I I I M-sain ASRlCOLÜ Y PECUARIA La crisis Y SUS VERDADEROS REMEDIOS, PüR D. SANTIAGO MARTÍNEZ MAROTO «^íífs T -'.*■■■- C á5>»!.® Imprenta, Librería, Heliografía y Fotograbados de José Manuel de la Cuesta, Cantarranas, 38 y 40. 1S96 i-u: INTRODUCCIÓN 1. Causas de la crisis agraria.— Esta re- quiere medios eficaces y urgentes. 2. Deberes que la patria impone á todos sus hijos. La prolongada y tan pavorosa crisis por- que atraviesa Ja riqueza agrícola y pecuaria, exige imperiosamente la aplicación inmedia- ta de los remedios más eficaces para conju- rarla, si no se quiere consumar la completa ruina del más importante elemento de nues- tra producción nacional, á la vez que la del comercio, la industria, las ciencias y las artes; puesto que hoy todo depende de la agricul- tura, de esa ciencia de primer orden como la llamó Cicerón, fuente la más copiosa de riqueza y preciado venero de la prosperidad de los pueblos, como que sin ella no seria posible la vida. A tan importante fin, es ne- cesario el concurso valioso ó el apoyo sincero, la cooperación más decidida y entusiasta de los Poderes públicos y de todos los buenos españoles. La importancia trascendental que todos los pueblos civilizados conceden al cultivo de la tierra, es bien conocida y por mucho que á su protección y desarrollo consagren los Gobiernos, sus estudios, desvelos y tra- bajos, nunca será bastante, porque la agri- cultura es la base sólida de los Estados, ver- dadero secreto de la prosperidad y engrande- cimiento de las naciones; elemento de la paz y el orden; columna firmísima sobre la que descansa el edificio social; lazo de unión entre los pueblos más recónditos y apartados del globo terráqueo, esperanza del porvenir, y cimiento firme de la regeneración y progreso de España. La necesidad de fomentar con premura la producción agrícola, por todos está reco- nocida, y sin embargo de que ya no cabe esperar más, es muy poco lo que hacen los Gobiernos y las personas que por su mucha valia pueden aliviar los graves males que el país lamenta. Es general, y por desgracia muy Justifica- do el clamoreo de los viticultores por la si- tuación tan crítica, excepcional y angustiosa en que se hallan colocados, sin poder dar salida á sus productos, ni caros ni baratos, por la escasa ó nula demanda á los mismos, así como el de los labradores por ser los pre- cios de los cereales tan sumamente reducidos que no compensan siquiera lo que cuesta el producirlos. La ganadería antes tan rica y floreciente, hoy debido á las crecidas impor- taciones de carnes que por los medios frigo- ríficos y antisépticos inundan los centros de consumo; á que los precios de las mismas carnes, como también de la leche, quesos, lanas y pieles son bastante reducidos, á las muchas enfermedades y desgracias de los ganados; ala escasez de pastos y á otras di- versas circunstancias, es lo cierto que se halla en la actualidad, en muy visible decadencia y postración. Todos sabemos que España es la nación de Europa y América en que más crecidas y desiguales son las contribuciones; que se tributa de una manera muy desproporciona- da, ruinosa y altamente injusta; que hay, sí algunos pueblos en los que continúa oculta su riqueza, no obstante las disposiciones altamente plausible, dictadas para descu- brirla; pero que también hay otros muchos obligados á contribuir por mayor cabida ó riqueza imponible que la que en realidad ex is- tc en sus respectivos términos municipales: que nuestros gobernantes tienen la idea equivocada de que el agricultor es el que más utilidades recibe por sus productos, por lo cual se acumulan casi exclusivamente sobre él todas las cargas y gravámenes; que en la distribución de los gastos se escatiman casi siempre los más necesarios y de verdadera utilidad pública, como son los del Ministerio de Fomento; que para simular economías se suprimen los cargos de empleados de menor categoría que son los que más trabajan y más reducido sueldo perciben, con lo cual no se consigue más que desatender los ser- vicios públicos y alguna rebaja ridicula que, aun cuando no sea justicia, nada resuelve; que no se atienden quejas por justas que sean, que la Administración parece que mues- tra especial carácter en considerar al contri- buyente como enemigo, procurando en todos los casos resolver las cuestiones, no á lo que aconseja la equidad y la justicia, sino en be- neficio exclusivo del Estado, y que no se piensa más que en los ingresos, causando vejaciones sin cuento á los Ayuntamientos y contribuyentes: y sin embargo, éstos siem- pre pacíficos y resignados continúan dando pruebas de abnegación, patriotismo y sufri- miento, á pesar de que su bolsillo y su pa- ciencia no son inagotables. Si algunos creen que España es una vaca que puede ordeñarse cuanto se quiera, llega- rá pronto el dia que de sus tetas no brote más que sangre, y seguidamente sobrevendrá una tisis galopante, y con ella la consunción y la muerte; y ningún Gobierno por arbitro y violento que sea, deberá cortar el árbol por la raíz para aprovechar sus frutos, sino recoger éstos con el mayor cuidado cuando se hallen en buena sazón, y cultivar después debidamente la planta para que pueda dar nuevos frutos en lo sucesivo; pues no es me- jor Administración la que más dinero recau- da, como no explota mejor sus fincas el agri- cultor que más las esquilma; y como tampo- co es mejor pastor el que para utilizar el vellón de lana, en vez de esquilar las ovejas, las desuella. La clase agrícola, se halla dispuesta á toda clase de sacrificios por la patria, como lo está demostrando en la actualidad con motivo de la guerra de Cuba; pues los agricultores no necesitan estímulos de ningún género, y se apresuran á dar sus propios hijos y su dinero para sostener en aquel lejano y ardoroso país tropical, la integridad del Terri- torio y los derechos de España; dando á la vez ejemplo admirable de su acendrado patrio- tismo, y de que este hidalgo país, no es una nación decadente, sino de las grandes luchas, de los grandes entusiasmos y de las grandes energías; y como le dá el Ejército español de su inolvidable valor, intrepidez, arrojo y bravura por la causa de la bandera. La asoladora guerra de la Isla de Cuba, es un motivo más para que se apliquen con la mayor premura los remedios que el an- gustioso estado de la clase agrícola demanda; y por la ley de la necesidad y aún por razón de egoísmo, el Estado debe proteger con la mayor decisión los intereses de la agricultu- ra, á fin de queno se agote la fuente principal de nuestra riqueza pública; y para poder hacer frente con holgura á lo que las necesi- dades de la guerra y las circunstancias exijan, evitando al propio tiempo desastrosas con- secuencias económicas. Por lo tanto, el Gobierno debe preocupar- se seriamente de la aflictiva y anómala situa- ción de las clases productoras, y adoptar con urgencia las disposiciones conducentes para remediar, ó aliviar siquiera, los muchos y graves males que lamentan, y muy ea particular hoy que la agricultura, base de toda industria fabril y mercantil agoniza, por cuya razón, el comercio carece de transacio- nes; muchas fabricas que antes no podían satisfacer los numerosos pedidos que de sus productos tenían, se encuentran ahora ce- rradas, y otras sin funcionar la mayor parte del año; centenares de miles de fincas están abandonadas por sus dueños, yermos por haberles invadido la filosera, la langosta ó un aluvión, muchas viñas sin cultivar y las bodegas atestadas de vino por no haber quien lo compre á ningún precio, todas estas y otras circunstancias análogas motivan los sinsabores y amarguras que sufre el resig- nado agricultor y por las que se halla impo- sibilitado materialmente de satisfacer las crecidas cuotas que se le exijen; y todavía la Hacienda apremia sin consideración á los contribuyentes y emplea la fuerza pública para cobrar los tributos. Aún así los abati- dos agricultores tienen ocupados á muchos obreros en el cultivo de la tierra, facilitándoles al propio tiempo el sustento diario para sí y sus respectivas familias: pero ¿qué sucederá el día en que aquéllos no puedan dar jornal? El Estado, pues, debe preocuparse seria- mente de la situación tan grave y excepcional de los productores, atender al desarrollo y fomento de la agricultura como á la prime- ra necesidad de la nación, y proteger por igual todas las manifestaciones de riqueza, á la vez que los intereses y derechos de todos sus administrados; en particular los que se encuentren más desatendidos y necesitados de remedios como los intereses agrarios grandemente comprometidos que necesitan la protección decidida de los poderes públi- cos, como un enfermo anémico necesita de reconstituyentes enérgicos. Es en extremo sensible que España, que cuenta con envidiables veneros de riqueza la feracidad de su suelo, y los importantes medios y recursos de que puede disponer, no se preste mayor atención á las cuestiones agrícolas, y de continuar relegando al olvido lo que tanto y tan directamente afecta á la producción nacional, llegará dia en que los industriales tengan que cerrar por completo sus fábricas, los comerciantes sus tiendas ó comercios, los propietarios y labradores se conviertan en braceros, y á éstos se les obligue á emigrar á países extraños, renun- ciando á la familia, amigos, y al suelo en que nacieron, ó tengan que afiliarse á las decantadas ideas utópicas m^odernas, á las que los obreros del campo fueron siempre refractarios. Los agricultores tienen su pan é intereses en manos de sus gobernantes, y la poca pro- tección que se dispensa á los que se dedican al cultivo de los campos, y riegan la tierra con el sudor de su rostro, es la causa á que principalmente obedece el malestar profundo de la numerosa clase agrícola, la cual yace hoy sumida en la mayor postración y abati- miento. Sus constantes reclamaciones por nadie han sido atendidas y sus lamentos se han perdido en el desierto de la más glacial indiferencia, sin que encuentre alivio á los muchos males que la aquejan. Por otra parte, las numerosas plagas de insectos y las diversas enfermedades cripto- gámicas asolan los campos y destruyen los plantíos, sembrados y viñedos, y hasta los elementos atmosféricos contribuyen también en ocasiones á acibarar más la situación del pobre agricultor; pues no ya un vendabal furioso, ó un ciclón con su tromba del agua y granizo que en su impetuosa corriente arrastrar lo mismo las mieses y las plantas que los hombres y ganados, y todo cuanto encuentra al paso, sino un fuerte aguacero, una prolongada sequía, una escarcha matinal, un cambio brusco de temperatura, todo parece que algunas veces se conjura y todo en breves momentos puede destruir las es- peranzas, los afanes, desvelos y trabajos del pacífico é infortunado labrador. El mar, según ha dicho Michelet encari- ña de tal manera á los hombres, que por largo tiempo se confian á sus peligros que no les es dado abandonarlo jamás. Pues lo pro- pio puede decirse de los hombres que se de- dican al cultivo de la tierra, los cuales, á pesar de tantos infortunios, de tanto sufrimientos y de tantos desengaños, sintetizan su resig- nación en aquel adagio: viva la gallinita, y viva con su pepita. Hora es ya, de que los Gobiernos se ocu- pen más del bien del país que la política de partido, por ser el mejor medio de que la producción nacional alcance su verdadero y sólido desarrollo, y de que obtenga algún alivio la numerosa clase agrícola, hoy tan afligida y castigada, no obstante ser la que á costa de muchas privaciones y trabajos, arranca á la tierra los productos indispensa- bles para sostener á la humanidad. La crisis agraria, requiere urgentes y eficaces remedios. La crisis agrícola y pecuaria es en verdad en nuestra nación latente y profunda; todos la vemos, en todo repercute, y en toda oca- sión y momento la tocamos y palpamos. Por tanto, sería una puerilidad imperdonable detenernos á demostrar su existencia, lo cual no conceptuamos necesario, como tampoco lo es demostrar que es de dia en la parte de nuestro planeta, en que el sol derrama su luz radiante y vivificadora, y para precisar con exactitutud las diferentes causas á que aquella obedece, como son tan patentes, claras y manifiestas, no se necesitan grandes esfuerzos; pues el enfermo que aqueja fuertes dolores señala con puntualidad la parte afec- ta ó dolorida; y cuando un edificio, tanto en su parte interior como exterior tiene anchas grietas, no es difícil apreciarlas al mas ligero reconocimiento. Así, pues, á poco que nos detengamos á observar las diferentes causas de la honda crisis agrícola, y por consiguiente del empo- brecimiento y malestar del país, veremos^ entre otras, como las másprincipales, la muy escasa atención é importancia que nuestros gobernantes y la mayoría de los hombres po- líticos conceden á las cuestiones agrícolas; la complicada legislación administrativa que entorpece toda iniciativa provechosa,» y los muchos obstáculos que se oponen al desarro- llo de cualquier industria y al de todo proyec- to beneficioso para la producción nacional; la poca moralidad administrativa; la falta de buenos tratados de comercio; de mercados para nuestros vinos; de instrucción agrícola; de capitales; de seguridad en los campos; de población rural; de espíritu de asociación entre las clases productoras; de ana estadís- tica oficial exacta: la escasez de aguas: pastos y abonos naturales; los crecidos tributos que gravan la riqueza rústica y pecuaria; la mu- cha indiferencia hacia la agricultura; la pér- dida del todo ó parte de las cosechas: hallarse muy subdividida la propiedad, la baratura d e los productos; las pocas facilidades y el exce- sivo coste para el transporte de los mismos á las fronteras y puertos del litoral, y la aglo- meración en éstos de otros productos análo- gos procedentes del extranjero; y otras di- versas circunstancias ya secundarias, ya eventuales ó nacidas del vicioso sistema económico-administrativo. En tal concepto, enumeradas sucintamen- te las causas originarias del hondo malestar que sufren los agricultores, el objeto princi- pal de nuestro trabajo, es el de proponer ios medios que conceptuamos más prácticos y de verdadera eficacia para remediar ó ali- viar el mal en sus perniciosos efectos; lo caaJ es difícil, pues aunque el médico diagnostique con acierto una enfermedad, no siempre tiene a su disposición los remedios terapéuticos indicados para combatirla, y menos cuando aquélla es incurable ó ya muy crónica y gra- ve, y durante el tratamiento curativo, se pre- sentan multitud de complicaciones que otras agravan unas veces el estado del enfer- mo, y dificultan la completa curación de la dolencia que padece. Afortunadamente, los males que el agri- cultor lamenta, aunque crónicos y graves, oo son incurables, ni de muy difícil aplica- ción los remedios, sino para curar radical- mente el mal, por lo menos para aliviarle y contenerle en los estragos que produce, siem- pre que haya buena, buena fé en todos los hombres entusiastas del bien público y de la prosperidad nacional; pero como la gravedad de la dolencia, no admite espera, la aplica- ción de los remedios habrá de hacerse con la mayor premura, sin la menor dilación, porque si se camina con lentitud, enton- ces tendrá plena confirmación el consabi- do refrán: mientras la yerba crece, el buey perece. Deberes que la patria impone á todos sus hijos. Remediar los males presentes, y evitar en lo posible los futuros, es en verdad alta- mente plausible y provechoso, á cuyo fin ■deben encaminar sus propósitos con paso firme y perseverante todos los buenos Crisis agrícola. 2 Gobiernos; y el coadyuvar á la consecución de una obra tan eminentemente regeneradora,, es un deber apremiante y sagrado que im- pone la patria á todos sus hijos, para que cada cual le ejercite en la medida de sus- fuerzas y facultades. Tal es el objeto exclusivo de nuestro mo- desto trabajo al decidirnos á prestar nuestra insignificantecooperación sin pretensiones va- rias que serían ridiculas porinmodestas,ysólo por considerar un deber de patriotismo, no permanecer en la más estoica indiferencia ante un problema que á todos interesa de una manera tan directa, y que por lo mismo, también todos, altos y bajos, grandes y chi- cos, doctos é indoctos, estamos obligados á elaboraren él y á aportar cada cual su grano de arena para reconstruir y sostener el edi- ficio que salve á la producción nacional de la inminente y espantosa ruina que amena- za, y que de consumarse, sepultará entre sus escombros el más importante ramo de nuestra riqueza pública, y la miseria y el hambre sobrevendrán necesariamente con sus terribles consecuencias. La magnitud de la empresa será segura- mente superior á nuestras fuerzas; pero si no llenamos cumplidamente nuestro propó- sito, no obedecerá á falta de buena voluntad para contrarrestar ó mitigar siquiera los muchos males que el país lamenta; y ya que no sea posible la felicidad humana sobre la tie- rra, debemos aspirar á su constante, aunque lento perfeccionamiento, pues con lentitud, es como mejor se modifican las ideas y costum- bres de los pueblos; caminando despacio porel proceloso mar de la Administración del país para evitar más fácilmente toda clase de escollos, arrecifes y el ímpetu de embraveci- do oleaje, y poder arribar sin riesgo ni so- bresaltos á la hermosa y florida playa en que se desarrollen y fructifiquen la instrucción, el progreso, la moralidad, el orden, la pro- ducción y el trabajo. Las obras de los hombres no pueden ser perfectas, porque la perfección suma solo en Dios existe, y por consiguiente, menos ha de serlo la nuestra, aunque confeccionada con la mayor sencillez, concisión y claridad que nos ha sido posible, animados de la mejor voluntad ante la idea generosa del bien pü- plico; huyendo de abstracciones metafísicas, de utopias irrealizables, y de todo cuanto hemos conceptuado perjudicial y quimérico; como también del vulgar y halagador siste- ma de pedir rebajas en toda clase de tribu- tos, las que si se realizasen, además de mer- mar ostensiblemente los recursos del Tesoro no se obtendrían beneíicios positivos (i); pues si bien reconocemos la inconveniencia y aún la imposibilidad del aumento de gravámenes, porque apenas se puede ya con los actuales, también es evidente que un agricultor coa la rebaja de 25 ó 30 pesetas en su tributación anual, poco ó nada ganaría, si las cosechas son deficientes y sus productos no tienen salida, ó si los precios no son remuneradores; como el obrero que consiga la rebaja diaria de quince 6 veinte céntimos de peseta en el precio de los artículos indispensables para su consumo y el de su familia, si debido á este pequeño beneficio nadie le puede facili- tar después colocación ó trabajo; y de la propia manera que el labrador que por evitar gastos escasea los abonos, aperos y labores de cultivo y la adquisición de obras ó revistas útiles, si después por tal circunstancia obtie- ne cosechas muy reducidas, cuyas pérdidas (1) Si bien es cierto que el país anhela economías, también lo es que éstas requieren tino y equidad para efectuarlas; pues una economía mal entendida, como la de suprimir un organismo necesario, equivale á un despilfarro; y no debe olvidarse el malestar general y las grandes molestias que multitud de pue- blos sufren por la supresión de sus respectivos Juz- gados, carterías y peatones. superan con mucho a las economías con tan grave y manifiesto error realizadas. Aunque cerciorados de que es más cómodo y sencillo proponer que realizar, y más fácil soslayar que tratar á fondo los problemas, proponenios, si, ciertas reformas y la supre- sión ó modificación de ios impuestos más gravosos y perjudiciales á la producción na- cional; pero á cambio de que sean sustituidos por otros nuevos; así como también mencio- namos algunos que, aun cuando tienen más bien el carácter de voluntarios por la índole especial de los mismos, podían obtenerse de su realización considerables rendimientos. Además indicamos diferentes reglas y dispo- siciones, cuya iniciativa y desarrollo corres- ponde exclusivamente al Estado, y las que por obedecer á factores ajenos á su poder y juris- dicción es la incumbencia de las Diputaciones provinciales, Ayuntamientos y particulares, precisándolas con la minuciosidad que nos permite la naturaleza de esta obra y detallan- do los medios que conceptuamos más condu- centes, prácticos y viables para cada caso (i), (1) En alguno quizá con demasiada dureza, ó con la aridez propia de la verdad escueta; pues siendo enemigos por temperamento á. la adulación y lisonja ' entendemos que es preferible decir la verdad que encaminados al importante fin del gran pro- grama en que va envuelto el supremo interés del país, como los más adoptables al mismo; pues para obtener el mejor resultado posible en toda clase de reformas, debe atenderse ai estado peculiar de cada nación, su historia, carácter, costumbres, religión, riqueza públi- ca y privada, grado de cultura, época, ten- dencia, manifestaciones, movientos bibliográ- ficos, etc., porque no en todas pueden infor- marse, ni tener igual aplicación unas mismas amarga á !a adulación que ofusca (por lo de «el amigo y el espejo— tienen entrambos á dos— un mismo oficio y así— el más claro es el mejor), pero sin que sea nuestro ánimo molestar en lo más mínimo á clase alguna, ni persona determinada, todas dignas de protección y res- peto; y por lo mismo si en nuestro trabajo hubiere al- guna palabra ó idea algo dura, nadie se considere ofen- dido, pues nuestro deseo solo tiende á reflejar la situa- ción del país, que quisiéramos poderlo verificar con la misma fidelidad y exactitud con que un espejo refleja la fisonomía que ante él se presenta; y poner al des- cubierto la llaga para comprender mejor su extensión, áfin de que hábiles operadores puedan llevar hasta el fondo de la herida el saludable cauterio que sane la llaga que tanto hace sufrir al paciente; procurando en todo caso harmonizar intereses generales, y mantener harmónicamente la relación del derecho con el deber, por conceptuar que así llenamos mejor nuestro propó- sito, y ya que, según Montaigne, cuando no hacemos el deber, debemos al menos desearle y reconocerle. leyes, doctrinas y procedimientos; como tam- poco es conveniente adoptar el mismo trata- miento curativo en toda clase de personas, aun cuando la enfermedad sea la misma, sino ■que, además de otras diversas circunstancias. -es necesario tener en cuenta el sexo, edad, <:onstitución, temperamento, hábito ó cos- tumbre, posición social del individuo enfer- mo, y hasta su idiosincrasia; porque tam- bién está demostrado que lo que es beneficio- so para un enfermo, aplicado á otro individuo con la propia dolencia, el resultado es perju- •dicial y contraproducente; y de la propia ma- nera que no da resultados el uso ó empleo de una misma semilla en toda clase de terrenos, sino que es preciso tener presente el clima, caUdad del terreno, estación, labores realiza- das, razón, costo y otras condiciones no me- nos esenciales. La crisis porque atraviesa el país, es en verdad triste y angustiosa; los temores au- mentan; el malestar crece; las protestas na- cen por doquier; el horizonte se va cubriendo cada vez más de siniestras nubes, y una acer tada solución al vitalísimo problema agrícola €S sin duda alguna la única esperanza reden- tora, el blanco lirio de la paz, el verde ramo •de oliva, la hermosa flor de la acacia, que pueden desvanecer la tormenta; y con ella los peligros y trastornos que todos los hombres de buena voluntad debemos procurac evitar^ aunque para ello sean indispensables prodi- giosos y titánicos esfuerzos. Lenta y laboriosa ha de ser tan azarosa y , patriótica tarea; pero entendemos que no tan ardua como la de resolver la cuadratura del círculo, el movimiento contiene, la piedra fi- losofal y la dirección de los globos; y porque si querer es poder, entendemos por lo prime- ro, los buenos propósitos y deseos que segu- ramente no habrán de faltar ala inmensa ma* yoria de los españoles entusiastas de la pros- peridad nacional, persuadidos de que el pro- greso y desarrollo de la agricultura conducen por camino directo y seguro al bienestar de naciones; y que si se ha de conseguir que Es- paña vuelva á ser digna de mejores destinos» ha de ser empezando por fomentar con ver- dadera decisión y entusiasmo la riqueza agra- ria, hoy la más abatida y necesitada de re- medios. Aun es tiempo de abrir el corazón á la es- peranza; celajes de un rosado porvenir se dis- lumbran en el horizonte, y ya la aguja indi- cadora presiente en vez de las crudas y violen- tas bóreas, plácidos y suaves favonios. No es que nos dejemos llevar por optimismos exa- gerados, ni que sea pueril ilusión de nuestro deseo, porque el buen sentido nacional se impone ante la necesidad tan apremiante de remediar los muchos males que pesan sobre nuestra nación, siendo indudable que para empresa tan levantada, no habrá de faltar el más decidido y sincero apoyo de todas las cla- ses sociales amantes del bien público, á fin de que al perderse en su ocaso el siglo de mayor progreso que ha tenido la especie humana, brille en toda su plenitud la aurora de un porvenir en relación con nuestro pasado, inaugurando de tal modo una era de prospe- ridad para la patria. -I— «AA/\A/^4. PAf{TE Pf^imEí^ñ IHEDIOS GE]NrEI=lALES CAPÍTLO PRIMERO Importancia capital del problena agrícola. 1. Las naciones más florecientes son las que más protección dispensan á la agricultura. 2. En España se ha llegado al asumun» de los derechos politices.— Los pro- blemas agricolas son los que requie- ren raayor interés y el concurso de todos los buenos españoles. Los problemas relacionados con la Agri- cultura,la más importante sin duda alguna de todas las riquezas conocidas que en el mundo La crisis Ar.uicoLA y pkcuakia existen, son de tal naturaleza y revisten ca- racteres de tan excepcional importancia, que no es posible estudiarlos y menos resolverlos en la propia forma que las cuestiones políti- cas, administrativas, financieras y comercia- les, y que cualquier otra que en la vida social pueda presentarse bajo sus diferentes aspec- tos y manifestaciones. Al consultar la historia de todos los pue- blos y naciones para conocer su estado de prosperidad ó decadencia; al hacer un exa- men analítico y profundo para poder apre- ciar las grandezas y vicisitudes porque ha atra- vesado la humanidad desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, notaremos desde luego que todo aquel engrandecimiento que admiraron lo mismo en los pueblos antiguos que modernos; que todas las épocas que más se han distinguido por su esplendor en los fastos de las naciones con indelebles é impe- recederos recuerdos; y que todos los momen- tos de mayor entusiasmo y verdadera felici- dad conquistados con glorioso afán por el linaje humano, fueron debidos á los inmen- sos beneficios que moral y materialmente reporta á la humanidad entera la muy noble, elevada é importante misión de cultivar los campos, y al decidido apoyo prestado á la agricultura; fuente peremne de riqueza, ci- miento firme de la humanidad, base de toda industria, sostén del comercio, de la que Y SirS VKItDADFKOS UIO.M i;DI O^ . 5 proviene la paz, el orden y el poderío de las naciones y el bienestar de todas las clases sociales. Los egipcios, en su espíritu emprendedor de laboriosidad y amor al trabajo, se dedica- ron con afán y provecho al cultivo de los campos desde la más remota antigüedad, y consiguieron ver á su país en el estado mas próspero y floreciente. El trigo ya se cultiva- ba en Egipto 4.000 años antes de la era cris- tiana. Según el Génesis, debido á los cuidados de José }' á la protección de los Faraones, las zonas bañadas por el Nilo suministraron trigo á todos los países en que el hambre por la escasez de cosechas ocasionaba sus natura- les estragos. Por consecuencia del desarrollo tan admirable de su agricultura llegaron además los egipcios á un grado de progreso y cultura de que sus famosas pirámides, una de las maravillas del mundo antiguo, son mu- dos y elocuentes testigos. La población egipcia creció rápidamente y se hizo colonizadora, llevando su laboriosidad y sus buenas prácti- cas agrícolas á casi todas las regiones del globo. Los hebreos, fenicios y caldeos, y más aun los árabes cansados de la vida nómada y aventurera, llegaron á persuadirse de la con- veniencia de cultivar las tierras, y del traba- jo agrícola abtenían abundantes productos; siendo de admirar la aptitud y constancia de La crisis agkícüi-a y hecuaria los últimos, y el estado de prosperidad a que llevaron algunas comarcas de nuestra penín- sula, y las portentosas obras que todavía se conservan como vestigios de su laboriosidad y civilización. La populosa China, la india, Persia y el Japón han disfrutado largos siglos délos ina- preciables beneficios de paz y prosperidad, y llegado á constituir un poderoso elemento para la cibilización, por haberse dedicado con la mayor asiduidad al cultivo de la tierra, cuyas producciones alcanzaron desde los tiempos primitivos un desarrollo extraordi- nario. La riqueza^ poderío y el bienestar que dis- frutaba la península italiana antes de la funda- ción de Roma, fué por el trabajo inteligente y perseverante en el cultivo de los campos. Al principio de la dominación romana maneja- ban el arado y demás instrumentos de la- branza los más ilustres heroicos y entendidos generales, persuadidos de que las labores de la tierra eran más útiles y provechosas que las conquistas de la guerra. El abandono de tan beneficiosas prácticas agrícolas originó posteriormente el descenso de la producción, la pobreza, el malestar general, y la decaden- cia y ruina del imperio. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS 5 Las naciones más florecientes son las que más protección dispensan á la agricultura. Hoy día vemos también que las naciones que más protección dispensan á la agricul- tura son las más ricas y florecientes. Alemania, imperio poderoso, con cuatro Institutos Agronómicos, Escuela agronómica superior. Academia real económica, Acade- mias reales forestales, Escualas de veterina- ria; dieciseis escuelas agronómicas secunda- rias; treinta y tres granjas-escuelas; las es- cuelas agronómicas de invierno; Escuela real de pomología y viticultura; Escuela superior de jardinería, y otra multitud de centros de enseñanza a:gricola, con laboratorios de aná- lisis de tierras, abonos y semillas; más, pero mucho más que la organización militar ha contribuido á su engrandecimiento el apoyo entusiasta por parte del Estado en favor de la agricultura, y el fruto obtenido con tanto aprovechamiento de la enseñanza agrícola. Es también lo que tiene por base y á que principalmente obedece la lisonjera situación de la riqueza pública y privada del Imperio, que le ha convertido en casi arbitro y dueños de los destinos europeos. Francia que sigue las huellas de todos los adelantos científicos, y en cuanto á la ense- ñanza agrícola progresa rápidamente, con La ckisis agrícola y picci'Aria interesantes revistas agrícolas y pecuarias, Escuelas de riegos, de pastores, horticul- tura, politécnica de agricultura, de veterina- ria, especial de viticultura, de sementales, agricultura práctica^ Institutos agronómi- cos, etc., etc. y más de $o colonias agrícolas destinadas á recibir los niños pobres ó huér- fanos para educarlos y enseñarles las práticas agrícolas: todo lo cual contribuye de una manera prodigiosa á propagar los nuevos adelantos científicos en el cultivo de los cam- pos, que unido á la decisión que demuestran los Poderes públicos por favorecer los intere- ses agrícolas, hace que esta nación sea una de las más ricas, civilizadas y poderosas. Austria-Hungría, Bélgica, Inglaterra, Ru- sia, Suecia, los Estados Unidos, el Brasil, Chile, la Colombia y el Perú en cuyos países la agricultura hace rápidos progresos, por el impulso inteligente y constante en el cultivo de los campos, y á que principalmente se debe la preponderancia, riqueza y poderío que disfrutan sus respectivos Estados. La ItaHa moderna, cuya situación econó- mica no es en la actualidad nada envidiable por los cuantiosos sacrificios que la ocasionan la paz armada y las consideraciones de na- ción de primer orden, sin la decidida protec- ción que se concede á la agricultura, lo mucho que se estimula su progreso y des- Mr. Ottomar 'Hasipt en su obra sobre los ar- bitrajes inserta el siguiente cuadro de las deudas y habitantes de ios Estados europeos en 1892 en esta forma: países Francia. . . Alemania,. . Inglaterra. . Austria-Hungría Bélgica. . . Bulgaria. . . Dinamarca. . España. . . Grecia.. , . Holanda. . . Italia. . . . Luxemburgo. Portugal. . . Rumania. . . Rusia. . . . Servia.. . . Suecia.. . . Noruega. . . Suiza. . . . Turquía. . . Finlandia.. . Montenegro.. Totales.. . HABITANTES DEUDA EN FRANCOS. 38.313.192 49.428.470 37.879.285 41. .384.638 6.136.444 3.154.375 2.172.380 17.560.352 2.217.000 4.511.415 30.347.291 211.088 4.708.178 5.038.312 93.651.771 2.161.961 4.784.981 1.988.664 2.917.76^ 8.049.540 2.380.100 200.054 30 611 13.498. 16.941. 15.413. 2.314. 230. 259. 6.207. 750. 2 375. 12.449. 16. 3.269. 1.032. 17.324. 328. 358. 161. 53. 2.611, 77 685.000 804.000 980.000 181.000 854.000 892. OUO .389.000 027.000 .329.000 975.000 985.000 170.000 808.000 824.000 120.000 739.000 719.000 327.000 402.000 ,467.000 .736.000 359.227.287 126.288.422.000 70 La crisis agrícola y pecuaria sembrar la nueva semilla de la que han de nacer grandes plantas, cuidando de cultivar- las con el buen ejemplo, para que la cizaña no se apodere del campo é impida á los sem- brados su fructificación y lozanía, no olvidan- do que destruir se consigue en poco tiempo, pero para edificar la conciencia pública se necesitan muchos años de lenta y obstinada labor, en cuya ardua empresa, la más espi- nosa y la más difícil de corregir, no habrá de desmayar ningún Gobierno, aunque no logre el fruto de sus afanes y trabajos más que muy paulatinamente y á costa de sacrificios, pues sabido es que no hay atajo sin trabajo, y por- que si .como ha dicho Montesquien: — las na- ciones tienen siempre los Gobiernos que se merecen, el de este pueblo tan admirado como temido debe aspirar á ser grande^ pues grande es España por su historia y por sus- mismas fuerzas, aunque no se le cuente hoy entre las grandes potencias. Los puestos deben conquistarse sin esperar á que se adju-^ diquen. -I— ^/WAff^-i* CAPITULO IV. La enseñanza agrícola. 1. Ventajas de la ciencia. — A ella princi- palmente debemos los inventos y las comodidades que hoy disfrutamos. 2. La ley de enseñanza agrícola.— Debe exigirse el cumplimiento de la mis- ma.— Las conferencias dominicales. — La propaganda agrícola. 3. La enseñanza primaria. — Debe hacer- se obligatoria.— Medida sencilla que pudiera dar favorables resultados. 4. Error funestisimo de muchos labrado- res.— La vida en el campo. — Acción que conviene ejercite el Estado. Producir bueno y barato, y en relación á las necesidades del consumo no es un ideal; tampoco una utopia, ni ilusión quimérica, y menos un milagro, sino que puede y debe llegar á ser un hecho, una realidad palmaria y evidente. 78 La crisis agrícola y pecuaria Ventajas de la ciencia. Para conseguirlo el agente propulsor por excelencia es la instruccióD agrícola. La buena instrucción es el primero y más alto principio de la prosperidad de los pue- blos; es la columna finísima en que deben apoyarse todos los que aspiren á perfeccio- narse por el progreso, la moralidad y el trabajo, que vienen á constituir la trilogía misteriosa de las sociedades modernas; y siendo hoy la primera necesidad agraria del país la instrucción agrícola, todo cuanto tien- da á difundir el principio de la ciencia agro- nómica, será altamente laudable y en extre- mo provechoso; pues la agricultura más que trivial y sencilla, es de las artes y ciencias más importantes y difíciles que se hallan bajo el dominio del hombre. Si la instrucción y la difusión de la cien- cia son más que convenientes necesarias en otros países, lo son mucho más en el nuestro, en el cual la cifra de las personas que carecen absolutamente de todo principio literario está en una proporción desconsola- dora: pues 17.555.632 habitantes existentes en España en 1889, según datos del Instituto Geográfico y Estadístico, sólo 5.004.470 sabían leer y escribir. Reuniendo nuestro suelo como reúne los más fertilizantes medios de producción, Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 79 situado en las mejores latitudes del globo, con "variedad de climas favorables á toda clase de cultivos que nos permite producir los frutos más ricos y de mejor calidad conocidos, es indudable que si no obtenemos mayores re- sultados de la tierra, no es por las condicio- nes del terreno, sino por nuestra apatía y falta de conocimientos. Debido á la instrucción agrícola, Francia ha elevado^ en pocos años la producción media de cereales en más de un 50 por 100, lo propio que Bélgica y Rusia, en cuyos países, y en una misma superficie de terreno laborable, aunque no tan fértil, ni tan pro- pios sus condiciones climatológicas se cosecha sin embargo mayor cantidad que en España, y no creemos sea aventurado asegurar que el mismo favorable éxito pudiéramos obtener •en nuestra nación por idénticos procedimien- tos, los cuales consisten sólo en la reforma de los aperos y aparatos de labranza, labores, abonos y semillas apropiadas ácada terreno, con la ciscunstancia ventajosa de poder prac- ticar en nuestro país el cultivo extensivo, en vez intensivo á que se ven obligados á adop- tar en Inglaterra, Bélgica, Francia, Italia y Alemania. Es un hecho admitido por la ciencia agro- nómica y corroborado por la experiencia que «1 escaso rendimiento de las cosechas obedece más que al mal tiempo á la insuficiencia de 8o La crisis agrícola y pecuaria labores ó á que estas no se practican en tiempo y sazón; á la escasez de los abonos, 6 á su mala condición, como también á la mala calidad de las semillas, ó á que no han sido destinadas en los terrenos más convenientes; todo lo que es necesario practicar con el co- nocimiento debido, y aun cuando los gastos de cultivo sean mayores, estos resultan des- pués remunerados con creces por el aumento de productos. «Es tanta la eticacia de la enseñanza agrí- cola, cuanto que ella enriquece á los indi- gentes y arraiga á los ignorantes»; así excla- maba el esclarecido filósofo ateniense Jeno- fonte, discípulo de Sócrates; y de la misma autorizado opinión fué Pronápides el inven- tor de la escritura occidental y maestro del insigne Homero. Es necesario respetar la ciencia y acoger con paternal solicitud y confianza las ideas, auxilios y buenos propósitos de los hombres del saber; no para dejarse llevar exclusiva- mente de aquellas, sino para comprobarlas en el crisol de la práctica, por medio de en- sayos en pequeña escala, de los cuales se puede desistir cuando mejor plazca, ya den ó no favorable resultado, y sin desatender por eso, si no se quiere, la rancia práctica, ni la mal entendida rutina. En la ciencia es donde deben buscar los agricultores un auxilio eficaz para el buen Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. éxito de sus empresas y al propio tiempo honrarla y protegerla en unión del Gobierno, siguiendo el ejemplo de las naciones cultas y civilizadas como Inglaterra al sentarse el Pre- sidente de la representación nacional sobre un saco de lana en memoria de lo que valió el comercio de esta mercancía, y Holanda al elevar una estatua al inventor de la prepara- ción de los arenques. A la ciencia debemos los inventos y las comodidades que disfrutamos. ¡Cuánto y cuánto debemos á los hombres de verdadera ciencia! ¡Cuántas maravillas tenemos que admirar, y que ya muchas su- peran á cuanto pueden exigir las necesidades de la vida, con las que no hubieran soñado nuestros antepasados, y á las que no habría- mos llegado sin el talento, asiduidad, perse- verancia y sinsabores de los grandes genios! ¡Y cuan poco nos acordamos de los esfuerzos y de los sacrificios á cuya virtud, laboriosi- dad, sufrimientos y aun martirios debemos el regalo, comodidad y bienestar que hoy disfrutamos! Para reconocerlo no es preciso recordar los rudos y penosos trabajos de Hiparco, Tolomeo y Copénico para determinar el ver- dadero sistema planetario; de Benal para la invención del cristal; Speria en la de los 82 La crisis agrícola y pecuaria anteojos; Mencio del telescopio; Játiva del papel; á Gioja que dio á conocer la brújula en Europa (i); á Schawast, según el testimo- nio de valiosos autores y Bacón según otros, por su famoso invento de la pólvora; ni á las dos grandes figuras que descuellan entre las demás del siglo XV Gutemberg y Colón, el primero por su prodigiosa invención de la imprenta, que tanto influyó en todos los ramos del saber humano, y el último por el descubrimiento del nuevo mundo, suceso el más importante y trascendental que regis- tran los anales de nuestra historia; á Ponce de León que en el siglo XVI inventa el modo de instruir á los sordo-mudos; Galileo que en el siguiente inventa el péndulo y descubre el movimiento de la tierra; Torricelli el termó- metro; Newton la ley de la gravitación uni- versal; Franklin en el XVIII que con su ma- ravilloso pararrayos libra al hombre de los funestísimos efectos del fluido eléctrico en el momento de terrible tempestad. El siglo actual; apellidado con tanta razón el de las luces, cuenta con hombres de gran ingenio y valia como Morse, autor del primer telégrafo electro magnético que facilita la comunica- ción con una rapidez asombrosa de uno á otro continente; Stephensón que creó los íl) Si bien ya fué conocida antes por los chinos, de quienes la tomaron los árabes. Y SL'S VERDADEROS RE.MEDIOS. 8? caminos de hierro, acortó las distancias y operó una gran revolución en todos los ramos de la actividad humana; Frinyi inventor de las cerillas que tan buenos servicios prestan á todas las clase sociales; Bell con su teléfono que nos hace oir, conciertos sonoros y la pro-, pia voz de los parientes y amigos separados, por largas distancias; Heilmann que ha re- suelto el problema de Ja aplicación práctica de la electricidad á los caminos de hierro con su locomotora eléctrica, la que puede des- arrollar una velocidad máxima de 200 kiló- metros por hora (i); Gray y Bertillón con su telautógrafo que transmite los dibujos ó re- tratos á medida que el expedidor los escribe, en un papel especial: Edissón hombre sin se- mejante hasta el día, el más original y el más fecundo de cuantos inventores han conocido las edades, con más de quinientas patentes de otros tantos inventos, siendo el más impor- tante y prodigioso el fonógrafo que retiene y conserva incólume la voz humana y todos los demás sonidos para reproducirlos con la mayor fidelidad cuando el hombre lo desee (2),. (1) Experimentada oficialmente en Mayo de 1894 entre París y Nantes, con gran éxito. (2) Y que un relojero de Ginebra le aplica en la actualidad á uno de sus relojes, el cual en vez de dar á conocer las horas por medio de lentas campanadas;. las pronuncia. 84 La crisis agrícola y pecuaria con su complemento el kinestóscopo (i) fundado en la duración de la retina para dar vida y movimiento á las figuras tomadas ins- tantáneamente de la realidad. Y ^quién sabe, si como opina Berthelot, así la física y la química llegarán á reempla- zar al combustible? Quién sabe si la ciencia hallará también medios para dirigir con rumbo cierto y se- guro globos y aparatos voladores que sur- quen la regiones aéreas! ¡Quién sabe si podrá establecer y realizar la ubicuidad en cuanto humanamente sea posible, con vertiginosa rapidez del pensamiento! y ¡Quién sabe por último, las sorpresas que á las generaciones futuras, y algunas quizá á la actual reserva la ciencia! Sin los hombres de verdadera ciencia, los productos agrícolas no podrían ser transpor- tados á países lejanos, ni aún á muchos de los inmediatos. Hoy que debido á los auxilios de la cien- cia tenemos cómodas carreteras con sólidos puentes que facilitan el tránsito de los más (1) Perfeccionado por el sabio Lumiere, y por medio de su ingenioso aparato titulado cinematógrafo no ya uno sólo, sino miles de expectadores á la vez, pueden contemplaren su tamaño natural las personas, animales, edificios y cuantos objetos deseen ver repro- ducidos. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. anchurosos y caudalosos ríos; canales de navegación para el transporte de los frutos del campo, y de riego para fertilizar los cam- pos, abrasados por las prolongadas sequías; que vemos perforadas la antes inaccesibles montañas; para transportar con toda como- didad viajeros, correspondencia pública y todos los productos de la tierra, la locomoto- ra atravesando rápidamente valles, ríos y montañas; y con igual objeto el vapor surcan- do los dilatados y peligrosos mares. Empresas que á las generaciones pasadas hubieran parecido un imposible, ó una gran locura se llevan á cabo con el mayor éxito, como las colosales y atrevidas del puente sobre el canal de la mancha, y la de un ferro- carril tubular submarino á través del mismo canal; el pensamiento de unir el Atlántico y el Mediterráneo á través de Francia, vá ga- nando terreno cada día, y la terminación del canal de Panamá (no obstante las graves di- ficultades surgidas de orden diverso al cien- tífico) se espera que pronto sea un hecho como lo fué la del istmo de Suez, y como lo ha sido la del canal de Kiel, obra también colosal y atrevida que une el mar del Norte al Báltico (i). (1) Cuya inauguración se verificó con gran pompa y solemnidad en 21 de Junio de 1895. 86 La crisis acrícola v pecuaria Hoy que por los interesantes estudios y trabajos de Liebig, la fabricación y empleo de los abonos industriales ó artificiales bien combinados en principios nitrogenados, po- tásicos y fosforados para devolver á la tierra las substancias fertilizantes que las plantas extraen de ella, es otra de las conquistas de la ciencia moderna; cuya idea ha sido des- pués comprobada por medio de los análisis y experimentos efectuados por químicos de la Sociedad Real de Agricultura de Inglaterra, habiendo evidenciado el grado de utilidad y eficacia de los mismos con el más favorable éxito. Hoy que para las prácticas agrícolas las casas constructoras de Horward, Tasker,. Sturgess, y Foley y otras muchas ponen á dispocición de los labradores arados perfec- cionados; máquinas sembradoras que al mismo tiempo labran la tierra y cubren las semillas; segadoras, trilladorasy aventadoras movidas á vapor por fuerza animal, cuyos satisfactorios resultados llenan los más exi- gentes deseos. Hoy que el vapor y la electricidad se apli- can también á la agricultura; que muchas teorías de carácter científico han pasado del período esperimental y de información, cons- tituyendo hechos incontrovertibles; hoy que la ciencia descifra los fenómenos de los cuer- pos celestes; analízala composición física y Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 87 química de las cosas creadas, y facilita enér- gicos recursos terapéuticos para aliviar mu- chas dolencias, contribuyendo así al bienestar del género humano; hoy en medio de tantos y tan notables progresos; en medio de tantas y tan importantes conquistas alcanzadas por la ciencia moderna; en vez de desdeñarla, rindámosla homenaje de admiración, respe- to y simpatía, y digamos con Byron: ¡másluz! y más protección á esa ciencia bienhechora que no cesa en sus estudios é investigacio- nes hasta agotar los recursos de su saber y de su ingenio en holocausto del bien pú- blico. Los hombres de verdadera ciencia no pro- ceden jamás por miras á intereses bastardos, pues éstas no tienen cabida en almas nobles y elevadas; y las ventajas debidas á sus des- velos, estudios y sacrificios, las disfrutan to- dos aquellos que estiman los consejos de la ciencia y saben utiHzar sus conocimientos y adelantos; de la propia manera que cuando una fórmula bien dispuesta y preparada de- vuelve la salud al enfermo no son el médico y el farmacéutico quienes utilizan principal- mente de tal beneficio, sino el enfermo mismo, que guiado por los consejos de la cien- cia, aplica con oportunidad aquélla. No es tampoco que los medios que propon- gan pertenezcan al mundo de la mitología, consistan en arte de magia, nigromancia, Crisis agrícola. 8 88 La crisis agrícola y pecuaria artificio, ni sean en extremo costosos y de difícil realización, y menos como el mentir de las estrellas, puesto que los relativos á las prácticas agrícolas pueden comprobarlos hasta las clases poco acomodadas, coma aconseja el ilustrado agrónomo francés Mon- seur Georges Ville por medio de repetidos ensayos en muy pequeña escala, y con el conocimiento debido, hasta depurar sus más insignificantes detalles. Los terrenos de todas zonas y países, ya estériles ó feraces, suelen ser siempre suscep- tibles de mejoras para obtener de ellas ma- yores y más positivos rendimientos. Cierto que no basta solamente estudiar en los libros, porque muchos conocimientos agrícolas se adquieren mejor con la práctica» El agricultor necesita instrucción teórica y práctica, basadas en el resultado especial de la agricultura de su región, pues cada zona tiene condiciones y necesidades peculiares; por lo mismo es necesario asociar la una á la otra, para que ambas marchen siempre unisonas como buenas hermanas al estudio, ensayo y observación; saber practicar las teorías y comprender la teoría de las prácti- cas, para obrar con acierto y obtener mayo- res productos de la tierra, y porque además, una de las aspiraciones legitimas del hombre es la de aspirar á ensanchar cada día su órbita de acción, su actividad é inteligencia. Y SCS VERDADEROS REMEDIOS. St) La ley de la enseñanza agrícola. — Debe exigirse el cumplimiento de la misma. — Las conferencias dominicales. La ley de i." de Agosto de 1876, sobre enseñanza agrícola, concedió derecho á todas las provincias para establecer granjas-mode- los, experimentales y estaciones agronómi- cas; dispuso que todos los domingos hubiera una conferencia agrícola en cada capital so- bre los temas que fijasen previamente las Juntas provinciales de agricultura; y que en los mismos dias se explicara en todos lo? pueblos de la Monarquía por las personas que se prestasen á hacerla una cuestión re- ferente á la industria que mas interese á la localidad, y que á falta de otras personas, el maestro de primera enseñanza leyese un capítulo de la obra que le designase la Junta de Agricultura; con otros sabios preceptos que por lo mismo que son del mayor interés para el fomento de la agricultura, han caido en desuso y se hallan relegados al olvido. El Rey D. Alfonso XII, protector entusias- ta de los intereses rurales, esperaba mucho de las Conferencias, y en la Sesión inaugu- ral celebrada en el suntuoso paraninfo de la Universidad Central el 3 de Diciembre de 1876, excitaba á difundir la luz de la ciencia con estas augustas y elocuentes palabras: oo La crisis agrícola y pkcuaria aEn efecto, como ha dicho el Sr. Secreta- ario de la Junta, y en particular el Sr. Mi- »QÍstro de Fomento, Las Confereyícias agríeo- slas, pueden ejercer tan benéfica influencia »en la prosperidad del país, como que en «ellas se han de tratar todas las cuestiones »de que depende el porvenir de la Agricui- «tura. La repoblación de nuestros bosques; »el estudio de riegos y aprovechamiento de «aguas de nuestros ríos; el de las diversas »zonas agrícolas de la Península y del cultivo »más propio á cada una de ellas; y, en fin, »la solución de todos aquellos problemas que, »bien estudiados y resueltos, deben ser fuen- »te de prosperidad y de riqueza, han de »atraer á este centro á los hombres estudio- »sos que puedan contribuir á su buen éxito »con las ideas de la ciencia ó con las observa- «ciones de la práctica». Es necesario, pues el cumplimiento de una ley tan provechosa y que tanto bien pue- de reportar en favor de los intereses agrí- colas. El artículo 9.