido consiste en una simple depresión del suelo en la cual varias hembras ponen cada una de ocho a doce huevos en el mismo nido. Si en la bandada, las 82 EL HORNERO Vol. II hembras son numerosas, entonces los machos las alejan antes de que hayan concluído de poner todos los huevos y embpiezan ellos mismos a incubarlos. Las hembras que no han coneluído la postura, depositan entonces los huevos. fuera del nido en cualquier parte del campo y estos huevos son conocidos con el nombre de guachos. a La coloración de los huevos es distinta según las especies, siendo cuando: son frescos, de un amarillo dorado en la especie mayor, y de un verdoso obs- curo en la menor; pero estos colores se destiñen muy pronto. Los machos además de incubar, tienen también a su cuidado la protección de los pichones. El ñandú se domestica fácilmente y sus plumas tienen un cierto valor comercial. Habitan exclusivamente el continente sudamericano, desde el N.E. del Brasil, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay y República Argentina, hasta el Estrecho de Magallanes. Una: especie se encuentra también en las altiplanicies. de la cordillera de los Andes, en Chile, Perú, Bolivia y NW. de la Argentina. El orden comprende una sola familia, Rheidae, con dos géneros y seis. especies y subespecies, de las cuales tres se encuentran en la República Ar- gentina y son: Rhea americana Rothschildi, Pterocnemia pennata y Pteroc- nemia tarapacensis Garleppi. : Fig. 1 Rhea americana Rothschildi Pterocnemia pennata Brab. et Chubb (D'orb.) Clave para distinguir los géneros: (1). a. Tarsos desnudos en toda su longitud; la parte ante- (1) Chukb, Bull. Brit. Ornith. Club, vol. XXXIII, No. CXCIII, Dec. 23, 1913, p. 80. 1920 R. Dabbene: Los ñandúes de la República Argentina 83 rior, está cubierta enteramente por escudos transver- sales anchos. Los pichones tienen el cuerpo revestido de plumas algo rígidas, parecidas a pelos . . . . aro o (Aa a) aa. Tarsos emplumados cerca de la coyuntura de la tibia; la parte anterior, está recubierta sólo en la porción dis- tal por anchos escudos transversales; lo restante del tarso es reticulado. Los pichones están revestidos con un plumón blando... ........ 2... 1.02... -gén. PTEROCNEMIA (Fig. 2). Gen. RHEa, Brisson, Orn., V., p. 8, 1760, tipo Rhea americana (Lin.) [ = Rhea macrorhyncha Sel.]. Este género comprende las formas de mayores dimensiones y está distri- buído desde el NE. del Brasil (Pernambuco) al Este de Bolivia, Paraguay, Uruguay y República Argentina, hasta el Río Negro (Patagonia). La forma típica Rhea americana (Lin.) se encuentra sólo en el N.E. del Brasil (Bahía, Sergipe, Pernambuco), mientras que la forma que se en- cuentra en nuestro territorio está más vastamente distribuída y debe llevar el nombre de Rhea americana Rothschildi. (1) Brab. y Chubb. En Novit. Zoolog., XXI, N.* 2, junio 1914, p. 223 Rothschild y Chubb, han descrito una tercera forma Rhea americana intermedia sobre un ejemplar procedente de la Colonia (Rep. del Uruguay). Gen. PTEROCNEMIA G. R. Gray, Hand List, TIT, p. 2, 1871. Tipo Rhea Darwin Gould [ = R. pennata D'Orb.]. En este género están incluídos los avestruces petizos. Comprende dos especies, Pt. pennata (D'Orb.) y Pt. tara- pacensis Chubb, ésta última con una subespecie Pt. tarapacensis Garleppi Chubb. El género está distribuído sobre la parte más austral de Sud América, en las llanuras patagónicas desde el Río Negro al Estrecho de Magallanes, y sobre las altiplanicies de la Cordillera de los Andes del Norte de Chile, Nor- oeste de la República Argentina, Bolivia y Perú. Las dos especies que se encuentran en nuestro territorio pueden ser di- ferenciadas por los siguientes caracteres: (2) a. Partes superiores grises; la mayor parte de las plumas tienen un borde blanco; los escudos transversales que cubren la parte inferior del tarso son en número de 1) 0 Ho oo boo. o 50 año =.. . . Pterocnemia pemnata. ad. Partes superiores de un grisáceo pando, colma y QUE» llo isabelino ante, en la parte superior, pardo obscuro en la inferior; los escudos transversales que cubren la par- te inferior del tarso, son en número de 8 a 10 . . . .Pterocnemia tarapacensis Garleppi. La distribución y la sinonimia de las tres formas de avestruces de la República Argentina, es la siguiente: 1. Rhea americana Rothschildi, Brabourne y Chubb — Nandú, Avestruz, Surí, Choique, Chulengo. Rhea rothschildi, Brabourne et Chubb, Ann. and Mag. Nat. Hist. (8), (1) El cambio de nombre de nuestro avestruz se debe a que la descripción de Línneo ha sido hecha sobre un ejemplar procedente del NE. del Brasil y perteneciente por consiguiente a la especie descrita por Sclater con el nombre de Rhea macrorhyncha. Por las reglas de prioridad debe ser considerado válido el nombre de Línneo: Struthio americanus y el nombre específico dado por Sclater al avestruz del NE. del Brasil, pasa a ser un sinónimo de la especie descrita por Línneo. Al mismo tiempo la forma que habita más al Sur en el Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina, había de este modo quedado sin nombre, por cuyo motivo Brabourne y Chubb, lo llamaron RE. Rothschildi. (2) Chubb, loc. cit. 84 EL HORNERO Vol. 11 VIII, p. 273, 274 (1911 — Los Ingleses, Ajó, prov. Buenos Aires). Rhea americana auct. (nec Linneo). : Distribución. — Sur del Brasil, Este de Bolivia, Paraguay, Uruguay y República Argentina, desde Los Andes al Atlántico, y desde las provincias del Norte al Río Negro (Patagonia). (1) 2. Pterocnemia pennata (D'Orbieny). — Avestruz petizo, Chara,. Choique, Malochoique. Rhea pennata D'Orbigny, Voy. Amér. Mérid., Itin., 11, p. 67, nota (1835 — Patagonia). Rhea Darwini Gould, Proc. Zool. Soc. Lond., 1837, p. 35. Distribución. — Patagonia desde el Río Negro hasta el Estrecho de Ma- gallanes. 3. Pterocnemia tarapacensis Garleppi Chubb — Avestruz petizo de la cor- dillera. Pterocnemia tarapacensis Garleppi Chubb, Bull. Brit. Ornith. Club. XXXIII, No. CXCITI, Dec. 23, p. 79 (1913. — Esperanza, Bolivia, alt. 4.000 mets.). Rhea Darwini, Salvadori Cat. Birds Brit. Mus., XXVII, 1895, p. 582 (part.) Distribución. — Altiplanicie de Bolivia y del Noroeste de la República Argentina: Pasto Ventura en el cerro Nevada, alt. 5.000 met., J. Mogensen in colecc. S. Shipton. La especie típica, Pt. tarapacensis Chubb, se encuentra en Chile (Tara- pacá) y tal vez en el Perú. (1) Los datos más completos sobre la biología de esta especie de avestruz se encuentran en el capítulo titulado: “El Nandú americano” publicado en “Escritos Científicos de Francisco Javier Muñiz'', por Domingo F. Sarmiento, estractados de manuscritos de ese autor y reimpresos por las publicaciones de La Cultura Argentina, Buenos Aires 1910. 1920 85 LAS AVES DEL CHACO a) POR ENRIQUE LYNCH ARRIBALZAGA (RESISTENCIA) La presencia de estos seres admirables que llamamos aves constituye el timbre mejor impreso de cada país y de cada sitio: el pingitín en los polos, el cóndor y las águilas en las montañas, las gaviotas, el albatros y demás grandes voladoras en los mares, el ruiseñor en los bosques de Europa, el ñandú en las llanuras de Sud América, el chajá en los esteros argentinos y el pieatlor y mil otras alhajas vivientes en las frondas tropicales. Sus cantos o sus gritos son tan característicos de cada región como el idioma o el acento de sus habitantes humanos. De ahí que hermanemos su voz en nuestra memoria y nuestro corazón con los lugares queridos, sobre todo con aquellos en que corrieron las horas deleitosas, inolvi- dables, de la infancia. Imaginémonos, sino, la súbita emoción que sentiríamos si, hallándonos en tierra extraña y remota, oyéramos de improviso el estridente alarido del chajá o de la chuña, o el melodioso himno primaveral de la calandria argentina. ¿No latiría nuestro corazón con acelerado redoble? ¿No se volvería nuestra imaginación, enternecida, hacia los panoramas de la patria? ¿No se llenarían de lágrimas nuestros ojos? Yo he amado a las aves desde el primer despertar de mi conciencia. Criado en los ondulados campos del Norte de Buenos Aires, donde, si no existen bosques naturales, abundan los sauces, acacias, duraznos y paraísos plantados en las estancias, y magníficos prados se extienden, cual un muelle alfombrado, hasta la línea del horizonte, asistí de cerca al idilio o el drama biológico de esos seres. AMí, la nota nocturna la dan las numerosas lechucitas de las vizcacheras, que no (1) Este artículo, del distinguido ornitólogo, miembro honorario de la S. O. P., apare- ció en la edición especial de “Heraldo del Chaco”, de Resistencia, (Julio 8-1920), de donde lo transcribimos con autorización del autor. Siendo esta la primera lista publicada de aves del Chaco ticne para EL HORNERO un especial interés por ser una valiosa contribución al conoci- miento de las aves de esa vasta región. El señor Lynch Arribálzaza nos advierte que como lista de la avifauna local, es muy in- completa, refiriéndose al caso de los tiránidos, representados allí por unas 40 especies, y de los que, no obstante, solo cita 8 especies. Pero, ha tenido en vista, al formularla — dice — “la po- pularización de la ciencia, especialmente en el medio local, donde existe cierto número de jó- venes, casi todos estudiantes de la Escuela Normal, que pueden interesarse tal vez por este género de estudios, por lo cual conviene darles una base.” (Nota de la D.) 86 EL HORNERO Vol. TI cesan de emitir, a lo lejos, en la paz de los campos dormidos, su cus cuú, chiút, cual si quisieran imponer mayor silencio a la noche; toda novedad es anunciada por los gritos de alarma del siempre vigilante terutero, que abunda en todas partes y cuyos huevos, de finísima clara alabastrina, son un bocado apetecido por grandes y chicos en la comarca; en los corrales de los «puestos » y estancias O sobre las osamentas del ganado muerto en la llanura, chillan y riñen de continuo Jos chimangos y las gaviotas; abundantes golondrinas gorjean en el aire, trazando sus amplias y suavísimas curvas, o sobre los tejados rurales, o eruzan eon insis- tencia por delante de los ginetes en marcha, para cazar los insectos que se levantan ante el paso del caballo; en las mañanas de primavera, los tordos azules, que brillan al sol cual si vistieran de raso, esponjan el plumaje, entonando apacible- mente su blando glu glu glu glu, al cual responden los fervientes acentos de amor de la inimitable calandria, que ya ríe, ya implora, ya se irrita, ora desmaya, ora levanta la voz con energía, incorporando a su propio repertorio heredado los motivos melódicos de otras aves y los diversos rumores de la naturaleza. Y el vivo interés que hicieran nacer en' mi alma esas escenas, dirigió mi atención, ya ado- lescente, hacia el estudio de la ornitología; formé una colección, bastante completa, de las aves bonarienses (*), la clasifiqué como pude, visité a menudo la muy rica del Museo Nacional, ante cuyos estantes, repletos de aves embalsamadas y artís- ticamente armadas, me extasiaba todo el tiempo que toleraban los reglamentos, estrictamente cumplidos entonees por el insigne naturalista Burmeister, que apa- recía ante mis ojos como un gran sacerdote egipcio en su templo, profundo, misterioso, imponente, y llegué a producir un primero y tímido fruto de mi labor en tales dominios y sus afines, desgraciada o, mejor tal vez, felizmente trunco (2). Por entonces, me atreví también a publicar otros artículos sueltos sobre aves de mi región nativa, y uno de ellos, en que exhalaba mi entusiasmo ante la belleza y el donaire del siete colores, que en el Chaco llamamos Santa Lucía, me valió tan benévolos juicios y felicitaciones hiperbólicas de los jóvenes literatos de la época que, por poco dado que fuera a la vanagloria, no dejaron de halagar mi amor propio, tanto más cuanto que una importante antología americana quiso honrarme con su reproducción. Mas no es mi ánimo hacer abuso de mi auto-bibliografía ornitológica, sino simplemente explicar los orígenes de mi preferencia o mi debilidad por las aves, que he experimentado igualmente en este territorio, cuando he residido en sus hermosos bosques y pintorescas abras y junto a sus dilatados esteros, donde la vida orgánica se propaga y agita, como en un hervor eterno. Yo quisiera contagiar esta inclinación de mi espíritu a la juventud que se está preparando para las lides del pensamiento y de la acción; desearía que no se contentase con la socorrida cursilería de hablar de las flores, las auras y «las canoras avecillas », en sus composiciones más o menos seudopoéticas y decadentes, sino que procurase caracterizar bien sus ideas y emociones, con notas y rasgos y cuadros y símiles tomados directamente de la realidad, bebidos en el ambiente mismo en que ellos se desarrollan, porque únicamente así puede surgir la belleza y la eficacia de un arte nacional, con sus lógicas variantes regionales. En las fuentes que les señalo, el poeta, el novelista, el historiador, el músico, los pintores y escultores pueden, si miran y estudian, descubrir inagotables formas originales, bellas y adecuadas, para expresar sus ideales e impresiones y para trasladarnos (1) « Bonariense » digo y no bonaerense, porque la palabra se deriva del plural Bonaria, tra- ducción latina de Buenos Aires, es decir, Buenos Vientos, y no Bon der, que significa Buen Aire. (2) Rápida ojeada sobre la fauna del Baradero, en El Naturalista Argentino (editado por el doctor Eduardo L. Holmberg y cl autor), 1, páginas 1-18, 52-58, 101-105, 242-248, 330-336 (Buenos Aires, 1878). 1920 Enrique Lynch Arribálzaga: Las aves del Chaco sí «on la mente a los escenarios de los hechos, verdaderos o imaginarios, que expon- gan en sus narraciones. De esta suerte, también se librarán de incurrir en despro- pósitos, como el de las serpientes que saltan y silban, el de «la ronea voz de los «caracoles », que, como todo molusco, son más mudos que la esfinge, el de confundir a sus sonrosados huevecillos con los del sapo, el de aquellas « ramas del yatay » y .el nadar de los flamencos, pecados de que con tanto ingenio y gracia tanta acertara a defenderse el popular cantor de Nema; el error de atribuir violentas ponzoñas 2 muchos animales inocentes o el, aun más censurable, de imputar influencias sobre- naturales a otros tantos, como si aun fueran lícitas las supersticiones de la edad media. Con este género de tonterías, hijas de la ignorancia de la naturaleza, se podría llenar más de un volumen. TI Carecemos de un libro dedicado especialmente a las aves chaqueñas o, por lo menos, a las del Nordeste argentino; su lista completa misma no ha sido publicada todavía. Sin embargo, en la vieja, pero admirable y utilísima obra de Félix de Azara, Apuntamientos para la historia natural de los páxaros del Paraguay y Río de la Plata (3 vol. Madrid, 1802-1805) o en la versión francesa, contenida en sus Voyages dans Y Amérique Méridionale (4 vol París, 1809), el joven aficionado a la ornitología podrá reconocer fácilmente la especie que se proponga estudiar y luego, valiéndose de los distintos trabajos científicos modernos sobre la avifauna argentina, sabrá cual es su designación sistemática actual. Otro libro de suma utilidad en este caso es el Catálogo sistemático y deserip- tivo de las aves de la República Argentina, por el Dr. Roberto Dabbene (tomo 1. Buenos Aires, 1910), en cuyas enumeraciones, completas o poco menos, figura una «columna destinada particularmente a las especies de la 4* zona, o sea del Norte y el Nordeste de la república, que abarca por consiguiente el Chaco, junto con Formosa, Corrientes y Misiones. Lo sensible es que todavía no haya sido impresa la segunda parte de esta obra capital, que comprenderá la deseripción detallada -de las familias, géneros y especies. Además, varios zoólogos han colectado u observado las aves del territorio: Tis Jorge Fontana (*), aunque principalmente en Formosa, el doctor Eduardo L. Holmberg (?) y sobre todo Santiago Venturi, si bien en una comarca segregada del Chaco y que ahora pertenece al Norte de Santa Fe (Ocampo y Mocoví) (?). En cuanto a mí, he cazado y tomado muchas notas cerca de Florencia, en la costa del Tapenagá, precisamente sobre el paralelo de 28 grados, que separa al Chaco de Santa Fe, así como en los montes y cañadas de Basail, que ya es un distrito netamente chaqueño, y más tarde he coleecionado un poco también en Resistencia y sus alrededores. Con todos estos datos reunidos, he logrado formular la lista casi completa de nuestras aves y puedo afirmar que no bajan de 287 especies, distribuídas en 224 géneros y éstos en 48 familias distintas. Dabbene ha enumerado $87 aves ar- gentinas, pertenecientes a 487 géneros y a 71 familias, de manera que nuestra avifauna contiene una alta proporción del total de las especies de un país tan vasto y de climas tan diversos como el nuestro, el 32.35 % o sea cerca de la tercera (1) El Gran Chaco, 1 vol., Buenos Aires, 18851. (2) Viaje a Misiones, en Bol. de la Acad. Nac. de Ciencias de Córdoba, X páginas 5-144 (1889) y Fauna Argentina, Aves, en el Segundo Censo de la Rep. Arg. (IT, páginas 494-574, 1898). (3) Véase E. Hartert y S. Venturi, Notes sur les oiseaux de la République Argentine en No- vitates Zoologicae, XV1I (Londres, 1909) y numerosas referencias a las colecciones chaqueñas de Venturi hechas por Dabbene, que las estudió primero, en su obra citada. 88 EL HORNERO Vol. II parte, al paso que los géneros representados equivalen al 46 % y las familias al 67.60 % de los números totales citados. A cada familia corresponde, en nuestra fauna local, un término medio de sólo 6 especies o menos de 5 géneros (4.66) y cada género no contiene, en el mismo eoneepto, sino una especie y fracción (1.28),. mientras las mismas proporciones resultan en la fauna general de más de 12: especies, es decir, el doble (12.49), de cerca de 7 géneros (6.86) por familia y de poco menos de 2 especies por género (1.82), lo que significa para nuestra fáunula una mayor variedad relativa de formas. Por supuesto que no todas esas aves viven al mismo tiempo en la vasta su- perficie del Chaco; algunas de ellas, propias de regiones más australes, se in- ternan únicamente en los departamentos del Sur del territorio; otras, por el econ- trario, no pasan de las márgenes del río Bermejo, y las hay que sólo se adaptan a los terrenos más altos y secos del Oeste, cerca de la frontera con Santiago. Tampoco se encuentran todas constantemente, pues cierto número es de paso, si bien la mayoría es estacionaria. Voy ahora a pasar una rápida revista a nuestras riquezas ornitológicas, sin sugetarme estrictamente, sino en lo posible, al orden de sucesión sistemática, esta- blecido de acuerdo con sus mutuas afinidades. Que no se alarme el lector al trope- zar con nombres greco-latinos; ellos forman como un lenguaje universal de la ciencia y son indispensables para precisar el grupo o especie de que se trate, de- tal suerte que, si decimos Pusser domesticus, por ejemplo, tanto el naturalista in- glés, como el italiano o el japonés entienden que hablamos del gorrión común. En cambio, para facilitar al leetor local la comprensión del texto, agregaré, siempre que lo conozca, el nombre vulgar equivalente, usado en la región. TIT Encabeza las filas el ñandú, cuyas cuadrillas poblaban hasta hace poco las: abras del interior y brindaban carne y dinero, con sus plumas, a los cazadores. indígenas, pero que ya se va extinguiendo, a causa de la rápida invasión eris- tiana. Es el mismo que habita las llanuras del Sur, hasta el río Negro, la Rhea americana, cuya interesantísima monografía eseribiera el sabio argentino Fran- cisco Javier Muñiz y editara Sarmiento, su ilustre biógrafo. En el Chaco, no se le bolea, sino que se le mata con arma de fuego, apelando el indio a variadas y pacientes maniobras para aproximársele: un haz de ramas verdes sujetas a su cuerpo, para simular un matorral, que lo oculta; el disfraz con una piel com- pleta del mismo avestruz, manteniendo el brazo derecho levantado, para imitar el cuello del ave; una tela roja, que despliega, a fin de atraerlo por la curio- sidad, ete. Entre los altos pastizales se oye el tímido silbar de la perdiz chica o «inam- bú-i» y la voz melancólica de la grande, martineta o «inambú-guasú». La pri- mera es la Nothura maculosa, la otra el Rhynchotus rufescems, y ambas son miembros de la familia puramente americana de los tinámidos, que muy poco tienen que ver con las verdaderas perdices de Europa. Nuestros cazadores preparan principalmente para ellas sus escopetas, pero, como no abundan tanto como en Buenos Aires, no consiguen hacer iguales heca- tombes. En el bosque ocúltase, además, una linda perdicita, de grito peeuliar, que es «una monada >: el «inambú caá-huí» o Crypturus parvirostris. Tenemos cuatro gallináceas, a cual más codiciada por su carne. Todas per- tenecen a la familia de los erácidos. La mayor es el «muitú» (Crax Sclateri), elegante y vocinglero, que habita en las selvas del Bermejo. Luego vienen las pavas de monte, que son dos: la Penelope obscura y la Cumana cumanensis. La charata, en fin, que es la menor, mas también la más abundante y esparcida, 1920 Enrique Lynch Arribálzaga: Las aves del Chaco 89 anima el desierto con sus metálicas dianas, anunciando desde el alba la aparición del sol. Parece como si gritaran en coro, con acento imperativo, tara tarata, tara tarata o, como entienden los correntinos, tira sarasa, tira sarasa, de euyas voces se deriva su nombre vernáculo. Las palomas no se congregan entre nosotros en esas nutridas bandadas que ensordecen con el rumor de sus alas y doblan las ramas de los árboles en las provincias del sur. Dos torcaces grandes, la Columba maculosa y la Columba picazuro, que son muy semejantes, acuden a picotear los granos en nuestras chacras. Por el otoño, llegan algunas hbandaditas de la especie. mediana, la Ze- naida auriculata, y permanecen durante el invierno; esta es la paloma que abunda más en Buenos Aires. Cada especie tiene su arrullo peculiar, bronco el de las primeras, alterado el de una de ellas, afectuoso y tierno el de las demás, pero ninguno más suave, débil y melodioso como una tímida queja amorosa, que el de la gentil y mansa «yerutí» de los bosques, la Leptoptila ochroptera, que se distingue fácilmente por el color acanelado del interior de sus alas. La tortolita o «picúl» es el encanto de la primavera y el estío, con su constante arrullar en las enramadas; su nombre científico es Columbula picui. Una sexta especie, bastante rara, se suele hallar en el Chaco; es una tórtola roja de chocolate, con la cabeza cenicienta, cuya voz es alta, de timbre irritado y dice cu cu cucú; llámase Columbina talpacoti. Finalmente, Venturi halló en Ocampo la Columba rufina, que suele anidar allí, de modo que es casi seguro que también se en- cuentre en el Chaco, al Norte del grado 28 de latitud. S1 penetramos ahora en los intrincados esteros y cañadas que caracterizan la fisonomía del litoral chaqueño, observaremos desde luego al desgarbado tuyuyú coral o «Juan Grande» (Mycteria mycleria) y a su pariente la cigieña o «mba- guarí » (Euxenmuwra maguari), peseando tranquilamente en las aguas. Tal vez acer- temos a descubrir asimismo la triste figura de otro eicónido común, el « tuyuyú canglí», que se distingue por su pico arqueado hacia abajo; es el Tantalus ame- ricanus. Una bandada de carcales eruzará sobre nuestras cabezas, pulsando las gruesas cuerdas de su bandurria, y se posará en los árboles vecinos, en tanto que otros ibis, deudos lejanos del sagrado de Egipto, picotean en la cañada o las orillas del estero; son el Theristicus caudatus y el «caráu-né » (Plegadis gua- rauna). Ys probable también que demos con una especie afín de esta última, pues ha sido hallada en Buenos Aires y el río Pileomayo: el «curucáu afeitado» de Azara (Phimosus nudifrons). Alá a lo lejos, en la linde del monte, contemplamos un bello y extraño espectáculo; es un árbol cubierto con un manto tan blaneo como la nieve. Apro- ximémonos; centenares de aves levantan lentamente el vuelo y la amplia copa reverdece: es una asamblea de la linda garza blanca, de valiosa pluma, la He- rodias egretta, a la cual se han ineorporado quizás algunos mirasoles (Leucophoyx candidissima), igualmente níveos y de aun más codiciado plumaje. Asustada por nuestra presencia, huye con blandas alas la garza mora (Ardea cocoi) y puede ser que también se levanten otras zaneudas de la misma familia (ardeidos: el pájaro yaguá (Vycticorar naevius), de hábitos nocturnos, que lanza en la altura su áspero- cuá; el chiflón o Syrigma sibilatrix, que toca su agudo silbato todas las mañanas; las pequeñas gareitas Butorides striata y Ar- detta involucris o algún «hocó» de estentórea voz, de euya vecindad líbrete el cielo, lector amigo, si por acaso tienes que pernoctar alguna vez a la vera del pantano, porque el sueño no podrá penetrar en tu cérebro (Tigrisoma marmo- ratum y Botaurus pinnatus). Numerosos caráus (Aramus scolopaceus), héroes de fábulas y leyendas del pueblo guaraní, escapan con las patas colgantes y abanicando el aire con su 90 EL HORNERO Vol. II pesado aleteo, mientras otros lanzan desde lejos, del seno de los ¡juncales, su salvaje alarido, comunicando mayor desolación a aquellas soledades imponentes. Otro grito estridente le responde: es una pareja de chajáes (Chauna cristata) que pace tranquila la yerba, atento el oído a todos los rumores, cuando no se cierne muy arriba, compitiendo con las águilas. Si descubrimos a orillas de una laguna una preciosa mancha rosada que se refleja en su linfa, podemos estar seguros de que es sna bandada de espátulas o patos rosas (Ajaja ajaja), émulos de los flamencos cantados por Guido Spano..., pero que tampoco tienen el hábito de la natación. Al caer la tarde, saldrán los .ipacaás (Aramides ypacaha) de los fachinales, a insultarse con ira ereciente, al parecer, gritándose agriamente tv huaaca, tu huaaca, como en son de desafío. Otros. rálidos menores y menos belieosos abandonarán también sus escondrijos: la pollonita o limnopardalo ne- gruzco (Limnopardalus nigricans), el Creciscus melanophaeus, el Porphyriops melanops, la gallineta econ casco (Gallinuila galeata) y la bella pollona azul (Tonornis martimica). Entretanto, al obscurecer, otras aves de la misma familia, los chiricotes, cantarán en la linde del bosque su agradable dúo conyugal; una voz alta y clara, quizás la femenina, dirá chirí y otra muy profunda le contestará al punto, continuando la frase, coot, y así seguirá repitiendo su onomatopéyico nombre, para coneluir con una serie de cot, cot, cot, cada vez más graves, y sin duda masculinos. Sus próximos parientes, las gallaretas o pollonas negras, de que tenemos dos especies, la de ligas rojas (Fulica armillata) y la de alas blancas (Fulica leucoptera), nadarán gozosas, en grupos, en las aguas libres del estero, zambulléndose a menudo y en un continuo parloteo, que alguien ha comparado con el ladrar de los cachorros. Si vamos en busca de anátidos, rara vez conseguiremos cazar el ganso (Cosco- roba coscoroba), tan común en las lagunas del Sur, y no gozaremos del hermoso espectáculo que ofrece el cisne de cuello negro (Cygnus melanocoryphus), al «dleslizarse, gallardo y sereno, sobre las aguas, cual un buque con todos sus trapos al viento, pero podremos conocer otras nueve especies de esta familia de palmí- pedos, a saber: el pato real, troneo originario del pato criollo doméstico (Cairina moschata), los «suiriríis» (Dendrocygna fulva y D. viduata), el patillo (Vettion brasiliense), el pato barcino (Dafila spinicauda), de puntiaguda cola, dos cercetas (Querquedula versicolor y Q. cyanoptera), el pato picazo o cresta rosa (Metopiana peposaca) y el pato domínico (Nomonyz dominicus). Negros biguáes o zaramagullones (Phalacrocorar vigua), congéneres de los cormoranes que en las islas patagónicas elaboran las masas de huano, nadan en nuestros ríos, con todo el cuerpo sumergido y llevando de fuera únicamente su cuello y cabeza serpentinas, con la mirada avizora, para volar o zambullirse en caso de peligro. Con frecuencia, los vemos inmóviles, posados sobre los secos raigones varados en medio de la corriente, sobre todo en el ancho cauce del Paraná o el Paraguay. Aunque raro, también vive, solitario, otro pelecaniforme próximo: el «biguá mboi » (Plotus anhinga), cuyo nombre guaraní (mboi, serpiente) alude a lo largo y fino de su cuello y la estrechez de su cabeza, que recuerdan la forma de una culebra. Nunca he visto gaviotas en el Chaco, mas sí otros láridos: los « atís » o gavio- tines, que acechan a los peces en las orillas de los ríos o revolotean ágilmente sobre ellos. Son de tres especies: la Phaethusa magnirostris, la Sterna superciliaris y la Sterna Trudeaui. Luego, otra ave afin de éstas y muy curiosa por la rara dispo- sición de su pico, el rayador, según la llamamos en Buenos Aires, o pico-tijeras, como apropiadamente se la desiena en otras partes (Rynchops nigra), vuela casi rasando la tersa superficie de las aguas tranquilas, con sólo la mandíbula inferior 1920 Enrique Lynch Arribálzaga: Las aves del Chaco 91 sumergida, a fin de apresar con sus comprimidas pinzas el pececillo o insecto con que tropiecen. Es eseaso en individuos, de manera que son pocas las personas que lo conocen. Para coneluir con las nadadoras, recordaré el macá (¿Aechmophorus major), de lujosa piel, único representante aquí de la familia de los podicipédidos “0 SOMOTSUjJOS. Pero aun no he agotado la lista de nuestras aves zancudas o de pantano. Una de ellas es el bonito y confiado aguapeazó (Jacanma jacana), único miembro argentino de la familia de los párridos (Parridae). A favor de sus largos dedos, provistos de uñas rectas, que parecen lancetas, paséase a grandes trancos sobre los eamalotes, cuando no despliega sus lindas alitas verdes claras, prorrumpiendo en gritos que parecen risas infantiles. El tero, terutero o «tetéu» (Belonopterus cayennensis) no abunda como en el Sur, en cuyos campos, su grito de alarma es la nota más familiar a sus habitantes. No faltan, sin embargo, sus parejas, que suelen anunciar, con su alegre algazara, la vuelta del buen tiempo. El tero real (Himantopus melanuwrus), notable por sus altas zancas coloradas, es escaso en las zonas del Chaco que conozco, mas lo he visto pasar por el paralelo de 28 grados. Dos chorlitos del grupo de los pluviales o. carádridos se encuentran en las márgenes de nuestros ríos, arroyos y lagunas; el uno es el Charadrius dominicus, de pecho y vientre negros en el macho adulto, blaneo impuro en el joven y la hembra, y el Aegialitis collaris, blaneo por debajo y con un collar negro sobre el pecho. En los mismos sitios y en los pequeños aguazales de los campos, viven otros cinco chorlitos de modesto plumaje grisáceo, del prupo de los totaninos y el de los escolapacinos. Al primero pertenecen el Helodromas solitarius, que gusta, en efecto, de la existencia aislada, el «mbatituí> o batitú (Bartramia longicauda), “que es social, pasa de noche gritando su nombre y emigra a los campos de Buenos Aires, donde engorda a tal extremo con la aceitosa semilla del cardo asnal (Sylibum marianum) que apenas puede levantar el vuelo y corre atontado cuando se asusta; al segundo, tres especies del género Heteropygia: la H. maculata, la H. fuscicollis y la H. Bairdi, pequeños chorlos que se reunen en bandadas y vuelan con suma rapidez. La canastita es otro escolopacino, la Gallinago frenata, sabrosa becasina que a veces abunda en las cañadas y, sobre todo durante la noche, deja oir su trémulo brrrr..., en «crescendo » y <«diminuendo >». Venturi ha cazado además en el Chaco otra especie mayor, la Gallinago gigantea, que yo no conozco. En fin, la última zancuda de mi lista chaqueña es la Rostratula semicollaris, rara y extraña becasina, de pico arqueado hacia abajo. Dirijamos ahora nuestra atención hacia las rapaces, las aves simbólicas de la fuerza y el poderío. Hermanos menores del soberbio cóndor son el fúnebre inmbú (Catharista atrata), y el «imibú pirái» (Cathartes urubitinga). El primero, que extiende sus dominios desde los Estados Unidos de América hasta muestro territorio del Río Negro, de océano a océano, es pájaro de larga historia, como que ha llegado a desempeñar funciones municipales, en pró de la higiene de las ciudades, en Lima, por ejemplo, donde corría «in illo tempore» con la limpieza de los desperdicios corruptibles, que pasaban a su insaciable huche todas las mañanas, por lo cual la ley lo protegía y nadie lo molestaba. Entre nosotros, prefiere"las cercanías de las casas campestres o de los mataderos de los pueblos. Es el ave más pacífica, a despecho de su sanguinaria parentela, y se domestica con mucha facilidad. Reposa o atisba su alimento sobre los postes y los árboles muertos en pie y es curioso contemplarlo euando se seca al sol, perfectamente quieto y con las alas extendidas. Su vuelo es firme y sereno y a menudo se cierne sobre las osamentas que descubre, con su finísimo olfato. El iribú pirá1 es mucho más huraño y andariego; es un gran volador, dotado 92 EL HORNERO Vol. II de largas alas; sin embargo, cuando gira muy arriba, parece con frecuencia como: si el viento fuera a derribarle el aeroplano; inclínase bruscamente, pero el ancho timón de su eola y la fuerza de sus brazos restablecen en seguida el equilibrio; gusta sobre todo de registrar los campos desde corta altura; va, como dice Azara, « contoneándose > y « parece que a eada paso quiere posarse ». Existen en América varias especies de Cathartes, fáciles de ser confundidas. las unas con las otras, mas parece averiguado que la común en el Paraguay y el Nordeste Argentino es el (. urubitinga, de cabeza cárdena clara, eon partes ama- rillas, bastante bien deserito por Azara bajo el nombre de «acabiray». Sin em- bargo, parece indudable que también se halla otra el C. aura, tipo del género, por lo menos en el Sur y probablemente en el Oeste del territorio, pues es ave propia del interior de la república; ésta se distingue a primera vista por el tinte rojo vivo: de la piel desnuda que cubre su cabeza. Su área de dispersión es enorme; dilátase desde el paralelo de 49 grados de latitud Norte, en los Estados Unidos, hasta la Tierra del Fuego, pasando por toda la costa del Pacífico y abarcando el interior argentino, el Sur de Buenos Aires y toda la Patagonia. En el Chaco, pues, estaría su límite oriental. No sé que los acompañe el hermoso y respetado « iribú-rubichá », cuervo blaneo o bandera española, como también suelen llamarlo, según dicen,.en el Paraguay, mas no es difícil que de cuando en cuando nos honre eon su presencia, porque Azara lo hace llegar hasta el grado 32. El carancho o «ecaracará» (Polyborus tharus) es muy común y, no obstante, nadie se queja de él, porque no cuidamos ganado menor, en cuyas erías suele hacer estragos. Por el contrario, nos beneficia desorugando los algodonales allí donde lo dejan tranquilo. Otros dos polibóridos menores viven en este territorio y a ambos se les confunde bajo el mismo nombre de «caranchillo»; son el Milvago chimango y el M. chimachima, los dos relativamente escasos, particularmente el primero, que abunda tanto en las estancias porteñas. Las aves de este grupo, aunque de la familia de las águilas y los haleones (Falcomidae) no son propia- mente de presa; apenas si la primera se atreve a apoderarse de algún débil po- lito o uno que otro anfibio. En cambio, poseemos un buen número de otras rapaces diurnas verdade- ramente temibles para las demás aves y los pequeños mamíferos y reptiles; ellas son nuestras águilas, halcones y gavilanes. Las primeras no son águilas le- gítimas, sino del grupo menos noble de los buzos (Buteoninae); su magnitud, fuerza y valentía son, sin embargo, considerables. Las mayores son la «obscura y blanca» de Azara (Geranoaetus melanoleucus), su «eoliblanca» (Tachytriorchis albicaudatus) y el águila colorada o «taguató puientá» (Heterospizias meri- dionalis); es frecuente ver a las dos primeras cernerse con elegancia, atisbando desde muy arriba la presa codiciada; a la última, se la encuentra a menudo en la orilla de los bosques; su espalda roja de canela la denuncia desde lejos. Dos gavilanes, el Circus cinereus y el C. maculosus, recorren sin cesar las abras, siempre contra el viento, o espían, cireulando sobre las casas de campo, a las aves de corral. Otros prefieren subsistir de ranas, sapos, serpientes y moluscos, que cazan principalmente en los esteros; tales son el caracolero (Rostrihamus sociabilis), que acostumbra reunirse en bandadas, el Leptodon cayennensis, de ganchudo pico, el haleón «azulejo» de Azara (Ictinia plumbea), el águila negra o «taguató hú» (Urubitinga urubitinga), el águila pampa, (Busarellus nigricollis), que se distingue por su cabeza blanca y sus partes inferiores rojas castañas, así como por las agudas escamas que revisten la planta de sus dedos, el halconeito blanco (Elanus leucurus), que vive constantemente apareado y se denuncia por su voz, que dice «eri eri eri eri», y hasta el grande y huraño «pájaro guaicurú» (Herpetotheres cachinnans), que lanza durante largos ratos su salvaje grito: 1920 Enrique Lynch Arribálzaga: Las aves del Chaco 93 -«maa, cahuá, maa cahuá». Algunos de nuestros «haleones» persiguen a los pa- _jaritos, los apereás y los ratones, sin desdeñar los reptiles y las langostas; entre éstos se cuentan el esparvero «negriblanco» o «faxado» de Azara (Micrastur semitorquatus), el benito «gavilán chohuí»> (Geranospiza caerulescens), de patas rojas coralinas, que también suele dedicarse a la caza de pollos, los esparveros «azulejo» y «pardo y goteado» de Azara (Accipiter pileatus y A. guttatus) y un “haleoneito que abunda en el invierno y que, al perseguirse los sexos o reñir entre -sí, revolotea gritando «tiritirí tití, tirituí tití, titití, titit, titit» (Hypotriorchis vufigularis). Son comunes también el halconcito colorado, que es un ceernícalo -cuya patria es toda la América (Cerchneis sparverius), y el de cabeza negra, llanado «indaye» en el Paraguay (Rupornis magnirostris); ambos son principal- «mente inseectívoros y el último es tan mansejón que se ha merecido el dictado de «pájaro bobo». Cierra la serie de nuestras rapaces diurnas la conocida chuña de patas co- loradas o «saria<« (Cariama cristata), adaptada a los altos gramales de estas regiones, hasta el punto de ser tan zanquilarga como una cigiieña, de donde viene «que para muchos naturalistas no sea un ave de rapiña, sino una grulla. Se «domestica con suma facilidad y, tan vigilante como los fansos del Capitolio, no deja de advertir toda novedad econ su aguda música cancanera, a que estamos ya habituados los habitantes de esta capital. Ocho son los rapaces nocturnos que viven en el Chaco: el respetable «ña- eurutú» (Asio magellanicus), que ulula lúgubremente en las selvas en las altas horas de la noche y estremece supersticiosamente a las personas erédulas o de poeo corazón; el lechuzón de los campos (Nyctalops accipitrinus) y el de las ruinas y campanarios (Aluco flammea), el «ñacurutú-i> (Otus choliba) pequeño huho de los bosques, el «suindá caahuí> (Ciecaba suinda), la lechucita de las -euevas (Speotyto cumicularia) y dos «eabureis»: el común (Glaucidium brasi- lianum) y el enano (G. nanum). El lechuzón de los eampos, ave casi cosmopo- polita, no es frecuente; el otro, que muchos llaman también «suindá» y es asi- mismo habitante de ambos hemisferios, si bien se modifica y ofrece muchas razas locales o subespecies, de las cuales la argentina es la perlata, es muy común: tedos podemos observarlo en los muros de nuestra inconclusa iglesia parroquial. Las otras especies, ineluyendo la lechueita que en Buenos Aires llamamos de las vizcacheras y es tan propia de las pampas, son aquí relativamente escasas en individuos. Los cabureis o reyes de los pajaritos son célebres por las agierías «que atribuye el vulgo al animal y sus despojos. La familia de los loros o sitácidos cuenta en nuestros bosques con diez es- pecies de variada maenitud, desde los giganteseos y maeníficos guacamayos, el rojo (4ra chloroptera) y el azul, con vientre amarillo (4. caninde), ornatos de la zona del Bermejo, hasta la pequeña y simpática eotorrita «chiripepé», de eola de grana (Pyrrhura vittata). El más común es el «loro satí» (Conurus acuti- caudatus), de áspero grito y que anida en los huecos de los troncos. La cotorra (Myiopsitta monachus) me parece de paso en nuestro territorio; he visto llegar sus bandaditas por el mes de Abril, pero nunca he hallado sus grandes nidos de palitos. El «maracará» (C. leucophthalmus) abunda en algunas comarcas; al «nendai» (C. nenday) lo ereo escaso; el (. aureus ha sido señalado en el Chaco salteño, sobre el alto Bermejo, de modo que es probable que exista igualmente er. nuestros montes, más al Este. El loro hablador (Chrysotiís aestiva) atruena las abras y arboledas con su áspera cháchara y no hay rancho chaqueño que no posea un ejemplar gritón y conversador, en castellano o en guaraní. Hay, en fin, otro loro de cola corta euyas bandadas he visto en primavera, cerca de Florencia, y que tal vez sea el Pionus maximiliani. 91 EL HORNERO Vol. II En las barrancas de todas las corrientes, tienen sus cuevas y anidan los martines pescadores, cuyos hábitos ietiófagos les han valido el nombre que llevan. Son tres las especies que se encuentran en nuestro país: la grande (Ceryle torquata), la mediana (C. amazona) y la pequeña (C. americana). La primera y la segunda son las más comunes. Pertenecen como se ve, al género Ceryle, único representante en la República Argentina de la familia de los halciónidos. A continuación se colocan los miembros de la de los caprimúlgidos o «igúiiyaús», seres extraños que recuerdan las formas de las golondrinas y el plumaje nebuloso de las rapaces nocturnas. Como ellas, entran también en acti- vidad al aproximarse o ya bien entrada la noche. Con el erepúsculo vespertino, aparece el perezoso o «pájaro ateí» (Podager nacunda), gambeteando ágilmente y haciendo ejercicios de acrobacia en el aire, para apoderarse de los insectos de que se nutre. Más tarde, prorrumpe en frases airadas el tres-cuatro-cueros, que creo el Caprimulgus parvulus, y no cesa de gritar en ciertas noches cálidas de verano, en tanto que otra especie que no he logrado identificar produce un largo elugluglú, como si derramara una botella llena de agua, y que el dolorido «urutáu» (1) clama en la sombra del bosque, con acentos casi humanos. Este es el Nyctibius griseus y el pueblo lo llama también «la vieja», a causa de sus plañideros gritos; el misterio de su vida lo ha convertido en héroe de leyendas populares, desde las * Antillas hasta aquí. El elegante Hydropsalis furcifer, de larga cola bifurcada, el Eleothreptus anomalus y el Caprimulgus rufus son igualmente elementos de nuestra fauna. Entran asimismo en ella dos cipsélidos o vencejos, la Streptoprocne zonaris y la Chaetura Andrei, y ocho golondrinas. De éstas, nos és bien familiar a todos la doméstica Progne chalybea, cuya grata visita recibimos en los primeros días templados de la primavera, para verla partir-a países más septentrionales así que la temperatura desciende, al aproximarse el otoño. Las otras especies son la Iridoprocne leucorrhoa, golondrinita campestre de rabadilla blanca, y su con- génere la 7. albiventris, la Hirundo erythrogastra, muy semejante a la clásica especie de Europa (H. rustica); la Phaeoprogne tapera, la Pygochelidon eyanor leuca; el Alopochelidon fucatus y la Petrochelidon pyrrhonota. A las plantas de flor tubular, a menudo a las enredaderas de nuestros eo- rredores, acuden los vibrantes y preciosos picaflores o ¿mainumbies», esas hri- llantes joyas pletóricas de vida que inspiraron a Buffon, el gran naturalista poeta, una de sus páginas más entusiastas: «La esmeralda, el rubí y el topacio brillan sobre su plumaje, dice: jamás lo mancha con el polvo de la tierra y, en su vida siempre aérea, vésele tocar apenas el césped, por instantes; está siempre en el aire, volando de flor en flor; tiene su frescura, como tiene su esplendor; vive de su néetar y no habita sino los climas donde ellas se renuevan sin cesar». El macho del Heliomaster furcifer es uno de los más bellos, cuando viste su librea nupcial en primavera; su garganta y su pecho son de un azul turquí lleno de luz, y una mancha de rubí adorna el arranque de la primera; en el resto del año, su plu- niaje es modesto, eomo el de la hembra. El Chlorostilbon aureiventris y otro, de garganta azul, que no he conseguido identificar, le siguen, en cuanto a hermosura, (1) Y nó urutaú, como le llamó el dulce poeta nacional: “Tlora, llora urutaú, En las ramas del vatái: Ya no existe el Paraguái, Donde nací, como tú”. (Guido Spano, Nenia). 1920 Enrique Lynch Arribálzaga: Las aves del Chaco 95 y después, menos lujosamente ataviados, aunque siempre muy lindos, se colocan la Hylocharis sapphirina y la H. ruficollis, éste el más común de todos. Siete eucúlidos viven en el Chaco o, mejor dicho, lo visitan todos los años, pues no soportan sus inviernos. Uno de ellos es el pilincho (Guira guira), tan familiar, tan inteligente y tan simpático. Los demás son aves salvajes y do- lientes; el «chochí> o erispín (Tapera naevia), que va, según la leyenda, eter- namente llorando y llamando a su hermano, perdido en el monte; los anós (Crotophaga ani y C. major), de negro plumaje y grito plañidero, y dos Coccyzus cuelillos huraños que gustan de ocultarse en la copa de los árboles y lanzan desde allí sus broncas voces de llamada, que dicen «eau, cau»: el (. melanocory- phus, y el C. cinereus. ; Hasta ahora no he hallado sino un «tucá» o tucano en el Chaco, el Ehamphastos toco, de enorme pico, negro, con el pecho y la rabadilla blancos y las subcaudales de un vivo carmesí; pero, habiendo encontrado en Formosa el «tucai» o tucá de pecho anaranjado y vientre rojo, no me parece difícil que exista igualmente en las costas del Bermejo, cerca del Paraguay. Nuestros pícidos o: carpinteros son, por lo menos, diez, y varios abundan, sobre todo en los bosques, si bien uno de ellos es esencialmente campesino. Este es el Colaptes agricola, que vemos u oímos chillar con frecuencia sobre los ta- curúes y los postes de los cercos. El fuerte grito del Leuconerpes candidus, especie blanca y negra y sin copete, se oye de muy lejos y suena «tirr, tirr». En el seno de la selva resuena el seco martilleo que aplican a los troneos el Campephilus leucopogon, de cabeza sanguínea en el macho, negra, con el oecipucio rojo, en la hembra, y que ostenta dos bandas blancas en la espalda, sobre fondo negro; el Neophloeotomus Schulzi, de gorro puntiagudo escarlata y sin rayas dorsales blancas; el Chloronerpes aurulentus, verde oliváceo, con la coronilla y una estría malar encarnadas; el Chrysoptilus melanolaemus, negro, fajado de blaneo en la espalda, econ la raya malar y un copete occipital también rojos; el Vemiliormis olivinus, oliváceo dorado en el dorso, con rayitas amarillas, por debajo aceituna- do y con fajas leonadas, y con la nuca escarlata, y el Dryobates mixtus, que se distingue por una gran mancha blanea a cada lado del cuello y sólo las puntas del eopete occipital teñidas de rojo en la hembra. Otro carpintero, el Melanerpes cactorum, prefiere perforar el blaneo tronco de las tunas, en euyo interior anida. Dos veces he observado en la espesura del bosque, en la costa del Tapenagá, una especie de gorro pajizo claro, que probablemente es un Celeus, el C. Kerri o el C. lugubris, y he visto de cerea un minúsculo carpinterito, del tamaño de un cachilo, que no ha de ser otro que el Picumnus cirrhatus, hallado por Venturi en el Chaco. El gran orden de los pájaros propiamente dichos (Passeres v. Passeriformes) se halla representado, por supuesto, en nuestro territorio por bastantes especies, ricas algunas de ellas en individuos. Las familias que cuentan aquí con mayor número de especies son los tiránidos, que llegan a cerca de 40, y los fringílidos, que ascienden a 26. No eonozeo sino tres formicáridos, todos del género de los «bataráes» O Thamnophilus, habitantes de los matorrales ribereños. Los hiláctidos y los cono- pofágidos son extraños a nuestra región; únicamente el gallito Rhinocrypta lunceolata es posible que se encuentre en el Oeste, pues vive én la vecina pro- vincia de Santiago del Estero. El alonsito (Furnarius rufus), tipo de los furnáridos, nos encanta con su airoso andar, sus regocijados dúos matinales y, sobre todo, con su notable indus- tria arquitectónica, que revela una rara inteligencia. El «añumbí» (Anumbius anumbi) y los facelódonos (Phacelodomus ruber, Ph. sibilatrix y Ph. striaticollis) 96 EL HORNERO Vol. II «demuestran análogo talento constructivo, al formar sus grandes nidos de palitos espinosos, generalmente suspendidos de una rama, lo que les ha valido el nombre «dle «leñateros». Los pequeños sinaláxidos y sus afines no les van en zaga y algunos llaman la atención por el timbre de su voz, especialmente la Synallaxis phryga- nophila, que la tiene cavernosa e impropia de la talla del pajarito, y la S. cinna- momea (?), que canta insistentemente «ti ti ti ti» durante los días lluviosos. Te- nemos nueve especies chaqueñas de estas avecitas, por lo menos: un Phloeocryp- tes, siete Synallaxis y una Cranioleuca. En Ocampo, muy cerca de nuestro deslinde con Santa Fe, observó Venturi la Upucerthia certhioides, asi como la Coryphis- tera alaudina, que se señala por su alto copete. También vió allí el Xenicopsis rufo superciliatus. El Sittasomus sylviellus es un pequeño dendrocoláptido que recorre activa- mente las ramas de los árboles, a caza de insectos. Las marañas de las selvas son alegradas con frecuneia por las altas y nítidas escalas del Xiphocolaptes major, que parece un gran hornero o alonso trepador y que asciende fácilmente por el plano vertical de los troncos, en cuyo ejercicio rivaliza con él otra especie de la misma familia, que es bastante común en los algarrobales, el Picolaptes angusti- rostris. Parece que no hay en el Chaco sino cuatro cotíngidos y que son bastante es- casos: el Platypsaris rufus, el Pachyrhamplus polychropterus, el P. viridis y el Xenopsaris albinucha. En seguida de los pípridos, de que no tenemos especie alguna, vienen los tiránidos, pájaros muy útiles, por sus hábitos insectívoros, y que, como ya he dicho, son como cuarenta en nuestro territorio. A esta interesante y numerosa legión pertenecen el popular «pitohué» (Pitangus sulphuratus), la blanca viudita (Taemioptera irupero), el negro pico de plata (Lichenops perspicillata), la ma- tadura (Machetornis rixosa), la ehinehurisa (Serpophaga munda), el «suirirí> (Tyrannus melancholicus), el encendido ehurrinche (Pyrocephalus rubinus), la graciosa tijerilla (Muscivora tyranmus) y una serie de otras formas cuya enume- ración tomaría demasiado espacio en esta ligera revista. ¿Quién no conoce la pequeña y doméstica tacuarita, cuyos dulees gorgeos saludan las primeras tibiezas de la primavera? Es el Troglodytes musculus, que sc encuentra en toda la república y, ¡unto eon otro pajarito de voz melodiosa, el Cistothorus polyglottus, representa aquí a la familia de los troglodítidos. Dos túrdidos, del grupo de los mirlos, entonan sus himnos en nuestras florestas. El mejor cantor de ellos es el zorzal de pecho colorado (Planesticus rufiventris), que abunda en el interior; por eso se le cría y mantiene en cautividad en muchos hogares. El otro es su congénere el zorzal de pecho blanco (P. amaurcchalinus). Pero ningún músico silvestre puede rivalizar con la melodiosa calandria (Mimus saturninus), tipo de la vecina familia de los mímidos. Desgraciadamente, no se presenta o' es muy rara fuera del Oeste del territorio. En cambio, su hermana, la que Azara llamó «tres colas», a causa de la apariencia de sus plumas caudales (WM. triurus), de breve y mediocre cantar, es ave bastante común en todas partes. Los chibiros (Cyelarhis gujanensis y C. ochrocephala) gritan su nombre en l1 arboleda, en unión de la Vireosylva chivi, los tres de la familia de los vireónidos. Las primitas (Anthus), que pertenecen a la de los motacílidos, son muy raras en nuestros campos, mientras abundan en los de las provincias del Sur. Sólo he visto unas pocas y cazado un ejemplar, euya especie no logré aun determinar con seguridad, si bien me pareció el 4. lutescens. Los niotíltidos (Mmniotiltidae) son pajaritos de reducida talla y lindos colores. De las siete especies argentinas, cuatro, por lo menos, viven en el Chaco. Una de ellas, que en el Paraguay llaman «pihtiáuyumi», el Compsothlypis pitiayumi 1920 Enrique Lynch Arribálzaga: Las aves del Chaco 97 es precioso: azul por encima, con la espalda verde, y amarillo por debajo, con el vientre blaneo. Los otros son el Greothlypis aeguinoctialis, el Basileuterus «auri- capillus y el B. leucoblepharus. Paso por alto dos pequeñas familias, los cerébidos y los tersínidos, porque nt tienen representantes aquí. Los tanágridos, que se colocan a continuación, cuentan con ocho especies chaqueñas, a cual de ellas más bonita. Una de ellas es el Santa Lucía (Thraupis bonariensis), euyo macho se destaca por el azul, el anaranjado, el negro y el amarillo de su plumaje; otro es el conocido «chohuí> (7. sajaca), corsario de los naranjales. Los demás son la Pyranga flava, de librea roja de fuego en el macho y amarilla en la hembra; la Huphonia aurea, que es preciosa en el sexo masculino, por el contraste que hace el azul violáceo oscuro de su capa y el negro de su garganta con el amarillo vivo de su frente y sus partes inferiores; el car- denal azul (Siephanophorus leucocephalus), del color que indica su nombre, con la coronilla blanca, la frente negra y un copetito encarnado, la Thraupis cyanop- tera, que es otro ehohuí, confundible eon el común, pero escaso; el Tachyphonus rufus, de librea renegrida y charreteras blancas en el macho y bermeja en la hem- bra, y la Thlypopsis sordida, que no conozeo, observada en Ocampo por Ventur y que ha de llegar asimismo al Norte del grado 28. Todas son aves aficionadas a la, fruta y que nos visitan anualmente, desde el otoño hasta la primavera, que es li: época de la naranja. Los fringílidos, pájaros principalmente granívoros, son numerosos, no sólo en “especies, sino también en individuos, que a veces se reunen en bandadas. En el Chaco, pueden encontrarse no menos de 26 especies, que no he de enumerar ahora totalmente, sino citar las más notables. El cardenal es una de ellas, por su ojo y alto copete, por su canto y la facilidad con que se domestica; es la Parorria cucullata. Tenemos también un congénere menor, de cabeza sanguínea, mas no eopetudo: la P. capitata. El cardenal amarillo (Gubernatrizx cristata) aunque con escasez, es de creer que se encuentre en el territorio, puesto que sube, por el Sur, hasta la provincia de Corrientes. El «ará-2uirá», pájaro del día o de la luz (Cory- phospingus cucullatus), es una linda avecita color de fuego que ostenta un copetito «del rojo más subido, brillante y bello que pueda verse», como dice Azara; suele hallarse en los alrededores de esta eapital. El conocido y manso cachilo, el gorrión de América (Brachyspiza capensis), euya patria se extiende desde los Estados Unidos hasta el estrecho de Magallanes, si bien diversificado bajo varias formas o subespecies regionales, va siendo paulatinamente desalojado por el pícaro gorrión europeo; el «manimbé» (Myospiza manimbe) pequeño y de humilde vestido, se oculta entre los pastizales de llas abras y emite por la mañana su nota fina y me- tálica de llamada; el jilguero de cabeza negra (Spinus ictericus) gorgea anima- damente en los lindos días de la primavera, con el arte y la dulzura de un canario, en tanto que el «chuí» o jilguerillo amarillo (Sicalis Pelzeni) ensaya canciones más mo- destas y el mixto (5. arvensis) chilla en los sembrados. Las tres especies argentinas del género Saltator, grande y de grueso pico, viven en nuestros bosques y gritan de un modo muy parecido al de los chibiros (Cyclarhis), de la familia de los vi- reónidos. Integran, finalmente, la lista de los fringílidos del Chaco, seis corbatitas (Sporophila), la Volatinia jacarina, dos o más pospizas (Poospiza), la Embernagra platensis, el Emberizoides herbicola, el Arremon polionotus, la Coryphospiza albi- fronms y la -C. melanotis. En cuanto al gorrión, aunque es un intruso, traído de Europa, vive ya en nuestro país como en su propia tierra originaria y va invadiendo sin cesar toda la faz de la república y las naciones colindantes; los primeros in- dividuos, que se establecieron en los machinales de la iglesia de Resistencia, fueron observados por mí, cuando nadie había notado su presencia, hace como once años; desde entonces, se ha multiplicado a sus anchas y ha irradiado sobre muchas leguas 98 EL HORNERO Vol. II a la redonda. Su nocividad o sus beneficios son sumamente discutidos en Europe y Norte América, a tal punto que la opinión de los Estados Unidos es divisible en dos partidos, el de los gorrionistas y el de los antigorrionistas, pero aquí no se- ha advertido que cause perjuicios de alguna consideración y, en cambio, anima con su presencia y sus gritos las calles y paseos. Otro grupo de pájaros granívoros es el de los ictéridos, exclusivamente propio de: América y que se singulariza por su carácter sociable en la mayoría de las especies y por los vivos matices rojos o amarillos que adornan su plumaje o el lustre sedoso de éste, cuando son de color oseuro uniforme. En el Chaco, son numerosos; puedo señalar la existencia en él de 16 especies. Tres son los boyeros, industriosos teje- dores de nidos en forma de bolsillo, que suspenden de los árboles: el de charreteras y lomo amarillos (Cacicus chrysopterus), el de rabadilla roja (C. haemorrhous). dscubierto por Venturi en el Chaco santafecino, y el completamente negro, con el pieo blanco (Amblycercus solitarius). Llamamos impropiamente «tordos» a varias. especies eregarias; varias de ellas habitan en los juncales de los esteros; tales son ei hermoso federal o pájaro soldado (Amblyrhamphus holosericeus), negro, con la cabeza, el cuello y las piernas rojos encendidos, los pechos amarillos (Agelavus eyanopus, Pseudoleistes virescens y Ps. guirahuro) el cabeza amarilla (Agelaius flavus) y el corona de canela (4. ruficapillus), pero todos salen al campo alto y devastan los maizales. El «bobolink» de los norteamericanos (Dolichonyx oryzi- vorus), que pasa entre ellos por uno de los mejores cantores en jaula, aparece también aquí en pequeñas bandaditas, nunca en tales cantidades que constituyan una plaga de la agricultura, como sucede en los Estados Unidos. El primer puesto entre los músicos alados correspóndele de derecho, después dc la calandria, al «guirahú» o tordo negro (Aaptus chopi), que en el Paraguay llaman «chopí> y en el Brasil «chopim», sin duda porque inicia sus briosas me- lodías repitiendo varias veces esa sílaba; forman coros numerosos y, aunque cada ejecutante canta por su lado, como los de una orquesta ensayan instrumentos antes de que el director levante la batuta, el inarmónico conjunto resulta eneanta- dor. Cautivo desde pequeño, aprende y repite los más variados temas melódicos. Por mi parte, confieso que, habiendo muerto muchas aves, con fines científicos, siempre fuí aplazando el sacrificio de un guirahú y coneluí por venirme a la ciudad sin haber disparado mi Flobert sobre ninguna de estas amables avecitas, que habían alegrado muchas de mis horas en la soledad del desierto. El tordo azul (Molcthrus bonariensis), de reluciente plumaje masculino y tris- temente pardo en el de la hembra, no abunda, ni con mucho, tanto como en Buenos. Aires, si bien suelen verse llegar algunas pequeñas bandadas a la entrada de la primavera. Tenemos además dos congéneres, menos numerosos todavía en indi- viduos: la mulata (M. badius) y el tordo de pico corto (M. brevirostris). Finalmente, un bonito pecho colorado, el Leistes militaris, y el boyerito, de charreteras rojas caneladas (Zcterus pyrrhopterus), viven asimismo en el Chaco; el último es confiado y suele penetrar, en invierno, en nuestros jardines urbanos. Para concluir, debo recordar las urracas o «acaés», pertenecientes a la familia de los córvidos y parientes por tanto de los cuervos, los grajos y la famosa picaza, marica o urraca verdadera (Pica caudata) de Europa. Son dos; la más conocida es la azul (Cyanocoraz chrysops), que se cría en cautividad y es artículo de activo comercio, pues no falta en ninguna de las pa- jarerías de Buenos Aires. Sus variados gritos resuenan a menudo en el bosque y en la proximidad de las casas campestres; yo le he contado no menos de seis voces distintas, que usa según las cireunstancias. La urraca morada anda en pequeñas bandadas y es mucho menos atrevida e inteligente; sólo se le oye un grito que dice ásperamente «kerr, kerr». 1920 99 NOTAS SOBRE LOS CHORLOS DE NORTE AMERICA QUE INVERNAN EN LA REPUBLICA ARGENTINA POR ROBERTO DABBENE El orden de los Limicolae o Charadriiformes, está representado en la República Argentina por cuatro superfamilias: Jacam, Charadri, Attagides y Chionmides (?). De estas superfamilias, la más numerosa en especies es la de los Charadrii, habién- dose señalado en muestro país 46. Algunas de estas especies son peculiares a la Argentina, como el Pluvianellus sociabilis Jacq. et Puch., hasta la fecha sólo encontrado en la Patagonia, en la parte orienta] del Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego; otras se reproducen en nuestro territorio y sólo emigran durante el invierno a las regiones limítrofes; otras especies, en fin, se reproducen en las regiones árticas o en el norte de los Estados Unidos y Canadá y abandonan esas regiones al aproximarse el invierno, para emigrar a Sud América, llegando algunas hasta la parte más austral del continente. En estas regiones permanecen cerca de seis meses, es decir, desde Septiembre hasta la mitad de Marzo, que son los meses correspondientes a la primavera y verano en el hemisferio austral, y antes de mediados de Abril ya ha terminado la migración de regreso a los sitios de cría. Entre las numerosas especies de chorlos que emigran de Norte América y vienen a invernar en el continente sudamericano, 24 han sido señaladas en la República Argentina y son las siguientes: Neoglottis melanoleuca, Neoglottis fla- vipes, Pisobia maculata, Pisobia fuscicollis, Pisobia Bairdi, Tringa solitaria soli- taria, Pluvialis dominicus domiímicus, Micropalama himantopus, Bartramia longi- cauda, Calidris canutus, Tryngites subruficollis, Crocethia alba, Limosa haemastica, Phaeopus hudsomicus, Mesoscolopax borealis, Actitis macularia, Charadrius semi- palmatus, Erolia ferruginea, Ereunetes pusillus, Aphriza virgata, Glottis nebularia, Steganopus tricolor, Phalaropus fulicarius y Lobipes lobatus. Algunas de estas especies son muy comunes en nuestros campos, en donde llegan periódicamente en gran número al acercarse la buena estación; otras apare- cen sólo de tiempo en tiempo, y otras, en fin, sólo accidentalmente han sido se- ñaladas entre los límites del territorio argentino. Considerando las costumbres de estas aves, en lo que se refiere a sus hábitos migratorios y a las largas dis- tancias que suelen recorrer durante sus viajes amuales, no sería difícil quo otras especies más pudieran visitar eventualmente nuestro país. Las Limicolae son. entre las aves las que tienen una distribución más vasta, casi cosmopolita, y entre las aves migratorias, son las que en sus viajes recorren las más grandes distancias, pues la mayoría de ellas nidifican en las tierras situadas en el interior de las regiones árticas, mientras que en invierno visitan las tropicales y australes del nuevo y del viejo mundo y muchas aleanzan hasta las regiones más meridionales de los continentes. También son los chorlos, entre todas las aves, los que pueden recorrer la mayor distancia de un solo vuelo. (1) En la clasificación y nomenclatura de las especies he seguido la reciente públicación de R. Rideway: The Birds of North and Middle America, Pt. VIT, 1919, in Bull. U. S. Nat. Mus., Námero 50. 100 EL HORNERO Vol. II Todas las especies que visitan regularmente durante el verano la República Argentina, tienen sus lugares de reproducción en el norte de los Estados Unidos o del Canadá, y muchas nidifican aun más al norte, en Alaska y más adentro del círculo ártico. De este modo, estas aves efectúan cada año una doble migración; de nórte a sur, al comenzar el otoño en el hemisferio boreal y de sur a norte, al ZONA DE CRIA SS RESIDENCIA INVERNAL - RUTAS PRINC oe MIORACION Fig. 1. — Vías recorridas por el chorlo pampa (Pluvialis dominicus) en sus migraciones. (De W. W. CookxE). acercarse el invierno en el hemisferio austral. Al parecer, el tiempo empleado en la migración de norte a sur es más breve, porque en las regiones boreales el invierno llega rápidamente y tan pronto como los pichones son aptos para el vuelo y pueden procurarse solos el alimento, los lugares de reproducción son abandonados. La migración al sur, empieza generalmente, en las regiones nórdicas, hacia la seeunda mitad de Julio o en las primeras semanas de Agosto, para la mayoría de las especies y los primeros individuos llegan a nuestras pampas al fin de ese mes o en la primera quincena de Septiembre. Sólo algunos, más retardatarios, llegan en Octubre, vistiendo éstos ya enteramente el plumaje invernal, mientras que entre los primeros se observan con frecuencia individuos con restos del plumaje nupcial, como en el chorlo dorado (Plauwialis dominicus). Por el contrario, la mieración de regreso, de sur a norte, hacia los lugares de reproducción, es de mayor duración, pues eran parte de los chorlos empiezan a dejar nuestras llanuras a fines de Febrero, continuando el éxodo hasta fines de Marzo o también hasta los 1920 E. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 101 primeros días de Abril y viajando más lentamente llegan a sus sitios de cría en las primeras semanas de Junio. Las rutas seguidas en estos dos viajes de venida y regreso, es también por lo común distinta. Una gran parte de las especies efectúan la migración de norte a sur, siguiendo algunas regularmente la costa atlántica, otras la del Pacífico o ambas costas, y pocas solamente la vía del interior del continente; mientras que el viaje de regreso tiene lugar, eon pocas excepciones, generalmente sobre el inte- rior, a lo largo de todo el continente americano y siguiendo por lo común la cor- dillera de los Andes en Sud América, eruzando el golfo de México, para remontar luego el valle del Misisipí y, en fin, atravesando las llanuras del norte de los Estados Unidos y Canadá. Muchas especies deseriben así, anualmente, durante los viajes de venida y de regreso, una enorme elipse, cuyo eje mayor varía de 7.000 a 9.000 millas en longi- tud de norte a sur y el eje menor mide cerea de 2.000 millas de este a oeste, siendo, por consiguiente, el recorrido total, una distancia que varía de 14 a 18.000 millas. Pero, lo que es más maravilloso en estas migraciones, son las enormes distancias que algunas de estas aves cubren de un solo vuelo. El chorlo dorado o chorlo pampa (Pluvialis dominicus) y tal vez la becasa (Limosa haemastica) y alenos batitúes (Bartramia longicauda), al efeetuar su viaje hacia el sur, toman la vía del océano y partiendo de las costas de la Nueva Escocia o del noreste de los Estados Unidos, vuelan sobre las aguas, viajando de día y de noche, sin interrupción ni descanso, hasta llegar a las Antillas mayores y a veees, cuando el tiempo es favorable, direc- tamente hasta la costa sudamericana, cubriendo así de un solo vuelo una distancia de cerca de 2.400 millas. Al llegar a las costas de Sud América, estas aves están flacas, pues por el gran desgaste de energía, ha desaparecido la capa de grasa que les ha servido como de combustible, y todavía tienen que recorrer más de 2.500 millas para llegar hasta las regiones hacia las cuales se dirigen para invernar. Sin embargo, después de unos pocos días de reposo, vuelven a continuar su viaje hacia el sur, esta vez sobre el continente, y como estas especies prefieren las llanuras abiertas y con pocos árboles, es de suponer que muchas han de cruzar toda la inmensa región de las selvas amazónicas, sin hacer ninguna etapa hasta llegar a los campos de la alti- planicie de Matto Grosso o hasta las pampas argentinas. Este viaje, efectuado tan rápidamente, explicaría el motivo por el cual varios individuos llegan aquí sin haber revestido aun completamente el plumaje de invierno. De enalquier modo, el punto terminal de las migraciones para la mayor parte de los individuos de muchas de las especies norteamericanas de chorlos, es nuestra gran llanura, sembráda de lagunas, en donde estas aves pueden encontrar abundante alimento. Efectivamente, todas las observaciones hechas por naturalistas y viajeros, han demostrado que en todo el inmenso espacio del continente situado entre la República Argentina y los Estados Unidos o el Canadá, muchas especies de chorlos que efectúan estas largas migraciones han sido señaladas sólo como de paso, en distintos puntos de la ruta que siguen en sus viajes de venida o de regreso, respectivamente a las regiones australes o boreales del continente ame- ricano. Las causas por las cuales estas aves hacen tan largas migraciones y se tras- ladan para invernar a muchos millares de millas de sus lugares de cría, han llamado siempre la atención de los naturalistas, y los que han tratado de inves- tigar los motivos del fenómeno de las mieraciones no han dado aún una expli- cación enteramente satisfactoria. Lo cierto es que una de las principales causas que les obligan a abandonar sus lugares de cría es, en ciertos casos, la falta de 102 EL HORNERO Vol. II alimento en la estación de invierno; y este éxodo anual hacia el sur, debe haber empezado desde épocas geológicas anteriores a la actual y ha venido efectuándose años tras años con la misma regularidad. Esto prueba que además existe tam- bién, en las aves migratorias, un deseo innato por los viajes, adquirido por he- rencia y el hábito de los cuales ha venido con el tiempo a formar como una segunda naturaleza en las aves mismas, impeliéndolas en determinadas épocas a trasladarse a ciertas regiones. El hecho parece ser demostrado por la observación «de que los individuos cautivos de ciertas especies de aves migratorias, manifiestan alguna agitación al aproximarse la época de las migraciones. Existen dos teorías completamente opuestas sobre las causas de las migra- ciones de las aves, las cuales son hoy día comunmente aceptadas; y aquí las re- produzeo, tomándolas del trabajo publicado por Wells W. Cooke en el Boletín «del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos *): « Mucho tiempo antes de que los hielos árticos, avanzando hacia el sur, durante el período glacial, hi- cieran inhabitable la mitad septentrional del continente americano, en los Estados Unidos y en el Canadá florecía la vida de un sinnúmero de aves no migratonas, las cuales encontraban bajo ese elima semitropieal todo lo necesario para su exis- tencia durante todas las estaciones del año. El cariño que todas las aves mani- fiestan para los lugares en donde construyen sus nidos y cuidan su ería, hizo que no se alejaran de esas regiones, hasta que con el aproximarse de los hielos empezó por primera vez a producirse un período de tiempo frío e inelemente durante el -cual el alimento venía haciéndose siempre más escaso, obligando entonces las aves a cambiar de sitio o a perecer extenuadas. Ahora, como las masas de los hielos árticos avanzaban muy gradualmente y retrocedía en una u otra parte, daba a “su vez lugar a retiradas y alejamientos de las aves que habitaban esas regiones. Estas retiradas fueron en un principio sólo por breves distancias y por un corto espacio de tiempo, pero más tarde, tanto las distaneias como la duración de los alejamientos de las regiones invadidas por los hielos fueron aumentando de un modo tal que las migraciones vinieron a formar como una parte integrante de la existencia misma de las aves. En otras palabras, la formación del hábito de las migraciones tuvo su origen al mismo tiempo que los cambios de temperatura en el año, vinieron a reemplazar las uniformes condiciones elimatéricas semitropicales de la era preglacial en la mitad septentrional del continente americano. Con el avance paulatino de los hielos hacia el sur, el viaje de retorno de las aves hacia el norte en la migración primaveral, iba continuamente acortándose, y la retirada hacia el sur en el otoño a lugares más adecuados para invernar, se iba por el contrario alargando en proporción, hasta que en pleno período glacial, las aves eran en gran parte confinadas a las regiones de Centro y Sud América. Pero ya ellas habían adquirido los hábitos de migración, y cuando los hielos retroce- dieron hasta su actual situación, las aves también los siguieron hacia el norte y con el tiempo vinieron así formándose las largas y diferentes rutas de las actuales migraciones. Según la opuesta teoría de las migraciones, el habitat verdadero de las aves habría sido la región al sur del ecuador. Alí se habrían multiplicado en número extraordinario, hasta que llegó a formarse en ciertos lugares una aglomeración excesiva de individuos, de modo que al terminar la época glacial, las aves se vieron forzadas a buscar en todas direcciones, unos lugares de reproducción adecuados y más libres de competidores que en su residencia invernal bajo los trópicos; diri- giéndose entonces hacia el norte, en donde, con motivo de la retirada de los hielos, (1) Wells W. Cooke, Bird migration; U. S. Dep. Agric., Bull. N? 185, páginas 2-4; 1915. 1920 Bb. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 103 habían quedado habitables grandes extensiones de tierras vírgenes en los cuales podían construir sus nidos y eriar sus pichones. Sin embargo, los antiguos sitios de residencia invernal, al sur del ecuador, eran siempre el habitat por el cual sentían cariño y a él volvían tan pronto como se coneluía la época de la cría. Cualquiera de las dos teorías que se acepte, es evidente que las épocas de las migraciones eran desde el principio, íntimamente subordinadas a los cambios pe- riódicos en la abundancia del alimento. Mientras que en el Canadá y en el norte de los Estados Unidos, gran número de aves encuentran, durante el verano, ali- mento en gran abundancia, están, por el contrario, forzadas a dirigirse hacia el sur, cuando, con el aproximarse del invierno, ese alimento empieza a: ser escaso. La extraordinaria aglomeración de individuos, la cual necesariamente hubiera tenido lugar si las aves hubiesen quedado en las regiones ecuatoriales, se evita así con la migración primaveral hacia el norte. Tales cambios en la residencia de las aves no ocurren en las latitudes corres- pondientes al sur del ecuador. Sud América casi no tiene aves terrestres migra- torias, pues las desoladas y frías regiones de la Patagonia y de la Tierra del Fuego ofrecen poco aliciente para las aves que habitan las grandes selvas ama- ZÓNICas.» Volviendo a las migraciones de los chorlos, se ha observado, sin embargo, que cada año un número más o menos grande de individuos pertenecientes a algunas de las especies norteamericanas que vienen a invernar en la República Argentina, na regresan a sus lugares de reproducción en el hemisferio boreal cuando se aproxima nuestro invierno; y se pueden observar durante todo el año en las pampas. Ya el cap. Abbott (Ibis, 1861, p. 156), había señalado la presencia de bandadas de becasas (Limosa haemastica) en las islas Malvinas, durante el mes de Mayo; y Durnford, aunque obtuvo en Patasonia especímenes de esta misma especie durante el mes de Noviembre, y los cuales indudablemente venían de Alaska; también observó que otras pequeñas bandadas de seis a treinta individuos de dicha especie, empezaban a aparecer en las pampas en el mes de Abril, quedándose allí basta Septiembre, es decir durante todo el invierno austral y cuando los individuos de la misma especie que habían emigrado de las regiones árticas, ya volvían de regreso a las mismas. Hudson (4 Naturalist in La Plata, 1892, pp. 20-23), comen- tando este hecho y al referirse en general a las maravillosas migraciones de los « En otros párrafos, el mismo autor, refiriéndose a los largos viajes de los chorlos, dice lo siguiente: «Es sorprendente notar que entre unas 25 especies de nuestros chorlos, al menos trece nos visitan desde Norte América, varias de las cuales tienen sus lugares de reproducción completamente en el seno de las regiones árticas. Y esto es uno de aquellos hechos en las anuales migraciones de las aves, del cual uno llegaría a dudar, porque entre las mismas hay especies de muy dife- rentes costumbres, siendo aleunas aves de laguna o de playa, otras de las altipla- nicies, las cuales en su largo viaje bianual pasan por países de climas distintos y visitan muchas regiones cuyas condiciones deberían al parecer acomodarse a sus necesidades. Sin embargo, en Septiembre y aun más temprano, a fines de Agosto, empieza a llegar a nuestras pampas el chorlo dorado, con frecuencia vistiendo aun su negro plumaje nupcial; y solos, en pares, en pequeñas bandadas o en gran número: becasas, chorlitos, batitúes, ete., lanzando las agrestes notas que en Junio ha oído el esquimal, y que ahora oirán el gaucho pastor en las verdes. llanuras del Plata; luego, el indio salvaje en sus remotas tolderías; y más tarde, muy lejos hacia el sur, llegarán también hasta los errantes cazadores de gua- nacos en las soledades de las grises llanuras patagónicas. > Como se ve, Hudson, para explicar la presencia en nuestro territorio y du- rante el invierno, de un cierto número de individuos pertenecientes a especies de: chorlos de Norte América, ha admitido la hipótesis de que esos individuos no son los que han emigrado de las regiones árticas, sino otros individuos de las mismas especies los cuales tendrían sus lugares de reproducción en las tierras e islas situadas al extremo sur Jel continente americano o en las playas del antártico; y los cuales, al acercarse el invierno en esas regiones, emigran y busean un clima más templado en nuestras llanuras, en donde permanecen desde Abril hasta Agosto, para dirigirse luego, al empezar la buena estación, otra vez hacia las regiones antárticas y viniendo entonces reemplazados en las pampas por los individuos de las mismas especies que emigran del hemisferio boreal. Según el mismo autor, esta suposición explicaría el motivo por el cual Durn- ford observó la Limosa hemastica en la provincia de Buenos Aires, desde Abril a Septiembre, en una época correspondiente a la que los observadores de los Estados Unidos ven generalmente los individuos de dicha especie dirigirse a las regiones boreales para nidificar. Sin embargo» el mismo Hudson (1) encuentra poco acep- table el hecho de que las regiones árticas y antárticas del continente americano, (1) Argentine Ornitholoyy, 11, 1889, pág. 191. 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 105 posean las mismas especies y que a estaciones opuestas del año, ellas pasen el invierno en los mismos parajes de la pampa, a millares de millas de sus sitios de reproducción las unas, y relativamente tan-cerca de los mismos las otras. Oustalet (Mission Scient. Cap Horn, Oiseaux, 1891, pp. 291, 292), aceptó a su vez esta hipótesis, pero eree que las distancias recorridas en las migraciones por los individuos que se reproducen en el norte, como por los que supone se reproducen en el sur, son más o menos iguales; ambos grupos yendo a invernar en las regiones próximas al ecuador. En otras palabras, supone la existencia de una doble corriente migratoria, la cual, partiendo de las regiones equinoeciales, sería en un caso divergente, efectuándose en parte de sur a norte por los individuos que nidifican en las regiones boreales, y en parte de norte a sur por los que nidifican en las australes y efectuadas en la época de las respectivas primaveras de los hemisferios norte y sur; y en el otro caso habría una migración convergente, en los meses correspondientes al respectivo otoño de los dos hemisferios, efectuada de norte a sur por los emigrantes de las regiones boreales y de sur a norte por los individuos que se reproducen en las tierras antárticas. Más tarde, Sehalow (1) sostuvo también esta teoría. Para demostrar que las citadas hipótesis son poco sostenibles, basta recordar que hasta la fecha no se han encontrado nunca huevos de las especies de chorlos que emigran de las regiones boreales, ni en el extremo sur del continente ameri- cano o en las islas y continente antártico. ni siquiera en ningunas de las regiones situadas entre la Argentina y los Estados Unidos de Norte América (2). Las partes de las regiones antárticas que por sus condiciones del suelo podrían suponerse adaptables para ser habitadas por esas especies de aves en una época del año correspondiente al tiempo de la reproducción, han sido recorridas, sobre todo en los últimos veinte años, por numerosas expediciones científicas, algunas de las cuales habrían sin duda hallado algunas de esas mismas aves, si efectiva- mente nidificaran en tales regiones. Las épocas del año en las cuales esas expedi- ciones han visitado el continente antártico, son precisamente aquellas que corres- ponderían a los meses en los cuales los chorlos deberían encontrarse para nidificar; sin embargo, en ninguna de las relaciones de tales viajes se ha hecho mención de la existencia de esas aves. Además, las islas y las playas del continente antártico no presentan probablemente, aun en la mejor estación del año, condiciones para la vida de especies de aves que no sean exclusivamente marinas. La observación consignada por Holland (Ibis, 1892, p. 212), según la cual este naturalista habría encontrado en los campos de la estancia del Espartillar, en la provincia de Buenos Aires, el nido y los huevos del chorlo de patas amarillas (Neoglottis melanoleuca), debe ser errónea y probablemente el nido y los huevos que ha hallado debían pertenecer a algunas de las especies de chorlos que nidifican en nuestra pampa. La presencia cerca de dicho nido de una pareja de chorlos de patas amarillas, que Holland asegura haber visto, puede haber sido casual. Por lo demás, desde entonces, ningún otro observador ha podido comprobar el hecho. Aun cuando esté perfectamente establecido, por las observaciones de muchos naturalistas, que existen individuos de las especies de chorlos que nos visitan desde las regiones nórdicas, los cuales permanecen durante todo el año en las llanuras argentinas, también no es menos cierto que esos mismos naturalistas (1) Zool. Jahrbúcher, Suppl. Band, IV, 1898, páginas 643-44, 659. (2) La única especie que hace excepción, es el Oxyechus vociferus, una forma de la cual, O. v. peruvianus, recientemente descrita por el doctor Frank. M Chapman (Auk, XXXVII, pági- na 205, 1920), se reproduce en la costa del Perú. 106 EL HORNERO Vol. II están conformes en afirmar que los individuos de esas especies son mucho menos numerosos aquí durante los meses de invierno que en los del verano. Es probable que dichos individuos, que permanecen en nuestros campos durante el invierno, sean ¡jóvenes del año o individuos estériles o también pertenezean a bandadas retardatarias que alguna tormenta ha dispersado en el sur y que vuelven a nues- tras pampas en donde pasan el invierno. Por otra parte, los mismos observadores eitados admiten que varias especies del grupo de los chorlos, que son comunes entre nosotros durante el verano, desaparecen completamente del territorio al empezar el invierno y emigran al norte. La ruta seguida por algunas de estas especies, al regresar a las regiones boreales, es bastante bien conocida, por lo menos en lo referente a su paso por los Estados Unidos; mientras que la vía que varias otras siguen para llegar al mismo destino, especialmente en el trayecto entre la Argentina y la América central, no ha sido aun posible indicar. Por este motivo sería conveniente, también en estos casos, el uso de los anillos metálicos llevando grabada la fecha y la localidad; y los cuales, colocados a una pata del ave antes de volver a ponerla en libertad, podrían después proporcionar interesantes datos sobre la vía que aquella ha seguido, si fuese cazada o capturada en otros puntos del continente. Si consideramos la duración de la estadía de las varias especies de chorlos de Norte América que invernan en el territorio argentino, veremos que, en conjunto, dichas especies permanecen en él casi más tiempo que en cualquiera otra parte. Generalmente la época de la reproducción en las regiones boreales dura, como término medio, para las diferentes especies, desde fines de Mayo o primeros días de Junio hasta las primeras semanas de Julio; y ya antes del fin de ese mes, los primeros emigrantes han abandonado los lugares de cría para emprender su largo viaje hacia el sur. En nuestra pampa empiezan generalmente a hacer su aparición algeunnos individuos en la segunda quincena de Agosto, pero el grueso de las bandadas llega a principio de Septiembre, continuando hasta la primera quincena de Octubre. Desde esta última a hasta fines de Febrero o también, por algunas especies, hasta fines de Marzo o primeros de Abril, estas aves se pueden casi eon- siderar como sedentarias en la mitad meridional del territorio argentino. Mientras que en esa época del año, todas nuestras especies de aves indígenas están dedicadas a los deberes que les impone la cría de sus pequeñuelos, ellas, libres de tales tareas, dedican su tiempo en recorrer alegremente, solas, en pares o en bandaditas, los campos y las márgenes de las lagunas y pantanos, buscando activamente las larvas y los insectos que abundan en esa estación. Á este respecto, y si tenemos en cuenta la voracidad de algunas especies de chorlos y su relativa abundancia en individuos. con respecto a otras aves, veremos que el beneficio que ellas aportan al agricultor 25 muy apreciable. Hacia la mitad de Febrero estas aves se han puesto generalmente muy gordas, preparando de este modo sus fuerzas para recorrer la inmensa distancia que las separa de sus lugares nativos, a los cuales ahora irán sólo para procrear, y en donde transcurridos apenas unos meses se aprestarán nuevamente para emprender otra vez el mismo largo viaje de retorno hacia el sur, a los mismos sitios en los cuales han invernado el año anterior. Como una parte de las especies de chorlos efectúan el viaje de regreso hacia el norte a través del continente, ha sido, por este motivo, relativamente más fácil seguir en parte su itinerario. Refiriéndonos a su distribución en nuestro territorio, vemos que la gran mayoría de estas aves sólo se eneuentra de paso en nuestras provincias del norte, mientras que más al sur, en la región de las pampas, en 1920 ER. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 107 «dlonde hay numerosas lagunas y pantanos, es el lugar que prefieren para residir durante todo el tiempo en que quedan entre nosotros. Como ya se ha dicho, el viaje de regreso hacia el norte es efectuado más lentamente y durante el largo trayecto probablemente estas aves revisten su plu- maje nupeial y los machos eligen a sus compañeras, de modo que al llegar a los lugares de reproducción, en las tierras árticas, hacia los primeros días de Junio, las hembras están ya prontas para depositar sus huevos en los sencillos nidos que construyen, reuniendo un poco de pasto en algunas depresiones, a pocos centí- metros del suelo aun helado. Durante el breve espacio de tiempo que permanecen en las regiones árticas, dedicadas a la reproducción de la especie, estas aves no son molestadas, pues el hombre, su más temible enemigo, raramente va a buscarlas en aquellas frías soledades. Pero, desde que la migración otofíal ha empezado y en la mayor parte del largo trayecto que recorren hasta las regiones hacia las cuales se dirigen para invernar, se encuentran, en su mayoría, constantemente expuestas al fuego de los fusiles de los cazadores, en cuantos países atraviesan. Ni aun a su llegada en las pampas argentinas, flacas y cansadas por tan largo viaje, encuentran reposo y protección. Ya habrán entonces los cazadores de profesión que aguardarán impa- cientes la llegada de las primeras bandadas, para destruir el mayor número posible «dle individuos y ofrecerlos en venta como primicia de la estación en los hoteles y restauranteg de las ciudades. Debido a que su carne es muy apreciada, esta persecución no cesa durante todo el tiempo que las malogradas aves permanecen en nuestro territorio; y no son sólo los eazadores de oficio, sino también los sports- men quienes cooperan a la matanza. Uno de éstos me refirió que hace varios años había cazado en un día más de cien batitúes para satisfacer una simple apuesta con otro compañero, sobre el mayor número que eran capaces de cazar en el día. No existiendo hasta la fecha nineuna ley federal, las ordenanzas municipales y las leyes provinciales que reglamentan la eaza o prohiben la de ciertas especies, resul- tan insuficientes y son fácilmente eludidas, de modo que la matanza exagerada de estas aves útiles continúa en vasta escala aun hoy día, sobre todo por la errónea creencia de algunos legisladores, de que todas las aves que no nidifican en el territorio no pueden ser protegidas. Además, la vigilancia para hacer cumplir los decretos sobre la caza es absolutamente insuficiente, porque si puede ser ejercida sobre un cierto radio cerca de las ciudades, es nula más lejos, en el campo. También existen otros factores, comunes en todas partes, que cooperan a aumentar y facilitar la matanza. Hace unos cuarenta años, era casi un lujo, en los pueblos de nuestra campaña el poseer una escopeta para cazar, y además a veces las distancias que había que recorrer eran muy largas; pero hoy día, las armas modernas son muy comunes en todas partes y los automóviles han casi suprimido las distancias, facilitando así la obra de destrucción de esos seres inofen- sivos y útiles al hombre, no sólo porque destruyen un gran número de insectos nocivos, sino porque el valor de su carne como alimento, representa una fuente de riqueza que se está malgastando. Los relatos fidedignos de los primeros colonos que se establecieron sea en los Estados Unidos de Norte América como en los campos de la República Argentina, ros dicen que los chorlos en general abundaban en esas regiones en número extra- ordinario durante ciertas épocas del año. Pero tales grandes reuniones de esas aves ya no existen y debido a las matanzas exageradas, desde varias décadas se ha oliservado una siempre creciente disminución en el número de individuos de algunas especies y la próxima desaparición de otras. Este es el caso del chorlo Mesoscolopaz borealis, del cual no existen probablemente sino algunos especímenes y dentro de pocos años será como el Alea y la paloma migratoria, un ave del pasado. 