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DEL DEPARTAMENTO NACIONAL DE AGRICULTURA 1883 ty E ps SON EXPEDICION AUSTRAL ARGENTINA >. INFORMES PRELIMINARES PRESENTADOS A $. $. E, E. LOS MINISTROS DEL INTERIOR Y DE GUERRA Y MARINA DE LA - REPÚBLICA ARGENTINA e a rar GIACOMO BOVE Jefe de la Comision Cientifica Aa E PUBLICADOS BAJO LA DIRECCION DEL INSTITUTO GEOGRAFICO ARGENTINO PRECEDIDOS DE UNA INTRODUCCION Y DE OTROS DOCUMENTOS RELATIVOS A LA EXPEDICION AUSTRAL ARGENTINA BUENOS AIRES — Im. DEL DEPARTAMENTO NACIONAL DE AGRICULTURA 15853 23 UY?) C Vi! .) A Sao ALNIINAÍ, TIL OLDVIADFN ODA “TAO YYYUSLL e a E + A INTRODUCCION Los antecedentes de la EXPEDICION ARGENTINA A LAS TIER- RAS Y MARES AUSTRALES de la República, al frente de cuya Co- mision Cientifica fué colocado el distinguido Teniente de la Marina Italiana don Santiago Bove, reclaman las primeras paginas de este libro, compte rendu del oficial nombrado, al Gobierno Argentino que lo honró con tan importante comision. Quedaria la amena y al mismo tiempo cientifica exposicion de los comisionados, deficiente, si no fuera precedida de una esplica- cion, por somera que sea, relativa á las causas que dieron lugar a su estudioso viaje abordo de la corbeta Cabo de Hornos, hacia aquellas regiones, que sino del todo ignotas, por lo menos inesplo- radas detenidamente por la mirada investigadora de los hombres de ciencia. Esta tarea corresponde al Instituto Geográfico Argentino y por su encargo la hacemos, limitándonos á una simple exposicion de los hechos notorios d comprobados por documentos públicos y privados. La prensa politica de Italia nos hizo conocer la primera, los pro- positos del esforzado marino italiano que habia acompañado a Nor- denskiol a la última famosa expedicion a las regiones polares ar- ticas. Se trataba por el Teniente Bove, bajo los auspicios del eminente geografo Comendador Cristóbal Negri de la realizacion de una expe- dicion a los mares australes, alcanzando á la region polar antártica, envolviendo en el programa el trascendental estudio de los grandes problemas que la ciencia con febril curiosidad, atisba sin cesar, apro- vechando todos lo recursos y todas las abnegaciones. IV Era la primera vez que las regiones antárticas merecian la aten- cion de un viajero osado que habia formado parte de una de las ex- pediciones boreales de mayor éxito y de mejores resultados para la navegacion y para la ciencia, y encontró simpatia universal, apre- surándose los estudiosos eminentes a proponer las cuestiones a re- solver por una expedicion de esa naturaleza, prometiéndose material abundante para las soluciones detenidas por falta del despeje de esas incógnitas terribles que se encierran entre los 80 grados y los polos. ¡Pal vez lo imposible en el hemisferio Norte, no lo fuera en el hemisferio Sud! Las revistas cientificas,órganos de competentes sociedades, profun- dizaron la cuestion y nos dieron detalles completos sobre los propó- sitos del Teniente Bove: la Expedicion tocaria en Buenos Aires, de cuyo puerto partiria definitivamente a las regiones boreales tocando en la Tierra del Fuego, siguiendo á la Tierra de Graham, visitando las islas del Rey Jorge, Levingstone, Palmer, Pitt, Biscoe, explo- rando esa incognita que sigue á Tierra de Alejandro, entrelos 70 y 80%, entrando al Mar de Ross, acercándose á los 80%, costeando las tierras Victoria, Ringold, Adelia, Sobrina, en la Isla Terminacion, girando al rededor de la zona glacial entre los 6o y 70%, tocando á las tierras del Kemp, de Enderby, para de esta dirigirse al Cabo de Buena Esperanza y volver a Génova, punto de partida. Una sociedad cientifica del carácter del Instituto Geográfico Ar- gentino no podia permanecer indiferente ante ese programa aplau- dido en todas partes por los grandes resultados a obtenerse para la ciencia y que, además, abarcaba el estudio especial de regiones casi ignotas de la República á las cuales hasta un interes industrial y co- mercial podia llevarnos; en tal concepto, la asamblea general del Instituto por iniciativa de su Presidente, el Dr. D. Estanislao S. Zeballos, resolvió prestar el concurso moral y material de la Socie- dad al atrevido pensamiento, autorizando a la Comision Directiva para la adopcion de las medidas necesarias dedicadas el mejor éxito del propósito. Esta no tardó en poner manos a la obra resolviendo la iniciacion de los trabajos inmediatamente, dando á-los residentes italianos el lugar que reclamaban en la tarea, procurando el apoyo de los hom- bres públicos y de la prensa. El Martes 26 de Octubre de 1881, a la noche, tuvo lugar la reu- nion a que el Instituto Geográfico Argentino habia convocado a los representantes de la poblacion italiana, en este órden: el Consul General de Italia, los periodistas y los presidentes de las Sociedades de la misma nacionalidad.: Estaban presentes la mayor parte de los citados, y el Instituto estaba representado por los doctores Jorje, Pizarro y Zeballos, ingeniero Schwartz, y señores Sarrat y Cerna- das que debian recibir los invitados. Hallábanse tambien presentes los delegados de los diarios nacionales. El Dr. Zeballos, Presidente del Instituto abrió la sesion en los siguientes términos: Señores! En nombre de la Sociedad que tengo el honor de presidir, os agra- dezco la puntualidad con que habeis concurrido a la invitacion. El Instituto Geográfico Argentino, que es en Sur América la única sociedad especialista en su ramo, ha resuelto patrocinar la ini ciativa del Teniente Bove, propuesta a la Europa, y particularmen- te a la Italia para obtener los elementos necesarios a su realizacion. No es menester deciros quien es el Teniente Bove, porque la fama ha derramado su nombre en todas las tierras civilizadas, juntamente con'el de sus jefes Baron Nordenskiold y Capitan Pallander. La felicidad con que acaban de doblar los contornos helados del Viejo Mundo, desde el Mar Báltico, hasta el Estrecho de Behring y la luz que este viaje ha derramado sobre el escenario inmenso de la ciencia y del comercio, inspiraron al Teniente Bove, ánimo levan- tado en organismo robusto, una nueva empresa pero no menos arriesgada, no menos fecunda para ensanchar” los horizontes del saber humano. No es la ocasion oportuna para trazaros el cuadro de los grandes problemas cientificos, cuya solucion guardan las regiones del Sur: prometiéndoos instruiros mas adelante de ello, me limitaré á decir, que ahora la proa de la nave atrevida herirá los témpanos que es- conden el Austro ignoto, amedrentara su fauna entre las sombras - meridionales de la noche Polar, sorprendera el magnetismo terres- tre, luz y guia de la navegacion, — alma de las naves — si decirlo puedo, — en el Polo Sur para redondear asi los trabajos de un siglo sobre su Intensidad, Declinacion é Inclinacion, arrebatando á la bruma del mar, y acaso razas ignoradas a las mas bajas temperatu- ras australes. Tamaña empresa y tan anhelados descubrimientos se realizaran bajo el pabellon de Italia, que habrá ondeado asi sobre los batidores de la civilizacion — los Geógrafos — desde los climas de fuego del Africa Central hasta los campos de nieve que guardan la entrada a la region aplanada del Hemisferio Sur. Nosotros tenemos el derecho y el anhelo de compartir modesta- mente de sus primicias gloriosas. ¿No es acaso el mas allá Austral de la tercera parte del Mundo Nuevo que sombrea la bandera y go- biernan las leyes Argentinas, lo que el Teniente Bove intenta explo- rar y descubrir? Bienvenida sea, señores, á los mares de nuestra pátriala iniciati- VI va fecundadora de Italia, como lo ha sido la llegada del brazo de sus hijos á nuestras tierras despobladas y á las corrientes mismas de nues- tra sociabilidad, que alimenta ya una generacion nacional brotada de troncos itálicos. Reconozcamos además el deber de cooperar en nombre de la civi- lizacion Argentina, que como la Europa no se mostraria indiferente a acontecimientos de esta naturaleza, sin retrogradar al nivel en que las sociedades viven la vida de la materia, olvidando la lucha colosal del pensamiento con los estremos rebeldes del Plata. Por eso, señores, el Instituto Geográfico Argentino se ha apresu- rado a patrocinar la empresa, pensando que habria honor para su pais en contribuir a realizarla. Deseando con justicia que el nombre de Italia—madre de la ini- ciativa—y de la Argentina soberana de las ultimas tierras de Amé- rica Austral, marchen unidas en el alto proposito, el Instituto ha resuelto llamaros en vuestro carácter de representantes de la prensa y de la poblacion italiana dela República, para que asocieis vuestra labor a la suya. En fin, señores, y para sellar esta union, el Instituto Geográfico Argentino se porpone enviar uno de sus miembros abordo de la nave exploradora para que lleve tan léjos, como vaya la bandera tri- color de su mastil, la bandera hermana azul y blanca, que os *hos- peda y que hospedará honrada en los mares a los descubridores del Polo Sur. Señores: Al pasar a cambiar ideas sobre los medios de llevar adelante los propositos que nos congregan, tengo el honor de decla- rar instalada en nombre del Instituto Geográfico Argentino, la Co- mision Central Cooperadora á la Expedicion al Polo Sur. Hé dicho. Concluidas estas palabras, el señor Consul de Italia, el Dr. Citta- dini, redactor de La Patria, el señor Froncini delegado de la sociedad de republicanos italianos el señor Corbellini de la sociedad Paolo Ferrari y el señor Panuzio Presidente de la ftalia Unita, tomaron la palabra y espresaron, haciéndose eco de sus compatrio- tas, su gratitud al Instituto Geografico Argentino por la iniciativa que habia realizado ofreciendo la mas decidida labor para lograr sus propositos. En consecuencia, la Comision del Instituto asoció a sus tareas, numerosas personas respetables é infiuyentes de la poblacion italiana y adopto las siguientes resoluciones: Dirigir una nota a todas las redacciones de diarios argentinos y extranjeros de Buenos Aires, invitáandolos a nombrar delegados que formen parte de la Comision. VII Como ideas generales para un plan de trabajos fueron adoptadas las siguientes : 1.2 Promover una gran suscricion nacional, nombrando delegados de parroquia y manzana en la ciudad y sub-comisiones fuera de Buenos Aires. 2. Obtener beneficios teatrales. 3.2 Conferencias cuyo producto se destine al fondo de la Co- mision. | 4. Peticion al Teniente Bove para obtener una plaza en su nave para un delegado del Instituto. 5.2 Solicitud al Gobierno Argentino de una dotacion para este delegado y de una pension para su familia, en caso de mutilacion ó fallecimiento. 6. Recepcion y festejo en Buenos Aires de los expedicionarios a su arribo al Rio de la Plata. La Comision se instaló en seguida y resolvió comunicar al Te niente Bove sus antecedentes y propositos, esperando la palabra de este para entrar definitivamente en su órden de accion eficaz, con arreglo a sus miras y conveniencias, sin perjuicio de dar los pasos necesarios para el cumplimiento del programa que se habia impuesto. La contestacion del marino italiano no tardó en llegar franca y espontanea. El Teniente Bove mostraba su anhelo entusiasta por la empresa que habia iniciado, sin ocultar las dificultades que se le presentaban y las esperanzas que fundaba en la iniciativa del Insti- tuto. La Comision tenia la base de criterio necesario para juzgar de la magnitud de su empeño, en ese documento que reclama un lugar en la introduccion de este libro por esa misma razon y tambien para darse cuenta de lo que luego vá á leerse. He aqui la comunicacion del Teniente Bove: Spezia, 25 de Febrero de 1881, Señor Presidente de la Comision Cooperadora para la Expedi- cion al Polo Sur, Dr. D. Estanislao S. Zeballos. El vivo interes que ha despertado en Vd. y en el Gobieno de la República, al que tiene el honor de pertenecer como Diputado, la proyectada expedicion a las regiones antárticas, ha encontrado en Italia y en cuantos tienen en el corazon el amor a la ciencia, senti- mientos de verdadera admiracion y respeto. La gratitud que el Comendador Negri y yo abrigamos por la ge- VII nerosa benevolencia que nuestro proyecto encontro en vuestra patria, no es facil espresarla. Sin embargo, no estrañamos tal proceder de un pais en el que las empresas atrevidas, encuentran siempre un eco de simpatia, y en el que el Gobierno tiene por bandera, la mas noble que pueda desple- garse, aquella en que está escrito: Progreso para el bien de todos. Un Gobierno que se ha lanzado por ese camino no puede ser sino un Gobierno fuerte y respetado ; nosotros, los: italianos, seguimos con admiracion los titánicos pasos que se dan en las orillas del Plata, y hacemos sinceros votos porque esos paises, á que nos ligan tantos afectos é intereses, alcancen el fin á que están llamados en dia no lejano de ser el centro de la civilizacion de la América Meridional. Por estar la Italia empeñada en muúltiples expediciones en el Africa, tendentes especialmente á estudiar las comarcas limitrofes al Nilo, tengo que mi: ir necesariamente con poca confianza la ayu- da de mi patria para el- umplimiento de la empresa del Comenda- dor Cristoforo Negri. Es por esta razon qu + he guiado mi vista alrededor, en busca del mas valioso apoyo, y m. .mirada se ha posado sobre el Plata. No habria podido ni,desearia volver á otro punto mi esperanza, aunque sé muy bien que en otros paises de Europa y de América del Norte, el proyecto de una expedicion Antartica hubiera encon- trado interes; pero en ninguno igual al de la República Argentina, como que tampoco tiene para el otro el interes que para esta. Que este interes ha sido reconocido me lo prueba el caluroso apoyo que la empresa ha encontrado en S. S. E. E. los generales Roca y Mitre y el Dr. Rawson, y en cuanto de mas selecto cuenta en lá politica, en las ciencias, el comercio y la industria, la flore- ciente patria del señor Presidente. No me corresponde, ni tendria autoridad, para examinar las ventajas politicas que traeria para la República, una expedicion cientifica á lo largo de la costa de la América Meridional, y a tier- ras bien lejanas que la terminan. El Gobierno es bastante ilustrado y con sus medios propios bien lo habrá comprendido asi, por cuanto el medio de las expediciones cientificas es mas á propósito para ello que cualquiera otro, porque conduce a mas inmediatos y seguros resultados. En el siglo pasado y en el presente, los ejemplos de tal enseñanza son numerosos, y la grandeza de Inglaterra, Francia y Alemania, fué preparada por esas expediciones cientificas. Es célebre la res- puesta de un cacique africano, a un inglés que pedia permiso para atravesar sus estados: Primero vienen los viajeros, luego los misto- neros y finalmente los soldados, respuesta que resume en pocas pa- y ' IX > labras toda la politica de la mas grande entre las naciones mariti- mas. — Pero en-este caso 11o Me corresponde considerar la expedi- cion bajo tal aspecto; por lo que paso a enumerar las ventajas socia- les, económicas y cientificas (por servirme de una espresion del señor Presidente) que reportara a la República una Expedicion Antártica Argentina. Antes de examinar tales ventajas creo conveniente decir algunas palabras sobre la naturaleza de la Expedicion, en el caso que el Go- bierno Argentino quisiese acordarle su completo apoyo y llevarla a cabo bajo los auspicios de la República. Entre las propuestas hechas en el seno de la. Comision que Vd. preside, he notado aquella que se refiere al caso en que si la Expe- dicion Italiana, fuese hecha, el Gobierno Argentino estaria dispuesto a hacer seguir la empresa por uno de sus vapores, el que despues de haber acompañado la expedicion hasta la: mas alta latitud posi- ble, proveyéndola de viveres y carbon, y” “eria a la patria. El Gobierno, entonces, se comprometer. sal armamento y equipaje de uno de sus buques, y á las provisiones de viveres y carbon, que significa un gasto poco mas Ó menos, seg, n mis cálculos, de 2/3 de lo que el Gobierno tendria que gastar si. - hiciese la expedicion por su exclusiva cuenta y en las condiciones que tendré el honor de : so- meter á su exámen. Ademas de esto, el envio de dos oficiales abordo de la nave ita- liana, importaria otro gasto, que, aunque largamente recompensado con las ventajas que indudablemente reportarian al pais que enviaba tales representantes, no seria indiferente tener en cuenta, por cuan- to la República tendria que proveerlos, como acostumbraba hacerlo con sus enviados, de todo aquello que es necesario para representar- la dignamente. La República entonces habria debido sufragar el gasto de arma- mento de un buque, mas un suplemento de cuarenta a cincuenta mil liras por el equipo, instrumentos, sobre sueldos, etc., de sus en- viados, y por la publicacion del trabajo, sobre el resultado de sus es- tudios; y asi mismo, todavia, la República no habria tenido (perdo- neseme la espresion) sino una parte secundaria en la expedicion y las ventajas máximas habrian siempre recaido sobre la esa que fla- meara en la popa de la nave principal. No dudo la apreciacion que el señor anda asi como el Go- bierno harán con referencia a semejante gasto, toda vez que se pue- den conseguir beneficios mayores de aquellos que la República es- peraba de la parte que le correspondiera con arreglo a la que habria tomado en la Expedicion Italiana. Por esa razon adjunto esos resultados, que ofrezco al Gobierno Argentino con medios un poco superiores a los que hubiera debido emplear, si hubiera tenido la La A fortuna de tomar el mando de la expedicion bajo la amada bandera de mi patria. Que el Gobierno Argentino me acuerde uno de sus buques, sea dá vapor o a vela y 100,000 liras, y yo, si Dios quiere, prometo hacer llegar a la region antártica, la hermosa lengua que se habla en las orillas del Plata, y escribir sobre las munca holladas costas de la Tierra de Graham el nombre mas venerado de la República. Cier- tamente la expedicion tendria, aunque modificada por la propuesta para la Italia, resultados aun no conseguidos y que se contarán en- tre los mas memorables del siglo, como muy bien lo dijo el ilustre Presidente de la Sociedad Geográfica Italiana, en la sesion del 28 de Noviembre pasado, cuando ante un numerosisimo público, de- mostró las ventajas que resultarian para la ciencia, de una explora- cion antártica, aunque esta fuese limitada a un simple invierno en las cercanias del circulo polar austral. La Expedicion Antartica Argentina, deberia tener por principal objeto, la exploracion del trecho de la tierra de Graham, compren- dido entre el Cabo de Cockburn y la tierra Alexandra, en los meses de verano, recogiéndose durante el invierno sobre la tierra de Gra- ham con un buque, y especialmente á vapor. En una carta que tuve el honor de dirigir a la Sociedad Geográfica Italiana, y que se- ra publicada en el Boletin del corriente mes, podran encontrarse numerosas y amplias razones en apoyo de mi tésis; me restan algu- nas todavia. La causa que hace de la costa oeste de la Groenlandia Danesa, las costas mas navegables de las regiones árticas, me parece que se reproduce casi enteramente sobre la costa Oeste de la tierra de Gra- ham y las islas y archipiélagos que dividen la tierra, mayormente al Norte que al Sud, afirman esa creencia. Se sabe que las grandes montañas preparan las grandes corrientes de nieve, las cuales cor- riendo al mar por medio de acantilados estienden al largo el campo de hielo de naturaleza marina, y limpian la costa de los obstáculos. Las islas y los archipiélagos tienen por efecto interrumpir dicho campo de hielo y hacerlo asi mas facilmente accesible, como los «ice- berg» y los vientos que generalmente vienen de tierra en verano. Al buque de Dallman en 1874 le fué muy facil introducirse en- tre la isla Biscoy y la tierra firme y ciertamente su descubrimiento no se habria limitado al gran acantilado Guglielmo y otros peque- nos golfos é islotes, si hubiese tenido en su exploracion aliciente mas elevado que aquel que inspira el comercio. Cualquier nave podria, segun mi juicio, llegar donde llegó Dall- man, y no veo razon para que tal via sea impenetrable para la Ex- pedicion Antártica Argentina. Esta expedicion debera siempre componerse de una nave a vapor XI o a vela, montada por una veintena de hombres, entre los cuales 5 a 7 compondrian el Estado Mayor Cientifico. Este último se po- dria reclutar entre los mejores oficiales de la marina y algunos hombres de ciencia de los numerosos institutos de que es rico Buenos Aires; el equipaje puede ser formado de los mas robustos é instrui- dos marineros de la armada Nacional. Un capitan ballenero 0 ice master, como se usa llamarle, deberia acompañar la expedicion; que seria el único que tendria emolumentos especiales que avalúo en 10,000 la campaña. Los oficiales y hombres de ciencia no conser- varian sino su paga ordinaria, salvo las recompensas que el Gobierno les acordase, si los resultados obtenidos diesen lugar 4 tal medida. El ardor que anima a los oficiales (de que me han dado pruebas los Sub-Tenientes Del Castillo y Barilari, que prestan sus servicios en nuestra marina y me honran con su amistad) y a los hombres de ciencia de la República Argentina, me hacen creer que el Gobierno se encontraria bastante embarazado en la eleccion, porque no dudo que seran numerosisimas las solicitudes por servir al pais en una tan noble empresa. A la paga de la tripulación inferior, se podria asegurar un sobre- sueldo proporcional al resultado obtenido, pero no deberia pasar de 20,000 liras como se hizo para el equipaje de la «Vega», despues de la vuelta de este buque del atrevido viaje al rededor del antiguo continente. Las setenta mil liras restantes serán empleadas: en ad- quirir instrumentos (10,000 liras), obras suplementarias con que cuenta generalmente un buque de guerra (20,000 liras), vestidos es- peciales para hacer frente al frio del clima antártico (15,000 liras), recipientes y liquidos para la conservacion de las colecciones hechas (5,000 liras) y gastos imprevistos (20,000 liras). Con estos datos espero que el señor Presidente tomara bajo su patrocinio la propuesta que me atrevo a presentar por su interme- dio al Gobierno Argentino. No dudo.que una gran parte de la suma necesaria para los preparativos del buque podra muy bien ser cubierta por suscriciones recogidas entre los ciudadanos y las colo- nias de la República Argentina, los que ciertamente acogerán la propuesta con mayor interes, cuando sepan que toda la gloria re- caerá sobre su patria. La República Argentina es una nacion eminentemente maritima y es en el mar donde debe desarrollar toda la fuerza necesaria, para ejercitar la justa influencia que debe tener entre los estados del continente. Con la creacion de la marina, hoy potente y organizada, el go: bierno ha comprendido las necesidades del porvenir de la República y estoy seguro que con ese motivo se servirá acordar benévola atencion á mis palabras. XII Las marinas poderosas por buques y material, jamas fueron ni serán las mas influyentes, si el personal no tiene la competencia que solo se consigue por los medios que he consignado, y sobre todo, si no tienen la plena confianza del pais. JP” ai cent vaissaaux, mais je n'ai pas de marine, escribia Napo- leon 1 a Bernadotte, y era una gran verdad. A los buques faltábanles los hombres capaces de manejarlos, y la falta de estos hombres, fué la ruina del Gran Capitan y la ruina dela Francia. El benéfico efecto de la competencia, que el pais obtenga para esta institucion, cons- tituye de antemano la mitad de una victoria. Pero la competencia no se puede imponer y solo se adquiere poco a poco con empresas, que honrando á los que las llevan a cabo, arrojan gran reflejo sobre aquellos que la imajinan y los que las protejen. No serán desconocidas para el señor Presidente las ventajas que consiguió la Suecia y su marina, con el último viaje polar. El nombre de la Suecia fué repetido en todos los extremos del mundo y en la marina sueca, aunque no tuviese abordo de la «Vega» sino dos representantes, considera ese viaje como un triunfo propio y pa- rece reclamada a una nueva vida. La emulacion de los compañe- ros ilustres festejados se hace sentir en el corazon de los oficiales de aquella noble marina, y estoy cierto que si mañana la Suecia se en- contrase empeñada contra una nacion cualquiera, ninguno de $us marinos, recordando la gloria adquirida por su bandera que fla- mearla sobre su cabeza, trepidaria un solo instante en sacrificarse, porque esa gloria permaneciera inmaculada. Estimular la misma dedicacion de los oficiales fué siempre el re- curso que tocaron los hombres de estado de Inglaterra; y cuando los Melbourne, los Minto, los Melville, etc., no podian sonseguir esta emulacion sobre el campo de batalla, la provocaban por medio de grandes viajes de descubrimientos y en los grandes estudios cien- tificos. Estos hechos prepararon casi siempre los triunfos a Inglaterra y se puede sin temor decir, que a la naturaleza y la riqueza de esa na- cion tanto contribuyeron Drake, Cook, Boss, Parry, Nares, etc., etc., cuanto Rodney, Nelson, Tervis, Collinwords, Codrigton, etc. La Alemania, que aspira a ser nacion maritima, hace conocer todos los mares con expediciones cientificas, y prepara dos actual- mente para las regiones polares. Hasta la Holanda quiere volver á sus antiguas glorias, y no aban- dona la via de las exploraciones que ilustraron a sus mas grandes navegantes Barentz, Cornelizoon, Henskerk etc., etc. La ansiedad de conocer, el anhelo por ennoblecer la patria, el de- seo de conseguir mayor gloria, el estimulo que llevara al seno de sus compañeros el oficial que tuviera el honor de formar parte en una XI1! expedicion cientifica de esta naturaleza, el señor Presidente puede facilmente imaginarlo, por lo cual no me estiendo a considerar las ventajas morales que acarreara para la marina de Buenos Aires, a la cual solicitaré el honor de pertenecer, en el caso de que la pro- puesta de la Empresa Antartica Argentina fuese favorablemente aco- gida en la República. Seguro de tal apoyo, he hecho llegar a S. E. el Ministro en Lon- dres, la solictud para que mis servicios sean aceptados por el Go- bierno de la República. ¡Con cuanto mayor animo me adheriré á las vicisitudes de mi pa- tria de eleccion, si mi primer trabajo fuese el de llevar tanto lustre a su bandera, cuya sombra desde entonces me será bien querida! Ventajas morales de no muy poca importancia para la marina na- cional, serian aquellas económicas que alcanzaria el pais entero. Cuando yo propuse a Italia la Expedicion Antartica, hubo alguno que, poco practico de las riquezas que se esconden entre los hielos polares, levantó serias dudas sobre la utilidad comercial de una ex- ploracion en las regiones antárticas; pero no dejo de sorprenderse esta apreciada persona cuando le puse bajo sus ojos las enormes ganan- cias que los ingleses, holandeses, austriacos, suecos, etc., sacaron y sacan de sus pescas polares. La Holanda, sola, para citar una na- cion, desde el momento que el Spitzberg fué descubierto, hasta el dia que su bandera fué eclipsada por la rival inglesa, embolsó no menos de mil millones de florines. Se puede, sin ninguna duda, asegurar que las regiones árticas produjeron hasta el dia de hoy, tres mil millones de liras: cifra bastante elocuente contra quien quisie- ra persistir en negar la utilidad económica de los viajes polares. Las pescas árticas, van por otra parte disminuyendo, y creo que no esta muy lejano el dia que la flota ballenera, abandonando las playas del Norte, se vendrá álos hielos del Sur en busca de los preciosos cetáceos que forman la base de las actuales pescas boreales. Las ventajas que esto traerá a la República Argentina, con la se- guridad de un vasto campo para los buques, que una sociedad bien organizada podria enviar a las regiones antárticas, no es necesario examinarlas. Las prolijas relaciones de Weddel y de Ross, dan fé de la existencia de numerosas ballenas, elefantes marinos, pingúines y otros pajaros de grasa y de guano. Estos navegantes, sin embargo, no han hecho sino breves apari- ciones en la region antártica y no han podido apreciar la riqueza que alli se esconde entre los hielos de las mas desoladas playas, mien- tras que la Expedicion Antartica Argentina, deteniéndose mas largo tiempo podria seguramente estudiar los recursos del pais tocado, y determinar despues, al volver á la patria, los medios para hacer mas benéficos los resultados de la exploracion. XIV Pero cuando los resultados de la exploracion antártica se exami- nen en sus consecuencias cientificas, quedarán sorprendidos al ver que a ninguna nacion se le hubiera ocurrido la idea de una bien or- denada expedicion á esas regiones. Hasta ahora han sido vanas las protestas de dos de los mas ilustres geógrafos de nuestros tiempos, Maurry y Petermann, los cuales siempre aconsejaron el estudio de los fenómenos australes, como la base para encontrar las leyes que regulan la mayor parte de las fuerzas de la naturaleza. ¡Pobre Petermann! Sila parca cruel no lo hubiese arrebatado, ¡cuán grande hubiera sido para su alma el consuelo de ver el pro- ximo triunfo de su grande idea! Sin embargo, pocos dias antes de morir profetizaba la proximidad de ese acontecimiento, y lo que es mas notable, habia profetizado la nacion que antes que cualquiera otra, se lanzaria a esa inmensa incognita que se llama la region austral. «Las Naciones de Sur-América serán fuertes, y comprenderán el inmenso beneficio que harán á la sociedad con una exploracion del océano que baña sus piés». Tres años despues, solamente tres años despues de la muerte del ilustre geógrafo, la República Argentina acoge favorablemente el proyecto de una expedicion antártica, y lo apoya con todos los medios posibles a su alcance. Los resultados cientificos que se obtendrán de una expedicion antartica (repito las palabras del distinguido Presidente de la Socie- dad Geografica Italiana, Principe de Teano), bastarian por sl solos para crear la gloria de la nacion que la llevara a cabo. No hay ramo de las ciencias naturales y fisicas que no esté empeñado en una ex- ploracion antártica. La geografía, la hidrografía, recibirán amplio desarrollo; se podra contribuir a resolver el tan estudiado problema de la forma de nuestro globo; se podrán deducir leyes mas comple- tas relativas a la irradiacion solar; los problemas meteorológicos, magnéticos y eléctricos darán un inmenso paso hacia su solucion, y no menores ventajas se conquistaran para la fauna y la flora, en las observaciones hechas en regiones jamas exploradas. El señor Presidente bien las conoce y no tiene, por cierto nece- sidad de que exponga las ventajas cientificas que de la proyectada ex- pedicion se podrán deducir. El Comendador Cristóforo Negri, en sus «Reflexiones sobre la Expedicion Antártica» las ha, por otra parte, enumerado tan detalladamente, que á mino me quedaria sino copiarlas fielmente; sin embargo, ruego al señor Presidente les preste su atencion y despierte la de todos aquellos que quieran de corazon el honor y la gloria de la bandera argentina ......o.ooooo.... oDana aa vevarl, ya 10 SITENYO SOY XA ONA NA SAVIA MA BA NOXDOY YA YIULSIOM ANÓ OEA 7 OROJO] OLANOSOY pa pue TAIANA AO LEER = 7 AA RO A M2 ON XV pedicion Antartica; pero al examinar el resultado, creo no haber llegado sino a limites muy inferiores á aquellos que se podria alcan- zar. Cuando Colon descubrió la América, nadie se imaginaba el gran valor que tendria tal descubrimiento, y aún muchos lamenta- ban que la tierra descubierta por el gran navegante interrumpiera el camino de las Indias. Bien léjos estoy de atribuir a los descubrimientos que se pudie- ron hacer en las regiones antárticas, la misma importancia que ad- quirieron las tierras de América: me limito solamente á repetir las palabras del famoso ministro de la Reina Elizabet: Knowlledge is Power. Aprovecho esta oportunidad para espresarle mi reconocimiento por lo que ha hecho por mi, rogándole al mismo tiempo se digne ser, acerca de su Gobierno, el intérprete de la gratitud de que me siento poseido por el benévolo apoyo que ha querido acordar á mi pro yecto de una Espedicion Argentina á la region Antartica. Con el mayor respeto, soy del señor Presidente S. $. $. GIACOMO BOVE. Oficial de la Real Marína Italiana, € ——_— Como se vé, por el documento trascrito, el asunto variaba de aspecto, originando consecuentemente una variacion en el sentido de los procedimientos de la Comision Cooperadora y dándose cuen- ta de él en asamblea plena, del Instituto y la Comision, se resolvió comunicaral Exmo. Gobierno Nacional la importante propuesta, co- nisionandose al efecto para acercarse al Presidentede la República, al Presidente de la Comision Dr. Zeballos y a los socios señores Nico- las Calvo, Diputado Nacional, Ernesto Pellegrini, Diputado Pro- vincial de Buenos Aires y los residentes italianos doctor Maximo Rinaldi y Cayetano Pezzi. i La acojida del Gobierno fué atenciosa, preocupando desde luego preferentemente la atencion del departamento de marina en el cual la comunicacion habia sido recibida con entusiasmo. Es sabido en general, hasta donde llegan los limites de las atri- buciones de los diversos poderes del Estado y el Poder Ejecutivo no podia mutu propio resolver definitivamente un gasto de tal natura- leza sin previa aprobacion del Congreso. Por otra parte, circuns- tancias especiales con motivo de la cuestion internacional con Chi- le, impedian distraer elemento alguno de la Armada para este como para cualquiera otro empeño. Sin embargo, la actitud del Gobierno era decisiva, infundiendo esperanzas de contar con su apoyo, una vez terminadas las dificul- XVI tades que surgian en el momento, obstaculizando una buena vo- luntad patriótica y digna del mayor encomio. Mientras tanto, correspondencia posterior del Instituto con el Teniente Bove, habia creado la conviccion de la conveniencia que habia en llevar á cabo, antes de realizar la gran expedicion al cir- culo polar antártico, un viaje preliminar hasta el extremo meridio- nal de América con el designio de adquirir datos cientificos sobre importantes cuestiones meteorológicas, oceanograficas, geofisicas cuyos datos debian influir poderosamente en la organizacion y éxi- to de la empresa principal. El Instituto ofreció al Teniente Bove gestionar acerca de este punto, procurando el apoyo del Gobierno Nacional, y poniendo des- de luego a su disposicion los medios y recursos de la Sociedad. Al mismo tiempo se insinuaba a Bove la conveniencia que habria de su presencia en Buenos Aires, como motivo mayor para esperar buen éxito. El animoso explorador no perdió tiempo, resolviendo su viaje in- mediatamente de tal manera que, el 29 de Abril habia celebrado asamblea el Instituto Geográfico, tratando de los proyectos de ex- pedicion antártica, que preocuban al mundo cientifico, como lo preocupan aun, y el 30, la Comision era agradablemente sorpren- dida con la noticia del arribo al puerto de Buenos Aires, en el vapor Norte América del teniente Giacomo Bove. Una comision del Instituto fué abordo a recibirlo y una vez en la Capital de la República supo hacer resaltar la notables cualidades que lo distinguen recibiendo de los hombres públicos, de la sociedad y de sus compatriotas la acogida que merecia. La prevision del Instituto se confirmo. El viaje preliminar del Teniente Bove a las regiones australes estaba asegurado con su ve- nida, pues que el Gobierno, haciendo uso de la autorizacion confe- rida por la ley de 11 de Octubre de 1880 para exploraciones en las costas maritimas del Sud, resolvió confiar la direccion de la pri- mera de estas al Teniente Bove. El siguiente documento instruye.—asl como la resolucion del GobisHlo recaida con tal motivo—de la primera seguridad con que se contó para llevar á cabo la empresa de que dá cuenta este libro. Buenos Aires, Mayo 15 de 1881, Al Señor Ministro del Interior de la República, Dr. D. Antonio del Viso. El «Instituto Geográfico Argentino», reunido en asamblea ge: XVII neral el jueves, dia de la fecha, acordó recomendar á V. E. al Te- niente don Santiago Bove, de la Marina Italiana, para realizar las exploraciones de las costas maritimas del sur que están ordenadas por una ley del Congreso, de 11 de Octubre de 1880, de cuyas ex- ploraciones reportará el pais resultados de una importancia tal, que esta suficientemente recomendada por el hecho mismo de haber ¡ ins- pirado leyes al Honorable Congreso de la Nacion. La idoneidad del Teniente Bove y su esperiencia en este género de empresas, son notorias. Ha explorado y realizado trabajos geográficos é hidrográficos por órden del Gobierno Italiano en las islas de Borneo al Sur de Italia, y ha adquirido justa celebridad co- mo segundo comandante de «La Vega», cuyo viaje es sin duda co- nocido de V. E. como lo es del mundo cientifico. Tal vez el Gobierno de la Nacion se ha detenido á veces, en la realizacion de las exploraciones australes, en los crecidos gastos que ellas parecian demandar; pero el Teniente Bove asegura que em- pleando un buque a vapor de la armada con su dotacion y servicio ordinario para navegar, los gastos de la expedicion cientifica se cu- bririan con dos mil (2000 $) pesos fuertes. El Instituto en la espresada asamblea ha resuelto ofrecer esa suma al distinguido viajero que nos visita, si el Exmo. Gobierno no cre- yera oportuna darsela, en uso de la autorizacion de la ley de la ma- teria; pero el Instituto espera que el Exmo. Gobierno de la Nacion aprovechará esta ocasion tan favorable para hacer una esploracion patriótica é importante, con el menor gasto posible, y dirigida por una notabilidad europea, que asegura el éxito. El Teniente Bove se pondra a disposicion de V. E. para dar todas las esplicaciones necesarias y ademas de ofrecer sus servicios perso- nales como explorador y sin rango militar, se comprometerá á ins- truir á varios oficiales de la Armada en este género de trabajos. Hay para él un motivo de agradecimiento hácia la República, por la simpática acogida que aqui ha recibido, y lo impulsa tam- bien el vivo anhelo de conocer por viajes preliminares las regiones australes, para agitar mas tarde la misma empresa geográfica de in- ternarse al mar polar. Espera el Institututo que V. E. acogerá benévolamente estas ob- servaciones y le ruega se digne comunicarle lo que al respecto tenga a bien de resolver el Exmo. Gobierno de la Nacion. Dios guarde a V. E. ESTANISLAO S. ZEBALLOS, Presidente. Francisco Segui—Cárlos M. Cernadas, Secretarios. 111 XVII! REPÚBLICA ARGENTINA, MINISTERIO DEL INTERIOR, Mayo 6 de 1881, Contéstese que queda aceptado el ofrecimiento hecho por el Te- niente Bove, por intermedio del «Instituto Geográfico Argentino», y que llegada la oportunidad de proceder al cumplimiento de la ley de y de Octubre de 1880, el Gobierno conferirá a aquel la direccion de los trabajos de exploracion que deben practicarse en las costas maritimas del sur, ROCA. A. DEL VISO: Con esta seguridad partia pocos dias despues el Teniente Bove para Italia a recabar la licencia necesaria de su Gobierno. En tanto la prensa italiana seguia prestigiando la idea de la gran espedicion y con motivo de la llegada del Coronel Mansilla, delega- do del Instituto se espresaba en estos ó en análogos términos. «En la República Argentina hay entusiasmo por la espedicion polar. Es un hecho curioso que la iniciativa de una vieja nacion sea tan bien recogida en aquella nueva y amenaza arrancarnos la gloria que nos corresponderia. Ha llegado á Génova el Coronel don Lúcio V. Mansilla, el que viajando por Europa, viene encargado por el Instituto Geográfico Argentino, de Buenos Aires, para representarlo a cerca del Comité de Génova, para la espedicion polar, encargue que hará conocer á este la iniciativa tomada en la República Argentina y los trabajos que se hacen con tal fin. «Como anunciamos, el Instituto Geográfico Argentino hacién- dose intérprete de ese sentimiento se ha puesto en relacion con el Teniente Bove que ha partido al efecto de Buenos Aires. «Nos consta que el Exmo. Presidente de la República, General don Julio Roca, ha prometido poner a disposicion del Instituto una nave de la Marina Nacional que acompañara á la nave exploradora hasta la Tierra del Fuego. » Los periódicos cientificos y la prensa en general de Europa dieron iguales noticias, recomendando la actitud del Gobierno y del Insti- tuto, primer resultado practico que se obtenia en pró de nuestro prestigio en las naciones del viejo mundo, que tan poco conocen á este pais, como á todos los de Sud América. Por su parte, el Instituto Geográfico afrontaba resueltamente la XIX tarea para llevar a cabo la expedicion preliminar, cuyo programa se habia discutido con el Teniente Bove. Contandose con un buque a vapor la expedicion llegaria á la Tierra de Grahan, y aun en el caso de contar solo con un buque de vela, si la estacion fuera propicia, se limitaria a la exploracion de la casi ignota Tierra del Fuego. El Teniente Bove debia tener como compañeros de expedicion a especialistas en ciencias naturales y geodésicas de manera de hacer completamente proficuo el viaje, llevando desde luego mil pesos fuertes para munirse de los instrumentos necesarios que aqui no se encontraran. El Instituto nombraria un representante que tomaria parte en las deliberaciones de la comision cientifica. El Teniente Bove por un sentimiento de delicadeza desistia de to- do mando militar en la expedicion, debiendo tener esta un gefe de la Marina Nacional, conservando aquel la direccion cientifica de la expedicion con arreglo a un completo programa, marchando de comun acuerdo en los casos que ocurrieran y que no fueran previs- tos en el plan de instrucciones que constituia el programa. Las colecciones, cartas, planos, mapas, etc., en resúmen, todos los resultados de la Expedicion serian de propiedad del Gobierno Argentino, que a su vez obsequiaria á los museos de Italia con los duplicados que resultaran, y á solicitud del Teniente Bove. Este ante proyecto era el fundamento y la norma de los trabajos del Instituto y el que daba lugar á dirigir la siguiente comunicacion al Gobierno Nacional, cuando se tuvo noticia del próximo regreso del Teniente Bove y su compañeros. Buenos Aires, Agosto 14 de 1881, A S. E. el Sr. Ministro del Interior, Dr. D. Antonio del Viso. El Instituto Geografico Argentino reunido en asamblea del 1o del corriente, me ha encargado dirigir a V. E. esta comunica- cion, como tengo el honor de hacerlo, a fin de poner en su conoci- miento la próxima llegada del Teniente Giacomo Bove, de la Real Marina Italiana, con el objeto de ponerse al frente de la Comision Cientifica espedicionaria a los mares del sur, cuya direccion le fué confiada por V. E. en decreto de 7 de Marzo del corriente año re- caido en nota de este Instituto. El Teniente Bove llegará probablemente 4 mediados de Setiem- bre, y como una expedicion de esta naturaleza debe aprovechar la estacion conveniente, su partida no podria tener lugar sin pérdida XX de tiempo propicio, en una época posterior a la primera quincena de Octubre. En consecuencia, el «Instituto Geográfico Argentino» se permite solicitar de V. E. la designacion del buque y personal correspon- diente para esta campaña cientifica y la adopcion de las medidas para el equipo y alistamiento del buque, de acuerdo con las ideas preliminares que el Teniente Bove ha comunicado al Sub-Secretario de Estado en el Departamento del Interior. Con el objeto de presentar a V. E. esta comunicacion y ofrecerle la cooperacion del «Instituto Geográfico Argentino» en los prepa- rativos de la realizacion de la empresa, este en su precitada asam- blea nombró una comision compuesta de la manera siguiente: Ingeniero D. Emilio Rosetti. Dry.» "Hector Alvarez: y » Mariano Marco. » Carlos M. Cernadas. Dr. » Enrique A. de Salterain. cuya comision tiene autorizacion suficiente para prestar a V. E. la colaboracion que el Gobierno pudiera necesitar de este Instituto en la tarea preliminar que reconoce por principal objeto no demorar en Buenos Aires ála Comision presidida por el Teniente Bove, a con- secuencia de preparativos y medidas administrativas que desde luego pueden ser adoptadas. El Instituto se permite recordar a V. E. la necesidad de destinar un buque de la armada al servicio de la Expedicion para que lo pre- vea oportunamente de viveres, de carbon y otros elementos: asi co- mo sera necesario el empleo de embarcaciones menores, para la Exploracion de islas, caletas y canales. Juntamente con el Teniente Bove llegarán algunos profesores ita- lianos delegados de corporaciones cientificas de Génova y Roma; pero no teniendo el Instituto la noticia oficial que al respecto espera por momentos, piensa que V. E. debia limitarse a la preparacion de buques y elementos materiales, postergándose para despues de la llegada del Teniente Bove la organizacion de la parte cientifica de la expedicion. ESTANISLAO S. ZEBALLOS, Presidente. Cárlos M. Cernadas.—PFrancisco Segu?, Secretarios. La resolucion recaida sobre esta nota fué la siguiente: DEPARTAMENTO DEL INTERIOR. Buenos Aires, Seliembre 6 de 1881, Pase al señor Ministro de Marina para que se sirva designar la XXI division y personal militar, el buque o buques de mas elementos na- vales que, de acuerdo con lo dispuesto por el decreto de 7 de Mayo pasado y ejecucionttle la ley de 11 de Octubre de 1880, han de con- currir 4 la Expedicion que bajo la direccion cientifica del Teniente de la Marina Italiana don Santiago Bove debe practicarse en las costas maritimas orientales de la Patagonia y la Tierra del Fuego, y hága- se saber á la comision nombrada por el Instituto Geográfico Argen- tino para representarle en este asunto. ROCA. A. DEL VISO. Los trabajos de la comision nombrada por el Instituto fueron activos y el acuerdo con las miras del Gobierno y los intereses del pais y dela expedicion fué alcanzado, despues de un prolijo estudio y vencer los obstáculos que se oponen generalmente cuando se trata de empresas tan dificiles. El resultado de esas tareas lo espresa mejor que nada el siguien- te decreto del Gobierno de la Nacion que determinaba los elemen- tos materiales con que debia hacerse la Expedicion. DEPARTAMENTO DE MARINA, Buenos Aires, Octubre 22 de 1881, ACUERDA: Por cuanto para la debida ejecucion de las leyes de 13 de Junio de 1877 y 9 de Octubre de 1880, que ordenan se proceda á practicar los estudios y levantar los planos necesarios, para el establecimiento de un sistema de faros y balizas en las costas del Sur de la República a la vez que el reconocimiento y estudio de las costas maritimas orientales de la Patagonia y la Tierra del Fuego—es indispensable designar el personal militar y material naval que deben concurrir a realizar tan importante trabajo, el Presidente de la República, en consejo general de Ministros. RESUELVE: Art. 1.2 Destinanse la Cañonera Uruguay y la corberta Cabo de Hornos a los estudios sobre faros y balizas en las costas del Atlán- tico, como asi mismo al reconocimiento de los depósitos de guano, fosfatos, salitres, etc. y puntos apropiados para la pesca y el faeneo de pingúines en las costas orientales maritimas de la Patagonia y la Tier- ra del Fuego,—la que operarán bajo el mando militar del Teniente Coronel de la Armada D. Rafael Blanco. Art. 2. De acuerdo con lo dispuesto por el decreto de 6 de Mayo XXI! del corriente año, la direccion cientifica de la expedicion estar: áacar- go del Teniente de la Marina Italiana, D. Santiago Bove, á cuyas indicaciones se someterá el itinerario, recaladas yEstacionadas de los buques exploradores. Art. 3.2 Por los ministerios del Interior y de Marina se expedirán oportunamente las instrucciones necesarias para la ejecucion de lo que disponen los articulos precedentes, deslindándose en ellos las atribuciones repectivas de los gefe de la expedicion. Art. 4.2 Por el Ministerio de Marina se adoptarán las medidas requeridas á fin de que los buques exploradores estén listos en el mas breve plazo posible. Art. 5.2 Los gastos que origine esta espedicion se imputarán á las precitadas leyes de 13 de Junio de 1877 y 9 de Octubre de 1880. Art. 6. Hagase saber a la comision nombrada por el Instituto Geográfico Argentino, comuniquese á quienes corresponda, publi- quese y dése al Registro Nacional. ROCAS? BENJAMIN VICTORICA.—A. DEL VISO. —JUAN J. ROMERO.—M. D. PIZAR- RO.—BERNARDO DE IRIGOYEN. Este acuerdo nos demuestra la patriótica desicion del Gobierno que lamentablemente habia de ser obstaculizada. Inconvenientes de elevado órden impidieron desgraciadamente que se pudiera disponer al fin de todos esos poderosos elementos. Debieron limitarse alo mas estrictamente necesario. Era lamentable esto en las circunstancias que se encontraban los trabajos, tanto mas cuanto que la estacion propicia avanzaba y era casi seguro ya que la expedicion no pudiera llegar sin gran peligro hasta mas allá del último cabo dela América Meridional. Sin embargo no se desmayo por tales contrariedades y poco des- pues se habia llegado definitivamente a un arreglo que consultaba to- daslas conveniencias designandose á la corbeta Cabo de Hornos como buque principal, conductor de la comision cientifica, acom- pañado por el cútter Patagones, debiendo adquirirse una lancha a vapor adecuada y todos los demas elementos necesarios al efecto. Despues de una impaciente espera, porque la Cabo de Hornos no habia llegado aun del Sud, cuando los expedicionarios habian llega- do ya a Buenos Aires y todos los preparativos de otro orden estaban cumplidos, se pudo al fin, del 10 al 15 de Diciembre, dar por conclui- dos los trabajos preliminares y designar el domingo 18 del mismo mes XX II! para la partida de la Expedicion Argentina a los mares y Tierras Australes de la República. Los elementos materiales con que contaba eran los siguientes: La corbeta Cabo de Hornos. El cuter Patagones, que debía ser encontrado en Puerto Deseado, segun órden que habia recibido de esperar alli la Expedicion. Una lancha á vapor elegida por el Leniente Bove, y paga por el Gobierno Argentino. Botes diversos y una coleccion completa de instrumentos adecua- dos para los trabajos de la comision cientifica. Los elementos intelectuales que animarian ese material, trayendo ala ciencia el poderoso contingente de su estudio y de su observacion, fueron los siguientes: Teniente de navio Giacomo Bove, Gefe de la Expedicion cien» tifica (1). - Dor. Domingo Lovisato, notable hombre de ciencia, geologo afa- mado, 2. gefe de la Exped'cion cientifica. Dor. Decio Vinciguerra, zoologo y botánico. Teniente J. Roncagli, de la marina italiana que, al par del uso de sus conocimientos cientificos, seria el artista pintor fotografo de la Expedicion. Dor. Cárlos Spegazzini, naturalista, representante de la Univer- sidad de Buenos Aires en la expedicion. Capitan de la marina argentina Edelmiro Correa, representante del Instituto Geografico Argentino. Varios ayudantes prácticos de los diversos miembros de la Ex- pedicion. Agregado por el Ministerio de Guerra don Pablo de Gerardis, corresponsal de varios diarios italianos. La dotacion de la Cabo de Hornos era la siguiente: Comandante, Luis Piedrabuena.—Gefe militar de la Expedicion. Capitan Edelmiro Correa,—2." Gefe militar de la Expedicion. Subteniente, Rodolfo Galeano. Guardias marina: Juan N. Noguera, Juan L. Murua, José M. Achaval, Ignacio Vila. Aspirantes, Adolfo Archel, Estévan Soqui. Cirujano, Edmundo Puch. Comisario, Fermin Eguia. Farmacéutico José Frigerio. Completando la dotacion sesenta hombres elegidos de marinerla. Nadie mas competente para dirigir la nave, en esos mares del Sur, que el Comandante Piedrabuena cuyo solo nombre era una garan- (1 1) El Gobierno asignó al Teniente Bove una mensualidad de 200 pesos fuertes por el tiem - fiempo que durase la Expedicion. TN XXIV tia de seguridad y buen resultado, ni podia ser mejor secundado que por el Capitan Correa uno de los oficiales mejor preparados de la Armada Argentina. En resúmen, la Expedicion partia en condiciones excelentes, llevando el aplauso del pais y los votos generales por su buen éxito. En el momento de la partida el Presidente del Instituto, Dr. Ze- ballos, interpretó los sentimientos de todos, dándole una sentida despedida, confiando en el buen resultado de la Expedicion por la competencia y entusiasmo de los espedicionarios. Una comision del Instituto quedó abordo para acompañarlos hasta Montevideo y atender cualquier ocurrencia de último mo- mento. En seguida la Cabo de Hornos largo sus velas é hizo rumbo para cumplir el encargue, sustentando en sus mastiles el pa- bellon argentino, que iba a servir de enseña en la lucha de la cien- cia contra lo ignoto y lo salvaje! Las narraciones del Teniente Bove y sus compañeros dan cuenta de los resultados de la Expedicion, cuyos prolegómenos se han leido. Es el objeto de este libro y no debemos agregar por nuestra parte una palabra á su respecto. El 1.2 de Setiembre de 1882 la Expedicion estaba de vuelta en Buenos Aires, y pocos dias despues el Instituto recibia a los expedi- cionarios en asamblea, ante numeroso público, habiéndoles prepa- rado antes, como a su llegada de Italia un digno alojamiento. La palabra del Teniente Bove fué escuchada con atencion pro- funda. En su discurso notable hizo la reseña de su viaje, de sus resul- tados y de las vistas para el futuro. Sucesivamente la tribuna del Instituto fué ocupada por los expe- dicionarios, siendo los salones de la Sociedad el punto de cita de todos los hombres de ciencias y de letras del pais, interesados en su progreso. Mencionaremos especialmente el trabajo del Capitan Correa, de- legado del Instituto, en el cual da cuenta tambien, en patriótico y sencillo estilo, cumpliendo con su cometido, de las observaciones y resultados de su viaje. El Instituto, finalmente, apreciando debidamente los resultados obtenidos y el desempeño satisfactorio que los expedicionarios habian dado a la dificil comision, resolvió premiarlos del siguiente modo, Una medalla de oro a don Santiago Bove, Gefe de la Expedi- cion cientifica. Una medalla de oro al Teniente Coronel Luis Piedrabuena, Gefe militar de la Expedicion. Medallas de Plata al doctor don Domingo Lovisato y al Capi- XXV tan Edelmiro Correa, segundos gefes respectivos de la Expedicion. Diplomas de socios del Instituto, sin los cargos reglamentarios á los demás miembros de la Comision cientifica y a los oficiales, nombrados de la -dotacion de la Cabo de Hornos. Estos premios fueron distribuidos en una seccion solemne, presidi- da por S. E. el señor Ministro del Interior Dr. D. Bernardo de Iri- goyen, por encargo especial del Gobierno de la República. Este, por su parte, dictó los siguientes decretos: DEPARTAMENTO DEL ÍNTERIOR. Buenos Aires, Octubre 6 de 1882, Atenta la nota, informe é inventario presentado por el Teniente de la Marina Italiana, don Giacomo Bove, Gefe de la Expedicion Cientifica Austral Argentina, encargada de la exploracion de las costas patagónicas y Tierra del Fuego, el Presidente de la Repu- blica— DECRETA Art. 1.2 Dénse las gracias al Teniente Bove por la inteligencia y acierto con que ha realizado la Expedicion que le fué confiada. Art. 2.2 Comuniquese por el Departamento de Relaciones Exte- riores al Exmo. Gobierno de Italia el próximo regreso del Teniente Bove y la estimacion de este Gobierno por los servicios que él ha prestado. Art. 3.2 Dénse igualmente las gracias a los señores doctores don Domingo Lovisato y don Décio Vinciguerra, á los señores don Cár- los Spegazzini, Teniente de Marina, don Juan Roncagli y al Ayu- dante Cesar Ottolenghi, miembros de la Comision Cientifica Ex- ploradora. Art. 4.2 Hagase saber por el Departamento de Marina que el Poder Ejecutivo esta satisfecho de la digna comportacion de los gefes, oficiales y tripulantes de la Cabo de Hornos. Art. 5.2 Autorizase al Teniente don Giacomo Bove para que, bajo su responsabilidad encomiende la clasificacion y estudio de las colecciones formadas, á que se refiere el inventario presentado, a los profesores que lo han acompañado en su expedicion. Terminada la clasificacion y estudios deberan las colecciones devolverse á este Gobierno para los museos y establecimientos cientificos, quedando los duplicados a disposicion de la Comision Cientifica. Art. 6.2 Comuniquese, etc. ROCAS BERNARDO DE IRIGOYEN. A AAA XXVI DEPARTAMENTO DEL INTERIOR. Buenos Aires, Octubre 10 de 1882, Habiendo terminado con feliz éxito la Expedicion Cientifica Aus- tral Argentina, encargada de la exploracion de las costas patago- nicas y Tierra del Fuego, y considerando: Que la referida expedicion fué iniciada por el Instituto Geográfi- co Argentino y que a su realizacion le ha prestado decidida coopera- cion, el Presidente de la República decreta: Art. 1.2 Dénse las gracias al Instituto Geográfico Argentino por el inteligente y eficaz concurso que ha prestado á la realizacion de la Expedicion Cientifica Austral Argentina, manifestandole la esti- macion en que el Gobierno tiene sus patrióticos servicios. Art. 2.2 Pidase al Instituto Geográfico se encargue de dirigir la publicacion de los Informes, notas y demás documentos referentes a la Expedicion Austral, quedando para ese fin a su disposicion la imprenta del Departamento Nacional de Agricultura. Art. 3.2 Comuniquese, etc. ROCA. BERNARDO DE IRIGOYEN. Los resultados positivos de la Expedicion son múltiples para la ciencia y para el pais. Cuando este libro aparezca estaran ya establecidas las subdelega- ciones de la Tierra del Fuego é Isla de los Estados, y en via de es- tablecerse los faros y la colonizacion en nuestras costas maritimas australes. Son las primeras consecuencias de esta espedicion que será segui- da por otras y otras hasta alcanzar la realizacion del atrevido pen- samiento del Teniente Bove—la exploracion de las regiones polares australes, en cuya noble empresa corresponde el honor del primer paso á la República Argentina, como este libro lo demuestra. FRANCISCO SEGUÍ, Secretario del Instituto Geográfico Argentino. INFORME | DE MONTEVIDEO Á SANTA CRUZ Santa Cruz. Segun las ordenes recibidas de V. E., una vez embarcada la lan- cha á vapor y completadas las provisiones, dejamos el 25 de Di- ciembre á la 1 p. m. la rada de Montevideo. Apenas perdida de vista la ciudad, el viento, que hasta el momen- to de la partida se mantuvo fresco del Este, pasó al E. S. E. y em- pezóo a soplar con tal violencia que la arboladura soportaba ape- nas las gabias bajas y la trinquetilla. — Una mar inmensamente gruesa por la violencia del viento, imprimia 4 la «Cabo de Hornos» un movimiento tan heteroclitico (si se me permite la palabra) que nuestro comedor estuvo desierto, y vi á mas de uno de la Comision Cientifica, despues de haber rendido el necesario tributo al pérfido elemento, volver melancóolicamente los ojos a la tierra que iba per- diéndose en un horizonte de niebla y de viento.