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FRANCISCO ANTONIO LORENZANA, ANTIGUO ARZOBISPO DE MÉJICO. 4 Y REVISADA Y ADAPTADA A LA ORTOGRAFIA MODERNA, POR D. MANUEL DEL MAR. _ ee NEUVA YORK : LA PUBLICAN LOS SRES. WHITE, GALLAHER Y WHITE, EN LA IMPRENTA DE VANDERPOOL Y COLE, 1828. eS eo y A NT xy ; EEE '] » ”, y 7 A m dl 4 4 1) y ES ' A k : $ A ; j ” 4 e ó Er Lo £h E A ' Y bm ES > E $ , í ' di ye i Ñ ; Ñ * Na A p uN b > 1 0 bn . 4 ea / , / ñ ! me Ms : » A Ñ » ” e “ 4 ES a ñ ñ e. 2 > 1] 7 ¿e $ % ' e a La / x J , ' dE UN S a AS 4 + ' z ; $ » ye 5 , Ñ Ln el « de A LIA l pes Al y 4 « (dy . AN . ES 4 PR 5 AUS ' Y Liso da + Y y ) 7 b 1 4, / . NA A A e q EA a E dd k A” as INN NS 4 A E y ' ' j - A] A e 4 A REA eN po ñ Ú h > eS q . s L % O il a b 7 A y A U a N we Ñ da pa 10% y pe s " ' LA A ' 4 e) 2 1 7 ' Es F * t - Ae 0 ) as e Ñ 7 ' ,, 0 ñ Ñ 4 ”. 1 se " 1 p E a A 2 a 4 n JAj y ds ok “ 4 , J wi y él y A y a A a Me eS RA EN 9 > Y ¿B E * 1 ”» A AC ON N er ES y E ) 4 PI Y y Ú 1] y | % H LL — le J ” 4 % Ñ Ñ CS ón IN NS AVISO. Las Notas, $c., del Arzobispo Loren- zana que van añadidas, no se han alte- rado segun el estado actual de cosas; juz- gandose mejor presentar esta obra á la re- pública Mejicana, conforme fué escrita ori- ginalmente : por lo mismo no se ha alterado la construccion del idioma en ninguna parte de ella ; sino que solamente se ha adaptado á la ortografía moderna, variando algunas voces que son en el día desusadas. AA EA E A RADA E = TA * a ” = 7 E de NOTICIA HISTÓRICA DE EHBRNAN CORTAS, CONQUISTADOR DE MÉJICO. Los editores de las Cartas de Cortes contenidas en este volúmen, han juzgado que una sucinta relacion del personage que en realidad es el héroe de la tragedia histórica que en ellas se recuerda, y en las que él se ha representado á sí mismo como el incuestionable autor y director de todos los acontecimientos á que se refieren, formaria una agradable introduccion á su propia nar- racion de la conquista de Méjico; introduccion, que consideran al mismo tiempo será útil para muchos lec- tores. Ciertamente no está mal fundado este juicio de los editores; porque ademas de la necesidad de coordinar estas cartas de una manera que las haga inteligibles, facilitando referencias á los precedentes é intermedia- rios eslabones de la cadena de sucesos, es conveniente que el lector tenga algun medio de apreciar el verdadero carácter del hombre, que, á la cabeza de un puñado de españoles, marchó triunfante hasta la capital de un im perio prepotente y populoso, reduciéndolo á la com- pleta sujecion de un pequeño reino situado á una in- B 6 NOTICIA HISTORICA. mensa distancia; y cuyo hombre en estos sus despachos reclama para sí solo el mérito de haber dado orígen á todos los proyectos importantes que produjeron tan ad- mirables resultados. Tambien será muy conveniente que el que lea estas cartas tenga oportunidad de testi- ficar la verdad de ellas, comparando en su totalidad el testimonio de los autores contemporáneos, y de juzgar hasta que punto se estravió y engañó en ciertos parti- culares el Conquistador, suponiendo que escribió solo lo que creyó exacto y correcto, ya en materia de hecho, ya en materia de opinion. Pero al par que los límites de una noticia introduc- toria son demasiado estrechos para tan perpétuo co- mentario, ni el tiempo ni los materiales concedidos al escritor de esta introduccion son suficientes para faci- litarle el emprender al presente semejante tarea. Todo lo que puede presentar se reduce á un ligero bos- quejo de la vida y carácter de Cortes, tal cual puede sacarse ojeando rápidamente las páginas de la historia general. Bosquejo pobre, y que debe ser de casi nin- sun valor para el anticuario y para el que haya inves- tigado este asunto con espíritu filosófico y con acceso á los manantiales de la autoridad histórica; á ménos que, como algunas veces sucede, sujiera por accidente alguna idea que pueda prestarles alguna luz en sus pesquisas sobre la materia. Sin embargo, á los que nunca han leido, ó á los que han olvidado los preemi- nentes sucesos de la vida del conquistador de Méjico, quizás será de algun interes y utilidad esta noticia sumaria. | Hernan Cortes nació en Medellin, pequeña ciudad de Estremadura, en el año de 1485. Fué hijo de Mar- tin Cortes de Monroy y de Da. Catalina Pizarro de Altamirano; descendiendo de esta manera de cuatro de las mas ilustres y antiguas familias de su patria. Sin embargo, sus fortunas habian decaido, y los padres de Cortes se hallaban en circunstancias de ningun modo opulentas. Fué necesario, por lo tanto, que se o de CE des CA A có A z 5 As Y Aa A a E A MA: SL IA IIA AS DE HERNAN CORTES. 4 educase para seguir alguna profesion, y sus parientes elijieron la abogacia. A la edad de catorce años fué enviado Cortes á la universidad de Salamanca, en la cual permaneció dos. Nada tenemos que mencionar de su breve carrera literaria ; pero él sin duda se desen- gañó de que para una disposicion tan activa y ambiciosa como la suya, era demasiado molesta y repugnante la monotonia de la vida escolástica. Lo vemos volviendo á la casa paterna, declarando su intencion de seguir la profesion de las armas. Debió de haber ido á reunirse á un cuerpo de tropas que se embarcaba en Nápoles para ayudar al gran ca- pitan Gonzalo de Córdova en Italia, teatro entónces de la guerra y de las acciones caballerescas; pero se vió detenido por una seria indisposicion. El supers- ticioso y el fatalista mantendrán que este accidente, en conexion con otros de igual naturaleza que despues ocurrieron, es una clara indicacion de la directa y pal- pable intervencion de la Providencia en preservarlo para el finá que estaba destinado. "Tambien puede ser agradable á aquellos, que, segun la fraseologia mo- derna, son los admiradores de coincidencias singulares, el notar esta detencion, en union con otras, por las cuales las inmediatas intenciones de Cortes se vieron destruidas; pues á no haberlo sido es muy probable que jamas hubiera puesto en cadenas á Moteuczoma, ni hecho ahorcar á Quauhtemotzin. Acababa de abrirse otro vasto campo á la ambicion, curiosidad y codicia de los aventureros de aquellos dias : el mundo nuevamente descubierto mas allá del Atlán- tico. Aun no se tenia la mas leve nocion de su esten- sion, ni de su proporcion y relacion con el resto del mundo conocido. Estaba todavia asociado con las vi- siones del esplendor oriental, compuestas por las exage- raciones de los italianos, portugueses é ingleses que habian viajado en Asia; á las cuales se añadian las ilu- siones é hipérboles de los secuaces de Colon. Empero, prescindiendo de la parte romanesca. se ha dado al des- 8 NOTICIA HISTORICA cubrimiento, con respecto á lo que ha contribuido á la sloria y poder de la corona española, un valor mucho mayor del que en sí realmente tiene; como lo han pro- bado los subsecuentes acontecimientos con relacion á todo el continente de América, cualquiera que haya sido la nacion que haya colonizado sus diferentes par- tes. A este nuevo mundo se dirijieron ahora las miras del jóven Cortes. Su pariente Ovando fué nombrado, en 1502, gobernador de la isla Española ó Haiti : se embarcó para ella, y Hernan Cortes habia de acompa- ñiarlo; pero una ocurrencia desagradable, á resultas de un galanteo, se opuso otra vez á su salida de España. En el acto de escalar la ventana de la habitacion de una señora, cayó desde una alta pared vieja y recibió tanto daño, que se vió imposibilitado de juntarse á la espedicion. Era de un temperamento amoroso; y tanto en este como en otros respectos la impetuosidad de su carácter lo arrojaba muchas veces á peligros, los cuales su presencia de espíritu y buena fortuna le facilitaban el sobrepujar. Nos encontramos sin medios de poder relatar algunos otros particulares de su vida durante el periodo que transcurrió entre su salida de la universidad y su embar- que para la Española, en el año de 1504, á los veinte de su edad. Aquí parece necesaria una breve noticia de la estension de los descubrimientos que á aquella época tenian hechos los españoles en la América. Colon en 1492, despues de visitar varias de las islas Bahamas, descubrió á Cuba, donde no fijó estableci- miento alguno; pero habiendo costeado entre las islas adyacentes, llegó á Haiti, en diciembre del mismo año. Las circunstancias le obligaron á dejar en la costa se- tentrional de esta isla, en un lugar á que puso por nom- bre la Navidad, como cuarenta hombres de su tripula- cion; todos los cuales perecieron por su propia fatuidad, ántes de la vuelta de alguno de sus compatriotas. Colon volvió á España, y una bula papal dió á la corona de Castilla el derecho á la posesion de los terri- DE HERNAN CORTES. y) torios nuevamente descubiertos, sin espresar latitud ni longitud, metas ni límites; ó mas bien, con una des- cripcion ó idea de ellos tan exacta, como la que los an- tiguos geógrafos manifestaron cuando describieron las regiones hiperbóreas. Empero fué un derecho, que, en cuanto á ser sancionado por la religion, es mejor que el que cualquiera otra nacion ha podido establecer á sus posesiones en América. Porque si lo fundaban en la santidad de los contratos, sus propias leyes negaban á los aborígenes la capacidad de formar un contrato en iguales términos con sus ciudadanos; si en el de conquista, verán que los paises que han subyugado, los han invadido sin provocacion, y hollando todos los de- rechos naturales, leyes positivas y sentimientos de humanidad. Estaba en el curso necesario de las cosas que el fuerte dominara al débil, y que el poder de un conocimiento aventajado, tanto mental como mecánico, produjese sus inevitables resultados. Es- tas observaciones no son inoportunas; pues con ellas contestamos de una vez, y en su principio, va- rias intrincadas cuestiones unidas con la materia de que tratamos. Se han escrito librerias enteras, sin provecho alguno, para justificar lo que en principios abstractos no puede justificarse :—las usurpaciones que se han sucedido, en el órden natural de los aconteci- mientos, desde la edad partiarcal. Pero al estimar el carácter de un individuo, debemos juzgar de él, no por nuestras propias luces, sino por el espíritu de su siglo, y por la consonancia de sus acciones con su profesion de fé, segun los dogmas ú opiniones recibidas en su tiempo. En su segundo viaje, Colon, despues de tocar á varias de las Antillas, volvió á visitar la Española, y encontró enteramente demolido el fuerte que él habia levantado ; habiendo sido toda la guarnicion víctima del mal porte y codicia con que se habia manejado. Como á dos leguas al este de la fortaleza fué fundada la primera “ciudad cristiana en el nuevo mundo. á la cual el almi- 10 NOTICIA HISTORICA rante dió el nombre de Isabela. En 1495, se rompió una guerra general entre los colonos y los isleños ; pero el número de los primeros habia quedado ya tan redu- cido á causa de las enfermedades y vida relajada, que solo pudieron presentar en el campo doscientos y veinte hombres. Despues de una mortandad espantosa de los naturales, concluyó la guerra con sujetarlos, y echar sobre ellos un impuesto tan gravoso y pesado, que no pudiendo pagarlo, dió orígen al inhumano sistema de repartimientos ; por cuyo medio esta isla, en un tiempo fértil y populosa, estaba ya casi despoblada aun ántes de la muerte del gran almirante. En un viaje, ante- rior á la guerra de que acabamos de hablar, habia cos- teado Colon las islas de Jamaica y Cuba; pero ningun establecimiento se habia fijado en ellas todavia. Se erijieron ahora fortalezas en diferentes puntos de la Es- pañola para llevar á efecto la sujecion de los naturales. La colonia recibió un refuerzo con la llegada de Agua- do, quien fué enviado con poderes é instrucciones equí- vocas para examinar la causa de las existentes disen- siones. La conducta de este enviado y las malévolas representaciones hechas por los enemigos de Colon á la corte de España, indujeron á este á volver á la pe- nínsula en 1496, dejando á su hermano Bartolomé por Adelantado en su ausencia. En su tercer viaje en 1498, tocó el almirante en Trinidad, y en varios puntos de la costa de Cumaná y Paria ; sin tener, no ostante, idea alguna de que estos últimos puntos formaran parte del continente, que por tan largo tiempo habia sido el objeto de su solicitud. Durante su ausencia habia sido construido un fuerte por el Adelantado, á cuyo fuerte se llamó en seguida Santo-Domingo, siendo el orígen de la presente ciudad del mismo nombre. Se habia establecido una cadena de puestos militares entre él y la malhadada ciudad de Isabela. Una sentencia judicial que condenaba á las. llamas por hereges á una porcion de nativos, y los ultra- jes individuales cometidos en sus mugeres por los es- As DE HERNAN CORTES. 11 pañoles, escitaron tal indignacion en aquellos, que pro- dujo una formidable insurreccion; la que, si bien fué apaciguada por la actividad y valor de D. Bartolomé, dejó fermentando las semillas del aborrecimiento y de la discordia. Francisco Roldan, á quien el almirante habia nombrado primer juez durante su ausencia, que hacia largo tiempo miraba con celos la gloria adquirida por los distinguidos hermanos genoveses, y que sobre- llevaba con impaciencia un poder superior al suyo, ejercido por un estrangero, levantó secretamente un partido entre los desafectos colonistas de la ciudad de Isabel, quienes, por último, se amotinaron abiertamente y se retiraron, bajo las órdenes de Roldan, á la provin- cia de Xaraguay. Aquí vinieron á reunírsele nuevos emigrados, la hez de las cárceles españolas, que habian llegado en tres carabelas despachadas por Colon desde Canarias, abandonando á su comandante á instiga- ciones de Roldan. Este cabecilla empezó intrigando con los caciques que le rodeaban; y se descubrió una conspiracion general contra el Adelantado. Este, habiendo descubierto el complot, y recibido de Es- paña un gran refuerzo de tropas y provisiones, mar- chó contra los rebeldes. Los gefes de los naturales que habian tomado parte en la insurreccion, huye- ron á las montañosas fortalezas de Ciguay, desde donde hacian bajadas á las llanuras y atacaban á las partidas estraviadas de los españoles, y las aldeas y vi- llas de los naturales que se mantenian fieles á aquellos, El Adelantado, á la cabeza de un cuerpo de colonos re- sueltos y determinados, penetró en los bosques, escaló las alturas ocupadas por el enemigo, y finalmente hizo prisionero á Guariones, el mas terrible de todos ellos : le perdonó la vida, y esta generosidad fué un buen acto de política. Sin embargo, Roldan y sus turbulentos compañeros mantuvieron su posicion en Xaraguay, y el almirante, despues de reunirse con su hermano en Santo-Domingo, se vió en la necesidad de adoptar medidas contempori- 12 NOTICIA HISTORICA zadoras con este atrevido é inobediente súbdito. La isla fué dividida en distritos, en cada uno de los cuales se obligaba á los indios á cultivar cierta porcion de ter- reno para el beneficio de los españoles, á quienes se les habia concedido. Gravámen aun mas pesado que el que ya sufrian con el antecedente impuesto. Cada partido remitió á España un manifiesto en que esponia el caso, y desgraciadamente el de Roldan recibió mas crédito en la corte. En el año siguiente, Alonso de Ojeda, que habia acompañado á Colon en su segundo viaje, se hizo á la vela para el Nuevo Mundo: navegó á lo largo de las costas de Paria, y siguiendo la Tierrafirme, avanzó ácia el oeste mas de lo que lo habia hecho el almi- rante. Un mercader florentino, llamado Americo Vespucio, iba en esta espedicion: su historia del viaje, como es bien sabido, le valió la gloria de dar su propio nombre al nuevo continente. En el mismo año se esploró igualmente la costa por otros aventureros; pero no se fijó establecimiento alguno. La comision de Ojeda para hacer descubrimientos fué considerada por el almirante Colon, como una infrac- cion de sus derechos. La conducta de este aventurero contribuia á aumentar sus celos. A su vuelta á Es- paña, tocó en la Española, y evitó el tener una entre- vista con Colon. á pesar de haberle prometido el vi- sitarlo en Santo-Domingo. No solo no cumplió su promesa, sino que se coaligó con la faccion descontenta de Roldan en la costa de Xaraguay, y abrazó la causa de los mas revoltosos. Se siguieron pendencias y der- ramamiento de sangre; pero Ojeda se retiró á bordo de sus buques al aproximarse Roldan, quien afectó en esta ocasion un gran celo por el sostenimiento del gobierno y la preservacion del órden. Hubo algunas escaramuzas entre estos dos astutos cabecillas; y Ojeda, despues de cometer algunas depredaciones, vol- vió a España con una larga cuerda de miserables in- dios que habia cojido ó en la Española ó en Puerto- DE HERNAN CORTES. 13 rico, y á los cuales vendió como esclavos en el mercado público de Cádiz. j - Los malcontentos que habian elejido por su caudillo - á Roldan, se opusieron ahora á la autoridad que ejer- cia, en virtud de su dolosa pacificacion con el almi- rante; y suscitaron, en union con algunos de los isleños, - otra revolucion, la cual terminó con muchos castigos y - muertes, é hizo se añadiese mas peso á las cadenas de los aborígenes. Miéntras que los negocios de la isla estaban envueltos en esta confusion y desórden, los enemigos de Colon en la corte perseveraban con buen éxito en sus maquinaciones contra él. A la cabeza de ellos se hallaba Fonseca, obispo de Badajoz, y ministro de Indias, conocido como el mas tenaz perseguidor de todos los descubridores verdaderamente grandes de - aquel siglo, y por consecuencia el enemigo acérrimo de Colon. ) - El holgazan, el burlado en sus esperanzas y el liber- - tino que de Santo-Domingo volvian á la península, ha- cian oir sus gritos por do quiera en contra de Colon y - sus hermanos; y el insensato clamoreo de estos vaga- - mundos, la mayor parte de los cuales hacia tiempo de- - bian haber espiado sus crímenes en las galeras ó en la horca, tuvieron mas poder que las representaciones he- chas de tiempo en tiempo por cartas de Colon; que la tímida indicacion intentada por sus amigos; y que los sentimientos de gratitud de sus servicios, que habian agregado á la corona de Castilla la gloria y valor del descubrimiento. Pero la dificultad mas grande era que el esperado oro no habia sido encontrado. El que se habia ya enviado á España no habia servido mas que para aguzar el apetito de los que habian adelan- tado cantidades para promover el descubrimiento ; miéntras que las necesidades de la colonia estaban san- grando perpetuamente el tesoro de Fernando. Tal era, en resúmen, el estado de los negocios del Nuevo Mundo y de su ilustre descubridor al principio del décimosesto siglo. No debemos omitir, sin em- en 14 NOTICIA HISTORICA bargo, que la reina Isabel, constante amiga de la hu- manidad, se disgustó con la práctica seguida por Colon, de enviar en diferentes tiempos cargamentos de indios para venderlos como esclavos. El almirante tomó es- tas medidas, inducido por razones mezcladas de polí- tica y piedad (hablamos de la piedad de aquel siglo); de cuya suficiencia no nos es permitido tratar al pre- sente. El resultado de todas estas circunstancias fué, haber enviado á la Española á Francisco de Bovadilla, it revestido con peligrosos poderes, de los cuales abusó; y Colon con sus hermanos fueron mandados en cadenas á la corte de Fernando é Isabel. Esta indignidad quedó sin espiar durante la vida del almirante; aunque es cier- to que le dirijieron palabras atentas y algo satisfacto- rias al quitarle los grillos, y que Bovadilla fué degra- dado. En su lugar fué nombrado gobernador de la Es- - pañola Nicolas de Ovando, caballero de la órden mili- tar de Alcántara, y comendador de Lares. En el primer año del citado siglo décimo sesto fueron descubiertas casualmente las playas del Brasil, por el portugues Pedro Alvarez Cabral, que navegó ácia el oeste para evitar los peligros de los vientos y calmas que reinan á lo largo de la costa de Africa. En el : año siguiente fueron esploradas las de Paria y Tierra- firme por aventureros españoles, entre los cuales se contaba á Ojeda, en compañia de Américo Vespucio. Á consecuencia de las relaciones de estos esploradores se escitaron en la mente de Fernando las mas grandes esperanzas de las riquezas de los nuevos paises que iban á agregarse á sus dominios. Cuando Ovando llegó á la Española en 1501, la po- lítica seguida por Bovadilla, reducida á hacerse popu- lar entre los españoles todo lo mas que pudiese, durante su administracion temporal, habia producido á la co- rona una renta mucho mayor; pero al mismo tiempo habia minorado el número de los perseguidos naturales, y reducido el miserable resto á la desesperacion. Las provisiones contenidas en la comision de Ovando, cuyo DE HERNAN CORTES. 15 gobierno habia de estenderse á las islas y 'lierra-firme., aunque intentadas humanamente por Isabel para me- jorar la condicion de los indios, no tuvieron virtual- mente aquel efecto. El permiso para compelerlos á trabajar en Jas minas para el servicio real, y de ocu- parlos como trabajadores alquilados, dió tal latitud para - el abuso y la opresion, que deshizo las benéficas inten- ciones de la reina. Ovando llevó consigo dos mil y quinientos hombres, muchos de los cuales eran perso- nas de alto rango y distincion: este fué el cuerpo mayor de gente que hasta entónces habia emigrado al Nuevo Mundo. A Bovadilla, Roldan y demas capata- ces de los amotinados se les mandó dejar la isla. Por una retribucion singular, el buque en que navegaban, junto con los mas exaltados enemigos de Colon y opre- sores de los indios, con una inmensa cantidad de ma! adquiridos tesoros, se fué á pique en una borrasca y todos perecieron, en la primavera de 1502, en que una parte de la escuadrilla que habia acompañado á Ovan- do se hizo á la vela de vuelta para España, desprecian- do las predicciones del gran almirante, el que habia llegado á la vista de Santo-Domingo con sus buques muy maltratados, en prosecucion de su cuarto viaje, y faltando á las leyes de la hospitalidad, se le negó por el gobernador la entrada en el puerto. Entre los que perecieron en dicha borrasca estaba el infortunado ca- cique Guariones, que desde que lo hizo prisionero Bar- tolomé Colon habia sido detenido en clase de tal. Colon y el Adelantado prosiguieron su viaje en busca del supuesto pasage á la India, que el primero conje- turaba debia existir cerca del istmo de Darien. En una pequeña isla, inmediata á la costa meridional de Cuba, encontraron algunos indios, probablemente de - Yucatan, cuyas noticias, si hubieran sido entendidas correctamente, ó si el almirante las hubiera apreciado como debia, pudieran haberlo conducido al descubri- miento de Méjico y del oceano meridional : gloria re- servada para otros. Vientos y corrientes contrarias lo 16 NOTICIA HISTORICA detuvieron por cuarenta dias en el estado mas deplora- ble sobre la costa setentrional de Honduras, hasta que doblando el cabo Gracias-á-Dios navegó siguiendo la costa de Mosquitos, hasta la provincia de Veraguas. El incitante aspecto del pais y las muestras de oro que encontró lo indujeron á fijar un establecimiento á ori- llas del rio llamado Beren. En efecto, se empezó la obra, y se escojieron ochenta hombres para permanecer en él de guarnicion. Pero los celos de los caciques vecinos inutilizaron este plan, y la consecuencia fué un ataque sangriento y lastimoso; habiendo costado mu- cha dificultad sacar de aquella costa inhospitalaria á los que quedaron vivos de la guarnicion. El almirante, despues de abandonar una de sus destrozadas barcas en Porto-Belo (plaza que aun retiene el nombre que él le dió), siguió con las dos restantes hasta el golfo de Darien en condicion muy abatida y sobrecargado de tripulaciones descontentas. En seguida dirijió su curso ácia el norte, y despues de una incomparable serie de desastres y desgracias, varó finalmente los arruinados cascos de sus buques en una ensenada de la isla de Ja- maica, llamada ahora la ensenada de D. Cristobal. Desde este parage dos de los mas atrevidos y determi- nados de los que lo acompañaban, emprendieron el lle- var una relacion de la situacion de las tripulaciones al gobernador de Santo-Domingo. Hicieron su viaje en dos mal formadas canoas, y espendieron infructuosa- mente ocho meses en solicitar socorros de Ovando. Durante este periodo, los compañeros que habian de jado en Jamaica, sufrieron el estremo de los peligros y de la miseria. Una gran parte de ellos se amotinó, é internándose en la isla, cometieron tantas depreda- ciones y enormidades, que escitaron á los isleños á la venganza. El almirante, y los que se le habian mantenido fieles, fueron bloqueados en el fuerte que formaron con los destrozos de sus naufragados bajeles, y les cortaron todas las provisiones. La invencible for- taleza de Colon lo sostenia en estas críticas cireunstan- ” ES A .- e y NE A E DE HERNAN COR'TES. 17 cias y le facilitaba el ejercer su autoridad sobre sus se- cuaces; cuando, para poner el colmo á sus vejaciones, llegó un pequeño buque despachado por Ovando, no para aliviar á los pacientes, sino para espiar su condi- cion. El almirante concilió los ánimos de los isleños, y el Adelantado castigó á los rebeldes; quienes se some- tieron, despues de haber perdido algunos de sus cabe- cillas con muchos de su partido. Por último, llegaron los buques tan largamente deseados, y Colon se hizo á la vela para Santo-Domingo, á donde llegó en agosto de 1504. Volvió á España y á nuevas escenas de mor- tificacion y desengaño; y en ménos de dos años des- pues terminó su carrera. Su protectora Isabel habia muerto en noviembre de 1504. Entretanto, aunque la colonia de la Española iba tomando una forma mas regular, como unos mil de los que habian acompañado á Ovando habian ya perecido, por las enfermedades del clima y por sus disolutas costumbres. La hambre, la opresion y la espada habian hecho desaparecer al- gunos centenares de miles de los aborígenes desde el primer descubrimiento. El último distrito independien- te, el de Higuey, habia sido asolado á consecuencia de una insurreccion del cacique y de su pueblo. Se cazaba á los habitantes como á bestias feroces, y el último de los cinco príncipes soberanos de Haiti fué ahorcado en Santo-Domingo, por órden de Ovando. El primer establecimiento hecho en Isabel se encontraba á este tiempo casi abandonado, y poco despues lo fué totalmente. La supersticion hizo de sus ruinas obje- tos de terror. y en lo sucesivo se circularon «espantosas relaciones, en las que se decia haberse aparecido en sus calles filas enteras de hidalgos muertos á los que habian tenido la temeridad de visitarlas. Esta breve recapi- tulacion puede dar una idea general del estado de las posesiones españolas en la América al tiempo de la lle- gada de Hernan Cortes á la Española en 1504, con recomendaciones para su gobernador, con quien tenia relaciones de parentesco. 18 NOTICIA. HISTORICA Cortes encontró con la acojida mas lisonjera de parte de Ovando, y poco despues se granjeó el favor del go- bernador y de todos los colonos en general. Era tra- tado con intimidad en la familia de aquel, quien lo tomó bajo su inmediata proteccion y le confió varios puestos de honra y provecho, habiendo permanecido Cortes en la isla Española hasta el año de 1510. Lo que hemos podido recojer de su vida privada durante este periodo asciende á muy poco mas de lo que ya se ha menciona- do. Solo podemos echar una rápida ojeada sobre los señalados acontecimientos de aquella época, cuya noti- cia ha llegado hasta nosotros, por estar unidos con el progreso del descubrimiento. Las restricciones en cuanto al empleo de los indios, impuestas principalmente por la benéfica interposicion de Isabel, y las cuales Ovando trataba de llevar á efecto, no por humanidad (pues era cruel hasta con sus propios compatriotas, é insensible á los sufrimientos de sus súbditos gentiles), sino por temor de ser depuesto de suempleo, habian descorazonado á los colonos, 4 cuya natural pereza y holgazaneria se agregaron el ver frus- tradas sus fantásticas esperanzas de recojer las barras de oro y plata, sin mas trabajo que el de agacharse por ellas, y los dañinos efectos de un clima á que no estaban acostumbrados. El gobernador, para evitar la ruina de la colonia, se vió obligado á ceder un poco de sus instrucciones, y á conceder que se usase de medidas compulsorias, para precisar á los indios al trabajo, con una disminucion de la parte que se pagaba á la corona de los productos de las minas. Este fomento temporal de los colonos produjo la resistencia de parte de los po- bres naturales, cuyo yugo se habia de algun modo sua- vizado, y de consiguiente una guerra, si puede dársele este nombre, en la cual se le atribuyen á Ovando al- gunas acciones al parecer dé una horrible naturaleza, pero que á nosotros no nos toca ahora examinar. Hi resultado fué que los indios quedaron reducidos á la mas abyecta servidumbre, y que no se les prometiese ya una DE HERNAN CORTES, 19 compensación por sus forzadas tareas. Sin embargo, miéntras que estos desdichados perecian como anl- males tenidos en poca estimacion, se sacaba oro en erandes cantidades y se tralan nuevos aventureros á la isla. Se acumulaban grandes fortunas, y mu- chas de ellas se disipaban tan rápidamente como se reunian. Se fundaron nuevos pueblos, y la industria se dirijió á otros canales, por los cuales el trabajo de la. agricultura rendia un retorno regular. El gobernador, por política, era imparcial en su administracion. Fer- nando estaba contento con las remesas que recibia ; y sus existentes relaciones con las potencias del viejo mundo le facilitaron el volver toda su atencion mas particularmente á sus nuevas adquisiciones. Estable- ció una junta de comercio y un gobierno eclesiástico para la América; reservando á la corona de España el monopolio del tráfico y el derecho de presentacion á los beneficios del nuevo mundo. Empero los infelices indios, segun se ha indicado, iban desapareciendo aceleradamente. Por un cálculo, necesariamente vago, se creia que la poblacion de Haiti al tiempo de su descubrimiento ascendia á un millon de habitantes: bajo la autoridad de Colon se manifestó que llegaba á un millon y doscientos mil. Pero en el año de 1506, en que hubo muy poca dificul- tad en formar el censo, se encontró que el número de la poblacion fué solamente sesenta mil. Este residuo dis- minuyó con tanta rapidez, que en 1508 obtuvo Ovan- do el permiso de transportar á Haiti habitantes de las islas Lucayas; con cuarenta mil de los cuales, aumentó el número de la miserable y oprimida poblacion de la Española. Miéntras que el oro se obtuvo en aquel pais en suficientes cantidades permaneció en inaccion el espíritu de descubrimiento; pero con la dificultad de trabajar las minas, por falta de trabajadores, revivió el apetito por nuevas conquistas. Juan Ponce de Leon, con permiso de Ovando, es- ploró la isla de Puerto-rico, y fijó en ella un estable- 20 NOTICIA HISTORICA cimiento. En pocos años fué la isla reducida á la su- jecion, y su poblacion indígena desapareció inmediata- mente. En 1508, Juan Diaz de Solis y Vicente Yañez Pinzon, uno de los capitanes en el primer viaje de Co- lon, se hicieron á la vela para la Guiana, y navegando ácia al oeste descubrieron á Yucatan. Sebastian de Ocampo, circunnavegó á Cuba, y entónces por la pri- mera vez se supo con certeza que era una isla. En 1503, Ovando fué llamado á España, y D. Diego Co- lon, hijo del almirante, habiendo obtenido la sentencia á su favor, en su famoso pleito contra la corona, fué in- vestido con el poder gubernativo de la Española : con él llegó un gran número de habitantes de alto rango y distincion. En un segundo viaje, que Solis y Pinzon efectuaron durante este año, se hicieron nuevos descubrimientos de la vasta distancia á que el continente se estendia ácia el sur. Por la primera vez se empezó á intentar con seriedad el fijar un establecimento permanente en la Tierra-firme. Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa formaron ámbos designios de hacer nuevas conquistas en el continente : del primero ya hemos mencionado los dos viajes de descubrimientos. Por ellos habia adqui- rido reputacion, pero no provecho. Nicuesa poseia grandes riquezas en la Española. Fernando protejió ámbas empresas, nombrando á Ojeda por gobernador de la region que se estiende desde el cabo de Vela hasta el golfo de Darien, y á Nicuesa de la que desde el di- cho golfo se estiende hasta el cabo Gracias-á-Dios. Sus comisiones fueron espedidas con gran cuidado y forma- lidad; y les daba facultad para atacar á los indios con el fuego y con la espada, y reducirlos á la mas desa- piadada esclavitud, si no querian abrazar la fé católica, y someterse á la autoridad de la corona española. Mas de mil hombres acompañaron á estos dos aventureros ; entre los cuales los que mas se distinguieron en lo sucesivo fueron Vasco Nuñez de Balboa y Francisco Pizarro. DE HERNAN CORTES. 21 Hernan Cortes habia abrazado con ardor este pro- yecto desde su principio; pero en esta ocasion, como en otra anterior, parecia que su hora aun no habia llegado. Cayó enfermo gravemente en Santo-Domingo ántes de la salida de la escuadra, y se vió de esta manera impo- sibilitado de reunirse á la mas desgraciada espedicion intentada jamas por los españoles en el Nuevo Mundo. y en la que probablemente hubiera perecido. Los aventureros encontraron con una resistencia en- teramente inesperada de las tribus guerreras y nume- rosas del pais en que entraron: tribus tan feroces é implacables como arrojadas y valientes, y que untaban las saetas de que se servian en la guerra de un veneno mortífero. Ademas de estos enemigos, cuya tenacidad no pudieron vencer ni el medio de la conciliacion ni el terror de las armas españolas, las tempestades y otros accidentes destruyeron la mayor parte de los buques de la escuadra; las enfermedades del cli- ma hicieron desaparecer á centenares de españoles; y la hambre, con todas las miserias que le son anejas y que solo pensadas horrorizan el espíritu, vino á poner el colmo á sus sufrimientos. Sin embargo de haber sido dos veces reforzada, pereció la mayor parte de la espedicion. Una pequeña colonia, al mando de Balboa, se fundó en Santa-Maria-la-Antigua ; y solo esto fué lo que quedó en el continente de esta malha- dada espedicion. La conquista de la isla de Cuba fué el siguiente proyecto de D. Diego Colon; y sin intimidarse por los desastrosos resultados de la empresa de Ojeda, muchas de las personas mas principales de la Española se alis- taron ansiosamente en esta nueva. Diego Velazquez, compañero del almirante en su segundo viaje, y hombre valeroso, prudente y rico, fué nombrado para mandar esta espedicion, la que solo se compuso de trescientos hombres. Entre ellos iba Cortes. Esta conquista se efectuó fácilmente. Los naturales de la isla, ademas de ser de un carácter indolente y D 22 NOTICIA HISTORICA pacifico, y de hallarse aterrorizados por la suerte que habia cabido á todos los que se habian opuesto á los es- pañoles, segun la esperiencia que tenian, ó segun las noticias que habian adquirido de sus vecinos, no estaban preparados para la resistencia. Solo un alentado jefe, llamado Hacney, tuvo el valor de presentarse á los in- vasores para impedirles el desembarcar; pero á pesar de sus esfuerzos, sus hombres fueron derrotados con al- guna carniceria, y él hecho prisionero y entregado á las llamas por rebelde. Los isleños no hicieron ninguna otra demostracion hostil; y Velazquez fundó una ciu- dad á la que dió su nombre de Santiago, y asumió tran- quilamente el gobierno de la isla de Cuba como tenien- te de Diego Colon. En esta conquista, y durante un periodo que se siguió de ocho años, no se presentó oportunidad para el des- arrollo de las estraordinarias habilidades de Cortes. Sin embargo, se distinguió por su bravura, prontitud y serenidad en muchas circunstancias críticas y peligro- sas. Habia aprendido á domar la impetuosidad de su. natural disposicion; bien que su apetito por los place- res le hacia traspasar de continuo los límites de la pru- dencia, y jamas pudo en efecto domarlo miéntras vivió. Su porte franco y varonil, y sus encantadoras modales le hicieron el favorito general de ámbos séxos. Siem- pre, dice Solis, habló bien del ausente, y en su con- versacion fué discreto y festivo. Al mismo tiempo que sus ventajas personales le granjearon conside- racion y reverencia de sus inferiores, su sano juicio y su facilidad en aplicar con acierto los recursos de su mente en los casos de apuro, le aseguraron el respeto de sus iguales. Era completo en todos los ejer- cicios marciales de su siglo, y gozaba de una constitu- cion que parecia invencible á la disipacion, fatiga, es- posicion en todos los climas, ó anxiedad mental. En este respecto se aventajó al grande almirante; quien, aunque su espíritu nunca se humilló ó doblegó, estaba sujeto á ataques de graves y desastrosas enfermedades. DE HERNAN CORTES. 23 Que Cortes, aunque liberal para con sus compañe- ros, era naturalmente avaricioso y amaba la adqui- sicion y acumulacion del dinero, parece ser verdad hasta cierto punto. Esta pasion no es inconsistente con la posesion del impávido valor, del amor de la gloria ó de los placeres, ni con la prodigalidad, cuando esta se emplea en la satisfaccion de sus deseos. La historia de las grandes hazañas de Cortes manifiesta que en su caso nunca intervino aquella pasion con la política, ni detuvo la marcha de sus vastas conquistas. En cuanto á su persona, lo representan de buena estatura, bien proporcionado, robusto y activo. Su rostro era agra- dable, y sus ojos vivos y amorosos. Era sacado de pecho y de barba negra y poblada. Su genio indomable y su indiscrecion en asuntos de galanteria le envolvieron en Cuba en algunas dificul- tades privadas, á pesar de su mucha popularidad. 'Puvo varias disensiones con el gobernador Velazquez, algu- nas de las cuales fueron de un carácter violento. Una intriga amorosa con una señora de noble sangre, Da. Catalina Suarez de Pacheco, lo enredó en considera- bles dificultades. Velazquez intervino, y lo tuvo en prision hasta que se celebró el matrimonio entre las partes; despues de lo cual, el gobernador se hizo el amigo y protector de Cortes, quien obtuvo en virtud de esta reconciliacion una rica porcion de tierra é indios, junto con la vara de alcalde de la ciudad de Santiago : dignidad de mucha consecuencia en aquellos dias, y conferida solamente en personas de la mayor estima- cion. A pesar de esta amistad de Velazquez, casi no admite duda que el recuerdo de sus pasadas querellas estimuló su enemistad ácia Cortes en lo venidero. El escritor no tiene medios de averiguar con exacti- tud si seria posible introducir en esta breve noticia to- das las anecdotas privadas que hoy pueden reunirse de la vida de Cortes durante este periodo. Sin embargo, es esencial referirse á los acontecimientos que ocurrie- ron en el progreso del descubrimiento, hasta la época 24 NOTICIA HISTORICA en que Cortes fué llamado á asumir aquel mando inde- pendiente, para que lo habian hecho á propósito sus habilidades naturales y esperiencia. En 1512 Juan Ponce de Leon, que habia subyugado á Puerto-rico y fijado en él un establecimiento, hizo otro viaje para descubrir; y despues de tocar en algunas de las islas Lucayas y Bahamas, dirijió su curso al sudoeste y cos- teó la hermosa region á que dió el nombre de Florida; pero sin dejar en ella colonia alguna se volvió á Puerto- rico por el golfo llamado ahora de Florida. Uno de los objetos de su viaje fué descubrir en una de las islas Lucayas una fuente, cuyas aguas, segun una tradicion fabulosa de los naturales de Puerto-rico, tenian la vir- tud de rejuvenecer y dar nuevo vigor al que las usaba. Nada era mas propio que esta fábula para contentar la imaginacion en aquel siglo, en el que se creia en la al- quimia, astrologia judiciaria, magia y diabolismo, á causa de que eran denunciados por la iglesia, y en el cual los supuestos ó ilusos sectarios de estas domina- ciones eran castigados con la hoguera. Agradezcamos al Ser Supremo el que vivimos en un siglo en el que semejantes supersticiones han caducado; pero al mani- festar nuestro agradecimiento no nos engriamos, pues que las generaciones venideras probablemente se reiran de nosotros, católicos ó protestantes, por iguales ejem- plos de credulidad. Balboa, que quedó de gobernador de la pequeña co- lonia de Santa-Maria, en el istmo de Darien, habia re- cojido algunas cantidades de oro, ya por negociacion, ya por fuerza, de los caciques vecinos ; por uno de estos supo que á la distancia de seis dias de camino ácia el sur descubriria un grande oceano, cerca del cual exis- tia una region que abundaba en aquel metal. Inme- diatamente conjeturó Balboa que este era el mar que el almirante creia abria la comunicacion con la India y que por tanto tiempo habia buscado en vano. Hizo todos los esfuerzos imaginarios para procurarse reclutas de la Española para su espedicion; y en setiembre de DE HERNAN CORTES, 29 1513, acompañado de ciento noventa españoles y de mil indios, se puso en marcha en busca del nuevo mar y paises. Despues de emplear casi un mes en una marcha fatigosa por medio de la montañosa barrera del istmo, en la que tuvo una batalla muy porfiada con un feroz. jefe de los naturales, Balboa tuvo el placer de ser el primero que vió el grande oceano Pacífico desde una montaña cerca de Panama. Aquírecojió oro y perlas y adquirió noticias, aunque vagas, de la situacion y ri- quezas de las regiones que calan acia el sur; pero con las fuerzas y provisiones con que entónces se hallaba no le fué posible el atentar el proseguir descubriendo. A los cuatro meses de su salida volvió á Santa-Maria con mas tesoro que el que hasta entónces habia sido adquirido por los españoles en una espedicion particu- lar, y con grandes esperanzas de recojer algun dia todo el fruto de un descubrimiento, cuya gloria le pertenecia. Francisco Pizarro, el futuro conquistador del pais en cuestion, lo acompañó y asistió varonilmente en esta empresa. Estaba decretado que las esperanzas de Balboa fuesen frustradas, principalmente, segun convienen los historiadores, por la misma influencia ejercida contra todos los descubridores distinguidos de aquel siglo. El citado obispo Fonseca procuró el nombra- miento de Pedro Arias Dávila, para gobernador de Darien, no habiendo sido nunca confirmada por el rey la eleccion que los compañeros de Balboa hicieron de él para aquel empleo. Pedro Arias llegó con doce mil soldados; remplazó á Balboa en sus funciones; entabló una pesquisa formal de sus procedimientos y conducta, tanto miéntras que operó bajo las órdenes de Nicuesa como en lo sucesivo; y le impuso tan exorbitante multa, que su pago lo redujo casi á la miseria. Las enferme- dades empezaron sus estragos entre los compañeros de Pedrarias : seiscientos hombres perecieron en un mes. Los que retuvieron su vigor estaban constantemente empleados en adquirir oro y echar contribuciones, 26 NOTICIA HISTORICA hasta que todo el territorio desde el istmo al lago Ni- caragua quedó desolado. A resultas de las diferentes representaciones hechas á Fernando sobre este asunto, Baiboa fué nombrado Adelantado de los paises sobre el mar Pacífico; sin darle, no ostante, compensacion al- guna por la injusticia que se le habia hecho. Por este tiempo las disensiones en esta pequeña colonia fueron tan numerosas, que se calculaba que cada uno de los colonos estaba siguiendo cuarenta pleitos á la vez. En 1516 terminaron al parecer las diferencias entre Pedro Artas y Balboa por el casamiento de éste con una hija de aquel: en el tiempo que intermedió en esta compo- sicion ocurrieron varios encuentros con los indios y se hicieron algunas visitas al mar del sur con el objeto de buscar perlas. La llegada de seiscientos españoles de Cuba, con otros refuerzos, facilitó á los dos el llevar adelante con vigor sucesivas empresas, de las cuales volvieron al istmo cargados de oro, perlas y esclavos. El obispo del Darien intervino en favor de estos, y pro- hibió su esportacion denunciándola como ilegal. Esta oposicion produjo muchas desavenencias y riñas en la colonia. Gaspar de Morales y Francisco Pizarro se distinguieron particularmente en las escursiones que acaban de referirse. En 151% consiguió Balboa aca- bar cuatro pequeños bergantines en las islas de la Perla: en ellos se proponia hacerse á la vela con trescientos hombres ácia el Perú, y comunicó por escrito su inten- cion á Pedro Arias. Sus mensageros burlaron la con- fianza que habia puesto en ellos, y traidoramente insi- nuaron al gobernador multitud de cosas en perjuicio de Balboa. Los celos y la rabia se apoderaron de Pedro Arias. Envió un despacho á Balboa solicitando su presencia en Acla, bajo el pretesto de darle algunas instrucciones necesarias en cuanto á su viaje; y en se- guida, para compelerlo á que viniese, envió una órden á4 Francisco Pizarro para arrestarlo, y una fuerza ar- mada para apoderarse de él donde quiera que lo encon- traran. Balboa, al recibir la carta de Pedrarias, dejó DE HERNAN CORTES. 21 , la isla de la Tortuga, y marchando á Acla encontró á Pizarro que iba en su comision y se presentó á él con arrojo y confianza. Halló á Pedrarias implacable con- tra él. El mandato del rey á éste ordenando tratase con respeto á su rival y lo asistiese en sus empresas; sus celos y envidia de los talentos superiores de Balboa; y su temor de verse eclipsado por él, en poder, fama € influencia, junto con el recuerdo de sus pasadas discor- dias habian cambiado en completa furia la aversion del gobernador ácia Balboa. Este fué arrestado y su- mariado por desleal al rey é intencion de rebelarse contra el gobernador. Estos cargos eran tan absurdos, que el licenciado Espinosa reusó dar la sentencia sin órden escrita de Pedrarias. Esta órden llegó al mo- mento; y á despecho de la intercesion de toda la colo- nia, Balboa fué degollado públicamente como traidor. Pedrarias, protejido por Fonseca en la corte, continuó en el mando, y obtuvo licencia para remover la colonia á Panamá. Miéntras pasaban estos acontecimientos en el istmo, ocurrian en la Española otros de no menor importan- cia, por su conexion con el progreso del descubrimiento. Don Diego Colon habia encontrado con muchas difi- cultades y oposicion en su administracion. Fué vejado con los nombramientos que se hicieron, por los cua- les se asignaban territorios é islas á otras personas, sin respetar sus reclamos como virey, segun el conve- nio con su padre, y en virtud del decreto de la corte á que habia referido sus derechos. Se habia visto imposibilitado de mejorar la condicion de los indios que quedaban en las islas, y fué compelido por necesidad á sufrir que el sistema de repartimientos continuase sin modificacion. Se le privó de su prerogativa de distri- buir los esclavos, confiriéndola á Rodrigo Alburquer- que. Se formó una faccion contra él y sus medidas, á la cabeza de la cual estaba Miguel Pasamonte, el te- sorero del rey. A consecuencia de los falsos informes de esta faccion, se estableció en Santo-Domingo en el 28 NOTICIA HISTORICA año 1510 un tribunal, llamado la Real Audiencia, al cual se concedia la apelacion en todas las causas de la sentencia del almirante. Ni aun la reduccion de Cuba, no ostante lo agradable que fué al rey la noticia, indujo á éste á adoptar una política mas liberal ácia el gober- nador. En 1512 don Bartolomé Colon, quien todavia conservaba el empleo nominal de adelantado, fué envia- do con instrucciones dirijidas á minorar el trabajo de los indios, y para que se procurasen esclavos negros de Guinea para ayudarlos. En estas circunstancias don Diego pidió y obtuvo permiso para pasar á la corte, y dejó la Española en abril de 1515, quedando en ella el adelantado y la vireina, como la llamaban en la isla. Fué recibido con mucho aparato y respeto; pero en breve se vió otra vez envuelto en pleitos sobre sus dis- putados derechos á la parte de ganancia que le perte- necia por las provincias descubiertas por su padre en su cuarto viaje; en el cual habia costeado, como ya se ha dicho, la region á que se dió el nombre de Castilla del Oro. Su tio el adelantado murió poco despues de su partida de Santo-Domingo. , En el mes de octubre de 1515 salió de España Juan Diaz de Solis mandando una pequeña espedicion com- puesta de dos buques. Esta empresa fué costeada por Fernando, escitado por el casual descubrimiento de los portugueses; y creyendo, fundado en la autoridad de los geógrafos de aquel dia, que navegando al oeste se podria llegar mas pronto á las islas Molucas y de la Especeria. Elesperimentado navegante que conducia la espedicion dirijió su curso á lo largo de la costa de la América meridional, con algunas variaciones de rumbo desde el norte de la línea hasta que llegó y entró en la boca del gran rio de La Plata, el que al principio supuso ser un estrecho que salia al oceano Índico. Su- bió por el rio, y fué muerto con algunos de su tripula- cion por los naturales del pais á corta distancia del pa- rage donde desembarcó. Fué, dice Herrera, mas fa- moso piloto que capitan. Sus buques volvieron á Es- DE HERNAN CORTES. 29 paña; sin haber hecho ningun otro descubrimiento. Las crónicas de aquel tiempo presentan á esta sazon un asunto altamente interesante y curioso en que ejer- citar el discurso. Hacemos alusion á los ineficaces y erróneos esfuerzos de Bartolomé de Las-Casas (religioso dominicano que acompañó á Colon en su segundo viaje) en favor de los indios. Sin embargo, nada tenemos que decir sobre esto en este lugar. Miéntras que Las-Ca- sas estaba abogando en España, como él suponia, la causa de los aborígenes, en 1516, murió el rey Fer- nando, y su nieto Cárlos de Austria heredó sus domi- nios. La política de Fernando ha sido censurada de ruin; y en efecto tal fué. Pero su reinado fué señalado por algunos de los acontecimientos mas ilustres que la historia nos recuerda, y que se efectuaron bajo sus auspicios. En sus negocios domésticos ninguna falta se le atribuye; y si bien no fué digno de Isabel como su esposa, la decencia y respeto con que la distinguia es una prueba clara de que apreciaba debidamente sus virtudes y valor. En cuanto á sus celos ácia los que conquistaron paises estrangeros, ó los gobernaron en sul nombre, la historia ha demostrado siempre que los sentimientos de una madre patria para con sus colonias no son los de una madre, sino los de una madrasta ; y el suceso ha demostrado uniformemente hasta ahora que aquellos celas primeros no eran sin fundamento. La rama caerá desde el momento en que el árbol no pueda soportar su peso. La gratitud no es hereditaria ; y las colonias no consentiran por mucho tiempo el verse car- adas de contribuciones ó impuestos para beneficio del uo, para ellas, es un pais estrangero. Toda la filosofia de este asunto está comprendida en el simple %s avdgóre repuxórs de Xenofonte. Tal ha sido la esperiencia de lo pasado; y, si se nos pagase por profetizar, vaticina= riamos que tal será la de lo futuro. El cardenal Ximenez, que mandaba como regente despues de la muerte de Fernando y ántes de la Megada de Cárlos V., dió oidos á la solicitud de Las- E 3411) NOTICIA HISTORICA Casas, y envió á Santo-Domingo una diputacion compuesta de tres frailes, un abogado y el men- cionado Las-Casas, con ilimitados poderes, tanto para remediar la condicion de los indios, como para en- tender en la administracion de justicia. Se usó de es- tos poderes con prudencia; y los comisionados se vieron en la necesidad de tolerar males á que no podian apli- car remedio. Las-Casas se volvió á España disgustado. Era un amable entusiasta; y sin embargo, ansiaba por la esclavitud de las naciones de Guinea, para que pu- dieran preservarse vivos un poco de mas tiempo los cuerpos del miserable resto de los indios, y resca- tar algunas de sus almas de las llamas del infierno. Sería traspasar los límites que nos hemos propuesto, el dar una relacion del proyecto de Las-Casas; proyecto que terminó en un atendado infructuoso para colonizar á Cumaná. Por lo tanto, seguiremos sin interrupcion el curso de los sucesos que condujeron á la conquista de Méjico. En 1517 ciento y veinte aventureros, residentes en Cuba, que habian estado por dos ó tres años buscando parage á propósito para fijar colonias, elijieron por su capitan un rico hidalgo, llamado Francisco Fernandez de Córdova, determinados á hacer un viaje para descu- brir. Compraron dos buques de considerable porte, y obtuvieron otro á crédito del gobernador Velazquez. La mayor parte de ellos habia servido á las órdenes de Pedro Arias en Darien. Entre ellos iba Bernal Diaz del Castillo, quien, en estilo llano y sin pulir, nos ha dejado una narracion de esta y de las siguientes es- pediciones. Segun él salió el escuadron de Agaruco, pequeño puerto de mar en la costa setentrional de la isla ; pasó el cabo de Sn. Antonio, y en veinte y un dias llegó al cabo de Catoche, que es la punta oriental de la península de Yucatan. Los naturales, á quienes en- contraron mucho mas adelantados en vestidos y arma- mentos que á losotrossalvages que hasta entónces habian visto, ostentando las mayores muestras de amistad los DE HERNAN CORTES. 31 convidaron á que bajasen á tierra. Fueron conducidos de esta manera á una emboscada, que les tenian prepa- rada, y atacados desesperadamente. Habiendo batido á los indios, dejaron la costa, llevándose los prisioneros y algunos ornamentos de oro. Vieron edificios de cal y canto y otras señales que indicaban los progresos he- chos en la civilizacion por aquellos naturales. Córdova siguió su rumbo desde allí al oeste, y llegó 4 Campe- che, y en seguida á un pueblo algunas leguas mas dis- tante, llamado Pontonchan, situado á la desemboca- dura de un rio. Habia en él casas de cal y piedra. y estaba rodeado de campos sembrados de maiz. Los aventureros no pudieron absolutamente comprender una circunstancia, que fué esplicada en adelante. Los naturales de Campeche y Pontonchan, en la imperfecta correspondencia que tuvieron con los españoles, señala- ban frecuentemente al este y pronunciaban la palabra Castillan. Córdova desembarcó todas sus tropas para proveerse de agua fresca. Elsuceso justificó sus rece- los de ser atacado. En efecto, se vió cercado por un inmenso número de guerreros, los que le mataron como cincuenta de los suyos. Los indios continuamente gritaban:—AÁl calachiom, ó—Tirenle al capitan; y aunque éste escapó con vida recibió doce flechazos. El resto de la espedicion se retiró con dificultad á sus bu- ques. Sus heridas eran en estremo penosas ; y solo un soldado habia escapado sin lesion. Se vieron obligados á dejar en tierra las pipas del agua y sufrieron todos los rigores de la sed. Se incomodaron con el piloto Alaminos, quien, persistiendo en su primera creencia, sostenia que esta tierra no era parte de un continente. Navegó ácia la Florida, cuya costa ya habia ántes vi- sitado en su viaje con Ponce de Leon. Aquí consiguie- ron agua, aunque á costa de otro ataque con los natu- rales. HEstenuados de fatiga y de sufrimientos llegaron al puerto de Carenas, ahora la Habana. Córdova mu- rió poco despues. A. pesar de los desastres que acompañaron á este 32 NOTICIA HISTORICA viaje, las relaciones traidas á Cuba de las casas y ri- quezas de los paises visitados y los ornamentos de oro llevados de los saqueados templos fueron un incentivo. irresistible para intentar el salir de nuevo á descubrir. Se alistó otro armamento de cinco buques, dos de los cuales fueron comprados por Velazquez. Dió el mando de esta espedicion á Juan de Grijalva, su pariente, el cual poseia una hacienda en Cuba, y era hombre de esperimentado valor y conducta. Se señaló por punto de reunion el puerto de Matanzas; de donde salió la escuadra en 1518, llevando á su bordo doscientos y cuarenta voluntarios. A los diez dias pasaron el cabo de Sn. Antonio, desde donde fueron llevados por las corrientes á la isla de Cozumel. Alaminos fué tambien el piloto de esta espedicion. ¡Los naturales de la isla huyeron á la llegada de la escuadra, y los aventureros con todos sus esfuerzos no pudieron persuadirlos á que entablasen negociacion alguna con ellos. Siguiendo la ruta tomada por Córdova, efectuaron un desembarco en Potonchan 6 Champoton, perdiendo en la refriega tres soldados y quedando heridos la mitad de los que componian la espedicion. ¡Los indios les salieron al encuentro en grande multitud y los atacaron con es- traordinaria furia; pero huyeron finalmente, llevándose en su compañía todos sus efectos y cuanto habia de va- lor en el pueblo. Despues de haber permanecido aquí cuatro dias, Grijalva prosiguió su viaje ácia el oeste, examinando la costa, hasta que llegó á la boca de un rio, llamado Tabasco por los naturales, y al cual dió su propio nombre. Las casas y aldeas esparcidas á lo largo de la costa fueron transformadas en palacios y ciu- dades por la exagerativa imaginacion de los aventure- ros; y con general consentimiento se dió al pais el nombre de Nueya-España. Los de Tabasco estaban preparados para la resistencia; pero á consecuencia de propuestas amistosas hechas por los intérpretes, se en- tabló un comercio amigable; bien que, tratando al mismo tiempo con desprecio la proposicion que se les DE HERNAN CORTES. 33 hizo de someterse á la autoridad del rey de España. Hicieron presentes de algunos juguetes de oro de no grande valor; pero indicaron al mismo tiempo que este metal se encontraba en abundancia al oeste. Repetian á menudo las palabras Méjico y Culúa, que por entón- ces no fueron entendidas por los españoles. Grijalva pasó en seguida á la provincia, conocida desde aquella época por el nombre de Oajaca; y aquí por la primera vez tuvieron noticia los aventureros, por los signos de los naturales, cuyo idioma no entendian los intérpretes, de un poderoso monarca, llamado Montezuma, ó Mo- teuczoma, y supieron que él era el soberano del pais. Habia recibido aviso de las resultas de la espedicion de Córdova, y parece que por este medio habia sido ins- truido con tiempo de los designios de los invasores. De todos modos él no ignoraba que el oro era el grande objeto de sus solicitudes. Una antigua profecia | habia declarado que unos hombres del este vendrian á con- quistar su pais; y tanto las relaciones que le habian comunicado, como las representaciones pintadas por sus agentes y transmitidas á su corte, habian despertado, sin duda, sus supersticiosos, pero bien fundados temores de que su dinastia estaba en vísperas de concluir. Puede ponerse en cuestion si Montezuma tuvo parte en la resistencia hasta ahora ofrecida á los españoles en la costa de Nueva-España : si se juzga por todo el tenor de su conducta contemporizadora en los acontecimien- tos que se siguieron se puede presumir que no. Las primeras pláticas que sus emisarios tuvieron con los compañeros de Grijalva fueron hechas á la boca de un rio, que éste llamó de Banderas, á causa de las bande- ras blancas tremoladas por dichos emisarios, como en señal de invitacion. Al desembarcar los españoles fue- ron recibidos con los honores tributados á los dioses. Se les presentó incienso y una gran abundancia de las provisiones y frutas propias de aquella rejion. Obtuvie- ron igualmente, en cambio de algunas cuentas de vidrio y otras baratijas europeas, una cantidad de oro igual en 34 NOTICIA. HISTORICA valor á quince mil pesos fuertes. Grijalva fué tratado con el mayor respeto; y con ceremonias, ininteligibles por consecuencia á los indios, tomó posesion del pais, como diputado de Velazquez, y en nombre del rey. Despues de seis dias de descanso siguió mas adelante por la costa y visitó varias islas, en algunas de las cuales se encontraron pruebas evidentes de los crueles y sanguinarios ritos de la religion de los naturales, en los restos de las víctimas humanas que habian sido sa- crificadas en sus templos y al rededor de los altares de sus mal formados dioses. Fácilmente puede concebirse que semejante vista llenaria de horror y desagrado á los aventureros, y los confirmaria en la creencia de su siglo, esto es, que era legal el cautivar y matar á aquellos paganos, por el bien de sus almas. Tal fué la. creencia, y tal fué la práctica, en tiempos mucho mas inmediatos á nosotros, de los modestos y modernos pu- ritanos que colonizaron la Nueva-Inglaterra, en donde no era conocida la costumbre de ofrecer sacrificios humanos; y esta reflexion contendrá la natural indig- nacion de todo hombre sensible al leer las relaciones de las matanzas sucesivas de millares de indios, bajo el pretesto de convertir á los que quedasen vivos. La mala pronunciación de una palabra de los indios ocasionó el que los españoles diesen á una de las islas el nombre de San-Juan-de-Ulúa. Desde aquí des- pachó Grijalva uno de sus oficiales á Velazquez con una relacion de sus descubrimientos. ¿El gobernador, que habia estado todo este tiempo con el mayor desa- sosiego por la suerte de la espedicion, se alegró en es- tremo á la llegada de este mensagero, que era Pedro de Alvarado. Grijalva prosiguió á la provincia de Pánuco; y estando anclado en un rio de ella, vió llegar hasta diez canoas cargadas de indios, los que atacando al buque de menor porte, consiguieron cortar el cable del ancla; pero fueron rechazados con alguna pérdida: ocurrencia que hizo se pusiera á este rio el nombre de Las-Canoas. Grijalva, á quien la suerte no tenia DE HERNAN CORTES. 35 destinado para proseguir este descubrimiento, juzgó en- tónces prudente el volverse á Cuba. Sin embargo, Bernal Diaz dice que este comandante quiso establecer aquí una colonia permanente; pero se opusieron á ello los oficiales de la espedicion, esponiendo como impedi- mentos insuperables á la permanencia, lo avanzado de la estacion y la falta de provisiones. De este viaje, el mas largo y próspero hecho hasta aquella época por aventureros en América, volvió la escuadra en octubre á Santiago. Se supo ahora que Yucatan no era una isla, y que el continente se estendia muchos centenares de millas en una direccion ántes no esplorada. La alegria de Velazquez es indecible. Mantenia la espe- ranza de burlarse impunemente de los derechos de don Diego Colon (como Cortés se burló despues de los suyos); y despachó á Castilla á su capellan Benito Martinez con cartas para su protector el obispo Fon- seca y otros personages de consideracion y poder en la corte, pidiéndoles le consiguieran una comision para procurar oro y hacer establecimientos, en la manera que él creyese mas conveniente, en cualquiera rejion del Nuevo-Mundo. Obtuvo cuanto deseaba, y ademas el empleo de Adelantado de Cuba, cuyo nombramiento le trajo Martinez. Empero, sin aguardar á la vuelta de éste, ya se habia anticipado Velazquez á preparar un poderoso armamento. Antes de que empecemos á hablar de la espedicion de Cortés, para continuarla de una manera no inter- rumpida, nos parece que convendrá hacer en este lugar algunas observaciones, aunque breves, sobre la esten- sion de lo conocido hasta entónces en América y sobre algunos otros particulares. Ya estaban descubiertas todas las islas de las Indias-Occidentales, y se habian visitado las mas importantes de ellas. Los españoles habian pisado por diferentes veces la Tierra-firme, desde la costa de la Florida hasta el grado 35 de lati- tud sur. Los ingleses en el mismo tiempo habian na- vegado desde el Labrador hasta la Florida; v los por- 36 NOTICIA HISTORICA. tugueses habian tocado en la misma rejion, buscando un paso á la India por el nord-oeste. Nada se sabia aun con certidumbre acerca de Méjico, del Perú y de los paises al sur de la latitud mencionada. La cues- tion de—¿ Quienes fueron los primeros pobladores de este continente ?2—; cuestion que ha dado motivoá tan estravagantes y visionarias disputas, se ve contestada con la mayor simplicidad por el arzobispo de Méjico, que publicó las cartas de Cortés en 1770, y de cuya edicion nos hemos valido para la presente. “Es en vano, dice, fatigarse sobre sus ascendientes ; pues de la torre de Babel se estendieron las gentes por todo el mundo; y asi, por el polo ártico no se ha descubierto fin á la tierra en esta América; por lo que hoy es inútil la cuestion de como vinieron por mar, pues por la tierra pudieron venir de las otras partes del mundo; porque ninguno puede asegurar lo contrario, pues por el norte de Nueva-España no se ha hallado el término.” Pro- bablemente el arzobispo anduvo en este asunto mas de la mitad del camino de lo cierto. Las tradiciones de los mejicanos y las de algunas de las tribus de indios del norte prestan muchos datos al buen sentido para ha- cerle concurrir con ellas en asegurar que del nordeste del Asia llegaron á este continente los antecesores de la mayor parte de las naciones que en él se encontra- ron. Al mismo tiempo hay fuertes pruebas de haberse arribado á ámbas de sus divisiones y en diversas épocas desde otros parages del viejo mundo. Y á ménos que el poema de Ercilla no sea una mera criatura de su imaginacion, y la historia del abate Molina mas apó- crifa que la de Herodoto, los muchos puntos que se en- cuentran en la mitologia araucana, conformes con los de la egipcia, nos autorizan á clasificarlos bajo el título - de Coincidencias singulares. Pero el ingenio del hombre no es bastante, al parecer, para aclarar si hubo buques en tiempos antiguos, que estraviados de rumbo, atravesaron completamente el Atlántico, hecho que no escede de lo posible; ó si las islas que forman la Po- DE HERNAN CORTES. Y linesia son los vestigios de alguna poderosa convulsion de la naturaleza. ¡Las tradiciones de los mejicanos, que son los únicos de que ahora tratamos, eran las que brevemente y en sustancia se indican mas abajo. Entretanto es preciso observar que el fundamento de su historia descansa meramente en las relaciones tra- dicionales; porque la mayor parte de las pinturas en lienzos de algodon, en pieles ó pergaminos y en corte- zas de árboles, en que este medio-civilizado pueblo te- nia archivados sus supuestos acontecimientos históricos, fueron destruidas por la autoridad eclesiástica despues de la conquista, bajo el pretesto ó la idea de que eran cosas de magia y diabolismo.* Sin embargo, varios escritores de aquellos dias, tanto mejicanos como espa- ñoles, trasladaron inmediatamente al papel los figura- dos contenidos de las pinturas así destruidas. Estas tradiciones, ilustradas por pinturas, manifiestan que el pais llamado Nueva-España fué antiguamente nom- brado Anahuac, ó Rejion cerca del agua. Este nom- bre fué dado en el principio solo al valle de Méjico; pero despues se estendió á los tefritorios circunvecinos. Las tradiciones de cinco de las naciones que se estable- cieron en este distrito concuerdan en que sus anteceso- res, como ya hemos mencionado, vinieron del norte. Los huesos y reliquias gigantescas encontradas en lu- gares, tenidos por sepulturas, hayan pertenecido ó á hombres ó á animales, nada prueban al presente que merezca consideracion. Por sus anales cronológicos, segun nos los presentan los modernos europeos, consta. que un' pueblo, denominado los toltecas, emigrado de una tierra lejana, llegó al nordeste del valle de Méjico, en el año del Señor, 550. Despues de una peregrina- cion casi dos veces tan larga coma la de los israelitas, -* Las vicisitudes de la guerra llevaron á Inglaterra y Francia algunas de estas pinturas escapadas de la destruccion. En Viena aun existen otras. La lista de tributos, publicada en la edicion original del arzobispo Lorenzana, no ha sido gra- bada para esta obra. Delas Ilustraciones ú la historia de Clavigero se ha sacado una muestra de los geroglíficos mejicanos. E 38 NOTICIA HISTORICA fundaron una ciudad á unas cincuenta millas del sitio que ahora ocupa Méjico. Se hace conmemoracion de esta ciudad, como de la mas antigua de Anahuac, y una de la mas célebres en la historia mejicana. La monarquia de estos toltecas duró por espacio de 384 ; esto es, desde el 667 al 1051 de la era vulgar, en el que la hambre y la peste obligaron á la nacion á dispersarse por el continente. Unos marcharon á Yucatan, otros á Guatemala, y algunos permanecieron en loque habia sido el reino de Tula, esparciéndose sobre todo el valle de Méjico. Los toltecas formaban un pueblo agricul- tor; conocian el arte de fundir y trabajar el oro; y su calendario era tan correcto como lo fué el romano des- pues de su arreglo en tiempo de Julio César. Hasta aquí es un estracto de sus anales. Credat Judeus Appella, ( Como cien años despues de la dispersion de los tol- tecas, los chichimecas, pueblo parte salvage y parte ci- vilizado, gobernado por jefes inmediatos, una nobleza y un soberano, segun el régimen feudal, ó mas bien el patriarcal, dejaron sus domicilios setentrionales y vinie- ron á establecerse en Tenayuca, á seis millas de la ciu- dad de Méjico. Contrajeron alianza con algunos de los restantes toltecas y aprendieron sus artes y ciencias. Pocos años despues, bajaron á Anahuac otras tribus procedentes de paises confinantes con aquellos de donde los chichimecas habian emigrado. ¡La mayor de estas fué la nacion Acolhua, tres príncipes de la cual se ca- saron con tres princesas de los chichimecas. La resi- dencia real estaba indiferentemente en "Tenayuca y en Tezcuco. Todo el reino asumió en breve el nombre de Acolhuacan; bien que muchos de los chichimecas, conservando sus antiguas costumbres salvages, se mez- claron con los otomites, nacion feroz y belicosa, que habitaba ácia el nordoeste, mas allá de las montañas, y que hacia la guerra á los moradores de las llanuras, mas civilizados que ellos. La dinastia de los chichi- mecas duró hasta principios del siglo 15, habiendo go- DE HERNAN CORTES. 39 zado la corona en debida sucesion hasta el sesto mo- narca; despues de lo cual ocuparon dos usurpadores el trono de Acolhuacan. Hubo una sucesion nominal de otros cinco soberanos, con cuyo reinado está mezclada la historia de Méjico y la de la conquista. No parti- cularizarémos las diferentes hordas que se dice haber llegado sucesivamente á Anahuac. Basta con men- cionar los nombres de siete de las principales ramas de la misma familia, que emigraron en épocas diversas de la provincia de Aztlan. Fueron, segun el órden de su llegada, los xoquimilcos, los chalmecas, los tepanecos, los calhuis, los tlahnicos, los tlascaltecas y los mejica- nos ; todos los cuales convienen los historiadores en que pertenecieron á la misma gran familia. Llegaron al valle de Méjico en diferentos periodos : y aprovecharé- mos al presente la oportunidad de hablar sobre la mayor parte de ellos. Los tlascaltecas merecen alguna noti- cla, ántes que bosquejemos el diseño de la historia me- jicana. Este pueblo se fijó primero en la costa oriental del lago de 'Tezcuco, donde se vió obligado á mante- nerse de la caza, por no tener una estension suficiente de tierra para seguir las pacíficas ocupaciones de la agricultura. Sus vecinos tomaron las armas para ar- rojarlos del terreno; pero estos ismaelitas occidentales se defendieron con el valor de la desesperacion. Aun- que victoriosós, conocieron la necesidad de mudar de domicilio; y divididos en dos bandas, la una marchó ácia el setentrion, y la otra ácia el mediodia. Ambas divisiones echaron en su tránsito los cimientos de va- rias ciudades y villas. Sin embargo, la parte mas te- mible y respetable de la nacion quedó aun errando por la vecindad de la laguna, lo que ocasionó guerras, que terminaron en haberse fijado los tlascaltecas como á cuarenta millas al este del lago, bajo una forma republi- cana de gobierno, la que conservaban en tiempo de la INVasion. Por lo que respecta á la historia, los mejicanos son los mas importantes de las siete tribus á que nos hemos 40 NOTICIA HISTORICA contraido ; y seguirémos brevemente á Clavigero en su sinopsis de sus “anales. Se cuenta que con los otros emigraron de Aztlan; pais, cuya localidad es entera- mente apócrifa. Estaba al norte del golío de Califor- nia; de manera, que hay espacio bastante para que la imaginacion se pasee á sus anchas por él. Empezaron su peregrinacion en el año 1160 de la era vulgar, y se dice haber ocasionado y dirijido su jornada pronósticos, agúeros y profecias parecidas exactamente á las que ilustraron el viaje de Eneas á Italia. Puede caber mucha duda en si Eneas encontró y colonizó la Italia ; pero los mejicanos ciertamente se establecieron en Anahuac. No los seguirémos en su ruta, de la cual quedaron trazas en sus monumentos y templos. De Culiacan, en la costa oriental del golfo de California, caminaron las siete tribus juntas por muchos dias con direccion al este. En Chicomoztoc las seis dejaron á los mejicanos, y continuaron su marcha ácia Anahuac. Despues de nueve años de residencia en aquel paraje, los mejicanos, pasando probablemente por Michoacan, llegaron á Tula, en cuyo lugar se refiere haberse sus- citado una desavenencia que los dividió en dos partidos; de cuya siguiente separacion hablarémos en adelante. El curso de su jornada era tortuoso; pero no es de ad- mirar, pues que seguian la senda indicada por la tierra baja. En 1216 de la era vulgar llegaron á Tzumpan- go, en el valle de Méjico, y como veinte millas al norte del lago; en donde se formó una alianza entre una de sus princesas y el hijo del jefe del pais, de cuya union descendieron los reyes de Méjico. Despues de siete años de residencia en Tzumpango los emigrados pasaron á Tizajocan, en donde nació un hijo á su nuevo aliado el príncipe Ithuicatl. Forma- ron otras alianzas en esta rejion; pero la oposicion de un jefe de los chichimecas los obligó en 1245 á refujiar- se en las alturas, dos millas al oeste del asiento de su destinada ciudad. Pasados diez y siete años en este distrito, en una constante guerra con sus salvages ve- DE HERNAN CORTES. 41 cinos, se apoderaron de un grupo de islas en la estre- midad meridional de la laguna de Méjico; y por espa- cio de cincuenta y dos años vivieron aquí en un estado de desnudez y miseria, alimentándose de pescado, aves acuáticas, insectos y raices. Enseguida, bien obligados por la fuerza, ó bien por su propio consentimiento, mar- charon á Colhuacan. y se hicieron en 1314 vasallos de los colhuis, cuyo territorio caia al norte, nordeste y este de la laguna. Al cabo de algunos años se suscitó una guerra entre estos pueblos y los xoquimilcos, sus vecl- nos, que habitaban al lado meridional de la laguna ; en cuya guerra los nuevos súbditos de los colhuis, los me- jicanos, se portaron valerosamente. Pero habiendo celebrado su victoria con sacrificios de sangre humana, hirieron tanto los sentimientos de sus protectores con esta y otras prácticas semejantes, que estos les dieron permiso, ó mas bien órden de separarse de ellos y par- tir. Despues de andar errantes por algun tiempo lle- garon al paraje en que fundaron su ciudad. Encon- traron cierto árbol (el nopal) que crecia en una roca, con una águila posada sobre él; lo que les indujo á dar al pais, y en seguida á la ciudad, el nombre de Tenoch- titlan. Se ha disputado mucho acerca del orígen de la palabra Méjico. Clavigero dice que es derivada del apelativo del Marte de su mitologia, dios tutelar de ellos, y que significa— Lugar de Mexitli, ó de Hutit- ztlopochtli En honor de este dios edificaron un tosco templo, al principio de su establecimiento, el que con- sagraron sacrificando una víctima humana—uno de los colhuis: esto fué en el año 1325. De nuevo se vieron obligados por la necesidad á recurrir á la caza y á la pesca en la laguna; y con el producto de sus labores y el pequeño comercio, ó mas bien cambio que hacian con sus vecinos, se mantuvieron en una miserable con- dicion por trece años. En 1338 su antigua desavenen- cia doméstica, que ántes se indicó, y que ellos no ha- bian olvidado, terminó en una division de la nacion : y una parte se retiró á una isla de la laguna al norte, que 2 NOTICIA HISTORICA. despues se llamó Tlaltelolco, así como á los emigrados se dió tambien en lo sucesivo el nombre de tlaltelolte- cas. Acia el tiempo en que ocurrió esta division, fué dividida la ciudad de Méjico en cuatro partes, dedicada cada una á un dios tutelar. El gobierno fué oligár- quico, Ó manejado por algunos nobles, hasta 1352, en que la falta de un enérgico poder ejecutivo y el ejem- plo de sus vecinos los indujo á establecer una monar- quia. Su primer monarca Acamapichtzin fué elejido, segun parece, por unos veinte jefes, ó nobles : en cuanto á su genealogia todo es confusion entre los historia- dores. Aqui pasamos á hacer una revista rápida de la dinastia mejicana ; pero es preciso que se considere que sus primeros anales, vagos y á menudo ininteligibles como nos han llegado, se refieren á una estension de territorio no mayor que el que poseian los romanos, cuando se domesticaron dentro del recinto de sus siete colinas. El primer rey mejicano, despues de infructuo- sos atentados para enlazarse con las familias de los príncipes circunvecinos, consiguió el casarse con la hija del jefe de Coatlichan, descendiente de uno de los tres príncipes Acolhuis, y cuyo territorio estaba como á setenta millas al oeste de Méjico. Lostlalteloltecas, á imitacion de sus hermanos, y guiados del espíritu de rivalidad, establecieron igualmente una monarquia. Ellos, como tambien los mejicanos de quienes se habian separado, estaban habitando dentro del ter- ritorio del rey de los tepanecos, al que reconocian pagándole un corto tributo. Este monarca, que agre- saba á su título el de rey de Azcapozalco, y cuya ca- pital era Tlacopan, ahora 'Pacuba, á solicitud de los tlalteloltecas les dió por rey uno de sus hijos; y acce- diendo á sus representaciones, aumentó al grado mas oneroso los impuestos y tributos de sus rivales y co- descendientes, los mejicanos. Hasta entónces habian pagado anualmente cierta cantidad del pescado y aves acúaticas que cojian en la laguna y sus inmediaciones; pero ahora se les exijió pagasen doble cantidad de caza Y DE HERNAN CORTES. 43 y pesca, y ademas, se les obligó á contribuir con mu- chos millares de haces de vástagos de sauces y abetos, para plantarlos en los caminos y jardines de Azcapo- zalco, y á traer á la corte del monarca un jardin fio- tante plantado de toda la variedad de las vejetales pro- ducciones de Anahuac. La necesidad forzó á los me- jicanos á cumplir con esta y otras gravosas exacciones que se les aumentaron en lo sucesivo. Pero la imdus- tria ejercitada de esta manera, contribuyó, sin duda, á su futura riqueza é influjo. Esta opresion continuó por cincuenta años. Su primer rey gobernó treinta y siete ; y los límites de su monarquia, durante este tiem- po, se estendian solamente á los de la ciudad, miserable reunion de chozas hechas de junco y barro. Murió en 1389; y los jefes elijieron por sucesor á su hijo Huitzilihuitl. Este rey, segundo de la dinastia, por las súplicas de sus embajadores, obtuvo en casamiento á la hija del rei- nante monarca tepaneco. 'Tezozomoc gobernaba a la sazon en Azcapozalco. Era un jefe astuto, y al pare- cer, de mucha prevision. Su hijo menor Majtlaton, te- miendo sucediese al trono de su padre, hizo asesinar pocos años despues al infante del rey mejicano. Por este tiempo los mejicanos se distinguieron y adquirieron honor y poder, asistiendo, en union de los tepanecos, á sus vecinos los acolhuis en apaciguar la rebelion de un jefe subalterno, que habia escitado á las tribus que moraban al nordeste de la laguna á tomar las armas en su ayuda. Desde este periodo parece que los meji- canos avanzaron rápidamente, fermando alianza com las naciones limítrofes; atendiendo á la agricultura ; y multiplicando el número de sus barcos y jardines flo- tantes sobre la laguna. El rey de Acolhuacan murió ácia el año 1402; y en breve se manifestaron las am- biciosas miras del soberano de Azcapozalco. Atrajo á sus proyectos á los mejicanos y tlalteloltecas; incitó á muchos jefes de los acolhuis á la rebelion; y el resul- tado fué una larga guerra que, despues de algunos 44 NOTICIA HISTORICA años de duracion, fué suspendida por algun tiempo, habiendo pedido hipócritamente la paz el rey de los tepanecos. | En 1409 subió al trono el tercer monarca mejicano, Quimalpopoca, hermano del precedente soberano, á cuya muerte fué elejido por los nobles. A este tiempo la ley de sucesion parece haber sido ó particularmente reconocida, ú originalmente establecida; por la cual, los hermanos del rey difunto se elejian primero, y en caso de que hubiesen muerto, los sobrinos. Los cari- bes de las islas de las Indias-occidentales seguian una regla algo semejante á esta ley, y en su apoyo alega- ban una razon mas natural. Creian á los hijos de las hermanas uterinas de sus jefes capaces de sucederles; porque estaban ciertos de que á lo ménos no se engaña- ban del todo en que preservaban asi la sangre real. El tercer monarca mejicano fué el mas desdichado de la dinastia, ántes de la llegada de los españoles, co- mo lo demostrarán los incidentes de su reinado. El rey de los acolhuis se vió obligado á retirarse, por las in- trigas de su vecino, á las montañas adyacentes, por las que anduvo errante y espuesto varias veces á ser vícti- ma de la miseria y falta de alimento. Por último, fué asesinado en 1410 por los emisarios de su enemigo, de- jando por heredero al principe Nezahualcoyotl, cuya madre era hija del primer rey de Méjico. El rey de los tepanecos, 'Tezozomoc, premió á sus aliados, dando á los mejicanos la ciudad de 'Tezcuco, y á los tlaltelol- tecas la de Huejotla, algunas millas al sur, mas con la condicion de poseerlas en calidad de tributarios suyos. Puso las otras ciudades de Acolhuacan bajo el gobierno de sus oficiales. Sin embargo, los mejicanos recono- cieron los derechos del príncipe hereditario, nieto de su - monarca, y lo favorecieron en cuanto les fué posible. El odio que profesaban á Tezozomoc se aumentó por las nuevas exacciones impuestas sobre ellos y su cog- nada familia los chichimecas. 'Tezozomoc murió en 1422 nombrando por sucesor á su hijo mayor. .No DE HERNAN CORTES. 45 debe olvidarse que su corte distaba solo cuatro millas de Méjico, y que los príncipes se habian habituado á visitarse frecuentemente uno á otro. El ya menciona- do Majtlaton, hijo menor del difunto rey 'Pezozomoc. halló pronto un pretesto para asesinar á su hermano mayor en un banquete; y habiendo conseguido igual. mente hacer prender por la fuerza al rey mejicano en su propia corte, lo encerró en una prision en Azcapo- zalco, despues de haberlo insultado y oprimido en tales términos, que Quimalpopoca estuvo para inmolarse él mismo á sus dioses, segun la costumbre de sus antece- sores. El cautivo monarca fué visitado en su calabozo por su sobrino, el príncipe heredero de los acolhuis, de quien Majtlaton, apellidado el tirano, no juzgó por en- tónces á propósito deshacerse. Por consejo de su tio, el príncipe huyó secretamente del inminente riesgo que le amenazaba; y el tercer monarca de la dinastia me- jicana, abandonado á la soledad de su prision, puso fin á su existencia en 1423, ahorcándose, segun se refiere, con su propia faja. Durante su reinado hubo algunas guerras sobre los confines de sus dominios, que la his- toria no nos recuerda con particularidad. Por órdenes del tirano se empezó úna pesquisa muy activa en bus- ca del príncipe de Acolhuacan, el que repetidas veces se vió casi en las garras de sus perseguidores; hasta, que, por último, se refujió en la pequeña república de Tlascala, en la que fué bien recibido, y en donde en breve se le reunieron varios príncipes, los unos decla- rados enemigos de Majtlaton, y los otros sus tributarios descontentos. Entretanto fué elejido el cuarto rey mejicano por los sufragios de aquellos nobles que gozaban el privile- gro de elejir su soberano. Este fué Itzcoatl, hijo na- tural del primer rey y hermano de los dos precedentes. inmediatamente entabló alianza con el príncipe Neza- hualcoyotl, quien atacó y castigó severamente al pueblo de Tezcuco, la capital de sus hereditarios dominios, por su adhesion al tirano; miéntras que sus aliados redu a 46 NO'T'ICIA HISTÓRICA cian á la sujecion las otras dos ciudades principales. Moteuczoma llhuicacuina, hijo del tercer rey de Mé- jico, general del ejército, y uno de los hombres mas ilustres de sus anales, se presenta ahora en la escena de la accion. No tenemos lugar para el detalle de las pruebas singulares de su valor, y de las ocasiones en que por modo estraño escapó de los peligros á que lo condujo su espíritu emprendedor. Majtlaton no dis- frazó por mas tiempo sus intenciones hostiles contra Méjico, y marchó ácia aquella ciudad; para cuya de- fensa convinieron en unirse las tropas mejicanas con las de Tezcuco. Los mejicanos se alarmaron estraor- dinariamente al saber la próxima contienda : sin em- bargo, Moteuczoma con su intrepidez y elocuencia los escitó á la pelea. El en persona llevó una embajada á Majtlaton; recibió y retornó su desafio; y puso en ór- den las fuerzas de sus compatriotas para el combate. Es probable que por este tiempo estuviesen ya Cons- truidas al ménos dos de las calzadas, á saber: la de Tacuba y la de 'Tepayacac; aunque, sin duda, las me- joraron despues. El penoso trabajo, necesario para hacerlas transitables, manifiesta un estado avanzado en el sistema de gobierno. Los mejicanos, bajo las ór- denes de su valiente general, derrotaron en dos batallas 4 los tepanecos, entraron en su capital y mataron al usurpador Majtlaton. La mayor parte de la nacion se sometió á los vencedores, ahora señores en vez de tri- butarios; y las tierras conquistadas fueron distribuidas entre Moteuczoma y los guerreros que mas se habian distinguido en la accion. El rey mejicano, con un de- bido respeto á la justicia y en prueba de su gratitud por la asistencia que habia recibido, colocó al príncipe Nezahualcoyotl en el trono de sus antepasados, mo- narcas de los chichimecas, y le puso en posesion de Tezcuco. Le asistió igualmente en sofocar la oposi- cion que le hicieron algunos jefes; y los ejércitos alia- dos se separaron, entonando canciones á la victoria y cargados de hotin. Los tlascaltecas hicieron señalados DE HERNAN CORTES. 47 servicios en esta guerra. Empero los ejércitos de los mejicanos y acolhuis no detuvieron aquí la carrera de sus triunfos ; sino que subyugaron en seguida las tribus yecinas, que se alargaban como treinta millas al sud- oeste de Méjico, y las cuales los habian provocado á la lucha. Se nos habia olvidado el mencionar que ántes de dar batalla al tirano, la plebe mejicana, en una asamblea solemne, se comprometió á soste- ner la autoridad de los nobles y del rey elejido por estos, en el caso de que quedasen victoriosos; ser sus tributarios ; trabajar en sus campos ; y seguirlos en sus guerras. Despues del buen éxito de sus armas, el rey mejicano, impulsado por la justicia, Ó por motivos de política, confirió el título de rey de 'Placopan, ó 'Pacuba al nieto de 'Tezozomoc, confiándole el gobierno de parte del pais sujeto á sus predecesores, incluyendo el distrito de Mazahuacan, que se estendia hasta las montañas al nordoeste de la laguna. Se formó entónces una triple alianza entre los tres poderosos príncipes de Méjico, Tacuba y Acolhuacan; obligándose, sin embargo, los dos últimos á ayudar al primero en caso de guerra, v á cederle la parte mayor del botin. Cada uno ha- bia de tener un voto, como elector honorario, en la ratificacion de la eleccion de todo monarca de Méjico; cuya eleccion habia de ser hecha por cuatro de los no- bles mejicanos, que habian de ser reconocidos como re- vestidos con este privilegio. Los mejicanos, por su parte, convinieron en ayudar á sus aliados y tributarios. Aquí llegamos á la primera grande época en la historia de los vastos adelantos de los mejicanos ácia el poder y dominacion. Esta alianza, formada con gran solem- nidad en 1426, permaneció inviolada por un siglo. Durante los diez años restantes del reinado del cuarto rey de Méjico, fueron subyugadas las tribus que mora- ban al sur de la laguna, hasta distancia de treinta ó mas millas, y obligadas á pagarle tributo. Ensu tiem- po se agrandó y mejoró mucho la capital. Se fabri- caron casas de cal y canto, y se erijieron nuevos AS NOTICIA HISTORICA. templos. Sus exequias fueron celebradas con mucha pompa. | de El famoso general mejicano, su sobrino é hijo del se- gundo rey Huitzilibuitl, segun queda referido, fué ele- jido su sucesor con el nombre de Moteuczoma 1”. Este, ántes de coronarse, bien fuese en cumplimiento de una. antigua bárbara costumbre, ó bien con la idea de crear una nueva, marchó á una espedicion militar para pro- curar prisioneros, con cuyo sacrificio poder solemnizar su exaltación al trono. El ataque se dirijió contra los de Chalco, tribu entre la laguna y las montañas al sud- este, siendo el pretesto una ofensa que en tiempos pa- sados habian hecho á los mejicanos. Se hicieron mu- chos prisioneros, y Moteuczoma fué coronado con todas las ceremonias de una pomposa barbarie. El señor de Chalco vengó poco despues la inmolacion de su gente, matando cinco nobles de Méjico y Tezcuco, que caye- ron en sus manos : hizo ademas que sus cuerpos fuesen secados y salados, y los puso en su sala para que sostu- viesen las teas de pino con que era iluminada. A con- secuencia de este ultraje Moteuczoma con sus aliados embistió á Chalco por tierra y por la laguna ; la tomó y la saqueó, y pasó por las armas á su jefe. Se obtuvo en esta guerra una gran cantidad de botin. A poco tiempo de estos sucesos, los tlalteloltecas, cuyos invete- rados celos ácia sus parientes los mejicanos existian in- alterables, sin haber llevado con ellos mas que una clandestina correspondencia, proyectaron ponerse á la cabeza de una conspiracion general para derribar el poder de Moteuczoma. Pero éste se anticipó á sus planes, atacándolos ; los batió, les mató su soberano, y los obligó á aceptar un rey nombrado por él mismo. En los nueve primeros años de su reinado, Moteuczoma estendió sus conquistas á mas de ciento cincuenta mi- llas al sur y sudoeste de su capital, y sujetó á su domi- nio la vasta provincia de Cohuixco. En el año 1446, décimo de su gobierno, reventó la laguna á causa de las muchas lHuvias. é inundó la ciudad de Méjico: mu- DE HERNAN CORTES, 49 echas casas fueron destruidas, y solo en botes podian transitarse las calles. Para impedir igual desastre en lo sucesivo, se emprendió y llevó á efecto una de las obras mas penosas y de mas trabajo. Para contener las aguas, se construyó un dique de nueve millas de largo y once brazas de ancho; compuesto de estacas clavadas en el suelo, formando líneas paralelas, y lle- nando los espacios de tierra y piedras. "odos los alia- dos y tributarios vecinos ayudaron á la obra; y los príncipes dieron el ejemplo á sus vasallos, trabajando como ellos en la construccion. En algunos lugares estaba el agua muy profunda; y faltándoles las máqui- nas necesarias en estos casos, suplió su ingenio esta falta para vencer aquella dificultad. Este dique no fué enteramente bastante á impedir inundaciones parciales; mas sin embargo, fue en estremo útil á la ciudad. Pero una nueva calamidad vino en breve á visitar á Méjico. Cuatro años consecutivos de una sequedad estraordina- ria y heladas intempestivas ocasionaron la ruina total de las cosechas; y en 1452 padeció el pueblo todos los horrores de una hambre cruel. Los magnates abrieron sus propios graneros para socorrer la multitud ; pero el abasto no era adecuado á la necesidad. En tan desas- troso estado, Moteuczoma permitió á sus vasallos el que se vendieran como siervos á las otras naciones. De los infinitos que quisieron valerse de este permiso mu- chos perecieron debilitados en los caminos, y otros ja- mas volvieron ásu patria. La masa del pueblo, á imitacion de sus antepasados, se mantuvo cazando y pescando en la laguna. El año de 1454 una abundante cosecha de maiz, vejetales y frutas les volvió el con- suelo y la comodidad. Esta hambre, como todas las demas dificultades con que el pueblo tuvo que luchar, tendió, por último, á aumentar su grandeza. Fortificó las riendas del gobierno; motivó que se adoptasen me- didas prudentes para acudir al remedio de un mal se- mejante en lo sucesivo; y á una division en dos partes del tributo entre las naciones que lo pagaban, por cuyo 50 NOTICIA HISTORICA medio la capital estaba siempre abastecida de provi- siones, suficientes para atender á cualquier apuro. Con la prosperidad volvió de nuevo el belicoso Moteuczoma al ejercicio de las armas. Sus súbditos habian sido maltratados, sus correos detenidos, y los traficantes ambulantes mejicanos despojados por los pueblos del este y sudeste de su reino: he aquí los pretestos que se ofrecian para la guerra; pretestos, que se abrazaron inmediatamente. En pocos años redujo á la sujecion las principales ciudades de los estensos distritos de Mixtecapan y Mazatlan; llevando sus conquistas por un lado hasta cerca del golfo de Méjico, y por el otro hasta apoximarse á la costa del Pacífico. En 1457 con un poderoso ejército de todos sus confederados y tributarios pasó á hacer la guerra contra el pueblo de Cuetlachtan, ó Catasta, á orillas del golfo. Estos for- maron alianza con las tres belicosas repúblicas de Tlas- cala, Cholula y Huejotzingo, cuyos territorios ocupa- ban un espacio entre ellos y la laguna. Pero la for- tuna se declaró por Moteuczoma. ¡La provincia de Cuetlachtlan fué subyugada; y seis mil prisioneros fue- ron inmolados en la dedicacion de un nuevo templo mejicano, destinado á preservar los huesos de las víctimas. Despues de esta señalada victoria, ce- lebrada en cancion mejicana, Moteuczoma recom- pensó á su aliado el rey de Tlaltelolco dándole la mano de su prima, hermana de los tres monarcas siguientes. Una revolucion, que por este tiempo hizo el pueblo de Chalco, fué castigada con la mas terrible severidad : se les agravó el yugo de la servidumbre, y su distrito fué repartido entre los principales capitanes que mas se habian distinguido en la guerra. Se siguie- ron nuevas conquistas en rápida sucesion. Los domi- nios de Moteuczoma á su muerte, en 1464, se estendian por el este hasta el golfo mejicano ; por el sudeste hasta el centro de Mixtecapan; por el sur ciento cincuenta millas hasta Chilapan; y por el oeste y norte hasta las montañas que cierran el valle. "Denia colocadas guar- DE HERNAN CORTES. 51 niciones en todas las rejiones tributarias. Este rey es celebrado por sus talentos civiles y militares. El cere- monial de su corte estaba arreglado con gran exactitud en todos sus pormenores : su código penal era llevado á efecto rígidamente; edificó muchos templos y estableció huevos ritos, aunque todos manchados con sangre, con- forme á la atroz supersticion del pueblo; y al mismo tiempo que su autoridad era respetada y temida, era amado personalmente con una reverencia que rayaba en idolatría. Sus funerales fueron celebrados con una pompa correspondiente á su dignidad. Ajayacatl, su sucesor, y el sesto de la dinastía, era, como tambien sus dos hermanos, quienes subieron des- pues de él al trono, hijo de "Pezozomoc y de la princesa Matlalatzin, su sobrina, hija de Itzcoatl, el cuarto rey de Méjico. Hizo una espedicion á Tehuantepec, en la costa del Pacífico, cuatrocientas millas al sudoeste de la laguna; cojió muchos prisioneros, y estendió sus con- quistas hasta Coatulco, ciudad marítima. Volvió car- gado de botin y prisioneros, siendo estos sacrificados á su coronacion. Apaciguó rebeliones, y fortificó su po- der dentro de los límites del dominio de sus predeceso- res. En 1469 y 1470 los reyes de Tacuba y Tezcuco, por tan largo tiempo fieles aliados de Méjico, murieron de edad muy avanzada. El último, Nezahuacoyotl, fué uno de los héroes mas afamados de su siglo y pais. Impávido y emprendedor en la guerra; severo é inflexi- ble en la administracion de justicia; benévolo ácia los pobres de su reino, hasta el grado de munífico; de in- genio para las artes útiles y de ornato, y liberal pro- tector de ellas; instruido en cuanto á la religion, y cre- yendo en un solo verdadero Dios, al mismo tiempo que toleraba, por necesidad, las supersticiones de sus vasa- llos; dotado de una rica imaginacion, que empleaba en composiciones poéticas, no en celebrar en bárbaro me- tro los gestos de los guerreros en la batalla, sino en aspirar á la invisible fuente de la existencia, en himnos al Omnipotente, y en elegias sobre la instabilidad de la 52 NOTICIA HISTORICA grandeza humana :—tal es el carácter atribuido al señor de Acolhuacan. La historia de sus romances- cas fortunas en su Juventud, y de su espléndido reinado despues de haber sido restaurado á sus derechos, pa- rece no ser enteramente apócrifa. . El evento mas memorable del reinado del sesto rey de Méjico fué la conquista de los tlalteloltecas, á quienes su antece- sor no pudo ó no quiso reducir á una efectiva depen-' dencia. Hemos mencionado que Moteuczoma 1. les dió un rey que él mismo elijió, y á quien en seguida entregó su prima en matrimonio. Esta desdichada se- ñora era tratada muy mal por su esposo; y participó á los mejicanos una noticia exacta de las conspiraciones que contra ellos fraguaba su marido. Una lucha corta, pero sangrienta, terminó la entera sujecion de los tlal- teloltecas. Su rey fué muerto; su capital hecha un arrabal de Méjico; y se les impuso un pesado tributo. Sus confederados fueron severamente castigados. El sesto monarca mejicano estendió en lo sucesivo los confines de su imperio por el oeste hasta el reino de Michuacan, y subyugó los pueblos al sur de aquel pais. Murió en 1477, dejando muchos hijos, uno de los cuales fué el célebre y desgraciado Moteuczoma ll. Fué sucedido por su hermano mayor 'Tizoc, cuyo reinado fué ménos ilustre que todos los de sus predece- sores. Sin embargo, adelantó sus conquistas ácia el sur durante los cinco años de su administracion. Se dice que acabó envenenado, por un jefe tributario mal- contento. : El octavo rey. hermano de los dos antecedentes, se llamaba Ahuitzotl, quien, como ellos, habia probado sus talentos militares conduciendo los ejércitos del reino y de sus aliados á la victoria. Fué coronado con mucha pompa, despues de concluir el templo mayor; habiendo cojido en el tiempo que intermedió muchos prisioneros, que fueron sacrificados en la ceremonia. El número de estas víctimas, mencionado por los histo- riadores (mas de sesenta mil), es enteramente increible. DE HERNAN CORTES. 3 El rey estuvo empleado en una constante sucesion de guerras y conquistas hasta 1496, en que sus triunfales armas recibieron un severo golpe por la tribu de Atlux- co, cuya ciudad, aunque distante solo unas treinta millas al sudeste de la laguna, preservaba todavia su independencia, del mismo modo que la conservaban aun los de Huejotzingo, pocas millas al norte. En 1498, Méjico fué otra vez inundada, á causa de la ostinacion del rey en querer introducir en la laguna, por un canal, las aguas de un manantial de Coyoacan. En los dos últimos años de su reinado el famoso general mejicano 'Tliltolotl marchó con sus victoriosas armas hasta Goa- temala, á mas de novecientas millas al sudeste de la ca- pital. A la muerte de Ahuitzotl, en 1502, los dominios mejicanos eran ya casi tan estensos como cuando los invadieron los españoles. Moteuczoma 2”. fué elejido su sucesor. Lira hijo del sesto rey*; y se habia distinguido no solo como general de los ejércitos, sino como sacerdote y político. Era de aspecto grave y de mucha dignidad; aristócrata en sus sentimientos, y ademas inclinado á la supersticion. Cuando se le anunció su eleccion, se retiró al templo, declarando que era indigno de tan alto honor. Quizás su repugnancia no fué del todo afectada: tal vez tuvo bastante juicio para conocer la vacilacion de ideas á que parece haber estado sujeta su mente por constitu- cion, y temblaba en su interior al considerar la respon- sabilidad de gobernar un grande imperio, cuyas provin- cias componentes eran tan heterogéneas, y muchos de sus vasallos trabajaban por sacudir el yugo. El rey de Acolhuacan y el pueblo que iba á rejir le dirijieron un discurso congratulándolo; al que no pudo contestar, por haberse conmovido hasta el estremo de derramar lágrimas. Estas lágrimas fueron los vaticinadores de su desgracia. Los atlitecas, que se habian rebelado en / * Lorenzana dice que era hijo de Moteuczoma 1%. Hemosseguido á Clavijero, que adopta la relacion hecha por el mayor número de cronistas. H 34 NOTICIA HISTORICA el último reinado, fueron los vasallos elejidos para pro- veer de víctimas para los bárbaros ritos de su corona- cion. Habiendo ido á atacarlos á su provincia, volvió de esta incursion trayendo muchos prisioneros. Las ceremonias fueron espléndidas, y atrajeron á Méjico á los tlascaltecas del este, y á los de Michoacan del oeste; cuyos pueblos, por órden del nuevo monarca, fueron tratados con magestuosa hospitalidad. Danzas, juegos, representaciones teatrales é iluminaciones tuvieron en una viva alegria la capital por un largo periodo. Llo- vian los tributos de todas las tribus subyugadas; y se desplegaron con profusion las riquezas de la corona y de los nobles. Tal fué el principio de su desdichado reinado. Pero pronto ofendió al pueblo, privando de su destino á aquellos oficiales de su corte, que traian su orígen de la plebe, y á las cuales sus predecesores ha- bian tenido la prudencia de elejir en consideracion á sus méritos y capacidad, sin detenerse en la dignidad de sus linages. Seiscientos príncipes tributarios ó no- bles dejaron los empleos de su palacio: igual á este era el número de las mugeres que mantenia. Su pasion por el otro séxo era estraordinaria; pero indudable- mente se ha hablado de ella con exageracion. Massin anticipar los particulares que el mismo Cortes nos ha dado, ni describir la magnificencia de su real casa, baste decir que el ilimitado lujo y el absoluto poder pro- dujeron en su corazon sus invariables efectos. Aunque de carácter naturalmente amable y benigno, el rigor, la supersticion y la soberbia predominaron en su ad- ministracion. Los tlascaltecas, cuya pequeña y osti- nada república jamas habia pagado tributo á los meji- canos, habian fortificado el circuito de su corto territo- rio con fosos y fuertes. Se apostaron guarniciones me- jicanas al rededor de ellos, y se les prohibió de esta ma- nera el tener con sus vecinos tráfico alguno regular. A consecuencia de las amenazas de los mejicanos, cons- truyeron su famosa muralla de seis millas de largo. Encerrados así dentro de sus inespugnables barreras DE HERNAN CORTES. 5193 ' esperimentaron un gran mal: la falta de sal, que su suelo no producia. En este reinado las pequeñas pro- vincias situadas entre ellos y la laguna, celosas de que preservasen los tlascaltecas una independencia que ellos habian perdido, los atacaron ; pero sus tropas, habiendo sido ahuyentadas y derrotadas, pidieron socorro á Mo- teuczoma. El rey despachó un ejército para auxiliar- los, bajo el mando de su hijo mayor; cuyo ejército fué tambien derrotado por los tlascaltecas con la pérdida de su general. O los mejicanos con todos sus recursos y fuerzas no pudieron subyugar esta democracia, que. á despecho de ellos, existia á la distancia de solo sesenta millas de su capital, Ó, como algunos escritores han supuesto, quisieron permitirles el permanecer enactitud hostil, para tener de este modo los medios de que sus ejércitos practicasen sin cesar la guerra, y obtener víctimas para sus dioses. La primera suposicion parece conmucho la mas probable. En el tiempo que transcurrió entre la accesion de Moteuczoma y el año 1508, hubo algunas rebeliones en las mas remotas provincias; las que se apaciguaron con muchas pérdidas que descora- zonaron á la nacion. Las cosechas se perdieron, y la hambre hizo espatriar á un gran número. Apareció un cometa, que escitó sus supersticiosos terrores; y el rey de Acolhuacan, famoso por su saber y conocimiento en la astrologia, anunció (segun se dice) muy próximas calamidades por la llegada de un pueblo estrangero. Probablemente predijo desgracias; y tam- bien es probable que ya se hubiese oido alguna cosa de los establecimientos de los españoles en el itsmo; como igualmente es muy posible que se hubiesen recibido no- ticias de sus otras espedicionesá la Tierra-firme. Unhe- chicero empleado por Moteuczoma le dió una respuesta no mas favorable que la que le habia dado el astrólogo real. Es tambien muy probable que hubiera algunas predicciones tradicionales alusivas al mismo objeto, pues tal ha sido la costumbre entre todas las naciones; y cuando se presenta algun suceso á que poder apli- 56 NOTICIA HISTORICA carlas, la tradicion toma el carácter de una profecia. Se refiere igualmente una historieta, que es palpable- mente una mera invención de aquel siglo: dicen que en un éstasis que tuvo una hermana de Moteuczoma (la cual se convirtió despues al cristianismo), le fué revelada la venida de los adoradores del verdadero Dios. Se siguieron otros fenómenos. Las torres del gran templo se prendieron fuego y se vieron en el aire varios figuras estrañas. Portentos iguales á estos se recuerdan gravemente por los historiadores del estable- cimiento de Nueva-Inglaterra. Tambien sucedieron en las mas interesantes épocas de la historia romana y judaica, segun sus poetas é historiadores. Un presen- timiento melancólico de males próximos é inminentes se gravó profundamente en el espíritu de Moteuczoma. Sin embargo, sus generales continuaban todavia con buen éxito apaciguando los disturbios de revoltosos tri- butarios; y en 1512 sus dominios fueron estendidos al- gunas leguas ácia el norte. En 1516 murió ó resignó la corona el rey de Acolhuacan, y nacieron disensiones entre sus hijos. Cacamatzin, uno de ellos, subió al trono. 1Ihtiljochitl, el otro, convino en aceptar una gran porcion de las posesiones de su padre, en lugar de aquella dignidad. Mantuvo un ejército en movimiento, y desafió la autoridad del rey de Méjico. Nos detendremos aquí sin llevar adelante este diseño de la dinastia mejicana. Es patente que el imperio estaba lleno de los elementos de la discordia. Dentro de sus límites existian algunos pequeños territorios inde- pendientes que conservaban siempre una actitud hostil. La mayor parte de las provincias tributarias eran te- nidas solo en aparente sujecion á causa del terror de los anteriores castigos y de la proximidad de las guar- niciones mejicanas. Si no hubiera habido desafecto al gobierno de Moteuczoma, y si la resistencia á las ar- mas españolas hubiera sido unánime y de corazon, pa- rece enteramente improbable que el pequeño ejército de Cortes hubiera podido jamas llegar á presentarse á DE HERNAN CORTES. 57 la vista de la capital, á pesar de tener á su favor la disciplina de sus tropas y el popular y supersticioso temor de su llegada. Los escritores mas modernos di- cen que la forma del sistema político mejicano se ase- mejaba al feudal; y al hablar de él, emplean los térmi- nos propios de éste. Pero ciertamente solo se asemeja de un modo vago á las constituciones de los conquista- dores setentrionales; y en cierto respecto era mucho mas parecida á la del imperio romano con sus reinos y provincias independientes. La poblacion del pais era inmensa; pero no intentaremos el calcular á cuanto podia ascender, por ser un punto en que están discordes todas las autoridades. Las naciones que moraban en la vecindad de la laguna eran escesiva- mente procreadoras. El número de hijos que, segun se refiere, tuvieron algunos reyes de sus mugeres y con- cubinas es casi increible. Sin embargo, las clases mas pobres, que constituian la mayoria del pueblo, no po- dian mantener grandes familias. La agricultura de- pendia de la natural fertilidad del clima. No tenian bestias de carga sujetas al yugo. En los oficios ejer- cidos por los artesanos se conocia y practicaba hasta cierto grado la division del trabajo. Los sacerdotes y los principales guerreros eran escojidos de la numerosa progenie de los reyes y del gran cuerpo de la nobleza. No nos corresponde el entrar en un detalle mas prolijo del estado de este pais, para cuya esploracion prepara- ba Velazquez un armamento. El gobernador de Cuba, sin aguardar, como se ha dicho, por el retorno de sus mensageros de España, ha- bia reunido una escuadra de diez buques en adicion á los que habian vuelto con Grijalva ; habiendo empleado veinte mil ducados de su propia bolsa en hacerse con este armamento. Pero se vió envuelto en la mayor perplejidad é incertidumbre para elejir el capitan de esta espedicion; pues necesitaba un hombre, que á los talentos y energia suficiente para dirijir la empresa, reuntese la cualidad de merecerle la opinion de que se 58 NO'FICIA HISTORICA mantendria siempre fiel á su voluntad é intereses.