CUADERNOS PUBLICADOS

Amado Nervo ...... e José Ingenieros ..... * Almafuerte .......... * Julio Herrera y Reissig * Martín Gil ........... * Ernesto Mario Barreda +* Eduardo Talero ....... Alberto Gerchunoff ... * Leopoldo Lugones ..... Mlorentino Ameghino . Rafael Alberto Arrieta Vicente A. Salaverri ..

A ño 1.

* Fernández Moreno ... Joaquín V. González .. +* Rubén Darío ......... Arturo Capdevila .....

* José Enrique Rodó :... Arturo Cancela .......

. Armando Donoso ..... * Ricardo Rojas ........ * Roberto J: Payró ..... * Amado Nervo ........ * Alfonsina Storni ...... * Edmundo Guibourg ...

Ñ $€xrRxIIA€AdAS€ —] mm ———

Florilegio 11I Edición.

La moral de Ulises III Ed. Espigas II Edición

Opalos 11 Edición

Cielo y Tierra y Canciones para los niños Amado Nervo

Cuentos de ayer

Rubén Darío

Los cuatro infinitos Selección lírica

La visión optimista

Tormo li

Versos de Negrita Música y danzas nativas Poemas Il Edición

La pena monstruosa Joyeles

Cacambo 11 Edición

Un hombre libre Canciones

Historias de Pago Chico Pensando. Poesías

Evocaciones

Horacio Quiroga ...... Los Perseguidos Enrique Banchs ...... Lecturas +* Mario Bravo ......... . Canciones de la soledad

* Roberto Gache .... Carlos Vaz Ferre

udo II E.

. a “Ta Ds

LIBROS pe POESÍA PUBLICADOS POR LAS EDICIONES SELECTAS

“AMÉRICA”

A LA DERIVA. Canciones de los puertos, de las tierras y de los mares, por HkEcrorR PEDRO BLOMBERG. +. +. +. +... . . +.$ 250

LA FLAUTA pe CAÑA.— Versos por Luis L. FRANCO. . . . . » 2—

== EN PRENSA ==

NUEVAS POESÍAS, por RAFAEL

ALBERTO ÁRRIETA . . . . +. +. $ 2—

PRÓXIMAMENTE:

ELrGias Y PAISAJES, por Arturo Marasso Rocca.

MÁs ALLÁ DE LAS LÁGRIMAS, por Tomás Allende Iragorri.

Después de la larga interrupción impuesta por diversas circunstancias, no gratas de contar, vol- vemos a reiniciar la publicación mensual de nues- tros cuadernos.

Esperamos que el público inteligente que los ha favorecido hasta ahora con su constante dis- tinción entre las publicaciones similares, seguirá mostrando por los cuadernos próximos el mismo interés; pues, nosotros aguijoneados, precisamen- te por los contratiempos sufridos, haremos lo po- sible por mejorar en todo sentido nuestra em- presa hasta llevarla a la perfección.

Trataremos que en adelante todos los cuader- nos, libros y revistas de nuestra editorial scan realmente escogidos; y a muchas firmas de escri- tores que todavía no figuran en la colección agre- garemos nuevos cuadernos de José Ingenieros, Martín Gil, Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones y otros escritores.

e.

| á ea DA a LA DAS | [] S 2 A DN 14

6

OQ A ) (Y ddN: at

0 Ni Ey 7)

> UN |

7 pes) PA E FA

== ¡0

A ALMAFUERTE Mes

| az

VS EVANGÉLICAS [ts

(DESCONOCIDAS E INÉDITAS)

DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN MORENO 1167

Buenos Aires

1921

Y ZAS OA AU ES SST N

UNIVESS => 12 JAN 1023 EF ¡A : 7

$

Noa editamos una colección de prosas de Almafuerte; prosas que como aquellas de la vez anterior (Tomo I, N2 3) pueden ser consideradas inéditas por lo des- conocidas.

A pesar del tiempo trascurrido, la obra de Almafuerte, en gran parte, sigue dispersa en diarios y revistas ignorada hasta por los que se apresuraron a dedicarle libros...

Sin embargo muchas de las páginas desco. nocidas que se encuentran en diarios, revistas y en manos de parientes, pueden figurar entre las mejores del poeta y serán sin duda las que con vartos poemas perdurarán, a pesar de los constantes ataques de los «aca- demicoides y de una critica interesada que ha dado en silenciar la memoria del maestro.

El Discurso, asi como la mayoria de las “* Evangélicas,'? han sido extractadas del diario platense “* El Pueblo ”” del año 1907; diario del cual Almafuerte era redactor.

DISCURSO

Pronunciado por Almafuerte en Plata el 7 de Abril de 1907. en el banquete que le ofrecieron los italianos de esa ciudad.

Señores:

Nas es grande si los demás asi no lo decretan. Nada habría despreciable si no hubiese alguno que lo menospreciara; y una pio- cha de diamantes no valdría menos, algunas ve- ces, que un ramillete de rosas si no hubiese al- guien, algunas veces, que amara mucho más a los ramilletes de rosas que a las piochas de dia- mantes.

Los hombres no tienen ni mayor ni menor pre- clo que aquel que se ofrece por ellos; y es cual- quiera vida una larga fábula llena de las ima- ginaciones, de los prejuicios, las idiosincrasias, los anhelos y la personalidad moral e intelectual del que narra aquella fábula: dentro de los hom- bres de Plutarco, hay más de Plutarco que de aquellos hombres mismos.

Todo ente social, desde el más encumbrado hasta el más modesto, desde el más preclaro has-

166 ALMA FUERTE

ta el más anónimo y desde el más complicado hasta el más simple, es un conglomerado provi- dencial de voluntades agenas, la humanificación de cien diversos juicios centríipetos venidos de los cuatro rumbos del horizonte, la caprichosa interpretación callejera de una música de salón, el veredicto, a veces cruel y a veces estúpido, de un jurado popular: no hay ser humano que no lleve un cartel sobre la frente, escrito por la mano formidable de la opinión.

Las multitudes viven de ilusiones. Las mu- chedumbres son las eternas soñadoras. Todo pueblo es un enorme sonámbulo. Io positivo, lo material, lo sanchesco, es pensado, sentido y rea- lizado por el individuo, por el uno, por el solita- rio sin entusiasmo y sin control; pero, nunca ja- más por la colectividad. Bastan dos Sanchos, nada más que dos Sanchos, para que surja un Quijote; es decir, para que surja una hermosa alma, una alma máxima, llena de fuego como el sol, llena de facetas como una esmeralda, llena de perfumes como una flor, y llena de sueños co- mo el corazón de un adolescente.

Lo mismo que un ejército cegado por el can- sancio y la sed, arroja sus mantas de abrigo co- mo si fueran un peso insoportable, y se agolpa al derredor de un charco infecto y nauseabundo como si fuera sobre los cristales transparentes de un manantial refrigerante, asi, también, la humanidad, enloquecida por el afán de lo estu-

DISCURSO 167

pendo y lo sobrehumano, hambrienta de lo su- blime como suele estarlo de pan, enferma des- de ab-eterno de la trágica locura de las grande- zas, arroja sobre el primer cráneo que se desta- ca, a veces tan vacio como un cántaro vacio, los laurcles v los robles de su veneración y sus aplau- sos, O las cambroneras martirizantes de su per- secución y sus anatemas, forjando ella misma, como el sediento su vaso de agua, como el poeta sus imágenes y como el delirante sus persegul- dores, los tiranos, los apóstoles, los héroes, los mártires, los inspirados, los genios, en fin, que han de honrarla o que han de deshonrarla en la historia. ..; porque nadie es, para los fines pro- videnciales, ni lo que realmente es, ni lo que él mismo piensa que es, sino aquello que el común sentir, que la voluntad circunstante, que la anhe- lación colectiva, que la locura humana ha senten- ciado que sea!

51: he dicho verdad cuando he afirmado en cier- ta solemne ocasión, que el sitio más doloroso y más peligroso que puede ocupar un hombre, es la memoria de los otros hombres; porque alli, dentro del intelecto ageno, del alma agena, de la voluntad agena, de los ideales agenos, de las mi- serias agenas, se nos está modelando a manota- das violentas como a un pedazo de arcilla, se nos está derritiendo ferozmente como a una barra de bronce, se nos está cincelando a puazos crue- les como a un bloque de marmol, se nos está

168 ALMAFUERTE

forjando, para siempre jamás, a resvuañnies, aplastadores, golpes de martillo, como a una plancha de hierro.

¡No: esta no es una verdad satánica, porque si fuera satánica no sería verdad; porque no hay dos verdades, una divina y otra infernal, y porque no retumba en los corazones una ver- dad cualquiera, que no sea para consolar alguna llaga o para saciar alguna sed! ¡No: no es aven- turado, no es maligno, no es disolvente afirmar, que todo grande hombre puede ser una gran ficción, que toda gran fama puede ser una gran calumnia, que toda gran vida puede ser una gran novela y que toda gran reputación puede ser una gran estaía!

