olS

maco Cfyaoama

Manojo de guarías

San 3osé pronta Utoberna

1913

ÜSIMACO CHAVARRIA

Lisímaco Chavarría

MANOJO DE GUARIAS

SAN JOSE, C. R.

IMPREN TA MODERNA

1913

C^K: A y/íi .1 í'í/o t'i/t/ít c/i} joa^i

“j£a '^ri/a z-rn ciciász ja^asi-a. áu.

j&tadu c ¿<jy á-e/ </e</i<£¿ee' ■&£ snufici-

snen/a Jta. -c/<2 casi á íh á c áa$z-e

bo,z\

t- C %-**>,

1

0

01

Dos cartas

O

<r

J3L

J^T

San José, Costa Rica, Noviembre 22 de 1912.

Señor don Modesto Martínez.

Caro amigo: Efectivamente, como Ud. lo afirma, hace días hablamos de una nueva obra mía que tengo lista sobre asuntos puramente costarriqueños.

Y aunque Rubén Darío, Argiiello, Rodó (José Enrique), y Ugarte me han ofrecido prologar obras mías (perdóneme mi vanidad), lo prefiero, antes que aquellos maestros, a Ud. Las razones huelgan; Ud. es costarricense, conoce nuestras costumbres y nuestras bellezas nativas: las pastoras y las guarías que matizan las vegas del riachuelo, las guacamayas que se disparan como dardos de colores,

“del arco de esmeralda de los montes.”

Usted ha visto las cogedoras de café de retorno de la hacienda, al bohío alegre del villorrio; los turnos en que el coplero popular lanza al público de cam- pesinos bombas como ésta:

“Desís que no me querés porque no tengo bigote, mañana me lo veres de plumas de zopilote.”

Y esta otra

“Las viejas sian de querer, unque nunca tengan dientes; porque son muy buenas gentes y dan mucho que comer.”

Coplas que son recibidas por los labriegos devotos de San Rafael , patrón del barrio, con estrepitosas risas y gritos que repercuten en las montañas con eco formidable; usted ha presenciado las bodas típicas de nuestros montañeses, que las más de las veces terminan a chafirrazos mortales bajo el atisbo de esos plenilu- nios que recortan, con su lumbre de ámbar, los perfiles de las selvas olorosas a flor de cedro y a reinas de la noche. Esa poesía usted la comprende como la comprendió Trueba, el cantor de San Antón, esa poesía dulce de que es depositario único el pueblo, el gran poeta anónimo.

No hace mucho me escribió Vicente Medina, desde Buenos Aires, y me decía entre otras cosas:

“He visto, en sus versos, Las cogederas de café , en los frondosos cafetales de sartas purpurinas. . . he visto el paisaje tropical. . . Persevere Ud. en libros que den la visión de su hermosa tierra”, etc.

Por otro lado, Ud. querido Ramiro Pérez , está

4

bastante indagado sobre historia precolombina, sabe de su mitología, de sus tatuajes y del poder de las flechas temerarias, espanto de las dantas y los pumas y jaguares, lanzados por nuestros progenitores de piel cobriza y de ojos oblicuos que acusan nuestra descen- dencia de la raza amarilla. Ud. será quien prologue mi nuevo libro al cual pondrá también título para que no me vaya a resultar de mármol siendo de bronce, o de hojalata siendo de cartón. Ud. será mi laza- rillo, y acaso mi defensor.

Pronto, muy en breve, le pasaré los originales a ver qué hace usted con ellos.

Mientras tanto, siga contando con la admiración de su devoto amigo,

Lisímaco Chavarría .

San José, Noviembre de 1913.

A Lisímaco Chavarría.

Estimado amigo:

Con mucho agrado he recibido su carta de ayer, porque en ella me da cuenta de que persiste en la idea de formar un tomo de poesías eminentemente ticas . Desde luego cuente con el prólogo, que haré con tanto mayor gusto cuanto que me prefiere Ud. a

5

gentes de alto rango literario y de fama mundial. Y si bien no haré una filigrana de arte como la harían Darío, Arguello, ligarte, Rodó, etcétera, le haré algo que huela a lo que huele la tierra cuando la mojan los primeros aguaceros, que sepa a chocolate en jicara y a bizcocho recién horneado, algo, en fin, que tenga sabor nacional. Su obra le dará fama por allá en el extranjero, aquí ya puede suponerlo. Y yo aprovecharé la oportunidad para ir en ancas de su Pegaso, a darme una escapadita y demostrar fuera de aquí algo del “tiquismo” agudo de que vivo poseído.