* Sus propios procedimientos le habian enseñado á ser cauto en revestir á otros de poder; y el resultado fué precisa- mente el que habia anticipado y temido. La voz co- mun estaba á favor de Grijalva ; pero como Velazquez permanecia irresoluto, se presentaron muchos competi- dores solicitando el empleo. Se dice que el gobernador ofreció el mando á Baltasar Bermudez, natural de Cuellar, lugar de nacimiento del mismo Velazquez; pero que Bermudez exijió tales condiciones, que oca- sionaron que el gobernador encolerizado lo despidiese. Antonio Velazquez Borrego y Bernardino Velazquez, parientes del gobernador, fueron tambien de los primeros candidatos; pero los soldados y los voluntarios estaban en lo general opuestos al nombramiento de ámbos. En estas circunstancias, Amador de Lares, con- tador real de Cuba, y Andres de Duero, secretario privado del gobernador, le propusieron nombrase á Cortes. Los historiadores nos pintan al contador como hombre de grande sutileza y de mucho talento para los negocios, habiendo ocupado varios destinos de impor- tancia sin saber leer ni escribir. Cortes era su íntimo amigo; y se decia públicamente en aquellos dias que, en virtud de un contrato hecho entre los dos, el conta- dor habia de tener parte en las ganancias de la espedi- cion. Es muy natural el suponer que tanto su inter- cesion como la del secretario fué puramente desintere- sada. Sus representaciones tuvieron buen éxito; y Cortes recibió plenos poderes para hacer descubrimien- tos, traficar con los naturales y obtener oro, como capitan-general de la armada, bajo la dependencia de Velazquez : el documento en que constaban dichos po- deres fué formado y escrito por el mismo «secretario Duero. Es. de advertir que la facultad asumida por el . * El dilema de Velazquez lo esplica muy bien Solis, diciendo que 'estaba tra= tando de buscar un hombre de mucho corazon y poco espíritu. El historiador in- gles Robertson parafrasea esta observacion, como lo hace con páginas enteras de la obra de Solis, sin dar crédito á su original. DE HERNAN CORTES. 39 gobernador para dar este instrumento oficial, no le fué realmente concedida hasta el 13 de noviembre, en que fué firmado un convenio por Fonseca y su agente en Barcelona, cinco dias ántes de hacerse Cortes á la vela. La publicacion del nombramiento, disgustó natural- mente á los amigos y dependientes de los desechados candidatos. Un domingo, yendo Velazquez á la iglesia, acompañado de Cortes, un licenciado bufon, llamado Cerrantes, esclamó encarándose al gobernador : “ Bue- na la has hecho, amigo Diego: presto será menester otra armada para salir á caza de Cortes.” Los parien- tes de Velazquez estaban incesantemente insinuán- dole las dudas y sospechas que debia mantener contra. un hombre, á la vez tan popular y ambicioso; que, se- gun le inculcaban, hacia de la franqueza y liberalidad el velo para cubrir su dol) y codicia; y que solo tenia so- focado su resentimiento por haber sido anteriormente refrenado y puesto en prision, hasta que pudiese tomar entera venganza. Estas insinuaciones iban imprimién- dose diariamente en la mente de Velazquez, y á medida que la salida de la escuadra se acercaba. Entretanto Cortes, asumiendo la pompa perteneciente á su empleo, se presentó con todas las insignias militares propias de su nueva dignidad. Delante de la pueria de su casa enarboló un magnífico estandarte de terciopelo y oro, con el signo de la cruz y las armas reales bordadas so- bre él, y con el moto en latin: “ Hermanos : sigamos la cruz, que con ella venceremos.” "Tuvo muy poca difi- cultad en reunir voluntarios. La fama de su empresa atrajo á su alrededor los hombres mas activos y valien- tes de la isla. Sin embargo, fué necesario que apron- tase una suma considerable para procurar armas, mu- niciones, caballos y provisiones a sus propias espensas, y sus medios eran muy escasos. "Tenia dos mil pesos en: poder de Andres Duero, y tomó prestados cuatro mil mas de dos de sus amigos. El capitan Berna! Diaz menciona que Cortes habia malgastado mucho en man- tener su lujo y apariencia y el de su muger; por cuya xa 60 NOTICIA HISTORICA causa habia disipado la renta de su propiedad. Las dificultades que habia arrostrado por obtener la mano de su señora obraron sin duda en su orgullo, y lo indu- jeron á entrar en gastos imprudentes y no necesarios en su casa. En breve se reunieron á su estandarte en Santiago, trescientos voluntarios. Muchos de estos eran personas adictas al gobernador ; contándose entre ellos á Diego de Ordaz, su primer mayordomo, el cual se dice iba con la especial comision de espiar las ac- ciones de Cortes. El capitan Bernal Diaz, como he- mos indicado anteriormente, con muchos de los prime- ros aventureros que sirvieron á las órdenes de Grijalva, fué tambien á buscar fortuna en esta espedicion. No daremos el catálogo de todos los que se unieron á Cor- tes ántes de su final salida de la isla y que se distin- guieron en lo sucesivo; y solo mencionaremos los nom- bres de Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid y Gonzalo de Sandoval, todos los cuales pertenecen á la historia. Los dos primeros murieron en la conquista ; y el último, que siempre permaneció fiel á Cortes, murió en una edad prematura en Andalucia, miéntras que acompa- ñaba al conquistador á la corte. Estando ya casi con- cluidos los preparativos de Cortes, se aumentó mucho mas la repugnancia del gobernador de confiarle la em- presa. Herrera dice que Velazquez determinó revocar el nombramiento, y comunicó su intencion á su secre- tario y al contador, quienes informaron de ello con tiempo á Cortes; y este salió de noche del puerto sin la ceremonia de despedirse. Esta anecdota, con todos sus adornos, segun nos la recuerda aquel digno y laborioso cronista, es altamente improbable, y la contradice Ber- nal Diaz, testigo de vista. Conforme á su relacion, es cierto que Cortes partió apresuradamente. Dejandoá su muger el encargo de procurar las provisiones que aun faltaban, advirtió á los que se habian alistado que estuviesen á cierta hora abordo de los buques; lo que habiéndose cumplido, pasó con el secretario y el conta- dor á casa de Velazquez á recibir sus últimas órdenes. DE HERNAN CORTES. 61 La siguiente mañana, 18 de noviembre de 1518, se hizo á la vela. El gobernador lo acompañó á su buque, con muestras de amistad. Como la escuadra habia de to- car en varios puertos de la isla, y permanecer en ellos por algun tiempo, no hay duda de que Velazquez pre- firió el posponer todo rompimiento con el caudillo de tantos y tan bravos é impacientes hombres; todos los cuales, á escepcion de sus criaturas, estaban ansiosos por partir. HEscaseaba de energia moral, si no de va- lor ; y la falta de suficiente confianza en sí mismo, cuyo propio conocimiento lo retrajo de emprender en per- sona la gloriosa espedicion en que Cortes se veia ahora. embarcado, lo inducia necesariamente á aborrecer á cualquiera de sus tenientes, cuyo buen éxito debia ha= cer sombra á sus propias pretensiones. Lo que no se atrevió á hacer por sí mismo, meditó hacerlo por dipu- tado; y ya contaba con hacer volver á Cortes á San- tiago en clase de preso, bajo cualquier frívolo pretesto, ántes de que la escuadra saliese de Cuba. Lo que sigue manifiesta cuan absurda era su política. La escuadra á pocos dias llegó á "Trinidad. Cortes tenia algunos particulares amigos en esta ciudad, los que le recibieron cordialmente. Aquí enarboló de nuevo su estandarte, y publicó una proclama convidan- do á los que quisiesen presentarse voluntarios. Se le reunieron muchos caballeros de buen linaje, quienes contribuyeron con provisiones y otras cosas necesarias : ademas se alistaron cien soldados de Trinidad y del E Se > ¿A E pueblo de Santi-Spiritus. Fué dificil conseguir caba- llos, y los que pudieron procurarse fueron comprados á un precio muy subido. El amo de un buque acabado de llegar cargado de provisiones se alistó tambien con Cortes; y éste le compró á crédito el buque y el carga- mento. Los enemigos de Cortes en Santiago continua- ron trabajando sobre la mente de Velazquez, y emplea- ron hasta á un astrólogo loco, llamado Juan Millan, para predecirle la venganza que el capitan-general de la armada tomaria por sus antiguas querellas. Le in- Y 62 NOTICIA HISTÓRICA dicaron que habia un contrato secreto entre Cortes, el secretario y el contador ; é insistieron en que su pre- cipitada salida podia considerarse como una prueba de lo que seria el resultado futuro de la espedicion. Qui- zás Velazquez se alegró de dar oidos á estas hablillas, para tener de este modo pretestos que paliasen lo que deseaba hacer. Sea como fuese, él se decidió, y des- pachó á Trinidad dos personas de su confianza con ór- denes á Francisco Verdugo, su cuñado, alcalde-ma yor de la ciudad, para que depusiese á Cortes del mando de la escuadra y de las tropas, anunciando que habia sido remplazado, y que Vasco Porcallo estaba nombra- do en su lugar. Diego de Ordaz y los inmediatos ami- gos y parientes del gobernador recibieron órdenes pri- vadas alusivas al mismo efecto. Empero Cortes no estaba desprevenido para este golpe. Tenia de su parte un cuerpo escojido y respetable de hombres, de- seosos de servir bajo su comando, y suficientes para imponer á los pocos que fueran adictos á los inte- reses del gobernador, ó que estuvieran inclinados á obedecer su última órden. .No ostante, Cortes quiso valerse primero de su talento para persuadir. En efecto indujo á Ordaz á que hiciese presente al alcalde-mayor cuan peligroso seria el intentar poner en ejecucion por la fuerza el mandato de Velazquez. Verdugo tuvo bastante juicio para cono- cer lo descabellado de semejante medida, aun cuando se hubiera visto inclinado á llevarla á efecto. Así lo comunicó por carta á Velazquez; como lo hicieron igualmente Diego de Ordaz y otros. Cortes tambien le escribió en un estilo político y sumiso, espresándole su adhesion á él y á sus intereses, y su sorpresa por el paso que acababa de dar; suplicándole no prestase oidos á las calumnias de sus enemigos, ni á los dispa- rates de un loco. Uno de los mensageros que habian traido la órden, volvió con las cartas: el otro se quedó y alistó con Cortes. No tenemos razon en suponer que Cortes al tiempo de recibir su nombramiento, in- DE HERNAN CORTES. 63 tentase no permanecer fiel á Velazquez. Pero despues de todos los celos y dudas, tan miserablemente desfigu- radas, acerca de su fidelidad, y este atentado de pri- varlo de toda parte en una empresa en que habia in- vertido toda su propiedad, y en la que habia empeñado su crédito hasta lo sumo, y envuelto á sus amigos y fortunas, no debe suponerse que sintiera mucho escrú- pulo de conciencia en cuanto á los derechos del gober- nador. Cortes dió órdenes para que la escuadra saliese para la Havana. Los herreros de "Prinidad, que ha- bian estado entretanto trabajando incesantemente en forjar puntas de flechas para las ballestas y otros utensilios necesarios, acompañaron tambien la espe- dicion. Pedro de Alvarado, á la cabeza de cincuen- ta hombres, marchó por tierra á la Havana, para tomar allí los caballos y recibir algunos volunta- rios que se esperaban. Juan de Escalante salió para aquel puerto con el buque que mandaba, en direccion norte; y Cortes con la escuadra navegó el rumbo del sur. Alvarado y Escalante llegaron felizmente, como tambien los otros buques de la armada, escepto aquel en que Cortes iba embarcado. Este buque se separó de los demas en la noche del dia de la salida, y desde entónces no lo habian visto. Durante siete dias per- manecieron los aventureros en la mayor ansiedad, te- miendo que el buque descarriado se hubiese perdido en los bajos llamados los Jardines. Se hizo y discutió acaloradamente la proposicion de nombrar un nuevo comandante. Diego de Ordaz sostuvo esta medida con tenacidad, confiado, dicen, en que la eleccion caeria en él á causa de que gozaba de la confianza del goberna- dor. Pero Cortes llegó al octavo dia. En efecto, el bajel, que era uno de los de mas porte, habia encallado en los bajos, y se habia conseguido sacarlo aligerando la carga. El capitan-general y su gente fueron recibi- dos con la mas honrosa distincion y hospitalidad por Pedro Barba, teniente de Velazquez en la Havana. En b4 NOTICIA HISTORICA su casa se alojó Cortes, y delante de su | puerta arboló su estandarte y proclamó su invitacion á los voluntarios. Se le reunieron muchos caballeros y soldados. Viendo que llego de Ordaz habia manifestado síntomas de desafecto á sus intereses, y que su presencia en aquellas circunstancias podia ser peligrosa, lo despachó en uno de los buques á Guanicano, pequeño establecimiento al rededor del cabo San-Antonio, mandándole procurase allí provisiones de galleta y tocino, y aguardase hasta la llegada de la escuadra, ó hasta nueva órden. En seguida hizo sacar á tierra la artilleria y ponerla en buen estado; inspeccionar las armas y equipages. y examinar y cuidar los caballos. Ejercitaba todos los dias á los soldados en el manejo de las armas y en to- das las evoluciones militares, y estableció la mas es- tricta disciplina. El pais de los alrededores de la Havana producia abundancia de algodon, y con él se proveyó á los soldados de unas casacas, trabajadas á manera de acolchados, las que, segun la historia, sir- vieron de una defensa mas efectiva contra las flechas de los indios, que la armadura ordinaria. Estando para concluirse estos preparativos, un mensagero, lla- mado Garnica, llegó á la Havana, con despachos pe- rentorios del gobernador para su teniente Pedro Barba, mandándole arrestase á Cortes, se lo mandase á San- tiago con una fuerte guardia, y detuviese la salida de la escuadra hasta su nueva órden. 'Tambien vinieron cartas á Diego de Ordaz y Velazquez de Leon, rogán- doles ayudasen á llevar á efecto la órden cometida á Barba. El primero, como se ha dicho, habia sido en- viado de antemano á Guanicano. Solis, y los que le siguen, se han equivocado en decir que fué envia- do despues. Cortes, al mismo tiempo, si no ántes que el gobernador de la Havana, tuvo noticia del objeto de la mision de Garnica; porque este habia traido cartas de un fraile de la órden de la Merced para el capellan de la espedicion, fray Bartolomé de Olmedo, de la misma. órden; y se supone que el secretario y el contador DE HERNAN CORTES. 65 tampoco perderian la ocasion de informarle con tiempo de lo que pasaba. Cortes comunicó la noticia á sus oficiales y soldados. Se siguió un gran tumulto; y to- dos se prepararon á sostener á su capitan-general á despecho del gobernador y su teniente. Ei mismo Ve- lazquez de Leon se disgustó con el mandato, y se puso á favor de las tropas de Cortes. En medio de la agita- cion, Pedro Barba se presentó á los soldados, y les hizo ver que no tenia intencion de cumplir la órden que ha- bia recibido contra Hernan Cortes. El mensagero fué despachado con documentos iguales á los que en oca- sion semejante se enviaron á Velazquez desde ''rinidad. El teniente aseguraba al gobernador que el atentar el arresto de Cortes solo serviria para ocasionar que la ciudad fuese saqueada y sus habitantes llevados por la escuadra. Cortes escribió como anteriormente espre- sando su afecto á Velazquez, y manifestando el senti- miento de que sus enemigos diesen tan mala interpreta- cion á sus palabras y acciones. Pero es claro, que en adelante ya se consideró absuelto de toda obediencia ácia el caprichoso gobernador. Probablemente dejó á las circunstancias el cuidado de descubrirle el respeto que deberia pagar á los derechos que tenia Velazquez á los buques y propiedad que compró para la empresa con su propio dinero, y á la parte de ganancias en la espedicion, segun el convenio que entre los dos forma- ron; y así lo haremos tambien nosotros. No parecién- dole prudente dilatar por mas tiempo su salida, se hizo á la vela toda la escuadra el dia siguiente, que era el 10 de febrero de 1519, para la isla de Cozumel. El esperimentado Alaminos desempeñaba el primer cargo de piloto de la espedicion, con cuyo empleo habia ya navegado con Córdova y Grijalva. Se celebró una misa solemne ántes de la salida, y San Pedro, á quien Cortes habia invocado siempre en todas sus empresas, fué nombrado por patrono de la armada. Esta consis- tia de once buques; el mayor de cien toneladas; tres de sesenta á ochenta; y el resto de pequeño porte, y 06 NOTICIA HISTORICA segun Herrera, sin cubierta. Abordo de ella iban quinientos y ocho soldados, y ciento nueve entre mari- neros y artesanos. Cada buque llevaba una compañia, bajo las órdenes de un capitan; el cual mandaba el bu- que en la mar, y la compañia en tierra. Solo trece soldados iban armados de arcabuces, y treinta y dos de ballestas : el resto de espadas y lanzas. El tren de ar- tilleria consistia de diez pequeñas piezas de campaña y cuatro falconetes. Habia tambien diez y seis caballos y algunos perros feroces de casta española. Con la es- periencia de las pasadas aventuras de sus compatriotas en el continente, parece enteramente inadecuada esta fuerza para llevar á efecto el fin que se proponian. Si hubieran sabido el poder actual del imperio mejicano, habrian mirado como la mas quijotesca de las empresas la de intentar el subyugarlo. La disparidad entre sus fuerzas y las que podian oponérseles, es infinitamente mayor que la que podemos encontrar en todas las his- torias, considerándolas como han llegado hasta nosotros. Si Carlos XII de Suecia hubiera derribado el trono de los Czares. la aparente desproporcion entre la causa y el efecto no hubiera sido mayor que la presentada en el caso de Cortes y Moteuczoma, pesando imparcial- mente los relativos recursos de cada parte, segun las pruebas que nos ha transmitido la historia. Pedro de Alvarado recibió la órden de seguir con el buque que mandaba á Guanicanico, para unirse á Diego de Ordaz, y esperar con él en el cabo de San- Antonio la llegada del almirante y del resto de la escua- dra. La noche siguiente á la salida de la espedicion, se levantó una borrasca, que precisó á los buques á separarse. Pedro de Alvarado, soldado fiel y valiente, pero de ninguna inteligencia en la mar, dejó el mando del bajel á su piloto, el que, á pesar de las instruccio- nes de Cortes, dirijió su curso á Cozumel, á donde el buque llegó dos dias ántes que los otros. La compa- ñiia de Alvarado marchó al pueblo de Cozumel, el que encontraron abandonado por los naturales. Prosiguien- DE HERNAN CORTES, 67 do su marcha, vieron á los indios huyendo de ellos; y habiendo entrado en sus habitaciones hallaron algu- nas gallinas y otras provisiones, con idolos, utensilios y toscos ornamentos de oro de pocos quilates. A! vol- ver con este miserable hotin, cojieron dos hombres y una muger, que se habian estraviado de su tribu. Cortes llegó con toda la escuadra, incluso el buque de Diego de Ordaz, con el que se habia juntado en el viaje; y se indignó en estremo no solo de que se hubie- sen desobedecido sus órdenes. sino tambien á causa de la no autorizada incursion hecha en el pais. Mandó po- ner grillos al piloto Camacho, y reprendió pública- mente á Alvarado por su imprudencia y abuso de auto- ridad en lo que habia hecho. Eran sus deseos y polí- tica valerse de medios pacíficos, miéntras que con ellos pudiese obtener su objeto; y ciertamente esta primera desobediencia á sus órdenes habria requerido un cas- . tigo ejemplar, si hubiera sido posible tan al principio de la empresa, y entre aventureros de tanto espiritu, hacer observar la rigorosa y estricta disciplina que re- queria la naturaleza del servicio. Ordenó se restitu- yesen á los indigenas por medio de los cautivos, á quie- nes dió libertad, los efectos que se les habian tomado; é hizo que el intérprete Melchor (un indio apresado en la espedicion de Córdova) les dijese que hicieran volver á sus fugitivos compatriotas, asegurándoles que no se les ofenderia en lo mas leve. Les regaló unas cuentas de vidrio y otras bujerias, y una camisa á cada uno; lo que les agradó tanto, que corrieron al cacigue y consiguieron que él y los habitantes volviesen al pue- blo, entablándose en seguida entre estos y los españo- les el trato y correspondencia mas amigable. Todavia en Cozumel, dió Cortes otra prueba de la clase de dis- ciplina que intentaba poner en práctica, haciendo fue- sen azotados severamente siete marineros cojidos en fragante robando tocino. Aquí pasó revista á todas sus fuerzas. Solis, segun la costumbre de los anti- guos historiadores, hace en esta ocasion un buen dis- 68 NOTICIA HISTORICA curso para Cortes, que tal vez habria producido bueí efecto, si se hubiera pronunciado; pero cuyo estilo di- fiere mucho del que vemos usado por el conquistador en las siguientes cartas. Sin embargo, es un bello discurso. Antes de partir de Cozumel, tuvo Cortes la buena fortuna de adquirir un auxilio de mucho valor. Fué el caso que habiendo oido á los que habian acom- pañdo á Córdova en su espedicion que los indios de Ca- toche, cabo setentrional de Yucatan, hacian frecuente- mente uso de la palabra Castillan, circunstancia que los españoles no pudieron comprender, hizo á aquellos caciques varias preguntas sobre la materia, y fué in- formado por algunos de los naturales, que viajaban con el objeto de comerciar, que habia dos españoles en un lugar como á cuatro leguas de Catoche, á los que habian visto y hablado pocos dias ántes. Cortes des- pachó inmediatamente dos buques ligeros, bien tripu- lados y armados, bajo el mando de Diego de Ordaz, con cartas para sus compatriotas y algunas cuentas de vidrio para pagar su rescate. Los indios que dieron la noticia fueron tambien, y á los dos dias llegaron las cartas á mano de Gerónimo de Aguilar, uno de los dos cautivos. Estaba ordenado de diácono; y hacia ocho años habia naufragado con otros diez y siete compañeros al pasar del Darien á Santo-Domingo. Se embarcaron en el bote; pero fueron arrojados por la corriente á la costa de Yucatan, donde fueron he- chos prisioneros, y algunos de ellos sacrificados. - Las enfermedades v maltrato acabaron con los demas; es- cepto Aguilar y otro, llamado Guerrero, quien habién- dose casado y adoptado las costumbres indianas, reusó dejar su muger é hijos; pero Aguilar recibió alegre- mente á los mensageros, y el indio su ámo aceptó el rescate que se le propuso. Sin embargo, por poco se. malogra su libertad; porque habiendo esperado Ordaz durante ocho dias, segun las órdenes que llevaba, y no habiendo oido ni tenido noticia alguna de los enviados, se volvió á Cozumel, con grande sentimiento de DE HERNAN CORTES. 69 Cortés. Cuando la escuadra volvió al dicho puerto de Cozumel, por causa que mas en adelante se referirá, Aguilar atravesó el golfo en una canoa con los indios mensajeros, y fué recojido abordo. Su complexion y figura estaban tan alterados, y su vestido y maneras eran tan semejantes á las de los naturales, que al prin- cipio no pudieron distinguirlo sus paisanos. Estaba es- cuálido y casi desnudo; pero habia preservado los des- cuartizados y mugrientos restos de un libro de Oracio- nes, que traia atados bajo sus hombros. Fué en lo sucesivo de un servicio esencial y verdaderamente in- dispensable ; pues habiendo aprendido en Yucatan la lengua maya, que era la que se hablaba corriente- mente en aquellos paises, pudo desempeñar por este medio el empleo de intérprete. Miéntras se hallaba en Cozumel, dió Cortes un paso propio para insultar á los naturales, y que á primera vista parece inconsis- tente con su reprension á Alvarado. Asistió con mu- chos de los suyos á una ceremonia religiosa de los in- dios, celebrada en uno de los templos de la isla, deco- rado con horribles y grotescas imágenes. Un anciano sacerdote, subido en lo alto de las gradas del templo, arengaba á los indios. Cortes, despues de algunas breves preguntas á Melchor acerca del objeto del ser- mon, interrumpió las ceremonias, y reconvino amisto- samente á los que oficiaban y á la audiencia por la locura de su idolatría. Su discurso sobre los méritos de su propia creencia, pronunciado por medio de un intérprete y en circunstancias de aquel momento, de- bió haber sido en verdad edificante. Se dice, no os- tante, que los indios replicaron en el espíritu de un razonamiento filosófico, tan profundo al ménos como el de Juan Jacobo Rousseau,—quesus antepasados habian observado siempre aquel ritual religioso, y que habian vivido felices con él — ; añadiendo que si arruinaban sus templos, los dioses de los violados santuarios los olvi- darian ó destruirian. Para manifestarles lo que valian sus dioses, mandó Cortes á su gente que los derribasen K 70 - NOTICIA HISTORICA desde las altas gradas en que los tenian colocados y que los hiciesen pedazos. Se procuraron albañiles in- dios para construir temporalmente una capilla y altar de cal y canto. Se colocaron en él una cruz y una imágen de la Vírgen, y se celebró una misa, la que oyeron los indios con gran decoro y gravedad. Cortes no era hipócrita. Creia en Ja eficacia de los símbolos y sacramentos de su iglesia aun entre los paganos; los cuales solo veian una figura, estraña para ellos, sustituida por otras que les eran familiares. No pode- mos creer, sin injuria de las pruebas históricas y sin cerrar los oidos á las sencillas conclusiones del buen sentido y de la sana razon, que la indignacion del con- quistador á la vista del culto idólatra en templos man- chados con sacrificios humanos, fuese motivada ni asu- mida por fines políticos. 'Toda su política se reducia á conciliarse con los naturales y ganarse su confianza ; procurando inspirarles al mismo tiempo el mas alto concepto de la superioridad en valor y disciplina de los españoles, y de las estraordinarias máquinas de destruccion que estos podian poner en uso contra ellos. Y tal fué la política que constantemente siguió. La repentina y brusca destruecion de los templos é imá- genes fué impolítica sujerida por un puro entusiasmo. Y sin embargo, no hay punto en que la memoria de Hernan Cortes haya sido mas atacada que en este, tanto por escritores de diferentes religiones, como por escritores que á ninguna han pertenecido. En toda su carrera como conquistador fué un perse- verante iconoclastá; y, como se verá por sus cartas, resultaba frecuentemente quese seguia la resistencia de parte de los indios, la que terminaba en derramamien- to de sangre. Por lo tanto, despachemos aquí con la brevedad que creemos puede hacerse, este reproche que se le hace. Elrígido y el liberal católico justificará su celo, ó hará la apologia de él. Cortes era supersti- cioso; pero los mas sabios y los mas grandes de los hombres han padecido el mismo esceso ó debilidad de DE HERNAN CORTES. 1 sentimiento, como quiera ó pueda llamarse. Los piadosos protestantes no deben tirar la primera, ni la última, ni piedra alguna á Cortes; porque se les con- testará con la historia de sus propios hechos, empe- zando desde el monge Cervatus, arrojado vivo á las llamas por Juan Calvino, hasta los pobres indios, ca- zados cual bestias feroces en las ciénagas y pantanos, como hereges pestilentes,—los miserables cuáqueros y baptistas quemados á fuego lento como cismáticos,—y las infelices y dementes viejas ahorcadas y ahogadas como brujas por los ilustrados puritanos que formaron los primeros establecimientos en la Nueva-Inglaterra. Si el filantropo, que sin consideracion á sectas, condu- cido solo por su amor á todo el género humano, se siente dispuesto á censurar á Cortes en este punto, bastará responderle que, segun el cálculo mas modera- do, mil esqueletos de víctimas humanas eran precipi- tados anualmente desde lo alto de las gradas de algu- nos de aquellos templos que el celo de Cortes purificó á sangre y fuego, Ó arrasó hasta los cimientos. De esta manera se economizaron una inmensa multitud de vidas humanas. ¿Léjos de nosotros la idea de em- plear sofistería alguna en estas observaciones. Nues- tro único objeto es atacar con sus propias armas á los varios vituperadores de Cortes. El creyó que su causa era buena; y fuera así ó no, ciertamente intentó hacerla tal, con buen éxito. La escuadra salió de Cozumel á principios de ma:r- ZO; pero se vió obligada á volver por un dia ó dos para reparar algunas averias sufridas por el buque de Juan de Escalante, en que se habia embarcado el cacabi ó cazabe para toda la espedicion. A esta favorable cir- cunstancia, como ya hemos mencionado, debió el diá- cono Aguilar la fortuna de haberse unido á sus compa- triotas. Ocurrieron pocos incidentes en este viaje hasta. Tabasco. El trece de marzo llegó la escuadra á la boca del rio de Grijalva. Solo los buques menores y los bo- tes pudieron subir el rio; y. en ellos siguieron las tropas 72 NOTICIA HISTORICA á la llana y pantanosa orilla, desembarcando como á una legua de la ciudad Las aguas del rio se cubrieron de canoas llenas de indios armados, y un cuerpo nume- roso, estimado en doce mil guerreros, se habia congre- gado en la ciudad de "Tabasco. Sus demostraciones eran hostiles; y á las proposiciones de paz que les hizo Cortes por medio de Aguilar, respondieron amenazando con la muerte á todos los que atentasen aproximarse á su capital. En lo sucesivo se supo que las naciones vecinas los habian tildado de cobardes á causa de la amigable manera en que habian tratado á Grijalva; y que ellos habian reunido en- masa sus fuerzas y las de sus aliados, resueltos á repeler á los visitadores. Cor- tes se dispuso para el combate. Repartió entre los buques la artilleria, arcabuces y ballestas, y mandó á Alonso de Avila que marchase ácia la ciudad con cien hombres por una senda estrecha que guiaba á ella des- de Ja punta de Palmares, nombre que los españoles dieron al primer lugar en que desembarcaron. El cuerpo principal del ejército siguió en los buques á la playa inmediata; y Avila llevaba órdenes de atacar la ciudad por un lado, cuando oyese los primeros tiros de la artilleria, miéntras que Cortes la asaltaba por el otro. 'Todo esto se efectuó la siguiente mañana, des- pues de celebrar la misa. A medida que los buques se acercaban á la playa los iba rodeando una inmensa multitud de canoas cargadas de indios armados, ame- nazando con sus gritos y ademanes, y tocando trompe- tas, bocinas y otros toscos instrumentos bélicos. Cortes les hizo saber de nuevo, y por el medio formal de un notario público, que solo habia venido á abastecerse de agua y leña; y que los hacia responsables de las con- secuencias de cualquiera violencia que intentasen ha- cerle. Los indios por toda contestacion dieron con sus tambores la señal para el ataque; avanzaron á los es- pañoles y disparon sus flechas y lanzas. Los españoles pelearon con el agua á la cintura, y se vieron deteni- slos en su progreso por el mucho lodo que habia en la DE HERNAN CORTES. 13 orilla, en el que Cortes dejó uno de sus zapatos. Al punto que pusieron el pie en tierra firme, hicieron huir al enemigo, el que se retiró al abrigo de una empaliza- da circular. Fueron sucesivamente desalojados de esta y de otras empalizadas y defensas de la ciudad. Avila llegó en poco tiempo, habiendo sido detenido en su,marcha por pantanos y otros ostáculos. Los indios se retiraron en buen órden, haciendo frente al enemigo ; mas al finse vieron obligados á evacuar el último pues- to disputado, que era una plaza enel centro de la ciudad, en la que se hallaban algunos grandes edificios y templos, en que habian reunido sus efectos. Aquí hicieron alto los españoles; y Cortes. tirando de la es- pada, tomó posesion del pais en nombre de su magestad, con una ceremonia de su propia invencion, declarán- dose pronto á defenderlo, con el arma que entónces blandia, contra todos los que negasen este derecho al rey. No habiendo hecho mencion de Velazquez, ni de sus derechos, en este romántico floreo de palabras, los partidarios del gobernador murmuraron en secreto de esta omision. En este ataque fueron heridos catorce españoles: diez y ocho indios quedaron muertos en el campo. Al siguiente dia se echó de ménos al intér- prete Melchor, el que habia desertado la noche anterior, dejando á los españoles el vestido que le habian hecho usar. Se reunió á los indios; y los indujo á perseverar en su oposicion á los invasores, representándoles el pe- queño número á que se reducian. La historia refiere que sus compatriotas lo sacrificaron en venganza de la derrota y mortandad que ocasionó con sus consejos. Cortes envió dos compañias de á cien hombres cada una á reconocer el pais por dos leguas en contorno del punto que ocupaba. Fueron atacados por todos lados por grandes cuerpos de indios, y obligados á retirarse con la pérdida de dos hombres muertos y once heridos. Los que permanecieron en la ciudad fueron al mismo tiempo asaltados con la mayor fiereza; y un prisionero que se hizo aquel dia, informó á Cortes que, por consejo 14 NOTICIA HISTORICA de Melchor, seria atacado incesantemente de dia y de noche. Fué enviado á sus compañeros con proposi- ciones de paz, pero nunca mas volvió. Ademas de los heridos, una porcion de los jóvenes mas activos de la espedicion estaban imposibilitados del servicio, á causa de las enfermedades. Cortes mandó los inválidos abor- do de los buques: hizo se desembarcasen los caballos, y repartiéndolos entre los mas diestros ginetes de sus oficiales y soldados, se puso él en persona, como coman- dante, á la cabeza de este pequeño cuerpo. El 25 de marzo salió de la ciudad la fuerza española, y en las llanuras de Censla, distante como una legua, encontra- ron el ejército indio, tan numeroso, que la vista no al- canzaba á descubrir terreno que él no ocupase, en bue- na disposicion, conforme á su arte militar, y avanzando con gran furia. Diez y siete españoles quedaron heri- dos de los dardos y flechas que los indios arrojaron en su primera carga. Cerraron unos con otros, y pelea- ron mano á mano, cediéndose mútuamente muy poco terreno, durante la batalla. Al momento que se dis- paraba un cañon, levantaban gritos espantosos apretan- do sus densas columnas contra la fila que la bala habia barrido, y tirando tierra al aire para ocultar la pérdida que sufrian. Por último, Cortes, que habia hecho un gran rodeo al efecto, cayó súbitamente con la caballe- ria sobre la retaguardia de losindios. Noaguardando estos semejante ataque, y todo embebecidos en pelear contra los que tenian al frente, en breve fueron com- pletamente derrotados. El pequeño escuadron de ca- balleria rompió el ejército de los indios, y lo atravesó en cuantas direcciones quiso; pues los informes que Melchor les habia dado acerca de esto parece no tuvie- “ron la virtud de hacerlos superiores al terror que natu- ralmente les inspiraba la vista de este estraño animal. En el mismo campo de batalla y bajo unos árboles se dieron gracias á Dios y á la Virgen por la victoria. Despues edificó un pueblo en el mismo sitio, dándole el nombre de Santa-Maria-de-Victoria, en honor del dia, DE HERNAN CORTES. | 75 que era el de Nuestra Señora, y del resultado de la ac- cion. Este pueblo fué abandonado á mediados del úl. timo siglo. Los españoles curaron sus heridas y las de sus caballos, usando por unguento la gordura de los in- dios : solo tuvieron dos muertos en la batalla. Encon- traron en el campo mas de ochocientos de los naturales muertos ó moribundos. Se hicieron cinco prisioneros; dos de ellos al parecer de los principales de la nacion. Cortes los trató con benignidad, y los despachó con presentes de cuentas de vidrio y otras bujerias á sus compatriotas. El resultado fué, que despues de al- guna negociacion, en la que Cortes por política ostentó su enojo, para realzar el valor de la paz que deseaba establecer, los caciques de las inmedia- ciones se le presentaron con muestras de grande hu- mildad. Se acercaron á él con la misma reverencia que lo hacian á sus dioses, quemándole incienso en unos braserillos; trataron de disculparse por la manera hos- til en que lo habian recibido, y le suplicaron se dignase recibirlos en su amistad. 'Prajeron presentes de oro, trabajado en la forma de diferentes animales y objetos, y mantos de algodon y plumas. Pero el presente mas agradable que hicieron, y que los españoles se alegraron mucho al recibir, parece haber sido veinte esclavas. Entre ellas estaba la célebre doña Marina, como fué: llamada despues de su bautismo, 6 Malintzin, como la llamaban los mejicanos. Era natural de Painala, en la provincia mejicana de Coatzacualco. Su padre fué un cacique de los principales; pero habiendo muerto, su madre se casó de segundas nupcias con otro noble tributario, de quien tuvo un hijo. Para que toda la herencia recayese sobre éste, fué vendida la hija á unos mercaderes, procedentes de las cercanias de Ta- basco, y se corrió la palabra de que habia muerto. Fué educada entre los de 'Tabasco, y á poco añadió á su idioma mejicano el conocimiento de la lengua maya, hablada en 'Tabasco y Yucatan. Su vivo entendimien- to la facilitó el aprender en poco tiempo, con la ayuda 16 NOTICIA HISTORICA de Aguilar, lo suficiente de la lengua española para obrar como intérprete. Nos la pintan como una mu- ger hermosa y de mucho espíritu. Durante toda su vida permaneció constante en su fidelidad á los espa- ñoles, y en su afecto personal á Cortes; quien nos re- cuerda los grandes servicios que ella hizo. Alsiguien- te dia fueron bautizadas las veinte esclavas; y des- pues de la ceremonia, Cortes dió una á Po uno de sus capitanes. Doña Marina fué presentada á Alonso Portocarrero. Este partió poco despues á Castilla, y Cortes la retiró á su poder : tuvo un hijo de ella. Hay mucho de novela en su sucesiva historia, en lo cual no nos detendremos. Lo que se ha dicho, y puede men- cionarse en su respectivo lugar acerca de esta inte- resante muger, lo sostiene y afirma Bernal Diaz con la solemnidad del juramento. Cortes permaneció en Ta- “basco cinco dias despues de este bautismo, al que acom- pañaron algunas otras fiestas religiosas. Los caciques reconocieron por su soberano al rey de España, y se les exortó á mantener fielmente la obediencia á este monarca. Obtenido un abasto de provisiones, salió. la escuadra para San-Juan-de-Ulúa la mañana siguiente al domingo de Ramos, y llegó á dicho puerto en la tarde del juéves santo. Como navegaban costeando, los que habian acompañado á Grijalva señalaban á Cortes los rios, montañas y puntas de tierra, á que ha- bian dado magníficos nombres en su primer viaje. Cortes fomentaba este entusiasmo, rogando á Dios le diese tanta fortuna en las armas como al paladin Rol- dan; pues con ella, y soldados como los que mandaba, les aseguró llevaria á feliz término la empresa. Al llegar la escuadra á la vista de San-Juan-de-Ulúa, y pasando el estrecho que separa las islas de la costa, se vieron salir de esta dos grandes canoas ó piraguas,las cuales se fueron aproximando al bajel del almirante, sin dar la menor señal de timidez. Los indios que en ellas venian empezaron á hablar á los españoles en lengua nueva para ellos, y que su intérprete Aguilar no en- DE HERNAN CORTES. eN tendia. Pero este idioma no era nuevo á doña Marina. Hablaban la lengua mejicana ; y pasando ella á Agui- lar en el idioma de Yucatan lo que decian, éste lo ha- cia en español á Cortes ; quien se alegró tanto de poseer este modo circular de conferenciar con los indios, que lo consideró como una visible interposicion de la Pro- videncia. Los indios fueron recibidos abordo, donde manifestaron que eran enviados por el gobernador; criado del gran Moteuczoma, para ver á donde se dirijta la escuadra, y auxiliarla con las provisiones y demas cosas que pudiera necesitar. Lo que refieren los es- -Critores antiguos, esto es, que la venida de la escuadra fué observada por los indios desde las lejanas montañas de Tochtlan y Mictlan, y comunicada á la capital por medio de correos, y que hubo tiempo para que llegase desde la corte al gobernador una órden mandada por Moteuczoma á consecuencia de aquel aviso, es entera- mente increible, á causa de la distancia que separa á los mencionados lugares. Pero de ningun modo es dudable que los gobernadores de Moteuczoma tuviesen instrucciones generales para manejarse en caso de la llegada de los españoles ; la noticia de la cual se habia anticipado é infundido tanto terror. Cortes recibió á los mensageros con la mayor cortesía, les hizo un presente de vidrios y otras baratijas, y les dió de beber vinos eu- ropeos. Les informó de que venia de paz para visitar la gente del pais y traficar con ella por sus produe= ciones; con cuya respuesta volvieron los enviados al gobernador. Al siguiente día se desembarcaron la artil- leria, caballeria é infanteria; se hicieron provisional- mente algunas barracas sobre el arenoso terreno de la costa, y se edificó un altar. En estas faenas los ayu- daron los indios,quienes trajeron hachuelas, con las que cortaron estacas, que clavaban en tierra y formaban chozas con gran destreza y rapidez: particularmente en la que se destinaba para Cortes trabajaron con es- mero. Trajeron igualmente lienzos de algodon para: resguardar del sol á los españoles, y tambien presentes b YE NOTICIA HISTORICA de oro, aves, pan y frutas. informaron á Cortes de que el gobernador vendria en persona á visitarlo ; y se supo por ellos que aquel pais era una reciente adquisicion del imperio mejicano; que el general Teuhtile estaba estendiendo sus conquistas con una fuerza numerosa, miéntras que el gobierno civil estaba confiado á Cuital- pitoc, quien mantenia una grande comitiva de oficiales y criados. Conforme á lo anunciado, el dia de Pascua de Resurreccion, estos nobles, vestidos y adornados se- gun la costumbre del pais, pero ostentando el mayor brillo y magnificencia, visitaron á Cortes. Los seguia una numerosa multitud de criados cargados de provi- siones y con canastillas llenas de presentes. Cortes los recibió con mucha ceremonia, y rodeado de sus princi- pales capitanes. Hicieron varias reverenciás, despues de lo cual Cortes avanzó á recibirlos; y conduciéndo- los con la mayor gravedad á la barraca principal se celebró en ella misa. Mandó á sus intérpretes les di- jesen que este oficio religioso era el preliminar mas ade- cuado para entrar á tratar de sus asuntos, y rogar á la Providencia por el feliz resultado de sus conferencias. Trataremos con la posible brevedad de los aconte- cimientos que tuvieron lugar entre este periodo y aquel en que empieza la narración por el mismo Cortes. Están referidos con pocas variaciones en todas las obras populares. Cortes, despues de celebrada la misa y de haber participado con los embajadores 6 gobernadores de un banquete que les tenia preparado, les informó que venia enviado por un gran rey, cuya corte estaba á mucha distancia mas allá de los mares, y á cuyos vidos habia llegado la fama de su monarca Moteuczo- ma. Que estaba comisionado por él para visitar á Moteuczoma, á quien le era preciso ver, por tener asuntos de importancia que comunicarle. "Teuhtile, al oir esto, se dice que espresó claramente su sorpresa de que Cortes, acabado de llegar á las playas mejicanas, hablase de pasar á ver al lejano y poderoso emperador. Sin embargo, le pidió aceptase un presente de oro, tra- DE HERNAN CORTES. 29 - bajado en diferentes formas, con otros artículos de las mas ricas fábricas del pais; y le dijo que haria que su deseo inmediatamente fuese comunicado á Moteuczo- ma. Una porcion de pintores indios estaban presentes sacando copias de lo que mas les llamaba la atencion en el campo, y segun se refiere, retratos muy parecidos de Cortes y de algunos de sus capitanes. Estas pintu- ras fueron enviadas á Méjico, con algunos presentes que, si bien de poco valor, era lo mejor que Cortes te- nia que ofrecer. Los terrores de Moteuczoma se au- mentaron con las noticias llevadas por sus correos. En la debilidad de su mente trató de desviar á los españo- les de su objeto por medio de ricos presentes, que solo sirvieron para avivar su curiosidad, ambicion y codicia. Estos presentes llegaron al campo español, cuando solo habian transcurrido siete dias de la conferencia de Cor- tes con los gobernadores. Un séquito de cien hombres los traian, y los estendieron en lienzos de algodon á los pies de Cortes, á quien se acercaron los embajadores, saludándole con las mas profundas reverencias, tocando la tierra con sus manos y besándolas, é incensándolo con el humo aromático de sus braserillos. La sustancia de la respuesta de Moteuczoma fué— la provincia de lo llano del valle, ribera de un rio pequeño, ERRE que va por él: y en un cerro muy alto está la casa del Señíor, con la mejor fortaleza que hay en la mitad de España, y mejor cercada de muro, y barbacanas, y cabas : y en lo alto de este cerro terná una poblacion de hasta cinco, ó seis mil vecinos de muy buenas ca- sas, y gente algo mas rica, que no la del valle abajo. Y aquí así mismo fuí muy bien reci- bido, y tambien me dijo este Señor, que era vasallo de Muteczuma : y estuve en este asi- ento tres dias, así por me reparar de los tra- bajos, que en el despoblado la gente pasó, co- mo por esperar cuatro mensajeros de los na- turales de Cempoal, que venian con mígo, que yo desde Catalmi habia embiado á una provincia muy grande que se llama Tascal- teca,] que me dijeron que estaba muy certa de allí, como de verdad pareció : y me habian dicho, que los naturales de esta provincia eran sus amigos de ellos, y muy capitales enemigos de Muteczuma: y que me querian. * Hoy se llama Yjtacamajtitlan. + Tlascala se llama hoy. DE D. FERNANDO CORTES. confederar con ellos, porque eran muchos, y muy fuerte gente: y que confinaba su tierra por todas partes, con la del dicho Muteczu- ma : y que tenian con él muy contínuas guer- ras: y que creia se holgarian con migo, y me favorecerian, si el dicho Muteczuma se quisiese poner en algo con migo. Los cuales dichos mensajeros, en todo el tiempo que yo estuve en el dicho valle, que fueron por todos ocho dias, no vinieron: y yo pregunté á aquellos mensajeros principales de Cempoal, que iban con migo, que como no venian los dichos mensajeros ? Y me dijeron, que debia de ser lejos, y que no podian venir tan pronto. Y yo viendo que se dilataba su venida, y que aquellos principales de Cempoal me certifi- - caban tanto la amistad, y seguridad de los de esta provincia: me partí para allá. Y á la salida del dicho valle, hallé una gran cerca de piedra seca, tan alta como estado y medio, que atravesaba todo el valle de la una sierra á la otra, y tan ancha como veinte ples: y por toda ella un petril de pie, y medio de an- cho, para pelear desde encima: y no mas de una entrada tan ancha como diez pasos, y en esta entrada doblaba la una cerca sobre la otra á manera de Rebelín, tan estrecho como quarenta pasos. De manera que la entrada fuese á vueltas, y no á derechas. Y pregun- 63 64 CARTA DE RELACION tada la causa de aquella cerca, me dijeron. que la tenian porque eran fronteros de aquel- la Provincia de Tascalteca, que* eran ene- migos de Muteczuma, y tenia siempre guerra con ellos. Los naturales de este valle me rogaron, que pues iba á ver á Muteczuma su Señor, que no pasase por la tierra de estos sus enemigos: porque por ventura serian malos. y me harian algun daño : que ellos me lleva- . rian siempre por tierra del dicho Muteczuma, sin salir de ella: y que en ella seria siempre bien recibido. Y los de Cempoal me decian, que no lo hiciese, sino que fuese por allí; que lo que aquellos me decian, era por me apar- tar de la amistad de aquella provincia; y que eran malos, y traidores todos los de Muteczu- ma, y que me llevarian á meter donde no pu- diese salir. Y porque yo de los de Cempoal tenia mas concepto, que de los otros, tomé su consejo, que fué seguir el camino de Tascal- teca, llevando mi gente al mejor recaudo, que yo podia. Y yo con hasta seis de Caballo iba adelante bien media legua, y mas no con pensamiento de lo que despues se me ofreció : pero por descubrir la tierra, para que si algo hubiese, yo lo supiese, y tuviese lugar de con- certar, y apercibir la gente. * Los Tlascaltecas no quisieron pagar tributo á los Mejicanos, por que se revelaron; y gobernaron como república, DE D. FERNANDO CORTES. 65 Y despues de haber andado cuatro leguas, VII. Batalla entre los Tlas- encumbrando un cerro, dos de caballo que caltecas, y los Castellanos. iban delante de mí, vieron ciertos Indios con Embiaa los . Indios embaj- sus plumajes que acostumbran traer en las adores á Cor- tés; y su res- guerras, y con sus espadas, y rodellas: los puesta. Vuel- E . ven engrannu- cuales Indios como vieron los de caballo co- meroá batalla - con loz Castel- menzaron á huir. Y á la sazon llegaba yo, lanos. Salen sas ÁS del aloja- é hice que los llamasen, y que viniesen, y NO miento,y com- hubiesen miedo : y fué mas hacia donde esta- eno, y einca. ban, que serian hasta quinze Indios: y ellos e *% Y- se juntaron, y comenzaron á tirar cuchilla- das, y á dar voces á la otra su gente, que es- taba en un valle, y pelearon con nosotros de tal manera, que nos mataron dos caballos, é hirieron á otros tres, y á dos de caballo. Y en esto salió la otra gente, que serian hasta cuatro, ó cinco mil Indios. Y ya se habian llegado con migo hasta ocho de caballo, sin los muertos, y peleamos con ellos haciendo algunas arremetidas hasta esperar los Españo- les, que con uno de caballo, habia embiado á decir, que anduviesen : y en las vueltas les hi- cimos algun daño, en que matariamos cincu- enta, ó sesenta de ellos, sin que daño alguno recibiesemos, puesto que peleaban con mucho denuedo, y ánimo: pero como todos eramos de caballo, arremetiamos á nuestro salvo, y saliamos asimismo. Y asique sintieron que los nuestros se acercaban, se retiraron, por- que eran pocos, y nos dejaron el campo. Y CARTA DE RELACION despues de se haber ido, vinieron ciertos mensajeros, que dijeron ser de los Señores de la dicha provincia, y con ellos dos de los mensajeros, que yo habia emviado, los cuales dijeron, que los dichos Señores, no sabian nada delo que aquellos habian hecho, que eran comunidades,* y sin su licencia lo habian he- cho: y que á ellos les pesaba, y que me pa- garian los caballos que me habian muerto, y que querian ser mis amigos; y que fuese en hora buena, que seria de ellos bien recibido. Yo les respondí, que selo agradecia, y que los tenia por amigos; y que yo iria como el- los decian. Aquella noche me fué forzado dormir en un arroyo, una legua adelante donde esto acaeció, así por ser tarde, como por que la gente venia cansada. Allí estuve al mejor recaudo que pude, con mis velas, y escuchas así de caballo como de pié, hasta que fué el día que me partí llevando mi de- lantera, y recuage bien concertadas, y mis corredores delante. Y llegando á un pueblo pequeñuelo ya que salia el sel, vinieron los otros dos mensajeros llorando, diciendo, que los habian atado, para los matar, y que ellos se habian escapado aquella noche. Y no dos tiros de piedras de ellos asomó mucha canti- + Otros pueblos tenian su gobierno aristocrático, misto de demo- crátice. DE D. FERNANDO CORTES. dad de Indios muy armados, y con muy gran grita, y comenzaron á pelear con nosotros, tirandonos muchas varas, y flechas. Y yo les comenzé á hacer mis requerimientos en forma, con los lenguas que con migo llevaba por ante escribano. Y cuanto mas me pa- raba á los amonestar, y requerir con la paz, tanto mas priesa nos daban ofendiendonos cuanto ellos podian. Y viendo, que no apro- vechaban requerimientos, ni protestaciones, comenzamos á nos defender como podiamos y así nos llevaron peleando hasta nos meter entre mas de cien mil hombres de pelea, que por todas partes nos tenian cercados, y pele- ámos con ellos, y ellos con nosotros todo el dia, hasta una hora ántes de puesto el sol, que se retrajeron: en que con media docena de tiros de fuego, y con cinco, ó seis escope- tas, y cuarenta ballesteros, y con los trece de caballo, que me quedaron, les hice mucho daño, sin recibir de ellos ninguno mas del trabajo, y cansancio del pelear, y el hambre : Y bien pareció, que Dios* fué el que por no- sotros peleó, pues entre tanta multitud de gente, y tan animosa, y diestra en el pelear, * Dice con grande fundamento, que Dios Señor de las batallas, hizo lo principal conquista, pues se vé hoy, que los Indios hacen mucho daño con las flechas, y matan muchos españolos á caballo, aunque tengan armas de fuego, á lo que se añade, que ántes los Ir- dios eran mas diestros, en el arco, que hoy son, 67 68 VHL Dan otra vez los Españoles so- CARTA DE RELACIÓN y con tantos generos de armas para nos ofen- der,salimos tan libres. Aquella noche me hice fuerte en una torrecilla de sus ídolos, que estaba en un cerrito : y luego siendo de dia, dejé en el Real doscientos hombres, y toda la artillería. Y por ser yo el que acometia, salí á ellos con los de caballo, y cien peones, y cuatroscientos Indios de los que traje de Cempoal, y trescientos de Yztaemestitan. Y ántes que hubiesen lugar de se juntar, les queme cinco, ó seis lugares pequeños de has- ta cien vecinos: y traje cerca de cuatrocien- tas personas entre hombres, y mugeres pre- sos, y me recogí al Real, peleando con ellos, sin que daño ningun me hiciesen. Otro dia en amaneciendo, dan sobre nuestro Real, mas de ciento, y cuarenta y nueve mil hom- bres, que cubrian toda la tierra tan determi- nadamente, que algunos de ellos entraron dentro en él, y anduvieron á cuchilladas con los Españoles; y salímos á ellos : y quiso nu- estro Señor, en tal manera ayudarnos, que en obra de cuatro horas habiamos hecho lugar, para que en nuestro Real no nos ofendiesen, puesto, que todavía hacian algunas arremeti- das. Y así estuvimos peleando hasta que fué tarde, que se retrajeron. Otro dia torné á salir por otra parte, ántes que fuese de dia sin ser sentido de ellos, con DE D. FERNANDO CORTES. 69 los de caballo, y cien peones, y los Indios mis bre los Indios, Ñ y l y emvian los amigos: y les quemé mas de diez pueblos, en señores em- .., bajada de paz. que hubo pueblo de ellos de mas de tres mil Cortés — hace A 6 cortar las ma- casas: y allí pelearon con migo los del pueblo, nos á cincuen- ¿ 4 , ta espias Indi- que otra gente no debia de estár allí. Y co- os, y praden- . cia que usó mo traiamos la bandera de la Cruz,* y pu- ántes que Je pa , le asaltasen, dese ñabamos por nuestra fé, y por servicio de baratandolos Vuestra Sacra Magestad, en su muy Real Puranoo. ventura nos dió Dios tanta victoria, que les matamos mucha gente, sin que los nuestros recibiesen daño. Y poco mas de medio día, ya que la fuerza de la gente se juntaba de todas partes, estabamos en nuestro Real, con la victoria habida. Otro dia siguiente, vini- eron mensajeros de los Señores, diciendo, que ellos querian ser vasallos de Vuestra Alteza, y mis amigos: y que me rogaban, les perdo- nase el yerro pasado. Y trajeronme de co- mer, y ciertas cosas de plumajes, que ellos usan, y tienen en estima. Y yo les respondí. que ellos lo habian hecho mal; pero que yo era contento de ser su amigo, y perdonarles lo que habian hecho. Otro dia siguiente vi- nieron hasta cincuenta Indios, que segun pa- reció, eran hombres de quien se hacia caso entre ellos, diciendo, que nos venian á traer de comer : y comienzan á mirar las entradas, * Una de las banderas que trajo Cortés está en la secretaría de Gobierno : y la otra en S. Francisco de esta ciudad : la primera es una N, Sra, pintada en damasco, y la otra con la Cruz. / 70 CARTA DE RELACION y salidas del Real, y algunas chozuelas, don- de estabamos aposentados. Y los de Cem- poal vinieron á mí, y dijeronme, que mirase, que aquellos eran malos, y que venian á es- piar, y mirar como nos podrian dañar : y que tuviese por cierto, que no venian á otra cosa. Yo hice tomar uno de ellos disimuladamente, que los otros ne lo vieron, y apartéme con él, y con las lenguas, y amedrentéle para que me dijese la verdad. El cual confesó, que Sintengal, que es el capitan general de esta provincia, estaba detras de unos cerros, que estaban frontero del Real, con mucha canti- dad de gente para dar aquella noche sobre nosotros: porque decian, que ya se habian probado de dia con nosotros, que no les apro- vechaba nada; y que querian probar de no- che, porque los suyos no temiesen los cabal- los, ni los tiros, ni las espadas. Y que los habia emviado á ellos, para que viesen nuestro Real, y las partes por donde nos po- drian entrar, y como nos podrian quemar aquellas chozas de paja. Y luego hice tomar otro de los dichos Indios, y le pregunté asi- mismo : y confesó lo que el otro por las mis- mas palabras: y de estos tomé cinco, ó sels, que todos conformaron en sus dichos. Y visto esto, los mandé tomar á todos cincuenta, y cortarles las manos, y los embié, que dijesen DE D. FERNANDO CORTES. á su Señor, que de noche, y de dia, y cada, y cuando él viniese, verian quien eramos. Y yo hice fortalecer mi Real á lo mejor que pude, y poner la gente en las estancias, que me pareció, que convenia : y así estuve sobre aviso, hasta que se puso el sol. Y ya que anochecia, comenzó á bajar la gente de los contrarios por dos valles, y ellos pensaban que venian secretos, para nos cercar, y po- nerse mas cerca de nosotros, para ejecutar su propósito: y como yo estaba tan avisado, ví- los; y parecióme, que dejarlos llegar al Real, que seria mucho daño, porque de no- che, como no viesen lo que de mi parte se les hiciese, llegarian mas sin temor; y tambien porque los españoles no los viendo, algunos tendrian alguna flaqueza en el pelear: y temí que me pusieran fuego. Lo cual, si acaeci- era, fuera tanto daño, que ninguno de noso- tros escapara: y determiné de salirles al en- cuentro con toda la gente de caballo para los esperar, ó desbaratar, en manera que ellos no llegasen. Y así fué, que como nos sintie- ron que ibamos con los caballos á dar sobre ellos, sin ningun detener, ni grita, se metieron por los maizales, de que toda la tierra estaba casi llena, y aliviaron algunos de los mante- nimientos, que traian para estar sobre noso- tros, si de aquella vez del todo nos pudiesen 41 42 CARTA"DE RELACION arrancar: y así se fueron por aquella noche, y quedamos seguros. Despues de pasado es- to, estuve ciertos dias, que no salí de nuestro Real mas del rededor, para defender la en- trada de algunos Indios, que nos venian á gritar, y á hacer algunas escaramuzas. IX. Dejater- Y despues de estar algo descansado, salí cera vez Cor- tés el alojami- una noche, despues de rondada la guarda de ento, dando se anos la prima, con cien peones, y con los Indios y le piden paz. Recelo nuestros amigos, y con los de caballo: y á de los Españo- les, y comolos UNA legua del Real se me cayeron cinco de los caballos, y yeguas que llevaba, que en ninguna manera los pude pasar adelante, é hicelos volver. Y aunque todos los de mi compañía decian, que me tornase, porque era mala señal, todavía seguí mi camino, consl- derando, que Dios es sobre natura: Y ántes que amaneciese dí sobre dos pueblos, en que maté mucha gente. Y no quise quemar las casas, por no ser sentido con los fuegos de las otras poblaciones, que estaban muy juntas. Y ya que amanecia dí en otro pueblo, tan grande, que se ha hallado en él, por visitacion que yo hice hacer, mas de veinte mil casas. Y como los tomé, de sobresalto, salian desar- mados, y las mugeres, y niños desnudos por las calles; y comence á hacerles algun daño. Y viendo que no tenian resistencia, vinieron á mí ciertos principales del dicho pueblo á DE D. FERNANDO CORTES. rogarme, que no les hiciese mas mal, porque ellos querian ser vasallos de Vuestra Alteza, y mis amigos, y que bien veian, que ellos te- nian la culpa en no me haber querido creer; pero que de allí adelante, yo veria, como sl- empre harian lo que yo en nombre de Vues- tra Magestad les mandase, y que serian muy verdaderos vasallos suyos. Y luego vinieron con migo mas de cuatro mil de ellos de paz, y me sacaron fuera á una fuente, muy bien de comer. Y así los dejé pacíficos, y volví á , nuestro Real, donde hallé la gente, que en él habia dejado, harto temorizada, creyendo que se me hubiera ofrecido algun peligro, por lo que la noche ántes habian visto en volver los caballos, y yeguas. Y despues de sabida la victoria, que Dios nos habia querido dar, y como dejaba aquellos pueblos de paz, hubie- ron mucho placer : porque certifico á Vuestra Magestad, que no habia tal de nosotros, que no tuviese mucho temor, por nos ver tan den- tro en la tierra, y entre tanta, y tal gente; y tan sin esperanza de socorro de ninguna par- te. De tal manera, que ya á mis oidos oia decir por los corrillos, y casi pública, que ha- bia sido Pedro Carbonero que los habia me- tido donde nunca podrian salir. Y aun mas oí decir en una choza de ciertos compañeros, estando donde ellos no me veian, que si yo era 14 CARTA DE RELACION loco, y me metia donde nunca podria salir, que no lo fuesen ellos, sino que se volviesen al mar, y que si yo quisiese volver con ellos, bien; y si no, que me dejasen. Y muchas veces fui de esto por muchas veces reque- rido: y yo los animaba, diciendoles, que mirasen que eran vasallos de Vuestra Alteza, y que jamas en los Españoles en ninguna parte hubo falta,* y que estábamos en disposicion de ganar para Vuestra Mages- tad los mayores reinos, y señoríos, que habia en el mundo. Y que demas de hacer lo que como cristianos éramos obligados, en puñar contra los enemigos de nuestra fé: y por ello en el otro mundo ganabamos: la gloria, y en este consiguíamos el mayor prez, y honra que hasta nuestros tiempos ninguna generacion ganó. Y que mirasen, que teniamos á Dios de nuestra parte, y que á él ninguna cosa es imposible, y que lo viesen por las victorias, que habiamos habido, donde tanta gente de los enemigos eran muertos, y de los nuestros ningunos; y les dije otras cosas, que me pare- ció decirles de esta calidad, que con ellas, y con el real favor de Vuestra Alteza, cobraron mucho ánimo, y los atraje á mí propósito, y á hacer lo que yo deseaba, que era dar fin en mi demanda comenzada. * Como Judas Macabeo, y Matatías, querian primero morir pro Lege, € Patria. DE D. FERNANDO CORTES. Otro dia siguiente á hora de las diez, vino á mi Sicutengal el capitan general de esta provincia, con hasta cincuenta personas prin- cipales de ella, y me rogó de su parte, y de la de Magiscatzin,* que es la mas principal persona de toda la provincia, y de otros mu- chos señores de ella, que yo los quisiese ad- mitir al real servicio de Vuestra Alteza, y á mí amistad, y les perdonase los yerros pa- sados, porque ellos no nos conocsan, ni sabian quien eramos : y que ya habian probado todas sus fuerzas, así de dia, como de noche, para escusarse de ser súbditos, ni sujetos á nadie ; por que en ningun tiempo esta provincia lo habia sido, ni tenian ni habian tenido cierto Señor: ántes habian vivido esentos, y por sí de immemorial tiempo acá ; y que siempre se habian defendido contra el gran poder de Muteczuma, y de su padre, y abuelos, que toda la tierra tenian sojuzgada : y á ellos ja- 15 X. Llega Jicotencal á pedir la paz á Cortés, y res- puesta que le dió : y de como era, y siempre habia sido li- bre la repúb- lica de 'TPlas- cala, y provin= cias de su con torno; y por- que no usaban sus Indios sal, ni algodon, mas habian podido traer á sujecion, tenien-. dolos como los tenian cercados por todas par- tes, sin tener lugar para por ninguna de su tierra poder salir : y que no comian salj por- * Gobernador, y General, que era de la repú' lica de Tlascala. + La sal de que usan los Indios la llaman Tequesquit. que es el salitre, que sobre la haz de la tierra se coge hoy para este fin, y para sacar el salitre para la pólvora : el comercio grande de esta sal le tenian los Mejicanos en Yjtapaluca, ó Yjatapalapa, que quiere de- cir pueblos donde se coge saló Yjtatl, y aun hoy tienen este mismo oficio los do Yjtapalapa. 16 CARTA DE RELACION que no la habia en su tierra, ni se la dejaban salir á comprar á otras partes, ni vestian ro- pas de algodon :* porque en su tierra por la frialdad no se criaba, y otras muchas cosas, de que carecian por estar asi encerrados; y que lo sufrian, y habian por bueno, por ser esentos, y no sujetos á nadie; y que con migo que quisieran hacer lo mismo: y para ello co- mo ya decian, habian probado sus fuerzas, y que veian claro, que ni ellas, ni las mañas, que habian podido tener, les aprovechaban ; que querian ántes ser vasallos de Vuestra Alteza, que no morir, é ser destruidas sus casas, y mugeres, é hijos. Yo les satisfice diciendo, que conociesen como ellos tenian la culpa del daño que habian recibido, y que yo me venia á su tierra, creyendo, que venia á tierra de mis amigos, porque los de Cem- poal así me lo habian certificado, que lo eran, y querian ser, y que yo les habia emviado mis mensajeros delante, para les hacer saber como venia, y la voluntad, que de su amistad trala, y que sin me responder, veniendo yo seguro, me habian salido á saltar en el cami- no, y me habian muerto dos caballos, y herido otros; y demas de esto, despues de haber pe- leado con migo, me embiaron sus mensajeros, * El algodon se coge en tierra caliente, y todos los pueblos de las señorías de Tlascala son de temperamento frio, y ventoso por la cercanía del volcan, y sierra. DE D. FERNANDO CORTES. e diciendo, que aquello que se habia hecho, ha- bia sido sin su licencia, y consentimiento, y que ciertas comunidades se habian movido á ello sin les dar parte; pero que ellos se lo habian repreendido, y que querian mi amis- tad. Y yo creyendo ser así, les habia dicho que me placia, y me vernia otro dia segura- mente en sus casas, como en casas de mis amigos, y que así mismo me habian salido al camino, y peleado con migo todo el dia, hasta que la noche sobrevino : no obstante, que por mí habian sido requeridos con la paz, y tra- jeles á la memoria todo lo demas, que contra mi habian hecho, y otras muchas cosas, que por no dar á Vuestra Alteza importunidad dejo. Finalmente, que ellos quedaron, y se ofrecieron por súditos, y vasallos de Vuestra Magestad, y para su real servicio, y ofrecie- ron sus personas, y haciendas ; y así lo hicie- ron, y han hecho hasta hoy, y creo lo harán para siempre, por lo que adelante Vuestra Magestad verá. | Y así estuve sin salir de aquel aposento, y Xi. Ruegan real, que allí tenia seis, Ó siete dias, porque io no me osaba fiar de ellos: puesto que me ro- An isciodad: gaban, que me viniese á una ciudad* grande Zu cito. placa que tenian, donde todos los Señores de esta o provincia residian, y residen, hasta tanto, que *Purdancia, y como se go- * Hoy lNamada Tlascale. 11 18 CARTA DE RELACION bernaba. De todos los Señores me vinieron á rogar, que Magiscatzin, y modo decasti- Me fuese á la ciudad, porque allí seria mejor gar los ladro- nes en ella, y YeCibido, y proveido, de las cosas necesarias, en la provin- . cia de Gnasin- QUe no en el campo. Y porque ellos tenian ra vergienza en que yo estuviese tan mal apo- sentado, pues me tenian por su amigo, y ellos, y yo eramos vasallos de Vuestra Alteza : y por su ruego me vine á la ciudad, que está seis leguas del aposento, y Real, que yo tenia. La cual ciudad es tan grande, y de tanta admiracion, que aunque mucho de lo que de ella podria decir, lo poco que diré creo es casi increible, porque es muy mayor que Granada,* y muy mas fuerte, y de tan buenos edificios, y de muy mucha mas gente, que Granada tenia al tiempo, que se ganó, y muy mejor abastecida de las cosas de la tier- ra, que es de pan, y de aves, y Caza, y pesca- do de los rios, y de otras legumbres, y cosas, que ellos comen muy buenas. Hay en esta ciudad un mercado, en que cuotidianamente todos los dias hay en él de treinta mil ánimas arriba vendiendo, y comprando, sin otros mu- chos mercadillos, quo hay porla ciudad en partes. En este mercado hay todas cuantas cosas así de mantenimiento, como de vestido, y calzado, que ellos tratan, y puede haber. + En las Ruinas, que aun hoy se ven en Tlascala, se conoce, que no es ponderacion: La abundancia de trigo, ó de majz es notoria y eso quiere decir Tlascalli, tierra de pan. DE D. FERNANDO CORTES. Hay joyerías de oro, y plata, y piedras, y de otras joyas de plumage tan bien concertado, como puede ser en todas las plazas, y merca- dos del mundo. Hay mucha loza* de todas maneras, y muy buena, y tal como la mejor de España. Venden mucha leña, y carbon, y yerbas de comer, y medicinales. Hay ca- sas donde laban las cabezas como barberos, y las tapan, hay baños. Finalmente, que entre ellos hay toda manera de buena órden, y po- licía; y es gente de toda razon, y concierto : y tal, que lo mejor de Africa no se le iguala. Es esta provincia de muchos valles llanos, y hermosos, y todos labrados, y sembrados, sin haber en ella cosa vacua: tiene en torno la provincia noventa leguas, y mas; la órden que hasta ahora se ha alcanzado, que la gente de ella tiene en gobernarse, es casi como las señorías de Venecia, y Genova, ó Pisa; por- que no hay señor general de todos. Hay muchos señores, y todos residen en esta ciu- dad, y los pueblos de la tierra son labradores, y son vasallos de estos Señores, y cada uno tiene su tierra por sí: tienen unos mas que otros; y para sus guerras, que han de ordenar, juntanse todos, y todos juntos las ordenan, y conciertan: Creese, que deben de tener alguna * Hoy se hace loza en la Puebla, y es la mas apreciable del remo para el uso comun, y en Guadalajara se fabrican barros tar primorosos, que por especiales se embian 4 España, TO > CARTA DE RELACION manera de justicia para castigar los malos : porque uno de los naturales de esta provincia hurtó cierto oro á un Español, y yo le dije á aquel Magiscacin, que es el mayor señor de todos, é hicieron su pesquisa, y siguieronlo hasta una ciudad, que está cerca de allí, que se dice Churultecal,* y de allí lo trajeron pre- so, y me lo entregaron con el oro, y me dije- ron, que yo lo hiciese castigar: yo les agra- decí la diligencia, que en ello pusieron : y les dije, que pues estaba en su tierra, que ellos lo castigasen, como lo acostumbraban, y que yo no me queria entremeter en castigar á los suyos estando en su tierra; de lo cual me dieron gracias, y lo tomaron, y con pregon público, que manifestaba su delito, le hicieron llevar por aquel gran mercado, y allí le pu- sieron al pie de uno como teatro, que está en medio del dicho mercado,f y encima del teatro subió el pregonero, y en altas voces tornó á decir el delito de aquel, é viendolo todos, le dieron con unas porras en la cabeza, hasta que lo mataron. Y muchos otros ha- bemos visto en prisiones, que dicen, que los tienen por hurtos, y cosas, que han hecho. Hay en esta provincia por visitacion, que yo en ella mandé hacer. quinientos mil vecinos, + Cholula. + Que hoy llaman Tianguiz. DE D. FERNANDO CORTES. | que con otra provincia pequeña, que está jun- to con esta, que se dice* Gmnazincango, que viven á la manera de estos sin señor natural, los cuales no ménos están por vasallos de Vuestra Alteza, que estos de Pascalteca. Estando, muy Católico Señor, en aquel Real, que tenia en el campo, cuando en la guerra de esta provincia estaba, vinieron á mí seis Señores, muy principales vasallos de Muteczuma con hasta doscientos hombres para su servicio, y me dijeron, que venian de parte del dicho Muteczuma á me decir, co- mo el queria ser vasallo de Vuestra Alteza, y mi amigo, y que viese yo, que era lo que queria que él diese por Vuestra Alteza en cada un año de Tributo así de oro, como de plata, y piedras, y esclavos, y ropa de al- sodon, y otros de las que él tenia: y que todo lo daria, con tanto, que yo no fuese á su tier- ra; y que lo hacia, porque era muy esteril, y falta de todos mantenimientos, y que le pesa- ria de que yo padeciese necesidad, y los que con migo venian; y con ellos me embió hasta mil pesos de oro, y otras tantas piezas de ropa de algodon de la que ellos visten. Y estuvi- eron con migo en mucha parte de la guerra hasta el fin de ella, que vieron bien lo que los Españoles podian, y las paces, que con los de * Es Guajozingo. 31 XIT. De los embajadores, y regalo, que Muteczuma embió á Cor- tés, y del pla- cer que tuvo dela discordia de los “Mejica- nos, y Tlascal- tecas. 82 CARTA DE RELACION esta provincia se hicieron, y el ofrecimiento, que al servicio de Vuestra $S. M. los señores, y toda la tierra hicieron, de que segun pare- ció, y ellos mostraban no huvieron mucho placer, porque trabajaron por muchas vias, y formas de me revolver con ellos: diciendo, que no era cierto lo que me decian, ni verda- dera la amistad, que afirmaban, y que lo ha- cian por me asegurar para hacer á su salvo alguna traicion. Los de esta provincia por consiguiente, me decian, y avisaban muchas veces, que no me fiase de aquellos vasallos de Muteczuma, porque eran traidores, y sus cosas siempre las hacian á tricion, y con mañas, y con estas habian sojuzgado toda la tierra; y que me avisaban de ello como ver- daderos amigos, y como personas, que los co- nocian de mucho tiempo acá. Vista la dis- cordia, y desconformidad de los unos, y de los otros, no huvo poco placer, porque me pare- ció hacer mucho á mi propósito, y que podria tener manera de mas aina sojuzgarlos, y que se dijese aquel comun decir de Monte, $c. y aun acordéme de una autoridad evangélica, que dice: Omne Regnum in seipsum divi- sum desolabitur: y con los unos, y con los otros maneaba, y á cada uno en secreto le ag- * radecia el aviso, que me daba, y le daba cré- dito de mas amistad que al otro. qe DE D. FERNANDO CORTES, 83 Despues de haber estado en esta ciudad XII Pro- h y Ll curan los em- veinte dias, y mas, me dijeron aquellos se- bajadores de Pa E a Muteczuma ñores mensajeros de Muteczuma, que siem- O, a . E Jortés vaya á pre estuvieron con migo, que me fuese á una Churultecal, y le manifiestan ciudad, que está seis leguas de esta de 'Pas- la traicion los a de Tlascala. caltecal, que se dice Churultecal,* porque los Llegan otros 4 embajadores naturales de ella eran amigos de Muteczuma de Muteeza- Po a . ma á Cortés, su señor, y que alli sabriamos la voluntad de y como los 1 = 2 1 di6 el dicho Muteczuma, si era que yo fuese á SU amenazas que amenazas que : Cde A les hizo, y co- tierra, y que algunos de ellos irían á hablar o viniedon. mo vinieron á con él, y á decirle lo que yo les habia dicho, >, ¿Ue dos, los $Se- y me volverian con la respuesta. Y aunque Poe dela te- ferida provin- sabian, que allí estaban algunos mensajeros “* suyos para me hablar, yo les dije, que me iria, y que me partiria para un dia cierto, que les señalé. Y sabido por los de esta provincia de Tascaltecal lo que aquellos habian concer- tado con migo, y como yo habia aceptado de me ir con ellos á aquella ciudad, vinieron á mí con mucha pena los señores; y me dijeron, que en ninguna manera fuese, porque me tenian ordenada cierta traicion, para me ma- tar en aquella ciudad á mí, y á los de mi com- pañía, y que para ello habia embiado Mutec- zuma de su tierra (porque alguna parte de ella confina con esta ciudad) cincuenta mil hombres, y que los tenia en guarnicion á dos leguas de la dicha ciudad, segun señalaron, y * Cholula. 84 CARTA DE RELACION que tenian cerrado el camino real, por donde solian ir, y hecho otro nuevo de muchos ojos, y palos agudos, hincados, y encubiertos, para que los caballos cayesen, y se mancasen, y que tenian muchas de las calles tapiadas, y por las azoteas de las casas muchas piedras, para que despues que entrasemos en la ciu- dad, tomarnos seguramente, y aprovecharse de nosotros á su voluntad ; y que si yo queria vér como era verdad lo que ellos me decian, que mirase como los Señores de aquella ciu- dad nunca habian venido á me ver, ni hablar, estando tan cerca de esta, pues habian venido los de* Guasincango, que estaban mas lejos que ellos; y que los embiase á llamar, y veria como no querian venir. Yo les agradecí su aviso, y les rogué, que me diesen ellos perso- nas, que de mi parte los fuesen á llamar: y así me las dieron, é yo les embié á rogar, que viniesen á verme, porque les queria hablar ciertas cosas de parte de Vuestra Alteza, y decirles la causa de mi venida á esta tierra. Los cuales mensajeros fueron, y dijeron mi mensage á los señores de dicha ciudad : y con ellos vinieron dos, ó tres personas, no de mu- cha autoridad, y me dijeron, que ellos venian de parte de aquellos señores, porque ellos no podian venir por estar enfermos, que á ellos * Huajozingo. DE D. FERNANDO CORTES. les dijese lo que queria. Los de esta ciudad me dijeron, que era burla, y que aquellos mensajeros eran hombres de poca suerte: y que en ninguna manera me partiese, sin que los señores de la ciudad viniesen aquí. Yo les hablé á aquellos mensajeros, y les dije, que embajada de tan alto príncipe como Vuestra S. Magestad, que no se habia de dar á tales personas como ellos; y que aun sus señores eran poco para la oir: Por tanto, que dentro de tres dias pareciesen ante mí, á dar la obe- diencia á Vuestra Alteza, y á se ofrecer por sus vasallos, con apercebimiento, que pasado el término, que les daba, si no viniesen, iría sobre ellos, y los destruiría, y procedería con- tra ellos como contra personas rebeldes, y que no se querian someter debajo del dominio de Vuestra Alteza. Y para ello les embié. un mandamiento firmado de mi nombre, y de un escribano, con relacion larga de la Real Persona de Vuestra Sacra Magestad, y de mi venida, diciendoles, como todas estas partes, y otras muy mayores tierras, y señoríos eran de Vuestra Alteza; y que los que quisiesen ser sus vasallos, serian honrados, y favoreci- dos; y por el contrario, los que fuesen rebel- des, serian castigados conforme á justicia. Y otro dia vinieron algunos de los señores de la dicha ciudad, ó casi todos, y me dijeron, que - EZ 85 36 CARTA DE RELACION si ellos no habian venido ántes, la causa era, por que los de esta provincia eran sus enemi- gos, y que no osaban entrar por su tierra, por que no pensaban venir seguros; y que bien creian, que me habian dicho algunas cosas de ellos, que no les diese crédito, por que las de- cian como enemigos, y no porque pasaba así, y que me fuese á su ciudad, y que allí cono- ceria ser falsedad lo que estos me decian, y verdad lo que ellos me certificaban: y que desde entónces se daban, y ofrecian por va- sallos de Vuestra Sacra Magestad, y que lo serian para siempre, y servirian, y contribui- rian en todas las cosas, que de parte de Vu- estra Alteza se les mandase; y así lo asentó un escribano, por las lenguas que yo tenia: y todavía determiné de me- ir con ellos, así por no mostrar flaqueza, como porque, desde allí pensaba hacer mis negocios con Mutec- zuma, porque confina con su tierra, como ya he dicho, y allí usaban venir, y los de allí ir allá, porque en el camino no tenian requesta alguna. xIv. Los Y como los de Tascaltecal vieron mi deter- 'T1 ltecas . S , 5 procuran disu- Minacion, pesóles mucho, y dijeronme muchas a | | A viage por Veces que lo erraba. Pero, que pues ellos se 1 a Cuates Y % habian dado por vasallos de Vuestra Sacra con él cien mil . . - p | Indios, y entra Magestad, y mis amigos, que querian 1 COn con seis mil en naaa migo, y ayudarme en todo lo que se ofreciese. A EtZEIME EE DE.D. FERNANDO CORTES. 34 Y puesto que yo lo Malena, y rogué pS no fuesen, porque no habia necesidad, todavia jeron los de me siguieron hasta cien mil hombres muy MN bien aderezados de guerra, y llegaron con migo hasta dos leguas de la ciudad : y desde alli, por mucha importunidad mia, se volvie- ron, aunque todavía quedaron en mi compa- ñía hasta cinco, ó seis mil de ellos, y dormí en un arroyo, que allí estaba á las dos leguas, por despedir la gente, porque no hiciesen al- gun escándalo en la ciudad, y tambien por- que era ya tarde, y no quise entrar en la ciu- «dlad sobre tarde. Otro dia de mañana salie- ron de la ciudad á me recebir al camino con muchas trompetas,* y atabales, y muchas personas de las que ellos tienen por religiosas en sus Mezquitas, vestidas de las vestiduras que usan, y cantando á su manera como lo hacen en las dichas Mezquitas.+ Y con esta solemnidad nos llevaron hasta entrar en la ciudad, y nos metieron en un aposento muy * Los Edíos hacer de cañas unas trompetas muy sonoras, y de madera unos atabales, que resuenan mucho; y en el pueblo de Cul- huacan he visto uno hueco por dentro, con un palo atravesado en la boca de arriba, y se toca con piedras. + Los templos de los Indios tenian muchas gradas para subir: / otros eran montes hechos 4 mano muy altos. como aun se ve uno en Cholula, dos en San Juan Teutihuacan, que quiere decir, lugar de los Dioses, y en otros pueblos: A los altares, ó adoratorios les lla- maban Cues, que tambien estaban en lugares elevados. El templo grande de Méjico, dedicado á la deidad de Huitzilopoztli, que fué el primer caudillo general de los Mejicanos, era el mas suntuoso de todos. 88 | CARTA DE RELACION bueno, adonde toda la gente de mi compañía se aposentó á su placer. Y allí nos trajeron de comer, aunque no cumplidamente. Y en el camino topamos muchas señales, de las que los naturales de esta provincia nos habian dicho: por que hallamos el camino real cer- rado, y hecho otro, y algunos hoyos aunque no muchos, y algunas calles de la ciudad ta- piadas, y muchas piedras en todas las azoteas. Y con esto nos hicieron estar mas sobre avi- so, y á mayor recaudo. xv. Vue. Allí hallé ciertos mensajeros de Muteczu- vense á Méji- co algunosem- bajadores de É A .. Muteczuma; y go estaban: y a mi no me dijeron cosa alguna, ma, que venian á hablar con los que con mi- descubierta la mas de que venian á saber de aquellos lo que traicion de Churultecal, ó : . Chella son COMIDO habian hecho, y concertado para lo presos sus ¡rá decir á su señor : y así se fueron despues principales, y y . Cortés se apo- de los haber hablado á ellos, y aun el uno de dera de la ciu- A y ' dad. Procu- los que ántes con migo estaban, que era el ran escusarse los prisione- mas principal. En tres dias que allí estude rOS3, y prome- 5 ; ten reducir al ProVeyeron muy mal, y cada dia peor, y muy pueblo á sus , y Z casas; y se pocas veces me venian á ver, ni hablar los describe la” _ add : ciudad. señores, y personas principales de la ciudad. Y estando algo perplejo en esto, á la lengua que yo tengo, que es una India de esta tierra,*? que hube en Putunchan, que es el Rio Gran- de, que ya en la primera relacion á Vuestra * Doña Marína de Viluta (segun Gomara) fué natural de Jalis- co, Nevada cautiva 4 Tabasco, y de familia muy noble. Sl di A DE D. FERNANDO CORTES. Magestad hice memoria, le dijo otra, natural de esta ciudad, como muy cerquita de allí es- taba mucha gente de Muteczuma junta, y que los de la ciudad tenian fuera sus muge- res, é hijos, y toda su ropa, y que habian de dar sobre nosotros, para nos matar á todos; y si ella se queria salvar, que se fuese con ella, que ella la guareceria; la cual lo dijo á aquel Gerónimo de Aguilar, lengua que yo hube en Yucatan, de que asimismo á Vuestra Alteza hube escrito, y me lo hizo saber; é yo tuve uno de los naturales de la dicha ciudad. que por allí andaba, y le aparté secretamente, que nadie lo vió, y le interrogué y confirmó con lo que la India, y los naturales de Tascaltecal me habian dicho: y así por esto, como por las señales que para ello habia, acordé de prevenir ántes, de ser prevenido, é hice llamar á algunos de los señores de la ciudad, diciendo, que los queria hablar, y metílos en una sala; y entanto hice que la gente de los nuestros estuviese aper- cebida, y que en soltando una escopeta, dies- en en mucha cantidad de Indios, que habia junto al aposento, y muchos dentro en él. Y así se hizo, que despues que tuve los se- ñores dentro en aquella sala, dejélos atando, y cabalgué, é hize soltar el escopeta, y dí- mosles tal mano, que en dos horas murieron 85 JO CARTA DE RELACION mas de tres mil hombres. Y porque Vuestra Magestad vea cuan apercebidos estaban, án- tes que yo saliese de nuestro aposentamiento, tenian todas las calles tomadas, y toda la gente á punto, aunque como los tomamos de sobresalto, fueron buenos de desbaratar, ma- yormente que les faltaban los caudillos, por- que los tenia ya presos, é hice poner fuego á algunas torres, y casas fuertes, donde se de- fendian, y nos ofendian. Y así anduve por la ciudad peleando, déjando á buen recaudo el aposento, que era muy fuerte, bien cinco ho- ras, hasta que eché toda la gente fuera de la ciudad, por muchas partes de ella, porque me ayudaban bien cinco mil Indios de Tascalte- cal, y otros cuatrocientos de Cempoal. Y vuelto al aposento, hablé con aquellos seño- res, que tenia presos, y les pregunté que era la causa, que me querian matar á traicion ? Y me respondieron, que ellos no tenian la culpa, porque los de Culua,* que son los va- sallos de Muteczuma, los habian puesto en ello: y que el dicho Muteczuma tenia allí, en tal parte, que segun despues pareció, seria legua, y media, cincuenta mil hombres en guarnicion para lo hacer. Pero que ya co- nocian como habian sido engañados, que sal- tase uno, ó dos de ellos, y que harian recoger * Esto es, los Mejicanos. DE D. FERNANDO CORTES. la gente de la ciudad, y tornar á ella todas las mugeres, y niños, y ropa que tenian fuera ; - y que me rogaban, que aquel yerro les per- donase, que ellos me certificaban, que de allí adelante nadie los engañaria, y serian muy ciertos, y leales vasallos de Vuestra Alteza, y mis amigos. Y despues de les haber hab- lado muchas cosas acerca de su yerro, solté dos de ellos: y otro dia siguiente estaba toda la ciudad poblada, y llena de mugeres, y ni- ños, muy seguros, como si cosa alguna de lo pasado no huviera acaecido : y luego solté to- dos los otros señores, que tenia presos, con- que me prometieron de servir á Vuestra Ma- gestad muy lealmente. En obra de quince, ó veinte dias que allí estuve, quedó la ciudad, y tierra tan pacífica, y tan poblada, que pa- recia que nadie faltaba de ella, y sus merca- dos, y tratos por la ciudad, como ántes los solian tener: é hice, que los de esta ciudad de Churultecal,* y los de Tascaltecal, fuesen amigos, por que lo solian ser ántes, y muy po- co tiem pohabia, que Muteczuma, con dadivas, los habia aducido á su amistad, y hechos ene- migos de estotros. Esta ciudad de Churulte- cal está asentada en un llano, y tiene hasta “veinte mil casas dentro del cuerpo dela ciudad, y tiene de arrabales otras tantas. Es señorío £* Cholula, 91 92 CARTA DE RELACION por sí, y tiene sus términos conocidos : no obe- decen á señor ninguno, escepto que se gobi- ernan como estotros de Tascaltecal. La gente de esta ciudad es mas vestida, que los de Tas- caltecal, en alguna manera ; porque los hon- rados ciudadanos de ella todos traen alborno- ces encima de la otra ropa, aunque son difer- enciados de los de Africa, porque tienen ma- neras; pero en la hechúra, y tela, y los rapa- cejos son muy semejables. Todos estos han sido, y son, despues de este trance pasado, muy ciertos vasallos de Vuestra Magestad, y muy obedientes á lo que yo en su Real Nom.- . bre les he requerido, y dicho : y creo lo serán de aqui adelante. Esta ciudad es muy fértil de labranzas, porque tiene mucha tierra, y se riega la mas parte de ella; y aun es la ciudad mas hermosa de fuera, que hay en España, porque es muy torreada, y llana. Y certifi- co á Vuestra Alteza, que yo conté desde una Mezquita cuatrocientas, y tantas torres en la dicha ciudad, y todas son de Mezquitas. Es la ciudad mas á propósito de vivir Españoles, que yo he visto de los puertos acá, porque tiene algunos Baldíos, y aguas para criar ga- nados, lo que no tienen ningunas de cuantas hemos visto; porque es tanta la multitud de la gente, que en estas partes mora, que ni un palmo de tierra hay, que no esté labrada : y DE D. FERNANDO CORTES. 95 aun con todo en muchas partes padecen ne- cesidad, por falta de pan: y aun hay mucha gente pobre, y que piden entre los ricos por las calles, y por las casas, y mercados, como hacen los pobres en España, y en otras partes que hay gente de razon. A aquellos mensageros de Muteczuma, que xy Que con migo estaban, hablé acerca de aquella li ompajado. traicion, que en aquella ciudad se me queria pom. e yo hacer, y como los señores de ella afirmaban, ¿2 "sho que por consejo de Muteczuma se habia he- Pte Muteczu- ma sus regalos cho: y que no me parecia que era hecho de £ Cortés, con ruegos de que tan gran señor, como él era, embiarme sus "o entre ensus estados. De mensajeros, y- personas tan honradas, como ls provincias de Acazingo, me habia embiado áú me decir, que era mi y luchan: y que bebida es amigo: y por otra parte buscar maneras de el Panicap? me ofender con mano agena, para se escusar él de culpa, si no le sucediese como él pen- .saba. Y que pues así era, que él no me guar- daba su palabra, ni me decia verdad, que yo queria mudar mi propósito : que así como iba hasta entonces á su tierra con voluntad de le ver, y hablar, y tener por amigo, y tener con él mucha conversacion, y paz, que ahora queria entrar por su tierra de guerra, hacien- dole todo el daño que pudiese, como á enemi- go, y que me pesaba mucho de ello, porque mas le quisiera siempre por amigo, y tomar siempre su parecer en las cosas, que en esta 13 94 CARTA DE RELACION tierra hubiera de hacer. Aquellos suyos me respondieron, que ellos habia muchos dias que estaban con migo, y que no sabian nada de aquel concierto, mas de lo que allí en aquella ciudad, despues que aquella se ofre- ció, supieron; y que no podian creer, que por consejo, y mandado de Muteczuma se hiciese: y que (me rogaban, que ántes que me deter- minase de perder su amistad, y hacerle la guerra que decia, me informase bien de la verdad, y que diese licencia á uno de ellos para ir á le hablar, que él volveria muy pres- to. Hay desde esta ciudad, adonde Mutec- zuma residia, veinte leguas. Yo les dije, que me placia, y dejé ir al uno de ellos, y dende á seis dias volvió él, y el otro, que primero se habia ido. Y trajeronme diez platos de oro, y mil, y quinientas piezas de ropa, y mucha provision de gallinas, y panicap,* que es Ci- erto brebaje, que ellos beben, y me dijeron, que á Muteczuma le habia pesado mucho de aquel desconcierto, que en Churultecal se queria hacer : porque yo no creería ya, sino - que habia "sido por su consejo, y mandado, y que él me hacia cierta, que no era así, y que la 'gente, que allí estaba en guarnicion, era verdad, que era suya; pero que ellos se habian / * Puede 'ser pan de maiz, como dice Herrera, ó una especie de hebida, que llaman Atole, que es masa de maiz, agua, y azucar. AS O A DE D. FERNANDO CORTES. movido sin él haberselo mandado, por induci- miento de los de Churultecal, porque eran de dos provincias suyas, que se llamaban la una Acancigo* y la otra Izcucan,t que confina con la tierra de la dicha ciudad de Churulte- cal, y que entre ellos tienen ciertas alianzas de vecindad para se ayudar los unos á los otros; y que de esta manera habian venido allí, y no por su mandado; pero que adelante yo veria en sus obras, si era verdad, lo que el me habia embiado á decir, ó no, y que toda- vía me rogaba, que no curase deir á su tierra, porque era esteril, y padeceríamos necesi- dad ; y que de donde quiera, que yo estuviese. le embiase á pedir lo que yo quisiese, y que lo embiaria muy complidamente. Yo le res- pondí, que la ida á su tierra no se podia escu- sar : porque habia de embiar del, y de ella re- lacion á Vuestra Magestad, y que yo creia lo que él me embiaba á decir: por tanto, que pues yo no habia de dejar de llegar á verle. que él lo viese por bien, y que no se pusiese en otra cosa, porque seria mucho daño suyo. y á mí me pesaría de cualquiera, que”le vi- niese. Y desde que ya vió, que mi deter- minada voluntad era de verle á él, y á su ti- erra, me envió á decir, que fuese en hora bu- * Acazingo. + Izucar. 95 96 CARTA DE RELACION ena, que él me esperaría en aquella gran ciu- dad, donde estaba, y envióme muchos de los suyos para que fuesen con migo, porque ya entraba por su tierra: los cuales me querian encaminar por cierto camino* donde ellos debian de tener algun concierto para nos ofender, segun despues pareció: porque lo vieron muchos Españoles, que yo embiaba despues por la tierra. Y habia en aquel ca- mino tantas puentes, y pasos malos, que yen- do por él, muy á su salvo pudieran ejecutar su propósito. Mas como Dios haya tenido siempre cuidado de encaminar las reales cosas de Vuestra S. M. desde su niñéz, y co- mo yo, y los de mi compañía ibamos en su real servicio, nos mostró otro camino aun- que algo agrio,f no tan peligroso como aquel, por donde nos querian llevar, y fué de esta manera. XVII. Dos (fue á ocho leguas de esta ciudad de Chu- sierras muy al tas, y some rultecal estan dos sierras muy altas, y muy umo notable, $ Puri que: salía dela maravillosas : porque en fin de agosto tienen ubre de una. pl Emvia Cortés tanta nieve, que otra cosa de lo alto de ellas á investigarel . ¿ secreto; y lo SINO la nieve se parece : Y de la una, que es la que refirieron » a : de la ciudad Mas alta] sale muchas veces así de dia, como de Chalco. de noche tan grande bulto de humo como una * Este camino era por Calpulalpa, y no quiso Cortés ir por él. t El de Rio frio por el lado de la sierra nevada. j Este es el volcan de Méjico, y en la otra carta se dará mas noti- cia de los volcanes. DE D. FERNANDO CORTES. gran casa,* y sube encima de la sierra hasta las nubes tan derecho como una vira, que se- gun parece, es tanta la fuerza con que sale, que aunque arriba en la sierra anda siempre muy recio viento, no lo puede torcer : Y por- que yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra, poder hacer á- Vuestra Alteza muy particular relacion, quise de esta, que me pareció algo maravillosa, saber el secreto, y envié diez de mis Compañeros, tales cuales para semejante negocio eran necesarios, y con algunos naturales de la tierra, que los guiasen; y les encomendé mucho procurasen de subir la dicha sierra, y saber el secreto de aquel humo de donde, y como salia. Los cuales fueron, y trabajaron lo que fué posible por la subir, y jamas pudieron, á causa de la mucha nieve, que en la sierra hay, y de mu- chos torbellinos, que de la ceniza, que de allí sale, andan por la sierra; y tambien, porque no pudieron sufrir la gran frialdad, que arriba hacia ;f pero llegaron muy cerca de lo alto: y tanto, que estando arriba comenzó á salir aquel humo, y dicen, que salia con tanto ím- * El volcan es de fuego, y le ha vomitado algunas veces abrasan- do el monte, y arrojando cenizas á mucha distancia, segun está ya dicho en la serie, de los Escmós. Señores Virreyes. Los Indios llamaban á este Volcan Popocatepec, ó sierra. que huméa. + A lo alto del volcan ninguno ha llegado, porque la nieve está como espuma, y no sirve para llevar á Méjico, sino la de la otra si- erra inmediata, que los gentiles creian era la muger del volcan, y por esto la llamaban Zihualtepec. < => CARTA DE RELACION petu, y ruido, que parecia, que toda la sierra se cala abajo, y así se bajaron, y trajeron mucha nieve, y cárambanos, para que los vie- semos, porque nos parecia cosa muy nueva en estas partes, á causa de estar en parte tan cálida, segun hasta ahora ha sido opinion de los pilotos. Especialmente, que dicen, que esta tierra esta en veinte grados,* que es en el paralelo de la Isla Española, donde con- tinuamente hace muy gran calor. Y yendo á ver esta sierra toparon un camino, y pre- guntaron á los naturales de la tierra, que iban con ellos, que para dó iban, y dijeron, que á Culúa,f y aquel era buen camino, y que el otro por donde nos querian llevar los de Cu- — lua no era bueno. Y los Españoles fueron por él hasta encumbrar las sierras, por medio de las cuales entre la una, y la otra va el Camino; y descubrieron los llanos de Culua, y la gran ciudad de Temijtitan, y las lagunas, que hay en la dicha provincia, de que ade- lante haré relacion á Vuestra Alteza, y vi- nieron muy alegres por haber descubierto tan buen camino, y Dios sabe cuanto holgué yo de ello. Despues de venidos estos Españoles, que fueron á ver la sierra, y me haber infor- mado bien así de ellos, como de los naturales * Es cierto, que todos colocan este Pais á veinte grados de latitud. » ee 7 + Méjico. a E E E DE D. FERNANDO CORTES. de aquel Camino, que hallaron: hablé á aquellos mensajeros de Muteczuma, que con migo estaban para'me guiar á su tierra; y les dije, que queria ir por aquel camino, y no por el que ellos decian, porque era mas cerca. Y ellos respondieron, que yo decia verdad, que era mas cerca, y mas llano, y que la causa porque por allí no me encaminaban, era por- que habiamos de pasar una jornada por tierra de Guasucingo,* que eran sus enemigos, por- que por allí no teniamos las cosas necesarias, como por la tierra del dicho Muteczuma, y que pues yo queria ir por allí, procurarian como por la otra parte saliesen bastimentos al camino. Y así nos partímos con harto te- mor de que aquellos quisiesen perseverar en nos hacer alguna burla ; pero como ya habia- mos publicado ser allá nuestro camino, no me pareció fuera bien dejarlo, ni volver atras, porque no creyesen, que falta de ánimo lo im- pedia. Aquel dia, que de la ciudad de Chu- rultecal me partí, fuí cuatro leguas á unas aldeas de la ciudad de Cuasucingo,t donde de los naturales fui bien: recibido, y me dieron algunas esclavas, y ropa, y ciertas piecezue- las de oro, que de todo fué muy poco : porque estos no lo tienen, á causa de ser de la liga, ES Guajozingo. T Parece, que es Guajozingo. 99 100 XVII. Vuel- ve á regalar Muteczuma á Cortés con cua- tro mil pesos de oro, rogan- dole no pase á Méjico; y su respuesta. CARTA DE RELACION y parcialidad de los Tlascaltecas, y por te- nerlos como el dicho Muteczuma los tiene cercados con su tierra, en tal manera, que con ningunas provincias tienen contratacion, mas que en su tierra, y á esta causa viven muy pobremente. Otro dia siguiente subí al puerto por entre las dos sierras, que he dicho, y á la bajada de él, ya que la tierra del dicho Muteczuma descubriamos por una provincia de ella, que se dice Chalco, dos leguas ántes, que llegasemos á las poblaciones, hallé un muy buen aposento. nuevamente hecho tal, y tan grande, que muy cumplidamente todos los de mi compañia, y yo nos aposentamos en él, aunque llevaba con migo mas de cuatro mil Indios de los naturales de estas provincias de Tascaltecal, y Guasucingo, y Churultecal, y Cempoal y para todos muy complidamente de comer, y en todas las posadas muy gran- des fuegos, y mucha leña. porque hacia muy gran frio á causa de estar cercado de las dos sierras, y ellas con mucha nieve. Aquí me vinieron á hablar ciertas personas, que parecian principales, entre las cuales ve- nia uno, que me dijeron, que era hermano de Muteezuma, y me trajeron hasta tres mil pe- sos* de oro: y de parte de él me dijeron, que él * Quiere decir en el valor, pues los Mejicanos no acuñarón mone- da, como nosotros. | | DE D. FERNANDO CORTES. me emviaba aquello, y me rogaba, que me volviese. Y no curase de ir á su ciudad, por- que era tierra muy pobre de comida; y que para ir á ella habia muy mal camino, y que estaba toda en agua ;* y que no podia entrar á ella sino en canoas, y otros muchos incon- venientes que para la ida me pusieron. Y que viese todo lo que queria, que Muteczuma su señor, me lo mandaria dar, y que asimis- mo concertarian de me dar en cada año, cer- tum quid, el cual me llevarian hasta el mar. ó donde yo quisiese. Yo les recibí muy bien, y les dí algunas cosas de las de nuestra Es- paña, de las que ellos tenian en mucho, en especial al que decian que era hermano de Muteczuma: y á su embajada le respondí : Que si en mi mano fuera volverme, que yo lo hiciera, por hacer placer á Muteczuma; pero que yo habia venido en esta tierra, por man- dado de Vuestra Magestad ; y que de la prin- cipal cosa, que de ella me mandó le hiciese relacion, fué del dicho Muteczuma,t y de aquella su gran ciudad, de la cual, y de él ha- “ La situacion de Méjico, y de los pueblos de Tlahuac, y Misquic es encima del agua, y aunque hoy hay calles, y plazuelas de tierra mas que en tiempo de Muteczuma, es por artificio : En Iztacalco hay casitas de Indios, y huertas pequeñas con verduras, y flores, que se llaman Chinampas, y se mueven, porque el fundamento es cesped sobre la agua. + El rey de España no podia saber de Muteczuma, pero sí es muy cierto, que á Cortés le mandó le hiciese relacion de todo, y así no mintió. 14 101 102 CARTA DE RELACION bia mucho tiempo, que Vuestra Alteza tenia noticia : y que le dijesen de mi parte, que le rogaba, que mi ida á le ver, tuviese por bien, porque de ella á su persona, ni tierra, ningun daño, ántes pero se le habia de seguir; y que despues que yo le viese, si fuese su voluntad todavía de no me tener en su compañía, que yo me volveria: y que mejor dariamos entre él, y mi órden en la manera que en el servi- cio de Vuestra Alteza, él habia de tener, que por terceras personas, puesto que ellos eran tales, á quien todo crédito se debia dar; y con esta respuesta se volvieron. En este aposento que he dicho, segun las apariencias que para ello vimos, y el aparejo que en él habia, los Indios tuvieron pensamiento, que nos podrian ofender aquella noche; y como que lo sentí, puse tal recaudo, que conocien- dolo ellos, mudaron su pensamiento: y muy secretamente hicieron ir aquella noche mu- cha gente, que en los montes, que estaban junto al aposento tenian junta, que por mu- chas de nuestras velas, y escuchas fué vista. x1x. Deia Y luego, siendo de dia, me partí á un pue- tierra llama- da amaque- Dlo, que está dos leguas de allí, que se dice ruca, y regalo k is de milpesss, y AMaqueruca,? que es de la provincia de esclavas, que pava” ¿a Chalco, que tendrá en la principal poblacion, que de ellaá con las aldéas que hay á dos leguas de él, mas Cortés. — Los * Amecameca. que está dos leguas de Tlalmanalco. DE D. FERNANDO CORTIS. 103 de veinte mil vecinos: y en el dicho pueblo de Muteczu- : ma se prepa- nos aposentaron en unas muy buenas casas ran á ofender, á los Castella- del señor del lugar. Y muchas personas, nos, y son mu- E e E >, , ertassus espí- que parecian principales, me vinieron allí á as. Vienen á e ver á Cortés hablar, diciendome, que Muteczuma, su Se- doce principa- Le . . les: lo que le ñor, los habia emviado para que me esperasen dijeron; y su , o. respuesta. De allí, y me hiciesen proveer de todas las cosas una — ciudad , eS AI puesta en la necesarias. El señor de esta provincia, y laguna, y de : : mino, fa- pueblo me dió hasta cuarenta esclavas,* y bricado con | . ho artifi- tres mil castellanos; y dos dias que allí es- co; y de la: tuve, nos proveyó muy cumplidamente de to- a pas do lo necesario para nuestra comida. Y otro “al dia, yendo con migo aquellos principales, que de parte de Muteczuma dijeron que me espe- raban allí, me partí, y fuí á dormir cuatro leguas de allí, á un pueblo pequeño, que está junto á una gran laguna, y casi la mitad de él sobre el agua de ella, y por la parte de la tierra tiene una sierra muy aspera de piedras, y peñas, donde nos aposentaron muy bien. Y asímismo quisieran allí probar sus fuerzas con nosotros, escepto, que segun pareció, quisieran hacerlo muy á su salvo, y tomarnos de noche descuidados. Y como yo iba tan sobre aviso, hallabanme delante de sus pen- samientos. Y aquella noche tuve tal guarda, que así de espias, que venian por el agua en | + La servidumbre estaba ya introducida en los Mejicanos, y 4 los hijos de los que cogian en la guerra, les trataban con una semejanza de esclavitud, 104 CARTA DE RELACION canoas, como de otras, que por la sierra aba- jaban, á ver si hahia aparejo para ejecutar su voluntad, amanecieron casi quince, ó veinte, que las nuestras las habian tomado, y muerto. Por manera, que pocas volvieron á dar su respuesta del aviso que venian á tomar; y con hallarnos siempre tan apercebidos, acor- daron de mudar el propósito, y llevarnos por bien. Otro dia por la mañana, ya que me queria partir de aquel pueblo; llegaron hasta diez, ó doce señores muy principales, segun despues supe, y entre ellos un gran señor, mancebo de hasta veinte y cinco años, á quien todos mostraban tener mucho acatami- ento : y tanto, que despues de bajado de unas andas en que venia, todos los otros le venian limpiando las piedras, y pajas del suelo de- lante él:* y llegados donde yo estaba, me di- jeron, que venian de parte de Muteczuma su señor, y que los emviaba para que fuesen con migo: y que me rogaba, que le perdonase, porque no salia su persona á me ver, y reci-: bir, pue la causa era el estar mal dispuesto, pero que ya su ciudad estaba cerca; y que pues yo todavía determinaba ir á ella, que * Aun hoy conservan los Indios la costumbre, ó cortesanía de ir quitando las piedras del camino cuando van delante de alguna per- sona de alta dignidad, pues lo he observado saliendo al campo con ellos, y creo lo hacen con otras personas de respeto. No solo los grandes señores eran llevados en andas, sino tambien os caciques principales, como el de Cempoal. DE D. FERNANDO CORTES. allá nos veriamos, y conoceria de él la volun- tad, que al servicio de Vuestra Alteza tenia ; pero pue todavía me rogaba, que si fuese po- sible, no fuese allá, porque padeceria mucho trabajo, y necesidad, y que él tenia mucha verguenza de no me poder allá proveer, co- mo él deseaba; y en esto ahincaron, y porfi- aron mucho aquellos señores; y tanto, que no les quedaba sino decir, que me defenderian el camino, si todavía porfiase ir. Yo les sa- tisfice, y aplaqué con las mejores palabras que pude, haciendoles entender, que de mi ida no les podia venir daño, sino mucho pro- vecho. Y así se despidieron, despues de les haber dado algunas cosas de las que yo traia. Y yo me partí luego tras á ellos, muy acompañado de muchas personas, que pare- cian de mucha cuenta, como despues pareció serlo. Y todavía seguía el camino por la, costa de aquella gran laguna, y á una legua, del aposento donde partí, ví dentro en ella. casi dos tiros de ballesta, una ciudad pequeña. que podria ser hasta de mil, ó dos mil veci- nos, toda armada sobre el agua, sin haber para ella ninguna entrada, y muy torreada, segun lo que de fuera parecia.? Y otra legua * Las ciudades de que aquí hace mencion, son Iztapaluca la pri- mera, que está despues de Chalco camino para Méjico; despues Thlahuac, Misquic, y Culhuacan, que todas estan fundadas en el agua. 105 106 CARTA DE RELACION adelante entramos por una calzada, tan an- cha como una lanza gineta, por la laguna adentro, de dos tercios de legua, y por ella fuimos á dar a una ciudad, la mas hermosa, aunque pequeña, que hasta entónces habia- mos visto, así de muy bien obradas casas, y torres, como de la buena órden, que en el fun- damento de ella habia, por ser armada toda sobre agua. Y en esta ciudad, que será hasta de dos mil vecinos, nos recibieron muy bien, y nos dieron muy bien de comer. Y allí me vinieron á hablar el señor, y las personas principales de ella, y me rogaron, que me quedase allí á dormir. Y aquellas personas, que con migo iban de Muteczuma, me dije- ron, que no parase, sino que me fuese á otra ciudad, que está tres leguas de allí, que se dice Iztapalapa, que es de un hermano del dicho Muteczuma, y así lo hice. Y la salida de esta ciudad, donde comimos, cuyo nombre al presente no me ocurre á la memoria, es por otra calzada, que tira una legua grande, hasta llegar á la tierra-firme. Y llegado á esta ciudad de Iztapalapa, me salió á recibir algo fuera de ella el señor, y otro de una gran ciudad, que está cerca de ella, que será obra de tres leguas, que se llama Calnaalcan,* y otros muchos Señores allí me estaban ** Culhuacan: DE D. FERNANDO CORTES. 107 esperando, y me dieron hasta tres, ó quatro mil castellanos, y algunas esclavas, y ropa, y me hicieron muy buen acogimiento. Tendrá esta ciudad de Iztapalapa doce, Ó XX. Sitio de Iztapalapa, quince mil vecinos* la cual está en la costa sus palacios, y jardines, y un de una laguna salada grande, la mitad den- recreo mara- k bi villoso de ella. tro en el agua, y la otra mitad en la tierra- De la ciudad y p4 deTemistitan, firme. Tiene el señor de ella unas casas Mesicalcingo. Niciaca nuevas, que aun no estan acabadas, que son Huehilohabi: co; y como se tan buenas como las mejores de España, hace allí la sal. Llegá muchos dijo de grandes, y bien labradas, así de obra principales 4 visitar á Cor- de cantería, como de carpintería, y suelos, y tés, y ceremo. cumplimientos para todo genero de servicio [99 4ue hicto- de casa, escepto mazonerías, y otras cosas ricas, que en España usan en las casas, acá no las tienen. Tiene en muchos cuartos altos, y bajos jardines muy frescos, de muchos árboles, y flores olorosas: asímismo albercas de agua dulce, muy bien labradas, con sus escaleras hasta lo fondo. 