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MUSEO DE LA PLATA

ESPLORÁCION ARQÜEOLO&ICA DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA

PRIMEROS DATOS SOBRE SU IMPORTANCIA Y RESULTADOS

POR

K. P. NIORENO

Director del Museo

ESTRACTO DEL INFORME ANUAL CORRESPONDIENTE Á 1890

(revista del museo de la plata tomo páoinas 199 V siguientes)

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MUSEO DE LA PLATA

ESPLORACION ARQUEOLÓGICA DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA

PRIMEROS DATOS SOBRE SU IMPORTANCIA Y RESULTADOS

POR

K. P. NIORENO

Director del Museo

ESTRACTO DEL INFORME ANUAL CORRESPONDIENTE A 1890

(revista del museo de la plata TOMO I PÁGINAS I 99 Y SIGUIENTES)

1890-91

Museo de La. Plata.

Esploracion arqueológica de la Provincia

de Catamarca

PRIMEROS DATOS SOBRE SU IMPORTANCIA Y RESULTADOS

POR

F. P. MORENO

Director del Museo (Estrado del informe anual correspondiente á 1890)

No he podido continuar, por las dificultades económicas por que atraviesa la República, la esploracion arqueológica que en la Provincia de Catamarca practicaba, por cuenta de este Museo, nuestro naturalista viajero, don Adolfo Methfessel, pero este establecimiento continúa recibiendo los objetos reunidos en escursiones anteriores.

La manera como se practica por el Museo el examen escrupu- loso de las destruidas moradas y sepulcros de los antiguos habi- tantes de los valles calchaquíes, nos asegura deducciones exactas que no era posible obtener antes por la confusión que resul- taba de la dudosa ubicación de casi todos los hallazgos anteriores, hechos por lo general por personas poco competentes ó intere- sadas en su venta, las que han alterado muchas veces la verdad sobre sus descubrimientos, mezclando los objetos de distintos yacimientos para obtener mayor precio, alteración muy perju- dicial, si se tiene en cuenta la importancia capital de las anti- güedades de nuestras provincias andinas, para el completo cono- cimiento de la historia del hombre americano pre-colombiano.

Sería muy aventurada la publicación inmediata de las conclu- siones que á primera vista se desprenden del examen superficial del muy grande material que para el estudio de esa historia con-

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tienen las colecciones de este establecimiento, y del de las valiosas piezas reunidas por el señor Metlifessel. El pasado humano de estos territorios se liga seguramente con el de otras regiones americanas, pero lo reunido hasta ahora no basta para deslindar esas relaciones, ni conocer su origen ; por lo tanto, todas las congeturas á este respecto son muy susceptibles de grandes modificaciones, como lo indican los nuevos descubrimientos.

Aun cuando en estos últimos cincuenta años se han agre- gado muchos nuevos elementos de investigación sobre este pasado, á los que encontramos en las obras mas ó menos verídicas ó mas ó menos ingenuas ó interesadas, del tiempo de la conquista, l'áltannos en la República Argentina monografías de cierta esten- sion ó estudios que se aparten del « Diario » del viajero, y que á la manera de las investigaciones practicadas en los centros de civilización del mundo bíblico, detallen lo que son y contienen las viejas ruinas sud-americanas, rehaciendo así la historia de los pueblos que dejaron esos portentosos vestigios y el medio físico en que actuaron.

Méjico, además de poseer de su gran pasado obras de largo aliento y fruto de pacientes esploraciones, acaba de publicar ofi- cialmente un verdadero monumento monográfico sobre sus anti- güedades. Puede estudiarse á Yucatán y á sus maravillosas ruinas en el Museo del Trocadero, en Paris, por todos los interesados en la vieja historia de América. Nicaragua, las regiones del Istmo, Nueva Granada, Venezuela, Ecuador, han sido pacientemente investigadas en estos últimos tiempos, y Estados-Unidos, Francia y Alemania sobre todo, ostentan en sus museos materiales para ])rincipiar á reconstruir el pasado de esos países americanos. INIas próximos á nosotros y mas ligados en el pasado que el presente con lo que es hoy República Argentina y cuyo estudio tiene por lo tanto mayor interés para nosotros, el Perú y Bolivia han tenido entre otros investigadores de sus misteriosas ruinas, quizá mas importantes para el conocimiento del mas lemoto pasado de América, que Yucatán ó Méjico, á D'Orbigny,

(^ASTELNAU, RiVERO, TsCMUDI, AnGRAND, MiTRE, SqUIER, WiENER,

Stubel, Weiss y Falb.

El ¡¡rimero, nos ha dado una buena serie de observaciones sobre 'i'ialiuanaco, pero disponiendo do reducidos elementos de consulta, ignorando los otros grandes vestigios de viejas sociedades fie los valles centrales ó de la costa del Perú y los esparcidos en la Rejjública Argentina, con la única base desús observaciones en la meseta del Lago Titicaca, se concretó á la descripción de lo que había esplorado, considerando á esas ruinas como vestigios

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del arte aimará, anteriores á la dominación incásica, dinastía que empieza, según D'Orbigny, con la fundación del Cuzco por Manco- Capac, salido del Titicaca en el sigloXl. Incurrió con esto, siguiendo á Garcilaso, en la creencia errónea de la modernidad de la dinastía, sin detenerse á pensar que es imposible que naciones como la Quichua y la Aimará, que profesaban el culto de la tradición, olvidaran tan pronto el esplendor de una civilización como la del Titicaca y sus inmediaciones, que debía todavía existir en la época de la aparición de Manco-Capac, porque un legislador como éste no brota del desierto, ni que tal civilización se des- truyera tan rápidamente que sus vestigios fueran considerados como antiguallas de tiempo desconocido por los mismos indí- genas, al llegar los Españoles.

Castelnau, que recorrió mayor estension de Bolivia y Perú que D'Orbigny, describió mas estensamente las mismas ruinas, pero sin adelantar nada sobre su origen. Se ocupó con detalle de las ruinas del Cuzco, que considera incásicas, y entrando en consideraciones sobre la antigüedad de la civilización del Perú, que es «bien anterior á la especie de renacimiento á la cual los Incas dieron su nombre », se resolvió por el origen semítico de los habitantes de América, y por el contacto con las civili- zaciones del Mundo Antiguo, presentando interesantes analogías en apoyo do sus ideas, pero descuidando lo que mas debió in- vestigar : las naciones que produjeron las construcciones gigan- tescas que admira.

RiveroyTschudi no las descuidaron, y fueron los primeros au- tores que con una masa considerable de materiales, distinguieron, aunque á grandes rasgos, los centros civilizados y las razas del Perú antiguo, antes de la fundación del reino incásico, refiriendo el origen de este reino á la raza que llaman Aimará. Dividen en dos épocas el arte peruano anterior á los incas, pero, adoptando la genealogía de éstos, dada por Garcilaso, repudian la mas lógica, la do Montesinos, y encierran en un cuadro estrecho, lo que es resultado de la evolución social de varias razas durante decenas de siglos. Poco interés prestan, y la mencionan como simple curiosidad, á la igualdad que hay entre algunas clavas de madera de chonta, encontradas por ellos en [Colombia y en el Perú, y las de Nueva-Zelandia, y figu- ran en la misma plancha que una de esas clavas, sin mayor mención que la de «hacha de piedra verdosa anfibólica encon- trada en las liuacas del Cuzco», una verdadera maza de guerra neo-zelandesa, el característico Patoo-Patoo, peculiar á la con- siderada como })átria de los Maories.