° sobre Las Conferencias do- minicales, áobt cumplirse particularmente en los pueblos; si bien estimamos que debe modificarse para reducir aquéllas á un sólo domingo en cada mes, y exceptuar los rela- tivos á la recolección de frutos, como medio de que resulten más útiles y provechosas; porque así como la prohibición excita m.ás Y SCS VERDADEROS REMEDIOS. QI el deseo, la obligación ineludible cuando es constante, pesada y monótona se hace des- agradable y en ocasiones resulta ineficaz; debiendo las Juntas provinciales exigir de los Alcaldes en los tres primeros dias de cada mes la remisión de un estado en el que se consignen los nombres de las personas que hayan tomado participación en las conferen- cias agrícolas del mes anterior, el tema ó temas sobre que haya versado, reformas propuestas para la mejora de cultivos, fruto obtenido de aquella y cuantas observaciones fueren conducentes al importante fin de fo- mentar la riqueza agrícola y pecuaria. Las mismas Juntas provinciales, deberán también estimular con el ejemplo é inspec- cionar cuanto sea posible para que se cum- pla el artículo referido. Dos veces al año publicarán en el Boletín Oficial, una relación de las personas que por su celo é interés en pro de la enseñanza agrícola, más se hayan distinguido en cada respectivo semestre. Al terminar el año, formarán la oportuna propuesta de recom- pensas, por méritos especiales adquiridos en las conferencias' agrícolas, la que será publi- cada en los Boletines Oficiales y periódicos lo- cales,para quedurante losquince dias siguien- tes, puedan interponerse cuantas reclamacio- nes fueren procedentes; y rectificada la ele- varán sin dilación al Ministerio de Fomento. g2 La crisis agrícola y pecuaria La propaganda agrícola. Por Real orden de 15 de Enero de 189556 declaró en suspenso la publicación de la Gaceta Agrícola, por haber terminado el contrato ce- lebrado para la impresión y publicación de la citada revista que por espacio de 18 años con- secutivos se había venido sirviendo á los Ayun- tamientos. La experiencia ha demostrado que la ex- presada revista aunque interesante y redac- tada por personas de una ilustración muy vasta y de conocimientos agrícolas poco co- munes particularmente teóricos, no ha llena- do los deseos de los agricultores, pues mu- chos de los ejemplares se hallan en algunos archivos municipales en el mismo estado que se recibieron. Por lo tanto, conviene dar otra forma á la susodicha publicación, adoptándo- la á 'los conocimientos y deseos de quienes hayan de pagarla y obtener fruto de su lectu- ra; y á tal fin conceptuamos lo más conve- niente que el Estado realice con decidido pro- pósito la campaña de la publicidad, gratuita á ser posible, ó en otro caso por una cuota muy reducida, por medio de periódicos dia- rios (en vez de una revista quincenal y de 132 páginas como lo era la mencionada Gace- ta) en los que de un modo claro y concreto se explique á los labradores la manera de pre- parar y emplear los abonos y las semillas más Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. Q^ convenientes á cada terreno; de practicar riegos y labores; los artículos que tengan mayor consumo y aceptación; sus precios en los principales mercados nacionales y extran- jeros, y cuantas reformas sean convenientes para el desarrollo y fomento de la agricultu- ra, con el objeto de difundir la enseñanza y los conocimientos teórico-prácticos en un ra- mo tan vasto é importante, y entre una clase tan numerosa en España como la de agricul- tores, á fin de llevar hasta la última aldea las nuevas ideas de carácter científico que ofrez- can los adelantos modernos, para que el retraso no sea el estado normal del la- briego. De no realizarse gratuitamente la propa- ganda agrícola, deberá guardarse siquiera la misma previsora excepción establecida por la ■expresada ley de i.° de Agosto de 1876 en fa- vor de los 1500 Ayuntamientos de menor ve- cindario, en los cuales es más precisa la lec- tura diaria y provechosa, por lo mismo que «n ellos se carece de los valiosos elementos de instrucción de que disfrutan otras poblacio- nes de más importancia. También será conveniente que el Ministe- rio de Fomento forme y publique, en vista •del censo de población, la lista de los pueblos que en su caso hayan de ser exceptuados del pago, pues algunos de los que lo fueron para ia Gaceta Agrícola se vieron no obstante Q4 La crisis agrícola y pecuaria apremiados por el importante de la suscrip- ción y á los demás no se les sirvió tan intere- sante revista, lo cual no dejó de ser una com- placencia en favor de una empresa, pero en perjuicio de muchos pueblos interesados (!)► La enseñanza primaria. — Debe hacerse oblitoria. — Una medida sencilla que pudiera dar resultudos. Pero es necesario empezar por la base,, por la piedra angular del edificio de la edu- cación, por la enseñanza primaria, la más^ útil á la vida de los pueblos; pues en otra caso de nada serviría la propaganda de la& ideas en un país como el nuestro en que la mayor parte de los habitantes no saben leer ni escribir. (1) En los números S.» y 4,° de la Gaceta Agrícola correspondiente á los días 15 y 30 de Noviembre de 1876, se publicó la relación de los 1.500 Ayuntamien- tos de menor vecindario exceptuados del pago de la suscripción; pero como desde el referido año al de la fecha se han publicado dos nuevos censos de pobla- ción, muchos pueblos han vanado seguramente el número de habitantes de alta ó baja, y por lo tanto, procede que se fije, determine y publique en su día una nueva lista ó relación para que disfruten de tal beneficio los pueblos á quienes corresponda según el censo oficial vigente, para lo relativo á las publicacio- nes sucesivas que deberán ser remitidas también á Ios- Ayuntamientos exceptuados del pago. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 95 La enseñanza primaria debe ser obligato- ria, gratuita y función del Estado, porque la instrucción es la base única y absoluta del bienestar de las naciones; el destello purísimo que ilumina las inteligencias y disipa las tinieblas con su foco perenne de luz explen- dorosa. Instruir, es construir (i). El destino de los pueblos depende de la educación de la juventud (2). La instrucción alimenta el espíritu, y la educación nutre el alma (3). Educar instruyendo debe ser el problema de la humanidad, porque además de ser ineludible la ley del progreso (4) la educación es una segunda existencia dada al hombre, y en la buena educación imperan también las buenas costumbres (5); pues hasta la práctica de la virtud parece que repugna cuando va acompañada de malos modales (6). Adolescens juxta viam suam, etiam cum senuerit, non recedei ab ea (7). (1) Víctor Hugo. (2) Demócrito. (3) Gormen. (4) Poncede León. (5) Aristóleles. (6) Midletón. (7) Pío IX, 29 Jun. 18- ?2 á los Rectores de los Co- legios g6 La crisis agrícola y pecuaria Es de urgente necesidad hacer obligato- ria la asistencia á las escuelas de primera enseñanza, de todos los niños comprendidos en la edad deó á lo años inclusive, exigiendo multas á los Ayuntamientos respectivos, sin perjuicio deque éstos se reintegren délos padres, cuyos niños hayan cometido las faltas de asistencia, y de cumplir lo dispuesto en el art. 603 del Código penal (i). Por lo mismo que estimamos muy en alto grado á las Corporaciones municipales, á esa institución tan importante y que an- terior al Estado es la base de la Administra- ción general, no vacilamos proponer en pri- mer término para la misma, la responsabili- dad insinuada, en la que podrán escudarse los Ayuntamientos para evitar *muchos in- convenientes que, bien á pesar suyo, toleran en la actualidad por consideraciones de amis- tad, parentesco, etc.; y ya que muchos ten- gan por axioma que la vida délos pueblos envejece, empobrece y envilece, no debe omitirse medio alguno para fomentar en los mismos la enseñanza primaria, base de todo (1) Art. 603. Serán castigados con la pena de cinco á quince dias de arresto y reprensión: b.° Los padres de familia que abandonaren sus hijos, no procurándoles la educación que requiera su clase y sus facultades permitan. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. Q7 adelanto y progreso, la cual puede evitar y remediar muchos males. Por otra parte, los Ayuntamientos dentro del círculo de sus atribuciones, en las ordenanzas municipales y por los demás medios á que les autorizan los artículos 72, 73, 74 y 77 de la ley Munici- pal, pueden hacer mucho para obligar á los padres á que en vez de dejar sus hijos entre- gados á la vagancia y á la corrupción, los envíen á la escuela á recibir la mejor heren- cia que pueden legarles, que consiste en una buena instrucción y educación; con las que además la ignorancia desaparecerá paulati- namente, evitando así muchos de los males que la sociedad lamenta (i). Error funestísimo de muchos labradores. Además de la falta de ilustración agrícola, existe otro mal, un error crasísimo en mu- chos labradores; y es la poca inclinación que tienen y el poco interés que demuestran por la agricultura. La clase agrícola es á no dudarlo la más sobria, la más laboriosa y la más sufrida; pero sucede lo que en las demás clases socia- les, que hay también sus excepciones, y al- gunos labradores que aunque pobres no (1) En la Parte 4.a precisamos los medios para realizar las multas por las faltas insinuadas. La crisis agrícola y pecuaria quieren parecer que lo son, y dejándose lle- var de una consideración superficial de las cosas, acuden al préstamo, c hipotecan sus fincas para apartar á sus hijos de las labores agrícolas, con lo cual no se consiguen más que lastimosas realidades mal encubiertas por el falso brillo de la apariencia, en per- juicio de sus propios intereses. En Italia, Inglaterra, Bélgica, en los Esta- dos-Unidos y en otras naciones más adelan- tadas que la nuestra, los propietarios estu- dian agricultura y dedican sus hijos á esta ciencia tan amena é interesante, á esta noble labor de cultivar los campos, á la que Cicerón consideraba como la más adecuada, la más fecunda y la más digna ocupación del hom- bre libre é ilustrado; en la que obtienen cre- cidos rendimientos; mientras que en España el que puede vivir, aunque sea con estrechez, con las rentas que le producen sus tierras, se rebaja con ser hombre de campo, tiene á mengua ser labrador, entrega sus fincas á colonos pobres que carecen de instrucción y de los medios necesarios para mejorar las fincas y hacerlas producir, por cuyos medios es imposible que la agricultura adelante, las tierras rindan los productos de que son susceptibles, ni que propietarios y colonos prosperen lo que debieran. Y SUS VERDADEROS RE.MEDIOS. QQ La vida en el Campo. Olvidando que la vida en el campo es la más sana (como saben por sí mismos), los que tienen medios educan á sus hijos para abogados, médicos, farmacéuticos, filósofos, militares, etc., sin consultar el atractivo ni la capacidad, difíciles de conocer en los prime- ros años cuando del estudio para la mejora de sus fincas rústicas, de la ganadería, de la explotación de minas y de cualquier indus- tria fabril heredada ó adquirida, puede ob- tenerse un porvenir más halagüeño y seguro que de las carreras científicas ó literarias. La agricultura ofrece ancho campo para que los hijos de las personas de posición, en particular los de los labradores^ desarrollen su actividad y su inteligencia, conviertan éstas en dineros, sean útiles para la produc- ción agraria y labren á la par que la tierra, la felicidad del hogar doméstico. El trabajo dignifica; es ley universal y ne- cesaria de la vida hamana. Los que se afanan en buscar el talismán de la felicidad que les permita vivir sin trabajar, olvidan sin duda el Código escrito por la mano de Dios; que no pueden eludir el cumplimiento de tan sagrado precepto; y que solamente en el tra- bajo honrado es donde se encuentra el pro- greso intelectual y material. lOo La crisis agrícola y pecuaria La virtud— ha escrito M. Le Play— hace heroicos á los pueblos: el vicio acaba con ellos y los arruina. El trabajo es la fuente de las virtudes; «por consiguiente, la institución que dé á co- nocer á todos, á pobres y ricos, de una ma- nera activa la idea del trabajo humano, es la i'mica poderosa á hallar solución á este difícil problema (i)». Por otra parte, la vida en el campo, ade- más de ser la más sana porque es donde se respira el aire más puro y oxigenado, es asi- mismo la más tranquila y placentera (2) par- ticularmente en el mes de las flores, como se apellida al mes de mayo, ostentando sus ricas y hermosas galas con su inmensa va- riedad de flores naturales; formando un con- junto precioso, un magnífico panorama que (i) .Martínez y González en su obra La Crisis de la Agricultura. (2) Buen ejemplo tenemos en e! diplomático de Versalles, en el hombre extraordinario que con su ta- lento y su genio ha cambiado la geografía y el estado nacional de una parte importante de Europa; en Bis- marck que ahora busca ei gran secreto de la paz y tranquilidad, haciendo vida de campesino en su granja de Friedrichsruhe. En análoga vida pacifica y campestre, blandiendo el hacha de leñador, le secunda el eminente estadista inglés Giadstone. Y SUS VERDADF.ROS REMEDIOS. tanto embellece los campos y embalsama el ambiente con sus suaves y deliciosos aromas. En la primavera, estación feliz, en que las plantas verdean y florecen, y las semillas germinan, es cuando el labrador concibe la más grata de las esperanzas, al ver que todos sus afanes y trabajos van á ser en breve remunerados. En el campo, bajo las caricias del sol que nace para todos los hombres, se contempla mejor el ancho firmamento, á la vista de tan maravilloso espectáculo, y desde donde me- jor se puede elevar el pensamiento á los es- pacios, sentir algo y admirar mucho, ya que no comprender tanto portento. El sudor que el hombre de su frente de- rrama, le recuerda su pequenez, y la natura- leza, metamorfoseada por el cultivo y por el curso admirable de las estaciones, le revela á la vez que la mano del Omnipotente el consolador secreto del espíritu: la inmorta- lidad. Es también donde mejor puede incul- carse á los jóvenes el bello pensamiento del profeta. Initium sapientice timor fiomini, (i) base de la enseñanza cristiana, porque donde ésta falta, no se teme á Dios, y donde no se teme á Dios, no puede haber verdadera fra- ternidad, amor al prójimo, ni cosa buena. (1) EccI. I. 16, La crisis agrícola y pecuaria «Deber sagrado y premiantes es en todos los padres de familia y encargados de la en- señanza el procurar que la juventud se ins- truya en la religión y en las buenas costum- bres, como conviene á personas cristianas, de lo cual depende en gran manera el bien público (i). Además, la educación física es necesaria para desenvolver los órganos y las fuerzas del cuerpo, preservarle de todo cuanto pueda serle nocivo y restablecer la salud, cuando por cualquier circunstancia se hubiere alte- rado, que tanto aconseja la ciencia moderna, conforme con la tan célebre como repetida frase de Juvenal; Mens sana in corpore sano; pues ya nadie duda que el buen desarrollo físico puede conducir al desarrollo intelec- tual y por consiguiente al mayor grado de cultura; ó lo que es lo mismo; atender al desarrollo del cuerpo para llegar al perfecto desenvolvimiento de las facultades de la in- teligencia; con todo lo que, los padres de familia harán cuanto esté de su parte á fin de conseguir que sus hijos sean útiles á Dios, á sus mismos padres, á la patria y á la so- ciedad. (1) León XIII, en su Encíclica Inmortálite Dei 1.° Noviembre de 1885. Y SUS VERDADjEROS REMEDIOS. lU^ Acción que conviene ejercite el estado. Al Estado pues, corresponde cohibir de un modo más ó menos directo ese afán inu- sitado, ese error tan funestísimo de muchos padres de familia, (más extraño y censura- ble en los labradores) de apartar á sus hijos de la vida del campo para llevarles á sitios en que por cultivar su inteligencia, labran muchas veces su perdición y su ruina. Para el logro del objeto indicado entendemos que por ahora, será suficiente elevar los derechos de las matrículas de asignaturas, y los de los títulos académicos y profesionales (i); cuya medida y cualquier otra conducente al pro- pio fin, además de allegar recursos al Erario, contribuirá al fomento de la riqueza agrícola, al mejor cultivo de los campos, y á labrar la felicidad del país, hoy más sediento y nece- sitado de verdaderos trabajadores, que de tí- tulos académicos. (1) Asi lo proponemos en el capítulo de Nuevos Ingresos. e"^í>©><2/<5VeX£>'5>-^>^ Crisis aricóla. CAPÍTULO V. Los Tratados de comercio y los Cambios. 1. La cuestión arancelaria es un factor esencial para la mejor solución del interesante problema agricola. ^. La protección racional es un medio ne- cesario y eficaz para el fomento de los intereses nacionales.— Es además conveniente para harmonizar el ca- pital y el trabajo. 3. Los cambios sobre el extranjero.— El régimen arancelario es el mejor co- rrectivo del cambio internacional. Los Tratados de comercio influyen pode- rosamente y de una manera tangible, direc- ta, é inmediata en el régimen de los Estados y en favor ó detrimento de la producción, industria, comercio y del trabajo nacional; según que aquellos sean beneficiosos ó perju- diciales á tan importantes elementos de ri- queza. Son, en verdad, indispensables por los grandes rendimientos que proporcionan al io6 La crisis agrícola y pecuaria Tesoro (i) en alivio del contribuyente, y por lo mucho que pueden favorecer los intereses nacionales con los beneficios recíprocos que otorgen las partes contratantes. Sirven ade- más para estrechar los lazos de simpatía, que unen á los países convenidos, cuando respon- den á sentimientos mutuos y al verdadero in- terés de ambos. Los pueblos como los individuos se deben recíproco afecto, no pueden ni deben vivir (1) El impuesto de Aduanas fué conocido en todos- ios pueblos de la Antigüedad donde tuvo alguna exten- sión el comercio, siendo hoy uno de ios más esencia- les, y el menos combatido de todos. Los griegos y los romanos organizaron un sistema de aduanas sobre toda clase de mercaderías y además cobraban derechos de exportación y del tránsito. Los países más libres y más florecientes utilizan la renta de aduanas, una de las más cuantiosas é im- portantes para acrecentar los ingresos de su Erario respectivo. Inglaterra en el siglo XVIII estableció un sistema protector; y á mediados del actual llegó á recaudar anualmente en las aduanas más de 600 millones de pesetas. Alemania, Francia, Italia y Rusia obtienen cuan- tiosas sumas del impuesto aduanero y los Estados- Unidos recaudan más del 50 por 100 de su presupues- to de ingresos. España tuvo el portoriiim que en tiempo de Augus- to subió hasta una octava parte del valor de los obje- tos, y el almojarifazgo 6 de puertas que cobraban lo& Y SUS VERDADEROS RE.MEDIOS. IO7 aislados, y tienen por consiguiente la obliga- ción de auxiliarse en sus necesidades, siendo una de las más precisas la de celebrar con- ciertos para dar salida á sus productos, ya naturales ó manufacturados, evitando repre- salias, competencias y antagonismos, y que degenere en guerra económica de oposición sistemática lo que debe ser concordia y har- monía para el fomento de intereses mu- tuos. Es preciso estudiar muy detenidamente los Tratados, y «hoy que la política económi- ca de los Estados tiende cada vez más al abandono de los ideales fisiócratas del libre- cambio y en más de un caso se encierra den- tro del más resuelto proteccionismo, toda mesura es poca y de toda precaución escasa árabes sobre todos los géneros. El santo Rey D. Fer- nando, después de apoderarse de Sevilla dejó subsis- tente este derecho y determinó en el primer cuaderno las mercancías que quedaban sujetas al pago de adua- nas. Los diversos aranceles que han venido rigiendo •han obedecido más que í las necesidades del Tesoro y aun que del impuesto de Tabacos, del ConsuQio y bastante más que á las conveniencias de la producción, A las diversas vicisitudes y á las formas de gobierno y administración del país. Hoy la renta de aduanas, después de la contribu- ción territorial, es la primera en nuestra nación; exce- de de 100 millones de pesetas el ingreso anual; más que el de la contribución industrial. io8 La crisis agrícola y pecuaria al comprometer los intereses de la produc- ción nacional en una lucha á la cual se pre- sentan denonadas y pujantes las produccio- nes extranjeras.» (i) Si el comercio es, como ha dicho Carlos Fourier, «el arte de comprar en tres francos lo que vale seis, j de vender en seis francos lo que vale trest, con los Tratados suele ocu- rrir una cosa idéntica, pues como expuso el Principe de Bismark al consignar lo que sig- nifican de ordinario estos convenios cada vez. que uno de los mismos queda concluso lo pri- mero que se acostumbra á preguntar es: ^á quién se engaña aquí, quién el engaña- do? Así resulta generalmente, pero no se des- cubre sino al cabo de cierto número de años... Un tratado de comercio es un síntoma de feliz amistad: pero para la economía nacional lo que únicamente importa es el contenido, la substancia; y si logramos que un Estado nos compre más que nosotros á él ciertamente yo no me opondré, con tal de que no origine un gran desconcierto en nues- tros asuntos interiores, y en nuestra situación actual como productores (2). Tal es, en efecto, la esencia de los Trata- dos de comercio, á pesar de que se los llame (1) Estudio de la mayoría de la Comisión del Se- nado disuelto al proyecto del Tratado coa Alemania. (2) Dis. pronunciado en el Reichstag. el 2 de May» 1879. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. lOQ de reciprocidad, ó de nación más favorecida, cuya primera fórmula bien garantizada en la estipulación, ya es sabido que sirve para po- der entablar la oportuna demanda de resci- sión fundada en prueba de lesión enorme ó enormísima, y que la del trato de más favore- cida equivale en la práctica á privar el dere- cho de reclamación ó protesta por el engaño, y á que el débil resulte más sacrificado, asi que importan poco las seductoras vestiduras teóricas, los barnicesy las rúbricas de cortesía diplomática, á que recurren en tales casos las partes contratantes para cubrir la desnu- dez de una triste realidad, cuando al fin que persiguen los Estados es vender el uno más que el otro y con más positivas ganancias. El arte de negociar Tratados, es una de las obras más complejas y delicadas que cabe confiar á la habilidad más que á la buena fé de negociadores expertos, los cuales no pue- den tener completa seguridad de haber de- jado á salvo los intereses que les fueron en- comendados, por más que estipulen en el convenio un plazo de muy corta duración, la reprocidad, Tarifa mínima y cláusula de garantía; pues algunas naciones quedan en la Tarifa mínima tan altos los derechos, que no es posible aprovecharlos, y por que la reciprocidad no existe donde hay le- sión para unos intereses y favor para otros, siendo además imposible, por las muchas no La crisis agrícola y pecuaria eventualidades del porvenir, conocer de an- temano los resultados en las liquidaciones del tráfico internacional, aún cuando se con- siga alguna supremacía, y, después de haber propuesto y concertado en las estipulaciones comerciales todo aquello que á cada nación le importa, aparezcan menos probables las perdidas que las ganancias. Sin embargo, como no hay regla sin excepción (pues en tal caso sería una excep- ción de la reglaj, puede ocurrir alguna vez que los Tratados sean ventajos para ambos países, porque hay productos que sobran en una nación y son necesarios en la otra y vice-versa; pero aún así toda precaución será poca y todo descuido punible para no dejarse seducir por el más meditado eufemismo. La protección racional es un medio necesario para el fomento de los intereses nacionales. La cuestión arancelaria es en la actuali- dad del mayor interés é importancia, y un factor de los más esenciales para la mejor solución del interesante problema agrícola. Es el que hoy preocupa seria y profunda- mente á todo el país, en particular a los pro- ductores, pues tienen su pan y sus intereses en manos de sus gobernantes. Ocioso y prolijo sería intentar discutir el proteccionismo y el libre cambio, pues nadie Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. con fundamento puede negar que el recargo del Arancel es indispensable para el fomento de la agricultura, y porque la experiencia nos demuestra bien claramente la inmensa ven- taja del primero y los enormes perjuicios que el último ha ocasionado á los países productores. La protección es absolutamente necesaria para el fomento de la riqueza agrícola y pe- cuaria como lo es también para el del co- mercio, la industria y el trabajo nacional. El libre-cambio, por el contrario, es fu- nesto en sumo grado, porque ha impedido que el desarrollo iodustrial haya alcanzado mayores proporciones en nuestra patria; es el que la ha arrebatado su crédito y su dine- ro, y el que ha obligado á emigrar de Espa- ña a muchos de sus hijos renegando del suelo en que nacieron. Hoy ese sistema no representa otra cosa que la quiebra del Te- soro público, la ruina completa de la agri- cultura, el malestar de los obreros, y la per- turbación en todas las clases sociales. Es, pues, necesario defender con decisión y entusiasmo los intereses de la producción nacional, que aunque materiales, conducen á un fin moral, adoptando al efecto un ré- gimen exclusivamente proteccionista; un proteccionismo racional, prudente, sin exce- sos y sin intransigencias para todos los pro- ductos del país, pues el criterio ecléctico de La crisis agrícola y pecuaria la oportunidad debe consistir en la aplicación inmediata de las medidas más eficaces para proteger sin vacilación alguna y sin tregua ni descanso los intereses nacionales antes que los extraños. «Entre los amigos de la protección y los del libre-cambio, se han atravesado, con fines exclusivamente de neutralidad política, los que á sí mismo se llaman oportunistas; si por oportunismo se entiende la conducta del que, renunciando á realizar de repente sus doctrinas, se conforma con aplicarlas según la oportunidad de las circunstancias, todo libre-cambista y aún todo proteccionista puede ser oportunista. Pero, en todo caso, hay que comenzar por tener doctrinas, para aplicarlas, según la oportunidad. Las palabras oportunidad y oportunista, expresan un concepto adjetivo que supone y exige un concepto sustantivo á que se refiera. No son admisibles, por tan- to, esas fórmulas cómodas del gobernante que dice que él no es sectario ó que no tiene preocupaciones de escuela, y afirma con gran desenvoltura que no profesa opinión deter- minada acerca de las mismas cuestiones so- bre que legisla. Eso de resolver los asuntos sin conocimiento de las reglas que á ellos pueden aplicarse, es de todo punto inadmi- sible. Cualesquiera que sean las dificultades de un partido político que tiene divididas Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. II3 SUS tuerzas entre los defensores de tendea» cias económicas contrarias, es absurda la pretensión de que en las cuestiones que lle- gan en momentos determinados á ser de primera y preponderante importancia, se adopten resoluciones decisivas, proclamando falta completa de criterio y haciendo profe- sión de no tener ideales, ni saber cuál es el rumbo y la orientación que se desea (i)». Y en efecto, hoy que todos vemos y pal- pamos las funestas consecuencias del libre- cambio; que reconocemos la necesidad de acudir con premura á salvar la riqueza agrícola, base y fundamento del trabajo nacional, de la industria y del comercio, y la que más contribuye al sostenimiento de los servicios públicos; que vemos también que todas las naciones de Europa se maniñestaa resueltamente proteccionistas y que levantan sus fronteras contra los productos extranje- ros, nuestros políticos y gobernantes no han de ser tan suicidas de los intereses patrios que no imiten el ejemplo tan hermoso, el espectáculo tan edificante que ofrecen los demás países. Constituido el imperio germánico sobre la hegemonía de Prusia, formando un pueblo regido por hombres eminentes y prácticos (1) Cos-Gayón. (Disc. pronunciado en el Ateneo el 17 de Mayo de 1894). 114 La crisis agrícola y pecuaria en la noble misión de defender sus intereses nacionales, el gran Canciller Bismark, al ob- servar en su escudriñadora mirada de estadis- ta que á los pocos años de empezar á disfru- tar los cuantiosos millones pagados por Fran- cia como indemnización de guerra, se encon- traba el país más empobrecido que antes de la victoria, se encargó personalmente de estudiar el problema económico y consolidó su obra política proteccionista elevando su- cesiva y rápidamente sus Aranceles en 1879, 1887 y en 1889. (i). El admirable resultado del severo régimen protector desarrollado con energía lo demuestran la animación y vida que se nota por todo el imperio, el inu- sitado movimiento de sus mercados, y la actividad tan vertiginosa en sus tres puertos de Brema, Francfort y Hamburgo, los mayo- res y más importantes del mundo. (2). Francia no pudo resistir el Tratado de transacción de 1860 por la parte que tenía de librecambista, y contra el que se produjo una (1) Su sucesor el Canciller Caprivi las ha reforzado aún y no obstante Hamturger' Machrichtem órgano del Príncipe Bismark censuraba en Noviembre de 1893 la política comercial por no serlo suficiente pro- tectora para los productos alemanes. (2) El espíritu proteccionista ha llegado hasta tal punto en Alemania, que los Ministros reeomiendan i los empleados que están bajo sus órdenes que usen solamente plumas de fabricación alemana. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. II5 reacción unánime y violenta que ha llegado á la exageración más intransigente, compro- metiendo á sus hombres políticos (i) á con- servar incólume la absoluta libertad arance- laria reivindicada, por medio de la que ha conquistado el régimen protector, cuya Tari- fa mínima asegura al trabajo nacional la compensación necesaria para su mejor des- arrollo y competir con las industrias extran- jeras. En los Estados Unidos es donde el protec- cionismo tiene más hondas raíces, cuyo régi- men protector exagerado raya en los confines del arancel prohibicionista, y ha contribuido eficazmente al prodigioso aumento de su riqueza pública. El ingreso anual por renta de Aduanas, excede de mil millones de pese- tas, que permite tenerla tributación á un tipo reducidísimo y repleto de metálico el Tesoro de aquella República norteamericana. Por legítimo espíritu de conservación y de defensa propia, sigue el mismo camino de la protección arancelaria Portugal, elevando (1) Siendo jefe de la importante agrupación protec- cionista el ilustre Mr. Méline, y á pesar Je los vehe- mentes deseos por lo mucho que interesa á la nación entera la amistad con el Imperio ruso, la Cámara de Diputados aprobó por gran mayoría, en Febrero de 1894, el proyecto de ley aumentando los derechos arancelarios sobre los trigos. ii6 La crisis agrícola y pecuaria SUS tarifas ea 1887 y 1888; Ausrra-Hungría haciendo lo propio en 1882 y singularmente en 1887. Suecia y Rusia observan también idénticas corrientes proteccionistas, y hasta la misma Inglaterra, la nación librecambista por excelencia, cuando le ha convenido, no admite ya semejante sistema, y enfrente del vetusto edificio de la escuela de Manchester, se levanta la escuela moderna, la escuela pro- teccionista que defiende, anhela y reclama la más decisiva protección, como la más conve- niente para todos los productos é industrias de su país. Pues si todos los países se manifiestan tan decididos de un régimen protector, en nin- guna otra nación se impone el proteccionis- mo con fuerza mayor y con necisidad más apremiante que en España. Por eso la nación entera aplaudió con la mayor efusión el Real decreto publicado en la Gaceta del 25 de Diciembre de 1890 (i), por virtud del cual, y haciendo uso el Gobierno de la autorización que le fué concedida por el art. 38 de de la ley de Presupuestos de 29 de (1) Como también la ley de 9 ele Febrero de 1895 estableciendo un recargo extraordinario sobre los tri- gos, harinas de trigo y salvado; si bien lamentando que el recargo sea solamente transitorio y reducido, en vez de definitivo y algo más elevado como desea- ban los labradores. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. II7 Junio del mismo año, derogaba detininitiva- mente la base ■?.» del Apéndice letra C de la ley del Presupuesto de ingresos de i." de Julio de 1869 y la ley de 6 de Julio de 1882; elevan- do á la propia vez para desde i."* de Enero de 1891 los derechos de importación á los gana- dos y sus carnes, y á los cereales y sus hari- nas que se hallaban entonces libres en los Tratados; conforme á cuyo protector criterio y en vista de las propuestas de la Comisión creada por decreto de 10 de Octubre de 1889 para el estudio de la reforma arancelaria y de los tratados de comercio, formó y publicó el Arancel general de Aduanas de 31 de Di- ciembre de 1891 con sus dos Tarifas, la pri- mera aplicable á las naciones que no hagan convenios especiales, y la segunda á las que concedan á España la suya mínima, si el Go- bierno juzga que contiene reciprocidad bas- tante para ésta concesión, cuyo Arancel em- pezó á regir desde i.° de Febrero de 1892^ habiendo dado cuenta oportuna de una y otra disposición á las Cortes que prestaron su asentimiento y aprobación unánime (i). (1) También y de acuerdo con las conclusiones de la referida Comisión se denunciaron los Tratados de comercio que tenían compromisos arancelarios y ter- minaban en 1892: y además se declaró de cabotage, y por tanto, con derecho á, ser ejercido solamente por baques espoñoles el eoraercio entre la Península y sus posesiones ultramarinas. La crisis agrícola y pecuaria Aquella obra verdaderamente nacional, tiene la fuerza de una ley del Reino, y está basada en amplias informaciones, que toma- ron participación las más valiosas y autori- zadas representaciones de la agricultura, la industria y el comercio; en las doctrinas del Gobierno que la llevó á cabo, y en lo que venía reclamando con insistencia imperiosa la opinión pública. Asi, que en vez de debilitar y perturbar en lo más mínimo una obra altamente pro- vechosa para nuestras fuentes de trabajo y de riqueza, faltando directa é indirectamente á la misma ley arancelaria y á uno de los principios más fundamentales de la Consti- tución del Reino, conviene robustecerla más y más, y respetar los derechos é intereses creados al amparo de la ley; conservar cual preciado tesoro un régimen benéfico y pro- tector á costa de tantos sacrificios reivindi- cado, y defender, si es preciso, con vigor y energía nuestra hermosa soberanía arance- laria, ante los asedios de los que pretendan destruirla ó debilitarla en detrimento de nuestros productos nacionales. Los importantes trabajos de la Comisión informa- dora, contenidos en cinco gruesos volúmenes, han sido resumidos, expuestos y juzgados en un valioso dictamen con !a mayor precisión é imparcialidad, y con la autoridad y competencia de que dispone el señor Vizconde de Campo Grande. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. II9 Es así mismo necesaria para harmonizar el capital y el trabajo. La protección es también conveniente para la buena harmonía que debe existir entre el capital y el trabajo, porque ios agri- cultores obteniendo algunas ventajas em- plearán mayor número de obreros para el cultivo de sus propiedades, como igual- mente los industriales para el desarrollo de 5US industrias respectivas. De reducir al 17 el 19 por 100 el tipo de gravamen para la tributación en la riqueza rústica imponible, la diferencia sería de una peseta próximamente por hectárea; con cuyo pequeño beneficio los agricultores no habían de conseguir ventajas considerables, pero las tendrán seguramente si se les garantiza la venta de los frutos y productos de sus •cosechas á precios suficientemente remune- radores. Las clases jornaleras nada ganan con que los artículos de consumo sean baratos, pues el aumento de una peseta por derechos de importación en cada fanega de trigo equiva- le á menos de o'04 céntimos de peseta en kilogramo de pan, y el de tres pesetas en el precio ó valor de un hectolitro de vino, re- presenta el de o'o3 céntimos en Utro, cuyos aumentos, aunque insignificantes, al pro- ductor le permiten atender con más desahogo Crisis agrícola. 10 La crisis agrícola y pecuaria á los gastos de labores y pago de tributos, y para el consumidor suponen muy poco; pues si un jornalero necesita dos ó tres panes diarios, y un litro ó dos de vino para su consumo y el de su familia, tendrá que pagar 12 ó 15 céntimos más, pero esta pequeña di- ferencia la pagará con gusto seguramente, si por tal circunstancia tiene medio de ganar el sustento diario, ya que careciendo de jor- nal no puede comprar ni caro ni barato. Bien claramente lo afirman los obreros catalanes en su adhesión (1) á los industriales y obreros de Vizcaya, Asturias y Cataluña, impugnadores de los Tratados de comercio con Alemania é Inglaterra. «Por lo demás, las clases jornaleras no han menester precisamente que los productos de su consumo sean baratos; lo que necesi- tan es que haya abundancia de trabajo, y ganar el salario correspondiente, para poder comprar caro ó barato los artículos que ne- cesiten. Bien patente es el ejemplo de todos cuantos países la vida del obrero es barata, los salarios son reducidísimos, viven sin comodidades, arrastrando una existencia miserable, sinónimo de exclavos. Por el contrario, donde la vida es cara, los sala- rios son elevados, disfrutan de muchas más comodidades, pueden ahorrar, el dinero (1) De 23 Diciembre 1893. Y SUS VERüADEROS REMEDIOS. circular, el comercio y el movimiento aumen- ta, la agricultura encuentra el mercado rico, y el propietario urbano también prospera porque las fincas y los terrenos aumentan de valor por las pingües rentas». Y en verdad, el malestar de una clase no puede menos de repercutir en la situación de la otra, particularmente en lo que afecte á la clase agraria, pues los trabajadores del campo suelen ganar menos que sus herma- nos los obreros de fábricas, y sin embar- go únicamente ansian una ocupación cons- tante. El buen obrero, el que es verdadero tra- bajador, amante del hogar y de la familia, y se propone cumplir con la condición fun- damental de la existencia del hombre, cual es el trabajo, sólo se cuida de ganar el pan cuotidiano con el sudor de su frente, sin casi abrigo, ropas ni calzado y una aumenta- ción insuficiente por un jornal sumamente escaso que el productor, bien á su pesar, no puede elevar por la depreciación á sus frutos ó géneros, y muchas veces por no tener salida á los mismos. Aunque agobiado por el trabajo y abatido por la pobreza, lleva su suerte con resignación, sin atender consejos insanos, ni seguir los malos ejemplos que vé por doquier. Ese obrero modelo, ver- dadero anacoreta, sobre todo el de buena fé, el que pone para el cumplimiento del 122 La crisis agrícola y pecuaria deber cuanto está de su parte, merece el cariño y la protección de propios y extraños, y es acreedor á que se le haga pública ma- nifestación de simpatía y testimonio, de con- sideración y aprecio. Es el que mejor cum- ple la ley impuesta por Dios por el pecado del primer hombre, y se conforma con tener salud, pan y trabajo; aspiración sublime, idea grandiosa, deseo noble, petición honrosa que tanto eleva, dignifica y ennoblece á los .que la sustentan y que debe ser atendida por medio de una protección decidida á los intereses nacionales, en particular álosagrí- .colas, que son hoy los que más la necesitan; pues el ejercicio es sano, y el trabajo consti- tuye á la vez pan para el cuerpo y el espíritu. Además, es preciso dirigir la vista al cam- po, de donde pueden venir las virtudes que tanto escasean, y que se pretende buscar, acaso en vano, por otras vías. Por lo tanto, todo cuanto conduzca al desarrollo del tra- bajo nacional, será patriótico y laudable, y conviene no olvidar que el verdadero ci- miento de la riqueza pública es el trabajo del hombre. «El trabajo propio, incesante, multiplica- do, puesto á la altura de nuestras necesida- des y de nuestras deudas nos podría aún salvar. Pero sigan los libre-cambistas á las claras ó con cautelas sus operaciones, triun- fen, y habrá que abandonar toda esperanza. ;US VERDADFROS RF.Mi:DIO? Faltará en España el trabajo y faltará al propio tiempo con qué comprar el pan sea castellano, sea extranjero. Los no muchos ricos hasta aquí dedicados á la agricultura y la industria, las abandonarán para con- vertirse exclusivamente en prestamista del Gobierno, y el socialismo revolucionario y el anarquismo no perderán nada segura- mente. La sociedad española será quien pierda» (i). Los cambios internacionales. La pavorasa cuestión de los cambios sobre el extranjero ha llegado á preocupar seria y profundamente á todos los que se in- teresan por mejorar el estado de nuestra aflictiva situación económica. Los tratados de comercio sino constitu- yen el único y exclusivo regulador del cam- bio, así como tampoco los problemas mone- tarios, son los que pueden corregir la subida del mismo de un modo más eficaz y directo. Siendo cuestiones de naturaleza tan abs- trusa como expone el Sr. Sánchez de Toca en el prólogo de una de sus obras (2) «q^ie hasta aquí constituyeron la especialidad de (1) Tal es el hermoso remate del notabilísimo ar- tículo del Sr. Cánovas del Castillo, que, respecto á la cuestión arancelaria, é instado por el director de El Imparcial, publicó éste el 8 Junio 1894. (2) La plata, el oro y los cambios. 124 '-'^ CRISIS AGRÍCOLA Y Pf:CUARIA corto número de iniciados, se han convertido sin embargo, de improviso en asuntos por los cuales tan vivamente se apasionan los ánimos, que rara vez se examinan con la debida serenidad de juicio. Y es que los pro- blemas monetarios y los del cambio interna- cional encierran hoy las quintas esencias de toda especulación práctica y teórica de la economía política. No hay ningún interés económico ó social al que no afecten honda- mente: ejercen trascendentalísima influencia sobre el comercio universal; traducen ios principales enigmas de las crisis; agitan á los mercados como los más importantes y acti- vos de sus factores económicos; de ellos de- penden la prosperidad y calma de la vida comercial é industrial; ellos son á la par los agentes que engendran los más formidables ciclones perturbadores de la producción y del consumo, y en ellos también se engeren- tra con frecuencia el secreto de muchas con- flagraciones y angustias que figuran como inesplicables en el régimen de los salarios; lo abarcan todo, en fin, en la economía social y en todo repercuten». Con efecto, los problemas monetarios, los del cambio internacional y los tratados de comercio todo abarcan y en todo repercu- ten, siendo hoy una de sus fases más impor- tantes, complejas y difíciles de resolver la relativa á los cambios. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I25 Mucho se ha estudiado el fenómeno mer- cantil de la elevación de los cambios, sin que hasta el presente se haya conseguido otra cosa que conocer algunas de las causas y columbrar el remedio, pero á distancia taa larga que no es posible llegar sin la unión y el concurso de todos los españoles. Los Gobiernos, ya sean conservadores ó liberales, no pueden en poco tiempo hacer descender los cambios, porqueéstos obedecen Á las leyes que regula al comercio, á las rela- ciones con los demás países y á multitud de contingencias de índole diversa. Si intentamos comprobar la causa gene- radora de la elevación de los cambios, ten- dremos por resultado que aquella no es otra que el desnivel de la balanza mercantil; y si el nivel de los cambios ha de buscarse única- mente en la nivelación del debe y del haber de cada país, nos dará como consecuencia inevitable del mismo resultado, que siendo en el nuestro la importación mayor que la exportación, tenemos que pagar al extran- jero 100, y recibir del mismo 50. Así lo reconoce el distinguido publicista Sr. D. Juan de Dios Blas al afirmar que: «el <:ambio es el principio de la reacción econó- mica y sirve para hacer notar al pueblo que le satisface que su consumo es mayor que la producción, que gasta más que medios tiene ó cuenta, que ha perdido la moneda de oro^ 120 La crisis agrícola y pecuaria única que evita el cambio y freno ai comer- ciante para que su interés individual al hacer las compras en el exterior^ no perjudique al interés general^ y el por fin el que enseña y corrige á los Gobiernos y pueblos que des- cuidan la defensa de la producción nacional,. con cuyo lamentable proceder parece que olvidan que cada fábrica que se abre, ó cada industria que se monta, es una mina de oro que se descubre, y los productos, moneda de ese metal que vienen á la nación del extran- jero, si se venden esos productos al mismo, ó impiden que se vayan si se consumen en la nación». Pues bien, siendo cierto é indudable que la causa principal de la subida de los cam- bios consiste en que el valor de lo que expor- tamos es mucho menor que el valor de lo que importamos, por lo cual tenemos que- pagar más al extranjero por sus mercade- rías, que lo que este paga por las nuestras,, conviene adoptar desde luego las medidas conducentes para contener, ya que no evitar en absoluto, los estragos que el mal oca- siona; pues diagnosticada una enfermedad,, procede aplicar con la urgencia que el caso requiera los remedios terapéuticos indicados para curarla ó siquiera aliviarla en vez del laissez faire, laissez paser y del tiolite me- tángere que equivaldría en este caso á con- sentir que el mal se asrravase en mengua y Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I27 aun peligro de nuestra independencia eco- nómica. El régimen arancelario es el mejor correctivo de los cambios. Favorecer la producción nacional en el interior y dirigir al exterior las corrientes del tráfico, dará el resultado apetecido, á cuyo fin «el arancel aduanero es, en efecto, el gran instrumento de defensa y protección económica de las naciones, y el más eficaz de todos los correctivos del cambio internacio- nal, porque con más energía que cualquier otro remedio actúa directajnente sobre las causas que producen la situación de nación deudora. Además son los tratados de comer- cio el natural complemento de la política arancelaria, encaminada á corregir ó preve- nir el quebranto de los cambios internacio- nales, y aun á saldar favorablemente, en cuanto se pueda, la balanza económica. El fin capital de este género de tratos, y lo que justifica sus negociaciones es buscar merca- dos extranjeros donde colocar los sobrantes de la producción nacional, á la par que pro- curar á esta baratura de las primeras mate- rias que necesita para el fomento de sus fuerzas productoras. Cuando esto se logra en las negociaciones comerciales, bien puede decirse que los tratados de comercio son et La crisis agrícola y pecitaria mejor correctivo de los cambios, y remedio más eficaz para una situación económica de nación deudora, con las circunstancias ea que la nuestra se presenta. Pero también resulta eridente que éste es de los remedios •de más delicada, difícil y arriesgada aplica- ción; porque así como un tratado puede ser fruto de excelente política, si procura aumen- tos á la exportación conquistando las venta- jas de algún mercado extranjero, para la producción nacional, nada más fácil asimis- mo que, por cualquier error de negociado- res, á la noción que creía encontrar nuevos mercados le toque, por el contrario, el papel de victima, y el tratado sólo le sirva como nueva causa de desangramiento, que la lleve á más extremada pobreza (i)». Y en verdad, los tratados de comercio, siendo buenos, pueden influir de un modo ■ostensible y directo en el mejoramiento de los cambios; pero si aquellos en vez de favo- recer la exportación, la perjudican, y son la causa de que la importación aumente de una manera considerable, entonces pueden servir para acabar pronto con la riqueza pública y precipitar al país en la más espan- tosa ruina; pues como con fundada razón asegura el expresado Sr. de Dios Blas: «una nación que exporta al año 400 millones de (1) Sánchez de Toca en su obra últimamente €itada. Y SUS VERDADEROS REiMEDIOS. 