'Piene una muy grande huerta junto la casa, y sobre ella un mirador de muy hermosos corredores, y salas, y dentro de la huerta una muy grande albercat de agua dulce, muy cuadrada, y las paredes de ella de gentil cantería : y * Iztapalapa conserva hoy el mismo nombre, y muchos vestigios de las casas, que aquí describe Cortés, pues en medio de sacar tierra para adobes, se ven unos terraplenes altos, sobre los que edificaban para defenderse en tiempo de inundacion. + La alberca está hoy ocupada por la laguna de Tezcuco. pero quin se ven restos, y fragmentos del edificio 108 CARTA DE RELACION al rededor de ella un anden de muy buen suelo ladrillado, tan ancho, que pueden ir por él cuatro paseandose, y tiene de cuadra cuatrocientos pasos, que son en torno mil, y seiscientos. De la otra parte del anden, hacia la pared de la huerta, va todo labrado de cañas con unas vergas, y detras de ellas todo de arboledas, y yerbas olorosas; y den- tro del alberca hay mucho pescado, y mu- Chas aves, así como lavancos,* y cercetas, y otros generos de aves de agua: y tantas, que muchas veces casi cubren el agua. Otro dia, despues que á esta ciudad llegué, me partí, y á media legua andada, entré por una calzada, que vá por medio de esta dicha laguna dos leguas, hasta llegar á la gran ciudad de Temijtitan, que está fundada en medio de la dicha laguna; la cual calzada es tan ancha como dos lanzas, y muy bien obrada, que pueden ir por toda ella ocho de caballo á la par; y en estas dos leguas de la una parte, y de la otra de la dicha calzada, estan tres ciudades: y la una de ellas, que se dice Mesicalcingo,f está fundada la * Son innumerables los lavancos, ó patos que hoy se matan en la laguna de varios modos: unocon una escopeta, ó fusil muy grande, que llaman los Indios esmeríl ; otro cubriendose los Indios la cabeza con un casco de calabaza, y el cuerpo dentro de la agua les engañan, y cogen por las patas; otro con redes de noshe. + Mejicalzingo. DE D. FERNANDO CORTES. mayor parte de ella, dentro de la dicha laguna: y las otras dos, que se llaman la una Niciaca, y la otra Huchilohuchico,* estan en la costa de ella, y muchas casas de ellas dentro en el agua. La primera ciudad de estas tendrá tres mil vecinos, y la segunda mas de seis mil, y la tercera otra, cuatro, ó cinco mil vecinos; y en todas muy buenos edificios de casas, y torres, en especial las casas de los señores, y personas principales, y de las de sus mezquitas, ú oratorios donde ellos tienen sus idolos. En estas ciudades hay mucho trato de sal, que hacen del agua de la dicha laguna, y de la superficie que está en la tierra, que baña la laguna, la cual cuecen en cierta manera, y hacen panes de la dicha sal, que venden para los natu- rales, y para fuera de la comarca. Y así seguí la dicha calzada; y á media legua, ántes de llegar al cuerpo de la ciudad de Temijtitan, á la entrada de otra calzada. que viene á dar de la tierra-firme á esta otra. está un mui fuerte baluarte con dos torres. cercado de muro de dos estados, con su pre- til almenado por toda la cerca, que toma con ámbas calzadas, y no tiene mas de dos puertas, una por dó entran, y otra por dó * Hoy se llama Churubusco, ántes Ocholopozco. + Calzada, que desde Mejicalzingo vá á la calzada de San Anton, 15 109 110 CARTA DE RELACION. salen. Aquí me salieron á ver, y á hablar hasta mil hombres principales, ciudadanos de la dicha ciudad, todos vestidos de una man- cra, y habito, y segun su costumbre, bien rico; y llegados á me hablar, cada uno por sí hacia, en llegando á mí, una ceremonia, que entre ellos se usa mucho, que ponia cada uno la mano en la tierra, y la besaba ; y así estuve esperando casi una hora, hasta que cada uno hiciese su ceremonia.* Y ya junto á la ciudad está una puente de madera de diez pasos de anchura, y por allí está abierta la calzada, porque tenga lugar el agua de entrar, y salir, porque crece, y men- gua, y tambien por fortaleza de la ciudad, porque quitan, y ponen unas vigas muy luengas, y anchas, de que la dicha puente está XXI. Pom- pa, y mages- tad, con que vino á ver á Cortés Mutec- zuma:; y lo que hablaron. e) hecha, todas las veces que quieren; y de estas hay muchas por toda la ciudad, como adelante en la relacion, que de las cosas de ella haré, Vuestra Alteza verá. Pasada esta puente, nos salió á recebir aquel señor Muteczuma, con hasta doscien- tos señores, todos descalzos, y vestidos de otra librea, ó manera de ropa, asímismo bien rica á su uso, y mas que la de los otros; * El modo que aun hoy tienen los Indios, é Indias de saludarze es, besarse las manos con mucho respeto; y para dar un memorial, ó besar la mano cubren la suya con un pañuelo, ó con la Tilma : esto io hacen con todas las personas de respeto. DE D. FERNANDO CORTES, y venian en dos procesiones, muy arrimados á las paredes de la calle,* que es muy ancha, y muy hermosa, y derecha, que de un cabo se parece el otro, y tiene dos tercios de legua, y de la una parte, y de la otra muy buenas, y grandes casas, así de aposenta- mientos, como de Mezquitas; y el dicho Muteczuma venia por medio de la calle con dos señores, el uno á la mano derecha, y el otro á la izquierda; de los cuales, el uno era aquel señor grande, que dije, que me habia salido á hablar en las andas: y el otro era su hermano del dicho Muteczuma, señor de aquella ciudad de Iztapalapa, de donde yo aquel dia habia partido, todos tres vestidos de una manera, escepto el Muteczuma que iba calzado, y los otros dos señores des- calzos:| cada uno le llevaba de su brazo; y como nos juntamos, yo me apeé, y le fuí á abrazar solo: y aquellos dos señores, que con él iban, me detuvieron con las manos, para que no le tocase; y ellos, y él hicieron asimismo ceremonia de besar la tierra; y hecha, mandó aquel su hermano, que venia con él, que se quedase con migo, y me llevase * Por estar hoy en otra forma las calles, no se puede dar idea cabal, pero esta de que habla parece claramente ser, la que desde el hospital de San Anton atraviesa la ciudad. + Aunque los Indios sean cacigues andan con zapatos, pero sin medias, ni calzetas, JA 112 CARTA DE RELACION por el brazo, y él con el otro se iba adelante de mí, poquito trecho; y despues de me haber él hablado, vinieron asimismo á me hablar todos los otros señores, que iban en las dos procesiones, en órden, uno en pos de otro, y luego se tornaban á su procesion. Y al tiempo que yo llegué á hablar al dicho Muteczuma quitéme un collar, que llevaba de margaritas,* y diamantes de vidrio, y se lo eché al cuello, y despues de haber andado la calle adelante, vino un servidor suyo con dos collares de camarones, embueltos en un paño, que eran hechos de huesos de cara- coles? colorados, que ellos tienen en mucho; y de cada collar colgaban ocho camarones de oro, de mucha perfeccion, tan largos casi como un geme: y como se los trajeron, se volvió á mí, y me los echó al cuello, y tornó á seguir por la calle, en la forma ya dicha, hasta llegar á una muy grande, y hermosa casa, que él tenia para nos aposentar, bien aderezada. Y allí me tomó por la mano, y me llevó á una gran sala, que estaba fron- tero de un patio por dó entramos. Y allí me hizo sentar en un estrado muy rico,] que * Perlas, y piedras de vidrio, que para los Indios eran del mayor aprecio, y nunca visto piezas de vidrio, ó cristal. + Así se llaman hoy camarones, que corresponden en algun modo á los collares de corál. j Se sentaban tendidos como los Asiáticos, en el suelo, ó sobre unas alfombras. al 7 y Se E ES E quae Y 0 DE D. FERNANDO CORTES. para él lo tenia mandado hacer, y me dijo, que le esperase allí, y él se fué. y desde á poco rato, ya que toda la gente de mi com- pañía estaba aposentada, volvió con muchas, y diversas joyas de oro, y plata, y plumajes, y con hasta cinco, ó seis mil piezas de ropa de algodon muy ricas, y de diversas mane- ras tejida, y labrada.* Y despues de me la haber dado, se sentó en otro estrado, que luego le hiceron allí junto con el otro, donde yo estaba : y sentado, propuso en esta manera. Muchos dias ha, que por nuestras escri- turas tenemos de nuestros antepasados no- ticia, que yo, ni todos los que en esta tierra habitamos, no somos naturales de ella, sino estrangeros, y venidos á ella de partes muy estrañas,i y tenemos asi mismo, que á estas partes trajo nuestra generacion un señor, cuyos vasallos todos eran, el cual se volvió á su naturaleza, y despues tornó á venir : desde en mucho tiempo, y tanto, que ya esta- ban casados los que habian quedado con las mugeres naturales de la tierra, y tenian mucha generacion, y hechos pueblos donde vivian: y queriendolos llevar con sigo, no * Se la tributaban algunos pueblos. + Los Mejicanos por tradicion vinieron por el norte de la provin- cia de Quivira, y se saben ciertamente sus mansiones, y en prueba evidente la conquista del imperio Mejicano,le hicieron los Tultecas, 6 de Tula, que era la corte. 113 114 CARTA DE RELACION quisieron ir, ni menos recibirle por señor : y asi se volvió. Y siempre hemos tenido, que de los que de él descendiesen habian de venir á sojuzgar esta tierra, y á nosotros como á sus vasallos. Y segun de la parte, que vos decis que venis, que es á dó sale el sol,* y las cosas, que decis de este gran se- ñor, ó rey, que acá os envió : creemos, y te- nemos por cierto el s:r nuestro señor na- tural: en especial, que nos decis, que él á muchos dias, que tiene noticia de nosotros. Y por tanto vos sed cierto, que os obedece- rémos, y tendrémos por señor en lugar de ese gran señor, que decis, y que en ello no habia falta, ni engaño alguno : y bien podeis en toda la tierra, digo, que en la que yo en mi señorio poseo, mandar á vuestra volun- tad, porque será oberdecido, y hecho, y todo lo que nosotros tenemos es para lo que vos de ello quisieredes disponer. Y pues estais en vuestra naturaleza, y en vuestra casa, holgad, y descansad del camino, y guerras que habeis tenido, que muy bien sé todos los que se os han ofrecido de Puntunchant acá, y bien sé, que de los de Cempoal, y de * Esto fué equivocada creencia de los Indios, por que sus antece- sores vinieron por la parte del norte, y aun viniendo de la peninsula de Yucatán, decian con verdad, del oriente, respecto de Méjico. + Provincia de Potinchan, ó Potonchan en Tabasco ; hoy se llama el pueblo, la Victoria, en Mejicano Potonchán significa lugar, que hiede. > DE D. FERNANDO CORTES. Tlasealtecal os han dicho muchos males de ani, no creais mas de lo que por vuestros ojos veredes, en especial de aquellos, que son mis enemigos, y algunos de ellos eran mis vasa- llos, y hanceme rebelado con vuestra venida, y por se favorecer con vos lo dicen; los cuales sé, que tambien os han dicho, que yo tenia las casas con las paredes de oro, y que las esteras de mis estrados, y otras cosas de mi servicio, eran ast mismo de oro, y que yo, que era, y me hacia dios, y otras muchas cosas. Las casas ya las veis, que son de piedra, y cal, y tierra. Y entónces alzó, las vestiduras, y me mostró el cuerpo diciendo á mí: Veisme aqui, que soy de carne, y hueso como Vos,* y como cada uno, y que soy mortal, y palpable, asiendose él con sus ma- nos de los brazos, y del cuerpo: ved como os han mentido, verdad es, que yo tengo algu- nas cosas de oro, que me han quedado de mis abuelos : todo lo que yo tuviere teneis cada vez, que vos lo quisieredes: yo me voy á otras casas, donde vivo : aqui seréis provei- do de todas las cosas necesarias pora vos, y vuestra gente, y no recibais pena alguna, pues estais en vuestra casa, y naturaleza. Yo le respondí á todo lo que me dijo, satisfa- + Es digno de reparo esta espresion, pues aunque los Mejicanos tributaban la mayor veneracion á su emperador, conocian, que era hombre de carne y hneso, 116 CARTA DE RELACION. ciendo á aquello, que me pareció que conve- nia, en especial en hacerle creer, que Vuestra Magestad era á quien ellos esperaban,* y con eso se despidió, y ido, fuimos muy bien pro- veídos de muchas gallinas, y pan, y frutas, y otras cosas necesarias, especialmente, para el servicio del aposento. Y de esta manera es- tuve seis dias muy bien proveido de todo lo necesario, y visitado de muchos de aquellos señores. XXI!. En- Yamuy Católico Señor dije al principio de he a esta, como á la sazon, que yo me partí de la dores £ villa de Veracruz en demande de este señor “como la iy Muteczuma, dejé en ella ciento y cincuenta on »os cas- hombres, para hacer aquella fortaleza, que dejaba comenzada : y dije asimismo, como habia dejado muchas villas, y fortalezas de las comarcas á aquella villa, puestas debajo del real dominio de Vuestra Alteza, y á los naturales de ella muy seguros, y por ciertos vasallos de Vuestra Magestad, que estando en la ciudad de Churultecal.j recibí letras del capitan, que yo en mi lugar dejé en la dicha villa: por las cuales me hizo saber, como Cualpopoca, señor de aquella ciudad, que se dice Almería,] le habia embiado á decir por * Pudo sin mentir decir, que del oriente vino á todas las gentes su redencion, y que el rey de España fué el instrumento, para que lo- grasen la conversion los Indios. + Cholúla. + Así llamada por Cortés, y por los Mejicanos Nautla. DE D. FERNANDO CORTES. sus mensajeros, que él tenia de ser vasallo de Vuestra Alteza, y que si hasta entónces no habia venido, ni venia á dar la obediencia, que era obligado, y á se ofrecer por tal va- sallo de Vuestra Magestad con todas sus tier- ras: la causa era, que habia de pasar por ti- erra de sus enemigos, y que temiendo ser de ellos ofendido, lo dejaba ; pero, que le embiase cuatro Españoles, que viniesen con él: por- que aquellos por cuya tierra habia de pasar, sabiendo á lo que venian no lo enojarian, y que él vendria luego, y que el dicho capitan, creyendo ser cierto lo que el dicho Cualpo- poca le embiaba á decir, y que así lo habian hecho otros muchos, le habia embiado los di- chos cuatro Españoles, y que despues, que en su casa los tuvo, los mandó matar por cierta manera, como que pareciese, que él no hacia, y que habia muerto los dos de ellos, y los otros dos se habian escapado por unos montes heridos, y que él habia ido sobre la dicha ciu- dad de Almeria con cincuenta Españoles, y los dos de caballo, y dos tiros de polvora, y con hasta ocho, ó diez mil Indios de los ami- gos nuestros, y que habia peleado con los na- turales de la dicha ciudad, y muerto muchos de los naturales de ella, y los demas echado fuera, y que la habian quemado, y destruido: porque los Indios, que en su compañía lleva- ban, como eran sus enemigos, habian puesto 16 117 118 CARTA DE RELACION en ello mucha diligencia. Y que el dicho Cualpopoca, señor de la dicha ciudad con otros señores sus aliados, que en su favor ha- bian venido allí, se habian escapado huyendo. y que de algunos prisioneros, que tomó en la dicha ciudad se habian informado, cuyos eran los que allí estaban en defensa de ella, y la causa porque habia muerto á los españoles, que él embió. La cual dice que fué, que el dicho Muteczuma habia mandado al dicho Cualpopoca, y á los otros, que allí habian venido como á sus vasallos que eran, que sa- liendo yo de aquella villa de la Veracruz fu- esen sobre aquellos, que se le habian alzado, y ofrecido al servicio de Vuestra Alteza, y que tuviesen todas las formas, que ser pudi- esen para matar los españoles, que yo allí de- . jase, porque no les ayudasen, ni favoreciesen, y que á esta causa lo habian hecho. XXIIE Buen Pasados, invictísimo Principe, seis dias des- modo con que h ES prendió Cor- pues, que en la gran ciudad de Temistitan eun 0 entré, y habiendo visto algunas cosas de ella, aunque pocas, segun las que hay que ver, y notar : por aquellas me pareció, y aun por lo que de la tierra habia visto, que convenia al real servicio, y á nuestra seguridad, que aquel señor estuviese en mi poder, y no en toda su libertad,* porque no mudase el pro- * Fué grande prudencia, y arte militar haber asegurado al emperador, por que sino quedaban espuestos Hernan Cortés ; y. sus DE D, FERNANDO CORTES. pósito, y voluntad, que mostraba en servir á Vuestra Alteza, mayormente, que los Espa- ñoles somos algo incomportables, é importu- nos, y porque enojandose nos podria hacer mucho daño, y tanto, que no hubiese memoria de nosotros, segun su gran poder; y tambien, porque teniendole con migo, todas las otras tierras, que á él eran súbditas, venian mas ayna al conocimiento, y servicio de Vuestra Magestad, como despues sucedió : determiné de lo prender, y poner en el aposento, donde yo estaba, que era bien fuerte; y porque en su prision no hubiese algun escándalo, ni albo- roto, pensando todas las formas, y maneras, que para lo hacer sin este debia tener, me acordé de lo que el capitan, que en la Vera- cruz habia dejado, me habia escrito, cerca de lo que habia acaecido en la ciudad de Alme- ría, segun, que en el capítulo ántes de este he dicho, y como se habia sabido, que todo lo allí sucedido habia sido por mandado del dicho Muteczuma; y dejando buen recaudo en lasen- crucijadas de las calles, me fuí á las casas del dicho Muteczuma, como otras veces habia ido á le ver; y despues de le haber hablado en bur- las, y cosas de placer, y de haberme él dado soldados á perecer á traicion, y teniendo seguro al emperador se aseguraba á sí mismo, pues los Españoles no se confian ligeramente: Jonatás fué muerto, y sorprendido por haberse confiado de Tri- fon, lib. 1. Machab. cap. 12. 119 1206 CARTA DE RELACION algunas joyas de oro, y una hija suya, y otras hijas de señores á algunos de mi compañía, le dije, que yasabia lo que en la ciudad de Naute- cal; Ó Almeria habia acaecido, y los Españoles que en ella me habian muerto: y que Cual- popoca daba por disculpa, que todo lo que ha- bia hecho, habia sido por su mandado, y que como su vasallo no habia podido hacer otra cosa; y porque yo creia, que no era así, como el dicho Cualpopoca decia, y que ántes era por se escusar de culpa, que me parecia que debia embiar por él, y por los otros princi- pales, que en la muerte de aquellos Españoles se habian hallado, porque la verdad se supi- ese, y que ellos fuesen castigados, y Vuestra Magestad supiese su buena voluntad clara- mente ; y en lugar de las mercedes, que Vues- tra Alteza le habia de mandar hacer, los di- chos de aquellos malos no provocasen á Vues- tra Alteza á ira contra él, por donde le man- dase hacer daño, pues la verdad era al con- trario de lo que aquellos decian, y yo estaba de él bien satisfecho. Y luego á la hora mandó llamar ciertas personas de los suyos, á los cuales dió una figura de piedra pequeña, á manera de sello, que él tenia atado en el brazo* y les mandó, que fuesen á la dicha En unas naciones sellaban con el anillo, y los Mejicanos le traian arado en el brazo, DE D. FERNANDO CORTES. ciudad de Almeria, que está sesenta, ó setenta leguas de la de Mujtitan,* y que trajesen al dicho Cualpopoca, y se informasen en los de- mas, que habian sido en la muerte de aquel- los Españoles, y que asímismo los trajesen; y si por su voluntad no quisiesen venir, los tra- jesen presos; y si se pusiesen en resistir la prision, que requiriesen á ciertas comunida- des comarcanas á aquella ciudad, que allí les señaló, para que fuesen con mano armada para los prender; por manera, que no vinie- sen sin ellos. Los cuales luego se partieron : y así idos, le dije al dicho Muteczuma, que yo le agradecía la diligencia, que ponía en la prision de aquellos, porque yo habia de dar cuenta á Vuestra Alteza de aquellos Espa- ñoles. Y que restaba para yo darla, que él estuviese en mi posada, hasta tanto que la verdad mas se aclarase, y se supiese ser sin culpa; y que le rogaba mucho, que no reci- biese pena de ello, porque él no habia de es- tar como preso, sino en toda su libertad : y que en el servicio, y mando de su señorío yo no le ponia ningun impedimento: y que esco- giese un cuarto de aquel aposento, donde yo estaba, cual él quisiese,t y que allí estaria muy á su placer; y que fuese cierto, que nin- ** Tenujtitlan, ó Méjico. + Este palacio estaba donde hoy las casas del marques del Valle. 12) 122 CARTA DE RELACION gun enojo, ni pena se le habia de dar : ántes de mas de su servicio, los de mi compañía le servirian en todo lo que él mandase. Acerca de esto pasamos muchas pláticas, y razones, que serian largas para las escribir, y aun para dar cuenta de ellas á Vuestra Alteza, algo prolijas, y tambien no sustanciales para el caso; y por tanto, no diré mas, de que final- mente él dijo, que le placia de se ir con migo: y mandó luego ir á aderezar el aposentami- ento, donde él quiso estar, el cual fué muy puesto, y bien aderezado; y hecho esto, vini- eron muchos señores, y quitadas las vestidu- ras, y puestas por bajo de los brazos, y des- calzos, traian unas andas, no muy bien ade- rezadas, llorando, lo tomaron en ellas, con mucho silencio: y así nos fuimos hasta el aposento donde estaba, sin haber alboroto en la ciudad, aunque se comenzó á mover.* Pero sabido por el dicho Muteczuma, embió á mandar, que no lo hubiese: y así hubo toda quietud, segun que ántes la habia, y la hubo todo el tiempo, que yo tuve preso al dicho Muteczuma, porque él estaba muy á su pla- cer, y con todo su servicio, segun en su casa * Siempre llegó Cortés 4 comprehender, que era imposible man- tenerse en toda su libertad un emperador tan poderoso como Mu-' teczuma, reconociendose por vasallo del rey de España, y que ha- bia de costar mucha sangre, y haber revoluciones en los Indios; por que ya veian que los Españoles eran hombres, y los caballos bestias. DE D. FERNANDO CORTES. 123 lo tenia, que era bien grande, y maravilloso, segun adelante diré. Y yo, y los de mi com- pañía le haciamos todo el placer, que á noso- tros era posible. Y habiendo pasado quince, ó veinte dias TV o EN A ueron llevados de su prision, vinieron aquellas personas, presos á Méji- , s co Cualpopo- que habia embiado por Cualpopoca, y los ca, y otros; y ; pd entregados á otros, que habian muerto los Españoles, y Cortés, los hi- : k yA .. ZO quemar, trajeron al dicho Cualpopoca, y á un hijo en tanto puso : , grillos á Mu- Suyo, y con ellos quince personas, que decian teczuma, que que eran principales, y habian sido en la dea ¿io dicha muerte. Y al dicho Cualpopoca traian en unas andas, y muy á manera de señor, como de hecho lo era. Y traidos, _me los entregaron, y yo los hice poner á buen recaudo, con sus prisiones; y despues que confesaron haber muerto los Españoles, les hice interrogar si ellos eran vasallos de Muteczuma ? Y el dicho Cualpopoca res- pondió, que si habia otro señor, de quien pudiese serlo?% casi diciendo, que no habia otro, y que sí eran. Y asimismo les pre- gunté, si lo que allí se habia hecho si habia sido por su mandado? y dijeron que no, aunque despues, al tiempo que en ellos se ejecutó la sentencia, que fuesen quemados, todos á una voz dijeron, que era verdad que * De estas palabras se infiere, que el Imperio de Muteczuma era universal, y solo los Tlascaltecas rehusaban reconocerle, 124 CARTA DE“RELACION el dicho Muteczuma se lo habia embiado á mandar, y que por su mandado lo habian hecho. Y así fueron estos quemados publi- camente en una plaza, sin haber alboroto alguno; y el dia que se quemaron, porque confesaron que el dicho Muteczuma les habia mandado, que matasen á aquellos Españoles, le hice echar unos Grillos, de que él no recibió poco espanto: aunque despues de le haber hablado, aquel dia se los quité, y él quedó muy contento; y de allí adelante siempre trabajé de le agradar, y contentar en todo lo á mi posible: en especial que siempre publiqué, y dije á todos los naturales de la tierra, así señores, como á los que á mí venian, que Vuestra Magestad era servido, que el dicho Muteczuma se estuviese en su señorío, reconociendo el que Vuestra Alteza sobre él tenia, y que servirian mucho á Vues- tra Alteza en le obedecer, y tener por señor, como ántes que yo á la tierra viniese le tenian. Y fué tanto el buen tratamiento que yo le hice, y el contentamiento que de mí tenia, que algunas veces, y muchas, le acometí con su libertad, rogandole que fuese á su casa; y me dijo, todas las veces que se lo decia, que él estaba bien allí, y que no queria irse, porque allí no le faltaba cosa de lo que él queria, como si en su casa es- DE D. FERNANDO CORTES. tuviese: y podria ser, que yendose, y habien- do lugar que los señores de la tierra, sus vasallos le importunasen, ó le indugesen á que hiciese alguna cosa contra su voluntad, que fuese fuera del servicio de V. A, y que él tenia propuesto de servir á Vuestra Magestad en todo lo á él posible: y que hasta tanto, que los tuviese informados de lo que queria hacer, y que él estaba bien allí; por que aunque alguna cosa le quisiesen decir, que con responderles, que no estaba en su libertad, se podria escusar, y ecsimir de ellos; y muchas veces me pidió licencia para se ir á holgar, y pasar tiempo á ciertas casas de placer, que él tenia, así fuera de la ciudad, como dentro,* y ninguna vez se la negué. Y fué muchas veces á holgar con cinco, ó seis Españoles á una, y dos leguas fuera de la ciudad, y volvia siempre muy alegre, y contento al aposento, donde yo le tenia. Y siempre que salia, hacia muchas mercedes de joyas, y ropa, así á los Españoles, que con él iban, como á sus naturales, de los cuales siempre iba tan acompañado, que cuando ménos con él iban, pasaban de tres mil hom- bres, que los mas de ellos eran señores, y personas principales: y siempre les hacia * Siete palacios tenia Muteczuma en Tlatelulco, en la ciudad, y fuera de ella. y 125 126 CARTA DI: RELACION muchos banquetes, y fiestas, que los que con él iban, tenian bien que contar. XXV. En- Despues que yo conocí de él muy por en- via Muteczu- ale ma algunos Iin- Lero, tener mucho deseo al servicio de Vues- dios á las pro- / vincias de Cu. tra Alteza, le rogué, que porque mas entera- la, Tamaza- : eli lapa] Malina]. Mente yo pudiese hacer relacion á Vuestra tebeque, y Te- - nis, acompa. Magestad de las cosas de esta tierra, que me nando á. dos ¡ Españoles, y 4 Mostrase las Minas, de donde se sacaba el que? Del Ca- > ds que de la Oro: el cual, con muy alegre voluntad, se de Coatelica- A 11 ; iras, y mu E mostró, dijo que le placía. Y luego chos rios de hizo venir ciertos servidores suyos, y de dos que se saca q pde oro: y de laen dos repartió para cuatro provincias, provincia de e p. Tucbitebeque. donde dijo que se sacaba: y pidiome que le diese Españoles, que fuesen con ellos, para que lo viesen sacar: y asimismo yo le dí á cada dos de los suyos otros dos Españoles. Y los unos fueron á una provincia, que se dice Cuzula, que es ochenta leguas de la gran ciu- dad de Temijtitan: y los naturales de aquella provincia son vasallos del dicho Muteczuma : y allí les mostraron tres rios, y de todos me trajeron muestra de oro, y mui buena, aun- que sacada con poco aparejo, porque no tenian otros instrumentos mas de aquel, con que los Indios lo sacan; y en el camino pasa- ron tres provincias, segun los Españoles di- jeron, de mui hermosa tierra, y de muchas villas, y ciudades, y otras poblaciones en mucha cantidad, y de tales, y tan buenos / DE D. FERNANDO CORTES. edificios, que dicen, que España no podian ser mejores. En especial me dijeron, que habian visto una casa de aposentamiento, y fortaleza, que es mayor, y mas fuerte, y mas bien edi- ficada, que el castillo de Burgos : y la gente de una de estas provincias, que se llama 'Pa- mazulapa,* era mas vestida que estotra, que habemos visto, y segun á ellos les pareció, de mucha razon. Los otros fueron á otra provincia, que se dice, Malinaltebeque,t que es otras setenta leguas de la dicha gran ciu- dad, que es mas hacia la costa del mar. Y asimismo me trajeron muestra de oro de un rio grande, que por allí pasa. Y los otros fueron á una tierra, que está este rio arriba. que es de una gente diferente de la lengua de Culúa, á la cual llaman Tenis: y el señor de aquella tierra se llama Coatelicamat,i y por tener su tierra en unas sierras mul altas, y asperas, noes sujeto al dicho Muteczuma, y tambien porque la gente de aquella pro- vincia es gente muy guerrera, y pelean con Lanzas de veinte, y cinco, y treinta palmos : y por no ser estos vasallos del dicho Mu- teczuma, los mensajeros que con los Espa- ñoles iban no osaron entrar en la tierra, sin lo hacer saber primero al señor de ella, y pedir * Tamazulapa está en la diocésis de Oajaca. + Malinaltepec está en la diocésis de Oajaca. + Era señor de Tenich, que, está el rio arriba de Maninaltepec, 127 128 CARTA DE RELACION. para ello licencia, diciendole, que iban con aquellos Españoles á ver las minas del oro, que tenian en su tierra, y que le rogaban de mi parte, y del dicho Muteczuma su señor, que lo hubiesen por bien. El cual dicho Coatelicamat respondió que los Españoles, que él era muy contento que entrasen en su tierra, y viesen las minas, y todo lo demas que ellos quisiesen; pero que los de Culúa, que son los de Muteczuma, no habian de entrar en su tierra, porque eran sus enemi- gos. Algo estuvieron los Españoles per- plejos, en si irian solos, ó no, porque los que con ellos iban les dijeron, que no fuesen, que les matarian, y que por los matar no con- sentian que los de Culúa entrasen con ellos; y al fin se determinaron á entrar solos, y fueron del dicho señor, y de los de su tierra muy bien recibidos, y les mostraron siete, ú ocho rios, de donde dijeron, que ellos sacaban el oro, y en su presencia lo sacaron los In- dios, y ellos me trajeron muestra de todo: y con los dichos Españoles me envió el dicho Coatelicamat ciertos mensajeros suyos, con los cuales me envió á ofrecer su persona, y tierra al servicio de Vuestra Sacra Magestad, y me enoió ciertas joyas de oro, y ropa de la que ellos tienen. Los otros fueron á otra provincia, que se dice, Tuchitebeque,* que + Hoy es de la diocesis de Oajata Juchitepec, DE D. FERNANDO CORTES. 129 es casi en el mismo derecho hacia el mar, doce leguas de la provincia de Malinaltebe- que, donde ya he dicho que se halló oro : y allí les mostraron otros dos rios, de donde asimismo sacaron muestra de oro. | Y- porque allí, segun los Españoles que allá o fueron me informaron, hay mucho aparejo bricas, y pes- quería, que á para hacer estancias, y para sacar oro, rogué ruego de Cor- tés mandó ha- al dicho Muteczuma, que en aquella provin- cer Muteczu- É 4 ma en Mani- cia de Malinaltebeque, porque era para ello nilaltebeque : y AE. . y descripcion mas aparejada, hiciese hacer una estancia de la costa, golfos, y rios, para Vuestra Magestad; y puso en ello tan- que entran en ss a el mar, que ta diligencia, que desde en dos meses que yO mandó pintar, Nos Envía Cortés se lo dije, estaban sembradas sesenta hanegas 4 buscar puer- . a pa a . to, se trata de maiz, y diez de frijoles, y dos mil pies de a4%ae chal % chimera, 6Ó cacap,* que es una fruta como almendras, Santivan, en que ellos venden molida: tienenla en tanto, Y, bi que se trata por moneda? en toda la tierra, Ae ce y con ella se compran todas las cosas ne- cu dagiyas, y cesarias en los mercados, y otras partes. Y *Fecimientos. habia hechas cuatro casas muy buenas, en que en la una, demas de los aposentamien- tos hicieron un estanque de agua, y en él - pusieron quinientos patos, que acá tienen en mucho, porque se aprovechan de la pluma ** Este es el cacao, de que se hace el chocolate. + Aun hoy se conserva en las tiendas dar granos de cacao en lugar de monedas de cobre, por ser la menor de plata acuñada de valor de diez cuartos, y medio de España, y en la America es un medio real. 130 CARTA DE RELACION de ellos, y los pelan cada año, y hacen sus ropas con ella: y pusieron hasta mil, y quinientas gallinas, sin otros aderezos de grangerías, que muchas veces, juzgadas por los Españoles que la vieron, la apreciaban en veinte mil pesos de oro. Asimismo le rogué al dicho Muteczuma, que me dijese, si en la costa del mar habia algun rio, ó ancon, en que los navios que viniesen pudiesen entrar, y estar seguros. El cual me respondió, que no la sabia; pero que él me haria pintar to- da lo costa, y ancones, y rios de ella, y que enviase yo Españoles á los ver, y que él me daria quien los guiase, y fuese con ellos, y así lo hizo. Y otro dia me trajeron figura- da en un paño toda la costa : y en ella pare- cia un rio, que salia al mar, mas abierto, segun la figura, que los otros: el cual pare- cia estar entre las sierras, que dicen* Sanmin, y son tanto en un ancon por donde los pilotos hasta entonces creian que se partia la tierra en una provincia, que se dice Mazamalco;j y me dijo, que viese yo á quien queria enviar, y que él proveeria como se viese, y supiese todo: y luego señalé diez . hombres, y entre ellos algunos pilotos, y personas que sabian del mar. Y con el * Pueden ser las que hoy se llaman de San Martin obispado de Oajaca. E + Gomara dice Guazacualco, y lo cierto es que es entre las sierras de S. Martin, y S. Anton. DE D. FERNANDO CORTES. recaudo que él dió, se partieron, y fueron por toda la costa, desde el puerto de Chalchilme- ca* que dicen de san Juan, donde yo desem- barqué, y anduvieron por ella sesenta, y tan- tas leguas, que en ninguna parte hallaron rio, ni ancon donde pudiesen entrar navios ningunos, puesto que en la dicha costa habia muchos, y muy grandes, y todos los sondaron con canoas, y así llegaron á la dicha provin- cia de Cuacalco,t donde el dicho rio esta; y el señor de aquella provincia, que se dice Tuchintecla, los recibió muy bien, y les dió Canoas para mirar el rio: y hallaron en la entrada de el dos brazas, y media largas, en lo mas bajo de bajar, y subieron por el dicho rio arriba doce leguas, y lo mas bajo que en él hallaron fueron cinco, ó seis brazas. Y segun lo que de él vieron, se cree, que sube mas de treinta leguas de aquella hondura: y en la ribera de él hay muchas, y grandes po- blaciones, y toda la provincia es muy llana, y muy fuerte, y abundosa de todas las cosas de la tierra, y de mucha, y casi innumerable gente. Y los de esta provincia no son vasallos, ni súbditos de Muteczuma, ántes sus enemigos. Y asismismo el señor de ella, al tiempo que los Españoles llegaron, les en- * Este es el puerto de Vera-Cruz. + Hoy rio Guasacoalco de la diocesis de Oajaca, 131 132 CARTA DE RELACION. vió á decir, que los de Culúa no entrasen en su tierra, porque eran sus enemigos. Y cuando se volvieron los Españoles á mí con esta relacion, envió con ellos ciertos men- sajeros, con los cuales me envió ciertas joyas de oro, y cueros de tigres, y plumajes, y piedras, y ropa; y ellos me dijeron de su parte, que habia muchos dias, que Tuchintela su señor tenia noticia de mí: porque los de Putunchan, que es el rio de Grijalúa,* que son sus amigos, le habian hecho saber, como yo habia pasado por allí, y habia peleado con ellos, por que no me dejaban entrar en su pueblo; y como despues quedamos amigos, y ellos por vasallos de Vuestra Magestad. Y que él asimismo se ofrecia á su real servicio, con toda su tierra, y me rogaba, que le tuviese por amigo con tal condicion, que los de Culúa no entrasen en su tierra, y que yo viese las cosas que en ella habia, de que se quisiese servir Vuestra Alteza, y que él daria de ellas, las que yo señalase en cada un año. Como de los Españoles que vinieron de esta XXVII. Con provincia me informé, ser ella aparejada para, la relacion de los Españoles, poblar ; y del puerto, que en ella habia hal- que fueron á buscar puerto, lado, holgué mucho : porque despues que en envía Cortés Ñ pa : á reconocerle esta tierra salté, siempre he trabajado de bus- para poblar, y * Este rio conserva hoy su nombre, y tiene el de Tabasco, por donde desemboca en el oceano. nn > rio San Anton, que es junto al de Grijalúa DE D. FERNANDO CORTES. 133 / car puerto en la costa de ella: tal, que estu- o des viese á propósito de poblar, y jamas lo habia por be hallado, ni lo hay en toda la costa, desde el Sn 50 provin= hasta el de Panuco, que es la costa abajo, adonde ciertos Españoles, por mandado de Francisco de Garay, fueron á poblar; de que enadelante á Vuestra Alteza haré relacion. Y para mas me certificar de las cosas de aquella provincia, y puerto, y de la voluntad de los naturales de ella, y de las otras cosas necesa- rias á la poblacion, torné á enviar ciertas personas de las de mi compañía, que tenian alguna esperiencia para alcanzar lo susodi- cho. Los cuales fueron con los mensajeros. que aquel Señor "Tuchintecla me habia en- viado, y con algunas cosas que yo les dí para él. Y llegados, fueron de él bien recibidos : y tornaron á ver, y sondar el puerto, y rio, y ver los asientos que habia en él, para hacer el pueblo. Y de todo me trajeron verdadera, y larga relacion: y dijeron, que habia todo lo necesario para poblar. Y queel señor de la provincia estaba muy contento, y con mucho deseo de servir á Vuestra Alteza. Y venidos con esta relacion, luego despaché un capitan con ciento, y cincuenta hombres, para que fuesen a trazar, y formar el pueblo, y hacer una fortaleza: porque el señor de aquella 18 134 CARPA BE RELACION provincia se me habia ofrecido de la hacer : y asímismo todas las cosas que fuesen neces- arias, y le mandasen: y aun hizo seis en el asiento, que para el pueblo señalaron : y dijo, que era muy contento, que fuesemos allí á poblar, y estar en su tierra. - xxvi. De En los capítulos pasados, muy poderoso ta Provincia Señor, dije, como al tiempo que yo iba á la de Aculuacan, y Gudad, de gran ciudad de Temijtitan, me habia salido ezcuco, Ácu- ruma,y Otum- a] camino un gran señor, que venia de parte pa, y como Cacamacinaa de Muteczuma: y segun lo que despues de él señor de ellas, se rebeló, y supe, él era muy cercano deudo de Muteczu- fué preso, o E ma, y tenia su señorío junto al del dicho Mu- hizo elegir en teczuma : cuyo nombre era Haculuacan.* Y su lugará Cu- cuzcacin, su la cabeza de él es una muy gran ciudad, que A junto á esta laguna salada; que hay desde ella, yendo en canoas por la dicha la- guna hasta la dicha ciudad de 'Temijtitan seis leguas, y por la tierra diez. Y llámase esta ciudad 'Tezcuco,f y sera de hasta treinta mil vecinos. Tienen, señor, en ella muy mara- villosas casas, y Mezquitas, y oratorios muy grandes, y muy bien labrados. Hay muy grandes mercados: y demas de esta ciudad, tiene otras dos, la una á tres leguas de esta de Tezcuco, que se llama Acuruman,] y la otra ** El señorío de Culhuacan. + El mismo nombre conserva hoy, y se tarda lo mismo en llegar z el agua dulce los señores de la tierra, vasallos del dicho la venden ñ a Ñ DA toda la ti- Muteczuma tienen sus casas en la dicha ciu- erra : del mo- E á d E do de vivir, y dad, y residen en ella cierto tiempo del año : de y demas de esto, hay en ella muchos ciuda- y su policia damos ricos, que tienen asimismo muy buenas casas. Todos ellos, demasde tener muy buenos y grandes aposentamientos, tienen muy gen- tiles vergeles de flores, de diversas maneras, así en los aposentamientos altos, como bajos. Por la una calzada, que á esta gran ciudad entran, vienen dos caños de argamasa, tan anchos como dos pasos cada uno, y tan altos casi como un estado, y por el uno de ellost viene un golpe de agua dulce muy buena, del gordor de un cuerpo de hombre, que vá á dar al cuerpo de la ciudad, de que se sirven, y beben todos. El otro que va vacio, es para cuando quieren limpiar el otro caño, porque echan por allí el agua, en tanto que se limpia ; * Y ademas de esto habia dioses penates, ó caseros. + Esta es la que aun hoy se reconoce venia por Churnbusco de | ¡a puente de Amilco., DE D. FERNANDO CURTES. y porqueelagua ha de pasar por las puentes, á causa de las quebradas, por donde atraviesa el agua salada, echan la dulce por unas canales, tan gruesas como un buey, que son de la lon- gura de las dichas puentes, y así se sirve toda la ciudad. Traen á vender el agua por canoas por todas las calles: y la manera de como la toman del caño es, que llegan las canoas debajo de las puentes, por donde estan, las canales, y de allí hay hombres en lo alto. que hinchen las canoas, y les pagan por ello su trabajo. En todas las entradas de la ciu- dad, y en las partes donde descargan las ca- noas, que es donde viene la mas cantidad de los mantenimientos, que entran en la ciudad, hay chozas hechas donde estan personas por guardas, y que reciben certum quid* de cada cosa, que entra. Esto no sé si lo lleva el se- for, Ó si es proprio para la ciudad, porque hasta ahora no lo he alcanzado; pero creo que para el señor, porque en otros mercados de otras provincias se ha” visto coger aquel derecho para el señor de ellas. Hay en todos los mercados, y lugares públicos de la dicha ciudad todos los dias, muchas personas traba- jadores, y maestros de todos oficios, esperando quien los alquile por sus jornales. La gente de esta ciudad es de mas manera, y primor +* Una contribucion. 21 e. 158 CARTA DE RELACION en su vestido, y servicio, que no la otra de estas otras provincias, y ciudades: porque como allí estaba siempre este señor Mutec- zuma, y todos los señores sus vasallos ocur- rian siempre á la ciudad, habia en ella mas manera, y policía en todas las cosas. Y por no ser mas prolijo en la relacion de las cosas de esta gran ciudad (aunque no acabaria tan aina). no quiero decir mas, sino que en su ser- vicio, y trato de la gente de ella, hay la ma- nera* casi de vivir que en España, y con tanto concierto, y orden como allá ; y que conside- rando esta gente ser bárbara, y tan apartada del conocimiento de Dios, y de la comunica- cion de otras naciones de razon, es cosa ad- mirable ver la que tienen en todas las cosas. xxxuL. pe En lo del servicio de Muteczuma, y de las la grandeza de cosas de admiracion, que tenia por grandeza, el dominio de Muteczuma, ias É da y Ea á Vuestra Alteza, que yo no sé por donde co- el rio O- tonchan llama- menzar, que pueda acabar de decir alguna do Grijalva, y na bl ad parte de ellas; porque como ya he dicho, que matan. e las easas de mas grandeza puede ser, que un señor bár- las aves, y ani- Ñ males, y mons- baro, como este, tuviese contrahechas de oro, truos huma- : nos, y perso- Y plata, y piedras, y plumas todas las cosas, nas, que las . : o De que debajo del cielo hay en su señorío, tan al natural lo de oro, y plata, que no hay platero * Es muy notable esta espresion, para no hacer tan rudos á los indios, como algunos pintaron. DE D. FERNANDO CORTES. en el mundo, que mejor lo hiciese,* y lo de las piedras, que no baste juicio comprehender con que instrumentos se hiciese tan perfecto:f y lo de pluma, que ni de cera, ni en ningun broslado se podria hacer tan maravillosa- mente. El señorío de tierras, que este Mu- teczuma tenia, no se ha podido alcanzar cuanto era, porque á ninguna parte, docien- tas leguas de un cabo, y de otro, de aquella su gran ciudad, enviaba sus mensajeros, que no fuese cumplido su mandato, aunque habia algunas provincias en medio de estas tierras, con quien él tenia guerra. Pero lo que se alcanzó, y yo de él pude comprehender, era su señorío tanto casi como España, porque hasta sesenta leguas de esa parte de Putun- - chan, que es el rio de Grijalva,i envió men- sajeros á que se diesen por vasallos de Vues- tra Magestad, los naturales de una ciudad, que se dice Cumatan|| que habia desde la. eran ciudad á ella docientas, y treinta leguas, - porque las ciento, y cincuenta yo he hecho andar á los Españoles. 'Todos los mas de los señores de estas tierras, y provincias, en espe- cial los Comarcanos, residian, como ya he , * Esto no es esageracion, pues se han visto piezas admirablemente trabajadas. + Tenian cobre, y pedernal con que labraban. 3 Hoy Provincia de Tabasco. || Zumatlan, que está entre la provincia de Oajaca, y Chiapa, 159 160 CARTA DE RELACION dicho, mucho tiempo del año en aquella gran ciudad, y todos, Ó los mas, tenian sus hijos primogénitos en el servicio del dicho Mutec- zuma. Entodos los señoríos de estos señores tenia fuerzas hechas, y en ellas gente suya, y sus gobernadores, y cogedores del servicio, y renta, que de cada provincia le daban, y ha- bia cuenta, y razon de lo que cada uno era obligado á dar, porque tienen caracteres, y figuras escritas en el papel, que hacen, por donde se entienden. Cada una de estas pro- vincias servia con su genero de servicio, se- gun la calidad de la tierra; por manera, que á su poder venia toda suerte de cosas, que en las dichas provincias habia, Era tan temido de todos, así presentes, como ausentes, que nunca príncipe del mundo lo fué mas. Tenia, así fuera de la ciudad, como dentro, muchas casas de placer, y cada una de su manera de pasatiempo, tan bien labradas, cuanto se po- dria decir, y cuales requerian ser para un gran príncipe, y señor. Tenia dentro de la ciudad sus casas de aposentamiento, tales, y tan maravillosas, que me pareceria casí im- posible poder decir la bondad, y grandeza de ellas. Y por tanto, no me pondré en espresar cosa de ellas, mas de que en España no hay su semejable.* "Tenia una casa poco menos * Por el tiempo de la conquista fué verosimil esta espresion. =e CTRA IERN ADE DANOS IA IATA ARO o Ft es POT Al Mn AGE EDIC A cti HDD Lt A RA A A A A e e a A D 760. Ano de Y e E | de DE D. FERNANDO CORTES. buena que esta, donde tenia un muy hermoso jardin, con ciertos miradores, que salian so- bre él, y los mármoles, y losas de ellos eran de jaspe, muy bien obradas. Habia en esta casa aposentamientos, para se aposentar dos muy grandes príncipes, con todo su servicio. En esta casa tenia diez estanques de agua, donde tenia todos los linages de aves de agua, que en estas partes se hallan, que son muchos, y diversos, todas domésticas : y para las aves, que se crian en el mar, eran los estanques de agua salada: y para las de rios, lagunas de agua dulce; la cual agua vaciaban de cierto á cierto tiempo, por la limpieza, y la torna- ban á henchir por sus caños: y ácada género de aves se daba aquel mantenimiento, que era proprio ásu natural, y con que ellas en el campo se mantenian. De forma, que á las que comian pescado, se lo daban, y las que gusanos, gusanos, y las que maiz, maiz, y las que otras semillas mas menudas por consi- guiente se las daban. Y certifico á Vuestra Alteza, que á las aves, que solamente comian pescado, se les daba cada dia diez arrobas de él, que se toma en la laguna salada. Habia, para tener cargo de estas aves, trecientos hombres, que en ninguna otra cosa entendian. Habia otros hombres, que solamente enten- dian en curar las aves, que adolecian.* Sobre Esta proliji dad, y gasto no es fácil referirlo de otro soberano, 161 CARTA DE RELACION cada alberca,y estanques de estas aves, habia sus corredores, y miradores, muy gentilmente labrados, donde el dicho Muteczuma se venia á recrear, y á las ver. Tenia en esta casa un cuarto, en que tenia hombres, y mugeres, y niños, blancos de su nacimiento en el rostro, y cuerpo, y cabellos, y cejas, y pestañas. Tenia otra casa muy hermosa, donde tenia un gran patio, losado de muy gentiles losas. todo él hecho 4 manera de un juego de Aje- dréz. Y las casas eran hondas, cuanto esta- do, y medio, y tan grandes como seis pasos en cuadra: y la mitad de cada una de estas ca- sas era cubierta el soterrado de losas, y la mitad que quedaba por cubrir, tenia encima una red de palo muy bien hecha: y en cada una de estas casas habia un ave de rapiña, comenzando de cernícalo, hasta á águila, to- das cuantas se hallan en España, y muchas mas raleas, que allá no se han visto. Y de cada una de estas raleas habia mucha canti- dad : y en lo cubierto de cada una de estas casas habia un palo, como alcandra, y otro fuera, debajo de la red, que en el uno estaban de noche, y cuando llovia: y en el otro se podian salir al sol, y al aire á curarse. A todas estas aves daban todos los dias de comer gallinas, y no otro mantenimiento. Habia en esta casa ciertas salas grandes bajas, todas llenas de jaulas grandes, de muy gruesos ma- DE D. FERNANDO CORTES. 163 deros, muy bien labrados, y encajados: y en todas, Ó en las mas habia leones, tigres, lo- bos, zorras, y gatos de diversas maneras :* y de todos en cantidad, á las cuales daban de comer gallinas cuantas les bastaban. Y para estos animales, y aves habia otros trecientos hombres, que tenian cargo de ellos. Tenia otra casa donde tenia muchos hombres, y mugeres mónstruos: en que habia enanos, corcobados, y contrahechos, y otros con otras disformidades, y cada una manera de món- struos en su cuarto por sí. Y tambien habia para ests, personas dedicadas para tener cargo de ellos. Y las otras cosas de placer, que tenia en su ciudad, dejo de decir por ser muchas, y de muchas calidades. La manera de su servicio era, que todas XXXIV. Dei los dias luego en amaneciendo eran en su casa a ma, y sutrage, de seis cientos señores, y personas principales, Ceremonias z con que era los cuales se sentaban, y otras andaban por servido, y or- 1 d | lbs den, que se unas salas, y corredores, que habian en la guardaba cu. . , . d li d ; dicha casa, y allí estaban hablando, y pisan- palacio. do tiempo sin entrar donde su persona estaba. Y los servidores de estos, y personas, de quien se acompañaban, enchian dos, ó tres grandes pátios, y la calle que era muy grande. Y estos estaban sin salir de allí todo el dia hastala noche. Y al tiempo que traian E) 5 pl a Gi De todos estos animales hay en este pais, en tierra caliente, 164 CARTA DE RELACION» - de comer al dicho Muteczuma, asimismo lo traian á todos aquellos señores tan com- plidamente, cuanto á su persona, y tambien á los servidores, y gente de estos les daban sus raciones. Habia cotidianamente la dispensa. y botillería abierta para todos aquellos, que quisiesen comer, y beber. La manera de como les daban de comer, es que venian tre- cientos, Ó cuatrocientos mancebos con el manjar, que era sin cuento, porque todas las veces, que comia, y cenaba le traian de to- das las maneras de manjares así de carnes, como de pescados y frutas, y yerbas, que en toda la tierra se podian haber. Y porque la tierra es fria traian debajo de cada plato, y escudilla de manjar un braserico con brasa, porque no se enfriase.* Ponianle todos los manjares juntos en una gran sala, en que él comia, que casi toda se llenaba la cual estaba todo muy bien esterada, y muy limpia: y él estaba asentado en una almohada de cuero pequeña muy bien hecha. Al tiempo, que comian estaban allí desviados de él cinco, óú seis señores ancianos, á los cuales él daba de lo que comia. Y estaba en pie uno de aquel- los servidores, que le ponia, y alzaba los manjares, y pedía á los otros, que estaban mas á fuera, lo que era necesario para el ser- * Causa admiracion este primor de las naciones mas cultas. DE D. FERNANDO COR'TES. vicio. Y alprincipio, y fin de la comida, y cena siempre le daban agua á manos; y con la toalla, que una vez se limpiaba, nunca se limpiaba mas: ni tampoco los platos, y escu- dillas, en que le traian una vez el manjar se los tornaban á traer, sino siempre nuevos, y así hacian de los brasericos.* Vestiase todos los dias cuatro maneras de vestiduras todas nuevas, y nunca mas se las vestia otra vez. Todos los señores, que entraban en su casa, noentraban calzados y cuando iban delante de él algunos, que él enviaba á llamar, llevaban la cabeza, y ojos inclinados,y el cuerpo muy humillado,y hablando con él no le miraban á la cara ; lo cual hacian por mucho acatamien- to, y reverencia. Y sé, que lo hacian por este respeto, porque ciertos señores reprehendian á los Españoles, diciendo: que cuando habla- ban con migo, estaban esentost mirandome la cara, que parecia desacatamiento, y poca ver- guenza. Cuando salia fuera el dicho Mutec- Zuma, que era pocas veces, todos los que iban con él, y los que topaba por las calles le vol- vian el rostro, y en ninguna manera le mira- ban, y todos los demas se postraban hasta, que él pasaba. Llevaba siempre delante sí * Esto tampoco se refiere de otro soberano. + Esentos, esto es, sin empacho ni vergienza. Covarrubias Verb. Esento. ( 22 165 166 CARTA DE RELACION un señor de aquellos con tres varas delgadas altas, que creo se hacia porque se supiese, que iba allí su persona.* Y cuando lo des- cendian de las andas, tomaba la una en la mano, y llevabala hasta dondeiba. Eran tan- tas, y tan diversas las maneras, y ceremonias, que este señor tenia en su servicio, que era necesario mas espacio, del que yo al presente tengo para les relatar, y aun mejor memoria para las retener, porque ninguno de los sol- danes,T ni otro ningun señor infiel, de los que hasta anora se tiene noticia, no creo, que tantas, ni tales ceremonias en servicio tengan. En esta gran ciudad estuve proveyendo las cosas, que parecia que convenia al servicio de Vuestra Sacra Magestad, y pacificando, y atrayendo a él muchas provincias, y tierras pobladas de muchas, y muy grandes ciudades, y villas, y fortalezas, y descubriendo minas: y sabiendo, y inquiriendo muchos secretos de las tierras del señorío de este Muteczuma, como de otras, que con él confinaban, y él tenia noticia ; que son tantas, y tan maravil- losas, que son casi increibles, y todo con tanta voluntad, y contentamiento del dicho Mu- teczuma, y de todos los naturales de las dichas tierras, como si de ab ¿nitio hubieron “ Los Romanos 'llebaban delante los lictores con las varas en señal de justicia, y lo mismo se practica hoy en España, respecto de los alguaciles. + Sultanes. DE D. ea ai CORTES. 167 conocido á Vuestra Sacra Magestad por su rey, y señor natural: y no con menos volun- tad hacian todas las cosas: que en su real nombre les mandaba. En las cuales dichas cosas, y en otras no xxxy. De menos útiles al real servicio de Vuestra Gon. haror Alteza, gasté desde ocho de noviembre de Pegado, 6 ps mil quinientos diez y nueve, hasta entrante FU ve "aos. Despacha . _ Mensajeros, y el mes de mayo de este presente: que estan DE PADE. do en toda quietud, y sosiego en esta dicha !de Narvaéz, que venia con- ciudad, teniendo repartidos muchos de los tra él, de or- den de Diego E l A : Velazquez, al Españoles por muchas, y diversas partes, Vel: dio pacificando, y poblando esta tierra con curó impedi: que enviase mucho deseo, que viniesen navios con la esta q por e r, respuesta de la relacion, que á Vuestra o de Magestad habia hecho de esta tierra, para como> con ellos enviar la que ahora envió, y todas las cosas de oro, y joyas, que en ella habia habido para Vuestra Alteza: vinieron á mí ciertos naturales de esta tierra, vasallos del dicho Muteczuma, de los que en la costa del mar moran, y me dijeron como junto á las sierras de san Martin, que son en la dicha costa, antes del puerto, ó baia de san Juan, habian llegado diez y ocho navios, y que no sabian quien eran: porque así como los vieron en el mar, me lo vinieron á hacer saber: y tras de estos dichos Indios, vino otro natural de la isla Fernandina. el cual 168 CARTA DE RELACION me trajo una carta de un Español, que yo tenia puesto en la costa, para que si navios viniesen, les diese razon de mí, y de aquella villa, que allí estaba cerca de aquel puerto, porque no se perdiesen. En la cual dicha carta se contenia; “Que en tal dia habia asomado un navio frontero del dicho puerto de san Juan, solo: y que habia mirado por toda la costa del mar cuanto su vista podia comprehender, y que no habia visto otro: y que creia que era la nao, que yo habia en- viado á Vuestra Sacra Magestad, porque ya era tiempo que viniese. Y que para mas certificarse él quedaba esperando, que la dicha nao llegase al puerto para se informar de ella: y que luego vendria á me traer la relacion.” Vista esta carta despaché dos Españoles, uno por un camino, y otro por otro, porque no errasen á algun mensajero, si de la nao viniese. A los cuales dije, que llegasen hasta el dicho puerto, y supiesen cuantos navios eran llegados, y de donde eran, y lo que traian: y se volviesen á la mas priesa que fuese posible á me lo hacer saber. Y asimismo despaché otro á la villa de la Vera-Cruz á les decir, lo que de aquellos navios habia sabido, para que de allá asimismo se informasen, y me lo hicies- en saber : v otro al capitan que con los cien- DE D. FERNANDO CORTES. to y cincuenta hombres enviaba á hacer el pueblo de la provincia, y puerto de Cuacu- calco :* al cual escribí, que donde quiera que el dicho mensajero le alcanzase, se estuviese, y no pasase adelante hasta que yo segunda vez le escribiese, porque tenia nueva que eran llegados al puerto ciertos navios, el cual, segun despues pareció, ya cuando llegó mi carta, sabia de la venida de los dichos navios. Y enviados estos dichos mensajeros se pasaron quince dias, que ninguna cosa supe, ni hube respuesta de ninguno de ellos, de que no estaba poco espantado. Y pasa- dos estos quince dias vinieron otros Indios así mismo vasallos del dicdo Muteczuma, de los cuales supe: que los dichos navios esta- ban ya surtos en el dicho puerto de san Juan, y la gente desembarcada, y traian por copia, que habia ochenta caballos, y ocho cientos hombres, y diez, ó doze tiros de fuego, lo cual todo lo traia figurado en un papel de la tierra para lo mostrar all dicho Muteczuma.Tf Y dijeronme como el Español, que yo tenia puesto en la costa, y los otros mensajeros, que yo habia enviado, estaban con la dicha gente, y que les habian dicho á * Hoy Guasacualco obispado de Oajaca. + Todos los pueblos, sus acriones, guerras, y todo lo que querian significar, lo pintaban en un papel, ó lienzo con figuras á pro- pósito, 169 170 CARTA DE RELACION estos Indios, que el capitan de aquella gente no los dejaba venir, y que me lo dijesen. Y sabido esto acordé de enviar un religioso,* que yo traje en mi compañía con una carta mia: y otra de alcaldes, y regidores de la villa de la Vera-Cruz, que estaban con migo en la dicha ciudad : las cuales iban dirigidas al capitan, y gente, que á aquel puerto habia llegado, haciendole saber muy por estenso, lo que en esta tierra me habia sucedido, y como tenia muchas ciudades, y villas, y Fortalezas ganadas, y conquistadas, y pacifi- cas, y sujetas al real servicio de Vuestra Magestad, y preso al señor principal de todas estas partes: y como estaba en aquella gran ciudad, y la cualidad de ella, y el oro, y joyas que para Vuestra Alteza tenia: y como habia enviado relacion de esta tierra á Vuestra Magestad. Y que les pedia por merced, me hiciesen saber quien eran, y sieran vasallos naturales de los reynos, y señoríos de Vuestra Alteza, me escribiesen, si venian á esta tierra por su real mandado, ó á poblar, y estar en ella, ó si pasaban adelante, ó habian de volver atras. O si traian ulguna necesidad, que yo les haria prover de todo lo que á mi posible fuera. Y que si eran de * Fr. Bartolomé de Olmedo mercenario, que vino por capellan de la armada de Cortés, con el Lic, Juan Díaz. DE D. FERNANDO CORTES. fuera de los reynos de Vuestra Alteza: asi- mismo me hiciesen saber si traian alguna necesidad, porque tambien lo remediaría, pudiendo. Donde no, que les requeria de parte de Vuestra Magestad, que luego se fuesen de sus tierras, y no saltasen ellas: con apercebimiento, que si así no lo hiciesen iria contra ellos con todo el poder, que yo tuviese, así de Españoles, como de naturales de la tierra, y los prenderia, ó mataria como estrangeros, que se querian entremeter en los - reinos, y señoríos de mi rey, y señor. Y par- tido el dicho religioso con el dicho despacho: dende en cinco dias llegaron á la ciudad de Temijtitan veinte Españoles, de los que en la villa de la Vera-Cruz tenia : los cuales me _tralan un clérigo, y otros dos legos, que habian tomado en la dicha Villa: de los cuales supe como la armada, y gente, que en el dicho puerto estaba, era de Diego Velazquez, que venia por su mandado, y que venia por capitan de ella un Pánfilo Narvaez, vecino de la isla Fernandina. Y que traian ochenta de caballo, y muchos tiros de pol- vora, y ochocientos peones : entre los cuales dijeron, que habia ochenta escopeteros, y ci- ento, y veinte ballesteros : y que venia, y se nombraba por capitan general, y teniente de gobernador de todas estas partes, por el . 171 172 CARTA DEPRELACION - dicho Diego Velazquez: y que para ello trala provisiones de V. M: y que los mensa- jeros, que yo habia enviado, y el hombre que en la costa tenia, estaban con el dicho Pan- filo de Narvaez, y no los dejaban venir, el cual se habia informado de ellos, de como yo tenia allí aquella villa doce leguas del dicho puerto, y de la gente, que en ella estaba, y asimismo de la gente que yo enviaba á Cua- cucalco,* y como estaban en una provincia, treinta leguas del dicho puerto, que se dice Tuchitebeque, y de todas las cosas que yo en la tierra habia hecho en servicio de Vues- tra Alteza, y las ciudades, y villas que yo tenia conquistadas, y pacificas, y de aquella eran ciudad de Temijtitan; y del oro, y joy- as, que en la tierra se habian habido: y se habia informado de ellos, de todas las otras cosas, que me habian sucedido; y que á ellos les habia enviado el dicho narvaez á la dicha villa de la Vera-Cruz, á que si pudies- en, hablasen de su parte á los que en ella estaban, y los atrajesen á su propósito, y se levantasen contra mí: y con ellos me traje- ron mas de cien cartas, que el dicho Narvaez, y los que con él estaban, enviaban á los de la dicha villa, diciendo, que diesen crédito á * Rio de Guasacualco, y Tuchitepece, de que arriba se hizo mencion. 1 DE D. FERNANDO CORTES. lo que aquel clérigo, y los otros, que iban con él, de su parte les dijesen: y prometiendoles, que si así lo hiciesen, que por parte del dicho Diego Velazquez, y de él en su nombre, les serian hechas muchas mercedes; y los que lo contrario hiciesen, habian de ser muy mal tratados, y otras muchas cosas, que en las dichas cartas se contenian, y el dicho clérigo, y los que con él venian, dijeron. Y casi jun- to con estos vino un Español, de los que iban á Cuacucalco con cartas del capitan, que era un Juan Velazquez de Leon: el cual me hacia saber como la gente que habia llegado al puerto, era Pánfilo de Narvaez,* que venia en nombre de Diego Velazquez, con la gente que traian, y me envió una carta, que el dicho Narvaez le habia enviado con un Indio, como á pariente del dicho Diego Velazquez, y cuñado del dicho Nar- vaez, en que por ella le decia, como de aque- llos mensajeros mios habia sabido, que estaba allí con aquella gente, y luego se fuese con ella á él, porque en ello haria lo que cum- plia, y lo que era obligado á sus deudos, y que bien creia que yo le tenia por fuerza: y otras cosas que el dicho Narvaez le escribia ; el cual dicho capitan, como mas obligado al * Para que fuese mas maravillosa la conquista, permitió Dios, que el mayor riesgo le viniese á Cortés de otro Español enemigo suyo, 23 173 174 CARTA DE RELACION servicio de Vuestra Magestad, no solo dejó de aceptar lo que el dicho Narvaez por su letra le decia, mas un luego se partió, des- pues de me haber enviado la carta, para se venir á juntar con toda la gente, que tenia con migo. Y despues de me haber informa- do de aquel clérigo, y de los otros dos, que con él venian, de muchas cosas, y de la in- tencion de los del dicho Diego Velazquez, y Narvaez, y de como se habian movido con aquella armada, y gente contra mí, porque yo habia enviado la relacion, y cosas de esta tierra á Vuestra Magestad, y no al dicho Diego Velazquez, y como venian con dañada voluntad para me matar á mí, y á muchos de los de mi compañía, que ya desde alla traian señalados. Y supe, asimismo, como el Lic. Figueroa, Juez de residencia en la Isla Española, y los jueces, y oficiales de Vuestra Alteza, que en ella residen, sabido por ellos, como el dicho Diego Velazquez hacia la dicha armada, y la voluntad, con que la hacia, constandoles el daño, y deser- vicio, que de su venida á Vuestra Magestad podia redundar, enviaron al Lic. Lucas Vazquez de Ayllon, uno de los dichos jueces, con su poder, á requerir, y mandar al dicho Diego Velazquez, no enviase la dicha arma- da; el cual vino, y halló al dicho Diego DE D. FERNANDO CORTES. Velazquez con todo la gente armada en la punta de la dicha isla Fernandina, ya que queria pasar, y que allí le requirió á él, y á todos los que en la dicha armada venian, que no viniesen, porque de ello Vuestra Alteza era muy deservido; y sobre ello les impuso muchas penas, las cuales no obstante, ni todo lo por el dicho Lic. requerido, ni mandado, todavia habia enviado la dicha armada: y que el dicho Lic. Ayllon estaba en el dicho pu- erto, que habia venido juntamente con ella, pensando de evitar el daño, que de la venida de la dicha armada se seguia; porque á él, y á todos era notorio el mal propósito, y volun- tad, con que la dicha armada venia. Envié al dicho clerigo con una carta mia, para el dicho Narvaez, por la cual le decia, como yo habia sabido del dicho clerigo, y de los que con él habian venido, como élera capitan de la gente, que aquella armada traia, y que holgaba, que fuese él porque tenia otro pen- samiento, viendo que los mensajeros, que yo habia enviado, no venian; pero que pues él sabia, que yo estaba en esta tierra en servicio de Vuestra Alteza, me maravillaba no me escribiese, ó enviase mensagero, haciendome saber de su venida, pues sabia, que yo habia de holgar con ella, así por él ser mi amigo mucho tiempo habia, como porque creia que 175 q as CARTA DE RELACION él venia á servir á Vuestra Alteza, que era lo que yo mas deseaba, y enviar, como habia enviado sobornadores, y carta de inducimi- ento á las personas, que yo-tenia en mi com- pañía, en servicio de Vuestra Magestad, para que se levantasen contra mí, y se pasasen á él, como si fueramos los unos infieles, y los otros cristianos: ó los unos vasallos de Vues- tra Alteza, y los otros sus deservidores. Y que le pedia por merced, que de allí adelante no tuviese aquellas formas, ántes me hiciese saber la causa de su venida ; y que me habian dicho, que se intitulaba capitan general, y teniente de gobernador por Diego Velazquez, y que por tal se habia hecho pregonar, y pub- licar en la tierra: y que habia hecho alcaldes, y regidores, y ejecutado justicia, lo cual era en mucho deservicio de Vuestra Alteza, y contra todas sus leyes; porque siendo esta tierra de Vuestra Magestad, y estando pob- lada de sus vasallos, y habiendo en ella justi- cia, y cabildo, que no se debia intitular de los dichos oficios, ni usar de ellos, sin ser pri- mero á ellos recibido, puesto que para los ejercer, trajese provisiones de Vuestra Ma- gestad. Las cuales, si traia, le pedia por merced, y le requeria las presentase ánte mí, y ánte el cabildo de la Vera-Cruz, y que de él, y de mi serian obedecidas, como cartas, y DE D. FERNANDO CORTES. 174 provisiones de nuestro rey, y señor natural, y cumplidas en cuanto al real servicio de vuestra Magestad conviniese, porque yo es- taba en aquella ciudad, y en ella tenia preso á aquel señor, y tenia inucha suma de oro, y joyas, así de lo de Vuestra Alteza, como de los de mi compañía, y mio: lo cual yo no osaba dejar, con temor, que salido yo de la di- cha ciudad, la gente se rebelase, y perdiese tanta cantidad de oro, y joyas, y tal ciudad. Mayormente, que perdida, aquella, era per- dida toda la tierra. Y asímismo dí al dicho clérigo una carta para el dicho Lic. Ayllon : el cual, segun despues yo supe, al tiempo que el dicho clérigo llegó, habia prendido ál dicho Narvaez, y enviado preso con dos navíos. El dia que el dicho clérigo se partió, me XXXVI. Avi- e ¿ san á Cortés llegó un mensajero, de los que estaban en la haberse rebe- : au Ll lado lús pro- villa de la Vera-Cruz, por el cual me hacian vincias de la a t , - saber, que toda la gente de los naturales de ¿dose 4 Nar. - vaez, especial- la tierra estaban levantados, y. hechos con el mente + Cem. » . . poala. Resu- dicho Narvaez, en especial los de la ciudad Mot contra de Cempoal, y su partido: y que ninguno de 4. Cartas, que le dieron ellos queria venir á servir á la dicha villa, así er el cami- no, y modo, en la fortaleza, como en las otras cosas, en que usó Nar- vaez de atra- que solian servir: porque decian, que Narvaez 5 ME les habia dicho, que yo era malo, y que me pue bis venia á prender á mí, y á todos los de com- para ajustarse, pañía, y llevarnos presos, y dejar la tierra : y del no contra 178 CARTA DE RELACION que la gente, que el dicho Narvaez traia. era mucha, y la que yo tenia poca. Y que él traia muchos caballos, y muchos tiros: y que yo tenia pocos, y que querian ser á viva, quien vence. Y que tambien me hacian sa- ber, que eran informados de los dichos Indios, que el dicho Narvaez se venia á aposentar á la dicha ciudad de Cempoal : y que ya sabia quan cerca estaba de aquella villa, y que creian, segun eran informados del mal pro- pósito, que el dicho Narvaez contra todos traia, que desde allí venia sobre ellos, y te- niendo de su parte los Indios de la dicha ciu- dad, y por tanto me hacian saber, que ellos dejaban la villa sola, por no pelear con ellos : y por evitar escándalo se subian á la sierra á causa de un señor vasallo de Vuestra Alteza. y amigo nuestro : y que allí pensaban estar hasta, que yo les embiase á decir, lo que hi-- ciesen. Y como yo ví el gran daño, que se comenzaba á revolver, y como la tierra se le- vantaba á causa del dicho Narvaez : parecio- me, que con ir yo donde él estaba, se apaci- guaria mucho, porque viendome los Indios presente, no se osarian á levantar. Y tam- bien, porque pensaba dar órden con el dicho Narvaez, como tan gran mal como se comen- zaba, cesase. Y así me partí aquel mismo dia, dejando la fortaleza muy bien bastecida DE D. FERNANDO CORTES. de maiz, y de agua, y quinientos hombres dentro de ella, y algunos tiros de pólvora. Y con la otra gente, que allí tenia, que serian hasta setenta hombres, seguí mi camino con algunas personas principales de los del di- cho Muteczuma. Al cual yo ántes, que me partiese hize muchos razonamientos, dicien- dole: “(Que mirase, que él era vasallo de Vuestra Alteza, y que ahora habia de recibir mercedes de Vuestra Magestad por los servi- cios, que le habia hecho: y que aquellos Es- pañoles le dejaba encomendados con todo aquel oro, y joyas, que él me habia dado, y mandado dar para Vuestra Alteza: porque yo iba á aquella gente, que allí habia venido, á saber, que gente era, porque hasta entonces, no lo habia sabido, y creia, que debia ser al- guna mala gente, y no vasallos de Vuestra Alteza.” Y él me prometió de los hacer proveer de todo lo necesario, y guardar mu- Cho todo, lo que allí le dejaba puesto para Vuestra Magestad : y que aquellos suyos, que iban con migo, me llevarian por Camino, que no saliese de su tierra: y me harian proveer en él de todo, lo que huviesen menester, y que me rogaba, si aquella fuese gente mala, que se lo hiciese saber, por que luego proveería de mucha gente de guerra, para que fuesen á pelear con ellos, y hecharlos fuera de la tierra. 179 180 CARTA DE RELACION Lo cual todo yo le agradecí, y certifiqué, que por ello Vuestra Alteza le mandaria hacer muchas mercedes, y le dí muchas joyas, y ro- pas á él, y á un hijo suyo, y á muchos señores, que estaban con él á la sazon. Y en una ciu- dad, que se dice Chururtecal* topé á Juan Velazquez, capitan que, como he dicho, en- viaba á Cuacucalca, que con toda la gente se venia, y sacados algunos, que venian mal dispuestos, que envié á la ciudad: con él, y con los demas seguí mi camino : y quince le- guas adelante de esta ciudad de Cururtecal topé aquel padre religioso de mi compañía, que yo habia enviado al puerto á saber, que gente era la del armada, que allí habia venido. El cual me trajo una carta del dicho Narvaez, en que me decia, que él traia ciertas provi- siones, para tener esta tierra por Diego Ve- lazquez : que luego fuese donde él estaba á las obedecer, y cumplir, y que él tenia hecha una villa, y alcaldes, y regidores. Y del di- cho religioso supe, como habian prendido al dicho Licenciado Ayllon, y á su escribano, y alguacil, y los habian enviado en dos navíos, y como allá le habian acometido con partidos, para que él atrajese algunos de los de mi compañía, que se pasasen al dicho Narvaez: y como habian hecho alarde delante de él, y * Oholula. DE D. FERNANDO CORTES. de ciertos Indios, que con el iban de toda la gente, así de pie, como de caballo, y soltar la artilleria, que estaba en los navios, y la que tenian en tierra á fin de los atemorizar : por que le dijeron al dicho religioso: “ Mirad, como os podeis defender de nosotros, sino ha- zeis, lo que quisieremos.” Y tambien me dijo, como habia hallado con el dicho Nar- vaez á un señor natural de esta tierra, vasallo del dicho Muteczuma: y que le tenia por go- bernador suyo en toda su tierra de los puertos hacia la costa del mar: y que supo que al dicho Narvaez le habia hablado de parte del dicho. Muteczuma, y dadole ciertas joyas de oro: y el dicho Narvaez le habia dado tam- bien á él ciertas cosillas : y que supo que ha- bia despachado de allí ciertos mensajeros para el dicho Muteczuma, y enviado á le de- cir, que él le soltaria, y que venia á prender- me á mi, y á todos los de mi compañía, é irse luego, y dejar la tierra:* y que él no queria oro, sino preso yo, y los que con migo estaban, “volverse, y dejar la tierra, y sus naturales de ella en su libertad. Finalmente, que supe que su intencion era de se aposesionar en la tierra por su autoridad, sin pedir, que fuese | 2. y ** De estas espresiones de Narvaez se infiere evidentemente, que en haberse movido los Indios contra Cortés, y apartado de la obedi- encia á nuestro soberano, la principal causa fué Narvaez, y el orí- gen de la perdicion de tantas almas. : 24 181 182 CARTA DE RELACION recibido de ninguna persona: y no queriendo yo, ni los de mi compañía tenerle por capitan, y justicia en nombre del dicho Diego Velaz- quez venir contra nosotros, y tomarnos por guerra: y que para ello estaba confederado con los naturales de la tierra, en especial con el dicho Muteczuma, por sus mensajeros: y como yo viese tan manifiesto el daño, y de- servicio, que á Vuestra Magestad de lo suso- dicho se podia seguir, puesto que me dijeron el gran poder que traia; y aunque traia mandado de Diego Velazquez, que á mí, y ciertos de los de mi compañía, que venian se- ñalados, que luego que nos pudiese haber, nos ahorcase, no dejé de me acercar mas á él, creiendo por bien, hacerle conocer el gran deservicio, que á Vuestra Alteza hacia, y po- derle apartar del mal propósito, y dañada voluntad, que traia : Y así seguí mi camino : y quince leguas ántes de llegar á la ciudad de Cempoal, donde el dicho Narvaez estaba aposentado, llegaron á mí el clérigo de ellos, que los de la Vera-Cruz habian enviado, y con quien yo al dicho Narvaez al Lic. Ay- llon habia escrito, y otro clérigo, y un Án- drés de Duero, vecino de la isla Fernandina, que asimismo vino con el dicho Narvaez: los cuales en respuesta de mi carta, me dijeron de parte del dicho Narvaez, que yo todavia DE D. FERNANDO CORTES. le fuese á obedecer, y tener por capitan, y le entregase la tierra, porque de otra manera mé seria hecho mucho daño, porque el dicho Narvaez traia muy gran poder, y yo tenia poco: y demás de la mucha gente de Espa- _ñoles, que traia, que los mas de los natur- ales eran en su favor: y que si yo le quisiese dar la tierra, que me daria de los navios, y mantenimientos, que él traia, los que yo _quisiese, y me dejaria ir en ellos á mí, y á los que con migo quisiesen ir, con todo lo que quisiesemos llevar, sin nos poner impedimento en cosa alguna. Y el uno de los dichos clé- - rigos me dijo, que así venia capitulado del di- cho Diego Velazquez, que hiciesen con migo el dicho partido, y para ello habia dado su - poder al dicho Narvaez, y á los dichos dos clérigos juntamente, y que acerca de esto me harian todo el partido, que yo quisiese. Yo. les respondí, que no via provision de Vuestra Alteza, por donde le debiese entre- gar la tierra: y que si alguna traia, que la presentase ante mi, y ante el cabildo de la Vera-Cruz, segun órden, y costumbre de Es- paña, y que yo estaba presto de la obedecer. y cumplir ; y que hasta tanto, por ningun in- teres, ni partido haria lo que él decia: ántes yo, y los que con migo estaban, moririamos en defensa de la tierra, pues la habiamos ga- 183 184 CARTA DE RELACION nado, y tenido por Vuestra Magestad pacífi- ca, y segura, y por no ser traidores, y des- leales á nuestro rey. Otros muchos partidos me movieron, por me atraer á su propósito, y ninguno quise aceptar, sin ver provision de Vuestra Alteza, por donde lo debiese hacer : la cual nunca me quisieron mostrar. Y en conclusion, estos clérigos, y el dicho Andrés de Duero, y yo quedamos concertados, que el dicho Narvaez, con diez personas, y yo con otras tantas, nos viesemos con seguridad de ámbas las partes, y que allí me notificase las provisiones, si algunas traia, y que yo res- pondiese: y yo de mi parte envié firmado el seguro, y él asimismo me envió otro, firmado de su nombre : el cual, segun me pareció, no. tenia pensamiento de guardar : ántes concer- to, que en la visita se tuviese fornía como de presto me matasen :* y para ello se señalaron dos de los diez, que con él habian de venir, y que los demas peleasen con los que con migo habian de ir; porque decian, que muerto yo, era su hecho acabado: como de verdad lo fuera, si Dios, que en semejantes casos reme- dia, no remediara con cierto aviso, y de los mismos que eran en la traicion, me .vino jun- tamente con el seguro, que me enviaban. Lo cual sabido, escribí una carta al dicho * En todo se portó Cortés como leal vasallo, y con honor, y valor. e DE D. FERNANDO CORTES. Narvaez, y otra á los terceros, diciendoles, como yo habia sabido su mala intencion, y que yo no queria ir de aquella manera, que ellos tenian concertado. Y luego les envié ciertos requerimientos, y mandamientos, por el cual requeria al dicho Narvaez, que si al- gunas provisiones de Vuestra Alteza traia, me las notificase: y que hasta tanto, no se nombrase capitan, ni justicia, ni se entreme- tiese en cosa alguna de los dichos oficios, so cierta pena, que para ello le impuse. Y así- mismo mandaba, y mandé por el dicho man- damiento á todas las personas, que con el di- cho Narvaes estaban, que no tuviesen, ni obedeciesen al dicho Narvaez por tal capitan, ni justicia : ántes, dentro de cierto término, - que en el dicho mandamiento señalé, pareci- esen ánte mí, para que yo les dijese, lo que debian hacer en servicio de Vuestra Alteza : con protestacion, que lo contrario haciendo, procederia contra ellos, como contra traido- res, y aleves, y malos vasallos, que se rebela- ban contra su rey, y quieren usurpar sus tier- ras, y señorios, y darlas, y aposesionar de el- las á quien no pertenecian, ni de ellas ha ac- cion, ni derecho compete. Y que para la ejecucien de esto, no pareciendo ante mí, ni haciendo lo contenido en el dicho mi manda- miento, iria contra ellos á los prender, y cau- 185 186 CARTA DE RELACION tivar, conforme á justicia. Y á la respuesta, que de esto hube del dicho Narvaez, fué prender al escribano, y á la persona, que con mi poder les fueron á notificar el dicho man- damiento, y tomarles ciertos Indios, que lle- vaban, los cuales estuvieron detenidos, hasta que llegó otro mensajero, que yo envié á sa- ber de ellos, ánte los cuales tornaron á hacer alarde de toda la gente, y amenazar á ellos, y á mí, si la tierra no les entregásemos. Y visto, que por ninguna via yo pddia escusar tan gran daño, y mal, y que la gente de na- turales de la tierra, se alborotaban, y levan- taban á mas andar, encomendandome á Dios, y pospuesto todo el temor del daño, que se podia seguir, considerando, que morir en ser- vicio de mí rey, y por defender, y amparar sus tierras, y no las dejar usurpar, á mí, y á los de mi compañía se nos seguia harta gloria, di mi mandamiento á Gonzalo de Sandoval, alguacil mayor, para prender al dicho Nar- vaez, y á los que se llamaban alcaldes, y. re- gidores, al cual di ochenta hombres, y les mandé, que fuesen con élá los prender, y yo con otros ciento, y setenta, que por todos era- mos docientos, y cincuenta hombres, sin tiro de polvóra, ni caballo, sino á pié, seguí al di- cho alguacil mayor, para le ayudar, si el di- cho Narvaez, y los otros quisiesen resistir su prision. ES DE D. FERNANDO CORTES. 187 Y el día que el dicho alguacil mayor, y XXXVII. De yA , como Cortés yo con la gente llegamos á la ciudad de ran JP 1 Panfilo Cempoal, donde el dicho Narvaez, y gente de Narvaez. estaba aposentada, supo de nuestra ida, salió ) al Campo con ochenta de caballo, y quinien- tos peones, sin los demas que dejó en su apo- sento, que era la Mezquita mayor de aquella ciudad, asaz fuerte, y llegó casi una legua de donde yo estaba: y como lo que de mi ida sabia era por lengua de los Indios, y no me halló, creió que le burlaban, y volvióse á su aposento, teniendo apercebida toda su gente, y puso dos espías, casi á una legua -de la dicha ciudad. Y como yo deseaba evitar todo escándalo, parecióme, que sería el menos, yo ir de noche, sin ser sentido, si fuese posible, é ir drecho al aposento del dicho Narvaez, que yo, y todos los de mi compañía sabíamos muy bien, y prenderlo, porque preso él, creí, que no hubiera escán- dalo; porque los demas querían obedecer á la justicia, en espécial, que los demas de ellos venian por fuerza, que el dicho Diego Velazquez les hizo, y por temor que nos les quitase los Indios, que en la isla Fernandina tenian. Y así fué, que el dia de pascua de Espiritu Santo, poco mas de media noche, yo dí en el dicho aposento, y ántes topé las dichas espías, que el dicho Narvaez tenia 188 CARTA DE RELACION puestas, y las que yo delante llevaba, pren- dieron la una de ellas, y la otra se escapó, de quien me informé de la manera que estaban : y porque la espia que se habia escapado, no llegase ántes que yo, y diese mandado de mi venida, me dí la mayor priesa, que pude, aunque no pude tanta, que la dicha espía no llegase primero casi media hora. Y cuan- do llegué al dicho Narvaez, ya todos los de su compañía estaban armados, y ensillados sus caballos, y muy á punto, y velaban cada. cuarto docientos hombres: y llegamos tan sin ruido, que cuando fuimos sentidos, y ellos tocaron al arma, entraba yo por el patio de su aposento, en el cual estaba toda la gente aposentada, y junta, y tenian tomadas tres, ó cuatro torres, que en él habia, y todos los demas aposentos fuertes. Y en la una de - las dichas torres, donde el dicho Narvaez estaba aposentado, tenia á la Escalera de ella hasta diez y nueve tiros de fusilería. Y dimos tanta priesa á subir la dicha Totre, que no tuvieron lugar de poner fuego mas de un tiro, el cual quiso Dios, que no salió, ni hizo daño ninguno. Y así se subió la torre hasta donde el dicho Narvaez tenia su . cama, donde él, y hasta cincuenta hombres, que con él estaban, pelearon con el dicho alguacil mayor, con los que con él subieron, DE D. FERNANDO CORTES. puesto que muchas veces le requirieron, que se diese á prision por Vuestra Alteza, nunca quisieron, hasta que se les puso fuego, y con él se dieron. Y en tanto, que el dicho alguacil mayor prendía al dicho Narvaez : yo con los que con migo quedaron defendia la subida de la torre á la demas gente, que en su socorro venia, é hice tomar toda la artillería, y me fortalecí con ella: por man- era, que sin muertes de hombres mas de dos. que un tiro mató, en una hora eran presos todos, los que se habian de prender, y toma- das las armas á todos los demas,* y ellos prometido ser obedientes á la justicia de Vuestra Magestad : diciendo, que hasta allí habian sido engañados, por que les habian dicho, que traian provisiones de Vuestra Alteza, y que yo estaba alzado con la tierra, y que era traidor á Vuestra Magestad, y les habian hecho entender otras muchas cosas. Y como todos conocieron la verdad, y mala intencion, y dañada voluntad del dicho Diego Velazquez, y del dicho Narvaez: y como se habian movido con mal propósito, todos fueron muy alegres, porque así Dios lo habia hecho, y proveido. Porque certifico 4 V. M. que si Dios misteriosamente esto no provey- * En esta accion de Cortés se manifiesta su valor, y pericia militar, pues vencia unas dificultades insuperables, 25 189 190 CARTA DE RELACION era, y la victoria fuera del dicho Narvaez, fuera el mayor daño, que de mucho tiempo acá en Españoles tantos por tantos se ha hecho. Porque él ejecutura el propósito, que trala, y lo que por Diego Velazquez le era mandado: que era ahorcarme á mí, y á mu- chos de los de mi compañía, porque no hu- biese, quien del hecho diese razon. Y segun de los Indios yo me informé, tenian acordado, que si á mí el dicho Narvaez prendiese, como él les habia dicho, que no podria ser tan sin daño suyo, y de su gente, que muchos de ellos, y de los de mi compañía no murie- sen. Y que entre tanto ellos matarían á los que yo en la ciudad dejaba, como lo acome- tieron. Y despues se juntarianm, y darian sobre los que acá quedasen, en manera, que ellos, y su tierra quedasen libres, y de los Españoles no quedase memoria. Y puede Vuestra Alteza ser muy cierto, que si así lo hicieran, y salieran con su propósito, de hoy en veinte años no se tornara á ganar, niá pacificar la tierra, que estaba ganada, y pacífica. xxxvuL Dos dias despues de preso el dicho Nar De como en” vaez: porque en aquella ciudad no se podia vió [Cortés á buscar basti- . a ados sostener tanta gente junta, mayormente, que capitanes con ya estaba casi destruida, por que los que con trecientos hombres cada el dicho Narvaez en ella estaban la habian DE D. FERNANDO CORTES. 191 robado: y los vecinos de ella estaban ausen- uno, y los mandó volver tes, y sus casas solas: despaché dos capi- ua o tanes con cada doscientos hombres, el uno, la rebelion de para que fuese á hacer el pueblo en el que los Indio puerto de Cuicicacalco,* que como á Vues- ds . / : Z habian que- tra Alteza he dicho, ántes enviaba á hacer : mado los ber- y el otro á aquel rio, que los navios de Fran- £uamicion, cisco de Garay, dijeron que habian visto, por- A que ya yo le tenia seguro. Y asimismo envie otros doscientos hombres á la villa de la Vera-Cruz, donde hice, que los navios, que el dicho Narvaez traia viniesen. Y con la gente demas me quedé en la dicha ciudad para proveer, lo que al servicio de Vuestra Magestad convenia. Y despaché un mensa- jero á la ciudad de Temijtitan, y con él hice saber á los Españoles, que allí habia dejado, lo que me habia sucedido. El cual dicho mensajero volvió de ahí á doce dias, y me trajo cartas del alcalde, que allí habia quedado, en que me hacia saber, como los Indios les habian combatido la fortaleza por todas las partes de ella: y puestoles fuego por muchas partes, y hecho ciertas minas, y que se habian visto en mucho trabajo, y peligro: y todavía los mataran, si el dicho Muteczuma no mandara cesar la guerra: y que aun los tenian cercados, puesto que no * Guasacualco. 192 CARTA DE RELACION los combatian, sin dejar salir ninguno de ellos dos pasos fuera de la fortaleza. “Y que les habian tomado en el combate mucha parte de el bastimento, que yo les habia de- jado, y que les habian quemado los cuatro bergantines, que yo allí tenia: y que estaban en muy estrema necesidad, y que por amor de Dios los socorriese á mucha priesa. Y vista la necesidad, en que estos Españoles estaban, y que si no los socorria, demas de los matar los Indios, y perderse todo el oro,* y plata, y joyas, que en la tierra se habian habido, así de Vuestra Alteza, como de Es- pañoles, y mios: se perdia la mejor, y mas noble ciudad de todo lo nuevamente descu- bierto del mundo: y ella perdida, se perdia, todo lo que estaba ganado, por ser la cabeza de todo, y á quien todos obedecian. Y luego despaché mensajeros á los capitanes, que habia enviado con la gente, haciendoles saber, lo que me habian escrito de la gran ciudad ; para que luego dondequiera, que los alcanza- sen : volviesen y por el camino mas cercano se fuesen á la provincia de Tlascaltecal, donde yo con la gente estaba en compañía, y con * Casi todo el oro, y joyas, que tenian Cortés, y los Españoles se perdieron, y cuando se ganó a Méjico por fuerza, los Indios todo lo arrojaron al agua, por que casi nada pareció, porque Dios mostró en esto, que la conquista mas habia sido por ganar las almas, que los metales. DE D. FERNANDO CORTES. toda la artillería, que pude, y con setenta de caballo me fuí á juntar con ellos, y allí jun- tos, y hecho alarde se hallaron los dichos setenta de caballo, y quinientos peones. Y con ellos á la mayor priesa, que pude me partí para la dicha ciudad: y en todo el camino nunca me salió á recibir ninguna persona del dicho Muteczuma, como ántes lo solian hacer: y toda la tierra estaba al- borotada, y casi despoblada : de que concebí mala sospecha, creyendo que los Españoles. que en la dicha ciudad habian quedado, eran muertos, y que toda la gente de la tierra es- taba junta esperandome en algun paso, ó parte donde ellos se pudiesen aprovechar mejor de mí. Y con este temor fuí al me- - jor recaudo, que pude hasta, que llegué á la ciudad de Tesnacan,* que como ya he hecho relacion á Vuestra Magestad, está en la costa de aquella gran laguna. Y allí pre- gunté á algunos de los naturales de ella por los Españoles, que en la gran ciudad habian quedado. Los cuales me dijeron, que eran vivos: y yo les dije, que me trajesen una canóa, porque queria enviar un Español á lo saber: y que en tanto, que él iba habia de quedar con migo un natural de aquella ciudad, que parecia algo principal, porque * Tescuco. 193 194 CARTA DE RELACION los señores, y principales de ella, de quien yo tenia noticia, no parecia ninguno. Y él mandó traer la canóa, y envió ciertos Indios con el Español, que yo enviaba; y se quedó con migo. Y estandose embarcado este Es- pañol para ir á la dicha ciudad de Temijti- tan: vió venir por el mar* otra canóa, y es- peró á que llegase al puerto, y en ella venia uno de los Españoles, que habian quedado en la dicha ciudad: de quien supe que eran vivos todos, escepto cinco, Ó seis, que los Indios habian muerto, y que los demas esta- ban todavia cercados, y que no los dejaban salir de la fortaleza, ni los proveian de cosas, que habian menester, sino por mucha copia de rescate: aunque despues, que de mi ida habian sabido, lo hacian algo mejor con ellos : y que el dicho Muteczuma decia: que no esperaba, sino yo que fuese, para que luego tornasen á andar por la ciudad, como ántes solian. Y conel dicho Español me envió el dicho Muteczuma un mensajero suyo, en que me decia, que ya creia, que debia saber lo que en aquella ciudad habia acaecido; y que él tenia pensamiento, que por ello yo venia enojado, y traia voluntad de le hacer algun daño, que me rogaba perdiese el enojo : * Por la laguna, que llamaban mar, como en la sagrada escritu- ra se llama mar, la laguna de Tiberias. DE D. FERNANDO CORTES. 195 porque á él le habia pesado tanto, cuanto á mi, y que ninguna cosa se habia hecho por su voluntad, y consentimiento; y me envió á decir otras muchas cosas, para me aplacar la ira, que él creia que yo traia, por lo acaecido, y que me fuese á la ciudad á aposentar, como ántes estaba, porque no ménos se haria en ella lo que yo mandase, que ántes se solia hacer. Yo le envié á de- cir, que no traia enojo ninguno de él, porque bien sabia su buena voluntad, y que así como él lo decia, lo haria yo. Y otro dia siguiente, que fué víspera de xxxix. pe S. Juan Bautista, me partí, y dormí en el ¡esa Pa camino, á tres leguas de la dicha gran ¿"yy cutó en su aloja- ciudad: y dia de san Juan, despues de Hi Y e ; , 2 Indios que le haber oido misa, me partí, y entré en ella alió Yau Alo > ó a fué resistida, casi á medio dia, y ví poca gente por ly embestida” ciudad, y algunas puertas de las encrucija- od das, y traviesas de las calles quitadas, que no Pusieron. me pareció bien, aunque pensé que lo hacian de temor de lo que habian hecho, y que en- trando yo, los aseguraria. Y con esto me fuí á la fortaleza, en la cual, y en aquella Mezquita mayor, que estaba junto á ella,* se aposentó toda la gente, que con migo venia; y los que estaban en la fortaleza nos '* Este es el sitio, que hoy ocupan la Santa Iglesia metropolitana, el palacio de los Esmos. Señores Virreyes, y casas del estado de! señor marqués del Valle. 196 CARTA DE RELACION recibieron con tanta alegría, como si nuevá- mente les dieramos las vidas, que ya ellos estimaban perdidas: y con mucho placer estuvimos aquel dia, y noche, creyendo, que ya todo estaba pacífico. Y otro dia, des- pues de misa, enviaba un mensajero á la villa de la Vera-Cruz, por les dar buenas nuevas, de como los cristianos eran vivos, y yo habia entrado en la ciudad, y estaba se- gura. El cual mensajero volvió desde á media hora todo descalabrado, y herido dan- do voces, que todos los Indios de la ciudad venian de guerra, y que tenian todas las puentes alzadas: y junto tras él da sobre nosotros tanta multitud de gente por todas partes, que ni las calles, ni azoteas se pare- cian con gente; la cual venia con los may- ores alaridos, y grita mas espantable, que en el mundo se puede pensar: y eran tantas las piedras, que nos echaban con hondas den- tro en la fortaleza, que no parecia sino que el cielo las llovia: y las flechas, y tiraderas eran tantas, que todas las paredes, y patios estaban llenos, que casi no podiamos andar con ellas. Y yo salí fuera á ellos por dos, ó: tres partes, y pelearon con nosotros muy reciamente, aunque por la una parte un capitan salió con docientos hombres, y ántes que se pudiese recoger, le mataron cuatro, y DE D. FERNANDO CORTES... hirieron á él, y á muchos de los otros: y por la parte que yo andaba, me hirieron á mí, y á muchos de los Españoles. Y nosotros ma- támos pocos de ellos, porque se nos acogian de la otra parte de las puentes, y desde las azoteas, y terrados nos hacian daño con piedras, de las cuales ganamos algunas, y quemamos. Pero eran tantas, y tan fuertes, y de tanta gente pobladas, y tan bastecidas de piedras, y otros generos de armas, que no bastabamos para las tomar todos, ni defender, que ellos no nos ofendiesen á su placer. En la fortaleza daban tan recio combate, que por muchas partes nos pusieron fuego, y por la una se quemó mucha parte de ella, sin la poder remediar, hasta que la atajamos, cor- tando las paredes, y derrocando un pedazo. que mató el fuego. Y sino fuera por la mucha guarda, que allí puse de escopeteros, y ballesteros, y otros tiros de pólvora, nos entraran á escala vista, sin los poder resistir. Así estuvimos peleando todo aquel dia, hasta que fué la noche bien cerrada; y aun en ella no nos dejaron sin grita, y rebato hasta el dia. Y aquella noche hice reparar los por- tillos de aquello quemado, y todo lo demas, que me pareció, que en la fortaleza habia flaco: y concerté las estancias, y sente, que en ellas habia de estar, y la que otro dia 26 197 198 CARTA DE RELACION habiamos de salir á pelear fuera, é hize curar los heridos, que eran mas de ochenta. XL. Vuel- Y luego que fué de dia, ya la gente de los ven los Meji- 3 de , canos á asaltar £N£MIZOS NOS comenzaba á combatir muy mas el alojamiento: sale de él Cor- Yeciamente, que el dia pasado, porque estaba add y tanta cantidad de ellos, que los artilleros no cas y tenian necesidad de puntería, sino asestar en Ets los escuadrones de los Indios. Y puesto que nos la artillería hacia mucho daño, porque juga- grito dd ban trece arcabuces, sin las escopetas, y bal- muerte de lestas, hacian tan poca mella, que ni se pare- Muteczuma qe ema pedra- cja que no lo sentian, porque por donde lle- baba el tiro diez, ó doce hombres, se cerraba luego de gente, que no parecia que hacia daño ninguno. Y dejado en la fortaleza el recaudo que convenia, y se podia dejar, yo torné á salir, y les gané algunas de las puen- tes, y quemé algunas casas, y matamos mu- chos en ellas, que las defendian: y eran tan- tos, que aunque mas daño se hiciera, hacia- mos muy poquita mella. Y a nosotros con- venia pelear todo el dia, y ellos peleaban por horas, que se remudaban, y aun les sobraba gente. Tambien hirieron aquel dia otros cincuenta, ó sesenta Españoles, aunque no murió ninguno, y peleamos hasta que fué no- che, que de cansados nos retrajimos, á la for- taleza. Y viendo el gran daño, que los ene- migos nos hacian, y como nos herian, y ma- DE D. FERNANDO CORTES. taban á su salvo, y que puesto que nosotros haciamos daño en ellos, por ser tantos no se parecia, toda aquella noche, y otro dia gastá- mos en hacer tres ingenios de madera, y cada uno llevaba veinte hombres, los cuales iban dentro, porque con las piedras, que nos tira- ban desde las azoteas, no los pudiesen ofen- der, porque iban los ingenios cubiertos de tablas, y los que iban dentro, eran ballesteros, y escopeteros, y los demas llevaban picos, y azadones, y varas de hierro para horadarles las casas, y derrocar las albarradas, que te- nian hechas en las calles. Y en tanto que estos artificios se hacian, no cesaba el com- bate de los contrarios: en tanta manera, que como nos saliamos fuera de la fortaleza, se - querian ellos entrar dentro, á los cuales re- sistimos con harto trabajo. Y el dicho Mu- teczuma,* que todavia estaba preso, y un hijo suyo, con otros muchos señores, que al prin- cipio se habian tomado, dijo, que le sacasen á las azoteas de la fortaleza, y que él hablaria á los capitanes de aquella gente, y les harian que cesase la guerra. Y yo lo hice sacar, y en llegando á un petril, que salia fuera de la fortaleza, queriendo hablar á la gente, que por allí combatia, le dieron una pedrada los * Muteczuma segundo. s 199 200 CARTA DE RELACION suyos en la cabeza,* tan grande, que de allí á tres dias murió; é yole hice sacar así mu- erto á dos Indios de los que estaban presos, y acuestas lo llevaron á la gente, y no sé lo que de él se hicieron; salvo que no por eso cesó la guerra, y muy mas recia, y muy cruda de cada dia. — xLI. Lla- Y este dia llamaron por aquella parte por dana 4 Cor. donde habian herido al dicho Muteczuma, di- i Po ciendo, que me allegase yo allí, que me que- pes máqui Tián hablar ciertos capitanes, y así lo hize, y pr a] pasámos entre ellos, é yo, muchas razones, ten, y los ha- - cen gran daño, 1O8andoles, que no peleasen con migo, pues Sale Cortés nm; . as a da alojamien- VINQUNA FAzon para ello tenian, y que miras to, y toma en las buenas obras, que de mí habian reci- una torre, y a y ; > el templo, Y bido, y como habian sido muy bien tratados le pone fuego. É ¡ de mí. La respuesta suya era, que me fuese, y que les dejase la tierra, y que luego deja- rian la guerra; y que de otra manera, que creyese que habian de morir todos, ó dar fin de nosotros. Lo cual, segun pareció, hacian, porque yo me saliese de la fortaleza, para me tomar á su placer al salir de la ciudad, entre las puentes. Y yo les respondí, que no pen- sasen que les rogaba con la paz, por temor, * Los Indios le mataron por cobarde, pero lo cierto es, que Dios le abrió algo el conocimiento para que no estorbase la propagacion de la fé, y fuese causa con la resistencia de que pereciesen tantos millares de Indios, como murieron despues por la dureza, y terque- dad de Quatecmoctzin su sucesor. DE D. FERNANDO CORTES. que les tenia* sino por que me pesaba del da- ño, que les hacia, y les habia de hacer. Y por no destruir tan buena ciudad como aquella era: y todavia respondian, que no cesarian de me dar guerra hasta, que saliese de la ciudad. Despues de acabados aquellos ingenios, luego otro dia salí para les ganar ciertas azoteas, y puentes: y yendo los ingenios delante, y tras ellos cuatro tiros de fuego, y otra mucha sente de ballesteros, y rodeleros, y mas de tres mil Indios de los naturales de Tascalte- cal, que habian venido con migo, y servian á los Españoles : y llegados á una puente, pusi- mos los ingenios arrimados á las paredes de unas azoteas, y ciertas escalas, que llebaba- mos para las subir : y era tanta la gente, que estaba en defensa de la-dicha puente, y azo- teas, y tantas las piedras, que de arriba tira- ban, y tan grandes, que nos desconcertaron los ingenios, y nos mataron un Español, é hi- rieron muchos, sin les poder ganar un paso, aunque puñabamos mucho por ello, porque peleámos desde la mañana hasta medio dia, que nos volvimos con harta tristeza á la for- taleza. De donde cobraron tanto ánimo, que * Esta fortaleza casi mo tiene ejemplar, porque un hombre con poca gente, cercado con millones de enemigos, sitiado por agua, sin bastimentos, ni armas, mantener esta constancia, solo cabia en Cor- tés ; y los que minoran el merito de la conquista, no han reflecciona- do sobre estas circunstancias, 201 202 CARTA DE RELACION casi á las puertas nos llegaban, y tomaron aquella Mezquita grande : y en la torre mas alta, y mas principal de ella se subieron hasta - quinientos Indios, que segun me pareció, eran personas principales. Y en ella subieron mucho mantenimiento de pan, y agua, y otras cosas de comer, y muchas piedras; y todos los mas tenian lanzas muy largas con unos hierros de pedernal* mas anchos, que los de las nuestras, y no menos agudos: y de allí hacian mucho daño á la gente de la fortaleza, porque estaba muy cerca de ella. La cual dicha torre combatieron los Españoles dos, ó tres vezes, y la acometieron á subir : y como era muy alta, y tenia la subida agra, porque tiene ciento, y tantos escalones : y los de ar- riba estaban bien pertrechados de piedras, y otras armas, y favorecidos á causa de no ha- berles podido ganar las otras azoteas. Nin- guna vez los Españoles comenzaban á subir, que no volvian rodando, y herian. mucha gente : y los que de las otras partes los vian, cobraban tanto ánimo, que se nos venian hasta la fortaleza, sin ningun temor. Y yo viendo, que si aquellos salian con tener aquella torre, demas de nos hacer de ella mu- cho daño, cobraban esfuerzo para nos ofen- * En mi librería tengo dos puntas de pedernal de estas lanzas, de largo demas de un palmo, y tan fuertes, y penetrantes como hi: erro. / DE D. FERNANDO CORTES. der : salí fuera de la fortaleza, aunque manco de la mano izquierda de una herida, que el primer dia me habian dado: y liada la rodela en el brazo fuí á la torre con algunos Espa- ñoles, que me siguieron, é hicela cercar toda por bajo, por que se podia muy bien hacer: aunque los cercadores no estaban de balde, que por todas partes peleaban con los contra- rios, de los cuales por favorecer á los suyos, se recrecieron muchos : é yo comenzé á subir por la escalera de la dicha torre, y tras mi ciertos Españoles. Y puesto, que nos defen- dian la subida muy reciamente, y tanto, que derrocaron tres, ó cuatro Españoles: con ayu- da de Dios, y de su Gloriosa Madre, por cuya casa aquella torre se habia señalado, y puesto en ella su imágen :* les subimos la dicha torre, y arriba peleámos con ellos tanto, que les fué forzado saltar de ella abajo á unas azoteas, que tenia al derredor, tan anchas como un paso. Y de estas tenia la dicha torre tres, ó cuatro, tan altas la una de la otra como tres estados. Y algunos cayeron abajo del todo, que demas del daño, que recibian de la caida, los Españoles, que estaban abajo al derredor * Por esta razon se EOcirÓ allí el templo metropolitano en ho- nor de Santa María: esta imágen de que habla fué la misma, que hoy se venera en el santuario de los remedios, segun algunos, ó la pintada en un damasco de una bandera, que recogió el señor Botu- rini, y está en la secretaria del virreinato, y lo primero es lo mas fundado, 203 204 CARTA DE RELACION - de la torre los mataban. Y los que en aquel- las azoteas quedaron, pelearon desde allí tan reciamente, que estuvimos mas de tres horas en los acabar de matar : por manera, que mu- rieron todos, que. ninguno escapó. Y crea Vuestra Sacra Magestad, que fué tanto ga- nalles esta torre, que si Dios no les quebrara las alas, bastaban veinte de ellos para resistir la subida á mil hombres, como quiera que pe- learon muy valientemente, hasta que murie- ron: é hice poner fuego á la torre, y á las otras, que en la Mezquita habia; los cuales habian ya quitado, y llevado las imágenes, que en ellas teniamos. XLIL. Deter- Algo perdieron del orgullo con haberles minados los In- dios 4 acabar tomado esta fuerza: y tanto, que por todas e len anos Partes aflojaron en mucha manera, y luego de su aloja- miento, y que- VAMO! 3 aquella azotea, y hablé á los capi- man muchas tanes, que ántes habian hablado con migo, casas, torres, y azoteas, ciegan cuatro puentes, Y habian visto. Los cuales luego llegaron, y quedan mu- 3 : e chos heridos. les dije, que mirasen que no se podian am- parar: y que les haciamos de cada dia mu- cho daño, y morian muchos de ellos, y que- mabamos, y destruiamos su ciudad: y que no habia de parar hasta no dejar de ella, ni de ellos cosa alguna. Los cuales me respon- dieron, que bien veian, que recibian de nos mucho daño : y que morian muchos de ellos ; que estaban algo desmayados, por lo que ' DE D. FERNANDO CORTES. pero, que ellos estaban ya determinados de morir todos por nos acabar. Y que mirase yo por todas aquellas calles, y plazas, y azoteas cuan llenas de gente estaban, y que tenian hecha cuenta, que á morir vete y cinco mil de ellos, y uno de los nuestros, nos acabariamos nosotros primero, porque era- mos pocos, y ellos muchos, y que me hacian saber, que todas las calzadas de las entradas de la ciudad eran desechas, como de hecho pasaba, que todas las habian desecho, es- cepto una. Y que ninguna parte teniamos por donde salir, sino por el agua: y que bien sabian, que teniamos pocos mantenimientos, y poca agua dulce, que no podiamos durar mucho, que de hambre no nos muriesemos, aunque ellos no nos matasen. Y de verdad, que ellos tenian mucha razon, que aunque no tubieramos otra guerra, sino la hambre, y necesidad de mantenimientos, bastaba para morir todos en breve tiempo.” Y pasamos otras muchas razones, favoreciendo cada uno sus partidos. Ya que fué de noche salí con ciertos Españoles, y como los tomé descuida- dos, ganamosles una calle: donde les quema.- mos mas de trecientas casas. Y luego volví por otra ya que allí acudia la gente, asimismo quemé muchas casas de ella, en especial ciertas azoteas, que estaban junto á la for- 27 205 206 CARTA DE RELACION taleza, de donde nos hacian mucho daño. Y con lo que aquella noche se les hizo recibie- ron mucho temor; y en esta misma noche hice tornar á aderezar los ingenios, que el dia ántes nos habian desconcertado. XLI. To- Y por seguir la victoria, que Dios nos iman los caste- llanos otras daba, salí en amaneciendo por aquella calle, puentes, y sa- lida que hi- donde el dia ántes nos habian desbaratado, cieron de la ciudad de Mé- donde no menos defensa hallamos, que el jico la noche , triste, murien- Primero ; pero como nos iban las vidas, y la do muchos, y perdiendo to- honra, porque por aquella calle estaba sana do el oro, y z y á riquezas: y la Calzada, que iba á la tierra firme :* aunque psc pe- hasta llegar á ella habia ocho puentes muy dc grandes, y hondas, y toda la calle de muchas, y altas azoteas, y torres: pusimos tanta de- terminacion, y ánimo, que ayudandonos nuestro señor, les ganamos aquel dia las cuatro, y se quemaron todas las azoteas, y casas, y torres, que habia hasta la postrera de ellas. Aunque por lo de la noche pasada tenian en todas las puentes hechas muchas, y muy fuertes albarradas de adobes, y barro, en manera, que los tiros, y ballestas no les podian hacer daño. Las cuales dichas cua- tro puentes cegamos con los adobes, y tierra de las albarradas, y con mucha piedra, y madera de las casas quemadas. Y aunque * Este calle es la de Tacuba, que es la tierra firme, que enton- ces tenian, pues por todas las demas partes era laguna. DE D. FERNANDO CORTES. todo no fué tan sin peligro, que no hiriesen muchos Españoles: aquella noche puse mucho recaudo en guardar aquellas puentes : porque no las tornasen á ganar. Y otro dia de mañana torné á salir: y Dios nos dió asi- mismo tan buena dicha, y victoria, aunque era innumerable gente, que defendia las puentes, y muy grandes albarradas, y ojos, que aquella noche habian hecho, se las gana- mos todas, y las cegamos. Asimismo fueron ciertos de caballo, siguiendo el alcanze, y victoria hasta la tierra-firme: y estando yo reparando aquellas puentes, y haciendolas cegar, vinieronme á llamar á mucha priesa. diciendo: que los Indios combatian la for- taleza, y pedian paces, y me estaban espe- rando allí ciertos señores capitanes de ellos. Y dejando allí toda la gente, y ciertos, tiros, me fuí solo con dos de caballo á ver lo que aquellos principales querian. Los cuales me dijeron, que si yo les aseguraba, que por lo hecho no serian punidos : que ellos harian alzar el cerco, y tornar á poner las puentes, y hacer las calzadas, y servirian á Vuestra - Magestad, como ántes lo hacian. Y roga- ronme, que hiciese traer allí uno como reli- gioso de los suyos, que yo tenia preso: el cual era como general de aquella religion.* * Religion verdadera, ó falsa, que en Griego se llama Eusebía : y religiosos como muy atados, y adictos al culto. 