Señores:

Por estas rápidas mortificantes filosofías que acabo de hacer, sin la minima consideración por el agradable sitio en que nos hallamos, compren- deréis finalmente, rotundamente, palmariamente, que yo no estoy engañado respecto de mis- mo; que yo no agrando ni empequeñezco mis cua- lidades; que soy tan difícil de envanecer como de humillar; y que acepto vuestros agasajos y vues- tras caldeadas frases decorativas, con la misma tranquilidad espiritual con que he permanecido, todo este tiempo bajo la campana pneumática de vuestro olvido, con la misma serena tristeza con

DISCURSO 169

que os contemplaria pisotear sobre la verdad pa- ra llegar hasta la mentira, con el mismo silencio- so intenso dolor con que os vería pasar por arrl- ba de las ocultas virtudes salutiferas de una planta medicinal, para ovacionar con los sonoros cobres de vuestra admiración, la más innócua, la más extravagante, la más neciamente espléndi- da de las orquídeas... ¡porque merecimiento es bondad, y aquel que no sepa nada de la bondad de los otros, no sabrá nada, tampoco, ni siquiera como una sospecha, ni del talento, ni de la sabi- duría, ni del genio de los otros, si por acaso lo tuvieran!

Sí: acabo de decir que todo lo puede y todo lo hace la sociedad; acabo de afirmar que cualquier vida, por más eximia que sea, no es otra cosa, para las finalidades supremas, que una votación terminante de la mayoría; acabo de negar, en una larga serie de pesadas cerebraciones, bien impropias por cierto del entusiasmo de esta sa- la, los méritos absolutos, positivos, ingénitos de cada uno; acabo de humillar hasta los abisma . de lo casi despreciable, al yo propio, a la virtua- lidad propia, a la vida propia, al alma propia de cada hombre; acabo de renegar de mismo, colocándome severa, estoica, brutalmente, en el sitio secundario de una cosa que no vale por lo que vale, sino por la aspiración ocasional que satisface... y aguardo y exijo, y suplico de veras, que os convenzáis de que discurro impregnado

170 ALMAFUERTE

hasta los tuétanos de las afirmaciones que esta- blezco, como si esta arenga mía no fuera una lo- cución trabajada con el intento de impresionar a un auditorio, sino el monólogo espontáneo, verboso, natural, inartistico, profundamente sen- tido, del anacoreta que medita sobre mismo, en la soledad pavorosa del desierto.

¡Oh, síi!... Ni las entusiastas, sonorosas, uná- nimes aclamaciones del público cuando mi pobre oración a Carducci, ni los caritativos sueltos en- comiásticos de toda la prensa, ni esta fraternal cena de adhesión y casi de homenaje, ni las elo- cuentes panegiricas palabras con que acaba de serme ofrecida, ni la delicada, conmovedora, res-

_plandeciente presencia de estas damas al rede- dor de esta mesa, ni todos los seres humanos, vi- vos y muertos, batiendo estruendosamente sus palmas faz a faz de mi cerebro, podrán arran- car de mi espiritu el sentimiento de mi nulidad, el pálpito de mi próxima decadencia, la convic- ción irreductible de que os apoyáis en como pudiérais hacerlo sobre cualquier otro, la con- ciencia profundisima de que todo héroe de algo no es nada más que un fenómeno de equilibrio como el clásico peñasco del Tandil, un ídolo sim- bólico de las soñaciones de su pueblo y de su época, un Napoleón de alguna cosa que está con- denado infaliblemente a su derrota inesperada, a

esu derrumbe fatal en el seno frigido y tenebroso del olvido, a su catástrofe finalizante de Water-

DISCURSO 171

loo, cuando más soberbiv se levante sobre los puntales de lo que él, infantilmente, imbecil. mente, denomina la superpotencia, el derecho di- vino de su genio... como un ciego que llamara sus ojos a su lazarillo, como un erudito que lla- mara su caudal de observación a sus lecturas, como un pordiosero que llamara el fruto de su trabajo a las dádivas agenas, como una vieja horizontal que llamara su belleza a sus afeites, como un necio muchacho que llamara su crite- rio a la dirección de su padre, como un barco perdido que llamara sus condiciones navegato- rias a la casual benevolencia de las olas, como un sistema planetario que llamara su voluntad a las leyes inescrutables del Universo, como una peluza de cardo que llamara sus propósitos a sus divagaciones por el éter, como una estatua de creta que llamara su vida propia a los deda- zos geniales del artista que la produjo, como un miserable mutilado que llamara sus piernas in- fatigables a sus frágiles muletas!...

Yo no debí, entonces, en sana conciencia, ha- ber aceptado esta fiesta: yo debía haberla rehu- sado sin vacilaciones, como a una joya dema- siado valiosa, como a una titulación de mi vida demasiado retumbante y lapidaria, como a un si- tial honorífico demasiado monumental y promi- nente para mi dolorida, meditabunda pequeñez...

Pero, ni la cruz de la propia reputación, por más agobiante y angustiosa que ella sea, puede

172 ALMAFUERTE

ser renunciada sin cobardía y sin escándalo, ni la ocasión psicológica de predicar nuestra ver- dad, nuestra misma personalisima verdad, por más insignificante y baladi que esta verdad sea, puede ser desaprovechada sin un gran perjuicio humano, sin un gran retardo del movimiento pro- gresivo de las cosas y de los seres, aunque esta última afirmación Os haga el efecto de un esta- llido tartarinesco de mi soberbia de átomo, de una inflación relumbrosa dea mi desmesurada, olimpica vanidad de pompa de jabón.

Acepto, pues, la sentencia inapelable de vues- tros agasajos y laudaciones, la ejecutoria irre- nunciable de vuestro ciego cariño, como a una fatalidad providencial, como a un viento de Dios del que no puedo ni quiero evadirme como un timido pajarillo de las ráfagas iracundas del hu- racán; y subo serenamente a la tribuna inspira- dora de vuestra popular consagración, al eminen- te Sinai relampagueante de vuestras imaginacio- nes. enastada mi frente como la de Moisés con las ardientes potenciales flamígeras de vuestro entusiasmo, para derramar sobre vosotros mis- mos los raudales vivificantes de lo que yo tengo por verdad, para dictaros desde aquella cumbre fantástica las tablas de la ley de vuestras obli- gaciones y vuestro destino, el decálogo magno de vuestros fundamentales, ineludibles, históri- cos, primordiales deberes, en este pedazo de América que habitáis.

DIscURSO 173

Señores Italianos, que me habéis ofrecido esta fraternal cena de adhesión; señores extranjeros de cualquier origen, que circundáis esta mesa:

Esta tierra argentina, esta dilatada tierra ar- gentina, esta celebrada tierra argentina, tan fe- raz, tan generosa, tan próvida como es, necesita para fecundarse, requiere para cubrirse de frutos ópimos, como cualquier otra tierra del orbe, del sudor y de las lágrimas humanas.

Aquellos propagandistas de nuestra coloniza- ción que fueron allá, por las ciudades, las aldeas y los campos de vuestros países respectivos, explotando vuestros dolores personales, mistifi- cando vuestra ignorancia de la geografía y de la historia del mundo, fomentando vuestros senti- mientos más rudamente positivos y que la de- sesperación ya tenía enardecidos, a deciros, los miserables, que ésta es una tierra de holgan- za fructifera, de tenebrosa fortuna rápida como la de California, la de Alaska y la del T'ransvaal, no solamente os engañaron a vosotros, sino que perjudicaron sin saberlo, como hacen todas sus imbecilidades todos los imbéciles, el espíri- tu altamente humano, eminentemente noble, pro- fundisimamente bueno de la civilización occiden- tal, que es la civilización que nosotros los argen- tinos queremos continuar, que nosotros los hijos vuestros queremos desenvolver en toda su ma- jestad y toda su amplitud, en este, que ha de ser clásico, rincón providencial del Universo.