—No refiero las particularidades de la navegacion entre Montevideo y Santa-Cruz, porque la sucesion de calmas, vientos contrarios, etc, son particula- ridades de cada mar y de cada nave. No olvidaré sin embargo nuestras dragas, y nuestras observaciones meteorológicas, debidas las ultimas a la buena calidad delos instrumentos llevados; y la regu- _—— ) — ”( laridad y exactitud con que fueron hechas serán de gran ventaja pa- ra el mayor conocimiento de la geografía fisica de los mares austra- les tan poco estudiados. —A la verdad, ninguna corriente sensible se encontró, sinó en las cercanias del Cabo Blanco, bien que entre am- bos la temperatura baja del agua y el ligero peso especifico, tienden a demostrar una corriente fria sobre las costas patagónicas. — Pro- bablemente esa corriente existe, y otros mas afortunados que yo la encontraran, pero ella debe ser tan variable en intensidad y direccion que se escapa por ahora al conocimiento de los navegantes. — Aun- que esta corriente es insensible léjos de las tierras patagónicas, es per- ceptible á lo largo de la costa, y especialmente en la parte compren- dida entre el Cabo Blanco y el Cabo de las Virgenes, á la entrada del Estrecho de Magallanes.—En esta localidad son a veces tan fuertes las corrientes, que no valen los consejos dados a los buques de vela que navegan con direccion al Pacifico, de acercarse a la cos- ta patagónica en vez de alejarse. Las ventajas de un continuo y perfecto conocimiento de la posicion y de la calma del mar (soplan- do casi siempre los vientos S. O.) no se comparan a las desventajas de una corriente contraria y de la navegacion costeando tierras ex- puestas a los golpes de viento del S. E. (suestadas ), las que se hacen pagar muy caro sus raras apariciones. Contrariamente álo que creamos, las dragadas dieron importanti- simos resultados. El método empleado para fijar el cable de la draga 0 trawol en la verga de proa en vez de hacerlo en la maestra O de trinquete, lo encontré mucho mas práctico, porque evita los sacudimientos a la arboladura, las dragas ó traols trabajan mejor y es mas facil tirarlas a bordo.—Recomiendo á los curiosos de la fauna marina la excelente relacion del Dr. Vin- ciguerra, zoólogo de la expedicion—(Véase la Relacion núm. 11.) El interés que este señor mostró para la ciencia que él profesa, me hace alimentar esperanzas para el porvenir, y ahora que la espedi- cion ha concluido, me sorprende la cantidad de las colecciones re- cogidas bajo su direccion en el breve tiempo que permanecimos en las regiones australes. DI Solamente en la mañana del 14 de Enero apareció a nuestra vista la primera tierra patagónica. Era el Cabo San Francisco de Paula, entre el puerto San Julian y Santa-Cruz. A las 7 de la tarde nos encontrábamos bordeando ante el Mount Entrance, y en la mañana del 16, favorecidos por un fresco viento del S. O. pudimos pasar la barra y anclar en el rio frente a Punta Keel. Al cambiar la marea zarpamos y fuimos á echar anclas delante de los Misione- ros, con cuyo nombre se distingue la localidad en que se encuentra la Sud-delegacion de Santa Cruz. Una sensible vitalidad ha sido co- municada a este desierto valle desde que la Sub-delegacion fué crea- da; cinco ó seis colonos habitan ya a lo largo de la orilla del rio des- de la boca hasta la isla de Pavon, y mas de setecientas vacas y miles de ovejas pueblan los alrededores de Punta-Keel, de Salinas y de Pavon. Muchos de estos animales son llevados por la via del mar, pero la mayor parte vienen de la colonia Galense del Chubut, merced a los descubrimientos y a las enérgicas disposiciones tomadas por el capitan Moyano. De cuatrocientas vacas que partieron del Chu- but solo se perdieron veinte en el largo x recientemente explorado camino. He recordado esta travesia pues ella se liga á un impor- tantisimo descubrimiento, cuya verificacion podria aclarar en alto grado la debatida cuestion de los patagones o Gente grande, en- contrada por Magallanes en el puerto de San Julian. El gaucho Garcia, que guiaba la hacienda hácia Santa Cruz, al recoger algu- nas vacas perdidas en la noche se encontró en un valle lleno de huesos y hubiera estado largo tiempo perplejo sobre la calidad de tales huesos, si algunos cráneos humanos no le hubiesen inmediata- mente revelado su especie. Los craneos y demas huesos, pertenecie- ron quizá á una raza extinguida, porque jamás el tal Garcia en sus numerosas excursiones en la Patagonia, se habia encontrado en un pueblo de hombres de tan colosal esqueleto. Esta noticia la obtuve del señor Obligado, sud-delegado de Santa Cruz, en ausencia del capitan Moyano. Hubiera deseado obtener mayores detalles por el mismo Garcia, pero él habitaba a la orilla del rio Chico, á cerca de cien millas de su conflencia con el rio Santa Cruz, y yo e O AAA A A no tenia tiempo suficiente a mi disposicion para galopar hasta alli. Delas vagas indicaciones obtenidas presumo que ese valle se encuentra en las cercanias del Rio Deseado, a 300 millas arriba de su embocadura, y no distante del camino seguido por Musters. Me estraña que el descubrimiento se haya escapado a este profundo observador y en cuanto á su autenticidad me refiero simplemente a las referencias del Sr. Obligado, y del gaucho Garcia. Me proponia permanecer en Santa Cruz solo tres ó cuatro dias, esto es, el tiempo necesario para proveernos de agua y carne fresca; pero por un retardo incalculado, nos vimos obligados á permanecer hasta el 4 de Febrero, y los diez y ocho dias pasados en el rio no fueron perdidos para los decididos profesores Lovisato, Spe- gazzini y Vinciguerra, los que tenian delante un vasto é inesplorado (hablando del lado cientifico) campo de estudio. Usando de algunas observaciones de estos señores y otras del inteligente sub-teniente señor Roncagli, trátase de demostrar 4 grandes rasgos la naturaleza del valle del rio Santa Cruz, uno de los valles mas importantes de la América Meridional, y no de los últi- mos de ta superficie de la Borra. «Trescientos cincuenta años ha que el gran navegante Magalla- «nes ancló en un puerto sobre la costa oriental de una tierra des- «conocida, al que dio el nombre de Puerto de San Julian. To- «mando como punto de partida este puerto, el piloto Serrano con «la «Santiago» exploró la costa hácia el Sud, en la que descubrió «un rio, al que dio el nombre de Santa Cruz. La «Santiago» «dejó su esqueleto en la boca del rio, empezando asi la lista de las «naves naufragas en tan expuestas costas, las cuales, desde el Rio- «Negro hasta la isla de los Estados, no ofrecen sino uno o dos puer- «tos de salvacion, mientras que escollos ocultos, terribles tempesta- « des, corrientes muy rapidas y las grandes olas de la marea com- «binanse para hacer de esas costas, las mas peligrosas entre las «conocidas por los navegantes. » Con estas palabras sombrias, empieza Musters el prólogo de su interesante libro; «At home with he Patagonians.»—La lectura | | de frases tan terribles puede espantar al mas audaz capitan, que no impelido por deseo alguno de aventuras, se vea obligado á atravesar el mar patagónico. Asi es que no hay que maravillarse del mal estar que se apoderó de mi mientras corriamos a toda vela en un rio, cuyo descubrimiento fué sellado por un naufragio. Pero sobre la costa patagónica como al Norte, y en cualquier otra parte, yo tuve siempre materia para discutir con los artistas de oscuros ho- rizontes, pues cuanto mas uno viaja, mas se persuade de que todas las costas, menos alguna esencialmente favorecida, tienen sus peligros. ¿César, hace 1,937 años, habló acaso de las costas Británicas en términos mas favorables que lo que Musters lo hizo de las costas patagónicas? Hace unos 300 años que el rio Santa Cruz escapa á las obser- vaciones de la multitud de expediciones que desde Magallanes a Willis tocaron las costas patagónicas, y recien despues de los ad- mirables trabajos de Fitz Roy y Darwin llegó á nuestro conoci- miento alguna noticia del interesante valle de aquel rio. Fitz Roy y Darwin remontaron el rio cerca de doscientas millas; ya veian desarrollarse ante ellos la espléndida cadena andina, ya estaban por resolver uno de los mas importantes problemas geolo- gicos, cuando por la falta de provisiones y de medios necesarios para vencer la rápida corriente se vieron obligados á retroceder.— La llanura donde llegaron fué llamada por ellos « Mistery Plain » y tal quedó hasta los últimos descubrimientos de los argentinos Moreno y Moyano.—Estos pasaron el llano misterioso y despues de poco camino llegaron a los lagos de Viedma, que ellos recorrie- ron estudiandolos y estableciendo sus verdaderos limites. —Estos eran nuestros conocimientos del valle «Santa Cruz » cuando esta- bamos fondeados delante de «Los Misioneros». — Yo esperaba que seria posible aumentarlos aunqué fuese de un modo modesto, pero los sucesos frustraron totalmente mis cálculos, y en el curso de pocos meses me vi obligado tres veces a cambiar el plan, á fin de concentrar los esfuerzos de mis compañeros de viaje y los mios sobre aquellos puntos menos conocidos y no menos importantes. — (y) — Si los conocimientos geográficos sobre el valle Santa Cruz no han podido dar con nuestra visita sino un pequeño paso; espero que sucedera todo lo contrario del lado de los conocimientos naturales. Apesar de la continua pesadilla por la incertidumbre del momen- to de partida, los doctores Vinciguerra, Lovisato é Spegazzini no dejaron de recorrer el pais, y el Dr. Lovisato en los diez y ocho dias que pasamos fondeados, examinó munuciosamente no menos de 64 kilométros de las dos orillas del rio, del Mout Entrance a la Isla Pavon, por un lado, y de Salinas á Colina Guanaco por el otro. He aqui un resúmen de las observaciones ejecutadas por el profesor Lovisato. (Al trascribir integro algunas de las ob- servaciones de los miembros de la comision puesta bajo mis órde- nes, dejo a cada uno la responsabilidad de sus estudios.) «He recorrido las altas barrancas de la orilla derecha del rio, desde su embocadura hasta la Isla de Pavon en una longitud de cerca de 64 kilómetros, altura á la que he podido examinar tambien parte de la orilla izquierda, acercandome poco mas O menos hasta el paraje llamado la Salina. He visitado la Isla Pavon y los islotes que le hacen corona, y no dejé de ver la Isla de los Leones a la que descendi dos veces. Las interesantisimas llanuras ya arenosas ya pedregosas de esta region, no fueron por mi descuidadas en cuanto me lo permitió lo reducido del tiempo. » «En Santa Cruz se encuentra un terreno terciario cubierto por una inmensa capa cuaternaria, que empieza a levantarse á fines del plioceno y continúa en esta oscilacion de levantamiento en la que se encuentran tambien los terrenos de la Pampa y probablemente toda la parte de la América Meridional. » «Mucho se ha escrito y varias opiniones se han lanzado en general sobre la edad geológica de la República Argentina y por consecuen- cia estos terrenos aunque para mi, de época no muy remota al- gunos, y otros muy recientes, constituyen buen elemento para un estudio geológico. » «Antes debo observar que la capa superficial a veces muy profun- AZ da y que constituye el cuaternario, tiene un aspecto especial, carac- teristico absolutamente diferente de aquellos de los terrenos de la . Pampa. » «En efecto, tenemos allá terrenos arcillosos o arcillo-arenosos, pantanosos, de color oscuro, fangos cubiertos de una espesa y florida cobija de yerbas, escondiendo las reliquias de los grandes mamiferos, y con una pendiente visible hácia el mar, como hácia el valle de las grandes corrientes.» «Hacia abajo, terrenos arenosos 0 arenosos mezclados con un poco de arcilla, con capa de arenisca de conglome- rado, áridos, de un color claro, uniformes, monoótonos, estériles, mostrando solo en su superficie algunas plantas espinosas, enanas, con las hojas medio marchitas; terrenos que no encierran en su se- no reliquia ninguna de los grandes mamiferos, que dan superiormen- te con los llanos inmensos, cubiertos de aluvion pedregoso mezclado con arena, sin sensible pendiente al mar y especialmente hacia el rio, donde presentan perpendicularmente las orillas sesgadas, que se elevan á mas de cien metros sobre el nivel del mar. » «Luego, para mi nada hay comun entre el terreno de la Pampa y este de la Patagonia. Para minosolamenteno existe identidad alguna, sino tambien noto poca contemporaneidad de formacion, como Dar- win piensa, quien parece considerar como artificial y limitado, lo que yo pongo simplemente entre las capas marinas y las capas arcillosas. «Para mi dichos terrenos se formaron en época diversa, de diver- so modo y con diversos elementos. Sino estoy de acuerdo con el ilustre sabio inglés en la hipotesis sobre la formacion del limo de la Pampa, tampoco creo acertada la opinion emitida a este proposito por el gran D'Orbigny, ni puedo hallar exacta la unidad que Dar- win da a las tres divisiones del valle del Plata, divisiones que eran en aquel tiempo muy oportunas, y sobre las que tendré que hablar en la relacion general. » « Podrian exceptuarse, quizá, las islas de los Leones, Pavon y circunstantes, que, con sus arcillas arenosas rojizas y con particulas de sustancia marmórea harian pensar en los terrenos de la Pampa, si no estuviesen alrededor todos los elementos necesarios para pro- ESTO ducir no tan solo los depósitos de esas islas, sinó los de otras, que sin duda se formaran en la oscilacion actual de elevacion del álveo del rio, el cual se restringe por un lado sesgando en otra parte sus orillas. —Tambien el terreno. salino que se encuentra aqui y alli mezclado al terreno arcilloso, y que en los alrededores de la isla de Pavon forma una salina de alguna consideracion, no debe conside- rarse oasis pampeano, porque a más de no encontrar yo en aquel terreno identidad alguna con el de la Pampa, no encuentro en las arcillas circunstantes, huesos de los grandes mamiferos. « En estos bancos cuaternarios correspondientes a nuestras dunas vimos en gran cantidad las valvas de conchas, que viven todavia en la mar vecina, llevadas a una altura superior de cien metros. En la parte mas elevada de Barranca Blanca, sobre la orilla derecha del Rio Santa Cruz, y á algunos kilómetros de su union con el Rio Chico y á cuarenta kilómetros de su embocadura, donde se eleva ciento treinta y cinco metros sobre el nivel del rio, hallamos las verdaderas dunas arenosas del litoral llenas de conchas marinas y elevadas unos doce metros sobre el llano circunstante. « Incidentalmente hago notar que esta barranca tiene sobre el ni- vel del mar mayor elevación que la que tiene la orilla del Arroyo del Azul: orilla que encerraba los restos de grandes mamiferos, re- cogidos por mi en Noviembre próximo pasado. «Como prueba de las recientes oscilaciones de levantamientos sir- vanos tambien la infinidad de valvas de veinte y mas especies de conchas marinas todas existentes en la mar que dista una decena de kilómetros, y las que entre las arenas se encuentran sobre todo el llano de la isla de los Leones término medio de seis a siete me- tros sobre el nivel del rio y por consiguiente sobrepujan do mucho el litoral en que esas conchas tienen su estacion normal. «Bajo esta formacion marina de la Patagonia, tenemos la otra igualmente marina, pero mucho mas potente, que fué formándose en varios periodos de la época terciaria, y que contiene capas hori- zontales con un espesor de cerca de ciento cuarenta metros, llanos de formaciones diversas, que pasan de la marga a la arena, y casi E ¡ todos riquisimas de fosiles, entre los cuales débese recordar la gran «Ostrea patagónica» tan abundante en estos terrenos. «Esta completa formacion podria pertenecer a la que el ilustre D'Orbigny clasificó con el nombre de terreno patagónico; nombre conservado religiosamente por los otros que le siguieron en el estudio de la América Meridional.—Pero yo que tuve la fortuna de recoger una cantidad inmensa de fósiles, entre los cuales hay algunos importantisimos ejemplares de los géneros: arca, cardium, Jfusus, natica, pana, paca, pecten, pectunculus, turrite llavenus, etc., no creo faltar al respeto, ni hacia el ilustre sabio frances, ni hacia los otros que le siguieron, si, completado el estudio de estos fosiles, aquel nombre de terreno patagonico es sustituido por el que la ciencia geológica adopta actualmente para las capas de estos terrenos. «De los restos de mamiferos señalados por D'Orbigny en la me- diania de este llano, no encontré (pero si en capas diferentes é infe- riores á las señaladas por el ilustre geólogo frances) sino dos grandes fragmentos que conservo como preciosos, pero no he encontrado la madera fosil atribuida al mismo horizonte geológico por el eminen- tisimo geólogo; he encontrado en vez de ella una gran cantidad de garras de alacran que nadie menciono hasta ahora en este terreno, y un diente de pez muy bien conservado, que creo poder clasificar sin duda alguna del género lamna. « En ninguna parte he visto asomar el terreno guaranítico, que seria aquel que soporta el patagónico que unido al pampeano, com- pleta el terreno terciario del ilustre D'Orbigny.—He recorrido este llano en una hermosa escursion a Córdoba, y no creo engañarme asegurando que con el conocimiento de la Pampa y del llano pata- gónico, un geólogo deberia en esas zonas aclarar la cuestion del ter- ciario americano, transportandolo á los periodos eoceno, mioceno y plioceno, con las subdivisiones de los planos y terrenos respectivos, haciendo asi desaparecer una vez para siempre, estos nombres abso- lutamente locales de pampeano, patagónico y guaranítico. « En la formacion terciaria de Santa Cruz no faltan las especies 2 minerales. Muy abundante es el carbonato de cal, que abunda con un espato blanco y algunas veces micaceo de brillantez pérlea O vi- trea, y muchos de los fósiles de aquellas barrancas suelen presentarse en finas y lucientes cristalizaciones de un hermoso color cetrino for- mando en los fósiles hermosas conglomeraciones. « El sulfato de cal es tambien abundantisimo en estratos de seri- colita del espesor de diez hasta cuarenta milimetros con las fibras perpendiculares a las capas de la arena arcillosa, en las cuales se encuentran contenidos estos pequeños bancos, que alguna vez pre- sentan en la arcilla misma unos reticulos muy curiosos. —Raras ve- ces se encuentra el yeso en forma de lanza y nunca en cristales muy grandes.—A la silice no le falta mas que la pura calcedonia y mu- chos núcleos son formados de monóvalvas que facilmente se pueden aislar. « El bisulfuro de hierro aparece por pequeños nucleos, en peque- ños riñones y en reducidas esferas en las capas del periodo mioceno. « En la salina anteriormente citada, que queda á poca distancia de Barranca Blanca, se encuentra junto al cloruro de sodium, ya compacto, ya cristalizado en pequeños cubos, la espomita, la mira- bilita y algunas otras sustancias minerales que el analisis me dará á conocer mas tarde. «Dos pequeños depósitos de huano se encuentran en la isla de los Leones, formados por millares de aves maritimas (phalacro corax caranculatus), mezclado a su excremento hojas, vásta- gos, plumas, pescados, huesos, cáscaras de huevos, unidos a los des- pojos de sus pequeñuelos y formando una especie de cono a veces de cuarenta centimetros de alto en cuya cavidad ponen los huevos. «Este huano en via de formacion es muy impuro y no es de opti- ma calidad. «No carece de cierta importancia el examen hecho de la arena y de las rocas llevadas por el rio Santa-Cruz, pues ellas revelan la constitucion litológica de montañas donde se pueden descubrir las ri- quezas mineralógicas que contienen esas masas de piedra. Diré en consecuencia, que entre las piedras abundan las rocas porfiricas de las mas estupendas variedades y de cuantos colores es posible ima- ginar, desde las riquisimas en cuarzo, hasta la que absolutamente carecen de él; vienen en seguida las a/fanitiches y unos esquitos-ar- cillosos muy compactos, oscuros, negros y á veces porfiroides. » «Estas formas litológicas por su dureza y por su inmensa tenaci- dad, eran preferidas por las tribus indias para confeccionar sus at- mas y sus instrumentos que en gran cantidad se encuentran dise- minados especialmente en la parte mas baja, donde corren peque- ños hilos de agua de esa arida tierra. Dela forma del tipo á que pertenecen y del trabajo a veces delicado que manifiestan algunos de los objetos de piedra, hablaré en otra ocasion. «Vienen en seguida las cuarcitas y la filladi esquistosa, abunda el jaspe, que recuerda la paleta de los pintores, muy á menudo se halla el ágata, la calcedonia y en general el cuarzo. «Noto la falta casi completa de las rocas graniticas y conservo algunos pedazos de granito porque me fueron dados generosamente en la Subdelegacion por una persona que me aseguro haberlos en- contrado en el rio; noto tambien la falta de serpentina y de rocas serpentinas, anfibólicas, diallógicas, granitiferas, asi como de las es- pecies de calcáreo cristalino. «Las hermosas arenas blancas y rojizas que traen a mi imagina- cion las de nuestra Italia, extendiéndose del pié de los Alpes Julias hasta abajo de Aspromonte, juntándose despues con la cadena lito- ral de los Alpes Pelocitanas, son diamantiferas especialmenre ricas en magnetita. El diamante aparece en pequeños granos redon- deados con bastante frecuencia, ya en la orilla del rio como en los planos superiores. «Mina abundante es el oro en pepillas, no falta el rubi y es mas frecuente el topacio. «Conservo una muestra de la arena de la isla de Pavon, que en- tre todas la considero mas rica en magnetita, para poder una vez concluida la Expedicion, hacer el minucioso exámen necesario para saber si comprenden nuevas especies de minerales y para determi- nar las proporciones de los elementos ya encontrados. » Hasta aqui los párrafos del informe geológico del profesor Lovi- sato.—A continuacion doy algunos estractos de las observaciones del doctor Vinciguerra. «La fauna patagónica ha sido descrita como generalmente po- bre y uniforme, por todos los naturalistas que han visitado esta vas- ta region; y he tenido ocasion de comprobar la exactitud de esta afirmacion durante nuestra permanencia en el rio Santa Cruz. « Entre los pocos mamiferos terrestres propios de esta region, se , encuentra probablemente una especie de queiróptero que yo no tuve ocasion de observar, pero que se me ha asegurado encontrarse en la Isla Pavon. El «puma» (Felis concolor, Lin) es bastante comun en la region visitada por nosotros; pero es muy poco temido, por- que más bien le huye al hombre en lugar de atacarlo. Mucho mas comun es el Canis Azarae, (Waterh) llamado vulgarmente «Zorro», bajo cuyo nombre tal vez se confunde alguna otra especie del mismo género, y el «zorrino» (Mephistes patagonica, Lich,) bien conoci- do por el olor fétido que despide el liquido que arroja cuando es atacado. | «Pero el que mas abunda sin duda, entre todos los mamiferos de esta region, es el Ctenomys magellanicus (Benn), que por su grito caracteristico se llama «tucú-tucú ». Sus cuevas, mas pequeñas y mas angostas que las del zorro, puede decirse que socavan el ter- reno. Algunas otras especies de roedores se encuentran en la Pa- tagonia, pues esta region, como escribe Darwin, (1) aunque pobre bajo muchos aspectos, puede jactarse de poseer tal vez mayor 'nú- mero de pequeños roedores que cualquiera otra region del mundo, sin embargo, yo no pude obtener más que un pequeño topo (Cte- nomys?) de la Isla del Leon del Mar (Sea Lion Islana). «El mas importante de todos los animales que se encuentran a lo largo del valle del rio Santa Cruz es el Guanaco (Auchenia gua- naco, Esich) cuya carne contribuye en mucha parte a la alimenta- cion de los indigenas y de los colonos. Individuos aislados de esa especie se encuentran en todas partes, y tambien en las inmediacio- (1) C, Darwin, Naturalist's Voyage Around the World. páj. 179. ÉS ¡SS nes de la Sub-delegacion: los numerosos grupos frecuentan con pre- ferencia regiones algo más elevadas y solo en el invierno descienden al bajo: en la época de nuestra permanencia alli ellos eran abundan- tes cerca del Mount Entrance. «Dos especies de cetáceos son frecuentes en la aguas del rio Santa Cruz: una de ellas. es la de colores blanco y negro, descrita por el Dr. Moreno en la página 170 desu «Viaje á la Patagonia Austral» y considerada por él como nueva; (*) la otra menos abun- dante, mas grande y de color mas oscuro. «El leon marino (Octaria Jubata, Jorch) frecuente en otro tiempo en esta localidad; es alli rarisimo y yo no tuve ocasion de ver sino un solo individuo. «Mucho mas numerosas que las de los mamiferos son las es- pecies de aves observadas. Entre estas las mas comunes son el chingolo, (Zonotrichia canicapilla) el pecho colorado (Sturnela militaris ó una de las especies afines) y el chorlo (Iringa sp.) son numerosos los rapaces diurnos, lo mismo que las aves acuáticas. «Las dos especies de «gaviotas» generalmente difundidas en estas regiones (Larus cirrecephalus y dominicanus) vuelan en bandadas numerosas y algunas especies de palmipedos se encuentran tam- bien en abundancia; pero no observé ningun ejemplar del «pato silvon» (Micropterus brachipterus) aunque es indicado como pe- culiar de esta localidad. En la isla del Leon Marino se encuen- tra en abundancia una especie de pengúin (Spheniscus demersus? ) _que pone los huevos bajo del cesped del abione sagitada, Pril.— En algunas partes de la misma isla se observan las vistosas acu- mulaciones de nidos de zaramagullones (Phalacrocorax), uno de los cuales, el Ph. Curunculatus, lo constituye en forma de tron- cos de cono, sólido, por la reunion de tierra con guano y yerba seca, mientras el otro, el Ph. brasilianas lo forma entretejiendo ramas secas, a manera de canastas y lo suspende á los arbustos vecinos. (*) Esta misma especie fué observada por mí á inmediaciones de la embocadura del rio Galle- g'os, en la proximidad del Cabo Virgenes y en algunos puntos del Estrecho de Magallanes. Por consiguiente, ella podria ser idéntica al De/phinno Civilittatus, indicado por Cumingham. «El avestruz, que creo ser la especie mas pequeña (Rhea Ear- winii) no es raro en aquellos lugares, y forma junto con el guanaco el principal alimento de los habitantes de esta region. «No he recogido sino tres especies de reptiles saurianos, de las cuales la más comun me parece idéntica a la Aerantus viridis, generalmente difundida en todo el territorio de la República Ar- gentina. «Una sola especie de Batracios encontré en los pozos de agua del arroyo que corre cerca de la Sub-delegacion de Santa Cruz: esta es una pequeña rana de color aceitunado con dos manchas amarillentas sobre el lomo. «El rio Santa Cruz esta abundantemente provisto de pescados, si no por el número de especies, al menos ciertamente por el de los individuos con que estan representadas. Una sola de las ob- servadas por mi puede decirse de agua dulce, y es el Perichthy lavis, Jen que, encontrado alli la primera vez por Darwin, y vuel- to a encontrar despues en el Rio Negro y en otros rios de la Amé- rica Meridional. Todas las otras son formas de estuario, algunas tambien exclusivamente marinas, que probablemente son llevadas adentro del rio, mal de su grado, por la velocidad de la marea, y que cuando no pueden volver al Océano, vienen á morir sobre las riberas donde quedan en seco y son avidamente devoradas por las gaviotas y por aves carniceras que vuelan al contorno. Este es precisamente el caso de un grueso pescado de la familia de los «ophidiidac», vulgarmente llamado «peje-paloy que me habia indicado el comandante Piedrabuena, bajo el nombre inglés, de «ling» (que sirve para indicar la Molva vulgaris, de los mares septentrionales de la Europa.) Este pescado no está exactamente indicado por ningun escritor de zoologia de esta region y per: tenece segun todas las apariencias al género Genypterus, del cual se conocen una especie de Chile y otra del Cabo de Buena Esperanza y ninguna (por las noticias que tengo) ha sido aún encontrada en estas aguas. Se tuvieron tambien ejemplares de la Parophrys notata, escamberoide descrito por Jenins sobre O UE ejemplares recogidos por la «Beagle» sobre las costas de Patago nia, Pero las especies más abundantes son el «sabalo» que llega á dimensiones considerables y es un Traquinoide del género Ele- ginus idéntico ó poco diferente del maclorinus del Estrecho de Magallanes; un «peje-rei» (Atherinichthys) y una sardina (Clu- pea sp.) todavia indeterminada. Tuve además un solo ejemplar del Mugil, afin con el M. Liza del Rio de la Plata.» «No he podido comprobar la presencia de ningun molusco terres- tre ó fluvial, 4 pesar de las pesquizas hechas á propósito, ni he ob- servado otros ejemplares de moluscos vivos, fuera de los que se en- cuentran encallados en algunos parajes de la playa, principalmente eu la Isla del Leon Marino, y que pertenecen todas á especies ma- rinas arrojadas por el mar tempestuoso O transportadas por las aves marinas. « Entre los insectos son abundantes algunos coleópteros (| Nijite- lia?) y una mariposa (Vanessa?) ademas de algunas otras especies, principalmente hormigas». Hasta aqui las breves observaciones del Dr. Vinciguerra sobre la zoología del lugar, observada de paso. Los pocos dias transcurridos en Santa Cruz los he empleado en escursiones agradables é interesantes. Muy interesante fué en efecto, la que yo hice hasta la Isla de Pavon situada á la distancia de cerca de treinta millas de la desembocadura del Rio Chico y á quince de su confluencia. Salimos Lovisato, el comandante Piedrabuena y yo con una lancha á vapor y una pequeña embarcacion el 19 de Enero. —La marea ascendente nos llevó muy pronto á laaltura de Weddel Bluff y Barrancas Blancas; pero más allá el viento y la corriente contraria levantaron un mar tan fuerte y agitado que la pequeña lancha á vapor empezó á embarcar agua y a dar vueltas como un trompo.—El pobre maquinista, nuevo en esa clase de contradanza, bajo el pánico de un baño frio, dejó bajar la presion al último gra- do, precisamente cuando nos era necesaria mayor fuerza de vapor; ya ibamos á ser arrojados á la costa, cuando un benigno remolino nos llevó á una mar mas tranquila relativamente, á donde encalla- — 16 — mos nuestra embarcacion á vapor y desembarcamos. Estábamos á poca distancia de las casas de Salinas, y de un toldo de indios, por lo que dejando la lancha a vapor al cuidado del maquinista y del marinero Charles, nos encaminamos hácia el vecino establecimiento, a donde esperabamos encontrar caballos para seguir nuestro peque- ño viaje para la Isla de Pavon.—Apenas bajamos a tierra fuimos saludados por dos viejas indias, quienes cantando y bailando nos dieron la bien venida.—La causa de tanta fiesta, se explica muy pronto por los insistentes pedidos de caña y tabaco, y cuando cono- cieron que nada poselamos para regalarles, trocaron los cantos y el baile en maldiciones y caras feas, no teniendo, sin embargo, estas úl- timas nada ó muy poco que desear de la horrible fealdad de las dos brujas. —Gregorio, el colono del pequeño establecimiento de Salinas (asi se llamaba el sitio donde desembarcamos) corrió inmediatamente al campo para procurarnos los caballos necesarios, y yo despues de haber dado una ojeada a las pobres habitaciones que constituian el establecimiento de Salinas, me trasladé al toldo de los vecinos pata- gones. Un joven como de veinte a veinticinco años me hizo los honores de la casa y despues de haberme invitado a su toldo me presentó a su mujer, una jóven de catorce á dieziseis años, mas bien bonita, y gordota como una aldeana de la Brianza.— Llevaba ricos adornos de plata al pescuezo, en los brazos y en las piernas y en su porte habia un algo de despejado, de alegre y de prolijo que dificil- mente hacia creer que fuese una hija del desierto. Despues de una hora volvi al establecimiento acompañado por el joven Tehuelche (*) quien para caminar mas lijero dejó en el toldo su gran capa de gua- naco (*) proporcionandome asila ocasion de observar detenidamente un hermoso campeon de una de las más lindas y mas fuertes razas del globo. —Ninguna raza fué objeto de tantas discusiones como la pa- tagónica.—Pigafetta decia que el mas pequeño de ellos sobrepujaba de mucho al más alto español que él habia visto, mientras que D'Or- bigny añadió que ninguno llegaba a los cinco piés y once pulga- *) Nombre de la raza Patagónica que habita al Sud del Rio Negro. (4) Su único vestido. das.—Opiniones tan distintas, a la verdad, dejaron en la duda a los que no tuvieron la dicha de conocer los desiertos de la Pata- gonia y de descansar bajo el hospitalario toldo de los T'ehuelches. Los indigenas de la Patagonia son indudablemenre una raza grande y fuerte. La proporcion elegante de su cuerpo, el gran desarrollo de sus músculos, debido a su modo de andar á caballo continuo y vertiginoso, su presencia majestuosa como la de un patricio romano en toga, y la seguridad de su propia fuerza, dan a un chusma de aquellos un aspecto formidable y nos obligarian a resguardarnos, si desde luego no conociéramos los sentimientos amigables y carácter caballerezco de los mismos. + El hijo de la Patagonia es eminentemente nómade en verano; rara vez duerme en el mismo sitio, la necesidad de sustento, O la costumbre de una vida de vago, lo obliga 4 recorrer con sus caba- llos diariamente largas distancias. Hay, sin embargo, valles que abundan en guanacos, donde algunas tribus se juntan, atoldan, cazan juntos de dia y pelean de noche. Las faldas andinas son porlo general el teatro de sus grandes cazas y solo cuando la nieve y el hielo cubren los Alpes ameri- canos, ellos bajan a atoldarse en las orillas inferiores del Rio Santa Cruz, Rio Chico, Rio Deseado, etc., para vender las mantas de guanaco confeccionadas en verano y para apagar en la sangre la sed de venganza adquirida en la estacion de las grandes cazas. Ya se ha dicho y escrito tanto sobre los patagones, que yo al «querer hablar de ellos, no podria sino repetir lo de Fitz Roy, Schmid, de Musters, de Moreno, de Moyano, etc. Por otra parte, el poco tiempo que he permanecido en la Pa- tagonia no me permite hablar minuciosamente de sus habitantes. ¿Pero cuantos no hicieron descripciones de pueblos que nunca habian visto sinó en su imaginacion? Listos los caballos nos dirigimos á todo escape de Salinas á la Isla Pavon. Mas acostumbrado a manejar el timon de un buque que la rienda de un caballo, el corto viaje no fué sin espinas; pero quiso Dios que llegaramos al pasaje sin graves machucaduras, o O] a al y dejando los caballos entramos en el bote que nos traslado a la isla de Pavon en la que se levanta un pequeño establecimiento de propiedad del comandante de la «Cabo de Hornos» Sr. Pie: drabuena. Salió á recibirnos el Sr. Dufour, cuñado de Piedra- buena y director del establecimiento, con aquella prosaica y sincera cortesia que, mas que un corazon de gratitud, llena un estómago vacio.— Nos esperaba el mas tierno de las guanacos, cazado el dia anterior, y que, cocinado al estilo de los ciervos en los opiparos banquetes de la Edad Media, hizo los honores de la mesa. El establecimiento de Pavon es una de las colonias mas interio- res de Santa Cruz. Este como ya dije pertenece al comandante Piedrabuena, quien la obtuvo del Gobierno Argentino, en pre- mio de haber con la palabra y con los hechos sostenido siempre la preponderancia argentina en aquellas lejanas playas de la Amé- rica Meridional. Desde que fué creada la subdelegacion maritima de Santa Cruz, el establecimiento perdió mucho de su importancia. Antes alli era el centro de un gran comercio de pieles de guanaco y pluma de avestruz y mas de mil Tehuelches lo visitaban anualmente para cambiar el producto de sus cazas con aguardiente, biscochos, yerba mate, etc. El establecimien to está situado en un islote (Middle Island, de Fitz Roy) en una pequeña altura que domina el único vado del rio. La presencia de los marineros en Misioneros hizo que fuesen innecesarias todas las precauciones adoptadas: hasta ahora pocos años el establecimiento presentaba el aspecto de un pequeño campo atrincherado: una fuerte empalizada lo rodeaba por todos lados y cuatro pequeños cañones siempre cargados con metralla do- minaban el doble pasaje del rio, quitando de este modo a los in- dios la posibilidad de toda sorpresa. Los tres Ó cuatro dias que yo pasé en la isla de Pavon los dediqué al exámen de los islotes que forman como un archipiéla- go atrás del establecimiento, y á la visita de las salinas situadas a la orilla meriodinal del rio. + Estas salinas casi abandonadas ahora, podrian ser la fuente de una rica esportacion a Falkland y a Punta- Arenas, adonde por la pesca de las focas se consume mucha cantidad de sal; pero el propietario por dejar el capital integro á sus hijos, hará traer de Cádiz la sal, que con dos horas de trabajo solamente podria obtener de mejor calidad, mas abun- dante y mejor. El 22 de Enero nos despedimos del señor Dufour y volvimos á tomar el camino de abordo. Era un dia en que todo lo que nos rodeaba parecia de color de rosa, acaso uno de aquellos dias en que á los ojos de un obispo inglés pareceria el augusto valle de los Misio- neros (*) esuna cuenca de oro, y el barreal que corre en él un arroyo alpino; pero por cuanto quisiera yo esforzarme en creerlo, mi ojo vagaba dolorido a lo largo de esas aridas lomas que costean el rio y por los valles desiertos formados por las dos barrancas que se cortan de trecho en trecho y que constituyen la segunda orilla del rio.—N1 los pequeños oasis de Salinas y de los Misioneros lograron sacarme de esa postracion mortal en que me habia sumido la vista de tan grande y estéril territorio. ' Quizas estas palabras parezcan de color oscuro para los que sue- ñan una Santa Cruz agricola; pero cuantas desilusiones se evitan diciendo la verdad, y nada más que la pura verdad!—La escasez de agua es la causa de tanta aridez. — La lluvia que cae anual- mente en la Patagonia es tan insignificante que escapa a toda ob- servacion. ¡Qué diferencia no observaria el que de la Patagonia Occidental bajara por la Cordillera á la Oriental !—Allá una rica y lozana vegetacion, aquí arbustos raquiticos, alla una lluvia á torrentes y un cielo casi siempre cubierto de nubes, aqui una desesperante sequia, un cielo siempre sereno y un sol terrible, abra- sador. — Los densos vapores que se levantan en las cercanias del Circulo Antártico, llevados por los vientos continuos de O. y S. O. chocan con los Alpes americanos, suben a las esferas de la con- densacion adonde abundan las corrientes aéreas y pasando la cum- (4) Donde se encuentra la Sub-delegacion Marítima de Santa Cruz. bre de los Andes bajan despojados de toda humedad a la llanura Patagónica. Las precipitaciones extraordinarias que se producen en las faldas de los Andes y en los montes de la Tierra del Fuego, producen sin duda las terribles borrascas que hacen tan renombrado el «Cabo de Hornos.» Y efectivamente en invierno que hay ménos precipitaciones, tambien las tempestades de O. y S. O. duran menos y son mas raras. A pesar de la pobreza natural del territorio de Santa Cruz, este es infaliblemente al lugar mas á propósito para la creacion de un centro en la Patagonia Meridional. Yo no llego a com- prender, cómo los españoles al escojer el lugar de su desdichada colonia Patagónica, dieron la preferencia a S. Julian,en vez de Santa Cruz. A mas de una vejetacion relativamente mas rica, Santa Cruz ofrece un puerto de mas facil entrada y mas seguro, mas abundancia de agua y mayor facilidad de conseguir leña para el fuego. Militarmente hablando, Santa Cruz es uno de los puertos mas lindos que yo haya visto: sus aguas pueden dar abrigo á una de las escuadras mas numerosas. Su angosta entrada podria ser do- minada facilmente por baterias colocadas en el Mount - Entrance y en las barrancas que le rodean, mientras que la cantidad de bancos que constituyen la extremidad del fondeadero se prestan a un manejo seguro de botes torpedos y pequeñas cañoneras. Pero como no hay rosas sin espinas, el fondeadero de Santa Cruz presenta tambien sus inconvenientes. En primer lugar do- minan alli fuertes corrientes. Ningun buque ha permanecido alli largo tiempo sin tener que lamentar alguna desgracia. La fuerte marejada que se levanta, cuando viento y corriente juegan en sen- tido contrario, ponen en serio peligro las embarcaciones que se destacan del bordo, y cuando el viento y la corriente llegan del mismo cuadrante, no hay á veces fuerza de remos que se les pueda oponer. En la época de la sizigias si las corrientes son favorecidas por un viento Este, muy fuerte, llegan á tener una velocidad de siete á ocho millas por hora, las mareas ascenden- tes entran en el rio como ondadas veloces, negras, amenazadoras. Se reproducen en pequeño las terribles marejadas (tide boxe) que azotan los grandes rios de la China. En las sizigias la marea en Santa Cruz llega a tener diez y seis metros, asi es que el aspecto del rio de la marea ascendente a la descendente es tan distinto que hace dificil el uso de un plano cualquiera. Pero a mas de esas dificultades se presenta otra mucho mas grave para los que se dirigen al rio de Santa Cruz. Una cre- ciente, una marejada mas fuerte cambian a veces por completo la posicion de un banco O producen nuevos; de manera que el plano de hoy es casi deficiente mañana. — Recuerdo cuanto me costó horizontarme con el excelente plano de Fitz Roy; la isla de los Leones presentaba todavia la perspectiva trazada por los oficiales de la «Beagle», pero los bancos que la rodean creo, que todos han sufrido una transformacion radical. El canal que antes se abria al O. de la Isla, está ahora, durante la marea baja, completamente obstruido por un banco que se sobrepone en la estremidad septentrional y la punta del banco que rodea la isla al Mediodía se adelanta por lo menos el doble de lo que está indicado en el plano. Al frente de los Misioneros, adonde ancló el año pasado la «Cabo de Hornos», habia echado el ancla en cinco brazas de agua, y este año apenas teniamos agua suficiente para quedar a flote y a masen dos Ó tres ocasiones el buque encallo. El clima de Santa Cruz es sano y agradable; generalmente a un hermoso dia sigue una noche serena.—Aunque en verano el termómetro pasa los 30 grados, sin embargo, el calor no sofoca, reinando siempre en las horas de calor una fresca brisa del Oes- te.—El invierno es mas bien sensible, pero no es mas frio de lo que corresponda á una latitud tan baja (50% Sud) y á una lla. Aura tans extensa. GIACOMO BOVE. . ma , . Ll d » . a » * ' % , / P 5 4 Ki j 4 i p ' y d A . nr a j eg pi o s y e ' ' A ' is " E ' ' ' m ] » i $ E Ñ a 119 > ] 0 K A " q PUE | Ñ ” o q D x 1 Ñ A ó ' p m : j ' ' ú hn e mn Ñ ñ yO ri FA 4 A vel ¿de mM » ' e El « - 1 h vá á OS: ' í LO f ERAS E , A AN $ EIA ee y VERS AU et - Mie 0 es AA VE dp E 41 sd ESMAS did y Í A Ól OA , ES FIA O ] + ell a ii y Y . í : ALA RIA A A IO ALTAS e A e sli a y weas sei JA YN, 4 y y Y je e - E A IAE A SA A A NS A SS qa a Le, sao es ra. > 2 SÍ ISLAS MALVINAS — ISLA BEPPEL MUs10ON INGLESA - - Lo 7 / / S An Y Potobito Eat ah Y BAbres. INFORME 11 DE MONTEVIDEO Á SANTA CRUZ Apuntes sobre las colecciones zoológicas reunidas en la travesía. Las colecciones zoológicas reunidas en la travesia de Montevideo a Santa-Cruz son bastante considerables y los animales recogidos vienen á demostrar que la fauna marina del Atlántico Meridional en latitudes notablemente bajas, empieza á asumir un caracter de- - cisivamente circumpolar, análogo á aquel que se encuentra en los mares polares árticos. PESCADOS—A 30 millas mas ó menos de cabo Corrientes (30% 210 S. y 57%15'15”G.) fueron pescados con anzuelos algunos in- dividuos pertenecientes al género Serranus y otros de la fami- lia de los Ctrrihitidoe que deben referirse al género Chilodac- tylos que (segun Gunther) no son representados en el Atlanti- co mas que por una especie del cabo de Buena Esperanza, a la cual me parece no se pueden atribuir los ejemplares obtenidos. Es tambien interesante una clase de Gadoíde igualmente toma- do con el anzuelo en (41%42'17"S. 60%0,0.G.) que es probable- mente idéntico especificamente al ejemplar pescado por el capitan King en el cabo Jaieather (Merluccious Gayi Guich?). La pre- sencia de estas dos especies en el mar de la Patagonia viene a —- Pa confirmar la analogía entre la fauna de este y aquella del mar que baña la costa occidental de los puntos estremos de la América Me- ridional. La pesca con el anzuelo procuró tambien algunos ejemplares del Ocanthias vulgaris, ya conocido como habitante de estos mares por las averiguaciones del doctor Cuninghan. El uso del Tray! trajo a la superficie una cantidad de pescados entre los cuales muchos de la especie Notothenia Segan, reciente- mente descrita por Gunther, sobre individuos recogidos por el Challenger cerca del Cabo Virgenes, en 55 brazas de fondo. Es digno de notar el hecho que ejemplares de este género, uno de los caracteristicos de la fauna antártica, se empezaron á obtener el 6 de Enero en la latitud 43% 30'S. Se obtuvieron por el mismo medio dos ejemplares de la Miscyne australis dos jóvenes Lico- des algunos Pleuronettidi y Tryglidi de género indeterminado. MOLUSCOS.—No muy numerosas son sus especies hasta ahora reunidas. Entre los cefalopodos se encuentran algunos ejempla- res de la Rospia Patagónica descrita por E. de Smith sobre in- dividuos recogidos por el doctor Coppinger durante la reciente cru- zada del Alert y un Detopus tal vez 0 (Megalocyathius). Entre los gasterópodos se encuentran en mayor número algunos individuos del género Mangelia y Trochus un elegante ejemplar probable- mente perteneciente al género Muren, notable por la cantidad de matas de pelo de que está uniformemente cubierto, algunas volutas que no me parecen distantes de la Voluta Magallánica, y diversas especies de Ohiton. Entre los «lamellibranch» se notaron algunas clases de Pecten, y otras pequeñas especies no clasificadas, adherentes a las hojas de la Macroystis pirifira;, caleopas flotantes se encuentran tres ó cua- tro individuos de Modiolarco traperina. En la quinta estacion (10 de Enero 47% 19'S 64%50'0.G.) a una profundidad de 56 brazas, se encontraron en gran cantidad Tere- bratulas pertenecientes tal vez al género Wald heima. No faltan ejemplos de gasterópodos provistos de conchas ester- nas entre los cuales citaré una Bella Doris, == 1 En el fondo del Traw!l se encontraron tambien una cantidad mas O menos notable de conchas bivalvas, casi todas correspondien- tes al género Cytherea. CRUSTÁCEOS.—Muchos ejemplares de distintas especies fueron cojidos con el Trawl y entre ellos muchos branchinri, algunos anomuri y principalmente una bellisima y grande especie de Pa- guro, y un ejemplar de la menuda Gregoria. De los macruros probablemente una sola especie de Cairidini, representada por un número considerable de individuos. Los isoprodí están principalmente representados por la Scro- glis Orbigniana, por una especie coridina y algunos parásitos. Una especie de cirripede, probablemente la Lepos australis, fué encontrada como la mediolarea trapezina, adherida á un macro- cystis. GUSANOS.— Algunas clases de anellid? indeterminados. ECHINODERMO—Una especie de noluturia (dinapla) que al- canza dimensiones considerables, mas de 3o centimetros de largo. Dos o tres especies de Echinedi y algunas de Spatangus; pero sobre todo ejemplares de inmensas especies de disteridi, y entre estos un - magnifico astrophyton y varias elegantisimas ofíure. No fué recogido aun ningun ejemplar de Crinoidi, que, como es sabido, habitan un reducido número de especies en las mayores honduras del Atlántico. De los demas grupos inferiores de animales marinos se obtuvieron tambien algunas muestras entre las cuales merecen especial men- cion las esponjas, de las cuales se consiguieron algunas muy lindas y grandes. DR. DECIO VINCIGUERRA, A A AN IEA FEU CES pur 5) TN é cd: a A e E “ s s ' E A G e , se. as A pe ” a e > j po * h Las á 3 : . ». Sl , E E p E iS k lio E a CATE E. » , ' $ - 8 dae , » + P E HEY > : E yy n $ R e 5 - y » 4 bj y " ue a Ms " q. E a 21 p > e SÍ ó “ ves $ pa y > — Y y s en £ 4 E E E , y . 43 E E ' a . e - .. a - , E ra 9 e. » , ee . » > do LA: > > » Y A A AN AA * Ex C A e ” 4 £ 1 E A Ñ K A EN Ñ ¿ A Ni) E ae á ' z » A S É > y ES El 3 = a Pu s nn » casa E £ > y y 3 al > A x 59 í 7 4 * . q e * ' . > , AA - he j h bd A e Ar Y IR AO IL a A IAN AS E OA 29 10] AYILITH E A TOA I4Ipunz ay 2 — SOULS Z] SOJ9P 75/07 3D [04 Jua) ABU Y] 1) SEPRIy end A | SIUOIIIILLO) SO] IP SINOL) id dl | sanv 15! VOVIILIVYS NOISYNIST e e 5 5 5 5 1 1 = II AS INFORME 11 DE SANTA CRUZ Á LA ISLA DE LOS ESTADOS Isla de los Estados. El 3o de Enero, hechas las provisiones de agua y de carne fres ca, aparejamos bajo el impulso de una lijera brisa de N. O. y co- menzamos a bajar el rio. Breve fué, sin embargo, el camino, porque apenas hubimos pasado la punta meridional de la isla de los Leones, el viento cesó y fuimos obligados á echar de nuevo el ancla. Fué no antes del 4 de Febrero que, gracias a las circunstancias favorables, pudimos franquear la barra del rio. El viento, que al momento de partir habia sido lijero é incierto, se cambió no bien habiamos salido del estuario en una brisa muy fresca del N.E., asi que habiendo abandonado el rio á las 11,4las 12.40 perdi- mos de vista el barranco que constituye la margen meridional de la boca del rio. Esa barranca y el Mount Entrance son para el navegante, que por primera vez visita las costas meridionales de la Patagonia, una señal segura. Bien que el curso vertiginoso de la « Cabo de Hornos » nos pu- siese rapidamente al alcance de nuestro objetivo, no me habria desagradado haber tenido dos O tres dias de calma que nos hubiesen — 29 — retenido en el angulo que forman la Tierra del Fuego con la isla de los Estados, para asi poder trazar algunas lineas de profundos sondajes y dragar en algunas localidades que hasta la fecha no han sido molestadas por red ninguna. Pero es el caso decir que quien viaja con buque a la vela cuando «tiene viento, no espera viento» por cuya razon dejé correr la Cabo de Hornos sus ocho millas por hora, contento en sumo grado al verla al medio dia del siguiente atravesando el cabo Peñas. A las 2 p. m. avistamos la célebre Tierra del Fuego en el cabo Inés y pocas horas mas tarde, gran parte de ella se desenvolvió a nuestra vista. Bajo el serenisimo cielo, que me recordaba un cre- púsculo primaveral en la pampa, proyectábanse las altas montañas que constituyen la parte meridional de la isla de las Mesetas de Orosco, y los tres Hermanos, eran claramente discernibles, y masa lo lejos adivinabase el monte Campana, uno de los mas notables de la Tierra del Fuego y llamado asi por su forma cónica. Una masa nebulosa y preñada de amenazas nos indicaba hacia el S.E. la existencia de la isla de los Estados. La noche del 5 nos pusimos a la capa ante la bahia de Policarpo a fin de defendernos del Estrecho de Lemaire, famoso por sus ma- rejadas y sus golpes de viento, y la mañana del 6, avistada la isla de los Estados, navegamos hacia ella con la intencion de echar el ancla tras de la isla del «Año Nuevo» en una bahia que, tomado su croquis y sondada, fué designada por mi con el nombre de Puer- to Presidente Roca, en honor del primer magistrado de la Repú- blica Argentina. La bahia contigua fué honrada por mi con el nombre de S. M. el Rey de Italia, y las dos puntas que la cierran llevan hoy el nombre de Punta Brin y punta San Bon, los dos hombres á quienes la marina italiana debe su resurreccion. Pero no anticipemos los hechos. Nuestras intenciones quedaron muy pronto frustradas por un violentisimo viento del N. E. acompaña- do de tales nubarrones y torrentes de agua, que nuestro horizonte quedó reducido á poco mas de algunos centenares de metros. Fué necesario abandonar la idea de aproximarse á la Isla y buscar re- ON e a fugio mar á fuera. Hacia las 11 a. m., habiéndose despejado el tiempo, se hizo una segunda tentativa sobre el puerto Harry, pero a dos millas de su boca, la neblina cayó sobre la entrada con la ra- pidez de un telon de teatro: delante de nosotros habia apenas el agua suficiente para virar, pero se prefirió a un peligro cierto uno incier- to, se puso la barra a la orza y forzando la arboladura conseguimos remontar cabo San Antonio y salir nuevamente mar á fuera. Al alejarnos de la costa y despues de una retirada tan intempesti- va, al contemplar y no sin sentimiento de terror los desnudos picos y los tétricos barrancos que de rato en rato nos permitia distinguir la neblina, volvia a mi mente el pensamiento de aquellas nuestras tierras sobre cuyas cimas solo vive el alcon, y cuya historia no guar- da sinó una serie no interrumpida de tempestades y luchas por la vida. Tales eran al menos algunos de mis pensamientos y tales son tambien los de aquellos que aprendieron en los libros á considerar a la isla de los Estados como la tumba de todas las embarcaciones que se aproximan a ella. Y querevolucion, sin embargo, debia operarse en mi mente cuan- do dos dias despues, habiéndose calmado los elementos, entrabamos con pocas velas en Puerto Roca. La mañana era extraordinaria- mente espléndida, y la Isla se desplegaba á nuestra vista en toda su grandeza y en toda su magnificencia. Descubriase a cada momento una nueva maravilla y la negra tinta de que veiamos cubiertas las bases de los montes, se cambió bien pronto en el verde oscuro de una riquisima vegetacion que formaba un agradable y estraño con- traste con las desnudas rocas y los oscuros derrumbaderos con que se precipitan hacia el bajo los montes Buenos Aires, Roma, Bu- cheland, Acqui, etc., montes que mas tarde debian hacérsenos tan familiares. Tan grato efecto era, empero, aumentado por los pésimos dias que habiamos pasado y por la aridez de las tierras examinadas an- tes, como quiera que, algunos dias despues, las riquezas que apare- > , . 5 s > cieron a nuestros ojos en los primeros dias de nuestra permanencia A 80, fueron disminuyendo poco a poco y tantas ilusiones se desvanecieron al fin. Si el resultado de nuestras observaciones sobre la isla de los Es- tados no es muy abultado para los especuladores, ellas producirán siempre un beneficio: el de obligar a los interesados a volver una mirada sobre aquel terrible cementerio (permitaseme la palabra) de centenares de naves, y buscar algun remedio que conserve al co- mercio tantas riquezas y tantas vidas. La isla de los Estados en vez de ser el terror de las naves desti- nadas al Pacifico, debia ser una guia para remontar con menos di- ficultad el tan temido Cabo de Hornos. Antes que tratar de evitar la Isla, las maves deberian ir en su busca; pero, si tal cosa puede ser posible (en el estado en que hoy se encuentra) durante el verano antartico (y en tal estacion las nie- blas son frecuentes y las lluvias casi torrenciales) es muy peligrosa durante las largas noches del invierno austral. Facilmente podria evi- tarse esto poniendo un faro sobre la estremidad del Estrecho Le- maire en cabo San Diego y sobre la estremidad Oriental de la isla en cabo San John. Comprendo que mi propuesta no es nueva, pues centenares de veces el capitan Piedrabuena señalo tales necesidades, mas encon- trándose la República Argentina envuelta en disturbios politicos, comprendo que haya sido dificil al Gobierno Argentino escuchar tan humanitaria propuesta. Pero hoy que toda cuestion de pose- sion ha cesado, hoy que la República navega en el océano de la paz, espero que la propuesta del capitan Piedrabuena sea favora- blemente acogida y se ponga pronto mano a la colocacion de los faros sobre las puntas arriba enunciadas. Mi pluma no alcanza a espresar los sentimientos de tristeza con que vagaba a lo largo de las costas de la isla desde Cabo S. John hasta Cabo S. Antonio, entre los cuales puntos examiné detenidamente la costa: no hay palmo de tierra que no recuerde un naufragio: los fondos de Puerto Luisa, de Pactolus, del Año Nuevo, Puerto Roca, los angulos de Brasil, Hall, de la Bahia Humberto, Cabo Colnett, no están cu- ¿URI ANZAL TAE OUT 00 ¡STv9 N SOLER OWIIVIW ORIO) 2299 7d DP MR (N $010 tu) solvpuos * AQUA) ¿Br Edi DJUIDAF N DPI DUO 2 uo rl SY VUIAION TS 19 2otl OppA DADO) DUDA] DUI PAL VIP 11IJOLIIVINOS NUEAPWS 1? 