Yo creo que todos estamos obligados a poner un granito de arena para construir el edificio de la litera- tura nacional, del cual apenas asoman los cimientos. Los éxitos de Aquiíeo con sus Concherías , de doña María de Tinoco con la novela Zulay y de Ricardo Fernández Guardia con los Cuentos Ticos deberían ser estímulo suficiente para sacudir de su apatía a nuestra juventud y empujar una joven falange de mineros a los ricos filones del Foik-Iore costarricense, de la vida de la conquista y de los primeros años de la República, de los cuales puede obtenerse exce- lente material.

Termine, pues, su libro, y ya veremos la manera de editarlo, que será el gran problema para Ud., que no es rico. Estoy seguro que habrá muchas gentes dispuestas a contribuir para la edición, porque aunque parece que vivimos permanentemente aplastados por la “Losa de los sueños”, hay una pequeña minoría

6

que sueña aún bajo el peso de la losa misma, y que por darse el placer de saborear producciones de arte nacional puro, son capaces de desprenderse de una pequeña suma. Ya le enviaré una lista de los que están dispuestos a contribuir.

Y con mis mejores agradecimientos por sus finos conceptos, quedo su servidor y amigo,

Modesto Martínez.

7

v.

ClI lector

Vistas las cartas anteriores, el lector discreto no reputará como demasía de mi parte el que escriba estas líneas. Fue un deseo del poeta, y ese deseo es para tanto más sagrado cuanto que hace pocos días tuvimos la desdicha de perder a Lisímaco Chavarría, fallecido el 27 del mes último en su ciudad natal, San Ramón.

Había pensado en tiempos mejores, aprovechar las páginas liminares de este tomo para hacer algo de propaganda en favor de la literatura nacional; pero hoy, abrumado de pena por la muerte del autor, me siento incapaz de ese empeño, que dejo para otra oportunidad, y doy paso a los lectores hacia las páginas de este libro, en las cuales encontrará compo- siciones sencillas y delicadas hechas de reflejos de las bellezas naturales, de la vida de los labriegos, del sol, del aire y del agua de esta región tropical.

Este es un libro íntimo. Un libro que sólo com- prenderemos los miembros de la familia costarricense.

9

los que viviendo en este ambiente tenemos el sentido especial que se necesita para apreciar sus raros encan- tos. La crítica, tal vez lo encontrará defectuoso, sin reparar en que no pudo darle el poeta el último puli- mento. Para los culteranos y para los gustos exóticos faltarán las palabras extrañas, los tropos de sutiles contexturas; pero para la gran mayoría de los hijos del país, este tomito será manjar delicioso y si no se verá tal vez en los ricos anaqueles, y sobre los lujosos escritorios, formará parte de la biblioteca de las gentes sencillas que sabrán apreciar el perfume de cada una de estas rimas de un ingenio en quien el amor a la patria fue la más alta virtud.

Chavarría quiso que este libro, por su sabor y matices regionales, se llamara Manojo de Guarías Las guarías son las más populares de las orquídeas costarricenses. Su nombre científico es Calleja Sfyineri. Florece en ramos, en el ápice de pedúnculos estriados y cada flor es una maravilla de diseño y un alarde de alegría por el color carmín múrice de sus pétalos sutiles. Se contenta la guaría con muy poca cosa para vivir y basta que tengan sus raíces un asidero, aun cuando no sea más que un fragmento de madera seca o una piedra, para que crezca la planta y para que dispare cuando llega febrero con los soles

10

ardientes la salva de sus flores rojas en el éter azul de los estíos.

Como una planta de guarías fue el poeta: humilde y pobre, sin más asidero en la vida que un sueldo ganado con afanes prolijos, florecía, sin embargo, su numen bajo los soles de la inspiración en hermosísi- mas composiciones poéticas y nos hacía detenernos sorprendidos en nuestro pesado viaje de peregrinos de la vida, a escuchar sus trovas, como se detiene el cazador en la selva o el caminante junto a los pretiles a contemplar un ramo de guarías opulentas.

Si la vida de Lisímaco sirve de estímulo a la juventud que debe meditar cómo el hombre puede surgir a las mayores alturas, sin más apoyo que su propio esfuerzo y a pesar de la envidia y de la ignorancia; si la literatura nacional se enriquece con nuevas producciones; si el noble ejercicio de las artes bellas encuentra nuevos apóstoles abnegados, este Manojo de Cuarias vivirá perpetuamente fresco sobre los mármoles de la tumba del más humilde de los hombres, y del más alto de los poetas costarricenses.

Modesto Martínez.

San José, Costa Rica, Setiembre 10 de 1913.

11

LISÍMACO CHAV ARRÍA

líTartojo be (Suarias

Moradas cual la túnica de Cristo, columpiando sus pétalos de seda, en mis bosques nativos las he visto donde el sinsonte al manantial remeda.

Caprichos de amatista suspendidos en los troncos de ceibas centenarias, fulgores de la aurora detenidos sobre el remanso azul, así las guarías.