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Angrand, en su importantísima carta sobre las antigüedades de Tiahuanaco, les atribuye un remotísimo origen, con razón, y se inclina también á admitir una mavor duración á la dinastía incásica, (]ue la asignada generalmente. Supone que la civili- zación de Tiahuanaco vino del Norte, como la Quichua, consi- derando de un mismo origen á ambas, aunque desarrolladas separadamente desde muy remota antigüedad. Dice : « el pue- blo que ha elevado los monumentos de Tiahuanaco, es de una rama de la gran familia Tolteca Occidental, de origen Náhuatl ó Californiano, de cabeza recta, que descendió hacia el Sud en la época de las mas antiguas migraciones».

El General Bartolomé Mitre ha publicado un importante estudio sobre Tiahuanaco, que contiene observaciones propias hechas durante viaje á esas ruinas, pero las difíciles con- diciones en que realizó su visita, no le permitieron entrar entonces en mayores consideraciones sobre el origen de esa misteriosa civilización.

S({uier abrió la era de los verdaderos esploradores arqueólogos; su libro titulado «Viajes y esploraciones en la tierra de los Incas», es una revelación. Por primera vez preséntanse allí con caracteres definidos las viejas sociedades Chimus y del Titicaca, corroborando, en mucha parte, las deducciones geniales de nuestro ilustre historiador doctor don Vicente Fidel López, sobre los Atumurunas, contenidas en su libro « Las razas arianas del Perú » .

La obra de Squier, como la de Wiener, de igual índole sobre «Perú y Bolivia», son material inagotable de consulta, y agregán- doles los trabajos mencionados y las bellísimas ilustraciones pu- blicadas por Reiss y Stubel, como resultados de sus esploraciones en el cementerio de Ancón, inmediato á Lima, y las publicadas últimamente por el Museo de Berlin, forman un material inapre- ciable. Y sin embargo, todas estas obras reunidas, no dan todavía una idea exacta del pasado del Perú. Son una acumulación in- mensa de datos mas ó menos completos, pero, ó son simples men- ciones de ruinas ó de objetos examinados de paso, ó descripciones sin suficientes indicaciones del medio físico y social en que se encuentran esos objetos y esas ruinas, dificultando el poder formar un conjunto de observaciones que permita rehacer la historia de los pueblos que dejaron esos vestigios, sus orígenes, sus usos, costumbres, lenguas, relaciones entre ellos, medios físicos en (¡uo se desarrollaron, vivieron y murieron, observa- ciones ([uo son las que deben hacer ({ue la pre-historia se aproxime á la historia.

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Pues bien, si apesar de los elementos enumerados, no se puede tener aun una idea exacta del pasado peruano-boliviano, ¿qué diremos sobre el de los territorios que hoy componen la República Argentina, en la que recien empiezan los estudios arqueológicos ?

No tenemos viejas crónicas que nos cuenten las tradiciones pre-colombianas. Apenas los primeros cronistas se refieren á la conquista del Tucuman por los Incas, y esto incidentalmente.

Los autores mas antiguos que hayan escrito sobre las nacio- nes indígenas, sedentarias, de las faldas andinas, pertenecen todos al siglo XVII y poco cuentan del estado de aquellas pobla- ciones al pasar de la suave dominación quichua á la cruel de los españoles. Poco sacamos todavía en limpio de los relatos de los conquistadores del Plata y del Paraná, y será necesario un paciente estudio de ellos para ver claro en esa confusión de nombres de tribus, de parages y de patrañas.

Sin embargo, qué inmensa importancia tienen las reliquias escondidas en estas vastas tierras, para el conocimiento de la pre- historia americana! Tanta, que sin su examen no será posible encontrar la verdad sobre el pasado humano de este continente. Y es esta abundancia de material que se pierde si una vez que se le descubre no se le recoje con cri- terio é inteligencia, la que me hace sentir mas la falta de ele- mentos para continuar con actividad las investigaciones iniciadas por este Museo. Muy prolijas deben ser éstas, ya que nos falta la mejor clave para conocer la historia de las civilizaciones la lengua escrita.

No es creíble que los anales de esa historia estén consignados en los signos aun indescifrados, figurados, en todo lel territorio sud-americano, en los monolitos tallados por el hombre, ó pu- lidos por las fuerzas naturales en las heladas mesetas, en los desiertos sin agua, ó entre las selvas vírgenes, y en el centro de los torrentes, pero, si los sud-americanos no podemos desvelar nuestros oscuros orígenes, resucitando el pasado, en la misma forma con que se ha conseguido restaurar el viejo Egipto, tra- bajemos para tener siquiera un bosquejo de lo que fueron las civilizaciones que se consumieron en este suelo. Hagamos para ello mas que observaciones de paso; principiemos metódi- camente la reconstrucción de esos orígenes, cooperando al objeto cada una de las repúblicas en que está dividido el con- tinente, organizando trabajos en ese sentido y agregando al esfuerzo individual los elementos oficiales. Tratemos de que los vestigios que deben servir de base á nuestra historia, no salgan

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del suelo americano, como desgraciadamente ha sucedido hasta ahora. Reunámonos los que amamos el pasado ; hagamos conocer lo que resulte de los reconocimientos en el terreno y de su estudio, á medida que pueda condensarse en cualquier forma gráfica, para que cada uno los aproveche en sus inves- tigaciones, y así, en corto tiempo podremos, todos, reunir un monumento que sirva de pedestal á nuestra grande historia futura.

Roca traqlítica con inscripciones grabadas (Bajo de Cañota. Mendoza) Según fotografía de F. P. Moreno 1/30 del tamaño natural

Nosotros los argentinos que pretendemos marchar á la cabeza del movimiento intelectual en este continente, estamos, en lo que se relaciona con los estudios arqueológicos, recien en el principio. Aun cuando fué en Buenos Aires que se fundó el primer Museo Antropológico, cabiéndome el honor de hacerlo, la actividad de un hombre solo no bastaba para llevar adelante, con rapi- dez, una institución semejante, y hemos visto con tristeza que el Brasil nos aventajara, abriendo su Esposicion Antropoló- gica en 1882, y emprendiendo oficialmente la esploracion de los parages donde se señalaban restos de sociedades pre-histó-

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ricas, trabajos que han producido monografías de singular valor para los que estudiamos las antigüedades argentinas, por las comparaciones que pueden hacerse entre nuestros hallazgos y los que casi pudieran llamarse idénticos, realizados en la desembocadura del Amazonas.

Estas y otras semejanzas con regiones aun mas distantes, hacen necesaria cuanto antes, la esploracion bajo este punto de vista de toda la América austral, desde Panamá hasta el Cabo de Hornos, y, cuan fácil sería para los gobiernos, proceder de acuerdo para llevar adelante tales trabajos ! Aislados, los estu- diosos de cada país, solo podremos divulgar lo que resulte del trabajo en el terreno y en el laboratorio, dentro de estrechos límites, y estos trabajos aislados no llegarán en ningún caso al fin buscado, salvo que algunos felices puedan disponer de me- dios propios para estender el campo de investigación fuera de esos límites.