1 2g pesetas, é importe más de i.ooo millones se- puede arruinar y empobrecerse. Como que la primera en diez años puede haber traido del extranjero i.ooo millones de pesetas, y la segunda haber perdido 2.000 en ese tiempo. Es una ceguera incurable en gobernantes y gobernados, el creer que nivelando el pre- supuesto del Estado solamente y cortando en absoluto el déficit, ya está resuelta la cuestión económica. Pero, ¿y el déficit del presupuesto de las necesidades de todos los españoles, que es mucho más grande que el del Estado, y que se cubre por el extranjero á costa de nuestra riqueza monetaria 6 fidu- ciaria? ¿No hemos visto que ha hecho más extragos en nuestra moneda el déficit de la nación consistente en productos, en servicios de ferro carriles, tranwias, alumbrado de gas y electricidad, teléfonos, sociedades de seguros, servicios de Banco, y otros mil y mil que nos prestan los extranjeros; que el déficit del Estado que ha originado los inte- reses de la Deuda exterior? Evita que porque el presupuesto del Estado este nivelado y con sobrante no vaya poco á poco disminu- yendo la riqueza monetaria y fiduciaria en favor del extranjero, hasta que vaya todo á su poder?* Exactísimo; si hay 100 millones de dife- rencia en más á favor de la importación, i^o La crisis agrícola y pecuaria como hubo en el último año económico, esos 100 millones han salido de España, con más 8o millones por intereses y cambios del cupón dt nuestra Deuda exterior; los que han obtenido por productos líquidos las grandes empresas ferroviarias, cuyas acciones y obligaciones pertenecen á los extranjeros; los de las minas de Somorrostro y Almadén, las primeras propiedades de belgas é ingleses y las últimas de Rotschild; y los de los importantes servi- cios ya insinuados, que con el sobreprecio del cambio, representan una exportación metálica anual de más de 300 millones; de manera que no es posible que una nación pobre como loes la nuestra, recaude todos los años 300 millones de pesetas para man- darlas al extranjero. Para contrarrestar la cifra de la impor- tación, teníamos en los vinos una partida considerable. En el quinquenio anterior á la terminación del Tratado con Francia, ó sea desde 1887 hasta 1891, solamente en los vinos comunes, hemos tenido una contrapartida á favor de la exportación de más de i.ioo mi- llones de pesetas. Ahora que apenas expor- tamos vino, porque Francia que era la que más nos compraba, ha conseguido la rege- neración vitícola y un aumento considerable en sus cosechas (i), de más de 20 millones (i) Si bien la de 1895 ha sido más reducida que las de los años anteriores. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I3I de hectolitros, es de necesidad apremiante ensanchar el mercado interior, y sin desaten- der el de aquella nación, buscar mercados extranjeros para nuestros productos, sobre todo para los vinos que son los que más lo necesitan (i). El remedio de los cambios, — como dice el célebre Canciller británico Goschen (2), — no puede hallarse sino nivelando la balanza de importaciones y exportaciones, nivelación que sólo se alcanza enfrenando la suscripción de nuevos compromisos internacionales; es decir, alterando las corrientes del comercio, pues es evidente que cuando una nación importa y consume más de lo que exporta y gana, se precipita necesariamente en una situación deudora que no es posible reme- diar sino consumiendo menos y producien- do más. Así, pues, evidenciado que la protección es un remedio eficaz para corregir la eleva- ción de los cambios y favorecer al propio tiempo los intereses nacionales, es un deber (1) En atención á las graves circunstancias porque atraviesa la riqueza vinícola, nos ocupamos con más detenimiento de tan importante particular en la Parte 2.*, cap. I. {t) En su obra fundamental Teoría de los cambios extranjeros, traducida al castellano por el Marqués de Yillaviciosa de Asturias. 1^2 La crisis agrícola y pecuaria patriótico y apremiante en los Gobiernos es- pañoles, adoptar un criterio eminentemente proteccionista para poder sostener la com- petencia extranjera, á la vez que para dar salida á los productos del país. La protección, es asi mismo necesaria para transformar la agricultura, industria y comercio, fomentar el trabajo, contener la emigración y consolidar nuestro crédito. La importación de substancias alimenti- cias ó de productos manufacturados de igual clase que los que el país produce, es en perjuicio de la producción, de la industria y del trabajo nacional, y que á más de arrui- narnos, nos desacredita ante los demás países. El dinero que se manda al extranjero no vuelve á España, y como lo que de aquél se adquiere no se paga en billetes, ni con valores fiduciarios, de continuar consumien- do productos de otras naciones, terminarán por llevarse nuestra plata, como se han lle- vado nuestro oro. Ya que el estado de nuestro Tesoro no permite por ahora la rebaja de tributos, ni con ella habían de tener completo remedio los males que la nación lamenta, y sin per- juicio de que se construya mayor número de carreteras, vías férreas y canales para trans- portar nuestros productos á los principales mercados, conviene adoptar un severo régi- men protector que encauce hacia los centros Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 1^3 de la producción nacional las corrientes de consumo que han enriquecido á los indus- triales extranjeros. Fomentar y proteger el trabajo nacional para que resulten más favorecidos los pro- ductos de nuestra nación que los extraños^ pues mientras otras naciones se muestran decidamente protectoras de sus intereses, no ha de haber en España menos patriotisma para favorecerla riqueza agrícola y pecuaria desechando ideas absurdas que redunden en perjuicio de los intereses patrios; pues n© es lo mismo dejarse arrastrar por la bella pers- pectiva del idealismo que descender al estu- dio y análisis de los hechos, los que, según Montesquien, tienen siempre más fuerza que las palabras; lo cual es ex-acto, porque la re- tórica nunca puede lograr la persecución y eficacia de los nombres y de las cifras. Es menester además ensanchar nuestros mercados interiores, y que productores y consumidores que vienen á ser unos mismos^ se ayuden recíprocamente, debiendo confor- marse los primeros con unos preciosos re- muneradores y los últimos preferir los pro- ductos nacionales caros ó baratos, malos 6 buenos, comprando lo menos posible del ex- tranjero. Por último, es necesario también que tan- to gobernantes como gobernados y lo mismo productores que consumidores, imiten el 134 ^^ CRISIS AGRÍCOI-A Y PECUARIA ejemplo que nos dan las demás naciones, y se persuadan todos que en estas cuestiones no se disputan intereses y derechos entre es- cuelas y partidos españoles, sino entre la" patria y los países extraños, y que las circuns- tancias de actualidad imponen á todos los españoles el deber de formar estrecha alian- za para la defensa de los intereses nacio- nales. • ••— W\/\A^— •}•- ^ofc€)fcC'Ocee€fe:'QQe)ee)C^€fe>gC)€)Q4.'fe'Qe)e)fc;fc)@ CAPÍTULO VI. De la contribución Territorial. 1. Necesidad apremiante de rectificar los atnillaraniientos actuales. 2. Diversos medios de ocultar riqueza.— Desigualdades irritantes en la tribu- tación.—El catastro. 3. Las cartillas evaluatorias.— Cómo y quienes deben formarlas. 4. Comisiones especiales para efectuar la clasificación de cultivos, y la califi- cación de fincas. — Reformas indis- pensables. 5. Las heladas y las sequías deben ser consideradas como calamidades para obtener el perdón de la contribución Territorial. 6. Gonveniencia de crear una caja nacio- nal de calamidades. Los antiguos y heterogéneos tributos que más ó menos directamente pesaban sobre la propiedad inmueble, y cuya supresión fué un bien inmenso para todas las clases contribu- yentes, vinieron á refundirse en la contribu- ción directa Territorial. Las bases son gene- rales y uniformes para todas las provincias. Crisis agrícola. i i 1^6 La crisis agrícola y pecuaria pueblos y contribuyentes; sin que nadie haya dudado un momento siquiera de las ventajas de tan radical reforma, y cuyo sistema tribu- tario desarrolló en 1845 el gran ministro de Hacienda D. Alejandro Mon (i). Los amillaramientos formados en 1860, reconocidos como defectuosos y equivocados continúan vigentes en la inmensa mayoría de los pueblos, y su rectificación inmediata, ó la formación de otros nuevos, es una nece- sidad que se impone por sí misma para lle- var á todos y cada uno de los pueblos la igualdad tributaria posible. La reforma de un amillaramiento verdad ó aproximado á ella es además necesaria (1) Las Cortes celebradas en Bribiesca en 1388 mandaron valuar todos los bienes muebles y raíces, y en proporción á los productos, se les impuso una con- tribución. Felipe V. para atender á los gastos de la guerra de sucesión, acudió al arbitrio de la contribución directa. En 10 de Octubre de 1749 expidió Fernando VI un decreto por virtud del cual se establecía una sola con tribución sobre los productos de los bienes sujetos hoy á la contribución Territorial. Por Real decreto de 4 de Julio de 1770 suprimió Carlos III un gran número de rentas, y mandó que se llevase á efecto la única contribución directa; más por efecto de los cambios y vicisitudes porgue ha atra- vesado la Administración del país, no ha podido esta- blecerse como definitivo hasta el referido año 1845. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. IJJ para descubrir mejor por tal medio la mucha riqueza que aún permanece oculta, y parti- cularmente la que está mal calificada y clasi- ficada, corregir enormes defectos y reparar muchas notorias y muy irritantes desigual- dades. Individuos que murieron hace 25 ó 30 años figuran como contribuyentes en amilla- ramientos y repartos: muchos délos actuales poseedores carecen de documentos escritos fehacientes, pues la prohibición expresa para las traslaciones por los verdaderos adquiren- tes y herederos para acrecentar los derechos del Tesoro, han dado resultados contrapro- ducentes, (i) porque los interesados huyendo de los crecidos gastos que supone el papel mellado, derechos notariales, reales y de ins- cripción, no han formalizado los traspasos (1) Así que encontramos mas factible y de mejores resultados para el Tesoro dejar campo libre para las alteraciones en los amillaramientos de la riqueza in- mueble, sin el previo pago de los derechos á la Ha- cienda, estableciendo solamente para los Presidentes de las Comisiones de evaluación, y juntas periciales la obligación ineludible de dar noticia en el mismo día al liquidador respectivo conforme al art. 170 del regla- mento sobre el impuesto de derechos reales de 25 de Septiembre de 1892, sin más restricciones; con lo cual se conseguirá más fácilmente aquel objeto, logrando además la Administración, por tan sencillo medio, im- portantes datos- que pudiera utilizar para otros fines; La crisis agrícola y pecuaria de dominio. Otros han efectuado las ventas por virtud de contrato verbal, ó de documen- to privado, obligándose los compradores á pagar la contribución, pero como tales parti- culares no constan en los apéndices ni repar- timientos, los recaudadores y agentes ejecuti- vos no saben contra quién ó quienes han de dirigir las reclamaciones y apremios, la Ha- cienda no percibe á tiempo las cuotas de contribución y nunca lo que se defrauda ea cédulas personales^ que no es poco, pues como algunos poseedores de fincas no apare- cen en contribución, procuran arreglarse coa una cédula de clase oncena (por no haberla de más bajo precio) como si fuesen jornale- ros ó sirvientes. Durante el transcurso de 36 años se han alterado las cabidas, así como la clasificacióa de las fincas, produciendo importantes alte- raciones en la riqueza imponible, sin que los á la vez que aumentar las rentas del Tesoro facilitan- do la instrucción de multitud de expedientes poseso- rios; pues aun cuando estos pueden formalizarse sin que se hallen amillaradas las fincas ó lo estén á. nom- bre de otra persona que no sea el solicitante, conforme á las Reales órdenes de 14 de Marzo y 14 de Junio de 1884, es un medio costoso y molesto Ja anotación pre- ventiva y la conversión de aquella en inscripción de- finitiva; siendo más fácil, sencillo y económico para los interesados acudir á la inscripción directa, cuyo medio le daría el nuevo amillaramiento. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 1 39 apéndices orienten lo más mínimo, acerca de tales variaciones. Los Ayuntamientos y Juntas periciales en los pueblos y las Comi- siones de evaluación en las Capitales de pro- vincia, no pueden hacer otra cosa, con arre- glo á las disposiciones legales vigentes, que continuar figurando en los repartimientos como contribuyentes á individuos que no existen, y á los que tienen fincas que no pue- den ser identificadas, porque los linderos ya no rigen, efecto de que las propiedades co- lindantes han pasado al dominio de dueños diferentes ó porque en los apéndices se cam- biaron los nombres de los parajes ó linderos sin las explicaciones oportunas, ya que mu- chos terrenos estaban destinados a cereales y algunos yermos han sido transformados en frondosas viñas, y ya que otros antes pro- ductivos han convertido en campo erial y esterillas inundaciones, las heladas, sequías, la langosta y la filoxera. Para dar una ligera idea del estado tan anómalo y lamentable en que se encuentran los amillaramientos y apéndices, transcribi- remos un párrafo de la resolución de la Dirección general de Contribuciones directas de 31 de Diciembre de 1891, autorizando al Ayuntamiento de Carabanchel Alto, para confeccionar un nuevo amillaramiento. «Vista la instancia, fecha 21 del corriente, elevada por el Ayuntamiento de Carabanchel 140 La crisis agrícola y pecuaria Alto, solicitando se le autorice para formar un nuevo amillaramiento, fundándase en que desde el año de 1860 no se ha confeccio- nado dicho documento; en que de los 330' contribuyentes por territorial que figuran en el reparto actual, varios han fallecido,, otros han dejado de ser contribuyentes, mu- chos lo son y no figuran y los restantes han- sufrido alteraciones tales en su riqueza, que hacen que el amillaramiento resulte lleno dc; errores; y por último, en que dicha Corpora- ción se halla en una situación difícil por las equivocaciones en que puede incurrir al hacer el repartimiento y la imposibilidad de cumplir otros servicios, como el de expedir certificaciones de señalamiento de fincas por débitos de contribuciones». Y nunca mejor que en este lugar cuadra el conocido adagio: «el que vé un punto, vé todo el mundo», que aplicado al caso, es lo mismo que decir: lo que sucede en Caraban- chel, ocurre también en todos ó casi todos los pueblos de España. El estado tan crítico y deplorable del in- teresante servicio de la estadística Territorial^ es en perjuicio de los contribuyentes y déla Hacienda pública; los primeros, porque no pueden saber con certeza el liquido imponi- ble correspondiente á cada finca, ni suplir la titulación de sus propiedades, ni pagar por fincas que no saben fijamente si son ó no Y SLS VERDADEROS REMEDIOS. I4I suyas, ó que las tienen subdivididas con diversos dueños ó participes, y unos pueden pagar y otros no. Para la Hacienda porque ademas de no percibir con puntualidad las cuotas debidas, le son adjudicadas fincas que, si poco utilizan á los interesados, al Tesoro menos; se repiten los embargos de las mis- mismas fincas por descubiertos de varios años de contribuyentes inciertos, y después se adjudican á otros propietarios con linderos diferentes, viéndose posteriormente despo- jados de tales fincas los que las han adquiri- do en la creencia de que procedían de contri- buyentes morosos; resultando de tanta con- fusión y desbarajuste, que ni los contri- buyentes, Juntas periciales, recaudadores, agentes, ni la Hacienda, saben á qué atenerse. Es, pues, de necesidad acudir con premu- ra al remedio de tal cúmulo de errores y arbitrariedades para evitar enormes perjui- cios á los contribuyentes y al Tesoro mismo, así como también el desprestigio del tributo principal que figura en los presupuestos del Estado; de esa contribución que grava la propiedad rural, su explotación ó cultivo y la ganadería, y constituye el recurso de mayor entidad, la más importante de todas las rentas del Estado. La rectificación de amillaramientos que se dispuso por Real decreto de lo de Diciem- bre de 1878, de haberla terminado con los 142 La crisis agrícola y pecuaria Registros que se exigían hubiera sido un gran adelanto, puesto que equivaldrá á un catastro sencillo, de cuyo beneficio y conforme á la ley de 31 de Diciembre de 1881, disfrutan algunos pueblos (aunque pagando mayor cantidad á razón del 16 que antes al 21 por 100) que en sus cédulas declaratorias han presentado aumento de riqueza; pero no así la inmensa mayoría de los 9.287 Ayunta- mientos de España, en cuyos términos mu- nicipales no aparece con más riqueza que la que consta en los amiliaramientos ac- tuales (i). (1) Otra desigualdad bien notoria. Para contribuir aparecen los pueblos divididos ea dos secciones. Primera, ó de favorecidos. Los pueblos que han ocultado riqueza anteriormente, y los que en la actualidad conociendo los buenos resultados del sis- tema, tienen todavía oculta ia mayor parte de aque- lla, porque en vez de haber aumentado 100, por ejem- plo, lo han hecho solamente de 25, con cuyo pequeño aumento la Hacienda se conforma, y tributan hoy á razón del 15'50 por 100 en la riqueza rústica y pe- cuaria, y al 17'50 la urbana. Segunda, ó de perjudicados. Los que en 1860 pro- cedieron con franqueza, dijeron la verdad, han veni- do pagando lo justo, ó tal vez más, ya por errores ó defectos cometidos en las operaciones, ya por haber- se incendiado algún edificio que no ha sido reedifica- do, ó ya porque alguna plaga, crecida de rio, arroyo, inundación, etc., ha devastado algunas propiedades Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I43 Diversos modos de ocultar riqueza. — Desigualdades irritantes en la tributación. — El catastro. La riqueza oculta debe pagar lo justo, y las disposiciones dictadas hasta ahora y todas las que se dicten después encaminadas á tal fin, serán muy loables; pero convendrá dis- fruten igualmente de tal beneficio, aun cuan- do sólo sea por determinado número de años, los contribuyentes de buena fé y los que pagan más de lo que debieran por error en la clasificación ó cabida ya que en tal caso habrá de repartirse el cupo entre más rique- za, con cuyo aumento sería menor el tipo de gravamen, y los Gobiernos tendrían en aque- llos mismos contribuyentes auxiliares acti- vos, eficaces y gratuitos, mas si la riqueza que se descubra ha de redundar en beneficio exclusivo del Tesoro, el contribuyente hon- rado procurará convertirse también en ocul- tador, pues sabe que mientras dure la ocul- tación nada ha de pagar, y aun cuando se descubra el fraude, siempre quedará con ventaja por lo que antes hubiere dejado de contribuir. Tres medios existen de ocultación. Una de riqueza, otra de cultivos, y otra de clases feraces, sin que las reclamaciones extraordinarias de agravios hayan prosperado, y sin embargo continúan con el crecido tipo de gravamen de 20'25 por 100 la riqueza rústica y 23 la urbana. 144 La crisis agrícola y pecuaria Ó calidades (sin contar la de errores en las operaciones aritméticas el formar los repar- tos): así que no solamente hay ocultación de riqueza porque no haya sido declarada por los dueños, sino que hay muchísima que no contribuye con lo que debiera por efecto de la mala clasificación de cultivos ó por estar calificada como de tercera clase la que es de segunda y aun de primera. De la ocultación de riqueza por el primer medio son principalmente culpables los due- ños declarantes; de las dos últimas, que en muchos casos son de más interés que la pri- mera, lo son los Ayuntamientos y Juntas periciales ó Comisiones de evaluación. La desigualdad del reparto y del grava- men estriba más que en la ocultación de la riqueza, en las malas calificaciones y clasifi- caciones. El siguiente ejemplo aclarará mejor nues- tro aserto. Un contribuyente tiene declaradas loa hectáreas de tierra á cereales. La calificación que corresponde; es la si- guiente: De I." clase 20 » 2.' » .... 30 » 3.* » .... 50 Total 100 hec- táreas que al tipo de la cartilla evaluatoria, daría este resultado: Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. M5 «tunero (le iiectáiüas. CLASE. Tipo de la canilla. Ripezaimí PtaS. ottiUie Cts. 20 30 50 I.* 2 * X45>o8 = X 27,37 = X 11,27 = Q2I 821 563 60 10 50 Total 100 2.306 20 Y sin embargo de la calificación en amillaramiento resulta 6 10 84 I.* -> a 3'.* X 45.08 = X 27,37 = X 11,27 = 270 273 946 48 70 68 Total 100 1.490 86 RESUMEN Las 100 hectáreas de tierra á ce- reales bien calificadas, darían de riqueza imponible Las mismas, mal calificadas.. . 2.306 1.490 20 86 Diferet icia ü o( :ultación. . . O.81S 34 Como se vé por el ejemplo anterior (sin exageración de lo que suele ser frecuente en tales casos v en el que nada se figura á hor- talizas, ni I egadío, cuyo tipo de gravamen es mucho mas elevado) la extensión superficial es exacta, y sin embargo existe una oculta- ción de riqueza imponible de más de un cin- cuenta por ciento por consecuencia de estar mal calificada la propiedad contributiva. 146 La crisis agrícola y pecuaria Otro tanto puede decirse respecto á la mala clasificación de cultivos, pues aparece en amillaramiento como destinado á erial lo que es dehesa, y á cereales como tierra de tercera lo que es viñedo, praderas ó regadío etcétera. Lo propio sucede con la fincabilidad urba- na. Muchas casas, bodegas, fábricas y alma- cenes de sólida y moderna construcción, pro* ducen y son susceptibles de producir más renta aún, y sin embargo pagan menos con- tribución que otras de peor clase, cuya pro- ducción es más reducida. Multitud de errores con intención y sin ella, existen en los amillaramientos actuales; errores que son de importancia y que es ne- cesario desaparezcan por resultaren perjui- cio del Tesoro y de los contribuyentes de buena fé, en particular de los de la clase me- dia é inferior, los cuales por su escaso núme- ro de predios ó de ganados, nada han podido ocultar, y cuyos insignificantes productos son bien conocidos, los que más se discuten y á los que más se acusa (por lo mismo que son los más modestos), en el momento de ca- lificar y clasificar las fincas. Más que á la riqueza oculta no declarada por los dueños (cuya afirmación admitimos, aunque no hasta la altura que otros pesimis- tas exagerados), conviene atender á las malas clasificaciones y calificaciones. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I47 Evitando las tres clases ó medios de ocul- tación de riqueza, podría aumentarse en una parte considerable la masa de utilidades que hoy sirve de base á la derrama contributiva; de lo cual se conseguiría la tan ansiada nive- lación de las clases tributarias, y la disminu- ción del gravamen, quizá hasta reducirle al tipo de 12 por loo que era el que se pagaba en 1845. El amillaramiento sería además una fisca- lización moral y simpática; una estadística verdad para conocer las fuerzas tributarias del país. Urge pues llevarle á cabo en todos los pueblos, sin excepción alguna, sin perjuicia de la comprobación debida á los pueblos ea que haya fundadas sospechas de haberse co- metido ocultaciones, ya en la cabida, ya en la clasificación, ya en la calificación de las pro- piedades. No admite duda de que es empresa algo difícil y que requiere constancia y poderoso esfuerzo la de llevar á cabo una verdadera y completa estadística de la riqueza inmueble; pero para conseguir tan importante fin, sin tantas dificultades, convendrá simplificar el procedimiento hasta ahora seguido para que el nuevo amillaramiento resulte sencillo, abreviado, preciso y exento de una extructu- ra complicada, sobre la base de las cédu- las presentadas, en virtud del mencionada 148 La crisis agrícola y pecuaria reglamento (i), rectificándolas previamente para que aparezcan en ellas los nombres de los verdaderos dueños actuales, depurando y subsanando los errores que contengan sin perjuicio de la comprobación insinuada á costa de los pueblos y contribuyentes que re- sulten ocultadores. Los amillaramientos actuales son la causa de las desigualdades tan irritantes que se notan en la derrama de la contribución; el principal obstáculo para que el Gobierno conozca la riqueza llamada á contribuir y de que los agricultores consideren, con muy fundada razón, poco equitativas las cuotas gravadas á sus fincas; asi que mientras aque- llos no se rectifiquen como corresponde, sub- sistirá la desigualdad del gravamen entre los contribuyentes de buena y los de mala té: entre los que tienen toda su riqueza amilla- rada y los que conservan aún ocultas impor- tantes propiedades; entre los que la tienen clasificada y calificada con perjuicio evidente y los que han logrado una clasificación y cali- ficación ventajosa; entre los que se sometea al cumplimiento de la ley, y los que buscan medios para eludirla. El nuevo amillaramiento puede servir también de preparación para formar más (1) A lin de no ocasionar nuevos gastos y moles- tias á los contribuyentes. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I49 adelante el catastro estadístico de la riqueza inmueble, con todos los requisitos, formas y procedimientos científicos que una obra de tal magnitud exige y requiere, (i). El único catastro que España posee es el efectuado á fines del siglo anterior por el marqués de la Ensenada, para cuya colosal obra se consumieron grandes caudales, sin haber logrado obtener un amillaramiento completo por la resistencia de los contribu- yentes contra la contribución proyectada. Por otra parte, la transformación que desde entonces ha sufrido la propiedad por las mu- chas ventas, permutas, ensanches y subdivi- siones de fincas, hace que aquella obra tan (Ij Cuya obra ardua y lenta ha de ofrecer graves dificultades, habiendo costado á Francia un siglo y cuatrocientos millones. El folleto publicado en 1879 por el distinguido es- tadista D. Antonio López, contiene soluciones claras y precisas para llevar á efecto el catastro de la riqueza territorial. En el luminoso informe de D. Ángel del Monte á la Comisión creada por Real decreto de 7 de Julio de 1887 para estudiar las causas de la crisis de la agri- cultura y de la ganadería, sobre formación del Catas- tro, clasificado bajo el triple objeto científico, fiscal y jurídico, calcula que la operación designada con el nombre de arance catastral podría llevarse á efecto en tres años con un gasto de 5 á 6 millones de pesetas. (TomoV.) 150 La crisis agrícola y pecuaria monumental solo sirva ya de valioso antece- dente de consulta, pero sin resultados prác- ticos para la tributación. Las cartillas evaluatorias. — Cómo y quienes deben formarlas. Para llevar á efecto la formación de los amillaramientos, conviene dar principio por las cartillas de evaluación. Las cartillas vigentes son las que sirvieron de base para el amillaramiento de 1860, en cuya época los productos en general alcanza- ban un valor mucho más elevado que el que tienen ahora, ala vez que han aumentado los gastos de cultivo; por lo cual, los tipos fijados en aquellas no deben continuar por mas tiempo sirviendo de norma para la derrama de la contribución Territorial. Deben formarse por regiones y por perso- nas imparciales y competentes, pues es un grave error el imponer la unidad de evalua- ción en un país como el de España tan varia- do en calidades de terrenos, climas, cultivos y productos. También debe fijarse la verdadera fertili- dad de la tierra y admitirse por lo menos cuatro clases; no porque sea el término me- dio entre las tres de ahora y las cinco que an- teriormente se establecieron para cada culti- vo, sino porque estimamos necesarias las Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I5I cuatro clases, para que cada propietario tri- bute por los productos que en realidad tenga y no por los de otras zonas más ó menos in- mediatas, y adaptarlas más que á la unidad y á un plan puramente fiscal, á la variedad áo. ias diversas calidades de los terrenos, depu- rando en todos sus detalles los verdaderos gastos y productos. De conferirse tan importante servicio á una Comisión facultativa (i) podrá objetarse que el estudio agronómico de cada terreno en las diversas zonas y cultivos, como tam- bién los trabajos minuciosos de planos peri- metrales y parcelaciones, y otros ensayos científicos requieren un tiempo indefinido, y que por lo aparatosos y complicados además de ocasionar considerables gastos al Tesoro público, no habrá de conducir en muchos añosa ningún resultado práctico, siendo así que el mal no admite la menor espera; y si á los Ayuntamientos, Comisiones de evaluación y Juntas periciales, que serán el principal obstáculo, porque al formar las cuentas para las cartillas procurarán elevar los gastos y disminuir los productos, lo cual nada más natural que así sucediera, puesto que no habían de intentar perjudicarse; pero este in- conveniente puede evitarse, confiriendo tan (1) Como la creada por la ley de 17 de Julio y Real decreto de 14 de Agosto de 1895. CRISIS agrícola^ 152 La crisis agrícola y pecuaria importante misión á una Junta en cada par- tido judicial, bajo la presidencia de un Dipu- tado provincial, de un labrador y ganaderos designados por el Ayuntamiento, un Ingenie- ro agrónomo, y un perito agrícola, ó á falta un capataz de cultivos de Secretario; cuya Junta así compuesta podría consultar todos los datos necesarios y conocer á fondo las condiciones especiales de todos y cada uno de los pueblos del partido, y formar con equi- dad y acierto las nuevas Cartillas, ó exami- nar y rectificar las presentadas por virtud del Real decreto de 11 de Agosto de 1887. Para las reclamaciones de los Municipios que se consideren agraviados, una Junta pro- vincial, compuesta del Gobernador Presiden- te, de dos Diputados de la Comisión provin- cial, del Administrador de Hacienda, del Co- misario regio de Agricultura, de un Ingenie- ro agrícola, dos peritos agrónomos y un agricultor de cada cabeza de partido judicial designado por el Ayuntamiento respectivo, funcionando como Secretario el Oficial del negociado de la estadística Territorial. De esta manera se evitaría el gran incon- veniente antes expresado y el no menor de fallar la Delegación de Hacienda, ó la Direc- ción sin conocer las condiciones de cada lo- calidad, siendo á la vez juez en causa propia. Si además se impusiera un cupo fijo á cada provincia, por lo que viene pagando en la Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. lí? actualidad, sia perjuicio de las modificacio- nes ulteriores que procedan, y sin que el tipo de gravamen exceda del 12 por 100, sería un medio eficaz para descubrir riqueza, y evitar malas calificaciones y clasificaciones. Comisiones especiales para efectuar la clasificación de cultivos y la clasificación de fincas. Para calificar y clasificar bien las fincas, base esencialisima de las demás operaciones, quisiéramos el valioso concurso de un per- sonal técnico, así facultativo como adminis- trativo é imparcial, que ofrezca garantías, como el creado por la ley de 17 de Julio de 189$, sobre rectificación de las cartillas evalua- torias y Real decreto de 14 de Agosto del mismo año con las disposiciones referentes á su ejecución y cumplimiento; pero como el mal apremia y es de los que coa mayor pre- mura demanda un auxilio eficaz é inmediato, el procedimiento que se ha adoptado en la pro- vincia de Granada es demasiado costoso, y so- bre todo muylento,quesiseha deaplicartam- biéná todas las demás provincias del reino, se prolongará por muchosaños la muy ansiada, indispensable y perentoria reforma de los amillaramientos que por tanto tiempo vienen rigiendo con tan graves y manifiestos erro- res, escándalos y arbitrariedades que ningu- no ha tratado de remediar. V atendiendo á 1^4 í-^ CRISIS AGRÍCOLA Y PECUARIA que nadie conoce mejor las condiciones de cada finca rústica que los mismos que las cultivan, y los que vén uno y otro año los resultados de aquellas y los de otras inme- diatas, no vacilamos el proponer que tan interesante vervicio lo lleve á cabo, bajo su más estrecha responsabilidad una Comisión municipal, compuesta del Ayuntamiento y Junta pericial ó la Comisión de evaluación donde exista y dos labradores propietarios de cada uno de los términos colindantes que designe la Corporación municipal de entre los contribuyentes de la clase primera que no pertenezcan al Ayuntamiento, Junta ó Comisión; y cuyos vocales de los pueblos limítrofes tendrán para todo lo relativo á las operaciones insinuadas, voz y voto, como los demás de la población respectiva. Cuando corresponda calificar las fincas de alguno de los vocales de la Comisión mu- nicipal, las de sus hijos, nietos ó hermanos, no podrá tomar parte en las discusiones, y el interesado se retirará del local, mientras los demás vocales efectúan la operación in- dicada. A las repetidas operaciones de calificación y clasificación de fincas, se les dará la mayor publicidad por bandos y pregones yporanun- cio en el Bo/e/mO/zcia/ de la provincia, debien- do permanecer expuestas al público por tér- mino de un mes, á fin de que los vecinos y Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 1 55 forasteros puedan enterarse libremente de ellas y formular las reclamaciones de agra- vio absoluto ó comparativo que tuvieren por conveniente. Al dia siguiente de haber espirado el pla- zo para las reclamaciones, se reunirá la Co- misión municipal con el objeto de resolver las presentadas; debiendo comunicar su re- solución á los interesados, á fin de que éstos puedan alzarse de aquella ante la Junta de partido. Lo propio se hará de los acuerdos de ésta para que los reclamantes puedan acu- dir á la Junta provincial, la que fallará sin ulterior recurso. Las resoluciones de las Juntas provinciales, además de comunicar- las á los interesados, se publicarán en los Bo- letines Oficiales de las provincias respectivas. Todas las solicitudes, certificaciones y di- ligencias relativas á las mencionadas recla- maciones, serán gratuitas y se usará para ellas papel de 14.* clase ó de oficio. Reformas indispensables. Aun cuando sea solamente con el carácter de provisional, deben efectuarse sin la menor dilación las opei^iones expresadas, y como complemento de las mismas un amillara- miento breve y sencillo, como ya hemos in- dicado, ó un registro fiscal en todos pue- blos de su riqueza rústica respectiva, á car- go de la Comisión municipal ya mencionada, 156 l.A CRISIS AGRÍCOLA Y PECUARIA y el examen, aprobación y resolución de reclamaciones si las hubiese á la referida Junta provincial; todo lo cual puede efec- tuarse dentro del término de un año, siem- pre que haya voluntad para disponerlo y energía para ordenar llevarlo á cabo, pues una vez formadas las cuentas de gastos y productos de las diversas producciones agrí- colas, el trabajo de verdadera importancia consiste en clasificar-'bien el cultivo y calidad de cada finca, cuyo propósito puede conse- guirse sin necesidad de planos topográficos con extensos croquis y demás trabajos cien- tíficos, aunque no se abandone el sistema planteado, al cual, lejos de oponerse, podría servir de base, consulta y de mucha valia para la mayor facilidad de tan lentas y com- plicadas operaciones^ con el importante y anhelado objeto de llegar en definitiva á una perecuación ó igualdad tributaria, ó por lo menos á una distribución más equitativa y aproximada á la verdad. No es posible demorar por más tiempo un servicio tan interesantísimo y apremiante que reclaman de consuno y con insistencia imperiosa la razón y la equidad, los intere- ses preferentes del Tesoro y los no menos legítimos de los contribuyentes de buena fé, á fin de unificar la base de la tributación, acomodar los tipos tributarios ai verdadero valor y producto de la riqueza, imponer todo Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I57 lo que sea justo á los que tienen asignado á sus tincas la mitad ó menos de lo que les co- rresponde, y rebajar las cuotas á los muchos contribuyentes que pagan de más, haciendo así justicia á los agraviados, que necesitan una reparación leal y de eficacia; porque coa la simple reforma de las cartillas evaluato- rias se conseguirá seguramente que desapa- rezcan diferencias notables, claras y mani- fiestas, puesto que han aumentado los gastos de cultivo y disminuido el valor de los pro- ductos agrícolas, en particular el vino que antes se vendía á 4 y 5 pesetas el cántaro, y ahora no se logra vender ni aún á 2; pero no se evitará la escandalosa desigualdad del gravamen, pues mientras unos contribuyea- tes resultan muy favorecidos, otros pagaa con exceso, y no puede haber verdadera equidad mientras subsista la causa primiti- va, radical y originaria de tantos males, que no es otra que el amillaramiento actual, coa 5us apéndices y repartos (más injustos y más defectuosos que las cartillas), en los que no aparece el reflejo fiel y exacto de la verda- dera riqueza, sino que por el contrario cons- tituye la fuente, principio y raíz de multitud unido y con la mayor fé y denuedo á los cam- pos del honor, é imprimir á todas sus ope- ^raciones un bien combinado y madurado proyecto y una acción simultánea para 174 La crisis agrícola y pecuaria conquistar bien en breve, ó ya palmo á palmo- el laurel de la victoria, se dispersa en peque- ñas fracciones sin plan alguno determinado y carece de instrucción, uniformidad, disci- plina y entusiasmo por la causa que defiende^ por muy santa que ésta sea y en vindicación de una ofensa ó ultraje inferido á la patria querida, se expone á ser víctima del enemigo,. ó por lo menos á servirle de juguete en sus planes ó propósitos más ó menos ambicio- nados. Pues una cosa idéntica sucede á las fuer- zas productoras del país; diseminadas como- lo están, sin organización alguna por falta de un bien entendido espíritu de asociación^ nadie las atiende, sus justas quejas y cons- tantes reclamaciones aunque parecidas á las del náufrago que impetra socorro y protec- ción para librarse de una muerte que vé ya muy próxima, son lamentos vanos que se pierden en el vacío de la indiferencia, como se pierde el eco de una débil y tímida voz en desierto dilatado. Otra cosa muy diferente sería y otros re- sultados más satisfactorios y lisonjeros ha- brían de obtenerse, sin duda alguna, si aqué- llas estuvieren unidas y bien organizadas,. de cuya circunstancia tan esencial no se cui- dan ni se preocupan á pesar de los muchos desengaños recibidos y de los perjuicios y vejaciones que sufren; y mientras continúeoí i Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 175 en tan anómalo y censurable estado, se agra- vará cada dia más el mal de que se lamen- tan. Es necesario que se persuadan de una vez que unidas verán realizadas sus legítimas aspiraciones; pero sin una estrecha y bien entendida asociación, serán siempre como las hojas secas desprendidas del árbol, las cuales quedan á la voluntad y capricho del viento. Con muchísima más autoridad y elocuen- cia que nosotros pudiéramos hacerlo, se expresa el inmortal Lamennais (i) en las siguientes sublimes palabras: «Cuando un árbol está solo, bátenle los vientos y le arrebatan sus hojas y sus ramas^ y en vez de elevarse en el espacio, la fuerza del huracán le inclina, como si buscase la tierra. Cuando una planta está sola, sin abri- go que la defienda de los ardientes rayos del sol, se marchita; se seca y muere. Cuando un hombre está solo, el viento del poder le dobla hacia el suelo, y el ansia de la codicia de los grandes de la tierra, absorve la savia que le alimenta. No seas como el árbol, ni como la planta que están solos; más unios los unos á los otros y servios mutuamente de apoyo y de abrigo. En tanto que viváis desunidos y que cada cual no mire sino por (1) Eri su inspirada é interesante obra Palabras^ de un creyente. lyó La crisis agrícola y pecuaria SÍ, pesaran sobre vosotros, los sufrimientos, las desdichas y todo linaje de opresión. ,jHay cosa más débil que el gorrión, ni más inde- fensa que la golondrina? y no obstante, cuando el ave de rapiña aparece, los gorrio- nes y las golondrinas logran ahuyentarla, reuniéndose en derredor suyo y persiguiendo todos á una. Tomad ejemplo del gorrión y de la golondrina. A aquel que se separa de los suyos, sigúele el temor cuando anda, siéntase junto á él cuando descansa, y ni aún durante el sueño le abandona. Dios no ha creado ni pequeños ni grandes, ni seño- res ni esclavos, ni reyes ni subditos; sino que á todos los hombres los ha hecho iguales». ¡Hermosa y profunda filosofía inspirada en el precepto sacrosanto de amar entraña- blemente al prójimo, consolar al triste, alen- tar al débil, fortalecer al tibio, dar la mano -al caido! Palabras elocuentes y expresivas impregnadas del aroma purísimo de la cari- dad, y que no deben olvidar jamás los agri- cultores, pues parace que fueron escritas exclusivamente con el objeto de alentarles á un verdadero espíritu de asociación. «Las asociaciones agrarias han de propor- cionar beneficios inmensos para la economía de la producción. No sólo constituyen el ele- mento más propio para el estudio práctico de todas las cuestiones económicas, sino que Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 177 en compras y arrastres pueden beneficiar las considerables rebajas de toda operación al por mayor, aprovechar las tarifas especiales de vagón entero, comprar maquinarias, abo- nos y semillas, hacer los contratos de seguro sin agentes intermediarios, tener labatorios para análisis de productos, abonos y tierras, y hasta organizar al por mayor la venta de de su propia producción, como los granjers de los Estados Unidos que colocan directa- mente sus cosechas en los principales merca- dos de América y Europa (i)». En efecto, las asociaciones agrarias repor- tan ventajas inmensas para la economía de la producción y también para otros fines, todos á cual más importantes, relacionados con la Administración pública, de cuyas inapreciables ventajas carecen los agriculto- res españoles por no imitar el ejemplo que vemos en los de otras naciones. Prescindimos, para no ser difusos, de los que por la historia nos ofrecen las primeras asociaciones orientales; los plebeyos para de- fender la primera ley agraria; las Cruzadas, vastas asociaciones que además de libertar á Europa de la invasión de los turcos, contri- buyeron poderosamente á debilitar el poder de los señores feudales y á descubrir nuevos horizontes para la geografía, la historia, la (i) Sáiichtz de Toca en su obra La Crisis agraria, europea ya citada. lyS La crisis agrícola y pecuaria agricultura, el comencio y la industria coa sus valiosos datos, sueltas producciones y nuevos artículos de comercio: las asociacio- nes populares que crearon los Comunes ó Municipios, los cuales anonadaron al feuda- lismo y realizaron muchos hechos gloriosos de engrandecimiento y de conquista, y como prescindimos también de otros muchos ejem- plos, incluso los que hoy vemos en los Esta- dos más poderosos y civilizados de la tierra al formar entre sí estrecha alianza, que la índole de nuestra obra no nos permite deta- llar, y porque sus medios y sus fines difieren del objeto que nos proponernos: por lo tanto, sólo nos concretamos á indicar brevemente algunos casos de asociación agraria en diver- sas naciones cultas. En Francia, nación ilustrada y poderosa, por efecto de un práctico y bien dirigido es- píritu de asociación, existe la Sociedad general de Agricultores con un Sindicato Central en París, 1771 sindicatos regionales, más de 100 Cajas rurales de crédito y 600 sociedades de consumo. Esas asociaciones fuertes, vigoro- sas y bien organizadas disponen de un núcleo de Diputados del que es digno Jefe Mr. Me- line (i) que obliga á los Poderes públicos á (1) Al que se deben las disposiciones guberna- mentales dictadas en aquel país en faror de sus pro- ductos, logrando cerrar casi por completo sus merca- dos á nuestros vinos. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 1 7Q atender sus legítimas pretensiones y algunas veces decide la victoria ó derrota de los Go- biernos. Hermoso ejemplo digno de ser imi- tado en España y del que tan buenos resul- tados pudieran esperarse en beneficio de las desatendidas clases productoras. Los alemanes con sus Baiiernvereine las numerosas cajas agrícolas Raiffeisen, Schidze Delitsch y otras perfectamente organizadas y sostenidas por importantes sociedades mu- tuas, en las que modestos agricultores figu- ran entre los propietarios acaudalados, cons- tituyendo una basta sociedad rural que fun- ciona con el más favorable éxito en los diversos ramos de acción que la misma abra- za, con independencia absoluta de la Admi- nistración pública. Además cuenta con buen número de representantes en el Reichstag para la defensa constante de los intereses y derechos privativos de la sociedad. En Austria-Hungría, debido al impulso poderoso de sus bien organizadas ligas agra- rias, han conseguido éstas suprimir los nu- merosos tributos especiales que pesaban sobfi^ la agricultura y disfrutar de más eleva- da consideración social. Hoy disponen de multitud de asociaciones, y provechosas é instructivas revistas agrícolas al alcance de las fortunas más modestas. Bélgica, desde 1830 en que se constituyó como Estado independiente, ha progresado A CRISIS agrícola Y PECUARIA con asombrosa rapidez hasta el extremo de ser en la actualidad el país mejor cultivado y el de mayores rendimientos del globo terrá- queo que habitamos. Cuenta con numerosas asociaciones oficiales y particulares; revistas y publicaciones diarias y semanales para la propaganda de conocimientos útiles y de cuanto interesa á los afiliados; y en la Admi- nistración pública tienen buena representa- ción las clases productoras. Italia, con su bien organizada é impor- tante Confederación de propietarios que facili- ta la venta de sus frutos en las más ventajo- sas condiciones posibles para el productor, particularmente en los vinos; á cuyo ramo tan interesante de la riqueza pública en aque- lla península meridional, dedica atención preferente y asidua. Los irlandeses, por medio de sus ligas agrarias y de una constancia admirable, no obstante el poder inmenso del Gobierno bri- tánico y los escasos elementos de que dispo- nen los agricultores, como colonos que son en su mayor parte explotados por los opu- lentos propietarios, han conseguido reformas ventajosas para los asociados de que antes carecían. Suiza acaba de obtener un señalado triun- fo comercial con Francia, debido principal- mente á la unión de las clases produc- toras. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. l8l En ios Estados Unidos es donde el espíritu de asociación ha alcanzado las mayores pro- porciones, con sus potentes sociedades rura- les, organizadas en todo aquel vasto territo- rio, particularmente en la región del Mis- souri y en Nueva California^ habiendo logra- do rebajas considerables en los precios de transportes para toda clase de productos é instrumentos agrícolas, tanto en las vías te- rrestres como en las fluviales y marítimas^ que les permiten hacer grandes exportacio nes de los mismos á todas partes del mundo. Solamente los sufridos agricultores espa- ñoles permanecen en la mayor inercia y abandono, sin iniciativa alguna para mejorar la triste situación en que les ha colocado su propio excepticismo; siendo así, que en nin- gún otro país civilizado necesitan las clases agrícolas más que en el nuestro del poderosa vínculo de la asociación, si han de ser de- bidamente atendidas, disfrutar de mayor consideración social y obtener mejor recom- pensa á la azarosa vida que llevan constante- mente derramando el sudor de su rostro en el cultivo de la tierra. La vida del labrador. No vamos á describir ningún tipo bíblico, tampoco mitológico, ni á pintar un cuadro con sombríos colores, ó de pura fantasía, sino á bosquejar breve y sucintamente la i82 La crisis agrícola y pecuaria vida y situación de nuestros modestos labra- dores. El cultivador agrícola, el que se dedica con solícito afán á la noble, azarosa y útilísi- ma ocupación de labrar los campos, facili- tando al propio tiempo medios de subsisten- cia á la humanidad, desde que abre en la tierra los primeros surcos y deposita des- pués en ellos la semilla hasta tanto que colo- ca la cosecha en la panera, son muchos los trabajos y privaciones que sufre. Desde que el crepúsculo matutino aparece en lontananza, y el día anuncia sus albores (y muchas veces antes) ya sale aquel de su casa, con sus ganados, aperos ó herramien- tas, provisto únicamente de las frugales vian- das que lleva al campo, y unas toscas ropas, que cubren su cuerpo, lo mismo en los rigo- res del invierno cuando las fuertes heladas dejan su blanca y cristalina alfombra sobre los tejados y azoteas de los edificios, los ár- boles, las plantas y sobre la misma tierra que ha de labrar y el frío es casi tan intenso y penetrante como el de las regiones polares, que en los rigores del verano, cuando el calor es el de un sol tropical abrasador, y ya el cielo aparezca azulado y sereno, como si está nublado ó amenaza tempestad. No va pro- visto de impermeables ni de finos abrigos de pieles para precaverse de las lluvias y fríos, porque su modesta posición no le permite Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 183 tales comodidades, ni tampoco puede dispo- ner de edificios donde refugiarse durante las tempestades, pues los pocos que hay en el campo suelen estar muy diseminados. Tra- baja á la intemperie cuanto puede, y sufre con su cuerpo el frío, el calor, el aire y el agua hasta tanto que las tinieblas de la noche le obligan á regresar á su hogar, en el cual no puede hallar la satisfación y alegría que en otros tiempos más favorables para el agri- cultor, ni aun descansar con tranquilidad, porque tiene que cuidarse de alimentarlos durante la noche para poder proseguir al día siguiente sus rudas tareas. Cuando se aproxima la época de[la reco- lección, en que el sol se eleva majestuosamen- te sobre el horizonte, luciendo su disco de fuego, y sus rayos caen casi perpendiculares sobre la tierra, los termómetros marcan más de 30 grados á la sombra, la atmósfera es sofocante y enrarecida, y muchas personas de posición social marchan á respirar la fres- ca y salulifera brisa de los mares, ó á contem- plar las crestas graníticas de los Pirineos, 6 las perpetuas nieves de los Alpes; otras á dis- frutar de la suave temperatura y deliciosa clima de nuestras provincias del Norte para entregarse durante el día á solaces giras campestres, unas veces por valles pintores- cos, engalanados por una vegetación exube- rante, otras por elevadas montañas, cubiertas Crisis agrícola. i^ 184 La crisis agrícola y pecuaria de frescos y variados boscajes y que dominan panoramas de una amenidad encantadora; por la noche recrearse en los cómodos salo- nes de elegantes hoteles y descansar después en lujosos y mullidos lechos que les brindan á un asiático reposo entre los agradables y perdidos ecos de sonoras notas musicales; entonces al labrador le esperan mayores sa- crificios y trabajos: es precisamente cuando tiene que imponerse mayor fuerza de volun- tad para recoger el grano que ha de ser con- vertido en harina y después en pan, con el que han de alimentarse los hombres, y tam- bién los demás cereales que tienen que servir asimismo para alimento de los ganados; é imitando á la hormiga laboriosa se consagra á tan útiles faenas sin casi descanso alguno, porque sabe que el menor descuido, una tempestad ó un temporal de continuadas lluvias puede ocasionarle la pérdida total ó parcial de la cosecha ó al menos retrasar considerablemente tan costosas operaciones, así que la necesidad les obliga á levantarse á las doce ó la una de la noche, ora si la opaca luna derrama tenue y melancólica luz sobre la tierra, ya si el horizonte aparece claro y sereno, como si está oscuro y tempestuoso, parte de su era con el carro y ganado para dirigirse fuera de carreteras y caminos, tan pronto por sitios llanos, como por los más escabrosos y accidentados, con grave riesgo Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 185 de su vida y ia de sus ganados do se hallan hacinadas en pequeñas morenas ó montones las doradas mieses que la hoz del segador dejó tendidas por el rastrojo, para transpor- tarlas á la era y preparar la parva en las pri- meras horas de la mañana con los viajes efectuados durante la noche, y á fuer de vuel- tas con el trillo en una y otra dirección, las tornas y retornas necesarias, cuyas opera- ciones tiene que practicar cuando más abra- san los rayos caniculares y la tierra herida por un sol parecido al de la zona tórrida se halla calcinada, como el piso de un horno, á fin de aparvar ó recoger á la caida de la tarde; tomar después un frugal alimento, descan- sar vestido y al lado de sus ganados dos ó tres horas, para reponer sus agotadas fuerzas y continuar las penosas faenas del día an- terior. Pues bien, tantas privaciones y penalida- des, tan continuada serie de trabajos que se enlazan y suceden unos á otros, como el día á la noche y la noche al día las sufren los labra- dorescon una resignación pasmosa (déla pro- pia manera que los crecidos y desiguales tribu- tos que les abruman) sin proferir el más peque- ño lamento, la mas leve queja, entonando algunas veces las más sencillas y alegres can- ciones populares (i); pues únicamente ansian (1) Por más que en determinadas ocasiones cuando el español canta... lo hace por sobrellevar mejor la i86 La crisis agrícola y pecuaria terminar con salud las rudas tareas de reco- lección, aun cuando se queden sin un solo grano, como á algunos los sucede, que des- pués de aventado y bien limpio pagan desde la era el trigo que recibieron á préstamo para la siembra, ó dinero á cuenta de aquel cereal para gastos de cultivo y para las diversa^ obligaciones de su casa y famália; al guarda del campo, carretero, herrero, veterinario las igualas del médico y farmacéutico y hasta los derechos de estola y pié de altar, deven- gados por el párroco durante el año (2) con lo cual muchos labradores se dan por confor- mes y satisfechos, por más que se queden so- lamente con la media fanega en una mano y el rasero en la otra, y para volver á sembrar tengan que buscar trigo á préstamo con tres ó cuatro celemines de interés en cada fanega, con el objeto de repetir en el nuevo año agrí- cola sus pesadas y afanosas tareas, pues saben que es más triste aún cuando después de haber derramado el sudor de su frente duran^ te dos años consecutivos para remover una y otra vez la tierra, limpiarla de malas yerbas, situación en que le han colocado las circunstancias y al recuerdo de la siguiente sátira: Al mal tiempo buena cara, y también: Por disimular petias vivo cantando — que sino moriría considerando. (1) Como acostumbran en algunas poblaciones rurales. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 187 sembrar y cuidar la semilla, y ya en la pri- mavera un azulado cielo permite al astro rey de nuestro sistema planetario dirigir su luz radiante y calor vivificador para metamorfo- sear la naturaleza y que ésta ostente su sin igual belleza, que infinidad de pajaritos pue- blen los espacios y todo en el campo sea vida, vegetación y alegría para expansión y recreo del hombre, que entonces una prolongada sequía reduzca considerablemente la cosecha presentada, ó bien una fuerte escarcha mati- nal, marchite la tierna flor de las legumbres, hortalizas, frutales y viñedo y ocasione la pérdida de sus frutos, con los cuales se pro- ponía hacer frente á sus múltiples necesida- des; pero todavía es mucho más doloroso, cuando ya próximo á percibir el premio ó recompensa de incesantes afanes y trabajos por estar los frutos en sazón, se dispone á recogerlos, y al comenzar sus tareas, el hori- zonte se cubre de nubes densas y cenicientas que oscurecen el astro del día, sin que casi se vea más claridad que la que surge de las ráfagas de la luz eléctrica producida por el relámpago; el trueno deja oir su ronco vi- brar, la nube imponente con sus fuertes y fatídicos crespones avanzan ya lenta, ya apre- suradamente con un ruido sordo, muy par- ticular que semeja algo al que produce una locomotora á larga distancia, y que el labra- dor distingue por triste experiencia, y sin La crisis agrícola y pecuaria que tenga á su disposición dique alguno que la pueda contener en su acción devastadora, ni tampoco un pararrayos que le guarezca de los terribles efectos de una descarga eléc- trica; los relámpagos se suceden unos á otros casi sin intermisión; los truenos cada vez más estridentes y continuos que hacen tem- blar al labrador; los pájaros cesan sus melo- diosas canciones, unos se anonadan, y otros huyen despavoridos; los ganados se estreme- cen y ni los más dóciles obedecen la voz del amo ó la del gañan que los manda; las plantas se inclinan hacia el suelo, y el firma- mento parece que se conmueve; ya la tem- pestad arrecia y la tenebrosa nube empieza á descargar granizo de crecido tamaño y coa tal abundancia, que en breves momentos queda cubierta la tierra por una dilatada blanca sábana destrucctora, á manera de su- dario sobre los frutos que yacen tendidos y desordenados por el suelo; trocándose en de- solación y ruina, lo que antes era vida y lo- zanía, y constituía uno de los mayores encan- tos, y una de las más halagüeñas y legítimas esparanzas del labrador, quedándole abati- do y con el corazón contristado y lleno de amargura. Esto es evidente, es la verdad pura^ sin la menor exageración; un boceto exacto tomadO' del natural. Todo lo demás que se atribuye á los labradores de una calma dulce y una Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. felicidad consumada, no son más que imagi- naciones recreativas y relaciones fantásticas tomadas de algún libro, pero que se apartan mucho de la realidad. Es necesario pasar por tal situación, ó tocarla muy de cerca para cerciorarse de los afanes, vicisitudes y sufri- mientos del labrador (i). No puede haber calma donde existe un continuo y justificado temor, ni felicidad donde el dolor es latente y profundo. La cal- ma y felicidad que algunos escritores los atri- buyen y parece que en efecto disfrutan en diversas ocasiones, no son más que aparen- tes, pues en su condición y manera de ser se resignan con su suerte, tan poco propicia, contra la que no claman, ni desesperan; si un año es de mala cosecha, esperan obtener- la buena al siguiente, ó siquiera algo mejor que les remunere el trabajo, lo cual pocas veces sucede, porque aun en el caso de que (1) Pero no del labrador acaudalado, porque de esta clase hay muy pouos en España, (y los que dis- frutan pingües riquezas no las habrán adquirido segu- ramente con los rendimientos de la lahrazan, pues no se sabe de ninguno que se haya hecho rico solo por ser labrador;, sino del labrador de modesta posición, como lo son los que constituyen la inmensa mayoría de nuestros labradores; como asimismo del colono, y también del bracero agrícola. iQo La crisis agrícola y pecuaria les resulte algún pequeño sobrante y lo ven- dan cuando lo deseen ó necesiten (ya que en esta parte tengan la ventaja de que el vini- cultor carece) la depreciación á los frutos de " la tierra es tan considerable desde hace algu- nos años, que no recompensa los penosos trabajos sufridos, pagos de contribuciones, gastos de labores, abonos y semillas, reposi- ción de ganados ya decaídos y extenuados por el trabajo y una alimentación deficiente; carros, arados y demás aperos ya inservibles por el continuado uso de los mismos; y para atender por ultimo á los gastos del presu- puesto doméstico, que aunque bien meditado y conteniendo las mayores economías, las cuales obligan al jefe de la familia, asi como también á su mujer y á sus hijos, á vivir den- tro de un límite muy reducido, en la mayor estrechez y con todo género de privaciones en aquel hogar santificado por la resignación y el trabajo, resulta por fin un déficit que, si bien insignificante, es ya lo suficiente para turbar su tranquilidad y reposo, y para agra- var más su situación, porque demasiado sabe que le ha de conducir de una manera lenta y progresiva á su completa ruina. Aun así, en tan triste y lamentable situa- ción, é imitando al pacientísimo Job, continúa dando ejemplo sublime de constancia, abne- gación, sufrimiento y trabajo, sin embargo de que también sabe que del Gobierno no Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. IQI puede esperar la condonación, ni siquiera demora para el pago de tributos (i). Hora es ya de que se mejore la suerte del sufrido labrador; del que sin disfrutar de paseos, policía, alumbrado y otras comodida- des está obligado á la recomposición de cami- nos vecinales; facilita alojamientos y bagajes; entrega sus hijos para la defensa de la patria y paga además para que el Estado atienda al sostenimiento de aquellos y al de los diferen- tes servicios públicos. El vinicultor. No menos azarosa que la del labrador es la vida del cosechero de vinos. (1) A todos nos consta que cuando el terrible ciclón del 15 de Septiembre de 1893 de tan tristes recuerdo para muchos pueblos de ambas Castillas y algunos de Estremadura, el Gobierno concedió muy insignifican- tes recursos en relación á los inmensos daños; pero ¿llegó algoá poder de los labradores? Los Ayuntamientos á pesar de haber instruido en tiempo y forma los oportunos expedientes solicitando condonación de la contribución territorial, no sabemos que á ningún contribuyente se le haya perdonado su respectiva cuota, ni admitido siquiera la menor demo- ra para efectuar el pago. ¡Pobre agricultor: después de perder su hacienda y su cosecha, tener que pagar contribuciones por pro- ductos que no ha recogido! ig2 La crisis acricoi.a y pecuaria No es ya solamente que una helada de primavera y los demás fenómenos meteoro- lógicos, causen daños en el viñedo de muy difícil reparación, como también las diferen- tes enfermedades criptogámicas y que los medios adoptados para combatir estas sean costosos y muchas veces ineficaces, sino que las circunstancias porque atraviesa en la ac- tualidad tan importante ramo de nuestra producción nacional, ya no pueden ser más criticas, anómalas y excepcionales. El cultivo de la vid también requiere con- tinuos afanes y trabajos, en el cual se sostie- nen algunos millones de obreros durante los meses del invierno y primavera; y los vi- ticultores darían seguramente mayor núme- ro de jornales y á más elevado precio, si tu- vieran salida sus productos aprecios remu- neradores; pero desgraciadamente su situa- ción no puede ser ya más triste y angustiosa y hasta para la venta de los vinos tienen que pasar por unas verdaderas horcas candínas. La recolección de la uva es en algunas lo- calidades más costosa y molesta que la de ce- reales, si bien suele ser bastante más breve, ventaja no despreciable, pues si la vendimia durase tanto como el verano, no habría pro- pietarios ni obreros que la resistieran; pero así como el labrador no tiene casi que ocu- parse de los granos una vez que se hallan en la panera ó almacenes, no le sucede lo mismo Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. I93 al vinicultor, porque desde antes, durante y después de la vendimia tiene que cuidarse deí lavado y preparación de lagares, prensas, to- neles etc., y además de todo lo concerniente á la elaboración y conservación de los vinos (lo cual exije precauciones y conocimientos especiales), puesto que son pocos los viticul- tores que venden sus productos en uva 6 mosto, unos por falta de compradores y otros por esperar mejores precios ó porque no se deterioren los envases, sise quedan vacíos, de lo cual resulta que el viticultor tiene que ser también forzosamente vinicultor, pero no rutinario y apático, sino inteligente y cuida- doso, si ha de obtener unas clases aceptables y mejor venta á las mismas, ya que no tenga la ventaja del labrador; pues éste es sabido que para vender sus frutos no precisa ser fabricante de harinas ni tampoco pana- dero. Más todas esas molestias y cuidados les llevan los cosecheros con buena voluntad; pero cuando empieza el mayor sufrimiento, el verdadero calvario para el vinicultor es al dar principio á la venta de sus productos. Tienen que resignarse á expender el vino por litros, medios litros, molestarse muchas veces para vender, y después no cobrar; sufrir las exigencias, caprichos é intemperancias de al- gunos compradores; cuyas exigencias, des- precios y aún abusos suelen ser mayores á 1 94 La crisis agrícola y pecuaria medida que las existeacias son considerables, los precios muy reducidos, y las necesidades de los vendedores más apremiantes. En algunas localidades pequeñas, no obs- tante hallarse expendiendo siete ú -ocho cosecheros á la vez, otros tienen que hacer lo mismo, porque se aproxima la ven- dimia, todos tienen los envases llenos y no saben donde colocar la nueva cosecha, y á pesar del poco despacho y del precio tan bajo del vino, como el de cuatro, tres y aún dos reales el cántaro de i6 litros, le bajan ó reducen todavía más los nuevos vendedores, ante la necesidad perentoria de desocupar los envases y no verse en el duro trance de tener que gastar para tirar ó derramar fuera de la bodega (que suele hallarse al lado de la de sus vecinos), el vino que no han logrado vender á ningún precio, ni caro ni barato; viniendo á constituir casi en campo de Agra- mante lo que debiera ser estrecha alianza, verdadera fraternidad, unión, harmonía, defensa y protección mutua. Triste condición, es en verdad, la del co- sechero que tiene que pasar, tantas moles- tias, sinsabores y sufrimientos ante el deseo natural y legítimo, y muchas veces ante la necesidad imperiosa de expender sus frutos, obtenidos á costa de muchos gastos y traba- jos, para no ser después debidamente remu- nerados. Y SUS VERDADER(JS REMEDIOS. It)5 El viticultor, no solamente no puede ya pagar mayor jornal, como desearía, al triste bracero para que á costa del sudor de su rostro gane el pan cuotidiano para sí, su mujer y sus hijos, sino que unas veces por la depreciación de sus productos y otras por la nula demanda á los mismos, se vé en el caso muy sensible y doloroso de tener que dejar sincultivar sus viñedos; por locual vemosque la riqueza vitícola se aniquila, se destruye y se extingue de dia en dia, como luz que se apaga por falta de combustible que le alimente. Préstase á muy tristes reflexiones que á pesar de la critica y angustiosa situación porque han pasado y atraviesan los vinicul- tores, sin poder dar salida á sus productos» ni aún á precios sumamente reducidos, y en espera de una cosecha abundante ya presen, tada, sin envases para recogerla, que antes de cerrarse las Cortes no haya habido tiem- po material para dar una solución que per- mitiese mejorar aunque sólo fuese en una pequeña parte la agonizante riqueza vinícola; ni se haya pensado tampoco lo que vá á ser de tantos millones de infelices trabajadores el dia que carezcan por completo de jornal en el cultivo de las viñas. Apena el ánimo más sereno, y la voluntad más entusiasta decae ante tanto y tanto desengaño. El labrador tiene siquiera facilidad de vender sus cereales cuando lo desee, aunque igó La crisis agrícola y pecuaria los precios de los mismos no sean remune- radores, pero el viticultor, ni aún con pérdi- das considerables puede vender sus produc- tos, por más que necesite dinero para culti- var las viñas, pago de contribuciones y aten- der á'las apremiantes necesidades de su casa y familia, sino que tiene que apurar el cáliz de la amargura, y después de lo mucho que le ha costado el producir el vino, como en ocasiones no hay quien lo compre ni aún á cinco céntimos de peseta el cántaro (ó sea el trabajo material de medirlo y extraerlo de la bodega), de clases potables y buenas, se vé precisado á empeñarse y gastar de nuevo para efectuar la sensible operación de arro- jarlo á la calle; todo lo cual aún cuando á algunos les parezca una paradoja, es des- graciadamente un hecho cierto y doloroso, una verdad triste y palmaria; es ql colmo del sufrimiento, el verdadero martirio del vini- cultor, cuya situación es insostenible, angus- tiosa y alarmante en extremo. Urge, pues, que el Gobierno aplique los remedios conducentes (i), á evitar tan gra- ves males, si no quiere que en breve desapa- rezca por completo una rama tan interesan- tísima de nuestra riqueza pública. (1) En la Parte 2.*, cap. I; detallamos los que nos parecen más factibles y de verdadera eficacia; tanto los que corresponde aplicar al Estado como á los particulares. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 107 El Partido Nacional Agrícola. Reconocida como de necesidad imperiosa una bien entendida asociación que sirva de estrecho lazo de amor fraternal entre las clases productoras, y como medio el más valioso y eficaz para que éstas puedan con- seguir las reformas que con tanta justicia anhelan, procede insinuar algunos detalles relativos á la más sólida y conveniente orga- nización de las mismas. Las elevadas ideas emitidas en las impor- tantes Asambleas de Guadalajara, Briones, Junilla, Logroño, Zamora, Cariñena, y otras poblaciones, sobre la conveniencia de formar el gran Partido agrícola Nacional^ han reper- cutido y hallado eco fiel en todas las regio- nes de España, particularmente en las que se encuentran más necesitadas de protección y menos atendidas por parte de los Poderes públicos. La Unión constituye la fuerza. Esto es axiomático; una verdad clara, inconcusa, evidente y deslumbradora, como la luz del Mediodía, reconocida por todos hasta la sa- ciedad, y por lo mismo ya nadie la pone en duda. También es notorio que la fuerza re- side en el mayor número de elementos, pero es cuando éstos pertenecen á una misma especie y se hallan unidos, porque si se en- cuentran diseminados, aunque homogéneos, 198 La crisis agrícola y pecuaria no pueden llegar á constituir la fuerza que darían sumados. Así, pues, urge formar ua importante y vigoroso núcleo compacto, una gran masa harmónica con la multiplicidad de factores aislados y dispersos entre la nu- merosa clase agraria; y en nuestro concepto ningún medio más valioso, eficaz y de re- sultados más prácticos y provechosos que el de un potente y bien organizado Partido Agrícola Español. Es por donde debe empe- zarse el cimiento sólido y compacto para construir sobre éste el suntuoso edificio de la regeneración agrícola. Pero es indispensable la cooperación de todos, porque la importancia de la obra re- quiere el concurso entusiasta y decidido de todos los productores y cuantos más sean; los asociados y mayor sea su constancia, es lógico que el éxito será más eficaz, inmediato y duradero. Las protestas aisladas por justas que sean nadie las atiende; pero las grandes manifes- taciones colectivas son de una potencia asom- brosa cuando se encierran en formas y re- glas comedidas, y se fundan en el sacrosanto principio de la equidad y de la justicia. Es preciso organizarse para harmonizar y favorecer el desarrollo de las fuerza indivi- duales por medio del espíritu unánime de asociación entre las clases productoras, cuya unidad es á todas las sociedades humanas lo Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. IQQ que la cohesión á los átomos materiales, la cual no puede residir en cada uno de los miembros, sino en la entidad que abraza el conjunto de los intereses particulares para aplicarla en utilidad y provecho de la su- ma de fuerzas de los asociados; y los que se dedican á la agricultura deben ser los primeros en procurar la unión, progreso y desarrollo de todos los elementos produc- tores. Los agricultores, á pesar de constituir el núcleo de la nación, que tantos méritos tie- nen contraidos por su prudencia y docilidad, por las muchas calamidades que desde hace años pesan sobre ellos, y por su perseveran- cia, alentada y robustecida por la resignación y el trabajo, no son atendidos porque les falta el*lazo fraternal de la asociación, y su habitual indolencia, es la causa principal del estado en que se encuentran. El abandono y olvido en que yacen relegados es debido á su excesivo silencio y apatía, á su descomu- nal negligencia y punible descuido, siendo en extremo lamentable que no salgan de su glacial indiferencia después de las severas y elocuentes enseñanzas que han recibido. Así, pues, fuera esa apatía, porque es necesario el concurso de todos á fin de cons- tituir un núcleo vigoroso de acción, y la apatía es el enemigo formidable de todo progreso, que enerva, destruye y mata las Crisis agricla. 15 La crisis agrícola y pecuaria ideas más legitimas y halagüeñas; congre- garse, unirse todos los agricultores en apre- tado haz en derredor de los augustos plie- gues de la bandera de la asociación si no han de quedar com>o el gallo de Morón, y ser suicidas de sus intereses y los de sus descen- dientes, ya que tan resignada clase es la menos atendida y más sacrificada que nin- guna otra con todo género de impuestos. Acudid todos presurosos, unidos y com- pactos, y poseídos del mayor entusiasmo á constituir el gran Partido NacionaL para la mejor solución de los graves e interesantes problemas que afectan de una manera osten- sible á las clases productoras. Despertad de vuestro profundo letargo; romped el hielo de vuestra indiferencia; salid de vuestro excepticismo; meditad un poco acerca de vuestra apatía y abandono, y os moverá seguramente á gestionar algo en pro de vuestros intereses. Trabajad al unisono coa fé y decisión; procurad reuniros, que cada cual ponga de su parte lo que pueda, los indiferentes salgan de su proverbial y cen- surable apatía; los entusiastas presten su valioso concurso, inteligencia, é iniciativas, y que en todos reine una verdadera unión y fraternidad para que triunfen las reformas apetecidas. La unión de los que trabajan, producen, pagan y fomentan la riqueza pública, es una Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. necesidad que se impone por sí misma, y conviene que se realice con la mayor breve- dad, sin esperar ad Kahndas grcecas; pues cuanto antes se propongan y lleven á la práctica las soluciones á que tienen derecho, más pronto habrán de disfrutar de sus bene- ficiosos resultados. Quienes deben constituirle. Los agricultores necesitan organizarse y constituir un partido robusto y poderoso que les haga fuertes en determinados mo- mentos, como necesita salud el enfermo, libertad el cautivo, vista el ciego, habla el mudo, agua el sediento, pan el hambriento, consuelo el afligido, justicia el desamparado, protección el desvalido. A constituir, pues, y organizar cuanto antes el gran Partido Nacional^ agricultores todos, liberales y conservadores, carlistas, integristas y republicanos; debiendo pres- cindir para ello del matiz político que cada uno profesa ó al que se halle afiliado, y lo mismo los castellanos que los andaluces, extremeños, navarros, aragoneses, vascon- gados, catalanes, y todos los españoles, pues todos somos hijos de esta hidalga y desven- turada nación, y por consiguiente todos hermanos; todos iguales derechos que defen- der, idéntico fin que perseguir, análogas pretensiones que sostener, y todas á cual La crisis agrícola y pecuaria más justas y sublimes; el reinado de la vir- tud, el triunfo de la equidad, la glorificación del trabajo. Además de los labrabores, vinicultores y ganaderos, deben figurar en el Partido Agrí- cola Espuñol, todas las demás clases produc- toras, que son también poderosos elementos de orden, como los fabricantes y cuantos industriales transforman las primeras ma- terias que produce el agricultor, facilitándo- le por tal medio inmediata salida y más ven- tajosa colocación á sus productos; los co- merciantes que fundan el buen desarrollo de sus negocios en el estado próspero de la numerosa clase agrícola; los propietarios que viven de sus rentas, saben lo que por ellas contribuyen y el peligro de exponerse á perderlas si no se proteje á la agricultura; las ciencias hoy cohibidas, para que puedan desplegar mejor sus grandiosas energías, como igualmente las artes, contenidas en la más amarga inacción; todos los hombres de sensatez y buen juicio que deseen llegar á la regeneración del país por el camino más firme y seguro; los obreros agrícolas ¿indus- triales y cuantos se dedican por fin al verda- dero trabajo; porque el malestar de los agri- cultores cunde y afecta á todas las clases mencionadas. Establecer una estrecha solidaridad entre todos, desde el más opulento hasta el más Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 20^ modesto, lo mismo el rico propietario, que el colono, el ganadero y el humilde obrero, el le- trado y el comerciante, el industrial y el artis- ta; asi como también el clero y el profesorado, los médicos, "farmacéuticos, secretarios y de- más funcionarios rurales, esclavos del deber, mártires del trabajo, que sacrifican su vida ¿inteligencia en bien de los pueblos y de los intereses generales déla nación, en particu- lar de los agrícolas, y que ven á todas horas las necesidades y sufrimientos del agricultor; todos se duelen de su triste situación, son partícipes de sus alegrías y sinsabores, re- compensas é infortunios, y en su ilustra- ción, desinterés y patriotismo coadjuva- rán seguramente con decisión y energía á que sus quejas sean debidamente aten- didas. Solo, pues, quedarán sin pertenecer al gran partido los nómadas y aventureros, los alucinados, los que sin ocupación alguna consumen y no producen, y los que quieren vivir corno los parásitos y absorver la savia de las clases productoras, los cuales, por más que lo intentasen, no habrían de ser admitidos á engrosar las filas del partido nacional, porque serían como virus ponzo- ñoso en cuerpo humano, que contamina con rapidez vertiginosa todas las partes de su organismo, si hábil operador no corta opor- tunamente los tegidos del enfermo y aplica 204 La crisis agrícola y pecuaria sin dilación á la parte afecta el benéfico ter- mocatesio. Como medio eficaz é incesante de propa- ganda, y sin perjuicio de las revistas cientí- ficas y profesionales necesarias para ilustrar la opinión, evidenciar las mejores prácticas de cultivo, riego, abonos, semillas, etcétera, será conveniente fundar y sostener publica- ciones diarias, sensatas é iluetradas, con todos los elementos de información que exi- gen las necesidades modernas de la prensa á precios módicos, que muevan y agiten la opinión en favor del partido, amparen y defiendan los intereses generales del mismo y los individuales de los asociados que in- justamente sean oprimidos, debiendo seguir, en esta parte, el ejemplo que ofrecen los agri- cultores franceses y alemanes. Todos los partidos y fracciones políticas; todas las empresas, sociedades y compañías bien organizadas, tienen en su respectivo pe- riódico, un centinela experto, un defensor constante de las ideas que sustentan, como el más eficaz propagador de las mismas, el cual hace las veces de bandera; y hoy que la prensa es un factor muy esencial é importan- te en el mundo civilizado, palanca firme de la sociedad moderna; salva guardia de la moralidad, auxiliar activo de la justicia, protectora del trabajo é imán que atrae la opinión pública, no ha de prescindir el Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 20 5 gran Pariido Español de su valioso con- curso. Las muchas contrariedades y desengaños que han sufrido los agricultores deben ser- virles de lecciones provechosas, alentarles para tremolar la bandera de la asociación y emprender el verdadero camino; pues divi- dida la clase agrícola, nunca será atendida en sus justas pretensiones, ni logrará nada practico y positivo, pero unida lo conseguirá todo porque sus gestiones y propósitos lle- varán siempre consigo la brillante aureola de la equidad y la justicia; y en tal concepto, una vez organizado el partido^ vendrá oportu- namente de la periferia, el punto céntrico, ua gran movimiento, una acción común y orde- nada que acabe de una vez con odiosos privi- legios, irritantes injusticias, y salve los inte- reses y derechos de los abatidos agricultores. Ni los meetings, peticiones, ni ninguna otra clase de trabajos darán resultados prác- ticos, mientras no se halle bien organizado el partido, funcione la Junta directiva y el mayor número posible de Cámaras agríco- las. Juntas ó Sindicatos por provincias, par- tidos ó regiones, y en cada Municipio una Comisión local, á fin de llevar á la práctica cuanto convenga á las justas aspiraciones de la asociación. El partido Español ó Nacional^ fuer- te, compacto, homogéneo, sin ingerencias 2o6 La crisis agrícola y pecuaria extrañas que no necesita, y con estrecha uni- dad de miras que, cual centinela experto, vele constantemente por los intereses y dere- chos de los agricultores, y, como movido por un resorte acuda solícito en los momen- tos críticos y solemnes allí donde las circuns- tancias reclamen su valioso concurso, será para la abatida riqueza agraria, lo que el rocío de la aurora á la tierna flor castigada por ios ardorosos rayos solares; el iris de la esperanza; el edén de perfumadas flores; el aura vivificadora; el Moisés que nos ha de sacar de la esclavitud que pesa sobre España; el mensajero de nuestra redención agrícola. A su acción potente y unánime, aparece- rán los capitales ocultos y huidos, renacerá la confianza perdida, las fuerzas vivas del país alcanzarán mayor recompensa á sus continuos afanes y derechos, y todo será movimiento, vida, entusiasmo. El Partido Agrícola Español, será además el símbolo de fraternidad y fuerza, y los sacrificios y es- fuerzos de todos confundidos en una sola aspiración, una sola idea, un solo pensa- miento y una sola voluntad, habrán de conducir al pensamiento magnífico y patrió- tico de salvar y engrandecer la riqueza pú- blica, el crédito nacional y el decoro de los productores. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 20"] Fines elevados del mismo. Por importantes que sean los elementos que se agrupen' en torno de los augustos pliegues de la bandera del partido, y por numerosas y bien organizadas las fuerzas que reúna, contra las que no puedan moral ni materialmente cada una ni todas las de- más agrupaciones juntas, no por eso habrá de hacer vana ostentación de las mismas fuerzas, proceder con miras bastardas^ fun- dar y sostener pretensiones absurdas 6 exageradas, ni rebasar nunca los límites de la más correcta prudencia; así como tampoco confiar en el número ó en la razón de la fuerza, sino en la fuerza de la razón, la fuer- za de la lógica, del buen sentido, de la equi- dad y de la justicia, y proceder con la mayor circunspección y mesura en todos sus actos, procurando elevar la asociación á las más altas proporciones. «La asociación tiene por objeto auxiliar al hombre en la consecución de sus fines. Para que la asociación dé frutos de bendición, dé- bese tener en cuenta que estos íines^ como de un ser racional, son trascendentales y se ha- llan subordinados los unos á los otros. En vir- tud de la trascendencia de los fines humanos, debe colocarse el orden moral y religioso co- mo fundamento de todos los demás; y en 2o8 La crisis agrícola y pecuaria virtud de la subordinación, no deben apare- cer los fines humanos dislocados de la asocia- ción por excelencia que se llama sociedad civil, ni desarrollarse desmesuradamente los unos con perjuicio de los otros, haciendo crecer unas clases en mengua de otras. Son, en una palabra las asociaciones, un freno saludable impuesto a la ambición de los po- derosos y una ayuda para los débiles. Sus medios son, el amor del prójimo, la abnega- ción y el desinterés: y sus fines, la libertad, la igualdad, la abundancia y la dicha de los hombres (i). Precisamente en el más puro y acendrado amor al prójimo, es en lo que se funda el principio de la Asociación Agrícola, sin olvi- dar que el orden moral debe servir siempre de base al orden material; porque la religión cristiana es el vínculo que mejor une á los hombres y más estrecha los corazones, y coa sus preceptos sublimes y enseñanzas sacro- santas nos facilita los medios para llegar á Dios, fuente de todo bien y sabiduría infinita. Además la religión manda estimar á los des- heredados como á propios hermanos, y en- seña las verdaderas reglas de la caridad, del deber y del derecho. También se funda la Asociación en la igualdad ó equidad tributaria, y en un deber el) Martínez y González, en su obra ya expresada. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 20g de recta coacieacia que obliga á dar la mano al caído, y á prestar ayuda ó apoyo á los dé- biles contraías arbitrariedades y opresiones de los fuertes. Por lo mismo, y puesto que los agricultores ven hoy sus intereses y derechos hollados y escarnecidos, y que más que á la ofensiva tienen que estar á la defensiva, á la vez que sensatez y cordura, conviene demos- trar que hay también dignidad y energía para defender todo lo justo, equitativo y ra- zonable que conduzca al mejoramiento de tan numerosa y sufrida clase; pues el gran partido habrá de constituirse para algo más que para servir de figura decorativa, y algún provecho se ha de obtener de las severas lec- ciones recibidas, debiendo, sin embargo, pro- ceder siempre con discreción, tino y pruden- cia; pues así como el Estado representa la legalidad y el orden, así también la sociedad Agraria deberá hallarse constituida por ele- mentos gubernamentales de paz y orden, exclusivamente, que sirvan á los Poderes pú- blicos de baluarte firme y apoyo valiosísimo para levantar á gran altura todo lo que sig- nifique equidad, instrucción, progreso y bie- nestar moral y material para la nación. El partido «Agrícola Español* sin olvidar- se de la perseverancia y energía, llevará la prudencia por escudo; el orden por divisa; la justicia por bandera; la morahdad por bla- són; la templanza por lema; la equidad por La crisis agrícola y pecuaria doctrina; el deber por dogma; la dignidad por culto; el sacrificio por sacerdocio; el patriotismo por religión. Así, pues, no habremos de proponer el uso de la fuerza, ni la resistencia al pago de tri- butos, porque además de no ser legales ni patrióticos tales medios, darían desde lue- go resultados contraproducentes y funestos. Para obtener los frutos apetecidos y todo lo que en justicia corresponde á las clases productoras, no precisan ni es tampoco con- veniente (pues sería tanto como rebasar la copa) traspasar los limites de una amplia esfera, ni pedir muchas reformas á la vez sino pocas y bien meditadas. Conveniencia de su organización inmediata para obtener las reformas que tanto interesan á las fuerzas productoras. Mas así como el agricultor tiene que es- perar para recoger los frutos á que éstos se hallen en sazón, y una vez sazonados, des- arrollar su actividad, sus energías y cuidados á ñn de no exponerse á perder la cosecha y con ella el producto de sus desvelos, afanes y trabajos, así también el Partido Agrícola necesita hallarse bien organizado y esperar las ocasiones más oportunas y favorables para la consecución de las reformas desea- das, y de todo cuanto convenga á los intere- ses del mismo. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. Los hombres de Gobierno, como ios Di- putados y Senadores, no desconocen las ver- daderas necesidades de los pueblos y las muchas calamidades que pesan sobre la pro- ducción nacional, saben que espera una muerte prematura ala riqueza agraria, ea particular á la vitícola, y además conocen los remedios tanto profilácticos como cura- tivos (i): buena prueba de ello es que cuando los primeros se hallan en la oposición y los segundos aspiran á representar algún distri- to, reconocen la necesidad apremiante de es- tablecer economías, combatir el fraude y la inmoralidad en todas sus manifestaciones, aliviar la suerte de los abatidos agricultores, desarrollar la industria, favorecer el comer- cio, llamar á tributación todas las fuentes de riqueza; que la vinicultura atraviesa desde (1) Por más que machos dicen que en Madrid se ignoran las costumbres, vida y necesidades de los pueblos, que se juzga á las provincias por lo que es la Corte de España, y que siendo la diferencia bien no- table, el país tiene que sufrir las consecuencias de tan sensible apreciación, entendemos que, aun cuando en efecto no se conozcan bien k fondo por la generalidad de los habitantes de Madrid las verdaderas necesida- des de los pueblos, no sucede lo propio á los hombres ilustres de Estado y á los políticos, á quienes incumbe la aplicación de los remedios para combatir ó atenuar siquiera aquellas; sería demasiada candidez suponer otra cosa. La crisis agrícola y pecuaria años ha una situación tan crítica y excepcio- nal como no se hia conocido otra jamás; que hace falta abrir mercados, modificar las tari- las ferroviarias para que resulten más ba- ratos los transportes de productos agríco- las, etc., etc. Sin embargo de que á su alta penetración no pueden ocultarse tantas calamidades como pesan sobre las clases productoras, muchos las conocen prácticamente, las han patentiza- do además los ayesde los contribuyentes, los clamoreos de la prensa, la voz latente de la opinión pública, las grandiosas asambleas, multitud de exposiciones razonadas, y hasta en el Parlamento han sido objeto de discusión en virtud de proposiciones suscritas por di- putados celosos de los intereses de los distri- tos cuya representación se les confiara; sien- do de lamentar que unos hayan cedido y otros negado su protección y su voto a las mismas por compromisos de partido, deberes de dis- ciplina ó por consideraciones más ó menos atendibles, (i) (1) No decimos que por ser inconsecuentes, ó por buscar el sol que más caliente, como se afirma de al- gunos políticos, ni que tengan por norma desús actos compadrazgos nefastos yernocracias descaradas, me- dros personales ó ambiciones desmedidas; tampoco que los partidos solo trabajan pro domo sua que va- yamos de Scila á Caribdis, que nuestra Hacienda se Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 21^ De manera que no puede atribuirse á un desconocimiento de las verdaderas necesida- des del país por parte de nuestros gobernan- tes y políticos el no aplicar con la mayor opor- tunidad los remedios conducentes; por lo tan- to es preciso ser lógicos y no dejarse llevar por una consideración superficial de las cosas. Además la ignorancia de las leyes no elude el cumplimiento de las mismas: asi lo preceptúa el Código civil (i), y asi se aplica en la práctica; y cuando un Gobierno cono- ce los males que sufre el país y no aplica los remedios oportunos, es un farsante, pues el interés particular no puede ni debe antepo- nerse, ni ser obstáculo á lo que reclame el in- terés general; y si los desconoce debe aban- donar el poder, hasta que aprenda en la opo- sición la verdadera ciencia de gobernar y aten- der las necesidades públicas, con soluciones prácticas y beneficiosas, en vez de remedios parezca á la de la tia Pingaja de la que el uno tira y el otro desgaja, y menos que la política sea un negocio productivo; pues ya hemos expuesto en el Cap. II la que entendemos por política, deseando no rebajarla por ningún concepto de su verdadero y alto nivel, sino elevarla, á ser posible, á mayores y más altos vuelos. (1) Artículo segundo. Lo propio se estableció en la ley 31 tit. 14 Partida 5.". 214 La crisis agrícola y pecuaria empíricos casi siempre nocivos ó por lo menos ineficaces. Por otra parte, es necesario reconocer que de los muchos males que los agricultores la- . mentan, no es responsable solamente partido político alguno determinado, sino que á to- dos por igual, así como también á los mismos agricultores y ganaderos, comerciantes é in- dustriales pudieran aplicarse muy bien los conocidos versos. ¡Llorad hermanos! ¡Todos en él pusisteis vuestras manos! Cuando la discusión habida en el Parla- mento relativa á elevar los derechos arance- larios para los trigos de procedencia extran- jera (i), solo se obtuvo un ligero paliativo, no un remedio eficaz ni una satisfacción cumpli- da á los que demandaban los labradores para poder vender sus cereales al precio que los que llegaban alas costas en partidas conside- rables. Planteado el debate sobre el muy intere- sante problema de la supresión ó modifica- ción del impuesto que grava los vinos (2) al (1) Debida á la interesante y patriótica proposición del Sr. Lagunilla, y á las gestiones de algunos labra- dores y Diputados provinciales. (2) Por virtud de las importantísimas proposicio- nes respectivas délos Sres. Fernández y la Torre, y de las razonadas peticiones de diversos centros viní- colas. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. JI5 terminar la última legislatura, muchos vini- cultores que tenían repletas sus bodegas de aquel líquido sin poderlo expender á nin- gún precio por falta de compradores y pró- xima ya la época de recoger la nueva cose- cha, concibieron una esperanza consoladora,, por creer que en breve mejoraría su situa- ción tan angustiosa y deplorable; pero ¡oh,, espejismo cruel de la fatalidad! todo fué una ilusión vana; una decepción triste y amarga; un dulce sueño que se desvanece como el humo en el espacio y solo deja al despertar un triste desengaño. Una vez mas y en circunstancias bien crí- ticas fueron antepuestas las conveniencias políticas á las necesidades de los agricul- tores, los intereses de partido á los inte- reses generales del país. Por más que para algunos fué ya previsto el desenlace, no fué menor la decepción que sufrieron los vini- cultores. Causa honda pena ver que al anuncio de cualquier debate político, el Congreso se llena por completo, lo mismo los escaños de los Diputados que los asientos de las tribunas; y cuando se trata de resolver alguna cuestión ó problema que afecta á la vida ó muerte de los intereses agrícolas é industriales, la indi- ferencia más olímpica, la soledad más triste impera en el augusto recinto de las Leyes, quedando en él casi solamente los maceros, á Crisis agrícola. i6 2i6 La crisis agrícola y pecuaria manera de testigos mudos é impasibles de aquel cuadro melancólico, presagio de dolor y de amargura. Algo, sin embargo, se han animado los debates económicos en los últimos años, y se ha prestado mayor atención á las cuestiones agrícolas, debido á los continuos ayes y la- mentos de los agricultores; pero esto no bas- ta para aliviar su triste situación, porque es poco lo que se ha conseguido en su favor, y lo que es mas triste y alarmante aíio, sin es- peranza de que aquellos sean más atendidos en sus justas quejas, de continuar en su ha- bitual marasmo y apatía, si á las escasas y laudables gestiones de algunas individuali- dades no acompañan' otras colectivas, y si no se reducen solamente á débiles lamentos y al deseo de obtener como de limosna lo que les corresponde por derecho. Las mismas causas han producido siem- pre iguales efectos, y para evitar que en lo sucesivo se atienda á principios políticos, á las conveniencias de partido ó á un mal entendido espíritu de disciplina más que al remedio inmediato y eficaz de las apremian- tes necesidades de los agricultores, es im- prescindible cambiar de sistema y adoptar otros procedimientos, porque cuando no bastan los paliativos para curar un mal, es preciso acudir á un tratamiento más enérgico y de más positivos resultados. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 217 Si cuando la votación para establecer un recargo extraordinario á los trigos de proce- dencia extranjera, y posteriormente en la dis- cusión para suprimir ó modificar el crecido impuesto que grava los vinos, la mayoría de los Diputados hubiera estado libre de com- promisos políticos para atender solamente á los intereses generales del país, otro resulta- do diferente se hubiese obtenido, y otra seria la suerte de los productores; pero cfomo estos no se hallaban organizados, ni habían desig- nado representantes por sus fuerzas exclusi- vas, sucedió lo que era de esperar de un Con- greso cuyos Diputados debían muchos sus ac- tas más que á los agricultores al Gobierno que convocó las elecciones, como sucede siempre en España, por el favor ministerial que tanto se prodiga á los candidatos adictos, con objeto de crearse una formidable mayo- ría, aunque sea á costa de atropellos, vejacio- nes y arbitrariedades, y en desprestigio de la tan decantada sinceridad electoral; otros á los políticos de primera ñla, y algunos tam- bién, aunque los menos, a sus merecimientos ó simpatías personales. Al gran partido correspode designar los que hayan de representarle en el Parlamento. Es necesario, pues, llevar á las Cortes la representación genuina de las legítimas La crisis agrícola y pecuaria aspiraciones del país, representantes verdad de las clases productoras, á cuya voluntad, más que á la del Gobierno, deban sus actas respectivas: Diputados rurales, honrados y co- nocedores de las necesidades de los pueblos^ que aun \cuando no sepan una palabra de retórica, ni de política menuda, conozcan por experiencia los muchos y graves males que el país lamenta, y desligados por com- pleto de toda idea y compromiso político, defiendan con su palabra, y muy particular- mente con su voto, los intereses de los agri- cultores. Con un personal nuevo, aunque modesto, pero poseído de una voluntad firme y sin- cera, ya que la voluntad, entusiasmo y ener- gía logran muchas veces más que el poder, retraimiento y apatía; con nuevos procedi- mientos, pero más breves, claros y sencillos en Política y en Administración; con menos discursos y más resoluciones; menos orado- res y más productores, mejorará indudable- mente la condición de las clases agricolas;. pues con muchos proyectos y muchos dis- cursos floridos, muchos distingos y subter- fugios, aunque adornados con frases gala- nas, no se remedian, ni alivian siquiera, los muchos males que sufren los agricultores- Pocos proyectos, pero más prácticos y equi- tativos; poca, muy poca oratoria, pero más ajustada á la razón y á la justicia. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2ig Pero si se ha de llegar á tan importante resultado, es preciso que el Partido Nacional esté bien organizado para cuando se convo- que el cuerpo electoral, pues en el importan- te y solemne acto de la elección de Diputados á Cortes y Senadores, es cuando el gran partido debe mostrar mejor su vigorosa or- ganización; entonces es precisamente la me- jor época para que los agricultores salgan de su lamentable indiferencia y excepticismo, y trabajen todos juntos con decisión y entu- siasmo para no verse tan vejados y oprimi- dos: saber aprovechar la oportunidad, por- que una vez sazonado el fruto, si no se reco- ge á tiempo, se reduce considerablemente, ■deteriora ó inutiliza, siendo después necesa- ria nueva semilla, nuevos sacrificios y un tiempo precioso para poder utilizar el de otra cosecha más ó menos remota. Mas para que las futuras campañas legis- lativas no sean tan infructuosas como las anteriores, es indispensable que el cuerpo electoral independiente, el Partido Agrícola, estudiando fría y serenamente la realidad á la clara luz de la razón y de la justicia, for- me el programa y designe los candidatos que le hayan de representar (i); pues así como (i) Los que aspiren á representarnos en Cortes, Diputaciones y Ayuntamientos, para obtener nuestros ▼otos jurarán y firmarán los capítulos siguientes: La crisis agrícola y pecuaria éstos, en vísperas de elecciones, acostumbran á dirigirse á los electores con pomposos ofre- cimientos que después algunos suelen olvi- dar fácilmente, ó se trasladan á la calle del Sordo, tal vez al recuerdo castellano tina cosa es predicar y otra dar trigo, que sean los mis- mos candidatos los que sin ambigüedades se coloquen con franqueza y resolución inque- brantable, y se sometan previa y solemne- mente á defender en el Parlamento, sin va- cilación alguna y con el mayor denuedo los 1.° No aceptarán cargos retribuidos por la nación ó por las grandes empresas para sí, ni para sus próximos parientes, y no tendrán negocios de nin- guna clase con el Estado, durante el tiempo de aque- lla representación, ni en tres años después. 1." Pedirán la reducción del 25 por 100 en los sueldos que excedan de 10.000 pesetas, incluso la lista civil, y en los que no lleguen a 5.000 se decidirá ó convendrá aumentarles el 25 por 100, luego que se haya conseguido la amortización de los cargos. Por- que hemos de aspirar á tener los empleados necesa- rios, nada más, pero bien retribuidos, para contener la corrupción á que conduce muchas veces la nece- sidad. 