108 EL HORNERO Vol. II Las últimas noticias, que yo conozco, sobre la existencia de esta especie de: chorlo en la República Argentina, datan de 8 y 15 de Abril de 1901, en cuya fecha han sido observados unos siete u ocho individuos en la estancia de Los Ingleses, en la parte este de la provincia de Buenos Aires. Desde esa época, nadie recuerda haberlo visto en nuestra pampa, en donde era común en el tiempo en que Hudson, Durnford y Barrows han publicado sus observaciones sobre las aves argentinas (*). La becasa (Limosa haemastica) es también muy escasa actualmente y el chorle dorado o chorlo pampa (Pluvialis dominicus) y el batitú (Bartramia longicauda) van haciéndose cada año siempre menos abundantes. Pronto llegará también el turno para las especies menores, si no se toman más enérgicas medidas para regla- mentar su caza. Aunque esté probado que estas aves migratorias no nidifican en nuestro territorio, hemos visto que permanecen en él durante casi la mitad del año, y desde el punto de vista económico deben ser consideradas como aves útiles a la agri- cultura, por el gran número de insectos que destruyen, al mismo tiempo que su carne, como alimento, representa un valor. Se ha calculado que el valor como alimento y la importancia económica de las aves migratorias en general, suma anualmente en los Estados Unidos muchos millones de dólares, por cuyo motivo y con el fin de asegurar la conservación de las especies, aquella nación ha tomado: severas medidas, dictando leyes federales que reglamentan o prohiben no sólo la caza de ciertas especies, sino que restringen la posesión, el embarque y la venta de las mismas. Con el fin de asegurar aun más la conservación de las aves útiles, el gobierno de los Estados Unidos, además, ha celebrado en el año transcurrido, un convenio con la Gran Bretaña para la protección de las aves migratorias, que pasan del Canadá a los Estados Unidos; y el departamento de Agricultura de esa misma nación, piensa ahora celebrar igual convenio con las naciones de Sud América, con el objeto de extender tal protección en los países en los cuales periódicamente algunas de las especies van a invernar. Por lo que se refiere a la República Argentina, es necesario recordar que esta. destrucción exagerada de las aves migratorias, como se lleva a cabo aun hoy día, significa la pérdida de una fuente de riqueza, que más tarde no se podrá reem- plazar, si no se toman aquí también las medidas más eficaces para salvar de la destrucción lo que aun queda de ciertas especies. Además de su utilidad, los chorlos son aves atrayentes a la vista, por la gracia de sus movimientos y la elegancia de sus formas, y alegran con su pre- sencia y con sus repetidas notas, la monotonía y el silencio de nuestra campaña. Las 24 especies de chorlos que se reproducen en las regiones hboreales y que visitan la República Argentina durante nuestro verano, pueden ser divididas en los siguientes grupos, según su actual importancia numérica: I. — Abundantes y señaladas en parte durante todo el año. — Neoglottis melanoleuca; Neoglottis flavipes; Pisobia maculata; Pisobia fuscicollis. Il. — Comunes, sin ser numerosas y señaladas sólo durante los meses de verano. — Pisobia Bairdi; Tringa solitaria solitaria; Pluvialis domini- cus dominicus; Micropalama himantopus; Bartramia longicauda. II. — Escasos. — Calidris canutus; Tryngites subruficollis; Crocethia alba. IV. — Muy raros. — Limosa hoemastica; Steganopus tricolor; Actitis macularia; Charadrius semipalmatus; Pheopus hudsonicus. (1) Recientemente Rollo Beck obtuvo un ejemplar cerca de Bahía Blanca, el cual, según me- lo ha comunicado el Dr. A. Wetmore, se encuentra en la colección Sanford (Mus. Brooklyn, E. U.)» 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 109 V. — Accidentales. — Phalaropus fulicarius; Lobipes lobatus; Erola ferrugi- nea; Ereunetes pusillus; Aphriza virgata; Glottis nebularia. “VI. — No observadas más. — Mesoscolopaz boealis. Las siguientes especies no han sido señaladas aun en el territorio argentino, pero probablemente pueden existir: Squatarola squatarola (señalada en el Para- guay); Arenaria interpres morinella (señalada en Santa Catharina, Sureste del Brasil y en las Malvinas). Las pricipales indicaciones que se refieren a las fechas y a las localidades de la República Argentina y países limítrofes, registradas por algunos observadores, y relativas a las especies de los distintos grupos arriba mencionados, son las “siguientes (*): 1. Neoglottis melanoleuca (Gmelin). Nombre vulgar: Patas amarillas (en Tucumán y Buenos Aires); chorlo real (en Buenos Aires); pito, toy, chorlito (en Mendoza); chorlito, zarapita (en Chile). En la República Argentina y regiones limítrofes, esta especie ha sido señalada en las localidades siguientes : 1. Fortín Page, Pileomayo inferior (Septiembre 30, 1890 — G. Kerr). 2. Concepeión, provineia de Tucumán (Agosto 8 y 18, 1917 — J. Mogensen). 3. Laguna de Malvinas, provincia de Tucumán (Marzo 31, 1912 — L. Dinelli). 4. Tucumán (Marzo, 1912 — F. M. Rodríguez). 5. Coneepción del Uruguay, pro- vincia de Entre Ríos (observada todo el año, pero más común en Agosto, Sep- tiembre, Octubre y Noviembre, 1882 — W. B. Barrows). 6. Córdoba (desde Abril a Octubre, 1886 — F. Schulz). 7. Gruuanacache, provincia de Mendoza (Marzo, 1918 — R. Sanzinm). 8. Junín, provincia de Mendoza (Noviembre, 1911 — €. S. Reed). 9. Conchitas, provincia de Buenos Aires (llega a fines de Sep- tiembre o a los primeros días de Octubre, en pares, a veces sola o en pequeños erupos; generalmente emigra en Marzo, pero algunos quedan desde Abril hasta Agosto, 1868—W. H. Hudson). 10. Baradero, provincia de Buenos Aires (común en Abril, 1876 — H. Durnford). 11. Punta Lara, provincia de Buenos Aires (Junio 25, 1876 — H. Durnford). 12. Buenos Aires (Agosto, 1901 — A. Zotta). 13. Barracas al sur, provincia de Buenos Aires (Junio 5 y Noviembre 25, 1901 — S. Venturi). 14. Quilmes, provincia de Buenos Aires (Junio 4 y Julio 11, 1916 — D. Rodríguez). 15. Pacheco, provineia de Buenos Aires (Marzo 15, 1881 — E. W. White). 16. Ajó, este de la provincia de Buenos Aires (se han obtenido ejem- plares en Febrero 18, 1900; Febrero, Marzo y Junio 26, 1902; Noviembre 3, 1915. En una ocasión, a fines de Septiembre, 1918, ha sido vista en gran número cerca de la Bahía San Borombón, provincia de Buenos Aires — E. Gibson). 17. Los Ingleses, este de la provincia de Buenos Aires (Marzo 8 y 17, 1909 — C. H. B. Grant). 18. Linconia, este de la provincia de Buenos Aires (Abril 29, 1909; y observada también en los meses de invierno — C. H. B. Grant). 19. Isla de Martín García, Río de la Plata (Diciembre 5, 1916 — A. Pozzi). 20. Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires (Junio 3, 1886, también observada todo el año. — W. Withington). 21. Estancia del Espartillar, cerca de Ranchos, provincia de Buenos Aires (común todo el año; vista generalmente en pares, 1890-91 — A. H. Holland). 22. Azul, provincia de Buenos Aires (observada en buen número desde el 25 al 31 de Enero, 1882—W. B. Barrows). 23. Bahía Blanea, prov. de Buenos Aires (Febrero 8, 1882 — W. B. Barrows). 24. Puán, prov. Buenos Aires (Marzo 28, 1882 — W. B. Barrows). 25. Carhué, provincia de Buenos Aires (15 La mayor parte de estas indicaciones pertenecen a ejemplares existentes en colecciones particulares o en museos, y especialmente en el de Historia Natural de Buenos Aires. 110 EL HORNERO Vol. II (observada en la primera semana de Abril, 1882 — W. B. Barrows). 26. Río Co- lorado, norte de Patagonia (1884 — A. Doering). 27. Chubut, Patagonia, cerca de la península Valdés (Marzo 9, 1913 — A. Pozzi). 28. Magallanes (Almirantazgo Inglés — Mus. Brit.). 29. Bahía Orange, Tierra del Fuego (Noviembre 18, 1882;, Marzo 7, 1883; Octubre 22, 1883 — Miss. Seient. Cap Horn). Uruguay. — Colonia (Noviembre 21 — H. W. Harrison, Mus. Brit.). Santa Elena (aparece en otoño; obtenidos especímenes en Marzo 3 y Abril 3 y 5, 1892; Octubre 20, 1892 — A. O. Aplin). Montevideo, Canelones, Maldonado (J. Tremoleras). Paraguay. — W. Bertoni dice que esta especie es escasa y se observa sólo de vez en cuando en las márgenes de las lagunas (1898). Sureste del Brasil. — Iguapé, S. Sebastiño, Itapura, Río Paraná, Estado de: Sao Paulo (Mus. Paulista). Actualmente el ehorlo de patas amarillas es aun bastante común. Llega al Plata, generalmente a fines de Septiembre o en los primeros días de Octubre, solo: er pares o en bandaditas. Entre las varias especies que emigran de Norte América, es esta una de las más conocidas y que se puede observar en nuestra campaña durante todos los meses del año, aunque menos numerosos durante los de invierno. Es raro verlos en grandes bandadas y el señor E. Gibson sólo una vez ha tenido la. ocasión de observarlo en cantidades cerca de la costa de la bahía de San Bo- rombón. El mismo observador dice que es igualmente distribuído tanto en las lagu- nas de agua dulce, como en las de agua salada y en los cangrejales. No es raro verlo en compañía del Veoglottis flavipes; sin embargo, Gibson, navegando en una, ocasión (Noviembre 3, 1915) en un canal entre Ajó y Santo Domingo (provincia de Buenos Aires), vió en la primera mitad del viaje sólo individuos de esta especie, y observó que más adelante eran reemplazados por el Veoglottis flavipes. También Gibson confirma la observación de Hudson, respecto a la doble mi- gración del chorlo de patas amarillas, que se verifica en nuestro territorio. Ambos- naturalistas han comprobado que los individuos que nos han visitado durante el verano, al emigrar en Marzo, vienen reemplazados aunque en menor número, por otros que llegan del sur y vienen a invernar en las pampas, en donde se quedan desde Abril hasta Agosto. Los ejemplares obtenidos por Gibson en Ajó, durante Febrero y Marzo, eran muy gordos y probablemente estaban preparados para su viaje hacia las regiones. boreales. A En la mayoría de los especímenes observados el iris era pardo obscuro, el pico de este mismo color, pero más obscuro cerca de la base; los tarsos amarillo más o menos vivo y las uñas negras. 2. Neoglottis flavipes (Gmelin). Nombres vulgares: Sacha-pollito (en La Rioja); pito, toy, chorlito (en Mendoza); pata amarilla (en Tucumán); chiulí-chiulí (en Chile). En la República Argentina y regiones limítrofes, ha sido señalado en las. siguientes localidades : 1. Fortín Page, Pileomayo inferior (Septiembre 18, 1890 — G. Kerr). 2. Quinta, provincia de Jujuy (Noviembre, 1900 — E. Lónnberg). 3. Laguna de Mal- vinas, provincia de Tucumán (Marzo 24, 1902 — L. Dinelli). 4. La Rioja (E. Gia- comelli). 5. Córdoba (observado desde Abril a Octubre — F. Sehulz). 6. Esquina, provincia de Corrientes (Noviembre 14, 1909 — C. H. B. Grant). 7. San Rafael, provincia de Mendoza (Septiembre, 1912 — C. S. Reed). 8. Concepción del Uru- 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 111 guay, provineia de Entre Ríos (no observado en los meses de Mayo, Junio y Julio, 1880 — W. B. Barrows). 9. Paraná, provincia de Entre Ríos (G. Burmeister). 10. Belgrano, Buenos Aires (común en bandaditas, durante Octubre 1875 — H. Durnford). 11. Baradero, provincia de Buenos Aires (Abril, 1875; común y resi- dente, aunque observado en mayor número durante el verano — H. Durnford). 12. Conchitas, provincia de Buenos Aires (común todo el año, más escaso en Junio, Julio y Agosto, 1868 — W. H. Hudson). 13. Estancia Martín, Montes, provincia de Buenos Añes (Enero 1, 1897 — P. Neuman). 14. Barracas al Sur, provincia de Buenos Aires (Noviembre 14, 1898 y Enero 2, 1902 —— S. Venturi). 15. Isla Martín García, Río de la Plata (Diciembre 20, 1916 — A. Pozzi). 16. Ajó, provincia de Buenos Aires (Marzo 19, 1899 — E. Gibson). 17. Los Ingleses, provincia de Bue- nos Aires (Septiembre 11 y 29 y Noviembre 5, 1908; Febrero 7 y 9 y Diciembre 27, 1909; varios ejemplares jóvenes — C. H. B. Grant). 18. Estancia del Espartillar, provincia de Buenos Aires (común durante todo el año, pero más numeroso desde Octubre a Febrero, 1891 — A. H. Holland). 19. Azul, provincia de Buenos Aires (numeroso en Enero 28, 1881 — W. B. Barrows). 20. Chubut, Patagonia (común a la orilla de los ríos, 1876 — H. Durnford). 21. Península Valdés, Chubut, Pata- gonia (Marzo 9, 1913 — A. Pozzi). 22. Estrecho de Magallanes (Exped. U. $S. $. Albatross). Uruguay. — Montevideo, San José, Colonia, Canelones, Maldonado (J. Tre- moleras). Paraguay. — Santa Rosa (Agosto 14, 1909 — C. H. Grant). Sureste del Brasil. — lguapé, San Sebastiáo, Itapura, Río Paraná, Estado de Sao Paulo (Mus. Paulista). Brasil central. — Matto Grosso: Puerto Esperanea (Septiembre 25, 1909 — C. H. B. Grant). Esta especie es actualmente tan abundante como la anterior y como esta se encuentra en las pampas durante todo el año, siendo también más escasa durante el invierno. Es frecuente observarla, tanto sola o en pares, como en pequeñas bandadas. Al prineipio de la gran inundación del año 1913, Gibson no tuvo ocasión de obser- varla el 30 de Octubre de ese año, pero aleunos días más tarde dice que apareció en gran número cerea de Los Ingleses (provincia de Buenos Aires). En esta especie, el iris es pardo obscuro, el pico es a veces oliváceo obscuro cerca de la base y con la extremidad negra, o es enteramente negro. 112 EL HOENERO E Vol. II 3. Pisobia maculata (Vieillot) Nombre vulgar: Chorlito. Esta especie ha sido señalada en las siguientes localidades de la República Argentina y regiones limítrofes: 1. Fortín Page, Pileomayo inferior (Agosto, 18900 — G. Kerr). 2. Mo- reno, puna de Jujuy (Diciembre, 1901 — E. Lonnberg). 3. Concepción, prov. Tueunán (Enero 17 y 25, 1918 — J. Mogensen). 4. Córdoba (F. Schulz). 5. Valle de los Reartes, sierra de Córdoba (Mayo, 1918 — A. Castellanos). 5. Concepción del Uruguay, prov. de Entre Ríos (común todo el año, excepto desde la mitad de Noviembre a la mitad de Enero, 1884. A veces se ha visto en bandadas de 100 individuos. — W. B. Barrows). 6. Buenos Aires (obser- vada en Octubre, Diciembre, Enero, Febrero y Abril de 1876. Bastante común y usualmente en pares. — H. Dumnford). 7. Barracas al sur, Buenos Aires (Febrero 11, 1901. S. Venturi). 8. Buenos Aires, en los alrededores (Se- tiembre 1876. — H. Durnford). 9. Conehitas, prov. Buenos Aires. (llegan a fines de Agosto, solas o en bandaditas, 1868. — W. H. Hudson); (Febrero 22, 1915. — C. A. Marelli). 10. Ajó, Este provincia Buenos Aires (observada en pequeños erupos de media docena de individuos y solas, 1898. — E. Gibson). 11 Ajó, prov. Buenos Aires (Setiembre 11 y Marzo 19, 1908 — 1909; Enero 6, 1910 — C. H. B. Grant). 12. Estación A. Echevarría, F. C. Meridia- no V., prov. Buenos Aires (Abril, 1916 — A. Pozzi). 13 La Plata, prov. de Buenos Aires (Agosto 23, 1896.—L. Dinelli). 14. Quilmes, prov. Buenos Aires (Abril 28, 1916; Noviembre 10 y Diciembre 14, 1917. — D. Rodríguez). 15. Vergara, prov. Buenos Aires (Setiembre 14, 1917. — A. Pozzi). 16. Estancia del Espartillar, cerea de Ranchos, prov. Buenos Aires (Abril S, 1891; algo común desde Marzo a Agosto; en bandaditas de 40 a 50 individuos. — A. H. Bolland). 17. Carhué, prov. Buenos Aires (común en Marzo y Abril 1882. — W. B. Barrows). 18. Rosas, F'. C. S., provincia Buenos Aires (Enero 25, 1920; en bandaditas. — J. Daguerre). 19. Chubut, Patagonia (Noviembre 1876 ; co- mún. — H. Dunnford). 20. Puerto Deseado, Santa Cruz, Patagonia (Marzo— Mus. Brit.). Uruguay. — San José, Montevideo (J. Tremoleras); Colonia (Noviembre 21.—H. W. Harrison; Mus. Brit.); Santa Elena (Abril 4, 1890.—0. V. Aplin). Paraguay. — Médanos (Setiembre 16, 1909. — C. H. B. Grant). Poeo común en general, seeún W. Bertoni. Brasil. — Matto Grosso: Puerto Esperanza (Setiembre 25, 1909.—C. H. B. Grant); Estado de Sao Paulo: lguapé; San Sebastián (Mus. Paulista). Sur de Bolivia. — Caiza (Febrero 1896.—A. Borelli). Sur de Chile. — Cavanche (Mayo 1893.—Plate). Esta especie es bastante común en el Plata, en donde llega hacia el fin de Agosto o en los primeros días de Setiembre. Hudson, observó que entre los pri- meros en llegar, se encuentran también varios individuos jóvenes, en apariencia tan débiles, que cuesta creer que después de tan poco tiempo de haber nacido, hayan podido llevar a cabo tam largo viaje, desde el extremo norte del continen- te americano hasta las pampas de Buenos Aires. El mismo autor dice que ésta especie se diferencia de las otras por sus hábitos solitarios; y que solo durante los meses más cálidos y cuando el agua empieza a escasear, suelen reunirse en bandadas de 200 a 300 individuos. Pero, según Gibson, esas reuniones no son muy frecuentes, y nunea tuvo él ocasión de observarlas en gran número en Ajó (Bue- 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 113 nos Aires). Con frecuencia esta especie se encuentra junto con Pisobia fuscicolús. En Tucumán, dice Dinelli, llegan en pequeñas bandadas y permanecen en esa provincia durante la época lluviosa del verano o en tiempo de los riegos. En esta especie, el color del iris es a veces amarillo claro, otras, pardo obs- curo; el pico amarillento en la base; los tarsos varian desde el verdoso amarillento pálido al oliváceo obseuro, y las uñas son negras. 4. Pisobia fuscicollis (Vieillot) Nombres vulgares. — Carachilla, Chorlito (en Buenos Aires); Chululúí (en el Paraguay). Señalada en la República Argentina y regiones limítrofes en las siguientes localidades: 1. Pilcomayo inferior (1890 — G. Kerr). 2. Esquina, prov. Co- rrientes (Noviembre 14, 1909 — C. H. B. Grant). 3. Mocovi, Chaco Austral (Enero 13 y 18, 1904—$S. Venturi). 4. Río Paraná (Setiembre 15—Campbell, Mus. Brit.). 5. Córdoba (F. Sehulz). 6. Concepción del Uruguay, prov. Entre Ríos (observada durante casi todo el año; en bandadas de 100 individuos; con frecuencia junto con P. maculata. Más escasa también, desde mediado de No- viembre a mediados de Enero, 1882—W. B. Barrows). 7. Buenos Aires, (obser- vada desde Marzo a Mayo, 1890 — A. H. Holland). 8. Barracas al Sud, Buenos Aires (Noviembre 11, 1904 — P. Serié). 9. Barracas al Sud (Mayo 16, 1901; Setiembre 10, 1902; Setiembre 16 y 17, 1903 — S. Venturi). 10. Buenos Aires, (Abril y Octubre 1876 — A. Durnford). 11. Baradero, prov. Buenos Aires (común, en bandaditas durante el otoño, 1876 — H. Durnford). 12. Quilmes, prov. Buenos Aires (Noviembre 11, 1917 — D. Rodríguez). 13. La Plata, Bue- nos Aires (Abril 15, 1895; Octubre 11, 1896; Noviembre 12, 1896 — L. Dine- 111). 14. La Plata, Buenos Aires (Nov. 3, 1882 — E. W. White). 15. Conchitas, prov. Buenos Aires (en invierno, 1870 — W. H. Hudson). 16. Ajó, prov. Buenos Aires (en bandaditas desde fines de Octubre hasta mitad o fines de Mayo, 1881 — E. Gibson). 17. Ajó, Buenos Aires (Febrero 16, 1889; Marzo 15, 1902 — E. Gibson). 18. Ajó, Buenos Aires (Octubre 27, 1908 — C. H. B. Grant). 19. Cabo San Antonio, este provincia Buenos Aires (Diciembre 17, 1908 — C. H. B. Grant). 20. Los Ingleses, prov. Buenos Aires (Mayo 15, 1909; Enero 23, 1910; varios ejemplares jóvenes — C. H. B. Grant). 21. Ajó, Bue- ros Aires (Marzo 8 y 28, 1918 — A. Pozzi). 22. Estancia del Espartillar, cer- ca de Ranchos, prov. Buenos Aires (Abril 3, 1890; común desde Marzo hasta Agosto; llega generalmente a mitad de Marzo y algunos emigran a principio de Mayo; al parecer se ausentan y regresan a intervalos, 1890 — A. H. Ho- Hand). 23. Rosas, F. C. S., prov. Buenos Aires (Marzo 21, 1920; en banda- ditas J. Daguerre). 24. Carhué, prov. Buenos Aires (Marzo y Abril, 1883 — W. P. Barrows). 25. Chubut, Patagonia (Noviembre, 1876; residente en los valles de los ríos Sengel y Sengelen — H. Durnford). 26. Puerto Madryn, Chubut, Patagonia (Setiembre 12, 1916 — A. Pozzi). 27. San Julián, Santa Cruz, Patagonia (W. Burnett y Fity Roy — Mus. Brit.). 28. Palacke, Patago- nia occidental (Enero 18, 1898 — A. E. Colburn, Princeton Exped.). 29. Río Gallegos, Santa Cruz, Patagonia (Febrero 1902 —= R. Dabbene). 30. Río Gallegos, Patagonia (Noviembre 23, 1914 J. Mogensen). 31. Punta Arenas, sur Chile, Patagonia (Noviembre 7, 1882 — Miss. Scient. Cap Horn). 32. Peckett Harbour, sur Chile, estrechos de Magallanes (Enero — Dr. Coppin- ger; Mus. Brit.). 33. Useless Bay, Tierra del Fuego (Setiembre 17, 1904; Bahía San Sebastián, Tierra del Fuego; de Setiembre a Octubre, en gran- 114 EL HORNERO Vol. II des bandadas — Crawshay). 34. Punta Anegada, Tierra del Fuego (Enero 1895 — Plate). 35. Bahía Orange, Tierra del Fuego (Setiembre 9, 1882 — Miss. Scient. Cap Horn). 36. Bahía Buen Suceso, Tierra del Fuego (Octubre 30, 1882.—Miss. Scient. Cap Horn). 37. Penguín Rockery, isla de Los Esta- dos, Tierra del Fuego (Febrero 1882 — Vinciguerra). 38. Islas Malvinas (Abbot£,. Leconte — Mus. Brit.). 39. Islas Malvinas (Enero 1876. — Viaje del Challenger). 40. Bahía Francesa, islas Malvinas (Marzo 7, 1883.—Miss. Scient. Cap Horn). 41. Port Stanley, islas Malvinas (Octubre 18 y 21, 1915. — Brooks). 42. Port Darwin, islas Malvinas (1918.—Richard H. Wace; A. G. Bennett). Uruguay. — Maldonado (Noviembre 1827. — A. D”Orbigny); Colonia Junio — H. W. Harrison, Mus. Brit.) ; Punta Gorda (Diciembre 1, 1902.—J. Tre- moleras); Canelones (J. Tremoleras). Paraguay. — (W. Bertoni). Sureste Brasil. — Iguapé, Sáo Paulo, Estado de Sáo Paulo (Mus. Paulista). Esta especie es tal vez la más vastamente distribuida y es común en el extremo sur del territorio y en Chile. Gibson dice que es uno de los chorlos más. abundantes en el distrito de Ajó, en donde se encuentra en todas partes en pe- queños grupos y tanto en las lagunas de agua dulce, como en las de agua sa- lada y en los cangrejales. En los puntos en donde encuentran alimento en abun- dancia, suelen reunirse en bandadas muy numerosas, especialmente desde la mi- tad de Octubre hasta la mitad o fin de Marzo. Esta especie tiene el pico oliváceo con la extremidad negra, y a veces también todo negro; los tarsos y los dedos son igualmente variables en la colo- ración, siendo verdoso amarillentos, gris obscuro o de un oliva negruzco. Las uñas. son negras. 5. Pisobia Bairdi (Coues) Nombres vulgares: Chorlito; sacha pollito (en La Rioja). En la República Argentina y regiones limítrofes ha sido señalada en las si- guientes localidades: 1. Río Salí, prov. de Tucumán (en bandaditas durante el verano, cuando las lluvias inundan los eampos. — L. Dinelli). 2. Lago Helado, alt. 3.700 mets., pro- vincia de Catamarca (Diciembre 6, 1918. — J. Mogensen). 3. Gualfín, prov. de Catamarca (Setiembre 26, 1917 — J. Mogensen). 4. Antofagasta, prov. de Ca- tamarca, alt. 3.200 mts. (Diciembre 16, 1918 — J. Mogensen). 5. La Rioja (E. Giacomelli). 6. Córdoba (F. Sehulz). 7. Mendoza (G. Burmeister). 8. Pampas (Leybold). 9. Conchitas, prov. Buenos Aires (en Abril y Mayo — 1868; W. H. Eudson). 10. La Plata, prov. Buenos Aires (Noviembre 3, 1882; junto con P. fuscicollis — E. W. White). 11. Ajó, prov. Buenos Aires (Noviembre 28, 1908 y Diciembre 19, 1909. — C. H. B. Grant). 12. Río Coy, Patagonia occidental (Setiembre 30, 1898 — .J. B. Hatcher, Princeton Exped.). 13. Islas Malvinas (R. H. Wace). Uruguay. — El Sauce (Abril 3 y 4, 1890 — O. V. Aplín). Chile. — Canosa, Sayaca, Huasca (hasta fines de Mayo es común — A. Lane). Esta especie no es muy abundante y se encuentra de preferencia en la parte occidental del territorio y en la región montañosa. A veces ha sido vista en com- pañía del chorlo Canutus canutus. : El pico y los tarsos son negruzcos. 6. Tringa solitaria Wilson Nombres vulgaress Chorlo; dui-dui (en Buenos Aires y Tucumán; sacha 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 115 pollito chico (en La Rioja); chuulú (en Paraguay). En la República Argentina y regiones limítrofes ha sido señalada en la lo- calidades siguientes : 1. Fortín Page, Pileomayo inferior (Setiembre 13, 1890 — G. Kerr). 2. Orán, prov. Salta (G. Gerling). 3. Santa Ana, prov. Tucumán (Setiembre y Octubre — G. A. Baer). 4. Concepción, prov. Tucumán (Noviembre 14, 1917 — J. Mogensen). 5. Toro Muerto, prov. Tucumán (Noviembre 1, 1918 — J. Mogensen). 6. Río Salí y Calera, prov. Tucumán (L. Dinelli). 7. La Rioja (E. Giacomelli). 8. Córdoba (de Abril a Octubre — F. Sehulz). 9. Coneepeión del Uruguay, prov. Entre Ríos (en Agosto, Setiembre y Octubre; en grupos de 2 a 6 individuos. El 20 de Agosto, 1880, aparecieron ya algunos — W. B. Barrows). 10. Campana, prov. Buenos Aires (Diciembre 30, 1876 — H. Durnford). 11. Buenos Aires (en la primavera y en el verano, desde Octubre hasta Marzo 1876 — H. Durnford). 12. Corrales, Buenos Aires (Marzo 29, 1876 — Moser). 13. Buenos Aires (Octubre 1863 — Moser). 14. Barracas al Sur, Buenos Aires (Octubre 4, 1900; Enero 11, 1901; Marzo 23, 1902 — $. Venturi). 15. La Plata, prov. Buenos Aires (Noviembre 1894 — L. Dinelli). 16. Rosas, F. C. $S., prov. Buenos Aires (Diciembre 5, 1919 — J. Daguerre). 17. Azul, prov. Buenos Aires (Enero 25, 1881 — W. B. Barrows). 18. Estancia del Espartillar, cerea de Ranehos, prov. Buenos Aires (llega en Marzo y emigra en Junio; es común — A. H. Holland). Uruguay. — Colonia (Noviembre — H. W. Harrison; Mus. Brit.); Santa Elena (Enero y Abril 4, 1892; Noviembre 23, 1892 — O. V. Aplin); San José (J. Tremoleras). Sur de Bolivia. — Caiza (Febrero y Marzo 1896 — A. Borelli); Aguairenda (Noviembre 1895 — A. Borelli). Paraguay. — (W. Bertoni); Monte Alto (Agosto 25, 1909 — C. H. B. Grant); Riacho Ancho (Octubre 2 y 3, 1909; algunos jóvenes — C. H. B. Grant); Mburero (Diciembre 3, 1910 — F. Posner); Sapucay (Agosto 26, 1904 — W. Foster). Brasil. — Matto Grosso: Puerto Esperanza (Setiembre 25, 1909 — C. H. B. Grant); Río Mogy Guassú, Franca, Itapura, Estado de Sáo Paulo; Ourinho, estado de Paraná (Mus. Paulista). Esta especie, según Hudson, es de las últimas en llegar al Plata y tiene eos- tumbres aleo distintas de los otros chorlos, evitando los sitios abiertos de las lla- nuras húmedas y los márgenes fangosos de las lagunas, para retirarse en algu- nos lugares más abrigados y ocultos por pasto o por árboles; y en donde se en- cuentre algún espacio libre por el que pueda correr libremente. 7. Pluvialis dominicus dominicus (Miller) Nombres vulgares: Chorlo dorado, chorlo pampa (en Buenos Aires). En la República Argentina y en las regiones limítrofes, ha sido señalada en las localidades siguientes: 1. Moreno, puna de Jujuy (Diciembre 1, 1901 — E. Lonnberg). 2. Tucumán (observada raramente, de paso — L. Dinelli). 3. Moreno, prov. Buenos Aires (Febrero 6, 1876 — H. Dumnford). 4. Buenos Aires (común en los meses de Fe- brero y Marzo; algunos ejemplares cazados en el último mes estaban en muda de plumaje — 1876; H. Durnford). 5. Buenos Aires (observados algunos ejemplares con restos del plumaje nupcial, en la última semana de Agosto — 1870; W. H. tudson). 6. Punta Lara, este prov. Buenos Aires (común en Febrero 22, 1882 — E. W. White). 7. Buenos Aires (Febrero 1870 y Octubre 1890 — eolece. Mus. Nac. Buenos Aires). S. San Vicente, prov. Buenos Aires (Enero 5, 1902 — P. 116 EL HORNERO Vol. II Serié). 9. Barracas al sur, Buenos Aires (Octubre 25, 1898; Noviembre 14, 1901; Setiembre 10, 1904 — $. Venturi). 10. Ajó, este prov. Buenos Aires (Setiembre 10, 1899; Noviembre 10, 1899; Diciembre 1, 1901 — E. Gibson). 11. Ajó. (Enero 1, 1917 — A. Pozzi). 12. Cabo San Antonio, este prov. Buenos Aires (Diciembre 17, 1908 — C. H. B. Grant). 13. Tuyú, este prov. Buenos Aires (Diciembre 2, 1908 — C. H. B. Grant). 14. Los Ineleses, este prov. Buenos Aires (Enero 11, 1909 — C. H. B. Grant). 15. Rosas, F. C. $., prov. Buenos Aires (Febrero 1, 1920 — J. Daguerre). 16. Lomas de Zamora, prov. Buenos Aires (Febrero 1887 y algunas bandadas en el otoño — F. Withington). 17. Bahía Blanea y sierra de la Ven- tana, prov. Buenos Aires (desde el 8 de Febrero al 19 de Marzo 1887; en ban- dadas de 20 a 200 individuos — W. B. Barrows). Uruguay. — Santa Elena (Enero 31, Marzo 12, 1892; en bandaditas de 20 individuos — O. V. Aplin). San José (J. Tremoleras). Paraguay. — (En los campos fangosos y húmedos, en bandadas, sin abundar. Algunos con restos de plumaje nupcial — 1898; W. Bertoni). Sar de Bolivia. — Aguairenda y San Francisco (Noviembre 1895 — A. Borelli). Sureste Brasil. — Iguapé, Itapura, Ypiranga, estado de Sao Paulo (Mus. Panlista). El chorlo pampa es una de las primeras especies que llegan a nuestro terri- torio. Hacen su aparición generalmente en las últimas semanas de Agosto o en los primeros días de Setiembre, solos, por pares, o en pequeñas bandadas, y entre es- tos primeros en llegar, no es raro encontrar algunos individuos vistiendo aun casi enteramente el plumaje nupetal y varios con restos del mismo. Hudson dice que no acostumbran visitar regularmente las mismas localidades en cada estación y que pueden ser abundantes en un lugar un año, y raros o faltar enteramente en el mismo, el año siguiente. Su distribución en el territorio argentino parece limitada a la región de las pampas desde el sur de las provincias de Santa Fe y Córdoba al sur de la provincia Buenos Aires y especialmente en la parte oriental. Durante la primavera, prefie- ren las llanuras abiertas con poco pasto y en las que haya lagunas y pantanos; pero durante el verano, especialmente en Diciembre, cuando los campos están secos, parecen ser más comunes en los lugares en donde abunda una planta de la familia de las compuestas, el Sylibum marianum, cuyos frutos caídos al suelo, son comidos ávidamente por estas aves. También se alimentan de larvas de insectos que abundan en esa misma estación. Actualmente el número de chorlos pampas que llegan a nuestro territorio es bastante reducido en comparación con años anteriores. Ya no se ven las erandes - reuniones de estas aves, de las cuales habla Hudson y ni siquiera se observan las bandadas de 100 o 200. individuos citados más tarde por Gibson. Los datos que me han trasmitido algunos observadores, se refieren todos a pequeños grupos de 15 a 20 individuos; a pares, o individuos aislados, que se encuentran en varios puntos de nuestra campaña en los meses de verano. Recientemente. en el año transcurrido, el señor J. B. Daguerre, me comunicó que el chorlo pampa había aparecido en Las Rosas, F. C. 5S., provincia de Buenos Aires, a mediados de Di- ciembre y que en esos días, después de un aguacero, vió una bandada de 20 in- dividuos en un terreno arado. También vió grupos de dos a cinco individuos en las orillas de las lagunas y algunos ejemplares solos. Dice el mismo observador que desaparecieron de esa localidad antes de finalizar el mes de Enero del corriente año. Por lo general, temprano, a fines de Febrero o al principio de Marzo, empieza 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norle. América 117 la migración de retorno hacia el norte y mucho antes del fin de ese último mes, ya no queda ninguno en nuestros campos. “Una de las causas de la disminución de los individuos de esta especie de chorlo,, se debe atribuir a la caza persistente de que ha sido objeto, con motivo de su carne muy apreciada. Cuando recién llegan, después de su largo viaje desde las regiones árticas, están flacos; pero al poco tiempo de permanecer en la pampa se ponen muy gordos y entonces son muy buscados por los cazadores. Como es sabido, el chorlo pampa es una de las especies que van a invernar muy lejos, cerea de 8000 millas de sus lugares de reproducción, situados en los. terrenos estériles, más allá del círeulo ártico; y durante todo el tiempo que se encuentran entre nosotros, no deben ser muy numerosos más al norte del 32% o 33* paralelo sur. También, como ya he indicado, es una de les especies de chorlos que en sus migraciones cubre las más largas distancias de un sólo vuelo. El chorlo pampa emigra de las regiones árticas en Julio en euanto los pichones están en condiciones de volar y pueden buscarse por sí mismo el alimento; y los que se dirigen al sur del continente americano, se trasladan todos al Labrador en cuyos campos per- manecen unas semanas encontrando abundante alimento y engordando para pre- pararse para su largo viaje. De las costas del Labrador, las bandadas cruzan el golfo de San Lorenzo y se dirigen a la Nueva Escocia, punto de partida de su extraordinario vuelo sobre el océano, con rumbo a las costas de Sud América que son el objetivo de su viaje. Si el tiempo es favorable, estas aves pasan a lo largo de las Bermudas sin parar en ellas, y siguen directamente el vuelo hasta las gran- des Antillas y aún hasta la costa norte de Sud América, eubriendo así de un solo vuelo la distancia de 2400 millas que separa la Nueva Escocia de las tierras con- tinentales de la América del Sur. Muchas aves migratorias, viajan durante el día, otras sólo durante la noche, pero el chorlo pampa vuela de día y de noche sin descansar, y la distancia indicada es tal vez la mayor que cualquier otra ave puede recorrer en un simple vuelo. Aunque no se conozca exactamente el tiempo que in- vierte en recorrer ese trayecto, sin embargo, se supone que debe emplear en él cerca de 48 horas, volando a razón de unas 50 millas por hora. Los chorlos pampas que en sus migraciones hacia el hemisferio austral, toman la vía del Atlántico, están econ frecuencia expuestos a fuertes temporales que los obligan a busear refugio en las costas de los Estados Unidos; por cuyo motivo no es raro encontrar de vez en cuando, durante la época de las migraciones indi- viduos de esta especie en varios puntos de esas mismas costas. Pero, escribe Wells Cooke (1), a los individuos de la misma especie, que emigran de Alaska y van a invernar a las islas Hawai, no les queda siquiera este medio de salvación en caso de ser sorprendidos en su viaje sobre el océano por una fuerte tempestad. Desde lá costa americana hasta aquellas islas, casi en medio del Pacífico, hay también una distancia de cerea de dos mil millas, y en todo ese trayecto no existe un solo pié cuadrado de superficie sólida en donde las aves puedan plegar sus alas y bajar. Una vez que ellas se han lanzado en su vuelo sobre el océano, no les queda otro recurso que continuarlo hasta su destino o perecer. Y sin embargo, años tras años, tanto los chorlos pampas, como varias otras especies más pequeñas aún, en número considerable, vuelan en otoño desde Alaska hasta las islas Hawai en donde invernan y en la primavera vuelven a rehacer tan largo y peligroso viaje para ir a nidificar en los campos helados de Alaska. Por más prodigiosos que nos parezcan tales viajes, más sorprendente aún es la vacultad de orientación de estas aves para seguir directamente su rumbo hacia (1) Bird Migration, Bull. No. 185. U. S. Depart. Agricult., 1915. 118 EL HORNERO Vol. II aquellas islas, casi perdidas en la inmensidad del océano Pacífico. ¡De que pro- digio de resistencia y de energía nos dan prueba esos pequeños seres alados y cuán admirable es la fuerza que los guía en esos viajes, en los que el hombre mismo sin la ayuda de mapas y brújulas, sextantes y cronómetros, extraviaría seguramente el camino! En una de sus admirables publicaciones populares, el doctor Frank M. Cha- ponan (1), quien en sus viajes, y desde a bordo de buques, tuvo ocasión de observar el paso de aves migratorias, expresa así su admiración: «Ellas nos parecen tan pequeñas y débiles euando se ven volando arriba del océano, sobre el que tan valientemente se ham lanzado, que casi llegamos a dudar si sus pequeñas alas tendrán la fuerza suficiente para luchar contra sus tempestades. Y cuando se piensa en esos largos viajes sobre la inmensa uniformidad de las aguas, en donde nada existe que pueda señalarles el rumbo que han de seguir, nos parece aún más extraordinario que ellas puedan ser capaces de guiarse para continuar sobre la ruta que debe llevarlas a las tierras hacia las cuales se han dirigido.» En el easo de las migraciones del chorlo pampa, desde Alaska a las Hawai, efectuadas enteramente sobre las aguas del océano Pacífico, no parece posible aceptar la explicación acerca de las causas de las migraciones, indicada en la teoría expuesta en las páginas anteriores y según la cual, econ motivo del avance paulatino de los hielos hacia el Sur durante el período glacial, las aves eran for- zadas a retirarse en regiones más templadas del continente. Si las migraciones desde América a las islas Hawai, han tenido lugar por análogas causas o por otras cualesquiera, deben haber empezado en épocas geológicas muy anteriores al período glacial y cuando la parte del Pacífico al norte del Ecuador era oeupada por continentes o cadenas de islas que unían aquellas islas a Norte América. También debo observar que en los casos de migraciones efectuadas sobre un continente, se puede aceptar cierta hipótesis de algunos ornitólogos americanos, según la cual, en esos viajes, las ¡aves se guían en la ruta, siguiendo la dirección de las cadenas de montañas o el eurso de grandes ríos; pero en el caso de efectuarse la migración sobre vastas extensiones de aguas de los océanos y siguiendo una ruta situada a millares de millas de cualquier tierra, dicha hipótesis no es más admisible. En tales casos, el sentido de la visión, por desarrollado que sea, no puede ser de utilidad a las aves. Leverett M. Loomis (2), ha sugerido que en estas ocasiones, los fenómenos físicos, son los que sirven de guía a la aves. Sin exeluir en absoluto la posibilidad en parte de este hecho, no parece sin embargo suficiente en muchos casos. Se debe más bien aceptar la suposición de que existe en esos seres, como también en casi todos los demás, comprendido el hombre, y éste espe- cialmente al estado salvaje, un sexto sentido llamado de dirección, cuya localiza- ción es aún desconocida, y el que es latente en la mayor parte de los seres vi- vientes, pero más o menos desarrollado en unos que en otros, y ciertamente en grado altísimo y de un modo peculiar en las aves migratorias. Este sentido es el que las orienta en esos largos viajes y especialmente en aquellos efectuados sobre la uniforme superficie de las aguas de los mares y a grandísima distancia de las tierras. Es también probable que ese sentido de la dirección, sea más fuer- temente desarrollado en los individuos completamente adultos que en los jóvenes como lo hace suponer la observación de las bandadas cuando están viajando. A la vanguardia de estas, van generalmente machos adultos, los cuales tal vez ya habían hecho otras veces el mismo viaje, y ciertamente ellos son los que sirven de 1 (1) The travels of Birds. (2) Proceed, Calif. Academy of Sciences. Vol. 11, Pt. 11 No. 12, April 22, 1918, p. 30-31. 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 119 guía a los demás individuos que componen el grupo. Las repetidas notas de lla- mada que lanzan con frecuencia mientras están viajando, especialmente en la oscuridad de la noche, tienen evidentemente el objeto de mantener unidos a los individuos de la bandada a fin de que no se alejen y extravíen. Pero los que van a la cabeza del grupo guiando a los demás, no oyen otras notas de llamada y nada les puede señalar el camino, sino esa fuerza misteriosa que actuando en forma desconocida, los mantienen sobre la ruta que han de seguir hasta llegar a las regiones que son el objetivo de sus viajes. 8. Micropalama himantopus. (Bonaparte) Nombre vulgar: Chorlito. En la República Argentina y regiones limítrofes, ha sido señalada en las localidades siguientes: 1. Esquina, provincia de Corrientes (Noviembre 14, 1909 — C. H. B. Grant). 2. Belgrano, Buenos Aires (Agosto 7, 1877 — Moser). 3. Alrededores de Buenos Aires (Octubre, 1877 — Moser). 4. Ajó, provincia de Buenos Aires (Enero 30, 1902 y Diciembre 27, 1913; en bandadas en de 100 individuos — E. Gibson). 5. Los Ingleses, este provincia de Buenos Aires (Febrero 24, 1909 — C. H. B. Grant). Uruguay. — Colonia (Noviembre 24 H. W. Harrison; Mus. Brit.). Maldo- nado (J. Tremoleras). Esta especie es común en ciertas partes de la provincia de Buenos Aires y Grant dice que camina entre el agua hasta que le cubra el dorso. El iris es pardo oscuro; el pico negro; los tarsos y pies oliváceos; las uñas negras. 9. Bartramia longicauda (Bechstein) Nombres vulgares: Chorlo solo; batitú (en Buenos Aires); gordillo (en Tu- cumán); Tsehululú (en el Paraguay). El batitú ha sido señalado en los siguientes puntos de la República Argentina y regiones limítrofes : 1. Tucumán (de paso, en Abril y primeros de Mayo; siempre durante la noche —L. Dinelli). 2. La Rioja (de Febrero a Marzo — E. Giacomelli). 3. Córdoba (de Diciembre a Marzo — F. Schulz). 4. San Juan (J. Fontana). 5. Retamito y La Hullera, provincia de Mendoza (Abril, 1913 — C. S. Reed). 6. Concepción del Uruguay, prov. Entre Ríos (común en todas partes, desde Noviembre hasta Abril — 1879-80; W. B. Barrows). 7. Buenos Aires (común desde Diciembre hasta los primeros días de Abril — 1876; H. Durnford). 8. Baradero, prov. Buenos Aires (Abril 7, 1876 — H. Durnford). 9. Buenos Aires (Febrero, 1876 — Moser). 10. Estación Wilde, prov. Buenos Aires (Diciembre 30, 1900 — $. Venturi). 11. Barracas al sur, Buenos Aires (Diciembre 26, 1901 — S. Venturi). 12. Lomas de Zamora, prov. de Buenos Aires (abundante en otoño; en bandaditas de 5 a 20 individuos — 1888; F. Withington). 13. Estancia del Espartillar, cerca de Ranchos, prov. Buenos Aires (común desde Diciembre a Marzo; observado tam- bién en Octubre — 1980; A. H. Holland). 14. Poblet, provincia de Buenos Aires (Noviembre 20, 1915 — A. Pozzi). 15. La Plata, provincia de Buenos Aires (Fe- brero 15, 1920 — A. Pozzi). 16. Balcarce, prov. Buenos Aires (Abril 19, 1920 — A. Pozzi). 17. Las Rosas, F. C. $S., prov. de Buenos Aires (Enero 18, 1920—-J. B. Daguerre). 18. Pampas de la provincia de Buenos Aires (desde Setiembre a Marzo—1870; W. H. Hudson). 19. Raro en la parte sur de la gobernación de 120 EL HORNERO he Vol. 11 la Pampa, Río Colorado (1880; A. Doering). 20. Las Delicias, prov. de Entre Ríos (en la primavera, 1919; Báez). 21. Pereyra, prov. de Buenos Aires (Marzo: 20, 1916 — C. A. Marelli). Uruguay. — Colonia (Diciembre 5 — H. W. Harrison; Mus. Brit.); San- ta Elena (Enero; Febrero 28; Marzo 3, 1892 — O. V. Aplín); Porongos (No- viembre 17, 19, 1892; en bandaditas de 8 individuos — O. V. Aplin); Monte- video; Colonia (J. Tremoleras). Paraguay. — De paso, durante unos ocho días. (1898; W. Bertoni). Sur de Bolivia. — Tatarenda (Abril, 1902 — E. Lonnberg). Sureste Brasil. — Ypiranga, Iguapé, Itapurá, Estado de Sáo Paulo (Mus. Paulista). , Lo mismo que el chorlo dorado, también el batitú, se está haciendo de año en año siempre más escaso. En las pampas, empieza a llegar en Setiembre por pequeños grupos de 3 a 4 individuos y se distribuye vastamente sobre toda la región de nuestras llanuras, en las que prefiere los campos secos. Con fre- cuencia se le ve sólo o en pequeñas bandadas de 10 a 15 individuos. Cuando es: sorprendido, dice Hudson, prefiere esconderse antes que levantar el vuelo, y entonces corre rápidamente entre el pasto alto o se agacha como las becasinas. si el pasto es corto. A diferencia de los demás chorlos, se le ha visto posarse a veces sobre las ramas de los árboles. Este chorlo es muy voraz, y tanto Dinelli en Tueumán, como Báez en la provincia de Entre Ríos, están conformes en asegurar que en la época de las invasiones de langostas saltonas, se alimenta de estos insectos, comiendo una eran cantidad de los mismos. Su carne, generalmente muy apreciada, adquiere en esa circunstancia, un sabor desagradable. : Como el cholo pampa, también esta especie ha sido en todo tiempo ob- jeto de una activa caza, por euyo motivo se debe en parte la disminución de su número. El señor J. B. Daguerre, de Las Rosas, provincia de Buenos Aires, me comunica que el batitú suele aparecer en esa localidad en Octubre, permaneciendo hasta fines de Marzo; y que en algunos veranos su número es muy escaso» viéndose apenas algunos ejemplares aislados. En cambio en este último (1919-1920), fué más numeroso y observó en varias ocasiones bandaditas de 10 a 15 individuos. El viaje de retorno al norte, parece efectuarse por el N. NW. del territorio: y algunas bandadas suelen emigrar ya avanzada la estación, siendo frecuente observar todavía individuos en la segunda quincena de Abril, especialmente cuando, como en el presente año, el verano se ha prolongado más que de cos- tumbre, habiendo sido cazado en Balearce (prov. de Buenos Aires) el día 19 de ese mes. Pero por lo común a fines de Febrero y en Marzo tiene lugar la migración: de regreso al norte, y entonces, de día y de noche, por el espacio de algunas semanas, desde muy alto en el eielo, nos llegan continuamente como una des- pedida, las melancólicas notas de llamada que lanzan estas aves, cuando pasan volando para emprender nuevamente su largo viaje de regreso al extremo opuesto del continente, hacia sus hogares nativos, allá en las lejanas tierras árticas. 10. Calidris (1) canutus (Linnaeus) (1) El nombre Calidris debe substituir Tringa L. y Canutus Brehm. Cf. Obherholser, Auk., 1920, p. 452 L. 1920 R. Dabbené: Notas sobre los chorlos de Norte América 121 Nombre vulgar: Chorlo. Esta especie ha sido señalada en los siguientes puntos de la República Ar- gcntina y regiones limítrofes : 1. Barracas al sur, prov. Buenos Aires (Noviembre 1, 1901; Noviembre 8, 1904 — $S. Venturi). 2. Cabo San Antonio, este prov. Buenos Aires (Di- ciembre 19, 1908 — C. H. B. Grant). 3. Pereyra, prov. Buenos Aires (Febre- ro 22, 1916 — C. A. Marelli). 4. Cabo Espíritu Santo, Tierra del Fuego (Fe- brero, 1895 Plate). Sureste Brasil. — Iguapé, Estados de Sao Paulo (Museo Paulista). La distribución de esta especie en nuestro territorio, parece limitada a su parte oriental, especialmente sobre la costa atlántica desde la provincia de Buenos Aires hasta la Tierra del Fuego. Por este motivo existen pozas indi- caciones de localidades en las cuales ha sido señalada. Es menos común, sin embargo, que el batitú y a veces se le ve ¿junto con otros chorlos. Grant vió: ur grupo de 8 a 10 individuos en el Cabo Sam Antonio sobre la costa de la provincia de Buenos Aires, aleunos de los cuales estaban en muda, habiendo casi enteramente revestido el plumaje invernal. Otro especímen cazado cerca de Buenos Aires, el S de Noviembre de 1904, tiene las partes inferiores del euerpo muy salpicadas de rojizo claro. 11. Tryngites subruficollis (Vieillot) Nombre vulgar: Chorlo. Esta especie ha sido señalada en los siguientes puntos: 1. Córdoba (1886 — F. Sehulz). 2. Buenos Aires (observada en Abril y Mayo — 1870; W. H. Hudson). 3. Estación Plátanos, F. C. $S., prov. Buenos Aires (Marzo 28, 1916 — A. Pozzi). 4. Barracas al sur, prov. Buenos Aires (Diciembre 10, 1904 — $. Venturi). 5. Barracas al sur, prov. Buenos Aires (Junio 14, 1899 — $. Venturi). 6. Ajó, este prov. Buenos Aires (Marzo 8, 1902 — E. Gibson). 7. Moreno, oeste prov. Buenos Aires (Febrero 20, 1876 — H. Durnford). 8. Chascomús, provincia Buenos Afres (Marzo 5, 1866 —F. Schulz). 9. Misiones (F. M. Rodríguez). Uruguay. —: Montevideo (Gould). Esta especie llega a la Argentina por la vía del interior del continente, apa- reciendo generalmente en el mes de Octubre. Con frecuencia se vé en compañía de otros chorlos, especialmente del chorlo pampa. Parece también que la migra- ción de retorno hacia el norte, se efectúa más tarde que para otras especies, tal vez por que se extiende muy lejos hacia el sur del territorio. Seguramente las bandadas de 200 a 500 individuos que Hudson vió pasar por la provincia de Buenos Aires, en Abril y Mayo de 1868, venían del sur de la Patagonia y con- tinuaban su viaje hacia las regiones nórdicas. Hoy es mucho más escasa que en el tiempo en que ese naturalista hizo sus observaciones y sólo se ven pocos individuos en muestra campaña. 12. Crocethia (*) alba (Pallas) Nombre vulgar: Chorlito. Señalada en los siguientes puntos de la República Argentina y regiones limítrofes : (1) Reemplaza Calidvis. II. Cf. Stone, Auk., XXIX. No. 2. April 1912, p. 208 y Auk. XXXVII, 1920, p. 443. 122 EL HORNERO Vol. II 1. Misiones (Noviembre 30, 1902 — R. Dabbene). 2. San Vicente, prov. Buenos Aires (Enero 1, 1900 — $S. Venturi). 3. La Plata, prov. Buenos Aires Noviembre, 1896 — L. Dinelli). 4. Cabo San Antonio, este provincia Buenos Aires (Diciembre 19, 1908 — C. H. B. Grant). 5. Tuyú, Ajó, prov. Buenos Aires (Enero 12, 1910; en bandadas de 6 a 12 individuos-—C. H. B. Grant). 6. Tambo Point, Chubut, Patagonia (Diciembre 30, 1876; Enero 3, 1877 — H. Durnford). 7. Chubut, Patagonia (C. Burmeister). Sur Chile. — Cavanches (Mayo, 1893 — Plate). Uruguay. — Montevideo, Colonia, San José, Canelones, Maldonado (3. Tremoleras). Sureste” Brasil. — San Sebastián, Río Paraná, Itapurá, Estado Sáo Paulo (Mus. Paulista). Esta especie distribuída vastamente durante sus migraciones, sobre ambas ' hemisferios, oriental y occidental, ha sido observada generalmente sobre el lito- ral argentino. En ciertos años es relativamente común. 13. Limosa haemastica (Linnaeus) Nombre vulgar: Becasa (en Buenos Aires). Señalada en la República Argentina y regiones limítrofes en los puntos siguientes: 1. Río Salado, prov. Buenos Aires (Mayo y Julio 1867 — $S. Pozzi). 2. Bue- nos Aires (en las lagunas, desde Abril a Setiembre—1876; H. Durnford). 4. Buenos Aires (Octubre, 1890—Monguillot). 5. La Plata, prov. Buenos Aires (Noviersbre 10, 1882 — E. W. White). 6. Ajó, este provincia Buenos Aires (Julio 2, 1880; Diciembre 6, 1881, en bandadas — E. Gibson). 7. Los Ingle- ses, este, provincia Buenos Aires (Noviembre 1, 1908 — C. H. B. Grant). 8. Cabo San Antonio, este prov. Buenos Aires (Diciembre 20, 1908 — C. H. B. Grant). 9. Azul, sur prov. Buenos Aires (1883 — A. Dóering). 10. Estancia del Espartillar, cerca de Ranchos, prov. Buenos Aires (en bandadas, desde Julio a Agosto, después de fuertes lluvias — 1890; A. H. Holland). 11. Chubut, Pa- tagonia (Noviembre 13, 1876 — H. Durnford). 12. Puerto Deseado, Santa Cruz, Patagonia (Mayo — Mus. Brit.). 13. Estrecho de Magallanes (Noviembre 16 — Dr. Cunningham). 14. Useless Bay, Tierra del Fuego (en pequeñas bandadas de una docena de individuos, a fines del verano — 1904; Crawshay). 15. Islas Malvinas (Darwin; Mayo, 1860 — Cap. Abbott; Mare Harbour; Port Luis — Cap. Abbott; San Salvador Bay — Gray; R. Wace). Chile. — Calbuco (Diciembre, 1894 — Plate). Paraguay. — (De paso, en pequeñas bandadas de 10 a 12 individuos — 1898; W. Bertoni). Uruguay. — Montevideo, Canelones (J. Tremoleras). Sureste Brasil. — Ileuapé, Estado Sáo Paulo (Mus. Paulista). Esta hermosa especie de chorlo, era muy común en nuestra campaña aún hasta unos 20 años; después su número ha ido disminuyendo rápidamente cada año y actualmente se puede considerar como una de las especies menos comunes. La becasa nidifica en las regiones árticas, pero las rutas seguidas desde el norte de los Estados Unidos hasta la Argentina y desde este país al Texas, no son bien conocidas, no existiendo sino pocas indicaciones de localidades en las cuales hayan sido observadas (costa del Perú—Noviembre 9. 1883; Mac Farlane y otras sin fechas). Problablemente en el viaje hacia el sur, sigue la misma ruta del ehorlo pam- pa, trasladándose por medio de un simple vuelo sobre el océano, desde Nueva 1920 ?. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 123 Escocia hacia la costa norte de Sud América; pero desde este punto hasta el Paraguay o sureste del Brasil, no ha sido señalada. En el viaje de regreso al norte, debe efectuar el trayecto desde la Argentina hasta Texas, también de un solo vuelo. Varios observadores están de acuerdo en afirmar que esta especie se ha en- contrado con frecuncia en nuestro territorio en considerable número también durante los meses correspondientes al invierno del hemisferio austral y por eon- siguiente en una época en la que estas aves hubieran debido encontrarse nidi- ficando en las regiones boreales. Es muy curiosa la observación anotada por Gibson, de que en ciertos meses del verano (Enero y Febrero) faltaba comple- tamente en el distrito de Ajó, a pesar de ser abundante durante los demás meses del año. El mismo naturalista, tuvo ocasión de observar a mediados del in- vierno (2 de Julio de 1880) más de 1000 de estas becasas en la laguna Palenque de aquel distrito; y al prineipio del verano del año siguiente (6 Diciembre, 1881) varias bandadas de 150 a 200 individuos en esa misma localidad. En otros años, al contrario faltaban por completo en esa región. Durnford y Hudson, la observaron cerca de Buenos Aires desde Abril a Setiembre y el cap. Abbott, la vió en el mes de Mayo de 1860 en las Islas Malvinas. Como para otras especies, que sólo vienen a invernar en nuestro territorio, se puede explicar la permanencia durante todo el año de un número reducido de ejemplares, por el hecho de tratarse de individuos estériles o de otros que, dispersados por algún temporal en las regiones australes del territorio, cuando ya ha pasado la época de la migración hacia el norte, se quedan en nuestros campos durante el invierno. Pero es más difícil poder dar una explicacón sa- tisfactoria de la presencia, en esa estación, de bandadas de becasas, tan nume- rosas como la que Gibson vió en la laguna Palenque. Es probable que esta becasa no acostumbre, como otras especies de chorlos, invernar siempre en las mismas regiones de nuestro territorio, y por lo tanto ciertos años puede faltar com- pletamente en un punto, en donde otros años era numerosa. Y puede ser tam- bién que extendiéndose muy al sur, emigre para el norte más tarde que otros chorlos; pero todas esas cireunstancias no son suficientes para aclarar el motivo por el que ha sido observada tan frecuentemente y en tan grandes cantidades, durante todos los meses de nuestro invierno. A causa de su actual escasez, en cualquiera estación del año, resultará muy difícil ahora poder investigar esas causas, así como averiguar la ruta, hasta hoy desconocida, que esta especie sigue en su viaje de regreso a las regiones nórdicas. 14. Steganopus tricolor Vicillot Este especie ha sido señalada en las localidades siguientes: 1. Cumbres Calchaquíes, prov. Tueumán, alt. 4600 mtrs. (Octubre, 1900 — L Dinelli). 2. Pampas (Mus. Brit.). 3. Mendoza (Leybold; Mus. Brit.). 4. Pro- vincia de Buenos Aires (Febrero, 1876 — H. Durnford). 5. Barracas al sur, prov. Buenos Aires (Octubre 7, 1901; Setiembre 13, 1902 — $S. Venturi). 6. Chubut, Patagonia (Noviembre 1876 — H. Durnford). 7. Misiones (Noviembre 1900 — R. Dabbene). 8. Malvinas (Mus. Brit.; R. H. Wace). Bolivia. — Alto Paraguay (Octubre 15, 1909. — C. H. B. Grant). Paraguay. — (1898 — W. Bertoni). Durnford encontró esta especie en el valle del Río Chubut, en donde habita las lagunas adyacentes. Es uno de los chorlos poco comunes en nuestro territorio y se ve con frecuencia sobre la costa atlántica. 124 EL HORNERO Vol. 11 Esta especie tiene el pico negro, las patas y dedos amarillo ocre obscuro. 15. Actitis macularia (Limn.) Los límites meridionales de su distribución en invierno, parecen alcanzar más hacia al sur de lo que hasta ahora se conocían, pues ha sido señalada en el norte de la República Argentina, en el sur de Bolivia y sureste del Brasil en las localidades siguientse: : 1. Concepción, provincia Tucumán, NW. Argentina (Marzo 4, 1918 — J.. Mogensen). Sur de Bolivia. — San Francisco (Diciembre, 1895 — A. Borelli). Sureste Brasil. — Iguapé, Estado de Sáo Paulo (Mus. Paulista). El señor J. Mogensen consiguió varios ejemplares de este chorlo, en la pro- vincia de Tucumán, y ésta es la primera vez que ha sido señalado en nuestro: territorio. (1) 16. Charadrius semipalmatus Bonaparte Esta especie vastamente distribuída durante sus migraciones, ha sido se- ñalada sobre ambas eostas de la parte austral del contienente americano y en el interior del mismo. Las únicas citaciones en la República Argentina, son las siguientes: 1. Puerto Deseado, Santa Cruz, Patagonia (Marzo — H. W. Harrison; Mus. Brit.). 2. Moreno, Puma de Jujuy, NW. Argentina (en pequeñas bandaditas de 10 individuos. Se alimenta con insectos; Diciembre 1901 — E. Lonnberg). Chile. — Punta Teatina y Calbuco (Noviembre, 1893 — Plate). Sureste Brasil. — Santa Catherina (Agosto 4 — Mus. Brit.); Litoral del Estado de Sao Paulo (Mus. Paulista). 17. Phaeopus hudsonicus (Lathan) Nombre vulgar: Perdiz del mar (en Chile). Esta especie que emigra especialmente sobre la costa occidental de Sud América ha sido señalada sólo una vez en el extremo sur del territorio argentino, en: Cabo San Sebastián, este de la Tierra del Fuego, (Febrero 5, 1896 — C. Backhausen; colecc. Mus. Nac. Hist. Nat. Buenos Aires). Chile. — Taleahuano (Setiembre — Coppinger); Arauco (Agosto 18, 1889 — A. Lane); Viña del Mar (Noviembre — A. Lane); Chiloé (Darwin); Concon (Febrero; 1916 — C. S. Reed); Chile (Plate). 18. Phalaropus fulicarius (Linmn.) Los pnntos conocidos de la residencia invernal de esta especie, en lo que se refiere a Sud América, son muy pocos. Sharpe (Cat. Birds B. Mus.. XXIV), cita las siguientes: Chile — Coquimbo (Noviembre — A. H. Markham; Mus. Brit.); Chile sin (1) Otro ejemplar de esta especie y uno también de la anterior, han sido obtenidos recien- temente por el Dr. A. Wetmore en el Cabo San Antonio (Buenos Aires). 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 125. localidad (Diciembre 5 — R. A. Philippi; Mus. Brit.); Chile (sin localidad y fecha — J. G. Fanshauve; A. H. Markham). Argentina (sin localidad y fecha — ceolecc. Seebobhm; Mus. Brit.). - El Museo Nacional de Historia de Buenos Aires, posee un ejemplar de esta especie, cazado en la provinca de Buenos Aires el 12 de Agosto de 1879 por el preparador Moser. La citación: Falkland, para esta especie, no parece haber sido comprobada y los ejemplares obtenidos por Plate, proceden de Chile. 19. Lobipes lobatus (Linn.) Como en la especie precedente, también para ésta, son muy pocos los puntos de la América del Sur en los que ha sido señalada durante su residencia inver- nal y los únicos que se conocen son: Perú. — Tumbez (Enero 28 — Taezanowski); Chorrillos (sin localidad — Berlepsech y Stolzmamn). Argentina. — Chaco (Marzo 1899 — Colecec. Mus. Nac. Hist. Nat. Buenos Aires); Patagonia (sin localidad — Colecc. Mus. Nac. Hist. Nat. Buenos Aires). Probablemente esta esperie y el Phalaropus fulicarius invernan sobre los océa- nos, alimentándose con pequeños lanimales marinos y durmiendo sobre la su- perficie del agua. Tanto estas dos especies como el Steganopus tricolor, tienen una membrana que contorna cada dedo como un feston, por euyo motivo pueden nadar y zambullir con facilidad. La última especie, sin embargo, prefiere las aguas dulees de las lagunas, mientras que las otras dos frecuentan las aguas saladas de los mares. 20. Erolia ferruginea (Brinnich) Esta especie cuya distribución en sus migraciones es vastísima, ha sido se- ñalada una sola vez sobre la costa este de Patagonia (Argentina) (W. Burnett y Fitz Rosy, Mus. Brif.). 21. Ereunetes pusillus (Linn.) El único punto en donde esta especie ha sido señalada en la República Ar- gentina es el valle del Río Chubut, Patagonia (Marzo 1876 — H. Durnford; 22. Aphriza virgata (Gmelin) Esta especie emigra en invierno sobre la costa occidental de Sud América, habiendo sido señalada en Chile y en el Estrecho de Magallanes. Chile central (Landbeck) ; Chile (sin localidad y fecha—T. Bridges—Mus. Brit.) ; Van Islands, Estrecho de Magallanes (Febrero 13, 1879 — Dr. Coppinger; Mus. Brit.). 23. Glottis nebularia (Gunnerus) Esta especie que tiene sus lugares de reproducción en las regiones árticas del hemisferio oriental, visita accidentalmente durante sus migraciones las costas del continente americano y ha sido señalada en Buenos Aires (Seebohm). 24. Mesoscolopax borealis (Forster) Actualmente esta hermosa especie de chorlo, puede considerarse como habiendo «dlesaparecido completamente de nuestros campos y hasta se puede añadir que pronto 126 EL HORNERO Vol. II ya no formará parte de la actual avifauna. Desde más de diez años, en lo que se: refiere a las provincias del Plata, tanto los cazadores, como los colectores, no han tenido mas ocasión de observarlo, ni yo he tenido noticias de que haya sido se- ñalado en cualquier otro punto del territorio argentino. Sin embargo, era aun abundante hace unos cuarenta años, durante los meses más cálidos del verano. Habitaba de preferencia las llanuras abiertas, secas y sin vegetación y general- mente andaba en compañía del chorlo pampa u otros chorlos. Barrows, dice que en Concepción del Uruguay, acostumbraba hacer su aparición en los primeros días. de Setiembre, en grandes bandadas, quedándose allí hasta la mitad de Octubre. ESG O EZZA Zona de cria 3] Residencia invernal Rules principales de MIZración Fig. 2. — Distribución y ruta de migración del chorlo Mesesco- lopax borealis. (DE W. W. CookE). El mismo observador añade que en la provincia de Buenos Aires lo ha visto easi diariamente en el trayecto entre el Azul y Bahía Blanca, hasta tarde en Febrero junto con el ehorlo pampa y el batitú, desapareciendo en los primeros días de Marzo. Durnford, también lo observó en el Chubut, en donde obtuvo ejemplares ; y en 1877 desde el 8 al 10 de Octubre vió grandes bandadas volando hacia el sur; lo que hace suponer que esta especie se extendía mucho más hacia la parte austral deu nuéstro territorio que el chorlo pampa y el batitú. Esto parece ser eonfirmado por las observaciones del cap. Abbott y del cap. Lacke, quienes obtuvieron ejem- plares de esta ave en las Islas Malvinas en el año 1860. 1920 R. Dabbene: Notas sobre los chorlos de Norte América 127 Desde entonces se ha hecho de año en año siempre más raro y en la parte este de la provincia de Buenos Aires, dice Gibson, que en 1880, ya aparecía solo ocasionalmente e irregularmente por corto tiempo en el verano ya avanzado o a principio de otoño. Los últimos ejemplares que dicho observador, tuvo ocasión de ver en el distrito de Ajó, fué el 13 de Febrero de 1899, en cuyas fechas observó unos veinte o treinta individuos, juntos con chorlos pampa, cerca de Linconia, los que desaparecieron de esa localidad el 20 del mismo mes. Más tarde (8 de Abril de 1901), la señorita M. A. Runnacles» vió una pequeña bandada en el misn:o punto y solo durante unos pocos días, habiendo más tarde (el 16 del mismo mes) notado algunas más en la laguna de Palenque a poca distancia de Los Ingleses. Estos, dice Gibson, han sido tal vez los últimos ejemplares de esta especie que visitaron el distrito de Ajó. Probablemente también deben haber sido los últimos que han emigrado a nuestro territorio, pues esta especie es actualmente casi des- conocida entre los cazadores y la gente del campo. Entre pocos años, este chorlo no existirá ya en ninguna parte, porque la especie está en vías de rápida extinción. A este respecto y sobre las causas de su desaparición, reproduciré aquí lo que ha dicho el gran historiador de las migracio- nes de las aves, Mr. Wells W. Cooke (1). «Un tiempo esta especie ha sido exce- sivamente abundante. Todos los escritores, desde Cartwright en 1770 a Coues en 1860, atestiguan del número enorme de estas aves que se veían en las costas del La- brador, durante la migración de otoño. Packard en 1860, cita una banda de una milla de longitud por otra de ancho. Este chorlo tenía una ruta de migración elíptica como el chorlo pampa. Nidi- ficaba en los terrenos estériles del Canadá, desde donde se trasladaba al La- brador y Nueva Escocia, y después directamente a través del Atlántico por medio de un simple vuelo de más de 2000 millas, a las Antillas Me- nores o a la costa de Sud América, para dirigirse luego sobre el continente a su residencia invernal en las llanuras argentinas. Cuando empezaba la primavera en el hemisferio boreal, abandonaba las pampas y al través del continente americano se dirigía al norte; siguiendo por el Texas y el valle del Misisipi la ruta que lo conducía a sus lugares de reproducción. Continuó siendo abundante hasta los años 1870 a 1880 y entonces en cer- ex de diez años la especie casi se extinguió. Algunas de las causas de esta disminu- ción deben probablemente atribuirse al hecho de que durante esos años, la mayor parte del valle del Misisipi'a través de la que ese ehorlo emigraba al norte, ha sido muy cultivada. Pero el factor más importante ha sido el cambio habido en su re- sidencia invernal en las pampas argentinas en las que quedaba casi la mitad del año. Estas llanuras que en su mayor parte eran antes tierras de pastoreo, se han convertido en inmensos campos de trigo y estos chorlos ham sido desterrados.» Más recientemente Myron H. Swenk, se ocupó también de la desapari- ción de estas aves, en un artículo (2) publicado en el Smithsonian Report de los años 1915-16, pág. 325-340; del que reproduzco aquí el resumen aparecido en The Ibis, vol. V. No. 4, p. 630, Octubre 1917: «Al parecer el Eskimo Curlew está destinado a seguir la misma suerte que la paloma migratoria y la gran alca, desapareciendo enteramente de nuestra avifauna actual. Deserito por primera vez por Foster en 1772, sobre ejemplares procedentes de la Bahía de Hud- son, este chorlo se reproduce en los terrenos estériles del Mackenzie en las regio- (1) The migration and recent History of the Eskimo Curlew. Science, N. S., XXX, No. 780. p. 856. Descember 10, 1909, Report of Proced. Biolog. Society of Washington. (2) The Eskimo Curlew and its disappearance. 128 EL HORNERO Vol. II nes árticas de Norte América, y sigue una ruta particular en sus migraciones a la ida y retorno de la Argentina, su residencia invernal...... Durante los últimos años, el Eskimo Curlew, el que en la primavera llegaba en inmensas bandadas a las praderas de los Estados centrales, se ha vuelto siem- pre más raro. El último observado en Kansas fué en 1902 y en: Wisconsin en 1899, mientras que en Nebraska, donde escribe Mr. Swenk, ha sido observada una ban- dadita de seis o siete en 1913 y luego un ejemplar solitario ha sido obtenido el 17 de Abril de 1915. Esta ave es probablemente no del todo extinguida, pero está en una rápida vía de extinción y sin duda lo estará de aquí pocos años.» La especie ha sido señalada en los siguientes puntos de la República Argen- tina y regiones limítrofes: 1. Concepción del Uruguay, prov. Entre Ríos (Setiembre 9, 1880, en grandes bandadas; quedando hasta después de la mitad de Octubre — W. B. Barrows). 2. Río Salado, prov. Buenos Aires (Febrero 1867 — $S. Pozzi; Mus. Nac. Hist. Nat. Buenos Aires). 3. Linconia, cerca Ajó, este, prov. Buenos Aires (Febrero 13, 1899, en bandadas de 20 a 30 individuos; desaparecieron de esa localidad el 20 del mis- _mo mes — E. Gibson). 4. Linconia, prov. Buenos Aires (Abril 8, 1901 — M. A. Runnacles). 5. Palenque, cerea Ajó, prov. Buenos Aires (Abril 16, 1901 — M. A. Runnacles). 6. Entre Azul y Bahía Blanca, prov. Buenos Aires (Febrero 1882, desaparecieron de esa región hacia el 1. de Marzo 1882 — W. B. Barrows). 7. Chubut, Patagonia (del 8 al 10 de Octubre 1877. en bandadas — H. Durnford). 8. Islas Malvinas (Cap. Pack y cap. Abbott, 1860). Uruguay — Montevideo y Colonia (J. Tremoleras). Paraguay — (Bertoni, 1898, de paso, en los campos limpios y secos); (Oectu- bre 9—Alam Prel, Mus. Brit.). Las siguientes especies no han sido señaladas aún en la República Argentina, pero es probable que ocasionalmente también visiten su territorio durante las migraciones. 1. Arenaria interpres morinella (Linnaeus). Señalada en las Malvinas por R. Wace; en la isla de los Pájaros, frente a Coquimbo, Chile (Octubre 1893, Plate), y en Sureste Brasil, Santa Catharina y Río Janeiro. 2.Squatarola squatarola (Linnaeus). Señalada en el Paraguay por W. Ber- tond y en la isla de Sáo Sebastiáo, estado de Sao Paulo, (Mus. Paulista). 1920 129 SOBRE RECOLECCIÓN DE NIDOS Y HUEVOS DE AVES POR PEDRO SERIÉ Los nidos y huevos de las aves constituyen un complemento necesario en las colecciones ornitológicas y de gran valor para facilitar el conocimiento de la biología de estos auxiliares alados. Habiendo aun muchas especies de aves argentinas cuya nidificación no se conoce, los coleccionistas y aficionados tienen un amplio campo de acción que les ofrece la oportunidad de hallar novedades de gran interés para la orni- tología. El ambiente de las aves. — Aunque susceptible de aleuna adaptación a nuevos lugares y al uso de materiales distintos de los habituales, por lo gene- ral, cada especie de ave, nidifica dentro de una forma casi invariable, en sitios similares y con idénticos elementos. Las arborícolas elegirán con preferencia ciertas plantas, la forma, disposición y orientación de la rama, y hasta la dis- tancia del suelo. Así, que para tener algún éxito en la recolección de nidos o en la simple observación de las costumbres de las aves, es indispensable eónocer “algo del ambiente en que viven y de sus hábitos de nidificación. Para las es- pecies comunes y abundantes, esto resultará fácil: se buscarán, naturalmente, los nidos de lechuzas en pleno campo, en cuevas, sea en las de vizcacha o sea en las que hacen las mismas; los de teros, perdices, cachirlas y pechos colora- dos en el suelo; los de chorlos, becasinas, gallaretas y patos, en los bañados, pajonales y lagunas; al nivel del agua los de las nidífugas y suspendidos los de las nidícolas (federal, siete colores, siete cuchillas, ete.); y en los árboles la mayor parte. Ciertas especies nidificarán en el interior del tronco, otras en la copa, o sobre las ramas, gruesas o delegadas, y también colgando el nido como los boyeros. Pero las dificultades empezarán tratándose de especies poco comunes, o de las que tienen el hábito de oeultar su nido. Hay también las que lo cons- truyen en lugares poeo accesibles; a gran altura, en la cima de los árboles elevados o en barrancas y rocas abruptas, o sitios desiertos, como las rapaces, loros -y aves marinas, evitando así la asechanza enemiga y una posible des- trucción. Es muy conocida la asombrosa habilidad desplegada por las especies que acostumbran ocultar su nido o disfrazarlo con elementos naturales que no lla- imán absolutamente la atención, cual un verdadero mimetismo. ¿Quién no recuerda, en este sentido, la dificultad de descubrir el nido del pecho colorado, oculto en el pasto, aunque la hembra empollando haya salido a nuestros pies? ¿el de la cachirla depositado en campo limpio en el hueco de la pisada del ganado? ¿o del churrinche encima de una rama, simulan- 130 EL HORNERO Vol. II do perfectamente una nudosidad, recubierta de liquen o de corteza: extraída del mismo árbol? Además, la astucia de ciertas aves se opone eficaz- mente al hallazgo de sus nidos, siendo muy popular, entre otras, la maniobra del teru tero, el que al divisar un extraño, presunto enemigo, se alborota en vuelos de desafío y con gritos estridentes trata de desviar la atención hacia una: dirección opuesta a la de su nido. Esta misma táctica, la observan también otras aves de los bosques, especialmente si tienen pichones, los que defienden siempre con energía, de acuerdo con su índole, su tamaño, y sus elementos de: defensa. En cambio, otras, tímidas, se alejan al sentir ruidos o vecindades. sospechosas y no reaparecen sino después de pasado todo peligro, y el colec- cionista se verá en apuro para poder identificar al propietario del nido. Pero, no todas las aves tratan de ocultar su nido, habiendo numerosas: excepciones, entre las cuales algunas muy conocidas, y cuya causa no es fácil explicar. Además de la golondrina, que nidifica debajo de los techos, hasta en el interior de las habitaciones, tenemos aquí a nuestro hornero que elige los. sitios más visibles v despejados, sobre postes telegráficos y de alambrados, eor- nizas, árboles ralos, en ramas aisladas y con frecuencia de poca altura, en si- tios frecuentados, caminos y eercos; varios dendrocoláptidos, como el leñatero que acumula innecesariamente abultados haces de leña, visibles desde varias cuadras (si bien el exterior cubierto con ramas espinosas entrelazadas como para defenderse de los enemigos); los gorriones y benteveos con sus enormes y poco disimulados bultos de paja, pasto, plumas y lana; hasta el mismo pieaflor: que, cuando no nidifica en el interior o debajo del alero de un rancho, lo hace debajo de una tupida enredadera (madreselva u otra), pero en la parte más. desprovista de ramas, como para poder evolucionar libremente en sus rapidí- simos vuelos; o el pequeño formicárido (Thammophilus ruficapillus) que elige confiadamente (como el pequeño tiránido Myiobius naevius) la rama más baja y aislada de un sauce. Y así de muchas otras especies. El coleccionista, o el simple observador de las costumbres de las aves, deberá, pues, para tener éxito, poseer algunas nociones sobre el ambiente que frecuentan éstas y sus hábitos de nidificación. Recolección de nidos. — Al descubrir un nido, útil para colección,. es decir conteniendo huevos (pues si tuviera pichones, sería una crueldad inútil su extracción, y debería ser recogido más tarde, una vez abandonado), antes de removerlo habrá que asegurarse de la identidad de sus ocupantes o: de sus constructores, los que pueden ser distintos. Este dato es muy impor- tante, dado que, sin la completa certeza en la identidad de las especies los. nidos y huevos carecen de valor científico, por lo que, tratándose de nidos des- conocidos será conveniente capturar también a los autores. Para reconocerlos a simple vista, aun teniendo algunos conocimientos ornitológicos, se tropezará a veces con dificultades, sea que los ocupantes del nido se hayan alejado o escondido y no vuelvan mientras adviertan una presencia extraña, sea que aparezcan cerca del nido, como simples curiosos, pájaros agenos al mismo; o también, que se trate de intrusos que hayan puesto en un nido abandonado, o expulsado a los legítimos dueños. En este caso, se complicará el problema, y puede resultar difícil estable- cer quiénes fueron los constructores. Tratándose de nidos conocidos, como el del hornero, que es adoptado por una cantidad de aves (gorrión, golondrina, mixto, matadura—Machetornis, y otras) no habrá dudas; pero en el easo del nido del leñatero o el de aleunos dendrocoláptidos (Synallaxis), en los que anidan varias otras especies afines, y otras muy distintas (patos, cotorras), 1920 P. Serié: Sobre recolección de nidos y huevos 131 además de los que introducen modificaciones en la construcción primitiva, tan sólo la experiencia podrá guiar para reconocer a los primeros y legítimos autores. Por otra parte, el parasitismo comprobado en aleunas aves, cons- tituye otra dificultad que puede confundir al coleccionista. Fs muy conocido el hábito del tordo común (Molothrus bonariensis) que no nidifica ni cría sus pichones, sino que la hembra se limita a distribuir sus huevos en otros nidos, ya ocupados de aves, generalmente más pequeñas (chingolo, cachirla, ratona, piojito, ete.); pero los huevos de estos se distinguen fácilmente por la dife- rencia de tamaño y de coloración. En otros casos no ocurre así, (véase EL HORNERO, vol. I, págs. 185-187), pues tratándose de patos y gallaretas parece que reinara una complicada convivencia. Una vez establecida la identidad de los autores de un nido, o de los ocu- pantes adventicios, y antes de proceder a la extracción, se retirarán los huevos que serán guardados en tubos o cajitas (separados por nidadas), envueltos en algodón o papel, con un número correspondiente al nido. Después se ano- tarán todos los datos relativos a éste: orientación y ubicación, topografía del lugar (llanura, sierra, bosque, laguna, ete.); si está encima de una planta, el nombre de ésta, su distancia del troneo y del suelo, en rama simple o bifurcada, en paraje tupido o despejado, desierto o transitado, cerca de casas, caminos, ríos, ete. En los nidos ubicados en lagunas y pajonales, deberá constar tam- bién la clase de soportes (paja, juneo, arbusto), su altura sobre el agua, dis- taneia de la orilla, si están en colonias o aislados. Lo mismo para los que se hallen en las barrancas, praderas, ete. Otro dato interesante, si fuera posible, sería conocer el tiempo que dura la nidificación, la postura y la incubación. Después de llenar la cavidad de los nidos econ papel y algodón, se sa- carán, en lo posible, ¡unto con sus soportes naturales; ramas, pajas, Juneos o tierra, dejando para más tarde la clasificación del material que los compone y la recolección de los parásitos que puedan contener. Conservación. — Los elementos vesetales o animales empleados en la construcción de los nidos, suelen ser atacados y destruídos por insectos, que invaden también las demás coleceiones. Esto podrá evitarse sometiendo los nidos a fumigaciones, o al calor de una estufa o de un horno, que destruirá los parásitos. Pueden usarse vapores de azufre o de formol; o también ro- elarlos, mediante un vaporizador, con alguna solución de bicloruro de mereu- rio, arseniato de soda, u otra; o simplemente teniéndolos encerrados con abun- dante naftalina. Los que tengan poca consistencia, como los de aleunos pa- jaritos, los de rállidos v los de palomas, podrán consolidarse envolviéndolos con hilo fino o sumergiéndolos apenas en un baño, econ una débil solución de goma laca blanca y alcohol, o en la de cola de pescado diluída en agua; dejándolos secar completamente «antes de introducirlos en las colecciones. Pero el pro- cedimiento de solidificar los nidos, por medio de líquidos, tiene el ineonvenien- te de deteriorar algunos elementos de los mismos, como las plumas, y de al- terar su aspecto por el lustre que dejan. Para los nidos construídos en la tierra, o en la arena, aconsejan algunos as, tomar medidas y sacar croquis, o si es posible, moldes con veso coleceionis de las cavidades, las que serían reproducidas después e imitadas. En las colecciones, llevarán los nidos su etiqueta respectiva, con el nom- bre común y científico de la especie, la cantidad de huevos que contenían, la fecha y lugar de recolección, así como los demás datos anotados. Huevos. — Habrá que tener presente siempre que estos carecen de 132 EL HORNERO Vol. II valor científico, si no llevan datos del ave correspondiente, pues no hay modo seguro para clasificarlos. : Los huevos recogidos de los nidos y conservados provisoriamente en tubos o cajas, por nidadas, con una etiqueta que indicará el nombre de la especie y un número duplicado del nido, deberán ser después vaciados y limpiados con prolijidad antes de ingresar a las colecciones. Esta operación no ofrece mayor dificultad, sino para los de tamaño muy pequeño o para aquellos que han sido empollados y presentan el embrión ya desarrollado. Tratándose de huevos frescos, bastará una sola perforación circular en el cen- tro, lo más reducida, (fig. 1) de acuerdo con el volumen del ejemplar (la que podrá ser de unos einco milímetros de diámetro para el tamaño de un huevo de gallina), conservando así la forma de las extremidades, o polos. Para hacer la apertura en la cáscara, se emplean pequeñas mechas o taladros, de punta piriforme, o fresas rayadas longitudinalmente, (fig. 2) que se hacen girar entre los «dedos, dando a la perforación el ancho deseado. A falta de estos instrumentos puede usarse también una aguja o un clavo, haciendo en la punta de éste varias aristas con una lima fina. El huevo perforado será vaciado con cuidado, mediante unas pipetas de vidrio, soplando al interior, o aspirando gradualmente el contenido si es un huevo frágil y si se emplea una pipeta de ampolla. (fig. 1) Pero habrá que mezclar previamente la clara con la yema, revolviendo con una aguja, y despegando después la membrana interna (siempre que no se trate de huevos muy peque- ños), la que se desprenderá fácilmente llenando el huevo de agua por unos diez minutos, y sacudiéndolo, obturando con el dedo. Si hubiera muchos que va- ciar, se puede adaptar a la pipeta una goma con perilla, que facilitará mucho la operación. Después de extraída la membrana, se lavará interiormente varias veces con agua, introducida con la pipeta o con una jeringa. Los huevos empollados, con embrión, exigirán una apertura mayor, según los casos, y el empleo de una solución concentrada de soda o de potasa cáustica, que se dejará hasta el día siguiente, a fin de macerar y disolver el embrión. En los ejemplares de gran tamaño se hará una apertura en forma de opérculo, cortando con un bisturí un trozo de la cáscara, que será pegado des pués con goma y harina. Se conservarán las capas calcáreas características que presentan algunos huevos de palmípedas y para los de colores delicados será preferible no la- 1920 P. Serié: Sobre recolección de nidos y huevos 133 varlos exteriormente. Los de colores firmes, podrán ser lavados con unas 10 gotas de ácido clorhídrico en una cucharada de agua. Teniendo en cuenta que la luz altera los colores habrá que dejarlos secar a la sombra; así como las colecciones serán guardadas en cajas cerradas, con tapas de vidrio y resguardadas con cortinas obscuras. La etiqueta pegada en cada huevo, podrá llevar sea un simple número de orden, o sea el nombre de la especie respectiva. Pero, en general, y a fin de evitar un manoseo peligroso para los frágiles, es más conveniente indicar el nombre específico eneima de la caja que contiene cada nidada, y encima de la cáscara de cada huevo, con tinta china, el número correspondiente, el que así será más duradero que en la etiqueta. Los huevos de especies de aves cuyos nidos son de taza abierta y visible, podrán ser colocados en los mismos, pero no así en los que forman cámaras cubiertas, debiendo en este easo ser colocados en cajas al lado. Lo interesante siempre, sería tratar de formar grupos hiolóvicos comple- tos, es decir con el nido y los huevos, el macho, hembra y ¿jóvenes embai- samados. MISCELANEA ORNITOLOGICA I El pollo de la gallineta Porphyriops melanops (Vieill.). — El señor J. B. Daguerre, de Rosas, provincia de Buenos Aires, nos ha enviado la piel de un pichón de esta especie de vallineta, euyo plumaje no parece haber sido aun deserito. Pertenece a un individuo recién salido del huevo y está revestido enteramente de un plumón negro uniforme; los tarsos y dedos son de este mismo color, el pico es también negro, con fajas transversales de un ercma grisáceo y cerca de la extremidad de la maxila hay una pequeña mancha blanca. II Sobre distribución geográfica de algunas aves. — Varios ejemplares del halcón cola de tijera, Elanoides forficatus yetapú Vieill., han sido cazados en Marcos Paz al oeste de la provincia de Buenos Aires, durante los meses de 134 EL HORNERO Vol. IL verano. Este es el punto más austral hasta ahora señalado para la especie, la que está distribuída sobre la mayor parte del continente americano. La palomita, Scardafella brasiliensis Beebe ( = squamosa auct.) ha sido señalada en Agaray guazú, norte del Paraguay en Abril del corriente año, por el señor A. de W. Bertoni. La especie es nueva para la avifauna paraguaya. TIT El huevo de la perdiz Tinamotis ingoufi Oust. — El señor Hans Miller de San Julián, Santa Cruz, Patagonia, nos ha enviado un huevo de esta especie de perdiz, cuya área de distribución parece cireunseripta a la parte más austral de Sud América. Aunque cl señor Miller y otros viajeros hayan asegurado que esta perdiz no es rara en el territorio de Santa Cruz, sin embargo existen muy pocos ejemplares en las colecciones de los Museos y el huevo no ha sido aún descrito. La cáscara es lisa y lustrosa, de un color aceitunado claro (Dark- olive buff; lam. XL, Rideway, Color Standards and Nomenclature) y está sem- brada de pequeñas eranulaciones calcáreas de color blaneuzeo. La forma del huevo es elíptica y mide 54 x 41 milímetros. IV Sobre nidificación del flamenco, Phoenicopterus chilensis Mol. — Como es sabido, los flamencos nidifican en colonias y cada pareja construye en las lagunas un nido: de barro en forma de cono trunco, el que sobresale unos 35 centímetros sobre el nivel del agua, teniendo en la parte superior una pequeña concavidad en la que la hembra deposita los huevos. La fotografía adjunta, tomada cerca de San Julián, Santa Cruz, Patagonia, por el señor Hans Miller, representa un terreno cubierto de piedras y pedregullo en donde los flameneos no pudiendo construir nidos han puesto los huevos simplemente en el suelo. Muchos de estos huevos han sido ineubados y el señor Miiller pudo 1920 Notas 135 también observar varios pichones que habían nacido. Puede ser que a causa de la sequía general habida en esa época todas las lagunas estaban enteramente sin agua, haciendo imposible para estas aves la construcción de sus nidos. Huevos de flamenco; Phoenicotperus chilensis V Descripción de una nueva forma de Leptasthenura aegithaloides Kittl. -— Según me han comunicado el doctor C. E. Hellmayr y recientemente el doctor F. M. Chapman, los ejemplares de Leptasthenura procedentes de la región andina y de la Patagonia aunque muy afines a Leptasthenura aegitha- loides típica de Chile, difieren de ésta por una coloración general distintamente mas clara de las partes superiores e inferiores y pueden ser separados como subespecie. He comparado ejemplares de Chile con varios de la Patagonia y de la región andina y he podido etectivamente comprobar que el mencionado carácter es constante en los especímenes argentinos para los que propongo el nombre de Leptasthenura aegithaloides pallida subsp. nov. Descripción. — Parte superior de la cabeza rojizo pardo, cada pluma econ un borde negruzco; dorso exis pardo, mas claro sobre la rabadilla y las supra- caudales. Cobijas alares y rémiges negruzeas con borde pardo claro y con la extremidad de la pluma blanecuzea. Las rémiges internas están cruzadas cerca de l: base por una faja transversal castaño claro. Cava superior de las rectrices negruzca, las laterales con la barba externa gris blaneuzea y la porción api- cal de la interna, gris ceniciento. Cara inferior de las rectrices externas gris ceniciento y gran parte de la barba interna pardo negruzco. Lado de la ca- beza y cuello negruzeo salpicado de blanco, gareanta blanea, pecho pardo ne- gruzco manchado de blaneuzco. Resto de las partes inferiores de un pardo gris, más claro sobre el centro del abdómen. Tapadas internas del ala rojizo acanelado claro. 136 EL HORNERO Vol. IL | Ala, 62-64 mm.; cola, 91-93 nimm.; tarso, 20-21 mm.; culmen, 9-10 mm. Tipo ¿ ad. Puesto Burro, Mailén, Chubut occidental, Patagonia, alt. 700 mets. Marzo 17, 1918. E. Budin, in colección Mus. Nac. Hist. Hist. Nat. Buenos Aires, N.* 88e (9350). Especímenes examinados 10, procedentes de Leleque, Chubut occid. (G. Bowman); Puesto Burro, Chubut oceid. (E. Budin), Río Chubut (A. Pozzi), Lago General Paz, Chubut oceid. (G. Gerling), Lago Nahuel Huapí, Neuquen, (G. Bowman), Aguada de guerra, Río Negro (G. Bowman), Media Agua, prov. de San Juan (Leo Miller), San Luis (Mus. La Plata). 5 Distribución de la forma. — Región Andina de la República Argentina. y Patagonia hasta Santa Cruz. vI Melanismo en cautividad del Baryphthengus ruficapillus. (Vieill.). — El Jardín Zoológico ha enviado al Museo Nacional de Historia Natural un ejem- plar de este momótido, euya coloración durante los años que permaneció en cautividad ha sufrido notables alteraciones, presentando un caso avanzado de melanismo. La cabeza y parte del cuello son enteramente negros y el pecho presenta también grandes manehas de este color. El resto del plumaje se ha vuelto de un eolor verdoso amarillento obseuro (entre Dark dull yellow green y Dusky vello- wish green, Rideway, Color Standards and Nomenclature, Lam. XXXII y XLI).. RoBerTO DABBENE. LA MANSEDUMBRE DE UN HORNERO En una quinta de las afueras de la Capital he tenido oportunidad de pre- seneiar un hecho que creo merece consignarse aunque mas no sea que por des- empeñar el rol de protagonista del mismo el ave euyo nombre sirve de título a esta revista. Es indudable que de nuestras aves comunes, una de las más simpá- ticas es el hornero, tanto por la belleza de sus líneas, eomo por el garbo de su andar, la elegancia de sus movimientos y lo alegre y armonioso de su canto. A todas estas cualidades une la originalidad de su nidificación que es una de las que más lo han popularizado, teniendo además la condición de no- ser dañino, sinó por el contrario muy beneficioso, pues se nutre de insectos y sabandijas que perjudican las plantaciones. Aunque por naturaleza el hornero no es ariseo como lo demuestra el hecho de construir sus nidos en las cornisas de las casas, en los postes de los alam- brados y en las horquetas de los palos, no lo ereíamos tan manso y que llegara a domesticarse ya adulto, en la forma del que origina estas breves líneas, siendo- la comprobación de tal cireunstancia la que nos mueve a escribirlas. En la quinta de la referencia, situada en Flores, llamó la atención del jar- dinero la frecuencia con que un hornero se situaba a cierta distancia de él cuan- do trabajaba en un pavaje determinado de la misma. Poeo a poco el ave fué familiarizándose y acercándosele cada vez más para comer las lombrices y gu- sanos que quedaban al descubierto mientras carpía la tierra. Su mansedumbre: llegó a tal extremo que después de tres o cuatro meses venía a tomar de las manos del quintero los insectos que éste le daba, y cuando lo veía dirigirse con: sus útiles de labranza al fondo del jardín, descendía del árbol en que se en- e A NL PAS Cas . EL HORNERO (Vol. Il — 1920) LÁMINA II Gallineta Aramides ypacahe, con su nido y huevos. Esta gallineta construye su nido en los pajonales de la ribera del Plata. Fs de forma circular y de 30 cenlímetros de diámetro, formado generalmente con las hojas entrelazadas de la paja (Seírpas gigantens). Los ejemplares procedentes de Quilmes, han sido colectados y preparados por Demetrio Rodriguez. De las colecciones del Museo Nacional. - Foto de A. Pozzi. - (Reducido a 1]5) y > 4 E E E 1920 Notas 137 contrara y lo seguía con paso apresurado como si fuera un falderillo cualquiera. Estas muestras de confianza eran solo otorgadas al quintero, pués bastaba que a éste lo acompañara otra persona para que el hornero no se aproximara, O si estaba junto a él, al verla, se ahuyentara. Otra partienlaridad digna de anotarse, es que no se le viera alrededor de la. casa, sino euando por mal tiempo, enfermedad u otra causa, el quintero no po- día dedicarse a sus tareas habituales; entonces el hornero iba a situarse frente a la pieza de aquél, permaneciendo allí la mayor parte del día, como esperándolo. Lo que queda relatado pudo observarse por espacio de casi un año, hasta julio del corriente en que el pobre hornero terminó sus días en forma trágica: su misma mansedumbre le ocasionó la muerte. Como el jardinero notara que a un naranjo que estaba cargado de fruta lo atacaba algún animal que abría un ori- ficio de regular tamaño en la punta superior de aquéllas y las comía sin ha- cerlas caer, dejando la cáscara completamente vacía, supuso que fuera un roe- dor el que causaba ese perjuicio, por haber notado rastros de estos y ereer que no existieran en el paraje aves que se alimentaran con naranjas, y con el propósito de cerciorarse armó al pié de dicho árbol una trampa de horca de las que se utilizan para cazar ratones, poniéndole como sebo un pequeño trozo: de carne. Al día siguiente al pasar por ese sitio se encontró con la sorpresa y pesar consiguientes, que lo que había caído en la trampa era un hornero. Entonces re- cordó que la víspera, después de armarla, había seguido trabajando ahí cerca, ysésto le sugirió la sospecha de que la víctima fuera «su peoneito» como el buen hombre le llamaba. Su presentimiento resultó confirmado, pues ya han transcurrido dos meses y desde ese día no se ha vuelto a ver, lamentándose desde entonces aquel por- que nadie le sale al encuentro cuando va por la mañana con sus herramientas a trabajar al jardín, ni lo espera frente a su casa en los días de mal tiempo... Septiembre de 1920. e MEJO Mi Ly Eb O 1 ERES O AE A PROTECCION A LAS GAVIOTAS EN EL URUGUAY Seguramente los lectores de EL HoRNERO se informarán con placer de la siguiente disposición tomada por el gobierno de la República Oriental del Uru- guay y que se transeribe del Diario Oficial de dicha república, tomo 49, N.