174 ALMAFUERTE

Y perjudicaron aquel nobilisimo espiritu, y obstaculizaron aquel hermosisimo propósito nues- tro; porque pusieron dentro de vosotros, porque despertaron dentro de los mismos que deberían ser, andando los tiempos, los progenitores de nuestro pueblo, los patriarcas de nuestros hoga- res, las columnas fundamentales de nuestra so- ciabilidad, los inspiradores familiares del genio de nuestros jóvenes y del civismo y la clarovi- dencia de nuestros hombres de estado, el alma frigida, el alma pavorosa, el alma metalizada, el alma cien veces maldita de la civilización de Car- tago. Ellos, esos propagandistas, debieran lhialberos dicho, como os lo digo yo ahora y como lo reco- nocéis vosotros mismos, después de largos años, de experiencia y de aclimatación, que aquí, de este lado del mar, entre los trópicos y el polo, desde los Andes hasta el Atlántico, sobre prade- ras interminables, al pie de montañas enormes, a la vera de ríos gigantescos, a la sombra de sel- vas impenetrables e impenctradas hasta por la misma luz del sol, bajo el amparo y la dirección de las leyes más justas y más sabias, o que, por lo menos, así quisieron que fuesen los que las dictaron, organizada con todos los órga- nos y provista de todos los resortes de los pue- blos cultos, se desarrolla una joven nación de nuestro mismo origen étnico, no necesitaba pre- cisamente de bestias de carga, no propiciadoras,

DISCURSO 175

como cualquier territorio aurifero, de aventure- ros sin más fe, sin más afán y sin más propósito que el beneficio inmediato, sino realmente, enteramente, absolutamente enamorada de la luz, y marcha::do, como una sonámbula, a la gloria resplandeciente de un porvenir, que ella quiere que sea la cúspide suprema de la vida...; pri- vileg:ada, joven nación, constituida por vuestros propics hijos, que no busca individuos, sino hom- bres; que no sueña con una muchedumbre, sino con un pueblo; que no quiere multiplicar un hor- miguero, sino prolongar, perfeccionar y consu- mar definitivamente la raza humana, por los si- glos de los siglos!

Y estoy seguro que si todas estas grandes co- sas Os hubieran sido dichas allá en el fondo de vuestras dolorosas vidas proletarias sin espran- za, hubiérais atravesado el mar con el alma tan llena de heroicidades, tan saturada de humani- dad, tan preocupada de la super-excelsa perfec- ción de la especie, como el alma misma de Co- lón, porque habéis nacido en un Continente, don- dle por cada mil cobardes, nacen diez millones de héroes, de santos, de artistas, de sabios, de após- toles v de legisladores!...

Hermosas damas; señor Intendente; señor Cón- sul de Italia; Señores:

Levanto mi copa, presa de una emoción infini- ta, como un palpito, como un augurio, como una

176 ALMAFUERTE

profesía de lo que será, en honor, en homenaje reverentísimo a esa nueva raza, a esa suprema imperial raza novisima, que habrá de poblar, a través de los tiempos y a pesar de todos los obs- táculos, esta región predestinada de América; raza que concibo yo, pálida como un dios, bella como un Apolo y fuerte y valerosa como un Al- cides; raza que tiene que ser: caballeresca, altiva y soberbia como un español; espiritual, asimilan- te y defensora de los derechos humanos, como un francés; industriosa, meditabunda y buena, como. un alemán; positiva, matemática y calcula- dora, como un inglés; heróica, rebelde e indoma- ble bajo los espolazos del dolor, como un ruso; exploradora, indetenible ante los misterios del globo, como un holandés y como un sueco; y ar- tística, soñadora, sabia, compleja, prolífica, in- vasora, imperecedera, universal, casi divina, co- mo la estirpe italiana. | ¡Que así sea!

EVANGÉLICAS 177

EVANGÉLICAS

H" coronaciones que nos empequeñecen, co- mo hay perfumes que nos matan.

2.—Parece que la piedra de toque de la densi- dad cerebral, fuera el poder decir y el poder hacer, en plena libertad de pensamiento y de acción.

3.—Sin la influencia directriz de las ideas am- bientes, muchos serían tontos, o cualquiera otra cosa peor.

4.—El hombre es como los demás, mientras vive entre los demás; pero, deja, imprescindi- blemente, de ser lo que era, o más bien, de apa- rentar lo que demostraba, y se manifiesta superior o inferior a su reputación, en el momento mismo de libertarse de la tiranía del qué dirán.

5.—Dentro de cada individuo hay, entre otras, una de estas cuatro entidades: la de un héroe, la de un criminal, la de un sancho y la de un nu-

178 ÁLMA FUERTE

lo. Suelen estar y combinarse dentro de la mis- ma persona, las tres primeras; pero, la última siempre está sola.

6.—El día que las circunstancias hacen crisis en nuestro favor, (que es cuando la muchedum- bre, por una u otra causa y por más o menos tiempo, se achata para que surjamos de cuerpo entero), se destaca el apóstol, el malvado, el ber- toldo o el cacaseno.

7.—Cosa interesante es el hombre: como unl- dad, o vale mucho o no vale nada; pero, como pluralidad vale siempre.

8.—Mucho más peligroso es el mar que la tierra firme, las alturas que los valles, el desierto que las poblaciones, la soledad que la compañía; porque la dificultad es menor, allí donde hay mu- chos dispuestos a vencerla, como la responsab1- lidad no existe, cuando es toda la humanidad la que debe responder de lo hecho.

9.—Inmediatamente que nos sobreponemos al vulgo, nos desnudamos de las fuerzas cooperati- vas que nos equilibraban, nos dirijian y nos Irres- ponsabilizaban.

10.—Aquel que ha quedado en condiciones de querer a voluntad, ha quedado, asimismo, en las de no poder casi nada de lo que quiere.

ÉEVANGBLICAS 179

11.—Nadie está en mejores condiciones de cer- tificar la injusticia de las protestas de la multi- tud, que los que han subido muy arriba: están frente a frente de la fatalidad y de la impotencia del hombre para vencerla y reducirla a propósi- tos personales.

12.—5Si el medio circunstante obliga a querer de una manera incontrastable, contribuye, asimis- mo, a que realicemos eso que él quiere que que- rramos: cuando nos libertamos de toda sugestión, o, por lo menos, del mayor número de ellas, te- nemos que querer y poder con nuestras solas facultades y lo que aún es peor, bajo nuestra sola responsabilidad.

13.—Un hombre que sube, que se destaca, que se cierne sobre los demás, es un hermano que deja de ser hermano, para ser padre.

14.—Ascender, en el sentido social, es como trepar yna montaña cada vez más lisa y pelada.

15.—En las regiones superiores la presión at- mosférica es menos grave, los obstáculos visibles son más escasos, la acción parece más libre, y lo es en realidad para algunos.

16.—Pero, el vacio es tan impenetrable como un muro de granito, y la soledad de las cumbres es semejante al vacío. |

7]

180 ALMAFUERTE

17.—De lo que se hace y se piensa: en medio de los demás, no se tiene a quien responder.

18.—Entre la turba multa, se piensa y se hace con el cerebro de todos y las manos de todos.

-19.—La solidaridad humana es tan indispen- sable para la vida de cada individuo, como la gra- vitación universal para cada uno de los astros; y el que se coloca delante de los otros, no puede contar con ella, sino muy someramente, como aquel que se parara sobre la punta de un cono elevadisimo, no podría contar con más apoyo que con sus solas condiciones de equilibrista.

20.—La libertad de pensamiento y acción, es el peso más formidable que puede caer sobre las espaldas de un hombre.

21.—Toda vanguardia conduce a la muerte.

22.—Más libertad, más responsabilidad; más derechos, más deberes; más facultades, más tra- bajo; más adelante, más peligro; más arriba, más soledad; más perfección, más insolencia y más menosprecio de los que nacieron menos perfectos.

EVANGÉLICAS 181

fepUcaR no es convencer: educar es vencer.

2.—Convencidos de los peligros del ajenjo, van los alcoholistas a su copa de ajenjo.

3.—Todos estamos medianamente organizados para entenderlo todo; pero, mientras las ideas no se posesionan de nosotros hasta resolverse en móviles de conducta, puede decirse que aquella facultad de entender no nos sirve de nada, o tan discutiblemente como un apéndice sin función concreta.

4.—Los hombres muy razonadores, suelen ser los menos razonables, como las gallinas que más cacarean, no siempre anuncian la deposición de un huevo.

5.—Los conocimientos que no contribuyen a modificarnos, que no terminan por crearnos in- consciencias irresistibles, son como los ungúen- tos, que ni quitan ni ponen rey en la curación de los pacientes. |

182 ALMAEFUERTR

6.—El niño es a la manera del retazo de tela que está aguardando las tijeras y las agujas, pa- ra convertirse, o en una pieza de abrigo o en una pieza de lujo: cada hombre debe tener su desti- no, como las chaquetas y las camisas, aunque pierda algo, para servir de algo.

7.—La ilustración que no nos obliga, está de- más y hasta es un peligro social.

8.—Torturar la naturaleza humana para darle una forma exclusiva, no es ni con mucho, un cri- men de lesa humanidad; porque siempre vale más un campo sembrado, aunque sea de alfalfa, que un terreno baldio aguardando producir robles a través de la eternidad.

9.—El buen juicio no debe estacionarse en el cerebro como una congestión: debe circular como la sangre de una persona sana, desde la coronilla hasta la punta de los pies, y determinar actos juiciosos, encadenados y sucesivos.