No debemos olvidar que las divisiones geográficas actuales no son las mismas que separaban á las antiguas sociedades pre- colombianas. El pasado del Perú está íntimamente ligado con el Ecuador y Bolivia, hasta con la República Argentina, Chile y Brasil, y casi seguramente con las regiones al Norte del Ecuador. Nosotros los argentinos solo podremos hacer ob- servaciones de detalle, si es que debemos concretarnos á nuestros actuales territorios. El origen de nuestras tribus nómades, y de las sociedades sedentarias que actuaron aquí, en tiempos ante-colombianos, es el mismo de otros hombres de patria lejana, porque, conviene repetirlo hasta que el público se convenza del interés que tienen esta clase de estudios : nuestras sociedades pre-históricas tuvieron contacto con otras de ambas Américas. No es posible examinar los descubrimientos hechos en la parte Sud-Oeste de Estados-Unidos sin compararlos con los materiales argentinos reunidos en este Museo. ¡Cuántas analogías entre las industrias y el tipo físico de hombres desaparecidos en medios tan distantes entre sí! En ocasión próxima hemos de dar la demostración gráfica de estos hechos.

Importancia igual tienen otros hallazgos que se relacionan con Méjico. ¿Cómo han llegado á las pampas de Buenos Aires las figu- ras de barro cocido, que tanto abundan en las ruinas aztecas? El espíritu asombrado no nota la menor diferencia entre unas y otras; parecen salidas de los mismos moldes. Un viajero á quien durante su visita á este establecimiento, mostré esos objetos, sin indicarle su origen, me asegure'» ((uc había rccojido completamente iguales en las ruinas de Teolihuacan. Grande

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fué su asombro al conocer su procedencia, Laguna de Lobos, Provincia de Buenos Aires.

Por una feliz coincidencia y gracias á la intervención amis- tosa de mi amigo Carlos Wiener, el sabio autor de «Perú y Bolivia», poseemos en el Museo una espléndida colección de vasos exhumados de las necrópolis de la costa del Perú, en las inmediaciones de Trujillo y principalmente del Gran Chimu, y en esa colección que cuenta cerca de mil piezas, hay sufi- cientes elementos para conocer la vida diaria de una sociedad civilizada. No son raras las piezas que tienen analogía completa con las del Ecuador, Chiriqui y aun de mas al Norte; algu- nos príncipes prisioneros, atados, nos dicen que los Ghimus guerrearon y salieron mas de una vez triunfantes con naciones que no fueron las llamadas incásicas.

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Urna FusEnAUjA. Beles (^CatamarcaI. 1/10 del tamaño natural

Donación Moreno

Si describiéramos aquí las antigüedades de la República Ar- gentina, se presentarían otros hechos que no dan lugar á dudas sobre las relaciones que existieron entre éstos y otros pueblos muy lejanos, al mismo tiempo que demuestran una civilización peculiar á estas regiones.

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He encontrado á orillas del Rio Dulce, próximo á Santiago del Estero, un antiguo enterratorio y en él, urnas toscamente modeladas conteniendo restos humanos, y con éstos, moluscos de especies que actualmente viven en el Océano Pacífico. Hallazgo parecido he hecho en otros enterratorios pertenecientes á un pueblo distinto, en la provincia de San Juan ; uno de esos moluscos cubría el pubis de una mujer. Y comparando la industria de estos hombres con la de los Changos del Ata- cama, he encontrado, no analogía, sino igualdad completa entre objetos y usos. Cuántos pueblos y razas distintas se observan en los restos que hemos reunido!

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Ukna Funeraria.

Santa Maeia (Catamaeca). Donación Moreno. 1/10 del taniaíio natural

Las enigmáticas ruinas calchaquíes que revelan el paso y dominación de varias razas, á través de los siglos, han de dar algún dia luz suficiente para rehacer las sociedades cuya exis- tencia y poderío indican, precediéndose en esc teatro tan triste hoy y que en edades remotas presentó sin duda alguna un

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fértil y risueño panorama donde se hizo la fusión de las razas pre-históricas, como lo prueban los cráneos exhumados y los restos de industria. ¿Quiénes fueron los hombres que trazaron el grandioso camino llamado del Inca? ¿Fueron éstos, fueron otros príncipes anteriores? Me inclino á lo último, teniendo en cuenta que es á la orilla de estos caminos donde he encontrado en mas abundancia las rocas cubiertas de inscripciones enig- máticas que no usaron los Quichuas. Caminos son éstos que, atravesando el Perú y distribuyendo ramales donde la población era posible, llegaban hasta Chile por la quebrada de Uspallata, hasta d(Midc los he seguido en un centenar de leguas, rectos como el trazado de una línea férrea en la pampa horizontal.

La industria del cobre y del bronce, en estos lugares, muy distinta de la exhumada en el Perú, es otro tema de gran im- portancia, y conviene hacer notar aquí la igualdad que existe entre algunas piezas de Atacama publicadas en la obra U. S. Naval Astronomical Expedition (pl. Yll, tomo III) y las encontradas en Catamarca y conservadas en este Museo. Hasta ahora no se han señalado discos de cobre, como el figurado mas adelante, ni en Bolivia ni en el Perú.

VA ])acblo ó la raza que enterraba sus muertos en urnas, tenía representantes en toda América. Que las relaciones entre sus ramas desmembradas se interrumpieron en remo- tos tiempos, lo indica la variedad de formas adoptadas i)ara esa fúnebre costumbre. Y á estos pueblos pertenecen (juizá los curiosos objetos de piedra tallada con formas animales que se han descubierto desde el Istmo hasta el Amazonas y Pro- vincia de Córdoba en la República Argentina. Quizá también podamos referir al mismo pueblo las inscripciones citadas, i)in- tadas ó labradas en las rocas hasta el Estrecho de Magallanes, de las que posee el Museo un centenar de facsímiles. Esta costumbre de enterrar en urnas, parece que en el tiempo de la conquista solo se practicaba para los cadáveres de niños, en los pueblos de Catamarca. Raro es el caso en que allí se en- cuentren restos de adultos en esas condiciones, y cuando esto sucede, las urnas son de tipos mas i)rimitivos, é indudable- mente de época mas antigua.

Dejemos las sociedades constituidas y lleguemos á las tri- bus nómades. Posee el Museo algunos centenares de cráneos antiguos y modernos do las tribus que han habitado este estremo austral, y de su comparación resulta que varias de las razas que se han estinguido en el suelo argentino, vinieron del centro y del norte de esta América, unas, y que otras son

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de origen aun desconocido, como ser los patagones ó verda- deros Tchuelches. Los Yahgan habitan hoy el estremo de la Tierra del Fuego. La carne de las ballenas que á la costa arrojan las tormentas polares, es uno de los manjares mas deseados por ellos, tanta es la miseria en que viven. Sin embargo, algunas de sus costumbres contrastan con ese triste medio. El Yahgan, desnudo, apenas cubierta la espalda con un fragmento de piel de otaria, baila entre la nieve, se adorna de l^lumas y se cubre la cabeza con una máscara. A uno de ellos, á quien la civilización no ha dañado, que ha llegado á ser un hábil buscador de fósiles y que es quien pone el pliego en la prensa tipográfica que imprime este informe, acabo de mos- trarle una lámina de la obra de Castelnau que representa un baile de enmascarados entre los indios Garajas. Es análoga su fiesta, salvo, que en vez de la vegetación tropical del Brasil, el pobre fueguino baila sobre el suelo helado. He presenciado al pié de los Andes, en las tribus mapuches, en Patagonia, un baile en celebración de la primera menstruación de una joven india. Había allí un bailarín enmascarado y de las averiguaciones que hice, resultó |que tales máscaras eran raras, siendo restos de una antigua costumbre.