* 3563 pág. 458, de 6 de diciembre de 1917: «Vista la nota de la Comisión Central de Defensa Agrícola elevando los antecedentes iniciados por la Comisión de Zona de Rocha para que se tomen me- didas contra la destrueción de huevos de gaviotas y caza de estas aves. «De conformidad con lo dispuesto en el artículo 30 de la Ley de Defensa Agrícola, se resuelve: «Prohíbese en absoluto el comereio y uso de los huevos de gaviota, así como la caza de dichas aves durante todo el año». A la higiene veterinaria le presta un servicio, pues la gaviota, marchando detrás del arado destruye una cantidad considerable de larvas de unos coleóp- teros lamelicornios (Phanaeus splendidulus y Gromphas Lacordairei), larvas que, como el subseripto lo ha comprobado en la Argentina, son los huéspedes intermediarios del gran Nematelminto, parásito del cerdo, generalmente cono- cido con el nombre de Eechinorhynchus gigas, euya denominación actual es Macracanthorhynehus hirudinaceus (Pallas) Travassos 1916. Montevideo, 1920. [S. WWOLFFHUGEL, M. A. S. O. P: 138 EL HORNERO Vol. 11 EL GIGANTE DE LOS PICAFLORES * EN LA PLATA En la ciudad de La Plata y sus alrededores son bastante frecuentes, si no abundantes, dos especies de picaflores; el picaflor verde (Heliomaster furcifer) y el picaflor cobrizo (Chlorostilbon aureiventris); visitan casi exclusivamente las flores de forma tubulosa y de preferencia las de colores vivos azules o rojos; el arbusto más preferido es la solanacea vulgarmente llamada «comida de víbora» (Lycium cestroides Sehl.). En el año 1895 capturé alrededor de una de estas plantas, con una simple red de mariposas, unos veinte ejemplares de ambas especies, los que mantuve vivos en una gran jaula hecha a propósito, durante eineo o seis meses, brindándoles cada día grandes ramos de flores de todas clases, y como comida cálices rellenos de miel en la cual había desleído un poco de yema de huevo cocido; murieron la mayor parte durante el invierno, especialmente en los días más crudos, y los pocos que sobrevivieron los solté a la primavera siguiente; siempre fueron mansitos y tomaban alimento sin dificultad. El sábado pasado, 3 de diciembre, después del almuerzo, como a la una de la tarde, estaba examinando una planta de Jazmín de Ceará (Secondatia floribunda) que eultivo en mi jardín y que se hallaba totalmente cubierta de una enormidad de sus níveas y perfumadas flores, cuando mi atención fué captada por un fuerte y largo chirrido peculiar y me quedé admirado al ver asentarse sobre el alambre que sostenía el jazmín, un hermoso picallor, de tamaño relativamente extraordinario y de colores apagados atortolados en el cual reconocí inmediatamente al picaflor gigante andino; parecía inuy manso o muy cansado, pues no se alteró por haberme acercado a pocos metros de él junto eon varias otras personas de mi familia; se mantenía muy tieso y derecho casi vertical y después de haber descansado algunos instantes volvió a visitar las flores del jazmín, para volver a descansar, repitiendo tres o' cuatro veces esta maniobra para emprender finalmente el vuelo de retirada; yo me había que- dado tan perplejo que ni pensé capturarlo de algún modo; después reflexionando me arrepentí de no haberlo heeho, y opinando que la presencia de este huésped a orilla del Plata interesaría a los ornitólogos he creído oportuno eseribir al instante esta corta comunicación. No puedo haberme equivocado, pues conozco muy bien las es- pecies platenses en sus varios hábitos de muda y tamaño; la Patagona gigas también me es muy conocida por haberla admirado sendas veces en los Andes, especial- mente en Potrerillos, en Uspallata, en Punta de Vacas y en la Cumbre» donde anda mariposeando sobre las flores del Tropeolum polyphallum y por haber hallado dos veces su nido en la boca de los socavones de minas; la primera vez en Enero de 1896 en el Cerro Jiménez, la segunda en 1909 en Potrerillos; ese nido tiene la forma cónica, formado de materiales herbáceos groseros entretejidos de cerdas de caballo al exterior y rellenada su eavidad con yilano de Aselepiadaceas y de Compositaceas; ambas veces hallé en ellos un solo huevito elíptico muy alargado liso blanco-mate sin manchas. C. SPEGAZZINI. (*) Patagona gigas. UN CONGRESO DE LECHUZAS En los últimos meses del año 1899, convaleciente de una grave enfermedad, fuí, acompañado de mi hijo mayor, a pasar uma temporada de campo en Curá- malal, recibiendo gentil y generosa hospitalidad en la «Estancia de los Ingleses», dirigida por un fino gentleman, el señor Smith. La mañana del 12 de diciembre, hermosísima y templada, salí temprano, hacia las cinco, junto con mi hijo, a recorrer los alrededores en un tilbury, puesto 1920 Notas 139 a mi disposición galantemente por el Administrador, dirigiéndonos hacia el Sur y costeando el arroyo Curámalal; todo el campo rebosaba de vida, milla- res de ehingolos, de jileueros, de pechos colorados revoloteaban por todas partes haciendo resonar sus alegres gorgeos; los teros nos perseguían con sus gritos, para ocupar nuestra atención y permitir a sus pequeñuelos de disparar y hacerse humo delante de nuestros ojos, mientras las perdices copetonas guiaban con có- miea seriedad largas hileras de graciosos pollitos que asustados gambeteaban co- mo diminutos avestruces. Nosotros íbamos casi al paso, no tanto para evitar el molesto traqueteo, como para poder escudriñar atentamente el exuberante man- to de verdura que revestía la tierra y que nos brindaba tipos raros o interesantes para mis colecciones. Serían tal vez la seis y media cuando al dar vuelta a una curva del camino nos encontramos frente a una bifurcación; nótese que todos los caminos estaban limitados por alambrados de cinco hilos; el alambrado que allí apartaba las dos rutas, formaba una esquina en forma de un triángulo agudo de unos 40 grados de abertura; nosotros nos paramos a unos diez metros de la pun- ta de dicha esquina, no para resolver por cual de las dos sendas debíamos seguir, sino sorprendidos por el inesperado y eurioso espectáculo que se presentaba a nuestra vista. Asentadas sobre los alambres que limitaban ese triángulo había unas tres- cientas lechuzas (Speotyto cumeularia) y tal vez más, pero no me fué posible con- tanlas con exactitud; la mayor parte de ellas ocupaban el hilo superior, una menor cantidad el siguiente inferior y unas pocas solamente estaban dispersadas en los otros tres alambres más bajos; todas ellas estaban orientadas con la cabeza hacia el interior del triángulo como la concurrencia de un eireo, ocupando una longitud de casi unos treinta metros en cada lado, distribuidas en grupos de cinco a diez, separados por espacios de 30 a 50 centímetros uno de otro, observándose en estos espacios una que otra aislada; los individuos de cada grupo estaban apretados tocándose, manteniendo una inmovilidad casi absoluta, un silencio com- pleto, como absorbidas del todo por el espectáculo al cual dirigían su atención; no se asustaron por nuestra aproximación y casi desdeñosas no nos hicieron caso; ev tierra, en el área interior del triángulo en la parte central casi equidistante de la esquina y de los extremos laterales ocupados por la concurrencia, había unas veinte lechuzas de pie, bien derechas, ordenadas en círeulo de un diámetro de más o menos un metro, eireundando a otra sola y aislada en el centro; esta lechuza estaba en continuo movimiento dentro del círeulo, yendo de un lado para otro enfrentándose con una u otra de las que le hacían corona y entonces hacía sentir un grito fuerte de: chúc-ehúc-chúe, repetido muchas veces easi eon rabia y entonees saeudiendo todo el cuerpo y las alas e hinchando las plumas; después de unos minutos la del centro iba a la periferia y era sustituida por otra del cireulillo, que repetía los mismos gritos y ademanes de la anterior; cada tanto una de las del círeulo terrestre volaba a los alambres y de éstos rápidamente ba- jaban una o dos a substituirla y sólo entonces se notaba una cierta agitación en- tre los espectadores de entre los euales se levantaba un chirrido fuerte y destem- plado: errrrr... chí-chí-chí. A veces la lechuza central en lugar de pasar a la cireunferencia volaba directamente al alambrado y entonces parecía que un so- plo de irritación pasaba sobre toda la asamblea cuyos individuos se sacudían a su vez, hinchaban las plumas y emitían una grifería infernal de ehrrrr... chí- chí-chí-chí. Parecía verdaderamente que se asistía a un congreso donde se disentieran im- portantes asuntos del gremio lechucesco y hasta me pareció que no faltaron al- gunas riñas y el cambio de algunos picotazos y arañazos. Este espectáculo duró por una media hora y quien sabe desde que tiempo había empezado antes de nuestra llegada! 140 EL HORNERO Vol. 11 Por fin, de improviso la lechuza que ocupaba entonces el centro del círculo- terrestre, después de una acalorada discusión con un adversario periférico, se levantó derecha y perpendieularmente a una altura de unos seis a siete metros y allí permaneció immóvil librada sobre las alas emitiendo repetidos y muy: fuertes chirridos: chrrrr... ehi-chi-chi-chi, que fueron coreados por todas las demás en tierra y en los alambrados; entonces inició un rápido vuelo horizontal dirigiéndose al arroyo donde la siguieron todas las demás compañeras ehirriando- desaforadamente y mostrando una gran excitación como presas todas ellas por una explosión de rabia y de furor. Pocos instantes después habían desaparecido todas ellas siguiendo por la quebradita del arroyo sin darme tiempo de determinar dónde habían ido a parar. Esta escena tan interesante y cómica a un tiempo, quedó grabada en mi ce- rebro y nunca pude hallar una explicación satisfactoria. En efecto las lechuzas no son aves migratorias y por lo tanto no podía ser una asamblea para emigrar to- das juntas; no podía ser tampoco una reunión para dirimir contiendas amorosas. por qué la estación era ya bastante adelantada. Más bien me. pareció un tribunal para determinar la suerte de algún compañero rebelde o criminal, o para de- cidir la permanencia o el abandono de una localidad. Difícilmente se podrá ver otra vez ese espectáculo, pues las pobres lechuzas, las fieles compañeras de las vizcachas, al desaparecer éstas, ham desaparecido. también ellas en gran parte con gran satisfacción de los pequeños roedores de los cuales hacían grandes estragos. C. SPEGAZZINI. LA DANZA DE LOS AVESTRUCES Durante una expedición arqueológica en la Puna de Jujuy en 1901, fuí tes- tigo de un hecho tan extraordinario y poco conocido, en cuanto a las costumbres de los avestruces, que ereo deber eonsignarlo aquí, en tas columnas de En HoRrNERO. Venía, uno de los primeros días de noviembre de dicho año, en viaje para San Antonio de los Cobres, actualmente capital de la gobernación de Los Andes, desde la Cuesta del Acay, paso por las montañas entre el valle Calchaquí y la altiplanicie de la Puna, por el que atraviesa el camino de Catamarca y Salta a Bolivia. El camino me llevaba por valles interrumpidos por lomas relativa- mente bajas, en un territorio desierto y árido, a más o menos 3.700 metros sobre el nivel del mar. La única vegetación se compone de raros arbustos bajos, acha- parrados, entre los cuales algunas veces hay escasas matas de pasto duro y tam- bién cactáceas. Entre el Acay y San Antonio de los Cobres no hay habitante nin- ; guno, pero en algunos parajes se encuentran casas abandonadas, y, cerca de este último lugar, las ruinas de una vieja fundición de metales, llamada Pompeya. Llevaba tres peones montados, un indio' baqueano a pie y dos o tres mulas cargadas con equipaje y colecciones. Estos venían bastante atrás de mí, cuando! bajaba una loma, al pie de la eual estaba una vivienda de indios abandonada, compuesta de tres casas de piedra rodeando un patio de regular extensión, ee- rrado en el cuarto costado por un corral también construído de piedra. Sabía que estas casas no eran habitadas, por lo que quedé muy sorprendido cuando ad- vierto que en el patio se movían varios individuos que en el primer momento tomé por seres humanos. Detengo mi mula y quedo atónito al ver que se trataba de avestruces que ejeeutaban una especie de baile. No me habían oído y pude durante más o menos dos minutos observar a unos 100 metros de distancia, su extraña danza parecida a nuestras «cuadrillas» o «lanceros». Eran nueve aves- truces, de los cuales ocho formaban cuadro, en cuatro parejas, dispuestas en los 1920 Notas 141 cuatro lados del cuadro, frente unas a otras. Las figuras del baile consistían en cambios de lugar de las parejas con sus vis a vis y, por otra parte, en rondas, girando todos los avestruces al rededor del centro del cuadro. El baile se efee- tuaba con bastante regularidad. El único que parecía introducir desorden en las figuras, era el noveno avestruz, que corría de un lado a otro, juntándose con las distintas parejas e interrumpiendo la regularidad de sus movimientos. Una vez degeneró la ronda en un torbellino desordenado, volviendo sin embargo las pa- rejas a tomar sus posiciones en el cuadro. En esta ocasión el noveno avestruz formó junto a una de las parejas, que de esta manera venía a estar compuesta de tres individuos en vez de dos. Daa« la distancia no pude observar sino los «desplazamientos de los diferentes individuos, sin alcanzar a distinguir los movi- mientos de las patas y alas de cada uno. Absorto en la contemplación de este maravilloso espectáculo, oigo venir de- trás de mí los peones. En vano les hago señas para que se paren, y las piedras que hacían rodar las mulas por la falda de la loma llamaron la atención de los avestruces, que interrumpen el baile y huyen por el campo. Conversando con los peones sobre el suceso, uno de ellos, un catamarqueño, que había hecho muchos viajes por la Puna y por Bolivia, me manifestó que va- rias veces había oído hablar de estos bailes de avestruces, y dos o tres indios de la Puna, me han dicho también que los habían visto bailar. Como Rhea americana Rothschildi Brab. et Chubb. no existe en estas al- turas, es indudable que los avestruces observados por mí pertenecían a la especie Pterocnemia tarapacencis Garleppi Chubb., cuya distribución geográfica com- prende la altiplanicie de Perú, Bolivia y la Puna argentina. Eric BomMaN. OBSERVACION SOBRE UNA COSTUMBRE DEL NÑANDÚ Selater y Hudson en su Argentine Ornithology que se han ocupado de las «costumbres de nuestro avestruz, lo mismo que Francisco Javier Muñiz (1) en su prolijo estudio del ñandú o avestruz americano, no mencionan nada parecido a lo que nosotros hemos observado, por lo que ereemos de alguna utilidad darlo a conocer. Hace ya muchos años había en casa (valle de los Reartes, Córdoba) un avestruz (Rhea americana Rothschildi) solitario que gozaba de completa libertad. Sus abundantes ratos de ocio los invertía en mirar los trabajos que se hacían. Ma- nifestaba cierta propiedad que podríamos llamar curiosidad: acompañaba a los peones en los trabajos (alambrar, sembrar, cortar adobes, ete.) y no permitía que otro extraño se aproximase. Otra de sus ocupaciones era la de espiar la gente que venía a la casa para salir a darle un desagradable recibimiento. Como generalmente eran ginetes, él se aparecía abriendo sus grandes alas o picoteando al caballo, lo que hacía que éste se asustase, huyese o abandonase al ginete. Este mal entretenimiento le costó la vida. En el invierno, al caer la tarde, el viento Sur suave y frío empieza a soplar; entonces buscaba dónde pasar la noche, que allí son rigurosísimas. Cavaba un poco, como hacen las gallinas con la tierra, y se echaba en el suelo. Luego, de la tierra que al escarbar había amontonado a su alrededor, alzaba una porción (1) Francisco Javier Muñiz. — £scritos Cientificos. Cap. 1. Ed. La Cultura Argenti- nu, 1916. 142 EL HORNERO Vol. II con el pico, se la ponía en el lomo, hasta cubrir casi toda la rabadilla, escondía la. cabeza abajo de las alas y formaba así una especie de montículo. Con aquella colcha soportaba las heladas más intensas del invierno. Cuando el sol asomaba, se levantaba de su cama y después de sacudirse, iba a tomar sol, para seguir su habitual régimen de vida antes esbozado. ALBERTO CASTELLANOS, M. A. S. O. P. MOVIMIENTO SOCIAL Nuevos miembros activos e Instituciones — Fueron aceptados los siguientes: Capital. — Hialmar Aberg Cobo, Andrés Afferni (hijo), Sta. María C. Amjeo, Isidoro Antuñano, C. M. Beierle, Hermana Domínica, Dra. Cecilia Grierson, P. Ho- ttier, Prof. Juan Nielsen, Sta. Helena S. Rivero, Dr. Teodoro C. Tonina. Interior. — Carlos A. Altgelt, Tigre; Sta. María H. Castellanos, Córdoba; D. HB. Mathew, Arias (Córdoba); Osmán Moyano, Calchaquí (F. C. S. F.); C. 5. Nelthorpe, Arias (Córdoba); Dr. P. A. Saffores, Bahía Blanca; Prof. Mario C. Scasso, Chivileoy; Walter B. Smith, V. Valeria (S. Luis). Exterior. — Carlos O. Schneider, Concepción (Chile); Wilfrid B. Alexander, Mel- bourna (Australia). Instituciones. — Biblioteca de la Escuela Normal No. 3, Capital; Biblioteca Nacional de Maestros, Capital; Centro Estudiantes de Ciencias Naturales, La Pla- ta; Museo de la Provincia, Corrientes. Donaciones de aves. — Las colecciones de la S. O. P. han sido aumentadas con los siguientes ejemplares, remitidos por consocios: Luis F. Bordalé, 1 halcón (fresco), Prov. de Buenos Aires. E. Budin, 2 cueros de formicáridos, de Tucumán. Dr. G. Casale, 14 aves frescas de la prov. de Buenos Aires. A. T. Cowell, 1 ictérido (fresco), de Entre Ríos. Dr. F. Felippone, 2 cueros de carpinteros y 1 de cicónido, del Uruguay. Prof. Carlos E. Porter, 2 aves preparadas, de Chile. H. Rolleri, 1 ave fresca, de Buenos Aires. Donaciones de libros y folletos. — Del Dr. F. M. Chapman, 1 folleto; Dr. R. Dabbene, 10 folletos; Dr. A. De Boni, 1 folleto; Dr. C. E. Hellmayr, 1 folleto; Dr. R. Lehmann-Nitsche, 1 folleto; Dra. E. Snethlage, 1 volumen. Donaciones en efectivo. — Como contribución para costear la impresión del número anterior, se ha recibido, de nuestros consocios: Dr. Miguel Fernández $ 40 moneda nacional; Sr. Stewart Shipton, $ 18 min. El Dr. Hermann von Ihering. — El miembro honorario de la S. O. P., Dr. H. v. Ihering, ha resuelto dejar definitivamente el cargo que desempeñaba en el Brasil, para dedicarse particularmente a sus investigaciones científicas. En los primeros días del mes de Noviembre ppdo. llegó a esta ciudad, donde permaneció hasta el l.o de Diciembre, fecha en que se embarcó para Italia, donde quedará algunos me- ses. Mientras permanezca en Europa realizará estudios paleontológicos en comisión del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires. Su direeción provisoria es ““Stazione Zoologica?”?, Nápoles, Italia. 1920 Movinitento social 143 NECROLOGIA Coronel Dr. Luis J. Fontana. — Falleció en S. Juan, el 18 de Octubre, a una. edad avanzada, el coronel Fontana, miembro correspondiente de la 5. O. P. Fué una personalidad deseollante y muy popular en esa provincia, la que le debe muchas iniciativas progresistas. Hombre de actividades múltiples — militar, geógrafo, explorador, naturalista y escritor — fundó el Museo y la Escuela de Minas de San Juan, que dirigió durante muchos años. Se interesó también por la ornitología y dió a conocer especialmente las aves de esa región, que había coleceionado y reunido en su Museo. Sus principales trabajos sobre aves fueron los siguientes: El Gran Chaco. Buenos Aires, 1881. Aves de la provincia de San Juan, 1898. Enumeración sistemática de las aves de la región andina. Buenos Aires, 1908. G. A. Baer. — Según informaciones que nos trasmiten de Europa, dejó de existir en París, M. G. A. Baer, miembro correspondiente de la S. O. P. Viajero y coleccionista muy conocido, había recorrido diversos países europeos, asiáticos y americanos, reuniendo importantes colecciones de aves que fueron estudiadas y descritas en las principales publicaciones ornitológicas. En lo que se refiere a Sud América, ha hecho colecciones en la región de Go- yaz (Brasil), y de Tucumán (Argentina). Como resultado de este último viaje publicó el trabajo: “Notes sur une collec- tion d'oiseaux du Tucumán”, Rep. Arg. *“Ornis””, XII, p. 209-234, 1904. Asamblea ordinaria de la S. O. P. — Tuvo lugar el 1* de Octubre, en el local social, Perú 208, bajo la presidencia del Dr. Dabbene, actuando de secretario D. Pedro Serié, con asistencia de veinte miembros activos. De acuerdo con la orden del día, se trató la modificación propuesta de los Estatutos (art. 9), que fué aprobada en la forma indicada, o sea: ““que el quórum de las asambleas estará constituído por el número de socios que concurran en la primera citación, siempre que haya transcurrido una hora después de la fijada en la convocatoria??. Fué leída y aprobada la Memoria del presidente correspondiente al período 1918-1920, así como el Informe de Secretaría y Tesorería correspondiente al año corriente. Se renovó la C. D., nombrándose cuatro vocales más, quedando constituída para 1920-1922, en la forma siguiente: Presidente: Dr. Roberto Dabbene; secretario tesorero: Pedro Serié; Vocales: Prof. M. Doello Jurado, Cap. de fragata Pedro S. Casal, Julio Koslowsky, Cap. de navío Abel Renard, Carlos Ameghino, doctor José L. Suárez, doctor Fernando Lahille, Alberto T. Cowell. y Se resolvió además, modificar el artíenlo 10 de los Estatutos, en el sentido de que podrán también formar parte de la C. D. los miembros activos residentes en las inmediaciones de la Capital Federal. Memoria del presidente de la S. O. P. correspondiente al período 1918-1920. — Señores: Al cumplir su 4.* año de existencia, me es grato comunicar a la asamblea que la marcha de la Sociedad Ornitológica del Plata, puede considerarse actualmen- to como satisfactoria. Aunque durante ese tiempo su progreso haya sido relativa- mente lento, y el número de adherentes no haya aumentado en la proporción que hu- biera sido deseable, sin embargo se ha obtenido lo que era más importante, es decir, 144 EL HORNERO Vol. II la adhesión de un número suficiente de socios activos, los que contribuyendo con una modesta cuota anual, pudiesen asegurar la existencia de la Sociedad y la conti- nuación de la publicación, aunque irregular por ahora, de su órgano EL HorNERO. Me complace observar que casi todos los socios han continuado prestando su con- eurso con creciente entusiasmo, lo cual ha permitido a la Sociedad sostenerse du- rante esos cuatro años y aun progresar, de modó que podemos ahora abrigar entera confianza en su porvenir. Actualmente el número de los socios activos se eleva a 189, muchos de los cuales contribuyen con una cuota anual superior a la mínima y además con dona- ciones de especímenes de aves, libros, folletos sobre ciencias naturales, ete. A ese número de socios activos hay que añadir también da adhesión de S-ins- tituciones, con las cuales el número total de contribuyentes alcanza a 197, cifra que de seguro será ampliamente sobrepasada durante el año en curso, habiendo ya 12 nuevas solicitudes de ingreso. Podemos además observar con satisfacción que el interés para el estudio de las aves ha ido aumentando en el país, a medida que aparecieron los números de nuestra Revista, la cual sin embargo, no es aún bastante conocida en todos los puntos del territorio. Sólo una mitad de los socios activos residen fuera de la Capital y sería deseable que éstos fueran en mayor número. Sin embargo, tenemos adherentes en la mayor parte de las provincias y esto tiene una especial importan- cia, no sólo porque demuestra que el interés para estos estudios se va difundiendo por toda la República, sino porque los residentes en las regiones del interior y patr- ticularmente en la campaña, son los que están en condiciones de contribuir más eficazmente para conseguir los fines que se ha propuesto la Sociedad, es decir, ex- tender y aumentar en todas las formas posibles nuestros conocimientos sebre la biología de las aves y sobre la' distribución de las especies en nuestro territorio. Con frecuencia se reciben cartas conteniendo observaciones interesantes sobre costumbres y nidificación de ciertas aves, noticias referentes a las épocas de las migraciones, a la aparición o al paso de determinadas especies en unos y «otros puntos del país, etc. Al mismo tiempo, otros socios solicitan «datos o la determinación de ejemplares que nos remiten, sea con carne o ya enteramente preparados. De este modo la Sociedad ha recibido ya más de 320 ejemplares de aves, 30 nidos, 15 cráneos y una gran cantidad de huevos. Además la señora M. E. _Holmberg de Ambrosetti ha hecho generosamente donación a la Sociedad de la valiosa colección que perteneció a su hijo, nuestro malogrado consocio Héctor Am- brosetti, la que se compone de 1500 pieles de aves. , Todos estos especímenes están depositados en «el Museo Nacional, en donde debido a la falta de espacio, han tenido que ser distribuídos en los armarios que contienen las demás colecciones del Establecimiento. Sin embargo, para distinguir f¿cilmente los ejemplares de la colección de la Sociedad, éstos llevan en el respectivo rótulo las iniciales de la misma. La publicación de la revista EL HoRNERO, durante estos cuatro años, com- prende un volúmen de 320 páginas y el primer número de 80 páginas del volúmen segundo, que acaba de aparecer. Debido al alto precio del papel y al costo de la impresión, especialmente en los últimos años, la revista no ha podido ser publicada regularmente, ni aparecer cada cuatro meses como era nuestra intención. A pesar de esto, se han publicado como término medio dos números por año, los cuales con excepción del primero, constan de SO páginas y contienen un buen material. Si tenemos en cuenta los escasos recursos de que dispone la Sociedad, podemos considerar que asimismo el resultado de nuestro esfuerzo ha tenido éxito. Algunas revistas extranjeras, que disponen de mayores recursos han reducido en los úl- timos tiempos el número de sus páginas. La «British Ornithological Union» de 1920 Movimiento social ; : 145 Londres, una de las más antiguas y renombradas y la que cuenta con una gran cantidad de socios, se encuentra actualmente en la necesidad, para continuar re- gularmente la publicación trimestral de su revista «The Ibis», de aumentar la cuota de ingreso de sus miembros, de 25 chelines a 2 libras anuales. En una circular que dicha sociedad acaba de enviar a los socios, presentando el balance, hace notar que el costo de los 4 números anuales de la revista ““The Ibis”, que era en 1914 de 543 libras por año, se ha elevado en 1919, a 988 libras; y actualmente ha pasado esa suma. “Habiendo la Comisión Directiva cambiado de imprenta, por razones de conve- niencia, el último número de EL HorNERO ha sufrido algunas modificaciones. Como los señores socios habrán observado no se alteró el número de las páginas, pero el tipo empleado es algo más pequeño y más denso, de modo que el material contenido en el último número es mayor que el de los anteriores. Además, se ha obtenido también una pequeña rebaja en el costo y al mismo tiempo una mejora en la impresión. El próximo número, gran parte de cuyo material ya está listo para ser enviado a la imprenta, aparecerá antes de finalizar el año en curso, habiendo así publicado hasta la fecha 169 páginas por año, como término medio. Actualmente, existen en depósito aproximadamente, 400 ejemplares de cada número y 70 ejemplares del tomo primero, encuadernados a la rústica, todo lo cual representa va para la Sociedad un modesto capital. El movimiento de canje con otras revistas de sociedades ornitológicas, ha au- mentado sensiblemente. Recibimos regularmente las siguientes: De Inglaterra: The Ibis, órgano de la B. O. U., revista de gran importancia por las autoridades en ornitología que colaboran en ella y también la más lujosa y costosa por el número de láminas en color que contiene. - De los Estados Unidos se reciben: The Aul, órgano de la A. O. U., la más importante de Norte América; The Condor; Bird-Lore; Natural History; The Journal of the Mus. Comparat. Oology, Santa Bárbara, Calif.; The American Bird House Journal. 4 . De Francia: Revue francaise d'ornithologie; de Bélgica: Le Gerfaut; de Ale- mania: Verhandl. Ormithol. Gesell. Bayern; Journal fir Ornithologie; de Austria: Ornitholagische Jahrb.; de Italia: Rivista italiana di ornitologia; de Sao Paulo, Brasil: Revista do Mus. Paulista; de Chile: Revista chilena de Historia Natural; de Buenos Aires: Revista Physis. Además los Museos de Comparative Zoology, Cambridge y el de Vertebrate Zoology Univ. California; el Biolog. Survey del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y el Museo Goeldi del Pará, mos enviaron los separados de las publi- caciones sobre ornitología que han aparecido en los Anales o Boletines de esos estable- cimientos. La señora M. E. Holmberg de Ambrosetti, hizo también donación a la Sociedad de la biblioteca particular de su hijo Héctor, la cual comprende varias obras im- portantes sobre aves. De este modo se ha formado ya una pequeña biblioteca que va aumentando dia- riamente, también por donaciones hechas por los socios, de libros y folletos. Con satisfacción me es grato hacer notar que la revista EL HorNERo ha con- tinuado siendo bién acogida en todas partes en donde ha sido enviada y que las principales publicaciones de la misma índole, tanto de Europa como de Norte Amé- rica nos han honrado en sus páginas con elogiosos conceptos por el material conte- nido en los varios números que se han ido publicando. Por último, debo agradecer la valiosa colaboración que varios socios han pres- tado con el envío de sus trabajos sobre ornitología, que aparecieron en la revista; 146 EL HORNERO Vol. II la eficaz ayuda de los demás miembros de la Comisión Directiva, quienes han tenido en gran parte a su cargo la redacción de EL HorNERO, y también a la nueva direc- ción del Museo Nacional, por haber continuado favoreciendo a la Sociedad. Balance social.—Resúmen del movimiento habido en la Secretaría y Tesorería do la S. O. P., desde el 1. de Enero hasta el 17 de Septiembre de 1920 (presentado a la asamblea del 1. de Octubre). SECRETARÍA Socios ingresados A E A AA e 14 Instibuciones a mi Ade AO UU oe A: SS 2-16 Socios ¡esresadosi por renuncia. e a 2 E CESANTESIPOC MD A IC IN: a 18.20 Número total de socios activos . O IRE 189 < « < Instituciones adherentes ooo ao to daa 8 197 (1) Reuniones de la Comisión Directiva... a 5 NAS Ed e 123 Circulares remitidas 154 277 Notas recibidas A E E EEE 112 TbTOS recibos A e UI E ETS O CER AL 3 Rolo ts da A SN DUO eL Vel ARS 12 Romi eUi a IO S r ERR A US 10 AVES Preparada E e ENS UN IN AC 41 AOS ALTOSCAS O tia AA E AS SETA UN o RUE 34 75 IO A A A ua a OO NO ans: e 118 TESORERÍA Saldo delvanño AI A A E A RA AD O 7111.38 Entradas: POricuotas sociales A A A AS 022 ¡Bor donaciones A AA O O Por+venta de la renta A A STO ADO E NO $ 1.832.63 Salidas: Pagado por impresión del Indice, vol. TL... .. A ADE >» » 21 elichés para el número 1 (vol. 11) OSADO O > >» impresión del número 1 (vol. TI). . .... . . » 661.— > » fichas y confección del Indice . ........ ..» 25.— > >» estampillas postales . . . NR RO > >» encuadernación de 100 vol. 1 O a E MOR SÓ > > 500 fajas para la revista... . .. .....» 14= » SO PLESAyACcIr cular O E > » útiles de SECTILOLIO ELO OS 9.55 $.1.290.09 Saldo renfetectino e IN $ - 542.54 $ 1.832.653 (1) Número que actualmente (Dic. 31 de 1920), se eleva a 216. 1920 Movimiento social 147 REVISTAS ORNITOLOGICAS RECIBIDAS The Auk, vol. XXXVIL July 1920, N.o 3; Oct. 1920, N.” 4. — El número 5.” contiene, entre otros interesantes artículos, un trabajo del doctor A. Wetmore so- bre las costumbres de algunas especies de aves observadas en el lago Burford, New Mexico; y otro de W. De Witt Miller sobre los géneros de martín pescado- res del grupo Ceryle, con un capítulo sobre la nomenclatura y otro sobre los ca- racteres genéricos y subgenéricos acompañado de una clave para distinguirlos. Este número contiene también el 17. suplemento de la “American Ornithologists” Unión Check List”? de las aves de Norte América con las modificaciones y cam- bios en la nomenclatura que han sido aceptados o rechazados. El número 4”, contiene un interesante trabajo de John Treadwell Nichols, sobre el canto de las aves del orden Limicolae. Bird-Lore, vol. XXI!, May-June; July-August y Sept. Oct. 1920. — Además de un excelente material, estas entregas contienen como siempre láminas en color ilustrando especies de aves de los Estados Unidos y numerosas fotografías de nidos, huevos y pichones de aves, tomados algunos de estos al estado libre y en el instante en que los padres les traen el alimento. The Condor, vol. XXII, May-June, N.” 3; July-August, N.” 4; Sept. Oct., N.” 5, 1920. — Esta revista bimensual, publicada por el Cooper Ornithological Club de California, contiene siempre interesantes artículos. En estos números aparece una contribución de nuestro consocio, el Dr. A. Wetmore, sobre las costumbres de la paloma de alas hiancas y otro sobre la función de Jas polvo-plúmulas en los inirasoles AA Le Gerfaut, De esta revista belga de ornitología publicada por la Sociedad ornitológica de Bélgica central, hemos recibido toda la serie, desde 1911 hasta Agosto 1914, época en que se ha suspendido la publicación con motivo de la gue- rra, y los números desde 1919 hasta la fecha. Contiene numerosos artículos que tratan especialmente de la avifauna de Bélgica y otros sobre migraciones y Cos- tumbres de aves en cautividad. The Ibis, Ser. undécima, vol. IL, Nos. 3 y 4, July y Oct. 1920. Editada por Wi- liam Lutley Selater, publicación de la Brit. Ornith. Union. En estas entregas, fi- gura una lista de las aves de las Canarias, con referencias de las especies migra- torias por D. A. Bannerman y otra lista de las aves hasta ahora conocidas en Siam por el conde Nils Gyldenstolpe; ete. El último número contiene el índice general del volúmen. Natural History, vol. XX, Nos. 1, 2, 1920. — Entre otros artículos trae uno de muestro socio correspondiente George K. Cherrie, sobre costumbres del jabirú y del avestruz. Como siempre estos números están adornados con hermosas láminas reproduciendo totografías. Rivista italiana di Ornitología, vol. V, 1919, publicada en 1920. Este número contiene un interesante artículo, acompañado de ilustraciones, sobre algunas raras monstruosidades del pico y piernas en algunas aves; y otro sobre híbridos, del Prof. A. Ghigi. Ornithologisches Jahrbuch (publicado en Hallein, Austria), XXVIIT Jahr- gang; Heft 1-2, 1917 y 3-6, 1917 (publicado en 1918); XXIX Jahrgang, Heft 1-6, 1518 (publicado en 1919). Contienen contribuciones al estudio de la avifauna de la Europa Central. Revue Francaise d'Ornithologie, 12 Année, Nos. 132-138, 1920. — Entre las numerosas contribuciones contiene un artículo del director A. Menegaux, titulado: ““Enquéte sur la disparition du moineau”?, en el que se exponen las opiniones de 148 EL HORNERO Vol. 11 distintos observadores acerca de las causas por las que estas aves van disminu- yendo en ciertas regiones de Francia. Otro artículo interesante es el del doctor A. Guéniot: «Le moineau campagnard et le moineau parisien». En dicho artículo el autor hace la comparación entre los medios de existencia de los gorriones que ha- bitan el campo y los que viven en la capital y aunque no pretenda separarlos co- mo variedades, afirma que entre ellos existen diferencias apreciables en el caráe- ter y en las costumbres, producidas por sus relaciones con el hombre. Encuentra que mientras que los gorriones que habitan el campo son de carácter más bata- llador, más astutos y por los daños y molestias que causan son detestados por el hembre, los que viven en la capital, al contrario han llegado a captarse las sim- patías de los parisienses, encontrando alí una existencia más fácil y que parece ha tenido influencia haciendo cambiar su carácter turbulento por una familiaridad amable, de modo que aunque conservando su libertad parecen como domesticados. Journal fir Ornithologie, 68 Jahrgang, Heft 2, April 1920. — En este núme- ro el doctor A. Reichenow describe tres nuevas especies de Cinclodes; C. schocolati- mus, tipo procedente de Córdoba, Argentina y próximo a C. atacamensis (Phil.); C. sehistaceus, tipo procedente de la Isla Desolación, Estrecho de Magallanes; C. gilvus, tipo, Punta Arenas y Tierra del Fuego. LISTA DE OTRAS PUBLICACIONES RECIBIDAS Bangs, Outrang, and Thomas E. Penard. — Notes on a collection of Surinam birds. Bulletin of the Museum of comp. Zoology at Harvard College, Vol. LXII, N.o 2, 1918. Bangs, Outrang, and Thomas E. Penard. — Some critical notes on birds. Bull. Mus. Comp. Zoology Harv. Coli., vol. LXTII, N.o 2, 1919. Brooks, W. Sprague.—Notes on Some Falkland island Birds. Bull. Mus. Comp. Zoology Harv. Coll., vol. LXI, N.o 7, 1917. De Boni, Antonio. — Observaciones efectuadas durante el eclipse de sol del 3 de Diciembre de 1918, sobre la influencia de este fenómeno en la vida y costumbres de los animales. Instituto Metereológico Nacional de Montevideo, pp. 55-59, 1920. Co- mo campo de investigación el autor ha tomado el Jardín Zoológico «Villa Dolores». Domaniewsky, J. y J. Sztoleman. — Contribution a la connaissance des formes du genre Grallaria Vieill. Extrait des Comptes Rendus de la Société des Sciences de Varsovie, XI Année, Fascic. 4, 1918. pp. 479-484. Domaniewsky, J. y J. Sztoleman. — Notes sur les formes du genre Pyriglena Cab. Extrait des Comptes Rendus de la Société des Sciences de Varsovia. XI Année, Fase. 2, 1918, pp. 181-186. Chapman, Frank M. — Unusual types of apparent geographic variation in color and of individual variation in size exhibited by Ostincps decumanus. Proc. Biolog Soc. Washington, vol. 33, July 24, 1920. pp. 25-32. Hellmayr, C. E. — Bibliographisches und kritisches úiber R. Schomburgk's Vógel von Britisch-Guiana. Verhardl. Ornith. Gesell. Bayern, XIV, Heft 3, April 1920, pp. 270-274. Noble, G. K. — Notes on the avifauna of Newfounland. Bull. Mus. Comp. Zoology Haxrv. Coll., vol. LXIT, N.o 14, 1919. Swarth, H. S.—Revision of the Avian genus Passerella with special reference to the distribution and migration of the races in California. University of California Pu- blications in Zoology, vol. 21, pp. 75-224 1920. 1920 149 LAS AVES ARGENTINAS EN LA POESIA La Tijereta (1) Ya vuele errática y ligera, Ya pesque al ras un renacuajo, Con el más sorprendente tajo Corta los aires su tijera. No se oculta ningún tesoro Bajo el paño gris de su capa, Pero su gorra negra tapa Un eréctil capullo de oro. Su nido expone al huracán En el gajo más fino y alto, De donde ve sin sobresalto Al carancho y al gavilán. Y plantándosele en la nuca. Sin temer su pico de gancho, Ahuyenta al mandria del carancho Hasta raparle la peluca. El Boyero (2) A su isla umbrosa siempre fiel, Con obscura fibra espartera Se teje, en larga faltriquera, Un nido negro como es él. Pronto aprende a cantar gentil, Ciertas palabras con dulzura. Su pico blanco, en la negrura, Talla un silbato de marfil. La Curruca (3) Crrr... rriic— Corr... rrric. En la pared que [trepa Como un ratón (le llaman la ratona) En la torre, en el césped, en la Cepa, Resalta su minúscula persona. Con algo de tarántula y de avispa, Corre o vuela, y se engríe bravamente La prez del ruiseñor, su alto pariente, En su vivaz crepitación de chispa. Allá en el caballete de ladrillos Que alberga, con desdén de todo asalto, Un rosado primor de huevecillos, Canta, al sol de las doce, el pico en alto. Parece que el fulgor la traspasara, Roto en un vidrio, en vívido chapuz. Y como un botijillo de agua clara, Desborda, enajenándose de luz. (1) —Muscivora tyrannus. (2) —Amblycercus solitarius, (3) —Troglodytes musculus bonariae. (4) —Anthus correndera. (5) —Taemioptera irupero. (6)—Otus choliba. La Cachila (4) Un gemidito titila Por el aire, donde, en vilo, Como colgada de un hilo Va subiendo la cachila. Alá cerca ha hecho su nido, De la huella que en el barro Deja la mula del carro Al pasar cuando ha llovido. Y así el pajarillo blando, Entre el riesgo y el estruendo, Vive volando y gimiendo, Muere gimiendo y volando. La Monjita (5) Para que nada sus vuelos estreche, Busca, a la siesta, una rama bien sola, Y cae de ella con sesga cabriola Cual si volcara una copa de leche. Como escribiendo en el aire, revuela; Mas, pronto en su sitio posada, Plegando el ala, de negro bordeada, Sobre de luto le pone a su esquela. Trémulo pasa un zumbido de insecto. La avecilla parece más pura Con la quietud. Su perfecta blancura Cobija un silencio perfecto. Se ahonda en pálido abismo la calma. Y al remoto misterio del campo, La avecilla revela con su ampo La blanca y muda presencia de un alma. El Aracucú (6) La media noche, sobre la montaña, 'rasluce como una uva un torvo «azul... Más lóbrego el ramage se enmarañ: Y en un gemido de dulzura extrañ Llora la selva: Ar... rrra cu-cú cu-cú... Lento río de estrellas vuelca el cjelo... Llénase de fragancia la quietud... Y el pájaro invisible, en su desvelo, Llora sin esperanza de consuelo, Doliente y fiel: Ar... rrra... cu-cú cu-Cú... La soledad suspira desde el soto Un profundo frescor; se agrava aún, Y más la llora aquel gemido ignoto, A la vez tan cercano y tan remoto Como la muerte: Ar... rrra cu-cú cu-cú... LroPoLDo LUGONES. (De “El Libro de los paisajes”). 150 EL HORNERO Vol. II INFORMACIONES La protección de las aves. — Reproducimos de ““Le Gerfaut””, revista belga de ornitología, las siguientes consideraciones de M. G. Mottin, sobre la destruc- ción de aves, lo que puede aplicarse también a otros países: Cuando vuelve el invierno, cae la nieve, y la naturaleza sepultada bajo su capa blanca parece muerta, nos causa gran sorpresa ver pájaros refractarios a la migración, que pasan el invierno en nuestros climas. Sin embargo no son las espe- cies más robustas; al contrario, son las más pequeñas, las más débiles que parecen más vinculadas a los lugares en donde han nacido. En esta triste estación, todo ha desaparecido, plantas y flores, pero nos quedan algunos pájaros y su presencia parece dar alguna alegría a la estación monótona. Si el invierno es penoso para loa pobres, lo es también para las aves. ¿Cómo consiguen estos seres tan débiles resguardarse del frío mortal? ¿Cómo hacen para alimentarse? Ellos resisten, 10 obstante, pero su estado de debilidad es tal, que ya pierden el sentimiento del te- mor y se acercan a las casas, como invocando la piedad de los hombres, esta pie- dad a la que tienen un derecho incontestable. En efecto, el hombre puede defen- derse de las fieras, pero no de los insectos; su único auxiliar contra éstos es el ave, que tendría que proteger con todo su poder. ¿Lo hace? ¡Ay!, todo lo contrario. La vuelta de las nieves parece que fuera la señal de una guerra de exterminio declarada a esos pobres pequeños seres debilitados y ateridos de frío; vueltos au- daces por la necesidad que les obliga a buscar su alimento hasta las puertas de las casas, ellos caen por millares en las trampas que los asechan por todos lados. Ante los ojos indiferentes de los padres y de las autoridades rurales, se ven ban- das de niños encarnizarse sobre esas presas fáciles: reyezuelos, petirrojos, pinzo- nes, currucas, caen en su poder, los destruyen sin piedad y también sin provecho, pues estos pájaros mueren en seguida de capturados y su estado de flacura los hace impropios al consumo. Aquellos, quizás menos valientes que se van más allá de los mares en busca de un cielo más clemente, ¿serán más felices? No, pues, en su lejano viaje se exponen a mil peligros, trampas, lazos, hilos eléctricos, varillas con pega-pega; acosados por los hombres de todos los países, perseguidos por las rapaces, perecen en cantidades inmensas, y en ninguna parte encuentran piedad, ni protección. La primavera que vuelve es para ellos la señal del regreso; vuelven a emprender el largo viaje, y noche y día vuelan hacia el país natal. Llegan á él, por fin, muy débiles con frecuencia, pero cuan poco numerosos; de las bandadas enormes de la salida muy pocos individuos aleanzan los lugares en donde han nacido. La naturaleza ha despertado, el pájaro regresado a su país ha olvidado sus padecimientos, su canto muy poderoso para tan frágil cuerpo, estalla con alegría, como diciendo: “He sufrido, pero voy a eneontrar por fin la dicha y el reposo””.'Con ardor y valentía reconstruye su nido, ¡trabajo colosal para ese pequeño y débil ser! El nido terminado, canta el ave al lado de su compañera que empolla con amor los huevos encantadores, y solo espera la alegría de la pa- ternidad.Llega, por fin, esta alegría inmensa y el nido se llena de bonitas avecillas, las que deberían ser sagradas para nosotros. Pero, por desgracia no es así, pues, los campesinos grandes y chicos vuelven a la caza y destruyen sin piedad y siem- pre sin provecho, todos los nidos que encuentran; siendo muy raros los que esca- pan a sus contínuas persecuciones. Si por casualidad se levanta una voz en favor de la protección de los pájaros, es para inculpar al cazador con red, creyendo que es el único culpable. Sin embargo no es así, pues si la protección de los pájaros se aplicara de un modo racional, la caza con red se volvería necesaria. Protegiendo 1920 Informaciones 151 los pájaros granívoros lo más posible, en invierno y durante la primavera, serían tan numerosos que habría necesidad de capturar una cierta parte en el otoño cuan- do están muy gordos y constituyen una gran riqueza alimenticia para el país. La supresión de la caza con red sería un desastre para el comercio y para la ali- mentación. Sería privar además, de un gran placer a toda una clase de personas modestas que no tienen los medios de dedicarse al sport tan costoso de la caza. Se trataría de loca a la campesina que rompiera los huevos de sus gallinas, y que destruyera sin piedad los pollitos que éstas pudieran sacar en escondidas. Por el contrario, se felicitaría a la campesina previsora que después de haber criado nu- merosas nidadas, iría a vender sus pollos al mercado y nos parecería muy. natural que reservase una parte para su consumo. Lo mismo es para los pájaros, la pro- tección bien comprendida permite el consumo y la venta de una parte sin merecer el menor reproche. A dad IMPORTANCIA DE LAS AVES PARA EL HOMBRE (Conclusión. Véase pág. 15) Utilidad económica de la garza blanca. — La destrucción de la gurza blanca por sus plumas, ha arrebatado a la mitad del mundo una de las aves que prestan al hombre uno de los mayores servicios. Jamás toca un grano, sino que se ali- menta sólo. cerca de las aguas o lugares pantanosos, que son la residencia favorita de innumerables batracios, pequeños crustáceos y pestíferos insectos, todos los cuales, directa o indirectamente afectan las cosechas de la vecindad. La presencia de la garza blanca en los arrozales, por ejemplo, es visiblemente beneficiosa a los cultivadores, y el arroz es el cultivo de mayor importancia en la India y China. En Australia la destrueción de esta ave y de otras ribereñas por su plumaje, está causando ya una declinación visible en los recursos pesqueros del país. Es la falta de estas aves lo que ha dado lugar a un acrecentamiento desmedido de multitud de crustáceos que atacan los depósitos de huevos de los peces y destruyen los embriones en el Coorong y en los lagos del Morray. En la memoria sobre el Egipto correspondiente al año 1912, Lord Kitchener declara que la inconsulta destrucción de las aves había permitido un enorme acre- centamiento de las pestes de insectos, por cuya causa ya se habían tomado me- didas para combatirlos. Lord Kitchener sabía, que a pesar de los métodos tan perfeccionados que se han inventado para combatir insectos, no había sino uno solo que fuera efectivo. Un decreto del Khedive fué lanzado prohibiendo en ab- soluto cazar, matar o destruir los huevos de las aves insectívoras en el Egipto. Al expedir este decreto, dos cosas se hacían prominentes en el pensamiento de Lord Kitchener: la destrucción de la garza por su pluma, y el hecho de que en el valle del Nilo estas aves son las destructoras naturales de los gusanos del algodón. Las garzas blancas consumen un vasto número de moscas, así como también de larvas de insectos acuáticos. Este hecho es bien conocido por aquellos que han . observado los hábitos de los vacunos y búfalos de Asia y Egipto. Hay allí unas pequeñas garzas blancas, Paddy birds de la India, las cuales viven casi siempre en compañía del buey o búfalo, y picotean en sus cuerpos las moscas o ticks que los maltratan. El difunto George Grenfell llama la atención de como en el Congo una vez, una garza moribunda, sobre la que había hecho fuego y colocado en su canoa, se levantó aún en la proximidad de la muerte, para picotear a las moscas tsé-tsé que se habían posado en las piernas de los remeros. Utilidad de las ayes para el ganado. — Los daños ocasionados au los animales domésticos por los insectos parásitos, son ciertamente muy grandes, Los rebaños 152 EL HORNERO Vol. 11 son frecuentemente aterrorizados por esos atormentadores bichos, que les acarrean las enfermedades y aún la muerte. Otra de sus grandes plagas es un tumor pro- ducido por las larvas de una especie de mosca en el lomo de los animales, y la gran irritación que aquel produce, es causa de una considerable depreciación de los cueros, al mismo tiempo que el rendimiento de carne disminuye y es de in- ferior calidad. Los caballos, ovejas y otros animales domésticos están sujetos a los ataques de parásitos y otras plagas semejantes. Si no fuera por los servicios que las aves prestan posándose sobre los ani- males para despojarlos de sus parásitos, cazando las moscas al vuelo, o comién- dolas en el estado embrionario, el hombre se vería imposibilitado para conservar sus ganados. Más que esto aún, el hombre se vería impedido de habitar algunos lugares de la tierra que están ahora cultivados, o donde él trabaja en lucrativas industrias. Aves de las riberas y enfermedades. — Muchas enfermedades mortíferas son propagadas por millares de mosquitos que abundan más comunmente en las riberas y costas de los países tropicales y subtropicales. Y aún las aves ribe- reñas, que prestan al hombre un servicio incaleulable destruyendo estas pestes venenosas, son negligentemente muertas por él en enormes cantidades. En su honor debemos decir, que uno de los primeros actos del señor Wilson cuando llegó a la presidencia de los Estados Unidos, fué lanzar una orden del ejecutivo prohibiendo, bajo fuertes penas por infracción, la destrucción de cual- quiera de las aves silvestres de la zona del Canal (Panamá). Aves de caza como destructoras de malezas. — Incuestionablemente «que las malas hierbas tienen algún fin en la naturaleza, pero ese fin no es la ocupación de tierras cultivadas. Sin control, allí ellas pronto arrojarían las plantas útiles a la muerte. El uso contínuo del rastrillo y de la azada harán un considerable beneficio a los jardines y tierras cultivadas para mantener en jaque a las malas hierbas, pero como la mayor parte de las tierras están atestadas de semillas de malezas, las cuales mantienen su vitalidad por muchos años, así la vida del cultivador es una contínua lucha contra esas molestas plantas. En esta hatalla constante, el ave es una gran asistencia porque el número de semillas de malezas comidas por las aves en los terrenos cultivados debe ser superior a cualquier cantidad asig-> nable. Las aves de caza son generalmente asimiladoras de semillas de malas hierbas. Ellas son también útiles al hombre de varias otras maneras. No sólo devoran las langostas adultas sino también revuelven tierra para comer sus huevos. Ellas consumen también un gran número de termites y otros insectos ignalmente per- niciosos. La destrucción desordenada de estas aves merece ser evitada. Jillas pres- tan más utilidad estando vivas, que llenando el saco de los cazadores. La codorniz es tal vez la más eficaz destructora de semillas de maleza entre todas las aves de caza. No hay duda, ciertamente, de que la codorniz es tal vez más útil al hombre que cualquiera otra ave. Ella es casi del todo beneficiosa. Durante la primavera y verano se alimenta de muchos de los insectos más no- civos y en el otoño e invierno destruye una enorme cantidad de semillas de las más dañinas malezas. El dictamen de la Inspección de Biología de los EE. UU., dice: ““Es razonable suponer que en los Estados de Virginia y Carolina del Norte entre el l.o de setiembre y 30 de abril habían más o menos cuatro codornices por milla cuadrada de tierra, La recolección que cada ave hace es de media onza 1920 Informaciones 153 de semillas dos veces por día. Desde que en cada una de estas dos comidas diarias la mitad, a lo menos, está constituída por semillas de malezas, cada ave con- sumirá una media onza diaria. Sobre estas bases, el total de semillas de plantas dañinas consumidas por codornices desde setiembre hasta abril en Virginia y Carolina del Norte, asciende a la suma de 1.541 toneladas. Como los insectos forman más o menos una tercera parte de la alimentación de estas aves desde el mes de junio hasta agosto, las codornices consumen 341 toneladas de esa peste en los estados citados, en solo dos meses. Pero tal vez el más valioso servicio que las codornices hacen al pueblo de los Estados Unidos es la voracidad con que — y son una excepción entre las aves por este gusto tan particular — ellas comen el hediondo coleóptero de la papa, o, como se le llama, el gorgojo colorado. Además de este inestimable servicio, se debe a esta ave, en gran parte, que el gorgojo del algodón no haya desolado todos los algodonales de América, aca- rreando la desolación a miles de seres humanos a ambos lados del Atlántico. Las ayes como policía de aseo. — La población pesquera de estas islas (Islas Británicas), ha declarado guerra a las gaviotas, y han clamado por el retiro del nombre de ciertas especies de la lista de las aves protegidas, por el daño que, según se dice, causan a la industria de la pesca. Las gentes que creen en las his- torias de los pescadores, son susceptibles de ser engañados y guiados hasta en los errores más funestos. La gaviota busca su alimento sólo en la superficie de las aguas y en las costas. Podrá tal vez, ocasionalmente, atrapar algún pez útil, pero decir que ella hace algún perjuicio apreciable es dei todo absurdo. Por otra parte, la presencia de la gaviota es esencial para la salud del hom- bre. Mientras estas aves llenan cometidos de menor importancia — tales como destruir larvas a lo largo de las costas y la de destruir algunos enemigos de los peces que quedan expuestos durante la baja marea — su principal función en la economía de la naturaleza es la de hacer la policía de las bahías y litorales, del mismo modo que los buitres hacen en tierra firme. La destrueción al por mayor de las gaviotas en Yucatán, para obtener sus plumas, fué seguida por un gran aumento de mortalidad humana entre los habitantes de las costas, lo cual era debido irrefutablemente a la pérdida de las aves, que hasta entonces habían con: servado a las bahías y puertos, libres de las materias corrompidas que el maz, constantemente, para depurarse, arroja a las costas. Realmente desearía saber si aquellos hombres que desean la destrucción de las gaviotas, se detuvieron alguna vez a pensar en lo que sucedería a sus ya poco perfumadas villas, si esta ave no estuviera presente para devorar los desperdicios que ellos arrojan? O, además, si alguna vez reflexionaron sobre esa sensación de agrado que ellos experimentan cuando en tiempo de la cerrazón, al través de la neblina, perciben el clamor de esas emplumadas campanas de las boyas que ad- vierten la proximidad de la roca o de la barra. Las aves como productoras de guano. — Ahora que he abordado en mi tema las aves marítimas (Pelágicos), aprovecho la oportunidad para decir algo sobre su utilidad como productoras de guano. Indudablemente que el enorme comercio de fertilizantes que se hace hoy debe su origen a las aves; porque las propiedades de ácido fosfórico y nitrógeno conte- nido en el pescado no fueron reconocidas hasta que se conoció el guano — el cual está formado por excrementos de aves marinas mezclados con pescados — se usó como fertilizante y probó ser un poderoso estimulante para el desarrollo de las plantas y de la agricultura en general. El valor del guano como fertilizante fué conocido por los habitantes del Perú en tiempo de los Incas, pero no fué, con todo esto, sino hasta bien entrado el 154 EL HORNERO Vol. 11 siglo XIX que la información fué llevada a Europa por Humboldt. Bajo la do- minación de los monarcas del viejo Perú, las aves fueron protegidas rigurosamen- te y los depósitos de guano guardados cuidadosamente, Tres siglos más tarde estas medidas protectoras se materializaron en una fuente de recursos para el país. Generación tras generación de aves marítimas, han depositado en sus criaderos vna cantida de guano que en 1853 fueron estimadas por las autoridades peruanas en un valor de 620.000.000 pesos. Es una vanidad nuestra pensar que los Incas eran bárbaros y mirar aqueos tiempos eomo época de obscuridad y rudeza. lón nuestro propio tiempo — en la edad de las luces — el hombre mata de un solo golpe más de un cuarto de millón de aves marinas en una isla valiosa por sus uepósitos de guano. Utilidad de las aves como alimento. — Bajo ciertas condiciones las aves sil- vestres son valiosas para el hombre como materia de alimentación. Los primeros colonizadores deben de todas maneras, al principiar sus operaciones agrícolas, vivir de los elementos silvestres que les ofrece la naturaleza. En días pasados los precursores de la civilización podían confiar en sus armas de fuego para man- tener sus despensas bien provistas de aves. Ahora, en muchas partes del mundo, él afronta una alarmante escasez de esta clase de alimento. La situación difícil a que se ve- rán reducidos los colonizadores a causa de la política de exterminio que se sigue en nuestros días con relación a las aves, se puede pronosticar por lo que pasa hoy en la bahía de Hudson. Hace cincuenta años el número de patos silvestres en Norte América estaba más allá de cualquier cálculo. Pero el hombre escasamente podía matar estas aves para saciar su sed de sangre. Sports-men, cazadores profesio- nales, y agentes de talleres de modas los arrebataban por millones. Tan ciega y desordenada carnicería no podía tener más que un solo resultado: los patos son ahora tan escasos en la costa occidental de la Bahía de Hudson, y la pesca es tan pobre, que los habitantes de allí que habían siempre vivido de los patos que podían cazar en el otoño, se encuentran ante la dificultad de poder obtener ali- mento suficiente para la temporada de invierno. La estética y el valor sentimental de las aves. — Omitiendo de hacer mención de varios otros beneficios naturales que las aves hacen al hombre, quiero dar, antes de concluir, una breve reseña sobre su valor estético y sentimental. La vida de las aves es aquella parte de la creación por la cual la naturaleza ha hecho más, en el sentido de dar al hombre beneficios mentales, que con cual- quier otra de sus obras. Inconcientemente recibidos, aunque ellos brotan de la mente misma, hay una enseñanza espiritual, una influencia elevada que aspira a hacer los actos del hombre más constantes por prineipios, y los cuales tienden « dar un nuevo y más amplio carácter a toda la vida. La compañía de las aves proporciona una felicidad tan pura y quizás tan permanentemente exquisita como al hombre en su presente estado de existencia le les dado encontrar. Jamás me he poseído de una alegría más pura en toda mi vida que cuando al levantarme, al despuntar el alba, de mi lecho de hierbas; he oído los coros de los alegres trinos de las aves que, a manera de heraldos anuncian la proximidad del día. Nunca he experimentado una emoción más profunda en mi mente que cuando, en el inexplicable misterio de la oscuridad de la selva, bajo la bóveda estrellada, he oído las sublimes notas de esos emplumados salmistas, ocultos también en las sombras de la noche. El mundo no es más que un diseño; son las aves quienes llenan los detalles y complementan el cuadro. Nubes de todas formas en el firmamento del estío cuel- gan de las murallas del cielo destacándose en el inmutable azul. Los árboles per- manecen sin movimiento; las aguas cristalinas del lago muy dormidas para ondular 1920 Informaciones 15: o quebrar contra la costa. Nada que manifieste vida o acción. De repente, oculta hasta entonces en emboscada huella, una ave se lanza y se eleva en el aire mos- trando a los resplandores del sol toda su alegría. A uno le parece ver que todo el mecanismo se ha puesto en acción. El mundo principia a vivir y a moverse. ¡Qué artista hay que no sepa esto! Aún cuando pinte algunas de las más expresivas escenas de la tierra — el océano o el Himalaya — no dejará de agregar ese com- plemento estimulante a su tela. >asando ahora de la paleta a la pluma: ¿Qué poeta ha existido que no haya sido inspirado por las aves? Mil ejemplos de estas poesías se agolpan a la vez en mi memoria. Shelley, Coleridge y Longfelow, para mencionar solo tres de nuestros can- tores, han llegado a ser inmortales por el poder ejercido en sus mentes por las aves: «A una alondra», «El viejo marinero» y «Las aves de Killingworth», son poemas im- perecederos. La tierra no posee un encanto para los ojos, más dulce que la vista de una de esas joyas animadas cuando revolotean aquí y allá con esa aguda vibración de su constante aleteo para posarse por un instante a la sombra de una flor, y volar nuevamente a los rayos del' sol, lanzarse en la persecución de un insecto, dar vueltas aquí y allá en un arranque de exuberancia de espíritu, retornar para absorber el néctar de una flor y al fin, partir otra vez brillando con todos los colores del espectro dentro de su mansión: el aire. ¿Fué toda esta belleza hecha para el sólo propósito de la satisfacción de un gusto pasajero? ¿Está el hombre constitucionalmente imposibilitado para compren- der que en la belleza de esas joyas emplumadas existe un valor más grande que el valor anotado en libros comerciales? Los muchachos recogen flores en el prado y muy pronto, cuando su fugaz belleza pasa son arrojadas para marchitar y morir. Pero la semilla, la raíz, quedan, las margaritas volverán a florecer de nuevo; las prímulas volverán a matizar los prados con los colores del arco iris; mas aquellas flores del aire nunca las veremos más. Una vez idas, no volverán jamás. Conclusión. — Las aves indiscutiblemente son una de las más valiosas pose- siones del hombre y ¿justamente la posesión que se estima en el valor más ínfimo. Donde «quiera que existan aves cuyo plumaje sea apropiado para confeecio- nes, allí estarán los crueles y rapaces agentes de los negociantes en plumas, em- peñados en una abierta destrueción. Donde quiera que haya aves clasificadas como aves de caza, allá se lanzan los cazadores de los mercados para matar y matar mientras haya que matar y vender. Donde quiera que algunas de las aves están pró- ximas a la extinción como resultado de estas atrocidades, allí estará también el colector, ansioso de obtener los últimos ejemplares, antes que algún rival pueda hacerlo. Donde quiera que hayan aves cuyos huevos sean valiosos, allá se dirigirá el colector de huevos no sólo para destruir la vida embrionaria, sino también la vida madura cazando las aves que ponen los huevos con el propósito de identifi- carlos. Donde quiera que exista, en los lugares más salvajes de la tierra, algún ave que se considere como un “buen sport?” allá estará el gandul, ese vándalo de la creación, el cazador de alto tono, satisfaciendo en las más bellas e inofen- sivas obras de la naturaleza, sus instintivos deseos de matar. Es debido a esta infamia por la naturaleza, así como también a que la enfermedad no se le opone obstáculos, el que día a día las cosas empeoren; y si al presente esa práctica inútil y depravada, de despojar al mundo de uno de sus más valiosos recursos na- turales, no se le oponen trabas, algún día sucederá una desgracia, un desastre universal, más terrible en sus resultados que lo que las palabras puedan expresar. JAMES BUCKLAND Smithsonian Report — Washington 156 y EL HOENERO : Vol. 11 Anotaciones sobre algunas aves de Buenos Aires. — IT. Dendrocopus mixtus (Bodd). (El «Carpintero chorreado» de Azara.) Uste pequeño carpintero, que es el más común en los bosques ribereños del Río dle la Plata, en los alrededores de Buenos Aires, ha sido observado y cazado en Punta Lara y Río Santiago en diversas oportunidades. Precuenta mucho los ceibos (Erythrina erista-galli) y continuamente se le ve recorriendo rápidamente de abajo arriba cada una de las ramitas secas de este árbol. Con el pico va golpeándolas sucesivamente y cuando su oído le muestra que están huecas, se detiene breves instantes y con unos pocos golpes las perfora. Adentro anidan ciertas hormigas. Esto es lo que busca en su operación continuamente repetida. Con la lengua extrae larvas, huevos y adultos, que parecen constituir la parte principal de su alimentación. En el estómago de un ejem- plar (N* 44, ejempl. 1) que cacé en Punta Lara (Dbre. 1.% 1912) hallé, efectivamente, tumerosos restos de hormigas, juntamente con algunos fragmentos de coleópteros. Los restos de hormigas eran muy incompletos, pero el Dr. Gallardo, que los ha examinado, ha podido reconocer los géneros Pseudomyrma y Myrmelachista. Dos especies de estos géneros (P. mutica y M. gallicola) ham sido señaladas recientemente por este autor (Anales Museo Bs. Arres, t. XXVIL p. 7 y 25) en los mismos lugares y anidando' en los mismos ceeibos, de modo que es probable que se trate de aquellas especies. No sólo de estos insectos conoce el carpintero la habitación. También conoce las agallas del molle (Duvaua dependens), causadas por la oruga de una pequeña mariposa (Cecidoses eremita) y sabe que ésta se oculta adentro. En Punta Lara lo he visto varias veces perforar con el pico estas agallas, cuyas paredes son leñosas y gruesas, para extraer la larva. El carpintero no la saca por la abertura natural que la agalla posee y que, como es sabido, está tapada por un pequeño opérculo mientras la oruga se halla adentro, sino que abre un nuevo agujero en una parte cualquiera de la ¡agalla..- Es probable que el ave ignore aquel detalle; pero hay que tener en cuenta que el opérenlo se halla adherido a la agalla mientras ésta está verde, y sólo empieza a des- prenderse cuando ella comienza a secarse, facilitando así la salida de la mariposa. Así, pues, no sería probablemente más fácil sacar el opéreulo que abrir un agujero nuevo. En esta forma el carpintero extraerá sin'“duda otros insectos, pues las agallas, una vez vacías, son a menudo ocupadas por otros huéspedes. Hace algunos años hallé en Pa- lermo una de ellas, que tenía la abertura tapada con barro endurecido y adentro estaban unas larvas que no eran las de Cecidoses. Se las dí al finado M. Autran y éste me dijo algún tiempo después que se trataba de Himenópteros del grupo de los Véspidos, pero no supe nada más de ellas. Es eurioso considerar cómo habrá llegado esta ave al conocimiento de la habi- tación tan particular de estas larvas, pues las agallas podrían confundirse con frutos. Quizá sea ésta precisamente la causa, pues el animal conocerá tal vez algunas larvas. de las que viven sobre verdaderos frutos, y creerá que se trata dle la misma cosa. También es verosímil que el hábito, a que me he referido anteriormente, de golpear con el pico sobre las ramas para ver cuáles están huecas, le haya hecho descubrir los habitantes de las agallas. WI hecho es que en la actualidad lo sabe muy bien, pues «muchas veces lo he visto dirigirse sin la menor vacilación hacia los molles, en los cuales las agallas forman a veces especies «le racimos, y agujerear siempre aquellas que esta- ban habitadas. En Buenos Aires, el carpintero anida principalmente en el ceibo, como ya lo in- dica Venturi. He tenido oportunidad de comprobarlo en Río Santiago (Noviembre 11 de 1910)" El mido se hallaba en una rama gruesa e inclinada, a unos 2 m. del suelo. Tenía 4 em. de diámetro en la boca y 25 cm. de profundidad. No observé los huevos. M. DorLLo Jurabo (Physis, No. 9,1. 1D). ere Cobo; ES SS Apia Vederal. Aberg pao Hialmar. = a Federal. Arditi, Prof. ELO FACiO — Capital nedesal 3 Aula, Augusto V.— Sáenz Peña (Chaco). 5 asilo, Prof. Angel. ar Federal. ler, Dr. Roberto. — Capital Federal. elerle,. C. M. — nia Federal. - : Prof. ad — Capital Federal. , Srta. Lucía. — Capital Federal. Octavio P. — Capital Federal. RA Federal. , Cap. de ae Pedro 3. — Capital Federal. Casale, Dr. Guido. — Chacabuco (Buenos Aires). ( as ellanos, A Alfredo. —Rosario. pea SIRgOnS Antonio, .— Capital: Federal. eruti, Dr. Tomás. O penis no). ambon, Luis A. — La Plata, Comi, Prof. Pedro L. — Capital Federal. Cordero, Dr. Ergasto H. — Montevideo. Correa Morales, Lucio A. —Capitel Federal. Correas, Srta. María J. — Rosario (Santa Fe). rtelezzi, Srta. Juana. -— La Plota. tta, Srta. María R.—Huetel (Prov. Buenos ESE + —Cówell, Alberto T. — Capital Federál. Csivelli, a Federal. — Dabat, Srta. Dolores. — Rosario (Santa Fe). abbeno, Dr. Eo CE Federal. ebenedetti, Dr. Salvador. — Onapital Federal. Do Boni, Dr. Antonio. — Montevideo. . Do Giacomi, roo aa 3 A Ing. Agr. J. Romualdo. —Las Delicias (E. Ríos). MIEMBROS ACTIVOS : PAE Hasta Ene LIDO ; - Dinelli, Luis. — Tucumán. * Doesllo-Jurado, Prof. M. — Capital: Federal. Domínica, Hermana. — Capital ener. Doradau, Ovidio.—Neuquen. Escarcena, Juan. — Capital Federal. Farfán, Prof, Carlos. — Mercedes (San Luis). Fazio, Prof. Alfredo. — Capital Federal. Felippone, Dr. Florentino. — Montevideo. Fernández, Dr. Miguel. —La Plata. Fernández Beyro, Dr. A. — Capital Federal, Florit, Carlos -J. — Capital Federal. Fortabat, Carlos. — Olavarría (Buenos Aires), * Frers, Arturo G. — Capital Federal, * Gallardo, Dr. Angel. — Capital Federal. Gallo, Dr. Abelardo. — Capital Federal. Gazzano, Nicolás A. — Capital Federal. Gendron, Srta. Sara. — Rosario (Santa Fe). Gez, Prof. Juan W. — Capital Federal. Girard, Pablo.—Tucumán, z ; Gómez, Adolfo S. — Capital Federal. 1 González Fernández, Almir. R.—Pto. Militar es a) González, Juan A. — Capital Federal. y Y González, Dr. Juan B. — Capital Federal. Grierson, Dra. Cecilia. — Capital Federal. py Guerrico, Ing. Federico. — Capital Federal. Harper, Eduardo C. — Pradere (Buenos Aires). Herrera, Prof. Anastasio J. — Capital Federal. Herrera, Prof. Martín. — Rosario (Santa Te). a Hume, Alberto S. — Capital Federal. > : y : ás Irizar, Srta. Esther M. — Capital Federal. Islas, Srta. María 1. — Azucena (Buenos Aires). Itajobi Prado, Francisco. —$S. Paulo (Brasil). * Koslowsky, Julio. — Cupital Federal. Eraglievich, Prof. Lucas. — Capital Federal. * Lahille, Dr. Fórnando. — Capital Federal. Lanfranco, Ing. Agr. Silvio. — La Plata. Lehman-Nitsche, Dr. Roberto. — La Plata. Lista, -Dr. Héctor.—Capital Federal. Lizer, Ing. Agr. Carlos. — Capital Federal. Maglione, Dr. Ernesto S. — Capital Federal. Magnano, Francisco. — Montevideo. Magnano, Juan. — Passo (Buenos Aires). Marasso Rocca, Prof. A. — Capital Federal, Marcó del Pont, José. — Capital Federal. Marcó del Pont, V. M. — Capital Federal. Marek, Carlos. — Córdoba. * Marelli, Dr. Carlos A.— La Plata. Mariani, S. — Capital Federal. Marty, Guillermo. — Viedma (Río Negro). Mas, Prof. José. — Capital Federal. Marzorati, P. Luis.—Montevideo. “Mathew, D. Aa (Córdoba). ñ > Méndez Casariego, Sra. Carmen C. de. — - Capital Fede Mercado, - Prof. Nazario. — Azul (Buenos Aires). Mestroni, Prof. Valentín. — Capital Federal. Miguelez, Maximino. — Capital Federal. Míguez, Dr. Víctor E, — Mercedes (Buenos Aires). Pu Mogensen, Juan. — Skjelhoje (Dinamarca). > 0 Monguillot, Sta. María A. — Capital Federal.» my Moreno, Dr. Julio del C. —La Plata. Moyano, Osman. — Calchaquí (F. C. S. F.). - Nájera, Dr. Juan J. — Capital Federal. Nájera Ezcurra, Sta. Angela. — Capital Federal. - Naylor, W. B.—-C. Salas (Buenos Aires). - ¡Nelthorpe, C. S. — Arias (Córdoba). - Niedfeld, Gregorio. — Santo. Tomé (Santa Fe). . - Nielsen, Prof. Juan. — Capital Federal. Onelli, Prof. Clemente. — Capital Federal. 4 Parodi, Ing. Agr. Lorenzo R. — Capital Federal, . Pastore, Dr. Franco. — Capital Tederal. ; Pastore, Srta. Victoria. — Capital Federal. Pellerano, Glorialdo. — Gorchs (Buenos Aires). Péndola, Agustín J. — Capital Federal. - Péndola, Prof. Agustín. — Capital Federal. -Penñington, Dr. Miles -S. — Quilmes (Buenos Aires). Piñero García, Dr. Pedro.—S. J. de la Esquina (S. Fe). , _ Posner, Félix. —M. Sociedad (Paraguay). Pouysségur, Hipólito. — Azul (Buenos Aires). : * Pozzi, Antonio. — La Plata, Pozzi, Santiago. — La Plata. Quiroga, Dr. Isidro. — Rosario (Santa Fe). sn E E 2 S Radice, Angel L.— La Plata. ; Raices, Adolfo E. — Capital Federal. h - Ramírez, Cap de frag. Eduardo. — Capital Foderal. Ramírez, Prof. Segismundo. — Rosario (Santa Fe). - Renard, ¡Cap. de navío Abel. — Capital Federal. Renard, Adolfo. — Capital Federal. ; y Ricagno, Prof. Alberto A. — Capital Tederal. -Riis, Guillermo. — 1. Correas (Buenos Aires). ' Rivas Míguez, Leandro. — Tucumán, , ; 7 Es Rivero, Srta. Helena 3. — a Federal. * Rodríguez, Rod:íguez, Dr. o cales (Río: Necro) * Rodríguez, Francisco M.— $. Ana (Misiones). Rojas Acosta, Prof. N. — Resistencia (Chaco). * Rolleri, Humberto. — Capital Federal. as Vicente. — San Miguel estas AN E 5 Biblioteca Nacional de Maestros. — Capital Federal;) Biblioteca Popular «Mariano Moreno». — Chacabuco (Provincia de Buenos Aires). ze le. Centro Estudiantes Ciencias Naturales.—La EAS - Colegio del Sagrado Corazón, — La Plata. Colegio Nacional. -— San Nicolás (Provincia de. Bue- nos Aires). : Escuela Normal N? 2. — Rosario (Santa Fe). Escuela Normal Número 3. — Capital Federal. Precio del presente nÚmEero. > > > > > 2 ES ; ; suscrigición a de « El Hornero >). e ALIOrOL. Dr. P. A. - Selva, Manuel. — Capital Federal. >» volumen DEmnero!! con indice: ete. SES E Cuota anual de los miembros activos de la S, O. Pp, (equivalente. a la O Tomás. —E de | EOS Prof. Emiliano, - = — Santiago | Sanzín, Prof. Renato. — Mendoza. ES Sathica, Francisco, — Mosconi (Buenos Sayon, Julio C. — Capital Federal. Scala, Prof. Augusto. (0, — Capital Federal. Scasso, Prof. Mario C. — Chivilcoy (Bs. A: Schneider, Carlos O. — Concepción (Chile) Seckt, Dr. Hans. — Córdoba. Semprun, Rodolfo J. — Capital Federal. * Serié, Pedro. — Capital Federal. — Shipton, Stewart. — Concepción (Tueum Dl Sierra, Sra. Esperanza de. — Monteyid o. Smith, Walter B. — Valeria (San Lui * Spegazzini, Dr. Carlos. — La Plata. Steinbach, José. — Santa Cruz (Bolivia). Strassberger, Osvaldo. — Capital Federal. - a Dr. José L. — Capital edoala ; Tonina, Dr. Teodoro C. — — Capital dal Lo. Toranzo Calderón, Dr. C. — Capital Federal, — Torres de la Llosa, Dr. Carlos. — Montevideo. Tracchia, Dr. Oliverio. — Capital Feder Tremoleras, Albérto; — Montevideo. NRO Juan. — Montevideo. Velasco, Sra. Sara M. de. — Rosario Fe). y Venturi, Santiago. — Tucumán, : Violante, Vicente M.— Capital Feder: Vogelsang, Be G. — Montevideo. Wetmore, Dr. A. ainda ( ado Williams, Ing. Orlando. — Capital Fe Wilson, Charles. TJ. — Londres | (Ingla ERx3) Tiurt. — Monte 5 Xhardez, Juan E. E Gengral Pirán (B A 7 ó o José. — Capital Pederal. ARE Zotta, Angel. — Capsial E É _Eubiaur, Dr. José B. — Corrientes Facultad de os y Veterinaria € Capital io 'é AS GN ; ción Clones: Biológicas. — Capital Federal. | E Museo Educacional. — Mendoza. Museo de Historia Natural. — “Museo do la Provincia. =— Corrientes. rta E O AO e > para los socios... a Mohnari - El HORNERO Revista de la SOCIEDAD ORNITOLÓGICA eL PLATA para el estudio y protección de las aves de la Argentina y paises vecinos Volumen II, N.-* 3 porra DS e rar mn AE Na St Ja EN > Oj Agosto de 1921 ÉS GN 3) J S E HORNERO (Furnariws rufus) SECRETARÍA DE LA $S. O. P. Musgo NACIONAL DE HISTORIA NATURAL Prruú, 208 BUENOS AIRES SOCIEDAD ORNITOLOGICA DEL PLATA COMISION DIRECTIVA 1920 - 1922 Presidente: DR. ROBERTO DABBENE Secretario tesorero: PEDRO SERIÉ Vocales: Junio KosLOwskÉY — Cap. de Fragata PEDRO S. CASAL Prof. M. DorLLo- JURADO — Cap. de Navío ABEL RENARD — CARLOS AMEGHINO Dr. JosÉ L. SuÁrez — Dr. FERNANDO LAHILLE-— ALBERTO T. COwELL MIEMBROS HONORARIOS CHAPMAN, Dr. FRANK M. CHUrB, CHARLES GRANT, CLAUDE H. B. HarterT, Dr. ErNsT HELEMAYR, Dr. CarL E. HOLMBERG, Dr. EbuarDo L. Hubson, W. H. THERING, Dr. H. voN LyNCcH ARRIBÁLZAGA, ENR. MENEGAUX, A. RIDGWAY, Dr. ROBERTO SALVADORI, CONDE Tomás SCLATER, WILLIAM L. Museo de N. York (Estádos Unidos). Londres (Inglaterra). Londres (Inglaterra). Londres (Inglaterra). Museo de Munich (Alemania). (presidente honorario) Capital Federal. Londres (Inglaterra). Nápoles (Italia). Resistencia (Argentina). Museo de París (Francia). Museo de Wáshington (Estados Unidos). Museo de Turín (Italia). Londres (Inglaterra). MIEMBROS CORRESPONDIENTES ALFARO, Dr. ANASTASIO” BERTONI, Prof. A. DE W. BORELLL, DR. ALFREDO . CHERRIE, GEORGE K, Costes, PROF. NATHANÁEL DOERING, Dr. ADOLFO FIEBRIG, Prof. CARLOS GIACOMELLI, Dr. EUGENIO IHERING, R. VON Lino, Dr. MIGUEL MILLER, Leo E. PorTER, Prof. CarLos E. REED, Prof. CARLOS $. SNETIULAGE, Dra. E. Topo, W. E. CLYDE Museo de S. José (Costa Rica). Puerto Bertoni (Paraguay). Museo de Turín (Italia). Museo de N. York (Estados Unidos). Santiago (Chile). Córdoba (Argentina). Asunción (Paraguay). La Rioja (Argentina). San Pablo (Brasil). Tucumán (Argentina). Museo de N. York (Estados Unidos). Santiago (Chile). Mendoza (Argentina). Pará (Brasil). Museo Carnegie, Pittsb. (Est. Unidos). EL HORNERO REVISTA DE LA SOCIEDAD ORNITOLÓGICA DEL PLATA DIRECTOR E SECRETARIO ROBERTO DABBENE PEDRO SERIÉ Vol. II BUENOS AIRES, AGOSTO DE 1921 N.* 3 SUMARIO R. DaBBENE. — Los petreles y albatros del Atlántico austral (2 cuadros y 1 mapa)... pág. 157 C. E. HELLMAYR. —Sur les especes néotropicales du genre AnthUS....ooooooooomoo.. ALS O) RANES AGE — star de aves de lasitislas EdalMKklad O O ey EY C. FIUERIG. — Algunos datos sobre aves del Paraguay (9 BS.) ......o.o.oo.ooooooooooo. ” 205 TF. LaviLiE. — Estudio de las aves en relación con la agricultura (4 figs.) .......... y 214 W. B. ALEXANDER. — Lubinares observados desde Bs. As. hasta Capetown (1 mapa)... , 224 R. DABBENE.—Nido de los carpinteros Dryobates mixtus y Picumnus cirrhatus (lám. IV) ,, 225 Se se —Miscelánea ornitoLO gica e 225 E. SALHICQ. — Datos sobre midos dle ROTNerOos-... cc Zed G. CASsaLE. — Influencia de la luz eléctrica sobre las faunas locales. ..ooo.o.m...o...... ERA A. CASTELLANOS. — ¿Las golondrinas emigran o se aletargan?l..oooooo.oomooo ” 228 J. B. DAGUERRE. — Costumbres y nidificación del horner0....oooom.ooooormco SDZ ZAS! P. SERIE. —Sobre la alimentución de la perdiz COMÚN... a. PEO MO UTTEn TOMES O CUNAS NA NT MSN 1 232 Revistas ornitológicas y pullicaciones Tectentes.....o.oooooooconnrr 235 QUIN MN COTTES DOTA PNC NAS AER R RN NARRAR RAN RN ” 238 ICIADAGROROS cornossóoros rocoso Vomnordor cor oo roce roc oso cro roo IO ” 239 LOS PETRELES Y LOS ALBATROS DEL ATLANTICO AUSTRAL POR ROBERTO -DABBENE El presente artículo, forma parte de una serie de otros similares que esta Revista va publicando en cada número, sobre diferentes grupos de aves, a fin de dar a conocer las especies con las que están representados en la avifauna orsentina. En este caso, al tratar de los petreles y albatros, mi objeto prin- cipal ha sido además, el de reunir el mayor número de indicaciones fidedig- nas sobre la presencia de las distintas especies de estas aves en la mitad occi- dental del océano Atlántico austral, frente a las costas argentinas y en torno de las islas situadas a una distancia más o menos grande de la extremidad sureste del continente americano. Con este motivo he pensado tratar este grupo de un modo más extenso y detallado, buscando de estimular las observaciones personales y al mismo tiempo para que pueda servir de guía en la identificación de las especies, a las personas quienes teniendo la oportunidad de observar estas aves du- rante la navegación, o teniendo ocasión de visitar las remotas e inhospitalarias playas en las que se reproducen, quieran dedicar aleunas horas al estudio de las varias especies que encuentren, contribuyendo de este modo a aumentar nuestros conocimientos sobre un grupo que, en conjunto, es uno de los menos estudiados de la avifauna en general. 158 EL HORNERO Vol. 11 Efectivamente, nada o muy poco se sabe sobre el lugar y el modo de nidificación de muchas especies, ni tenemos datos exactos sobre los cambios que presenta la coloración del plumaje en las distintas edades del ave o sobre las variaciones que ofrece en los adultos de algunas especies. Por este motivo, varias de éstas que han sido hasta ahora consideradas como distintas por al- gunos autores, no lo son según la opinión de otros, siendo posible que algunas de ellas representen sólo el estado juvenil o una fase de coloración de una misma especie. Muy pocas son también las noticias que tenemos sobre la dis- tribución geográfica. Estos conocimientos relativamente escasos que poseemos sobre varias es- pecies de este grupo, tiene una fácil explicación. Cualquiera de nosotros ha tenido con frecuencia la oportunidad de poder observar de cerca, y de es- tudiar las costumbres de muchas de las aves que habitan nuestros campos, bosques, ríos o costas, por haberlos visto a veces diariamente al estado libre o tam- bién en muchos casos en cautividad; pero en cambio, son relativamente pocas las personas que pueden conocer de la misma manera los petreles y los 'albatros. Iistas aves huyen de las tierras y tienen por sus dominios las inmensidades de los océanos sobre las cuales pasan errando toda su existencia. Raramente se acercan a las tierras habitadas por el hombre, y nunca viven largo tiempo en cautividad. De modo que sólo la gente de mar o aquellas personas quienes, por cualquier cireunstancia emprendan algunas largas navegaciones, especialmente sobre veleros, pueden tener ocasión de observarlas con frecuencia. Si el navío ha salido de uno de nuestros puertos y sobre todo si pone su proa hacia las regiones australes del Atlántico, cuando las tierras han desaparecido del horizonte, pronto esas aves harán su aparición en torno del bareo; y solitarios o en pequeños grupos, el damero del cabo, el pequeño petrel de las tempestades, el petrel regro y luego el petrel gigante, el magestuoso albatros y otras aves océanicas, lo seguirán desde entonees, por millares de millas, y por semanas enteras, tanto en los tiempos favorables, como en los días tempestuosos, serán las compañe- ras del navegante, hasta que las tierras estén otra vez a la vista. Pero aún en estas cireunstancias, el observador que no esté especialmente interesado, sólo tendrá en la mayor parte de los casos una visión fugaz o el vago recuerdo de la silueta del ave, cuando ésta, con sus alas extendidas, se desliza en su vuelo planeado a poca altura de las olas, describiendo grandes círeulos alrededor del bareo, al que se aproxima desconfiada un instante para alejarse rápidamente y volver a mostrarse poco después en la misma forma. Sin embargo es relativamente fácil la captura de algunos ejemplares (1) o en caso contrario es casi siempre posible durante los repetidos pasos del ave en la proximidad del buque, notar las diferencias entre las especies que lo siguen y si estas se observan con la ayuda de gemelos, se podrá llegar en la mayoría de las veces a la identificación. El tiempo que el viajero dedicará a estas observaciones, además de ser de utilidad para la ciencia, será también para muchos un agradable empleo de algunas horas de ocio, durante los largos y monótonos días que ha de permanecer confinado entre los estrechos límites del puente de un buque. Arthur Guillemard, en la introducción del libro de J. Y. Green «Ocean bird», dice con razón que solamente los que han estudiado la vida de las aves del océano desde la cubierta de un barco y durante un largo viaje, pueden apreciar enteramente el encanto que ofrecen la compañía y la observación de los hábitos de estos hermosos vagabundos de los mares. (1) Al final del presente trabajo estará indicado el modo de capturar estas aves, así como las anotaciones que deberán ser tomadas sobre los ejemplares en estado fresco y que general- mente tienen importancia para el estudio comparativo. 1921 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 159 L CARACTERES GENERALES DE LOS PETRELES Y ÁLBATROS Como la tierra, también el océano tiene sus aves, las más características de las cuales son los petreles y los albatros, que juntos forman el orden de los Procellariformes. Se diferencian de todas las demás aves por el carácter peculiar de las aberturas nasales, las que están situadas en la extremidad de uno o dos tubos, por cuyo motivo llevan también el nombre de Tubinares. En los petreles, las ventanas nasales se encuentran juntas y están siempre situadas sobre el caballete del pico (culmen), mientras que en los albatros, los tubos nasales se encuentran a cada lado de la base del pico, separados por un ancho caballete. El revestimiento córneo del pico se compone de varias pie- zas separadas por surcos más o menos profundos; la mandíbula superior (maxila) termina en un gancho muy robusto, mientras que la inferior está más o menos trunca anteriormente. Las alas son muy largas y angostas, la cola es redondeada y compuesta de 12, 14 o 16 rectríces. Los dedos anteriores están reunidos entera- mente por una membrana natatoria; el dedo posterior es pequeño, a veces ru- dimentario o ausente. El plumaje no es nunca de colores brillantes, predomi- nando generalmente el blanco, el negruzgo, el pardo fuliginoso o el ceniciento azulado; y la coloración general es a veces uniforme o los colores indicados están desigualmente distribuídos sobre la superficie del cuerpo. Los caracteres morfológicos de los Procellariiformes, según los más recientes sutores (1) son los siguientes: Aves esquizognatas, holorrinales, con profundo surco supraorbital y con vo- mer ancho, puntiagudo, dilatado lateralmente y unido posteriormente con los palati- nos. Nares impertiae, exteriormente en forma de tubos; cavidades nasales anchas (éxcepto en Pelecanoides y en algunas especies de Puffinus). Maxila con fuerte gan- cho terminal; mandíbula trunca. Ligamento odontoides del atlas no osificado. Siem- pre 15 vértebras cervicales; vértebras presinsacrales libres; vértebras dorsales hetero- celas y con hipapofisis (excepto en Diomedeidae). Espinas neurales bien desarrolla- das desde la 2.* a la 5.* vértebra. Margen posterior del esternón entero, con escoba- duras o con fenestrae. Coracoides ancho en la base; precoracoides ancho, con fora- men supracoracoideo. Sin la faceta articular para la horquilla sobre el acrocora- coides. Surco humeral aplanado; ¡proceso ectepicondilar bien pronunciado. Fórcula en forma de U, con o sin hypocleidium. Flipotarso compuesto (excepto en Diomedeidae) o con varios surcos. Hallux pequeño o rudimentario (1 falange); a vece completa- mente ausente. Dedos anteriores reunidos por una membrana natatoria. Músculos tráqueo-bronquiales insertados en el 7.9 o en el 5.” anillo bronquial. Expan- sor secundariorum sólo presente en Oceanitidae. Pectoralis tertíus bien desarrollado. Fórmula miológica: AB X Y. 4mbiens presente en todos los géneros, excepto en fre- getta. Fémoro-caudal y semitendinoso siempre presentes; accesorio fémoro-caudal ausente en Pelecanoides y Bulveria; semitendinoso con accesorio, sólo presente en Occamites y sus aliados. Ambas carótidas presentes. Lengua variable en la forma; pero, por lo común, rudimentaria. Proventrículo glandular desarrollado. Ciegos ausentes en Oceanitidae. Grandes glándulas supraorbitales. Glándula de la rabadilla emplumada. Aquintocubi- (1) E. Coues, Critica Review of the Family Procellariidae, Proc. Acad. Nat. Sci. Philad., 1864, pp. 72-91, 116-144; 1886, pp. 25-33, 134-147, 172-197. ¿ W. A. Torbes, Report on the Anatomy of the Tubinares. Challenger Reports, vol. IV, pt. XI, pp. 1-64, pls. 1-VITI. 1882. » +. Gadow, Bronn's Thier-Reich, Bd. VI. Vógel. Anatom. Theil, pg. 445 y sig. 1891. R. B. Sharpo, Review of Recent Attempt to Class. Birds, 1891. F. E. Beddard, Structure and Classification of Birds, 1898. W. P. Pycraít, Osteology of the Tubinares. Proc. Zool. Soc. London, 1899, pg. 381-411, Pls. XXII, XXITI. 160 EL HORNERO Vol. II tales; cuello con apteria lateral. Hyporaquis presente, pero pequeño. Plumón distri- buído sobre todo el cuerpo en el audlto. Rhamphotheca compuesta. Podotheca, for- inada por escamas irregularmente exagonales, excepto en pocos casos en los que las scutellae son oblicuas transversalmente. Secundarias muy cortas, no excediendo de mu- cho sus cobijas mayores, y, por lo común, muy numerosas. Cosmopolitas, marinas, ni- dícolas, zoófagas. Por sus caracteres anatómicos, los Procellariiformes se relacionan más con los Pelecamiformes (viguáes, pelícanos) y con los Sphenisciformes (pingitines) que con los Lariformes (gaviotas) con los cuales tienen una semejanza solo superficial. Fstas aves se alimentan con peces, moluscos, crustáceos y otros animales MATINOS. La mayor parte nidifican en agujeros del suelo o en las anfractuosidades de los barrancos a pique sobre la costa del mar; otros en lugares abiertos; y ponen en general un solo huevo, de forma variable, usualmente sin lustre, de cáscara algo rugosa, blanca, frecuentemente con un tinte azul muy pálido cuando son frescos y limpios. En los de algunas especies no se observan sal- picaduras o manchitas, mientras que en otras, éstas forman una corona en torno de uno de los polos. Los pichones están cubiertos de plumón y permanecen largo tiempo en el nido, alimentados por los padres. Estos demuestran gran cariño por sus pe- queñuelos, los defienden valientemente en caso de peligro, usando su robusto pico y también otra arma de defensa que es carasterística de estas aves, y que consiste en arrojar contra quienes se les acerca un líquido aceitoso y de olor sumamente desagradable, contenido en el buche, pudiendo proyectarlo a distancias más o menos grandes. Los sexos son en general similares, pero la coloración del plumaje, varía en ciertas especies grandemente con la edad. El tamaño de estas aves ofrece todas las graduaciones, siendo las más pequeñas de las dimensiones de un chorlito, mientras que otras figuran entre las mayores aves voladoras. Los petreles y los albatros son aves exclusivamente marinas y pelágicas. Forzadas a recorrer la inmensidad de los mares para encontrar su alimento, la naturaleza las ha dotado de una extraordinaria resistencia en el vuelo, que les permite franquear enormes distancias sin esfuerzo aparente, así que no es raro encontrarlas a muchos centenares de leguas de todas tierras. Ellas son las compañeras inseparables de los marinos durante las largas navegacio- nes. Sea porqué impulsadas por la curiosidad o lo que es más probable por la esperanza de recojer los restos arrojados fuera de la borda de un buque, desde que ellas han divisado uno al horizonte, se le acerean inmediatamente y entonces lo siguen continuamente durante días y noches, y sólo lo dejan cuando las tierras están próximas o para seguir a otro bareo que aparezca al horizonte. Las condiciones de su existencia y el medio en que viven, hacen que estas aves tengan hábitos errantes, huyendo de las tierras a las cuales no las unen otros lazos que el período de su infancia y el de la época de la reproducción. Todo el resto de su vida lo emplean en recorrer los océamos, volando con- tínuamente, de día y de noche casi sin descanso, para buscar penosamente en medio de las tempestades un alimento a veces escaso y que digieren tan pronto como es ingerido. Esta movilidad infatigable explica el área de dispersión de muchas especies, las que se encuentran, entre ciertas latitudes, en toda una zona elrededor del globo. 