10.—Apártate, como del demonio, de aquellos qué conocen por lectura la técnica de todas las profesiones: vale más el que sabe hacer marcos para los cuadros, que el que solo sabe crittcarlos.

11.—Que tus hijos sepan hacer, aunque no se- pán disertar, ni siquiera diez minutos, sobre la bondad de sus propias obras.

EVANGÉLICAS 183

12.—AÁntes de enseñarse a leer, debe crearse en el sujeto la necesidad de la lectura, el hambre del libro; para proceder como la naturaleza, que primero crea la necesidad de la función y después el órgano: en este caso, el órgano es el alfabeto.

13.—Los inventores de algo no se preocupan ni poco ni mucho, de los perjuicios inmediatos que producen todos los inventos; y los grandes hombres de la talla de los Rivadavia, de los Al- berdi y de los Sarmiento, jamás se cuidaron de su popularidad: si tu hijo pequeño ha de negarte un beso, que te lo niegue...; ya lo estampará mil veces, lleno de gratitud, sobre el fantasma de tn recuerdo, cuando él sea padre!

14.—El hogar y la escuela deben ser campos de maniobras, tan parecidos a la vida como la vida misma.

184 ALMAFUERTE

N' se claudica de una religión cualquiera sin cometer apostasía, como no se ungen de es- tiércol las carnes y se huele a diamelas.

2.—Por más cobre que haya en el bronce, el bronce no es cobre.

3.—A los hombres superiores no se les mide, ni por las adhesiones que reciben ni por las agre- sividades de que son objeto: se les mide por la cantidad de propósitos que realizan.

4.—La misericordia no se hizo para el amparo de los grandes, como el plumero no «se inventó para desempolvar las montañas.

5.—Aquel que pretende que se le lleve cuenta de sus buenas obras, no tiene porqué extrañarse de que le cataloguen sus malos actos.

6.—El que exige aplausos, acepta implícita- mente los silbidos.

EVANGÉLICAS 185

7.—El decoro de los amados del pueblo no es de ellos; es del pueblo que les ama y hasta de la época en que actúan, como la dignidad de los padres es propiedad de sus hijos.

8.—Ningún censor más severo, que aquel ciu- dadano que más nos admira.

9.—Harto tiene un hombre con el respeto de los demás hombres, para que se tenga por des- graciado por el solo hecho de carecer de lo su- pérfluo.

10.—Una vida entera llena de austeridad será causa atendible de atenuación; pero, nunca de justificación.

11.—No se reproduce a Julio César vistiéndo- se a la romana, si no ganando batallas y murien- do trágicamente.

12.—Un arco de triunfo derruido inspirará to- da la consideración que se quiera y podrá ser ob- jeto de meditaciones profundisimas, en prosa y verso y hasta en música... ¡pero, ya no es arco de triunfo!

13.—Las cosas adquieren denominaciones apro- pladas al uso que se hace de ellas, y a los hom- bres se les titula por su último hecho: el soldado

186 ALMAFUERTE

de Maratón pudo ser un miserable toda su vida; pero no es otra cosa que el soldado de Maratón.

14.—La corona de laureles más bien merecida, echada a rodar bajo los pies de los que reparten prebendas, ya no es corona de laureles: es una mala alfombra.

15.—Olvido, sí, olvido profundo sobre vuestra claudicación, bufones gloriosos; pero, sabed que habéis perdido el derecho de veneración y que os habéis convertido en una enorme piedra de escándalo.

16.—El perdón podrá honrar a quien lo dis- pensa; pero, no purifica ninguna mancha y depri- me, todavía más, a los que él absuelve.

17.—Los excelsos no tienen para sus hechos nada más que dos contragolpes sociales: o la im- punidad, que no es la tolerancia sino la sumisión; o la muerte, que no es el castigo sino la supresión.

18.—Lord Bacon no se rehabilitó jamás.

19.—Los anónimos, los humildes, tienen la prerrogativa de la regeneración; pero, los que na- cieron para ser eternos, no tienen otra salida que el “cordón de seda”. |

v

EVANGELICAS 187

20.—Como sobre las manos de Lady Macbeth, la sangre de los errores cometidos por los consa- grados, ni la borra toda el agua del Océano, ni la perfuman todas las resinas aromáticas de la Ara- bia.

188 ALMAFUERTE

Para los derrengados

E? puro es lo transitorio: el hombre es un li- bro prohibido ilustrado con estampas de Fra Angélico.

2.—Cualquier virtud es una negación, o un simple reverso: el anverso está siempre vuelto hacia la pared, como un cuadro pornográfico.

3.—Cada uno de los que ves por las calles al pasar, lleva una tragedia en lo más recóndito del corazón.

4.—La hipocresía es el distintivo humano; por- que sin ella no habría vida social posible.

5.—Así como todo malvado te sorprenderá con una belleza moral inesperada, todo impecable tie- ne su úlcera secreta, cuyo hedor trasciende a rá- fagas.

6.—Los reconocidamente, los cinicamente ma- lignos y amorales, no son nada más que hombres dados vuelta del revés como un calcetín: el vicio

EvANGÉJ.ICAS 129

es el mal que sale a la superficie, y la virtud es lo vil precipitado hacia las entrañas.

7.—Cada vez que te aproximes a los que ama- bas de oidas, te alejarás de ellos con una ilusión menos dentro del alma: saber vivir es saber men- tir y no querer palpar la mentira de los demás.

8.—Nadie más temible que un hombre repu- tado de virtuoso; porque a mansalva de su re- putación puede herir impunemente.

9.—La sentencia del insospechable, el juicio del angélico... ¡vade retro!

10.—Aquel que cuida mucho de su reputación, se esclaviza para libertarse; porque un buen nom- bre autoriza hasta para lo malo, y el descrédito personal inutiliza hasta para el bien.

11.—Entre uno que te gruñe y otro que te son- rie, siendo una sobra humana, prefiere al que te gruñe.

12.—La miseria es una cosa bien fea y nausea- bunda y no puede inspirar lógicamente nada más que repulsión: lo natural es que te repudien, y lo falso que se te acerquen soliícitos.

13.—Aquel que viene por donde no debiera ve- nir, no viene a lo que dice.

190 ALMAFUERTE

14.—AÁ cada circunstancia corresponde una si- tuación de ánimo, y cada situación de ánimo tie- ne su gesto apropiado que la revela.

15.—Desconfía de los que rien cuando dehie- ran llorar; teme a los que te hacen compañia a pesar de tu lepra; escudriña el corazón de los que se agachan hasta tu pudridero: defiéndete de la caridad.

16.—Las manos que dan suelen ser manos que echan el guante.

17.—Yo de muchos pobres que enriquecieron a muchos ricos.

18.—La caridad humana es un ángel con alas de cuervo: en pos de las catástrofes con la cruz roja ceñida al brazo, el garfio del merodeador en la diestra y el cesto del trapero a las espal- das.

19.—La beneficencia ha hecho la ingratitud;

porque ésta no es otra cosa que la flor enferma de una caridad, también enferma.

20.—Como de los detritus de la cloaca, de los derrengados de la vida se sacan potencias utiliza-

bles y corrientes auriferas que no se agotan nunca.

21.—Porque, a veces, conviene más estrujar un puñado de basura que un racimo de uvas.

EVANGÉLICAS 191

Para los que no nacimos genios

RECÁVETE de los hombres extraordinarios: la situación, el oficio de genio, es egoista, de- primente y cruel.

2.—Tanto por conveniencia propia, como por no interrumpir su acción histórica, como por cierto sentido estético que no debe abandonarte nunca, has de mantenerte a una discreta distan- cia de esas almas enormemente irresponsables, a fin de que ni malogren su misión, ni pierdan la perspectiva, ni te alcance la influencia esclavi- zadora, y a veces mortal, de su sonambulismo.

3.—El hombre genial, el llamado hombre ge- nial, es un engendro apocalíptico de las circuns- tancias, que hace regularmente la vida de los ins- tintos; porque lo mismo que a los cómicos, no se le exije otra responsabilidad que la de su pa-

pel. :

4.—Ellos, los extraordinarios, solo subordinan

199 ALMAFUERTE

su ser a la bestial sensualidad de su vocación: van lanzados por sobre rieles a su destino.

5.—Contemplan la sociedad a vuelo de pája- ro: andan entre los demás entre sombras, como el carpintero sobre las virutas de su taller.

6.—No temen la crítica ni buscan el aplauso de su siglo; y acaso, no se preocupen ni del aplau- so ni de la crítica de los que sobrevendrán.

7.—$us contemporáneos no constituyen para ellos nada más que los elementos de su obra; porque no edifican para sus contemporáneos, si- no sobre éstos.

8.—Todos los gritos humanos suenan en sus cerebros sin penetrar hasta sus corazones; oO, mejor dicho: sus corazones no tienen más que una sola cuerda... ¡la de su predestinación!