40d opuso] OUPL] el z -*e0Yy "om p— NS o. | SOPUSET SO] Ip NS] SS : dE Y E e SS | di Vo) ILO VI IVL] ol . SUP ES e —o Ne biertos sino de tablas rotas, de arboles despedazados, de fierros torcidos por la violencia de las olas, de cables desmenuzados. En mis momentos de ocio ibame a revisar aquellas tablas, testigos mu- dos de quién sabe cuántas miserias, de quién sabe cuántos actos heróicos, en busca, de un dato que me dijese qué bandera flamea- ba sobre ellas, pero escepto un remo de balza, que llevaba el nom- bre italiano « Vergerin y una tabla sobre la que estaba escrito el nombre inglés « Yess» (') no encontré otra indicacion. Las esbeltas proas genovesas yacen al lado de los amplios costados americanos, las tablas de hace veinte años forman una sola ruina con las tablas de ayer. S1, de ayer. Cuando la «Cabo de Hornos» resistia sobre sus cuatro anclas en el Puerto Roca (13 de Febrero) al mas violento temporal que haya yo presenciado, á una milla del Puerto Cook, la barca anglo americana «Pactolus» mandada por el capitan W. L. Mac Le- llan, de la nueva Escócia, rompia sus anclas y era arrojada por la furia de las olas y del viento contra las rocas que constituyen el fondo de la bahia del Puerto Pactolus. En un Jesús la bar- ca se abrió, desapareció, y fué vomitada sobre la costa. Diversas versiones corren sobre la pérdida del «Pactolus»: el capitan Piedrabuena y yo acojimos con la debida reserva tan en- contradas versiones, y nos sentimos muy contentos de que nues- tra esploracion de la isla de los Estados comenzase bajo tan favora- bles auspicios y fuese dado a la «Cabo de Hornos» cumplir una mision tan humanitaria cual la de recojer aquellos infelices náufra- gos del «Pactolus». Nadie podria comprender la alegria de aque- llos once individuos cuando del fondo de Puerto Cook, (donde se habian refugiado) vieron a la «Cabo de Hornos» dirigirse á toda vela hácia ellos y andar á pocos centenares de metros de su tienda. El capitan Mac Lellan, enfermiso fué inmediatamente alojado (*) Supe mas tarde por el capitan Davíes, (segundo del «Capricornio») que el «Yess» se perdió sobre las islas del Año Nuevo en 1880. Era una magnífica nave de fierro de 2,000 toneladas de registro, y su último viaje era hácia Valparaiso á donde conducia carbon y bebidas espirituosas. Y a bordo: los demás quedaron en tierra hasta que concluyeron sus vi- veres y el 18 de Marzo fueron retirados sobre la «Cabo de Hornos» . El Pactolus no fué el único buque que tuvo necesidad de asis- tencia durante nuestra breve estadia en la isla de los Estados. El 21 de Febrero el ballenero Manuel Carreras de la goleta malvines Juchechetighiu encontro en «el ancladero esterno de puerto S. John a la nave inglesa Capricorn que necesitaba auxilio contra el fuego que espontáneamente se habia apoderado del carbon con que estaba cargada. La nave habia ya perdido sus anclas en desproporciona- do fondo, y habriase seguramente perdido á no ser don Manuel y su gente que trajeron la barca al fondo del puerto donde la fondea- ron para apagar el fuego que de ninguna otra manera era posible dominar. Entre don Manuel y el capitan Rees de la nave inglesa se llegó 4 una convencion por la cual el primero debia poner su goleta á disposicion del segundo para el trasporte á las Malvinas del equipaje naufragado y de la carga salvada de las llamas mediante una recompensa del 45 %/, del valor de todo cuanto se hubiera salva- do incluso el valor de la nave, (que habia sido repuesta a flote y amarrada á tierra) siempre que esta, una vez visitada, fuese decla- rada apta para algun servicio. Todo esto naturalmente tuvo lugar en ignorancia del comandan- te Piedrabuena y mia, pues nosotros no habriamos permitido de' ninguna manera que la asistencia fuese vendida en aguas argentinas bajo tan onerosos pactos, y solo tuvimos conocimiento de lo acae- cido en una visita hecha por miá puerto S. John. El segundo, Davies, del Capricorn que habia quedado en custo- dia de la nave abandonada por el capitan Thomas y por la mayor parte de la tripulacion, me contó que el fuego se habia declarado a bordo a lasinmediaciones del Cabo de Hornos y que apenas reco- nocida tamaña desventura, el capitan habia ordenado hacer rumbo hacia las Malvinas. Los vientos constantes del N. E. impidieron a la nave tocar en tales islas, y asi fué que con verdadera repugnancia por parte del capitan y de la tripulacion, se dió y se ejecutó la orden de enderezar la proá hacia la isla de los Estados. Ve EAU 8 VAGO ON] xvoJ owmand a vood omuand aun SOUYLSY SOY MA VWISI o, PS y 2: e a UN RIO DE PIEDRAS ¡5 2 O Los dias pasados en el mar en vanas tentativas para arribar a las Malvinas fueron los que decidieron de la pérdida de la nave, (pues dudo que el Capricorn esté aún en estado de navegar.) Cuán diversas disposiciones habria tomado el capitan Thomas si hubiera podido contar con un auxilio en la isla de los Estados! La casualidad le hizo encontrar dos embarcaciones al ancla; pero, qué suerte habrian corrido el capitan “Thomas y su gente si hubieran encontrado desierta la isla, como á veces sucede por una larga serie de años? El capitan Piedrabuena y don Manuel están acordes en que no. menos de siete ú ocho naves se pierden anualmente sobre las costas de la isla; si he de juzgar por los restos encontrados, creo que tal - número es aun inferior al verdadero. Rara vez una tripulacion es- capa hacia las Malvinas: los mas son arrebatados por las corrientes y las olas, en sus tentativas de arribar á aquella lejana colonia. Poquisimos son recogidos por las embarcaciones, muchas de las cuales huyen en vez de recoger á los miseros náufragos que piden auxilio. A las g a. m. la Cabo de Hornos echó el ancla tras los escollos Moyano, en ocho brazas de fondo. No bien habiamos anclado, el terrible temporal de los dias precedentes y una lluvia torrencial saludaron nuestra llegada, y solo al día siguiente pudimos tomar cientifica posesion de la isla. El asombro que la vista de la bahia Roca habia despertado en nosotros se centuplicó cuando pusimos el pié sobre la estupenda playa que forma su fondo. Parecianos haber sido trasportados a un pais tropical y que la rica vegetacion de la peninsula de Malaca 0 de la isla de Borneo se desplegase a nuestra vista. La impresion que uno recibe es siem- pre tan relativa a las últimamente grabadas en la mente! Abando- nada hacia pocos dias Santa Cruz, donde a aridas llanuras se su- cedian otras mas aridas aun, nuestro ánimo debia sentirse muy di- choso al hallarnos ante un rico tapiz de flores, sumerjidos en una atmosfera de magnolias, y sentir flotar sobre nuestras cabezas los m ) A tiernos pimpollos de la alta haya Dattulonde y encontrar abrigo en amplias y espaciosas cabañas formadas por la tierna haya antártica. Impresiones relativas, repito, porque despues de algunos dias de per- manencia, tantas bellezas se oscurecieron, los fagus perdieron su magnificencia, las magnolias su belleza y el placer esperimentado en los primeros momentos de la llegada, se trocó bien pronto en sincero dolor al ver nuestras escursiones obstruidas por la molesta haya antartica, tan pequeña, de no poder pasar debajo de ella, tan grande, de no poder marchar por encima, al sentirnos las manos y el rostro lacerados por sus ramas, los piés llagados por las rocas de que esta casi rodeada la isla, al tener que pasar noches y noches sobre húmedos musgos ó en grutas que destilaban agua. A pesar de estos inconvenientes, la isla fué recorrida casi comple- tamente por tierra y por mar, y mas de treinta de sus montañas, te- nidas hasta hoy por inaccesibles, fueron medidas con exactitud por medio de barómetros Fortin y Aneroide. Ninguna de las mas altas cumbres escapó al martillo del géologo, y los montes Richard- son, Foster, Génova, Roma, Buckland, Titton, etc., encierran entre los detritus de sus cimas, recuerdos de nuestra visita. Tierra algu- na, si esceptuamos las mas cultas, fué tan detenidamente estudiada en su forma geológica, como la Isla de los Estados; y el número de las observaciones hechas por el profesor Lovisato servira no poco para hacer la luz sobre estas comarcas tan olvidadas hasta hoy. (Véase el informe del profesor Lovisato.) Cada dia pasado en la Isla de los Estados, nuestras colecciones zoológicas se multiplicaban, ora en especies, ora en número de indi- viduos de la fauna terrestre y maritima. Encontróse esta última mucho mas rica de lo que se creia y la rama de la ciencia que mas especialmente ganara con nuestra visita á la Isla de los Estados, será la Ictiologia. Siento verdadero placer de' tener á bordo un distin- guido especialista en tan importante parte de la zoología como es el doctor Vinciguerra. (Véase el informe del doctor Vinciguerra.) Mientras los señores Lovisato, Spegazzini y Vinciguerra, coadyu- + vados por el señor Ottolenghi recorrian la isla con miras cientificas, yo dirigi al subteniente señor Roncagli y al aspirante Noguera en el estudio de los puntos mas importantes de la costa setentrional de la isla. La brevedad del tiempo y otras ocupaciones no me permi- tieron dar á los trabajos hidrográficos el desenvolvimiento que habria deseado, si para la mejor realizacion de ellos hubiera podido a mas disponer del cúter Santa Cruz. Sentimos no poco su falta, no porque sin él no se hubiera podido desempeñar la honrosa tarea que se nos habia confiado, sinó porque con él nuestro ánimo habria es- tado tranquilo, asignando a aquella embarcacion el penoso y peli- groso trabajo que debieron efectuar las lanchas de abordo. Y en verdad, nada mas desagradable que recorrer con tan peque- ñas embarcaciones una costa donde con la rapidez del rayo caen violentos golpes de viento, donde las corrientes son violentisimas y variables, donde á cada golpe de mar habia que luchar con peligro- sisimas oleadas de marea. Tengo aun presentes los mas minimos detalles de una escursion que hice de puerto Roca a puerto Cook. Sali de puerto Roca con una fresca brisa del oeste: todo hacia esperar que ella debia durar algunas horas, las necesarias para llegar a puerto Cook; pero no bien habia pasado la punta Conway, una mar gruesa del nor-este comenzó á inquietarme. Hice amarrar el segundo estay a la vela, y no fué precaucion inútil, pues pocos mi- nutos despues, el viento empezó á soplar con tal fuerza que la pe- queña embarcacion apenas soportaba la poca tela desplegada. Pero como ásotavento de nosotros no se veia sinó una costa des- mantelada y erizada de rompientes, haciase necesario ponerse a fuer- za de vela para llegar á Puerto Cook antes que el bote corriese se- rio peligro, pero no tuvimos tiempo. Sobre el cabo Baily, en medio precisamente de uno de esos re- molinos que, puede decirse, son la bestia negra de los pobres ba- lleneros quese aproximan á la Isla de los Estados, dos Ó tres ráfagas de viento se sucedieron con tal violencia que en pocos minutos se al- zÓ un espantoso mar. No era posible gobernar ni usar las velas, ni remar: la pobre embarcacion se alzaba, se bajaba, se retorcia bajo » A la acion de aquellas ondas que la azotaban de proa, de popa y de flanco; si hubiera tenido tiempo de hacer observaciones, la habria comparado con un pedazo de madera arrojado en una caldera de agua en ebullicion. Jamás encontré tan justo el proverbio: Hay un Dios aun para los locos, como en esta ocasion, cuando ya crela- mos entrar en el centro del remolino y nos encontrábamos afuera : un prolongado suspiro se escapó de muestros pechos y todos volvi- mos los ojos al peligro de que habiamos escapado. A nuestras es- paldas, el mar no era mas que una serie de cimas rectas y blanquis- cas que se seguian, que se avanzaban unas sobre otras reaparecien- do mas veloces y mas terribles, semejábanse á millares y millares de rompientes, y el fragor parecido al del trueno que resuena sobre los valles, hacia aún mas aparente el engaño. Estaba asombrado de nuestra salvacion, pero no era el momento de mayores reflexiones, el tiempo apuraba y era necesario ganar el puerto con la mayor prontitud. Llegamos á bordo en el momento en que se desencadenaba uno de aquellos temporales cuya violencia solo puede conocer quien haya doblado el Cabo de Hornos. Me he detenido un poco sobre esta corta pero dificil escursion efectuada por mi, para significar cual seria mi zozobra cuando te- nia que mandar un bote fuera del buque. Parece que nuestra sal- vacion se hubiera debido a la rapidez misma de las olas; el ligero bote habia adquirido una inercia relativa sobre la masa de agua que lo sostenia, por lo que quedo atras luchando con aguas menos velo- ces y menos encrespadas. i | Los cabos S. John, S. Antony, Middle South y San Bartolomé son los puntos de la isla donde estos golpes de marea son mas vio- lentos. Alcanzan a veces una velocidad de cinco a seis millas y se estienden a seis ú ocho millas de la costa. Con viento del S. O. y S. E. los golpes de marea de San Bartolomé y de cabo Middlle dan la mano a los del Cabo San Diego y a los del Cabo Buen Suceso de la Tierra del Fuego formando á través del Estrecho de Lemaire un mar (especialmente cuando el viento y la corriente marchan en sen- tido contrario) tan grueso, tan acelerado, a punto de poner en serio > TR E A NOSSOTE VIA YI NE OLIONON SOUYLSA SOT HA VIS] Na A ae 4 1 ' Ñ . . Í ñ » A p Y . . q l A ¿ CN E J ELA AS | ni A A ' ' . ' . * y s o e . , ño ma ; TO 4 Ñ y p Ñ 1) y Ñ PD ai] 17 peligro a una pequeña embarcacion y causar seguras averias á una grande. Un capitan americano me asegura que cuando la Great Republic () quiso aventurarse en el Estrecho de Lemaire con un fuerte viento del S.S. O. y corriente favorable, faltó poco para que se perdiese. A la altura de Cabo South un golpe de viento lo embistió de traves con tanta fuerza que la columna de agua se alzó á una veintena de piés sobre la amura y recayendo sobre el puente, destrozó no menos de cincuenta piés de cubierta. Puerto Presidente Roca y Puerto Cook de que hice levantar cuidadosamente un cróquis, son, en mi parecer, los puntos mas nota- bles de la costa norte de la isla; el primero como lugar de temporaneo refugio contra los vientos del Oeste al S. E. y S. O. y el segundo como el mas adecuado para una larga residencia en estos parajes. El buque que intente arribar a Puerto Roca puede pasar con toda confianza por el medio del canal comprendido entre las islas del Nue- vo Año y entre estas y cabo Colnett por un lado y punta Convay por el otro, indicandole el Help (**) los peligros:que debe evitar. Es facil discernir el Puerto Roca por el grupo de islotes que se le én- frentan por el lado norte y por los montes Buenos Aires y Roma que forman su base al Sur. El primero de estos se distingue por el pezon que constituye su cúspide; el segundo por el color rojizo y la aspereza de las rocas que forman su parte superior. Mas á la derecha del monte Roma tenemos el monte Italia, que es. una colina de pendientes suaves y cubierta con rica vegetacion hasta su cima. | El mejor ancladero para un buque de alguna dimension es el que está a espaldas de los escollos Moyano al S. O. y á media milla de su punto central. (*) Un el:per americano de 4,000 tonelalas de registro. (*) Esta alga (Macrocysty inferior) es la planta mas providencial del Océano Austral. Ella in- dica á los navegantes los escollos ocultos; forma el antemuro de los muchísimos entre los puer- tos de Tierra del Fuego y constituye tanto directamente como por medio de sus parásitos el prin- cipal alimento del pobre fueguino. A eS Aún cuando la marca esté bajisima, no hay menos de 12 metros de agua. Siendo las corrientes suficientemente fuertes y con direccion de N. E.4S. O. los buques tendrán que echar sus dos anclas sobre esa linea, lo queles permitirá resistir al viento reinante de la localidad, que es el N. O. Este ancladero está un poco espuesto álos vien- tos del N. E., pero como son raras veces de larga duracion, no forman un serio peligro para los buques que anclan en Puerto Roca. El embocadero del arroyo que baña la casa que habiamos habitado, constituye el mejor punto para abordar. Cuando la marea está may alta, las embarcaciones pueden remontar el arroyo y encontrar en su pequeña creciente un buen reparo contra la irrupción del mar, el cual, por la naturaleza de la costa (por lar- go trecho uniforme) se desencadena á veces furiosamente. El ancladero del Puerto Roca ofrece sobre todos los demas de la isla la ventaja de permitir salir de él con cualquier viento, lo que no se puede decir del puerto Cook, puerto S, John, Parry, etc., ete., los cuales por la estrechez de su boca, por el cambio simultáneo del viento propio de toda garganta y barranco, por la violencia de las ráfagas de los vientos y por la variabilidad de sus fondos esponen los buques que tienen que,entrar ó salir de ellos a graves peligros. No encontramos pocas dificultades para elegir el dia de nuestra partida del Puerto Cook: los vientos aunque lige- ros porel Sud entraban con fuerza extrema en el angosto pasaje y se presentaban bajo distintas direcciones en la boca. Es menester tomar toda clase de precauciones, sea al entrar, sea al salir de estos puertos; las anclas deben estar listas para poder anclar en cualquier ocurrencia (una ancladura de popa no será demas), las velas cuadradas deberán cerrarse y de las latinas se conservan solo las necesarias para el buen gobierno del buque. Dimos á Puerto Roca la preferéncia para nuestros estudios, por ser la parte central de la isla, por tener un clima mas agra- dable que cualquier otro punto y por ser su fauna y flora abun- dantes. 2) — 3) 0 — Sobre la margen occidental del arroyo establecimos la casa que el subdelegado de Santa Cruz nos habia suministrado y a su alre- dedor levantamos las tiendas que sirvieron de laboratorio a los na- turalistas que habian desembarcado conmigo. Delante de la ca- sa fué erigido un sedicente mástil de buque y a su extremidad izamos de vez en cuando los colores argentinos. En un bello dia la bahia presentaba el mas animado aspecto: hidrógrafos, zoologos, botánicos se esparcian sobre su margen y por doquier se olan las detonaciones de los cazadores en busca de ocupaciones para los preparadores y el cocinero. Al amainar la bandera nos recojiamos. al campamento para re- comenzar, despues de una sabrosa cena y un agradable descanso, al dia siguiente nuestra vida nómade. Quedé asi por doce dias léjos del buque, al espirar los cuales, lo alcancé recorriendo por tierra la no pequeña distancia que separa Puerto Roca de Puerto Cook. Bien sabia que no se- rian pocas las dificultades que encontraria en el trayecto: bos- ques casi impenetrables, peñascos perpendiculares, mesetas panta- nosas: á pesar de esto, me resolvi á partir para hacerme una idea del interior de la isla y correjir la orografía, elemento tan necesa- rio a los navegantes que arriban a estas tierras meridionales. Parti acompañado por el profesor Lovisato y los dos marineros Char- les é Iglesias, los únicos que se mostraron capaces de seguirnos al profesor Lovisato y á mi, en nuestras primeras escursiones. Fran- queada la llanura pantanosa que sigue 4 la bahia Roca, comenza- mos a subir la cadena de montañas que liga el monte Roma al mon- te Buenos Aires. El penoso ascenso fué largamente recompensa- do por el magnifico panorama de que se goza desde lo alto del monte Savona. (') El dia estaba insolitamente hermoso para estas latitudes, lo que desde esa altura nos permitió abrazar toda la isla, la lejana Tierra del Fuego y dos vastas masas de agua: el Océano Atlánticoal Norte (*) A algunos parecerá quizás por demás prolijo el haber asignado los respectivos nombres á las localidades que fueron visitadas por la expedicion; pero fuí áellas mas inducido por la nece- sidad de dar mayor claridad á estas líneas que por el deseo de dejar un recuerdo de nuestra visita, y el Océano Austral al Sur, ambos apacibles como la mar tropical. Los montes Buckland, Roma y otros se desarrollaban delante de nuestros ojos en toda su magestad; sus plataformas, sus pequeñas cascadas, y los cien laguitos que bañan sus piés, nos recordaban las magnificas vistas de nuestros Alpes: pero estas nos parecian aún mas hermosas por ser nosotros los primeros en comtemplarlas. Despues de determinar la posicion del monte «Savona» y fijar con el primero algunas de las vistas mas importantes, empezamos el des- censo de la vertiente meridional del monte, el cual, cuanto descien- de en suave pendiente hácia el puerto Roca, tanto cae perpendicu- larmente en la bahia de York que a su pié yace. Encontramos las mayores dificultades a espaldas del monte Ca- bot. Por una hora nos vimos obligados á caminar sobre el borde de un profundo barranco al pié de un espantoso derrumbadero, mas amenazador que la espada de Damócles. En la permanente inconstancia en que encontramos el clima de la isla, es decir, de viento y de lluvia, habria sido bastante imprudente aventurarnos a tan osado paso; sin embargo, el tiempo era tan halagador, nos sentiamos con las piernas tan fuertes y el valle de un aspecto tan desfavorable que despues de breves discusiones nos resolvimos a subir. De mata en mata, de peñasco en peñasco, de barranco en bar- ranco, llegamos al fin y sin inconveniente, fuera de un poco de pánico a cada piedra que se precipitaba a la garganta Aspromonte— con cuyo nombre la llamamos—y en la cual termina la asperisima prominencia que recorrimos. . Repuestos un tanto y reconocido el camino á recorrer, descen- dimos a una llanura abundante en turba, ultrapasada la cual nos encontramos al pié de una cadena de montes que terminan en el Cabo Cooper, en el Océano Atlantico, y en Cabo Webster en el Austral. La aspereza de aquella cadena noes inferior ala del monte Ca- bot y el descenso en el valle situado al oriente requiere una hora de penosisimo trabajo. A pesar de las dificultades que nos presentaban las grandes cres- 279) > / II NN) 5: IWZ () Hay Pp TF pa MIDOT 6d Al ME MUY LUZ Al, TA e e] 2000 OLXBIANA — SOOVWLSA SOT HA VIS] Al: "e 10 e tas, las preferimos sin embargo a las mesetas donde los densos céspe- des de haya antártica, blanda, de musgo, y el terreno húmedo por la naturaleza nos hacian el camino sumamente odioso. Los musgos especialmente eran los que mas nos acobardaban, porque no ofrecian al pié resistencia alguna; ellos me hacian recor- dar mis escursiones sobre las inmensas llanuras siberianas donde el cuerpo se hundia en la nieve hasta la cintura, bastando pocos pa- sos para dominar la naturaleza mas robusta. No fué, pues, sin verdadero regocijo que saludamos las peñascosas faldas (fianchi) del monte Castel Romano, que nos pusimos a subir resueltamente en direccion de Puerto Cook. La noche nos sorprendió casi á la cúspide de este monte. Una piedra que sobresalia algunos piés del suelo nos ofrecia el armazon de un mezquino refugio, que el profesor Lovisato y yo tratamos de hacer mas confortable, mientras que Charles é Iglesias se ocupaban en preparar una cena no menos mezquina. Sin embargo, nunca tuve comida mas sabrosa ni lecho mas mu- llido ; ni las poco blandas plumas, ni el furioso viento que se habia alzado durante la noche, ni la continua llovizna pudieron impedir nuestro reposo. Por la mañana temprano (27) salimos de nuestra cueva, y despues de habernos calentado con un poco de café, nos pusimos nueva- mente en marcha hácia Puerto Cook. El aspecto del cielo presen- taba un doloroso contraste con el del dia anterior; densos y negros nubarrones cubrian la cima de los montes de cuyas faldas bajaban rafagas de viento tan violentas que por dos O tres veces fuimos arro- jados a tierra. En semejantes condiciones de tiempo, tuvimos muy poco campo para admirar los magnificos paisajes que encierran los montes Cas- tel Sabino, Castel Romano, Aqui, Maranzana y otros, y despues de haber hecho las necesarias observaciones altimétricas y topográficas, nos apresuramos a llegar a Puerto Cook, antes que la tormenta, que se vela surgir en el horizonte nos sorprendiese sobre las desnu- das y elevadas montañas. Nuestra satisfaccion fué sin limite cuan- 6 e do, al doblar la cúspide del Monte Génova, descubrimos 4 nuestros piés el hermosisimo Puerto Cook, y en su fondo, casi con la popa en tierra, la Cabo de Hornos. Dejamos sobre la cúspide del Monte Génova un billete en recuer- do de nuestra escursion, y bajando rápidamente al mar, en pocos minutos estuvimos a bordo. No fué esta la única escursion terrestre que hice en compañia del señor Lovisato. Despues de haber permanecido en Puerto Cook por algunos dias que empleamos en tomar el relieve, par- timos para puerto S. John. Nos acompañaban el doctor Spegazzini y los dos marineros que ya he citado varias veces. Subiendo sin dificultad alguna hasta la cresta de los montes que cierran el puerto por el lado oriental, llegamos á una vasta meseta y por consiguiente sobre la márgen derecha de la profunda bahia Blosson. Esta bahia, su- mariamente descrita en el mapa del teniente Hendall, se divide en diversas ramas, la principal de las cuales acaba en una costa arenosa que una embarcacion puede, aunque no facilmente, abordar. Mas allá de la bahia de Blosson el terreno se eleva poco ac- cidentado hasta el Monte Richardson, uno de los mas promi- nentes de la isla y que facilmente se reconoce por su forma cónica. El profesor Lovisato que dejó en la cúspide recuerdo de nuestra visita, midió la altura de ese monte en 784 me- tros, es decir, bastante superior a la indicada por los ingleses. La noche del 5 de Marzo fué de muy dura prueba para el doctor Lovisato, el doctor Spegazzini y para mi. Sorprendidos por la oscuridad en medio de un denso bosque, situado sobre el vertiente meridional del puerto S. John, no nos fué posible escoger otro lugar de descanso sino el de encaramarnos sobre las ramas de los árboles como pajaros, 0 echarnos en un pantano, como gusanos. Se pro- baron los dos modos, y la conclusion fué que surgió al fin la suspi- rada alba sin que ninguno de nosotros hubiese podido cerrar los ojos. El descenso a Puerto S. John no fué cosa tan fácil como nos lo habiamos figurado el dia anterior: al fin llegamos al pié y poco despues a bordo de la Capricorn, la nave inglesa que mencio- né en las páginas precedentes. Empleé los tres dias que por el mal tiempo, tuve que pasar a bordo de la Capricorn en el examen del puerto, mientras los señores Spegazzini y Lovisato estudiaban la flora y la fauna de las montañas que encierran el referido puerto. El puerto S. John seria sin duda el mas hermoso de la isla, si no fuesen las fuertisimas corrientes que atraviesan la boca, por las cuales un buque no puede aventurarse á entrar Ó salir del puerto sino con viento firme. La Capricorn, que ya he mencionado varias veces, por haber ten-- tado entrar en puerto S. John con ligera brisa, estuvo a punto de ser arrastrada por la marea sobre el Cabo Turneaux; durante dos dias tuvo que luchar contra la corriente para poder alcanzar surgidero. El buque que solo tenga que permanecer pocos dias en puerto S. John puede anclar á espaldas del Puerto Vega. Con viento NO-N E el mar se desencadena con bastante violencia y no permite llegar á tierra en ningun modo. Hablo por esperiencia propia, porque, habiendo intentado con mis compañeros de viaje desembarcar con un bote manejado por osadisimos cazadores de focas y ballenas, falto poco para que bote, boteros y viajeros se estrellasen contra las agu- disimas piedras de que se compone la costa. El mejor ancladero es sin duda el fondo del puerto, frente 4 UN arroyo. Como las ráfagas del S. O. son en este punto muy fuertes, debido a los enhiestos montes que lo dominan, asi será conveniente poner-* se á cuatro anclas para no esponerse á un continuo manejo de an- clas y cadenas; de otro modo se corre el peligro de errar descen- diendo el fondo con mucha rapidez hácia el medio del canal donde el puerto forma un pozo de cerca de cincuenta metros de agua. Igual recomendacion se puede hacer respecto de todos los puertos de la Isla de los Estados escepto el Puerto Roca y por , no haber querido nosotros seguir tal consejo, nos vimos a me- » e 44 — nudo obligados en Puerto Cook a levantar las anclas para desenredarlas y por dos veces bogamos casi hasta la mitad del puerto. Mientras yo examinaba el puerto, Lovisato y Spegazzini re- corrian las alturas que lo cercan. El resultado de sus escur- siones sobrepasó sus esperanzas. La prominencia que' partiendo desde Monte Richardson va á constituir el Cabo de S. John es mucho mas elevado de lo que se indica en el mapa, y su altura varia entre 500 y 400 metros. Aspero en las inmediaciones del monte descripto mas arriba, va uniformáandose á medida que se aproxima á cabo S. John de suerte que desciende hácia el Este con una pendiente rela- tivamente suave, si se tiene en cuenta lo enhiesto de las cos- tas de la Isla. Por tales alturas comunican los pescadores de focas con la costa Este, donde parece que las otarias (Actocephalus falklaudico) eran muy abundantes en otro tiempo. Dolorosa es la historia de la cruda guerra que balleneros y pesca- dores hacen a este pobre animal. Ha casi desaparecido ya de la isla, y dificilmente una nave puede cubrir los gastos de armamento, por cuya razon la isla en otro tiempo tan frecuentada, está hoy de- sierta. Solo don Manuel con el Inchetighicí la visita anualmente atraido mas que por la caza, por el humanitario proposito de salvar las naves y las tripulaciones sobre las costas de la isla. Fácilmente se comprende cuanto hay de generoso en tales pro- _pósitos como quiera que los gastos de sus escursiones son abun- dantemente cubiertos por las recompensas que estos auxilios le pro- curan. Bien que don Manuel tenga derecho al reconocimiento general, seria ya tiempo de que otros asumiesen este filantrópico encargo con menor gravamen para los desgraciados náufragos. Pero veo que este segundo Informe toma proporciones colosales y paréceme tiempo de concluirlo. Tendria sin embargo aún mu- epenu E NVO£ NYS OLYINA — “SOOVISA SOY YA ISI e MI y e A OU IS HE e Ñ ] Y; 4 Ml | ee o Y MATO pi Y — 4) — chas cosas que decir y especialmente sobre la hidrografía de la Isla y de su clima. Por lo que concierne a la primera, el que quiere puede tener una idea dando una ojeada al mapa adjunto. En sus lineas generales el relieve de los ingleses estaba bastante correcto, pero cuantas diferencias en los detalles! Hemos procurado corregir al- gunas, pero hé ya indicado las no pocas dificultades (y el que no tiene escusas facilmente las encuentra) con quetuve que luchar. Un exámen hidrográfico interno nos explicó cual debia haber sido la Isla pocos años há, y cuál será de aqui a unos años. Muchos de sus magnificos puertos se rellenaron convirtiéndose en lagunas, y los pocos que aun quedan se taparán á su vez para cambiarse en lagunas. No hay duda de que la Bahia Hum- berto se extendia en otros tiempos hasta Puerto Maria la Bruna (si no se unia con ella); ahora está separado de ella por una serie de lagunas, de las cuales la mas grande, la laguna Lovisato, tiene tres millas de largo sobre una media de ancho. Qué magnifico puerto debia ser en otra época! De uno y de otro lado el Monte Roma y el «Buckland» cual dos inmensos gigantes que quisieran impedir la entrada, en el fondo una cumbre negra, escarpada, dentada, amenaza- dora y que nunca fué pisada por pié humano, y que quizas nunca lo sera; y todo rodeado por barrancos, derrumbaderos, pequeñas cascadas, grupos de arboles y peñas suspendidas por virtud divina. Las avalanchas, las lluvias torrenciales, las furiosas marejadas, los violentos vientos son la causa de tan repentinos cambios de la naturaleza hidro-topográfica dela Isla; a Puerto Parry está reservado un fin no menos modesto que a la Bahia Humberto, á Puerto Hor- pen, aunque en buenas condiciones llevan ya: en su seno el gérmen de su destruccion. | Es en las condiciones atmosféricas que ellos tienen un enemigo continuo, y á la verdad, parece que las lluvias y el viento no tuvie- sen jamás reposo al rededor de la Isla. Pobre clima es el de tan remota comarca! Humedad y frio, los es 40 => dos mas terribles enemigos de la naturaleza humana, no dan tregua. Aun en los dias mas calorosos del verano, el termómetro sube difi- cilmente arriba de 12 grados; y no es raro ver durante el verano las cumbres de las montañas cubiertas de nieve. A pesar de todo llegamos a la Isla llenos de entusiasmo y la deja- mos llenos de melancolia. . GIACOMO BOVE. INFORME IV APUNTES GEOLÓGICOS SOBRE LA ISLA DE LOS ESTADOS Abordo de la «Cabo DE HORNOS » Marzo 28 de 1882, La Isla de los Estados, la tierra de la América Meridional que mas avanza hácia el Oriente, es una masa esquistosa que, siguiendo la direccion de sus montes, se prolonga rectamente de occidente a oriente en una estension de cerca de 67 kilómetros de longitud por una latitud media no superior á 15. Durante cuarenta dias de mo interrumpida labor he podido examinarla en la mayor parte de sus depresiones y de sus ele- vaciones, recorriéndola desde cabo S. John hasta M. Fitton y de puerto Conway hasta las inmediaciones de la Bahia del Sud- este, venciendo las mayores dificultades. Esta masa arrancada violentamente de la cadena de los An- des y doblada casi en ángulo recto hácia el Oriente, surge del mar en el periodo carbonifero, para ser en seguida atormentada por los témpanos de hielo y las marejadas que se disputan la tarea de azotarla en todo sentido, alisando, rayando, redondeando sus rocas y abriendo en su seno profundos fiords, violentos brazos de mar, que corriendo por lo general de N. á4S. y de S.áN. perpendicular- mente a su cadena de montañas, representan los actuales puertos de la isla. Largo, muy largo debe haber sido el periodo durante el cual esta tierra, horriblemente hermosa, estuvo sepultada bajo la imponente masa de hielo, que la invadia por todas partes, envolviéndola com- pletamente y avanzado por doquier sobre el mar, si hemos de juzgar por su actual aspecto de un intrincadisimo laberinto de crestas agudas cortantes que se alzan audazmente, entre profundos barrancos, en las mas tersas peredes. Pocas eran tal vez las agujas verticales que levantaban su cabeza en aquel caos de sólido hielo, que con fuerza irresistible reducia á pico las masas de piedra que constituyen las paredes de las actuales ensenadas, dejando a mas la inmensa serie de testimonios que están a la vista de todo el que pase por sobre la espe- sisima vegetacion de las selvas virgenes de nuestro peñascoso escollo; y ni el tempestuoso mar alcanzaba a suspender la marcha de esta in- mensa masa de hielo, que—como antes he dicho—avanzando en él por todas partes, hacia retroceder sus aguas, llenaba las cavidades for- madas, profundizaba las bahias y fiords y cubria y redondeaba todas las islas que en bastante número encontramos a su alrededor. El sistema montañoso de la isla, bosquejado en el devoniano supe- rior, formado en el carbonifero, perdia su primitiva fisonomia y se modelaba de nuevo bajo la forma que hoy lo vemos, sin que haya su- frido modificacion alguna por recibo de nuevos depositos, como quie- ra queno encontramos ningun resto de formacion que nosanuncie ter- renos de periodos subsiguientes, sea de la época secundaria sea de la terciaria; es pues, la isla una masa primitiva, no muy antigua, sucesl- vamente trabajada por las marejadas y los hielos, y que enla actualidad se encuentra en un estado de sublevamiento sensible, comenzado tal vez antes de la última época glacial. Una prueba evidente de esto son, no solo los vastos depósitos murénicosqueencontramos en muchisimas partes de la isla, especialmente en su parte setentrional, que se elevan a cien y mas metros sobre el nivel del mar, sinó tambien las demás arenosas litorales que con bastante frecuencia y muy visibles se ob- servan unas sobre otras en algunos bajos, que profundas ensenadas . A a en su origen, se encuentran hoy reducidos á una serie de lagunas: el mas hermoso ejemplo al caso lo encontramos entre M. Buckland y la prolongacion de la cadena dentada del Monte Roma, en el paraje donde se presenta la mayor de las lagunas de la isla. Este sublevamiento que continúa con rapidez, tiende por consi- guiente a formar nuevas lagunas alli donde hoy se retira el mar, y no tardará mucho en reducirse á tal la última parte de Puerto Parry que ya presenta en algunas partes de su playa algo de la. gunar. He dicho que es esquistosa la masa que constituye la Isla de los Estados: efectivamente, ella está compuesta de esquisto y de cuarzo de variedad porfirica estratificado en otros esquistos. Los es- quistos oscuros, negros y las filiadas brillantes constituyen la base, mientras que los cuarzos forman las cimas mas elevadas, que no pasan de 850 metros sobre el nivel del mar; al contrario, entre las cimas recorridas por mi recordaré las de M. Italia, M. Buenos Aires, M. Roma, M. Venecia Giulia, M. Caboto, M. Richardson, M. | Trieste, M. Fitton, M. Cocuzzo, M. Genova, M. Albis, M. Ca- prera, M. Cumano, M. Gennargentu y que son casi todos los mas elevados de la isla en su parte oriental y central solo algunos tienen poco mas de 700 metros. He dado 850 metros como limite supe- rior porque mas allá del M. Fitton entre Puerto de la Nutria y la bahia de Franklin ántes que la isla termine en una esplanada, á su extremo occidental hay tres picos que supongo los mas elevados de la isla y que seguramente no tienen una altura superior a 850 metros. He tenido ocasion de efectuar mas de setenta mediciones altimé- tricas, y en nada se acuerdan con las dadas por Foster (1) en su carta, si se esceptúa la del monte mas alto sobre la ribera izquierda del Puerto Cook, sobre el cual he encontrado un pilar de un metro de altura; en ningun otro punto elevado he encontrado huellas de (1)—Mapa anexo al libro «Narrative of a voyage to the Southern Atlantic Ocean in the years 1828-29-30, performed in H. M. Sloop Chanticleer under the command of the late Captain Henry Foster F. R. S. by order of the lords commissioners of the Admiralty from the private ad of W. H. B. Webster. London, Richard Beulley Vew Bonnlington street, 1834, 2 vol. en 8.% 7 visitante alguno. Debo tambien manifestar que todo está por ha- cer respecto dela orografía é ideografía terrestre de la isla, particular- mente en lo que toca á la direccion de los montes, que presentan una fisonomia especial, un intrincadisimo laberinto de barrancos pro- fundos, sembrados de lagunas, cuyo número pasa de cincuenta, y de las cuales se levantan rectos asperos, áridos, cortantes, los picos y las crestas que constituyen las cumbres. Reservo todos los cálculos relativos á las alturas y el estudio mi- croscópico de los cuarzos para cuando pueda entregar todo junto al trazado de un bosquejo de mapa geológico de toda la isla, espe- cialmente si—como lo espero—al regreso de la Tierra del Fue- go me fuere dado examinar la parte mas occidental de la isla, única que me falta recorrer para conocer materialmente toda su masa. La estructura geológica de toda la isla no es muy compleja, y las formas litológicas se reducen á muy poca cosa, a la forma esquistosa y ála forma cuarcética de naturaleza porfirica: las variedades, em- pero, son numerosas, y seguramente aumentarán con el estudio microscópico de las cuarcitas. Faltan, empero, absolutamente los micasquistos que Foster (*) cita como la forma principal de la isla: encontramos, en cambio, en gran abundancia los esquistos filiadicos oscuros, los calco esquistos, los esquistos grafiticos, los esquistos cuarciferos, los arcillo-esquisti- cos, como tambien ciertos esquistos pizarreños que tienen alguna le Jana semejanza con nuestras pizarras. Las mismas grovacche indicadas tambien por Foster (*”) como una de las principales formas litológicas de la isla, no las encontré sino escepcionalmente, pues forman tan solo pequeños lechos lacus- tres O fluvio-lacustres, estendidos cual fino manto en los escabrosos repliegues de las sinuosidades cuarciticas. Faltan tambien casi completamente las rocas magnésicas, y por tanto, no se encuentran dolomias, ni serpentinas, ni oficálcitos, nada **) Foster, volúmen II, página'289. ( (Yen Foster, volumen II, páginas 288-89-90, e de la serie de las rocas esquistosas concomitantes, sino es algun po- bre talcosquistoso y algun esquistocloritoso. Falta toda clase de calcáreas, si se esceptúan las venas de culcita blanca en los calcosquis- tos; en punto alguno aparecen tampoco los gneiss, los granitos, las sienitas, los dioritas,-las enfótides, los diábasis, ni los pórfidos pro- piamente dichos. Entre las especies minerales mas abundantes se encuentra sin duda alguna el cuarzo que constituye venas y núcleos uniformes podero- sos, tanto en los esquistos negros de la base como en los esquistos superiores de color verde y rojizo: en estos últimos ofrece en las partes mas elevadas de la isla hermosas cristalizaciones en nidos y drusas no solo incoloras, trasparentes, sino tambien ahumadas; pero con mas generalidad se encuentra en el estado amorfo, de color blanco, de color lacteo sucio y solo por rareza rosado. En algunos nidos encontramos esparcidos los cristales y á veces aun la masa amorfa por cloritas ó ripidolitas y probablemente por turingitas tambien, y no falta el epidoto que aparece escepcionalmente tapizando los le- chos de esfoliacion de un esquisto constratificado con las cuarcitas. Abunda la pirita amarilla ó bisulfuro de fierro que mezclada con la blanca y aún con el mispichel constituye verdaderos bancos en los esquistos oscuros en la base dela isla: la pirita cúbica la encontramos esparcida aun en los calcosquistos negros y oscuros que se alternan entre si, y no solo en el estado de cristales aislados, sino tambien en el de mosca, riñones y de hermosos lentes achatados. De otros sulfuros, tales como de plata, zinc y de plomo encontré simples filamentos y mosquitas, ya en pequeñas venas por entre los calcosquistos, ya por entre los esquistos verdes sobrestantes. Los sulfatos aunque poco abundantes, no faltan, apareciendo el de Bario en rarisimos puntos sobre la costa setentrional, y en mayor abundancia, aunque en términos cristalitos, el de calcio; este últi- mo toma en los esquistos filiadicos no solo la forma trapezoidal or dinaria, sino tambien la cristalizacion en punta de lanza y la rosi- forme, apareciendo tambien en venitas de suma blancura en esos es- quistos negros de la base de la isla. — 52 — Encuéntranse grafitas no solo en los esquistos grafíticos de la costa sino tambien en moscas —y por lo tanto mas puros — entre los es- quistos laminares que se interponen en las cuarcitas porfiricas de algunas altas serranias de la isla, pero siempre como mineral acceso- rio en pequeñisima cantidad por tanto; y como tal aparece el granito en menudisimos granos y cristales en los esquistos rojizos adheridos a los esquistos riquisimos en cuarzo: las verdaderas rocas granatife- ras esquistosas y las quineiyitas granatiferas de nuestra Calabria fal- tan absolutamente. En algunos puntos, encuéntrase un poco de ocre, pero son muy pobres en magnetitas las rocas de la isla. He examinado todas las arenas, tanto del mar como de las lagu- nas y muy poca cosa he podido extraer de las de C. Colnett y de las de Puerto Vancouver. Estas arenas no tienen el color de las mó- viles arenas de nuestros litorales: son cinereas, gruesas, porque son formadas por el desenvolvimiento de las rocás esquistosas negras y oscuras mezcladas con otras tantas particulas de granos de cuarzo: á veces presentan una estrecha zona de tinte leonado debida á frag- mentos de conchas que a la merced de las marejadas empujándose unos a otros, se colocan en lineas onduladas sobre la playa. No quiero dejar de mencionar la turba, de que es sumamente rica la isla, no solo en sus bajos y en sus partes encerradas, sino tambien, y en alto grado, en las faldas de sus montes, siendo aqui favorecido el proceso de turbificacion tanio por el clima húmedo y frio como por la consiguiente lenta evaporacion: en las partes bajas la encon- tramos en un espesor de mas de cuatro metros sobre los detritus mu- rénicos que descansan sobre los esquistos negros á lo largo de la costa como en la isla. | Nada puedo decir del guano, porque si se esceptúa el depósito existente en la parte oriental de la mayor de las islas «Del Año Nuevo » a que he podido arribar solo por algunas horas, nada más se encuentra en la isla. Vi tan solo á cierta distancia este depósito, pero, si he de juzgar por la clase de aves que concurrieron y concur- ren a formarlo (un phalacrocorax) y por las lluvias que infaltable UI a mente caen aqui diariamente, creo que puedo asegurar que aquel depósito debe ser, no solo impuro, sino aun pobreen fosfatos y ma- terias azoadas. DR. DOMINGO LOVISATO. INFORME V APUNTES ZOOLÓGICOS SOBRE LA ISLA DE LOS ESTADOS Punta Arenas, Abril 27 de 1882, La Isla de los Estados fué esplorada por primera vez, del punto de vista zoológico, por Juan Reinaldo Foster, que acompañaba a Cook en su segundo viaje alas regiones australes. Su permanencia en la isla fué, sin embargo, muy breve (los cuatro primeros dias de _ Enero de 1775 solamente) y sus observaciones no parecen haberse estendido mas allá de la Isla del Año Nuevo. El recuerda las dos especies de Pinnipedi que alli se encuentran, la «Otaria», que recibió de él por la primera vez el nombre especifico de jubata refiriéndola no obstante, todavia al género Phoca y el Aretociphalus australis Zimm (falklandicus, auct) que él confundiéndolo con la especie ár- tica, denomina Phoca ursina; hace mencion de algunas especies de pajaros obtenidos por él y entre otros de la Chionis lactea que des- cribió por primera vez. (”) Mas de cincuenta años despues de Cook la isla era visitada por el capitan Foster, que se detuvo alli cerca de dos meses. El médico de abordo V. H. Webster recojió durante la espedicion, las observaciones (*) Esta especie lleva en la actualidad el nombre de C%zox2s alba, que aunque referida á otro género habia sido ya indicada ántes de Foster por otro autor, cuyo nombre no recuerdo, sobre un ejemplar existente en el museo de Bremen, de procedencia incierta, pero, segun toda proba- bilidad proveniente del viaje de Bougainville; otra especie del mismo género es comun á la tierra Kerguelen ¡Ckhzonzs minor Hartl). Un trabajo completo sobre el género Chionis es el de Kidder publicado en el Buletin of the United States National Museum. Núm. 3, 1876. — 0 — relativas á la historia natural de los lugares visitados; pero el conoci- miento de la Fauna de la isla no progreso mucho con sus trabajos. A Foster y a Webster se deben, sin embargo, las escasas noticias zoológicas que sobre ella poseemos, bien que su Fauna no podia ser muy diversa de la de la parte meridional de la Tierra del Fuego. No he observado en la isla otra especie de mamiferos terrestres que la Lutra felina, Moll. muy comun en la playa, y un solo individuo de una pequeña especie de roedor, perteneciente quizá al género Esperomys, obtenido en Puerto Cook. En cambio, son mas abundantes los mamiferos acuáticos. Las dos ya mencionadas especies de Pinnipedi no son igualmente comunes. La una Otaría jubata, el verdadero leon marino, que llega a dimensiones considera bles, es mucho mas abundante que la otra, puesto que por su poca importancia comercial es menos activamente cazada, mientras que el Aretocephalus australis el lobo de dos pelos (fur-seal de los in- gleses) es mucho mas buscado. La mayor frecuencia de la prime- ra especie es además atestiguada por los numerosos huesos que se encuentran sobre las playas, donde no es raro encontrar hasta cada- veres enteros de individuos enormes. Las dos especies no estan uniformemente esparcidas sobre la superficie de la isla, sino que vi- ven en rebaños y en la época de la reproduccion y del celo, se en- cuentran en tropas de numerosos individuos sobre varios puntos de la costa que toman el nombre de Zoohertes. Los varios islotes que rodean la isla mayor, los promontorios es- carpados y las grutas a flor de agua son los lugares mas general- mente frecuentados por estos animales. En cuanto al Aretocephalus, no se encuentra actualmente sobre la costa meridional de la isla. No es dificil que aun la foca vulgarmente conocida bajo el nombre de leopardo de mar (Stenorhychus leptonyx, Blain) que existe en la isla. El elefante de mar (Morunga elephantina ) falta abso- lutamente ó cuando mas, hizo, muchos años atrás, segun los infor- mes obtenidos alguna rarisima aparicion: esta especie que en un tiempo se encontraba en las islas mas próximas al Ecuador, de Tris- tan en el Pacifico, se halla hoy arrojada mas alla del limite de la re- UI 7 gion de los témpanos de hielo y no puede decirse propia sinó de las islas Shetland Australes, de la tierra de Kerguelen yde los islotes vecinos a esta, y probablemente de la Georgia meridional. No he podido observar en las aguas de la isla ningun cetáceo vivo, pero en la playa de Puerto Roca he visto numerosos huesos, princi- palmente cráneos que deben haber pertenecido a una especie de zi- fivide que Moseley (*) recuerda haber obtenido en las islas Falkland, y dentro de Puerto Cook tuve ocasion de examinar un individuo com- pleto de Balenóptera, cuya muerte debia indudablemente haber te- nido lugar pocos dias antes: media cerca de catorce metros de largo, mostraba en la region yugular toráxica esos numerosos repliegues de la piel que caracterizan a la Balenoptera rostrata de los mares de Europa que no es muy rara en el Mediterráneo. El tiempo re- lativamente breve de nuestra permanencia no me permitió, con harto pesar de mi parte, preparar el esqueleto de este individuo. Algunas aseveraciones que se me hicieron podrian hacer creer en la presencia de un murciélago, pero aunque esto no sea imposible, si recordamos que Darwin observó una especie en la Tierra del Fuego, no hay motivo para darles gran crédito. Habria sido de suma importancia constatar si las cabras que el Comandante Don Luis Piedrabuena llevaba á la isla en el año 1868, se propagaban y qué modificaciones, si á caso fuesen sensibles, su- frian por su restitucion al estado salvaje; pero ni á mi, niá los que recorrieron la isla en todas direcciones nos fué dado encontrar ni una sola, á tal punto que hay motivo para creer que la humedad del clima, y el rigor del invierno, ó tal vez el fusil de algun pescador O ambas causas reunidas, las han destruido completamente. Las aves son sin comparacion, mucho mas numerosas que los mamiferos. Noté algunas especies de rapaces y entre estos en gran abundancia el Polyborus tharus que recorre doquier las costas en busca de cadáveres de animales marinos, otarias y pingúinos en que encuentra tanto pasto; ataca tambien á estos últimos durante la vi- da, arrancandoles los ojos y abriéndoles profundas heridas sobre el ) H. N. Moseley. Notes by a naturalist on the Challenger, página 559. Al E dorso. Se encuentran otras especies menores con bastante frecuencia, y entre estos el elegante Tinnunculus sparverius. Durante nues tra permanencia en Puerto Cook se notó sobre la playa opuesta de Puerto Vancouver la presencia de algunos individuos de Cóndor (Rhynogryphus aura (L)) que no me fué dado obtener. Entre las demás aves terrestes, no mencionaré sino el Centrites niger y el Cinclodes patachonibus existentes por doquier sobre las riberas del mar y el elegante Oxyurus spinicanda, el compañero casi insepara- ble en la selva, el Attagis falklandica, una especie de paloma, una Tringa probablemente la fuscicollis y una especie de Nyticorax. No se ha constatado en la isla la presencia de la Chionis Alba: a decir la verdad parece que esta ave no es hoy tan comun como en tiempo de Foster, puesto que el doctor Cuninghan, naturalista a bordo del Nassau, que hizo en estos mares una estadia de cerca de tres años, no tuvo ocasion de conseguirlo sinó dos veces sola- mente, y ni los naturalistas del Challenger, ni el del A lert hacen mencion alguna de ella. () Algunas especies de aves nadadoras se observaron en cantidad verdaderamente considerable, que se encuen- tran con muchisima frecuencia sobre casi todos los escollos y viven en bandadas aisladas, notables por la diversidad del color del plumaje en los dos sexos, siendo completamente blanco el macho, casi unifor- memente negra y solo lijeramente salpicada de blanco la hembra, el Phalacrocorax magellanicus, el Larus dominicamus, el Hemato- pus ater y el curioso «pato vapor» steamer duck de los ingleses, (Mi- cropterus cinereus del cual no he podido observar individuos jove- nes, cuyas alas serian, segun las observaciones de Cuninghan, ap- tas para el vuelo, quedando asi destruida la especie llamada por King M. pahachonicus que habia sido casi esclusivamente fundada sobre este caracter. Pero los pájaros mas caracteristicos de la isla son sin duda los pin- súinos. Los hay en grande abundancia como en todas las regiones (*) Cerca del Cabo de las Vírgenes sobre la embocadura oriental del Estrecho de Magalla- nes se observaron el dia 19 de Abril tres individuos de una especie de ave completamente blanca, comparable á una paloma; deben probablemente referirse á esta especie que me pareció volver á distinguir mas tarde sobre las riberas de Gregory Bay sobre la costa meridional de Patagonia, antárticas, a cuya fauna pertenecen esclusivamente. Yo no he ob- servado sino dos especies, á saber: el Spheniscus magellanicus y el Aptenodytes Pennanti. El primero, el Jackars de los balleneros ingleses, se encuentra en todos los puntos de la costa, sin embargo, haré notar que no los vi en ninguna parte reunidos en numerosas bandadas. Logré ver algunos casi escondidos entre los céspedes de gramineas (Dactylis glomerata) que cubren varios puntos de la isla en las cercanias de la playa, y mas especialmente en el islote Cabo Colluett; mas no he encontrado ningun huevo de esos paja- ros, asi que me es imposible asegurar que nidifiquen alli, como lo afirma Foster. | La otra especie de tamaño mucho mas grande y tambien de mas elegante plumaje, el pingúino real, se encuentra solo sobre la playa arenosa del Puerto Roca, y parece que es la única localidad de la isla en que se encuentre. Estos pajaros, cuyas alas convertidas en plumas, pueden en cierto modo tambien servir para la deambula- cion, son capaces de nadar bajo de agua por cerca de dos minutos, y su natacion ha sido parangonada con mucha razon la de los del- fines. Ellos pasan la mayor parte del año en el agua, y se encuen- tran á veces á considerable distancia de la costa: los puntos en que se reunen, llamados rookery como los de las Otarias, son por esta misma razon solo frecuentados en la época de la postura de los hue- vos, de la incubacion, de la muda de las plumas, es decir: en la pri- mavera ó en el otoño. La rookery que yo he observado se encon- traba a la estremidad occidental de la playa del Puerto Roca, cerca de un pequeño arroyo, y á pocos metros de distancia del mar: ocu- paba una área de unos cincuenta metros cuadrados de superficie, perfectamente llana y despojada de las yerbas que crecian alrededor de ella. El mayor número de individuos reunidos que he podido observar habrá sido de cincuenta mas ó menos, y eran en su mayor parte hembras. En esa época la incubacion habia llegado a su fin, y faltaban solo pocos huevos a abrirse. Los polluelos eran ya numerosos y notables por el plumaje enteramente distinto del de los adultos. Tanto los — 60 — huevos como los polluelos estaban guardados por la madre en una especie de bolsa formada de la parte inferior del vientre, de la cola y de los piés: maltratándolas, dificilmente decidianse 4 moverse y lo hacian sin abandonar la cria que defendian en todo caso lo mas te- nazmente posible. No he observado ninguna de esas divisiones de rookrey destinadas a la empolladura, que Moseley nos describe en la rookrey del pin- giúino real de la isla Marioer. (”) Por cuanto se me ha asegurado parece que a mas de las dos espe- cies mencionadas, hay otra en la misma isla, una por lo menos casi fuera de duda, á saber: el Rockhopper (Endyptes saltator?) notable por la especie de copete que tiene en los dos lados de la cabeza. Se le encuentra en la parte mas occidental de la isla, y segun me ha sido referido, en bastante abundancia. Los pescadores de Otarias que frecuentan los puntos donde mas. abundan los pingúinos los matan por cantidades considerables, con el fin de recojer el aceite que se estrae de la mucha grasa que cubre su cuerpo. Este aceite es de facil venta y sirve para usos industriales. No es improbable que algunas especies de este género, que ya desa- parecieron de ciertas localidades, donde en épocas no muy remotas, eran numerosas, vayan poco a poco estinguiéndose completamente, ó por lo menos retirándose hácia las regiones desconocidas del polo antártico. Asi como en nuestros dias hemos visto estinguirse, el representante septentrional de este grupo el A /ca impennis, parece que tambien este otro tipo de la organizacion inferior tiende a desa- parecer de la faz de la tierra. No he podido constatar la existencia de algun reptil ó anfibio en la isla, y solo mencionaré como único caso de reptil encontrado al Sud del Estrecho de Magallanes el recordado por Cuninghan, que (*) Segun la afirmacion de Foster esta especie se encuentra tambien en las islas de Falkland (donde sin embargo es hoy muy escasa) Principe Eduardo, Kerguelen y tambien Georgia meri- dional. Ese mismo autor le asigna tambien por patria la «Nueva Guinea» pero esta indicacion de la localidad es evidentemente demasiado contraria á la distribucion geográfica de estos pájaros, para no sostener que ella está fundada sobre un error grosero contenido en la relacion del viaje de Sonnerat de la cual el citado autor lo ha tomado. Paréceme casi innecesario hacer notar que esa asercion está rectificada por el hecho de no estar dicha especie representada en las ricas colec- ciones ornitológicas que en esas regiones han formado varios esploradores recientes, entre los cuales figuran en primera línea nuestros conciudadanos Beccari y D. Albertis. O recogió el Ptygoderus pectinatus sobre la playa de Philip Bay. Sin embargo, el aspecto patagónico de esta parte de la Tierra del Fuego justifica plenamente la presencia de este animal que se encuentra numeroso sobre la costa opuesta del Estrecho. En cuanto á los Ba- tracios puédese afirmar que ningun especimen de estos reptiles ha sido encontrado en la Tierra del Fuego ó en los archipiélagos veci- nos, aunque algunos hechos referidos por Cuninghan vengan á confirmar la hipótesis de este autor que algun futuro naturalista podrá describir ese género de reptiles al Sur del Estrecho. Entre las mas importantes colecciones zoológicas que hemos for- mado durante nuestra residencia en la isla, merece, sin duda ninguna, mencion especial la de los peces, recogidos en su mayor parte en el Puerto Cook, y tanto mas paréceme deber hablar de ellos, cuanto Foster no hace mencion de ninguno de estos animales, y Webster afirma que faltan en las bahias de la isla. () Como en todas partes, asi tambien en estas regiones, el mayor número de especies pertenece a la familia de los Trachinida y muy particularmente al género Notothenia. Creo que son por lo me- nos seis las especies que hemos conseguido. Algunas de ellas pare- cen preferir los pequeños pozos de agua que en la época de la ma- rea baja se forman entre los escollos, mientras que otras de tamaño mas grande fueron pescadas con los trasmallos, (esta red nos dió en el Puerto Cook excelentes resultados), otras con la draga y finalmente una muy pequeña, que solo noté muy abundante á la embocadura de un arroyo, cerca del cual estaba dispuesto nuestro campamento en el Puerto Roca, y siempre en el tiempo de marea alta. Las especies que me parecieron mas comunes son la Notothenia tesellata por su grande tamaño y brillante color amarillo-dorado de la escama que cubre la parte inferior de su cuerpo y de la membra- (*) The beysof Staten Island are not stocked with fish; although Lieutenant Kendall, who suveryed the island met with mullet, and his Majesty's ship «Adventure», while at anchor of Deadman's Island caught some. We could ind wone whatever although being on a reduced allowance of provision, we tried hard to catch some (Webster Narrative of a voyage to the Southern Atlantic Ocean, etc. etc, Vol. T, pag. 120, 121.) No puedo comprender lo que Wester en- tienda por «mullet». Este nombre que corresponde al italiano muggine y a mujol en caste- llano, y es usado con propiedad para indicar la especie del género 72ug2l, se aplica en esas re- glones generalmente á las especies de Lleg2nus, que no me ha sido posible encontrar en la isla donde aun creo bastante difícil que puedan existir por haberlas encontrado en las aguas del Puerto Roca, cuyo fondo de arena sutil es análogo á los generalmente preferidos por estos peces, — 6b2 — na branquiostega. No he podido determinar exactamente ciertas especies y tengo motivo para creer que otras no hayan sido todavia descritas; sin embargo, no es posible pronunciar un juicio definitivo sobre la novedad de ellas, pues que sabiendo que se pueden encon- trar alli las mismas especies de peces que habitan las islas de Ker- guelen, la nueva Zelandia y todas las demas tierras en latitudes cor- respondientes, es ante todo necesario compararlas con estas. Es muy comun sobre las playas peñascosas el Harpagifer bispi- nis originariamente descrito por Foster como el Callionymus bis- pínis a causa de la grande analogía que en su forma externa presen- ta con el Callionymus de nuestros mares; y Foster observa que esa especie prefiere vivir cerca de la desembocadura de los pequeños arroyos, y yo mismo he podido constatar la exactitud de esta indi- cacion; recordaré, sin embargo, que el «Challenger» recogió cier- to número de ejemplares cerca de la isla Marion (una del grupo Principe Eduardo) y á una profundidad de 50 á 75 brazas. Perte- neciente á la misma familia Trachinido son dos interesantisimas especies que he podido conseguir, 0 mejor dicho, algunos hermosisi- mos ejemplares de una especie del género Chenichthys y otro Aphritis. El primero es muy probablemente el Ch. esox cuya ca- beza, bien que de dimensiones mucho menores, nos hace recordar la del sollo de nuestras aguas; el otro se parece mucho al 4 phritis gobio, pero difiere de este por la forma mas larga del cuerpo, la mayor altura de la aleta dorsal blanda y el color mas oscuro. Re- cordaré aqui que tanto el Ch. esox como el Aphritis gobio han sido originariamente descritos por el doctor Gúnther, sobre ejemplares recogidos por el capitan King en Port Famine, y nueva- mente encontrados en varios puntos del Estrecho por el doctor Cuninghan, y tambien mas recientemente por el doctor Coppinger durante el viaje de esploracion del «Alert». Ademas del Harpagifer bispinis abundan tambien en los pozos de agua entre los escollos el Lycodes latitans, Jen. con el cual en- contré una vez un solo ejemplar Maynea patagonica, porque per- tenece á la misma familia y presenta el mismo colorido á rayas os- de o curas que observamos en el ejemplar dibujado por Gúnther en la Zoológica del « Alert », (*) y que falta en el ejemplar adulto tipico descrito por Cuninghan (”) sobre un ejemplar que habia recogido en la costa Occidental de la Patagonia. No menos interesante es una especie del género Genypterus que pertenece a la familia de los Ophidiido: y de la cual consegui dos ejemplares, uno en Puerto Roca, y otro en Puerto Vancouver. Como ya he observado hablando de los peces recogidos en Santa Cruz, es, segun toda probabilidad, por primera vez que se han en- contrado especies de este género sobre la costa oriental dela América Meridional. Los dos ejemplares de la Isla de los Estados son de tama- ño considerablemente mas pequeño de los que he conseguido en San- ta Cruz, pero no esimprobable pertenezcan a la misma especie, distin- ta sin duda de la que se conoce hasta ahora. Creo que Cuninghan ha tenido ocasion de observar la misma especie en Puerto Gallegos, aunque no me consta que la haya conservado y determinado (*”) Sobre la playa del Puerto Roca hemos tambien recogido una pe- queña Raya que no me fué posible determinar especialmente, y con- segu1 numerosos ejemplares de Myxine australis en Puerto Cook donde acudian en grandes cantidades, pues que el cadaver de la Balenóptera les procuraba alimento abundante. No he encontrado en las aguas dulces de la isla sinó una sola es- pecie de Galaxias que muy probablemente es el G. maculatus, Jen. de Patagonia y de la Tierra del Fuego. Algunos de los muchisi- mos ejemplares se aproximan por el tamaño del ojo y color casi uni- formente verdusco del cuerpo a la descripcion del G. A lpinus, Jen. de los lagos de la peninsula Hardy, pero antes que como especie diferente, me encuentro inclinado a conceptuarlos ramas del ma- culatus, por donde se demostraria la identidad especifica de las fau- nas descritas por Jenys. (*) A Gúnther «Account of the Zoological Collections made during the survey of H. M. S. «Alert» in the Straits of Magellan and on the Coast of Patagonia» in Proc, Zool, Soc, 1881 N.