1921 HR. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 161 El nombre de aves de las borrascas con que en general se han designado a ciertas especies, es debido a la costumbre de mostrarse más numerosas en las proximidades de los bareos cuando el mar está muy agitado. Las fuertes tem- pestades no las espantan, ni tampoeo las predicen como generalmente aleunos creen. Si se agrupan entonces en masas en torno de los navíos, es sólo después de haber luchado largo tiempo contra los elementos deseneadenados sin poder encontrar entre las olas embravecidas, los alimentos que necesitan; y en tales ceasiones, la experiencia les ha enseñado que del barco caen al mar alimentos convenientes para ellas. Sin embargo aleunos observadores están: de acuerdo en afirmar que estas aves se ven con menos frecuencia en los días de calma, y esto me parece exacto, habiendo por mi parte tenido ocasión de comprobarlo aleimas veces. Es probable que si el mayor número de estas aves se encuentran entre los paralelos 40 y 60 de latitud austral, es porque prefieren esta zona de los océanos, en la cual dominan casi siempre los vientos, en parte nece- sarios para la forma peculiar de su vuelo; mientras que entre los trópicos en donde reina la calma easi completa, sería mucho más difícil, especialmente para las especies mayores, sostenerse largo tiempo en los aires; y por este motivo algunas de estas, sólo accidentalmente se encuentran en las regiones tropicales del océano. Estas grandes especies, particularmente los albatros, ne- cesitan del viento para levantar el vuelo, tanto cuando se encuentran en tierra, como cuando descansan sobre la superficie de las aguas. Los petreles y los albatros nadan con facilidad y aleunas especies de los primeros zambullen muy bien, mientras que en tierra son algo torpes para caminar; mas es en el vuelo en donde despliegan su mayor habilidad y ele- sancia en los movimientos. Siempre se mantienen a poca altura; se levantan contra el viento, se im- clinan casi verticalmente sobre uno u otro lado del cuerpo, describen largos círculos, descienden hasta rozar la superficie del agua siguiendo las ondulacio- nes del mar y vuelven a levantarse sin aparente esfuerzo, continuando: duran- te largo tiempo este ejercicio, sin que sus largas alas extendidas hayan cesado un solo instante de conservar su inmovilidad. Esta forma de vuelo es peculiar a estas aves y especialmente a los albatros y grandes petreles, distin- euiéndose del planear de los rapaces. Estos últimos remontan a grandes alturas y durante largo tiempo describen en el aire grandes eíreulos sin mover sus alas, pero siempre se deslizan manteniendo éstas en un plano horizontal, mien- tras que los petreles y los albatros aprovechan casi exclusivamente el viento para efectuar sus evoluciones. Por este motivo los ingleses han llamado a esta forma de vuelo, «salling flight», encontrándole una cierta analogía con la ma- niobra de las velas de un buque. IT. DisTRIBUCIÓN DE LOS TUBINARES EN EL ATLÁNTICO AUSTRAL Los Tubinares se encuentran en todos los mares y bajo todas las lati- tudes, pero habitan con preferencia el hemisferio austral, en donde la su- perficie del globo está recubierta casi enteramente por vastos océanos, cuyas inmensas soledades ellas recorren en todas los direcciones. El área de dispersión, así como los respectivos lugares de cría están distribuídos en la mayor parte de los casos en distintas partes de una misma zona alrededor del globo, entre ciertos grados de latitud, en uno o en el otro hemisferio, norte o sur; y sólo unas pocas especies están distribuídas y nidifican en ambos. En este último caso es mucho más frecuente observar que los individuos de una misma es- pecie, presentan caracteres que permiten distinguir subespecíficamente los que crían en el hemisferio norte de los que se reproducen en el hemisferio sur. 162 EL HORNERO Vol. II La línea ancestral de los Tubinares remonta al Míoceno y las causas que afectan la distribución de este grupo, dice Loomis (1), deben haber sido produ- cidas por especiales condiciones que existieron tanto en aquellos remotos tiempos, como en los actuales, porque la preponderancia de especies en el hemisferio aus- tral y en todo el Océano Pacífico y la restricción de ciertos grupos a los mares aus- trales, así como la distribución dual de otros en los dos hemisferios, no se pueden explicar solamente por las condiciones actuales. Aleunas especies, desde remotas épocas se establecieron en un determinado habitat, el que pudieron conservar, debido principalmente a que sus lugares de reproducción estaban completamente aislados, con abundancia de alimento y faltaban en ellos mamíferos terrestres que pudieran perseguirlas. Para otras especies, al contrario, se deberá buscar la ra- zón de su discontínua distribución en los cambios que han tenido lugar en la distribución de las aguas y de las tierras en las pasadas épocas geológicas, los que les habrán abierto o cerrado el paso en sus peregrinaciones o migraciones. Unicamente al acercarse la época de la reproducción, es cuando estas aves se aproximan a las tierras, casi siempre en parajes inhospitalarios, y en nuestro hemisferio eligen de preferencia las islas remotas y desiertas, batidas eontinua- mente por las tempestades, envueltas en las brumas y que se encuentran espar- cidas muy lejos al sur de los Océanos Indico, Atlántico y Pacífico, o las playas desoladas del continente antártico. Por este motivo no es siempre fácil obser- varlas y estudiar sus costumbres y modo de nidificar y aún mismo conocer la ubicación de sus lugares de cría. El conocimiento de éstos últimos, tiene una importancia especial para poder establecer el grado de variabilidad que la misma especie ofrece según los distintos puntos de su área de dispersión. Aunque eier- tas especies tengan un área de distribución vastísima y que individuos de la misma especie hayan sido observados en distintos puntos del globo entre las latitudes que comprenden el habitat de la especie, también se ha observado que en ciertos easos dichos individuos presentan pequeñas diferencias cuando son comparados unos con otros, y estas diferencias pueden estar relacionadas con los respectivos centros de reproducción de los cuales proceden los varios individuos de esa mis- ma especie. Esto daría lugar, cuando las diferencias fuesen constantes en los especímenes que se reproducen en un lugar determinado, a la formación de subespeciós > perfieios- En una reciente obra, Gregory Mathews (2), estudiando los Tubinares de Australia, se ha ocupado especialmente de este punto y aunque por la relativa poca abundancia de material del que en muchos casos ha podido disponer, no haya siempre llegado a conclusiones muy exactas; sin embargo parece hoy pro- bado que efectivamente existen en los individuos de muchas especies, variaciones que parecen subordinadas con los respectivos centros de reproducción de la mis- ma especie. Así, Mathews, observó que los ejemplares de especies que nidifican en los mares australianos, presentan siempre, sea en la coloración del pico, tarsos y dedos o en las dimensiones generales, diferencias econ otros ejemplares de la misma especie que nidifican en las islas al sur del Océano Indico y éstos a su vez con los que se reproducen en las del Atlántico austral. Esto le ha inducido a separar algunas especies en varias formas geográficas euyos centros de dispersión serían los respectivos lugares de ería, de los cuales aunque los individuos se alejen a distancias considerables, siempre retornan en la época de la reproducción. En mi opinión, todas las especies que existen en el (1) Leverett Mills Loomis, Proc. California Acad. Sci., fourth Ser., vol. 11, pág. 2., N.o 12, pg. 13; 1918. (2) The Birds of Australia, vol. 11, pt. 1, 2, 3, pg. 1-305; 1912. Te )zAdl R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 163 Atlántico austral tienen sus lugares de reproducción en algunas de las islas que se encuentran en ese cuadrante o en las islas de la costa suroeste del continente sudamericano. Además de la citada obra de Mathews y de la «Monograph of the Petrels» publicada en los años 1907-1910 por F. Du Cane Godman, y en la que se encuentran reunidas todas las observaciones hechas por los naturalistas de las varias ex- pediciones científicas a las regiones australes, también han aparecido posterior- mente varios otros trabajos en los que se trata especialmente de las costumbres, variaciones en la coloración del plumaje y distribución geográfica de estas aves. Leverett Mills Loomis en su «Review of the albatrosses, petrels-and diving petrels» (1), hace una revisión general del grupo, se ocupa de las variaciones individuales y sexuales, como también de las que presentan la edad y la estación, y considera que varias especies deben ser relegadas a la sinonimia de otras, atri- buyendo las diferencias de la coloración del plumaje a dieromatismo. Según el citado autor, la coloración dual sería un carácter dominante en los Tubinares. En la segunda parte del mismo trabajo, el autor se ocupa extensamente de las especies que habitan la parte del Océano Pacífico adyacente a las costas de Norte América y de las que nidifican en las islas Galápagos; fundando sus ob- servaciones sobre un abundante material y especialmente sobre el estudio de una rumerosa serie de petreles y albatros, acompañada de muchas notas recogidas por Edward Winslow Gifford, Rollo Howard Beck y el Dr. Alexander Sterling Bun- nell durante las expediciones oceánicas organizadas por la Academia de Ciencias de California. David A. Bannerman (2), se ocupó de la distribución y nidificación de los Tubinares en las islas del Atlántico al norte del ecuador; y en fin, sobre las especies señaladas en el cuadrante del Atlántico austral, que es el que nos interesa, indicaré particularmente un trabajo de Robert Cushman Murphy (9) sobre los petreles y albatros observados durante su viaje ala Georgia del Sur a bordo del brik «Daisy» y durante cuatro meses que permaneció en esa isla; y las listas de las especies observadas por el capitán Paefsler, durante varios viajes por ambas costas de Sud América publicadas en el «Journal fir Ornithologie» April 1914, pgs. 272-278, y en Ormith. Momatsber., vol. 19, 1911, pg. 127-129. Creo sin embargo que entre los centros de reproducción que existen en el Atlántico austral, algunos no están bien estudiados y de otros no se conoce su localización. Entre los primeros, me refiero a los que existen en el grupo de Tristán da Cunha y especialmente en las islas Inaccessible y Nightingale (*) y los de la isla Gough (?), situada a unas 200 millas al sureste del mencionado grupo. (1) Proc. Calif. Acad. Sci., 4. Ser., vol. II, pt. 2, N.12, pg. 1-187, April 22, 1918. (2) Distribution and nidification of the Tubinares in the North Atlantic Islands. The Tbis 1914, pg. 435:494. (3) Observations on birds of the South Atlantic. Auk, XXXI, N.* 4, Oct. 1914, pg. 439-458. (4) Las islas Inaccessible y Nightingale son las más pequeñas del grupo de Tristán da Cunha; la primera se encuentra a 23 millas al sur de la isla principal, en latitud 37% 17'S y 12% 36' long. W.; mide unas nueve millas de circunferencia, es elevada y no tiene ningún lugar en sus costas, en donde un buque pueda abrigarse. La isla Nightingale está situada más al sur, a 26 millas de Tristán da Cunha y en latitud 37* 27'S y 12% 29 Long. W. Es más pequeña que la anterior y sólo mide siete millas de circunferencia. (5) La isla Gough, o más correctamente Diego Alvarez, del mombre del navegante por- tugués que la descubrió en 1600, está situada en latitud 40% 19” S. y 9% 44” Long. W., casi en el medio del Atlántico, a unas 1500 millas del Cabo de Buena Esperanza y a 2000 millas del Cabo de Hornos. Es pequeña, desierta y de origen volcánico. Mide de siete ja ocho millas de longitud por tres o cuatro de anchura. Es montañosa y el pico más elevado mide 4.880 piés. La isla se levanta solitaria en la inmensidad del Océano con unas costas abruptas, circundadas de peñascos y con profundas hendiduras, en las cuales existen precipicios de varios centenares de metros, sobre cuyas bases el mar rompe con furia las olas, haciendo sumamente peligroso el acercarse con una embarcación. Los sitios propicios para desembarcar son muy escasos y sólo parecen existir dos, uno cerca de la punta S. E. y otro en la parte sur de la isla. 164 EL HORNERO : Vol. II Estas islas están enteramente desiertas, situadas fuera de la ruta de los navíos y sólo han sido visitadas de tiempo en tiempo por buques balleneros que han desembarcado tripulantes para la caza de los lobos y elefantes de mar. Desde que éstos han sido completamente exterminados en esas islas, nadie se ha ocupado de ellas y sólo fueron visitadas raramente y por corto espacio de tiempo por algunos buques de las expediciones científicas a los mares australes. Los únicos datos que tenemos sobre los Tubinares de la isla Inaccessible, son los recogidos por Moseley (1), naturalista del «Challenger», cuando este buque visitó aquella isla durante su viaje de cireumnavegación. En ese tiempo dos marinos alemanes, los hermanos Federico y Gustavo Stol- tenhoff residían desde unos dos años en la isla (2) y habían hecho observaciones sobre la nidificación de los petreles y albatros que abundaban en la misma. Pero careciendo de una base científica esos datos tienen eseasa importancia. Sobre los Tubinares de la isla Gough, tenemos las observaciones hechas por George Comer, segundo piloto del sehooner lobero «Francis Allyn». Este buque salió de New London, Comn., el 2 de Agosto de 1887 y después de hacer escala en las islas de Cabo Verde, se dirigió a la isla Gough en donde desembarcó cinco hombres con el objeto de cazar lobos marinos. El buque continuó su viaje hasta las islas Crozet en el Océano Indico en las que dejó otros siete hombres con el mismo fin y desde allí hizo a 'la vela para la isla Kerguelen en donde llegó el 24 de Noviembre de 1887. En esta última isla situada muy al sur en el Océano Indico, la tripulación del «Francis Allyn», quedó hasta el 5 de Febrero de 1888, ocupada en la caza de los elefantes de mar, y entonces regresó a las islas Crozet, recogió los siete hombres que había dejado y continuó el viaje hasta la isla Gough. Al llegar a esta isla, los loberos quedaron poco satisfechos de los resul- tados allí obtenidos, pues los cinco hombres que habían quedado en la isla, sólo habían conseguido 50 pieles de lobo, así que decidieron postergar el regreso a New London por un año. Fueron al Cabo de Buena Esperanza con el objeto de despachar la carga que el barco tenía y otra vez pusieron la proa hácia Gough. Desde el 1.2 de Agosto de 1888 estuvieron en la proximidad de esa isla, pero continuando el mal tiempo y los vientos desfavorables, sólo pudieron des- embarcar el 22 del mismo mes, en cuya fecha Mr. Comer y otros once hombres de la tripulación se establecieron en una casucha construida con tablones que habían dejado algún tiempo antes otros loberos ingleses. Mientras tanto el scho- oner fué a la Georgia del Sur para continuar allí la caza de los lobos. Durante los cinco meses que aquellos hombres quedaron en la isla Gough, el tiempo fué extremadamente desagradable, siendo frecuentes las tempestades, los fuertes vien- tos, las neblinas y las lluvias. A pesar de esto, Mr. Comer pudo, en las horas en que no lo ocupaba su tarea de lobero, dedicarse al estudio de las costumbres de las aves marinas que abundaban en la isla. Hizo una pequeña colección y tomó mu- chas notas sobre nidificación de las aves que pudo observar, señalando en la isla En el interior, hay estrechos valles separados por cordones de montañas, y desde el nivel del mar hasta unos 1.000 piés, la isla está cubierta de hierbas, pequeños árboles, helechos y apio silvestre. La isla ha sido muy pocas veces visitada. En 1731, el capitán Gough del “Richmond”, al doblar el Cabo de Buena Esperanza avistó esa tierra y creyéndola desconocida, la bautizó con su nombre, tomando posesión de ella en nombre del Rey de Inglaterra. El 8 de Enero de 1811, fué reconocida también por el capitán Haywood del “Nereus”, pero desde entonces nadie se acordó de esta isla. Sólo algunos loberos ingleses y americanos la visitaron, y en 1825 algunos de éstos permanecieron allí durante cierto tiempo. Más tarde, en 1888, George Comer con otros loberos americanos residieron en la isla desde el 22 de Agosto de ese año hasta el 23 de Enero del sucesivo; y por último, en 1904, los miembros de la Exposición antártica desembar- caron por algunas horas solamente. E (1) Notes by a Naturalist on the Challenger, London 1892. (2) Véase: Wyville Thomson, The Voyage of the “Challenger”, The Atlantic, II, pg. 165-185, 1877. 1921 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 165 siete especies de petreles y albatros. Esas notas y un estudio de las aves colee- tadas por Comer han sido publicados por E. Werril (*), quien encontró también que una especie de albatros era aparentemente nueva y no se había encontrado en ninguna otra parte. Más recientemente, la Expedición antártica escocesa del «Scotia», de regreso de las regiohes australes, visitó la isla Gough, y esta ha sido la primera vez que algún naturalista puso el pie sobre esa tierra, científicamente inexplorada. También en esta ocasión econ motivo de los malos tiempos reinantes, el des- embarco fué dificultoso. Durante tres días el «Scotia», estuvo en torno de la isla, sin poder acercársele, hasta que el 22 de Abril de 1904 fué posible enviar una embarcación a tierra con el personal científico. Este sólo permaneció en la isla por el espacio de pocas horas porqué el comandante del buque había adver- tido que en el caso de arreciar el viento al caer de la noche habría sido obligado a levantar el ancla y alejarse de la costa, contra euyos escollos las corrientes podrían arrastrar el buque. A pesar del poco tiempo en que pudieron perma- necer en la isla, los miembros de la expedición observaron y colectaron 13 especies de Tubinares. Estos resultados fueron muy satisfactorios y con este motivo Eagle Clarke (2), quien estudió las colecciones, dijo que una exploración de esa isla tan pocas veces pisada por el hombre, revelará que es en la estación del verano un _perfecto paraíso, como lugar de cría para los petreles y albatros. Asimismo, varias especies de esas aves no ha sido posible obtenerlas y ciertamente los Tubinares que nidifican en la isla Gough están aun poco estu- diados, existiendo dudas sobre la identificación de ciertas especies o sobre la pre- sencia de otras que Comer había indicado, y de las que no pudo colectar ejem- plares. Posiblemente algunas de las que han sido descritas como nuevas, representen en realidad sólo el estado juvenil de otra ya conocida, como parece ser el caso del espécimen de albatros colectado por los expedicionarios del «Scotia» y que Eagle Clarke (3) no pudo identificar. Esto sólo podría ser aclarado con la ob- servación de las especies durante la estación de la cría y luego en diferentes épocas del año. Entre los centros de reproducción situados en el Atlántico austral, los mejor estudiados son los que se encuentran en las islas Malvinas, en las Orcadas del Sur y en la Georgia del Sur, aunque en esta última isla, sólo han sido obser- vados los que existen en la parte norte de la misma. La costa sur no ha sido aún explorada en este sentido y allí existen otros lugares de cría, especialmente de albatros, los que han sido señalados por el explorador sir Ernesto Shackleton (2), cuando desembarcó en 1916 en la bahía King Haakon, con el bote James Caird después de su arriesgada travesía desde las islas Shetland del Sur. Otros lugares de reproducción de los Tubinares deben seguramente encon- trarse en estas últimas islas, en el grupo de las Sandwich del Sur y también en la isla Bouvet (?), la más alejada en el cuadrante que corresponde al Atlántico austral. (1) Trans. Connect. Acad., IX, 1892-95, pg. 430-478. (2) 'lhe Ibis 1905, pg. 247-268. (3) Loc. cit. p.' 265. (4) Sonth, p. 187, 1919. (5) La isla Bouvet ha sido descubierta por el navegante de ese nombre en 1739, y sólo en 1805 fué vista por segunda vez. El G de Octubre de ese año, el capitán Lindsay del buque “Swan”, perteneciente a Mr. Enderby y empleado en la pesca en aquellos parajes, des- cubrió una tierra elevada; hizo todos los esfuerzos para acercársele y el día 11 no estaba más que a unas 3 millas, cuando se encontró con una masa de hielo, la cual circundaba la tierra, que era asimismo cubierta de nieve. La posición del buque fué a menudo crítica, siendo rodeado por enormes témpanos de hielo, el tiempo era sombrío y el viento muy fuerte, de modo que el 11 de Octubre fué necesario alejarse de esa tierra inhospitalaria. Según las observa- 166 EL HORNERO Vol. II Leverett Mílls Loomis (1), divide el área cireumpolar del Atlántico austral en 3 súbareas: Antártica, de la Georgia del Sur y de Tristán da Cunha, se- gún las especies que tienen sus lugares de reproducción en cada una. Considerada bajo este aspecto, se podría añadir una 4.* subárea, la cual comprendería las islas Falkland y la Tierra del Fuego, las cuales contienen especies que no nidifican en las otras tres. Las especies que se reproducen en estas cuatros subáreas son las siguientes: TI. SUBÁREA ANTÁRTICA Esta subárea ocupa la región en torno del polo sur, que está comprendida entre los paralelos 78% y 60” de latitud sur. En la fracción correspondiente all cuadrante del Atlántico austral, se encuentran los centros de reproducción situados en las islas Orcadas del Sur, Shetland del Sur, Tierra de Luis Felipe y Tierra de Graham con las islas vecinas. Esta subárea está bien caracterizada, y en ella nidifican las especies siguientes: Oceamites oceanicus Pagodroma mvea novaegeorgica Fregetta melanogaster subsp. Macromectes giganteus Priocella antarctica Daption capensis Thalassoica antarctica Pachyptila vittata Keytelr. De estas especies, hay tres que no han sido encontradas nidificando en otra región del Atlántico austral y son: Oceamites oceamicus, Priocella antarctica y Thalassoica antarctica, delas que podemos considerar sus centros de reproducción, en esta fracción de la subárea antártica, peculiares a las islas y tierras indicadas más arriba. Oceamites oceamicus (el pequeño petrel de las tormentas) ha sido encontrado nidificando en las islas Orcadas del Sur, por los miembros de la Expedición an- tártica escocesa (2) (1902) y Valette (3) dice que aparece en esas islas a me- diados de Noviembre, empezando el desove a fin de año. La Expedición antártica sueca (*) (1903), observó esta especie nidificando más al sur, en la Bay of Hope, Tierra de Luis Felipe. En esos parajes el Dr. Mc. ciones hechas a bordo del “Swan”, esta isla estaría situada por los 549, 16” de latitud sur y 6% 14” long este, y tendría 5 millas de extensión de este a oeste. La extremidad oeste es muy elevada y el capitán Lindsay le dió el nombre de cabo Dalrymple, siendo probablemente el cabo de la Circoncisión de Bouvet. El capitán James Cook no pudo encontrar esta isla a pesar de haber navegado en esos parajes y parece que pasó a 6 u 8 leguas más al sur de la posición indicada por Bouvet. Tal vez nadie desde entonces puso el pié en la isla antes del 10 de Diciembre de 1825, en cuya fecha el capitán George Norris del ballenero: “Sprightly” el cual navegaba con el “Lively”, envió a tierra una embarcación con algunos tripulantes al objeto de cazar lobos marinos, de los que no encontraron sino un corto número. El “Sprightly” quedó en las vecindades hasta el 24 de Enero, durante cuyo tiempo el capitán Norris pudo hacer algunas observaciones sobre la posición y topografía de la 1sla. Esta parece tener su mayor extensión de norte a sur; la extremidad norte es alta y escarpada, mientras que la del sur es baja y la isla puede ser vista a una distancia de 12 a 14 millas con un tiempo claro. Es de origen volcánico y el color de la tierra es cenicienta, encontrándose en el interior vetas transparentes de lava negra, algunas de las cuales tienen rayas blancas. Con excepción de la parte suroeste, la isla ofrece el aspecto de una roca inaccesible, siendo la costa noroeste la más peligrosa por el gran número de escollos que la hordean. En Diciembre y Enero el “Sprightly” y el “Lively” sufrieron muy malos tiempos en las cercanías de esa isla. Habían, sin embargo, momentos en que el mar era tranquilo; pero la mayor parte de las veces la isla estaba envuelta en las brumas y el viento se levantaba tan rápidamente que ponía en peligro las embarcaciones cuando éstas se dirigían a tierra. (1) Loe. cit. p. 14. (2) Eagle Clarke, The Ibis 1906, p. 166. (3) Anales Minister. Agricult., III, N.” 2, 1906, pg. 61. K (4) Andersson, Wiss. Ergebn. Schwed. Sud Polar Expd., 1901-1903, V. Lief. 2; 1905. 1921 KR. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 167 Cormick (1) había ya sospechado que debía anidar, habiendo obtenido en Enero, ejemplares con las plumas gastadas en los lados y parte inferior del cuerpo y que demostraban habían estado ineubando. En fin, últimamente, el Sr. A. G. Bennett de Port Stanley, Malvinas, en una lista manuscrita de las aves antár- ticas, indica el pequeño petrel de las tormentas, como nidificando en las Shetland del Sur. Es posible sin embargo que este petrel nidifique también en la Georgia del Sur, aunque hasta la fecha no se hayan encontrado aun los huevos en esa isla. Pero Sórling (2), uno delos miembros dela Expedición sueca, refiere que con fe- cha 4 de Diciembre, capturó un ejemplar macho de Oceamites oceamicus, el que presentaba, por el desgaste de las plumas de las partes inferiores del cuerpo, señales de haber estado ineubando. Esto probaría que dicho petrel nidifica en la Georgia del Sur y que, como en otras especies del mismo grupo, también los machos participan en la incubación. Fregetta melanogaster o probablemente una forma de esta especie, Se re- produce también en las Orcadas del Sur en donde el Dr. Pirie (*%) de la Expe- dición antártica escocesa fué'el primero que econ fecha 5 de Diciembre halló el nido y los huevos, entre las grietas de las rocas situadas sobre el lado oeste de Uruguay Cove en la isla Lauríe; y pudo además capturar un ejemplar que le permitió identificar la especié. Del petrel plateado (Priocella antarctica), eran hasta hace poco, enteramente desconocidos los sitios en donde se reproduce, y por primera vez el Dr. O. Nor- densjold (*) lo encontró nidificando en el cabo Roquemaurel sobre la costa oeste de la Tierra de Luis Felipe. Posteriormente la Expedición antártica austra- liana de 1911-1914, al mando de Sir Douglas Mawson (*), encontró también, en el cuadrante opuesto, los lugares de reproducción de ese petrel, formando ro- querías situadas entre los peñascos cerca de la isla Stillwell en Adelie Land, y en la isla Haswell en Queen Mary Land. Es posible que en el cuadrante del Atlántico austral, nidifique también en otra parte que la indicada más arriba y los miembros de la Expedición escocesa lo han observado con frecuencia en las Orcadas, durante el verano de 1903, por lo que supusieron que algunas pa- rejas debían nidificar en la Bahía Mac Dougall sobre la costa norte de la isla Lauríe; pero no se encontraron los huevos. Recientemente el Sr. A. G. Bennett, en la citada lista de aves antárticas, indicó los lugares de ería del petrel plateado, en las Orcadas y Shetland del Sur. Thalassoica antarctica. Como para la especie anterior, también sólo en estos últimos años se han descubierto los lugares de reproducción y los huevos del petrel antártico, en el cuadrante de la subárea antártica situado al sur de Aus- tralia, en donde los mismos miembros de la Expedición australiana (8) lo encon- traron nidificando en colonias en la isla Haswell cerca de Queen Mary Land, en las islas Stildwell y Mackeller, y al cabo Hunter en la Tierra de Adelia, por los 67” de latitud sur. Aunque en el cuadrante del Atlántico austral no se hayan encontrado aun los lugares en los que nidifica, este petrel ha sido señalado con frecuencia du- rante los meses del verano, al sur del paralelo de las Orcadas australes y los (1) Saunders, Antarctic Manual, p. 235; 1901. (2) Lónnberg, Contributions to the Fauna of South Georgia. Kungl. Svenska: Vet. Hanal., Bad. 40, N.% 5, p. 84; 190 (3) Tagle Clarke, The Ibis, 1906, p. 169. 4) Antarctica or two years amongst the ice of the South Pole y Andersson, Wiss. Ergebn. Schwed. Súd-Polar Exped. 1901-1903, Bd. V., Lief. 2; 1905, p. 43. (5) The Home of the Blizzard, 11, pg. 117, 118, 274; 1914. (6) Mawson, loc. cit. pg. 260-264. 168 EL HOENERO Vol. II miembros de la Expedición escocesa ereen que se reproduce en esas islas sobre el lado de la península Ferguslíe (1). Es más probable sin embargo, que sus sitios de cría estén situados como en el cuadrante australiano, más al sur, en al- gunas islas próximas ala Tierra de Graham o de Luis Felipe. Entre los petreles, Thalassoica antarctica, es talvez el que tiene una distribución más austral de todos. El petrel blanco (Pagodroma nivea novaegeorgica) se puede considerar”como típico de la subárea antártica, porque aunque nidifica también en la subárea de la Georgia del Sur, sus verdaderos centros de reproducción están situados más al sur de esa isla y especialmente abundan en las Orcadas, en donde ha sido encontrado por la Expedición escocesa (2) nidificando en gran número a fines de Noviem- bre y en las islas Uruguay, Cockburn y Lockyr en Diciembre, por la Expedición sueca (3). El petrel gigante (Macronectes gigamteus) se encuentra todo el año en las Orcadas del Sur en donde nidifica en gran número. La Expedición sueca lo en- contró también reproduciéndose en Gerlache Channel y en la isla Nelson (%) y Bennett en las Shetland del Sur. Los principales lugares de reproducción del damero del cabo (Daption ca- pensis) están situados asimismo en la subárea antártica y sólo un escaso número al parecer se reproduce en la Georgia del Sur (R. Cushman Murphy y A. G. Ben- nett). Valette (3) dice que en las Orcadas del Sur aparece a mediados de Octubre y el Dr. Pirie (8) de la Expedición escocesa descubrió los huevos en dichas islas el 2 de Diciembre de 1903. Es curioso observar que desde la época del viaje de Cook, quien encontró el damero del cabo nidificando en la isla Kerguelen, hasta la fecha arriba indicada, es decir por el espacio de 130 años, nadie había conseguido otra vez, huevos de ese petrel. También se reproduce en las Shetland del Sur (A. G. Bennett) y'en las barrancas del canal de Grerlache, Tierra de Graham (7). En fin, el pequeño petrel azulado (Pachyptila vittata Keyteli) ha sido últimamente encontrado también nidificando en las Orcadas y Shetland del Sur (8). TI. SUBAREA DE LA (GEORGIA DEL SUR Esta subárea comprende la Georgia del Sur, las Sandwich del Sur y la isla Bouvet. Se han encontrado nidificando en estas islas las especies siguientes: ?Oceamites oceanicus Macronectes giganteus Garrodia nereis Chubbi Daption capensis Fregetta melanogaster subsp. Pachyptila vittata Keyteli Procellaria aequinoctialis Pelecanoides urinatriz georgica Pagodroma nivea novaegeorgica . Diomedea exulans exulans Phaebetria palpebrata antarctica. Considerando siempre el cuadrante del Atlántico austral, tenemos las es- pecies: Procellaria aequinoctialis, Pelecanoides urinatriz georgica, Diomedea exu- (1) Eagle Clarke, The Ibis, 1906, p. 174. (2) Eagle Clarke, The Ibis, 1906, p. 169. (3) Andersson, Wiss. Ergebn. Schwed. Sid-Polar Exped. 1901-1903. Bd. V. Lief, 2; 1905. (4) Audersson, lc. (5) doc: Cit: Pp 163 (6) Eagle Clarke, The Ibis, 1906, p. 171. (7) Andersson, 1. c. (8) Bennett, EL HORNERO, II, N.% 1, p. 20; 1920. 1321 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 169 lams exulams y Phoebetria palpebrata antarctica, las que parecen nidificar ex- clusivamente en esta subárea en donde todas son muy comunes, especialmente en la Georgia del Sur. Giomo ya lo he indicado, es posible que el pequeño petrel de las tormentas (Oceanites oceanicus) nidifique en la Georgia austral, pero hasta ahora no se ha encontrado aun el nido ni los huevos en ninguna parte de esa isla. Es sin embargo muy común durante los meses del verano y en Marzo emigra al hemisferio norte. La especie afin (Garrodia mereis Chubbi), ha sido encontrada nidificando en la Georgia del Sur por la Expedición alemana de 1882-83 (1) y Sórling (2), encontró en Boiler Harbour, los restos de un individuo aun no enteramente des- arrollado. Pagenstecher (?*) cita a Fregetta melanogaster como nidificando en la Geor- gia del Sur, fundándose sobre un ejemplar colectado por la Expedición alemana de 1882-83 en Royal Bay, en donde Von Steinen halló también un huevo en un agujero debajo de las rocas y que posiblemente pertenecía a esta especie. Procellaria aequinoctialis. La Expedición alemana de 1882-83, encontró este petrel nidiñicando en la Georgia del Sur y Soórling (*) de la Expedición sueca, recogió huevos en los primeros días de Diciembre a Boiler Harbour, en la Bahía Cumberland. Más recientemente Murphy (?) y Bennett encontraron también su nido y los huevos en la misma isla. El petrel plateado (Priocella antarctica) aunque citado varias veces (8) como nidificando en al Georgia del Sur, no ha sido hasta ahora debidamente compro- bado que se reproduzca en la isla y por consiguiente no puede ser incluido entre las especies que allí nidifican. El petrel blanco (Pagodroma nivea novaegeorgica) nidifica en la Georgia del Sur, aunque en número reducido. La Expedición alemana de 1882-83, encontró algunos nidos de este petrel en las hendiduras de las rocas sobre los flancos de las montañas de la costa. Sus verdaderos centros de reproducción, como los del petrel plateado (Priocella antarctica), del petrel antártico (Thalassoica an- tarciica, del pequeño petrel de las tormentas (Oceamites oceamicus) y tal vez los del damero del cabo (Daption capensis), están situados, en el cuadrante del Atlántico austral, al sur de 60% paralelo. El petrel gigante (Macronectes giganteus) nidifica en gran número en casi todas las subáreas del cuadrante del Atlántico. Sórling (7) de la Expedición sueca recogió huevos sobre el lado este de Moraine Fijord en la Bahía de Cum- berland a fines de Noviembre y von den Steinen ($) los vió construir sus nidos en la Georgia del sur en el mes de Septiembre. Más recientemente, Murphy (9) lo encontró nidificando en la misma isla y obtuvo pichones y huevos. El damero del cabo (Daptiom capensis), se reproduce según von Steinen (10), A G. Bennett y Murphy, en la Georgia del sur, aunque seguramente en nú- mero muy escaso, pues como ya lo he indicado, sus principales centros de re- producción en el cuadrante del Atlántico, están situados más al sur. (1) Pagenstecher, Die Vógel Siid-Georgiens. Jahrb. d. Wiss. Anstalten Hamburg f. 1884 (2) Lónnberg, loc. cit., p. 84. (3) Loc. cit. (4) Lónnberg. loc. cit., p. 81. (5) Amer. Mus. Jonrn., XVITI. Ocf. 1918, N.? 6 p. 468. (6) Darwin, Voy “Beagle”, Birds, p. 140 y Godman, Monogr. of the Petrels, p. 166. (7) Lounnberg, loc. cit., p. 79. (8) Die Deutschen Expeditionen und ibre Ergebn., Bd. 1I, 1890. (9) Amer. Mus. Journ., XVIII, Oct. 1918; N.% 6, pg. 466-67. (10) Loc cit. 170 EL HORNERO Vol. 11 Pachyptila vittata Keyteli. Varios ejemplares de este petrel, que yo he observado, todos procedentes de la Georgia del sur, pertenecen a la especie de pico ancho y tienen el espacio interramal desprovisto de plumas. Es muy nume- roso er las proximidades de esa isla y Sórling (1) ha hecho interesantes obser- vaciones sobre el modo de nidificar y ha obtenido huevos en Boiler Harbour, bahía de Cumberland, en fecha 19 de Noviembre, 13 y 17 de Diciembre (1904) y el 14 de Marzo de 1905. El pequeño petrel zambullidor (Pelecanoides urinatrix georgica) deserito por Murphy y Harper, (%) parece ser una forma peculiar a la Georgia del Sur. Sóring lo encontró nidificando en Boiler Harbour, bahía de Cumberland y ob- tuvo huevos el 4 de Diciembre. El albatros errante, que nidifica en la Georgia del Sur, pertenece sin duda a la forma típica, Diomedea exulams y ereo que no se reproduce en otra región del Atlántico austral. Los individuos que nidifican en la isla Gough y posible- mente también los del grupo de Tristán da Cunha deben, a mí parecer, ser con- sideradog9 como una forma distinta. Varios ejemplares adultos cazados en lat. 5. 38% 30” y long. W. 56”, más o menos sobre el paralelo de esas sislas, y per- tenecientes a la colección del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, difieren de los ejemplares de la Georgia del Sur por sus dimensiones me- nores y especialmente por las del pico, el que es mucho más corto y relativamente más alto (culmen 135-141, en vez de 161-164 mm.), siendo también el caballete menos cóneavo. Probablemente esos especímenes procedían del grupo de Tristán da Cunha o de la isla Gough y en este caso confirmarían la observación hecha al mismo respecto por €. Comer, (*) en cuanto los ejemplares y los huevos por él obtenidos en esa última isla, eran más pequeños que los que obtuvo em la Georgia del Sur. Diomedea exulans ha sido observada nidificando en Bay of Islets, Georgia del sur, por Andersson (%) y más recientemente por Murphy (?). Sin duda los albatros que sir Ernest Shackleton (8) vió nidificando en la bahía King Haakon, sobre el lado sur de la isla, pertenecían a esta misma especie. El albatros obseuro (Phoebetria palpebrata antarctica), posiblemente se re- produce solo en la subárea de la Georgia del Sur, en donde Sórling (7) lo ob- servó nidificando sobre el margen de las barrancas en Mont Duse y sobre el lado este de Moraine Fijord; la Expedición alemana del 1882-83 en Royal Bay y Murphy (9) en varias otras partes de la isla. TIL. SuBÁREA DE Las MALVINAS Y TIERRA DEL FUEGO Esta subárea comprende además de las islas Malvinas, también el conjunto de islas de la parte sur del archipiélago fueguino. VNidifican en la misma, las especies siguientes: Garrodía nereis Chubbi Pachyptila vittata Keyteli ?Fregetta melanogaster Halobaena caerulea Macronectes giganteus Pelecanoides urinatrix Berardi Solanderi Thalassarche melanophris. (1) Lónnberg, loc. cit., pg. 75-76. (2) Bull. Amer. Mus. N.H., 1916, V, 35, p.66. (3) Verrill, Trans. Conneet. Acad. Arts and Sciences, vol. IX, 1892-95, pg. 437-38. (4) Wiss. Ergebn. Sehwed. Siidd-Polar Exped. 1901-1903, Bd. V, Lief. 3, 1905. (5) Amer. Mus. Journ., XVIII, Oct. 1918, N.% 6, pg. 470, 71, 72. a (6) Scuth, p. 187, 1919. (7) Lónnberg, loc. cit., p. 71. (8) Loc. cit., p. 472. 1921 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 171 En el Atlántico austral, las especies Halobaena caerulea, Pelecanoides urinatriz Berardi y Thalassarche melanophris, parece que nidifican solamente en las islas comprendidas en esta subárea y especialmente en las Malvinas, de modo que estas islas y las de la Tierra del Fuego, pueden constituir una subárea aparte, por ser el único centro de reproducción, en el cuadrante del Atlántico, de las es- pecies mencionadas. Garrodia nereis Chubbi. Esta forma de pequeño petrel de las tormentas, habita el Atlántico austral, mientras que la forma típica se encuentra en los mares australianos. El Sr. A. G. Bennett dice que ésta es la especie que nidifica en las Malvinas y no Oceamites oceamicus. Fregetta melanogaster, subsp...? Un huevo de este petrel ha sido recogido en las Malvinas por los miembros de la Expedición del «Challenger» y está eon- servado en el Museo Británico. El petrel gigante es común en las Malvinas en donde nidifica y los ejem- plares que habitan esas islas han sido considerados como distintos de los de la Georgia y Orcadas del Sur y separado subespecíficamente por Mathews (1) con el nombre de M. giganteus Solanderi. Sería, necesario comparar una serie de ejemplares de la costa patagónica, de Tierra del Fuego y de la isla de los Estados con los de las Malvinas para ver si existen también las mismas dife- rencias indicadas por Mathews y si éstas son constantes en los ejemplares de las Malvinas y en los del continente. La forma insular, según Mathews es más pe- queña, de coloración muy obscura y el pico es de un amarillo de limón eoin- cidiendo estos caracteres con un ejemplar visto por Wilson (2) en esta zona en latitud 35” sur, en la parte media del Atlántico austral. En la colección del Museo Nacional de Buenos Aires existen algunos ejemplares, desgraciadamente sin precedencia segura, pero los que sin embargo deben haber sido obtenidos sobre la costa patagónica y los cuales responden muy bien a los caracteres se- ñalados para la forma de las Malvinas. Por otra parte G. Comer (*) dice que los petreles gigantes observados por él en la isla Gough eran easi negros cuando jóvenes y que los huevos eran más pequeños y de forma distinta de los que vió de la misma especie en la Georgia del Sur. Yo pienso que tal vez los espe- címenes de la isla Gough pertenecen a la forma indicada por Mathews como M. g. Solanderi. El pequeño petrel azulado (Pachyptila vittata Keyteli) ha sido encontrado nidificado en las islas Landfall sobre la costa oeste de Tierra del Fuego (4), y es por consiguiente posible que también nidifique en otras partes del Archi- piélago. Haloboena caerulea. El Dr. Richard H. Wace de Port Darwin, Malvinas, señala esta especie como reproduciéndose en esas islas. El pequeño petrel zambullidor (Pelecanoides urinatriz Berardi) nidifica en las Malvinas y seguramente también en las islas fueguinas, habiéndose encontrado espécimenes sobre la costa patagónica. Como este petrel es muy poco volador es de suponer que dichos ejemplares no procedían de las Malvinas. En cuanto al albatros pequeño (Thalassarche melanophris), en el Atlán- tico austral, nidifica exclusivamente en las Falkland. (1) Birds Australia, vol. II, pt. 2., 1912. (2 Nati. Antarct. Exped. 1901-1904; Nat. Hist., IT, Aves, 1907, p. 95. (3) Verrill, loc. cif. p. 447. (4) Darwin, Voy. “Beagle”, Birds, III, p. 141, 1841. ADA EL HORNERO Vol. II IV. SUuBÁREA DE TristTáN DA CUNHA Esta subárea comprende la isla de este nombre, las islas Nightingale e Inae- cessible que forman el grupo y la isla Gough a unas 200 millas al sureste. Es la más rica en especies y puede ser considerada como el centro de reproducción de Tubinares más importante del Atlántico. Aunque no haya sido definitivamente comprobado por una buena parte, po- demos considerar las siguientes especies como nidificando en esta subárea: ?TFregetta leucogaster Pachyptila vittata Keyteli [ = grallaria auet., nee Vieill.] Heteroprion desolatus Banlesi Pelagodroma marina marina Pelecanoides urinatrix dacunhae Puffinus assimilis elegans Diomedea exulams subsp.? Ardenna gravis ?Thalassogeron chrysostoma Pierodroma mollis mollis = culminatus aut. nee Gould.] ?Pterodroma incerta Thalassogeron chlororhynchus Pterodroma macroptera Thalassogeron eximius Macronectes giganteus Solanderi Phoebetria fusca fusca Fregetta melanoleuca deserita por Salvadori (1), como habitando Tristán da Cunha, ha sido probado por Mathews (2) que es sinónimo de Fregetta leu- cogaster (Gould) y es posible que ésta o una forma dela misma especie nidifique en esa isla o en la de Gough donde ha sido obtenida por los miembros de la Exp. escocesa y citada por Eagle Clarke (%) econ el nombre de Cymodroma grallaria (*+). Pelagodroma marina marina. Este petrel nidifica en el Atlántico, al norte y y al sur del Ecuador. Mathews (%) y Loomis (é) incluyen esta especie entre las que nidifican en el grupo de Tristán da Cunha. Puffinus assimilis elegans. La expedición escocesa encontró este petrel ni- dificando en la isla Gough (7). Puffinus gravis. Se encuentra al norte y al sur del Ecuador, pero sus lu- gares de reproducción deben estar situados en el sur, probablemente en el grupo de Tristán da Cunha (Bannerman ($), Loomis (9). Pterodroma mollis mollis. Nidifica en el Atlántico, en ambos hemisferios, norte y sur. La forma del Atlántico boreal, Pt. mollis Feae, se reproduce en las islas Madeira y del Cabo Verde (1%) y la del Atlántico austral, que es la típica, nidifica en la isla Nightingale del grupo de Tristán da Cunha (Salvin, Voy «Challenger», zool, 11, ps. VII, p. 144) y debe ser la especie desconocida a la que alude Verrill (11) y que con el nombre de «Paddy unker», Comer indica que se reproduce también en la isla Gough, figurando un huevo en su colección. (1) Bull. B. O. Club, vol. XXI, p. 79, 1900. (2) Birds Australia, 1l, pt. 1, 1912, p. 43. (S) The Ibis 1905, p. 261. (4) Mathews, loc. cit., p. 43. (5) Loc. cit. p. 24. (6) Proc. Calif. Acad. Sci., Vol. II, pt. 2. N.% 12, 1918, p. 18. (7) Eagle Clarke, The Ibis 1905, p. 261. (8) The Ibis 1914, p. 465. (9) Loc. cit. p. 18. (10) Bannerman, loc. cit. 485. (11) Trans. Connect. Acad. Sci., IX. 1892-95, p. 449. 1921 KR. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 173 Ultimamente los miembros de la Expedición escocesa, encontraron este petrel en gran número en torno de esta última isla. Loomis (*), en fin, incluye tam- bién esta especie entre las que nidifican en la subárea de Tristán da Cunha. Pierodroma incerta. El área de distribución de este petrel parece ser muy restringida y probablemente su verdadero habitat, es el Atlántico austral. Sus lugares de reproducción son hasta la fecha desconocidos, pero se supone que nidifica en esta subárea, y tal vez en la isla de Tristán da Cunha, según me lo ha comunicado el Señor J. G. Gordon, de Consemalgie Whauphhill, Escocia. Pterodroma macroptera macroptera. Mathews (2) señala la forma típica como teniendo sus lugares de reproducción en Tristán da Cunha. El citado Sr. J. G. Gordon también me comunica haber recibido huevos y pieles de este petrel, de esa isla. El petrel gigante y probablemente la forma descrita por Mathews, Macro- nectes giganteus Solamderi, se reproduce en Tristán da Cunha y en la isla Gough, donde Comer dice que empieza la postura a mitad de Septiembre. Una hembra obtenida por la Expedición escocesa (3), cerca de la última isla, y otro ejemplar observado por Wilson (4), en Septiembre y a los 35” lat. sur, concuerdan con los caracteres indicados por Mathews para la subespecie arriba mencionada, es- pecialmente en la coloración obseura del plumaje y el color anvarillo de limón del pico. De manera que la distribución de esta forma sería la más septentrional de la especie, comprendiendo las Malvinas, Tierra del Fuego, costa de Patagonia, Tristán da Cunha y la isla Gough, mientras que la forma típica se encontraría desde la Georgia austral hacia el sur. Pachyptila vittata Keyteli. Esta especie perteneciente al género caracteri- zado por un pico ancho en la base y por el espacio interramal desprovisto de plumas, ha sido encontrada en gran número en torno de la isla Gough, por la Expedición escocesa. Wyville Thomson (9%) la menciona por las informaciones de los hermanos Stoltenhoff como nidificando en la isla Inaccessible, del grupo de Tristán da Cunha; pero es posible que se trate de la especie que sigue y no de P. vittatus. Heteroprion desolatus Banlesi. Comer dice que encontró este petrel (pro- bablemente la forma típica) en Kerguelen; pero añade «que también existe en la isla Gough (8). Los individuos que habitan las costas de esa isla, deben per- tenecer a la forma arriba mencionada y son comunes también cerca de la costa continental de Sud América, habiendo tenido ocasión de observar varios ejem- plares obtenidos cerca de las costas uruguayas y de la provincia de Buenos Aires. Todos estos ejemplares tienen un pico muy estrecho y el espacio interra- mal está emplumado. Supongo por consiguiente que esta forma debe nidificar en la subárea de Tristán da Cunha, aunque hasta ahora no haya sido bien com- probado si se trata de ésta o de la especie anterior. (LI) Loc. cit., p. 18. (2) Birds Australia, II, pt. 2, 1912. (3) Eagle Clarke, The Ibis 1905, p. 203. (4) Nat. Antarct. Exped. 1901-1904, II, Zool., Aves, p. 95. (5) Voyage of the-Challenger, The Atlantic. Vol. 11, 1877., p. 177. (6) Verrill, loc. cit., p. 449. 174 EL HORNERO Vol. II El pequeño petrel zambullidor, Pelecanoides urinatrix dacunhae, descrito por Nieoll (1), es seguramente una raza restringida al grupo de Tristán da Cunha, lo mismo que P. u. georgica y P. u. garnoti están restringidos respee- tivamente a la Georgia del sur y a las Malvinas y costas argentinas. Esto es más fácil de explicar, tratándose de una especie de petrel de los menos voladores entre los Tubinares. : Diomedea sp.? Como ya lo he observado, los albatros del grupo de D. exu- lans que se reproducen en la isla Gough y también los que nidifican en la isla Inaccessible, parecen pertenecer a una especie o forma distinta y se diferencian de los especímenes de D. exulans de la Georgia del sur, por las dimensiones menores, especialmente del pico, el cual es además más alto; y posiblemente tam- bién por otros detalles, como ser: más blanco sobre las pequeñas tectrices del ala, por el color del párpado, el que es azul ceniciento, ete. Thalassogeron chrysostoma. Según Mathews (2), la forma Th. chrysostoma culminatus (Gould), es la que habita los mares australianos, mientras que la forma típica descrita por Forster (9%) se encuentra en el Atlántico y especial- mente al sur del Cabo de Buena Esperanza. Moseley (%) cita Diomedea cul- minata de Tristán da Cunha y describe su nido; pero en la deseripeión del ave, parece que se refiere más bien a Thalassogeron chlororhynchus, pues no men- ciona que el borde inferior de la mandíbula es también amarillo como el cúlmen, carácter que distingue la primera especie de la segunda. El mismo Moseley observa que los albatros a los que él se refiere y llama D. culminatus, no eon- cuerdan econ la figura en color que Gould (%) ha dado de esta misma es- pecie, por lo que habría posibilidad de admitir que los albatros vistos por él, pertenecían a la especie afin, Th. chlororhynchus. Loomis (8) incluye Th. chry- sostoma con el nombre de Th. culminatus entre las especies que nidifican en la subárea de Tristán da Cunha. Este albatros ha sido en varias ocasiones señalado en el Atlántico austral y casi siempre mucho más al sur de la latitud del grupo de Tristán da Cunha, mientras que todos los albatros de este grupo, capturados cerca de estas últimas islas y que pudieron ser por consiguiente bien identificados, pertenecían a Th. chlororhynchus (7). Con este motivo creo que se deberá in- eluir eon dudas a Th. chrysostoma entre las especies que nidifican en esta subárea. Thalassogeron chlororhynchus. Esta especie es posiblemente la que Moseley ha visto nidificar en el grupo de Tristán da Cunha y que los habitantes de la isla principal, refirieron más tarde a Nicoll, que se reproduce allí. Thalassogeron eximius. Verrill (loc. eit. pg. 440-445), describe esta nueva especie de albatros, sobre un ejemplar obtenido en la isla Gough, por Comer, (1) Bul. B. O. C.; XVI. p. 103 (1906). (2) Birds Australia, 11, pt. 3, 1912, p. 277 " (3) Mém. Math. et Phys. Acad. Roy. Sci., París, vol. X, 1785, p. 571, pl. XIV. Cf. Mathews, 1. Cc. p. 278. (4) Notes by a Naturalist on the Challenger, 2 nd. ed. p. 112, 1892. (5) Birds Austr., vol. VII, pl. 41, 1848. (6) Loc. cit. p. 18. (7) Inrtre otros citaré un ejemplar hembra obtenido cerca de Tristán da Cunha, existente en el Mus. de Rothschild y un macho y una hembra adultos, capturados por Nicoll, cuando el buque “Valhalla” visitó esa misma isla, en la cual cría, según han referido los isleños. (Nicol), The Ibis 1906, p. 675. 1921 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 175 quien observa en sus notas que nidifica en lugares separados de la especie mayor (D. exulans subp.?). Th. exúmius se distingue de Th. chlororhynchus sólo por carecer de la raya oblicua en la base de la mandíbula. Dicha raya puede, sin embargo, haber sido poco pronunciada en el espécimen que Comer ha obtenido y haber pasado desapercibida en la descripción, pues como lo ha ob- servado Salvadori (1), en todas las especies aliadas es más o menos bien vi- sible, así como en un ejemplar muy semejante al que Verrill ha deserito, con- servado en el Museo de Turín (2) y del que está reproducida la cabeza en una lámina en color, publicada en Ibis 1914 (lám. XIX). Pero existe también otra diferencia entre la especie de Verrill y Fh. ehloro rhunchus, no señalada por ese vutor, y es la forma de la parte posterior del eulminicornio, la que es redon- deada en Th. eximius mientras que en Th. chlororhynchus termina en punta. Esta diferencia no había sido tenida en cuenta en la clave que Godman ha dado de las especies del género Thalassogeron en su “Monograph of the Petrels”; pero esto ha sido observado por Salvadori (%); y efectivamente, en la lámina que acompaña la descripción de Verrill, la extremidad posterior del eulminicornio es perfectamente redondeada. Poquísimos ejemplares existen de Th. eximius, en los diferentes museos; pero los miembros de la expedición escocesa, cuando visitaron la isla Gough, capturaron en extrañas cireunstancias un albatros, el cual Eagle Clarke (*) no pudo identificar por no eorresponder en ciertos ca- racteres a ninguna de las especies conocidas. El citado autor opina, sin embargo, que ese albatros podría ser un ejemplar inmaturo de Th. chlororhynchus y difiere del adulto de esta especie sólo por el pico más corto y enteramente negro, así eomo por los dedos, también más cortos. Refiere que el Dr. Harvey Pirié, uno de los miembros de la expedición, y quien primero vió el albatros, que éste había bajado, probablemente, algunos instantes después del paso de otros de los compañeros en el sitio en donde fué encontra- do, y que aun aparentemente sin heridas, no podía levantar el vuelo. Este incidente, dice Eagle Clarke, puede explicarse por el hecho de que ese ejemplar era un ave joven, siendo bien conocido que los albatros en gene- ral no pueden volar fácilmente, sino después de unos 10 meses de haber nacido. Sin duda, el ave en cuestión, había tratado de llegar, desde las barrancas ele- vadas en donde estaba el nido, hasta el mar, pero no habiendo podido alcanzar la costa, había caído en el punto donde fué encontrada. Mathews (?), quien examinó dicho ejemplar, es de opinión que representa un inmaturo de Th. exómius. Varios otros viajeros y naturalistas, han obser- vado en repetidas ocasiones y en el Atlántico austral, albatros con el pico en- teramento negro y generalmente éstos han sido referidos a Th. chlororhynchus. Sorling (*), de la Expedición sueca, observó un albatros de pico negro a poca distancia de la Georgia del sur, y Wilson (7) vió otro en Julio de 1904 entre los The Ibis 1914, p. 505. 2) La procedencia de ese ejemplar es desconocida pero ha sido obtenido por el Dr. Ca- valli durante la expedición del buque “Liguria”. (Cf. Salvadori loc. cit. p. 504). (3) Loc. cit., pg. 504. (4) '"he Ibis 1905, pg. 265. (5) Birds Australia, 1I, 1912, p. 284. (6) Lúónnberg, loc. ce. p. 72. (7) Nat. Añntarct. Exped., Aves, p. 113 y nota, 1907. 176 EL HOENERO Vol. II 30 y 40” lat. sur, los cuales no han podido ser capturados. En otros océanos también han sido observados estos albatros. Refiere Giglioli, que durante el viaje de la Magenta, el día 6 de Abril de 1866, y en lat. 35% 01 sur y 85” longitud este, un ejemplar de pico negro, fué cazado ¿junto con dos ejempla- res enteramente adultos de Th. chlororhynchus; y Belcher (1), con fecha 12 de Noviembre de 1913, en el Pacífico austral, en lat. 41 y 23” sur y longitud s9 20? W., vió también varios albatros del grupo Th. chlororhynchus, algu- nos de los cuales tenían el pico más obscuro que los demás y con menos ama- rillo; y más tarde, el día 13 del mismo mes, vió cerca de Valparaíso a otro albatros, el que tenía el pico completamente negro. Estas elreunstancias parecen indicar que los ejemplares de pico negro vistos por Giglioli y por Belcher eran jóvenes de Th. chlororhynchus. La especie Th. carteri Rothschild, fundada especialmente sobre esta coloración del pico, parece poco sostenible, y Godman (2) a este respecto dice que es posible que, como en los verdaderos albatros del grupo de D. exulans, también los miembros del género Thalassogeron no deben revestir el completo plumaje del adulto sino después de dos o tres años, y que el pico puede perma- necer negro por aleún tiempo antes de aparecer la línea amarilla del cúlmen y de la base de la mandíbula. Si fuera posible probar que en los especímenes de Thalassogeron de la isla Gough, referidos hasta ahora a la especie eximius, existe más o menos bien in- dicada también la línea transversal amarilla de la base de la mandíbula, y si en los jóvenes el pico fuera enteramente negro, dicha especie debería considerarse como sinónimo de Th. chlororhynchus. Las especies de petreles y albatros observadas en el Atlántico austral al sur de los 30% lat. sur, y su distribución en las cuatro subáreas mencionadas, están indicadas en los cuadros que acompañan a este artículo y que van reproducidos en las páginas siguientes. (%). (1) The Ibis 1914, p. 595. (2) Monograph of the Petrels, p. 361. (3) Las especies marcadas con doble asterísco, nidifican en la 'subárea de la columna respectiva. La mayor parte de las especies señaladas en el Atlántico austral, están representadas por otras formas geográficas, también en todos los mares australes. 1921 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral AREA CIRCUMPOLAR DEL ATLANTICO AUSTRAL o 11] uo E u = E O] A E 30 a vv 25 ell sl sd y =7 S 6 ESPECIES SS a els OBSERVACIONES he duo ]|vEe E |] Fa 4 'sS -<|=32 | 53 |2%| o E El 2 | 1] = [ Oceanites oceanicns oceanicns... | * * (3% % E ES Aunque común en todaslas subáreas, se reproduce sólo en las más aus- trales. Emigra en invierno al he- | misferio norte. e E e . Y | - ee | Garrodía nereis OhubbT......... —- A SA Poco común. E% | Pelagodroma marina marina ... | — = * | * | Poco común. Se encuentra en ambos go l | hemisferios, norte y sur. o | 2. = | Fregetta lencogaster ........... = qx = Probablemente se reproduce en la ME y Y | IV Subárea. Se encuentra en am- GE) | | bos hemisferios: N. y S. | | 3 Fregetta melanogaster subsp?...| * * [|% * [9% * | — Común. Posiblemente las aves que habitan el Atlántico, pertenecen a una forma distinta. [ Ardenna gravlS..oooommmmmomo.. = = |. .* as Común. Se encuentra en ambos he- misferios: N. y S. Puffinus assimilis elegans ..... = = = * + | Sólo observado en la IV Subárea. Puffinus grisens chilensiS...... = = * | | Muycomúnalo largo de la costa | patagónica y fueguina. Al norte | llega hasta la costa del Uruguay. | Posiblemente nidifica en la costa | chilena. En el Pacífico se encuen- % | | tra muy al norte del ecuador. > . , | E 4 o Procellaria aeq. aequinoctialis.. | — 1% * o] Común. Priofínus ciínerens cinerens. | — = ci En el Atlántico, los Ingares de re- | producción son desconocidos. 2 | Priocella antarctica antarttica .. EE (q se EN OL Probablemente nidifica solo en la I au | Subárea. Común, 1] Zu | Zhalassoica antarctica Z......o.. a E => Como la especie anterior, pero no se a | | muestra muy al norte de los 55 Ela | Lat. S. , 1 | EAN A “7 ;Pterodroma mac. macroptera ...| — | == — [| * * | Nidifica en la IV Subárea. No TS | | común, ¿2 | Plerodroma brevirostris........ Es = E * | En el Atlántico austral no se cono- e | | cen sus lugares de reproducción. SO | | | [No común. [2 | | | Pterodroma Lessoni Lessoni ...| — A E 9% | Raro. En el cuadrante del Atlántico | no se conocen sus Ingares de repro- nl ducción. Pterodroma mollis mollis ...... — — * * | Comúnenla IV Snbároa. Se encuen- | | tra también en el hemisferio norte. Plerodroma Incerla........... A == * ¡PES Posiblemente vidifica on Tristán | | | da Cunha. | 1] Payodroma nivea novaegeorgica. | * * | % * — | Común enla I Subárea. Poco común | o ausente en las otras. Macronectes gigantens gigantens. | * * | * * | — = Muy común en la dos primeras | subáreas. | | Poo | * [Comúu en la IL[ y IV Subárens. Macronectes gigantens Solandert. 17 8 EL HORNERO Vol. II e on u = ta E E 3 ES a) E A A E O SS a a a 2D a »D E 2. s ESPECIES Fa Ss a a? OBSERVACIONES FE == Es 3 iS 0 22 23 E 9 E E > 3 Z E (nanieos capensis CUPENSiS ...... E OEA: * * Muy común en la I Subárea. e | Halobaena caer ulea caernlea + * pros * Común en el mar de Weddoell. EZ lPachyptilá vittata Keyteli...... * o o) o | oe | « « | Común, especialmente en la II Sn- NS bárea. 1) UI b > o 3 2 | Heteroprioñ desolatus Banlsi A — E ESE Observado con frecuencia en la cos- 9 | ta de la proy. de Buenos Aires y S | | del Uruguay. Posiblemente uidifi- | ca en la IV Subárea. E | Pelecanoides arinatrix Berardi.. az = ol = Peculiar a las costas patagónicas y a | a las Malvinas. 3 z Pelecanoides urinatrix dacunhae | — - — * * | Peculiara la IV Subárea. ENO | . : a Y Pelecanoides urinatrix georgica. | — Es — — | Peculiar a la Georgia del Sur. Na) A . . . de 50 | Puprinaria Garnoti magellant... |. — — 3 = Observado en el e | | gle. Probablemente nidifica en e | | las costas de lasislas de Tierra del j | | Fuego. Diomedea exnlans exulans...... = E se E Común en la Georgia del Sur. Diomedea exulans subsp? ...... | — ei E E * | Posiblemente es la forma que mid | fica en la IV Subárea. Observada | frente a la costa de la prov. de Bs. Aires. Diomedea epomophora Sanfordi.| — E = Un ejemplar ha sido capturado en la costa de la prov. de Bs, Aires. 2 Tal vez se reproduce en las costas chilenas. ES | s.- | Thalassarche mel. melanophris. ON INES CE = Común; pero sólo se reproduce en las Zou | Malyinas. EP ]Thalassogeron chr. chrysostoma. O $ ea No común; se supone que nidifica en | so 1 | la IV Subárea 7 An | e A E E | Zhalassogeronchl.chlororhynchas| — | * 5 * * | Más común que el anterior. Nidifica Zo en la IV Subárea, Thalassogeron eximils ....... a —= | * % | Se ropcoduce solamente en la IV | Subárea. | Thalassogeron desolationis...... E Sl = Parte oeste y ? sur | Fuego. y y | z E s Phoebetria palpebrata antarctica| * | ** iS mi Común en la parte más austral del | | Atlántico; sólo se conoce que nidi- | fica en la Georgia del sur. l Procbetria fusca fusca.. E dí E caual de Bea- de Tisrra del Sólo nidifica en la IV Subárea. (CoNTINUARÁ) R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 179 1921 *uonanpouda 9p soJjus) sayediurid so[ eorput opejnajax Á opeapeno ouBis [q “¡easne oopuppy pp Aejodumoao Pop [o apiap 9s anb ua seaupqns oJjen> se] —"SANVNIgAL SOT 4A NOIONAINLSIA nuez Ms YI SONVILIHS Y Ara Dora) (| =m NS Tk EYOYarO dl y mpuos! e, 005% vi2W030 1 SP es ven ag e) A y lepra 0) 1) ] Te Q| >= "rara 134 O X lo dl EJE SA A roboyy ob019 y pe Re lenES) 28 e $270.59? 0702) D eyuno er URISIaAL. 2 NEON y souang E AVn Se | IS is e O EA E ES A 1 Dead de NE EN VIAITOS os, Ss 09. El OL pued es |! 7 0 Sa or Ei 180 EL HORNERO Vol. II REMARQUES SUR LES ESPECES NEOTROPICALES DU GENRE ANTHUS () PAR C. E. HELLMAYR (mM. H.S. O. P.) MUNICH (Allemagne) Dans la présente étude que j'ai lhonneur de soumettre A 1'attention des lee- teurs d'En HorNERO je tácherai de donner un résumé de notre connaissance actuelle des especes et races des Pipits de 1 Amérique méridionale et de tracer leur répartition géographique, surtout sur le territoire de la République Argen- tine. Non moins que leurs alliés de Vancien monde ils présentent, tant par leur similitude générale que par le changement que subit leur plumage au cours de la. saison, des difficultés considérables a Pornithologiste cherchant a déterminer les limites de la variation individuelle et á déméler les caracteres spécifiques. Tou- tefois, en comparant une série de ces oiseaux on ne tarde pas á s'apercevolr que certains caracteres morphologiques, tels que la forme du bee et le développement de Vongle du doigt postérieur, ainsi que quelques détails de coloration, notam- ment le dessin des rectrices latérales offrent des moyens súr á identifier n'im- porte quel échantillon. D'autres particularités ne sont apparentes que dans le plumage fraichement renouvelé et s'effacent plus ou moins, á mesure que le procés d'usure s'avanee vers la saison des amours. C'est qu'apres la mue toutes les couleurs sont plus vives, les bordures des parties supérieures ainsi que la poitrine étant dans la plupart des espéces (une teinte fauve ou ocreuse dont peu de traces subsistent sur les individus tués á l'époque de nidification, et les taches foncées au bas du eou, d'abord tres nettes et bien définies, deviennent alors plus petites et moins distinetes. Les matériaux étudiés, bien que larges, ne me permettent pas de sulvre a travers Vannée les changements du plumage dans toutes les espéces; mais ee qui ressort, de examen d'une nombreuse série des Anthus furcatus et A. correndera c'est quW'aux environs de Buenos Aires, au moins, leur mue annuelle commence au mois de février pour ótre terminée vers la mi-avril. Les 0iseaux pris en mai et juin se trouvent en beau plumage, mais á partir du mois d'aoút des signes dVusure se manifestent cá et la. Vers la fin de lannée, en novembre ou décembre les Pipits de Argentine se mettent á la nidification, et des lors leur plumage s'abíme rapidement. D'une seconde mue partielle qui a lieu, dans le courant de l'hiver, chez toutes les especes paléaretiques je n'al pu découvrir aucune trace; il est pourtant possible que de nouvelles recherches faites sur un plus grand nombre d'exemplaires en démontrent Vexistence tout de méme. Laissant de cóté Anthus antarcticus Cab., de la Géorgie du Sud, quí m'est inconnu, je puis distinguer six groupes spécifiques: (1) Haciendo una excepción, publicamos en francés (idioma en que fué escrito) este importante trabajo del miembro honorario de la S. O. P. Dr. Carl E. Hellmayr, a fin de con- servar la exactitud de los términos especiales y de las descripciones, que siempre se alteran en las traducciones más prolijas; teniendo en cuenta, además, que el francés es accesible a la mayoría de nuestros lectores. (N. dela D.). 1921 C. E. Hellmayr: Especes néotrop. du genre Anthaus 181 (1) 4. furcatus, comprenant deux formes géographiques, (2) A. lutescens, divisible en trois races, (3) A. correndera, avec cing formes locales, (4) 4. nattereri, monotypique, (5) 4. hellmayri, encore divisible en trois races, (6) 4. bogotensis, a deux formes climatériques. Pour ne pas trop abuser de Pamabilité du distingué président de la S. O. P., M. Roberto Dabbene qui m'a obligeamment ouvert les pages d'En HorNzERO, je me suis borné, quant a la synonymie, á ne citer que la description originale eb quelques références de nature á intéresser mes confréres de la S. O. P. Toutes les descriptions ont été prises sur le nouveau plumage aequis par la mue; les mesures sont en millimetres. Je tiens á remercier ie M. Dabbene d'avoir bien voulu me communiquer une série tres importante d' Anthus de la collection du Musée National de Buenos Aires sans laquelle il m'eút été impossible d'achever cette étude qui, j'espere, ne sera pas dépourvue de tout intérét pour les ornithologistes de 1 Argentine. 1. Anthus furcatus furcatus Lafr. d+ Orb. (1) Anthus furcatus Lafresnaye d d'Orbigny, Syn. Av. I in: Mag. zool. 7, el. II, p. 27 (1837. — Patagonie, c'est—a—dire environs de Carmen, bords du rio Negro). A. correndera (err.) Selater d+ Salvin, P. Z. S. 1868, p. 139 (Conchitas; part.) ; White, P. Z. S. 1882, p. 594 (Flores, B. Ayres). Cette espeee est aisément reconnaissable par son bee court et élargi, et par la forme de VPongle du doigt postérieur lequel est assez court et fort courbé dans toute sa longueur. Le bas du eou et le devant de la poitrine sont garnis de petites taches d'un brun foncé; la reetrice externe est toute blanche sauf une étroite bordure noirátre a la moitié basale de la barbe interne; la pénultime porte une large rale blanche oceupant une grande partie des deux barbes de la rectrice. La pointe de la mandibule inférienre est toujours brun corné. Bien qwelle ait été déja découverte par d'Orbigny en 1831, cette espeee, une des mieux caractérisées, fut lonetemps confondue avec A. correndera ha- bitant les mémes parages. Aimsi Vun des spécimens recuellli par W. Hudson á Conchitas, dans la provinee de Buenos Ayres, et 2 máles et 1 femelle tués par E. W. White le 26 aoút 1881 4 San José de Flores, tous les quatre conservés dans la collection Berlepsch, furent signalés sous le nom d' 4. correndera dans la littérature. T'aire de dispersion de l'Anthus f. furcatus parait limitée dans la partie orientale de la République Argentine. Il a été trouvé nichant aux environs de Buenos Ayres (Barracas al Sud, Flores, Conchitas), au cap de San Antonio, (1) 1 est possible que “La Variole'' de Bufíon (Hist. Nat. Ois. V, p. 63) et la “Petite Alouette, de Buenos Aires” de Daubenton (Pl. enl. 738 fig. 1) se rapportent A l' espéce connue sous le nom d'A. furcatus. Malheureusement, description et figure prises sur un spécimen récolté par Commerson á Buenos Aires laissent beaucoup á désirer, et le type v'existe plus au Muséum d' Hist. Nat. de París. 1l s'ensuit done qu'aucun des noms établis sur Poiseau du Commerson: Alauda rufa Gmelin 1789 (p. 798, préocupé par un autre A. rufa, p. 792), A. bonariensis Bonnaterre 1792, et Anthus varieyatus Vieillot 1818 ne peut étre identifié aves certitude. 182 EL HORNERO Vol. 11 dans le district d'Ajó, et plus au sud sur les bords du Río, Azul, A Carhué, Nueva Roma, etc. Le type que j'ai soigeneusement examiné au Musée de Paris fut capturé au mois de février a Carmen, pres de Vembouchure du Rio Negro; c'est un spécimen en plumage de noces fort usé, ayant perdu toute trace de jaune; ce qui explique la phrase “supra grisescens” dans la description ori- ginale. Schulz le donne comme résident permanent de la région de Córdoba. La localité la plus septentrionale que je connais est Ocampo, prov. Santa Fe, d'oú le Musée de Munich posséde un mále ad. pris par S. Venturi le 7 Sep- tembre 1905 (1). Spécimens examinés: 1 Río Negro, type de 1 espéce; 1 mále Conchitas; 6 máles 4 femelles 1 mále juv. Barracas “al Sud; 2 máles 1 femelle Flores, B. A.; 2 máles 1 femelle La Plata, B. A.; 1 mále ea Santa Fe. Máles ad. - alle 76 Ya - 82; duce 57-62; bec 101-1134; ongle du doigt postérieur 8 Y - 9 Ya m. m. Femelles ad. - aile 74-76; queue 54-57; bee 10-11; ongle 814-915 m.m. 2. Anthus furcatus brevirostris Tacz. Anthus brevirostris Taezanowski, P. Z. S. Lond. 1874, p. 507 (1874. — Junin, Pérou central). Cette race, ignorée par la plupart des auteurs, différe de la forme type par sa coloration plus roussátre, surtout de Vuropygium et de la poitrine; par le milieu de abdomen d'un blane plus pur; par le blanc des rectrices latérales .généralement plus étendu; enfin par le bee moins large et plus comprimé dans sa moitié apicale. En comparant un couple d'Ingapirea, Junin, et onze exemplaires recueillis á Anta, pres de Cuzco, Pérou, á une vingtaine de la forme type de 1 Argentine, les deux séries sont facilement séparables par les caracteres indiqués plus haut. La bordure noirátre a la barbe interne de la rectrice ultime est á peine indi- quée chez la plupart des échantillons péruviens; il s'en trouvent pourtant quel- ques-uns qui ne different point sous ce rapport de 1 4. f. furcatus. La teinte plus roussátre de l'uropygium et de la poitrine ainsi que le blane pur qui couvre le milieu de abdomen suffisent á distinguer cette forme septentrionale. Cinq spécimens de la Bolivie, (Vacas, Valle Grande), tout en s'accordant pour la coloration avec ceux du Pérou, ont en général le bee un peu plus fort quoiqw'il soit toujours moins large que chez 4. f. furcatus. Je ne puis partager Vopinion de Messrs. Berlepsch et Stolzmann (2) qui réunissent les habitants de la Bolivie A 1 4. f. furcatus de Y Argentine, dont ils se distinguent par leur coloration beaucoup plus roussátre ou fauve. Selon ma maniére de voir les Pipits des Andes du Pérou et de la Bolivie constituent une seule race, nettement délimitée contre la forme type propre aux plaines de 1 Argentine orientale. A. f. brevirostris habite les hautes montagnes du Pérou et de la Bolivie, á une altitude de 2.000 a 5.000 metres. Il a été signalé a Junin (Lac Junin, Ingapirca) et á Puno, dans les départements du méme nom. En Bolivie, il fut V abord rencontré par d' Orbigny dans la vallée de Cochabamba, et plus tard (1) Bertoni (Faun. Parag. 1914, p. 60), il est vrai, mentionne A. furcaius de “Puerto Bertoni”, Paraguay; ¡mais je ne puis nempécher d' admettre qu'il y a lá quelque erreur de détermination. (2) P.Z.S. 1896, p. 330. 1921 C. E. Hellmayr: Especes néotrop. du genre Anthas 183 beaucoup de spécimens ont été recueillis par le voyageur Gustave Garlepp A Vacas, et aussi á Valle Grande, dans la province de Mizqué. 1 mále ad. Junin... aile 82; queue 57; bee 1113; ongle du pouce 71% im. 6 máles ad. Anta, Cuzco... aile 82-86; queue 59-64; bee 11-12; ongle 8-10 mm. 4 máles ad. Bolivie... aile 82-83 16; queue 59-64; bee 11-11 14; ongle 8-10 mm. 1 femelle ad. Junin... aile 78; queue 55; bec 11; ongle du pouce 8 mm. 5 femelles ad. Anta, Cuzco... aile 77 Y2-80; queue 55-59; bec 11; ongle 8-10 mm. 1 femelle ad. Bolivie (Valle Grande)... aile 78; queue 57; bec 11; ongle 9 mm. 3. Anthus lutescens lutescens Puch. (1) Anthus lutescens (Cuvier M. S.) Pucheran, Arch. Mus. París 7, p. 343 (1855.— “Brésil”, coll. Delalande fils; type—de Rio de Janeiro—exa- miné au Musée de Paris). La “Farlouse ¡jaunátre”, conme 1 appelaient autrefois les ornithologistes Francais de la période classique, est si bien caractérisóe par sa petite taille, le développement excessif de Vongle droit, du doigt postérieur et la couleur jaunátre en dessous avec le hant de la poitrine fortement teinté d'ocreux eb tacheté de noirátre, qw'il est inutile d' y insister. La rectrice externe est en grande partie blanche, mais porte a la harbe interne constamment une large bordure noirátre qui ne disparait qu'á une distance de 10 mm. avant 1 extrémité, tandis que la sub externe est ornée d'une raie blanchátre, fort variable en étendue. Je ne trouve aucune différence entre les échantillons typiques du Brésil oriental (Piauhy a Rio Grande do Sul) et ceux de 1 Argentine (Corrientes, Tu- cuman) et de la Bolivie (Santa-Cruz-de-la-Sierra). Six spécimens des íles Ma- rajó et Mexiana (embouchure de 1 Amazone) et dix autres provenant de la Guyane britannique (Roraima, Aunai, Río Rupununi) et de Ciudad Bolivar (Orénoque) ont les flanes légerement striés, ce quí se retrouve, du reste, dans quelques-uns des individus de Río et de Piauhy. Les oiseaux de la Guyane, par le dessin des rectrices latérales, s'approchent de la forme septentrionale, 4. l. parvus. A. l. lutescens est celle qui, de toutes les espéces du genre, est le plus lar- gement répandue en Amérique. Son aire de dispersion s'étend depuis J'em- bouchure du Rio de la Plata jusqw'aux bords de l'Orénoque dans le nord, et au pied des Andes vers 1 ouest. Spécimens examinés: 10 Río de Janeiro, 12 Bahia, 10 Piauhy, 1 mále 1 fe- melle Taquará, Río-Grande-do-Sul, 1 Corrientes, 1 Paraguay (Villa Rica), 1 mále, 2 femelles Tucumán, 1 mále Santa-Cruz-de-la-Sierra, Bolivie, 5 máles 1 fe- melle Marajó, 1 mále Mexiana, 3 máles 4 femelles Guyane britannique, 1 mále Guyane Francaise, 1 Ciudad Bolívar, Orénoque, 1 “Bogotá”. La longueur de '' aile est individuellement assez variable. Máles ad. Río de Janeiro: 62, 63, 64, 65, 66; Río Sáo Francisco (Bahia): (1) Un nom plus ancien est peut-éútre Anthus chii Vieillot (Nouv. Dict. d' Hist. Nat. 26, 1818, p. 490), établi sur le “Chii” d'Azara, dont la description me parait pourtant trop incertaine pour le substituer úá celui de lutescens. 184 EL HORNERO Vol. II Piauby: 61, 62, 63, 63; Río-Grande-do-Sul: 64; Paraguay (Villa Rica): 66; Corrientes: 63 2; Tueumán: 5; Santa-Cruz-de-la-Sierra: 66; Mexiana: 62; Marajó: 61, 61, 62, 64; Cayenne: 60; Guyane britannique: 62, 62, 621% m. m. Femelles ad. Rio-de-Janeiro: 62, 62, Rio Sáo Francisco (Bahía): 63; Piauhy: 60, 60, 60, 6015; Río-Grande-do-Sul: 64; Tucumán: 62, 64; Ma rajó: 60; Guyane britannique: 61, 63 Yo. 4, Anthus lutescens parvus Lawr. Anthus (Notiocorys) parvus Lawrence, Proc. Acad. N. Sci. Philad. 17, p. 106, 107 (1865. — Cité de Panama, Panama). Différe de la forme type par les taches pectorales plus grosses, les flanes nettement striés de noirátre ainsi que par la réduction du liseré gris enfumé au bord interne des rectrices latérales. En outre, le dessus du corps paraít étre d'un brun roussátre plus intense. Cette forme de la “Farlouse jaunátre” se rencontre exelusivement dans la république de Panama (de Chiriqui a 1 isthme). T' aile de onze spécimens varie de 58 a 621 mm. 5. Anthus lutescens peruvianus Nich. Anthus peruvianus Nicholson, Proc. Zool. Soe. Lond. 1878, p. 390 (1878.—Vallée de Catarindo pres V'Islay, Péron méridional). Cette forme réunie a 1 4. l. lutescens par plusieurs auteurs, en est pourtant tres distinete. La couleur générale des parties supérieures, sauf 1 uropygium, est plus pále, “greyish buff”; les interscapulaires latérales portent, au bord in- terne, des taches marginales blanchátres, formant tout comme dans les races de V Anthus correndera deux larges rales longitudinales sur le dos, á peine in- diquécs chez les A. 1. lutescens et A. 1. parvus; le dessous du corps est beaucoup moins coloré, presque blanenátre, avee le haut de la poitrine trés légerement teinté de créeme; les macules pectorales noirátres sont plus grosses, et les flanes égale- ment marqués de larges taches longitudinales foncées. Dans le dessin des rectrices latérales A. 1. peruvianus ressemble á YA 1. parvus, de Panamá, ayant done plus de blane que la forme type. Bien que je n'aie vu aueun spécimen de la localité typique et que la des- cription de M. Nicholson ne soit' pas trop claire, je ne doute pas que les oiseaux des environs de Lima ne représentent bien le peruvianus, qui me parait cons- tituer une race de la “Farlouse jaunátre” maleré les bordures blanchátres aux interscapulaires, caractere quí rappelle le groupe de 1 4. correndera. A. l. peruvianus habite le littoral du Pérou, depuis Trujillo, Dept. Libertad jusqu'au Rio Tambo, trente milles au sud du port d' Islay, Dept. Arequipa. Il est surtout commun dans la région basse de la cóte, p. e. aux environs de Lima, mais se trouve encore á des altitudes aussi élevées qu' Arequipa, un individu y ayant été capturé par le voyageur Whitely (1). 3 máles ad. Lima... aile 65, 66, 67; queue 42, 45, 46; bee 121, 12 1, 13; ongle du doigt postérieur 10 mm. 3 máles ad. Trujillo... aile 65, 66, 68; queue 46, 47, 47; bec 12; ongle 10-11 mm. 1 femelle ad. Trujillo... alle 65; queue 45; bec 12; ongle 9 mm. (1) Au Musée de Londres existe une femelle étiquetée: “Tinta, Sept. 1867. H. Whitely”. Cela doit étre une erreur de transcriptión, car en 1867 aussi bien que dans les premiers mois de 1868, Whitely ne voyageait que sur le cóté ouest des Andes, á Islay et Arequipa. 1921 C. E. Hellmayr: Especes néotrop. du genre Anthus 185 6. Anthus correndera correndera Vieill. Anthus correndera Vieillot, Nouv. Diet. d'Hist. Nat., 26, p. 491 (1818—ex Azara N.” 145: “Paraguay, et jusqu' a la riviere de La Plata”) (1). Cette forme, connue depuis le temps d' Azara, n'est pas dissemblable en apparence général a 1 4.1. lutescens, mais s'en distingue aisément par les ca- racteres suivants: sa taill est plus forte, á bee et tarses plus longs, le bord interne des plumes interscapulaires latérales est marqué de taches marginales blanchá- tres ou blane-jaunátres, formant une large raie lontitudinale sur chaque cóté du dos; le dessous du corps est blanchátre, la teinte jaunátre du devant de la poitrine baucoup plus pále, les macules noirátres au contraire, sont plus larges (cordiformes), et prolongées sur les flanes. Le dessin des rectrices latérales est á peu pres le méme, les espaces clairs étant d'un blane assez pur. L' ongle du pouce est tres allongé et presque droit. A. c. correndera est tout-a-fait distinet de Y 4. f. furcatus dont il difféere par la forme de l ongle du doigt postérieur, son bee beaucoup plus gréle et plus long, la maculature plus grosse et plus nombreuse sur le dessous du corps, enfin par la raie elaire sur les épaules. A. c. correndera se rencontre dans la partie centrale de 1 Argentine, notam- ment dans les provinces de Buenos Ayres, Entre Ríos et Córdoba, dans 1 Uruguay, ainsi que dans les états Brésiliens de Río-Grande-do-Sul et Saint-Paul. Faute de matériaux il mest imposible de tracer exactement la limite sud de son aire de dispersion. Tout ce que j'ai pu constater e'est qu'il niche encore sur les bords du Río Negro (2), et á Neuquen, une femelle en livrée de noces fort usée avec son nid contenant trois ceufs, ayant été capturée par M. Adolphe Lendl le 14 novembre 1907, a Chacabuco, pres de la capitale du gouvernement. Il est á présumer que les oiseaux trouvés en Patasonie (Chubut, Rio-Chico-de-Santa- Cruz, ete.) se rapportent a la forme typique plutót qu'a Y 4. e. chilensis, néan- moins 1 examen d'une série de cette région est désirable pour établir définiti- vement leur identité. Sept exemplaires provenant du Brésil méridional (Sáo Lourenco, Rio Grande, Rio-Grande--do-Sul, Sáo Sebastiño, Saimt-Paul) sont absolument identiques A ceux de 1 Argentine dont j'ai pu comparer une belle série. TL” oiseau de Neuquen a les ailes un peu plus longues qu'a 1 ordinaire. ? Spécimens examinés: 2 máles 3 femelles S. Sebastiño, Saint-Paul; un mále ad. Rio Grande, 1 mále ad. Sao Lourenco, Rio-Grande-do-Sul; 5 máles 10 femelles prov. Buenos Aires, (Pa Plata), Barracas al Sud; 1 femelle Chacabuco, Neuquen; J] mále Rio Négro. Males. Argentine... aile 75-78; queue 57-61; bec 12-13; doigt postérieur 11-12; ongle 13-16 Y mm. Máiles. Brésil... alle 74-78 Ya; queue 56-62; bee 11 14-13 5; ongle 12-16 mm. Femelles. Argentine... alle 72-76; queue 54-61; bee 12-12 1%; ongle 12-17 mm. Yemelles. Brésil... aile 72-73; queue 52-57; bee 12-13; ongle 13-16 mm. Femelle. Nenquen... aile 80; queue 60; bee 13; ongle 13 Y mm. Longueur du tarse 21-22 mm. Piauhy: 61, 62, 63, 63; Río-Grande-do-Sul: 64; Paraguay (Villa Rica): 66; Corrientes: 63 12; Tucumán: 65; Santa-Cruz-de-la-Sierra: 66; Me- (1) Je pense que la description du “Correndera” d'Azara convient mieux á Vespéce que nous sommes habitués á désigner sous ce nom, qu'á P' A. nattereri, la seule qui entrerait encore en question. (2) Un spécimen recueilli par W. Hudson au Musée Britannigque da Londres. 186 EL HORNERO Vol. 11 7, Anthus correndera chilensis (Less.) Corydalla chilensis Lesson, Rev. Zool. TI, p. 101 (1839. — Chili, coll. Abeillé; diagnose latine); idem, Oeuvres de Buffon, éd. Lévéque 20 —=Description des Mammif. € Ois. récemment découverts], 1847, p. 228 (Chili; deseription tres détaillée). Les habitants du Chili qu'on a jusque-1á réunis a Y A. c. correndera mé- ritent bien d'en étre séparés comme race géographique. Les quinze spécimens que j'ai sous les yeux sont en dessus d'un fauve beaneoup plus intense; ee qui se manifeste surtout dans la coloration du piléum et de la nuque; la raie dorsale est plus jaunátre; 1' uropygium brun roussátre plutót que brun fauve; la teinte jaunátre est également plus foncée sur les cótes de la téte, le bas du cou et le haut de la poitrine. Méme en plumage usé ces parties sont encore plus vivement colorées que chez les spécimens de P' 4. c. correndera tués dans la méme saison, 7 máles ad.—aile 76 Ya - 80; queue 57-61; bee 12-13; ongle du pouce 12 14 - 16 mm. 3 femelles ad.—aile 73-75; queue 55; bec 11 Ya -12 15; ongle du pouce 11-13 mm. Longueur du tarse 20-22 mm. Tous les échantillons examinés par moi proviennent de la partie centrale du Chili (Valparaiso, Santiago, Concepcion, Valdivia), et il reste 2 déterminer si les Pipits du détroit de Magellan et de la Terre-de-Feu se rapportent a DP A.c. chilensis, ou bien a 1 4.ccorrendera. 8. Anthus correndera phillipsi Brooks Anthus phillipsi W. S. Brooks, Proc. New Engl. Zoól. Club VI, p. 26 (1916. — Port Stanley, Malouines). Pour ce quí est de la coloration, cette race insulaire s'accorde parfaitement avec 1 A.c. chilensis, ayant les parties supérieures, la poitrine et les flanes tout aussi intense; pourtant elle s'en distingue facilement par son bee beaucoup plus fort et par les taches noirátres en dessous moins larges, formant des gouttelettes. Le Musée de Munich poeséde trois spécimens tués 4 Port Stephens par M. W. $. Brooks que je dois á 1 obligeanece de M. Outram Bangs, de Boston. Mále ad.— aile 81; queue 60; bee 1215; doigt postérieur 12; ongle 14 4%; tarse 24 Ya mm. Femelle ad.— aile 80; queue 62; bee 12 14; doigt postérieur 11 Ya; ongle 16; tarse 22 14 mm. Longueur du tarse 22 14-24 mm. A. c. phillipsi remplace le groupe de correndera sur les ¡les Malouines. 9. Anthus correndera catamarcae n. subsp. Adulte. — Semblable á 1 4. e. calcaratus Taez., du Pérou, pour la longueur du bee et 1 étendue du blane sur les rectrices latérales; mais de taille plus forte, et le dessus du corps, la poitrine ainsi que les flanes beaucoup plus páles. Pour la coloration: en dessus et en dessous c'est un exact pendant d' 4. c. chilensis, mais ses dimensions supérienres, son bee plus fort, ses tarses plus longs, enfin le dessin des rectrices externes servent a 1' en distinguer sans difficulté. 1921 C. E. Hellmayr: Especes néoirop. du genre Anthus 187 3 máles ad.—Aile 80, 83, 83; queue 59, 62, 63; bee 12 Yo, 13, 14 15; tarse 23, 231, 241%; doigt postérieur 11; ongle 13, 14, 15 mun. 2 femelles ad.—Aile 78, 78; queue 57, 57; bee 13, 14; tarse 22; ongle du doigt postérieur 12 1, 14 mm. Type au Musée de Munich: N.” 21. 4, femelle ad. Lago Colorado, 3.400 métr. alt., Catamarca, Argentine, 11 décembre 1918. J. Mogensen coll. Hab. — Les montagnes de 1 état de Catamarca (Lago Blanco, Lago Colo- rado, Antofagasta) en Argentine occidentale. Cette forme nouvelle est intermédiaire entre les 4. c. calcaratus, des Andes du-Pérou, et A. c. chilensis, du Chili, aussi bien geógraphiquement que dans ses caracteres. Tout en s'aceordant avec le premier dans la largeur du bec, elle a les ailes et la queue encore plus longues, dépassant méme les dimensions de la race Malouine 4. c. phillipsi. Le dessin des rectrices latérales est exactement le méme que chez 4. ce. calcaratus; la plus externe étant toute blanche excepté une étroite bordure gris-enfumé, complétement dissimulée par les sous-caudales, 2 Y extréme base du cóté interne, la pénultime plus largement bordée de gris foncé Sur cing spécimens 1l "y a qu'un seul quí se rapproche sous ee rapport de la forme Chilienne. Pour la eoloration générale, par contre, 4A.c. catamarcae res- semble a 1 4. c. chilensis, le fond des parties supérieures et de la poitrine étant considérablement plus elair et moins fauve que chez 1 4.c. calcaratus. La pointe de la mandibule inférieure est brun-corné, nettement délimitée contre le jaune de la partie basale. Tous les échantillons examinés furent pris dans les Andes de Catamarca a des élévations de 3200 a 3700 metres. 1l y a peu de doute, cependant, que les spécimens récoltés par Behu a Calama, prov. Antofagasta, Chili sept. (1) appar- tiennent ésalement á cette forme. En les comparant, il y a quinze ans, á un mále ad. de la forme calcaratus, de Junin, J'ai noté précisément les différenees indiquées plus haut comme diaenostiques du catamarcae, sans en apprécier leur importance. Voici leurs dimensions: 1 mále ad. —aile 80; queue 5915; bee 131; ongle du pouce 1412 mm. 2 femelles ad. — aile 78, 78; queue 59 15; bec 14, 14; ongle du pouce 13, 13 Y mm. 10. Anthus correndera calcaratus Tacz. Anthus calcaratus Taezanowski, Proe. Zool. Lond. Nov. 1874, p. 507 (1874.— Junin, Pérou central). La race Péruvienne est voisine de Y” 4. c. chilensis, mais se reconnaít a pre- miére vue par sa coloration beaucoup plus vive, surtout des parties supérieures dont les plumes sont bordées d'un fauve intense, par son bec allongé et gréle, pay ses tarses plus forts, et par le blane des rectrices latérales beaucoup plus étendu. Généralement, la teimte ocreuse de la poitrine est aussi plus foncée. 2 máles ad. Ingapirea, Junin... aile 78, 78; queue 55, 57; bee 13 Ya; tarse 24; ongle du doigt postérieur 13 19, 141% mm. 1 femelle ad. Ingapirca... aile 76; queue 54; bee 14; tarse 23 13; ongle 12 Y mm. 2 femelles ad. Anta pres Cuzco... alle 73 Ya, 75; queue 55; bec 13, 13 Ya; tarse (1) Anthus calcaratus Berlepsch et Leverkiiln, Ornis 6, 1890, p. 8. 188 EL HORNERO Vol. 11 22 1, 23 4; ongle du pouce 121%, 15 Y mm. 2 femelles ad. Puno... aile 74, 7515; queue 54, 551; bee 12Y,, 1314; tarse 12, 13 mm. A. c. calcaratus, qu'on ne saurait en aucun cas confondre avec 1' A c. corren- dera de 1 Argentine, se trouve exelusivement sur les hauts plateaux du Pérou, les seules localités connues étant Ingapirea, Dept. Junin (17.700 pieds angl.), Puno, dans le département du méme nom (12.500 pieds angl.) et Anta, prós de Cuzco (3.500 metr.). 11. Anthus nattereri Sel. Anthus nattereri Selater, Ibis, 1878, p. 366 tab. X (1878.—type du Rio Verde, prov. de Saint-Paul, Brésil méridional). Dans le développement extraordinaire et la forme (presque droite) de 1 ongle du doigt postérieur, cette espéce s'accorde avec le groupe d” 4. correndera, mais s'en éloigne par le manque complet de la raie dorsale claire, par ses ailes plus courtes, et par sa coloration singuliére tirant sur le jaune. Les bordures des plumes du piléum et du manteau ainsi que celles des couvertures supérieures des ailes sont jaune d' ocre tres brillant, 1 uropygium et les sus-caudales non pas brun-olive pále comme chez 1 4. c. correndera, mais brun-roussátre clair; les cótés de la téte, le devant du cou, la poitrine et les flanes également jaune d'ocre, un peu plus pále que le dessus du corps. Les marques norrátres en dessous sont nettement siriiformes, et les espaces clairs des rectrices latérales blane-erisátre ou gris-fanve, jamais blanc pur comme chez les formes de 1” 4. correndera. Par ces deux caracteres, A. mattereri se rapproche done du groupe d' 4. hellmayri qui, de plus, a les ailes aussi courtes. Mais ce qui distingue 1 A. hellmayri a pre- miére vue, c'est la forme caractéristique de la queue. Chez toutes les autres espéces nóotropicales les rectrices sont de largeur éxale de base á pointe, arrondies ou légerement acuminées a 1 extrémité. Chez Y 4. nattereri, au contraire, elles sont larges ú la base, puis se rétrécissent brusquement vers le tiers apical du bord interne et se terminent en pointe assez nette. D'autres particularités qui ne se rotrouvent chez aucune autre espóce Amérieaine, sont 1 extréme longueur du doigt postérieur, égalant celle de Yongle; la cowleur jaune-cire des pieds y com- pris les ongles; enfin la mandibule inférieure toute ¡jaune, sans pointe brun- corné. Pour compléter la description j'ajouterai que la rectrice externe porte seu- lement á 1 extróme base ou dans les deux tiers basaux du cóté interne une étroite bordure foncée et que la subexterne est aussi en grande partie grisátre pále. Dans six sur sept spécimens il y a méme une tache ou raie claire, tres variable en étendue, A Y extrémité de la troisiéme rectrice (comptant du dehors); ce qui v'est jomais le cas chez aucun des autres membres Américains du genre. Les stries noirátres sur la poitrine et les flanes, tout en ayant la méme forme, sont plus allongées que dans les races de Y 4. hellmayri. Le bec est plus fort et plus élargi á la base que chez les autres Pipits de 1” Amérique. Spécimens examinés: 1 mále, 3 femelles, Itararé; 1 femelle, Ypanema, Saint- Paul; 1 mále, Faz. de Monte Alegre, Paraná; 1 mále, Sáo Lourenco, Rio-Grande- do-Sul. 3 máles ad. — aile 72, 73, 74 Y, queue 63, 641, 65; bee 12, 12, 13 15; tarse 23; doigt postérieur 13, 141, 15; ongle 14%, 15, 16 mm. 1921 C. E. Hellmayr: Especes néotrop. du genre Anthus 189 4 femelles ad. — aile 69, 70, 70, 70; queue 58, 60, 60, 65; bee 12-12 6; tarse 25; doigt postérieur 13 Y, 14, 14, 141%; ongle, 12, 13, 13%, 16 mm. A. nattereri habite les savanes du Brésil méridional. Découvert par Natterer dans la partie sud de 1 état de Saint-Paul, a Rio-Verde (pres d' Itararé) a Pescaria, á Ypanema, il a été depuis retrouvé dans les provinces de Paraná et Rio-Grande-do-Sul. Salvadori (1) a signalé un mále tué par Borelli 4 Paraguari, dans le Paraguay. 