¡ A cuántas observaciones y deducciones se prestan estos hechos ! Qué inmensidad de tiempo se ha necesitado para que los nómades de hoy, evocando costumbres casi perdidas y cuyo origen ignoran, revelen una comunidad de origen, ó un con- tacto inmediato entre sus antepasados! Últimamente se han en- contrado en paraderos antiguos, en la Costa Atlántica, restos de industria humana, objetos de piedra pulida^ asociados con ani- males estinguidos, en los médanos conchíferos prehistóricos, pero posteriores á la formación del terreno pampeano y de época en que la costa marina era la misma que hoy; y el Museo posee parte del esqueleto de un hombre, encontrado en terreno mas an- tiguo, pampeano, junto con gran parte del de un Scelidotherium. El tipo craneológico es muy parecido al de los actuales Ala- kaluf de la Tierra del Fuego, que parece ser el mi^mo de los Botocudos del Brasil.

Sonríen la mayoría de los etnólogos, cuando so les habla de que las relaciones entre las razas antiguas americanas y poli- nésicas, han sido mayores que las admitidas generalmente, pero no es posible olvidar las mazas de piedra encontradas en Colombia y en el Perú, y casi indudablemente, en la República Argentina, pues durante mi visita á Santiago del Estero, en 187G, se me habló y se me hizo el diseño de una maza de pie-

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Hacha de piedra, imitando el mismo objeto

DE COBRE, Valle de Catamaeca.

Donación Moreno

3/4 del tamaño natural

Hacha de piedra SiNGUiL. Catamaeca Donación Moreno. 3/4 del tamaño natural

dra verdosa, que no era otra que una maza neo-zelandesa. Además, el Museo posee, entre otras piezas de un origen pare- cido, dos grandes mazas de madera: la una encontrada en una escavacion en Copiapó y la otra en Quillota, ambas en Chile. La última me fué obsequiada, allí, en 1885, por mi malogrado amigo don Benjamín Vicuña Makenna, dias después de haberse efectuado su descubrimiento. Estas dos piezas son polinesas, completamente iguales á las que usan los hal)itantes do las Nuevas-Hébridas.

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Todo lo espuesto muestra lo importante de las investigaciones antropológicas en este estremo austral y la imprescindible necesidad de darles mayor ami)litud. De desear es que encon- tremos cooperadores que nos faciliten los medios, y es ante este' deseo (¡ue se ha deslizado la pluma mas de lo conveniente, tratándose de una simple noticia que cuenta en general de la im[)ortancia de las adquisiciones hechas para nuestras co- lecciones, durante la larga escursion de nuestro naturalista viajero.

Los resultados generales de la misión confiada al señor Methfessel, que han sido catalogados durante el año 1890, son los siguientes:

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Tumba indíoe.na. Andalguala (Catamarca). - Esploracion Mothk'ssel

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y á distintas épocas. La mayor parte son cráneos deformados; la braquicefalia predomina y ninguno de ellos se acerca por su dolicocefalia al tipo antiguo exhumado en la Provincia de Buenos Aires y en Patagonia. Los enterratorios mas modernos presentan un ti})0 mezclado, con caracteres del tipo peruano llamado de Ancón. Otros cráneos se asemejan á tipos del Sur, de la Provincia de San Juan, Patagonia y del Chaco, y éstos proceden, la mayor parte, de las tumbas mas antiguas.

Las observaciones del señor Methfessel corroboran lo que ya se deducía de las de otros viajeros, y las que me había suge- rido una escursion á esos puntos en 1876.

En ellos, florecieron en otro tiempo pueblos bastante ade- lantados, que se desarrollaron antes de la invasión incásica. Estos vestigios no revisten las proporciones imponentes de los que dejaron los hombres de Tiahuanaco y del Cuzco ; mas bien se asemejan á los descubiertos al S. O. de Estados-Unidos y al N. O. de Méjico. La industria y edificación recuerda la de los Pueblos, aunque mas avanzada que la de éstos.

Las ruinas son muy abundantes, indicando una población mucho mas numerosa é industriosa que la actual; y las cons- trucciones defensivas que el señor Methfessel ha estudiado dete- nidamente, nos dicen que las guerras eran frecuentes entre esas sociedades y que los vencedores no dominaban fácilmente á los vencidos. Se encuentran estas ruinas en grandes alturas, hasta mas de 4000 metros, en valles, mesetas y entre las breñas mas abruptas, colgadas, puede decirse, entre las anfractuosida- des de los cerros casi verticales. Hay construcciones aisladas, y grandes estensiones fortificadas dominando los valles cubier- tos de ruinas de pueblos. Algunas de las ruinas observadas presenta la curiosa disposición de las habitaciones ya señalada en algunas descubiertas en Arizona y Nuevo Méjico. No tienen por lo general aberturas que comuniquen con patios ó corredores; las aberturas que existen comunican solo unas piezas con otras y es frecuente encontrar en estos vestigios de colmenas huma- nas, habitaciones sin salida alguna. Los muros que forman estos centenares de piezas, tienen mas de un metro de ancho, generalmente construidos como para caminar sobro ellos, lo ((uc sin duda se hacia para penetrar en las habitaciones por el techo, no teniendo otra entrada.

Se encuentran también en esos valles montículos artificiales, de poca ostensión y elevación con construcciones sobre ellos, las que probablemente eran puestos militares, dominando las llnnums pr('»ximas.

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Con los materiales que de Catamarca poseemos y las ilustra- ciones de aquellas ruinas que debemos al artístico pincel de nuestro empleado, ilustraremos pronto el estudio de estos restos y de los objetos que usaron los hombres que vivieron en épocas ante-históricas, en los valles llamados Calchaquíes en recuerdo de la raza (|uc los ocupaba á la llegada de los conquistadores españoles.

CERÁMICA

La colección traída por el Sr. Methfessel contiene 400 vasos grandes y pequeños, alcanzando algunos hasta 80 c. de altura. Muchos de ellos han servido de urnas funerarias, habiendo sido fabricados con ese objeto. La mayor parte están adornados con pinturas de colores, representando, entre curiosas combi- naciones de líneas, pájaros, reptiles y caras humanas ; éstas están figuradas por lo general por líneas en relieve.

Además, figuran 350 fragmentos importantes representando cabezas humanas, diversos mamíferos, aves y reptiles, en relieve ó pintados ó grabados.

OBJETOS DE PIEDRA

420 piezas, como ser: puntas de flechas, hachas, morteros, figuras humanas y de otros animales.

OBJETOS DE COBRE

15 objetos, entre ellos una campana, un disco adornado con caras humanas, hachas, cinceles y otros pequeños objetos.

OBJETOS DE PLATA

O objetos de origen indígena pero post-colombiano.

OBJETOS DE HUESO

110 objetos, como ser: puntas de flechas, útiles domésticos, instrumentos musicales, etc.

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VARIOS

Restos de tejidos, moluscos marinos encontrados en las tum- bas, adornos de fragmentos de éstos que cubrían el cuerpo de un hombre, maiz, objetos de hierro del tiempo de la conquista, hallados entre las murallas y en las tumbas indígenas mas mo- dernas, etc.

«tv

Disco de cobre fundido 1/4 del tamaño natural Andalguala (Catamárca) . Esp. Methfessel.

PALEONTOLOGÍA

POR

F. P. MORENO Y A. MERCERAT

Próximos á las antiguas viviendas del hombre, incrustados en la roca que sirve de asiento á esos viejos pueblos, el señor Methfessel ha descubierto importantes yacimientos fosilíferos.