La más preciada flor costarriqueña que florece en tejados y pretiles, parece un alma que en la tarde sueña con el paje floral de los abriles.

De noche, cuando salen las estrellas, como pálidas niñas del espacio, riegan collares de ópalos sobre ellas y entonces son joyeles de topacio.

13

MANOJO DE GUARIAS

Un manojo de guarías , tal los versos que vengo a deshojar a tu ventana; son candorosas cual tus labios tersos, como tu sien de rosa y porcelana.

Te ofrezco el ramillete delicado de las fresca* parásitas nativas: lo recogí no ha mucho de mi prado de heléchos y jaral y siemprevivas

Aun viene con las gotas del rocío que sobre él salpicaron las auroras; tiene fragancia del terruño mío, de reinas de la noche y de pastoras.

Lo vieron florecer los campesinos en las mañanas tibias de labranza, cuando los bueyes van por los caminos oyéndole al jilguero su romanza.

Lo vieron reventar los manantiales en las noches de luna, en las montañas, como rizos de sedas orientales junto a la paz rural de las cabañas.

14

LISÍMACO CHA V ABRÍA

¿Para quién han de ser? ¡Oh dulce niña! Para compañera de mis rutas son las ñores que bordan mi campiña rica de mies y de doradas frutas.

¿Para quién han de ser? Entre tus manos serán así como imperial ofrenda, cual jirón que te dejen los veranos cuando la tarde en el azul descienda.

Recibe este manojo hecho de guarías que fueron el collar de las encinas; ellas te llevan las cadencias varias que saben las dulzainas campesinas.

15

MANOJO DE GUARIAS

En d 3arrio

Hay una imagen de Santa Rita en cuyo rostro muestra candores, las mozas llevan hasta su ermita de las montañas les frescas flores.

Las tristes viudas que llevan luto y las muchachas, ya casaderas, van a dejarle como tributo ramos de salvia de las praderas.

Dicen las gentes que es milagrosa, que ella consuela los afligidos, cuando una joven va a ser esposa deja en su trono cirios prendidos.

La moza alegre, la viejecita y los abuelos, ya centenarios, van a buscarla dentro su ermita para rezarle sendos rosarios.

16

LISÍMACO CHAV ARRÍA

3obas campestres

Cantan los gallos, es la del alba, “coge las bestias dice el abuelo hay ya clarores sobre el Turrialba y las palomas bajan al suelo.”

“Muchachas, vamos, arriba todas, ya se oyen gritos sobre la cuesta” ; así se anuncian aquellas bodas y los cohetes cuentan la fiesta.

La novia es joven, el novio sano, del barrio al pueblo distan dos leguas; diez montañeses bajan al llano y van alzando polvo sus yeguas.

Va el novio alegre, feliz la moza y la noticia va a los confines. . . . otros aguardan allá en la choza con dos guitarras y dos violines.

17

MANOJO DE GUARIAS

De tierra fértil

Zas. . . zas. . . Resuena el tajo entre el cafeto bajo el sol que los páramos rescalda y dobla pudreorejas de esmeralda que simulan encajes en el seto.

El fresco manantial discurre inquieto de la colina en la vistosa falda, y finge el cafetal una guirnalda,

joyel de Ceres de rubís repleto

Zas. . . zas. . . zas. . . zas. Trabajan los paleros y sudan bajo el sol, en sus labores, mientras cantan yigüirros y jilgueros.

Suspenden su labor ¡os labradores y toman al hogar por los senderos que perfumaron las silvestres flores.

18

LISÍMACO CHAVARRÍA

promesas be la tierra

Hay un olor de vida en el huerto, en el aire y en las cosas; es un olor a tierra humedecida que va anunciando la precoz venida de la mies y del fruto y de las rosas.

Hay nuncios y promesas en el rayo que el Sol derrama encima de las eras ; durmió la tierra como en un desmayo, pero las lluvias del florido mayo fecundarán las mustias sementeras.

Hay regocijos hondos en los prados y enrojecen sus flores las piñuelas ; van peinando la tierra los arados ; hila el yigiiirro versos delicados y el labriego labora sus parcelas.

19

MANOJO DE GUARIAS

El campo reverdece y fatigosas tornan las yuntas de mover la tierra tan pródiga en ofrendas hechas rosas y espigas . . . Vida nueva hay en las cosas y en las verduras que el cercado encierra

201

LISÍMACO CRAY ARRÍA

€1 Cristo 5e Csqutpulas

El gallo ese clarín de la primera luz alza el canto anunciador del día y la gente devota en romería, invade la polvosa carretera.

La viuda, la casada y la soltera conducen sus promesas v en la vía refieren los milagros a porfía que el Cristo de Esquipulas les hiciera.

Aquella porta un corazón de plata, promesa que nació de unos amores que echó por tierra la traición de un suegro.