9." Exigirán que toda la riqueza tribute en igual proporción, incluyendo los valores de la Deuda Pública, 10. Defenderán é impondrán el sistema decidida- mente proteccionista arancelario. (Martin Contreras, en su obra La Revolución Agraria)^ Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. intereses de los productores, hasta imitar si fuese necesario, á los héroes de Numancia y Sagunto, vencer ó morir, triunfar ó quedar honrosamente derrotados. Que se decidan franca y resueltamente á servir á César ó á Pompeyo, para deslindar de una vez los campos y marchar al vado ó á la puente; el que no esté con los agricultores, estara contra los agricultores. Tal debe ser el dilema, pues con la intención sola no bas- ta, es necesario ver para creer, y creer por haber visto, y de nada sirven los sofismas de burda urdimbre para querer ocultar ó desfi- gurar la verdad de los hechos, porque todo ello no es más que logomaquia vana, opio que embriaga por determinados momentos^ pero que en vez de fortalecer, debilita; y sa- bido es que los hechos tienen siempre mayor fuerza y lógica que las ideas y palabras, pues conforme con el antiguo adagio, obras son amores, y no buenas razones. No debe olvidarse que la consecución de las reformas que con tanta justicia persiguen los agricultores depende de las Cortes, y por tanto de los Diputados que se elijan habrá de salir el apoyo más ó menos entusiasta y sin- cero, y principalmente su voto ya en pro, ya en contra de las mismas; porque no está sólo en Madrid, como residenci,a del Gobierno, la culpa de nuestros males, sino en los Diputa- dos que no cumplen con su deber, según dijo La crisis agrícola y pecuaria ,el Sr. Cañella (i); como así es, eo efecto, pues siendo en su mayor parte tan dóciles ante el titulado deber de disciplina, dan su- misos sus votos al Gobierno, sacrificando los intereses sagrados del país a los intereses egoístas de la política. Al Partido Agrícola es al que correspon- de designar los Jueces que han de sentenciar su propia causa, y por consiguiente, cuando se convoquen elecciones (2), es necesario que se mueva y agite, como se mueve un campo de espigas sacudidas por dos vientos contra- rios, y aprestarse á la lucha, cual el Segis- mundo ideado por el inmortal Calderón, á fin de romper las fuertes cadenas del olvido en que se tiene á las clases productoras (3). Por lo tanto, también le corresponde re- cabar délos candidatos una promesa formal y seria de que han de apoyar resueltamente (1) En la Asamblea vinícola celebrada en Tarra- gona el 1.' de Junio de 1895. (2) Yaque casi nadie se acuerda de los agriculto- res más que al vencimiento del trimestre de la con- tribución y cuando se aproximan las elecciones. (3) En vez del retraimiento que se observa en toda clase de elecciones y la indiferencia en los cambios políticos, indiferencia peculiar de nuestra musulma- na resignación á que aludía el insigne Bretón de los Herreros cuando exclamó: «Cualquier ley que se pro- mulgue,—al pez chico engulle el grande;— no faltará. Seyque me mande,— ni Papa que me excomulgue». Y SUS VERDADEROS REMEDIOS, 22^ Jas aspiracianes de los productores, imitan- do al efecto la conducta de los insignes ara- goneses, cuando por medio de su represen- tante (i) dirigían al nuevo Rey, para que éste pudiera funcionar, las siguientes palabras: <{Nos, que valemos cada uno tanto como vos, é todos Juntos más que vos, os facemos Rey, si nos guardáredes nuesos fueros é nuesas libertades, é si non, no7i». Y el Monarca no quedaba en posesión del cetro hasta después de jurar guardar los fueros (2). Pues de la propia manera cada vez que se convoquen elecciones, el gran partido debe distinguir el oro del oropel y decir á sus can- didatos: «Nos, los productores, que reunimos las nueve décimas partes de los sufragios de la circunscripción ó distrito electoral, si ju- ráis defender en el Parlamento con decisión y entusiasmo nuestros intereses y derechos, votaremos todos en vuestro favor para que seáis Diputados, é si non, 7iony). Cuyo sencillo medio, ó el de ofrecer si- quiera con caballerosidad los candidatos (1) El Justicia ó Magistrado elegido por las Cortes cuyo poder era superior al de los Tribunos de pueblo romano. (2j Ya en el siglo Vil el Concilio 4.° Toledano al cap. 75 fulminó anatema contra todo aquel Rey q.ue faltara al respeto debido á las leyes ó abusare de su peder para tiranizar y oprimir á los pueblos. 224 ^^ CRISIS AGRÍCOLA Y PECUARIA antes de la elección que están dispuestos á triunfar ó morir bajo los augustos pliegues de la bandera del partido defendiendo su programa, pudiera contribuir eficazmente á- llevar á la práctica, en plazo no lejano, aque- llas urgentes y salvadoras reformas que el país reclama como de necesidad imperiosa, á fin de que tanto en lo político como en lo- administrativo, en lo moral como en lo ma- terial suceda, impere y consolide lo fijo y le- gal á lo anormal y arbitrario. Si lo que no es de esperar, algún Diputa- do electo en la forma insinuada, faltare á lo que hubiese aceptado y prometido, ó aten- diere sólo con tibieza al programa y á las as- piraciones del partido, entonces en el pecado llevaría la penitencia, porque sería desauto- rizado públicamente, y su nombre borrado de Ja lista honrosa de representantes del Partido Nacional, relegándole á completo olvido y á la impotencia política. Por el contrario, el que sacrifique comodi- dades de hogar y de familia, afecciones de partido y conveniencias políticas para aten- der exclusivamente á remediar las necesida- des de las clases productoras, que son las del país, sin mirar al interés individual más que al supremo de la patria, y dar gallardas prue- bas á las naciones civilizadas que España^ tiene hijos ilustres y esclarecidos que saben posponer los ideales políticos al bien de la Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 22 5 nación, merecerá gratitud profunda y eterna el aprecio y consideración de todos los bue- nos españoles, y que se eleve en honor suyo un suntuoso pedestal que inmortalice su glo- ria }■ su nombre. Así, pues, á unirse, estrecharse en apreta- do haz agricultores todos, y proceder con perfecta unidad de apreciaciones, para que todas las fuerzas obren en igual dirección, y pelear como un solo hombre por la razón, la equidad y la justicia, como quien se ve obliga- do á luchar por la existencia. Acortad las distancias y diferencias que medien entre unos y otros, para hacer ver y oir á los que permanecen ciegos y sordos; cesen las divisiones, acábense de una vez los antagonismos y discordias, pues en el Parti- do Nacional no habrá incompatibilidad con ninguna idea ó simpatía política y para el que todos los Gobiernos serán buenos si se ocupan más del bien del país, que de ¡as con- veniencias políticas; pues así como algunos consideran mejor impuesto al más reducido, así también conforme con el poeta inglés el mejor Gobier?w será el que mejoj- administre, llámese como se quiera. Cuando un buque sufre averias hallándo- se en alta mar, lejos de la costa, y amenaza irse á fondo, todos sus tripulantes y pasajeros deponen odios, diferencias y rencillas y acu- den todos unánimes, solícitos y presurosos^ 220 La crisis agrícola y pecuaria colocándose cada cual, en el puesto que le corresponde aunque sea el de mayor peli- gro, á fin de evitar el terrible naufragio que de otra manera sería inevitable. Pues bien, preciso es reconocer que un naufragio é in- minente amenaza á los agricultores, si estos no procuran unirse y poner entre todos los medios conducentes para evitarle. Por lo tanto haya unión, arma invencible; fé, abne- gación y perseverancia; pues la fé, la cons- tancia y el trabajo por las grandes ideas, vencen todos los obstáculos por insuperables -que sean. La unión constituye la fuerza (i). Todo reino dividido será desolado (2). No debe olvidarse el conocido axioma si vis pacem para bellum^ que como ha dicho Montesquien, las naciones tienen siempre los Gobiernos quese merecen;y quesegun Hegel, todo pueblo débil carece de derechos. Por consiguiente, á fin de aparecer los agriculto- res fuertes y robustos, y que sean atendidos en sus legítimas aspiraciones, deben organi- zarse sin pérdida de tiempo; todos en gene- ral y cada uno en particular; según su esfera, poner de su parte cuanto pueda; trabajar con decisión y entusiasmo, no cejar un solo (1) Proverbio francés. (2) Luc. XI.— 17. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 22-J momento y mostrarse tan fuertes en la lucha como generosos en la victoria (i). Ha llegado el momento de obrar sin dudas ni vacilaciones, y de esperar es, que las fuer- zas productoras se organicen en breve para decidir el plan general de batalla, dar en su día el paso de avance, sacar de las urnas hombres de integridad y rectitud que hagan sentir el peso de la justicia y la equidad en todas partes, y conseguir por las vías legales el triunfo de las reformas deseadas. Los de- sengaños sufridos son muchos, el hambre aprieta, y como ésta no admite espera, no es de creer que aquellas atenten contra su vida, su dignidad y sus intereses. Es indispensable que los agricultores se asocien y vivan prevenidos, y que se decidan á intervenir directamente en la gestión de los intereses públicos, porque en las eleccio- nes de representantes en Cortes y en el debi- do acierto para designar candidatos (2) estriba (1) Ya se han agotado todos los recursos de la sú- plica; celebrado importantes asambleas, contestado interrogatorios tan extensos como complicados; diri- gido multitud de exposiciones á las Cortes y hasta el Trono, y todo, todo hasta la fecha, ha resultado inefi- caz; todo se ha reducido á gastar inútilmente papel sellado y perder tiempo. (2) El resultado de la discusión de los Presupues- tos en las postrimerías de la última legislatura no ha 228 La crisis agrícola y pecuaria el remedio más eficaz y de mejores resul- tados para la solución de los problemas que afectan de una manera directa é indirecta á las clases productoras (i). Si la necesidad es una gran consejera, desde luego nos atrevemos á asegurar sin temor de ser desmentidos, que hoy no hay otra tan perentoria, como la que siente la abatida clase agraria; y que á esta por más que no ostente ninguna idea política, la sería en extremo conveniente fundar sus actos y resoluciones en este principio: agricultores antes que políticos; pero atenderá la política y tener en ella representación directa, para todo cuanto conduzca el más breve y eficaz remedio de los males que la clase lamenta. podido ser más infecundo para la producción nacio- nal. De ella hemos sacado la convicción que ninguno de los dos partidos militantes acepta un impuesto verdad sobre la renta, ni la supresión ó rebaja del que grava los vinos. Hay que esperar á que se reúnan nue- vas Cortes y elegir representantes que se interesen de veras por la numerosa clase agrícola. (1) Debiendo los agricultores adoptar igual sistema en las elecciones de Diputados provinciales y Ayun- tamientos, para llevar de este modo su savia fecun- dante y su representación á todos los organismos po- lítico-económico administrativos, y que prevalezcan con mayor facilidad sus derechos y legítimas aspi- raciones. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 221) Pero no todo puede conseguirse en un día; pues así como las espigas germinan poco á poco, así también convendrá pedir por partes porque la multiplicidad de reformas, com- plicaría la consecución de las mismas; huir de todas aquellas que no sean justas, y pre- sentar soluciones prácticas y viables (i); de- biendo perseverar en ellas con firmeza y reso- lución inquebrantables, por aquella sentencia latina Gutta cavat lapidem, pues pretender al- canzar de un sólo golpe todas las reformas deseadas, aun que muy justas y de reconocida conveniencia y equidad, sería un sueño ó ilu- sión quimérica; como el pretender subir de un salto todos los escalones de un edificio (1) Por ahora las que conceptuamos más urgentes é indispensables para el fomento de la riqueza agraria son las siguientes: 1.' La supresión del impuesto sobre los vinos, aun cuando solo sea con el carácter de provincial hasta tanto que mejoren las circunstancias tan criticas por- que atraviesa la vinicultura. 2.* Prohibición absohita de importar en España é Islas Baleares cereales y harinas procedentes del ex- tranjero; la cual cesará cuando las circunstancias acon- sejen y requieran la suspensión de tal medida, áfin de permitir únicamente la entrada de la cantidad necesa- ria para completar el déficit que resulte entre la pro- ducción y el consumo. 3.' Elevar el impuesto de V25 pesetas, creado por el art. 56 de la ley de Presupuestos del Estado de 30 230 La crisis agrícola y pecuaria elevado, que aun cuando no fuese una oto- pía, convendría en algunas ocasiones reco- nocerlos por su orden; pues con celeridad suma no se purifican los organismos crónicos viciados. Una vez constituido el gran Partido Es- pañol deberá ejercitar una propaganda tenaz y asidua y tener bien organizadas todas sus fuerzas para cuando el tiempo y las circuns- tancias indiquen la forma de emplearlas, ya que la defensa tendrá que basarse en actos proporcionados á los perjuicios y desaires- que reciba, pero nunca para combatir por sistema ó capricho determinadas soluciones; porque no siendo una asociación política, ni que se proponga medrar á su sombra, habrá de ser justa, imparcial y rozonable, é inspi- rar todos sus actos en el más puro y acen- drado patriotismo. de Junio de 1895, sobre los intereses ó dividendos anuales de todas las Deudas y valores públicos, á otro más ejecutivo y más en harmunia con lo que tributan las riquezas rústica, pecuaria y urbana; la industria y el comercio; las profesiones del orden civil y judicial, y las artes y oficios. Y 4.' La unificación y rebaja de las tarifas de ferro- carriles para los transportes de productos agrícolas, desde los centros productores á las costas y fronteras. (Sin renunciar á las demás reformas que se men- cionan en la presente obra, ni á la de cualquier otra que fuese beneficiosa para la producción nacional.) Y SUS VERDADEROS REMEDIOS 23 1 La Asociación también podría hacerse ex- tensiva á todo lo concerniente, á la aplica- ción de modernos aparatos de cultivo, fun- dación de centros exportadores de productos agrícolas, socorros mutuos, etc. etc., pero no es nuestro ánimo dar reglas fijas y concretas, porque estas no son invariables, como las leyes de la física y astronomía, ni las solu- ciones que pudiéramos presentar, tan axac- tas como las matemáticas, sino que depen- derán necesariamente de circunstancias es- peciales, y que por lo mismo deberán ser modificadas según la época, leyes, experien- cia y las mismas circunstancias aconsejen. Por lo tanto, y sin perjuicio de las modi- ficaciones que el tiempo, la práctica y las condiciones especiales de cada provincia, región ó localidad exigieren, creemos conve- niente transcribir á continuación las bases sobre las que se ha constituido la Asociación agrícola de la provincia de Guadalajara, para que tan loable conducta pueda ser imitada por los productores de las demás provincias españolas. I.* Se constituye en la provincia de Gua- dalajara una asociación con el nombre de Asociación de Agricultores de la provincia de Guadalajara. 2." La Asociación tiene por objeto: (a) Recabar de los poderes públicos leyes reduciendo las contribuciones por riqueza Crisis agrícola, 17 232 La crisis agrícola y pecuaria urbaaa, rústica y pecuaria la rectificación de las cartillas evaluatorias. (b) Defender los intereses de la clase agrí- cola, ganadera, é industrial agrícola. (c) Estrechar la unión y buenas relacio- nes que debe haber entre ios individuos de la clase, así como entre las corporaciones análogas. (d) Conseguir economías y simplificación en los servicios públicos. (e) Trabajar para establecer en el más breve plazo posible el crédito agrícola é in- dustrial en la provincia. (f) Obtener reformas para coadyuvar á este fin en la ley Hipotecaria, y en las de No- tariado, Timbre y Derechos reales^ facilitan- do la transmisión y titulación de la propie- dad inmueble. (g) Promover el desarrollo y adelanto de la agricultura, ganadería, é industrias de ellas derivadas. 3.» La asociación jamás se ocupará de otras cuestiones que las propias de su insti- tuto, prohibiéndose completamente las polí- ticas y religiosas (i). (1) Conformes en que la asociación sólo se cuide de los asuntos propios de su instituto, si bien concep- tuamos que, al menos por ahora, no deben abando- narse en absoluto las cuestiones políticas que puedan * Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 235 4.* La asociación estará dirigida por una Tunta provincial, cuyos cargos serán hono- ríficos y gratuitos, compuesta de un presi- dente, dos vicepresidentes, un secretario ge- neral, un tesorero y diez vocales. Además formará parte de la Junta provincial, aunque sin voto, un secretario contador retribuido. 5.* Se establecerán Juntas de partido, en las cabezas de los antiguos distritos judicia- les; y Juntas municipales en todos los pueblos •que se adhieran. 6.» La Junta de partido será nombrada por los que hayan sido y sean individuos de su Ayuntamiento y los tres mayores contri- buyentes de cada pueblo de su jurisdicióa •que concurran á la elección. La Junta se com- pondrá de siete individuos cuando menos. 7.* Las Juntas municipales serán nom- bradas por todos los contribuyentes y cons- tarán por lo menos de tres individuos. 8.* La asociación celebrará Junta general ordinaria una vez al año, y las extraordina- rias que las circunstancias exijan, debiendo mandar representantes las Juntas de partido y municipales constituidas. 9.' Los detalles de organización y admi- nistración de la asociación , forma de funcionar ser favorables á los interesantes fines que aquella per- sigue; ó lo que es lo mismo, agricultores j)er se, polí- ticos per accidens. 2^4 La crisis agrícola y pecuaria la Junta provincial de partido y munici- pales, serán objeto de un reglamento especial» inspirado en las presentes bases. Disposición transitoria. Aprobadas las bases antedichas en la reu- nión del día 23 de Enero de 189$ y nombrada la Junta provincial, ésta redactará el regla- mento á que se refiere la base 9.", y procura- rá imprimir á la Asociación de Agricultores de la provincia de Guadalajara la vida y desarrollo necesarios para realizar sus nobles fines». Si como dijo Séneca, de pequeñas semillas nacen grandes plantas, la asociación de Gua- dalajara, protoplasma de una importantísi- ma asociación agraria, no dudamos que ha sido derramada en terreno feraz, y que ha- brá de germinar, desarrollarse y vivir cod lozanía para que sirva de provechoso ejemplo á los agricultores de las demás provincias (i) á fin de que se estimulen á ejercitar un dere- cho natural y legítimo, anterior y superior á (1) Con gusto observamos que en Salamanca, Lo- groño, Tarragona, Villana y otras poblaciones se ha» intentado análogos propósitos, y en la asamblea cele- brada en Briones el 23 de Junio próximo pasado, el Sr. Conde de Hervías leyó un bien meditado proyecta de reglamento para la formación del gran Partido Agrícola. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2^5 toda ley, que tiene el hombre de sustituir. por medio de la asociación las escasas fuerzas individuales que posee por el esfuerzo de la colectividad, hoy más que conveniencia, de necesidad perentoria que constituye un deber ineludible, y sagrado en todos los buenos es- pañoles amantes de la producción nacional para salvar los intereses más vitales de la na- ción, que son también los del país entero; pues sabido es que cuando la agricultura florece, el comercio prospera y la industria se desarrolla de una manera prodigiosa. Pero es necesario no desmayar ni retro- ceder aunque todas las aspiraciones no se "vean realizadas tan pronto como se deseen, sino trabajar cada vez con mayor firmeza y con una perseverancia alentada y robusteci- da por la convicción y la esperanza, y tener fe en el porvenir, porque lo que mucho vale, mucho cuesta; y así como no es victoria la que se obtiene sin dificultades, tampoco es satisfacción la que no se ha logrado á costa dealgunos sacrificios. Para vencer las dificultades, es necesario colocarse antes en situación de afrontarlas; como para cosechar es necesario sembrar pri- mero. La tierra de buena calidad que está sin labrar, es la que más necesita el trabajo del agricultor para que preste mayores ren- dimientos; y las montañas de gruesas ro- cas son más difíciles de perforar que las de 2^6 La crisis agrícola y pecuaria movediza arena, pero después quedan más firmes y subsistentes que éstas. Mas de la propia manera que la vida de todo ser está ligada al concurso de diversos factores' biológicos, así también es necesario el con- curso délos elementos vitales del país, y que entre todos exista un enlace como el que me- dia entre la causa y el efecto, el principio y la consecuencia; y por lo tanto, para empren- der la lucha de reconquista (sin salir nunca de los límites, ni de las reglas que la pruden- cia y la previsión aconsejan) y evitar los ma- les sin cuento que nos esperan, es indispensa- ble la unión, fraternidad y enlace de todas las fuerzas productoras, que son poderosos elementos de orden, fuerza y prestigio, y las de todos los buenos campeones entusiastas de la prosperidad nacional debiendo proceder en todo con identidad de miras, pareceres y aspiraciones, sacrificando siempre el interés particular al bienestar colectivo, no ya sola- mente por buscar la aureola de hacer bieO' á sus semejantes, sino para cumplir la misión tan grata y placentera que á los pueblos como á los individuos les ha encomendado la histo- ria, y contribuir todos á la regeneración y-' engrandecimiento del país en que vivimos y que tanto amamos. PAf^TE SEGÜHDfl MEDIOS PARTICULARES CAPITULO PRIMERO La riqueza vinícola. 1. La aflictiva situación porque atraviesa la riqueza vinicola, requiere urgentes y eñcaces remedios. 2. El exceso de producción vinicola origina en primer lugar la grave crisis porque atraviesatan importante riqueza. -Error lamentable de muchos viticultores. 3. Para facilitar el consumo y venta del vino, es necesario elaborar buenas clases. — Los vinicultores deben atender másala calidad queá la cantidad; por ser más di- ñcil vender que producir. — Primas á los que elaboren buenas clases de vinos. 4. La escandalosa fabricación de vinos arti- ñciales, y la adulteración délos natura- les, hacen aumentar el exceso de produc- cióny disminuir el consumo. — Penas se- veras á los fabricantes y expendedores de vinos artificiales ó adulterados. 5. Conveniencia de acrecentar el consumo interior en España. — Medios eficaces para ello. 6. Mercados extranjeros. —Apesardelosme- dios propuestos es de necesidad por aho - ra, abrir nuevos mercados y consolidar los antiguos —Primas á los que expor- ten vinos en proporción á la cantidad y clase del producto. — Sindicatos de ex- portación, estaciones enotécnicas, agen- cias consulares y exposiciones. 23B La crisis agrícola y pecuaria La aflictiva situación porque atraviesa la riqueza vinícola, requiere urgentes y eficaces remedios. Cuando una oveja se ha descarriado, lo primero que hace todo el buen pastor aman- te del cumplimiento de su deber, es procu- rar atraerla al redil, aun cuando para ello tenga que abandonar momentáneamente todo el rebaño (i); como un médico solicito por la salud de sus enfermos, cuando uno de éstos se encuentra en inminente peligro, ó siquiera de alguna gravedad, consagra sus afanes y desvelos á combatir y alejar el mal del paciente, cuidándose entre tanto, muy poco de los enfermos leves, y nada de los clientes que están sanos, por lo mismo que no precisan utilizar sus servicios, mientras permanecen en tan grato é interesante esta- do de salud, así también los buenos Gobier- nos que, estimando los problemas agrícolas en lo mucho que valen y representan, deben atender con preferente celo á evitar la ruina de las más importantes ramas productoras y muy en particular si se encuentran en un estado de postración, y en el peligro inminen- te de desaparecer, que lo está en la actuali- dad la riqueza vitícola y vinícola. (1) Joan X.— 2. Y SUS VERDADEROS REMEDÍOS. 239 No exageramos y ¡ojala que nuestra ase- veracióa fuese exagerada!; pero cuando el mal existe, mejor que ocultarle y alentar es- peranzas que después se conviertan en tris- tes desengaños, es preferible, aunque doloro- so, evidenciarle con toda claridad; entendien- do que de tal manera es como mejor se pue- de aplicar el remedio. Como prueba de que no es exagerado nuestro aserto reproducimos las dos siguien- tes noticias que la prensa periódica publicó en Septiembre de 1894. «Por la escasez de transaciones y la de- preciación en que se hacen las pocas que se verifican, los labradores de Alginet (Valencia) están regalando la uva de la presente co- secha», «Los cosecheros de vinos de casi todos los pueblos de Aragón se ven precisados á tirar sus cosechas por la falta absoluta de compra- dores». Y lo propio que en Aragón y Valencia su- cedió en Navarra, en muchos pueblos de la ribera del Duero y en otras importantes co- marcas productoras; habiéndose repetido tan triste espectáculo en 1895, P*^''^ ^° propor- ciones verdareramente desconsoladoras. Las circunstancias tan graves, porque atraviesa nuestra riqueza vinícola, exigen imperiosamente soluciones prácticas é inme- diatas. 240 La crisis agrícola y pecuaria La riqueza vinícola es la principal y casi única en muchas regiones de España, fuente la más copiosa de prosperidad, y la más im- portante de todas, á lo menos por lo que atañe á la exportación. El vino es un artículo de primera necesi- dad, porque constituye el complemento de una alimentación sana, no solamente para los enfermos, si que para todos los que dis- frutan perfecta salud, para las altas clases sociales y más aún para los obreros por ser una bebida tónica, y mucho más apropia- da que la cerveza, el coñac y demás bebi- das espirituosas artificiales (cuyo abuso ocasiona infinitos males) para adquirir vi- gor, y reanimar las fuerzas musculares que tanto necesitan á fin de poder resistir las rudas tareas á que diariamente se dedi- can. Por otra parte el cultivo de la vid es el que más braceros sostiene puesto que en él están trabajando todo el año, particularmen- te en los meses del invierno y primavera, siendo más que conveniente, muy necesario cultivar bien las viñas, no sólo para obtener más y mejor cantidad de vino, sino que también para que estas no sufran pérdidas ó deterioros; pues ya es sabido que las tie- rras dedicadas á cereales aun cuando no se labren en varios años, nada pierden^ des- cansan como dicen algunos labradores, y Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 24I suelen dar mayor rendimiento después (i); mientras que el viñedo, si un sólo año no se poda, queda ya casi completamente destrui- do, siendo luego necesarios largos años j muchos sacrificios para reponerlo; y aun cuando no suceda lo propio con otras opera- ciones, también esenciales, como las de cava, arada, acobijo, bina y demás coocernientesá meteorizar el terreno y limpiarlo de malas yerbas, es lo cierto que sino se practican oportunamente todos los años, producen menos y son más costosas las labores: de ahí la conveniencia y el mucho interés que reporta á los propietarios cultivar con el mayor esmero y oportunidad sus viñedos, y por ende el sostenimiento de numerosos obreros que practiquen tan lentas y variadas operaciones; ya que para el derrame, acobijo y poda no se usan, que sepamos, máquinas, ni artefactos, como para la siembra, siega^ trilla y limpia de cereales. (1) Sin que esto sea negar las ventajas de una bien combinada alternativa de cosechas, como más- conveniente á la producción que el barbecho; según afirman ilustrados autores como Cortés y Morales,. Olivan, Quintana y otros. 242 La crisis agrícola y pecuaria El exceso de producción vinícola origina en primer lugar la grave crisis porque atraviesa tan importante riqueza. El viñedo, además aporta una suma con- siderable por contribución territorial y re- cargos municipales, pues cuando el comercio de vinos en Francia empezó hace cerca de veinte años á tomar tan raudo vuelo, debido á que la fatalidad llevó la terrible plaga filo- xérica á importantes regiones vitícolas, mu- chos agricultores españoles ante la creencia errónea de que la crisis vinícola de allende el Pirineo sería duradera, empezaron á plan- tar viñas sin cálculo ni medida, dedicando á este asunto todo esmero cultural, por lo que se hicieron productivos considerables terre- nos antes eriales y baldíos que no contri- buían y otros (i) dedicados á cereales que posteriormente han sido comprendidos en los apéndices y repartimientos respectivos, con el líquido imponible consiguiente los primeros, y con los aumentos que, según tipo de las cartillas evaluatorias, ha corres- pondido á los últimos. Cierto que no pensaron, los que tal hicie- ron, que llegaría día, como desde hace años y en la actualidad sucede; que las bodegas (1) Aunque no todos, como queda expr«sado en la Parte primera, cap. V. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 243 españolas se verían llenas de existencias, sin poder dar salida á los vinos, ni aun á precios extremadamente reducidos, y en muchas ocasiones, hasta para vender poco, y ea pe- queñas cantidades, los cosecheros de buena fe tienen que pasar infinidad de molestias y sufrimientos; pero el mal subsiste, y es pre- ciso emplear con urgencia el remedio. Las nuevas plantaciones escogidas, por regla general entre las que pudieran dar desde luego no mejor, sino mayor volumen ó cantidad de uva, después de un plazo más ó menos largo, han dado en efecto exube- rantes frutos, habiendo elevado la produc- ción desde quince á veinte millones de hec- tolitros que se obtenían antes de 1880, hasta más de treinta, y aun cuarenta que en años abundantes hoy se producen. Tenemos, pues, un gran exceso de pro- ducción muy superior á las necesidades del consumo y de la exportación, y será á na dudarlo cada vez mayor á medida que vayan dando fruto las últimas plantaciones. ^Cómo remediar el maP Este desgracia- damente no es exclusivo en España, pues en Argelia, Australia, Austria-Hungría, la Dal- macia, Italia, Portugal y otras naciones eii que el clima y el terreno son á propósito para el cultivo de la vid, se encuentran respecto á tan importante particular en circunstancias idénticas á las nuestras, y, por lo mismo, eb 244 L'^ CRISIS AGRÍCOLA Y PECUARIA lo que á la exportación atañe, tendremos que luchar con mayores dificultades para vencer en honrosa lid á tan diligentes, constantes y entendidos competidores. «No son puramente, á nuestro modo de ver, motivos locales que determinan el mal- estar actual de la vinicultura. Son causas múltiples, completas y no pocas de carácter internacional las que han dado por resultado la terrible crisis porque atraviesan todos los países productores de vinos, crisis en algu- nos de ellos peor que la que ocasionó la filo- xera, porque los capitales dedicados á las viñas se pierden, los esfuerzos resultan vanos y las esperanzas fallidas, no viéndose en lontananza más que inseguridades y zozo- bras, por no decir ruina y miseria. Y si esto lo notan en Francia, país rico y de relativo bienestar, puede calcularse lo que podrán decir España, Italia, Portugal, Gre- cia, Turquía, etcétera, en donde la produc- ción supera mucho al consumo y á su es- casa exportación. Para nosotros, lo repeti- mos, el desequilibrio procede principalmen- te del exceso de producción en todo el mundo y de lo limitado que es el consumo en los países que no lo producen (i). (i) Director de la Estaeióo Enotécnica de España €n Cette. (9 Diciembre 1893;. . Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 245 Nada diremos respecto á la prohibición de nuevas plantaciones (i), por más que el dilema entre abrir nuevos mercados donde colocar todos los vinos sobrantes, ó no per- mitir mayor número de vides parece que no admite la menor controversia; y no se con- cibe por otra parte que un cosechero dedi- que sus propiedades, cuidados y dineros á un cultivo ó elaboración de lo que sabe que después no ha de tener consumo. Sin em- bargo tan radical medida tal vez sea nece- saria más adelante para que resulte mayor equilibrio en la producción, si lo que no es de esperar, continúan las plantaciones en tan asombrosa escala como en los tres últi- mos años; pero por lo que al presente se refiere entendemos suficiente, sino á reme- diar el mal en absoluto, por lo menos á atenuarle en sus deplorables consecuencias, la imposición de un nuevo tributo ó aumen- to de gravamen sobre los ya establecidos, á las vides que se planten en lo sucesivo (2). (1) Establecida antiguamente en España y faera de ella. (2) Así lo proponemos en la Parte 4.' 2^6 La crisis agrícola y pecuaria Para facilitar el consumo y venta del vino es necesario elaborar buenas clases. — Los vinicultores deben atender más á la calidad, que á la cantidad, por ser más difícil vender que producir. — Primas á los que elaboren buenas clases de vinos. Una de las condiciones más esenciales para el consumo y venta de los vinos es la buena elaboración de los mismos. Que la elaboración actual de los vinos es sumamente defectuosa, no es preciso demos- trarlo, porque es sabido hasta la saciedad y está en la conciencia de todos. Hay algunas honrosas excepciones, como sucede en todas las clases sociales; pero la mayor parte de los cosecheros desconociendo, casi en abso- luto, lo que debe ser una buena elaboración^ y como si se tratara de cualquier particular ó detalle insignificante y sencillo por demás, se cuidan, con grave error suyo, más de la cantidad que de la calidad. Para algunos el objeto principal es producir mucho, aunque la uva no sea la más selecta, y después la elaboración del vino deje bastante que de- sear, creyendo equivocadamente que para elaborar clases potables basta hacer la reco- lección de la uva cuando se halla más madu- ra, exprimirla cuanto puedan, y abandonar Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 247 luego el mosto en las bodegas, con lo cual ya no precisan mas. Muchos cosecheros aunque tengan mal vino, y olvidándose que es más difícil vender que producir, confian en poder lograr buena, 'oenta, y algunas veces lo consiguen, aun cuando les suceda lo mismo que á los labra- dores que cultivan mal las tierras, que es rarísimo el año que hacen buena cosecha de cereales, y como á los que juegan á la lotería, que llevan treinta probabilidades ea contra y una sola en su favor, pero es lo cierto que con tal manera de proceder per- judican á otros cosecheros que, si no reúnen todos los conocimientos necesarios para elaborar buenas clases, se esmeran cuanto está de su parte para obtenerlas, por más que después tengan que venderlo, no cuan- do quieran, sino cuando puedan, al mismo y en ocasiones á mas reducido precio que lo de aquéllos (i); pues algunas veces también sucede que lo malo hace abaratar lo bueno, y lo que es más sensible, desprestigiar nues- tros caldos tanto en el interior como en el exterior. Es necesario que se persuadan los vini- cultores de la necesidad de elaborar buenas clases, procurando ?dquirir los conocimien- tos especiales que son necesarios para ello, (1) Y aún tenerlo que arrojar á la calle por falta de compradores. Crisis agrícola- iS .A CRISIS agrícola Y PECUARIA y huir de la rutina y apatía, pues lo buena y más aún lo selecto tiene siempre acepta- ción (i); que no es lo mismo producir que elaborar; lo primero corresponde exclusiva- mente á la agricultura, y lo segundo á la industria; así como agricultor é industrial lo son respectivam.ente, el labrador que pro- duce trigo, y el fabricante que lo transforma en harina. Cierto que el vinicultor en pequeña esca- la, no ha de tener un ingeniero en su bode- ga, ni todos los aparatos que se requieren para una esmerada elaboración: pero puede asociarse á otros, ó adquirir guías vinícolas, tratados ó manuales como los hayal alcance de las fortunas más modestas, practicar en- sayos y observar; todo lo cual puede fácil- mente conseguir sin más que estar poseído de la mejor voluntad en favor de sus propios intereses. España produce los mejores vinos del mundo en aroma, color finura y riqueza (1) Lo que conviene es que nuestro comercio se persuada de la necesidad de enviar ciases buenas que son siempre aceptadas y vendidas con facilidad y no á mal precio, ya que las ordinarias abundan por el momento en Francia y no son tan buscadas ni apete- cidas, á parte los precios bajos á que tienen que ce- derse. (Director de la Estación económica de España «tt Cette;26 Septiembre 1895). Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. J4Q alcohólica; así lo reconocen, como no pueden menos, nuestros competidores italianos y muchos vinicultores franceses, en particular monsieur Leenhart, quien después de haber recorrido importantes comarcas vinícolas, asegura que no ha podido encontrar en los lagares un solo vino de riqueza natural me- nor de 14 ó 15 grados y medio, el cual se encuentra solamente en nuestra nación; siendo en extremo sensible que á pesar de poseer tan preciado fruto, no haya más inte- rés y mayor esmero para obtener vinos selec- tos: por lo que, y como medida de poderoso estímulo, será conveniente conceder primas á los que elaboren buenas clases de vinos (i). (1) Eq la reciente Exposición de Burdeos, han obtenido los vinos españoles 2 diplomas de honor, 7 de medalla de oro, 11 de medalla de plata, 20 de medalla de bronce y 17 menciones honoríficas. De los 36 expositores que concurrieron á la de Amberes, fueron agraciados 34, y obtuvieron, gran premio, 2 diplomas de honor, 20 medallas de oro, 9 de plata y 2 de bronce. Los anteriores datos corroboran, que á poco que se esmeren los cosecheros en el cultivo del viñedo (eligiendo buenas clases para las plantaciones é inger- tos, desechando abonos perjudiciales á la calidad y valor del jugo déla uva, etc.), en la elaboración de los vinos y gestionen más la venta de los mismos en el mercado interior y exterior, que obtendrán segnra- mente más ventajosos resultados. 250 La crisis agrícola y pecuaria La escandalosa Fabricación de vinos artificiales y la adulteración de los naturales hace aumentar el exceso de producción y disminuir el consumo. — Penas severas á los infractores y expendedores de vinos artificiales ó adulterados. Además de la exuberante producción de que hemos hablado, existe un enemigo pode- roso y tangible de consecuencias mas fatales que aquella, y es la escandalosa fabricación de los vinos artificiales, que muchos agiotis- tas confeccionan sin hacer uso de la uva, de cuyo artificio resultan composiciones y bebi- das ponzoñosas, debidas no al laboratorio químico científico, sino al taller del más diabólico alquimista, ocasionando algunas muertes accidentales y muchos casos de locura, imbecilidad y otros grandes trastor- nos fisiológicos, la más ruinosa competencia á los vinos naturales, y graves perjuicios á los intereses del Estado y de los Ayunta- mientos. El gran desarrollo que ha adquirido la fabricación de vinos artificiales por una parte, y por otra la adulteración de los natu- rales en todos los pueblos de España, parti- cularmente en los grandes centros de pobla- ción, en las zonas donde no se cosecha vino. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 25 1 y en las bodega,s de algunos extranjeros que se dedican á la exportación de nuestros caldos, son causas muy poderosas de la sen- sible paralización que se deja sentir en las bodegas, y por tanto de que los vinos no tengan salida a ningún precio. El mal no es nuevo, existe desde hace tiempo y tiene ya hondas raíces, habiéndose reconocido la necesidad de corregirle en el preámbulo del Real decreto del Ministerio de Fomento de 7 de Enero de 1887, que dice: «Señora: El más importante de los produc- tos naturales de nuestro suelo; el más valioso de los elementos que sirven de base á nuestro comercio exterior, se halla en la actualidad perjudicado notoriamente y amenazado aún de mucho mayor daño, por un vicio demole- dor, cuyo desarrollo adquiere proporciones alarmantes. »Diez años han bastado para que las adul- teraciones de que son objeto nuestros vinos hayan traido, con el descrédito de ese rico producto, una baja de la mitad de la expor- tación que España hacia á Inglaterra. Si el mal no halla pronto y eficaz correctivo, toda esa inmensa riqueza que representan los dominios de la vid en la Península, ese millón y medio de hectáreas de nuestro sue- lo, que dan un rendimiento de más de 24 millones de hectolitros de vino por año, sufrirá enorme depreciación, y tras ella 2S2 La crisis agrícola y pecuaria vendrá la ruina de extensas comarcas suscepti- bles de gran prosperidad». Y sin embargo de ser susceptible de gran prosperidad, amenaza una ruina espantosa é inminente á los dos millones de hectáreas plantadas de viñedo, no habiéndose decla- rado todo el existente en España por no pa- gar aumento de contribución territorial, ni el impuesto sobre defensa de la Filoxera, no obstante ser éste tan exiguo y redundar ex- clusivamente en beneficio de los mismos propietarios, y en cuanto al vino por eludir el odioso impuesto de consumos. Otras varias disposiciones ministeriales se han dictado para corregir la fabricación de los vinos artificiales y la adulteración de los naturales; todas ellas á cual más plausi- bles por el espíritu proteccionista que revelan en pro de tan importante ramo de nuestra riqueza pública, pero que no han dado hasta la fecha el resultado apetecido. Es indispensable emplear medidas de rigor y de resultados prácticos contra los agiotistas y sofisticadores, que nada les im- porta desacreditar los mejores productos con tal de obtener ellos pingües y positivas ganancias, pues con agua, alcohol, azúcar y materias colorantes, confeccionan jarabes disfrazados con el nombre de vinos, que ocasionan tantos perjuicios á la salud públi- ca y á los agricultores de buena fe, porque T SUS VERDADEROS REMEDIOS. 253 como aquéllos confeccionan el vino sin uva, no utilizando para la fabricación el producto natural de la tierra, pueden ofrecer los ar- tificiales á precios mucho más bajos que los naturales. Hay algunos vinicultores que atentando contra sus propios intereses, muchos bode- geros y la mayor parte de los vendedores al por menor que bien por eludir el pago de los derechos de consumo, (mayores en oca- siones que el precio del vino), ó llevados por el atractivo de excesivas ganancias, acostum- bran á rebajar el vino con agua, que poco ó nada les cuesta, y con el aditamento de alcohol industrial, fuchsina ó cualquier otra materia colorante hacen aumentar aquel artículo de una manera considerable; y no €s que tales operaciones las practiquen con todo el vino que tienen en las bodegas, al- macenes ó tiendas, sino únicamente con lo que destinan en el momento á la venta; sa- ben muy bien que de verificarlo antes, que- daría después muy blando ó rebajado, coq un sabor más desagradable, y que se notaría mejor el engaño^ pero siendo de la manera expresada, no se advierte al pronto y si algo se objeta después, presentan otras muestras diferentes del mismo sitio, y aun cuando se analicen no puede hallarse la adulteración, sin embargo de que existe en exageradas proporciones, no en el vino almacenado sino 254 ^^ CRISIS AGRÍCOLA Y PECUARIA en lo que se expende al público, y aunque diferente aquella de la falsificación, son cau- sa una y otra del descrédito de nuestros vinos en los mercados nacionales y extran- jeros. Es pues de urgente necesidad emprender una activa é interesante persecución y cas- tigar severamente á los fabricantes y expen- dedores de vinos artificiales y adulterados,. pues así lo reclaman de consuno la salud pública, los contribuyentes de buena fe, y los intereses del Estado y de los Munici- pios (i). Conveniencia de acrecentar el consumo interior en España. Medios eficaces para ello. Después que se haya logrado, impedir la fabricación y la venta de los vinos artificiales- como igualmente de los adulterados, y con- seguida la elaboración de buenas clases, an- tes de buscar mercados extranjeros, debe- mos empezar por acrecentar el consumo inte- rior, pues una vez que esté persuadido el consumidor de que ya no se elaboran ni ex- penden vinos artificiales, ni adulterados, re- nacerála esperanza perdida, y aumentará con- siderablemente en nuestra nación el consumo (1) A tal fin, detallamos diferentes bases en la. Parte 4.' ó sección de Nueoos Ingresos. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 255 de una bebida tan sana, confortante;}' tan favo- rable á !a higiene y á las buenas costumbres cual es el viao, y por este medio conseguire- mos, sin duda alguna, hacer salir del retrai- miento que hacia tan importante artículo se había llevado á multitud de consumidores que en la actualidad prefieren emplear su dinero en clases selectas aunque beban menos, otros en cervezas, aguardientes y licores, y mu- chos, como son los menos acomodados, solo utilizan el agua por el elevado precio de aquel artículo en diferentes comarcas donde no se produce, y por la desconfianza y el temor natural á los efectos nocivos del artificio. Para conseguir el medio de que nos ocu- pamos deben los vinicultores hacer cuanta esté de su parte, ya que la exportación ha de ofrecer cada día más dificultades. Y no sirve culpar á rupturas del tratado con Francia, pues esta nación ha repuesto ya sus viñedos; las cosechas de 1893 y 1894 fueron abundan- tes (i) y en lo sucesivo utilizará muy poco ó nada los vinos españoles, como lo prueba el pedir constantemente para los mismos nues- tros vecinos la subida de las tarifas. Ya hemos afirmado antes que hay en Es- paña un gran exceso de producción, lo propio que sucede en casi todos los demás países (1) Y si la de 1895 ha sido algo escasa, no es de suponer que suceda lo propio todos ios años. 256 La crisis agrícola y pecuaria donde el suelo y clima reúnen las mejores condiciones para el cultivo del viñedo; cuya afirmación no es exclusivamente nuestra, y por más que no sea necesario invocar testi- monios autorizados porque todos así lo reco- nocen, creemos que no estará demás trans- cribir las palabras del vice-presidente del im- portante sindicato de Viticultores de Fran- cia (i). «Tanto más de lamentar es la situación actual de la viticultura española, cuando ésta como la francesa, están cada día más amena- zadas por el aumento de 80 millones de hec- tolitros realizados desde 1880 en la produc- ción general europea, y con especialidad Ita- lia, Hungría, Ilinia, Dalmacia, Rumania, Turquía y Grecia, sin contar que la exporta- ción á América y Australia se vá haciendo más difícil cada día porque adquiere en aque- llos países mucha extensión el cultivo de la vid, y empienzan ya á producir vinos en can- tidades casi suficientes para su consumo, además de protegerlos con derechos arance- larios tan excesivos, que equivalen á la mura- lla de la China». Pues bien, ya que el cultivo de la vid se extiende de una manera tan prodigiosa ea todos los países, particularmente en una regióa lan dilatada como lo es la Australia «en cuyas (1) Mr. Lacroii á la Agencia Fabra en 8 de Abril de 1893. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 257 diversas colonias mejora cada diaelcultivodel viñedoyla elaboración del vino para obtener excelentes productosy efectuar el embarque de los mismos en las mejores circunstancias con destino á los diversos mercados europeos y americanos» (i), antes que pensar en remitir nuestros caldos al extranjero, debemos pro- curar que aumente en nuestra nación el con- sumo de los mismos, pues conformecon el se- ñor vice-presidente del Fomento de la Produc- ción Nacional de Barcelona (2) «engaña á los agricultores, sobre todo á los que producen vino, quien les haga creer que pordioseando por las puertas de las naciones extranjeras van á vender bien sus vinos. Francia que era nuestro mercado, tiene ya repuestos sus vi- ñedos y acaba de coger una cosecha que le deja sobrante. En América no se puede colo- car lo que producimos. La agricultura espa- ñola necesita, pues, tener el consumo en nues- tra propia casa». Y, en efecto, aumentando el consumo del vino en nuestra propia nación, pudiéramos llegar á crear, por tal medio, el tnejor tnerca- do para tan importantísimo producto. (1) Yar book of Australia for 1892. (2) Sallares, meeting Bilbao, 9 Diciembre 1893. 258 La crisis agrícola y pecuaria Medios eficaces para ello. Para la consecución de tan interesante objeto conceptuamos que los medios más viables, prácticos y eficaces, son los si- guientes: I." Suprimir en absoluto los crecidos de- rechos que gravan los vinos. 2.° Si las circunstancias exigieren que la supresión indicada no sea definitiva, se esta- blecerá por lo menos con el carácter de pro- visional ó transitoria, hasta tanto que mejore de una manera ostensible la anómala y an- gustiosa situación de tan importante pro- ducto nacional. 3.° En el caso de que más adelante sea absolutamente necesario gravar los vinos con algún impuesto, no excederá este, en ningún caso, del 25 por 100 del precio ó valor que, según clase, tenga en cada respectiva loca- lidad. 4.° Que todos los particulares, y princi- palmente los mismos viticultores, conside- ren siempre el vino como parte íntegra del jornal. I. Que la riqueza vinícola sufre una crisis espantosa, cruel, mortal de necesidad, sino se ataja y combate el mal de una manera re- suelta y enérgica no es preciso demostrarlo, Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 259 pues por desgracia es bien notorio y á todos nos consta de un modo positivo, siendo hoy lo que preocupa total y exclusivamente á los vinicultores .y á gran parte de la opinión pública de un extremo á otro de la Penínsu- la; pero por lo mismo que el mal es más que grave, gravísimo, alarmante en extremo y que no admite la menor espera, también es necesario reconocer que la solución no puede revestir carácter liliputiense; que no puede consistir en un ligero paliativo que equival- dría á derramar un vaso de agua para aumen- tar el inmenso caudal del Océano, y no ser- viría para otra cosa que para prolongar una situación tan excepcional é insostenible; y que por lo tanto tendrá que ser un remedio tan eficaz como urgente. El impuesto que grava los vinos, tan de- testable y molesto^ es el mayor escollo, el más odioso de los obstáculos y la más sólida muralla que cierra el paso y dificulta osten- siblemente entre las clases populares el con- sumo de nuestra gran riqueza nacional. Es el factor más importante y que mas contri- buye a la ruina de nuestra vinicultura; el lazo vigoroso que retrae, esteriliza y contiene grandes iniciativas; el dogal que oprime y ax- ftsia; el nudo gordiano que ata, sujeta y pa- raliza todo tráfico y movimiento para el con- sumo interior; así que las circustancias tan críticas porque atraviesa la riqueza vinícola. 