12. Anthus hellmayri hellmayri Hart. (2) Anthus hellmayri Hartert, Nov. Zool. 16, p. 165 (1909. — Tucumán; type au Musée de Tring (?). Anthus correndera (errore) Baer, Orvis 12, 1904, p. 214 (Lagunita, Tucumán). Cette espéce s' aceorde, pour la forme nettement courbée de Pongle du doigt posterienr, avec 1 4. f. furcatus, et comme lui, 1'a pas la moindre trace de la raie dorsale blanchátre, caractere saillant du groupe de correndera. A. h. hellmayri est pourtant facilement reconnaissable par le dessin des parties inférieures et des rectrices latérales, ainmsi que par son bee plus mince. Il n'y a qw'une zone tros restreinte sur le haut de la poitrine qui soit marquée de stries brun foncé assez étroites tandis que 1 4. f. furcatus y présente des taches nettement ceordi- formes; la rectrice externe porte une rale cunéiforme fauve grisátre ou gris enfumé, la subexterne est noirátre uniforme, tres rarement pointée de grisátre pále; dans '' 4. f. furcatus, par contre, les deux rectrices latérales sont en grande partie blanches. Les bordures des parties supérieures sont fauves gri- sátre pále, le dessous du corps est blane, légéerement lavé de créeme sur le devant du cou et le haut de la poitrine; les sous-caudales les plus longues sont garnies «Vune strie seapale brun noirátre. Enfin le bee est plus gréle, et Vongle du pouce un peu plus lone que chez Y 4. f. furcatus. Le mále adulte, en plumage de noces fort usé, recueilli par feu mon ami G.-A. Baer á Lagunita, 3.000 metr. d'alt., le 2 février 1903, et signalé dans son travail sous le non erroné d' A correndera, est sans aucun doute identique aux échantillons capturés aux mois de mai et jun a Ñoreo et Rio Salí, pres de Tucumán, qui viennent de compléter leur mue annuelle. Il en ressort que 1 4.h. hellmayri West pas migrateur, mais passe bien toute année dans la région de Tucumán. Ceci est confirmé par les dates de capture (mars, avril, juin, aoút et septembre) des spécimens au Musée National de Buenos Aires qui n'ont été obligeamment communiqués par M. Dabbene. Spécimens examinés: 5 máles ad. Ñoreo, Vipos, Rio Salí, 450 á 1.200 metr., tués en mai et juin par M.M. Dinelli et Budin; 1 mále ad. Lagunita, 3.000 meétr., février 1903, G.-A. Baer coll. (1) Boll. Mus Zool. Torino 10, N.* 208, 1895, p. 3. (2) Anthus chii Vieillot (Nouv. Diet. d'Hist. Nat. 26, 1818, p. 490: ex “La Chii” Azara N.2 146, Paraguay) a été faussement rapporté á la race Brésilienne d' A. Hellmayri. La description me paraít s'appliouer plutót á une des esméces A taches blanches aux rectrices latérales, c'está dire A. lutescens ou A. furcatus. (3) Bier que M. Hartert ait regardé la forme de Tucumán comme identique á 1 “Anthus chii auct.”, il est la race brésilienne que je vais décrire plus loin. Sa diagnose a été exclusive- ment prise sur trois spécimens Argentins, les seuls qu'il eút entre les mains. Le nom d' hellmayri est done d'application certaine. 190 EL HORNERO Vol. 11 Aile 78-80; queue 62-65; hec 111%-12; doigt postérieur 11-11 Y; ongle 10-10 Y% mm. Ñ A. h. hellmayri n'est connu que de la province de Tucumán (Ñoreo, Vipos, Rio Salí, Lagunita) (1). 2 13. Anthus hellmayri brasilianus n. subsp. Adulte. — Semblable a la forme type, mais d'une taille moins forte, les parties supérieures plus roussátres, le dessous du corps moins blane, la poitrine étant fortement, 1 abdomen légérement teintés de fauve, et la rectrice subexterne, a quelques exceptions pres, avee une raie ou tache apicale gris-rousgsátre. Máles. — aile 72-75; queue 56 2-62; bee 11-12 1%; doigt postérieur 10 14-11 Yo; h ongle 11-12 mm. Femelles. — aile 66-71; queue 54-61; bee 1119-12 4; doigt postérieur 10-11; ongle 10 14-12 mm. Type au Musée de Munich: N.* 09.977 femelle ad. Campos d' Itatiaya, limite * des états de Rio-de-Jameiro et de Minas, Brésil, 25 avril 1906. H. Liderwaldt coll. Hab. — Les campos du Brésil méridional, dans les états de Rio-de-Janeiro (Mont Itatiaya), Saint-Paul (Ypiranga, Itararé), Paraná (Faz. de Monte Alegre, Lanza, Curytiba, Casa Pintada) et Río-Grande-do-Sul (Camaguam, Sáo Lourenco). Treize spécimens du Brésil, tout en ressemblant pour la forme générale a ceux du Tucumán, sen distinguent pourtant par les caracteres indiqués, de sorte qu'il me parait inévitable de les séparer comme sous-espece. Le dessus du corps, au lieu d'étre fauve grisátre pále, est nettement fauve brun ou méme brun roussátre elair, surtout le piléum et Puropygium; la méme différence s'ob- serve sur les couvertures supérieures des ailes et le bord externe des rémiges; Vabdomen, d'un blane presque pur dans 1 4. h. hellmayri, est sensiblement lavé de couleur créeme, prenant une teinte plus foncée sur la poitrine et le bas du cou. Dans onze sur treize spécimens la rectrice subexterne est marquée a l'ex- trémité d'une raie ou tache apicale gris-enfumé ou gris-fauve, individuellement tres variable en étendue. Deux máles (Lanza, Paraná, 23 sept. 1820, J. Natterer; Camaguam, Río-Grande-do-Sul, 22 nov. 1887, H. v. Ihering) pourtant ont la rectrice subexterne noirátre uniforme comme c'est de regle chez 1 4. h. hellmayri. Le dessin de la rectrice externe de 1 4. h. brasilianus est le méme que celui de la forme type, Y espace elair parait pourtant en général plus nettement nuancé de fauve ou roussátre. Les spécimens de Saint-Paul, Paraná et Río-Grande-do-Sul sont absolument identiques entre eux. Un eouple provenant des Campos d'Itatiaya en différe légerement par les stries pectorales plus larges et plus nombreuses ee qui peut étre individuel. 1 mále ad. Itatiaya, Río... aile 75; queue 62; bec 12 mm. 4 máles ad. Paraná (Curytiba), (1) Quant a ' 4. bogotensis Lillo (Anal. Mus. Nac. Buenos Aires 8, 1902, p. 173; Revista letr. y cienc. soc. Tucumán 3, 1905, p. 40: Agua de la Tipa) v'est-ce-pas plutót a VA. h. hellmayri qu'il faut le rapporter? M. Dabbene (Anal. Mus. Nac. Buenos Aires 18, i910, p. 367) a signalé '' “4.chii” a Barracas al Sur, d'apres Venturi; ce spécimen ne se trouvant pas á Tring, je suis porté á croire á une fausse détermination de la part de Pauteur du renseignement. . 1921 C. E. Hellmayr: Especes néotrop. du genre Anthus 191 Lanza, Monte Alegre)... aile 72, 73, 73, 75; queue 56 Yo, 57, 57, 57; bee 11 14-12 14 mm. 1 mále ad. Camaguam, (Río-Grande-do-Sul)... aile 75; queue 58; bee 12 14 mm. 1 femelle ad. Itatiaya, Rio... aile 71; queue 57; bec 11 3 mm. 2 femelles ad. Saint Paul, (Ypiranga, Itararé)... aile 66, 70; queue 56, 61; bee 11 Y, 12 mm. femelles ad. Paraná (Curytiba)... aile 66, 68; queue 53, 54; bec 11 1%, 12 4 mm. femelles ad. Río-Grande-do-Sul (Sáo Lourenco)... aile 71, 72; queue 55, 57; bee 113, 121% mm. [NO No) 14. Anthus hellmayri dabbenei n. subsp. Adulte. — Différe des 4.h. hellmayri Hart., du Tucumán, et 4. h. brasilianus Hellm., du Brésil méridional, par les marques apicales des rectrices latérales Pun blanc pur. En coloration générale semblable á la forme type excepté que la rectrice subexterne porte une large raie cunéiforme blanche d'extension égale A celle des spécimens d' 4. h. brasilianus, ayant le maximum de eris-fauve A cette mémme rectrice. Aile 76-77; queue 61-62; bee 111%, 12; doigt postérieur 10-11, ongle 10-11 3% mm. Type au Musée de la Société Senckenbergienne á Franefort sur-le-Main: femelle ad. Rio Traful, Neuquen, Argentine occidentale, 12 décembre 1907. Adol- phe Lendl coll. Hab. — Tout ce que nous savons sur la répartition géographique de cette forme c'est qwelle niche sur les bords du Río Traful, dans la partie méridionale du gouvernement de Neuquen. En hiver, elle émigre vers le nord pour y passer la saison froide, de nombreux exemplaires ayant été pris aux mois de mai et juin a Concepción, prov. de Tucumán. Cette nouvelle race intéressante que j'ai le plaisir de dédier au savant président de la S. O. P. ressemble a la forme type pour sa coloration générale. Le dessus du corps est peut-étre encore un peu plus pále tandis qu' en dessous il y a identité absolue entre les deux formes. Pour létendue des marques aux rectrices latérales, elle s'aceorde au contraire avec 1 4.h. brasilianus, ayant ésa- lement une large raie claire a la subexterne; cependant au lieu d'étre, comme dans ses alliées, gris-enfumé ou gris fauve, ces ornements sont d'un blane pur. Le spécimen de Neuquen est absolument identique á un male adulte de Concepcion, prov. de Tucumán, sauf quelques légeres différenees attribuables á la saison, le type étant en plumage de noces assez défraichi. M. Dabbene w apprend que les trois échantillons de Coneepeion, du Musée National de Buenos Aires comme le nótre—que je dois du reste á son obligeance—ont tous été tués aux mois de mail et juin, c'est-a-dire en hiver. 4. h. dabbenei west done qu'un visiteur hivernal de la province de Tucumán. Spécimens examinés: 1 femelle ad. Río Traful, Neuquen (type); 1 male ad. Concepcion, Tucumán. Femelle ad. Neuquen... aile 77, queue 61; bee 1115; ongle du pouce 10 mm. Mále ad. Concepcion, Tucumán, 7 Juin 1918... aile 76, queue 62; bee 12; ongle du pouee 11 Y mm. 192 EL HORNERO Vol. II 15. Anthus bogotensis bogotensis Sel. Anthus rufescens Lafresnaye et d'Orbigny, (1) Syn. Av. I in: Mag. Zool. 7, el. TT, p. 27 (1837.—Yungas, Bolivie;=Mont Biscachal, pres de Carcuata, Yungas de La Paz). Anthus bogotensis Selater, Proc. Zool. Soc. Lond. 23, p. 109, pl. 101 (Aoút 1855.—Santa Fé-de-Bogotá, Colombie). Le groupe de 1 4. bogotensis, en coloration et forme générale, est tellement semblable á celui d' 4. hellmayri qu'on est tenté de les réunir en une seule espece. Ce qui nYva empéché de me ranger de cet avis c'est la circonstanee que des re- >résentants des deux groupes se rencontrent dans la provinee de Tucumán a des localités apparemment pas trop éloignées l'une de Pautre. 4. h. hellmayri a été trouvé a Lagunita, tandis qu' une race de bogotensis dont nous allons nous oceuper plus loin vient d'étre découverte sur le Nevado d' Aconquija. En outre, dans la collection du feu comte de Berlepsch j'ai vu un spécimen d'une race évidemment inédite d' A. hellmayri, provenant d'une localité en Bolivie oú plu- sieurs échantillons, adultes et jeunes, de 1 4.b.bagotensis avaient été également capturés par le voyageur Garlepp. En effet, les seules différences que je puisse constater d' avec 1. 4. hellmayri sont pour le groupe du bogotensis la conleur nettement fauves des sous-alaires et du bord interne des rémiges, un bee plus fort, moins comprimé latéralement dans sa partie apicale (mais pas toujours plus long), des tarses beaucoup plus forts, alnsi qu'un corps plus gros, et encore sont-elles un peu amoindries dans la race d' Aeconquija. Pour revenir á la forme type je ne lui trouve aucune variation géographique, en comparant une nombreuse série provenant de diverses localités en Vénézuéla (montagnes de Mérida), Colombie (Bogotá), Equateur (Cechce, Govinda, Quito), Pérou (Lauramarca pres de Cuzco) et Bolivie (Iquico, Carcuata, Yungas, de La Paz). Une femelle de Lauramarca, 1l est. vrai, n'a point de stries noirátres sur les flanes, correspondant sous ee rapport a la deseription d' Anthus bogotensis inmaculatus Cory (2); mais chez le type d' 4. rufescens Lafr. € Orb., des Yungas de La Paz, en Bolivie, celles-ci sont aussi bien marquées que dans la plupart des spécimens de Bogotá et de 1 Equateur. Par la teinte fauve, pourtant généralement bien plus foncée, du dessous du corps A. b. bogotensis rappelle 1” 4. hellmayri brasilianus, du sudest du Brésil; le dessin de la queue ressemble plutót a la forme type du Tucumán, car la rec- trice externe seule porte une raie cunéiforme gris-fauve (3%). Le devant du cou eb le haut de la poitrine sont fortement striés de brun noirátre, et dans le plus (1) Nom primé par Anthus rufescens Temminck, Manuel d'Ornith., 2de. Edit., 1, 1820, p. 267. (2) Field Mus. Nat. Hist. Publ. N.2 190, Ornith. Series I. N.210, p. 345 (1916.—Mon- tagnes á lest de Balsas, Pérou). (3) Lun des spécimens de VPEquateur a une trés petite marque grisátre á Vextrémité méme de la rectrice sub externe. 1921 C. E. Hellmayr: Especes néotrop. du genre Anthus 193 erand nombre d' exemplaires 1l en est de méme pour les flanes. La mandibule infériéure est brun corné dans sa moitié apicale. A. b. bogotensis habite les Andes du Vénézuéla occidental (Mérida), de la Colombie (chaine orientale), de 1” Equateur, du Pérou et de la Bolivie occidentale (Yungas de La Paz). Il ne fréquente que la zone tempérée, c'est-a-dire la région dite des Paxamos. . 1 mále ad. de Culata, Mérida, 4.000 métr.—aile 85; queue 62; tarse 23; bee 13 Ya; ongle du doigt postérieur 12 mm. 1 mále ad. Andes de Mérida... aile 83; queue 60; tarse 24; bee 14; ongle 13 mm. 3 adultes de Bogotá... aile 80, 81, 82; queue 57, 59, 60; tarse 22 12; bee 12-13; ongle 12 mm. 1 mále ad. Cechee, Equateur... alle 82; queue 58; tarse 22; bec 13; ongle 11 Ya mm. 7 adultes, Equateur... aile 80-85; queue 57-64; tarse 21 15-23; bee 12-13 Ya; ongle 10-11 mm. 1 femelle ad. Lauramarea, Pérou... alle 81; queue 59; tarse 22 a; bee 12; ongle 11 mm. 1 femelle ad. Yungas, Bolivie... alle 78; queue 59; bee 12 19 mm. 2 jeunes, Iquica, Bolivie... aile 79, 79; queue 60, 61; tarse 22 Ya, 23; bee 11 Ya, 12; ongle 9, 9 15 mm. 16. Anthus bogotensis n. subsp. Anthus. — Cette race récemment décrite (1) ne differe que légerement de la forme type par le bee sensiblement plus court, par les stries pectorales noirátres molins nombreuses et plus étroites, et par l'abdomen fauve blanchátre, nettement plus pále que le fauve vif de la poitrine. 3 máles ad.... aile 83, 83, 84; queue 64, 64, 65; tarse 22, 23, 23; bee 11, 11, 111; ongle du doigt postérieur 11, 11, 11 Ya mm. femelles ad.... aile 78, 83; queue 59, 65; tarse 22 Ya, 23; bee 11 Yg, 11 Y mm. [8] Les cinq spécimens tous recueillis sur le Nevado d' Aconquija, non loin de la frontiere oceidentale de la provinee de Tucumán, á une altitude de 4.000 métr., bien que tres semblables a Y 4.b.bogotensis, en different néanmoins par les caracteres indiqués plus haut. Parmi vingt exemplaires de la forme type je ne trouve qw'un seul (de provenance Equatorienne) qui s'en rapproche pour la coloration des parties inférieures. A. b. subsp. remplace évidemment le groupe de bogotemsis dans la zone ltemperée de 1 Aconquija, en Argentine. (1) Cette race géographique de Y Anthus bogotensis sera prochainement décrite par M. Ch. Chubb, d'aprés des exgmplaires provenant de la méme localité. (Note de la direction dWV'EL HORNERO). 194 EL HORNERO Vol. 11 > LISTA DE AVES DE LAS ISLAS FALKLAND POR RICHARD H. WACE (1) ORDEN COLUMBIFORMES Familia Claraviidae 1. Zenaida auriculata auriculata (Des Murs). «Paloma torcaz». — Aeciden- tal en las islas. Existen ejemplares en la colección local. ORDEN RALLIFORMES Familia Rallidae 2. Fulica rufifrons Phil. et Landb. «Gallareta». — Se ha reproducido en las islas, hoy es muy eseasa y tal vez extinguida. [Citada por Abbot (2) y obtenida también por la Expedición antártica inglesa (*)]. ORDEN PODICIPEDIFORMES Familia Podicipedidae 3. Podiceps Rollandi Quoy et Gaimard. «Macá». — Se reproduce en las islas. [Señalado en el archipiélago por los capitanes Pack y Abbott, por Darwin, por la Misión científica francesa al Cabo de Hornos y por Brooks (*), Vallentin (*), ete.]. 4. Podiceps calipareus calipareus Less. «Macá plateado; blanquillo». — Se reproduce en las islas. [ Señalado por Abbott, Darwin y otros]. ORDEN SPHENISCIFORMES Familia Spheniscidae 5. Aptenodytes patagonica patagonica. Miller. «Pingúin Rey». — No es común, llega de vez en cuando a las islas. Existen ejemplares en la colección local. [Citado por Abbot, Brooks y Vallentin. Nidifica en la Georgia del sur]. (1) La presente lista fué compilada por el Dr. Richard H. Wace, quien ha permanecido durante varios años en las Malvinas y especialmente en Port Darwin. Antes de su regreso a Inglaterra en 1917, me obsequió con una copia manuscrita de dicha lista, autorizándome a publicarla en algunas revistas científicas del país. Creo 'que este lista es hasta la fecha, la más completa que se ha hecho de las aves de las Malvinas y por consiguiente será muy opor- tuna su publicación en las páginas de EL HORNERO. Al copiarla, me he permitido, además de cambiar los nombres vulgares ingleses por los que comunmente se usan en la Argentina, in- troducir algunos cambios en la nomenclatura y añadir algunas otras especies omitidas. También he agregado a la lista algunas notas que el Señor A. G. Bennett de Port Stanley, Malvinas, me ha enviado y en las que están indicadas algunas especies más, obser- vadas por él, posteriormente en las islas y la distribución de otras en las Shetland y Georgia del sur. Todas estas notas figuran entre paréntesis cuadrados. R.D. (2) The Ibis, 1861. (3) Véase: Cat. Birds Brit. Mus. (4) Notes on some Falkland Islands Birds; in Bull. Mus. Comp. Zool. Harvard Coll, yol. LXI, N.2 7, June 1917. (5) Mem. Proceed. Manchester Literary and Philos. Soc., vol. 48, pt. TIT., 1903-1904, p. 24. cita Podiceps dominicus. 1921 KR. H. Wace: Aves de las islas Falkland 195 6. 10. 11. 12. Pygoscelis papua papua (Forster). «Pingiiin de pico anaranjado». — Se reproduce en las islas. Ejemplares en la colección local. [ Citado por Abbott, Brooks, Vallentin y Bennett (1). Nidifica también en la Georcia, Shetlands y Orcadas del sur]. Pygoscelis antarctica (Forster). «Pineiin de barbijo». — No tan común como el anterior. Hay ejemplares en la colección local. [Citado por Abbot, Brooks y Bennett. Nidifica en las Shetlands y Or- cadas del sur]. Eudyptes chrysocome nigrivestis Gould. «Pineúin de penachos amarillos, pingúin real»». — Nidifica en las islas. Especímenes en “la colección local. [Citado por Abbott, Brooks y Bennett. Nidifica en la Georgia del sur]. Eudyptes chrysolophus (Brandt). «Pingiin de frente amarilla». — Co- mún, se reproduce en las islas. Existen especímenes en la colección local. [Citado por Abbot y otros. Nidifica en las Shetlands y Orcadas del sur]. Spheniscus magellanicus (Forster). — «Pájaro niño». — Común, se re- produce en las islas. [Citado por Abbott, Brooks, Bennett, ete.]. ORDEN PROCELLARIIFORMES Familia Hydrobatidae Oceanites oceamica oceanica (Kuhl). «Pequeño petrel de las tormentas». — Común en los mares adyacentes a las islas. Se reproduce en las mismas (2). Existen ejemplares en la colección local. [Señalado por Abbott. Nidifica en la Georgia del sur]. Garrodia nereis Chubbi (Mathews). «Pequeño petrel de dorso gris». — En los mares próximos a las islas. Representado en la colección local. [Citado por Abbott. Nidifica según Bennett en las Malvinas]. [13. Fregetta melanogaster (Gould). Un huevo perteneciente a este petrel 14. ha sido obtenido en las Malvinas por la Expedición del «Challenger» y está conservado en el Museo Británico (Oates, Cat. Birds? Eegs, 1, 1901, p. 151). Familia Procellariidae Ardenna gravis (O'Reilly). —En los mares próximos a las islas. [Obtenido cerca de las Malvinas por la Expedición antártica inolesa]. [15. Puffinus griseus chilensis (Bp.). —El señor A. G. Bennett ha obtenido 17. 2 ejemplares, macho y hembra, cerca de Port Stanley, en fecha 11, 5, 1919. Especie nueva para las Malvinas]. . Priofinus cinereus cinereus (Gmm.) «Petrel eris». — En los mares próxi- mos a las islas. Priocella antarctica antarctica (Stephens). «Petrel plateado». — Mares adyacentes a las islas. [Citado de Port Stanley por Wilson (*), en Julio. Nidifica en las She- tlands y Orcadas del Sur]. (1) EL HORNERO, 1, N.?3, p. 205, 1918. (2) Según Bennett, es la especie afin Garrodia nereis la que se reproduce en las Malvinas. (3) Nat. Antarct. IExped. 1901-1904. Zool., Aves. 196 EL HORNERO Vol. 11 [18. 19. 20. 189) q 26. 18) = 28. 29. 30. Thalassoica antarctica. (Gm.). «Petrel antártico». — Citado por Abbott]. Procellaria «quinoctialis «quinoctialis (Linn.). «Petrel negro de an- teojos». — En los mares adyacentes a las islas. [Observado cerca de las Malvinas por Giglioli (1). Nidifica en la Geor- gia del Sur]. Pterodroma Lessoni Lessoni (Garn.). «Petrel de cabeza blanca». — En los mares adyacentes a las islas. [Señalado por Garnot. No existen otras citaciones]. Pagodroma nivea novaegeorgica Steinen. «Petrel de las nieves». [Obtenido en las Malvinas por la Expedición antártica inglesa y por el viaje del «Rattlesnake»]. Macronectes giganteus Solanderi Mathews. «Petrel gigante». — Se re- produce en las islas. [Citado por Abbott, Vallentin, Wilson, Brooks, Bennett. Nidifica tam- bién en la Georgia, Shetlands y Orcadas del Sur]. Daption capensis capensis (Linn.). «Petrel del Cabo, Damero del Cabo». — Mares adyacentes a las islas. [Observado cerca de las Malvinas por Forster (2), Brooks, ete. Nidi- fica en la Georgia, Shetlands y Orcadas del Sur]. ¿ Halobaena caerulea caerulea (Gm.). «Petrel azulado». — Se reproduce en el Archipiélago. [Citado por Wilson cerca de las islas y por Bennett]. Pachyptila vittata Keyteli Mathews. «Petrel azulado de pico ancho». — En los mares adyacentes a las islas. Especímenes en la colección local. Familia Pelecanoididae Pelecanoides urinatrix Berardi (Quoy et Gaimard). «Petrel zambullidor, golondrina de mar». — Se reproduce en las islas. Existen especímenes en la coleeción local. Familia Diomedeidae Diomedea exulans exulans Linn. «Carnero del Cabo, Albatros». — En los mares adyacentes a las islas. Existen especímenes en la colección local. : [Observado por Abbott, Wilson, Brooks, Vallentin. Nidifica en la Geor- oia del sur]. Thalassarche melanophris melanophris (Temm.). «Albatros, Largaton». Se reproduce en las islas. [Citado por Abbott, por la Expedición del «Challenger», por Brooks, Bennett]. Thalassogeron culminatus (*%) (Gould). «Albatros de cabeza gris». — En los mares adyacentes a las islas. Existen ejemplares en la colec- ción local. Thalassogeron chlororhynchus chlororhynchus (Gm.). «Albatros de pico neero y amarillo». — En los mares adyacentes a las islas. [Citado cerca de las Malvinas porla Expedición antártica escocesa (4) y por Vallentin]. (1) Faun. Vertebr. Oceano. (2) Voy. I, p. 489. (3) Según Mathews, (Novit. Zoolog., XVII, p. 497. 1910 y Birds Australia, II, pt. 3, p. 278), el nombre específico debe ser chrysostoma Forster. (4) Eagle Clarke, Ibis 1906, p. 177. 1921 R. H. Wace: Aves de las islas Falkland 197 31. Phoebetria palpebrata antarctica Mathews. «Albatros obscuro». — En == los mares adyacentes a las islas. Especímenes en la colección local. [Observado por los miembros de la Expedición antártica escocesa cerca de las Malvinas. Esta especie se reproduce en la Georgia del sur]. ORDEN LARIFORMES Familia Sternidae (1) 32. Sterna hirundinacea Less. «Gaviotínm». — Se reproduce en las islas. Especímenes en la colección local. [Señalado en las islas por Abbot, por la Expedición antártica inglesa, Brooks, Vallentin. También nidifica en las Shetlands y Orcadas del Sur]. Wamilia Laridae 33. Larus: glaucodes Meyen. «Gaviota». — Se reproduce en las islas. Espe- címenes en la colección local. [Señalada por Abbott, por la Expedición antártica inglesa, por Brooks, Vallentin]. 34. Larus dominicanus Licht. «Gaviota eocinera». — Se reproduce en las islas. Representada en la colección local. [Citada por Abbott, Brooks, Vallentin. Nidifica también en la Georgia, Shetlands y Orcadas del sur]. 35. Leucophaeus Scoresbyi Traill. «Gaviota de pico rojo». —Se reproduce en las islas. [Citada por Abbott, por la Expedición antártica inglesa, por Vallentin, Brooks]. Familia Stercorariidae 36. Catharacta skua antarctica (Less.). «Gaviota parda». — Es mieratoria y se reproduce en las islas. Especímenes en la colección local. [Citada por Abbott, por los naturalistas del «Challenger» y de la Misión Científica Francesa al Cabo de Hornos, por Brooks, Vallentin, Bennett. Nidifica también en las Shetlands y Orcadas del sur]. 37. Catharacta chilensis (Bonap.). «Gaviota parda». —Es un raro visitante de las islas; posiblemente es más común en las del oeste del arehi- piélago. [No parece haber sido señalada anteriormente]. ORDEN CHARADRIIFORMES Familia Chionidae 38. Chionis alba (Gm.). «Paloma antártica». — Es migratoria. El señor A. Bonner de San Carlos, South, me informa que esta especie nidifica en la isla Speedwell. Existen ejemplares en la colección local. [Señalada en las islas por Darwin (2), Brooks. Se reproduce enla Geor- gia, Shetlands y Orcadas del sur]. (1) Cf. Ridgway, Bull. N. S. Nat. Mus N.* 50, Part. VIII, 1919, p. 449. (2) Gould in Darwin, Voy.* “Beagle”, Birds. III, p. 118 (1841). 198 EL HORNERO Vol. II 39. 40. 41. 45. 44, 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. Familia Thinocorythidae Attagis malouinus (Bodd.). «Toshti». — Aceidental en las islas. [Citado por Abbott]. Familia Arenariidae Arenaria interpres morinella (Linn.). «Chorlito, Batuira». — Es un raro visitante de las islas. Familia Haematopodidae Haematopus leucopus Garnot. «Ostrero overo». — Nidifica en las islas. Ejemplares en la colección local. [Citado por Abbott, por la Expedición del «Challenger», por Brooks, Va- llentin, Bennett]. . Haematopus Quoyi Brab. et Chubb (mom. nov. pro ater Sharpe, nee Vieillot). «Pipilen negro, Ostrero negro». — Nidifica en las islas. Re- presentado en la colección local. [Citado por Abbott, la Expedición antártica inglesa, Brooks, Vallentin, Bennett]. Familia Charadriidae Oreophilus ruficollis ruficollis (Wagl.). «Chorlo cabezón, chorlo canela, pollo del campo, pachurrón». — Un raro visitante de las islas. [Citado por la Expedición antártica inglesa!. Belonopterus cayennensis chilensis (Mol.). «Teru». — Visita de vez en cuando las islas. Especímen en la colección local. [Citado por Abbott]. Zonibyx modestus (Licht.). «Chorlito» — Semimigratorio, algunos indivi- duos se quedan todo el año en las islas. [Citado por Abbott, por Plate (1), por Brooks, por el viaje del «Cha- llenger»]. Charadrius falklandicus Lath. «Angelito, chorlito». — Se reproduce en las islas. [Citado por la Expedición antártica imelesa, por Abbott, Brooks, Va- Mentin]. Familia Scolopacidae Mesoscolopax horealis (Forster). «Chorlo». — Un raro visitante de las islas. [Citado por Abbott. Hoy, probablemente extinguido]. Limosa haemastica (Linn.). «Becasina de mar». — Raro visitante. [Citado por Darwin y por Abbott]. Erolia (2) Bairdi (Coues). «Pollito de mar, chorlito». — Migratorio. [No señalado anteriormente en las Malvinas]. Erolia fuscicollis (Vieill.). «Chorlito». — También migratorio. [Señalado por la Expedición del «Challenger», por la Expedición antár- tica inglesa, por Abbott, Brooks]. Gallinago paraguaiae (Vieill.). «Becasina». — Nidifica en las islas. [Observada por Darwin, Abbott, W. Burnett y Fitzroy, por los natura- listas del «Challenger», del Rattlesnake y de la Expedición antártica inelesa, por Brooks, Vallentin]. (1) Schalow Zool. Jahrb. Supl. IV, p. 666, 1898. e (2) Cf. The Ibis, eleventh Ser., vol. III, N.22. April 1921, p. 312. 1921 R. H. Wace: Aves de las islas Falkland 199 52. Gallinago sigantea (Temm.). «Becasa». — Especie mieratoria. Especíme- nes en la colección local. [Esta especie no había sido aun señalada en una región tan austral como las Malvinas y su preseneia en dichas islas debe ser accidental]. Familia Phalaropodidae 53. Steganopus tricolor Vieill. «Chorlito». — Raro visitante de las islas. [Señalado por Sclater (1)]. Además de las enumeradas, otras especies de chorlos deben visitar las islas durante sus migraciones. ORDEN ARDEIFORMES Familia Plataleidae 54. Ajaja ajaja (Limn.). «Espátula rosada». — Accidental. Raras veces visita las islas. [Señalada anteriormente por Abbott]. Familia Threskiornithidae (2) [55. Theristicus melanopis (Gim.). «Bandurria». — Obtenida por A. G. Ben- nett en Abril 1917]. Familia Ardeidae 56. Ardea cocoi Linn. «Garza mora». —- Un frecuente visitante de las islas. [No señalada anteriormente]. 57. Casmerodius albus egretta (?) (Gm.). «Garza blanca». — Muy raro visi- tante. Representado en la colección local. 58. Nycticorax cyanocephalus falklandicus Hartert. «Bruja, cachi, pájaro yaguá». — Nidifica en las islas. [Señalado por Abbott, por el viaje del «Challenger», por Brooks]. orbey PHOENICOPTERIFORMES Familia Phoenicopteridae 59. Phonicopterus chilensis Mol. «Flamenco». — Raro visitante de las islas. Representado en la colección local. ORDEN ANSERIFORMES Familia Anatidae 60. Cygnus melanocoryphus (Mol.). «Cisne de cuello negro». — Nidifica en las islas. [Citado por Abbott, Vallentin, Leconte]. 61. Coscoroba coscoroba (Mol.). «Ganso». — Visita con frecuencia las islas. [Citado por Abbott y por la Expedición del «Challenger»]. 62. Chloephaga hybrida malvinarum Phillips. (+) «Avutarda». —Nidifica en las islas. [Citada por Darwin, Abbott, por el viaje del «Challenger», por la Expe- dición antártica inglesa, por Vallentin, Plate, Brooks, Bennett, ete.]. (1) Bull. B. O. Club, IV _ N.2 XXI, p. VI, 1894. (2) Reemplaza Ibididae. Cf. Auk, XXXVII, p. 441, 1920. (3) Cf. Oberholser, Auk, XXXVI, N.* 4. Oct. 1919, pg. 357-58 y Auk XXXVII, 1920, p. 440. (4) Auk, Oct. 1916, vol XXXIII, p. 423-24. 200 EL HORNERO Vol. II 63. Chloephaga leucoptera (*) (Gm.). [=Chl. magellamca auet.]. «Avutar- da». —Nidifica en las islas. Probablemente es semimigratoria. [Citada por Darwin, Abbott, por la Expedición antártica inglesa, por W. Burnett y Fitzroy; por el viaje del «Rattlesnake», por Vallentin, Brooks, Bennett]. 64. Chloephaga rubidiceps Sclater. «Avutarda». — Nidifica en las islas. [Citada por Abbott, por la Expedición antártica inglesa, por Brooks]. 65. Chloephaga poliocephala G. R. Gray. «Avutarda, Guayata». — Acciden- talmente visita las islas. [Citada por Abbott, Leconte. Ultimamente (Agosto 1920) llegaron a las islas muchos ejemplares, según me lo ha comunicado el señor Bennett]. 66. Lophonetta (2) cristata cristata (Gm.). «Pato crestudo, pato juyal». — Nidifica en las islas. [Citado por la Expedición antártica inglesa, por Abbott, Vallentin, Brooks]. : 67. Mareca sibilatrix (Poeppiz). «Pato overo, chiriri». — Nidifica en las islas. Especímenes en la colección local. [Citado por Abbott y por la Expedición antártica inglesa]. 68. Nettium flavirostre (Vieill.). «Pato barcino chico, pato jergón chico». — Nidifica en las isias. [Citado por Abbott, por la Expedición antártica inglesa, por Vallentin, Brooks]. 69. Poecilonetta (*) spinicauda (Vieill.). «Pato barcino, pato jergón gran- de». — Visita de vez en cuando las islas. 70. Poecilonetta bahamensis rubrirostris (*) (Vieill.). «Pato de campo, pato cargantilla». — Visita alounas veces las islas. [Citado por Abbott]. 71. Querquedula versicolor (Vieill.). «Pato areentino, pato capuchino». — Ni- difica en las islas. La descripción que el Catálogo del Museo Británico da de esta especie, no parece enteramente exacta. El pico es azul como en la variedad Q. puna de la región andina, y también he notado otras diferencias en la coloración del plumaje. [Citado por Abbott y por la Expedición antártica inglesa]. 72. Querquedula cyanoptera (Vieill.). «Pato colorado». —Se reproduce en las islas. Especimenes en la colección local. [Señalado por Abbott]. 73. Spatula platalea (Vieill.). «Pico de euchara». — Visita de vez en cuando las islas. [Señalado por Leconte]. (1) [Anas magellanica Gmelin, Syst. Nat. I, II, 1789, p. 505. —- Straits of Magellan, no es sostenible por haber ya sido empleado por Sparrman, Mus. Carlson., fase. II, 1787, t. 37—Straits of Magellan; y es sinónimo de Anas hybrida Mol. 1782. Por consiguiente deberá emplearse para la avurtada magallanica, el nombre: Anas leucoptera Gmelin, Syst. Nat., I, IL, 1789, p. 505—Falkland Isls-0f. Oberholser, Proc. Biol. Soc. Wash., vol. XXX, March 31, 1 e E (2) [Lophonetta Riley, Proc. Biol. Soc. Wash. vol. 27, May. 11, 1914, p. 100; tipo Amas cristata Gm. Cf. Richmond, Proc. U. S. Nat. Mus., vol. 53, p. 599, 1917]. (3) Cf. Bangs, Proc. New Engl. Zool. Club, VI, Oct. 31, 1918, p. S7. (4) [Cf. Bangs, loc. cit., p. 88]. 21 R. H. Wace: Aves de las islas Falkland 201 Heteronetta atricapilla (Merrem). «Pato cabeza neera». — Visita rara- mente las islas. Metopiana peposaca (Vieill.). Citada últimamente por Bennett. Es nueva para las islas]. Tachyeres cinereus (Gm.) «Pato vapor». — Nidifica en las islas. [Señalado por Pernetty, Penrose, Abbott, por el viaje del «Challenger», por la Expedición antártica inglesa, por Vallentin, Brooks, Bennett.]. Tachyeres cinereus var. [Tachyeres patachomicus (King.)]. — Pato vapor». — Especie dudosa. Nidifica en las islas y los huevos son más puntia- gudos que los de la especie anterior. También vuela bien y a con- siderable altura. [Desde mucho tiempo han habido varias opiniones respecto de la exis- tencia de una o de dos especies del «Pato vapor», sin que hasta la fecha se haya resuelto definitivamente nada en este sentido. Algunos afirman que los individuos de una especie pueden volar, mientras que los de la otra, nunca se les vió levantarse en los aires. Y para la pri- mera especie, o sea para los individuos que vuelan, los autores han conservado el nombre de Micropterus patachonicus que le dió King. Por lo que se refiere a los especímenes de las Malvinas, el Dr. Wace y el Sr. Bennett, afirman que el «Pato vapor» conocido en las islas. con el nombre de «Canvas-back Duck» puede volar; mientras que Brooks (loe. eit., p. 155), por el contrario, dice que durante su estadía en las Malvinas, nunca tuvo la ocasión de ver volar a ninguna de estas aves. Los dos primeros observadores citados están también de acuerdo en afirmar que los huevos de las dos especies o formas de pato vapor son distintos y esta opinión está confirmada por el señor Guillermo Bridees, (Estancia Viamonte, Tierra del Fuego), quien conserva en su colección, huevos de las dos especies obtenidas en Tierra del Fuego y que el profesor Doello Jurado ha tenido ocasión de observar y com- probar también la indicada diferencia. El citado Guillermo Bridges, es asimismo del parecer de Blaauw (1), y de Mosensen (2), en lo que se refiere a la facultad de volar de una de las especies de pato vapor, habiéndola visto ellos mismos en varias ocasiones. Es posible que las aves que se vieron volar sean, como aleunos observa- dores creen, individuos jóvenes, los cuales con el avanzar de la edad pierden esta facultad, sea por el poco uso, o por estar imposibilitados de levantarse en el aire a causa de la desproporción que ha ido to- mando el cuerpo, en peso y en volúmen, comparado con el poco des- arrollo natural de las alas]. 78. Erismatura vittata Phil. «Pato zambullidor». — Accidental y observado muy pocas veces en las islas. [Durante el largo período de sequía que tuvo lugar en el año 1916, en toda la República Argentina, muchos individuos de esta especie han emigrado muy al sur, habiendo el señor Bennett encontrado un buen número de cráneos y esternones en las islas Decepción, Shetlands del sur, en Enero de 1918. Pertenecían a individuos muertos probablemente por extenuación]. (1) The Ibis, 1916, pg. 488-492. (2) Physis, II, Murzo 17, 1917, pg. 84-85. 18) (==) 1585) 19 80. [S1. 83. EL HORNERO Vol. 11 ORDEN PELECANIFORMES Familia Phalacrocoracidae Phalacrocorax magellanicus (Gm.). «».—Nidifica en las islas. [Señalada por Abbott, la Expedición antártica inglesa, Vallentin, Brooks]. Familia Fringillidae 101. Phrygilus malvinarum Brooks. (2) «Canario de las Malvinas». — Nidifica en las islas. Especímenes en la colección local. [Citado por Abbott y Brooks]. 102. Phrygilus melanoderus (Quoy et Gaimard). — Nidifica en las islas. [Señalado por Abbott, por la Expedición antártica inglesa, por el viaje del «Challenger» y del «Rattlesnake», por Fitzroy, Vallentin, Plate, Brooks]. 103. Phrygilus xanthogrammus (Gray). — Accidental, en las islas. [Señalado por la Expedición antártica inglesa, por Macgillivray]. [104. Passer domesticus (L.). — En Nov. 1919 llegó a las Malvinas sobre buques (Bennett) |]. Familia Icteridae 105. Trupialis militaris falklandicus Leverk. — «Pecho colorado». — Peculiar en las islas. [Señalado por Abbott, Leconte, Vallentin, Brooks]. (1) Proc. N. E. Zool. Club, VI, p. 26-27, 1919. (2) Proc. N. E. Zool. Club, VI p. 25-26, 1919. 1921 205 ALGUNOS DATOS SOBRE AVES DEL PARAGUAY POR CARLOS FIEBRIG (ASUNCION - PARAGUAY) Fig. 1. — Mimetismo del Urutáu (Nyclibius gri- seus). Reducido a Y. Al honroso pedido que, hace años, me hizo el Dr. Dabbene, respecto de una colaboración para EL HORNERO, no me ha sido posible, acceder hasta ahora, por el hecho de que, no habiéndome dedicado “especialmente a la ornitología, no tenía ninguna nota de cierta importancia sobre las aves, para su publicación. Y si hoy le envío estos modestísimos apuntes biológicos, lo hago basándome sobre al- gunas observaciones ocasionales y especialmente sobre unos ejemplares prepara- dos en nuestro Museo de reciente formación (1914). 206 EL HORNERO Vol. II Considerando su superficie relativamente reducida, existen quizás pocos paí- ses en donde, como en el Paraguay, las varias faunas ornitológicas se presenten tan netamente divididas en sus caracteres ecológicos y tan estrechamente rela- cionadas con las formaciones geológicas y botánicas del Territorio. De allí, que fácilmente podremos distinguir unas faunas acuática, de bosques y de campos, reunidas a veces sobre una área limitada, agregándose además las especies que se asocian a la vida del hombre, siguiéndolo como las plantas rurales y los yuyos, en todas partes donde se establece. El paisaje de aspecto de parque que ofrece el Paraguay en la mayor parte de su extensión, está caracterizado por la variabilidad del aspecto de la vegeta- ción y está relacionado con el desarrollo de la región boscosa la que predomina. Como familias típicas de aves de esta última región se pueden señalar los For- micáridos, Dendrocoláptidos, (1) Cotíngidos, Pípridos, Tanágridos e Ictéridos. Estas aves son todas tan afectas a la vida arbórea que raras veces bajan al suelo, pues buscan y encuentran en las plantas su alimento, el que consiste en Fig. 2. — Perdiz del monte (Cryturus tataupa) con pichones. insectos, frutas y semillas. Aleunas de ellas son exclusivamente insectívoras como las dos primeras, mientras que otros como los Pípridos y Cotíngidos se alimentan de frutas. Y mientras que entre los Dendrocoláptidos, el hornero construye con varios kilos de barro su «oga-rayty» (del guaraní «oga-casa, ray-hijo, ty-nido) o sea «mi nido es mi casa», o como dice el inglés, «my home is my castle»; (2) y el leñatero (Anumbius) construye también su nido-casa, de mayor peso aun y con gajos espinosos; un ietérido (Cacicus) emplea el obseuro micelio rizomorfo de Agaricus mollens, pegado a los troncos para fabricar con las hifas, su nido en forma de bolsa, la que parece hecha eon erines de caballo. A pesar de la concordancia de la sistemática con la biología, existen a veces excepciones notables en lo referente a nidificación y alimentación entre los miem- bros de una misma familia. Así, por ejemplo, tenemos la instalación subterránea del nido del Pájaro Toro (Pyroderus scutatus), con lo que esta ave se aparta completamente de los hábitos de sus congéneres de la familia delos Cotíngidos, los que no abandonan los árboles en donde viven y nidifican. Del mismo modo e (1) Solamente de estas dos familias, Bertoni enumera en su Catálogo, 71 especies (A. de W. Bertoni, Fauna Paraguaya, ex Moisés S. Bertoni (Helvetius). Descripción Física y Econó- mica del Paraguay). (2) Por los muchos intrusos que con frecuencia suele albergar el hospitalario hornero, aquí llamado “Alonso”, como la calandria (Mimus modulator), el tordo (Molothrus bona- riensis), y cuyos huevos son incubados por nuestro incansable hornero, los paraguayos suelen llamar “hijo de Alonso”, al hijo natural que vive en casa de su padre adoptivo. 1921 CO. Fiebrig: Aves del Paraguay 207 comprobamos estas diferencias de costumbres en los estrigimorfos Caprimúleidos, los que no obstante ser de vasta distribución, figuran entre los representantes típicos de estas regiones subtropicales y cuyo canto nocturno es de lo más im- presionante que se oye en las selvas paraguayas. Por esto no es nada extraño que el «Urutáu» por su voz melancólica haya fascinado el alma de los indígenas relacionándolo con una poesía muy trágica. Es característica del «Urutáu» (Nyctibius griseus), como de todos los cea- primúlgidos, una coloración abigarrada en la que sobre un fondo obscuro se observan un gran número de manchas, puntos y rayas de colores apagados como erís, plomo, pardusco, ete., coloración que está en armonía con el tinte de los objetos que lo rodean, contribuyendo este mimetismo en alto grado a la conser- vación de estas especies. Para hacer más eficaz aún esta protección natural dichas aves acostumbran durante el día conservar en el descanso una absoluta inmovilidad de modo que fácilmente se ocultan a la vista de sus enemigos. Estas condiciones, las aprovecha el «Urutáw», también durante la incubación, pues muy frecuentemente su nido ig. 5. —Surucuá joven (ZTrogon suru- cura). Reducido a 1/3. está ubicado sobre la extremidad de un troneo delgado y seco elegido de prefe- rencia entre los que han sido partidos oblícuamente, como a menudo sucede por causa, del viento durante una tormenta. Cerca de la extremidad quebrada de esos troncos, nuestra ave, elije, aprove- chando cualquier pequeño hoyo en la madera, un lugar para depositar su huevo y durante la incubación mantiene su cuerpo pegado al tronco en una postura que viene a simular perfectamente, debido a su coloración, como una prolonga- ción del tronco quebrado. En esta posición, el ave, con la cabeza encogida, los ojos medio cerrados conserva una absoluta inmovilidad de modo que fácilmente pasa desapercibida a la vista de sus enemigos. 208 EL HOERNERO Vol. 11 Solo de vez en cuando abandona su improvisado nido para una corta ex- eursión en busca de alimento y pronto vuelve a su sitio acomodándose en la misma postura protectriz a la vez de si mismo y del huevo. La fotografía (fig. 1) que acompaña estas notas ha sido tomada de una preparación. que existe en nuestro Museo, hecha por el Sr. A. Merkle, hoy taxidermista en el Museo de La Plata, y representa un Urutáu incubando su huevo. En esta preparación se ha copiado fielmente la postura que conservaba el ave cuando ha sido capturada. Otra especie de caprimúlgido habitante de los bosques, el Zurocalis Natte- reri, aprovecha también de la coloración de su plumaje, para disimular su pre- sencia. Esta especie no nidifica en los árboles, como la anterior, y sin mayor preparación de un nido, pone sus huevos en el suelo y allí los incuba con re- lativa seguridad, pues a causa del color de su plumaje, se confunde por com- pleto eon las hojas secas que se encuentran a su alrededor y que tapizan el suelo del bosque. Si alguien se acerea demasiado, viéndose descubierta, se levanta rá- Fig. 4. — Paloma del monte (Leptoptila chloroauchenia) con su nido. pidamente y extendiendo las alas corre saltando en torno del lugar del nido asumiendo una actitud agresiva contra el intruso, mientras que con sus movimien- tos y posturas recuerda a ciertas especies de rapaces nocturnas. Pasando a otros grupos de 'aves características también de nuestros bosques, señalaremos las especies de dos familias que representan en el continente ame- ricano a los Fasiánidos y a los Tetraónidos del viejo mundo; tan parecidas a estas que hasta se las bautizó econ los nombres vulgares homólogos de perdices y pavos (Vothura y Crax), pertenecientes respectivamente a los Criptúridos y Crácidos. Mientras que los primeros son esencialmente geófilos, no apartándose del suelo, como las perdices europeas, sino cuando están perseguidos; los se- gundos se distinguen como los faisanes por su plumaje vistoso y a diferencia de los Criptúridos hacen vida arborícola. En nuestro Museo se ha preparado recientemente un pequeño grupo de Criptúridos compuesto de los padres adultos rodeados de sus crías. (fig. 2). En estas aves llama la atención el tarso robusto y la disposición de los dedos, tres anteriores bien desarrollados y el posterior muy pequeño y situado más arriba del nivel de los otros, conformación ésta, característica de las aves ca- 1921 C. Fiebrig: Aves del Paraguay 209 minadoras. En nuestros ejemplares, el macho, tiene un tarso algo más robusto de color moreno con matices violáceos, mientras que en la hembra es de un rojo subido. La coloración general del plumaje tiene, en los adultos, alguna analogía con la de ciertas especies de palomas, especialmente en el pecho y dorso, y es casi uniforme, mientras que en los pichones la coloración tiende a ser aperdizada. Comparando el plumaje de los Criptúridos que habitan los bosques con los de las especies que viven en los campos abiertos como las perdices (Nothura, Rhyn- chotus, ete.), se observa también aquí la mano protectora de la naturaleza que vistió a los primeros de colores sombríos que se confunden con el fondo obseuro de las selvas en la que viven, mientras que los segundos por su plumaje abiga- rrado difícilmente se distinguen entre las pajas que cubren los campos que habitan. Fig. 5.— Palomita (Chamaepelia talpacoti) con su nido. Otros tipos característicos de la región de los hosques son las especies de los géneros Bucco y Galbula, bastante distintos morfológicamente, siendo los Bue- conidos de abultada cabeza y pico macizo, mientras que los Galbúlidos tienen pico largo y delgado y por los reflejos metálicos del plumaje recuerdan a los pica- flores. Ambas habitan los bosques y son insectívoras. A estos dos tipos de trepadoras se asocia otro de aspecto muy distinto, los Ranfástidos o tucanes de enorme pico y vistosos colores como los Psittácidos y con algunos de estos tienen además cierto parecido en lo referente a las costumbres y nidificación. Citaremos también los Trogónidos o surucuás que por sus hermosos colores recuerdan a las aves del paraíso; por lo que los guatemaltecos eligieron al quetzal (Pharomacrus mocinno) para su escudo nacional y prohibieron su caza por medio de una ley severa. Aunque nuestras especies no igualen a esta en esplendor, los surucuás, eo- mo llaman los guaraníes a estas aves, deben ser enumeradas entre las aves de más bello plumaje, pues, si bien existen en nuestra avifauna otras aves de vivos colores, ninguna, exceptuando tal vez los picaflores, se distingue por mati- ces tan finos y resplandecientes. 210 EL HORNERO Vol. II NA Habíamos podido conseguir un pichón de Trogom surucura (fig. 3). El plumaje era negro con pequeños ribetes claros sobre las rémiges y tectrices; estas últimas tenían además una raya transversal clara. Una coloración tan sombría no hacía pensar en la futura belleza de esa ave, pero poco a poco y a medida que se iba desarrollando, fueron apareciendo las plumitas rojas del pecho y del abdomen. Esta especie suele nidificar, como lo ha indicado Azara, en los tacurúes o nidos de termites, que están pegados a los troncos de los árboles y que llevan el nonibre especial de «eupii». Si hemos ponderado el hermoso plumaje de los Trogónidos, los que no son exclusivamente americanos, sino también habitan el Asia, y el Africa, no de- bemos dejar de mencionar a los enanos picaflores, familia que está sólo repre- sentada en el continente americano y que es considerada con razón como la que reune el mayor número de especies de aves que llaman la atención por la belleza de su plumaje casi siempre econ reflejos metálicos. Respecto de los Troquílidos mencionaré aquí dos observaciones que he te- nido ocasión de hacer. Una de éstas se refiere a la alimentación de algunas es- Vig. 6. — Palomita (Columbula picui) con su nido. pecies, entre las cuales el picaflor común llamado Chlorostilbon aureoventris, el que es muy aficionado a la caza de las arañas y sabe cogerlas y sacarlas de las telas con magistral destreza. Parecería que en esta operación, su vuelo tan típico y consistente en un vibrante revoloteo, fuese especialmente favorable para esta caza, permitiendo al avecilla acercarse e introducir en la tela de la araña su largo y delgado pico sin temor de exponerse a ser enredada en sus hilos a veces 'bupidos y resistentes. No es, pues, en este caso, la araña la que caza el picaflor (como afirmaban los antiguos autores probablemente al referirse sólo a la araña del género Mygale), sino el picaflor, considerado por Buffon como únicamente amante del néctar de las flores, el que caza y se traga las pequeñas arañas. Y cerca de la especial afición de estas avecillas para los insectos, he hecho también una observación que viene a comprobar una vez más que en las aves, predomina el sentido óptico sobre el del olfato, pues tuve ocasión de ver re- petidas veces a un picaflor acercarse a un gran fleco blanco que como una flor de Cereus colgaba de una hamaca, en la misma actitud que se suele ver a estas 1921 C. Fiebrig: Aves del Paraguay 211 aves, cuanda se acerean a las flores para buscar insectos. También se me ha ceurrido que en este caso el picaflor se acercó al fleco tal vez econ intención de buscar algodón para su nido. Finalmente agregaré algunas observaciones sobre la nidificación de las es- pecies más comunes de Colúmbidos que habitan el Paraguay. Estas aves prodigán en general mucho cuidado a su ería y esto está sin- embargo en contradicción con el poco esmero que ciertas especies dedican a la construcción del nido, pues algunas de las palomas exóticas, depositan los huevos simplemente en el suelo sin mayor cuidado. Hemos preparado para muestro Museo los nidos de tres especies de nmues- tras palomas, en los cuales se puede notar el diferente grado de cuidado que dichas especies dedican a la nidificación. Fig. 7.— Formicárido (Thamnophilus radiatus) con su nido. Uno de los nidos pertenece ala especie Leptoptila chloroauchenia (fig. 4), la que empieza a nidificar en Febrero y prefiere generalmente el bosque tupido. Su nido está situado a unos tres metros de altura y es bastante grande y si- métrico, siendo formado de palitos delgados, dispuestos perifericamente. Otro de los nidos preparados, pertenece a la especie pequeña Chaemepelia talpacoti (fig. 5). Lo encontramos en un islote de un bañado y estaba situado a la altura de un metro y medio del suelo. Su construcción es ya menos simé- trica que la del nido de la especie anterior, y como material se compone de hojas y tallos de gramíneas y otras pequeñas ramas delgadas. El tercer nido, en fin, pertenece a la especie Columbina picwi (fig. 6). Esta palomita no pone cuidado alguno en elegir el sitio para ubicar su nido, el que se halla a menudo muy expuesto a la vista y en una posición tan poco segura en las ramas, que apenas parece suficiente para poder resistir a un viento algo fuerte, y quedar en equilibrio con el peso y los movimientos de los pichones. El que hallamos estaba situado a un metro y medio de altura en un lugar abierto y en un bañado. Su construcción parecía sin embargo más esmerada que el 212 EL HORNERO Vol. 11 de la especie anterior, pues estaba fabricado con gajitos espinosos de Segwiera, con varias clases de delgadas raíces y sobre todo con plumas. También se preparó un nido del Formicárido, Thamnophius radiatus (fig. 7). Este nido se compone de pajitas y paja llamando la atención el abundante empleo de telas de arañas, usando de preferencia las fuertes bolsas que con- tienen los huevos del aráenido: Este nido que encontramos en Febrero estaba a unos tres metros de altura, sobre el margen de una isla boscosa. Refiriéndome a los Cueúlidos, recordaré finalmente a unas especies muy co- munes, vulgarmente e impropiamente llamadas urracas americanas y a otras que están tan vinculadas a las moradas del hombre que desde el Paraguay hasta México se les puede encontrar en todas partes de la campaña en donde haya un rancho. Dos especies de estos Cucúlidos que a menudo se pueden ver juntas son el pirincho (Guira guira) y el Anó, (Crotophaga ani). Estas aves | SS A Fig. 8. — Nido del dendrocoláptido Philydor rufus. limpian los alrededores de las casas y chaeras de toda clase de inmundicias, viven en perfecta armonía y nidifican y crían juntas sus pichones. Muy diferentes son las costumbres de otras especies de Cucúlidos del Pa- raguay, como Piaya cayana macroura y Tapera naevia. Este último es el lla- mado por los indígenas «chochí», refiriéndose a sus notas melancólicas cho-chí, con las que, según ellos, estas aves anuncian lluvia. Respecto de sus costumbres, puedo agregar estos datos interesantes. Cierto día, con el Sr. Francisco Sehade, encontramos cerca de la orilla de una laguna próxima al Río Paraguay, un nido, situado a unos dos metros de altura sobre un arbusto cuyas ramas colgaban encima del agua. El nido estaba asegurado a las ramas por los numerosos gajos del tallo del Solanum pseudolycioides que el ave arquitecto había elegido y aprovechado maravillosamente para construirlo. Era muy sólido, con espesas paredes, hechas con ramitas del espinillo (Acacia cavonia), que abunda en los bañados, y media 42x28x15 centímetros, y per- tenecía al pequeño dendrocoláptido Philydor rufus (fig. 8). El tamaño de esta ave contrasta singularmente con su grande y maciza casa y hasta parecía que el peso de cada una de las pajitas empleadas para su cons- trucción fuese superior a las fuerzas de la débil avecilla. 1921 C. Fiebrig: Aves del Paraguay 213 Oculto en el fondo del nido encontramos un solo pichón, (fig. 9) (1); pero grande fué nuestro asombro cuando constatamos que en nada se parecía al dueño del nido el Philydor rufus. Su tamaño era mucho mayor de lo que le hubiera correspondido a un pichón de esta última ave y sus gestos y tem- peramento no eran los que se observan en la mansa prole de una pequeña avecilla. Al acercársele tomó una actitud agresiva, erizando las plumas, ba- tiendo las alas y moviendo el cuello y la cabeza de un lado y otro tirando pieotazos, mientras que su cuerpo tomaba las grotescas posturas que en casos Fig. 9. —Pichón del cucúlido “Chochí” (Tapera maevia), encontrado en el nido del Philydor y criado por éste. parecidos suelen asumir algunas especies de lechuzas. Tan extraño nos pareció este animalito tanto por su pluntaje como por sus maneras que pensamos en el primer momento se trataba de alguna especie desconocida. Sacado del nido fué llevado a casa con objeto de eriarlo, lo que pudimos conseguir y de este modo al poco tiempo llegamos a solucionar el enigma de su identidad. Se trataba pues de un hijuelo del «chochí» (Tapera naevia) el que había nacido y se había criado en ese nido ajeno en el que los padres habían depositado los huevos, siguiendo las costumbres parasitarias de los miembros de la familia de los Cucúlidos. Durante las varias semanas que el pequeño chochí fué observado, nunca cambió su carácter, siempre se mostraba agresivo y rechazaba todo alimento que no le fuera introducido en la boca. Este consistía principalmente en langostas por las que parecía tener preferencia, y otros insectos, orugas, o chicharras que también encontramos en el estómago de su madrastra, la hembra del Philydor rufus. Jardín Botánico, Trinidad, (Asunción), Marzo 1921. (1) Los dibujos que acompañan este artículo fueron hechos por el Sr. Carlos Beckelmann, dibujante de este Instituto. (0. F.). 214 EL HORNERO Vol. II ESTUDIO DE LAS AVES EN RELACION CON LA AGRICULTURA (') POR F. LAHILLE Señor Director de Agricultura y Ganadería, don Ronaldo Tidblóm: La solicitud del señor. Presidente de la Scciedad Protectora de los animales, viene a corroborar y apoyar lo que siempre ha sostenido y sostiene la división de zoología a mi cargo: la urgencia que tiene el país de veri dictada cuanto antes una ley general de caza. La sanción del proyecto sometido al Honorable Congreso el 11 de Agosto del año pasado, debería, —después de la introducción de algunas modificaciones— ser nuevamente solicitada por el ministerio; y sus artículos 1.2 y 2. darían amplia satisfacción, no solamente al doctor Albarracin, sino a todos los que ob- servan impotentes las matanzas diarias de los pequeños pero indispensables de- fensores de nuestras cosechas. No debemos permitir que se olvide el rol de los pájaros en el mundo, rol de una importancia tal que un sabio observador ha podido expresar este pensamiento de sentido profundo: Las aves pueden vivir sin el hombre, pero el hombre mo puede vivir sin las aves. La clasificación de los animales en útiles y dañinos es sumamente deficiente. En la naturaleza no hay un solo ser que sea inútil del todo, y ninguno que sea dañino en si. Cada uno representa un efecto de la evolución de la vida en nuestro planeta, y se encuentra ligado con todos los demás, aunque muchas veces no percibimos las misteriosas relaciones que los unen. ¿Darwin no logró por acaso demostrar la influencia de las solteronas inglesas sobre la fructificación del trébol? Cuando matamos un animal porque lo reputamos dañino, quién sabe cuál será el efeeto—lejano “algunas veces, pero inevitable—de la desaparición de este eslabón en le cadena de los seres y de esta especie! Para apreciar el daño verdadero y absoluto que causa un animal, nunca podremos tener sino un eriterio da valor muy relativo, y antes de estudiar los pájaros bajo el punto de vista económico, me permitiré citar algunos casos que van a demostrar la verdad de la presente afirmación. : Los pescadores reclaman el exterminio de la lutra y de los lobos de mar que destruyen o ahuyentan los peces de las playas; los peleteros, al contrario, exigen la conservación de estas especies y para decidir si debemos clasificarlas como dañinas o útiles, no podemos, ante las quejas opuestas de estos dos gre- mios de industriales, defendernos de cierta vacilación. La lutra, lobito de río o lobo acuático (L. paranensis y L. brasiliensis), es un animal que da una piel muy apreciada en el comercio. Esta especie debería ser, pues, protegida; sin embargo, en ciertos países los animales que pertenecen (1) Este trabajo, presentado como informe por el Dr. Lahille, entonces Jefe de la División de Zoología (Oficina de caza y pesca después) del Ministerio de Agricultura, fué publicado en el “Boletín de Agricultura y Ganadería” (Año I, N.” 16). A pesar de referirse a estadísticas de una época mvy anterior, consigna datos e indicaciones interesantes y siempre de actualidad, por lo que creemos oportuno reproducirlo. (N. de la D.). 1921 F. Lahille: Estudio de las aves 215 á a este género son perseguidos y el gobierno de Bélgica, por ejemplo, ofrece una prima de 2 pesos oro por cada individuo que se mata. Es que ha hecho el eáleulo siguiente: Cada lutra adulta destruye diariamente 3 kilos de peces, y atribu- vendo el precio de un franeo al kilo de pescado, precio inferior a la verdad, se se ve que en un año el daño ocasionado por 2.000 lutras solamente alcanzaría a 2.160.000 francos. S1 hiciéramos un cáleulo igual para los lobos de un pelo y de dog pelos que frecuentan nuestros mares del sur, nos quedaríamos asombrados del valor enorme del pescado que estos animales consumen diariamente. Pero como las riquezas del mar son inmensas y que sus condiciones biológicas para la repro- ducción de los peces son muy distintas de las que ofrecen los ríos, podemos y debemos despreciar en este caso el daño que los lobos marinos causan a las pesquerías marítimas. Tenemos que hacer, al contrario, todos los esfuerzos po- sibles para proteger a los aretocéfalos, al lobo de aceite, a las otarias, ete., que todos constituyen la materia prima de las más valiosas industrias. Este ejemplo nos muestra que para determinar la nocividad de una especie, el estudio del contenido de su estómago no basta y que la base esencial del eri- terio Criterio siempre relativo—es el valor del daño causado por el animal, no a un gremio dado, gremio de peleteros, de pescadores, de agricultores, ete., pero sí a la colectividad de los habitantes del país, y a las fuentes de su riqueza. La ornitología económica—perfectemente definida—«as the study of birds from the standpoint of dollars and cents.»,—tiene que determinar el grado de utilidad o de nocividad de las aves de un país, y este estudio tan sencillo en apariencia, es en realidad sumamente largo y complicado. Supone no solamente el conocimiento exacto de la clasificación de todos los pájaros que viven en los territorios examinados, de su distribución geográfica, de sus migraciones, de sus costumbres, sino también el estudio de la legislación comparada y de los modos de proteger eficazmente las aves útiles y de destruir las dañinas. Las relaciones de los pájaros eon la agricultura, es decir, el examen de la alimentación de estos animales es tam difícil, requiere tanto tiempo y tanto material, que los particulares en general no pueden dedicarse a este trabajo, y son los gobiernos que tienen el deber de realizarlos. Esta verdad fué puesta tan en claras en los Estados Unidos,—en donde abundan, sin embargo, fortunas colosales siempre dispuestas a cooperar y sostener grandiosamente los estudios científicos, —que el primero de Julio de 1885 el Conereso de esa nación votó 5.000 dollars anuales para organizar dentro de la División de Entomología del Ministerio de Agricultura, una sección de “Ornitología económica”, a cargo del doctor Hart Merriam, para investigar “la comida, la distribución y las migra- ciones de los pájaros y mamíferos norte-americanos, que se relacionen con la agricultura, la horticultura y la silvicultura”. Este laboratorio tenía una triple función: la de determinar con la mayor precisión posible los alimentos de los pájaros de importancia económica; la de ser como una corte suprema para verificar lo bien o mal fundado de las quejas de depredaciones causadas a las cosechas por los pájaros. En fin, tenía la misión de difundir los resultados de los trabajos y enseñar al pueblo el gran valor de las aves y la protección a que son acreedoras. En 1896 esta Sección de Ornitología económica, había coleccionado cerca de 32.000 estómagos de pájaros y examinado 1.400 de ellos. Los poderes públicos reconociendo su importancia la elevaron al rango de división independiente bajo el nombre más comprensivo de Division of Biological Survey. Para indicar en seguida el resultado de las prolijas investigaciones de esta repartición científica diré que sobre cerca de 1.125 especies de aves que exis: 216 EL HORNERO Vol. II ten en los Estados Unidos, y sin contar una que otra ave de rapiña, no se han encontrado entre las 40 o 50 especies sospechadas de dañinas y estudiadas a fondo, sino una sola que sea verdaderamente nociva: el Passer domesticus, (En- glish sparrow de los norte-americanos o el gorrión, importado en la República Argentina según se dice por el señor E. Bieckert, durante la administración del doctor don Domingo F. Sarmiento). En realidad, los estudios y las investigaciones de los naturalistas sobre el régimen alimenticio de los pájaros, tanto en el extranjero como en nuestro país, han demostrado que casi todas las aves son los auxiliares indispensables del Distribucion |. l Total por Geografica WW|F |mM¡H Aly J ly AIS 0 NI|D lerocedencia Chaco a Formose UNE 5 AA aaa AT y Mal AS lalala Mol Vegelales A E Mat Antmeales | Anna Fig. 1. — Formulario para indicar el contenido del estómago de las aves, según la procedencia y la fecha de captura. hombre para contrarrestar la propagación asombrosa de los insectos y de los animales dañinos, flagelos de nuestros eultivos. En vez, pues, de preparar una lista de los pájaros útiles—lista siempre forzosamente incompleta e incorrecta— es mucho más sencillo y más práctico, considerar a todos los pájaros como útiles en un grado variable y limitarse solamente al estudio de los que son señalados por los agricultores, horticultores y silvicultores, eon o sin razón, como dañinos. Para completar estas reflexiones tengo que formular ahora el método ge- neral a usar, cuando llegue la necesidad de proceder a semejante investigación de un pájaro reputado nocivo. El daño económico que pueden producir las aves es causado, salvo muy raras excepciones, por sus modos de alimentarse. Por consiguiente, el estudio sistemático del contenido del estómago de las aves es el primer fundamento de la ornitología económica. La observación directa de los animales, sea en libertad, sea en cautividad, -suministrará sin duda y siempre, datos de gran valor porque debemos tener en 1921 F. Lahille: Estudio de las aves 217 cuenta no solamente las clases de alimentos preferidos, sino también el grado de voracidad del animal. Sin embargo, como es difícil encontrar buenos obser- vadores, sobre todo con el sentido crítico desarrollado que los estudios biológicos requieren, es como simple indicación que en general se podrían aceptar los datos de los corresponsales. Cuando se ve por ejemplo, una ave de rapiña caer encima de un cadáver tendido en el campo, se deducirá quizás de este hecho, que el animal se dispone a comer una carne más o menos podrida. Si eso puede ser una verdad durante el invierno, durante el verano será probable que el pájaro desprecie en rea- lidad, la carne y se alimente solamente de cuantos gusanos e insectos pululan Fig. 2.— Cuadro para indicar mensualmente y por ciento la proporción de las materias inorgánicas, vegetales y animales, encontradas en los estómagos. en un medio propicio. En definitiva el estudio del contenido estomacal ofrecerá siempre el fundamento estable de las opiniones más autorizadas. La comida elegida por cada especie de pájaro varía con las estaciones del año. Casi todos los pájaros granívoros crían sus pichones con insectos y la mayoría de los omnívoros destruyen durante la primavera y el verano una gran cantidad de nuestros enemigos de seis patas. En las demás estaciones, estas aves se alimentan casi exclusivamente de semillas y de materias vegetales. Será, pues, indispensable reunir cada mes y para cada especie que se debe estudiar, una colección abundante de estómagos y esta colección deberá hacerse en todas las provincias y en todos los territorios en que viva esta especie. Bien puede ser dañina, pues, en una región, y enteramente inofensiva o quizás útil, 218 EL HORNERO Vol. II en otra donde no existen los mismos cultivos y las mismas condiciones ambientes. En nuestro país, que se extiende en 35 grados de latitud, esto tiene que suceder forzosamente algunas veces, por lo que sería ineonsulto aplicar en este caso las inismas disposiciones legislativas a todos los territorios o: provincias. Los estómagos debidamente envueltos y aislados uno de otro para que sus contenidos no puedan mezclarse aunque viajen largo tiempo y en condiciones más o menos desfavorables, deberán ser puestos en alcohol a 90% o en formol a 5%. Cada uno deberá llevar adjunto un número rotulado con un lápiz muy negro, sobre etiqueta de pergamino. A este número deberán corresponder las indicaciones siguientes que se mandarán siempre por carta y cuyo duplicado vendrá también adjunto con el estómago. La papeleta de filiación de cada ejemplar consignará: 1.2 El nombre, el sexo y la edad del pájaro; 2.2 La fecha de la captura; 3.2 La hora de la eap- tura; 4.” La localidad exacta donde fué muerto; 5. El carácter del lugar en el eual se encontraba (pampa, bosque, sierra, orilla de un arroyo, laguna, viñedo, maizal, etc); 6.2 La ocupación del pájaro cuando se le avistó; 7.2 La naturaleza de las cosechas en las inmediaciones y la abundancia de cualquier comida es- pecial; 8.2 El nombre del coleccionista. Tan pronto llegue un estómago a la oficina, se abrirá con tijeras dentro de un eristalizador lleno de agua, y los insectos más o menos enteros así como los objetos grandes, se apartarán en seguida. Después se cambiará el agua varias veces hasta tanto quede enteramente clara, echando siempre el líquido de decan- tación sobre un filtro, para conservar la totalidad de las materias contenidas en el estómago cuando se recibió. Con movimientos alternativos del eristalizador se podrá reunir fácilmente, en un punto, casi la totalidad de la arena y de las piedritas. Se sacarán con un cuenta-gotas o/con un tubito de vidrio y se depositarán en un papel secante. Las varias materias que se encuentren en el estómago: dientes de peces, de reptiles, de mamíferos, se alslarán después en pequeños montones, cada uno de igual naturaleza. Se cuidará no dejar dentro de la arena, mandíbulas de insectos, cabezas de curculiónidos, pequeñas semillas, ete. Cuando se haya procedido con lente de mano y microscopio simple, a este examen y selección, se dividirán las materias que¡han quedado en el filtro y se repartirán según su naturaleza en los tres grupos: mineral, vegetal y animal, ya separados. Para concluir esta primera parte del estudio, no quedará más que establecer las cantidades relativas—y en volumen—referidas a cien, de estos tres grupos. Tomando por unidad el volumen más pequeño, el de la materia inor- gánica, se notará que las materias vegetales son representadas por ejemplo, por cuatro unidades de volumen, lag materias animales por tres. Por consiguiente, el resultado de la observación se apuntará de este modo: materia inorgánica 12.5; materia vegetal 60 y ateria animal 37.5. Si el estómago estudiado contiene numerosos insectos o muchas semillas, se podrá usar al mismo tiempo el método numérico, pero como la mayoría de los insectos estarán ya destrozados y medio digeridos, la avaluación exacta será muchas veces difícil. Como no es posible fundar nunea una apreciación exacta sobre unos cuan- tos estómagos solamente, son los promedios de las observaciones mensuales que importa establecer y estos promedios se expresarán en la forma que señala 1921 F. Lahille: Estudio de las aves 219 el cuadro N.” 1, indicando al mismo tiempo el número de los estómagos estudia- dos y su repartición según los meses del año y según las procedencias de donde vinieron. Para que los resultados numéricos de los análisis elementales de los estó- magos resalten más a la vista, se representarán también gráficamente (figura 2), y la altura de las curvas darán para cada mes y por ciento, la proporción de las materias inorgánicas, vegetales y animales. a G O ES N 0d Erico GRANOS 60 pe las | E E 60 a pas: , NAM ea Mata a 0 DOTE AA A] 10 70 Fig. 3.— Cuadro que indica para cada especie estudiada la naturaleza y cantidades centesimales de las materias encontradas en los estómagos. 4 Con todos estos estudios, no hemos llegado, sin embargo, sino a la mitad del camino. Claro es que todas las materias vegetales comidas por el pájaro no eran de utilidad para el hombre; la mayoría de ellas bien podían ser eco- nómicamente neutras o aun nocivas. Todos los insectos devorados no eran tam- poco dañinos y los pájaros no tienen porque fijarse en los que son buenos o malos para la especie humana. Ahora interviene, pues, el trabajo de un botánico y de un entomólogo, que tienen que ser especialistas de primer orden, debiendo practicar la determinación sistemática de las plantas y de los animales encontrados en los estómagos. Esta clasificación, es tanto más difícil cuanto que los pájaros pueden provenir de regiones a veces poco estudiadas y que, por otro lado, no se puede disponer sino de un material en un estado de conservación muy imperfecto. Cuando el botánico y el entomólogo han llegado al final de su tarea de taxomomistas, podemos sustituir el gráfico anterior por el siguiente (figura 3). 220 EL HORNERO Vol. II Con estos elementos de juicio, todos indispensables, podemos abordar el úl- timo examen: el estudio económico del pájaro y ver si bajo el punto de vista de los pesos y centavos, conviene protegerlo, perseguirlo, o dejarle librado a su suerte. Determinar un insecto, una semilla o un pedacito de hueso contenido en el estómago es, a pesar de todo, relativamente fácil, pero ¿quién apreciará con equidad las pequeñas depredaciones que podemos y debemos permitir a los pá- jaros cantores, a los de adorno, a las aves de caza, en vista de los demás bene- ficios alimenticios o puramente estéticos que nos ofrecen? En el estado actual de las sociedades humanas se tolera el militarismo como un mal necesario, y los presupuestos consagran en sostener y fomentar fuerzas ne- gativas y destructoras, caudales ingentes que tendrían aplicaciones de un pro- vecho incomparable en obras de paz y eivilización. A título igual tendremos que tolerar también algunas aves, hoy incómodas, [pero sumamente útiles mañana, cuando lleguen las invasiones hambrientas y desvastadoras, sea de la langosta, sea de ciertas orugas o de cualquier otro animal, Cuando se haya calenlado con la mayor exactitud posible el balance entre las ventajas y los perjuicios que acarrea un pájaro, se colocará en cualquiera de los grupos siguientes: 1.2 Especies enteramente benéficas. 2 > principalmente benéficas. 3.0 > tan benéficas como dañinas. 4,0 > dañinas. De todos modos, como acabamos de verlo, el estudio económico de las aves será largo y difícil; todavía será más difícil establecer el grado absoluto de utilidad o de nocividad de cada uno de ellos. Por eso hoy vemos aun ciertas especies perseguidas como dañinas en algunos países, y en otros, al contrario, las mismas, si no son protegidas, a lo menos se encuentran al abrigo de conde- naciones oficiales y de la persecución premiada. Consideraciones que nada tiene que ver con la ciencia se impondrán al- gunas veces a los naturalistas y harán caer la balanza de la justicia hacia el lado de la misericordia. Es muy probable que en los países que han puesto en sus escudos, como emblema nacional, sea el águila (Estados Unidos), sea el cóndor (Chile), no se decretaría nunca el exterminio de estas especies, sin em- bargo más bien dañinas. A medida que la agricultura y la ganadería han ido desarrollándose y per- feccionándose en nuestro país, la necesidad de estudiar los seres animales que se relacionan con estas ciencias se ha hecho sentir más. Por esta razón se dictó, el 7 de Agosto de 1897, la Ley 3490, creando una sección de entomología de- pendiente de la Oficina Nacional de Agricultura, y destinada a estudiar la lan- gosta y demás insectos perjudiciales a la agricultura que haya en la República y a difundir en el país conocimientos prácticos acerca de los medios de pre- caverse contra ellos y destruirlos. Autorizaba al mismo tiempo «al Poder Ejecutivo para invertir hasta la suma de veinte mil pesos moneda nacional para instalar dicha sección y pagar su personal mientras no fuese incluido en el presupuesto general. Esta sección entomológica, de la cual el Sr. J. Kinekel d” Herculais fué 1921 EF. Lahille: Estudio de las aves 221 rombrado director (6 de Mayo 1898), pasó a depender en parte (Ley 22 de Septiembre de 1898) y después enteramente (Decreto del 9 de Diciembre de 1898), de la comisión central de extinción de la langosta. Principió el estudio de los alimentos de las aves del país, y el número de los estómagos examinados aleanza ya a una cantidad regular. Deseraciadamente, las atribuciones de esta sección fueron alternativamente restringidas (Decreto de 9 de Diciembre de MO ASS 15890 1691 1632 1893 109% 1895 1896 197 1898 1899 Fig. 4. — Cuadro que indica la variación en la cantidad de patos silvestres, mulitas y perdices vendidos en los mercados de la capital, durante diez años. 1898) y extendidas (Decreto del 28 de Enero de 1901), y la falta de estabilidad en su programa y en su personal han frustrado las esperanzas que se concebían al principio. Así es que los resultados obtenidos hasta ahora por esta oficina no pueden ser considerados sino como un primer ensayo, lleno de tristes lecciones. Al principio de este año se aueguraba que esta sección de entomología, bajo ia inteligente dirección de su nuevo y sabio ¡efe don E. Lyneh Arribálzaga, 222 EL HORNERO Vol. 11 iba por fin a desenvolverse rápidamente, pero un deereto imprevisto (16 de Abril de 1901) la suprimió, y días más tarde (24 de A'bril de 1901), la: eo- misión central de extinción de la langosta, de la cual dependía, desaparecía también. Por el momento los estudios de la zoología aplicada, determinados por el artículo 1.2 del Decreto de 28 de Enero de 1901, y que tenía: que efectuar la sección de Entomología, quedan a cargo, como lo preseribía el decreto reglamen- tario de la ley número 3727 de organización de los ministerios nacionales, de la Dirección de Agricultura y Ganadería, agregándolos a los estudios de Caza y Pesca (Decreto del 23 de Mayo), que dependían al principio de la Dirección de Comercio e Industrias. Mi objeto en. recordar estos hechos retrospectivos no es el de señalar lo indiscutiblemente acertado de la reunión de todos los. estudios zoológicos a cargo del Ministerio, en una oficina única, pero sí el de aprovechar la lección del pasado y de demostrar la urgencia de asegurar de una vez la estabilidad de una de las reparticiones téenicas que necesita, quizás más que otras, una organización, si no definitiva, por lo menos duradera. De este modo, únicamente, se podrán em- prender y llevar a cabo las investigaciones, siempre largas, de la biología animal, terrestre y marítima, y de la zoología aplicada a la solución de los problemas que se refieren tanto a la agrienltura como a la apicultura, tanto a la horticul- tura, silvicultura y ganadería como «a la colonización costanera. La incertidumbre del día siewmiente, la poca, deficiente e inestable organiza- ción de los laboratorios de estudio, se acompañan forzosamente de una cierta despreoeupación del porvenir, y desaconsejan el emprender estudios de largo aliento. Como lo decía un diplomático: “Un Ministro que se oeupara de lo que podría suceder diez años después, pasaría por un insensato, como un inquilino que hiciera costosas refacciones en una casa que ocupara cuando ni siquiera mediara un arrendamiento”. Sin un punto de apoyo fijo, las mayores y mejores fuerzas se agitan en el vacío, sin resultado. Pero dejando aparte, por abora, estas consideraciones, y volviendo a la cuestión de las aves útiles, contestaré a la pregunta dirigida a la oficina a mi “argo, diciendo: 1.2 Que prácticamente y en principio, debemos considerar a todas nuestras aves como útiles y protejerlas, en consecuencia, sobre todo a las más perseguidas (aves de caza, pájaros de canto, pájaros de adorno), y a las más útiles (pá- jaros exclusivamente o casi insectívoros, pájaros guaneros, ebe.). 2.0 Más tarde, cuando tengamos conocimiento de quejas contra una especie, se practicará el estudio detenido de la misma según el plan indicado más arriba, a fin de apreciar el grado de su nocividad definitiva y resolver en cada caso partienlar lo que conviene hacer. 3.2 Por lo pronto solicito autorización para introducir ciertas modificaciones en el proyecto de ley de caza, que debe ser sancionado con verdadera urgencia y que fué presentado al Honorable Congreso el 11 de Agosto del año próximo pasado, sin participación alguna de la División de Caza y Pesca. A fin de suministrar una prueba más de la necesidad imperiosa de regla- mentar la caza y para terminar presentaré bajo la forma gráfica, la variación en cantidad, sea de patos silvestres, sea de perdices o de mulitas que han sido 1921 F. Lahille: Estudio de las aves 223 puestas en venta—solamente en los mercados de Buenos Aires—durante los diez años últimos pasados. Para que las concordancias entre las variaciones de consumo de las tres especies mencionadas sean más evidentes, he reunido las curvas en el mismo cuadro aunque cada una tenga en realidad una escala distinta. De todos modos, las indicaciones numéricas siguientes, que he caleulado según el Boletín mensual de estadística de Buenos Aires, dará las cantidades exactas de los animales que han sido vendidos: AÑOS Patos Perdices Mulitas AÑOS Patos Perdices Mnlitas (yuntas) (yuntas) 1890... 83.118 780.420 7.587 1896... 139.257 1.443.274 25.440 1891... 77.169 586.486 5.030 1897... 120.316 1.366.946 18.629 16802 80:00 GU O 5.093 1898... 94365 830.576 19.178 1893... 85.687 526.043 12.565 1899. 110:289) 1 599.313 0 112/29 1894... 62.377 559.318 15.194 - -— 1895... 100.366 1.717.113 19.851 Totales: 958.504 9.013.256 123.296 La inspección del gráfico permite constatar los tres hechos siguientes: 1.2 El consumo—Buenos Aires, es decir, la mayor parte del producto de la matanza—ha sido casi estacionario desde el año 1890 hasta el año 1893. 2.7 Desde el año 1893 hasta el 1895-1896, se nota un aumento enorme en el exterminio de las tres clases de animales de caza. 3.2 Desde el año 1896 hasta 1900 se observa un descenso continuo—tan rá- pido como había sido el aumento—y que representa, a no dudar, una disminu- -ción en las fuentes de producción. No puedo decir científicamente—porque no tengo pruebas absolutas—que esta disminución simultánea en el consumo de tres grupos de animales, de orga- nización y de costumbres muy distinstas, sea debida únicamente a una eaza in- moderada o imprevisora, ayudada en su obra de destrucción por la extensión inevitable del eultivo de campos antes en estado de vegetación expontánea. Sin embargo, todo induce a pensar que así es en realidad y por eso insisto nueva- mente para que se solicite el pronto despacho del proyecto de la ley de caza, ley que no puede sino favorecer la muwtiplicación "natural de nuestros animales silvestres y de consumo y proteger en fin de un modo eficaz nuestras aves tan «ciegamente perseguidas. Tengo el honor de saludar al señor Director con mi mayor consideración. Dr. F. LAHILEE. Vol. U EL HORNERO 224 UPBIAL 282/UDQ SNIDJOSIP UOAÍOLII FT LOA RL (€) E 5 "UYUIAL 1opunjos +6 “71 “eutoz el “9JUIMOABIOLA (7) “Ll 1 Ugo tqnd us ounyiodo OPI9.Ld SOLWOY “RISA 'ijsanu op OJ9WNU- ayuasaId 19 UY oDmede 9nb sont suso aos oler] (9 ved sotoyur op VISIT 1IS9 OPUS “UMOJAABO £ QUIUTL Ap OJYH U SAY SOUAINEF PsP [Lajsny ODYUBIJY [9P BISGABAZ Y] 9yUBINP JB OYIu9pt 9 IYAtosqo opipod ty onb soueqe £ sapeljad op soradso ST[ 9P *3SI[ RUN Operauo ey sou “ezuvaodsf, tuong 9p O((Y9 19D PJa e nod eieasny tard SOILY SOU9INF DP vpyes ns Y OY»ay SOWRIGUY a 9nb opipad qe Opuarpad3Y “9rLmoqI9N 9p 'StLsnpur o Seur) 9p [119p9y] 03091950] 19P “Lepurxoy “q DEUILAL LOUOS 157 (1) (lo 1) 63 5 OLUIL + (lo T) 2% OMPI vosnf vujoquoyd “XX “(esto z) “(Sto 3) 8% Oxt] csunóojo siunsso SNUYMAI “1A * (sawe[duto 3 omunf (sto o'"F Omung :(soie[duoto 4 2) 6% 3) 3 ong ¿(sto 2) 001 omunp !(csta $) 7) TE OLI £((o T) 6% Ole] ¿(o 1) OXUJT ¿(S[o 03:01) 8% ose ¿(lo 1) Za 6% ABN : (SÍ9 03-01) 9 OMtA E (sto 03 ap 83 ofu]r t(sto 2) ¿3 OA]: (sto 2) 9% ot : (sto 03-01) 1% OAtI sAUYMIE A SB) € OB] "sn UÑYLOLOYYO UOLIDOSSDIOY “XIX OB ¿(sto z) cz OABIA “sisua do WORD LIX (lo T) z otunf Sl o T Oru * (aepduoto > (aeduofoa np «(slo €) Te ox : (sto 03-01) 0€ 1) 2% OxeM ¿(fo 1) 9% ose] : (aedueto 1) LG OXBI *(G) shapumbó sopa 0LoD Y “1TN OStI + (sto z) 23 OXt csnos sAUYIMNI "NT T) FG OXBIL “DUO7sosfiYo UOLIBOSSDIDOT “VITAX ¿(sto 3) 3 ou “(sto £) € omunp sat] duo Lo (la 1) € omung + (He[duoio = (slo $) o'T OLunp “(o 1) € OTI FP) Z omunf 99) o'T Otunf DOE) OS orung ¿(sto £) 3) LZ'0AtTH (esto z 9% OTI TE O Mt ¿(os P) 0€ Oátpy (ost 2) Te OS ¿(o T) 08 OMtIA (costo 07 ap 0G0T) S%3 Ost] “Sy,e DIDPOMISI "Y “UN 6% Ost :( T) 23 Ot pr ¿soie¡dusta SBu) S OMtUN SY TO UDI INIADSSDIDY J, "ITAN “(sto 2) 3 omunp * UO0S$I] DIDJIMISI" €) 9% OAtI ¿(slo p) S% ATI “(us b4 (sto 03-07) % orung ¿(sto 06 “(lo T) 83 Ot “(sto 3) 1 PG OLtNw <( (o T) 33 ost] (sta 0-01) 9P SBUu) o'T Omunf ¿(sto 03-01) OXtIA : (Sto 2) 93 ot esto €) S% VAN LG OB “(slo 03-01) S OÁtIAL * (sae [duo lo (slo 0% 9P SBU) 0£ OTI : (cs (slo 0% 9p Su) pz OTI ¿(slo 07 e 0% Y 0T) F O4tL syDapoouimbon DILPIIDOL LT “11 6% OTI ¿(slo 1) 8% (e "A (E 3) 8% OT) €% OfB]L “(slo 03 9p SBu) 2z os GAtI + (sÍlo OZ-0T) 9% OÁBAL L (us (slo 0Z-0T) TE OB DJ 0Ma DIDPOLISIY “NT OAtAL ¿(la T) FR NX "9I50800NA] DIIÑIL A “TL OÁBIA ¿(lo T) Pz OB “SUNIMII DIPIMLOUT “TAX (lo T) z omunp (lo T) 9% “(sto 03 9P Su) z omunp + (so. ¡duro la $1.1J80.119..Q_ "JT 0 VAIO ¡IDU DUOPOLIIT “TUA OAtIL ¿(sta 3) pg oXu A+ (csto €) ZZ 04 03 P SBu) OT omunfg (8) ¿eds UNIT AX (sole [dun lo : (sawe]duolo 07 op Su) TZ At] : (soae¡d (Lo T) 0€ OSTIN DAN.LIDO DUIDAOMEL CAIX 0% %P Su) CS OB sn. UY SNIE “ITA ufo 03 1 01) y OXBIA SADUDIO SIPUDIDO “1 edeu 19 ua sopto (pur soyund £ seo, sep u0 VIP [9 9jUBINp SUPrvAdosqo Opis uty onb £ sep -vaquou ofequ soradsa sep Y uopuodsoalo» “souBuo SOX9uIgu sor “aubnq pep ugtorsod varoedsalr ep £ ena e UBDIPUr StUDa, sep A sojund sor] E 0 L£ [73 7 oz Se 0E SE ZA $7 os £5 09 s9 ===> == == — - Si E a n ly OBS, voy E asa ¿5 op tura (Rp a raton obog leo ora ls POD fa (E E e] wbreo ra | YO 47 > pe ES (Ñ si ad . 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Poz O 2 E pes DES e Sl En A AOS 1921 NN 1) A NOTAS MISCELANEA ORNITOLOGICA I Algunas palabras más sobre el cambio de nombre del Ara caninde auct. — En el número 1, tomo 11, p. 56 de EL Horxbro, había indicado, que el nombre Ara caminde para el guacamayo amarillo con la garganta azul verdosa como las partes superiores, no era válido, habiendo sido fundado sobre la deseripción del <«Caninde» de Azara, la que se refiere a 4ra ararauna Lin., y había propuesto para la primera especie el nombre de Ara Azarae (Reichenow). En una carta que acabo de recibir, el Dr. Hellmayr me hace notar que el nombre Sittace azarae de Reichenow es un absoluto sinónimo de Sittace caninde Wagler, habiendo sido propuesto como nuevo nombre para reemplazar la designación non latina de «caninde». Por consiguiente, es necesario otro nombre para el 4ra caninde auct. (nec Wagler) y para esta especie propongo el de Ara glaucogularis, de acuerdo con el principal caracter que distingue esta especie de la añin Ara ararauna Lin. IT Pseudocolopteryx Sclateri (Oust.) en la provincia de Buenos Aires. — Varios ejemplares de este pequeño tiránido, han sido obtenidos por el Señor J. B. Daguerre en Las Rosas, F. CU. $., provincia de Buenos Aires, du- rante los meses de Mayo y Agosto de 1920. Hasta ahora, el punto más meridio- nal conocido de la distribución de esta especie era Santa Elena, provincia de Entre Ríos. TIT Pandion haliaetus carolinensis en Tucumán. — El señor W. B. Alexander, observó este haleón en Tucumán durante el mes de Marzo p.p. Esta es la segunda vez que esta especie ha sido señalada en dicha provincia. IV El pirincho (Guira guira) en Carmen de Patagones, Río Negro. — Du- rante el verano pasado esta especie ha sido observada en esa localidad también por el Señor W. B. Alexander. y El gorrión (Passer domesticus) en las islas Falkland. — De Port Stanley, Islas Malvinas, nos eseribe el Señor A. G. Bennett, que en Noviembre de 1919, llegaron alas Malvinas un cierto número de gorriones como pasajeros libres en cuatros buques veleros procedentes de Montevideo. Como de costumbre se han aclimatado también en esas islas, se han reproducido y su número está aumen- tando rápidamente. Hasta ahora el gorrión era desconocido allí. 226 EL HORNERO Vol. TI vI Un pichón del pingitin (Eudyptes chrysocome nigrivestis). — El profesor' Martín Doello-Jurado, ha tenido ocasión durante su reciente viaje a la Tierra del Fuego, de sacar las dos fotografías que reproducímos, las que representan un pichón de esta especie de pingúin en parte aun revestido con plumón. Las fotografías han sido tomadas en Cabo Domingo (C. Sunday), Río Grande, Tierra del Fuego, sobre la costa atlántica, el 3 de Marzo del año en GUISO. 1921 Notas 227 VII Huevos del pato pardo (Heteronetta atricapilla), en el nido del Carao (Aramus scolopaceus). — El Sr. J. B. Daguerre, de Rosas, provincia de Buenos Aires, nos ha remitido una pequeña colección de huevos, entre los cuales varios del patito Heterometta atricapilla recogidos en nidos de earao. Nos informa el Sr. Daguerre que prosiguiendo sus observaciones acerca de los patos, ha en- contrado dos nidos de carao, en cada uno de los cuales habían cuatro huevos de esta ave y cuatro del patito nombrado, debiendo por lo tanto agregarse el Aramus scolopaceus a la lista delas especies parasitadas por el pequeño pato y mencionada en En HORNERO, tomo II, pg. 61. Cree, sin embargo, que el pato picazo (Metopiana peposaca), es el que es parasitado más a menudo, frecuen- tando los mismos lugares que el patito Heteronetta atricapilla. Este caso pasa con frecuencia inadvertido para el observador por ser los huevos de esas dos especies muy parecidos. RoBerTo DABBENE. ALGUNOS DATOS SOBRE NIDOS DE HORNEROS El Sr. Francisco Sathicq (hijo) M. A. S. O. P., residente en Mosconi, (Prov. de Buenos Aires), nos envía algunas de las observaciones que ha podido anotar durante sus frecuentes viajes por la campaña, acerea de los nidos de horneros. Ha examinado 104 nidos, de los cuales 16 estaban orientados al norte, 27 al sur, 29 al este, 15 al oeste, 6 al nordeste, 4 al sudeste, 4 al noroeste y 3 al sudoeste. En euanto a la entrada al nido, en 75 estaba situada a la derecha del observador y en 29 a la izquierda. Sobre la ubicación de los mismos, señala que 48 nidos estaban construidos sobre acacias, 29 sobre sauces, 9 sobre eucaliptus, 6 sobre postes del telégrafo y 12 sobre postes de alambrado. La altura desde el suelo oscilaba entre 1 metro 20 y 8 metros 50. . El Sr. Sathieq, se inelina a creer que el hornero orienta su nido teniendo en cuenta ciertos factores del ambiente, que una observación atenta y continuada podría descubrir. LA INFLUENCIA DE LA LUZ ELECTRICA SOBRE LAS FAUNAS LOCALES Nuestro distinguido consocio, Dr. Guido Casale, de Chacabuco, (Prov. de Buenos Aires), nos comunica sus observaciones y reflexiones sobre el tema que encabeza éstas líneas y que seguramente han de interesar a los lectores. Recuerda el Dr. Casale, que hace algunos años cuando aún no había luz 228 EL HORNERO VA HA eléctrica en loz pueblos de la provincia de Buenos Aires, se veía por las noches en verano, una gran cantidad de insectos diversos alrededor de los faroles del alumbrado público o de las casas. Cuando se empezó a usar luz eléctrica, la concurrencia de insectos pareció aumentar, y grandes cantidades de ejemplares se veían muertos por las mañanas alrededor de los focos, vidrieras, ete. Pero en los años sucesivos, se ha notado una disminución de los insectos que acostumbran acudir a aquellos focos, según observa nuestro corresponsal en los 16 años que van transcurridos desde que se inició aquella clase de alumbrado en Chacabuco. El Dr. Casale eree que este hecho podría haber tenido una repercusión im- portante en el mundo de las aves, pues la disminución de aquellos animalitos habría acarreado también la de las aves insectívoras. ¿LAS GOLONDRINAS EMIGRAN O SE ALETARGAN EN EL INVIERNO? A. estar por lo que nos enseñaron desde los primeros años y por lo que dicen los retóricos en sus rimbombantes metáforas, esta es una pregunta que ni debe formularse. En el pueblo de Flores de esta ciudad, en 1919, por los meses de Mayo y Junio, había observado que en los días templados y econ el sol, se veían volar algunas golondrinas dela especie Petrochelidon pyrrhonota (Vieill.). Ocioso es decir que los fríos ya habían llegado y que las golondrinas se habrían ido. El 15 de Septiembre del mismo año, cuando aun no se notaba su vuelta, tuve la oportunidad de ver, en el mismo pueblo, una mañana templada como a las 10, que salían algunas golondrinas por una chimenea de latón de una casa algo caída. Me detuve; comprobé que en efecto así era, y se trataba de la especie arriba mencionada. Esperé un rato largo; volvieron a salir, otras entraron y algunas se posaron en los bordes de la ehimenea en desuso. Unos pilluelos que las vieron, se encargaron de hacerlas volar. Le relataba mis observaciones al Dr. Dabbene, cuando él me dijo, que un miembro de la $S. O. P. le había contado, que una vez que se deshizo un galpón de zinc, en invierno, encontraron debajo del techo una cantidad de golondrinas aletargadas. ; A, la especie Progne :furcata, la he visto por la tarde recogerse a dormir en los galpones de zine, escondiéndose en los huecos que dejan las chapas con el maderamen. Ningún ejemplar se observaba en el día a pesar de ser verano pero sin embargo a la caída de la tarde concurrían a su posada nocturna. Estas líneas habrán llenado su cometido si ellas despiertan, en los lectores de EL HorNerko, la curiosidad de investigar, para que en lo sucesivo con datos fidedignos se pueda afirmar o negar alguna de las partes de nuestra pregunta. ALBERTO CASTELLANOS. SOBRE COSTUMBRES Y NIDIFICACION DEL HORNERO Anoto a continuación algunas de mis observaciones, sobre la forma de eonstruir el nido, y otras particularidades del hornero (Furnarius rufus), ave muy común en esta localidad, y por lo tanto fácil de observarla. A principios de Abril y después de alguna lluvia empiezan la labor de construir su horno. 