20% CARTA DE RELACION Ki cual vino, y les habló, y dió concierto entre ellos, y mí: y luego pareció, que envia- ban mensajeros, segun ellos dijeron á los capitanes, y á la gente, que tenian en las estancias á decir, que cesase el combate, que daban á la fortaleza, y toda la otra guerra. Y con esto nos despedimos, é yo metíme en la fortaleza á comer: y en comenzando vi- nieron á mucha priesa 4 me decir, que los indios habian tornado á ganar las puentes, que aquel dia les habiamos ganado, y habian muerto ciertos Españoles, de que Dios sabe cuanta alteracion recibí, porque yo no pensé, que habiamos, que hacer con tener ganada la salida: y cabalgué á la mayor priesa, que pude, y corrí por toda la calle adelante con algunos de caballo, que me siguieron, y sin detenerme en alguna parte, torné á romper por los dichos Indios, y les torné á ganar las puentes, y fuí en alcanze de ellos hasta la tierra-firme. Y como los peones estaban cansados, y heridos, y atemorizados, y ví al presente el grandísimo peligro, ninguno me siguió. A cuya causa despues de pasados yo las puentes, ya que me quise volver, las ¡hallé tomadas, y ahondadas mucho, de lo que habiamos cegado. Y por la una parte. y por la otra de toda la calzada llena de sente. así en la tierra, como en el agua en DE D. FERNANDO CORTES. canoas : la cual nos garrochaba, y pedreaba, en tanta manera, que si Dios misteriosamente no nos quisera salvar, era imposible escapar de allí, y aun ya era público entre los que quedaban en la ciudad, que yo era muerto. Y quando llegué á la postrera puente de hacia la ciudad, hallé á todos los de caballo, que con migo iban, caidos en ella, y un caballo suelto. Por manera, que yo no pude pasar, y me fué forzado de revolver solo con- tra mis enemigos, y con aquello hice algun tanto de lugar, para que los caballos pudie- sen pasar: y yo hallé la puente desembaraza- da, y pasé, aunque con harto trabajo, porque habia de la una parte á la otra casi un esta- do de saltar con el caballo; los cuales, por ir yo, y él bien armados, no nos hirieron, mas _de atormentar el cuerpo. Y así quedaron aquella noche con victoria, y ganadas las dichas cuatro puentes: y yo dejé en las otras cuatro buen recaudo, y fuí á la for- taleza, é hice hacer una puente de Madera, que llevaban cuarenta hombres; y viendo el gran peligro en que estabamos, y el mucho daño, que cada dia los Indios nos hacian, y temiendo que tambien desiciesen aquella . calzada, como las otras: y desecha, era for- zado morir todos; y porque de todos los de mi compañía fuí requerido muchas veces, e 209 210 CARTA DE RELACION que me saliese, y porque todos, ó los mas estaban heridos, y tan mal, que no podian pelear, acordé de lo hacer aquella noche: y tomé todo el oro, y joyas de Vuestra Mages- tad, que se podian sacar, y púselo en una sala, y allí lo entregué en ciertos lios á. los oficiales de Vuestra Alteza, que yo en su Real Nombre tenia señalados: y á los alcaldes, y regidores, y á toda la gente, que allí estaba, les rogué, y requerí, que me ayu- dasen á lo sacar, y salvar, y dí una Yegua mia para ello, en la cual se cargó tanta parte, cuanta yo podia llevar: y señalé ciertos Españoles, así criados mios, como de los otros, que viniesen con el dicho oro, y Yegua, y lo demas los dichos oficiales, y alcaldes, y regidores, y yo lo dimos, y re- partimos por los Españoles, para que lo sa- easen. Y desamparada la fortaleza; con mucha riqueza, así de Vuestra Alteza, como de los Españoles, y mia, me salí lo mas secreto que yo pude, sacando con migo un hijo, y dos hijas del dicho Muteczuma, y á Cacama- cin, señor de* Aculuacan, y al otro su her- - mano, que yo habia puesto en su lugar, y á otros señores de provincias, y ciudades, que allí tenia presos. Y llegando á las puentes, que los Indios tenian quitadas, á la primera ** Culhuacan, junto 6 Méjico. / DE D. FERNANDO CORTES. de ellas se echó la puente, que yo trala, hecha con poco trabajo, porque no hubo quien la resistiese, escepto ciertas velas, que en ella estaban, las cuales apellidaban tan recio, que ántes de llegar á la segunda, esta- ba infinito número de gente de los contrarios sobre nosotros, combatiendonos por todas partes, así desde el agua, como de la tierra : y yo pasé presto con cinco de caballo, y con cien peones, con los cuales pasé á nado todas las puentes,* y las gané hasta la tierra- firme. Y dejando aquella gente en la delantera, torné á la rezaga, donde hallé, que peleaban reciamente, y que era sin com- paracion el daño, que los nuestros recibian, así los Españoles, como los Indios de Tascal- tecal, que con nosotros estaban, y así á todos los mataron, y á muchos naturales los Es- pañoles: y asimismo habian muerto muchos Españoles, y caballos, y perdido todo el oro, y joyas, y ropa, y otras muchas cosas, que sacabamos, y toda el artillería. Y recogidos los que estaban vivos, echélos delante, é yo con tres, ó cuatro de caballo, y hasta veinte peones, que osaron quedar con migo, me fuí en la rezaga, peleando con los Indios, hasta * Los riesgos á que se espuso Cortés son innumerables, y de los mayores, tanto que con certeza se puede decir; Déxtera Domini fecit virtutem., 211 212 | CARTA DE RELACION llegar á una ciudad, que se dice Tacuba, que está fuera de toda la calzada, de que Dios sabe cuanto trabajo, y peligro recibí: porque todas las veces, que volvia sobre los contrarios, salia lleno de flechas, y viras,* y apedreado; porque como era agua de la una parte, y de otra, herian á su salvo, sin te- mor: y los que salian á tierra, luego volvia- mos sobre ellos, y saltaban al agua, así que recibian muy poco daño, sino eran algunos, que con los muchos estropezaban unos con otros, y caian, y aquellos morian. Y con este trabajo, y fatiga llevé toda la gente hasta la dicha ciudad de "Tacuba, sin me matar, ni herir ningun Español, ni Indio, sino fué uno de los de caballo, que iba con migo en la rezaga, y no menos peleaban, así en la delantera, como por los lados, aunque la mayor fuerza era en las espald as, por donde venia la gente de la gran ciudad. xv. 1. Y llegado á la dicha ciudad de Tacuba, que le sucedió hallé toda la gente remolinada en una plaza, á Cortés, sali- , Ñ de E endo de Tae n6 ng sabian donde ir: á los cuales yo di * cuba. Escom- ; 2 batido, fortifi- priesa, que se saliesen al campo, ántes que se cado en un y y ñ pad cerro. Espa- recreciese mas gente en la dicha ciudad, y ñoles, éIndios, E y entre ellos el tomasen las azoteas, porque nos harian desde hijo, € hija de ze Muteczuma, €llas mucho daño. Y los que llevaban la de- * Vira es ballesta mas larga, y delgada, se dice de Vis, por la much fuerza con que se arrojaba. DE D. FERNANDO CORTES. 213 lantera dijeron, que no sabian por donde ha- que murieron. Caminan or- bian de' salir, y yo los hice quedar en la re- denados los - Españoles, pe- zaga, y tomé la delantera, hasta los sacar leando. Lle- aná un buen fuera de la dicha ciudad, y esperé en unas alojamiento, donde se forti- labranzas: y cuando llegó la rezaga, supe, fican. que habian recibido algun daño, y que habian muerto algunos Españoles, é Indios, y que se quedaba por el camino mucho oro perdido, lo cual los Indios cogian; y allí estuve, hasta que pasó toda la gente, peleando con los In- dios : en tal manera, que los detuve, para que los peones tomasen un cerro, donde estaba una torre,* y aposento fuerte, el cual toma- ron, sin recibir ningun daño, porque no me partí de allí. ni dejé pasar los contrarios. hasta haber ellos tomado el cerro, en que Dios sabe el trabajo, y fatiga, que allí se re- cibió porque ya, no habia caballo, de veinte. y cuatro que nos habian quedado, que pudi- ese correr, ni caballero, que pudiese alzar el brazo, ni peon sano, que pudiese menearse : y llegados al dicho aposento, nos fortalecímos en él, y allí nos cercaron, y tuvieron cerca- dos hasta noche, sin nos dejar descansar una hora: En este desbarato se halló por copia, que murieron ciento, y cincuenta Españoles, y cuarenta, y cinco yeguas, y caballos, y mas ** Cerro llamado de Muteczuma. En este cerro está el célebre santuario de nuestra señora de los remedios de poco cuerpo, traida por los Españoles. DN rán » 214 CARTA DE RELACION de dos mil Indios, que servian á los Espa- ñoles: entre los cuales mataron al hijo, é hijas de Muteczuma, y á todos los otros señores, que traiamos presos. Y aquella noche* á media noche, creyendo no ser sentidos, sali- mos del dicho aposento muy calladamente, dejando en él hechos muchos fuegos, sin sa- ber camino ninguno, ni para donde ibamos, mas de que un Indio de los de Tascaltecalt que nos guiaba, diciendo, que él nos sacaria á su tierra ; si el camino no nos impedian : y muy cerca estaban guardas, que nos sintie- ron, y asímismo apellidaron muchas pobla- ciones, que habia á la redonda, de las cuales se recogió mucha gente, y nos fueron sigui- endo hasta el dia, y ya que amanecia, cinco de caballo, que iban adelante por corredores, dieron en unos escuadrones de gente, que es- taban en el camino, y mataron algunos de ellos: los cuales fueron desbaratados, creyen- do que iba mas gente de caballo, y de pié. Y porque ví, que de todas partes se recrecia gente de los contrarios, concerté allí la de los nuestros: y de la que habia sana para algo, hice escuadrones, y puse en la delantera, y rezaga, y lados, y en medio los heridos, y asi- - * Aquella noche, que hasta el presente se lláma la noche triste, y desgraciada, + Mejor se puede decir un angel de guarda, ó San Pedro, como otros quieren, ó Santiago Apostol, como en la batalla de las Navas de Tolosa, en figura de pastor. DE D. FERNANDO CORTES. 215 mismo repartí los de caballo; y así fuimos todo aquel dia peleando por todas partes, en tanta manera, que en toda la noche, y dia no anduvimos mas de tres leguas. Y quiso nu- estro señor, ya que la noche sobrevenia, mostrarnos una torre, y buen aposento en un - cerro, donde asimismo nos hicimos fuertes : y por aquella noche nos dejaron, aunque casi al alba hubo otro cierto rebato, sin haber, de que mas del temor, que ya todos llevabamos, de la multitud de la gente, que á la continua nos seguia el alcance. Otro dia me partí á una hora del dia por xpy. pro. la órden ya dicha, llevando mi delantera, y 98% Cortés rezaga á buen recaudo: y siempre nos se- ¡ascala, po- guian de una parte, y otra los enemigos, gri- Pro y ame» tando, y apellidando toda aquella tierra, que 40; es heri- dos pe- es muy poblada. Y los de caballo, aunque race uedó victo- eramos pocos arremetiamos, y haciamos poco oso en la ba- daño en ellos, porque, como por allí era la ta. tierra algo fragosa, se nos acogian á los cer- ros. Y de esta manera fuimos aquel dia por cerca de unas lagunas* hasta que llegamos á una. poblacion buena á donde pensamos ha- ber algun reencuentro con los del pueblo. Y como llegámos lo desampararon, y se fueron á otras poblaciones, que estaban por allí á la * Estas lagunas son las de Zumpango, Jaltacan, y San Cristo- bal. CARTA DE RELACION redonda : y allí estuve aquel dia y otro, por- que la gente, así heridos, como los sanos ve- nian muy cansados, y fatigados, y con mucha hambre, y sed: y los caballos asimismo tra- iamos bien cansados, y por que allí hallamos algun maiz, que comimos, y llevamos para el camino cocido, y tostado. Y otro dia nos partimos, y siempre acompañados de gente de los contrarios : y por la delantera, y reza- ga nos acometian, gritando, y haciendo algu- nas arremetidas. Y seguimos nuestro cami- no por donde el Indio de Tascaltecal nos guiaba : por el cual llevabamos -mucho tra- bajo, y fatiga, porque nos convenia ir muchas veces fuera de camino: y ya que era tarde llegámos á un llano, donde habia unas casas pequeñas, donde aquella noche nos aposenta- mos con harta necesidad de comida. Y otro dia luego por la mañana comenzámos á an- dar, y aun no eramos salidos al camino, cuan- do ya la gente de los enemigos nos seguia por la rezaga : y escaramuzando con ellos, llega- mos á un pueblo grande, que estaba. dos le- guas de allí: y á la mano derecha de él esta- ban algunos Indios encima de un cerro pe- queño. Y creyendo de los tomar, porque es- taban muy cerca del camino, y tambien por descubrir si habia mas gente, de la que pare- cia detras del cerro, me fuí con cinco de ca- DE D. FERNANDO CORTES. ballo, y diez, ó doce peones, rodeando el dicho cerro. Y detras de él estaba una gran ciu- dad de mucha gente, con los cuales peleámos tanto, que por ser la tierra, donde estaban algo áspera de piedras, y la gente mucha, y nosotros pocos, nos convino retraer al pue- blo, donde los nuestros estaban. Y de allí salí yo muy mal herido en la cabeza de dos pedradas: y despues de me haber atado las heridas, hice salir los Españoles del pueblo: porque me pareció, que no era seguro apo- sento para nosotros. Y así caminando, si- guiendonos todavía los Indios en harta can- tidad, los cuales pelearon con nosotros tan reciamente, que hirieron cuatro, ó cinco Es- pañoles, y otros tantos caballos : y nos mata- ron un caballo, que aunque Dios sabe cuanta falta nos hizo, y cuanta pena recibimos, con habernosle muerto, porque no teniamos des- pues de Dios, otra seguridad, si no la de los caballos, nos consoló su carne, porque la co- mímos, sin dejar cuero, ni otra cosa de él se- gun la necesidad, que trailamos: porque despues, que de la gran ciudad salimos nin- guna otra cosa comimos, sino maiz tostado, y cocido: y esto no todas veces, ni abasto, y yerbas, que cogiamos del campo. Y viendo, que de cada dia sobrevenia mas gente, y mas recia, y nosotros ibamos enflaqueciendo, hice 214 218 CARTA DE RELACION aquella noche, que los heridos, y dolientes, que llevabamos á las ancas de los caballos, y acuestas, hiciesen muletas, y otras maneras de ayudas, como se pudiesen sostener, y an- dar, porque los caballos, y Españoles sanos estuviesen libres para pelear. Y pareció, que el Espiritu Santo me alumbró* con este aviso, segun lo que á otro dia siguiente suce- dió; que habiendo partido en la mañana de este aposento, y siendo apartados legua, y me- dia de él, yendo por mi camino, salieron al en- cuentro mucha cantidad de Indios, y tanta, que por la delantera, lados, ni rezaga, ninguna cosa de los campos, que se podian ver habia de ellos vacia. Los cuales pelearon con no- sotros tan fuertemente por todas partes, que casi no nos conociamos unos á otros, tan jun- tos, y envueltos andaban con nosotros. Y cierto creimos ser aquel el último de nuestros dias, segun el mucho poder de los Indios, y la poca resistencia, que en nosotros hallaban, por ir, como ibamos muy cansados, y casi to- dos heridos, y desmayados de hambre. Pero quiso nuestro señor mostrar su gran poder, y misericordia con nosotros: que con toda nu- estra flaqueza quebrantamos su gran orgullo, ** Dice bien, pues solo Dios pudo haber obrado semejantes mara- villas, y con esto se deben confundir, los que minoran el mérito de la conquista. Era otro Moises, cuando dijo al pueblo el señor peleará por vosotros. Cap. 14. Exod. + La batalla junto 4 Otumba. DE D. FERNANDO CORTES. y soberbia, en que murieron muchos de ellos, y muchas personas muy principales, y seña- ladas ; porque eran tantos, que los unos á los otros se estorbaban, que no podian pelear, ni huir. Y coneste trabajo fuimos mucha parte del dia, hasta que quiso Dios que murió una persona de ellos, que debia ser tan principal, que con su muerte cesó toda aquella guerra. Así fuimos algo mas descansados, aunque to- davia mordiendonos hasta una casa pequeña, que estaba en el Llano, adonde por aquella noche nos aposentamos, y en el campo. Y ya desde allí se percibian ciertas sierras* de la provincia de Tascaltecal, de que no poca alegria llegó á nuestro corazon: porque yá co- nociamos la tierra, y sabiamos por donde ha- biamos de ir. Aunque no estabamos muy satisfechos de hallar los naturales de la dicha provincia seguros, y por nuestros amigos : porque creiamos, que viendonos ir tan desba- ratados, quisieran ellos dar fin á nuestras vidas, por cobrar la libertad, que antes tenian. El cual pensamiento, y sospecha nos puso en tanta afliccion, cuanta traiamos viniendo peleando con los de Culúa. 219 El dia siguiente, siendo ya claro, comen- xLyr Deo zámos á andar por un camino muy llano, *¿Los pueblos, y campos donde fueron estas batallas, estan ántes de llegar á Puebla, y entre Otumba. y dicha ciudad; y llaman los llanos de Apan; y allí se descubre la Sierra de Tlascála, Cortés al pue- blo de Guali- 220 | CARTA DE RELACION pan, enla pro- que iba derecho á la dicha provincia de vincia d Tlascala, y Tascaltecal, por el cual nos siguió muy es bien recibi- do, y visitado poca gente de los contrarios, aunque habia de los señores de — aquella muy cerca de él muchas, y grandes pobla- provincias, ñ y e le ofrecen lle- CIONES, puesto que de algunos cerrillos, y en var á su clu- : dad, donde la rezaga, aunque lejos, todavía nos gritaban. descanse : sa- A ho ¿ . é si be las muer- Y asi salimos este dia, que fué Domingo á tes de un cria- E ¿ 2 do suyo, y al- O0Cho de Julio, de toda la tierra de Culúa y gunos Españ- pe . aus je óles, que lle- llegamos á tierra de la dicha provincia de vaban el oro, y otras cosas 4 Jascaltecal, á un pueblo de ella, que se Méjico, ue y: . é los Je la Vera. dice Gualipan,* de hasta tres, ó cuatro mil Cruz estaban vecinos, donde de los naturales de él fuimos muy bien recibidos, y reparados en algo de la gran hambre, y cansancio, que tralamos: aunque muchas de las provisiones, que nos daban, eran por nuestros dineros, y aunque no querian otro, sino de oro, y eranos for- zado darselo, por la mucha necesidad en que nos viamos. En este pueblo estuve tres dias, donde me vinieron á ver, y hablar Magiscacin, y Sicutengal, y todos los señores de la dicha provincia, y algunos de la de Guazucingo ;t los cuales mostraron mucha pena, por lo que nos habia acaecido, y tra- bajaron de me consolar,| diciendome, que * Hueyotlipan del señorío, ó república de Tlascala. + Huajocingo otra de los señoríos, ó repúblicas. 1 Esta prueba de fidelidad, y honradez de estos señoríos, es digna de alabar, y mas viendo á Hernan Cortés herido, deshechos los suyos, pobres, y muertos de hambre. DE D. FERNANDO CORTES, muchas veces ellos me habian dicho, que los de Culúa eran traidores, y que me guarda- se de ellos, y que no lo habia querido creer. Pero que pues yo habia escapado vivo, que me alegrase, que ellos me ayudarian hasta morir, para satisfacerme del daño, que aquel- los me habian hecho: porque demas de les obligar á ello, ser vasallos de Vuestra Alteza, se dolian de muchos hijos, y hermanos, que en mi compañía les habian muerto, y de otras mu- chas injurias, que los tiempos pasados de ellos habian recibido; y que tuviese por cierto, que me serian muy ciertos, y verdaderos amigos, hasta la muerte. Y que pues yo venia herido, y todos los demas de mi compañía muy trabajados, que nos fuesemos á la ciu- dad, que está cuatro leguas de este pueblo, y que allí descansariamos, y nos curarian, y nos repararian de nuestros trabajos, y cansancio. Y yose lo agradecí, y acepté su ruego, y les dí algunas pocas cosas de joyas, que se habian escapado, de que fueron muy contentos, y me fuí con ellos á la dicha ciu- dad, donde asimismo hallamos buen recebimi- ento; y Magiscacin me trajo una cama de madera encasada,* con alguna ropa de la * Encasar es segun Covarrubias volver un hueso á su lugar, y por lo bien hecha, pudo usar Cortés este término para la cama ; aunque es natural, que dijese encasar, que es usado en obras de Taraces, 29 221 222 CARTA DE RELACION que ellos tienen, en que durmiese, porque ninguna trajimos: y á todos hizo reparar de lo que él tuvo, y pudo. Aquí en esta ciudad habia dejado ciertos enfermos, quando pasé á la de Temijtitan, y ciertos criados mios con plata, y ropas mias, y otras cosas de casa, y provisiones, que yo llevaba, por ir mas desocupado, si algo se nos ofreciese: y se perdieron todas las escrituras, y autos, que yo habia hecho con los naturales de estas partes, y quedando asimismo toda la ropa de los Españoles, que con migo iban, sin llevar otra cosa mas de lo que llevaban vestido, con sus camas: y supe como habia venido otro criado mio de la villa de la Vera-Cruz, que traia mantenimientos, y cosas para mí, y con él, cinco de caballo, y cuarenta y cinco peones, el cual habia llevado asimismo consigo á los otros, que yo allí habia dejado con toda la plata, y ropa, y otras cosas, así mias, como de mis com- pañeros, con siete mil pesos de oro fundido, que yo habia dejado allí en dos cofres, sin otras joyas, y mas otros catorce mil pesos de oro en piezas, que en la provincia de Tuchitebeque se habian dado á aquel capi- tan, que yo enviaba á hacer el pueblo de Cuacucalco, y otras muchas cosas, que valian mas de treinta mil pesos de oro: y DE D. FERNANDO CORTES. que los Indios de Culúa los habian muerto en el camino á todos, y tomado lo que llevaban; y asimismo supe, que habian muerto otros muchos Españoles por los caminos, los cuales iban á la dicha ciudad de Temijtitan, creyendo que yo estaba en ella pacífico, y que los caminos estaban, como yo ántes los tenia seguros. De que certifico á Vuestra Magestad, que hubimos todos tanta tristeza, que no pudo ser mas; porque allende de la pérdida de estos Es- pañoles, y de lo demas que se perdió, fué renovarnos las muertes, y pérdidas de los Españoles, que en la ciudad, y puentes de ella, y en el camino nos habian muerto: en especial que me puso en mucha sospecha, que asimismo hubiesen dado en los de la villa de la Vera-Cruz, y que los que tenia- mos por amigos, sabiendo nuestro desbarato, se hubiesen rebelado. Y luego despaché, para saber la verdad, ciertos mensajeros, con algunos Endios, que los guiaron: á los cuales les mandé, que fuesen fuera de camino, hasta llegar á la dicha villa, y que muy breve- mente me hiciesen saber lo que allá pasaba. Y quiso nuestro señor, que á los Españoles hallaron muy buenos, y á los naturales de la tierra muy seguros, Lo cual sabido, fué harto reparo de nuestra pérdida, y tristeza : 224 CARTA DE RELACION aunque para ellos fué muy mala nueva, saber nuestro suceso, y desbarato. En esta provincia de Tascaltecal estuve veinte dias, curandome de las heridas* que traia, por- que con el camino, y mala cura, se me habian empeorado mucho, en especial las de la cabeza, y haciendo curar asimismo á los de mi compañía, que estaban heridos; algunos murieron, así de las heridas, como del trabajo pasado, y otros quedaron mancos, y cojos, porque trailan muy malas heridas, y para se curar habia muy poco refrigerio: y yo asimismo qui? manco de dos dedos de la mano izquierda. Viendo los de mi compañía, que eran Ped ds muertos muchos, y que los que restaban, tellanos á Cor- z e tés se vuelva quedaban flacos, y heridos, y atemorizados Cruz: yíUle los peligros, y trabajos en que se habian ietandolos, : vá contra Te. VISto, y temiendo los por venir, que estaban ls Indios, y 2 Tazon muy cercanos, fuí por muchas veces dá muchos por . 4 A pera e requerido de ellos, que me fuese á la villa veinte días su- » ; ] deta muchas Je la Vera-Cruz, y que allí nos hariamos fuertes, ántes que los naturales de la tierra, poblaciones. Llega á la Vera-Cruz un que teníamos por amigos, viendo nuestro capitan de Francisco de desbarato, y pocas fuerzas, se confederasen Garay, der- rotado, y con con los enemigos, y nos tomasen los puertos. su gente beri- da. * Cortés fué herido gravemente una vez en la cabeza, otra en una pierna, y otra en una mano. DE D. FERNANDO CORTES. que habiamos de pasar, y diesen en nosotros por una parte, y por otra en los de la villa de la Vera-Cruz, y que estando todos juntos, y allí los navios, estariamos mas fuertes, y nos podriamos mejor defender; puesto que nos acometiesen, hasta tanto que enviasemos por socorro á las islas. Y yo, viendo, que mos- trar á los naturales poco ánimo, en especial á nuestros amigos, era causa de mas aína dejarnos, y ser contra nosotros, acordandome, que siempre á los osados ayuda la fortuna, y que eramos cristianos, y confiando en la grandisima bondad, y misericordia de Dios,* que no permitiria, que del todo pereciesemos, y se perdiese tanta, y tan noble tierra, como para Vuestra Magestad estaba pacífica, y en punto de se pacificar; ni se dejase de hacer tan gran servicio, como se hacia, en con- tinuar la guerra, por cuya causa se habia de seguir la pacificacion de la tierra, como ántes estaba; me determiné de por ninguna manera bajar los puertos hacia el mar: ántes pospuesto todo trabajo, y peligros, que se nos pudiesen ofrecer; les dije: que yo no habia de desamparar esta tierra: por que en , ello me parecia, que demas de ser vergonzo- so á mi persona, y á todos muy peligroso: á * Dios les dió fortaleza : Ipse dabit virtutem, et fortitudinem Plehi sue. 4 225 226 CARTA DE RELACION Vuestra Magestad haciamos muy gran traicion. Y que me determinaba de por todas las partes, que pudiese volver sobre los enemigos, y ofenderlos por cuantas vias á mí fuese posible. Y habiendo estado en esta provincia veinte dias, aunque ni yo es- taba muy sano de mis heridas, y los de mi compañía todavía bien flacos: salí de ella para otra, que se dice Tepeaca, que era de la liga, y consorcio de los de Culúa nuestros enemigos. De donde estaba informado, que habian muerto diez, ó doce Españoles, que venian de la Vera-Cruz á la gran ciudad; por que por allí es el camino. La cual dicha provincia de Tepeaca* confina, y parte términos con la de 'Pascaltecal, y Chururtecal, porque es muy gran provincia. Y en entrando por tierra de la dicha pro- vincia, salió mucha gente de los naturales de ella á pelear con nosotros, y pelearon, y nos defendieron la entrada, cuanto á ellos fué posible, poniendose en los aposentos fuertes, y peligrosos. Y por no dar cuenta de todas las particularidades, que nos acae- cieron en esta guerra, que seria prolijidad : no diré, si no que despues de hechos los re- quirimientos, para que viniesen á obedecer *, Tepeaca es de la diocesis de la puebla, como tambien Tlascala, y Cholula. , DE. D. FERNANDO CORTHES, los mandamientos, que de parte de Vuestra Magestad se les hacian acerca de la paz, y no los quisieron cumplir: y les hicimos la guerra, y pelearon muchas veces con nosotros. Y con la ayuda de Dios, y de la real ventura de Vuestra Alteza, siempre los desbaratámos, y matámos muchos, sin que en toda la dicha guerra me matasen, ni hiriesen, ni un Es- pañol. Y aunque como he dicho, esta dicha provincia es muy grande: en obra de veinte dias hube pacíficas muchas villas, y pobla- ciones á ella sujetas. Y los señores, y prin- cipales de ellas han venido á se ofrecer, y dar por vasallos de Vuestra Magestad, y demas de esto he echado de todas ellas muchos de los de Culúa, que habian venido de esta dicha provincia á favorecer á los naturales de ella para nos hacer guerra : y aun estorbarles, que por fuerza, ni por grado, no fuesen nuestros amigos. Por manera, que hasta agora he tenido, en que entender en esta guerra, y aun todavía no es acabada, porque aun quedan algunas villas, y pobla- ciones, que pacificar. Las cuales con ayuda de nuestro Señor, presto estarán, como estas otras, sujetas al real dominio de Vuestra Magestad. En cierta parte de esta pro- vincia, que es donde mataron aquellos diez Españoles, porque los naturales de allí siem- 224 228 CARTA DE RELACION pre estuvieron muy de guerra, y muy re- beldes, y por fuerza de armas se tomaron, hice ciertos esclavos, de que se dió el quinto á los oficiales de Vuestra Magestad : porque demas de haber muerto á los dichos Espa- ñoles, y rebeladose contra el servicio de Vuestra Alteza, comen todos carne humana, por cuya notoriedad no envio á Vuestra Magestad probanza de ello. Y tambien me movió á hacer los dichos esclavos, por poner algun espanto á los de Culúa: y porque tambien hay tanta gente, que si no hiciese grande, y cruel castigo en ellos, nunca se emendarian jamas. En esta guerra nos anduvimos con ayuda de los naturales de la provincia de 'Tascaltecal, y Chururtecal, y. Guasuzingo, donde han bien confirmado la amistad con nosotros, y tenemos mucho con- cepto, que servirán siempre como leales vasallos de Vuestra Alteza. Estando en esta provincia de Tepeaca, haciendo esta guerra, recibí cartas de la Vera-Cruz, por las cuales me hacian saber, como allí al puerto de ella habian llegado dos navios de los de Francisco de Garay desbaratados : que segun parece él habia tornado á enviar con mas gente á aquel rio grande, de que yo hice relacion á Vuestra Alteza: y que los naturales de ella habian peleado con ellos, y qe DE D. FERNANDO CORTES. 229 les habian muerto diez, y siete, ó diez, y ocho cristianos, y herido otros muchos. Asimis- mo les habian muerto siete caballos, y que los Españoles, que quedaron se habian entra- do á nado á los navios, y se habian escapado por buenos pies: y que el capitan, y todos ellos venian muy perdidos, y heridos, y que el teniente, que yo habia dejado en la villa, los habia recibido, muy bien, y hecho curar. Y por que mejor pudiesen convalecer, habia enviado cierta parte de los dichos Españoles á tierra de un señor, nuestro amigo, que está cerca de allí, donde eran bien proveidos. De lo cual todo nos pesó tanto, como de nuestros trabajos pasados: y por ventura no les acaeciera este desbarato, si la otra vez ellos vinieran á mí, como ya he hecho rela- cion á Vuestra Alteza. Porque como yo estaba muy informado de todas las cosas de estas partes, pudieran haber de mi tal aviso, por donde no les acaeciera, lo que les sucedió: especialmente, que el señor de aquel rio, y tierra, que se dice Pánuco, se habia dado por vasallo de Vuestra Magestad. En cuyo reconocimiento me habia enviado á la ciudad de Temijtitan, con sus mensa- jeros, ciertas cosas, como ya he dicho. Yo he escrito á la dicha villa, que si el capitan del dicho Francisco de Garay. y su gente se 30 230 CARTA DE RELACION quisiésen ir, les den favor, y les ayuden para se despachar ellos, y sus navios. xLVIII. De- Despues de haber pacificado, lo que de to- termina Don cd e FernandoCor- da esta provincia de Tepeaca se pacificó, y tés, a Mia cer de los su- SUJetó, al real servicio de Vuestra Alteza, los yos, hacer una udad en Te- Oficiales de Vuestra Magestad, y yo platica- peaca,llaman- Bola ” Segura MOS Muchas veces la órden, que se debia de de la Fronte- : y PS ra, y nombra tener en la seguridad de esta provincia. Y ee] " viendo como los naturales de ella, habiendose otras cosas. dado por vasallos de Vuestra Alteza, se ha- bian rebelado, y muerto los Españoles: y co- mo estan en el camino, y paso por donde la contratacion de todos los puertos del mar es para la tierra dentro : y considerando, que si esta dicha provincia se dejase sola, como de ántes, los naturales de la tierra, y señorío de Culúa, que estan cerca de ellos, los torna- rian a inducir, y atraer á que otra vezse le- vantasen, y rebelasen: de donde se seguiria mucho daño, y impedimiento á la pacificacion de estas partes, y al servicio de Vuestra Al- teza, y cesaria la dicha contratacion : mayor- mente, que para el camino de la costa del mar, no hay mas de dos puertos muy agros, y ásperos, que confinan con esta dicha pro- vincia : y los naturales de ella los podrian de- fender con poco trabajo suyo. Y así por esto, como por otras razones, y causas muy y convenientes, nos pareció, que para evitar lo DE D. FERNANDO CORTES, 231 ya dicho, se debia hacer en esta dicha pro- vincia de Tepeaca una villa en la mejor parte de ella, á donde concurriesen las calidades necesarias para los pobladores de ella. Y poniendolo en efecto, yo en nombre de Vues- tra Magestad puse nombre á la dicha villa, Segura de la Frontera :* y nombré alcaldes, y regidores, y otros oficiales, conforme á lo que se acostumbra. Y por mas seguridad de los vecinos de esta villa en el lugar donde la señalé, se ha comenzado á traer materiales para hacer una portaleza, porque aquí los ha y buenos, y se dará en ella toda la priesa, que sea mas posible. Estando escribiendo esta relacion, vinieron xLIX, De á mí ciertos mensajeros del senor de una ciu- de qna dad, que está cinco leguas de esta provincia, ¿;,.>, Eo 9 : E que se llama Guacahula :+ y es á la entrada ¿Us Caciques de un puerto, que se pasa para entrar á la Cortés, habe: provincia de Méjico por allí, los cuales de o 0) parte del dicho senor, me dijeron: que, por- Españolescon- y y e , a tra ellos, pren- que ellos, pocos dias habian venido á mí á dieron á los J ¿ y Caciques re- dar la obediencia, que á Vuestra Magestad feridos, y los ¿ Z y volvieron á debian: y se habian ofrecido por sus vasallos, Cortés, el cual es dió liber- y que porque yo no los culpase, creyendo, tad, y marchó a A á la espedi- que por su consentimiento era; me hacian cion. saber, como en la dicha ciudad estaban apo- * No conserva hoy el nombre de segura, sino el antiguo de Te- peaca. + Huaquechula otra de las repúblicas. y 32 CARTA DE RELACION sentados ciertos capitanes de Culúa. Y que en ella, y á una legua de ella, estaban treinta mil hombres en guarnicion, guardando aquel puerto, y paso, para que no pudiesemos en- trar por él: y tambien para defender, que los naturales de la dicha ciudad, ni de otras pro- vincias á ellas comarcanas sirviesen á Vues- tra Alteza, ni fuesen nuestros amigos. Y que algunos hubieran venido á se ofrecer á su real servicio, si aquellos no lo impidiesen: é que me lo hacian saber, paraque lo reme- diase; porque demas del impedimento, que era á los que buena voluntad tenian, los de la dicha ciudad, y todos los comarcanos, re- cibian mucho dano. Porque como estaba mucha gente junta, y de guerra, eran muy agraviados, y maltratados, y les tomaban sus mugeres, y haciendas, y otras cosas: y que viese yo, que era lo que mandaba, que ellos hiciesen, y que dandoles favor, ellos lo harian. Y luego, despues de los haber agradecido su aviso, y ofrecimiento, les dí trece de caballo, y docientos peones, que con ellos fuesen, y hasta treinta mil Indios de nuestros amigos. Y fué el concierto, que los llevarian por parte que no fuesen sentidos: y que despues que llegase junto á la ciudad el señor, y los natu- rales de ella, y los demas sus vasallos y vale- dores, estarian apercebidos, y cercarian los DE D. FERNANDO CORTES. aposentos, donde los capitanes estaban apo- sentados, y los prenderian, y matarian, ántes que la gente los pudiese socorrer: y cuando la gente viniese, ya los Españoles estarian dentro la ciudad, y pelearian con ellos, y los desbaratarian. Y idos ellos, y los Españoles, fueron por la ciudad de Churultecal, y por alguna parte de la provincia de Guasucingo, que confina con la tierra de esta ciudad de Guacachula, hasta cuatro leguas de ella; y - en un pueblo de la dicha provincia de Gua- sucingo, dice que dijeron á los Españoles, que los naturales de esta provincia estaban con- federados con los de Guacachula, y con los de Culúa, para que debajo de aquella cautela, llevasen á los Españoles á la dicha ciudad, y - que allá todos juntos diesen en los dichos Es- pañoles, y los matasen. Y como aun no del todo era salido el temor, que los de Culúa en su ciudad, y en su tierra nos pusieron, puso espanto esta informacion á los Españoles; y el capitan, que yo enviaba con ellos, hizo sus pesquisas, como lo supo entender, y prendie- ron todos aquellos señores de Guasucingo que iban con ellos, y á los mensajeros de la ciudad de Guacachula; y presos, con ellos se volvieron á la ciudad de Churultecal, que está cuatro leguas de allí: y desde allí me en- viaron todos los presos con cierta gente de 233 234 CARTA DE RELACION caballo, y peones, con la confirmación que habian habido. Y demás de esto me escri- bió el capitan, que los nuestros estaban ate- morizados, que le parecia que aquella jornada era muy dificultosa. Y llegados los presos, les hablé con las lenguas que yo tengo; y ha- biendo puesto toda diligencia para saber la verdad, pareció que no los habia el capitan bien entendido. Y luego los mandé soltar, y les satisfice, con que creia, que aquellos eran leales vasallos de Vuestra Sacra Magestad, y que yo queriá ir en persona á desbaratar aquellos de Culúa; y por no mostrar flaque- za, ni temor á los naturales de la tierra, así á los amigos, como á los enemigos, me pare- ció, que no debia cesar la jornada comenzada. Y por quitar algun temor del que los Espa- ñoles tenian, determiné de dejar los negocios, y despacho para Vuestra Magestad, en que entendia, y á la hora me partí, á la mayor priesa que pude, y llegué aquel dia á la ciu- dad Churultecal, que está ocho leguas de esta villa, donde hallé á los Españoles, que todavía se afirmaban ser cierta la traicion. CE Y otro dia fuí á dormir al pueblo de Gua- dose Cortés 4 sSucingo, donde los señores habian sido pre- Guacachula, e pelean sus In- SOS. El dia siguiente, despues de haber con- Cultas, _ dan certado con los mensajeros de Gruacachula, muerte á los que estaban €l por donde, y como habiamos de entrar en DE D. FERNANDO CORTES. 239 la dicha ciudad, me partí para ella una hora en la ciudad; | y como desba- ántes que amaneciese, y fuí sobre ella casí á raió Cortés el socorro de los las diez del dia. Y á media legua me salie- Mejicanos, que retirados ron al camino ciertos mensajeros de la dicha á un monte, . Ea fueron derro- ciudad, y me dijeron, como estaba todo muy tados, y muer- . - 2 , tos y sus alo- bien proveido, y á punto, y que los de Culúa jamientos sa- ¿ illa . Qqueados, y no sabian nada de nuestra venida, porque Cl- quemados. ertas espías, que ellos tenian en los caminos, los naturales de la dicha ciudad las habian prendido: y asimismo habian hecho á otros, que los capitanes de Culúa enviaban á se aso- mar por las cercas, y torres de la ciudad a descubrir el campo: y que á esta causa toda la gente de los contrarios estaba muy descui- dada, creyendo, que tenian recaudo en sus velas, y escuchas : por tanto, que llegase, que no podia ser sentido. Y así me dí mucha priesa, por llegar á la ciudad sin ser sentido porque ibamos por un llano, donde desde allá nos podrian bien ver. Y segun pareció, co- mo de los de la ciudad fuimos vistos, viendo que tan cerca estabamos, luego cercaron los aposentos, donde los dichos capitanes estaban, y comenzaron á pelear con los demas, que por la ciudad estaban repartidos. Y cuando yo llegué á un tiro de ballesta de la dicha ciudad, ya me traian hasta cuarenta prisio- neros, y todavía me dí priesa á entrar dentro. En la ciudad andaba muy gran grita por to- 236 CARTA DE RELACION das las calles, peleando con los contrarios, y gulado por un natural de la dicha ciudad, llegué al aposento, donde los capitanes esta- ban, el cual hallé cercado de mas de tres mil hombres, que peleaban por entrarles por la puerta, y les tenian tomados los altos, y azo- teas; y los capitanes, y la gente, que con el- los se halló, peleaban tan bien, y tan esforza- damente, que no les podian entrar el aposen- to, puesto que eran pocos, porque demás de pelear ellos como valientes hombres, el apo- sento era muy fuerte; y como yo llegué lue- go, entramos, y entró tanta gente de los na- turales de la ciudad, que en ninguna manera los podiamos socorrer, que muy brevemente no fuesen muertos ; porque yo quisiera tomar algunos á vida, para me informar de las co- sas de la gran ciudad, y de quien era señor despues de la muerte de Muteczuma, y de otras cosas, y no pude tomar sino á uno mas muerto que vivo, del cual me informé, como adelante diré. Por la ciudad mataron mu- chos de ellos, que en ella estaban aposenta- dos : y los que estaban vivos, cuando yo en la ciudad entré, sabiendo mi venida, comenza- ron á huir hacia donde estaba la gente, que tenian en guarnicion : y en el alcance asimis- mo murieron muchos. Y fuétan presto oido. y sabido este tumulto por la dicha gente de DE D. FERNANDO CORTES. guarnición, porque estaban en un alto, que sojuzgaba toda la ciudad, y lo llano de alder- redor, que casi á una sazon llegaron los que salian huyendo de la dicha ciudad, y la gente que venia en socorro, y á ver que cosa era aquella, los cuales eran mas de treinta mil hombres, y la mas lucida gente, que hemos visto, porque traian muchas joyas de oro, y plata, y plumajes; y como es grande la ciu- dad, comenzaron á poner fuego en ella, por aquella parte por donde entraban: lo cual fué muy presto hecho saber por los naturales, y salí con sola la gente de caballo, porque los peones estaban ya muy cansados, y rompi- mos por ellos, y retrajeronse á un paso, el cual les ganamos, y salimos tras ellos, alcan- zando muchos por una cuesta arriba muy agria : y tal, que cuando acabamos de encun- brar la sierra, ni los enemigos, ni nosotros podiamos ir atras, ni adelante : y asi cayeron muchos de ellos muertos, y ahogados de la calor, sin herida ninguna, y dos caballos se estancaron, y el uno murió ; y de esta manera hicimos mucho daño, porque ocurrieron mu- chos Indios de los amigos nuestros: y como iban descansados, y los contrarios casi muer- tos, mataron muchos. Por manera, que en poco rato estaba el campo vacio de los vivos, aunque de los muertos algo ocupado: y llega- 1 231 238 Ll. Piden perdon á Cor- tés los Indios de Ocupatuyo, que habian se- guido á los de Culúa, y pro- ponen un her- mano de su Cacique, que huyó, paraque los gobierna en su lugar; y lo que respon- CARTA DE RELACION mos á los aposentos, y albergues, que tenian hechos en el campo nuevamente, que en tres partes que estaban, parecia cada una de ellos una razonable villa; porque demas de la gen- te de guerra, tenian mucho aparato de servi- dores, y fornecimiento para su real: porque segun supe despues, en ellos habia personas principales; lo cual fué todo despojado, y quemado por los Indios nuestros amigos, que certifico á Vuestra Sacra Magestad, que ha- bia ya juntos de los dichos nuestros amigos mas de cien mil hombres.* Y con esta vic- toria, habiendo echado todos los enemigos de la tierra, hasta los pasar allende unas puen- tes, y malos pasos, que ellos tenian, nos vol- vimos á la ciudad, donde de los naturales fui- mos bien recibidos, y aposentados : y descan- samos en la dicha ciudad tres dias, de que teniamos bien necesidad. En este tiempo vinieron á se ofrecer al real servicio de Vuestra Magestad los naturales de una poblacion grande, que está encima de aquellas sierras, dos leguas de donde el real de los enemigos estaba, y tambien al pie de la sierra, donde he dicho, que sale aquel hu- mo, que se llama esta dicha poblacion Ocu- patuyo.? Y dijeron, que el señor, que allí * Por estas acciones de los de Huauquechula, se les han conce- dido muchos privilegios, y se les conservan el dia de hoy. + Ocuituco, que está al pie del volcan. + DE D. FERNANDO CORTES. 239 Í tenian se habia ido con los de Culúa al tiem- A po, que por allí los habiamos corrido: crey- cachula. endo que no pararamos hasta su pueblo. Y que muchos dias habia, que ellos quisieran mi amistad, y haber venido á se ofrecer por vasallos de Vuestra Magestad, sino que aquel señor no los dejaba, ni habia querido : puesto. que ellos muchas veces se lo habian requeri- do, y dicho. Y que ahora querian servir á Vuestra Alteza ; y que allí habia quedado un hermano del dicho señor, el cual siempre ha- bia sido de su opinion, y propósito: y ahora asimismo lo era. Y que me rogaban, que tuviese por bien, que aquel sucediese en el señorío : y que aunque el otro volviese, que no consintiese, que por señor fuese recibido, y que ellos tan poco lo recibirian. Y yo les dije, que por haber sido hasta allí de la liga, y parcialidad de los de Culúa, y se haber re- belado contra el servicio de Vuestra Mages- tad eran dignos de mucha pena :- y que así tenia pensado de la ejecutar en sus personas, y haciendas. Pero que pues habian venido, y decian, que la causa de su rebelion, y alza- miento habia sido aquel señor, que tenian, que yo en nombre de Vuestra Magestad les perdonaba el yerro pasado, y los recibia, y admitia á su real servicio. Y que los aper- cibia. que si otra vez semejante verro come- CARTA DE RELACION tiesen, serian punidos, y castigados. Y que si leales vasallos de Vuestra Alteza fuesen, serian de mí, en su real nombre, muy favore- cidos, y ayudados; y así lo prometieron. Esta ciudad de Guacachula está asentada en un llano, arrimada por la una parte á unos muy altos, y ásperos cerros; y por la otra todo el llano la cercan dos rios, dos tiros de ballesta, el uno del otro, que cada uno tiene muy altas, y grandes barrancas. Y tanto, que para la ciudad hay por ellos muy pocas entradas, y las que hay son ásperas de bajar, y subir, que á penas las pueden bajar, y subir cabalgando. Y toda la ciudad está cercada de muy fuerte muro de cal y canto, tan alto, como cuatro estados por de fuera de la ciudad : y por de dentro está casi igual con el suelo. Y por toda la muralla va su petril, tan alto, como medio estado, para pelear tiene cuatro entra- das, tan anchas, como uno puede entrar a ca- ballo: y hay en cada entrada tres, ó cuatro vueltas de la cerca, que encabalga el un li- enzo en el otro: y hacia á aquellas vueltas hay tanbien encima de la muralla su petril para pelear. En toda la cerca tienen mucha cantidad de piedras grandes, y pequeñas, y de todas maneras, con que pelean. Será esta ciudad de hasta cinco, ó seis mil vecinos: y tendrá de aldeas, á ella sujetas otros tantos, DE D. FERNANDO CORTES. 241 y mas. Tiene muy gran sitio, porque de dentro de ella hay muchas huertas, y frutas, y olores á su costumbre. Y despues de haber reposado, en esta dicha ;11. pe ja ciudad tres dias, fuimos á otra ciudad, que se porquista” de Izucan, y sl- , < $ tuacion de el- dice Izucan, que esta cuatro leguas de esta Vienen! a de Guacachula : porque fuí informado, que dr la obedi- encia á Cortés en ella asimismo habia mucha gente de los de los pueblosco- marcanos, y Culúa en guarnicion: y que los de la dicha declara por sucesor de ciudad, y otras villas, y lugares sus sufragá- cerati neos eran, y se mostraban muy parciales de cique. los de Culúa, porque el señor de ella era su natural, y aun pariente de Muteczuma. Y iba en mi compañía tanta gente de los natu- rales de la tierra vasallos de V uestra Mages- tad, que casi cubrian los campos, y sierras, que podiamos alcanzar á ver. Y de verdad habia mas de ciento, y veinte mil hombres. Y llegamos sobre la dicha ciudad de Izu- can á hora de la diez, y estaba despoblada de mugeres, y de gente menuda : y habia en ella hasta cinco, ó seis mil hombres de guerra muy bien aderezados. Y como los Españoles llegamos delante comenzaron algo á defender su ciudad; pero en poco rato la desampara- ron, porque por la parte, que fuimos guiados para entrar en ella estaba razonable entrada. Y seguimoslos por toda la ciudad hasta los 242 CARTA DE RELACION hacer saltar por encima de los adarves* á un rio, que por la otra parte la cerca toda : del cual tenian quebradas las puentes, y nos de- tuvimos algo en pasar, y seguimos el alcanze hasta legua y media mas: en que creo se es- caparon pocos de aquellos, que allí quedaron. Y vueltos á la ciudad envié, dos de los na- turales de ella, que estaban presos, á que ha- blasen á las personas principales de la dicha ciudad, porque el señor de ella se habia tan- bien ido con los de Culúa, que estaban allí en guarnicion, para que los hiciese volver á su ciudad : y que yo les prometia en nombre de Vuestra Magestad, que siendo ellos leales vasallos de Vuestra Alteza, de allí adelante serian de mí muy bien tratados, y perdona- dos del rebelion, y yerro pasado. Y los di- chos naturales fueron, y de allí á tres dias vi- nieron algunas personas principales, y pidie- ron perdon de su yerro, diciendo, que no ha- bian podido mas, porque habian hecho, lo que su señor les mandó; y que ellos prometian de ahí adelante, pues su señor se habia ido, y dejadolos, de servir á Vuestra Magestad muy bien, y lealmente. Y yo les aseguré, y dije, que se viniesen á sus casas, y trajesen á sus. mugeres, é hijos, que estaban en otros lu- * Adarve es término arábigo, que es el espacio, que hay en los muros donde se levantan las almenas. DE D. FERNANDO CORTES. gares, y villas de su parcialidad; y les dije, que hablasen asimismo á los naturales de el. las, para que viniesen á mi: y que yo les per- donaba lo pasado, y que no quisiesen, que yo hubiese de ir sobre ellos, porque recibirian mucho daño, de lo cual me pesaria mucho. Y así fué fecho, de ahí á dos dias, se tornó á poblar la dicha ciudad de Izucan: y todos los sufraganeos á ella vinieron á se ofrecer por vasallos de Vuestra Alteza; y quedó toda aquella provincia muy segura, y por nuestros amigos, y confederados con los de Gruaca- chula. Porque hubo cierta diferencia sobre - á quien pertenecia el señorío de aquella ciu- dad, y provincia de Izucan por ausencia, del que se habia ido á Méjico. Y puesto, que hubo algunas contradicciones, y parcia- lidades entre un hijo bastardo del señor na- tural de la tierra, que habia sido muerto por Muteczuma, y puesto, el que á la sazon era: y casadole con una sobrina suya ; y entre un nieto del dicho señor natural, hijo de su hija legítima, la cual estaba casada con el señor de Guacachula, y habian habido aquel hijo nieto del dicho señor natural de Izucan: se acordó entre ellos, que heredase el señorío aquel hijo del señor de Guacachula, que ve- nia de legitima linea de los señores de allí. Y puesto que el otro fuese hijo que por ser 243 244 CARTA DE RELACION bastardo* no debia de ser señor, así quedó. Y obedecieron en mi presencia á aquel Mu- chacho, que es de edad de hasta diez años; á que por no ser de edad para gobernar, que aquel su tio bastardo, y otros tres principales, uno de la ciudad de Guacachula, y los dos de la de Izucan fuesen gobernadores de la tierra, y tuviesen el Muchacho en su poder hasta tanto, que fuese de edad para gobernar. Esta ciudad de Izucan será de hasta tres, ó cuatro mil vecinos, es muy concertada en sus Calles, y tratos, tenia cien casas de mez- quitas, y oratorios muy fuertes con sus torres: las cuales todas se quemaron. Está en un llano á la falda de un cerro mediano, donde tiene una muy buena fortaleza : y por la otra parte de hacia el llano está cercada de un hondo rio, que pasa junto á la cerca: y está cercada de la barranca del rio, que es muy alta, y sobre la barranca hecho un petril to- da la ciudad en torno tan alto, como un esta- do : tenia por toda esta cerca muchas piedras. Tiene un valle redondo muy fértil de frutas, y Algodon, que en ninguna parte de los pu- ertos arriba se hace por la gran frialdad : y allí es tierra caliente, y causalo, que está muy abrigada de sierras; todo este valle se riega %* Aquí se advierte, que reconocian legítimo matrimonio, y es- cluian á los bastardos de la sucesion, como se manda en las leyes de España. DE. D. FERNANDO CORTES. 245 por muy buenas azequias, que tienen muy bien sacadas, y concertadas. , En esta ciudad estuve hasta la dejar muy ¿ll Liegan paz los , E 2 a Im1<. Señores de poblada, y pacífica: y á ella vinieron asimis os. mo á se ofrecer por vasallos de Vuestra.y los de otra ciudad, . dis- Magestad, el señor de una ciudad, que se tante diez le- | guas, y los de dice Guajocingo, y el señor de otra ciudad, otras ocho ciudades de que etsá á diez leguas de esta de Izucan, las provincias de Coastoaca, y son fronteros de la tierra de Méjico. Zuzula, y "Tambien vinieron de ocho pueblos de la a provincia de Coastoaca,* que es una, de que en los capitulos ántes de este hice mencion, que habian visto los Españoles, que yo envié á buscar oro á la provincia de Zuzula,t donde, y en la de Tamazula,i porque está junto á ella, dije, que habia muy grandes poblaciones, y casas muy bien obradas, de mejor canteria, que en ninguna de estas partes se habia visto: la cual dicha pro- vincia de Coastoaca está cuarenta leguas de allí de Izucan: y los naturales de los dichos ocho pueblos se ofrecieron asimismo por vasallos de Vuestra Alteza, y dijeron, que otros cuatro, que restaban en la dicha provincia, vendrian muy presto : y me dijer- on, que les perdonase, por que ántes no habian venido, que la causa habia sido no * Es Oajaca. + Puede ser Zacatula del obispado de Michoacan. Y Tamazula está en la provincia de Sinaloa 4 la costa del súr. 32 246 CARTA DE RELACION osar, por temor de los de Culúa, porque ellos nunca habian tomado armas contra mí, ni habian sido en muerte de ningun Es- pañol. Y que siempre, despues que al servicio de Vuestra Alteza se habian ofre- cido, habian sido buenos, y leales vasallos suyos en sus voluntades, porque no las habian osado manifestar, por temor de los de Culúa. De manera, que puede Vuestra Alteza ser muy cierto, que siendo nuestro señor servido en su real ventura, en muy breve tiempo se tornará á ganar lo perdido, ó mucha parte de ello, porque de cada dia se vienen á ofrecer por vasallos de Vuestra Magestad, de muchas provincias, y ciudades, que ántes eran sujetas á Muteczuma, viendo, que los que así lo hacen, son de mí muy bien recibidos, y tratados : y los que al con- trario, de cada dia destruidos. “AY LIV. Un her- De los que en la ciudad de Gruuacachula mano de Mu- se prendieron, en especial de aquel herido, teczuma entra á reinar €na«a de Méjico, y se supe muy por estenso las Cosas de la gran previene Cor- ciudad de Temijtitan, y como despues de la tés á la guer- á ó | de muerte de Muteczuma habia sucedido en el señorio un hermano suyo, señor de la ciudad de Iztapalapa, que se llamaba Cuetravacin,* el cual sucedió en el señorío, porque murió en las puentes el hijo de Muteczuma, que * Cuithahuatzin, DE D. FERNANDO CORTES. heredaba el señorío, y otros dos hijos suyos, que quedaron vivos, el uno se dice que es loco. y el otro perlático: y á esta causa decian aquellos, que habia heredado aquel hermano suyo, y tambien porque él nos habia hecho la guerra, y porque lo tenian por valiente hombre muy prudente. Supe asimismo, como se fortalecian, así en la ciudad, como en todas las otras de su señorío, y hacia muchas cercas, y cavas, y fosados, y muchos géneros de armas. En especial supe, que hacian lanzas largas, como picas, para los caballos, y aun ya habemos visto algunas de ellas, y porque en esta provincia de "Tepeaca se hallaron algunas, con que pelearon: y en los ranchos, y aposentos, en que la gente de Culúa estaba en Guacachula, se hallaron asimismo muchas de ellas. Otras muchas cosas supe, que por no dar á Vuestra Alteza importunidad, dejo. Yo envio á la isla Española cuatro navios. para que luego vuelvan cargados de cabal. los, y gente para nuestro socorro : y asimis- mo envio á comprar otros cuatro, paraque desde la dicha isla Española, y ciudad de Santo Domingo traigan caballos, y armas, y ballestas, y pólvora, porque esto es lo que en estas partes es mas necesario; porque peones rodeleros aprovechan muy poco solos, por CARTA DE RELACION ser tanta cantidad de gente, y tener tan fuertes, y grandes ciudades, y fortalezas: y escribo al Lic. Rodrigo de Figueroa, y á los oficiales de Vuestra Alteza, que residen en la dicha isla, que den para ello todo el favor, y ayuda, que ser pudiere, porque asi conviene mucho al servicio de Vuestra Alteza, y á la seguridad de nuestras person- as: porque viniendo esta ayuda, y socorro, pienso volver sobre aquella gran ciudad, y su tierra: y creo, como ya á Vuestra Mages- tad he dicho, que en muy breve tornará al estado, en que ántes yo la tenia, y se res- taurarán las pérdidas pasadas. Y en tanto, yo quedo haciendo doce bergantines, para entrar por la laguna, y estase labrando ya la tablazon,* y piezas de ellos, porque así se han de llevar por tierra, porque en llegando se liguen, y acaben en breve tiempo: y asi- mismo se hace clavazon para ellos, y esta aparejada pez, y estopa, y velas, y remos, y las otras cosas para ello necesarias. Y certífico á Vuestra Magestad, que hasta con- seguir este fin, no pienso tener descanso, ni cesar para ello todas las formas, y maneras á mi posibles, posponiendo para ello todo el ** Esto por constante tradicion se trabajó en un barrio de Hueyotlipan, que llaman Cuausimalan, que quiere decir, “donde labran los patos. a DE D. FERNANDO CORTES. trabajo, y peligro, y costa que se me puede ofrecer. Habrá dos, ó tres dias, que por carta del teniente, que en mi lugar esta en la villa de la Vera Cruz, supe, como al puerto de la dicha villa habia llegado una caravela pe- queña, con hasta treita hombres de mar, y tierra, que dice que venia en busca de la sente, que Francisco de Garay habia enviado á esta tierra, de que ya á Vuestra Alteza he hecho relacion, y como habia llegado con mucha necesidad de bastimentos: y tanta, que si no hubieran hallado allí socorro, se murieran de sed, y hambre: y supe de ellos, como habian llegado al rio de Pánuco, y es- tado en él treinta dias surtos, y no habian visto gente en todo el rio, ni tierra : de donde se cree, que á causa de lo que allí sucedio, se ha despoblado aquella tierra. Y asimismo dijo la gente de la dicha caravela, que luego tras ellos habian de venir otros dos navios del dicho Francisco de Garay con gente, y caballos, y que creian, que eran ya pasados la costa abajo: y pareció- me, que cumplía al servicio de Vuestra Alteza, porque aquellos navios, y gente, que en ellos iba, no se pierda, y yendo despro- veidos de aviso de las cosas de la tierra, los naturales no hiciesen en ellos mas daño de 249 LV. Llega a la Vera Cruz un pavio pe- queño de Ga- ray, y envia Cortés á bus- carle al rio Pánuco. Pre- venciones del rey de Méji- co contra los Españoles, y precision de Cortés de so- correr %4 los amigos. 230 CARTA DE RELACION lo que en los primeros hicieron, enviar la dicha caravela en busca de los dos navios, para que los avisen de lo pasado, y se vinies- en al puerto de la dicha villa, donde el capitan, que envió el dicho Francisco de Garay, primero estaba esperandolos, plega á Dios que los halle, y á tiempo que no hayan salido á tierra: porque segun los naturales ya estaban sobre aviso, y los Españoles sin él, temo recibirian mucho daño, y de ello Dios nuestro Señor, y Vuestra Alteza serian muy deservidos, porque seria encarnar mas aquellos perros, de lo que estan encarnados, y darles mas ánimo, y osadia, para acometer á los que adelante fueren. En un capítulo ántes de estos he dicho, como habia sabido, que por muerte de Muteczuma habian alzado por señor á su hermano, que se dice Cuetravacin,* el cual aparejaba muchos géneros de armas, y se fortalecia en la gran ciudad, y en otras ciudades cerca de la laguna. Y ahora de poco acá, he asimismo sabido, que el dicho Cuetravacin ha enviado sus mensajeros por todas las tierras, y provincias, y ciudades sujetas á aquel señorío, á decir y certificar á sus vasallos, que él les hace gracia por un año de todos los tributos, y servicios, que * Cuithahuatzin. DE D. FERNANDO CORTES. son obligados á le hacer, y que no le den, ni le paguen cosa alguna: con tanto, que por todas las maneras que pudiesen, hiciesen muy cruel guerra á todos los cristianos, hasta los matar, ó echar de toda la tierra: y que asimismo la hiciesen á todos los natur- ales, que fuesen nuestros amigos, y aliados ; y aunque tengo esperanza en nuestro señor, que en ninguna cosa saldran con su inten- cion, y propósito, hállome en muy estrema necesidad para socorrer, y ayudar á los Indios nuestros amigos, porque cada dia vienen de muchas ciudades, y villas, y pobla- ciones á pedir socorro contra los Indios de Culúa sus enemigos, y nuestros, que les hacen guerra, cuanta pueden á causa de tener nuestra amistad, y alianza, y yo no puedo socorrer á todas partes, como querria. Pero como digo, placerá á nuestro señor, suplirá nuestras pocas fuerzas, y enviará presto el socorro, así el suyo, como el que yo envio á pedir á la Española. Por lo que yo he visto, y comprehendido cerca de la similitud, que toda esta tierra tiene á España, así en la fertilidad, como en la grandeza, y frios, que en ella hace, y en otras muchas cosas, que le equiparan á ella : me pareció, que el mas conveniente nombre para esta dicha tierra, era llamarse la nueva España del mar Océano: y así en nombre de 251 252 CARTA DE RELACION Vuestra Magestad se le puso aqueste nombre; humildemente suplico á Vuestra Alteza lo tenga por bien, y mande, que se nombre así.. Yo he escrito á Vuestra Magestad, aun- que mal dicho, la verdad de todo lo sucedido en estas partes, y aquello, que demas necesi- dad hay de hacer saber á Vuestra Alteza: y por otra mia, que va con la presente envio á suplicar á Vuestra Real Escelencia, mande enviar una persona de confianza, que haga inquisición, y pesquisa de todo, y informe á. Vuestra Sacra Magestad de ello; tambien en esta lo torno humildemente á suplicar, porque en tan señalada merced lo tendré, como en dar entero crédito, á lo que escribo. Muy alto, y muy Escelentisimo Principe, Dios nuestro Señor la vida, y muy real per- sona, y muy poderoso estado de Vuestra. Sacra Magestad conserve, y aumente por muy largos tiempos con acrecentamiento de muy mayores reinos, y señoríos, como su real corazon desea. De la villa segura de la Frontera de esta Nueva España á treinta - de octubre de mil quinientos veinte años. De Vuestra Sacra Magestad muy humilde siervo, y vasallo, que los muy Reales Pies, y Manos de Vuestra Alteza besa / FernaN CorTES. DE D. FERNANDO CORTES. Despues de esta en el mes de marzo primero, que pasó vinieron nuevas de la dicha Nueva España, como los Españoles habian tomado por fuerza la grande ciudad de Temijtitan:* en la cual murieron mas Indios, que en Jerusalen judios en la des- truccion, que hizo Vespasiano; y en ella asimismo habia mas número de gente, que en la dicha ciudad Santa. Hallaron poco tesoro á causa, que los naturales lo habian echado, y sumido en las aguas: solos dos- cientos mil pesos tomaron, y quedaban muy fortalecidos en la dicha ciudad los Españoles, de los cuales hay al presente en ella mil, y quinientos peones, y quinientos de caballo ; y tiene mas de cien mil Indios de los natur- ales de la tierra en el campo en su favor. Son cosas grandes, y estrañas, y es otro mundo sin duda, que de solo verlo tenemos harta codicia, los que á los confines de él estamos. Estas nuevas son hasta principio de Abril de mil quinientos, y veinte, y dos años, las que acá tenemos dignas de fé. La presente Carta de relacion, fué Im- * Esta toma fué el dia de San Hipólito Mártir trece de Agosto año de mil quinientos veinte, y uno, con todas las fuerzas, que tenia pensadas Hernan Cortés, bergantines, que navegaron la laguna hasta Méjico, y los aliados de Tlascala, y sus comarcas; era em- perador Cuaticmoc, ó Cuaticmoczin, pues el tzin es reverencial, y este fué despues muerto por los Españoles, con lo que acabó el imperio Mejicano, 33 293 294, CARTA DE RELACION presa en la muy Noble, y muy leal ciudad de Sevilla por Jacobo Crombreger Aleman, á ocho dias de Noviembre año de mil quinien- tos, y veinte y dos.* FRAGMENTOS De un Mapa de Tributos, ó Cordillera de los Pueblos, que los pagaban, en que gé- nero, en que cantidad, y en que tiempo, al Emperador Muteczuma en su Grentili- dad. . Esta en papel muy grueso de metl, ó ma- guey, que se llama pita en España. Los Indios no sabian escribir en su gentili- dad, y el modo de entenderse, era figurar, ó pintar, lo que querian decir con varios carac- teres, y figuras; si eran guerras, ponian ar- royos de sangre, para significar el estrago; y. aun la doctrina cristiana fué necesario al principio enseñarsela con figuras. Los nombres de los pueblos todos son sig- nificativos de la misma figura, con que los | pintaban, y por este motivo despues de la con- version de los naturales, y de haberles ense- * Por esta fecha se conoce, que la impresion de esta carta fue las primicias del arte de la imprenta en Sevilla, y acaso de toda España, pues la biblia complutense es la primera obra, que se celébra hecha á costa del gran cardenal Don Fray Francisco Jimenez de Cisneros, DE D. FERNANDO CORTES, - fiado á escribir las palabras, que pronuncia- ban, ó por algun Indio instruido, ó por algun misionero, que sabia ya el Mejicano, pudo ponerse alguna esplicacion del mapa de tri- butos, aunque se conoce, que no acertó con la espresion de muchos pueblos, especialmen- te, los que no eran cabeza de partido. El modo de figurar, ó escribir de los Indios, segun va dicho, era empezando desde abajo para arriba, y así lo primero, que esta en cada plana, es el pueblo principal, cabecera de to- dos, los que estan pintados en la orla, y esta- ban sujetos á su jurisdiccion. El original le recogió Don Lorenzo Botu- rini, y Benaduci, y para en una de las secre- tarías de gobierno del virreinato: está pin- - tado con diversos colores, todos apropriados al género de tributo, que se pagaba: el al- sodon en su figura; las tilmas, mantas, ó huipiles, segun los labores, y colores, que ha- bian de tener. Los zurrones de grana con las manchas de esta: los vestidos, Ó adornos militares, segun habian de pagarse y llevarse hechos á Méjico, unos con cabeza, y manchas de tigre, otros de lobo, ó coyote, otros de leon, y otros animales, otros con plumages, otros de pieles : dichos adornos militares estan pin- tados en dos piezas, ó mitades, una para me- dio cuerpo arriba, de modo, que metian la cabeza los Indios, y parecian cabezas de leon, 255 CARTA DE RELACION tigre, lobo, ú otra de las figuras, con que se hacian; otra mitad era para medio cuerpo abajo á modo de faldon. Entre los Indios habia su especie, y distincion de órdenes mi- litares: una de príncipes, que usaba de plu- majes, otra de las aguilas, otra de leones, y otra de tigres, porque usaban estas insignias. Parece increible el número de ropas, til- mas, mantas, y huipiles, que pagaban cada ochenta dias muchos pueblos, y servian para vestir todos los dependientes de palacio, que eran muchos. Los pueblos, y barrios cerca de Méjico es- taban obligados á la fábrica, y reparos de los templos, y casas reales, que en Méjico eran siete con las de recreacion: á poner manos, y material, y se juntaban muchos millares de Indios, porque para edificar templos, y casas reales, elevaban mucho el terreno, haciendo un monte de tierra artificial, y esto en parte era advertencia para libertarse de inunda- ciones de agua en Méjico, Yztapalapa, Y zta- paluca, y otras ciudades, que estaban funda- das sobre las lagunas; hoy se ven pocas rui- nas de estos edificios, porque Hernan Cortés les mandó asolar, para que no sirviesen de de resguardo á los Indios, cuando conquistó á Méjico : otros barrios llevaban los comesti- bles; Yztapaluca, é Vztapalapa mucha sal. DE D. FERNANDO CORTES. El mapa da una idea cabal del gobierno gentílico Mejicano, y se demuestra, que tra- bajaban mucho los naturales, y aun se refiere, que á los pobres de Méjico les obligaban á coger piojos, y hormigas, que aquí destruyen las mieses, y edificios, y que cada semana lle- vaban muchos costales de estos animales. Cuando vino Cortes, habia señores en Tetzcuco, Yztapalapa, é Yztapaluca, parien- tes muy cercanos de Muteczuma, que les te- nia señaladas estas ciudades, pero le recono- cian por su rey. El oro, que le contribuian algunas provin- cias, era bastante porcion, y sabian los Indios, el modo de fundirle, haciendo platos, y algu- nas figuras primorosas, que envió Cortés á España, y fué apresada por los Franceses la primera nao, en que iba lo mas especial. En el concepto del emperador Muteczuma, debian reconocerle por rey los Tlascaltecas, y otras provincias, que se hicieron repúblicas, y le negaron el servicio, que se espresa en el mapa; comerciaban por si solos, y era muy grande su mercado, ó feria en Cholula, y Tlascala, tanto que el ídolo de Cholula lla- mado (Qhuetzaalcoatl era el dios de las mer- cadurias, y otro Mercurio de los Romanos. Estas guerras eran tan sangrientas, que ademas de los que morian en ellas, sacrifica- 25 258 CARTA DE RELACION ban á los dioses á los que se cautivaban en ellas; por esta razon tenian tanta enemistad con los Tlascaltecas, y estos fueron instru- mento para la conquista. En el barrio de Platelulco de Méjico hubo señor, y despues se incorporó en el Send dor Mejicano. : Los pueblos principales, ó cabezeras, que se espresan en el mapa son los siguientes. 1. - Platelulco barrio de Méjico, donde habia un gran templo. 11. Tepetlatlalco contribuia maiz, mantas vestidos. TIT. Acolman maiz, tilmas, vestidos. IV. Cuernabaca, ó Quaunahuas maiz, pa- e pel, tecomates, mantas, vestidos, dc. V. Huajtepec maiz, tecomates, vestidos, mantas, ác. y VI. Quauhtitlan petates, vestidos, colla, maiz, $c. | | VIl. Huipujla maiz, vestidos, mantas, Sc. VIII. Atotonilco el Grande maiz, vestidos, mantas, Ác. IX. Jilotepec Muchas tilmas, mantas, ves- tidos, frijoles, Sic. X. Vuahuacan maiz, maderas, mantas, ves- tidos, 4 c. | XL Toluca maiz, vestidos, tilmas, ác. XIT. Ocutila sal.maiz, vestidos. mantas, Soc. DE D. FERNANDO CORTES, XII. Malinalco mantas, maiz, 8uc. XIV. Tlachco contribuia miel vírgen, aro- mas, Cc. XV. Tepequaquilco contribuia copal, pied- ras finas, «ce. XVI. Guathlan, ó Auauthla contribuia cacao, ác. XVII Tlapancontribuia barras de oro, Se. XVII. Tlacozautitlan contribuia rosilla, y cosas de fierro, ác. XIX. Chalco mucho maiz, vestidos, til- mas, Ac. XX. Tepeaca contribuia piedras finas, aro- mas, Kc. XXI. Cohuajtaca, ú Oajaca contribuia oro, grana, ác. AXII Coyoliapan oro, grana, y otras co- sas. XXIIL Soconusco contribuia cacao, pie- dras finas, pájaros, pieles de tigre, y otras cosas de plumas. XXIV. Quatochco tambien contribuia ca- cao. XXV. Cotajtla tambien contribuia piedras finas, cacao, Ác. XXVI. Tlapacoya vestidos, y mantas, Sc. XXVII. Tlauhquitepec ocozote, ó goma de olor, vestidos, y mantas. XXVIM. 'Pujpa contribuia piedras finas. y otras cosas, 239 260 CARTA DE RELACION XXIX. Ajtla algodon, mantas, bragas, de. XXX. Tazco algodon, chile, vestidos, man- tas, Lc. La cordillera no esta completa, y pueden faltar algunas ojas segun lo maltratada, y casi inlegible, que esta : solo á costa de mu- cho desvelo se ha acertado algo, cuyo trabajo he tomado con el mayor gusto, considerando, que en estos fragmentos se ve el mas autén- tico testimonio de la opulencia, grandeza, y magestad de este imperio Mejicano; con lo cual pienso quedarán satisfechos los mas rí- -gidos aristarcos, especialmente si se acuerdan de lo que tengo ya dicho, que tambien se ven diferentes vestigios de edificios muy magnífi- cos en cuyas ruinas se percibe, que habia tor- res, baluartes, y fortalezas bien aderezadas, y provistas de gente de guerra, las que demolió Cortés para quitar las fuerzasá tanta multitud de enemigos, y así, aunque hoy no tengamos agujas, pirámides, panteones, ni otros monu- mentos,que reservaban los Romanos para eter- nizar la memoria de sus conquistas, no hay que poner en duda haber sido esta la mayor, que se lee en las historias ; pues el incomparable Cor- tés dejó en estas tierras erigido el eterno pre- - cioso obelisco de la religion católica, zanjada sobre el inespugnable, y siempre triunfante castillo de la Cruz, que ignorando, como dice DE D. FERNANDO CORTES. $5. Ambrosio,* los sobervios trofeos de la gen- tilidad, dejó á este vastísimo imperio mas en- noblecido, que quedaron los pirineos con la argolla de Pompeyo. y que la misma Roma gentil con toda la vanidad del capitolio, por lo que es muy acreedor á que todos le aplau- damos tan gloriosos triunfos con los rendimi- entos mas religiosos, y agradecidos; y para mostrar yo tambien el debido reconocimiento, e . . . á todos los que me ilustran, y subministran noticias, debo manifestar, que el Ilustrisimo señor Don Francisco Fabian y Fuero dig- nísimo Obispo de la Puebla de los Angeles con su penetracion tan viva, cultivada en las ciencias, y en el Mejicano, ha contribuido para la perfeccion no solo de esta obra, sino tambien de la impresion de los concilios, cor- rigiendo, añadiendo, y emmendando mis bor- rones. Tambien es justo haga memoria de_los ba- chilleres Don Carlos de Tapia catedrático * In Comm. in cap. 23. Lucx lib. 10. Vos autem, quoniam tro- pheum jam videmus, « quod currum suum triumphaltor ascendit ; con- sideremus quod non Arborum truncis, non Quadrijugis plaustri ma- nubras de mortal: hoste quesitas ; sed patibulo triumphali captiva de seculo spolia suspendit. Non hic gétes brachajs postiterga revinctis, nec excisarum urbium Imagwnes, oppidorumque captorum simulacra cernimus, aut submisa captivorum Regum colla miramur, qualis hu- manorum solet ese species triúphorum, nec victoria terminos regionis Jime distincios; sed evantes Populos nationum, quesitos nonad sup- plicium; sed ad premium Reges liberis affectibus adorantes, volun- tarijs urbes studijs deditas, £ in meliuz refformatas Imagines oppido- rm, quas non fucus expreserit ; sed devotio colorarit, £e. e.” 261 262 CARTA DE RELACION de lengua Mejicana en esta universidad, y se- minario Tridentino, sugeto de virtud, vener- able por sus canas, y recomendable por saber tan bien el idioma Huasteco, en que se con- sumó, siendo Párroco del pueblo de Tampa- molon; y ha dado á luz un arte de esta len- gua, y de la Mejicana : de Don Domingo Jo- sef de la Mota cura de 'Tochimilco, Indio cacique, y del estilo mas elegante Mejicano : de Don Luis de Neve, y Molina catedrático de lengua Otomí, en el colegio seminario, que asimismo ha roto el hielo dando á luz un arte de este idioma ; de los que me he valido para leer varios instrumentos, sacar citas, corregir erratas, reconocer los papeles de Boturini, y traducir los caracteres, que por muy antiguos son diferentes del moderno Mejicano : Y par- ticularmente ha trabajado para la impresion de los tres tomos el Rdo. Padre Presentado Fr. Gerónimo Camps del sagrado órden de predicadores, y su definidor, calificador del santo oficio, y nuestro esáminador sinodal; que sin perdonar dias, ni horas, ha hecho la correccion de la obra,sacando las autoridades de las citas, y ayudando en lo formal, y ma- terial, para que salga á luz con ménos defec- tos. CARTA TERCERA DE RELACION, ENVIADA POR FERNANDO CORTES, CAPITAN, Y JUSTICIA MAYOR DEL YUCATAN. LLAMADO LA NUEVA ESPAÑA DEL MAR OCEANO, AL MUY ALTO, Y POTENTISIMO CESAR, Y INVICTISIMO SEÑOR DON CARLOS, EMPERADOR SIEMPRE AUGUSTO, Y REY DE ESPAÑA. De las cosas sucedidas, y muy dignas de admiracion en la conquista, y recupera- cion de la muy grande, y maravillosa ciu- dad de Temijtitan: y de las otras pro- vincias á ella sujetas, que se rebelaron. En la cual ciudad, y dichas provincias, el dicho capitan, y Españoles, consiguie- ron grandes, y señaladas victorias dig- nas de perpétua memoria. Asimismo hace relacion como han descubierto el mar del sur: y otras muchas, y grandes 264 CARTA DE RELACION provincias muy ricas de minas de oro, y perlas, y piedras preciosas ; y aun tienen noticia, que hay especeria. MUY ALTO, Y POTENTISIMO PRINCIPE: Muy CartoLico, Y Invicrisimo, EMPERADOR, REY, Y SENOR. dead Con Alonso de Mendoza* natural de Me- aviso Cortés, dellin, que despaché de esta Nueva España á de que las ciudades po cinco de marzo del año pasado de quinientos, Cecatami, Jalacingo se y veinte, y uno, hice segunda relacion á habian rebela- do, envia á Vuestra Magestad de todo lo sucedido en ellas un capi- . tan. Lo que ella: la cual yo tenia acabada de hacer á hizo en Cho- lala. — Halla los treinta de Octubre del año de quinientos, en Tlascala ; du l : muerto 4 Ma- Y veinte, y a causa de los tiempos muy con- giscacin, y da ' ; ¿ su hijo el trarios, y de perderse tres navios, que yo cal tenia para enviar en el uno á Vuestra Magestad la dicha relacion: y en los otros dos enviar por socorro á la isla Española. Hubo mucha dilacion en la partida del dicho Mendoza, segun que tambien mas largo con él lo escribí á Vuestra Magestad: y en lo último «de la dicha relacion hice saber á Vuestra Magestad, como despues, que los Indios de la ciudad de "Pemijtitant nos * Este es el que llevó á España la relacion con treinta mil pesos de oro de quintos, y de servicio, despues de la guerra de Tepeaca. + Tenostitlan, Méjico.. DE D. FERNANDO CORTES. habian echado por fuerza de ella, yo habia venido sobre la provincia de Tepeaca, que era sujeta á ellos, y estaba rebelada; y con los Españoles, que habian quedado, y con los Indios nuestros amigos, le habia hecho la guerra, y reducido al servicio de Vuestra Magestad; y que como la traicion pasada, y el gran daño, y muertes de Españoles, estaban tan recientes en nuestros corazones, mi determinada voluntad era, revolver sobre los de aquella, gran ciudad, que de todo habia sido la causa: y que para ello com- enzaba á hacer trece bergantines, para por la laguna hacer con ellos todo el daño, que pudiese, si los de la ciudad perseverasen en su mal propósito. Escribí á Vuestra Mages- tad, que entre tanto, que los dichos bergan- tines se hacian, y yo, y los Indios nuestros amigos nos aparejabamos para volver sobre los enemigos, enviaba á la dicha Española por socorro de gente, y caballos, y artillería, y armas, y que sobre ello escribia á los oficiales de Vuestra Magestad, que allí resi- den: y les enviaba dineros para todo el gas- to, y espensas, que para el dicho socorro fuese necesario, y certifiqué á Vuestra Magestad, que hasta conseguir victoria con- tra los enemigos, no pensaba tener descan- 265 266 CARTA DE RELACION so,* ni cesar de poner para ello toda la soli- citud posible: posponiendo cuanto peligro, trabajo, y costa se me pudiese ofrecer, y que con esta determinacion estaba, aderezando de me partir de la dicha provincia de Tepeaca. | Asimismo hice saber á Vuestra Magestad, como al puerto de la villa de la Vera Cruz, habia llegado una Carabela de Francisco de Garay, teniente de gobernador de la isla de Jamaica, con mucha necesidad: la cual traia hasta treinta hombres; y que habian dicho, que otros dos navios eran partidos para el rio de Pánuco, donde habian des- baratado á un capitan del dicho Francisco de Garay: y que temian, que si allá apor- tasen, habian de recibir daño de los naturales del dicho rio. Y asimismo escribi á Vuestra Magestad, que yo habia proveido luego de enviar una Carabela en busca de los dichos navios, para les dar aviso de lo pasado; y despues, que aquello escribí, plugo á Dios, que el uno de los navios llegó al dicho puerto de la Vera Cruz, en el cual venia un capitan con obra de ciento, y veinte hombres: y allí *Mori potius, quam inferre crimen Gloria nostre: Valeroso Judas Macabeo. Otro Gedeon en las batallas del señor, y con su ayuda : Dominus tecum Virorum fortisime, venció 4 los enemigos de la fé, á los suyos, y defendió con teson su crédito, honor, y fidelidad al soberano. DE D. FERNANDO CORTES. se informó, como los de Garay, que ántes habian venido, habian sido desbaratados, y hablaron con el capitan, que se halló en el desbarato, y se les certificó, que si iba al dicho rio de Pánuco, no podia ser, sin reci- bir mucho daño de los Indios. Y estando así en el puerto con determinacion de se ir al dicho rio, comenzó un tiempo, y viento muy recio, é hizo la nao salir, quebradas las amarras, y fué á tomar puerto doce leguas la costa arriba de la dicha villa á un puerto, que se dice San Juan: y allí despues de haber desembarcado toda la gente, y siete, ó ocho caballos, y otras tantas yeguas, que tralan, dieron con el navio á la costa, porque hacia mucha agua, y como esto se me hizo saber, yo escribí luego al capitan de él haciendole saber, como á mí me habia pesado mucho, de lo que le habia sucedido: y que yo habia enviado á decir al teniente de la dicha villa. de la Vera Cruz, que á él, y á la gente, que consigo trala, hiciese muy buen acogimien- to, y les diese todo lo que habian menester ; y que viesen, que era lo que determinaban ; y que si todos, ó algunos de ellos se quisie- sten volver en los navíos, que allí estaban, que les diese licencia, y les despachase á su placer. Y el dicho capitan, y los que con él vinieron, determinaron de se quedar, y 261 268 CARTA DE RELACION venir á donde yo estaba; y del otro navío no hemos sabido hasta ahora, y como ha ya tanto tiempo, tenemos harta duda de su salvamento, plega á Dios lo haya llevado á buen puerto. Estando para me partir de aquella pro- vincia de Tepeaca, supe como dos provin- cias, que se dicen Cecatami, y Jalazingo,* queson sujetas al señor de Temijtitan, estaban rebeladas, y que como de la villa de la Vera Cruz para acá es por allí el camino; habian muerto en ellas algunos Españoles, y que los naturales estaban rebelados, y de muy mal propósito. Y por asegurar aquel cam- ino, y hacer en ellos algun castigo, si no quisiesen venir de paz; despaché un capi- tan con veinte de caballo, y doscientos peones, y con gente de nuestros amigos, al cual encargué mucho, y mandé de parte de Vuestra Magestad, que requiriese á los na- turales de aquellas provincias, que viniesen de paz á se dar por vasallos de Vuestra Ma- gestad, como ántes lo habian hecho, y que tuviese con ellos toda la templanza, que fuese posible : y que si no quisiesen recibirle de paz, que les hiciese la guerra, y que hecha, y allanadas aquellas dos provincias se volviese | con toda la gente á la ciudad de Tascaltecal, * Cecatami, y Jalazingo, hoy llamado Jilonzingo. DE D. FERNANDO CORTES. á donde le estaria ¡esperando. Y así se partió, entrante el mes de Diciembre de quinientos, y veinte, y siguió su camino para las dichas provincias, que estan de allí veinte leguas. : - Acabado esto, muy Poderoso Señor, me- diado el mes de Diciembre del dicho año, me partí de la villa de Segura la Frontera, que es en la provincia de Tepeaca, y dejé en ella un capitan con sesenta hombres, porque los naturales de allí me lo rogaron mucho: y envié toda la gente de pie á la ciudad de Tascaltecal, adonde se hacian los bergan- tines, que está de Tepeaca nueve, ó diez leguas: y yo con veinte de caballo me fuí aquel dia á dormir á la ciudad de Cholula,* porque los naturales de allí deseaban mi venida; porque á causa de la enfermedad de las viruelas, que tambien comprehendió á los de estas tierras, como á los de las islas, eran muertos muchos señores de allí, y querian. que por mi mano, y con su parecer, y el mio, se pusiesen otros en su lugar. Y llegados allí, fuimos de ellos muy bien recibidos: y * Cholula era la principal señoría, ó República, fué poblada por los Theochichimecas : en su cerro hecho á mano, se sacrificaban cada año al demonio seis mil Niños; estaba repartida en seis barrios, de los que tres, segun Torquemada lib. 4. cap. 39. tom. 1. de la monarquía Indiana, obedecian á Muteczuma emperador de Méjico. | 913 269 2 ¡a 0 CARTA DE RELACION despues de haber dado conclusion á su volun- tad en este negocio, que he dicho, y haber- les dado á entender, como mi camino era para ir á entrar de guerra por las provincias de Méjico, y Temijtitan, les rogué, que pues eran vasallos de Vuestra Magestad, y ellos, como tales, habian de conservar su amistad con nosotros, y nosotros con ellos, hasta la muerte, que les rogaba, que para el tiempo que yo hubiese de hacer la guerra, me ayudasen con gente: y que á los Españoles, que yo enviase á su tierra, y fuesen, y vinie- sen por ella, les hiciesen el tratamiento, que como amigos eran obligados. Y despues de habermelo prometido así, y haber, estado dos, Ó tres dias en su ciudad, me partí para la de Tascaltecal, que está á seis leguas; y llegado á ella, allí juntos todos los Españoles, y los de la ciudad, y tuvieron mucho placer con mi venida. Y otro dia todos los señores de esta ciudad, y provincia me vinieron á hablar, y me decir, como Magiscacin,* que era el Principal señor de todos ellos, habia fallecido de aquella enfermedad de las viru- elas,t y bien sabian, que por ser tan mi * Gobernador de Tlascala, señor de Ocotelulco : sirvió mucho á Cortés, y le hospedó en su casa, y se llamó Lorenzo en el Bautismo. + Las viruelas era un mal no conocido entre los Indios, y dicen, que le trajo un negro de Narvaez. Torquem, tom. 1. lib. 4. cap. 80, DE D. FERNANDO CORTES. O OA amigo, me pesaria mucho; pero que allí quedaba un hijo suyo, de hasta doce, ó trece años, y que á aquel pertenecia el señorío del padre, que me rogaban, que á él, como á heredero, se lo diese; y yo, en nombre de Vuestra Magestad, lo hice así: y todos ellos quedaron muy contentos. Cuando á esta ciudad llegué, hallé, que los 11. Estandose acabando los maestros, y carpinteros de los bergantines se bergantines, t daban mucha priesa en hacer la ligazon y Mos con tablazon para ellos, y que tenian hecha razon- e y copas able obra; y luego proveí de enviar á la Bei ms villa de la Vera Cruz por todo el fierro, y 4” Elbiia clavazon que hubiese, y velas, y jarcia, y rebeldes otras cosas necesarias para ellos; y proveí, porque no habia pez, la hiciesen ciertos Es- _ pañoles, en una sierra cerca de allí; por manera, que todo el recaudo que fuese ne- - cesario para los dichos bergantines, estuvie- / se aparejado, paraque despues que placiendo á Dios, yo estuviese en las' provincias de Méjico, y Temijtitan, pudiese enviar por ellos desde allá, que serian diez, ó doce le- guas hasta la dicha ciudad de Tascaltecal : y en quinze dias, que en ella estuve, no en- tendí en otra cosa, salvo en dar priesa á los maestros, y en aderezar armas, para dar órden en nuestro camino. 242 CARTA DE RELACION Dos dias ántes de navidad llegó el capitan con la gente de pie, y de caballo, que habian ido á las provincias de Zacatami, y Jalacin- go, y supe, como algunos naturales de ellas habian peleado con ellos: y que al cabo, de ellos por voluntad, de ellos por fuerza, habian venido de paz, y trajeronme algunos señores de aquellas provincias, á los cuales, no em- bargante que eran muy dignos de culpa por su alzamiento, y muertes de cristianos, por- que me prometieron, que de ahí adelante se- rian buenos, y leales vasallos de su Magestad, yo, en su real nombre, les perdoné, y los en- vié á su tierra : y así se concluyó aquella jor- nada, en que Vuestra Magestad fué muy ser- vido, así por la pacificacion de los naturales de allí, como por la seguridad de los espa- ñoles, que habian de ir, y venir por las dichas provincias á la villa de la Vera-Cruz. 1 o Pasa Hil segundo dia de la dicha Pascua de na- muestralagen- vidad, hice alarde en la dicha ciudad de Tas- te de Cortés, y pi tl lo que los di- caltecal, y hallé cuarenta de caballo, y qui- jo, infundien- : : doles" ánimo. nientos, y cincuenta peones: los ochenta de Grandes ofer- ss Vea le hi- ellos ballesteros, y escopeteros, y ocho, 6 cieron los se- y - ñores de Tlas- Nueve tiros de campo, con bien poca pólvora: cala, y como ,,. ¿ salió de ella,y € hice de los de caballo cuatro cuadrillas, de llegó 4 Tej- ,. ' p moluca. diez en diez cada una, y de los peones hice nueve capitanias de á sesenta Españoles cada una; y á todos juntos. en el dicho alarde, les DE D. FERNANDO CORTES. hablé, y dije: “ Que ya sabian, como ellos, y yo, por servir á Vuestra Sacra Magestad, ha- biamos poblado en esta tierra: y que ya sa- bian, como todos los naturales de ella se ha- bian dado por vasallos de Vuestra Magestad, y como tales habian perseverado algun tiem- po, recibiendo buenas obras de nosotros, y nosotros, de ellos: y como sin causa ninguna todos los naturales de Culúa, que son los de la gran ciudad de Temijtitan, y los de todas las otras provincias á ellas sujetas, no sola- mente se habian rebelado contra Vuestra Magestad, mas aun nos habian muerto mu- chos hombres, deudos, y amigos nuestros, y nos habian echado fuera de toda su tierra : y que se acordasen de cuantos peligros, y tra- bajos habiamos pasado : y viesen cuanto con- venia al servicio de Dios, y de Vuestra Ca- tólica Magestad, tornar á cobrar lo perdido, pues para ello teniamos de nuestra parte jus- tas causas, y razones: lo uno, por pelear en aumento de nuestra fé, y contra gente bár- bara:* y lo otro, por servir á Vuestra Mages- + Este fué el principal fin que siempre tuvo Cortés: este el que movió á la reina católica Doña Isabel para dar su permiso: este el que persuadió á la misma reina el gran cardenal D. Pedro de Mendoza con estas palabras: señora, en dar la licencia, y naves, y gente poco se va á perder; y si se gana aquella tierra se va a ade- lantar mucho; esta misma mácsima siguió despues el gran cardenal D. Fr. Francisco Jimenez de Cisneros confesor de la misma reina católica Doña Isabel: este promovió el gran Carlos 1 y V. del im- perio, conforme 4 una cláusula del testamento de la reina católi- 213 14 CARTA DE RELACION tad: y lo otro por seguridad de nuestras vi- das: y lo otro, porque en nuestra ayuda te- niamos muchos de los naturales nuestros ami- gos, que eran causas potísimas para animar nuestros corazones: por tanto, que les rogaba, que se alegrasen, y esforzasen; y que porque yo en nombre de Vuestra Magestad, habia hecho ciertas ordenanzas, para la buena ór- den, y cosas tocantes á la guerra, las cuales luego allí hice pregonar publicamente, y que tambien les rogaba, que las guardasen, y cumpliesen, porque de ello redundaria mucho servicio á Dios, y á Vuestra Magestad.” Y todos prometieron de lo hacer, y cumplir así: y que de muy buena gana querian morir por nuestra fé, y por servicio de Vuestra Ma- sestad, ó tornar á recobrar lo perdido, y ven- sar tan gran traicion, como nos habian hecho los de Temijtitan, y sus aliados. Y yo, en nombre de Vuestra Magestad, se lo agradecí; y así, con mucho placer, nos volvimos á nu- estras posadas aquel dia del alarde. Otro dia siguiente, que fué dia de S. Juan Evangelista, hice llamar á todos los señores de la provincia de Tascaltecal; y venidos, - dijeles: “Que ya sabian, como yo me habia de partir otro dia, para entrar por la tierra ca, enriqueciendo con ornamentos, y vasos sagrados á las iglesias de Nueva España, que hoy se conservan , y edificando muchas con la mayor magnificencia, y estructura admirable. » DE D. FERNANDO CORTES. de nuestros enemigos, y que ya veian como la ciudad de Temijtitan no se podia. ganar sin aquellos bergantines, que allí se estaban haciendo, que les rogaba, que á los maestros de ellos, y á los otros Españoles, que allí de- _jaba, les diesen lo que hubiesen menester, y les hiciesen el buen tratamiento, que siem- pre nos habian hecho, y que estuviesen aparejados, para cuando yo, desde la ciudad de Tesaico,* si Dios nos diese victoria, enviase por la ligazon, y tablazon, y otros aparejos de los dichos bergantines.” Y ellos me prometieron, que así lo harian, y que tambien querian ahora enviar gente de guer- ra con, migo, y que para cuando fuesen con los bergantines, ellos todos irian con toda Cuanta gente tenian en su tierra, y que querian morir donde yo murilese, ó vengarse de los de Culúa, sus capitales enemigos. Y otro dia, que fueron veinte y ocho de Diciem- bre, dia de los Inocentes, me partí con toda la gente puesta en órden, y fuimos á dormir á seis leguas de Tascaltecal, en una pobla- cion, que se dice "Pezmoluca, que es de la provincia de Guajocingo, los naturales de la cual han siempre tenido, y tienen con no- sotros la misma amistad, y alianza, que los * Tezcuco, pa Es 276 1V. Parte Cor- tés de Tezme- luca, y halla gran embara- zo en el cami- no: pelean los Indios con él, y muertos al- gunos por los Españoles, se alojan en Cóatespeque. CARTA DE RELACION 4 naturales de Tascaltecal: y allí reposamos aquella noche. En la otra relacion, muy Católico Señor, dije como habia sabido, que los de las pro- vincias de Méjico, y Temijtitan aparejaban muchas armas, y hacian por toda su tierra muchas cavas, y albarradas, y fuerzas para nos resistir la entrada, porque ya ellos sabian que yo tenia voluntad de revolver sobre ellos. Y yo sabiendo esto, y cuan mañosos, y ardi- des son en las cosas de la guerra, habia muchas veces pensado, por donde podriamos entrar, para tomarlos con algun descuydo. Y porque ellos sabian, que nosotros teniamos noticia de tres caminos,* ó entradas: por cada una de las cuales podiamos dar en su tierra, acordé de entrar por este de Tes- moluca; porque como el puerto de él era - mas agrio, y fragoso, que los de las otras en- tradas, tenia creido, que por allí no tendria- mos mucha resistencia, ni ellos, no estarian tan sobre aviso. Y otro dia despues de los Inocentes, habiendo oido misa, y encomendan donos á Dios, partimos de la dicha poblacion de 'Tesmoluca :, y yo tomé la delantera con diez de caballo, y sesenta peones ligeros, y. * Desde Tlascala 4 Méjico podian venir, ó entre el volcan, y la sierra, ó al lado de esta por rio frio, ó por Calpulalpa : este no es el que eligió para acometer á la ciudad, sino que pasó entre el volcan, y sierra. DE. D, FERNANDO CORTES, hombres diestros en la guerra; y comenza- mos á seguir nuestro camino, el puerto arri- ba con toda la órden, y concierto, que nos era posible, y fuimos á dormir á cuatro leguas de la dicha poblacion en lo alto del puerto, que era ya término de los de Culúa : y aunque hacia grandísimo frio en él, con la mucha leña, que habia=nos remediamos aquella noche; y otro dia domingo por la ma- ñana comenzamos á seguir nuestro camino por el llano del puerto: y envié cuatro de caballo, y tres, ó cuatro peones, paraque des- cubriesen la tierra; y yendo nuestro camino comenzamos de á bajar el puerto, y yo man- dé, que los de caballo fuesen delante, y luego los ballesteros, y escopeteros : y así en su ór- den la otra gente, porque por muy descuida- dos, que tomasemos los enemigos, bien tenia- mos por cierto, que nos habian de salir á re- cibir al camino por tenernos urdida alguna celada, ó otro ardid para nos ofender. Y como los cuatro de caballo, y los cuatro peo- nes siguieron su camino, hallaronle cerrado de árboles, y rama, y cortados, y atravesados en él muy grandes, y gruesos pinos, y cipre- ses,* que parecia, que entonces se acababan * Hay cipreses en esta América, propiamente bles como los de España, y otros que son casi lo mismo, y llaman Ahuehuetes. En Atlisco he visto uno, que dentro la concavidad del tronco caben doce, - 6 trece hombres á caballo, y en presencia de los ilnstrísimos señores 36 211 218 CARTA DE RELACION de cortar: y creyendo, que el camino adelante no estaria de aquella manera, procuraron de seguir su camino, y cuanto mas iban mas cerrados de pinos, y de rama le hallaban. Y como por todo el puerto iba muy espeso de árboles, y matas grandes : y el camino halla- ban con aquel estorbo, pasaban adelante con mucha dificultad,* y viendo, que el camino estaba de aquella manera, hubieron muy gran temor, y creian, que tras cada árbol estaban los enemigos. Y como á causa de las gran- des arboledas no se podian aprovechar de los caballos, cuanto mas adelante iban, mas el temor se les aumentaba. Y ya que de esta. manera habian andado gran rato, uno de los cuatro de Caballo dijo á los otros: “ herma- nos, no pasemos mas adelante, si os parece, que será bien, y volvamos á decir al capitan el estorbo, que hallamos, y el peligro grande, en que todos venimos, por no nos poder apro- vechar de los caballos: y si no, vamos ade- lante, que ofrecida tengo mi vida á la muerte, tambien como todos, hasta dar fin á esta jor- nada.” Y los otros respondieron: “Que arzobispo de Goatemala, y obispo de la Puebla entraron dentro mas de cien Muchachos, y aun cabian mas. * A doce leguas de Méjico, poco mas, estan los dos volcanes, el mas alto es de fuego, el otro es de agua, y le llaman la sierra: y en alguna ocasion ha arrojado gran copia de aguas, que han asustado á Méjico ; el de Orizaba es mas alto, y el de Toluca es muy frio, estos tres principales volcanes de Méjico, Orizaba, y Toluca se éstan vi- endo desde lo alto. DE D. FERNANDO CORTES. bueno era.su consejo, pero que no les parecia bien volver á mí, hasta ver alguna gente de los enemigos, ó saber que tanto duraba aquel camino.” Y comenzaron á pasar adelante: y como vieron, que duraba mucho, detuvie- ronse, y con uno de los peones hicieronme saber lo que habian visto : y como yo traia la avanguarda con la gente de caballo, enco- mendandonos á Dios, seguimos por aquel mal camino* adelante, y envié á decir á los de la retroguarda, que se diesen mucha priesa, y que no tubiesen temor, por que presto saldri- amos á lo raso. Y comoencontré á los cua- tro de caballo, comenzamos de pasar adelan- te, aunque con harto estorbo, y dificultad ; y al cabo de media legua, plugó á Dios, que abajamos á lo raso, y allí me reparé á esperar la gente; y llegados, dijeles á todos, que di- esen gracias á nuestro señor, pues nos habia traido en salvo hasta allí, de donde comen- zamos á vert todas las provincias de Méjico, y Temijtitan, que estan en las lagunas, y en torno de ellas. Y aunque hubimos mucho placer en las ver, considerando el daño pasa- do, que en ellas habiamos recibido, represen- tósenos alguna tristeza por ello, y prometi- mos todos de nunca de ella salir, sin victoria, * Y tan malo, que es admiracion, el que bajasen por él. + Desde la falda del velcan se vé 4 Méjigo en un dia claro, 249 280 CARTA DE RELACION ó dejar allí las vidas. Y con esta determi- nacion ibamos todos tan alegres, como si fue- ramos á cosa de mucho placer. Y como ya los enemigos nos sintieron, comenzaron de improviso á hacer muchas, y grandes ahuma- das por toda la tierra; y yo torné á rogar, y encomendar mucho á los Españoles, que hi- ciesen, como siempre habian hecho, y como se esperaba de sus personas: y que nadie no se desmandase, y que fuesen con mucho con- cierto, y órden por sucamino. Y ya los In- dios comenzaban á darnos grita de unas es- tancias, y poblaciones pequeñas, apellidando á toda la tierra, para que se juntase gente, y nos ofendiesen en unas puentes, y malos pa- sos, que por allí habia. Pero nosotros nos dimos tanta priesa, que sin que tuviesen lugar de se juntar, ya estabamos abajo en todo lo llano. Y yendo así, pusieronse adelante en el camino ciertos escuadrones de Indios: y - yo mandé á quince de caballo, que rompiesen por ellos, y asi fueron alanceando en ellos, y mataron algunos, sin recibir ningun peligro. Y comenzamos á seguir nuestro camino para la ciudad de Tesaico,* que es una de las mayores, y mas hermosas, que hay en todas estas partes. Y como la gente de pie venia * Tezcuco, atravesando por las faldas de los montes, en que están Huejotla, Coatlinchan, y Coatepec, que es el que aquí nombra. DE D. FERNANDO CORTES. 281 algo cansada, y se hacia tarde, dormimos en una poblacion, que se dice Coatepe- que, que es sujeta á esta ciudad de "Tesaico, y está de ellas tres leguas, y hallamosla des- poblada. Y aquella noche tuvimos pensami- ento, que como esta ciudad, y su provincia, que se dice Aculuacan, es muy grande, y de tanta gente, que se puede bien creer, que habia en ella á la sazon mas de ciento, y cin- cuenta mil hombres,* que quisieran dar sobre nosotros: y yo con diez de caballo comenzé la vela, y ronda de la prima, é hice, que toda la gente estuviese muy apercibida. Y otro dia lunes, al último de diciembre se- V. Liegan á Cortés cuatro suimos nuestro camino, por la órden acos- Indios con una de bandera — de tumbrada; y á un cuarto de legua de esta oro,en nombre de Guanaca= poblacion de Coatepeque, yendo todos en cin, pidiendo A AZ; y respues- harta perplejidad, y razonando con nosotros, ta bue les dió . ld . d e d 1 d 11 Cortés. De si saldrian de guerra, ó de paz los de aquella ¡as tierras de ] ienc : tinch ciudad, teniendo por mas cierta la guerra; Guemes o Guajuta, salieron al camino cuatro Indios principales *'*s* 4 Te- saico, y bando con una bandera de oro en una vara, que O pesaba cuatro marcos de oro, y por ella da- ban á entender, que venia de paz:| la cual Dios sabe cuanto deseabamos, y cuanto la habiamos menester: por ser tan pocos, y tan apartados de cualquier socorro, y metidos + Aun hoy está, muy poblada, y hay muchos pueblos en las cercanias de Tezcuco con Haziendas muy hermosas, + Los de 'Pezcuco por esta fidelidad tienen muchos privilegios. 82 CARTA DE RELACION en las fuerzas de nuestros enemigos. Y como vi aquellos cuatro Indios, al uno de los cuales yo conocia, hice que la gente se de- tuviese, y llegué á ellos. Y despues de nos haber saludado, dijéronme, que ellos venian de parte del señor de aquella ciudad, y pro- vincia, el cual se decia guanacacin,* y que de su parte me rogaban, que en su tierra no hiciese, ni consintiese hacer daño alguno, porque de los daños pasados, que yo habia recibido, los culpantes eran los de Temijti- tan, y no ellos, y que ellos querian ser vasallos de Vuestra Magestad, y nuestros amigos, porque siempre guardarian, y conservarian nuestra amistad, y que nos fuesemos á la ciu- dad, y que en sus obras conoceriamos lo que teniamos en ellos. Yo les respondí con las lenguas, que fuesen bien venidos, que yo hol- gaba con toda paz, y amistad suya: y que ya que ellos se escusaban de la guerra, que me habian dado en la ciudad de Temijtitan, que bien sabian, que á cinco, ó seis leguas de allí de la ciudad de Tesaico,t en ciertas ** Conozco á unos Indios caciques, que tienen unos ranchos como descendientes de los señores de 'Tezeuco, y les llaman de apellido Sanchez; y está así declarado por la real audiencia, viven en la doctrina de Coathlinchan. + Tezcuco fué reino separado del de Méjico ántes de venir Cor- tés, que perdió su monarca por la division, que hubo, cuando quisieron heredarle tres hermanos, y el último rey de Tezcuco fué Nezahua]pilli, padre del señor, que mandaba, cuando entró Hernan Cortés. DE D. FERNANDO CORTES. poblaciones á ella sujetas, me habian muerto la otra vez cinco de caballo, y cuarenta y cinco peones, y mas de trecientos Indios de Tascaltecal, que venian cargados, y nos habian tomado mucha plata, y oro, y ropas, y otras cosas: que por tanto, pues no se podian escusar de esta culpa, que la pena fuese volvernos lo nuestro: y que de esta. manera, aunque todos eran dignos de muerte, por haber muerto tantos cristianos, yo queria paz con ellos, pues me convidaban á ella ; pero que de otra manera yo habia de pro- ceder contra ellos por todo rigor. Ellos me respondieron, que todo lo que allí se habia tomado, lo habian llevado el señor, y los principales de Temijtitan; pero que ellos buscarian todo lo que pudiesen, y me lo darian. Y preguntáronme, si aquel dia iria á la ciudad, ó me aposentaria en una de dos poblaciones, que son como arrabales de la dicha ciudad, las cuales se dicen Coatinchan, y Guasuta,* que estan á una legua, y media * Coathlinchan, y Huejotla, y todo parece una poblacion des- de Chiautla, y Tezcuco hasta Coatepec, por la continuacion de pueblos, y haziendas. En Tezcuco se reconocen hoy fragmentos de la casa del señor, junto á la parroquia, y un grande estanque. En Huejotla se ven mayores, y una cerca, ó muralla de admirable estructura, pero muy arruinada : era casa de recreo, y al mismo tiempo fortificacion bien hecha, y la muralia mejor, que algunas de las ciudades de España ; muy alta, de mampostería, y en el último cuerpo piedra labrada como bollos de chocolate: á la piedra 283 284 CARTA DE RELACION de ella, y siempre va todo poblado: lo cual ellos deseaban, por lo que adelante sucedió. Y yo les dije, que no me habia de detener, hasta llegar á la dicha ciudad de Tesaico ; y ellos dijeron, que fuese en buen hora, y que se querian ir adelante á aderezar la po- sada para los Españoles, y para mí: y así se fueron; y llegando á estas dos poblaciones, saliéronnos á recibir algunos principales de el- las, y á darnos de comer; y á hora de medio dia llegamos al cuerpo de la ciudad, donde nos habiamos de aposentar, que era en una casa grande, que habia sido de su padre de Guanacacin, señor de la dicha ciudad. Y ántes que nos aposentasemos, estando toda la gente junta, mandé apregonar, so pena de muerte: “Que ninguna persona, sin mi licencia saliese de la dicha casa, y aposen- tos :” la cual es tan grande, que aunque fue- ramos doblados los Españoles, nos pudieramos aposentar bien á placer en ella. Y esto hice, porque los naturales de la dicha ciudad se asegurasen, y estuviesen en sus Casas: porque me parecia, que no viamos la décima parte de la gente, que solia haber en la dicha ciudad, ni tampoco veiamos mugeres, ni niños, que era señal de poco sosiego. llaman Tesontle, y toda es igual, como de un palmo de largo poco mas, metida la punta contra la muralla, y á lo esterior solo sale la figura redonda. DE D. FERNANDO CORTES, 285 , = VL Dejan la Este dia, que entramos en esta ciudad, que a a fué víspera de año-nuevo, despues de haber Tezcuco con el señor, y los entendido en nos aposentar, todavia algo es- de Coatin- : chan, Guaju- pantados de ver poca gente, y esa que via- ta, y Autengo llegan á ofre- mos muy rebotados, teniamos pensamiento, cerse 4 Cor- tés prenden los que de temor dejaban de parecer, y andar Sa a por su ciudad, y con esto estabamos algo des- res de Méjico, cuidados. Y ya que era tarde, ciertos Es- los eran pañoles se subieron á algunas azoteas altas, da bin ' A . » la respuesta de donde podian sojuzgar toda la ciudad, y de Cortés, y vieron, como todos los naturales de ella la ¡232% we desamparaban, y unos con sus haciendas se iban á meter en la laguna con sus canoas, que ellos llaman acales, y otros se subieron á las sierras. Y aunque yo luego mandé proveer en estorbarles la ida, como era ya tarde, y sobrevino 'luego la noche, y ellos se dieron mucha priesa, no aprovechó cosa ninguna. Y así el señor de la dicha ciudad, que yo deseaba, como á la salvacion, haberle á las manos, con muchos de los principales de ella, se fueron á la ciudad de Temijtitan, que está de allí por la laguna seis leguas, y llevaron consigo cuanto tenian. Y á esta causa, por hacer á su salvo lo que querian, salieron á mí los mensajeros, que arriba dije, para me detener algo, y que no entrase ha- ciendo daño; y por aquella noche nos dejar- on, así á nosotros, como á su ciudad. 37 286 CARTA DE RELACION Despues de haber estado tres dias de esta manera en esta ciudad, sin haber recuentro alguno con los Indios, porque por entonces, ni ellos osaban venirnos á acometer, ni noso- tros curabamos de salir lejos á los buscar ; porque mí final intencion era, siempre que quisiesen venir de paz, recibirlos, y á todos tiempos requerirles con ella, vinieronme á hablar el señor de Coatinchan, y Guajuta, y el de Autengo,* que son tres poblaciones bien grandes, y estan, como he dicho, incor- poradas, y juntas á esta ciudad, y dijeronme, llorando, que los perdonase, porque se habian ausentado de su tierra: y que en lo demas, ellos no habian peleado con migo, á lo men- os por su voluntad: y que ellos prometian de hacer de ahí adelante, todo lo que en nombre de Vuestra Magestad les quisiese mandar. Yo les dije por las lenguas, que ya ellos habian conocido el buen tratamiento, que siempre les hacia, y que en dejar su tierra, y en lo demas, que ellos tenian la culpa; y que pues me prometian ser nues- tros amigos, que poblasen sus casas, y tra- jesen sus mugeres, é hijos, y que como ellos hiciesen las obras, así los trataria.: y así se vol- vieron, á nuestro parecer, no muy contentos. * Coathlinchan, Huejotla, y Atengo, que hoy ez parroquia principal, y se llama Tenango Tepopula. DE D. FERNANDO CORTES. Como el señor de Méjico, y Temijtitan, y todos los otros señores de Culúa (que cuando este nombre de Culúa se dice, se ha -de en- tender por todas las tierras, y provincias de estas partes, sujetas á 'Temijtitan) supieron - que aquellos señores de aquellas poblaciones se habian venido á ofrecer por vasallos de Vuestra Magestad, enviaronles ciertos men- sajeros, á los cuales mandaron, que les di- jesen, que lo habian hecho muy mal; y que si de temor era, que bien sabian que ellos eran muchos, y tenian tanto poder, que á mí, y á todos los Españoles, y á todos los de Tascaltecal nos habian de matar, y muy presto; y que si por no dejar sus tierras lo habian hecho, que las dejasen, y se fuesen á - Temijtitan, y allá les darian otras mayores, y mejores” poblaciones, donde viviesen. Es- tos señores de Coatinchan, y Guajuta tomar- on á los mensajeros, y atáronlos, y trajéron- melos: y luego confesaron, que ellos habian venido de parte de losseñores de 'Temijtitan ; pero que habia sido para les decir, que fue- ren allá, para como terceros, pues eran mis amigos, á entender en las paces, entre ellos, y mí; y los de Guajuta, y Coatinchan di- jeron, que no era así, y que los de Méjico, y Temijtitan no querian sino guerra; y aun- que yo les di crédito, y aquella era la ver- 287 288 VII. Va Cor- tés á Iztalapa, y resisten los Indios, que lle- gue. Echan CARTA DE RELACION dad, porque deseaba atraer á los de la ciu- dad á nuestra amistad, porque de ella de- pendia la paz, ó la guerra de las otras pro- vincias, que estaban alzadas, hice desatar aquellos mensajeros, y dijeles : que no tuvies- en temor, porque yo les queria tornar á en- viar á 'Temijtitan : y que les rogaba, que di- jesen á los señores, que yo no queria guerra con ellos. aunque tenia mucha razon, y que fuesemos amigos, como ántes lo habiamos sido; y por mas los asegurar, y atraer al servicio de Vuestra Magestad, les envié á decir, que bien sabia, que los principales, que habian sido en hacerme la guerra pasada, eran ya muertos : y que lo pasado fuese pasado y que no quisiesen dar causa á que destruyese sus tierras, y ciudades, porque me pesaba mucho de ello; y con esto solté estos mensa- jeros, y se fueron, prometiendo de me traer. respuesta. Los señores de Coatinchan, y y Guajuta, é yo, quedamos por esta buena obra mas amigos, y confederados: é yo, en nombre de Vuestra Magestad, les perdoné los yerros pasados, y así quedaron contentos. Despues de haber estado en esta ciudad de Tesaico* siete, ó ocho dias, sin guerra, ni reencuentro alguno, fortaleciendo nuestro * Tezcuco. DE D. FERNANDO CORTES. 