Y la otra se curó una catarata, lleva un ojo, hecho de oro, y unas flores en pago del milagro al Cristo Negro.

21

MANOJO DE GUARIAS

Pírgiltana

Dijo el vaquerillo a su moza franca:

yo te haré una choza junto a la montaña muy cerca del río, donde dice el agua al pasar caricias y dulces baladas, cual las notas dulces que da mi dulzaina , y la moza fresca rió y lo miraba y en sus ojos negros dejó la mañana todo aquel paisaje de frondas y garzas y un rumor de besos oyeron las guarías;

22

LISÍMACO CHA V ARRÍA

día ruborosa bajó a la quebrada, y el siguió el sendero en pos de sus vacas.

23

MANOJO DE GUARIAS

ía Kocct be darbaíío

Semejase a una esfinge de pedernal eterno erguida ante el abismo del piélago sonoro ; sobre ella el Sol despunta doscientos dardos de oro y ante ella el mar levanta su canto sempiterno.

El fuego del verano, las lluvias del invierno, los foscos huracanes que van rugiendo en coro y todas las estrellas que vierten su tesoro, descienden por su espalda de cíclope de averno.

En ella se posaron Saturno y los Vestiglos a contemplar la marcha de todas las edades que fueron en los potros piafantes de los siglos.

El piélago le dice de aquella raza trunca, señora que fue dueña de aquellas soledades, en una edad remota que ya no vuelve nunca.

24

LISÍMACO CHAV ARRÍA

(En puníarenas

Aroma suave da la reseda y el mar sus tumbos rima en la playa donde la espuma vibrando queda como heliotropo que se desmaya.

Un marinero fuma cachimba viendo dos barcos en lontananza; allá las notas de una marimba se unen rimando costeña danza.

Una morena de ojos quemantes, de curvaturas hechas pecado, ha vuelto locos dos navegantes que van tras ella para el mercado.

Se ven dos bongos en el Estero dando tirones a las amarras, y junta notas el marimbero acompañado de dos guitarras.

25

MANOJO DE GUARIAS

(£1 zopilote

Señor de los poblados, cuando subes describiendo espirales con el vuelo semejas una cruz bajo del cielo santiguando la frente de las nubes.

En tus éxodos nada te detiene, de carroñas preparas tus festines y vas, de la ciudad, a los confines corno un celoso policial de higiene.

Del tejado te posas en la cumbre y abres al Sol tus abanicos negros en las mañanas de dorada lumbre.

Enamoras a la hembra con ternura, el cadáver del can te infunde alegros y visitas los astros en la altura.

26

LIS f MACO CHAVARRÍA

£a Paca

Compañera inseparable de los mansos bueyes viejos , vayan para mis loas y las rosas de mis versos. . .

Al mugir en las dehesas en llamamiento al becerro, de las madres cariñosas nos haces un fiel recuerdo. Cuando despunta la aurora y pone sobre los cerros, y en la quiebra de los montes, como una reina, su cetro ; cuando cantan los yigüirros en la copa de los cedros, como bardos de alto numen que pulsaran dulces plectros ; cuando las fuentes discurren fingiendo alegres gorjeos entre guijas y entre flores en sonoro cabrilleo,

27

MANOJO DE GUARIAS

pasas dócil y mansa obedeciendo al vaquero: un lozano campesino un mozalbete travieso que roba limas y guabas para llevarle al maestro.

sabes de las frescuras de los más frondosos ceibos; sabes de los cantares de los monjas mañaneros; sabes lo que refieren los pajarillos enfermos que dejan viudos las ráfagas del temporal del invierno, sabes también del idilio de aquel montañés apuesto que en una tarde de junio, en el trillo del potrero, a aquella moza del barrio le protestó amor eterno, mientras la tarde su bronce diluía allá en los cielos simulando en los cantiles devoradores incendios.

28

LIS f MACO CHAVARRÍA

Vaca, mansa compañera de los nobles bueyes viejos que saben de los afanes de los fuertes jornaleros, en tus pupilas retratas el paisaje verde y fresco, el vuelo de las palomas y los verdes limoneros, el cristal de los torrentes que riman extraños versos y cantan como tenores y vibran como panderos; las humedeces con lágrimas cuando lejano el ternero te reclama, como niño, con su sentido cencerro.

Tienes la filosofía de ser mansa ... Si los perros van a oponerse a tu paso ni los miras, tu desprecio domestica sus bravezas y al fin son tus compañeros. Cuántos regocijos pones cuando llegas del potrero

29

MANOJO DE GUARIAS

y brindas la ubre repleta del delicado alimento a las mozas campesinas. . . cierras los ojos. . . sus dedos tus cuatro mamas ordeñan, en tanto que haciendo esfuerzos el ternerillo se tuerce en mil escorzos supremos . . . y sueñas, si no lames de tu hijo el lomo sedeño.