9.—Son especialistas que se curan bien poco de todo aquello que no atañe a su arte: eunucos que presencian sin emoción genital las abomina- ciones del serrallo; fatalidades con manos y pies; ideas fijas; montañas en marcha.

10.—Las siete virtudes cardinales mismas, son. para tales abortos, nimiedades infantiles, siem-

EVANGELICAS 193

pre que no cruce alguna de ellas, la curva de la parábola que ellos recorren.

11.—Desgarran tranquilamente las prácticas establecidas, como esos locos criminales que de- rraman la sangre humana por el sólo placer de empaparse en ella. Porque los verdaderamente grandes no tienen ningún plan preconcebido: sa- tisfacen una enorme aberración y tienen estrella.

12.—A muchos de ellos les place tirar, en gui-

sa de titereteros, del hilo de cada pasión, de ca- da flaqueza, de cada tendencia, para que las per- sonas anden, accionen y gesticulen; y, algunas veces, les resulta un drama digno de Shakespeare,

13.—Atribuyen a los hombres el doble valor de las diez cifras, absoluto y relativo, y les hacen correr sin voluntad a lo largo de mil situaciones diversas y de mil valores contradictorios.

14.—No saben ni lo que quieren ni adonde van; pero avanzan en línea recta, con la impavi- dez y el finisimo tacto de los sonámbulos, a tra- vés de los mayores peligros y de las más evi- dentes sinrazones.

15.—Como un instinto que no entiende de ser- mones, o como una ley de la naturaleza que pa-

194 ALMAFUERTE

sa triunfadora por todos nuestros prejuicios, ellos se satisfacen y se cumplen.

16.—Los hombres así, no son tales hombres; porque el hombre en el sentido social y corrien- te, es un organismo armonioso, razonable y com- plicadisimo, y eilos son un elemento, un desen- tono, una sublime irracionalidad.

17.—$Se apartan de manera tan evidente del molde común, del engranaje humano, que viven fuera de las leyes de la reciprocidad, de la re- presalia y de la solidaridad: en fuerza de su ex- celsitud calzan el calibre de lo despreciable.

18.—Sus ofensas no producen nada más que dolor; y sus beneficios no despiertan el agrade- cimiento.

19.—Apenas si merecen el tributo de nuestro asombro; jamás ni nuestro amor ni nuestro odio: tienen, por decirlo asi, la intangibilidad de lo abs- tracto.

20.—A menudo fueron útiles a la humanidad; pero, al modo del sol, que ni nos ama ni aguarda nuestra gratitud; o a la manera de la peste y el terremoto, que se realizan en virtud de quién sabe cuáles cálculos.

EVANGÉLICAS | 195

21.—Más sabe de su negocio aquel miserando inválido que vende flores en los sitios públicos, que lo que saben ellos de la razón y la utilidad de los actos que realizan: les arrastra una ma- no sobrenatural asida a sus cabellos, como a los protagonistas de la escena griega.

22.—No ganan en conciencia, ni los laureles ni las maldiciones que caen sobre sus pobres ca- bezas atormentadas: orates ilustres

23.—Muy contadas ocasiones favorecen a la sociedad de su época, puesto que la conturban implacables; y rarísimas veces, a los apasionados sinceros que les forman séquito.

24.—Flotan en la masa humana sin adherír- sele: subrenadan en la superficie, tal como las substancias grasas.

25.—Están por acumulación y no por desarro- llo; viven en nosotros como una especie de mi- neralización del organismo social; o, más bien dicho: les llevamos lo mismo que a una espina, a un cedal, a una incrustación cualquiera.

26.—Si no temiese yo tu censura hipócrita, in- sinuaría que te valieses de los tales como de un vehículo, para trasladarte; o, como de un árbol eminente, para divisar lejos o guarecerte de lz lluvia.

196 : ALMAFUERTE

27.—Pero, yo que pagarías mi sano conse- jo haciéndote el escandalizado y motejándome de utilitario; porque la humanidad se envanece con estos abortos, como ciertos padres con el hi- jo, que, porque hace versos, les convierte la ca- sa en un pan demonium.

28.—Sólo quiero, pues, rechazar abiertamen- te que te entregues a la magnanimidad de los grandiosos, ¿fan pasivamente como las ovejas a su pastor.

29.—Todo lo gigantesco implica una tiranía, y todo lo anormal un peligro; porque lo gigan- tesco significa mayor cantidad de fuerza, y lo anormal mayor cantidad de misterio.

30.—Sé grande en miniatura; reposa sobre ti mismo.

31.—Manéjate de manera que nadie pueda exigirte fidelidad.

32.—Esquiva la dirección extraña como a una mutilación vergonzosa; y la ocasión de la grati- tud como a una cadena, como a una argolla de hierro en la ternilla de la nariz.

33.—Reconoce valientemente tu vulgaridad mental; pero, no para someterte, sino para vivir

EvANGÉLICAS 19

alerta dentro de tu propia sombra y evitar la comparación desdorosa.

34.—Deja para los lacayos la vanidad de la librea; y para los necios, el amor propio de las relaciones que mantienen. |

35.—Busca, en todo, lo que es; y nunca, lo que te parezca O ambiciones que sea.

36.—No te hinches hasta la soberbia, que es una inflamación del santo amor de mismo; ni te reduzcas, tampoco hasta la humillación, que está más abajo, todavía, de la humildad, como la humildad está más abajo de la dignidad reposa- da, justa y sincera: no pierdas la entereza me- dio de tu ánimo, que es la más eficaz.

37.—No busques ni el primero ni el último puesto, sino el que te corresponda. Pero, si no quieren darte ese mismo, sal prontamente de la sala; porque en aquella casa no impera la jus- ticia.

: 38.—Quédate, si así te place, alli donde ten- gas que mirar de arriba para abajo a la genera- lidad de los que se te acerquen; pero, no per- manezcas ni un segundo, donde te veas en la necesidad de permanecer de puntillas, para al- canzar la medida de tu interlocutor.

198 ALMAFUERTE

39.—Simplifica tus necesidades personales y centuplicarás tu acción humana: economiza vi- da para tus propósitos.

40.—Redúcete en lo posible, a lo primitivo, para que el monstruo de tu sensualidad no te en- tregue, atado de pies y manos, a los adversarios de tus ideales, cualesquiera que éstos sean.

41.—Has todos los sacrificios imaginables, a fin de que no te veas, alguna vez, en la espanto- sa necesidad de devorar tu misma persona moral, en el pan de cada día.

42.—¡Nunca te reclines sobre cojines rellena- dos con tu propia majestad: la humanidad ya no necesita de hombres bestias, ni para cavar fosos.

E |

43.—No quieras asistir al banquete de los lo- bos habiendo nacido cordero; porque alli no se aguarda tranquilamente su parte: se arrebata de un zarpazo, o se substrae clandestinamente, al hacer una genuflexión.

44.—Hazte propietario del pedazo de tierra en que se apoya tu lecho, tu mesa y la cuna de tus hijos.

45.—Pero, si la fatalidad se interpone entre este sano propósito y su realización, erígete se- ñor de algo: impera, aunque más no sea, sobre

- EVANGÉLICAS 190

tu propia insignificancia cerebral y sobre tu pro- pio estómago hambriento.

46.—No vivas nunca debajo de las alas del águila: abriga más el cielo abierto, que la techum- bre dorada de los palacios agenos.

47.—Lo que se gana con sudores de pundonor, se disfruta en cuatro patas.

48.—Un instante de pie sobre la propia mise- ria, vale toda una vida de hartura, arrastrada so- bre las rodillas.

49.—Las mansiones edificadas con argamasa de dignidad, son habitadas por unos muertos que viven... ¡porque todavia comen!

50.—Lo vulgar prepondera sobre lo extraor- dinario, cuando lo vulgar no pisa la sombra de lo extraordinario.

51.—Delante lo genial, de lo estupendo, se es- con la frente en el polvo y con el alma temblo- rosa como una liebre sin salida.

52.—En la penumbra de la dependencia se po- drá ser hasta feliz, yo no lo niego; pero, esa pla- cidez te ha de sobrevenir, después que hayas quemado tus naves, hayas perdido la memoria

200 ALMAFUERTE

de la luz y te hayas curado radicalmente de la nostalgia de tu libertad.

53.—No habría excelsos y augustos, si no hu- biese tímidos y viles.

54.—En presencia de los grandes se es siervo, y se obedece o se delinque; al lado de nuestros iguales se es hombre, y se platica o se disputa; en medio de nuestros inferiores se es César, y se dispone, se juzga, se castiga, se perdona y se ama.

55.—Reside alli donde pudieran, si lo quisie- ras, besarte los pies naturalmente.