2ÓO La crisis agrícola y pecuaria la completa supresión del referido impuesto no es ya una conveniencia, es una necesidad apremiante que se impone por razón del buen sentido y de justicia, y por lo mismo no vacilamos el proponerla en primer tér- mino. Es también la reforma pedida coa más insistencia y por rara unanimidad por los viticultores de la nación en los meetings de Valencia, Tarragona, Jumilla, etc., y en las razonadas exposiciones de todos los centros "vinícolas lo primero que proponen y solici- tan es la supresión del impuesto sobre los vinos^ sin que pueda sustituirse por cualquier otro que grave la riqueza vinícola. Y en efecto, no vemos en el día otro me- dio más eficaz, más breve y de más positivos resultados para facilitar y acrecentar el con- sumo en nuestra Península de una bebida tan sana y confortable como es el vino, y para sacar á tan importante riqueza pública del estado de postración y decadencia, tan deplorable á que hoy se ve reducida. Es, en las circunstancias actuales, el medio más excelente, y el que de una manera más inmediata y decisiva puede contribuir á con- jurar la crisis tan honda y latente que sufre la riqueza vinícola; y, por tanto, ninguna otra reforma más justificada. Todos reconocen su eficacia, y nadie duda que es un remedio soberano para solucionar Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. tan arduo problema; una medida de la que esperamos los mejores resultados; la verda- dera panacea que hoy puede aliviar nota- blemente, más que ningún otro, el gravísi- mo mal que sufre uno de los principales veneros de la riqueza de nuestra patria. Cierto que toda clase de reformas requie- ren meditación, y que se debe atender por igual á todos los intereses del país; pero al que vemos que se ahoga y se halla á punto de perecer es un deber de estrecha concien- cia tenderle un cable que le libre de una muerte segura, en vez de consentir impasi- ble que fenezca por falta de auxilio oportuno; y cuando una luz vemos que se apaga, debe- mos darle vida por medio del combustible necesario, antes que se apague por completo y quede en tinieblas lo que antes era luz, vida, movimiento y esperanza. Por más que nadie con razón pueda negar la bondad de tan sentida y justificada refor- ma, algunos objetan que no se habrá de obtener con ella completo remedio á los males que sufre la vinicultura, porque aun suprimiendo el crecido impuesto que grava esta riqueza no había de consumirse en nues- tra nación todo el vino que la misma produ- ce y que necesitamos además de los merca- dos extranjeros. Verdad es que no todo se habría de consumir en España, pero también lo es que tal medio acrecentaría el consumo 202 La crisis agrícola y pecuaria del vino de una manera considerable, y que de los mercados extranjeros no podemos con- fiar mucho, por ser muy difícil conseguir tratados favorables para exportar nuestros caldos, pues Rusia (que sería buen mercado) para cuyos trigos pedimos nuevo recargo ^habrá de concedernos aquello mismo que pretendemos se los niegue? De Alemania poco ó nada podemos esperar en virtud del fraca- so que en el Senado, con aplauso unánime de los agricultores, obtuvo el tratado pro- puesto en aquel Imperio; además que los alemanes demuestran especial preferencia por las cervezas y aguardientes, lo propio que los suecos é ingleses. Por otra parte y aun cuando en otras na- ciones se logre colocar algunas partidas, su- poniendo que precisemos exportar anualmen- te i6 millones de hectolitros, y que no obs- tante las gestiones que el Gobierno y los par- ticulares practiquen á tal fin no consigan colocar más que 8 (que no es poco, pues me- nos se ha exportado en los cuatro últimos años) los otros 8 millones de hectolitros res- tantes forzosamente habrá que consumirlos en nuestra nación ó arrojarlos á la calle. Algunos se oponen á la supresión del im- puesto que grava los vinos, fundándose en que el presupuesto de ingresos sufrirá un quebranto y que no conviene dejar indota- dos los servicios públicos. Claro es que no Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. conviene ni se debe desatender el pago de las obligaciones generales del Estado, y por tan- to, si un impuesto se suprime debe llenarse con otro el vacío que necesariamente tendrá que producir en el Erario, lo cual constituye la mayor dificultad para llegar á la supresión pero no es aquella tan insuperable que no se pueda vencer, adoptando al efecto los medios equitativos, racionales y prudentes que per- mitan compensar la baja que ésta ocasione; á cuyo fin nos ocupamos con el detenimiento debido en el curso de esta obra, por concep- tuar que no siendo factible ni conveniente por ahora, la rebaja general de tributos, si las circunstancias aconsejan suprimir ó reba- jar alguno por excepción, se debe buscar en otro ü otros la compensación debida; pero no debe olvidarse que si se abandonad cultivo de las viñaSj se mermarán considerablemente los ingresos del Tesoro y muchísimos obreros quedarán sin jornal, originándose complica- ciones peligrosas; y que con la supresión indicada terminará por completo el matute, y en gran parte las falsificaciones y adultera- ciones de los vinos que tanto hacen aumentar la producción como disminuir el consumo; se favorecerá además al público y á los viticulto- res que pagan religiosamente sus respectivas cuotas contributivas y sostienen numerosos jornaleros. Crisis agrícola. 19 264 La crisis agrícola y pecuaria II. Creemos haber demostrado ya, y que además estará en la conciencia de todos, qud" la completa supresión de tan odioso y detes- table impuesto que grava los vinos es el me- dio de mayor eficacia, el que dará desde lue- go más excelentes resultados, y el que habrá de contribuir de una manera más inmediata y decisiva á conjurar la crisis tan honda y latente que sufre la riqueza vinícola, hacien- do así más llevadera la triste situación de muchísimos propietarios y de los millones de obreros que se dedican y viven del cultivo de la vid. La vinicultura espirante no puede sopor- tar más tiempo un impuesto tan gravoso, una carga tan abrumadora que apenas la permite moverse, siendo indudable que urge dar el primer paso con verdadera decisión y entereza para salvar á una riqueza tan prin- cipal y única que existe en algunas comar- cas de la espantosa ruina que la amenaza y evitar acuerdos extremos que la desespera- ción pudiera hacer necesarios. Cuatro años ya que la mayor parte de los viticultores viven á costa de sus capitales; los que tenían algunos ahorros ü otros me- dios de vida han podido continuar aunque con estrechez y privaciones una vida aza- rosa por tres ó cuatro años, pero ya de Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 265 día en día se agrava más su triste situa- ción; otros se han visto obligados por fal- ta de compradores á sus viñas y productos, á buscar dinero á préstamo é hipotecar otras fincas, empezando así una pendiente de per- dición que habrá de conducirles á una com- pleta ruina y que de no acudir con la mayor premura á remediar, ó aliviar siquiera, tan g-rave mal, el espectro del hambre ocasiona- rá fuertes estragos en muchas regiones vití- colas, y obligará á propietarios y obreros á un esfuerzo común y supremo para conse- guir la reforma que con tanta justicia y tan en vano vienen reclamando. En las localidades donde se logra vender el vino, suele ser á un precio tan sumamente reducido, que no compensa el pago de con- tribuciones y los gastos de cultivo, ni siquie- ra los de la vendimia, elaboración y conser- vación del mismo; por lo que no es de extra- ñar que muchas viñas no se labren, otras hasta se queden sin vendimiar y en algunos pueblos se presencie el triste espectáculo de ver á los cosecheros derramar los vinos fuera de las bodegas por no hallar quien lo compre ni caro ni barato, después de los muchos gastos y afanes que los ha costado el pro- ducirlo. La crisis vinícola ha llegado á tal extremo de gravedad que amenaza una enorme catás- trofe, y de consumarse la completa ruina de 206 La crisis agrícola y pecuaria tan principal riqueza, á su aniquilamiento y muerte sobrevendrán conflictos y consecuen- cias graves para los viticultores y jornalero-s- en primer término, pero más adelante recae- rán también fatal y necesariamente sobre la nación entera. El impuesto de consumos es el que á un artículo de primera necesidad y auna bebida higiénica y confortable como es el vino, le convierte en artículo de lujo, particularmente en las grandes poblaciones, en las cuales el repetido impuesto es tres y aun cuatro veces mayor que el del precio del vino, por lo cual á las clases poco acomodadas, que constitu- yen la inmensa mayoría de los habitantes de aquellas, sé las obliga, por tal medio á abste- nerse de tan sana y tónica bebida; ó á limitar considerablemente el consumo de la misma. Los agiotistas, por eludir el pago del impues- to, confeccionan mistelas y bebidas ponzo- ñosas, en perjuicio evidente de la salubridad pública y de los vendedores de buena fe; de todo lo cual resulta que el consumo del vino se reduce á una parte sumamente insignifi- cante; siendo indudable que la reforma men- cionada constituye una necesidad suprema. Cierto que á todas las manifestaciones de riqueza se las debe conceder protección, igual á unas que á otras; pero por lo mismo que ningún producto se halla gravado con un impuesto tan exorbitante como el vino, y ser Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2Ó7 el que está en más visible decadencia y ruina, es también el que reclama auxilio con más justicia y que debe prestarse con la premura que la gravedad suma del mal requiere y con preferencia á todas las demás riquezas. Si más adelante, en los años sucesivos, mejorase de una manera ostensible tan impor- tantísima rama de nuestra producción nacio- nal (por más que es difícil regenerar un or- ganismo anémico y devolver la feracidad á un terreno esquilmado) y las circunstancias exigieren la adopción de algún gravamen, impóngase pues entonces en la parte que equitativa y proporcionadamente correspon- da, si se estimare que ningún elemento de riqueza debe ser de mejor condición que otro; pero atiéndase siempre con preferencia al más débil y necesitado, aplicando, con opor- tunidad el verdadero remedio; sepárese la compuerta que detiene el agua fertilizante que puede devolver la savia y lozanía á mu- chas comarcas ya casi agostadas por una lar- ga sequía, tiéndase con presteza un cable al náufrago que se ahoga, y acúdase con premura á apagar el edificio que arde y amenaza con sus imponentes llamas conver- tirlo todo en cenizas. La supresión del impuesto que grava los "vinos es una reforma que urge acometerla con verdadera decisión y entereza; aun ■cuando sea solamente con el carácter de 268 La crisis agrícola y pecuaria provisional ó transitoria, á fin de que tan inte- resantísimo ramo de nuestra riqueza pública mejore con rapidez y se eviten los muchos y graves males que sobrevendrán necesaria- mente, de continuar en situación tan lamen- table y excepcional. Es, pues, necesario adaptarse á los tiem- pos y á lo que exigen las circunstancias y re- conocer de buen grado que la indicada refor- ma es la más precisa, la más eficaz y de me- jores resultados para el desarrollo del gran mercado interior, único del que en el día po- demos esperar más breves y más copiosos- frutos. Es, á no dudarlo, más práctico y más in- dispensable aún que la de suprimir la contri- bución que los propietarios satisfacen por sus viñedos, es una cuestión de capital interés, un problema de vida ó muerte para nuestra riqueza vinícola; y por tanto, medida salva- dora, apremiante en extremo, que se impo- ne por la razón, la lógica, la justicia, y por la ley de la necesidad, es la de suprimir en absoluto el impuesto de Consumos sobre los- VÍ7WS. iir. El medio más radical, de más breves y me- jores resultados para aumentar en nuestra na- ción el consumo de los vinos, es la completa Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2Ó9 supresión del impuesto quegrava los mismos, según queda expresado, pero si debido á este medio, ó á cualquier otra circunstancia mejorase más adelante tan importante ramo de riqueza pública y pudiera soportar algún gravamen ó impuesto, entendemos que en todo caso deberá tenerse en cuenta y adop- tar como base para ello el valor ó precio del vino; principio fundamental sobre el que debe apoyarse toda imposición ó tributo, con lo cual no se daría el caso tan absurdo^ altamente injusto y desproporcionado de que mientras el valor del vino es en diversas comarcas de 2 á 4 reales el cántaro de i6'i3 litros, haya que pagar en algunas poblacio- nes importantes, por impuestos de consumo 14 y 16 reales. El trigo, cuyo precio excede en la ac- tualidad (i), de 32 reales la fanega de 94 libras ó 43^240 kilogramos, no llega siquiera á 2 reales lo que paga por impuesto de con- sumo; y en igual ó más reducida proporción resultan gravados los demás cereales, las legumbres, los aceites y las carnes. Única- mente el vino es el que resulta gravado con un impuesto que excede en algunos casos del 300 y aun del 400 por 100 de su valor, (1) Pues cuando se publicó la Tarifa vigente de Consumos, era algo más elevado. 270 La crisis agrícola y pecuaria siendo así que hoy necesita mayor protec- ción que todas las demás riquezas. Sabido és, que cuando se publicó la Ta- rifa general de 16 de Junio de 1885, para el impuesto de Consumos, por virtud de lo preceptuado en el art. 3.° de la Ley de la propia fecha, el precio del vino era el de 20 á 24 reales el cántaro (ó sea 6 ó 7 veces más que ahora), y el mismo con pequeña diferen- cia cuando se aprobó y publicó el reglamento provisional de 21 de Junio de 1889 que con- tinúa vigente; pero de entonces acá las cir- cunstancias desgraciadamente han variado tanto que no es posible que la riqueza viní- cola continúe más tiempo pagando un im- puesto tan desproporcionado y exorbitante. Así pues, el Gobierno por razón de equi- dad y justicia, y como de necesidad imperio- sa, debe apresurarse a llevar á la práctica la indicada reforma, y de gravar en lo sucesivo con algún impuesto el vino que se destine á la venta, si es que á tan importante riqueza se la llega á colocar en otra situación más halagüeña y floreciente, convendrá que lo sea con relación á su valor, á cuya base, principio y raíz deberá sujetarse necesaria- mente el tributo ó gravam.en, pero sin que en ningún caso exceda del 25 por 100, que según clase tenga en cada localidad, pues tampoco es equitativo, ni razonable que los exquisitos vinos de Jerez, Málaga y Cariñena, Y SL3 VERDADEROS REMEDIOS- Ó los añejos de la Nava del Rey, Rueda, etc., que se venden á más de loo reales el cántaro, paguen por derechos de consumo lo mismo que los comunes ú ordinarios de otras zonas, que no valen (cuando se logra la ven- ta) más de 4 ó 5 reales el cántaro; ni los que en igualdad y aun inferioridad de clases cuyas bodegas se encuentran más próximas délos centros consumidores ó exportadores, gi por esta coincidencia de la fortuna, ven- den á doble y aun á triple precio que los que se hallan á distancias considerables; porque sería establecer, como ahora sucede, un privilegio injusto é irritante. El precio de cada localidad debe ser la base y princi- pio fundamental en que se apoye y descanse el precitado impuesto. La ley Municipal vigente, en su espíritu elevado y previsor, establece en la regla i.» del art. 139 que «las Tarifas no excederán en ningún caso del 215 por 100 del precio medio del articulo en la localidad respectiva, según su clase». De manera que por necesa- ria y justificada que sea la imposición de cualquier arbitrio, los Ayuntamientos no podrán traspasar jamás el referido límite de 25 por 100 del valor de cada especie; por lo que no vemos razón alguna para que exceda en la actualidad del 300 y 400 por 100 con los derechos del Tesoro público, precisamen- te en los vinos, cuya riqueza se halla en muy 272 La crisis agrícola y pecuaria visible decadencia y ruina (i) siendo asi que otras industrias más florecientes, y las demás especies gravadas con dicho impuesto no llega ninguna (á excepción de la sal común) al límite expresado. Así, pues, de no suprimir por completo el impuesto que grava los vinos, (lo cual es más conveniente y preciso que rebajar aunque sea un $00 un 75 por 100 los derechos del Tesoro y los recargos municipales reunidos), lo más práctico, racional y positivo es acor- dar que los derechos por impuesto de Con- sumo no excedan por ningún concepto del 25 por 100 del precio ó valor del vino, según clase, en cada localidad respectiva (2). (1) A pesar de que en Francia el impuesto de Con- sumos es mucho menos gravoso que en España, y que casi no afecta á la producción nacional, Mr. Ribot ha propuesto se supriman los diversos derechos sobre los vinos en aquella nación, sustituyéndolos por un derecho único de consumo, de manera que ni aun ea las grandes poblaciones exceda de 4 francos el hecto- litro. En España, ya es sabido que en las poblaciones de 6/ clase, asciende el susodicho impuesto, con el recargo municipal á 25 pesetas el hectolitro. (2) Conforme propuso el Sr. La Torre al Congreso de Diputados en 11 de Junio de 1895, en su plausible deseo de favorecer la riqueza vinícola y como medio íle obviar las dificultades que algunos presentaban k la supresión y rebaja del impuesto que grava los vinos. Y SUS VERDADEROS REiMEDIOS. 273 Para el adeudo, entendemos que será su- ficiente que los cosecheros, industriales ó vendedores situados en el interior de las poblaciones donde existan fielatos exteriores, presenten en la Alcaldía respectiva una rela- ción en la que expresen, bajo su más estre- cha responsabilidad, la cantidad de vino que se proponen destinar á la venta, clase y pre- cio del mismo. Lo que se destine á la venta pública en sitio distinto del déla producción y que deba adeudarse, por consiguiente, en otro ü otros términos municipales, presentarán los com- pradores ó conductores un certificado expe- dido por el vendedor, en el que conste el precio y clase del vino, y además otro certi- ficado del Alcalde en el que se acredite el precio medio de cada clase en la localidad y fecha respectiva. Los que faltaren á la verdad compranda ó vendiendo á mayor precio del señalado en los certificados exhibidos, incurrirán en la multa de 50 pesetas por cada hectolitro, y doble si fueren reincidentes, con pérdida además del vino que expendieren ó {condu- jeren, ú otra multa equivalente al valor del mismo si la defraudación fuere descubierta después de su expedición ó consumo, cuya importe se distribuirá por partes iguales en- tre los que descubran el fraude, ya sean em- pleados de resguardo ó simples particulares^ 274 ^^^ CRISIS AGRÍCOLA Y PECUARIA siendo pública la acción para denunciar las infracciones y abusos que sobre el par- ticular se comentan. El que reincida por tercera vez, además de las multas expre- sadas, será entregado á los Tribunales ordi- narios, para que le impongan la responsabi- lidad establecida en el art. 547 del Código pe- nal. Si algún Alcalde faltare á la verdad en los certificados que expida, incurrirá también en las propias multas y responsabilidades establecidas para los defraudadores. IV. Otro medio tan sencillo como eficaz para acrecentar el consumo interior, y que más que al Estado corresponde á los mismos co- secheros y particulares, consiste en que el -vino sea considerado siempre como parte inte- gra del jornal. Muchos cosecheros prefieren, con grande error suyo, elevar el precio délos jornales por no dar vino, de donde resulta también una sensible disminución en el consumo de dicho artículo. Los jornaleros, en su inmensa mayoría, no llevan al campo más bebida que el agua; trabajan todos los días de la semana sin pro- bar el vino, y únicamente los Domingos y días festivos los que tienen algún pequeño ahorro suelen tomar, no en su casa, sino en Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. ¿75 las cantinas ó tabernas, medio litro ó cuando más uno de vino. Como á muchos los falta la alimentación suficiente y un buen método higiénico, y más que todo la costumbre de utilizar diariamente tan sana é importante bebida nutritiva, unido á esto la mayor ó menor adulteración que contengan los líqui- dos, resulta en tales casos con la mayor faci- lidad la embriaguez, y lo que es mucho más grave las pendencias y los crímenes. Muy raro es el día festivo que tanto en los grandes centros de población como en los pueblos no hay que lamentar algún caso de la índole citada. Alas autoridades locales, juzgados de guardia, agentes de orden pú- blico, guardias municipales y serenos, se les obliga en tales días á ejercitar sus respecti- vas funciones por la circunstancia menciona- da, debida á la que aumentan su población respectiva las casas de socorro, cárceles y hospitales. Cierto que más cómodo que dar vino, es para los propietarios pagar solamente en metálico, pero también lo es que resulta más perjudicial, pues mejor que de la manera expresada sería, a no dudarlo, que éstos uti- lizasen tan confortable bebida á diario con método durante el trabajo y con la familia en el hogar doméstico. Asi conseguirían los amos y principal- mente los cosecheros cinco fines á cual más 276 La crisis agrícola y pecuaria importantes: i.* Dar salida á sus productos; 2." Morigerar las costumbres; 3/ Evitar excesos y abusos alejando de las cantinas á sus dependientes; 4.° Que éstos beban vino puro. Y 5.° Que se hallen mejor alimentados; -circunstancia indispensable para que puedan sobrellevar las pesadas tareas del trabajo. Tampoco, ni aun en circunstancias ex- cepcionales (que rara vez se presentan) los cosecheros y expendedores de vinos, deben elevar demasiado el precio de los mismos, sino conformarse unos y otros con un precio suficientemente remunerador, que es el que debe servirlos de norma, para no convertir en artículo de lujo el que es de primera ne- cesidad, é imponer, por tal medio, la absten- ción de su consumo á las clases menos aco- modadas. La costumbre de muchos padres de fami- lia de proscribir á sus hijos en la mesa una bebida tan sana hasta que llegan á la mayor «dad, nos parece censurable y que segura- mente la ciencia médica reprueba, hoy que por desgracia tanto abundan los estados anémicos y raquíticos, para cuya reconstitu- ción y desarrollo físico (y aun moral) cons- tituyen un factor importante los buenos vinos (i). (1) Lo propio decimos de la regla ó costumbre establecida [en la mayor parte de los colegios de Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 277 Los dueños de fabricas, talleres, minas, y empresarios ó contratistas de obras públicas y particulares, si abonasen en producto de la vid una parte de los jornales ó haberes de sus dependientes respectivos, sería una me- dida altamente plausible, digna de gratitud por parte de los viticultores y aun de los mismos obrerosj y muy en particular de mención honorífica por parte del Gobierno. Aun cuando no aparezca tan meritoria la adopción de tal medida en los viticultores, pues debieran ser los más solícitos en esta- blecerla, por la mucha conveniencia que habría de reportar á sus intereses y para no darse el triste espectáculo de que mientras las bodegas se hallan atestadas de vino, ca- rezcan de ello las personas que diariamente derraman el sudor de su frente en el cultivo de la vid, sin embargo opinamos que tam- bién se haga en su favor la propia concesión, alumnos internos y medio pensionistas respecto de la limitación á los días festivos del uso de una copita (de un doble decilitro próximamente) de vino para cada comida, y cuya previsora medida debiera hacerse ex- tensiva á todos los demás días del año. Si los recursos del Tesoro permitiesen aumentar el escaso haber que disfruta el soldado, no vacilaríamos en aconsejar se distribuyera entre la tropa una canti- dad morigerada de vino potable, á la vez que el pan y las viandas, como complemento de una buena alimen- tación. 278 La crisis agrícola y pecuaria y muy principalmente de los labradores, in- dustriales y de cuantas personas contribuyan á acrecentar el consumo interior por el medio propuesto (i). (1) Nada más lejos de nuestro ánimo que abrigar pretensiones didácticas de ningún género; pero como pudiera parecer, á primera vista, una tarea muy difícil y gravosa la concesión de tal gracia al número tan considerable de personas que seguramente habría de considerarse con derecho á obtener la misma, creemos que no estará de más consignar que, en nuestro con- cepto, todo podría reducirse á formar ios Ayunta- mientos cada diez años un padrón con los nombres de los interesados, el cual deberá rectificarse todos los años intermedios con las alteraciones que de oficio ó á instancia de parte fueren procedentes, y previa ex- posición al público del mismo documento y apéndices respectivos, para oir de agravios, remitirle á la Dipu- tación provincial de idéntica manera que las listas electorales. Cada Diputación provincial, en vista de los datos recibidos y resueltas las reclamaciones pre- sentadas, proceder á refundir en un sólo documento los padrones ó apéndices de los Ayuntamientos de la provincia y elevarle al Ministerio de Fomento y apro- bado ó corregido que fuere, publicar por suplemento, en los Boletines Oficiales los nombres y domicilios de las personas, sociedades ó compañías á quienes se hubiere otorgado la gracia expresada. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 27Q Mercados extranjeros. — Apesar de los medios propuestos, es de necesidad, por ahora, abrir nuevos mercados y consolidar los antiguos. — Sitios á tal fin indicados. — Primas á los que exporten vinos en proporción á la cantidad y clase del producto. — Sindicatos de exportación, estaciones enotéc- nicas, agencias consulares, y exposiciones. Una vez que se haya logrado acrecentar el consumo interior, habren:ios adelantado mucho en pro de la riqueza vinícola, por más que no lo suficiente, debido al conside- rable exceso de producción, y por lo tanto resultará un sobrante de no escaso valor, al que necesariamente habrá de procurarse darle fácil salida, y á ser posible ventajosa colocación en los mercados exiratijeros. Suponiendo que cada año se consuman en España i6 millones de hectolitros de vino, (i) y que abierto por el medio anterior- mente propuesto el primer mercado cerrado á los vinos, que es nuestra nación, se pudiera acrecentar el consumo del mismo artículo (1) La falta de datos exactos acerca de la produe- ción y consumo en cada localidad, nos obliga á proce- der por cálculo prudencial y aproximado. Crisis agrícola. 20 28o La crisis agrícola y pecuaria en 8 millones más, resultará que necesita- mos acudir á los mercados extranjeros para dar colocación á los 7 ú 8 millones que, por término medio, han de quedar sobrante» todos los años. De manera que para conju- rar la crisis tan honda como sensible que en la actualidad sufre la riqueza vinícola, fuente la más susceptible de prosperidad en algunas comarcas, no es posible prescindir por aho- ra, sino que es de necesidad absoluta como uno de los medios mas eficaces á tan impor- tante lin, el de abrir nuevos mercados ex- tranjeros, y consolidar los antiguos. Y ;hácia donde dirigiremos nuestras mi- radas? Oscuro se presenta el horizonte; den- sas nubes se divisan en lontananza, y á nues- tra vista no se ofrece otra cosa que dudas, vacilaciones y zozobras; pero por lo mismo que son muchos los obstáculos que se oponen en el exterior al desenvolviento de nuestra producción nacional, es necesaria mayor fuerza de voluntad para vencerlos. Si la buena elaboración de vinos habrá de reportar grandes ventajas para acrecentar el consumo interior, no pequeñas se obtendrán para facilitar la venta de los mismos en los mercados extranjeros, porque las clases me- dianas no son buscadas, ni pueden resistir largos transportes, y no sirven para otra cosa que para su propio descrédito, y el de todas las demás de la nación de que proceden. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. El mayor esmero en la elaboración y las facilidades para el transporte ha aumentado de una manera considerable la exportación de vinos italianos á Francia, Austria, Ale- mania, y á diferentes repúblicas americanas. Con respecto á los aguardientes y licores se ha llegado en España á un estado de adelan- to para resistir toda competencia (i); mas no asi con los vinos, pues son pocas las clases que pueden rivalizar con las de Italia, y muchas las que no reúnen condiciones para 5er exportadas á países lejanos. Para competir en Francia con los vinos italianos tenemos la ventaja del menor reco- rrido, la diferencia de tarifa y la mejor cali- dad del fruto, circunstancias poderosísimas que tanto nos favorecen, y que á poco que se (1) La importante casa de los Sres. Jiménez y La- mothe después de haber alcanzado en la Exposición de Chicago el premio de Excelencia (que es el más importante que para cada industria se concedió en este gran certamen nacional), por la pureza y finura de sus Cognacs Ad Brandy, extraídos del vino puro, ha obtenido también en la reciente Exposición regio- nal de Málaga el Diplotna de honor por sus aguardien- tes estilo Cognac elaborados en sus grandiosas desti- lerías de Málaga y Manzanares, instaladas por el mejor sistema conocido de Francia; y cuyos selectos productos pueden competir en las marcas más acre- ditadas del extranjero. 282 La crisis agrícola y pecuaria esmere la elaboración no será difícil el triun- fo de nuestros caldos en aquella nación. Pero- si la importancia de una buena elaboración es indudable, también lo es la de bus— car al consumidor y ofrecerle los pro- ductos en condiciones aceptables, pues no- basta elaborar buenos vinos, si éstos no- son conocidos de las personas que se de- dican á la compra y exportación de los mis- mos. Antes teníamos el mercado de Francia que consumía todo el vino sobrante en Es- paña y parte del de otros países, pues desde el tratado de 1877 empezó á desarrollarse, habiendo alcanzado sus mayores cifras cuan- do la filoxera devastó ios viñedos de aquella nación; pero esta circunstancia meramente accidental y transitoria tenía que cesar, como en efecto ya ha sucedido, desde el momento que los franceses han logrado la reposición de sus viñedos, á lo que obedece sin duda alguna, como consecuencia natural é inme- diata, más que á la elevación de tarifas y á la terminación de tratados, el descenso tan considerable que todos lamentamos en la venta de nuestros vinos, base principal hasta hace muy pocos años de nuestro comercio exterior. Sin embargo de tan poderosa circunstan- cia, no conviene por ahora prescindir de taa importante mercado, y es preciso colocarle Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2S3 en primer lugar entre los extranjeros (i), puesto que Francia necesita de nuestros cal- dos para alimentar su creciente y sin igual industria de vinos (2) los que después de mo- dificados exporta á otros países, incluso el nuestro, al que devuelve parte de los mismos (1) Según los datos que hemos consultado, resulta que España ha exportado á Francia: En los siete primeros meses de 1892. 3.552.268 hects. En igual época de 1893. 2.558.554 » En Ídem de 1894. 1.519.852 » En Ídem de 1895.1.814.236 » Resto de Europa, África, Asía, América y Oceanía: En los siete primeros meses de 1892. 0.777.107 hects. En igual época 1893. 0.894.756 » En ídem ídem 1894. 0.980.875 » En ídem ídem 1895.1.074.286 » (2) Y más hasta tanto que se verifique la vendimia de 1896 en razón á que la de 1895 ha sido algo escasa en aquel país vecino (unos 12 millones de hectolitros menos que la de 1894, y 23 millones de hectolitros, también menos que la de 1893;; las buenas disposicio- nes que parece existen para concertar un modus viven- di entre ambas naciones hasta tanto que se pueda llegar á, un tratado definitivo: que la escasez de una mercancía con relación á la necesidad de su consumo, hace acudir al punto donde la misma abunda-, y á que en Italia, Túnez, Turquía y Grecia la cosecha última fué algo reducida; lo que conviene tener en cuenta por sí estas circunstancias unidas á la ley sobre el Coupage pudiera facilitar algo la exportación de núes- iros vinos. 284 La crisis agrícola y pecuaria vinos que salieron antes, si bien ya califica- dos con distintos nombres. Pero además del mercado francés, de suyo variable, es necesario pensar en los de otras naciones, á fin deno tener que acudircon súplicas al exigente, y puesto que Francia dentro de muy poco tiempo (i) producirá vino bastante para no tener necesidad de re- currir á España é Italia, y entonces cerrará por completo sus mercados á los vinos ex- tranjeros. Austria, Inglaterra, Suecia, Bélgica y otras naciones en las que está muy generali- zado el consumo de la cerveza, y á cuyos mercados si se llevaran buenos vinos sería muy probable obtener de sú venta positivos resultados. El Japón y demás países del Asia oriental que van adoptando paulatinamente los gus- tos y las costumbres de Europa, pudieran llegar á constituir buenos mercados para los vinos españoles; pero á donde principalmente deben dirigir su acción nuestros gobernantes, es á las repúblicas americanas en las que los vinos procedentes de España tienen su porve- nir por ser los grandes mercados consumido- res de los productos españoles, en particular (1) Como en Mayo de 1893 decía e! ultraproteccio- nista Mr. Froin. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 285 los países hermanos do hablan el mismo idio- ma que nosotros, y en ellos se hallan tan arraigadas nuestras costumbres y ser des- cendientes de españoles la inmensa mayoría de los que pueblan tan ricas y amenas re- giones. La isla de Cuba y Puerto Rico son tam- bién buenos mercados para los vinos españo. les, y lo serán á no dudarlo mucho mejores si el Gobierno rebájalos crecidos derechos de Aduana, por lo menos á lo que se paga en otras naciones europeas; pues es verdadera- mente inconcebible que pidamos reducción de derechos para facilitar la salida de nues- tros vinos á los mercados extranjeros, y pa- guemos mucho más en nuestra propia casa. Por otra parte, es preciso no olvidar que las provincias ultramarinas son nuestras herma- nas y nutren á la metrópoli España, y que por lo tanto, son igualmente dignas de pro- tección por parte de todos los buenos espa- ñoles, y para evitar además motivos y pre- textos de luchas sangrientas en aquellos pe- dazos lejanos del territorio patrio. Los vinicultores á su vez, además de es- merarse por elaborar buenas clases, deberán procurar también adquirir buenes relaciones comerciales para la más fácil y ventajosa co- locación de sus productos en los mercados extranjeros, aun cuando al pronto tengan que luchar con algunos obstáculos. «En resumen. 286 La crisis agrícola y pecuaria la viticultura española sufre en la actua- lidad una verdadera crisis. Para conjurarla es preciso servir directamente los mercados extranjeros. Hoy día, tal como se fabrican los vinos en España, es imposible su venta fuera de ella, por la falta de tipos. Hay que refor- mar la fabricación y establecer agentes inter- mediarios ó sindicatos de cosecheros. Es pre- ciso que los corredores, vayan á todas partes, QO perdonando medio alguno por difícil, ni despreciando ninguno por nimio, para acre- ditar y propagar las marcas á ellos confia- das (i). Por más que el adquirir buenas relacio- nes en los mercados nacionales y extranjeros no sea muy difícil, y mucho menos imposible, no deja de ser meritorio, y también ventajo- so para la producción nacional; y por lo tan- to conceptuamos procedente que, de la pro- pia manera que Alemania ha dominado una crisis azucarera protegiendo á los cultivado- res de remolacha, y abonando una prima á los exportadores de azúcar, que España con- ceda primas á los que de la misma exporten sus 'oinos^ en proporción á la cantidad y clase del producto. Además será conveniente crear sindicatos de exportación protegidos, y, si necesario (1) E. Martin Gac. Agrícola 16 Enero 1893. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 287 fuere, subvencionados por el Estado, Estable- cer estaciones enotécnicas y Agencias Consu- lares en Francia, Inglaterra, Estados Unidos, República Argentina, en el Asia Oriental y en los demás países que puedan ofrecer éxito favorable, para la difusión y conocimiento de nuestros vinos, y con igual objeto desig- nar viajantes y corredores, para que, á imi- tación de Italia, se encarguen de iiacer pro- paganda, estudien las necesidades de los mercados, faciliten la venta de nuestros pro- ductos para la mejor colocación de los mis- mos; y vigilen con asidua constancia á fin de que no se expendan vinos artificiales ni adul- terados con el nombre de españoles. Celebrar las exposiciones nacionales y re- gionales que fueren necesarias (i); y adoptar cualquier otro medio que tienda á favorecer la riqueza vinícola; puesto que de no hacerlo así multitud de familias habrán de quedar sin trabajo, los viticultores tendrán que arrancarlas cepas, despedir á los obreros y emigrar con éstos, ó exponerse á perecer por falta de recursos, y sobrevendrán necesaria- mente sus naturales consecuencias. La situación tan crítica y excepcional porque atraviesa la riqueza vinícola, reclama cl auxilio y protección de los Poderes públi- cos con el ansia, con la necesidad y con la (1) Y que mencionamos en la Parte 3.'. 288 La crisis agrícola y pecuaria justicia que la demanda el náufrago que se encuentra en alta mar asido á una débil astilla, cansado de luchar en vano contra las olas, y ya casi extinguidas sus fuerzas y próximo á perecer divisa, no ya en lonta- nanza, en cuyo caso su extrema debilidad no le permitiría esperar el auxilio que pudiera prestarle, sino cerca, muy cerca de sí la an- siada nave que puede librarle de una muerte segura y aciaga. ¡Qué satisfacción tan inmensa librar de la muerte al que se halla en peligro de pe- recer! y ¡qué responsabilidad tan grande ante Dios y el mundo para el que pudiendo evitarlo á tiempo no lo hace, y con su indife- rencia glacial, injustificada y censurable consiente que aquél sucumba! Para éste las más execrables abominaciones; así como los más entusiastas y lisonjeros plácemes, gra- titud y reconocimiento eterno para el prime- ro, y la satisfacción tan íntima, grata y pla- centera que habrá de experimentar por su proceder tan correcto y elevado. Esto último esperamos para el Gobierno y demás hombres de valía que sin dilación lleven á la práctica los medios propuestos, todos realizables, con los cuales abrigamos la confianza que habrá de mejorar ostensible- mente la aflictiva situación de tan importan- tísimo ramo de riqueza pública; pues cohi- bidas las nuevas plantaciones; obtenida la Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. zSq buena elaboración de clases; sin la escanda- losa fabricación de vinos artificiales, y la adulteración de los naturales; con penas severas á los fabricantes y expendedores de los mismos; premios á los que garanticen y exporten los productos; conseguida la supre- sión de los crecidos derechos que gravan los vinos; obtenido en su consumo un aumento considerable en España, y el remanente que encuentre colocación en el extranjero, la riqueza vinícola que se halla hoy en un esta- do de postración tan crítico, excepcional y lamentable, como no se ha conocido jamás, confiamos sin ser optimistas, que habría de florecer como la rosa en primavera, después de los rigorosos fríos del invierno; pero si continúa sin la protección decidida que tanto necesita, entonces sobrevendrán á no dudar- lo, inconvenientes y conflictos graves que todos debemos procurar evitar. «:^-'c>wVOvj CAPITULO II. De los cereales y sus harinas. 1. El cultivo de los cereales es insustitui- ble, y el que ofrece más seguro por- venir. 2. El aumento en la producción de cerea- les es un factor importante para que el consumo del pan de trigo sea ma- yor en España, y el mejor medio de evitar importantes arribos á nues- tras costas. 3. La baratura de los cereales — Legum- bres y otros diversos productos. 4. Modificar las Tarifas para el transpor- te de productos agricolas sobre la base de percepción por unidad de tonelada y kilómetro de recorrido. — Compensación á las Compañías fe- rroviarias. 5. Prohibición de importar los productos extranjeros que no sean necesarios. —Elevar prudencialmente el arancel para los que siéndolo, se importen en España y sus posesiones de Ul- tramar.—Vigilancia especial en las costas y fronteras. 6. Abrir y consolidar los mercados de Cuba, Puerto Rico, y Filipinas, para los trigos y harinas nacionales. El trigo con sus variedades constituye la más importante base de la alimentación del hombre en todo el mundo; y es la primera 292 L>^ CRISIS AGRÍCOLA Y PECUARIA producción entre todas las que constituyen la riqueza de nuestro país (por lo cual algu- nos denominan al trigo el rey de los cerea- les); siendo el pan de cada día, no solamente un artículo de primera, sino de absoluta é imprescindible necesidad en la especie hu- mana. Además del trigo, el ramo de cereales comprende el centeno, la cebada, la avena, el arroz, el maíz, el mijo, el panizo, el sorgo, la zahina, etc., que además de los muchos usos á que se aplican, sirven también para alimento de los ganados, y sostienen infini- dad de industrias; por lo cual preciso es re- conocer que la producción de cereales es la más importante de España. La situación de la clase labradora, no es tan satisfactoria y halagüeña como fuera de desear, debido á la depreciación de sus pro- ductos, y á lo reducidas que van siendo las cosechas; pero afortunadamente la produc- ción de cereales no se encuentra en el caso tan desesperado que la de los vinos. El cultivo de cereales es insustituible y el que ofrece más seguro porvenir. El importante ramo de cereales, aunque en la actualidad en vez de ganancias casi no ofrece más que pérdidas, es el que brinda por ahora con un porvenir más lisonjero y Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2Q3 demás positivas ventajas, sin que se pueda prescindir de un artículo de consumo tan necesario para la vida del hombre. Extensos terrenos destinados á cereales han sido plantados de viñedo (con grande error de los que tal hicieron, como creemos haber demostrado en el capítulo anterior), cuya circunstancia ha hecho disminuir algo la cosecha de cereales, en particular la del cen- teno; las muchasdehesasydemás terrenos ro- turados (en perjuicio de la ganadería), han perdido de hecho su fertilidad por falta de abonos y del esmerado cultivo que necesitan, por lo que cada día se acentúa más el descen- so de la producción. Esto mismo ocurre en algunas comarcas de Rusia (i), y en diversos territorios antes vírgenes y feraces de los Estados-Unidos (2), en los cuales el cultivo llega ya hasta la zona árida de las montañas, siendo imposible cultivar más, y la mitad de superficie total no produce ya trigo, ni pue- de producirlo. (1) Cuyo colosal imperio ha sido el que ha impor- tado en nuestra nación mayores cantidades de trigo; pues excede de 600 millones de hectolitros los que produce anualmente en cereales, más aún que los Estados-Unidos. (2) Que producían ordinariamente 15 ó 20 por cada uno de sembradura, mientras que España no produce más que 7 ú 8 por término medio. 294 La crisis agrícola y pecuaria Asi, y con referencia al testimonio de numerosos publicistas, lo asegura la subco- misión i.* en su luminoso dictamen, acerca de las causas de la crisis de los cereales y legumbres, y medidas que pudieran reme- diarla, añadiendo: «De estos datos, relativos á Rusia, Estados-Unidos é Italia, dedúcese, pues, que no es pavoroso el porvenir respecto á la concurrencia extranjera, y que lejos de abrigar nosotros temores de que se impondrá á nuestra producción para aniquilarla, debe- mos pensar en sostener y aumentar la nues- tra, porque cada día es mayor el consumo en el mundo entero, y si hoy cuesta trabajo atender á sus imperiosas demandas en Espa- ña, y fuera de España sobre todo, resultará que esos países grandes productores, en los que cada día será más cara la producción, no podrán satisfacer cumplidamente los pe- didos en la mayor parte de los años en que por desgracia para Europa son deficientes las cosechas (i)». Aún cuando tales circunstancias obliguen á dichos Estados á convertir el cultivo exten- sivo en intensivo, los gastos serán mayores, que harán elevar el precio del producto y dificultar el surtido á Europa (2). (1) Tom. I, parte 2.» (2) Según la Gazette de Cologne, la situación ge- neral de los labradores está á punto de mejorar de un modo sensible. En Rusia las sembraduras de trigo Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 295 El consumo del trigo es cada vez mayor en todos los países, aun en aquellas comar- cas en que antes hacían uso del pan de la harina de maíz principalmente. Además, así como la producción de vino resulta excesiva y necesitamos, por lo tanto exportar una parte muy considerable de la misma, no sucede lo propio con la de cereales, cuya producción no es hoy todavía suficiente para satisfacer las necesidades del consumo. han debido de disminuir en 864.000 hectáreas; en Rumania habrán sembrado sobre un millón de hectá- reas menos; y en los Estados-Unidos, el cultivo ha disminuido en los últimos años en 4 millones de acres. Por lo que se refiere al Australia del Sud, la cosecha ha descendido á lo menos en una mitad, de tal suerte que, no queda masque sobre 1.600.000 hectolitros en disposición de ser destinados á la exportación, en lugar de 2.400.000 hectolitros que antes exportaba. Además el Dr. Wemerproftisorde la Escuela Superior deAgricultura de Berlín, asegura que la cria del ganado en los Estados-Unidos adquiere un desarrollo extraor- dinario. En 1870 había 8.935.000 vacas de leche, cifra que se transformó en 1892 en 16.416.000. El número délas otras cabezas de ganado, se elevaba á 14.885.000 y 37.651.000 respectivamente; por lo que supone el referido profesor que en un espacio de tiempo no lejano cesará la exportación de trigo americano, aumentando por el contrario la importación de los productos de origen animal; cuyas circunstancias ha- brán de influir notablemente para mejorar la situacióa de nuestros agricultores. Crisis agrícola. 21 2q6 La crisis agrícola y pecuaria la siembra y exportación colonial, sino que precisamos por tal circunstancia de los trigos extranjeros, particularmente en los años de mala cosecha; como lo prueban las cantida- des tan enormes que del mismo producto llegan de otros países á nuestras costas y fronteras, y que exceden con mucho á lo poco que nosotros exportamos (i). Los cereales ya es sabido que no tienen los muchos inconvenientes que los vinos, pues estos además de no tener salida á ningún precio, como sucede en ocasiones en algunas zonas productoras, se agrian y descompo- nen con facilidad y precisan envás ó tonelaje delicado. El trigo, lejos de tener mermas, como el vino, aumenta en volumen en las paneras ó almacenes bien acondicionados, y cuidándolo, se conserva largo tiempo sin (1) Según los datos que hemos reunido, resulta que durante el año 1894 entraron en España pagando derechos: Trigos. . . . 424.825.627 kilogramos. Harinas.. . . 7.525.822 » Y se exportaron en el mismo año: Trigos. . . . 313.146 Harinas. . . . 13.184.837 O lo que viene k ser lo mismo; Importado da trigo y harina. . 432 millnes de kilógs. Exportado de id. id. 13 > » T SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2g7 perder la virtud alimenticia y germinativa, con la ventaja de poderlo almacenar fácil- mente y venderlo más caro ó más barato tan luego como se desee, en el mercado, en casa, y hasta en la era ó sitio donde se hace la trilla y limpia de cereales. Del vino dicen muchos que tiene un buen fiador, que es el agua, con cuya expresión tan gráfica y expresiva dan á entender que á falta del vino pueden utilizar el agua, mien- tras que sin el pan de mejor ó peor calidad nadie pasa, y las clases menos acomodadas son las que hacen mayor consumo del mismo en razón á que carecen de otros artículos necesarios para la alimentación; así que no es posible, ni conveniente prescindir de tan valiosa producción. Podrán variar más adelante, las circuns- tancias, como ha sucedido con los vinos (aunque el caso es diferente), mas por hoy no parece lo probable. El aumento en la producción de cereales es un factor importante para que los productos puedan resultar baratos, y el mejor medio de evitar importantes arribos á nuestras costas. El propósito de los americanos de produ- cir barato, debe ser imitado en España adop- tando al efecto las practicas de cultivo La crisis agrícola y pecuaria conducentes para aumentar las cosechas y abaratar los productos (i), y dar mayor exten- sión á la siembra de cereales; pues de los 50 millones de hectáreas que según el Instituto Geográfico y Estadístico constituyen la su- perficie total de España, no resultan de los amillaramientos más que 13 millones de hec- táreas destinadas al cultivo de cereales, que dan una producción media anual de 36 á 40 millones de hectólitos de trigo (2). El aumento en la producción es un factor importante para que los productos puedan (1) Que consisten en mejorar la cantidad de las tierras, por la aplicación de los riegos y abonos, buenas labores, maquinaria agrícola moderna, empleo de buenas semillas, acomodadas á las condiciones del suelo y clima de cada región, superior elaboración de las harinas, venta del pan en relación al precio del trigo, facilitar los arrastres, rebajando en cuanto sea posible las tarifas de transporte, y construir vías fé- rreas secundarias, carreteras y caminos vecinales, protección arancelaria y otros medios anteriormente indicados. (2) Sevilla y Valladolid son las dos primeras pro- vincias productoras en trigos, pues en un año ordina- rio producen entre ambas 4.224.000 hectolitros. La producción total de cebada es aproximadamen- te de 18.000.000 de hectolitros. Badajoz y Toledo que son las dos provincias más productoras, suman entre una y otra en cada año ordinario 3,259.000 hecto- litros. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 2gg resultar baratos, y para que el consumo del pan de trigo sea mayor en todas las regiones de España; á cuyo fin deben encaminar sus propósitos los agricultores, siquiera hasta conseguir que la cosecha ordinaria de trigo no baje de 42 millones de hectolitros que se conceptúan necesarios todos los años para el consumo de dicho artículo, la siembra y ex- portar á nuestras posesiones ultramarinas (i); siendo el mejor medio de evitar los impor- tantes arribos que llegan á nuestras costas. «En 1893 hemos adquirido trigo por 83 millones de pesetas, sin exportar apenas ha- rina. Pues bien claro se ve, que si nuestra pobre España se ahoga en vino, en cambio sufre hambre de pan. Ese es el desequilibrio de la producción agraria; (jpor qué no había de dar nuestra tierra la mayor parte de las substancias alimenticias que nos cuestan 180 millones anuales? Con seguridad que ciento de ellos (en cereales y legumbres gasta- mos 93) podrían quedar en el país y tendría- mos el triple beneficio de emplear las tierras en cultivos remuneratorios, de producir para el consumo de nuestro mercado interior, y no enriquecer con nuestro oro (pues en oro, (1) Ya hemos dicho en la Parte primera Cap. IV, que Francia y otras naciones han conseguido aumen- tar considerablemente sus productos, por los conoci- mientos agrícolas y las buenas prácticas de cultivo. 300 La crisis agrícola y pecuaria aunque no se vea, pagamos) el mercado extranjero (i)». Y en efecto, los muchos millones de pese- tas que pagamos al extranjero todos lósanos por ser deficientes las cosechas de cereales y legumbres, podían quedar en España aumen- tando la producción de tan indispensables artículos de consumo. Verdad es que las muchas y considerables importaciones hacen aumentar la renta de Aduanas; pero es por- que compramos más que vendemos, y por- que en los centros productores é industriales del interior escasea la demanda, lo cual ori- gina la baja de los cereales, y la paralización de las muchas é importantes fábricas ea aquel establecidas; siendo un signo bien evi- dente de nuestra pobreza, y esta lo será cada vez mayor de continuar en tan anómala si- tuación, porque el dinero que sale de la patria no vuelve á ella. (1) Navarro Reverter, en su detenido estudio sobre La verdad de un presupuesto; y. ahora que es Jefe del más importante Departamento ministerial, esperamos' que llevará á la práctica las medidas proteccionistas que el país reclama; y que desarrollará su programa económico en beneficio de las clases productoras, ya que la ocasión es la más propicia para ello. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 3OI La baratura de los cereales. La depreciación que en la actualidad su- fren los cereales, ha producido general cla- moreo entre los labradores, que no ven re- compensados sus afanes y trabajos, y hace preocupar honda y seriamente á cuantos se interesan por la regeneración de la clase agrícola, base y apoyo de todas las demás de la sociedad. Este mal no es exclusivo en España, pues lo propio acontece en Inglaterra, cuyos pre- cios lo mismo en los trigos que en las hari- nas han bajado un 40 por 100 en el período sin que sean necesarios para su consumo más de 120 millones; de manera que si conti- núa en ascenso la producción de cereales en dicho país, se convertirá de importador ea exportador, y la baja de precios que existe (1) La cosecha de 1895 ha disminuido 13 millones de hectolitros. 302 La crisis agrícola y pecuaria en otras naciones respecto á los cereales, no puede menos de repercutir en la nuestra. Además, si la abundancia ó escasez de un articulo, así como también el pedido y la oferta, forman siempre la base para que los precios sean bajos ó altos, y habiéndose im- portado en España más trigo del necesario para su consumo, forzoso será reconocer,. como consecuencia lógica y natural, que el exceso de la importación ha tenido que oca- sionar la baja de los cereales y sus harinas. Los precios que rigen en España para Ios- cereales, particularmente en las dos Castillas y Aragón, no son en verdad remuneradores; pero es preciso no olvida r q ue los trigos extran- jeros se venden hoy (i) en las costas al insig- nificante precio de 19 reales fanega; y ya que casi no existe el factor que antes más cohibía el tráfico de los productos agrícolas, que era la distancia (2), lo verdaderamente práctico y conveniente por ahora es aumentar la producción, para establecer los precios en el interior de la Península en relación con los (1) Enero de 1896. (2) Las condiciones poi' tierra encarecen demasia- do los frutos, y todavía en igualdad de precios llegarán más baratos á Santander los granos extranjeros condu- cidos por agua que los de Castilla por tierra. Aunque la fanega de trigo se vendiese en Falencia á 6 reales, como sucedió por ejemplo en 1757, su precio en San- tander sería de 22 reates, sin embargo de ser el punto Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 3O3 que rijan en los mercados exteriores, cuyas cotizaciones no deben olvidarse, á fin de que los fabricantes del litoral acudan á comprar al interior (como suelen hacerlo cuando los precios son tan ventajosos como los del ex- tranjero) y harían un gran bien á los labra- dores españoles, cumpliendo además con un deber de patriotismo, si para el desarrollo de sus industrias prefieren los trigos nacio- nales á los extranjeros. Legumbres y otros diversos productos. A fin de establecer el equilibrio en la pro- ducción para que la abundancia no se deje sentir en unos artículos y escasear en otros^ y evitar al propio tiempo cuantiosas pérdi- das, como sucede cuando la cosecha de trigo resulta escasa, bien por las tempestades, las sequías prolongadas, ó por las plagas que devastan una gran parte de las cosechas, los labradores para aliviar en parte la penuria en que se encuentran por la circunstancia insinuada, y también y muy principalmente más inmediato. ¿Igual sería allí el de los trigos de Campos tanto más distantes? He aquí lo que basta para justiticar la empresa del canal de Castilla, cuando no lo estuviese por el objeto del riego que tanto la recomienda. (Jovellanos, en su célebre informe sobre el establecimiento de Ley agraria, núm. 397). 304 La crisis agrícola y pecuaria por la depreciación lamentable al más inte- resante producto de la tierra, deberán con- tar en todo caso con los rendimientos de otros productos que rara vez se pierden en los mismos años que los cereales, ó tienen igual depreciación que éstos. Las legumbres constituyen un auxiliar poderoso, un producto importante para el consumo, y una fuente de recursos de bas- tante cuantía, y por tanto deberá utilizarse €l cultivo de tan valiosa producción en com- binación con la de cereales; como igualmente atender al fomento de la ganadería y el del arbolado, la fabricación del aceite, la explota- ción de minas y canteras; favorecer el des- arrollo de la sericultura, el cultivo de las rai- ces alimenticias ó tubérculos (patata, batata, remolacha, etc.), el de las plantas textiles (li- no, cáñamo, algodonero, esparto etc.) y las tintóreas (la rubia, el azafrán, la gualda, el añil, el alazor, etc.), sin descuidar el déla vid, aunque de escasos ó nulos rendimientos; el de los prados, ya naturales ó artificiales, anuales ó perennes, según para cada caso mejor conviene, á ñn de asegurar el sustento de los ganados (por medio de la alfalfa, el trébol, la lupulina, etc.); las frutas verdes y secas; toda clase de hortalizas; la cría de aves de corral; y cuantos medios ó elementos cons- tituyan aumento de riqueza y puedan com- pensar las pérdidas eventuales de unos Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 3O5 productos coQ los rendimientos de otros, evi- tar en ios mismos sensibles paralizaciones y depreciaciones; normalizar y equilibrar la producción nacional; puesto que no consiste en producir mucho, sino lo que más coa- venga. Modificar las tarifas para el transporte de productos agrícolas bajo la base de percepción por unidad de tonelada y kilómetro de recorrido. Una de las causas, aunque secundaria, que más se opone al desarrollo de la riqueza territorial é industrial, es la elevación de pre- cios para los transportes; pues para atravesar la nación con algunos productos, hay que pagar más de lo que ellos valen. A facilitar los transportes, cambiar y ven- der los productos, desarrollar la riqueza agrí- cola y pecuaria, la industria y el comercio deben contribuir las Compañías ferroviarias, si han de responder al importante objeto que de ellas se esperaba cuando se hicieron las concesiones para la construcción de los caminos de hierro, y si España ha de vivir en el concierto universal. Tampoco puede exigirse mucho de las referidas Empresas, pues la crítica situación porque atraviesan no las permitirá otra cosa -^o6 La crisis agrícola y pecuaria que auxiliar en una pequeña parte los inte- reses de la agricultura y ganadería, y aua esto á trueque de alguna ó algunas concesio- nes que compensen las pérdidas ó perjuicios que se les irroguen. Aun cuando sea pequeño el beneficio que con la modificación de las Tarifas de ferroca- rriles se obtenga, y no se consiga por él sola- mente hacer la competencia á los trigos ex- tranjeros, no habrá de prescindirse del mis- mo, pues es de necesidad absoluta aunar todos los factores para poder llegar al fia apetecido, que no es, ni puede ser otro en la ocasión presente, que el de conseguir un pre- cio nivelador para que los trigos y harinas nacionales, puedan competir con los ex- tranjeros. Por el transporte de los trigos desde Va- lladolid á Santander se satisface actualmente conforme á las Tarifas especiales 27 pesetas por cada tonelada de 100 kilogramos equi- valentes á 23 fanagas) y 41, 58 pesetas por la tarifa general; siendo mucho más reducidos los fletes marítimos desde los puertos de los Estados Unidos á los de Europa (1) y que (1) Las Compañías Trasatlánticas tienen fijado el flete de cinco centavos por bushel de trigo de Nuera York á. Europa, y las de Cunard y Leyiand conducen trigo de Bostón á Liverpool por la insignificante suma de cuatro centavos bushel, ó seaii treinta y siete cén- timos de peseta la fanega. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 307 además del costo, seguro, diferencia del cambio y Jos derechos de Aduanas, corretaje etcétera, resultan los trigos extranjeros en nuestros puertos á un precio más bajo que los del país en ios mercados del interior de nuestra Península (i). En vez de elevar las tarifas de los ferro- carriles (como pudieran verificarlo las Em- presas en uso de su legítimo derecho hasta el limite que autorizan las respectivas concesio- nes) es necesario modificarlas en beneficio de los productos agrícolas y pecuarios; siquiera f la modificación se limite á las mercancías que se remitan del interior á las costas. Compleja es en verdad esta cuestión, y al acometerla es muy fácil exponerse á lesionar mtereses creados á la sombra de las leyes, pero conceptuamos que la modificación debe- rá hacerse en el sentido de disminuir los pre- cios del transporte y unificar las tarifas bajo la base de percepción por unidad de tonelada y kilómetro de recorrido para que, además de los comerciantes en gran escala, pueda disfrutar el público en general de las ventajas que resulten, evitando a la vez competencias (1) Así que los labradores y los fabricantes de ha- rinas del interior, más que la baja de tributos, desean facilidades y economías para los transportes de sus productos 3 1 litoral para poder competir con los que llegan al mismo del extranjero. 3o8 La crisis Ar.RÍCOl.A Y PECUARIA entre las mismas Compañías, y entorpe- cimientos y dificultades á los expedidores y receptores, y favorecer á unas comarcas en perjuicio de otras, pues la limitación del mí- nimun del recorrido para obtener el beneficio de la rebaja sustrae importante parte del tráfico; debiéndose por último formar las nuevas tarifas con la mayor claridad y senci- llez con el objeto de evitar errores y confu- siones por parte del público. Compensación á las Compañías ferroviarias. Que las Compañías de ferrocarriles sufren desde hace tiempo una honda crisis, produ- cida por la disminución de los transportes y por la elevación de los cambios que las afec- tan de una manera directa, en razón á que satisfacen cuantiosas obligaciones en el ex- tranjero, no hace falta demostrarlo porque todo el mundo lo reconoce. Nadie ignora que las empresas concesio- narias solo tienen el usufructo de los ferro- carriles durante el plazo de la concesiói^por ser aquellas propiedad del Estado, y que el crédito de sus valores padece de una manera considerable; como lo demuestra la baja que vienen experimentando sus acciones, parti- cularmente las del Norte. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. ^OQ La disminución en los ingresos por razón de tráfico es mayor cada año, pues solamen- te en el de 1895 ^^^ ^° ^^ linea del Norte de más de 3 millones de pesetas, y desde 1891 la Compañía no ha repartido á sus accionistas cantidad alguna. Lo propio sucede en la linea de Madrid á Zaragoza y á Alicante, pues des- de 1892 que los accionistas percibieron menos de 5 francos por acción, no han vuelto á cobrar dividendo alguno; y sabido es que hoy uno de los capitales menos lucrativos, es el invertido en la líneas férreas. Las Compañías concesionarias se hallan autorizadas para cobrar los derechos dé pea- je y transporte que se expresan en las tarifas de cada concesión (i), conforme á lo precep- tuado en losarts. 3I3'' 32 de la ley de 3 de Junio de 1855, cuyas disposiciones han sido repro- ducidas por los arts. 4$ y 46 de la vigente ley general de ferrocarriles de 23 de Noviembre de 1877, y no obstante haciendo uso diferen- tes veces de la facultad que les confiere la misma ley, y cediendo en otras á las excita- ciones del Gobierno, han bajado los precios en sus tarifas generales y los han reducido (1) Art. 4o. Todo ferro-carril tendrá dos apro- vechamientos distintos; el de peaje y el de trans- porte. Art. 46. Los precios de uno y otro serán los que señalen las tarifas que rijan en cada línea. -^lo La crisis agrícola y pecuaria bastante más en las tarifas especiales, ea al- gunas de las cuales exceden las rebajas de un 6o por 100 de los precios legales, en beneficio de la agricultura, la industria y el comercio, yá pesar de la situación tan critica porque atraviesan, es de esperar que no se opongan á las nuevas concesiones necesarias para el fomento de la riqueza agrícola y pecuaria. Pero al propio tiempo es necesario que, en justa reciprocidad, se concedan algunas ventajas para compensar las pérdidas que habrán de experimentar por las nuevas re- bajas ó concesiones insinuadas; pues por más que muchos opinan que abaratando los transportes, el tráfico aumentará considera- blemente, aun cuando sea probable que así suceda, no sabemos si tal aumento produci- ría ganancias ó pérdidas; y si bien la ley últi- mamente citada otorga al Gobierno la facul- tad de revisar las tarifas máximas legales y rebajar sus precios, no es para perjudicar los intereses de las empresas, sino para garantir los productos totales del último año, si aque- llas no conviniesen en la reducción, y además el aumento que por término medio hayan te- nido en el último quinquenio, (i). (1) Art. 49. Pasados los cinco primeros años d» hallarse en explotación el ferro-carril, y después de cinco en cinco años, se procederá á la revisión de tarifas. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 3II Difícil es, sin embargo, precisar la mane- ra de hacer la compensación, y más difícil aún determinar la cuantía déla misma; pero conceptuamos que en todo caso habrá de ser equitativa y proporcionada á la que por tér- mino medio representen las rebajas que se concedan. A tal fin será conveniente que el Gobierno procure que se active la discusión del proyec- to presentado al Congreso en Junio de 1894, ya que por la falta de tiempo no lo fuera el de 13 del propio mes de 1892, sobre auxilio á las Compañías de ferrocarriles, admitiendo las reformas ó modificaciones que fueren acep- tables, ya consistan en recargar los billetes de viajeros, particularmente en los trenes ex- presos, por la ventaja de la comodidad y ra- pidez del viaje; ora las tarifas para las mer- cancías en gran velocidad, ya autorizar á las Compañías para suspender la amortización de sus obligaciones por un término de varios años; ya en la prórroga de sus concesiones por un plazo determinado, ó en cualquier Si el Gobierno creyese que sin perjuicio de los inte- rese.s de la empresa, pueden bajarse los precios de ellas, y ésta no conviniese en la reducción, podrá sin embargo, llevarse á efecto poruña ley, garantizando á la empresa los productos totales del último año y además el aumento progresivo que hayan tenido por término medio en el último quinquenio. Crisis agrícola. 22 íij La crisis agrícola y pecuaria Otra que sirva para compensar y harmonizar los intereses de todos. Prohibición de importar los productos extranjeros que no sean necesarios. La depreciación lamentable y constante de los cereales y legumbres, (pero en parti- cular del trigo), es una de las causas princi- pales del angustioso estado en que se encuen- tran la mayor parte de los labradores. Sabido es, que en la actualidad se cotiza el trigo en los mercados, á igual ó más redu- cido precio que el que cuesta el producirlo, sin que haya sido suficiente á elevarle á un precio módicamente remunerador, el recargo arancelario establecido por la ley de 9 de Febrero de 18915, ^ pesar de que la cosecha del mismo año ha sido escasa en nuestra nación, así como también en Rusia, Francia, y otros países, cuya circunstancia ha hecho descender la producción de trigo en el mun- do á muy cerca de 100 millones de hectoli- tros de la cosecha de 1894. Muchos atribuyen al contrabando la baja délos cereales, asegurando que aquel suple con exceso lo que las aduanas recaudan de menos. Claro es, que nadie con razón podrá ne- gar que no exista contrabando en mayor ó Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 3I3 menor escala, porque es algo difícil vigilar bien las costas y fronteras; pero es preciso reconocer que el impuesto de Aduanas, es uno de los que mejor administrados se ha- llan en España, pues las muchas aprehensio- nes que realizan sus empleados, las repetidas visitas de inspección, giradas con resultados satisfactorios, y los considerables aumentos obtenidos, son pruebas que dicen mucho en pro de su administración. Ademas, sin haber aumentado el consu- mo ni la población, y sin que las cosechas de 1893 y 1894 hayan sido tan deficientes han entrado en España pagando derechos en los dos expresados años 840 millones de kilo- gramos, ó sean cerca de 20 millones de fa- negas de trigo extranjero, pues (jqué falta hace contrabando para que los trigos bajen? Como los trigos nacionales no pueden competir en el precio con los extranjeros, ni compensar los crecidos gastos de producción, es preciso adoptar algún medio práctico, sin perjuicio de los ya anteriormente expresados. El arriendo de los derechos de Aduanas, además de no remediar el mal que lamenta- mos, pudiera dar lugar á conflictos y abu- sos, aún con ciertas garantías y condiciones. El pago en oro de los derechos arancela- rios nada resolvería y tal vez ocasionase ma- yor depreciación en la plata y en los billetes de Banco. -?i4 La crisis agrícola y pecuaria El establecer derechos muy elevados, no impediría considerables importaciones, y pu- diera contribuirá que se cometieran muchos abusos é inmoralidades. Prohibir de una manera absoluta y defi- nitiva las importaciones de cereales, legum- bres y sus harinas, sería el mejor medio de evitar el contrabando y competencias ruino- sas; pero podría encarecer demasiado un articulo tan indispensable para la vida. Ade- más en la actualidad no producimos lo sufi- ciente para el consumo, la siembra y expor- tación colonial, como así lo evidencian las partidas tan enormes de referidos productos que procedentes del extranjero llegan á nues- tros puertos; y por otra parte el presupuesto deingresos del Estado habría de resentirse al prescindir por completo de los derechos arancelarios. El no permitir la entrada á más trigo que lo preciso entre lo cosechado y lo necesario para el consumo y la siembra, es en nuestro concepto, la solución más acertada y de la que desde luego pueden obtenerse más pro- vechosos y positivos resultados, siguiendo en esta parte el sabio y previsor criterio adop- tado en Portugal que á pesar de haber ele- vado diferentes veces los derechos sobre los cereales, regula en la actualidad por decreto las cantidades de trigo que periódicamente pueden ser importadas, con el laudable fin Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. JlHeHeHoii&*te)ieiieH«iiec(.t.Lt)OHeiie)ieit«HeiMMH>HUHeH«N0 CAPITULO III. De la Ganadería. 1. Constituye un ramo de los más impor- tantes para el desarrollo de la agri- cultura. 2. Estadística pecuaria. 3. Deslinde de servidumbres pecuarias. 4. Conservación y fomento del arbolado. 5. Conveniencia de que se declaren de común aprovechamiento las barbe- cheras y rastrojeras— Responsabili- dad civil á los ganaderos por los daños que ocasionen sus ganados. — Débense harmonizar los intereses de la agricultura y ganadería. 6. De los animales dañinos.— Necesidad de su extinción y de la publicación del reglamento que los determine; asi como también las recompensas que hayan de otorgarse á los mata- dores de aquellos. 7. De los pastores.— Importancia del car- go.—Profesión injustamente menos- preciada.—Recompensa que mere- ce, y cuya concesión incumbe al Estado. Constituye un ramo de los más importantes para el desarrollo de la agricultura. La riqueza pecuaria constituye en Espa- ña uno de los elementos más indispensables ala vida y una de las principables bases de '^'jS La crisis agrícola y pecuaria la agricultura, no solo por lo que afecta á la explotación de sus nutritivas carnes, es- quisitas mantecas, leche, quesos, lanas, pie- les, etc., sino porque es un auxiliar podero- sísimo del hombre para los transportes, y muy en particular para las múltiples, di- versas y complicadas labores agrícolas, pues á pesar de los muchos adelantos conseguidos en la aplicación del vapor, de la electricidad, máquinas y artefactos para usos agrícolas. é industriales, no es posible por ahora, y quizá no lo será tampoco en mucho tiempo, prescindir de su valioso y eficaz concurso; y por ser además el agente productor de abonos de que tanta necesidad tiene el es- quilmado suelo de nuestra nación. Tan importantísimo ramo de la riqueza pública española comprende toda clase de ganados, desde el caballar, mular, asnal, vacuno, lanar, cabrío, camellos, etc., ya sean de labor, granjeria, lujo ó de recreo, hasta las aves de corral y las de palomar que tanto benefician con sus huevos, crías ¿inmejora- bles abonos. Las riquezas agrícola y pecuaria deben asociarse y caminar unisonas como verda- deras hermanas, estrechar su largo y conti- nuado paralelismo hasta llegar á un enlace harmónico y recíproco para la consecución de las reformas que puedan favorecer los intereses de una v otra. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. ^ íy Sin el valioso apoyo de los ganados no sería posible practicar las labores con la per- fección necesaria, porque son el auxiliar más poderoso para el trabajo inteligente del hom- bre, ni podría subsistir la agricultura; pues €S sabido que uno de los factores que más contribuyen a la ruina de ésta, es la carencia de abonos naturales que son tan precisos para fertilizar y devolver á la tierra los prin- cipios nutritivos que las plantas extraen de ella; por lo cual muchos labradores no olvi- dan los antiguos adagios: la oveja con la reja; antes sin orejas que sin ovejas, ni el sabio afo- rismo de Columela: «quien mucho ganado cría, saca fruto á su alquería; — al par que poco avanza, quien solo tiene labranza». Como en Suiza, Bélgica y Holanda, en Asturias, Galicia y aún Santander y las Vas- congadas predomina la ganadería a la agri- cultura. Una sola vaca suele ser el apoyo principal y casi único de que disponen para su subsistencia numerosas familias pobres, y la ganadería contribuye á que la emigra- ción no sea mayor en tan importantes co- marcas españolas. La riqueza pecuaria, base fundamental de la agricultura merece el más decidido apoyo por parte de los Poderes públicos, en la se- guridad que las disposiciones conducentes para favorecer la primera, serán ventajo- sas también al fomenta de la segunda. A -?40 La crisis Ar.uícoi.A y pecuaria continuación detallaremos las que concep- tuamos más viables y eficaces. Estadística pecuaria. Precisar con exactitud el número ó uni- dades de cada clase de ganados es tarea difí- cil, porque no existe catastro ni estadística alguna que lo determine. Todos sabemos por ser una verdad triste y palmaria, que la ganadería se encuentra en visible postración y camina en decaden- cia progresiva, que existe desigualdad noto- ria en su tributación; el consumo de carnes disminuye; el precio de los ganados en baja constante; la exportación decrece; que urge aplicar los remedios conducentes á tantos males como le acumulan sobre la riqueza pecuaria; y que una estadística minuciosa y exacta debe ser la base para todo cálculo y operación ulterior. Según el catastro verificado por el Mar- qués de la Ensenada á mediados del siglo anterior, existían en España 32 millones de cabezas de ganado de todas clases. De los datos suministrados por la Administración resulta que la riqueza pecuaria amillarada en España no llega siquiera á 21 millones de cabezas ó unidades, cifra en verdad descon- soladora, y que de ser cierta sería una prueba bien inequívoca de la ruina y decadencia de T SUS VERDADEROS REMEDIOS. 341 tan importante ramo de nuestra riqueza nacional. Afortunadamente no deben ser muy exac- tos los datos mencionados, pues según el censo de la ganadería hecho en 1885 por la Junta general de estadística, aparece con la halagüeña cifra de 36 millones (i) la que en verdad, nos parece algo exagerada, y porque según la Junta Consultiva agronómica, el re- ferido censo es sólo de 25 millones. Estamos, pues, sin conocer el número exacto de cada clase de ganados existentes en España; y un catastro ó amillaramiento de la riqueza pecuaria en el que se precise además la unidad y especies, su procedencia, destino, aptitudes, funciones ú objeto á que estén destinados, gastos, productos, y su valor en venta y renta es una necesidad que (1) ESPECIES fiámei»o. Vacuno. . . Caballar. . . Blular.. . . Asnal. . . Cerda.. . . Lanar. . . Cabrío. . . . Colmenar. . 2.697,537 626,861 990,409 1.265,207 4.161.082 21.322,370 4.381,716 776,404 Total 36.221,586 342 La crisis agrícola y pecuaria se impone para que sirva de cimiento, sobre el que habrá de apoyarse toda medida justa y equitativa. Para llevarle á fecto podría acordarse la distribución á domicilio de cédulas impresas, con una nota ó advertencia aclaratoria al pié de cada una de las mismas con el objeto de evitar dudas y cubrirlas con mayor facilidad, á todas las personas que posean, adminis- tren, ó se hallen encargadas de camellos y de ganado caballar, mular, asnal, vacuno, lanar, cabrío y de cerda, de colmenas, palomas y gusanos de seda. La unidad para apreciar la riqueza pecuaria deberá ser en los ganados la cabeza, en las palomas el par, en las col- menas el vaso y en los gusanos de seda el grano de simiente avivada (i). La distribución de las cédulas duplicadas podría hacerse en la segunda quincena de Diciembre, y para devolverlas y presentarlas en las Secretarías de los Ayuntamientos res- pectivos, cubiertas en la forma insinuada el día 31 del propio mes, cuya época nos parece (1) Así se estableció para su evaluación por el art. 117 del reglamento de 10 de Diciembre de 1878. Por la regla 11 del reglamento general vigente para la contribución de inmuebles, cultivo y ganadería de 30 de Septiembre de 1885 se mandó tener en cuenta la circular doctrinal de la Dirección general de Contribu- ciones de 16 del referido Diciembre. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 343 la más á propósito, en razón á que los gana- dos trashumantes y trasteminantes suelen permanecer fijos en los montes y sitios donde pasan las invernadas, y ser por consiguiente más fácil la comprobación. Además es cuan- do precisamente (exceptuando las crías) el número de cabezas de ganado es más redu- cido, puesto que muchos ganaderos á la en- trada del invierno acostumbran á vender las reses que menos utilizan, á fin de evitarse los muchos gastos que ocasiona la manuten- ción á pienso en los apriscos, ó los pastos de monte por falta de yerbas y abrigo en las tierras labrantías durante los meses crudos del invierno; y aun cuando la cifra total no resultase tan elevada como si se efectuara en el mes de Junio, se caminaría sobre firme, sin cálculos ilusorios, evitando muchas mo- lestias y gravámenes á los dueños de los ga- nados y el expedienteo consiguiente á los re- caudadores, Agentes, Ayuntamientos y Jun- tas periciales, para la declaración del apremio y deslinde de fincas, ó de partidas fallidas que en muchos casos resultan por la pérdida; muerte y venta de ganados; y lo que también es sensible, el tener que pagar por tal cir- cunstancia con otros bienes la contribución impuesta á la ganadería los que tienen ami- llarada riqueza rústica ó urbana, debido á lo que no pueden resultar insolventes. Por otra parte, en la época indicada es cuando menos Crisis agrícola^ 24 "^44 La crisis acrígola y pecuaria apremiantes son las labores agrícolas; y sien- do labradores la inmensa mayoría de los in- dividuos que en los pueblos constituyen las supradichas Corporaciones, podrán atender mejor al puntual cumplimiento de su misión. A los que por cualquier circunstancia im- provista no les fuere posible, presentar las cédulas ó relaciones el 31 de Diciembre, lo verificarán sin falta alguna antes del 8 de Enero siguiente; pero los datos que se con- signen habrán de contraerse al citado día 31. Durante los días restantes del referido mes de Enero procederán los Ayuntamientos y Juntas ó Comisiones respectivas al examen, comprobación y exclarecimiento de las rela- ciones presentadas, con la cooperación de los empleados del Municipio, capataces de cultivo, profesores de instrucción primaria y de cuantos auxiliares fueren necesarios. En el mes de Febrero se llevará á efecto en todos los términos municipales un cua- derno ó catastro minucioso y detallado de la riqueza pecuaria, consignando en él todos los datos y pormenores de las cédulas decla- ratorias, y á su final el oportuno resumen, á fin de que desde el día i." al 15 de Marzo y sin necesidad de anuncios ó edictos se halle expuesto al público en todas las Secretarias municipales, pueda oirse de agravios y dele- gar la Junta provincial, si lo estimare conve- niente en los empleados del ramo de montes, Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 345 de Hacienda ú otras personas de reconocida probidad para que pasen á cada partido ju- dicial á inspeccionar las operaciones estadís- ticas. Resueltas en la segunda quincena de Mar- zo las reclamaciones presentadas, se remitirán con el expresado documento á la Junta pro- vincial el día i.° de Abril, acompañando ade- más una Memoria suscrita de las operacio- nes practicadas y resultados obtenidos para el mejor éxito de la estadística pecuaria. •Cualquier individuo de la Junta ó Comisión municipal, podrá hacer las observaciones que tenga por conveniente, las cuales constarán en la Memoria, que deberá ser autorizada por todos los Vocales que constituyan aquella, como también el catastro, y demás documen-- tos relacionados con las operaciones citadas. Todos los obligados á llenar las cédulas, que no lo verifiquen, se nieguen á facilitar los datos necesarios, para ello, ó los dieren ine- xactos; como también ios funcionarios públi- cos y demás personas que por razón de sus cargos deben intervenir en las operaciones estadísticas mencionadas que faltaren al cum- plimiento de sus deberes, serán corregidos con multas de 25 á 100 pesetas, las que harán efectivas en papel de pagos al Estado, sin perjuicio de las demás medidas coercitivas que correspondan, según la gravedad ó im- portancia de cada caso. 346 La crisis agrícola y pecuaria La Junta provincial compuesta de las per- sonas ya mencionadas (i) y de la cual podrá también formar parte el Ingeniero Jefe de Montes, examinará escrupulosamente los catastros ó cuadernos y demás documentos recibidos, consultando los antecedentes que estime precisos, y resueltas las alzadas inter- puestas (2) formará además el censo ó catas- tro de riqueza pecuaria de la provincia para elevarle al Ministerio de Fomento antes del 15 de Mayo. Recibidos en el expresado Ministerio los documentos de que hacemos mérito^ proce- derá con la cooperación de la Junta Agronó- mica, la Facultativa de Montes y la Asociación de ganaderos á formalizar el censo general de la riqueza pecuaria española para publi- carle, si posible fuere, el día i.° de Julio. Las rectificaciones sucesivas se llevarán á efecto cada diez años, con separación é inde- pendencia de las relativas á la imposición y cobranza de cuotas que por contribución co- rresponda á la repetida riqueza, las cuales se verificarán todos los años, á la vez que las de la riqueza rústica y urbana. (1) En la Parte l.« cap. VI. (2) Para los efectos de la contribución correspon- diente á la riqueza pecuaria. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 347 Deslinde de servidumbres pecuarias. Las intrusiones y usurpaciones cometidas «en las servidumbres pecuarias originan en parte la escasez de pastos, y para el aprove- chamiento de los mismos son un obstáculo que diticulta ostensiblemente el paso de los ganados de unas á otras zonas. Muchos dueños de propiedades contiguas á las vías pecuarias y los que no lo son, en la creencia errónea de que ejercitan un acto no ya punible, sino hasta un derecho, las rotu- ran para destinarlas, unos al cultivo de cerea- les y otros hasta para plantío de viñedo; lo cual produce aunque en muy raros casos, re- clamaciones y demandas, de las que por evi- tarse gastos y disgustos, tienen que desistir los ganaderos, con perjuicio de sus intereses y de tan importante ramo de riqueza nacio- nal. Y no solamente se dificulta, con tales •abusos, el paso al ganado, trashumante y trasterminante, sino que también se perjudi- ■.ca al estante por la falta de pastos y la de ve- redas que le daban acceso de unas cañadas á 'Otras y á los abrevaderos que tan necesarios son para el lavado de lanas y dar de beber á los ganados sin ocasionar daños, en particu- iar durante la época de los fuertes calores, y Creemos, pues, bien merecida y que debe otorgarse en su favor la recompensa Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 379 mencionada, cuya concesión corresponde ex- clusivamente al Estado; más que gracia ó mer- ced es una medida de equidad y justicia que habría de contribuir de un modo eficaz al fo- mento de la ganadería, y á que tan relegada clase fuera más considerada y atendida que lo que lo es al presente. ¡Cuántos, entonces, no tendrán á mengua como hoy sucede, desempeñar la profesión de pastores! y cuántos, lejos de aborrecerla, desearían ejercerla, aunque fuese por me- nos jornal todavía que en la actualidad, si- quiera por lograr en favor de sus hijos, (como los braceros de fincas agrícolas) lo que bien á su pesar no pueden de otra ma- nera! i Pñ^TE TEf^CEt^ñ MEDIOS COMPLEMENTARIOS CAPÍTULO ÜNICO(i) 1. La iniciativa individual. 2. Legislación y estadistica agrícola. 3. Obras públicas. 4. Las vias de comunicación y los trans» portes de productos agrícolas. 5. Los Pósitos y los Bancos agrícolas. 6. Seguridad y policía rural. 7. Canales y pantanos. 8. De las minas. 9. El impuesto de Consumos. dO. Legislación hipotecaria y de derechos reales. -11. Exposiciones nacionales, regionales y consulares. d2. Animales útiles y dañinos á la agricul- tura. 13. De los Veterinarios. 14. Indicación de otros varios. (i) Además de los medios generales y partícula- Tes de que nos hemos ocupado, réstanos consignar aún algunos complementarios, que mencionamos en €ste capítulo con la mayor brevedad y concisión po- sible para no dar mayor extensión á la presente obra. 383 La crisis agrícola y pecuaria La iniciativa individual. El derecho á la vida es superior y ante- rior á todos los demás derechos, y el hom- bre debe ejercitarle sin tregua ni descansa por los medios lícitos y adecuados puestos á su alcance, y con arreglo á las fuerzas, nece- sidades y aptitudes que cada uno posea. El hombre, pues, por muchas que sean las dificultades y por grandes los escollos y obstáculos que encuentre en el camino de la vida, no debe arredrarse, ni retroceder en la vía que le convenga seguir, aunque ésta se halle erizada de espinas y abrojos, así como tampoco entregarse vencido á los accidentes fortuitos, ó á las contrariedades, que muchas veces ceden á la resistencia más ó menos fuerte y tenaz que se les oponga, sin hacer frente y prestarse á la lucha con verdadera decisión y entereza para vencer esos mismos escollos y obstáculos, cual valeroso y experto- piloto cuando la tempestad amenaza sumer- girle con su nave en la tenebrosa profundi- dad de los mares. Por lo tanto, en las circunstancias tan críticas y excepcionales que atraviesa la ri- queza agrícola y pecuaria, los labradores, vitivinicultores y ganaderos, en vez de arre- drarse, deben hacer frente á tantos males como sufren, é intentar un esfuerzo común T SUS VERDADEROS REMEDIOS. 383 y supremo para conseguir todas aquellas urgentes y salvadoras reformas que reclama su triste y angustiosa situación. De aquellos felices tiempos en que además de ser buenas las cosechas el precio de trigo era el de ii y 12 pesetas fanega, y el de 4 y aún de 5 el cántaro de vino, con muchas fa- cilidades para las ventas que permitían á los labradores y viticultores atender desahoga- damente al pago de tributos y al cultivo de la tierra, y dar por consiguiente más jorna- les y mejor remunerados en todas las épocas del año, hemos pasado á otro en que los productos agrícolas se vén muy despreciados, por lo cual muchos propietarios se encuen- tran en una situación muy apurada y alar- mante, y en el duro trance de tener que abandonar los campos, en particular los viti- cultores que no pueden dar salida á sus pro- ductos, y cuando después de infinidad de molestias y sinsabores consiguen venderlos suelen ser á un precio que no recompensan siquiera los gastos de cultivo y de reco- lección, pero ¿nos hemos de abandonar por completo en tan difíciles circunstancias? Nó; porque si tal hiciéramos, los resulta- dos serían todavía más funestos. Es un absurdo cruzarse de brazos y espe- rarlo todo de la acción del Gobierno, como el individuo enfermo que se abandona asi- mismo y deja que el mal se apodere por 384 La crisis agrícola y pecuaria completo de su naturaleza, confiando en el médico ó en la medicina para recobrar la salud pérdida, siendo así que además de los auxilios de la ciencia, debe él poner también oportunamente cuanto esté de su parte para combatir la dolencia que le aqueja; y de la propia manera que el agricultor no debe confiar en el temporal exclusivamente para obtener buenas cosechas^ sino que él, por su parte, deberá practicar las labores condu- centes á tal fin, y hacer uso con la debida oportunidad de abonos, riegos, limpieza de yerbas, destruir si le es posible, las plagas que se presenten, y todo cuanto además le corresponda, debiendo ayudarse para que Dios le ayude y para cumplir el divino pre- cepto: Con el sudor de tu rostro comerás el /)an(i),envezde desdeñarel trabajo y deában- donarse ante las contrariedades de la vida. Asi, pues, entre los diversos remedios que cabe aplicar para combatir los muchos males que lamentamos, algunos corresponden ex- clusiva y otros principalmente á la iniciativa privada, como lo relativo á las buenas prác- ticas de cultivo, conforme lo aconsejen y re- quieran los diversos terrenos y producciones de cada respectiva localidad, harmonizar los intereses de los propietarios con los de la clase jornalera, mantener las relaciones más (i; Gen. III-19. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 385 cordiales entre los agricultores y ganaderos, (como también con los comerciantes é indus- triales) seguros de cosechas y ganados, fo- mento de intereses locales; sociedades para facilitar la salida y venta de productos agrí- colas y pecuarios en los mercados nacionales y extranjeros; adquisición directa y en ven- tajosas condiciones de cuantos artículos con- vinieren á los asociados, etc., etc. Además al Gobierno tampoco le es posible abrir mercados siempre que lo desea, buscar compradores para todos los frutos y produc- tos de la tierra, establecer mejoras en los cultivos, atender á la economía rural, ni á otros fines y servicios peculiares á la iniciativa privada. El mejoramiento y bienestar de los agri- cultores depende en gran parte de su ex- clusiva iniciativa y de sus propios esfuerzos. No obstante la actividad comercial y el espíritu de empresa que tanto distingue á los franceses M. Lebón atribuye las causas de la crisis industrial y comercial de Francia á la falta ó mala dirección de la iniciativa .privada; y con mayor fundamento puede atribuirse á la propia circunstancia, una de las causas principales de la actual crisis agrí- cola y pecuaria en España, donde se carece en absoluto del saludable espíritu de asocia- ción, y la más estoica indiferencia y censu- rable apatía imperan en los agricultores. 386 La crisis agrícola y pecuaria Es, pues, necesario que los mismos agri- cultores se persuadan de su error, procuren asociarse cuanto antes, salir de su rutina y apatía, y buscar por sí mismos la manera de poner remedio á los muchos males que su- fren, y para ello deben imitar la conducta de los belgas, alemanes y americanos, cuyo es- píritu de asociación é instinto de exportación son admirables. Si el que más necesita es quien debe buscar primero, en este caso preciso es reconocer nos encontramos los españoles, y por lo tanto, sin perjuicio de las buenas labores y abonos, de utilizar para la siembra y cultivo, las plantas y semillas apli- cables á cada terreno que en cada época ten- gan mayor aceptación y mejores precios, y de otras diversas prácticas útiles y provecho- sas, la iniciativa particular ó privada debe procurar adquirir buenas relaciones en los mercados nacionales, y más aún en los ex- tranjeros, centros consumidores, industria- les y con cuantas personas puedan facilitar la más ventajosa colocación á sus productos, los cuales deberán dar á conocer por repre- sentantes hijos de la respectiva comarca, agentes comerciales ó por los demás medios que estimen conducentes y eficaces, en par- ticular los vinos^ cuya riqueza es la que ne- cesita mayor protección que las demás, y es la primera y más importante en lo que á la exportación atafíe, imitando al efecto el Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 387 ejemplo de los viticultores de Austria y Ca- lifornia, los que desde tan lejanos países ex- portan con buen éxito vinos á Europa, á pesar de no disponer de tan buenas clases ni de medios mejores y más baratos para los transportes. También conviene adaptarse á los tiem- pos y á lo que exijan las costumbres, sin ol- vidar que como dice Cantoni, el mundo no concluye en nuestra casa ni en nuestro país; que en el comercio más que nuestros gustos y nuestras costumbres, debemos consultar los gustos y las costumbres de quienes ha- yan de consumir nuestros productos; y que según Jules Ferri: aSi politicamente no es posible estar aislado cuando se es fuerte, tampoco es posible nunca el aislamiento económico cuando se es rico». Pocas veces ó ninguna se consigue llegar a] fin sin poner antes los medios; por consi- guiente urge escogitar todos aquellos que se conceptúen más prácticos y viables para dis- minuir y si es posible extinguir los males que se oponen a nuestra regeneración agrí- cola, sin esperar á que el Gobierno lo dé todo hecho, ni á que otros lo consigan, por- que el egoísmo jamás levantó altos vuelos; como tampoco confiarlo al azar ó á la ca- sualidad, pues si el agricultor descuida sus propios intereses y no pone siquiera aquello que buenamente está de su parte, no tendrá -^SS La crisis agrícola y pecuaria derecho á quejarse si los gobernantes na atienden como deben al fomento y desarro- llo de la producción nacional; y para conju- rar la actual crisis agraria la iniciativa pri vada debe contribuir tanto ó más que la acción del Estado. Legislación y estadística agrícola. Cual las aves por el aire y los peces en los rios y mares, así se hallan esparcidas y diseminadas en nuestra vasta y complicada legislación, la multitud de disposiciones re- lativas á la riqueza agrícola y pecuaria, síq que por estudios especiales que alguien haya hecho y por versado que se halle, creemos no podrá preciarse de conocer á fondo todo lo establecido respecto á la propiedad rural y á la ganadería; y así como existe un Códi- go civil, otro penal, otro militar, otro de co- mercio y se ha acordado proceder á formar otro económico-administrativo (i) se impo- ne de una manera apremiante un Códi- go rural en el que se hallen recopiladas todas las disposiciones preceptivas y aclaratorias, toda la doctrina establecida para la aplica- ción de las innumerables reclamaciones y (1) Por Real decreto de 15 de Agosto de 1895, dictado con el objeto de reunir en un cuerpo de doc- trina la legislación vigente de Hacienda pública. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 389 demandas suscitadas, todo ese cúmulo de reglas y preceptos sin orden y sin enlace que á veces chocan y se repelen unos á otros por la multiplicidad y elasticidad de aquellas, dictadas muchas veces más que por el estu- dio y las evoluciones de los tiempos, por las exigencias de la política, sistemas abando- nados, ó por conflictos del momento que re- clamaban una solución inmediata; por lo cual existen leyes reformadas por decretos, éstos por Reales órdenes, y todo modificado por reglamentos y circulares que en vez de interpretar ciertos puntos dudosos han lle- vado por doquier la confusión y el desorden, ofreciendo resoluciones adaptables á todos los gustos y conveniencias, y que urge acla- rar y recopilar debidamente, á fin de que puedan formar un conjunto armónico de reglas preestablecidas conforme con la legis- lación general entre nosotros vigente, y á todo lo demás que convenga establecer ó re- formar para la mejora y progreso de tan im- portantísimos ramos de riqueza pública. La necesidad de un Código rural en el que aparezcan recopiladas todas las disposiciones relativas á los acotamientos, aguas, arbolado, caminos, caza, daños, deslindes, frutos, ga- nadería, impuestos, minas, montes, pesca, viñedo, vigilancia y cuanto concierne á la riqueza agrícola y pecuaria, no es necsario encarecer para que proprietarios. colonos. 390 La crisis agrícola y pecuaria obreros y ganaderos puedan conocer todos sus derechos y deberes, evitando divergen- cias, y dedicarse con más tranquilidad y provecho á las penosas faenas del campo. De la propia manera es necesaria una estadística verdad de producción y con- sumo, puesto que menos aún que cono- cer la legislación agrícola y pecuaria, se sabe lo que se cosecha en cada uno de los di- ferentes productos de la tierra, lo que se consume, ni lo que se destina á la siembra, á las industrias y á la exportación, porque no se ha formado una estadística completa y fehaciente acerca de tan importante parti- cular, pues las que se han publicado carecen de base y solo obedecen á un cálculo más ó menos aproximado. Por tanto es necesaria la organización y publicación de la estadística mencionada, cuyo importante'servicio pudiera conferirse al Instituto Geográfico y Estadístico bajo la base de relaciones juradas suscritas por los cosecheros, labradores, ganaderos, fabri- cantes y expendedores, que serán compro- badas por los Ayuntamientos, y en caso de error ó sospecha fundada de haberse faltado á la verdad por las Juntas de partido encar- gadas de formar las Cartillas evaluatorias (i) (1) Que se mencionan en la Parte 1.', cap. VI. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 39I para que sirva de fundamento á toda opera- ción ulterior en beneficio de la agricultura y ganadería. Obras públicas. Nuestras leyes vigentes son una remora constante para la apertura de las vías pú- blicas, porque dificultan mucho la construc- ción de caminos, carreteras, canales y líneas férreas; por lo cual ya hemos expuesto (i) la necesidad de simplificarlas para que los pro- cedimientos resulten más breves, sencillos y económicos; y entretanto estimamos conve- niente para la prosperidad de la agricultura: Conceder, en vez de subvenciones para obras de utilidad pública, indemnizaciones ^or las que hayan construido los particulares; debiendo los interesados participarlo con la antelación necesaria al Ministro de Fomento y al Gobernador civil de la provincia donde aquellas hayan de efectuarse, á fin de que puedan ejercer la inspección necesaria, para lo cual presentarán por duplicado una me- moria explicativa, plano, pliego de condicio- nes facultativas y presupuesto, hasta tanto que formalicen la oportuna cuenta justificada , la cual deberá ser censurada ó aprobada dentro de los 6o días siguientes al de su pre- sentación, previo anuncio en la Gaceta y en (1) En la Parte 1." cap. 11. Crisis agrícola. 