* 1 pag. 20 (Platc 11 fig. C. aud D. (+) R. C. Cuninghan, Trans, Liun. Soc, XXVII, 1871, pág. 472. (+**) Cuninghan cuenta que allí fueron recogidos, some large fish, resemblins ling in general appearance (Noteson Nal. History of the Strait of the Magellan, pág. 287) y como ya hice notar el nombre de Zzzg, el Comandante Piedrabuena lo habia atribuido al «pejepalo» (Genypterus) de Santa Cruz, _— 0-4 — Varias son las especies de moluscos que se encuentran en las aguas de la isla y algunas representadas por cantidades esterminadas de indi- viduos. Entre estas últimas merecen mencionarse las rótulas y alme- jas y especialmente estas últimas, las cuales no solo cubren literal- mente las rocas en muchos puntos, sinó quese sobreponen algunas veces en diversas capas y parecen pertenecer á dos especies distintas, muy probablemente al Mytilus magellanicus, Chen; y el M. Fis- cherianus, Tapp. Can. (”) Las rotulas que llegan á dimensiones colosales, me parecieron referibles todas a la misma especie, tal vez á la Patella mytilina, Jen. Sobre los mismos escollos se encuentran con frecuencia, pero no en número tan considerable, las especies del género Chiton, al- gunas de ellas sumamente grandes; sabido es, en efecto, como lo observa von Martens, que este género alcanza su mayor desenvolvi- miento en los mares mas frios del hemisferio austral y que la única escepcion de esta regla es la isla de Kerguelen, puesto que solo está representado en ella por dos especies relativamente pequeñas. So- bre los mismos escollos encuéntranse algunas Murex, Purpura, Concholepas Frochus de un hermoso color violáceo, uno de estos y Fusus, el Fusos (Prophon) laciniatus, Martyn tal vez, que seali- menta con rótulas abriendo un agujero circular en sus valvas. Aun sobre las rocas, pero principalmente debajo del agua y con mayor rareza encuéntrase viva una gran especie de Fissuretla y de ella se ven numerosas conchas y animales muertos arrojados a la playa despues de las tempestades. Entre las conchas que se encuentran asi arrojadas las mas frecuentes son sin duda alguna las del género Voluta(V. Ferrusacci, V. magellanica) de la que no me fué dado conseguir una sola viva. Abundante era en algunos escollos una especie de Litorina que faltaba sin embargo en Puerto Cook; con la draga obtuve algunos ejemplares vivos de Chione exaltida y adherente a las placas de la (*) A esta especie descrita por el señor Tapparone Canefri sobre ejemplares recogidos por la corbeta á vapor «Magenta» en su viaje de circunnavegacion, debe ser referida, segun E. A. Smith, 300 log. Col of the «Alert» loc. cit. p. 44) la figura del «M. Chilensis» de Cuninghan que corres- ponde á algunos entre los ejemplares que he examinado, A Macrocystis pyrifera, muchos Media larea. Debo, sin embargo, notar que sobre esta alga gigantesca que abunda en todas las ense- nadas de la isla, no he encontrado, ni con mucho, esa extraordinaria cantidad de animales de que hablan algunos autores que afirman que contiene una fauna del Kelp. He recogido tambien algunos ejemplares de Gasterópodos desnudos, probablemente doris, y algun Cefalopodo, entre los cuales un grande y hermosisimo Oclopus pes- cado con la red en Puerto Cook y algunos cuantos recogidos sobre la playa de Puerto Roca, pertenecientes probablemente al género Onychotenthas. Son, por el contrario, muy escasos los moluscos terrestres, y entre estos no he observado sino algunos ejemplares de una pequeña Helix entre los cuales no crei descubrir diferencias especificas y una Luc- cinea que aquí como en aquellas partes de la Tierra del Fuego que ofrecen condiciones climatolójicas idénticas a las de la Isla de los Estados, deja de ser un molusco de agua dulce, y dada la humedad general del suelo, se convierte en un molusco terrestre. Pienso que sobre las hojas del llacrocystis, sobre las piedras de ciertos fondos, aun sobre las valvas de conchas muertas deben vivir inmensas espe- cies de Briosoes de los cuales he conservado algunos ejemplares. La fauna de la isla no es muy rica en insectos, como por lo demas es en general pobre de animales terrestres. Entre los Coleópteros no es rara una elegante especie de Carabo (C. tuturalis, Fabr?) y algunas otras especies de Carabicos. Tuve a mas algunos ejemplares de un Lucánido, un Melolóntido, y algun Rincoforo, y entre estos últimos, un hermosisimo de un Cylindrorrhinus Ó de una especie de un género muy afin. Les insectos mas abundantes en la isla por su número son indudablemente los dipteros, cuyas especies, sin em- bargo, no me parecieron muy numerosas, y entre otros observé algunos que me parecieron completamente privados de alas ó pro- vistos solamente de un rudimento de ellas, afines por tanto de la Amalopterix maritima, Eaton, de la isla de Kerguelen, donde to- das las especies son apteras Ó casi apteras. - No vi sino una sola mariposita diurna, de color blanquisco, y un 9 —= 66 — solo ejemplar de lepidóptero nocturno. Los miriápodos me pare- cieron representados por una sola especie, y algo mas abundantes los Arácnidos y los Crustáceos terrestres. Los crustáceos maritimos nos fueron suministrados por los tras- mallos en gran cantidad de ejemplares, aunque no de especies. Tal sucedió con el Evrypodino Latreillei (Gués), notable por el gran desarrollo de sus miembros y la variabilidad de algunos de sus carac- téres de los cuales se describieron especificamente no menos de cinco diversas formas que deben referirse a este en su totalidad, y el Paralo- nius verrucosos de un hermoso color. Los ejemplares de esta es- pecie, obtenidos por mi son en mayor parte hembras llenas de hue- vos casi todas O con señales de haberlos puesto muy recientemente, hecho sumamente singular, pues Cuninghan (Loc. cit. p. 297) hacia notar que los ejemplares recogidos por él eran en sus nueve décimos del sexo masculino. En menor cantidad se encontraron los ejem- plares del Lithodes antarcticus (Tacq. Luc.) de color rojo encarna- do con la punta de las espinas amarillas. Entre las especies mas comunes es digna de mencion la Munida gregaría, (Fabr.), de la que he recogido tambien individuos muy jóvenes, que en algunos tibios dias de calma, nadaban a flor de agua en Puerto Cook en grupos numerosisimos. He podido por lo tan- to observar en seguida cerca del Cabo de las Virgenes, la coloracion roja que tenia á cierta distancia aquella parte de mar donde se en- cuentran por millares estos animalitos, hecho recordado ya por Dar- win y por otros viajeros. Algunas otras especies de crustáceos se encontraban con generali- dad sobre la playa, bajo las piedras y en los pozos de agua, entre las que recordaré el Halicarciuns planatus, (Fabr.) muy comunes en estas regiones, y algunas especies de isópodos merecen entre estos es- pecial mencion algunos serolís, género caracteristico de estos mares, recogidos con la draga y de los que habian sido arrojados sobre las playas; y algunos otros muy pequeños siempre sobre las hojas del Kelp. Los cirripedos que indudablemente deben ser referidos á algunas - especies, fueron recogidos en varias localidades sobre los escollos, y otros obtenidos por medio de la draga especialmente sobre conchas de moluscos. Fueron tambien recogidos en cierta cantidad en la isla los Anéli dos entre los Gusanos, los Equinodermos, Celenterados y los Póli- pos), y probablemente, colocados en manos de algun especialista se- rian considerados como especies nuevas O interesantes, pues perte- necen á grupos menos estudiados. Los mas latamente representa- dos en las colecciones hechas son especialmente los Equinodermos, y entre estos, los Astéridos y no falta en aquellos la elegante pequeña Oloturia, conocida bajo el nombre de Cladodactyla crocex, (Les- son), notables por el modo directo de desarrollo de los hijos, que hasta haber alcanzado cierta edad son sostenidos por la madre por medio de dos fajas continuas adherentes á las estremidades dorsales. Entre los pocos ejemplares de esta especie recogidos por mi (no ya sobre las hojas del Kelp sino sobre los guijarros de la playa) habia felizmente uno del sexo femenino con la pequeña colonia de hijos perfectamente correspondiente al dibujado y descrito por Wyville Thomson. (*) | Haré aun especial mencion de haber observado dentro de Puer- to, como lo habia ya indicado Wester, un considerable número de Medusas, y entre otras una de gran dimension, cuyo diámetro mayor debe haber sido de cerca de un metro. Pertenecian á tres ó cuatro especies diversas, de cada una de las cuales he conservado ejemplares en el liquido de Goadby. A ellas se debe el fenómeno de la fosforescencia observado en dicho puerto por alguien antes de mi llegada, y que no he conseguido averiguar quien sea. De estos breves apuntes resulta, como indicaba desde el principio, que el carácter de la fauna de la Isla de los Estados es perfectamente idéntico al de la parte montañosa de la Tierra del Fuego, demos- trándose por ende su analogía con la de todas las otras tierras antár- ticas, analogía que hace siempre mas plausible la hipótesis apuntada (1) Wyville Thomson «The Atlantic» vol. II., pág, 216, fig. 38. — 68 — tambien por Studer (”) que en época remotisima la estremidad meridional de la América, las islas Falkland, la Georgia meridional, las islas Principe Eduardo, Croset, y Kerguelen y tal vez la Nue- va Zelandia, han hecho parte de un continente, constituyendo sus únicos restos hoy, ó que al menos deben haber tenido una extension mucho mayor, encontrándose por tanto menos separadas unas de otras. La fenecida existencia de este continente vendria a esplicar la po- sibilidad de encontrar en paises tan lejanos la misma especie de ani- males, aun de los que son característicos dela fauna de un pais. En efecto, sabemos que en las aguas dulces de la Nueva Zelandia, de la "Tasmania, de la Patagonia y de las islas Falkland se encuen- tra una misma especie de pescado el Galaxias atennatus, (Jen.) Es de esperar que nuestra ciencia, adelantando mas, pueda dar una perfecta razon de estas y otras combinaciones aparentemente estra- ñas. Los hechos enunciados sirven para demostrar cuanta luz puede arrojar sobre la historia de nuestro planeta la Zoologia sistemática, tan mal mirada por algunos todavia. DR. DECIO VINCIGUERRA. (**) Th. Studer. Die fauna von Kerguelens land in Arch fié Naturoj XXXXV. Fag, rg. Band, pág. 140. INFORME VI DE LA ISLA DE LOS ESTADOS Á PUNTA ARENAS El 28 de Marzo levamos el ancla y salimos de Puerto Cook.— Esperabamos que el mal tiempo de los dias precedentes, nos dejase un poco de tregua, pero nos engañábamos, y apenas ultrapasada la punta Baily, un furioso temporal de O. S. O. se precipitó sobre nosotros como un enemigo en acecho. “Tuvimos apenas tiempo de aferrar las velas y asl mismo, el impetu fué tan rápido que la verga mayor, ya resentida se plegó como un arco de flecha. Este fué el principio de una serie de estraordinarios vientos, chubascos, y copiosas nevadas que nos impidieron alcanzar el Estrecho de Ma- gallanes, empujandonos entre Rio Gallegos y las Malvinas, antes de que se hubiese podido dar vela suficiente para sostener la nave contra el alto mar que se habia levantado. Por mas que se interrogase al barómetro, para obtener alguna indicacion, no fué posible obtener una respuesta, como las que se alcanzan en climas mas templados. Mis pocas observaciones me llevan á considerar ese instrumento de muy insignificante utilidad para los que deban alcanzar al Cabo de Hornos. La subida y des- censo del barómetro, frecuentemente precede el cambio de tiempo, pero mas frecuentemente lo acompaña Ó lo sigue. El capitan Fitz-Roy que mas que cualquier otro navegó y estudió la estremi- /0 dad de la América Meridional, tuvo mejor idea de este apreciable instrumento y lo consideró de no menos utilidad en estos parajes, de aquella que presenta en otros mares y bajo otros climas. Tengo ala vista las observaciones meteorológicas hechas por el Capitan King en la Isla de los Estados, y las hechas por nosotros en la misma localidad recorrida por el ilustre marino inglés. Qué estraña coincidencia de tiempos y de fenómenos! Cambian- do solo la indicacion del año, nuestras observaciones podrian inter- polarse entre las del «Adventure» (*), como las de este podrian in- sertarse entre las nuestras. Esto probaria cuan cierto es que la na turaleza se rije por la imprescriptible ley del circulo; y, probablemen- te tal circulo no es tan amplio como generalmente se supone. No fué sino en la mañana del 4 de Abril que la ribera meridional de Rio Gallegos se nos presento a la vista. Nos dirigimos sobre ella inmediatamente, con la intencion de entrar en el rio, para esperar mejor tiempo y embocar luego el Estrecho, pero alcanzada la barra el viento faltó y las corrientes nos empujaron a lo largo de la costa. A las 10 a. m. del 5 (abril) anclabamos bajo Cabo Virjenes en 18 brazas de fondo: aqui permanecimos poco tiempo, porque en la ma- ñana siguiente encontramos el buque á tres ó cuatro millas de la costa y en 3o brazas de fondo. Evidentemente el ancla ya no nos sostenia y esto se esplicó, mien- tras desplegábamos la gávia baja, la única que un fuertisimo viento O. S. O. nos permitia tener: el ancla se habia partido en la caña con una seccion tan regular, como la que hubiera podido hacerse con una tenaza titánica. El fin del temporal se vió recien á la altura de Santa Cruz y se ordeno entonces de afianzarnos en este rio, pero parecia que el tiem- po se conjurase contra mi, pues que hechas algunas millas en esa direccion el viento cambió primero al O. N. O. y luegoal N. N. E. Volvimos pues á la via del Estrecho en el que entramos la noche del 9 y á las 4 p. m. del dia siguiente, despues de una larga y ansiosi- *) Viaje del « Adventure y Beagle» año 1820. sima noche, echamos el ancla en la Bahia Posesion, á tres millas de la punta Tandy y á una del banco Narrow. Fué en vano nuestro trabajo en busca de la boya que indica este peligro, como asi mismo lo fué cuando buscamos la que indica la punta del banco Orange. Mas tarde encontramos esta boya en- arenada en la «primera angostura» (Firts Narron). La mutacion de esta señal en parajes llenos de bancos, y ofreciendo diversos as- pectos segun la marea, es muy perjudicial á la navegacion: durante nuestra breve y forzosa permanencia en la Bahia Posesion, tocamos, se puede decir, la necesidad de una policia mas regular del Estrecho. Dos vapores entraron, uno á la tarde siguiente á nuestro arribo y el segundo á la mañana del otro dia; ambos andaban evi- dentemente en busca de la boya del banco Orange, sorprendidos de no encontrarla, pues que tanto se habia adelantado hacia la «primer angostura». Se encontraron sobre el banco á su albedrio: el primero se recostó a la derecha y fué a clavar su proa sobre el banco, lugar donde pasó toda la noche del 10 y parte del dia 11; el segundo, á su vez, se recostó a la izquierda y se engolfó con marea decreciente en una especie de bahia situada á poniente del banco Orange. El pobrecillo tentó durante dos horas todo el cuadrante de la brújula, girando sobre si mismo como un topo apresado en una topinera: sonrelamos a cada una de sus tentativas, pero como «rie - bien el que rie último», aquel se escapo de la trampa bien pronto, adelantándose al oeste, dejándonos consumidos en la Bahia Posesion. Con viento fresco deS. S. O. el mar que se levanta es estraor- dinario no por su altura, sino por la vivacidad de sus movimientos; las sucesiones rapidas de olas y olas, y el romperse en todas direccio- nes que es prodijioso; las cadenas pierden bien pronto su elasticidad bajo la continua serie de movimientos, sacudidas y tirones que reci- ben, y si no fuese la excelente calidad del terreno que constituye el fondo de la bahia, creo que no habria fuerza de ancla capaz de sostener un buque sobre este surgidero. Sin embargo, no pocos buques deberán alcanzar todavia estos lugares y salir del Estrecho que, quien sabe con cuanta fatiga habian ganado. —- - 72 -— Era una bella contrariedad el continuo pasaje de vapores que en- traban y salian burlándose del viento y de la corriente, mientras que nosotros teniamos que espiar atentos el uno y la otra; que si el primero era favorable, la segunda era contraria ó viceversa. En fin, los dos se combinaron en nuestro favor (15 de Abril) y entramos en la «Primer Angostura». Lasvelas no estaban aun del todo des- plegadas y el buque no habia tomado toda su marcha, cuando el angustioso grito de «hombre al agua» se hizo oir. Era el mozo Ramon que sondando se le habia envuelto la sonda en la piernas y habia sido arrastrado por el plomo al mar. Fué esto mismo su salvacion porque á pesar de la mas pronta maniobra, del mas rápi- do trabajo para amainar una embarcacion, habria habido siempre tiempo de que el desventurado jóven fuese arrastrado por una cor- riente que hacia no menos de sus cuatro millas. Ultrapasada la primera an gostura, viento y corriente cambiarion y nos obligaron á anclar en el Philip-Bay. A la mañana siguiente zarpamos nuevamente y alcanzamos á Gregory-Bay a la entrada norte dela «Segunda Angostura». La lenta marcha de la «Cabo de Hornos», y otras consideracio- nes que seria por demas ocioso rememorar, me trajeron la persua- sion de que no podia contar con este buque para la esploracion de la Tierra del Fuego. Era mi primera intencion pedir a V. E. nuevas instrucciones, pero interpretando mejor aquellas que me habian sido dadas, me crei au- torizado a no dejar de intentar medio alguno para conducir al mas honorable término el encargo que V. E. me confio. Como Punta Arenas estaba a breve distancia de nuestro fondeade- ro, decidi ir á esta colonia á procurarme un buque de pequeñas dimensiones, con el que pudiese visitar el canal de Beagle, la Bahia del Buen Suceso y la costa Oriental de la Tierra del Fuego. Espuse al Comandante Piedrabuena mis vistas y no solamente las encontró razonables, sino que me confirmo en la idea que de tal modo seria tambien considerada por V. E., asi fué que dando un adios al buen Comandante, cabalgué en direccion a Punta Arenas, Los caballos me fueron suministrados por el colono Donato Beni- tez, un semi-italiano, un loco orijinal que durante la marcha no hizo sino cantar y relr, reir y cantar, interrumpiéndose solo para hacer, en alta voz, cuenta sobre cuenta del dinero que esperaba ob- tener de mi generosidad. Es regla general entre los habitantes del campo, que tanto de lo que se lleva a la yá nombrada colonia (Punta Arenas) otro tanto se les debe dejar: irse sin un centésimo seria una de aquellas vergijen- zas que obligan a esconderse para siempre entre cuatro paredes, 0 a tener constantemente el cuchillo en la mano. Pero tales sentimientos no son propiedad esclusiva de los habitantes de la campaña sino que por el contrario son comunes a todos los residentes en el Estrecho. Si se agregan los borrachos y baladrones de espiritu ingrato, mez- clados á gentes de esos sentimientos, se puede facilmente formar una idea de lo que es esta poblacion. Contrista verdaderamente el alma ver tanto desgraciado embrutecido por el alcoholismo, terrible en- fermedad que parece no dar cuartel á cuantos establecen permanente O temporáriamente su residencia en Punta Arenas. Muchos hablan con desprecio de la inmoralidad chilote; pero con tales maridos, con tales padres, con tales hermanos, están condenados por fuerza. La miseria, la facil ocasion y los malos ejemplos se unen muy ame- nudo en daño de estos infelices: y de Lucrecias no está lleno el A las 8 horas a.m. del dia 19 de Abril, estando todo listo montamos a caballo. Eran de la comitiva el profesor Lovisato y el preparador señor Ottolenghi. Cuatro caballos de silla y dos de tiro constituian la caravana. —Salidos de la estacada que limita la factoria, cabalga- mos por algun tiempo por el lado saliente de la cadena de mon- tañas de la Bahia Gregorio. Cual era mi situacion despues de al- gunas horas de andar a caballo, se puede fácilmente imajinar: por mas que cambiase de posicion no cambiaba de dolor y para ma- yor desgracia me habia tocado un caballo indio, acostumbrado á - no andar nial paso, ni al trote, ni siquiera á un pequeño galope: yo apretaba las piernas y él echaba á volar como el viento, co- IO mo si fuese á una caceria de guanacos. Mi temor crecia de punto al pensar que podiamos encontrar un rebaño de estos animales y que no me fuese posible sujetarlo en el camino que llevábamos; pero aunque tuvimos tal encuentro, afortunadamente el furioso buséfalo no dio señales de mayor exitacion. Era la primera vez que veia el guanaco y, por suerte se me presentaba de tal modo que me permitia poder tener una idea perfecta de su estado eminentemente salvaje. En dos ó tres oca- siones valles y pequeñas colinas en el espacio de algunos kilome- tros cuadrados estaban literalmente cubiertos: vistos de léjos pre- sentaban el aspecto de un ejército esperando un ataque; y a la verdad, mada es mas cierto! Las prominencias mas cercanas a nosotros eran guarnecidas de patrullas de cinco á seis individuos que espiaban atentamente nuestros movimientos. A medida que avanzabamos era de ver la corrida de los mensajeros de una avan- zada a otra, el interrogarse, el unirse, de destacadas y, si conti- nuabamos avanzando en su direccion, las avanzadas se replegaban sobre el cuerpo principal; la alarma cundia en el campo; se sen- tia una especie de bufido é inmediatamente despues una inmensa nube de polvo indicaba que el ejército marchaba en la mas pre- cipitada retirada. Se acampaba otra vez: las avanzadas salian de las filas y las centinelas tornaban á sus puestos. Con un sistema tan bien organizado de espionaje, es muy dificil acercarse á un rebaño de guanacos. Losindios Tehuelches los cazan atacándolos por diversos lados, rodeandolos y lanzando contra ellos sus perros esprofesamente amaestrados, asustáandolos con fuego y gritos., El cerco primero vasto, poco á poco se va cerrando y los pobres animales perseguidos de un lado á otro, se chocan, se caen, se estrechan entre si como si uno buscase auxilio en el otro: es en- tonces que las bolas hacen su trabajo y abaten a tierra decenas de individuos. A los jóvenes é inespertos cazadores se les deja el trabajo de dar el golpe de misericordia á los caidos; y los viejos ponen tambien ma- nos a otras bolas, cabalgando siempre mas hácia el centro; ahora | a bien, si la caza es abundante, no falta amenudo un trájico fin, a causa delas numerosas pumas (leon de la pampa) queen este punto se alojan. Se galopaba en una vasta y ondulada llanura cubierta de un uniforme mantel de tierna yerba que por aqui y por alli era interrum- pido por matorrales de miseras yerbas. Por horas y horas ninguna criatura viviente, fuera de nosotros mismos, aparecia a nuestra vista. Donato, primero cantaba por alejar, creo, que el mal augurio del tétrico silencio que nos circundaba: pero asi mismo poco a poco do- minado por la melancolia de la desolante rejion, guardo silencio. A las 3 p. m., Benitez dió la señal de alto. Descansábamos en medio de algunas matas de yerba al fondo de un pequeño valle y sobre la orilla de una laguna. Un caballo muerto y los restos de fogatas y los fragmentos de pieles de guanacos y ovejas, nos indicaron que este lugar debia ser el campamento acostumbrado de las caravanas provenientes O con destino 4 Bahia Gregorio. Y ála verdad, de la Bahia Gregorio a la «Cabecera del mar ». es el único paraje que ofrece leña, pasto para los caballos y agua. Los indios tehuelches, designan esta localidad con el nombre de Oásis Sabá y hasta hace pocos años era uno de los principales puntos de reunion cuando descendian al mar. Al dia siguiente (20) a las 6 a. m. estabamos nuevamente en marcha. A medida que nos inclinábamos hácia el Oeste el terreno se volvia mas quebrado sucediéndose las gargantas y las colinas: el suelo se hume- deció, el incremento de la vegetacion y los pantanos que a cada mo- mento se presentaban en nuestro camino hacian patente que mas allá del Oásis Sabá la lluvia no debia ser tan poco frecuente como en la Bahia Gregorio, y Posesion. Encontramos sin embargo, mayor afluencia en la vida animal: bandadas de patos silvestres coronaban las cimas de las colinas y las lagunas estaban cubiertas de patos y cisnes y creo que ni un solo balin se hubiera perdido aun disparado al azar en esta masa movil. Era esto apreciable, al no encontrarse como el dia anterior, solo, en medio del desierto, sin otra distraccion capaz de romper la mono- tonia del viaje: los Andes de un lado y la Tierra del Fuego del otro. Si bien la cordillera patagónica, no puede de ningun modo rivali- zar con su hermana mas setentrional, aquella surjiendo ex-abrupto del mar de un lado, y de una llanura semejante del otro, impresio- na al viajero mucho mas que la segunda. Alli parecen cesar las fa- ciles gargantas y las cimas redondeadas y el que mira la cadena de los Andes de lo alto de la cadena Gregorio, no vé delante de sl, sino un inmenso grupo de nevadas serranias. ¡Cuánta emocion para el touriste en medio de aquellas agrestes crestas! Las montañas lejanas de la Tierra del Fuego, constituyen, repito, el ala izquierda del grandioso anfiteatro que se desple- gaba delante de nosotros. Eran tambien de aquellas mismas cres- tas ardientes entre las cuales, limpia inmaculada se levanta la del Monte Sarmiento, la mas sublime entre las altas cimas fueguinas. Con este magnifico y variado panorama ante nuestra vista, llega- mos sin pena a las riberas de Puerto Pecket. A corta distancia de nosotros, hácia la izquierda, se elevó una densa columna de humo y poco despues una segunda, y luego una tercera, y en fin, un ca- ballero fué visto al desembocar una garganta, que galopaba en sen- tido de cortar nuestro camino. A las columnas de humo respondi- mos con otras columnas, para producir las cuales bastaba arrojar un fosforo encendido entre la yerba que hollaban nuestras cabalga- duras. La ascension era instantánea; lineas de fuego se levantaban serpenteando con sorprendente rapidez en todas direcciones. Al- gunos gauchos me contaron que despues de una larga seca, el en- cender fuego en la pampa es uno de los mas serios peligros que po- dia uno crearse, a tal punto que no hay carrera de caballo, por ve- loz que sea, capaz de vencer la rapidez con que el fuego se propaga: la pequeña llama producida por un cigarrillo arrojado inadvertida- mente en una mata de yerba seca, se estiende como un relámpago sobre centenares de metros cuadrados y entónces no hay fuerza ca- paz de detener el fuego; alargandose aumenta de velocidad, invade valles, cubre colinas, tala montes, salva rios y sigue adelante, de- vorando todo lo que se atraviesa en su camino! Innumerables rebaños de animales; caballos, bueyes, guanacos, A huyen desesperadamente perseguidos por la terrible onda: las aves de rapiña en el peligro comun no olvidan su enemistad y millares de buitres y águilas se lanzan sobre los pobres fugitivos, prontos á devorarse los restos que no han sido enteramente devorados por el fuego. Creiamos que el fuego que habiamos visto señalase un cam- pamento deindios, pero Donato reconoció en el ginete un peon del médico de Punta Arenas. Hacia trece dias que esperaba sobre la ribera oriental de la «Cabecera del mar», la llegada de un vapor de Malvinas con cerca de un millar de ovejas. Estas debian cons- tituir el punto de partida de una gran factoria que el Gobierno Chi- leno ha concedido al doctor Fetton, en premio de sus largos servicios. No es este solo el terreno concedido por el Gobierno Chileno á parti- culares de Punta Arenas: de Puerto Famine á Bahia Gregorio se cuentan por lo menos diez 0 doce factorias y muchas otras han sido ya concedidas. El terreno si bien al principio promete muy poco, es sus- ceptible de mejoramiento a medida quelos rebaños crecen y se intro- ducen pastos exóticos. Diezaños há, una factoria sobre el Estrecho de Magallanes se consideraba una locura no menor que lo que se consideraria hoy la fundacion de un establecimiento sobre las ribe- beras del Rio Gallegos: sin embargo, llegara dia, y no lejano, en que estas rejiones no serán consideradas tan infecundas. El Sub-Te- niente señor Roncagli nos dirá algo mas a este respecto. Cambiadas pocas palabras con el ginete encontrado, proseguimos nuestro camino, hacia el fondo de la « Cabecera del Mar». Con este nombre se distingue una vasta laguna salada, que comunica por medio de un estrecho canal con Puerto Pecket. Con marea baja el canal es facilmente vadeable, pero pasado este favorable momento, es necesario dar vuelta á la cabecera, alargando el camino en diez O doce millas. La noche nos sorprendió en Rio Pescado, si con el nombre de rio se puede llamar un pobre arroyuelo que se arroja al Puerto Schoal. —Desmontándonos y dejando en libertad a los cansados ro- cines, nos ocupamos de desenvolver y colocar, la carpa pero mas mezquina localidad no pudo escojerse para asiento de nuestra parada: entre los cuatro no alcanzamos a recojer la leña suficiente para ha- cer hervir el agua de la vasija, ni a encontrar dos arboles donde fi- jar nuestra tienda. Se hizo una mala cena y se pasó peor noche; Sin embargo. nos alentaba el pensamiento de encontrar al dia si- guiente una revancha y asi fué que, antes que la aurora iluminase los Andes, galopábamos sobre la alti-planicie comprendida entre Rio Pescado y Cabo Negro. A medida que nos acercabamos a este promontorio un rapido cambio se operaba en el aspecto del pais, y si bien algunos arbustos nos anunciaron las cercanias de las selvas, fuimos no poco sorprendidos al encontrarnos en medio de ella, casi sin advertirlo; tan instantáneo es el pasaje de la yá nom- brada pampa á la region selvática. En el bosque encontramos acampada la familia Clarke que se dirigia 4 Santa-Cruz, donde debia pasar el invierno. Aproveché de esta oportunidad para informar al Sud-delegado señor Moyano de los procedimientos de la espedicion. De Cabo Negro a Punta-Arenas, el camino sigue casi constante- mente entre una alta barranca y el mar. Es un fastidioso paso tanto para los hombres como para los caballos, debido al gran nú- mero de avalanchas de arboles y piedras que lo interrumpen. Afor- tunadamente ninguno de nosotros dejó su arzon y a las 2 p.m. llegamos a Punta-Arenas. La noticia de que yo buscaba una na- ve, me habia precedido por lo que fui entusiastamente recibido con mil protestas de amistad y deseos de éxito, demostraciones que ce- saron bien pronto cuando vieron que ponia todo mi estudio para. hacer la mayor economia en la operacion. Dos o tres dias despues de nuestro arribo, llegó la « Cabo de Hor- nos » y con el Comandante Piedrabuena fué convenido fletar la goleta «San José » — que era la que se ofrecia con un contrato menos oneroso. El capitan de este buque, era por otra parte se- ñalado como el mas practico entre los balleneros de la Tierra del Fuego. Dar un informe que no fuese bueno, sobre el capitan Pritchard, pareceria poco generoso despues del grave infortunio que lo aquejó, y muchos tal vez, supondrian que yo, acusandolo quer- ria sincerarme de la grave responsabilidad que pudiese tener por el naufragio de la «San José». Bueno, cortés y respetuoso, tenia el de- fecto de muchos de sus compatriotas; una estrema audacia en la bue- na fortuna, un estremo abatimiento en la adversa. Pero como la for- tuna parece generalmente coronar la frente de los audaces, seria yo, por lo mismo el primero en confiar nuevamente, buque y tripulan- tes al capitan Pritchard. Juzgo que tal opinion sea tambien la del propietario de la «San José» y mejor prueba que el hecho de con- confiarle otra vez una parte de sus riquezas no sabria yo encontrarla. Mientras la «San José» se preparaba, el Sub-Teniente señor Roncagli alistábase para una escursion ó lo largo de la costa pata- gónica de Cabo Virgenes á Santa Cruz. El objeto de esta travesia era el estudio de la hidrogafía terrestre, de esa parte de la Patagonia y de la posibilidad de establecer alguna factoria al Sud de Santa Cruz. Se decidió que los profesores Lovisato y Spegazzini debian acompañarme al Sud, mientras el señor Ottolenghi debia hacer par- te de la expedicion Roncagli. En cuanto al señor Vinciguerra crei lo mejor dejarlo en Punta Arenas. La calma de una larga perma- nencia en esa colonia le permitiria cumplir con mas éxito sus encar- gos. El resultado me hace ver que mi decision ha dado los mejores frutos. | El 1.2 de Mayo fué elegido como dia de partida. La vispera tuve el honor de ser invitado por el Gobernador de Punta-Arenas, conjuntamente con todos los oficiales y S. E. se mostro altamente cortés tanto conmigo, como con toda la oficialidad; muchas veces brindo á la salud de los Presidentes de las Repúblicas Argentina y Chilena, haciendo votos porque la rivalidad entre las dos hermanas americanas, sea concluida definitivamente con los hechos últimos, y porque el apreton de manos que se han dado a través de los An des, sea el principio de una era de felicidad y de progreso para los dos paises. Es un deseo que repiten todos los que saben los benefi- cios que deribarán de una sincera amistad con la gloriosa y afortu- nada República del Pacifico. O Bajo la administracion del actual Gobernador un progreso bien sensible se ha efectuado en Punta Arenas. Numerosos colonos atraidos por las generosas concesiones del Gobierno Chileno y la confianza en la calma que parece haberse establecido definitiva- mente en la pequeña colonia. La terrible revolucion de 1874.es ya fuera del sentido comun, y el actual Gobernador, con promover el pastoreo, estimular á los recien venidos y dotar á la ciudad de los elementos que requieren las necesidades públicas, busca de todos modos hacerla olvidar. Como he tenido el honor de decirlo 4 V. E., no menos de diez colonias han sido yá establecidas desde la Bahia del Agua Fresca a la Bahia Gregorio: en Voces Bay, un argentino se ha establecido esplotando el corte de maderas, la Isla Dawson ha sido concedida á las señores Schróder y Porter, la Isla Isabel al Cónsul inglés señor Reindel, y la Bahia de Gente Grande á dos compañias chilenas pa- ra la busca de oro. Estas compañias han trabajado cerca de tres Ó cuatro meses, pero parece que el resultado no ha sido aquel que se esperaba. Se me ha dicho que en el próximo verano volverán con mejores y mayores aparatos y otros medios mas adecuados. El estrecho es desde alli interceptado por una serie de estableci- mientos cuyo centro es Punta-Arenas. La poblacion total del es- trecho segun datos oficiales alcanza á 1,000 habitantes, de los cua- les setecientos cincuenta residen en Punta-Arenas, y el resto en la campaña. Pero tal número me parece inferior a la verdad. GIACOMO BOVE. QUE AYZLITVR ZATUA VTTV /) VI TY (] '” - ENTLNTDUE TEGLSAN VID JUAD 1] IP STUOIIILIOS UN TIIVAG Ip 7YNV) 0 VIHISTND ERIN AUS TEA, 15 | de BEAGLE »equn las correciones de la: Expe, dei E 4MBcuse 20% 10) GANAT DE BEADPLE; FtoLito E MALITZRY Tacroróz INFORME VII DERRUNTA” ARENAS ALA TIERRA DEL FUEGO Apesar del tiempo amenazador y de haberme muchos aconsejado, entre ellos el seño? Roncagli, no partir, hice caso omiso para evitar toda tardanza y ordené a la «San José » ponerse a la vela. Breve fué el camino que hicimos, ya por el aumento del viento, ya por subsanar los multiples inconvenientes que eran ocasionados por el desarreglo del lastre, y al anochecer anclamos en la Bahia del Agua Fresca. Por la noche sopló un medio huracan del S. O. pero á la mañana siguiente el viento se redujo á una ligera brisa y nos pusi- mos nuevamente á la vela. Era mi intencion entrar en el Canal Magdalena, sin ulterior dilacion, pero llegado ante el Puerto Fami- ne, empujado por el deseo de visitar esta famosa localidad y atraido por la goleta «San Pedro» ordené anclar. Echamos el ancla en Voces Bay, ligera ensenada situada al Sud del ya mombrado puerto. Desembarcados fuimos cortésmente recibidos por el señor Haase, (1) que habia hecho de Voces Bay, el cuartel general de la inmensa concesion obtenida del Gobierno Chileno. La actividad que el señor Haase desplega en su empresa, es ver- daderamente sorprendente. Aunque solo hacia tres dias que estaba (1í Un argentino muchas veces citado en la relacion precedente. TI E en Voces Bay, no menos de diez picadas, estaban ya abiertas en el bosque, y una de ellas de casi dos millas de largo termina en un magnifico parque de árboles, algunos de los cuales encontré de uno a dos metros de circunferencia. El señor Haase me aseguró que en las orillas del Rio San Juan se encuentran árboles de mayores di- mensiones; pero no tenia tiempo de ausentarme, deseando ardien- temente emplear las pocas horas de dia que nos restaban en la visita a Puerto Hambre. Cuantos atraviesan el estrecho de Magallanes no olvidan de echar una mirada compasiva sobre esa localidad que fué teatro de tanta desgracia, de tanto sufrimiento. — Puerto Hambre fué elegido por Sarmiento como el punto mas adecuado para la fundacion de la co- lonia que por su consejo, Felipe II de España, habia ordenado es- tablecer en el Estrecho de Magallanes, á fin de impedir el pasaje de las naves estranjeras que podian perjudicar el buen éxito de la colonia española de Chile y del Perú.—Veintitres buques partieron de España con tal objeto, pero de ellos solo cinco alcanzaron el Es- trecho, del cual, pocos dias despues, fueron arrojados por una con- tinua sucesion de malos tiempos. Sarmiento arribó con su flota á Rio Janeiro, para proveerse de lo necesario y en Noviembre (1584) reforzado por cuatro navios, llegados de España, hizose nuevemente a la vela para el Sud. Sin gran inconveniente llegó 4 la Bahia Gregorio, pero aqui los capitanes de sus buques declararon no querer seguir mas adelante. Sarmiento desembarco con trescientos hombres, y en la localidad hoy conocida con el nombre de Nuestra Señora del Valle fundo una colonia á la que puso el nombre de Jesús. —La colonia nació bajo los mas tristes auspicios, pero ni la adversidad del tiempo, ni la hos- tilidad de los patagones, ni la infame desercion de las naves (la nom- brada « Maria » fué la única que permaneció fiel) fué suficiente á doblegar al férreo Sarmiento el que, despues de dadas las órdenes necesarias para la construccion de algunos fortines sobre la segunda angostura, se puso en marcha con cien hombres hacia Puerto Ham- bre, donde pensaba fundar la principal factoria, O El viaje fué de los mas penosos: muchas veces Sarmiento debió sofocar con sangre el descontento de sus compañeros de aventura, y tomar en medio de la noche las armas contra los turbulentos indios, con las cuales tuvo serios encuentros. Al fin alcanzo el lu- gar de su destino y con la acostumbrada formalidad fundo la ciu- dad de San Felipe. Pocos dias despues, Sarmiento volvió á la Bahia Gregorio, pero al echar el ancla una furiosa borrasca lo obligó a largarse al mar, que al fin lo empujó sobre las costas del Brasil donde la «Maria» naufragó. Igual suerte tocó á una segunda nave que Sarmiento fletó para llevar socorro á sus infelices compañeros. Todavía no vencido ni desanimado, Sarmiento hizo una segunda tentativa de llegar al Estrecho de Magallanes, pero arrojado sobre las costas del Brasil, pensó en volver a España para obtener de la madre patria mayores socorros. Por desgracia suya, cerca de la isla del Cabo Verde fué capturado por los ingleses y llevado á Inglaterra. La captura de Sarmiento fué la ruina de las colonias San Felipe y Je- sús, descuidadas y olvidadas por los Gobiernos de España y Perú. Algunos meses despues de la forzada partida de Sarmiento, los colonos desgraciados de «Jesús» se reunieron á sus compañeros de San Felipe; pero por la escaséz de víveres, doscientos soldados, bajo el mando de Juan Iñiguez, recibieron órden de Viedma (que habia asumido el Gobierno de la Colonia) de volverse 4 la Bahia Gregorio. Ninguno de aquellos alcanzó la factoria Jesús y cuando Viedma decidió con el resto de sus fuerzas retirarse á la primera colonia, con la esperanza de encontrar algun buque, su viaje fué una serie de tristes espectáculos con la vista de los esqueletos de los doscien- tos soldados que lo habian precedido. El aventurado Cavendish entraba en el estrecho, cuando la azo- tada fuerza de Viedma ponia sus piés en Jesús.—Con cuánto placer vió esta acercarse las tres naves inglesas, se puede bien imaginar, como se puede tambien comprender su desesperacion, cuando el po- co generoso Cavendish aunque enterado de su triste estado, los abandonó a su suerte; y mas aun, habiendo sabido Cavendish la ii fundacion de la Colonia San Felipe arribó á ella y destruyó las casas y fortines españoles. De las cuatrocientas y mas personas desembarcadas por Sarmien- to, dos Unicamente (una salvada por Cavendish y otra por Andrés Mericke) salieron del Estrecho: el resto pereció de penas y necesida- des. Con la muerte de la Colonia, el nombre de San Felipe, se cam- bió en Puerto de Hambre, para rememorar el triste fin del primer establecimiento español. Doscientos años trascurrieron antes que una segunda vez la co- lonizacion fuera tentada en el Estrecho de Magallanes. Probable- mente el pensamiento intimo de los gobernantes chilenos, era la es- peranza quelos nuevos colonos (la mayor parte presidiarios conde- nados) encontrasen la suerte de sus predecesores; pero como la mala yerba en cualquiera parte se arraiga, asi la segunda colonia, contra la creencia general, prosperó, y hoy, si bien de penitenciaria cam- biada en comercial, continúa prosperando.—Contribuye mucho a esto la excelente eleccion de la localidad y á la verdad, la actual co- lonia (Punta Arenas) tiene sobre Puerto Hambre la ventaja de un clima mas templado y mayor espacio para el mantenimiento de algu- nas cabezas de ganado. Pero la segunda colonia tuvo tambien como la primera sus tris- tes dias y tristisimos fueron indudablemente aquellos de Enero de 1874 en los cuales los detenidos y soldados, se sublevaron levantán- dose en armas, hiriendo no pocos de los pacificos ciudadanos. Por tres ó cuatro dias los sobrevivientes lo pasaron escondidos en los bosques cercanos, mientras que los revoltosos saqueaban é incendia- ban sus casas. La llegada de algunas naves de guerra chilenas y estranjeras puso término a la revolucion, la que se asegura fué cau- sada por insensatos castigos y privaciones infringidas por los oficia- les y Gobernador. Apesar de los condenados y haciendo á un lado la indesicion en que viven los pocos comerciantes que entre aquellos se establecieron, la colonia progresó rápidamente y hoy, tierras que diez años atrás eran consideradas como de esclusivo dominio de los rebaños de guanacos y pumas, son ocupadas por prósperas factorlas. E e A wwuntos(Í aa vsaroni Norsiw OIIAX TIO YYABIL DA Tarna ra 104b id is EAS ara dE A NANO IS ¡b ¡ Ñ . h Ñ wn y EY UN y) 4 ye PA y ñ eE e] o ss. 1 y “e Ñ pl ” * . $ * í el A ” EN 4 mi y Ñ a . +14 . y A Ñ y A Y kl 6 ES NT o, 0 Ni ; e i 0 e 0 % á ¿ a l o EN % A 7 Se UA. Ea mañana del 3 (Mayo) nos vio bordejear en el Estrecho, con- tra un fresco viento del Oeste, pero a la altura del Cabo Foward calmóse el viento, y fuimos presa de la fuertisima corriente que jira al rededor de aquel formidable promontorio. Fué solo remolcando nuestro pequeño buque, que en la tarde del mismo dia, pudimos abrigarnos en el angosto y seguro Puerto Hope, sobre la estremidad Oriental de la isla Clavence. En el fondo del Puerto encontramos algunos, Wigams (cabañas) fueguinas, de las cuales, varias de tan reciente construccion, que suponemos que los habitantes fugaron al aproximarnos. Si es ver- dad que las habitaciones constituyen el mas seguro indicio de la civi- lizacion de un pueblo, el miserable albergue de los fueguinos dicen á primera vista muy poco á su favor. Apenas se puede creer, que en una rejion donde la nieve no es rara en el rigor del estio y en donde no pasa dia sin llover, cuatro Ó cinco ramas mezquinamente entrelazadas, constituyen todo el asilo de familias enteras, 4 menudo numerosas. Pero un conocimiento mas profundo de estos infelices indigenas cambia en compasion el desprecio que inspiran al primer contacto. La gran lucha que deben sostener para procurarse el necesario y esen- cial sostenimiento de la vida, los hacen fuertes é indiferentes contra cualquier privacion. Estos Wigam presentan en general la forma de un casquete esfé- rico. Dos aberturas diametralmente opuestas dan acceso a ellas, en el centro el hogar, lateralmente algunas ramas delgadas cubiertas de yerba constituyen el lugar de reposo. Ordinariamente los W:- gam indican una localidad que se encuentra al abrigo de los vientos dominantes y frios, pero con todo, ¿qué reparo pueden ofrecer á los desnudos inquilinos, en una helada noche de Agosto, cuando el ter- mometro señala de 10 á 15 grados bajo cero ? Durante mi permanencia en el canal Beagle he varias veces asis- tido al momento de entregarse al descanso de algunas familias fue- guinas. El fuego es alimentado en el mayor limite posible y al rededor de él, con el vientre casi en las brazas se tienden los pobres inquilinos del Wigam. Cuando la familia es numerosa se acomodan con mas rigidez, estrechados uno contra otro, cubriéndose el último las espaldas con una mezquina piel de foca O de guanaco. No es consecuentemente raro el caso de tremendas quemaduras: el Profesor Spegazzini me refiere que entre cincuenta y mas individuos por él medidos no encontró uno que no llevase las señales de serias que maduras ! En otro informe hago alguna indicacion sobre los aborijenes del- estremo meridional de América. .... En la noche siguiente fuimos no poco alarmados por una copiosa nevada, seguida de un no menos intenso frio, á tal punto que el fondo de la bahia se cubrió de una capa de hielo tan densa que los botes tuvieron bastante trabajo para abrirse un camino á tra- vés de ella. No estábamos sinó a principios de Mayo y ya el invierno se anunciaba bajo tan malos auspicios. Afortunadamen- te no fué sinó una falsa alarma y mas suave invierno que el que pasamos en el Canal de Beagle, se me aseguró no recordar la me- moria de los habitantes de aquellas regiones. Solamente en dos O tres ocasiones fuimos visitados por la nieve y en tan poca can- tidad que despues de pocos dias desaparecia completamente. En los meses de Junio y Julio, el rigor del invierno, fueron estraordi- nariamente hermosos. Dias y dias trascurrian sin un hálito de viento; ni una nube que manchase un cielo limpido y trasparente; mas de una vez nos preguntamos si esta tierra era la misma que Fitz Roy, y Darwin pintaron con tan tristes colores. Pero, repito, el nuestro fué un año escepcional. Tan benigna temperatura se debia sin duda á la inusitada permanencia del viento Nor-Este, el cual probablemente despojado, al atravesar la parte oriental de la Tierra del Fuego, de la humedad recogida al rededor de las Mal- vinas, pasaba sobre el Canal Beagle llenando con su tibieza las tierras que lo circundan. | Mis conjeturas fueron mas tarde confirmadas en nuestro pasaje de la Tierra del Fuego a las Malvinas, durante el cual debiamos lu- char contra el fuerte viento contrario segun el resultado del diario meteorolójico llevado por Stanley, confrontadas las observaciones hechas por nosotros en la Tierra del Fuego con las de Falklands, se puede valorar de 4 4 5 grados la cantidad de calor que el viento del Norte pierde al pasar del segundo lugar de observacion al primero. Mucho me pesa no haber tenido siquiera un sicrómetro, porque hubiera sido bastante interesante conocer la cantidad de humedad depositada en el camino entre una y otra estacion. Hablar del clima de la Tierra del F uego es asunto bastante arduo, por sus diferencias de año en año, de localidad a localidad, a tal punto, que los nativos mismos bien que obligados, en su vida vaga- bunda, a estudiar, mas que otros, las variaciones del tiempo, no pueden hoy aventurarse á predecir el tiempo de mañana. El exa- men de dos O tres libros de observaciones y algunas conferencias te- nidas con balleneros que frecuentan la Tierra del Fuego me conducen á lo siguiente: que una linea del Puerto de Agua Fresca al Cabo de Hornos, pasando por el Canal del Almirantazgo, la Bahia Yan- dagai y el Estrecho de Murray, constituyen el limite de dos climas bastante diferentes: la tierra situada al Occidente tiene una tempe- ratura relativamente suave, pero tremendamente azotada por las lluvias, la nieve y el viento, mientras que al Oriente existe una tem- peratura mas baja, mucho mas seca y menos ventosa. Este mismo juicio esel que he formado hablando del clima de Santa Cruz. De Yandagai a Slogett Bay, el clima sufre un notable y ventajoso cámbio, y a la verdad, casi siempre vi las laderas de los montes que dominan la Isla Gable y la isla misma, iluminadas por el Sol, mien- tras que en Usciuwaya el cielo estaba cubierto de densos nubarrones y la lluvia cala 4 torrentes. Mas allá, sin embargo de Slogett Bay, la lluvia, las nevadas y el hielo vuelven á tomar su dominio y la Isla de los Estados no tiene nada que envidiar á la Isla Camden ó al archipiélago de Grafton. Pero á cuantas digresiones me ha conducido el mal tiempo de 3 de Mayo: sigamos adelante.— Todo el dia 4 (Mayo) se pasó en tentativas por encontrar un fon- deadero bajo Monte Sarmiento, El profesor Lovisato deseaba es- E A tudiar mas de cerca este coloso del Sud, y emprender, si fuese posi: ble, la árdua ascencion. Pero en contra del ardoroso alpinista se habia conjurado la nevada del dia precedente y mantenia la baja temperatura un frio viento del Sud-Oeste con que se habia hecho preceder aquella. Bordejeando al pié del Monte, nuestros ojos eran dirigidos constantemente a los demas nubarrones que aprisionaban la escelsa montaña: ya desesperabamos de verla, cuando un violento golpe de viento rasgó la niebla, y primero la aguda cima y luego bajando hasta el inmenso campo de hielo que nos descubrió los flancos y pié, la montaña se nos presentó en toda su grandeza. He asistido a muchos espectáculos alpinos, he leido cien descripciones de entusiastas alpinistas, pero a mi pesar, debo confesar que en una sola ocasion he esperimentado este sentimiento mezclado de gozo, de admiracion, de espanto y. . . . . qué sé yo, de que fui presa ante el Monte Sarmiento. Y sin embargo, es bien poca cosa, (2,300 metros) en comparacion de las mas altas cimas alpinas y andinas, pero aquel tiene sobre estas la ventaja de surjir aislado del mar y desplegarse de un solo golpe en toda su magestad sobre el atónito marino que navega a sus piés. Un blanco manto lo cubria de la cima á la base; sin una mancha, sin una gretadura: se hubiera creido cubierto de una inmensa y permanente campana de nieve; y tal debe ser hasta una buena parte de su altura, porque examinado de lo alto de sus contrafuertes me- ridionales (yoo m.) ni una sola roca se veia descubierta, la monta- ña aparecia velada por una continua serie de nevadas y vedrete tan lisas como un espejo, y ademas tallado por profundas quebradas y majestuosas cascadas de hielo. Despues de mucho bordejear, encontramos al fin un fondeadero en la boca de un profundo fiordo probablemente no notado por los hidrógrafos ingleses. Como dos puntas disimulaban y ninguna montaña parecia atravesar el fondo, alenté por un instante la espe- ranza que pudiese conducirme al golfo Courtenay, 0 a Thieves-Ho- le; pero a la mañana siguiente (5 de Mayo) tuve una seria desilu- sion: una colosal nevera cuya mole embarazaba el supuesto pasaje. IS A Lotolita E. Aalbde, TIERRA DEL FUEGO FyorD Y Y ENTISQUERO 5 > F i 5 E = be dl an 13 > su $e See É í PR " 4 q! Ñ > py Ñ i Ñ Y ; : j UR e pe A E A 17 My ' A od ñ y al AMPL «> NA (10 FT 1 o ME La nevera Negri (en honor del ilustre geógrafo italiano y mi ve- nerable maestro) es uno delos grandes descargadores de ese inmenso mar de hielo que casi sin interrupcion se estiende desde Monte Dar- win á la Pirámide Brecknock, y de la Bahia de la Desolacion al canal del Almiranrazgo. Su frentees cortado casi en ángulo recto, mide cerca de dos kilometros de largo y al vértice la muralla crista- lina mide mas de cuarenta metros de altura. Profundas quebradas, góticas ventanas, obeliscos etéreos daban al conjunto un fantástico aspecto. Un sordo y continuo murmullo sentiase á lo lejos de esa divina arquitectura. La nevera Negri, como su cólega del Norte, lleva indudablemente las señales de una precipitada retirada. Entre la última mole frontal y su base existe un espacio de mas de cien metros, espacio en su mayor parte ocupado por un torrente queroia la base de la nevera ayudando en gran parteá su destruccion. Los dos dias que permanecimos en el fiordo Negri fueron los mas espléndidos observados por nosotros en la parte occidental de la Tierra del Fuego. El Monte Sarmiento, destacabase nitido en un cielo de un azul perfecto. Conservando toda su magestad ha- bia perdido su aspecto aterrador, de los dias anteriores y para mi, profano en el arte de escalar montañas, pareciame cosa facil ir á sentarme sobre su helada cima. Pero no fué de la misma opinion el profesor Lovisato que, cuando superadas las primeras crestas se encontró impedido por un profundo ventisquero de nieve, á cuyo fondo no se podria llegar sino con cincha. El, debido á su habi- lidad de alpinista y á su sangre fria acertó a desembarazarse de la trampa en que habia caido. Si bien al fin no alcanzó todo su in- tento, sus fatigas fueron sin embargo altamente recompensadas, con el espectáculo que se presentó á sus ojos en lo alto del observatorio con tanta fatiga conquistado (1). Hecho un lijero relevamiento del golfo y del puerto en que habia- mos fondeado en la mañana del 7 (Mayo), nos pusimos a la ve- la. Un viento fresco del Norte nos condujo rápidamente al canal Brecknock, sobre cuya ribera setentrional anclamos. 1) Véase la relacion del profesor Lovisato, 12 En esta como en otras ocasiones palpé cuán imprudente y peli- grosa era la costumbre de los balleneros de anclar en el Kelp (mai- rociptis piprifyra. Antes de echar el ancla, se habia sondado con mucha precaucion, ya con los botes, ya con el buque mismo; sin embargo, al dia siguiente al venir á la virada, dos O tres golpes vio- lentes nos indicaron que entre nosotros y el ancla habia un serio obstáculo. El viento era muy fresco para atravesar el buque, y fué necesario filar nuevamente cadena y echar una segunda ancla por temor que la primera se rompiese, hasta esperar la calma del viento. Examinando mas tarde el fondeadero, se encontró la piedra que surjia aislada a una profundidad de cuatro á cinco brazas, cuya ca- beza podria tener no menos de un metro cuadrado de superficie. Estos monolitos sub-marinos no son raros en los canales de la Tier- ra del Fuego. Sobre estos la mairocystis, empujados por la mare- jada y las corrientes, no hacen presa porque una interrupcion con- sistente en una densa maneha de Kelp señala generalmente la exis- tencia del peligro. | Escepto en algunas alturas atrevidas, la peninsula de Brecknok, aparece desde hace poco tiempo libre de la capa de hielo, que en una época geológica relativamente reciente parece cubria todo el archipiélago fueguino. Rocas redondas y desnudas constituyen casi la peninsula, y las inmensas gradas en que esas rocas están cor- tadas indican las estaciones de los hielos permanentes. Una escasa vegetacion cubre los detritus rocaceos por lo que con justa razon las tierras circunvecinas á la peninsula de Brecknock fueron bauti- . zadas por Cook tierras de la Desolacion. Por la calma y corrientes contrarias, el dia y se hizo poco cami- no y ála noche anclamos entre islotes al Norte de la isla Baskes. Los profesores Lovisato y Spegazzini desembarcaron en la isla prin- cipal y en el abrigado seno de esta encontramos muchos wigam pero ningun habitante. La isla Burdt fué el siguiente punto de fondeadero. En esta como en otras, los naturalistas tuvieron tiempo suficiente para ha- cer una esploracion sumaria, pero la isla probó no ser menos desola- arovag aaa rvnYg - muwroyY OIINA “IA VUABIL PEDO] Y CRONO IAS 7 A E : PA y! 20m A . a e vY ; a La RS : ¿de A Cds Ue O, PA AOS Strada da que la peninsula de Brecnock. En la noche del 1o el viento fué moderado, mas en la tarde del 11 comenzo a soplar violentamente. Estábamos en ese momento bajo vela en el Whale Boat Sound. Con todo, que se marcho solo con la trinquetilla, el movimiento que recibia la arboladura era tan violento que hubo momento que te- miamos perderla. Con una rapidez espantosa entramos en el estre- cho angosto y simuoso de Teano (Entre Whale bont Sound é Dar- win Sound). Aqui el aspecto del tiempo esaun mas amenazador, las corrientes atmosféricas estrujadas entre las altas montañas que dominan el estrecho habian tomado la fuerza de un huracan: el mar delante de nosotros no era sinó una sola cresta, sobre la cual los vapores acuosos corrian con la celeridad del rayo presentándose como pequeños tifones. Los efectos de algunos golpes de viento (Williwams de Paleniere) eran sorprendentes. —Bajando sobre una oleada atravesaban el estrecho chocando en las montañas opuestas para volver de donde habian salido y luego retornar dejando tras ellos un Zig-zag de espuma y humo. Ninguna vela hubiera podido resistir semejante golpe de viento cuyo choque en el costado de la nave hubiera sido suficiente para que hubiéramos embarcado agua a sotovento. A la noche fondeamos en una bahia bellisima al Norte de las islas Chair, y a la mañana entramos en el Lleman asciaga (canal del Nord-Oeste). Si la Tierra del Fuego no encerrára los bellisimos pa- noramas de la Isla Clarence y del Monte Sarmiento, seria suficiente fiordo Teano y el Ueman asciaga para atraer mas de un turista a aquellas estremas playas del Sud.