EVANGÉLICAS 201

JE Bello y lo Monstruoso, lo Justo y lo Injus- to, dejan de ser lo que son en mismos, cuando los palpamos o los sufrimos diariamente: los viejos habitantes del Jockey-Club, ya no sa- ben nada de la Diana insuperable del gran vestí- bulo de aquel edificio.

2.—La presencia perpétua de las cosas, con- cluye por borrar sus imágenes de nuestra retina y sus ideas de nuestro cerebro; por quitarnos la conciencia de que aquellas cosas están delante de nosotros.

3.—No es que el hombre encuentre insuficien- tes los moldes que imagina, una vez que los rea- liza: es que pierde la sensación de la realidad de aquellos moldes y la destreza de manejarlos.

4.—No hay mejor anestésico para el dolor, que el dolor mismo, cuando el dolor es parejo y sin tregua; ni revulsivo más poderoso para los asien- tos del deleite, que el propio deleite.

202 ALMAFUERTE

5.—En el seno inefable del Nirvana asiático y en los abismos de torturación inalterable del In- fierno católico, las almas, cualesquiera que fue- sen, lo mismo que los imbéciles, terminarían por no sentirse a mismas.

6.—Aquel que no siente a mismo, ni sufre ni goza; aquel que ni sufre ni goza será Angel, Ar- cáangel, Querubíin, Dominación pero no es Hom- bre; y aquel que no es Hombre no es apto para el Progreso, lo mismo que el que no es zapatero no es apto para hacer zapatos.

7.—Es ley providencial, necesaria a la Provi- dencia, ese prurito de no encontrar sitio definiti- vo de reposo y de no poner punto final a ningún trabajo.

8.—El estado perfecto del Ifombre es un esta- do de ansiedad, de anhelación, de tristeza infini- ta: una tremulación interrogante de tentáculo.

9.—I,a excclsitud humana consiste en su pro- pia negación; consiste en esa inconsciencia supe- rior a todo razonamiento, de que nada de lo he- cho ha salido bien hecho.

10.—La duda es una carga fria y pesada como un témpano, que a veces aplasta; pero, también es un instrumento inestimable de perfección ge- neral.

EVANGELICAS 203

11.—AÁunque parezca una paradoja, el Progre- so necesita de que siempre se crea en él y siem- pre se dude de sus conquistas: hombre superior y evolutivo, hombre conturbado y doloroso en las profundidades de su alma.

12.—Aguardando nuestra finalidad, la consu- mación de nuestro pasaje a otra expresión psiqui- co-fisiológica, como aguardaba Penélope el re- greso de su consorte, tenemos que ocupar las noches destegiendo las hermosas tapicerías idea- les labradas por nosotros durante la luz del día; que destruir por aburrimiento, como una mujer a la espectativa deshoja sus flores, esas bellezas que concebimos en toda la plenitud de lo Be- lo... ¡que concebimos a cada minuto, a pesar de nuestra organización intermediaria, de nues- tra mentalidad en camino como la espiga que se desarrolla !

13.—Nunca creen los jóvenes bien equilibra- dos en la perfección de sus labores, sino por bre- ves horas, aunque sus labores sean tan perfec- tas como los de su propio padre o profesor; y no creen en aquella perfección, precisamente, por- que son jóvenes; es decir: porque sienten, en si mismos, al hombre provecto que serán después y que se mofará de tales ensayos... y sin embar- go, cada joven trabaja para su hcmbre futuro!

14.—AÁsi la humanidad: sabe que crece, sabe

204 ¿ALMAFUERTE

que la de hoy no será la de mañana, y por eso no se satisface, y por eso no se enorgullece, nada más que unos cuantos siglos, de su trabajo, aun- que su trabajo sea digno, no ya de ella, sino de una colmena olímpica, de una fragua de dioses.

15.—Somos como el febriciente que no se tran- quiliza en ninguna postura. Porque el Hombre ' es un sér inconcluso, un monumento en obra, un cogollo que avanza, uno de los momentos rapli- dísimos de una lentísima acción; sueña metido dentro de su cáscara como el feto de un ángel, con la suprema personalidad que ha de alcanzar en el fondo de los tiempos; es un sér relativo que tiene la neurósis de lo absoluto: padece la fiebre de su gestación, y de eso está enfermo!

16.—Cada vez que materializamos un ensue- ño, de cualquier orden que sea, no sabemos qué hacer de él, por la sencilla razón de que no nos viene bien: aquella ilusión, al realizarse se ha con- vertido en una cruz tan pesada, que no la podría- mos conducir ni dos pasos, sin jadear y postrar- nos para siempre.

EvVvANGELICAS 205

TI

17.—Entonces profanamos cruelmente la her- mosisima realidad aquella, con la misma diabó- lica vehemencia con que destrozan los niños el reloj de su padre y la túnica de blondas de su madre: la Humanidad de hoy es el niño terri- ble de la Humanidad de ayer.

18.— Tenemos un cerebro superior a nuestras necesidades presentes. Soñamos cosas perma- nentes, para un bohemio incapaz de la minima estabilidad; y ese bohemio, somos nosotros mis- mos. Nuestro concepto de la Vida es anterior a nuestros medios de vivirla. Bordamos telas de- licadisimas, para colgarlas sobre los hombros de un primitivo libidinoso. Nos asemejamos al jaz- mín, al heliotropo, al lirio de los valles, a todas las flores bienolientes, que siempre son inferiores a su perfume. Somos los portadores de una gran tea... ¡y aquella gran tea va irradiando su luz mucho más adelante de nuestras sórdidas san- dalias!...

206 ÁLMAFUERTE

19. —Solamente los idiotas están contentos con lo ya hecho, y lo usan toda la vida con la misma fruición de la primera vez.

20.—Porque los hombres tipo, los hombres humanos, son vidas en marcha, alas volando, que pasan de un desequilibrio a otro desequilibrio, sin equilibrarse jamás; y los idiotas son seres concluidos, rematados como un dobladillo, cor- tados en seco, que no quieren más ni se trasla- dan más.

21.—Mil veces hubiésemos logrado nuestra felicidad terminal, en cualquier sentido que la felicidad se tome, si nuestra suprema condición no «consistiese en nuestra misma inestabilidad, nuestra perpétua actitud de caer, nuestra pro- funda ignorancia de lo que nos conviene, y ese insaciable descontento del otro sér futuro que llevamos en el seno, como una fecundación de Júpiter.

22.—El verdadero ser humano, el hombre com- pleto, tiene alma de viajero; ansiedades de artí- fice; ceguedades de obrero y de inventor, que ya no ven lo mismo que hacen, en fuerza de pen- sarlo y hacerlo todos los días. Pero, nunca, ja- más, el alma del burgués, de aquel burgués ideal, de aquel comerciante que plantó, cerró su tien- da, se redujo a Su pequeña renta y es incapaz de

EVANGELICAS 207

otras anhelaciones que las que aquella renta pue- de satisfacerle: el Hombre nou es un punto final como los pequeños rentistas.

23.—Basta detenerse, basta llamarse a sosie- go, para suprimir el Dolor; pero, basta, tam- bién, eludir la Acción, para detener el Progreso y para incurrir en la maldición de Dios.

24.—Nuestra virtud, nuestra grande y esen- cial virtud, es, precisamente, esa terquedad ex- ploradora de manos de ciego: nunca tendremos conciencia de haber alcanzado nada.

25.—Sabedlo bien: el hombre destruye, a lo largo de los siglos, muchas, muchisimas cosas bellas, buenas, útiles y necesarias, no por espí- ritu de destrucción, sino porque no las ya.

26.—Somos, para bien del Bien, como aquel campesino que buscaba su asno, cabalgando so- bre los lomos del asno mismo: desgraciado de aquel que ya no busca su cabalgadura; porque ha muerto de muerte.

27.—Lo mismo que se ha perdido la noción de que la Mujer no puede concebirse de otra mane- ra que como Madre, y de que el oro y las piedras preciosas no pueden pensarse sino como objetos fiduciarios, que hacen de felicidad, cualquiera

208 - ALMAFUERTE

que esta sea, asi, también, las demás verdades corrientes, que son innumerables y todas ellas fundamentales, pasan por nuestro espíritu sin de- jar en él la mínima sensación: la Humanidad se cura rápidamente del espanto de su propia luz.

28.—ITe dicho todo esto, para decir que, en mi concepto: el Modernismo no es nada más que la saciedad, el hastio, la insensibilidad de las mane- ras conquistadas, que llamamos clásicas, por lo mismo que ya están consagradas y probadas como buenas; el instinto de que lo nuevo es más eficaz que lo ya conocido, porque se maneja con más amor y con más brio; el resultado de ha- berse conseguido una facilidad tal para hacer be- lleza, que ya no se sienten, ni esa belleza ni el deleite de producirla.

EVANGÉLICAS 209

El que se sienta Juan Pérez, que la pase.

E" la memoria de los tontos siempre se está mal; pero cuando los tontos nos rinden cul- to, se está peor.