289 aposento, y dando órden en otros cosas nece- sobre él la la- sarias para nuestra defension, y ofensa de los con ellos pepa enemigos, y viendo que ellos no venian con- e mad E tra mi, salí de la dicha ciudad con doscientos A Españoles, en los cuales habia diez, y ocho *” ds de caballo, y treinta ballesteros, y diez esco- peteros, y con tres, ó cuatro mil Indios nues- tros amigos, y fuí por la costa de la laguna, hasta una ciudad, que se dice Iztapalapa,* que está por el agua dos leguas de la gran ciudad de Temijtitan, y seis de esta de Te- saico : la cual dicha ciudad será de hasta diez mil vecinos, y la mitad de ella, y aun las dos tercias partes, puestas en el agua : y el señor de ella, que era hermano de Muteczuma, á quien los Indios, despues de su muerte, ha- bian alzado por señor, habia sido el principal, que nos habia hecho la guerra, y echado fuera de la ciudad. Y así por esto, como porque habia sabido, que estaban de muy mal pro- pósito los de esta ciudad de Iztapalapa, de- terminé de ir á ellos. Y como fuí sentido de la gente de ella, bien dos leguas antes que llegase, luego parecieron en el campo algu- nos Indios de guerra, y otros por la laguna ] * Así se llama hoy por la sal, ó Tequesquite, que se coje de la haz de la tierra: hoy tiene corta poblacion como de trecientos ve- cinos; pero se ven claramente las ruinas de las casas del hermano de Muteczuma, cerca de donde está la parroquia, mirando á la la- guna de Tezcuco, 290 CARTA Dl RELACIÓN en sus canoas, y así fuimos todas aquellas dos leguas revueltos, peleando, así con los de la tierra, como con los que salian del agua, hasta que llegamos á la dicha ciudad. Y ántes, casi dos tercios de legua, abrian una calzada, como presa, que está entre la laguna dulce, y la salada,* segun, que por la figura de la ciudad de Temijtitan, que yo envié á V. M. se podrá haber visto. Y abierta la dicha calzada, ó presa, comenzó con mucho ímpetu, á salir agua de la laguna salada, y correr hacia la dulce, aunque estan las lagunas des- viadas, la una de la otra, mas de media legua, y no mirando en aquel engaño, con la codi- cia de la victoria, que llevabamos, pasamos muy bien, y seguímos nuestro alcance, hasta entrar dentro, revueltos con los enemigos, en la dicha ciudad. Y como estaban ya sobre el aviso, todas las casas de la tierra firme es- taban despobladas, y toda la gente, y despojo de ellas metidos en las casas de la laguna, y allí se recogieron los que iban huyendo, y pelearon con nosotros muy reciamente; pero quiso nuestro señor dar tanto esfuerzo á los suyos, que les entramos hasta los meter por el agua, á lás veces á los pechos, y otras na- dando, y les tomamos muchas casas, de las * Se ha dicho en la otra carta, que por un lado del sur llega á Iztalapa la laguna de Chalco, que es de agua dulce, y por el norte la de Tezcuco, que es salada. DE D. FERNANDO CORTES, que estan en el agua, y murieron de ellos mas de seis mil ánimas, entre hombres, y mugeres, y niños: porque los Indios nuestros amigos, vista la victoria, que Dios nos daba, no en- tendian en otra cosa, sino en matar á diestro, y á siniestro. Y porque sobrevino la noche, recogí la gente y puse fuego a algunas de aquellas casas; y estandolas quemando, pa- reció que nuestro señor me inspiró, y trajo á la memoria la calzada, ó presa, que habia vis- to rota en el camino, y representóseme el sran daño, que era: y á mas andar, con mi gente junta, me torné á salir de la ciudad, ya noche bien obscuro. Cuando llegué á aquella agua, que serian casi las nueve de la noche, habia tanta, y corria con tanto ímpetu, que la pasamos á volapié,* y se ahogaron algunos Indios de nuestros amigos, y se perdió todo el despojo, que en la ciudad se habia tomado; y certifico 4 Vuestra Magestad, que si aquel- la noche no pasaramos el agua, ó aguardara- mos tres horas mas, que ninguno de nosotros escapara, porque quedabamos cercados de agua, sin tener paso por parte ninguna. Y cuando amaneció, vimos como el agua de la una laguna estaba en el peso de la otra, y no * Volapie : esto es con tanta ligereza, que no hacian pie. Dic- cionario de la lengua Española. + Parte del pueblo de Iztapalapa esta en tierra, y parte en agua, y los Indios soltaron los digues para la comunicacion de las dos la- gunas. 291 292 CARTA DE RELACION corria mas: y toda la laguna salada estaba llena de canoas con gente de guerra, creyendo de nos tomar allí. Y aquel dia me volví á Tesaico, peleando algunos ratos con los que salian del mar, aunque poco daño les podia- mos hacer, porque se acogian luego á las ca- noas; y llegando á la ciudad de Tesaico, hallé la gente, que habia dejado muy segura, y sin haber habido reencuentro alguno: y hubieron mucho placer con nuestra venida, y victoria. Y otro dia, que llegamos, falleció un Español, que vino herido, y aun fué el primero, que en campo los Indios me han muerto hasta ahora. | vii. Los Otro dia siguiente vinieron á esta ciudad embajadores ciertos mensajeros de la ciudad de Otumba,* de Otumba, y y y a de otras cua- y Otras cuatro ciudades, que estan junto á tro ciudades * - E No de llegan á pedir ella, las cuales estan á cuatro, y á cinco, y á perdon á Cor= , o Ae tés, y ofrecer- seis leguas de Tesaico : y dijeronme, que me sele. Como se ; escusaron y Pogaban les perdonase la culpa, si alguna te- fueron respon- didos. nian por la guerra pasada, que me se habia hecho: porque allí en Otumba fué donde se juntó todo el poder de Méjico, y Temijtitan, cuando saliamos desbaratados de ella, creien- do que nos acabaran. Y bien vian estos de Otumba, que no se podian relevar de culpa, aunque se escusaban con decir, que habian * Así se llama hoy, y cerca de ella está San Juan Teotihuacan, Ajapusco, Cuatlanzingo, que antes fué muy grande, y Ostoticpacs y Tecpayucan. Jaltepec, Nopaltepec, y la hazienda de Ometusco. DE D. FERNANDO CORTES. sido mandados : y para me inclinar mas á be- nevolencia, dijeronme, que los señores de Temijtitan les habian enviado mensajeros á les decir, que fuesen de su parcialidad, y que no hiciesen ninguna amistad con nosotros, si no, que vendrian sobre ellos, y los destruirian : y que ellos querian ser ántes vasallos de Vu-. estra Magestad, y hacer, lo que yo les man- dase. Y yo les dije, que bien sabian ellos cuan culpantes eran en lo pasado : y que pa- raque yo les perdonase, y creiese, lo que me decian, que me habian de traer atados pri- mero aquellos mensajeros, que decian, y á vodos los naturales de Méjico, y Temijtitan, que estuviesen en su tierra; y que de otra manera yo no los habia de perdonar, y que se volviesen á sus casas, y las poblasen, é hi- ciesen obras por donde yo conociese, que eran buenos vasallos de Vuestra Magestad; y aun- que pasamos otras razones, no pudieron sacar de mi otra cosa: y así se volvieron á su tierra. certificandome, que ellos harian siempre, lo que yo quisiese: y de ahí adelante siempre han sido, y son leales, y obedientes al servi- cio de Vuestra Magestad. En la otra relacion, muy Venturoso, y IX. Huye e la Prision Escelentísimo Príncipe, dije 4 Vuestra Ma- Ipacsuchil, 6 estad, como al tiempo, que me desbarataron, y echaron de la ciudad de Temijtitan, saca- Cucascacin, señor de Tez- Cuco, y como muerto. 294 CARTA DE RELACION Envia Cortés ba con migo un hijo, y dos hijas de Mutec- á Gonzalo de Sandoval 4 la ZUMA, y al señor de Tesaico,* que se decia rovincia de E l qn Aculuacan, y Cacamacin, y á dos hermanos suyos, y á por que: e De Á la batalla que Otros muchos señores, que tenia presos, y tuvoconlos In- to e A dios de Chal- Como á todos los habian muerto los enemi- co, y como fu- eron los prin- SOS, AUNQUe eran de su propria nacion, y sus cipales de ella __ 2 4 ofrecerse 4 Señores algunos de ellos, escepto á los dos ps E hermanos del dicho Cacamacin, que por gran ventura se pudieron escapar: y el uno de estos dos hermanos, que se decia Ipacsu- chil, y en otra manera Cucascacin: al cual de ántes yo, en nombre de Vuestra Majes- tad, y con parecer de Muteczuma, habia hecho señor de esta ciudad de 'Tesaico; y provincia de Aculuacan, al tiempo que yo llegué á la provincia de 'Pascaltecal, tenien- dolo en son de preso, se soltó, y se volvió á la dicha ciudad de 'Tesaico; y como ya en ella habian alzado por señor á otro hermano suyo, que se dice Gruanacacin, de que arriba se ha hecho mencion, dicen, que hizo matar al dicho Cucascacin, su hermano, de esta manera: Que como llegó á la dicha provin- cia de Tesaico, las guardas lo tomaron, é hi- cieronlo saber á Guanacacin, su señor, el cual tambien lo hizo saber al señor de Te- mijtitan: el cual, como supo que el dicho * El señor de Tetzcuco Cacamacin era deudo de Muteczuma, y su tributario, hijo ¿de Nezahualpilli, en quien cesó la especie de so-. heranía, y recayó en Muteczuma: 118 DE D. FERNANDO CORTES. Cucascacin era venido, creyó, que no se pu- diera haber soltado, y que debia de ir de nu- estra parte, para desde allá darnos algun aviso: y luego envió á mandar al dicho Grua- nacacin, que matasen al dicho Cucascacin, su hermano, el cual lo hizo así, sin lo dilatar : el otro, que era hermano menor que ellos, se quedó con migo, y como era muchacho, im- primió mas en él nuestra conversacion, y tornose cristiano,* y pusímosle nombre D. Fernando; y al tiempo que yo partí de la provincia de Tascaltecal para estas de Mé- jico, y Temijtitan, dejéle allí con ciertos Es- - pañoles; y de lo que con él despues sucedió. adelante haré relacion á Vuestra Magestad. El dia siguiente, que vine de Iztapalapa á esta ciudad de Tesaico, acordé de enviar á Gonzalo de Sandoval,t alguacil mayor de Vuestra Magestad, por capitan, con veinte de caballo, y docientos hombres de pie, entre ballesteros, y escopeteros, y rodeleros, para dos efectos muy necesarios; el uno paraque echasen fuera de esta provincia á ciertos mensajeros, que yo enviaba á la ciudad de Tascaltecal, para saber en que términos an- daban los trece bergantines, que allí se ha- ** Despues del bautismo de los cuatro señores de Tlascala, es el mas célebre el de Fernando señor de Tetzcuco. + Gonzalo de Sandoval natural de Medellin, regidor, y alguaci! mayor de Villa Rica, ó Vera Cruz, por Cortés. 295 CARTA DE RELACION cian, y proveer otras cosas necesarias, así pa- ra los de la villa de la Vera Cruz, como para. los de mi compañía; y el otro, para asegurar á aquella parte, paraque pudiesen ir, y venir los Españoles seguros; porque por entonces, ni nosotros podiamos salir de esta provincia de Aculuacan, sin pasar por tierra de los enemigos: ni los Españoles, que estaban en la villa, y en otras partes, podian venir á no- sotros, sin mucho peligro de los contrarios. Y mandé al dicho alguacil mayor, que des- pues de puestos los mensajeros en salvo lle- gase á una provincia, que se dice Calco,* que confina con esta de Aculuacan, porque tenia certificacion, que los naturales de aquella provincia, aunque eran de la liga de los de Culúa, se querian dar por vasallos de V. M. y que no lo osaban hacer, á causa de cierta guarnicion de gente, que los de Culúa tenian puesta cerca de ellos. Y el dicho ca- pitan se partió, y con él iban todos los Indios de 'Pascaltecal, que nos habian traido nues- tro fardage: y otros, que habian venido á ayudarnos, y habian habido algun despojo en la guerra. Y como se adelantaron un poco adelante, el dicho capitan, creyendo que en * Chaleco, cuya provincia confina con la de Méjico, ó Culhuacan segun la llama Cortés; y el pueblo de Culhuacan está muy cerca de Méjico como dos leguas, y por agua ménos. a 1 eS DE D. FERNANDO CORTES. venir en la rezaga los Españoles, los enemi- gos no osarian salir á ellos: como los vieron los contrarios, que estaban en los pueblos de la laguna, y en la costa de ella, dieron en la rezaga de los de 'Pascaltecal, y quitaronles el despojo, y aun mataron algunos de ellos. Y como el dicho capitan llegó con los de ca- ballo, y con los peones, dieron muy recia- mente en ellos, y alancearon, y mataron mu- chos: y los que quedaron desbaratados se acogieron al agua, y á otras poblaciones, que estan cerca de ella: y los Indios de 'Tascal- tecal se fueron á su tierra, con lo que les quedó, y tambien los mensajeros, que yo en- viaba; y puestos todos en salvo, el dicho Gonzalo de Sandoval siguió su camino para la dicha provincia de Calco, que era bien cerca de allí. Y otro dia de mañana juntóse mucha gente de los enemigos, para los salir á recibir: y puestos los unos, y los otros en el campo, los nuestros arremetieron contra los enemigos, y desbarataronles dos escua- drones con los de caballo :* en tal manera, que en poco rato les dejaron el campo, y fu- eron quemando, y matando en ellos. Y he- cho esto, y desembarazado aquel camino, los de Calco salieron á recibir á los Españoles : * Esta batalla fué en el llano, que hay en el camino, desde Tetz- cnco á Chalco. 298 CARTA DE RELACION y los unos, y los otros se holgaron muclio. Y los principales dijeron, que me querian venir á ver, y hablar: y así se partieron, y vinieron á dormir á 'Tesaico; y llegados, vi- nieron ante mí aquellos principales con dos hijos del señor de Calco, y diéronnos obra de trecientos pesos de oro, en piezas : y dije- ronme, como su padre era fallecido, y que al tiempo de su muerte les habia dicho, que la mayor pena que llevaba, era no verme pri- mero que muriese, y que muchos dias me habia estado esperando: y que les habia mandado, que luego como yo á esta provin- cia viniese, me viniesen á ver, y me tuviesen por su padre; y que como ellos habian sa- bido de mi venida á aquella ciudad de 'Te- saico, luego quisieran venir á verme; pero que por temor de los de Culúa no habian osado: y que tampoco entonces osaran venir si aquel capitan, que yo habia enviado, no hubiera llegado á su tierra; y que cuando se hubiesen de volver á ella, les habia de dar otros tantos Españoles, para los volver en salvo. Y dijéronme, que bien sabia yo, que nunca en guerra, ni fuera de ella, habian sido contra mí: y que tambien sabia, como al tiempo que los de Culúa combatian la for- taleza, y casa de Temijtitan, y los Españo- les, que yo en ella habia dejado, cuando me DE D. FERNANDO CORTES. 299 fuí á ver á Cempoal* con Narvaez, que es- taban en su tierra dos 'Españoles, en guarda de cierto maiz, que yo les habia mandado re- coger en su tierra, y los habian sacado hasta la provincia de Guajocingo, porque sabian, que los de allí eran nuestros amigos; porque los de Culúa no los matasen, como hacian á todos los que hallaban fuera de la dicha casa de Temijtitan. Y todo esto, y otras cosas me dijeron, llorando: y yo les agradecí mu- cho su voluntad. y buenas obras, y les pro- metí, que haria siempre todo lo que ellos qui- siesen, y que serian muy bien tratados; y hasta ahora siempre nos han mostrado muy buena voluntad, y estan muy obedientes á todo lo que de parte de V. Magestad se les manda. Estos hijos del señor de Chalco,* y los que _ Xx. Nombra vinieron con ellos, estuvieron allí un dia con at migo, y dijeronme, que porque se querian camacin, por senor e a volver á su tierra, que me rogaban que les provincia. de di vent 1 : l ! G Aculuacan : y lese gente, que 1os pusiese en salvo : y (¡mOn- avisan los de y : Guajuta, zalo de Sandoval, con cierta gente de cabal- Cosncian . , .. 1 10= lo, y de pie, se fué con ellos; al cual dije, moho 1 one. igos rebe- que despues de los haber puesto en su tierra, lanzo dos pue. * Este Cempoal es el que esta en la diocesis de Puebla, y no el del arzobispado. + Chalco aunque tuvo señor, era tributario al imperio Meji- cano. 300 blos, y casti- gados por Cor- tés, los per- dona. CARTA DE RELACION se llegase á la provincia de Tascaltecal, y que trajese consigo á ciertos Españoles, que allí estaban, y aquel D- Hernando, hermano de Cacamacin, de que arriba he hecho men- cion. Y desde á cuatro, ó cinco dias el dicho alguacil mayor volvió con los Espa- ñoles, y trajo al dicho D. Fernando consigo. Y desde á pocos dias supe, como por ser her- mano de los señores de esta: ciudad, le per- tenecia á él el señorío, aunque habia otros hermanos: y así por esto, como porque esta- ba esta provincia sin señor, á causa que Guanacucin, señor de ella, su hermano, la habia dejado. é idose á la ciudad de Temijtr tan; y así por estas causas, como porque era muy amigo de los cristianos, yo, en nom- bre de Vuestra Magestad, hice que lo reci- biesen por señor. Y los naturales de esta ciudad, aunque por entonces habia pocos en ella, lo hicieron así: y desde ahí adelante, le obedecieron, y comenzaron á venirse á la dicha ciudad, y provincia de Aculuacan mu- chos de los que estaban ausentes, y huidos, y obedecian, y servian al dicho Don Fernan- do: y de ahi adelante se comenzó á reformar, y poblar muy bien la dicha ciudad. _ Desde á dos dias, que esto se hizo, vinier- on á mi los señores de Coatinchan, y Gua- + DE. D. FERNANDO CORTES. juta,* y dijeronme, que supiese de cierto, como todo el poder de Culúat venia sobre mí, y sobre los Españoles, y que toda la tierra es- taba llena de los enemigos: y que viese sí traerian á sus mugeres, é hijos adonde yo estaba, ó si los llevarian á la sierra, porque tenian muy gran temor. Y yo les animé, y dije, que no huviesen ningun miedo, y que se estuviesen en sus casas, y no hiciesen mu- danza: y que no holgaba de cosa mas que de verme con los de Culúa en campo; y que estuviesen apercibidos, y pusiesen sus velas, y escuchas por toda la tierra, y en viendo, ú sabiendo, que venian los contrarios, me lo hiciesen saber; y asíse fueron llevando muy á cargo, lo que les habia mandado. Y yo aquella noche apercibí toda la gente, y puse muchas velas, y escuchas en todas las partes, que era necesario; y en toda la noche nunca dormimos, ni entendimos sino en esto. Y así estuvimos esperando toda esta noche, y dia siguiente, creyendo lo que nos habian dicho los de Gruajuta, y Guatinchan; y otro dia supe como por la costa de la laguna, an- daban algunos Indios de los enemigos, hacien- do saltos,| y esperando tomar algunos Indios * Los caciques de Coatlinchan, y Huejotla. ) + Delos Mejicanos. j La laguna de Tezcuco llegaba entonces hasta la misma ciudad, y hoy está retirada una legua ; pero se advierte, que Cortés hizo 39 301 302 CARTA DE RELACION de Tascaltecal, que iban, y venian por cosas para el servicio del real: y supe como se habian confederado con dos pueblos sujetos á Tesaico, que estaban allí junto al agua, para desde allí hacer todo el daño, que pudiesen. Y hacia para se fortalecer en ellos albarradas, y azequias, y otras cosas para su defensa; y como supe esto, otro dia tomé doce de caballo, y doscientos peones, y dos tiros pequeños de campo, y fuí allí á donde andaban los contrarios, que seria le- gua, y media de la ciudad. Y en saliendo de ella topé con ciertas espias de los enemi- gos, y con otros, que estaban en salto, y tom- pimos por ellos: y alcanzamos, y mátamos algunos de ellos; y los que quedaron se echaron al agua, y quemamos parte de aquellos pueblos: y así nos volvimos al aposento con mucho placer, y victoria. Y otro dia, tres principales de aquellos pue- blos vinieron á pedirme perdon, por lo pasa- do: y rogaronme, que no los destruyese mas, y que ellos me prometian de no recibir mas en sus pueblos á ninguno de los de Temijti- tan. Y porque estas no eran personas de mucho caso, y eran vasallos de Don Fernan- do, yo les perdoné en nombre de Vuestra ES llegar el agua, hasta la ciudad, abriendo un caz, ó azequia para echar los bergantines. DE D. FERNANDO CORTES. . 303 Magestad; y luego otro dia ciertos Indios de esta poblacion vinieron á mí medio descala- brados, y maltratados, y dijeronme como los de Méjico, y Temijtitan habian vuelto á su pueblo: y como en ellos no hallaron el reci- bimiento, que solian, los habian maltratado, y llevado presos algunos de ellos, y que si no se defendieran, llevaran á todos; que me rogaban, que estuviese sobre aviso, por manera, que cuando los de Temijtitan volvi- esen, yo lo pudiese haber á tiempo, que les pudiese ir á socorrer, y así se partieron para su pueblo. La gente, que habia dejado en la provin- XI Como cia de Tascaltecal, haciendo los bergantines, Je, do Cortés del A . socorro, que tenian nuevas como al, puerto de la villa de la llegado a á la Vera Vera Cruz habia llegado una nao, en que ve- Gion. Fdeda nian, sin los marineros, treinta, ó cuarenta Es- ''8* que hizo hacer á los de 5 Chalco con los pañoles, y ocho caballos, y algunas ballestas, £* uo y escopetas, y pólvora, y como no habian sabi- 4 yes do, como nos iba en la guerra, ni habia seguri- q1e* dad para pasar á nosotros, tenian mucha pena, y estaban allí detenidos algunos Espa- ñioles, que no osaban venir aunque deseaban traerme tan buena nueva. Y como sintió un criado mio, que habia dejado allí, que al- gunos se querian atrever á venir donde yo estaba, mandó á prégonar so graves penas, que nadie saliese de allí hasta, que yo lo ek 304 CARTA DE RELACIÓN enviase á mandar: y un mozo mio, como vió, que con cosa del mundo no habria mas placer, que con saber la venida de la nao, y del socorro, que traia, aunque la tierra no estaba seguro, de noche se salió, y vino á Tesaico, de que nos espantamos mucho haber llegado vivo: y tuvimos mucho placer con las nuevas, porque teniamos estrema necesidad de socorro. Este mismo dia, muy Católico Señor, lle- garon allí á Tesaico, ciertos hombres de bien, mensajeros de los de Chalco: y dijeronme como á causa de haberse venido á ofrecer por vasallos de Vuestra Magestad, todos los de Méjico, y Temijtitan venian sobre ellos para los destruir, 'y matar; y que para ello habian convocado, y apercibido á todos los cercanos á su tierra, y que me rogaban, que los socorriese, y ayudase en tan gran necesi- dad, porque pensaban verse en grandísimo estrecho, si así no lo hacia. Y certifico á Vuestra Magestad, que como en la otra re- lacion escribí, a demas de nuestro trabajo, y necesidad, la mayor fatiga, que tenia era, no poder ayudar, y socorrer á los Indios nues- tros amigos, que por ser vasallos de Vuestra Magestad, eran molestados, y trabajados de los de Culúa: aunque en esto yo y los de mi compañía poniamos toda nuestra posibilidad, did SS AS A e AN DE D. FERNANDO CORTES. porque nos parecia, que en ninguna cosa podiamos mas servir á Vuestra Cesarea Ma- sestad, que en favorecer, y ayudar á sus vasallos, y por la coyuntura, en que estos de Chalco me tomaron, no pude hacer con ellos, lo que yo deseaba; pero dijeles, que porque yo á la sazon queria enviar por los bergan- tines, y para ello tenia apercibidos á todos los de la provincia de Tascaltecal, de donde se habian de traer en piezas, y tenia necesi- dad de enviar para ello gente de caballo, y de pie: que ya sabian, que los naturales de las provincias de Guajocingo, y de Churul- tecal, y Guacahula eran vasallos de Vuestra Magestad, y amigos nuestros, que fuesen á ellos, y de mi parte les rogasen, pues vivian muy cerca de su tierra, que les viniesen á ayudar, y socorrer: y enviasen allí gente de suarnicion, con que pudiesen estar seguros, en tanto, que yo les socorria, porque otro remedio al presente yo no les podia dar. Y aunque ellos no quedaron tan satisfechos, como si les diera algunos Españoles, agrade- cieronmelo, y rogaronme, que porque fuesen creidos, les diese una carta mia, y tambien paraque con mas seguridad se lo osasen ro- gar; porque entre estos de Chalco, y los de dos provincias de aquellas, como eran de di- versas parcialidades, habian siempre diferen- 305 / 206 "CARTA DE RELACION cias. Y estando así dando órden en esto, lle- garon acaso ciertos mensajeros de las dithas provincias de Guajocingo, y Guacachula :* y estando presentes los de Chalco, dijeron, como Jos señores de aquellas provincias no habian visto, ni sabido de mí, despues que habia par- tido de la provincia de Tascaltecal, como quiera que ellos siempre tenian puesto sus velas por las sierras, y cerros, que confinan con su tierra, y sojuzgan las de Méjico, y Temijtitan, paraque viendo muchas ahuma- das, que son las señales de la guerra, me - viniesen á ayudar, y socorrer con sus vasal- los, y gente; y porque de poco acá habian visto mas ahumadas que nunca, venian á saber como estaba, y si tenia necesidad, para luego proveer de gente de guerra. Y yo se lo agradecí mucho, y les dije, que bendito nuestro señor, los Españoles, y yo estabamos «buenos, y siempre habiamos ha- bido victoria contra los enemigos; y que de- más de holgar mucho con su voluntad, presencia, que holgaba mas por los confede- rar, y hacer amigos con los de Chalco, que estaban presentes: y que así les rogaba, pues los unos, y los otros eran vasallos de Vuestra Magestad, que fuesen buenos amigos, y se y 4 * Guajocingo, y Huaquechula, DE D. FERNANDO CORTES. 307 ayudasen, y socorriesen contra los de Culúa, que eran malos, y perversos, especialmente ahora, que los de Chalco tenian necesidad de socorro, porque los de Culúa querian ve- _ nir sobre ellos : y así quedaron muy amigos, y confederados : Y despues de haber estado dos dias allí conmigo los unos, y los otros, se fueron muy alegres, y contentos, y se ayu- daron, y socorrieron los unos á los otros. Desde allí á tres días, porque ya sabiamos XII. De de] . > mo Gonzalo que los trece bergantines estarian acabados de Sandoval hizo muchos de labrar, y la gente que los habia de traer esclavos de los apercibida, envié á Gonzalo de Sandoval, al- A guacil mayor, con quince de caballo, y doci- ias entos peones, para los traer, al cual mandé, !%* E ésos, que destruyese, y asolase un pueblo grande, Y como lo eje- sujeto á esta ciudad de Tesaico, que linda con los terminos de la provincia de Tascal- tecal, porque los naturales de él me habian muerto cinco de caballo, y cuarenta y cinco peones, que venian de la villa de la Vera Cruz, á la ciudad. de Temijtitan, cuando yo estaba cercado en ella, no creyendo que tan gran traicion se nos habia de hacer: y como al tiempo que esta vez entramos en Te- saico, hallamos en los adoratorios, Ó mezqui- tas de la ciudad los cueros de los cinco ca- ballos, con sus pies, y manos, y herraduras cosidos.-y tan bien adobados, como en todo 308 CARTA DE RELACION el mundo lo pudieran hacer, y en señal de victoria ellos, y mucha ropa, y cosas de los Españoles, ofrecido á sus idolos; y hallámos la sangre de nuestros compañeros, y herma- nos derramada, y sacrificada por todas aquel- las torres, y mezquitas: fué cosa de tanta lástima, que nos renovó todas nuestras. tri- bulaciones pasadas. Y los traidores de aquel pueblo, y de otros á él comarcanos, al tiempo que aquellos cristianos por allí pasa- ron, hicieronles buen recebimiento, para los asegurar, y hacer en ellos la mayor cruel- dad, que nunca se hizo; porque abajando por una cuesta, y mal paso, todos á pie, tra- yendo los caballos de diestro, de manera, que no se podian aprovechar de ellos, pues- tos los enemigos en celada, de una parte, y de otra del mas paso, los tomaron en medio, y de ellos mataron, y de ellos tomaron á vida, para traer á Tesaico a sacrificar, y sacar- les los corazones delante de sus idolos;* y esto parece que fué así, porque cuando el dicho alguacil mayor por allí pasó, ciertos Españoles,f que iban con él, en una casa de un pueblo, que está entre Tesaico, y aquel ** Los idolos se amasaban con sangre humana, ó se rociaban con ella. : + Es el pueblo de Zultepec ántes del que estaba escrito con car- bon: * Aquí estuvo preso el sin ventura de Juan de Yuste :” que es el que aconsejó á Narvaez, que prendiese á Juan Velazquez. DE D. FERNANDO CORTES, donde mataron, y prendieron los cristianos, hallaron en una pared blanca, escritas con carbon, estas palabras. “ Aquí estuvo preso el sin ventura de Juan Yuste.” Que era un hidalgo de los cinco de caballo, que sin duda fué cosa para quebrar el corazon á los que lo vieron. Y llegado el dicho alguacil ma- yor á este pueblo, como los naturales de él conocieron su. gran yerro, y culpa, comenza- ron á ponerse en huida, y los de caballo, y los peones Españoles, é Indios nuestros ami- gos siguieron el alcance, y mataron muchos, y prendió, y cautivó muchas mugeres, y niños, que se dieron. por esclavos; aunque movido á compasion, no quiso matar, ni des- truir cuanto pudiera; y aun ántes que de - allí partiese, hizo recoger la gente que que- daba, y que se viniesen á su pueblo: y así está hoy muy poblado, y arrepentido de lo pasado. El dicho alguacil mayor pasó ade- lante cinco, ó seis leguas, á una poblacion de Tascaltecal, que es la mas junta á los términos de Culúa, y allí halló á los Españo- los, y gente, que traian los bergantines. Y otro dia que llegó, partieron de allí con la tablazon, y ligazon de ellos, la cual traian con mucho concierto mas de ocho mil hom- bres, que era cosa maravillosa de ver, y así me parece que es de oir, llevar trece fustas 40 309 310 CARTA DE RELACION diez y ocho leguas por tierra: que certifico á Vuestra Magestad, que desde la avan- suarda á la retroguarda habia bien dos le- guas de distancia. Y como comenzaron su camino, llevando en la delantera ocho de ca- ballo, y cien Españoles, y en ella, y en los lados por capitanes de mas de diez mil hom- bres de guerra, á Yutecad, y Teutipil,* que son dos señores de los principales de Tascal- tecal: y en la rezaga venian otros ciento, y tantos Españoles, con otros ocho de caballo: y en ella .venia por capitan con otros diez mil hombres de guerra, muy bien adereza- dos, Chichimecatecle, que es de los princi- pales señores de aquella provincia, con otros capitanes que traia consigo; el cual, al ti- empo que partieron de ella, llevaba la delan- tera con la tablazon, y la rezaga traian los otros dos capitanes con la ligazon: y como entraron en tierra de Culúa, los maestros de los Bergantines mandaron llevar en la de- lantera la ligazon de ellos, y que la tablazon se quedase atras, porque era cosa de mas embarazo, si alguno les acaeciese: lo cual, si fuera, habia de ser en la delantera. Y Chichimecatecle, que traia la dicha tabla- zon, como siempre hasta allí, con su gente de + Aiutecatl, y Teutepil en la' vanguardia, y Chichimecatl en la retaguardia : estos eran de los principales de Tlascala. DE D. FERNANDO CORTES. guerra, habia traido la delantera, tomólo por afrenta, y fué cosa recia acabar con él, que se quedase en la retroguarda, porque él queria lleva el peligro, que se pudiese reci- bir; y como ya lo concedió, tampoco queria que en la rezaga se quedasen en guarda ningunos Españoles, porque es hombre de mucho esfuerzo, y queria él ganar aquella honra.* Y llevaban estos capitanes dos mil Indios cargados con su vitualla. Y así con esta órden, y concierto fueron su camino, en el cual se detuvieron tres dias, y al cuarto entraron en esta ciudad con mucho placer, y estruendo de atabales, y yo los salí á recibir. Y como arriba digo, estendiase tanto la sente, que desde que los primeros comenza- ron á entrar, hasta que los postreros hubi- eron acabado, se pasaron mas de seis horas : sin quebrar el hilo de la gente. Y despues de llegados, y agradecido á aquellos señores las buenas obras que nos hacian, hicelos ** Los Indios de Tlascala son fuertes, y muy honrados, y lo prue- ba este suceso ; y fueron los mas fervorosos en la fé, mereciendo consagrar á Dios las primicias de su conversion con el martirio de los tres niños Cristobal, Antonio, y Juan: Cristobal fué hijo de Acjotecal, cacique, ó señor del pueblo de Atlyhuetza legua, y media de Tlascala, que fué apaleado, arrojado en el fuego, y mu- erto por su mismo padre: su cuerpo está en el convento de Tlas- cala. Antonio fue nieto de Jicontecatl, señor principal de Tlas- cala; Juan, criado de Antonio; fueron martirizados en Cuantin- chan les sepultaron los religiosos dominicos en Tecali distante una legua de Cuatinchan. 311 312 CARTA DE RELACION aposentar, y proveer lo mejor que ser pudo: y ellos me dijeron, que traian deseo de se ver con los de Culúa, y que viese lo que mandaba, que ellos, y aquella gente venian con deseos, y voluntad de se vengar, ó morir con nosotros; y yo les dí las gracias, y les dije, que reposasen, y que presto les daria las manos llenas. XIIL Hala Y despues, que todo esta gente de guerra Cortés salien- de "Tascaltecal hubo reposado en Tesaico, do de la ciu- dad, un escua- tres Ú cuatro dias, que cierto era para la ma- dron de In- dios, y le der- nera de acá muy lucida gente, hice apercebir rota, y da mu- erte á muchos. veinte, y cinco de caballo ó Entra pelean AN O llo, y trescientos peo do en Jalto- nes, y cincuenta ballesteros, y escopeteros, y can, y la hace poner fuego. sels tiros pequeños de campo, y sin decir á Llega, perse- guido de los persona alguna donde ibamos, salí de esta Indios, á Gua- ”. > . . . tinchan, á Te- ciudad á las nueve del dia, y con migo salie- nayúca, y Az- : : capuzaleo, y ron los capitanes ya dichos, con mas de tre- como fué asal- , , tado por los de Inta mil hombres, por sus escuadrones muy Tacuba. ; bien ordenados, segun la manera de ellos. Y á cuatro leguas de esta ciudad, ya que era tarde, encontramos un escuadron de gente de guerra de los enemigos, y los de caballo rom- pimos por ellos, y desbaratamoslos. Y los de Tascaltecal, como son muy ligeros, sigui- eronnos, y matamos muchos de los contrarios: y aquella noche dormimos en el campo muy sobre aviso. Y otro dia de mañana seguimos nuestro camino, y yo no habia dicho aun DE D. FERNANDO CORTES. adonde era mi intencion de ir : lo cual hacia, porque me recelaba de algunos de los de Te- saico, que iban con nosotros, que no diesen aviso, de lo que yo queria hacer, á los de Méjico, y Temijtitan, porque aun no tenia «ninguna seguridad de ellos: y llegamos á una poblacion, que se dice Jaltoca,* que está asentada en medio de la laguna, y al rededor de ella hallamos muchas, y grandes azequias llenas de agua: y al rededor hacian la dicha poblacion muy fuerte porque los de caballo no podian entrar á ella, y los contrarios da- ban muchas gritas, tirandonos muchas varas, y flechas; y los peones, aunque con trabajo, entraronles dentro, y echaronlos fuera, y que- maron mucha parte del pueblo. Y aquella noche nos fuimos á dormir una legua de allí: y en amaneciendo, tomamos nuestro camino, y en él hallamos los enemigos, y de lejos co- menzaron á gritar, como lo suelen hacer en la guerra, que cierto es cosa espantosa oirlos, y nosotros comenzamos de seguirlos: y sigui- endolos, llegamos á una grande, y hermosa ciudad, que se dice Guaticlan,t y hallamosla despoblada, y aquella noche nos aposentamos en ella. * Jaltocan, que está muy cerca de Zumpango, y rodeado de una laguna. era antes tributario á Tezcuca. + Cuautitlan tres leguas de Méjico. ES Sl 3 e 1] LA 314 CARTA DE RELACION Otro dia siguiente pasamos adelante, y lle- gamos á otra ciudad, que se dice 'Tenainca,* en la cual no hallamos resistencia alguna, y sin nos detener pasamos á otra, que se dice Acapuzalco,t que todas estas estan al rede- dor de la laguna, y tampoco nos detuvimos en ella, porque deseaba mucho llegar á otra ciudad, que estaba allí cerca, que se dice Ta- cuba,] que está muy cerca de Temijtitan: y ya que estabamos junto á ella, hallamos tam- bien al rededor muchas azequias de agua, y los enemigos muy á punto : y como los vimos, nosotros, y nuestros amigos, arremetimos á ellos, y entramosles la ciudad, y matando en ellos, los echamos fuera de ella: y como era ya tarde, aquella noche no hicimos mas de nos aposentar en una casa, que era tan gran- de, que cupimos todos bien á placer en ella ;$ y en amaneciendo los Indios nuestros amigos comenzaron á saquear, y quemar toda la ciu- dad, salvo el aposento donde estabamos, y pusieron tanta diligencia, que aun de él se. quemó un cuarto: y esto se hizo, porque cuando salimos la otra vez desbaratados de * Tizayuca, ó Tenayúcan. t Escapuzalco una legua corta de Méjico. i Una legua corta de Méjico. $ El pueblo de Tacuba es del Señor D. Josef Muteczuma Des- cendiente de los emperadores, y estas casas, que aquí se refieren eran las del emparador : este pueblo en Mejicano se llama Tlacupa, que fué cabeza de reino de los 'Tecpanecas, y despues fué sujeto por Ahuir. DE D. FERNANDO CORTES. 315 Temijtitan, pasando por esta ciudad, los na- turales de ella juntamente con los de Temij- titan, nos hicieron muy cruel guerra. y nos mataron muchos Españoles. En seis dias, que estuvimos en esta ciudad XIV. Estan- do Cortés en de Tacuba, ninguno hubo, en que no tuviese- Tacuba, tiene varios reencu- mos muchos reencuentros, y escaramuzas entros con los con los enemigos. Y los capitanes de la Aaa E gente de Tascaltecal, y los suyos hacian mu- %.: demota. chos desafios con los de Temijtitan : y pelea- ¿Faria con ban los unos con los otros muy hermosamente, puente de y pasaban entre ellos muchas razones, ame- nazandose los unos con los otros, y diciendose muchas injurias, que sin duda era cosa para ver, y en todo este tiempo siempre morian muchos de los enemigos, sin peligrar ninguno de los nuestros, porque muchas veces les en- trabamos por las calzadas, y puentes de la ciudad, aunque como tenian tantas defensas - nos resistian fuertemente. Y muchas veces fingian, que nos daban lugar paraque entra- semos dentro, diciendonos: “* Entrad, entrad á halgaros ;” y otras veces nos decian : “ ¿Pen- sais, que hay ahora otro Muteczuma, para que haga todo, lo que quisiereis?” Y estan- do en estas pláticas, yo me llegué una vez cerca de una puente, que tenian quitada. y estando ellos de la otra parte, hice señal á los nuestros, que estuviesen quietos ; y ellos tam- 316 CARTA DE RELACION bien, como vieron que yo les queria hablar, hicieron callar á su gente, y dijeles : “Que porque eran locos, y querian ser destruidos ? Y si habia allí entre ellos algun señor prin- cipal de los de la ciudad, que se llegase allí, porque le queria hablar.” Y ellos me res- pondieron: “ (Jue toda aquella multitud de vente de guerra, que por allí veia, que todos eran señores: por tanto, que dijese, lo que queria.” Y como yo no respondí cosa algu- na, comenzaronme á deshonrar; y no sé quien de los nuestros, dijoles: “ (Jue se morian de hambre, y que no les habiamos de dejar salir de allí á buscar de comer.” Y respondieron: “ Que ellos no tenian necesidad; y que cuan- do la tuviesen, que de nosotros, y de los de Tascaltecal comerian.” Y uno de ellos to- mó unas tortas de pan de maiz, y arrojolas hacia nosotros. diciendo: “ 'Fomad, y comed, si teneis hambre, que nosotros ninguna tene- mos ;” y comenzaron luego á gritar, y pelear con nosotros. Y como mi venida á esta ciu- dad de Tacuba habia sido principalmente para haber plática con los de Temijtitan, y saber, que voluntad tenian, y mi estada allí no aprovechaba ninguna cosa, á cabo de los seis dias acordé de me volver á Tesaico, para dar priesa en ligar, y acabar los bergantines, para por la tierra, y por el agua ponerles DE D. FERNANDO CORTES. cerco; y el dia, que partimos, venimos á dor- mir á la ciudad de Goatitan,* de que arriba se ha hecho mencion, y los enemigos no ha- cian sino seguirnos : y los de caballo, de cuan- do en cuando, revolviamos sobre ellos, y así nos quedaban algunos entre las manos. Y otro dia comenzámos á caminar : y como los contrarios vian, que nos veniamos, creian que de temor lo haciamos : y juntóse gran núme- ro de ellos, y comenzaronnos de seguir. Y como yo ví esto mandé á la gente de pie, que se fuesen adelante, y que no se detuviesen : y que en la rezaga de ellos fuesen cinco de ca- ballo, y yo me quedé con veinte, y mandé á seis de caballo, que se pusiesen en una cierta. parte en celada, y otros seis en otra, y á otros - cinco en otra, y yo con otros tres en otra; y que como los enemigos pasasen, pensando, que todos ibamos juntos adelante, en oyen- dome el apellido del señor Santiago, saliesen, y les diesen por las espaldas. Y como fué tiempo salímos, y comenzámos á lancear en ellos, y duró el alcance cerca de dos leguas todas llanas, como la palma, que fué muy hermosa cosa : y así murieron muchos de el- los á nuestras manos, y de los Indios nuestros amigos, y se quedaron, y nunca mas nos si- sguieron, y nosotros nos volvimos, y alcanzá.- * Guatithlan. 41 317 318 CARTA DE RELACION mos á la gente; y aquella noche dormímos -en una gentil poblacion, que se dice Acul- man,* que está dos leguas de la ciudad de Tesaico para donde otro dia nos partimos, y á medio dia entramos en ella, y fuímos muy bien recibidos del alguacil mayor, que yo ha- bia dejado por capitan, y de toda la gente, y holgaron mucho con nuestra venida; porque desde el dia, que de allí habiamos partido, nunca habian sabido de nosotros, y de lo que nos habia sucedido, y estaban con muy gran- dísimo deseo de lo saber. Y otro dia, que hubimos llegado, los señores, y capitanes de la gente de Tascaltecal, me pidieron licencia, y se partieron para su tierra muy contentos, y con algun despojo de los enemigos. Dos dias despues de entrados á esta ciu- dad de Tesaico, llegaron á mí ciertos Indios, mensajeros de los señores de Chalco, y dije ronme, como les habian mandado, que me hiciesen saber de su parte, que los de Mé- jico, y Temijtitan iban sobre ellos á los des- truir, y que me rogaban les enviase socorro, como otras veces me lo habian pedido. Y yo proveí luego de enviar con Gonzalo de * Oculman, este pueblo está arruinado enteramente á causa, de que por libertar á Méjico de las aguas se ha hecho una presa, y echado una compuerta en los meses de lluvias, y por esto ha queda- do sola la Iglesia, que es una fábrica admirable en medio de lag aguas, DE D. FERNANDO CORTYES, Sandoval veinte de caballo, y trecientos peo- nes: al cual encargué mucho, que se diese priesa, y llegado, trabajase de dar todo el favor, y ayuda, que fuese posible, á aquellos vasallos de Vuestra Magestad, y nuestros amigos; y llegado á Chalco, halló mucha gente junta, así de aquella provincia, como de las de Guajocingo, y Gruuacachula, que es- taban esperando; y dado órden en lo que se - habia de hacer, partieronse y tomaron su camino para una poblacion, que se dice Gru- astepeque,* donde estaba la gente de Culúa en guarnicion, y de donde hacian daño á los de Chalco, y 4 un pueblo que estaba en el ca- mino salió mucha gente de los contrarios; y como nuestros amigos eran muchos, y tenian en ventaja á los Españoles, y á los de ca- -ballo, todos juntos rompieron por ellos, y de- sampararon el campo: y matando en ellos, siguieron á los enemigos; y en aquel pueblo. que está ántes de Guastepeque, reposaron aquella noche, y otro dia se partieron: y ya que llegaban junto á la dicha poblacion de Guastepeque, los de Culúa comenzaron de pelear con los Españoles; pero en poco rato los desbarataron, y matando en ellos los echaron fuera del pueblo, y los de caballo se apearon para dar de comer á sus caballos, y * Huastepec. +19 2) CARTA DE RELACION aposentarse. Y estando así descuidados de lo que sucedió, llegan los enemigos hasta la plaza del aposento, apellidando, y gritando muy fieramente, echando muchas piedras, y varas, y flechas, y los Españoles dieron al arma; y ellos, y nuestros amigos, dandose mucha priesa, salieron á ellos, y echaronlos fuera otra vez, y siguieron el alcance mas de una legua, y mataron muchos de los con- trarios, y volvieronse aquella noche bien can- sados á Guastepeque, adonde estuvieron re- posando dos dias. En este tiempo el alguacil mayor supo, como en un pueblo mas adelante, que se dice Acapictla,* habia mucha gente de guerra de los enemigos, y determinó de ir allá, á ver si se darian de paz, y á les requerir con ella; y este pueblo era muy fuerte,| y puesto en una altura, y donde no pudiesen ser ofen- didos de los de caballo: y como llegaron los Españoles, los del pueblo, sin esperar á cosa alguna, comenzaron á pelear con ellos, y desde lo alto echar muchas piedras; y aun- * Ayacapistla camino hacia el sur. + Y aun hoy lo es, porque tiene un poso muy profundo, que le cerca : en tiempo de Cortés se hizo la magnífica Iglesia Parroquial tan fuerte, que encima puso artillería, y despues se mandó apear, y fundir los cañones: he visto donde estaban asentados, y es un cas- tillo muy fuerte la Iglesia : en el toso, 6 barranca habia puentes le- vadizas, pero hoy son de piedra : este arroyo se tiñó en sangre de los Mejicanos. DE D. FERNANDO CORTES. que iba mucha gente de nuestros amigos con el dicho alguacil mayor, viendo la fortaleza de la villa, no osaban acometer, ni llegar á los contrarios. Y como esto vió el dicho alguacil mayor, y los Españoles, determina- ron de morir, ó subirles por fuerza á lo alto del pueblo, y con el apellido de Señor San- tiago,* comenzaron á subir: y plagó á Dios dalles tanto esfuerzo, que aunque era mucha la ofensa, y resistencia, que se les hacia, les entraron, aunque hubo muchos heridos. Y como los Indios nuestros amigos los siguie- ron, y los enemigos se vieron de vencida, fué tanta la matanza de ellos, á manos de los nuestros, y de ellos despeñados de lo alto, que todos los que allí se hallaron afirman, que un rio pequeño, que cercaba casi aquel pu- eblo, por mas de una hora fué teñido en san- sre, y les estorbó de beber por entonces, por- que como hacia mucha calor, tenian necesi- dad de ello Y dado conclusion á esto, y dejando al fin estas dos poblaciones de paz, aunque bien castigados, por haberla al prin- cipio negado, el dicho alguacil mayor se vol- vió con toda la gente á 'Tesaico; y crea Vu- * Este apellidar los Españoles 4 Santiago era muy usado en las batallas contra los Moros, y por intercession del santo se ganó en la Rioja la insigne de Clavijo por el rey de Leon D. Ramiro 1: en Simancas por D. Ramiro 11: en las Nayas de Tolosa por Alonso VII. y otras muy señaladas. 321 322 CARTA DE RELACION estra Católica Magestad, que esta fué una bien señalada victoria, y donde los Espa- ñoles mostraron bien singularmente su es- fuerzo. XV. Envia Como los de Méjico, y Temijtitan supie- Cortés socorro de á los de Chal- TON, que los Españoles, y los de Chalco ha- co con Sando- y . q val, y halla la Dian hecho tanto daño en su gente, acorda- victoria por . . . ellos contra los YOM de enviar sobre ellos ciertos capitanes, me “ore. fon mucha gente; y como los de Chalco eh mena de tuvieron aviso de esto, enviaron á rogarme, mica di á mucha priesa, que les enviase socorro: y nablan llegado yo torné luego á despachar al dicho alguacil a 7” ¿a MAYOF, CON cierta gente de pie, y de caballo; pS pero cuando llegó, ya los de Culúa, y los de Chalco se habian visto en el campo, y habian peleado los unos, y los otros muy reciamente: y plugó á Dios, que los de Chalco fueron vencedores, y mataron muchos de los contra- rios, y prendieron bien cuarenta personas de ellos, entre los cuales habia un capitan de los de Méjico, y otros dos principales, los cuales todos entregaron los de Chalco al dicho alguacil mayor, para que me los tra- jese, el cual me envió de ellos, y de ellos dejó consigo, porque por seguridad de los de Chalco estuvo con toda la gente en un pu- eblo suyo, que es frontera de los de Méjico. Y despues que le pareció, que no habia ne- cesidad de su estada. se volvió á Tesailco, y DE D. FERNANDO CORTES. 399 trajo consigo á los otros prisioneros, que le habian quedado. En este medio tiempo hu- bimos otros muchos rebatos, y recuentros con los naturales de Culúa; y por evitar prolijidad, los dejo de especificar. Como ya el camino para la villa de la Vera Cruz, desde esta ciudad de Tesaico, estaba seguro, y podian ir, y venir por él, los de la villa tenian cada dia nuevas de noso- tros, y nosotros de ellos, lo cual ántes ce- saba. Y con un mensajero enviaronme cier- tas ballestas, y escopetas, y pólvora, con que hubimos grandisimo placer: y de allí á dos dias me enviaron otro mensajero, con el cual me hicieron saber, que al puerto habian lle- gado tres navios, y que tralan mucha gente, - y caballos; y que luego los despacharian para acá: y segun la necesidad que tenia- mos, milagrosamente nos envió Dios este so- corro. Yo buscaba siempre, muy Poderoso Señor, _XVI. Envia a Cortés dos In- todas las maneras, y formas que podia, para dios de los ca- pe a sy .. . tivos en Chal- atraer á nuestra amistad á estos de Temijti- co 4 Temijti- . es tan, diciendo- tan: lo uno, porque no diesen causa á que les se rindie- : sen. Vuelve fuesen destruidos; y lo otro, por descansar ásocorrer á los , de Chalco, de los trabajos de todas las guerras pasadas, le llegan em. 0% : bajadores d y principalmente, porque de ello sabia, que 'rapazan, Ma. calango, y redundaba servicio á Vuestra Majestad. Y Nentensofte: donde quiera que podia haber alguno de la “*** 324 CARTA DE RELACION ciudad, selo tornaba á enviar para les amo- nestar, y requirir, que se diesen de paz. Y el Miércoles santo, que fueron veinte y siete de marzo del año de quinientos y veinte y uno, hice traer ante mí aquellos principales de Temijtitan, que los de Chalco habián prendido: y díjeles, si querian algunos de el- los ir á la ciudad, y hablar de mí parte á los señores de ella, y rogalres, que no curasen de tener mas guerra con migo, y que se diesen por vasallos de Vuestra Magestad, como án- tes lo habian, porque yo no les queria des- truir, sino ser su amigo. Y aunque se les hizo de mal porque tenian temor, que yendo- les con aquel mensaje los matarian, dos de aquellos prisioneros se determinaron de ir, y pidieronme una carta: y aunque ellos no habian de entender lo que en ella iba, sabian ue entre nosotros se acostumbraba, y que . levandola ellos, los de la ciudad les darian crédito. Pero con las lenguas yo les dí á entender lo que en la carta decia, que era lo que yo á ellos les habia dicho. Y así se partieron, y yo mandé á cinco de caballo, que saliesen con ellos hasta pornerlos en salva. El sabado santo los de Chalco, y otros sus aliados, y amigos me enviaron á decir, que los de Méjico venian sobre ellos, y mostrar- DE D. FERNANDO CORTES. onme en un paño blanco* grande la figura de todos los pueblos, que contra ellos venian, y los caminos, que traian: que me rogaban, que en todo caso les enviase socorro, é yo les dije, que de allí á cuatro, ó cinco dias se lo enviaria, y que si entretanto se vian en necesidad, que me lo hiciesen saber, y que yo les socorreria; y el tercer dia de pasqua de Resurrecion volvieronme á decir, que me rogaban, que brevemente fuese el socorro. porque á mas andar se acercaban los enemi- gos. Yo les dije, que yo queria ir á les so- correr, y mandé apregonar, que para el vier- nes siguiente estuviesen apercibidos veinte, y cinco de caballo, y trescientos hombres de pie. El jueves ántes vinieron á Tesaico ciertos mensajeros de las provincias de 'Tazápan,? y Mascalzingo, y Nautan, y de otras ciu- dades, que estan en su comarca: y dijeron- me, que se venian á dar por vasallos de Vuestra Magestad, y á ser nuestros amigos, porque ellos nunca habian muerto ningun Español, mi se habian alzado contra el ser- vicio de Vuestra Magestad, y trajeron cierta topa de algodon: yo se lo agradecí, y les * El modo de escribir los Mejicanos era figurar los pueblos con aqeullas señas, ó cosas que significaban sus nombres. + Pueden ser Tizápan, Mejicalzingo, y Naucálpan, mas es muy dudoso, 42 325 326 CARTA DE RELACION prometí, que si fuesen buenos se les haria. buen tratamiento, y así se volvieron conten- tos. (Evil. Sale El viernes siguiente, que fueron cinco de ortes Tescuco con Abril del dicho año de quinientos veinte, y treinta mi hombres, y se UNO, salí de esta ciudad de 'Tesaico con los aloja en Tam- analco. Hab. treinta de caballo, y los trescientos peones, la, que hizo á ue ll los señores de QUe estaban apercibidos: y dejé en ella otros Chalco: lle- gansele cua- Veinte de caballo, y otros trescientos peones, renta mil In- dios en el ca- Y POr Capitan á Gonzalo de Sandoval, algua- mino: asalta un peñol muy cil mayor. Y salieron con migo mas de áspero, cuya cima Veimte mil hombres de los de Tesaico: y en “hos Indios. huestra ordenanza fuimos á dormir á una poblacion de Chalco, que se dice "Talmanal- * donde fuimos bien recibidos, y aposen- tados : y allí, porque está una buena fuerza, despues que los de Chalco fueron nuestros amigos, siempre tenian gente de guarnicion, porque es frontera de los de Culúa : y otro dia llegamos á Chalco á las nueve del dia, que no nos detuvimos mas de hablar á los se- ñores de allí, y decirles mi intencion, que era dar una vuelta en torno de las lagunas, porque creia, que acabada esta jornada, que importaba mucho, hallaria hechos los trece bergantines, y aparejados para los hechar al agua. Y como hube hablado á los de Chalco + Hoy Tlalmanalco, poco mas de legua de Chalco» DE D. FERNANDO CORTES. partimonos aquel dia á visperas, y llegamos á una poblacion suya, donde se juntaron con nosotros mas de cuarenta mil hombres de guerra nuestros amigos, y aquella noche dormimos “allí. Y porque los naturales de la dicha poblacion me dijeron, que los de Culúa me estaban esperando en el campo, mandé, que al cuarto del alba toda la gente estuviese en pie, y apercibida; y otro dia en oyendo misa comenzamos á caminar: y yo tomé la delantera con veinte de caballo, y en la rezaga quedaron diez, y así pasamos por entre unas sierras muy agrias. Y á las dos despues de medio dia llegamos á un peñol muy alto, y agrio, y encima de él estaba mu- cha gente de mugeres, y niños, y todas las laderas llenas de gente de guerra: y comen- zaron luego á dar muy grandes alaridos, haciendo muchas ahumadas, tirandonos con hondas, y sin ellas, muchas piedras, y flechas, y varas: por manera, que en llegandonos cerca, recibiamos mucho daño. Y aunque habiamos visto, que en el campo no nos ha- bian osado esperar, pareciame, aunque era otro nuestro camino, que era poquedad pasar adelante, sin hacerles algun mal sabor; y porque no creyesen nuestros amigos, que de cobardía lo dejabamos de hacer, comencé á dar una vista en torno del peñol, que habia CARTA DE RELACION casi una legua: y cierto era tan fuerte, que parecia locura querernos poner en ganarse- lo, y aunque les pudiera, poner cerco, y ha- cerles darse de pura necesidad, yo no me podia detener. Y así estando en esta con- fusion, determiné de le subir el risco por tres partes, que yo habia visto, é mandé á Cris- tobal Corral, alferez de sesenta hombres de pie, que yo traia siempre en mi compañía, que con su bandera acometiese, y subiese por la parte mas agria: y que ciertos escopete- ros, y ballesteros le siguiesen. Y á Juan Rodriguez de villa fuerte, y á Francisco Verdugo capitanes, que con su gente, y con ciertos ballesteros, y escopeteros subiesen por la otra parte. Y á Pedro Dircio, y Andres de Monjaraz capitanes, acometiesen por la otra parte con otros pocos ballesteros, y escopeteros: y que en oyendo soltar una escopeta, todos determinasen subir, y haber la victoria, ó morir. Y luego, en soltando la escopeta comenzaron á subir: y ganaron á los contrarios dos vueltas del peñol, que no pudieron subir mas, porque con pies, y ma- nos no se podian tener, porque era sin com- paracion la aspereza, y agrura de aquel cerro. Y echaban tantas piedras de lo alto, con las manos, y rodando, que aun los peda- 7os, que se quebraban, y sembraban hacian DE. D. FERNANDO CORTES. infinito daño; y fue tan recia la ofensa de los enemigos, que nos mataron dos Españoles, é hirieron mas de veinte: y en fin en nin- guna manera pudieron pasar de allí. Y yo viendo, que era imposible poder mas hacer de lo hecho, y que se juntaban muchos de los contrarios en socorro de los del peñol, que todo el campo estaba lleno de ellos, mandé á los capitanes, que se volviesen, y abajados los de caballo arremetimos, á los que estaban en lo llano, y echamoslos de todo el campo, alanceando, y matando en ellos, y duró el alcance mas de hora, y media. Y como era mucha la gente, los de caballo derramaronse á una parte, y á otra, y despues de recogidos, de algunos de ellos fuí informado, como habian llegado obra de una legua de allí, y habian visto otro peñol con mucha gente; pero que no era tan fuerte, y que por lo llano cerca de él* habia mucha poblacion, y que no faltarian dos cosas, que en este otro nos habian faltado: la una era agua, que no la habia acá; y la otra, que por ser tan fuerte el cerro, no habria tanta resistencia, y se Í * Cerca de Méjico hay dos Cerros, que llaman el uno Peñol de los baños, porque los hay allí de agua mineral: y el otro mas dis- tante, que llaman del marques, y no es este el de que habla aquí Cortés, y que por esto le diesen despues el nombre del Marqués del Valle, sino los Cerros, que estan ántes de Huajtepec, Yautepec, Jiutepec, y Jochitepec. 320) 330 CARTA DE RELACION podia sin peligro tomar la gente. Y aunque con harta tristeza de no haber alcanzado victoria partimonos de allí, y fuimos aquella noche á dormir cerca del otro peñol, adonde pasamos harto trabajo, y necesidad, porque tampoco hallámos agua, ni en todo aquel dia la habiamos bebido nosotros, ni los caballos : y así nos estuvimos aquella noche, oyendo hacer á los enemigos mucho estruendo de atabales, y bocinas, y gritas. XVIII. Asalta Y en siendo el dia claro, ciertos capitanes, Cortés otro _ y , > peñol, y seé yo, Comenzamos á mirar el risco, el cual rinden los In- ; » dios: ylosque NOS parecia Casi tan fuerte, como el otro ; estaban en a otro llegan 4 pero tenia dos padrastros mas altos, que no pedirle per- , E . don, y des- él, y no tan agrios de subir, y en estos estaba pues los de Jatepeque; y Mucha gente de guerra para los defender. cas "e Y aquellos capitanes, é yo, y otros hidalgos, Giltepegue. que allí estaban, tomámos nuestras rodelas, y fuimos á pie hacia allá, porque los cabal- los los habian llevado á beber una legua de allí: no para mas de ver la fuerza del peñol, y por donde se podria combatir ; y la gente, como nos vieron ir, aunque no los habiamos dicho cosa alguna, siguieronnos. Y como llegamos al pie del peñol, los que estaban en los padrastros de él, creyeron que yo queria acometer por el medio, y desampararonlos por socorrer á los suyos. Y como yo ví el desconcierto, que habian hecho, y que DE D. FERNANDO CORTES. tomados aquellos dos padrastros se les podia hacer de ellos mucho daño, sin hacer mucho bullicio, mandé á un capitan, que de presto subiese con su gente, y tomase él un padrastro de aquellos mas agrios, que habian desamparado, y así fue hecho. Y yo con la otra gente comencé á subir el cerro arriba, allí donde estaba la mas fuerza de la gente: y plugó á Dios, que les gané una vuelta de él, y pusimosnos en una altura, que casi igualaba con lo alto de donde ellos pe- leaban ; lo cual parecia que era cosa imposl- ble poderles ganar, á lo menos sin infinito peligro. Y ya un capitan habia puesto su bandera en lo mas alto del cerro: y de allí comenzó á soltar escopetas, y ballestas en los enemigos. Y como vieron el daño que reci- bian, y considerando el por venir, hicieron señal que se querian dar, y pusieron las ar- mas en el suelo. Y como mi motivo sea si- empre dar á entender á esta gente, que no les queremos hacer mal, ni daño, por mas culpados que sean, especialmente queriendo ellos ser vasallos de V. Magestad, y es gente de tanta capacidad,* que todo lo entienden y conocen muy bien, mandé, que no se les hi- ciese mas daño: y llegados á me hablar, los '* No son los Indios tan rudos como les quieren hacer, y quien les observe reconocerá la capacidad, que conoció en ellos Cortés : algunas veces se hacen bobos, y es por que les tiene cuenta, 332 CARTA DE RELACION recibí bien. Y como vieron cuan bien con ellos se habia hecho, hicieronlo saber á los del otro peñol: los cuales, aunque habian quedado con victoria, determinaron de se dar por vasallos de Vuestra Magestad, y vinie- ronme á pedir perdon por lo pasado. En esta poblacion de cerca el peñol estuve dos dias, y de allí envié á Tesaico los heridos, y yo me partí, y á las diez del dia llegamos á Guaste- peque, de que arriba he hecho mencion; y en la casa de una huerta del señor de allí, nos aposentamos todos, la cual huerta es la ma- yor, y mas hermosa, y fresca que nunca se vió, porque tiene dos leguas de circuito,* y por medio de ella vá una muy gentil ribera de agua, y de trecho á trecho, cantidad de dos tiros de ballesta, hay aposentamientos, y jardines muy frescos, e infinitos árboles de diversas frutas, y muchas yerbas, y flores olorosas,T que cierto es cosa de admiracion * La casa, y huerta de Huajtepec. + Las frutas de América regularmente no se logran en España á. escepcion de las tunas, que llaman higos de Indias: y las de Es- paña todas prenden en la América, solo sí se advierte ménos substancia. Las particulares de América son piñas, chirimoyas, zapotes prietos, y blancos, ahuacates, cocos, guanabanas, anonas, guay- abas, plátanos, guineos, mameyes, pitayas, sasatas, cuyas ramas arrojan leche, dátiles muy grandes, sapuches, carambullos, cu- maros, bachatas, de cuyo árbol la raiz sirve para lavar como el Jabon, papayas, tejocotes, que tiene el mismo hueso, que la azerola, pero es amarillo. En Toluca hay un árbol muy singular, que llaman manitas, por- que cada hoja es una flor de figura casi perfecta de una mano de hombre. DE D. FERNANDO CORTES. ver la gentileza, y grandeza de toda esta hu- erta. Y aquel dia reposámos en ella, donde los naturales nos hicieron el placer, y servi- cio, que pudieron. Y otro dia nos partimos, y á las ocho horas del dia llegámos á una buena poblacion, que se dice Yautepeque,* en la cual estaban esperandonos mucha gente de guerra de los enemigos. Y como llega- mos, pareció que quisieron hacernos alguna señal de paz, Ó por el temor que tuvie- ron, Ó por nos engañar. Pero luego en continente, sin mas acuerdo comenzaron á huir, desamparando su pueblo; é yo no curé de detenerme en él, y con los treinta de ca- ballo dimos tras ellos bien dos leguas, hasta los encerrar en otro pueblo, que se dice Grilu- tepeque,t donde alanzámos, y matámos mu- Balsamo blanco, bermejo, verde, y negro : el puro, que los her- bolarios llaman opobalsamo, es la lágrima, que destila un árbol como el Granado; el licor que se saca de este árbol hiriendo, y sajando la corteza, hojas esprimidas, y cocidas al fuego, se llama jilobalsamo : está declarado por la sede apostólica, que con el bál- samo de Indias se, puede hacer la consagracion del santo crisma : el mejor de este reino viene de Goatemala, y Chiapa, y el blanco es muy apreciado por mas perfecto. De las plantas, y yerbas, licores, y cosas medicinales de Indias trata largamente el Dr. Francisco Hernandez, cuya obra se hizo de órden del rey, pintando al natural todas las plantas, que pasan de mil, y docientas: y se refiere que el coste de la obra pasó de sesenta mil ducados: la estractó el Dr. Nardo Antonio, médico Italiano; y es razon que los Españoles hagan el debido aprecio de ella, cuando ha dado luz á los estrangeros. + Así se llama hoy, y es camino á la costa del sur. + Jilotepec, este, y los pueblos de arriba están ántes de Cuerna- baca, pero pudo haber equivocacion en el nombre por poner Jiucte- . pec,ó Juchitepec, AS 334 CARTA DE RELACION chos. Y en este pueblo hallamos la gente muy descuidada, porque llegamos primero que sus espias, y murieron algunos, y toma- ronse muchas mugeres, y muchachos, y todos los demas huyeron: y yo estuve dos dias en este pueblo, creyendo que el señor de él se vi- niera á dar por vasallos, de Vuestra Mages- tad: y como nunca vino, cuando partí hice poner fuego al pueblo; y ántes que de él sa- liese, vinieron ciertas personas del pueblo ántes, que se dice Yactepeque, y rogaronme, que les perdonase, y que ellos se querian dar por vasallos de Vuestra Magestad : Yo les recibí de buena voluntad, porque en ellos se aa habia hecho ya buen castigo. quiste de le Aquel dia que partí, á las nueve del dia ernabaca, y llegué á vista de un pueblo muy fuerte, que saban los ln- se llama Coadnabaced,* y dentro de él habia dios de haber dilatado ren- mucha gente de guerra: y era tan fuerte el dirse. Toma Cortés lo me- pueblo, y cercado de tantos cerros, y barran- da o a cas, que algunas habia de diez estados de So, habien. hondura : y no podia entrar ninguna gente de ps ¿tado caballo, salvo por dos partes, y estas entonces cuna no las sabiamos, y aun para entrar por aquel- las habiamos de rodear mas de legua, y me- dia : tambien se podia entrar por puentes de madera, pero tenianlas alzadas, y estaban tan '* Cuernabaca, ántes Cuaunahuac, es amenísimo, muy fuerte, y hoy se conservan las casas de Cortésá modo de fortaleza, con otras memorias de la conquista. DE D. FERNANDO CORTES. fuertes, y tan á su salvo, que aunque fuera- mos diez veces mas, no nos tuvieran en nada ; y llegandonos hacia ellos, tirabannos á su placer muchas varas, y flechas, y piedras: y estando así muy revueltos con nosotros, un Indio de Tascaltecal pasó de tal manera, que no le vieron, por un paso muy peligroso. Y como los enemigos le vieron así de súbito, creyeron que los Españoles les entraban por allí: y así ciegos, y espantados comienzan á ponerse en huida, y el Indio tras de ellos, y tres, Ó cuatro mancebos, criados mios, y otros dos de una capitanía, como vieron pasar al Indio, siguieronle, y pasaron de la otra parte, é yo con los de caballo comenzé á guiar hacia la sierra, para buscar entrada al pueblo, y los Indios nuestros enemigos no hacian sino tirarnos varas, y flechas; porque entre ellos, y nosotros no habia mas de una barranca, como cava ;* y como estaban embebecidos en pelear con nosotros, y estos no habian visto los cinco Españoles, llegan de improviso por las espaldas, y comienzan á darles de cuchil- ladas : y como los tomaron de tan sobresalto, y sin pensamiento que por las espaldas se les podia hacer ninguna ofensa, porque ellos no sabian que los suyos habian desamparado el * Esta barranca permanece, y se observa hoy todo lo que dice Cortés. 330 336 CARTA DE RELACION paso, por donde los Españoles, y el Indio ha- bian pasado, estaban espantados, y no osaban pelear, y los Españoles mataban en ellos: y desde que cayeron en la burla, comenzaron á huir. Y ya nuestra gente de pie estaba den- tro en el pueblo, y le comenzaban á quemar, y los enemigos todos á le desamparar : y así huyendo, se acogieron á la sierra, aunque murieron muchos de ellos; y los de caballo siguieron, y mataron muchos. Y despues que hallamos, por donde entrar al pueblo, que seria medio dia, aposentámonos en las casas de una huerta, porque lo hallámos ya casi todo quemado. Y ya bien tarde, el se- ñor, y algunos otros principales, viendo que en cosa tan fuerte como su pueblo no se ha- bian podido defender, temiendo que allá en la sierra los habiamos de ir á matar, acordaron de se venir á ofrecer por vasallos de Vuestra Magestad, é yo los recibí por tales y prome- tieronme de ahí adelante ser siempre nuestros amigos. Estos Indios, y los otros que venian a se dar por vasallos de Vuestra Magestad, despues de los haber quemado, y destruido sus casas, y haciendas, nos dijeron, que la causa porque venian tarde á nuestra amistad, era, porque pensaban que satisfacian sus cul- pas en consentir primero hacerles daño, crey- DE D. FERNANDO CORTES. endo que hecho, no tendriamos despues tanto enojo de ellos. Aquella noche dormimos en aquel pueblo y por la mañana seguimos nuestro camino por una tierra de Pinales, despoblada, y sin ninguna agua, la cual, y un puerto pasámos con grandísimo trabajo, y sin beber: tanto, que muchos de los Indios que iban con noso- tros perecieron de sed; y á siete leguas de aquel pueblo en unas estancias paramos aquella noche. Y en amaneciendo tomámos nuestro camino* y llegamos á vista de una sran ciudad, que se dice Suchimilco, que está edificada en la laguna dulce: y como los na- turales de ella estaban avisados de nuestra venida, tenian hechas muchas albarradas, y azequías, y alzadas las puentes de todas las entradas de la ciudad, la cual está de Temij- titan tres, ó cuatro leguas, y estaba dentro mucha, y muy lúcida gente, y muy determi- nados de se defender, ó morir. Y llegados, y recogida toda la gente, y puesta en mucha órden, y concierto, yo me apeé de mi caballo, y seguí con ciertos peones hacia una albar- rada, que tenian hecha; y detras estaba infi- ** Desde Cuernabaca volvieron hacia Méjico, y pararon en Jo- chimilco, que está junto á la laguna de Chalco, y hoy hay muchas familias de Indios, que por agua, y tierra comercian en Méjico. En este pueblo es dondo refiere el señor obispo Garzés, que se oyó cantar á los angeles la Gloria en Mejicano, despues da su conver- sion, y bautismo. 33L IIS CARTA DE RELACION nita gente de guerra ; y como comenzamos á combatir el albarrada, y los ballesteros, y es- copeteros les hacian daño, desampararonla, y los Españoles se echaran al agua, y pasaron adelante, por donde hallaron tierra firme. Y en media hora, que peleamos con ellos les ganámos la principal parte de la ciudad; y retraidos los contrarios por las calles del agua, y en sus canoas pelearon hasta la noche. Y unos movian paces, y otros por eso no de- jaban de pelear: y movieronlas tantas veces sin ponerlo por obra, que caimos en la cuenta, porque ellos lo hacian para dos efectos : el uno para alzar sus haziendas, en tanto que nos detenian con la paz; el otro por dilatar tiempo en tanto, que les venia socorro de Méjico, y Temijtitan. Y este dia nos mata- ron dos Españoles, porque se desmandaron de los otros á robar, y vieronse con tanta ne- cesidad, que nunca pudieron ser socorridos. Y en la tarde pensaron los enemigos, como nos podrian atajar, de manera, que no pudie- semos salir de su ciudad con las vidas. Y juntos mucha copia de ellos determinaron de venir por la parte, que nosotros habiamos en- trado, y como los vimos venir tan súbito es- pantamonos de ver su ardiz, y presteza: y seis de caballo, é yo, que estabamos mas á punto, que los otros, arremetimos por medio $ DE D. FERNANDO CORTES. de ellos. “Y ellos de temor de los caballos _ pusieronse en huida, y así salimos de la ciu- dad tras ellos, matando muchos, aunque nos vimos en harto aprieto; porque como eran tan valientes hombres, muchos de ellos osaban esperar á los de caballo con sus espadas, y rodelas. Y como andabamos revueltos con ellos, y habia: muy gran priesa, el caballo, en . que yo iba, se dejó caer de cansado: y como algunos de los contrarios me vieron á pie re- volvieron sobre mí, é yo con la lanza comen- zéme á defender de ellos: y un Indio de los de Tascaltecal, como me vió en necesidad, llegóse á me ayudar, y él, y un mozo mio, que luego llegó levantámos el caballo. Y ya en esto llegaron los Españoles, y los enemigos desampararon todo el campo; é yo con los otros de caballo, que entonces habian llegado, - como estabamos muy cansados, nos volvimos á la ciudad. Y aunque era ya casi noche, y razon de reposar, mandé que todas las puen- tes alzadas, por donde iba el agua, se cegasen con piedra, y adobes, que habia alli, porque los de caballo pudiesen entrar, y salir sin es- torbo ninguno en la ciudad : y no me partí de allí hasta, que todos aquellos pasos malos que- daron muy bien aderezados; y con mucho aviso, y recaudo de velas pasámos aquella noche. 339 340 CARTA DE RELACION ps Otro dia, como todos los naturales de la canos cercar provincia de Méjico, y Temijtitan sabian ya, sgua 6 Such que estabamos en Suchimilco, acordaron de rátalos Cortés, VeNIr Con gran poder por el agua, y por la y á otros dos escuadrones, y tierra, á nos cercar, porque creian, que no | Ea ds los podiamos ya escapar de sus manos: é yo me elve á su real. PS | . subí á una torre* de sus idolos para ver como venia la gente, y por donde nos podian acometer para proveer en ello, lo que nos conviniese. Y ya, que en todo habia dado órden, llegamos por el agua á una muy grande flota de canoas, que creo, que pasa- ban de dos mil: y en ellas venian mas de doce mil hombres de guerra: y por la tierra llega tanta multitud de gente, que todos los campos cubrian. Y los capitanes de ellos, que venian delante, tralan sus espadas de las nuestras en las manos, y apellidando sus provincias, decian: “ Méjico, Méjico, Temij- titan, Temijtitan;” y deciannos muchas in- jurias, y amenazandonos, que nos habian de matar con aquellas espadas, que nos habian tomado la otra vez en la ciudad de Temijti- tan. Y como ya habia proveido á donde habia de acudir cada capitan: y porque ha- cia la tierra firme habia mucha copia de enemigos, salí á ellos con veinte de caballo, * Los idolos, y adoratorios les tenian en lugares elevados. ' DE D. FERNANDO CORTES. 341 y con quinientos Indios de 'Tasealtecal, y re- partimonos en tres partes; y mandéles, que desde, que hubiesen rompido, que se recogle- sen al pie de un cerro, que estaba media le- gua de allí, porque tambien habia allí mucha gente de los enemigos. Y como nos dividi- mos, cada escuadron siguió á los enemigos por su cabo: y despues de desbaratados, y alanceados, y muertos muchos, recogimonos ' al pie del cerro; é yo mandé á ciertos peo- nes, criados mios, que me habian servido, y eran bien sueltos, que por lo mas agrio del cerro trabajasen de lo subir. Y que yo con los de caballo rodearia por detras, que era mas llano, y los tomariamos en medio: y así fué, que como los enemigos vieron, que los Españoles les subian por el cerro, volvieron las espaldas, creyendo, que huian á su salvo, y topan con nosotros, que seriamos quince de caballo, y comenzámos á dar en ellos, y los de Tascaltecal así mismo. Por manera, que en poco espacio murieron mas de quinientos de los enemigos, y todos los otros se salva- ron, y huyeronse á las sierras. Y los otros, seis de caballo acertaron á 1r por un camino muy ancho, y llano, alanceando á los enemi- gos, y á media legua de Suchimilco dan so- bre un escuadron de gente muy lucida, que 44 342 CARTA DE RELACION venia en su socorro, y desbaratáronlos, y al- ancearon algunos: y ya que nos hubimos juntado todos los de caballo, que serian las diez del dia, volvimos á Suchimilco, y á la entrada hallé muchos Españoles. que desea- ban mucho nuestra venida, y saber, lo que nos habia sucedido: y contaronme como se habian visto en mucho aprieto, y habian tra- bajado todo lo posible por hechar fuera los enemigos, de los cuales habian muerto mu- cha cantidad. Y dieronme dos espadas de las nuestras, que les habian tomado, y dije- ronme como los ballesteros no tenian saetas, ni almacen alguno. Y estando en esto, án- tes que nos apeasemos, asomaron por una calzada muy ancha un gran escuadron de los enemigos con muy grandes alaridos. Y de presto arremetimos á ellos, y como de la una parte, y de la otra de la calzada era to- do agua, lanzaronse en ella: y así los des- baratámos, y recogida la gente volvimos á la ciudad bien cansados, y mandéla quemar toda, escepto aquello donde estabamos apo- sentados. Y así estuvimos en esta ciudad tres dias, que en ninguno de ellos dejamos de pelear: y al cabo dejandola toda quema- da, y asolada nos partimos; y cierto era mu- cho para ver, porque tenia muchas casas, y DE D. FERNANDO CORTES. 343 torres de sus idolos de cal, y canto, y por no me alargar, dejo de particularizar otras Co- sas bien notables de esta ciudad. El dia, que me partí, me salí fuera á una *Xl Salen al encuentro á : : - 4 Cortés los de plaza, que esta en la tierra firme junto A rcrimilco, y esta ciudad, que es donde los naturales ha- losprecisa, pe- leando á ech- cen sus mercados: y estaba. dando órden arse en la la- guna. Llega como diez de caballo fuesen en la delantera, á Cuyoacan, : reconoce a y otros diez en medio de la gente de ple, é tdo s se apodera de yo con otros diezen la rezaga. Y los de una puente, Ple" .. con muerte de Suchimilco como vieron, que nos Comenza- muchoslndios, .. Va á Tacuba, bamos á 1T, creyendo que de temor SUyo era: y derrota á los . Indios, que le llegan por nuestras espaldas con mucha grl- envistieron, y ta : y los diez de caballo, é yo volvimos á el- yo: erre: los, y seguimoslos hasta meterlos en el agua: “> en tal manera, que no curaron mas de noso- tros, y así nos volvimos nuestro camino. Y á las diez del dia llegámos á la ciudad de Cuyoacan, que está de Suchimilco dos le- guas, y de las ciudades de Temijtitan,* y Culuacan, y Uchilubuzco, y Iztapalapa, y Cuitaguaca, y Mizqueque, que todas estan en el agua: la mas lejos de estas, está una legua y media, y hallamosla despoblada, y aposentámonos en la casa del señor : y aquí estuvimos el dia que llegamos, y otro. Y * Méjico, Culhuacan, Churubusco, que ántes se llamaba Ocho- lopozco, Iztapalapa, Thlahuac, ántes Cilitahuac, y Mizquic todas estan en la laguna de Chalco. 344 CARTA DE RELACION porque en siendo acabados los bergantines habia de poner cerco á Temijtitan, quise - primero ver la disposicion de esta ciudad, y las entradas, y salidas, y por donde los Es- pañoles podian ofender, ó ser ofendidos. Y otro dia que llegué, tomé cinco de caballo, y docientos peones, y fuime hasta la laguna, que estaba muy cerca, por una calzada* que entra á la ciudad de 'Temijtitan, y vimos tanto numero de canogs, por el agua, y en ellas gente de guerra, que era infinito: y llegámos á una albarrada, que tenian hecha en la calzada, y los peones comenzáronla á combatir; y aunque fué muy recia, y hubo mucha resistencia, y hirieron diez Españoles, al fin se la ganaron, y mataron muchos de los enemigos, aunque los ballesteros, y esco- peteros quedaron sin pólvora, y sin saetas. Y desde allí vimos, como iba la calzada derecha por el agua, hasta dar en Temijti- tan bien legua y media, y ella, y la otra,t que va á dar á Iztapalapa, llenas de gente sin cuento: y como yo hube considerado bien lo que convenia verse, porque aquí en esta ciudad habia de estar una guarnicion de gente de pie, y de caballo, hice recoger ** Esta calzada es la que hoy llaman de la piedad. í La otra calzada, que va á Iztapalapa, es la que llaman hoy de S. Anton. DE D. FERNANDO CORTES. los nuestros: y así nos volvimos, queman- do las casas, y torres de sus ídolos. Y otro dia nos partimos de esta ciudad á la de Tacuba, que está dos leguas, y llegámos á las nueve del dia, alanceando por unas partes, y por otras, porque los enemigos salian de la laguna, por dar en los Indios, que nos traian el fardage, y hallabanse burlados: y así nos dejaron ir en paz. Y porque, como he dicho, mi intencion principal habia sido procurar de dar vuelta á todas las lagunas, por calar, y saber mejor la tierra, y tambien por socorrer aquellos nuestros amigos, no curé de pararme en Tacuba. Y como los de Temijtitan, que está allí muy cerca, que casi se estiende la ciudad tanto, que llega cerca de la tierra firme de Tacuba, como vieron que pasabamos adelante, cobraron mucho esfuerzo, y con gran denuedo acome- tieron á dar en medio de nuestro fardage : y como los de caballo veniamos bien reparti- dos, y todo por allí era llano, aprovechaba- monos bien de los contrarios, sin recibir los nuestros ningun peligro; y como corriamos á unas partes, y á otras, y como unos mance- bos, criados mios, me seguian algunas veces, aquella vez dos de ellos no lo hicieron, y hallaronse en parte donde los enemigos los llevaron, donde creemos que les darian muy 345 346 CARTA DE RELACION cruel muerte, como acostumbran: de que sabe Dios el sentimiento que hube, así por ser cristianos, como porque eran valientes hombres, y le habian servido muy bien en esta guerra á Vuestra Magestad. Y salidos de esta ciudad comenzámos á seguir nuestro camino por entre otras poblaciones cerca de allí, y alcanzámos á la gente: y allí supe entonces, como los Indios habian llevado aquellos mancebos; y por vengar su muerte, y porque los enemigos nos seguian con el mayor orgullo del mundo, yo con veinte de caballo me puse detras de unas casas en ce- lada, y como los Indios vian á los otros diez con toda la gente, y fardage ir adelante, no hacian sino seguirlos por un camino adelante, que era muy ancho, y muy llano, no se te- miendo de cosa ninguna. Y como vimos pasar ya algunos, yo apellidé en nombre del Apostol Santiago,* y dimos en ellos muy reciamente. Y ántes que se nos metiesen en las acequias, que habia cerca, habiamos muerto de ellos mas de cien principales, y muy lucidos: y no curaron de mas nos se- guir. Este dia fuimos á dormir dos leguas adelante á la ciudad de Coatinchan, bien * Es digno de reparo que Cortés ántes de empezar sus batallas, nunca se olvidase de la costumbre Española, de invocar á Santiago, pues se ha verificado segun el Cap. IL. líb. 2. Macab. que se ha apareecido á los Españoles : Praecens eos eques in veste candida. DE D. FERNANDO CORTES. cansados, y mojados, porque habia llovido mucho aquella tarde, y hallamosla despobla- da: y otro dia comenzamos de caminar, alan- ceando de cada en cuando á algunos Indios, que nos salian á gritar: y fuimos á dormir á una poblacion, que se dice Gilotepeque, y hallamosla despoblada. Y otro dia llegámos á las doce horas del dia á una ciudad, que se dice Aculman,* que es del señorío de la ciudad de Tesaico, adonde fuimos aquella noche á dormir, y fuimos de los Españoles bien recibidos, y se holgaron con nuestra venida, como de la salvacion; porque des- pues que yo me habia partido de ellos, no habian sabido de mí, hasta aquel dia que lle- sámos y habian tenido muchos rebatos en la ciudad. Y los naturales de ella les decian cada dia, que los de Méjico, y Te- mijtitan habian de venir sobre ellos, en tanto que yo por allí andaba; y así se concluyó, con el ayuda de Dios, esta jornada, y fué muy gran cosa, y en que Vuestra Magestad recibió mucho servicio, por muchas causas, que adelante se dirán. * Oculman dos leguas cortas de Tetzcuco en un valle amenísi- mo, pero inundado, á causa de que por libertar 4 Méjico, se hizo en tiempo del Tllmo. Sr. D. Domingo Trespalacios, de órden del Esmo. Señor Virrey una presa para contener la corriente del rio de Teothihuacan, y en los meses de aguas se cierra la compuerta, y es lástima ver anegada la Iglesia Parroquial, que es una de las me- jores fábricas del Arzobispado, y aun creo del reino. 344 G4S CARTA DE RELACION XXI. En- Al tiempo que yo, muy Poderoso, é In- via el goberna dor de Tepea- victísimo Señor, estaba en la ciudad de ca 4 Cortés las cartas de los Temijtitan, luego á la primera vez que á Españoles de nm Chinantla, y €lla vine, proveí, como en la otra relacion su contenido. , . 5 zanja que se hice saber á Vuestra Magestad, que en dos, hizo para , y Y ; echar los ber- Ó tres provincias, aparejadas para ello, se gantines enla y. . : laguna. Pasa hiciesen para Vuestra Magestad ciertas muestra Cor- , d tés, y esorta- CASas de grangerías, en que hubiesen labran- cion que hizo - 4 su gente ZAS, y Otras cosas, conforme á la calidad de Pide Indios £ E E *Tiascala, Aquellas provincias. Y á una de ellas que od se dice Chinanta,* envié para ellos dos Es- Eo Be pañoles : y esta provincia no es sujeta á los 4 ayudarle. naturales de Culúa; y en las otras que lo eran al tiempo que me daban guerra en la ciudad de Temijtitan, mataron á los que es- taban en aquellas grangerías, y tomaron lo que en ellas habia, que era cosa muy gruesa, segun la manera de la tierra; y de estos Es- pañoles, que estaban en Chinanta, se pasó casi un año, que no supe de ellos; porque . - como todas aquellas provincias estaban re- beladas, ni ellos podian saber de nosotros, ni nosotros de ellos. Y estos naturales de la provincia de Chinanta, como eran vasallos de Vuestra Magestad, y enemigos de los de Culúa, dijeron á aquellos cristianos, que en * Chinantla está hacia Vera Cruz, mas adelante de la isla de Sacrificios ; y á esta provincia fué enviado Hernando Barrientos; y en ella mandó Cortés hacer las lanzas mas largas, y fuertes; y por los pedernales negros de que hacian las lanzas se llamó Chinanthla. DE D. FERNANDO CORTES. ninguna manera saliesen de su tierra, por- que nos habian dado los de Culúa mucha guerra, y creian, que pocos, ó ningunos de nosotros habia vivos. Y así se estuvieron estos dos Españoles en aquella tierra, y al uno de ellos, que era mancebo, y hombre para guerra, hicieronle su capitan: y en este tiempo salia con ellos á dar guerra á sus enemigos, y las mas veces él, y los de Chi- nanta eran vencedores; y como despues plugo á Dios, que nosotros volvimos á nos rehacer. y haber alguna victoria contra los enemigos, que nos habian desbaratado, y echado de Temijtitan, estos de Chinanta dijeron á aquellos cristianos, que habian sabido, que en la provincia de Tepeaca habia Españoles, y que si querian saber la verdad, que ellos querian aventurar dos Indios, aunque ha- bian de pasar por mucha tierra de sus ene- migos; pero que andarian de noche, y fuera del camino, hasta llegar á 'Tepeaca. Y con aquellos dos Indios, el uno de aquellos Es- pañoles, que era el mas hombre de bien, es- _cribió una carta, cuyo tenor es el siguiente. “ Nobles señores, dos, ó tres cartas he es- crito á vuestras mercedes, y no sé si han aportado allá, ó no: y pues de aquellas no he habido respuesta, tambien pongo en duda havelra de esta. — Hagoos, señores, saber : 45 349 CARTA DE RELACION como todos los naturales de esta tierra de Culúa andan levantados, y de guerra, y mu- chas veces nos han acometido; pero siempre, loores a nuestro señor, hemos sido vencedo- res. Y con los de Tujtepeque, y su parcia- lidad de Culúa cada dia tenemos guerra; los que estan en servicio de sus Altezas, y por sus vasallos son siete villas de los 'Tenez :* é yo, y Nicolas siempre estamos en Chinant- la, que es la cabezera; mucho quisiera saber adonde está el capitan para le poder escri- bir, y hacer saber las cosas de acá. Y si por ventura me escribiéreis de donde él esta, y enviareis veinte, ó treinta Españo- les, irme ya, con dos principales de aquí, que tienen deseo de ver, y hablar al capitan; y seria bien, que viniesen, porque como es ti- empo ahora de cojer el cacao f estorban los de Calúa con las guerras. Nuestro Señor guarde las nobles personas de vuestras mer- cedes, como desean De Chinantla á no sé cuantos del mes de Abril de mil quanientos, y veinte, y un años. A servicio de vuestras mercedes : Hernando de Barrientos.”i '* Estas villas estan en la provincia de Tabasco, y parte del obis- pado de Chiapa, donde se coge mucho cacao. + La mejor cosecha de cacao es en estas provincias, que hoy ila- mamos Soconusco, Suchitepec, Tabasco, y otras á la costa del sur, escepto la de Tabasco, que está al mar del norte, ó golfo Mejicano. $ Este Hernando de Barrientos, es de quien desciende la muy no- ble familia de los Barrientos de Méjico. » DE. D. FERNANDO CORTES. - "Y como los dos Indios llegaron con esta carta á la dicha provincia de Tepeaca, el capitan, que yo allí habia dejado con ciertos Españoles enviómela luego á 'Tesaico : y re- cibida, todos recibimos mucho placer, por- que aunque siempre habiamos confiado en la amistad de los de Chinanta, teniamos pensa- miento, que si se confederaban con los de Culúa, que habrian muerto aquellos dos Es- pañoles: á los cuales yo luego escribí, dan- doles cuenta de lo pasado, y que tuviesen es- peranza, que aunque estaban cercados de todas partes de los enemigos, presto, placi- endo á Dios, se verian libres, y podrian salir, y entrar seguros. Despues de haber dado vueltas á las lagu- nas, en que tomamos muchos avisos para po- ner el cerco 4 Temijtitan por la tierra, y por el agua: yo estuve en Tesaico, fornecien- dome lo mejor, que pude de gente, y de ar- mas: y dando priesa, en que se acabasen los bergantines, y una zanja, que se hacia para los llevar por ella hasta la laguna, la cual zanja se comenzó á hacer, luego, que la liga- zon, y tablazon de los bergantines se traje- ron, en una acequía de agua, que iba por cabe los aposentamientos hasta dar en la la- guna.* Y desde donde los bergantines se ** Esta azequía, donde se echaron los bergantines, está junto á Tezcuco, y se ve hoy como un puente : la azequía fué echa de órden 301 392 CARTA DE RELACION ligaron, y la zanja se comenzó, á hacer, hay bien media legua hasta la laguna; y en esta obra anduvieron cinquenta días, mas de ocho mil personas cada dia de los naturales de la provincia de Aculuacan, y Tesaico; porque la zanja tenia mas de dos estados de hondura, y otros tantos de anchura, é iba toda chapada, y estacada, por manera, que el agua, que por ella iba, la pusieron en el peso de la laguna: de forma, que las fustas se podian llevar sin peligro, y sin trabajo hasta el agua, que cierto que fué obra gran- dísima, y mucho para ver. Y acabados los bergantines, y puestos en está zanja, á veinte, y ocho de Abril del dicho año, hice alarda de toda la gente, y hallé ochenta y seis de ca- ballo, y ciento y diez y ocho ballesteros, y escopeteros, y setecientos, y tantos peones de espada, y rodela, y tres tiros gruesos de hi- erro, y quince tiros pequeños de bronze, y diez quintales de pólvora. Acabado de ha- cer el dicho alarde, yo encargué, y enco- mendé mucho á todos los Españoles, que suardasen, y cumpliesen las ordenanzas, que yo habia hecho para las cosas de la guerra en todo cuanto les fuese posible: y que se alegrasen, y esforzasen mucho, pues que de Cortés, y la luguna distaba media legua; pero ahora está ciega, y seria muv útil al pueblo, que se abriera. DE D. FERNANDO CORTES. veian, que nuestro señor nos encaminaba para haber victoria de nuestros enemigos: porque bien sabian, que cuando habiamos entrado en Tesaico, no habiamos traido mas - de cuarenta de caballo, y que Dios nos ha- bia socorrido mejor, que lo habiamos pensa- do, y habian venido navios con los caballos, y gente, y armas, que habian visto; y que esto, y principalmente ver, que peleabamos en favor, y aumento de nuestra fé, y por re- ducir, al servicio de Vuestra Magestad tan- tas tierras, y provincias, como se le habian rebelado, les habia de poner mucho ánimo, y esfuerzo para vencer, ó morir. Y todos res- pondieron, y mostraron tener para ello muy 'entera voluntad, y deseo: y aquel dia del alarde pasámos con mucho placer, y deseo de nos ver ya sobre el cerco, y dar conclu- sion á esta guerra, de que dependia toda la paz, ó desasosiego de estas partes. Otro dia siguiente hice mensajeros á las provincias de Tascaltecal,* Guajocingo, y Churultecal á les hacer saber, como los ber- santines eran acabados, y que yo, y toda ta gente estabamos apercibidos, y de camino para ir á cercar la gran ciudad de Temijti- tan: por tanto, que les rogaba, pues que ya por mi estaban avisados, y tenian su gente * Tlascala, Huajocingo, y Cholula. 513%) 354 ¡ CARTA DE RELACION apercibida, que con toda la mas, y bien ar- mada, que pudiesen, se partiesen, y viniesen allí á Tesaico, donde yo los esperaria diez días; y que en ninguna manera escediesen de esto, porque seria gran desvio, para lo que estaba concertado. Y como llegaron los mensajeros, y los naturales de aquellas pro- vincias estaban apercibidos, y con mucho deseo de se ver con los de Culúa: los de Guajocingo, y Churultecal se vinieron á Chalco, porque yo se lo habia así mandado, porque junto por allí habia de entrar á poner el cerco. Y los capitanes de Tascaltecal con toda su gente, muy lúcida, y bien armada, llegaron á Tesaico cinco, ó seis dias ántes de pascua de Espíritu Santo, que fué el tiempo, que yo les asigné: y como aquel dia supe que venian cerca, salílos á recibir con mucho placer ; y ellos venian tan alegres, y bien or- denados, que no podia ser mejor. Y segun la cuenta, que los capitanes nos dieron, pa- saban de cinquenta mil hombres de guerra, los cuales fueron por nosotros muy bien reci- bidos, y aposentados. xxmL. Or- El segundo dia de pascua mandé salir á denanza de la infantería, y toda la gente de pie, y de caballo á la plaza caballeria, : hizo Corso. de esta ciudad de Tesaico, para la ordenar, SS, me. y dar á los capitanes, la que habian de llevar para tres guarniciones de gente, que se ha- mijtitan entre sus ¡Capitanes DE D. FERNANDO CORTES. 395 bian de poner en tres ciudades, que estan en por Tacuba, Cuyoacan, é torno de Temijtitan; y de la una guarnicion Iztapalapa. Rompe un ca- hice capitan á Pedro de Albarado,* y dile pitan suyo los encanades de treinta de caballo, y diez. y ocho ballesteros, ia. ciudad, y IN MN reencuentros y escopeteros, y ciento, y cinquenta peones con los Indios de espada, y rodela : y mas de veinte, y cinco A mil hombres de guerra de los de Tascaltecal, y estos habian de asentar su real en la ciudad de Tacuba. De la otra guarnicion hice capitan á Cris- tobal Olid,F al cual dí treinta, y tres de ca- ballo, y diez, y ocho ballesteros, y escopete- ros, y ciento, y sesenta peones de espada, y rodela : y mas de veinte mil hombres de guer- ra de nuestros amigos, y estos habian de asen- tar su real en la ciudad de Cuyoacan. De la otra tercera guarnicion hice capitan á Gonzalo de Sandoval,] alguacil mayor, y dile veinte y cuatro de caballo, y cuatro es- copeteros, y trece ballesteros, y ciento y cin- quenta peones de espada, y rodela : los cin- quenta de ellos mancebos escogidos, que yo trala en mi compañia, y toda la gente de Guajocingo, y Churultecal, y Chalco, que ha- * Este insigne capitan fué el que despues ganó 4 Guatemala. + Este insigne capitan mereció despues ser conquistador de otras provincias, fué enviado á las Hibueras, ú Honduras; pero se levantó contra Cortés. | 1 Este insigne capitan fué padrino en el bautismo de uno de los señores de Tlascala ; y de otros dos señores caciques, fueron padri- nos Albarado, y Olid. 336 CARTA DE RELACION bia mas de treinta mil hombres: y estos ha- bian de ir por la ciudad de Iztapalapa á des- truirla, y pasar adelante por una calzada de la laguna, con favor, y espaldas de los ber- santines, y juntarse con la guarnicion de Cuyoacan, paraque despues que yo entrase - con los bergantines por la laguna, el dicho al- + guacil mayor asentase su real, donde le pare- ciese que convenia. Para los trece bergantines, con que yo ha- bia de entrar por la laguna, dejé trecientos hombres, todos los mas gente de la mar, y bien diestra; de manera, que en cada ber- gantin iban veinte y cinco Españoles, y cada fusta llevaba su capitan, y veedor, y seis ba- llesteros, y escopeteros. E Dada la órden susodicha, los dos capitanes, que habian de estar con la gente en las ciu- dades de Tacuba, y Cuyoacan, despues de haber recibido las instrucciones de lo que ha- bian de hacer. se partieron de 'Tesaico á diez dias del mes de mayo, y fueron á dormir dos leguas y media de allí, a una poblacion bue- na, que se dice Aculman. Y aquel dia supe, como entre los capitanes habia habido cierta diferencia sobre el aposentamiento, y proveí luego esa noche para lo remediar, y poner en paz: é yo envié una persona para ello, que los reprehendió, y apaciguó. Y otro dia de DE D. FERNANDO GORTES. mañana se partieron de allí, y fueron á dor- mir á otra poblacion, que se dice* Jilotepe- que, la cual hallaron despoblada, porque era ya tierra de los enemigos. Y otro dia sigui- ente siguieron su camino en su ordenanza, y fueron á dormir á una ciudad, que se dice Guatitlan, de que ántes de esto he hecho re- lacion á Vuestra Magestad, la cual asimismo hallaron despoblada : y aquel dia pasaron por otras dos ciudades, y poblaciones, que tam- poco hallaron gente en ellas. Y á hora de visperas entraron en Tacuba, que tambien estaba despoblada, y aposentaronse en las casas del señor de allí, que son muy hermo- sas, y grandes: y aunque era ya tarde, los naturales de 'Tascaltecal dieron una vista por la entrada de dos calzadas de la ciudad de Temijtitan, y pelearon dos, Ó tres horas valientemente con los de la ciudad: y como la noche los despartió, volvieronse, sin ningun peligro, á 'Pacuba. Otro dia de mañana, los dos capitanes acordaron, como yo les habia mandado, de ir á quitar el agua dulce, que por caños] entra- * Hay Jiutepec, Jilotepec, y Jautepec todos distintos pueblos, y es preciso advertir, que hay muchos pueblos de este nombre, pero del que se habla aquí no está al sur, sino entre el oriente, y norte de Méjico á una jornada de Guatitlan, y es Jiutepec. + Ya está dicho arriba, que aun hoy son señores de Tacuba los Moteczumas, pero la jurisdicion es del rey. ] Esta cañería está hoy de mejor fábrica, y entra por la Traspa- na, y es de la que se bebe comunmente en Méjico, 30 CARTA DE RELACION ba á la ciudad de "Pemijtitan : y el uno de el- los, con veinte de caballo, y ciertos balleste- ros, y escopeteros, fué al nacimiento de la fuente, que estaba un cuarto de legua de allí, y cortó, y quebró los caños, que eran de ma- dera, y de cal, y canto, y peleó reciamente con los de la ciudad, que se lo defendian por la mar, y por la tierra: y al fin los desbarató, y dió conclusion á lo que iba, que era quitar- les el agua dulce, que entraba á la ciudad, que fué muy grande ardid. Este mismo dia los capitanes hicieron aderezar algunos malos pasos, y puentes, y azequias, que estaban por allí al rededor de la laguna, porque los de caballo pudiesen libremente correr por una parte, y otra. Y hecho esto, en que se tardaria tres, Ó cuatro dias, en los «cuales se hubieron muchos reen- cuentros con los de la ciudad, en que fueron heridos algunos Españoles, y muertos hartos de los enemigos, y les ganaron muchas albar- radas, y puentes, y hubo hablas, y desafios entre los de la ciudad, y los naturales de Tascaltecal, que eran cosas bien notables, y para ver. El capitan Cristobal Dolid,* con la gente que habia de estar en guarnicion en la ciudad de Cuyoacan, que está dos le- euas de 'Tacuba, se partió; y el capitan * Cristobal de Olid. DE D. FERNANDO CORTES. Pedro de Alvarado se quedó en guarnicion con su gente en Tacuba, adonde cada dia tenia escaramuzas, y peleas con los Indios. Y aquel dia, que Cristobal Dolid se partió para Cuyoacan, él, y la gente llegaron á las diez del dia, y aposentaronse en las casas del señor de allí, y hallaron despoblada la ciudad. Y otro dia de mañana fueron á dar una vista á la calzada, que entra en Temijti- tan, con hasta veinte de caballo, y algunos ballesteros, y con seis, ó siete mil Indios de Tascaltecal, y hallaron muy apercebidos los contrarios, y rota la calzada, y hechas mu- chas albarradas, y pelearon con ellos: y los ballesteros hirieron, y mataron algunos; y esto continuaron seis, ó siete dias, que en cada uno de ellos hubo muchos recuentros, y - escaramuzas. En una noche, á media noche, llegaron ciertas velas de los de la ciudad, á gritar cerca del real, y las velas de los Españoles apellidaron al arma, y salió la gente, y no hallaron ninguno de los enemi- gos, porque desde muy lejos del real habian dado la grita, la cual les habia puesto en algun temor. Y como la gente de los nues- tros estaba dividida en tantas partes, los de las dos guarniciones deseaban mi llegada con los bergantines, como la salvacion: y con esta esperanza estuvieron aquellos pocos dias. 359 - 360) - CARTA DE RELACION hasta que yo llegué, como adelante diré. Y en estos seis dias, los del un real, y del otro, se juntaban cada dia, y los de caballo cor- rian la tierra, como estaban cerca los unos de los otros, y siempre alanceaban muchos de los enemigos, y de la sierra cogian mucho maiz para sus reales, que es el pan, y man- tenimiento de estas partes, y hace mucha | ventaja á lo de las islas. | XXIV. En- En los capítulos precedentes dije, como yo Sandoval con- me quedaba en 'Tesaico, con trecientos tra Iztapalapa, S y entra en los hombres, y los trece, bergantines, porque en bergantines : y batallas que Sabiendo que las guarniciones estaban en los tuvo en ella, A : la ql pr lugares, donde habian de asentar sus reales, enn yo me enbarcase, y diese una vista á la ciu- os Y “e dad, é hiciese 'algun daño en las canoas: y "ED aunque yo deseaba mucho irme por la tierra, por dar órden en los reales, como los capi- tanes eran personas de quien se podia muy bien fiar lo que tenian entre manos, y lo de los bergantines era de mucha importancia, y se requeria gran concierto, y cuidado, de- terminé de me meter en ellos, porque la mas aventura, y riesgo era el que se esperaba por el agua, aunque por las personas principales de mi compañía me fué requerido en forma, que me fuese con las guarniciones, porque ellos pensaban, que ellas llevaban lo mas peligroso. Y otro dia despues de la fiesta DE D. FERNANDO CORTES. de Corpus Cristi, viernes, al cuarto del alba, hice salir de Tesaico á Gonzalo de Sandoval, alguacil mayor con su gente, y que se fuese derecho á la ciudad de Iztapalapa, que esta- ba de allí seis leguas pequeñas; y á poco mas de medio dia llegaron á ella, y comenza- ron á quemarla, y á pelear con la gente de ella; y como vieron el gran poder, que el alguacil mayor llevaba, porque iban con él mas de treinta y cinco, ó cuarenta mil hom- bres nuestros amigos, acogieronse al agua en sus canoas: y el alguacil mayor, con toda la gente que llevaba, se aposentó en aquella ciudad, y estuvo en ella aquel dia, esperando lo que yo le habia de mandar, y me sucedia. Como hube despachado al alguacil mayor, luego me metí en los bergantines, y nos hicimos á la vela, y al remo: y al tiempo que el alguacil mayor combatia, y quemaba la ciudad de Iztapalapa, llegamos á vista de un cerro* grande, y fuerte, que está cerca de la dicha ciudad, y todo en el agua, y estaba muy fuerte, y habia mucha gente en él, así de los pueblos de al rededor de la laguna, como de Temijtitan, porque ya ellos sabian, - que el primer reencuentro habia de ser con los de Iztapalapa, y estaban allí para defen- * Cerro, ó peñol del marques, que está dentro de la laguna de Tetzcuco. 361 302 CARTA DE RELACION sa suya, y para nos ofender, si pudiesen. Y como vieron llegar la flota, comenzáron á apedillar, y hacer grandes ahumadas, porque todas las ciudades de las lagunas lo supie- sen, y estuviesen apercebidas. Y aunque mi motivo era ir á combatir la parte de la ciudad de Iztapalapa, que está en el agua, revolvimos sobre aquel cerro, ó peñol, y salté en él con ciento y cincuenta hombres: aun- que era muy agrio, y alto, con mucha dificul- tad le comenzamos á subir, y por fuerza les ganamos las albarradas, que en lo alto te- nian hechas para su defensa. Y entramos- los de tal manera, que ninguno de ellos se escapó, escepto las mugeres, y niños: y en este combate me hirieron veinte y cinco Es- pañoles, pero fué muy hermosa victoria. _ Como los de Iztapalapa habian hecho ahumadas desde unas torres de idolos, que estaban en un cerro* muy alto junto á su ciudad, los de Temijtitan, y de las otras ciu- dades, que estan en el agua, conocieron, que yo entraba ya por la laguna con los bergan- tines: y de improviso juntóse tan grande flota de canoas para nos venir á acometer, y á tentar, que cosa eran los bergantines: y á * Este cerro es el immediatio á Iztapalapa; y para desterrar la idolatría, está á la falda la imágen devotísima de Jesu Cristo en el sepulchro, metida en unas cuevas del gentilismo hechas á pico en la peña, DE D. FERNANDO CORTES. lo que podimos juzgar pasaban de quinientas canoas. Y como yo ví, que traian su der- rota derecha á nosotros, yo, y la gente, que habiamos saltado en aquel cerro grande, nos embarcámos á mucha priesa: y mandé á los capitanes de los bergantines, que en ninguna manera se moviesen, porque los de las ca- noas se determinasen á nos acometer, y cre- yesen, que nosotros de temor no osabamos salir á ellos, y así comenzaron con mucho ímpetu de encaminar su flota hacia nosotros. Pero á obra de dos tiros de ballesta repara- ronse, y estuvieron quietos: y como yo dese- aba mucho, que el primer reencuentro, que con ellos hubiesemos, fuese de mucha victo- ria: y se hiciese de manera, que ellos cobra- sen mucho temor de los bergantines, porque la llave de toda la guerra estaba en ellos: y donde ellos podian recibir mas daño, y aun nosotros tambien era por el agua: plugo á nuestro señor, que estándonos mirando los unos á los otros, vino un viento de la tierra muy favorable para embestir con ellos, y luego mandé á los capitanes, que rompiesen por la flota de las canoas, y siguiesen tras ellos hasta los encerrar en la ciudad de Te- mijtitan; y como el viento era muy bueno, aunque ellos huian cuanto podian, embesti- mos por medio de ellos, y quebramos infini- 363 364 CARTA DE RELACION tas canoas, y matamos, y ahogamos muchos de los enemigos, que era la cosa del mundo mas para ver. Y en este alcanze los segul- mos bien tres leguas grandes hasta los en- cerrar en las casas de la ciudad : y así plugo á nuestro señor de nos dar mayor, y mejor victoria, que nosotros habiamos pedido, y deseado. Los de la guarnicion de Cuyoacan, que podian mejor, que los de la ciudad de Tacu- ba ver como veniamos con los bergantines, como vieron todas las trece velas por el agua, y que traiamos tan buen tiempo, y que desbaratabamos todas las canoas de los ene- migos, segun despues me certificaron, fué la - cosa del mundo, de que mas placer hubieron» y que mas ellos deseaban: porque como he dicho, ellos, y los de Tacuba* tenian muy gran deseo de mi venida, y con mucha ra- zon, porque estaba la una guarnicion, y la otra entre tanta multitud de enemigos, que milagrosamente los animaba nuestro señor, y enflaquecia los ánimos de los enemigos, paraque no se determinasen á los salir aco- meter á su real, lo cual si fuera, no pudiera ser ménos de recibir los Españoles mucho daño, aunque siempre estaban muy apercibi- dos, y determinados de morir, ó ser vence- * Los Españoles, y Tlascaltecas, que estaban en Tacuba. DE D. FERNANDO CORTES. 365 dores, como aquellos que se hallaban apar- tados de toda manera de socorro, salvo de aquel, que de Dios esperaban. Así como los de las guarniciones de Cuyo- acan nos vieron seguir las canoas, toma- ron su camino, y los mas de caballo, y de pie, que allí estaban para la ciudad de Temijtitan, y pelearon muy reciamente con los Indios, que estaban en la calzada,* y les ganaron las albarradas, que tenian hechas, y les tomaron, y pasaron á pie, y á caballo muchas puentes, que tenian quitadas, y con el favor de los bergantines, que iban cerca de la calzada: los Indios de Tascaltecal, nuestros amigos, y los Españoles, seguian á los enemigos, y de ellos mataban, y de ellos se echaron al agua de la otra parte de la calzada, por donde no iban los bergantines. Así fueron con esta victoria mas de una sran legua por la calzada, hasta llegar donde yo habia parado con los bergantines, como abajo haré relacion. Con los bergantines fuimos bien tres XxV. Toma leguas, dando caza á las canoas; las que se it le los Indi nos escaparon, llegaronse entre las casas de media noche. E . Varios reen- la ciudad, y como era ya despues de visper- euentros, con y So : gran daño de as, mandé recojer los bergantines, y llegamos os, Qué. * En la calzada de la piedad, que va á Cuyoacan hay ocho, ú nueve puentes, aun el día de hoy. 47 366 mase una ciu- dad, y muchas casas, y hier- en á Sándova en un pie. CARTA DE RELACION con ellos á la calzada, y allí determiné de saltar en tierra con treinta hombres por les ganar unas dos torres de sus idolos* pe- queñas, que estaban cercadas con su cerca baja de cal, y canto: y como saltamos, allí pelearon con nosotros muy reciamente por nos las defender: y al fin con harto peligro, y trabajo ganámoselas; y luego hize sacar en tierra tres tiros de hierro grueso, que yo traia. Y porque lo que-»restaba de la cal- zada desde allí á la ciudad, que era media legua, estaba todo lleno de los enmigos, y de la una parte, y de la otra de la calzada, que era agua, todo lleno de canoas con gente de guerra, hice asestar el un tiro de aquellos, y tiró por la calzada adelante, é hizo mucho daño en los enemigos: y por descuido del artillero en aquel mismo punto, que tiró, se nos quemó la pólvora, que allí teniamos, aunque era poca. Y luego esa noche proveí un bergantin, que fuese á Iztapalapa, adonde estaba el alguacil mayor, que seria dos le- guas de allí; y que trajese toda la pólvora, que habia. Y aunque al principio era mi intencion luego que entrase con los bergan- tines, irme 4 Cuyoacan, y dejar proveido, * Estas torres de los idolos estaban donde hoy está la hermita Pz pequeña, en el camino, como á la mitad; y media legua de. Méjico. : DE D. FERNANDO CORTES. como anduviesen 4 mucho recaudo, hacien- do todo el mas daño, que pudiesen; como aquel dia salté allí en la calzada, y les gané aquellas dos torres, determiné de asentar allí el real, y que los bergantines se estuviesen allí junto á las torres: y que la mitad de la gente de Cuyoacan, y otros cincuenta peones de los del alguacil mayor, se viniesen allí otro dia. Y proveido esto aquella noche estuvimos á mucho recaudo, porque estaba- mos en gran peligro, y toda la gente de la ciudad acudía allí por la calzada, y por el agua; y á media noche llega mucha multitud de gente en canoas,* y por la calzada á dar sobre nuestro real; y cierto nos pusieron en gran temor, y rebato, en especial, porque era de noche, y nunca ellos á tal tiempo suelen acometer, ni se ha visto, que de noche hayan peleado, salvo con mucha sobra de victoria. Y como nosotros estabamos muy apercibidos. comenzamos á pelear con ellos, y desde los bergantines, porque cada uno traia un tiro pequeño de campo, comenzaron á soltarlos, y los ballesteros, y escopeteros á hacer lo mis- mo; y de esta manera no osaron llegar mas adelante, ni llegaron tanto, que nos hiciesen * Hay canoas pequeñas, medianas, y grandes, que llaman de transporte, que igualan algunas a las barcas de España, 67 308 CARTA DE RELACION ningun daño, y así nos dejaron, lo que quedó de la noche, sin nos acometer mas. Otro dia en amaneciendo llegaron al real de la calzada, donde yo estaba, quince ba- llesteros, y escopeteros, y cinquenta hombres de espada y rodela, y siete ó ocho de cabal- lo de los de la guarnicion de Cuyoacan: y ya cuando ellos llegaron, los de la ciudad en canoas, y por la calzada peleaban con noso- tros; y era tanta la multitud, que por el agua, y por la tierra no viamos sino gente, y daban tantas gritas, y alaridos, que parecia que se hundia el mundo. Y nosotros co- menzámos á pelear on .ellos por la calzada adelante, y ganámosles una puente, que tenian quitada, y una albarrada, que tenian hecha á la entrada. Y con los tiros, y con los de caballo, hicimos tanto daño en ellos, qúe casi los encerramos hasta las primeras casas de la ciudad.* Y porque de la otra parte de la calzada, como los bergantines no podian pasar, andaban muchas canoas, y nos hacian daño con flechas, y varas, que nos tiraban á la calzada, hice romper un pedazo de ella junto á nuestro real, y hice pasar de la otra parte cuatro bergantines, los cuales, como pasaron, encerraron las canoas todas * Hasta cerca de donde hoy está la garita de los guardas, DE D. FERNANDO CORTES. entre las casas de la ciudad; en tal manera, que no osaban por ninguna via salir á lo largo. Y por la otra parte de la calzada, los otros ocho bergantines peleaban con las canoas, y las encerraron entre las casas, y entraron por entre ellas, aunque hasta en- tonces no lo habian osado hacer, porque habia muchos bajos, y estacas, que les estor- baban. Y como hallaron canales, por donde entrar seguros, peleaban con los de las canoas, y tomaron algunas de ellas, y que- maron muchas casas del arrabal: y aquel dia todo despendimos en pelear de la manera ya dicha. i Otro dia siguiente el alguacil mayor con la gente, que tenia en Iztapalapa, así Espa- ñoles, como nuestros amigos, se partió para _Cuyoacan, y desde allí hasta la tierra-firme viene una calzada, que dura obra de legua y media. Y como el alguacil mayor comenzó 3, caminar, á obra de un cuarto de legua llegó á una ciudad pequeña, que tambien está en el agua, y por muchas partes de ella se puede andar á caballo, y los naturales de allí co- menzaron á pelear con él, y él los desbarató, y mató muchos, y les destruyó, y quemó toda la ciudad. Y porque yo habia sabido, que los Indios habian rompido mucho de la cal- zada, y la gente no podia pasar bien, enviéle 309 340 CARTA DE RELACION dos bergantines, para que les ayudasen á pa- sar, de los cuales hicieron puente, por donde los peones pasaron. Y así que hubieron pa- sado, se fueron á aposentar á Cuyoacan, y el alguacil mayor, con diez de caballo, tomó el camino de la calzada, donde teniamos nues- tro real, y cuando llegó, hallónos peleando : y él, y los que venian con él, se apearon, y comenzaron á pelear con los de la calzada, con quien nosotros andabamos revueltos. Y como el dicho alguacil mayor comenzó á pe- lear, los contrarios le atravesaron un pie con una vara: y aunque á él, y á otros algunos nos hirieron aquel dia, con los tiros gruesos, y con las ballestas, y escopetas hicimos mu- cho daño en ellos; en tal manera, que ni los de las canoas, ni los de la calzada no osaban llegarse tanto á nosotros, y mostraban mas temor, y ménos orgullo, que solian. Y de esta manera estuvimos seis dias, en que cada dia teniamos combate con ellos : y los bergan- tines iban quemando al rededor de la ciudad todas las casas que podian, y descubrieron canal, por donde podian entrar al rededor, y por los arrabales de la ciudad, y llegar á lo srueso de ella, que fué cosa muy provechosa, é hizo cesar la venida de las canoas, que ya no osaba asomar ninguna con un cuarto de legua, á nuestro real. DE D. FERNANDO CORTES. 