— Neveras, cascadas, rocas, preci- picios, hielos eternos, bosques tupidos, constituyen un conjunto tal de grandeza y hermosura que solo la paleta de un pintor excimio podria dar una pálida idea de uno de los tantos magnificos panora- mas que se presentan a quien recorre el Ueman asciaga. Qué pueden ser entónces los modestos cróquis que acompañan mi re- lacion ! Para dar mayor amenidad a este dia, vino el descubrimiento de algunos fueguinos bajo el Monte Darwin, eran cinco ó seis canoas — 2 — que lentamente remaban cerca de la Isla Divide, pero no bien vie- ron que nos dirigiamos hácia ellos se alejaron rápidamente aunque les hicimos todo género de manifestaciones de paz. Han tenido por lo general esos pobres salvajes tan mala acogida de las balleneras que frecuentan la Tierra del Fuego, que no debe asombrar que la simple vista de una vela lleve entre ellos un terror pánico; desaparecidos los pobres fueguinos entramos en el canal de Beagle, principal objetivo de nuestra esploracion. Saliendo del Ueman-asciaga, fuimos sorprendidos por el repenti- no cambio dela naturaleza de las tierras. Con las islas Divide cesan los precipicios, las nieves, las desnudas rocas, las ruidosas cascadas; los montes están mas en el interior bajando de ambos lados del On- asciaga (Canal de Beagle) con mas suaves pendientes al mar y cu- biertos hasta su cima con una espesa vegetacion. Tambien la vida animal parece despertarse ; pero lo mas sorprendente era ver la linea recta y exacta que dividia un cielo hinchado de negros nubarrones y nitida atmosfera. Sorprendidos de la oscuridad nos paramos por la noche del doce de Mayo en la boca de la profunda bahia de Yandagaia, y el trece al caer la tarde anclamos a quinientos metros de la Mision inglesa de Uscinnaia.—+En tierra fuimos recibidos cortesmente por el señor Bridges sub-intendente de la Mision y por los señores Lawrense y WHhaite, uno maestro de escuela y el otro catequizador y carpintero de las misiones. Sabida nuestra mision se ofrecieron á ser útiles á la espedicion y sus ofrecimientos no fueron como la mayor parte de las veces acontece, palabras vanas, y durante mi larga permanencia en la Tierra del Fuego he recibido de ellos auxilio y consejos y es- timulado por la buena acogida determiné quedar algunos dias en Usciuuala. La bahia al fondo de la cual encuéntrase la Mision nos ofrecia un seguro fondeadero y conveniente punto de partida para las bre- ves operaciones hidrográficas que calculaba concluir en el On-ascia- ga, y para las esploraciones que los profesores Lovisato y Spegazzini habian ideado llevar 4 cabo. El gran número de indigenas que viven al rededor de las misiones me permitieron hacer conocimiento amplio de ellos, si bien es verdad que estos se presentan en un estado semi-civilizado, calculábamos despues encontrarlos en su estado vir- gen, para darnos cuenta de la justa influencia que podria tener la Mision y de la altura a que puede ser elevada esta raza que ha sido considerada como la mas baja en la escala humana. El efecto benéfico de la Mision se há insinuado en cada ángulo remoto de la Tierra del Fuego y despues que la palabra de Cristo resonó en esos desiertos se ha visto el estraño espectáculo de salva- jes, entre los que la venganza es un imprescindible deber, olvidar las injurias y ofrecer señales de paz a los ofensores. La idea de esta- blecer una mision en la Tierra del Fuego hizo sonreir al ilustre Darwin el cual pública y privadamente demostraba conmiseracion a los iniciadores de esa caritativa empresa; mas, cual seria su sorpre- sa cuando supo que los mismos fueguinos que habian robado a la Beagle dos de sus mejores botes, que habian despojado y amena- zado de muerte al pobre Mattheu, desnudado y masacrado tantos inermes tripulantes de navios naufragados, que los mismos fuegui- nos, repito, pocos años despues atravesaban mas de cien millas para pedir en Usciuuaia auxilio para nueve pobres náufragos, y en otra ocasion acompañaron por montes y bosques una tripulacion entera de Policarpo á la Bahia de Buen Suceso, auxiliándola hasta que un navio pasó á recogerla. Yo nunca hubiera creido que todos los misioneros del mundo fue- ran capaces de hacer de los fueguinos, gentes honestas, escribia, á esa noticia el ilustre filósofo al Presidente dela Mision Sud-america- na: «ahora me recreo y quiera usted considerarme como uno de los mas calurosos admiradores de esos resultados y como uno de los obladores de vuestra sociedad ». Triste fin tuvieron los primeros ensayos para llevar la civilizacion a los habitantes de la Tierra del Fuego, pero el martirio del co- mandante Allen Gardiner, del capitan Fell, del señor Phillips, en vez de apagar el ardor de la jóven mision, retempló el ánimo, y en 1869 los habitantes de On-asciaga, mas atónitos que irritados, vie- E A ron desembarcar un hombre solo y establecerse entre ellos. Este hombre era el arzobispo Stirling de Falkland: vivió inerme aloján- dose continuamente en diferentes familias, respetado y amado, y cuando el navio que lo trajo, vino a buscarlo, numerosas canoas lo acompañaron por largo trecho, exigiendo la promesa de su pronta vuelta. El hielo estaba roto y antes de que los efectos benéficos de la visita del Dr. Stirling hubieran sido olvidados, una bien organizada Mi- sion se estableció en Usciuuaia, y desde hace doce años está bajo la inteligente y habil direccion del Rev. señor Bridges, funcionando con los resultados que se ha visto en las lineas precedentes. La Mision ocupa una de las mas bellas posiciones del On-asciaga. Una alta y nevada cadena de montañas, entre las cuales sobresale el Monte Olivia 0 Robinson, la defiende de los vientos del Norte y Nord-Oeste y la larga peninsula que divide las dos bahías de « Us- ciuuaya» y «Uscinnaiski» ofrece un discreto pastoreo para algunos centenares de vacas. De esas vacas doscientas pertenecen á los europeos y las demás a diez O doce delas mejores familias fueguinas que las recibieron de la Mision, la cual nada deja que hacer por ayudar a los mas laborio- sos. Estos despues que su conducta ha sido puesta algun tiempo a prueba reciben dos vacas y un ternero, un pedazo de terreno, se- millas de raices, acelgas, coles, papas, y los mas meritorios casa y enceres. ¡ Queriendo, con esos elementos si bien modestos, habria para crearse un porvenir, pero desgraciadamente, entre los mayores obs- táculos que los buenos misioneros tocan, está en primer lugar la inconstancia de sus pupilos. El señor Bridges me contó que no es estraño el caso de ver una familia despues de uno o dos años de trabajo, abandonar casa, hor- taliza, animales, y volver á su vida primitiva nómade y de priva- ciones. Gran parte de esas deserciones son debidas á la localidad misma en que se encuentra la Mision, localidad excelente para los europeos que alli viven, pero muy desventajosa para los indigenas, Id AU E Y AY OUINOSILNIÁ “ov9aN anos OD10YX “TIA YAA PESO h 5 Mp AY > NA A y YA / Wr Lal ¡ UN . 1 Xp 4 A Í ETA 1 E MN SN RN Ú 7 € 5 OO los que prefieren aguas tranquilas para sus canoas, para dedicarse a la pesca en todo tiempo y abundancia de agua y leña de lo cual carecen tanto Usciuuaia como Uscinnaiski. Todos esos inconvenientes son bien conocidos por el señor Brid- ges el cual desea trasportar la residencia de la Mision al levante de la Isla Gable (véase la carta) 4 donde a un clima mejor vá unido un terreno mas vasto para pastoreo y abundante en leña y agua, además de la ventaja de una frecuente comunicacion con los Ona (los habitantes de la parte Oriental de la mas grande de las islas fue- guinas) los cuales fueron por causas agenas a la Mision hasta enton- ces descuidados, viviendo en el estado mas primitivo. Pero mil obstá- culos se oponen al deseo del señor Bridges: y entre tanto la isla Gable ha sido ocupada por dos ú tres familias indigenas con unas decenas de animales. Favorecidos por un bellisimo tiempo los 7 ú 8 dias pasados en Usciuuaia han sido aprovechados en los estudios dela bahia y tierras adyacentes y en escursiones geológicas y botánicas. La bahia se encontró ser el mejor fondeadero del Onasiaga: fon- do bueno y moderado, las costas del Norte y Oeste son abundante- mente provistas de leña y agua; dos ricos riachuelos desembocan en ella: uno de ellos es alimentado por una magnifica cascada cuyo ru- mor se oye distintamente a varias millas de distancia; otros riachue- los y pequeñas cascadas descienden á la bahia, y algunos de ellos podrian dar lugar a varias especulaciones, como ser aserraderos é injenios, etc. | El 21 de Mayo volvimos a landagalli. Era mi objeto señalar la estremidad del meridiano que constituye el limite entre las Re- públicas Argentina y Chilena. Una corta triangulacion me con- dujo á reconocer (con diferencia de pocos centenares de metros) la punta mas oriental de la bahia como tal estremidad. A este punto lo designé con el mombre de Cabo Argentino, mientras al cabo opuesto lo llamé Cabo Chile. La bahia corriendo hacia el N. O. resulto ser completamente chilena y constituye un no menos seguro anclaje de lo que son sus vecinos Lapataia y Usciuuaia. Desgra- ciadamente los landagases en número de cerca de cuarenta, no go- zan de buena fama y son considerados entre los mas turbulentos del Canal de Beagle. Mi esperiencia me conduce á conclusiones contrarias, porque los landagaces fueron conmigo bien distintamente primorosos, guiandome en dos O tres escursiones, cediéndome sin resistencia alguna sus muertos y tratando de venderme aun sus vivos en las personas de dos ó tres recien nacidos. La fácil conquista de landagaces se la debia sin embargo a la influencia de Ococco, un usciuuanes de no comun ingenio y al mismo tiempo un orador, de valia. Conservaré siempre un buen recuerdo de este bravo hom- bre, el que en diversas ocasiones fué de grande utilidad para la espe- dicion, sea granjeindonos la buena voluntad de los otros nativos, sea con el suministro de datos respecto a sus compatriotas. Mi pe- ticion de esqueletos humanos suscitó al principio alguna resistencia entre los fueguinos, pero Ococco, penetrado del objeto de mi solici- tud, tanto hizo y tanto dijo, que, no me atrevo a decirlo! ....... al. gunos me vendieron hasta los huesos de sus padres. Para los quesientan horror porla conducta de los fueguinos, repito aquilo que Azeglio decia para escusar la venta de dos de su estirpe: «Si los cir- casianos venden a sus hijos vivos y bellos, no podemos los fuegui- nos vender nuestros antepasados momificados ó en esqueleto? Pobres muertos! Por ellos nuestro buque dejó sus restos en la Tierra del Fuego y á la «Allen Gardiner» poco le faltó para seguir la suerte de la infortunada «San José». Mientras que esta bailaba esa infernal danza en la bahia de Slogett fué que se creyó ver los muertos en consejo en la estiva de la nave. Qué cenjuraban en nuestro daño, no nos fué dado saberlo, pero se sintieron bien pronto los efectos de la diabólica reunion: un golpe de mar desembarazo la cubierta de la poca agua que aun quedaba, el escoben de babor fué destruido y la cadena empezo a cortar lentamente el buque, obligándonos a embicarlo en la playa. Y todo esto en el mes de Mayo del año de gracia mil ochocien- tos ochenta y dos. Y aun se admiran de la supersticion de los marinos de Colon! 'OLDYAXIYN 1%H0 SANASAO OLNAMYAAY Jj La historia de los esqueletos fueguinos no se terminaba aun con el naufrajio en Hammaioia (Bahia de Slogett) y á mas de un subterfu- gio tuve que recurrir para salvar esta preciosa coleccion. Todo conduce á suponer que landagaia y el Canal del Almiran- tazgo estuviesen en otro tiempo en comunicacion por medio de un tortuoso canal de poca inclinacion sobre On-asciaga. Por lo que pude juzgar de lo alto de una pequeña elevacion, el fondo de la bahia parece constituido por una serie de pantanos y limitadas lla- nuras de entre los cuales surje entre pequeñas colinas el antiguo cauce del canal. La tradicion recuerda que landagaia, constituia un facil medio de comunicacion entre los fueguinos del canal de Beagle y los del Almirantazgo, pero cuando cesó dicha comunicacion se ignora completamente. Pero como cuidadosos estudios han sido hechos por el profesor Lovisato sobre la geología de la Tierra del Fuego, me remito á su excelente relacion y paso por mi parte á tocar otro punto. El día 23, despues de una breve permanencia en la isla Navarino (Ualla) volvimos 4 Usciuuaia, que dejamos al dia siguiente con el señor Bridges y el fueguino Ascapan, por Hammacoia. Ascapan que habia pasado gran parte de su vida en la parte oriental de la Tierra del Fuego, me aseguró que entre Hammacoia y Ci- ponaia (Puerto de los Españoles), se encontraban sedimentos de una piedra parecida á la que se quema; (habia estado en las Malvi- nas y habia visto carbon); por lo que, despues de las debidas averigua- ciones sobre el estado de la Bahia Hammacoia, y de haber obtenido las mas amplias seguridades sujeridas, sin embargo algo lijeramente, sobre la bondad del fondeadero, no pude dejar inesplorada una parte tan importante del territorio argentino. Desgraciadamente no solo no salimos bien en nuestro propósito, sino que la escursion misma nos fué fatal. A las 2 p. m. del mismo día que salimos de Usciuuaia ancla- mos en Seiamacusk, pequeño seno 4 medio camino entre la Mision y Ualla-lanuch (Isla Guble) y al dia siguiente en Uallanica; la mas bella entre las regiones del On-Asciaga. Aqui las montañas se re- a 13 == 037 tiran casi hasta perderse de vista en el interior, dejando entre ellas y el canal un largo y ondulado valle cubierto de bosques. Asi siguen hasta que en Moat Bay la cadena se acerca nuevamente al mar don- de forma el áspero promontorio de San Pio. Mas allá de este, la cadena se retrae dos O tres veces para formar los vallados de Ham- macoia y Cippo-ala. En el invierno, por estos vallados descienden al mar mumerosos rebaños de guanacos y con ellos los Ona, los cuales viven casi esclusivamente á espensas de esos pacificos anima- les. Para cazarlos, dos ó tres indijenas arm ados de arcos y de fle- chas, se establecen á lo largo de una linea dada, escondidos entre los céspedes y las rocas. A los perros esprofesamente amaestrados se les deja el cuidado de empujar á las bestias á pasar cerca de los cazadores. Delos animales cazados se hacen tantas partes cuantos cazadores haya; perteneciendo la cabeza y la piel á la flecha que ex- terminó al animal. Uallanica se puede considerar como el limite occidental de los Ona, los que, sea por temor de los laganes, (los fueguinos entre los cuales la Mision esta establecida), sea porque detenidos por el grupo de montañas que cierra 4 Usciuuaia se juntan en su emigracion en frente, enla Isla de Gable y vuelven átomar la via del Este. El 27 alas 2 p. m., en las cercanias dela Isla Sinpe, comunicamos con el « Allen Gardiner », el buque de la Mision y entramos en Banner Cove, único fondeadero de la Isla Picton, pero sin duda, uno de los mas seguros y pintorescos entre los de la Tierra del Fuego. Una inscripcion sobre una roca, situada sobre la boca del puerto recuerda el triste fin del comandante Allen Gardiner, el primer misionero de la Tierra del Fuego. Cautivado por la belleza de la localidad y su favorable situacion como puerto de salvamento al estremo del Cabo de Hornos, Allen Gardiner, decidió hacer alli el asiento de la mision que habia ideado establecer entre los fueguinos, pero pocos dias despues de su llegada, el pequeño número de indijenas residentes en la isla se aumentó de tal manera y se hizo tan amenazador que Allen Gardiner y sus com- pañeros tuvieron que abandonar Barner-Cove y refujiarse con las id E dos chalupas. «Pionner» «Speedivell» en Cippo-aia. Con la ins- cripcion puesta sobre la entrada del seno indicó a las naves que pu- dieran ser mandadas en su socorro el lugar de su refujio. Desgra- ciadamente ai llegar a Cippo-aia una de las naves zozobro y la pe- queña compañia se dividió en dos. Algunos meses despues la «John Davinson» y despues el «Dido» anclaron en Cippo-aia en busca de los pobres misioneros, pero no encontraron sinó ocho cadaveres. Los diarios y cartas fueron afor- tunadamente recobrados, pero ellos no sirvieron sinó para apreciar los sufrimientos padecidos por esos martires de Cristo. El 28 á las 2 p. m. entramos en la fatal Bahia de Hammacoia; el tiempo era espléndido; viento de O. N. O. y aunque el mar entra- ba en la bahía hinchado por el S. E. lo creiamos el efecto de una semi-borrasca que habia soplado en el dia anterior del mismo cua- drante. Se ancló á unos tres cuartos de milla de tierra, pero por mas que buscásemos un lugar de desembarco, encontramos la costa contrariamente a las seguridades dadas, de tal manera batida por las rompientes que hubiera sido arriesgado aventurarse en un bote. Un poco indignado por esto y viendo que el mar crecia, antes que bajara de nuevo, di órden de ponernos á la vela, pero antes de que el ancla fuese elevada, el viento se declaró en una calma chicha. Durante la noche el mar crecio desmesuradamente, pero siendo el viento muy fresco del S. O. debiamos permanecer anclados, su- merjiendo el ancla de esperanza. En los dias 29 y 3o se acechó toda ocasion para dejar la bahia; pero nuestras tentativas fueron vanas. Aunque el tiempo era malo, ninguno de nosotros alentaba serios temores, el buque se sostenia admirablemente contra todas la contrariedades del viento y del mar; pero el 31 amaneció para nosotros demasiado oscuro. La marea mencionada habia adquirido tanta fuerza que logro atravesar el buque, convirtiéndose este en un juguete del mar. Dos ó tres oleadas se sucedieron barriéndolo de parte á parte y ofre- ciendo tal trabajo a la cadena, que el escoben de babor fué en bre- ve arrancado. Un principio de dislocamiento en la proa comenzó A E inmediatamente despues. Ante este triste anuncio, un consejo su- mario se tuvo á bordo: permanecer sobre el ancla nos hubiera con- ducido a una segura pérdida de cosas y personas: valia mas tentar la suerte echando la nave a tierra con el objeto supremo de salvar las vidas. La vista de tierra que estaba a sotavento era sin embargo desalen- tadora: por lo que de lo alto de la arboladura se podia j uzgar: (el juicio resultó despues erróneo) que de Punta Herse á Punta Maria no habia sino una linea de escollos y bajos fondos: cuán distante de la costa el primer choque de la nave, se habia hecho! Alas 3 p. m. se decidió hacer la dificil prueba: era la hora de la marea alta. Una pequeña balsa fué en un instante preparada y algunos barriles de galleta y carne salada fueron colocados en cubierta para que utiliza- ran los sobrevivientes, si por acaso el buque no hubiera podido al- canzar la costa. La conducta de la tripulacion, fué en esta dificil emerjencia digna del mayor elojio: todas las órdenes fueron cumpli- das con la mas eficaz rapidez y cuando fué dado el grito de mando larga la cadena ! iza la trinquetilla! la maniobra fué ejecutada como si se tratase de llegar á la bahia en una cruzada de placer, en lugar de ir áun naufrajio forzado. El marinero Howard se dejo valerosamente atar al timon; dos cuchillos desnudos fueron colocados cerca de él, con los que pudiese cortar las ligaduras, asi que su trabajo llegase á ser inútil. No podré jamas olvidar al bravo Jemmy (Howard) adherido al timon, con los ojos en el que mandaba la ma- niobra, repitiendo palabra por palabra las órdenes que se le daban: Steady Jemmy! Steady sir All right Jemmy! All Right sir. Del fondeadero á la costa hubiéramos llegado en otra ocasion como una luz, pero en esta nos parecia una eternidad. Fueron mo- mentos de ajitada espectativa los que pasamos entre la largada del ancla y el choque de la nave contra la tierra: á cada instante esperd- bamos ver el buque detenido por algun banco; pero con la mayor sorpresa y gozo se pasó el primer escollo, luego el segundo, vo- lando sobre las olas, sin choque alguno, sin ninguna sacudida. La angustia crecio sin embargo cuando acercándonos a tierra se OD20Y4 “IBA YVIYABLL QS vio el mar chocar directamente contra las altas rocas hacia las cuales ibamos: toda esperanza de salvacion desapareció por un ins- tante, mas la suerte habia dispuesto de nosotros de modo bien dis- tinto. Exactamante en direccion al camino del buque, la barranca plegábase de una manera insignificante, dejando entre ella y el mar algunos metros de arena, en donde la nave fué á enterrar su proa quedando el bauprés á pocos centimetros del precipicio. En un instante la «San José» fué tumbada sobre su flanco izquierdo, el bote de la derecha hecho pedazos y todo objeto movil desalojado de la cubierta; pero antes que otra ola sobreviniese, nosotros nos ha- biamos reunido en una de las hendiduras de la barranca, con el mar a nuestros piés y una muralla de doscientos metros de altura sobre nuestras cabezas. La hendidura era de arenisca y amenazaba á cada momento caer en avalancha; afortunadamente, recien al día siguien- te se derrumbo al mar. Descendido que hubo la marea, hasta cierto punto, se pensó en el salvataje de los útiles mas indispensables. Era este todavia un arduo trabajo, pues el barco no bien encallado aun, era batido ter- riblemente por las olas y los mástiles recibian tales golpes que esperá- bamos verlos caer por momentos. El asistente Reverdito (*), que durante el naufragio apesar de que mas de una vez lo incité á pensar en si mismo, lo encontraba con- tinuamente a mi lado, fué el primero en volver al buque. Poco faltó para ser sofocado en la bodega, pero ayudado por otro italiano, Antonio Corrado de Savona, logró traer en confusion y por su mano el salvataje de la cubierta y algunos viveres. Durante el salvataje algunos tripulantes guiados por Painin, un fueguino que habiamos tomado abordo en Ullanica, visitaron las cercanias del lugar del naufrajio, y caida la noche nos encaminamos todos por una estrecha playa (en alta maréa cubierta constantemente por el mar) hácia la localidad elejida para campamento. Descalzos, calados hasta la médula de los huesos, cargados con (*) Reverdito, Miguel, de Acqui, antes perteneciente á la R, Marina Italiana, embarcado en Buenos Aires como asistente de la Espedicion. A OA grandes pesos, azotados por golpes de viento y nieve la milla que recorrimos nos parecio una eternidad. Llegado al campamento, se desalojo la nieve, se hizo un poco de fuego y con una pequeña vela se alzó una especie de reparo contra el frio viento del Sud. Du- rante la noche nevó en abundancia, pero aun que casi sepultados en ella, dormimos profundamente hasta el dia siguiente, tanto con- forta el ponerse completamente en manos de Aquel que rije nuestros destinos y la satisfaccion de haber cumplido con nuestro deber. A la mañana, el primer pensamiento fué para el buque, que afor- tunadamenteestaba todavia enel lugar del naufragio, aunque mas en- terrado en la arena y en el kelp, que la furia de las olas habia acu- mulado al rededor de aquel. * Durante ese dia y los dos ó tres si- guientes, fué un vá y ven continuo del barco. Armas, carpas, ve- las, viveres y todo género de útiles, fueron trasportados al campa- mento con innumerables esfuerzos. Este habia sido juiciosamente elejido, entre algunas lagunas y cerca de la barranca, dominando toda la bahia, de modo que toda nave que pasara cerca de ésta, fue- se facilmente vista y al mismo tiempo pudiese observar nuestras se- ñales. En la noche del primero de Junio, el tiempo tomó una actitud amenazadora, por lo que nos congratulamos reciprocamente de en- contrarnos bajo una discreta tienda y al rededor de un buen fuego, si bien en medio de un desierto de nieve. Fueron estos los últimos esfuerzos de la borrasca y el dia siguiente apesar del frio (10%) ama- necio espléndido. No fué sin embargo, sino el dia 5 que el único bote que permanecia aun en buen estado, se pudo lanzar al mar con el objeto de hacer llegar a Usciuwaya la noticia de nuestro nau- fragio y pedir socorro al «Allen Gardiner». El trabajo de lanza- miento del bote no fué pequeño: dos veces fué echado a la costa con toda su tripulacion y recien á la tercera tentativa salió bien, aunque el bote se llenó casi completamente de agua y de kelp. Tal era la estrema angustia con que observamos luchar á la frágil embarcacion contra la rompiente, que un grito de gozo salió de nuestros pechos cuando vimos montar el último obstáculo y salir al mar. Los seis o voluntarios que bogaban en el bote nos enviaron un último saludo y desaparecieron bogando valerosamente detras de la Punta Jerse. Tres dias despues, exhaustos, entumecidos, con las manos llagadas - por el uso del remo, alcanzaron 4 Usciuuaia. Recibida la infausta noticia en la «Allen Gardiner», se puso a la vela sin demora...... Como no conociamos las disposiciones de los indijenas respecto de nosotros (y estos son pintados con muy oscuros colores) nos con- sideramos en un pais enemigo y organizamos algo en nuestra defensa. Las armas fueron preparadas y distribuidas, el campamento fué ro- deado de una especie de estacada y una guardia á turno fué estable- cida de las ocho de la noche a las seis de la mañana. Se prohibió severamente abandonar el campamento durante la noche: el pobre Painin (un fueguino que teniamos entre nosotros) por haber roto la consigna, poco faltó para que no fuese esta la última de sus deso- bediencias. Hasta el 6 (Junio) ninguna señal de indijenas, pero en la noche de este dia el ladrido de algunos perros redobló la atencion de los centinelas. Al dia siguiente, apesar de las minuciosasesploraciones no se encontraron rastros de hombres ni de perros, y á la tarde mien- tras nos encontramos reunidos al rededor del fuego, el asistente Re- verdito, observó dos sombras que cautamente se acercaban á la carpa: dado el aviso, salimos en masa, pero las sombras habian desaparecido! Al volver al fuego, tres Ó cuatro perros pasaron precipitadamente entre nosotros probando que el grito de Reverdito no habia sido una falsa alarma y, a la verdad, el dia siguiente nos encontramos impresiones patagónicas é inmediatamente despues al oriente de la bahia se descubrieron dos ó tres columnas de humo, indicio seguro de indijenas. La inesperada visita trajo un poco de confusion a nuestro campa- mento: los dos llegados eran simplemente curiosos a la vanguardia de una numerosa tribu, que habia resuelto atacarnos por la noche. Frente al incierto peligro, debo confesarlo, muchos perdieron su ha- bitual sangre fria, y fueron necesarios todos mis razonamientos, para probarles que debia serles bien despreciable la vida á los fueguinos si se resolvieran á atacar á doce hombres resueltos y armados con las mejores armas que el arte habia producido. Durante el día 8 los in- dijenas no se movieron, pero el y, cual no seria la (admiracion usan- do un atenuante) del profesor Spegazzini, y el asistente Reverdito, que imprudentemente se habian acercado al bosque vecino a herbo- rizar, cuando alzando los ojos de sobre alguna planta que habia lla- mado su atencion, se vieron delante de tres monstruosos individuos con los arcos de flecha en mano! Su primer pensamiento fué echar mano a los fusiles, pero al montarlos se sintieron apostrofar de todos lados: miraron detras y en todas direcciones vieron los movibles ros- tros y arcos y flechas apuntadas contra ellos. «Habria dado mi vida por cuatro céntimos, me dijo el profesor Spegazzini, que esperaba por instantes sentir una flecha en el espi- nazo, pero viendo los indijenas que nosotros no haciamos fuego, se acercaron gritando y haciéndose señas de no tirar, deno bum. Con gran trabajo los induje á acompañarme al campamento pero fué ne- cesario ponerse á la cabeza con el ánimo que tu puedes imaginar». Al salir del bosque la larga fila de indios fué observada del cam- pamento: se llamó á golpes de martillo para que acudieran los au- sentes y se aprontaron las armas. De lo alto de la casilla que servia de cocina, observaba los movimientos de la supuesta columna ene- miga, que avanzaba gritando y jesticulando. El alto y peludo tur- bante, los ámplios mantos de guanaco y los arcos con que estaban armados daban a la columna un aspecto amenazador que me trajo primero un cierto sentimiento desalentador, pero cuando apercibi entre ellos á Spegazzini y Reverdito, todo mi temor desapareció. A medio camino dos indijenas se separaron del grueso de la tribu, para venir a reconocer cuáles eran nuestras intenciones: encontrán- dolas amigables, hicieron seña a los que esperaban, que poco despues entraban en el recinto del campamento. Painin, hizo de intérprete y les contó cómo y porqué nos encon- tráabamos en tierra. Todos escucharon silenciosamente la larga peroracion de Painin, pero parecia que poco se condolian de nues- tra desgracia y de nuestra situacion. yn Y vine viunnd za como, [ NYYL XLNON 7 SENVYIINIVA YO ONDAYULSI LLO Les fueron distribuidos pan y galleta y llegada la noche fueron licenciados, no sin antes intimarles de no acercarse durante la noche al campamento. Algunos de nosotros los acompañamos al lugar de sus alojamientos, trayendo buenas impresiones sobre nuestros nuevos amigos. Al dia siguiente, los indigenas trasportaron su campamento á este lado del rio y hombres y mujeres visitaron nuestra tienda. —Fui- mos muy generosos con ellos, cuanta galleta y carne poseiamos fueron distribuidas, pues que un bote llegado por la mañana, nos habia traido la consoladora noticia que la «Allen Gardiner» estaba en camino en procura de nosotros. Y asi fué; el 11 al despuntar el dia, la «Allen Gardiner» entró en la bahia. En pocas horas todo fué embarcado y salimos de la fatal ensenadura! Tres dias despues desembarcábamos en Usciuuaya, alli me encon- tré de nuevo con el señor Bridges quien galantemente me concedió el uso de los buques de la Mision y habiendo obtenido promesa del Capitan Willis de ser conducido á algunas localidades de la Tier- ra del Fuego aun inesploradas, decidi detenerme en Usciuuaya y al profesor Lovisato le confié la direccion de ulteriores trabajos en Patagonia. El 17 á las 2 p. m., la «Allen Gardiner» dejó Usciuuaya dirigién- dose á Punta Arenas. Con vivo sentimiento vi partir á los bravos profesores Lovisato y Spegazzini y á los bravos marineros que ha- bian compartido mis trabajos: todos hubieran deseado permanecer con migo pero la carencia de medios no me permitió sino dejar al Asistente REVerdito 2. De cuanta utilidad ha sido éste para la espedicion, se verá en la siguiente carta. GIACOMO BOVE. . . . y A 10 $ « É , , h Ñ . Ñ . m 5 Í ” ¿15% SODIO nor) ¡e CLASE A Min Cr Or. ) $] COVA h: IDA yl ES. 14D 153 l el J E rid apol ESTO 7 1 ] . í y 1 111 "MN +: it ob9d ( j eS uy o ' ' 5 ) £ y D j Á | 1 ' IE e 4 e ADA A PSN Ú mi 4 os57 Ñ 1] 511) Iv 121 . ¿20 3 UPA ul , ' ” A : SA ef O" UDI 0) AT » PORTO Y 7 > ' 45 7 1) WN! > q A EI A di A ez Mid AOS 14 MOS e , ) » , 12 1] v LF o! BY AROMA ON ADOOS só me ' " . Y y h e ¿Ñ ASIA E OS 105 Fw Als AL Am , qn e . . UN : y dd . ENFADO La TES MOS DIA PASO TE AE A ' ' HE EN AE h y AS AR IS IA 0 1é O" ANETO Y RAMIRO INITIAL NOS da Py ei ; an á Pes 5d GIA . e 24 ' 188 OTRO 301) CUBO A OFITINIDES OY OR EAS TA od arÍ Yes > y A EA “ e 1% HD. FE OTAN ONE MA IMEI. Y 03% NO . ' y Lia pp + A o, dá NN 2 ; ANDA DI EEN ANA AU AR COLT MATTER 4 AA OA ONE BOT 00 20ba mm AUDIT Al 01% 2 TA 9129000 RIDE O RABO Ie . OA toga al 19 Aus Y Ba «cod ed ” . LAA ANNA IMD INFORME VIII RELACION BOTÁNICA No habiendo podido aun practicar estudios profundos sobre las colecciones reunidas por mi durante el viaje en que tuve el ho- nor de acompañarle en calidad de botánico, primero por el cre- cido número de ejemplares recogidos, y en seguida por mis escasos conocimientos acerca de las especies vegetales de la zona recorrida, y que puede considerarse como una de las ménos exploradas, seré breve en esta reseña, no haciendo referencia sinó á aquello de que esté completamente seguro, y dividiendo la materia en capitu- los, segun los lugares que he visitado, tanto a la ida como al regreso, sin detenerme en el periodo de la navegacion, en el cual habrá podido Vd. observar que no se ha encontrado cosa alguna perteneciente á mi ramo. REGION PLATENSE. Montevideo— El 23 de Diciembre próximo pasado desembar- qué en este primer punto de escala, y aproveché el hermosisimo dia para hacer una excursion a lacumbre del Cerro, recorriendo tam- bien una parte de sus alrededores. Noté una aridez bastante acen- tuada, á causa de una prolongada seca, y mi botin se redujo á bien poca cosa. — 108 — En la base de dicha localidad, obtuve, en la resaca del agua del puerto, algunas algas de los géneros Ulva y Polysiphonia; á lo largo de la subida noté la Centaurea calycitrapa y la Centaurea meliten- sis, que, observada en todos sus estados de evolucion, me permitió poder identificar un ejemplar, asaz imperfecto, recibido de la Mag- dalena, bajo el nombre de Cardo Oriental. Lasotras plantas prin - cipales, observadas por mi, fueron: Croton pannosum, Oxalis, Por- tulaca, Cereus, Mammillaria, Opuntia, Sporobolus, Selaginella. No olvidaré tampoco un bellísimo Stenandrium, quiza el S. tri- nerve. Al regreso tuve tiempo de observar varias matas bellisimas de Cephalantus sarandi. No faltó tampoco una buena coleccion liguenológica. REGION PATAGÓNICA COSTA DEL ATLANTICO. La flora patagónica, especialmente en la parte mas austral, es tan poco conocida como caracteristica por sus extrañas formas; a la verdad, creo que sobre esta region fitológica no existe mas publicacion que la del profesor Hieronymus, el Sertum Patagoni- cum, a no ser que, durante mi larga ausencia de Buenos Aires, ha- yan sido publicadas las grandiosas é importantes colecciones hechas por el Dr. Cunningham en sus tres años de viajes continuos en aquella region. | Esto sentado, cualquiera puede reconocer la importancia de una buena coleccion botánica, tanto por su valor cientifico, como por su valor económico, y yo, por mi parte, estoy satisfecho de las colecciones reunidas, lamentando únicamente el haber visitado zonas “pequeñas y asaz circunscritas, todas bastante cercanas a la costa. Por esta razon, no deben considerarse como generales mis conjetu- ras, y si únicamente referentes á las localidades de que haré mencion. Santa Cruz.—En el tiempo que permaneci en esta localidad no pude utilizar los dias mas que á la ida, esto es, del 16 al 3o de Ene- ro FUE JIERKRA DEL Páma pANDAGAIA - (CEMENTERIO FUEGUINO p2 / y AN te q 14 e y. LATE 2h Ts ¿le liza FE L Lol ro próximo pasado, porque al regreso, es decir, del 25 de Julio al 7 de Agosto, la estacion de invierno habia despojado aquella tierra de todo elemento vegetal. La excursion efectuada por mi en la primera parada tuvo por base la orilla derecha del rio, á lo largo de una distancia de veinte kilo- metros, por dos ó tres kilómetros de ancho, aproximadamente. Visité tambien la Isla de Pavon, propiedad del comandante Pie- drabuena, la Isla de los Leones, y toqué además, en un punto de la orilla derecha de dicho rio, conocido como el Cerro de los Caracoles. Falta alli absolutamente la vegetacion arbórea, tanto artificial como natural. La de arbustos es bastante escasa y raquitica. En efecto, el mayor número de tipos de esta clase se encuentra á lo largo de la playa del rio Ó de los cañadones estrechos en que desaguan las altiplanicies inmediatas. Los principales arbustos son: el Ber- beris heterophylla, la Verbena carróo, la Verbena Lorentzii, la Duwaua dependens, el Lepidophyllum cupressiforme, el Lycium patagonicum, el Anarthrophyllum rigidum y la Adesmia trijuga. En la altiplanicie ó meseta, esta vegetacion de arbustos es bastante escasa, hallándose diseminados aqui y alli los matorrales, á larga distancia entre si, aumentando éstos á medida que uno se acerca á la cuenca fluvial, y constituyendo esta vegetacion, casi exclusiva- mente la Verbena carróo, el Berberis heterophylla, y mas esca- ' samente la Duwaua. En cuanto a los pastos son en su mayoria perennes, encontrándose solamente los anuales en la costa del rio, con especialidad en los parajes inundados con frecuencia, y en todas aquellas partes por donde, superficial ó subterráneamente, corre al- gun hilo de agua, como sucede por lo regular en los precitados ca- ñadones. Es un hecho importante y seguro que, donde quiera que se descu- bre un espacio cubierto de vegetacion anual, la que fácilmente se co- noce por el verde brillante que se destaca sobre el resto de la vegeta- cion descolorida, existe siempre una veta de agua, al ménos, á poca profundidad. El viajero sediento, por aquellos páramos, podra cierta- mente satisfacer su sed, cavando un poco, puesto que encontrará == TON > una vertiente que, aunque 4 menudo mas 0 ménos salobre, lo re- frescará. La vegetacion herbácea perenne es especialmente la que, con sus tipos mas singulares y característicos, distingue á la flora patagónica de cualquier otra. Se nota especialmente la transformacion de las hojas en espinas Ó bracteas, y la contraccion de los troncos formando masas compactas. Son tipos principales: el Strongyloma struthium, la Chuquiraga erinacea, la Azorella diapensoides, el Colobanthus policnemoides y numerosas otras Chuquiragas, Adesmias, Trip- tilios, etc. La vegetacion herbácea anual tiene sus representantes entre las gramineas, aunque no escasean ejemplares de otras muchas familias Los principales tipos son: la Stipa Ibarrii, la Stipa plumosa, Poa, Phleum, Alopecurus, Gunnera magellanica, Calceolaria Bergi1, Sa- molus spathulatus, Acaena laevigata, Ranunculus patagonicus, Anemone sphaenophylla, Erodium cicutarium, Adesmia lotoides, y Lomaria magellanica. Tenemos que notar, aqui además, otra pequeña formacion fitolo- gica; es decir, la circunscrita á los lugares salados O salobres, ora sean inmediatos á lagunas, ora al mar, y cuyos arbustos son el Obione sagittata y otra nueva especie de Obione, y como yerbas las Salicornias, los Atriplices y las Suedas, etc. Rio Gallegos.—El tipo de la flora de esta localidad, todavia mas austral que Santa Cruz, no tiene gran diferencia con el de ésta; sin embargo, no puedo emitir al respecto un juicio seguro, por ha- berlo visitado en tiempo de invierno y nevadas, en los dias 19 á 23 de Julio de este año; no obstante, noté varias plantas diferentes que, en parte, sinó en todo, han reemplazado á los homólogos de Santa Cruz. En efecto, entre los arbustos, observamos que el Berberis he- terophylla falta casi completamente; la Duwaua dependens y la Ver- bena Lorentzii, son mas raros que la Verbena carróo, el Lycium patagonicum; abundando por el contrario el Lepidophyllum cupres- siforme. En la naturaleza herbácea se nota la falta del Mulinum leoninum, Ny Ñ N WN A] a ee E ci PA CANAL DELLA MAGDALENA: MScro Un 2 milla Puerto JOSEFINA Fjord nMOgro, — 111 + de algunas Chuquiragas, siendo rara la Chuquiraga erinacea y la Azorella diapensoides; aumenta la Adesmia boronoides y aparece el Bolax glebaria y el Homoianthus echinulatus. La naturaleza herbácea anual cobra un poco mas de desarrollo sobre la vegetacion permanente. Aparece en un gran número de tipos del llamado pasto fuerte Stipa Ibarrii, Stipa plumosa, etc.) al paso que escasea el pasto tierno. En general son las mismas plantas de ¡Santa Cruz, notándose so- lamente la Calceolaria Bergii sustituida por la C. plantaginea y la C. nana, y la aparicion de abundantes Achyrophorus. ESTRECHO DE MAGALLANES (COSTA DEL ATLANTICO ). Cabo Posesion.—Este punto tambien lo visité, desgraciadamen- te, en mala estacion: el 15 de Julio. Las observaciones generales son: sustitucion completa de algunas plantas: del Berberis heterophy- lla por el Berberis dulcis, de la Duwaua por el Chiliotrichum, del Lycium por un Baccharis, de la Azorella diapensoides por el Bolax glebaria, de los Mulinum y Chuquiraga etc., por el Homoianthus. Se advierte un marcado empobrecimiento en la flora. La vegetacion herbácea anual ha absorbido casi por completo á la permanente, pero no con grandes ventajas, pues el pasto tierno falta alli casi enteramente, cosa de gran importancia para la indus- tria pastoril, tanto mas cuanto que creo que estas condiciones pueden extenderse hasta el Cabo de las Virgenes. No debe dejar de mencio narse una gran cantidad de Lepidophyllum. Bahía de San Gregorio.—Visité este punto dos veces: del 16 al 19 de Abril y el 14 de Julio. Posee la misma vegetacion del Cabo Posesion, y, por consiguiente, difiere poco de la del Rio Gallegos; se hace sentir, sin embargo, la benéfica influencia de los sistemas orográficos vecinos y delos bosques cercanos, que procuran á aque- la localidad si no abundantes, a lo menos suficientes y bienhecho- ras lluvias, condensando la humedad atmosférica. SL En efecto, exceptuando los puntos gredosos y las dunas, la vege- tacion herbácea anual, además de sustituir completamente á la per- manente, tiene la ventaja de presentar casi todos los tipos de pasto tierno, lo que hace a aquellos verdaderamente útiles y fértiles, como lo serian los del resto dela Patagonia, si no faltase tanto el agua. Las próximas colinas, conocidas bajo el nombre de Gregory Rang, ofrecen los primeros ejemplares de la flora sub-antarctica. En efecto, como arbustos, florecen alli el Embotrium coccineum y se presenta el Maytenus magellanica. Algunas yerbas como la Primula fari- nosa, la Lilea subulata, la Calceolaria nana var. Cunninghamii con- firman la indicacion de esta clase de vegetacion. Cabo Porpesse é Isla Isabel. —Desembarqué algunas horas en estos puntos en los dias 10 y 11 de Julio. Se hallan en iguales 0 tal vez mejores condiciones quela Bahia de San Gregorio; la susti- tucion del pasto fuerte por el tierno es completa, y la presencia de algunos Fagus antarctica, enanos, y el crecido número de Chilio- trichum, Embotrium, Maytenus y Ribes magellanica advierte al ex- plorador que se encuentra en los limites naturales de la region pata- gónica y sub-antárctica. Antes de terminar esta rápida ojeada sobre la flora patagónica, in- dicaré brevemente su utilizacion. . Los arbustos pueden servir como buen combustible, pero la colo- nizacion no debe tenerlos en cuenta por cuanto son escasos. La ve- getacion herbácea permanente no es de absoluta utilidad, á ménos que se introduzca como elemento pastoril al avestruz que hace de ella su principal alimento. La naturaleza herbácea anual se divide, como he dicho, en pasto tierno y pasto fuerte. El primero no tendria un empleo económico de mucha consideracion, á ménos que se introdujese como animal doméstico el guanaco. No necesito emplear mas palabras sobre el uso del pasto tierno; observaré solamente que no es muy abundan- dwawrd amxoy asa oxandsIiNaÍ a ausag="N “ua 1YNYJ *“YOVIIS Y NVNZA 7 OD3NA “1H YYABIL ANSIA, CN PROS TO » A e lA) lt a pod es, Nini ES iio 5 al Ú A 2... A ) Y A) 0. +, . YE O A ñ j he * — 113 — te y localizado. Para no descuidar en esta reseña el elemento halo- filo, añadiré que las Obiones, Salicornias y Suedas podrian utilizarse reduciéndolas á cenizas, las cuales, por su riqueza en soda, hallarian facil venta. Añadiré, por fin, que el Berberis dulcis, y el B. heterophylla, con sus sanos, agradables y abundantisimos frutos, podrian dar lugar á cultivo, para hacerlos servir en el comercio, secos, en conserva O en liquidos alcohólicos. Concluiré con la region patagónica diciendo que el terreno de ella, en las condiciones naturales actuales, no es muy apto para el desarrollo de la industria pastoril; pero que, sustituido el elemento animal extranjero con el indigena ó modificadas aquellas condiciones con los capitales y el trabajo, seria fértil y rica fuente de productos. La causa principal del actual estado natural, es la falta de agua, causa que podria, si no del todo, al ménos en parte—es decir, en muchisimas localidades—suprimirse mediante la irrigacion y con ella la formacion de bosques. Estas dos operaciones deberian principiar sobre las orillas de los rios y de los lagos, donde, utilizando las fuer- zas del viento, con máquinas de poco costo, se podria elevar diaria- mente la cantidad necesaria de agua para realizar el principio del citado cambio de condiciones vegetales, que producirian con el tiem- po un cambio climatérico, haciendo el clima mas estable y templán- dolo del calor y del frio excesivos. REGION SUB-ANTÁRCTICA. Esta zona que comprende a Chile y la Tierra del Fuego con todas las islas cincunvecinas, y la Isla de los Estados, naturalmente ha sido ya en gran parte bien estudiada por muchos viajeros, que en sus lar- gas peregrinaciones visitaron a aquellos puntos, y tambien por mu- chos botánicos que permanecieron mas ó ménos tiempo en ella. No seria hoy de menor importancia un estudio especial y completo de la parte austral de esta zona, porque, si podemos decir de Chile que su flora ha sido estudiada casi completamente bajo todo punto de Io — 114 — . vista, no podemos decir otro tanto de la Tierra del Fuego, por haber sido relativamente poco visitada y referirse los trabajos conocidos á épocas bastante remotas, a ménos que, como dije respecto a la Pata- gonia, se hayan publicado en este tiempo las colecciones hechas en varios puntos de ella por el célebre Cunningham. Debe observarse que no presenta un tipo único y homogéneo, sino por el contrario, puede dividirse en dos zonas bien definidas y dis- tintas; la primera, que llamaremos fueguina, corre al Oeste por cier- to espacio paralelamente al grado 55 de latitud. Todas las tier- ras situadas, pues, al Oeste y al Sur de esta linea, como sucede tam- bien con la Isla de los Estados, están comprendidas en esta sub-zo- na, que llamaremos Fueguino-patagónica. Mas adelante indicaremos los caracteres de una y otra. Por causas conocidas ya por todos, y aunque he podido hacer en la primera de estas zonas una coleccion botanica, coleccion queme ser- viria para poder emitir, mas adelante, opiniones mas seguras—no pue- do decir otro tanto de la segunda que no visité sino en pocos y dis- tantes puntos, en una estacion en la que el hielo y la nieve me im- pedian las observaciones y me ocultaban los ejemplares. Como la Isla de los Estados fué visitada por mi mas atentamente, por tiempo prolongado y en circunstancias favorables, me permitiré hablar de ella separadamente, si bien no puedo desligarla de la zona fue- guina. ZONA FUEGUINA. Isla de los Estados.—Esta isla, último y extremo limite orien- tal de la parte austral del continente sud-americano, constituida por una enorme aglomeracion de montañas, principalmente esquistosas, auna distancia de la Tierra del Fuego, de apénas 13 millas, puede citarse como tipo de la vegetacion fueguina. | Antes de pasar á hacer una reseña fitológica, echemos una rápida ojeada á su sistema orográfico, que es el primer factor de sus condi- ciones climatéricas y naturales, —————————_— _ —_ _ —_—_ —_—_____Q_Q»Ez>P.E A A (. ¿0 PO DIE 6. PS % ? E a | : 6. VIVIVANV1 9 smbox) E) SONS ASIS Po A UN VO" — DI Una cadena bastante sinuosa de altas montañas la recorre longitu- dinalmente de Este á Oeste; nace en una altiplanicie suavemente in- clinada al mar en el cabo de San Juan, corre hasta puerto Cook y puerto Vancouver, donde se interrumpe bruscamente y se vincula apénas al resto mediante un istmo bajo y breve; surge de nuevo ha- ciéndose áspera, hasta puerto Parry, donde lanzando su pico mas alto, el Buckland, va á morir lentamente en colinas mas y mas bajas sobre las bahias de Franklin, de Flinder y del Sud-Oeste. La costa forma á menudo bruscas torsiones, estrechos retrocesos sobre si misma y presenta numerosos contrafuertes y brazos que, en- trelazándose y ahorcajándose, encierran las bahías y los puertos entre orillas a pico. Los numerosos valles pequeños encerrados en su mayor parte entre montes altos y escarpados, trasfórmanse en general en lagunas y pequeños lagos; y solo se encuentra terreno relativa- mente plano y libre de masas de agua en la parte occidental de la isla, en Puerto Roca, yen la zona al Norte que corre entre Puerto Cook y Puerto San Juan, porque estas localidades tienen un lado abierto y pueden dar desahogo á las aguas que reciben de las numerosas ver- tientes que sobre ellas declinan. Toda la parte montañosa de la isla esta cubierta de bosques espe- sos hasta la altura de 300 y 400 metros; sobre ésta corre una breve zona de matorrales densisimos, follaje y suelo cubierto de cesped, hasta los 450 0 500 metros, y poco despues aparece ya la roca desnuda 0 cubierta sólo de mezquinos liquenes, con una que otra yerba entre las grietas. Los abiertos y extensos valles mencionados, como tal vez el cuarto occidental de la isla—cosa que no puedo asegurar por no haber podido visitarlo—son praderas por su constitucion y naturaleza casi semejantes á las de la zona herbácea, mas alla del límite de la zona de matorrales de la montaña, y que en su mayor parte, á causa de las llu- vias en extremo frecuentes se trasforman en vastas hornagueras y pra- dos palustres que revelan gran fertilidad y exuberancia de vegetacion, alli donde la pendiente es suficiente para despedir el agua recibida. La esencia de los bosques de tronco alto está especialmente cons- tituida por el Fagus betuloides, con algunas Drymis Winterii; la — 116 — esencia del bosque-matorral es el Fagus antarctica(?). La esencia her- bácea del prado bajo, se compone de Senecio candicans, Senecio ualtata, Rostkovia grandiflora, Acaena laevigata, Gunnera magel- lanica, Cardamine geranifolia, Bolax glebaria, Apium australe, Geum chilense, Viola, Stellaria, Juncus, Festuca, Triticum, Poa, etc; la del prado alpino, de Rostkovia gracilis, Uncinia, Carpha, Lu- zula, Drosera, Pinguicula, Pratia, Mulinum, numerosas Azorellas, y pequeñas compuestas. A estas dos formas fitológicas debemos agregar la esencia del cés- ped, tanto del bosque como de los valles, compuesta por Chiliotri- chum amelloide, Pernettia mucronata, Empetrum rubrum, Ber- beris ilicifolia, Berberis dulcis, Veronica decussata, Escallonia ser- rata, Ribes magellanicum, á lo que se puede agregar un Fagus de hojas caducas, enano, que se encuentra disperso a orillas de los ar- royos y que tiene caracteres especificos diferentes de los de la ve- getacion del bosque y del matorral. Encuéntranse tambien muchas plantas herbáceas diseminadas en localidades diferentes, sin asiento fijo, como la Caltha digitata, la Caltha dioneifolia, el Ranunculus trullifolius, el Ranunculus hydro- phylus, el Rubus geoides, el Myrtus nummularia, la Pernettia pu- mila, la Codonorchis Lessonii, Callitriche, Galium, Tillea, Plantago, Saxifraga, Gnaphalium, Lycopodium, etc. No echaréen olvido el Myzodendron punctulatum, ni el Myzondendron spicatum, pard- sitos de las Hayas. Debo tambien agregar que tanto la region boscosa como la de las praderas, tanto la alpina como la de los valles, esta invadida, mezclada y muchas veces sustituida por la enorme y exuberante ve- jetacion criptogámica delos musgos, hepáticas y helechos con sus mag. nificos tipos de Sphagnum, Polytrichum, Hypnum, Barbula, Lejeu- nia, Jungermannia, Marcantia, Anthoceros Riccia, Hymenophyllum Adianthum, Lomaria, Gymnogramme, etc. Tampoco faltan á la vez los liquenes de los géneros Usnea, Cladonia, Ramalina, Stereocau- lum, Peltigera, Nephromium etc., los hongosse cuentan por muchas especies divididas entre Agarinus, Cortinarius, Polyporus, Exidia, TINA, Y vo AAA EaAO PÁvir eta E A TIERRA DEL FUEGO MISION, INGLESA DE PscIuNArA Puccinia, Dothidea, etc., sin olvidar las curiosisimasal par que nutri- tivas Cyttaria, parasitas de las Hayas. Tierra del Fuego é islas circunvecinas.—No trataré mucho de esta parte, tanto porque pertenece a Chile casi por entero, cuanto | porque es exactamente igualen todo a la isla de los Estados. He hecho, sin embargo, una lista completa de todas las plantas obser- vadas en cada una delas veinte localidades en que he tocado, mate- riales bastante útiles para formar un cuadro fitogeográfico, bien que la estacion no fué la másaparente. La zona boscosa se extiende por todo á la misma altura que en la isla de los Estados ménos en la peninsula de Brecknock, en que va lentamente descendiendo á medida que se avanza al Oeste, hasta que al llegar al canal Brecknock, isla London, isla Melville, islas Furies, isla Stewart, y á lo largo de la costa setentrional del Nord- West-Arm, desaparece casi por completo, sea por efecto de los vientos, sea por el alisamiento de las rocas causado por los antiguos ventis- queros, O por el frio intenso producido por los actuales. Las plantas son las mismas que he indicado para la isla de los Estados; sólo debo agregar que al elemento boscoso se añade el Maytenus magellanica en cantidad no pequeña, y el Fagus obli- qua (?) que en muchos parajes (Punta Arenas, Ussuuaia, Slogget) sus- tituye casi por completo al F. betuloides; en algunas partes, pero muy escasamente, aparece un conifero, el Libocedrus tetragonus; á los ele- mentos de arbustos se debe agregar la Fuchsia magellanica, Philesia buxifolia, Donatia, Chlorea, Luzuriaga, Aira, etc. Entre los vege- tales criptógamos se nota un bellisimo musgo, el Hypopterigium Thouinii, y las Cytarideas, en mayor número de especies, y tal vez con un nuevo género, el Assuim de los indios, que cubre los árboles. Llegando á las conclusiones sobre la aplicacion de la vegetacion de la zona fueguina, diré lo siguiente: La esencia de los bosques, bien manejada y no destruida con cor- tes bárbaros é inconciderados, además de modificar un poco el clima puede dar bastante buenos resultados sino en la actualidad, al ménos — 118 — apénñas aumente el movimiento de colonizacion de la costa pata- gónica y de la parte oriental de la Tierra del Fuego. | El Fagus obliqua (?), en efecto, puede dar maderas excelentes para trabajos toscos, un material no despreciable para las construccio- nes; cuando se tiene la precaucion de carbonizarlo exteriormente para impedir la putrefaccion, presta servicios de mucha duracion para travesaños, pilotes, etc. El Fagus Betuloides da una madera inmejorable para todo género de trabajo, tanto por la duracion como por la belleza de la veta y del color, siempre empero que sea cortado en tiempo oportuno y trabajado despues de estacionado. El Fagus antarctica, que no puede utilizarse en los trabajos, será siempre un tesoro, como combustible para lo futuros habitantes dela costa patagónica, fueguino-patagónica, y delas vecinas Malvinas. El Maythenus magellanica brinda una excelente materia para tra- bajos de torno y mejor aún la ofrece el Berberis ilicifolia, aunque ninguna alcance dimensiones bastante grandes. Un producto que asumira, sin embargo, un valor no pequeño, son los nudos produ- cidos sobre las hayas por el parasitismo de las Cytarias, que se buscará para trabajos de talla á causa de su dureza, color y venas. El Ribes magellanica, el Berberis ilicifolia, la Pernettia mucrona- ta, racionalmente cultivados, serán los arbustos fructiferos del pais. La esencia herbácea, á mi modo de ver, no adquirirá jamás en estas regiones sinó una importancia reducida y relativa, pues opino que con sus condiciones no presente esta region los mejores elemen- tos pastoriles; la cabra, el cerdo y el guanaco podrian dar productos no despreciables, mientras que la oveja y la vaca agotarian aquellos espacios insulares y peninsulares en donde no existe el bosque. Soy de parecer, sin embargo, que jamás la industria agricola po- drá tener un desarrollo suficiente para la alimentacion de los habi- tantes, sea por lo riguroso del clima, sea por la constitucion del terreno, porque son bastante pocos los espacios que no requieren trabajos grandes y serios, el primero de los cuales seria la ustion completa del terreno hornaguero, humus demasiado ácido para per- mitir una buena vegetacion. Creo que las futuras poblaciones que: A 30 RL AMZLI TOR ZU TNA : | 2) ') [as] (PIS UNIA) ENOD UANNVE 90 Smboz) (VSVIISD up) '379V39:30 1YNV9 a o, rd de qe MN ) ' A A NN A +.» ” 1) $ pa Ú e MN mm ¿A ÚN d Ve Mn nl 17 0 A y CANAL DELA MAGDALENA: cén rs A MO RA = === === Isla CLarenCcE Puerto Hore ibn L ZotoLita E.HALITZKY Tacuar E: vengan a habitar estos parajes, antes que en el terreno, deberán fun- dar su prosperidad en el mar, y como los noruegos de hoy, surcaran con sus barcos de pesca las aguas de los mares antárticos, de que se harán dueños absolutos. ZONA FUEGUINO-PATAGÓNICA. Por causas expresadas mas arriba no me estenderé mucho sobre esta region. Esta se extiende desde el Cabo del Espiritu Santo hasta el Cabo Santiago, avanzando en la parte septentrional hasta Useless Bay, mientras que por el Sur no llega sinó a la embocadura del canal del Beagle, el cual, en la lucha con la otra zona, forma cabos, pero des- aparece por completo del otro lado de la Bahia de landagaia. Al Sur, en el punto de fusion con la zona fueguina puede decirse que es un terreno estupendo; en efecto, la llanura, como se vé en —Walamatu y en otros puntos, cubierta con un rico manto de for- raje tierno, excelente para la manutencion de cualquier ganado, posee, en efecto, los mejores tipos, como la Poa coespitosa, Tussac de los ingleses, la Festuca fueguina, etc. Puede decirse que es el terreno patagónico con la fertilidad máxi- ma y las mejores condiciones climatericas. El terreno mismo, estudiado bajo el punto de vista agronómico, se presenta como su- ficiente para un cultivo relativo al estado climatérico de la localidad; al norte, por lo ménos en los puntos que hé visitado, como la Bahia Gente Grande, Punta San Isidro, Punta Anegada, el terreno es arenoso y árido, de tal modo que la vegetacion es aún mas raquitica que la de la vecina costa patagónica. Sospecho, sin embargo, que esta zona de esterilidad no se extiende mucho, y que corre como una simple faja de algunos kilómetros de profundidad a lo más hasta la Bahia de San Sebastian y que en el interior existen campos fertili- simos, segun me refieren los indigenas, y como infiero observando que las vertientes liquidas tienen numerosos y pequeños emisarios, que recorren esta zona en todos sentidos. Esnecesario, no obstante, — 120 — una visita larga, exacta y rigurosa del interior, para hablar de ella con certeza. Los tipos son los mismos que los de la costa patagónica más aus- tral, es decir, el Berberis dulcis, el Lepidophyllum cupressiforme, el Chiliotrichum amelloide, el Baccharis fuegiana, el Symphiostemon narcissoide, el Homoianthus echinulatus, la Acaena laevigata, etc. Con ésto termino la breve relacion botánica sobre el viaje, prome- tiendo dar noticias másamplias, regulares y detalladas, en el prefacio'del catalogo de mis colecciones, que publicaréen cuanto las haya estudiado. Antes de terminar diré dos palabras sobre una familia de la cual no hé hablado todavia; me refiero a la de las Algas. Nome deten- dré mucho en este punto, primero, porque en su estudio no soy muy profundo, y segundo, porque su importancia es bastante secundaria y sólo cientifica. La dispersion geográfica de esta familia es tan vasta que no he podido determinar la de ninguna especie. En efecto, para empezar con la Macrocystis pyrifera, Kelp de los ingleses, la encontré desde Montevideo hasta el Cabo San Juan, desde el Cabo Santiago hasta las Islas de las Furias: es tal vez la única y mas útil de los canales fue- guinos, suministrando material á los indigenas para muchos usos, y como aviso seguro de bajo fondo, para prevenir a los navegantes de esos parajes que alli no se debe anclar. La D'Urvillea utilis está confinada a los escollos de P. Cook, mientras que las playas de Santa Cruz, de la Isla de los Estados, del Estrecho de Magallanes, del Canal Magdalena, del Canal del Beagle estan en la marea baja casi completamente cubiertos con una enorme cantidad de plantas de esta familia, que suelen pertenecer a los géneros Plocamium, Polysiphonia, Delesseria, Ptilota, Codium, etc. Su utilidad eslimitada y relativa, pero tambien es cierto queconcur- ren a hacer aquellas localidades tan ricas en productos animales ma- rinos que, si son actualmente la base del alimento de los indige- nas, algun dia podrán ser fuente de bienestar y riqueza para los futu- ros pueblos civilizados de aquellas regiones. Con esto he terminado. E ZUR] SOS po PEPE PIU vienmosd sa wmavg va ma wovayY aLNoW 0934041 “TAO VIAL — 121 — Confio en que se hara usted intérprete, ante al Superior Gobierno, de mi gratitud, y espero que para las regiones y familias vegetales que, debido á las circunstancias de este viaje, no he podido, ni podré ilustrar suficientemente, se me concederán en el porvenir medios para completar los estudios empezados esta vez. CÁRLOS SPEGAZZINI. 