De los restos estraídos de ellos han llegado la mayor parte al Museo, aun cuando no todos se han colocado ya en la sección correspondiente, porque son grandes las dificultades que hay para eslraerlos de la roca. Presentan estos restos vivo interés, por el horizonte geológico en que se encuentran y por las relaciones que se notan con otros estraídos de depósitos mas antiguos y mas modernos. Serán tema de trabajos ya princi- piados, pero que no pueden tener cabida en este informe, en el que solo se enumeran mas ó menos suscintamente las prin- cipales piezas incorporadas á nuestras colecciones durante el último año trascurrido.

El terreno en que se han descubierto estos restos, ocupa el bajo de Andalguala é inmediaciones, situado a 2.600 metros sobre el mar comprendido entre las dos cadenas de mon- tañas, el macizo del Aconquija y el de Santa Maria, se estiende de Norte á Sud por espacio de 40 kilómetros aproximadamente.

Forma un espeso manto de arenisca arcillosa gris-verdosa, cu\o elemento micáceo es esencialmente representado porbiotita. Esta formación tiene una potencia considerable, centenares de metros. Presenta varios pequeños estratos ó mas bien fajas parciales de cantos rodados del tamaño general de una nuez, iiiibiéndolos hasta del de una naranja; generalmente estos cantos están aislados, en una misma línea, como resultado de una fuerte corriente, venida de larga distancia.

La roca, por lo general, es muy dura, habiendo sido nece- sario varias veces emplear la pólvora para estraer los restos.

Esta formación parece ser de origen lacustre, y debe reposar sobre las cipiís superiores de la formación llamada de arenisca roja, la que según unos, pertenece á los últimos tiempos tria-

■* 23

sicos, y según otros, á los primeros del jurásico. Las investiga- ciones confiadas al Sr. Methfessel, tenían por principal objeto el hombre y sus vestigios, y desgraciadamente, no le ha sido posible prestar mayor atención á estos yacimientos. No ha podido distinguir, pues, si hay alguna formación intermediaria.

El terreno fosilífero presenta grandes alteraciones en sus capas, variando desde la horizontalidad casi perfecta, hasta una inclinación que alcanza á 70°, pero estas capas inclinadas parecen el resultado de hundimientos locales. Se nota también inversión de los estratos, en algunos casos.

Está cubierto, en las partes en que se ha alterado la ho- rizontalidad y que forman mesetas, por una capa de grandes bloques graníticos y porfíricos, que alcanzan hasta 10 metros cúbicos, siendo la mayoría de 1/2 metro cúbico. Estas piedras, mas ó menos pulidas y angulosas, no están adheridas unas á otras por ningún cemento y parecen tener un origen glacial.

El espesor de la capa es variable, alcanzando hasta 10 metros. La alteración en la posición primitiva de los terrenos fosilíferos, ha sido sin duda posterior al depósito de estos bloques, porque se les encuentra en los faldeos de las capas inclinadas, disemi- nados y en ningún caso en posición vertical, en las cimas.

Los restos fósiles se encuentran en todo el espesor de la formación de arenisca -arcillosa. El Sr. Methfessel ha encon- trado huesos al pió y casi en la cima de una misma meseta, habiendo entre ambos yacimientos una altura de 180 metros.

A juzgar por los mamíferos que se enumeran en seguida, este terreno parece pertenecer á una época intermediaria entre la formación patagónica superior y la del pampeano inferior, tipo de Monte Hermoso. Estudios próximos aclararán este in- teresante punto. Además de los mamíferos, poseemos de esa formación algunos restos de muy grandes y pequeñas tortugas.

El Sr. Methfessel ha recogido de los estratos superiores correspondientes á la formación de las areniscas rojas gran cantidad de madera silisificada y algunos restos que suponen la existencia de dinosaurianos.

El Sr. Methfessel ha visitado terrenos semejantes en el norte de la República, pero siempre de estension reducida, solo do algunas leguas, como si fueran antiguas cuencas de lagos per- didos, donde fueron arrastrados estos animales. Varios de los huesos obtenidos, han sido arrastrados, antes de ser deposi-^ tados definitivamente en el sitio en que se les ha descubierto.

aquí la enumeración de las especies nuevas de Mamí- feros fósiles encontrados por el señor Methfessel:

Neuryurus proximus mor. et merc. sp. nov

Referimos á esta especie la parte anterior de un cráneo, la rama izquierda del maxilar inferior, y otros fragmentos que no han sido aun estraídos de la roca.

Esta especie se acerca á Neunjurus antiqims Amegh. Es de menor tamaño.

El m T es bastante fuertemente comprimido lateralmente. La sección transversal de la m t presenta la forma de una media- luna cuya rama anterior está troncada. Los surcos longitudinales tan característicos de los molares de estos animales están apenas indicados sobre el m ^ . Sobre el m 3- los surcos longitudinales anteriores son poco pronunciados. Las medidas de las muelas son:

M-

^'T

"3

^4

M-

My

Diámetro antero-posterior (1). . . Diámetro transversal

7,8 4,3

13,

12,

15, 9,6

19,5 9,4

19,5 10,

19,5 10,6

18,4 11,

20, 11,5

El espacio ocupado por los ocho molares inferiores es de 138. La altura vertical del maxilar inferior entre los m y y m -g- es de 73.

Neuryurus compressidens mor. et merc. sp. nov.

Esta especie está fundada sobre la rama izquierda de un maxilar inferior y sobre la parte anterior de la rama del lado opuesto. Ambas piezas están bastante estropeadas.

La talla de esta especie ha sido menor aun que la do la especie precedente. Los molares son fuertemente comprimidos lateralmente. El m y presenta la forma caraterística que hemos señalado en N. j^roximus Mor. et Merc. aqui las principales dimensiones de las muelas:

(1) La unidad de medida adoptada es el milímetro.

25

M-

"7

*^3

""J

^'5

Diámetro antero posterior

Diámetro transversal

6, 3,5

12,8 4,

16, i,

17,6 5,

17, 7,

El espacio ocupado por las cuatro primeras muelas inferio- res es de 68, El largo del espacio ocupado por las ocho muelas inferiores no ha ] ¡asado de 124. La sinfisis mide 82 de largo. La altura vertical del maxilar tomada entre m y y m -g- es de 59. La línea derecha medida del estremo del apophisis coronoideo al borde inferior del maxilar, pasando por el borde posterior de la superficie de implantación de los dientes, mide 142. La línea derecha tomada en las mismas condiciones desde el estremo del cóndilo mide 137. El ancho de la rama ascendente del maxi- lar inferior, medida según la prolongación de la superficie mas- ticatorica, es de 72. La distancia del borde anterior del cóndilo al estremo del apófisis coronoideo es de 34.

Plohophorus Philippii mor. et merc. sp. nov.

Esta especie está representada por un gran número de piezas de las que la mas interesante es un gran bloque de arenisca muy dura cuya parte periférica está cubierta por una coraza de Plohophorus, á la que le sigue la cola. En la masa del bloque se observan varias piezas del esqueleto.

El tubo caudal está precedido por cuatro anillos. Medido según el borde dorsal, el largo de esta pieza es de 1.650; de los que 980 pertenecen á la coraza, 300 á los cuatro anillos que siguen y 370 al tubo caudal.