2.—Nada más molesto, nada más cómico y des- concertador que los parabienes y laudatorias del modisto de la señora, pongo por caso: tienen todas las inflexiones de una invitación a la pun- tualidad.

3.—El vulgo quiere gestos, “paradas”, adema- nes trágicos; porque el vulgo tiene alma de es- teta, aunque rundimentaria, y las actitudes de cuadro histórico y de estatua simbólica le cauti- van: las actitudes esas buscan eso.

4.—Para la turbamulta desde los porteros hasta los presidenciables, un eximio cualquie- ra sin su gestito diario, es como una revista sin monos: no-vale la pena.

210 ALMAFUERTE

5.—Como las posturas demasiado elocuentes y siempre al pelo nunca son, espontáneas puesto que requieren ensayo previo, el vulgo sabe tanto de los hombres que aclama o vitupe- ra, como la concurrencia del teatro infantil res- pecto de los cómicos que la hacen reir.

6.—No solamente bajo los golpes de la adver- sidad se quiebran los caracteres: se quiebran más ruidosamente bajo los dedazos imtbeciliza- dores de una voluntad pública demasiado adhe- siva.

7.—Muy contados son los famosos que se man- tienen extraños a la presión centripeta de la cu- riosidad que despertaron.

8.—Todo admirador es un amo, o pretende serlo; jamás te pongas al alcance de su adhesión.

9.—De cien admiradores que se te acercan, los ochenta, perdóname Juan Pueblo, son claques voluntarias que vienen a cobrar sus pal- madas. Si pagas, se mofarán de tí; si no pagas, te pondrán como no te pondrán dueñas: ele- glrás.

10.—Hay gente que no se admira de nada y ejerce sel oficio de cortejar a los admirables. 'Tam- bién hay holgazanes que gustan de visitar al

EvANGELICAS 211

carpintero en su banco y al albañil en su an- damio. |

11.—Como en la casa de las solteronas millo- narias, entre los habituales de los famosos no se encuentra un tonto ni para remedio.

12.—La idea de la celebridad va unida, en casi todos los cerebros, a las ideas de riqueza, de magnanimidad, de manos abiertas.

13.—Para resultar el hijo de todos después de la conquista de las alturas, seria más razo- nable quedarse en el valle y ser la Minerva de los que suben: a veces el escalón vale más y puede más que quien lo pisa.

y,

14.—Muchos de los que te frecuentan vienen a silbar al pavo real: no esponjes tus plumas por más que silben.

15.—No todos los famosos son gloriosos, co- mo no todos los que penden de una cruz honran la cruz ni todo lo que vibra da notas.

16.—En la admiración femenina hay algo de entregamiento: el entusiasmo que despiertan los

oradores sagrados pone en peligro sus votos.

17.—AÁ veces la fama no es más que un fenó-

212 ALMAFUERTE

meno de farolerismo circulante: no a veces, mu- chas veces.

18.—Rechazarás el fetiquismo de los que be- san la orla de tu manto como quien besara en carne viva: trátalos como a perros, porque son perros.

19.—Las lenguas de los que te ungen con ellas son más venenosas que las lenguas de los que con ellas te difaman. Las primeras te deprimen a tus propios ojos, las segundas a los ojos de los demás; pero las unas realizan la depresión de tu espiritu y las otras la de tu reputación: darás al calumniador el desmentido de los hechos y al adulador un puntapié.

20.—El amor de las multitudes es una túnica que puede incendiarse al primer movimiento in- discreto del que la lleva: la vestirás como una casulla de ritual; ninguna vez como pren- da de abrigo.

21.—También es un traje cortado sin consul- tar las dimensiones del que ha de usarlo: está hecho a la medida del que lo cortó, que suele ser un adefesio.

22.—La gente debe saber que su admiración no te face falta.

EVANGÉLICAS 213

23.—Que de tanto esforzarla para dominar el estruendo de los aplausos o las injurías, tu conciencia no pierda la voz.

24.—l.os hombres superiores no ensayan pos- turas: obligan a las medianías que les siguen de cerca o de lejos, a bailar al son que ellos tocan.

25.—T.os verdaderos exponentes de un ideal, que son los internamente organizados y exter- namente equilibrados para la realización del ideal ese, labraron su reputación definitiva y salvaron al ideal, poniendo a los desencantados y los desertores entre log muertos y los idos.

26.—El que cuenta los que se van se hace es- clavo de los que quedan y da la razón a los que se van.

27.—Cuando la ausencia de alguien produce un vacío en tu ser y una desviación en tus ideas, es porque no eras tú, sino el que se fué, y porque no pensabas con tus sesos, sino con los del ausente: no me vengas, entonces, con la mú- sica de tus excelencias. ¿

28.—6S1 eres de los que enferman en el silen- cio del olvido, de los que arrincona la malque- rencia general, de los que mata la ingratitud, nada se habrá perdido con tu defunción.

214 ALMAFUERTE

29.—El que quiera sobrenadar en el tiempo, a pesar de los siglos, ha de sobrenadar en la vi- da, a pesar de todo y de todos: la posteridad tie- ne presente la fisonomía de los vencedores y de los vencidos; pero a los que se quedaron a la ve- ra del redondel apenas los imagina.

30.—AÁ fuerza de producir desencantos se sue- le llegar a ser encantador.

31.—La humanidad es harina viviente que quiere ser amasada: hazla pan.

32.—Los realmente grandes lo son por com- paración con el nivel humano, como las monta- ñas con el nivel del mal; pero no por confron- tación recíproca como las aves de corral.

33-—Aquel que procede por emulación, que es un eufemismo escolar de la envidia, que vaya a, parlar de su grandeza en los mentideros subalternos de la ciudad, o en la trasbotica de la farmacia de su aldea: nadie tan insignificante que no signifique algo para alguien.

34.—Los cerebros excesivos no estimulan a los otros cerebros: los asombran y hasta los aplastan.

35.—Muy pocos dicen: “quiero ser como Dante”; pero todos exclaman: “¡quién fuera co-

s

EVANGEÉLICAS 215

mo Dante, como Shakespeare, comu Sarmien-

y?

to

36.—No se quiere sinceramente, valerosamen- te, sino aquello que de alguna manera se po- dría: por esa razón fundamental “querer es po- der”.

37.—La envidia es planta de clima benigno: no prospera ni en las cumbres ,ni en los polos, ni en los arenales tórridos. Es dolencia de esco- lares, de marquesas, de chulas, de soldados, de frailes: se desarrolla en las escuelas, en los con- ventos, en los salones, en los mercados, en los cuarteles, en las capillas literarias, en las redac- ciones de diario. Se enferman del mal de la en- vidia, en el trajín de la lucha, las almas me- diocres, las que no son ni sal ni azúcar, con motivo de los triunfos de otras almas tam- bién mediocres, también insipidas.

38.—Para el envidioso, el mérito ajeno es lo de menos: le sobresalta y enardece la buena suerte de sus congéneres.

30.—La envidia cs una protesta casi siempre justa, hasta cierto punto justa; porque hay in- justicia y hay crueldad en llamar a diez mil para elegir a uno solo.

40.—Como caben en el juez los delitos y has-

216 AIMAFUERBTE

ta los crimenes que son objeto de su sentencia, caben en el envidioso las cosas envidiadas: nin- guno tan necio que envidie a las estrellas.

41.—Cuando la mujer dice que quisiera ser hontbre, quisiera ser hombre para ser mujer más cómodamente.

42.—Los méritos -que suele desenvolver la emulación duran lo que la presencia del mérito ajeno que los estimuló: se van con su originador casi tan rápidamente como las imágenes de un espejo; se deshacen al otro día como los rizos hechos a fuego en las crines de una india; son rosas de trapo impregnadas en esencia de rosas verdaderas.

43.—Los maestros, los primaciales, en cual- quier género de oficios, no envidian a nadie, por una razón de hecho: no ven ni ansían ver la obra de nadie.

44.—Siendo la envidia una pasión secundaria, propia de secundarios, que lanza su dardo sobre secundarios, todo aquel que se declara víctima de sus envidiosos, rubrica él mismo su diploma de inferioridad.

45.—Tú serás grande, positiva, categórica- mente grande, cuando seas como el mar, co- mo el sol, como una noche estrellada, que no des-

EVANGÉLICAS 17

piertan nada más que admiración: hasta ese le- janisimo día mo consientas coronaciones ni actos triunfales.

46.—Victor Hugo disimuló, o disculpó su ce- guera de gran artífice, distribuyendo al azar ca- lificaciones ponderativas.

47.—No ver, o no querer ver la obra de los demás no es la manifestación tácita de un gallar- do egotismo: es tener el alma orientada hacia otro rumbo, nada más.

48.—Los que han llegado a cierto nivel de la consideración pública tienen el deber de la insensibilidad epidérmica, como los grandes pa- quidermos; dije mal: no tienen. el deber, han ad- quirido la segunda naturaleza.