16 | 0 e da Gra Una ae ULA (AGO N MIA abs end 200 00 CDA A al, ? pr KI: Loto Par pal PRNSICOA ib 29% Y y Ñ 3 PR , , AN » + GAO URANO LELM 2S OSI EQU ¿ot noO 00 TE de | AR ) A Ñ ml NAS . 4 , j 6 q A Á 2 ' 4 e A Ñ > s Pm 3 TNA q 'E WEA ” UR DEN Ñ . Y TIERRA DEL FUEGO PUEGUINOS Pra Dres. Y 120 L Aalibiday L3 (49) OL MA LU == INFORME IX BREVES NOCIONES SOBRE LOS INDÍGENAS DE LA TIERRA DEL FUEGO () Se denomina Tierra del Fuego, al vasto Archipiélago compren- dido entre el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos. Ninguna tierra del mundo está tal vez mas dividida y cruzada por canales, estrechos, golfos, bahías, senos, que el Archipiélago Fueguino. | Magestuosas montañas cubiertas de eterna nieve, inmensos hielos, ruidosas cascadas, bosques espesos y siempre verdes, grandes des- peñaderos y lozanos valles, dan a aquella tierra un aspecto mas ad- mirable, variado y pintoresco que las mas renombradas tierras al- pinas. ' El diferente aspecto que se presenta á los navegantes, que desem- barcan por varios lados, es la causa de los estraños y contraditorios juicios, que se han emitido sobre la Tierra del Fuego, y mientras Cook la llamaba Tierra de la amargura, otros la describian como uno de los tesoros agriculas de los antiguos dominadores Incas. (*) Estas nociones se deben considerar como una reseña muy superficial sobre los Fue- | guinos. Las numerosísimas observaciones hechas me conducirian á un trabajo colosal, despro- porcionado á los límites del presente informe, A su debido tiempo trasmitiré el trabajo acabado, La causa de estas opuestas opiniones es facil de comprenderse: Cook visitó la Tierra del Fuego en su parte Sud; mientras Wyse y Pertuiset estuvieron en la parte Norte: Cook era arrojado por gran- des temporales de nieve y de lluvia sobre la desierta peninsula de Brecknock, mientras Wyse y Pertuiset visitaron el encantador ca- nal del Almirantazgo, bajo la sonrisa del cielo purisimo de Ma- gallanes. En pocos paises se nota tanto el pasaje de lo grandioso á lo triste, de lo árido a lo ameno, como en la Tierra del Fuego, y el canal del Almirantazgo, la bahia de landagaia y la On-asciaga dividen aquel archipiélago en dos partes de naturaleza tan variada que no parece que ambas estuvieran situadas bajo los mismos paralelos. El clima y la vida animal son del todo diversas, y lo que mas interesa es el limite natural que dicha division constituye entre las dos razas tan diferentes que habitan la Tierra del Fuego; los Alacaluf y los lagan al Oeste y al Sud; y los Onas al Este. Los conocimientos históricos de estos habitantes de la parte extre- ma de la América Meridional son muy limitados; pero el mas breve exámen de ellos hace creer que provienen de la Patagonia. Los unos bajaron de las faldas occidentales de los Andes, y los otros de la vasta llanura de la Pampa, porquelos Alacaluf y los lagan aunque difieran en la lengua, poseen todos los caractéres de los Chonos del Pacifico, mientras los Ona tienen el mismo trato y casi la misma lengua de los Tuelches. Alacaluf y lagan, aunque del mismo origen constituyen dos tribus diferentes, á menudo en guerra entre ellas. Aquellos se estienden desde el cabo Pilar hasta la isla Stewart, y estos habitan las islas situadas al Sud del canal de Beagle. Los Ona son dueños solamen- te de la parte oriental, la mayor de las islas fueguinas. Segun el señor Bridges, los Alacaluf son 3,000, los Ona 2000 y los lagan cerca de 3,000. El corto tiempo que demoré entre los Alacaluf y los Ona no me permite extenderme sobre ellos. Las siguientes breves nociones FUEGO DEL TIEREA ARLONES DE PIEDRA DE JPSCIUNAXA pS eS y) 0), Tr MAN e NAS Y y A 72 Le lib 7) EN Ll - / 9d) 77 Fe Y, £ sobre los fueguinos se deben pues considerar como pertenecientes alos lagan, entre los cuales están establecidas las Misiones que me proporcionaron las informaciones que espongo en estas pobres pájinas. Los TAGAN. Los lagan, fueron asi llamados por el señor Bridges, de laga- nasciaga, canal que divide la isla Ualla (Navarino) de la Usin (Hoste) y que constituye la parte central de las tierras habitadas por aquellos fueguinos. Entre ellos se llaman Jamana, y bajo este nombre se creen ser los solos seres racionales. Esta es la creencia de todos los salvajes. Los lagan llevan el carácter de una raza pobre. Los hombres son en general de mediana estatura 0 algo mas, y hemos ha- llado pocas mujeres de un alto comun. Su cara es achatada, ancha y gruesa, los pómulos sobresalientes, la frente baja y ancha hacia la linea de los ojos; la nariz chata y ancha, los ojos en general muy negros, pequeños, vivos llenos de siniestras miradas. Los labios son gruesos. Los lagan tienen las quijadas muy fuertes y adornadas de diéntes bellísimos, entre los cuales los incisivos son, por el continuo uso, tan agudos que difieren muy poco de los de sus perros. Tienen vista y oido muy fino, como conviene 4 hombres que viven de la pesca y caza. La desproporcion entre la cabeza, el busto y los miembros es tan notable, que parece pertenezcan a dos cuerpos diferentes. Las piernas y los brazos son de una flaqueza sorprendente y uno se admira como aquellas pueden sostener una cabeza tan voluminosa, y un pecho tan desarrollado. A pesar de esto, tanto los hombres, cuanto las mujeres están dotados de una fuerza no comun, y he visto algunos que llevaban pesos, que no habria podido soportar el mas robusto de nuestros marineros. Esadmirable tambien la pequeñez de sus manos y pies. Si esto es un adorno en las mujeres, es un perjuicio en los hombres, que no pueden abrazar un objeto de al. guna dimension, y trasportar uno ó dos a la vez. Nombre de Individuo. Edad. Sexo. Altura en metros. Marighena 0 LIA MUJOn 1.542 Manuskala .. 00. dae E ROMEO 0. 1.480 Acanajavellís ... 3.5 A MC 1.445 Cual a o NA VADO 1.594 AT A e o A Mr IL Y AAA 1.492 Piano O A e de 1.562 Tescapalawallis. ........ O MÚJOE: nds e de 1.395 JAPO A ARA A ds 1.440 Uacamacario rt e LONE DIA E 1.405 Sunacivellisa CIA O A A E 1.485 AA E Sl A VILO 1.625 ¡Penes IE e DOLAR NATA RA 1.645 BIACAPRA de ON A A 1.530 DM JO ESA Varona 1.518 Loto O A a alt Si A TDIO Usbicacangls. «ía die Ad Varo.» 1.625 Kulakaillukipa . ...... LO MIJO ia emos 1.462 ACAMULO 0 ans e O A a de Ad 1.460 EI Artio UE AN dd Vos ei 1.408 E A E AE ad Ma o oo 1.480 Ett A A Ms e DN NS A e 1.487 TawakanassaC. . 0 ma: AS A O RA E 1.509 Sualacaniunellis ...... O e RT A AS A 1.464 Araceli o LO o ie de 1.488 Tettasila ik LOs E AS A E 1.420 'Anavels ts ES AO 1 VARO esas a 1.287 Jamminmaatungi...... 2 A Na 1.575 '¡AMOshpeas DONNE rca da 1.570 Ws2aacuas ero e O SO A 1.492 Los cabellos de los lagan son negros y muy gruesos. Los hom- bres“y las mujeres los llevan largos y los dejan caer por los hombros y rostro. Algunos los atan á la cabeza con una cinta de cuero, pero la ma- yor parte los dejan crecer tan independientes, que asemejan mas a una furia que a seres humanos. Los hombres ademas de ser lampiños, suelen sacarse la poca barba que tienen; y los dos sexos no poseen pelos de ninguna clase por el cuerpo. Por suerte el uso bárbaro de hacerse incisiones por el cuer- po nose ha introducido todavia; los fueguinos suplen á aquel hóorrido sistema de adorno con pintura de toda clase. Dos 0 tres lineas de pintura sobre el rostro, y unos collares de conchas 0 huesos de ave, se puede decir, son los únicos adornos de un fueguino. El pecho, los brazos, las piernas son desnudas. El único abrigo que un fueguino posee contra los grandes huracanes, las abundantes nieves que caen por diez meses del año y las lluvias INILOMAAAOA A Nyror E SONINDIAY 30 Yo 09ANA TEO VYUAALL NS Y pt 0 í h Y OT 1 A Y a in . 1 , % O . Ñ ' ds Y UN] A l . O y DM $ : vá ñ " > , 50 MS EG Me AO A Y Ñ D Rd A q CAN Ñ ANA 127 tropicales que todos los dias visitan aquel desamparado archipiélago austral, es una pequeña capa de piel de foca Ó guanaco atada al pes- cuezo con una cinta de cuero. Ni hallan menor reparo en sus mise- ras chozas (wigam) construidas con unas ramas enlazadas entre si. De las numerosas bahías de la Tierra del Fuego han elegido para su morada las que presentan mas abrigo, pero á pesar de quedar al reparo de la accion de los vientos, los pobres habitantes quedan al- gunas veces sepultados bajo la nieve Ó ahogados por la lluvia. La pobreza de sus chozas se debe atribuir a la vida errante, que están obligados a llevar. Escepta los pocos que residen en Us- ciumaia y aglomerados en rededor de la Mision, los otros es muy dificil que demoren mas de dos Ó tres dias en un mismo lugar. Con sus pequeños botes se pasan de una á otra isla, se ván á alta mar y esto siempre con el único fin de hacer provision para su pro- plo sustento. Comidas.—El mar les provee su principal alimento, que son pe- ces, ostras, cangrejos, focas, pájaros acuáticos. Solo aquel que ha vivido por algun tiempo entre los fueguinos, puede concebir una idea de las penalidades á que están sujetos para proveerse un mise- rable alimento. Las infelices mujeres son las encargadas del' sos- ten detoda la familia, ella es considerada mas bien como una esclava, que como una cariñosa y amable compañera. - Es ella, la que tiene que pescar y conducir la canoa. ¡Cuántas veces he visto a hombres sentados tranquilamente al rededor del fuego, mientras las pobres mujeres estaban espuestas a la nieve, al viento, y al agua en un frágil bote pescando para los ociosos é irascibles maridos! Un mayor número de esclavas les proporciona mejor vida; de aqui la poligamia. Poligamía.—Por grandes que sean los esfuerzos de la mision de Usciumaia, la poligamia está de tal modo arraigada entre los Fue- guinos que, muchos de los convertidos al Cristianismo, rompen el lazo y agregan una ó dos mujeres á aquella que le es ya concedida por la religion. Tanto entre los Alacaluf, como entre los lagan y los Ona, un hom- A bre se casa con cuantas mujeres le convenga, pero son raros los que tengan mas de cuatro. Con un tal número de compañeras, desa- parece completamente la felicidad doméstica; el migam 0 la canoa se cambian diariamente en horribles campos de combate, y no es raro el caso que una mujer joven y bella pague con la propia vida la preferencia con que es tratada por el comun marido. Pero a menudo las discordias femeninas se dirigen hácia el marido, que, en semejantes ocasiones, llega á conocer cuan prudente es el tener una sola mujer. La necesidad de tener remeros para la canoa y el gran amor hácia las mujeres, son las razones de estas poligamias. La última es sin duda la mas poderosa y es de ella que proviene el empobrecimiento fisico de aquella raza de la estremidad de la América. El amor de la mujer hacia los hombres no es menos grande, pues desde su primer desarrollo se despierta en ella el deseo del hombre. El freno impuesto por las misiones a los matrimonios precoces, se considera como la tirania mas grande de la civilizacion. El vivir junto en los wigam, el ejemplo de los padres, instinto que parece compartan con los pueblos del Norte, son la causa de estos deseos tan prematuros. Matrimonios.—Los matrimonios son pues muy precoces; a doce O trece años las niñas se disponen á la caza de un marido, pero no llegan á ser madres sino á los 17 0 18. Entrelos lagan, como en todas otras partes, los hombres se casan de los 14 a los 16 años, segun su propia conveniencia. El matrimonio se puede considerar como una compra que el hombre hace de la mujer y una union de amor 0 de reciprocas sim- patias. Entre los varios pretendientes el padre de la niña, elige el mas fuerte, el mas diestro, el mas dócil a sus deseos y se establece con él el número de pieles de focas á pagarse, y tambien el número de dias que deba de trabajar el novio en beneficio del suegro. Hasta concluido el contrato no se comunica nada a la novia, y cuales- quiera que sean sus sentimientos no puede oponerse a los deseos del DIED HZ UL » CAUPZ L ren ne) e (0002) ueber Ñ (000€) ¡njVI0r sunset moy (0007) BUJ mm | y dd 'somnbon y SVZVY Sv1 29 NOIINANYASIO A ODIO] TAA VUVATL “eur + (+) Ultimamente el límite se aumentó todavía. 17 7 , d A s ' "e j pe > A “A l E : a A a ¡ 4 ' e * pa m ' zo E A : e ' 4 y A E E So FR = AAN ad hi Ñ JA T a ; i i pla ba ADS Sebasil1jo TIERRA DEL FUEGO DISTRIBUCIÓN be Las RAZAS FPireguinos. ma Ona (2000) 0 Mlacaluf (3000) mo Lagar (5000) nu» Palag tehueiñas sw» Chonos/?) Wi E > 3 Xx DN S - A LA k ns sl 3 . y , > . Ñ ' . id Dia .. is í 4 » KÚ E - . we . . : . En “ 4 A »” M7 sd $ IN A 7 A: >, . «sad Me? E mi 3 pe A dp a padre, y, de su agrado ó no, es conducida al wigam del esposo. Generalmente la eleccion del padre coincide con la de la hija, por- que, creo que en ningun pueblo las mujeres aprecian tanto la fuer- za y la belleza como entre los lagan. Los que tienen algun defecto fisico están condenados al celibato por toda la vida, porque las mujeres huyen de ellos como de un ser impuro ó como de un pária de la sociedad. El dote de la esposa consiste en una canoa y unos utensilios para pescar. Ninguna ceremonia, ninguna fiesta acompaña al matrimonio; la esposa va al wigam del esposo, O este al Tuma-ci (choza) del suegro. Se observan, sin embargo, algunas reglas despues de la primera noche de boda; y si el marido quiere continuar comiendo carne de guanaco O foca, tiene que purificarse y bañarse en la mar por la ma- ñana despues de su union. Estos baños, especialmente en la mitad del invierno y despues de las fatigas nocturnas, son sin duda la causa de muchas enfermedades á que están sujetos los jóvenes fueguinos; pero se considera como necesario para recuperar las fuerzas perdidas, y es casi por la misma razon, que se inmerge en el agua á losrecien nacidos. Las desgraciadas criaturas pagan muchas veces con su vida la supersticion de los padres. Fecundidad.—Al contrario de los indigenas del Norte, las mu- jeres fueguinas son muy fecundas. Por regla general tienen de siete á4 ocho hijos, y se encuentran mujeres que, aunque bastante jóvenes, tienen ya diezó doce. Pocos, sin embargo, son los que sobreviven a los padres, y la mortandad de dos á diezaños (') es verdaderamente extraordinaria. La causa de esto es: el clima variable y rigido, la falta de ali- mento, las grandes quemaduras y los malos tratos que reciben de los padres. Para mayor desgracia otra enfermedad dejada por gentes (+) Ultimamente el límite se aumentó todavía. 17 — 130 — civilizadas, viene á agregarse a las tantas, que ya aflijen á aquellas infelices gentes. La pequeñez de los recien nacidos es tan extraordinaria, que las mujeres dan a luz sin grandes dolores ni enfermedades. Llega- do el deseado instante, abandonan el wi¿gam, acompañadas por las amigas, y van a deponer su fruto en el bosque mas cercano, lejos de toda mirada indiscreta. Es tan poco doloroso el parto, que al siguiente dia suele verse a la parturienta ir en la canoa á pescar ó á la playa á recoger ostras, moluscos, etc. El amor maternal vá disminuyendo con la lactancia, y cesa com- pletamente á los 7 ú 8 años. A esta edad la autoridad paternal ya no tiene injerencia en el varon y queda completamente libre. El único afecto que tiene un fueguino es el amor á si mismo. Cuantas veces entrando en un wigam, vi al padre comer un pedazo de carne Ó pan teniendo a su derredor á las mujeres é hijos, que le miraban silenciosos con el rostro contraido por el hambre, y que recogian con miedo las migas que caian al suelo, y se arrojaban ra- biosos encima de las sobras, que con despecho les dejaba el cruel je- fe de familia! Privados de todo vinculo de familia, se comprende fácilmente que entre los fueguinos no existe la voz « autoridad ». Cada fa- milia disfruta de la máxima independencia; solo la necesidad de una defensa comun, obliga a algunas familias á unirse en una sola tribu, pero nadie tiene el derecho de ponerse á la cabeza y de mezclar- se en los intereses ajenos. Las expediciones ofensivas están establecidas de comun acuerdo. y el producto de sus cacerias, es por igual distribuido entre los in- dividuos que toman parte en ellas. Jakamusch (doctores). -— Los mismos Jakamusch ó doctores, que son considerados por Fitz-Roy como jefes de tribu, no tienen ninguna autoridad y son despreciados por los indigenas fueguinos. Si alguien cae enfermo, el Jakamusch vá a visitarlo, entra despacio, a UNA FIESTA FUEGINA. RE atad META EN A ] PRO q Pe 50 ON sii A : 13 ; A Ad NN MIO A — 131 — con la cabeza cubierta de ceniza Ó de arena, adornada de plumas de aves acuáticas y la cara y el cuerpo pintado de varios colores. Llegado a la presencia del enfermo y despues de preguntarle la clase de enfermedad, le dan unas convulsiones estrañas, los ojos se abren mucho, las narices se hinchan y un sonido horrible y estudia- do (de-hi-taka; de-hi-taka; de-hi-taka) sale de la boca semi-abierta del Galeno; pero de repente las convulsiones y el canto cesan: la boca se abre y el Jakamusch vomita en medio del wigam puntas de flechas, pedazos de lanza, etc., porque los fueguinos creen que la causa de sus males proviene de las armas introducidas en el cuerpo por los espiritus malignos. La hipocresia de los Jakamucsh no obtiene á menudo su efecto, y acontece varias veces ver al enfermo, no librado inmediatamente del mal, agarrar cualquier palo y aplicar una buena paliza á los doctores y ayudantes. En esto los fueguinos están mucho mas adelantados que nosotros, y si algunos secuaces de Esculapio reci- bieran el mismo trato, disminuiria el número de tantos asesinos legales. | En la Mision de Usciumaia, los Jakamusch ya se avergúenzan de tal modo de su profesion, que no salen sinó á la noche, cumplen con su obligacion sin cantos, sin gritos, sin ningun ruido. Sorprende su habilidad para esconder objetos en la boca. Habiendo ido un dia Umaigin a vender pescados al misionero Sr. Bridges, le robó, en un descuido, un cuchillo que estaba sobre la mesa. Al instante apercibióse el misionero y le preguntó de la desaparicion del arma: pero él negaba diciendo que no la habia robado. En fin, habiéndolo acusado en público, la misma noche, estando todos reunidos, oimos gritos desaforados, llantos y blasfemias cerca de la puerta. Sali con el Sr. Bridges y vimos a Umai- gin con unas convulsiones extrañas. Apenas vió al señor Bridges abrió la boca y vomitó á sus piés el cuchillo desaparecido excla- mando: «Yo no lo habia robado, sino lo habia tragado, sois ¿vos capaz de hacer lo mismo? Todavia no, contestó el misionero con la calma que le es natural — 132 — y me presenta el arma para que me cerciorase de la capacidad de los Jakamusch en hacer desaparecer cualquiera objeto en su boca. Combates, disputas. —No solamente los Jakamusch se adornan la cabeza y se pintan la cara y cuerpo con tierra de varios colores; porque una reunion de fueguinos prontos para un combate están de tal modo desfigurados en pintas, que se parecen mas bien á unos demonios, que á hombres. Cuanto mas horribles son parece que tienen mayor fuerza. Despues de la fundacion de la Mision en Usciumaia son muy raros los combates en el Canal de Beagle. Los mismos Alacaluf, que antes hacian escursiones todos los años por este lado del Uemon As- ciaga robando y matando a todos los lagan que encontraban, ahora es muy dificil que pasen la isla Stewart y viven en perfecta amistad con los Tagan limitrofes. Solamente los habitantes del Este (Sciucaiaga-Isnian, etc.) y los de Addu-naia (New-year-sound) se combaten todavia atrozmente, y a menudo llega a las Misiones la triste noticia de las matanzas ha- bidas. Pero tambien en aquellas lejanas tierras la palabra de Cristo empieza á hacerse oir y llegará el dia en que se acabarán ¡os rencores y todos se considerarán como hermanos. Huesos de ballena puntiagudos, piedras tiradas con hondas, son las armas que emplean en estos combates. La honda es un arma terrible en las manos de un fueguino. A cuarenta O cincuenta varas hiere al mas pequeño pajarillo. Las piedras son del grueso de un huevo de gallina, y hay siempre un crecido número de ellas en las canoas y en los wigam. Arpones—Los emplean para cazar focas y grandes pájaros acuáti- cos. Consisten en un palo de dosó tres metros de largo, que tie- ne en su extremidad un hueso puntiagudo de ballena de 25 á 3o centimetros.—A este hueso viene atada una tira de cuero de foca de 15 a 20 metros. Conun arma tan primitiva los fueguinos atacan la misma ballena y acontece varias veces que, herida, los tira á todos de un colazo á mucha distancia. La flecha es del mismo largo de los arpones. La parte aguda en forma de cerrucho está sólidamente fija al asta. Se sirven de ella pata cazar pájaros y pequeños animales acuáticos. Los Ona se sirven del arco y de las flechas en los combates, y es tan grande la fuerza que sus robustos brazos imprimen á aquel arma, que pasan de parte á parte con la mayor facilidad, guanacos, pumas, caballos. (') El arco de los Ona es de madera de roble y la cuerda está formada de tendones de guanaco. Las flechas tienen un largo de 70 centimetros y son de una ma- dera durisima. En algunas la punta es de silex; pero generalmente es de vidrio que recogen de los buques que naufragan en las costas fueguinas. Las fabrican con una habilidad y agilidad sorprenden- tes. Endiezó doce minutos la flecha sale de sus manos tan aguda que dá casi miedo tocarla. Entre los fueguinos existe todavia la ley del Talion: Diente por diente, ojo por ojo, brazo por brazo, vida por vida. La familia y los amigos son los encargados de la venganza. Pocos dias antes de nuestra llegada 4 Onasciaga (Canal de Bea- gle) Uscuimaia habia estado en afliccion Meecungar (supongo ) un habitante del Este habia fallecido por malos tratos recibidos de unos Uscuimaienses. Apenas llegó la noticia á la parte Oriental del On- asciaga, la familia y los amigos de la victima, se pusieron inmedia- tamente en marcha para vengarla; pero antes que las 16 canoas orientales tocasen tierrra, los culpables habian podido ponerse en salvo. Quedaba en Uscuimaia un pariente de ellos, que tenia que pagar la culpa de los demas. Ya se habia empezado el combate, cuando la palabra del Sr. Bridges, que se hizo oir entre ellos fué tan poderosa, que se dejó el combate y se apretaron amigablemente la mano. No es ciertamente el cariño hacia los ofendidos, lo que induce una tribu á tomar las armas, sino el espiritu de venganza que reina entre ellos. Ya dije en otra ocasion que el solo afecto de los fuegui- nos es el amor á si mismo. Muertos. Ceremonias fúnebres.—Fácilmente se esplica la indi- - (*) Un caballo perteneciente á los mineros de la Bahía «Gente Grande», e ; ferencia por sus muertos. Los gritos, los golpes que se dan á la muerte de un pariente, la destruccion del wigam, adonde vivió el difunto, etc., provienen mas bien de la costumbre, que del dolor. No niego que haya alguien que sienta de veras; pero la imágen del difunto debe estar impresa en el animo con caractéres poco indelebles, pensando que la viuda Macool, la mas cariñosa de las esposas, la mas casta entre las mujeres, despues de haber llora- do 48 horas la pérdida del marido, se consoló casándose con un “joven de 18 años, teniendo ella 45. Pero al esposo no le era tan pesado el tálamo nupcial, pensando en las 13 vacas que la Macool poseia, en el hermoso jardin y casa que tenia en dote. Debe de ser sorprendente la maestria que tienen las mujeres fueguinas para ca- sarse con jovenes. De cinco Ó seis matrimonios que presencié, las mujeres llevaban todas mas de diez años de edad a los maridos. Presencié tambien uno, entre una vieja de 60 años (Fueguia-Bas- ket) y un jóven de 20 años. La última hora de un paciente se anuncia con gritos terribles. Todos los presentes participan del dolor de la familia. Las mujeres y los hombres se tiñen el rostro y las manos de negro, y los parien- tes mas cercanos se sacan los cabellos y se hieren el cuerpo con conchas y cuchillos. Esto dura poco tiempo, porque el cuerpo del difunto, aun caliente, bien envuelto en unos trapos es enterrado con las propias armas, si es hombre, y con cestos y utensilios de casa, si es mujer. Hace pocos años que los muertos se quemaban en el bosque mas cercano al lugar del fallecimiento. La precipitacion con que algunas veces se quemaban los cadaveres trala desagradables sorpresas. Ococco (el fueguino, que nombré muchas veces en mis relaciones anteriores) acompañaba á su última morada á un pariente, que crela . muerto. El Jakamusch despues de pronunciar el extremo adios, prendió fuego al monton de madera en que estaba el cadáver; cuando ¡oh sorpresa! las llamas llegaron á tocar las carnes, él da un salto y se va á colocar en medio de los llorones. La muerte no era sino me - rr bam TINAIDIN MS HDN dl OR Ll NMvovf ommpana von ITOIVaa YO TINYO UN ÓN o e Ñ e AE b VAN ee A e VA A ' IONPO 1% — 135 — un desmayo, a queestán sujetos los Fueguinos mas que ninguna otra persona. La Mision no ahorra trabajo para que se suprima la costumbre de enterrar ó quemar los cadáveres apenas fallecidos, y empieza á ob- tenerlo, haciéndolos trasportar á sus mismas casas y encargándose ella misma del pesado trabajo de darles sepultura. Los parientes del difunto queman el wigam, que ha sido su última morada, y abandonan por algun tiempo el lugar donde dejó de existir. La facilidad con que obtuve varios esqueletos contrasta algo con la repugnancia que les atribuye Fitz-Roy y los misioneros de recor- dar los propios cadáveres. Ococco, Ascapan, Coostri, Fred, etc. no tuvieron ninguna difi- cultad en indicarme adonde tenian sepultados sus parientes, y me acompañaron ellos mismos muchas millas para proveerme de cráneos y huesos humanos. Fred á mas, me vendió espontáneamente el cadaver del mismo padre, y el adios que él dió al cráneo del que le habia dado el ser, (*) cuando lo encajonaban, dió á conocer que la memoria de los muertos no turba en nada el animo de los que sobreviven. Supersticion y creencia.—Los Fueguinos son muy poco supers- ticiosos. Creen que despues de muerto, el espiritu abandona el cuerpo y vaya vagando por los bosques y montañas. Si en su vi- da fué malo, será inquieto y tendrá que sufrir, y si bueno, será tran- quilo y gozará. Las creencias relijiosas son muy limitadas: un Dios benigno y otro maligno; pero ambos son igualmente respetados. Curspic (demonio) se venga de esta su indiferencia castigándolos con vientos, lluvia y nieve. Se considera el arco iris como el men- sajero de sus iras. Cuando aparece, las mujeres y los niños tiemblan, pero los hom- bres lo insultan y le escupen. La presencia de los misioneros ingleses en la tierra del Fuego, ha (+) Adios, querido padre, tú, que en tu vida no has visto sino nuestras nieves, nuestras tempes- tades, ahora despues de muerto vas lejos, lejos. Adios, que el viaje te sea feliz. (Testual) — 136 — sin duda modificado el carácter de una gran parte de los habitantes del Canal de Beagle, y el progreso es tan rapido, y son tantos los sacrificios de los misioneros, que creo, entre pocos años se podrá decir detodos los fueguinos lo que hoy se dice de Pallalaia; él fué uno de los mas belicosos, delos mas deshonestos, de los mas super- ticiosos de la Tierra del Fuego; pero hoy vive á la sombra de la cruz, modelo de virtud, ejemplo de trabajo. GIACOMO BOVE. INIVOMAAO NA A Nvo Y e SONINDIANDIA XA Yard, ODBQAX “TEHaA VYyUYaIL dx A DEN Lotolita E. Aalibdy Bátres (ON-ASCIAGA) TIERRA DEL FUEGO O = do) sal 2) a E x a) E >2 ¡a O (72) $ q Q O) Se E Y) A 0 VI : RES INFORME X DE PUNTA ARENAS A SANTA CRUZ Relacion hecha por el Teniente Giovanni Roncagli al Gefe de la Expedicion. Estando la Corbeta « Cabo de Hornos » anclada delante de Pun- ta Arenas, recibi órden del Gefe de la Expedicion de prepararme para ir a Santa Cruz por tierra, siguiendo la costa en cuanto me fuese posible. Segun las instrucciones recibidas, el fin del viaje era reco- jer el mayor número de datos, acerca de la naturaleza de los terrenos de la Pampa, limitrofescon la mar, dela estructura geológica y con- formacion orográfica, de los cursos de agua, de la vegetacion en ge- neral, y particularmente de la distribucion de los pastos útiles para la cria de ganado. — Tales observaciones debian referirse más bien, a aquellas zonas de terreno que desde el Estrecho de Magallanes se estienden al Norte, hasta Rio Gallegos, limitadas al Este por el Océa- no Atlántico. Las mismas instrucciones me ordenaban de estender- me hacia el Oeste, si me lo permitia el tiempo, la estacion, y las de- mas circunstancias locales, Aunque esa mision fuese mas propia de un naturalista que de un marino, sin embargo, me propuse cumplirla empleando de la mejor 18 — 138 — manera mis limitados conocimientos, y á mas animado de la convicción de que todo vacio se llena con la voluntad. Los preparativos para la escursion se hicieron con toda pronti- tud y pude ponerme en marcha dos dias despues de recibir la orden de salida. Tomé por guia a José Montes, componiéndose la cara- vana de nueve caballos de silla y carga. Las instrucciones recibidas me ordenaban alcanzar el limite ar- gentino en el más corto tiempo posible ; pero se me habia facultado para quedarme en el territorio chileno todo el tiempo necesario pa- ra formarme un criterio de los progresos agricolas y pastoriles que se realizan en las costas del Estrecho de Magallanes. CAPÍTULO l. Dejando el 1.2 de Mayo la Colonia, despues del medio dia, tomé el sendero que conduce al mar y caminé de prisa para alcanzar el Cabo Negro. Aunque el dia era claro, y el camino de la playa bas- tante bueno para los caballos, á las cinco de la tarde me quedaban todavia dos leguas para alcanzar el Cabo, y casi otras tres para ha- llar la hacienda del Rio Pescado á donde pensaba parar. Bajé, pues, a otra hacienda cerca de la orilla de la bahia que se abre al Sur del Cabo Negro. Esta pertenece a un frances, que se dedica á la cria de ganados. Alli fui recibido con la cortesia habi- tual del habitante del campo, y ásu dueño señor Jorge Méric soy deudor de muchos datos importantes sobre los terrenos que atravesé mas tarde prosiguiendo el viaje. A las nueve de la mañana me puse en marcha; el tiempo se ha- bia mantenido lo mismo que el dia anterior; el barómetro no habia hecho variaciones importantes en la noche; se podia, pues, contar con buen tiempo. De la casa del señor Méric dejamos la orilla del mar para ir a tomar la de una laguna de agua dulce situada á S. O. del Cabo Negro. Esta laguna está marcada en las cartas inglesas; pero sus orillas no han sido relevadas; es casi de forma elíptica, y su importancia no es tal que merezca un relevamiento mas exacto. De ik ONA. JYAERRA DEL purco. PABITANTE DE LA PARTE PRIENTAL UGTLAÉ n % 7 Tr » AL Potolita E AQliRy Ares a la laguna el camino seguido para alcanzar el Rio Pescado remonta las faldas del Cabo Negro y de alli corta derecho á la costa de Shoal Haven. Siendo todavia la marea alta tuvimos que remontar casi una milla costeando el Rio Pescado, para hallar un vado, y des- pues tomamos la orilla del mar, que seguimos hasta la hacienda adonde iba dirigido, atravesando un terreno plano, casi uniforme, en algunos puntos pantanoso, cubierto de yerba, de pasto y reco:- rido por algunos torrentes que derraman sus aguas en Shoal Haven. La orilla de este: seno desde el Cabo Negro hasta su otra estre- midad, es alta de 15 4 20 metros, y baja á pico a la mar, siendo tambien á pico las dos orillas de los torrentes. Mas al Norte la costa va bajando segun pude observar, hasta Pecket Harbour, habiendo yo dejado la mar en Rio Pescado para no volverla a ver, hasta Gre- gory Bay. A las dos p. m. bajé a la hacienda de don José Nogueira, portu- gués, habitante de la Caledonia chilena sobre el Estrecho, enrique- cido con la caza de octarias en los canales de la Tierra del Fuego, Su casa está situada sobre la costa del Estrecho en los siguientes re- levos: | Punta N. E. de la isla Elizabeth E. 53 N. ASADAS ) o € Fui recibido con mucha cortesia por el señor Braun, agente de magn'. Nogueira y ruso de nacionalidad. Puso á mi disposicion su casa y se ofreció a ayudarme en las medidas que me propuse tomar para determinar la posicion y las formas de dos senos de mar que comu- nican entre si y con Pecket Harbour, aún no marcados en las car- tas ingleses. Empleé en este trabajo cuatro dias, favorecido por un buen tiem- po, si bien la temperatura era bastante baja y alcanzaba un núme- ro de 6.% centigrados. Los resultados de esta medicion van adjuntos al apéndice de esta relacion. Concluidos los trabajos en Pecket Harbour, me despedi de mi cot- tés huésped y alcancé mi guia que, segun la órden recibida. me es- : peraba acampado cerca de la costa de Cabeza del Mar, canal de co, municacion entre los dos senos internos del Pecket Harbour. Aquel lugar es el único que en baja marea ofrece vado. Llegué cuando ya caia la noche, comi como pude y me acosté en la tienda, donde pasé una buena noche, apesar de no estar acostumbrado a dormir al atre libre. A la madrugada ya estabamos de pié, y fué aquella una mañana espléndida, casi sin viento, promesa de un buen dia que no se rea- lizó. La operacion de levantar las tiendas y ensillar los caballos, nos entretuvo hasta las nueve, hora en que la marea, ya suficiente- mente baja, nos:permitió vadear el canal. Costeamos por un poco de tiempo la primera laguna de Pecket Harbour, de la cualatravesamos un último seno, que por su poca pro- fundidad y porel fondo arenoso, facilitaba el vado. De aquella costa fuimos a la de Oary Harbour, atravesando un terreno poco ondu- lado y rico de pasto muy tupido y de agua, por las muchas lagunas que se hallan entre Pecket Harbour. Abunda tambien alli el cala- fate en arbustos achaparrados. Cubrióse el cielo hácia medio dia y empezó a soplar viento del N. E. que se tornó impetuoso, y hacia bastante dificil el marchar. Al pié de una cadena de colinas, que llaman Pozo de la Reina, demo: ramos casi dos horas á causa de un pantano que no nos permitió hallar un paso sin gran dificultad. En general, los pantanos pre- sentan el aspecto de un camino de yerba seca, y los prácticos reco- nocen el paso guiandose por el diverso color de la misma. Donde es mas claro el suelo es menos húmedo y por consiguiente más soli- do, mientras que donde es mas rojo y mas oscuro el agua y el barro son másabundantes. Son estos los obstáculos más temibles en estos viajes, pues no es raro el caso que el caballo quede empantanado, sin poderse levantar, cuando no sucede que caballo y ginete que- den juntos. Es por esto que los prácticos con razon. prefieren los meses de otoño a cualquier otra estacion, pues en aquellos la temperatura ya baja y la menor frecuencia de las lluvias hacen más duros los pan- ANTTITAY SOT HA MYDI ¿ ODANA TEA. VÍY IL INIA 7 M EPA y O Md Ñ e. mí , El y ' * í + Ri f A » - 13 ya ho . TE Ñ o 4 A S , e Ú - s Ñ ” bl A 1 Ñ ' r A b y / ñ y 0 > 1 - 4 LA * , le ' PDIBUJADO POR UN FUEGUINO PAGAN, DESPUES DE DOS AÑOS DE EDUCACION CON LOS MISIONEROS |NGLESES tanos, que en primavera y verano están siempre humedisimos, ali- mentados por la lluvia y por la liquefaccion de las nieves. Por fin, salimos del maldito pantano y nos pusimos en viaje ha- cia la cadena de los montes Gregory (Gregory Range), cuyas eleva- ciones velamos, y despues de tres horas de camino por un terreno on” dulado, rico de espesos pastos y de guanacos, llegamos a las faldas de la cadena donde acampamos por la noche, cerca de una mancha de berberis que nos resguardaba mal del viento. Aquel lugar, llamado por los indios Colcaique, ofrece agua buena de un arroyo que baja de Gregory Range. La lluvia no tardo en caer y no siendo posible plantar la tienda al raso por la violencia del viento, la acomodamos como pudimos mejor entre los berberis adonde otros viajeros habian preparado como una cabaña bastante reparada. | Lluvia y viento cesaron á la noche, y cuando a las g a. m. nos pusimos en marcha el tiempo estaba perfectamente restablecido. A las 10 1/2 alcancé la costa del mar, en Gregory Bay, donde hice una breve etapa en la hacienda de un tal Donato Benitez, ciuda- dano de la República Oriental, alli establecido. De aquel punto me puse en marcha hácia el medio dia, tomando el sendero que conduce a Bahia Posesion, conocido bajo el nombre de Camino de los Indios. Los montes de la Bahia Posesion empezaron a mos- trarse cerca de las dos; mientras tanto costeando la mar á corta dis- tancia, sobre un terreno alto de 20 á 30 metros, cubierto de una espesa vegetacion de yerbas, alcancé la Bahia Santiago, cerca del tramonto y acampé por la noche á espaldas de una colinita de po- cos metros, que ofrecia, aunque malamente, algun refugio contra el fuerte viento O. N. O. La noche pasó poco tranquila, á causa del viento que duró sin tregua hasta la madrugada, y por el mismo suelo todo perforado por las tanas de los eururos que respondian azas malamente al oficio que les habian confiado. El viento cesó a la madrugada; el tiempo parecia bastante bueno; pero el barómetro habia hecho en la noche un salto de doce mili- ] y | E ñ metros: €ra, pues, de esperarse algun cambio repentino, alguna tormenta. A las 10 de la mañana, se avistaba el monte Direction, distin- guiéndose perfectamente la piramide. Deseaba ir aquel dia hasta Bahia Posesion, para hallarme de ma- ñana en el confin; pero la lluvia nos amenazaba y a las 12 y media faltaban todavia muchas leguas para alcanzar el término que me habia propuesto. Decidi acampar á espaldas de una pequeña coli- na, que mira al Firts Narrow llamada por los chilenos Buque quemado, por la presencia de una armadura de una embarcacion, que embistió en aquella costa con incendio abordo. El campamento se levanto en la siguiente situacion: Direction Ela Nos y % magn'. Orange Hu eS SE Ñ No tuve que arrepentirme de mi resolucion, pues apenas se armó la tienda, empezó a llover, no cesando hasta la noche con un viento fuerte del N. O. que amenazaba á cada instante derribar nuestra pobre tienda, cuya solidez habia sido seriamente comprometida por las espinas del berberis de Colcaique. A la mañana siguiente el viento habia calmado, el cielo cubierto, la temperatura alta ( 10.54 las 7 a. m.) el barómetro, que habia bajado en la noche, nos garantia el N. O. A las y a. m. nos pusimos en viaje costeando el Firts Narros»; alas 1o 1/2 estabamos en las faldas del monte Direction, y á me- dio dia en Bahia Posesion, a la vista de monte Aymond, por donde pasa la linea de la frontera argentino-chilena. La atmosfera se habia despejado, pero el viento del N. O. iba refrescando bastante. Bajé a la playa de Posesion Bay en un punto desde donde hice el relevamiento de Direction Hill, y alli el barómetro marcó 732,5 con una temperatura de 11,5 centigrados. En este punto toda huella del camino de los indios habia desapa- recido y tomando por punto de mira al monte Aymond, seguimos — 143 — combatiendo con el viento impetuoso, que al menos á mi, ginete poco experimentado, me hacia dificil estar firme en la silla. El terreno, por la yerba seca de que estaba uniformementecubierto y por sus ondulaciones, tenia el aspecto del mar cuando despues de un temporal no queda mas que la onda larga y moribunda. En todas partes el panorama era el mismo; solo el monte Ay- mond interrumpia la uniformidad monótona del inmenso terreno donde nosotros ibamos buscando un estanque, un cenagal, para no carecer de agua á la noche. A las 3 1/2 nos hallabamos en las faldas del monte Aymond y a la altura de aquellas apercibimos una laguna, donde resolvi fijar el campamento. Esta se encuentra a casi dos millas del monte, en di- reccion S. O., en una localidad abierta al viento de todos lados. No teniendo nada mejor, tuvimos que contentarnos con aquel estanque, cuyas aguas poco profundas y batidas por el viento, eran fangosas. El viento no nos permitió plantar la tienda; nos acomodamos como pudimos, sobre los sacos de provisiones, y nos acostamos. En la noche cesó el viento pero cayó una helada que á la mañana si- guiente cubria las yerbas del campo. Nuestros caballos, que, se- gun el uso, habian quedado libres, asustados por un leon, vinieron corriendo a las orillas del estanque; el tropel de los caballos, el ladrar incesante de los perros, y la mala condicion del alojamiento, nos hi- cieron pasar una noche toledana. CAPÍTULO II. Hallandome cerca del Monte Aymond la linea del confin apenas distaba una milla; determiné pues caminar siguiendo aquella linea cuanto fuera posible hacia el Cabo de las Virgenes, antes que ale- Jarme mayormente de ella, como habria sucedido siguiendo la orilla del Estrecho para alcanzar el Monte Dinero. Alas ga. m. levantado el campamento, me puse en camino dirigiéndome casi al Este. El panorama era el mismo de todo el viaje: terrenos lijeramente ondu- _—— 1 +4 4 — lados, privados enteramente de agua, pobres de pasto, salpicados de piedras y céspedes de mata negra. A las tres millas del Monte Aymond la direccion tomada me con- dujo a atravesar un valle angosto y poco profundo que yace al pié de una colina alta de treinta á cuarenta metros del nivel de la pam- pa vecina, formada por un monton de rocas volcánicas parecida a la primera, rota en varios puntos por la accion de las nieves, Otros grupos de las mismas rocas se hallan dispuestos en la pendiente de la colina y en las márgenes del valle. La presencia de estas lavas basalticas es casi general en el terreno terciario de la Pampa, segun aseguran viajeros que la recorrieron, indicando como limite al E. el 70 longitud Oeste de Greenwich. En lo recorrido del Monte Aymond yo reconoci la existencia de estas lavas hasta cerca del 69 O. G. Los montes /riars, Con- vents y North Hill de la zona al Sur de Rio Gallegos no son mas que masas de lava, y toda la Pampa y el Monte Aymond, están sembrados de rocas volcánicas llevadas alli indudablemente por la accion de las nieves Ó por movimientos del suelo, necesariamente posteriores á la época terciaria. Toda huella de ellas desaparece completamente cerca del Rio Ga. llegos; y en todo lo demás del viaje, en el que me alejé poco del me- ridiano del 60% 30 N. G. no encontré mas de esas lavas. Caminé hasta casi las dos p. m. siguiendo la linea divisoria de Chile hacia el Monte Dinero, manteniéndome siempre á la izquier- da de aquella, sin hallar nada que merezca una particular mencion, En todas partes un terreno árido con poca vegetacion, desprovisto completamente de agua y arbustos. Por la primera vez, o mas bien dicho, por la única en todo el via- ge, hallamos una puma dormida sobre una pequeña elevacion del terreno. Mi caballo, apercibiéndose antes que yó, se alejó brus- camente, no siéndome posible obligarlo a acercarse, tal fué el susto que tuvo de la fiera. Mientras tanto micompañero de viaje, acer- candose, quizo hacer fuego sobre el animal; pero fallando el golpe, bastó el rumor del gatillo para despertar la puma, la cual, apenas A NS A NN A A A A A A e a A q FUEGUINOS E vió la mala pasada, huyó. En el lugar donde antes yacia hallamos un guanaco recien muerto y escondido bajo el césped. Siendo ya tarde, y alejandose la esperanza de hallar un sitio con- veniente para pasar la noche, determiné dirigirme al norte, a donde algunas colinas, que se veian a pocas leguas, me hacian suponer ha: llaria leña y agua bastante para acampar. Cada vez que nos alejabamos, el aspecto del terreno era menos triste. A las cuatro p. m. descubrimos dos pequeños estanques de agua dulce, alimentados por un arroyuelo, al pié de las colinas que habia visto desde léjos, y que reconoci ser las friars. Alli pusimos el campamento. Estando el tiempo bastante claro, subi á la mas alta de esas co- linas, y desde alli pude contemplar una estension de terreno mucho mas grande que aquella que habria podido examinar siguiendo la costa, desde el Cabo de las Virgenes hasta el Rio Gallegos. De la parte Norte el panorama era limitado po: la orilla izquierda del Rio que concluye en cabo Fair Weater, claramente visible; al Este por la costa del Océano, hasta el Cabo de las Virgenes, al Sur por la li- nea de collados que encandenándose del Monte Dinero al Sud Este hasta el Monte Aymond, determinan la linea del confin del territo- rio Chileno; al Oeste el horizonte visible era limitado por la Pampa y algunos lejanos collados. Toda esta estension de terreno, mo menor segun creo, de 150 le- guas cuadradas, presentaba el aspecto de un vasto campo de yerba seca. De la linea del confin hacia el Norte, el terreno baja sensible- mente, y cubriéndose de yerba; pero por su exposicion a los vientos no crece ningun arbusto y hay poco césped; el agua es tambien escasa, las dos lagunas a cuya proximidad estabamos nosotros acampados, eran las Únicas en toda aquella estension de terreno, y aquel lugar es, con todo, casi siempre campamento de indios. El heno mas alto y el agua se encuentran mas cerca del Cabo de las Virgenes, 0 mejor dicho, en el cabo mismo. En las cercanias de Rio Gallegos se encuentra un pequeño curso de agua que atraviesa lo que se llama Cajon de la Escoria y que vierte sus aguas en el Rio Gallegos. El 19 — 146 — terreno es en general ondulado con diferencias de nivel de cuatro a cinco metros y sembrado de piedras volcánicas. Los montes Iriars, Couvents y North Hill, son como dije ya, de naturaleza volcánica y su forma comun es la del cono de un volcan. La lava de sus formaciones es de varios colores, roja, negra, amarilla y verde; la roja y la negra son las que mas abundan. La altura media de estos montes es de casi 250 metros, y su posi- cion es exactamente aquella dada por las cartas inglesas. Desde la cumbre del monte mas alto, que es el que se halla mas al Sud Este, relevaba el Cabo Fairweater por N. 7 E. y el Monte Dinero por E. 32 Sud, (magnéticos), Resultando asi el cabo Fairweater, el Monte Dinero y el pico de los Iriars, ligados con exactitud matema- tica, no me quedaba duda alguna sobre la identidad de los puntos, especialmente del Monte Dinero, que por su poca elevacion es ape- nas visible. Experimenté una sensacion de alegria al ver bajo mis ojos, de un golpe, el campo en estudio, estendido como una carta topográfica, pudiendo examinar facilmente todo lo que en él habia de notable, a favor de la limpidez del cielo. Tomé con toda comodidad los apuntes y las notas necesarias, ba- jé al campamento donde despues de una cena bastante frugal, me acosté. La noche no fué de las mas tranquilas. De todos modos, la ma- drugada no se hizo esperar, y alas yg a. m. nos pusimos en camino, dirigiéndonos hácia una abertura que se vela aparecer en la costa alta de Rio Gallegos al Norte, y que mi guía sabia se hallaba cerca del lugar mas alto del rio, adonde debia encontrarse un vado. Nada tengo que agregar de notable en lo que se refiere al terri- torio atravesado, sino que á medida que nos acercábamos al rio, las ondulaciones del terreno se hacian mas frecuentes, corriendo para- lelamente al rio, y en lo hondo de ellas estaba mas aglomerado el heno, mientras se perdia casi del todo en las partes elevadas. Esto es bastante natural, pues que el agua estancada por el bajo nivel de los pequeños valles, los trasforma en pantanos que se secan Ze L [do] E 10 (e) a E SES ES ES »? [63] DS 2 e) Á a = e ES É = >) EU (DE me 4 E dy $ A » NS eN] A despues en verano por los vientos fuertisimos que dominan en ese lugar. A medida que me acercaba al rio hallaba mas abundante el ber- beris y los arbustos grandes, que no veia desde la Bahia de Gregory. Es esto un elemento tan importante para el viajero, que muchas veces hace algunas millas mas, por hallar un arbusto que le proporcione fuego por la noche. A medio dia llegamos al Cajon de la Escoria, que es un valle pantanoso de cerca de dos millas de anchura que corre en direccion convergente hácia el rio. En el fondo de él, corre, como dije, un arroyo de agua dulce que se echa en el Rio Gallegos; no tiene sino un solo vado. Del otro lado del valle hasta el rio, adonde llegamos a las tres de la tarde, todo es pampa uniforme, casi sin ondulaciones; es abun- dante de pasto, de berberis y de mata negra. Los guanacos son abundantisimos y nuestros perros no tuvieron que cansarse para darnos de comer. Si mi objeto principal hubiera sido el de cazar no habria podido elegir mejor lugar. A las 3 1/2 saludábamos las aguas del Rio Gallegos, y por la orilla alta de casi veinte metros, rápida y arenosa, bajamos á la orilla. La marea era baja y los grandes bancos descubiertos disfrazaban casi enteramente el curso principal del rio, que corre a brevisima distancia de la márgen opuesta. Siendo ya tarde, decidi pasar por la mañana el vado, y levan- tamos la tienda. Esta operacion fué presenciada por un rebaño de guanacos, que asomados sobre la cima de la rivera, nos miraron tranquilamente, retirandose despues como ovejas. La temperatura templada y la calma perfecta, nos hacian esperar una buena noche; pero empezó a soplar un viento de O. N. O. que duró toda la noche, haciendo inútil casi los servicios de la tienda. El dia siguiente cerca de las 10, el guia tentó el paso, y cruzó a la otra banda sin fatiga, aunque la marea habia empezado 4 subir. Vuelto al campamento, á medio dia, nos pusimos en ca- e A sn ARA. - Tiki — 148 — mino para vadear el rio. (Caminamos por largo tiempo sobre los bancos descubiertos, que aunque con barro, eran bastante re- sistentes para los caballos y sin dificultad atravesamos el Rio, que en aquel momento tenia mas de 400 metros de anchura. El agua llegaba al lomo del caballo, haciendo imposible casi el estar en la silla; todos, mas O menos, tomamos el bautismo de las aguas del Rio Gallegos. Al fin pasamos á la otra banda y poco despues bajamos á Quilincaique, donde se hallan dos casas de chilenos, para uno de los cuales traia una carta de recomen- dacion de Punta Arenas. Resolvi demorar dos dias en Quilincaique para dar descanso á los caballos y para visitar los terrenos adyacentes al rio. Forzado á abrirjuicio sobre el terreno recorrido desde el limite argentino chileno hasta Quilincaique, formularé las opiniones que me he formado, guiado por mi poca experiencia y sin la ayuda de conocimientos especiales en estas materias. Al hacerlo no entiendo formular una opinion con el firme con- vencimiento de que sea la mas exacta; espongo mada mas que ideas, resultantes de las observaciones hechas hasta ese punto del viaje. 1.2 Abundancia de pasto en toda la zona. 2.0 Escasez de aguas potables, distribuidas irregularmente. 3.0 Escasez de arbustos y céspedes. 4.0 Exposicion a todos los vientos y falta de reparos que pue- dan facilitar el implantamiento de establecimientos rurales. El único reparo es el que ofrecen los ,montes friars y Con- vents; pero están lejos del Rio Gallegos (casi a 4 leguas), cosa que en invierno puede hacer dificil la comunicacion con el rio. 5.2 Abundancia de nieve que hace casi imposible la vida del ganado en invierno. La vida misma de los colonos seria dificil, pues debiendo en general dedicarse al producto de la caza, en la estacion de las nieves, los guanacos y avestruces abandonan aque- llos campos abiertos, y buscan cerca del rio lugares mas reparados, donde el frio es menos intenso. A A A A A EX LAB SHUY Y VADER Y 7 G Oro] [e1mgeu pop $ ¡eanger pop ? ¡exayen pop + pesaguo Jop E A NY e f Py 7, e] A í oasyd aio (sarro) orumond vowmY aa vannd ocxrd ua wixad > E MN e Y á e YN baya Siendo estas las condiciones fisicas de los terrenos, puedo arri- bar a las siguientes conclusiones: 1.2 Ningun establecimiento colonial para la cria de ganado podria establecerse en el interior, sin el apoyo de otro a la costa que facilitase la comunicacion maritima con la capital. 2.0 La localidad adaptable a la fundacion de una subdelega- cion para servir de centro al desarrollo colonial, podria ser la orilla derecha del Rio Gallegos cerca de la embocadura. Alli cerca des- emboca el arroyo que viene del Cajon de la Escoria. Hay leña y buen pasto para los animales. 3.9 Haciendas internas podrian establecerse solamente cerca de los montes Iriars y Convents. Y aqui viene bien la observacion del daño que hace á la República Argentina la falta de un puerto en el Estrecho de Magallanes; y en verdad, planteando un estable- cimiento colonial en las márgenes del Rio Gallegos, podria tener vida un cierto número de haciendas en las localidades mas arriba indicadas, pero ellas no abrazarian sino una zona circunscripta a pocas millas de los montes hacia el Sud y todo lo demás hacia el cabo de las Virgenes, y el limite quedaria inutilizado. Si el movimiento de colonizacion pudiese partir de un punto del Es- trecho deberia serlo de aquella pequeña bahia, que se reconoce en la carta inglesa con el nombre de Zealons Anchorage al Oeste de Punta Duchesne; lo que facilitaria el desarrollo de colonias en todos los pequeños valles que bajan a la mar de los dos lados del Cabo; en ese paraje no falta ni pasto ni agua potable. Establecida esta primera colonia podrian adelantarse otras hacia el interior en la estacion conveniente para mover haciendas, y asi paulatinamente es facil llegar 4 poblar todo el territorio descripto. Dejo a personas mas competentes que yo, en esta materia, hacer de estas reflexiones las deducciones que mas convenga, y debo repe- tir que aqui no he emitido una opinion: he espresado criterios. CAPÍTULO III. Me entretuve en Quilincaique hasta la mañana del 15. Quizo la A A IT E rt A — O A Fl ee mA" AS Á a ASIA e TA casualidad que yo me hallara alli en la época de las grandes mareas, cosa que me impidió efectuar el proyecto de explorar la banda iz- quierda del rio, donde personas que son autoridad en materia geolo- gica, dicen hallarse muchos fósiles. La alta marea de la mañana se produce demasiado tarde, y por consiguiente demasiado tarde la baja, lo que impidió aprovechar el tiempo que quedaba antes de la puesta del sol, y siendo la costa cortada a pique no era posible recorrerla sino durante la marea muy baja, á fin de hallar un paso libre. El lugar llamado por los indios Quilincaique es un valle estre- cho, formado por los montes que corren paralelamente al rio a una milla hacia el interior, cerrado por los contrafuertes de la cadena principal, que baja hácia el rio. Muy bien reparado de los vientos, contiene un arroyo abundan- te de agua; es falto empero de pastos para toda especie de animales, de tal modo que los caballos pertenecientes a los dos colonos chi- lenos, alli establecidos, se alejan mas de una legua para ir en bus- ca de un poco de mal pasto, en las cercanias de los montes. Quilincaique está á pocas millas del anclaje de la embocadura del rio, y una embarcacion liviana podria servir de comunicacion con los buques anclados. Esta condicion tan favorable para un establecimiento de colo- nos queda casi inutilizada por la pobreza de las tierras del valle. Creo que Quilincaique dificilmente podria servir de base al implan- tamiento de colonias entre Gallegos y Coy Inlet. A las 10 (a. m.) del 15 dejé a Quilincaique con la intencion de avanzar hasta el Rio Coy Inlet aprovechando la buena estacion que permitia ganar camino. La mañana era bellisima, con calma de viento y poca apariencia de cambio en la atmosfera. ' El terreno de que he querido dar una idea en el diagrama ad- junto es una serie de altiplanicies que se suceden casi á igual distan- cia con diferencia de nivel poco diversas las unas de las otras. De- jando a Quilincaique ascendimos ante todo a la cadena de collados que se eleva cerca de la banda del rio á casi 150 metros, y de la TIERRA DEL FUEGO FUEGUINO PAGAN (8: Lalo BÁwre , a Malal lolita sé LG IN A o E 2. dl Mi ” h: n y] $ A A Pa > a CS A E Dai E X » ] : ) a Tin MAA ' Í n 4 . y . ' 1 , , B L + 4 e . s ñ . po 1 1] . F 4 ' 7 j Y 4 4 8) pd PR, e pl Y , ; a p A PN A ES 0 IN , * MI cumbre de aquellos, lanzamos una última mirada al valle de Rio - Gallegos, y nos encontramos en una llanura casi horizontal, surcada por valles angostos y profundos. Hay mucha agua por la presen- cia de grandes lagunas esparcidas singularmente sobre el terreno. Despues de esta primera llanura empiezan las series de las altiplani- cies dispuestas como escaleras, cuyo piso se levanta poco a poco en una, y desciende en la otra, y siguen generalmente casi por Este Oeste, es decir, paralelamente al rio. El terreno alli es muy árido, casi enteramente privado de pasto, cubierto de piedritas y céspedes de matanegra. A las 3 1/2 llegué al valle del Rio Coy Inlet, de 3 millas de ancho, que no es otra cosa que lo que en español se llama un caña- don: en el medio de él corre el Rio Inlet, con un ancho un poco mayor de 20 metros y pobre de agua, no habiendo profundidad superior a un metro, hasta pocas millas de la embocadura, adonde llegan las mareas. Desde la cima de uno de sus bordes vi en el fondo del valle, tres toldos de indios; mas allá de la embocadura habian otros toldos; en la otra banda del rio una manada de caballos estaban pastando y so- bre la banda a pocos pasos de nosotros, dos chinas montaban un solo caballo, y al vernos se quedaron paradas mirandonos con la curiosidad natural de los salvajes. Bajamos al valle, y a una milla de las tiendas indianas establecimos nuestro campamento por la noche, en una especie de zajon ovalado de un metro de profundidad, adonde esperabamos ser respetados por el viento. Mientras se preparaba la cena frugal, como siempre, y coordinaba mis notas y hacia mi diario, vi llegar á caballo un joven indio, que se puso a observarnos. Era un joven como de 15 años, simpático, limpio, si es permitido usar esta palabra hablando de tehuelches; una cara llena, animada con una sonrisa inteligente, ojos grandes, negrisimos, cabellos negros, largos y relucientes, atados con un pa- ñuelo al rededor de la frente en forma de vincha; negras las cejas, * casi rectas y convergentes sobre la raiz de la nariz; los labios gruesos y en estos y en la barba muy parecido a la raza etiope. Llevaba en las orejas dos aros de plata; estaba desnudo, con un trapo sobre los lomos, descalzo y cubierto con una capa de guanaco que envolvia toda la persona. Como habia concluido su examen y yo el mio, quice entablar un poco de conversacion; pero mis conocimientos en la lengua tehuel- che eran limitados, le ofreci un cigarrillo que aceptó y encendio en el mio que tambien le ofreci.