Las placas de la coraza no presentan diferencias notables con Plohophorus Ameghini Mor. El tubo caudal, por el contrario, difiere muy sensiblemente. Reviste absolutamente la forma que caracteriza el género Hoplophorus. Se observa una despropor- ción menor entre el gran diámetro y el pequeño de las figuras principales de las placas de este tubo, con escepcion de las placas laterales, en las que esta desproporción es mas acentuada que en P. Ameghini Mor. Sobre la faz dorsal de la región ante- rior del tubo, se observa generalmente dos hileras de figuras secundarias dispuestas en dirección longitudinal entre las figuras principales de las placas. El diámetro longitudinal de

so- la primera placa lateral, primera a partir de la estremidad dista! es de 01, el de la segunda mide Oí. Las mismas medidas to- madas al lado izquierdo son respectivamente, 51 y 49. En su estremidad proximal, este tubo mide 98 de diámetro transversal V 78 de diámetro vertical.

Eutatus prominens mor. et merc. sp. nov

Referimos á esta especie diferentes fragmentos entre los que algunos presentan partes bastante grandes de la coraza de este animal.

Esta especie nos recuerda Eutatus distans Amegh , pero difiere esencialmente por la talla que es mayor. La figura principal de las placas es también muy característica. Donde termina, es decir en su rejion posterior, se estrecha y consti- tuye en ese punto una elevación bastante acentuada. Las placas movibles tienen de 28 á 32 de largo.

Praeuphractus Scalabrinii mor. et merc. sp. nov.

Entre los restos fósiles recojidos por el Sr. Methfessel hay algunos que pertenecen á una coraza de un animal del sub- orden de los Dasypoda.

Los hemos comparado con los restos muy numerosos que de este sub-órden posee el Museo de La Plata y resulta de su examen, que apesar de la analogía que parece descubrirse entre las placas recojidas en Andalguala, y las que pertenecen al animal que uno de nosotros ha designado con el nombre de Dasypotlieriurn australe Mor. (Breve reseña de los progresos del Museo de La Plata durante el semestre de 1888. Buenos Aires 1889, 8", pág. 38), estas placas pertenecen al género Praeuphractus Amegh. y que presentan caracteres específicos suficientes para fundar una nueva especie que denominamos Praeuphractus Sca- labrinii.

Haremos notar antes de dar los caracteres de esta espe- cie, que después de la publicación citada, el Museo de La Plata ha recibido gran parte do la coraza, el cráneo y otros restos de un animal que solo presenta diferencias específicas con Dasypothcriuin australe Mor.

21

Hemos examinado estas nuevas piezas, y constatamos que el género Basypotherium tiene su razón de existir, y que tiene su puesto bien señalado en la familia de los Praopidae. Este género, por su dentición, como por las placas de la coraza, esta- blece la transición entre los Chlamydotheridae y los Praopidae. Haremos notar nuevamente que hay cierta analogía entre las placas del DasypotJierium y las de los géneros Fracuphractiis. Amegh. Macroeiiphractus Amegh. Etatiis P, Gerv. de la familia de los Dasypidae.

Praeuphractus Scalahrinü ha sido de mayor talla que P. recens Amegh. Las placas movibles miden de 34 á 44 de largo sobre 16 á 19 de ancho. Las placas fijas de 24 á 28 sobre 18 á 20. Estas últimas presentan la figura principal visiblemente mas elevada que las secundarias. La superficie de esta figura es redondeada, en su parte terminal la figura se inclina á un lado. Los surcos que determinan las figuras secundarias están bastante bien indicados. Las figuras son ocho en cada placa, tres anteriores, dos laterales, y tres del lado opuesto á las dos últimas. Entre estas tres últimas, la posterior es la mas grande de todas las figuras secundarias. Los demás caracteres que presentan estas placas corresponden á los de P. U?npidics Am.egh. Sucede lo mismo con las placas movibles. Observamos, sin embargo, que los surcos que determinan las figuras secundarias sobre estas placas existen, pero que á veces apenas se distinguen, sea que las placas proceden de la región mediana ó de los lados. Se nota también que en las placas movibles laterales, la figura princi- pal, se inclina igualmente á un lado en su parte terminal.

Dasypus argeníinus mor. et merc. sp. nov.

Esta especie está representada por un individuo casi completo, envuelto en una arenisca arcillosa muy dura, y por otros restos.

Su tamaño es mayor que el Dasypus villosus Desm. y nos parece que ha sido también de mayor talla que el D. patagonicus Amegh.

Las placas de los fajas movibles tienen de 20 á 22 de largo sobre 7 á 8 de ancho. Las figuras que se observan sobre las diferentes clases de placas de la coraza forman un relieve bien destacado y no se notan desigualdades en su elevación. Las figuras laterales de las placas fijas están divididas en cuatro figuras secundarias por surcos transversales bien indicados.

28

No sucede lo mismo con las figuras secundarias de las placas fijas, en las que los surcos transversales existen ; pero apenas perceptibles. Tienen cinco á siete agujeros pilíferos sobre el borde posterior de las placas.

Chlamydotherium minutum mor. et merc. sp. nov.

Algunos restos indican la presencia en el terreno arenisco- arcilloso de Andalguala, de representantes del género Chlam¡jdo- theriimi. Entre otros, posee el Museo el cuerpo derecho de un maxilar inferior, al que le falta la parte proximal posterior de la rama ascendente. Los dientes, que han sido nueve, están rotos, faltándoles la corona; no quedan sino sus raíces. Las peque- ñas dimensiones de este ejemplar, indican, sin duda alguna, una especie inédita.

El diámetro antero-posterior, tomado sucesivamente sobre los diferentes dientes, de atrás hacia adelante, es el siguiente: 7,5 10 11 9 9,5 6 5 4,8— 3,5. Las siguientes cifras se refieren al diámetro transversal tomado también sucesiva- mente y de atrás hacia adelante: 5 5,5 7 6,8 6,3 4,8 4,2 3,6 3. El espacio ocupado por la serie dentaria es de 72. La sinfisis mide 32 de largo. La altura del maxilar tomada entre la 6^ y 7^ muela, es de 25.

Scelidctherium laevidens mor. et merc. sp. nov.

Esta especie está representada por un fragmento de la rama izquierda del maxilar inferior y otras piezas del esqueleto.

Dicho fragmento tiene los tres primeros molares. El filo pos- terior externo está bien acentuado en m 2" y m 3-, debido á la presencia de surcos longitudinales bastante bien indicados, y bastante próximos á ese filo sobre las dos faces que lo determi- nan. Estos molares son de sección triangular, bien caracterizada.

La cara lateral que corresponde al lado del triángulo que mira hacia el interior, presenta una concavidad bastante acen- tuada, mas fuerte sobre m y que sobre los demás. La sección transversal del m 3- es un triángulo casi rectángulo, cuyo cateto mas largo mira al lado externo. Las dimensiones relativas de estos tres molares son :

29

M-

''T

^3-

Diámetro antero-posterior

Diámetro transversal

23,

13,7

19, 16,8

17, 18,7

El espacio longitudinal ocupado por los tres molares, es de 67. Tomada entre m y y m y, la altura del maxilar es de 81, y al nivel del origen de la sínfisis desciende á 51.

Scelidotherium (?) parvulum mor. et merc. sp. nov.

Referimos provisoriamente al género Scelidotherium un astra- galo derecho de pequeñas dimensiones, y cuya superficie articu- lar con el calcáneo es bastante regularmente elíptica, enangos- tándose según el pequeño diámetro y bien delimitada; una escotadura bastante profunda y relativamente muy ancha la separa de la cabeza anterior de este mismo hueso.