Las églogas de Virgilio ensalzan ese alimento que es más albo que la nieve y que del lirio los pétalos, y más sabroso que el néctar del colmenar del Himeto.

Compañera inseparable de los mansos bueyes viejos , vayan para mis loas y las rosas de mis versos.

30

LTSÍMACO CHAVARRÍA

Kuestra bandera

Rojo: así son los labios de las niñas, el tinte del crespúsculo, la rosa de Sión y el arrebol de la sabrosa granada que sazona en mis campiñas.

Azul: así el color de las montañas erguidas al espacio, así los mares y el cielo en donde ruedan a millares los astros como fúlgidas arañas.

Blanco : la nieve secular es blanca, la inocencia, la espuma del riachuelo y el rostro casto de la Venus manca.

Los tintes más preciados de las flores, luces, bandera, cual jirón que el cielo colgara de la altura, hecho colores.

31

MANOJO DE GUARIAS

drtoíía

El joven campesino, ya cíe tarde, volvió, con la herramienta, hacia la choza; hizo un manojo de silvestres flores paia ofrecer a su gallarda novia.

La tarde rubia coloreó de bronce la seda delicada de las rosas y tal como un renglón, cruzó el espacio, una hilera lejana de palomas.

La alegre carretera quedó muda como sierpe dormida entre la sombra; en tanto que el trapiche lugareño echó a los vientos su canción monótona.

Más tarde la guitarra de aquel mozo bajo un alero detalló sus notas; al montañés lo sorprendió la luna con las flores cantándole a la novia.

32

LISÍMACO CHA V ARRÍA

ے maestro be escuela

Es un leva con cara que da miedo, nariz muy larga y con los ojos gatos; los dedos se le ven por los zapatos,

le dice ña Pascuala a ñor Alfredo.

Y o no lo bajo unque me rece el credo ;

ni yo tampoco, pos parece, en ratos,

lo mesmo quena aquellos mojigatos

que echamos con escritos. . . ¡yo no puedo!

En el trapiche le contó a ñor Mora quél sabe mancho de la Magia Negra, quél a un cristiano lo convierte en lora.

Sopló un diacuaíro que prestó ña Rita, dijo una cosa en que mentó a la suegra, y entre sus manos se volvió nadita.

33

MANOJO DE GUARIAS

ias guacamayas

Sobre la selva virgen de altivos huiscoyoles , que abanican las hojas de armónicas pacayas, batiendo treinta remos van quince guacamayas luciendo luengas colas de visos tornasoles.

El éxodo es de días, quizá de cuatro soles; alegres van en busca de tropicales playas, de marañones rojos y frutecidas hayas, o de la copa fresca de enhiestos guapinoles .

Al quebrarse los besos del Sol sobre sus plumas semejan gallardetes de bermellón y gualdas y atruenan el espacio con estridente grito.

Amadas de Atahualpa y de ambos Montezumas; al dilatar el vuelo parecen esmeraldas rayando el lapislázuli del éter infinito.

34

LISÍMACO CHAV ARRÍA

Ctromas be montaña

Hay un aliento puro que viene de las eras contándome la vida de campos de labranzas, en donde cada hiíavo enseña treinta lanzas, en donde cada nube se rasga en des banderas.

El hálito me dice de brisas mañaneras que fueron como liras tejiendo sus romanzas; ese hálito me dice mis viejas añoranzas cargadas ele perfume de ñor de las praderas.

Columpian en el aire su copa los manzanos ; avanzan de retomo, dos fuertes labradores, traen olor de yerbas prendido de las manos.

Un joven limonero cubierto de blancores, se apronta para darles fragancia a los veranos, frescura a los labriegos y al céfiro sus flores.

35

MANOJO DE GUARIAS

€1 canto bel cuyeo

Avecilla pardo-obscura que te posas en las veras del camino solitario que del monte va a la aldea; avecilla misteriosa, con las mustias hojas secas se confunde tu plumaje en las tardes veraniegas.

Nunca olvidas el verano, ni la luz de las estrellas, ni el rumor de los cañales , ni el tomillo de las huertas, ni los líricos jardines ni las curvas carreteras ; tu canción es un enigma que interroga las tinieblas, el murmurio de las fuentes y la luz de las estrellas;

36

LISÍMACO CHAVARRÍA

tu canción es una frase que nos habla de tristezas, del villorrio, del cortijo, de los setos, de las huertas, de las noches enlutadas, de las tardes que se alejan; tu canción yo la comprendo cuando cantas en las veras florecidas del camino que conduce a las viviendas donde viven los labriegos esperando las cosechas.