—Le pregunté de muchas cosas en es- pañol y con el poco de tehuelche que poseo, pero no contesto. Mi guia vino en mi ayuda; supe por él que él jóven entendia y ha- blaba el español; pero no queria hablarlo; Hallen se llamaba, tenia 16 años de edad, y poseia un caballo, el que montaba, como única fortuna. Insisti en querer entrar en relacion con él, lo invité a cenar con- migo; aceptó, bajo del caballo, y vino á sentarse cerca de mi, ob- servando con grande curiosidad mi balija, mis instrumentos y sobre todo el papel. Tomando un poco de conflanza empezó a decirme algunas palabras, mientras miraba mi rewolver y se probaba mis guantes. Llegó mientras tanto una caravana de mujeres y muchachos; no tenian sino tres caballos. y cada uno de los pobres animales sopor- taba una carga de tres ó cuatro de ellos. Bajaron cerca de nosotros; se rieron mucho al ver que yo les daba la mano para que bajasen. Tenian todas las caras llenas y algunas eran pasablemente feas; todas cubiertas de capas de guanaco, descalzas; pero, hijas de Eva, todas llevaban prendas hechas con monedas batidas. Mi guia que las conocia por relaciones comerciales, me mostró una jóven de 174 18 años, y un niño de 7 ú ocho años; eran marido y mujer; crel que se chanceaba, pero despues tuve que convencerme de la verdad de esta union. La cena estaba pronta y nos pusimos a comer, mientras las indias nos miraban riéndose. Despues de un rato llegó un ginete, que pare- cia un indio, viejo, con barba y pelo larguisimo y negro; mi guia lo saludo en español, llamándolo Isidoro. Este nombre entre los in- dios, me sorprendió; pero mi guia me hizo observar que era argen- SOMANOISIV/ SOX NOD NOLOYINAX HO SONY SOM HO nvov oxmingana ma loa oavensid Sands aa tino, de Cordoba, y desde muchos años habitaba con los indios, perdiendo todo hábito civilizado para adquirir los del salvaje. MIOS CULIOSA. UA. yo le habia tomado por un salvaje civi- lizado, y resultaba un civilizado salvaje. El caso era, como se vé, mas que raro, úunico—nuestra sociedad fué aquella noche bastante concurrida. Preguntado Isidoro, nos dió indicaciones, cuando conocio mi de- seo de visitar el campo mas próximo al mar; hablo de Muster, a quien conoció y acompaño en su viaje cierto trecho del Rio Chico, y de otros naturalistas, que dejaron escritos sobre la Patagonia. Finalmente, todos nos dejaron, siendo los últimos Isidoro y Hallen. Sobre este, hablaré de nuevo mas adelante porque él me acompaño en el resto del viaje. Siendo mi intencion visitar el campo de los indios, emplée, todo el dia 16 en este objeto. El dia lluvioso por la mañana, se res- tableció a las 10, dejandome tiempo para permanecer entre los indios tomando las noticias que deseaba sobre sus usos y costumbres. El jóven Hallen me habia prometido acompañarme hasta Santa Cruz, y yo que contaba con él, no tuve que reprocharle su falta de palabra, cosa en la cual se distinguen todos los salvajes. Mientras volvia a mi tienda me encontré con una caravana de in- dios, en su mayor parte mujeres, que llevaban sobre el lomo del ca- ballo todos los efectos amontonados y revueltos y se dirijian hácia el mar para alcanzar a los compañeros ya acampados. Me puse á observar este espectáculo nuevo para mi; las tiendas plegadas, las ra- mas de árbol que sostenian las pieles de animales, objetos de todas clases amontonados sobre el lomo de los caballos, y encima de la carga las mujeres sentadas dejandose arrastrar al lento paso que mas aco- modaba al caballo. A la tarde cenamos en compañia de Isidoro y otros indios, entre ellos, Hallen, que se hizo mas familiar conmigo, y me prometió seguirme mientras yo me comprometiese á darle una buena recompensa. La noche era bellisima y apacible; pero de repente, como á las o, se cambió y empezo a llover con viento N. O. que mudo despues 10) 4 A | E al Oeste; la lluvia se trocó en nieve, y á la mañana mas de veinte cen- timetros de nieve cubrian las campañas. El valle de Coy Inlet seria ciertamente uno de los mejores parajes de la Pampa del Sur para la cria de ganados y para fundarse una colo- nia de pastores, si la embocadura del rio fuese accesible a los buques y no existiesen los peligros de que está poblada, haciendo casi imposi: ble la entrada, aún para buques chicos. Su gran estension y la exelente calidad de los pastos que contiene podrian dar vida 4 numerosas haciendas; pero la naturaleza se le opone por el mar, y no podrá nunca ,ser colonia con vida propia: pudiendo serlo, con ventaja poco menor, tributaria de otra ad- yacente. CAPÍTULO 11 Ve A las 10 a. m. salimos del campamento. El valle por la nieve parecia un inmenso campo de pequeños cristalitos, y el campamento de los indios, todo cubierto de nieve, en medio de aquel terreno blan- co, parecia un pueblo de Groenlandia. El valiente Hallen, cabalgando su únicafortuna, se ciño las bolea- doras y las espuelas y se puso en marcha con nosotros. Aunque habia caido mucha nieve, no hacia frio, no habia viento y el cabalgar era agradable. Desde el valle de Coy Inlet el terreno se levanta primero con un declive suave por espacio de una milla, y despues rápidamente, hasta 150 metros, y desde aquella altura se estiende una série de pequeños valles poco profundos, llenos de lagunas de agua dulce, y despues una llanura casi horizontal hasta un valle como de 80 metros de pro- fundidad, llamado el Cañadon de la Aguada, donde llegamos a las 2 y 1/2 sin haber hallado en el camino nada mas que terreno árido, con poco O nada de yerbas, pocos céspedes hácia el rio y algunos arbustos de berberis. Hallé acampado en aquel lugar al señor Will, con su familia, que era portador de una carta del jefe de la Expedicion para el Dele- sasaroyÍí sobmaxorsil sor Mo NOJOYONAA XA SONY SOM Ha sanasaa vor oxmozns Ma log oareasid . 0D “180 VIAL y, " ÍA AA AD aa Sl rn” gado Argentino de Santa Cruz, señor Moyano. No habiendo cerca - ningun otro paraje oportuno, decidi quedarme en el Cañadon de la Aguada y levanté la tienda cerca de la de la familia Will. El fondo del Cañadon es pobre en yerbas para los animales, y corre alli un arroyuelo de agua buena. Si bien soplaba un poco de viento del N. O., el valle nos ofrecia bastante reparo y pudimos entretenernos hasta tarde de la noche conversando a la orilla del fuego, mientras que el buen Hallen, que casi nunca decia palabra, asó y comió un zorrino (mephites patago- nicus) que él habia muerto con las bolas en el camino. Es muy sabida la maestria con que los indios se sirven de esta arma tan simple para la caza, y en aquel dia pude persuadirme de ello. Cuando Hallen apercibió al animal que estaba por esconderse, bajó del caballo, agar- ró por la cola al animalito y lo tiró á pocos pasos de si, y despues variando de sitio para defenderse del miasma que despide, le pegó unos golpes hasta que lo ultimó. De esta manera los indios matan á los Zorrinos, haciéndoles arrojar previamente todo el miasma que contienen, y en esta forma quedan en estado comible. Me aseguran personas practicas en estas cosas que el Zorríno muerto y preparado por un indio es un riquisimo plato. El indio lo desuella, le saca los huesos, con paciencia admirable, saca la vejiga miasmática, y des- pues pone al fuego la carne desinfectada del más minimo olor. Pre- sencié esta operacion muchas veces; pero por mas que me dijeron al respecto, no quise nunca comer. A las 9 a. m. del dia siguiente nos pusimos en camino, y empezó el indio á hacer parte activa en el viaje, es decir, á hacer de guia. Al poco tiempo encontramos una senda que seguimos hasta el Rio Santa Cruz, y en medio de un terreno poco ondulado, aridisi- mo, cubierto de arena, sin otra vegetacion que la de la mata negra y sin agua completamente, llegamos á la 1 p.m., á un valle profundo de 120 metros, llamado por los indios Ottelaique. Deaquel valle hacia el levante se alza un montecillo de casi 170 metros, sin yerbas y plantas; el fondo del valle es rico de pasto y de agua. Pasando Ottelaique empieza la pampa monótona y desnuda que alcanza — 130 — hasta el Rio Santa Cruz, o mejor dicho, al Gregory Range que domina el valle del rio. Alas tres plantamos la tienda cerca de un estanque de agua dulce, tres millas casi al Norte de Ottelaique. A la noche se cubrio el cielo amenazando lluvia, la que afortuna- damente no cayó y se pudo descansar sin que nada turbara nuestro descanso, sino es una insólita inquietud de los perros, debida quizás a un leon, como pudimos confirmarlo ála mañana siguiente, al ha- llar los caballos lejos del campamento, casi á una legua de dis- tancia. A las 10 a. m., con el tiempo que amenazaba lluvia, nos pusimos en viaje y como á una legua vimos unos restos humanos. Eran los del jefe de la revolucion de Punta Arenas, que huyó a la Pampa y fué muerto por sus mismos compañeros de crimen. No pude cumplir mi deseo de dar sepultura a esos restos humanos, pues me faltaban los instrumentos necesarios. Llegué, poco mas tarde, cerca de algunos estanques de agua sa- lada y al medio dia al valle llamado de los Tres Churrios, en cuyo fondo se encuentran dos lagunas saladas. Hay yerba y agua bue- na de algunas fuentes. En este punto de la Pampa habia desapa- recido toda traza de nieve. Dejando el valle de los Tres Churrios á poca distancia, bajamos a otro que el sendero sigue en toda su estension y en sus vueltas tortuosas de casi tres millas, abunda el pasto y hay agua en diver- sos puntos; al otro lado del valle empieza una estension inmensa de Pampa estéril cuyo plano es sensiblemente horizontal; pero que en realidad se levanta hasta la altura de la cadena que vá desde el Monte Entrance hasta la embocadura del Santa Cruz, y corriendo de Este a Oeste llega hasta hallar nuevamente el rio, figurando en las cartas inglesas bajo el nombre de Lyon Range. Hacia ya tres horas que caminábamos en esta llanura sin que nada alterase la regularidad de su superficie, cuando a las cuatro empezaron a verse al N. O. algunas alturas lejanas que reconoc1 ser la orilla izquierda de Santa Cruz. El barómetro habia descendido rapidamente desde la mañana, apesar de que el tiempo era fijo y el TIERRA DEL FUEGO fOLLAR FUEGUINO fAGAN hroc Liv LO RA pL) S ODO Y 7 DIZE / F LO UzO / ARE PON? EU — 1373 — / viento habia cambiado al 5. O., circunstancias que me advertian que me hallaba en el Lyon Range. Habia ya perdido la esperanza de hallar un buen alojamiento para la noche, pero una hora mas tarde llegamos a un valle que el in- dio me dijo llamarse Coy Nash. En el fondo de aquel habia una laguna salada, y cerca una fuente de agua dulce. Alli plantamos nuestras tiendas y la noche que pasamos fué la última en el campo. A la noche llovió, y restableciéndose el tiempo por la mañana, en una hora de camino llegamos a la bajada del valle del Santa Cruz. Desde la altura del Lyon Range, domina la vista todo el valle en cuyo fondo corre el Santa Cruz. Era aquel el punto mas pintoresco de toda la pampa del Sur que habia atravesado. Empleamos dos horas en la bajada y ála 1 p. m. llegamos á la orilla del rio, algu- nas millas mas al Oeste de la isla de Pavon, en un punto conocido con el nombre de Bajada de las Chinas. Siguiendo la orilla de- recha del rio, llegué á las 4 p. m. a la isla Pavon, adonde pasé la no- che en casa del Sr. Pedro Dufourg, y a la mañana siguiente me pu- se nuevamente en camino y llegué a Misioneros, donde fui recibido y alojado por el Sub-delegado maritimo, don Carlos M. Moyano, al cual soy deudor de una cortesia sin limites, y de una amistad que verdaderamente me honra. | Llegando al limite del viaje, habia cumplido la mision que me encomendo el gefe de la espedicion. Habia recorrido cuatrocientas millas en 21 dias. Teniendo en cuenta el tiempo pasado en Rio Pescado, en Rio Gallegos y en Coy Inlet, los dias de camino se reducen á trece, dando asi una media de 3o millas por dia. La estacion me habia favorecido mas de lo que era dado esperar en el mes de Mayo—ningun obstáculo, ninguna dificultad me ha- bia obstruido el camino, impidiéndome dar una solucion al proble- ma que se me habia propuesto en las instrucciones recibidas. — A — CONCLUSION Resumiendo cuanto he narrado respecto de observaciones he- chas y de datos recogidos sobre la naturaleza de los terrenos de la pampa Argentina del Sur, y sobre sus condiciones orográficas, me- teorológicas, etc., parece que puedo deducir estas conclusiones: 1.2.—La Patagonia del Sur puede considerarse dividida en tres zo- nas naturalmente distintas, por el curso de dos rios, el Rio Galle- gos y el Rio Coy Iniet. 2.¿—La estructura geológica de los terrenos es uniforme, forma- da de depósitos de la época terciaria. 3.2—Las lluvias basálticas tienen por limites el 69 de longitud. O de Greenwich, hasta las orillas del Rio Gallegos. 4..—El sistema orográfico general es el de las altiplanicies. 5.2—La altura del suelo sobre el nivel del mar va aumentando á medida que disminuye de latitud. 6.2—Las alturas máximas del suelo se hallan cerca de las orillas de los rios. 7.2—Las cantidades absolutas de agua potable provenientes de fuentes perennes (manantiales) es casi igual en las tres zonas. 8.2—La distribucion de estas aguas potables en las tres zonas es mayor y casi uniforme en las dos zonas septentrionales, mientras en la meridional es menor y limitada a puntos muy lejanos entre sl. 9.¿—La cantidad de agua dulce de los estanques provenientes de la liquefaccion de las nieves, es mayor en la zonas del Norte, menor en la del Sur. 10o—La riqueza natural de estas zonas, del punto de vista de la vegetacion expontánea, es mayor en las latitudes mas altas; casi uni- forme desde el Estrecho de Magallanes hasta el valle del Rio Galle- gos, notablemente decrescenta de aquel hácia el Norte. 11 —La vegetacion del berberís, es mayor cerca de los valles de los dos rios referidos, y menor y tal vez nula en los terrenos interme- diarios. 12—Las salinas están circunscritas a la zona del Norte. e y, lito E Halibdy BAtre (4 y Y Lo — 13)Q — 13—La zona meridional es la mas abierta a los vientos, en in- vierno está casi perennemente cubierta de nieves. 14—La sola zona que puede considerarse como adecuada para la colonizacion y la cria del ganado, es la mas meridional, desde el Estrecho hasta el Rio Gallegos. 15.—Las otras dos zonas deben necesariamente ser tributarias; la del Norte, tributaria de la colonia de Santa Cruz; la otra entre el Rio Coy Inlet y el Rio Gallegos, indiferentemente. Siendo nuevo en este género de viajes, esta relacion no tendra una grande importancia por mas que refleje los estudios de los ter- renos; sin embargo abrigo la ezperanza de no haberme alejado mu- cho de la verdad en mis opiniones, que podran ser modificadas por otros mas competentes que yo, a los cuales quedaria inmensamen- te reconocido, si me indicasen los puntos en que puedo haberme equivocado. SD 1109 ¿84 4 | s ' ql] , NAIRERD ADN OÍDO MRE INFORME XI BREVE VOCABULARIO De la lengua de los fueguinos lagan Español agan A ae NA A Lamain. | IV Aia AA .. Umbellin. Pi Er data SA DEAN Aja-cu. 4 Cuentas de vidrio ú otros....... Pallalatsir. y OE 0 a E A Amaca (ischi). | Cobteza o arco o. E Ajusciu. | AO A A AA Taualla (caigin). Collaride GUEntas oras Uppuscha (asch). Mieblre Ue? INIA: Gallia. Aedo oa o . Cattom (scios-ci). PALMO eos o ias Bick, Mordedura Ut. as ae Jua' (Ju-ata). Na EIA AA Dómbe. : A e A E Sapa. CLAU as aces is Guin ola: | A O a (palulaua) Ñ EA o esca ele ALETA ECON da paisa a a a ao ((MUZOZO): tl Rotura, abertuTa......ooococo.c. Tuiatci. We E el e AAN A A Ualle-iva. Ú Hermano A rad Uaim (Móc cus). l a ' l Español MATIPOSA AE a ao alar oa alo NIDOS co aa area ALA AM as e CAÑEDA creates tol: Eder lol MEA o ES NOD AQUI o at e MN A A CLA RAEE MERO ODO a Palo O SS E A Anadeja..... SS A OS - MS e de Alga Marina........ a ROI Datos aa ali eee GOchulo.. triond ula b e oe E A A O GTAMIe 2. o enpren dol ala o ROI acia o A A A E LS > Garda e NOA. das ato. caer a ol CAME dB ÍOCA e... «cc.» E Pierna...... is e OS e e AA ASPE a pla A NM A os ROS Muchos ROmbreS... sens... Hombre viejO ........... e Luna ple 3aiscutos Dior EEN Luna nuevas. 4 ima A oa e agan Jamoa-tellia. Caju ala jamalin. Tu gaiata. Tu gamaia. Caia-tacan. Cajiu-ala. Uami. Ha-naca. Tór-—ri. Cisa. A-cum. Ca-ta-ca. Arra. Asciagu. Mia-ca-sa. Mo-ala. Hap-pana. Hap-pana. Gul-heni. Ja-scialla. A-laa. Vi-ún. Pica-sina. Uf-chirr. Ha-usch-( a cich ). A-cupanaa. Tu-lopurr. Ta-sciagu. Usi. Huln. Tusch-ca. Pu-ta-ca. Un-dapa. Sci-can. Ta-ca. Al-la-gana. U-a (Tamana). Tama-lim. Dar-rua. Cupa-patagona. Hannuia-(Hunnica). Tarru-cutia. res Tacuar le l Ss otolito E Haliiadoy TEHUELCHE DIN O O cd dd IS E Y AA $ A PIS Mi o nm Ea ) NT LN el ed qee Cry O Español. : lagan Luna Mencuante ii Cupa-gumata. Luna crecientes id cra Cugat-tsuari. Mana daa ais tu-moala. MATES 2 Asa ds ies Dabí. Mesió (BOCA: ea oia mare Ta. CTO ES As daa Calut, Cuello. sb A e IA Huta-( Giallur ). A AA Scif (Ush-cash ). AGUA MOSCA ho o e aaa Sima. MUCHOS IL o el Sciu-ga-ni chip. GUANACO ¿ed 7 E Am-mara. A A Cata-caninna. o a A Hai-ma. ME e e NO Sciu-Ca. A A 1 A Gu-lu-ana. A A AL A U-sciu. E A Ma-cu-ta-sa-chipa. E A A EN Mu-cu-tasa. CADEHO.. IRIARTE ral qlo. Ush-ta. MANDO SA DN es aa cia atajo Jash. CADERA O a Lam-mana. A A A e Mara. O e e o E A Ha-sciu. A E A La-ca ( da-tasch ). A Put-ru ( mosch-ci ). MA O A Un . Ai-car. CO DAI Doro leia lero ie als Tu-maci. ESPOSO dildos Tucu. CIO AS RI e e o Hac-chila. SUM a regards Agula-( Amauina ). CascOno bes A A Ad ads Da casch (cusi). A Ju-sa .(Paiaca). Espalda LO MPrO Lam mataioatol Dauca (Achica). Ente amedad lud got Ap-pana (sack ). A A E O Ta-panusch. Sentarseó SIENtate:.....ocionesis Mu-tu. HERMAN E anio. slo Elo Mu-cus-chipa. IS A o AN tdo : A O Cauru (áppi) Nube; Ema meniD.. maes bienales Ses. Duerme: O AUESTEaí -..oiroi alo latate A-calu. Honda, estas Md ca Vatta-ua. — 164 — b Español lagan Pequelo ULA. de a Jac-ca. DILO LONE ta di Ufca (apa tasch-cu ). HUMO... ACES ales de Usch-cu. A o Cu-panaca. HO. ci. A o ep Ma-cu. 7 A 4 ES RR Hla (Ho). LADA A ale a A-uaia (scio-axiaia .. Lanza de INN ra ie e Ca-sciuma. Habla, CISCUTSO Larco s ss, Ica-mascia. ESPORTA. LEA aaa o. ate e . Mo-ni. PATIESO AA Mero amistad A-pa-ranich. EStralas A Das Ba-ca-sciuca / cufin. TILA ¿LS OUR ts Tin. ESTO 0 ACA dc lemon tado Eta (Ttu.. HUueyo..-.diblys A Huch. 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O A a E O Dupai (acama ). Gordo A a dla es Daw-scia. PAU AS oo ae I-mu. A IN a Uf-tu-cu. MO A a taa Has-cal. DO ia elo pla leas d lasc. CU a a Puscia-achi DA Cu-pasc-pa. PEO A A Apa-mur. o E BO Vi-na (tupar. O e ic A-gu-lu. ca CIA E O A A A Loi-mushia. MOSCA o a oloiad Vi-na (UÚi-ui nulush ). PEE AAA A Cau-. io tad. balas Ba-ca-sciuca ( cusim ). PiedFaro.va las AA A UIAIEd Ajú ( Ajaf). O A rea atea apo Lum (Ste-cas ). Oriente, salida del sol.......... Ca-ga-atsicheri. Puesta del SOM ide a e Cu-pa-lusciumani, O E A O Lumun. NAVACIOM A os aaa do ea Ma-annerí. DE A A A Tun. MU Ea oro O, Jotas Cullaca. ESAS AA e dE A Ma-tum. DEdOPUISADI 2. ls aaa Usca-ghin. AR Chi-chica. CASO A as Sciu-uata. HEM Uli iós Es caia Lan. BUS a tas ELN cabal Usajanan. O E A Cumbajbi. DO A A Ua-rush. Pasear..... dodo ARRE Hu-ina. IN E ME A Sima-Kcu. E A Ju-cicalia. Occidente oa luna (Tun ). O A Ulaf-chi. DISCO sa A a Jamina. NA Tucu. G. BOVE. O Apendice al Informe XI, ESTATURA DE ALGUNOS IAGAN. NOMBRE DEL SUGETO Marighen... Manuscaja . Acanajavellis Gupalm.... Tescapalanallis Jalampoje.. Uacamanacar Simacivellis Usicacungis ...... . ........... o. TO IS O OO .eRro....»........... ps. .>.. ..06M..».». ¡00200 >" bid PO CO DO A AO »..........úse 10.000.158 21875. 0 TEA PO OO OM TOO O CO OOO: O AROS IRIS ICO EA OO e... .0..0.000.. 0%... ER RO A O OR o 6 o as a ao aa O ORO OOO IDE Cula Cailluchipa.. Ez. 40) Acamuto... OO COCO O O O OO COCO TAO IO AA TAUACADASI oa Sualacancuvellis.............. ACACAaUCIES.. ccoo era Teunagaja . Anauellis O lamminmaatungis............. Allushpens. Usaacuns... O CA OO CNO ORO .eora. o nopS.)........s. EIMPraSensiS:. aro dd, | Oscapr..:.. ROTOS Y OA ORO OOOO CUCOAMAUEIS: ce. pala lo mois COROS O OOOO SEXO masculino femenino id. masculino id. id. femenino id. id. id. a 10. femenino masculino femenino masculino femenino id. masculino na femenino | ! | ] ti ALTURA EN METROS 542 A pp pol pl jo jul pl jul jul pl pl pl pul pl pl po pd fl pl pl po po pol pul pul po pol jul pul pu ÓN pu Q (a) C. BovE. E) 14 6] Ares. JACUATZ E 0 L Hala Le Potoliz TEHUELCHE E O ñ Y ML EA aL way e be, 4 E : Ñ As Ñ o ha 1 A úl INFORME DEL DELEGADO DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO ARGENTINO, DON EDELMIRO CORREA, SEGUNDO COMANDANTE DE LA CORBETA «CABO DE HORNOS ». Los preliminares y preparativos de la Expedicion de la Cabo de Hornos á los mares y tierras australes de la República son bien conocidos, para que los repita. Solo dejaré constancia de nuestro trabajo para preparar todos los elementos convenientes, el mejor hospedaje y viaje comodo a bordo del barco que tripulamos, á la distinguida comision cientifica que debiamos conducir á tan apartadas regiones á la sombra de nuestro pabellon. Creemos con satisfaccion que hemos llenado a ese respecto cum- plidamente nuestra mision, dejando un buen recuerdo, como se ha hecho público por los espedicionarios, de la moral y la disciplina de la Armada Argentina. Esta satisfaccion, séame permitido espresarla, no tanto como uno de los humildes miembros de la dotacion de la Cabo de Hor- nos, sinó como hijo de esta tierra que vé una vez mas que el nom- bre argentino será citado con respeto en estrañas regiones, despues de un acontecimiento de la trascendencia de la Expedicion, de cuya parte naval voy a ocuparme, introduciendo la narracion descriptiva mas amena posible; en medio de la aridez de los datos de la nave- gacion. — 168 — Cumplo asi tambien con el Instituto Geográfico Argentino, que me honró nombrandome su representante en esta Expedicion y que se rememorará en sus anales como uno de los grandes pasos dados en los albores de la vida de la progresista asociacion, hacia el lleno de sus nobles fines. El 18 de Diciembre, al caer la tarde, dabamos vela aprovechan- do el viento favorable del N. O. que soplaba levemente hinchando apenas el paño, y haciamos rumbo hacia la orilla opuesta del Plata. En esta navegacion sufrimos los contratiempos del caprichoso motor de que teniamos que valernos: los vientos nos fueron contra- rios y solo el 22 alas 8 a. m. pudimos arribar a Montevideo. Alli dejamos á nuestros distinguidos huéspedes del Instituto Geo- gráfico, los señores Cernadas, Amadeo y Doyenar, que nos acom- pañaban en nombre de aquel, y despues de cumplir los últimos pre- parativos, como ser embarque de la lancha a vapor y algunos vive- res, quedamos listos para lanzarnos a los mares del Sud. El 25 a medio dia, un viento fresco del Este hincho la velas y la Cabo de Hornos se puso en marcha. La expedicion empezaba. Dos horas despues solo divisabamos la cuspide del hermoso cerro de Montevideo y algunos momentos mas tarde habiamos perdido de vista hasta el último vestigio de costa del Rio de la Plata. Marchábamos bien. El buen viento nos favoreció, hasta la noche del 26, en que el primer amago de temporal nos obligó a poner el buque en espectativa. | Se cargó el paño y solo lucian los mastiles, algunas gavias y es- tais. Estábamos en plena mar. No debo reproduciros el diario de viaje: ahi están nuestros li- bros que os darán razon de todas las peripecias de una navegacion que, si no penosa, fué larga é incómoda. Los mares del Sur tienen su historia siniestra, especialmente en las costas patagónicas—la leyenda esta casi olvidada con la nave- TEHUELCHE tq TP 5 Es- y k / Y 109 — gación a vapor, pero los que navegamos á fuerza de viento la tene- mos presente y no olvidamos las maximas experimentales de Elca- no el compañero de Magallanes, de Sarmiento y otros, primero; de Fitz-Roy y otros, despues, vulgarizadas por todos los marinos, en- tre los cuales muchos argentinos que han navegado a vela en esos mares. Si prevision se necesita para la vida del mar en general, en el mar patagónico se requiere estar alerta permanentemente. Las lecciones de nuestro distinguido Comandante el Teniente Coronel don Luis Piedrabuena, nos han sido proficuas, y de ellas se deducen claves practicas dignas de servir para un tratado que guie a muchos ciegos que llegan a estos mares. La tormenta del 26 se redujo á algunos chubascos; era solamente una avanzada que pasó. El 3 vino buen tiempo, pero falso, y el 4 se presento la vanguardia de calmas, chubascos, mar gruesa, etc., hasta el 8 en que el S. O. se desencadenó con bastante fuerza, obli- gándonos á cargar todo el paño posible, dejando solo las gavias bajas. La tormenta no duró mucho; a la noche cedia, pero nos dejaba un recuerdo doloroso, como principio de consecuencias de tempora- les que habian de venir despues. El subteniente Galeano, empujado por un golpe de mar, com- plementado por el fuerte balanceo del buque, cayo de la cubierta al sollado, dislocándose el brazo izquierdo, lo que nos privo por algun tiempo de los servicios de este buen oficial, falta tanto mas sensible cuanto que eran tan pocos los oficiales con que contábamos! Seguimos con mar gruesa derribando continuamente hasta el 14, dia en que avistamos tierra, reconociendo el paraje San Fran- cisco de Paula, situado á los 49% 40 de latitud S. y 67% 40 de longitud O., es decir, unas cincuentas millas al N. de Santa Cruz. La navegacion continuo teniendo a la vista tierra y barajando la costa, amaneciendo el 15 frente a Monte Leon (15 millas al Sud 2% de Santa Cruz), hasta que el 16 á las 4 a. m. enfrentamos la barra del Rio Santa Cruz, cargando paño porque el viento refrescaba por minutos, y a las 7 a. m. salvamos la barra soportando un duro viento que arreció tanto que entramos solo con las gavias bajas, un foque, dos estais y la mesana, rompiéndose asi mismo, por la fuerza del viento, el amantillo del pico de mesana y la driza del estais, Unicas averias que tuvo el buque durante toda la navegacion. Tengo el gusto de hacer notar este hecho, pues pocos ejemplos presentara una navegacion de nueve meses por los mares del Sur con tan pocos perjuicios materiales. A las 7 y 3o a. m. dábamos fondo a distancia de 5 millas de la isla de los Leones, para hacernos nuevamente a la vela a las 5 p. m., agua arriba, hasta fondear definitivamente en los Misioneros, lugar de la Subdelegacion, á esperar el cútter Santa Cruz, que de- bió enviarsenos para continuar la Expedicion. Nuestra permanencia en Santa Cruz fué mas larga de lo que es- taba en el programa de la Expedicion. i La estacion avanzaba y no podiamos perder ese tiempo, para nosotros precioso. El cútter Santa Cruz no habia llegado, pero le dejamos cita para la isla de los Estados, que era todo cuanto se podia hacer en aquel trance, y cumpliendo nuestro cometido debiamos darnos a la vela nuevamente. Sin embargo, los expedicionarios cientificos hicieron buen uso del tiempo y el resultado de sus mumerosas excursiones será indu- dablemente relatado en oportunidad, con ventajas para el conoci- miento fisico general de esa region. El 4 de Febrero levamos anclas y salvando fácilmente la barra, el mismo dia, la Cabo de Hornos se hallaba nuevamente en pleno mar empujada por un N. E. que favorecia la navegacion. Al siguiente dia las observaciones astronómicas nos indicaban ha- llarnos frente a la bahia San Sebastian, en la Tierra del Fuego, y q PU lores. Si za E Halubday Lo ZoÍ0 TEHUELCHÉE ce 5] iN dos horas despues avistábamos tierra, reconociendo al Cabo de San- ta Inés. Seguimos as hasta las 5. p. m. y enfrentando a Monte Policarpo nos pusimos a la capa esperando al dia siguiente, que con su luz nos impediria caer impremeditadamente en las tremendas corrien tes del Estrecho de Lemaire. Asi mismo, al amanecer del dia 6 nos encontramos á 20 millas de la Isla de los Estados; tal es lá fuerza de las corrientes que acabo de mencionar y que merecen el mas alto respeto de los navegantes. Habiamos sido arrastrados por la coriente 3o millas, estando á la Este solo hecho dá razon de la importancia y la necesidad de to- do género de precauciones prácticas en esta navegacion peligrosa. Pero el dia 6 debia ser un mal dia! La niebla se habia produ- cido intensa, obligándonos á avanzar con prudencia desde el ama- necer hasta las 10 a. m., en que se despejó y asi navegando hasta medio dia logramos llegar a dos millas de la entrada del puerto de Parry, situado al N. O. de la Isla de los Estados. Aqui debiamos encontrar una nueva descepcion: cuando crela- mos segura nuestra entrada en el puerto, se precipitó nuevamente la niebla, mas intensa que antes, obligandonos a virar por redondo y haciendo proa afuera, volviamos al mar. A las tres, una nueva tentativa de entrada se frustró por la misma causa. | Mas tarde un S. O. fresco y mar muy grueso nos obligaron á ale- jarnos de la isla para cubrirnos de sus corrientes, alejamiento que mantuvimos todo el dia siguiente, y recien el 8, á la 1 p. m., que con viento N. N. E. hicimos rumbo al puerto Pingúin-Rooker, que la Comision Cientifica bautizó con el nombre de puerto Roca pudimos llegar a la isla, fondeando en este puerto a dos y media millas de tierra. Nuestra llegada a puerto fué saludada con una copiosa lluvia que nos impidió bajar a tierra, Parecia que la Isla de los Estados se resistia a la visita civiliza- dora, que los viajeros con tanta ansia deseaban hacerle! El dia 9 se instalaban por fin en la isla los miembros de la Co- mision Cientifica y el 12 concluian su campamento, compuesto de una casilla de madera y varias carpas. En tanto, el tiempo presentaba siempre mal aspecto y el 13 se desencadenó un tremendo temporal. El viento N. E. soplaba con violencia inusitada marcando el anemómetro 80 millas por hora; el barómetro habia descendido a 4722 mil; el mar presentaba un aspecto imponente; numerosas olas se levantaban amenazadoras, y el buque empezo a garrear, a pesar de las cuatro anclas que se habian fondeado con cuanta cade- na habia abordo. El peligro era inminente: entre la playa y el buque habia un arre- cife de piedra y a seguir garreando nuestra única salvacion era la playa! Nos alistábamos para largar las anclas maniobrando lo mejor para salvar el arrecife, cuando se precipitó una copiosa lluvia y el viento cambio al N. quedando abrigados por las Islas de Año Nuevo, que son las que forman el puerto mencionado, abrigandolo de to- dos los vientos, ménos del N. E., que casi es causa de nuestra pér- dida! Esto me dá ocasion para hablar del puerto Roca: es de facil ac- ceso y regularmente abrigado para todos los vientos, menos el N. E. enunciado, que es poco frecuente, pero muy dificil para resistirlo estando alli fondeado. Considero a puerto Roca como exelente para una recalada forzosa, que no obligue 4 permanecer mucho tiempo en él. Estas razones nos obligaron a abandonarlo el 16, alcanzando puerto Cook el mismo dia y fondeando en este con toda facilidad. SAG TRINO] TOROOT OA WWW 20 er Y 3 aaa omNamramr O) SODXTIVD OJAM A YINNODVLYdA PAE iris, e Mientras tanto, el temporal del 13 habia hecho sus victimas: la barca inglesa Pactolus no pudo resistirlo y naufragó antes de poder entrar en puerto Cook, como lo pretendia. Los naufragos tripulantes de la Pactolus, que habia sido tragada por el Océano, los encontramos en la playa del puerto dando gra- cias por el auxilio inesperado que les llegaba. Inmediatamente fueron traidos abordo y reparadas sus debilitadas fuerzas, que bien lo necesitaban! Puerto Cook es exelente y lo reputo el mejor de toda la Isla: tie- ne todas las condiciones de un puerto de primer orden, estando bien abrigado. A la entrada tiene un pequeño obstáculo consistente en un peñon en el cual colocamos una percha de 15 metros con un barril en su cúspide. Hasta el 28 de Marzo permanecimos fondeados en Puerto Cook. Se estudiaba la Isla de los Estados en todas sus condiciones por la Comision Cientifica, á quien ayudabamos con todos nuestros es- fuerzos. | La Isla de los Estados ha sido el punto culminante para mis es- tudios durante la Expedicion y las consideraciones de todo género que ha hecho nacer en mi mente, debo trasmitirlas, porque son hi- jas del convencimiento mas profundo y del patriotismo mas sincero. ¿Qué es la Isla de los Estados? ¿Es un pedazo de nuestro continente arrancado por alguna revo- lucion geológica? ¿se ha hecho paso el mar alguna vez abriendo ese canal que llamamos estrecho de Lemaire? No podria precisar una contestacion: la fauna y la flora son semejantes en la Tierra del Fuego y la Isla; la orografía presenta el mismo caracter; solo falta el hombre, del cual no se encuentran ni vestigios, lo que haria suponer que la época revolucionaria era re- motisima, O que el sublevamiento de ese pedazo de tierra era com- pletamente autónomo. No profundizaré estos puntos, porque la competencia indiscuti- o rs o ÓN pr AA. FA A o AAA IS ble de nuestros distinguidos compañeros de expedicion lo harán con la vista cientifica que los caracteriza. No hay hombres en la Isla de los Estados, ni los ha habido, fe- nómeno que asombra, contemplando ese pedazo de tierra cubierto de vegetacion exuberante y apropiado para dar albergue hospitala- rio á una poblacion, con elementos para cualquier género de vida, ya civilizada, ya salvaje! Este es un misterio que concurre a afirmar el calificativo de mis- teriosa, con que la bautizamos por otras razones que expresaré. La Isla esta envuelta en brumas y nieblas que la ocultan a la vista del navegante y hacen de ella el peligro, como se aprecia hoy por la navegacion: se ha visto el trabajo que nos dió arribar a ella. Si otros y otros han visitado Los Estados antes que los expedi- cionarios de la Cabo de Hornos—no sus marinos, que la conocian —nunca, creo, que se ha apreciado tanto en su verdadero valor como territorio argentino y como material para la ciencia. La extension de la Isla de los Estados en su parte mas extensa, es de 35 millas, y su ancho, tiene un máximun de 7 millas. Sus puertos ventajosos están al Norte, y alli es donde los necesita la na- vegacion; dos de ellos he descrito ya—el Roca y el Cook. Tiene, además, seis Ó siete puertos, siendo los principales San Juan, Basil Hall, Hoppen, etc. Al Sur está puerto Vancoulinat, que se considera como un buen abrigo para los buques. La vegetacion es exuberante y lo repito: montes de robles, de fresnos de brillante desarrollo, contándose individuos de dimensio- nes sorprendentes: una muestra de la dimension vulgar es la que presento en el pequeño trozo que está a la vista—y, como curiosi- dad, haré notar la existencia en abundancia de la magnolia, que se eleva hasta cuatro metros de altura ! La vida vegetal alcanza á cuatrocientos metros de altura, cubrien- do las faldas de las montañas de nieves perpétuas que existen en la 64 Wbrceniwide ¡QS S _PATAGONTA SErTLOriO ANGERÍINO Cerca del oceano adlarizco GINA ; Esti to entre el ALOSt.Crue y eLEstr A ON i AE ATAGAOTES 13- ña AL dl E ; Ro Gallegos 7 En Lestos buenas Poco pasto maLlaregra , VEIISTLTIA DRERRIA SS LuUstas Lavas bas autors CAL E TY | O Ti Dota. Lito (teas MUAS O MEnos GUOZ,, radus UDCA lA Piayor O me, 07 Canildad ABLA cosa esjeect, +] > _PA TACONTA Jerritori0 ANGenano cerca del oceano atlantico entre el RvoSt.Crus y eL és? de ATA AUaries. Hibncaque 2 % EIA Pastos buenos Poco pasto mal NFARITIIRA 2 GTA, SS Dus£gs Laros bas auicas ELECTO ZA y Dota. Luo [meas mas 0 meno GUOZLL, SS mada inilicar la mayor Oe. S sor conbidad Acla cosa es)iecl, OLO Bubrao Posestan siTechO de) E Magallanes bo Grange Totolito E patita, BArres La .. — 175 — isla, y que dan lugar á las mas pintorescas vistas que puedan ima” ginarse. No seguiré tocando estos puntos, pues nuestros conocimientos generales no pueden llegar al pulimento de los especialistas como Lovisato, Vinciguerra y Spegazzini, que han estudiado la historia natural con una constancia digna de admiracion. Es preciso haber visto trabajar á estos naturalistas para alcanzar a darse cuenta de lo que significan en ciencia y paciencia esas colec- ciones que vemos tranquilamente en los escaparates de los museos. La Isla de los Estados ha sido estudiada por ellos en los tres ra- mos de la naturaleza, y a ellos dejo la especialidad de los detalles. Quedan para nosotros los grandes rasgos y otros puntos de vista, tal vez mas trascendentales para los intereses de la patria, aunque no tanto para la ciencia. Como nunca hubo poblacion humana en la Isla de los Estados, de esa espontánea, misteriosa en su origen, no existe hoy tampoco y solo quedan las muestras de los esfuerzos de nuestro distinguido co- mandante Piedrabuena. El es el dueño de la isla y su primer poblador, pero desde que el pais reclamó sus servicios, la soledad primitiva ha vuelto á aquel pedazo de suelo argentino. Soledad turbada por el ruido funesto de la tempestad que arroja a sus rompientes seis buques náufragos poraño. Alli están los ras- tros terribles y el corazon se oprime al contemplarlos. ¡Cuanta vida sacrificada! ¡cuantos intereses perdidos! La Isla de los Estados es hoy la region temida, y, sencillamente, puede ser mañana el ansiado refugio de los navegantes. Una luz que guie: una poblacion que auxilie; hé ahi el remedio para tanto mal. Mal explotado por los piratas con patente, de esos que existen en todos los mares del mundo y que agravan costosamente la nave- gacion universal, estorbando el comercio, encareciendo el inter- cambio. Alli hay numerosos buques que se titulan pescadores y que son pescadores de naufragios! Que acechan los buques en peligro como en el caso del Capri. cornius, barca inglesa, con fuego a bordo, cuya salvacion era en- trar en el puerto en los Estados. El pailebot Yiguituyu lo ace- chaba esperando la pérdida para apoderarse de la presa, negando el auxilio de favorecer su entrada en puerto San Juan, si no pagaba al contado 700 libras esterlinas! Esa esla pesca de la mayor parte de los buques pescadores de Malvinas! j La luz de un faro seria la muerte de este infame comercio: una poblacion con una lancha a vapor seria la salvacion de miles de vidas y de enormes intereses. Esta es la importancia de la Isla de los Estados, y, diciendo la verdad, toda la verdad, está en nuestro deber, en nuestro honor co- mo argentinos—ya que no vemos en Malvinas nuestro pabellon y nuestras armas—como alta medida politica revindicatoria, debemos ir á poblar Los Estados, que aniquilarán mañana á aquellas por la fuerza de las ventajas naturales, ayudadas por las mas simples de las mejoras del ingenio humano. La numerosa navegacion a vela en esos mdres tiene su vista fija en estas mejoras y la Inglaterra misma las prevé cuando manda ofrecer al comandante Piedrabuena diez mil libras esterlinas por la mitad de la isla. Es que la explotacion de Malvinas tiene que terminar el día que el faro de Puerto San Juan guie á los navegantes; el dia que una sub- delegacion enarbole la bandera argentina y un buque recorra las costas de la isla anunciando el salvataje humanitario, ordenado por un gobierno civilizado! Los rastros de los naufragios, dan razon de la importancia de la o NW) 00Z mombp” y P7 2P UU) Laz0% 0ry FALSOS, T 207 20 UC OUR) ZMYO VINVS Y ONIYTIHO 911U1]T [9 9PSOP SETA 19P OBABT OT Y OTANS [9P SI]_EIMADA SOJUSTULIAOUI SO] 9p SOAMIVEAISONIO SVAVIIVIO E A ; q. slide , , ¡ a Y ñ ) | , . YA A p. . N V k ) y e y : e be 7 y e SS 4 Ml de z On á 50 : a pe e e e , Mo y e . A JN ds 9 Í > me po > da h ma sé % Y » F dc pe e A he ) AS A " p M ' W , , C M ha ' Ñ - Pe ii lo e 5 os av q A + ” . > 45 EA e PA $ ja el * a 10 . t : We . de RA » A ” bs x Prat ra AAA E navegación a vela que todavia dobla el Cabo de Hornos, camino del Pacifico: toda esa navegacion a la mas pequeña averia recala en Malvinas, porque no hay otro punto; y ¿cuánto cuesta esa reca- lada? Oh! debo decir la verdad: podrá un marino recalar una vez, pero no volverá jamas á hacerlo; alli Ó pierde su buque O paga mas de lo que importa! Parecera increible esto, pero desgraciadamente es la verdad mas grande: la averia mas pequeña hace que las autoridades condenen al barco, es decir, que lo declaren inútil para la navegacion y el capitan no tiene mas recurso que venderlo, ¿a quién? á los mismos especuladores de la Isla, que lo pagan a vil precio! Estos mismos buques sirven para la pesca famosa despues, hecha a cubierto de todas las banderas del mundo, sin tener mas matri- cula que la de Malvinas! Si se agregan á los buques cargamentos, habrá para echar cifras y comentar tambien los datos del Bureaux Veritas, que incluye a estos entre los naufragios que computa! Mientras tanto, si no por este lado, por otro, debemos tomar al- gunos datos prácticos de Malvinas para nuestra poblacion de los Estados: la conveniencia del ganado menor para el cual hay mejo- res pastos que en aquellas. En Malvinas, donde el ganado mayor era numeroso, se extingue hoy rápida y exprofesamente, dando lugar al desarrollo enorme del ganado lanar. En los Estados hay llanuras donde albergar milla- res de cabezas en mejores condiciones que en Malvinas. Debemos tomar ejemplo del trabajo asiduo para facilitar la na- vegacion: cualquiera que tome un plano de Malvinas, verá que no puede clavarse un alfiler sin tapar la anotacion de una corriente, de un sondaje: el navegante puede marchar como vulgarmente se dice, con los ojos cerrados. Asi debemos hacer en los Estados, - sin perder momento, de nm? en má 178 — modo de quedar en igualdad de circunstancias respecto a este punto que tanto importa á la navegacion de estos mares peligrosos. Sacar partido de las ventajas naturales, aprovechando hasta el más minimo elemento que disminuya la importancia y los elemen- tos de vida impropia de la posesion inglesa. En los Estados hay la ventaja de la madera: pueden facil- mente levantarse astilleros que trabajen con madera propia, de pri- mera clase, para construccion naval. Malvinas carece completa- mente de este elemento, que obliga a trasportar cargamentos saca- dos libremente de los Estados! La leña es abundantisima, consecuentemente, lo que hace pensar en la situacion de los que se quedarán obligados a quemar la turba que, misericordioso ha puesto Dios en el suelo de Malvinas. El agua, abundantisima, se brinda en hermosisimos lagos, que no designan las cartas, uno de los cuales, de mil quinientos metros de largo, por quinientos de ancho, fué bautizado con el nombre del ilustrado profesor Lovisato. Queda cerca de la bahia Humberto I, asi titulada en honor del rey de Italia. Esta bahia no esta nominada en las cartas y es for- mada por el Cabo Colwet. Todo favorece la poblacion en la Isla de los Estados y no tardaria la especulacion en desarrollar un comercio activo de madera, de aceites de lobo y de pingúines, lo mismo que de sus pieles, etc. La afluencia dela navegacion es innegable, no solo por los incon- venientes enunciados de Malvinas, sinó tambien porque estas que- dan unas cuatrocientas millas del Cabo de Hornos, mientras que de los Estados solo hay ciento cincuenta millas, y en los mares pe- ligrosos la ventaja está en lo siguiente: recalando en Malvinas no puede marcharse sino con temor, siempre para alli donde son tan fre- cuentes los malos tiempos, mientras que recalando en los Estados, se espera al abrigo de puerto el tiempo y viento favorables para em- prender la navegacion del cabo, sin peligro. Esto importa muchisimo y una prueba de ello son los naufragios que acusan los despojos que yacen en la Isla de los Estados, que tal vez sean una parte menor de los que corresponden al número de buques que se pierden en esas regiones. El cálculo, se funda, pues, en un principio lógico, y la humani- dad y un interés politico, altamente honroso para nuestro pais, nos obligan á realizar esa empresa sin dilacion. y A — Los espedicionarios habian esplorado la Isla y formado brillantes colecciones; nada nos quedaba que hacer en aquella region y con- secuentemente resolvimos dar la vela el 28 de Marzo, despidiéndo- nos de los Estados con animo resuelto y con esperanzas de volverla á ver proximamente alumbrada por un faro y poblada por una sub- delegacion maritima y guardada con el pabellon argentino, que no flota sinó de vez en cuando en aquellos mares, teniendo dond: estar permanentemente con honor para la patria. Ala tarde del 28 salimos de Puerto Cook con rumbo al Estrecho de Magallanes: nuestra navegacion fué pesada y contrariada por los mas frecuentes vientos desfavorables y malos tiempos, alcanzando recien Punta Arenas el 23 de Abril. ¡ Casi un mes de viaje para ese corto trayecto! Asi son estos mares, y, como decia muy bien un marino, «no hay mas que darles gusto». En Punta Arenas tuvimos el sentimiento de separarnos de nues- tros compañeros de viaje. La Cabo de Hornos no podia internarse en los canales de la Tierra del Fuego, ni nosotros, que teniamos la guarda del buque, podiamos abandonarlo pára acompañar a los amigos expedicionarios. ; El 1. de Mayo el Teniente Bove y los profesores Lovisato y Spe- gazzini se embarcaban en el pailebot San José y se alejaban de nos- otros para hacer la exploracion de la Tierra del Fuego. Los datos del Teniente Bove son preciosos para la ciencia y ade- lantan en mucho los hasta hoy recogidos. — 150 — En 1876 hice mi primer viaje « estas regiones cruzando los ca- nales Magdalena, Cook Burn, Darwin, Beagle, es decir, dando vuelta á la Tierra del Fuego, llegando a permanecer algun tiempo en la Isla Wollarton, al Sur de dicha Tierra, entre la Isla Navari- no y el Cabo; mis observaciones de entonces, timidas por la falta de practica, se encuentran plenamente confirmadas. He entregado al Secretario del Instituto una cartera de apuntes de esa época y los datos de ella me habilitan para tener el gusto de decir que el ilustre marino Teniente Bove ha alcanzado en sus estu- dios un éxito plausible para la geografía de esas regiones. Las cartas marinas de muchos canales serán rectificadas, las costas seran presentadas bajo un nuevo y exacto aspecto, y ya era tiempo que lo fueran! Otra novedad sera el cambio total de opinion sobre esa raza fue- guina tan calumniada y con la que he estado en contacto algun tiem- po, observando analogas condiciones que el Teniente Bove, y que en otra época he tenido oportunidad de proclamar. En fin, esto le toca a mi distinguido compañero que tambien ha sabido esbozarlo en la conferencia anterior y que ilustrara estensa- mente mas adelante. Asi mismo la geologia, zoología y botánica serán tratadas con nuevos datos por los laboriosos profesores Lovisato y Spegazzini, que exploraron en compañia de Bove la Tierra del Fuego. Mientras tanto el Teniente Roncagli exploraba la parte Sud de la Patagonia desdz Magallanes hasta Santa Cruz, el Profesor Vin- ciguerra estudiaba la region de Punta Arenas y sus estudios com- pletaran los datos ilustrativos de esta Expedicion. En estos estudios debian emplearse dos meses, al cabo de los cuales debiamos reunirnos todos en Santa Cruz. Son conocidas las peripecias y accidentes del viaje del Teniente Bove; los señores Lovisato y Spegazzini contaran las que les tocaron en el lote de esos penosos estudios de la naturaleza. 'SOD1UBO9 [NA SO0UDAIIO) eJUISIAÍSA 'SOPRIOJOD YOJ8AJ uO0» YA 9s anb o *8][1Uu1 aod oJ3auijuso un god epejuessoadol so 8]8989 ET - SVLON 9%) 21027799 DEpiay" SOLID $041, ZMYI VLINVS $ ONYTIIHO 2)TULTT 19 SPSIP SÍ8IA [9p OBAB] O] 8 O[SNS [9P S9_BIMADA SOJUSIUUIILAOUUL SO] DP SOMIVALSONIO SVUNVEDVIO Por su parte, la Cabo de Hornos se dio a la vela, en cumplimiento de la cita, el 22 de Junio, y el 23 a las 6 de la mañana fondeabamos en la barra del Rio Santa Cruz. Parecia que el viento favorecia nuestros deseos: el barco habia caminado 12 millas por hora! Antes de concluir quiero dejar constatada una impresion que ha quedado en mi ánimo, contemplando en el terreno nuestros limites con Chile. Toda la region del Estrecho es lo mejor de esa parte sud de la Patagonia y la colonia adelanta rapidamente; desde 1876 hasta aqui aquello ha cambiado mucho, mejorando. La Republica Argentina necesita una factoria más cerca del Estrecho; Santa Cruz esta demasiado al Norte y es de conveniencia encarecer la necesidad de dar cumplimiento al oportuno decreto del Gobierno Nacional estableciendo la sub-delegacion del Rio Gallegos. El fomento de Santa Cruz, Rio Gallegos y los Estados comple- mentado por algunos cruceros argentinos, dejará bien afirmada la juridiccion argentina y salvara vastos intereses para la navegacion, ' para el comercio, y sobre todo, para la patria. Los accidentes fortuitos hicieron que solo el Profesor Spegazzini nos acompañara en el viaje de regreso de Santa Cruz al Plata. Esta navegacion se inicio el 11 de Agosto y el 20 llegamos al Rio de la Plata; es decir, nueve dias de navegacion a todo lo que daba el paño aprovechando los vientos mas favorables, marchando hasta trece millas por hora! El 23 fondeabamos en Montevideo, pues tres dias luchamos an- tes de poder llegar á ese puerto, y despues de algunos dias de per- manencia alli, llegamos al puerto de Buenos Aires el 1.2 de Setiembre sin ningun accidente mayor que mencionar, a pesar de nuestros nueve meses de navegacion constante. Señores: Si la expedicion de la Cabo de Hornos no ha descubier- to nuevas tierras, ni ha tenido las penurias de las navegaciones po- — 182 — lares, ha conquistado para la ciencia nuevos datos, ha corregido algunos errores geográficos, ha puesto á la órden del dia una cues- tion de importancia nacional, como es la de la poblacion de la Isla de los Estados, y ha probado que hay en la República Argentina hijos de la tierra que pueden llevar con honor un barco que enarbole el pabellon patrio, cualquiera que sea la condicion en que se le en- tregue. Al saludar al « Instituto Geográfico Argentino» apretando la ma- no a su digno Presidente, me complazco en agradecer una vez mas el honor que me hizo al nombrarme su representante, honor que me obliga á presentarle estos apuntes—como prueba de que no olvi- dé el encargo que en mayor estima tenia al pisar la cubierta del buque expedicionario—apuntes que en oportunidad tendré el gusto de esplayar y que en cifras condensadas entran en el diario de viaje, en las singladuras, en las cartas en que se indica la derrota y demás documentos. Señores: he dicho. INFORME DEL REPRESENTANTE DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, DR. D. CÁRLOS SPEGAZZINI. Al Sr. Rector de la Universidad de la Capital, Dr. D. Nicolás Avellaneda : Tengo el honor de elevar a la consideracion de V. S. una breve relacion de mi viaje, en el que tomé parte en representacion de la Universidad que V. S. tan dignamente preside, y presentarle los re- sultados obtenidos. Salimos de este puerto el 17 de Diciembre próximo pasado en la corbeta de la Armada Nacional Cabo de Hornos, llegando a Monte- video el 21, donde permanecimos fondeados cuatro dias, tiempo que utilicé en excursiones por los alrededores de dicha ciudad. El25 el buque siguió su camino con rumbo al Sud, y el 16 de Enero de 1882 echabamos anclas en el Rio Santa Cruz de Patagonia, frente á la Sub-delegacion que alli existe. Enel tiempo de mi permanencia en este paraje, he recorrido á pié en todo sentido la margen derecha del Rio y sus inmediaciones en una extension de cerca de 20 kilóme- tros. Visité la Isla de los Leones, la Isla Pavon y el punto deno- minado «Cerro de los Caracoles» sobre la margen izquierda, for- mando una regular coleccion de plantas de aquella localidad. El 4 de Febrero dejamos Santa Cruz, y nos dirigimos á la Isla. delos Estados, donde el 8 del mismo mes echamos anclas en Puer- to Roca, quedandonos alli hasta el 16, dia en que nos abrigamos en Puerto Cook por las violentas tormentas que visitan frecuente- a 184 ad mente aquellas tierras, y que siembran sus costas de cascos de bu- ques perdidos. En los 48 dias de permanencia en esa isla, exploré completamente el valle comprendido entre Monte Buenos Aires y Monte Italia, y las playas adyacentes, las vertientes de Puerto Cook y Puerto Vancouver con los cerros cercanos, y todos los valles y al- turas entre Puerto Cook y Puerto San Juan. Las colecciones he- chas fueron abundantes, especialmente en criptógamas, plantas que predominan en la vegetacion de esta zona. Levamos anclas el dia 28 de Marzo, y despues de haber tocado algunos puntos nos detuvimos el 23 de Abril en Punta Arenas; hice varias excursiones en Bahia San Gregorio, punto en que pu- dimos bajar y mientras quedé en Punta Arenas, recorri, no sin pro- vecho sus alrededores. El 19 de Mayo me embarcaba con el Jefe, señor don Santiago Bove y el geólogo señor Lovisato en la goleta San José que emprendió viaje hacia el canal del Beagle tocando los siguientes puntos: el 2 de Mayo Bahia de las Voces (costa Patagónica); el 3 Hope Harbour (Isla de Clarence); el 4 una gran bahia desconocida (en las faldas del Sarmiento), demorando alli hasta la madrugada del 7; el 7 Brecknok peninsula (frente á la Isla Londres); el y una islita (cerca de la Isla Blasket); el 10 la Isla Burnst; el 11 la costa fueguina (frente á la Isla Chair); el 12 la hermosa Bahia landagaia (en los limites de Chile y República Argentina) y el 13 Usuuaia, al medio del canal Beagle, donde está la Mision inglesa. Nos detuvimos en este lu- gar hasta el 21, dia en que volvimos a landagaia; el 22 y 23 recor- rimos el Canal Beagle, la boca del Estrecho de Murray, explorando la islita de Aichina. El 24 volvimos á Usuuaia, de donde, acom- pañados del Misionero Rev. Bridge, el 25 ibamos á fondear en Ssamnacus, el 26 en Vallamátu, y el 27 en un puertecito de la Isla Picton, donde encontramos el cútter de los misioneros A llen Gardiner que venia de las Malvinas con rumbo á Usuuaia, lle- vando viveres para la Mision. En toda esta parte del viaje, bien que la estacion no fuera muy pro- picia, por el frio y las frecuentes nevadas, todavia pude reunir-una — 185 — regular coleccion, y ademas un catalogo de todas las plantas vistas en cada uno de los puntos precitados. El 28 emprendimos el viaje por la Bahia de Slogget, en donde despues de tres dias de temporal horrible, en la tarde del 31 fuimos echados a la costa, perdiéndose las colecciones casi completamente, habiendo solo conseguido con mucho trabajo recuperar una peque- ña parte; pero tuve la suerte de salvarme con mis libros de notas. En el tiempo de permanencia en el lugar del naufragio levanté una lista completa de las plantas de aquella localidad y numerosos apun- tes sobre la lengua de los indios que encontramos. El A /len Gardiner vino á salvarnos, y volvimos a Usuuaia parán- donos en la Isla Gebel, donde habiendo dejado al Jefe, D. S. Bove, emprendimos la vuelta, deteniéndonos el 18 de Junio en lalambaia, el 20 en Onnyvala, el 21 en un puerto al Este de la Isla Gordon, el 25 en la Isla Burnst, el 26 en la Isla Basket, y el 29 en Puerto Tom, en la isla de Melville, y por fin, el 1.2 de Julio tocamos de nuevo en Punta Arenas. En este punto hice nuevas excursiones, teniendo la suerte de re- coger en la mina de carbon cercana impresiones de hojas de varias plantas fósiles. El y de Julio sali de alli junto con el señor Lovi- sato en la goleta San Pedro, y despues de haber visitado el Cabo Negro, la Isla Elisabeta, la Bahia de Gente Grande, la Punta San Isidro, la Punta Anegada, la Bahia Posesion, el 19 entramos en Rio Gallegos, en donde permanecimos hasta el 23, paseando por la ori- lla derecha, y hasta Quilicaiquen. Dejado esterpuesto' el: 215 del mismo mes llegamos á Santa Cruz, y nos trasladamos a la Cabo de Hornos, que nos esperaba, y que permaneció en aquel puerto has- ta el 11 de Agosto, saliendo entónces para Montevideo y Buenos Aires, donde desembarqué el 3 de Setiembre próximo pasado. Las colecciones hechas á la vuelta fueron muy pequeñas, por las condiciones morales y materiales en que me encontraba, y por la estacion que se habia hecho aún mas desfavorable, no faltandome por eso los catálogos de las plantas de todos los puntos visitados. Los resultados de mi trabajo en este largo viaje son: una colec- 24 — 186 — cion de algunos millares de ejemplares vegetales representantes de la flora de la Patagonia Austral, de la Isla de los Estados y de gran parte de la Tierra del Fuego; un catálogo completo de la vegetacion de los puntos visitados; una lista bastante estensa de palabras y apuntes sobre reglas gramaticales de la lengua hablada por las tres tribus fueguinas; hay tambien colecciones zoológicas y antropológicas, que por órden del jefe de la expedicion entregué a los miembros de la Comision que se ocupaban de esta materia. Siento mucho no haber podido hacer mas; pero me disculpan el tiempo perdido en las largas navegaciones a vela, la catástrofe del naufragio y la mala estacion que empieza muy pronto en aquellas regiones australes. Los materiales recolectados se encuentran actualmente en mis manos, y apenas los haya estudiado, los pondré a disposicion del señor Rector para que se sirva indicarme la colocacion definitiva que deban tener. Me permito espresar los sentimientos más profundos de grati- tud hacia el Exmo. Gobierno y hácia V. S. que tanto em- peño tuvo para que concurriese en nombre de la Universidad a esta expedicion y que me hace concebir la esperanza de que me proporcionarán tambien los medios para concluir los trabajos em- pezados sobre tan importante y hermosa region.