371 Otro dia Pedro de Alvarado, que estaba a Acaba ortes de Cero en guarnicion en Tacuba, me hizo saber, co- car á lepra pa tan, y envia mo por la otra parte de la ciudad, por una Sandoval á ls a p guardar la pu- calzada, que va á unas poblaciones de tierra- ente, por don- Bu i de entraban, y firme, y por otra pequeña, que estaba junto salian los In- / Fa y dios. Ciudades á ella, los de Temijtitan entraban, y salian rebeladas, y . s ? que ayudaban cuando querian : y que creia, que viendose en ¿ los Mejica- Ñ af y z nos. Toman aprieto; se habian de salir todos por allí: muchas calza- e d 3 t 9 aunque yo deseaba mas su salida, que no el- puentes 10 . . E n 1 9 = los: porque muy mejor nos pudieramos apro- 102 ervelmon. . te en el merca- vechar de ellos en la tierra-firme, que no en a, dos veces, , . con gran ries- la fortaleza grande, que tenian en el agua y retiran pero porque estuviesen del todo cercados, y Peleando, de- | jando pegado no se pudiesen aprovechar en cosa alguna de o la tierra-firme ; aunque el alguacil mayor es- taba herido, le mandé, que fuese á asentar su real á un pueblo pequeño, á donde iba á salir la una de aquellas dos calzadas : el cual se partió con veinte y tres de caballo, y cien peo- nes, y diez y ocho ballesteros, y escopeteros, y me dejó otros cincuenta peones, de los que yo traia en mi compañía; y en llegando, que fué otro dia, asentó su real, adonde yo le mandé. Y desde allí adelante la ciudad de Temijtitan quedó cercada por todas las par- tes, que por calzadas podian salir á la tierra- firme. Yo tenia, muy Poderoso Señor, en el real de la calzada, docientos peones Españoles, en 342 CARTA DE RELACION que habia veinte y cinco ballesteros, y esco- peteros, estos sin la gente de los bergantines, que eran mas de docientos, y cincuenta. Y como teniamos algo encerrados á los enemi- gos, y teniamos mucha gente de guerra de nuestros amigos, determiné de entrar por la calzada á la ciudad, todo lo mas que pudiese : y que los bergantines, al fin de la una parte, y de la otra, se estuviesen para hacernos es- paldas. Y mandé, que algunos de caballo, y peones, de los que estaban en Cuyoacan, se viniesen al real, para que entrasen con noso- tros, y que diez de caballo se quedasen á la entrada de la calzada, haciendo espaldas á nosotros: y algunos, que quedaban en Cuyo- acan, porque los naturales de las ciudades de Suchimilco,* y Culuacan, y Iztapalapa, y Chilobusco, y Mejicalcingo, y Cuitaguacad, y Mizquique, que estan en el agua, estaban rebelados, y eran en favor de los de la ciudad ; y queriendo estos tomarnos las espaldas, es- tabamos seguros con los diez, ó doce de ca- ballo, que yo mandaba andar por la calzada, y otros tantos, que siempre estaban en Cuyo- acan, y mas de diez mil Indios nuestros ami- gos. Asímismo mandé al alguacil mayor, y á Pedro de Alvarado, que por sus estancias '* Jochimilco, Culhuacan, Iztapalapa, Churubusco, Tlahuac, y Mizquio. AA DE D. FERNANDO CORTES. . acometiesen aquel dia á los de la ciudad, por- que yo queria por mi parte ganarles todo lo que mas pudiese. Así salí por la mañana del real, y seguimos á pie por la calzada adelan- te : y luego hallamos los enemigos en defensa de una quebradura, que tenian hecha en ella, tan ancha como una lanza, y otro tanto de hondura; y en ella tenian hecha una albar- rada, y peleamos con ellos, y ellos con noso- tros muy valientemente. Y al fin se la ga- namos, y seguimos por la calzada adelante, hasta llegar á la entrada de la ciudad, donde estaba una torre de sus idolos, y al pie de ella una puente muy grande, alzada, y por ella atravesaba una calle de agua muy ancha, con otra muy fuerte albarrada. Y como llega- mos, comenzaron á pelear con nosotros. Pero «como los bergantines estaban de la una parte, y de la otra, ganamosela sin peligro : lo cual fuera imposible, sin ayuda de ellos. Y como comenzaron á desamparar el albarrada, los de los bergantines saltaron en tierra, y noso- tros pasamos el agua, y tambien los de Tas- caltecal, y Guajocingo, y Chalco, y Tesaico, que eran mas de ochenta mil hombres. Y entre tanto, que cegábamos con piedra, y adobes aquella puente, los Españoles ganaron otra albarrada, que estaba en la calle, que es 48 313 374 CARTA DE RELACION la principal, y mas ancha de toda la ciudad : y como aquella no tenia agua, fué muy fácil de ganar, y siguieron el alcance tras los ene- migos por la calle adelante, hasta llegar á otra puente, que tenian alzada, salvo una viga - ancha, por donde pasaban. Y puestos por ella, y por el agua en salvo, quitaronla de presto. Y de la otra parte de la puente te- nian hecha otra grande albarrada de barro, y adobes. Y como llegámos á alla, y no pu- dimos pasar sin echarnos al agua, y esto era muy peligroso, los enemigos peleaban muy valientemente. Y de la una parte, y de la otra de la calle habia infinitos de ellos pele- ando con mucho corazon, desde las azoteas : y como se llegaron copia de ballesteros, y escopeteros, y tirabamos con dos tiros por la calle adelante, haciamosles mucho daño. Y como lo conocimos, ciertos Espa- ñooles se lanzaron al agua, y pasaron de la otra parte, y duró en ganarse mas de dos horas. Y como los enemigos los vieron pasar, desampararon el albarrada, y las azoteas, y ponense en huida por la calle ade- lante, y así pasó toda la gente. Y yo hice - luego comenzar á cegar aquella puente, y deshacer el albarrada: y en tanto los Espa- ñoles, y los Indios nuestros amigos siguieron el alcance por la calle adelante, bien dos ti- DE. D. FERNANDO CORTES. ros de ballesta, hasta otra puente,* que está junto á la plaza de los principales aposenta- mientos de la ciudad : y esta puente no la te- nian quitada, ni tenian hecha albarrada en ella : porque ellos no pensaron que aquel dia se les ganara ninguna cosa de lo que se les ganó, ni aun nosotros pensamos que fuera la. mitad. Y á la entrada de la plaza asestose un tiro, y con él recibian mucho daño los enemigos, que eran tantos, que no cabian en ella. Y los Españoles, como vieron que allí no habia agua, de donde se suele recibir pe- ligro, determinaron de les entrar la plaza. Y como los de la ciudad vieron su determi- nacion puesta en obra, y vieron mucha mul- titud de nuestros amigos, y aunque de ellos sin nosotros, no tenian ningun temor, vuel- ven las espaldas, y los Españoles, y nuestros amigos dan en pos de ellos, hasta los encer- rar en el circuito de sus ídolos, el cual es cercado de cal, y canto :F y como en la otra relacion se habrá visto, tiene tan gran cir- culto, como una villa de cuatrocientos veci- nos: y este fué luego desamparado de ellos, y los Españoles, y nuestros amigos se lo ga- * Antes de llegar á la plaza de la universidad hay muchos puen- tes, y naturalmente habla aquí de esta plaza, ó mercado, que era muy grande. + Este templo grande estaba donde hoy la iglesia catedral, casas - el estado del valle, y palacio de los escelentísimos señores virreyes. 3146 CARTA DE RELACION naron, y estuvieron en él, y en las torres un buen rato. Y como los de la ciudad vieron que no habia gente de caballo, volvieron so- bre los Españoles, y por fuerza los echaron de las torres, y de todo el patio, y circuito; en que se vieron en muy grande aprieto, y peligro: y como iban mas que retrayendose, hicieron rostro debajo de los portales del patio. Y como los enemigos los aquejaban tan reciamente, los desampararon, y se re- trajeron á la plaza, y de allí los echaron por fuerza, hasta los meter por la calle adelante : en tal manera, que el tiro que allí estaba, lo desampararon. Y los Españoles, como no podian sufrir la fuerza de los enemigos, se retrajeron con mucho peligro: el cual de he- cho recibieran, sino que plugo á Dios, que en aquel punto llegaron tres de caballo, y entran por la plaza adelante; y como los enemigos los vieron, creyeron que eran mas, y comienzan á huir, y mataron algunos de ellos, y ganaronles el patio y circuito,* que arriba dije. Y en la torre mas principal, y alta de él, que tiene ciento y tantas gradas, hasta llegar á lo alto, hicieronse fuertes allí diez, ó doce Indios principales de los de la ciudad, y cuatro, ó cinco Españoles subie- - rongla por fuerza: y aunque ellos se defen- * El patio, ó atrio en que vivian los sacerdotes de los idolos. DE D. FERNANDO CORTES. dian bien, se la ganaron, y los mataron á todos. Y despues vinieron otros cinco, ó seis de caballo, y ellos, y los otros echaron una celada, en que mataron mas de treinta de los enemigos. Y como ya era tarde, yo mandé recoger la gente, y que se retrajesen, y al retraer cargaba tanta multitud de los ene- migos, que sino fuera por los de caballo, fuera imposible no recibir mucha daño los Españoles. Pero como todos aquellos malos pasos de la calle, y calzada, donde se espe- raba el peligro, al tiempo del retraer yo los tenia muy bien adobados, y aderezados, y los de caballo podian por ellos muy bien entrar, y salir, y como los enemigos venian dando en nuestra retroguarda, los de caballo revol- vian sobre ellos, que siempre alanceaban, ó mataban algunos: y como la calle era muy larga,t hubo lugar de hacerce esto cuatro, ó cinco veces. Y aunque los enemigos vian que recibian daño, venian los perros tan ra- biosos, que en ninguna manera los podiamos detener, ni que nos dejasen de seguir. Y todo el dia se gastara en esto, sino que ya ellos tenian tomadas muchas azoteas, que sa- len á la calle, y los de caballo recibian á esta + Es tan larga esta calle, que contando desde la garita de la pie- dad. hasta la salidad de nuestra señora de Guadalupe hay mas de media legua, aunque hoy está en otra disposicion la ciudad, 31 3/8 XXVII. Envia treinta mil In- dios de socor- ro á Cortés D. Fernando, sr. de Tezcuco, y se le juntan otros veinte mil. Los de Suchimilco, y Otumba se re- ducen. Dá Cortés tres bergantines á Sandoval, y tres 2 Alva- CARTA DE RELACION causa mucho peligro: y así nos fuimos por la calzada adelante á nuestro real, sin peli- grar ningun Español, aunque hubo algunos heridos: y dejámos puesto fuego á las mas, y mejores casas de aquella calle, porque cuan- do otra vez entrasemos, desde las azoteas no nos hiciesen daño. Este mismo dia, el algu- acil mayor, y Pedro de Alvarado pelearon cada uno por su estancia muy reciamente con los de la ciudad: y al tiempo del com- bate estariamos los unos de los otros á legua y media,* y á una legua; porque se estiende tanto la poblacion de la ciudad, que aun di- minuio la distancia que hay: y nuestros ami- gos, que estaban con ellos, que eran infinitos, pelearon muy bien, y se retrajeron aquel dia, sin recibir ningun daño. -En este comedio, D. Hernando, señor de la ciudad de 'Pesaico, y provincia de Aculu- acan, de que arriba he hecho relacion á Vu- estra Magestad, procuraba de atraer á todos los naturales de su ciudad, y provincia, espe- cialmente los principales, á nuestra amistad, porque aun no estaban tan confirmados en ella, como despues lo estuvieron, y cada dia venian al dicho D. Hernando muchos seño- '* No esagera cosa alguna en esto, porque desde la garita de San Anton, ó de la piedad se puede ir por calles sin faltar edificios hasta Tacuba, y así cuenta bien legua y media, y aun dos leguas. DE D. FERNANDO CORTES. 319 res, y hermanos suyos, con determinacion de rado. Toman , los Españoles ser en nuestro favor, y pelear con los de Mé- algunas calza- de AS das, pelean, y jico, y Temijtitan: y como D. Hernando era queman mu- A Y chas casas, y muchacho, y tenia mucho amor á los Espa- las de su anti- ñoles, y conocia la merced, que en nombre dos. ad de V. Magestad se le habia hecho en darle tan gran señorio, habiendo otros que le pre- _cedian en el derecho de él, trabajaba cuanto le era posible, como todos sus vasallos vinie- sen á pelear con los de la ciudad, y ponerse en los peligros, y trabajos, que nosotros: y habló con sus hermanos, que eran seis, Ó - siete, todos mancebos bien dispuestos, y di- joles, que les rogaba, que con toda la gente de su señorio viniesen á me ayudar. Y á uno de ellos, que se llama Istrisuchil, que es de edad de veinte y tres, ó veinte y cuatro años, muy esforzado, amado, y temido de to- dos, envióle por capitan, y llegó al real de la calzada con mas de treinta mil hombres de guerra, muy bien aderezados á su manera: y a los otros dos reales irian otros veinte mil. Y yo los recibí alegremente, agradeciendoles su voluntad, y obra. Bien podrá Vuestra Cesarea Magestad considerar, si era buen socorro, y buena amistad la de D. Fernan- do,* y lo que sentirian los de Temijtitan, en * D. Fernando, señor de Tetzcuco recien bautizado, hizo una ac- clon, que ni el mas fervoroso cristiano, ni el mas valiente capitan 380 CARTA DE RELACION ver venir contra ellos á los que ellos tenian por vasallos, y por amigos, y por parientes, y hermanos, y aun padres, é hijos. - Desde á dos dias, el combate de la ciudad se dió, como arriba he dicho: y venida ya esta gente en nuestro socorro, los naturales de la ciudad de Suchimilco, que está en el agua, y ciertos pueblos de Utumies,* que es gente sierrana, y de mas copia que los de Suchimilco, y eran esclavos del señor de Temijtitan, se vinieron á ofrecer, y dar por vasallos de Vuestra Magestad, rogandome, que les perdonase la tardanza; é yo los re- cibí muy bien, y holgué mucho con su veni- da: porque si algun daño podian recibir los de Cuyoacan, era de aquellos. Como por el real de la calzada, donde yo estaba, habiamos quemado con los bergantines muchas casas de los arrabales de la ciudad, y no osaba asomar canoa ninguna por todo aquello, parecióme, que para nuestra seguri- dad bastaba tener en torno de nuestro real siete bergantines, y por eso acordé de enviar al real del alguacil mayor, y al de Pedro de Alvarado, cada tres bergantines: y encom- pudo haberla hecho con mas honor, y por estos gloriosos hechos, y no por mentiras se ha de definir á los Indios. * Otomites, que empiezan en los montes, que cercan á Méjico por el poniente. DE D. FERNANDO CORTES. endé mucho á los capitanes de ellos, que por- que por la parte de aquellos dos reales se aprovechaban mucho de la tierra en sus cánoas, y metian agua, y frutas, y maiz, y otras vituallas, que corriesen de noche, y de dia los unos, y los otros del un real al otro ; y que demas de esto, aprovecharian mucho para hacer espaldas á la gente de los reales todas las veces, que quisiesen entrar á com- batir la ciudad. Y así se fueron estos seis bergantines á los otros dos reales, que fué cosa necesaria, y provechosa, porque cada dia, y cada noche hacian con ellos saltos maravillosos, y tomaban muchas canoas, y gente de los enemigos. Proveido esto, y venida en nuestro socorro, y de paz la gente, que arriba he hecho mencion, habléles á todos, y dijeles como yo determinaba de entrar á combatir la ciudad de allí á dos dias: por tanto, que todos vinies- en para entonces muy á punto de guerra, y que en aquello conoceria si eran nuestros amigos, y ellos prometieron de lo cumplir así. Y otro dia hice aderezar, y apercibir la gente, y escribí á los reales, y bergantines, lo que tenia acordado, y lo que habian de hacer. Otro dia por la mañana despues de haber oido misa,* é informados los capitanes, de lo * Auzilium meum ú4 Domino. 49 381 382 CARTA DE RELACION que habian de hacer, yo salí de nuestro real, con quince, ó veinte de caballo, y trescientos Españoles, y con todos nuestros amigos, que era infinita gente; y yendo por la calzada adelante, á tres tiros de ballesta del real, es- taban ya los enemigos, esperándonos con muchos alaridos: y como en los tres dias ántes no se les habia dado combate, habian deshecho, cuanto habiamos cegado del agua. y teníanlo muy mas fuerte, y peligroso de ganar, que de ántes: y los bergantines lle- garon por la una parte, y por la otra de la calzada: y como con ellos se podian llegar muy bien cerca de los enemigos, con los tiros, y escopetas, y ballestas haciannos mu- cho daño. Y conociendolo saltan en tierra, y ganan el albarrada, y puente, y comenzá- mos á pasar de la otra parte, y dar en pos de los enemigos, los cuales luego se for- talecian en las otras puentes, y albarradas, que tenian hechas, las cuales, aunque con mas trabajo, y peligro, que la otra vez, les ganámos, y les echamos de toda la calle, y de la plaza de los aposentamientos grandes de la ciudad. Y de allí mandé, que no , pasasen los Españoles, porque yo con la gente de nuestros amigos andaba cegando con piedra, y adobes toda el agua, que era tanto de hacer, que aunque para ello ayuda- DE D. FERNANDO CORTES. ban mas de diez mil Indios, cuando se acabó de aderezar era ya hora de visperas: y en todo este tiempo siempre los Españoles, y nuestros amigos, andaban peleando, y esca- ramuzando con los de la ciudad, y echan- doles celadas, en que murieron muchos de ellos. Y yo con los de caballo anduve un rato por la ciudad, y alanceabamos por las calles donde no habia agua, los que alcanza- bamos; de manera, que los teniamos retra- idos, y no osaban llegar á lo firme. Viendo que estos de la ciudad estaban rebeldes, y mostraban tanta determinacion de morir, ú defenderse, colegí de ellos dos cosas: la una, que habiamos de haber poca, ó ninguna de la riqueza, que nos habian tomado; y la otra, que daban ocasion, y nos forzaban á que totalmente les destruyesemos. Y de esta postrera tenia mas sentimiento, y me pesaba en el alma, y pensaba que forma tendria para los atemorizar, de manera, que viniesen en conocimiento de su yerro, y del daño, que podian recibir de nosotros, y no hacia sino quemarles, y derrocarles las tor- res de sus ídolos, y sus casas. Y porqne lo sintiesen mas, este dia hice poner fuego á estas casas grandes* de la plaza donde la * En la plaza mayor, y sitio de Santa Iglesia. 393 384 CARTA DE RELACION otra vez, que nos echaron de la ciudad, los Españoles, é yo estabamos aposentados : que eran tan grandes, que un príncipe, con mas de seiscientas personas de su casa, y servicio se podian aposentar en ellas; y otras, que estaban junto á ellas, que aunque algo menores, eran muy mas frescas, y gentiles, y tenia en ellas Muteczuma todos los linages de aves, que en estas partes ha- bia,* y aunque á mí me peso mucho de ello, S * Hay en América muchas aves de Europa, y son muy particu- lares las siguientes, que no son conocidas, sino en Nueva España. Pájaro Arcotris, es de muy hermosos colores, encarnados, dorados, y azules. Aguila de dos cabezas, se mató por un cazador cerca de Oajaca, y la llevaron á España año de mil setecientos cuarenta y uno, y no es sola esta, la que se ha visto. Pito real es del tamaño de un papagayo, de dos colores, negro, y amarillo, así las plumas como el pico, el que es desmesurado, pues tiene mas de medio palmo de largo, aunque corbo, y cuatro dedos de ancho; tiene tambien del mismo largo la lengua, y de figura de una pluma delgada. Chupa mirtos, á quien otros llaman pajaro mosca, así por ser co- mo un moscardon grande, como por el ruido, que mete cuando vue- la: tiene el pico muy largo, y delgado, como un alfiler, y la lengua muy sutil, con la que chupa, volando, el jugo delas flores, y aunque algunos dicen, que es el verdadero Fenis, porque se muere en el invierno, y renace con el calor; yo aseguro haber visto en los nidos los huevos, los pajaritos pequeños, y en toda la estacien del año, andar volando en la casa de campo de Tacubaya; tiene muy vivos, diferentes, y hermosísimos colores. Sopilote rey, se cogió en el rio de Guasacualco, y hay algunos en la Huasteca, es de varios, y hermosos colores, y tiene corona de plu- mas en la cabeza : los demas sopilotes son como pavos, aunque mas negros, feos, y torpes; en algunas partes se llaman auras, y de otros modos. : DE D. FERNANDO CORTES. 385 porque á ellos les pesaba mucho mas. deter- miné de las quemar, de que los enemigos mostraron harto pesar, y tambien los otros sus aliados de las ciudades de la laguna, por- que estos, ni otros, nunca pensaron, que nu- estra fuerza bastara á les entrar tanto en la ciudad, y esto les puso harto desmayo. Puesto fuego á estas casas, porque ya era XXVII Re- tirandose los tarde, recogí la gente para nos volver á nu- Españoles pe- lean con los estro real, y como los de la ciudad veian, que enemigos, que los embisten nos retraiamos, cargaban infinitos de ellos, por 1a espalda, Succesos de los y venian con mucho ímpetu, dandonos en la pergantines. retroguarda. Y como toda la calle estaba rd buena para correr los de caballo volviamos ;; ade sobre ellos, y alanceabamos de cada vuelta fe“. Porque con grandes ri- necesitaba to- Cardenales, son del tamaño, y figura de un gorrion, llamanse así por su color, que es encarnado. Alcatraces, tienen un pico, y buche muy grande; en Panamá es digno de ver, como pescan las sardinas, y despues otras aves de ra- piña se las hacen vomitar, y las cojen en el aire, conforme las van arrojando los alcatraces perseguidos. Sensontles, son poco menores, que una tórtola, y del mismo color, se llaman así por los varios tonos, que aprenden, pues Zensonili en Mejicano quiere decir, cuatrocientos tonos. Los Guacamayos, papagayos, grandes, y pequeños, son bien co- nocidos en todas partes de la Europa donde viven bastantes años. De las plumas de estos, y otros pájaros hacian los Indios sus plu- mages, y aun imágenes de pluma tan particulares en Pátzquaro de la diocesi de Mecoacan, que segun refiere Acosta, se admiró el Sr, Felipe II. de tres estampas, que dió al Sr. Felipe MI. su maes- tro ; la misma admiracion causó á el papa Sisto V. un cuadro de $. Francisco, que enviaron á su santidad hecho de plumas por los In- dios, quienes arrancando de un pájaro muerto con unas pinzas las plumas, y pegandolas á la tabla, ó lámina se valen de sus naturales colores para dar las sombras, y demas necesarios primores, que ca- ben en el arte. 336 CARTA DE RELACION dos los dias de muchos de ellos, y por eso no dejaban de nos ganar las cal- zadas, y puen- venir dando grita á las espaldas. Este dia tes, y peligros . al retirarse. sintieron, V mostraron mucho desmayo, espe- Los otros dos ñ campos pelean Cialmente viendo entrar por su ciudad, que- E galas y destruyendola, y peleando con ellos los de Tesaico, y Chalco, y Suchimilco, y los Otumies: y nombrandose cada uno de donde era, y por otra parte los de 'Pascalte- cal, que ellos, y los otros les mostraban los de su ciudad hechos pedazos, diciendoles, que los habian de cenar aquella noche, y almor- zar otro dia, como de hecho lo hacian. Y así nos venimos á nuestro real á descansar, porque aquel dia habiamos trabajado mucho, y los siete bergantines, que yo tenia entraron aquel dia por las calles del agua de la ciudad y quemaron mucha parte de ella. Los capi- tanes de los otros reales, y los seis bergantines pelearon muy bien aquel dia : y de lo que les acaeció me pudiera muy bien alargar; y por evitar prolijidad, lo dejó: mas de que con vic- toria se retrajeron á sus reales, sin recibir peligro ninguno. | Otro dia siguiente luego por la mañana despues de haber oida misa* torné á la ciu- dad por la misma órden con toda la gente, porque los contrarios no tuviesen lugar de * A Dios recurria siempre, que es el Señor de las batallas, y ejércitos : Dominus Deus Sabaoth, Dominus Deus Exercituum. DE D. FERNANDO CORTES. descegar las puentes, y hacer las albarradas : y por bien que madrugamos, de las tres par- tes, y calles de agua, que atraviesan la calle, que va del real hasta las casas grandes de la plaza, las dos de ellas estaban como los dias ántes, que fueron muy recias de ganar: y tanto, que duró el combate desde las ocho horas hasta la una despues de medio dia : en que se gastaron casi todas las saetas, y alma- cen, y pelotas, que los ballesteros, y escopete- ros llevaban. Y crea Vuestra Magestad, que era sin comparacion el peligro en que nos viamos todas las veces que les ganabamos estas puentes, porque para ganarlas era for- zado echarse á nado los Españoles, y pasar de la otra parte; y esto no podian, ni osaban ha- cer muchos, porque á cuchilladas, y á botes de Lanza resistian los enemigos, que no sa- liesen de la otra parte. Pero como ya por los lados no tenian azoteas, de donde nos hi- ciesen daño, y de esta otra parte los asaetea- bamos, porque estabamos los unos de los otros un tiro de herradura, y los Españoles toma- ban de cada dia mucho mas ánimo, y deter- minaban de pasar, y tambien porque vian, que mi determinacion era aquella, y que cay- endo, ó levantando no se habia de hacer otra cosa. Parecerá á Vuestra Magestad, que pues tanto peligro recibiamos en el ganar de 387 388 CARTA DE RELACION estas puentes, y albarradas, que éramos neg- ligentes, ya que las ganabamos, no las soste- ner, por no tornar cada dia de nuevo á nos ver en tanto peligro, y trabajo, que sin duda era grande, y cierto así parecerá á los ausen- tes; pero sabrá Vuestra Magestad, que en ninguna manera se podia hacer : porque para ponerse así en efecto, se requerian dos cosas : ó que el real pasáramos allí á la plaza, y cir- cuito de las torres de los idolos: ó que gente guardára las puentes de noche; y de lo uno, y de lo otro se recibiera gran peligro, y no habia posibilidad para ello; porque teniendo el real en la ciudad cada noche, y cada hora, como ellos eran muchos. y nosotros pocos, nos dieran mil rebatos, y pelearan con noso- tros, y fuera el trabajo incomportable, y po- dian darnos por muchas partes. Pues guar- dar las puentes gente de noche, quedaban los Españoles tan cansados de pelear el dia, que no se podia sufrir poner gente en guarda de ellos; y á esta causa nos era forzado ganarlas de nuevo cada dia que entrabamos en la ciu- dad.* Aquel dia, como se tardó mucho en ganar aquellas puentes, y en las tornar á ce- gar: y no hubo lugar de hacer mas: salvo, ** Aquí se prueba la pericia militar, pues el que vea tantas albar- radas, y azequías como rodean á Méjico, conocerá que si se hubiera quedado dentro, hubieran perecido de hambre, y sitiados por todas partes, lo que no es cordura en un general, DE D. FERNANDO GOR'TES. que por otra calle principal, que va á dar á la ciudad de Tacuba, se ganaron otras dos puentes, y se cegaron, y se quemaron muchas, y buenas casas de aquella calle; y con esto se llegó la tarde, y hora de retraernos, don- de recibiamos siempre poco ménos peligro, que en el ganar de las puentes: porque en viendonos retraer, era tan cierto cobrar los de la ciudad tanto esfuerzo, que no parecia sino que habian habido toda la victoria del mundo, y que nosotros ibamos huyendo: y para este retraer era necesario estar las pu- entes bien cegadas, y lo cegado igual al suelo de las calles, de manera, que los de caballo pudiesen libremente correr á una parte, y á otra: y así en el retraer, como ellos venian tan golosos tras nosotros, algunas veces fin- giamos ir huyendo, y revolviamos los de ca- ballo sobre ellos, y siempre tomabamos doce, 0 trece de aqellos, mas esforzados ; y con esto, y con algunas celadas, que siempre les echa- bamos, continuo llevaban lo peor: y cierto verlo era cosa de admiracion; porque por mas notorio que les era el mal, y daño, que al re- traer de nosotros recibian, no dejaban de nos seguir, hasta nos ver salidos de la ciu- dad.* Y con esto nos volvimos á nuestro real : Este es el acertado medio que eligió Cortés, ir debilitando in- sensiblemente á los enemigos, quemar, y arruinar las casas, y valerse do su misma ceguedad para aniquilarles, ya que no se querian en- Sn LL 399 390 CARTA DE RELACION y los capitanes de los otros reales me hicieron saber, como aquel dia les habia sucedido muy bien, y habian muerto mucha gente por la mar, y por la tierra; y el capitan Pedro de Alvarado, que estaba en Tacuba, me escribió, que habia ganado dos, ó tres puentes : porque como era en la calzada, que sale de mercado de Temijtitan á Tacuba, y los tres bergan- tines, que yo le habia dado, podian llegar por la una parte á zabordar en la misma calzada no habia tenido tanto peligro, como los dias pasados: y por aquella parte de Pedro de Al- varado habia mas puentes, y mas Quebradas en la calzada, aunque habia ménos azoteas, que por las otras partes.* XXIX. Rin- En todo este tiempo, los naturales de Izta- dense los veci- E .. Pr nos de la lagu- Palapa, y Oichilobuzco, y Mejicacingo, y Macs ae” Culuacan, y Mizquique, y Cuitaguaca, que E como he hecho relacion, estan en la laguna Españoles. 3 . . A «a Ortenaso e Útilce, nunca habian querido venir de paz, ni asalto, y que- ; 197 ña e” tampoco en todo este tiempo habiamos reci aquel dia, y hj e 1 A cn bido ningun daño de ellos; y como los de Chalco eran muy leales vasallos de Vuestra Magestad, y veian que nosotros teniamos bien que hacer con los de la gran ciudad, tregar: Fué otro emperador Tito compasivo de los habitantes de Jerusalen ; pero viendo su dureza, se valió de este instrumento para arruinarla, y no dejar piedra sobre piedra. * Desde la Iglesia mayor sale derecha una calle para Tacuba, y en esto no ha habido variacion. DE D. FERNANDO CORTES. juntaronse con otras” poblaciones, que estan al rededor de las lagunas, y hacian todo el daño, que podian á aquellos del agua: y ellos, viendo como de cada dia habiamos victoria contra los de "TPemijtitan, y por el daño que recibian, y podrian recibir de nuestros amigos, acordaron de venir, y llega- ron á nuestro. real, y rogaronme, que les perdonase lo pasado, y que mandase á los de Chalco, y á los otros sus vecinos, que no les hiciesen mas daño. Y yo les dije, que me placia, y que no tenia enojo de ellos, salvo de los de la ciudad ; y que para que creyesen que su amistad era verdadera, que les rogaba, que porque mi determinacion era de no levantar el real, hasta tomar por paz, ó por guerra á los de la ciudad, y ellos tenian muchas ca- noas para me ayudar, que hiciesen apercebir todas las que pudiesen, con toda la mas gente de guerra, que en sus poblaciones habia, para que por el agua viniesen en nuestra ayuda de allí adelante. Y tambien les rogaba, que porque los Españoles tenian pocas, y ruines chozas, y era tiempo de muchas aguas, que hiciesen en el real todas las mas casas, que pudiesen, y que trajesen canoas, para traer adobes, y madera de las casas de la ciudad, que estaban mas cercanas al real. Y ellos dijeron, que las canoas, y gente de guerra 391 39% CARTA DE RELACION estaban apercebidos pára cada dia : y en el hacer de las casas sirvieron tan bien, que de una parte y de la otra de las dos torres de la calzada, donde yo estaba aposentado, hicieron tantas, que desde la primera casa, hasta la postrera, habria mas de tres, ó cua- tro tiros de ballesta. Y vea Vuestra Ma- gestad, que tan ancha puede.ser la calzada, que va por lo mas hondo de la laguna, que de la una parte, y de la otra iban estas casas, y quedaba en medio hecha calle, que muy á placer á pie, y á caballo ibamos, y venia- mos por ella; y habia á la continua en el real, con Españoles, é Indios, que les servian, mas de dos mil personas, porque toda la otra gente de guerra, nuestros amigos, se aposen- taban en Cuyoacan, que está legua y media del real, y tambien estos de estas poblaciones nos proveian de algunos mantenimientos, de que teniamos harta necesidad, especialmente de pescado, y de cerezas,* que hay tantas, que pueden bastecer en cinco, ó seis meses del año, que duran, á doblada gente de la que en esta tierra hay. Como dos, ó tres dias continuos habiamos entrado por la parte de nuestro real en la ciudad, sin otros tres, ó cuatro, que habiamos A Capulines se llaman las cerezas, pero de mal sabor, y muy, in- feriores 3 á las de España. DE D. FERNANDO COR'TES. entrado, y siempre habiamos victoria contra los enemigos, y con los tiros, y ballestas, y escopetas matabamos infinitos, pensabamos, que de cada hora se movieran á nos acometer con la paz, la cual deseabamos como á la salvacion: y ninguna cosa nos aprovechaba para los atraer á este propósito; y por los poner en mas necesidad, y ver si los podria constreñir de venir á la paz, propuse de en- trar cada dia en la ciudad, y combatirles con la gente que llevaba, por tres, ó cuatro par- tes, é hice venir toda la gente de aquellas ciudades del agua en sus canoas: y aquel dia por la mañana habia en nuestro real mas de cien mil hombres, nuestros amigos. Y mandé, que los cuatro bergantines, con la. mitad de canoas, que serian hasta mil, y quinientas, fuesen por la una parte: y que los tres, con otras tantas, que fuesen por otra, y corriesen toda la mas de la ciudad en torno, y quemasen, é hiciesen todo el mas daño, que pudiesen. Y yo entré por la calle principal adelante, y hallamosla toda desem- barazada hasta las casas grandes de la plaza, que ninguna de las puentes estaba abierta, y pasé adelante á la calle, que va á salir á Tacuba, en que habia otras seis, ó siete puentes. Y de allí proveí, que un capitan, entrase por otra calle con sesenta, Ó setenta 805) 37 394 CARTA DE RELACION hombres, y seis de caballo fuesen á las es- paldas para los asegurar: y con ellos iban mas de diez, Ó doce mil Indios nuestros amigos; y mandé á otro capitan, que por otra calle hiciese lo mismo: é yo con la gente, que me quedaba seguí por la calle de Tacuba adelante, y ganamos tres puentes, las cuales se cegaron: y dejamos para otro dia las otras, porque era tarde, y se pudiesen mejor ganar, porque yo deseabo mucho, que toda aquella calle se ganase, porque la gente del real de Pedro de Alvarado se comunicase con la nuestra, y pasasen del un real al otro, y los bergantines hiciesen lo mismo. Y este dia fué de mucha victoria, así por el agua, como por la tierra, y hubose algun despojo de los de la ciudad, en los reales del alguacil mayor, y Pedro de Al- varado se hubo tambien mucha victoria. Otro dia siguiente volví á entrar en la ciudad por la órden, que el dia pasado, y dionos Dios tanta victoria, que por las par- tes, donde yo entraba con la gente, no parecia, que habia ninguna resistencia: y los enemigos se retraian tan reciamente, que parecia, que les teniamos ganado las tres cuartas partes de la ciudad; y tambien por el real de Pedro de Alvarado les daban mu- cha priesa, y sin duda el dia pasado, y aques- DE D. FERNANDO CORTES. 395 te yo tenia por cierto, que vinieran de paz, de la cual yo siempre con victoria, y sin ella hacia todas las muestras, que podia. Y nun- ca por eso en ellos hallabamos alguna señal de paz: y aquel dia nos volvimos al real con mucho placer, aunque no nos dejaba de pesar en el alma, por ver tan determinados de morir á los de la ciudad.* | En estos dias pasados Pedro de Alvarado xXx. Toma : Alvarado gran habia ganado muchas puentes, y por las parte de la d . ciudad : y pre-= sustentar, y guardar ponia velas de pie, y de cisado 4 re- tirarse, pierde caballo de noche en ellas: y la otra gente cuatro Espa- ñoies; y óÓr- ibase al real, que estaba tres cuartos de gen que dió legua de allí. Y porque este trabajo era in- (0, Para comportable, acordó de pasar el real al cabo ** de la calzada, que va á dar al mercado de Temijtitan, que es una plaza harto mayor, que la de Salamanca, y toda cercada de por- tales á la redonda: y para llegar á ella no le faltaba de ganar sino otras dos, ó tres puentes; pero eran muy anchas, y peligrosas de ganar, y así estuvo algunos dias, que siempre peleaba, y habia victoria. Y aquel dia, que digo en el capitulo ántes de este, como via, que los enemigos mostraban fiaqueza, y que por donde yo estaba les daba 4 * Cortés se compadeció siempre mucho de la terquedad de los Indios, en lo que fué culpado su emperador, y caudillo Quatemoc, que primero queria morir, que entregarse, por evitar la nota de cobarde, que pusieron á Muteczuma, y en verdad fué prudencia. 396 CARTA DE RELACION muy continuos, y recios combates, cebose tanto en el sabor de la victoria, y de las mu- chas puentes, y albarradas, que les habia ganado, que determinó de les pasar, y ganar una puente, en que habia mas de sesenta pasos deshechos de la calzada todo de agua, de hondura de estado, y medio, y dos: y como acometieron aquel mismo dia, y los bergantines ayudaron mucho, pasaron el agua, y ganaron la puente, y siguen tras los enemigos, que iban puestos en huida. .Y Pedro de Alvarado daba mucha priesa, en qUe se cegase aquel paso, porque pasasen los de caballo: y tambien, porque cada dia por escrito, y por palabra le amonestaba, que no ganase un palmo de tierra, sin que quedase muy seguro para entrar, y salir los de caballo, porque estos hacian la guerra. Y como los de la ciudad vieron, que no ha- bia mas de cuarenta, ó cinquenta Españoles de la otra parte, y algunos amigos nuestros : y que los de caballo no podian pasar, revuel- ven sobre ellos tan de súbito, que los hicieron volver las espaldas, y echar al agua: y to- maron vivos tres, ó cuatro Españoles, que luego fueron á sacrificar, y mataron algunos amigos nuestros. Y al fin Pedro de Alvara- do se retrajo á su real: y como aquel dia yo llegué al nuestro, y supe, lo que habia DE D. FERNANDO CORTES. acaecido, fué la cosa del mundo, que mas me pesó, porque era ocasion de dar esfuerzo á los enemigos, y creer, que en ninguna mane- ra les osariamos entrar. La causa porque Pedro Alvarado quiso tomar aquel mal paso, fué como digo, ver que habia ganado mucha parte de la fuerza de los Indios, y que ellos mostraban alguna flaqueza: y principal- mente, porque la gente de su real le impor- tunaban, que ganasen el mercado, porque aquel ganado, era toda la ciudad casi tomada, y toda su fuerza, y esperanza de los Indios tenian allí; y como los del dicho real de Alvarado, veian que yo continuaba mucho los combates de la ciudad, creian que yo habia de ganar primero, que ellos el dicho mercado: y como estaban mas cerca de él, - que nosotros, tenian por caso de honra no le ganar primero. Y por esto el dicho Pedro de Alvarado era muy importunado, y lo mis- mo me acaecia á mí en nuestro real : por- que todos los Españoles me ahincaban muy recio, que por una de tres calles, que iban á dar al dicho mercado entrasemos, porque no teniamos resistencia, y ganado aquel, ten- driamos ménos trabajo; é yo disimulaba por todas las vias, que podia por no lo hacer, aunque les encubria la causa: y esto era por los inconvenientes, y peligros, que se me 34) 307 398 CARTA DE RELACION representaban; porque para entrar en el mercado habia infinitas azoteas, y puentes, y calzadas rompidas: y en tal manera, que en cada casa, por donde habiamos de ir, es- taba hecha como isla en medio del agua. Como aquella tarde, que llegué al real supe del desbarato de Pedro de Alvarado, otro dia de mañana acordé de ir á su real para le reprehender lo pasado, y para ver lo que habian ganado, y en que parte habia . pasado el real: y para le avisar lo que fuese mas necesario para su seguridad, y ofensa de los enemigos. Y como yo llegué á su real, sin duda me espanté de lo mucho, que estaba metido en la ciudad: y de los malos pasos, y puentes, que les habia ganado; y visto, no les imputé tanta culpa, como ántes parecia tener, y platicado cerca, de lo que habia de hacer, yo me volví á nuestro real aquel dia. Pasado esto, yo hice algunas entradas en la ciudad por las partes que solia: y com- batian los bergantines, y canoas por dos partes, y yo por la ciudad por otras cuatro, y siempre habiamos victoria, y se mataba mucha gente de los contrarios, porque cada dia venia gente sin número en nuestro fayor. Y yo dilataba de me meter mas adentro en la ciudad; lo uno por si revocarian el pro- pósito, y dureza, que los contrarios tenian ; DE, D. FERNANDO CORTES. y lo otro porque nuestra entrada no podia ser sin mucho peligro, porque ellos estaban muy juntos, y fuertes, y muy determinados de morir. Y como los Españoles veian tan- ta dilacion en esto, y que habia mas de vein- te dias, que nunca dejaban de pelear : impor- tunabanme en gran manera, como arriba he dicho, que entrasemos, y tomasemos el mer- cado, porque ganado, á los enemigos les quedaba poco lugar, por donde se defender. y que si no se quisiesen dar, que de hambre, y sed se moririan, porque no tenian, que beber sino agua salada de la laguna. Y como yo me escusaba, el tesorero de Vuestra Magestad me dijo: que todo el real afirma- ba aquello, y que lo debia de hacer ; y á él, y á otras personas de bien, que allí estaban, les respondí: que su propósito, y deseo era muy bueno: é yo lo deseaba mas que nadie; pero que yo lo dejaba de hacer, por lo que con importunacion me hacia decir : que era, que aunque él, y otras personas lo hiciesen como buenos, como en aquello se ofrecia mucho peligro, habria otros que no lo hiciesen. Y al fin tanto me forzaron, que yo concedí, que se haria en este caso, lo que yo pudiese: concertándose primero con la gente de los otros reales. | 399 406 CARTA DE RELACION Otro dia me junté con algunas personas principales de nuestro real, y acordámos de hacer saber al alguacil mayor, y á Pedro de Alvarado, como otro dia siguiente habiamos de entrar en la ciudad, y trabajar de llegar al mercado; y escribíles lo que ellos habian de hacer por la otra parte de Tacuba, y de- mas de lo escribir, paraque mejor fuesen in- formados, enviéles dos criados mios, paraque les avisasen de todo el negocio; y la órden, que habian de tener era, que el alguacil mayor se viniese con diez de caballo, y cien peones, y quince ballesteros, y escopeteros al real de Pedro de Alvarado: y que en el suyo quedasen otros diez de caballo, y que dejase concertado con ellos, que otro dia que habia de ser el combate,se pusiesen en cela- da tras unas casas, y que hiciesen alzar todo su fardaje, como que levantaban el real, por- que los de la ciudad saliesen tras de ellos, y la celada les diese en las espaldas. Y queel dicho alguacil mayor con los tres bergantines, que tenian, y con los otros tres de Pedro de Alvarado ganasen aquel paso malo, donde desbarataron á Pedro de Alvarado, y diese mucha priesa en lo cegar: y que pasasen adelante, y que en ninguna manera se aleja- sen, ni ganasen un paso. sin lo dejar primero DE D. FERNANDO CORTES. 401 ciego, y aderezado; y que si pudiesen sin mucho riesgo, y peligro ganar hasta el mer- cado, que lo trabajasen mucho, porque yo habia de hacer lo mismo: que mirasen, que aunque esto les enviaba á decir, no era para los obligar á ganar un paso solo, de que les pudiese venir algun desbarato, ó desman; y esto les avisaba porque conocia de sus perso- nas, que habian de poner el rostro, donde yo les dijese, aunque supiesen perder las vidas. Despachados aquellos dos criados mios con este recaudo, fueron al real, y hallaron en él á los dichos alguacil mayor, y á Pedro de Alvarado, á los cuales significaron todo el caso, segun que acá en nuestro real lo tenia- mos concertado. Y porque ellos habian de combatir por sola una parte, é yo por mu- chas; enviéles á decir, que me enviasen se- tenta, ó ochenta hombres de pie, para que otra dia entrasen con migo: los cuales con aquellos dos criados mios vinieron aquella noche á dormir á nuestro real, como yo les habia enviado á mandar. Dada la órden ya dicha, otro dia despues XXXI. Entra Cortés en la de haber oido misa* salieron de nuestro real ciudad, y en que modo di- los siete bergantines con mas de tres mil ca. vidió su gente, * En el campo, en una calzada, entre enemigos, trabajando dia, y noca14, nunca se omitia la misa, paraque toda la obra se atribuyese á Dios, y mas en unos Meses, en que incomodan las aguas del cielo ; y encima del agua las habitaciones, ó malas tiendas. 402 CARTA DE RELACION y lo que la ad- noas de nuestros amigos: é yo con veinte y virtió, estando peleando. Ro- cinco de caballo, y con la sente, que teni tos los Espa- 3 3 fi mues y ñoles, se vé los setenta hombres del real de Tacuba se- Cortés en gran | peligro : y co- Sgulmos nuestro camino, y entramos en la mo salió de él, aunque heri- Ciudad, á la cual llegados yo repartí la gente do. Españo- E e les, é Indios, de esta manera: habia tres calles desde lo que murieron, ; . 2 y sacrificaron QUe teniamos ganado, que iban á dar al mer- los Indios. 4 E ; . % cado, al cual los Indios llaman Tianguizco, y á todo aquel sitio donde está, llamante Tlaltelulco; y la una de estas tres calles era la principal, que iba á dicho mercado: y por ella, dije al tesorero, y contador de Vuestra Magestad, que entrasen con setenta hombres, y con mas de quince, ó veinte mil amigos nuestros : y que en la retroguarda llevasen siete, ú ocho de caballo, y como fuesen ga- nando las puentes, y albarradas, las fuesen cegando; y llevaban una docena de hombres con sus azadones, y mas nuestros amigos, que eran, los que hacian al caso para el cegar de las puentes. Las otras dos calles van desde la calle de Tacuba á dar al mercado, y son mas angostas, y demas calzadas, y puentes, y calles de agua. Y por la mas ancha de ellas mandé á dos capitanes, que entrasen con ochenta hombres, y mas de diez mil Indios nuestros amigos: y al principio de aquella * Tianguiz se llama el mercado : y el mayor era en la plaza de Tlatelulco, que es donde está la parroquia de Santiago, mas este hoy no se frequenta. 133 DE D. FERNANDO CORTES. calle de Tacuba dejé dos tiros gruesos con ocho de caballo en guarda de ellos. Y yo con otros ocho de caballo, y con obra de cien peones, en que habia mas de veinte y cinco ballesteros, y escopeteros, y con infinito nú- mero de nuestros amigos, seguí m. camino, para entrar por la otra calle angosta todo lo mas que pudiese. Y á la boca de ella hice detener á los de caballo, y mandéles, que en ninguna manera pasasen de allí, ni viniesen tras mí sino se lo enviase á mandar primero: é yo me apeé, y llegámos á una albarrada, que tenian del cabo de una puente, y con un tiro pequeño de campo, y con los ballesteros, y escopeteros se la ganamos, y pasamos ade- lante por una calzada, que tenian rota por dos, ú tres partes. Y demas de estos tres combates, que dabamos á los de la ciudad, era tanta la gente de nuestros amigos, que por las azoteas, y por otras partes les entra- ban, que no parecia, que habia cosa, que nos pudiese ofender. Y como les ganámos aquel- las dos puentes, y albarradas, y la calzada los Españoles: nuestros amigos siguieron por la calle adelante sin se les amparar cosa ningu- na, é yo me quedé con obra de veinte Espa- ñoles en una isleta, que allí se hacia, porque veia, que ciertos amigos nuestros andaban envueltos con los enemigos: y algunas veces 403 404 CARTA DE RELACION los retraian hasta los echar al agua, y con nuestro favor revolvian sobre ellos. Y demas de esto guardabamos, que por ciertas travie- sas de calles los de la ciudad no saliesen á tomar las espaldas á los Españoles, que ha- bian seguido la calle adelante, los cuales en esta sazon me enviaron á decir, que habian ganado mucho, y que no estaban muy lejos de la plaza del mercado : que en todo caso querian pasar adelante, porque ya oian el combate, que el alguacil mayor, y Pedro de Alvarado daban por su estancia. Y yo les envié á decir: que en ninguna manera diesen paso adelante, sin que primero las puentes quedasen muy bien ciegas: de manera, que si tuviesen necesidad de se retraer, el agua no les hiciese estorbo, ni embarazo alguno, pues sabian, que en todo aquello estaba el pe- ligro; y ellos me tornaron á decir, que todo lo que habian ganado estaba bien reparado, que fuese allá, y lo veria si era así. Y yo con rezelo, que no se desmandasen, y dejasen ruin recaudo en el cegar de las puentes fuí allá, y hallé, que habian pasado una quebrada de la calle, que era de diez, ó doce pasos de ancho : y el agua, que por ella pasaba era de hondura de mas de dos estados, y al tiempo que la pasaron habian echado en ella madera, y cañas de carrizo, y como pasaban pocos á DE D. FERNANDO CORTES. pocos, y con tiento, no se habia hundido la madera, y cañas : y ellos con el placer de la victoria iban tan embebecidos, que pensaban, que quedaba muy fijo. Y al punto, que yo llegué á aquella puente de agua cuitada,* ví que los Españoles, y muchos de nuestros ami- gos venian puestos en muy gran huida : y los enemigos como perros, dando en ellos : y co- mo yo ví tan gran desman, comenzé á dar vozes tener, tener: y ya que yo estaba junta al agua, halléla toda llena de Españoles, é Indios: y de manera, que no parecia que en ella hubiesen echado una paja: y los enemi- gos cargaron tanto, que matando en los Es- pañoles, se echaban al agua tras ellos : y ya por la calle del agua venian canoas de los - enemigos, y tomaban vivos los Españoles. Y como el negocio fué tan de súbito, y ví que mataban la gente, determiné de me quedar allí, y morir peleando: y en lo que mas apro- vechabamos yo, y los otros, que allí estaban conmigo, era en dar las manos á algunos tris- tes Españoles, que se ahogaban, paraque sa- liesen afuera : y los unos salian heridos, y los otros medio ahogados, y otros sin armas, y enviabalos que fuesen adelante: y ya en esto * Llama Cortés á la puente cuitada, no al agua, que es lo mis- mo que decir, puente de afliccion, ó miserable por las desgracias, 6 cuitas, que sucedieron, 12 405 406 CARTA DE RELACION cargaba tanta gente de los enemigos, que á mí, y á otros doce, ó quince, que con migo estaban nos tenian por todas partes cercados. Y como yo estaba muy metido en socorrer 4 los que se ahogaban, no miraba, ai me acor- daba del daño, que podia recibir: y ya me venian á asir ciertos Indios de los enemigos; y me llevaran, si no fuera por un capitan de cincuenta hombres, que yo trala siempre con migo : y por un mancebo de su compañía, el cual despues de Dios, me dió la vida; y por darmela, como valiente hombre, perdió allí la suya. En este comedio* los Españoles, que salian desbaratados, ibanse por aquella calzada adelante y como era pequeña, y angosta, é igual al agua, que los perros la habian hecho así de industria, é iban por ella tambien desbaratados muchos de los nuestros amigos, iba el camino tan embarazado, y tardaban tanto en andar, que los enemigos tenian lugar de llegar por el agua de la una parte, y de la otra, y tomar, y matar cuantos querian. Y aquel capitan, que estaba con migo, que sedice Antonio de Chuiñones, dijo- me: “Vamos de aquí, y salvemos vuestra persona, pues sabeis que sin ella ninguno de nosotros puede escapar :” y no podia acabar * En este intermedio. DE D. FERNANDO CORTES. con migo, que me fuese de allí. Y como esto vió, asióme de los brazos, para que dies- emos la vuelta; y aunque yo holgara mas con la muerte, que con la vida,* por impor- tunacion de aquel capitan, y de otros com- pañeros que allí estaban, nos comenzámos á retraer, peleando con nuestras espadas, y rodelas con los enemigos, que venian hiriendo en nosotros. Y en esto llega un criado mio á caballo, éhizo algun poquito de lugar; pero luego desde una azotea baja le dieron una lanzada por la garganta, que le hicieron dar la vuelta; y estando en este tan gran con- flito, esperando que la gente pasase por aquella calzadilla á ponerse en salvo, y no- sotros deteniendo los enemigos, llegó un mozo mio con un caballo, para que caval- gase; porque era tanto el lodo, que habia en la calzadilla, de los que entraban, y salian por el agua, que no habia persona que se pudiese tener, mayormente con los empe- llones, que los unos á otros se daban, por sal- varse. Y yo cabalgué, pero no para pelear, porque allí era imposible poderlo hacer á caballo; porque si pudiera ser, ántes de la calzadilla, en una isleta se habian hallado * Los que minoran el mérito de la conquista, reflecsionen sobre lo que aquí espresa Cortés, pues fué tan grande el rieseo, que es maravilla, que so hubiese libertado de él, 40% 408 CARTA DE RELACION los ocho de caballo, que yo habia dejado, y no habian podido hacer ménos de se volver por ella; y aun la vuelta era tan peligrosa, que dos yeguas, en que iban dos criados mios, cayeron de aquella calzadilla en el agua, y la una mataron los Indios, y la otra salvaron unos peones; y otro mancebo, criado mio, que se decia Cristobal de Guzman, cabalgó en un caballo, que allí en la isleta le dieron, para me lo llevar, en que me pudiese salvar, y á él, y al caballo, ántes que á mi ' llegase, mataron los enemigos: la muerte del cual puso á todo el real en tanta tristeza, que hasta hoy está re- ciente el dolor de los que lo conocian. Y ya con todos nuestros trabajos, plugo á Dios, que los que quedámos, salimos á la calle de Tacuba, que era bien ancha; y recogida la gente, yo, con nueve de caballo, me quedé en la retroguarda: y los enemigos venian con tanta victoria, y orgullo, que no parecia sino que ninguno habian de dejar á vida; y retrayendome lo mejor que pude, envié á decir al tesorero, y al contrador, que se re- trajesen á la plaza con mucho concierto : lo mismo envié á decir á los otros dos capi- tanes, que habian entrado por la calle, que iba al mercado; y los unos, y los otros ha- bian peleado valientemente, y ganado mu- DE D. FERNANDO CORTES. chas albarradas, y puentes, que habian muy bien cegado; lo cual fué causa de no recibir daño al retraer. Y ántes que el tesorero, y contador se retrajesen, ya los de la ciudad, por encima de una albarrada, donde pelea- ban, les habian echado dos, ó tres cabezas de cristianos, aunque no supieron por entonces si eran de los del real de Pedro de Alvarado, ó del nuestro. Y recogidos todos á ía plaza, cargaba por todas partes tanta gente de los enemigos sobre nosotros, que teniamos bien que hacer en los desviar: y por lugares, y partes, donde ántes de este desbarato no osaran esperar á tres de caballo, y á diez peones; é incontinente, en una torre alta de sus idolos, que estaba allí junto á la plaza, pusieron muchos perfumes, y saumerios de unas gomas, que hay en esta tierra, que parece mucho á anime:* lo cual ellos ofrecen á sus idolos, en señal de victo- ria; y aunque quisieramos mucho estorbar- selo, no se pudo hacer, porque ya la gente á mas andar, se iban hacia el real. En este desbarato mataron los contrarios treinta y cinco, ó cuarenta Españoles, y mas de mil indios nuestros amigos, é hirieron mas de * Son gomas, liquidambar, y gotas de árboles muy olorosas, y hay tambien anime, ó anime copal, así dicho del Mejicano copalli, y jochicopal, que es como estoraque. 409 410 CARTA DE RELACION veinte cristianos, é yo salí herido en una pi- erna : perdióse el tiro pequeño de campo, que habiamos llevado, y muchas ballestas, y escopetas, y armas. Los de la ciudad, luego que hubieron la victoria, por hacer desmayar al alguacil mayor, y Pedro de Alvarado, to- dos los Españoles vivos, y muertos que to- maron, los llevaron al Tatebulco,* que es el mercado, y en unas torres altas, que allí es- tan, desnudos los sacrificaron, y abrieron por los pechos, y les sacaron los corazones para ofrecer á los idolos; lo cual los Españoles del real de Pedro de Alvarado pudieron ver bien de donde peleaban, y en los cuerpos desnudos, y blancos, que vieron sacrificar. conocieron que eran cristianos: y aunque por ello hubieron gran tristeza, y desmayo, se retrajeron á su real, habiendo peleado aquel dia muy bien, y ganado casi hasta el dicho mercado : el cual aquel dia se acabara de ganar, si Dios, por nuestros pecados, no permietera tan gran desman: nosotros fui- mos á nuestro real tan gran tristeza, algo mas temprano que los otros dias nos solia- mos retraer: y tambien porque nos decian, que los bergantines eran perdidos, porque los de la ciudad con las canoas nos tomaban las espaldas, aunque plugo á Dios, que no * Tlatelnlco. DE D. FERNANDO CORTES. fué así, puesto que los bergantines, y las canoas de nuestros amigos se vieron en harto estrecho: y tanto, que un bergantin se erró poco de perder, é hirieron al capitan, y maestre de él, y el capitan murió de allí á ocho dias. Aquel dia, y la noche siguiente los de la ciudad hacian muchos regocijos de bocinas, y atabales, que parecia que se hun- dian, y abrieron todas las calles, y puentes del agua, como de ántes las tenian, y llega- ron á poner sus fuegos, y velas de noche á dos tiros de ballesta de nuestro real; y como todos salimos tan desbaratados, y heridos, y sin armas, habia necesidad de descansar, y reacernos. En este comedio los de la ciu- dad tuvieron lugar de enviar sus mensajeros _á muchas provincias á-ellos sujetas, á decir, como habian habido mucha victoria, y mu- erto muchos cristianos, y que muy presto nos acabarian: que en ninguna manera tra- tasen paz con nosotros; y la creencia que llevaban eran las dos cabezas de caballos, que mataron, y otras algunas de los cristia- nos, las cuales anduvieron mostrando por donde á ellos parecia que convenia, que fué mucha ocasion de poner en mas contumacia á los rebelados, que de ántes : mas con todo, porque los de la ciudad no tomasen mas or- sullo, ni sintiesen nuestra flaqueza, cada dia 411 412 CARTA DE RELACION algunos Españoles de pie, y de caballo, cor muchos de nuestros amigos, iban á pelear á la ciudad, aunque nunca podian ganar mas de algunas puentes de la primera calle, ántes de llegar á la plaza. XXXII. Envia Desde á dos dias del desbarato, que ya se socorro Cortés a prospera habia por toda la comarca, los naturales de ra. e una poblacion, que se dice Quarnaguacar,* hizo el señor QUe eran sujetos á la ciudad, y se habian cle en un ssl dado por nuestros amigos, vinieron al real, y to 4 Temijti- 4». ' tan. dijeronme, como los de la poblacion de Ma- rinalcof que eran sus vecinos, les hacian mucho daño, y les destruian su tierra, y que ahora se juntaban con los de la provincia de Cuisco,] que es grande, y querian venir so- bre ellos á los matar, porque se habian dado por vasallos de Vuestra Magestad, y nues- tros amigos: y que decian, que despues de ellos destruidos, habian de venir sobre noso- tros; y aunque lo pasado era tan de poco tiempo acaecido, y teniamos necesidad ántes de ser socorridos, que de dar socorro, porque ellos me lo pedian con mucha instancia, de- terminé de se lo dar; y aunque tuve mucha contradicion, y decian que me destruia en sacar gente del real, despaché, con aquellos, '* Cuernabaca. + Malinalco. Y Puede ser Huifuco DE D. FERNANDO CORTES. que pedian socorro ochenta peones, y diez de caballo, con Andres de Tapia capitan: al cual en comendé mucho, que hiciese, lo que mas convenia al servicio de Vuestra Mages- tad, y nuestra seguridad, pues veia la nece- sidad, en que estabamos, y que en ir y vol- ver no estuviese mas de diez dias; y él se partió, y llegado á una poblacion pequeña que está entre marinalco, y Coadnoacad* halló á los enemigos, que le estaban espe- rando: y él con la gente de Coadnoacad, y- con la que llevaba comenzó su batalla en el campo, y pelearon tambien los nuestros, que desbarataron los enemigos, y en el alcanze los siguieron hasta los meter en marinalco: que está asentado en un cerro muy alto, y donde los de caballo no podian subir; y vi- endo esto destruyeron lo que estaba en el llano, y volvieronse á nuestro real con esta victoria dentro de los diez dias; en lo alto de esta poblacion de Marinalco hay muchas fuentes de muy buena agua, y es muy fresca cosa. En tanto que este capitsn fué, y vino á este socorro, algunos Españoles de pie, y de caballo, como he dicho, con nuestros amigos entraban á pelear á la ciudad hasta cerca de * Entre Malinalco, y Cuernabaca. 33 413 414 CARTA DE RELACION las casas grandes, que estan en la plaza: y de allí no podian pasar, porque los de la ciu- dad tenian abierta la calle de agua, que está á la boca de la plaza, y estaba muy honda, y ancha: y de la otra parte tenian una muy orande, y fuerte albarrada, y allí peleaban los unos con los otros, hasta que la noche los despartió. Un señor de la provincia de Tascaltecal, que se dice Chichimecatecle, de que atras he hecho relacion, que trajo la tablazon, que se hizo en aquella provincia para los ber- gantines, desde el principio de la guerra re- sidia con toda su gente en el real de Pedro de Alvarado: y como via, que por el desba- rato pasado los Españoles, no peleaban como solian, determinó sin ellos de entrar él con su gente á combatir los de la ciudad, dejan- do cuatrocientos flecheros de los suyos á una puente quitada de agua bien peligrosa, que ganó á los de la ciudad, lo cual nunca acae- cia sin ayuda nuestra, pasó adelante con los suyos, y con mucha grita, apellidando, y nombrando á su provincia, y señor, pelearon aquel dia muy reciamente, y hubo de una parte, y otra muchos heridos, y muertos; y los de la ciudad bien tenian creido, que los tenian asidos, porque como es gente, que al reftraer, aunque sea sin victoria sigue con DE D. VERNANDO CORTES. 415 mucha determinacion, pensaron que al pasar del agua, donde suele ser cierto el peligro, se habian de vengar muy bien de ellos. Y para este efecto, y socorro Chichimecatecle, habia dejado junto al paso del agua los cua- trocientos flecheros: y como ya se venian re- trayendo, los de la ciudad cargaron sobre el- los muy de golpe, y los de "Tascaltecal echa- ronse al agua, y con el favor de los flecheros pasaron; y los enemigos, con la resistencia que en ellos hallaron, se quadaron, y aun bien espantados de la osadia, que habia te- nido Chichimecatecle.* Desde á dos dias, que los Españoles vini- XXXIII. Cor. tés socorre á eron de hacer guerra á los de Marinalco, se- Matalcingo con Sandoval : sun que Vuestra Magesta habrá visto en vence, y se los capitulos ántes de este, llegaron á nues- q id tro real diez Indios de los Otumies, que eran Maraio, pa Esclavos de los de la ciudad : y como he di- 8": cho, habiendose dado por vasallos de Vues- tra Magestad, y cada dia venian en nuestra ayuda á pelear; y dijeronme, como los seño- res de la provincia de Matalcingo,t que son sus vecinos, les hacian guerra, y les des- trulan su tierra, y les habian quemado un pueblo, y llevadoles alguna gente, y que venian destruyendo cuanto podian, y con % Esta accion prueba, que en los Indios hay esfuerzo, y valor. + Puede ser Temascalzingo. 416 CARTA DE RELACION intencion de venir á nuestros reales, y dar sobre nosotros, porque los de la ciu- dad saliesen, y nos acabasen; y á lo mas de esto dimos crédito, porque de pocos dias á aquella parte, cada vez que entraba- mos á pelear, nos amenazaban con los de esta provincia de Matalcingo: de la cual, aunque no teniamos mucha noticia, bien sabiamos que era grande, y que estaba veinte, y dos leguas de nuestros reales: y en la queja que estos Otumies nos daban de aque- llos sus vecinos, daban á entender, que los diesemos socorro, y aunque lo pedian en muy recio tiempo, confiando en la ayuda de Dios: y por quebrar algo las alas á los de la ciudad, que cada dia nos amenzaban con estos, y mostraban tener esperanza de ser de ellos socorridos: y este socorro de ninguna parte les podia venir, si de estos no, determiné de enviar allá á Gonzalo de Sandoval alguacil mayor con diez y ocho de caballo, y cien peones, en que habia solo un ballestero, el cual se partió con ellos, y con otra gente de los Otumies nuestros amigos: y Dios sabe el peligro, en que todos ellos iban, y aun el en que nosotros quedabamos; pero como nos convenia mos- trar mas esfuerzo, y ánimo, que nunca, y morir peleando, disimulabamos nuestra DE D. FERNANDO CORTES. flaqueza así con los amigos como con los enemigos; pero muchas, y muchas vezes decian los Españoles, que plugiese á Dios, que con las vidas los dejasen, y se viesen vencedores contra los de la ciudad, aunque en ella, ni en toda la tierra, no hubiesen otro interes, ni provecho, por donde se conocerá la aventura, y necesidad estrema, en que - teniamos nuestras personas, y vidas. El alguacil mayor fué aquel dia 4 dormir á un pueblo de los Otumies, que está frontero de Marinalco: y otro dia muy de mañana se partió, y llegó á unas estancias de los dichos Otumies, las cuales halló sin gente, y mucha parte de ellas quemadas: y llegando mas á lo llano, junto á una ribera halló mucha gente de guerra de los enemigos, que habian acabado de quemar otro pueblo : y como le vieron comenzaron á dar la vuelta, y por el camino, que llevaban en pos de ellos, halla- ban muchas cargas de maiz, y de niños asa- dos, que traian para su provision, las cuales habian dejado, como habia sentido ir los Es- pañoles; y pasado un rio, que allí estaba mas adelante en lo llano, los enemigos com- enzaron á reparar, y el alguacil mayor con los de caballo rompió por ellos, y desbarató- los: y puestos en huida tiraron su camino derecho á su pueblo de Matalcingo, que 41 es 418 CARTA DE RELACION estaba cerca de tres leguas de allí: y en todas duró el alcanze de los de caballo hasta. los encerrar en el pueblo, y allí esperaron á los Españoles, y á nuestros amigos, los cuales venian matando en los que losde caballo ataja- ban, y dejaban atras. Y en este. alcanze murieron mas de dos mil de los enemigos, llegados los de pie donde estaban los de ca- ballo, y nuestros amigos, que pasaban de sesenta mil hombres comenzaron á huir hacia el pueblo, adonde los enemigos hicie- ron rostro, en tanto que las mugeres, y los niños, y sus haciendas se ponian en salvo en una fuerza, que estaba en un cerro muy alto, que estaba allí junto. Pero como dieron de golpe en ellos, hicieronlos tambien retraer á la fuerza, que tenian en aquella altura, que era muy agria, y fuerte: y quemaron, y ro- baron el pueblo en muy breve espacio, y como era tarde el alguacil mayor no quiso combatir la fuerza, y tambien porque esta- ban muy cansados, porque todo aquel dia habian peleado; los enemigos toda la mas de la noche despendieron en dar alaridos, y hacer mucho estruendo de atabales, y boci- nas. Otro dia de mañana el alguacil mayor con toda la gente comenzó á guiar para subirles á los enemigos aquella fuerza, aunque con DE D. FERNANDO CORTES. temor de se ver en trabajo en la resistencia, y llegados, no vieron gente ninguna de los contrarios; y ciertos Indios amigos nuestros descendian de lo alto, y dijeron, que no habia nadie, y que al cuarto del alba se habian ido todos los enemigos. Y estando así vieron por todos aquellos llanos de la redonda mu- cha gente, y eran los Otumies : y los de ca- ballo creyendo, que eran los enemigos cor- rieron hacia ellos, y alanzearon tres, ó cua- tro; y como la lengua de los Otumies es diferente de esta otra de Culúa, no los enten- dian, mas de como echaban las armas y se venian para los Españoles: y todavia alan- cearon tres, ó cuatro; pero ellos bien enten- dieron, que habia sido por no los conocer. Y como los enemigos no esperaron, los Espa- ñoles acordaron de se volver por otro pue- blo suyo, que tambien estaba de guerra; pero como vieron venir tanto poder sobre ellos, salieronle de paz; y el alguacil mayor habló con el señor de aquel pueblo, y dijole, que ya sabia, que yo recibia con buena voluntad á todos los que se venian á ofrecer por vasallos de Vuestra Magestad, aunque fuesen muy culpados: que le rogaba, que fuese á hablar con aquellos de Matalcingo,* para que se viniesen á mí: y profiriose de * Matlalcingo. 419 420 CARTA DE RELACION lo hacer así, y de traer de paz á los de Ma- rinalco; y así se volvió el alguacil mayor con esta victoria á su real. Y aquel dia algunos Españoles estaban peleando en la ciudad, y los ciudadanos habian enviado á decir, que fuese allí nuestra lengua, porque querian hablar sobre la paz: la cual, segun pareció, ellos no querian sino con condicion, que nos fuesemos de toda la tierra: lo cual hicieron á fin que los dejasemos algunos dias descansar, y fornecerse de lo que habian menester, aunque nunca de ellos alcanzámos, dejar de tener voluntad de pelear siempre con nosotros; y estando así platicando con la lengua muy cerca los nuestros de los ene- migos, que no habia sino una puente quitada en medio, un viejo de ellos, allí á vista de todos, sacó de su mochila, muy de espacio, ciertas cosas, que comió, por nos dar á en- tender, que no tenian necesidad, porque nosotros les deciamos, que allí se habian de morir de hambre; y nuestros amigos decian á los Españoles, que aquellas paces eran falsas, que peleasen con ellos: y aquel dia no se peleó mas, porque los principales di- jeron á la lengua, que me hablase. ** Mochila segun Cobarrubias se llama la taleguilla, en que el soldado lleya su refrezco, Ó su ropa. DE D. FERNANDO COR'TIS. 421 Desde á cuatro dias, que el alguacil mayor vino de la provincia de Matalcingo, los se- ñores de ella, y de Marinalco, y de la provin- cia de Cuíscon, que es grande, y mucha cosa, y estaban tambien rebelados, vinieron á nu- estro real, y pidieron perdon de lo pasado, y ofrecieronse de servir muy bien : y así lo hi- cieron, y han hecho hasta ahora, En tanto que el alguacil mayor fué á Ma- XXXIV. En- visten de no- talcingo, los de la ciudad acordaron de salir che los Meji- canos el cam- de noche, y dar en el real de Alvarado : y al po de Pedro de Alvarado ; cuarto"del alba dan de golpe. Y como las y resistidos, se : vuelven á la velas de caballo, y de pie lo sintieron, apelli- ciudad. Re- suelye Cortés daron de llamar al arma: y los que allí es- derribar en- taban arremetieron á ellos; y como los ene- a migos sintieron los de caballo, echaronse al agua; y en tanto llegan los nuestros, y pelea- ron mas de tres horas con ellos : y nosotros oimos en nuestro real un tiro de campo, que tiraba, y como teniamos recelo, no los desba- ratasen, yo mandé, armar la gente para en- trar por la ciudad, para que aflojasen en el combate de Alvarado; y como los Indios hal- laron tan recios á los Españoles, acordaron de se volver á su ciudad : y nosotros aquel dia fuimos á pelear á la ciudad. En esta sazon, ya los que habiamos salido heridos del desbarato, estabamos buenos, y á la Villa Rica habia aportado un navio de 34 422 CARTA DE RELACION Juan Ponce de Leon, que habian desbarata- do en la tierra, ó isla Florida: y los de la villa enviaronme cierta pólvora, y ballestas, de que teniamos muy estrema necesidad : y ya, gracias á Dios, por aquí á la redonda no teniamos tierra, que no fuese en nuestro fa- vor ; é yo, viendo como estos de la ciudad es- taban tan rebeldes, y con la mayor muestra, y determinacion de morir, que nunca gene- racion tuvo,* no sabia que medio tener con ellos, para quitarnos á nosotros de tantos pe- ligros, y trabajos, y á ellos, y á su ciúdad no los acabar de destruir, porque era la mas her- mosa cosa del mundo: y no nos aprovechaba decirles, que no habiamos de levantar los reales, mi los bergantines habian de cesar de les dar guerra por el agua, ni que habiamos destruido á los de Matalcingo, y Marinalco, y que no tenian en toda la tierra quien los pu- diese socorrer, ni tenian de donde haber maiz, ni carne, ni frutas, ni agua, ni otra cosa de mantenimiento. Y cuanto mas de estas co- sas les deciamos, ménos muestra viamos en “* Por esto se dijo con verdad, que los Indios estuvieron tan per- tinaces en entregarse como los judios en Jerusalen, pues así como Tito hijo de Vespasiano propuso muchas veces la paz ájlos judios, y la despreciaron, lo mismo ejecutaron los Indios con Cortés : el ham- bre, peste, y cuchillo todo recayó sobre los miserables Indios, mas ño creo que pueda afirmarse, que murieron un millon, y cien mii personas, que se refiere del sitio de Jerusalen, pero es muy verosi- mil que sucediese. DE D. FERNANDO CORTES, ellos de flaqueza: mas ántes en el pelear, y en todos sus ardides, los hallabamos con mas ánimo, que nunca. Y yo, viendo que el ne- gocio pasaba de esta manera, y que habia ya mas de cuarenta y cinco dias que estabamos en el cerco, acordé de tomar un medio para nuestra seguridad, y para poder mas estre- char á los enemigos, y fué, que como fuese- mos: ganando por las calles, de la ciudad, que fuesen derrocando todas las.casas de ellas, del un lado, y del otro; por manera, que no fuesemos un paso adelante, sin lo dejar todo _asolado, y lo que era agua, hacerlo tierra-fir- me, aunque hubiese toda la dilacion, que se pudiese seguir. Y para esto yo llamé á to- dos los señores, y principales nuestros amigos, y dijeles lo que tenia acordado: por tanto, que hiciesen venir mucha gente de sus labra- dores, y trajesen sus coas, que son unos palos. de que se aprovechan tanto como los cava- dores en España de azada; y ellos me res- pondieron, que así lo harian de muy buena voluntad, y que era muy buen acuerdo: y holgaron mucho con esto, porque les pareció, que era manera, para que la ciudad se aso- lase ;* lo cual todos ellos deseaban mas que cosa del mundo. * Así se ejecutó, porque no se vé hoy en Méjico rastro del genti- lismo, y todos sus edificios fueron asolados. 423 AZA CARTA DE RELACION Entre tanto que esto se concertaba, pasa- ronse tres, ó cuatro dias : los de la ciudad bien pensaron que ordenábamos algunos ardides contra ellos; y ellos tambien, segun despues pareció, ordenaban lo que podian para su de- fensa, segun que tambien lo barruntabamos.* Y concertado con nuestros amigos, que por la tierra, y por el mar los habiamos de ir á combatir, otro dia de mañana, despues de ha- berT oido misa, tomámos el camino para la ciudad : y en llegando al paso del agua, y al- barrada, que estaba inmediato á las casas gran- des de la plaza, queriendola combatir, los de la ciudad dijeron, que estuviesemos quietos, que querian paz : é yo mandé á la gente, que no pelease, y dijeles, que viniese allí el señor de la ciudad á me hablar, y que se daria ór- den en la paz: y con decirme, que ya le ha- bian ido á llamar, me detuvieron mas de una hora; porque en la verdad ellos no tenian gana de la paz, y así lo mostraron, porque luego, estando nosotros quietos, nos comenza- ron á tirar flechas, y varas, y piedras. Y como yo vi esto, comenzámos á combatir el albarrada, y ganamosla ; y en entrando en la “ Barruntar es imaginar, ó Bat alcin y segun la ley ii. tit. 26. partida 2. se llaman barruntes á las espias. + Cuando el señor de los señores habitaba en el campo: Area Dei habitat in Papilionibus: y niaun tiendas de campaña tenia Cortés, nunca se olvidó de que el principio de todo habia de ser de Dios. DE. D. FERNANDO CORTES. plaza, hallamosla toda sembrada de piedras grandes, porque los caballos no pudiesen cor- rer por ella, porque por lo firme estos son los que les hacen la guerra, y hallamos una calle cerrada con piedra seca, y otra tambien llena de piedras, porque los caballos no pudiesen correr por ellas. Y dende este dia en ade- lante cegamos de tal manera aquella calle del agua, que salia de la plaza, que nunca des- pues los Indios la abrieron : y de allí adelante comenzámos á asolar poco á poco las casas, y cerrar, y cegar, muy bien lo que teniamos ganado del agua; y como aquel dia llevaba- mos mas de ciento y cincuenta mil hombres de guerra, hizose mucha cosa: y así nos vol- vimos aquel dia al real, y los bergantines, y ca- - noas de nuestros amigos hicieron mucho daño en la ciudad, y volvieronse á reposar. Otro dia siguiente, por la misma órden, entramos en la ciudad: y llegados á aquel circuito, y patio grande,* donde estan las torres de los Indios, y mandé á los capita- nes, que con su gente no hiciesen sino cegar las calles de agua, y allanar los pasos malos, que teniamos ganados, y que nuestros ami- gos, de ellos quemasen, y allanasen las casas, y otros fuesen á pelear por las partes que + Este patio grande, ó plazuela era tan cba que se refiere por los historiadores, que en las festividades gentílicas cabian en ella diez mil personas celebrando sus danzas, que llamaban mitotes. 425 426 CARTA DE RELACION soliamas, y que los de caballo guardasen á todos las espaldas. Y yo me subí en una torre mas alta de aquellas, porque los Indios me conocian, y sabia que les pesaba mucho de verme subido en la torre: y de allí ani- maba á nuestros amigos, y haciales socorrer, cuando era necesario, porque como peleaban á la continua, á veces los contrarios se re- traian, y á veces los nuestros: los cuales luego eran socorridos con tres, ó cuatro de caballo, que les ponian infinito animo, para revolver sobre los enemigos; y de esta ma- nera, y por esta órden entramos en la ciudad cinco, ó seis dias continuos, y siempre al re- traer echabamos á nuestros amigos delante, y haciamos á algunos de los Españoles se metiesen en celada en unas casas, y los de caballo quedabamos atras, y haciamos que nos retraiamos de golpe, por sacarlos á la plaza. Y con esto, y con las celadas de los peones cada tarde alanceabamos algunos: y. un dia de estos habia en la plaza siete, ú ocho de caballo, y estuvieron esperando, que los enemigos saliesen: y como vieron que no salian, hicieron que se volvian; y los enemi- gos, con recelo que á:la vuelta no los alan- ceasen, como solian, estaban puestos por unas paredes, y azoteas, y habia infinito nu- mero de ellos; y como los de caballo revol- a.” DE D. FERNANDO CORTES. 427 vian tras ellos, que eran ocho, ó nueve, y el- los les tenian tomada de lo alto una boca de la calle, no pudieron seguir tras los enemi- gos, que iban por ella, y hubieronse de re- traer. Y los enemigos, con favor de como los habian hecho retraer, venian muy encar- nizados, y ellos estaban tan sobre aviso, que se acogian, donde no recibian daño, y los de caballo lo recibian de los que estaban pues- tos en las paredes, y hubieronse de retraer, é hirieron dos caballos: lo cual me dio oca- sion para les ordenar una buena celada, co- mo adelante haré relacion á Vuestra Mages- tad; y aquel dia en la tarde nos volvimos á nuestro real, con dejar bien seguro, y llano todo lo ganado, y á los de la ciudad muy ufa- nos, porque creian, que de temor nos retrai- amos. Y aquella tarde hice un mensajero al alguacil mayor, para que ántes del dia vi- niese allí ¿muestro real con quince de caballo de los suyos, y de los de Pedro de Alvarado. Otro dia por la mañana llegó al real el al- xxxy. asto. guacil mayor con los quince de caballo, é yo 0 0e cons con que murió tenia de los de Cuyoacan allí otros veinte y $. antiñas ML A ads pultura rica cinco, que eran cuarenta: y á diez de ellos due “hallaron mandé, que luego por la mañana saliesen !* Pspañoles. con toda la otra gente, y que ellos, y los ber- gantines fuesen por la órden pasada á com- batir, y á derrocar, y ganar todo lo que pu- 428 CARTA DE RELACION diesen; porque yo, cuando fuese tiempo de retraerse, iria allá con los otros treinta de caballo; y que pues sabian que teniamos mucha parte de la ciudad allanada, que cu- anto pudiesen, siguiesen de tropél á los ene- migos, hasta los encerrar en sus fuerzas, y calles de agua, y que allí se detuviesen con ellos, hasta que fuese hora de retraer. Y yo, y los otros treinta de caballo, sin ser vis- tos, pudiesemos meternos en la celada, en unas casas grandes, que estaban cerca de las otras grandes de la plaza: y los Españoles lo hicieron como yo les avisé; y á la una hora, despues de medio dia, tomé el camino para la ciudad con los treinta de caballo: y allegados, dejélos metidos en aquellas casas, é yo me fuí, y me subí en la torre alta, co- mo solia; y estando allí unos Españoles, abrieron una sepultura, y hallaron en ella, en cosas de oro, mas de mil y quinientos caste- llanos; y venida ya la hora de retraer, man- déles, que con mucho concierto se comenza- sen de retraer, y que los de caballo, desde que estuviesen retraidos en la plaza, hiciesen que acometian, y que no osaban llegar : y esto se hiciese, cuando viesen mucha copia de gente al rededor de la plaza, y en ella; y los de la celada estaban ya deseando que se llegase la hora, porque tenian deseo de hacerlo bien, y DE D. FERNANDO CORTES. estaban ya cansados de esperar: é yo metí- me con ellos, y ya se venian retrayendo por la plaza los Españoles de pie, y de caballo, y los Indios nuestros amigos, que habian entendido ya lo de la celada: y los enemigos venian con tantos alaridos, que parecía que conseguian toda la victoria del mundo; y los nueve de caballo hicieron que arremetian tras ellos por la plaza adelante, y retraian- se de golpe; y *como hubieron hecho esto * dos veces, los enemigos traian tanto furor, que á las ancas de los caballos les venian dando, hasta los meter por la boca de la calle, donde estabamos la celada. Y como vimos á los Españoles pasar adelante de nosotros, y olmos soltar un tiro de escope- ta, que teniamos por señal, conocimos, que era tiempo de salir : y con el apellido de Señor Santiago,* damos de súbito sobre ellos, y vamos por la plaza adelante alancean- do, y derrocando, y atajando muchos, que por nuestros amigos, que nos seguian, eran tomados; de manera, que de esta celada, se mataron mas de quinientos, todos los mas principales, y esforzados, y valientes hom- bres: y aquella noche tuvieron bien que cenar nuestros amigos, porque todos los que * Santiago como protector de España fué el que defendió á los suyos. - 375) 429 430 CARTA DE RELACION se mataron, tomaron, y llevaron hechos piezas para comer. Fué tanto el espanto, y admiracion que tomaron en verse tan de súbito así desbaratados, que ni hablaron, ni gritaron en toda esta tarde, ni osaron asomar en calle, ni en azotea, donde no estuviesen muy á su salvo, y seguros. Y ya que era casi noche, que nos retraiamos, parece que los de la ciudad mandaron á ciertos esclavos* suyos, que mirasen si nos retraiamos, ó que haciamos. Y como se asomaron por una calle, arremetieron diez, ó doce de caballo, y siguieronlos de manera, que ninguno se les escapó. Cobraron de esta nuestra, victoria los enemigos tanto temor, que nun- ca mas en todo el tiempo de la guerra osaron entrar en la plaza ninguna vez que nos re- traiamos, aunque solo uno de caballo no mas viniese, y nunca osaron salir á Indio, ni á peon de los nuestros, creyendo, que de entre los pies se les habia de levantar otra celada, Y esta de este dia, y victoria que Dios nues- tro «señor nos dió, fué bien principal causa para que la ciudad mas presto se ganase, porque los naturales de ella recibieron mu- cho desmayo, y. nuestros amigos doblado ánimo; y así nos fuimos á nuestro real, con * La servidumbre es de Deteche de gentes secundario, supuestas las guerras, y ambicion de los hombres, y así la introduseron los Mejicanos. DE D. FERNANDO CORTES. 431 intencion de dar mucha priesa en hacer la guerra, y no dejar de entrar ningun dia, hasta la acabar. Y aquel dia ningun peli- gro hubo en los de nuestro real, escepto que al tiempo que salimos de la celada, se encon- traron unos de caballo, y cayó uno de una yegua, y ella fuese derecha á los enemigos, los cuales la flecharon, y bien herida, como vió la mala obra que recibia, se volvió hacia nosotros,* y aquella noche se murió: y aun- que nos pesó mucho, porque los caballos, y yeguas nos daban la vida, no fué tanto el pesar, como si muriera en poder de los ene- migos, como pensamos que de hecho pasara ; porque si así fuera, ellos hubieran mas pla- cer, que no pesar, por los que les mataba- mos: los bergantines, y las canoas de nues- tros amigos hicieron grande estrago en la ciudad aquel dia, sin recibir peligro alguno. Como ya conocimos, que los Indios de la XXXVI. En- ciudad estaban muy amedrentados, supimos o e : la ciudad, y de unos dos de ellos de poca manera, que hace gran da- ; : a ño á los Meji- de noche se habian salido de la ciudad, y S€ canos, matan. s 3 » . do - habian venido á nuestro real, que se morian qiéna) mu : y hos. —T de hambre, que salian de noche á pescar por toda ja calle * El instincto de los caballos, y yeguas es tan grande, que se puede tener por el mas vivo despues del de los elefantes, de los que, y de ios caballos se refieren cosas maravillosas, particularmente en el reconocimiento á sus dueños, y no querer admitir 4 los estraños. + Personas de poca importancia, 432 de Tacuba, quema las ca. sas de Guate- motzin, y der- riba otras. CARTA DE RELACION entre las casas de la ciudad, y andaban por la parte, que de ella les teniamos ganada, buscando leña, y hierbas, y: raices, que comer. Y porque ya teniamos muchas calles de agua cegadas, y aderezados mu- chos malos pasos, acordé deentrar al cuarto del alba, y hacer todo el daño que pudiese- mos. Y los bergantines, salieron ántes del dia, é yo con doce, ó quince de caballo, y ciertos peones, y amigos nuestros, entramos de golpe, y primero pusimos ciertas espias : las cuales siendo de dia, estando nosotros en celada, nos hicieron señal, que saliesemos, y dimos sobre infinita gente; pero como eran de aquellos mas miserables, y que salian á buscar de comer, los mas venian desarma- dos, y eran mugeres, y muchachos ; é hici- mos tanto daño en ellos, por todo lo que se podia andar de la ciudad, que presos, y muertos pasaron de mas de ochocientas per- sonas; y los bergantines tomaron tambien mucha gente, y canoas, que andaban pescan- do, é hicieron en ellas mucho estrago. Y como los capitanes, y principales de la ciu- dad nos vieron andar por ella ahora no acostumbrada, quedaron tan espantados como de la celada pasada, y ninguno osó salir á A pelear con nosotros. y así nos volvimos á DE D. FERNANDO CORTES. nuestro real con harta presa, y mánjar para nuestros amigos. Otro dia de mañana tornamos á entrar en la ciudad: y como ya nuestros amigos velan la buena órden que llevabamos para la des- truccion de ella, era tanta la multitud que de cada dia venian, que no tenian cuento. Y aquel dia acabamos de ganar toda la calle de Tacuba, y de adobar los malos pasos de ella: en tal manera que los del real de Pedro de Alvarado se podian comunicar con nosotros por la ciudad; y por la calle principal, que iba al mercado, se ganaron otras dos puentes, y se cegó muy bien el agua, y quemamos las casas del señor de la ciudad, que era mancebo de edad de diez, y ocho años, que se decian Gruati- mucin* que era el segundo señor despues de la muerte de Muteczuma : y en estas casas tenian los Indios mucha fortaleza, porque eran muy grandes, y fuertes, y cercadas de agua. Tambien se ganaron otras dos puen- tes de otras calles, que van cerca de esta del mercado, y se cegaron muchos pasos: de manera, que de cuatro partes de la ciudad las tres estaban ya por nosotros, y los Indios no hacian sino retraerse hacia lo mas fuerte, que era á las casas, que estaban mas metidas en el agua. * Quatecmotzin. 43: 434 CARTA. DE RELACION Otro dia siguiente, que fué dia del apóstol Santiago, entramos en la ciudad por la órden que ántes, y seguimos por la calle grande,* que iba á dar al mercado: y ganamosles una calle muy ancha de agua, en que ellos pen- saban, que tenian mucha seguridad, y aun- que se tardó gran tato, y fué peligrosa de ganar, y en todo este dia no se pudo, como era muy ancha; de acabar de cegar: por manera, que los de caballo pudiesen pasar de la otra parte. Y como estabamos todos á pie, y los Indios veian, que los de caballo no habian pasado, vinieron de refresco sobre nosotros, muchos de ellos muy lúcidos: y como les hicimos rostro, y teniamos muchos ballesteros, dieron la vuelta á sus albarradas, y fuerzas, que tenian aunque fueron hartos: asaáeteados. Y demas de esto, todos los Es- pañoles de pie llevaban sus picas, las cuales yo habia mandado hacer despues, que me desbarataron, que fué cosa muy provechosa. Aquel dia por los lados de la una parte, y de la otra de aquella calle principal no se en- tendió sino en quemar, y allanar casas, que era lástima cierto de lo ver; pero como no nos convenia hacer otra cosa, eranos forzado * Esta calle grande, que iba al mercado de Tlatelulco, es en mi juicio, la que sigue por S. Francisco junto á la azequía princi- pal hasta la plaza de Santiago Tlatelulco en derechura, y en medio está la parroquia de nuestra señora de la Redonda. DE D. FERNANDO CORTES. 435 seguir aquella órden. Los de la ciudad co- mo veian tanto estrago, por esforzarse, de- cian á nuestros amigos, que no hiciesen sino quemar, y destruir, que ellos se las harian tornar á hacer de nuevo, porque si ellos eran vencedores, ya ellos sabian, que habia de ser así, y si no, que las habian de hacer para nosotros: y de esto postrero plugo á Dios, que salieron verdaderos, aunque ellos son los que las tornan á hacer. Otro dia luego de mañana entrámos en la xxxvií. En- tran peleando ciudad por la órden acostumbrada, y llega- 1os Españoles en la ciudad dos á la calle de agua, que habiamos cegado muchas veces. ia á Llega Ped el dia ántes, hallamosla de la manera, que la a. * Alvarado habiamos dejado : y pasamos adelante dos ti- mercado, y conociendolo ros de ballesta, y ganamos dos acequias gran- desde su real, va Cortés á . . él; y lo que des de agua, que tenian rompidas en lo sano ondas de la misma calle, y llegámos á una torre pe- Fido se to: pre queña de sus ídolos, y en ella hallámos cier- Ponia paz. tas cabezas de los cristianos, que nos habian muerto, que nos pusieron harta lástima. Y desde aquella torre iba la calle derecha, que era la misma adonde estabamos á dar á la calzada del real de Sandoval; y á la mano iz- quierda iba otra calle á dar al mercado, en la cual ya no habia agua ninguna, escepto una que nos defendian, y aquel dia no pasámos de allí; pero peleámos mucho con los Indios. Y como Dios nuestro señor cada dia nos daba 436 CARTA DE RELACION victoria, ellos siempre llevaban lo peor: y aquel dia ya que era tarde, nos volvimos al real. Otro dia siguiente estando aderezando para volver á entrar en la ciudad á las nueve ho- ros del dia, vimos de nuestro real salir humo de dos torres muy altas, que estaban en el Tatebulco,* ó mercado de la ciudad, que no podiamos pensar, que fuese, y como parecia, que era mas que saumerios, que acostumbran los Indios á hacer á sus ídolos, barruntamos, - que la gente de Pedro de Alvarado habia lle- gado allí, y aunque así era la verdad, no lo podiamos creer. Y cierto aquel dia Pedro de Alvarado,f y su gente lo hicieron valien- temente, porque teniamos muchas puentes, y albarradas de ganar, y siempre acudian á las defender toda la mas parte de la ciudad. Pero como él vió, que por nuestra estancia ibamos estrechando á los enemigos, trabajó todo lo posible por entrarles al mercado, por- que allí tenian toda su fuerza: pero no pudo mas de llegar á vista de él, y ganarles aquel- las torres, y otras muchas, que estan junto al mismo mercado, y es tanto casi como el cir- * En Tlatelulco. + Este Pedro de Alvarado, de que se ha hablado ántes, fué 1m- signe en todas sus acciones, y aun se conserva el nombre del Salto de Alvarado, que fué 4 la entrada de la Traspana, donde saltó la acequía muy ancha, estrivando sobre la lanza, DE D. FERNANDO CORTES. cúito de las muchas torres de la ciudad : y los de caballo se vieron en harto trabajo, y les fué forzado retraerse, y al retraer les hirie- ron tres caballos, y así se volvieron Pedro de Alvarado, y su gente á su real : y nosotros no quisimos ganar aquel dia un puente, y calle de agua, que quedaba no'mas para llegar al mercado, salvo allanar, y cegar todos los ma- los pasos, y al retraernos apretaron recia- mente; aunque fué á su costa. Otro dia entrámos luego por la mañana en la ciudad, y como no habia por ganar hasta llegar al mercado sino una traviesa de agua* con su albarrada, que estaba junto á la tor- recilla, que he dicho: comenzámosla á com- batir, y un Alferez, y otros dos, ó tres Espa- ñoles echaronse al agua, y los de la ciudad desampararon luego el paso, y comenzóse á cegar, y aderezar paraque pudiesemos pasar con los caballos: y estandose aderezando, llezó Pedro de Alvarado por la misma calle con cuatro de caballo, que fué sin compara- cion el placer, que hubo la gente de su real, y del nuestro, porque era camino para dar muy breve conclusion á la guerra. Y Pedro de Alvarado dejaba recaudo de gente en las espaldas hilados, así para conservar lo gana- do, como para su defensa: y como luego se ** Pudo ser donde hoy está el puente, que llaman de las Guerras, ld 56 438 CARTA DE RELACION aderezó el paso, yo con algunos de caballo me fuí á ver el mercado, y mandé á la gente de nuestro real, que no pasasen adelante de aquel paso. Y despues, que anduvimos un rato paseandonos por la plaza, mirando los portales de ella, los cuales por las azoteas es- taban llenos de enemigos; y como la plaza era muy grande, y veian por ella andar los de caballo no osaban llegar: é yo subí en aquella torre grande, que está junto al mer- cado, y en ella tambien, y en otras hallámos ofrecidas ante sus idolos las cabezas de los cristianos, que nos habian muerto, y de los Indios de 'Tascaltecal nuestros amigos, entre quien siempre ha habido muy antigua, y cruel enemistad. Y yo miré desde aquella torre, lo que teniamos ganado de la ciudad, que sin - duda de ocho partes teniamos ganado las siete: y viendo, que tanto número de gente do los enemigos, no era posible sufrirse en tanta angostura, mayormente que aquellas casas, que les quedaban eran pequeñas, y pu- esta cada una de ellas sobre sí en el agua; y sobre todo la grandísima hambre, que entre ellos habia, y que por las calles hallabamos roidas las raizes, y cortezas de los árboles, acordé de los dejar de combatir por algun dia, y moverles algun partido, por donde no pereciese tanta multitud de gente : que cierto DE D. FERNANDO CORTES. 439 me ponia en mucha lástima y dolor, el daño, que en ellos se hacia, y continuamente les hacia acometer con la paz; y ellos decian, que en ninguna manera se habian de dar, y que uno solo, que quedase, habia de morir peleando, y que de todo lo que tenian, no ha- biamos de haber ninguna cosa, y que lo ha- bian de quemar, y echar al agua, donde nun- ca pareciese, é yo por no dar mal por mal, disimulaba en no los dar combate. Como teniamos muy poca pólvora, habia- XXXVII. Fa- brican los Es- mos puesto en plática, mas habia de quince pañoles una . máquina. Cor- dias, de hacer un trabuco :* y aunque no ha- tés combate la . á ciudad, reco- bia maestros, que supiesen hacerle, unos car- nociendo fin- . a de idas las res- pinteros se profirieron de hacer uno pequeño, Éuestas, que y aunque yo tuve pensamiento, que no habia- le daban sobre la paz. Mue- ' » a mos de salir con esta obra, consentí, que lo doce mil Meji- hiciesen : y en aquellos dias, que teniamos tan Jos Logne dijeron á Cor- arrinconados los Indios, acabóse de hacer, y E, EE llevóse á la plaza del mercado para lo asen- Hudad. ne tar en uno como teatro, que está en medio Pus de ella hecho de cal y canto cuadrado, de altura de dos estados y medio, y de esquina á esquina habrá treinta pasos : el cual tenian ellos para cuando hacían algunas fiestas, y juegos, que los representadores de ellos se * Esta invencion de trabuco de palo no era fácil de conseguir, aunque se conoce la ingeniosidad de Cortés, y que habia leido ma- temáticas. + Este teatro pudo estar en el mismo sitio, que hoy la Hermita junto á. Santiago, que tiene un atrio elevado. 440 CARTA DE RELACION ponían allí, porque toda gente del mercado, y los que estaban en bajo, y encima de los portales pudiesen ver, lo que se hacia: y traido allí, tardaron en lo asentar tres, ó cuatro dias; y los Indios nuestros amigos amenazaban con él á los de la ciudad, dicien- doles, que con aquel ingenio les habiamos de matar á todos. Y aunque otro fruto no hi- ciera, como no hizo, sino el temor, que con él se ponia, por el cual pensabamos que los ene- migos se dieran, era harto, y lo uno, y lo otro cesó, porque ni los carpinteros salieron con su intencion, ni los de la ciudad, aunque te-- nian temor, movieron ningun partido para se dar, y la falta, y defecto del trabuco disimu- lamosla, con que movidos de compasion, no los queriamos acabar de matar. Otro dia despues de asentado el trabuco, volvimos á la ciudad, y como ya habia tres, ó cuatro dias, que no los combatiamos, halla- mos las calles, por donde ibamos, llenas de mugeres, y niños, y otra gente miserable* que se morian de hambre, y salian traspasados, y flacos, que era la mayor lástima del mundo de los ver: é yo mandé á nuestros amigos, que no les hiciesen daño alguno; pero de la vente de guerra no salia ninguno, adonde pu- * Propriamente lo que sucedió en el sitio de Jerusalen, segun re- fiere Josefo de Bello Tudñico, DE D. FERNANDO CORTES. diese recibir daño, aunque los veiamos estar encima de sus azoteas, cubiertos con sus man- tas, que usan, y sin armas: é hice este dia que se les requiriese con la paz, y sus respu- estas eran disimulaciones; y como lo mas del dia nos tenian en esto, enviéles á decir, que les queria combatir, que hiciesen retraer toda sí gente, si no, que daria licencia, que nues- tros amigos los matasen. Y ellos dijeron, que querian paz: é yo les replique, que yo no veia allí el señor, con quien se habia de tratar, que venido, para lo cual le daria todo el se- guro que quisiese, que hablariamos en la paz. Y como vimos que era burla, y que todos es- taban apercibidos para pelear con nosotros : despues de se la haber muchas veces amones- tado, por mas los estrechar, y poner en mas estrema necesidad, mandé á Pedro de Alva- rado, que con toda su gente entrase por la parte de un gran barrio, que los enemigos te- nian, en que habria mas de mil casas: é yo por la otra parte entré á pie con la gente de nuestro real, porque á caballo no nos podia- mos por allí aprovechar. Y fué tan recio el combate nuestro, y de nuestros enemigos, que les ganamos todo aquel barrio:* y fué tan grande la mortandad, que se hizo en nuestros enemigos, que muertos, y presos pasaron de * Cerca de Tlatelolco está el barrio de Sanconpinca. 441 442 CARTA DE RELACION doce mil animas, con los cuales usaban de tanta crueldad nuestros amigos, que por nin- guna via á ninguno daban la vida, aunque mas reprendidos, y castigados de nosotros eran. | Otro dia siguiente tornamos á la ciudad, y mandé, que no peleasen, ni hiciesen mal á los enemigos: y como ellos veian tanta multitud de gente sobre ellos, y conocian, que los venian á matar sus vasallos, y los que ellos solian mandar, y veian su estrema necesidad, y como no tenian donde estar sino sobre los cuerpos muertos de los suyos, -con deseo de verse fuera de tanta desventu- ra, decian: que porque no los acababamos ya de matar, y á mucha priesa dijeron, que me llamasen, que me querian hablar. Y como todos los Españoles deseaban, que ya esta guerra se concluyese, y habian lástima de tanto mal, como se hacia, holgaron mu- cho, pensando que los Indios querian paz: y con mucho placer vinieronme á llamar, é importunar, que me llegase á una albarrada, donde estaban ciertos principales, porque querian hablar conmigo. Y aunque yo sabia, que habia de aprovechar poco mi ida, determiné de ir como quiera, que bien sabia, que el no darse estaba solamente en el señor, y otros tres, Ó cuatro principales de la ciu- DE D. FERNANDO CORTES. 4AS dad, porque la otra gente muertos, ó vivos deseaban ya verse fuera de allí. Y llegado al albarrada, dijeronme : “ Que pues ellos me tenian por hijo del sol y el sol en tanta breve- dad como era en un dia, y una noche daba vuelta á todo el mundo que porque yo así brevemente no los acababa de matar,* y los quitaba de penar tanto, porque yaellos tenian deseos de morir, é irse al cielo para su Ochi- lobus,f que los estaba esperando para des- cansar; y este ídolo, es el que en mas ve- neracion ellos tienen. Yo les respondí mu- chas cosas para los atraer, á que se diesen, y ninguna cosa aprovechaba, aunque en no- sotros veian mas muestras, y señales de paz, que jamas á ningunos vencidos se mostraron, siendo nosotros con el ayuda de nuestro señor los vencedores. Puestos los enemigos en el último estre- XXXIX. En- mo, como de lo dicho se puede colegir, para Mind cipal 4 hablar los quitar de su mal propósito, como era la con Cuatimoc k d . . , le paz, el cual determinacion, que tenian de morir : hablé 1e hace sacrif- bi tv] car, y manda con una persona bien principal entre ellos, pelear furio. : 2 E samente. Of- que teniamos preso, al cual dos, ó tres dias recen los meji- * Grande lástima, pero altísimos juicios de Dios, pues moral- mente era imposible, que sin destruccion del imperio Mejicano en- trase el de nuestros católicos soberanos, pues los naturales siempre habian de reclamar por su señor. + Huitzilopoztli primer caudillo de los mejicanos, y el dios pricipal de Méjico, y de la guerra ; otro Marte de los romanos. 444 CARTA DE RELACION canos, — que ántes habia prendido un tio de Don Fernan- venara ua- . o timoc $ hablar do, señor de "Pesaico, peleando en la ciudad, á Cortés, y se , : A Ni le prepara el y aunque estaba muy herido, le dije: si recibimiento ; Y es ; y y porque no Queria volver á la ciudad; y él me respon- quiso venir, y y.» - - z lo que le res- ió, que sí, y como otro dia entrámos en ella, o 9 enviéle con ciertos Españoles, los cuales lo entregaron á los de la ciudad; y á este principal yo le habia hablado largamenre, paraque hablase con el señor, y con otros principales sobre la paz: y él me prometió de hacer sobre ello, todo lo que pudiese. Los de la ciudad lo recibieron con mucho acata- miento, como á persona principal; y como lo llevaron delante de Guatimucin su señor, y él le comenzó á hablar sobre la paz, dice : que luego lo mandó matar, y sacrificar;- y la respuesta que estabamos esperando, nos dieron con venir cón grandísimos alaridos, diciendo ; que no querian sino morir: y comienzan á nos tirar varas, flechas, y pie- dras, y á pelear reciamente con nosotros : y tanto, que nos mataron un caballo con un dalle,* que uno traia hecho de una espada de las nuestras; y al fin les costó caro, por- que murieron muchos de ellos: y así nos volvimos á nuestros reales aquel dia. Otro dia tornámos á entrar en la ciudad, y ya estaban los enemigos tales, que de noche * Dalle es especie de daga puesta en una hasta. DE. D. FERNANDO CORTES. osaban quedar en ella de nuestros amigos infinitos de ellos. Y llegados á vista de los enemigos, no quisimos pelear con ellos, sino andarnos paseando por su ciudad, porque teniamos pensamiento, que cada hora, y cada rato se habian de salir á nosotros. Y por los inclinar á ello, yo me llegué cabalgando hasta una albarrada suya, que tenian bien fuerte, y llamé á ciertos principales, que es- taban detras, á los cuales yo conocia, y dije- les: “(Que pues se vian tan perdidos, y conocian, que si yo quisiese, en una hora no quedaria ninguno de ellos, que porque no venia á me hablar Guautimucin su señor, que yo le prometia de no hacerle ningun mal: y queriendo. él, y ellos venir de paz, - que serian de mí muy bien recibidos, y tra- tados,” Y pasé con ellos otras razones, con- que los provoqué á muchas lágrimas:* y llorando me respondieron: “ (Que bien cono- cian su yerro, y perdicion, y que ellos queri- an ir á hablar á su señor, y me volverian presto con la respuesta, y que no me fuese de allí.” Y ellos se fueron, y volvieron de allíá un rato, y dijeronme : “Que porque ya era tarde, su señor no habia venido; pero “* Ocupados del terror como los miserables Gabaonitas. Josue cap. 2. vers. 9, aunque Cortés imitó la mansedumbre de Josué. cap. 9. Di 45 446 CARTA DE RELACION que otro dia á medio dia vendria en todo caso á me hablar en la plaza del mercado :” y así nos fuimos á nuestro real. Y yo mandé, para otro dia, que tuviesen adereza- do allí en aquel cuadrado alto, que está en medio de la plaza, para el señor, y princi- pales de la ciudad un estrado, como ellos lo acostumbran, y que tambien les tuviesen aderezado de comer: y así se puso por obra. Otro dia de mañana fuimos á la ciudad, é yo avisé á la gente, que estuviese apercebida, porque si los de la ciudad acometiesen al- guna traicion, no nos tomasen descuidados. Y á Pedro de Alvarado, que estaba allí le avisé de lo mismo: y como llegámos al mer- cado, yo envié á decir, y hacer saber á Guautimucin, como le estaba esperando : el cual, segun pareció, acordó de no venir; y envióme cinco de aquellos señores princi- pales de la ciudad, cuyos nombres, porque no hacen mucho al caso, no digo aquí. Los . cuales llegados, dijeron, que su señor me en- viaba á rogar con ellos, que le perdonase, porque no venia, que tenia mucho miedo de parecer ante mí, y tambien estaba malo, y que ellos estaban allí, que viese lo que man- daba, que ellos lo harian; y aunque el señor no vino, holgamos mucho, que aquellos prin- cipales viniesen, porque parecia, que era ¿ DE D. FERNANDO CORTES. tamino de dar presto conclusion á todo el negocio. Yo los recibí con semblante ale- gre, y mandéles dar luego de comer, y de beber : en lo cual mostraron bien el deseo, y. necesidad, que de ello tenian. Y despues de haber comido, dijeles, que hablasen á su señor, y que no tuviese temor ninguno: y que le prometia, que aunque ante mí viniese. que no le seria hecho enojo alguno, ni seria detenido, porque sin su presencia en ninguna cosa se podia dar buen asiento, ni concierto : y mandéles dar algunas cosas de refresco. que le llevasen para comer; y prometieron- me de hacer en el caso todo lo que pudiesen : y así se fueron. Y de allí á dos horas volvie- ron, y trajeronme unas mantas de algodon - buenas, de las que ellos usan; y dijeronme. que en ninguna manera Guautimucin, su se- for, vendria, ni queria venir, y que era escu- sado hablar en ello. Y yo les torné á repe- tir, que no sabia la causa, por que él se re- celaba venir ante mí, pues veia que á ellos, que yo sabia que habian sido los causadores principales de la guerra, y que la habian sustentado, les hacia buen tratamiento, que los dejaba ir, y venir seguramente, sin reci- bir enojo alguno: que les rogaba, que le tor- nasen á hablar, y mirasen mucho en esto de su venida, pues á él le convenia, é yo lo 447 448 CARTA DE RELACION hacia por su provecho; y ellos respondieron, que así lo harian, y que otro dia me volverian con la respuesta; y así se fueron ellos, y tambien nosotros á nuestros reales. XL Ca Otro dia bien de mañana aquellos princi- viendo que no 1m1 A 11 Ma a pales vinieron á nuestro real, y dijeronme, moc, enviste Z noc. Ave QUANDO fuese á la plaza del mercado de la ciudad, y son ciudad, porque su señor me queria ir á hablar muertos, y do cautivos mas ajlí; é yo, creyendo que fuera así, cabalgué, de cincuenta A : y cinco mil y tomámos nuestro camino, y estuvele espe- Indios, y de hambre, y sed rando, donde quedaba concertado, mas de mueren mas a tres, ó cuatro horas, y nunca quiso venir, ni cuenta mil. y z Garcia Hol. parecer ante mí. Y como yo ví la burla, y guin prende á ; . Cuautemoc, y que era ya tarde, y que ni los otros mensaje- al rey de - ES . % 7 2 - Tacuba. ros, ni el señor venian,* envié á llamar á los Indios nuestros amigos, que habian quedado á la entrada de la ciudad, casi una legua de donde estabamos, á los cuales yo habia man- dado, que no pasaesen de allí, porque los de la. ciudad me habian pedido, que para hablar en las paces, no estuviese ninguno de ellos den- tro : y ellos no se tardaron, ni tampoco los del real de Pedro de Alvarado. Y como llega- ron, comenzámos á combatir unas albarradas, y calles de agua, que tenian, que ya no les quedaba otra mayor fuerza: y entrámosles, así nosotros, como nuestros amigos, todo lo * Es de alabar la paciencia, y caridad de Cortés, viendose burla- do tantas veces. DE D. FERNANDO CORTES, que quisimos. Y al tiempo que yo salí del real, habia proveido, que Gonzalo de Sando- val entrase con los bergantines por la otra parte de las casas, en que los Indios estaban fuertes : por manera, que los tuviesemos cer- cados, y que no los combatiese, hasta que vi- ese que nosotros combatiamos; por manera, que por estar así cercados, y apretados, no tenian paso por donde andar, sino por encima de los muertos, y por las azoteas, que les que- daban: y á esta causa, ni tenian, ni hallaban flechas, ni varas, ni piedras, con que nos ofen- der: y andaban con nosotros nuestros amigos á espada, y rodela ; y era tanta la mortandad, que en ellos se hizo por la mar, y por la ti- erra, que aquel dia se mataron, y prendieron mas de cuarenta mil ánimas: y era tanta la grita, y lloro de los niños, y mugeres, que no habia persona, á quien no quebrantase el co- razon ;* y ya nosotros teniamos mas que ha- cer en estorbar á nuestros amigos, que no matasen, ni hiciesen tanta crueldad, que no en pelear con los Indios: la cual crueldad nunca en generacion tan recia se vió, ni tan fuera de toda órden de naturaleza, como en * Gens dure Cervieis, Gens absque Consilio : Pero no hay que ad- mirarse, pues por no entregarse los Numantinos, y Saguntinos, que son los primeros los de Soria, y los segundos los de Morviedro en España, se quemaron todos vivos, bienes, y casas, y esto: se refiere por heroicidad contra los romanos, y otro ejemplar semejante se re- fiere de los naturales de la Villa de Valderas. 