En las tardes de verano te deslizas en la selva como negra mariposa, o como una flor de seda, y en las frondas resequidas te confundes con las secas hojarascas que los vientos en macabra burla llevan, y en las noches de febrero yo he escuchado tu nocturno que comprende cinco letras.

37

MANOJO DE GUARIAS

Es tu pobre abecedario como rústica leyenda que articulas en las hojas sin verdor, amarillentas, en que posas tu plumaje en las tardes veraniegas, como obscura mariposa o como una ñor de seda.

Di tu verso en los caminos cuando tome . . . cuando vuelva al jardín de la tierruca, y al torrente de la cuesta que escuchó la serenata de tu flauta plañidera.

38

L1SÍMAC0 CHAVARRÍA

En ú trapiche

Hay regocijos en la cabaña tiende la tarde rojos cendales y dos carretas llenas de caña vienen vibrando de los cañales .

Crujen las mazas dando sus vueltas y ¡os gañanes el homo atizan y dos chicuelos de mangas sueltas con sus cuchillos la caña alisan.

Los bueyes giran por un camino que en el bagazo finge una boa, y baja el jugo, color de vino, haciendo espumas en la canoa.

Cantan los mozos y un chico baila oyendo aquellos cantar en coro, y sobre el fuego hierve la paila echando al aire burbujas de oro.

39

MANOJO DE GUARIAS

#

&

Ha danuta

No omite bailes y es rezadora, ella adivina y es curandera ; cuando alguien muere finge que llora, de todos sabe la vida entera.

“Esa muchacha la vi onde el cura”,

dice la vieja “yo no la fío”;

“juygo de cuentos”, ella murmura, mas pone en ascuas el caserío.

Cura el mal de ojos, el maleficio, vende oraciones de brujería; compra arpeos para su oficio y en casa ajena se pasa el día.

No pierde misas, menos rosarios; todos los meses ella comulga ; va siempre llena de escapularios, pero es dañina como la pulga.

40

LIS t MACO CHAVARRÍA

ía paz 6eí campo

La paz del campo llega y me habla de la infancia; los tulipanes ríen en el jardín despierto; se yerguen las begonias, las rosas dan fragancia y las legumbres frescas me incitan en el huerto.

Alegre todo me habla de muchas cosas viejas, del manantial de plata, del viejo limonero vestido de azahares y azules “puclreorejas,, como dosel vistoso erguido en el “p°*rero”*

Despide olor de leche la negra vaca mansa, anuncian que pusieron en el corral las aves, el perro bajo el árbol, huyendo al sol, descansa, y copia las faenas en sus pupilas graves.

¡ Bendita paz campestre ! Mi casa lugareña le infunde nueva vida a mi vigor escaso ; en un guacal muy limpio mi buena madre ordeña su vaca preferida para ofrecerme un vaso.

41

MANOJO DE GUARIAS

Al frente de la casa en el jardín florece la enredadera dócil que invade hasta las tejas; aromas orientales el jazminero ofrece y se oyen los zumbidos de errátiles abejas.

Mi madre y mis hermanos se sientan en mi tomo y el sol en los manzanos enreda rubios lampos . . . Celebran los chicuelos con gracias, mi retorno al dulce hogar paterno, a mis tranquilos campos.

42

LISÍMACO CH AV. ARRÍA

(El titiritero

Zapatos rotos, roto el sombrero, la piel curtida por los calores, pasa el jocoso titiritero para el poblado de labradores.

“¡ Baile a Perucho !” le gritan todos. “Cuándo los juega?” “¡Baile el Payaso!” y él sigue alegre por los recodos que tiene el pueblo, con firme paso.

Llega al villorrio . . . Todo se alista para la escena de actores chicos ; corre la nueva del viejo artista y se preparan pobres y ricos.

El padre cura le da su casa y unas cortinas para escenario; se animan todos, la gente pasa, y cuida el orden un comisario.

43

MANOJO DE GUARIAS

“Función primera para esta noche”, en las paredes dice un letrero. . . Principia el acto, sale un fantoche que mueve el hábil titiritero.

Rompe en silbidos el populacho y voces burdas al aire lanza . . .

El vulgo dice: “¡baile el borracho l’5 y el guitarrista toca la danza.

44

LISÍMACO CHA V ARRÍA

frotabas lugareñas

Sobre las lomas del campo el alba arroja sus gemas y en las aristas del monte hay un tinte de violeta. Ensayan suspiros dulces las tórtolas mañaneras y el mozoüllo detalla sus complicadas cadencias desde la copa del árbol o desde la alta palmera . . .

El manantial fugitivo ondula como culebra de baccarat reluciente y baja y surca la cuesta, brinca, retoza, se pierde como un alma de las peñas; ora finge carcajadas, ora sus risas destrenza,

45

MANOJO DE GUARIAS

o bien simula una lira que va rimando querellas en la penumbra del soto o en el frescor de la huerta.