El mayor largo de este astragalo es de 67 y su diámetro transversal mayor es de 69. Esta especie parece haber sido mas pequeña aun que el Scelidotherium Floweri Amegh.

Megatherium Burmeisteri mor. et merc. sp. nov.

Esta especie está representada por gran parte de un esque- leto. Las piezas que ya han sido estraídas de la dura roca y restauradas son : el cráneo en buen estado de conservación y el maxilar inferior; el fémur, tibia y peroné, astragalo y cal- cáneo izquierdos, y la tibia, peroné y astragalo derechos. Entro las piezas cuya restauración está adelantada figuran gran parte de la columna vertebral, la pelvis, costillas y huesos de las estremidades.

Los caracteres mas resaltantes de los huesos que hemos examinado ya, son : la posición característica de los dientes, el desarrollo particular de la estremidad distal del peroné, y la forma especial del astragalo y del calcáneo.

La formula dentaria es: m. \. Los dientes están constituidos

4

30

según el tipo Mcgatheriiun. La sección transversal es cuadrilá- tera, cuyos lados presentan entre deferencia mayor que en las especies conocidas ; y las dos crestas transversales de la superficie masticatoria , converjen del lado interno hacia el esterno mas que en esas especies. La implantación de la den- tadura superior é inferior es oblicua. La prolongación de las crestas anteriores de la m y en su junción, forma un ángulo que no alcanza á 120; la misma cresta de la m -2 es paralela á la posterior de la m y, y esta disposición se repite sucesiva- mente en las demás muelas, disminuyendo de tal manera el ángulo formado por la prolongación de las crestas anteriores, que en la m y este ángulo se aproxima á 180° sin alcanzarlos.

Esta misma disposición se observa en la mandíbula supe- rior ; sin embargo, parece no ser tan visible en la m A.

Damos aquí las principales medidas de las muelas.

M-

"T

"3

^'T

1

M

3

M

4

M

5

M

Diániptro antero-posterior tomado sobre el lado externo

32,4 35,5

32,4 39,8

32,8 37,

42,6 44,5

36,7 37,4

39,6 37,5

38,2

37, 23,

29,5 31,5

26,5 40,7

39, 40,2

46,3

41,5

37, 36,7

40,5 34,

El mismo sobre el lado interno

20,

Diámctrc transversal tomado sobre el lado an- terior

El mismo sobre el lado posterior

¡31,

El espacio ocupado por la serie dentaria inferior es de 187; el de la superior es de 200.

La región sinfisaria es relativamente muy débil y delgada ; el largo de la sinfisis desde el borde posterior hasta la estre- midad del maxilar es de 203 ; la distancia entre la cara anterior de la m y y la estremidad distal del maxilar es de 158. El diámetro vertical del cuerpo del maxilar entre m -o y m 3- es de 157.

El diámetro antero - posterior, del cráneo entre los cóndilos occipitales y la estremidad de los huesos nasales es de 540 y su diámetro vertical tomado entre m A y m 1 es de 204.

El mayor largo del fémur es de 515 ; el mayor ancho en la estremidad próxima 309, y el de la distal 294. El mayor largo de la tibia es de 470. El peroné se prolonga en su estremidad distal hasta bajo el nivel del borde inferior de la cara articular l)osterior del calcáneo con el astrágalo. El peroné está separado de la tibia en su estremidad distal, pero la simple inspección

si- do la superficie do estos huesos en ese punto, demuestra la existencia de un cartílago que ligaba las dos piezas. Este fenó- meno se observa también en el pié á que hace alusión el doctor Ameghino, (1) al referirse al M. tarijense H. Gerv. y Amegh. diciendo que « la tibia y el peroné, soldados en su parte supe- rior, permanecen libres en su parte inferior. »

Hemos observado el mismo carácter sobre piezas pertene- cientes á varias especies. Se presenta en un ejemplar de M. americanum Cuv. que existe en el Museo, y podemos asegurar que solo se trata de un carácter debido á la edad de los indi- viduos. En la edad adulta el cartílago desaparece y las dos piezas se unen por osificación.

El mayor largo del calcáneo es de 330 y su mayor diámetro transversal es de 144. El tamaño de esta especie de Megatherium corresponde á 2/3, mas ó menos, del de M. americanum Cuv.

Megatherium Bergi

MOR. ET MERC.

sp.

nov.

Posee el Museo un cráneo imperfecto y algunos huesos del esqueleto de una especie de Megatherium mas pequeña que M. Burmeisteri Mor. et Mere. Esta especie se caracteriza prin- cipalmente por su analogía con M. americanum Cuv. en la dis- posición de los dientes. Las caras laterales de las muelas supe- riores presentan un surco bastante ancho y profundo, siendo mas pronunciado en la m A en la que mide 4,5 de profundidad. Este surco desaparece en la m A, que es pequeña como, pro- porcionalmente, en M. americanum Cuv. Las medidas relativas de las muelas son las siguientes:

1

M

2 M

3

M

4

M

5

M

Diámetro antero-posterior .... Diámetro transversal

26,8 35,

29,

38,

31,5

41;

41, 31,

15,7 20,

El diámetro transversal sobre el borde anterior de la m i es de 21.

El espacio ocupado por la serie dentaria, es de 1G2. El arco zigomático es de forma muy particular.

( 1 ) F. Ameghino. Contribución al conocimiento de los Mamíferos fósiles, etc., Buenos Aires, 1890, 4°, pág. 670.

32

Typotherium Studeri mor. et merc. sp. nov.

Poseemos de esta especie varios fragmentos de maxilar inferior, que por sus dimensiones denotan una especie inédita.

Parece muy corto el cuerpo del maxilar, pero muy fuerte. La sínfisis no alcanza al nivel del primer molar. Son en número de cuatro los molares, implantados oblicuamente hacia adelante, á la excepción del premolar único que tiene una dirección oblicua hacia atrás. El premolar y el primer molar son relativamente muy fuerte.

Siguen las dimensiones de los dientes :

^^'T

M-

"T

"3

Diámetro antero-posterior .... Diámetro tranversal

14, 11,

17,5 12,

18, 9,

00

7,4

La longitud del espacio ocupado por la serié dentaria es de 69. La altura del maxilar al nivel del m -2" es de 45. Su es- pesor entre pm j y m t, es de 22, 4 y al nivel del m 3" de 20.

Xotodon cristatus mor. et merc. sp. nov.

Especie fundada sobre un cráneo con maxilar inferior en muy buen estado de conservación y por un buen número de otros huesos del esqueleto.

Parece haber sido este animal de la misma talla que Xoto- don prominens Amegh.

La fórmula dentaria es i -| o, \ pm -J m |-

Se observa una cresta longitudinal bien pronunciada, bas- tante elevada v de cima redondeada en el borde interno de la cara superior (posterior) del i y. Una cresta análoga se ob- serva también en el borde correspondiente del i 1 . Los surcos laterales de la cara externa de los molares inferiores son menos acentuados que en X. 2^rominens Amegh. Estos mismos molares presentan otras diferencias con las de la citada especie, pero seria largo el señalarlos aquí.

El i 1 recuerda el género Typotherium. El i 1 es mas angosto que i 1 y menos arqueado. El i -?- es de sección transversal

33

triangular. El resto de la dentición de la mandíbula superior se acerca al género Toxodon.