449 A50 CARTA DE RELACION los naturales de estas partes : nuestros amigos hubieron este dia muy gran despojo, el cual en ninguna manera les podiamos resistir, por- que nosotros eramos obra de nuevecientos Españoles, y ellos mas de ciento, y cincuenta mil hombres: y ningun recaudo, ni diligencia bastaba para los estorbar que no robasen, aunque de nuestra parte se hacia todo lo posi- ble. Y una de las cosas porque los dias án- tes yo rehusaba de no venir en tanta rotura con los de la ciudad, era porque tomandolos por fuerza, habian de echar lo que tuviesen en el agua, y ya que no lo hiciesen, nuestros amigos habrian de robar todo lo mas que ha- llasen; y á esta causa temia, que se habria para Vuestra Magestad poca parte de la mu- cha riqueza, que en esta ciudad habia, y se- sun la que yo ántes para Vuestra Alteza te- nia; y porque ya era tarde, y no podiamos - sufrir el mal olor de los muertos, que habia de muchos dias por aquellas calles, que era la cosa del mundo mas pestilencial, nos fui- mos á nuestros reales. Y aquella tarde dejé concertado, que para otro dia siguiente, que habiamos de volver á entrar, se aparejasen tres tiros gruesos, que teniamos para llevarlos á la ciudad, porque yo temia, que como esta- ban los enemigos tan juntos, y que no tenian por donde se rodear, queriendoles entrar por DE D. FERNANDO CORTES. fuerza, sin pelear podrian entre si ahogar los Españoles, y queria desde acá hacerles con los tiros algun daño, porque saliesen de allí para nosotros. Y al alguacil mayor mandé, que asimismo para otro dia, que estuviese apercibido para entrar con los bergantines por un lago de agua grande, que se hacia en- tre unas casas, donde estaban todas las canoas de la ciudad recogidas: y ya tenian tan po- cas casas, donde poder estar, que el señor de la ciudad andaba metido en una canoa con ciertos principales, que no sabian, que hacer de si y de esta manera quedó concertado, que habiamos de entrar otro dia por la ma- ñana. Siendo ya de dia hice apercibir toda la gente, y llevar los tiros gruesos : y el dia án- tes habia mandado á Pedro de Alvarado, que me esperase en la plaza del mercado, y no diese combate hasta que yo llegase; estando ya todos juntos, y los bergantines apercibidos todos por detras de las casas del agua, donde estaban los enemigos, mandé, que en oyendo “soltar una escopeta, que entrasen por una poca parte, que estaba por ganar, y echasen á los enemigos al agua hacia donde los ber- gantines habian de estar á punto: y aviséles mucho, que mirasen por Guautimucin,?* y tra- * Por el emperador Cuateemotzin 451 452 CARTA DE RELACION bajasen de lo tomar á vida, porque en aquel punto cesaria la guerra. Y yo me subí en- cima de una azotea, y ántes del combate ha- blé con algunos de aquellos principales de la ciudad, que conocia, y les dije : “Que era la causa, porque su señor no queria venir, que pues se velan en tanto estremo, que no diesen causa, á que todos pereciesen, y que lo lla- masen, y no hubiesen ningun temor ;” y dos de aquellos principales pareció, que lo iban á llamar. Y de allí á poco volvió con ellos uno de los mas principales de todos aquellos, que se llamaba Ciguacoacin, y era el capitan, y gobernador de todos ellos, y por su consejo se seguian todas las cosas de la guerra; é yo le mostré buena voluntad, porque se asegurase, y no faviese temor : y al fin me dijo, que en ninguna manera el señor vendría ante mí: y ántes queria por allá morir, y que á él le pesaba mucho de esto, que hiciese yo lo que quisiese; y como ví en esto su determinacion, yo le dije: que se volviese á los suyos, y que él y ellos se aparejasen, porque los queria comba- tir, y acabar de matar, y así se fué. Y como en estos conciertos se pasaron mas de cinco horas, y los de la ciudad estaban todos encima de los muertos, y otros en el agua, y otros andaban nadando, y otros ahogandose en aquel lago, donde estaban las canoas, que era DE D. FERNANDO CORTES. grande: era tanta la pena, que tenian, que no bastaba juicio á pensar, como lo podian sufrir; y no hacian sino salirse infinito nú- mero de hombres, y mugeres, y niños hacia nosotros. Y por darse priesa al salir, unos á otros se echaban al agua, y se ahogaban en- tre aquella multitud de muertos, que segun pareció, del agua salada, que bebian, y del hambre, y mal olor, habia dado tanta mortan- dad en ellos, que murieron mas de cincuenta mil ánimas : Los cuerpos de las cuales, por- que nosotros no alcanzasemos su necesidad. ni los echaban al agua, porque los bergan- tines no topasen con ellos, ni los echaban fuera de su conversacion, porque nosotros por la ciudad no lo viesemos: y así por aquellas calles, en que estaban, hallabamos los mon- tones de los muertos, que no habia persona, que en otra cosa pudiese poner los pies; y como la gente de la ciudad se salia á noso- tros, yo habia proveido, que por todos las calles estuviesen Españoles para estorbar, que nuestros amigos, no matasen á aquellos tristes, que salian, que eran sin cuento. Y tambien dije á todos los capitanes de nuestros amigos, que en ninguna manera consintiesen matar, á los que salian: y nose pudo tanto estorbar, como eran tantos, que aquel dia no 58 4d3 454 CARTA DE RELACION mataron, y sacrificaron mas de quince mil ánimas; y en esto todavía los principales, y gente de guerra de la ciudad se estaban ar- rinconados, y en algunas azoteas, y casas, y en el agua, donde ni les aprovechaba disimu- lacion, ni otra cosa, porque ho viesemos su perdicion, y su flaqueza muy á la clara: vi- endo que se venia la tarde, y que no se que- rian dar, hize asentar los dos tiros gruesos hacia ellos, para ver si se darian, porque mas daño recibieran en dar licencia á nuestros amigos, que les entraran, que no de los tiros. los cuales hicieron algun daño. Y como tampoco esto aprovechaba, mandé soltar la escopeta : y en soltandola, luego fué tomado aquel rincon, que tenian, y echados al agua, los que en él estaban, otros, que quedaban sin pelear, se rindieron; y los bergantines entra- ron de golpe por aquel lago, y rompieron por medio de la flota de canoas, y la gente de guerra, que en ellas estaba, ya no osaban pe- lear : y plugo á Dios, que un capitan de un bergantin, que se dice Grarci Holguin, llegó en pos de una canoa, en la cual le pareció, que iba gente de manera: y como llevaba dos ó tres ballesteros en la proa del bergan- tin, é iban encarando en los de la canoa, hi- cieronle señal, que estaba allí el señor, que no tirasen, y saltaron de presto, y prendie- DE D. FERNANDO CORTES. ronle á él, y aquel Guautimucin,* y aquel señor de Tacuba, y á otros principales, que con él estaban: y luego el dicho capitan Garci Holguin me trajo allí á la azotea donde estaba, que era junto al lago al señor de la. ciudad, y á los otros principales presos: el cual como le hize sentar, no mostrandole ri- guridad ninguna, llegóse á mí, y dijome en su Jengua: “Que ya él habia hecho todo, lo que de su parte era obligado para defenderse á sí, y á los suyos, hasta venir en aquel estado : que ahora hiciese de él lo que yo quisiese;” y puso la mano en un puñal, que yo tenia, diciendome, que le diese de puñaladas, y le matase.T Y yo le animé, y le dije, que no tuviese temor ninguno : y así preso este señor. luego en ese punto cesó la guerra, á la cual plugo á Dios nuestro señor, dar conclusion Martes, dia de Santo Hypólito, que fueron trece de agostol de mil quinientos veinte * Este Cuatecmotzin fué preso, y dió su puñal, como despues se dirá para que le matasen: y es mucho que, como el Emperador Oton, no se matase á sí mismo. + Palabras verdaderamente de un ánimo despechado; pero que prueban su grande valor, y estas mismas se refieren en las historias de otros capitanes generales de naciones muy cultas. D. Pedro el cruel, y D. Enrique vinieron á las manos, y eran hermanos natu- rales. Cleopatra se mató con Aspides: de los emperador es roma- nos se lee mayor crueldad en haberse matado á sí mismos, por ía ser muertos por los vencedores. j En este dia va el escelentísimo señor virrey, real acuerdo, nobilisma ciudad, y caballeros al hospital de San Hipólito con el estandarte, que lleva el alferez mayor de la ciudad 4 tributar 4 Dios gracias. 455 456 CARTA DE RELACION y un años. De manera, que desde el dia, que se puso cerco á la ciudad, que fué á tre- inta de Mayo del dicho año, hasta que se ganó, pasaron setenta y cinco dias: en los cuales Vuestra Magestad verá los trabajos, peligros, y desventuras, que estos sus vasallos padecieron, en los cuales mostraron tanto sus persoñas, que las obras dan buen testimonio de ello. XLI. Oro,que Y en todos aquellos setenta y cinco dias se juntó en , As . Temijtitan, del cerco ninguno se pasó, que no se tubiese envia el rey , pa de Mechuaci Combate con los de la ciudad poco, ó mucho. embajadores á , aya z : ofrecerse 4 Aquel dia de la prision de Guautimucin, y Cortés, y vuel- A de ven con ellos toma de la ciudad, despues de haber recojido dos Españoles E A yáque. €l despojo, que se pudo haber, nos fuimos al real, dando gracias á nuestro señor por tan señalada merced, y tan deseada victoria, como nos habia dado.* Allí en el real estuve tres, ó cuatro dias, dando órden en muchas cosas, que convenian, y despues nos venimos á la ciudad de Cuyoa- can, donde hasta ahora he estado, entendien- do en la buena órden gobernacion, y pacifi- cacion de estas partes. _Recojido el oro, y otras cosas, con parecer. de los oficiales de Vuestra Magestad, se hizo fundicion de ello: y montó, lo que se fundió * Dezxtera Domini fecit Virtutem, y así el triunfo, y conquista se atribuyó principalmente á Dios. A RAR AAA. DE D. FERNANDO CORTES. mas de ciento, y treinta mil castellanos, de que se dió el quinto al tesorero de Vuestra Magestad, sin el quinto de otros derechos, que á Vuestra Magestad pertenecieron de esclavos, y otras cosas, segun mas largo se verá por la relacion de todo lo que á Vues- tra Magestad perteneció, que irá firmado de nuestros nombres. Y el oro, que restó, se repartió, en mí, y en los Españoles, segun la manera, y servicio, y calidad de cada uno; demas del dicho oro se hubieron ciertas pie- zas, y joyas de oro, y de las mejores de ellas se dió el quinto al dicho tesorero de Vuestra Magestad. Entre el despojo que se hubo en la dicha ciudad, hubimos muchas rodelas de oro,* y penachos, y plumages, y cosas tan maravillo- sas, que por escrito no se pueden significar, ni se pueden comprehender, sino son vistas : y por ser tales, parecióme, que no se debian _quintar, ni dividir, sino que de todas ellas se hiciese servicio á Vuestra Magestad: para lo cual yo hice juntar todos los Españoles, y les rogué, que tuviesen por bien, que aquel- las cosas se enviasen á Vuestra Magestad ; y que de la parte, que á ellos venia, y a mí, * Rodelas de oro es prueba evidente de la grandeza, y magni- ficencia de los Mejicanos, y se admiraron en toda la Europa las piezas, que envió Cortés, 44 458 CARTA DE RELACION sirviesemos á Vuestra Magestad, y ellos hol- garon de lo hacer de muy buena voluntad : y con tal ellos, é yo enviamos el dicho servicio á Vuestra Magestad con los procuradores, que los consejos de esta Nueva-España envian. | | Como la ciudad de Temijtitan era tan principal, y nombrada por todas estas partes, parece que vino á noticia de un señor de una muy gran provincia, que está setenta leguas de Temijtitan, que se dice Mechua- can,* como la habiamos destruido, y asola- do; y considerando la grandeza, y fortaleza de la dicha ciudad, al señor de aquella pro- vincia le pareció, que pues que aquella no se nos habia defendido, que no habria cosa que se nos amparase: y por temor, ó por lo que á él le plugo, envióme ciertos mensajeros, y de su parte me dijeron por los intérpretes de su lengua, que su señor habia sabido, que nosotros eramos vasallos de un gran señor : y que si yo tuviese por bien, él, y los suyos lo querian tambien ser, y tener mucha amis- tad con nosotros. Y yo le respondí, que era sx * La provincia de Michoacan es la que comprehende el obispado de Valladolid, y otras distintas: es frontera de los Chichimecas : su etimología quiere decir, tierra de pescado, ó michi; es abundante de todos frutos, y la cosecha de trigo muy grande. La principal ciudad de esta provincia era Pátzquaro, donde asistian los reyes ventiles : allí se puso al principio la silla episcopal: á la parte del sur está la costa de Zacatula, de que ántes hizo memoria Cortés. DE D. FERNANDO CORTES. 459 verdad, que todos eramos vasallos de aquel gran señor, que era Vuestra Magestad, y que á todos los que no lo quisiesen ser, les habiamos de hacer guerra: y que su señor, y ellos lo habian hecho muy bien. Y como yo, de poco acá, tenia alguna noticia de la mar del sur, informéme tambien de ellos, si por su tierra podian ir allá; y ellos me res- pondieron, que sí: y roguéles, que porque pudiese informar á Vuestra Magestad de la dicha mar, y de su provincia, llevasen consi- go dos Españoles, que les daria; y ellos di- jeron, que les placia de muy buena voluntad ; pero que para pasar al mar habia de ser por tierra de un gran señor, con quien ellos tenian guerra: y que á esta causa no podian por ahora llegar á la mar. Estos mensaje- ros de Mechuacan estuvieron aquí con migo tres, Ó cuatro dias, y delante de ellos hice escaramuzar los de caballo, para que allá lo contasen: y habiendoles dado ciertas joyas, á ellos, y á los dos Españoles despaché para la dicha provincia de Mechuacan. Como en el capitulo ántes de este he XLII. Cortés envia cuatro dicho, yo tenia, muy poderoso señor, alguna a 1 de , os partes, pa- noticia, poco habia, de la otra mar del sur, y . descubrir E a , el mar del sabia, que por dos, Ó tres partes estaba á sur, y vuelven ys 5 A , Con respuesta, doce, y á trece, y á catorce jornadas de aquí, y noticia de las particula- estaba muy ufano, porque me parecia, que en ridades de las 460 provincias que anduvieron, y muestras del oro de las mi- nas, dejando tomada po- sesion de aquel mar, por el rey, y levan- tado cruces en su orilla. CARTA DE RELACION la descubrir se hacia á Vuestra Magestad muy grande, y señalado servicio: especial- mente, que todos los que tienen alguna ciencia, y esperiencia en la navegacion de las Indias, han tenido por muy cierto, que descubriendo por estas partes el mar del sur,* se habian de hallar muchas islas ricas de oro, y perlas, y piedras preciosas, y es- peceria, y se habian de descubrir, y hallar otros muchos secretos, y cosas admirables : y esto han afirmado, y afirman tambien per- sonas de letras, y esperimentadas en la cien- cia de la cosmografia. Y con tal deseo, y con que de mi pudiese Vuestra Magestad recibir en esto muy singular, y memorable servicio, despaché cuatro Españoles, los dos por ciertas provincias, y los otros dos por otras: y informados de las vias, que habian de llevar, y dadoles personas de nuestros amigos, que los guiasen, y fuesen con ellos, se partieron. Y yo les mandé, que no para- sen, hasta llegar á la mar: y que en descu- briendola, tomasen la posesion real, y corpo- ** Este alto pensamiento de Cortés fué la causa del descubrimien- to del mar del sur, de la navegacion que despues hizo al golfo de Californias, de la navegacion al otro reyno del Perú, á Filipi- nas, é islas de la especeria, por las especias de canela, clavo, y pimienta, conque tanto se enriquecen los Holandeses, y todo lo des- cubierto hasta el dia de hoy en Nueva-España, se le debe á Cortés: Calificase su inteligencia en la geografía, náutica, y otras ciencias, y el deseo eficaz de servir á Dios, y á su rey. DE D. FERNANDO COR'TES. ralmente en hombre de Vuestra Magestad ; y los unos anduvieron cerca de ciento y treinta - leguas, por muchas, y buenas provincias, sin recibir ningun estorbo: y llegaron al mar, y tomaron la posesion, y en señal pusieron cruces en la costa de ella. Y de allí á cier- tos dias se volvieron con la relacion del dicho descubrimiento, y me informaron muy parti- cularmente de todo, y me trajeron algunas personas de los naturales del dicho mar: y tambien me trajeron muy buena muestra de oro de minas,* que hallaron en algunas de aquellas provincias, por donde pasaron, la cual con otras muestras de oro ahora envio a Vuestra Magestad : los otros dos Espa- ñoles se detuvieron algo mas, porque an- duvieron cerca de ciento y cincuenta leguas por otra parte, hasta llegar al dicho mar, donde asimismo tomaron la dicha posesion, y me trajeron larga relacion de la costa, y se vinieron con ellos algunos de los naturales de ella. Y á ellos, y á los otros los recibí graciosamente; y con haberlos informado del gran poder de Vuestra Magestad, y dado algunas cosas, se volvieron muy contentos á sus tierras. * Por el trabajo, y desvelo de Cortés se puede afirmar, que se descubrieron las minas de Zacatecas, las de Potosí, las de Zacatula, las de tasco, y otras, principalmente las de Guanajuato, que tanto han rendido á la corona, y estan en la provincia de Michoacan. 39 461 462 CARTA. DE RELACION ua. Envia En la otra relacion, muy Católico Señor, Cortés á San- . . di ¡ » doval 4 me hice saber á Vuestra Magestad, como al ti- provincias de h Tatactetelco, €Mpo que los Indios me desbarataron,. y Tujtepeque, x Me Guatusco, y €charon la primera vez fuera de la ciudad Aulicaba, que og A : se habian re- de '"Temijtitan, se habian rebelado contra el belado: y so- ds l corro 4 su te- Servicio de Vuestra Magestad todas las pro- niente en Gu- . á z pa $ | hs ajacaque. Ha- VinCias sujetas á la ciudad, y nos habian ce fundar á : . 2 Medellin, y se NECho la guerra, y por esta relacion podrá inden los d | Guajata Vuestra Magestad mandar ver, como habe- mos reducido á su real servicio todas las mas tierras, y provincias, que estaban rebe- ladas. Y porque ciertas provincias, que es- tan de la costa del mar del norte á dioz. quince, y á treinta leguas,* desde qu: .a dicha ciudad de Temijtitan se habia alzado, ellas estaban rebeladas, y los naturales de ellas habian muerto á traicion, y sobre se- guro, mas de cien Españoles: é yo, hasta haber dado conclusion en esta guerra de la ciudad, no habia tenido posibilidad para en- viar sobre ellos. Acabados de despachar aquellos Españoles, que vinieron de descu- brir el mar del sur, determiné de enviar á Gonzalo de Sandoval, alguacil mayor, con * Aquí se entiende la Huasteca, la Misteca, y otras provincias, que estan cerca del seno Mejicano. | + Gonzalo de Sandoval fué natural de Medellin, fué compañero de Cortés en todos sus trabajos, y conquistas de Yucatan, y Méjico, de que fué gobernador poco tiempo, y con muchas disputas por parte de estrada. Era alguacil mayor de villa Rica, 6 Vera Cruz. DE D. FERNANDO CORTES. treinta y cinco de caballo, y docientos Es- pañoles, y gente de nuestros amigos, y con algunos principales, y naturales de Temijti- tan, á aquellas provincias, que se dicen 'Ta- tactetelco, y Tujtepeque, y Gruatusco, y Aulicaba, y dádole instruccion de la órden, que habia de tener en esta jornada, se co- menzó á aderezar para la hacer. - En esta sazon, el teniente, que yo habia dejado en la villa de segura de la frontera, que es en la provincia de Tepeaca, vino á esta ciudad de Cuyuacan, é hizome saber, como los naturales de aquella provincia, y de otras á ella comarcanas, vasallos de Vuestra Magestad, recibian daño de los na- turales de una provincia, que se dice Gruaja- caque, que les hacian guerra, porque eran nuestros amigos: y que demas de ser nece- sario poner remedio á esto, era muy bien asegurar aquella provincia de Gruajacaque,* porque estaba en camino del mar del sur: y pacificandose, seria cosa muy provechosa, así para lo dicho, como para otros efectos, de que adelante haré relacion á Vuestra Magestad; y el dicho teniente me dijo, que estaba muy particularmente informado de aquella provincia, y que con poca gente la * La provincia de Guajacaque, que llama Cortés, es Huajacac, que hoy es Oajaca, confinante con la diocesis de la puebla, 463 464 CARTA DE RELACION podria sojuzgar; porque estando yo en el real sobre Temijtitan, él habia ido á ella, porque los de 'Pepeaca le ahincaban, que fuese á hacer guerra á los naturales de ella; pero como no habia llevado mas de veinte, ó treinta Españoles, le habian hecho volver, aunque no tanto de espacio, como él quisiera. Y yo, vista su relacion, dile doce de caballo, y ochenta Españoles; y el dicho alguacil mayor, y teniente se partieron con su gente de esta ciudad de Cuyoacan á treinta de Octubre del año de quinientos, y veinte, y uno. Y llegados á la provincia de Tepeaca, hicieron allí sus alardes, y cada uno se par- tió á su conquista; y el alguacil mayor, de allí á veinte y cinco dias, me escribió, como habia llegado á la provincia de Grua- tusco: y que aunque llevaba harto recelo, que se habia de ver en aprieto con los ene- migos, porque era gente muy diestra en la . guerra, y tenian muchas fuerzas en su tier- ra, que habia placido á nuestro señor, que habian salido de paz; y que aunque no habia llegado á las otras provincias, que tenia por muy cierto, que todos los naturales de ellas se le vendrian á dar por vasallos de V uestra Magestad; y de allí á quince dias tuve car- tas suyas, por las cuales me hizo saber, como habia pasado: mas adelante, y que toda DE D. FERNANDO CORTES. aquella tierra estaba ya de paz; y que le pa- recia, que para la tener segura, era bien poblar en lo mas á propósito de ella, como mucho ántes lo habiamos puesto en plática ; y que viese, lo que cerca de ello debia hacer. Yo le escribí, agradeciendole mucho, lo que habia trabajado en aquella su jornada en servicio de Vuestra Magestad: y le hice sa- ber, que me parecia muy bien lo que decia, acerca del poblar : y enviéle á decir, que hi- ciese una villa de Españoles en la provincia de Tujtebeque,* y que le pusiese nombre Medellin; y enviéle su nombramiento de al- caldes, y regidores, y otros oficiales: á los cuales todos encargué, mirasen todo lo que conviniese al servicio de Vuestra Magestad, y al buen tratamiento de los naturales. El teniente de la villa de Segura la Fron- tera se partió con su gente á la provincia de Guajaca con mucha gente de guerra de aquella comarca, nuestros amigos; y aunque los naturales de la dicha provincia se pusie- ron en resistirle, y peleó dos, ó tres veces con ellos muy reciamente, al fin se dieron de paz, sin recibir ningun daño ; y de todo me escri- bió particularmente, y me informó, como la * Tujtepec, en la diocesis de Oajaca, en que está la provincia de Pututepec; el pueblo de Tuchitepec, y otros muy parecidos en el nombre. 465 466 CARTA DE RELACION tierra era muy buena, y rica de minas,* y me envió una muy singular muestra de oro de ellas, que tambien envio á Vuestra Magestad, y él se quedó en la dicha provincia, para ha- cer de allí, lo que le enviase á mandar. XLIV. Reeai- Habiendo dado órden en el despacho de fi T ijtio é A ' tan, y - . z habia tomado y diez de caballo, que tenia, los diese á Pedro ¿21 “mar del : 4 : sur. Por la de Alvarado, al cual enviaba á conquistar la consaracion INC] * contra Cortés provincia de Tatutepeque,* que es cuarenta deconbierta, leguas adelante de la de Guajaca, junto al *s condenado ud ' á muerte An- mar del sur, y hacian mucho daño, y guer- tonio de Villa. ra, á los que se habian dado por vasallos de 8 Vuestra Magestad : y á los de la provincia * Tujtepec, en la diocesis de Goatemala. 61 A78 CARTA DE RELACION de Tecoatepeque, porque nos habian, dejado por su tierra entrar á descubrir el mar del sur; y el dicho Pedro de Alvarado se partió de esta ciudad al último de Enero de este presente año: y con la gente, que de aquí llevó, y con la que recibió en la provincia de Guajaca, juntó cuarenta de caballo, y dos- cientos peones: en que habia cuarenta ba- llesteros, y escopeteros, y dos tiros pequeños de campo; y de allí á veinte dias recibí car- tas del dicho Pedro de Alvarado, como esta- ba de camino para la dicha provincia de Ta- tutepeque, y que me hacia saber, que habia tomado ciertas espias naturales de ella: y habiendose informado de ellas, le habian di- cho: que el señor de "Patutepeque con su gente, le estaba esperando en el campo, y que él iba con propósito de hacer en aquel camino toda su posibilidad por pacificar aquella provincia, y porque pa- ra ello demas de los Españoles llevaba mucha, y buena gente de guerra. Y estando con mucho deseo, esperando la sucesion de este negocio, á cuatro de Marzo de este mismo año, recibí cartas del dicho Pedro de Alvarado* en que me hizo saber, * Natural de Badajoz: al fin fué ingrato á Cortés; murió des- graciadamente, y su muger, é hijos ahogados en una inundacion de Goatemala : su familia, ó descendencia en Méjico, era la de Salcedo. 0 delo a AE 7 a td DE D. FERNANDO CORTES. como él habia entrado en la provincia : y que tres, ó cuatro poblaciones de ella se habian puesto en resistirle; pero que no habian per- severado en ello, y que habian entrado en la poblacion, y ciudad de '"Patutepeque, y habian sido bien recibidos, á lo que habian mostrado: y que el señor, que le habia. dicho, que se aposentase allí en unas casas grandes suyas, que tenian la cobertura de paja, y que por- que eran en lugar algo no provechoso para los de. caballo, no habian querido sino aba- jarse á otra parte de la ciudad, que era mas Hano; y que tambien lo habia hecho, porque luego entonces habia sabido, que le ordena- ban de matar á él, y á todos de esta manera: que como todos los Españoles estuviesen apo- sentados en las casas, que eran muy grandes, á media noche les pusiesen fuego, y los que- masen á todos. Y como Dios le habia des- cubierto este negocio, habia disimulado, y llevado consigo á lo bajo al señor de la pro- vincia, y un hijo suyo: y que los habia dete- nido, y tenia en su poder como presos, y le * habian dado veinte y cinco mil castellanos; y que creia, que segun los vasallos de aquel señor, le decian, que tenia mucho tesoro: y que toda la provincia estaba tan pacífica, que no podia ser mas, y que tenian sus mercados, y contratacion, como ántes; y que la tierra 479 480 CARTA DE RELACION era muy rica de oro de minas,* y que en su presencia le habian sacado una muestra, la cual me envió: y que tres dias ántes habia estado en el mar, y tomado la posesion de ella por Vuestra Magestad, y que en su presencia habian sacado una muestra de perlas, que tambien me envió, las cuales con la muestra del oro de minas envio á Vuestra Magestad. Como Dios nuestro señor encaminaba bien esta negociacion, é iba cumpliendo el deseo, que yo tengo de servir á Vuestra Magestad en esto del mar del sur, por ser cosa de tanta importancia, he proveido con mucha diligencia, que en la una de tres partes por donde yo he descubierto el mar, se hagan dos carabelas medianas, y dos bergantines; las carabelas para descubrir, y los bergantines para seguir la costa; y para ello he enviado con una persona de recaudo bien cuarenta Españoles, en que van maestros, y carpinte- ros de ribera, y aserradores, y herreros, y hombres del mar: y he proveido á la villa por clavazon, y velas, y otros aparejos nece- sarios para los dichos navios, y se dará toda la priesa, que sea posible para los acabar, y echar al agua; lo cual hecho, crea Vuestra + Este oro de minas de Goatemala le cogian los Indios en los rios, ó eran mantas superficiales, pues al presente no hay minas tan ri- cas, como en otras partes. + Aun hoy hay pesquería de perlas. DE D. FERNANDO CORTES. Magestad, que será la mayor cosa, y en que mas servicio redundará á Vuestra Magestad, despues que las Indias se han descubierto. Estando en la ciudad de Tesaico, ántes que de allí saliese á poner cerco á la de 'Pe- mijtitan, aderezandonos, y forneciendonos de lo necesario para el dicho cerco, bien descul- dado de lo que por ciertas personas se orde- naba, vino á mí una de aquellas que era en el concierto, é hizome saber, como ciertos amigos de Diego Velazquez, que estaban en mi compañía, me tenian ordenada traicion para me matar: y que entre ellos habian, y tenian elegido capitan, y alcalde mayor, y alguacil, y otros oficiales: y que en todo caso lo remediase, pues veia, que demas del escán- dalo, que se seguiria por lo de mi persona, estaba claro, que ningun Español escaparia, viendonos revueltos á los unos, y á los otros : y que para esto no solamente hallariamos á los enemigos apercebidos, pero aun los que teniamos por amigos, trabajarian de nos aca- bar á todos. Y como yo ví que se me habia rebelado tan gran traicion, di gracias á nu- estro señor, porque en aquello consistia el re- medio. Y luego hice prender al uno, que era el principal agresor, el cual espontáneamente confesó, que él habia ordenado, y concertado con muchas personas, que en su confesion de- 481 482 CARTA DE RELACION claró, de me prender, ó matar, y tomar la gobernacion de la tierra por Diego Velaz- ques, y que era verdad, que tenia ordenado de hacer capitan, y alcalde mayor, y que él habia de ser alguacil mayor, y me habia de prender, ó matar : y que en esto eran muchas personas, que él tenia puestas en una copia, la cual se halló en su posada, aunque hecha pedazos, con algunas de las dichas personas, que declaró él habia platicado lo susodicho; y que no solamente esto se habia ordenado allí en Tesaico, pero que tambien lo habia comunicado, y puesto en plática, estando en la guerra de la provincia de "Tepeaca. Y vista la confesion de este, el cual se decia An- tonio de Villafaña, que era natural de Za- mora,* y como se certificó en ella, un alcalde é yo, lo condenámos á muerte, la cual se eje- cutó en su persona. Y causó que en este de- lito hallámos otros muy culpados, disimulé con ellos, haciendoles obras de amigos, por- que por ser el caso mio, aunque mas propria- mente se puede decir de Vuestra Magestad, * Aquí se esperimentó la justicia de Cortés, que sin atender á paises, ni personas hizo ejemplar castigo con este sugeto, del que dicen otros, que se tragó parte del papel de la conjuracion, y que en la parte que le sacaron de la garganta, le encontraron los nombres de algunos conjurados. Debo advertir, que no es lo mismo el apel- lido de Villafaña, que el de Villafañe, del que hay en Zamora, Leon, y otras partes familias muy distinguidas; y no es nuevo to- mar los apellidos mejores los hombres de mas baja calidad. DE D. FERNANDO CORTES. 483 no he querido proceder contra ellos rigurosa- mente: la cual disimulacion no ha hecho mu- cho provecho, porque despues acá algunos de esta parcialidad de Diego Velazquez han buscado contra mí muchas asechanzas, y de secreto hecho muchos bullicios, y escándalos, en que me ha convenido tener mas aviso de me guardar de ellos, que de nuestros enemi- gos. Pero Dios nuestro señor lo ha siempre guiado en tal manera, que sin hacer en aque- llos castigo, ha habido, y hay toda pacifica- cion, y tranquilidad: y si de aquí adelante sintiere otra cosa, castigarse ha conforme á Despues que se tomó la ciudad de Temij- xLv1. Don Fernando, Se- de . 2 co, muere, y D. Fernando, señor de Tesaico, de que á to- adela 00 2 dos nos pesó, porque era muy buen vasallo de (; pelea .que se llamó ql y eS im. el bautismo, tianos; y con parecer de los señores, y prin ata Cos volcan cerca de de cer nombre de Vuestra Magestad, se dió el seño- de Guajocin- río á otro hermano suyo menor, el cual se y traen azu- fre. Disposi- ) ortés para segun de él hasta ahora se conoce, lleva las conservar los justicia. titan, estando en esta de Cuyoacan, fallecío sor de Tezoa. den de Cortés, Vuestra Magestad, y muy amigo de los cris- "e, amó cipales de aquella ciudad, y su provincia, en é reconocer el go, y Tlascala, bautizó, y se le puso nombre D. Carlos; y a Castellanos. pisadas de su hermano, y aplacele mucho nuestro hábito, y conversacion. En la otro relacion hice saber á Vuestra Magestad, como cerca de las provincias de 484 CARTA DE RELACION Tascaltecal, y Guajocingo, habia una sierra redonda, y muy alta, de la cual salia casí á la continua mucho humo, que iba como una saeta derecho hacia arriba. Y porque los Indios nos daban á entender, que era cosa muy mala, y que morian los que allí subian, yo hice á ciertos Españoles, que subiesen, y viesen de la manera que la sierra estaba ar- riba. Y á la sazon que subieron, salió aquel humo con tanto ruido, que ni pudieron, ni osaron llegar á la boca: y despues acá yo hice ir allá á otros Españoles, y subieron dos veces, hasta llegar á la boca de la sierra, don- de sale aquel humo :* y habia de la una parte de la boca á la otra, dos tiros de ballesta, por- que hay en torno casi tres cuartos de legua : y tiene tan gran hondura, que no pudieron ver el cabo; y allí al rededor hallaron algun azufre,| de lo que el humo espele. Y estando una vez allá, oyeron el ruido grande, que traia el humo, y ellos dieronse priesa á se ba- jar; pero ántes que llegasen al medio de la sierra, ya venian rodando infinitas piedras, de que se vieron en hafto peligro: y los Indios * De lo que los autores enseñan del Etna de Sicilia, ó Mongibelo, y del Vesuvio juntoá Nápoles, se conocerá, lo mismo acá en la América. + Con este azufre se hizo pólvora ; y es digno de notar, que des- de este tiempo acá no ha habido persona, que se haya atrevido á subir á la boca del volcan en Goatemala hay otros dos volcanes, una de fuego, y otro de agua, y tambien hay volcanes en Nicaragua. DE D. FERNANDO CORTES. nos tuvieron á muy gran cosa, osar ir adonde fueron los Españoles. Por una carta mia hice saber á Vuestra Magestad, como los naturales de estas par- tes eran de mucha mas capacidad, que no los de las otras islas, que nos parecian de tanto entendimiento y razon, cuanto á uno medianamente basta para ser capaz; y que á esta causa me parecia cosa grave, por en- tonces, compelerles á que serviesen á los Españoles de la manera que los de las otras islas; y que tambien, cesando aquesto, los conquistadores, y pobladores de estas partes no se podian sustentar. Y que para no con- streñir por entonces á los Indios,* y que los * La tierra de los Indios se dió en encomienda á los Españoles, y por esto se llamaron encomenderos, y tenian los Indios á su servi- cio: despues han salido las leyes en favor de la libertad de los In- dios, y se han señalado tierras á estos: es á saber, á cada pueblo 600 varas á cada uno de los cuatro vientos á lo ménos, y conser- vando á otros las posesiones, y mercedes, que tienen hechas por su Magestad, y Esmos. Señores Virreyes; y con razon, pues son los labradores de la tierra, sin ellos quedaria sin cultivo, y el motivo de enviarse tanta riqueza de Nueva España, es porque hay Indios : Nueva España mantiene con situados á las islas Filipinas, que en lo ameno es un paraiso terrenal; á la isla de Cuba, y plaza de la Habana, no obstante que abunda de mucho azucar y Cacao: á la isla de Puerto Rico, que parece la mas fértil de toda la América ; y á otras islas : últimamente la flota, que sale de Vera Cruz para Es- paña, es la mas interesada de todo el mundo en crecida suma de moneda, y todo esto, en mi concepto es, porque hay Indios, y en Cuba y Puerto Rico no, y cuanto mas se cuide de tener arraiga- dos, y propagados á los Indios; tanto mas crecerá el haber real, el comercio, las minas, y todos los estados, porque la Tilma del Indio á todos cubre. 48 486 CARTA DE RELACION Españoles se remediasen, me parecia, que Vuestra Magestad debia mandar, que de las rentas, que acá pertenecen á Vuestra Ma- gestad, fuesen socorridos para su gasto, y sustentacion: y que sobre ello Vuestra Ma- gestad mandase proveer lo que fuese mas servido, segun que de todo mas largamente hice á Vuestra Magestad relacion. Y des- pues acá, vistos los muchos, y continuos gastos de Vuestra MMagestad, y que ántes debiamos por todas vias, acrecentar sus ren- tas, que dar causa á las gastar; y visto tam- bien el mucho tiempo, que habemos andado . en las guerras, y las necesidades, y deudas, en que á causa de ellas todos estabamos pu- estos, y la dilacion que habia en lo que en aqueste caso Vuestra Magestad podia man- dar; y sobre todo, la mucha importunacion de los oficiales de Vuestra Magestad, y de todos los Españoles, y que ninguna manera me podia escusar, fuéme casi forzado depo- sitar los señores, y naturales de estas partes, á los Españoles, considerando en ello las personas, y los servicios, que en estas partes á Vuestra Magestad han hecho, para que en tanto que otra cosa mande proveer, ó confir- mar esto, los dichos señores, y naturales sir- van, y den á cada Español, á quien estuvie- ron depositados, lo que hubieren menester DE D. FERNANDO CORTES. para su sustentacion. Y esta forma fué con parecer de personas, que tenian, y tienen mucha inteligencia, y esperiencia de la tier- ra: y no se pudo, ni puede tener otra cosa, que sea mejor, que convenga mas, así para la sustentacion de los Españoles, como para conservacion, y buen tratamiento de los In- dios, segun que de todo harán mas larga re- lacion á Vuestra Magestad los procuradores, que ahora van de esta Nueva España: para las haciendas, y grangerías de Vuestra Ma- gestad se señalaron las provincias, y ciuda- des mejores, y mas convenientes. Suplico á Vuestra Magestad lo mande proveer, y res- ponder lo que mas fuere servido. Muy Católico señor: Dios nuestro señor, la vida, y muy real persona, y muy poderoso estado de Vuestra Cesárea Magestad, con- serve, y aumente, con acrecentamiento de muy mayores reinos, y señoríos, como su real corazon desea. De la ciudad de Cuyo- acan de esta Nueva España del mar oceana á quince dias de mayo de mil quinientos veinte y dos años. Potentísimo Señor, de Vuestra Cesárea Magestad muy humilde siervo, y vasallo, que los muy reales pies, y manos de Vuestra Magestad besa. HerwanDO CorTEs. 484 488 CARTA DE RELACION Potentísimo Señor: á Vuestra Cesárea Magestad hace relacion Fernando Cortés, su capitan, y justicia mayor en esta Nueva España del mar oceano, segun aquí Vuestra Magestad podrá mandar ver, y porque los oficiales de Vuestra Católica Magestad so- mos obligados á le dar cuenta del suceso, y estado de las cosas de estas partes, y en esta escritura va muy particularmente declarado, y aquello es la verdad, y lo que nosotros po- driamos escribir, no hay necesidad de mas nos alargar, sino remitirnos á la relacion del dicho capitan. Invictísimo, y muy Católico Señor: Dios nuestro señor, la vida, y muy real persona, y potentísimo estado de Vuestra Magestad, conserve, y aumente, con acrecentamiento de muchos mas reinos, y señoríos, como su real corazon desea. De la ciudad de Cuyo- acan á quince de mayo de mil quinientos ve- inte y dos años. Potentísimo Señor: de Vuestra Cesárea Magestad muy humildes siervos, y vasallos, que los muy reales pies, y manos de Vuestra Magestad besan. JULIAN ÁLDERETE, ÁLONSO DE GRADO, BERNARDINO VAZQUEZ DE TAPIA. DE D. FERNANDO CORTES. VIAGE DE HERNAN CORTES d la peninsula de Californias, y noticia de todas las espediciones, que á ella se han hecho hasta el año de 1769,* para la mejor inteligencia de la cuarta carta de Cortés, y sus designios. EL Cabo de San Lúcas de la peninsula de Californias, está situado segun algunos, á los 22 gr. y medio de latitud boreal; el Rio Colorado en 32 y medio, y el Cabo Blanco de San Sebastian en 43 y medio; y se llaman hoy Californias desde dicho cabo de San Lúcas hasta el Mendozino, y toda. la tierra, que falta por descubrir hacia el norte, y la divide el rio Colorado del Nuevo Méjico, Conora, paises de los Yumas, Cocomaripas, y otros gentiles. Las Californias hoyj se duda á que dioce- sis de Nueva España pertenecen, mas con verdad averiguado el hecho, se atendió desde el principio, y primer viage de Cortés, que correspondian á Guadalajara por estar el cabo de San Lúcas frente de la costa del * Año en que fué escrito el viage. + En la época á que hace referencia, no estaban estas regiones bien conocidas á la Europa, 489 490 CARTA DE RELACION sur de esta diocesis, ningun señor obispo ha pasado allá, pero sí su vicario eclesiástico en el año de 1632. y Ménos distante está por otras partes del golfo, ó mar rojo de Californias, la diocesis, y mitra de Durango, y si se ha de mejorar el gobierno eclesiástico en aquellas provin- cias, es indispensable erigir nueva diocesis mas cercana, para atender á las Californias, ó situarla dentro de estas donde parezca mas conveniente; y en representacion que el Se- ñor Don Pedro 'Tamaron. hizo á nuestro so- berano el Señor Carlos 111. demuestra, que esta frente de Culiacan en su diocesis la punta de Californias, y pone al pie de la le- tra las cédulas reales sobre la competencia, que ha habido en el consejo de Indias sobre las Californias entre las dos diocesis de Grua- dalajara, y Durango. En la carta que escribió Hernan Cortés el año de 1522, al señor Carlos I. dice, que desde Zacatula enviaria á descubrir tierras por el mar del sur : hizo dos caravelas, y dos bergantines en dicho puerto de Zacatula, y habiendose pegado fuego al almazen, todo se quemó. En el año de 1527, salió de Ziguatlan Alvaro Saavedra Ceron, por el mes de Noviembre con tres navios, y se perdió esta DE D. FERNANDO CORTES. armada en las Malucas. En el año de 1528, pasó Cortés á España, donde recibió par- ticulares honras del señor Carlos I. que le dió el titulo de Marqués del Valle de Oaja- ca: fué nombrado Capitan General de Nueva-España, provincias, y costas del mar del sur, descubridor, y poblador de esta costa, é islas, con la duodécima parte de lo que conquistase por juro de heredad, para sí, y sus descendientes? y se conservan en su archivo de Méjico los privilegios, y autos originales, que he visto sobre la aplicacion de tierras. El año de 1530 volvió Cortés á Nueva- España, hizo dos navios en el puerto de Acapulco, en los que salió, mandando Diego Hurtado de Mendoza, primo de Cortés, en el mes de Mayo de 1532: el navio, en que iba Hurtado, pereció, sin saberse de él, y el otro fué á parar á Jalisco con gran trabajo: el motivo de estas desgracias fué haberse amotinado contra Diego Hurtado los de un navio. En la villa de "Tehuantepec fabricó des- pues Hernan Cortés otros dos navios, nom- brando por capitan del uno á Hernando Grijalba, y del otro á Diego Bezerra de * Gomara Crónica cap. 187. Diaz del Castillo cap. 198. Papeles del archivo del estado. 491 CARTA DE RELACION Mendoza, pariente de Cortés, y por piloto Ortun Jimenez: se hicieron á la vela en 1534, separandose la primera noche, sin volverse jamás á ver: Grijalba, despues de haber navegado 300 leguas, halló una isla desierta, que llamó de Santo Tomé, y se creyó estar cerca de la Punta de Californias, y luego se volvió á Nueva-España : Becerra fué muerto por el piloto Ortun Jimenez es- tando durmiendo: el piloto se alzó con el navio, dejó en la costa de Jalisco dos reli- giosos franciscanos, y habiendo proseguido su navegacion, llegó á la bahia de Santa Cruz, Ó la Paz en Californias, que entonces no tenia este nombre: saltó en tierra, y allí le mataron los Indios con veinte Españoles; y los marineros se volvieron al puerto de Chiametla dando buenas noticias de la tierra, y placeres de perlas en la costa: de-este navio se apoderó D. Nuño de Guzman, enemigo de Cortés, que estaba en la pro- vincia de Jalisco. A Viendo Cortés tantas desgracias de navios, y sus gefes, determinó ir en persona, man- dando la escuadra de tres navios, que hizo en Tehuantepec, les despachó al puerto de Chiametla, adonde fué Cortés por tierra des- de Méjico: reparó el navio, que Nuño Gruz- man tomó á Ortun Jimenez, y habiendose DE. D. FERNANDO CORTES. hecho á la vela con la tropa, y provision necesaria, llegó por el golfo de Californias, en el año de 1536 al mismo sitio de la bahia, en que fué muerto Ortun Jimenez, y la llamó de Santa Cruz, y hoy de la Paz: corrió la costa hasta cincuenta leguas, pa- deció innumerables trabajos, volvió á la bahia de Santa Cruz, donde murieron muchos de los suyos; se publicó en Méjico, que habia muerto Cortés, y su muger la Señora Doña Juana de Zúñiga, hija del Conde de Aguilar, sobrina del Duque de Bejar, y se- gunda esposa de Cortés, envió dos navios, y una caravela para saber de su esposo, con cartas suyas, de la real audiencia, y del se- ñor Virrey D. Antonio de Mendoza, paraque se volviese, porque así convenia, y en vista de estas cartas, volvió Cortés al puerto de Acapulco al principio del año de 153%, dejando en Californias 4 Francisco de Ulloa, que luego se volvió tambien á Acapulco. Por el mes de Mayo del mismo año de 1537 envió Cortés al dicho Francisco de Ulloa, con tres navios, Santa Agueda, la Trinidad, y Santo Tomas al mismo golfo de Californias, ó de Cortés, y llegaron á un ancon, que llamaron de San Andres, por haber arribado en aquel dia; nombraron aquella punta, cabo del engaño, y se volvió 63 493 494 CARTA DE RELACION > á Nueva-España, habiendo gastado Cortés docientos mil ducados. Este mismo año de 1537 loghraiad á Méjico desde Culiacan Alvar Nuñez, Cabeza de Vaca, con sus compañeros Castillo Doran- tes, y Estevanico Negro, cuya aventura es de las mas raras del mundo, pues desde la Florida, donde saltaron con Pánfilo Narvaez, anduvieron vagos diez años entre naciones infieles, y salieron desnudos, y con mil tra- bajos á la costa de Culiacan, frente del golfo de Californias, refiriendo su peregrinacion, y que en la costa de Californias habia mucha riqueza, y perlas, á lo que se añadieron las noticias, que dió un lego del órden de San Francisco, que viajó por aquellas provincias, y refirió, que habia una gran ciudad, llama- da Quivira, que llenó de ruido á Méjico, y despues todo se defiguró. Año de 1538 hicieron las cdi el virrey Don Antonio de Mendoza, y Cortés, y luego se rompieron. Por este tiempo tomó á su cargo el referi- do Señor Virrey D. Antonio de Mendoza, . hacer dos armadas, una para descubrir tier- ras hacia el norte, de que nombró capitan á Francisco Alarcon: y de la tierra la quiso gobernar por sí mismo, mas despues nom- bró á Francisco Vazquez Coronado, este DE D. "FERNANDO CORTES. pasó con dos mil hombres á Sinaloa, y Son- - ora; pasó de aquí á Tigue, sobre un rio, donde supo de un gran rey de Tatarraj, señor de Aja, y Quivira, de cuyas provincias se contaban maravillas. La Quivira, di- jeron, estaba situada 440 gr. de latitud; y volvió Vazquez á Méjico año de 1542 por el mes de Marzo, mas ninguno la vió. Francisco Alarcon se hizo á la vela año de 1540, con sus navios en demanda de la California, y se volvió 4 Nueva España sin particular fruto de su navegacion. Año de 1538 Pedro de Alvarado con ór- den del Señor Virrey Don Antonio de Men- doza, condujo sus navios desde la provincia de Goatemala al puerto de la Purificacion en Jalisco: en Chirivitio pueblo de la dio- cesis de Mechoacan se vieron, y hablaron el Señor Virrey Mendoza, y Alvarado, sobre la espeú:cion por mar. En el año de 1540 volvió Cortés á Es- paña para dar satisfaccion á su Magestad. Pedro Alvarado murió desgraciadamente arrojado de un peñasco por los Indios en Ezatlan, diez leguas de Guadalajara, año de 154], y se acabaron sus pensamientos contra la gloria de Hernan Cortés, que le habia hecho hombre de figura en el mundo: 495 CARTA DE RELACION con esto se abandonó la armada, y se perdió en el mismo puerto. Francisco Vazquez se volvió á Méjico sin ventajas en su conquista. Año de 1542 viendo frustradas el Señor Virrey Mendoza todas las providencias antecedentes, y deshechas las armadas de mar, y tierra, determinó ir en persona á la provincia de Jalisco, y Nueva Galicia, y así lo esecutó; y para la espedicion por mar de Californias, envió á Juan Rodriguez Cabrillo, Portugues: y á Ruy Lopez de Villalobos, natural de Málaga, con otra ar- mada á descubrir, y poblar en las islas Marianas, y Filipinas. ¡Ruy Lopez salió del puerto Natividad dia de Todos Santos, y tocando en las islas de los Ladrones, ó Marianas pasó á Leite, Mindanao, y otras del Archipielago de Filipimas: halló: mal abrigo en los Portugueses establecidos en Terrenate, y Tidore, y murió de tristeza en Amboino, año de 1546. Juan Rodriguez Cabrillo salió del' mismo puerto de Natividad en 27 de Junio, tocó en la bahia de Santa Cruz, ó de la Paz, en Californias, entró en la bahia de la Magdal- ena, reconoció el Cabo del Engaño, y las sierras de San Martin á los 37 gr. y medio: DE D. FERNANDO CORTES. reconoció tambien las sierras nevadas, ó de Santa Lucia, las que registra la nao de Filipinas, cuando viene á Acapulco; el Cabo Mendozino, así llamado por el referido Señor Virrey Mendoza, y la ensenada de Pinos: por Enero de 1543 llegó á cabo Fortuna, hasta subir á los 44 gr. de latitud, y se volvió al puerto de Natividad á 14 de Abril de dicho año. Por lo tocante á la espedicion de Filipi- - nas, quedó suspensa, hasta que el adelanta- do Miguel Lopez de Legazpi, en el año de 1564, siendo virrey el Señor Don Luis de Velasco, logró entrar, y fijar el dominio de nuestro soberano en ellas. El Escelentísimo virrey Don Luis de Ve- lasco el primero, envió otro navio, su advo- cacion San Agustin á las Californias, sin haber hecho particular progreso. Año de 1596 el escelentísimo Señor Don Gaspar de Zúñiga, conde de Monte-Rey, de órden del Señor Felipe II para con- tener al corsario Inglés Francisco Drack, en las costas del mar del sur, envió con tres navios á Sebastian Vizcaino, á Californias : salió de Acapulco, entró en el golfo, pasó á un puerto, que llamó de San Sebastian ; to- mó posesion de las Californias en nombre de su Magestad, y reconoció lo interior de este 497 - 498 CARTA DE RELACION pais, se mudó á la bahia de Santa Cruz, y la llamó de la Paz, por la que allí hallaron en los Indios. Volvió Vizcaino á Nueva Es- paña, á fin del año de 1596, despues de mu- Chas fatigas, y trabajos. Por cédula real del Señor Felipe III. volvió Vizcaino á Californias año de 1602, habiendo salido de Acapulco á 5 de Mayo con dos navios, reconoció toda la costa de Californias hasta el Cabo de San Sebastian. y puerto' de Monte-Rey, que se nombró así por el señor virrey de este título, y volvió á Nueva España en Marzo de 1603, sin haber dejado los religiosos carmelitas, que llevaba, ni otra gente. En el año de 1615 se hizo otra espedicion por Juan Yturbí á costa de este, entró en el seno de Californias, llegó hasta la altura de 30 gr. arribó al pueblo de Ahomé, de allí á la Sinaloa, siendo Virrey Don Diego Fer- nandez de Córdova, marqués de Guadalcázar, de cuyo órden volvió Yturbí á Californias, vino á Acapulco, escoltando la nao de Fili- pinas, muy cargado de perlas de Californias, y una de tantos quilates, y oriente, que solo por ella pagó de quinto de su precio al rey novecientos pesos. 1 En Marzo de 1632 Francisco de Ortega, se hizo á la vela para Californias, acompa- DE D. FERNANDO CORTES. ñíado del presbítero Diego de la Nava, nom- brado vicario eclesiástico de Californias, por el Señor obispo de Guadalajara, y entró en esta península á 2 de Mayo del mismo año : en los años siguientes de 33 y 34 hizo Orte- ga otras dos navegaciones á las Califormias, y en una llevó á otro sacerdote secular Don Juan de Zuñiga, súbdito de la diocesis de Guadalajara; y tan repetidos viages prueban, que Ortega no tuvo motivo de arrepentirse, ni halló tan pobre la tierra, como pinta el P. Miguel Benegas, que procura desfigurar la riqueza, mas no se compone con lo mismo, que refiere. Año de 1636 pasó á Californias Estevan Carbonelli, y trajo perlas, como otros, mas todos esperimentando la intempérie del pais. Año de 1642, siendo virrey el Señor Don Diego Lopez Pacheco, duque de Escalona, pasó á Californias Don Luis Cestin de Canas, governador de Sinaloa, con regulares de la compañía, para fundar misiones, y el padre Jacinto Cortés fundó la de San Josef: esta es la primera época de la introduccion de estos religiosos, en aquellos paises, en que se aseguraron con órdenes de su Magestad, y del virreinato: y pudieron lograr, que hasta el dia de su espulsion año de 1767 fuesen dueños de toda la península: mandasen al 499 500 CARTA DE RELACION capitan, y soldados del presidio de Loreto, y estuviesen los militares bajo las órdenes del misionero de esta mision. Año de 1643 vino á Nueva España el al- mirante Don Pedro Portel de Casanate, con el fin de hacer espedicion á Californias, sl- endo virrey el Señor Don García Sarmiento, y Sotomayor, conde de Salvatierra: el año siguiente de 1644 se hizo dicho almirante á la vela; le quemaron dos navios en las Cos- tas de Sinaloa, escoltó la nao de Filipinas hasta Acapulco, y en 1648 volvió á Califor- nias con los padres Jacinto Cortés, y Andrés Baez, misioneros que eran en Sinaloa. Año de 1665 el Señor Felipe IV. mandó que se intentase otra vez el viaje á Califor- nias, y se cometió al almirante Don Ber- nardo Bernal de Piñadero, que volvió á Nueva España enriquecido con perlas. Volvió el mismo á Californias año de 1667 con dos navios fabricados en Chacala. Año de 1668 el capitan Francisco Luze- nilla, hizo otra tentativa á su costa, y llegó al puerto de la Paz con dos religiosos fran- ciscanos, que penetraron fructuosamente con la mision por lo interior de Californias, y por no dejarles los jesuitas, se volvieron. Año de 1683 á 18 de Marzo salió de Cha- cala el almirante Don Ysidoro Otondo y DE D. FERNANDO CORTES. - Antillon, con el P. Eusebio Francisco Kino, cosmógrafo mayor, con órden de su Mages- tad, y entró en el puerto de la Paz á los ca- torce dias de navegacion. Desde este tiempo tuvieron á su cargo, y mando los regulares espulsos toda la penin- sula de Californias, y el mando espiritual, y militar, hasta que con motivo de la espulsion, y ocupacion de las temporalidades, tomó las correspondientes providencias el Escelentísi- mo Señor Don Carlos de Croix, actual vir- rey, y valiendose del espíritu, inteligencia, letras, y persona autorizada del llustrísimo Senor Don Josef de Galvez, del consejo supremo, y cámara de Indias, le dió su Es- celencia comision para pasar á Californias, lo que ejecutó su Señoría llustrísima en 25 del mes de Mayo de 1768, saliendo del puerto de San Blas, por los vientos contrarios arribó á las islas llamadas las Tres Marias, despues ar- ribó al puerto de Mazatlan, y con nuevo es- fuerzo en medio de la mayor intemperie, y tra- bajos, se hizo á la vela, y arribó á la ensenada de Cerralvo en 5 de Julio de dicho año, é in- ternandose en las Californias, estableció al- gunas misiones, ademas de las que tenian los regulares de la Compañía, á cargo de los mi- sioneros apostólicos del órden de San Fran- cisco, de Santa Cruz de (Juerétaro, y Zaca- 64 UL 502 CARTA DE RELACION ézc. tecas : envió naos para el puerto de San Die- go, donde puso mision, y desde allí mandó se estableciese otra en el puerto de Monte-Rey: se detuvo en dichas provincias para el arre- glo de ellas hasta el año de 1769, en que vol- vió á la ensenada de Santa Bárbara en la Sinaloa, en que dió fondo en 8 de Mayo del mismo año. 10 e. S0z CARTA DE RELACION, QUE -D. FERNANDO CORTES, GOBERNADOR, Y CAPITAN GENERAL. y POR SU MAGESTAD. EN LA NUEVA ESPAÑA DEL MAR OCEANO, | ENVIÓ A DON CARLOS, EMPERADOR Y REY DE ESPAÑA. MUY ALTO, MUY PODEROSO, Y ESCELENTI. SIMO PRINCIPE : Muy CaróLico, InvicrisimMo, EMPERADOR, REY, Y SENOR. En la relacion, que envié á Vuestra Ma- 1. Hala San. E p doval rebela.- gestad con Juan de Rivera de las cosas, que da 4 Guaza- a 5 coalco, y pren- en estas partes me habian sucedido despues de una venora, de la segunda, que de ellas á Vuestra Alteza jos” caciques ., .. e E b d 1 envié : dije, como por apaciguar, y reducir mea E al real servicio de Vuestra Magestad las O: 504 Cimatlan,Qu- - echula, y Qui- CARTA DE RELACION provincias de Guatusco, Tustepeque, y Gua- zaltepeo, y co- tasca, y las otras á ellas comarcanas, que mo Cortés en- vió un capitan son en el mar del norte, que desde el alza- á sosegar, y castigar su re- Miento de esta ciudad, estaban rebeladas, belion. habia enviado al alguacil mayor con cierta gente, y lo que en su camino les habia pa- sado; y como le habia mandado, que poblase en las dichas provincias, y que pusiese nom- bre al pueblo, la villa de Medellin :* Resta, que Vuestra Alteza sepa como se pobló la dicha villa, y se apaciguó toda aquella tier- ra, y provincias, y pacificó: le envié mas vente, y le mandé que fuese la costa arriba hasta la provincia de Guazacualco, que está de adonde se pobló esta dicha villa cincuenta leguas, y de esta ciudad ciento, y veinte; porque cuando yo en esta ciudad estaba, siendo vivo Muteczuma, señor de ella, como siempre trabajé de saber todos los más se- cretos de estas partes, que me fué posible, para hacer de ellos entera relacion á Vues- tra Magestad, habia enviado á Diego de Ordas,t que en esta corte de Vuestra Ma- * Medellin así llamado por la patria de Cortés, Guazacualco, y demas pueblos, que aquí espresa, estan en la costa del Seno Meji- cano siguiendo desde Vera Cruz hasta Tabasco. + Diego de Ordas vino á Nueva-España con Juan de Grijalba, fué nombrado capitan por Cortés : este es el que subió 4 reconocer el volcan de Méjico, que llamaban los Indios Popocatepec, y no ha vuelto otro á reconocerle despues de él, á escepcion de Francisco Montaño. que sacó de €] azufre para la pólvora. DE D. FERNANDO CORTES. sestad reside; y los señores, y naturales de la dicha provincia le habian recibido de muy buena voluntad, y se habian ofrecido por va- sallos, y subditos de Vuestra Alteza, y tenia noticia, como en un muy gran rio, que por la dicha provincia pasa, y sale al mar, ha- bia muy buen puerto para navios; porque el dicho Ordas, y los que con él fueron, lo ha- bian rondado, y la tierra era muy aparejada para poblar en ella; y por la falta que en esta costa hay de puertos, deseaba hallar al- guno, que fuese bueno. y poblar en él. Y mandé al dicho alguacil mayor, que ántes que entrase en la dicha provincia, desde la raya de ella, enviase ciertos mensajeros, que yo le dí, naturales de esta ciudad, á les hacer saber, como iba por mi mandado, y que su- biesen de ellos, si tenian aquella voluntad al servicio de Vuestra Magestad, y á nuestra amistad, que ántes habian mostrado, y ofrre- cido; y que les hiciese saber, como por las guerras que yo habia tenido con el señor de esta ciudad, y sus tierras, no los habia envi- ado á visitar tanto tiempo habia; pero que yo siempre los habia tenido por amigos, y vasallos de Vuestra Alteza, y como tales creyesen hallarian en mi buena voluntad para cualquiera cosa, que les cumpliese; y que para favorecerlos, y ayudarlos en cual- 306 CARTA DE RELACION quiera necesidad, que tuviesen, enviaba allí aquella gente, paraque poblasen aquella pro- vincia. El dicho alguacil mayor, y gente fueron, y se hizo lo que yo le mandé, y no hallaron en ellos la voluntad, que ántes ha- bian publicado, ántes la gente puesta á pun- to de guerra, para no los consentir entrar en su tierra: y él tuvo tan buena órden, que con saltear una noche un pueblo, donde prendió una señora, á quien todos en aquel- las partes obedecian, se apaciguó, porque ella envio á llamar todos los señores, y les mandó, que obedeciesen lo que se les qui- siese mandar en nombre de Vuestra Mages- tad, porque ella así lo habia de hacer: y así llegaron hasta el dicho rio,* y á cuatro leguas de la boca de él, que sale al mar, porque mas cerca no se halló asiento, se pobló, y fundó una villa, á la cual se puso nombre el Espiritu Santo, y allí residio el dicho algua- cil mayor algunos dias, hasta que se apaci- guaron, y trajeron al servicio de Vuestra Católica Magestad otras muchas provincias comarcanas, que fueron la de Tabasco, que es en el rio de la victoria, ó de Grijalva, que dicen, y la de Chimaclan, y Quechula, y Quizaltepeque, y otras, que por ser peque- * Rio de Guasacualco. DE D. FERNANDO CORTES. 507 fías, no espreso : y los naturales de ellas, se depositaron, y encomendaron á los vecinos de la dicha villa, y les han servido, y sirven hasta ahora, aunque algunas de ellas, digo la de Cimaclan, Tabasco, y Quizaltepeque, se tornaron á rebelar; y habra un mes, que yo envié un capitan, y gente de esta ciudad, á las reducir al servicio de Vuestra Mages- tad, y castigar su rebelion: y hasta ahora no he sabido nuevas de él: creo, queriendo nu- estro señor, que haran mucho, porque lleva- ron buen aderezo de artillería, y municion, y ballesteros, y gente de á caballo. Tambien (muy Católico Señor) en la re- Il. Envia Cor- y , ; , tés un capitan lacion, que el dicho Juan de Rivera llevó, á reconocer á 4 Y SEAN Mechuacan, y hice saber á Vuestra Cesarea, y Católica estado en que 4 % la halló, el cu- Magestad, como una gran provincia, que se al pasó sin ór- k pan den á las pro- dice Mechuacan, que el señor de ella se lla- vincias de Hu- icila, y Zaca- ma Casulci,* se habia ofrecido por sus men- * Catzolcin rey de Michoacan, que era señor, y soberano de la provincia de Jalisco diocesis de Durango, cuya ereccion, y division de la de Guadalajara la hizo el Señor D, Pedro de Otalora presi- denie de la real audiencia de Guadalajara, por comision que le dió 5. M. en real cédula de 14 de Junio de 1621. D. Nuño de Guzman gobernador que habia sido en Pánuco, y presidente de la real audiencia de Méjico, separado por justas cau- sas de este cargo, emprendió conquistar á Jalisco, en el año de 1531, y en Michoacan prendió al rey Caczolcin, le tomó diez mil marcos de plata, y mucho oro bajo, y seis mil Indios para servicio, de carga de. su ejército, y quemó al rey, y á muchos Indios prin- cipales, para que no se pudiese quejar; pero Dios le castigó, pues fué depuesto, preso, enviado 4 España, y murió de repente, habi- endo visto el enojo del rey ; porque fué muy cruel, sin ser necesa- 508 tula,donde fué derrotado con CARTA DE RELACION sajeros, el dicho señor, y naturales de ella, muchos Indios por subditos, y vasallos de Vuestra Cesarea amigos, y Cas- tigado por Cortés. Magestad, y que habian traido cierto pre- sente, el cual envié con los procuradores, que de esta Nueva España fueron á Vuestra Alteza, y porque la provincia, y señorío de aquel Señor Casulci, segun tuve relacion de ciertos Españoles, que yo allá envié, era grande, y se habian visto muestras de haber en ella mucha riqueza: y por ser tan cerca- na á esta gran ciudad, despues que me re- hice de alguna mas gente, y caballos, envié á ella un capitan con setenta de caballo, y doscientos peones bien aderezados de sus ar- mas, y artillería, paraque viesen toda la di- cha provincia, y secretos de ella; y si tal fuese, que poblasen en la ciudad principal Huicicila, é idos fueron bien recibidos del señor, y naturales de la dicha provincia; y aposentados en la dicha ciudad, y demas de proveerlos de lo que tenian necesidad para su mantenimiento, les dieron hasta tres mil marcos de plata, envuelta con cobre, que se- ria media plata: y hasta cinco mil pesos de oro, asímismo envuelto con plata, que no se le ha dado ley, y ropa de algodon, y otras rio el haber quitado la vida 4 tantos Indios, pues en batalla era lí- cito, y fuera de ella bajeza de ánimo por el interes. La provincia de Michoacan es de las mos fértiles de Nueva Es- paña, y abundante en cosechas de trigo. maiz, y otros frutos. DE D. FERNANDO CORTES. cosillas de las que ellos tienen; lo cual, sa- cado el quinto de Vuestra Magestad, se re- partió por los Españoles, que á ella fueron ; y como á ellos no les satisficiese mucho la tierra para poblar, mostraron para ello mala voluntad : y aun movieron algunas cosillas, por donde algunos fueron castigados, y por esto los mandé volver á los que volverse qui- sieron ; y á los demas mandé, que fuesen con un capitan al mar del sur, adonde yo te- nia, y tengo poblada una villa, que se dice Zacatula,* que hay desde la dicha ciudad de Huicicila,f. cien leguas; y allí tengo en as- tillero cuatro navíos, para descubrir por aquel mar, todo lo que á mí fuere posible, y Dios nuestro señor fuere servido. Y yen- do este dicho capitan, y gente á la dicha ciudad de Zacatula, tuvieron noticia de una provincia, que se dice Coliman,] que está apartada del camino, que habian de llevar sobre la mano derecha, que es al poniente, cincuenta leguas: y con la gente, que lleva- ba, y con mucha de los amigos de aquella provincia de Mechuacan, fué allá sin mi li- * Zacatula junto al mar del sur, segun queda esplicado en las cartas antecedentes. + Gomara en la crónica de Nueva España cap. 150. la llama Chincicila. j Cortés envió á Cristobal de Olid á conquistar esta provincia de Coliman, le acompañó despues Gonzalo de Sandoval, y al fin se entregaron los pueblos de Colimantlec, Zihuatlan, y otros, 65 509 510 CARTA DE RELACION cencia, y entró algunas jornadas, donde hu- bo con los naturales algunos reencuentros ; y aunque eran cuarenta de caballo, y mas de cien peones, ballesteros, y rodeleros, los desbarataron, y echaron fuera de la tierra, y les mataron tres Españoles, y mucha gente de los amigos, y se fueron á la dicha ciudad de Zacatula; y sabido por mí, mandé traer. preso al capitan, y le castigué su inobe- diencia. | ul. DonPe- Porque en la relacion, que á Vuestra Ce- q qe crdende 'SÁRER Magestad hice, de como habia enviado. | a á Pedro de Alvarado á la provincia de Tu- Lada es tutepeque,* que es. en el mar del sur, no hubo pa "". mas que decir de como habia llegado á. ella, Ao ver y tenia presos al señor, y á un hijo suyo; y á poblar Cor” de cierto oro, que le presentaron, yde ciertas: Auaradoq¿ Muestras de oro de minas, y perlas, que asi- con los presos, mismo, hubo,; porque hasta aquel tiempo, no y sosiega la reo re- habia mas, que escribir. Sabrá Vuestra Es- celsitud, que en respuesta de. estas nuevas; que me envió, le mandé, que.luego: en aquella provincia buscase un sitio.conveniente, y po- blase en él: y mandé tambien, que los, veci- nos de la villa de Segura la Frontera, se pa- sasen á aquel pueblo; porque ya del que es- taba hecho allí, no habia necesidad, por ser * Tututepec, ya queda dicho en pa cartas antecedentes, que está el la diocesis de Oajaca, hacia el mar del sur, distincto de Tutute- pec en la diocesis de Puebla. DE D. FERNANDO CORTES. tan cerca de aquí : y así se hizo, y se llamó el pueblo Segura la Frontera, como el que án- tes estaba hecho: y los naturales de aquella provincia, y de la de Guajaca, y Coaclan, y Coasclahuaca, y Tachquiaco, y otras allí co- marcanas, se repartieron en los vecinos de aquella villa, y les servian, y aprovechaban con toda voluntad ; y quedó en ella por Jus- ticia, y capitan, en mi lugar el dicho Pedro de Alvarado. Y acaeció, que estando yo conquistando la provincia de Pánuco, como adelante á Vuestra Magestad diré, los al- caldes, y regidores de aquella villa le roga- ron al dicho Pedro de Alvarado, que él remi- tiese con su poder á negociar conmigo cier- tas cosas, que ellos le encomendaron, lo cual él aceptó; y venido los dichos alcaldes, y re- sidores, hicieron cierta liga, y monipolio. convocando la comudad, é€ hicieron alcaldes. y contra la voluntad de otro, que allí el dicho Pedro de Alvarado habia dejado por capitan. despoblaron la dicha villa, y se vinieron á la provincia de Guajaca, que fué causa de mu- cho desasosiego, y alboroto en aquellas par- tes. Y como el que allí quedó por capitan me lo hizo saber, envié á Diego de Ocampo,* ** Diego de Ocampo fué el que con otros quedó nombrado por Cortés para gobernar su estado, cuando se ausentó para España, y dicho Ocampo fué dipuesto por Salazar: tuvo el mérito de haber descubierto la navegacion al Perú, saliendo de Tehuantepec en la 911 CARTA DE RELACION alcalde mayor, para que hubiese la informa- cion de lo que pasaba, y castigase los culpa- dos Sabido por ellos, se ausentaron, y an- duvieron ausentes algunos dias, hasta que yo los prendí: por manera, que el dicho alcalde mayor, no pudo haber mas de al uno de los rebeldes, el cual sentenció á muerte natural, y apeló para ante mí; y despues que yo pren- dí los otros, los mandé entregar al dicho al- calde mayor : el cual asímismo procedió con- tra ellos, y los sentenció como al otro, y ape- laron tambien. Ya los pleitos estan conclu- sos para los sentenciar en segunda instancia ante mí, y los he visto: pienso, aunque fué tan grave su yerro, habiendo respeto al mu- cho tiempo, que ha que estan presos, comu- tarles la pena de la muerte, á que fueron sen- tenciados, en muerte civil, que es desterrarlos de estas partes, y mandarles, que no entren en ellas, sin licencia de Vuestra Magestad, so pena, que incurran en la de la primera sentencia. En este medio tiempo murió el señor de la dicha provincia de Tututepeque; y ella, y las otras comarcanas se rebelaron, y envié al dicho Pedro de Alvarado con gente, y con un hijo del dicho señor, que yo tenia en mi poder; y aunque hubieron algunos reen- costa del sur, y llegó al Callao de Lima, todo á su costa, Fué Natural de la villa de Cáceres en los reinos de Castilla, y sujeto de | particulares prendas. ; DE D. FERNANDO CORTES. 313 cuentros, y mataron algunos Españoles, la tornó á rendir al servicio de Vuestra Mages- tad, y estan ahora pacíficas, y sirven á los Españoles, que estan depositadas muy pacífi- ca, y seguramente, aunque no se tornó á pob- lar la villa por falta de gente, y porque al presente no hay de ello necesidad ; porque con el castigo pasado, quedaron domados, de manera, que hasta esta ciudad vienen á lo que les mandan. | Luego como se recobró esta ciudad de Te- 1v. Dan da dida ve E de obediencia mijtitan, y lo á ella sujeto, fueron reducidas Tecuantepec, 2 . A » y Mexztithlan, á la imperial corona de Vuestra Cesárea yserebuelven pl 2 con la venida Magestad dos provincias, que estan á Cua- de Cristóbal de Tapia : en- renta leguas de ella al norte, que confinan vía Cortés un . . ? 1t 4 % con la provincia de Pánuco,* que se llaman cifra, y lo Tututepeque, y Mezclitan,t de tierra asaz [ns ara vos bélase otra vez fuerte, bien usitada en el ejercicio de las ar- Tepuentepes, y la vuelve conquistar tés, y la tienen, viendo lo que con esta gente se habia “estisa. hecho; y como á Vuestra Magestad ninguna mas por los contrarios, que de todas partes ¿, . cosa le estorbaba, me enviaron sus mensaje- + Tututepec en la diocesis de Puebla. + Hoy se llama Metztitlan del arzobispado de Méjico, camino a al norte, y ántes de subirá las sierras de Huayacocotla, y Tlan- chinol, que son las sierras, de que luego habla, y confinan con las que dividen la diocesis de Puebla del arzobispado, y todas son as- perísimas tanto, que admira, el que Cortés aun pudiese caminar con gente de guerra por ellas. Las he pasado, y tiene sobrada razon Cortés, porque necesité el apearme de la mula : mas agrias son las de Tuto, ó Tututepec, para bajar 4 Tulanzingo, de que es buen tes- tigo el Mustrísimo señor Obispo de Puebla, que las ha pasado, CARTA DE RELACION ros, y se ofrecieron por sus súbditos, y vasa- llos : y yo los recibí en el real nombre de Vu- estra Magestad, y por tales quedaron, y estu- vieron siempre, hasta despues de la venida de Cristobal de Tapia, que con los bullicios, y desasosiegos, que en estas otras gentes causó, ellos no solo dejaron de prestar la obediencia, que ántes habian ofrecido, mas aun hicieron muchos daños en los comarcanos á su tierra, que eran vasallos de Vuestra Católica Ma- gestad, quemando muchos pueblos, y matan- do mucha gente : y aunque en aquella coyun- tura yo no tenia mucha sobra de gente, por la tener en tantas partes dividida, viendo que dejar de proveer en esto era gran daño, temi- endo que aquellas gentes, que confinaban con aquellas provincias, no se juntasen con aquel- los, por el temor del daño, que recibian; y aun porque yo no estaba satisfecho de su vo- luntad, envié un capitan con treinta de ca- ballo, y cien peones, ballesteros, y escopete- ros, y rodeleros, y con mucha gente de los amigos, los cuales fueron, y hubieron con el- los ciertos reencuentros, en que les mataron alguna gente de nuestros amigos, y dos Es- pañoles: y plugo á Vuestro Señor, que ellos de su voluntad volvieron de paz, y me traje- ron los señores, á los cuales yo perdoné, por haberse ellos venido sin haberlos prendido. DE D. FERNANDO CORTES. Despues estando yo en la provincia de Pá- nuco, los naturales de estas partes echaron fama, que yo me iba á Castilla, que causó harto alboroto : y una de estas dos provincias, que se dice 'Tututepeque, se tornó á rebelar, y bajó de su tierra el señor con mucha gente, y quemó mas de veinte pueblos de los de nu- estros amigos, y mató, y prendió mucha gente de ellos; y por esto viniendome yo de camino de aquella provincia de Pánuco los torné á conquistar ; y aunque á la entrada mataron alguna gente de nuestros amigos, que que- daba rezagada, y por las sierras reventaron diez, ó doce caballos, por la aspereza de ellas, se conquistó toda la provincia, y fué preso el señor y un hermano suyo muchacho, y otro capitan general suyo, que tenia la una fron- tera de la tierra ; el cual dicho señor y su ca- pitan fueron luego ahorcados, y todos los que se prendieron en la guerra hechos esclavos, que serian hasta docientas personas; los cuales se herraron, y vendieron en almone- das, y pagado el quinto, que de ello pertene- ció á Vuestra M., lo demas se repartió entre los que se hallaron en la guerra, aunque no hubo para pagar el tercio de los caballos que murieron; porque por ser la tierra pobre, no se hubo otro despojo. La demas gente, que en la dicha provincia quedó. vino de paz, y lo 515 5316 CARTA DE RELACION está, y por señor de ella aquel muchacho, hermano del señor, que murió; aunque al presente, no sirve, ni aprovecha de nada, por ser, como es, la tierra pobre, como dije, mas de tener seguridad de ella que no nos albo- rote los que sirven; y aun para mas seguri- dad, he puesto en ella algunos naturales de los de esta tierra. A esta sazon (Invictísimo Cesar) llegó al puerto, y villa del Espíritu Santo, de que ya en los capítulos ántes de este he hecho mencion, un bergantinejo, har- to pequeño, que venia de Cuba, y en él un Juan Bono de Quejo, que con la armada que Pánfilo de Narvaez trajo, habia venido á esta, tierra, por maestre de un navio de los que en la dicha armada vinieron: y segun pareció por despachos, que traia, venia por mandado de D. Juan de Fonseca,* Obispo de Burgos, creyendo que Cristobal de Tapia, que él habia rodeado, que viniese por gobernador á esta tierra, estaba en ella : y para que si en su re- cibimiento hubiese contradicion, como él te- mia, por la notoria razon, que á temerlo le incitaba : y envióle por la isla de Cuba, para que lo comunicase con Diego Velazques, co- mo lo hizo, y él le dió el bergantin, en que * D. Juan de Fonseca obispo de Burgos, presidente del consejo de Indias, en este particular se dejó llevar de siniestros informes, y que acaso sino fuera el teson de Cortés, hubieran albopotado la América, y perdido todo lo conquistado. DE D. FERNANDO CORTES. pasase. Traia el dicho Juan Bono hasta cien cartas de un tenor, firmadas del dicho obispo; y aun creo, que en blanco, para que diese á las personas, que acá estaban, que al dicho Juan Bono le pareciese, diciendoles, que servirian mucho á Vuestra Cesárea Ma- gestad, en que el dicho Tapia fuese recibido, y que por ello les prometia muy crecidas mercedes: y que supiesen, que en mi compa- ñía estaban contra la voluntad de Vuestra Escelencia ; y otras muchas cosas, harto in- citadoras á bullicio, y desasosiego: y á mí me escribió otra carta, diciendome lo mismo; y que si yo obedeciese al dicho "Tapia, que él haria con Vuestra Magestad señaladas merce- des, donde no, que tuviese por cierto, que me habia de ser mortal enemigo. Y la venida de este Juan Bono, y las cartas que trajo, pusie- ron tanta alteracion en la gente de mi compa- ñía, que certifico 4 Vuestra Magestad, que si yo no los asegurara diciendo la causa, porque el obispo aquello les escribia, y que no temi- esen sus amenazas; y que el mayor servicio que Vuestra Magestad recibiria, y por donde mas mercedes les mandaria hacer, era por no consentir, que el obispo, ni cosa suya se entremetiese en estas partes, porque era con intencion de esconder la verdad de ellas á Vuestra Magestad, y pedir mercedes en 66 318 CARTA DE RELACION ellas, sin que Vuestra Magestad supiese lo que le daba, que hubiera harto que hacer en los apaciguar, en especial que fuí informado, aunque lo disimulé por el tiempo, que al- gunos habian puesto en plática, que pues en pago de sus servicios se les ponian temores, que era bien, pues habia comunidad en Cas- tilla, que la hiciesen acá, hasta que Vuestra Magestad fuese informado de la verdad; pues el obispo tenia tanta mano en esta ne- gociacion, que hacia que sus relaciones no viniesen á noticia de Vuestra Alteza: y que tenia los oficios de la casa de la contratacion de Sevilla de su mano, y que allí eran mal tratados sus mensajeros; y tomadas sus re- laciones, y cartas, y sus dineros, y se les de- fendia, que no les viniese socorro de gente, ni armas, ni bastimentos; pero con hacerles vo saber lo que arriba digo, y que Vuestra Magestad de ninguna cosa era sabidor; y que tuviesen por cierto, que sabido por Vuestra Alteza,* serian gratificados sus ser- vicios, y hechos por ellos aquellas mercedes, * Uno de los mayores méritos de Hernan Cortés fué el sufrir con paciencia tantos siniestros informes contra él, y sus capitanes, y es la mayor prueba de su lealtad al soberano, pues en América fué perseguido, infamado, y maltratada su persona, y familia ; pasó dos veces á España á informar al rey, y en la segunda estuvo siete años siguiendo la corte ya con esperanzas, ya con desconsue- los: y últimamente volviendo á Nueva-España cargado de años, consumido de trabajos, murió en Castilleja la vieja, saliendo de Sevilla para embarcarse en Cádiz á 2, de Diciembre de 1547. DE. D. FERNANDO CORTES. 519 que los buenos, y leales vasallos, que á su rey, y señor sirven, como ellos han servido, merecen, se aseguraron, y con la merced que | Vuestra Escelsitud tuvo por bien de me mandar hacer con sus reales provisiones, han- estado, y estan tan contentos, y sirven con tanta voluntad, cual el fruto de sus ser- vicios da testimonio; y por ellos merecen. que Vuestra Magestad les mandase hacer mercedes; pues tambien lo han servido, y sirven, y tienen voluntad de servir : y yo por mi parte muy humildemente á Vuestra Ma- sestad lo suplico; porque no en ménos merced, yo recibiré la que á cualquiera de ellos mandáre hacer, que si á mí se hiciese; pues yo sin ellos no pudiera haber servido á Vuestra Alteza. como lo he hecho. En es- pecial suplico á Vuestra Alteza muy humil- demente les mande escribir, teniendoles en servicio los trabajos, que en su servicio han puesto, y ofreciendoles por ello mercedes; porque demas de pagar deuda, que en esto Vuestra Magestad debe, es animarlos, para que de aquí adelante con muy mejor volun- tad lo hagan. Por una Cédula, que Vuestra Cesárea y. Piden so corro á Cortés Magestad, á pedimento de Juan de Rivera, agunos pue. mandó proveer, en lo que tocaba al Adelan- a 0 tés á darsele, tado Francisco de Garay, parece que Vues- E a 520 CARTA DE RELACIÓN que estaban tra Alteza fué informado, como yo estaba juntos en Cu- E ba, el Almi- para ir, ó enviar al rio de Pánuco, á lo rante Don Diego Colon, pacificar; á causa, que en aquel rio se decia Diego Velaz- quez, y Fran- haber buen puerto;* y porque en él habian co Garay, tra- Po po tando cotra él; Muerto muchos Españoles, así de los de un Derrota á los pa A e ; 5 Indios; y se Capitan, que á él envió el dicho Francisco fortifican en- / tre unas la- de Garay, como de otra nao, que despues gunas; y no : *, ' 3, pudiendo re- COM tiempo dió en aquella costa, que no de- ducirl : y vé bien, pasa un JAYON alguno vivo; porque algunos de los na- rio, y vuelve 4 derrotarlos; tUrales de aquellas partes habian venido á mí á atados disculparse de aquellas muertes, diciendome, ce adepa, Que ellos lo habian hecho, porque supieron, ado que no eran de mi compañía, y porque ha- bian sido de ellos maltratados: y que si yo quisiese allí enviar gente de mi compañía, que ellos los tendrian en mucho, y los ser- virian en todo lo que ellos pudiesen, y que me agradecerian mucho, que los enviase; porque temian, que aquella gente, con * Este rio de Pánuco es el que entra en la barra de Tampico, que creyó Cortés, que era buen puerto, y en efecto la ensenada es muy á propósito, así se persuadieron otros á su ejemplo, se hizo muelle, y aun llegó una flota de España, y tambien un virrey á desembarcar allí; pero actualmente, y de muchos años á esta parte está tan cerrada la barra, que aun con dificultad puede entrar una barca de Campeche, y lo aseguro haberlo oido yo mismo en Pánuco á unos Campechanos, que iban por piloncillo de azucar con el mo- tivo de haberme embarcado para Tampico en un bote suyo; por esta razon se ha desamparado enteramente el puerto de Tampico, que al principio se reputó por bueno, y aun se compusieron los caminos desde Pánuco hasta Méjico, para conducir las flotas, ha- ciendo puentes costosos, que hoy estan abandonados. DE D. FERNANDO CORTES. quien ellos habian peleado, volverian sobre ellos á se vengar, como porque tenian cier- tos comarcanos* sus enemigos, de quien recibian daño; y que con los Españoles, que yo les diese se favorecerian: y porque cuando estos vinieron, yo tenia falta de gente, no pude cumplir lo que me pedian; pero prometiles, que lo haria lo mas breve- mente que yo pudiese: y con esto se fueron contentos, quedando ofrecidos por vasallos de Vuestra Magestad, diez, ó doce pueblos de los mas comarcanos á la raya de los súbditos á esta ciudad : y de allí á pocos dias tornaron á venir ahincandome mucho, que pues que yo enviaba Españoles á poblar á muchas partes, que enviase á poblar allí, con ellos; porque recibian mucho daño de aque- llos sus contrarios, y de los del mismo rio, que estan á la costa del mar; que aunque eran todos unos, por haberse venido á mí, les hacian mal tratamiento. Y por cumplir con estos, y por poblar aquella tierra; y tambien porque ya tenia alguna mas gente, señalé un capitan con ciertos compañeros, paraque fuesen al dicho rio; y estando para se partir, supe de un navio, que vino de la * Los enemigos que decian los de Pánuco, eran los vasallos del rey de Michoacan, con quienes confinaban, y aun hoy divide el arzobispado de Méjico de la diocesis de Michoacan por aquella parte el rio Verde. 521 $22 CARTA DE RELACION isla de Cuba, como el almirante Don Diego Colon,* y los adelantados Diego Velazquez, y Francisco de Garay, quedaban juntos en la dicha isla, y muy confederados, para en- trar por allí, como mis enemigos á hacerme todo el daño que pudiesen: y. porque su ma- la voluntad no huviese efecto; y por escusar; que con su venida no se ofreciese semejante alboroto, y desconcierto, como el que se ofreció con la venida de Narvaez, determiné- me, dejando en esta ciudad el mejor recado, - que yo pude, de ir yo por mi persona, por- que si allí ellos, ó alguno de ellos viniese, se encontrasen conmigo ántes, que con otro, porque podria yo mejor escusar el daño: y así me partí con ciento, y veinte de caballo, y con trecientos peones, y alguna artillería, y hasta cuarenta mil hombres de guerra de los naturales de esta ciudad, y sus comarcas; y llegado á la raya de 'su tierra, bien veinte, y cinco leguas ántes de llegar al puerto, en una gran poblacion, que se dice Ayntuscota- * D. Diego Colon es el que envió á Diego Velazquezá conquistar la isla de Cuba en el año de 1511. y con él fué Hernan Cortés por oficial de D. Miguel de Pasamonte tesorero, para llevar la cuenta de los quintos, y hacienda del rey : allí se formó Cortés con traba- jos, se casó con Catalina Juarez, tuvo varias mudanzas su amistad con Diego Velazquez, y últimamente allí formó el gran designio de venir 4 conquistar la Nueva España : el dicho D. Diego Colon fué despues nombrado Gobernador de Méjico con la órden de prender á Cortés; pero se suspendió el efecto de la provision de este em- pleo, y encargo. DE D. FERNANDO CORTES. clan,* me salieron al camino mucha gente de guerra, y peleámos con ellos: y así por tener yo tanta gente de los amigos, como ellos veni- an, como por ser el lugar llano, y aparejado para los caballos, no duró mucho la batalla, aunque me hirieron algunos caballos, y Espa- ñoles, y murieron algunos de nuestros amigos, fué suya la peor parte, porque fueron muer- tos muchos de ellos, y desbaratados. Allí en aquel pueblo me estuve dos ó tres dias, así por curar los heridos, como porque vinieron allí á mí, los que acá se me habian venido á ofrecer por vasallos de Vuestra Alteza. Y desde allí me siguieron hasta llegar al puer- to, y desde allí adelante sirviendo en todo lo que podian. Yo fuí por mis jornadas hasta llegar al puerto, y en ninguna parte tuve reencuentros con ellos, ántes los del camino, por donde yo iba, salieron á pedir perdon de su yerro, y á ofrecerse al real servicio de Vuestra Alteza. Llegado al dicho puerto, y rio, me aposenté en un pueblo, cinco leguas del mar, que se dice Chila, que estaba despoblado, y quemado, porque allí fué don- de desbarataron al capitan, y gente de Francisco de Graray : y de allí envié mensa- jeros de la otra parte del rio; y por aquellas * Hoy Coscatlan á la entrada de la Huasteca, 323 524 CARTA DE RELACION lagunas,* que todas estan pobladas de gran- des pueblos de gente, á les decir: que no temiesen, que por lo pasado yo les haria ningun daño, que bien sabia, que por el mal tratamiento, que habian recibido de aquella gente, se habian alzado contra ellos, y que no tenian culpa: y nunca quisieron venir, ántes maltrataron los mensajeros, y aun ma- taron algunos de ellos; y porque de la otra parte del rio estaba el agua dulce, de donde nos basteciamos; ponianse allí, y salteaban á los que iban por ella, estuve así mas de quince dias, creyendo podria atraerlos por bien: y que viendo, que los que habian veni- do eran bien tratados, ellos asímismo lo harian: mas tenian tanta confianza en la fortaleza de aquellas lagunas, donde estaban, que nunca quisieron. Y viendo, que por bien ninguna cosa me aprovechaba, comenzé á buscar remedio, y con unas canoas, que al principio allí habiamos habido, se tomaron mas, y con ellas una noche comenzé á pasar ciertos caballos de la otra parte del rio, y gente: y cuando amaneció, ya habia copia de gente, y caballos de la otra parte, sin ser sentidos: y yo pasé dejando en mi real buen * En este sitio, y sus cercanias estan las lagunas de Tampico, y Tamiaguaque es grande, y pertenece su pueblo á la diocesis de la Puebla. DE D. FERNANDO CORTES. recaudo; y como nos sintieron de la otra parte, vino mucha copia de gente, y dieron tan reciamente sobre nosotros, que despues que yo estoy en estas partes, no he visto acometer en el campo tan denodadamente, como aquellos nos acometieron, y mataron- nos dos caballos, é hirieron mas de otros diez caballos tan malamente, que no pudie- ron ir. En aquella jornada, y con ayuda de Nuestro Señor, ellos fueron desbaratados, y se siguió el alcance cerca de una legua, donde murieron muchos de ellos: y con hasta treinta de caballo, que me quedaron, y con cien peones seguí todavia mi camino, y aquel dia dormí en un pueblo, tres leguas del real, que hallé despoblado: y en las mezquitas de este pueblo, se hallaron mu- chas cosas de los Españoles, que mataron de los de Francisco de Garay. Otro dia co- menzé á caminar por la costa de una lagu- na adelante, por buscar paso para pasar á la otra parte de ella, porque parecia gente, y pueblos: y anduve todo el dia, sin se hallar cabo, ni por donde pasar; y ya que era hora de vísperas, vimos á vista un pueblo muy hermoso, y tomamos el camino para allá, que todavia era por la costa de aquella laguna; y llegados cerca, era ya tarde, y no parecia en él gente; y para mas asegurar, mandé á 67 525 3526 CARTA DE RELACION diez de caballo, que entrasen en el pueblo por el camino derecho, é yo con otros diez tomé la falda de él hacia la laguna, porque los otros diez traian la retaguardia, y no eran llegados. Y en entrando por el pue- blo, pareció mucha cantidad de gente, que estaban escondidos en celada, dentro de las casas para tomarnos descuidados; y pelea- ron tan reciamente, que nos mataron un ca- ballo, é hirieron casi todos los otros, y mu- chos de los Españoles: y tuvieron tanto rason en pelear, y duró gran rato, y fueron rompidos tres, Ó cuatro veces, y tantas se tornaban á rehacer; y hechos una muela, hincaban las rodillas en el suelo, y sin hab- lar, y dar grita, como lo suelen hacer los otros, nos esperaban, y ninguna vez entra- bamos por ellos, que no empleaban muchas flechas: y tantas, que si no fueramos bien armados, se aprovecharan harto de nosotros, y aun creo no escapara ninguno; y quiso Nuestro Señor, que á un rio, que pasaba junto, y entraba en aquella laguna, que yo habia seguido todo el dia, algunos de los que mas Cereanos estaban á él, se comenzaron á echar al agua, y tras aquellos comenzaron á huir los otros al mismo rio, y así se desbara- taron, aunque no huyeron mas de hasta pasar el rio: y ellos de la una parte, y nosotros de DE D. FERNANDO CORTES. la otra, nos estuvimos, hasta que cerró la noche, porque por ser muy hondo el rio, no podiamos pasar á ellos, y aun tambien no nos pesó cuando ellos le pasaron, y así nos volvimos al pueblo, que estaria un tiro de honda del rio; y allí con la mejor guarda que pudimos, estuvimos aquella noche, y comimos el caballo, que nos mataron, por- que no habia otro bastimento. Otro dia siguiente salimos por un camino, porque ya no parecia gente de la del dia pasado, y por él fuimos á dar en tres, ó cuatro pueblos, donde no se halló gente ninguna, ni otra cosa, sino eran algunas bodegas del vino,* que ellos hacen, donde hallámos asaz tinajas de ello. Aquel dia pasamos sin topar gente ninguna, y dormimos en el campo, porque hallamos unos maizales, donde la gente, y los caballos tuvieron algun refresco: y de esta manera anduve dos dias, ó tres, sin hallar gente ninguna, aunque pasámos mu- chos pueblos: y porque la necesidad del bas- timento nos aquejaba, que en todo este tiempo entre todos no hubo cincuenta libras de pan,t nos volvimos al real, y hallé la 2 * En la Huasteca, y pueblos comarcanos á la laguna de Tamiagua se hace vino de la caña de azucar, que comunmente llaman aguardiente de la tierra, mas ó ménos fuerte, ó vulgar- mente Chinguirito, que está prohibido. + En toda Nueva España el pan de los Indios se hacia de maiz, 528 CARTA DE RELACION gente, que en él habia dejado, muy buena, y sin haber habido reencuentro ninguno: y luego porque me pareció, que toda la gente quedaba de aquella parte de aquella laguna, que yo no habia podido pasar, hice una noche echar gente, y caballos con las canoas de aquella parte, y que fuese gente de ball- esteros, y escopeteros por la laguna arriba, y la otra gente por la tierra. Y de esta manera dieron sobre un gran pueblo, donde como los tomaron descuidados, mataron mu- cha gente: y de aquel salto cobraron tanto temor, de ver, que estando cercados de agua, los habian salteado sin sentirlo, que luego comenzaron á venir de paz: y en casi veinte dias vino toda la tierra de paz, y se ofre- cieron por vasallos de Vuestra Magestad. VI. Funda Ya que la tierra estaba pacífica, envié Cortésá Se" nor todas las partes de ella personas, que la Puerto 7. visitasen, y me trajesen relacion de los Mero los pue. PUEblos, y gente; y traida, busqué el mejor blos: — Pier asiento, que por allí me pareció, y fundé en cuado pS él una villa, que puse nombre Santistevan del bastimento, y $ sl se salvan tres Puerto; y álos que allí quisieron quedar por personas en una isla. Gas- vecinos, les desposité, en nombre de Vuestra to que hizo Cortés en esta Magestad aquellos pueblos con que se sostu- conquista, y. cadáveres que viesen; y hechos alcaldes y regidores, y dejan- y por haber venido el trigo de España, le llaman los Indios pan de castilla, Castilan Tlascal:. DE D. FERNANDO CORTES. 529 do allí un mi lugar-teniente de capitan, que- halló de los castellanos de daron en la dicha villa de los vecinos* treinta Garay. de caballo, y cien peones, y dejéles un bar- co, y un chinchorro, que me habian traido de la villa de la Vera-Cruz, para bastimento; y asímismo me envió de la dicha villa un criado mio, que allí estaba, un navio cargado de bastimentos de carne, pan, vino, azeyte, vinagre, y otras cosas, el cual se perdió con todo; y aun dejó en una isleta en el mar, que está cinco leguas de la tierra, tres hom- bres; por los cuales yo envié despues en un barco, y los hallaron vivos, y mantenianse de muchos lobos marinos, que hay en la isleta, y de una fruta, que decian que era como higos. Certifico á Vuestra Magestad, que esta ida me costó á mí solo, mas de treinta mil pesos de oro, como podra Vues- tra Magestad mandar ver, si fuere servido, por las cuentas de ello: y á los que con mi- go fueron, otros tantos de costas de caballos, bastimentos, armas, y herraje, porque á la sazon lo pesaban á oro, ó dos veces á plata; mas por verse Vuestra Magestad servido en aquel camino tanto, todos lo tuvimos por bien, aunque mas gasto se nos ofreciera; porque demas de quedar aquellos Indios debajo del imperial yugo de Vuestra * Puede ser la villa de Tampico, segun su situacion. 530 CARTA DE RELACION Magestad, hizo mucho fruto nuestra ida, porque luego aportó allí un navio con mu- cha gente, y bastimentos, y dieron allí en tierra, que no pudieron hacer otra cosa; y si la tierra no estuviera de paz, no escapara ninguno, como los del otro, que ántes habian muerto, y hallámos las caras propias de los Españoles desolladas en sus oratorios, digo los cueros de ellas, curados en tal manera, que muchos de ellos se conocieron, aun cuando el Adelantado Francisco de Garay llegó á la dicha tierra, como adelante á Vuestra Cesárea Magestad haré relacion, no quedára él, ni ninguno de los que con él venian, á vida, porque con tiempo fueron á dar treinta leguas abajo del dicho rio de Pánuco, y perdieron algunos navios, y salieron todos á tierra muy destrozados, si la gente no hallaran en paz, que los trajeron á cuestas, y los sirvieron hasta ponerlos en el pueblo de los Españoles, que sin otra guerra se murieran todos. Así, que no fué poco bien estar aquella tierra de paz. | vu. Envia En los capítulos ántes de este (Escelentísi- cortés contra mo Príncipe) dije, como viniendo de camino, Impilcingo un capitan, Y “on despues de haber pacificado la provincia de que instrue- cion, y por 3% Pánuco, se conquistó la provincia de Tutute- no la pacificó. paella coros peque,* que estaba rebelada, y todo lo que en * Tututepec diocesis de Oajaca. DE D. FERNANDO CORTES. 531 ella se hizo; porque tenia nueva, que una liman, y su victoria: la de- provincia, que está cerca del mar del sur,ja quieta, y otras provin»- que se llama Impilcingo, que es de la cu- cias Comarca- nas; isla rica alidad de esta de 'Pututepeque, en forta- de oro, y per- leza de sierras, y aspereza de la tierra, y isa de gente no ménos belicosa, los naturales de de ella hacian mucho daño en los vasallos de Vuestra Cesárea Magestad, que confina con su tierra, y de ellos se me habian venido á quejar, y pedir socorro, aunque la gente, que con migo venia, no estaba muy descansada, porque hay de un mar á otro docientas le- guas,* por aquel camino. Junté luego veinte y cinco de caballo, y setenta, ó ochenta peo- nes, y con un capitan los mandé ir á la dicha provincia; y en la instruccion, que llevaba, le mandé que trabajase de los atraer al real servicio de Vuestra Alteza por bien; y sino quisiesen, les hiciese la guerra : el cual fué, y hubo con ellos ciertos reencuentros; y por ser la tierra tan áspera no pudo dejarla del todo conquistada; y porque yo le mandé en la dicha su instruccion, que hecho aquello, que se fuese á la ciudad de Zacatula,t y con la gente que llevaba, y con la que mas de allí pudiese sacar, fuese á la provincia de Coli- * Y algo ibas, y aquí se advierte que todas las mitras, y diocesis de Nueva-España tienen su mayor longitud desde el seno Mejicano, 6 mar del norte hasta el mar del sur. + Zacatula, diocesis de Michoacan, ó Valladolid. 332 CARTA DE RELACION man, donde en los capítulos pasados dije, que habian desbaratado aquel capitan, y gente, que iba de la provincia de Mechuacan para la dicha ciudad, y que trabajase de los traer por bien, y si no, los conquistase. El se fué, y de la gente que llevaba, y de la que allá tomó, juntó cincuenta de caballo, y ciento, y cincuenta peones, y se fué á la dicha provincia, que está de la ciudad de Za- catula, costa del mar del sur abajo sesenta leguas; y por el camino pacificó algunos pueblos, que no estaban pacíficos, y llegó á la dicha provincia; y en la parte, que al otro capitan habian desbaratado, halló mucha gente de guerra, que le estaban esperando, creyendo haberse con él, como con el otro, y así rompieron los unos y los otros; y plugo á nuestro señor, que la victo- ria fué por los nuestros, sin morir ninguno de ellos, aunque á muchos, y á los caballos hi- rieron: y los enemigos pagaron bien el daño, que habian hecho; y fué tan bueno este cas- tigo, que sin mas guerra se dió luego toda la tierra de paz; y no solamente esta provincia, mas aun otras muchas cercanas á ella, vinie- ron á se ofrecer por vasallos de Vuestra Ce- sárea Magestad, que fueron* Aliman Coli- ** Coliman, y otros pueblos de la diocesis de Michoacan, y tam- bien tocan en Guadalajara, lo que hoy llaman Zacatecas, provincias de Sonora, y Sinaloa de la diocesis de Durango, DE D. FERNANDO CORTES. monte, y Ceguatan: y de allí me escribió todo lo que le habia sucedido; y le envié á mandar, que buscase un asiento, que fuese bueno, y en él se fundase una villa, y que le pusiese nombre Coliman, como la dicha pro- vincia: y le envié nombramiento de alcaldes, y regidores para ella, y le mandé, que hiciese la visitacion de los pueblos, y gentes de aquellas provincias, y me la trajese con toda la mas relacion, y secretos de la tierra que pudiese saber; el cual vino, y la trajo, y ci- erta muestra de perlas,* que halló : y yo re- partí en nombre de Vuestra Magestad, los pueblos de aquellas provincias, á los vecinos, que allá quedaron, que fueron veinte y cinco de caballo, y ciento y veinte peones. Y en- tre la relacion, que de aquellas provincias hizo, trajo nueva de un muy buen puerto,? * Desde los puertos de Mazatlan, Sonora, y Sinaloa pasan al golfo de Californias á pescar perlas, pues los Indios eran muy dies- tros en el buzco de ellas descubriendose muchos placeres, algunas tan esquisitas, que se sabe cierto, que habiendo pasado á Califor- nias Juan Yturbi capitan nombrado para la espedicion, trajo 4 la vuelta tanta copia de ellas, que admiró á Méjico, y una de tan finos quilates, que por sola ella pagó de quinto al rey nuevecientos pe- sos. “Fr. Antonio de la Ascension relacion del Descubrimiento del capitan Vizcayno: Torquemada, en su estracto, p. 4. Apend. 2. Benegas, noticias de Californias. Tom. 1. part. 2. f 4.”? Todas las perlas, que en abundancia tienen las personas aun de mediana cali- dad hacia el norte, casi todas son pescadas en el golfo de Californias. + En un mapa antiguo, que de órden de Cortés, hizo Domingo del Castillo, piloto en Méjico año de 1541, pone toda la costa al mar del sur, desde el golfo de Tehuantepec hasta la desembocadura del rio Colorado en el de Californias: y en la diocesis de Guadalajara, y Durango espresa los puertos de Colima, el puerto Escondido, el de 68 357 334 CARTA DE RELACION que en aquella costa se habia hallado, de que holgué mucho, porque hay pocos : y asimismo me trajo relacion de los señores de la pro- vincia de Ciguatan, que se afirman mucho haber una isla toda poblada de mugeres,* sin varon ninguno y que en ciertos tiempos van de la tierra-firme hombres, con los cuales han aceso: y las que quedan preñadas, si paren mugeres las guardan; y si hombres, los echan de su compañía: y que esta isla] está diez jornadas de esta provincia, y que muchos de ellos han ido allá, y la han visto. Dicenme asímismo, que es muy rica de perlas, y oro, Jalisco, el de Chiametla, y otros muchos frente de la costa de Cali- fornias, de donde se colige evidentemente, que Cortés tuvo conoci- miento de las provincias de Sinaloa, Sinora, Pimería, Nuevo Méjico, y de la mayor parte de la península de Californias por la costa del norte hasta el rio Colorado, que llama el piloto rio de Buena Guia; Puerto de Cruz, subiendo hasta 28 grados de latitud, que compre- hende el puerto de Monte-Rey, aunque no lo específica, y este apre- ciable, y antiguo documento se guarda en Méjico en el Archivo del Esmo. Sr. Marques del Valle, con los autos originales de “la obli- gacion, que hizo con Cortés el Señor Carlos 1. sobre las tierras, que le señaló S. M. y cedió por título de Conquistador, y he tenido el mayor gozo de haber visto en los autos firmas originales del Escla- recido Hernan Cortés. : * Este Pais solo de mugeres, que espresa aquí Cortés, es el que llamaron por entonces de las amazonas, que creyeron habia, y y se des- cubrió falso. + Ya está averiguado, que la California no es isla segun la creye- ron algunos, sino península. $ La riqueza de perlas es evidente, y aun de oro, se han descubi- e últimamente minas, cuya bonanza se promete, y la relacion de esto la ha dado el lllmo. Sr. D. Josef Galves, que en el año presente* ha venido de esta península, y la reconoció á costa de muchas fati- gas, y desvelos, enviando á nuestro actual Esmo. Sr. Virrey Mar- ques de Croix, muestras de perlas de escelente oriente, y piedras, que se sacaron de una mina de oro, y es de muchos quilates. O O * Aio en que se escribió el original de esta obra. DE D. FERNANDO CORTES. 335 yo trabajaré en teniendo aparejo de saber la verdad, y hacer de ello larga relacion á Vu- estra Magestad. Viniendo de la provincia de Pánuco, en Vil. Llegan A , á Cortés Em- una ciudad, que se dice "Puzapan,* llegaron bajadores de . Y Utlatlan, dos hombres Españoles, que yó habia envia- Guatemala, do, con algunas personas de los naturales de on la ciudad de Temijtitan, y con otros de la od provincia de Soconusco, que es en el mar del pa Meir sur la costa arriba, hacia donde Pedrarias oda Davila,t gobernador de Vuestra Alteza, do- paa cientas leguas de esta gran ciudad de 'Temij- a E titan, á unas ciudades de que muchos dias bueras. Es avisado de la habia que yo tengo noticia, que se llaman venida de Francisco Ga- Uclaclan, y Guatemala, y estan de esta pro- ray, y que se EA Ss intitulaba go- vincia de Socomisco otras sesenta leguas ; bernador. con los cuales dichos Españoles vinieron hasta cien personas de los naturales de aque!