* * #

Sendero de la montaña, con el alma placentera, caminan dos montañeses al campo de sus faenas, allá donde los maizales penachos rubios ostentan, en donde engarzan las lluvias finos collares de perlas y los pinceles del alba radiosos nácares dejan; pasan festivos, cantando una canción de la aldea; en el semblante, alegría, en el hombro, la herramienta. . . La blanca ermita del barrio,

interrogación eterna a la mudez de los cielos, esfinge que no contesta!

46

LISÍMACO CHAV ARRÍA

esmalta con los celajes su campanario de piedra; y el humo de las cabañas circula, asciende, penetra en el azul donde brillan del Sol las ígneas saetas que descienden hechas lluvia, de topacios y de perlas, hasta el penacho del monte y a la silvestre azucena.

Una moza campesina gallarda, graciosa, esbelta, en la boca la sonrisa que regocijos revela, va portando una tinaja en la robusta cadera, por la ruta florecida de salvias y de verbenas, que conduce hasta la fuente que brinda el agua a la aldea; y así discurren las horas de la mañana montesa.

MANOJO DE GUARIAS

alegrada por los quioros y las aves tempraneras y la canción de los vientos que van vibrando en las selvas como alegre cabalgata anunciada por trompetas a los confines del valle, y a las lejanas praderas, y a las montañas azules en donde el Sol se doblega cuando la noche desciende con su cortejo de estrellas.

48

LISÍMACO CHAV ARRÍA

£as quemas

Todo está listo para las quemas: los labradores sobre las rondas prenden el fuego. Color de gemas toman las llamas quemando frondas.

Los vientos soplan y las corales salen en fuga de la maraña; saltan las chispas a los cañales y de estos vuelan a la montaña.

Arden los montes y arrecia el viento como una trompa de acentos broncos; y entonces se oye como un lamento que al desgajarse lanzan los troncos.

Y por la noche mira el labriego, cual si salieran de la negrura, dos grandes sierpes hechas de fuego peregrinando para la altura.

49

MANOJO DE GUARIAS

€í tñoíinista

Es ñor Juan Pelos, o ñor Veintiuno , (son sus apodos), un viejo artista; toca dulzaina como ninguno y es del villorio gran violinista.

Las piezas nuevas y las de antaño forman unidas su repertorio:

Toca Las Olas y El Desengaño y canta salves en el velorio.

En los rosarios de nochebuena, da gusto oirle los villancicos; cuando sus danzas él desenfrena, bailan de gozo viejas y chicos.

El es el alma de la alegría, él regocija la villa entera, y el toca en bodas, mas otro día duerme en las calles su borrachera.

50

LISÍMACO CHAVARRÍA

Tío supe naba

Por la vereda que baja al yurro marchan dos mozos bajo la tarde; hay en los tuetes como un susurro y el Sol poniente parece que arde.

Ella es descalza, de trenza doble, de ojos muy negros y muy risueña; él es robusto, tal es un roble, de manos fuertes y faz trigueña.

Ambos, unidos, marchan del brazo, entre güitites de fronda verde, cantando bajan por el ribazo y la pareja por fin se pierde.

Venus que atisba desde la altura, los vio ocultarse tras la enramada. . . “¡Nunca me olvides!”, ella murmura, y al fin de todo. . . no supe nada.

51

MANOJO DE GUARIAS

(Esmerabas vivas

(£n la cosía

Ensaya el marinero en su canoa un aire de nativa cantinela, y el Sol se expande encima de la estela que hierve y fulge al avanzar la proa.

Debajo de una ceiba está una boa, dijérase que atisba con cautela, mientras la garza por el éter vuela copiándose en el ponto de Balboa.

El Dios de lumbre al derramar sus oros del piélago de añil sobre la espalda, de la selva abrillanta los colores.

Bajo el fuego que al trópico rescalda, emigran, hacia el Norte, treinta loros fingiendo treinta dardos de esmeralda.

52

L1SÍMAC0 CHAVARRÍA

fjimrto be las ruchas

Dilúyense en las auras aromas de violetas y el Sol pone en la ermita nenúfares de fuego; desciende de las abras el rústico labriego y cantan sus estrofas de vida las carretas.

Parece que anunciaran sus triunfos a las metas del plácido cortijo que es urna de sosiego ; simulan epinicios, o bien un largo ruego que llevan a otros campos las brisas indiscretas.

Ya bajan de los montes, cantando por los flancos y tejen con sus notas urdimbre de las arias que saben las campiñas, las cumbres y barrancos.

Sepulta el Sol su disco detrás del bosque verde, inciensan a la noche las rosas y las guarías y el himno de las ruedas prolóngase ... y se pierde . . .