1D Notas 229 En esta época ya lucen su plumaje nuevo, y como las parejas (macho y hembra) son permanentes, eligen los sitios donde construirán su nido. Una vez que han elegido el sitio, ya sea un árbol, una casa o un poste; son muy celosos de él, y tratan de ahuyentar a otras parejas que se aproximan. El fijar el sitio donde han de ubicar el nido es motivo, en ocasiones, de interesante coloquio entre el macho y la hembra, pues, aunque su canto no sea muy melodioso, tiene este pájaro, diversas voces para expresar sus diferentes estados de ánimo; ya sorprendido, irritado, amoroso, satisfecho, ete. El lugar que va a ocupar el nido requiere un espacio suficientemente libre para construir la bóveda, aunque en ocasiones construyen nidos aplicados a ángulos de paredes o vigas de madera; cerrando con barro sólo los espacios libres, quedando éste cortado por varios planos. La ceonstrueción del nido se divide en tres partes distintas: 1.2 el basa- mento; 2.2 el domo o cúpula y 3.2 el tabique. La primera parte que construye es el basamento. Si es sobre una superficie plana, supongamos la más simple, por ejemplo: el extremo de un ¡poste de alambrado, lo forma con un círculo de barro que desde ya forma la pared de la eúpula, pero si es una rama horizontal y es delgada, coloca el barro en los dos lados de esta hasta formar un disco de tamaño variable de forma cóncava. En este punto de la construcción es cuando se determina la dirección que ha de tener la entrada. Cuando el horno es aplicado a una rama o superficie cualquiera, la entrada casi siempre está en el lado opuesto, pero cuando el nido es libre y a veces en el caso anterior también, la dirección de la entrada está determinada por el rumbo de llegada del pájaro, con los materiales. El rumbo de llegada en ocasiones es determinado por la dirección del viento, el día que empiezan la cúpula. El pájaro trata de llegar de frente al viento. Hecho el basamento elevan la pared en semicírculo, siempre más alta frente al sitio de llegada el que será al final, la entrada. Como el pájaro coloca los materiales desde el centro del basamento y en círculo forma con su cuerpo dos radios y a medida que se eleva la construcción se estrecha en la parte superior hasta cerrar la bóveda, quedando abierta a un lado, por un espacio en forma de ojiva. Cuando llega a este punto la cons- trueción entra en su tercera fase; el pájaro ya no trabaja de frente al nido sino desde su interior mirando hacia afuera, y es cuando determina si la en- trada será derecha o izquierda (se entiende mirando al nido del lado de la entrada, si ésta queda a un lado u otro del centro). Parece que en esto el pájaro no tiene preferencia y elige el lado de pared que está más freseo para empezar el tabique. Este es construido cerrando la ojiva en espiral hacia adentro y el borde en declive formando la cámara del nido y la galería. S1 la entrada es suficientemente estrecha, la dejan sin retoque (como en la fig. 1, Lám. IV, de EL HorNERO, pero en easo contrario le aplican un parche en la parte superior y refuerzan la inferior, resultando ésta más redonda, como se vé en el dibujo de Villalobos de la carátula de nuestra revista. La parte interior del nido es lisa, siendo emparejada a picotazos cuando el barro es fresco; la exterior es rugosa por que queda el barro enla forma que es aplicado, sin retoque. He observado que el hornero reune intencionalmente en los alrededores del barro pequeñas briznas de pajas, pelos, cerdas, ete., que luego amasa en él, y ereo, como deduce el Sr. Doello Jurado en su interesante estudio sobre nidos de 230 EL HORNERO Vol. 11 Furnáridos (EL HorNERO T. 1, N.* 4), que este pájaro ha ido reemplazando otros materiales por el barro, por que ha encontrado que reune mejores cualidades. Cuando el barro se termina, reemplazan este por bosta de vaca fresca, con lo que terminan a veces los nidos empezados con barro. El Sr. R. Baez, observa (Tomo I. N."4, pg. 29), que en ocasiones aban- donan el nido sin terminar. Como aquí sucede lo mismo he tratado de averi- guar la causa y he llegado a la siguiente conclusión: En tiempo de sequía, cuando los materiales son escasos, a veces se reseca la parte construida, y en- tonces los materiales nuevos que colocan no se adhieren, por lo que se ven precisados a suspender la obra hasta que alguna lluvia humedezca el nido. Aban- donan el nido cuando, por cualquier causa no se reblandece; o por que debido a la causa anterior pasa la estación. Un congénere del hornero, el Phloeocryptes melanops, cuando se le reseca el nido que está construyendo, resuelve el problema abandonándolo, y empezando otro a la sombra de aquél; así forma a veces una serie de nidos empezados y sólo el inferior está terminado. El nido del hornero, es usado por su dueño para una sola postura; hecha la cual lo abandona; pero es aprovechado por otras especies de aves, especial- mente por la golondrina, (Progne tapera), que llega en la primavera, cuando ya los pichones de hornero están criados. Esta especie de golondrina nidifica úni- camente en estos nidos y a veces espera hasta que su dueño lo desocupe para habitarlo, si su posesión no es disputada por otras especies, especialmente por el gorrión, (Passer domesticus), o por los mixtos, (Sicalis Pelzelmi). Rosas, (F. C. S.), Febrero 26 de 1921. JUAN B. DAGUERRE. SOBRE LA ALIMENTACION DE LA PERDIZ COMUN (NOTHURA MACULOSA) Se sabe que nuestras perdices (1), aunque comunmente granívoras, como sus parientes cercanos las gallináceas, consumen también insectos. Pero se 18- nora en que proporción y cireunstancias adoptan este alimento; si es un hábito ocasional y transitorio — como una simple variante cárnea de su «menú» ve- getariano — o habitual; y, sobre todo, cuales son los insectos que ingieren. La adquisición de estos datos sería, sin embargo, de alguna importancia, pues, dada la abundancia de perdices en dilatadas regiones del país, podrían éstas constituír un factor de utilidad apreciable para la agricultura. Con el objeto de recoger algunas observaciones en este sentido, aproveché un corto viaje en las inmediaciones de Cnel. Brandzen, a una hora y media de ferro-carril, al sud de la capital, para examinar una serie de estómagos de la pequeña perdiz (Nothura maculosa), que, como es de práctica, es sacrificada “abundantemente durante las cacerías iniciales de Semana Santa, aunque la fecha legal de la apertura de la caza sea el 1.2 de Mayo. (1) Debo recordar, de paso, que no existe aquí el tipo correspondiente a la verdadera perdiz europea, que es una gallinácea que pertenece a los géneros Perdix y Caccabis, de plu- mago, forma y costumbres muy distintas de las llamadas perdices sudamericanas; mientras que estas son cripturoides o tinamiformes, de la familia Tineamidae (Perdices e Inámbues). Nuestra perdiz común (Vothura maculosa) se asemejaría más por su plumage, a la pequeña codorniz europea (“Caille” o “Quaglia”), del género Coturniz. 1921 Notas 231 El día 27 de Marzo, pude revisar el contenido de unos 40 estómagos, en- contrando en casi todos, además de semillas de pasto y de abrojo, en cantidad variable, algunas larvas u orugas de lepidópteros semi digeridas, por lo que no fué posible reconocerlas. Resolví, entonces, extraer los buches de algunos ejemplares adultos, cazados al atardecer, después de la comida especialmente abundante de ese día (por haber sido lluviosos los dos anteriores). Los seis hbuches repletos que ilevé como nuestras, para examinarlos dete- nidamente en el gabinete, dieron el siguiente resultado: A.—22 erisálidas enteras de una pequeña mariposa nocturna de la familia Voctuidae; 3 ejemplares de la misma mariposa recien nacida; 3 semillas erandes de abrojo del género Xanthiwm. (Las erisálidas miden unos 15 m. m., de largo por unos 5 de ancho). B.—4 larvas u orugas del mismo lepidóptero nocturno (probablemente del gén. Leucama); 1 ejemplar completo de ésta mariposa; 3 ortópteros, (2 Gryllus talpa y 1 Gryllus assimilis), 3 semillas del abrojo Xanthium y una cantidad de semillas de la gramínea Panicum colonum, llamada, «Pasto de cuaresma»; entre las cuales algunas de otra gramínea (Setaria gracilis) «cola de zorro». (1). (Las orugas, lisas y erisáceas con rayas longitudinales negruzeas, miden unos 25 m.m. de largo, por 4 de ancho). C.—40 semillas del abrojo citado; 1 ortóptero (Zucura); 1 hemíptero (Ho- motera). D.— 16 erisálidas iguales alas anteriores; 1 oruga id. id.; 14 semillas de abrojo. E.—17 orugas de la misma clase; 1 mariposa entera (Voctuidae); 2 semillas de abrojo. F.—18 orugas de id. id.; 1 oruga de coleóptero; 2 crisálidas; 4 semillas de abrojo. Aunque insuficientes estas observaciones (que deberían ser ampliadas y proseguidas en las demás épocas del año y en distintas regiones del país), para llegar a conclusiones en un sentido determinado, ellas prueban, sin em- bargo, que: en cierta época del año la perdiz destruye una enorme cantidad de insectos variados, y no como excepción o por carencia de alimento vegetal, siempre abundante, sino de preferencia a éste; que su instinto le ha enseñado a descubrir, escarbando, las erisálidas enterradas y a apreciar la jugosa sus- tancia que encierran bajo su envoltura coriácea. En cuanto al beneficio que este hábito reportaría a la agricultura, si bien innegable en general—conociendo la voracidad de las orugas—aparece muy re- lativo en el caso referido, por ser estas huéspedes de plantas silvestres, en campos de pastoreo, de las que no se alimenta el ganado. Se sabe, además, que cada especie de oruga vive exclusivamente sobre una especie determinada de vegetal. Sin embargo, debe tenerse presente que siendo la perdiz tan abundante, mansa cuando no es perseguida y muy andariega, frecuenta también terrenos eultivados y huertas en donde su acción debe ser francamente útil, destruyendo insectos realmente nocivos, desde que consume indistintamente todos los que encuentra a su paso. Lo demostraría la presencia en los buches de los voraces (1) Debo la clasificación de estas semillas a la gentileza del Sr. José F. Molfino. / 232 EL HORNERO Vol. II ortópteros (langostas, grillos, talpas, ete.), cuya destrucción por la perdiz re- presenta un beneficio positivo, pues que consumen vegetales o destruyen raíces de todas clases. Resultaría, pues, muy oportuno el proseguir y completar estas investigacio- nes, no obstante la opinión corriente que tiende a justificar la intensa destrue- ción de esta inocente y simpática ave, euya abundancia sería siempre más bené- fica que nociva, desde que como granívora consume generalmente semillas de plantas silvestres, inútiles o perjudiciales; y ahora, como insectívora compro- bada adquiriría un derecho aun mayor a nuestra protección. Como dato ilustrativo y cerca de la época en que se verifica el desarrollo completo de esta misma perdiz y de lo justificado que ha sido el postergar la apertura de la caza hasta el 1.2 de Mayo, debo agregar que en la misma fecha (27 de Marzo) y lugar, encontré varios pichones aún no emplumados, del ta- maño de un pollito recien nacido, así como un nido con tres huevos. En cuanto a éste, se me aseguró que se trataba de la primera postura de ¡jóvenes nacidos al principio de la estación—dato verosímil pero difícil de comprobar. Talvez haya sido el comienzo de una postura tardía (la normal es de 5 a 8 huevos), y destinada a ser abandonada antes de incubarla, por lo avanzado de la estación. PEDRO SERIÉ. MOVIMIENTO SOCIAL Nuevos miembros activos e Instituciones. — Fueron aceptados los siguientes: Capital. — Trevor ap. Iwan, Reynaldo Aravena, Enrique A. Artayeta, J. Bautista Avalle, Francisco Basterreix, D. S. Bullock, Evrique A. Deautier, Guillermo C. Dunn, Martín Jacobé, Antonio B. Mata, José F. Molfino, Edmundo G. Murray, José A. Pereyra, Alfredo Steullet. Interior. — Carlos Alday y Asdrúbal Tettamanti, (La Plata); Fabio S. Arám- buru y Carlos N. Bustos, San Nicolás (Prov. Bs. As.); Dr. Pablo R. Groupierre, Al- berdi (Prov. Bs. As.); Lorenzo Casey, San Eladio (Prov. Bs. As.); Tomás A. S. Milne, Drabble (Prov. Bs. As.); D. Ormaechea y A. Philip, Sta. Elena (E. Ríos); Carlos Venzano Botet, Adrogué (Prov. Bs. As.). Exterior. —W. R. Mac Bean y Prof. Jorge Schúrmann, Montevideo; Dr. Bruno Lobo, Río de Janeiro; Ansel B. Miller, Springs? Pa. (E. Unidos); Frederick C. Lincoln y Harry C. Oberholser, Washington; James L. Peters, Harvard, Mass, (E. Unidos). Instituciones. — Biblioteca Sarmiento, Santiago del Estero; Colegio San José, Capital; Colegio del Sagrado Corazón, Rosario; Instituto Nacional de Agronomía, Montevideo. Donaciones de aves y huevos. — Nuestros consocios han remitido los siguientes ejemplares: Dr. Roberto Beder, 1 cuero de urraca del Paraguay. Dr. Guido Casale, 1 ave fresca (Muscisaxicola), de Chacabuco (F.C. P.). Alberto Castellanos, 2 cueros de aves de Córdoba, y 10 huevos de la perdiz Nothoprocta cinerascens. Juan B. Daguerre, 27 cueros de aves y 10 huevos, de Rosas (F.C.$S.). Arturo G. Frers, 57 cueros de aves de la Argentina: José Mas, 1 rapaz nocturna, de Buenos Aires. 1921 Movimiento social 233 Dr. C. A. Torres de la Llosa, 2 huevos de meu (Jardín Zoológico de Montevideo). Además, el Dr. Luis A. Dubois, de Mar del Plata, ha hecho donación de dos albatros frescos, capturados en esa localidad. Donaciones de libros y folletos. — Se recibieron de los señores J. Romualdo Baez, 2 folletos de botánica; C. W. Benn Pott, 4 folletos de ornitología; A. T. Cowell, 1 revista; Dr. R. Dabhbene, 9 foMetos de ornitología; Dr. C(. E. Hellmayr, 1 folleto. Colaboración de los encargados de los Faros de las costas argentinas en el estudio de la fauna marina. — A iniciativa del Museo Nacional de Historia Na- tural de Buenos Aires, el jefe de la División de Hidrografía del Ministerio de Marina, Capitán de Navío, Abel Renard, resolvió, en Marzo del año pasado, impartir órdenes a los encargados de los faros de nuestras costas para que, en sus momentos desocupados, procurasen reunir algunos ejemplares de animales marinos y observa- ciones concernientes a los mismos. Para este fin, la sección de invertebrados del Museo Nacional, formuló unas breves instrucciones y preparó un cajón con envases y líquido conservador para ser remitidos a algunos faros, de lo que se encargó la citada oficina del Ministerio de Marina. Las observaciones referentes a las aves, sus diversas especies, migraciones, ete., ocupaban un lugar importante en aquellas instrucciones, si bien la preparación y remisión de cueros se ha dejado de lado por ahora a causa de las dificultades que presentan. , Es digno de hacer notar que esta progresista resolución de nuestro distinguido consocio Sr. Renard, ha empezado ya a dar resultados, que el actual jefe de aquella repartición, Capitán de Navío Sr. Carlos Miranda, se propone continuar. Los fareros de Punta Villarino e isla Pengiiin, entre otros, han remitido ya al- gunas muestras de organismos y otros objetos, algunos de los cuales son de interéz para las colecciones del Museo, y a la vez consignan los datos que han creído útiles sobre peces, aves, lobos de mar, etc., de sus respectivas localidades. Como primer ensayo de ésta forma de colaboración, puede éste considerarse satisfactorio, y es de esperar, que si se continúa en la misma senda, se llegará a tener un buen acopio de observaciones, siempre más precisas y fidedignas. En el próximo número de EL HorNERO, daremos algunos extractos de los infor- mes presentados por los jefes de los faros citados, cuyo celo es digno de encomio. Excursiones de consocios. — Durante el verano último, fueron efectuadas por varios de nuestros consocios, algunas excursiones ornitológicas y otras de colecciones generales que creemos interesante señalar: Los señores M. Doello Jurado, Franco Pastore y A. Carcelles, miembros de la expedición, organizada por la Facultad de Ciencias Naturales y el Museo Nacional de Historia Natural, acompañados por algunos alumnos de la Facultad, permanecie- ron varios meses en la costa oriental de la Tierra del Fuego, en donde hicieron im- portantes colecciones de zoología, botánica y mineralogía. El Sr. Doello Jurado, pudo conseguir algunas aves de la región que obsequió a la S. O. P., y anotar observa- ciones sobre varias especies de la costa, las que serán publicadas oportunamente. Nos ha cedido para éste número, las dos interesantes fotografías de un pichón de pingúin, que van en otra sección. El Dr. Alejandro A. Wetmore, comisionado por la Biological Survey, Departa- mento de Agricultura de Washington, para estudiar especialmente los chorlos que emigran, ha permanecido cerca de un año en la Argentina, recorriendo las provin- cias de Buenos Aires, Tucumán, Mendoza, y los territorios del Chaco y Río Negro. 234 EL HOENERO Vol. 11 Ha coleccionado, durante sus excursiones, más de 1.500 cueros de aves diversas, y recogido numerosas observaciones acerca de las mismas, algunas de las cuales dará a conocer oportunamente en EL HORNERO. El Sr. James Lee Peters, Naturalista del Museum of Comparative Zoology de Cambridge, Mass. (Norte América), interesado especialmente en observar las cos- tumbres delos patos del país, ha efectuado durante un año varias excursiones prolon- gadas en las regiones de Buenos Aires, Río Negro, Neuquén, Tucumán y Misiones. Sus colecciones abarcan cerca de 1.200 cueros de aves y un regular número de nidos y huevos. Ha prometido también enviar algunas notas para nuestra revista. El Sr. Wilfrid B. Alexander, del Instituto Federal de Ciencias e Industrias de Melbourne (Australia), encargado de una misión de carácter entomológico en la Argentina, ha recorrido durante algunos meses las regiones de Buenos Aires, Men- doza, Tucumán y Río Negro, haciendo de paso, numerosas observaciones ornitoló- gicas. Nos ha remitido, también, la lista de las aves marinas que ha observado e identificado durante su viaje desde Australia hasta Norte América, desde allí hasta la Argentina, y desde el Brasil hasta Sud Africa, en su viaje de regreso a Australia. El Sr. Emilio Budin, estuvo coleccionando en San Pedro de Jujuy, Sierra de Santa Bárbara, Famatina, y durante dos meses en la Sierra de Tontal (San Juan), a 3.500 metros de altura, desde donde nos remitió algunos ejemplares interesantes. El Sr. Angel Zotta, permaneció una eorta temporada en Corpus (Misiones), for- mando una pequeña colección de aves de esa región, para el Museo Nacional. El Sr. José F. Molfino, efectuó una excursión botánica en San Javier (Cór- doba), coleccionando también algunos vertebrados. Los Sres. Lucas Kraglievich y Baldomero San Martín, enviados por el Museo Nacional, para exploraciones paleontológicas, en el Neuquén, recogieron también al- gunos vertebrados, y nos trasmitieron observaciones sobre varias aves de la pre cordillera. Los Sres. Luis f. Delétang e Ing. Carlos Lizer,miembros de una expedición or- ganizada por el Museo de La Plata, efectuaron estudios entomológicos y. paleontoló- gicos en la provincia de Mendoza. El Dr. Alfredo Castellanos, efectuó varias excursiones paleo-antropológicas en Esperanza (Prov. de Sta. Fe), y en la región de Humahuaca (Prov. de Jujuy). S NECROLOGIA Profesor Renato Sanzin. — Falleció en Mendoza el 9 de Enero, éste estimado naturalista, miembro activo de la S. O. P. Se dedicaba especialmente a la botánica siendo director de la Oficina Biológica Provincial y profesor en el Colegio Nacional, en la Escuela Nacional de Viticultura y Enología y en la Universidad Popular. Era autor del primer herbario y trabajo sobre la flora andina, y de algunos folletos sobre ciencias naturales. Se interesaba también por la ornitología, habiendo formado una apreciable co- lección de aves y publicado algunos trabajos, entre los cuales su “Lista de aves mendocinas””, que apareció en EL HORNERO. Su biblioteca y valiosos herbarios y ejemplares zoológicos, fueron legados al Museo de la provincia de Mendoza. 1921 Movimiento social 235 REVISTAS ORNITOLOGICAS RECIBIDAS The Auk, vol. XXXVIH!U, Enero 1921, N.o 1, y Abril 1921, N.* 2. El N.* 1 enntiene los siguientes trabajos: Alfred O. Gross, sobre Spiza americana de las pra- deras del Illinois. — Harrison F. Lewis, Nidificación del ““Philadelphia Vireo””. — W. de W. Miller y Ludlow Griscom, Notas sobre Ortalis velula y sus aliados. — H. Monsley, Notas y. observaciones sobre las aves de Hatley, Stantead County, Quebec, 1919. — Horace W. Wright, Bombycilla garrula in New England. — Harry C. Oberholser, Notas sobre aves de Norte América. — Id., Las razas geográficas de Cyanocitta cristata. — T. S. Palmer, Thirty eighth Stated Meeting of the Ame- rican Ornithologists? Unión. — En “Notas generales”?”, C. B. Cory describe una nueva especie de Sittasomus del nordeste del Brasil: Sittasomus cearensis, tipo Jua, cerca de Ignmata, Ceará, N. E. Brasil, y enumera las distintas especies del gen. Sittasomus, cada una con su localidad típica. —En el N.o 2, entre otros artículos figura uno de J. Hooper Bowles, sobre las costumbres de nidificación del ““Nighthawk?” (Chordeiles virginiamus) en Tacoma; otro de C. Lincoln, sobre la importancia y el fin de colocar anillos a las aves. Además este mismo número contiene la sexta lista anual de los cambios propuestos en la A. O. U. Check-List de las aves de Norte América. Bird-Lore, vol. XXIL, Nov.-Diec., 1920; vol. XXXIII, En.-Febr. 1921 y Marzo- April 1921; Mayo-Junio 1921. Como siempre, esta popular revista contiene intere- santes notas y observaciones de aficionados al estudio de las aves, acompañadas generalmente de hermosas reproducciones fotográficas. Entre los demás artículos mencionaremos uno del Dr. Frank M. Chapman, sobre el plumaje de aves norte- americanas y ctro muy interesante del Sr. Ernest Thompson Seton, sobre diferentes clases de baños que toman las aves: baño de sol, de polvo, de lluvia y de inmer- sión. En un cuadro el autor indica cuales de estos baños acostumbran tomar las especies de diferentes grupos, resultando ser el gorrión (Passer domesticus) el único que usa los cuatro, y observa que tal vez a esta costumbre se debe la vigorosa salud de este pájaro. El número de Mayo-Junio, transcribe parte del sumario de EL HorNErRO N.o 2, señalando especialmente el artículo sobre los chorlos de Norte América. Reproduce también la fotografía que publicamos sobre una forma de postura de los flamencos en la costa de Santa Cruz. The Condor, vol. XXII, Nov. - Dic., 1920, N.” 6; vol. XXIII, En.- Febr., 1921, N.o 1; Marzo-Abril 1921, N.” 2. El Dr. A. Wetmore publicó un interesante artículo sobre la uña del ala en los vencejos, encontrando que en contra de la opinión de otros autores, existe también en la especie, Chactura pelagica. Es probable, dice el Dr. Wetmore, que la uña del ala no aparece en estas aves sino cuando han llegado a un cierto desarrollo y están bien emplumadas. Le Gerfaut, 10* année, 1920, fase. 1, UI, IV; 11* année, 1921, fase. 1. — Con- tienen varias interesantes contribuciones sobre la avifauna de Bélgica. The Ibis, Serie 11%, vol. TIT, N.o 1, Enero 1921 y N.” 2. Abril 1921. — Los artículos contenidos en los dos números de esta importante revista inglesa, consisten en varias contribuciones al estudio de la avifauna de distintas regiones del antiguo continente. 1Yl último número contiene además un informe de la subcomisión for- mada por el Dr. Hartert, T. Iredale y W. L. Sclater para las correcciones y las alte- raciones propuestas y aceptadas de nombres genéricos y específicos en la lista de las aves británicas publicada por la B. O. U. 236 EL HORNERO Vol. IS The Oologists” Record. A Quarterly Magazine devoted to the advancement of Oology in all parts of the World. Vol. 1, N.o 1. Marzo 1921. Esta nueva revista se ocupará en general del estudio de los huevos de aves de todas partes del mundo. Danske-Fugle. (Aves dinamarquesas), N.o 1 y 1I, 1920. Los artículos conte- nidos en estos dos números están dedicados casi enteramente al estudio de la avi- fauna de Dinamarca. Anzeiger der Ornithologischen Gesellschaft in Bayern, N.2 3, Oct. 15, 1920. — Este número contiene una contribución del Dr. C. E. Hellmayr, en la que describe varias nuevas formas de aves de la región neotropical, algunas de las cuales están también relacionadas con nuestra avifauna, como: Tachuris (=Cyanotis) rubigastra libertatis, tipo: Trujillo, Perú; Xenopsaris albinucha minor, tipo Quiribana de Cai- cara, Orinoco, Venezuela; Xenops rutilus guayae, tipo-Guayaquil, Ecuador. Journal fiir Ornithologíe, Heft 1, Jahrg. 68, Enero 1920 y Heft 1, Jahrg. 69, Enero 1921. ; Ambos números contienen artículos sobre la avifauna del antiguo continente. Revue Francaise d*Ornithologie. 12 année, N.” 139, Nov. y N.o 140, Dic. 1920; 13 Année, N.o 141 Enero, N.” 142 Febrero, N.” 143 Marzo, N.” 144 Abril, N.o 145 Mayo, 1921. Der Waldrapp, Mittheilungen des Deutschósterr. Ornithologischen Institut. und der Vogelschutz-Station in Salzburg, 1, Jahrg., 1919; 11 Jabrg., 1920. Nros. 1-2. Esta revista trata especialmente de la avifauna de las regiones centrales de Europa. Natural History, vol. XX, Set.- Oct. 1920, N.* 4; Nov.- Dic. 1920, N.o 5, Vol. XXI, Enero-Febrero 1921, N.o 1. Este último número contiene un interesante artículo de F. E. Blaaw, sobre los pájaros de la Tierra del Fuego, con numerosas y nítidas fotografías. Aquila, (órgano del Institut Royal Ornithologique de Hongrie), vol. XXVII; Marzo 1921. — Esta entrega, de 304 páginas, contiene numerosos e interesantes trabajos, relacionados en general con las aves de Europa Central. RECIENTES PUBLICACIONES SOBRE AVES (ESPECIALMENTE SUDAMERICANAS) Hudson, W. H.- Birds of La Plata, with 22 colored illustrations by H. Gron- veld. J. M. Dent € Sons Ltd. London and Toronto, 1920. Roy 8.0. Dos volúmenes. El material de esta obra ha sido extractado de la Argentine Ornithology pu- blicada hace 32 años por el autor en colaboración con el Dr. P. L. Sclater. En estos dlos volúmenes, hace mención sólo de las especies que se encuentran en las provincias próximas al Río de la Plata y contiene las observaciones sobre costum- bres, nidificación, etc., hechas personalmente durante los largos años que el autor ha residido en el país. Las láminas artísticamente ejecutadas, reproducen especies distintas de las que han aparecido en la obra anterior. Es un libro que deberá con- sultar toda persona que quiera dedicarse al estudio de muestras aves. Cory, Charles B. — Catalogue of Birds of the Americas, Part, II, N.* 1, 1918. — Este volúmen contiene la lista sistemática de todas las especies y subespecies eono- cidas de los ordenes Strigiformes, Psittaciformes y Coraciiformes. Es una obra ab- 1921 Movimiento social 237 solutamente indispensable para el estudio de la avifauna americana, siendo la más completa que se ha publicado hasta hoy. Ridgway, R. — Diagnoses of some new genera of birds. — El autor propone siete nuevos géneros, entre los cuales Perenohierar (p.2), para Falco leucorrhous (Q. et G.), y Hapalocrex para la gallineta Rallus flaviventris Bodd. Murphy, KR. Cushman.—The Seacoast and Islands of Perú pt. 1.—IV. Brooklyn Mus. Quarterly, 1920-21. Comprende una serie de artículos en los que se trata tam- bién en gran parte de las aves productoras del guano. Acompañan el trabajo nu- merosas ilustraciones, reproduciendo fotografías tomadas por el autor. Chapman, F. M.—Descriptions of apparently new birds from Bolivia, Brazil and Venezuela. Amer. Mus. Novitates, N.” 2, pg. 1-8. Jan. 31, 1921. Con el título de Novitates, apareció una nueva publicación del Amer. Mus. N. H. de Nueva York para la inmediata publicación de las especies nuevas. Bangs, Outram y Penard, Thomas E. — Notes on some american birds, chiefly neotropical. Bull, Mus. Comp. Zool, Har. Coll., LXTV, N.* 4, pg. 365-397, Jan. 1921. Hellmayr C. E. — Ein Beitrag zur Ornithologie von Súdost Perú. Arch. fúr Naturg., 85 Heft., Nov. 1920, pg. 1-131. Esta valiosa contribución al estudio de la avifauna peruana, está fundada sobre las colecciones hechas por H. y C. Watkins en la sierra de Carabaya, provincia de Puno. El autor discute varias cuestiones de nomenclatura y describe varias nuevas formas de aves, entre las cuales, Spizitormis (=4Anacretes) parulus patagonicus, del Neuquén, Argentina. Barros, Rafael V. — Aves del valle de Nilahué pt. 3. Revista chilena de Hist. Nat. Año XXIV, Sept.-Dic. 1920. Nros. 5-6, pg. 139-151. En este artículo el autor concluye una lista de las aves que ha observado en esa región. Swann, Kirke H.-A.—Synoptical List of the Accipitres, pt. 1.—IV. 1919-20. Lónnberg E.—The birds of the Juan Fernandez islands and notes on birds from Easter Island. Extractado de ““The Natural History of Juan Fernández and Easter Island”?, editado por el Dr. Carlos Skottsberg. Vol. III, pg. 1-24. Son las notas sobre las colecciones de aves hechas por la Expedición sueca de 1916-17, al Pa- cifico, bajo la dirección del Dr. Carlos Skottsberg. Están deseritas algunas especies nuevas entre las cuales Cinclodes oustaleti Bacckstroemú de las islas Juan Fernández. Wetmore A.—Lead-poisoning in Water-fowl. Wash. D. C. Unit. Stat. Dept. Agr. Bull. N.o 723, 1919, pe. 1-12. Jl Dr. Wetmore ha observado que en varias partes de América en donde la caza a los patos se ejerce en vasta escala, el barro de los tanques contiene una gran cantidad de plomo en forma de municiones, las que son ingeridas en considerable cantidad por las aves acuáticas, produciendo en ellas una enfermedad especial de la que describe los síntomas. 238 EL HORNERO Vol. If CANJE Y CORRESPONDENCIA CAPTURA DE AVES MIGRATORIAS CON ANILLO. — Nuestro consocio Sr. Frederick C. Lincoln, del Departamento de Agricultura de Washington, nos comunica que, teniendo a su cargo la colocación de anillos o fajas en las patas de aves migratorias de Norte América, algunas de las cuales pueden Hegar hasta la Argentina y ser capturadas allí, desearía ser informado si se produce este caso, por lo que solicita se remitan a EL HORNERO, los datos respectivos cuando se produzca la captura de algunas de estas aves. ADQUISICIÓN O CANJE DE HUEVOS. — El Sr. George H. Stuart, (Girard Trust Com- pany), Broad and Chestnut Street, Philadelphia, (U. S. A.), solicita comprar o canjear huevos de aves de la Argentina, por nidadas completas, y ofrece otros de Norte América. CANJE DE HUEVOS. — El Sr. D. Wilby, de Heatherdown, Alta (Canadá), desea establecer el canje de huevos de especies de aves sudamericanas por otros de avés de Norte América. CANJE DE HUEVOS. — El Sr. Jack G. Gordon, de Corsemabyie Whamphill, Wig- townshire (Escocia), desea obtener huevos de aves de la Argentina o de Sud Amé- rica, por nidadas, ofreciendo en cambio huevos de aves de todas partes. CANJE DE HUEVOS. — El Sr. H. W. James, office of Farm Manager, de P. O. Klipkraal-Tarkastad, Cape Province (Sud Africa), miembro de la Sociedad Sud Africana de Biología y advisers del Museum of Comparative Oology, de Sta. Bárbara (California), ofrece canje de huevos de Sud Africa o de otras ¡partes, por otros de aves sudamericanas. CANJE DE CUEROS. — El Sr. Frank S. Wright, Attorney at Kam, Room 114 Metralf Block, Auburn, Nueva York, desea obtener cueros de aves de la Argentina, y ofrece otros del este de los Estados Unidos. 1921 239 INFORMACIONES Société Ornithologique de France. — La idea de fundar una sociedad ornito- lógica (que aún no existía en Francia), lanzada por el Dr. Arnault, en la ““Revue Francaise d' Ornithologie””, ha sido acogida con viva simpatía reuniendo en seguida pumerosas y entusiastas adhesiones. En el proyecto de Estatutos, publicado por la citada revista en el número del 7 de Enero 1921, se expresa en el Art. 1.%, qué el objeto de la Sociedad Ornitológica de Francia será: “*El estudio científico de las aves: caracteres distintivos, vida, costumbres, así como la cría en cautividad, y su protección.??” La Sociedad se compondrá: de miembros protectores, con la cuota anual de 100 francos; donantes, con 50 francos; titulares, con 30 francos; y correspondientes, con 20 francos. Habrá, también, miembros honorarios y correspondientes extranjeros, que no abonarán cuota. La “Revue Francaise d' Ornithologie””, que era hasta ahora una publicación particular, pasará a ser órgano de la nueva asociación, llevando el subtítulo de ““Bulletin de la Société Ornithologique de France??. Un censo de las aves en Estados Unidos. — Otro aspecto de los estudios in- tensivos de ornitología, se revela en los datos que sobre este tópico trae The Auk (XXXII, 267), la importante revista que se publica en Cambridge, U. S. A., des- tinada exclusivamente a esta especialidad. - Se trata de un censo que dé en cifras aproximativas el número de individuos de las diversas especies de aves que viven en el país. Un estudio preliminar en este sentido fué emprendido por el Bureau of the Bio- logical Survey (una oficina especial que tiene a su cargo los estudios de biología aplicada) en la primavera de 1914, con resultados bastantes satisfactorios. Ahora esta misma oficina solicita la ayuda de los lectores del 4ulk para que le suministren los informes necesarios. Unos formularios especiales se reparten en todos los dis- tritos de cada estado. Lo observadores deben recorrer cada uno, una extensión li- mitada de unos cuantos acres, y anotar el número de ejemplares que ven en cada recorrida. El firmante del artículo de que tratamos, Mr. E. W. Nelson, espera que para el año próximo se podrán reunir ya los datos principales para este interesante ceniso. (Physis, T. 11, N.o 9). La utilidad del Cormorán. — A menudo alguna especie de ave es inculpada de ocasionar ciertos perjuicios y sin mayores averiguaciones se emprende una lucha contra ella, que concluye por hacerla desaparecer de la región. Más de una vez este procedimiento ha dado lugar a equivocaciones lamentables. En la revista Natwre hemos visto uno de los casos más notables. El cormorán (Phalacrocorax sp.), era acusado en Australia de devorar la cría del salmón. Se entabló la persecución del cormorán y cuando se le hubo hecho des- aparecer por completo, se vió con sorpresa que el salmón también había desapare- cido. Entonces se realizaron estudios minuciosos (como lo debían haber hecho antes) y resultó que el cormorán no se alimentaba del salmón, sino de ciertas anguilas y cangrejos que a su vez devoraban los desoves del salmón y he aquí explicada la desaparición de éste junto con la del cormorán. Una cuestión completamente aná- loga se presentó después en el Canadá, donde el Phalacrocorax auritus era acusado del mismo delito; pero entonces se tuvo en cuenta la experiencia adquirida en Australia. 240 EL HOKENERO Vol. II Los estragos del gorrión en el Sudán. — Leemos en la revista ornitológica de Budapest “*Aquila””, mna correspondencia enviada al ¡Instituto Ornitológico de Hungría, por el Sr. J. E. M. Mellor, del Gordon Memorial College, de Khartum (Sudán inglés), sobre las enormes depredaciones que causa allí el gorrión español (Passer hispamiolensis). Refiere el Sr. Mellor, que todos los años, desde 1914, en. Septiembre u Oc- tubre, llegan inmensas bandadas de gorriones, como mangas de langostas, desde el norte, siguiendo el Nilo, los que destruyen a su paso las cosechas de Durra, en la provincia de Dongola. Se aprecia en un cincuenta por ciento lo que se perdería así de las cosechas. Se ha comprobado que los gorriones vienen de paso, en migración, pero que no nidifican allí. Durante el año pasado se trató de combatirlos por di- versos medios: granos envenenados, armas de fuego, grandes redes, reflectores, ete. Durante el día están dispersos entre las cosechas, pero de noche se reunen en gran- des cantidades en espacios reducidos en donde sería más fácil destruirlos, pero para conseguir resultados apreciables habría que perfeccionar los métodos o descubrir otros mejores. Se supone que se trata del gorrión español (Passer hispamiolensis), originario del sur de Europa; pero para poder comprobar su procedencia y el lugar de nidifi- cación, (que el ornitólogo M. Witherby insinúa debe ser en el Asia menor), se indica el procedimiento de colocar anillos con inscripción en las patas de un gran número de ejemplares. El Instituto Ornitológico de Hungría, contestó a su corresponsal que aprueba la colocación en gran escala de anillos en las patas de los gorriones, como único medio para conocer su lugar de procedencia, seguirlos en sus migraciones y com- batirlos en donde nidifican. Cree, también, que por haberse iniciado las invasiones en 1914, pueden estar relacionadas con algún resultado económico de la guerra, como pudiera ser la desaparición de alguna industria favorable a la multiplicación de los gcrriones. Aconseja el Instituto, varios procedimientos para destruirlos sistemáticamente: trampas perfeccionadas, gases venenosos, abrevaderos artificiales, etc., pero reconoce que lo más eficaz sería siempre la destrucción de los nidos. Parasitismo del cuclillo. — Es muy interesante el artículo que el Dr. H. von Thering, ha publicado en la Revista do Museu Paulista, T. IX, p. 371, sobre las c€os- tumbres del ave que los brasileros llaman “*Sacy”” (Tapera. naevia. Bood.), y que en la Argentina se conoce por ““crispín””. Esta especie pertenece a la familia de los Cucúlidos o ceuclillos que, como es bien sabido, tienen la costumbre de poner sus huevos en los nidos ajenos como muestro tordo común (Molothrus bonariensis Gm.), el cual pertenece a una familia distinta (Ictéridos). Se sabía ya que los Cucúlidos de Norte América mo son parásitos, pues se conocen los nidos que todos ellos construyen; pero hasta hace poco nada se conocía de las especies sudamericanas de esta familia. El Dr. von Thering ha podido comprobar que en Sáo Paulo, el crispín pone sus huevos en el nido de Synallaxis Spixi Sel., (pequeño pajarito que vive también en Buenos Aires). Quiere decir, pues, que los cuclillos sudamericanos tienen los hábitos de los europeos y no los de los norteamericanos. Esta observación viene a confirmar las que ya había hecho Venturi en la Argentina (cf. Hartert, Novitates Zool., XVI, 159), pues este eximio coleccionista y observador había dicho que nues- tro erispín ponía sus huevos, en el Chaco, en los nidos de Synallaxis cinnamomea, y al mismo tiempo anunciaba que Dinelli los había hallado en Tucumán en el nido de Syn. superciliosa. El hecho tiene esta particularidad curiosa, de que los cuclillos son considerablemente mayores que las Synallaxis y seguramente no pueden entrar por la boca del nido (que está hecho al estilo del leñatero), de modo que no se sabe bien cómo hace para introducir el huevo. (Ihering supone que destruirá una porción de la pared del nido y por ahí lo hará entrar, auxiliándose con el pico y dejando luego a cargo del dueño de casa, la reparación del desperfecto (y además, por supuesto, la incubación del huevo y la cría del pichón). (Physis, T. II, N.o 9). [ego A A CA Aberg Cobo, Arturo. — Capital Federal. berg Cobo, Hialmar. — Capital Federal. Afferni (h.), Andrés. — Capital Federal. Alday, Carlos. — La Plata. Alexander, Wilfrid B. — Melbourne (Australia). Aloise, Dr. Salvador P.— Capital Federal. _Altgelt, Carlos A. — Tigre (Buenos Aires). Ameghino, Carlos. — La Plata. Amico, Srta. María C. — Capital Federal. -Anitua, Dr. Gabriel. — Capital Federal. - Antuñano, Isidoro. — Capital Federal. -Arámburu (h.), Fabio S. — $. Nicolás (B. Aires). Aravena, Reynaldo. — Capital Federal. Arditi, Prof. Horacio. — Capital Federal. Báez, Ing. Agr. J. Romualdo. — Las Delicias (E. Ríos). —Barratini, Luis P. — Montevideo. Beder, Dr. Roberto. — Capital Federal. Beierle, C. M. — Capital Federal. “Benn Pott, C. W.— Capital Federal. Bennett, Arturo G.—-P. Stanley (Malvinas). —Bonduel, René. — Capital Federal. _Bordalé, Luis F.— Capital Federal. - * Brethes, Prof. Juan. — Capital Federal. Bruschi Juan A. — Capital Federal. - Budin, Emilio. — Tucumán. Bullock, D. S. — Capital Federal. Buscaglia, Víctor. — Capital Federal. Bustos (h.), Carlos N. — S. Nicolás (B. Aires). Calcagno, Dr. Alfredo D.— La Plata. Carbonell, José J.— Capital Federal. Carcelles, Alberto. — Capital Federal. * Casal, Cap. de Fragata Pedro S.»:— Capital Federal. Casale, Dr. Guido. — Chacabuco (Buenos Aires). Casey, Lorenzo. — San Eladio (Buenos Aires). Castellano, Ing. Agr. José C.—Villa Nueva (Córdoba). Castellanos, Alberto.—Cap. Federal. Castellanos, Srta. María H. — Córdoba. - Castellanos, Sra. Bertha W. de — Rosario. Castellanos, Dr. Alfredo.—Rosario. - Castro Bibiloni, Antonio. — Capital Federal. Catinari, Ing. Juan N. — Capital Federal. - Cerruti, Dr. Tomás. — Rosario (Santa Te). Chambon, Luis A. — La Plata. Comi, Prof. Pedro L.— Capital Federal. - Cordero, Dr. Ergasto H. — Montevideo. - Correa Morales, Lucio A. — Capital Federal. Correas, Srta. María J. — Rosario (Santa Fe). Cortelezzi, Srta. Juana.-— La Plata. - Cotta, Srta. María R.—Huetel (Prov. Buenos Aires). - Cowell, Alberto T. — Capital Federal. -Crivelli, Francisco. — Capital Federal. "Cuesta, Dr. Luis. — Rosario (Santa Te). -Dabat, Srta. Dolores. — Rosario (Santa Fe). -* Dabbene, Dr. Roberto. — Capital Federal. ——Daguerre, Juan B.— Rosas (Buenos Aires). Danni, Juan A. — Carcarañá (Santa Fe). -Deautier, Enrique A. — Capital Federal. Debenedetti, Dr. Salvador. — Capital Federal. Hasta Agosto 1921 De Boni, Dr. Antonio. — Montevideo. De Giacomi, Juan. — Capital Federal. De la Rúa, Dr. José M. — Capital Federal. Del Campo, Alberto. — Capital Federal. * Delétang, Luis. — Capital Federal. Dinelli, Luis. — Tucumán. * Do-sllo-Jurado, Prof. M. — Capital Federal. Domínica, Hermana. —, Capital Federal. Doradau, Cvidio.—Neuquen. Fazio, Prof. Alfredo. — Capital Federal. Felippone, Dr. Florentino. — Montevideo. Fernández, Dr. Miguel. — La Plata. Fernández Beyro, Dr. A. — Capital Federal. Florit, Carlos J. — Capital Federal. Fortabat, Carlos. — Olavarría (Buenos Aires). + Frers, Arturo G. — Capital Federal. * Gallardo, Dr. Angel. — Capital Federal. Gallo, Dr. Abelardo. — Capital Federal. Gazzano, Nicolás A. — Capital Federal. - Gendron, Srta. Sara. — Rosario (Santa Fe). Gez, Prof. Juan W. — Capital Federal. Girard, Pablo. — Río Colorado (Tucumán). Gómez, Adolfo S. — Capital Federal. González, Juan A. — Capital Federal. González, Dr. Juan B. — Capital Federal. González Fernández, Almir. R. — Capital Federal. Grierson, Dra. Cecilia. — Capital Federal. 9 Grourierre, Dr. Pablo R.— Alberdi (Prov. Bs. As.). Guerrico, Ing. Federico. — Capital Federal. SA Harper, Eduardo C. — Pradere (Buenos Aires). Herrera, Prof. Anastasio J.— Capital Federal. Herrera, Prof. Martín. — Rosario (Santa Te). Hottier, P. — Capital Federal. y Hume, Alberto S. — Capital Federal. Irizar, Srta. Esther M. — Capital Federal. Islas, Srta. María I.— Azucena (Buenos Aires). Itajobi Prado, Francisco. —S. Paulo (Brasil). Iwan, Trevor ap. — Capita! Federal. Jacobé, Martín. — Capital Federal. * Koslowsky, Julio. — Capital Federal. Kraglievich, Prof. Lucas. — Capital Federal. * Lahille, Dr. Fernando. — Capital Federal. Lanfranco, Ing. Agr. Silvio. — La Plata, Lehman-Nitsche, Dr. Roberto. — La Plata. Licursi, Dr. Ariosto. — Córdoba, € Lincoln, Frederick C. -— Wáshington (E, Unidos). Lista, Dr. Héctor.—Capital Federal. Lizer, Ing. Agr. Carlos. — Capital Federal. Mac Bean, W. R. — Montevideo. Maglione, Dr. Ernesto S. — Capital Federal. Magnano, Francisco. — Montevideo. Magnano, Juan. — Passo (Buenos Aires). Marasso Rocca, Prof. A. — Capital Federal. Marcó del Pont, José. — Capital Vederal. Marcó del Pont, V. M. —Capital Federal. Marek, Carlos. — Córdoba. * Marelli, Dr. Carlos A. — La Plata, Mariani, S. — Capital Federal. Marty, Guillermo. — Viedma (Río Negro). Mas, Prof. José. — Capital Federal. Marzorati, P. Luis.—Montevideo, Mata, Ántonio B. — Capital Federal. Mathew, D. H.—Atias (Córdoba). Méndez Casariego, Sra. Carmen C. de. — Capital Federa. E Mercado, Prof. Nazario. — Azul (Buenos Aires). Roleri, Vicente. — San. Miguel is: . Mestroni, Prof. Valentín. — Capital Federal. - ' Romero, Prof. Romualdo. — Gualeguaychú (E. 08). Miguelez, Maximino. — Capital Federal. Bula Capilla, Arturo. — Bahía Blanca (Buenos Ai :e Míguez, Dr. Víctor E. — Mercedes (Buenos Aires). Miller, Ansel B. — Sprinmgs' Pa. (1, Unidos). Saffores, Dr. P. A. — Bahía Blanca. E Milne, Tomás A. S. — Drable (Bs. Aires). Salguero, Tomás. — E. de la Cruz (Buenos Aires) Mogensen, Juan. — Skjelhoje (Dinamarca). Salvañá, Cayetano. — Rosario (Santa Fe). LS Molíino, José F. — Capital Federal. San Martín, Baldomero L. — Balcarce (Buenos Aires) Monguillot, Sta. María A. — Capital Federal, Santillán, Prof. Emiliano. — Santiago del Estero. Moreno, Dr. Julio del C. — La Plata. 5 Sathicg, Francisco. — Mosconi (Buenos Aires). Moyano, Osman. — Calchaquí (F. O. S. E.). Savon, Julio C. — Capital Federal, Murray, Edmundo G. — Capital Federal. Scala, Prof. Augusto C. — Capital Federal. : -.Scasso; Prof. Mario C. — Chivilcoy (Bs. Aires). -* Nájera, Dr. Juan J.-— Capital Federal. “+ Schneider, Carlos O. — Concepción (Chile). Nájera Ezcurra, Sta. Angela. — Capital Federal. Seckt, Dr. Hans. — Córdoba. Naylor, W. B.—C. Salas (Buenos Aires). Selva, Manuel. — Capital Federal. y » Nelthorpe, C. S, — Arias (Córdoba). Semprun, Rodolfo J.— Capital Federal. Niedfeld, Gregorio. — Santo Tomé (Santa Fe). * Serié, Pedro. — Capital Federal. Nielsen, Prof. Jan. — Capital Federal. Shipton, Stewart. — Concepción (Tucumán). Oberholser, Harry C. — Waáshington (E. Unidos). SE a pe IAE Onelli, Prof. Clemente. — Capital Federal. OTI ARE Ñ y EA Ormaechea, D. — Sta. Elena (E. Ríos). ARA DE O A ñ Steinbach, José. — Santa Cruz (Bolivia). Parodi, Ing. Agr. Lorenzo R. — Capital Federal. Steullet, Alfredo. — Capital Federal. Pastore, Dr. Franco. — Capital Federal. Strassberger, Osvaldo. — Capital Federal. Pastore, Srta. Victoria. — Capital Federal. . Suárez, Dr. José L. — Capital Federal. Pellerano, Glorialdo. — Gorchs (Buenos Aires). 07 537 -Péndola, Agustín J. — Capital Federal. Tettamanti, Asdrúbal. — La Plata. ; Péndola, Prof. Agustín. — Capital Federal. Tonina, Dr. Teodoro €. — Capital Federal. Pennington, Dr. Miles S. — Quilmes (Buenos Aires). Toranzo Calderón, Dr. C. — Capital Federal. - Pereyra, José A. — Capital Federal. dea Torres de la Llosa, Dr. Carlos. — Montevideo. - % Peters, James L. — Harvard (E. Unidos). Tracchia, Dr. Oliverio. — Capital Federal. i Philip, A. — Sta. Elena (E. Ríos). Tremoleras, Alberto. — Montevideo, Piñero García, Dr. Pedro.—S. J. de la Esquina (S. Fe), Tremoleras, Juan. — Montevideo, Posner, Félix. — M. Sociedad (Paraguay). Pouysségur, Hipólito. — Azul (Buenos Aires). Vedia, Gral. Nicolás A. de. — Capital Federal. * Pozzi, Antonio. — La Plata. Velasco, Sra. Sara M. de. — Rosario (Santa Fe). a * Pozzi, Santiago. — La Plata. Venturi, Santiago. — Tucumán. y y Venzano Botet, Carlos. — Adrogué (Bs. Aires). Quiroga, Dr. Isidro. — Rosario (Santa Fe). y Violante, Vicente M. — Capital Federal. Vogelsang, Enrique G. — Montevideo. e Radice, Angel L. — La Plata. a AiO 13) Cata METE Wetmore, Dr. A. — Washington (Estados Unidos). A Ramírez, Cap de frag. Eduardo. — Capital Federal. Wilson, Charles J. — Londres (Inglaterra). o Ramírez, Prof. Segismundo. — Rosario (Santa Fe). Wolffhiigel, Dr. Kurt. — Montevideo. A Renard, Cap. de navío Abel. — Capital Federal. Renard, Adolfo. — Capital Federal” Ricagno, Prof. Alberto A. — Capital Federal. Riis, Guillermo. — 1. Correas (Buenos Aires). Rivas Míguez, Leandro. — Tucumán. Rivero, Srta. Helena S. — Capital Federal. * Rodríguez, Demetrio. — Sarandí (Buenos Aires). Zotta, Angel. — Capital Federal. Rodríguez, Dr. Enrique. — Ñorquincó (Río Negro). Zubiaur, Dr. José B. — Corrientes. - 5 INSTITUCIONES ADHERENTES Biblioteca Nacional de Maestros. — Capital Federal. Escuela Normal N? 2. — Rosario (Santa Fe)... Ñ Biblioteca Popular «Mariano Moreno». — Chacabuco Eiscuela Normal N.o 3.— Capital Federal. * (Provincia de Buenos Aires). Facultad de Agronomía y Veterinaria (Biblioteca). —- Biblioteca Sarmiento. — Santiago del Estero. : Centro Estudiantes Ciencias Naturales.—La Plata. a Colegio del Sagrado Corazón. — Lu Plata. Xhardez, Juan E. — General Pirán (Buenos Aires). Yepes, José. — Capital Federal. Young, Thos. M.— Las Toscas (Buenos Aires). eii Colegio del Sagrado Corazón. — Rosario. ción Ciencias Biológicas. — Capital Federal. Colegio Nacional. -— San Nicolás (Provincia de Bue: Museo Educacional. — Mendoza. nos Aires). Museo de Historia Natural. — Montevideo. 0 Colegio San José. — Capital Federal. Museo de la Provincia. — Corrientes. Precio del presente número........... A ere A ros obs 1.50 > > volumen primero, con Índice, et... ooo >» 6.50 > > > > > » > para los s0ci0S.............. AD Cuota anual de los miembros activos de la S. O. P. (equivalente a la suscripción de « El Hornero »)...-.. A o O EE ' Resiste de la SOCIEDAD ORNITOLÓGICA be. PLATA para el estudio y protección de las aves de la Argentina y países vecinos - Volumen II, N. 4 Abril de 1922 $ SECRETARÍA DE La S. O. P. MusEo “NACIONAL DE HISTORIA NATURAL Perú, 208 BUENOS AIRES DEL PLATA: : COMISIÓN DIRECTIVA 1920 - 1922 " Presidente: DR. RoBerTO DABBEME Secretario tesorero: PEDRO SERIÉ Vocales: JULIO KosLOWsKY == Cap. de Fragata PrpRo S. CASAL Prof. M. Dornto= JuraDo — Cap. de Navío ABEL REÑARD — CARLOS AMTGH Dr. JosÉ L. ¿Suárez — Dr. FERNANDO LAHILLE — ALBERTO! T. CowELL te : MIEMBROS. o CHAPMAN, Dr. FRANK M. é CHUEB, CHARLES ias tea GRANT, CLAUDE H. B. 2 Londres aces Harrerm, Dr. ERNST Londres (Inglaterra). HELLMAYR, Dr. CarL E. y , Seo de abone a ; HOLMBERG, Dr. EDUARDO Lo. Hunson, W. H. : Londres (bra y. ImerinG, Dr. H. voN y 7 Frankfurt AÑ M. a LyNcH ARRIBÁLZAGA, [ENR. - Resistencia (Argentina). MENEGAUX, A. Museo de. ESE (Francia). RIDGwWAY, Dr. ROBERTO | -SALVADORI, CONDE Tomás a MS de Turín (Utalia). - SCLATER, WILLIAM L. > E Londres a MIEMBROS CORRESPONDIENTES | ALFARO, Dr. ANASTASIO ; Museo de $. José (Cost :a da BERTONL, Prof. A. DE W. e Puerto Bertoni (Paraguay). BORELLI, DR. ALFREDO ; Museo de Turín (Italia). k CHERRIE, GroRGE K. oa Museo de N. York (Estados Un 0 Costes, Prop. NATHANÁEL Santiago (Chile). DorrIN6, Dr. ApoLro Córdoba (Argentina). FIEBRIG, Prof. CARLOS ; Asunción (Paraguay). GriacomerrI, Dr. Euernio La Rioja (Argentina). IHERING, R. VON ; y San Pablo (Brasil). LILLO, Dr. MIGUEL o Tucumán a MiuLER, Leo E. ; E Porter, Prof. CarLos E. di od (Chile). Rezo, Prof. CARLOS $. Mendoza (Argentina). ' SNETILAGE, Dra. E. Pará (Brisa Tono, W. E. CLYDE y , MIEMBROS ACTIVOS Hasta Marzo 1922 E Aberg Cobo, Arturo. — Capital Federal. Alday, Carlos. — La Plata. de Aberg Cobo, Hialmar. — Capital Federal. Alexander, - Wilfrid B. — ado. (A LS Acevedo, Ing. Agr. Pedro U.— Bell Ville (Córdoba). Altgelt, Carlos A, — Tigre (Buenos. Aires) Afferni (h.), Andrés. — Capital Federal. Ameghino, Carlos. — La Plata. £ EL HORNERO REVISTA DE LA SOCIEDAD ORNITOLÓGICA DEL PLATA DIRECTOR SECRETARIO ROBERTO DABBENE PEDRO SERIÉ Vol. II BUENOS AIRES, ABRIL DE 1922 N.” 4 SUMARIO L R. DABBEENE.—Los petreles y alvatros del Atlántico austral (5 mapas y 7 figs.).. pág. Ya A. G. BENNETT.—Notas sobre aves SUDOMÉÁTÍACAS ooo » 255 J. B. DAGUERRE.—Lista de aves coleccionadas y observadas en Rosas, F. C. S..... > 259 R. DABBENE.—Captura del albatros Th. eximius en la prov. de Bs. As. (lám. V) » 272 R. LEHMANN-NITSCHE.—Las aves en el folklore sudamericano. ...o.ooooomomomo... » 276 €. E. HELLMAYR.—Notas sobre algunas especies del género Cinclodes....o.o.o.oooo.. » 290 R. D.—Una gallareta. nueva para la ArgenlinNa....oo.o.o.oooooooo... OSEP Sa > 290 R. D.—El picaflor Lesbia sparganura con su nido (lám. Vl).............o..... > 290 A. CASTELLANOS.—Lo que se dice del Crespin...ooonoooommoo momo > 291 A. WETMORE.—Una esvecie de Ilocó nueva para la fauna Argentind.....o.oooo.. » 292 R. LEHMANN-NITSCHE.—Aclimatación de la perdiz y martineta en Alemania...... » 292 CIS DEGAZZINT—A0ES Y DATA CIOS a aaa r alla illa r aa loa » 294 NOSE OA E))ovor corro noacobocidnoco coo ao Po cebno ao oo DAN ao » 296 ORTA e SO NR » 305 IBABUO gra ANO TEO dl iii » 314 324 PARE ENE ON LOS DICES NN RR » LOS PETRELES Y LOS ALBATROS DEL ATLÁNTICO AUSTRAL POR ROBERTO DABBENE CLASIFICACIÓN Y NOMENCLATURA (Continuación de la página 179) ¡00 El orden de los Procellariiformes o Tubinares comprende 4 familias (1): Hy- drobatidae, Procellariidae, Pelecanoididae y Diomedeidae, las que se pueden dis- tinguir por los caracteres (?) indicados en la clave siguiente: (1) En la clasificación, así como en la nomenclatura, he seguido, con pocas excepciones, la que ha adoptado Gregory Mathews en la citada obra: The Birds of Australia, Vol. II, partes 1-3, pg. 1-305; 1912. , Las medidas son en milímetros. La dimensión del ala está tomada sobre el ala plegada, midiendo la distancia entre la articulación del metacarpo con el radio y cúbito y la extremidad de la primaria más larga, siguiendo con el metro de cinta la débil curvatura de la pluma. La longitud de la parte expuesta del culmen está indicada por la cuerda del mismo y se obtiene po- niendo una de las puntas del compás sobre el punto mediano del caballete del pico en donde empiezan las plumas de la frente y la otra en la extremidad del gancho de la mandíbula su- perior. La altura y anchura del pico está tomada con el calibre, midiendo respectivamente los puntos en donde se encuentran las dimensiones máximas. El largo de la cola se obtiene mi- diendo las rectrices más larga, desde su punto de inserción en el pigostilo hasta la extremidad de la pluma. , Para la nomenclatura de los colores, me refiero en casos especiales a los indicados en el tratado de Pideway: Color Standards and Color Nomenclature. (2) Los caracteres indicados en esta clave y en las otras, no pueden ser estrictamente aplicados a todas las especies del orden, sino que sirven solamente para las especies de cada familia que están representadas en el Atlántico austral. 242 | EL HORNERO Vol. IL a. Tubos nasales reunidos, de modo que las aberturas están sólo separadas por un tabique más o menos espe- so. Las extremidades de las ramas mandibulares no es- tán provistas de una pieza córnea suplementaria (in- terramicornio). b. Tubos nasales largos, horizontales, a veces algo en- corvados hacia arriba. Las aberturas situadas ante- riormente, están cortadas en una línea perpendicular o más o menos oblícua a la línea del caballete del pico. Cc. Tarsos largos, siempre más largos que el dedo me- dio con la uña. Dimensiones del ave pequeñas, (más o menos las de un chorlo); ala plegada 135-180 mm. Coloración general del plumaje: par- do negruzco o gris con negruzco, y con o sin blanco sobre la rabadilla y sobre las partes infe- TOTES fam. HYDROBATIDAE. cc. Tarsos relativamente cortos, iguales en longitud o más cortos que el dedo medio con la uña. Aves de medianas dimensiones (excepto en pocos ca- sos); ala plegada: 185-300 mm. (en un solo caso el ala mide más de 400 mm.). Coloración ge- neral del plumaje: pardo fuliginoso uniforme; o. pardo y blanco; o pardo moteado de blanco; o gris ceniciento, gris azulado y blanco, o entera- ME Ni fam. PROCELLARIIDAE. - bb. Tubos nasales cortos, verticales. Las aberturas de las ventanas nasales están dirigidas enteramente hacia arriba, situadas una al lado de otra sobre la base del caballete del pico. Aves pequeñas; ala, 110-145 mm. Cola corta, patas cortas y situadas muy atrás. Colo- ración general del plumaje: negro azulado con cier- to lustre en las partes superiores; blanco por debajo... fam. PELECANOIDIDAE. aa. Tubos nasales separados y situados sobre ambos la- dos del caballete del pico. En la extremidad de las ramas mandibulares existe una pieza córnea suplemen- taria (interramicornio). Dimensiones del ave siempre grandes; alas de 450 a 670 mm. Coloración general del plumaje blanco y parduzeo; blanco y negro, o entera- mente pardo fuliginoso a fam. DIOMEDEIDAE. Familia HYDROBATIDAE (Petreles de las tormentas) o HYDROBATIDAE, Mathews, Birds Australia, 11, pt. 1 May. 30. 1912, pp. 9, 45. Sinonimia: Procellaridae Salvin, Cat. Birds Brit. Mus., XXV, 1896, p. 343— Du Cane Godman, A Monograph of the Petrels, p. XXXIV, 1907. Esta familia está representada en el Atlántico austral por cinco. especies pertenecientes a los géneros Oceamites, Garrodia, Pelagodroma y Fregetta. Estos petreles son de pequeñas dimensiones; tienen el pico débil, las alas y las patas largas, y una parte más o menos larga de la tibia está desprovista de plumas. El pico es más corto que la cabeza y el tubo nasal es a veces algo arqueado hacia arriba. Los tarsos son lisos o escutelados; la segunda remige primaria es la más larga; las secundarias son en número de 10 y la cola a veces ligeramente emarginada, se compone de 12 rectrices. Los huevos de estos petreles son de forma elíptica u: ovalada, blaneos con pequeños puntos o manchitas rosadas o purpúreas, las que forman generalmen- 1922 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 243 te una corona en torno de uno de los polos. Las dimensiones del eje mayor varían desde 30-35 mm. y las del menor desde 22-25 mm. Clave para las especies de Hydrobatidae del Atlántico austral: a. Falange basal del dedo medio, más corta que las de- más juntas y la uña. b. Dedo medio siempre más largo que el dedo externo. Cc. Tarsos lisos (las eseutelaciones no son distintas). Plumaje: pardo fuliginoso obscuro en todo el cuer- po, excepto los lados de la rabadilla y cobijas su- periores de la cola que son blancas. Tarsos y de- dos negros, membrana amarilla.................. Oceanites oceamicus. cc. Tarsos escutelados. Plumaje: grisáceo sobre la ra- badilla y la cola, pardo fuliginoso sobre el dorso y la cabeza; pecho y abdómen blancos. Pico, tar- su. y cdo: AO Joso ponbono e orposuooo besa Garrodia nereis Chubbr. bb. Dedo medio más corto que el dedo externo. Plu- maj¿e: por arriba gris ceniciento con baño de parduz- co; ala y cola pardo negruzcas; frente, región entre el ojo y el pico, línea superciliar y partes inferio- res del cuerpo blancas. Tarsos negros, membrana de 10 9ES meca oocoVeceVoarooonraooo dardo oaÑo Pelagodroma marina. aa. Falange basal del dedo medio igual o más larga que las demás ¿juntas y la uña. d. Pardo fuliginoso en todo el cuerpo, excepto la rabadilla y los lados del pecho y abdomen que son blancos. Pico, tarsos y dedos negros....... Fregetía melanogaster. dd. Plomizo grisáceo sobre las partes superiores; ala y cola más parduzcas; rabadilla, pecho y ab- domen enteramente blancos. Pico, tarsos y de- GE MEESNDS. conoonnvooroococr poro corro ooo Fregetta leucogaster. SINONIMIA, DESCRIPCION Y DISTRIBUCION DE LAS ESPECIES MENCIONADAS Genus OCEANITES OcranITES, Keyserling und Blasius, Die Wirbelthiere Europa's, IL, 1840, pp. XCIIT. 131,238. Tipo, Procellaria wilson Bonaparte = Procellaria oceamica Kubl (Gray 1841). Distribución del género. Todos los océanos del hemisferio austral. En el Atlán- tico, se encuentra también en el hemisferio norte, hasta las costas del La- brador y las islas Británicas. Hacia el sur ha sido» observado hasta los 78% 30” lat. (Wilson, Nat. Antarct. Exped. 1901-904, Nat. Hist., Aves, 1907, p. 79). El género comprende dos especies y algunas subespecies: 1. Oceanites oceanicus oceanicus (Kuhl).—Pequeño petrel negro de las tor- mentas?”. Procellaria oceanica IKuhl, Beitráge Zool. Verel. Anat., p. 136 (ex Banks Icon. tab. 12) (1820; sin localidad. — Hab. typ. fijado: Océano Atlántico austral, cerca de la embocadura del Río de la Plata, aut. Mathews, Birds Austr., II, pt. 1, 1912, p. 13): . Procellaria pelagica Wilson, Am. Orn., VII, p. 90, pl. 60, fig. 6, (1813) (nee Linnaeus). ? 244 EL HORNERO Vol. II Procellaria wilsonii Bonaparte, Proc. Acad. Phil., III, p. 231, pl. IX (1823. — Atlántico Norte). Thalassidroma wilsom King, Zool. Journ., 19, p. 104 (1829. Estrecho de Magallanes).—Abbott, The Ibis 1861, p. 164 (Berkeley Sound, Malvinas) .— Cunningham, Notes on the Nat. Hist. of the strait of Magell., p. 226 (1871: Atlántico austral). Oceanites wilsomi Keys. et Blas., Wirb. Europ., pp. XCIII, 238 (1840). — Giglioli, Fauna Vertebr. Océano, p. 38 (1870) (part.: cerca de las Mal- vinas). Thalassidroma oceanica Sehinz, Europ. Faun., 1, p. 397 (1840). — Gould in Darwin, Zool. Voy. “Beagle”, pt. III, Birds, p. 141 (1841: Maldonado, Rep. Uruguay; Bahía Blanea, prov. Buenos Aires). Oceanites oceanica Oustalet, Miss. Cap Horn, VI, Ois., pp. 165, 322 (1891: Isla Gable, canal Beagle, en marzo). — Salvadori. Ann. Mus. Civico Ge- nova, ser. 2.0, vol. XX, p. 629 (1900: al norte de Río Gallegos, en abril). Occanites oceanicus Salvin, Cat. Birds Brit. Mus., XXV, p. 358 (1896) (part.: especímenes, 7. S. Atlántico, lat. 9.2 41” S., long. 33.” 5 W.; m. $. Atlántico; n. S. Atlántico, lat. 36.2 $S., long. 6.2 47” E.; o. S. Atlántico, lat. 35% 29” $., long. 9.” 46” E.). — Dabbene, An. Mus. Nac. Buenos Aires, t. VIIL, (ser. 3.2 t. 1), p. 383 (1902: Ponsomby Sound, Tierra del Fuego, febrero). — Eagle Clarke, The Ibis 1905, p. 261 (Isla Gough); Id, ibid. 1906, p. 166, pl. X, fig. 2 (Isla Orcadas del sur, nidificando). — Valette, An. Minist. Agric., t. IL, N.? 2. p. 61, lám. VIIL, figs. 2, 3 (1906: Or- cadas del sur). — Lónnberg, Kungl. Svensk. Vet. Handl. Band 40, N.* 5, 1906, p. 83 (Sud Georgia). — E. Clarke, The Ibis 1907, p. 333 (Mar de Weddell, lat. 60.2 35? $., long. 39.0 44 W. y 61.2 21” $., 42.2 W., en febrero). — Du Cane Godmann, Monagr. Petrels, p. 41, 1907 (part.). — Murphy, The Ibis 1914, p. 318 (Atlántico austral; lat. 32%, 21” $S., long. 45.0 42 W.). — lId., The Auk, XXXI, 1914, pp. 439, 444, 447, (Océano Atlántico austral hasta la Georgia del sur, en Oct. y Nov.). — Paefsler, Journ, f. Ornith., 1914, p. 273 (Atlántico austral; lat. 18.2 51 $S., 38.”, 5 W., en Sept.; p. 273, lat. 23.2 S., long. 41.2 2 W., en Sept.; p. 273, lat. 30.2 S., long. 48.2 2 W., en Sept.; p. 273, lat. 33.2 5 $S., long. 52. 2 W., en Sept.; p. 273, lat. 47.2 5 $., long. 64.” W., en Sept.; p. 274, lat. 47.2 6” $., long. 64.2 W., en Nov.; p. 275, lat. 29.2 3” S., long. 46. 8' W., Sept.; p. 275, lat. 33.” 3” $S., long. 50.2 3? W., en Oct.). — Murphy, Bull, Amer. Mus. Nat. Flist., vol. 38, 1918, pp. 117-146 (migración). — W. B. Alexander, En HOrNERO, II, N.* 3, 1921, p. 224 (Océano Atlántico austral, lat. 35.2 3” $S., long. 54.0 58” W.; lat. 23.2 56” S., long. 40.” 45 W.; lat. 25.2 25 $S., long. 36.2 41” W.; lat. 28.2 40” $S., long. 27.2 57” W.; lat. 31.2 33 $S., long. 18.2 50” W., en mayo). Oceanites oceamicus oceanicus Mathews, A. List of the Birds of Australia, 1913, p. 31. Oceanites oceanica oceanica Wace, EL Horxero, II, N.* 3, 1921, p. 195, (Malvinas). Descripción. — Macho adulto. Negro fuliginoso arriba y debajo, algo más pálido sobre las cobijas mayores del ala, las que están ribeteadas de pardo claro. Cobijas superiores de la cola y lados de la rabadilla blancos. Ta- padas inferiores de la eola, blanquizeas en la base, negruzeas en la ex- tremidad. Pico negro, iris pardo obscuro, tarsos y dedos negros, mitad basal de la membrana natatoria amarilla. 1922 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 245 Ala, 136-155; cola, 56-68; culmen expuesto, 11-13; tarsos, 31-36; dedo me- dio y uña, 25-29 mm. Hembra igual al macho. Distribución. — La forma típica habita el Atlántico. Sus lugares de repro- dueción están situados, como ya hemos visto, en la subárea antártica, en donde llega en noviembre. Después de haber nidificado, emigra en marzo al hemisferio boreal. El nido está situado en el fondo de un agujero o de una hendidura de las rocas de las barrancas a pique, sobre las costas, y se encuentra a una altura que varía de 20 a 300 pies, sobre el nivel del mar. Este pequeño petrel es uno de los más comunes, y se encuentra frecuente- mente en bandadas numerosas, especialmente cerca de las islas Georgia del sur y Orcadas del sur. Wilson (Nat. Antaret. Exped., 907, p. 78), dice que su vuelo recuerda algo el de las golondrinas, y como éstas, busca su alimento volando, dando la caza, especialmente a los pequeños erustáceos que encuentra a la superficie del agua. Su vuelo es muy poderoso y re- sistente, pues se le ve volar continuamente sin que demuestre en aparien- cia ningún cansancio. Como se verá en el mapa, esta especie ha sido señalada muchas veces en casi todos los puntos del Atlántico austral. Otras formas o razas geográficas tienen sus lugares de reproducción en las islas al sur del Océano Indico, en los mares de Australia y en el Pacífico austral. Genus (GARRODIA GarroDIa W. A. Forbes, Proc. Zool. Soe. Lond. 1881, p. 735. Tipo, Tha- lassidroma nereis Gould. . Pequeño petrel de dimensiones más o menos iguales al anterior y con los mismos caracteres, con la sola excepción de que en este género el tarso está recubierto por escutelaciones en vez de ser liso. Distribución. — Este género se encuentra exclusivamente en el hemisferio austral, desde las Malvinas a las islas Kerguelen en el Océano Indico y en los mares de Nueva Zelandia y Australia. Comprende una sola especie con varias subespecies. 2. Garrodia nereis Chubbi (Mathews). — “Pequeño petrel de las tormentas, de lomo gris??. [Thalassidroma nereis Gould, Proe. Zool. Soc. Lond, 1840, p. 178 (1841: Bass's straits, Australia) ]. Oceanites nereis Chubbi Mathews, Birds Australia, vol. 11, pt. 1. May 30, 1912, p. 18 (1912. — Falkland Islands). Thalassidroma nereis (nee Gould 1840) Gould. Proc. Zool. Soc. Lond. 1859, p. 98 (Malvinas). — Abbott, The Ibis 1861, p. 164, (Malvinas, en marzo). Garrodia nereis (nec Thalassidroma nereis Gould) Forbes, Proc. Zool. Soc. Lond 1881, p. 735. — Salvin, Cat. Birds Brit Mus. XXV, 1896, p. 361 (part.: Malvinas). — Lónnberg, Kungl. Sv. Vet. Akad. Handl., Band 40, N.” 5, 1906, p. 84 (Sud Georgia, en Nov.). — Godman, Monogr. of Petrels, 1907, p. 50 (part.: Malvinas). Garrodia nereis Chubbi Wace, En Horxero, 11, N.? 3, 1921, p. 195 (Mal- vinas). 246 EL HORNERO Vol. 11 Descripción. — Macho adulto. Cabeza y cuello, dorso y eobijas menores del ala de un pardo grisáceo fuliginoso más o menos obscuro; cobijas mayores del ala gris obscuro ribeteadas de blanquizeo. Remiges primarias y secundarias negruzcas, blancas en la barba interna, cerca de la base. Rabadilla y cobijas superiores de la cola grises. Cola gris econ una banda +: negra en la extremidad. Pecho, lados del cuerpo, axilares y tapadas in- feriores del ala y abdómen blancos. Iris negro; pico y tarsos negros, membrana negruzca. Ala, 135; cola, 65; tarso, 31; dedo medio y uña, 25 mm. Hembra, similar; pero algo más clara sobre la cabeza. Distribución. — La forma Garrodia nereis Chubbi, habita el Atlántico austral. El señor A. G. Bennett dice que se reproduce en las Malvinas y la Expedición Antártica Alemana la encontró nidificando en la Georgia del sur. Ha sido señalada relativamente pocas veces en nuestros mares, en donde no abunda como la anterior. Otra: forma se reproduce en las islas Kerguelen, al sur del Océano Indico, y la forma típica se encuentra en los mares de Australia y Nueva Zelandia. Genus PELAGODROMA 777 PELAGODROMA Reichenbach, Nat. Syst. Voóg., p. 1V, 1852. Tipo, Procellaria marina Latham. / En este género el pico es relativamente largo, aunque menos que la cabeza, el tarso está cubierto de escutelaciones y la 3.* remige primaria es casi tan larga como la segunda. Los demás caracteres que lo distinguen de los géneros an- teriores son los indicados en la clave. Distribución del género. — Comprende una sola especie con varias sub- especies que habitan los Océanos Atlántico, Indico y los mares de Australia y Nueva Zelandia. En el Atlántico se encuentra también en el hemisferio norte, hasta las islas Canarias y las costas de los Estados Unidos. 3. Pelagodroma marina marina (Latham). — “Pequeño petrel de las tormentas de cara y cejas blancas”?. Procellaria marina Latham, Index ornith., vol. TI, p. 826 (1790. —Hab. in Mari australi, lat. :37."; Atlántico meridional, embocadura del Río de la Plata). Procellaria aeguorea (ex Solander MS.) Salvin, in Rowley's Orn. Misc., I, p. 238; 1875. Pelagodroma marina Aplin, The Ibis 1894, p. 212. (Costa del Uruguay, en junio).—Salvin, Cat. Birds Brit. Mus., XXV, 1896, p. 362 (part.).— Godman, Monogr. Petrels, 1907, p. 53 (part.) —Paefsler, Ornith. Mo- natsb., 1915, p. 59 (Atlántico austral; lat. 46” 8” $., long. 63% W. en mayo). Pelagodroma marina marina Mathews, A List. Birds Austr., 1913, p. 31. Descripción.—Macho adulto. Corona y una línea que eruza el ojo y se prolonga hasta los oídos, apizarrado obseuro; parte posterior del cuello, la- dos del mismo y dorso, gris ceniciento con tinte parduzco; alas pardo ne- eruzcas, las cobijas mayores con margen más pálido; lomo y escapula- res pardo obscuro; cobijas superiores de la cola grisáceas; cola negruz- ca. Frente, región entre el ojo y el pico, superciliares y partes inferio- res, blancas así como las axilares y, tapadas inferiores de la cola. Pico negro, patas y dedos negros, membrana amarilla. Ala, 156; culmen ex- 1922 R. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 247 puesto, 17; cola, 70; tarsos, 43; dedo medio y uña, 39 mm. Hembra similar. El pichón' está cubierto de plumón pardo obscuro. Distribución —Esta forma habita el Atlántico austral y se reproduce pro- bablemente en el grupo de Tristán da Cunha. Ha sido señalada por -Aplin en las costas del Uruguay; por Paefsler, frente a la costa patagónica por los 46%8” lat. S. y 63% long. W., en mayo, y por la expedición del Challenger en la isla Nightingale (Tristán da Cunha). Otras formas habitan el Atlántico boreal y los mares de Australia y Nue- va Zelandia. La forma del Atlántico boreal, P. m. hypoleuca (Moquin Tandon) se reproduce en las islas de Cabo Verde. Genus FREGETTA FrecerTa Bonaparte, Comptes Rendus, Sei. París, Vol. XLI, p. 1113 (1855). Tipo, Thalassidroma leucogaster Gould. Cf. Mathews, Birds Australia, IL, pt. 1, 1912 p. 3L Sinonimia. Cymodroma Rideway, Mem. Mus. Comp. Zool. Harvard, vol. XIII, pt. IL, pp. 363, 418 (1884). Tipo, Thalassidromj tropica Gould. Cf. Ma- thews, A. List Birds Austr., 1913, p. 32. Este género se distingue de los anteriores por la proporción de la falan- ge basal del dedo medio, la que es más larga que las demás ¿juntas y la uña. Además el tubo nasal está encorvado hacia arriba en la extremidad an- terior y según las especies, los tarsos son lisos o escutelados. Distribución.—Todos los océanos del hemisferio austral. En el Océano In- dico se encuentra hasta el golfo de Bengala y en el Atlántico boreal hasta las costas de la Florida. Comprende 3 especies (+). Fregetta tropica, F. leucogaster y F. gralla- ma (2), con varias subespecies o formas geográficas. Las dos primeras se en- cuentran también en el Atlántico austral. 4. Fregetta tropica (*) 2 melanogaster (Gould).—“Pequeño petrel de las tor- mentas, de flaneos blancos””. [Thalassidroma tropica Gould, Ann. Mag. Nat. Hist., vol. XIII, p. 366 1844—In the Atlantic where it is confined to the Equatorial regions]. Thalassidroma melanogaster Gould, Ann. Mag. Nat. Hist., vol. XIII, p. 367 (1814—St. Paul and Amsterdam, Indian Ocean). Fregetta melanogastra Bonaparte, 1857.—Salvin, Voy. Challenger, II, Birds, p. 151 (1881—Malvinas). Freyetta melanogaster Giglioli, Fauna Vertebr. Océano, p. 38 (1870: Océa- no Atlántico, lat. S. 38% 22; long. W. 47%42 en abril y p. 168, desde Magallanes hasta Montevideo).—Oates, Cat. Birds Eges in Brit. Mus., 1, 1901, p. 151 (Falkland).—Clarke, The Ibis 1906, p. 168 (nidifica en las Orcadas del sur).—Wilson, Nat. Ant. Exped. 1901-904, Nat. Hist., II, Zool., pt. TIL, p. 79 (1907.—Sud Atlántico, en septiembre y octubre). (1) En el Cat. B. B. Mus., y en la Monogr. of the Petrels, este género comprende también las especies Fregetta moestissima Salv. y F. albigularis (Finsch) las que Mathews (loc. cit. p. 31), ha separado, colocándolas en su nuevo género NESDFREGETTA. (2) Fregetta grallaria* (Vieill:), es distinta de F. leucogaster (Gould) con la cual ha sido hasta poco reunida y Mathews (loc. cit., p. 31), ha formado además un nuevo género Fre- gettornis, el que comprende F. grallaria (Vieil.), y F. grallaria segethi (Phil et Landb.). (3) Thalassidroma tropica Gould tiene prioridad sobre Th. melanogaster Gould y debe por consiguiente ser empleado como nombre específico (cf. Math., 1. c., p. 35). nm 248 EL HORNERO Vol. II Oceamites melanogaster Pagenstecker, Jahrb. Wiss. Anst. Hamb., 1884, p. 18 (Sud Georgia). Cymodroma melanogaster Rideway 1887.—Salvin, Cat. Birds Brit. Mus., XXV., 1896, p. 364 (part.).—Godman, Monogr. Petrels, 1907, p. 59 (part). Descripción. —Macho adulto. Coloración general de las partes superiores, incluyendo la cabeza, cuello, pecho, ala y cola, de un negruzco fuligi- noso. Cobijas superiores de la eola, lados de la rabadilla, del abdómen y del pecho, axilarias y cobijas inferiores del ala, blancas. Una faja lon- gitudinal en el medio del abdómen, y tapadas inferiores de la cola del mismo eolor del dorso. Ala, 156; cola, 75; tarsos, 34; dedo medio y uña, 27 mm. Flembra, similar. Distribución.—Esta forma habita el Océano Indico, los mares de Aus- tralia y Nueva Zelandia y el sur del Océano Atlántico. En este último ha sido encontrado últimamente nidificando en las Orcadas del sur, en los primeros. días de diciembre, por el Dr. Pirie de la Expedición Antár- tica Escocesa. También se supone que nidifique en la Georgia del Sur y en las Malvinas, habiendo los miembros de la Expedición del Challenger, conseguido un huevo. de ese petrel en las últimas islas mencionadas, el que difiere sin embargo algo en la forma y en las dimensiones de los que han sido recogidos en la isla Kerguelen. Por este motivo es posible que los individuos que nidifican en el Atlántico austral pertenezcan a una forma distinta. En la porción meridional del Atlántico, este petrel. ha sido señalado por Giglioli, durante el viaje de la “Magenta” en lat. 38%, 22 $. y long. 47”, 42 W. a unos 5 días de Montevideo durante el mes de febrero y luego otra vez en la travesía de Magallanes al puerto mencionado. Wilson también dice que era común en el sur del Atlántico durante los meses de sep- tiembre y octubre. 5. Fregetta leucogaster (Gould). — “Pequeño petrel de las tormentas, de pecho blanco””. Thalassidroma leucogaster Gould, Ann. Mag. Nat. Hist, XIII, p. 367 (1844—Atlántico austral, lat. S. 36% long. E. 6” 47”). Oceamites grallaria (nee Procellaria grallaria Vieillot) Keys. et Blas, Wierb. Eur., p. XCIUI (1840). Ñ Oceanitis leucogaster Sharpe, ed. Layard's Birds S. Afr., p. 767 (1884). Cymodroma grallaria (nee Procellaria grallaria Vieillot) Salvin, Cat. Birds Brit. Mus., XXV, 1896, p. 366 (part.).—E. Clarke, The Ibis 1905, p. 261 (cerca de la isla Gough, S. Atlántico).—Nicoll, The Ibis 1906, p. 675 (Isla Tristán da Cunha).—Wilson, Nat. Ant. Exped. 1901-904, Nat. Hist., vol. 11, Zool., pt. TI, 1907, p. 80 (S. Atlántico, lat. S. 37%, long. W. S*, en septiembre).—Godman, Monogr. Petrels, 1907, p. 65 (part). Fregetta melanoleuca Salvadori, Bull. Brit. Ornith. Club, XXI, pp. 78- 79; 1908 (Tristán da Cunha). Cf. Math. Birds Australia, II, pt. 1, p. 40 (1912). Fregetta leucogaster Mathews, Birds Australia II, pt. 1, p. 4 (1912) — W. B. Alexander, En HORNERO, 11, N. 3, 1921, p. 224 (Sud Atlántico, lat. S. 28” 40”, long. W. 270 57*; lat. S. 33%, 40”, long. 9% 48”, en mayo). Fregetta grallaria (nee Procellaria grallaria Vieillot) Murphy, The Ibis 1914, p. 319 (Sud Atlántico, lat. S. 32928” long. W. 45”, 42).—ld., 1922 RE. Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral 249 The Auk, XXXI, 1914, p. 442 (Sud Atlántico, lat. S. 33% 28”, long. W. 459, 42, en noviembre; p. 444, lat. S. 3616”, long. W. 46%35' en noviem- bre; p. 445, lat. S. 36% 46”, long. W. 4629”, en noviembre; p. 446, lat. S. 4318, lone. W. 41,10”, en noviembre; p. 447, lat. S. 4839”, long. W. 36%40” en noviembre; p. 449, lat. S. 4940”, long. W. 35%, 51' en no- viembre; p. 452 (Sud Georgia, en marzo); p. 453, lat. S. 459, 50”, long. W. 33% 52 en marzo; p. 454, lat. S. 43”, p. 455, lat. S. 35%, 20”, long. W. 30%, 50”, en marzo). Descripción.—Macho adulto. Partes superiores (excepto rabadilla y las cobijas caudales) cabeza, cuello y parte superior del pecho, pardo negruz- co. Cola, negra. Las demás partes inferiores, rabadilla y eobijas cauda- les superiores blancas. Tapadas inferiores de la cola, negruzeas con la base blanca; tapadas inferiores del ala, blancas; pico, tarsos y dedos, negros. Ala, 165; cola, 78; tarsos, 40; parte expuesta del culmen 14 mm. Esta especie se distingue de Fregetta grallaria con la cual ha sido hasta poco reunida por tener los tarsos lisos en vez de eseutelados, además de pequeñas diferencias en la coloración. Distribución.—Este petrel habita la parte sur del Océano Indico y el Atlántico, llegando al norte hasta las costas del sur de los Estados Unidos. Fregetia leucogaster ha sido señalada en el Atlántico austral, cerea de la isla Goush, por la Expedición antártica escocesa; cerca de Tristán da Cunha, por Nicoll y por Wilson; por W. B. Alexander en lat. S. 28% 40”, long. W. 27 57 y lat. S. 33% 40”, long. W. 9% 48” en mayo; y por Murphy, varias veces durante el viaje a la Georgia del sur, tanto a la ida como al regreso de esa isla, respectivamente, en los meses de marzo y no- viembre. Sus lugares de reproducción en el Atlántico se supone están situados en el grupo de Tristán da Cunha y en la isla Gough. 250 EL HORNERO Vol. II 1.—Pico de petrel, Pelecanoides (Familia Pelecanoididae) mostrando la disposición vertical de los tubos nasales (4/3 del natural). 2.—Pico de petrel, Pterodroma (Fam. Procellariidae) mostrando la disposición horizontal de los tukos nasales. (2/3 del natural). 3.—Pico de alba- tros, Diomedea (Fam. Diomedeidae). Tubos nasales separados. (1/3 del natural). 4.—Petrel, Oceanites oceamicus. (Tamaño natural). 5.—Petrel, Garrodia mereis. (Tamaño natural). 6.—Pe- trel, Pelogodroma marina. (Tamaño natural). 7.—Petrel, Fregetta melanogaster. (Tamaño natural). 251 tico austral án y Albatros del Atl Petreles R. Dabbene ueny *1OPYAdosco [op oxquou 4 aradso v[ vpupuuos Opis vy opuop us sojund Á “ugionpoldol op $e A 21d1J pr 19 Ud (IMM) savvunovo sound] joajad 19p El 738 SE DE sE 07 E77 05 sE —= === 7 pr vo|30 Vuu3la d eee a Sd 6% ing a IZ aq (lá y| ab V Fade Bpuoay he e Upon O AS O Ae - 8 RESTA s TA AS 3 -pJUny 1244 asTeps a O Td 'B E Se XI ON PA y souang Ss »pueso dy, S dan 150) '/ y Í nl ] Vol, II EL HORNERO “¡Y.IJSNR- ODYUBIIY »y pauad op 2 NUDO $19.10 DAPO. AN LAO) dá RIA 07h = “word pepueoor Ml *1opratoseo [op oxquou Á orodso e epejruos Opis *y epuop us sojund A se] Q «uoroonpoldor op someanT Y WO LON LUSIC "PST ODUBIY 19 U9 (POD) «ome 1)Mo04g ¡ppayad [op UQIDNGLUSIC 09 £9 2191 nue 7 qu 1 o 84 ¡eirmwosa) 17 Vas e SONY TLIHS 0 ES TS O ympuos se us uiS]S Pap usa X 1949£uaboy 9057 ops epuro y Y Ava ¡abs 1 e opueso VIANITOG vi AITO Y | | 253 Dabbene: Petreles y Albatros del Atlántico austral KR. *IOPUAJOS(O [9p AlquOUL Á 9radso Y| VPY[VUOS OPIS UY 9puop uy DINIDILT p9.1y9d und A 19p ES EN a A E el yumpuog ls] - --AIPUDA y A O de) ep o 0. a IS ES A dl au Vos SONY TLIHS £yding] lx e Z Z 5 LZ = EL HORNERO Vol. II 254 “(Yu vaNIiNOD) “IOPrAlosqo ]0p 9 UOT £ owadso Y] UPY]enos opis e opuop uo soyund £ SeUoaT Óó word pepuor E [SNE O9)UR[AY 19 u0 (UY) DUDA DULOAPobV)9 T *ugidonpoldor .0p sae in Y p91yod [op MODUS £7 amo] 1 rrrowos) ua Tn 10 cONVILIHS 5 WYHV yO! os p/9G0 NS ¿eS ainurop on AAA 11017] + 98/4547 (INS 130 GVOYIUO 4l 3940 T o zaboy oba1g 4bnoya pe e Fojya god.) Epa] esop ¿5 ap. sue Bbspuy ed SOM -S 3p 0/70 re/1uoy 04404 >p| Poda cojung sol A sor ol y souang mude) ep prdosy Pops 1 pl e 1922 259 NOTAS SOBRE AVES SUB - ANTARTICAS I PROBLEMAS QUE PRESENTA LA MIGRACION EN ALGUNAS ESPECIES DE AVES SUDAMERICANAS POR A. G. BENNETT, M.a.s.0.P. PORT STANLEY (MALVINAS) Periódicamente, en las islas Malvinas (Falkland) y en las dependencias de éstas, Shetland del Sur y Tierra de Graham, llegan, sin duda desde las costas continentales de la Patagonia o de la Tierra del Fuego, varias especies de aves. Cabe ahora preguntar, cuál es la causa de estas migraciones que no e efectúan anualmente, sino en diferentes períodos de 4 a 5 años de dis- tancia. : Como es sabido, en el verano de 1916-17, en algunas regiones de la Argen- tina hubo una gran sequía, la que probablemente debe haber, en aquella época, motivado el éxodo de muchas aves. ¿Pero, cuál fué la causa de otro éxodo pare- cido que tuvo lugar en el verano pasado, 1920-21? Encontrándome aquí, sepa- rado del resto del mundo, durante tantos meses del año y por consiguiente sin noticias de las condiciones climatológicas que predominan a más de 400 mi- llas de distancia, no me es posible dar al hecho una explicación. Tal vez, algunos miembros de la S. O. P., que habitan en las regiones australes de la Argentina, podrán con sus observaciones aclarar esta cuestión. En 1916-17 se ha observado que aparecieron repentinamente en las Mal- vinas algunas especies de aves que no pertenecían a las que residen habitual- mente en las islas, entre las cuales mencionaré el patito, Oxyura vittata Phil., que llegó en buen número. Además, he sido informado desde la campaña, que se habían visto también otros patos extraños a las islas y un cierto número de avu- tardas de la especie Chloéphaga poliocephala Gray. Al mismo tiempo supe que un cisne de cuello negro, Cygnus melanocoryphus (Mol.), había sido capturado en el mar, en Charlotte Channel, Shetland del Sur, por los 64”, 40”, lat. Sur. Ese cisne estaba completamente extenuado en el momento de su captura. En la misma época, fueron observadas en la isla Decepción, por los 63% lat. $., unas doce aves más, parte de las cuales han sido cazadas y eomidas, pudiendo, sin embargo, averiguar que pertenecían a la especie de pato llamado barcino, Dafila spimecauda (Vieill). Cuando dichas aves llegan a esas tierras antárticas, es- tán destinadas a perecer allí en poco tiempo por inanición, pues no encuentran en aquellos parajes ninguna clase de alimento. El hielo cubre casi enteramente la tierra y en los pequeños espacios que la nieve deja libre no erece ninguna vegetación, ni en los sitios en donde se encuentran algunos chareos de agua exis- te vida animal. De este modo esas aves, después de su largo vuelo, al llegar a esas lejanas playas, no hallan siquiera el alimento suficiente para reponer sus fuerzas en el caso de que desearan volver. Durante el verano de 1920-21, un gran número de Chloéphaga poliocephala Gray, y una cierta cantidad de patos picazos, Metopiana peposaca Vieill., han sido señalados en las islas Falkland, mientras que en la isla Decepción a los 256 EL HORNERO Voi. 11 63.” lat. S., sólo se obtuvo un ejemplar hembra del pato barcino, Dafila spinicauda. Por lo que me consta no se han visto otros más; sin embargo, es poco pro- bable que ese único ejemplar haya efectuado solo, una travesía tan larga. Pero, volviendo a la cuestión de la causa de estas migraciones, ¿podemos atribuirla a las condiciones climatológicas? En la primavera de 1916, ¿el tiempo h: sido muy seco en todas las regiones del territorio argentino o sólo lo ha sido en determinadas partes? Y en este último caso ¿cuáles especies de patos ha- brían sufrido más por esta sequía? Las condiciones climatológicas fueron las nismas en 1920-21? También podríamos suponer que hubiese una migración pe- riódica motivada por la densidad del agrupamiento de individuos de una u ctra especie, en determinadas regiones. No debemos olvidar, sin embargo, que estas migraciones las efectúan siempre aves acuáticas, especialmente anátidos, los que deben ser naturalmente los primeros en sufrir a causa de una prolongada falta de lluvia. Otra particularidad que he observado entre estos emigrantes, es que entre las aves que llegan, los gansos se muestran muy ariscos en compa- ración con los individuos nativos pertenecientes a este grupo, mientras que los patos, al contrario, son mucho más mansos que los quese encuentran residentes en las islas. Pero hay también otras especies de aves que presentan un interés del pun- to de vista científico que se relaciona con las diferentes formas O razas que se pueden observar en esas islas australes. Y estas aves soxi las gaviotas llamá- das “skúas”. Estas llegan a las Malvinas en los primeros días de noviembre. La especie más común, la llamada Megalestris antarctica o Megalestris falklan- dica, es un ave de color pardo con plumas más claras en el cuello y exceptuando la especie M. Maccormicki, es la más pequeña entre los “skúas” de las regiones antárticas. En las Shetland del Sur, se encuentran dos formas o razas de “skúas”, una rmuy grande y de color elaro y otra pequeña y negra. A su vez, en las Orcadas del Sur y Georgia del Sur, existe una raza relativamente grande y muy obs- Cura. “Por lo que me consta, estas aves no permanecen en sus lugares de ería más que seis meses. Sin embargo, en ciertas ocasiones, he visto en las Falkland y durante las primeras semanas de noviembre, ejemplares que me parecieron de- masiado obseuros para la raza común que se encuentra en las islas, los que, más tarde, desaparecieron. Con tal motivo, las investigaciones que se pudieran hacer en lo que se refiere al paso de estas aves durante el invierno a lo largo de las costas de Sud América, darían ciertamente resultados interesantes. Aunque a primera vista, las diferencias entre estas formas, cuyo aspecto general es bastante parecido, no sean fácilmente distinguibles si se observan cuando vuelan, resultan, al contrario, muy aparentes si se comparan pieles bien preparadas, o mejor si se observan detenidamente ejemplares de las distintas for- “mas que hayan sido recientemente capturados. Ultimamente he dejado en Londres para su publicación en la revista “Ibis”, algunas notas sobre las especies observadas en las Shetland del Sur, con sus respectivas medidas e indicaciones del sexo de los ejemplares estudiados. Por lo que resulta de mis observaciones sobre las “skúas” de las islas an- tárticas, con excepción de las que se encuentran en la isla Decepción, estoy convencido de que las que residen durante el verano en las Falkland constituyen una raza distinta de las que en la misma estación se encuentran en las Orcadas del Sur. 1922 A. G. Bennett: Notas sobre Aves sub-antárticas 257 Ahora, como en las Shetland del Sur existen dos formas, una de grandes di- mensiones y de coloración clara, igual en tamaño a los mayores ejemplares de Nueva Zelandia que existen en la colección del Museo Británico, y otra de color cbscuro, más pequeña y de las dimensiones del ave que habita las Malvinas; las dimensiones de los skúas antárticos parece 11 aumentando a medida que par- tiendo de las Falkland su distribución va extendiéndose hacia Nueva Zelandia, en' donde se encontrarían las formas mayores. ¿No podría ser que las Shetland del Sur fuesen el punto de unión entre los dos extremos de dichas dimensiones? La distaneia que separa Nueva Zelandia del Cabo de Hornos podría su- ponerse excesiva para que un ave pueda eubrirla directamente con vuelos; pe- ro durante sus peregrinaciones invernales, sin duda, algunas de estas gaviotas extraviándose pueden ganar las costas chilenas. Las dos formas nombradas, viven juntas; pero la mayor no es tan nu- merosa como la forma obscura. Durante el invierno austral estos skúas van errando a grandes distancias y sería interesante averiguar la ubicación de sus “habitat” invernales respee- tivos y si las distintas razas se mezelan o quedan separadas. Las dos variedades conocidas de Magalestris Maccormicli, una de las cua- les se reproduce en el Mar de Ross y la otra en el Mar de Weddell, no han sido observadas durante el invierno en las islas Malvinas, a no ser que sea Megalestris chilensis, el verdadero visitante de estas islas. Todo el erupo de los skúas debe ser mejor estudiado, y esto sólo lo pueden hacer observadores establecidos cerca de las costas de Sud América, los que podrían enviar sus notas a EL HORNERO. Aunque no fuera posible preparar las pieles, podrían también ser útiles las indicaciones sobre la distribución del color en el plumaje, las medidas y el sexo de los especímenes obtenidos. TI DISMINUCION DEL NUMERO DE HUEVOS QUE PONEN ALGUNAS AVES DE LAS REGIONES AUSTRALES Llama la atención el hecho de que un cierto número de aves que habitan las regiones australes, acostumbran a poner un menor número de huevos en com- paración con los que habitualmente ponen sus congéneres y las mismas especies que nidifican más al norte. El cuadro adjunto indica la distinta proporción en ese número de huevos, por especies que nidifican tanto en las Malvinas como en el continente americano. De dichas especies, eimeo pertenecen a la familia Charadriidae, los que tienen una puesta habitual de 4 huevos por nidada. No sería extraño que, un ave de una familia cualquiera, pusiera eventualmente un número reducido de hueyos; pero aquí tenemos a 5 especies de la misma fa- milia que han adoptado regularmente este hábito. Además de esto, se observa también que los huevos que ponen esas especies dc aves, son de dimensiones mayores, comparadas con las que las mismas acos- 258 EL HORNERO Vol. II tumbran a poner en las regiones más septentrionales. No podemos considerar la ausencia de enemigos naturales como la causante de la disminución en el número de los huevos, disminución que sería compensada por las mayores pro- babilidades de seguridad de la cría, porque en Sud América existen más aves de rapiña que en cualquiera otra parte, y en proporción, las Malvinas están bien provistas de halcones, ete. Por el contrario, podría ser muy bien que por ser el clima de las partes australes del continente, muy variable, y la tempe- ratura muy baja en los meses del verano, el organismo de los pichones ne- cesiten mayor robustez y por consiguiente mayor desarrollo, a fin de poder saportar las inclemencias del tiempo, lo cual vendría a explicar la mayor dimen- sión de los huevos que los han de producir, y esto a expensas de una disminu- ción del número habitual en las respectivas puestas. Por otra: parte, debido a las grandes variaciones de la temperatura que predominan en el sur, un chorlo, por ejemplo, no podría proporcionar sufi- ciente calor para incubar el número habitual de huevos, conservando a los mis- raos la temperatura necesaria para el desarrollo del embrión, a causa de las frecuentes y furiosas tempestades de nieve que son comunes al principio del verano en aquellas regiones. Por consiguiente, se puede ver que existen por lo menos dos factores que pueden obrar al mismo tiempo con el objeto de reducir el número de los hue- vOS. Ñ Cualquiera que sea la causa principal, se puede considerar como un he- cho comprobado el cambio en las costumbres normales de nidificación de las especies mencionadas. Naturalmente, se comprenderá que estas observaciones y las conclusiones a que he llegado, se refieren a las especies de las Falkland, que enumerc en el cuadro, algunas de las cuales tienen una distribución muy vasta en el con- tinente, en donde sus hábitos podrán variar con las condiciones climatéricas que predominan. Número de hue- Núm. de huevos ESPECIES OBSERVADAS vos por nidada, de esta especie en las Malvinas en el continente Haematopus leucopus. . . . . . . +. DS ALOE Haematopus atera PON Pee Charadrius modestus. 