- las ciudades, por mandado de los señores de ellas, ofreciendose por vasallos, y súbditos de Vuestra Cesárea Magestad, y yo los recibí en su real nombre; y les certifiqué, que que- riendo ellos, y haciendo lo que allí ofrecian serian de mí, y de los de mi compañía, en el real nombre de Vuestra Alteza, muy bien * Puede ser el pueblo de Tuspan diocesis de Puebla. + Pedro Arias Davila, fué al que el Señor Carlos I. mandó, que desde Veragua á Yucatan buscase estrecho en las Indias para ir á las islas Malucas sin valerse de Portugal para la especería. $ Ucatlan, y Goatemala, distan segun Cortés de la provincia de Soconusco sesenta leguas, y caen al mar del sur, 3306 CARTA DE. RELACION tratados. y favorecidos; y les dí, así á ellos, como paraque llevasen á sus señores algunas cosas de las que yo tenia, y ellos en algo es- timan : y torné á enviar con ellos otros dos Españoles, para que les proveyesen de las cosas necesarias por los caminos. Despues acá he sido informado de ciertos Españoles, que yo tengo en la provincia de Soconusco, como aquestas ciudades con sus provincias, y otra quese dice de Chiapan,* que está cerca de ellas, no tienen aquella voluntad, que prime- ro mostraron, y ofrecieron; ántes se dice que hacen daño en aquellos pueblos de Socomisco, porque son nuestros amigos. Y por otra parte me escriben los cristianos, que envian allí si- empre mensajeros, y que se disculpan, que ellos no lo hacen, sino otros: y para saber la verdad de esto, yo tenia á Pedro de Alvarado despachado con ochenta, y tantos de caballo, y docientos peones, en que iban muchos ba- llesteros, y escopeteros, y cuatro tiros de ar- tillería con mucha municion, y pólvora: y asimismo tenia hecha cierta armada de na- vios, de que enviaba por capitan un Cristóval Dolid, que pasó en mi compañía, para le en- viar por la costa del norte á poblar la punta, ó cabo de Hibueras,] que está sesenta leguas * Esta es la diocesis, y provincia de Chiapa, ántes sufraganea de la Metrópoli de Méjico, y hoy de la Goatemala, + Punta, ó cabo de Hibueras, es en Honduras, cuya provincia án- tes se llamaba Hibueras. DE D. FERNANDO CORTES. de la bahia de la Ascesion, que es á barlo- vento, de lo que llaman Yucatan, la costa ar- riba de la tierra-firme, hacia el Darien; así porque tengo mucha informacion, que aquella tierra es muy rica, como porque hay opinion de muchos pilotos, que por aquella bahia sale estrecho al otro mar,* ques es la cosa, que yo en este mundo mas deseo topar, por el gran servicio que se me representa, que de ello Vuestra Cesárea Magestad recibiría. Y estando estos dos capitanes 4 punto con todo lo necesario al camino, de cada uno vino un mensajero de santistevan del Puerto, que yo poblé en el rio de Panuco; por el cual los alcaldes de ella me hacian saber, como el Adelantado Francisco de Garay,T habia lle- gado al dicho rio con ciento y veinte de ca- ballo, y cuatrocientos peones, y mucha artil- lería, y que se intitulaba de gobernador de * Habiendo sabido Cortés, y otros, que la tierra se estrechaba mucho por Panamá de modo, que se avistaban los dos mares norte, y sur, desde unas montañas, se persuadieron, y no con ligereza, que por allí podia haber estrecho como en Gibraltar, y despues se des- cubrió el de Magallanes, con lo que en gran manera se facilitaria la navegacion por los dos mares, mas no es segun creyeron, porque es istmo el de Panamá, que tiene de ancho diez y ocho leguas, y si- gue la tierra-firme, hasta la otra América meridional, y acaba en el estrecho de Magallanes, media el mar, y despues ponen la tierra del Fuego, que se puede llamar incógnita. + Este Francisco de Garay, instrumento de persecucion de Pánfilo Narvaez contra Cortés, hizo cuanto pudo paraque el Rey de España perdiese todo lo conquistado, pero Dios defendia siempre á Cortés, y parece que le habia puesto muchos angeles de guarda contra to- dos sus enemigos. | $39 CARTA DE RELACION aquella tierra, y que así hacia decir á los na- turales de aquella tierra, con una lengua que consigo trala: y que les decia, 7.:e les ven- garia de los daños, que en la guerra pasada de mí habian recibido, y que fuesen con él para hechar de allí aquellos Españoles, que yo allí tenia, y á los que mas yo enviase : y que les ayudaria á ello, y otras muchas cosas de escándalo, y que los naturales estaban algo alborotados; y para mas certificarme á mi de la sospecha, que yo tenia de la confe- deracion suya con el almirante, y con Diego Velazquez, de allí á pocos dias llegó al dicho rio una caravela de la isla de Cuba, y en ella venian ciertos amigos, y criados de Diego Velazquez, y un criado del obispo de Burgos, que se dice venia proveido de factor de Yuca- tan, y toda la mas compañía, eran criados, y parientes de Diego Velazquez, y criados del almirante. Sabida por mí esta nueva, aun- que estaba manco de un brazo de una caida de un caballo,* y en la cama, me determiné de ir allá á me ver con él, para escusar aquel alboroto, y luego envié delante al dicho Pe- dro de Alvarado con toda la gente, que tenia: hecha para su camino: y yo me habia de partir, de allí á dos dias; y ya que mi cama, * En una mano ya tenia una herida, en una pierna otra, y ahora dislocado el brazo. DE D. FERNANDO CORTES. y todo era ido á camino, y estaba diez leguas de esta ciudad, donde yo habia de ir otro dia á dormir, llegó un mensajero de la villa de la Vera-Cruz, casi media noche, y me trajo car- tas de un navío, que era llegado de España, y con ellas una cédula, firmada del Real Nombre de V. Magestad, y por ella man- daba al dicho adelantado Francisco de Gra- ray, que no se entremetiese en el dicho Rio, ni en ninguna cosa, que yo tuviese poblado, porque Vuestra Magestad era servido, que yo lo tuviese en su real nombre ; por la cual cien mil veces los reales pies de V. Cesárea Magestad beso. Con la venida de esta cé- dula cesó mi camino, que no me fué poco provechoso á mi salud, porque habia sesenta dias que no dormia, y estaba con mucho tra- bajo; y á partirme á aquella sazon, no habia de mi vida mucha seguridad; mas posponialo todo, y tenia por mejor morir en esta jor- nada, que por guardar mi vida ser causa de muchos escándalos, y alborotos, y otras muertes, que estaban muy notorias, y des- paché luego á Diego Docampo, alcalde ma- yor, con la dicha cédula, para que siguiese á Pedro de Alvarado: y yo le dí una carta para él, mandandole, que en ninguna mane- ra se acercase adonde la gente del adelan- tado estaba, porque no se revolviese: y 339 540 l CARTA DE RELACION mandé al dicho alcade mayor, que notificase aquella cédula al adelantado, y que luego me respondiese lo que decia, el cual se par- tió á la mas priesa que pudo, y llegó á la provincia de los Guatescas,* adonde habia estado Pedro de Alvarado, el cual se habia ya entrado la provincia adentro; y como supo que iba el alcalde mayor, é yo me que- baba, le hizo saber luego, como el dicho Pe- dro de Alvarado habia sabido, que un capitan de Francisco de Garay, que se llama Gon- zalo Dovalle, que andaba con veinte, y dos de caballo, haciendo daño por algunos pueb- los de aquella provincia, y alterando la gente de ella, y que habia sido avisado el dicho Pedro de Alvarado, como el dicho capitan Gonzalo Dovalle tenia puestas ciertas ata- layas en el camino, por donde habia de pa- sar: de lo cual se alteró el dicho Alvarado, creyendo que le queria ofender el dicho Gonzalo Dovalle; y por esto llevó concerta- da toda su gente, hasta que llegó á un pueb- lo, que se dice el de las Lajas,t adonde halló al dicho Gonzalo Dovalle con su gente; y allí llegado, procuró de hablar con el dicho capitan Gonzalo Dovalle, y le dijo lo que * De los Huastecos. + Llaman en la Huasteca Lajas á los peñascos lisos, y seguidos. que se hallan en las sierras. DE. D. FERNANDO CORTES. habia sabido, y le habian dicho, que andaba haciendo, y que se maravillaba de él, porque la intencion del gobernador, y sus capitanes, no era. ni habia sido de les ofender, ni hacer daño alguno, ántes habia mandado, que les favoreciesen, y proveiesen de todo lo que tu- viesen necesidad; y que pues aquello así pa- saba, que para que ellos estuviesen seguros. que no hubiese escándalo, ni daño entre la gente de una parte, ni otra, que le pedia por merced no tuviese á mal, que las armas, y caballos de aquella gente, que consigo traia, estuviese depositada, hasta tanto que se diese asiento en aquellas cosas; y el dicho Gon- zalo Dovalle se disculpaba, diciendo, que no pasaba así, como le habian informado : pero que él tenia por bien de hacer lo que le ro- gaba; y así estuvieron juntos los unos, y los otros comiendo, y holgando los dichos capi- tanes, y toda la mas gente, sin que entre ellos hubiese enojo, ni cuestion ninguna. Luego que esto supo el alcalde mayor proveyó con un secretario mio, que con sigo llevaba, que se llama Francisco de Orduña, fuese donde estaban los capitanes, Pedro de Alvarado, y Gonzalo Dovalle, y llevó mandamiento, para que se alzase el dicho depósito, y les volviese sus armas, y caballos á cada uno, y les hici- ese saber, que la intencion mia era de les fa- 69 341 342 CARTA DE RELACION vorecer,* y ayudar en todo lo que tuviesen necesidad, no se desconcertando ellos en es- candalizarnos la tierra: y envió asímismo otro mandamiento al dicho Alvarado, para que los favoreciese, y no se entrometiese en tocar en cosa alguna de ellos, en los enojar ; el cual lo cumplió así. o En este mismo tiempo (muy Podero An San Estevan 4 acaeció, que estando las naos del dicho ade- Juan de Gri- jalva, general lantado dentro en el mar, á boca del rio Pá- de la armada de Garay: to- NUCO, Como en ofensa de todos los vecinos de me puerto, le enseñe las la villa de Santistevan, que yo allí habia rovisionesre- A s les quelleva- fundado, puede haber tres leguas el rio arri- ba, y 1 dl 1” ba, donde suelen surgir todos los navios, que sucedió has al dicho puerto arriban; á cuya causa Pedro de Vallejo, teniente mio en la dicha villa, por asegurarla del peligro, que esperaba, con la alteracion de los dichos navios hizo ciertos requerimientos á los capitanes, y maestres de ellos, paraque subiesen al puer- to, y surgiesen el de Paz, sin que la tierra recibiese ningun agravio, ni alteracion, re- quiriendoles asímismo, que si algunas provi- siones tenian de Vuestra Magestad para poblar, ó entrar en dicha tierra, ó en cuales- quier manera que fuese las mostrasen, con * Vease cuan justa, y de buena fé habia sido siempre la intencion de Cortés, no obstante, que debia recelar alguna traicion por mo de Velazquez, y los aliados de Narvaez, ci DE D. FERNANDO CORTES. protestacion, que mostradas, se cumplirian en todo, segun que por las dichas provisiones, Vuestra Magestad lo enviase á mandar. Al cual requerimiento los capitanes, y maestres respondieron en cierta forma, en que en efecto concluian, que no querian hacer cosa alguna de lo por el teniente mandado, y re- querido: á cuya causa el teniente dió otro segundo mandamiento, dirigido á los dichos capitanes, y maestres con cierta pena, para que todavia se hiciese lo mandado, y reque- rido por el primer requerimiento; al cual mandamiento tornaron á responder lo que respondido tenian; y fué así, que viendo los maestres, y capitanes, de como de su estada con los navios en la boca del rio, por espacio de dos meses, y mas tiempo, y que de su es- tada resultaba escándalo, así entre los Espa- ñoles, que allí residian, como entre los natu- rales de aquella provincia: Un Castromocho. maestre de uno de los dichos navios, y Mar- tin de San Juan Guipuscuano, maestre asi- mismo de otro navio, secretamente enviaron al dicho teniente sus mensajeros, haciendoles saber, que ellos querian paz, y estar obedi- entes á los mandamientos de la justicia, que le reguerian que fuese el dicho teniente á los dichos dos navios, y que le recibirian, y cumplirian todo lo que les mandase, añadi- 243 544 CARTA DE RELACION endo, que tenian forma para que los otros navios que restaban, asimismo se le entrega- rian de paz, y cumplirian sus mandamientos. A cuya causa el teniente se determinó de ir con solo cinco hombres á los dichos navios; y llegando á ellos, fué recibido por los dichos maestres: y de allí envió al capitan Juan de Grijalva,* que era general de aquella arma- - da, que estaba, y residia en la nao capitana, á la sazon, para que él cumpliese en todo los requerimientos, y mandamientos pasados del dicho teniente, que le habia ántes mandado notificar; y que el dicho capitan, no sola- mente no quiso obedecer; pero mandó á las naos, que estaban presentes, se juntasen con la suya, en que estaba, y todas juntas, es- cepto las dos, de que arriba se hace mencion; y así juntas al contorno de su nao capita- na, mandó á los capitanes de ellas tirasen con la artillería, que tenian, á los dos navios, hasta los echar á fondo: y siendo este man- damiento público; y tal, que todos lo oyeron, el dicho teniente, en su defensa, mandó aprestar la artillería de los dos navios, que le * El capitan Juan de Grijalva hizo todo el esfuerzo para no obe- decer á Cortés, pero Dios movió los corazones de los maestres de los navios, y demas gente con tal eficacia, que obedeció por fuerza, ó por mejor decir por necesidad: el augilio de Dios para gpn Cor- tés se hacia siempre palpable, y por grandes hazañas, que han he- cho otros conquistadores, sin agraviarles, se advierte el fayor parti- cular del cielo en esta Nueva España. DE D. FERNANDO CORTES. habian obedecido. En este tiempo las naos, que estaban al. rededor de la capitana, y maestres, y capitanes de ellas, no quisieron obedecer á lo mandado por el dicho Juan de Grijalva : y entre tanto el dicho capitan Gri- jalva, envió un escribano, que se llama Vi- cente Lopez, para que hablase al dicho teni- ente : y habiendo esplicado su mensaje, el te- niente le respondió, justificando esta dicha causa, y que su venida era allí solamente por bien de paz; y por evitar escandalos, y otros bullicios, que se seguian de estar los dichos navios fuera del dicho puerto, adonde acostumbraban á surgir, y como cosarios, que estaban en lugar sospechoso, para hacer algun salto en tierra de su Magestad, que sonaba muy mal, con otras razones, que acudian á este propósito : las cuales obraron tanto, que el dicho Vicente Lopez, Escri- bano se volvió con la respuesta al capitan Grijalva, y le informó de todo lo que habia oido al teniente, atrayendo al dicho capitan, paraque le obedeciese, pues estaba claro, que el dicho teniente era justicia en aquella pro- vincia por V. M. y el dicho capitan Grijalva sabia, que hasta entonces por parte del adelantado Francisco de Garay, ni por la suya se habian presentado provisiones reales algunas, á que el dicho teniente, con los 4D 346 CARTA DE RELACION otros vecinos de la villa de Santistevan hu- biesen de obedecer, y que era cosa muy fea estar de la manera, que estaban con los navios como consarios, en tierra de Vuestra Magestad Cesárea. Así movido por estas razones, el capitan Grijalva con los maestres, y capitanes de los otros navios obedecieron al teniente, y se subieron al rio arriba, donde suelen surgir los otros navios. Y así llega- dos al puerto, por la desobediencia que el dicho Juan de Grijalva habia mostrado á los mandamientos del dicho teniente, le man- dó prender. Y sabida esta prision por él, mi alcalde mayor, luego otro dia dió su mandamiento, paraque el dicho Juan de Grijalva fuese suelto, y favorecido con todos los demas, que venian en los dichos navios, sin que tocase en cosa alguna de ellos; y así se hizo, y se cumplió. X. Cartas del Asímismo escribió el dicho alcalde mayor alcalde mayor 4 Francisco 4 Francisco de Garay, que estaba en otro Garay, á quien , ' Si vá enseñar las puerto, diez, Ó doce leguas de allí, hacion- reales provi- siones de Cor- dole saber como yo no podia ir á me ver con tés; y vistas , , Dal Loi a ofrece cum- él, y que le enviaba á él con poder mio, plirlas ; escri- bele Cortés. y Paraque entre ellos se diese asiento, en lo O que se habia de hacer, y en ver las provi- siones de la una parte, y de la otra, y dar conclusion en lo que mas servicio fuese de Vuestra Magestad; y despues que el dicho BE D. FERNANDO CORTES. Francisco de Garay vió la carta del dicho alcalde mayor, se vino adonde el alcalde mayor estaba, adonde fué muy bien recibido, y proveido él, y toda su gente de lo ne- cesario; y así juntos entrámbos, despues de haber platicado, y vistas las provisiones, se acordó, despues de haber visto la cédula, de que Vuestra Magestad me habia hecho mer- ced: el dicho Adelantado, despues de ser requerido con ella por el alcalde mayor, la obedeció: y dijo, que estaba presto de la cumplir; y en cumplimiento de ella, que se ed queria recoger á sus navios con su gente, para ir á poblar á otra tierra, fuera de la contenida en la cédula de Vuestra Magestad ; - y que pues mi voluntad era de favorecerle, que le rogaba al dicho alcalde mayor, que le hiciese recoger toda su gente; porque mu- chos de los que consigo traia, se le querian quedar, y otros se le habian ausentado, y le hiciese de proveer de bastimentos, de que tenia necesidad, para los dichos navios, y gente. Y luego el dicho alcalde mayor lo proveyo todo, como él lo pidió, y se aprego- nó luego en el dicho puerto, adonde estaba la mas gente de la una parte, y de la otra, que todas las personas, que habian venido en la armada del Adelantado Francisco de Garay, lo siguiesen, y se juntasen con él, só 548 CARTA DE RELACION pena, que el que así no lo hiciese, si fuese hombre de caballo, que perdiese las armas, y caballo, y su persona se le entregase al dicho adelantado presa, y al peon se le diesen cien azotes, y asimismo se lo entre- gasen. Asimismo pidió el dicho adelantado, al dicho alcalde mayor, que porque algunos de los suyos habian vendido armas, y caballos en el puerto de Santistevan, y en el puerto, donde estaban, y en otras partes de aquella comarca, que se los hiciese volver, porque sin las dichas armas y caballos no se podria servir de su gente: y el alcalde mayor proveyó de saber por todas las partes, donde estuviesen caballos Ó armas de la dicha sente, y á todos los hizo tomar las armas, y caballos, que habia comprado, y volverlas todas al dicho adelantado. ' Asimismo hizo poner el dicho alcalde mayor alguaciles por los caminos, y prender todos cuantos se iban huyendo, y se los en- tregó presos, y le entregaron muchos, que así tomaron.*? Asimismo envió al alguacil mayor á la villa de Santistevan,i que es el puerto, y á * No admiraria, que Cortés se quisiese valer de la gente de Ga- ray, mas para su magnánimo corazon todo sobraba, y socorrió aun para la conquista del otro reino del Perú por medio de Alvarado. + Esta villa perdió el nombre de Santistevan, y hoy el puerto DE D. FERNANDO CORTES. un secretario mio con el dicho alguacil mayor, paraque en la dicha villa, y puerto hiciesen las mismas diligencias, y diesen los mismos pregones, y recogiesen la gente, que se le ausentaba, y se le entregase, y re- cogiese todo el bastimento, que pudiesen, y proveyesen las naos del dicho adelantado, y dió mandamiento paraque tambien tomasen las armas, y caballos, que hubiesen vendido, y se las diesen al dicho adelantado. 'Podo lo cual se hizo con mucha diligencia, y el dicho adelantado se partió al puerto para se ir á embarcar, y el alcalde mayor se que- dó con su gente por no poner mas en necesi- dad el puerto, de la en que estaba, y por- que mejor se pudiesen proveer, y estuvo allí seis, Ó siete dias, para saber como se cum- plia todo lo que yo habia mandado; y lo que él habia proveido, y porque habia falta de bastimentos, el dicho alcalde mayor es- cribió al adelantado si mandaba alguna cosa, porque él se volvia á la ciudad de Mé- jico, donde yo resido; y el adelantado le hizo luego mensajero, con el cual le hacia saber, como él no hallaba aparejo para se ir, por no haber hallado sus navios perdidos, que se le habian perdido seis navios, y los está junto á la villa de Tampico, que es de corta poblacion, y de gente pobre, 70 349 350 CARTA DE RELACION que quedaron no estaban para navegar en ellos, y que él quedaba haciendo una infor- macion, paraque á mi me contase lo suso- dicho, como él no tenia aparejo para poder salir de la tierra: y que asímismo me hacia saber, que su gente se ponia con él en de- bate, y pleitos, diciendo que no eran obliga- dos á le seguir, y que habian apelado de los mandamientos, que el mi alcalde mayor habia dado, diciendo, que no eran obligados á los cumplir por diez. y seis, ó diez. y siete causas, que asignaban : una de ellas era, que se habian muerto ciertas personas de hambre, de las que en su compañía venian, con otras no muy honestas, que se enderezaban á su persona; y asimismo le hizo saber, que no bastaban todas las diligencias, que se hacian para detenerle la gente, que anochecian, y no amanecian, porque los que un dia le en- tregaban presos, otro dia se iban en ponien- doles en su libertad ; y que le aconteció des- de la noche á la mañana, faltarle docientos hombres. Que por tanto, que le rogaba muy afectuosamente, no se partiesen hasta que él llegase, porque él queria venir á verse. conmigo á esta ciudad, porque si allí lo de- jaban, pensaria de ahogarse de enojo. Y el alcalde mayor, vista su carta, acordó de aguardarlo: y vino de allí á dos dias, que le DE D. FERNANDO CORTES. escribió, y de allí despacharon mensajero para mí, por el cual el alcalde mayor me hacia saber como el adelantado veniase ver conmigo á esta ciudad, y porque ellos se venian poco á poco hasta un pueblo, que se llama Cicoaque,* que es á la raya de estas provincias, y que allí aguardaria mi respues- ta: y el dicho adelantado me escribió, dan- - dome relacion del mal aparejo, que de navios tenia, y de la mala voluntad, que su gente le habia mostrado, y que porque creia, que yo tendria aparejo para le poder remediar, así proveyendole de la gente, que yo tenia, comó del demas, que él hubiese menester, y que porque conocia por mano de otro no podia ser remediado, ni ayudado; así que habia acordado de se venir á ver conmigo, y que me ofrecia á su hijo mayor con todo lo que él tenia, y esperaba dejarle para me le dar por yerno, y que se case con una hija mia pequeña: y en este medio tiempo, con- standole al dicho alcalde mayor, al tiempo que se partian para se venir á esta ciudad, que habian venido en aquella armada de Francisco de Garay, algunas personas muy sospechosas, amigos, y criados de Diego Velazquez, y que se habian mostrado muy * El pueblo de Cicoaque de las sierras acá. + Nunca Cortés abatió el ánimo con ofertas semejantes, Dal CARTA DE RELACION e contrarios á mis cosas; y viendo que no quedaban bien en la dicha provincia, y que de su conversacion se esperaban algunos bullicios, y desasosiegos en la tierra, con- forme á cierta provision real, que Vuestra Magestad me mandó enviar, paraque las tales personas escandalosas salgan de la tierra, los mandó salir de ella, que fueron Gonzalo de Figueroa, y Alonso de Mendoza, y Antonio de la Cerda; y Juan de Avila, y Lorenzo de Ulloa, y Taborda, y Juan de Grijalva, y Juan de Medina, y otros, y esto hecho, se vinieron hasta el dicho pueblo de Cicoaque, donde les tomó mi respuesta, que hacia á las cartas, que me habian enviado; por lo cual les hacia saber holgaba mucho de la venida del dicho Adelantado; y que llegando á esta ciudad, se entenderia con mucha voluntad en todo lo que me habia escrito, y en como conforme á su deseo él fuese muy bien despachado; y proveí asimis- mo, para su persona fuese muy proveida por el camino, mandando á los señores de los pue- blos le diesen muy cumplidamente todo lo necesario; y llegado el dicho adelantado á esta ciudad, yo le recibí con toda la volun- tad, y buenas obras, que se requerian, y que yo pude hacerle, como lo haria con hermano DE D. FERNANDO CORTES. verdadero* porque de verdad me pesó mu- cho de la pérdida de sus navios, y desvio de su gente, y le ofrecí mi voluntad, como en la verdad yo la tuve de hacer por él todo lo que á mí posible fuese. Y como el dicho Adelan- tado tuviese mucho deseo, que hubiese efecto lo que me habia escrito, cerca de los dichos casamientost tornó con mucha instancia á me importunar, á que lo concluyesemos, é yo por le hacer placer, acordé de hacer en todo lo que me rogaba (y el dicho adelantado tanto deseaba) sobre lo cual se hicieron de consen- timiento de ámbas partes con mucha certi- dumbre, y juramentos ciertos capítulos, que concluian el dicho casamiento, y lo que de ámbas partes, para se hacer, se habia de cumplir (con tanto,. que ante todas cosas, despues que Vuestra Magestad fuese certifi- cado de lo capitulado, de todo ello fuese muy servido) en manera, que demas de nuestra amistad antigua, quedamos con lo contratado, y capitulado entre nosotros, -jun- tamente con el deudo, que habiamos tomado * Hacer bien á un sugeto sospechoso, y contrario, como á un hermano, es virtud heróica. + Este casamiento del yerno de Garay con una hija de Cortés debese entender, que esta hija seria del primer matrimonio, que hizo en Cuba: el segundo, aunque oculto, dicen algunos que fué con Doña Marina de Escobar ; otros lo niegan, y yo no me meto en juzgar; y el tercero con la Señora Doña Juana de Zúñiga, hija del Conde de Aguilar, y sobrina del Duque de Bejar. 515% 304 CARTA DE RELACION con los dichos nuestros hijos, tan conformes, y de una voluntad, y querer que no se en- tendia entre nosotros en mas de lo que á cada uno estaba bien en el despacho, principal- mente del dicho Adelantado. XI. Losde- En lo pasado, muy Poderoso Señor, hice sórdenes de la gente de Ga- relacion á Vuestra Católica Magestad, de ray, dividien- y dose de la de lo mucho que mi alcalde mayor trabajó. Cortés : hacen OR pa paraque la gente del dicho Adelantado, que a andaba PERESAdA por la tierra, se juntase Reid con el dicho adelantado, y las diligencias, gue para esto intervinieron (las cuales, aun- que fueron muchas, no bastaron para poder quitar el descontento, que toda la gente traia con el dicho Adelantado Francisco de Garay) ántes creyendo, que habian de ser compelidos, que todo el dia habian de ir con él, conforme á lo mandado, y apregonado, se metieron la tierra adentro, por lugares, y partes diversas de tres en tres, de seis en sels; y en esta manera escondidos, sin que pudiesen ser habidos, ni poderse recoger, que fué causa principal, que los Indios na- turales de aquella provincia se alterasen; así por ver á los Españoles, todos derrama- dos por muchas partes, como por las muchas desórdenes, que ellos cometian entre los na- turales, tomandoles las mugeres, y la comida por fuerza, con otros desasosiegos, y bulli- DE D. FERNANDO CORTES. cios,* que dieron causa á que toda la tierra se levantase, creyendo que entre los dichos Españoles, segun que el dicho adelantado habia publicado, habia division en diversos señores, segun arriba se hizo relacion á Vuestra Magestad, y de lo que el dicho Ade- lantado publicó, al tiempo que en la tierra á los Indios de ella (con lengua que pudieron entender bien) y fué así, que tuvieron tal as- tucia los dichos Indios, siendo primeramente informados, donde, y como, y en que partes estaban los dichos Españoles, que de dia, y de noche dieron en ellos por todos los pueblos, en que estaban derramados; y á esta causa como los hallaron desapercebidos, y desarma- dos por los dichos pueblos, mataron mucho número de ellos, y creció tanto su osadia, que llegaron á la dicha villa de Santistevan del puerto, que tenia poblado en nombre de Vu- estra Magestad, donde dieron tan recio com- bate, que pusieron á los vecinos de ella en grande necesidad, que pensaron ser perdidos, y se perdieran, si no fuera porque se hallaron apercibidos, y juntos donde pudieron hacerse fuertes, y resistir á sus contrarios, hasta en tanto que salieron al campo muchas veces con ellos, y los desbarataron. Estando así * Cortés padeció de los Españoles tanto, y aun mas que de los Indios: Foris pugna, intus timores. 555 556 XII. Tiene Cortés cartas del alcalde mayor de Pá- CARTA DE RELACION las cosas en este estado, tuve nueva de lo su- cedido, y fué por un mensajero, hombre de pie, que escapó huyendo de los dichos desba- ratos: y me dijo; como toda la provincia de Pánuco, y naturales de ella se habian rebe- lado, y habian muerto mucha gente de los Españoles, que en ella habian quedado de la compañía del dicho Adelantado, con algunos otros vecinos de la dicha villa, que yo allí en nombre de Vuestra Magestad fundé, y creí, que segun el grande desbarato habia habido, que ninguno de los dichos Castellanos era vivo; de lo qual Dios nuestro señor sabe lo que yo sentí; y en ver que ninguna novedad semejante se ofrece en estas partes, que no cuesta mucho, y las trayga á punto de se per- der; y el dicho Adelantado sintió tanto esta nueva, que así por le parecer que habia sido causa de ello, como porque tenia en la dicha provincia un hijo suyo, con todo lo que habia traido, que del grande pesar, que hubo, adoleció, de esta enfermedad falleció de esta presente vida, en espacio, y término de tres dias.* Y paraque mas en particular Vuestra Es- celsitud se informe de lo que sucedió despues de sabida esta primera nueva, fué, que des- * Reparese como Dios quitaba de en medio todos los estorbos para la conquista de Cortés. DE D. FERNANDO CORTES. 557 pues que aquel Español trajo la nueva del pucosde la re- elion, envia alzamiento de aquella gente de Panuco, por- gente con un capitan,el cual que no daba otra razon, sino que en un pue- vence á los re- beldes, y que- blo, que se dice 'Pacetuco,* viniendo él, y ma muchos caciques, con otros tres de caballo, y un peon les habian que queda pa- salido al camino los naturales de él, y habian iS peleado con ellos, y muerto los dos de caballo, y el peon, y el caballo al otro, y que ellos se habian escapado huyendo, porque vino la no- che; y que habian visto un aposento del di- che pueblo, donde los habia de esperar el te- niente con quince de caballo, y cuarenta peones, quemando el dicho aposento, y que creia por las muestras, que allí habian visto, que los habian muerto á todos. Esperé seis, ó siete dias, por ver si viniera otra nueva; y en este tiempo llegó otro mensajero del dicho teniente, que quedaba en un pueblo, que se dice Tenertequipa,t que es de los sujetos á esta ciudad, y parte términos con aquella provincia; y por su carta me hacia saber, como estando en aquel pueblo de Tacetuco con quince de caballo, y cuarenta peones, es- perando mas gente, que se habia de juntar con el, porque iba de la otra parte del rio á ** Es el que hoy se llama Tanjuco. + Teneztequipa: este pueblo, que parte términos con la ciudad de Pánuco donde residia el teniente, puede ser Tantoyuca, que hoy es alcaldía mayor, separada de la villa de Valles, mas no me ase- guro en esta noticia, dl 41 CARTA DE RELACION apaciguar ciertos pueblos, que aun no esta ban pacíficos, una noche al cuarto del alba los habian cercado el aposento mucha copia de gente, y puestoles fuego á él, y por presto que cabalgaron, como estaban descuidados, por tener la gente tan segura, como hasta allí habia estado, les habian dado tanta priesa, . que los habian muerto todos, salvo á él, y á otros dos de caballo, que huyendo se escapa- ron ; aunque á él le habian muerto su caballo, y otro le sacó á las ancas, y que se habian escapado ; porque dos leguas de allí, hallaron un alcalde de la dicha villa, con cierta gente, el cual los amparó, aunque no se detuvieron mucho; que ellos, y él salieron huyendo de la provincia ; y que de la gente, que en la villa habia quedado, ni de la otra del adelantado Francisco de Garay, que estaba en ciertas partes repartida, no tenian nueva, ni sabian de ellos, y que creian que no habia ninguno vivo; porque como á V. M. tengo dicho, des- pues que el dicho Adelantado allí habia ve- nido con aquella gente: y habia hablado á los naturales de aquella provincia, dicien- doles, que yo no habia de tener que hacer con ellos, porque él era el gobernador, y á quien habian de obedecer, y que juntandose ellos con él, echarian todos aquellos Españoles, que yo tenia; y aquel pueblo, y á los que mas yo DE D. FERNANDO CORTES. enviase, se habian alborotado, y nunca mas quisieron servir bien á ningun Español; ántes habian muerto algunos, que encontraban solos por los caminos; y que creia que todos se ha- bian concertado para hacer lo que hicieron ; y como habian dado en él, y en la gente, que con él estaba ; así creia que habrian dado en la gente, que estaba en el pueblo, y en todos los demas, que estaban derramados por los pueblos, porque estaban muy sin sospecha de tal alzamiento, viendo cuan sin ningun resa- bio, hasta allí los habian servido. Habien- dome certificado mas por esta nueva de la rebelion de los naturales de aquella provincia, y sabiendo las muertes de aquellos Españoles, á la mayor priesa, que yo pude, despaché luego cincuenta de caballo, y cien peones ballesteros, y escopeteros, y cuatro tiros de artillería, con mucha pólvora, y municion, con un capitan Español, y otros dos de los - naturales de esta ciudad, con cada quince mil hombres de ellos; al cual dicho capitan man- dé, que con la mas priesa, que pudiese, lle- gase á la dicha provincia, y trabajase de en- trar por ella, sin detener en ninguna parte, no siendo muy forzosa necesidad, hasta llegar a la villa de Santistevan del puerto, á saber nuevas de los vecinos, y gentes, que en ella habian quedado, porque podria ser que estu- 559 CARTA DE RELACION viesen cercados en alguna parte, y darles ya socorro ; y así fué, y el dicho capitan se dió toda la mas priesa, que pudo, y entró por la dicha provincia, y en dos partes pelearon con él, y dandole Dios nuestro señor la victoria, siguió todavia su camino hasta llegar á la dicha villa, donde halló veinte y dos de ca- ballo, y cien peones, que allí los habian teni- do cercados, y los habian combatido seis ó siete veces, y con ciertos tiros de artillería, que allí tenian, se habian defendido; aunque no bastaba su poder para mas defenderse de allí, y aun no con poco trabajo, y si el capi- tan, que yo envié se tardara tres dias, no que- dara ninguno de ellos; porque ya se morian todos de hambre, y habian enviado un ber- gantin de los navíos, que el adelantado allí trajo á la villa de la Vera-Cruz, para por allí hacerme saber la nueva, porque por otra par- te no podian, y para traer bastimento en él, como despues se lo llevaron, aunque ya ha- bian sido socorridos de la gente, que yo en- vié. Y allí supieron, como la gente, que el adelantado Francisco de Graray habia deja- do en un pueblo, que se dice Tamiquil,* que serian hasta cien Españoles de pie, y de ca- ballo, los habian todos muerto, sin escapar mas de un Indio de la isla de Jamaíca, que * Tamiquil, puede ser Tamuy, ó Tancanhuichi. DE D. FERNANDO CORTES. escapó huyendo por los montes, del cual se informaron, como los tomaron de noche; y hallóse por copia, que la gente del adelan- tado eran muertos docientos, y diez hombres, y de los vecinos, que yo habia dejado en aquella villa, cuarenta y tres, que andaban por sus pueblos, que tenian encomendados : y aun creese que fueron mas de los de la gente del adelantado, porque no se acuerdan de todos. Con la gente que el capitan lle- vó, y con la que el teniente y alcalde tenian, y con la que se halló en la villa, llegaron ochenta de caballo, y repartieronse en tres partes, y dieron la guerra por ellas en aquella provincia, en tal manera, que señores, y per- sonas principales, se prendieron hasta cua- trocientos, sin otra gente baja, á los cuales todos, digo á los principales quemaron por justicia, habiendo confesado ser ellos los mo- vedores de toda aquella guerra, y cada uno de ellos haber sido en muerte, ó haber muerto los Españoles, y hecho esto, soltaron de los - otros, que tenian presos, y con ellos recogie- ron toda la gente en los pueblos ; y el capitan en nombre de Vuestra Magestad, proveyó de nuevos señores en los dichos pueblos, á aque- llas personas, que les pertenecia por sucesion, segun ellos suelen heredar. A' esta sazon tuve cartas del dicho capitan, y de otras per- 561 362 : CARTA DE RELACION sonas, que con él estaban, como ya [loado nuestro señor] estaba toda la provincia muy pacífica, y segura, y los naturales sirven muy bien, y creo que será paz para todo el año la rencilla pasada. Crea Vuestra Cesárea Magestad, que son estas gentes* tan bulliciosas que cualquier novedad, ó aparejo, que vean de bullicio, los mueve, porque ellos así lo tenian por cos- tumbre de rebelarse, y alzarse contra sus señores; y ninguna vez verán para esto apa- rejo, que no lo hagan. xt. Compra Em los capitulos pasados, muy Católico Cortés cinco pa .. 3 : navios, y Un Señor, dije como al tiempo, que supe la nue- bergantin, Y ya de la venida del adelantado Francisco de con la armada, que tenia dis 4 ce 2 le a Garay á aquel rio de Pánuco, tenia á punto trocientos sol- cierta armada de navios, y de gente, para dados envia á las leen enviar al cabo, ó punta de Hibueras,t y las con Cristóba de Olid, y á causas, que para ello me lan ; E Cuba por bas- 4 p 0 movian; y pot la timento, y con yenida del dicho adelantado, cesó, creyéndo que instruc- e , ciones. que se quisiera poner, en aposesionarse pol su autoridad en la tierra, y para se lo resis- tir, si lo hiciera, hubo necesidad de toda la ** A los Indios se les alborota con grande facilidad, porque el genio no es constante, y son amigos de la novedad, huyen de la sujecion, y un mulato, ó persona de casta infecta es capaz de perder un pu- eblo de naturales. | + A Hibueras, ú Honduras envió Cortés á Cristóbal de Olid, de quien ya se ha hecho mencion, y aquí es de notar como Cortés luego aprontaba navios para tres espediciones dificultosas, una en Hon- duras, otra para descubrir el estrecho, que creyó habia junto á Pa- namá, que gobernaba Diego Hurtado, y otra para Goatemala, DE D. FERNANDO CORTES. sente; y despues de haber dado fin en las cosas del dicho adelantado, aunque se me siguió asaz costa de sueldos, de marineros, y bastimentos de los navios, y gente, que habia de ir en ellos, pareciendome, que de ello Vuestra Magestad era muy servido, seguí todavia mi proposito comenzado, y compré mas navios de los que ántes tenia, que fue- ron por todos cinco navios gruesos, y un ber- santin, é hize cuatrocientos hombres, y bas- tecidos de artillería, municion, y armas, y de otros bastimentos, y vituallas, y demas de lo que aquí se les proveyó; envié con dos criados ocho mil pesos de oro á la isla de Cuba, para que comprasen caballos, y basti- mentos, así para llevar en este primer viage, como para que tuviesen á punto, para en volviendo los navios, cargarlos, porque por necesidad de cosa alguna no dejasen de hacer aquello, para que yo los envio: y tam- bien para que al principio por falta de basti- mentos no fatigasen los naturales de la tier- ra, y que ántes les diesen ellos de lo que lle- vasen, que tomarles de lo suyo;* y con este concierto se partieron del puerto de San Juan de Chalchiqueca,t á once dias del mes * Otra prueba evidente del desinteresado fin de Cortés en la con» quista. + Chalchichoeca Mamaban los Indios á Vera Cruz. sx 563 564 CARTA DE RELACION de Enero de mil quinientos veinte y cuatro años, y han de ir á la Habana, que es la punta de la isla de Cuba, donde se han de bastecer de lo que les faltare, especialmente los caballos, y recoger allí los navios, y de allí, con la bendicion de Dios, seguir su ca- mino para la dicha tierra; y en llegando en el primer puerto de ella, saltar en tierra, y echar toda la gente, caballos, bastimen- tos, y todo lo demas, que en los navios llevan fuera de ellos, y en el mejor asiento, que al presente les pareciere fortalecerse con su ar- tillería, que llevan mucha y buena, y fundar su pueblo: y luego los tres de los navios ma- yores, que llevan, despacharlos para: la isla de Cuba, al puerto de la villa de la "Trinidad, porque está en mejor paraje, y derrota, por- que allí ha de quedar el uno de aquellos cri- ados mios, para les tener aparejada la carga de las cosas, que fuesen menester, y el capi- tan enviare á pedir. ¡Los otros navios mas pequeños, y el bergantin, con el piloto ma- yor, y un primo mio, que se dice Diego Hur- tado, por capitan de ellos, vayan á correr toda la costa de la bahia de la Ascension,* en demanda de aquel estrecho, que se cree + La bahia de la Ascension, de que aquí habla, está á la desem- bocadura del rio grande, y frente de las costas de la antigua dioce- sis de Vera Paz, hoy unida á la de Goatemala. DE D. FERNANDO CORTES. 365 que en ella hay, y que esten allá hasta que ninguna cosa dejen por ver, y visto se vuel- van, donde el dicho capitan Cristóbal Dolid estuviere, y de allí con el uno de los navios me hagan relacion de lo que hallaren; y lo que el dicho Cristóbal Dolid, hubiese sabido de la tierra, y en ella le hubiese sucedido, para que yo pueda enviar de ello larga cuenta, y relacion á Vuestra Católica Ma- -gestad. Tambien dije, como tenia cierta gente para enviar con Pedro de Alvarado, á aque- ilas ciudades de Uclaclan,* y Guatemala, de que en los capítulos pasados he hecho men- cion, y á otras provincias, de que tengo no- ticia, que estan adelante de ellas; y como tambien habia cesado por la venida del di- cho Adelantado Francisco de Garay; y por- que ya yo tenia mucha costa hecha, así de caballos, armas, y artillería, y municion, co- mo de dineros de socorro, que se habia dado á la gente; y porque de ello tengo creido, que Dios nuestro señor, y Vuestra Sacra Magestad han de ser muy servidos, y porque por aquella parte, segun tengo noticia pienso descubrir muchas, y muy ricas,T y estrañas * Ucatlan. T La provincia de Goatemala es sin duda muy rica, y rinde bas- tante á la corona en tributos, cacao, grana, y otros frutos, 12 366 CARTA DE RELACION tierras, y de muchas, y muy diferentes gen- tes, torné todavia á insistir en mi primer propósito; y demas de lo que ántes al dicho camino estaba proveido, le torné á reacer al dicho Pedro de Alvarado, y le despaché de esta ciudad á seis dias del mes de Diciem- bre de mil quinientos veinte y tres años; y llevó ciento y veinte de caballo, en que con las dobladuras que lleva; lleva ciento y se- senta caballos, y trecientos peones, en que son los ciento, y treinta ballesteros, y esco- peteros, lleva cuatro tiros de artillería, con mucha pólvora, y municion, y lleva algunas personas principales, así de los naturales de esta ciudad, como de otras ciudades de esta comarca, y con ellos alguna gente, aunque no mucha, por ser el camino tan largo. XIV. Gastos He tenido nuevas de ellos, como habian ue Cortés ha- o S cia en la guer- legado á doce dias del mes de Enero de la ra, y estado de a £ ; la conquista de PPOVINCIA de Tecuantepeque, que iban muy delo Campo. buenos, pluga á nuestro señor de los guiar á e Más los unos y á los otros, como él se sirva, por- ros que envió que bien creo que yendo enderazadas á su servicio, y en el real nombre de Vuestra Ce- sárea Magestad, no puede carecer de bueno, y próspero suceso. | Tambien le encomendé al dicho Pedro de Alvarado tuviese siempre especial cuidado de me hacer larga, y particular relacion de DE. D. FERNANDO CORTES. las cosas, que por allá le aviniesen, para que yo la envie á Vuestra Alteza. Y tengo por muy cierto, segun las nuevas, y figuras de aquella tierra, que yo tengo, que se han de juntar el dicho Pedro de Al- varado, y Cristóbal Dolid, si estrecho no los parte. | | ' Muchos caminos de estos se hubieran he- cho en esta tierra, y muchos secretos de ella tuviera yo sabidos, si estorbos de las ar- madas, que han venido, no los hubieran impedido. Y certifico á Vuestra Sacra Magestad. que ha recibido harto deservicio en ello, así en no tener descubiertas muchas tierras, co- mo en haberse dejado de adquirir para su real camara mucha suma de oro, y perlas ; pero de aquí adelante, si otros mas no vienen, yo trabajaré de restaurar lo que se ha per- dido; porque por trabajo de mi persona, ni por dejar de gastar mi hacienda, no quedará, porque certifico á Vuestra Cesárea, y Sacra Magestad, que demas de haber gastado todo cuanto he tenido, debo, que he tomado del oro, que tengo de las rentas de Vuestra Ma- gestad, para gastos, como parecerá por ellos al tiempo, que Vuestra Magestad fuere ser- vido de mandar tomar la cuenta, sesenta, y tantos mil pesos de oro, sin mas de otros 368 CARTA DE RELACION doce mil, que yo he tomado prestados de al- gunas personas, para gastos de mi casa. De las provincias comarcanas á la villa del Espíritu Santo, y de las que servian á los vecinos de ella, dije en los capítulos pasados, que algunas de ellas se habian re- belado, y aun muerto ciertos Españoles; y así para reducir estas al real servicio de Vuestra Magestad, como para traer á é otras sus vecinas, porque la gente, que en la villa está, no bastaba para sostener lo ganado, y conquistar estas, envié un capitan con treinta de caballo, y cien peones, algunos de ellos ballesteros, y escopeteros, y dos tiros de artillería, con recado de municion, y pólvora, los cuales partieron á ocho: de Diciembre de quinientos veinte y tres años : hasta ahora no he sabido nueva de ellos, pienso haran mucho fruto, y que de este camino Dios nuestro Señor, y Vuestra Ma- gestad seran muy servidos, y se descubrirán hartos secretos, porque es un pedazo de tierra, que queda entre la conquista de Pe- dro de Alvarado, y Cristobal Dolid, lo que hasta ahora estaba pacífico hacia el mar del norte, y conquistado esto, y pacífico, que es muy poco, tiene Vuestra Sacra Magestad ; por la parte del norte mas de cuatrocientas DE D. FERNANDO CORTES. leguas de tierra pacífica,* y sujeta á su real servicio, sin haber cosa enmedio, y por el mar del sur mas de quinientas leguas,T y todo de un mar al otro, que sirve sin ninguna contradicion, escepto dos provincias, que estan entre la provincia de Teguantepe- que, y la de Chinanta, y Guajaca, y la de Guazaqualco en medio de todas cuatro, que se llama la gente de la una, los Zaputecas,1 y la otra los Mijes, los cuales por ser tan ás- peras, que aun á pie no se pueden andar; puesto que he enviado dos veces gente á los conquistar, y no lo han podido hacer, por- que tienen muy recias fuerzas, y áspera tierra, y buenas armas, que pelean con lan- zas de á veinte y cinco, y treinta palmos, y * Contando como cuenta Cortés desde Méjico para el norte 400 leguas de tierra pacificada, se saca evidentemente que hoy no tene- mos tanto, porque hay gentiles rebeldes en Tamaolipa junto al nuevo Santander, y los rebeldes Seris, y Pimas no distan mas de quatrocientas leguas ; por lo que es para causar admiracion como Cortés. y sus soldados en tan poco tiempo andaban tantas tierras de tan ásperos, é incógnitos caminos, cuando hoy aun con dificultad las podemos penetrar. + Hacia el sur cuenta 500 leguas desde Méjico de tierra con- quistada: á Goatemala hay 400, y desde alli mas de 100 hasta Comayagua : pero adviertase, que aun en la diocesis de Goatema- la se ha hecho fuerte Pichi Ingles en unas serranías, que no ha ha- bido forma de echarle, y es una vecindad muy perjudicial para lo sucesivo; pues de tener Inglaterra dominios en el centro de estas provincias, resultará un perjuicio irreparable en adelante, y aun para el comercio resulta al presente; porque por el golfo de Honduras entran géneros de Inglaterra, y mantiene gu comercio: á lo ménos no se pierda de lo que pacificó Cortés. + Zapotecas, y Mijes, 369 570 CARTA DE RELACION muy gruesas, y bien hechas, y las puntas de ellas de pedernales: y con esto se han de- fendido, y muerto algunos de los Españoles, que allá han ido, y han hecho, y hacen mu- cho daño en los vecinos, que son vasallos de Vuestra Magestad, salteandolos de noche, y quemandoles los pueblos, y matando muchos de ellos; tanto que han hecho, que muchos de los pueblos cercanos á ellos, se han alza- do, y confederado con ellos; y porque no lle- gue á mas, aunque ahora no tenia sobra de gente, por haber salido á tantas partes, jun- té ciento y cincuenta hombres de pie, por- que de caballo no pueden aprovechar, todos los mas ballesteros, y escopeteros, y cuatro tiros de artillería, con la municion necesaria ; los ballesteros, y escopeteros proveídos con mucho almacen, y con ellos por capitan Rodrigo Rangel, alcalde de esta ciudad, que ahora ha un año, habia ido otra vez con gente sobre ellos, y por ser en tiempo de mu- chas aguas* no pudo hacer cosa ninguna, y se volvió con haber estado allá dos meses ; el cual dicho capitan, y gente se partieron de esta ciudad, á cinco de Febrero de este año presente; creo, siendo Dios servido, que por * Para caminar hoy á estas provincias es preciso, que hayan pa- sado los meses de aguas, que son Junio, Julio, Agosto, y Septiembre, pues hay rio, que se pasa mas de setetna vueltas. DE D. FERNANDO CORTES, llevar buen aderezo, y por ir en buen tiem- po, y porque lleva mucha gente de guerra, diestra de los naturales de esta ciudad, y sus comarcas, que daran fin á aquella demanda, de que no poco servicio redundará á la im- perial corona de Vuestra Alteza, porque no solo ellos no sirven, mas aun hacen mucho daño á los que tienen buena voluntad; y la tierra es muy rica de minas de oro: estan- do estos pacíficos, dicen aquellos vecinos, que lo irían á sacar allá á estos, por haber sido tan rebeldes, habiendo sido tantas veces requeridos, y una vez ofreciendose por va- sallos de Vuestra Alteza, y haber muerto Españoles, y haber hceho tantos daños, los pronunciar por esclavos; y mandé, que Jos que á vida se pudiesen tomar, los herrasen del hierro de Vuestra Alteza, y sacada la parte, que á Vuestra Magestad pertenece, se repartiese por aquellos, que lo fueron á con- quistar. Bien puede, muy Escelentísimo Señor, tener Vuestra Real Escelencia por muy cierto, que la menor de estas entradas, que se van á hacer, me cuesta de mi casa mas de cinco mil pesos de oro; y que las dos de Pedro de Alvarado, y Cristóbal Do- lid, me cuestan mas de cincuenta en dineros, sin otros gastos de mis haciendas, que no se cuentan, ni asientan por memoria; pero 311 572 CARTA DE RELACION ' como sea todo para el servicio de Vuestra Cesárea Magestad, si mi persona juntamente con ello se gastase, lo tendria por mayor merced; y ninguna vez se ofrecerá, en que en tal caso yo la pueda poner, que no la ponga. XV. Lacausa Así por la relacion pasada, como por esta, o he hecho á Vuestra Alteza mencion de cua- estaban fabri, Éro navios, que tengo comenzados á hacer en andasar. el mar del sur, y porque por haber mucho tiempo, que se comenzaron, le. parecerá á Vuestra Real Alteza, que yo he tenido algun descuido en no se haber acabado hasta ahora; doy á Vuestra Sacra Magestad cuenta de la causa: y es que como el mar del sur, á lo menos aquella parte donde aquellos navios hago, está de los puertos del mar del norte, donde todas las cosas, que á esta Nueva-España vienen, se descargan, doscientas leguas, y aun mas, y en parte de muy fragosos puertos de sierras, y en otros muy grandes, y caudalosos rios; y como todas las cosas, que para los dichos navios son necesarias se hayan de llevar de allí, por no haber de otra parte donde se provean, hace llevado, y llevase con mucha dificultad. Y aun sobrevino para esto, que ya que yo tenia en una casa en el puerto, donde los dichos navios se hacen, todo el aderezo, que DE D. FERNANDO CORTES. para ellos era menester de velas, cables, jarcia, clavazon, ancoras, pez, sebo, estopa, betúmen, aceite, y otras cosas, una noche se puso fuego, y se quemó todo sin se apro- vechar mas de las ancoras, que no pudie- ron quemarse : y ahora de nuevo lo he torna- do á proveer, porque habrá cuatro meses, que me llegó una nao de castilla, en que me trajeron todas las cosas necesarias para los dichos navios, porque temiendo yo lo que me vino, lo tenia proveido, y enviado á pedir: y certifico á Vuestra Cesárea Magestad, que me cuestan hoy los navios, sin haberlos echado al agua, mas de ocho mil pesos de oro, sin otras cosas estraordinarias; pero ya, loado nuestro Señor, estan en tal estado, que para la pascua del Espíritu Santo primera, ó para el dia de San Juan de Junio podran navegar, si botámen no me falta, porque como se quemó lo que tenia, no he tenido de donde proveerme; mas yo espero, que para este tiempo me lo traeran de esos reinos, por- que yo tengo proveido para que se me envien. Tengo en tanto estos navios, que no lo podria significar: porque tengo por muy cierto, que con ellos, siendo Dios nues- tro Señor servido, tengo de ser causa, que Vuestra Cesárea Magestad sea en estas partes Señor de mas reinos, y señoríos, que 13 74 CARTA DE RELACION los que hasta hoy en nuestra nacion se tiene noticia,* á él plega encaminarlo, como él se sirva, y Vuestra Cesárea Magestad consiga tanto bien, pues creo que con hacer yo esto, no le quedará á Vuestra Escelsitud mas que hacer, para ser monarca del mundo. - XVI. Pobla- Despues que Dios nuestro señor fué servi- pen a ce do, que esta gran ciudad de Temijtitan se tes, comercios, y mercaderías, SANASE) parecióme por el presente no ser bien e residir en ella por muchos inconvenientes, pro en la." que habia, y paséme con toda la gente á un pueblo, que se dice Cuyuacan, que está en la costa de esta laguna, de que ya tengo hecha - mencion: porque como siempre deseé, que esta ciudad se reedificase, por la grandeza, y maravilloso asiento de ella; trabajé de reco- jer todos los naturales, que por muchas par- tes estaban ausentados desde la guerra; y aunque siempre he tenido, y tengo, al señor de ella preso, hize á un capitan general, que en la guerra tenia, y yo conocia, del tiempo de Muteczuma, que tomase cargo de la tor- nar á poblar. Y paraque mas autoridad su persona tuyiese, tornéle á dar el mismo cargo, que en tiempo del senor tenia, que es cigua- coat, que quiere tanto decir, como “ lugar teniente del señor :” y á otras personas prin- -—* Ni en Asia, ni en Africa, ni en Europa, hay soberano, que tenga tan dilatados dominios como nuestro Católico Rey, solo en lo que conquistó Cortés en Nueva-España. DE D. FERNANDO CORTES. cipales, que yo tambien asimismo de ante co- nocia, les encargué otros cargos de goberna- cion de esta ciudad, que entre ellos se solian hacer : y á este Ciguacoat, y á los demas les dí señorío de tierras, y gente, en que se man- tuviesen, aunque no tanto, como ellos tenian, ni que pudiesen ofender con ellos en algun tiempo : y he trabajado siempre de honrarlos, y favorecerlos: y ellos lo han trabajado, y hecho tambien, que hay hoy en la ciudad po- blados hasta treinta mil vecinos, y se tiene en ella la órden, que solia en sus mercados, y contrataciones: y heles dado tantas liber- tades, y esemciones, que de cada dia se pue- bla en mucha cantidad, porque viven muy á su placer, que los oficiales de artes mecáni- cas, que hay muchos, viven por sus jornales, entre los Españoles : así como carpinteros, albañiles, canteros, plateros, y otros oficios: y los mercaderes tienen muy seguramente sus mercaderías, y las venden; y las otras gentes viven de ellos de pescadores, que es eran tratro en esta ciudad : y otros de agricul- tura, porque hay ya muchos de ellos, que tienen sus huertas, y siembran en ellas toda la hortaliza de España, de que acá se ha po- dido haber simiente. Y certifico á Vuestra Cesárea Magestad, que si plantas, y semillas Qu CARTA DE RELACION de las de España* tuviesen, y Vuestra Alteza fuese servido de nos mandar proveer de ellas, como en la otra relacion lo envié á suplicar, segun los naturales de estas partes, son ami- gos de cultivar las tierras, y de traer arbo- ledes, que en poco espacio de tiempo hubiese acá mucha abundancia, de que no poco ser- vicio pienso yo que redundaria á la imperial corona de Vuestra Alteza, porque seria causa de perpetuarse estas partes, y de tener en el- las Vuestra Sacra Magestad mas rentas, y mayor señorío, que en lo que ahora en el nombre de Dios Nuestro señor Vuestra Al- teza posee : y para esto puede Vuestra Alteza. ser cierto, que en mí no habrá falta, y que lo trabajaré por mi parte, cuanto las fuerzas, y poder me bastare. Puse luego por obra, co- mo esta ciudad se ganó, de hacer en ella una fuerza en el agua á una parte de esta ciudad, en que pudiese tener los bergantines seguros, y desdet ella ofender á toda la ciudad, si en * De las plantas, árboles, y semillas de España ha venido todo, y han probado bien : me parece, que hay de todas frutas, y legumbres, y en la plaza de Méjico se halla de todo lo de España, y del pais, y no sucede así en España, pues allá por la frialdad no arrojan fruto las plantas de tierra caliente por mas esperiencias, quo se han he- cho: y aun los pájaros no se logran á escepcion de los papagayos, cardenales, y algun otro. En Méjico casi todo el año es primavera para las plantas, y he observado repetidas veces en algunas estar auna mismo tiempo con flor, con fruto verde, y sazonado, sin ser el azar, que lo tiene por naturaleza. + Dicen algunos ser el sitio, donde hoy está el matadero. DE D. FERNANDO CORTES. algo se pusiese, y estuviese en mi mano la salida, y entrada cada vez, que yo quisiese, é hizose. Está hecha tal, que aunque yo he visto algunas casas de atarazanas, y fuerzas, no la he visto que la iguale: y muchos que han visto mas, afirman lo que yo; y la ma- nera, que tiene esta casa, es, que á la parte de la laguna tiene dos torres muy fuertes con sus troneras en las partes necesarias; y la una de estas torres sale fuera del lienzo hacia la una parte con troneras, que barre todo el un lienzo, y la otra, á la otra parte de la mis- ma manera; y desde estas dos torres va un cuerpo de casa de tres naves, donde estan los bergantines, y tienen la puerta para salir, y entrar entre estas dos torres hacia el agua; y todo este cuerpo tiene asimismo sus trone- ras, y al cabo de este dicho cuerpo, hacia la ciudad, está otra muy gran torre, y de mu- chos aposentos bajos, y altos con sus defensas, y ofensas para la ciudad ; y porque la enviaré figurada á Vuestra Sacra Magestad, como mejor se entienda, no diré mas particulari- dades de ella, sino que es tal, que con tenerla, es en nuestra mano la paz, y la guerra cuan- do la quisieremos, teniendo en ella los navios, y artillería, que ahora hay ; hecha esta casa, porque me pareció que ya tenia seguridad, para cumplir lo que deseaba, que era poblar 51 pa 3/8 CARTA DE RELACION dentro en esta ciudad, me- pasé á. ella, con toda la gente de mi compañía, y se repartie- ron los solares por los vecinos, y á cada uno de los que fueron conquistadores, en nombre de Vuestra Real Alteza, yo dí un solar, por lo que en ella habia trabajado, demas del que se les ha de dar como á vecinos, que han de servir, segun órden de estas partes, y hanse dado tanta priesa en hacer las casas de los vecinos, que hay mucha cantidad de ellas he- chas, y otras que llevan ya buenos principios; y porque hay mucho aparejo de piedra, cal, y madera, y de mucho ladrillo, que los natu- rales hacen, que hacen todos tan buenas, y grandes casas, que puede creer Vuestra Sa- cra Magestad, que de hoy en cinco años será la mas noble, y populosa ciudad, que haya en lo poblado del mundo, y de mejores edificios.* Es la poblacion, donde los Españoles pobla- mos, distinta de los naturales,f porque nos ** La formacion de Méjico es de las mejores ciudades del mundo y cabe en ella tanta perfeccion, que sea el jardin mas hermoso de Italia particularmente en concluyendose la obra real del desague, que con el mayor zelo se está haciendo de cargo del comercio de esta ciudad, y ya ninguno duda el que tenga cumplido efecto, é yo mismo he cavado en el tajo, que se está abriendo para desaguar el rio de Guautitlan, lagunas de Zumpango, Jaltocan, y San Cristó- bal, y con esto se libertará á Méjico de inundaciones, porque no re- cibirá tantas aguas la de Tetzcuco, y aun para el desague de esta, ó minorarla será despues muy fácil el arbitrio. + Los Españoles fueron edificando, hacia donde está hoy la igle- sia catedral, y los naturales, ó Indios, que es lo mismo, se quedaron en Tlatelulco, Popotla, y sus immediaciones. DE D. FERNANDO CORTES. parte un brazo de agua, aunque en todas las calles, que por ella atraviesan, hay puentes de madera, por donde se contrata de la una parte á la otra. Hay dos grandes mercados de los naturales de la tierra, el uno en la parte, que ellos habitan, y el otro, entre los Españoles ;* en estos hay todas las cosas de bastimentos, que en la tierra se pueden hal. lar, porque de toda ella lo vienen á vender; y en esto no hay falta de lo que ántes solia en el tiempo de su prosperidad. Verdad es, que joyas de oro,f ni plata, ni plumajes, ni cosa rica, no hay nada como solia, aunque algunas piezecillas de oro, y plata salen; pero no como ántes. * La Plaza, ó mercado de los naturales era en Santiago Tlatelul!- co, y la de los Españoles en la plazuela del Volador, y delante del palacio de los escelentísimos señores virreyes. t Los Indios olvidaron sus artes, ó las ocultaron, que es lo mas verosimil, pues tienen habilidad para todas las artes mecánicas; y trabajan tan bien como los Españoles, aunque no piensan mas que en el dia presente, y no tienen ansia de adquirir. Aquí referiré un caso admirable, que no hace muchos años sucedió, y fué la prision de un Indio, que era monedero falso, y fabricaba las monedas con la mayor perfeccion : despues de asegurada su persona, se recogieron los instrumentos, de que usaba, y todose reducia á unos palitos, y unas hojas de maguey, ó pita: admiraronse los jueces, y el eseelen- tísimo señor virrey, que entonces era, llegó á ofrecerle perdon de la vida, si declaraba el modo, y secreto, con que fabricaba la mone- da no hubo modo de declararlo, y eligió ántes el morir. En tierra caliente hacen las mugeres un tejido de plumas tan maravilloso, que se puede desafiar á la mejor, y mas diestra Europea á que no le hace igual : En el baratillo de Méjico se ven unas figuritas hechas de plumas y cera por los Indios, que ni en Nápoles se hacen mejo- Yes, 19 580 CARTA DE RELACION XVII. Que Por las diferencias, que Diego Velazquez modo tuvo Cortés de te- ha querido tener con migo, y por la mala vo- ner artillería, Y d a rs qee luntad que á su causa, y por su intercesion de cobre, hi- D. Juan de Fonseca,* obispo de Burgos, me de do ha tenido, y por él, y por su mandado los pis oficiales de la casa de la contratacion de la ciudad de Sevilla, en especial Juan Lo- pez de Recalde, contador de ella, de quien todo, en el tiempo del obispo, solia pen- der, no he sido proveido de artillería, ni armas, como tenia necesidad, aunque yo muchas veces he enviado dineros para ello; y porque no hay cosa, que mas los inge- nios de los hombres avive, que la necesidad, y como yo esta tuviese tan estrema, y sin es- peranza de remedio; pues aquellos no daban lugar que Vuestra Sacra Magestad la supi- ese: trabajé de buscar órden para que por ella no se perdiese lo que con tanto trabajo, y peligro se habia ganado, y de donde tanto deservicio á Dios nuestro señor, y á Vuestra Cesárea Magestad pudiera venir, y peligro á todos los que acá estabamos, y por algunas provincias de las de estas partes, me dí mu- cha priesa á buscar cobre, y dí para ello mucho rescate, para que mas aina se ha- * El Señor Fonseca no tenia los informes correspondientes á la fidelidad de Cortés, por lo que este padeció tantas contradiciones. DE D. FERNANDO CORTES. llase; y como me trajeron cantidad, puse por obra con un maestro, que por dicha aquí se halló, de hacer alguna artillería, é hice dos tiros de medias culebrinas, y salieron tan buenas, que de su medida no pueden ser mejores; y porque, aunque tenia cobre, fal- taba estaño, porque no se pueden hacer sin ello, y para aquellos tiros lo habia habido con mucha dificultad, y me habia costado mucho de algunos, que tenian platos, y otras vasijas de ello, y aun caro, ni barato no lo hallaba; comencé á inquirir por todas par- tes, si en alguna lo habia, y quiso nuestro señor, que tiene cuidado, y siempre lo ha te- nido de proveer en la mayor priesa, que topé entre los naturales de una provincia que se dice Tachco,* ciertas piecezuelas de ello, á manera de moneda muy delgada, y procedi- endo por mi pesquisa hallé, que en la dicha provincia, y aun en otras se trataba por mo- neda ; y llegandolo mas al cabo, supe que se sacaba en la dicha provincia de Tachco, que esta veinte, y seis leguas de esta ciudad, y luego supe las minas, y envié herramientas, y Españoles, y trajeronme muestra de ello: y de allí adelante dí órden, como sacaron * Tazco, en donde despues han sido tan abundantes las minas de plata, que solo el minero D. Juan de la Borda ha dado al rey de quintos muy crecidas sumas, 14 581 382 CARTA DE RELACION tedo lo que fue menester, y se sacará lo que mas hubiere necesidad, aunque con harto trabajo; y aun andando en busca de estos metales, se topó vena de herro en mucha cantidad, segun me informaron los que dicen, que lo conocen. Y topado este Estaño, he hecho, y hago cada dia algunas piezas : y las que hasta ahora estan hechas, son cinco pie- zas, las dos medias culebrinas, y las dos poco ménos en medidas, y un cañon serpentino, y dos sacres,* que yo traje, cuando vine á es- tas partes; y otra media culebrina, que com- pré de los bienes del adelantado Juan Ponce de Leon. De los navios, que han venido, tendré por todas de metal piezas chicas, y grandes de falconete arriba, treinta y cinco piezas, y de hierro entre lombardas, y pasa- volantes, y versos, y otras maneras de tiros de hierro colado, hasta setenta piezas. Así que ya, loado nuestro señor, nos podemos defender: y para la municion, no ménos pro- veyó Dios, que hallámos tanto salitre, y tan bueno, que podriamos proveer para otras ne- cesidades, teniendo aparejo de calderas, en que cocerlo, aunque se gasta acá harto en las muchas entradas, que se hacen: y para el azufre, ya á Vuestra Magestad he hecho * Sacres, pasavolantes, y versos son culebrinas menores, de poco calibre, que ya no se usan. E DE D. FERNANDO CORTES. 583 mencion de una sierra,* que está en esta provincia, que sale mucho humo: y de allí entrando un Españolf setenta Ó ochenta brazas, atado á la boca abajo, se ha sacado, con que hasta ahora nos habemos sostenido; ya de aquí adelante no habrá necesidad de ponernos en este trabajo, porque es peli- groso ; y yo escribo siempre que nos provean de España, y Vuestra Magestad ha sido servido, que no haya ya obispo, que nos lo impida. Despues de haber dejado asentada la villa xvi. Puebía d k pp Cortés un si- de Santistevan, que en el rio de Pánuco se tio,muyá pro- a | ósito 4 dos le- pobló, y haber dado fin en la conquista de la zuas de San provincia de Tututepeque, y de haber des- e icacd pachado al capitan, que fué á los Impilcin- fejor ciudad gos,| y á Coliman, que de todo en un caps ha tulo de los pasados hice mencion; ántes de venir á esta ciudad, fuí á la villa de la Vera Cruz, y á la de Medellin, para visitarlas, y proveer algunas cosas, que en aquellos puer- tos habia que proveer : y porque halle, que á ** El volcan de Méjico. + Este Español creo fue Francisco Montaño por un privilegio, que he visto del señor Carlos I. que así lo espresa, y sin contradi- cion se compone muy bien, que Diego Ordas fué el primero, que reconoció de cerca el volcan, y que despues Montaño con otros vol- vieron á ejecutarlo, y sacar de él azufre para la polvora, lo que nin- eun otro ha hecho despues de estos sugetos. 4 Los de Impilcingo estaban en la provincia de Mechuacan; y aun son del obispado de Valladolid los pueblos de Colima y Zucatula. 384 CARTA DE RELACION causa de no haber poblacion de Españoles mas cerca del puerto de San Juan de Chal- chiqueca, que la villa de la Vera Cruz, iban los navios á descargar á ella: y por no ser aquel puerto tan seguro, como conviene, se- gun los nortes en aquella costa reiman, se perdian muchos; y fuí al dicho puerto de San Juan, á buscar cerca algun asiento para poblar; aunque al tiempo, que yo allí salté, se buscó con harta diligencia, y por ser todo sierras de arena, que se mudan cada rato, no se halló, y de esta vez estuve allí algunos dias buscandolo: y quiso nuestro señor, que dos leguas del dicho puerto se halló muy buen asiento? con todas las cualidades, que para asentar pueblo se requieren, porque tiene mucha leña, y agua, y pastos, salvo, que manera, ni piedra, ni para edificar no la hay, sino muy lejos; y hallóse un estero junto al dicho asiento, por el cual yo hice salir con una canoa para ver si salia al mar, ó por él podrian entrar barcas hasta el pueblo: y hallóse, que iba á dar á un rio, que sale al mar; y en la boca del rio, se halló una braza de agua, y mas: por manera, que lim- piandose aquel estero, que está ocupado de * Por todas las razones, que aquí pone Cortés con grande inteli- geneia se desamparó el puerto de la antigua Vera Cruz, y se pasó á San Juan de Ulúa, ó Vera Cruz nueva, y él adelantó casi lo mas, que hoy se reconoce. DE D. FERNANDO CORTES. mucha madera de árboles, podran subir las barcas hasta descargar dentro en las casas del pueblo. Y viendo este aparejo de asl- ento, y la necesidad, que habia de remedio para los navios, hice que la villa de Medellin, que estaba veinte leguas la tierra adentro, en la provincia de Tatalptetelco se pasase allí, y así se ha hecho, que se han pasado ya casi todos los vecinos, y tienen hechas sus casas y se da órden, como se limpie aquel estero, y se haga en aquella villa una casa de con- tratacion, porque aunque los navios se tar- den en descargar, porque aunque han de su- bir dos leguas con las barcas aquel estero arriba, estarán seguros de perderse ; y tengo por cierto, que aquel pueblo ha de ser, des- pues de esta ciudad, el mejor que hubiere en esta Nueva España, porque despues acá han descargado en él algunos navios, y suben las barcas con las mercaderías hasta las casas del dicho pueblo, y aun asimismo bergan- tines: y en esto yo trabajaré de lo tener tan apunto, que muy sin trabajo descarguen, y los navios desde aquí adelante estarán segu- ros, porque el puerto es muy bueno. Y asi- mismo se da mucha prisa en hacer los cami- nos, que de aquella villa vienen á esta ciu- dad; y con esta habia mejor despacho en las 585) 586 CARTA DE RELACION mercaderías, que hasta aquí, porque es me- jor camino, y se ataja una jornada. XIX. Dispone En los capítulos pasados he dicho, muy Cortés Cara- de pl a velas, bergan- podeso señor, á Vuestra Escelencia, las par- tines, y otros bageles, para tes, adonde he enviado gente, así por mar, descubrir es- trechos en el COMO por tierra, de que creo, guiandolo mar del sur, y del norte, y de Nuestro Señor, Vuestra Magestad ha de ser e Aa muy servido, y como tengo contínuo cuida- real hallando. do, y siempre me ocupo en pensar todas las E maneras, que se puedan tener para poner en ejecucion, y efectuar el deseo, que yo al real servicio de Vuestra Magestad tengo, viendo que otra cosa no me quedaba para esto, sino saber el secreto de la costa, que está por descubrir entre el rio de Pánuco, y la Flo- rida, que es lo que descubrió el adelantado Juan Ponce de Leon: y de allí la costa de la dicha Florida por la parte del norte, hasta llegar á los Bacallaos; porque se tiene ci- erto, que en aquella costa hay estrecho. que pasa al mar del sur, y si se hallase, segun cierta figura, que yo tengo del paraje, adonde está aquel Archipiélago; que descubrio Magallanes, por mandado de Vuestra Alteza, parece que saldria muy cerca de allí, y siendo Dios nuestro señor servido, que por allí se topase el dicho estre- cho, seria la navegacion desde la Especeria DE D. FERNANDO CORTES. para esos reinos de Vuestra Magestad muy buena, y muy breve, y tanto, que seria las dos tercias partes ménos, que por donde ahora se navega, y sin ningun riesgo, ni pe- ligro de los navios, que fuesen, y viniesen, porque irian siempre, y vendrian por reinos, y señoríos de Vuestra Magestad, que cada vez que alguna necesidad tuviesen se podrian reparar, sin ningun peligro en cualquiera parte, que quisiesen tomar puerto,?* como en tierra de Vuestra Alteza, y por representar- seme el gran servicio, que de aquí á Vuestra Magestad resulta, aunque yo estoy harto gas- tado, y empeñado, por lo mucho que debo, y he gastado en todas las otras armadas, que he hecho, así por la tierra, como por la mar, y en sostener los pertrechos, y artillería, que * Todas las letras de este párrafo habian de estar gravadas en láminas de oro, pues parece imposible, que en una tierra tan incóg- nita se hallase tan instruido en la geografía: intentaba descubrir dos estrechos, uno por el mar del norte, siguiendo la Florida, y no le hallo ; pero se descubrió la isla de Terra Nova, que la divide el estrecho de Bellisle, y tiene el marques del Valle el título de Duque de Terra Nova; aunque hoy la poseen los Ingleses : llama con propriedad toda la costa, tierra de los Bacallaos por el mucho pescado de bacallao, y insigne secadero, que hay en Terra Nova, de donde sacan los Ingleses tanta riqueza; y tambien la Virginia, que está despues de la Carolina, navegando desde Méjico; es muy abundante de bacallao : conque por esta parte del norte, ni enton- ces, ni ahora se ha hallado fin á este continente desde Méjico : el otro estrecho al mar del sur, era por Panamá ; pero no le encon- tró, aunque lo deseaba, como Magallanes le halló en la otra Amé- rica : nose minora la gloria de Cortés por haber intentado, y no conseguido, pues á todas las naciones mas cultas les ha sucedido lo mismo, 391 588 CARTA DE RELACION tengo en esta ciudad, y envio á todas partes; y otros muchos gastos, y costas, que de cada dia se ofrecen, porque todo se ha hecho, y hace á mi costa, y todas las cosas de que nos hemos de proveer son tan caras, y de tan escesivos precios, que aunque la tierra es ri- ca, no basta el interes, que yo de ella puedo haber, á las grandes costas, y espensas, que tengo; pero con todo, habiendo, respeto á lo que en este capítulo digo, y posponiendo to- da la necesidad, que se me pueda ofrecer, aunque certifico á Vuestra Magestad, que para ello tomo los dineros prestados, he de- terminado de enviar tres carabelas, y dos bergantines en esta demanda, aunque pienso que me costará mas de diez mil pesos de oro, y juntar este servicio, con los demas que he hecho, porque le tengo por el mayor, si, como digo, se halla el estrecho, y ya que no se halle, no es posible que no se descu- bran muy grandes, y ricas tierras, donde Vuestra Cesárea Magestad mucho se sirva, y los reinos, y señoríos de su real corona se ensanchen en mucha cantidad : y siguese de esto mas utilidad, ya que el dicho estrecho no se hallase, que tendria Vuestra Alteza sabido, que no lo hay, y darse ha órden, como por otra parte Vuestra Cesárea Ma- vestad se sirva de aquellas tierras de la DE D. FERNANDO CORTES. especería, y de todas las otras, que con ellas confinan; y esta yo me ofrezco á Vuestra Alteza, que siendo servido de me la mandar dar, ya que falte el estrecho, la daré con que Vuestra Magestad mucho se sirva, y á me- nos costa. Plega Nuestro señor, que la ar- mada consiga el fin para que se hace, que es descubrir aquel estrecho, porque seria lo mejor, lo cual tengo muy creido, porque en la real ventura de Vuestra Magestad ninguna cosa se puede esicubrir, y 4 míno me faltará diligencia, y buen recaudo, y voluntad para lo trabajar. Asímismo pienso enviar los navios, que tengo hechos en el mar del sur, que, querien- do Nuestro Señor, navegarán en fin del mes de Julio, de este año de quinientos veinte y Cuatro, por la misma costa abajo, en de- manda del dicho estrecho; porque si le hay, no se puede esconder á estos por el mar del sur, y á los otros por el mar del norte; por- que estos del sur, llevarán la costa, hasta hallar el dicho estrecho, ó juntar la tierra con la que descubrió Magallanes;* y los otros del norte, como he dicho, hasta la jun- tar con los Bacallaos. Así por una parte, y * Ya aquí se hace cargo de lo mismo, que sucedió, y fué el saber de eierto, que habia el istmo del Panamá, que encadenaba las dos Américas. 15 389 590 CARTA DE RELACION por otra no se deje de saber el secreto. Certifico á Vuestra Magestad, que segun tengo informacion de tierras, la costa del mar del sur arriba, que enviando por ella estos navios, yo hubiera muy grandes in- tereses, y aun Vuestra Magestad se sirviera; mas como yo sea informado del deseo, que Vuestra Magestad tiene de saber el secreto de este estrecho; y el gran servicio, que en le descubrir su real corona recibiria, dejo atras todos los otros provechos, é intereses, que por acá me estaban muy notorios, por seguir este otro camino: Nuestro Señor lo guie, como sea mas servido, y Vuestra Ma- gestad cumpla su deseo; y yo asimismo cumpla mi deseo de servir. xx. pide Los oficiales que Vuestra Magestad man- Cortés se le dé . paguen 50 mil dÓ- Venir para entender en sus reales rentas, 7 de 0 y hacienda, son llegados, y han comenzado Eto ad á tomar las cuentas á los que. ántes tenian a nas este cargo, que yo en nombre de Vuestra de 60 mil dela Alteza, para ello habia señalado: y porque los dichos oficiales harán relacion á Vuestra Magestad del recado, que en todo hasta aquí ha habido, no me detendré en dar de ello particular cuenta á Vuestra Magestad, mas de remitirme á la que ellos enviarán, que creo será tal, que por ella Vuestra Alteza conozca la solicitud. y vigilancia. DE D. FERNANDO CORTES. que yo he siempre tenido, en lo que toca á su real servicio: y que aunque la ocupacion de las guerras, pacificacion de esta tierra, haya sido tanta, cuanta el suceso manifiesta, que no por eso me he olvidado de tener es- pecial cuidado de guardar, y allegar todo lo que ha sido posible de lo que á Vuestra Magestad ha pertenecido, é yo he podido aplicar. Y porque por la cartacuenta, que los dichos oficiales á Vuestra Cesárea Ma- gestad envian, parece, y verá Vuestra Alte- za, que yo he gastado de sus reales rentas, en las cosas, que para la pacificacion de estas partes, y ensanchamiento de los seño- ríos, que en ellas Vuestra Cesárea Magestad tiene, sesenta y dos mil y tantos pesos de oro: es bien, que Vuestra Alteza sepa, que no se pudo hacer otra cosa; porque cuando yo comenze á gastar de ello, fué despues de no me haber á mí quedado que gastar, y aun de estar empeñado en mas de treinta mil pesos de oro, que tomé prestados de algunas personas: y como no se pudiese hacer otra cosa, ni en el real servicio de Vuestra Alteza se pudiese cumplir lo necesario, y mi deseo, fué forzado gastarlo: y no creo, que ha sido tan poco el fruto, que de ello redunda, y re- dundará, que no sea mas de mil por ciento 2591 292 CARTA DE RELACION de ganancia.* . Y porque los oficiales de Vuestra Magestad, puesto que les consta, que de haberlo yo gastado, ha sido muy servido, no lo reciben en cuenta; porque dicen, que para ello no traen comision, ni poder, suplico á Vuestra Magestad mande, que pareciendo ello haber sido bien gastado, se me reciba, y se me paguen otros cincuen- ta, y tantos mil pesos de oro, que yo he gas- tado de mi hacienda, y que he tomado pres- tado de mis amigos; porque, si esto no se me pagase, yo no podria cumplir con los que me lo han prestado, y quedaria en mucha necesidad, y no tengo yo pensamiento, que Vuestra Católica Magestad lo permita, sino que ántes de mas de pagarseme, me ha de mandar hacer muchas, y grandes mercedes; porque: demas de ser Vuestra Alteza tan Católico, y Cristianísimo Príncipe, mis ser- vicios por su parte mo lo desmerecen, y el fruto que han hecho da de ello testi- monio. | | * Que dice mil por ciento ? millones de millones por uno; cuen- tese toda la plata, y oro, que ha ido á España desde Cortés hasta el dia de hoy, y en caudales para el rey, comercio, y particulares, no es fácil sacar la suma de millones de pesos, y valor de alhajas, im- porte de granas, y otros géneros de crecido valor: todo esto lo ganó Cortés, ganando la tierra. y aunque en España se haya seguido al- guna despoblacion en alguna parte, se recompensa con la substan- cia, que le entra, y aun con muchas familias, que enriquecidas en la América, hacen florecer la España vieja. : DE D. FERNANDO CORTES. 393 De los dichos oficiales, y de otras person- XXI. Envia Cortés al rey as, que en su compañía vinieron, y por al- cosas mas pre- ciosas, que las gunas cartas, que de esos reinos me han que robaron, y entre ellas escrito, he sabido, que las cosas que yo á una culebri- Vuestra Cesárea Magestad envié con An- E dd tonio de (djuiñones, y Alonso de Avila, ze Diao Ve que fueron por procuradores de esta Nueva Pi España, no llegaron ante su real pre- sencia,* porque fueron tomados de los Franceses, á causa del mal recado, que los de la casa de la Contratacion de Sevilla enviaron, para que los acompañase desde la isla de los Azores: y aunque por ser todas las cosas, que iban tan ricas, y estrañas, que de- seaba yo mucho que Vuestra Magestad las viera, porque demas del servicio, que con ellas Vuestra Alteza recibia, mis servicios, fueran mas manifiestos, me ha pesado mucho; mas tambien he holgado que las llevasen, porque á Vuestra Magestad harán poca falta, é yo trabajaré de enviar otras muy mas ricas, y estrañas, segun tengo nuevas de algunas provincias, que ahora he enviado á conquis- tar, y de otras que enviaré muy presto, teni- endo gente para ello: y los franceses, y los otros príncipes, á quien aquellas cosas fueren * Esta fué una perdida muy considerable, y que si no hubiera sucedido, habria tenido nuestra corte el mayor gozo en ver las piezas maravillosas, que envió Cortés, y pusieron en codicia á las demas naciones, 94 CARTA DE RELACION notorias, conocerán por ellas la razon, que tienen de se sujetar á la imperial corona de V. Cesárea Magestad; pues demas de los mu- chos, y grandes reinos, y señoríos, que en esas partes V. Alteza tiene; de estas tan di- visas y apartadas, yo el menor de sus vasallos tantos, y tales servicios le puedo hacer; y para principio de mi ofrecimiento, envio ahora con Diego de Soto, criado mio, ciertas cosillas, que entonces quedaron por deshecho, y por no dignas de acompañar á las otras, y algunas, que despues acá yo he hecho, que aunque, como digo, quedaron por deshecha- das, tienen algun parecer con ellas: envio asimismo una culebrina de plata,* que entró en la fundicion de ella veinte y cuatro quin- tales, y dos arrobas, aunque creo entró en la fundicion algo, porque se hizo dos veces; y aunque me fué asaz costosa; porque demas de lo que me costó el metal, que fueron ve- inte y cuatro mil y quinientos pesos de oro, á razon de á cinco pesos de oro el marco, con las otras costas de fundidores, y gravadores, y de los llevar hasta el puerto, me costó mas de otros tres mil pesos de oro; pero por ser una cosa tan rica, y tan de ver, y digna de ir '* Mejor diria una culebrina de oro, por lo mucho que tenia, y deseara yo saber un ejemplar de otro conquistador, que tan al principio de la conquista hubiese enviado á su soberano una pieza tan primorosa, de tanto peso y valor. DE D. FERNANDO CORTES. ante tan alto, y Escelentísimo Príncipe, me puse á lo trabajar, y gastar: Suplico á Vues- tra Cesárea Magestad reciba mi pequeño servicio, teniendole en tanto, cuanto la gran- deza de mi voluntad para le hacer mayor, si pudiera merecer; porque aunque estaba adeudado, como á Vuestra Alteza arriba di- go, me quise adeudar en mas, deseando, que Vuestra Magestad conozca el deseo, que de servir tengo, porque he sido tan mal dichoso,* que hasta ahora he tenido tantas contradic- ciones ante Vuestra Alteza, que no han dado lugar á que este mi deseo se manifestase. Asimismo envio á Vuestra Sacra Magestad sesenta mil pesos de oro,t de lo que ha per- tenecido á sus reales rentas, como Vuestra Alteza verá por la cuenta, que de ello los oficiales, é yo enviamos, y hemos tenido atre- vimiento á enviar tanta suma junta, así por la necesidad, que acá se nos representa, que Vuestra Magestad debebe tener con las guer- * No dices bien, héroe incomparable: en haber sido tan perse- guido, fuiste el mas feliz, y con las contradicciones injustas labraste tu mayor mérito en todo el orbe: te impugnaron como á David, porque querian injustamente tus émulos; te impugnaron aun tus mismas hechuras, y beneficiados, y como otro Aquimélec se vol. vieron contra su gefe; no hay que temer, porque en medio de tan- tos siniestros informes, es superior á todos, el ánimo de otros héroes soberanos, como el señor Carlos 1. y Felipe Il. que te sostendran. + Cuando otro pediria dinero para adelantar la conquista, Cortés le enviaba, y gastaba de lo suyo legitamamente habido, 595 596 CARTA DE RELACION ras,* y otras cosas, como por que Vuestra Magestad no tenga en mucho la pérdida de lo pasado; y despues de esto se enviará cada vez, que hubiere aparejo, todo lo mas que yo pudiere: y crea Vuestra Sacra Magestad, que segun las cosas van enhiladas, y por estas partes se ensanchan los reinos, y señoríos de Vuestra Alteza, que tendrá en ellas mas se- guras rentas, y sin costa, que en ninguno de todos sus reinos, y señoríos, sino se nos ofrecen algunos embarazos, de los que hasta aquí se nos han ofrecido. Digo esto, porque habrá dos dias, que Gonzalo de Salazar, factor de Vu- estra Alteza, llegó al puerto de San Juan, de esta Nueva-España, del cual he sabido, que en la isla de Cuba, por donde pasó, le dijeron, que Diego Velazquez, teniente de almirante en ella, habia tenido formas con el capitan Cristóbal Dolid, que yo envié á poblar las Hibueras, en nombre de Vuestra Magestad, y que se habian concertado, que se alzaria con la tierra por el dicho Diego Velazquez, aunque por ser el caso tan feo, y tan en de- » * En las historias del señor Carlos Y. se pueden leer las guerras, que tuvo en Alemania como emperador: en España á causa del levantamiento de los comuneros, que fueron vencidos en Medina del Campo: en Pavia con Francisco 1. rey de Francia, al que sin duda hicieron prisionero, y lo estuvo en España, no obstante que fué un soberano de grande valor, y pericia militar, y todos le juzgan por digno competidor de Carlos V. DE D. FERNANDO CORTES. 3971 servicio de Vuestra Magestad, yo no lo pue- do creer, aunque por otra parte lo creo, co- nociendo las mañas,* que el dicho Diego Ve- lazques siempre ha querido tener para me dañar, y estorbar, que no sirva, porque cuan- do otra cosa no puede hacer, trabaja, que no pase gente en estas partes; y como manda aquella isla, prende á los que van de acá, que por allí pasan, y les hace muchas opresiones, y tomales mucho de lo que llevan, y despues hace probanzas con ellos, porque los dé li- bres, y por verse libres de él, hacen, y dicen todo lo que quiere: yo me informaré de la verdad; y si hallo ser así, pienso enviar por el dicho Diego Velazquez, y prenderle,t y preso enviarle á Vuestra Magestad ; porque cortando la raiz de todos males, que es este hombre, todas las otras ramas se secarán, é yo podré mas libremente efectuar mis servi- cios comenzados, y los que pienso comenzar. Todas las veces, que á Vuestra Sacra Ma- Ed gestad he escrito, he dicho á Vuestra Alteza Cortés se le envien reli. el aparejo, que hay en algunos de los natu- giosos de bue- na vida, y rales de estas partes, para se convertir á nu- ejemplo para la conversion estra sante fé católica, y ser cristianos : y he delos Indios, y modo, con que * Los dolos, y artificios, con que tanto le mortificó no por servi- cio de Dios, y del rey, sino por emulacion de la gloria de Cortés. + En nada se detenia Cortés, como juzgase ser del servicio del soberano, y se resolyvia á empresas las mas árduas, venciendo todas las dificultades, 76 598 CARTA DE RELACION podian mante- enviado á suplicar á Vuestra Cesárea Ma- nerse, y fabri- car conventos, gestad, para ello mandase proveer de perso- y de los arren- damientos de nas religiosas de buena vida, y ejemplo. Y los diesmos. 4 porque hasta ahora han venido muy pocos, ú cuasi ningunos : y es cierto, que harian gran- dísimo fruto,* lo torno á traer á la memoria á '* Este glorioso soldado en la milicia de la tierra era igualmente zeloso para la milicia celestial, pidiendo religiosos, que doctrinasen ios Indios, y trabajasen en esta viña. A los que dudasen maliciosa- mente del fruto de las misiones en la América, les pregunto : ¿Quien ha ganado á Dios tantas almas, sino la constancia, y residen- cia en los pueblos de los misioneros? ¿Quien les ha ido reduciendo á poblaciones? ¿Quien les ha enseñado á los Indios la doctrina Cristiana? unos con mas, otros con ménos Zelo? Baste esta pro- posicion cierta : que sin los ministros evangélicos andarian los Indios desnudos, como,sucede hoy entre los rebeldes, y gentiles, que no ten- drian Dios, ni ley, que cada dia huirian á los montes, y ni con un millon de soldados se les podria reducir en las dos Américas; que las iglesias, los edificios, las siembras, los instrumentos para trabajar la tierra, todo se lo han enseñado los misioneros y parrocos; y por el descuydo, ó mala conducta de algunos, no es razon obscure- cer el mérito de tantos venerables, sabios, y virtuosos ministros, que todos los dias, todas las horas, y á todos instantes andan atrave- sados con grande incommodidad en los caminos ásperos para la ad- ministracion de sacramentos, estan sufriendo cara á cara las imper- tinencias de los naturales, conteniendo sus alborotos; socorriendo -sus necesidades, desterrando su ignorancia, confesando, predicando, y dando en todo buen ejemplo; y es casi evidente en un católico, y piadoso, que en la América ha ganado tanto la palabra del evan- gelio, como la espada del soldado, ó á lo méncs ha mantenido, y asegurado lo ganado por esta, La religion es la que une á los hombres: su diversidad les separa, ó hace enemigos: la fé, y el evangelio les hace obedientes al soberano, y á sus ministros, y así esten todos persuadidos, á que Cortés peleaba sin olvidarse de la religion, era religioso sin olvidarse de la espada para mantenerla ; tenia arrojo militar cual ninguno, pero sobre el fundamento de la confianza en Dios, que es el que levanta, y destruye reinos, y por quien los reyes reinan, y los ministros hacen justicia : en un rey discierne admirablemente Cortés dos deseos, uno como de soberano en dilatar temporalmente sus dominios, y otro como de católico para el aumento espiritual, y salvacion de las almas. : | | | DE D. FERNANDO CORTES. Vuestra Álteza, y le suplico lo mande proveer con toda brevedad, porque de ello Dios Nu- estro señor será muy servido, y se complirá el deseo, que Vuestra Alteza en este caso, como católico, tiene. Y porque con los dichos pro- curadores Antonio de (Juiñones,* y Alonso * Antonio de Quiñones asió de un brazo á Cortés, cuando se vió en gran peligro, y le sacó de entre los Indios Mejicanos : no se logró esta remesa de alhajas hecha al rey Carlos 1. porque junto á los Azores apresó las carabelas ó navios, el cosario Prances llamado - Florin, y fué la mayor lástima, pues llevaba Quiñones cosas admi- rables, es á saber: muchas piedras finas, en particular una esme- ralda como la palma de la mano, cuadrada, y que remataba en punta de pirámide; una vajilla de oro, y plata en tazas, jarros, es- cudillas, platos, ollas, y otras piezas vaciadas unas como aves, otras como peces, otras como animales, otras como frutas, y flores, y muy al vivo: muchas manillas, zarzillos, sortijas, bezotes ó arillos, que los Indios traian pendientes del labio inferior, derivado del ter- mino bezo, y joyas de hombres y mugeres ; algunos ídolos, y cer- batanas de oro y plata, todo lo cual valia mas de ciento y cin- cuenta mil ducados: á demas de esto llevaban muchas máscaras mosaicas de piedras finas pequeñas con las orejas de oro, los col- millos de hueso: muchas ropas de sacerdotes gentiles, frontales, palias, y otros ornamentos de templo tejidos de plumas, algodon, y pelos de conejo: huesos de gigantes, que se hallaron en Culhuacan, y se han visto, y hallado otros muchos en la Diocesis de Puebla, lo que parece prueba, que es cierto, que los Tlascaltecas mataron hombres gigantes, y no aquieta enteramente la razon, de que con el suco de la tierra crecen, pues es falso en Culhuacan, donde les halló Cortés. Me hago cargo de lo que dice el reverendísimo Feyjoo, pero el hecho es cierto, é innegable, y muy verosímil, que aun des- pues del diluvio universal quedarán hombres de estatura distorme, y gigantea, y en los Mecos se ven hoy algunos hombres, que como Saul esceden á los Mejicanos del hombro arriba; yo los he visto muy altos, y tambien tengo en mi librería huesos de tal tamaño, que á no haberlos formado así la naturaleza, es preciso confesar, que eran de proprios gigantes; mas esta disputa se reserva á los eríiditos, que cada uno va por su lado: tambien envio Cortés tres tigres, y habiendose soltado uno en la nao, mató dos personas, hirió á otras, y salto al mar: aun vivian los padres de Cortés, por- que Juan de Rivera su secretario les llevaba tambien cuatro mil ducados. 90 CARTA DE RELACION Davila, los concejos de las villas de esta Nueva España, é yo, enviámos á suplicar á . Vuestra Magestad, mandase proveer de obispos, Ó otros prelados, para la adminis- tracion de los oficios, y culto divino; y en- tonces pareciónos, que así convenia : y ahora mirandolo bien, hame parecido, que Vuestra Sacra Magestad los debe mandar proveer de otra manera, paraque los naturales de estas partes mas aina se conviertan, y puedan ser instruidos en las cosas de nuestra santa fé católica y la manera, que á mí, en este caso me parece que se debe tener: es, que Vuestra Sacra Magestad mande, que ven- gan á estas partes muchas personas religiosas, como ya he dicho, y muy zelosas de este fin de la conversion de estas gentes: y que de estos se hagan casas, y monasterios, por las provincias, que acá nos pareciere, que con- vienen, y que á estas se les dé de los diez- mos para hacer sus casas, y sostener sus vi- das, y lo demas que restare de ellos, sea, para las iglesias, y ornamentos de los pue- blos, donde estuvieren los Españoles, y para clérigos, que las sirvan; y que estos diezmos los cobren los oficiales de Vuestra Magestad, y tengan cuenta, y razon de ellos, y provean de ellos á los dichos monasterios, é iglesias, que bastará para todo, y aun sobra harto, de DE D. FERNANDO CORTES. que Vuestra Magestad se puede servir. Y que Vuestra Alteza suplique á su Santidad, conceda á Vuestra Magestad los diezmos de estas partes, para este efecto; haciendole entender el servicio, que á Dios Nuestro Señor se hace, en que esta gente se convier- ta, y que esto no se podria hacer, sino por esta via; porque habiendo obispos, y otros prelados, no dejarian de seguir la costum- bre, que por nuestros pecados hoy tienen, en disponer de los bienes de la iglesia, que es sastarlos en pompas, y en otros vicios: en dejar mayorazgos á sus hijos, ó parientes ;* y aun seria otro mayor mal, que como los naturales de estas partes tenian en sus tiem- pos personas religiosas, que entendian en sus ritos, y ceremonias, y estos eran tan recogi- dos, así en honestidad, como en castidad, que si alguna cosa, fuera de esto, á alguno se le sentia, era punido con pena de muerte. * Esto ya está remediado, porque son intestables los obispos, y por lo que espresa Cortés, se conoce, que en España entonces flore- cía poca disciplina eclesiástica en las iglesias catedrales, y creo tenia en gran parte razon segun los ejemplares, que se refieren de aquel tiempo, falta de residencia de obispos, y canónigos barbarie, y es- cesos pero no tardó en entrar el siglo de oro del concilio de Trento, en que los obispos de España se distinguieron en virtud, y letras. Por lo dicho ninguno se queje ahora de que está malo el mundo, porque sin duda tiene otro semblante mejor la disciplina eclesiástica, y regular; y el tener los obispos, y eclesiásticos hijos, y dejarles mayorazgos ya es la cosa mas escandalosa, y castigada: el mal ejemplo, y libertad de aquel siglo en todos estados motivó el estre- char las leyes para hacer odiosos, y privar de herencias á los hijos naturales. 601 CARTA DE RELACION Y si ahora viesen las cosas de la iglesia, y servicio de Dios, en poder de canónigos, ó otras dignidades; y supiesen, que aquellos eran ministros de Dios, y los viesen usar de los vicios, y profanidades, que ahora en nuestros tiempos en esos reinos usan, seria menospreciar nuestra fé, y tenerla por cosa de burla: y seria á tan gran daño, que no creo aprovecharia ninguna otra predicacion, que se les hiciese; y pues que tanto en esto va, y la principal intencion de Vuestra Ma- gestad es, y debe ser, que estas gentes se conviertan, y los que acá en su real nombre residimos la debemos seguir, y como cristi- anos tener de ellos especial cuidado,* he querido en esto avisar á Vuestra Cesárea Magestad, y decir en ello, mi parecer; el cual suplico á Vuestra Alteza, reciba como de persona súbdita, y vasallo suyo, que así como con las fuerzas corporales trabajo, y trabajaré, que los reinos, y señoríos de V ues- tra Magestad, por estas partes se ensanchen, y su real fama, y gran poder, entre estas gentes se publique, que así deseo, y traba- jaré con el ánima, para que Vuestra Alteza en ellas mande sembrar nuestra santa fé, * Parece Cortés un misionero apostólico, mas que un militar, y me asombra, y admira siempre su zelo en el mayor servicio de Dios, y del rey. DE D. FERNANDO CORTES. porque por ello merezca la bienaventuranza de la vida perpétua; y porque para hacer órdenes, y bendecir iglesias, y ornamentos, y oleo, y crisma,? y otras cosas, no habiendo obispos, seria dificultoso ir á buscar el remedio de ellas á otras partes: asimismo Vuestra Magestad debe suplicar á su santi- - dad, que conceda su poder, y sean sus subde- ' legados en estas partes las dos personas principales de religiosos, que á estas partes vinieren, uno de la órden de San Francisco, y otro de la órden de santo Domingo ;t los cuales tengan los mas largos poderes, que Vuestra Magestad pudiere; porque por ser estas tierras tan apartadas de la iglesia ro- mana, y ios cristianos, que en ellas residi- mos, y residieren, tan lejos de los remedios de nuestras conciencias, y como humanos tan sujetos á pecado, hay necesidad, que en esto su santidad con nosotros se estienda, en dar á estas personas muy largos poderes; y los tales poderes sucedan en las personas, * Así lo hizo el Sr. Carlos 1. como pedia Cortés: y el papa concedió al padre Motolinía facultad de confirmar, pero no de consagrar oleos, porque es proprio de los obispos, y en creer que otro podia, se llevó Cortés de alguna opinion ménos seguida, y no prac- ticada. t Así lo hizo el Sr. Carlos I. enviando religiosos de san fran- cisco, cuya principal cabeza fué el V. Fr. Martin de Valencia, y des- pues religiosos dominicos, cuya principal cabeza, y fundador de la provincia fué el V. Betanzos, que hizoel primer convento, ó doctrina en Tepetlajtoc cerca de Tetzcuco, 603 604 CARTA DE RELACION que siempre residan en estas partes, que sea en el general, que fuere en estas tierras, ó en el provincial de cada una de estas ór- denes. Los diezmos de estas partes se han arren- dado de algunas villas; y de las otras an- dan en pregon, y arriendase desde el año de veinte, y tres á esta parte; porque de los de- mas no me pareció, que se debia hacer, por- que ellos en sí fueren pocos; y porque en aquel tiempo los que algunas crianzas tenian, como era en tiempo de guerras, gastaban mas en sostenerlo, que el provecho, que de ello habian, si otra cosa Vuestra Magestad enviare á mandar, hacerse ha, lo que mas fuere su servicio. Los diezmos de esta ciudad del dicho año de veinte y tres, y de este de veinte y cuatro, se remataron en cinco mil quini- entos y cincuenta pesos de oro, y los de las villas de Medellin, y la Vera-Cruz, andan en precio de mil pesos de oro, por los dichos años no estan rematadas, creo subirán mas. Los de las otras villas no he sabido si estan puestos en precio; porque como estan lejos, no he habido respuesta. De estos dineros se gastaran para hacer las iglesias,* y pagar * Asíse hizo, y de tiempo de Cortés se mantienen unas fabri- cas de maravillosa estructura, como son “las de Tepoztlan, Ayaca- DE D. FERNANDO CORTES. 605 los curas, y sacristanes, y ornamentos, y ortos gastos que fueren menester para las dichas iglesias: y de todo tendrá cuenta el contador, y tesorero de Vuestra Magestad, porque todo se entregará al dicho tesorero : y lo que se gastare, será por libramiento del contador, y mio. Asimismo (muy Católico Señor) he sido XXI! Se pro- hibe se saquen informado de los navios, que ahora han ve- caballos, — y otras cosas pa- nido de las islas, que los jueces, y oficiales ra multipli- car: providen- de Vuestra Magestad, que en la isla Espa- cias de Cortes, para que se ñola residen, han proveido, y mandado apre- conserve la ; poblacion de gonar en la dicha isla, y en todas las otras, la tierra per- : étuamente. que no saquen yeguas,* ni otras cosas, que * i pistla, Tula, Mestitlam, Molango, Cuernabaca, Oculman, y otras partes, y las pinturas son de insignes maestros, * Vinieron yeguas de las islas y de España, y la cria de cabal- los es abundantísima en este reino, muy ligeros, y de buena talla. De las demas especies de animales, conocidos en Europa, como leones, tígres, osos, gatos, víboras de cascabel por el ruido que meten, alacranes, éc. hay en esta Nueva-España con abundancia, y estos últimos son muy venenosos en tierra-caliente ; pero hay al- gunos particulares y raros, como los castores, que se hallan en el golfo de Californias, á la desembocadura del rio Colorado, mas no tienen la cola tan ancha, ni larga como en otras partes. Los cibolos, que son una especie de bueyes pequeños, mansos, y bastante feos: tienen el lomo levantado al modo de los camellos, y el pelo ó lana es fina. Armadillos es una especie de tortugas chicas : estan cubiertos en todo el cuerpo, y cola con unas conchas, que abren, y cierran como quieren : tienen las uñas largas, y corren bastante. 'Tlacoachi: es del tamaño, y color de zorra algo mas pardo: anda minando debajo la tierra; y muda sus hijuelos de una á otra parte, llevando á unos encima del lomo, y á otros metidos en una especie de bolsa, que forma con una membrana en las ingles, Ye 606 - CARTA DE RELACION puedan multiplicar para esta Nueva Es- paña, so pena de muerte; y hanlo hecho, á fin, que siempre tengamos necesidad de com- prarles sus ganados, y bestias, y ellos nos los vendan por escesivos precios, y no lo debie- ran hacer así, por estar notorio del mucho deservicio, que á Vuestra Magestad se hace, en escusar que esta tierra se pueble, y se pacifique, pues saben cuanta necesidad hay de esto, que ellos defienden para sostener lo ganado, y ganar lo que mas hay, como por las buenas obras, y mucho noblecimiento, que aquellas islas de esta Nueva España han recibido: y porque en la verdad, ellos allá tienen poca necesidad de lo que defien- den: Suplico á Vuestra Magestad lo mande proveer, enviando á aquellas islas su provi- sion real, para que todas las personas, que lo Zorrillo: propriamente es un zorro pequeño manchado, que des- pide un aire tan fétido, que se percibe, y molesta el olfato á grande distancia, y en esto consiste su natural defensa. Culebras saetillas, se arrojan desde los árboles contra los camin- antes, y son muy venenosas. Tarántulas; son unas arañas grandes peludas, y tan venenosas, que en pisandolas una bestia, juego se le cae el casco. Niguas: son unos insectos menudísimos, que se meten entre cuero, y carne, y allí hacen una bolsita, donde crian: causan fuertes dolores, y es preciso sacar con un alfiler toda la bolsa, para. que no se multipliquen, ni quede alguno dentro, pues si se les deja, comen toda aquella parte, como si fuera cancer. * / Luciérnagas: son unos mosquitos, que despiden luz, solo cuando vuelan, por tenerla debajo de las alas: estos son, los que segun Solis engañaron á la gente de Narvaez, cuando venia contra Cortés, pen= sando que estas luces eran mechas encendidas de arcabuces. DE D, FERNANDO CORTES. quisieren sacar, lo puedan hacer, sin pena alguna, y á ellos que no lo defiendan; por- que demas de no les hacer á ellos falta, Vu- estra Magestad seria de ello muy deservido, porque no podriamos acá hacer nada, en conquistar cosa de nuevo, ni aun sostener lo conquistado: é yo me hubiera pagado bien de esto, de manera, que ellos holgaron de re- poner sus mandamientos, y pregones; por- que con dar yo otro, para que ninguna cosa, que de aquellas islas se trajese, se descar- gase en esta tierra, sino fuese las que ellos defienden, ellos holgarian de dejar traer lo uno, porque se les recibiese lo otro; pues no tienen otro remedio para tener algo, sino la contratacion de esta tierra, que ántes que la tuviesen, no habia entre todos los vecinos de las islas mil pesos de oro, y ahora tienen mas que en algun tiempo tuvieron: mas por no dar lugar á que los que han querido mal decir, puedan estender sus lenguas, lo he di- simulado, hasta lo manifestar á Vuestra Ma- sestad, para que Vuestra Alteza lo mande proveer, como convenga á su real servicio. Tambien he hecho saber á Vuestra Cesá- ea Magestad, la necesidad, que hay, que á esta tierra se traigan plantas de todas suer- tes, y por el aparejo, que en esta tierra hay + 608 CARTA DE RELACION de todo género de agricultura: y porque hasta ahora ninguna cosa se ha proveido, torno á suplicar á Vuestra Magestad, por- que de ello será muy servido, mande enviar su provision á la casa de la contratacion de Sevilla, paraque cada navio traiga cierta cantidad de plantas,* y que no pueda salir sin ellas, porque sera mucha causa para la poblacion, y perpetuacion de ella. Como á mi convenga buscar toda la bue- na órden, que sea posible, paraque estas ti- erras se pueblen, y los Españoles pobladores, y los naturales de ellas se conserven, y per- petúen, y nuestra santa fé en todo se arrai- gue, pues Vuestra Magestad me hizo mer- ced de me dar cuydado, y Dios Nuestro Se- ñor fue servido, de me hacer medio, por donde viniese en su conocimiento, y debajo del imperial yugo de Vuestra Alteza, hice ciertas ordenanzas, y las mandé pregonar ; y porque de ellas envio copia á Vuestra Ma- gestad, no tendré que decir, sino que á todo lo que acá yo he podido sentir, es cosa muy * Me parece que rara planta de Europa falta en el reino, unas prueban mejor, que otras, solo falta industria, y gana de trabajar: pues hay tierras calientes, como son todas las cercanas á las costas del mar del sur, y del oceano, otras templadas, como Méjico, y Puebla, y otras muy frias, como son las que estan cerca de los voi- canes de Méjico, Orizaba, Toluca, y las sierras, y segun esta varie= Aad tan notable de temperamentos, prueban las plantas. DE D. FERNANDO CORTES. conveniente, que las dichas ordenanzas se cumplan. De algunas de ellas los Españo- les, que en estas partes residan, no estan muy satisfechos, en especial de aquellas, que los obligan á arraigarse en la tierra, porque todos, ó los mas, tienen pensamientos de se haber con estas tierras, como se han habido con las islas, que ántes se poblaron, que es esquilmarlas, y destruirlas, y despues dejar- las: y porque me parece, que seria muy gran culpa á los que de lo pasado tenemos esperi- encia, no remediar lo presente, y por venir, proveyendo en aquellas cosas, por donde nos es notorio haberse perdido las dichas islas, mayormente siendo esta tierra, co- mo yo muchas veces á Vuestra Mages- tad he escrito, de tanta grandeza, y noble- za,* y donde tanto Dios Nuestro Señor * Mucho se ha escrito, y doctisimamente sobre las causas de la despoblacion de nuestra España, y ser una de las principales la pob- lacion de Indias : el hecho es cierto, é innegable, porque tantos mil- lones de criollos, que llaman Españoles, como hay en las dos Améri- cas, y en todas las islas, descienden de Españoles rancios, 4los que se agrega el numero tan crecido de Gachupines, ó Europeos como hay al presente, y con todo esto, para sosegar los escrúpulos de algu- nos curiosos pongo las siguientes reflecsiones: Un rey, que tiene vastos dominios, debe cuidar, de que todos esten poblados, pues todos son sus vasallos, y todos le contribuyen, conque contando los vasallos, que nuestro rey tiene en la vieja España, en las dos Amé- ricas, y en tantas islas, tiene mas pobladores, mas vasallos, mas ciu- dades, mas tributos, mas riqueza, mas poder, mayor seguridad, aun- que por casualidad sea menor la poblacion de algunas ciudadas de Castilla, que en comparacion de los demas dominios es una mínima parte, 609 610 CARTA DE RELACION puede ser servido, y las reales rentas de Vu- estra Magestad acrecentadas : Suplico á Vu- El dinero en España andaba ántes muy escaso, y con los que vie- nen á Indias, se socorren muchas familias de allá, y lo que mas es, hay para los gastos de guerra. Cuanto mas pobladas de gente esten las Américas, tendrá nuestro rey mas tropa de los nacidos en ellas, y aun para enviar 4 Espáña, y socorrer á otras islas, pasarán mas pobladores á España, con trá= fico, con haziendas, y con familias, y poco á poco se irá reemplazan- do la falta de gente, que al principio de la conquista se esperi- mentó. Ultimamente todas las naciones cultas tienen ansia de poseer mas, y mas en las Américas, y se despueblan aun mas, que nosotros, con que el partido es igual, la causa es indispensable ; la utilidad noto- ria, la defensa de estas provincias precisa, la variedad del mundo natural á nuestra condicion, y las razones de estado idénticas, por- que en el instante, en que un soberano permitiera otr> en la Amé- rica, correrian igual riesgo todas las provincias: esto supuesto, el mandar que todos los Españoles ricos en las Indias se volviesen con sus hijos criollos á España, era impracticable, duro, y de gran per- juicio para los intereses reales, y de particulares, el obligar á todos los Españoles á guardar castidad en las Américas, moralmente im- posible, conque se pueden interpretar muy bien las razones de los erúditos, que vieron la despoblacion de España en los principios, que dudaron de las riquezas, que no vieron estas provincias Ameri- canas, que no trataron á los Indios, y finalmente la propagacion de la fé, y la estirpacion del gentilismo son fuertes fundamentos, para no llorar tanto la falta de algunas familias en España, á la que cir- culando la poblacion por el mundo irán volviendo insensiblemente. Yo no vine á esta Nueva España para volver á mi antiguo reino, ni para enviar riquezas, sino para vivir en trabajos, y fatigas de mi pastoral ministerio ; conservo el amor á mi patria, y no quiero des- lucir la vieja España en cosa alguna, y con todo dijo con verdad Hernan Cortés, que Méjico, y otras provincias de la América tienen disposicion para ser de las mejores del mundo en grandeza, nobleza, y riqueza, sin que me mueva á decir esto la adulacion á los natu- rales de este pais, sino Ímicamente el conocimiento de la verdad ; el amor á todos los Españoles de estos paises, á los Indios por mi ofi- cio, y derechos divino, natural, y eclesiástico, y la esperiencia de que la tierra es fecunda, agradecida al cultivo, y benéfica en mas abundantes cosechas, que en nuestra España. No por esto faltan in- commodidades, y mayores que ea la Europa, porque las pestes son mas frecuentes, los calores, é intemperie hacia las costas del mar, sea 2 norte, ó sur, insufribles, y aun casi inhabitables algunas, de modo, DE D. FERNANDO CORTES. estra Magestad las mande mirar, y de aquel- lo, que mas Vuestra Alteza fuere servido, me envie á mandar la órden, que debo tener, así en el cumplimiento de estas dichas ordenan- zas, como en las que mas Vuestra Magestad fuere servido, que se guarden, y cumplan; y siempre tendré cuidado de añadir, lo que mas me pareciere, que conviene, porque co- mo por la grandeza, y diversidad de las tier- ras, que cada dia se descubren, y por muchos secretos, que cada dia de lo descubierto co- nocemos, hay necesidad, que á nuevos acon- tecimientos haya nuevos pareceres, y conse- jos; y si en algunos de los que he dicho, ó de aquí adelante dijere á Vuestra Magestad, le pareciere, que contradigo algunos de los pa- sados, crea Vuestra Escelencia, que nuevo caso me hace dar nuevo parecer. Invictísimo Cesar, Dios Nuestro señor la imperial persona de Vuestra Magestad guar- de, y con acrecentamiento de muy mayores reinos, y señoríos, por muy largos tiempos en su santo servicio prospere, y conserve, con todo lo demas, que por Vuestra Alteza se de- sea. De la gran ciudad de Temijtitan de que el que viene á Nueva España, puede esperar sea su sepulcro no solo el mar, sino tambien los puertos : Tenga presente la muerte, y la eternidad para no cebarse con la codicia, que las riquezas se desparecen, y lo que queda siempre es la justicia, las virtudes, y la buena fama. r 611 612 CARTA DE RELACION esta Nueva-España, quince dias del mes de Octubre de mil quinientos veinte y Cuatro años.* De Vuestra Sacra Magestad muy humilde siervo, y vasallo, que los reals pies, y manos de Vuestra Magestad besa. HernNaANDO CorTEs. Y * Elaño de 1521 fué la conquista, y .. :res años de hecha, ya ha- bla Cortés en esta carta, como si hubiera pasado cincuenta de buen gobierno: veneraré siempre á Cortés, y 250 su firma, como de un héroe político, milit .r, y cristiano sin eje «plo por su término: de un vasallo, que sufrió los golpes de la fortuna con la mayor forta- leza, y constancia, y de un hombre, á quien tenía Dios destinado para poner en manos del rey católico otro nuevo, y mas grande mundo. DE D. FERNANDO CORTES. Concluyo mi trabajo, apropriando las pa- labras del sabio maestro Fray Luis de Leon, escribiendo á unas religiosas Carmelitas, to- cante á la vida de santa Teresa: Yo no co- nocí, ni vi á el héroe Hernan Cortés, pero le conozco, y veo todos los dias en sus cartas, las calles, y plazas, se me representa á todas horas con la espada en la mano, unas veces alentando á sus soldados, otras cortando aze- - quías, otras pasandolas á nado, y salvando á - otros; en las iglesias, que edificó, admiro su - piedad, y magnificencia; en sus relaciones veo un estremeño el mas verídico, el mas con- stante, valeroso, y religioso, que parece le habia Dios destinado para sufrir todas las in- commodidades de la América, como en su glorioso paisano san Pedro Alcántara formó la Divina Providencia un hombre, que pare- cía hecho de raices de árboles para asombro de la penitencia. Gloriese la Estremadura de tener un alum- no de tan elevado mérito, que su historia, y conquista ha sido traducida con emulacion por todas las naciones HKuropeas: gloriese mi amada diocesis de Placencia, por tener en su comprehension á la villa de Medellin escla- recida patria de Cortés, por cuya cuna me- recía, el que altercasen siete ciudades, como 78 no le traté, pero en esta capital de Méjico en - 613 614 CARTA DE RELACION és. por la de Homero : Un Estremeño sin según- do, es el que dió el ser á esta capital de Má jico; é yo me glorio de haber gobernado” aunque por corto tiempo, la diocesis de Plá- cencia, para dar muestra 'á:aquella mi santa iglesia, de que apreció á sus naturales, y aun- que tan distante, tengo siempre en mi presen- cia un diocesano tan ilustre como Cortés, un soldado, que escedió las reglas del arte mili- tar; un vasallo: de nuestro Rey, que vivirá eternamente en los mármoles, en láminas de bronce, y: ee a las SOAEO la alabanza de SUS proezas. Labrá el mismo su fobtuna á fuerza de golpes como el diamante: en su vida, ni él mismo llegó á conocer el valor de la herencia, que dejaba á su esclarecida familia, mas de pe honor, que de riquezas, y merecía justísima- mente, que en el convento de'San Francisco el grande de esta ciudad, donde está su re- trato, se le erigiese estátua pa eterna me- moria. l=s z bl pi "a e q m7) Ñ Ñ » a Ñ 2) , MN y pen 1 ñ 1 1 Ñ Ar M Pon 8-4 di sE ad 8222 Lorenzana, : Fr. A. Historia de Nueva-España, escrita por su esclarecido con- quistador Hernan Cortes, aumentada con otros documentos, y notas. México 1770. Fol. 2 cartes et 34 pl. , An important and highly esteemed work, containing the three celebrated letters of arta ori- , ginally printed soon after they were received in Spain, at Seville and Valencia. — — The present oo edition is illustrated by copious notes and. docur ento, together. with fac-similes of the Mexican mode of representing the tributes paid by th le dittere; 16 towns of: the Mexican dominions. PEN 00, : Bibl. Oo nova. I, 183. A A 2 EE a ¿9014 e SE UY. 5 NATIONAL MUSEUM: The Rau Library of Archeology. Dr. CHARLES Rau was born in Belgium in 1826.. He came to the United States in 1848, and was engaged as teacher at Belleville, Illinois, and in New York. In 1875 he accepted an invitation from the Smithsonian Institution to prepare an Ethnological Exhibit to be displayed at the Cen- tennial Exhibition, and subsequently was appointed Curator of the department of Archeeology in the National Museum, which position he held at the time of his death, July 25, 1887. He bequeathed his Archeeologic collections and library to the U. S. National Museum.