53

MANOJO DE GUARIAS

(Eoníienba bárbara

Es ella una serpiente de colores versada en quebrantar en los cubiles cachorros de jaguar, pumas sutiles en las selvas, y pájaros cantores.

El un perro de buenos cazadores que supo desgarrar, con sus marfiles, el apuesto león y aun los reptiles que fueron a enroscarse tras las flores.

Precipítase el can, ella lo espera encógese ... y alárgase ... y da un silbido y le inyecta su tósigo de fiera.

El perro la sacude al verse herido y recorre por toda la pradera un grito de dolor hecho alarido.

54

LIS í MACO CHAVARRÍA

Carbes campestres

Tiende la tarde fúlgidas gasas, finge Occidente rojiza fragua; dejan la vega todas las garzas batiendo al aire sus niveas alas . . .

Semeja el barrio verde guirnalda;

¡de aves y flores feliz morada!

* # *

Entre la hondura canta que canta, corre un torrente como de plata.

55

MANOJO DE GUARIAS

y en las riberas deja en su marcha, blancos encajes de espumas blancas. Allá una choza de hojas de caña semeja un nido bajo las ramas que tiende un árbol con flores albas, y de un trapiche crujen las mazas con ruido ronco cual de matracas.

* * *

Ya de la ermita, sonoras llaman con sus repiques ledas campanas; para el rosario las viejas pasan, y por la calle van cabizbajas.

56

LISÍMACO CHAYARRÍA

* # *

Los mozos tornan de sus labranzas y al hombro llevan lucientes palas, y los coloquios, que con Nazaria, tuvo en la fuente, noche pasada, cuenta a Norberto, en tosca charla, un mozo imberbe de piel tostada.

* * *

Allá un muchacho junto a una tranca , entusiasmado toca dulzaina; más lejos se oye alegre danza que alguien preludia en su guitarra.

57

MANOJO DE GUARIAS

* # *

Por el sendero, una muchacha, viene cantando de la quebrada ; en la cabeza ostenta ufana pesado lío de ropa blanca y en la cadera una tinaja que con el brazo tiene y abraza.

* * #

Allí una vieja con voz cansada le da consejos a Nicolasa: moza del barrio muy vivaracha que a quince abriles está ya entrada;

58

LISÍMACO CH AY ARRÍA

con voz muy queda le habla la anciana; dícela cómo el Diablo engaña a aquellas niñas no recatadas.

No siás zopenca ve lo que a Juana le ha sucedió con Lucas Parra,

¿ si son los hombres el mesmo Patas! Dice la abuela a la muchacha.

* * *

Cesó el rosario, las viejas pasan. . . van por las calles cual sombras vagas. El Sol se oculta tras las montañas, y al fin la tarde lenta se apaga . . .

59

MANOJO DE GUARIAS

Los paj arillos en la enramada dan a la noche su serenata; los campesinos vanse a sus casas y satisfechos en toscas bancas cenan alegres queso de vaca y albas tortillas bien aliñadas.

* * *

Así concluyen, llenas de charlas, de nuestros campos las tardes plácidas, las bellas tardes que el Sol esmalta con sus pinceles de rosa y nácar.

60

LISÍMACO CHAVABRÍA

(El yigüirro

Es el clarín de Mayo. Su plumaje es obscuro y ajeno a todas galas, pero sabe las líricas escalas que ignoran otras aves del boscaje.

Su tribuna es la copa del manzano cuando le canta a las auroras rubias ; es así como heraldo de las lluvias y en la selva se oculta en el verano.

Es el bardo de todas las campiñas, del dorado arrozal y del zarcero y el dulce trovador de mi tierruca.

El ánfora de miel le dan las pinas, manojos de azahar el limonero, su fruto el árbol y su flor la yuca.

61

MANOJO DE GUARIAS

pubreorqas

Campanillas azules de mi casa que adornan los naranjos, campanillas que despierta la aurora cuando pasa, desatando la aurora sus gavillas.

Delicadas campánulas azules tendidas en las cercas del camino donde brilláis como sedeños tules a los ojos del sano campesino.

Copas del campo, de color de cielo, volcadas a mirarse en los cristales sonoros del sinfónico riachuelo que va como un afán entre cristales.

Alegres y vistosas pudreorejas donde columpia el Sol todos sus lampos; vuestras son las errátiles abejas de las dulces colmenas de los campos.

62

LISÍMACO CHAVABRÍA

Adorno de las cruces del sendero que conocen un crimen de venganza; alfombra del jardín y del potrero que guardan placideces de añoranza.

Hermanas del chirrite y las pastoras que escuchan, en las sendas, el sinsonte bajo el oro sutil de las auroras que fueron como incendios sobre el monte.

63

Este libro fue impreso en los talleres de la Imprenta Moderna y quedó terminada la edición á los treinta días del mes de Setiembre MCMXIII