—Saluda atenta- mente al señor Rector. DR. SPEGAZZINI. CONFERENCIA DADA EN EL INSTITUTO GEOGRÁFICO ARGENTINO POR EL PROFESOR DOMINGO LOVISATO. Señores : Despues de la brillante conferencia del señor Bove; despues de cuanto ha sido dicho por el Capitan Correa y publicado por los diarios sobre la afortunada expedicion a las tierras australes, yo debiera haberme abstenido de hacer uso de la palabra y asi lo hubiera hecho, si mi egregio gefe, el Teniente Bove, y el ilustre Dr. Zeballos, presidente del Instituto Geográfico Argentino, no me hubiesen solicitado con gentiles instancias que á mi vez contribuyera, en mi esfera, a la realizacion de esta serie de conferencias. De buen grado he asentido a ello, contando con vuestra generosa benevolencia. do Pero me he preguntado a mi mismo: ¿Cuál será el argumento de mis pobres palabras? Deberé hablaros de la geología de las soberbias regiones recorridas, las cuales presentándose como esterilisimas para los profanos, ofrecen precioso tema para el geólogo? Deberé ocupar- me dela mineralogía, verdaderamente pobre en las regiones visitadas, o de la paleontología que tan avara se mostró conmigo en las tierras australes, O de la paletrologia que tan vasto campo ofrece al esplo- rador que recorre las inmensas estensiones patagónicas ? O tan solo emplearé algunas palabras al tratar el dificil problema de los « barre di foce» (bancos de arena) de vuestros grandes rios, que falsamente — 188 — han sido atribuidos por los hidráulicos a la gran cantidad de las turbas, cuando por el contrario no es mas que un fenómeno total - mente marino. Habria pues escogido este último argumento ya que es de vital im- portancia para la América Meridional y especialmente para la Pata- gonia, pero mi incompetencia por un lado, y los pocos estudios he- chos a ese respecto, por otro, me indugeron a pesar mio a dejar este problema, esperando que para su resolucion surja algun potente in- genio. Os llevaré pues, en breves palabras del Rio de la Plata a la bella Tierra del Fuego; de la aterradora Bahia Hoggeta á esta gentil y hospitalaria Buenos Aires. Cuantas bellezas en este trayecto de 1,200 millas para los ojos del geólogo! Qué mundo nuevo é inesplorado aún para el simple afi- cionado a las ciencias! La fertilidad de las islas que hemos encon- trado en la parte mas baja de esta América y de las cuales la mayor es la Tierra del Fuego, representa una masa rocosa antiquisima, arrancada violentamente de la gran madre, la Patagonia con sus sublimes Andes, con la cual en tiempos tal vez no muy remotos a nuestra época, formaba un solo sistema que se dirigia de Norte a Sud. Esa soberbia mole de aquel mar, siempre tempestuoso, comienza a levantar su cabeza en el Cambriano con sus gueis centrales del Occidente en el Laurenziano. Se hunde en las ondas del furibundo océano y recibe los sedimentos del terreno silúsico. Se levanta nue- vamente de las procelosas ondas para ocultarse otra vez por millares de siglos, durante los cuales recibe los potentes depósitos de esquis- tos y cuarcitos del Davoniano y del carbonifero que dejan seguros vestigios de aquella edad, durante la cual las tierras australes se completaban en su sistema. | Desde aquella época, estando sujeta la desolada tierra á las con- tinuas y á veces rapidas oscilaciones de hundimientos y levantamien- tos, no se sumerge ya mas con sus partes mas elevadas en las olas, que no bañan nunca sus crines, sinó que flagelan sus piés. Esa masa rocosa austral, es flagelada y atacada por las húmedas ondas que han hecho destrozos en sus miembros durante los perio- dos triásico, juriásico y créxaceo, verdaderas luchas que á pesar de su potencia, no alcazaron á dejar ningun rastro sobre ¡a escualida superficie de nuestro coloso de granito. Inmensa en la soledad de las tinieblas, tiene siempre erguida su desnuda cabeza, mientras el infinito mundo de los monolitos en- cuentra su fin en el hoy infeliz Egipto, en muchas partes de nues- tra Italia y de la Europa entera, y mientras el vastisimo Atlántico y á los piés de los sublimes Andes, él, solido, comienza a arrebatar al mar aquella tierra que debera despues mostrarnos en lignito las inmensas formaciones de la Patagonia y de la Pampa. Mantiene en calma las particulas de su mole en medio de las ma- yores convulsiones de nuestro globo, asistiendo al desenvolvimiento de la vida en el mar patagónico. Siempre en una eterna oscuridad y siempre conmovido por el tempestuoso elemento, es testimonio de la desaparicion de las bellas florestas de Punta Arenas, de la Isla Dawson y de una parte de la Bahia de Llogget: espectador de la su- mersion de la vasta zona patagoniana, que elevandose despues nos regala el vastisimo plano miocenio en el cual los moluscos, los peces y mamiferos dejaron tan preciosos vestigios, como los que podemos recoger especialmente en el valle de Santa Cruz. Aparecen las tierras del golfo Nuevo, blanquean las costas del Chubut, los barrancos del Puerto Roca y del Puerto Madryn, se elevan las sierras de Patagones a Gallegos y despues se sumergen de nuevo para recibir el yeso que con tanta abundancia encontramos nosotros desde Santa Cruz al Rio Negro, y la Tierra del Fuego se encuentra siempre fuera del agua. Nuestro calvo titan se conmueve a medida que se forman los de- positos sub-solares de la Patagonia meridional, en los cuales se pue- den ver en el Rio Gallegos; pero el mar cada vez mas irritado casti- ga con sus ondas furibundas las desnudas costas de aquella masa granítica, que baña sus piés en el liquido elemento, preparando sus antiquisimos y acabados materiales para el conglomerado que unió primero entre ellos las islas de Rietor con las mas lejanas de Lennox y del Año Nuevo, y estas con la Tierra del Fuego. El gigantesco fantasma que apareció delante de nuestros ojos, el 31 de Mayo, en la Bahia de Llogget, y que se alzaba árido, helado, por 20 metros sobre:la playa, es parte de una formacion geológica bastante reciente. La temperatura se hace cada vez mas baja, y aquellas tierras es- tan destinadas á ser cubiertas por una inmensa sábana de hielo, el cual, como lento, pero horrible rio, desciende de las escarpadas cres- tas de la calva cordillera hasta el mar tempestuoso y frio, con la actividad propia de su trabajo en aquel laberinto de islas esparcidas en todo sentido, puliendo, rayando y uniendo sus miembros de pie- dra y abriendo en el seno de todas aquellas desoladas tierras profun- dos surcos. escarpados brazos de mar que representan los puertos, las bahias, los recodos y lugares de perdicion para los desventurados marineros que navegan por aquellos parajes. Estos témpanos inmensos, formando con aquellos de la mas alta cordillera de los Andes un solo sistema, estendian sus brazos sobre las infinitas llanuras de la Patagonia, cubriendo con este poderoso manto helado, todo el atual Estrecho de Magallanes. Debe haber sido muy largo el periodo en el cual aquel conjunto de montes de maravillosa belleza fué sepultado bajo la imponente masa de hielo, que todo lo invadia, avanzando por todas partes en el mar, si asi podemos juzgar por su actual aspecto de un intrinca- disimo laberinto de crestas agudas del Nord West Arm, de agujas atrevidas de las islas Gordon y London y de la parte meridional de la Tierra del Fuego, de la Isla Clarence y de otras; si asi se juz- ga por toda su parte meridional y occidental de aquellas tierras aus- trales, pero especialmente de la peninsula de Preknoch y de la isla de Stewart de las crestas de sorprendente elevacion, de los conos exactos, de los precipicios profundos, de los despeñaderos horribles que se pueden observar en la bahia de la Desolacion, en el Darwin Lound, en el costado grupo de las Islas Magill, en el paso de Brek- nock, en el canal de Cockburn. En la Tierra del Fuego ni aun — 11 — en las mayores elevaciones, las de Sarmiento y del Darwin, escapan de ese caos de solido gluaxio, el cual con irresistible fuerza reducia a pedazos las construcciones rocosas y dejaba sobre ellas la inmensa serie de testimonios que de una manera verdaderamente sorprenden- te se destacan en la peninsula de Brecknock, que de cualquier parte que se la mire, especialmente de occidente y del mediodia, aparece desnuda, árida, blanquecina como un monumento marmoreo. Fueron estos témpanos, señores, que empujándose hasta el mar dela Patagonia ¿invadiendo vastas regiones de esta parte alta, obli- garon á los grandes mamiferos á refugiarse en la zona relativamente estrecha de la Pampa, donde mas tarde, á causa especialmente de las corrientes terrestres, eran sepultados, formando ese precioso ce- menterio que todos nosotros conocemos. | La temperatura aumenta de nuevo, probablemente las nieves caen en menor cantidad, antes de sumergirse se levantan, y asi á una su- perficie de evaporacion es sustituida una superficie de irradiacion y los témpanos desaparecen en retirada, dejando el vasto depósito de fango y de cortezas que encontramos cubriendo las inmensas llanuras de la Patagonia y la septentrional Tierra del Fuego, sin escluir mu- chas de las islas que forman su corona. Deestos témpanos no queda un solo paraje en la Isla de los Estados, que conserve el testimonio de aquel periodo. | En la Tierra del Fuego, aun cuando en disminucion continua y en continua retirada, se conservan aún magnificos é imponentes que, interrumpidos, presentan una linea de hielo desde Sarmiento 4 Dar- win. De los pocos estudios que pudimos hacer resultaria que todas aque- llas tierras se alzan aumentando con cierta regularidad la retirada de los témpanos de N. a S. Resultaria tambien que hubo un periodo glacial patagónico despues de la formacion pampeana, pero mientras la mayor parte de la Patagonia era invadida por esa sólida capa, la Pampa estuvo completamente excenta. No tenemos necesidad, seño- res, de hipotesis arriesgadas, de cataclismos, de revoluciones en el globo para demostrar eso: son los depósitos posteriores al pampeano que lo dicen y esplican, el desarrollo de los antiguos témpanos, os bastan una minima bajante en la temperatura media anual o un aumento de la media de la humedad atmosférica. ¿Pero cuándo tendrá lugar la desviacion del sistema andino de la Tierra del Fuego y de las islas que le forman corona? Permitidme no precipitar la cuestion y reservar la resolucion de ese problema y de los innumerables, que me han ofrecido vuestras ad- mirables tierras, junto con la clasificacion de las rocas y á la determi- nacion de los minerales recogidos. Para el diagnóstico exacto de una roca O de un mineral, es abso- lutamente indispensable hoy dia el estudio microscópico, y en los últimos 15 años las investigaciones de este género han hecho pro- gresos sorprendentes que hoy dia no se puede desconocer la necesi- dad del mineralógico y del petrógrafo. Elexámen de las muestras de una forma litológica, conduce las mas de las veces a una termi- nante determinacion; pero por este medio frecuentemente se podria confundir una roca con otra, como me ha sucedido en estos dias al querer determinar la naturaleza mineralógica de la sustancia en que era trabajada una de las numerosas flechas encontradas en los paraderos ú0 cahíkes indios, que se encuentran en gran número en las costas y en el interior de la tan interesante Patagonia, y que de- muestran con evidencia que esa region ha estado habitada por innu- merables tribus indias, y por lo tanto son susceptibles de ser repo- bladas. Habria jurado que la sustancia era un schisto arcilloso de estraor- dinario cómputo y un schisto quiastólico, otelitico, etc. con parti- culas medias opacas y cristales prismáticos; en cambio ahora, des- pues de un minucioso examen estoy convencido que la roca es vol- canica, pero manchada con puntos negros de magnetita y proba- blemente los cristales blancos son de feldespato. Vuestra conciencia cientifica debe estar excenta de diagnósticos in- considerados; y si no conocemos alguna sustancia, debemos dejar en suspenso cualquier juicio. Si se quieren dar importantes resultados a la ciencia, conviene proceder con la mayor seriedad, removiendo cualquier ligerezá ines- cusable en este campo tan fecundo, examinar escrupulosamente y estudiar a fondo las muestras que hemos recogido ó que nos han ofrecido, y tener conciencia de los diagnósticos hechos. Aun sobre la edad absoluta d= las variadas formaciones geológi- cas examinadas, permitaseme un poco de reserva, porque las masas pedregosas de las tierras australes han sido muy avaras conmigo en fósiles, y eso que no he ahorrado las mas apasionadas investigacio- nes: no se puede asegurar la diversa edad de una série de terrenos sin el veredicto de la paleontolozia, única y segura guia para la clasifi- cacion cronológica d2 los terrenos fosiliferos. Prefiero dejar en la duda la determinacion exacta de las diversas formaciones examina- das, antes que ratirarla mañana por haber conocido el error. Los granitos se muestran en toda la parte occidental de la Tierra del Fuego; forman, empezando desde la base de S. O. de Sarmiento, la peninsula de Brecknock, las islas occidantales de Magill, las islas merid:onales, gran parte de las islas de Londoa, de Gerdon, de Herte y se estiendzn hasta Navarrino en la parte meridional y ha- cia occidente de Darwin en la parte septentrional. Los granitos faltan absolutamente en la Isla de los Estados. Los dionti abundan en las cercanias de la zona granítica, y ver- daderamente admirables son aquellos que forman las faldas del co- loso helado de Sarmiento; no olvidaré las rocas decriticas, y las se- criticas, especialmente de Murry Narrow, es decir, de Horte y de Navarrino, regiones en las cuales el mineralogista, mas que en cual- quier otra parte de la Tierra del Fuego, encontrará motivos pre- ciosos de estudio. Los cuarzos, las piedras arcillosas, las carboniferas predominan en el canal de Beagle y forman casi completamente la Isla de los Es- tados, en la cual encontramos abundantes piedras arcillosas muy semejantes á nuestras pizarras. Piedras verdes clorióticas forman una gran parte del Nord West 20 po 194 o Arm y del Canal de Beagle, hasta cerca de la mision inglesa de Ooshoowia, especialmente la bahia de los confines landagaia. Piedras cristalinas y de una belleza sorprendente fueron encon- tradas por nosotros en la Isla Clarence, piedras que ofrecen muchas variaciones y que son raras en las regiones australes. Rocas perfisicas abundan por todas partes y hasta en la Isla de los Estados, pero recordaré especialmente aquellas magnificas blancas que atraviesan la zona cuarotica de las islas del Canal de Beagle, entre Ooshooiwa y Navarrino. Una sola formacion granítica se encuentra entre los témpanos de Darwin y una con granitos de otra especie se encuentra en el frontal de 2% témpano de Sarmiento. Carecen completamente de calcareas, serpentinos y es digna de notarse la ausencia completa de toda roca volcánica en las regiones visitadas. Nointento con esto negar que se pueden encontrar rocas volcánicas en la parte septentrional de la Tierra del Fuego, y como los Friars y otros montecillos en Pa- tagonia, entre Gallegos y el Estrecho de Magallanes, pueden elevarse como volcanicos y basalticos de los detriti glaciales que deben cu- brir gran parte de la septentrional Tierra del Fuego. Pero si variadas son las formas litológicas primitivas de las co- marcas australes, debemos lamentar que tan variada no sea la série de minerales de que aquellas están compuestas. Sereducen en ge- neral á esto: Oro, aparece como la araba fénica en incuarzo de la parte orien- tal de la Isla de los Estados, en las faldas del M. Richardson y en al- gunos puntos auriferos del setentrion de la misma isla y de la Tier- ra del Fuego en el Canal de Beagle. Plata, mezclado con sulfuro en pequeños pedazos en las rocas verdes con cuarzo a la derecha de Puerto Cook. Plomo, tambien en estado de sulfuro en el mismo local y en al- gunas partes centrales de isla. Bisulfuro de hierro, ya en cúbico instaloide Ó compacta suelen formar bancos en todas las rocas de la Isla de los Estados y de la Tierra del Fuego, Con esta se encuentra tambien la pirita 'blanca con alguna señal de arsénico, mas raramente de nikel y de cobalto, minerales que se dice son abundantes en la Isla en Puerto Roca, pero yo no tuve la fortuna de encontrar. El carbonato cálcico se encuentra solo de color blanco en la Isla de los Estados y la Tierra del Fuego, donde tambien lo hay de co- lor negro en las islas que forman barrera a la bahia de Ooskoovia, al estado de espato blanco y á veces incoloro lo encontramos en Santa Cruz cubriendo sus barrancos, en los cuales no faltan los cris- tales de un color lindisimo. El sulfato cálcico, se encuentra abundante hasta en la parte iz- quierda del Rio Negro, ya en pedazos con cristal, ya bajo lá forma fibrosa. De esta especie estan llenas las barrancas de la parte derecha de Santa Cruz en el terciario mas antiguo, sobre la forma- cion adostica patagónica. Encuéntrase a orillas del Rio Deseado, donde observamos preciosos ejemplares del distiguido señor Maximo Godoy, al que me es grato aqui manifestar mi agradecimiento. Bajo la forma de gruesas capas, cubiertas las cavidades dejadas por las ostras y otros fósiles se encuentra el yeso en las barrancas del Golfo Nuevo, especialmente entre Puerto Roca y Puerto Madiyú. Admirables y gruesos cristales se muestran en el fango fétido de la Salina del Molino, sobre Patagones. Lindos cristales con variantes a veces rosa, se encuentran en las rocas negras del carbonifero y probablemente del Devoniano, superior en la Isla de los Estados El sulfato de bario se encuentra completamente como accesorio en la Isla de los Estados. El guijarro se encuentra en las comarcas esploradas; en lindos cristales incoloros se encuentra en muchas de las cimas de la Isla de los Estados y en la Tierra del Fuego, guijarros gelatinosos se for- man muchos núcleos de manovulvos y de algunos bivalvos en las barrancas de Santa Cruz, especialmente en el Cerro de los Cara- coles, “cerca de la Isla Paon. Cloruro de sodio abunda en toda la Patagonia, en sus muchas salinas, en las cuales casi siempre se encuentran unidas, la epsomita -0 sulfato de magnesia y la nurabilite o sulfato de soda hidrato, llamado aqui impropiamente salnitro, que tambien se encuentra, pero en pequeña cantidad, en Patagonia. De mica son pobres las regiones australes, que son riquisimas de minerales cioriticos y de talco. El granato se presenta en las rocas del Darwin, y se encuentra cinalvo en algunas piedras de la playa. Grafita se encuentra en algunas montuosidades de la Isla de los Estados, entre las rocas antiquisimas, pero casi siempre en pequeña cantidad. No encontramos antracita, ni litantracia pero visita- mos la mina de la abundante pero mala lignita de Punta Arenas. En la Bahia Slaggett recogimos una muestra d2 carbon fosil que es tambien una lignita, porque a la solucion potasia comunica un co- lor oscuro y además se hace incandescente a la llama de una simple vela, conservándose en ese estado por algun tiempo, una vez retirada de la lana. Probablemente la misma formacion se presenta en el canal d-1 Almirantazgo en la Isla Dauson, en d'reccion N. O. Un pedazo d2 lignita bastante bueno, me fué entregado como prove: niente d2 Rio Chico. La turba se vé con una potencia aproximativa de 4 metros en toía la Isla de los Estados y continúa en muchos puntos de la Tierra del Fuego. El guano se encuentra en varias localidades, pero en poca canti: dad y de mala calidad. El guano de la costa patagónica, siendo mojado por el agua, no podra jamas adquirir la importancia de una formacion geológica, como el del Perú, el cual solo es un congenio de escremento de pajaros, levantado por su potencia al grado de formacion geo- lógica. Las guaneras son propiedad casi esclusiva del Perú, pues las con- diciones climatológicas de aquellas costas están hechas para la per- fecta conservacion de esa sustancia. ¿basd y Las costas del Perú son regiones sin playas; las costas de la Pata- gonia, confrortadas con aquellas, son regiones con playas. Asi, pues, siendo el guano una acumulacion de materia putrefacta, conteniendo amoniaco, ácido fosfórico, úrico, celmico, etc., se com- prende cómo el Perú sea rico de fosfatos y sobre todo en materias de azotato, de cuyas sustancias están privados los depósitos de guano de la region austral de la costa patagónica. Pequeños depositos se encuentran en las pequeñas islas Blanca, Chata y Leones, que rodean la Isla Pinzani, fuera de Puerto De- seado: dos depósitos se encuentran en la Isla de los Leones, á ocho millas de la barra del Rio Santa Cruz: otro depósito se encuentra en la Isla de Monte Leon, otro en una isla izquierda del Rio Ga- llegos y aun en algunas islas del Estrecho de Magallanes. Debo juzgar por el inmenso número de phalacrocorax arunculatus, que tiene asiento en un mismo d=pósito de guano. Es el phalacrocorax recordado, el único pájaro guanero de la Republica Argentina y este guano solo es una mezcla de los escre- mentos de aquel pájaro, con plumas, huesos, cáscaras de huevo, cadáver=s de pichones y guijarros: de esto se desprende cómo carece de las buenas cualidades. | A la serie de sustancias minerales recordadas , se agregará el trabajo hecho en el catálogo razonado de las rocas y de los minerales de las regiones australes. En la Isla de los Estados pudimos hacer mas de 80 medidas al- timétricas de los picos mas elevados del Cabo San Juan al M. Filton, y de los varios depósitos que forman graciosas lagunas. En una sola veta encontramos vestigios humanos, sobre la parte mas eleva- da de la cadena que forma la izquierda del Puerto Cook: todas las demás eran virgenes. Si bien para vencer las cimas de los ásperos montes de las regiones australes 'se debe luchar con toda fuerza para seguir adelante en- tre aquelia intrincada vegetacion, que solo se puede conseguir la - salida palmo á palmo hasta 400 0 500 metros sobre el nivel del mar, siento, sin embargo, podar declarar que ninguno de los mon- tes de la Isla delos Estados y de los mas altos d2 la Tierra del Fue- go, es inaccesible para el atrevido alpinista. Si nosotros no pudimos ascender á los colosos helados de Sarmien- to y de Darwin, fué debido a la mala estacion en que visitamos aquellas regiones. Era la mañana del 5 de Mayo cuando acompañado de dos jóve- nes y robustos marineros fui 4 examinar la faldas N. O. del Sarmiento para poder hacer la escursion al dia siguiente. A cien metros encontramos ya la nave y á 200, concluida la vegetacion, nos en- contramos sobre las mesetas. ya desnudas, ya cubiertas de torboso, manifestando los inmensos trabajos de los témpanos. La nieve aumentaba pero nosotros segulamos por entre aquella blanca sábana. y A mis compañeros que siguen mis pasos entrego las diferentes piedras que encuentro. Imaginaos cual no seria mi sorpresa cuando llamando repetidamente a uno de ellos y no teniendo contestacion, me volvi y no vi a nadie. Regresé por el camino andado, y á cerca de 50 metros lo vi en- vuelto y arrastrado por la nieve. Pobre Manuel, quien habia de decirte que poco despues dzbias ir á caer en el vertiginoso == de Beagle, bajo el primer témpano de Darwin! | En ese dia fué una verdadera fortuna para nosotros el haber de- jado a la izquierda el pequeño ventisquero que desciende de aquellas pendientes y vá a unirse con el otro del Sarmiento, que es el segun- do que manda de este lado. Sin embargo, esto no persuadia que debia desistir de la idea de intentar la ascencion del Sarmiento al dia siguiente: aquella nieve cubria en las faldas del Sarmiento la podero- sa masa helada, rota en todas direcciones. Estábamos a 600 metros próximamente, y un poco mas llegába- mos a la cima del Monte Garibaldi, que se alza á 800 metros sobre el nivel del mar y es la punta mas elevada de la cadena que forma la parte derecha de la bahia. Pero, qué encanto! Al Este las dos puntas del Sarmiento entre la nieve que lo cubre por todos lados. Hé ahi el hermoso M. Goodwin, que parece un pigmeo a la iz- quierda de Keats Gond y ala derecha M. Hurt, seguida del mundo de puntas atrevidas y altisimas de la Isla Dauson, entre las cuales al N. E. sobresale la mas alta en forma de pirámide truncada. Admirable, inmensa es la multitud infinita de picos que forman los montes entre Dyneley, Gonud, Mercury Gonud y Puerto Hope, y quese unen con M. Boqueron, M. Vernal, M. Whitshed. Del azul é inmóvil elemento surge la Isla King y en seguida la mas pequeña de Fitz-Roy y otras, estando casi á su custodia la pintoresca Piramid Hill, que envia sus témpanos a los valles que la separan de las otras atrevidas elevaciones. Cuánta belleza en aquellas cimas, en medio de un mundo de granito, de nieve, de agua. Es un placer inesplicable que experi- menta el alma, cuando parado sobre una de esas cimas y dirigiendo la mirada en su alrededor, se cree trasportado de la historia de los hombres a la de la tierra! ¡Qué fascinacion no excitan en nuestra mente, en nuestro espiritu las montañas! | Hoy, menos los progresos de la geología y los hechos por el al- pinismo, el amor por las montañas se cambia en pasion, á la cual los atrevidos alpinistas y las graciosas alpinistas no saben resistir. Cuanto mas fatigosa es la ascension de una cima, mas fuerte es el ardor para vencerla; cuanto mayores son los peligros que se deben encontrar para alcanzar la meta, mayor esla audacia que se forma en el corazon del atrevido alpinista. Es soldado hecho sin necesidad de tanto ejercicio: es soldado inteligente y acostumbrado a las duras fatigas, pronto siempre á la lucha, desafía los mayores peligros, vence las mas grandes dificultades, sub á las cimas mas altas, comprende que ningun rincon debz permanecer inesplorado; quiere siempre superar, quiere que el fatidico Excelsior, el emblema del alpinis- mo, sea su guia en las escursiones, tanto en el campo intelectual y moral como en el fisico. Es una dulce voluptuosidad para poder esclamar a cada pico que asciende: tambien tu has sentido el peso de mi pié. Es su carácter, franco siempre, nunca cortesano. Y ¿cómo po- dria ser cortesano quien estampa su huella sobre una cima virgen que respira el aire balsámico de aquellas alturas, aquel aire tan vi- e O vificante? No puede ser cortesano el que goza de esa vida libre de que está siempre impregnada esa inmensidad de cielo, con tanta magnificencia que lo inunda, que se encuentra frente a frente con la naturaleza que parece muda, con la avalancha que, precipitan- dose arruina y destruye cualquier coa, con los témpanos eternos que lo saludan. Alli reina soberana la paz, reina soberana en calma, nada la tur- ba; las iras mezquinas, los ódios atroces, alli todo se olvida para solo recordar que todos somos hermanos y todos iguales ante la grandiosa magestad de la naturaleza! Oh! quien haya una vez visitado las montañas y las haya amado, volvera embriagado aun con el pensamiento, alabando la divina magestad en sueños, como dulcisimas visiones de innumerables voloptuosidades. Y yo, sañores, volveré con el corazon agradecido, á vuestras montañas, a vuestras tierras, y recordaré siempre con gratitud cuanto ha hecho por nosotros esta gentil y generosa República Argentina. INSTITUTO GEOGRAFICO ARGENTINO SU FUNDACION, SUS PROGRESOS, SUS TRABAJOS REALIZADOS Y POR REALIZAR LA GRAN FIESTA DE ANOCHE (De «La Nacion » del 6 de Octubre de 1882). El centro social bajo cuyos auspicios se ha llevado á cabo la Expe- dicion Austral Argentina, tiene derecho,—hoy que los resultados im- portantes de esa Expedicion preocupan la atencion pública, recibien- do los que la han realizado el premio á que se hicieran acreedores— a que se le dedique tambien una palabra de aliento y de aplauso, y ninguna ocasion mejor que al cumplir con ese deber de justicia, para reseñar a grandes rasgos su breve, pero honrosa historia, enu- merando sus trabajos y los resultados alcanzados. El acta de la primera reunion de los fundadores del Instituto, dará, á cerca de sus origenes, idea mas acabada que la que de otro modo pudiéramos consignar. Por eso la reproducimos en seguida, al dar conocimiento á este escrito: En Buenos Aires, a 6 de Febrero de 1879, reunidos los que sus- criben á invitacion del Dr. D. Estanislao S. Zeballos, este señor tomo la palabra y dijo: Que creia necesaria la fundacion de una Sociedad Geográfica 26 — 202 — en Buenos Aires, que se consagrara particularmente á promover la exploracion y descripcion de los territorios, costas, islas y mares ad- yacentes de la República Argentina. Que esta sociedad haria conocer el pais en el extranjero por medio de una revista; que podria prestar a la Nacion el servicio de escribir una geografia nacional cuya deficiencia es notoria, tanto mas cuanto que las que existen no son obra de geógrafos, y aunque lo fuesen esas personas no disponian de los elementos nuevos y exactos que acopiaria la asociacion por medio de corresponsales competen- tes, designados en todos los puntos del territorio nacional. Dijo que apenas habia naciones cultas que no contaran eminen- tes sociedades geográficas y que no consagraran una atencion asidua á este ramo de los conocimientos humanos, que descubre, da a reconocer y. prepara el teatro en que prosperan los demás. Despues de agregar algunas consideraciones en este sentido, dijo que esta reunion tenia simplemente por objeto oir las opiniones de los señores presentes y cambiar ideas sobre la realizacion de los pro- pósitos que habia expuesto. Los señores Urtubey, Leon, Olascoaga y Jorge hicieron uso de la palabra para manifestar su adhesion al pensamiento, que hallaron excelente, y los presentes acordaron por unanimidad dejar instalada la Sociedad, y para proseguir los trabajos nombraron en comision alos Tenientes Coroneles D. Clodomiro Urtubey y D. Manuel José Olascoaga, Dr. D. Estanislao S. Zeballos é Ingeniero D. Otto Krausse, en calidad de secretario con los objetos siguientes: 1.2 Redactar un proyecto de bases y reglamento general para la Sociedad. 2.2 Convocar para su discusion á los suscritos y a un número mayor de personas que quieran formar parte de la Sociedad. Con lo cual se dió por terminado el acto, firmando los presentes: Coronel Martín Guerrico, Doctor Faustino Jorge, Sargento Ma- yor. Francisco Host, Doctor Estanislao S. Zeballos, Teniente Coronel Manuel J. Olascoaga, Teniente Coronel Clodomiro Ur- tubey, Rafael Lobo, Sargento Mayor Jordan Wisocki, Mario 3 paa ONO — Bigi, General Julio de Vedia, Pedro Paulino Pico, Ramon Lista, Clemente L. Fregeiro, Ingeniero Emilio Rossetti, Capitan Martin Rivadavia, Benjamin Araoz. El 15 de Febrero, es decir, seis dias despues de labrada el acta an- terior, fué discutido y aprobado el Reglamento, y el 19 se nombraba la primera Comision Directiva en la siguiente forma : Presidente—Dr. Estanislao S. Zeballos. Vice-Presidente—Comandante Martin Guerrico. Secretarios — Comandante Clodomiro Urtubey, Clemente L. Fregeiro. Tesorero—Pedro P. Pico. - Pro-Tesorero—Ramon Lista. Vocales—General Julio de Vedia, Dr. Faustino Jorge, Ingeniero Emilio Rossetti, Rafael Lobo, José A. Lagos, Dr. Emilio R. Coni. El 19 de Setiembre pasado, es decir, justamente tres años y siete meses despues de aprobado el Reglamento é instalada la primera Co- mision Directiva, tuvimos ocasion de hacer una visita, en su nuevo y apropiado local de la calle de Perú núm. 35, al Instituto Geográ- fico Argentino, pudiendo cerciorarnos, con tal motivo, de que los 16 socios fundadores habianse convertido en tan breve trascurso de tiempo en 424 socios, divididos del siguiente modo: Socios activos. Instituto Central de Buenos Aires............... 300 Seccion de Cordoba ocaso: 50 Id de Tucuman (en via de fundacion) .... 253 === 37) Socios honorarios. En la República Argentina. Llei ao 9 Pasa ic E o 5 AA 2 Socios corresponsales En la República Argentina........ 18 En el resto de la América del Sur .... 7 En “Méjico 24 WEA a APR 1 En Futopa tido ME ile PROBE 12 —— 38 Total 424 Pasando del personal de socios de diversas categorias, al monto de las entradas de toda clase, nos encontramos con que el Instituto cuenta al presente, por mes, y en término medio, con los siguientes recursos para su sostenimiento y trabajos: Mensualidades. ap 2 o A O 5 8,000 Cuotas. de Ingreso ae uo e E » 4,000 Subvención Macionalr A 0 A )*1,250 Mensualidad voluntaria del Dr. Zeballos .. .. » 2,000 Suscricion del « Boletin del Instituto» a $ 20 AL mes: ento e oo, AO AO SEDA » 1,240 TO 5 16,500 Por el presupuesto para 1883 la subvencion nacional es aumentada á pesos nacionales 150, lo cual, unido al constante ingreso de nuevos socios, asegura al Instituto, para el año próximo, una entrada men- sual que no bajara de $ 20,000, siendo facil que se eleve a $ 25,000. Debe tambien tenerse en cuenta, al tratar de los recursos con que cuenta el Instituto Geográfico para llevar adelante sus útiles tareas, las sumas extraordinarias con que concurren ocasionalmente los go- biernos para gastos tambien extraordinarios. Asi, en 1881, el Gobierno Nacional entregó al Instituto F 2,200 para los gastos que ocasionase la representacion de la República en el Congreso Geográfico de Venecia, y para impresion de mapas. Por su parte, el Gobierno de San Luis acaba de votar la suma de pesos na- UO+* AO) cionales 400 para ayudar al Institúto en la publicacion del mapa de dicha Provincia, que acaba de ver la luz pública y que, construido bajo la direccion de dicho centro, por el Sr. German Ave Lallemant, reune a su mérito intrinseco, el dz ser uno de los mas notables tra- bajos que haya producido entre nosotros el arte litográfico. Para terminar con la parte económica, diremos que en 1881 el Instituto tuvo un movimiento de caja de $ ”% 130.000, y que, aún cuando las secciones en Provincia deben remitirle las sumas de que dispongan, despues de cubiertos sus respectivos gastos, esta fuente de recursos es todavia negativa debido a lo reciente de la fundacion de dichos centros. —— El éxito alcanzado en las secciones del Instituto fundadas en Córdoba y Tucuman, ha sido un foderoso estimulo para llevar adelante el pensamiento de hacer estensivos a todas esas principales ciudades de la Republica los beneficios de tan poderosos centros de ilustracion y progreso, y asl vemos que se hacen ya en el Rosario trabajos para fundar uno de ellos, hallándose al frente de dichos trabajos el ingeniero señor Ignacio Firmat. Para el gobierno y desempeño de las funciones de las diversas sec- ciones del Instituto, el reglamento de este último establece en su ca- pitulo XIX las siguientes reglas : CAPÍTULO XIX De las secciones. Art. 74. El objeto especial de las secciones del Instituto Geo- gráfico Argentino es el de fomentar, ayudar y propender al mejor éxito de las exploraciones y trabajos cientificos iniciados por el Ins. tituto Central en favor de los propositos de esta Sociedad. Art. 75. La Comision Directiva de las secciones se compondrá de un Presidente, un Vice-Presidente, un Secretario, un Tesorero y tres Vocales. Art. 76. Las secciones del Instituto Geográfico no podrán nom- — 206 — brar mas socios que los activos, debiendo para el efecto residir los nombrados en el punto donde estén establecidas estas. Art. 77. Los diplomas de los socios activos dados por las sec- ciones respectivas, seran refrendados con las firmas del Presidente y Secretarios del Instituto Central. Art. 78. Los Presidentes y Vice-Presidentes de las secciones serán miembros natos de la Comision Directiva del Instituto Central de Buenos Aires, en el caso de hallarse en esta ciudad, pudiendo asis tir á sus sesiones y deliberar, con voto. Art. 79. El Presidente del Instituto Central presidirá las reu- niones de la Comision Directiva y Asambleas Generales de las sec- ciones, en el caso de encontrarse en el punto de la situacion de estas. Art. 80. Los miembros activos de las secciones, que se encon- traren en la Capital de la República, formarán parte de las asambleas ordinarias del Instituto Central, con los mismos derechos y prero” gativas que los de este. Art. 81. Igual derecho corresponde á los socios del Instituto Central que se hallaren en el local de las secciones. Art. 82. Cada seccion nombrara un delegado con residencia en la Capital, que formara parte dela Comision Directiva del Instituto Central, en la misma forma y época que fija el Reglamento para su eleccion. | Art. 83. El Instituto Central remitirá á las secciones los dupli- cados de las publicaciones que reciba del extranjero ó del pais, para sus bibliotecas. Art. 84. Los socios corresponsales nombrados hasta la fecha que residan en las ciudades donde se establezcan secciones, pasarán a ser miembros activos de estas. Art. 85. Las secciones pasarán al Instituto Central un estado trimestral de su administracion al efecto de ser presentado á la Jun- ta Directiva, como lo establece el articulo 38 inciso d. Art. 86. Deberán tambien remitir con cada estado, el remanen- te de los fondos, si lo hubiere, deducidos los gastos administra- tivos, El Instituto Central no respondera del déficit que pueda resultar en el haber de las secciones, sinó en el caso que proceda de gastos que hubieren sido autorizados por el Instituto Central. Art. 87. Podrán enviar tambien al Instituto Central todos aque- llos datos ó Memorias que á su juicio merezcan ser publicados en el Boletin cuya publicacion estará al cargo del Intituto Central exclu- sivamente. - Art. 88. Las personas que han apoyado el pensamiento de la creacion de la Seccion de Córdoba y han firmado el acta de su fun- dacion, quedarán eximidas del pago de la cuota de ingreso que fija el articulo 3." inciso, b. Art. 89. En lo que en este capitulo no esté expresamente refor- mado, las secciones se regirán por las disposiciones del Reglamento General. El Instituto no descansa en los trabajos de su especial cometido, y en la actualidad reune los elementos necesarios para dotar al pais de una Geografia Nacional completa en todas sus partes. Quince- nalmente, en su Revista propia, publica trabajos geográficos de sus socios activos y corresponsales que pueden considerarse como otras tantas bases del mencionado libro, que tan sentida necesidad está destinado a llenar. | En la reciente espedicion al Pilcomayo han actuado en calidad de comisionados cientificos del Instituto, el jefe de ella, Comandante Fontana, y el geógrafo señor Marguin, con encargo este último de levantar el plano del Rio para la asociacion. En el Rio Negro, tienen especial encargo de estudiar los trabajos geográficos que se practiquen, y comunicar sus resultados al Insti- tuto, el General Conrado Villegas y el Teniente Coronel Erasmo Obligado, el primero miembro de la Junta Directiva de este último, y autores ambos de conferencias dadas en el mismo, sobre sus res- pectivas exploraciones. Son, ademas, corresponsales del Instituto. en la Comision exploradora del Limay, los Tenientes O'Connor y Albarracin. “204 e En la expedicion a las Bocas del Colorado y Bahia San Blas, el Instituto es representado por el Sargento Mayor Rivadavia, y en los trabajos de balizamiento en Bahia Blanca, por su jefe y director, el Sargento Mayor Howard, que no hace mucho dió cuenta á la aso- ciacion, en conferencia pública, del resultado de sus estudios. En la columna expedicionaria a Nahuel Huapi vá como delegado del Instituto el Teniente Jorge Rhode. El presbitero del Castillo, misionero del Chaco, presta preferente atencion al estudio de la na- vegacion del rio Salado, tambien por encargo del Instituto; y el Capitan Moyano, actualmente en Santa Cruz, ha recibido instruc- ciones para realizar, en primera oportunidad, nuevas exploraciones en la zona comprendida entre dicho punto y Puerto Deseado, in- ternandose en el rio Santa Cruz, á fin de resolver el problema de si los lagos de su origen comunican ó no con el Pacifico. El Instituto tiene, además, co:raspoasales especiales en las diversas provincias de la República, cuya mision es reunir datos para pasar á la asocia- cion informes anuales scbre geografía local. Se halla pendiente la organizacion de un servicio de estaciones meteorológicas en las costas patagónicas, y se prepara, si es que no ha sido ya terminado, un proyecto de poblacion de la Isla de los Estados, para ser sometido al estudio y resolucion del Gobierno Nacional. Para terminar esta rapida enumeracion de los trabajos de la asociacion que nos ocupa, diremos que fué ella encargada última- mente de correr con todo lo relativo a la representacion de la Repú- blica en el Congreso y Exposicion de Geografia de Venecia, repre- sentación que dió por resultado que nuestro pais obtuviera diez pre mios en aquel gran certámen cientifico, Ó sea un número mayor de estos últimos que el alcanzado por los demás paises relativamente á la importancia numérica de sus contribuciones. Dichos premios han llegado ya, y en breve serán distribuidos a los favorecidos con ellos, en acto público que celebrara al efecto el Instituto. En el ramo de mapas, el Instituto ha publicado ya los parciales de Jujur y San Luis, levantados por miembros activos del mismo, estando ya fundada en Córdoba una oficina especial para la cons- truccion del mapa general de la República, en el cual se trabaja activamente, bajo la direccion del señor Arturo Seelstrang, cuya competencia en materias geográficas es bien conocida. Una comi- sion especial reune en Buenos Aires los materiales necesarios, envián- dolos en seguida 4 Cordoba, haciéndose en un libro la critica de ellos. El ingeniero Castellanos ha recibido encargo, por su parte, de reunir los materiales necesarios para la construccion del mapa de Tucuman, provincia que carece hasta ahora de una carta geográ- fica especial. El Instituto Geográfico Argentino publica un BOLETIN quince- nal, ilustrado con mapas y láminas, del que imprime 700 ejempla- res, 200 de los cuales ván al extranjero. Los suscritores de la República costean la impresion del BOLE- TIN, que se reparte gratuitamente a los miembros de la asociacion. El Instituto canjea sus publicaciones con 85 sociedades y revis- tas geograficas de todas partes del mundo, hasta las mas remotas. Tanto el salon de lectura como la Biblioteca de la asociacion están a disposicion del público. sl Tal es, trazado á grandes rasgos, el cuadro comprensivo de la historia, los progresos, los trabajos y el estado actual del Instituto Geográfico Argentino, util y progresista asociacion en cuyo local tuvo lugar anoche el acto interesante de que pasamos a dar cuenta. Desde las 8 de la noche, mumerosa y selecta concurrencia ocu- paba los salones del Instituto Geográfico Argentino. Algunos momentos despues, entraron y tomaron sus respectivos puestos, a derecha é izquierda del Ministro del Interior, Dr. Irigo- yen, que ocupo la Presidencia, los señores Andrés Lamas, Teniente 27 — 210 — Bove, Dr. Zeballos, Presidente del Instituto, Principe del Drago, Dr. Ladislao Netto, Profesor Domingo Lovisato y el Secretario del Instituto, Sr. Cernadas. Seguian despues el jefe y oficiales de la Cabo de Hornos, el Ministro de Bolivia, Sr. Omiste, y los demas miembros de la Comision Directiva del Instituto. Alos costados de la Presidencia, dos grumetes de la Cabo de Hornos,—los niños Alejandro Formantin y Ramon Rodriguez formaban una especie de guardia de honor militarmente cuadrados. El Dr. Zeballos abrió el acto, pronunciando algunas palabras en- caminadas a poner en posesion de la Presidencia honoraria al Dr. Irigoyen, Ministro del Interior, y quien, como miembro del Poder Ejecutivo Nacional, tanto habia contribuido al buen éxito de la Expedicion Austral-Argentina. El Dr. Irigoyen, aceptando la presidencia, cedio la palabra al Profesor Lovisato, quien acto continuo procedió a dar lectura de un estenso é interesante trabajo sobre la geología de la costa patago- nica, la Tierra del Fuego y la Isla de los Estados. Se ocupo estensamente de la formacion geológica de aquellos ter- ritorios, pasando en revista sus condiciones mineralogicas y los yaci- mientos de guano de la costa patagónica. Este trabajo, que a no embellecerlo la forma literaria, que fué irreprochable, hubiera podi- do ser fatigoso para el público, por su carácter esencialmente cientl- - fico, despertó, por el contrario, vivo interes, y solamente la hora avanzada en que termino la conferencia y la falta material de espacio pueden privarnos del placer de insertarlo in extenso. Al terminar su lectura, que duró poco mas de media hora, el señor Lovisato fué saludado con una salva estruendosa de aplausos, y el Dr. Netto, bajo la influencia de su entusiasmo, adelantóse y dio un abrazo al distinguido conferenciante. Cuando cesaron los aplausos, el Dr. Zeballos puso en manos del Dr. Irigoyen el volúmen conteniendo el informe preliminar, —como modestamente lo titula el Teniente Bove—de los trabajos de la Ex- pedicion Austral-Argentina, informe que sera complementado mas tarde, cuando el estudio de las colecciones haya terminado. IL Consta dicho informe de 450 pájinas, estando acompañado de 36 láminas y 11 mapas. Todo ello será publicado en breve. El Dr. Irigoyen, al recibir de manos del Dr. Zeballos tan impor- tante trabajo; púsose de pié y leyó el siguiente discurso: Cumpleme agradecer a esta distinguida asociacion el honor que me ha dispensado invitandome á presidir este acto de reconocimiento a los desinteresados servicios de la Expedicion presidida por un dis- tinguido oficial de la marina italiana. El Teniente Bove y sus compañeros tornan á sú patria, despues de haber realizado una interesante exploracion en las costas y mares australes de este Continente, y justo es lleven una manifestacion ex- plicita de nuestras simpatias. Han surcado las aguas del Estrecho, colocadas definitivamente en beneficio del comercio del mundo bajo las garantias de la libertad y de la paz. Han visitado las costas de la Patagonia, desembarcado en las asperas playas de la Tierra del Fuego y acercándose á los misteriosos bosques de aquella region, que envuelta en la grandeza de su soledad y de su inclemencia, ha resistido hasta el presente las investigacio- nes de la politica y de la ciencia. Este viaje, señores, es interesante para esta República y para la navegacion en general. El viene á rectificar nuestros informes respecto de aquella parte del territorio Nacional, fria y desamparada hasta el presente; pero que, bajo los auspicios del órden que hemos cimentado, entregaremos pronto al calor de la civilizacion y del trabajo. Las luchas gloriosas de nuestra emancipacion, y los sacudimien- tos internos de que fueron seguidas, detuvieron por muchos años el desenvolvimiento del pais, y mantuvieron nuestras informaciones geograficas respecto de la Patagonia y de la Tierra del Fuego, en ¡os estrechos limites de la época colonial. Si algunos adelantos tuvimos en ellas, fueron debidos a las escursiones de viajeros ofi- ciosos, Ode comisiones extranjeras que estudiaron las costas del Sud en interes de la comunicacion universal, Fitz-Roy, Darwin, Mayne, Munster, Ring, Bourne, naturalistas ó marinos procedieron por inspiraciones propias O por sujestiones de sus gobiernos. Y si un intrépido marino de la Republica se lan- zO por algunos años entre las agitaciones de aquellos mares, los re- cursos de que pudo disponer fueron insuficientes y débiles, sirviendo solo para que él conquistara la reputacion de arrojado, arrebatando muchos náufragos a las olas y recomendandose por esos servicios abnegados á la simpatia de la humanidad. Iniciamos hace poco tiempo las exploraciones del estenso terri- torio de la Republica, y esta digna asociacion se ha encargado con noble perseverancia de estimular esos estudios que tanto interesan a la riqueza y al crédito de la Nacion. Teneis, señores, felizmente, ciudadanos aptos y resueltos para esos trabajos ásperos, por las pri- vaciones y por el alejamiento que imponen.—Piedrabuena, Olas- coaga, Zeballos, Moreno, Sola, Fontana, Lista, Moyano y otros que podria nombrar, recorriendo con medios reducidos é incomple- tos, las Pampas y el Chaco, las Cordilleras y las Misiones, el Santa Cruz y el Pilcomayo, han mostrado que el pais encierra tambien enérgicas aptitudes para la paciente tarea de las exploraciones cien- tificas. Ha llegado, pues, la época de iniciarlas con empeño. Al Instituto Geográfico incumbe promoverlas, como hasta ahora, al Gobierno protegerlas, y al pais estimularlas con su aplauso. Señores: El informe del Teniente Bove, las colecciones, láminas y mapas de que viene acompañado, ponen de relieve la importan- cia dela expedicion que ha dirigido. Sus estudios, sus colecciones y mapas enriquecerán los museos de la ciencia. S. M. el Rey de Italia, que con espiritu amistoso permitió al Teniente Bove formar parte de esta expedicion, sabra con agrado que él ha desempeñado con acierto la comision que confiamos á su inteligencia y á su celo, y en aquella nacion se escucharán con agrado las leyendas del viaje de sus marinos. Entre tanto cumple por nuestra parte agradecer aquellos desinte- resados esfuerzos, y en testimonio del aprecio en que los tenemos, DI SM este Instituto discierne a los señores de la Expedicion las medallas que tengo el agrado de poner en sus manos. | El Sr. Presidente de la República me ha encargado de cumpli- mentarlos en este acto y de expresarles la estimacion en que el Go- bierno Argentino tiene sus trabajos, y de felicitar al Instituto por el éxito de su patriótica iniciativa. Señores : la Isla de los Estados es lo más Austral de lo conocido en este Continente. Un valeroso argentino levantó en ella hace mucho tiempo, la bandera de la Nacion en simbolo de la jurisdic- cion tradicional. Los vientos pueden haberla agitado muchas veces, pero nunca llegaron á conmoverla y hoy descansa en la firmeza de su base y en el respeto de las naciones. (El auditorio aclama al comandante Piedrabuena.) Pero nos han referido, y el Teniente Bove lo confirma, que en aquella lobrega roca se estrellan los restos de las naves desmanteladas por las imponentes borrascas del Cabo de Hornos—y es necesario, señores, iluminemos aquellos últimos rastros de las gigantes monta- ñas de los Andes. La luz que alli alimentemos será el signo más noble del dominio nacional en aquella region, porque contribuirá a resguardar los intereses del comercio, y señalará un asilo á los naufragos arrastrados por las irresistibles corrientes de las olas. Señores: A los actos generosos y desprendidos corresponden compensaciones tambien nobles y desinteresadas.—Yo os invito a ofrecer al Teniente Bove y a sus compañeros la de inscribir sus nom- bres en la base del faro que levantaremos en la Isla de los Estados y que consagraremos al servicio de la humanidad y al buen nombre de la patria. Terminado el bello discurso del Dr. Irigoyen, que fué muy aplau- dido en varios de sus periodos, el teniente Bove púsose de pié para dirigir la palabra al auditorio. Estaba bastante conmovido. La distincion honrosa de que soy objeto, el premio que recibo en estos momentos, dijo, no los considero como la recompensa mereci- da de mis trabajos en este mi primer viaje á la region austral del Continente Americano; los considero y los acepto como prenda de la prosecucion de ellos en época no lejana, y noble estimulo para emprenderlos. Voy dentro de dos dias á abandonar este pais que quiero ya tanto como mi propia patria, que quiero tanto, que en medio de estas demostraciones generosas, tan superiores a mis merecimientos, con que se me colma, no encuentro palabras con que expresar mis sen” timientos. En tal situacion de alma y de espiritu, no hallo mejor medio de despedirme de vosotros que dando un ¡viva a la República Ar- gentina ! Un viva estruendoso y entusiasta, respondio al del Teniente Bove, siendo este objeto en seguida de efusivas demostraciones de aprecio y simpatia, por parte de la concurrencia. El programa de la noche estaba cumplido y el Dr. Irigoyen dió por terminado el acto á las 9 1/4, retirándose de la interesante y no- ble fiesta. Los miembros principales de la Expedicion premiados con me- dalla de oro, son los siguientes : Teniente Santiago Bove, medalla de oro. Comandante Luis Piedrabuena, medalla de oro. Dr. Domingo Lovisato, medalla de plata. Capitan Edelmiro Correa, medalla de plata. De los demas miembros de la Expedicion que debian recibir el diploma de miembros activos del Instituto, asistieron solamente a la reunion de anoche los oficiales de la Cabo de Hornos, Edmundo Puch, Juan Noguera, Estévan Loqui y Enrique Amigo, los cuales fueron tambien objeto de una honrosa demostracion, por parte de la concurrencia, al recibir sus respectivos premios. REGRESO DEL TENIENTE BOVE Y SUS COMPAÑEROS A EUROPA De «La NAciox » Hoy se embarcan con destino a Italia, su patria, despues de de- sempeñada en digna, brillante forma, la noble tarea que los trajera a estas playas, el Teniente Santiago Bove y sus distinguidos com- pañeros de la Comision Cientifica Austral. «La Nacion», que ha seguido paso a paso a los atrevidos explora- dores, á través de las variadas peripecias de su peligroso viaje, enu- merando las dificultades encontradas y vencidas, reseñando los tra- bajos realizados y los resultados obtenidos, y acompañandolos con sus votos por el éxito, durante la lucha, y con sus aplausos por este ultimo, al terminar aquella y llegar la hora de las merecidas recom- pensas, no hace hoy mas que ser consecuente con tal actitud y tal conducta, al saludar cordialmente en su partida á los expedicionarios de la region Austral del Continente, deseando que sea tan rico en prosperidades su porvenir, como es grato el recuerdo que aqui dejan, y sincero el sentimiento afectuoso que con sus importantes servicios, tan desinteresadamente llevados á cabo, han sabido inspirar al pue- blo argentino. Y al cumplir con ese deber de la gratitud y la simpatia, sirva de digno término á estas lineas la última nota—rica en pensamientos elevados y aspiraciones generosas— dirigida por el Teniente Bove a — 216 — la Asociacion que en primera linea ha secundado sus esfuerzos, coope- rando al feliz éxito de su empresa. Hé aqui ese documento: Buenos Aires, Octubre 6 de 18853. Señor Presidente del Instituto Geográfico Argentino, Dr. Esta- nislao Zeballos. Las numerosas pruebas de benevolencia y de simpatia que yo y mis compañeros hemos recibido de la sociedad de que es Vd. digno Presidente, tuvieron su colmo en el honor conferido 4 mi y al Pro- fesor Domingo Lovisato en la espléndida reunion de anoche; reunion todavia más solemne por la presencia de un miembro del Poder Eje- cutivo dela Nacion, S. E. el Dr. Irigoyen. Si la pluma esincapaz de encontrar las palabras a propósito para expresar al Instituto Geográfico Argentino mi reconocimiento por su generosidad, no lo es, sin embargo, el corazon, que late con sincero y devoto afecto por*Vd., por el Instituto, por el Gobierno y por el pais todo. Sé, por otra parte, dar á la recompensa que se me acaba de discer- nir, el justo valor que ella posée. Es para mi un estimulo para pro- seguir en la via recorrida, y no reposar sobre los resultado ahora obtenidos, hasta ultrapasar el punto alcanzado en los mares aus: trales. El lema, por otra parte, que lleva la hermosa medalla, lo dice claramente: fulgentia sidera voeant. Pero yo veo en los honores conferidos otro pensamiento elevado: la demostracion del verdadero y real interes que los argentinos, desde el más encumbrado hasta el más humilde, alimentan por la ciencia, —cientia y poder, como de- cia un gran estadista inglés, y nada más cierto ni mas verdadero, nada más justo. La densa niebla que cubre las regiones australes, con la última expedicion ha sido un tanto disipada, pero ella volveria a conden- sarse más, si nos retirásemos de la lucha: un vasto, vastisimo campo A de batalla y de victorias se abre al mediodia del Cabo de Hornos: preparemos, señor Presidente, los medios para arrojarnos en aquella palestra de gloria. La bandera italiana, que quisiera llevar á aquella última Tule, no se desdeñaria nunca de ser conducida con elementos universales, porque la bandera italiana, como la Italia, como los italianos, no tienen sino un objetivo, solo, único : el de trabajar para el bien de todos. El grande hombre, há poco perdido, ¿no era, acaso, la personi- ficacion de la Italia y de los italian >s? De usted afectisimo seguro servidor. G. BOVE. Me y y. Un 4 j . py r . ] , e MS qe 4 q E la ud > Ay o ya en Y o 238 s sli “e » ñ AA e 1.1 A ' AA A mm le dy us h Y A á L E A A y FN ¿ A PA 5 o y Y ARA trim «7 EMO Pet ¿Pong pu » 1 qm , , ; MN A E sb : > E LE Pt > e , A Lo o ISS A cIvTa LN oy «0 Y d 3 e e , ¡AA - É a Pl f Ga TITAN ES ETE IN PI POT A j ba O ar A e e Aria E . e , TIA ps mbr. ' $ Edie Ñ esla hy dl dh E e ea Dice Para NO A ' 1 ; EN A A | Pa E re O PRE RR a Py f ' ' po Lair a dd ko ; ' E ve e aaa dd LE 15%. PO e YN Í y É 0 ñ > AA e Aa , A ed E 1 e 018 EA AA 7 ; e A IR | y 4 E E AL E ' O As Al ¿0 Ta 7 ruda dv y 4) $ » y ee EN 0 po 5 a 05 A r y ER / ¡ ¿A te mes ES pd 0 * E 5 Ad a X > YE EA A AA > Pe tr Ade E Y Y ds > he is ] E a, e ' a Ñ val Ai ns ' TN $ dl AN INDICE INTRODUCCION INFORME 1.—De Montevideo á Santa Cruz (Santa Cruz) —Giacomo Bove 11.—De Montevideo á Santa Cruz. (Apuntes sobre las colecciones zooló- gicas reunidas en la travesía).—Decio Vinciguerra : 111.—De Santa Cruz á la Isla de los Estados (Isla de los e mo Bove. - a IV.—Apuntes geológicos ae la E e los des LaS e la «Cabo de Hornos») Dr. Domingo Lovisato. . . . . +. + V.—Apuntes zoológicos sobre la Isla de los Estados.—Dr. Decio Vinci- guerra. . S 3d: , VYI.—De la Isla de los Estados 4 a Punta A Bove. VII.—De Punta Arenas á la Tierra del Fuego,—Giacomo Bove YIII.—Relacion Botánica. (a)J—Region Platense. : (?)—Region Patagónica costa del Atlántico). ¡c)—Estrecho de Magallanes (costa del atlántico. . ¡(2)—Region Sub-antártica. . . . . +. - (e/—Zona fueguina.—Dr. Carlos Spegazzini . IX.—Breves nociones sobre los indígenas de la Tierra del Fuego . faJ—Los lagans.—Giacomo BOvVe. . » . +... ... . .. +. : X.—De Punta Arenas á Santa Cruz. (Relacion hecha por el Teniente Gio- vanni Roncagli al Jefe de la Expedicion. . . . +. +...» +. +. XI.—Breve Vocabulario de la lengua de los fueguinos lagan.—G. Bove. Del Delegado del «Instituto Geográfico Argentino» D. Edelmiro Correa, segundo comandante de la corbeta «Cabo de Hornos». . . . . Del representante de la Universidad de Buenos Aires Dr. D. Cárlos Spe- A ES : InsTITUTO GEOGRÁFICO ARGENTINO.—Su fundacion, sus progresos, sus trabajos realizados SPORE e oe SS Sd RS 7 ae a REGRESO DEL TENIENTE BOVE Y SUS COMPAÑEROS. 23 107 107 108 111 113 114 123 125 137 161 167 183 201 215 A o A A DI " A m "otr x EN) 2 ñ e. , y o Pel MN * %. A , y AB A e . p . . eo y m7 >] . . * . - $ « ] dara A AR a O TNA dar RA AR CAINE ATA E Eo . A y J a pira aras al Ne ao? 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