0... ..... 1l.....- 3 Charadrius falklamdicus ......... Boo. 4 Gallinago paragualae. mo... o.» E LN 4 Planesticus falklandicus. ......... Bd... .. 4-6 AMENA COEN IS 4-6 1922 259 LISTA DE AVES COLECCIONADAS Y OBSERVADAS ENTROSAST EE: 'S: POR JUAN B. DAGUERRE Con el propósito desinteresado de contribuir modestamente al conocimiento de la avifauna argentina, al ingresar como miembro de la Sociedad Ornitoló- gica del Plata, me propuse aprovechar los pocos ratos que me dejan libre mis ocupaciones para formar una pequeña colección y anotar observaciones sobre las aves de esta localidad. Los cueros así obtenidos fuí remitiéndolos sucesiva- mente a la S. O. P. donde forman parte de su colección, siendo determinadas las especies por nuestro activo secretario Dn. Pedro Serié, a quien encargo y agradezeo la revisión de la presente lista y corrección de pruebas. Además de las especies coleecionadas, a las cuales he agregado la fecha en que las obtuve, he anotado otras que son muy conocidas o de caracteres fá- ciles de determinar a simple vista. Aun faltan muchas especies, que posiblemente, más tarde, en lista complementaria daré a conocer. Las aves anotadas en esta lista han sido coleceionadas y observadas en el Istablecimiento «El Toro», de los Sres. Lassalle y Cía., en Rosas, F._C. Sud, Partido de Las Flores (Buenos Aires). Como todos los campos de esta zona, este es llano, con leve declive hacia el este. Está cruzado por el arroyo Gialichú y el Canal N.” 12, siendo su altura 38 mts, sobre el nivel del mar. Existen algunos montes, predominando, entre otros árboles, eucaliptus, sauces, acacias, álamos, ete. He agregado a algunas especies el nombre común con que se les conoce aquí. A Noviembre de 1921. ORDEN RHEIFORMES Familia Rheidae 1. Rhea americana Rothschildi Brab. et Chubb. «Avestruz».—En otros tiem- pos muy numerosa, esta noble corredora va en camino de su extinción. En estos campos ya no quedan más que una decena de ejemplares, que faltos de proteeción y tranquilidad, no procrean. ORDEN TINAMIFORMES Familia Tinamidae 2. Rhynchotus rufescens (Temm.). «Perdiz colo 'ada».—Muy buena pieza de caza. Es bastante numerosa. 10. 11. 12. EL HOENERO Vol. 11 Nothura maculosa (Temm.). «Perdiz chica».—Muy numerosa. Su caza para el mercado, en época que está libre, es motivo de explotación comercial. Calopezus elegans (Orb. et Geoffr.). «Martineta».—Hasta 1907 esta per- diz tenía su área de dispersión más al sud. Ese año se observaron los primeros ejemplares, haciéndose en los siguientes muy abundante y reuniéndose en bandadas numerosas. Actualmente es muy escasa y cada año lo es más. ORDEN COLUMBIFORMES Familia Claraviidae Zenaida auriculata (Des Murs). «Paloma torcaza».—Sumamente numero- sa, especialmente en montes de acacias, esta paloma reuniéndose en bandadas numerosas, recorre largas distancias en busca de alimento, que se compone de semillas. Es sedentaria y nidifica en los árboles y también en el campo, en el suelo, en donde haya yuyos secos. Columbina picui (Temm.) «Tórtola», «Palomita».—Esta pequeña palomi- ta es común en la proximidad de poblaciones o de montes; se reune en pequeñas bandadas, aunque lo frecuente es verla en parejas. No es tan numerosa como la especie anterior. Nidifica sobre troneos de árboles, ramas, paredes, ete. ORDEN RALLIFORMES Familia Rallidao Pardirallus rytirhynchus (Vieill.). «Polla de agua».—15-X1-1919 (jov.). Es bastante abundante esta polla, en laennas con mucha vegetación, en juncales y pajonales con agua. Construye el nido oculto entre plantas y pone hasta 10 huevos de color blanco con manchas de rojo ladrillo. Pardirallus maculatus (Bodd.). «Polla de agua overa».—15-1-1920 (hen.- bra). Tiene los mismos hábitos que la especie anterior y frecuenta los mismos sitios. Es menos numerosa. Ambas son especies sedentarias. Aramides ypacaha (Vieill.). «Gallineta».—También he observado esta especie que es bastante rara aquí. Es fácil notar su presencia por su canto característico. Gallinula galeata (Licht.). «Gallineta».—5-X11-1920 (hembra). Esta espe- cie se parece a las gallaretas, pero no tiene los pies lobados. Tam- poco frecuenta las aguas limpias de las laemnas como éstas, prefirien- do ocultarse entre juncos y malezas. Nidifica entre juncos, construyendo el nido sobre el agua. Es bastante común. Porphyriops melanops (Vieill.). «Gallineta».—18-11-1920 (hembra y un pi- chón). Muy común. Tiene la particularidad que al ser sorprendida a orillas del agua, corre por sobre ella aleteando un lareo trecho y lue- - go se sumerce, sirviéndose de las alas para nadar entre dos aguas hasta hallar algún camalote, donde apenas saca el pico de la superficie del agua para respirar, el que como es de color verde, pasa desaper- eibido. Fulica armillata Vieill. «Gallareta grande».—El nido de esta especie se singulariza por tener una prolongación en declive, por donde sube y baja el ave con sus pichones. Es bastante numerosa. 1922 J. B. Daguerve: Lista de aves colece. en Rosas 261 15. 16. 17 18. 19. 20. 21. 22. 23. Fulica leucoptera Vieill. «Gallareta menor».—Más numerosa que la es- - pecie anterior, es de talla menor y construye su nido en forma circular. Fulica rufifrons Phil. et Landb. «Gallareta».—Estas tres especies de gallaretas son comunes en cualquier laguna, siendo esta última la me- nos numerosa. ORDEN PODICIPEDIFORMES Familia Podicipedidao Podiceps americanus Garn. «Macacito».—5-111-1921 (hembra). Muy nu- merosa en cualquier laguna. Esta especie y Podilymbus podiceps cons- truyen un nido flotante con restos de vegetales y al salir de él, tapan los huevos eon dicho material. Aechmophorus major (Bodd.). «Macá».—De mayor tamaño que los demás, tiene fino y vistoso plumaje. Vive en parejas. Podilymbus podiceps (Linn.). «Zambullidor».—10-111920. (jov.). Vive en parejas. Bastante común. ORDEN LARIFORMES Familia Laridae Larus cirrhocephalus Vicill. «Gaviota».—Ave utilísima, que destruye in- mensa cantidad de larvas e insectos dañinos 'en los sembrados. Es necesario en cualquier forma, proteger su procreación. En ciertas la- gunas se reunen en grandes cantidades para nidificar. Larus maculipennis Licht. «Gaviota».—De costumbres idénticas, vive en común con la especie anterior. Ambas son muy numerosas. Larus dominicanus Licht. «Gaviota cocinera». —Frecuenta en parejas (y a veces se reunen varias) los lugares donde se faenan reses para con- sumo, o los sitios donde se arrojan restos de comida. Sterna Trudeaui Audub. «Gaviotin».—Bastante común. En varias ocasio- nes en nidales de gaviotas, he encontrado nidos de esta especie con huevos y he visto pichones. ; Familia Stercorariidas Catharacta skua antarctica (Less.). «Gaviotón».—Llegan a fines de abril, solos, en parejas, o en bandadas de 6 a 8 individuos. Recorren los cam- pos, posándose en las proximidades de aleuna res muerta, de euya carnaza se alimentan. A fines de agosto desaparecen. Aleunos ejem- plares son completamente pardos; posiblemente, jóvenes. Familia Rynchopidae Rynchops intercedens Sannd. «Rayador». — Durante la inundación de 1913 observé aleunos ejemplares de esta especie. Al ponerse el sol recorrían la superficie tersa del agua, volando a ras de ella, con el pico sumergido y describiendo amplias curvas. Al recorrer cierto tre- cho en esta forma se elevaban bruscamente, emitiendo fuertes gritos. Posteriormente no he tenido ocasión de verlos. 262 EL HORNERO - Vol. 11 ORDEN CHARADRITFORMES Familia Thinocorythidae 24. Thinocorus rumicivorus Esch. «Agachona».—VII-1919. Llegan a fines de marzo y principio de abril, reuniéndose en terrenos de poca vegeta- ción y a orillas de caminos en bandadas de 20 a 50 individuos. Al aproximarse alguna persona se agachan y tratan de pasar desaperei- bidos, quedando inmóviles, y vuelan solamente al acercárseles mucho. Familia Charadriidae 25. Oreophilus ruficollis (Wagl.). «Chorlo cabezón».—6-1V-1920 (hembra). Lle- gan a principios de abril, reuniénidose en campo raso o en lomadas de poco pasto, en erandes bandadas. Permanecen hasta mediados de setiembre. y 26. Belonopterus cayennensis grisescens (Prázak). «Tero». — Ave vulgar muy conocida. Sedentaria. Nidifica desde marzo hasta diciembre. An- ticipa o retarda la época de la postura si el año es lluvioso o seco. Esta especie es muy numerosa; viven en parejas y ocasionalmente en pequeñas bandadas. 27. Pluvialis dominicus (P. L. S. Miill.). «Chorlo pampa».—1-11-1920 (ma- cho). En diciembre de 1909 observé una bandada de 20 individuos, después de un aguacero, en un terreno arado. Hasta el 25 de enero vi varios ejemplares a orillas de lagunas. En la fecha arriba indicada, un hermano mío ceazó un ejemplar macho que vió solo y que yo eoleecio- né. No vi más chorlos pampas, hasta el día 21 dé setiembre de 1921, que observando el paso de bandadas de chorlos migratorios, hacia el este, vi una bandada de 7 individuos, y más tarde ese mismo día bajó cerca de donde yo estaba una bandadita de 5 chorlos. Entre ellos al- eunos aun tenían el plumaje nupcial negro. > 28. Zonibyx modestus (Lieht.). «Chorlo».—23-1V-1920. Este chorlo muy eo- mún en invierno, llega en la última quincena de marzo y se le ve solo o en grupos a orillas de lagunas o en terrenos anegadizos. En se- tiembre cambia su plumaje claro invernal por el nupcial, de pecho bri- llante y dorso obseuro, tomando la apariencia de un tero en miniatu- ra. Al finalizar el mes se reunen en bandadas y emigran. 29. Himantopus melanurus (Vieill.). «Tero real».—Ave muy bullanguera que frecuenta las orillas de las lagunas, donde nidifica. Es sedentaria y muy conocida. : 30. Neoglottis melanoleuca (Gm.). «Chorlo grande».—Especie bastante nume- rosa. Se le ve en casi todas las lagunas, en bandadas y ejemplares solos, durante el verano. En invierno su número es muy reducido, qui- zás ejemplares que no emigran o que proceden del sud. 31. Neoglottis flavipes (Gm.). «Chorlo patas amarillas».—18-XI1-1920. Esta es la especie de echorlo más abundante en esta localidad. En setiem- bre y octubre llegan numerosas bandadas que se diseminan por todas las lagunas y arroyos. En invierno permanecen muchos ejemplares en yuntas o bandaditas. 32. Tringa solitaria (Wils.). «Chorlito».—X1-1919 (macho). En ehareos y lu- eares donde hay barro, he visto en verano, ejemplares aislados de esta especie. ; 33. J. B. Daguerre: Lista de aves colecc. en Rosas 263 Bartramia longicauda (Behst.). «Batitú».—18-1-1920 (macho). El batitú aparece en esta localidad en octubre y permanece hasta fines de mar- ZO, pero su número es muy variable de un verano para otro, pues siendo muy numeroso en el de 1919-20, fué rarísimo en el siguiente. En bandaditas hasta de 15 individuos frecuenta campos secos, en don- de corretea entre el pasto. 34. Crocethia alba (Pallas). «Chorlito blaneo».—Llega con otras especies mi- 35. 36. 37. 38. 39. eratorias en bandaditas de 5 a 10 individuos, a fines de setiembre. Tiene la costumbre distinta de otros ehorlos, de nadar, picoteando la superficie del agua, a veces girando sobre sí mismo. Pisobia maculata (Vieill.). «Chorlito».—25-1-1920 (hembra). Muy nume- roso en verano. A mediados de setiembre llegan desde el oeste nume- rosas bandadas volando a poca altura, y se reunen en cantidades cuan- do encuentran lagunas con mucho alimento. Aleunos ejemplares inver- nan en esta localidad. Pisobia fuscicollis (Vieill.). «Chorlito».—21-111-1920; 1-V-1921 (macho). Poco numeroso, he observado, pequeñas bandadas mezcladas con P. mu- culata. Llega en setiembre y permanece hasta mayo. Gallinago paraguaiae (Vieill.). «Becasina».—8-11-1920 (macho). Esta es- pecie sedentaria en esta localidad, frecuenta los terrenos bajos donde se reunen muchos ejemplares. Rostratula semicollaris (Vieill.). «Asachona».—8S-X-1918. Se encuentran ejemplares solos de esta especie, ocultos entre plantas acuáticas de terrenos bajos. Nidifica en esta localidad, poniendo los huevos en el suelo sobre pequeñas brisnas de paja sin constar nido. Familia Jacanidae Jacana jacana (Limn.). «Gallito».—En lagunas cubiertas de camalotes, es muy fácil observar el macho de esta especie, de hermoso plumaje rojizo y amarillo. Merced a sus largos dedos camiña sobre las plan- tas que se extienden sobre la superficie del agua. Construye su nido sobre ellas, y la hembra en cuanto siente alguna alarma se sumerge bajo el agua, mientras el macho econ sus gritos trata. deHMamar la e atención hacia otra parte. LC 0 IAS ORDEN GRUIFORMES Familia Aramidae A 40. Aramus scolopaceus carau Vieill. «Carao».—Ave de/voz potente que '*de- 41. Phimosus nudifrons Azarae Berl. ect Hart. lata con sus gritos lastimeros el lugar que habita, generalmente ca- ñadones o lagunas con vezetación. Nidifica sobre el agua, entre juncos plantas acuáticas. Es muy común. ORDEN ARDEIFORMES Familia Ibididae En varias ocasiones, espe- cialmente en épocas de erecientes, he observado pequeñas bandadas de esta especie, que se distingue a primera vista del cuervo de lagu- na por tener las patas más cortas y la cabeza en su parte anterior, sin plumas. 264 EL HORNERO Vol. II 42. 43. 46. 47. 43. 49. 50. 51. 52. 53. Plegadis guarauna (Linn.). «Cuervo de laguna».—Especie muy numerosa. en toda época; se reunen en algunos juncales, para nidificar, en can- tidades inmensas. Familia Plataleidae Ajaja ajaja (Linn.). «Espátula».—Bastante común; notable por su her: moso plumaje y su pico característico. Familia Ciconiidae Euxenura maguari (Gm.). «Cigúeña».—Recorre los campos reuniéndose en grupos numerosos en busea de ¿batracios, roedores e insectos, de los que se alimenta. Nidifica en los cañadones. Tantalus americanús (Linn.). Cigiieña de cabeza pelada».—En lagunas que se están secando es fácil hallar esta cigieña en bandadas, bus- cando su alimento que consiste en peces y batracios. Nidifica en jun- cales. Familia Ardeidae Ardea cocoi Linn. «Garza mora».—Bastante común, sola o en parejas. Cesmerodius albus egretia (Gm.). «Garza blanca».—4-1V-1920 (macho). Muy abundante en otros tiempos; hoy es escasísima. Egretta thula (Mol.). «Garcita blanca».—Esta especie vive en común con. la anterior, y como ella fué muy numerosa. El interés por su pluma valiosa, originó una explotación sin método y puede decirse criminal, que lleva a estas dos especies hermosas y valiosas a su ex- tinción. Se reunían en grandes cantidades en ciertas lagunas para nidi- ficar; lugar y época que aprovechaban los cazadores para hacer la ma- tanza sobre los nidos, com lo que malograban su procreación. Nycticorax nycticorax naevius (Bodd.). «Pájaro bobo», «zorro», ete.— 28-VI11-1920. Muy común. Nidifica entre juncos. Ixobrychus involucris (Vieill.). «Garcita».—Bastante común, en lagunas con vegetación. ORDEN PALAMEDEIFORMES Familia Palamedeidae Chauna torauata (Oken). «Chajá».—Ave muy vulgar. Nidifica desde se- tiembre hasta mayo. ORDEN PHOENICOPTERIFORMES Familia Phoenicopteridae Phoenicopterus chilensis Mol. «Flamenco».—El número de ejemplares de esta especie es muy variable en distintas épocas. Hay años en que es bastante común y luego pasan varios en que es muy taro o falta por completo. ; ; ORDEN ANSERIFORMES Familia Anatidae Cygnus melanocoryphus (Mol.). «Cisne».—Común en lagunas extensas, donde se reune en bandadas y nidifica. Dl, 55. 66. 67. 63. 69. 70. 71. 22 J. B. Daguerre: Lista de aves colecc. on Rosas 265 Goscoroba coscoroba (Mol.). «Ganso».—También es muy común esta es- pecie y de costumbres análogas a la anterior. Dendrocygna fulva (Gm.). «Pato silbón>».—En ciertas épocas y en alga- nas lagunas se reunen en cantidades inmensas. Nidifica en ¿juncales y pajonales. Dendrocygna viduata (Linn.). «Pato silbón de cara blanca».—Es espe- cie poco numerosa, que se reune en bandadas de veimte o treinta ejem- plares. Mareca sibilatriz (Poeppis). «Pato overo».—Muy bullanguero; es bas- tante numeroso y se cría en cantidad con facilidad. Nettium brasiliensis (Gm.).—8-VI-1919 (macho). Muy raro. Nettium flavirostre (Vieill.) «Pato bareino ehico».—9-111920 (macho). En pequeñas bandadas y en parejas. Poecilonetta hahamensis rubrirostris (Vieill.). «Pato gargantilla».—Poco común; generalmente en parejas. He capturado pichones y los he eria- do domésticos. Poecilonetta spinicauda (Vieill.). «Pato barcino».—Es el pato más vul- gar en esta localidad. 5 Querqguedula versicolor (Vieill.). «Cereeta» o «Vinehita».—Bastante nu- meroso en bandadas. Querquedula cyanoptera (Vieill.). «Pato colorado».—No tan numeroso como la especie anterior. Casi siempre se les ve en casales. Spatula platalea (Vieill.). «Pato euchara».—Vienen en bandaditas. Heteronetta atricapilla (Merrenm). «Pato nesro».—29-11-1920 (hembra). Este pato pone sus huevos en los nidos de cualquier especie de ave que nidifique en las lagunas que él frecuenta. Vive en parejas o en pequeñas bandadas, formadas por varias parejas. Metopiana peposaca (Vieill.). «Pato picazo».—Especie muy común y nu- merosa, : Nomonyx dominicus (Linn.).—28-VI-1920 (hembra). Poco común. ORDEN PELECANIFORMES Familis Phalacrocoracidae Phalacrocorax vigua (Vieill.). «Visná».—Muy cormán en arroyos o lagu- nas donde haya peces. Viven en bandadas. Phalacrocorax albiventer (Less.). «Shas».—Ejemplares de esta especie llegan todos los inviernos; son poco precavidos y se dejan capturar fácilmente. ORDEN ACCIPITRIFORMES Familia Falconidao Polyborus plancus (Miller). «Caraneho».—Especie común. Nidifica a: fi- nes de setiembre en árboles o matas de paja. Se alimenta de restos de animales muertos. Espía a otras especies de su familia para arre- tarles la presa. Da caza, entre varios o en pareja, a otras aves, espe- cialmente domésticas, perdices, ete. Milvago chimango (Vieill.). «Chimanso». — Es la especie más numerosa de la familia, en esta localidad. Se alimenta de carnaza de toda clase de animales que eneuentre muertos y de insectos, que destruye en 72. 78. Ol 80. 81. EL HORNERO Vol. II cantidad. Nidifica en octubre, en árboles, en pajas, o simplemente en el suelo. Circus cinereus (Vieill.). «Gavilán».—5-VI1-1920 (macho). Es el gavilán más común. Recorre los campos en procura de pájaros pequeños, a los que caza de sorpresa, mientras están posados. Es sedentario. Vi- ve en parejas. Circus Buffoni (Gm.). «Gavilán».—24-V-1921 (macho). La coloración del plumaje de esta especie es muy variable en distintos ejemplares. En campos donde abundan roedores, es común. Buteo erythronotus (King). «Aguilucho».—26-X1-1920 (hembra).—Desde octubre hasta marzo he visto a gran altura volar estos aguiluchos en bandadas muy variables en número, desde 3 individuos hasta más de 200, siempre en dirección hacia el norte. Bajan solamente al lle- ear la noche o al aproximarse alguna tormenta. El ejemplar colee- cionado tenía el buche lleno de restos de coleópteros. Rostrihamus sociabilis (Vieill.). «Caracolero».—20-11-1920 (macho). Fre- cuenta las lagunas en husca de caracoles (Ampullaria), que constituyen su alimento. Construye su nido entre los juneos. Es sedentario y se reune en bandadas. Elanus leucurus (Vieill.). «Halcón blaneo».—25-111-1921 (macho). Duran- te el verano pasado observé el ejemplar anotado, que invariablemente se posaba por las tardes en el mismo árbol, un eucalipto, hasta que lo cacé. Varias veces este invierno, vi otro ejemplar que tenía el mis- mo hábito; durante el día caza pequeños roedores e inseetos, cernién- dose en el aire como las lechuzas y por las tardes vuelve al monte a dormir. : Falco peregrinus anatum Bp. «Halcón».—6-1-1921 (hembra). He obser- vado un solo ejemplar de esta especie, que se entretenía en perseguir otras aves, gaviotas, cuervos de laguna y finalmente gallinas, pero no ereo que tenga poder para matarlas. Falco fusco-caerulescens Vieill. «Halcón azul».—11-11-1921 (macho). Ra- paz, de audacia y poder increíble. Ataca cualquier especie de ave. Es común durante el verano en los montes de eucaliptus, donde segura- mente nidifica. Llega en parejas a fines de octubre, permaneciendo has- ta principios de abril. Es el terror de la paloma doméstica, a la que - caza al vuelo cuando no puede tomarla de sorpresa. Cerchneis cinnamomina australis (Ridow.). «Halconeito».—9-V1-1920 (ma- cho). Este hermoso haleoncito, el más pequeño de los del país, suele aproximarse a los poblados, generalmente en parejas. El ejemplar co- leecionado tenía en su buche una laucha (Mus musculus). ORDEN STRIGIFORMES Familia Strigidae Asio flammeus breviauris (Schlo.). «Lechuzón».—Bastante numeroso; da caza de día y de noche a los pequeños roedores, que constituyen su prineipal alimento. Speotyto cunicularia (Mol.). «Lechuza». — 24-VIL-1920 (hembra). Muy común; vive en parejas y construye el nido en cuevas que ella misma hace cavando el terreno econ las uñas. 82. 83. 81, 85. 86. 87. 88. $9. 3) o Pa J. B. Daguerre: Lista de aves colece. en Losas 18%) a = Familia Tytonidae Tyto alba tuidara (Gray).—Difícil de observar durante el día; vive ocul- ta entre el follaje de los árboles y en los huecos de troncos y paredes de donde sale de noche a hacer sus correrías, siendo a esas horas el terror de las aves pequeñas, especialmente pájaros, con los cuales se alimenta. ORDEN PSITTACIFORMES Familia Psittacidae Cyanolyseus patagonus (Vieill.). «Loro barranquero».—Como ave de paso, fué común hasta hace veimte años. En bandadas numerosas pasaban hácia el Norte. Ha desaparecido por completo. Myiopsitta monacha (Bodd.). «Cotorra». —Muy común en los montes al este de esta localidad; se me asegura que también ha sido observada aquí. Creo que este es el límite de su área de dispersión. ORDEN CORACIIFORMES Familia Caprimulgidae Caprimulgus parvulus Gould. 15-XI-1920 (macho).—Observada en no- viembre y diciembre, pocos ejemplares. Podager nacunda (Vieill.).—Aparece en noviembre y permanece hasta febrero. Fácil de observar al anochecer, revoloteando sobre los árboles. Durante el día permanece agazapado en el suelo. Familia Trochilidae Chlorostilbon aureoventris (Lafr. et Orb.). «Picaflor». 15-X-1919 (hem- bra).—Este picaflor verde aparece en agosto, cuando aún no hay flores; y lo he visto buscando su alimento en ramas de zarzas, posiblemente pequeños insectos. Al fin del verano desaparece. ORDEN COCCYGES Familia Cuculidae Guira guira (Gm.). «Urraca».—Especie bastante común que vive en ban- dadas hasta de veimte ejemplares. Devastan los nidos de otras aves, comiendo los huevos y los pichones, especialmente de pájaros. Se ali- mentan también de pequeños roedores, batracios, ofidios, insectos, ete. Coceyzus melanocoryphus Vieill. 28-XII-1919 (hembra).—He observado esta especie solamente durante el verano. ORDEN PICIFORMES Familia Picidae Soroplex campestris (Vieill.). «Carpintero».—4-VIT-1920. (hembra).—Muy común en toda época. Nidifica en troncos de árboles secos y en postes telesráficos de palma. 268 EL HORNERO Vol. II 91. 92. 99 orbey PASSERIFORMES Familia Dendrocolaptidae Geositta cunicularia (Vieill.). «Caminera».—El nido de esta especie es una cueva a veces de un metro de largo construída en las barrancas verticales de arroyos, zanjas, pozos, ete., siempre en sentido horizontal. Furnarius rufus (Gm.). «Hornero».—Muy conocido por su nido de barro de forma globular, parecido al horno de cocer pan, de donde deriva el nombre vulgar con que se le conoce aquí. Cinclodes fuscus (Vieill.). 26-V-1920 (macho). — Aparece a mediados de abril y permanece hasta octubre. . Phlceocryptes melanops (Vieill.).—Entre plantas acuáticas, construye con restos húmedos de vegetales y limo, un nido globular, muy interesante. Asthenes anthoides (King). 12-X1-1917.—Construye un nido muy pequeño oculto entre pajas secas o ramas. . Asthenes anthoides Hudsoni (Sel.). 4-1-1918.—Muy común en la localidad. . Asthenes sulphurifera (Burm.). 11-X-1919 (macho y hembra).—Esta es- pecie es muy rara aquí. . Asthenes maluroides (Orb. et Lafr.). 4-1-1918.—Común en todo tiempo, pero más numerosa en verano. Nidifica en el suelo, entre matas de eramíneas altas o cereales. El nido está formado con palitos y trozos de raíces. / Anumbius anumbi (Vieill.). «Leñatero».—Con palitos y una gran variedad de materiales construye un nido muy voluminoso. Familia Tyrannidae . Agriornis strizta Gould. 3-V-1921 (macho).—Muy rara. . Myiotheretes rufiventris (Vieill.). 5-VIIL-1920 (macho).—En pequeñas bandadás. . Lichenops perspicillata (Gm.) «Pico de plata». 1-X-1917 (macho); 21- V1-1920 (macho).—Especie sedentaria; muy común. . Machetornis rixosa (Vieill.). 7-V1-1920 (macho).—También sedentaria y muy común. . Muscisaxicola macloviana mentalis Orb. et Lafr. 26-1V-1920.—Muy rara. . Lessonia nigra (Bodd.). 30-1X-1919 (macho).—Desaparece en los prime- ros días de octubre para reaparecer del 10 al 20 de enero. Es muy común. . Pseudocolopteryx Sclateri (Oust.). VI!1-1919 (dos machos); 25-V-1920 (macho).—Especie poco numerosa. Hapalocercus flaviventris (Lafr. et Orb.). «Piojito amarillo». 15-1-1918 (¡uv).—Mieratorio, permanece desde fines de octubre hasta merzo. . Polystictus pectoralis minima (Gould). «Piojito». X1-1917 (macho.— . Lleva a prineipio de noviembre y permanece hasta marzo. +. Serpophaga subcristata (Vieill.). «Piojito». 15-1V-1919 (macho).—Es se- dentaria. Frecuenta lugares de arboleda espesa. Serpophaga nigricans (Vieill.). 15-1X-1919 (hembra).—En parejas. Poco común. Tachuris rubrigastra (Vieill.). «Siete colores de laguna». 9-1-1920 (macho y hembra).—Muy común todo el año en lagunas econ juncos o espadaña. . Elaenia parvirostris Pelz. 2-1V-1920 (macho); 25-X11-1920, (macho). 1922 J. B. Daguerre: Lista de aves colecc. em Rosas 269 113. Elaenia albiceps (Lafr. et Orb.). 1V-1920 (hembra).—Estas dos especies llegan posiblemente de paso en los últimos días de marzo y antes de fines de abril han desáparecido. En diciembre obtuve un ejemplar, pero nunca he tenido ocasión de observarlo en el resto del año. 114. Suiriri suiriri (Vieill.). 10-X11-1919 (macho).—Muy raro. 115. Pitangus sulphuratus bolivianus (Lafr.). «Benteveo». 6-1X-1917 (macho). —Especie sedentaria, muy numerosa. 116. Pyrocephalus rubinus (Bodd.). «Churrinche»—Este hermoso pájaro apa- rece del 15 al 20 de setiembre y emigra en la primera quineena de abril. 117. Tyrannus melancholicus Vieill. 4-111-1920 (hembra). — Aparece en pa- rejas desde el 20 de octubre, nidificando en lo alto de los árboles, y permanece hasta fin de marzo. 118. Muscivora tyrannus (Linn.). «Tijereta».—Muy eomún desde el 15 de oetubro hasta fines de marzo. Familia Phytotomidae 119. Phytotoma rutila Vieill. 8-VI1-1917 (macho). — Bastante común durante el invierno en montes bajos, zarzales y cercos de cina-cina. Llega en abril y permanece hasta principios de octubre. Familia Hirundinidae 120. Progne chalybea domestica (Vieili.). «Golondrina». 15-1X-1920 (hembra). —Esta especie construye el nido con barro y bosta de vaca, en el espacio que hay entre los tirantes y el techo de galpones, casas, ete. En otros tiempos muy numerosa; es desalojada por el gorrión (Passer domesticus) que oeupa sus lugares de nidificación, por lo que es hoy bastante escasa. Llega en setiembre y emigra en marzo. 121. Phaeoprogne tapera (Limn.). «Golondrina». 1-V-1920.—Llega a fines de octubre y se distribuye en parejas en las proximidades de los nidos de horneros a la espera de que salean los pichones de éstos, para ui- dificar en ellos. Emigran a fines de abril. 122. Pygochelidon cyanoleuca patagonica (Lafr. et Orb.). «Golondrina».—Apa- rece en la última quincena de agosto y frecuenta las barrancas de 7amjas, arroyos, pozos, vizeacheras, ete., donde haya cuevas del dendro- coláptido Geositia cumcularia, que saca sus pichones en octubre y aban- «dona la cueva, que es aprovechada por esta pequeña golondrina para nidificar. Emiera en febrero y marzo. 123. Tachycineta leucopyga (*) (Meyen). «Golondrina». 15-11-1920 (hembra). —He observado aleunos ejemplares aislados de esta especie en ¡unio y julio. Desde los primeros días de setiembre se les ve eruzar los campos volando aisladamente con rumbo fijo hacia el este, en gran número. Desde fines de octubre hasta enero es poco numerosa, reunién- dose en bandadas que desaparecen con los primeros fríos. 124, Tachycineta lencorrhoa (Vieill.). «Golondrina». 5-111-1921; 19-X-1921 (hembra).—Llega en parejas en setiembre y octubre y tiene especial predilección por los caños de molinos, bombas, etc., o tubos de poco diámetro, en el interior de los cuales hace el nido con pajas y plumas. Emiera en febrero y marzo. Tiene las mismas costumbres que la es- pecie anterior, pero no es tan numerosa. (1) Este es el nombre específico que debe llevar Tachycineta Meyeni (Cab.) 1850 nec. Bp.). ITirundo leucopyga, Meyen, Nov. Act. Acad. Leop. Carol., 16 Suppl., 1834, p. 73, Tab. X, fig. 2.—Santiago de Chile. (Nota de la Dirección). 270 EL HORNERO Vol. 11 125. 126. 127. 128. 131. 132. 133. 134, 135. 136. es el nombre más antiguo para la ratona de Patagonia. Troglodytes hornensis. Lesson 1834, es (1) Proc. Zool., Soc. Lond. 4, “1836”, publ. Febr. 1837, p. 88; “in Fretu Magellanico”; Familia Muscicapidae Polioptila dumicola (Vieill.). «Piojito azulado». 7-VIL-1920 (macho).—He observado algunas parejas durante el verano. Familia Troglodytidae Troglodytes musculus bonariae Hellm. «Ratona». 15-VI-1920 (macho). —Sedentaria y muy común. Troglodytes musculus magellanicus Gould. (*) «Ratona». 20-VI-1920 (macho).—Aparece en mayo y algunos inviernos es muy numerosa, es- pecialmente en pajonales. Permanece hasta setiembre. Cistothorus platensis (Lath.). 20-VI-1920 (hembra).—Sedentaria; poco: común. Familia Mimidae Mimus modulator (Gould). «Calandria». S-VIL-1920 (macho). En todo tiempo bastante numerosa. Mimus triurus (Vieill.). «Calandria». 20-V-1920 (macho).:—Especie poco NUMETOSa. Familia Turdidae Planesticus amaurochalinus (Cab.). «Zorzal blanco». 18-1V-1919.— Muy poco común. Familia Mniotiltidae Compsothlypis pitiayumi Vieill. 16-VI-1921 (hembra). — Bastante es- casa. Es sedentaria. Familia Motacillidae Anthus correndera Vieill. «Cachila». Anthus furcatus Lafr. et Orb. «Cachila». — Estas dos especies de ca- chilas son muy comunes en todo tiempo. Familia Tanagridae Thraupis bonariensis (Gm.). «Siete colores». 5-VI-1919 (dos machos y dos hembras).—Pequeñas bandadas de este hermoso pájaro, llegan a. mediados de mayo y permanecen hasta fines de setiembre. Familia Fringillidae Sporophila caerulescens (Vieill.). «Corbatita». 2-V1-1920 (macho). Mi- gratoria.—Llega en noviembre y permanece hasta mayo o primeros días. de junio; pero excepcionalmente. 3 , sinónimo de Cistothorus platensis eidouxi (Bp.) Cf. Hellm. Verhand. Ornith. Gesell. Bayern. XIV, Heft 1, 1919, p. 128, nota. (Nota de la Dirección). 1922 J. B. Daguerre: Lista de aves colecc. en Rosas 271 137. 138. 139. 140. 141. 142. 143. 144. 145. 146. 147. 148. 149. 150. 151. 152. 153. 154. 155. Volatinia jacarina (Linn.). 28-X11-1919 (macho).—En parejas. Muy rara. Spinus ictericus (Licht.). «Cabecita negra».—Muy común; nidifica en montes de álamos. Sicalis arvensis (Kittl.). «Mixto».—En invierno y primavera se reune en grandes bandadas, que en verano se dispersan para nidificar. Sicalis Pelzelni Sel. «Jileuero».—Frecuenta la proximidad de los po- blados, nidificando en huecos de árboles, nidos de horneros, paredes, ete. Vive en parejas y pequeñas bandadas. Brachyspiza capensis (P. L. S. Miill.). «Chineolo».—Pájaro muy popular. Es especie numerosa. Passer domesticus (Linn.). «Gorrión».—Especie cada vez más numerosa. Embernagra platensis (Gm.). «Verdón». 12-X1-1917.—Habita en los pa- jonales. En parejas. Donacospiza albifrons (Vieill.). VITI-1920 (hembra).—Muy rara. Coryphospingus cucullatus (P. L. S. Mill). 10-V-1920 (macho). He ob- servado pocos ejemplares. Familia Icteridae Molothrus honariensis (Gm.). «Tordo» o «renegrido». 12-V1-1918 (ma- cho).—Muy conocido por su parasitismo. Deposita sus huevos en los nidos de otros pájaros. Es muy común. Molothrus hbrevirostris (Orb. et Lafr.). «Tordo».—Vive en parejas y es parásito de la especie Molothrus badius, en los nidos de la cual deposita sus huevos. Los pichones en su primer plumaje son de coloración idéntica a los de la especie mencionada, adquiriendo su coloración negra en ambos sexos, con manchas axilares castañas, en la segunda muda, hecho lo cual abandonan a sus padres adoptivos. Molothrus badius (Vieill.). «Mulata». IX-1919 (macho). — Esta especie vive en bandadas permanentes. Nidifica en nidos abandonados del le- ñatero (Anumbius anumbz). Agelaius ruficapillus Vieill. 8-X-1919 (macho). — Aparece a prineipios de octubre en bandadas que frecuentan las lasunas, donde nidifican, construyendo el nido en forma de cesta con hojas largas de gramíneas, entrelazándolas con ¡juneos, duraznillos, ete. Emisran en otoño. Agelaius thilius chrysocarpus (Vig.). 5-1-1918 (macho).—Es especie se- dentaria y muy común. Nidifica entre matas de paja o matorrales Je yuyos. Leistes militaris superciliaris (Bp.). «Pecho colorado chico». S-VI-1918 (macho).—En bandaditas de 10 a 15 individuos. Se les ve en campos pastosos, donde nidifican. Amblyrhamphus holosericeus (Seop.). «Federal».—En pequeñas bandadas frecuenta las lagunas con mucha vegetación, especialmente de espada- ñas, totoras o juneos, entre los cuales nidifica. Pseudoleistes virescens (Vieill.). «Pecho amarillo».—Bastante común en pequeñas bandadas. Nidifica entre matas de paja, revistiendo el nido con una delegada capa interior de barro o bosta de vaca y recubriendo esta con «erines, plumas, etc. Trupialis militaris (Linn.). «Pecho colorado grande».—Muy escaso. Lo he visto en parejas. Trupialis Defilippii (Bp.). «Pecho colorado». 23-V-1920 (hembra).—Esta especie es muy numerosa. En invierno se reune en erandes bandadas. 272 EL HORNERO Vol. 11 CAPTURA DEL ALBATROS THALASSOGERON EXIMIUS VERRILL en la Prov. de Buenos Aires POR ROBERTO DABBENE El furioso temporal que azotó durante la primera semana del mes de octubre ppdo., las regiones ribereñas del Plata y la costa atlántica argentina, debe haber llevado a nuestras playas, arrojadas por el fuerte viento que sopló constante- mente del este y sudeste, numerosas aves marinas, sorprendida» por la tempestad en medio del océano a una gran distancia de las costas. En esa ocasión, y en un terreno sembrado, cerca del pueblo Angel Etcheverry, F. €. Meridiano V, situado al sudoeste de la ciudad de La Plata y a una distancia de tres leguas de la orilla del estuario del Río de La Plata, apareció una mañana un albatros perteneciente a la especie nombrada. Esta ave debía haber luchado largo tiempo con la tempestad y posiblemente no había podido encontrar desde varios días, ningún alimento en las olas fuertemente agitadas del océano, de modo que, completamente exhausta, fué arrojada por el viento hasta el interior de las tierras, yendo a caer en la localidad indicada, en donde fué descubierta por algunos pilluelos que le dieron muerte a pedradas. De allí fué llevada al pueblo, y después al Museo Nacional de Historia Natural, de Buenos Aires. Un somero examen me demostró que pertenecía al género Thalassogeron, caracterizado por la presencia de un espacio membranoso desprovisto de plumas, que separa el eulminicornio del latericornio entre las extremidades posteriores de los tubos nasales y las plumas de la frente. Por la coloración amarilla y negra del pico, el albatros en cuestión entra en el grupo que comprende las especies Thalassogeron chrysosioma (Forster) y Th. chlororhynchos (Gmelin), es- pecies comunes en el Atlántico austral, y aunque se acerca más a la última, difiere de ambas por otros caracteres. La clave que distingue las especies del género elecconca en el Catálogo del Museo Británico, tomo XXV, 1896, p. 449, y en la Monograph of the Petrels, por Godman, 1907-1910, p. LIV, está fundada en la coloración del pico y ade- más en la forma con que termina posteriormente el eulminicornio y en su pro- longación hasta las plumas de la frente o sólo hasta cierta distancia de las mismas. La sección correspondiente a las especies en las que la coloración de los lados del pico es neera y la del culmen amarilla, comprende en la 1* obra sólo Th. chlororhynchos y Th. culminata [=chrysostoma] mientras que en la 2.2 está también incluído Th. eximius. Una 4.2 especie, Th. desolationis Salvadori (*). no está mencionada, por haber sido descrita posteriormente a la publicación de la Monografía nombrada. (1) Salvadori, Boll. Mus. Zool. Anat. comp. Torino, vol. XXVI Ni 1638; p. 2, L91L Isla de la Desolación, Estrecho de Magallanes. ANTAS 1922 Ft. Dabbene: Captura del albatros Th. caimius 213 En 7h. chlororhynchos, el culminieornio termina posteriormente en una punta aguda y no alcanza las plumas de la frente, siendo separado de estas por la continuación del espacio membranoso desnudo que lo divide lateralmente del latericornio; y la coloración del pico es negra, excepto el culmen, que es dé un amarillo anaranjado, así como una pequeña línea vertical en la base de la man- díbula inferior. En 7h. ehrysostoma el eulminicornio llega hasta tocar las plumas de la frente, terminando en forma redondeada, y el pico tiene la misma eoloración que en Th. chlororhynchos, pero el margen inferior de la mandíbula es también amarillo. En fin; en Th. desolationis el eulminicornio termina en forma redonda como en Th. chrysostoma; pero no aleanza las plumas de la frente, y la coloración del pico es igual como en esta última especle. í El autor de la Monograph of the Petrels, por un error que ya hizo notar Salvadori (+), ha incluído Th. exímius en la misma sección de Th. chlororhynchos indicando como carácter común el eulminicornio terminado en punta. Ahora, tanto en la lámina que acompaña la deseripción original de Th. eximius publi- cada por Verrill en Trans. Connect Acad., vol. IX 1895, p. 440, lám. VIII, fig. 2, como en otra publicada por Salvadori en Ibis, 1914, lám. XIX, y que reproduce otro ejemplar de esa especie, y en fin, en el ejemplar recientemente capturado que tengo a la vista, el que corresponde en todos los detalles a la deseripceión y a las figuras dadas por Verrill y por Salvadori, el eulminicornio termina pos- teriormente en forma redondeada y está separado de la frente por un espacio membranoso desnudo. Verrill (loe. cit. p. 440) antes de deseribir su nueva es- pecie (Th. eximius) indica que tiene el pico de igual coloración que Th. chlo- rorhynchos; pero dice que difiere de éste por carecer de la línea vertical amarilla en la base de la mandíbula. Esto está repetido en la clave que se encuentra en la Monograph of the Petrels, pero no es exacto, porque en nuestro ejemplar, esa línea, aunque delgada, estaba perfectamente indicada mientras se encontraba fresco, y desapareció solo después de varios días, dejando únicamente un pe- queño vestigio. Seguramente lo mismo debe haber sueedido en el ejemplar que sirvió a Verrill para su deseripción, tanto más que había sido eolectado varios años antes por Georges Comer, en la isla Gough, y por consiguiente todo rastro de dicha línea amarilla habría desaparecido enteramente cuando lo examinó Verrill. Este autor se olvidó, sin embargo, de mencionar que la difereneia prin- cipal, y tal vez la única que distingue Th. eximius de Th. chlororhynchos, está. en la forma redondeada con que termina posteriormente el eulminicornio en la primera especie, en vez de puntiaguda, como se observa en la segunda. Este olvido está, sin embargo, reparado en la lámina que acompaña el tra- bajo, la que reproduce fielmente la forma posterior del culminicornio en la espscie deserita. Entre los caracteres empleados para distinguir las varias especies de Thalas- sageron, a mi modo de ver tienen mayor valor morfológico los que se refieren a la forma posterior del culminicornio que los de la distinta coloración del pico, en cuanto los inmaturos de todas esas especies tienen al parecer, el pico de una coloración uniforme negra. Esta última coloración, o por lo menos un pardo más o menos obscuro, se observa también en el pico de ejemplares inmaturos de especies de otros géneros de albatros, como por ejemplo en Thalassarche melanophris, y hasta en los de algunos Laridos, como Larus dominicanus. Dos especímenes del albatros Tha- lassarche melanophris, capturados en Mar del Plata, prov. de Buenos Aires, y (1) The Tbis, 1914, p. 594. , , 274 EL HORNERO Volt. il conservados en el Museo Nacional de Buenos Aires, tienen el pico de un pardo muy obseuro, con manchas negruzcas, y el unguis es enteramente negro. La parte posterior de la cabeza y parte del cuello tienen un tinte ceniciento. Es muy posible que Diomedea Platei Reichenow (*), fundada sobre un ejemplar único, capturado cerca de las costas de Chile, represente el inmaturo de Thalas- sarche melanophris, como lo supone Leverett Loomis (?). 2 Del mismo modo, Thalassogeron Carteri (Rothschild) (9%) y Thalassogeron sp. inc. E. Clarke (*), que tienen ambos el pico negro uniforme y la coloración del plumaje muy semejante a la de Th. chlororhynchos y Th. esimius, podrían ser los inmaturos, respectivamente, de estas dos últimas especies, siempre que los caracteres del eulminicornio concuerden con los de estos mismos. Esta suposición está corroborada por el hecho de que en varias ocasiones han sido señalados en varios puntos de los océanos del hemisferio austral, individuos de pico ente- ramente negro volando junto con otros de pico negro y amarillo, siendo éstos evidentemente los adultos. Entre estos observadores citaré a Giglioli, quien du- rante su viaje en la “Magenta”, en fecha de abril 6 de 1866, en lat. 35” 01 S y long. 85 E, obtuvo un ejemplar de albatros de pico negro, en la misma ocasión que pudo capturar otros dos pertenecientes a Th. chlororhynchos; Nikolai Han- sen, (Rep. “Southern Cross”) hace mención de varios albatros de pico negro, que Sharpe identificó como Th. culminatus, siendo que las pieles recibidas per- tenecían a esta especie; Wilson (Nat. Antaret. Exped., Aves, p. 113 y nota, 1907) y Sórling (*), también recuerdan haber encontrado en el Atlántico, albatros de pico negro, aunque no han podido conseguir ninguno; Belcher (The Ibis 1914, p. 595) en fin, durante el viaje desde Australia a Chile, observó varios indi- viduos de pico negro junto con otro de pico amarillo y negro, que el identificó como Th. chlororliynchos, observando además que en algunos de estos últimos el pico tenía menos amarillo sobre el culmen que de costumbre. Estos no debían ser completamente adultos. No creo, sin embargo, correcto, ineluir Th. eximius en la sinonimia de Th. elurysostoma como lo' ha hecho L. Loomis (loe. eit. p. 84), pues las dos especies difieren entre sí, tanto en los caracteres de la longitud del eulminicornio, como en la coloración del pico. Si no se admite un valor específico para estos dos caracteres juntos, tam- poco debería admitirse, y con mayor razón, un valor genérico a la presencia de la membrana entre el latericornio y el eulminicornio para distinguir el gé- nero Thalassogeron de los géneros Diomedea y Phaebetria. El ejemplar de Th. eximius, recién capturado en la provincia de Buenos Aires, concuerda como he dicho en todos los detalles econ la diagnosis de Verrill. El culminicornio redondeado posteriormente, está separado por un espacio membranoso, de las plumas de la frente, y en estado fresco era de un amarillo anaranjado, algo más cargado sobre el unguicornio. Después de cierto tiem- po el color ha variado sensiblemente, y debido al desecamiento tomó en el úl- timo punto mencionado un color morado, o rojo obscuro (dull red), como dice : (1) Orn. Monatber, VI, p. 190 (1898—Cavancha,- Chile). (2) A. Review of the Albatrosses, Petrels and Diving Petrels, in Proc. Calif. Acad. Sci. vol. TI, pt. 11, N.2 12, 1918, p. 44. (3) Diomedea carteri Rothschild, Bull, B. O. Club, XIV, p. 6- (1903—-Point Cloates, N. W. Australia). e E (4) Thalassogeron sp. inc., E. Clarke, The Ibis 1905, p. 265 (Isla Gough). [=The eximius Verrill, inmaturo.] Cf. Mathews, Birds Austr., II, 1812, p. 284. - (5) Lónnberg Contributions to the fauna of South Georgia; Kongl. Sv. Vet. Handl., Band 40, N.ó 5, 1906, p. 72. (¡eunjeu oueuo]) a "12201 JuUY p “0]0J - *|¡RuOonDeN “Say [PP PROBE) sel 21 [LS Sa/ruIxa uOJ/9SOSse/ey [ “o|¡ewe Á oJBau odId 3p SOJJPq|y A YNIWy1 (3361 — II 194) OYINYOH 14 e 0 1922 KR. Dabbene: Captura del albatros Th. eximius 275 Verrill. Los tarsos, dedos y membrana eran de un blanco azulado. Los demás caracteres de coloración, tanto del pico como del plumaje, son los mismos que Verrill ha indicado en el especimen obtenido por Comer. - Las dimensiones son las siguientes: Ala, 471 mm.; cola, 178 mm.; tarso, 76 Ya mm.; dedo medio con uña, 108 mm.; dedo externo con uña, 106 mm.; culmen (expuesto), 114 mm.; altura del pico en la base, 43 mm.; ancho del pico en la base, 26 mm. No he podido indicar el sexo, por haber recibido el ejemplar sin las vísceras. Respecto" de la región de donde proviene este ejemplar, creo que bien puede ser de los parajes de la isla Gough. Esta isla está situada casi en el medio del Atlántico justamente en dirección este y sureste del punto en el cual fué ha- ilado el ejemplar. Ahora, como el viento que sopló con fuerza y casi sin in- terrupción constantemente de esa dirección por espacio de varios días, la alejó siempre más de la isla. Por otra parte, la imposibilidad de encontrar el ali mento, agotó poco a poco sus fuerzas hasta que vencido por la violencia del viento fué arrojado tierra adentro de la costa argentina, en donde cayó extenuado. Con excepción del ejemplar que sirvió a Verrill para su descripción; de la piel de la cabeza de otro ejemplar conservado en el Museo de Turín y del que no se conoce la procedencia, y, en fin, de otro capturado cerca de la isla Gough y del que hace mención Mathews (loc. cit. p. 284), parece que no existen en los Museos otros ejemplares adultos de este albatros. Sin embargo, aunque cbtenido raras veces, no por esto la especie debe ser rara. Georges Comer, dice que abundaba en la isla Gough, y durante su permanencia en la misma recogió un gran número de huevos de esta especie. Sin duda, muchas veces, los que han hecho sus observaciones en alta mar, desde la eubierta de un buque, los habrán visto; pero a cansa de su semejanza con Th. chlororhynchos lo habrán confundido con fste, no pudiendo en esas cireunstancias notar la diferencia que existe entre las dos especies, que, como hemos visto, está principalmente en la forma de la extremidad posterior del eulminicornio. Cualquiera que sea el valor taxonómico que se pueda atribuir a este ea- rácter, Th. eximius está más próximo de Th. chlororhynchos que de ningún otro albatros. Si la última especie se reproduce solamente en el grupo de Tristán da Cunha, como se ha dicho, y Th. eximius solamente en la isla Gough, ésta deberá ser considerada como una forma geográfica de la primera especie. La clave siguiente puede servir para distinguir las varias especies del género Thalassogeron, contenidas en el grupo en el que el pico es principal- mente negro. 4. El culmen solamente, o el culmen y el margen inferior de las ramas mandibulares son amarillo anaranjado.... (Adultos). a. Culminicornio redondeado posteriormente. b. El culminicornio alcanza las plumas de la frente, y el margen inferior de las ramas mandibulares es también anaranjado como el culmen.......... Th. chrysostoma bb. El culminicornio no alcanza las plumas de la frente. C. El margen inferior de las ramas mandibulares es amarillo, como el culmen; mayores, ala, 550mm. Th. desolationis. ec. El margen inferior de las ramas mandibulares es negro; el culmen es anaranjado; menores, ala, OF OS AROS Sot IS NO Th. eximaus. aa. Culminicornio terminado posteriormente en punta agu- ACUM A A Th. chlororhynchos AA. Pico enteramente negro. (Inmaturos). 276 EL HORNERO Vol. II LAS AVES EN EL FOLKLORE SUDAMERICANO POUR FL Dr. R. LEHMANN - NITSCHE I * LOS CAPRIMULGIDOS/ DE LA GUAYANA CON CUATRO OJOS UNA CREENCIA MITOLÓGICA A BASE DE MIMETISMO El conocido viajero Richard Schomburgk, en el relato de su viaje efectuado en la Guayana Británica en los años 1840 a 44, transmite, sin darle mayor im- portancia, una curiosa superstición de los indígenas de allá que han de ser Caribes o Aruacos. Según este párrafo, que conviene reproducir también en su redacción original (1), pretenden esos indios que los Caprimúlgidos, además de los ojos comunes, poseen otro par en la espalda. Estas aves, agrega nues- tro autor, son muy eautelosas y saben escapar, con gran velocidad, de las per- secuciones del cazador; por esto les habrá sido atribuído, por los aborígenes, un segundo par de los órganos de la vista. Ahora bien; antes de ocuparnos de esos curiosos caprimúlgidos de la Gua- yana, debe citarse un caso análogo de creencia mitológica; se trata de los cua- tro ojos de cierto tigre fantástico que desempeña gran rol en las leyendas sud- americanas, sin que los tigres en general se caractericen por especial o extra- ordinaria vigilancia, o dificultad en ser apresados por el indio cazador. De este famoso felino cuadriocular, hay dos tipos: el primero tiene su segundo par de ojos adelante, en la cabeza, junto con el par normal; el segundo tipo, atrás; el primer tipo, estaba representado en el altar mayor del gran templo del Sol, de Cuzco (Perú); el segundo tipo es meneionado en leyendas de los Yurucarés (Bolivia) y de los Kaliña (Surinam), leyendas que pertenecen al eielo mitoló- gico de la “familia felina”, difundido hasta la Guayana. Basándome en el es- tudio comparativo de estos y otros antecedentes que pronto serán publicados en la Revista del Museo de La Plata, como una de las monografías de mi “Mi- tología sudamericana”, he podido comprobar que el modelo de ese monstruoso tigre, por lo menos del tipo 1, debe buscarse en la constelación del Escorpión, invertido en el hemisferio austral, cuyas estrellas rho, pi, delta y beta, son los cuatro ojos del monstruo; y ereo que, una vez creada en la mente de los abo- rígenes sudamericanos la figura de un tigre cuadriocular, éste pronto se inde- pendizó de su modelo astral, trasladándosele al mismo tiempo el segundo par de los ojos a la espalda (tipo segundo del monstruo). Este segundo tipo, es, como se ve, el mismo que se halla referido a los caprimúlgidos de la Guayana. Debe formularse, por consiguiente, la pregunta: ¿Qué fenómeno ha sido el modelo para la creencia que los caprimúlgidos (1) SCHOMBURGK. Reisen in Britisch-Guiana in den Jahren 1840-1844..., II, p. 61. Leipzig, 1848: “Die Vorsicht der Ziegenmelker, welche die Indianer auch zu behaupten veranlasste, dieser Vogel besitze noch ein zweites Paar Augen auf dem Riicken, und die Schnelligkeit, mit der sie sich unsern Nachstellungen zu entziehen wussten, machte uns ungemein viel Spass”. 1922 R. Lehmann-Niische: Las aves en el Folklore 217 de la Guayana tiene un segundo par de ojos en la espalda? Por cierto, un objeto verdadero, una cosa de visibilidad real, debe haber hecho surgir, en la fanta- sía de aquellos primitivos, la bizarra idea que estamos analizando. Sehomburgk, en su interpretación arriba reproducida, ha confundido el efecto con la causa. El carácter cauteloso y la velocidad de aquellas aves, no pueden haber dado motivo para creer que tienen cuatro ojos; el verdadero motivo ha de ser otro, púes para explicar aquellas calidades podrían citarse mil otras causas, real- mente existentes, no ¿justamente una particularidad anatómica tan sólo creada por la fantasía. ¿Cuál será entonces el modelo material para los cuatro ojos de los Caprimúlgidos de la Guayana, de los cuales, el segundo par monstruoso está situado, atrás en la espalda? Al tropezar con el párrafo del viajero que motiva el presente artículo, me recordé, inmediatamente, de una observación de Julio Koslowsky, publicada en esta misma revista, tomo I, páginas 229 a 235, 1919. Se trata del caburé, Glau- cidium namum (King). Dice nuestro autor que, hallándose un ejemplar de esta avecita una tarde descansando, econ las plumas erizadas, él notó una expresión extraña de la cara que llamó su atención. Acercándose lo suficiente descubrió que era una cara simulada y no la verdadera; y que el caburé, por la disposi- ción de los colores de las plumas de la nuca y erizándolas algo, presenta en esta resión, una cara mimética, de la cual se destacan, ante todo (véase la respectiva lámina 111), ¡dos grandes ojos! Pues bien: yo supongo que una disposición idén- tica del plumaje de los caprimúleidos, no habré escapado a los indios de la Guayana y los habrá llevado a la creencia que el ave posee dos pares de ojos, uno delante y el otro atrás; exactamente como el caburé que ha sabido engañar a un naturalista moderno. No estoy en condiciones de examinar pieles de Ca- primúlgidos de aquellas comareas tropicales; pero el caso de mimetismo, des- cubierto por el señor Koslowsky en el caburé, es tan decisivo que revela sin alguna dificultad el modelo material y verdadero para una creencia mitológica respecto a los Caprimúleidos de la Guayana. Ateo Ml LAS LEYENDAS ARGENTINAS DEL CARÁU, DEL CRISPÍN Y DEL URUTAÚ o CACUI Y SU ORIGEN AMERICANO (?) ¡Llora, llora, urutaú, Jn las ramas del yatay!l Ya no existe el Paraguay Donde nací como tú... ¡ Llora, llora, urutaú! Carlos Guido y Spano. Desde que Carlos Guido y Spano publicara en 1868 por vez primera (2) su “Nenia”, canción que transmitirá su nombre a las generaciones futuras y de la cual la estrofa arriba reproducida, es la más famosa y popular, el urutaú lra conseguido un puesto en Ja literatura nacional y quedado el compañero es- piritual de su padrino. Erróneamente considerado por el mismo poeta como (1) Aceptando muy complacido una invitación del director de esta revista, daré en las lí- neas siguientes un breve extracto de un estudio especial que fué premiado con medalla de oro en el “Certamen literario-científico de Catamarca” (1921) y que se publicará in extenso en otra parte; en la Junta de Historia y Numismática Americana”, de Buenos Aires, el 19 de septiembre del corriente, leí un extracto más amplio de esta monografía. (2) La célebre poesía fué publicada por primera vez en “La Revista de Buenos Aires”, tomo XVIT, pgs. 583-585, én la entrega que corresponde a diciembre de 1868; desde entonces ha sido reproducida en un sinnúmero de libros, antologías, revistas y textos escolares; puesta en música varias veces, cantada y aprendida de memoria, representa hoy en día una verdadera canción nacional argentina. 278 EL HORNERO Vol. II letí Scott, euya área de dispersión parece limitada a las regiones septentrional y central de Chile. / Cinclodes gilvus Reich. (p. 240: Punta Arenas). Es sencillamente €. f. fuscus (Vieill.). El tipo, ejemplar adulto en estado de muda, es absolutamente idéntico a otros capturados cerca de Buenos Aires. M. Reichenow ha sido inducido en error por un espécimen mal determinado de C. oustaleti que había tomado erró- rneamente por €. f. fuscus, y los caracteres distintivos que señala para C. gilvus son los que separan el €. fuscus del C. oustaletr. Cinclodes schocolatimus Reich. (p. 238: Córdoba). El tipo, único ejemplar que ha tenido el autor, se distingue efectivamente de los numerosos ejemplares de C. atacamensis (de la provincia de Antofagasta, Chile; Carabaya, Perú; Chicani, Bolivia; Cerro Muñoz, Tucumán; y de Maimará, Jujuy), por la parte superior del cuerpo mucho más oscuro y por la inferior gris pardo ahumado, yendo al bermejo pardo oscuro sobre los flancos y sub caudales. Un macho de Mendoza es enteramente distinto del tipo de €. schocolatinmus y casi no difiere- de los ejemplares del noroeste de la Argentina. De modo que si hubiera que con- servar la raza C. otacamensis schocolatinus Reich. debería estar limitada a la sierra de Córdoba. Habrá que disponer de una serie de esta región para resolver el punto. C. E. HELLIMAYR. UNA GALLARETA NUEVA PARA LA ARGENTINA El Señor Stewart Shipton, de Coneepeión, provincia de Tucumán, me ha comunicado que conserva en su colección de aves, dos ejemplares de la gallareta Fulica ardesiaca Tschudi, macho y hembra, obtenidos por el Sr. Juan Mogensen en la laguna de Antofagasta, Territorio de Los Andes, altitud 3.200 metros, el 16 de diciembre, de 1918. Pico blanco amarillento; eseudo frontal color chocolate. Nidifica en la laguna. Hasta ahora, sólo era conocida en el Perú, Bolivia y Chile, en la región montañosa. RoAD: EL HORNERO (Vol. II — 1922) LÁMINA VI Picaflor, Lesbiía sparganura (Shaw), con su nido Este hermoso picaflor, quizás el más vistoso de los existentes, abunda en casi fodas las provincias del norte, desde Córdoba. Frecuenta los llanos y los cerros hasta los 3000 metros de altura. Construye su nido con musgos o barbas del monte. Los huevos, enteramente blancos, miden 15x9, 15x9,5. En Tucumán, L. Dinelli en- contró en marzo yn nido colgado de un gajo grueso, a 2000 metros; P. Girard encontró huevos en noviembre, en el Cerro de Tafi, y E. Budín recogió varios nidos en las grutas de algunas barrancas de los cerros. El nido que reproducimos ha sido encontrado en Tafi por el señor Pablo Girard. De las colecc. del Mus. Nacional. - Foto. de Ant. Pozzi. - (Reducido a 213 del natural). NUTSA OS 5 1922 E Notas - 291 LO QUE SE DICE DEL CRESPIN Muy pocas veces he visto en la naturaleza al Crespín (Tapera naevia), pero desde niño le he oído su canto aflautado, en los veranos, en los bosques de las sierras y llanuras cordobesas. Alá por el año 1902 en uno de los meses de la primavera, cubría la distancia que media entre el Valle de los Reartes y la ciudad de Córdoba, unas 15 a 18 leguas. La mañana sofocante y con un sol abrasador hacía pensar en una siesta lluviosa. Al pasar la Sierra Chica y luego más tarde, cuando entramos en esa planicie ondulada con bosques de algarrobos que llaman Bajo Grande, oímos por repetidas veces el canto del Crespín. La lluvia de la tarde puso intransitable los caminos, la noche nos alcanzó sin alejarnos mucho y las ranas «rascando sus cuerdas metálicas» nos saludaban desde los charcos. Haciéndole notar este contraste con el canto de la mañana al paisano que me acompañaba, me dijo: —Bueno niño, siquiera las ranas son animales, pero el Crespín, no. —¿Y qué es? —Vd. ha de saber que allá por los tiempos que habían brujas ese pájaro era un eristiano. Y en pocas palabras me dió esta versión. Había un matrimonio euyo marido se llamaba Crespín. Su mujer era... langosta voladora que se ausentaba del hogar no obstante los justos reproches del esposo. Una noche que ella se fué, él para castigarla se ausentó para siempre. Cuando volvió, halló la casa vacía, . .. recién notó su ausencia; salió llamándole por el monte, se convirtió en ave para buscarlo mejor y desde entonces “hasta la fecha” le llama por su nombre: ¡Crespín! ¡Crespín! En enero de 1909, me encontraba de paso en la parte oriental de la Sierra Grande de Córdoba, en el lugar llamado Boca del Río, próximo al pie del Cerro Champaquí. Al recordarles a los paisanos las aves de la Sierra Chica que no había oído cantar allí, les hablé del Crespín. Uno de ellos me hizo la si- guiente pregunta: —¿Qué le parece niño, será cierto lo que se dice de ese pájaro? —¿Qué se dice?, no sé. Dicen que una vez un novio que se llamaba Crespín, después quese desposó quiso ausentarse de la reunión con su flamante esposa en viaje de placer; pero ella no le hizo caso y se quedó para el baile que había. El se fué y la dejó. Terminada la fiesta, ella al verse sola salió a buscarle y no pudiendo encontrarlo se convirtió en pájaro para poder ir de un lado a otro y buscarlo mejor. Ya ve, no lo encuentra, todavía lo anda llamando: ¡Crespín! ¡Crespín! A fines del verano de 1912, en oportunidad que ayudé a un paisano a trepar a una higuera a recoger fruta, me dijo: —Ya está, luego me bajo solo, así Vd., no me podrá hacer las del Crespín. —¿ Cuál, el pájaro? —$S1, señor; antes no lo era según se dice....; es que se convirtió. —¿Cómo fué eso? Y recogí este relato. Había unos esposos que siempre tenían continuas desavenencias por causa de la maldad de ella. Una vez que se fueron a cortar higos y llevaron una escalera, subió primero Crespín que así se llamaba él y casi se cayó, por lo que la arpía de su esposa le regañó; con varonil decisión subió ella y se encaramó en el árbol. El le retiró la escalera dejándola arriba y ausentándose para siempre. Se puso a llamarlo, viendo que no venía, para poderse bajar se convirtió en ave, que salió volando y desde entonces lo busca gritando su nombre en el bosque: ¡Crespín! ¡Crespín! ALBERTO CASTELLANOS. 292 EL HORNERO , Vol. II UNA ESPECIE DE HOCO NUEVA PARA LA FAUNA ARGENTINA En las colecciones del Museo Nacional de Washington existe una piel per- teneciente a la especie Tigrisoma bolivianum (Lónnberg) (1) que fué obtenida por el capitán T. J. Page (o por su compañero, el coleccionista Dr. E. Pal- mer) en Corrientes, República Argentina, cerca del Río Paraná. El ejemplar (N* 73071 U. S. N. M.) no tiene fecha, pero fué cazado entre los años 1853 a 1855, durante el viaje de exploración hecho por el vapor norteamericano “Wa- ter Witeh”.+* Otro especimen eoleccionado en el mismo viaje procede del Paraguay. En tamaño y color general Tigrisoma bolivianum se asemeja a T. marmo- ratum (Vieillot), especie muy conocida en el norte de la República Argentina y en Paraguay, pero T. bolivianum tiene la parte superior de la cabeza de un color negro en lugar de castaño como en T. marmoratum. Siendo T. bolivianum conocido hasta ahora únicamente del lugar típico (Tatarenda en el Chaco boli- viano) los ejemplares citados son los primeros señalados en otras regiones. ALEXANDER WETMORE, Biological Survey, Washington, D. C. Dee. 15, 1921. ACLIMATACION DE LA PERDIZ GRANDE Y DE LA MARTINETA EN ALEMANIA En un país como la República Argentina, a donde la Europa manda tantos productos zoológicos, —desde la hacienda Hereford hasta el humilde inmigrante— hay relativamente poco de origen americano que se exporta a ultramar. Los productos autóctonos del suelo quedan despreciados por los mismos hijos del país, que erían los animales y cultivan las plantas cosmopolitas, sin darse cuenta de que los productos nativos de la tierra han de representar una fuente de riqueza inagotable. ¿Por qué, por ejemplo, no se cría sistemáticamente el ñandú, para utilizar sus plumas y huevos?; ¿por qué no la vicuña, cuya lana es tan apre- ciada en todos los mercados del mundo? En Europa, fuente generadora y rejuve- necedora continua de la civilización actual del globo, pasa lo contrario; allá, no sólo fué aprovechada la propia fauna y flora, sino enriquecida con tipos exóticos poco a poco aclimatados. El cariño que se extiende a la naturaleza, ya desde los tiempos más antiguos es característico de la raza germánica, y en ninguna parte hay tantas sociedades, asociaciones, centros, ete., que estudian la historia natural eomo en los países germánicos. No debe extrañar, por consiguiente, que a Europa haya sido introducida, entre otras eosas, la perdiz grande y la martineta, que allá se desea aclimatarlas y darles carta de ciudadanía como ya se ha hecho, eon el faisán, importado de Asia. Aunque los respectivos ensayos sólo se han practicado en pocas partes, los resultados son bastante satisfactorios, y es de esperar que las citadas aves argen- tinas, un día hagan competencia al faisán en el deporte de San Huberto. Respecto a la nomenclatura científica y popular, debe advertirse que en la (1) Heterocnus bolivianum Lónnberg, The Ibis, 1903, p. 462. (Tatarenda, Chaco boliviano). 1922 Notas 293 Argentina se llama “perdiz” o “perdiz común”, la Nothura maculoss (Temm.), y “perdiz grande” o (de vez en cuando, pero equivocadamente) “martineta”, la Blhamchotus rufescens (Temm.). Ambas aves abundan en la provincia de Bue- nos Aires, mientras que la verdadera “martineta”—que fácilmente se distingue de la anterior por un gallardo copete, —la Calodromas elegans (d'Orb. et Geoftr.) —más bien habita las regiones occidentales y la Patagonia septentrional. Las dos últimas especies son conocidas entre los avieultores europeos, con su nombre indí- gena tupí-guaraní, tinamú. En el idioma alemán, se ha bautizado a la RKhyncho- tus rufescens con la designación “Steisshuhn” o “Grosssteisshuhn”, nombre que indica- muy bien un carácter importante de la respectiva ave (el gran desarrollo de la región sacro-coccigeal), y la Calodromas elegams es llamada “Schópfsteis- shubn” a causa de su copete característico. Lo que se puede decir sobre los ensayos de aclimatación de la Rhynthotus rufescens en Europa y especialmente en Alemania, es más o menos lo siguiente: Ya hace años, el ave ha sido aclimatada en Inglaterra, Francia y Bélgica, con éxito favorable, y ahora se hacen experimentos en Alemania y en los países adyacentes, para aumentar la ornis de San Huberto con una especie tan útil como el tinamú. En Francia, era M. Galichet, propietario de la eonocida faisanería de Mériel, quien hizo, en 1895, los primeros ensayos al respecto. En Alemania, nuestra “perdiz grande” fué aclimatada con éxito en varias regiones de Baviera, Sajonia, Prusia, ete. Lo mismo puede decirse de Holanda (Schiedam), Dinamar- cz (Gamno), Hungría, Galitzia, Moravia, ete. En todas estas regiones, la perdiz sudamericana se reproduce con bastante facilidad, mientras que en la Rusia aus- tral, han fracasado los respectivos ensayos; pero parece que allá no se habrán descubierto todavía los métodos adecuados para aclimatar en un país relativa- mente frío, un ave subtropical. Los hacendados europeos' que eon buen éxito sabían aclimatar la perdiz sudamericana, empezaron su empresa en una escala relativamente grande. Soli- citaron no unas pocas yuntas, sino 20 Ó 25; en tal caso, el éxito es seguro, mien- tras que de otra manera todo depende de las tantas casualidades que no se pue- den prever. Como terreno eligen uno que bien se presta para el faisán, con 2zbundante agua, libre de aves rapaces, zorros, ete., y cubierto de robustos y pequeños árboles que sirven de abrigo. En ciertos puntos se da diariamente maíz hasta que el ave conozca el terreno y sepa buscarse su alimento. Algunos criadores prefieren comprar yuntas nacidas en Europa, que, según las expe- riencias, se acostumbran más fácil al nuevo terreno a donde fueron transpor- tadas y que, al parecer, se reproducen también con mayor facilidad. La perdiz criolla llevada a Europa, dicen se aclimata menos fácil; pero ereo que esto es un prejuicio divulgado por los comerciantes faisanistas que prefieren vender una vunta de perdices nacidas en Alemania, al precio enorme de 50 a 60 mareos (va- lor en oro o sea 35 pesos m|n.), mientras que una yunta eriolla vale 40 a 45 mareos (en oro, o sea 22 a 25 pesos m[n.), precio también bastante elevado si se recuerda de los precios exigidos en los mercados de Buenos Aires. No menos cea- ros son los huevos de esas perdices, ofrecidos por las faisanerías: cuesta la do- cena, 38 pesos m|n.; 25 huevos, 75 pesos min., y 50 huevos, 145 a 150 pesos mln. ¡Buen negocio, por cierto! Los hacendados que no quieren invertir gran canti- dad de dinero para “tinamúes” criollos o europeos, adquieren huevos y los ponen a una gallina elueca, que se encarga de eriar los perdizuelos hasta ser gran- des; o los colocan en los nidos de la perdiz europea, que no se dá cuenta que entre su cría legítima, hay uno que otro hijastro. Debe mencionarse un carácter especial de la perdiz argentina: el ave no 294 EL HORENERO : Vol. 11 migra y queda siempre más o menos alrededor del terreno donde fué expuesto o donde salió del huevo. Se presta, pues, admirablemente, para reemplazar al faisán, que es vagabundo y se muda a campos lejanos euando el patrón quie- re sacrificarlo en el altar de San Huberto. La perdiz argentina, por el con- trario, es fiel al suelo nativo y agradece a su dueño con una interesante y va- riada cacería. Los cazadores no saben cómo admirar su gran habilidad en escon- derse ante el hombre y en adaptarse a las particularidades del terreno para en- contrar abrigo. Resultados mejores aún dará, parece, la aclimatación de la martineta, Calo- dromas clegams. Los primeros ejemplares de esta especie fueron importados en 1903, para la faisanería de Alt-Nitsche, Posen, por el Sr. Neyman, que los había recibido de Buenos Aires por intermedio del señor Wiengreen, y yo mismo las vi allá en 1904, juntas con ejemplares de la Rhynchotus, sus antiguos eompa- ñeros de la Pampa. La aclimatación de la martineta parece más fácil aún, pues- to que habita las regiones occidentales de la República y el norte de la Pata- gonia; es decir, zonas algo más australes que las preferidas por la perdiz, cuyo clima es más comparable con el de la Europa central. No dudo que la aclimatación también de la “perdiz chica” (Nothura macu- losa) será fácil; pero no tengo datos si desde aquella época (1904), ya se ha ensayado algo al respecto. Tampoco he podido seguir las noticias apuntadas hace diecisiete años sobre un tema que supongo deseonocido a los lectores de EL Hor- NERO. R. LeuMANN-NITSCHE. AVES Y BATRACIOS Siempre había considerado los batracios como víctimas de las aves, pues sendas veces al preparar cueros de pájaros y revisar sus buches hallé en ellos restos de renacuajos, hilas, sapitos y ranitas. Recuerdo que en una de mis últimas víctimas, una hermosa cigieña (Puxenuwra maguari), hallé en su buche los restos de 17 hilas (Hyla raddiana). Supongo que esta uniteralidad de las relaciones entre aves y batracios sea la opinión general de todas las personas, y que hechos invertidos serían poco admisibles o fantásticos; pero hoy vengo a destruir tal creencia y afirmar por el contrario que en muehos casos pueden ser las aves víctimas de los batracios. Hace muchos años que figuraba en el gabinete de H. Natural de la Faecul- tad de Agronomía de La Plata, conservado en un recipiente con alcohol, un grueso ejemplar de rana comestible (Leptodactylus ocellatus), un hermoso macho, que tenía tragado por más de la mitad del cuerpo una avecilla (Cinclodes fus- cus?) que parecía haber cazado poco antes de ser cazado él a su vez. Durante la primavera de 1920, en mis excursiones botánicas en los alrede- dores de La Plata, hallé gran número de jóvenes eseuerzos de la especie grande (Ceratophrys ornata) y atraído por sus lindos eolores, llevé una media docena! de ellos a casa, soltándolos en mi jardín, en el cual tengo prisioneras, cortán doles periódicamente las rémiges derechas, varias aves, como torcasitas (Columbula picus), toreazas (Zenaida auriculata), tordos (Molothrus badius), charrúas (Gno- rimopsar chopi), bienteveos (Pitangus boliviamus), ete.; visitan además el jardín, atraídos por la comida abundante, palomas caseras y gorriones en abundancia, viviendo todos tranquilos y en plena confianza a causa de que nunca se les molesta. Todos esos animales viven en perfecta armonía entre sí y los escuerzos 1922 Votas 295 no tardaron en desaparecer aparentemente, enterrándose en la tierra fina y 1au- llida de los canteros, sólo reapareciendo de trecho en trecho a la caída de algún buen chaparrón de agua: en esas Ocasiones constaté que los que aparecían iban aumentando de tamaño y tal vez mermaban en número. En el ¡jardín están dispuestos un bebedero y dos comederos colocados lejos entre sí y allí a mi llamado acuden alegres las aves cuando dos veces por día les distribuyo la comida. Al principio del mes de noviembre noté que uno de los escuerzos mayores (cuerpo de 7 em. de longitud) se hallaba enterrado entre unas matas de violetas al lado de uno de los comederos, conservando afuera del suelo los ojos y la nariz; las aves se paseaban a su derredor picando los granos de alpiste hasta sobre la cabeza del batracio sin temor ni desconfianza y éste parecía dormido y sin prestar atención ni molestarse. Dos días más tarde mientras echaba el alpiste acudió una paloma casera caleetona muy mansa, la que de repente voló como asustada y con gran sorpresa noté que el eseucrzo conservaba en su boca dos plumas arrancadas de la pata de esa paloma. Dos o tres días después encontré ahogado en un balde que contenía pocos centíme- tros de agua a un bienteveo, sin poderme explicar la causa porqué ese pobre animal hubiese ido a caer en ese balde; a la mañana siguiente tuve otra sor- presa desagradable, pues encontré sobre un cantero muerta una torcasita, muy querida y domesticada; a un par de metros de distancia del cadáver, se hallaban todas las plumas de la cola y muchas de las ventrales; el cuerpo presentaba una gran desgarradura del cuero sobre el costado derecho; no había duda de que el pobre animalillo había sido improvisamente asaltado por un enemigo desde atrás y dada la facilidad como caen las plumas y se rompe el cuero de las palo- mitas, había podido escaparse e ir a morir donde estaba, tal vez más por el susto que por la gravedad de las heridas recibidas; sospeché que el asesino debía ser alguna rata o aleún gato, no pudiendo admitir que el escuerzo hubiese tenido el valor de atacar una presa de tanto tamaño. Desde aquel día el eseuerzo des- apareció del lado de ese comedero y mo lo vi más. El día 21 de enero de este año a las nueve de la mañana, como de cos- tumbre fuí a dar de comer a mis amiguitos; ¿junto con los prisioneros míos acudieron numerosos gorriones y yo me quedé mirándolos y conversando con algunos de mis hijos; de repente al lado del comedero hubo como una diminuta erupción voleánica seguida por los ehirridos lastimosos de un gorrión macho adulto que quedaba en decúbito dorsal con su ala izquierda totalmente aferrada por la boca de uno de los escuerzos; eorrí inmediatamente en ayuda del cau- tivo y agarrado el escuerzo por las patas traseras me costó bastante para arrancarle la presa. El batracio muy enojado e hinchado después de dos o tres brincos sin orientación, volvió a meterse y enterrarse en el agujero de donde había salido, al pie de un jazmín del cabo, a unos 25 o 30 centímetros del comedero. Yo estaba comentando el hecho con toda la gente de casa que había acudido; algunos otros gorriones habían vuelto al comedero, cuando de repente el escuerzo pegó un enorme brinco y llegó a cazar, esta vez por la cabeza, a otro gorrión, una hembra adulta y fuerte; la víctima no pudo dar ni un grito y no tardó con el aflojamiento de todo su cuerpo en demostrar que había muer- to; entonces el escuerzo cada 20 Ó6 30 segundos hacía un esfuerzo para tragar el bocado que penetraba cada vez un poco más; al principio buscó con las pa- titas anteriores de acomodar las alas para que no difienltaran la deglución; mas, por lo general, entre uno y otro esfuerzo, especialmente al final, efectuaba unos saltitos y unas curiosas contorsiones, al fin de que el voluminoso bocado se aco- modara mejor en la cavidad faríngeo-estomacal; por fin a los 14 minutos ¡jus- tos, después de haber sido cazado, el ave había desaparecido totalmente con todas 296 EL HORNERO Vol. 11 sus plumas en el estómago de su voraz enemigo; éste entonces quedó unos mi-- nutos quieto, como para recobrar aliento, en seguida dió dos o tres brincos. desordenados, bajando, en marcha hacia atrás, a su pocito, en donde manio- brando con sus patas traseras, fué lentamente enterrándose para desaparecer muy pronto del todo; yo, sondeando con el dedo, constaté que el enterramiento aleauzaba a una: profundidad de unos 5 centímetros debajo de la superficie del suelo; allí permaneció digeriendo tranquilamente, y recién el día 27 constaté que el batracio había cambiado su habitación sin poder saber dónde había ido a guarecerse, y sin poder constatar si digería totalmente su víctima o si hubiese lanzado las plumas y los huesecillos como hacen sendas aves de rapiña. El modo de ubicarse del batracio en ambas veces me hace suponer ciertos. rudimentos de inteligencia para poder apreciar y seleccionar oportunamente el lugar más estratégico para sus cacerías, sabiendo además utilizar perfectamente su espléndida librea mimética que lo hace poeo aparente entre la tierra y el pasto; la mayor acometividad demostrada la atribuyo tal vez a la estación que coincide con la de los celos, época que demanda una alimentación más intensa y frecuente. Desde ese día memorable mis pajarillos parece que hayan perdido la eon- fianza y la despreocupación de que alardeaban antes; ahora al pasearse sobre los canteros lo hacen como si pisaran huevos, como se dice vulgarmente; cami- nan dando brinquitos de susto y evitando todos los puntos en que la tierra sea algo movediza o demasiado suelta; parece que todos se hayan avisado que allí existe algún grave peligro, y apenas han comido con rapidez, no tardan en en- caramarse con apuro al parral, entre cuyas hojas parecen sentirse más tran- quilos y seguros. CARLOS SPEGAZZINI. La Plata, enero 31 de 1922. A MOVIMIENTO SOCIAL Nuevos miembros activos.—Fueron aceptados los siguientes: Capital.—Manuel A. Barraza, Gustavo M. Barreto, Srta. Irene Bernasconi, Jorge Bullrich, Dr. Jorge Casares, Dr. E. D. Dallas, Teniente de Fragata E. O. de la Vega, Ernesto F. Gesell, Dra. Deidamia, Giambiagi, Jorge Hughes, Martín J. Maciel, Dr. Carlos Maechling, Mario Reto, Dr. Hugo Salomón, Milceíades A. Vignati. Interior.—Ing. Agr. P. U. Acevedo, Bell Ville, (Córdoba); Haraldo Hauge, Agustina, (Prov. Bs. As.); Srta. María A. Morello, (Rosario); Srta. A. M. Parodié Mantero, C. del Uruguay, (Entre Ríos); C. H. Smyth, Sta. Elena, (Entre Ríos); Santos Tombolini, Firmat, (Santa Fe). Euterior.—Dr. J. M. Kyle, Conchillas, (Uruguay); J. H. Riley, Washington. Donaciones en efectivo.—Se ha recibido de nuestros consocios: Sr. Stewart Shipton, $ 18 min.; Sr. W. R. Mac Bean, $ 7 min.; Sr. D. H. Mathew, $ 3.50 min. Donaciones de aves, nidos y huevos.—Se han recibido las siguientes: Francisco Basterreix, 1 ave fresca (becasina), 1 nido y 2 huevos de garcita, de Vedia (E. C. P.). Señora M. L. de Bowes, 1 cuero de ave (Piojito azulado), con su nido y 3 huevos, de Santa Elena (Entre Ríos). Alberto Carcelles, 1 nido de boyero, de Colón (E. Ríos). 1922 Movimiento social 297 Juan B. Daguerre, 13 cueros de aves diversas, de Rosas (F.C.S.). Prof. M. Doello-Jurado, 1 nido de ehingolo con 7 huevos de tordo, de Quequén (7 Oe Soo José A. Pereyra, 4 nidos y 28 huevos, de la provincia de Buenos Aires. Dr. Angel Gallardo.—Nuestro distinguido miembro activo y fundador de la S. O. P., a quien esta sociedad debe tantas atenciones, especialmente mientras tuvo a su cargo la dirección del Museo Nacional, ha sido designado, como es sabido, Ministro Plenipotenciario Argentino ante el Gobierno de Italia; distinción honrosa y merecida que le ha valido tantas felicitaciones y agasajos antes de su partida. Sabemos que, a pesar de la índole especial de sus nuevas actividades en el en- cumbrado puesto que ocupa, el Dr. Gallardo seguirá con el mismo interés el pro- greso de las Ciencias Naturales en la Argentina, y los trabajos de sus numerosos colegas y discípulos, que lo recuerdan todos con cariño. Así lo ha manifestado, por otra parte, en la reunión de despedida que hicieron los naturalistas argentinos en la Sociedad de Ciencias Naturales, muchos de los cuales eran miembros de la S.O.P. Prof. M. Doello-Jurado.—El 14 de abril partirá para Europa nuestro estimado consocio y compañero profesor M. Doello-Jurado, para asistir en representación de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, al Congreso de Geología que tendrá lugar en Bruselas en el mes de agosto del corriente año. Lleva, además de otras misiones, la del Museo Nacional para adquirir en Eu- ropa colecciones, elementos y obras, destinados a la sección de invertebrados ma- rinos, que ha fundado y dirige en este establecimiento. Aprovechando su estada en el viejo continente, que durará unos ocho meses, el Sr. Doello-Jurado se propone visitar los museos, laboratorios y estaciones bioló- gicas más importantes de varios países y relacionarse con los naturalistas conocidos, entre los euales, y por encargo de la S. O. P., algunos ornitólogos, miembros hono- tarios y correspondientes de la misma, a quienes trasmitirá nuestro saludo e in- formará directamente acerca de la marcha de nuestra sociedad. Ha prometido enviarnos los datos que puedan ser de interés para la S. O. P.; entre los cuales la posibilidad o conveniencia de encargar en Europa la reimpresión de la obra ornitológica de Azara, con láminas en colores, en el caso de que se consigan reunir los fondos necesarios para llevar a cabo esta iniciativa. El Dr. Hermann von Ihering.—El miembro honorario de la S. O. P., Dr. H. v. Thering nos comunica su nueve residencia, que es actualmente en Mainkur, Kreis Hanau, Frankfurt a M. (Alemania). No obstante su edad avanzada sigue eulti- vando las ciencias naturales con el mismo evtusiasmo, y piensa dedicarse en breve al estudio de la geología de aquella región. Tampoco ha decaído su in- terés por las aves como lo prueba el hecho de anunciarnos que se proponía adoptar algunas medidas pará proteger a las avecillas del lugar durante los días erudos del invierno. Nos dice, además, que ha tenido una grata sorpresa al visitar el Museo de Senkemberg, cuando encontró allí las aves que coleccionara en Río Grande do Sul (Brasil), hará unos años 40 años, y enviara a Berlepseh, cuya famosa colección fué adquirida por dieho museo. La S. O. P. y la Asociación, Cristiana de Señoritas.—El secretario de la $. O. P., invitado por la Asociación Cristiana de Señoritas, por intermedio de nuestro con- socio Sr. D. S. Bullock, se trasladó al primer campamento de señoritas establecido por la Asociación en Adela (F.C.S.), a orillas de la laguna del mismo nombre, en donde permaneció los días 13 y 14 de febrero, dando algunas conferencias al aire libre en una forma sencilla y práctica sobre las aves en general y en par- ticular sobre las de ese lugar. Las participantes al campamento, en número de treinta, efectuaron también en su compañía varias excursiones por los alrededores, dotados de abundante y variada arboleda, lo que permitió observar un gran nú- mero de nidos, así como las especies más comunes que pudieron ser clasificadas y examinadas en su ambiente natural, anotando sus particularidades. 298 EL HOBRNERO Vol. IL En vista del éxito obtenido en este primer ensayo y del interés despertado por el estudio de las aves en esta forma, las señoritas de la Asociación que «dirigen estas actividades, se proponen ampliar el programa, realizando durante el año una serie de excursiones ornitológicas similares en los alrededores de la capital, solicitando el coneurso de un miembro de la $5. O. P., para suministrar datos acerca de las aves que puedan okservarse. Además, se piensa organizar también algunas conferencias sobre aves en el local de la Asociación para las señoritas que no puedan tomar parte en las excursiones. La $. O. P. por su parte, aplaude la iniciativa de esta progresista Asociación, que tiende a despertar el interés de la juventud por muestras aves, por lo que le prestará gustosa toda la colaboración que le sea posible. Excursiones de consosios.—El secretario de la S. O. P., Sr. Pedro Serié efectuó, a fines de noviembre, una interesante y provechosa excursión en la región de Santa TFlena, (al norte de la provincia de Entre Ríos), en la propiedad de la Compañía Bovril. Invitado y acompañado por nuestro eonsocio y entusiasta cultor de la ornito- logía Sr. A. Philip, pudo recorrer una apreciable extensión sobre la costa de Sta. Elena, así como algunas islas del Paraná y varias estancias del interior, lugares ideales para las aves de todas clases, que nadie persigue. Entre los vertebrados co- leccionados para el Museo Nacional, pudo reunir unas sesenta especies de aves características del lugar, haciendo, además, numerosas observaciones y formulando una lista de la avifauna de la región, que será publicada en EL HorNzrRO próximo. Tuvo oportunidad de conocer allí algunos de nuestros consocios, entre los cuales el Sr. C. H. Smyth, observador sagaz y poseedor de una notable colección de huevos de aves; el Sr. D. Ormaechea, y varias otras personas muy interesadas en secundar los nes de la S. O. P. Durante algunos días de los meses de noviembre y diciembre, fueron afectuadas dos breves excursiones de estudio a la isla de Martín García (un día), y a Conchillas, R. O. del Uruguay (tres días), por un grupo de profesores y alumnos de la Facultad de Ciencias Naturales, del Instituto Nacional del Profesorado Secundario y algunos -empleados técnicos del Museo Nacional. Participaron en estas excursiones, entre otros, nuestros consocios: Srtas.: Irene Bernasconi, Helena $S. Rivero, profesores: M. Doello-Jurado, E. Y. Barrán, José Y. Moifino, Dr. Franco Pastore y Sres.: Al- berto Carcelles, Alberto Castellanos y Angel Zotta. Fueron colectadas algunas aves, «que preparó el Sr. Zotta. El Sr. Prof. M. Doello-Jurado, ha realizado además otra excursión al principio de enero, en la costa del Quequén, coleceionando invertebrados marinos. Hizo algunas -cbservaciones ornitológicas, y trajo para la S. O. P., algunos nidos y huevos, entre los cuales un nido de chingolo que contenía siete huevos del" tordo o renegrido y ninguno del chingolo. El Sr. Alberto Castellanos, estuvo desde mediados de enero hasta marzo en el Valle de los Reartes (Córdoba), reuniendo colecciones botánicas y zoológicas. Entre «estas un pequeña serie de aves que ha obsequiado a la S. O. P., y anotando también numerosas observaciones que agregará a la lista de aves de Córdoba, que desde hace tiempo está preparando para EL HORNERO. Los Sres. José F. Molfino y Lorenzo R. Parodi, permanecieron en el Territorio de Misiones, desde mediados de enero hasta fines de febrero, herborizando en la región de San Javier e Iguazú, y recolectando también ejemplares de zoología. Nos han comunicado algunas de las observaciones ornitológicas que hicieron durante su «excursión. El Sr. Alberto Carcelles, permaneció en Paysandú y Colón, (Entre Ríos), desde el 22 de enero hasta mediados de febrero, recolectando moluscos terrestres y de agua dulce para ei Museo Nacional. Trajo para la Sociedad un nido de boyero y nos > POR E CE IS SUS a 2 > CESADO 3 7 (Total de miembros aetivos e instituciones adheridas, el 31 de di- ciembre: 260). Eee de O e lie li dolio E 8: NOVA O a A logs oo copos ones 167 (A ot al abi ES tooo ARENOSOS ea aga á 178 345 Notas recodo 147 MES ve dono ao ao ae 20: a aa SO IaO On OOO ooo adas da ooo ¡tl PAE APEC PU E ISO 100- NO SEO CAS A eN 5 EUE NOS e SS Pp AR Ae OST OO Us 22 TESORERÍA Saldo acia SE Ad OA E 618.827 Entradas: Bor cuotas socia $ 1.509.50. (Entre las cuotas mayores de $ 6 min., fueron abo- nadas: 1 de $ 8; 33 de $ 10; 5 de $ 12; 13 de $ 15; 5 de $ 20; 1 de $ 23, y 2 de $ 25). . Por venta de la revistas. .l.o..oooo ooo 1922 1 Movimiento social 303 Salidas : Pagado por el saldo de la impresión del N.o 2 (v. II) $ 385.— >) ¡por impresión del Ni03 (y. Ll) >» 800. > a cuenta de la impresión del N.o 4 (vol. 1D).... >» 300.— >» por 3 clisés para el N.? 2 y 20 id para el N.o 3... » 78.35 > >» 1I copiador, 5 talonarios, 5 bloks, 1.000 sobres 7 REPOIES VERO ooo oono orar Rd aO ase > 52.30 » DEAR decorados occ ooo ano OSO > 49.— > a cuenta del trabajo del indice del vol. 11.... >» 20 > por 500 fajas impresas para la revista............ > 20 > >» varios útiles de escritorio... ......ooo.o....=.. > 9.85 >» » doce placas grandes y baño revelador...... > “9.10 IS DON > 6.— AI CO Prado APO COI ai > 1.80 $ 1.731,40 Saldo UE PAS OR Se $ “753.32 $ 2.484,72 REVISTAS DE ORNITOLOGIA Y OTRAS PUBLICACIONES RECIBIDAS (Los trabajos de algún interés que figuran en estas publicaciones serán ana- lizados oportunamente por orden alfabético de autores en la Sección bibliográfica que inicia en este número muestro estimado colaborador Dr. Hans Seckt). The Auk, números 3 y 4, 1921; 1, 1922. Bird-Lore, números 4 y 5, 1921; N.o 1, 1922, Bulletin de la Ligue Francaise pour la Protection des Oiseaux, números 2, 3, 4, 7, 8-9, 10-11, 1921. The Condor, números 3, 4, 5 y 6, 1921; N.o 1, 1922. Danske-Fugle, N.o 2, 1921. Le Gerfaut, fase. 11, 1921. The Ibis, números 3 y 4, 1921; N.o 1, 1922. Journal fiir Ornithologie, Part. 4, N.o 69, 1921. I;'Oiseau, números 1 al 10, 1921; N.o 1, 1922. Oologists* Record, N.o 4, 1921. Revue Francaise d*Ornithologie, números 146'a 154, 1921-22. Verkandlungen f. Ornithologischen Gesellchaft Bayern, Band XV, Heft 1, 1921. Der Waldrapp, números 1 a 4, 1919; 1 a 3, 1920; 1 y 2, 1921. OTRAS PUBLICACIONES DE CIENCIAS NATURALES Archivos do Museu Nacional do Rio do Janeiro, vol. XXXII (1919); XXIIT (1921). Mitteilungen aus dem Zoologischen Museum in Berlin, 10 Band, 1 Heft 1921. Natural History, números 1 a 6, 1921. Physis, t. V, N.o 19. 1921. Revista do Museu Paulista, t. XII, 1920. 304 EL HORNERO Vol. II New Jersey Audubon Society.—El secretario de esta importante y popular Asociación protectora de aves y otros animales silvestres, que publica la revista ornitológica Bird-Lore, nos ha comunicado que en la undécima reunión anual cele- hrada en Newark (E. U.), el 11 de agosto 1921, esa sociedad resolvió enviar a la S. O. P., un mensaje de congratulación y de aplauso por la obra que realiza en la Argentina, formulando votos por el progreso de la misma. La C. D. de la S. O. P., apreciando en lo que vale este autorizado aplauso y valioso testimonio de simpatía, ha contestado agradeciendo el amable mensaje, que l9 servirá de estímulo para perseverar en sus propósitos y tratar de imitar en su reducida esfera la obra benéfica que realiza en Norte América la *“* Audubon Society ?”