27 3Q-^ La crisis agrícola y pecuaria el Bolelin Oficial de la provincia, con objeto de que cualquier persona pueda axaminarla libremente dentro del plazo de 30 días y for- mular las reclam.aciones que tanto acerca del coste, como de la solidez de las obras, y cualquier otro pormenor relativo á las mis- mas estime procedentes. La aprobación de las cuentas corresponderá al Gobernador, previo imforme del Ingeniero Jefe de obras públi- cas, y de la Comisión provincial, si el importe délas obras realizadas no pasa de 10.000 pe- setas, y si excede de esta suma, al Ministro de Fomento; debiendo oir en todo caso los informes de los Gobernadores, Diputaciones é Ingenieros de las provincias donde se hayan efectuado las obras, Junta consultiva del ramo, y demás informes que estime necesa- rios. Así se facilitaba la construcción de obras de utilidad general, se conseguía además la publicidad, y se evitarían muchos inconve- nientes y abusos. También deberán llevarse á efecto por el Estado las obras de utilidad pública más precisas y urgentes, previo el estudio y for- mación de los proyectos oportunos, ¿indem- nización por las expropiaciones que realice, por cuyo medio se lograría realizar aquellas sin necesidad de acudir á los capitales ex- tranjeros, y se abrirían manantiales de ina- preciable riqueza. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 393 Las vías de comunicación y los transportes de productos agrícolas. Udo de los elementos que más poderosa- mente influyen en el desarrollo de la riqueza agrícola, son las vías de comunicación. El exceso de productos en unos puntos, y la mucha carestía en otros, puede llegar á equilibrarse por aquel medio, pues las vías facilitan los transportes, y ponen en contacto inmediato los productos agrícolas con los diferentes centros consumidores, pues sabido es que en los puntos productores inmediatos á los centros de exportación, son general- mente más elevados los precios de los artícu- los de consumo que aquellos que se encuen- tran á mayor distancia, y que cuantas más facilidades haya en las exportaciones, mayo- res son las ventajas que resultan tanto al productor como al consumidor. Es, pues, de necesidad apremiante cons- truir caminos de último orden, designando los que han de corresponder á las Diputacio- nes y á los ayuntamientos; carreteras de se- gundo y tercer orden y ferrocarriles econó- micos, ya que los de vía ancha pueden atender y llenar cumplidamente en la actua- lidad las necesidades del tráfico. A tan importante fin será conveniente que el Gobierno decrete la libre construcción 394 La crisis agrícola y pecuaria de vías secundarias que sirvan de enlace á los ferrocariles principales, minas, fábricas y mercados, para dar vida y desarrollo al trá- fico interior, aunque sea utilizando para ello las carreteras y caminos provinciales y loca- les, hoy que importantes regiones agrícolas se hallan necesitadas de ferrocarriles secun- darios que las pongan en contacto inmediato con los diferentes centros comerciales; y por- que á la mayor facilidad en las comunicacio- nes habrá de seguir como consecuencia lógica un precio más reducido para la exportación y mejor salida de productos. Es asimismo necesario excitar el celo de los Ayuntamientos de poblaciones situadas á distancias menores de lo kilómetros de las estaciones de ferrocarriles, para que cons- truyan caminos vecinales que pongan en comunicación directa con las vías principales los productos del suelo y de la industria, pues también es indispensable el arreglo y cons- trucción de los caminos de último orden y de interés exclusivamente local, y porque cuantas más vías de comunicación afluyan á las arterias principales, mayores facilidades de transporte encontrarán los productos agrí- colas y pecuarios. Y por último, es de conveniencia suma para los intereses de la agricultura y ganade- ría (así como también los de la industria y del comercio) que todo cuanto queda Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 395 consig:aado(i)respecto á las tarifas de trans- porte para los cereales y harinas, sea exten- sivo y comprenda igualmente á los vinos y á todos los demás productos agrícolas y pecua- rios, abonos, máquinas agrícolas, etc., como medio de activar el movimiento interior y de acrecentar la producción nacional. Los Pósitos y los Bancos agrícolas. Uno de los mayores obstáculos con que el labrador tiene que luchar constantemente para el cultivo de la tierra, es la falta de capital. El dinero es indispensable, no sólo para librar al agricultor pobre de la despiadada usura, si que también para que pueda per- feccionar el cultivo de sus fincas, adquirir buenas semillas, abonos, maquinaria, gana- dos, aperos, pago de contribuciones, y tam- bién para cubrir sus más perentorias necesi- dades en un año de mala cosecha. Por más que en la inobservancia de la ley I." tit. ÍI, cap. III, de la Novísima Recopi- lación, la de 26 de Junio de 1877, reglamento para su ejecución de 11 de Junio de 1878 y demás disposiciones vigentes en la materia, estriba la defectuosa administración de los Pósitos, y consista el que éstos no respondan ya al objeto principal de institución tan (1) En la Parte segunda cap. II. 3g6 La crisis agrícola y pecuaria veneranda, conceptuamos más conveniente que el exacto cumplimiento de las mismas, la creación de Bancos agrícolas regionales, en harmonía con lo que exigen los adelantos modernos, las costumbres actuales, y aun las necesidades de los labradores. En 1841 publicó el Gobierno ciertas bases para establecer Bancos de socorro ó de labra- dores en las capitales de provincia y pueblos de alguna importancia con el caudal de los Pósitos y con el producto de suscripciones que debían iniciar los pueblos que lo de- searen. La ley de i.** de Mayo de 1855 autorizó á los Ayuntamientos para utilizar el 80 por 100 de sus capitales de propios en el estableci- miento de Bancos agrícolas ó territoriales, y algunas Corporaciones hicieron uso de la fa- cultad que se les concedía, por cuyo medio se crearon Bancos agrícolas en muchos pue- blos, prestando buenos servicios á los labra- dores, hasta que el Gobierno publicó una orden en 10 de Agosto de 1874, dejando sin efecto la autorización indicada. En 3 de Julio de 1886, el Sr. Montero Rios, entonces Ministro de Fomento, presentó un proyectodeley, precedido de una luminosa ex- posición, en la que desarrolló el muy intere- sante y difícil problema de crédito agrícola; sin haber logrado que tan importante pro- yecto llegase á la categoría de ley. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 397 Por Real decreto de 15 de Octubre de 1889, se mandó publicar un interrogatorio para conocer el estado de los Pósitos, las deficiencias de su legislación, y el modo más acertado y conveniente de establecer el cré- dito agrícola sobre la base de los expresados establecimientos; y no obstante haberle con- testado cumplidamente los Ingenieros agró- nomos y los Secretarios de las Comisiones permanentes del ramo, nada práctico se ha hecho, á pesar del proyecto que la Dirección general de Administración local presentó en 1892 á la Junta de Pósitos para convertir és- tos en Bancos agrícolas provinciales. El notable proyecto de ley del Sr. Torre Minguez, de 16 de Mayo de 1894, presenta- do al Congreso en la sesión del dia 22 del mismo, á fin de crear Bancos agrícolascon las inscripciones ó láminas de los bienes de pro- pios vendidos, los montes que los Municipios quieran vender y los Pósitos liquidados, habría de dar en la práctica resultados tan- gibles y provechosos para los agricultores; siendo de lamentar, que á pesar de estar dic- taminado por la Comisión respectiva, no haya sido puesto á discusión y convertido en ley para que funcionasen ya tan precisos establecimientos benéficos, facilitando auxi- lios metálicos á los labradores necesitados. Los Bancos agrícolas son hoy indis- pensables como complemento del crédito 3g8 La crisis agrícola y pecuaria territorial para que los frutos, ganados y las cosechas del agricultor se pongan en condi- ciones análogas á las de la propiedad terri- torial. No es posible demorar por más tiempo una obra verdaderamente trascendental; ua auxiliar tan poderoso para la agricultura; un consuelo oportuno y eficaz páralos labra- dores poco acomodados, ganaderos, y colonos. Para aumentar el capital de los Bancos agrícolas, podrían admitirse suscripciones en cuenta corriente de 50 pesetas en adelante, abonando un interés módico á los imponen- tes, con lo cual se conseguiría además cons- tituir una especie de Caja de Ahorros á imi- tación de los Bancos agrícolas de Escocia y Baviera, Siendo, pues, tan necesario el capital para el cultivo de la tierra (i), el Gobierno debe dedicar una atención preferente y asidua para vencer todos los obstáculos y dificulta- des con que desde hace algunos años se viene luchando por la realización de un proyecto de tanta importancia como el de los Bancos agrícolas. Todas las naciones que aspiran al fomen- to de la riqueza agrícola, cuentan con el valioso concurso de los Bancos agrícolas. En (1) Pues como dice AdanSmith: «el capital es quien pone la tierra en estado de cultivo y el trabajo en actividad». Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 399 Francia se han efectuado diferentes ensayos desde 1840 hasta llegar á la ley de 1874 y pro- yecto de 1892, habiendo tenido que vencer un sin número de dificultades para conse- guir establecer el crédito agrícola mobilia- rio; el cual es más necesario en España, en que los labradores disponen de menos capi- tal que los de aquella nación poderosa. Si bien reconocemos que existe cierto re- traso en algunos labradores (aunque no en el grado máximo que muchos los atribuyen), también es preciso reconocer que no pueden muchas veces desarrollar sus iniciativas, ni dar impulso á las buenas prácticas de cultivo por la falta de dinero; y de poco ó nada ser- virán los descubrimiento de la ciencia si los labradores no pueden utilizarles por carecer de recursos, pues todas las operaciones, ensayos y mejoras, requieren capitales, de los que no siempre dispone el agricultor; po- cas veces tiene facilidad de adquirirle en con- diciones ventajosas, y ya es sabido que una de las causas deque el suelo español no produz- ca todo lo que debiera y que motiva el estado de nuestra agricultura, es la falta de capital. Problema económico de nuestros días, es el de facilitar dinero á un interés módico á los labradores y ganaderos sobre el valor de sus cosechas, aperos y ganados, mediante condiciones fáciles de reintegro y de modo que los préstamos estén basados en el uso iJOO .A CRISIS agrícola Y PECUARIA más que en el abuso de los mismos; pues el agricultor que reciba cantidades más ó me- nos considerables sobre los productos de sus fincas, podrá devolverlas más fácilmente que silo recibe sobre el capital. Inteligencia, capital y trabajo, son los tres elementos necesarios para la produc- ción, además de los agentes naturales, y ca- reciendo de dinero la mayor parte de nues- tros labradores no pueden, por tal circuns- tancia, obtener del cultivo de sus fincas los rendimientos de que las mismas son suscep- tibles, ni promover importantes mejoras ea la agricultura. Por lo tanto, urge establecer bajo sólidas bases en España una institución tan ¡útil y provechosa como los insinuados Bancos agrícolas, con el objeto de facilitar á los la- bradores los fondos que necesiten para que las operaciones sean todo lo extensivas é in- tensivas que requieran las fincas que culti- van, particularmente á los colonos que, por regla general, no tienen fincas que hipotecar á la garantía del dinero que toman á présta- mo, y no es justo abandonarlos por más tiempo á sus débiles fuerzas: debiendo regu- lar y limitar la distribución de los préstamos con bases inspiradas en la equidad y en la justicia, para evitar lamentables abusos, y que la influencia ó el caciquismo, favorezca más á los privilegiados que álos necesitados; Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. ^01 como así, bien, preferir la garantía personal, fiador de abono, ó la obligación mancomu- nada, á la prendaria ó hipotecaria, y redu- cir cuanto sea posible las operaciones con- cernientes á los préstamos, para la mayor facilidad de los mismos, y no causar otros gastos que los que sean absolutamente pre- cisos; y disponer por último todo cuanto además conduzca á que los indicados esta- blecimientos de crédito llenen cumplidamen- te el objeto de su instituciónj por ser una de los medios más eficaces que pueden con- ducir á la prosperidad y florecimiento de nuestra empobrecida agricultura, y de ele- var á la numerosa clase agraria al grado de bienestar á que tan justos y legítimos títulos es acreedora. Seguridad y policía rural. La poca seguridad que ofrece la vida ea los campos, y el poco respeto á las propie- dades y frutos, aleja de aquéllos á muchos agricultores que con su inteligencia y su ca- pital pudieran fecundarlos. No es ya sola- mente el propietario el que abandona las casas de campo y las poblaciones pequeñas, por la falta de seguridad, sino que la misma tendencia se observa en el obrero. La población rural es en extremo necesa- ria, porque los propietarios que viven en el campo ala vista délas fincas que cultivan. 402 La crisis agrícola y pecuaria no tienen precisión de recorrer largas distan- cias para labrar aquellas, con cuyo motivo pierden un tiempo precioso los que habitan en las poblaciones. Además la vida en el campo es más sana, más económica, y aún de mayor recogimiento en la materia y el espíritu. Es, pues, necesario dar seguridad á nues- tra población rural, á fin de que los propie- tarios españoles puedan vivir en el campo como los lores ingleses en paz y tranquili- dad, dedicándose á la explotación de sus fincas, y para que la vida de los agricultores, sus haciendas é intereses no se encuentren á merced del capricho ó mala voluntad de los díscolos, descontentos ó mal intencionados, pues los Alcaldes y Jueces municipales de ios pueblos, no pueden corregir los muchos daños y abusos que se cometen en las pro- piedades, porque carecen del apoyo valioso que presta la fuerza material; único medio eficaz para contener en sus extravíos á los que no tienen respeto ni temor á las leyes divinas, ni á las humanas. Los buenos resultados obtenidos desde •que por la ley de 7 de Julio de 1876 se con- fió á la Guardia civil la custodia de los cam- pos, particularmente de los montes del Es- tado, requiere que se generalice y complete tan indispensable condición para el mejor desarrollo y explotación de la agricultura y Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 4O3 ganadería; á tin de evitar que algunos pro- pietarios se retraigan de vivir en su fincas de campo, y que otros tengan que adoptar muchas precauciones para no ser víctimas de atropellos y atentados; pues el corazón humano alcanza ya, por desgracia, un grado de perversidad que, los muchos crímenes y desmanes que se cometen, son una lúgubre prueba de lo que pudiera llegar á ser, si el Gobierno, las autoridades locales, la fuerza pública, los Tribunales, y todos los hombres de orden, desde el más opulento hasta el más humilde jornalero, no desplegasen la actitud, energía y firmeza de carácter para reprimir y corregir aquellos. Como el alejamiento de los campos pue- de ocasionar el abandono del cultivo, y la decadencia y ruina de la agricultura, estima- mos preciso para el fomento de la población rural: !.• Aumentar la Guardia civil en todas las provincias para que los puestos que en la actualidad existen, estén dotados suficien- temente; creando además los necesarios, á fin de que dicho Cuerpo pueda desempeñar por completo el servicio de seguridad y po- licía rural en todo el Reino. 2.* Con el objeto de no gravar el presu- puesto del Estado, los gastos que ocasione el aumento de la Guardia civil, será satisfe- cho por las provincias cuyas Diputaciones i}04 La crisis agrícola y pecuaria reclamen el auxilio de dicha fuerza, ó aque- llas á que se la destine á prestar servicios, según donde hubiere más notoria urgencia, ajuicio del Gobierno, previo informe de la Dirección general del ramo. 3.» Si algún Ayuntamiento deseare crear en su término algún puesto de la Guardia civil, le será concedido siempre que sufra- gue los gastos que ocasione este servicio, y facilite casa-cuartel para la expresada fuerza; en cuyo caso suprimirá la guardia rural y forestal que tan gravosa es en algunos Muni- cipios. Los Ayuntamientos que no puedan sostener por sí solos el mencionado servi- cio, podrán asociarse á otros cuyos tér- minos estén limítrofes; debiendo solicitar- lo de la Dirección general de la Guardia civil, por conducto del Gobernador de la pro- vincia. 4.» Hasta tanto se organice el repetido servicio, y cuando las circunstancias lo per- mitan y requieran, se distribuirá parte del Ejército activo por las poblaciones pequeñas, á fin de que preste apoyo á las autoridades locales; y también á los agricultores para que puedan dedicarse con tranquilidad al cultivo de sus propiedades, en particular cuando los frutos se hallen pendientes, y du- rante su recolección. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 4O5 Canales y pantanos. La utilidad de los riegos es incuestiona- ble para la mejora y fertilización de los cam- pos, pues sabido es que el agua acrecienta extraordinariamente las cosechas, y es el elemento más potente y necesario para la germinación y desarrollo de las plantas, sobre las que obra física y químicamente, y distribuye de una manera uniforme las ma- terias propias á su nutrición. La desecación y saneamiento de terrenos y la apertura de canales de riego derivados délos ríos, arroyos, lagunas y manantiales, donde la naturaleza y accidentes del terreno lo permitan, es una de las reformas altamen- te beneficiosas para la salubridad pública, y muy importante para el desarrollo de la agricultura y mejora de la ganadería, porque el riego aumenta los productos de la tierra y contribuye á remediar las desigualdades atmosféricas. Las sequías tan prolongadas y funestas que en diversos años han esteri- lizado los campos, debieran servir de prove- chosa lección tanto al Gobierno como á los agricultores y al país en general, para tratar de remediar una de las mayores calamidades que con frecuencia sufren los labradores, y que puede evitar en gran parte la mano del hombre, particularmente en España, país 4o6 La crisis agrícola y pecuaria montañoso y accidentado, con ríos cauda- losos, innumerables arroyos, pendientes na- turales y condiciones de todo género para facilitar el riego á los campos, sin casi el auxilio de la Mecánica. Las subvenciones propuestas para los que construyan obras de utilidad general, debe- rán comprender también las relativas á los canales y pantanos. Unos y otros pueden recoger y conservar las aguas perdidas du- rante la mayor parte del año, para utilizarlas con la debida oportunidad en el riego de las grandes zonas que pueden ser convertidas en veneros de inapreciable riqueza; debiendo publicar el Gobierno los datos hidrológicos y cuantos antecedentes sean necesarios á fa- cilitar la iniciativa privada, y conceder la preferencia para lo relativo á los premios 6 subvenciones, antes que á las grandes em- presas, á los Ayuntamientos, propietarios, sindicatos y comunidades de regantes, y me- jor aún que el Estado acometa por su cuenta los trabajos de canalización, utilizando al efecto los sobrantes del Ministerio de Fomen- to, ó consignar en presupuestos las cantida- des que á tan importante fin se estimen ne- cesarias, imitando la conducta del Gobierno de Francia, que ha sacrificado considerables sumas para la construcción del canal del Ródano. En nuestro país existen diferentes ríos que corren sin utilidad alguna para la Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 4O7 -agricultura, y extensos terrenos casi estériles, de los que por medio del agua podrían obte- nerse crecidos rendimientos, pues de 50 mi- llones de hectáreas dedicadas al cultivo, no se riegan ni siquiera dos millones de hectá- reas: debiendo por último regularizar los riegos existentes, y considerar de importan- cia suma todo lo referente al sistema de riegos y desecaciones, puesto que la falta de lluvias y la disminución de aguas corrien- tes y de manantiales originan muchos años la escasez y pérdida de las cosechas, y como consecuencia natural é inmediata el hambre y la miseria. De las minas. La producción minera es otra de las rique- zas que también experimenta una grave crisis; siendo indispensable buscar medios eficaces para el verdadero desarrollo de esta importantísima industria, unodelos mayores veneros de nuestra riqueza nacional, cuya explotación practicaron en otros siglos y en tan grande escala, por las excelentes condi- ciones de nuestro suelo, los cartagineses y los romanos. Felipe II dedicó atención suma á tan im- portante ramo de riqueza pública, procuran- do remover los obstáculos que se oponían á . su desarrollo y prosperidad, á cuyo efecto ea Crisis agrícola. 28 4o8 La crisis agrícola y pecuaria 22 de Agosto de 1584 publicó las ordenanzas que forman la ley 4.» tit. XVIII, lib. IX de la Novísima Recopilación, y han constituido ua sistema completo de legislación en la materia por el q ue se ha regido el ramo de minas muy cerca de 300 años. La extensión superficial de los terrenos carboníferos excede en España de 11.000 ki- lómetros cuadrados, con más de 15.000 mi- nas, de las cuales unas 2.000 son productivas de hulla, cobre, hierro, acero, plomos y otros minerales, y en los que se hallan ocupa- dos constantemente muchos millares de obreros. La riqueza minera es una de las más inte- resantes de nuestra industria nacional y Es- paña es la nación mas productora en hierro^ cuyo gran elemento ha llegado á constituir un artículo de primera necesidad en la socie- dad moderna. Es pues necesario que el Gobierno conce- da la debida protección á las empresas mine- ras, para que puedan explotar los inmensos veneros de riqueza que el suelo español ate- sora, y que en atención al estado de pobreza en que se encuentran algunas comarcas montañesas, proteja fecundas y salvadoras iniciativas particulares, no para que obtenga pingües beneticios ó halagüeños resultados, ni tampoco privilegios de que antes disfruta- ban los mineros ó explotadores de minas. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 4OQ sino para que no sufran pérdidas los que aventuran considerables capitales .para el fomento y desarrollo de una de las principa- les riquezas del pais. A tal fin conceptuamos necesario: i.° Suprimir en absoluto los derechos de exportación á las galenas y á los plomos y litargirios argentíferos, para que en lo sucesi- vo puedan ser exportados con entera libertad de derechos, no solo durante el ejercicio de 1895-96, como preceptúa el art. 47 de la ley de Presupuestos de 30 de Junio de i89!5, sino por todo el tiempo que dure la actual crisis minera. 2.*' Que el Gobierno solicite de las nacio- nes donde se importan minerales, la supre- sión ó rebaja de los derechos de importación que hoy adeudan aquellos. 3.° Suprimir ó reducir, cuando las nece- sidades del Tesoro lo consientan, el impuesto equivalente al 30 por 100 del canon de super- ficie, y el del 2 por 100 sobre el producto bruto de la riqueza minera. 4.* Derogar la ley de forrocarriles en la parte relativa á la franquicia arancelaria á los materiales que se importan para la cons- trucción y servicio de los mismos, cuyo privi- legio en favor de las Compañías ferroviarias coloca á la industria de hierro en condiciones tan desventajosas que hace imposible su com- petencia con la del extranjero. 410 La crisis agrícola y pecuaria 5." Facilitar medios de transporte para los minerales ya que éstos, particularmente los carboníferos, luchan en la actualidad con obstáculos casi insuperables para el arrastre de los mismos. 6." Conceder facultades á las Empresas mineras para construir vías secundarias que enlacen con las generales, á fin de que pue- dan conseguir más pronta salida y más ven- tajosa colocación á sus productos; pues el ser tan reducidos los precios de los mismos, y tan lentos y costosos los arrastres, constitu- yen descolló principal de su explotación. 7.° Crear escuelas de Capataces del ramo, como las de Almadén, Cartagena, Linares etcétera, en las zonas ó cuencas carboníferas de las provincias de Oviedo, Santander y Álava que más lo necesitan para difundir los conocimientos y formar funcionarios prácti- cos que auxilien á los Ingenieros de minas, con el objeto de que la industria minera pueda ser ejercida con la debida utilidad y pro- vecho. 8.° Simplificar la tramitación referente al establecimiento y explotación de industrias mineras á fin de conceder toda clase de facili- dades á cuantos exponen sus intereses en be- neficio de la producciÓQ nacional, proporcio- nan trabajo á multitud de jornaleros y origi- nan por tal medio, aumento en el consumo de los productos agrícolas y pecuarios. Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 4II Legislación hipotecaria y de derechos reales. El antiguo y conocido impuesto de Dere- chos reales y transmisión de bienes, denomi- nado también de hipoteca, establecido como garantía para las familias, á fin de asegurar la propiedad, evitar intrusiones, contiendas y demandas, y llegar á conocer la riqueza inmueble, su extensión y valor, ha toma- do después un carácter exclusivamente fis- cal (pues la moderna legislación hipoteca- ria realiza ya la insinuada especie de inves- tigación), y desde la época de la monarquía goda, cuyas alcabalas fueron origen del ex- presado impuesto, hasta 1892 han sido mu- chas las reformas que se han dictado para determinar los actos sujetos al impuesto, uni- ficar las tarifas, comprender nuevos actos en el gravamen y aumentar considerablemente el mismo; objeto principal de las últimas re- formas. El referido impuesto que hace 50 años solo comprendía á un corto número de con- tribuyentes, afecta en la actualidad á casi to- dos los españoles, desde el más opulento al menos acomodado, puesto que la Hacienda cobra sus derechos hasta en las herencias y legados en sufragio del alma de terceras per- sonas y del mismo testador, en los legados á 412 La crisis agrícola y pecuaria metálico destinados á la reparación de las iglesias de los pueblos que se arruinan por- que el Gobierno no se cuida de sostenerlas, y en las transmisiones destinadas á la creación de instituciones de enseñanza gratuita, aun- que sean de carácter privado y para aliviar la triste situación de los niños pobres de las aldeas. Desde la reforma de 1892 es muy raro el español de cualquier sexo, estado y condición que puede dar un paso en materia de contra- tos, de herencias, permutas, ventas, transmi- siones y legados sin que tropiece con el men- cionado impuesto; lo cual diíiculta las trans- misiones, en perjuicio de los interesados y aun de la misma Hacienda, pues de todos es sabi- do que hay muchas testamentarías y contra- tos así corrientes como atrasados sin forma- lizar, y numerosas fincas de escaso valor que no se transmiten por no tener sus dueños títulos de ninguna clase; y como para adqui- rirlos conforme á la legislación vigente sea necesario practicar operaciones costosas y vejatorias, con el objeto de obviar dificulta- des y economizar gastos es conveniente y hasta necesario modificar la ley hipotecaria, reglamento para su ejecución y el de Dere- chos reales, en el sentido de establecer de- rechos módicos y dar facilidades para las transmisiones de fincas y la inscripción del dominio ó de la posesión en el Registro Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 41^ de la propiedad, particularmente cuando el valor de aquellas no exceda de mil pese- tas; con lo cual ganaría también el Teso- ro público, y por cuyo medióse podrá conse- guir que algunas fincas que en la actualidad no se labran pasen á otros dueños que las cultiven con esmero y también de que por •compras y permutas vayan desapareciendo paulatinamente las pequeñas parcelas que tantos inconvenientes ofrecen para la me- ^'ora de cultivos y poder formar, en un pe- riodo de tiempo dado, propiedades de mayor -extensión, ya que no sea conveniente obligar á los pequeños propietarios á que cedan sus fincas de una manera violenta. El impuesto de consumos. La contribución conocida en la actualidad -con el nombre de Impuesto de consumos que tan buenos rendimientos proporciona al Te- soro público, es tan antigua que casi se pier- de en la oscuridad de los tiempos, y desde hace ya siglos se conoció en España, aunque '?Ka^-3 CONCLUSIÓN 1. Diñcultad de harmonizar intereses ge- nerales.—El Estado no debe desaten- der, sino escudarse en el valioso y eficaz apoyo de las clases produc- toras. 2. El fomento de la riqueza agricola y pecuaria origina el de todos los inte- reses morales y materiales del pais. Como el enfermo que después de largo y penoso viaje divisa el hermoso termal cuyas salutíferas aguas son las que están más indi- cadas para el alivio y curación de sus dolen- cias, se anima y concibe una halagüeña es- peranza para recobrar la salud perdida, con- fiando ademas en la puntual observancia de las prescripciones debidas^ lo propio nos sucede a nosotros al llegar al término de nuestro modesto trabajo después de conden- sar las ideas y reformas que hemos concep- tuado más útiles, prácticas y viables para la 502 La crisis agrícola y pecuaria mejor solución del interesante problema agrícola, y de las que esperamos resultados provechosos, tangibles é inmediatos, confian- do en la más prudente y acertada aplicación de las mismas. No se nos oculta la serie de dificultades con que habrá de tropezarse para llevar á la práctica algunas de las reformas propuestas, pues cuando los males son crónicos y múlti- ples dificultan más los remedios y el trata- miento curativo tiene que ser más largo y complicado, pero que si se logra la curación aparecerá ésta más meritoria, de la propia manera que resaltará más el patriotismo, abnegación y sacrificios del Gobierno y de todos los buenos españoles que logren vencer la multitud de obstáculos que se opondrán seguramente al desarrollo de los medios in- dicados, y al de todos los demás que fueren adecuados para conseguir el importantísimo fin apetecido. Dificultad de harmonizar inteseses generales. Por más que en España debe atendersí con mayor predilección á los asuntos agríco-^ las que á todos los demás intereses, porqu( la inmensa mayoría de los españoles viveí exclusivamente de la agricultura, no pedimos rebajas de tributos para la riqueza rústica Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 507 pecuaria á fio de no menoscabar la fortuna pública, ni tampoco privilegios que redunden ■en perjuicio de otras clases, sino la aplica- ción de las reformas que conceptuamos in- dispensables para el fomento de la agricul- tura y ganadería, sin olvidar el interés pú- blico, en el que deben aunarse y confundirse todos los intereses parciales. Pero el harmonizar intereses generales es muy difícil, como lo es también harmonizar los pareceres humanos. Así lo reconoció el poderoso monarca Carlos I, en su retiro del monasterio de Yuste al pretender igualar la marcha de dos relojes, sin conseguir su deseo; comprediendo entonces lo muy difíci- les que de realizar fueron sus propósitos cuando aspiraba á la monarquía universal. Y en efecto, si a un buen rolojero le es difícil igualar la marcha de dos relojes sola- mente, y cuando lo consigue se desigualan al muy poco tiempo y no marcan la misma hora, no será extraño que los Gobiernos no logren harmonizar todos los intereses, ni todas las voluntades (r): sus aspiraciones (1) Ya lo dijo el insigne Calderón de la Barca cuando aludiendo á lo muy difícil que es la unión de pareceres exclamó: «Busca Lisardo otros modos si fama quieres ganar que es difícil de cortar vestido que venga á todos». Crisis agrícola- 34 504 La crisis agrícola y pecuaria tendrán que limitarse á llevar á la práctica todo aquello que estimen justo, equitativo y conveniente á la generalidad de los intereses del país, en particular de los más útiles á la humanidad, de los más necesitados de pro- tección, y délos que más contribuyen al sos- tenimiento de los servicios públicos; y cuan- do procedan de tal manera bien pueden tener su conciencia tranquila, nada debe arredrar- los y menos el temor de la crítica, puesto- que según Quintiliano, el testimonio de la conciencia vale más que el de mil trigos- Pero si el mérito no está en gozar sino eo, sufrir y padecer por las causas justas y sim- páticas, ninguna ocasión más propicia que: la actual á fin de parodiar al héroe de Villa- lar para decir, con propósito firme de tradu- cir en hechos que permanezcan más indele- bles que los pórfidos y bronces que, si ayer fué día de luchar briosamente por las refor- mas políticas, hoy lo es de pelear con denue- do y en campos más fructíferos por la conse- cución de las reformas agrarias; de acudir en defensa de la agricultura, de esa fuente tan importante de nuestra riqueza pública,^ la más útil á la patria, fundamento sólido de los Estados, base de la riqueza pública, y del porvenir de los pueblos, sontén de la huma- nidad, que hace al hombre anhelar la paz del alma, ser laborioso, amante de la tranquili- dad del hogar, inclinado a! orden y modesto Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 5O5 en SUS aspiraciones, y sin embargo se encuen- tra hoy muy sedienta y necesitada de pro- tección y amparo por parte de nuestros go- bernantes. Aun cuando en España agrada mucho lo exótico, y la novedad y originalidad, hemos procurado adoptar todas las soluciones pro- puestas á las necesidades y conveniencias de nuestra patria; sin que tampoco abriguemos ilusión alguna por establecer nada nuevo más que lo absolutamente preciso, y de lo que esperamos lisonjeros resultados, pues demasiado sabemos que no hay nada nuevo debajo del sol; nihil novum sub solé. Tampoco se nos oculta que para llevar á la práctica algunos de los medios indicados, será nece- sario adoptar procedimientos enérgicos, en particular los concernientes á moralizar la Política y la Administración, corregir errores y abusos, restablecer el imperio de la j usticia y el exacto cumplimiento de las leyes, en cuyas bases se fundan todos los demás propuestos para llegar á la regeneración de nuestra aba- tida y agonizante agricultura y ganadería; pues los muchos y graves males que el país lamenta, sólo pueden ceder á grandes y po- derosos remedios. Para ello es necesario aco- meter tan ardua y patriótica empresa sin vacilaciones y sin temor de ningún género, porque el temor del mal, según Galeno, engendra el mal; y sin ceder á ruegos, 5o6 La crisis agrícola y pecuaria conveniencias ó imposiciones de políticos y amigos, porque entonces no tendría remedio lo que hoy todovia le tiene;sino única y ex- clusivamente a la conveniencia pública, á lo equitativo y razonable; que nunca fué cobar- día ceder ante la razón ni temeridad el de- fenderla sin intransigencias y debilidades, posponiendo los intereses de partido al in- terés general, aplicando los sabios preceptos de Hipócrates uso y no abuso; evitad ios exce- sos en iodo, hasta en la sobriedad; y en algunos casos el conocido axioma in medio consistit virtus. El Estado no debe desatender, sino escudarse en el valioso y eficaz apoyo de las clases productoras. La opinión pública, reina de un poder incontrastable, particularmente la opinión del país, que trabaja, produce, paga, fomen- ta y engrandece los intereses públicos, no habrá de escatimar su más firme y valioso apoyo al Gobierno, que se proponga llevar á la práctica los medios propuestos y todos los demás que fueren conducente para mejorar la aflictiva situación de la agricultura, pues las grandes evoluciones sociológicas, siempre se han apoyado en el concurso de los pue- blos, acosados por idénticas necesidades, y por el deseo legítimo del miayor bienestar Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 5O7 posible; y el bienestar moral y material de nuestra nación debe medirse principalmente por el progreso y desarrollo de su agricultu- ra, cuyo malestar es cada día más hondo y alármente, del cual también se resiente la industria y el comercio; por lo cual el Go- bierno no debe desatender, sino escudarse en el valioso y eficaz apoyo de las clases agrícolas, y aún adelantarse á sus deseos. El sabio Cardenal Cisneros no habría podido decir á los nobles la famosa frase: He ahí mis poderes, si detrás de los cañones y soldados que tenía á su servicio, no hubiese contado ademas con el apoyo decidido del pueblo es- pañol, dispuesto a secundarle y sostenerle en sus sanos propósitos. El fomento de la riqueza agrícola y pecuaria, origina el de todos los intereses morales y materiales del país. El Gobierno que se dedique con verda- dero afán al fomento de los intereses agra- rios, grandemente comprometidos y nece- sitados de remedios, alcanzará gratitud eterna y gloria imperecedera; conquistará la diadema de la inmortalidad, y el mejor galardón y la más preciosa corona que puede ceñir la frente de un Gobierno; hará renacer la esperanza en el corazón de todos los bue- nos españoles, por ser el mejor legado que 5o8 La crisis agrícola y pecuaria puede trasmitirles, y borrará en las crista- linas aguas del Jordán las caóticas huellas de pasados errores. Todo esto podrá parecer á alguien un sueño, una ligera nubécula que se disipará al contacto de la realidad, ó que es vana ilu- sión y quimérica esperanza nuestra; pero te- nemos la convicción que si se logra implan- tar las reformas propuestas y cualquier otra conducente para salvar los intereses genera- les de la nación, habremos de tocar en breve los resultados, y aun cuando solo se apliquen en parte ó paulatinamente, creemos dará ocasión para confirmar una vez más el afo- rismo hipocrático lo que empezando alivia, continuando sana. «Jamás debe olvidarse que cuanto se haga en pro de la clase agrícola, ha de re- dundar en beneficio de la generalidad, y ha de contribuir al aumento de la riqueza y prosperidad de todo el pueblo (i). No por eso tendrán completo remedio todos nuestros males, aún cuando en todo caso se excogite lo útil de lo perjudicial, lo quimérico de lo práctico; como el individuo que observe un severo régimen higiénico, tampoco por eso estará exento de dolencias, porque el dolor humano nunca perece; y del propio modo que al Gobierno y á cuantos se (1) Aragó. (Diccionario enciclopédico citado T. I). Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 509 sacrifiquen en aras del país no habrán de faltarle ingratitudes y aún detractores, como nunca han faltado á toda obra é idea reden- tora, pues las grandes ideas han tenido siempre sus contrariedades al principio. La historia con su pluma inexorable y con su imparcialidad así nos lo demuestra en todas ■sus páginas. Buen ejemplo tenemos en el inmortal Colón, tratado de loco y visionario; y cuando después de muchos sinsabores, ul- trajes y penalidades ofrece un nuei>o mundo, en premio á su talento, en recompensa al valiosísimo servicio prestado á la humanidad, particularmente á España, se le aprisiona con fuertes cadenas, confíscansele sus bienes y muere en el mayor olvido, pobre, necesita- do y calumniado, imitando en paciencia y mansedumbre al santo Job. Pero el tiempo marcha, y en su vertiginosa carrera (aun cuando en muchos casos nos parezca lenta) descubre todos los secretos de lo pasado, y •entonces la historia ensalza á los mártires del progreso, como ensalza también á los que se sacrifican por el bien público, no tardando la opinión en pronunciarse en favor de aque- llos que han pasado por el crisol de amar- guras y duras pruebas, y de reconocer que la adversidad jfué siempre alta escuela de virtud. Triste debe ser para el ciego de nacimien- to no poder apreciar las inmensas ventajas" 5IO La crisis A(;rícola y pecuaria de la luz, distinguir las personas de su cari- ño, el suelo que pisa, las viandas que le sir- ven de alimento, las vestiduras que cubren su cuerpo, ni los objetos que le rodean; pero indudablemente debe ser mucho más triste aún para el que tenía buena vista, y por excesos ó descuidos ha perdido tan impor- tante sentido, sin que logre recuperarle. El primero como no ha conocido el bienestar que proporciona la vista no tendrá tantos- deseos de poseerla; más no así el segundo que no podra menos de acordarse á cada paso y en todo momento de la comodidad y bienestar que antes disfrutaba; porque el bien no suele ser muy conocido, sino hasta después que se ha perdido. Pues en este último caso preciso es reco- nocer que nos hallamos los españoles; porque de aquel antiguo esplendor, de aquel inmen^ so poderío, cuyas conquistas y cuyos triun- fos llegaron á donde alcanzaban las lanzas cor- dobesas; de aquella gloriosa nación arbitra de los destinos de Europa y dueña de las Américas, en cuyos dominios no se ocultaba jamás la luz solar ^jqué nos queda.^ Los re- cuerdos de aquellos más felices tiempos;, pero el pueblo español, que es tanto más enérgico cuando aparece más abatido, y que no inclina su frente á las circunstancias- más difíciles y azarosas, conserva aún incólu- mes la fé, la abnegación, el entusiasmo y ei Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 5" patriotismo de sus mayores para reconquistar palmo á palmo ya que no los territorios que poseía, sus antiguos laureles, la justicia y la gloria ¿ que es acreedor; porque la patria heroica, la patria predilecta, la gloriosa nación española, la cuna de los Alfonsos, Fer- nandos, Carlos y Felipes, de Columela, Cis- neros, Herrera, Jovellanos, Ensenaday Cam- pomanes, y de muchos genios, mártires, hé- roes é hijos ilustres ni puede, ni debe pere- cer; y si de los escarmentados nacen los avisados, nuestras pasadas glorias, nunca por nadie igualadas, más que para envane- cernos en ellas, deben servirnos para pensar en el porvenir y proceder en todo con la ma- yor previsión, sin olvidar que las convale- cencias de enfermedades graves suelen ser largas y penosas, y que el menor descuido puede ocasionar recaídas de consecuencias fatales. Otras muchas reflexiones pudiéramos ex- poner, las cuales omitimos en obsequio á la brevedad, y porque demostrado queda (como así suponemos que está reconocido por to- dos), que la agricultura es la base del pro- greso moral y material de las naciones, prin- cipalmente de la nuestra en que la casi tota- lidad de sus moradores se dedican al cultivo deloscampos,y que cuandoaquella prospera^ el comercio y la industria se desarrollan pro- digiosamente. 512 La crisis agrícola y pecuaria Por tanto; creemos no se nos tachará de optimistas porque abriguemos una esperan- za consoladora, si nuestros gobernantes y demás hombres de valia dedican su atención preferente al fomento de los intereses agrí- colas y pecuarios, y veamos en el desarrollo y prosperidad de la agricultura y en el de las reformas indicadas, el progreso y bienes- tar de todas las clases sociales; el crepús- culo matutino que sigue á la tenebrosa no- che para anunciar el sol de venturoso día; la palanca poderosa anhelada por Arquí- medes que remueva los grandes obstáculos que se oponen al engrandecimiento de nues- tra patria; el apostolado de la buena nueva, el faro luminoso, la antorcha radiante, el astro refulgente en el que brillará el sol de nuestra redención, para que á la diáfana luz de sus purísimos destellos podamos lograr que nuestra querida España sea una de las naciones más prósperas y felices del mundo. No es que vayamos á tener por eso la fe- licidad consumada, ni tampoco grandes ter- ritorios y dominios, pero lograremos siquiera una administración esencialmente moraliza - dora; una política subordinada á la admi- nistración; unos presupuestos verdad; crédi- to firme; exacto cumplimiento de las leyes; respeto á la propiedad; verdadera equidad tributaria con la cual se evitarán privilegios absurdos, desigualdades irritantes y notorias Y SUS VERDADEROS REMEDIOS. 513 injusticias; orden, necesario para el desarro- llo de la riqueza pública y bienestar de los pueblos; trabajo, preciado venero, fuente de prosperidad y grandeza; paz, colmo de todo bien, sin la cual no fructifica el trabajo; y que el progreso moral forme base del pro- greso material. Además, la clase obrera ha- llará ocupación constante debidamente re- munerada; florecerán las ciencias y las artes, la industria y el comercio, y muy en parti- cular la abatida riqueza agraria: se remedia- rán por último, ó al menos aliviarán en gran parte, muchos de los hondos y graves males que el país lamenta, y muy particularmente la pavorosa y trascendental crisis que hoy sufre la riqueza agrícola y pecuaria. .(.— /vvw»— !■ ♦ índice. INTRODUCCIÓN. Páginas. Causas de la crisis agraria. — Esta re- quiere remedios eficaces y urgentes., xiv Deberes que la patria impone á todos sus hijos XVI PARTE PRIMERA. Medios generales. I. Importancia capital del problema agrícola l 1. Las naciones más florecientes son las que más protección dispensan á la agricultura 5 2. En España se ha llegado al siimimim de los derechos políticos. — Los problemas agrícolas son los que requieren mayor interés y el con- curso de todos los buenos espa- ñoles 8 II. La buena Administración pública. 13 1. En qué consiste 16 2. Ha de ser extensiva á la Provincia y Municipio 20 Recompensa que merece 26 5i6 í NDICE. Pág. Cap. III. Deberes recíprocos entre gobernan- tes y gobernados 29 1. Derechos y deberes 29 2. Los tributos son una consecuencia de la necesidad del Estado. . . 35 3. Deberes de las clases productoras. . 37 4. Lamentable ligereza ó parcialidad al juzgar los actos de los Gobier- nos 41 5. Acción que incumbe al Estado. . . 45 Verdadera clase para la mejor so- lución del tema 68 Cap. IV, La enseñanza agrícola 77 1. Ventajas de la ciencia 78 A la ciencia debemos los inventos y las comodidades que disfruta- mos 81 2. La ley de enseñanza agrícola. — Debe exigirse el cumplimiento de la misma. — Las conferencias domi- nicales , . . . . 89 La propaganda agrícola 92 3. La enseñanza primaria. — Debe ha- cerse obligatoria. — Una medida sencilla que pudiera dar resulta- dos 94 4. Error funestísimo de muchos labra- dores 97 La vida en el campo 99 Acción que conviene ejercite el es- tado 103 Cap. V. Los Tratados de comercio y los Cam- bios 105 Índice. 517 P¿g. 1. La cuestión arancelaria es un factor esencial para la mejor solución del interesante problema agrícola. 105 2. La protección racional es un medio necesario para el fomento de los intereses nacionales 110 Es así mismo necesaria para har- monizar el capital y el trabajo. . 119 3. Los cambios internacionales. . , 123 El régimen arancelario es el mejor correctivo de los cambios. . . . 127 AP. VL De la contribución Territorial. . 135 1. Necesidad apremiante de rectificar los amillaramientos actuales. . 135 2. Diversos medios de ocultar riqueza. — Desigualdades irritantes en la tributación. — El catastro. . . . 143 3. Las cartillas evaluatorias. — Cómo y quiénes deben formarlas. . . 150 4. Comisiones especiales para efectuar la calificación de cultivos y la clasificación de fincas 153 Reformas indispensables. . . . 155 5. Las heladas y las sequías deben ser consideradas comocalamidad para obtener el perdón de la contribu- ción Territorial. ... . . 158 6. Conveniencia de una Caja nacional de calamidades 162 Cap. vil Asociación de las clases producto- ras 167 I. Necesidad de una bien entendida asociación agraria 172 5i8 Índice. P¿g. 2. La vida del labrador. . . . . . i8i El vinicultor 191 3. El Partido Nacional Agrícola. . . 197 Quiénes deben constituirle. . . . 201 Fines elevados del mismo. . . . 207 4. Conveniencia de su organización inmediata para obtener las refor- mas que tanto interesan á las fuerzas productoras 210 5. Al gran partido corresponde desig- nar los que hayan de represen- tarle en el Parlamento 217 Disposición transitotia 234 PARTE SEGUNDA. Medios particulares. Cap. i. La riqueza vinícola 236 1. La aflictiva situación porque atra- viésala riqueza vinícola, requiere urgentes y eficaces remedios.. . 238 2. El exceso de producción vinícola origina en primer lugar la grave crisis porque atraviesa tan im- portante riqueza 242 Error lamentable de muchos viti- cultores . . 243 3. Para facilitar el consumo y venta del vino es necesario elaborar buenas clases. — Los vinicultores deben atender más á la calidad Índice. 519 Pág. que á la cantidad, por ser más difícil vender que producir. — Pri- mas á los que elaboren "buenas clases de vinos 246 4. l.a escandalosa fabricación de vi- nos artificiales y la adulteración de los naturales hacen aumentar el exceso de producción y dismi- nuir el consumo. — Penas severas á los fabricantes y expendedores de vinos artificiales ó adulte- rados 250 5. Conveniencia de acrecentar el coTi- sumo interior en España. — Me- dios eficaces para ello 254 6. Alercados extranjeros. — Apesar de los medios propuestos, es de ne- cesidad, por ahora, abrir nuevos mercados y consolidar los anti- guos.— Sitios á tal fin indicados. Primas á los que exporten vinos en proporción á la cantidad y clase del producto. — Sindicatos de exportación, estaciones eno- técnicas, agencias consulares y exposiciones 279 II. De lo's cereales y sus harinas. . . 291 1. El cultivo de cereales es insustitui- ble y el que ofrece más seguro porvenir 292 2. El aumento en la producción de ce- reales es un factor importante para que los prpdyctos puedan Crisis agrícola. 35 ERRATAS MÁS NOTABLES Páginas. Linea. Dice. Debe decir. VIII 15 justicia ficticia X 4 inolvidable indomable XVII 10 buena, buena fe buena fe XXIII 18 razón sazón XXIV 8 contiene continuo XXIV 24 dislumbran vislumbran I 8 sumun summum 5 26 dueños dueño IJ 7 Antigua Ambigua 45 <3 primorial primordial 64 6 jaztándose jactándose 69 26 extensivos extensivo 7' 'J á al 71 '9 del al 84 6 asi la física la física 84 13 con vertiginosa con la vertiginosa 87 95 utilizan se utilizan 106 3 otorguen se otorguen 125 II regula regulan 136 4 el él IJO 17 mandarlas mandarlos «3J 18 persecución persuasión 172 2 sueltas nuevas 205 I) el al 229 20 provincial provisioBal 2 JO 32 ejecutivo equitativo 245 16 años lustros 285 1 1 se paga en otras pagan otras 345 9 suscrita sucinta 382 '7 sin sino 421 8 alconesazores aleones, azores 489 16 apliacarle aplicarle 49' 5 demostrare denostare 499 '7 de el el de 504 12 trigos testigos BINDINC . f: .6J970 HC Kartinez líaroto, Santiago 383 La crisis agricola y IA31 pecuaria en España y sus verdaderos remedios PLEASE DO NOT REMOVE CARDS OR SLIPS FROM THIS POCKET UNIVERSITY OF TORONJO LIBRARY