49.—Nunca desciendas a la lamentación, que es la más comprometedora de las confidencias.

50.—El dolor de los gloriosos no tiene cura, no debe tener cura. No ha menester, entonces, de la farmacopea consolatoria de los velorios, que encoleriza a los incurables y a los inconsola- bles.

531.—Favorecerás a todo el mundo, amplia- mente, magnánimamente, dejando a tus favore- cidos la tarea de informar sobre los orígenes de su infortunio; porque la desgracia, a la inversa

218 l ALMAFUERTE

de los rios y a pesar de que, como ellos, es fe- cunda en bellezas, suele venir de manantiales tan sucios que invitan al repudio y al castigo más que a la piedad. Pero que tus favorecidos no se conviertan en tus favoritos.

52.—Vigilarás como a malas bestias dañinas, a tus parciales, tus auxiliares y tus familiares: no te acontezca lo que al hijo de Dios, cuya cle- ricia baja y alta la comercia y cuyos pontifices le substituveron hace siglos.

533.-—JLa expectación pública es una maroma por la que ha de marcharse con los ojos clava- dos en un solo punto, sin consultar pareceres.

54.—Los pueblos no pueden pasarse sin ido- los; pero tampoco pueden pasarse sin devorarlos.

3

55.—Los pueblos necesitan creer, del prócer que admiran, que nació para ser admirable hasta durmiendo, como al escuchar a los grandes can- tantes se siente la impresión de que nacieron pa- ra cantar a todas horas.

506.—Necesitan los pueblos creer en tipos hu- manos prodigiosos; porque los tipos esos, aun irreales, dignifican, idealizan a la especie: ima- einarlos va es mejorarse, como respetar la vir- tud ajena ya es una virtud.

57.—Con el mismo furor con que los pueblos

EVANGELICAS j 219

acumulan perfecciones sobre las pequeñas linde- zas de sus predilectos, amontonan monstruosi: dades sobre los pequeños defectos de los que ca- yeron en su desamor.

38.—Los pueblos, gracias a Jos, aceptan mu-

chas cosas reconfortadoras, la conciencia, el albedrío, el remordimiento, el arrepentimiento, la responsabilidad, el deber, y premian o casti-

gan como en el juicio final, sin consultar a los psiquiatras.

59. —Cuando los pueblos havan perdido la ilu- sión de lo admirable, se doblarán hasta las cua- tro patas: la generalidad marcha en dos, nada más que por no deshonrar los modelos que ella misma se forjó, nada más que por no desmen- tirse.

60.—El alma de los pueblos es un misterio cuya dirección corresponde a la Providencia: aquel que se vale de artificios protocolares y de perspectivas, para mantener la ilusión de una excelsitud de que realmente carece, no pasa de un prestidigitador.

61.—Cuando Napoleón tomó maestro de baile y ademanes clásicos, a fin de imponer su gran- deza por los ojos, dejó de ser grande; pero no por lo que aprendió a bailar y a moverse majestuosa- mente, sino por el propósito inconfesable por lo

20 E ALMAFUERTE

subalterno con que ensayó aquel aprendizaje. Se puso en la linea sainetesca de “Monsieur Jour- dain”, rindió vasallaje al espectro galoneado de la vieja corte y ofició de malabarista.

62.— Todavía más: cuando Napoleón tomó profesor de rigodones y de genuflexias sobera- nas, reveló su deseo de dominar, que lo tienen

hasta las mujeres, y negó su naturaleza de dominador, que no la tienen más que los pro- videnciales.

63.—Las pequeñas vilezas, los pequeños ma- nejos, no los magnificaría ni Jesucristo, aunque Jesucristo resucitase y las usara.

64.—Que las minucias canallescas de que no está libre ningún espíritu, te sean tan inútiles co- mo el vello de tus brazos: que pase con ellas lo que con el plumaje de los canarios, del que nadie podría afirmar con exactitud para qué fin es ama- rillo,

65.—Tú repartirás justicia entre tu pueblo, sencillamente sentado a la sombra de una enci- na, como San Luis. Y tu pueblo, “que sueña prodigios y ansia verlos realizados” y “es ha- rina viviente que anhela ser amasada”, alguna vez terminará por apellidar “el grande” v “el santo” a quien así le sugirió la verdadera gran- deza y la verdadera santidad.

EVANGÉJLICAS 221

66.—Los pueblos están hechos de tal manera que cuanto mal y cuanto bien se afirme de ellos, ni es calumnia ni es laudatoria.

67.—El procedimiento más eficaz para la ex- tirpación de la idolatría, es negarse rotundamen- te a dragonear de idolo.

68.—El dolor para los débiles suele ser una puerta que se cierra y para los fuertes una puer- ta que se abre.,

69.—AÁA veces un gran destino está dormido y viene el dolor y le despierta.

70.—Que todos tus pasos en la carrera de la notoriedad sean tan personales como el prime- ro que te introdujo en ella.

71.—No midas el sufrimiento de las personas por las lamentaciones que les origina; hay gen- te que habla de suicidarse con los motivos más CÓMICOS.

72.—Tan indigno del hombre es fingir penu- ras como averiguar si son ciertas.

73.—De diez personas que baten tu llamador, pálidas y lorosas, la cuarta parte se han lavado la cara con vinagre y se ha untado los ojos con zumo de cebollas; pero que toda lágrima te mue- va a su consolación.

000 ALMAFUERTE

74.—Toda verdad, o belleza, o bondad en mar- cha, deben ser ciegas y sordas; son clegas y sor- das como una piedra en el aire.

75.—Los realmente notorios y esclarecidos fa- brican a su sabor el ambiente que necesitan y se introducen en el alma de sus contemporáneos co- mo el agua de añil en un pañuelo de batista: si no son así, no son.

76.— Todo lo que anda aplasta alguna cosa y todo lo que crece desafía al rayo.

77.—La caña, con ser loca y hueca, nunca dejó de crecer por temor a la tempestad: crece, a pesar del rayo, dentro de sus medios de ascen- sión.

78.—Jesús, con ser manso y bueno como un cordero, pisó en el corazón de su propia madre, al echarse a andar.

79.—El odio excesivo suele ser la ceniza de una admiración excesiva.

80.—Aquellos que te aman hasta la adulación, que es una vileza, te odiarán hasta la calumnia, que también es otra vileza.

Una combinación que Je conviene

E

Envíenos Vd. 5 $ m/n. en giro postal a nombre de Leonardo Glusberg, MORENO 1167, Buenos Aires y le sus- cribiremos, a partir de los números que nos indique: a 12 cuadernos de “AMERICA”; 12 ejemplares de la re- vista “BABEL” y 12 de la publicación “LOS CUENTOS”. —=

Gon lo que Vd. ahorrará el 20 ”/, del importe total

Si es Vd. suscriptor de cualquiera de

estas revistas, remita solamente lo que

== falta para completar los 5 $. ==

COLECCIONES

ENCUADERNADAS EN TELA ==

Vendemos a$ 5 M/n. con el 20 %/, de des- cuento a los suscripto- res O 3 las personas que se suscriban al hacernos los pedidos.

O > === QO2-= ==

Solamente durante laos meses de Julio y Agosto

. Poetas Argentinos .... Antología de ( 1a parte , e ad la Primavera ( 2.2 parte Roberto F. Giusti .... Anatole France 11 Edición

Enrique José Varona . Con el eslabón

Martiniano Leguizamón Tradiciones del Pago

Delfina 'B. de Gálvez.. Poesías

Luis María Jordán .... El Príncipe Mamboretá * Agotados. | :

Juan B. Justo ..:..... Ideas sobre Historia Benito Lynch ........ El pozo

Rubén Darío ......... Páginas Olvidadas Emilio Berisso ....... Reminiscencias Pedro Prado ......... Las Copas

Almafuerte ........... Evangélicas

CONDICIONES DE SUSCRIPCIÓN

POr UA DO iii $ 5.00 min.

5 > | » Seis Meses ...... O AS Número suelto, 0.20 en la capital. s: A 0.25 en el interior. | | ; f DOE MLCADO: «iris $ oro 2.50 En el exterior... » Seis meses ....... le e O Úl_ Número suelto .......0. 2... 0.15

Los CUENTOS

Antología quincenal de los mejores Poetas y Cuentistas

o

FPRrRECIO: O.IO CENTAVOS

_ $ e, r ' ' -»> a L SA ) , o y 4 ns . 2% e » . Ñ 2 p,? a y > % de $ dy” dis , 1 A e e el 2 e 2% : , g Ñ e Xx Ñ A e po o A » ño a Fl 4 == » - » mE s ml % - pe - , m Ñ Es

a = y + E

“Revista de Arte y Crítica

7 dl

- Precio: 0.20 centavos