. NECROLOGIA Demetrio Rodríguez.—VFalleció en Avellaneda (Buenos Aires), el 22 de enero último, a consecuencia de una operación, este joven y estimado consocio, que fué uno de los fundadores de la S. O. P. Desde su niñez al lado de su hermano Ma- nuel, se dedicó casi exclusivamente a las aves. Observador meticuloso y coleccionis- ta intrépido, verdadero *“field-naturalist?”, efectuó numerosos viajes, solo y con su hermano, entre los cuales algunos en re- giones lejanas y arriesgadas. Hizo impor- tantes colecciones de cueros de aves en las provincias de Buenos Aires, San Luis, Catamarca, Tucumán y Salta. Sus trabajos de taxidermia, especial- mente los grupos biológicos, verdaderas obras de arte, inspiradas en la observa- ción directa (algunas de las cuales he- mos reproducido en EL HOoRNERO), eran muy apreciadas, habiendo sido una de sus co- lecciones premiada en la Exposición de California con medalla de oro y adquirida por el Comité Argentino de la misma. La mayor parte de sus preparaciones fueron adquiridas por diversas institucio- nes nacionales, entre las cuales la Jscuela Normal Popular de Avellaneda, la Univer- sidad de Tucumán, el Museo Nacional, y la Facultad de Ciencias Naturales de Bue- nos Aires. S Tenía también notables aptitudes lite- rarias que exteriorizó en varias publicacio- mes de la capital y de la provincia, Áágu- rando entre sus producciones algunas poe- sías sobre aves. En el sepelio de sus restos, que fué muy concurrido, —pues el extinto era espe- cialmente apreciado en la comuna de Avellaneda, habiendo sido propuesto como concejal por un núcleo importante de vecinos, —hicieron uso de la palabra los re- presentantes del Club ““Mariano Moreno”, del Círeulo “*Pro-Homenajes Patrios?””, y del diario local “La Libertad?”, el que reprodujo los discursos pronunciados. 1922 g 7 305 INFORMACIONES Costumbres de golondrinas. — Reproducimos de la revista belga “Le Ger- faut?”, el siguiente artículo de M. Eug. Tant: La golondrina es uno de los pájaros cuyas costumbres han sido mejor estudiadas por el naturalista, y del que el poeta ha celebrado mejor la fidelidad, la alegría “y la dulzura; siendo objeto en casi todos los pueblos del mayor respeto, mezelado con frecuencia con las supersticiones más increíbles. El pueblo confunde generalmente entre sí las varias especies de hirundínidos que viven en nuestro país. La golondrina rústica, la de ventana, y la de playa, tienen el nombre común de golondrinas. Los hirundínidos se encuentran en casi toda la superficie terrestre. Sin em- bargo, parece que disminuyen en número a medida que se va hacia los polos y tan sólo algunos raros individuos frecuentan aquellas regiones frías, en donde les falta el alimento. Ñ En las costumbres de estas interesantes aves, un hecho llama especialmente la atención de los observadores: es su migración. Muchas ideas falsas fueron divul- gadas al respecto y con frecuencia los hombres más ilustres trataron de acreditar estos errores con la autoridad de su nombre. La causa de esta migración fué por mucho tiempo un profundo misterio. En nuestros días, nuestras ideas acerca de esta cuestión son más netas y sabemos que esos viajes son provocados por el hambre que impulsa estas aves a dejar un país en donde no encuentran más con que comer y les obliga a buscar una región en la que hallarán su subsistencia. La dificultad en concebir viajes muy prolongados y la incertidumbre que rei naba antiguamente acerca del lugar de destinación, había inducido a los antiguos a negar la emigración de las golondrinas. Aristóteles y Plinio dicen. que las golondrinas van a pasar el invierno en climas más suaves, cuando estos no están muy alejados; pero si ellas están muy distantes de esas regiones templadas, permanecen durante el invierno en su país nativo y se limitan «» Falco (4 especies): 47 0/0, 45 0/0, 440/0, 43 o/o; » Circus (1 especie): 420/0; >» Buteo (2 especies): 420/0, 40 0/0; > Archibuteo (1 especie): 400/0; >» Pandion (1 especie): 39 0/o. Si dle las razones constatadas por el autor pueden sacarse ciertas conclusiones con respecto a la velocidad del vuelo de las diferentes clases de aves, desgraciada- mente no lo dice el autor. 58. J)lXON, JOSEPH: The Buffle-head (Charitonctta albeola) Breeding in California. —The Condor, 23, N.o 5, 1921, p. 165. 59. DONALD, C. H.: The Birds of Prey of the Punjab.—Journ. Bombay Nat. Hist. SOC», 27, N.0 2, 60. DwiGHT, JONATHAN, and Griscom, Lunnow: A Revision of Atlapetes gulturalis, with Descriptions of Three New Races.—American Museum Novitates (New, York), 1921, N.o 16, 4 páginas. “Los autores, a base de un estudio prolijo, hecho con material de Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Colombia, llegan a establecer cinco diferentes subespecies de la forma 4tlapetes gutturalis Lafresn., tres de: ellas nuevas, distintas especialmento en la coloración del plumaje. Dan la diagnosis de ellas, y de cada una de ellas mencionan la proveniencia geográfica. Trátase de formas de grandes alturas. Los autores llaman la atención especialmente en el hecho de que en el estudio de «material viejo, conservado por muchos años en las colecciones, el investigador debe fijarse mucho en la edad del material que examina; pués con el tiempo puede cambiar completamente el color del plumaje, de tal modo que ayes cuyos colores: en estado fresco demuestran diferencias grandes y notables, más-tarde todas se presentan pardo-obseuras, desapareciendo del todo las diferencias primitivas. Un cuanto a las subespecies descritas, los autores declaran expresamente que las diferentes razas (subespecies) no presentan una progresión geográfica entre la forma más septentrional y la más meridional. Las cinco subespecies, cuyas diferencias esenciales se pueden deducir de sus nombres, son las siguientes: «lMlapetes gutturalis gutturalis Lafresnaye: Colombie, entre 1.000 y casi 3.000 om. Allapetes gutturalis brunnescens Chapman: Cordillera de Chiriquí (Costa Rica); Allapetes gutturalis parvirostris nov. subsp.: Cordillera de Costa Rica; «Mapetes gutturalis fuscipygius nov. subsp.: Cordillera Nicaragua norte-central: Allapetes gutturalis griseipectus nov. subsp.: Cordillera de Guatemala central. " (Continuará). 324 BL HORNERO Vol. 11 EL HORNERO Y LOS POETAS El conocido escritor Sr. Juan Burghi nos ha enviado la siguiente composición, inspirada por el hornero, la que dedica a muestra revista: EL HORNERO I Agyil, inquieto, con un, tic nervioso que lo hace más simpático, el hornero, como es pájaro, artista e ingeniero, por ello nunca puede estar ocioso. Por fuerza de aplicado y laborioso llegó a identificarse buen obrero, de tal modo, con su arte de alfarero, que hasta se viste de color terroso. Paga al buen labrador sus simpatías expurgando las tierras labrantías y amenizando su vivir sereno... Ejemplo de virtud, es su pequena obra elocuente, símbolo que enseña a ser artista, laborioso y bueno. 1I SU CANTO Cuando tímida el alba y con sigilo entreabre sus pupilas candorosas, se desgranan sus notas ¿jubilosas como un collar al que se corta el hilo... Así él expresa en elocuente estilo el afán do sus horas laboriosas, y elogia con amor todas las cosas que toman parte en su vivir tranquilo. Volumen segundo de “El Hornero””.— Su eanto es una rápida cascada de notas, una alegre carcajada infantil... risa franca y resonante, donde choca y se quiebra y se desgrana el endeble cristal de la mañana, con estrépito límpido y vibrante... TIT SU OBRA A ese obrero-pocta del espacio, quién le enseñó tan sabia geometría, las leyes de equilibrio y de armonía para labrar su espléndido palacio?... Sólo su instinto le sirvió de guía; y entre el follaje de verdor topacio lo engarzó tan seguro que, al rehacio vendaval, su firmeza desafía. Cada aporte que hace para el nido, como gozoso del deber cumplido en su timbal de plata da el hornero... Y armonizando el canto con la obra, en alegrías sus fatigas cobra: trabajador y artista verdadero. JUAN BURGHI. Con el presente número termina el volumen segundo, cuyo índice analítico será distribuído próximamente. INDICE DE AUTORES Y OTRAS PERSONAS CITADOS Abadie, René d', 314. Abbott, C. C. 9, 103, 114, 122, 123, 126, 128, 194—204, 244, 245. Abeillé, 186. Aberg Cobo, Hialmar, 142. Acevedo, P. U. 296. Achard, 306. Afferni (hijo), Andrés, 142. Alans Magnus (Obispo), 305. Albarracín, 214. Alberto, 305. Alday, Carlos, 232. Alexander, Wilfried B., Tubinares 0b- servados desde Buenos Aires hasta Capetown, 224. —142, 225, 234, 244, 248, 249, 314. Allen, Amalia S., 314. Allen William Rey, 314, 315. Almeida Nogueira, 279. Altgelt, Carlos A., 142. Ambrosetti, Héctor, 144, 145, 280. Ambrosetti, señora M. E. Holmberg de, 144, 145. Ameghino, F., 51, 300. Amico, Srta. María C., 142. Andersson, K. A., 9, 166—16$8. Andrews, C. W., 52, 53. Antuñano, Isidoro, 142. Aplin, O. V., 10—25, 110, 112, 114. 115, 120, 246; 247: Arámburu, Fabio S., 232. Aravena, Reynaldo, 232. Aristóteles, 305, 310. Armengol Valenzuela, Pedro, 280. Arnault, 239. Arrigoni degli Oddi, E., 314, 315. 4 rtayeta, Enrique A., 232. Astley, Hubert D., 76, Autran, 156. Avalle, J. Bautista, 232. Azara, Félix de, Homnaje «a, 300— 302. —56, 87, 89, 92, 93, 96, 97, 156, 183, 185, 189, 210, 225, 279, 280, 297, 300 —302. Backhausen, C., 124. Bacmeister, Walther, 315. Baer, G. A., 115, 143, 189. Baez, J. R., 120, 230, 233. Bailey, Guy A., 315. Baird, 22, 204. Baker, E. C. Stuart, 315. Bangs, Outram, o Banks, 14, 17, 21, 23, 67, 148, 186, 200, 202, 203, 237, 243, 278, 279, 315, 316. —véase Thayer, 316. Bannerman, David, A., 147, 163, 172, 316. Barbosa Rodríguez, 279, 280. Barraza, Manuel A., 296. Barrán, E. F., 298. Barreto, Gustavo M., 296. Barros, Rafael V., 57, 67, 237. Barrows, W. B., 108—113, 115, 116, 119, 126, 128. Basterreix, Francisco, 232, 296. Batgowski, 308. Bechstein, 14, 119. Beck, Rolo Howard, 67, 108, 163, 316. Beckelmann, Carlos, 213. Beddard, F. E., 159. Bedell, Edgar, 316. Beder, Roberto, 232. Beebe, William, 134, 316, 317. Beierle, C. M., 142, 326 EL HORNERO Belcher, 176, 274. Bellvhambers, T. P., 317. Benelische, F., 280. Bennett, A. G., Breves notas sobre las aves antárticas, 25—34. —Notas sobre aves sub-antárticas, 255 —-258. —25, 64, 114, 167—169, 171, 194— 202, 204, 225, 246. Bent, A. C., 67, 317. Bergtold, W. H., 317. Berlepsch, 15, 20, 125, 182, 187, 192, 297. Bernasconi, Srta. Irene, 296, 298. Berthaud o Berthoud, 308, 309. Bertond, W., 128. Bertoni, A. de Winkelried, 56, 63, 110, 114—116, 120, 122, 124, 128, 134, 182, 206. Bertoni, Moisés S., 206. Bishop, Louis B., 317. Blaauw, F. E., 66, 77, 201, 236, 318. Blasius, 243, 244, 248. Blincoe, Ben. J., 318. Boman, Eric, La danza de los aves- truces, 140, 141. Bon, M., 69. Bonaparte, 119, 124, 197, 243, 244, 247, 317. Bonhote, J. Lewis, 318. Bonnaterra, 181. Bonner, A., 197. Bonnier, R., 318. Bonnot, Paul, 318. Bordalé, Luis F., 142. Borelli, A., 112, 115, 116, 124, 189. Bose, 23. Boubier, Maurice, 66, 318, 319. Bouvet, 166. Bowes, Señora M. L. de, 296. Bowless, J. Hooper, 235. Bowman, G., 136. Boyle, 320. Brabourne, 10, 16, 56, 59, 83, 141, 198, 319. Bradburry, W. C., 6. Brandt, 3, 8, 32, 195. Brasil, N. E., 235. Bretscher, K., 319. Brewster, W., 9, 21. Bridges, Guillermo, 201. Bridges, T., 125. Brisson, 6, 7, 83. Vol. 11 Brooks, Allan, 319. Brooks, W. E., 9, 114, 148, 186, 194 —204. Brown, R. N. R,, 9. Browne, 306. Bruennich, 125, 317. Bruschi, Juan A., 62. Bryant, H. Chid. 67. Buckland, James, Importancia de las aves para el hombre, 71275, 151, 155. Budin, Emilio, 136, 142, 234, 290 a. Buffon, 94, 181, 186, 210, 301, 306, 310. Bullock, D. S., 232, 297. Bullrich, Jorge, 296. Bunnell Alexander Sterling, 163. Burghi, Juan, El Hornero (poesía), 324. Burmeister, G., 40, 45, 111, 114, 122, 300. Burnett, W., 113, 125, 198, 200, 203. Burns, Frank L., 319. Bustos, Carlos, 232. Butler, A. G., 319. Cabanis, 21-23, 180, 315. Campbell, 113. Carcelles, Alberto, 62, 233, 296, 298. Carlos (Archiduque), 309. Carriker, 45—47. Carrol, C. J., 319. Cartwright, 127. Casal, Pedro S., 70, 143. Casale, Guido, La influencia de la luz eléctrica sobre las faunas locales. 227—228. —63, 64, 142, 232. Casares, Dr. Jorge, 296. Casey, Lorenzo, 232. Castellanos, Alberto, El alimento de algunos picaflores, 60—61. —Observación sobre una costumbre del nandú, 141142. —¿Las golondrinas emigran o se ale- targan en el invierno?, 228. —Lo que se dice del crespin, 291. —112, 142, 232, 291, 298. Castellanos, Alfredo, 234. Castellanos, Srta. María H., 142. Castro Bibiloni, A., 64. Cavalli, 175. Celx, 310. Chabord (Baronesa de), 309. 1922 AUDE 327 Chambon, Luis A., 63. Chanco, Edgar, 319. Chandler, C. A. 77. Chapin, James P., 319, 320. Chapman, Frank M., 12, 44, 64, 66, 67, 105, 118, 135, 142, 148, 235, 237, 323. Charcot, J., 9. Charlton, Bastian, 309. Chasen, F. N., 320. Chenery, A., 320. Cherrie, George H., 77, 147. Chisholm, A. H., 320. Chubb, Charles, 10, 16, 25, 56, 59, 78, 82—84, 141, 193, 198, 204, 319, 321. Clarke, Eagle A., 166—168, 172, 173, 175, 196, 244, 247, 248, 274. Clarke Stephenson, R., 321. Coker, Robert E., 67, 311. Colas, Dr., 306. Colburn, A. E., 113. Coleridge, 155. Colin, Smit, 306. Comer, George, 164, 165, 171—175, UE AU Commerson, 181. Cook, James, 166, 168. Cooke, May Thatcher, 321. Cooke Wells, W., 102, 127. Coopman, L., 321, 322. Coppinger, 113, 124, 125. Correa Morales, Lucio, 300. Cory, Charles B., 66, 68, 78, 192, 235, 236. Cotta, María R., 63. Coues, E., 25, 114, 127, 159, 198. Courtois, P., 322. Cowell, A. T., 142, 143, 233. Crawshay, 114, 122. Criddle, Norman, 322. Crook, Stanley, 322. Cunningham, 122, 244. Cuvier, 183, 306. l Dabbene, Roberto, Los pingúines de las costas e islas de los mares Ar- gentinos, 1—9. —Miscelánea ornitológica, 56 — 58, 133—136, 225—-227. —Los nandúes de la República Argen- tina S1—S4. Nota sobre los chorlos de Norte Amé- rica, que invernan en la República Argentina. 99—128. —Los petreles y los albatros del At- lántico Austral, 157—179, 24i— 254. —Captura del Albatros Thalassogeron eximius Verrill, 272275. —Una gallareta nueva para la Argen tina, 290. —1, 39, 40, 68, 78, 79, 81, 87, 113, 122, 1 ed, MEA E O alo => 191, 205, 228, 233, 241, 244, 278, 279, 290, 299. Daguerre, Juan B., Observaciones so- bre los patos «Metopiana peposaca» y «Heteronetta atricapilla». 61—62. —Sobre costumbres y nidificación del Hornero, 228—230. —ista de aves coleccionadas y o0b- servddas en Rosas. F. C. S.. 259— 271. —64, 112, 113, 115, 116, 119, 120, 133, 225, 221, 232, 297. Dallas, Dr. E. D., 296. Danforth, Ralph E., 322. Darviot, H., 322. Darwin, Charles, 122, 124, 169, 171, 194, 197—200, 203, 204, 214, 244. Daubenton, 181. Dawson, W. León, 69. Deautier, Enrique A., 232. De Boni, Antonio, 64, 142, 148. Delalande (fils), 183. De la Vega, Teniente E. C., 296. Delétang, Luis F., 234. Denny, 44, 46—48. De Pauw, L., 308. Des Murs, 11, 58, 194, 260. Dewar, J. M., 322. Dewitt Miller, W., 147. Dice, Lee Raymond, 322. Dinelli, Luis, Notas biológicas sobre aves de Tucumán, 312313. —39, 109, 110, 112—115, 119, 120, 122, 123, 240, 290 a, 312, 313. Dixon, Joseph, 322—323. Doello-Jurado, Martín, Anotaciones so- bre algunas aves de Buenos Altres, 156. —Discurso en el homenaje de Azara, 300—302. —64, 143, 156, 201, 226, 229, 233, 297, 298, 300. Doering, Adolfo, 110, 120, 122, 328 EL HORNERO Domaniewsky, J., 148. Dominica (Hermana), 142. Ddónald, C. H., 323. Dubois, Luis A., 233. Du Bus, 320. Du Cane Godman, 163, 169, 175, 176, 242, 244—246, 248, 272. Dufour, 40, 46, 48. Dunn, Guillermo C., 232. Dupont de Nemours, 307. Durnford, H., 103, 104, 108, 109, 111 —113, 115, 119, 121—123, 125, 128. Dutrochet, 306. Dwight, Jonathan, 323. Echeverría, A., 112, 300. Enderby, 165. Ettmueller, 305. Evans, 37. Eyton, 20. Falton, Miss, 204. Falz-Fein, 35. Fanshauve, J. G., 15. Farabee, 280. Felippone, F., 142, Fernández, Miguel, Los pichones de nuestra cigúueña, 35—38. —142. Fiebrig, Carlos, Algunos datos sobre aves del Paraguay, 205—213. -—220. Finsch, 247. Fitz Roy, 113, 125, 198, 200, 203, 204, 280. Floresta, 282. Fontana, Luis Jorge, 87, 119, 143. Forbes, W. A., 159, 245. Forster, 2, 3, 8, 12, 13, 30, 31, 125, 174, 195, 196, 198, 272. / Foster, W., 115, 127. Frers, Arturo G., 232. Frisch, 316. Gadow, H., 159. Gaimard, 194, 196, 202—204. Gain, L., 9. Galichet, 293. Gallardo, Dr. A., 156, 297. * Gallo, A., 64. Gallo O., 64. Gambel, 18. García, 278—-280. Vol. 1 Garlepp, Gustavo, 183, 192. Garnot, 12, 78, 196, 198, 202—204. Gendron, Srta. Sara, 63. Gerling, G., 115, 136. Gesell, Ernesto F., 296. Ghigi, A., 147. Giacomelli, E., 110, 114, 115, 119. Giambiagi, Dra. Deidamia, 296. Gibson, Ernesto, 38, 65, 66, 109—114, 116, 119, 121-123, 127, 128. Giebel, 44—47. Gifford, Edward Winslow, 163. Giglioli, 11, 176, 196, 244, 247, 248, 274. Girard, P., 290 a. Gmelin, 12—15, 17—20, 22, 24, 28, 30, 34, 59, 60, 109, 110, 125, 181, 195—197, 199, 200—-203, 272. Godman, véase: Du Gane Godman. Goeldi, E. A., 278—280, 289. González, Juan B., 62. Gordon, Jack G., 173, 238. Gotting, $8. Gough, 164. Gould, 3, 8, 12, 20—22, 25, 83, 84, 121, 172, 174, 195—197, 244, 245, 247, 248, 267, 268, 270, 306. Granada, 280. Granger, 54, 55. Grant, C. H. B., 109—116, 119, 121 —123. Gray, G. R., 2, 7, 17, 23, 25, 30, 83, 200, 204, 243, 255. Green, J. F., 158. Grenfell, George, 151. Grierson, Dra. Cecilia, 142. Grinnell, Joseph, 67. Griscom, Ludlow, 235, 323. Gronveld, H., 236. Gross, Alfred O., 235. Groupierre, Pablo R., 232. Guénigot, A., 148. Guido y Spano, Carlos, 90, 94, 277, 279. Guillemard, Arthur, 158. Gunnerus, 125. Gutiérrez, Dr. Avelino, 300, 301. Gyldenstolpe, Nils, 147. Haeckel, 50. Halmann, 306. Hanson, Nicolai, 274. Harper, Edward, 63, 64. Harper, Francis, 79. Harrison, H, W., 110, 112, 114, 115, 1922 INDICE 320 119, 120, 124. Hartert, E., 15, 87, 189—191, 199, 235, 240, 320. Hatcher, J. B., 114. Hauge, Haraldo, 296. Haywood, 164. Heine, 18. Heldelin, Gaspar, 305. Hellmayr, Carlos E., Remarques sur les especes néotropicales du genre Anthus, 180—193. —VNotas sobre algunas especies del género Cinclodes, 290. —19, 22, 60, 67, 68, 135, 142, 148, 180, 191, 225, 233, 236, 231. Henshaw, Samuel, 69. Herman, 306. Hevelius, 305. Holland, A. H., 105, 109, 111—113, 1 A Holmberg, Dr. Eduardo L., ¿Es per- judicial el gorrión?, 300. -—70, 86, 87, 300, 302. Hombron, 2, S, 31. Hornaday, Dr., 299. Hosseus, C. C., 64. Hottier, P., 142. Hudson, W. H., 38, 65, 103, 104, 108 —116, 119121, 123, 141, 181, 185, 236. Hughes, Jorge, 296. Humboldt, A., 154. Hussay, F., 79. Thering, Dr. Hermann von, 142, 190, 240, 279, 297. Iridale, T., 235. Itajobi Prado, Francisco, 63. Jacobé, Martín, 232. Jacobi, A., 9. Jacquinot, 2, 8, 31, 99 James, H. W., 238. J. M. P., La mansedumbre de un hor- nero, 136-137. Keller, 44—48, Kellett, 202, 203. Kellog, Vernon L., 39, 48. Kerr, G., 109, 110, 112, 113, 115. Keyserling, 243, 244, 248. Kidder, J. H., 9. King, 17, 203, 244, 2686, 277, Kirk Swann, F., 69. Kirscher, 305. Kitchener, 151. Kitscher, 305. Kittler, 23, 57, 204. Klein, 305, 306. Kleinsehmidt, 320. Koslowsky, Julio, 64, 143, 277. Kraglievich, Lucas, Sobre aves fósiles de la República Argentina, 49—55. —234. Kuenckel d' Herculais, J. Kuhl, 12, 27, 34, 195, 243. Kyle, Dr. J. M., 296. , 220. L., 45, 46, 56, 78, 202, 204. Lacke, 126. Lafresnaye, 19—24, 59, 181, 192, 323. Lahille, Fernando, Nota sobre los ma- lófagos de las aves argentinas, 39 —48. —Estudio de las aves en relación con la agricultura, 214—223. —44, 69, 143. La Hire, 310. Landbeck, 25, 125, 194, 247. Lane, A., 114, 124. Lasalle € Cía., 259. Latham, 12, 13, 18, 22, 79, 124, 198. 246. Lawrence, 184. Layard, 248. Leconte, 114, 199, 200, 204. Lee Peters, James, 64. Lehmann-Nitsche, Dr. R. Las «aves en el folklore sudamericano, 276 —-289. —Aclimatación de la perdiz grande y de la martineta en Alemania, 292 —294. —63, 64, 69, 142. Lendl, Adolphe, 185. Lesson, 13, 25, 26, 34, 186, 194, 197. Lévéque, 186. Leverkuehn, 20, 187, 204. Levick, Harrison F., 235. Leybold, 114, 123. Licht; 127 18,15, 19, 23, 20,126) 34 60, 197, 198. Lillo, Miguel, 64. Lincoln, Frederik C., 232 Lindsay, 165, 166. Linneo, 12—15, 21, 22, 29, 30, 34, 56, , 238. 330 EL. HORNERO 58—60, 83, 84, 120, 122, 124, 125, 128, 196, 198, 199, 202, "225, 243, 305, 308. Lizer, Carlos, 64, 234. Lobo, Bruno, 232. Loennberg, E., 9, 32, 110, 112, 115, 120, 124, 167, 169, 170, 175, 237, 244, 245, 274, 292. Longfellow, 155. Loomis, Leverett Mills, 67, 118, 162, 163, 166, 172-174, 274. Lottinger, Dr., 306. Lowe, Percy R., 79. Luederwaldt, 67. Lugones, Leopoldo, Aves argentinas (Poesía), 149. Lutley Sclater, William, 147. Lynch Arribálzaga, Enrique, Las aves del Chaco, 85—98. —63, 68, 21, 302, 308. —Félix, 302. Mac Bean, W. R., 232, 296. Mac Connell, Frederick V. Ivassour, 78. Mac Connell, Mrs. F. V., 78. Mac Cormick, 167. Mac Farlane, 122. Mac Gillivray, 204. Maciel, Martín J., 296. Maechling, Dr. Carlos, 296. Malh, 19. Marcó del Pont, José, 62. Marcó del Pont, V. M., 62. Marcgrave, 278. Marelli, Dr. Carlos, 70, 112, 120, 121, 311. Markham, A. H., 124, 125. Marsh, 50. Martínez Urquiza, 300. Martius, 278. Marzoratti, Luis, 63. Mas, José, 232. Mathew, D., 142, 296. Mathews, Gregory, 30, 34, 54, 162, 163, 171—175, 195—197, 224, 241—-248, 274, 275. Mattheu, 55. Mawson, Douglas, 167. Meerwarth, 38. Mellor, 240. Menegaux, 23, 147. Mercerat, 52. Vol. 1 Merkle, A., 208. Merrem, 16, 201. Merriam, Hart, 215. Meyen, 3, 9, 197, 269, Miller, 2, 4, 7, 16, 265, 320. Miller, Ansel B., 232. Miller, L. E., 76. Miller, Leo, 136, 194, 202. Miller, W. de W., 75, 76, 235. Milne, Tomás A. $., 232. Miranda Carlos, 233. > Miranda Ribeiro, A. de, 68. Mogensen Juan, 78, 84, 109, 112—-115, 124, 187, 201, 290. Molfino, José F., 231, 232, 234, 298. Monguillot, 122. Monsley, H., 235. Montbeillard, 308. Monzón, 12. Morello, Srta. María A., 296. Moreno, 52. Morseley, H. N., 9, 164, 174. Moser, 115, 119, 125. Mossmann, 9. Mottin, M. G., La protección de las aves, 150—151. Moyano, Osman, 142. Mueller, Hans, 134. Miller, P. L. S., 13, 17, 21, 23, 50, 115, -262. Muniagurria, Saturnino, 281, 287—289. Muñiz, Francisco Javier, 84, 88, 141. Muniz Barreto, Benjamín, 35, 36. Murphy, Robert Cushman, 9, 48, 76, 79, 163, 168, 169, 237, 244, 248, 249. Murray, Edmund G., 232. Natterrer, J., 189, 190. Naumann, 307, 308. Nch., 39, 40, 44—48. Nelson, E. W., 239. Nelthorpe, C.-S., 142. Neumann, G., 39, 40, 46, 48. Neumann, P., 111. Neyman, 294. Nicholson, 184. Nicoll, 174, 248, 249. Nielsen, Juan, 142. Nitzsch, 40, 44, 46. Noble, G. K., 148. Nordenskjold, O., 9, 167. Norris, George, 166. Noseda (Padre), -301. 1922 INDICÉ 331 Nyphus, Agustín, 305. Oates, 195, 247. Oberholser, Harry C., 120, 199, 200, 232, 235. Oken, 16, 264. Orbigny, A. d', 19—24, 83, 84, 114, 181, 182, 192. O'Reilly, 195. Ormaechea, D., 232. 298. Ort, van, 319. Osborn, 44, 46, 47. Otto, 19. Oustalet, E., 9, 105, 134, 202, 244. Packard, 127, 128, 194. Paefsler, 163, 244, 246, 247. Page, T. .J, 292. Pagenstecher, 9, 48, 169, 248. Pallas, 14, 121, 263, 306. Palmer, Dr. E., 292. Palmer, T. S., 235. Parodi, Lorenzo R., 62, 64, 298. Parodié Mantero, Srta. A. M., 296. Pastore, Dr. Franco, 233, 298. Peluffo, 70. Pelz, 11, 19, 21, 268. Penard, Thomas E., 14, 17, 21, 23, 68, 148, 202, 237, 278, 279, 315, 316. Pennant, 309. Penrose, 201. Pereyra, José A., 32, 297. Pernetty, 201. Peters, James Lee, 232, 234. Petit, 311. Philip, A., 232, 298. Philippi, R., 16, 25, 30, 125, 148, 194, 201, 247. Phillips, J. C., 79, 199. Piaget., 40, 44—47. Pideway, 241. Piñero García, Pedro P., 63. Pinto Guimaraes, Dr. Joao, 289. Pirié, Dr. Harvey, 9, 167, 168, 175, 248. Plate, 112, 121, 122, 124, 128, 198, 199, 204, 305. Poeppig, 15, 200, 265. Pontoppidan, 59. Porter, Carlos E., 63, 79, 142. Posner, F., 115. Pott, C. W, Benn, 69, 233. Pozzi, 68, 109—113, 116, 119, 121, 122, 128, 136. Prázak, 13, 59, 262. Prel, Alam, 128. Preuss, 319. Pucher, 313. Pycraft, W. P. 159. Queirel, 280. Quoy, 194, 196, 202—204. Racovitza, E., 9. Raill, 44, 45. Redi, 310. Reed, Carlos S., 57, 63, 80, 109, 110, 119, 124. Reichenbach, 19, 20, 246. Reichenow, M., 56, 148, 225, 274, 290, 319. Renard, Abel, 143, 233. Renard, Adolfo, Notas sobre aves de Canuelas, 58—60. Reto, Mario, 296. Retz, 45. Ricagno, Alberto A., 62. Richmond, Ch. W., 76. Ridgway, Robert, 17, 67, 68, 76, 80, 99, 134, 197, 237, 247, 248. Riley, J. H., 200, 296. Rivero, Srta. Helena S., 142, 298. Rodríguez, Demetrio, 78, 79, 109, 112, 113, 136, 304. Rodríguez, F. M., 78, 79, 109, 121, 304. Rojas, 283. Rolleri, H., 142. Romanes, 308, 309. Rothschild, 25, 83, 271, 320. Rowley, 246. Rudow, 39, 40, 44—47. Ruiz Capilla, Arturo, 63. Runnacles, Srta. M. A., 127, 128. Saffores, P. A., 142. Saint-Hilaire, Albert de, 70. Salomon, Dr. Hugo, 296, 299. Salvadori, 11, $0, 84, 172, 175, 189, 244, 248, 272, 273. Salvin, 172, 181, 242, 244—248. San Martín, Baldomero, Mutua protec- ción de las aves, 57—58. —61, 63, 64, 234. Santillán, E., 64. Sanzin, Renato, 109, 234, . 339 EL HORNERO Sarmiento, Domingo F., 84, 88, 216, 300. Sathicq, Francisco, Algunos datos so- bre nidos de horneros, 227. —64. Saunders, H., 9, 13, 167. Scasso, Mario C., 142, Schade, Francisco, 212. Schaeffer, 305. Schalow, 105, 198. Schinz, 244. Schlegel, 17. Schneider, Carlos, 142. Schomburgk, Richard, 148, 276. Schuermann, Jorge, 232. Schulz, F., 109, 110, 112—115, 119, 121, 182. Sclater, 19, 20, 23, 38, 58, 60, 83, 141, 181, 188, 192, 199, 203, 235, 236. Scopoli, 24. Scott, F., 204, 290. Seckt, Dr. Hans, Bibliografía ornitoló- gica de 1921, 314—323. —303. Seebohm, 125. Segovia, 286. Selva, Manuel, 300, 301. Semprún, Rodolfo J., 62. Serié, Pedro, Sobre recolección de ni- dos y huevos de aves, 129—133. —Sobre la alimentación de la perdiz común, 230—232. —1, 81, 113, 116, 143, 157, 241, 259, 298. Seth Smith, D., 9. Seton, Ernest Thompson, 235. Shakleton, Ernesto, 165. Sharpe, R., 124, 159, 198, 202, 203, 248, 274. Shaw, 56, 290 a. Shelley, 155. Shipton Stewart, Una gallareta nueva para la Argentina, 290. —284, 142, 290, 296, 297. Skinner, K. L., 69. Skottsberg, Carlos, 237. Smith, A., 12, 138, 204. Smith, Walter B., 142. Smyth, C. H., 296, 298. Snethlage, Dra. E., 142. Soerling, 167, 169, 175, 274. Solander, 246. Spallanzani, 306, Vol. 11 Sparrman, 200. Spegazzini, Carlos, El gigante de los picaflores en La Plata, 138. —-Un Congreso de lechuzas, 138— 140. Aves y batracios, 294—296. —138, 140. Sprague, W., 148. Steinbach, José, 63. Steinen, K. K. von den, 9, 169, 196. Stephens, 23, 34, 195. Steullet, Alfredo, 232. Stoltenhoff, Federico, 164, 173. Stoltenhoff, Gustavo, 164, 1783. Stolzmann, 125, 182, 284. Storer Tracy Irving, 67. Stresemann, M., 290. Strickland, 80. Stuart, George H., 238. Suárez, Dr. José L., 62, 143, 299. Swann Kirke, H. A., 237. Swarth, H. S., 148. Swenk, Myron H., 127, 128. 3ztoleman, J., 148. Taczanowski, 125, 182, 186, 187, 284. Tant, Eugenio, Costumbres de golon- drinas, 305—311. Tarragón, Vizconde de, 308. Tasch, 45, 46. Temminck, 11—14, 18—20, 22, 58, 59, 78, 192, 196, 199. Teschauer, 280, 289. Tesdorf de Lubeck, 306. Tettamanti, Asdrúbal, 232. Thompson, Wyville, 164, 173. Tidblom, Ronaldo 214. Todd, E. W. Clyde, 76, 80. Tombolini, Santos, 296. Tonina, Teodoro C., 142. Torres, Dr. Luis M., 300, 301. Torres de la Llosa, C. A,, 233. Trachia, Oliverio, 62. Traill, 197. Treadwell Nichols, John, 147. Tremoleras, Juan, Lista de aves Uru- guayas, 10—25. —63, 110—112, 114—116, 119, 120, 122, 128. Trevor, Iwan, 232. Tschudi, 22, 48, 316. Valenciennes, 19. Valette, L, H., 9, 166, 168, 244, 1922 INDICE 333 Vallentin, R., 9, 194—-204. Vanhoeffen, 9. Vedia, Nicolás A. de, 62. Vega, E. C. de la, 296. Venturi, Santiago, 87, 89, 91, 95—-98, 109, 111113, 115, 116, 119, 121, 122, 123, 156, 182, 183, 190, 240. Venzano Botet, Carlos, 232. Verissimo, 280. Verreaux, 306. Verril, 165, 170—175, 270—275. Vian, 311. Vieillot, 6, 11—24, 56, 59, 60, 67, 80, 112, 113) 121, 123, 133, 186, 181, 185, 189, 198—203, 228, 247, 248, 255, 260, 267, 269, 278, 279, 306. Vignati, Milciades A., 296, Villalobos, 229. Vinciguerra, 114. Vivar, Luis A., 286. Vries, Hugo de, 318. Wace, Richard H., Lista de aves de las islas Falkland, 194—204. —114, 122, 123, 128, 171, 244, 245. Wagler, 5, 13, 14, 19, 56, 198. Walerius, 305. Walker Creck, 204. Watkins, C., 237. Watkins, H., 237. West, 40, 48. Wetmore, Alejandro A., Una especie de hoco, nueva para la fauna argyen- tina, 292. —63, 64, 70, 108, 124, 147, 233, 235, 237. White, E. W., 109, 113—115, 122, 181. Whitely, H., 184. Wied, 16, 79. Wiengreen, 291. Wilby, D., 238. Wilson, 243, 245, 247—249, 274. Wilson, Charles J., 62, 64, 152. Witherby, 240. Withington, W., 109, 116, 119. Wolffhúgel, K., Protección a las ya- viotas en el Uruguay, 137. Wood, 202, 203. Wright, Frank S., 238. Wright, Horace, 235. Yepes, José, 62. Young, Thos M., 63. Zotta, Angel, 109, 234, 298, INDICE ALFABÉTICO DE MATERIAS Acabiray, 92. Accipiter, 323. > guttatus, 93. > pileatus, 93. Achea, 21. Acomus, 316, 317. Actitis macularia, 44, 99, 108, 124. Actiturus bartramius, 14. Actodromas, 315. Adelie pinguín, 75. Aechmophorus major, 12, 91, 261. Aegialitis, 315. > collaris, 13, 91. > semipalmata, 44, Aepyornis maximus, 66. Aestrelata incerta, 224. » lessoni, 224. > mollis, 46—48, Agachona, 262, 263. Agelaius chrysocarpus, 24. » cyanopus, 98. > flavus, 24, 98. > ruficapillus, 24, 98, 271. » thilius, 24. > thilius chrysocarpus, 24, 271. Agriornis striata, 268. Aguapezó, 91. Aguatero, 14, 334 EL HORNERO Aguila, 17, 85, 92, 220. > blanca, 92. > colorada, 92. > negra, 92. > obscura, 92. > pampa, 92. Aguilucho, 203, 266, 312. Ajaja ajaja, 15, 90, 199, 264. > rosea, 15. Alauda bonariensis, 181. > rufa, 181. Albatros, 12, 54, 67, 85, 161, 165, 196, 224, 314. > de cabeza gris, 196. > del Atlántico Austral, 157 —179, 241—-254. > de pico negro, 175. > de pico negro y amarillo, 196. > errante, 30, 170. > obscuro, 170, 197. Albatros y Petreles, caracteres gene- rales de los, 159—161. > y Petrels and Diving Pe- trels, 67, 163. Albinismo y xantoismo en aves ar- gentinas, 78. Alca, 107, 127. Alciformes, 68. Alectrurus risorius, 20. > tricolor, 20. Alférez, 24. Alma del perdido capitán, 28. Alonsito, 95. Alonso, 206. Alopochelidon fucatus, 22, 94. Aluco flammea, 93. Amarillo, 20. Amazona, 76. > aestiva, 78. > pretrei, 18. Amblycercus holosericeus, 45. > solitarius, 24, 98, 149. Amblyrhamphus holosericeus, 24, 47, 98, 271. Amoropsittaca, 76, 80. Anas cristata, 200. > domestica,- 46. > hybrida, 200. » leucoptera, 200. >» maygellanica, 200. Anatidae, 15, 16, 79, 199—201, 264— 265, Vol. 11 Angelito, 198. Anó, 95, 212. Anodorhynchus glaucus, 17. Anser anser, 45. Anseriformes, 15, 16, 199—201,264— 265. Anthus, 96. > antarcticus, 180. > bogotensis, 180, 181, 193. » bogotensis bogotensis, 192, 193. > bogotensis immaculatus, 78, 192. > calcaratus, 187. > chii, 183, 189. » correndera, 22, 60, 149, 180, 181, 184, 185, 188, 189, 258, 270. » correndera calcaratus, 186— 188. > correndera catamarcae, 186, 187. > correndera 187. > correndera phillipsi, 186, 187, 204. > furcatus, 180—182, 189, 270. > furcatus brevirostris, 182, 183. > furcatus furcatus, 181, 182, chilensis. 186, 185, 187. > hellmayri, 181, 188, 189, 192. > hellmayri brasilianus, 180— 192. > hellmayri dabbenei, 191. > hellmayri hellmayri, 189— 191. > lutescens, 96, 181, 183, 184, 189. » lutescens lutescens, 183-185. > lutescens parvus. 183185. > lutescens peruvianus, 184. > nattereri, 181, 185, 188, 189. > parvus, 184. > peruvianus, 184. > philipsi, 186. > rufescens, 192. > variegatus, 181. Anumbius, 206. > acuticaudatus, 20. > anumbi, 20, 59, 95, 268, 271. 1922 INDICE 335 Añumbií, 95. Aóho, Leyenda del, 286. Apatornis, 50. Apereas, 93. Aphriza virgata, 99, 109, 125. Aptenodytes, 4. > antarctica, 8. > Forsteri, 5, 7, 30, 33. > magellanicus, $. > papua, $. > patagonica. 5, 33, 46, 76. > patagonica, patagonica, 194. Ara, 76. >» ararauna, 56, 225. >» Azarae, 56, 225. > caninde, 56, 93, 225. > Chloroptera, 45, 46, 93. >» ylaucogularis, 225. Aracucú (Poesía), 149. Ara—guirá, 97. Ara militaris mexicana, 76. Aramidae, 14, 263, 278. Aramides chiricote, 11. > ypacahá, 12, 90, 136 (N.* III), 260. Aramus scolopaceus carau, 14, 44, 89 227, 263, 278. Aratinga, 76, $0. > acuticaudata. 17. > leucophthalmus, 17. Archacopteryz, 50. Archibuteo, 323. Árdea, 315. > caerulea, 14. > cocoi, 14, 89, 199, 280. Ardeidae, 14, 199, 264. Ardeiformes, 14, 15, 199, 263—-264. Ardenna gravis, 172, 177, 195. Ardetta involucris, 14, $9. Arenaria interpres, 40, 44—47. > interpres morinella, 109, 18, 198. Arenariidae, 198. Arinae, 80. Arremon polionotus, 97. Aruacos, 276. ÁAsio accipitrinus, 44. » brachyotus; 17. > clamator midas, 17. > flammeus, 59, 203. » flammeus breviauris, 17, 266, > magellanicus, 93. » otus otus, 322. Asionidae, 59. ¿ Asthenes anthoides, 20. 268. > maluroides, 268. striaticeps heterocerca, 20. » sulphurifera, 268. Astur Toussenellii canescens, 319. Asturina nítida, 79. Ateleodacnis speciosa amazonum, 67. Atlapetes gutturalis gutturalis, 323. > gutturalis brunescens, 323. > gyutturalis fuscipygius, Nov. subsp., 323. > gutturalis griseipectus, Nov. subsp., 323. » gutturalis parvirostris, Nov. subsp., 323. Attagides, 99. Attagis malouinus, 198. Atticora cyanoleuca, 22. > fucata, 22. Automolus celicae, Nov. esp. 320. > leucophthalmus bangsi, 66. Aves antárticas, Breves notas sobre las, 25—34. > aparentemente nuevas, colecta- das en la expedición de Roose- velt a Sud América, 77. > Argentinas, Albinismo y xan- toismo en las, 78. » Argentinas en la poesía, 149, 324. > Chaqueñas, 87. » cCcoleccionadas y observadas en Rosas, F. C. S., 259—271. > como alimento, 87. >» como policía de aseo, 153. > como productoras de guano, TODA SI » conocidas en Siam, 147, > de Buenos Aires, Algunas, 156. >» de Cañuelas, 58—-60. >» de caza como destructoras de malezas, 152, 153. de Europa Central, 236. de Fernando Noronha, 76. «de la fauna Argentina, 44—48, >» de la Guayana inglesa, 78. > de la Provincia de Mendoza, 80. > de la Provincia de San Juan, 143. > de la región Andina, 143, ») > > > > EL HORNERO de las regiones australes: dis- minución del número de hue- vos, que ponen algunas, 257— 258. de pantano, 91. de Tucumán, 312—313. de Venezuela, de la expedición de Collins-Day y Sud-América, ide de las Canarias, 147. de las huertas, Utilidad de las, Mas 13: de las islas Falkland, 194—-204. de las riberas y enfermedades, 152. ¿ del Chaco, 68, 85—-98, del islote Trinidad, 76. del Paraguay, 205—-213. del valle de Nilahué, 237. dinamarquesas, 236. en el Jardín Zoológico de Bue- nos Aires, 70. en los alrededores del Obser- vatorio de La Plata, 79. en los Estados Unidos, Censo de las, 239. en los jardines, Utilidad de las, 13. en los prados, Utilidad de las, 73, 74. en relación con la Agricultura, 214—-223. Estética y valor sentimental de las, 154. fósiles de la República Argen- tina, 49—55. Protección de las, 150,151. Uruguayas, 10—-25. Utilidad para el ganado, 151, 152. mendocinas, 234, migratorias, 168. sud-americanas, Nuevas formas de las, 76. zancudas, 91. Huevos de, 236. Leyendas populares sobre las, 69. migratorias con anillo.—Captu- ra de las,—238. sub-antárticas, 255—258. en el Folklore sud-americano, 216—289. Dol, 11 » Distribución geográfica de al- gunas, 133-134. > Importancia para el hombre de las, 151. >» y Batracios, 294—-296. » Parásitos de las, 69. > Sudamericanas, Migración de algunas especies de, 255—-257. >» Recolección de nidos y huevos de las, 129—133. Avestruces, 140, 141, 299. > La danza de los, 140— 141. Avestruz, 141, 259. » americano, 141. Avutarda, 199, 200. Azulejo, 22, 313. Azul turqui, 56. Banduria y Bandurria, 15, 199, 312. Baptornis, 50. Bartramia longicauda, 14, 91, 101, 108, 119—120, 263. Baryphthengus ruficapillus, 136. Basileuterus auwricapillus, 97. > Fraseri ochraceicrista, nov. subsp., 320. > leucoblepharus, 97. Bataraes, 95. Batis ituriensis, 319. Batitúes, 91, 104, 107, 108, 119, 120, 121, 126, 263. Batuira, 198. Becasa, 101, 102, 103, 104, 108, 120, 121, 126, 263. Becasina, 14, 91, 120, 129, 198, 263. > de mar, 198. Belonopterus cayennensis, 91. > cayennensis .chilensis, 198. > cayennensis gyrisescens, 13, 59, 262. Benteveo y Bienteveo, 21,59, 130, 269, 294, 312. Bernicla melanoptera, 91. Bienteveo real, 21. Biguá mboi, 90. Biguaes, 311. Birds in relation te insect control, 322. » in the British Museum, 242, 244. >» migration, 102. 1922 INDICE 337 > Of La Plata, 236. Blanquillo, 194. Blue Heron, 315. Bobolink, 98. Bolborhynchus. 76. > aymara, 76, 80. > monachus, 18. > orbignesia, 80. > rubrirostris., SO. Bombycilla garrula, 235. Botaurus pinnatus, 14, $9. Boyerito, 98, 312. Boyero, 24, 98, 129, 312. » (Poesía), 149. > grande, 24. Brachyspiza. 76. > capensis, 23, 60, 97, 2711. Brotogerys chiriri, s0. » virescens, 80. Bruja, 199. Bubo virginianus nacurutu, 17. Bubonidae, 203, Bucco, 209. Bucconidae, 68, 209. Buho, 312. » de los bosques, 93. Bulveria, 159. Buphagus, 319. > Langi. 319. Busarellus nigricollis, 92. Buteo. 323. > erythronotus. 17, 203, 266. »” poliosomaus. 203. > siwainsoni, 44. Buteonidae, 203. Buteoninae, 92. Butorides cyanurus, 14. > striata, 14, 89. Buzos, 92. Cabecita negra, 23, 60, 271. Cabeza amarilla, 312. Caburé, 277. Cabureis, 93. Caccabis, 230. Cacicus, 206. » chrysopterus, 24, 98. » haemorrhous, 98. Cachi, 199. Cachila, La, (Poesía), 149. Cachila, 22, 204, 270. Cachilo, 97, Cachirla, 60, 129, 131, 312. Cacui ó Cacuy, 69, 279, 280, 281, 284, 285. Cacui, Leyenda del, 278, 283—284. Cage birds, Longevity in, 319. Caille, 230. Cairina moschata. 15, 90. Calandria, 22, 59, 96, 98, 206, 270, 312. > argentina, S5, 86. Calidris. 120, 121. > alba, 14. > camutus. 99, 108, 120, 121. > leucophaea, 44. Calliperidia furcifera. 18. Calodromas elegans. 293, 294. Calopezus elegans. 260. Caminera, 268, 312. Campephilus boioei, 19. > leucopogon. 95. Canario, 23. > de las Malvinas, 204. Canindé, 56. Canutus, 120. > canutus, 114. Canvas—back Duck, 201. Capito brunneipectus. 320. Capitonidae, 68. Caprimulgidae, 18, 267, 276, 277, 279, 280, 289. Caprimúlgidos de la Guayana Con cuatro ojos, una creencia mitológi- ca a base de mimetismo, 276—277. Carprimulgus cayennensis. 76. > parvulus, 25, 94, 267. > rufus, 94. Caracará, 92. Carachilla, 113. Caracolero, 92, 266. Caranchillo, 92. Carancho, 16, 58, 92, 202, 265, 312. Caráo y Caráu, 14, 69, 227, 263, 278, 281, 284. Caráu, Leyenda del, 278, 281—282. Caraú—né, SY. Carbo graculus, 202. Carcales, $9. Cardenal, 24, 97. > amarillo, 24, 97. azul, 23, 97. de la Patria, 23. > de la sierra, 23. Cariama, 54, 338 EL HOKRNERO > cristata, 14, 46, 47, 93. Carinatae, 52. Carnero del Cabo, 196. Carpintero, 95, 156, 224 (N* IV), 267, 312. > chorreado, 156. Carpodacus mexicanus frontalis, 317. Caserote, 20. Casmerodius albus egretta, 14, 199, 264. Catarractes, 6. Catharacta antarctica, 26, 27. > chilensis, 197, 317. > skua, 317. > skua antarctica, 187, 261. Catharactes adeliae, 8. > chrysolophus, $. Catharista atrata, 91. Cathartes, 97. > atratus, 16. > aura, 46, 47, 92, 202. > aura aura, 202. > aura jota, 16, 202. > falklandica, 16. > aurubitinga, 91, 92. Cathartidae, 16, 202. Cathartidiformes, 16, 202. Caza en la Provincia de Buenos Aires, Nueva reglamentación de, 311—312. Celeus, 95. > Kerri, 95. > lugubris, 95. Centrites niger, 20. Cerceta, 90, 265. Cerehneis cinnamomina australis, 266. > sparverius, 93. > sparverius australis, 266. Ceryle, 94, 147. > amazona, 18, 94. > americana, 18, 94. > torquata, 18, 94. Chaetura Andrei, 94. > “ pelagica, 20 Chajá, 16, 59, 61, 85, 90, 264, 312: Chajáes, 35, 58. Chamaepelia talpacoti. 209, 211. Chara, 84. Charadrii, 99. Charadreiiformes, 13, 14, 70, 79, 99, 197 — 199, 262 — 263. > (Chionididae). Notas sobre la po- Vol. 11 sición sistemáti- ca de las, 79. Charadrius, 91, 315. > dominicus, 13, 45, 47, 91. > falklandicus, 198, 258. > semipalmatus, 99, 108, 124. > modestus, 258, Charata, 88. Charitonetta albeola, 323. Charrúas, 24, 294. Chauna, 61. > chavaria, 16. > cristata, 90. » salvadorii, 16, 58, 59. > torquata, 16, 264. Chibiros, 96, 97. Chiflón, 89. Chimango, 17, 59, 61, 86, 265—266, 312. Chii 183, 189. Chinchibirri, 20. Chinchurisa, 96. Chingolo, 23, 60, 70, 71, 131, 139, 271, 312. > de la tierra, 23. Chionidae, 197. Chionididae, 79, 99. Chionis alba, 30, 197. Chiricotes, 90. Chiripepé, 93. Chiriri, 200, 279. Chisi, 279. Chis—kin, 279. Chiuli—chiuli, 110. Chloéphaga hybrida. malvinarum, 19, 199. 7 > leucoptera. 200. > magellanica, 79, 200. > poliocephala, 200, 255. > rubidiceps, 200. Chloroceryle amazona, 18. > americana viridis, 18. Chloroenas, 76, 80. Chloronerpes aurulentus. 19, 95. Chlorostilbon aureoventris, 60, 94, 138, 210, 267. > aureoventris egregius, 13. > splendidus, 18. Chocas, 315. Chochi, 97, 279, 1922 INDICE 399 Chochui, 97. Choique, 83, 84, Chopi, 98. Chopim, 98. Chordeiles virginianus, 235. Chorlitos, 91, 104, 109, 110, 112, 115, 114, 119, 121, 198, 199, 262, 263, 315. » blancos, 263. Chorlos, 68, 70, 99, 104—108, 114, 117, 121, 122, 123, 125—127, 129, 198, 242, 258, 262. > cabezón, 198, 262. > canela, 198. > de Norte América, 70, 99—- 128, 235. > dorados, 100, 101, 104, 108, 115, 120. > grandes, 262. > pampa, 101, 108, 115—118, 120, 122, 126, 127, 262. » patas amarillas, 105, 110, 262. > real, 109. > Protección de los, 70. Chrysomitris icterica, 23. Chrysoptilus cristatus, 19. > melanolaemus. 19, 95. Chrysotis aestiva, 93. Chulengo, 83. Chululú, 113, 115. Chunga, 54. > burmeisteri, 46. Chuña, 54, 85. > de patas coloradas, 93. Churrinche, 21, 59, 96, 129, 269, 313. Ciecaba suinda, 93. Ciconia alba, 38. > nigra, 38. Ciconiidae, 15, 59, 264. Cigúeña, 15, 35, 59, 89, 93, 264, 294, 312. > blanca, 15. > de cabeza pelada, 264. > Los pichones de nuestra, 35—38. Cinelodes, 68, 148. > antarcticus antarcticus, 203. > atacamensis, 148, 290. > fuscus, 19, 203, 268, 290, 294, > fuscus fuscus, 290. > gilvus, 148, 290. » Notas sobre algunas espe- cies de, 290. oustaleti. 290. oustaleti Bacekstroemii 237. > schistaceus, 148, 290. » schocolatinus, 148, 290. > schocolatinus schocolatinus, 290. Cinclus. 318. Cipsélidos, 94. Circus, 323. > Buffoni, 17, 266. > cinereus, 17, 92, 203, 266. > macropterus, 17. > maculosus, 92. Cisne, 15, 255, 264, 312. » de cuello negro, 15, 90, 199. Cistothorus platensis, 270. > platensis Eydouxri, 204, 269. » platensis tamae. 78. » polyglottus, 96. Claraviidae, 194, 260. Cloéphaga magellanica, 46. Cnipolegus cuanirostris, 20. Coccyges, 267. Coccyzus, 76, 95. » americanus, 44. » americanus ¡julieni. 80. > cinereus, 80, 95. > melanocoryphus, 47, ' 95, 267. > pumilus, SO. Codorniz, 152, 153. Colaptes agricola, 19, 95. Coliblanca, 92. Colibrí, 60. Colilargo, 79. Colius nigricollis leucophthalmaus, 319. Columba albilinea. S0. ) albipennis. S0. > araucana, 80. > livia, 45, 47. > maculosa, 11, 76, S0, S9. » palumbus, 314. » picazuro, 11, SO, 89. » rufina. S0, 89. Columbidae, 11, 58. Columbiformes, 11, SO, 194, 260. Cotumbina pieui, 11, 58, 260. talpacoti. $9. Columbitidae, S0. Columbula picui, 11, $9, 210, 294. Colymbus, 317. Cometornis, 316. > vitiosus, 316. Compsothlypis pitiayumi, 22, 44, 96, 270. Cóndor, 85, 91, 220. Conopofágidos, 95. Conopophaga lineata cearae, 78. Conservación de los huevos, 131. Conurinae, 80. Conurus, 76. > acuticaudatus, 80, 93. > aureus, 80, 93. > auricapillus, 80. > callogenys, 80. » haemorrhous, 80. > jendaya, 80. > leucophthalmus. 17, 80, 93. > mitratus, SO. > nanday o nenday, SO, 93. Cooperastur poliogaster, 78. Coraciiformes, 18, 236, 267, 279. Corayyps urubu foetens. 16. Corbatitas, 23, 60, 97, 270. Cormoranes, 90, 239, 311, 315. > de la Georgia del Sud, 79. > de la región subantárti- ca de Sud América, 79. > Utilidad de los, 239. Corneille noire et le pigeon ramier, 314. Cornejas, 314. Corona de canela, 98. Corre-caminos, 19. Coruja, 17. Corvidae, 24, 25, 98. Corvus corone, 314. Corydalla chilensis, 186. Coryphistera alaudina 96. Coryphospingus cucullatus, 97, 271. > cucullatus araguwira, 24 > pileatus brevicaudatus, 78. Coryphospiza albifrons, 24, 97. > melanotis, 97. Coscoraba, 61. > candida. 15. > coscoroda, 15, 90, 199, 265. Cotingidae, 21, 96, 206. Cotorras, 18, 93, 130, 267, 312. > de bañado, 23. Cotorrita, 93, 340 EL HORNERO Vol. 11 Coturniculus peruanas, 23. Coturniz, 230. Coy-coy, 280. Cracidae, 11, 88. Cranioleuca, 68, 96. Crazx, 208. Craw Sclateri, 25, 88. Creciscus melanophaeus, 90. > melanophaeus macconnelli, 78. Crespín o Crispín, 95, 240, 279, 281, 284, 291. > Leyenda del, 278, 282, 283. Cresta rosa, 90. Criptúridos, 208, 209. Crocethia alba, 99, 108, 121, 122, 263. Crotophaga ani. 95, 122. > major, 95. Crymophilus fulicarius, 45. Crypturus parvirostris, 88. » tataupa, 206. Cuca, 280. Cuclillo, 312. a » Parasitismo del, 240. Cuclillos norteamericanos, 240. > sudamericanos, 240. Cuculidae, 18, 59, 68, 80, 95, 212, 267, 29% Cucúlidos, loros y palomas, Nuevas formas americanas de, 76. Cuculiformes, 18, 379. Cucuy, 280. Cueros y aves, Canje de, 69. Cuervo, 16, 98, 312. > de cañada, 59. » de laguna, 61, 264. > real, 16. Cumana cumanensis, 88. Curucau afeitado, 89. Curruca, La (Poesía), 149. Cyanocitta cristata, 235. Cyanocoraz chrysops. 24, 47, 98, 313. > eyanomelas, 24. Cyanoloria glaucocaerulea, 23. Cuanolyseus patagonus, 18, 267. Cyanotis azarae. 21. Cyelarhás, 97. > gujanensis, 96. » ochrocephala. 22, 96. Cygnus melanocoryphus, 15, 4%, 90, 199, 255, 264. > migricollis, 15. Cymodroma, 247, 248. > grallaria. 172, 248, 19227 INDECIEN 341 Dafila spinicauda, 15, 79, 90, 255, 256. Damero del Cabo, 168, 169, 196. Daption capensis, 12, 44, 48, 166, 168, 169, 224. > capensis capensis 178, 196. Dendrocolaptidae, 19, 20, 96, 203, 206, 268. Dendrocopus griseicapillus. 67. > mixtus, 156. Dendrocuona fulva, 15, 90, 265. > viduata. 15, 90, 265. Diatryma, 52, 55. > steiími, 54. Diomedea, 54, 174, 274. > albatrus, 40. > carteri, 274. > culminata, 174, > epomophora. 40, 46, 178. > exrulans, 30, 40, 44-48, 170, 172, 174-176, 224. > exzulans exulans. 168, 178, 196. > melanophrys. 40, 45, 48. > nigripes, 40. > Platei, 274. > regia, 40. 241, 242. momedeidae, 12, 159, 178. 196, 197, 241, 242. Diving birds of North America, 67. » petrels, albatroses and di- ving petrels, 67, 79, 163. Dolichonyxr oryzivorus, 98. Donacrospiza albifrons, 24, 271. Dorado, 23. Dormilón, 18, 312. Dragón, 24. Drymophila. 76. Drumornis Bridgesi, 20. Dryobates mixtus, 95, 224 (N* TV). Dui-Dui, 114. Dyetiopicus mixtus, 19. Dysithamnus mentalis, 80. > mentalis leucobronchia- lis, 78. Eogretta thula, 14, 264. Elainea albiceps, 21, 269. > parvirostris, 21, 268. Planoides forficatus, 47. > > yetana. ianus leucurus, 17, 44, 92, 266. Eleothreptus anomalus, 94. 50) SA Emberizoides herbicola, 97. Embernagra platensis, 23 97, 271. > > poliocepfiala,. 2%, Emeu, 233. ICA Empidagra suiriri. 21. É Enygyptila chaleauchenta,; 11, Ereunetes pusillus, 99; 109, 1925. Erionotus. 76. A ; > caerulescens, 19. > gilvigaster, 19. Erismatura ferruginea, 21. > vittata, 30, 201. BErolia Bairdi, 198. > ferruginea. 99, 109, 125. > fuscicollis, 198. Escarchero, 20. Escolapacinos, 91. Eskimo Curlew, 127, 128. Espátula, 15, 90, 264. » rosada, 199. Espinero, 20. Eudromias modesta. 13. Eudyptes., 4. > chrysocome niqrivestis, 226. » chrysolophus, 7, S, 28, 32, 33, 195. Buphonia aurea. 97. > nigricollis, 23. Enpsittula, SO. Eustephanus galeritus, 66, 77. Euxenura maguari. 15, 35, 36 (N* I y IT), 44, 46, 59, 89, 264, 294. Faisán, 293. Faisanes argentados, 316. > Monografía de los, 316-317. > refulgentes, 316. Paleo, 323. > fusco-caerulescens, 266. > peregrinus, 17, 46, 203. > peregrinus anatum. 17, 266. > sparverius. 318. Falconidae, 265-266. Farlouse jaunátre, 183, 184. Fasiánidos, 208. Federal, 24, 98, 129, 271. Feliz pecho, 20. Fireback, 316, 317. Flamenco, 16, 87, 199, 264, 31 >» Nidificación del, 1: Plorida cacrulea, 14. Formicáridos, 19, 130, 206, 211, 212. í Formicivora rufa chapmani, 342 BL HORNERO Fregetta, 159, 242, 247-248. > albigularis, 247. > gyrallaria, 247-249. > grallaria segethi, 247. > leucogaster, 172, 177, 224, 243, 247, 248. > melanogaster. 166-171, 177, 195, 243, 247, 248. > melanoleuca. 172. > moestissima, 247. > tropica, 247. > tropica melanogaster, 247. Fringillidae, 23, 24, 60, 95, 97, 204, 270-271. Fulica, 58, 61, 315. > ardesiaca, 290. > armillata, 12, 59, 79, 90, 260. > leucoptera. 12, 90, 261. > rufifrons. 25, 79, 194, 261. Fulmarus glacialis, var. Rodgusii y Glupischa, 40. Furnaridae, 59, 95. Furnarius rufus, 19, 58, 95, 228, 268. > rufus rufus, 59. Galbula. 209. Galbulidae, 68. Gallareta, 58, 59, 61, 90, 129, 131, 194, 261, 312, 315. Gallaretas, Biología de las, 79. > grandes, 260. » menores, 261. > nuevas para la Argentina, 290. > y macáes, Biología de las, 79. Galliformes, 11. Gallinago frenata, 91. > gigantea, 91, 199. > paraguaiae, 14, 198, 258, 263. E Gallina ceylánica, 317. > colorada, 317. > de los «», 316, 317. » doméstica, 317. > gris, 317. » javanesa, 317. Gallinacea, 230. Gallineta, 11, 61, 260, 312. > con casco, 90. Gallinula, 315. > chloropus galeata, 12. > galeata, 12, 90, 260. Vol. 1/ Gallito, 263. > de agua, 59. Gallus, 316. > gallus, 45-47, 317. > Lafayetti, 317. > Sonnerati, 317. > varius, 317. Ganso, 15, 61, 90, 104, 199, 256, 265. >» silvestre, 15... Garcita blanca, 264. Gargantilla o Gargantillo, 23. Garrodia, 242, 245-246. > nereis, 168-171, 177, 195, 243, 245-246. Garza, 14, 278,.280, 315. >» amarilla, 14. » blanca, 14, 199, 264. >» blanca, chica, 14. >» blanca, Utilidad económica de la, 151. > mora, 14, 89, 199, 264. » rosada, 15. Gastornis, 52. Gavia immer, 317. » immer elasson, 317. Gavilán, 17, 59, 92, 203, 266, 312. » azulejo, 93. > chochui, 93. > pardo y goteado, 983. Gaviota, 13, 26, 61, 85, 86, 90, 137, 153, > 160, 197, 256, 261, 312, 317. > cocinera, 13, 25, 197, 261. > de cabeza gris, 59. > de cabeza negra, 315. > de dorso negro, 26, 34. > de pico rojo, 197. > parda, 197. Gaviotas en el Uruguay, Protección de las, 137. Gaviotín, 90, 197, 261. > de lomo blanco, 25. Gaviotón, 261. Gennaeus. 316, 317. Gentoo, 8. Geositta, 68. » cunicularia, 19, 268. Geothlypis aequinoctialis, 97. > > cucullata, 22. > velata, 22. Geotrygon montana, 80. > violacea, S0. Geranoaetus melanoleucus, 17, 92. Geranospiza caerulescens, 93, 1922 INDICE 345 Glaucidium brasilianum, 93. Haematopus ater, 258. > nanum, 93, 277. > leucopus, 198, 258. > pycrafti, 319. > ostralegus. 35. > tephronotum, 319. » Quoyi, 198. Glottis nebularia, 99, 109, 125. Halcón, 17, 74, 75, 92, 93, 203, 266, Gnorimopsar chopi, 24, 294. 312. 315, 318, 323. Golondrina, 22, 58, 59, 86, 94, 150, 204, > azul. 266. 230, 269, 312, 318. > azulejo, 92. > de mar, 196. > blanco, 17, 266. > de playa, 307. > cola de tijera, 133. > “de ventana, 307. > faxado, 93. > Costumbres de, 305-312. > negriblanco, 93. > Lecythoplastes Preussi, > pequeño, 310. 319. Halconcito, 17, 93, 266. Golondrinas emigran, Las, 228. » blanco, 92. Gordillo, 119. > colorado, 983. Gorrión, 58, 60, 70-72, 97, 130, 148, Halcones y lechuzas, 74-75. 225, 240, 271, 294, 308, 312, Halcionidae, 18, 94. 317. Halicus brasiliensis, 47. » común, 88. Halodaena caerula, 170, 171, 224. > de América, 97. > caerula caerula 178, 196. > de corona blanca, 317. Hapalocercus flaviventris, 21, 268. » en el Sudán, 240. Hapalocrez. 237. > en las islas Falkland, 255. Hargeria. 50. > español, 240. Hawks, Two new american, 68. > europeo, 97. Heliomaster furcifer, 18, 94, 138. Gorro pajizo claro, 95. Helodromas solitarius, 91. Grajos, 98. Hemitriccus diops. 20. Grallae, 52. Herodias egretta, 44, 47, S9. Grallaria, 76, 148. Herpetotheres cachinnmans, 92. Grammpsittaca, 76. Herpsilochmus, 76. Gruiformes, 14, 54, 263, 278. Hesperornis, 50. Grullas, 54, 93. > regalis, 50. Guacamayo, 56, 93. Hesperornithes, 50. > amarillo, 56. Heterocnus bolivianum, 292. > azul, 56, 93. Heteronetta atricapilla. 16, 61, 62, 201, > rojo, 93. > 227, 265. Guano-birds, 67. Heteroprion desolatus Banksi. 12, 172, Guará, 278. 173, 178, 224. Guayata, 200. Heteropyaia, 91. Gubernatriz cristata, 24, 97. > Bairdi. 91. > cristatella. 24. > fuscicollis, 91. Gauira, 278. > maculata. 91. > guira, 18, 45, 47, 59, 95, 212, Heterospizias meridionalis. 92. 225, 267. Hidrobatidae, 177. » pirigua, 18. Hijo de Alonso, 206. Guiraca glaucocaerulea, 23. Hilúíctidos, 95. Guirahú, 98. Himantopus brasiliensis, 13. Cupagus papa, 45, 47. > melanurus, 13, 59, 91, 262. Habrura pectoralis, 21. Hirundinidae, 22, 59, 204, 269, 305. Hachea, 21. Hirundo. erythrogaster, 45, 94. Haematopodidae, 198, > leucopyga, 269. 344 El 'HORNERO » rustica, 94. Hocó, 89, 292. Homoptilura undulata gigantea, 14. Hornero, 19, 58, 59, 130, 136, 137, 206, 227, 268, 312. > grande, 20. > Costumbres y nidificación del, 228-230. > Mansedumbre de un, 136, 137. > Nido del, 127. > El (Poesía), 324. Huayata, 315. Hydrobatidae, 195, 241, 242, 243. Huydropsalis furcifer, 18, 94. > torquatus, 18. Hylactidae, 203. Hylocharis ruficollis, 18, 95. > sapphirina, 95. Hylocichla guttata Fazxoni, 316. Hypotriorchis rufigularis, 93. Ibididae, 15, 59, 263-264. Ibis Gaviotas, 315. Ibycter australis, 203. Tchtyornis, 50. Icteridae, 24, 60, 98, 204, 206, 240, 271, 320. Icterus pyrrhopterus, 98. Ictinia plumbea, 92. Impennes, 1. Inambues, 230. Imnambú-caa-huí, 88. > -guasú, 88. >». 1, 88. Indaye, 93. Tonornis martinica, 90. Ipacaas, 90. Iridoprocne «albiventris, 94. > leucorrhoa, 94. Iribú, 91. > pirái, 91. » -rubichá, 92. Ixobrychus involucris, 14, 264. Jabirú, 15, 147. Jacana, 312. > jacana, 14, 91, 99, 263. Jacanidae, 263. Jehnny, 8. Jilguero, 23, 58, 60, 139, 271. » de cabeza negra, 97. Jilguerillo, 312, Vol. 1 > amarillo, 97. Jote, cuervo cabeza colorada, 202. Juan Chiviro, 22. Juan Grande, 14, 89. Junquero, 19. Knipolegus cyanirostris, 20. Lamelirostre, 315. Lampribis, 320. > akeleyorum, 320. > olivascens, 320. » rara, 320. Laridae, 13, 59, 90, 197, 261. Lariformes, 13, 59, 197, 261 Larus, 61. > cirrhocephalus, 13, 44, 59, 261. > dominicanus, 13, 25, 26, 34, 44, 45, 47, 48, 197, 261, 273. > glaucodes, 197. » maculipennis, 13, 261. > ridibundus, 315. > serranus, 315. Lechucita, 85, 93, 312. > de las cuevas, 93. Lechuza, 59, 69, 74, 75, 129, 139, 140, 213, 266, 319, 322. » de campanario, 17. > del campo, 17. > Concón, 203. Lechuzas, Congreso de las, 138—-140. Lechuzón, 17, 59, 203, 266. > de las ruinas y Campana- rios, 93. > de los campos, 93. Leistes militaris, 98. > y militaris superciliaris, 24. Leñatero, 59, 130, 206, 268. Leptasthenura, 135, 320. > aegithaloides. 19, 79, 135, 136. > aegithaloides pallida, 135. > platensis, 19. > striata cajabamnae, 320. » xenothorazxr, 320. Leptodon cayennensis, 78, 92. > palliatus, 78. Leptoptila, 76. > chloroauchenia, 208, 211. » ochroptera, 89. 1922 INDICE 345 > ochroptera chloroauchenia, alle » Reichenbachi, 11. Lesbia sparganura, 60, 290 a. Lessomia nigra, 20, 268. Leuconerpes candidus, 19, 95. Leucophaeus sceoresbyi, 197. Leucophoyx candidissima, 89. Leucopolius falklandica, 13. Leyendas argentinas del Caráu, del Crispín y del Urutaú o Cacui, 277 —-289. Lichenops perspicillata, 20, 59, 96, 268. Limicolae, 68, 99. Limnopardalus nigricans, 90. Limmnornis rectirostris, 25. Limosa haemastica, 13, 44, 47, 99, 101, 103, 104, 108, 122, 123, 198. Lobiophasis, 316, 317. Lobipes lobatus, 99, 109, 125. Lochmias nematura, 19. Lophonetta cristata cristata, 200. Lophortyz californica, 56. Lophura, 316, 317. Loritos, 17, 129. Loro, 76, 93. > barranquero, 18, 267. » hablador, 93. » sati, 93. Lurocalis Nattereri, 208. Macá, 91, 194, 261. » plateado, 194. Macacito, 261. Macaes, Biología de los, 79. Macaroni Pingúin, $. Machetornis, 130. > rirosa, 20, 96, 268. Macronectes, 33. > giganteus, 28, 29, 32, 46, 166, 168—173, 177, 196, 224. > giganteus giganteus, 177. > giganteus Solanderi. 177. Mainumbies, 94. 'Malochoique, $4. Malófagos, 69. > de las aves Argentinas, 39—48. Mama—Yaya, La leyenda del, 284— 285, Manimbé, 97, Maracaré—í, 93. Mareca sibilatrir, 265. Margarita, 20. Marica, 98. Martines pescador, 18, 94, > pescador grande, 94. » mediano, 94. > pequeño, 94. Martineta, 11, 88, 260, 293, 299, 311, 312. > Alimentación de la, 292— 294. Matadura, 96, 130. Mbaguarí, 89. Mbatitui, 91. Megalestris, 26, 33. » antarcticus, 34, 48, 256. > chilensis, 257. > falklandica, 256. > Maccormicki, 256, 257. Melanerpes cactorum, 95. Meleagris gallopavo, 46, 47. Merganetta armata, 46. Mesoscolopax borealis, 13, 99, 107, 109, 125, 198. Metopiana peposaca, 16, 61, 62, 90, 201, 227, 255, 265. Micrastur semitorquatus. 93. Microcoryz, s0. Mieropalama himantopus, 13, 99, 108, 119. Mieropterus patachonicus, 201. Microrhopias Emiliae, 320. Milvago, 61. > chimachima. 17, 92. > chimango, 17, 59, 92, 265. Milvulus tyrannus, 21. Mimidae, 22, 59, 96, 270. Mimus modulator, 22, 206, 270. > saturninus, 96. > triurus, 22, 59, 96, 270. Mirasoles, 14, 89, 147. Mirlos, 96. Mixto, 23, 97, 130, 271, 312. Mniotiltidae, 22, 96, 270. Molothrus badius, 24, 60, 98, 271, 294. > dadius bolivianus, 67. > bonariensis, 24, 98, 131, 206, 240, 271, 312, 313. » brevirostris, 24, 98, 271. > rufoaxillaris, 24. Molybdophanes caerulescens, 15. Momótidos, 136, 346 EL HORNBRO Vol. 1 Momotus., 76. > oxypterum, 79. Monjita (Poesía), 149. > torquatum, 15. Motacillidae, 22, 60, 96, 204, 270. Nicator chloris, 319. Muitú, $$. > viteo, 319. Mulata, 60, 98, 271. Muscicapa guttata, 316. Muscicapidae, 270. Muscifur, 316. Muscisaxicola, 232. > macloviana, 78. > macloviana maclovia- na, 204. > macloviana mentalis, 268. > rufivertex ruficrissa, 78. Muscivora tyrannus, 21, 45, 59, 96, 149, 269. Músico, 24. Mycteria americana, 46. > mycteria, 15, 89. Myiarchus feroz, 21. > ferox ferocior, 21. > tyrannulus pallescens, 78. Myiobius naevius, 21, 130. Myiodynastes solitarius, 21. Myiopagis viridicata rondoni, 77. Muyiophobus fasciatus, 21. Muyiopsitta monacha, 18, 267. » monachus, 93. Myiotheretes rufiventris, 20, 268. Myospiza humeralis, 23. > manimbe, 97. > manimbe nigrostriata, 77. Nandayus, SO. Naranjero, 23. Nectarinia congensis, 319. Nectariniidae, 319. Nelly, 28. Neoglottis flavipes, 13, 99, 108, 110, 111, 262. > melanoleuca. 13, 99, 105, 108, 109, 110, 262, Neolestes torquatus, 319. Neophloeotomus Schulzi, 78, 95. Neossoptiles, 36. VNesofregetta, 247. Nettion torquatum, 66. Nettium andium, 79. > brasiliensis, 15, 90, 265. > flavirostris, 15, 79, 200, 265. > georgianum, 79, Nidícolas, 129. Nidífugas, 129. Nomonyx dominicus, 90, 265. Nonnula amaurocephalus, 320. Nothocercus fuscipennis, 320. Nothoprocta cinerascens, 232. Nothura, 208, 209. > maculosa, 11, 58, $88, 230, 260, 293, 294. Votiocorys, 184. Notioenas, 76, 80. > maculosa, 11. Numenius borealis, 13, 70. Numida meleagris, 46, 47. Nyctalops accipitrinus, 93. Nycthemerus, 316. Nyctibius, 284. » griseus, 94, 205, 207. > griseus griseus, 279. » jamaicensis, 280. > longicaudatus chocoensis, 320. Nycticoraz eyanocephalus falklandi- cus, 199. > naevius, 47, 89. > nyeticorar naevius, 14, 264. > obscurus, 14. Nyctidromus albicollis, 46. Ñacurutú—Í, 17, 983. q Nandú, 10, S1—83, 85, 88, 141, 142. > americano, 84. > Contenido del buche de un, 57. > Costumbres del, 141, 142. » de la República Argentina, S1—84. Oceanites, 159 242, 243—-245. > grallaria, 248. > leucogaster, 248, > melanogaster, 248. > nereis, 245. > oceanicus, 12, 27, 28, 34, 166—169, 171, 224, 243, 244, > oceanicus oceanicus, 177, 195, 243—245. 1922 INDICE 347 > wilsona, 244. Oceanitidae, 159. Odontolaea, 50. Odontophorus parambae canescens, 320. Odontormae, 50. Oenops falklandica, 202. Orcopeleia, SO. Oreophilus ruficollis, 13, 262. > ruficollis, ruficollis, 198. Ortalis velela, 235. Ortolanos, 310. Ortygops notata, e Ossifraga gigantea, 48. Ostinops decumanus, 148. Ostrero negro, 198. » overo, 198. Otus choliba, 17, 93, 149. Oxyechus vociferus, 105. Oxwyura vittata, 16. Pachurrón, 198. Pachyptila vittata, 166, 168, 170—173, 178, 196. Pachyrhamphus Polychropterus, 21 96. » Polychropterus no- tius 21. > viridis, 96. Pagodroma nivea, 28, 34, 44. > novaegeorgica, 166—169. 177, 196. > Pájaro, 312. > atei, 94. > bobo, 93, 264. de la Tierra del Fuego, 236. destructor de pulgones, 79. > granívoro, 98. > guaicurú, 92 > laucha, 314, 318. » negro, 278. > niño, 8, 9, 195, > soldado, 98. > toro, 206. » yaguá, 199, > Palamedeidae, 16, 59, 264, Palamedeiformes, 16, 264. Palmípedas—Impenas, 317. Palmípedos, 90. Paloma, 76, 314. > antártica, 197, > Casera, 294, > de alas blancas 147. > del Cabo, 29, 34. > del monte, 11, 208, 312. > migratoria, 107, 127. > torcaza, 11, 194, 260. Palomita, 11, 209, 210, 260. » de la Virgen, 11. Pandion, 323. > haliaetus, 47. > haliaetus; carolinensis, 225. Parabuteo unicinctus, 59. Pardirallus maculatus, 11, 260, > rytirhynchus, 11, 61, 260. Paroaria capitata, 97. > eristata, 24. > cucullata, 24, 35, 97. Parra jacana, 14. Parridae, 14, 59, 91. Parula pitiayumi, 22. Passer domesticus, 44, 58, 60, 88, 95, 204, 216, 225, 230, 235, 271, 317. > hispamiolensis, 240. Passerella, 148. Passeriformes, 19—25, 95, 203, 268— 27L Patagona gigas, 66, 138. Patas amarillas, 109, 110. Patillo, 90. Patito Mmarrueco, 15. Pato argentino, 200. > barcinmo, 90, 200, 255, 256, 265. > barcino chico, 200, 265. cabeza negra, 201. 2 Capuchino, 200. > carnero, 12. > colorado, 200, 265, 2 Crestudo, 200. > criollo doméstico, 90. > Cuchara, 265. > de campo, 200. > de color pardo, 61. » domínico, 90. > Bargantilla, 200, 265. > grande, 15. jergón chico, 200. jergón grande, 200. > juyal, 200. > Negro, 265. Overo, 200, 265. pardo, 227. Picazo, 16, 61, 62, 90, 227, 265. > real, 15, 90, » rosas, 90, 345 EL HORNERO Vol. 1/ > sibon, 265: > sudamericana, 293. > silbón de cara blanca, 265. Periquito, 18. silvestre, 221. Peristeridae, 11. > vapor, 17, 201. Petreles, 67, 165, 168, 172, 173, 244, >» Zambullidor, 30, 201. 314. Patos, 104, 129—131, 223, 312, 315 > y Albatros, 159—161, 163. Pava de monte, 11, 88. > antárticos, 169, 196. Pavo cristatus, 45, 46. > azulados, 168, 171, 196. Pecho amarillo, 24, 60, 271, 312. > azulados de pico ancho, » colorado, 24, 60, 129, 139, 204, 196. 271. > azules, 30. » colorado chico, 24. > blancos, 167, 169. » colorado grande, 271. > de cabeza blanca, 196. Peiagodroma, 242, 246—-247. > de las nieves, 28, 34, 196. > marina, 12, 243, 246. > marina hypoleuca, 247. > marina marina, 172, 177, 246—247. Pelecaniformes, 16, 160, 202, 365. Peiecanoides, 159. > georgica, 79. > urinatrix, 45, 48. > urinatrix Berardi, 170, AOS > wrinatrizn chathamen- Su Os > urinatriz dacunhae, 172, 174, 178. > urinatriz garnoti, 174, > uwrinatrix georgica, 163, 170, 174. Pelecanoididae, 178, 196, 241, 242. Pelecanus fiber, 202. Pelícanos, 160. Penelope, 76. > barbata, 320. » obscura, 11, 88. Percnohierazx, 237. Perdices, 129, 208, 221, 223, 230, 299, SAS > americanas, 69. > copetonas, 139, 299. Perdiz, 11, 230. » argentina, 294. > > chica, 58, 88, 260, 294. > colorada, 259. > común, 230—-232. > criolla, 293. > de California, 56. > del mar, 124. » del monte, 206. > europea, 293. grande, 11, 292—294, Petrella capensis, 12, 28—30, 32, 33, 34, 45, 46, 48. Petrochelidon lunifrons, 44, 45, 47, 318. > pyrrhonota, 94, 228. Phacellodomus ruber, 95. > ruber rubicola, 77. > sibilatrix, 95. » striaticollis, 95. Phaceloscenus striaticollis, 20. Phaebetria, 274. > palpebrata, 46. > palpebrata antarctica, 34, 168, 169. Phaeopus hudsonicus, 99, 108, 124. Phaeoprogne tapera, 22, 94, 269. Phaethusa chloropoda, 13. » magnirostris, 90. Phalacrocoracidae, 16, 202, 265. Phalacrocorax, 239. > albiventris, 79, 202, 265. z > atriceps, 79. > atriceps georgianus, 31—34. > auritus, 289. > Bougainvillei, 311. > brasilianus, 16. > georgianus, 79. > mayellanicus, 202. > vigua, 16, 44, 46, 47, 90, 202, 265. Phalaropodidae, 199. Phalaropus fulicarius, 99, 109, 124, 125. > hyperboreus, 45, Pharomacrus mocinno, 209. Philadelphia Vireo, 235. Philydor rufus, 212, 213. % 1922 INDICE 349 Phimosus infuscatus, 15. > nudifrons, 15, 89, 263. Phloeocryptes, 96. > melanops, 19, 30, 268. Phoebetria fusca, 224. > fusca fusca, 172, 178. > palpebratta antarctica, 7d UE) UE NA Phoenicopteridae, 16, 199, 264. Phoenicopteriformes, 16, 199, 264. Phoenicopterus andinus, 315. > chilensis, 16, 134-135, 264. » ignipalliatus, 16. Phororhacos, 51, 52, 55. > inflatus, 51—53. > longissimus, b1--53. Phrygilus malvinarum, 204. > melanoderus, 204. > zanthogrammus, 204. Phytotoma rara, 67. > rutila, 269. Phytotomidae, 269. Piaya cayana macroura, 18, 212. Pica caudata, 98. Picaflor, 18, 60, 61, 77, 85, 94, 130, 138, 209, 267, 290 a 312, 316, 322. > cobrizo, 138. > gigante, 66. » gigante en La Plata, 138. > verde, 138. Picamata, 20. Picaza, 98. Picazurus, 80. » picazuro, 11. Picidae, 19, 68, 95, 267. Piciformes, 19, 267. Pico de cuchara, 200. >» de estuche, 30. > de plata, 20, 59, 268, 312. » de tijeras, 90. Picolaptes angustirostris, 20, 96. > angustirostris, praedatus, Ult > fuscus atlanticus, 78. Picumnus cirrhatus, 95. » parvistriatus, 320. » pilcomayensis, 224 (N* IV). Pihtiáuyumi. 96. Pilincho, 95. Pingúin de Adelia, 2, 8, 31, 75. > de barbijos, 8, 28, 195, > de collar, 31. > de frente amarilla, $, 195. > de penachos amarillos, $, ¡190% > de pico anaranjado, 195. > de pico rojo, 8. > emperador, 27, 30. > gentoo, 30. > macaroni, 28, 29, 32. > real, 7, 195. > rey, 194. Pingúines, 66, 85, 160. Piojito, 21, 131, 268. > amarillo, 268, 312. > azul, 313. » azulado, 270, 312. Pionus, 76. » maximiliani, 93. Pipilen negro, 198. Pipits, 180, 182, 186, 188. Pipraeidea melanonota. 23. Pípridos, 96, 206. Piranga flava. 23. Pirincho, 18, 212, 225. Pisobia Bairdi, 25, 99, 108, 114, 115. > fuscicollis, 14, 99, 108, 113, 114, 263. > maculata, 14, 99, 108, 112, 113, 263. Pitangus bolivianus, 21, 294. > sulphuratus, 96. > sulphuratus bolivianus, 21, 59, 269. Pito, 109, 110. Pitohué, 96. y Planesticus amaurochalinus, 21, 96, 270, 312. » falklandicus, 258. fuscater amoenus, 312. > magellanicus fallelandi- cus, 204. > rufiventris, 21, 96, 312, > rufiventris juensis, 78. Plataleidae, 15, 199, 264. Platypsaris, rufus, 96. Plegadis, 61. » guarauna, 15, 45, 59, 89, 264, Plotus anhinga, 90. Pluvialis, 91. > dominicus, 13, 100, 101, 108, 115—119, 262, 350 EL HORNERO Vol. 11 $ dominicus, dominicus, 99, > marina, 246. 108. > oceánica, 243. Pluvianellus sociabilis, 99. > pelagica, 243. Podager nacunda, 267. > Wilsonii, 243, 244. Podiceps americanus, 12, 79, 261. Procellariidae, 12, 177, 178, 195, 196, > calipareus calipareus. 194. 241, 242. > dominicus, 194. Procellariiformes, 159, 160, 241. > dominicus brachyrhynchus, Progne chalybea, 94. 11% y > chalybea domestica, 22, 269. > Rollandi, 12, 194. > furcata, 22, 204, 228. Podicipedidae, 12, 91, 194, 261. Podicipediftormes, 12, 194, 261. Podilymbus podiceps, 12, 79, 261. Poecilonetta, 67. > bahamensis, 15. > dahamensis rubrirostris, 200, 265. > spinicauda, 200, 265. Polibóridos, 92. Polioptila dumicola, 22, 313. Polla de agua, 260. » Overa, 260. Pollito de mar, 198. Pollo de campo, 198. Pollona azul, 90. > negra, 90. Pollonita, 90. Polyborus plancus, 16, 44, 46, 47, 58, > 202, 265. > tharus, 16, 92. Polystictus pectoralis minima, 21, 268. Poospiza, 97. AS: nigrorufa, 23. Porphyriops melanops, 12, Y0, 133, 260. Primitas, 96. Priocella antarctica, 28, 32—34, 45. > antarctica antarctica, 46, 166, 167, 169, 177, 195. Priofinus cinereus, 47, 48, 177, 224. > cinereus cincreus, 195. Prion vittatus Keyteli, 30. Prionopidae, 319. Psittacidae, 17, 18, 80, 209, 267. Psittaciformes, 17, 18, 236, 267. Psittacula, 76. Procellaria aequorea, 264. > aequinoctialis, 12, 168, 169, 177, 224. > aeguinoctialis aequinoctia- lis, 196. > grallaria, 248. > tapera, 22, 58, 59, 230. Pseudocolopteryz sclateri, 225, 268. Pseudoleistes guirahuro, 98. > virescens, 24, 60, 98, 271. Pseudoseisura lophotes, 20. Psilopsiagon, 80. Pterocnemia, 83. > pennata, 82—84. > tarapacensis, 82 — 84, 141. > tarapacensis Garleppi, 83, S4. Pterodrama brevirostris, 177. > incerta, 172, 173, 177. > Lessoni Lessoni, 177, 196. > macroptera, 172, 224. > macroptera macroptera, US ST > mollis, 172. > mollis mollis, 172, 177. Puffinaria Garnoti magellani, 178. Puffinidae, 12. Puffinus, 159. Puffinus assimilis elegans, 172, 177, 224, > gravis, 173, 224. > griseus, 12, 44, 45, 224. > griseus chilensis, 177. > griseus cinereus, 195. > opisthomelas, 40. Pyygochelidon cyanoleuca, 94. > cyanoleuca patagonica, 22, 269. Pygyoscelis, 4. > Adeliae, 6, 8, 31—33. > antarctica, 6, 8, 27—29, 3133. > papua, 5, 6, 30, 33, 76. > papua papua, S, 195. Pyranga flava, 97. Pyriglena, 148. Pyrocephalus rubinus, 21, 59, 96, 269. > 1922 Pyroderus scutatus, 206. Pyrrhura, 76. > vittata, 93. > vittata chiripepe, 18. Quaglia, 230. Quelidón, 307. Querquedula brasiliensis, 15. > eyanoptera, 16, 90, 200, 265. » flavirostris, 15. > puna, 200. > torquata, 15. > versicolor, 15, 48, 90, 200, 265. Quetzal, 209. (wuiscalus, 320. > aglacus, 320. > quiscula aecneus, 320. > gquiscula quiscula, 320. Rallidae, 11, 12, 190, 194, 260—261.. Ralliformes, 11, 12, 194, 260—261. Rallus flaviventris, 237. > rhytirhynchus, 11. Ramphastidae, 68, 209. Rapaces, 69, 91, 92, 129, 322. » diurnos, 93. > nocturnos, 93, 94, 208, 232. > huevas para la Argentina, 78. Ratitae, 52, 54. Ratonas, 60, 93, 131, 204, 270, 312, 313, 314. Rayador, 13, 90, 261. Rechinador, 312. Reyes de los pajaritos, 93. Reyezuelo, 314. Rhamphastos toco. 95. Rhea, 83. >» americana, 141, 259. > americana intermedia, 25, 83. >» americana Rothschildi, 10, 45, 46, 57, 82—84, 88, 141. > Darwini, 83, 84. >» macrorhyncha, $83. » pennata, 45, 83, 84. Rheidae, 10, 82, 259. Rheiformes, 10, 81, 259. Rhinocrypta lanceolata, 95. Rhopochares cochabambae, 320. > ruficapillus, 19. Ehyacophilus solitarius, 14, INDICE nl Rhynchocyclus, 68. Rhynchotus, 209, 294. > rufescens, 11, 45-47, 88, 259, 293. Ricinidae, 46—48. Rostratula semicollaris, 14, 91, 263. Rostrihamus sociabilis, 17, 44, 92, 266. Rupornis magnirostris, 93. Rhynchopidae, 261. Ramchops intercedens, 13, 261. > nigra, 90. Sabiá, 21. » blanco, 21. Sacha—pollito, 110, 114. > chico, 114. Sacy, 240, 279. Sacy—Peréré, 279. Saltator aurantiirostris, 23. Sandpiper, 315. Sarcorhamphus gryphus, 44, 47. Saria, 93. Seapaneus leucopogon, 19. Seardafella brasiliensis, 134. Schoemophylax phryganophila, 19. Schoepísteisshuhn, 293. Scolopacidae, 198, 199. Seytalopus magellanicus, 203. Seriema, 14. Serpophaga munda, 96. » migricans, 21, 268. > suberistata, 21, 268. Setopagis, 76. Shag, 31, 202, 265. » de ojos azules, 32. Sicalis arvensis, 23, 97, 271. > luteola, 23. » Pelzelmi, 23, 58, 60, 97, 230, 271. Siete colores, 21, 23, 129, 270, 312. > colores de laguna, 268. > cuchillas, 129, 312. » vestidos, 23, 312. Sigmodus rufiventris mentalis, 319. Siptornis, 68. > anthoides, 203. > berlepschi, 67. orbignii neglecta, 78. Wyatti aequatorialis, 320. Sirirí, 312 Sisopygis ¡icterophrys, 20. Sitácidos, 93, 352 El. HORNERO Vol. 11 + Sittace azarae, 56, 225. Strigiformes, 17, 203, 236, 266—267. > caninde, 58, 225. Striz perlata, 44. Sittasomus chapadensis, 67. >» rufipes, 203. > griseicapillus reiseri, 67. Struthio americanas, 83 > sylviellus, 96. Sturnidae, 5319. Skuas, 26, 33, 34, 256, 257, 317. Suindá, 93. > del Sur, 26. > caahui, 93. Soroplez campestris, 19, 267. Swiriri suwiriri, 269. > campestroides, 19. Sulidae, 202. Spatula platalea, 16, 200, 265. Suri, 83. Speotyto cunicularia, 17, 44, 59, 93, Surucuá, 207, 209. 139, 266. Sylviidae, 22. Spermophila caerulescens, 23. Synallaxis, 96, 130. Spheniscidae, 3, 12, 194, 195. » cinnamomea, 96, 240. Sphenisciformes, 1, 12, 160, 194, 195. » cinnamomea, cearensis, 78. Spheniscus, 4. > frontalis, 19. > demersus, 7. > hudsoni, 20. > Humboldti, 7, 9. > phryganophila, 96. » magellanicus, 7, 8, 12, 33, » ruficapilla, 19. 195. » spixi, 19, 240. > mendiculus, 9. > striaticeps, 20. Spinus ictericus, 23, 35, 60, 97, 271. > superciliosa, 240. Spiza americana, 235. Syrigma sibilatrix, 14, 89. Spizaetus tyrannus, 79. Spizitornis parulus patagonicus, 237. Tachuris rubigastra, 21, 268. Sporophila, 76, 97. > rubigastra, lidertatis. 236. » caerulescens, 23, 60, 270. Tachycineta leucopyga, 269. > hypoxantha, 23. » leucorrhoa, 22, 269. > insulata, 320. > Meyeni, 269. > pileata, 23. Tachyeres cinereus, 717, 201. Squatarola squatarola, 109, 128. > patachonicus, 77, 201. Steganopus tricolor, 99, 108, 123, 125, Tachyphonus rufus, 97. 199. Tachytriorchis albicaudatus, 92. Steisshuhn, 293. Tacuarita, 22, 96. Stelgidopteryx ruficollis, 47. Taemioptera cinerea, 20. Stelgidostomus maxillosus, 23. > cinerea obscura, 78. Stenopis, 76. > coronata, 20. Stephanophorus diadematus, 23. > dominicana, 20. » leucocephalus, 23, 97. > irupero, 20, 96, 149. Stercorariidae, 197, 261. > nengeta, 20. Stercorarius parasiticus, 44, 45. > pyrope, 204. Stereornithes, 51, 54. Taguató hú, 92. Sterna hirundinacea, 13, 25, 26, 197, > puigntá, 92. 315. Tanagra aureata, 23. > maxima, 44, 45. > eyanocephala, 23. » paradisea, 48. > pretiosa, 23. > superciliaris, 90. Tanagridae, 23, 97, 270. > trudeaui, 13, 90, 261. Tantalus americanus, 15, 44, 45, 47, Sternidae, 197. 89, 264. Sternula superciliaris, 13. > loculator, 15. Streptoceryle torquata cyanea, 18. Tapera naevia, 95, 212, 213, 240. Streptoprocne zonaris, 94. > naevia chochi, 45, 279, 291. Strigidae, 17, 266, y Taraba major virgulatorum, Tátfo 1922 Teleoptiles, 36. Tente—en—el—aire, 18. Teridos, 71. Tero, 13, 91, 129, 139, 262, 312. > real AZ oli Teros «Leque—Leque», 315. Terpsiphone Batesi, 319. Tersínidos, 97. Teru, 198. Terutero, 13, 59, 91, 130. Tetéu, 91. Tetraónides, 208. Thalassarche melanophris, 12, 170, 224, 2783. > melanophris melano- phris, 178, 196. Thalasseus maximus, 13. Thalassidroma leucogaster, 247. > melanogaster, 247. > nereis, 245. > oceanica, 244. » tropica, 247. > wilsoni, 244. Thalassogeron, 175, 272, 273, 274, 275. » carteri, 176, 274. > chlororhynchus, 48, 172, 174—176, 224, 272 —275. > chlororhynchus, chlo- rorhynchus, 178, 195. » chrysostoma, 172, 174, 224, 272, 273, 274, 275. > chrysostoma chrysosto- ma, 178. > chrysostoma culmina- natus, 174, 272, 274. > culminatus, 196. > desolationis, 178, 272, 213, 275. » exrimius, 172, 174, 175, 178, 272275. Thalassoica antarctica, 109, 166, 167 , 168, 177, 196. Thamnophilus. 95. » caerulescens, 19. > radiatus, 211, 212. > ruficapillus. 19. 130. > 20rumae, 320. Thectocercus. 80. Theristicus caudatus. 15, 47, 89. > melanopis, 199. Thermochalcis, 76. Thinocorus rumicivorus. 44, 47, 262. INDICE Thinocorythidae, 198, 262. 309 > marmoratum, S9, 292. Thlypopsis sordida, 97. Thraupis bonariensis, > cyanoptera, 97. > sayaca, 23, 97. Threskiornithidae, 199. Tigrisoma bolivianum, 292. > marmoratum. S9, Tijereta, 21, 59, 149, 269, 312. > (Poesía), 149. Tijerilla, 96. Tili 312. Tinamidae, 11, 58, $8, 230, Tinamiformes, 11, 259—-260. Tinamotis ingoufi. 134, Tinamú, 293. Timamus. 69. > solitarius, 45, 46. 3, 97, 270. 292. 259—260. Tinnunculus cinnamominus, 17. Tiqui—tiqui, 21. Titiriti, 312. Torcasita, 58, 294. Torcaza, 11, 58, 294. Tordo, 24, 98, 206, 271, 294, » azul 86, 98. > bayo, 60. > común, 131. >» de pico corto, 98. > mulato, 24. > negro, 98. > renegrido, 60. Tórtola, 58, 260. > roja, $89. Toshti, 198. Totaninos, 91. Totanus. 315. » melanoleucus, 13. Toy, 109, 110. Trichopicus cactorum, 19. Tringa, 120. » canutus, 44, 45. > solitaria, 14, 262. > solitaria solitaria, 99, Trochilidae, 18, 210, 267, 270. Troglodytes. 318. > aedon Parkmani. furvus, 22. » hornensis, 269. musculus, 96. > musculus beckeri, musculus 60, 67, 149, 270, 108. 314. 78. bonariae, 22, 354 EL HOKNERO > musculus Cobbi, 204. > musculus guarixa, 213. > mausculus magellanicus, 67, 270. Troglodytidae, 22, 60, 96, 204. Trogon surucura, 207, 210. Trogonidae, 18, 68, 209, 210. Trogoniformes, 18. Trogonurus surrucura, 18. Troupial, 320. Trupialis Defilippi, 24, 271. > militaris, 60, 271. > militaris falklandicus, 204. Tryngites subruficollis. 99, 108, 121. Thryolegus curvirostris, 20. _Tschululú, 119. Tubinares, 159, 163, 165, 174. > del Atlántico Austral, 161 —166. > Distribución de los, 179. Tucá, 95. Tucai, 95. Tucano, 95. Tupi, 279. Turdidae, 96, 204, 270. Turdus, 315, 316, 322. > guttatus. 316. » leucomelas, 21. > Pallasti, 316. > rufiventris, 21. Tuyuyú, 15. > coral, 89. > cangui, 89. Tyrannidae, 20, 59, 95, 96, 130, 204, 268—269. Tyrannus melancholicus, 21, 45, 96, 269. Tyto alba tuidara, 267. » perlata, 17. Tytonidae, 267. Upucerthia certhioides, 96. Urraca, 18, 54, 59, 98, 267, 312, 313. > americana, 212. ¿ > azul, 98. > del Paraguay, 232. > morada, 98. > verdadera, 98. Urubitinga urubitinga, 92. Urutaú, 69, 94, 207, 208, 277, 279, 280, 281, 284, 287. Vol. 11 > Leyenda del, 278, 288—289. > Mimetismo del, 205. Vanellus resplendens, 315, Vencejos, 94. Veniliornis olivinus, 95. > spilogaster, 19. Verdón, 271. Vieja, La, 94. Viguá, 16, 160, 202, 265. Vinchita, 265. Vireonidae, 22, 96, 97. Vireosylva chivi, 96. Viudita, 20. Volatinia jacarina, 97, 271. Wyrohueté (Un halcón), 285—286. Xanthornus pyrrhopterus, 24. Xenicópsis rufosuperciliatus oleagi- neus, 20, 96. Xenops rutilus guayae. 236. Xenopsaris albinucha, 96. > albinucha minor, 238. Xiphocolaptes bahiae, 66. > major, 96. > major saturatus, 77. Yaguá, 89. Yaiá, 16. Yeruti, 89. Zambullidor, 261. Zaramagullón, 16, 90. Zarapita, 109. Zenaida, 76. > auriculata, 11, 58, 89, 260, 294. > auriculata auriculata, 194. > maculata, 11. Zonibyx modestus, 13, 198, 262. Zonotrichia coronata, 317. > leucophrys leucophrys, 317. » pileata, 23. Zorzal, 21, 204, 312, 315. > blanco, 270, 312. > del agua, 318. > de pecho blanco, 96. » de pecho colorado, 96. > ermitaño, 316. INDICE DE LAS LAMINAS Página Il. Diversos estados de desarrollo de la Cigiieña Euvenura maguari ..ooooococcccnccons 36 a E A 37 Ill. Gallineta Aramides vpacaha, con su nidO Y NUEVOS +.00coococcccconconoonorninccnnes 136 IV. Nidos de los carpinteros Drrobates mixlús y Pieumnus cirrhatus Pileomavocnsis 224 V. Albatros de pico negro y amarillo Thalaessogeron CxlmilS ooooconnoccan cocino 274 Vi REO ESA URETA ENVEO cceosccanc nor on bancan acotar dendacoVocinaran 290 ERRATAS PÁGINA LINEA E DICEN ye 2 DEBE DECIR 16 8 (desde abajo) Cathartes falplandica, Cathartes falklandica. 21 10 (desde abajo) Erismatura ferruginea (nec Eyton) La línea debe pasar a la página etc., 16, línea 10. 64 24 Las Rosas, Rosas. 119 3 (desde abajo) Las Rosas, Rosas. 120 29 Las Rosas, Rosas. J62 16 (desde abajo) formación de superficies, formación de subespecies. 181 2 Tucumán: 5, Tucuman: 65, 185 1y2(des. abajo) Piauhy: (etc ), Deben suprimirse las dos líneas, por ser repetidas de la página an- terior, arriba, 188 24 Mais ce qui distingue Mais ce qui distingue PA. hellmavri, PA. nattererí. 185 Nota 3 (linea ehií auct.”, ¡il est la race, chit auct.”, ¡d est la race. 3 desde abajo) 206 Leyenda de la Crvturms tataupa Crvplurus tataupa. figura 2 225 16 Las Rosas, Rosas. 230 13 un congénere del hornero, un dendrocoláptido. 252 Leyenda del Distribución del petrel Distribución del petrel mapa Fregelta leucogaster, Fregella melanogaster. 20917 Canal N?. 12, Canal No, 9. Cuota anual de los miembros activos de la S.O.P. (equivalente a la subscripción de EL HORNERO) $ 6 mn. Amico, Srta. María C. — Capital Federal. Anitua, Dr. Gabriel. — Oapital Federal. Antuñano, Isidoro. — Capital Federal. Arámburu (h.), Fabio S. — $. Nicolás Aravena, Reynaldo. —+ Capital Federal. Arditi, Prof. Horacio. — Capital Federal. (B. Aires). Artayeta, Enrique A. — Capital Federal. Aula, Augusto V. — Sáenz Peña (Chaco). Avalle, J. Bautista. — Capital Federal. Báez, Ing. Agr. J. Romualdo. — Bell Ville (Córdoba). Barattini, Luis P.— Montevideo. Barrán, Prof. Euclides F. — Capital Federal. Barraza, Manuel A. — Capital Federal. Barreto, Gustavo M. — Capital Federal. Basile, Prof. Angel. — Capital Federal. Basterreix, Francisco. — Capital Federal. Beder, Dr. Roberto. — Capital Federal. Beiorle, C. M. — Capital Federal. Benn Pott, C. W.— Capital Federal. Bennett, Arturo G.—P. Stanley (Malvinas). Bergalli, Prof. Alejandro. — Mar del Plata. Bernasconi, Srta. Irene. — Capital Federal. Bonduel, Octavio P. — Capital Federal. Bonduel, René. — Capital Federal. Bordalé, Luis F. — Capital Federal. * Breéthes, Prof. Juan. — Capital Federal. Bruschi, Juan A. — Capital Federal. Budin, Emilio. — Tucumán. Bullock, D. S. — Capital Federal. A Bullrich, Jorge. — Capital Federal. Bustos (h.), Carlos N. — S. Nicolás (B. Aires). Calcagno, Dr. Alfredo D.— La Plata. Carbonell, José J.— Capital Federal. Carcelles, Alberto. — Capital Federal. * Casal, Cap. de Fragata Pedro S.— Capital Federal. Casale, Dr. Guido. — Chacabuco (Buenos Aires). Casares, Dr. Jorge. — Capital Vederal. Casey, Lorenzo. — San Eladio (Buenos Aires). Castellano, Ing. Agr. José C.— Córdoba. Castellanos, Alberto.—Cap. Federal. Castellanos, Srta. María H. — Córdoba. Castellanos, Sra. Bertha W. de — Rosario. Castellanos, Dr. Alfredo.—Rosario. Castro Bibiloni, Antonio. — Capital Federal. Catinari, Ing. Juan N. — Capital Federal. Cerruti, Dr. Tomás. — Rosario (Santa Fe). Chambon, Luis A.— La Plata. Comi, Prof. Pedro L. — Capital Federal. Cordero, Dr. Ergasto H. — Montevideo. Correa Morales, Lucio A. — Capital Federal. Correas, Srta. María J. — Rosario (Santa Fe). Cortelezzi, Srta. Juana.-— La Plata. Cotta, Srta. María R.—Huetel (Prov. Buenos Aires), Cowell, Alberto T.— Capital Federal. Crivelli, Francisco. — Capital Federal. Cuesta, Dr. Luis. — Rosario (Santa Fe), Dabat, Srta. Dolores. — Rosario (Santa Fe). * Dabbene, Dr. Roberto. — Capital Federal. Daguerre, Juan B.— Rosas (Buenos Aires). Dallas, Dr. E. D. — Capital Federal. Danni, Juan A. —Carcarañá (Santa Fe). Deautier, Enrique A. — Capital Federal. Debonedetti, Dr. Salvador. — Capital Federal. De Boni, Dr. Antonio. — Montevideo. Do Giacomi, Juan. — Capital Federal. Do la Rúa, Dr. José M. — Capital Federal. De la Vega, Teniente do Fragata Eduardo.—(. Fed. Del Campo, Alberto. — Capital Vederal. * Delétang, Luis. — Capital Federal. * Miembros fundadores. Dinelli, Luis. — Tucumán. * Do+llo-Jurado, Prof. M.— Capital Federal. Domínica, Hermana. — Capital Federal. Doradau, Ovidio.—Neuquen. Dunn, Guillermo C. — Capital Federal. Fazio, Prof. Alfredo. — Capital Federal. Felippone, Dr. Florentino. — Montevideo. Fernández, Dr. Miguel. — La Plata. j Fernández Beyro, Dr. A.— Capital Federal. Florit, Carlos J. — Capital Federal. Fortabat, Carlos. — Olavarría (Buenos Aires). * Frers, Arturo G. — Capital Federal. * Gallardo, Dr. Angel. — Capital Federal. Gallo, Dr. Abelardo. — Capital Federal. Gazzano, Nicolás A. — Capital Federal. Gendron, Srta. Sara. — Rosario (Sánta Fe). Gesell, Ernesto P.—Capital Federal. Gez, Prof. Juan W. — Capital Federal. Giambiagi, Dra. Deidamia. — Capital Federal. Girard, Pablo. — Río Colorado (Tucumán). Gómez, Adolfo S. — Capital Federal. González, Juan A. — Capital Federal. González, Dr. Juan B. — Capital Federal. González Fernández, Almir. R. — Capital Federal. Grierson, Dra. Cecilia. — Capital Federal. Groupierre, Dr. Pablo R.— Alberdi (Proy. Bs. As.). Guerrico, Ing. Federico. — Capital Federal. Harper, Eduardo C. —Pradere (Buenos Aires). Hauge, Haraldo. — Agustina (Buenos Aires). Herrera, Prof. Anastasio J. — Capital Federal. Herrera, Prof. Martín. — Rosario (Santa Fe). Hottier, P. — Capital Federal. Hughes, Jorge. — Capital Federal. Hume, Alberto S. — Capital Federal. Irizar, Srta. Esther M. — Capital Federal. Islas, Srta. María I.— Azucena (Buenos Aires). Itajobi Prado, Francisco. — S. Paulo (Brasil). Iwan, Trevor ap. — Capita! Federal. Jacobé, Martín. — Capital Federal, * Koslowsky, Julio. — Capital Federal. Kraglievich, Prof. Lucas. — Capital Federal. Kyle, Dr. J. M. — Conchillas (Uruguay). * Lahille, Dr. Fernando. — Capital Federal. Lanfranco, Ing. Agr. Silvio. — La Plata. Lehmann-Nitsche, Dr. Roberto. — La Plata. Licursi, Dr, Ariosto. — Córdoba. Lincoln, Frederick C. — Wáshington (E. Unidos). Lista, Dr. Héctor.—Capital Federal. Lizer, Ing. Agr. Carlos. — Capital Federal, Lobo, Dr. Bruno. — Río dé Janeiro. Mac Bean, W. R. — Montevideo. Maciel, Martin J. — Capital Federal. Maeehling, Dr. Carlos. — Capital Federal. Maglione, Dr. Ernesto S. — Capital Federal. Magnano, Francisco. — Montevideo. Magnano, Juan. — Passo (Buenos Aires). Marasso Rocca, Prof. A. — Capital Federal. Marcó del Pont, José. — Capital Federal. Marcó del Pont, V. M. —Capital Federal. Narek, Carlos. — Córdoba. * Marelli, Dr. Carlos A. — La Plata, Mariani, S. — Capital Federal. Mas, Prof. José. — Capital Federal. Marzorati, P. Luís. —Montevideo. Cazmen C, de so A 2 o. — Azul (Buenos Aires). - Moestroni, Prof. EUR — Capital Federal. - Miguelez, Maximino. — Capital Federal. “ Máguez, Dr. Víctor E. — Mercedes (Buenos Aires). - Miller, Ansel B. — Springs' Pa. (1. Unidos). _Milne, Tomás A. S. — Drable (Bs. Aires). - Mogensen, Juan. — Skjelhoje (Dinamarca). - Molfino, José FT. — Capital Federal. Mongnillot, Sta. María A. — Capital Federal. Morello, Srta. María A. — Rosario (Santa Te). “Moreno, Dr. Julio del C.— La Plata. , Moyano, Dr. Osman. — Calchaquí (P. (. S, Y.). Murray, Edmundo G. — Capital Federal. F Nájera, Dr. Juan J.— Capital Federal. Nájera Ezcurra, Sta. Angela. — Capital Federal. ¡Naylor, W. B.—-C. Salas (Buenos Aires). _ Nelthorpe, C . S. — Arias (Córdoba). Nicafela, Gregorio. — Río Segundo (Córdoba). Nielsen, Prof. Juan. — Capital Federal. Oberholsez, Harry €. Váshinaton (1. Unidos). Onelli, Prof. Ciemente. — Capital Federal. Ormaechea, D. — Sta. Elena (E. Ríos). di, Tug. Agr. Lorenzo R. — Capital Federal. arodie MAMtero, Sta. A. DE = E del Uruguay (1. R.) rano, Gloria aldo. — — dorona ES oe adola, Agustín J. — Capital Federal. dola, Prof. Agustín. — Capital Federal. ennington, Dr. Miles S. SS (Buenos Aires). , er yra, José A. =— Capital Federal. > James L. — Harvard (B. Unidos). . — Sta. Elena (E. Ríos). ro García, Dr. Pedro.—S. J. dela Esquina (S. Fe). - Félix. — M, Sociedad (Paraguay). P 1ysségur, Hipólito. — Azul (Buenos Aires). i, Antonio. — La Plata. 1, Santiago. — La Plata. juiroga, Dr. Isidro. — Rosario (Santa Fe). ice, Angel L.— La Plata. jalces, Adolfo E. — Capital Federal. amírez, Cap de frag. Eduardo. — Capital Federal. Ramirez; Prof. Argus Rudo (Santa Ne). Renard, Cap. de navío Akel. — Capital Federal. , Renard, Adolfo. — Capital Federal. eto, Ricaido — Capital Nederal. Ricagno, Prof. Alberto A. — Capital Federal. Riley, 2. HE. — Washington (E. U.). as Mísuez, Leandro. — Santa Pe. Ruiz Capilla, a! Id Blanca (Buenos Saffores, Dr. P. A. — Bahía Blanca. Salomon, Dr. Hugo. — Capital Federal. Salvañá, Cayetano. — Rosario (Santa Fe).- San Martín, Baldomero L. — Balcarce Budo Santillán, Prof. Emiliano. — Santiago del Estero: Sathicq, Francisco. — Dudignac (Buenos Aires). Savon, Julio C. — Capital Vederal. Scala, Prof. Augusto C. — Capital Federal. — Scasso, Prof. Mario C. — Chivilcoy (Bs. Aires). Schneider, Carlos O. — Concepción (Chile). Schumann, Prof. Jorge. — Montevideo. Seckt, Dr. Hans. — Córdoba. Seiva, Manuel. — Capital Vederal. o Semprun, Rodolfo J. — Capital Federal. * Serié, Pedro. — Capital Federal. ; Shipton, Stewart. — Concepción (Tucumán). Sierra, Sra. Esperanza de. — Montevideo. Smith, Walter B. — Valeria (San Luis). Suiyth, C. H. — Santa Elena (Entre Ríos). Fe —* Spegazzini, Dr. Carlos. — La, Plata. Steinbach, José. — Santa Cruz (Bolivia). Steullet, Alfredo. — Capital Federal. - Strassberger, Osvaldo. — Capital Federal. Suárez, Dr. José L. — Capital Federal. Tettamanti, Asdrúbal. — La Plata. Tombolini, Santos. — Firmat (Santa Fe) Tonina, Dr. Teodoro C. — Capital Federal, aa Calderón, Dr. C. — Capital Federal. nia Dr. Oliverio. — Capital. Feder Tremoleras, Alberto. -— Montevideo. Tremoleras, Juan. — Montevideo. Vedia, Gral. Nicolás A. de. al Fedoral De O Santiago. — Tucumán. Bas Vignati, Milciíades Lo Capital Federal Violante, Vicente M. — Capital Federal. Vogelsang, Enrique G. — Montevideo. ES Yepes, José. — Capital il Ez Young, Thos. M.— Las Toscas (Buenos ES Zotta, Angel. — E Federal. INSTITUCIONES ADHERENTES . Piblioteca Sarmiento. — Santiago del Estero. Estudiantes Ciencias Naturales.—La Plata. del Sagrado Corazón. — La Plata. del Sagrado Corazón. — Rosario. Nacional. -— San Nicolás (Provincia de Duo: MOS Aires). de Colegio San José. — Capital Federal. Escuela Normal N.o 3. — Capital Federal. Colegio Precio del presente número..... > > > 2 > Facultad de ota y Vetorinaria (Biblioteca). — Capital Federal. E se O Nc de Agronomía Biiteca) E Museo Educacional. — Mendoza. Í y Museo de Historia Natural. — Montevideo. e Museo de la Provincia. — Corrientes. volumen 1 (con índice) para los socios II (con índice). de las DEE atrasadas c/u í A A O PA IAN yl] mAs Pi oa » vagar VOS ARA: MÍA | a DO ¡y A ESTARAS a 4 a Ñ o A Py E es PARA sq HH IL Y a E nda e nt] A ” 2 >] A. Ga UA Fs A AA Ah Pr AÑO] ¡IN ANA nen und an? a nan ad) mm -.« Te Ma» A 7 ñ> po a AA ARA ¡4 A ANA Ly At o ae > MP A A] Pr Da rs at aprana pal CANA Cd an A mn Ps Laa] MO mn IA ANS nal" | Anos, ATT ARPA ZA AAA a ana id | AA mñs AAA j ARE a 7 , LAA PE pa A a A A M0 050 o o AAA VA Po, Paz) o 11 A ARA a, o a 3 f da | ARGRÓ a ala Y ANS | terra alolalla io, pl y y BREA 13 ¡ Ñ A an ARAN FABRA ARADIOA 3) E de h Mandos A ARA MAA M mM po AA AT AN m na » Ma a ETA y Ml ep? a LAT AAA ,2AAp Apr AY asma 2% ah ALA AY AA LA A A Ag CR AA a $ 10h A AAA AA AR ALA af Peel Mehr 0 A Ty em TN ; . bl A ER A AAA Y | | pee pa 3 4 ”: DAR CIRO ¡Pana TAN Yon A Ino TY La S ARI UAN rr Se EEN Pm? a ita ppp Ye Pa ANNO" Ae ho Asa MA » 2292 da AR dar AA Me, PA] oy mall lala! m' E da ps a Na, 0 ' TES Pan AR a p DN AAA AA a wir Aaa A IS AA > EN A al II Ma 10077 RR Axis MASA RA: AA Ao NAO a UL a TO Alla PA k ¡Alhñra A Ma, an Dist 7) Aa Mirna aD533 aña o RAS AA ¡Aa Dl na? 22 ATA AS b A nee 0 Ara ll Y GUA” E MALA A 190 YE 20) anarñaa his ACASO » 1 A La By »p- al an? > Ap Aj% 2” MALAS] bs mm Y IA A a HA tun 50a Ñ TU a 5 da PA Mr pa Ay dd Ad ta UA O sae c20a” A A DIS An d US Ri HON ah AR ad AL Li ALTTY ANN ena8 P A Das ¡a A ] a z £ y” EN Ps DE h ALI E As. Ll Me INUIAta A, A dla LE Deal SAA tan Mara ve MAA A RRA Ad 0 ale AAA ecirerina rat AIN TTA A Saa A Py ARrio mada As Saá VNNRADIA NA ' As al AAA A E HET Bci de É AA, A 4140 moro DURO AS pa o NO A Y Una ll a IDIOTA lamnhniaS ¿AAA ¿as , no» A = e es A AR A LA E AI MAA A A O RIO Lasa! Anhs A ANIALIFAAR EE AE TP A NV Pa ñadanaR Ara ARO a = SAN a A 22032 E SS pra IE a DONE A RAI! HT all AAA AN A í z AA | NA yA do! EN PWIOPA EJ Ap NA CALIDA A AE me ACM Po Vs Amen Manr A) Ba 22% LA cea IR CU pas WA Pr Y a, nadal h Mai Qmicrióblos SANAR bo, PRADO LAA AAA RARAS ame APR yA a A ARRAY y Da “Y : A AA, A A JAJA p MIAMI Ma Ys; INIA a can a -] la Ma”? 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MAR ALMA, j Mirra mi daa E Aa A MALES A) AER AR UA ss ; Y a.ta á ». e AQUA AAA A ARA ALA A , e A, da PRA Jy AAA £ A [ A AA a] ri ARAN RA "rr Y <= - nl A "Y Ma (aña YA OO YT Y a ea AL - SARGEN> Upa 9% AI dl 9) , ¡Iba 95 pAb ta MAR ARA 1d a” y >, y MAA a PS A AS AGE y a An % eN, AA an al ÍHARnA VA Vdde! AMA; A A e 101) aná ARAb ATT ada : Ue as EP ARA A | Ai AAA AA o ol Y LA AO AAAÑA AAA 7 ' | AL OA a CAR AMM na " E yr a AA ANY on Y A ARAN r py PLA ANNE ARANA O A h 4 AA Ss Led a A ¿Are O 2 p paa ol 2 AU MARA TH A ms: pa o a nr ML ] 1] a AAN lll Ro) JA aro NN l CIAL lio > MN ata MAN y PHA A AGAR AAN, 80 BD ” CLIMA o 41 sm AGO SR AO AS BADIA AMAR a lil DAR PT Amaia) WA sane As pH HI A Pl AAA UAA Ao: ña IARIDAN ON ' al as AA, AA ASAARr Al A 2 Aa, F Vi An al Jo Lol 4 Ve É SE y Í as an 2. Al Y, 4 1ñ A A LA as Ae l> PA Ay - fp HA Mito pb p