Siguen aquí las principales dimensiones de los dientes:

antero trans -

''T

PM-

™2

PM-

PM-M-

"2

^^3

1

PM

2

PM

pmI

pmA

1

M

m1

3

m

Diámetro posterior

Diámetro versal .

9

4

9,7 4

12,5 G

14

7,8

19,5 10

30,6 10

30 10

35,8 10,8

11,8 6,5

17,4 10

20 14

28,8 22

34 27,5

39,7 29

45 18

El espacio ocupado por la serie de los molares inferiores es de 153, el espacio correspondiente de la serie dentaria supe- rior es de 149. El diastema comprendido entre pm y y c y mide 4,5 y el que separa c y de i -3 es de 21. En la man- díbula superior las medidas correspondientes son de 11 y 48.

La región sinfisaria, en su parte antero - inferior, se ensancha y presenta lateralmente crestas bien pronunciadas. El largo del cráneo tomado entre la cima de los cóndilos occipitales y el borde interno del i 1 es de 408. La forma general del cráneo es la del género Toxodon.

Macrauchenia Lydekkeri mor. et merc. sp. nov.

Fundamos esta especie sobre un fragmento de la rama izquierda del maxilar inferior que contiene dos muelas intactas y las raices de una tercera, parte del sacro y la parte distal del fémur y de la tibia, el calcáneo y el astragalo derechos, etc.

Todas estas piezas denotan un animal de mucha menor talla (\\\Q \i\ M. imtachonica Owen, \ievo bastante mayor que la M. boli- viensis Huxley.

Las dos muelas que corresponden al pm 3- y pm y, pre- sentan un cingidum muy pronunciado sobre la parte posterior de la cara esterna , y en pm y este cingiilum se desprende desde el borde anterior, aumentando su espesor á medida que se dirije hacía atrás. La columna que separa las dos escota- duras de la cara interna de la corona es muy angosta. Las dimensiones de las muelas son las siguientes:

PMg-

PM-

Diámetro antero-posterior

Diántotro transversal

27,8

11, 18,

27,4

34

La altura vertical del maxilar entre estas dos muelas es de 41. El espacio ocupado por ellas, 51. El mayor largo del calcáneo es de 127, y el del astrágalo GG.

Macrauchenia calceolata mor. et merc. sp. nov.

Establecemos esta especie sobre un fragmento de mandíbula inferior que contiene los dos últimos molares.

Esta especie es de talla intermediaria entre la especie que precede \ Macrmiche?iia hoUviensis Huxley. El cingidum rudimen- tario sobre la faz externa, es bastante pronunciado sobre la faz interna. La corona del último molar está muy reducida en su altura por la masticación. Las escotaduras que se notan sobre la faz interna de la m 2" son bastante profundas: la ante- rior es relativamente muy estrecha y la posterior muy ancha. La columna interpuesta entre estas dos escotaduras es mucho mas débil que lo que generalmente sucede en las especies de ese género. Desde su origen las escotaduras de la faz interna del m 3^ son relativamente muy profundas, la anterior sobre todo. Faltan en las escotaduras posteriores de estos dos molares los contrafuertes que caracterizan el género Scalahrinitheríiim Amegh.

Las medidas de las muelas son las siguientes:

Diámetro an toro-posterior

*'2

I 29,

Diámetro transversal \ 13,5

"3

26, 13,

La altura vertical del maxilar tomada entre m •_> v m ^ es de 35,6.

Licaphrium intermedium mor. et^mero. sp. nov.

Representado hasta ahora por un fragmento del maxilar inferior derecho con los dos últimos molares, no habiendo sido atacado aún el último por la masticación. 1-^1 lóbulo rudimental que caracteriza el último molar en este género, se nota también en m 2" aun cuando es menos acentuado que en m -3.

Este lóbulo no está únicamente indicado, por la depresión que j)i'esenta la cara externa del lóbulo posterior, como lo dice el Dr. Amcghino (^); la escotadura que determina el tubér-

(1) Loe. rit. ;,. 508.

35

culo que se observa sobre la cara opuesta de esta rejion, con- curre al mismo fin. Se nota un cingulum en la base de estos molares, tanto en la cara interna como en la externa. Las dos escotaduras principales de la cara interna de estos dientes son estrechas y bastante profundas. El diámetro antero-posterior de m ^ es de 14,8, el transversal 16 y su altura 10,5. El diá- metro antero-posterior en m 3^ es de 16,5.

Amphinasua brevirostris mor. et meko. gen. et sp. nov.

Fundamos el género y la especie sobre un cráneo en buen estado de conservación. Entre las formas actuales es el género Nasua el que presenta mayores analogías con esta nueva especie. Cyonasua argentina Amegh. parece pertener á un tipo de hocico mas prolongado que Amphinasua, en el que el hocico es relativa- mente muy corto, mucho mas que en Nasua narica Burm. Las figuras 58, 59 y 60 de la obra del señor H. Filhol, «Recherches sur les phosphorites du Quercy » que representan el cráneo de Cíjnodictis Oryei Filh, indican en este animal un parecido bastante aproximado con el género que nos ocupa. Adelanta- mos una figura de este cráneo de A. brevirostris estraida de la obra que contendrá la descripción detallada de esta interesante pieza, la « Paleontología Argentina », que este Museo ha empe- zado á imprimir en sus talleres.

La fórmula dentaria es la siguiente : i y c y pm y y m y

Los ii y il son pequeños. Están separados del i- por un pequeño espacio libre. Este úllimo diente está bien desarrollado y es caniniforme. Los caninos son bastante altos y mas fuertemente encorvados que en Nasua. La compresión lateral que caracteriza estos dientes en Nasua es muy poco sensible en Amphinasua. La carena sobre los bordes anterior y posterior es, sin embargo, bas- tante clara. El espacio libre comprendido entre i A y el es de 5.

Los molares están colocados en serie continua y apretados los unos contra los otros. Los premolares son cónicos y au- mentan de volumen de adelante hacia atrás. El pml es muy pequeño y está separado de el por un espacio libre que no alcanza á 2. Los molares son de sección transversal en forma de U, lijoramente abierta en el lado externo. Los tubérculos de la superficie masticatoria son cónicos. El mi presenta cinco, tres externos v dos internos. Entre los tubérculos externos, el

30

mediano es bastante elevado y el posterior es mas acentuado que el anterior. De los dos tubérculos internos, el posterior se nota apenas. Los dos últimos molares presentan cuatro tubérculos, dos laterales iguales y poco elevados, y dos internos que afec- tan el mismo desarrollo píMiitivo y una d¡sj)osicion análoga ;i lo que se observa en mi.

aquí las dimensiones relativas de los dientes.

11 2; 31 11 II 2 .31 1

I - I - . I - ¡ C - I PM PM - PM - i M

Diímptro antero-posterior ' 2,5

Diúnictro tnuisvoi'sal 3,4

Altui-ii '

2,8 ' 4,0 10,7 4, , (i, !),

- ! 13, i 23,

PM

1

2

PM -

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1

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El largo ocupado por la serie de los molares superiores es de 44. La distancia del borde posterior de m A al borde incisivo es de 57. El largo del cráneo, medido desde los cóndilos occi- pitales hasta el borde incisivo es de 157.

Nota. La descripción detallada de estos Mamíferos fósiles, acompañada de las láminas conespon- dientcs, se pubUcarA próximamente en los Anales del Museo. Musco de La Plata, En(!ro de 1891.

EsTRArcio\ TtK FÓSILES K.v ET, liAJo DE Andalotala. - Dibujo df'l Sr. Mi'thfessel.

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